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La irrupción del populismo en la primera potencia mundial que se coronó con el triunfo de Donald Trump en 2016 trajo 4 años de decisiones contradictorias y erráticas, de denostación de las instituciones y acuerdos internacionales que aceleraron aún más el caos mundial y condujeron a un mayor debilitamiento y descrédito de la potencia americana, acelerando así su declive histórico. La situación se torna cada vez más grave y afloran abiertamente dificultades y divisiones internas en la vida social americana. A ello se agrega una pandemia cuyo manejo mostró la enorme irresponsabilidad del enfoque populista, llamando a no tomar en cuenta las medidas preventivas propuestas por los equipos de científicos, al grado que USA concentra el triste record de muertes por Covid-19 en el mundo. Terror del Estado, violencia en manifestaciones antirracistas (BLM), auge de grupos supremacistas armados, incremento de la criminalidad y como parte de esa escalada feroz de los acontecimientos, el 6 de enero de 2021, las huestes trumpistas tomaron el Capitolio, el “símbolo del orden democrático”, para tratar de echar abajo la legalización del resultado favorable a la fracción Biden[1]. La pandemia aceleró las tendencias a la pérdida de control de la situación social, las divisiones internas de la burguesía americana se agudizaron en unas elecciones donde por primera vez en la historia el mismo presidente y candidato a reelegirse acusa la existencia de una “fraude electoral”, al mejor estilo de una “república bananera”. Los USA se encuentran ahora en el epicentro de la descomposición social.
Para poder explicar desde un análisis marxista esta “nueva” situación de la otrora superpotencia debemos asumir un enfoque histórico. Hay que explicar primero cómo fue que los USA se convirtieron en la primera potencia mundial, en el país que dominó el comercio, la política, la guerra y que su moneda se convertiría en la moneda mundial. En una primera parte de este artículo veremos el discurrir histórico de los USA desde su fundación hasta su culmen, su auge como indiscutible gendarme mundial, es decir, abordaremos acontecimientos que van de finales del siglo XVIII hasta la caída del bloque del Este en 1989. Este es el periodo histórico que ha sido marcado por la primacía del capitalismo americano a nivel mundial. A partir del derrumbe del bloque del Este se abre una fase terminal en la evolución del capitalismo: la Descomposición social[2]. Con ello empieza también un declive del liderazgo americano y el hundimiento de todo el sistema burgués en el caos y la barbarie. La segunda parte de este artículo abordará el periodo que va de inicios de los 90´s hasta el año en curso. En 30 años de pudrimiento en pie de la sociedad burguesa los USA han pasado a ser un factor de agravación del caos, su liderazgo mundial no será recuperado por más que el equipo Biden lo proclame en sus discursos, no es una cuestión de deseos, son las características de esta fase final del capitalismo lo que determina el rumbo de las tendencias y el abismo al que nos conduce el capitalismo si el proletariado no le pone fin a través de la revolución comunista mundial.
Cuando Marx escribió “Trabajo asalariado y capital”, y sobre todo la gran obra del marxismo “El Capital”, tomó como referencia el proceso interno del país capitalista más desarrollado de su época: Inglaterra, el país de la Revolución Industrial y cuna del capitalismo moderno. Para el siglo XVIII, los USA apenas empezaban a consolidarse como país en el nuevo continente. La independencia de las 13 Colonias el 4 de julio de 1776 y la elaboración de la Constitución de la “Unión Americana” darían arranque a un vertiginoso desarrollo del capitalismo en Norte América.
En el marco de este artículo no vamos a desarrollar la historia de la independencia de las “13 Colonias inglesas”. Sin embargo, queremos subrayar que una de las grandes inconformidades de los colonos se desarrolló a partir de los aumentos a los impuestos y la falta de “representación”, por ello la consigna era, “un hombre un voto” o “No taxation without representation” (“No impuestos sin representación”). La democracia empezaba a despuntar como el mejor marco para el desarrollo de la “libre empresa y la propiedad privada”, no es casual que los USA se empezaron a considerar a sí mismos como los garantes de la democracia en el mundo.
El siglo XVIII estaba dominado por los grandes países colonialistas: Inglaterra, Francia, España y en menor medida Holanda y Portugal. Por ello el reconocimiento de la independencia de los USA se acuerda bajo el ambiente de rivalidades y luchas por territorios entre esos potentados. El “Tratado de Paris” (1783) reconoce la independencia de los USA y su derecho a expandirse hasta el Mississippi. Francia poseía Luisiana y toda la cuenca del Mississippi, España dominaba Florida y aún tenía el dominio absoluto sobre el “Virreinato de la Nueva España” que después sería México.
En 1787 la Convención decide dotarse de una Constitución para los nuevos “13 estados” eliminando así los enfrentamientos entre ellos (New Jersey y New York por ejemplo) y solucionar el problema de las arcas vacías para hacer frente a las invasiones que desde el oeste mantenían Gran Bretaña y España. Junto a la aprobación de la Constitución en 1789 se aprueba también la “declaración de derechos”. Al ser la burguesía naciente una nueva clase explotadora y el capitalismo un sistema de extracción de plusvalía de la clase trabajadora, todas esas declaraciones sobre “derechos” como en la revolución francesa “libertad, igualdad y fraternidad” eran sólo tapaderas ideológicas para justificar las modernas relaciones de explotación capitalista, un programa para rematar la consolidación del capitalismo en contra el viejo régimen feudal y sus secuelas. Estas rimbombantes “declaraciones” pronto se convertirían en meros taparrabos de una explotación rapaz y sin asomo de trato humano: la esclavitud, el racismo y la lucha por derechos civiles en USA son una demostración del abismo que hay entre los “postulados” de la democracia y la realidad de la vida bajo el capitalismo.
Los barcos llegaban a los puertos del Este americano repletos de emigrantes que aspiraban a nuevas y fértiles tierras, emprender negocios propios, en otras palabras, el “sueño americano” fue una posibilidad para millones de emigrados de mejorar su situación. Las leyes permitían la emigración y muchos europeos se lanzaron a la colonización del oeste americano. La población americana creció enormemente gracias a la emigración. En 1850 había 23 millones de habitantes y para 1910 se alcanzaría la cifra de 92 millones, superior a la población de Inglaterra y Francia juntas. En la etapa ascendente del capitalismo, la emigración tenía una naturaleza distinta a las emigraciones de hoy. En los tiempos de expansión del capitalismo la posibilidad de mejorar las condiciones de vida era real, hoy es una simple huida ciega y suicida, un verdadero callejón sin salida. Por ejemplo, las caravanas de miles migrantes que salen desde Centroamérica e intentan llegar por tierra a los USA se enfrentan al hambre, las pandillas de traficantes y la represión estatal, la mayoría de ellos solo encuentran el sufrimiento indecible o la muerte pura y llana.
La expansión del capitalismo hacia el Oeste es conocida como el “Destino manifiesto”, el capitalismo se expandía y abría camino a punta de cañonazos y winchester en mano, los nativos fueron desplazados o exterminados y los sobrevivientes que resultaron de esta violenta expropiación terminaron recluidos en “reservas”. “La Frontera” se iba expandiendo a lo largo del siglo XVIII “por la Autoridad Divina o de Dios”. El Destino Manifiesto expresaba la idea de los primeros colonos, protestantes y puritanos, en concebirse como una nación “elegida” y destinada a expandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico. Esta expansión llevaba consigo los trenes[3], el telégrafo y se incrementaban las necesidades de suministros de mercancías. Parecería que el capitalismo vivía un ascenso sin límites temporales, de ahí que las históricas posturas aislacionistas abrevaban en esta idea de un progreso permanente bajo un estado casi autárquico. Esa “expansión interior” termina y se consolida a principios del siglo XX.
A principios del siglo XIX, la joven república estadounidense se dota de una doctrina que marcará su historia: La Doctrina Monroe, “América para los americanos”. Elaborada en 1823 por Q. Adams y presentada al congreso de la Unión por James Monroe ha sido piedra angular en la política exterior americana que traduce esta doctrina como “América para los estadounidenses”. Desde entonces se perfilaba ya que los USA iban a poner un alto a los europeos en América y que tal Doctrina en realidad se quedó corta en relación a los territorios que los USA iban a dominar alrededor del planeta.
Esa mítica “frontera” conoció una expansión vertiginosa en el siglo XIX. Napoleón Bonaparte vendió Luisiana y toda la cuenca del Mississippi, luego los americanos compraron Florida a España (1821) y la guerra contra México en 1846 la ganan y se agencian más de la mitad del territorio mexicano y alcanzaron así las costas del Pacífico. Más tarde en 1898 la guerra entre USA y España se saldó con la victoria norteamericana obteniendo el control sobre Cuba, otras islas del Caribe y la lejana Filipinas. Ello mostraba ya el claro declive del “imperio español” y el ascenso ya de los USA como potencia regional[4]. “…El mismo año que Jorge Washington ascendía a la presidencia de los Estados Unidos, se vieron llegar quince buques cargados con seda y té del exótico y legendario puerto asiático de Cantón, mientras los navíos de New York, Boston y Philadelphia penetraban valerosamente en el área del monopolio de la Compañía de las Indias Orientales. Y en menos de quince años los barcos de bandera norteamericana, tripulados por sus valerosos marinos, recalaban en Batavia, Calcuta, Filipinas, Japón, Turquía, Egipto y Marruecos. Comenzaba en forma espectacular la historia del comercio exterior de los Estados Unidos”[5]. En el Pacifico desde la mitad del siglo XIX los EEUU empezaron a manifestar su presencia contribuyendo a la “apertura” de Japón al capitalismo. Al mismo tiempo Gran Bretaña penetraba en China y sentaba sus relaciones en ese país asiático, sin embargo, en aquella fase los EEUU todavía no tenían la presión de extender su presencia y defender sus posesiones, esto empezó a ocurrir sobre todo en los albores del siglo XX.
El largo proceso de integración de los Estados de la Unión inició desde 1787 hasta las últimas integraciones en 1959. Alaska fue comprada a los rusos en 1867 pero es hasta enero de 1959 cuando Alaska se convirtió en el Estado número 49 y Hawai emergió como el Estado número 50 en agosto de ese mismo año. Estamos hablando de más de 170 años, tiempo en el cual se ha ido extendiendo el territorio hasta conquistar la “última frontera”, es decir, hasta alcanzar las costas del Pacífico californiano. En el avance frenético del capitalismo en el inmenso territorio de Norte América había que hacer frente a los Estados esclavistas del sur por dos razones: consolidar la unidad del Estado Nacional poniendo un alto a los secesionistas que constantemente amenazaban con independizarse y permitir, por otro lado, eliminar el arcaico sistema esclavista que no permitía la existencia de “ciudadanos libres” … ¡libres de vender su fuerza de trabajo asalariada! Ello era más necesario en tanto que en USA, al menos hasta la I Guerra Mundial, sufrió casi permanentemente de una escasez de mano de obra.
Los USA se convirtieron en el siglo XIX en el mayor importador de esclavos. El trabajo agrícola con mano de obra esclava estaba focalizado en los estados del sur. En cambio, el norte industrializado basaba su desarrollo en la explotación del trabajo asalariado, por tanto, se planteaba un problema para el capitalismo: La industria domina al campo y la mano de obra debe “circular libremente” para que el capital pueda hacer uso de ella indiscriminadamente[6]. Los propietarios de esclavos oponían resistencia a esa lógica del capital y trataron de separarse del norte industrial. La sangrienta Guerra de Secesión (1861-1865) fue el triunfo total del capitalismo y se impuso una dura lección a las próximas tentaciones separatistas. Este avance del capitalismo ha sido saludado por el marxismo ya que las relaciones de producción burguesas traen aparejadas a sus enterradores: el proletariado moderno. Por eso “En el mensaje de saludo al Sr Lincoln con motivo de su reelección a la presidencia, hemos expresado nuestro convencimiento de que la guerra civil de América tendría una significación tan grande para el progreso de la clase obrera como la que tuvo para el progreso de la burguesía la guerra de independencia americana”[7].
Mientras los USA estaban enfrascados en su Guerra de Secesión, en México Francia había impuesto a un miembro de casa de los Habsburgo como emperador mexicano, Napoleón III pretendía disputarle el patio trasero a los Estados Unidos. No se trataba de una complacencia del “Tío Sam” o que la Doctrina Monroe fuese un sueño guajiro, no, simplemente estaban ocupados con su guerra interna pero una vez terminada la guerra de secesión Washington estuvo en condiciones de expulsar a los franceses de su zona de influencia natural. Para dar una lección a los europeos y que guardaran sus futuras pretensiones bajo llave, los USA hicieron fusilar a Maximiliano de Habsburgo a pesar de los ruegos de la aristocracia europea y de artistas como Víctor Hugo. Un episodio más que mostraba quién, de ahí en adelante, marcaría el paso en la política mundial.
Para inicios del siglo XX “los Estados unidos habían constituido la sociedad capitalista más vigorosa del mundo y organizado la producción industrial la más potente (…) La productividad del trabajo creció de manera más fuerte que en otros lados, de la misma manera las ganancias, los salarios y el ingreso nacional”. “Pero desde la época de la muerte de Marx, durante los años 1800, el capitalismo americano alcanzaba y superaba las cifras de la producción industrial inglesas, desde esta época América asume pues el primer rango entre los países industrializados. (…) La Primer Guerra Mundial, al mismo tiempo que ocasionaba una fuerte reducción de la producción europea, iba a acentuar aún más el progreso de la economía americana, de manera que en el momento en que estalla la Revolución de Octubre los USA producían ya casi la totalidad de bienes y mercancías que toda Europa junta”[8].
Para la burguesía americana y todos sus ideólogos parecía que la bonaza capitalista era casi una “característica natural” del sistema, sin embargo, la realidad se basaba en la conquista de un vasto territorio que, a medida que “la frontera” avanzaba al oeste, se ampliaba la demanda de toda clase de suministros y mercancías, un proceso capaz de absorber también grandes cantidades de emigrantes y empujaba todas las cifras de crecimiento al alza, los préstamos que apuntalaban esa expansión fluían desde Europa. En 1893 Chicago se convierte en sede de la “Exposición Universal” lo cual metía a los USA directamente en la lista de las potencias industriales. El “sueño americano” empero tocaba sus límites, el inicio de siglo XX y la I Guerra Mundial anunciaban la entrada del capitalismo en su decadencia histórica y nuevas condiciones iban a entrar en escena para explicar la evolución de los USA que empezaba a despuntar como potencia mundial.
La I Guerra Mundial marcaba la necesidad de “un nuevo reparto del mundo”. Potencias industriales como Alemania llegaron tarde al reparto de ese mercado mundial. Mientras que Francia e Inglaterra se habían servido con la cuchara grande a nivel de la conquista de colonias, mientras que los USA dominaban el continente americano y consolidaban su expansión de Este a Oeste, Alemania no tenía nada y necesitaba replantear ese reparto. Bajo el capitalismo no hay otro medio de enfrentar la búsqueda de un “espacio vital” que no sea la guerra y a partir de 1914 la guerra se convierte en la forma de vida del capitalismo decadente[9].
El conflicto de “La gran Guerra” arrastró a toda Europa a la destrucción, a las masacres, a la barbarie pura y simple. Alemania estalla las hostilidades, por primera vez en la era moderna Europa se ve confrontada a tan dramática situación.
Los USA mantuvieron una “neutralidad” hasta 1917. Recordemos el enorme peso que tenía la ilusión de un desarrollo capitalista ilimitado y alejado de los problemas europeos. A pesar del hundimiento del RMS Lusitania por submarinos alemanes en 1915, el presidente Woodrow Wilson mantuvo la “neutralidad”. Una neutralidad muy conveniente, los USA aumentaron su producción de forma notable, empezaron a convertirse en los grandes proveedores de la Entente de municiones, pertrechos militares de todo tipo, alimentos, etc. Los barcos americanos no dejaban de transitar el Atlántico cargados de mercancías para abastecer el frente de guerra. Por eso los alemanes sabían que había que hacer la guerra a los USA para poner un alto a ese enorme apoyo logístico a Inglaterra y Francia. Alemania vuelve a declarar en 1917 la reanudación de los ataques submarinos sin restricciones. A ello hay que agregar la injerencia alemana en México aprovechando las convulsiones sociales en este país y Berlín le propone al gobierno mexicano que declare la guerra a los USA y la victoria del lado alemán significaría para México la recuperación de los territorios perdidos[10]. Para poder mantener su papel de gran proveedor y defender sus barcos, su canal de Panamá y su convulso traspatio la “neutralidad” era ya inservible y la entrada en la guerra era una necesidad impostergable para la burguesía americana…a pesar de los intentos de Wilson de impedir ese camino. Al final se impuso la lógica del capital en contra de las puritanas y cándidas intenciones de la paz.
“La entrada en la guerra de los USA provocó un cambio fundamental en las relaciones de fuerza industrial y militar entre los beligerantes. Sin los Estados Unidos, el potencial industrial anglo-francés y el de las Potencias Centrales se mantenían más o menos en equilibrio; con América, las Potencias Occidentales poseían sobre sus adversarios una superioridad de tres a uno, lo que hacía imposible la victoria para éstos últimos”[11]. Los USA enviaron un millón de hombres al frente, al único frente en el que lucharon, su industria fue la gran arma estratégica para que Alemania se rindiera y el Tratado de Versalles estableciera las condiciones para que los vencidos pagaran los daños de guerra. Fueron los USA los que empujaron a la creación de la Sociedad de las Naciones teniendo como base los “14 puntos de Wilson”, sin embargo, los USA no entraron en ese organismo para seguir conservando su “neutralidad” ante futuros conflictos.
Mientras que los centros industriales de Europa junto con su población se vieron sumamente afectados por las destrucciones y las masacres, los USA, a miles de kilómetros de los campos de batalla, mantuvieron una industria en ascenso trabajando a todo vapor y una población alejada de los sufrimientos directos producidos por la guerra. Los países “vencedores” como Francia e Inglaterra no recuperaron su fuerza industrial, para 1919 todos los beligerantes europeos habían disminuido su producción en más de un tercio mientras que los USA salieron de esta guerra fortalecidos y con una concentración de oro en sus arcas como nunca. A mitad del siglo XIX, Inglaterra era la potencia mundial incuestionable y su imperio, “donde no se ponía el sol”, estaba ahí para demostrarlo, pero después de la I Guerra Mundial tendrá que ir a remolque y a regañadientes detrás de los estadounidenses. Los USA pasaron de ser deudores para convertirse en la primera posguerra en los mayores acreedores y prestamistas de Europa. La decadencia del capitalismo inauguraba una nueva organización en las constelaciones imperialistas.
“La difícil situación de la economía británica, que había sido la más poderosa, es típica de aquel contexto cuando en 1926 tiene que recurrir a bajas de salarios para intentar recuperar en vano su ventaja en la competencia del mercado mundial (…) El único verdadero boom se produjo en Estados Unidos, país que, a la vez, se benefició de las dificultades de sus antiguos rivales y del desarrollo acelerado de la producción en serie, cuyo símbolo eran las cadenas de montaje de Detroit donde se producía el Ford T. La coronación de Estados Unidos como primera potencia económica mundial permitió además sacar a la economía alemana del marasmo gracias a la inyección de préstamos masivos.”[12]
En realidad, no hubo después de la guerra un relanzamiento mundial de la economía y tampoco una ampliación de nuevos mercados. Para los USA fue gracias a la guerra que aumentaron sus exportaciones masivas a Europa y al haber mantenido intacta su planta industrial se reforzó el pensamiento de la burguesía americana de un “crecimiento ilimitado”. Sin embargo, 1929 y la Gran Depresión aboyaron esa ideología de los “felices 20´s” y recordaron a todos que el capitalismo había entrado en su decadencia y que las crisis y las guerras eran ya su forma de vida.
Como plagas bíblicas los flagelos de la Gran depresión azotaron suelo americano. El desempleo masivo, las quiebras de empresas, el hambre en las calles…imágenes de desolación se repiten por todo el país y los estragos se propagan por el resto del mundo, claro, con diferentes niveles de afectación. El Estado americano, bajo Franklin D. Roosevelt, decide intervenir. El capitalismo de Estado que se perfiló desde la I Guerra Mundial hace acto omnipresente e interviene para salvar la economía. El “New Deal” no es otra cosa que keynesianismo, el Estado debe invertir en infraestructura para volver a dinamizar toda la industria. Hubo tardanza en la aplicación del plan y los efectos positivos que se esperaban tardaron en llegar. Así, la década de los 30 iba a significar que la burguesía mundial buscaría dar a esta situación una salida, la única salida que puede el capital poner en marcha: una nueva guerra mundial sólo posible gracias al aplastamiento del proletariado. Esta vez la guerra sería más devastadora y cruel y de la que los USA saldrían aún mejor posicionados como la potencia mundial indiscutible.
Nuevamente es Alemania la que tiene que volver a cuestionar el statu quo. La anexión de Austria primero y la “guerra relámpago” para invadir Polonia en 1939 abrieron de nuevo las hostilidades. Los USA con su territorio al abrigo de los campos de batalla mantienen de nuevo su neutralidad. Con una Francia invadida por las tropas de ocupación y una Inglaterra sometida a bombardeos alemanes, los USA volvieron a reactivar su papel de proveedor del frente de guerra, se absorbió el desempleo y la industria americana regresó a una producción frenética, no fue el New Deal sino de nuevo la guerra lo que posibilitó que la planta industrial americana recobrara su pujanza.
La Alemania parecía imparable. Al interior de los USA había una fuerte resistencia a una posible entrada de los USA en el conflicto mundial, el ala “aislacionista” normalmente concentrada en el partido republicano no estaba de acuerdo en la entrada de los USA en el conflicto y existían fuertes simpatías de sectores de la sociedad americana hacia las potencias del Eje, en particular hacia Alemania. La burguesía americana sabía que Alemania iba a tomar el control de Europa si no intervenían. A diferencia de la I Guerra Mundial, esta vez Japón, que ya había extendido sus ambiciones imperialistas a Manchuria y ocupaba grandes partes de China. entró inmediatamente a la guerra al lado del Eje (Berlín-Roma-Tokio) y trató de dominar el Pacífico.
Para poder entrar a la guerra no sólo había que doblegar a los aislacionistas, sino que había que convencer a la población y neutralizar a la clase obrera detrás de la bandera de las barras y las estrellas. Para ello se necesitaba un ataque que justificara, sin resistencias, la entrada en la guerra. Las provocaciones de la burguesía americana a los japoneses rindieron sus frutos y en diciembre de 1941 el imperio de Hirohito mordió el anzuelo y atacó Pearl Harbour en Hawái. El maquiavelismo de la burguesía americana es digno de estudio, no importan las vidas de nadie y las pérdidas materiales son secundarias cuando se trata de alcanzar objetivos imperialistas.[13] Nuevamente la entrada de los USA en la guerra inclinó la balanza en favor de los aliados y toda su industria se dedicó a proveer de armas y pertrechos a los aliados. El New Deal no había cumplido con su promesa de pleno empleo: en 1938 había 11 millones de desempleados y para 1941 la cifra todavía rondaba los más de 6 millones. Es hasta que toda la planta industrial se aboca a cumplir con los requerimientos de la guerra cuando el desempleo finalmente cedió. El espejismo de haber superado la crisis volvió a aparecer en el horizonte americano.
La burguesía americana había construido un moderno ejército capaz de intervenir en cualquier parte del mundo y sus científicos experimentaban ya con el uso de la fisión nuclear. La pacífica “neutralidad” estaba armada hasta los dientes. Ser potencia económica va íntimamente ligado a la capacidad del estado nación para defender esos intereses y extenderlos por el mundo. “No existe una oposición fundamental en el régimen capitalista entre guerra y paz, sino que existe una diferencia entre dos fases, una ascendente y otra decadente, de la sociedad capitalista y, por lo tanto, una diferencia de función de la guerra (en relación a la guerra y a la paz) entre estas dos fases respectivas. Si durante la primera fase, la guerra tiene por función asegurar la ampliación del mercado de cara a una más amplia producción de bienes de consumo, durante la segunda fase, la producción gravita esencialmente sobre la producción de medios de destrucción, es decir para la guerra. La decadencia de la sociedad capitalista encuentra su expresión más impactante en que a diferencia de las guerras para el desarrollo económico (período ascendente), la actividad económica se limita esencialmente a la guerra (período decadente). Esto no quiere decir que la guerra se haya convertido en el fin de la producción capitalista, el fin sigue siendo para el capitalismo la producción de plusvalor, lo que significa que la guerra adquiere un carácter permanente, y se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente”.[14]
La II Guerra Mundial fue obviamente mucho más devastadora que la Primera, la cantidad de muertos en el mundo alcanzó los 50 millones de muertos, incluyendo gran cantidad de civiles. La destrucción de las fábricas del enemigo y de los barrios obreros es un elemento nuevo para debilitar la capacidad del adversario, era imprescindible destruir los centros de fuerzas de trabajo y las fábricas de alimentos, de medicamentos, municiones, etc. La devastación de Europa provocó el ascenso de una potencia de segundo orden como la URSS cuyos apetitos imperialistas parecían insaciables. Los USA tienen que hacer uso de su poderío militar recién descubierto, la bomba atómica, para negociar con posición de fuerza ante Stalin. Es por ello que en Yalta en febrero de 1945 cuando los americanos aún no terminaban de construir sus armas atómicas, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill dejaron temas ambiguos ante la URSS, los rusos querían invadir Japón para mayo. Ya bajo Harry S. Truman se realiza el acuerdo de Potsdam a inicios de agosto del 45, pero Truman recibió telegramas confirmando el éxito de los ensayos en Nuevo México con la bomba atómica y Truman fue capaz de hablar más fuerte a los soviéticos, sabía que tenían ya el arma que los ponía por encima de la URSS. Los USA lanzaron sus armas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki cuando en realidad no eran para vencer a Japón que en los hechos ya no representaba una amenaza para los aliados, los bombardeos atómicos fueron para detener las ambiciones soviéticas. Aún no terminaba la II Guerra Mundial y la guerra fría había ya asomado su nariz.
Los USA aseguraron el control mundial al final de la II Guerra Mundial. La creación de la ONU, los acuerdos de Bretton Woods (en 1945 el 80% del oro mundial se encontraba en los USA), el Banco Mundial, FMI, GATT, la OTAN…toda una arquitectura organizativa que aseguraba la afluencia mundial americana en lo económico, político y, sobre todo, en lo militar. Las bases americanas se multiplicaron alrededor del planeta, 800 bases militares más las bases secretas que hay seguramente en países como Israel y Arabia Saudita. En la II Guerra Mundial había 12 millones de hombres sirviendo en el ejército, EE.UU duplicó su producto nacional bruto (PNB), y a finales de la guerra poseía “la mitad de la capacidad manufacturera mundial, la mayor parte de sus excedentes en abastecimiento y la casi totalidad de sus reservas financieras. Estados Unidos era líder de una serie de tecnologías esenciales para la guerra moderna y la prosperidad económica. La posesión de grandes reservas petrolíferas interiores y el control de las de América Latina y de Oriente Medio contribuyeron a su posición dominante global” (DS Painter, Encyclopedia of US Foreign Policy.). “El poderío americano se vio favorecido por las ventajas debidas a su relativo aislamiento geográfico. Distante de los escenarios centrales de ambas guerras mundiales, la nación norteamericana no sufrió ninguna destrucción masiva de sus principales centros de producción como le ocurrió a Europa, y su población civil estuvo al margen del terror de las incursiones aéreas, los bombardeos, las deportaciones y los campos de concentración que provocaron la muerte de millones de civiles en Europa (se estima que sólo en Rusia perecieron más de 20 millones de civiles) [15].
Durante la Guerra Fría, el gran eje de la política exterior norteamericana desde 1945 fue la de “contención de la URSS” y su falsamente llamado bloque “comunista”. Las pretensiones de la URSS pronto se vieron abiertamente: literalmente se tragó los países Bálticos, puso un gobierno a su modo en Polonia, negoció con Turquía un acceso al Mar Negro, alimentó la guerra civil en Grecia y no ocultaba sus pretensiones hacia Japón y las islas Kuriles, con ello dominaría desde Europa hasta el Pacífico. Es hasta 1947 que los USA diseñan la estrategia del “Plan Marshall”, más de 12 500 millones de dólares de esa época para reconstruir ciudades, parar mitigar el hambre, surtir de mercancías a toda Europa, en fin, gran parte de los créditos del Plan Marshall será para que los europeos siguieran consumiendo mercancías americanas. Sin embargo, el objetivo central era impedir que en Europa se desarrollaran condiciones para que la URSS y los Partidos Comunistas fieles a Moscú alborotaran el ambiente social convulso y consiguieran nuevos integrantes para el bloque ruso, el caso de Checoslovaquia fue una lección elocuente que no se podía repetir[16].
Al final de la guerra George Marshall llega a China para tratar de formar una coalición, sin embargo, Mao Tse Toung del PCCh y Chiang Kai-Shec del Koumitang, asesorados por Moscú dejaron de lado sus rivalidades para hacer frente común contra los americanos y reventaron las negociaciones en la primavera del 46. La guerra fría mostraba sus tempranas confrontaciones.
Al finalizar la 2a guerra mundial la URSS y los USA acordaron dividir Corea a partir del paralelo 36, sin embargo, en 1950 el norte, apoyado por los rusos invaden Corea del sur la cual estaba bajo la tutela americana. El horror de la Guerra Fría mostrada su macabro destino[17], la guerra duró 3 años con 3 millones de muertos, familias divididas y angustia permanente en la población coreana. Los USA logran imponerse, hacen retroceder a las fuerzas de Corea del norte a la frontera originalmente pactada. Esta guerra marcaría el inicio de una escalada en la que los USA se afirmarían por los siguientes 40 años como la primera potencia mundial indiscutible.
Europa quedaba dividida por el “telón de acero”. La OTAN se crea en 1949 para la protección militar de Europa occidental, después los rusos responden con el Pacto de Varsovia (1955). El mundo se sume en una amenaza permanente de conflicto, los misiles y toda clase de armamento ya no desaparecerían del paisaje, la paz del capitalismo es la nueva espada de Damocles.
Poco a poco los USA fueron imponiendo su ley. En 1956 cuando GB y Francia en contubernio con Israel quisieron poner en práctica sus pequeñas veleidades y volver a controlar el canal de Suez, los americanos impusieron la disciplina y relegaron a Francia y a GB a su papel de segundones detrás de los USA.
El único enfrentamiento directo entre las dos cabezas de bloque, USA-URSS, fue la “crisis de los misiles en Cuba” en 1962.Todo se saldó con un acuerdo secreto entre la administración Kennedy y Nikita Jrushchov. El resto de los enfrentamientos de este periodo se hizo a través de intermediarios.
El tropiezo más importante durante el “siglo americano” fue la guerra de Vietnam. Vietnam estaba dividido en norte y sur, el Sur bajo influencia de Washington y el Norte apoyado por la URSS y China. Hubo muchas divisiones en el seno de la burguesía americana sobre esta guerra y el “atasco” en el pantano vietnamita, más los avances de Moscú en sus influencias en Medio Oriente, obligaron a los americanos a desistir de esta guerra y reorientar su política exterior. A pesar de haber enviado más de 500 mil hombres en 1968 a Vietnam tuvieron que abandonar territorios otrora controlados por la Francia colonial y en 1973 se firman los “Acuerdos de Paris” que estipulan la salida de los estadounidenses de Vietnam del sur. Esto pronto significaría la retoma de Saigón por Vietnam del Norte (1975) y una reunificación bajo la égida “comunista” con el pomposo nombre de República Socialista de Vietnam (1975).
Aparte de este fiasco que no fue “la guerra por el arroz”, los americanos lograron llegar a La luna y ponerse a la cabeza de la tecnología y la investigación científica en el campo militar. En esta carrera contra el bloque “comunista” logra contener a la URSS en todo el continente americano. Lo de Cuba fue una excepción que Washington se encargaría de que no se repitiera, la Doctrina Monroe fue aplicada a pie juntillas. La influencia cubana se limitó entonces al romanticismo alrededor de “la revolución de los barbudos” para alimentar el izquierdismo guerrillero gracias a su emblema el Che Guevara. En Medio Oriente hicieron de Israel su cabeza de puente para contener los coqueteos árabes con Moscú. En el lejano Oriente, el fracaso de Vietnam trajo sin embargo algo positivo para Washington: logró atraer a China al bloque occidental y ésta rompió definitivamente con los rusos. Claro, los USA tuvieron que abandonar su postura de reconocer a Taiwán como el “gobierno continental”, en política imperialista el rubor y la vergüenza son especies extintas, lo que prima es el cálculo frio de los intereses más sórdidos con tal de seguir asegurando el poder y el control sobre los otros. Fueron 4 décadas de malabares imperialistas en la Guerra Fría, se pasó de la “contención” (containment) a la distensión y finalmente al cerco a la URSS.
Los USA no intervinieron en la sublevación de Hungría en 1956, pero cuando la URSS invade Afganistán a principios de los 80 se ve forzada a apoyar y subvencionar a la “resistencia” contra la invasión soviética dando nacimiento a la resistencia de los muyahidines y a lo que después sería Al Qaeda y Osama Bin Laden que sirvieron del lado de los americanos. A inicios del siglo XXI todos estos “aliados” empezaron a jugar por su cuenta al grado de atreverse rebelarse y a atacar a sus antiguos patrones.
La formación de los USA les permitió, desde el siglo XVIII, conquistar un inmenso territorio y acoger una emigración constante. La industrialización del norte venció sobre el anacrónico sistema esclavista del sur y, con ello, el capitalismo consolida las bases para su expansión. A finales del siglo XIX los USA eran ya un país cuyo territorio abarcaba desde el Atlántico hasta el Pacífico. Hay que hacer notar que la “Unión americana” es literalmente una suma de estados y ello genera una unidad nacional mantenida bajo coerción. Pero el “Destino Manifiesto” era que los USA se expandieran a todo el mundo porque, a fin de cuentas, ese “destino” era el del capitalismo americano y el cual se expresó en filigrana en la ilusión de los primeros pioneros. El fin de la expansión americana en su territorio y el haber delimitado su zona de influencia (Doctrina Monroe) en el continente ante el resto de las potencias europeas coincidió con la entrada al siglo XX y el inicio de la decadencia del capitalismo, la I Guerra Mundial fue la expresión abierta de que se había terminado la etapa progresista del capitalismo y empezaba su ocaso histórico.
Los USA salieron fortalecidos de la I Guerra Mundial, los prestamistas de ayer eran ahora le debían dinero, a diferencia de Europa donde hasta los ganadores, GB y Francia, nunca recuperaron su posición en el concierto de naciones, EEUU se posicionaría como primera potencia mundial gracias a convertirse en el gran proveedor de la Entente y, al estar alejada geográficamente de los campos de batalla, su planta industrial y su población permanecieron intactas y abocadas a producir para abastecer el frente de guerra. La Gran Depresión marcó cómo el capitalismo de Estado era ya el regente de toda la vida económica, política, social y militar. Aunque el New Deal no resolvió el fondo de la crisis puso de manifiesto ese papel del estado. La II Guerra Mundial confirmó con creces el papel de los USA como la potencia mundial, esta vez su papel de abastecedor se incrementó, las reservas de oro se concentraron en las arcas americanas y su ejército dio muestras de estar presente en todo el planeta por cielo, mar y tierra. Todo su aparato productivo y científico se supeditó a los requerimientos de guerra. Al finalizar la II Guerra mundial asistimos a la coronación del gran ganador de ambas guerras mundiales: los USA. La Guerra Fría fue dominada completamente por los americanos, el bloque ruso implosionó en 1989 sin disparos ni misiles de occidente. Pero la dominación americana venía sustentada en arenas movedizas, todo su imperio estaba penetrado por el cáncer del militarismo. Mientras al bloque soviético con Rusia a su cabeza se agotó y se dislocó debido al agotamiento de su aparato productivo sometido durante décadas a la carrera armamentista, los EEUU mismos fueron socavando también su supremacía bajo el peso de una economía sometida a los requerimientos de guerra. El lugar de primera potencia mundial no se defiende a base de poesía sino a través del mantenimiento y expansión de un poderoso ejército. Es hasta en este periodo que termina el “siglo americano”. Así como los gastos militares terminaron hundiendo a la URSS ya que la industria del armamento es un terreno de despilfarro puro y simple para el capital global, analizaremos en la segunda parte cómo este rubro también ha jugado negativamente en la capacidad competitiva del capital estadounidense.
Los USA podemos considerarlo como el país emblema de la decadencia del capitalismo. Si Gran Bretaña y Francia fueron las potencias de la ascendencia del capitalismo, los USA se convertirían en la gran potencia debido a condiciones creadas por la decadencia del capitalismo, en particular, las guerras como “modo de vida” de un sistema en declive. En esta decadencia se ha abierto ya su fase terminal, la descomposición social, que desde finales de los 80 ha marcado una agudización cualitativa de las contradicciones de este modo de producción. 30 años de descomposición social han llevado a los países centrales del capitalismo, pero sobre todo a los USA, a convertirse en motor acelerador del caos.
Marsan
[1] Ver Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion [2]
[2] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[3] El 1 de julio de 1862, el presidente Abraham Lincoln convirtió en ley el proyecto Pacific Railroad Act. La ley daba a dos empresas, Union Pacific Railroad y Central Pacific Railroad, la responsabilidad de completar el ferrocarril transcontinental.
[4] El pretexto para esta guerra fue el hundimiento en la Habana del acorazado americano Maine el 15 de febrero de 1898. España se negaba a vender Cuba a los americanos y la operación que consistió en enviar al Maine sin avisar previamente a España era una abierta provocación. Aún se sigue especulando sobre “quién hundió al Maine”. Lo cierto es que “el crimen benefició” a los USA y después de la guerra contra España controlaron Cuba, Puerto Rico y hasta Filipinas. El maquiavelismo de la burguesía americana tiene larga data.
[5] Eugenio Pereira Salas. Los primeros contactos entre Chile y los Estados Unidos. 1778-1809 (Santiago: Ed. Andrés
Bello, 1971),
[6] Para ver cómo el capital norteamericano utilizó primero la esclavitud y luego el racismo como medios de acumulación capitalista se puede leer Esclavitud y racismo, herramientas de la explotación capitalista https://es.internationalism.org/content/4591/esclavitud-y-racismo-herramientas-de-la-explotacion-capitalista [4]
[7] “El Mensaje a la Unión Obrera Nacional de los Estados Unidos” fue escrito por Marx y leído por él mismo en reunión del Consejo General de la AIT en mayo de 1869.
Véase también “A Abraham Lincoln Presidente de los Estados Unidos de América” escrito por Marx en diciembre de 1864.
[8] Le Conflit du siècle : capitalisme et socialisme a l’épreuve de l’histoire. Fritz Sternberg, Ed. Seuil, 1958.
[9] Revista Internacional n° 52 - 1er trimestre de 1988 [5] :”Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo” Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [6]. En este artículo se explica, a partir de los análisis de la Izquierda Comunista de Francia, la diferencia entre las guerras en la ascendencia y en la decadencia del capitalismo.
[10] Ver “La burguesía mexicana en la historia del imperialismo” https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1850/la-burguesia-mexicana-en-la-historia-del-imperialismo [7] y el libro “La guerra secreta en México” de Katz.
[11] Le Conflit du siècle : capitalisme et socialisme à l’épreuve de l’histoire. Fritz Sternberg, Ed. Seuil, 1958.
[12] Revista Internacional 146 del 2011. Decadencia del capitalismo (X) – Para los revolucionarios, la Gran Depresión confirma la caducidad del capitalismo. https://es.internationalism.org/revista-internacional/201108/3170/decadencia-del-capitalismo-x-para-los-revolucionarios-la-gran-depr [8]
[13] Para comprender mejor cómo los media norteamericanos compararon los hechos del 11 de septiembre del 2001 y Pearl Harbor, ver la Rev. Internacional nº 108, 1er trimestre 2002 [9] Pearl Harbor 1941, 'Torres Gemelas' 2001 : El maquiavelismo de la burguesía. Pearl Harbor 1941, 'Torres Gemelas' 2001 : El maquiavelismo de la burguesía | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [10]
[14] Informe de la Conferencia de julio de 1945 de la Gauche Communiste de France, recogido en el informe sobre el Curso Histórico adoptado durante el 3º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 18, 3º trimestre de 1979. Citado en Revista Internacional n° 52 - 1er trimestre de 1988 [5] “Guerras, militarismo y bloques imperialistas en la decadencia del capitalismo”.
[15] Rev. Internacional nº 113, 2º trimestre 2003 [11] “La política extranjera de los Estados Unidos tras la 2ª Guerra Mundial” La política extranjera de los Estados Unidos tras la 2ª Guerra Mundial | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [12]
[16] Los tratados de Yalta (1944) deciden juntar a checos y eslovacos en una sola república. Con un gobierno aprobado por los aliados (Edvar Benes). La idea era que los soviéticos permitieran que Checoslovaquia fungiera como “puente” pero Stalin actuó para radicalizar al Partido Sociademócrata Checo (KSC), ocuparon el ministerios del interior y el puesto de primer ministro (Gottwald), entre otros. Organizaron un “golpe de estado legal”, hubo intrigas, “suicidios”(Jan Masaryk, ministro de asuntos exteriores), milicias, etc para finalmente en febrero 1948 los comunistas se hacen del poder total. Los USA no reaccionaron a tiempo, algo de lo que siempre Winston Churchill se quejó.
[17] El tonelaje de las bombas atómicas superaba ya a las de la II GM y el uso de químicos como el napalm en Vietnam fue una dramática confirmación de una Guerra Fría cuya barbarie iba en escalada.
En las partes anteriores de esta serie hemos destacado las debilidades oportunistas sobre las que se constituyó la Internacional Comunista (IC) tanto programática como organizativamente[1]. Esta parte tratará del último período de la IC como órgano de la clase obrera.
En los años siguientes al congreso fundacional y al segundo congreso, a pesar de los episodios de gran combatividad, continuó el reflujo de la ola revolucionaria. La clase obrera en Rusia está cada vez más aislada, los soviets mueren lentamente[2], el partido bolchevique se confunde cada vez más con el Estado, se burocratiza y sigue perdiendo su contenido proletario. Los levantamientos insurreccionales en Europa Occidental (Bulgaria, Polonia, Alemania[3]), apoyados por la IC, mientras las condiciones se hacían cada vez más desfavorables, terminaron por desorientar y desmoralizar al proletariado mundial.
La IC sufre los efectos del aislamiento de la revolución con sólo el bastión ruso y sigue la misma trayectoria que el partido bolchevique, donde la lógica del aparato se impone gradualmente a la aplicación de una auténtica política de clase. Su vitalidad política está muriendo, al igual que en el partido ruso, lo que le lleva a convertirse al final en una herramienta al servicio de los intereses imperialistas del Estado ruso. En otras palabras, después de haber encarnado la máxima expresión de la unidad del proletariado mundial en su lucha revolucionaria, la IC degenera.
Esta cuarta parte, por lo tanto, tratará de mostrar la forma en que se produjo esta trágica evolución política.
Los tres años de guerra civil entre 1918 y 1920 durante los cuales los ejércitos blancos y los batallones extranjeros pusieron a prueba la revolución, llevaron a la República de los Soviets a adoptar la política del "comunismo de guerra". Pero lo que pretendía ser un conjunto de medidas de emergencia para hacer frente a una situación desesperada desembocó en la militarización de la sociedad bajo la autoridad del partido bolchevique y del Estado. Durante este período, que exigió sacrificios muy fuertes para los trabajadores y otras capas sociales, se produjo un "debilitamiento progresivo de los órganos de la dictadura del proletariado [los consejos obreros], y el desarrollo de tendencias e instituciones burocráticas"[4].
Si durante toda la duración de la guerra civil las penurias fueron relativamente bien soportadas por los obreros y pequeños campesinos, no fue así después. La guerra civil había dejado la situación social en Rusia totalmente desamparada. La población carecía de todo, desde alimentos hasta combustible para soportar la dureza del invierno. Ya en el verano de 1920, los primeros signos de descontento se expresaron en el campo, sobre todo a través del levantamiento campesino de Tambov. Pero la agitación se extendió rápidamente a las ciudades, donde, junto a las reivindicaciones económicas, los trabajadores exigían también el fin del comunismo de guerra. Por lo tanto, estas huelgas no sólo fueron una reacción al deterioro de las condiciones de vida, sino que también marcaron el deseo de volver a situar a los soviets en el centro de la toma de decisiones políticas. En este contexto estalló el levantamiento de los marineros de Kronstadt el 28 de febrero de 1921. Como reacción a los brutales métodos de requisición de grano perpetrados por los destacamentos armados y a las privaciones sufridas por los obreros y los campesinos, los marineros del acorazado Petropavlovsk se amotinaron y adoptaron una resolución de diez puntos cuya principal exigencia era la rápida regeneración del poder soviético. La revuelta de los marineros de Kronstadt se produjo "en el curso de un movimiento de lucha de la clase obrera contra la burocratización del régimen, se identificó con esta lucha y se vio como un momento de su generalización" (ídem.).
La terrible represión del partido bolchevique contra los rebeldes marcó un verdadero punto de inflexión en la revolución. Al pasar por las armas contra casi 10 000 marineros, el partido bolchevique cruzó la línea roja al ejercer la violencia dentro de la propia clase obrera. La dramática política llevada a cabo por la única organización que, hasta entonces, había sido capaz de defender la línea revolucionaria y el programa comunista marcó, en cierto modo, un punto de no retorno y una lenta pero irremediable ruptura entre los intereses del partido, cada vez más asimilado al Estado, y los de la clase obrera.
Si la clase obrera había logrado salir victoriosa de la guerra contra las fuerzas contrarrevolucionarias, la concentración de la autoridad en manos de la pareja partido-Estado constituía la otra cara de la moneda. Las disensiones en el seno del campo proletario sobre este tema, encarnadas en particular por las huelgas obreras de Moscú y Petrogrado y la revuelta de los marineros de Kronstadt, se habían expresado en el seno del propio partido desde el comienzo de la guerra civil. Llegaron a su punto álgido durante el 10º congreso del Partido Comunista Ruso (PCR)[5] a través de la controversia sobre la cuestión sindical y las críticas del grupo de la Oposición Obrera dirigido por A. Kollontai y Shliapnikov. Desde el otoño de 1920, este grupo dentro del PCR se había estructurado durante el debate sobre el papel de los sindicatos en la dictadura del proletariado. Aunque el marco del debate seguía siendo profundamente inadecuado, la posición de la Oposición Obrera de que los sindicatos industriales debían gestionar la producción independientemente del Estado soviético[6] expresaba, aunque "de forma confusa y vacilante, la antipatía del proletariado hacia los métodos burocráticos y militares que se habían convertido cada vez más en el sello del régimen, y la esperanza de la clase obrera de que las cosas cambiarían ahora que los rigores de la guerra habían terminado"[7]. Este debate dio lugar a feroces polémicas a lo largo del invierno de 1920-1921, cuando, según Lenin, el partido necesitaba más que nunca la unidad en sus filas, tal como lo expresó en el discurso de apertura del congreso: "Compañeros, hemos vivido un año excepcional, nos hemos permitido el lujo de discutir y debatir en nuestro partido. Para un partido rodeado de enemigos, los más poderosos y fuertes que agrupan a todo el mundo capitalista, para un partido que soporta una carga increíble, este lujo fue realmente sorprendente. [...] En todo caso, cualesquiera que sean las discusiones que se hayan dado hasta ahora, cualesquiera que sean los debates que se hayan dado en nuestro país, cuando tenemos que enfrentarnos a tantos enemigos, la dictadura del proletariado en un país campesino es una tarea tan inmensa, tan difícil que no basta con que el trabajo sea formalmente más unido, más concertado que antes, lo que vuestra presencia aquí, en este congreso, ya demuestra; También es necesario que no quede el más mínimo rastro de espíritu fraccionario, sea cual sea el lugar y la forma en que se haya manifestado hasta ahora; es necesario que en ningún caso queden estos rastros. "[8] El congreso refrendaría más tarde el objetivo fijado en este discurso de apertura al adoptar la resolución sobre la "unidad del partido" que ordena "la disolución inmediata de todos los grupos sin excepción que se hayan formado en tal o cual plataforma, y da instrucciones a todas las organizaciones para que insistan estrictamente en la inadmisibilidad de todo tipo de actividad fraccional". El incumplimiento de esta decisión del congreso supondría la exclusión incondicional e inmediata del partido." Esta decisión, que también contó con el apoyo de gran parte de la IC, reflejó un profundo cambio en la forma en que el partido abordaba los desacuerdos que pudieran surgir en temas tan fundamentales como el papel de los sindicatos, por ejemplo. La prohibición de las fracciones en el seno del partido reflejaba en realidad una distorsión de la disciplina del partido, ya que ahora se exigía una estricta sumisión a las decisiones del partido una vez tomadas. Se toleraban las críticas de militantes o grupos individuales, pero estaba formalmente prohibido que la oposición a la política oficial del partido se organizara para defender sus posiciones[9]. Con esta decisión, el Partido Comunista Ruso abandonó toda una parte de su historia, ya que él mismo había llevado a cabo esa labor luchando contra el oportunismo que asolaba la Segunda Internacional y que condujo a su propio colapso al estallar la Primera Guerra Mundial.
Muchos académicos y periodistas de una deshonestidad e inconsecuencia sin límites ven en este asunto, sin duda, la prueba del "autoritarismo natural" de Lenin y de una supuesta tiranía bolchevique. En realidad, este proceso fue sobre todo el producto del aislamiento y del estado de sitio impuesto a la revolución en Rusia, y expresaba, no un "autoritarismo natural", sino una verdadera desviación de los bolcheviques de su propia historia. Además, como señala Lenin, la existencia de grupos de oposición organizados en "fracciones" podría ser utilizada por las fuerzas contrarrevolucionarias para desacreditar al partido. Pero lo que Lenin ya no veía era que, si bien es cierto que los enemigos declarados de la revolución podían señalar los desacuerdos en el seno del partido como medio para desacreditarlo, es aún más cierto que el "enemigo oculto" de la revolución, la contrarrevolución desde dentro iba a utilizar la prohibición de las fracciones para estalinizar completamente el partido.
Así, el aislamiento de la revolución en el bastión ruso fue lo que llevó al PCR a replegarse sobre sí mismo, anteponiendo los intereses del partido y del Estado mediante una "disciplina férrea", en lugar de asegurar la expresión del desacuerdo para participar en el esclarecimiento de las cuestiones políticas fundamentales para el conjunto del medio revolucionario y la clase obrera mundial[10]. Al amenazar con excluir a los grupos con posiciones divergentes, el partido ruso se desvitalizó y se hizo vulnerable a la espiral burocrática.
Aunque, como hemos indicado, Lenin defendió la prohibición de las fracciones y posteriormente trató de disuadir a ciertos militantes de hacer críticas públicas a la "disciplina necesaria", pronto se dio cuenta de la magnitud de la proliferación de burócratas y del peligro que esto suponía para la actividad del partido. La tendencia a la burocracia había sido una preocupación constante de Lenin desde que se tomó el poder en octubre de 1917. La conciencia de esta lacra siguió creciendo a medida que se acumulaban las disfunciones, proliferaban los arribistas y los funcionarios controlaban cada vez más toda la vida social.
Las diversas oposiciones surgidas en el curso de 1920-1921 no habían dejado de advertir, aunque de forma confusa, al partido sobre el creciente peso del "Estado obrero"[11] y la absorción del partido por él. Un peligro mortal para la revolución y el partido que el propio Lenin expuso en el 11º Congreso del PCR, afirmando que se habían establecido "relaciones erróneas entre el partido y las administraciones soviéticas".
El "asunto de Georgia", que estalló en 1922, permitió a Lenin ver el alcance de la gangrena burocrática. El uso de la violencia, la represión y la manipulación por parte de Ordzhonikidze (secretario del buró regional de Transcaucásica) bajo las órdenes de Stalin (secretario general del PCR) contra los miembros del partido georgiano que se negaban a adherirse al proyecto de Constitución de la URSS[12] indignó a Lenin en grado sumo.
Estos métodos brutales, totalmente ajenos a las costumbres proletarias y comunistas, no tenían precedentes en las filas del partido. Demostraron la omnipotencia del partido sobre sus miembros y la desastrosa evolución de una fusión entre el partido y el Estado que se traduce en prácticas que emanan de "un aparato que nos es fundamentalmente ajeno y que representa una mezcolanza de supervivencias burguesas y zaristas [...] sólo cubiertas con un barniz soviético"[13].
Durante los dos últimos años de su vida Lenin intentó detener la deriva burocrática encarnada por Stalin y sus secuaces. Tras el episodio de Georgia, emprendió la lucha frontal acusando abiertamente a la Inspección Obrera y Campesina, encabezada por Stalin, de estar "a la cabeza" del desarrollo de la burocracia. A pesar de las respuestas erróneas, Lenin utilizó sus escasas fuerzas para tratar de reorganizar la estructura del Estado con una idea en mente, aguantar hasta un estallido revolucionario del proletariado europeo. Así, con la llama del internacionalismo, trató de repeler las primeras ofensivas del estalinismo y su "socialismo en un solo país".
Durante décadas, la ideología dominante ha utilizado todos los medios para establecer un vínculo entre la lucha revolucionaria de Lenin y el poder totalitario de Stalin. ¡Pero los hechos son obstinados! El "Testamento de Lenin" contenía suficientes advertencias contra el futuro tirano como para descartar cualquier legitimación del comportamiento matón y los objetivos chovinistas de Stalin y su camarilla. Además, el testamento de Lenin se mantuvo oculto durante mucho tiempo, sólo después de haber adquirido la garantía de su omnipotencia en el seno del partido y del Estado Stalin confesó la desautorización que este documento contenía hacia él.
Debido a la victoria de la revolución en Rusia y a la debilidad de los demás partidos comunistas, el PCR desempeñó un papel preponderante en la formación de la IC, cuya sede ejecutiva estaba en Moscú. Pero esta preponderancia tomó incluso un carácter desproporcionado en la vida y el funcionamiento de la IC.
Como resultado, el burocratismo y el autoritarismo rampante en el PCR pronto se extendió a las filas de la Internacional. Lenin fue uno de los únicos que se preocupó por la "rusificación" de la IC, como había expresado primero en el II congreso al proponer la instalación de la sede del ejecutivo en Berlín y luego en el IV congreso, donde criticó el carácter "demasiado ruso" de las "Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los partidos comunistas", aunque apoyaba plenamente su contenido. Preocupado por la excesiva dependencia de la IC del PCR, instó a las demás secciones de la IC a apropiarse sin demora de toda la experiencia y las lecciones de la revolución en Rusia para reforzar su cohesión mediante una mayor asociación de las distintas secciones en la vida del partido. Se trataba también de garantizar la vitalidad de la Internacional situando la reflexión y el estudio de la experiencia revolucionaria en el centro de la actividad de las secciones[14]. Pero estas perspectivas de trabajo se extinguieron con la muerte de Lenin en 1924. A partir de ese momento, asistimos a un punto de inflexión en la trayectoria de la IC, que gradualmente se convirtió en un arma en manos de la troika (Zinóviev-Kamenev-Stalin) primero, y luego de la burocracia estalinista. La "Bolchevización de los Partidos Comunistas" se declaró en el V Congreso Mundial de julio de 1924 para suprimir toda oposición en su seno, tanto a Trotsky y sus partidarios como a los grupos de izquierda: "La palabra clave de bolchevización nació en la lucha contra la derecha. Se dirigirá, sobre todo, naturalmente, contra ella, pero también, por supuesto, contra las desviaciones ultraizquierdistas y contra el pesimismo que aquí y allá pesa sobre nosotros."[15]
Esta nueva consigna era, por tanto, una clara expresión de la situación de asfixia cada vez más estricta en la que se encontraba la Rusia revolucionaria tras el nuevo fracaso del proletariado alemán en 1923 en el intento desesperado de insurrección. Esto sólo aceleró el dominio de la burocracia utilizando su disciplina autoritaria contra todos los que se atrevían a oponerse o criticar la política del partido dirigida por la troika primero y la camarilla estalinista después. Se trataba, pues, de "romper los huesos" de todas las formas de resistencia contra la degeneración de lo internacional. Alfred Rosmer, miembro del buró ejecutivo de la IC entre 1920 y 1921, que participó en los congresos 2º, 3º y 4º, hace un relato sorprendente de esta política atroz dirigida por Zinóviev, entonces presidente de la Internacional: "Por medio de emisarios que envió a las secciones, suprimió, ya antes del congreso, toda oposición. Allí donde surgía la resistencia, se empleaban los más variados medios para reducirla; era una guerra de desgaste en la que los trabajadores eran derrotados de antemano por los funcionarios que, teniendo todo el tiempo del mundo, imponían debates interminables; con el cansancio, todos los que se habían dejado criticar y que cargaban con el peso de la Internacional cedían temporalmente o se marchaban"[16].
La "Declaración del Comité de Entendimiento"[17] dirigida al Ejecutivo de la IC en julio de 1925 tras el V Congreso denunciaba las mismas aberraciones: "El grave problema de las tendencias y fracciones en el Partido que surge históricamente, tanto como consecuencia de la táctica política seguida como de la reprobación de la misma, como síntoma de sus insuficiencias que debe ser estudiado con la mayor atención, se pretende resolver mediante órdenes y amenazas, sometiendo a algunos camaradas a una dura presión disciplinaria, haciendo creer así que todo el desarrollo favorable del Partido depende de su conducta personal. "
En consecuencia, todos los militantes o tendencias que, a partir de entonces, expresaron sus desacuerdos con las orientaciones defendidas por el partido se enfrentaron a la siguiente alternativa: ¡someterse o ser excluido! Éstos últimos fueron sustituidos en los órganos ejecutivos de los PC por militantes dóciles, jóvenes e inexpertos que muy pronto se convirtieron en hombres del aparato con una lealtad sin límites a Moscú, como en el KPD o a imagen y semejanza de Maurice Thorez en el seno del PCF. Los PC’s encarnaban ahora la defensa implacable de la política exterior del Estado ruso en lugar de desempeñar un papel activo en la elevación de la conciencia revolucionaria de las masas. El nuevo modo de organización de los PC basado en las "células de fábrica" era una clara expresión de esta desafortunada evolución, ya que encerraba a los trabajadores en problemas locales y corporativistas en detrimento, obviamente, de una visión y perspectiva general de la lucha proletaria.
La propaganda estalinista contribuyó en gran medida a presentar la bolchevización como la continuidad de la política llevada a cabo por los bolcheviques desde octubre de 1917. Esta fue la primera de una larga serie de falsificaciones montadas por esta camarilla burguesa a lo largo del período de la contrarrevolución. En realidad, esta consigna suponía una ruptura total con la historia y el espíritu del partido bolchevique. Más que eso, marcó una etapa importante en la degeneración de la IC. Posteriormente persistió aún más fuertemente en esta trayectoria y se convirtió en una herramienta contrarrevolucionaria en manos del Estado ruso para la preservación de sus intereses exteriores. Sólo las fracciones de izquierda intentaron librar una lucha decidida para contrarrestar esta involución y mantener viva la llama del internacionalismo y del programa comunista. De esto hablaremos en la última parte de esta serie.
(Continuará)
Najek
16 de abril de 2021.
[1] Ver https://es.internationalism.org/content/4422/centenario-de-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-se-pueden-sacar [17] , https://es.internationalism.org/content/4482/100-anos-tras-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-podemos-extraer [18] y https://es.internationalism.org/content/4648/100-anos-tras-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-podemos-extraer [19]
[2] Para un análisis del declive de los Consejos Obreros en Rusia después de 1918 ver los dos últimos artículos de la Serie ¿Qué son los Consejos Obreros? https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer [20] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es [21]
[3] Véase en particular los artículos XII y XIII de la serie sobre la tentativa revolucionaria en Alemania: https://es.internationalism.org/revista-internacional/199907/1163/xii-1923-la-burguesia-quiere-infligir-una-derrota-a-la-clase-obrer [22] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1154/xiii-1923-ii-una-derrota-que-rubrica-el-fin-de-la-oleada-revolucio [23]
[4] "Las enseñanzas de Kronstadt", Revista Internacional n°3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/940/las-ensenanzas-de-kronstadt [24]
[5] Este congreso tuvo lugar del 8 al 16 de marzo, al mismo tiempo que la represión de la revuelta de los marineros de Kronstadt
[6] En el debate se expresaron otras dos posiciones: la de Trotsky por la integración total de los sindicatos en el "estado obrero", y la de Lenin para quien los sindicatos siempre tendrían que actuar para la defensa de la clase, incluso contra el "estado obrero"
[7] "La izquierda comunista en Rusia: 1918-1930 (Parte 1)", Revista Internacional nº 8, diciembre de 1976 https://es.internationalism.org/revista-internacional/197701/1996/la-izquierda-comunista-en-rusia-i [25]
[8] V. Lenin, Obras escogidas, "El X Congreso del PCR", tomo III, páginas 572-573
[9] Hay que señalar, sin embargo, que esta decisión fue considerada temporal: "La prohibición de las fracciones fue, repitámoslo, concebida como una medida excepcional destinada a caer en desuso a la primera mejora de la situación" (Trotsky, La revolución desfigurada, 1963)
[10] La alteración de la vitalidad política y la tendencia a la burocratización continuaron con otras medidas:
- El congreso perdió algunas de sus prerrogativas sobre el nombramiento del comité central, ya que dos tercios de sus miembros tenían ahora la posibilidad de excluir a uno de ellos en caso de desacuerdo con las decisiones.
- El secretariado adquirió una importancia creciente en el aparato del partido gracias al aumento de sus miembros
[11] La CCI rechaza el concepto de Estado obrero, que consideramos una contradicción en los términos. Como decimos en el folleto del periodo de transición: "La clase obrera no construye estados porque no es una clase explotadora. El estado del período de transición es inevitable, pero no es una emanación de la clase obrera. Este Estado puede representar un peligro para el proletariado, puede intentar atar las manos de los proletarios para que "trabajen para otros". La clase obrera debe ser libre de llevar a cabo su propia política, incluido el derecho de huelga contra los dictados del Estado. Confundir proletariado y Estado lleva a la aberración de un "Estado obrero" que prohíbe a los trabajadores levantarse contra él. Para Lenin, el Estado soviético no era propiamente un Estado obrero, sino "un Estado obrero y campesino con deformaciones burocráticas". Fue más bien Trotsky, que quería la subordinación de todas las organizaciones obreras al Estado, quien habló de un "Estado obrero"
[12] Este proyecto presentado por Stalin, al que se opuso Lenin, preveía la autonomía de las repúblicas hermanas dentro de la federación situándolas bajo la República Rusa
[13] Citado en P. Broué, Le parti bolchévique. Histoire du PC de l'URSS, Éditions de minuit, 1971, página 174. Lenin se refiere aquí más al partido que al Estado, pero en realidad ambos son inseparables
[14] "Estoy convencido de que debemos decir a este respecto, no sólo a los rusos, sino también a los camaradas extranjeros, que lo más importante en el próximo período es el estudio. Estudiamos en sentido general. Deben estudiar en un sentido particular, para comprender realmente la organización, la estructura, el método y el contenido de la acción revolucionaria". (Discurso de Lenin en el IV Congreso Mundial)
[15] Discurso de Zinoviev en el 5º pleno de la IC, citado en P. Broué, Histoire de l'internationale communiste. 1919-1943, Fayard
[16] Alfred Rosmer, Moscou sous Lenin. Les origines du communisme, Les bons caractères, 2009
[17] Formado por la izquierda dentro del Partido Comunista de Italia que se convirtió en la fracción de izquierda del Partido Comunista de Italia
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164-inform-curso-historico.pdf [29] | 214.54 KB |
El informe sobre la cuestión del "curso histórico" del 23º Congreso del CCI, que publicamos a continuación, confirma un cambio significativo de análisis con respecto al elaborado en un texto fundamental de 1978 titulado "El curso histórico"[1].
Brevemente dicho, este cambio de análisis es un resultado directo del cambio en el contexto mundial tras la caída del bloque imperialista del Este en 1989, que a su vez condujo a la desintegración del bloque occidental. Lo que, en efecto, cambia en la nueva situación, con la plena entrada del mundo en el período de descomposición del capitalismo[2], es la necesidad de analizar los cambios significativos en la evolución de la relación de fuerzas entre las clases; especialmente, el hecho de que la alternativa: revolución o destrucción de la humanidad en una guerra mundial, ya no se plantea en los mismos términos pues con la desaparición de los bloques imperialistas, la guerra mundial ya no está en el orden del día.
Para llevar a cabo el cambio necesario en nuestro análisis, hemos retomado el método de Marx y del movimiento marxista desde su creación, consistente en cambiar de posición, de análisis e incluso de programa completo, en cuanto dejan de corresponder a la marcha de la historia, y eso para seguir siendo fieles a la finalidad misma del marxismo como teoría revolucionaria. Un ejemplo conocido es el de las importantes modificaciones que Marx y Engels hicieron sucesivamente al propio Manifiesto Comunista, resumidas en los prefacios posteriores que ellos añadieron a esa obra fundamental, a la luz de los cambios históricos que se habían producido. Las generaciones siguientes de marxistas revolucionarios adoptaron el mismo método crítico:
- “El marxismo es una concepción revolucionaria que pugna constantemente por alcanzar nuevos conocimientos, que odia, sobre todas las cosas, el estancamiento de las fórmulas fijas, que conserva su fuerza viva y creadora, en el chocar espiritual de armas de la autocrítica y en medio de las tormentas de la historia” (Crítica de la Críticas, 1916, Rosa Luxemburg).
La insistencia de Rosa en su tiempo sobre la necesidad de reconsiderar los análisis previos para ser fiel a la naturaleza y el método del marxismo como teoría revolucionaria, estaba directamente relacionada con lo que significó la Primera Guerra Mundial. La guerra de 1914-1918 marcó el punto de inflexión del capitalismo como modo de producción, entre su período de ascenso o progreso y un período de decadencia y hundimiento, que cambió fundamentalmente las condiciones y el programa del movimiento obrero. Pero sólo la izquierda de la Segunda Internacional comenzó a reconocer que el período anterior había terminado definitivamente y que el proletariado entraba en la "época de guerras y revoluciones", como la Tercera Internacional lo llamaría más tarde. La derecha oportunista de la socialdemocracia afirmó falsamente que la primera guerra Inter imperialista era una guerra de defensa nacional - como las guerras limitadas y de mucho menor alcance del siglo XIX - y se unió a la burguesía imperialista, mientras que el ala centrista afirmó que la guerra era sólo una aberración temporal y que las cosas "volverían a lo normal" tras el cese de las hostilidades. Al fin y al cabo, los representantes de esas dos corrientes acabaron luchando contra la ola revolucionaria proletaria que puso fin a la Primera Guerra Mundial, mientras que los líderes de las insurrecciones proletarias como Rosa, Lenin y Trotski en los recién formados partidos comunistas preservaron el "honor del socialismo internacional" al descartar las anticuadas fórmulas de la socialdemocracia que ahora se utilizaban para justificar la contrarrevolución.
Los cambios sin precedentes que produjo el fin de la guerra fría en 1989 no fueron del mismo alcance que los de 1914. Pero marcaron una nueva etapa significativa en el desarrollo de la decadencia capitalista, coincidiendo con el surgimiento de su fase final, la de la descomposición social. Si bien el cambio de 1989 no modificó el programa de la clase obrera que ha seguido siendo válido durante toda la decadencia del capitalismo, significó, eso sí, un cambio importante en cuanto a las condiciones en que había evolucionado la lucha de clases hasta entonces durante los siete decenios entre 1914 y 1989. El Informe que publicamos aquí contribuye al esfuerzo crítico de actualizar el análisis marxista sobre ese importante giro en la historia del mundo.
En 1989, en el momento mismo de los acontecimientos que sacudieron el mundo, la CCI ya había analizado, en varios textos, los importantísimos cambios que se estaban produciendo. En sus “Tesis sobre la Descomposición” (Revista Internacional Nº 62, 1990) y el texto “Militarismo y Descomposición” (Revista internacional 64, 1991[3]), La CCI predijo que el próximo período estaría dominado por una putrefacción acelerada y el caos en un modo de producción agónico que seguiría estando atravesado por las contradicciones violentas y destructoras de la decadencia capitalista, pero en una nueva forma y contexto. El resurgir de la lucha de clases proletaria, que comenzó en 1968 y evitó el estallido de una tercera guerra mundial, encaraba ahora nuevas dificultades y un largo período de repliegue y desorientación, pero la profundización de la crisis económica mundial empujará al proletariado a reanudar su lucha.
Además, el desmoronamiento del bloque del Este puso fin, tal vez definitivamente, a la división del mundo en dos campos armados, que había sido la forma principal en que el imperialismo había funcionado mundialmente en su fase decadente. La Primera y Segunda Guerras Mundiales, así como los acontecimientos anteriores y posteriores a ellas, demostraron que el capitalismo ya no podía evolucionar mediante la expansión colonial como en el siglo XIX, y que lo único que les quedaba a cada uno de los imperialismos rivales era tratar de forzar una nueva división del mercado mundial en beneficio propio por medio de las matanzas bélicas. Ese intento se articuló mediante la tendencia a agrupar a los diferentes países detrás de cada uno de los dos gánsteres más poderosos, un proceso plenamente confirmado después de 1945. Después del período 1914-1989 dominado por la división del mundo en dos bloques imperialistas rivales, la tendencia a formar bloques dejó de ser dominante en las relaciones Inter imperialistas y cada potencia sigue ahora su sangriento camino guiada por la idea de "cada uno para sí".
El informe examina y reafirma este análisis modificado desde 1989. Pero amplía aún más su alcance.
En 2015, el 21º Congreso de la CCI puso en marcha un importante proyecto a largo plazo en el que se examinarían 40 años de su existencia para “identificar con la mayor lucidez posible nuestras fuerzas y nuestras flaquezas, identificar lo que seguía siendo válido en nuestros análisis y los errores hechos, para así armarnos para superarlos.” (“40 años después de la fundación de la Corriente Comunista Internacional, ¿Qué balance y qué perspectivas para nuestra actividad?” Revista Internacional 156[4]). El Informe sobre la cuestión del curso histórico del 23º Congreso es consecuencia de ese esfuerzo específico, llevando más lejos el análisis ya contenido en textos elaborados hace treinta años, reexaminando punto por punto el texto original sobre el curso histórico de 1978. Y concluye diciendo que el propio término "curso histórico" ya no puede considerarse adecuado para definir todos los períodos de la lucha de clases. Se aplica al período comprendido entre Sarajevo 1914 y el hundimiento de la URSS en 1989, pero no al período precedente ni al siguiente. Al sacar esta conclusión, el informe subraya una distinción muy importante que debe hacerse entre dos conceptos diferentes:
- Por una parte, el concepto de curso histórico aplicable al período comprendido entre Sarajevo y la caída del Muro de Berlín (incluidas sus diferentes fases) y que trata de la dinámica de la sociedad durante ese mismo período, indisolublemente ligada, pero no idéntica, a la relación de fuerzas entre las clases ;
- Por otro lado, el concepto de relación de fuerzas entre las clases, aplicable a todos los períodos de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado.
Esos dos conceptos - curso histórico y relación de fuerzas entre las clases - no son por lo tanto idénticos o sinónimos, pero el texto de 1978 no establece claramente esta distinción.
Nos complace observar que antes de su publicación, el Informe ya ha provocado un animado debate público (varias docenas de contribuciones hasta la fecha en nuestro foro en línea sobre el tema d [30]esde julio) porque sus principales conclusiones ya se incluyeron en la Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso que ya se ha propuesto a nuestros lectores. Aún no es el momento de hacer un balance de este debate, que aún está en sus primeras etapas. Pero debe desarrollarse. El debate crítico es una parte esencial del esfuerzo marxista para desarrollar una nueva compresión a la vez que seguimos combatiendo “en medio de las tormentas de la historia”.
Según la concepción materialista de la historia desarrollada por Marx, las contradicciones del sistema capitalista conducen a una alternativa histórica: socialismo o barbarie; o bien una lucha que desemboca en el derrocamiento de la burguesía por el proletariado, o bien la ruina mutua de ambas clases y de la propia sociedad.
La comprensión del desarrollo de la lucha de clases en el capitalismo - sus diferentes etapas históricas, sus avances y retrocesos, las respectivas fuerzas cambiantes de los adversarios - ha sido, por lo tanto, de importancia decisiva para los análisis de la vanguardia comunista del proletariado y un aspecto intrínseco de la aplicación del método marxista.
Los grandes cambios en los parámetros de la situación mundial en 1989, provocados por el desmoronamiento del bloque del Este y la entrada del capitalismo decadente en su fase final de descomposición social, llevaron a la organización a tener en cuenta las dificultades crecientes del proletariado en esta nueva situación y a modificar su análisis de la dinámica de la sociedad según la relación de fuerzas entre las clases. En efecto, este análisis, tal como se expone en el texto sobre el Curso Histórico (a partir de aquí CH78) del III Congreso de la CCI en 1978, ya no era apropiado en el mundo posterior a 1989, en el que las rivalidades imperialistas ya no se canalizan hacia el enfrentamiento entre dos bloques imperialistas rivales, sino hacia un mundo en el que la respuesta capitalista, o sea una nueva guerra mundial imperialista, ya no es una posibilidad histórica en un futuro próximo. Los textos elaborados por la CCI inmediatamente después del hundimiento del bloque del Este, como "Militarismo y descomposición" (Revista Internacional 64, 1991), las "Tesis sobre la descomposición social del capitalismo" (Revista Internacional 62, 1990), el artículo "Tras el hundimiento del bloque del Este, inestabilidad y caos" (Revista Internacional Nº 61, 1990[5]), ya definen claramente lo que está en juego en la relación mundial de fuerzas entre las clases basándose en un paradigma diferente al del texto del CH78.
En los dos decenios transcurridos desde 1990, la CCI ha elaborado, en numerosos textos y artículos, ese cambio de análisis sobre la relación de fuerzas entre las clases y lo que está en juego en la dinámica de la sociedad, en particular en los informes y resoluciones sobre la lucha de clases para sus congresos internacionales que han sido publicados en nuestra prensa. Estos confirman en particular las dificultades y amenazas crecientes para el proletariado creadas por el período de descomposición social del capitalismo.
A este respecto, podemos citar, por ejemplo, el “Informe sobre la lucha de clases para el 13º Congreso de la CCI” en 1999 (Revista Internacional 99[6]) o el Informe sobre la lucha de clases para el 14º Congreso en 2001 (Revista Internacional 107), cuyo subtítulo era “El concepto del curso histórico en el movimiento revolucionario”[7].
También hay que tener en cuenta otros artículos que tratan del problema de la relación de fuerzas entre las clases en el período de descomposición, como: “Al inicio del siglo XXI - ¿Por qué el proletariado no ha acabado aún con el capitalismo?” (Revista Internacional 103 y 104[8]), y los artículos "Entender la descomposición (I): las raíces marxistas de la noción de descomposición", el de la Revista Internacional n° 117 en particular[9].
Sin embargo, aunque la organización sí ha desarrollado los elementos teóricos principales para comprender lo que está cambiando en la relación de fuerzas entre las clases, no ha realizado hasta ahora un examen específico del texto sobre el CH78. Es evidente que es necesario rectificar esta anomalía -aunque sea tarde- si queremos ser escrupulosamente fieles a nuestro método histórico, que consiste no sólo en modificar o cambiar nuestro análisis y nuestra argumentación a la luz de los grandes acontecimientos, sino también en justificar ese cambio con referencia específica al análisis original. Nuestro método político nunca ha sido el de abandonar las posiciones o análisis previos sin dar cuenta de ellos y justificar tal cambio públicamente, porque una invariancia o monolitismo a-histórico es imposible y sólo puede ser una barrera para el esclarecimiento de la conciencia de clase. Lo que sigue siendo válido en el texto CH78; lo que ha sido superado por el cambio de contexto histórico en el capitalismo decadente, y cómo éste ha revelado las limitaciones del texto CH78, todo ello debe ser entendido y explicado con la mayor claridad posible, para que los anacronismos restantes puedan hacerse resaltar y ser aclarados.
Punto 1) Los revolucionarios deben hacer predicciones. De hecho, predecir es una capacidad y necesidad específica de la conciencia humana (cf. la comparación de Marx entre la abeja instintiva y el arquitecto humano consciente). El marxismo, como método científico, al igual que la ciencia en su conjunto, transforma: "las hipótesis basadas en una primera serie de experimentos en predicciones, y al confrontar estas predicciones con nuevos experimentos, el investigador puede verificar (o invalidar) esas hipótesis y avanzar en su comprensión".[10]
El marxismo basa su perspectiva de la revolución comunista en un análisis científico y materialista del hundimiento del capitalismo y de los intereses de clase del proletariado revolucionario.
Esa perspectiva general y a largo plazo es relativamente simple para los marxistas. La dificultad para los revolucionarios es prever a medio plazo si la lucha de clases avanza o retrocede. En primer lugar, el marxismo obviamente no puede basarse en experimentos controlados como los que realiza la ciencia de laboratorio.
Punto 2) Además, la lucha de clases proletaria se caracteriza por períodos de evolución muy diferentes, con máximos y mínimos extremos, porque la clase obrera es una clase explotada sin ningún poder en la vieja sociedad y por lo tanto destinada a largos períodos de sometimiento. Los períodos relativamente cortos de su lucha están determinados por los períodos de crisis del capitalismo (crisis económica y guerra). El proletariado no puede progresar de victoria en victoria, como fue el caso de las nuevas clases explotadoras del pasado. De hecho, la victoria final del proletariado está condicionada por una larga serie de dolorosas derrotas. De ahí la declaración de Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte de 1852 sobre el curso muy desigual de la evolución de la lucha de clases[11]. La realidad de un desarrollo tan irregular de la lucha de clases era evidente en el pasado, pero la longitud y la profundidad de la contrarrevolución entre 1923 y 1968 tendieron a oscurecerla.
Punto 3) No obstante, es esencial que los revolucionarios hagan predicciones precisas a medio plazo sobre la evolución de la relación de fuerzas entre las clases. En esto, las consecuencias de los errores son más que elocuentes: el aventurerismo de Willitch-Schapper tras las derrotas de las revoluciones de 1848; la "teoría de la ofensiva" del KAPD cuando la ola revolucionaria había retrocedido en los años 20; la fundación de la IVª Internacional por Trotsky en 1938 en el período más oscuro de la contrarrevolución. En contraste con esos ejemplos, hubo predicciones que demostraron ser perfectamente exactas: Marx y Engels reconocieron que después de las derrotas de 1848 y 1871, era inevitable un período de repliegue de la clase obrera; la predicción de Lenin en las Tesis de abril de 1917 sobre la marea ascendente de la revolución mundial; la identificación de la izquierda italiana de los años treinta como un período de derrota decisiva.
Puntos 4/5/11) Predecir el sentido de la lucha de clases indica si los revolucionarios van con la corriente o contra ella. Los errores, o desdeñar el sentido de la corriente, pueden ser catastróficos. Esto es especialmente cierto en la decadencia capitalista durante la cual lo que está en juego: la guerra imperialista o la revolución proletaria, es mucho más importante que en la época de la ascendencia capitalista.
Punto 6) La oposición y la exclusión mutua de los dos términos de la alternativa histórica, la guerra o la revolución. Si bien la crisis del capitalismo decadente puede llevar a cualquiera de los dos extremos de la alternativa, no se desarrollan al unísono sino de manera antagónica. Este punto se dirige especialmente a Battaglia Communista y a la CWO que consideraban y siguen considerando la guerra mundial y la revolución como igualmente posibles desde 1968.
Puntos 7/8) Estos puntos tienen por objeto mostrar que las guerras mundiales imperialistas del siglo XX y sobre todo la de 1939-45 sólo pudieron ocurrir una vez derrotado el proletariado, sus tentativas revolucionarias aplastadas y tras haberse movilizado tras ideologías bélicas de sus respectivos amos imperialistas con la ayuda de unos partidos obreros traidores que ya habían cruzado la frontera de clase.
Punto 9) La situación del proletariado desde 1968 ya no es la misma que antes de las dos guerras mundiales. Se encuentra invicto y combativo, resiste a las ideologías movilizadoras de los bloques imperialistas y es por lo tanto una barrera ante el estallido de una tercera guerra mundial.
Punto 10) Todas las condiciones militares y económicas para una nueva guerra mundial ya existen, lo único que falta es la adhesión del proletariado, un punto destinado también a Battaglia que tiene otros argumentos para explicarnos por qué la guerra mundial aún no ha estallado.
Los primeros cinco puntos del texto del CH78 conservan toda su relevancia en cuanto a la importancia y necesidad para los revolucionarios de prever la evolución futura de la lucha de clases, o sea la justificación de la necesidad de tales predicciones desde el punto de vista del método marxista; la pertinencia de los ejemplos históricos que demuestren el carácter crítico de las hipótesis de los revolucionarios sobre la lucha de clases y las graves consecuencias de los errores al respecto; los argumentos contra la indiferencia o el escepticismo de Battaglia y la CWO sobre esta cuestión.
El argumento central del texto también conserva su validez para el período 1914-1989. Con el comienzo del período de decadencia del capitalismo, las condiciones para la evolución de la relación de fuerzas entre las clases cambiaron fundamentalmente en comparación con las del período de ascendencia. La tendencia del imperialismo en el período de decadencia a desembocar en conflagraciones mundiales entre bloques rivales, lo cual requiere la movilización masiva de la clase obrera como carne de cañón, estalló con toda su fuerza durante la Primera Guerra Mundial. El estallido de las hostilidades dependía de la derrota política de los principales batallones del proletariado mundial. Los partidos y sindicatos socialdemócratas, corrompidos por un largo proceso de degeneración oportunista y revisionista, fracasaron en el momento crítico de 1914 y, con pocas excepciones, abandonaron el internacionalismo para unirse al esfuerzo bélico de sus propios imperialismos nacionales, arrastrando tras ellos a una clase obrera desorientada. Sin embargo, la vivencia de semejante matanza sin precedentes de obreros uniformados en las trincheras y la miseria en el "frente interior" acabaron haciendo que el proletariado, tras algunos años, recobrara su fuerza en la relación de fuerzas entre las clases, lo que permitió la apertura de la ola revolucionaria mundial de 1917-1923, que obligó a la burguesía a poner fin a la guerra para evitar la contaminación de la revolución proletaria.
A partir de la Primera Guerra Mundial, la idea de un curso histórico, a partir del cual la lucha de clases se orientaría hacia la guerra o hacia la revolución, adquirió así una profunda veracidad. Para imponer su respuesta militar a las crisis de la decadencia capitalista, el imperialismo debía asestar una derrota a las aspiraciones revolucionarias del proletariado y una vez aplastadas, logró su movilización en favor de los intereses de la burguesía. Por el contrario, el resurgimiento del proletariado fue un gran obstáculo ante ese empeño, abriéndosele el camino a su solución: la revolución comunista.
Y, al contrario, la derrota de la revolución en Rusia, Alemania y otros países en la década de 1920, permitió que se abriera el curso hacia la Segunda Guerra Mundial. A diferencia del período anterior a la Primera Guerra Mundial, el período anterior a la Segunda no dio lugar a un cambio de rumbo, ya que el proletariado fue derrotado no sólo política sino también físicamente por la brutalidad y el terror sin precedentes del estalinismo y el fascismo por un lado y el antifascismo democrático por otro antes e inmediatamente después de las masacres. A diferencia de la Primera Guerra Mundial, ninguna ola revolucionaria surgió de las ruinas de la Segunda. Esta situación de continua derrota proletaria no condujo, sin embargo, a una tercera guerra mundial después de 1945, como pensaban los revolucionarios de aquella época. En los decenios de 1950 y 1960 hubo un largo período de recuperación económica y de guerra fría, con guerras locales “por poderes”. Durante ese período, el proletariado recuperó gradualmente su fuerza al disminuir el peso de las ideologías de guerra de los años 30. El estallido de una nueva crisis económica mundial llevaría a un nuevo surgimiento de la lucha de clases iniciada en 1968, impidiendo la "solución" imperialista a la crisis, la de una tercera guerra mundial. Pero la clase obrera no pudo ir más allá de sus luchas defensivas mediante una ofensiva revolucionaria. El hundimiento de uno de los dos bloques imperialistas, el bloque del Este, en 1989, puso fin efectivamente a la posibilidad de una guerra mundial, aunque la propia guerra imperialista siguió acelerándose de forma caótica con el impulso de la profundización de la crisis económica mundial.
Para comprender este problema, citaremos primero un largo extracto del informe de una reunión plenaria de nuestro órgano central internacional de enero de 1990: "En el período de decadencia del capitalismo, TODOS los Estados son imperialistas y toman medidas para asumir esa realidad: economía de guerra, armamento, etc. Por ello, la agravación de las convulsiones de la economía mundial no hará más que avivar las divisiones entre los diferentes estados, incluso, y cada vez más, en el plano militar. La diferencia con el período que acaba de terminar es que las fisuras y antagonismos que antes eran contenidos y utilizados por los dos grandes bloques imperialistas, ahora saldrán a la luz. La desaparición del gendarme imperialista ruso, y la consiguiente pérdida de ligamen del gendarme estadounidense respecto de sus principales "socios" de ayer, ha abierto la puerta al desencadenamiento de toda una serie de rivalidades más locales. Estas rivalidades y enfrentamientos no pueden, por ahora, degenerar en un conflicto mundial (incluso suponiendo que el proletariado ya no pueda oponerse a ellos). Por otra parte, debido a la desaparición de la disciplina impuesta por la presencia de los bloques, es probable que tales conflictos sean más violentos y más numerosos, en particular, obviamente, en las zonas donde el proletariado es más débil. Hasta ahora, en el período de decadencia, tal situación de dispersión de los antagonismos imperialistas, de ausencia de un reparto del mundo (o de sus zonas decisivas) entre dos bloques, nunca se ha prolongado. La desaparición de las dos constelaciones imperialistas que surgieron de la Segunda Guerra Mundial debería acarrear la tendencia a la recomposición de dos nuevos bloques. Sin embargo, tal situación no está todavía al orden del día (...) la tendencia hacia un nuevo reparto del mundo entre dos bloques militares se ve frustrada, e incluso puede verse definitivamente comprometida, por el fenómeno cada vez más profundo y generalizado de la descomposición de la sociedad capitalista, como ya hemos puesto de relieve (véase la Revista Internacional 57).
En un contexto así, de pérdida de control de la situación para la burguesía mundial, no es evidente que haya sectores dominantes de ella que hoy sean capaces de imponer la organización y la disciplina necesarias para la reconstitución de bloques militares. (...) Por todo eso, es fundamental poner de relieve que la solución proletaria, la revolución comunista, es la única capaz de oponerse a la destrucción de la humanidad, y que tal destrucción es la única «respuesta» que la burguesía puede dar a su crisis; pero esta destrucción no vendría necesariamente de una tercera guerra mundial. Podría ser el resultado de la continuación hasta sus consecuencias más extremas de la descomposición ambiente: catástrofes ecológicas, epidemias, hambres, guerras locales sin fin, y un largo etcétera..
La alternativa histórica «Socialismo o Barbarie», tal como la puso de relieve el marxismo, tras haberse concretado en «Socialismo o Guerra imperialista mundial» durante la mayor parte del siglo XX, se fue precisando bajo la forma aterradora de «Socialismo o Destrucción de la humanidad» durante las últimas décadas con el desarrollo de las armas atómicas. Hoy, tras el derrumbe del bloque del Este, esa perspectiva sigue siendo totalmente válida. Pero hay que decir que semejante destrucción puede venir de la guerra imperialista generalizada O de la descomposición de la sociedad.. (…) Incluso si la guerra mundial no podrá ser hoy, y quizás definitivamente, una amenaza para la vida de la humanidad, esta amenaza podría muy bien venir de la descomposición de la sociedad. Y eso más todavía si se considera que si bien el desencadenamiento de la guerra mundial requiere la adhesión del proletariado a los ideales de la burguesía, fenómeno que no está ni mucho menos al orden del día en la situación actual para los batallones decisivos de aquél, la descomposición no requiere adhesión alguna para acabar destruyendo a la humanidad. En efecto, la descomposición de la sociedad no es, en sentido estricto, una «respuesta» de la burguesía a la crisis abierta de la economía mundial. En realidad, ese fenómeno puede agudizarse precisamente porque la clase dominante es incapaz, a causa de la ausencia de alistamiento proletario, de dar SU respuesta específica a la crisis, o sea, la guerra mundial y la movilización que ésta entraña. La clase obrera, al ir desarrollando sus luchas (como así lo ha hecho desde finales de los años 60), al no dejarse alistar tras las banderas de la burguesía, ha podido impedir que la burguesía desencadene la guerra mundial. En cambio, únicamente el derrocamiento del capitalismo podrá acabar con la descomposición de la sociedad. Las luchas del proletariado en el sistema no son un freno a su descomposición, del mismo modo que tampoco pueden ser un freno al hundimiento económico del capitalismo.”.
(Véase "Tras el hundimiento del bloque del Este, desestabilización y caos", Revista Internacional 61)
El año 1989 marca así un cambio fundamental en la dinámica general de la sociedad capitalista en decadencia. Antes de esa fecha, la relación de fuerzas entre las clases era el factor determinante de esa dinámica: de la relación de fuerzas entre las clases dependía el resultado de la exacerbación de las contradicciones del capitalismo: o bien el estallido de la guerra mundial, o bien el desarrollo de la lucha de clases con la perspectiva del derrocamiento del capitalismo.
Después de esa fecha, la dinámica general de la decadencia capitalista ya no está directamente determinada por la relación de fuerzas entre las clases. Cualquiera que sea la relación de fuerzas, mientras ninguna clase sea capaz de imponer su solución (guerra o revolución mundial), el capitalismo seguirá hundiéndose en la decadencia, porque la descomposición social tiende a zafarse del control de las clases en conflicto.
En el paradigma que dominó la mayor parte del siglo XX, la noción de "curso histórico" definía los dos posibles resultados de una tendencia histórica: la guerra mundial o el conflicto de clases. En cuanto el proletariado sufrió una derrota decisiva (como en vísperas de 1914 o tras el aplastamiento de la ola revolucionaria de 1917-23), la guerra mundial se hizo inevitable. En el paradigma que define la situación actual (hasta que se reconstituyan dos nuevos bloques imperialistas, lo que tal vez nunca suceda), es muy posible que el proletariado sufra una profunda derrota sin que ello tenga necesariamente una consecuencia decisiva en la evolución general de la sociedad. Uno puede preguntarse, por supuesto, si tal derrota podría tener como consecuencia impedir definitivamente que el proletariado levante cabeza. Habría que hablar entonces de una derrota definitiva que llevaría al fin de la humanidad. Esta posibilidad no debe excluirse, especialmente en vista del creciente peso de la descomposición. Esta amenaza está claramente indicada en el Manifiesto del IX Congreso de la CCI: "Revolución comunista o destrucción de la humanidad". Pero no podemos hacer un pronóstico en ese sentido, ni en relación con la actual situación de debilidad de la clase obrera, ni siquiera si esta situación se agravaría. Por eso el concepto de "curso histórico" ya no sirve para definir la dinámica de la situación mundial, ni la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado en el período de descomposición. Al haberse convertido en un concepto ahora inadecuado para el nuevo período, debe ser abandonado.
En conclusión: el texto CH78, aunque conserva toda su validez desde el punto de vista del método y del análisis del período 1914-1989, está hoy limitado, por una parte, por el hecho de haber sido superado por acontecimientos históricos importantes y sin precedentes, y, por otra, porque tiende a identificar la noción de curso histórico y la de evolución de las relaciones de fuerza entre las clases, como si fueran idénticas, cuando no es así. En particular, el texto CH78 habla del curso histórico para describir los diferentes momentos de la lucha de clases en el siglo XIX cuando en realidad:
- el aumento de las luchas obreras no significa que se abra la perspectiva de un período revolucionario en un momento en el que la revolución proletaria no está todavía al orden del día, ni puede impedir el estallido de una guerra importante (por ejemplo, la guerra entre Francia y Prusia en 1870, aun cuando el poder del proletariado se había incrementado);
- una gran derrota del proletariado (como lo fue el aplastamiento de la Comuna de París) no condujo a una nueva guerra.
En cierto modo, la tendencia a identificar erróneamente el curso de la historia con la relación de fuerzas entre las clases en general es similar a la forma imprecisa en que se ha utilizado el concepto de oportunismo. Durante algún tiempo hubo una identificación en la CCI entre oportunismo y reformismo, y más ampliamente en el medio político. A finales del siglo XIX y principios del XX, aunque tal identificación ya era un error, se basaba en una realidad: en efecto, en aquella época, una de las principales manifestaciones del oportunismo era el reformismo. Pero con la entrada del capitalismo en su período de decadencia, el reformismo ya no tiene cabida en el movimiento obrero: las organizaciones o corrientes políticas que propugnan la sustitución del capitalismo por el socialismo mediante reformas progresivas del sistema actual pertenecen necesariamente al campo de la burguesía, mientras que el oportunismo sigue siendo una enfermedad que puede afectar y acabar con las organizaciones proletarias.
Hemos tendido, basándonos en lo que las experiencias de la clase obrera durante el siglo XX, a identificar la noción de cómo evoluciona la relación de fuerzas entre las clases, o sea entre burguesía y proletariado, con la noción de "curso histórico", al indicar ésta un resultado alternativo fundamental, la guerra o la revolución mundial, una confirmación de la relación de fuerzas entre las clases. En cierto modo, la situación histórica actual es similar a la del siglo XIX: la relación de fuerzas entre las clases puede evolucionar en una u otra dirección sin afectar decisivamente la vida de la sociedad. De manera similar, esta relación de fuerzas entre las clases o su evolución ya no puede ser descrita como un "recorrido". En este sentido, el término "derrota del proletariado", aunque conserva todo su valor operativo en el período actual, ya no puede tener el mismo significado que en el período anterior a 1989. Lo importante es tener en cuenta y estudiar constantemente la evolución de la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado: ¿podemos considerar que esta evolución está a favor del proletariado (lo cual no significa que la vuelta atrás sea imposible) o que estamos en una dinámica de debilitamiento de la clase (sabiendo que esta dinámica también puede invertirse)?
En un sentido más general y a largo plazo, el abandono del concepto de "curso histórico" pone de manifiesto la necesidad de que los marxistas revolucionarios hagan un estudio histórico más profundo de toda la evolución de la lucha de clases proletaria para comprender mejor los criterios para evaluar cómo evoluciona la relación de fuerzas entre las clases en el período de descomposición capitalista.
[1] Revue Internationale n° 18. https://es.internationalism.org/revista-internacional/201804/4294/el-curso-historico [31]
[2] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [32]
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4143/xxi-congreso-de-la-cci-40-anos-despues-de-la-fundacion-de-la-corri [33]
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2114/tras-el-hundimiento-del-bloque-del-este-inestabilidad-y-caos [34]
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1152/decimotercer-congreso-de-la-cci-informe-sobre-la-lucha-de-clases-e [35]
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3255/el-concepto-de-curso-historico-en-el-movimiento-revolucionario [36]
[8] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/752/al-inicio-del-siglo-xxi-por-que-el-proletariado-no-ha-acabado-aun-c [37] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3245/al-inicio-del-siglo-xxi-por-que-el-proletariado-no-ha-acabado-aun- [38]
[9] Este artículo (https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/167/entender-la-descomposicion-i-las-raices-marxistas-de-la-nocion-de-d [39] )constata la indiferencia de otros grupos de la izquierda comunista ante esta cuestión y su rechazo tajante de los análisis de la CCI como "no marxistas", lo que indica que no pueden, por el momento, aportar ninguna contribución teórica a esta cuestión vital de la evolución de las relaciones de fuerza entre las clases... sobre todo porque han olvidado la famosa primera línea del Manifiesto Comunista y, por lo tanto, un precepto esencial del materialismo histórico. En lo que respecta a los parásitos, el artículo recuerda el ataque de la Fracción Interna de la CCI (ahora GIGC) al informe de la CCI sobre la lucha de clases del XIV Congreso de la CCI, y su análisis del efecto de la descomposición capitalista en la lucha de clases, como "oportunista" y "revisionista", "la liquidación de la lucha de clases", y eso que los componentes de este grupo estaban de acuerdo con ese análisis, cuando eran miembros de la CCI algún tiempo antes. La traición organizativa va de la mano con la estupidez política en el medio parasitario.
[10] .-“El Curso Histórico”, Revista Internacional 18.
[11] “Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡Hic Rhodus, hic salta!”
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"Las luces brillantes, la gran ciudad, se han subido a la cabeza de mi bebé" –Canción de Jimmy y Mary Reed, 1961
Este artículo se escribe en medio de la crisis mundial del Covid-19, una asombrosa confirmación de que estamos viviendo la fase terminal de la decadencia capitalista. La pandemia, que es producto de la relación profundamente distorsionada entre la humanidad y el mundo natural bajo el reinado del capital, pone de relieve el problema de la urbanización capitalista que los revolucionarios anteriores, en particular Engels y Bordiga, han analizado con cierta profundidad. Aunque hemos examinado sus contribuciones sobre esta cuestión en artículos anteriores de esta serie[[1]], parece oportuno, volver a plantear la cuestión. También nos acercamos al 50 aniversario de la muerte de Bordiga, en julio de 1970, por lo que el artículo también puede servir como parte de nuestro homenaje a un comunista cuyo trabajo valoramos mucho, a pesar de nuestros desacuerdos con muchas de sus ideas. Con este artículo, comenzamos un nuevo "volumen" de la serie sobre el comunismo, específicamente dirigido a examinar las posibilidades y problemas de la revolución proletaria en la fase de descomposición capitalista.
En una parte anterior de esta serie, publicamos varios artículos en los cuales se analizaba la manera en que los partidos comunistas surgidos durante la gran oleada revolucionaria de 1917-23 habían tratado de llevar el programa comunista de lo abstracto a lo concreto -para formular una serie de medidas que debían tomar los consejos obreros en el proceso de toma del poder de las manos de la clase capitalista[[2]]. Y pensamos que sigue siendo perfectamente válido que los revolucionarios se planteen la pregunta: ¿Cuáles serían los fundamentos del programa que la organización comunista del futuro -el partido mundial- se vería obligada a presentar en un auténtico auge revolucionario? ¿Cuáles serían las tareas más urgentes a las que se enfrentaría la clase obrera cuando se dirige hacia la toma del poder político a escala mundial? ¿Cuáles serían las medidas clave (políticas, económicas y sociales) a ser implementadas por la dictadura del proletariado, que sigue siendo la condición política previa necesaria para la construcción de una sociedad comunista?
Los movimientos revolucionarios de 1917-23, como la guerra imperialista mundial que los impulsó, fueron una prueba clara de que el capitalismo había entrado en su "época de revolución social", de decadencia[3]. En adelante, el progreso e incluso la supervivencia de la humanidad se verían cada vez más amenazados a menos que se superara la relación social capitalista a escala mundial. En este sentido, los objetivos fundamentales de una futura revolución proletaria, están en plena continuidad con los programas que se plantearon al inicio del período de decadencia. Pero este período ha durado ya más de un siglo y, desde nuestro punto de vista, las contradicciones acumuladas durante este siglo han abierto una fase terminal de la decadencia capitalista, la fase que llamamos de descomposición, en la que la continuación del sistema capitalista contiene el creciente peligro de que se socaven las condiciones mismas para una futura sociedad comunista[4]. Esto es particularmente evidente a nivel "ecológico": en 1917-23, los problemas planteados por la contaminación y la destrucción del medio ambiente natural estaban mucho menos desarrollados que en la actualidad. El capitalismo ha distorsionado tanto el "intercambio metabólico" entre el hombre y la naturaleza, que, como mínimo, una revolución victoriosa tendría que dedicar una enorme cantidad de recursos humanos y técnicos simplemente para limpiar el desorden que el capitalismo nos habrá legado. Del mismo modo, todo el proceso de descomposición, que ha exacerbado la tendencia a la atomización social, a la actitud del "cada uno para sí" inherente a la sociedad capitalista, dejará una huella muy perjudicial en los seres humanos que tendrán que construir una nueva comunidad basada en la asociación y la solidaridad. También hay que recordar una lección de la Revolución Rusa: dada la certeza de que la burguesía resistirá con todas sus fuerzas frente a la revolución proletaria, la victoria de ésta implicará una guerra civil que podría causar daños incalculables, no sólo en términos de vidas humanas y mayor destrucción ecológica, sino también a nivel de conciencia, ya que el terreno militar no es en absoluto el más propicio para el florecimiento de la auto organización, la conciencia y la moral proletaria. En Rusia en 1920, el Estado soviético salió victorioso en la guerra civil, pero el proletariado había perdido en gran medida el control sobre él. Así pues, al tratar de comprender los problemas de la sociedad comunista "tal como surge de la sociedad capitalista; que por lo tanto, en todos los aspectos: económico, moral e intelectual, todavía está estampada con las marcas de nacimiento de la vieja sociedad de cuyo vientre surge”[[5]], debemos reconocer que estas marcas de nacimiento serán probablemente mucho más feas y potencialmente más dañinas que en los días de Marx e incluso de Lenin. Así, las primeras fases del comunismo no serán un idílico despertar en una mañana de mayo, sino un largo e intenso trabajo de reconstrucción a partir de las ruinas. Este reconocimiento deberá pasar por nuestra comprensión de todas las tareas del período de transición, aunque sigamos basando nuestras anticipaciones del futuro en la convicción de que el proletariado puede efectivamente llevar a cabo su misión revolucionaria, a pesar de todo.
A lo largo de esta extensa serie, hemos tratado de entender el desarrollo del proyecto comunista como el fruto de la experiencia histórica real de la lucha de clases y de la reflexión sobre esa experiencia por parte de las minorías más conscientes del proletariado. Y en este artículo queremos proceder con este método histórico, intentando elaborar una versión actualizada de los "programas inmediatos" de 1917-23, que, a su vez, se ha convertido en parte de la historia del movimiento comunista. Nos referimos al texto escrito por Amadeo Bordiga en 1953 y publicado en Sul Filo del Tempo, "El programa inmediato de la revolución", que ya hemos mencionado en un artículo anterior de esta serie[[6]] con la promesa de volver a él con más detalle. En nuestra opinión, es esencial que cualquier intento futuro de formular un "programa inmediato" de este tipo se base en los puntos fuertes de estos esfuerzos anteriores, a la vez que se critican radicalmente sus debilidades. El texto completo, que tiene el mérito de ser muy sucinto, es el que sigue.
1. Con el resurgimiento del movimiento que se produjo a escala mundial después de la Primera Guerra Mundial y que se expresó en Italia con la fundación del PCI, quedó claro que la cuestión más apremiante era la toma del poder político, el cual el proletariado no podía lograr por medios legales, sino a través de la violencia; que la mejor oportunidad para alcanzar ese fin era la derrota militar del propio país, y que la forma política después de la victoria, debía ser la dictadura del proletariado, que, a su vez, es la primera condición previa para la siguiente tarea de derrocamiento socioeconómico.
2. El "Manifiesto Comunista" señaló claramente que las diferentes medidas deben ser tomadas lo más gradualmente posible y "despóticamente" -porque el camino hacia el comunismo completo es muy largo- en dependencia del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en el país en el que el proletariado alcance primero la victoria, y de acuerdo con la rapidez con que esta victoria se extienda a otros países. Designa las medidas que en 1848 estaban a la orden del día para los países avanzados y subraya que no deben tratarse como un socialismo completo sino como pasos que deben identificarse como preliminares, inmediatos y esencialmente "contradictorios".
3. Más tarde, en algunos países, muchas de las medidas consideradas en ese momento como las de la dictadura proletaria fueron aplicadas por la propia burguesía: por ejemplo, la educación pública gratuita, un banco nacional, etc.
Este fue uno de los aspectos que engañó a quienes no seguían una teoría fija, sino creían que se requería un desarrollo ulterior perpetuo como resultado del cambio histórico.
El hecho de que la propia burguesía haya tomado estas medidas específicas, no significa que las leyes y predicciones exactas sobre la transición del modo de producción capitalista al socialista tengan que ser cambiadas en toda su configuración económica, política y social; sólo significa que las primeras etapas postrevolucionarias, las etapas inferiores y la etapa superior final del socialismo (o comunismo total) son todavía períodos precedentes, lo que significa que la economía de transición será algo más fácil.
1. El rasgo distintivo del oportunismo clásico era hacer creer que el Estado democrático burgués podía llevar a cabo todas estas medidas de principio a fin si sólo el proletariado ejercía suficiente presión, y que incluso era posible llevarlas a cabo de manera legal. Sin embargo, estas diversas "correcciones" -en la medida en que eran compatibles con el modo de producción capitalista- fueron en ese caso en interés de la supervivencia del capitalismo, y su aplicación sirvió para posponer su colapso, mientras que las que no eran compatibles naturalmente no se aplicaron.
2. Con su fórmula de una democracia popular cada vez más desarrollada, en el contexto de la constitución parlamentaria, el oportunismo contemporáneo ha asumido un deber diferente y más malvado.
No sólo hace creer al proletariado que un Estado que se sitúa por encima de las clases y los partidos es capaz de llevar a cabo algunas de sus propias tareas fundamentales (es decir, difunde el derrotismo con respecto a la dictadura, como la socialdemocracia antes de esta), despliega a las masas que organiza en luchas por acuerdos sociales "democráticos y progresistas", en oposición diametral a los que el poder proletario se ha fijado como objetivo desde 1848 y en el "Manifiesto".
1. Nada ilustra mejor la magnitud total de este retroceso que una lista de las medidas a tomar tras la toma del poder en un país del Occidente capitalista. Después de un siglo estas "correcciones" son diferentes de las enumeradas en el "Manifiesto", sin embargo sus características son las mismas.
2. Una lista de estas demandas se ve así:
1. "Desinversión de capital": se asigna a los medios de producción una proporción menor en relación con los bienes de consumo.
2. "Aumento de los costos de producción" de tal manera que -mientras existan los salarios, el dinero y el mercado- se intercambie más remuneración por menos tiempo de trabajo.
3. "Reducción drástica del tiempo de trabajo" -por lo menos a la mitad, ya que el desempleo y las actividades socialmente inútiles y perjudiciales pronto serán cosas del pasado.
4. Una reducción de la masa de lo producido mediante un "plan de subproducción", es decir, la concentración de la producción en lo necesario, así como una "regulación autoritaria del consumo" mediante la cual se combate la promoción de bienes de consumo inútiles, perjudiciales y de lujo y se prohíben violentamente las actividades que propagan una mentalidad reaccionaria.
5. Rápida "disolución de los límites de la empresa" por la que las decisiones sobre la producción no se asignan a la fuerza de trabajo, sino que el nuevo plan de consumo determina lo que se debe producir.
6. "Rápida abolición de los servicios sociales", en virtud de la cual las limosnas de caridad características de la producción de mercancías se sustituyen por una provisión social (mínima inicial) para los incapacitados para trabajar.
7. "Congelación de la construcción" en los anillos de viviendas y lugares de trabajo en torno a las ciudades grandes y pequeñas a fin de que la población se distribuya cada vez más equitativamente en toda la superficie terrestre del país. Con la prohibición del transporte innecesario, la limitación del tráfico y la velocidad del transporte.
8. "Una lucha decisiva contra la especialización profesional" y la división social del trabajo mediante la eliminación de toda posibilidad de hacer carrera o de obtener un título.
9. Medidas inmediatas políticamente determinadas para poner las escuelas, la prensa, todos los medios de comunicación e información, así como todo el espectro de la cultura y el entretenimiento bajo el control del Estado comunista.
2. No es de extrañar que los estalinistas y sus afines, junto con sus partidos en Occidente, exijan hoy precisamente lo contrario, no sólo en lo que respecta a los objetivos "institucionales" y también político-jurídicos, sino incluso en lo que respecta a los objetivos "estructurales", es decir, socioeconómicos.
La causa de ello es su coordinación con el partido que preside el Estado ruso y sus países hermanos, donde la tarea de la transformación social sigue siendo la de la transición de las formas pre capitalistas al capitalismo: Con todas las correspondientes demandas y pretensiones ideológicas, políticas, sociales y económicas en su equipaje, apuntando hacia un cénit burgués; se alejan con horror solamente de un nadir medieval.
Sus compinches occidentales siguen siendo nauseabundos renegados en la medida en que el peligro feudal (que sigue siendo material y real en las zonas insurgentes de Asia) es inexistente y falso en lo que respecta al hinchado supercapitalismo del otro lado del Atlántico, y para los proletarios que se estancan bajo su nervio civilizado, liberal y nacionalista es una mentira.
El texto fue publicado el año siguiente a la escisión del Partido Comunista Internacionalista que se había formado en Italia durante la guerra tras una importante oleada de luchas obreras[[7]]. Sin embargo, la escisión -como la disolución del grupo de Marc, la Gauche Communiste de France, que también tuvo lugar en 1952- fue una expresión del hecho de que, en contra de las esperanzas de muchos revolucionarios, la guerra no había dado lugar a un nuevo auge proletario sino a la profundización de la contrarrevolución. Los desacuerdos entre los "Damenistas" y los "Bordiguistas" del Partito Comunista Internazionalista de Italia se debieron en parte a las diferentes apreciaciones del período de posguerra. Bordiga y sus seguidores tendían a comprender mejor el hecho de que el período era de creciente reacción[[8]]. Y sin embargo, aquí tenemos a Bordiga formulando una lista de demandas que serían más adecuadas para un momento de lucha revolucionaria abierta. Este texto aparece así, más como una especie de experimento de pensamiento que como una plataforma para ser tomada por un movimiento de masas. Esto podría explicar, en cierta medida, algunas de las debilidades y lagunas más evidentes del documento, aunque en un sentido más profundo son el producto de contradicciones e inconsistencias que ya estaban incrustadas en la visión del mundo de los Bordiguistas.
Leyendo las observaciones que introducen y concluyen el texto, también podemos ver que fue escrito como parte de una polémica más amplia contra lo que los bordiguistas describen como las corrientes "reformistas"; en particular los estalinistas, esos falsos herederos de la tradición de Marx, Engels y Lenin. La principal razón por la que los bordiguistas calificaron a los partidos comunistas oficiales como reformistas no fue tanto que compartieran las ilusiones de los trotskistas, de que éstos seguían siendo organizaciones obreras, sino más bien porque los estalinistas se habían vuelto cada vez más partidarios de formar frentes nacionales con los partidos burgueses tradicionales y abogaban por una "transición" gradual al socialismo mediante la formación de "democracias populares" y diversas coaliciones parlamentarias. Contra estas aberraciones, Bordiga reafirma los fundamentos del Manifiesto Comunista que toma como punto de partida la necesidad de la conquista violenta del poder por el proletariado (en retrospectiva, también podemos señalar aquí el abismo que separa a Bordiga de muchos que "hablan en su nombre", en particular las corrientes de "comunización" que a menudo citan a Bordiga pero que se atragantan ante su insistencia en la necesidad de la dictadura proletaria y de un partido comunista). Al mismo tiempo, aún con la vista puesta en los estalinistas, Bordiga deja claro que aunque las medidas "transitorias" específicas defendidas al final del segundo capítulo del Manifiesto de 1848 -el creciente impuesto progresivo sobre la renta, la formación de un banco estatal, el control estatal de las comunicaciones y las industrias clave, etc.- pueden constituir la espina dorsal del programa económico de los "reformistas", no deben considerarse como verdades eternas: el propio Manifiesto subrayaba que "no deben tratarse como un socialismo completo, sino como pasos que deben identificarse como preliminares, inmediatos y esencialmente contradictorios", y que correspondían al bajo nivel de desarrollo capitalista en el momento de su elaboración; y de hecho bastantes de ellos ya han sido implementados por la propia burguesía.
Se le podría perdonar que tome esto como una refutación de la invariabilidad, la idea de que el programa comunista ha permanecido esencialmente inalterado desde al menos 1848. De hecho, Bordiga castiga a los estalinistas porque ellos "no seguían una teoría fija, sino que creían que se requería un desarrollo ulterior perpetuo como resultado del cambio histórico". Y de nuevo, argumenta que sus "correcciones" propuestas para el programa inmediato "son diferentes de las enumeradas en el 'Manifiesto'; sin embargo, sus características son las mismas". Encontramos esto contradictorio y no convincente. Si bien es cierto que ciertos elementos clave del programa comunista, como la necesidad de la dictadura proletaria, no cambian, la experiencia histórica ha aportado, en efecto, profundos desarrollos en la comprensión de cómo puede surgir esta dictadura y las formas políticas que la compondrán. Esto no tiene nada que ver con el "revisionismo" de los socialdemócratas, los estalinistas u otros que pueden haber usado la excusa de "cambiar con los tiempos" para justificar su deserción del campo proletario.
Examinando las "correcciones" de Bordiga a las medidas propuestas por el Manifiesto, también se le podría perdonar que sólo viera sus debilidades, principalmente:
Sin embargo, el documento conserva un interés considerable para nosotros al tratar de comprender cuáles serían los principales problemas y prioridades de una revolución comunista que tendría lugar no en los albores de la decadencia del capitalismo, como en 1917-23, sino después de todo un siglo en el que el deslizamiento hacia la barbarie ha seguido acelerándose, y la amenaza para la supervivencia misma de la humanidad es mucho mayor que hace cien años.
El documento de Bordiga no intenta hacer un balance de los éxitos y fracasos de la Revolución Rusa a nivel político, y de hecho sólo hace una referencia superficial a la oleada revolucionaria que siguió a la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en un aspecto, trata de aplicar una importante lección de las políticas económicas adoptadas por los bolcheviques: las propuestas de Bordiga son pertinentes porque reconocen que el camino hacia la abundancia material y una sociedad sin clases no puede basarse en un programa de "acumulación socialista", en el que el consumo sigue estando sujeto a la "producción por la producción" (que en realidad es la producción por el valor), el trabajo vivo sujeto al trabajo muerto. Sin duda, la revolución comunista se ha convertido en una necesidad histórica porque las relaciones sociales capitalistas se han convertido en un grillete para el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero desde el punto de vista comunista, el desarrollo de las fuerzas productivas tiene un contenido muy diferente de su aplicación en la sociedad capitalista, donde está impulsado por el afán de lucro y, por tanto, la urgencia de la acumulación. El comunismo ciertamente aprovechará plenamente los avances científicos y tecnológicos logrados bajo el capitalismo, pero los volcará al uso humano, para que se conviertan en servidores del verdadero "desarrollo" que plantea el comunismo: el pleno florecimiento de las fuerzas productivas, es decir, las fuerzas creativas de los individuos asociados. Un ejemplo bastará aquí: con el desarrollo de la informática y la robotización, el capitalismo nos ha prometido el fin de la monotonía y una "sociedad del ocio". En realidad, estos potenciales beneficios han traído la miseria del desempleo o el trabajo precario a algunos, y una mayor carga de trabajo a otros, con la creciente presión sobre los empleados para seguir trabajando en sus computadoras en cualquier lugar y a cualquier hora del día.
Concretamente, los primeros cuatro puntos de su programa incluyen: la exigencia de dejar de centrarse en la producción de máquinas para producir más máquinas, y la orientación de la producción hacia el consumo directo. En el capitalismo, por supuesto, esto último ha significado la producción de cada vez más "bienes de consumo inútiles, perjudiciales y lujosos", lo que se ejemplifica hoy en día en la producción de computadoras o teléfonos móviles cada vez más sofisticados que están diseñados para fallar después de un período limitado y no pueden ser reparados, o en las industrias inmensamente contaminantes del automóvil y la moda rápida, en las que la "demanda de los consumidores" es llevada al punto de frenesí por la publicidad y los medios sociales de información. Para la clase trabajadora en el poder, la reorientación del consumo se centrará en la necesidad urgente de proporcionar a todos los seres humanos, en todo el planeta, las necesidades fundamentales de la vida. Tendremos que volver a estas cuestiones en otros artículos pero podemos mencionar algunas de las más obvias:
Pero al mismo tiempo, estas tareas realmente inmensas, que no son más que el punto de partida de una nueva cultura humana, no se pueden concebir como el resultado de un aumento brutal de la jornada laboral. Por el contrario, deben ir ligadas a una drástica reducción del tiempo de trabajo, sin la cual, hay que añadir, la participación directa de los productores en la vida política de las asambleas generales y consejos no será factible. Y esta reducción se logrará en gran medida mediante la eliminación del despilfarro: el despilfarro del desempleo y de "actividades socialmente inútiles y perjudiciales".
Ya en los inicios del capitalismo, en un discurso en Elberfeld en 1845, Engels estigmatizó la forma en que el capitalismo no podía evitar un terrible mal uso de la energía humana e insistió en que sólo una transformación comunista podía resolver el problema.
"Desde el punto de vista económico, la actual organización de la sociedad es seguramente la más irracional y poco práctica que podemos concebir. La oposición de intereses tiene como resultado que una gran cantidad de la fuerza de trabajo sea utilizada de manera que la sociedad no gane nada, y que una cantidad sustancial de capital se pierda innecesariamente sin reproducirse. Ya lo vemos en las crisis comerciales; vemos cómo masas de mercancías, todas ellas producidas por los hombres con gran esfuerzo, se tiran a precios que causan pérdidas a los vendedores; vemos cómo masas de capital, acumuladas con gran esfuerzo, desaparecen ante los ojos de sus propietarios como resultado de las quiebras. Sin embargo, discutamos el comercio actual con un poco más de detalle. Consideren a través de cuántas manos debe pasar cada producto antes de que llegue al consumidor real. Consideren, caballeros, ¡cuántos intermediarios, especuladores superfluos y estafadores se han metido entre el productor y el consumidor! Tomemos, por ejemplo, un fardo de algodón producido en América del Norte. La bala pasa de las manos del plantador a las del agente en alguna estación del Mississippi y viaja por el río hasta Nueva Orleans. Aquí se vende -por segunda vez, porque el agente ya lo ha comprado al plantador- vendido, bien podría ser, al especulador, que lo vende una vez más, al exportador. La bala viaja ahora a Liverpool donde, una vez más, un especulador codicioso extiende sus manos hacia ella y la agarra. Este hombre la cambia entonces a un comisionista que, asumamos, es un comprador de una casa alemana. Así pues, la bala viaja a Rotterdam, a orillas del Rin, a través de otra docena de manos de transportistas, siendo descargada y cargada una docena de veces, y sólo entonces llega a las manos, no del consumidor, sino del fabricante, que primero la convierte en un artículo de consumo, y que tal vez vende su hilo a un tejedor, que dispone lo que ha tejido al impresor textil, que luego hace negocios con el mayorista, que luego trata con el minorista, que finalmente vende la mercancía al consumidor. Y todos esos millones de estafadores intermediarios, especuladores, agentes, exportadores, comisionistas, transportistas, mayoristas y minoristas, que en realidad no aportan nada al producto en sí -todos quieren vivir y obtener ganancias- y también lo hacen, en promedio, de lo contrario no podrían subsistir. Caballeros, ¿no hay otra forma más sencilla y barata de traer una bala de algodón de América a Alemania y de hacer llegar el producto fabricado con ella a las manos del verdadero consumidor, que este complicado negocio de diez veces vender y cien veces cargar, descargar y transportar de un almacén a otro? ¿No es éste un ejemplo sorprendente del múltiple desperdicio de la fuerza de trabajo provocado por la divergencia de intereses? Tal forma tan complicada de transporte está fuera de discusión en una sociedad racionalmente organizada. Siguiendo nuestro ejemplo, así como se puede saber fácilmente cuánto algodón o productos manufacturados de algodón necesita una colonia individual, será igualmente fácil para la autoridad central determinar cuánto necesitan todas las aldeas y municipios del país. Una vez elaboradas esas estadísticas -lo que puede hacerse fácilmente en uno o dos años- el consumo medio anual sólo cambiará en proporción al aumento de la población; por lo tanto, en el momento oportuno es fácil determinar de antemano la cantidad de cada artículo concreto que la gente necesitará; toda la gran cantidad se pedirá directamente a la fuente de suministro; será entonces posible adquirirlo directamente, sin intermediarios, sin más demora y descarga de lo que realmente requiere la naturaleza del viaje, es decir, con un gran ahorro de mano de obra; no será necesario pagar a los especuladores, a los comerciantes grandes y pequeños, su rastrillaje. Pero esto no es todo -de esta manera estos intermediarios no sólo se hacen inofensivos para la sociedad, sino que, de hecho, se hacen útiles para ella. Mientras que ahora realizan en perjuicio de todos los demás un tipo de trabajo que es, en el mejor de los casos, superfluo pero que, sin embargo, les permite ganarse la vida, incluso en muchos casos con grandes riquezas, y si, por lo tanto, en la actualidad perjudican directamente el bien común, quedarán entonces en libertad para realizar un trabajo útil y asumir una ocupación en la que puedan demostrar que son miembros reales, y no meramente aparentes, falsos miembros, de la sociedad humana, y participantes en su actividad como conjunto”[[11]].
Engels enumera a continuación otros ejemplos de este despilfarro: la necesidad, en una sociedad basada en la competencia y la desigualdad, de mantener instituciones sumamente costosas pero totalmente improductivas, como los ejércitos permanentes, las fuerzas de policía y las prisiones; el trabajo humano que se dedica a servir lo que William Morris denominó "el sucio lujo de los ricos"; y por último, pero no por ello menos importante, el enorme despilfarro de mano de obra que genera el desempleo, que alcanza niveles particularmente escandalosos durante las periódicas crisis "comerciales" del sistema. A continuación, contrasta el derroche del capitalismo con la simplicidad esencial de la producción y distribución comunista, que se calcula sobre la base de lo que los seres humanos necesitan y el tiempo total necesario para el trabajo que satisfará esta necesidad.
Todos estos sufrimientos capitalistas, observables durante el período de crecimiento y expansión del capitalismo, se han vuelto mucho más destructivos y peligrosos durante la época de decadencia del capitalismo: la guerra y el militarismo se han apoderado cada vez más de todo el aparato económico, y constituyen una amenaza tan grande para la humanidad que ciertamente es una de las prioridades más urgentes que enfrentará la dictadura proletaria (una que Bordiga no menciona, aunque la "era atómica" ya había aparecido claramente en el momento de escribir este texto) será librar al planeta de las armas de destrucción masiva acumuladas por el capitalismo, sobre todo porque no hay garantía de que, ante su derrocamiento definitivo por la clase obrera, la burguesía o facciones de ella prefieran destruir a la humanidad que sacrificar su dominio de clase.
Un capitalismo militarizado también sólo puede operar a través del crecimiento canceroso del Estado, con su propio ejército permanente de burócratas, policías y espías. Los servicios de seguridad, en particular, se han hinchado hasta alcanzar proporciones gigantescas, al igual que su contra imagen, las bandas mafiosas que imponen su orden brutal en muchos países de la periferia capitalista.
Del mismo modo, la decadencia capitalista, con su vasto aparato bancario, financiero y publicitario, que es más esencial que nunca para la circulación de las mercancías realmente producidas, ha inflado enormemente el número de personas que participan en formas fundamentalmente inútiles de la actividad diaria; y las sucesivas olas de "globalización" han hecho aún más evidentes los absurdos que implica la circulación planetaria de mercancías, por no hablar de su creciente coste a nivel ecológico. Y la cantidad de trabajo dedicado a las demandas de lo que hoy se llama "super ricos" no es menos chocante que en los tiempos de Engels -no sólo en su inagotable necesidad de sirvientes sino también en su sed de lujos verdaderamente inútiles como jets privados, yates y palacios. Y en el polo opuesto, en una época en la que la crisis económica del sistema ha tendido a hacerse permanente, el desempleo es menos un azote cíclico que permanente, incluso cuando se disfraza a través de la proliferación de empleos a corto plazo y del subempleo. En el llamado tercer mundo, la destrucción de las economías tradicionales ha dado lugar a algunas zonas de desarrollo capitalista intensivo, pero también ha creado un gigantesco "subproletariado" que vive la existencia más precaria como habitantes de chabolas en las poblaciones de África o las "favelas" de Brasil y toda América Latina.
Así, Bordiga -aunque no era coherente en su comprensión de la decadencia del sistema- había comprendido que la implementación del programa comunista en esta época no significa avanzar hacia la abundancia a través de un proceso muy rápido de industrialización, como los bolcheviques habían tendido a suponer, dadas las condiciones "atrasadas" que se enfrentaban en Rusia después de 1917. Ciertamente, requerirá el desarrollo y la aplicación de las tecnologías más avanzadas, pero inicialmente tomará la forma de un desmantelamiento planificado de todo lo que es dañino e inútil en el aparato de producción existente, y una reorganización mundial de los recursos humanos reales que el capitalismo continuamente despilfarra y destruye.
El movimiento comunista de hoy -aunque haya tardado en reconocer la magnitud del problema- no puede ayudar sin ser consciente del costo ecológico del desarrollo capitalista en el siglo pasado, y sobre todo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para nosotros es más evidente que para los bolcheviques, que no podemos llegar al comunismo a través de los métodos de la industrialización capitalista, que sacrifican tanto la fuerza de trabajo humana, como la riqueza natural a las exigencias de la ganancia, al ídolo del valor auto expandido. Ahora entendemos que una de las principales tareas que enfrenta el proletariado, es la de detener la amenaza de un calentamiento global galopante y aclarar el gigantesco desorden que el capitalismo nos habrá legado: la destrucción gratuita de los bosques y las tierras vírgenes, el envenenamiento del aire, la tierra y el agua por el sistema de producción y transporte existente. Algunas partes de esta "herencia" requerirán muchos años de paciente investigación y trabajo para superar la contaminación de los mares y la cadena alimenticia por los residuos plásticos, que es sólo un ejemplo. Y como ya hemos mencionado, la satisfacción de las necesidades más básicas de la población mundial (alimentación, vivienda, salud, etc.) tendrá que ser coherente con este proyecto global de armonización entre el hombre y la naturaleza.
El mérito de Bordiga es que ya tomó conciencia de este problema a principios de los años 50: su intuición de lo central de esta dimensión se muestra sobre todo en su posición sobre el problema de las "grandes ciudades", que está plenamente en consonancia con el pensamiento de Marx y especialmente de Engels.
La ciudad y la civilización derivan de las mismas raíces, histórica y etimológicamente. A veces el término "civilización" se extiende de nuevo para incluir la totalidad de la cultura y la moral humana[[12]]; en este sentido los cazadores-recolectores de Australia o África también constituyen una civilización. Pero no hay duda de que la transición a la vida en las ciudades, que es la definición de civilización más utilizada, representó un desarrollo cualitativo en la historia de la humanidad: un factor de avance de la cultura y de registro de la propia historia, pero también los comienzos definitivos de la explotación de las clases y del Estado. Incluso antes del capitalismo, como muestra Weber, la ciudad es también inseparable del comercio y la economía del dinero[[13]]. Pero la burguesía es la clase urbana por excelencia, y las ciudades medievales se convirtieron en los centros de resistencia a la hegemonía de la aristocracia feudal, cuya riqueza se basaba sobre todo en la propiedad de la tierra y la explotación de los campesinos. El proletariado moderno no es menos que una clase urbana, formada a partir de la expropiación de los campesinos y la ruina de los artesanos. Conducida a las zonas conurbanas construidas apresuradamente de Manchester, Glasgow o París; fue aquí donde la clase obrera se dio cuenta por primera vez de que era una clase distinta, opuesta a la burguesía, y comenzó a concebir un mundo más allá del capitalismo.
En el plano de la relación del hombre con la naturaleza, la ciudad presenta el mismo aspecto dual: el centro del desarrollo científico y tecnológico, abriendo el potencial de liberación de la escasez y la enfermedad. Pero este creciente "dominio de la naturaleza", que tiene lugar en condiciones de alienación del hombre de sí mismo y de la naturaleza, es también inseparable de la destrucción de la naturaleza y de una serie de catástrofes ecológicas. Así, la decadencia de las culturas de las ciudades sumerias o mayas se ha explicado como el resultado de que la ciudad se extralimitó, agotando el medio circundante de bosques y agricultura, cuyo colapso asestaba terribles golpes a la arrogancia de las civilizaciones que habían empezado a olvidar su íntima dependencia de la naturaleza. Así también las ciudades, en la medida en que presionaron a los seres humanos a juntarse como sardinas, no lograron resolver el problema básico de la eliminación de residuos, e invirtieron las relaciones seculares entre los seres humanos y los animales, se convirtieron en el caldo de cultivo de plagas como la Peste Negra en el período de decadencia feudal o el cólera y el tifus que asolaron las ciudades industriales del capitalismo temprano. Pero, de nuevo, hay que considerar el otro lado de la dialéctica: la burguesía en ascenso fue capaz de entender que las enfermedades que atacan a sus esclavos asalariados también podían llegar a las puertas de los capitalistas y socavar todo su edificio económico. De este modo, pudo comenzar y llevar a cabo asombrosas proezas de ingeniería en la construcción de sistemas de alcantarillado que siguen funcionando hoy en día, mientras que se aplicaron conocimientos médicos en rápida evolución para la eliminación de formas de enfermedad hasta ahora crónicas.
En la obra de Federico Engels en particular, podemos encontrar los elementos fundamentales para una historia de la ciudad desde un punto de vista proletario. En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, traza la disolución de las antiguas "gens", la organización tribal basada en los lazos de parentesco, a la nueva organización territorial de la ciudad, que marca la división irreversible en clases antagónicas y con ella el surgimiento del poder estatal, cuya tarea es evitar que estas divisiones desgarren la sociedad. En La condición de la clase obrera en Inglaterra, dibuja un cuadro de las infernales condiciones de vida del joven proletariado, la suciedad y la enfermedad cotidiana de los barrios bajos de Manchester, pero también el empuje a la conciencia de clase y la organización que, al final, desempeñarán el papel decisivo de obligar a la clase dirigente a conceder reformas significativas a los trabajadores.
En dos obras posteriores, El Anti-Duhring y La Cuestión de la Vivienda, Engels se embarca en un debate sobre la ciudad capitalista en una fase en la que el capitalismo ya ha triunfado en el corazón de Europa y los EE.UU. y está a punto de conquistar el mundo entero. Y es notable que ya concluye que las grandes ciudades se han extralimitado y tendrán que desaparecer para cumplir la exigencia del Manifiesto Comunista: la abolición de la separación entre la ciudad y el campo. Cabe recordar que en la década de 1860, Marx también estaba cada vez más preocupado por el impacto destructivo de la agricultura capitalista en la fertilidad del suelo, y señaló, en la obra de Liebig, que la aniquilación de la cubierta forestal en algunas partes de Europa estaba repercutiendo en el clima, aumentando las temperaturas locales y disminuyendo las precipitaciones[[14]]. En otras palabras: así como Marx percibió los signos de la decadencia política de la clase burguesa después de su aplastamiento de la Comuna de París y, en su correspondencia con los revolucionarios rusos hacia el final de su vida, buscaba la manera de que las regiones donde el capitalismo aún no había triunfado plenamente pudieran evitar el purgatorio del desarrollo capitalista; tanto él como Engels habían empezado a preguntarse si, en lo que concernía al capitalismo, ya era suficiente[[15]]. ¿Quizás ya se habían sentado las bases materiales para una sociedad comunista mundial, y un mayor "progreso" para el capital tendría un resultado cada vez más destructivo? Sabemos que el sistema, a través de su expansión imperialista en las últimas décadas del siglo 19º, prolongaría su vida por varias décadas más y proporcionaría la base para una fase asombrosa de crecimiento y desarrollo, llevando a algunos elementos del movimiento obrero a cuestionar el análisis marxista de la inevitabilidad de la crisis y la decadencia capitalista, sólo para que las contradicciones no resueltas del capital explotaran a la vista en la guerra de 1914-18 (que Engels también había anticipado). Pero las preguntas de búsqueda sobre el futuro que habían empezado a plantearse precisamente cuando el capitalismo había llegado a su cénit eran perfectamente válidas en ese momento y son más relevantes hoy en día.
En "La transformación de las relaciones sociales", Revista Internacional 85, examinamos cómo los revolucionarios del siglo XIX -en particular Engels, pero también Bebel y William Morris- habían argumentado que el crecimiento de las grandes ciudades ya había llegado al punto en que la abolición del antagonismo entre la ciudad y el campo se había convertido en una necesidad real, por lo que la expansión de las grandes ciudades debe llegar a su fin en favor de una mayor unidad entre la industria y la agricultura y una distribución más uniforme de las viviendas humanas en toda la Tierra. Era una necesidad no sólo para resolver problemas acuciantes como la eliminación de desechos y la prevención del hacinamiento, la contaminación y las enfermedades, sino también como base para un ritmo de vida más humano en armonía con la naturaleza.
En "Damen, Bordiga y la pasión por el comunismo", Revista Internacional 158[16], mostramos que Bordiga -quizás más que cualquier otro marxista del siglo 20º- se había mantenido fiel a este aspecto esencial del programa comunista, citando por ejemplo su artículo de 1953 "Espacio contra cemento"[[17]], que es una polémica apasionante contra las tendencias contemporáneas de la arquitectura y el urbanismo (un área en la que el propio Bordiga estaba profesionalmente calificado), que fueron impulsadas por la necesidad del capital de acumular el mayor número posible de seres humanos en espacios cada vez más restringidos, una tendencia tipificada por la rápida construcción de torres de bloques supuestamente inspiradas en las teorías arquitectónicas de Le Corbusier. Bordiga es despiadado con los proveedores de la ideología moderna de planificación urbana:
"Cualquiera que aplauda tales tendencias no debe ser considerado sólo como defensor de las doctrinas, ideales e intereses capitalistas, sino como cómplice de las tendencias patológicas de la etapa suprema del capitalismo en decadencia y disolución" (¡no hay dudas sobre la decadencia aquí, entonces!). En otra parte del mismo artículo afirma:
"Verticalismo", se llama esta doctrina deformada; el capitalismo es verticalista. El comunismo será 'horizontalista". Y al final del artículo anticipa con alegría el día en que "los monstruos de cemento serán ridiculizados y suprimidos" y las "ciudades gigantes desinfladas" para "hacer la densidad de la vida y el trabajo uniformes sobre la tierra habitable".
En otro trabajo, "La especie humana y la corteza terrestre"[[18]], Bordiga cita extensamente la obra de Engels Sobre la Cuestión de la Vivienda, y no podemos evitar la tentación de hacer lo mismo. Esto es de la última sección del panfleto, donde Engels culpa al seguidor de Proudhon, Mülberger, por afirmar que es utópico por querer superar el "inevitable" antagonismo entre la ciudad y el campo:
"La abolición de la antítesis entre la ciudad y el campo no es ni más ni menos utópica que la abolición de la antítesis entre los capitalistas y los trabajadores asalariados. Día a día se está convirtiendo cada vez más en una demanda práctica de la producción industrial y agrícola. Nadie ha exigido esto con más energía que Liebig en sus escritos sobre la química de la agricultura, en los que su primera exigencia siempre ha sido que el hombre devuelva a la tierra lo que toma de ella, y en los que demuestra que sólo la existencia de las ciudades, y en particular de las grandes ciudades, lo impide. Cuando se observa cómo sólo aquí en Londres se vierte cada día al mar una cantidad de estiércol mayor que la que produce todo el reino de Sajonia, con un gasto de enormes sumas, y cuando se observa los colosales trabajos que son necesarios para evitar que este estiércol envenene a todo Londres, entonces la propuesta utópica de abolir la antítesis entre la ciudad y el campo recibe una base peculiarmente práctica. Y hasta el Berlín comparativamente insignificante se ha estado revolcando en su propia mugre por lo menos durante treinta años.
Por otra parte, es completamente utópico querer, como Proudhon, transformar la sociedad burguesa actual manteniendo al campesino como tal. Sólo una distribución lo más uniforme posible de la población en todo el país, sólo una conexión integral entre la producción industrial y la agrícola, junto con la extensión, por tanto necesaria, de los medios de comunicación -presuponiendo la abolición del modo de producción capitalista- podría salvar a la población rural del aislamiento y el estupor en el que ha vegetado casi sin cambios durante miles de años"[[19]].
Se sugieren varias líneas de pensamiento en este pasaje, y Bordiga es muy consciente de ellas. En primer lugar, Engels insiste en que la superación del antagonismo entre la ciudad y el campo está íntimamente ligada a la superación de la división general del trabajo capitalista -un tema desarrollado más adelante en el Anti-Dühring, en particular la división entre el trabajo mental y manual que parece tan insalvable en el proceso de producción capitalista. Ambas separaciones, nada menos que la división entre el capitalista y el trabajador asalariado, son indispensables para el surgimiento de un ser humano completo. Y contrariamente a los esquemas de los retrógrados proudhonistas, la abolición de la relación social capitalista no implica la preservación de la propiedad a pequeña escala de los campesinos o artesanos; trascendiendo las divisiones ciudad-campo, industria-agricultura, se rescatará al campesino del aislamiento y la vegetación intelectual tanto como liberará a los habitantes de la ciudad del hacinamiento y la contaminación.
En segundo lugar, Engels plantea aquí, como en otros lugares, el simple pero a menudo evitado problema de los excrementos humanos. En sus primeras formas "salvajes", las ciudades capitalistas casi no previeron el tratamiento de los desechos humanos, y muy rápidamente pagaron el precio en la generación de enfermedades epidémicas, en particular la disentería y el cólera, flagelos que todavía persisten en las chabolas de la periferia capitalista, donde es notoria la ausencia de medios básicos de higiene. La construcción de la red de alcantarillado representó sin duda un paso adelante en la historia de la ciudad burguesa. Pero el simple hecho de eliminar los desechos humanos es en sí mismo una forma de desecho, ya que podría ser utilizado como un fertilizante natural (como de hecho lo fue en la historia anterior de la ciudad).
Mirando hacia atrás al Londres o Manchester de la época de Engels, uno podría decir fácilmente: pensaban que estas ciudades ya habían crecido demasiado, demasiado separadas de su entorno natural. ¿Qué habrían hecho con los modernos avatares de estas ciudades? La ONU ha estimado que alrededor del 55% de la población mundial vive actualmente en grandes ciudades, pero si el crecimiento actual de las ciudades continúa, esta cifra aumentará a alrededor del 68% en 2050[[20]].
Este es un verdadero ejemplo de lo que Marx ya postuló en los Grundrisse: "el desarrollo como decadencia", y Bordiga fue previsor al ver esto en el período de reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial. Los antropólogos que buscan definir la apertura del período de lo que llaman la "Era Antropocena" (que básicamente significa la era en la que la actividad humana ha tenido un impacto fundamental y cualitativo en la ecología del planeta), suelen remontarse a la expansión de la industria moderna a principios del siglo XIX, en resumen, a la victoria del capitalismo. Pero algunos de ellos también hablan de una "Gran Aceleración" que tuvo lugar después de 1945, y podemos ver que el monstruo se aceleró aún más después de 1989 con el ascenso de China y otros países "en desarrollo".
Las consecuencias de este crecimiento son bien conocidas: la contribución de la megalópolis al calentamiento global mediante la construcción sin obstáculos, el consumo de energía y las emisiones de la industria y el transporte, que también hacen que el aire sea irrespirable en muchas ciudades (ya señalado por Bordiga en "La especie humana y la corteza terrestre": "En cuanto a la democracia burguesa, se ha rebajado tanto que ha renunciado a la libertad de respirar"). La propagación incontrolada de la urbanización ha sido un factor primordial en la destrucción de los hábitats naturales y en la extinción de especies; y por último, pero no menos importante, las mega ciudades han revelado su papel como incubadoras de nuevas enfermedades pandémicas, la más mortífera y contagiosa de las cuales -Covid-19- está en el momento de escribir este artículo, paralizando la economía mundial y dejando un rastro mundial de muerte y sufrimiento. De hecho, las dos últimas "contribuciones" probablemente se han unido en la epidemia de Covid-19, que es una de las numerosas en las que un virus ha saltado de una especie a otra. Esto se ha convertido en un problema importante en países como China y en muchas partes de África, donde los hábitats de los animales están siendo destruidos, lo que ha dado lugar a una considerable expansión del consumo de "carne de animales salvajes", y donde las nuevas ciudades, construidas para servir al frenesí de crecimiento económico de China, tienen mínimos controles de higiene.
En la lista de medidas revolucionarias que figura en el artículo de Bordiga, el punto 7 es el más relevante para el proyecto de abolir el antagonismo entre la ciudad y el campo:
"‘Congelación de la construcción’ en los anillos de viviendas y lugares de trabajo alrededor de las grandes y pequeñas ciudades con el fin de distribuir la población cada vez más equitativamente en toda la superficie terrestre del país. Con la prohibición del transporte innecesario, la limitación del tráfico y la velocidad del transporte".
Este punto parece especialmente contemporáneo hoy en día, cuando prácticamente todas las ciudades son el teatro de una implacable elevación "vertical" (la construcción de enormes rascacielos, sobre todo en los centros de las ciudades) y de una extensión "horizontal", que se come el campo circundante. La demanda es simplemente esta: detenerse. La hinchazón de las ciudades y la concentración insostenible de la población dentro de ellas es el resultado de la anarquía capitalista y, por lo tanto, esencialmente no es planificada, ni centralizada. La energía humana y las posibilidades tecnológicas que actualmente están comprometidas en este crecimiento canceroso deben, desde el principio del proceso revolucionario, ser movilizadas en una dirección diferente. Aunque la población mundial ha crecido considerablemente desde que Bordiga calculó, en Espacio contra Cemento, que "en promedio nuestra especie tiene un kilómetro cuadrado por cada veinte de sus miembros"[[21]], sigue existiendo la posibilidad de una distribución mucho más racional y armoniosa de la población en todo el planeta, incluso teniendo en cuenta la necesidad de preservar grandes zonas de tierras vírgenes, necesidad que se comprende mejor hoy en día porque se ha establecido científicamente la inmensa importancia de preservar la biodiversidad en todo el planeta, pero era algo que ya había previsto Trotsky en Literatura y Revolución[[22]].
El significado de la abolición del antagonismo ciudad-campo fue distorsionada por el estalinismo: pavimentar sobre todo, construir "cuarteles de trabajadores" y nuevas fábricas sobre cada campo y bosque. Para el comunismo auténtico significará cultivar campos y plantar bosques en medio de las ciudades, pero también que las comunidades viables pueden ubicarse en una asombrosa variedad de lugares sin destruir todo lo que les rodea, y no estarán aisladas porque tendrán a su disposición los medios de comunicación que el capitalismo ha desarrollado efectivamente, a una velocidad desconcertante. Engels ya se había referido a esta posibilidad en "La Cuestión de la Vivienda" y Bordiga la retoma en "El espacio contra el cemento":
"Las formas de producción más modernas, que utilizan redes de estaciones de todo tipo, como las centrales hidroeléctricas, las comunicaciones, la radio, la televisión, dan cada vez más una disciplina operacional única a los trabajadores dispersos en pequeños grupos a lo largo de enormes distancias. El trabajo combinado permanece, en tejidos cada vez más grandes y maravillosos, y la producción autónoma desaparece cada vez más. Pero la densidad tecnológica mencionada anteriormente está disminuyendo constantemente. La aglomeración urbana y productiva permanece, por lo tanto, no por razones dependientes de lo óptimo de la producción, sino por la durabilidad de la economía de la ganancia y la dictadura social del capital".
La tecnología digital, por supuesto, ha avanzado aún más este potencial. Pero bajo el capitalismo, el resultado general de la "revolución de Internet" ha sido acelerar la atomización del individuo, mientras que la tendencia a "trabajar desde casa" -particularmente puesta de relieve por la crisis del Covid-19 y las medidas de aislamiento social que la acompañan- no ha reducido en absoluto la tendencia a la aglomeración urbana. El conflicto entre, por un lado, el deseo de vivir y trabajar en asociación con otros y, por otro, la necesidad de encontrar un espacio en el que moverse y respirar, sólo puede resolverse en una sociedad en la que el individuo ya no esté en desacuerdo con la comunidad.
Al igual que con la construcción de viviendas humanas, lo mismo ocurre con la loca carrera del transporte moderno: ¡deténgase, o al menos, reduzca la velocidad!
Aquí de nuevo, Bordiga se adelanta a su tiempo. Los métodos de transporte capitalista por tierra, mar y aire, basados en su inmensa mayoría en la quema de combustibles fósiles, representan más del 20% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono[[23]], mientras que las ciudades se han convertido en una de las principales fuentes de enfermedades cardíacas y pulmonares, que afectan especialmente a los niños. El número de muertes anuales en el mundo por accidentes de tráfico asciende a la asombrosa cifra de 1,35 millones, más de la mitad de los cuales son usuarios "vulnerables" de las carreteras: peatones, ciclistas y motociclistas[[24]]. Y estas son solo algunas de las más obvias desventajas del actual sistema de transporte. El ruido constante que genera cala los nervios de los habitantes de la ciudad, y la subordinación del urbanismo a las necesidades del automóvil (y de la industria automovilística, tan central en la economía capitalista existente) produce ciudades que están infinitamente fragmentadas, con zonas residenciales divididas entre sí por el incesante flujo de tráfico. Mientras tanto, la atomización social, una característica esencial de la sociedad burguesa y de la ciudad capitalista en particular, no sólo se ilustra sino que se refuerza por el solitario propietario y conductor de un automóvil que compite por el espacio vial con millones de almas igualmente separadas.
Por supuesto, el capitalismo ha tenido que tomar medidas para tratar de mitigar los peores efectos de todo esto: "compensación de emisiones de carbono" para balancear el exceso de vuelos, "calmar el tráfico" y los paseos sin coches en los centros de las ciudades, el paso al coche eléctrico.
Ninguna de estas "reformas" se acerca a la solución del problema porque ninguna de ellas aborda la relación social capitalista que se encuentra en su raíz. Tomemos el coche eléctrico por ejemplo: la industria automovilística “lo ha visto escrito en la pared” y tiende a cambiar cada vez más hacia esta forma de transporte. Pero incluso dejando de lado el problema de la extracción y eliminación del litio necesario para las baterías, o la necesidad de aumentar la producción de electricidad para alimentar estos vehículos -todo lo cual tiene un costo ecológico sustancial- una ciudad llena de vehículos eléctricos sería marginalmente más silenciosa y algo menos contaminada, pero aun así sería peligroso caminar por ella y con riesgo de ser atropellados en las esquinas.
Es posible que el comunismo haga un uso extensivo (aunque sin duda no exclusivo) de los vehículos eléctricos. Pero el verdadero problema está en otra parte. El capitalismo necesita operar a una velocidad vertiginosa porque el tiempo es dinero y el transporte se rige por las necesidades de la acumulación, que incluye el tiempo de "rotación" y por lo tanto el transporte en sus cálculos generales. El capitalismo está igualmente impulsado por la necesidad de vender el mayor número posible de productos, de ahí la constante presión para que cada individuo tenga su propia posesión personal -de nuevo tipificada por el coche privado que se ha convertido en un símbolo de riqueza y prestigio personal- la clave del "libre tránsito” en una era de incesantes atascos de tráfico.
El ritmo de vida en las ciudades actuales es mucho mayor (incluso con los atascos) que en la segunda parte del siglo XIX, pero en Mujer y socialismo, publicado por primera vez en 1879, August Bebel ya esperaba con impaciencia la ciudad del futuro, donde "el ruido angustioso, la aglomeración y el ajetreo de nuestras grandes ciudades con sus miles de vehículos de todo tipo cesa sustancialmente: la sociedad asume un aspecto de mayor reposo" (p. 300)[25].
Las prisas y la congestión que hacen que la vida en la ciudad sea tan estresante sólo pueden superarse cuando se ha suprimido el impulso de acumular, en favor de una producción planificada para distribuir libremente los valores de uso necesarios. En la elaboración de las redes de transporte del futuro, un factor clave será obviamente mantener al mínimo las emisiones de carbono y otras formas de contaminación, pero la necesidad de lograr un "mayor reposo", un cierto grado de paz y tranquilidad tanto para los residentes como para los viajeros, se tendrá ciertamente en cuenta en el plan general. Como hay mucha menos presión para ir de A a B a la mayor velocidad posible, los viajeros tendrán más tiempo para disfrutar del viaje en sí: tal vez, en un mundo así, el caballo volverá a algunas partes de la tierra, los veleros al mar, los dirigibles al cielo, mientras que también será posible utilizar medios de transporte mucho más rápidos cuando sea necesario[[26]]. Al mismo tiempo, el volumen de tráfico se reducirá enormemente si se puede romper la adicción a la propiedad personal de los vehículos, y los viajeros pueden tener acceso a transporte público gratuito de diversos tipos (autobuses, trenes, barcos, taxis y vehículos de autoconducción sin propietario). También debemos tener en cuenta que, a diferencia de muchas ciudades capitalistas occidentales, donde la mitad de los apartamentos están ocupados por propietarios o inquilinos solteros, el comunismo será un experimento de formas de vida más comunales; y en tal sociedad viajar en compañía de otros puede convertirse en un placer más que en una carrera desesperada entre competidores hostiles.
También hay que tener en cuenta que muchos de los viajes que obstruyen el sistema de transporte, los que implican viajar a trabajos inútiles como los relacionados con las finanzas, los seguros o la publicidad, no tendrán cabida en una sociedad sin dinero. La hora pico diaria será cosa del pasado. Al mismo tiempo, la producción de objetos útiles puede rediseñarse y reubicarse para evitar la necesidad de transportar los productos a largas distancias, lo que en el capitalismo suele estar determinado únicamente por el objetivo de encontrar mano de obra menos remunerada u otras ventajas (para el capital) como la falta de reglamentación ambiental. Toda la producción y distribución de los valores de uso que necesitamos se reorganizará y ya no serán necesarios tantos viajes entre los lugares de producción y las viviendas.
Así, las calles de una ciudad donde el furioso rugido del tráfico se ha reducido a un ronroneo, recuperarán algunas de sus antiguas ventajas y usos, como por ejemplo, los parques infantiles.
Una vez más, no subestimamos la magnitud de las tareas involucradas aquí. Aunque la posibilidad de vivir de manera más comunal o asociada está contenida en la transición a un modo de producción comunista, los prejuicios egoístas que se han exacerbado enormemente por varios cientos de años de capitalismo, no desaparecerán de manera automática y, de hecho, a menudo operarán como serios obstáculos al proceso de comunización. Como dijo Marx,
"La propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto sólo es nuestro cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando lo poseemos directamente, lo comemos, bebemos, vestimos, habitamos, etc., en definitiva cuando lo usamos. Aunque la propiedad privada concibe todas estas realizaciones inmediatas de la posesión sólo como medios de vida, y la vida a la que sirven es la vida de la propiedad privada, el trabajo y la capitalización. Por lo tanto, todos los sentidos físicos e intelectuales han sido reemplazados por el simple distanciamiento de todos estos sentidos -el sentido de tener" (Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, capítulo sobre "Propiedad privada y comunismo")[27].
Rosa Luxemburgo siempre sostuvo que la lucha por el socialismo no era sólo una cuestión de "pan y mantequilla", sino que "moralmente... la lucha de la clase obrera denota la renovación cultural de la sociedad"[[28]]. Este aspecto cultural y moral de la lucha de clases, y sobre todo la lucha contra el "sentido del tener", continuará sin duda durante la transición al comunismo.
CDW
[1] “La transformación de las relaciones sociales”, Revista International 85: https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1775/xiii-la-transformacion-de-las-relaciones-sociales-segun-los-revolu [46]
“Damen, Bordiga, y la pasión por el Comunismo”, Revista Internacional 158, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201708/4225/el-comunismo-esta-a-la-orden-del-dia-de-la-historia-los-anos-1950- [47]
[2] “1918: El programa del Partido Comunista Alemán, Revista Internacional 93, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199802/1204/iii-1918-el-programa-del-partido-comunista-de-alemania [48] y “1919: el programa de la dictadura del proletariado” en Revista Internacional 95, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199810/1187/v-1919-el-programa-de-la-dictadura-del-proletariado [49]
“El programa del KAPD”, Revista Internacional 97, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199904/1169/vii-1920-el-programa-del-kapd [50]
[3] Hemos escrito muchos textos desarrollando esta noción fundamental para comprender la situación histórica que se arrastra desde hace más de un siglo y, en consecuencia, cuales son las tareas del proletariado. Ver por ejemplo, La decadencia : un concepto básico del marxismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/829/la-decadencia-un-concepto-basico-del-marxismo [51]
[4] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[5] Marx, Crítica del Programa de Gotha.
[6] “Damen, Bordiga y la pasión por el comunismo”, ver nota 1.
[7] Debemos señalar que el texto fue adoptado como un "documento del partido" de la nueva organización en lugar de ser simplemente una contribución individual.
[8] Pero los Damenistas fueron mucho más claros sobre muchas de las lecciones de la derrota de la revolución rusa y las posiciones del proletariado en la fase decadente del capitalismo. Ver "Damen, Bordiga y la pasión por el comunismo".
[9] https://es.internationalism.org/content/4544/marc-chirik-y-el-estado-en-el-periodo-de-transicion [52]
[10] Ver “Damen, Bordiga...”, obra citada.
[11] marxists.catbull.com/archive/marx/works/1845/02/15.htm.
[12] Ver por el ejemplo “El efecto Darwin en Patrick Tort” https://es.internationalism.org/cci-online/200904/2538/a-proposito-del-libro-el-efecto-darwin-una-concepcion-materialista-de-los-ori [53]
[13] Max Weber, La Ciudad, 1921.
[14] Ver Kohei Saito, El Ecosocialismo de Karl Marx, Nueva York, 2017.
[15] Sobre Marx y la cuestión Rusa, ver un artículo previo en esta serie, “El Marx maduro: Comunismo pasado y futuro”, Revista Internacional 81, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199507/1824/xi-el-marx-de-la-madurez-comunismo-del-pasado-comunismo-del-futuro [54]
[16] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201708/4225/el-comunismo-esta-a-la-orden-del-dia-de-la-historia-los-anos-1950- [47]
[17] Il Programma Comunista, Núm. 1, 8-24 enero de 1953. materialnecessity.org/2020/04/02/space-versus-cement-il-programa-comunista.
[18] Il Programma Comunista, Núm. 6, 18 de diciembre, 1952, https://libcom.org/article/human-species-and-earths-crust-amadeo-bordiga [55]
[20] https://www.cnbc.com/2018/05/17/two-thirds-of-global-population-will-live-in-cities-by-2050-un-says.html [57]
[21] Bordiga dio la cifra de 2.5 billones, hoy es más de 6.8 billion: https://www.quora.com/In-2009-the-world-population-was-6-8-billion-Exponential-growth-rate-was-1-13-per-year-What-is-the-estimated-world-population-in-2012-and-2020 [58]
[22] https://www.marxists.org/archive/trotsky/1924/lit_revo/ [59] Ver también Revista Internacional 111, “Trotsky y la cultura del comunismo”, https://en.internationalism.org/internationalreview/200210/9651/trotsky-and-culture-communism [60]
[26] Por supuesto, la gente puede seguir disfrutando de la emoción de viajar a una velocidad vertiginosa, pero tal vez en una sociedad racional tales placeres se obtendrán principalmente en pistas reservadas para ese propósito.
[28] “Estancamiento y progreso del marxismo”, 1903, https://www.marxists.org/espanol/luxem/03Estancamientoyprogresodelmarxismo_0.pdf [65]
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Este informe se escribió para un congreso reciente de nuestra sección francesa, al que seguirán otros informes de la situación internacional[1].
El desastre continúa… y empeora: oficialmente, tenemos 36 millones de infectados y más de un millón de muertos en todo el mundo[2]. Las diferentes facciones de la burguesía mundial, después de haber pospuesto temerariamente las contra- medidas de prevención frente a la expansión del virus, y más tarde, habiendo impuesto un cierre brutal a amplios sectores de la economía, ahora apuestan por la recuperación económica a expensas de un número aún mayor de víctimas, reabriendo toda la economía cuando la pandemia sólo ha sido temporalmente aplacada en unos pocos países. Con el invierno acercándose, está claro que la apuesta no ha tenido éxito, con expectativas de empeoramiento al menos a medio plazo, tanto en términos de salud como económicos. La carga de este desastre cae sobre los hombros de la clase obrera mundial.
Hasta ahora, una de las dificultades para entender la entrada del capitalismo en su última fase de declive histórico – la de la descomposición social – es que esta época, definitivamente inaugurada por el colapso del Bloque del Este en 1989, había aparecido sólo superficialmente, en la forma de una proliferación de síntomas varios sin conexión aparente, al contrario que en periodos previos de decadencia capitalista que estuvieron definidos y dominados por puntos de inflexión evidentes, como la guerra mundial o la revolución proletaria[3]. Pero ahora en el año 2020, la pandemia de Covid, la crisis más significativa de la historia desde la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en emblema indiscutible de todo este periodo de descomposición, reuniendo toda una serie de elementos de caos que representan la putrefacción generalizada del sistema capitalista. Entre estos incluimos:
Así, el Covid-19 ha reunido en todos los niveles de la sociedad capitalista, de la forma más clara, el impacto de la descomposición – a nivel económico, imperialista, político, ideológico y social.
La situación actual también ha dejado en la irrelevancia una serie de fenómenos que, supuestamente, contradecían el análisis de que el capitalismo había entrado en un periodo de caos y derrumbe social. Estos fenómenos, decían nuestros críticos, probaban que nuestro análisis debía ``ponerse en cuestión´´ o, simplemente, ignorarse. Se trata principalmente de los significativos niveles de crecimiento de la economía china hace unos años, que según nuestros críticos refutaban la noción de que estamos en un periodo de descomposición o, incluso, de decadencia histórica. Lo que les ha ocurrido a nuestros críticos, en realidad, es que se han dejado llevar por el ``perfume de la modernidad´´ emitido por el crecimiento industrial chino. Hoy día, como resultado de la pandemia, no sólo se ha estancado la economía china, sino que ha revelado un atraso crónico que despide el peor de los aromas: el del subdesarrollo y el desmoronamiento.
La perspectiva de la CCI, que afirma la entrada del capitalismo mundial en una fase final de disolución interna desde 1989, ha sido plenamente confirmada, porque está basada en el método marxista de análisis de las tendencias mundiales y a largo plazo, y no en ir corriendo detrás de las novedades circunstanciales o en aferrarse a fórmulas obsoletas.
La crisis sanitaria actual revela, sobre todo, una creciente pérdida de control de la clase capitalista sobre su propio sistema, y su cada vez menor perspectiva de una sociedad humana como tal. Se palpa cada vez más la creciente pérdida de control de los medios que la misma burguesía se había dado hasta hoy para limitar y encauzar los efectos del declive histórico de su modo de producción.
Por añadidura, esta situación deja claro hasta qué punto la clase capitalista no sólo está siendo cada día más incapaz de evitar el caos social, sino que está agravando aún más la misma descomposición que hasta hoy había mantenido bajo control.
Para entender mejor por qué la pandemia de Covid es como un Gran Símbolo del periodo de descomposición capitalista, tenemos que entender por qué no habría podido ocurrir en épocas anteriores, tal y como lo ha hecho hoy.
Las pandemias, claro está, han ocurrido en sociedades anteriores y han tenido un impacto devastador en las mismas, siendo un factor de aceleración en la caída de sociedades de clases del pasado: por ejemplo, la Plaga de Justiniano al final de la sociedad esclavista antigua o la Peste Negra en el último periodo de la servidumbre feudal. Pero la decadencia feudal no conoció un periodo de descomposición: un nuevo modo de producción, el capitalismo, tomaba forma dentro y alrededor del viejo. La devastación de la plaga consiguió incluso acelerar el desarrollo temprano de la burguesía.
La decadencia del capitalismo, el sistema de explotación del trabajo más dinámico de la historia envuelve necesariamente a toda la sociedad e impide el surgimiento de cualquier otra forma nueva de producción. Este es el motivo por el que, en ausencia de la posibilidad de una nueva guerra mundial o del resurgimiento de la alternativa proletaria, el capitalismo entra en un periodo de ``ultra- decadencia´´, como lo expresaron las Tesis sobre la Descomposición de la CCI[5]. Así, la presente pandemia no dará lugar a ninguna regeneración de las fuerzas productivas de la humanidad en el marco de la sociedad existente, sino que nos obliga a vislumbrar el colapso inevitable de la sociedad humana en su totalidad… a no ser que el capitalismo mundial sea completamente derrocado. El recurso a métodos medievales de cuarentena como respuesta al Covid, cuando el capitalismo ha desarrollado los medios científicos, tecnológicos y sociales suficientes para comprender, prevenir y contener la erupción de plagas (aunque sea incapaz de desplegarlos) es testimonio fiel del impasse de una sociedad que se está ``pudriendo sobre sus propias base´´, y que es cada día más incapaz de aprovechar las fuerzas productivas que ha puesto en pie.
La historia del impacto social de las enfermedades infecciosas en la vida del capitalismo nos da la posibilidad de estudiar más en profundidad la diferencia entre la decadencia de un sistema cualquiera y el periodo de descomposición específico dentro de su periodo de decadencia, que comenzó en 1914. El ascenso del capitalismo, e incluso la historia de la mayor parte de su decadencia, muestra ciertamente un dominio creciente de la ciencia médica y la salud pública sobre las enfermedades infecciosas, especialmente en los países más avanzados. El fomento de la higiene y saneamiento públicos, la victoria contra la viruela y la polio y el retroceso de la malaria, son ejemplos de este progreso. Finalmente, tras la Segunda Guerra Mundial, las enfermedades no-transmisibles se convirtieron en la primera causa de muerte prematura en el corazón del capitalismo. No debemos pensar que este aumento del poder de la epidemiología tuvo lugar por las preocupaciones humanitarias que la burguesía dice tener. Su objetivo primordial era crear un ambiente estable para la intensificación de la explotación que exigía la crisis permanente del capitalismo, y, sobre todo, como preparación para la eventual movilización total de la población de acuerdo a los intereses militares de los bloques imperialistas.
Desde los años 80, las tendencias positivas en materia de enfermedades infecciosas empezaron a revertirse. Patógenos nuevos o evolucionados empezaron a surgir, como el VIH, el Zika, el Ébola, el SARS, el MERS, el Nipah, el N5N1, la fiebre del Dengue, etc. Enfermedades ya superadas empiezan a mostrar resistencia a los antibióticos. Este desarrollo, en especial de virus zoonóticos, está ligado al crecimiento urbano en las regiones periféricas del capitalismo – en especial de los barrios chabolistas, que representan el 40% de este crecimiento – así como a la deforestación y el creciente cambio climático. Mientras que la epidemiología ha sido capaz de entender y rastrear el origen de estos virus, las contra- medidas estatales no han estado a la altura de la amenaza. La respuesta caótica e insuficiente de todas las burguesías al Covid-19 es una llamativa confirmación de la creciente negligencia del Estado capitalista con respecto al resurgimiento de enfermedades infecciosas y las cuestiones de salud pública, así como de su indiferencia hacia las medidas de protección social más básicas. Este aumento de la incompetencia social del Estado burgués está ligado a décadas de recortes del ``salario social´´, particularmente, en el ámbito de los servicios de salud. Pero la creciente indiferencia hacia la salud pública sólo puede entenderse verdaderamente en el marco del periodo de la descomposición, que favorece las respuestas irresponsables y a corto plazo de importantes sectores de la clase dominante.
Las conclusiones que destacar de este retroceso en el control de las enfermedades infecciosas en las últimas décadas son ineludibles: queda ilustrada la transición del capitalismo en decadencia a su periodo final de descomposición.
Por supuesto, el empeoramiento de la crisis económica permanente del capitalismo es la causa fundamental de esta transición, una crisis presente en todos los periodos de la decadencia. Pero es la gestión – o mejor dicho la cada vez peor gestión – de los efectos de esta crisis lo que ha cambiado, y lo que supone un componente clave de los desastres presentes y futuros que serán característicos del periodo específico de la descomposición.
Las explicaciones que no tienen en cuenta esta transformación, como las de la Tendencia Comunista Internacional, por ejemplo, se quedan en la perogrullada de que la búsqueda de beneficios es lo que está detrás de la pandemia. Para ellos las circunstancias específicas, la cadencia y la amplitud de la calamidad siguen siendo un misterio.
Y lo que tampoco se puede hacer es explicar la reacción de la burguesía a la pandemia volviendo al esquema de la Guerra Fría, como si las potencias imperialistas hubieran ``instrumentalizado´´ al Covid con un propósito militar, diciendo que las cuarentenas masivas son una movilización de la población en este sentido. Este punto de vista ignora que las principales potencias imperialistas no están ya organizadas en bloques rivales y que no tienen las manos libres para movilizar a la población tras sus objetivos de guerra. Esto es lo esencial del estancamiento entre las dos clases principales, lo que está en la raíz del periodo de descomposición.
En términos generales, no son los virus sino las vacunas las que juegan en favor de las ambiciones de los bloques imperialistas militares[6]. La burguesía ha aprendido las lecciones de la gripe española de 1918 a este respecto. Las infecciones descontroladas suponen una enorme desventaja para los ejércitos, como lo demuestra la desmovilización de varios portaaviones estadounidenses y un portaaviones francés por el Covid-19. En contraste, mantener ciertos patógenos letales bajo control estricto siempre ha sido una exigencia de la capacidad para la guerra biológica de cada potencia imperialista.
Esto no quiere decir que las potencias imperialistas no hayan usado las crisis sanitarias en provecho de sus intereses y en detrimento de sus rivales. Pero todos estos esfuerzos muestran, en conjunto, el vacío de poder en el liderazgo mundial imperialista que ha dejado Estados Unidos, sin ninguna otra potencia, incluida China, que haya sido capaz de asumir este papel o de crear un polo de atracción opuesto. La catástrofe del Covid ha subrayado el caos que existe a nivel de los conflictos imperialistas.
A las cuarentenas masivas impuestas por los Estados imperialistas las ha seguido, ciertamente, una mayor presencia militar en la vida cotidiana y el uso de exhortaciones llenas de lenguaje bélico por parte de los Estados. Pero esta desmovilización de la población está inspirada, principalmente, por el miedo de los Estados a la amenaza del desorden social en un periodo en el que la clase obrera, aunque silente, sigue sin haber sido derrotada.
La tendencia fundamental a la autodestrucción, característica común de todos los periodos de la decadencia capitalista, se ha visto transformada en sus expresiones más claras en el periodo de descomposición: de la guerra mundial ha pasado a un caos mundial que agrava aún más la amenaza que supone el capitalismo para la sociedad y la humanidad en su conjunto.
La pérdida de control por parte de la burguesía que ha caracterizado a la pandemia ha estado mediada por el instrumento del Estado. ¿Qué nos dice este desastre sobre el capitalismo de Estado en el periodo de descomposición?
Haremos referencia para ayudarnos a entender esta cuestión a la parte del folleto de la CCI, La Decadencia del Capitalismo, que habla del ``derrumbe superestructural´´ y de cómo una cada vez mayor presencia del Estado en la sociedad es algo característico de la decadencia de todos los modos de producción. El desarrollo del capitalismo de Estado es una expresión extrema de este fenómeno histórico general.
Como señalaba la GCF[7] en 1952, el capitalismo de Estado no es una solución a las contradicciones del capitalismo, aunque sea capaz de retrasar sus efectos, sino que es expresión de esas contradicciones. La capacidad del Estado para mantener la cohesión de una sociedad en decadencia, por invasivo que se vuelva, está destinada a debilitarse con el tiempo y convertirse, eventualmente, en un factor de agravación de las mismas contradicciones que intentaba contener. La descomposición del capitalismo es la época en la que una creciente pérdida de control por parte de la clase dominante y su Estado se convierte en la tendencia dominante de la evolución social, que el Covid ha puesto en evidencia de forma tan dramática.
Sin embargo, no sería acertado a pensar que esta pérdida de control se desarrolla uniformemente a todos los niveles de la acción del Estado, o que afecta a todos los países de la misma forma o como un fenómeno de corta duración.
Con el colapso del Bloque del Este y la consecuente inutilidad del Bloque Occidental, estructuras militares como la OTAN tendieron a perder su cohesión, como mostraron las experiencias de la guerra de los Balcanes y del Golfo. La dislocación militar y estratégica ha estado acompañada, inevitablemente, por la pérdida de influencia – a diferentes ritmos – de todas las agencias inter- estatales que se fundaron bajo la égida del imperialismo norteamericano tras la 2ª Guerra Mundial, tales como la OMS y la UNESCO, en el ámbito social, y la UE (en su anterior configuración), el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial del Comercio en el ámbito económico. Estas agencias estaban diseñadas para mantener la estabilidad y la ``dictablanda´´ del bloque Occidental bajo el liderazgo de los Estados Unidos.
El proceso de disolución y el debilitamiento de estas organizaciones inter- estatales se han intensificado, visiblemente, con la victoria de Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016.
La relativa impotencia de la OMS durante la pandemia habla por sí sola a este respecto, ligada al caótico ``cada uno para sí´´ de los Estados que ha arrojado los desastrosos resultados que ya conocemos. La ``guerra de las mascarillas´´ y la próxima guerra de las vacunas[8], la retirada de la OMS propuesta por Estados Unidos, la intentona china de manipular esta institución para beneficio propio… casi que no necesitan comentarse.
La impotencia de las agencias inter- estatales, y el cada uno para sí resultante entre los diferentes Estados nacionales competidores, ha ayudado a convertir el patógeno en un desastre global.
Sin embargo, en el plano de la economía mundial – a pesar de la aceleración de la guerra comercial y las tendencias a la regionalización – las diferentes burguesías han sido capaces de coordinarse en torno a medidas esenciales, como la de la Reserva Federal a la hora de preservar la liquidez del dólar a nivel mundial en marzo, al empezar los cierres en la economía. Alemania, tras reticencias iniciales, decidió intentar coordinarse con Francia para lanzar un paquete de ayuda económica para toda la UE en su conjunto.
No obstante, si bien la burguesía mundial es todavía capaz de impedir un desplome absoluto de las partes más vitales de la economía mundial, no ha sido capaz de evitar el enorme deterioro a largo plazo que el cierre de la economía le ha infligido al crecimiento económico y el mercado mundial, impuesto por las respuestas tardías e incoherentes al Covid-19. Comparada con la respuesta del G7 al crash financiero de 2008, la situación actual muestra el prolongado desgaste de la burguesía a la hora de orquestar medidas coordinadas de ralentización de la crisis.
Ciertamente, la tendencia al ``cada uno para sí´´ siempre ha formado parte de la naturaleza competitiva del capitalismo y su división en Estados nacionales. Pero hoy, es la ausencia de la disciplina de bloque y su perspectiva lo que ha alimentado el resurgimiento de esta tendencia, en un periodo de declive e impasse económico. Donde antes se mantenía cierto nivel de cooperación internacional, el Covid-19 ha revelado su ausencia cada vez más evidente.
En el punto 10 de las Tesis sobre la Descomposición, decíamos que la desaparición de la posibilidad de una guerra mundial tensa al máximo las rivalidades entre las camarillas internas de cada Estado nacional, así como entre los Estados mismos. La dislocación y falta de previsión con respecto al Covid-19 en el plano internacional han tenido su paralelismo, en mayor o menor medida, en cada Estado nacional, especialmente en el poder ejecutivo:
``Entre las características más importantes de la descomposición de la sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía para controlar la evolución de la situación en el plano político´´ (tesis 9 Tesis sobre la Descomposición).
Este fue el factor principal a tener en cuenta en el colapso del Bloque del Este, agravado por la naturaleza aberrante del régimen estalinista (un Estado de Partido único que abarcaba a toda la clase dominante). Pero las causas subyacentes de los conflictos en el ``comité ejecutivo´´ de toda la burguesía – la crisis económica crónica, la pérdida de perspectiva estratégica, los fiascos en política exterior, la desafección de la población – están golpeando hoy día a las zonas más avanzadas del capitalismo, lo que podemos observar de la forma más clara en los principales Estados en los que hay gobiernos populistas o influenciados por el populismo, especialmente los que lideran Trump y Boris Johnson. Los conflictos que afectan a estos Estados más poderosos reverberan en otros que, por el momento, han seguido una política más racional.
En el pasado estos dos países fueron símbolos de la relativa estabilidad y fuerza del capitalismo mundial; hoy, la actuación patética de sus burguesías los convierte en faros de la irracionalidad y el desorden.
Tanto la administración estadounidense como la británica, guiadas por la fanfarronada nacionalista, ignoraron conscientemente y retrasaron su respuesta al Covid, e incluso animaron a la población a seguirles en su falta de respeto por el peligro que suponía; ambas han minusvalorado los consejos de las autoridades científicas y están reabriendo la economía mientras el virus aún campa a sus anchas. Ambas administraciones descartaron formar grupos de trabajo especiales para la pandemia en la misma víspera de la crisis del Covid.
Los dos gobiernos, a su manera, han vandalizado los procedimientos establecidos del Estado democrático y han sembrado la discordia entre los diferentes departamentos de Estado, como hizo Trump con su omisión del protocolo militar en su respuesta a las protestas de Black Lives Matter, así como su fraudulenta manipulación de la judicatura, o la presente disrupción de Johnson en la burocracia del servicio civil.
Es cierto que en un periodo de ``cada uno para sí´´, cada Estado nacional ha seguido su propio camino, inevitablemente. Sin embargo, los Estados que han actuado con más inteligencia también se enfrentan a divisiones cada vez mayores y a una pérdida de control.
El populismo confirma la idea de las Tesis sobre la Descomposición de que el capitalismo, en su senilidad, intenta volver a una ``segunda infancia´´. La ideología populista supone que el sistema puede volver a un periodo juvenil de dinamismo capitalista, con menos burocracia, simplemente por arte de frases demagógicas e iniciativas disruptivas. Pero la realidad del capitalismo en decadencia y en fase de descomposición está agotando todos los paliativos.
Mientras que el populismo atrae las ilusiones xenófobas y pequeñoburguesas de una población descontenta, desorientada temporalmente por la ausencia del resurgimiento proletario, la actual crisis sanitaria deja claro que el programa – o anti-programa – populista ha nacido de la burguesía y su Estado.
No es casualidad que los Estados Unidos y Reino Unido, dos de los países más avanzados, hayan sufrido los peores niveles de víctimas de la pandemia.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que las agencias económicas del Estado, en la mayoría de los países desarrollados, han conservado la estabilidad y su capacidad para tomar medidas rápidas de emergencia que evitaran la entrada de la economía en caída libre, retrasando los efectos del desempleo masivo sobre la población.
Así, como resultado de la acción de los bancos centrales, hemos visto crecer significativamente la intervención estatal en la economía. Por ejemplo:
``Morgan Stanley [banco de inversión] señaló que los bancos centrales de los países del G4 – Estados Unidos, Japón, Europa y Reino Unido – expandirán colectivamente sus hojas de balances en un 28% de producción doméstica bruta en este ciclo. El equivalente de la crisis financiera de 2008 fue un 7%´´. Financial Times, 27 de junio de 2020.
Esta perspectiva de desarrollo del capitalismo de Estado, no obstante, y en esencia, es un síntoma de que la capacidad del Estado para contener la crisis y la descomposición del capitalismo está disminuyendo.
El peso creciente de la intervención del Estado en todos los aspectos de la vida social no es una solución a la creciente descomposición de ésta.
No debemos olvidar que hay una fuerte resistencia en todos los Estados al vandalismo de los populistas, por parte de los partidos liberales tradicionales o secciones considerables de los mismos. Este sector de la burguesía ha formado una oposición vocal, especialmente a través de los medios de comunicación, que aparte de ridiculizar las payasadas de los populistas pretende mantener cierta esperanza en la población de una vuelta al orden democrático racional, incluso si no existe una capacidad real a día de hoy para cerrar la caja de Pandora populista.
Podemos estar seguros de que la burguesía de estos países no ha olvidado por nada del mundo al proletariado, y será capaz de desplegar a todas sus leales agencias cuando llegue el momento.
El Informe sobre la Descomposición de 2017 destaca el hecho de que en las primeras décadas tras el surgimiento de la crisis económica de finales de los años 60, los países más ricos desplazaron los efectos de la crisis a la periferia del sistema, mientras que en el periodo de la descomposición, la tendencia parece revertirse o rebotar hacia el corazón del capitalismo – como muestran la expansión del terrorismo, el influjo masivo de refugiados y migrantes, el desempleo masivo, la destrucción medioambiental y ahora las epidemias mortales en Europa y América. La situación actual, en la que el país capitalista más poderoso del mundo se ha llevado la peor parte de la pandemia, es una confirmación de esta tendencia.
El Informe señalaba a su vez, de forma premonitoria:
``Por otro lado, consideramos que [la descomposición] no tuvo un impacto real en la evolución de la crisis del capitalismo. Si el actual ascenso del populismo llevara a la llegada al poder de esta corriente en algunos de los principales países europeos, podríamos ver cómo se desarrolla este impacto de la descomposición´´.
Uno de los aspectos más significativos de este desastre es que la descomposición ha repercutido de forma terrible en la economía. Y esta experiencia no parece aplacar el apetito del populismo por el caos económico, como muestra la persistente guerra comercial de los Estados Unidos contra China, o la voluntad del gobierno británico de ir hasta el final con el curso destructivo y suicida del Brexit.
La descomposición de la superestructura se toma su ``venganza´´ sobre los fundamentos económicos del capitalismo que le dieron vida.
``Cuando la economía tiembla, toda la superestructura que depende de ella entra en un estado de crisis y descomposición… de consecuencia del sistema pasa a ser un factor acelerador en el proceso de su declive´´. Decadencia del Capitalismo, capítulo 1.
16-7-20
[1] Ya hemos publicado La irrupción de la descomposición en el terreno económico: Informe sobre la crisis económica https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descomposicion-en-el-terreno-economico-informe-sobre-la-crisis [71]
[2] A 9 de octubre de 2020
[3] Este problema de percepción ya aparece referido en el Informe sobre la Descomposición del 22º Congreso de la CCI en 2017 (Revista Internacional nº163)
[4] Esta larga crisis, que ha durado más de cinco décadas, surgió a finales de los años 60 tras dos décadas de prosperidad de post- guerra en los países avanzados. El empeoramiento de esta crisis ha estado marcado por varias recesiones y recuperaciones más específicas, que no han resuelto el impasse de fondo.
[5] Revista Internacional nº107, 1990 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[6] Las propiedades antibióticas de la penicilina fueron descubiertas en 1928. Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos la fabricaron en masa y prepararon 2’3 millones de dosis para el Día D (junio 1944).
[7] Gauche Communiste de France, precursora de la CCI.
[8] Ver un dossier global de artículos sobre el COVID en https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo [72] y de forma más específica https://es.internationalism.org/content/4593/guerras-de-vacunas-el-capitalismo-es-un-obstaculo-para-encontrar-un-tratamiento [73] y https://es.internationalism.org/content/4560/guerra-de-las-mascarillas-la-burguesia-es-una-clase-de-matones [74]
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La crisis económica mundial está empeorando ahora de manera drástica. Concretamente, y sin duda alguna, la clase obrera de todo el mundo sufrirá la explosión del desempleo, la explotación, la precariedad y la pobreza.
Con este nuevo paso, el capitalismo va más allá en el camino de su decadencia, lo que obliga a las organizaciones revolucionarias a aclarar las siguientes cuestiones:
1) ¿Cuál es el significado histórico de esta crisis en ciernes, la más grave de la decadencia, incluida la que comenzó en 1929?
2) ¿Cuáles son las implicaciones del que los efectos de la descomposición de la sociedad tendrán un peso muy importante en la evolución de esta nueva fase de la crisis abierta de la economía capitalista?
Al mismo tiempo, hay que tener cuidado con una visión inmediatista y economicista de la crisis, como se argumenta en el informe que presentamos: evitar cualquier pronóstico arriesgado, teniendo en cuenta las sobreestimaciones pasadas por nuestra parte en cuanto al ritmo de la crisis y una cierta visión catastrofista con la idea de que la burguesía estaba en un punto muerto. Además de la falta de dominio de la teoría de Rosa Luxemburgo, subestimamos la capacidad del capitalismo de Estado para actuar frente a las manifestaciones de la crisis abierta, para acompañar su crisis histórica cada vez más profunda y permitir así la supervivencia de este sistema[1]. Sus armas: la intervención permanente en el campo económico, la manipulación y la trampa con la ley del valor... Al hacerlo, la burguesía ha mantenido la ilusión dentro del proletariado de que el capitalismo no es un sistema en bancarrota, siendo sus convulsiones sólo transitorias, producto de crisis cíclicas necesariamente seguidas de un período de desarrollo general intensivo.
En los siglos XVIII y XIX, las grandes naciones capitalistas se enzarzaron en una frenética carrera por conquistar nuevos mercados y territorios. Pero alrededor de 1900, se encontraron con un pequeño problema: la tierra era redonda y no tan grande. Así, incluso antes de que estallara una crisis económica mundial, las tensiones imperialistas alcanzaron su punto culminante, estalló la guerra mundial y el capitalismo entró en decadencia.
La guerra de 1914-18 fue la manifestación de la más extrema barbarie, consecuencia del hecho de que "En una cierta etapa del desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes (...) De formas de desarrollo de las fuerzas productivas estas relaciones se convierten en sus trabas". (Prefacio a la Crítica de la Economía Política, 1859[2]).
Sólo a finales de los años 20 las diferentes burguesías nacionales se enfrentarán por primera vez a la manifestación directamente "económica" de esta entrada en decadencia: la crisis de sobreproducción generalizada e histórica. Citamos de nuevo a Marx:
"Cuanto más se desarrolla la producción capitalista, más se ve obligada a producir a una escala que no tiene nada que ver con la demanda inmediata, sino que depende de una constante expansión del mercado mundial (...) [Porque] la mercancía tiene que ser convertida en dinero. La demanda de los trabajadores no es suficiente, ya que el beneficio surge precisamente del hecho de que la demanda de los trabajadores es menor que el valor de su producto. La demanda de los capitalistas entre ellos es igualmente insuficiente." (Teorías del Valor Excedente Parte 2, Capítulo 16). "Si finalmente se dice que los capitalistas sólo tienen que intercambiar y consumir sus mercancías entre ellos, entonces se pierde de vista toda la naturaleza del modo de producción capitalista; y también se olvida el hecho de que se trata de expandir el valor del capital, no de consumirlo". (Capital Volumen 3, Capítulo 15).
En otras palabras, la crisis de sobreproducción generalizada que apareció a plena luz del día en 1929 no está vinculada a un tipo de disfunción que la burguesía pueda regular o superar. Al contrario, es la consecuencia de una contradicción fundamental e insuperable inscrita en la naturaleza misma del capitalismo.
Las burguesías nacionales sacaron lecciones de la catastrófica crisis de 1929: la necesidad de desarrollar el capitalismo de Estado y de establecer organizaciones internacionales para gestionar la crisis de manera que no se reproduzca el error de las políticas proteccionistas.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, la burguesía puso en práctica las lecciones de 1929. El boom de la posguerra sembró la ilusión de que el capitalismo había recuperado la prosperidad, borrando momentáneamente la pesadilla de la Gran Depresión de los años 30 y los horrores de la guerra. Pero, inevitablemente, las contradicciones inherentes a la naturaleza misma del capitalismo permanecieron ¡su crisis histórica no había desaparecido! Esto es lo que revela el retorno de la crisis abierta de 1967-1968.
Desde entonces, desde los planes de estímulo hasta recesiones más profundas, la burguesía se ha visto atrapada en una precipitada carrera hacia el endeudamiento, en un intento de desplazar constantemente hacia el futuro los efectos de la bancarrota histórica de su sistema. La deuda mundial se ha vuelto cada vez más masiva, no sólo de forma absoluta sino también en comparación con la evolución del PIB mundial. Al mismo tiempo que esta precipitada carrera, los países centrales cambiaron la organización de la economía mundial:
Si esta "cooperación internacional" ha sido capaz, en cierta medida y durante un tiempo, de frenar y mitigar los efectos de la economía de todos los Estados, ha sido incapaz de frenar la tendencia subyacente inherente a la entrada del capitalismo, al mismo tiempo, en su fase de descomposición.
Hoy en día, la burguesía ha acumulado una inmensa experiencia en la reducción de los efectos de su crisis histórica, prolongando así su agonía aún más. Por lo tanto, debemos ser extremadamente cuidadosos con nuestras previsiones y tener cuidado con cualquier catastrofismo. En el actual empeoramiento de la crisis económica mundial, son sobre todo las principales tendencias históricas subyacentes las que debemos destacar.
A partir de 1929, la burguesía aprendió a apoyar su economía en declive, en particular mediante la "cooperación internacional". Incluso en 2008, el famoso G20 demostró esta capacidad de las grandes burguesías para mantener una cierta cohesión a fin de gestionar la crisis con el menor daño posible. El año 2020 marca la creciente dificultad de mantener esta organización mundial, la irracionalidad ligada a la descomposición que golpea las más altas cumbres del Estado. El Cada uno a la suya, que ha salido a la luz con la calamitosa gestión de la pandemia, es su expresión más espectacular. Esta fuerza centrífuga tiene dos raíces:
"El desarrollo actual de la crisis, a través de las crecientes perturbaciones que provoca en la organización de la producción en una vasta construcción multilateral a nivel internacional, unificada por reglas comunes, muestra los límites de la 'globalización'. La necesidad cada vez mayor de unidad (que nunca ha significado otra cosa que la imposición de la ley del más fuerte sobre el más débil) debido al entrelazamiento "transnacional" de la producción altamente segmentada país por país (en unidades fundamentalmente divididas por la competencia donde cualquier producto se diseña aquí, ensamblado allí con la ayuda de elementos producidos en otro lugar) choca con la naturaleza nacional de cada capital, con los límites mismos del capitalismo, que está irremediablemente dividido en naciones competidoras y rivales. Este es el grado máximo de unidad que es imposible de superar para el mundo burgués. La profundización de la crisis (así como las exigencias de la rivalidad imperialista) está poniendo a prueba las instituciones y mecanismos multilaterales" (Punto 20)[3].
Lo que vemos es que, en respuesta a la pandemia, se ha empezado a desarrollar un avance muy significativo en las medidas de "reubicación nacional" de la producción, la preservación de sectores clave en cada capital nacional, el desarrollo de barreras a la circulación internacional de bienes y personas, etc., que sólo puede tener consecuencias muy graves para la evolución de la economía mundial y la capacidad general de la burguesía para responder a la crisis. El declive nacional sólo puede empeorar la crisis, conduciendo a una fragmentación de las cadenas de producción que anteriormente tenían una dimensión global, que a cambio sólo puede causar estragos en las políticas monetarias, financieras, comerciales... Esto podría llegar a bloquear e incluso provocar un colapso parcial de algunas economías nacionales.
Es demasiado pronto para medir las consecuencias de esta relativa parálisis del aparato económico. Sin embargo, lo más grave y significativo es que esta parálisis se está produciendo a nivel internacional.
La actual aceleración de la crisis económica mundial forma parte de la evolución general de la decadencia del capitalismo. Más allá de los fenómenos visibles vinculados a la actual "crisis abierta", lo que nos importa es comprender mejor el reforzamiento de las profundas contradicciones del capitalismo y, por tanto, el agravamiento de su crisis histórica.
1) La crisis que se avecina será, en su alcance histórico, la más grave del período de decadencia, superando en este aspecto a la que se inició en 1929.
2) Lo novedoso en la historia del capitalismo es que los efectos de la descomposición tendrán un peso muy importante en la economía y en la evolución de la nueva fase abierta de la crisis.
Sin embargo, más allá de la validez de estas previsiones generales, la situación sin precedentes que se ha abierto estará más que nunca dominada por una fuerte incertidumbre. Más precisamente, en la etapa actual alcanzada por la crisis histórica de sobreproducción, la irrupción de la descomposición en el terreno económico perturba profundamente los mecanismos del capitalismo de Estado destinados a acompañar y limitar el impacto de la crisis. Sin embargo, sería falso y peligroso llegar a la conclusión de que la burguesía no utilizará al máximo sus capacidades políticas para responder, en la medida de sus posibilidades, a la crisis económica mundial que se está desencadenando. La irrupción del peso de la descomposición significa además que existe un factor de inestabilidad y fragilidad en el funcionamiento económico que dificulta especialmente el análisis de la evolución de la situación.
En el pasado, con demasiada frecuencia hemos fijado nuestra mirada sólo en los aspectos de la situación que empujaban a la crisis económica del capital hacia su inexorable empeoramiento, olvidando tener suficientemente en cuenta todos los factores que tendían a frenar su desarrollo. Sin embargo, para ser fieles al método marxista de análisis, hay que identificar, no sólo las tendencias históricas importantes desde las perspectivas que se abren, sino también las contra -tendencias que activará la burguesía. Por lo tanto, es nuestro deber identificar, con la mayor claridad posible, las líneas generales de la evolución futura, sin caer en previsiones arriesgadas e inciertas. Debemos armarnos para hacer frente a la situación, asegurándonos de que desarrollamos y ponemos en práctica nuestra capacidad de reflexión y respuesta rápida a los acontecimientos de gran importancia que seguramente se desarrollarán. Nuestro método debe inspirarse en el enfoque ya recordado en nuestros debates:
"El marxismo sólo puede trazar con certeza las líneas y tendencias históricas generales. La tarea de las organizaciones revolucionarias debe consistir, evidentemente, en identificar perspectivas para su intervención en la clase, pero estas perspectivas no pueden ser 'predicciones' basadas en modelos matemáticos deterministas (y menos aun tomando al pie de la letra las predicciones de los 'expertos' de la burguesía, ya sea en el sentido de un falso 'optimismo' o de un 'alarmismo' igualmente desconcertante)". (citado por un documento de debate interno).
La crisis de 2008 fue un momento muy importante para el capitalismo. La recuperación (2013-2018) ha sido muy débil, la más débil desde 1967. Fue descrita por la burguesía como una recuperación "suave". En el decenio 2010-2020, antes de la crisis de Covid 19, la web Cycle Business Bourse evaluó el crecimiento mundial en un promedio anual ligeramente inferior al 3%. La crisis económica que surgió con la pandemia ya había visto sus primeras expresiones claras, especialmente a partir de 2018. Lo anticipamos en el informe y la Resolución sobre la situación internacional en el 23º Congreso de la CCI (2019):
"En el plano económico, desde principios de 2018, la situación del capitalismo se ha caracterizado por una fuerte desaceleración del crecimiento mundial (del 4% en 2017 al 3,3% en 2019), que la burguesía prevé que empeorará en 2019-20. Esta desaceleración resultó ser mayor de lo previsto en 2018, ya que el FMI tuvo que reducir sus previsiones para los próximos dos años y está afectando prácticamente a todas las partes del capitalismo de forma simultánea: China, los Estados Unidos y la Zona Euro. En 2019, el 70% de la economía mundial se ha ralentizado, sobre todo en los países "avanzados" (Alemania, Reino Unido). Algunos de los países emergentes ya están en recesión (Brasil, Argentina, Turquía), mientras que China, que se está desacelerando desde 2017 y se espera que crezca un 6,2% en 2019, está experimentando sus cifras de crecimiento más bajas en 30 años". (Punto 16 de la Resolución).
En este contexto de ralentización del crecimiento la pandemia se ha convertido en un poderoso acelerador de la crisis, poniendo en primer plano tres factores:
- El grado en que los sistemas de salud pública, uno de los elementos clave del capitalismo de Estado desde 1945, se han visto socavados. Este proceso de debilitamiento del sistema de salud está vinculado a la crisis económica y se ha acelerado considerablemente con la crisis de 2008. En la gran mayoría de los Estados los sistemas de salud no han podido hacer frente a la pandemia, lo que ha obligado a adoptar medidas de contención que han dado lugar a un brutal cierre económico nunca experimentado en tiempo de paz. Para el capitalismo, dispuesto a sacrificar la vida de millones de personas en guerras imperialistas, el dilema no era si salvar vidas o mantener la producción, sino cómo mantener simultáneamente la producción, la competitividad económica y el rango imperialista, ya que el pleno florecimiento de la pandemia sólo podía perjudicar gravemente la producción y la posición comercial e imperialista de cada potencia.
- El creciente grado de pérdida de todo sentido de responsabilidad y la negligencia de la mayoría de las fracciones burguesas en todos los países y especialmente en los países centrales, factor vinculado a la descomposición de la sociedad[4].
- La brutal irrupción de cada uno a la suya en el plano económico, factor también vinculado a la descomposición pero que tiene consecuencias muy importantes en ese terreno.
La manifestación más importante de la gravedad de la crisis es que, a diferencia de 2008, los países centrales (Alemania, China y sobre todo los Estados Unidos) son los más afectados; aunque desplieguen todos los medios para amortiguar la crisis, la onda expansiva que provocan desestabilizará fuertemente la economía mundial.
La brutal caída de los precios del petróleo ha golpeado duramente a los Estados Unidos. Antes de que estallara la crisis de la pandemia, hubo una "guerra de precios" por el petróleo. Como resultado, los precios del petróleo se volvieron negativos, quizás por primera vez en la historia:
"Incluso los más optimistas expertos en energía predicen el colapso de cientos de compañías petroleras en los Estados Unidos. Algunas han acumulado miles de millones de dólares en deuda, en gran parte de alto riesgo. El primer foco de riesgo en la deuda corporativa es la energía", dice Capital Economics, “Una cadena de impagos en el sector petrolero aumentaría el riesgo de una crisis financiera. Y si uno de los gigantes petroleros más endeudados del mundo - Shell, por ejemplo, tiene una deuda de 77.000 millones de dólares, una de las más altas del mundo - tuviera problemas, las repercusiones serían devastadoras"[5].
Estos precios negativos son una perfecta ilustración del nivel de irracionalidad del capital. La sobreproducción de petróleo y la especulación desenfrenada en este sector ha llevado a los propietarios de las compañías petroleras a pagar para deshacerse del petróleo que ya no puede ser almacenado por falta de espacio.
Mientras que en 2008 la quiebra de los bancos fue impulsada principalmente por la especulación inmobiliaria, hoy en día son las empresas directamente productivas las que los ponen en riesgo:
"Los cuatro mayores prestamistas americanos, JP Morgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo, han invertido cada uno más de 10.000 millones de dólares en el sector de la fractura petrolífera sólo en 2019, según Statista. Y ahora estas compañías petroleras están en serio riesgo de ser insolventes, dejando a los bancos con fuertes negativos en sus balances (...) Según Moody's, el 91% de las quiebras corporativas estadounidenses en el último trimestre del año pasado ocurrieron en el sector del petróleo y el gas. Los datos proporcionados por Energy Economics and Financial Analysis indican que el año pasado, las empresas de fraccionamiento de petróleo no pudieron pagar 26.000 millones de dólares de deuda"[6]. Con la pandemia, la situación está empeorando seriamente: "Rystad Energy Consulting estima que incluso si se recuperan los 20 dólares por barril, 533 compañías petroleras de EE.UU. podrían llegar a ser insolventes en 2021. Pero si los precios se mantienen en 10 dólares, podría haber más de 1.100 quiebras, con prácticamente todas las empresas afectadas"(ibid.).
El capitalismo - a través del capitalismo de estado - realiza un enorme esfuerzo para proteger sus centros vitales y evitar una caída brutal, como dice el informe sobre la crisis del 23º Congreso: "Apoyándose en las palancas del capitalismo de estado y sacando las lecciones de 1929, el capitalismo es capaz de preservar sus centros vitales (especialmente los EE.UU. y Alemania), acompañar la evolución de la crisis, atenuar sus efectos pasándolos a los países más débiles, ralentizar su ritmo alargándolo en el tiempo".
El capitalismo de Estado ha pasado por diferentes fases que hemos empezado a abordar, en particular en una jornada de estudio en 2019. Desde 1945, las necesidades de los bloques han impuesto una cierta coordinación de la gestión estatal de la economía a nivel internacional, sobre todo en el bloque estadounidense, con la creación de organismos internacionales de "cooperación" (OCDE, FMI, la primera etapa de la UE) y organizaciones comerciales (GATT).
En los años 80, el capital de los países centrales, abrumado por el aumento de la crisis y sufriendo una fuerte caída de los beneficios, trató de trasladar sectores enteros de la producción a países con mano de obra barata como China. Para ello, fue necesaria una "liberalización" financiera muy fuerte a escala mundial para movilizar el capital con el que realizar las inversiones necesarias. En los años 90, tras la caída del bloque del Este, se reforzaron las organizaciones internacionales, dando lugar a una estructura de "cooperación internacional" a nivel monetario y financiero, para la coordinación de las políticas económicas, el establecimiento de cadenas de producción internacionales, la estimulación del comercio mundial mediante la eliminación de las barreras aduaneras, etc. Este marco fue diseñado para beneficiar a los países más fuertes: podían conquistar nuevos mercados, reubicar su producción y hacerse cargo de las empresas más rentables de los países más débiles. Estos últimos se vieron obligados a cambiar su propia política de Estado. De ahora en adelante, la defensa del interés nacional no se hizo a través de la protección aduanera de las industrias clave sino a través del desarrollo de la infraestructura, la formación de la mano de obra, la expansión internacional de sus empresas más potentes, la captación de inversiones internacionales, etc.
Entre 1990 y 2008 se produjo "una vasta reorganización de la producción capitalista a escala mundial (...) Siguiendo el modelo de referencia de la UE de eliminar las barreras aduaneras entre los Estados miembros, se ha reforzado la integración de muchas ramas de la producción mundial mediante el desarrollo de verdaderas cadenas de producción a escala mundial. Al combinar la logística, la informática y las telecomunicaciones, permitiendo economías de escala, la mayor explotación de la fuerza de trabajo del proletariado (mediante el aumento de la productividad, la competencia internacional, la libre circulación de la mano de obra para imponer salarios más bajos), la sumisión de la producción a la lógica financiera de la máxima rentabilidad, el comercio mundial ha seguido aumentando, aunque en menor medida, estimulando la economía mundial, proporcionando un "segundo aliento" que ha prolongado la existencia del sistema capitalista". (Punto 8 de la Resolución del 23º Congreso).
Esta "cooperación internacional" fue una política muy arriesgada y audaz para aliviar la crisis y mitigar algunos de los efectos de la decadencia en la economía, tratando de limitar el impacto de la contradicción capitalista entre la naturaleza social y global de la producción y la naturaleza privada de la apropiación de la plusvalía por parte de las naciones capitalistas competidoras. Tal evolución del capitalismo decadente se explica en nuestro folleto sobre la decadencia donde, criticando la visión según la cual la decadencia es sinónimo de bloqueo definitivo y permanente del desarrollo de las fuerzas productivas, se argumenta:
"Si defendemos la hipótesis de la detención definitiva y permanente del desarrollo de las fuerzas productivas, la profundización de esta contradicción sólo podría demostrarse si los límites exteriores de las relaciones de propiedad existentes retrocedieran 'absolutamente'. Sin embargo, sucede que el movimiento característico de los diferentes períodos de decadencia de la historia (incluido el sistema capitalista) tiende más bien hacia la expansión de estas fronteras hasta sus límites finales que hacia su restricción. Bajo la égida del Estado y bajo la presión de las necesidades económicas y sociales, el cadáver del sistema se hincha mientras se desecha todo lo que resulta superfluo para las relaciones de producción, todo lo que no es estrictamente necesario para la supervivencia del sistema. El sistema se refuerza hasta sus últimos límites". Esto es aún más cierto en el capitalismo, el modo de producción más elástico y dinámico de la historia conocida.
Como muestra el Informe del 23º Congreso sobre la crisis económica y la Resolución sobre la situación internacional, esta "organización mundial de la producción" comenzó a ser sacudida durante la década de 2010: China, después de haberse beneficiado enormemente de los mecanismos del comercio mundial (OMC), comenzó a desarrollar un mecanismo económico, comercial e imperialista paralelo (la Nueva Ruta de la Seda); Alemania ha tomado medidas proteccionistas; la guerra comercial se ha acelerado con la llegada al poder de Trump... Estos fenómenos expresan claramente el hecho de que el capitalismo ha encontrado cada vez más dificultades en su tendencia a ampliar las fronteras citadas en nuestro folleto sobre la decadencia.
"Desde los años sesenta, este indicador [que mide la proporción de exportaciones e importaciones en cada economía nacional] ha seguido una tendencia al alza que se ha ralentizado en los últimos 18 meses. Durante este período, ha pasado de alrededor del 23% a una estabilización en torno al 60%, y desde 2010 ha ido disminuyendo de forma constante"[7].
Tres factores en el origen de la crisis de la pandemia muestran la irrupción de los efectos de la descomposición en el terreno económico: (1) El Cada uno a la suya, (2) la negligencia de los gobiernos y (3) la pérdida de control del aparato político. Dos de ellos tienen su origen directamente en la descomposición capitalista: el Cada uno a la suya y la pérdida de control. Se trata de factores muy sensibles que la burguesía -al menos en los países centrales- había logrado controlar lo mejor que pudo, aunque cada vez con mayor dificultad. En la etapa actual alcanzada por el desarrollo de las contradicciones internas del capital, y dada la forma en que se manifiestan en la evolución de la crisis, la explosión de los efectos de la descomposición se convierte ahora en un factor de agravamiento de la crisis económica mundial, de la que sólo hemos visto las primeras consecuencias. Este factor influirá en la evolución de la crisis al constituir un obstáculo a la eficacia de las políticas del capitalismo de Estado en la crisis actual.
"En comparación con las respuestas a las crisis de 1975, 1992, 1998 y 2008, vemos como perspectiva una considerable reducción de la capacidad de la burguesía para limitar los efectos de la descomposición en el terreno económico. Hasta ahora, la burguesía ha logrado preservar el terreno vital de la economía y el comercio mundial de los efectos centrífugos altamente peligrosos de la descomposición. Lo ha hecho a través de la "cooperación internacional" de los mecanismos del capitalismo de estado - lo que se ha llamado "globalización". En el punto álgido de la convulsión económica de 2007-2008 y en 2009-2011, con la crisis de la 'deuda soberana', la burguesía pudo coordinar sus respuestas, lo que contribuyó a suavizar un poco el golpe de la crisis y a garantizar una 'recuperación' anémica durante la fase 2013-2018"[8].
Con la pandemia hemos visto como la burguesía trata de unir a la población detrás del estado, renovando la unidad nacional. A diferencia de 2008, cuando el tono nacionalista no era tan fuerte, ahora las burguesías de todo el mundo han cerrado sus fronteras, difundiendo el mensaje: "detrás de las fronteras nacionales se encuentra la protección, las fronteras ayudan a contener el virus". Esta es una manera de que los diferentes estados traten de reunir a la población detrás de ellos; hablan en todas partes en términos marciales: "estamos en guerra, y la guerra necesita de la unidad nacional", con el mensaje "el estado te ayudará": "os sacaremos de apuros"; "cerrando la frontera, mantendremos el virus alejado"; imponiendo planes de emergencia, organizando cierres, los estados quieren transmitir el mensaje: "un estado fuerte es tu mejor aliado".
"La OMS ha sido completamente inoperante cuando su intervención era vital para desarrollar una acción médica eficaz. Cada estado, temiendo una pérdida de posición competitiva, ha retrasado de manera suicida la respuesta a la pandemia. La obtención de equipo médico vio el asombroso espectáculo de todo tipo de robos entre estados (e incluso dentro de cada estado). En la UE, donde la 'cooperación entre Estados' ha llegado lo más lejos posible, hemos visto el desarrollo incontrolado de una oleada brutal de proteccionismo y del cada uno por su cuenta: "No es sólo que la UE no tenga ninguna posibilidad legal de imponer sus normas en el sector de la salud, sino que sobre todo cada país tomó medidas para defender sus fronteras, sus cadenas de suministro; y hemos visto, si no por primera vez, un verdadero bloqueo de mercancías, la confiscación de equipos sanitarios - y la prohibición de entregarlos a otros países europeos" (de otra contribución interna).
Tenemos aquí una ilustración, más seria, de la perspectiva establecida en la resolución sobre la situación internacional en nuestro último congreso internacional:
"La evolución actual de la crisis, a través de las crecientes perturbaciones que provoca en la organización de la producción en una vasta construcción multilateral a nivel internacional, unificada por reglas comunes, muestra los límites de la 'globalización'. La necesidad cada vez mayor de unidad (que nunca ha significado otra cosa que la imposición de la ley del más fuerte sobre el más débil) debido al entrelazamiento "transnacional" de la producción altamente segmentada país por país (en unidades fundamentalmente divididas por la competencia donde cualquier producto se diseña aquí, ensamblado allí con la ayuda de elementos producidos en otro lugar) choca con la naturaleza nacional de cada capital, con los límites mismos del capitalismo, que está irremediablemente dividido en naciones competidoras y rivales. Este es el grado máximo de unidad que es imposible de superar para el mundo burgués. La profundización de la crisis (así como las exigencias de la rivalidad imperialista) está poniendo a prueba las instituciones y mecanismos multilaterales". (Punto 20).
Lo que vemos es que en respuesta a la pandemia ha habido un retorno muy significativo a las medidas de "reubicación nacional" de la producción, preservación de sectores clave en cada capital nacional, desarrollo de barreras a la circulación internacional de bienes y personas, etc., lo que sólo puede tener consecuencias de gran alcance para la evolución de la economía mundial y la capacidad global de la burguesía para responder a la crisis. El repliegue nacional no puede sino agravar la crisis, provocando una fragmentación de las cadenas de producción que antes tenían una dimensión mundial, lo que no puede sino causar estragos en las políticas monetarias, financieras y comerciales. Esto podría conducir al bloqueo e incluso al colapso parcial de algunas economías nacionales. Es demasiado pronto para medir las consecuencias de esta relativa parálisis del sistema económico. Sin embargo, lo más grave y significativo es que esta parálisis se está produciendo a escala internacional.
La respuesta generalizada de los estados a la pandemia ilustra la validez de un análisis ya realizado en el Informe del 23º Congreso sobre la crisis económica:
"Una de las mayores contradicciones del capitalismo es la que surge del conflicto entre la naturaleza cada vez más global de la producción y la estructura necesariamente nacional del capital. Al llevar las posibilidades económicas, financieras y productivas de las 'asociaciones' de naciones a sus límites últimos, el capitalismo ha obtenido un importante 'soplo de aire fresco' en su lucha contra la crisis que lo aqueja, pero al mismo tiempo se ha puesto en una situación de riesgo. Esta precipitada carrera hacia el multilateralismo se desarrolla en un contexto de descomposición, es decir, en una situación en la que la indisciplina, las tendencias centrífugas, el arraigo en la estructura nacional, son cada vez más poderosos y afectan no sólo a fracciones de cada burguesía nacional, sino que llevan a amplios sectores de la pequeña burguesía e incluso a franjas de proletarios que creen erróneamente que su interés está ligado a la nación. Todo esto cristaliza en una especie de 'revuelta nacionalista nihilista' contra la 'globalización'".
Vamos a examinar la respuesta iniciada por la burguesía que se articulará en 3 partes: 1) continuación de los niveles astronómicos de deuda; 2) repliegue en cada nación; 3) ataque brutal a las condiciones de vida de los trabajadores.
La deuda mundial se situaba en 255.000 millones de dólares, es decir, el 322% del PIB mundial, mientras que antes de la crisis de 2008 ascendía a 60.000 millones de dólares, y el PIB mundial sólo ha progresado de manera relativamente "lenta". Tenemos aquí un panorama de la evolución de la deuda privada y pública en los últimos trece años, que ha contribuido a sostener lo que la burguesía ha llamado un crecimiento "lento". Frente a la violenta aceleración de la crisis económica inducida por la pandemia, la burguesía ha reaccionado en todo el mundo con la creación de dinero emitido por los bancos centrales de todos los países desarrollados y emergentes. A diferencia de la crisis de 2008, no se ha puesto en práctica ninguna coordinación entre los principales bancos centrales del mundo. Esta creación masiva de dinero central y de deuda ha estado a la altura de la ansiedad que se apoderó inmediatamente de la clase burguesa ante la magnitud de la recesión que parece abrirse ante ella. Tomando un promedio de las cifras dadas por la burguesía a finales de mayo, tenemos las siguientes previsiones de caídas en el crecimiento:
- El 6,8% del PIB para el conjunto de la UE y del 11 al 12% para los países del sur del Mediterráneo...
- Para los Estados Unidos las cifras dadas expresan la dificultad o perfidia ideológica de la burguesía en su evaluación, ¡dando cifras que van del 6,5% al 30%! En términos estadísticos esto nunca se ha visto antes. La FED de Filadelfia incluso presentó la cifra del 35%.
- China anunció una caída de su PIB del 3,5% y un descenso del 13% en su actividad industrial.
Si tomamos la hipótesis más baja planteada por la burguesía y en ausencia de una segunda ola de la pandemia, se espera que el crecimiento mundial en 2020 experimente una fuerte contracción de al menos un 3%, una disminución mucho más aguda que durante la crisis de 2008-2009.
A continuación, se presenta un resumen de las inciertas perspectivas expresadas por el FMI (que se ajusta al promedio de las previsiones realizadas por los organismos oficiales a nivel internacional del crecimiento en porcentaje del PIB):
País |
2019 |
2020 |
Países avanzados |
2.9 |
-3 |
Eurozona |
1.7 |
-6.1 |
Alemania |
0.6 |
-7 |
Francia |
1.3 |
-7.2 |
Italia |
0.3 |
-9.1 |
España |
2 |
-8 |
Japón |
0.7 |
-5.2 |
GB |
1.4 |
-6.5 |
China |
6.1 |
1.2 |
India |
4.2 |
1.9 |
Brasil |
1.1 |
-5.3 |
Rusia |
1.3 |
-5.5 |
Total mundial |
2.4 |
-4.2 |
A continuación, presentamos las previsiones de evolución del comercio mundial (igualmente en porcentajes):
|
2019 |
2020 |
Importaciones países avanzados |
1.5 |
-11.5 |
Importaciones de países emergentes o desarrollados |
0.8 |
-8.2 |
Exportaciones por países emergentes o desarrollados |
0.8 |
-9.6 |
En estos cuadros se ofrece un panorama general no sólo del proceso recesivo previsto, sino también del nivel de contracción previsto en el comercio mundial.
Una síntesis de nuestra discusión da las siguientes cifras, que son bastante reveladoras:
"La situación sólo es sostenible porque las deudas del Estado y su reembolso son asumidas por los bancos centrales; así pues, la FED está inyectando en la economía de los Estados Unidos 625.000 millones de dólares a la semana, mientras que el Plan Paulson, lanzado en 2009 para detener las quiebras bancarias, fue a nivel mundial de 750.000 millones de dólares (aunque es cierto que en los próximos años se lanzarán otros planes de recompra de deudas por parte de la FED)". "La respuesta más sorprendente de todas ha venido de Alemania, aunque es sólo una parte de una reacción europea más amplia a la aceleración de la crisis económica. La razón por la cual las medidas proyectadas por el gobierno alemán son de especial importancia se explica en un artículo del Financial Times del lunes 23 de marzo: "Las medidas propuestas por Olaf Scholtz, ministro de finanzas, representan una ruptura decisiva con la estricta adhesión del gobierno a la política de "schwarze Null" o "black zero" de presupuestos equilibrados y sin nuevos préstamos"[9] (...) "Desde febrero se han liberado 14.000 mil millones de dólares, para evitar el colapso. Todo esto tiene lugar en un contexto completamente diferente del pasado. ¿Cómo han podido estas políticas 'expansionistas', que han superado las diferencias entre los bancos centrales y los estados, la recuperación, los planes de rescate, cómo pueden ser eficaces?"[10].
Un ejemplo menos conocido es el de China, que es uno de los países más endeudados del mundo, aunque también tiene importantes ventajas que no deben subestimarse. La deuda mundial de China en 2019 equivale al 300% de su PIB, o sea 43 billones de dólares. Además, el 30% de las empresas de China están clasificadas como "empresas zombis". Este es el porcentaje más alto del mundo. También es en este país donde la tasa de utilización de la capacidad de producción es la más baja; de hecho, todos los países desarrollados están experimentando este fenómeno de exceso de capacidad de producción. Oficialmente, las tasas de utilización de la capacidad industrial de las dos principales potencias mundiales - y esto antes de Covid-19 - fueron del 76,4% en China y del 78,2% en Estados Unidos. El paquete de estímulo implementado en China ascendería a 64 billones de dólares, lo cual es faraónico y probablemente destinado en gran parte a la propaganda ideológica. El paquete de estímulo está previsto para un mínimo de cinco a veinte años, e independientemente de cuál sea la realidad, no puede ser ajeno a los objetivos económicos y hegemónicos imperialistas de China. El paquete de estímulo de los Estados Unidos ha alcanzado los 10 billones de dólares. En comparación, el plan de recuperación de la UE parece casi ridículo, ya que, según se informa, asciende a 1,29 billones de dólares en forma de préstamos, financiados en parte por los mercados financieros y en parte directamente por el BCE. En realidad, el dinero inyectado por el BCE en toda la economía, bancos y empresas privadas y en la sombra, asciende a varios miles de millones de euros. ¡Los Estados, especialmente Alemania, garantizarán por mutualización una parte de este plan que será en forma de subvenciones y préstamos reembolsables entre 2028 y 2058! En realidad, la clase burguesa admite que gran parte de la deuda del mundo nunca será pagada. Lo que nos lleva a los aspectos que vamos a discutir ahora.
No podemos describir en el marco de este informe todas las operaciones monetarias en curso en toda su extensión, ni detallar todos los planes de recuperación. Si todo esto parece más allá de la imaginación, el hecho es que el capitalismo está usando esta astronómica creación monetaria para invertir y hacer sus bienes. Desde este punto de vista, la creación monetaria central y privada debe crecer exponencialmente (en diferentes formas) para permitir que se mantenga la acumulación en la medida de lo posible y, en la medida en que la situación actual lo permita, frenar la caída en la depresión. Esta depresión contiene dentro de sí el peligro de la deflación, pero sobre todo de la estanflación. La devaluación de las monedas, incluso más allá de la guerra monetaria actual, se inscribe en la perspectiva de la crisis del capitalismo. La aceleración de la crisis actual es un paso muy significativo en esta dirección. El quid de la cuestión es: en cada país, cada vez más, el capital global está hipotecando el valor futuro que se producirá y realizará para permitir el crecimiento actual y continuar la acumulación. Por lo tanto, es en gran medida gracias a esta anticipación que el capitalismo logra capitalizar e invertir. Este proceso se materializa en el hecho de que, cada vez más, la colosal deuda emitida está cada vez menos cubierta por el plusvalor ya producido y realizado. Esto abre la perspectiva de cada vez más caídas financieras y destrucción de capital financiero. Lógicamente, este proceso implica que el mercado interno de capitales no puede crecer infinitamente, aunque no haya un límite fijo en la materia. En este contexto la crisis de sobreproducción en la etapa actual de su desarrollo plantea un problema de rentabilidad para el capitalismo. La burguesía estima que alrededor del 20% de las fuerzas productivas del mundo están sin utilizar. La sobreproducción de los medios de producción es particularmente visible y afecta a Europa, Estados Unidos, India, Japón, etc.
Esto es importante si queremos establecer cómo el capitalismo de estado debe fortalecerse absolutamente ante la crisis que se avecina, pero también cómo los planes de recuperación contienen límites muy fuertes y pueden provocar efectos cada vez más perversos. Y cómo el "cada uno para sí mismo", en este contexto, es el producto de la descomposición, pero también del creciente estancamiento económico, una tendencia de la que el capitalismo no puede escapar, pero que también es históricamente una dinámica mortal. Será importante en este sentido, en el período venidero, estudiar y comparar la historia de las crisis abiertas del capitalismo, en particular las de 1929, 1945, 1975, 1998, 2008.
La situación que se está abriendo con la muy profunda aceleración de la crisis actual vuelve a poner en primer plano el papel de los estados (y por lo tanto de sus bancos centrales, porque el mito de su independencia ha terminado). Sería interesante mostrar cuáles fueron las políticas económicas, el papel de los Estados y el keynesianismo en términos concretos en los períodos de 1930 y 1945, y luego mostrar la diferencia con la forma en que la burguesía enfrentó la situación en 2008. Hay durante todo este período diferencias de gran importancia: por ejemplo, está la cuestión de la existencia de mercados y zonas extra -capitalistas, pero también la amplitud de la economía mundial y las grandes potencias imperialistas y económicas, además de la cuestión de los bloques, etc. Pero en esta crisis, los planes de recuperación se han hecho en forma de déficit público y deuda estatal y no, como en los años 30 y 40, aprovechando la mayor parte de la plusvalía ya realizada y acaparada, a la que se añadió una parte de deuda que no tiene nada que ver con la de hoy. Los actuales planes de estímulo resultarán cada vez más difíciles de sostener en su financiación, ya que los niveles de deuda que requieren son inversamente proporcionales al crecimiento que generan. Sin embargo, se plantean varias cuestiones.
Las lecciones de la crisis de 1929 llevaron a la burguesía, a pesar de su propia "naturaleza" y en contra de ella, a avanzar hacia una mayor cooperación para frenar en lo posible el desarrollo de su crisis, ya sea mediante políticas keynesianas o mediante la orquestación de la globalización por parte de los Estados. Aunque en la situación actual se produzca efectivamente un retorno a las políticas de tipo keynesiano, en el marco de una tendencia creciente hacia cada uno por su cuenta, su eficacia, en lo que respecta a los medios aplicados, no será comparable con la de períodos anteriores.
Hay que ver a este respecto la tendencia a un mayor peso, en comparación con el período anterior, de las respuestas aisladas de la burguesía a nivel nacional. Por ejemplo, la nueva tendencia consistente en cerrar las fronteras para detener el transporte de pasajeros de un continente a otro, o en cerrar las fronteras nacionales, como si el virus respetara el aislamiento nacional; todo ello es mucho más un reflejo de la impotencia y del estado de ánimo que una decisión de cuarentena con base científica destinada a conjurar el virus. ¿De qué manera hay más riesgo de contraer el virus en un tren internacional entre Stuttgart y París que entre Stuttgart y Hamburgo en un tren nacional? Cerrar las fronteras nacionales no ayuda; expresa los "límites" de los medios de la burguesía.
La repatriación de la producción a los países centrales va en aumento: con la pandemia 208 empresas europeas han decidido traer de vuelta la producción de China: "Según un reciente estudio de 12 industrias mundiales, 10 de ellas -incluidas las industrias de la automoción, los semiconductores y el equipo médico- ya están trasladando sus cadenas de suministro, principalmente fuera de China. Japón ofrece 2.000 millones de dólares a las empresas para que trasladen sus fábricas fuera de China y vuelvan al archipiélago japonés"[11]. Un presidente como Macron, que parece ser un defensor del multilateralismo, ha dicho que "delegar" los suministros de alimentos y médicos es una "locura". Su ministro de finanzas, Bruno Le Maire, llama al 'patriotismo económico' para que los franceses consuman productos nacionales.
En todos los países se favorecen los planes económicos locales, consumiendo preferentemente productos locales o nacionales. Es un repliegue centrífugo que tiende a romper las cadenas de producción industrial, alimentaria y de otro tipo, diseñadas a escala mundial, y que tienen costes muy reducidos.
Puede concluirse, pues, que estas tendencias centrífugas "cada uno por sí mismo" han alcanzado un nuevo nivel, mientras que al mismo tiempo cada país, el Estado y cada banco nacional ha inyectado o prometido inyectar sumas gigantescas (ilimitadas en el caso de Alemania) en la industria. Ninguna de estas medidas ha sido adoptada y armonizada por el BCE o el FMI; hay que añadir que no sólo el populista Trump ha actuado como defensor de cada uno por sí mismo; Alemania -con el acuerdo de los principales partidos- ha actuado en la misma dirección, al igual que Macron. Así pues, populistas o no, todos los gobiernos han actuado en la misma dirección; reduciendo detrás de las fronteras nacionales, "cada uno para sí mismo" - con sólo un mínimo de coordinación internacional o europea.
Las consecuencias de estas acciones parecen ser contraproducentes para todas las capitales nacionales y aún peores para la economía mundial: "Entre 2007 y 2008, debido a una fatídica convergencia de factores desfavorables - malas cosechas, aumento de los precios del petróleo y los fertilizantes, un auge de los biocombustibles, etc. - 33 países limitaron sus exportaciones para proteger su "soberanía alimentaria". Pero el remedio fue peor que la enfermedad. Las restricciones aumentaron los precios del arroz (116%), del trigo (40%) y del maíz (25%), según las estimaciones del Banco Mundial (...). El ejemplo de China, primer país afectado por la epidemia no augura nada bueno: las amenazas a las cadenas de suministro mundiales ya han provocado un aumento del 15% y del 22% de los alimentos en este país asiático desde principios de año".
La burguesía seguro que reaccionará. En el ámbito de la UE, Alemania ha aceptado finalmente la "mutualización de deudas", lo que demuestra que las contra -tendencias funcionan ante esta oleada de descomposición. Tal vez la burguesía estadounidense saque a Trump en las próximas elecciones a favor de los demócratas que son partidarios tradicionales del "multilateralismo"[12]. Además, "el 22 de abril, los 164 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que representan el 63% de las exportaciones agroalimentarias mundiales, se comprometieron a no intervenir en sus mercados. Al mismo tiempo, los ministros de agricultura de 25 países de América Latina y el Caribe firmaron un acuerdo vinculante para garantizar el suministro a 620 millones de personas".
Con el plan de "transición ecológica" y la promoción de una "economía verde", se harán esfuerzos para reorganizar la economía - al menos a nivel de la UE: con el desarrollo masivo de las telecomunicaciones, la aplicación de la robótica y la informática, materiales nuevos y mucho más ligeros, la biotecnología, los aviones no tripulados, los coches eléctricos, etc., la industria pesada tradicional basada en los combustibles fósiles tiende a quedar obsoleta, incluso en el ámbito militar. La imposición de "nuevas normas" de organización económica se está convirtiendo en una ventaja para los países centrales, especialmente Alemania, Estados Unidos y China.
La burguesía luchará paso a paso contra esta marea de fragmentación nacional de la economía. Pero se enfrenta a la fuerza creciente de su contradicción histórica entre la naturaleza nacional del capital y la naturaleza global de la producción. Esta tendencia de cada burguesía a querer salvar su economía a expensas de otras es una tendencia irracional que sería desastrosa para todos los países y para toda la economía mundial, aunque haya diferencias entre los países. La tendencia de cada uno para sí mismo puede ser incluso irreversible y la irracionalidad que la acompaña pone en tela de juicio las enseñanzas extraídas de la crisis de 1929 por la burguesía.
Como el Manifiesto de 1919 de la Internacional Comunista declaró, "El resultado final del modo de producción capitalista es el caos". El capitalismo ha resistido a este caos de muchas maneras durante su decadencia y ha seguido resistiendo durante su fase de descomposición. Las tendencias contrarias seguirán surgiendo. Sin embargo, la situación que se está abriendo hoy en día es una de una importante agravación del caos, especialmente en el terreno económico, que es muy peligroso desde el punto de vista histórico.
La Resolución del 23º Congreso sobre la situación internacional dio el siguiente marco:
"En cuanto al proletariado, estas nuevas convulsiones sólo pueden dar lugar a ataques aún más graves contra sus condiciones de vida y de trabajo a todos los niveles y en todo el mundo, en particular:
- reforzando la explotación de la fuerza de trabajo mediante la continua reducción de los salarios y el aumento de las tasas de explotación y de productividad en todos los sectores;
- continuando el desmantelamiento de lo que queda del Estado de bienestar (restricciones adicionales a los diversos sistemas de prestaciones para los desempleados, la asistencia social y los sistemas de pensiones); y, más en general, abandonando "suavemente" la financiación de todas las formas de asistencia o apoyo social del sector voluntario o semipúblico;
- la reducción por parte de los estados de los costos que representan la educación y la salud en la producción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo del proletariado (y, por lo tanto, los importantes ataques contra los proletarios en estos sectores públicos);
- el agravamiento y el desarrollo de la precariedad como medio para imponer y hacer evolucionar el desempleo masivo en todos los sectores de la clase.
- ataques camuflados detrás de las operaciones financieras, como los tipos de interés negativos que erosionan las pequeñas cuentas de ahorro y los planes de pensiones. Y aunque las tasas oficiales de inflación de los bienes de consumo son bajas en muchos países, las burbujas especulativas han contribuido a una verdadera explosión del costo de la vivienda.
- el aumento del coste de la vida, en particular de los impuestos y el precio de los bienes de primera necesidad". (Punto 23)
Este marco ha sido fuertemente confirmado pero la situación también se ha agravado seriamente con el brote de la pandemia. En el centro de la situación económica está el ataque a las condiciones del proletariado en todo el mundo.
En 2019, según la ONU, 135 millones de personas padecían hambre; en abril de 2020, con el estallido de la pandemia, la ONU proyecta que 265 millones de personas estarán en esta situación. El Banco Mundial declaró en marzo que la población pobre alcanzaría los 3.500 millones de personas con una aceleración repentina de más de 500.000 por mes. Desde entonces este ritmo parece haber continuado, particularmente en América Central y del Sur, así como en Asia, incluidas Filipinas, la India y China. El empobrecimiento de los trabajadores se acelerará. Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), "la presión sobre los ingresos resultante de la disminución de la actividad económica tendrá un efecto devastador sobre los trabajadores que están cerca o por debajo del umbral de pobreza". Entre 8,8 y 35 millones de trabajadores más estarán en la pobreza en todo el mundo, en comparación con la estimación inicial para 2020 (que preveía una disminución de 14 millones en todo el mundo).
En la India y China, el número de proletarios desempleados se cuenta, según el FMI, en cientos de miles. Sitios Web como Bussiness Bourse habla de varios millones de trabajadores que han perdido su trabajo en China. Todas estas cifras deben ser tomadas con mucha precaución ya que a menudo varían de un sitio de noticias a otro. Lo que es cierto aquí es el aspecto masivo de este fenómeno y su rápida extensión debido a la contención y cierre de una gran parte de la actividad mundial. Durante el mismo período, el desempleo masivo ha alcanzado los 35 millones de personas en los Estados Unidos y, a pesar de la excepcional ayuda estatal, las colas en los puntos de distribución de alimentos son cada vez más largas, pareciéndose a las imágenes de los años 30 en los Estados Unidos. El mismo fenómeno se está produciendo en el Brasil, donde los desempleados ya ni siquiera están registrados oficialmente. En Francia el desempleo podría llegar a 7 millones en pocos meses. La explosión del desempleo masivo está tomando el mismo ritmo en Italia y España. En este momento, empiezan a llegar planes de despidos masivos, como en las líneas aéreas y la construcción de aviones, pero también en la industria del automóvil, la producción de petróleo, etc. La lista será cada vez más larga en el próximo período.
En una evaluación inicial de las consecuencias de la pandemia, la OIT estimó que la pandemia causaría la pérdida permanente de 25 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, mientras que la precariedad aumentaría considerablemente: "También se prevé que el subempleo aumente exponencialmente, ya que las consecuencias económicas de la epidemia del virus se reflejan en la reducción de las horas de trabajo y los salarios. En los países en desarrollo, las restricciones a la circulación de personas (por ejemplo, los proveedores de servicios) y bienes pueden anular esta vez el efecto amortiguador que ha tenido el empleo por cuenta propia en esos países"[13]. Además, en la economía informal decenas de miles de trabajadores -que no encajan en ninguna estadística y que no reúnen las condiciones para recibir apoyo financiero del Estado- están sin trabajo. Por el momento es demasiado pronto para tener una idea del nivel de deterioro general de los niveles de vida.
Recortes salariales, aumento de las horas de trabajo, reducción de las pensiones y de las prestaciones sociales. También parece, como en Francia, que la burguesía está tratando de extender el tiempo de trabajo real. Pero también está bajando los salarios directos, en particular por medio de nuevos impuestos, como pretexto. La Unión Europea, por ejemplo, está considerando seriamente un impuesto Covid, ¡un programa completo!
La deuda es cada vez más colosal, y conlleva necesariamente una contrapartida: la intensificación de las medidas de austeridad contra los trabajadores. Es en este marco que debemos examinar el significado de la renta básica universal como medio para contener las tensiones sociales y dar un golpe importante a las condiciones de vida como un paso organizado por el Estado hacia el empobrecimiento universal.
En los países centrales y sobre todo en Europa occidental, la burguesía tratará de administrar los ataques de la manera más juiciosa posible y de hacerlos aplicar de manera "política", provocando las mayores divisiones en el seno del proletariado. Aunque el margen de maniobra de la burguesía en este terreno tenderá a disminuir, no debemos olvidarlo:
"Al mismo tiempo, los países más desarrollados, en el norte de Europa, los EE.UU. y Japón, están todavía muy lejos de tal situación. Por una parte, porque sus economías nacionales están más capacitadas para resistir la crisis, pero también, y, sobre todo, porque hoy en día el proletariado de estos países, y especialmente en Europa, no está dispuesto a aceptar tal nivel de ataques a sus condiciones. Así, uno de los principales componentes de la evolución de la crisis escapa de un estricto determinismo económico y pasa al nivel social, a la relación de fuerzas entre las dos grandes clases de la sociedad, la burguesía y el proletariado". (Resolución del 20º Congreso sobre la situación internacional)
[1] Ver Crisis económica (I) - Treinta años de crisis abierta del capitalismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199901/1175/crisis-economica-i-treinta-anos-de-crisis-abierta-del-capitalismo [77]
[3] 23º Congreso de la CCI: Resolución sobre la situación internacional (2019): los conflictos imperialistas, la vida de la burguesía, la crisis económica https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [79]
[4] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[5] La Vanguardia, 25 abril 2020, "Las zonas de riesgo del sistema financiero [80]".
[6]La Vanguardia, 22 abril 2020, "La quiebra de las petroleras golpeará a los mayores bancos de EE.UU [81]
[7] La Vanguardia, 23 Abril 2020, "Cómo el coronavirus está acelerando el proceso de desglobalización [82]".
[8] Tomado de una contribución a la discusión interna internacional de la CCI
[9] BBC World Service, 6 Abril 2020
[10]Presentación de una reunión de la organización sobre la crisis económica
[12] Sin embargo, dentro del Partido Demócrata se están desarrollando posiciones proteccionistas similares a las de Trump. Dos congresistas demócratas presentaron en marzo de 2020 una propuesta para retirar a los Estados Unidos de la OMC
[13] Informe de la OIT marzo 2020
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La última vez que esta serie examinó específicamente el problema del Estado en el período de transición fue en nuestra introducción a las tesis sobre el Estado producidas por la Izquierda Comunista de Francia (ICF) en 1946[1]. Presentamos este texto como una importante continuación del trabajo de la Izquierda Italiana que, durante la década de 1930, produjo una serie de artículos examinando las lecciones de la derrota de la Revolución Rusa, en la que el problema del Estado era visto como central. Basándose en las advertencias de Marx y Engels contra la tendencia del Estado a alejarse de la sociedad, la caracterización del Estado como un flagelo temporal que el proletariado tendrá que utilizar limitando al mismo tiempo al máximo sus aspectos más dañinos, los artículos de Vercesi y en particular de Mitchell (miembro de la Fracción Belga) ya habían establecido una distinción entre la función necesaria del "Estado proletario" y el poder real, efectivo del proletariado. El texto de la ICF dio un paso adelante al argumentar que el Estado, por su propia naturaleza, es ajeno al proletariado como portador del comunismo y, por lo tanto, de una sociedad sin Estado.
En nuestra introducción a las Tesis observamos algunas debilidades o ambigüedades en el texto del 46 (sobre los sindicatos, el papel del partido, el programa económico de la revolución), la mayoría de las cuales se superarían sustancialmente mediante el proceso de discusión y clarificación que estaba en el centro de las actividades de la ICF. Pero estos avances -especialmente sobre los sindicatos y el partido- se corrigieron en otros textos[3] ya que, hasta donde sabemos, el grupo no produjo más documentos sobre la cuestión del propio período de transición.
Las tesis de 1946 fueron producto del trabajo colectivo de la ICF y redactadas por Marc Chirik, quien jugó un papel clave en la formación y desarrollo teórico del grupo. Cuando el grupo se separó después de 1952 (a pesar de los esfuerzos de Marc para mantenerlo), Marc fue "exiliado" a Venezuela, donde no estuvo involucrado en ninguna actividad política organizada durante más de una década. Sin embargo, este no fue un período de desvinculación de la reflexión política por su parte y tan pronto como los tiempos comenzaron a cambiar, a principios y mediados de los años 60, Marc formó un círculo de discusión con algunos elementos jóvenes, cuyo resultado fue la formación del Grupo Internacionalismo en 1964. Este grupo a su vez posteriormente se convirtió en la sección en Venezuela de la CCI.
Marc regresó a Europa para participar en los acontecimientos históricos de mayo-junio de 1968 y se quedó para ayudar a formar el grupo Révolution Internationale, que se convertiría en la sección francesa de la CCI.
Para la generación de revolucionarios que emergieron de la oleada internacional de luchas que se desató en mayo del 68, la revolución no parecía una perspectiva tan lejana. Varios grupos nuevos y militantes, después de haber redescubierto la tradición de la Izquierda Comunista, no sólo se dedicaron a delimitarse del ala izquierda del capital reapropiándose de las posiciones de clase elaboradas durante el periodo de la contrarrevolución, pero también se sumergieron en debatir el carácter de la anticipada revolución y el camino hacia una sociedad comunista. El enfoque hacia el período de transición y su semi-estado que había sido planteado por la ICF y elaborado por Marc pronto se convirtió en un punto focal para muchos debates apasionados entre los nuevos grupos. La mayoría de RI y los grupos alineados con ella estaban convencidos por los argumentos de Marc, pero se dejó claro desde el principio que este análisis en particular no podía considerarse como una frontera de clase porque la historia aún no había establecido definitivamente su veracidad. Así, el debate continuó en el seno de la recién formada CCI y con otros grupos que participaron en los debates sobre el reagrupamiento internacional de las fuerzas revolucionarias emergentes que marcaron esta fase. El primer número de la Revista Internacional contenía contribuciones sobre el período de transición de Marc (en nombre de Révolution Internationale) y un largo artículo en desarrollo de ideas en la misma línea escritas por el joven CD Ward en nombre de World Revolution en Gran Bretaña, así como un texto de Rivoluzione Internazionale en Italia que argumentaba a favor del carácter proletario del Estado de transición, y una nueva contribución de Perspectiva Comunista, que fue el núcleo de Communist Workers´ Organisation. Estos textos fueron escritos para la conferencia de 1975 que vio la constitución formal de la CCI; Aunque no hubo tiempo para celebrar el debate durante la reunión, se publicaron como contribución a un debate en curso.
No es exagerado decir que estos debates fueron acalorados. El grupo Workers Voice de Liverpool pronto se separó de las discusiones de reagrupamiento, citando la futura posición mayoritaria de la CCI sobre el período de transición como prueba de su carácter contrarrevolucionario, ya que supuestamente significaba en un futuro proceso revolucionario, abogar por un Estado que dominaría a los consejos obreros. Como argumentamos en ese momento ("Sectarismo ilimitado" en World Revolution 3), esta no sólo fue una falsa acusación, sino también en gran medida un pretexto destinado a preservar la autonomía local de WV de la amenaza de ser tragado por una organización internacional más grande; pero otras reacciones de la época revelaron hasta qué punto las adquisiciones de la Izquierda Comunista Italiana se habían perdido en la niebla de la contrarrevolución. En el Segundo congreso de la CCI en 1977, por ejemplo, donde una resolución (y contra-resolución) sobre El Estado en el periodo de transición estaban en el orden del día, un delegado de Battaglia Comunista, que entonces y aún hoy afirma ser la más consistente continuación de la tradición de la Izquierda Italiana, parecía aturdido por la mera noción de cuestionar el carácter proletario del Estado de transición, aún si este punto de vista era una lógica conclusión extraída de las contribuciones de Bilan en los años 1930.
En efecto, aunque la resolución que expresaba la posición mayoritaria fue finalmente adoptada en el Tercer Congreso de la CCI en 1979, en el congreso de 1977 se consideró que el debate no había madurado lo suficiente y debía continuar. Varias de las contribuciones a este debate se publicaron posteriormente en un folleto que muestra la riqueza del debate[4]. En el seno de la CCI, la minoría no era homogénea, sino que tendía a la idea de que la posición de Bilan sobre el Estado en el período de transición había sido la correcta, mientras que la ICF se había alejado de la concepción marxista. Algunos camaradas de la minoría se unieron más tarde a la posición mayoritaria, mientras que otros comenzaron a cuestionar otros desarrollos clave realizados por la ICF y retomados por la CCI, en particular sobre la cuestión del partido. La mayoría de ellos se dispersaron en diferentes direcciones -uno hacia una posición más ortodoxa de los Bordiguistas, otro embarcándose en un breve intento de formar una nueva versión de Bilan (Fraction Communiste Internationaliste), mientras que otros imbuyeron el peligroso brebaje del anarquismo, el Bordigismo y la defensa del llamado "terrorismo obrero" que marcó la trayectoria del Grupo Comunista Internacionalista[5].
En este artículo, nos vamos a centrar en tres contribuciones a la discusión dentro de la CCI de ese periodo escritas por Marck Chirik. Este enfoque continúa y concluye los tres artículos precedentes de esta serie que han considerado la contribución a la teoría comunista hecha por individuos particulares dentro del movimiento político proletario durante el periodo de la contrarrevolución (es decir, Damen, Bordiga, Munis y Castoriadis) Esto no se debe a que nos acerquemos a estos comunistas individuales a la manera de las revistas académicas en las que la teoría siempre es vista como la propiedad intelectual de tal o cual especialista; por el contrario, como militantes de clase, estos camaradas solo podían hacer sus contribuciones con el objetivo de desarrollar algo que, lejos de ser el derecho de autor de los individuos, solo existe para convertirse en la propiedad universal del proletariado: el programa comunista. Pero para nosotros el programa comunista es un trabajo de asociación en el que los camaradas individuales pueden hacer su contribución particular dentro de una colectividad más amplia. Y precisamente la cualidad sobresaliente de Marck Chirik era su capacidad de “universalizar” lo que había adquirido, a través de la experiencia vivida, a nivel organizativo y programático –para transmitirlo a otros camaradas. Así pues, dentro de la historia de la CCI, ha habido una serie de contribuciones importantes a este esfuerzo general por iluminar el camino hacia el comunismo por parte de otros camaradas de la organización – algunos de las cuales mencionaremos en este artículo. Pero no cabe duda de que los textos escritos por MC son ejemplos de su profundo conocimiento del método marxista y merecen ser reexaminados con cierto detalle. Pedimos disculpas de ante mano por la extensión de algunas citas de estos artículos, pero creemos que es mejor dejar que las palabras de Marc hablen por sí mismas en la medida de lo posible.
El artículo publicado en Revista Internacional número 1 es notable por plantear la cuestión de los “periodos de transición” en un amplio marco histórico.
“La historia humana está formada por diferentes sociedades estables vinculadas a un modo de producción determinado y, por lo tanto, a relaciones sociales estables. Estas sociedades se basan en las leyes económicas dominantes inherentes a ellas. Se componen de clases sociales fijas y se basan en superestructuras apropiadas. Las sociedades estables básicas en la historia escrita han sido: sociedad esclavista, sociedad asiática, sociedad feudal y sociedad capitalista.
Lo que distingue los periodos de transición de los periodos en que la sociedad es estable es la descomposición de las viejas estructuras sociales y la formación de nuevas estructuras. Ambos están vinculados al desarrollo de las fuerzas productivas y están acompañados por la aparición y el desarrollo de nuevas clases, así como el desarrollo de ideas e instituciones correspondientes a estas clases. El periodo de transición no es un modo de producción distinto, sino un vínculo entre dos modos de producción: el antiguo y el nuevo. Es el periodo durante el cual los gérmenes del nuevo modo de producción se desarrollan lentamente en detrimento de los viejos, hasta que suplanta el viejo modo de producción y constituyen un nuevo modo de producción dominante.
Entre dos sociedades estables (y esto será cierto para el período entre el capitalismo y el comunismo como lo ha sido en el pasado), el período de transición es una necesidad absoluta. Esto se debe al hecho de que el socavamiento de la base de la existencia de la vieja sociedad no implica automáticamente la maduración y preparación de las condiciones de la nueva. En otras palabras, el declive de la vieja sociedad no significa automáticamente la maduración de la nueva, sino que es sólo la condición para que ésta tenga lugar.
La decadencia y el período de transición son dos fenómenos muy distintos. Cada período de transición presupone la descomposición de la vieja sociedad cuyo modo y relaciones de producción han alcanzado el límite extremo de su posible desarrollo. Sin embargo, cada período de decadencia no significa necesariamente un período de transición, en la medida en que el período de transición representa un paso hacia un nuevo modo de producción. Del mismo modo, la antigua Grecia no disfrutaba de las condiciones históricas necesarias para una transcendencia de la esclavitud; tampoco lo hizo el antiguo Egipto.
Decadencia significa el agotamiento del antiguo modo social de producción; transición significa el surgimiento de las nuevas fuerzas y condiciones que permitirán una resolución y transcendencia de las viejas contradicciones."
En el momento de la redacción de este texto, el movimiento revolucionario emergente ya se enfrentaba a la influencia de los precursores de la actual corriente de "comunización", particularmente en los escritos de Jacques Camatte y Jean Barrot (Dauvé). En efecto, la CCI ya había sufrido una escisión por parte de un grupo de miembros que provenían de la organización trotskista Lutte Ouvrière, pero que rápidamente habían caído en las nociones pseudo-radicales que marcaban lo que en ese momento llamábamos "modernismo": que la clase obrera se había convertido, en esencia, en una clase para el capital, que su lucha por reivindicaciones inmediatas era un callejón sin salida, y que la revolución comunista significaba la inmediata autonegación de la clase obrera en lugar de su afirmación política a través de la dictadura del proletariado. En esta visión, la idea de un período de transición dirigido por el proletariado fue denunciada como la perpetuación del capital: el proceso de comunización obviaría cualquier necesidad de una fase de transición entre el capitalismo y el comunismo[6]. Que tales ideas estaban ganando terreno en el movimiento revolucionario también quedó demostrado por la evolución de uno de los grupos que asistieron a la conferencia -Revolutionary Workers' Group, con sede en Chicago, que también había salido del trotskismo pero que ahora estaba descubriendo la inutilidad de la lucha por las reivindicaciones económicas (ver el Prefacio de la Revista Internacional nº 1). Mientras tanto, el grupo Revolutionary Perspectives insistía en que un bastión proletario aislado debía aislarse conscientemente del mercado mundial mientras implementaba todo tipo de medidas comunistas dentro de sus fronteras: esto era menos una aberración modernista que una tardía apología del "comunismo de guerra" del período 1918-21 en Rusia, pero comparte con los comunizadores la idea de que es posible introducir auténticas medidas comunistas en un solo país o región[7].
El texto de Marc nos proporciona un sólido punto de partida para criticar todos estos enfoques. Por un lado, insiste en que cada nuevo modo de producción ha sido el producto de un período de transición más o menos largo, que "no es un modo de producción distinto, sino un vínculo entre dos modos de producción: el antiguo y el nuevo". Esto se aplica, sin duda, al período de transición al comunismo, que es todo menos un modo de producción estable (que a veces se describe erróneamente como "socialismo"). Al contrario, será el teatro de un combate sostenido para impulsar la transformación comunista de las relaciones sociales contra el inmenso peso económico e ideológico de la vieja sociedad y, de hecho, de los miles de años de sociedad de clases que precedieron al capitalismo. Eso será cierto incluso después de que el proletariado haya conquistado el poder a nivel mundial y es más aplicable a situaciones en que los primeros puestos de avanzada proletaria enfrenten un ambiente capitalista hostil.
Al mismo tiempo, el texto explica que el período de transición al comunismo difiere profundamente de todas las transiciones anteriores:
La consecuencia de todo esto es que el período de transición al comunismo no puede comenzar dentro del capitalismo, a través de una acumulación de cambios económicos que sirven como base del poder de la nueva clase dominante, sino sólo después de un acto esencialmente político - el desmantelamiento violento de la máquina estatal existente. Este es el punto de partida para el rechazo de cualquier idea de que un verdadero proceso de comunización[8] puede comenzar antes de la destrucción del poder mundial de la burguesía. Cualquier cambio económico y social emprendido antes de que se haya alcanzado ese punto son esencialmente recursos, medidas contingentes y de emergencia que no deberían ser pintadas como una especie de "comunismo realmente existente", y su objetivo principal sería reforzar el dominio político de la clase trabajadora en un área determinada.
De hecho, incluso después del comienzo del período de transición propiamente dicho, el texto advierte contra la idealización de las medidas inmediatas adoptadas por la clase obrera:
"En el plano económico, el período de transición consiste en una política económica (y ya no una economía política) del proletariado con miras a acelerar el proceso de socialización universal de la producción y la distribución. Pero la realización de este programa de comunismo integral a todos los niveles, si bien es la meta afirmada y seguida por la clase obrera, seguirá estando sujeta a condiciones inmediatas, coyunturales y contingentes en el período de transición que sólo el puro voluntarismo utópico ignoraría. El proletariado tratará de avanzar inmediatamente en la medida de lo posible hacia su meta, reconociendo al mismo tiempo las inevitables concesiones que se verá obligado a tolerar. Dos peligros amenazan tal política:
Todo el espíritu que recorre el texto es el de un realismo revolucionario. Estamos hablando de la transformación social más radical desde el advenimiento de la especie humana y es absurdo pensar que este proceso - que para la gran mayoría de la humanidad hoy en día es visto como imposible, contrario a la naturaleza humana, o en el mejor de los casos "una bonita idea que nunca funcionaría" - podría de hecho llevarse a cabo de una sola vez: en términos históricos, de la noche a la mañana.
A continuación, el texto esboza algunos aspectos más específicos de esta "política económica", que de hecho siguen siendo bastante generales:
- La socialización inmediata de las grandes concentraciones capitalistas y de los principales centros de actividad productiva.
- Planificación de la producción y la distribución: el criterio de la producción debe ser la máxima satisfacción de las necesidades y ya no la acumulación.
- Reducción masiva de la jornada laboral.
- Aumento sustancial del nivel de vida.
- Intento de abolir la remuneración basada en el salario y en su forma monetaria.
- Socialización del consumo y de la satisfacción de las necesidades (transporte, ocio, alimentos, etc.).
- La relación entre los sectores colectivizados y los sectores de producción que siguen siendo individuales -especialmente en el campo- debe tender a un intercambio colectivo organizado a través de las cooperativas, suprimiendo así el mercado y el intercambio individual.
El texto de Marc comienza con la siguiente advertencia: "es siempre con la mayor precaución que los revolucionarios han planteado la cuestión del período de transición. El número, la complejidad y, sobre todo, la novedad de los problemas que el proletariado debe resolver impide cualquier elaboración de planes detallados de la sociedad futura; cualquier intento de hacerlo corre el riesgo de convertirse en una camisa de fuerza que ahogue la actividad revolucionaria de la clase". Es muy comprensible que Marc sólo nos dé un esbozo muy general de una posible "política económica" del proletariado. Uno de los puntos es demasiado general - "aumento sustancial del nivel de vida"-, pero los otros sí indican la dirección general; y uno marca claramente un avance sobre el texto de 1946, por ejemplo cuando dice que "el criterio de la producción debe ser la máxima satisfacción de las necesidades y ya no la acumulación", ya que el texto de 1946 todavía tendía a ver el "desarrollo de las fuerzas productivas" del proletariado como un proceso de acumulación que sólo puede significar la expansión del valor. De hecho, hoy en día somos muy conscientes de que tanto la crisis económica como ecológica del sistema son el resultado de una "sobreacumulación" y que el verdadero desarrollo tendrá que tomar necesariamente la forma de una profunda transformación y reorganización de las fuerzas productivas acumuladas bajo el capitalismo (implicando, por ejemplo, la conversión de formas de producción, energía y transporte altamente contaminantes, la reducción de las mega-ciudades capitalistas a una escala mucho más humana, la reforestación masiva, etc.).
En cuanto a la distribución del producto social en el período de transición, el texto no se pronuncia sobre el debate de los "bonos de tiempo de trabajo" basado en las propuestas de Marx en la Crítica del Programa Gotha y fuertemente defendidos, por ejemplo, por los comunistas de consejos holandés del GIC en el Grundprinzipien[9] y por la CWO en su más reciente artículo sobre el período de transición[10], pero el texto de Marc marca la pauta al insistir tanto en el intento de deshacerse de las formas salariales y monetarias como en la socialización generalizada del consumo: gratuidad del transporte, comidas comunitarias, etc. En el texto del WR en la Revista Internacional nº 1 la posición es más explícita en su rechazo de los vales de tiempo de trabajo. Aunque Marx no consideraba estos vales como una forma de dinero, ya que no se podían acumular, el artículo de WR sostiene que el sistema de tiempo de trabajo “no va realmente más allá de la noción capitalista de trabajo como un 'intercambio' entre el individuo, el trabajador atomizado y la 'sociedad'. El sistema de bonos de tiempo de trabajo tendería a dividir a los proletarios capaces de trabajar de los que no lo son (situación que bien puede intensificarse en un período de crisis revolucionaria internacional), y además abriría una brecha entre los proletarios y otras capas, inhibiendo el proceso de integración social. Tal sistema exigiría una inmensa supervisión burocrática de la labor de cada trabajador, y degeneraría muy fácilmente en una forma de salarios monetarios en un momento de declive de la revolución (estos inconvenientes se aplican tanto al período de la guerra civil como al propio período de transición).
Un sistema de racionamiento bajo el control de los consejos obreros se prestaría más fácilmente a la regulación democrática de los recursos totales de un bastión proletario y al fomento de sentimientos de solidaridad entre todos los miembros de la clase. Pero no nos hacemos ilusiones de que éste o cualquier otro sistema represente una 'garantía' contra el retorno de la esclavitud asalariada en su forma más desnuda".
Sin embargo, no creemos que se pueda decir con mayor certeza que en 1975 que este debate sobre las medidas económicas inmediatas del proletariado en el poder se ha resuelto de una vez por todas. Por el contrario, si bien puede y debe continuar hoy (nos proponemos volver a la cuestión en un futuro artículo de esta serie), solo puede resolverse con una futura praxis revolucionaria.
Una vez definido el carácter general del período de transición, el texto reafirma la posición sobre el Estado que ya había sido esbozada por el texto de la ICF en 1946:
"La sociedad de transición sigue siendo una sociedad dividida en clases y, por lo tanto, surgirá necesariamente en ella esa institución propia de todas las sociedades divididas en clases: el ESTADO. Con todas las limitaciones y medidas cautelares con las que rodearemos esta institución (los funcionarios serán elegidos y revocables, su consumo será igual al de un trabajador, existirá una unificación entre las funciones legislativas y ejecutivas, etc.), y que hacen de este estado un 'semi-estado', no debemos perder nunca de vista la naturaleza histórica antisocialista, y por lo tanto anti- proletaria y esencialmente conservadora, del Estado. El Estado sigue siendo el guardián del statu quo.
Reconocemos la inevitabilidad de esta institución que el proletariado tendrá que utilizar como un mal necesario para: romper la resistencia de la menguante clase capitalista y preservar un marco administrativo y político unido en este período en que la sociedad todavía está desgarrada por intereses antagónicos.
Pero rechazamos categóricamente la idea de hacer que este Estado sea el abanderado del comunismo. Por su propia naturaleza ('naturaleza burguesa en su esencia'--Marx), es esencialmente un órgano para la conservación del statu quo y una restricción del comunismo. Por lo tanto, el Estado no puede identificarse con el comunismo ni con el proletariado que es portador del comunismo. El proletariado es, por definición, la clase más dinámica de la historia ya que lleva a cabo la supresión de todas las clases, incluida la suya propia. Por eso, al utilizar el Estado, el proletariado expresa su dictadura no a través del Estado, sino sobre el Estado. Por eso el proletariado no puede permitir bajo ninguna circunstancia que esta institución (el Estado) intervenga con violencia dentro de la clase, ni que sea el árbitro de las discusiones y actividades de los órganos de clase - los consejos y el partido revolucionario".
Fue esta posición en particular -la naturaleza conservadora y no proletaria del Estado- que fue objeto de argumentos divergentes dentro de la CCI, no sólo con respecto al Estado de transición, sino al Estado en general.
El folleto de 1981 incluía un texto de Marc llamado 'Los orígenes del Estado y demás cuestiones’, que era una respuesta a un texto[11] escrito por dos camaradas de la minoría, M y S, defendiendo la noción de Estado proletario sobre la base de un examen de los orígenes históricos del Estado. M y S argumentaban que, dado que el Estado es en esencia la creación y el instrumento de una clase dominante, puede desempeñar un papel revolucionario en períodos en que esa clase es en sí misma una fuerza revolucionaria o al menos activamente progresista, mientras que sólo está condenado a desempeñar un papel reaccionario cuando esa clase en sí misma se vuelve decadente u obsoleta. Por lo tanto, su texto rechaza la definición del Estado como "conservador" en su naturaleza esencial. En cuanto a su función esencial, es como un instrumento de represión de una clase por otra. Por consiguiente, durante el período de transición el Estado puede y debe tener un carácter proletario, ya que no es más que la creación de la clase obrera con el fin de ejercer su dictadura.
En su respuesta, Marc ofrece una breve pero perspicaz historia de la forma en que el movimiento proletario ha desarrollado, a través de sus propios debates y sobre todo de sus propias experiencias en la lucha de clases, su comprensión de la cuestión del Estado: desde las primeras ideas de Babeuf y los Iguales sobre la conquista del Estado por la revolución armada hasta las intuiciones de los utópicos sobre el comunismo como una sociedad sin Estado; desde la crítica de la adoración al Estado de Hegel por el joven Marx hasta las lecciones extraídas por la Liga de los Comunistas de las revoluciones de 1848 y sobre todo por Marx y Engels de la Comuna de París de 1871, cuando se hizo evidente por primera vez que el Estado existente debía ser desmantelado y no conquistado. A continuación, se mencionan los estudios sobre el comunismo primitivo de Morgan que permitieron a Engels analizar los orígenes históricos del Estado, pasando por las fuerzas, debilidades y percepciones incompletas de Lenin en relación con la experiencia de la Revolución Rusa, y finalmente a los esfuerzos de la Izquierda Comunista para sintetizar y desarrollar todos los avances realizados por las expresiones precedentes del movimiento obrero. El objetivo aquí es mostrar que nuestro entendimiento del problema del Estado y el período de transición no es el producto de una ortodoxia marxista invariable, sino que ha evolucionado y de hecho continuará evolucionando a la luz de la experiencia real y la reflexión sobre esa experiencia.
El núcleo central del texto es la referencia al famoso pasaje de Engels sobre cómo el Estado aparece por primera vez en el largo período de transición cuando la sociedad comunista primitiva está dando paso al surgimiento de divisiones de clase definidas - no como la creación consciente ex nihilo de una clase dominante sino como una emanación de la sociedad en cierta etapa de su desarrollo: "El Estado no es, por lo tanto, de ninguna manera un poder impuesto a la sociedad desde el exterior; tampoco es 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como sostiene Hegel. Más bien, es un producto de la sociedad en una etapa particular de desarrollo; es la admisión de que esta sociedad se ha involucrado en una autocontradicción insoluble y está dividida en antagonismos irreconciliables que no puede exorcizar. Pero para que estos antagonismos, clases con intereses económicos conflictivos, no se consuman a sí mismos y a la sociedad en una lucha infructuosa, se ha vuelto necesario un poder, aparentemente por encima de la sociedad, para moderar el conflicto y mantenerlo dentro de los límites del 'orden'; y este poder, surgido de la sociedad, pero colocándose por encima de ella y alienándose cada vez más de ella, es el Estado".[12]
Marc explica que esto no significa que el Estado tenga un papel neutral o mediador en la sociedad, pero muestra que simplemente definir el Estado como 'cuerpo de hombres armados' cuya función es ejercer la represión contra las clases explotadas u oprimidas es inadecuado, porque el papel principal del Estado es mantener unida a la sociedad y esta represión nunca será suficiente. De ahí la necesidad de utilizar instituciones ideológicas, formas de representación política, etc. Como dijo Marx en El rey de Prusia y la reforma social (1844), "desde el punto de vista político, el Estado y la organización de la sociedad no son dos cosas diferentes. El estado es la organización de la sociedad" - con la calificación, por supuesto, de que todavía estamos hablando de una sociedad dividida en clases.
Marc vuelve entonces a Engels para subrayar que esta función de organizar la sociedad, de mantenerla unida, significa preservar las relaciones de producción existentes y por lo tanto "Como el Estado surgió de la necesidad de mantener a raya los antagonismos de clase, pero también surgió en lo más reñido de la lucha entre las clases, normalmente es el Estado de la clase dominante económicamente más poderosa, que por sus medios se convierte también en la clase políticamente dominante, y por lo tanto adquiere nuevos medios de mantener y explotar a la clase oprimida"[13] .
Sin embargo, esta necesaria identificación con el Estado por parte de las clases explotadoras del pasado no se aplica al proletariado porque, como clase explotada, no tiene su propia economía. Y podemos agregar: ante una situación en que el viejo Estado se ha desmantelado y la vieja sociedad burguesa está en condiciones de disolverse, el proletariado todavía necesitará un instrumento para impedir que los conflictos entre él y las demás clases no explotadoras desgarren la sociedad. Y como esta situación es, en cierto sentido, un retorno a las condiciones originales que llevaron a la formación del Estado, las formas estatales aparecerán, surgirán, se manifestarán, le guste o no a la clase obrera. Y precisamente por ello, el Estado de transición, por mucho que el proletariado pueda dominarlo, no será un órgano puramente proletario, sino que -como ya pudo discernir la Oposición Obrera en relación con el Estado soviético en 1921- tendrá un carácter "heterogéneo"[14], basado en comunas territoriales o en organismos de tipo soviético en los que estará necesariamente representada toda la población no explotadora.
En cuanto al papel "conservador" del Estado, es necesario aclarar el texto original de 1946, en el que se dice que "en el curso de la historia, el Estado ha aparecido como un factor conservador y reaccionario". Pero conservador y reaccionario no son exactamente lo mismo. La función del Estado es siempre conservadora en el sentido de proteger, codificar y estabilizar los acontecimientos que tienen lugar en la economía y la sociedad. Dependiendo de la época, este papel puede servir globalmente al desarrollo progresivo de las fuerzas productivas; en períodos de decadencia, el mismo papel se vuelve abiertamente reaccionario en el sentido de mirar hacia atrás, preservando todo lo que es pasado y obsoleto. La diferencia clave con la minoría no estaba aquí, sino en su idea de que el movimiento dinámico -el movimiento hacia el futuro- provenía del Estado y no de la sociedad. Un artículo publicado en la Revista Internacional 11[15] y firmado por RV argumenta con fuerza que, incluso en la revolución burguesa, a la cual los camaradas de la minoría les gustaba más referirse como ejemplo de que el Estado era un instrumento revolucionario, el movimiento realmente radical que impulsaba el derrocamiento del viejo régimen venía de "abajo", del movimiento "plebeyo" en las calles, las asambleas generales en las "secciones", o la primera Comuna de París de 1793 - que se enfrentaban constantemente a las fronteras económicas y políticas impuestas por el poder estatal central de la burguesía en su búsqueda de orden y estabilidad. Esto es aún más cierto en el caso de la revolución proletaria, donde la transformación comunista dirigida por la clase obrera tendrá que ir constantemente más allá de los límites legalmente definidos por la organización oficial de la sociedad de transición, el Estado.
En el tercer texto, publicado en 1978 en la RInt 15[16], Marc profundiza en algunas de las cuestiones planteadas en los dos artículos anteriores, pero en particular recoge y desarrolla una idea clave en la cita de Engels utilizada en el artículo anterior: "este poder, surgido de la sociedad, pero que se sitúa por encima de ella y se aleja cada vez más de ella, es el Estado".[17]
Como señala Marc, el reconocimiento del Estado como una de las manifestaciones más primordiales de la alienación del hombre de sí mismo, o de lo que puede ser, es una de las primeras ideas políticas de Marx y fue clave para su Crítica de la filosofía hegeliana:
"En su Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel[18], con la que comenzó su vida como pensador y militante revolucionario, Marx no sólo luchó contra el idealismo de Hegel que sostenía que la idea era el punto de partida de todo movimiento (haciendo de la “idea el sujeto, el sujeto real, o propiamente dicho, el predicado” en todos los casos, como escribió en la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, también denunció con vehemencia las conclusiones de esta filosofía, que hacen del Estado el mediador entre el hombre social y el hombre político universal, el reconciliador de la escisión entre el hombre privado y el hombre universal. Hegel, constatando el creciente conflicto entre la sociedad civil y el Estado, quiso que la solución de esta contradicción se encontrara en la autolimitación de la sociedad civil y en su integración voluntaria en el Estado, pues, como dijo, "sólo en el Estado el hombre tiene una existencia conforme a la razón" y "todo lo que el hombre es, se lo debe al Estado y es allí donde reside su ser". Todo su valor y realidad espiritual, el hombre sólo los tiene a través del Estado" (Hegel, La Razón en la Historia). Contra esta delirante apología del Estado, Marx dijo que 'la emancipación humana sólo se completa cuando el hombre ha reconocido y organizado sus propias fuerzas como fuerzas sociales, de modo que la fuerza social ya no está separada de sí misma en forma de fuerza política', es decir, el Estado (de La cuestión judía)".
Por lo tanto, desde el principio, el trabajo teórico de Marx tomó una posición contra el Estado como tal, que era un producto, una expresión y un factor activo de la alienación de la humanidad. En contra de la demanda de Hegel de fortalecer el Estado y de absorber la sociedad civil, Marx insistió resueltamente en que la desaparición del Estado era sinónimo de emancipación de la humanidad, y que esta noción fundamental se enriquecería y desarrollaría a lo largo de su vida y su obra.
Esto se argumenta de manera más explícita en la sección de la Crítica que trata sobre la cuestión del voto, que para Hegel mantenía estrictamente la separación entre la asamblea legislativa y la sociedad civil, ya que los electores no ejercían en ningún sentido un mandato sobre los elegidos. Marx veía un potencial diferente, si el voto iba a ser universal y si "los electores tenían la opción de deliberar y decidir sobre los asuntos públicos por sí mismos o de delegar a individuos específicos para que realizaran estas tareas en su nombre". El resultado de tal "democracia directa" sería este:
"En el sufragio irrestricto, tanto activo como pasivo, la sociedad civil se ha elevado por primera vez a una abstracción de sí misma, a la existencia política como su verdadera existencia universal y esencial. Pero el pleno logro de esta abstracción es a la vez también la trascendencia [Aufhebung] de la abstracción. Al establecer su existencia política como su verdadera existencia, la sociedad civil ha establecido simultáneamente su existencia civil, en distinción de su existencia política, como no esencial. Y con una separada, la otra, su opuesto, cae. Dentro del Estado político abstracto, la reforma del voto adelanta la disolución [Auflösung] de este estado político, pero también la disolución de la sociedad civil".
Estas palabras pueden estar todavía redactadas en el lenguaje de la democracia, pero también tienden a trascenderla, ya que anticipan no sólo la disolución del Estado sino también de la sociedad civil - es decir, burguesa. Y en el año siguiente Marx escribirá la "Introducción" a la Crítica, que a diferencia de ésta última se publicó en realidad (en los Anales francoalemanes de 1844) y compondrá los Manuscritos económicos y filosóficos. En el primero, Marx identifica al proletariado como el agente del cambio revolucionario, y en el segundo, declara definitivamente que el comunismo es el único futuro posible para la sociedad humana.
Volviendo al texto de Marc, es significativo que de nuevo enmarque toda su línea de investigación en un arco histórico muy amplio. Al igual que en el texto anterior sobre los orígenes del Estado, donde habla con cierto detalle sobre la sociedad "gentilicia" y su desaparición, comienza con la disolución de la sociedad comunista primitiva y el primer surgimiento del Estado. El define esto como la antítesis o negación inicial que asegura que todas las sociedades de clases subsiguientes, a pesar de todos los cambios que han tenido lugar de un modo de producción a otro, mantengan una unidad y continuidad esenciales - hasta la futura abolición de las clases y, por lo tanto, la desaparición del Estado, que es la síntesis, la "Negación de la negación, la restauración de la comunidad humana en un nivel superior".
En toda la larga época de la primera negación, de la sociedad de clases, el Estado tiende cada vez más a perpetuarse a sí mismo y a sus propios intereses privados, a alienarse cada vez más de la sociedad. Así, el poder cada vez más totalitario del Estado alcanza su punto culminante en el fenómeno del capitalismo de Estado que pertenece a la época de la decadencia del capitalismo. "Con el capitalismo, la explotación y la opresión han alcanzado un paroxismo, porque el capitalismo es el producto condensado de todas las sociedades anteriores de explotación del hombre por el hombre. El Estado en el capitalismo ha logrado su destino, convirtiéndose en el monstruo horrible y sangriento que conocemos hoy en día. Con el capitalismo de Estado ha realizado la absorción de la sociedad civil, se ha convertido en el gestor de la economía, en el jefe de la producción, en el amo absoluto e indiscutible de todos los miembros de la sociedad, de sus vidas y actividades; ha desatado el terror y la muerte y ha presidido una barbarie generalizada".
Por lo tanto, todo este proceso es clave para medir la distancia entre la humanidad tal como podría ser y la humanidad tal como está ahora: en resumen, la espiral de alienación de la humanidad, que ha llegado a su punto más extremo en la sociedad burguesa. En oposición a esto corre el "movimiento real", el desarrollo del comunismo, que, como condición previa a su futuro florecimiento, debe asegurar el marchitamiento del Estado, cumpliendo la promesa de Marx de un tiempo "en que el hombre ha reconocido y organizado sus propias fuerzas como fuerzas sociales".
Esta visión panorámica de la historia nos permite entender mejor la naturaleza esencialmente conservadora del Estado, su necesario antagonismo con la dinámica que surge de la esfera social, la humana:
"Debemos tener mucho cuidado de no caer en la confusión y el eclecticismo que sostiene que el Estado es a la vez conservador y revolucionario. Esto daría la vuelta a la realidad y abriría la puerta al error de Hegel que hace del Estado el sujeto del movimiento de la sociedad.
La tesis de la naturaleza conservadora del Estado, que se preocupa sobre todo de su propia conservación, está estrecha y dialécticamente vinculada a la noción de que la emancipación de la humanidad puede identificarse con la desaparición del Estado".
En el artículo de Marc, en el párrafo que abre esta sección, se señala que el error cardinal de Hegel sobre la historia, en el que ve la verdadera fuerza que avanza como el Estado, también se comete el error a nivel lógico, en su confusión entre sujeto y predicado, idea y realidad, que Marx también critica ampliamente en la Crítica: "La familia y la sociedad civil son los presupuestos del Estado; son las cosas realmente activas; pero en la filosofía especulativa se invierte. Pero si la Idea se hace sujeto, entonces los sujetos reales -sociedad civil, familia, circunstancias, capricho, etc. - se vuelven irreales y asumen el significado diferente de los momentos objetivos de la Idea".
El artículo de la Revista Internacional 15 también entra en mayores detalles sobre la forma del Estado en el periodo de transición:
"Podemos proponer los siguientes principios para la estructura de la sociedad de transición:
1. Toda la población no explotada se organiza sobre la base de soviets territoriales o comunas, centralizados de abajo hacia arriba, y dando lugar al Estado-Comuna.
2. Los trabajadores participan en esta organización soviética, individualmente como todos los miembros de la sociedad, y colectivamente a través de sus órganos de clase autónomos, en todos los niveles de la organización soviética.
3. El proletariado se asegura de tener una representación preponderante en todos los niveles, pero especialmente en los niveles superiores.
4. El proletariado conserva y mantiene una completa libertad en relación con el Estado. El proletariado no subordina en ningún caso el poder de decisión de sus propios órganos, los consejos obreros, al del Estado, sino que debe procurar que ocurra lo contrario.
5. En particular, no tolerará la injerencia del Estado en la vida y la actividad de la clase organizada; le privará de todo derecho o posibilidad de reprimir a la clase obrera.
6. El proletariado conserva sus armas fuera de todo control del Estado".
Estas perspectivas no son recetas para los libros de cocina del futuro; "no se basan en modo alguno en ideas o principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo" (Manifiesto Comunista). Al contrario, son las conclusiones que hay que sacar de la experiencia real de la Revolución Rusa. Aquí, en su primer período heroico, los órganos específicos de la clase obrera -comités de fábrica, Guardias Rojas, soviets elegidos por las asambleas de los lugares de trabajo- formaban parte de una red más amplia de soviets que abarcaba a toda la población no explotadora. Pero el esbozo de Marc sobre la estructura del Estado de transición hace más explícita la necesidad de que la clase obrera ejerza su control sobre este aparato estatal general, una idea que hasta ahora sólo estaba implícita en la Revolución Rusa, por ejemplo, en la noción de que los votos de las asambleas obreras y los delegados deben contar más que los votos de los delegados de los campesinos y otras clases no explotadoras. Al mismo tiempo, el bosquejo supera ciertos errores clave cometidos en la Rusia de 1917, en particular el hecho de que, una vez iniciada la Guerra Civil en 1918, las milicias de las fábricas, los Guardias Rojos, fueron disueltos en el Ejército Rojo territorial. Esto significó que los trabajadores se vieron privados de un instrumento crucial para defender sus intereses específicos, incluso contra el Estado de transición y su ejército, si fuera necesario. El párrafo que sigue en el texto de Marc también insiste en otra lección esencial de la experiencia rusa:
"Sólo nos queda afirmar que el partido político de la clase no es un órgano estatal. Durante mucho tiempo los revolucionarios no mantuvieron este punto de vista, pero esto fue un signo de la inmadurez de la situación objetiva y de su propia falta de experiencia. La experiencia de la Revolución Rusa ha demostrado que este punto de vista es obsoleto. La estructura de un Estado basado en partidos políticos es típica de la democracia burguesa, del Estado burgués. La sociedad en el período de transición no puede delegar su poder a los partidos políticos, es decir, a organismos especializados. El semi- estado se basará en el sistema soviético, en la participación directa y constante de las masas en la vida y el funcionamiento de la sociedad. Esto implica que las masas pueden en cualquier momento retirar a sus representantes, reemplazarlos, ejercer un control constante y directo sobre ellos. La delegación del poder a los partidos, de cualquier tipo, reintroduce la división entre el poder y la sociedad y, por lo tanto, es una barrera importante para su emancipación.
Además, la asunción o la participación en el poder estatal por parte del partido proletario alterarán profundamente sus funciones, como lo demuestra la experiencia rusa. Sin entrar en una discusión sobre la función del partido y su relación con la clase -lo que plantea otro debate-, basta con decir aquí que las exigencias contingentes del Estado terminarían prevaleciendo sobre el partido, haciéndolo identificar con el Estado y separarse de la clase, hasta el punto de oponerse a ella".
Hay que preguntarse sobre este esbozo de un posible Estado de transición del futuro. Se basa en el principio fundamental de que el proletariado, como única clase comunista, debe mantener en todo momento su autonomía de todas las demás clases. La traducción directa de este concepto es el llamado a los consejos obreros a ejercer su dictadura sobre el Estado, y la composición social de estos consejos es clara: son consejos de toda la ciudad compuestos por delegados elegidos por todos los lugares de trabajo de esa ciudad. El problema para nosotros es que esta noción fue planteada en un momento - en los años 70 - en que la clase obrera todavía tenía un sentido definido de identidad de clase y, en los países centrales del capital, se concentraba en grandes lugares de trabajo como fábricas, minas, astilleros, etc. Pero en las últimas décadas estas concentraciones han sido en gran medida disueltas por el proceso de "globalización" y la clase obrera no sólo ha sido atomizada materialmente por estos cambios sino que también ha sido sometida a una implacable ofensiva ideológica, sobre todo desde el colapso del llamado "comunismo" después de 1989: una ofensiva basada en la idea de que la clase obrera ya no existe, que es ahora, en el mejor de los casos, una especie de subclase, incluso una subclase racial, como en la repugnante noción de que la clase obrera es por definición "blanca". De la misma manera, nuestra clase se ha fragmentado aún más por el proceso de "Uberización" que busca presentar a cada trabajador como un empresario individual. Pero sobre todo ha sido asaltada por la propaganda que afirma que la lucha de clases es un anacronismo total y que sólo puede conducir no a la formación de una sociedad más humana, sino a las peores formas de terror de Estado, como en la URSS de Stalin[19].
Estos cambios y campañas han traído grandes dificultades para la clase obrera y plantean verdaderos problemas sobre la formación de los consejos obreros del futuro. No es que la idea de los consejos haya desaparecido totalmente o se haya convertido en un mero apéndice de la democracia burguesa. La noción subyacente apareció, por ejemplo, en las asambleas de masas del movimiento de los Indignados en España en 2011 - y contra aquellos grupos como Democracia Ahora que querían usar las asambleas para dar una especie de vida vampírica al sistema parlamentario, había quienes en el movimiento argumentaban que estas asambleas eran una forma más alta de autogobierno que el viejo sistema parlamentario. La mayoría de los protagonistas de estas asambleas eran efectivamente proletarios, pero eran principalmente estudiantes, desempleados, trabajadores precarios, y superaron su atomización reuniéndose en las plazas de las ciudades o en asambleas de barrios más locales. Al mismo tiempo, había poca o ninguna tendencia a celebrar asambleas en los lugares de trabajo más grandes.
En cierto sentido, esta forma de organización de asambleas fue una vuelta a la forma de la Comuna en 1871, que estaba formada por delegados de los barrios (pero sobre todo de los barrios obreros) de París. Los consejos obreros o soviets de 1905 o 1917 habían sido un paso adelante respecto de la Comuna porque eran un medio definitivo para permitir a la clase organizarse como clase. La forma "territorial", por el contrario, es mucho más vulnerable a la idea de que son los ciudadanos los que se reúnen, no una clase con su propio programa, y vimos esta debilidad muy claramente en el movimiento de los indignados. Y más recientemente, las revueltas sociales que han ido arrasando el globo desde el Medio Oriente hasta Sudamérica han mostrado aún más claramente el peligro del interclasismo, de que el proletariado se ahogue en las protestas de la población en general, que están dominadas por la ideología democrática por un lado y, por otro, por la violencia desesperada y desorganizada que caracteriza al lumpen proletariado[20].
No podemos estar seguros de cómo se abordará este problema en un futuro movimiento de masas, que bien puede ver al proletariado organizándose mediante una combinación de asambleas de masas en el lugar de trabajo y en la calle. También puede ser que la autonomía de la clase obrera tenga que asumir un carácter más directamente político en el futuro: en otras palabras, que los órganos de clase de la próxima revolución se definan mucho más que en el pasado sobre la base de su capacidad de asumir y defender posiciones políticas proletarias (como la oposición al parlamento y a los sindicatos, el desenmascaramiento de la izquierda capitalista, etc.). Esto no implica de ninguna manera que los lugares de trabajo, y los consejos que emanan de ellos, dejarán de ser un foco crucial para el encuentro de la clase obrera como clase. Este será ciertamente el caso en países como China, cuya frenética industrialización ha sido el contrapunto a la desindustrialización de partes del capitalismo en Occidente. Pero incluso en este último, todavía hay concentraciones considerables de trabajadores en sectores como la salud, transporte, comunicación, administración y educación (y el sector manufacturero)…). Y hemos visto algunos ejemplos de cómo los trabajadores pueden superar las desventajas de estar dispersos en pequeñas empresas, por ejemplo, en la lucha de los trabajadores del acero en Vigo, España, en 2006, donde asambleas de huelguistas en el centro de la ciudad agruparon a los trabajadores de varias pequeñas fábricas de acero. Volveremos a estas cuestiones en un futuro artículo. Pero lo que es seguro es que, en cualquier levantamiento revolucionario futuro, la autonomía de clase del proletariado implicará una verdadera asimilación de la experiencia de las revoluciones anteriores y, sobre todo, de la experiencia del Estado post-revolucionario. Podemos decir con cierta confianza que la crítica del Estado elaborada por una línea de revolucionarios que vincula a Marx, Engels y Lenin con Bilan y Marc Chirik tanto en la ICF como en la CCI, será indispensable para la readquisición, por parte de la clase obrera, de su propia historia y, por tanto, para la realización de su futuro comunista.
C D Ward, agosto de 2019
[1] https://en.internationalism.org/internationalreview/201403/9523/aftermath-world-war-two-debates-how-workers-will-hold-power-after-re [85]
[2] Varios artículos y nuestros análisis pueden encontrarse aquí: https://en.internationalism.org/series/395 [86]
[3] Por ejemplo: https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4055/sobre-la-naturaleza-y-la-funcion-del-partido-politico-del-proletar [87]
[4]El folleto original de El periodo de transición del capitalismo al socialismo está agotado, pero pueden solicitarse fotocopias. Ver también en https://es.internationalism.org/series/488 [88] y https://es.internationalism.org/content/4459/debate-sobre-el-comunismo-y-el-periodo-de-transicion-del-capitalismo-al-comunismo [89]
[5] La evolución de este grupo, en particular su apología del terrorismo y sus amenazas violentas contra camaradas de la CCI, se sale de las fronteras del campo proletario, ver: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/516/para-que-sirve-el-grupo-comunista-internacionalista-gci [90]
[6] Uno de los grupos que más recientemente se ha convertido a esta idea es Internationalist Perspective (internationalist-perspective.org/IP/ip-texts/communisation.html). Una respuesta interesante a quienes rechazan la necesidad del periodo de transición fue publicado en 2014 por CWO (https://www.leftcom.org/en/articles/2014-10-07/the-period-of-transition-and-its-dissenters [91]
[7] Ver nuestra crítica de Dauvé sobre los acontecimientos de España en 1936 https://en.internationalism.org/wr/230_Fbarrot.htm [92]. También Las confusiones del FOR sobre Octubre 1917 y España 1936 (https://es.internationalism.org/content/4388/las-confusiones-del-sobre-octubre-1917-y-espana-1936 [93] ) y ¿Una revolución más profunda que la revolución rusa de 1917? https://es.internationalism.org/cci/200602/754/2-una-revolucion-mas-profunda-que-la-revolucion-rusa-de-1917 [94]
[8] En sí mismo el término comunización es válido, ya que es perfectamente cierto que las relaciones sociales comunistas no son producto de los decretos del Estado sino del "movimiento real que suprime el estado de cosas actual” como dijo Marx. Pero rechazamos la idea de que este proceso pueda tener lugar sin la toma del poder por la clase obrera.
[9] El comunismo no es una "buena idea", Vol. 3 Parte 10, "Bilan, la Izquierda Holandesa y la transición al comunismo", Revista Internacional 151, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201305/3732/bilan-la-izquierda-holandesa-y-la-transicion-al-comunismo [95]
[10] Ver nota de pie de página 6.
[11] "El Estado en el período de transición", S y M, mayo de 1977
[12] El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Capítulo IX https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/index.htm [96]
[13] Engels utiliza el término "normalmente" porque continúa diciendo que "los períodos excepcionales, sin embargo, ocurren cuando las clases en conflicto son casi tan iguales en fuerzas que el poder estatal, como mediador aparente, adquiere por el momento una cierta independencia en relación con ambos. Esto se aplica a la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII, que equilibra la nobleza y la burguesía entre sí; y al bonapartismo del Primer y particularmente del Segundo Imperio Francés, que enfrentó al proletariado contra la burguesía y a la burguesía contra el proletariado". Marc comenta estas excepciones en "Orígenes del Estado y demás cuestiones", dando ejemplos en los que, en el marco de la sociedad de clases, la forma de Estado que corresponde generalmente al modo de producción dominante puede servir también para proteger las relaciones de producción que han reaparecido después de una larga ausencia, como es el caso de la esclavitud en los siglos XVII-XIX.
[14] “1921: El proletariado y el periodo de transición”, Revista Internacional 100, https://en.internationalism.org/internationalreview/200001/9646/1921-proletariat-and-transitional-state [97]
[15] "Estado y dictadura del proletariado", https://es.internationalism.org/revista-internacional/197710/1075/estado-y-dictadura-del-proletariado [98]
[16] “El Estado en el período de transición” Revista Internacional 115, https://en.internationalism.org/content/2648/state-period-transition [99]
[17] El Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado, Capítulo IX
[19]El informe sobre la lucha de clases del último congreso de la CCI se centra en esta cuestión de la identidad de clase. https://es.internationalism.org/content/4452/informe-sobre-la-lucha-de-clases-formacion-perdida-y-reconquista-de-la-identidad-de [101]
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pandemias_del_pasado.pdf [104] | 192.33 KB |
En su libro publicado en 2017, ``Pale Rider´´[1] (``La Grande Tueuse´´ en francés, La Gran Cazadora en español), Laura Spinney, periodista científica, nos muestra cómo el contexto internacional y el funcionamiento de la sociedad en 1918 contribuyeron de forma decisiva al desenlace de lo que acabó llamándose la ``Gripe española´´: ``En esencia, lo que nos enseña la gripe española es que una nueva gripe pandémica es inevitable. Pero su resultado neto – ya sean 10 o 100 millones de víctimas – sólo depende de la sociedad en la que se origina´´. El mundo lleva ya muchos meses enfrentándose al Covid-19, lo que nos lleva a cuestionarnos qué nos enseña esta pandemia sobre el mundo en el que vivimos. La relación entre el desarrollo de los contagios, por un lado, y la organización del Estado y de la sociedad por otro, no es algo que concierne exclusivamente al brote de Gripe española de 1918-20. El marxismo ya ha descubierto efectivamente que el modo de producción, en cualquier época, condiciona toda la organización social y, por extensión, todo lo que afecta a los individuos de esa sociedad.
En la época del declive del Imperio Romano Occidental, las condiciones de vida y la política expansionista imperial posibilitaron que ciertos bacilos (un tipo de bacterias), agentes de la plaga, se propagaran como un incendio, desatando una hecatombe sobre toda la población: ``… los baños públicos se convirtieron en placas de Petri: las aguas fecales se atascaban y descomponían en los pueblos y ciudades; los graneros eran auténticos criaderos de ratas; las rutas comerciales que conectaban todo el Imperio ayudaron a propagar la epidemia desde el Mar Caspio hasta el Muro de Adriano[2], con una rapidez nunca vista´´[3].
La Peste Negra, que asoló la Europa del siglo XIV, halló lo necesario para expandirse tanto en el desarrollo del comercio con Asia, Rusia y Oriente Medio como en el avance de las guerras, ligadas particularmente a la islamización de regiones asiáticas.
Estas dos pandemias representaron fielmente el declive de las sociedades esclavista y feudal, arrasando partes importantes de las mismas y desorganizándolas. No es la enfermedad en sí la que provoca la caída de un sistema de producción, sino, sobre todo, la decadencia de estos sistemas la que favorece la expansión de los microorganismos. La Plaga de Justiniano y la Peste Negra contribuyeron, e indudablemente dieron impulso, a la expansión de fuerzas destructivas que se habían puesto en marcha hacía ya mucho tiempo.
Desde los inicios del capitalismo, las enfermedades han sido un obstáculo constante para el buen funcionamiento de la producción, limitando la fuerza de trabajo indispensable para la creación del valor y maniatando las ambiciones imperialistas al debilitar a los ejércitos en campaña.
El virus de la Gripe española empezó a afectar a la especie humana cuando el capitalismo mundial necesitaba, más que nunca, una fuerza de trabajo al máximo nivel de capacidad. Sin embargo, esta necesidad dependía de las condiciones que, a su vez, fueron el semillero de la pandemia que mató a entre 50 y 100 millones de seres humanos; entre el 2’5 y el 5% de la población mundial. El mundo de la Gripe española estaba sumido en la guerra. Habiéndose iniciado cuatro años antes y a punto de acabar, la Primera Guerra Mundial ya había forjado un mundo “nuevo”: el del capitalismo en decadencia, las crisis económicas interminables y las tensiones imperialistas en alza constante.
Pero la guerra aún no había acabado. Las tropas seguían masificándose tanto en el frente como en retaguardia, creando las condiciones idóneas para los contagios. El transporte de soldados de América a Europa, en particular, se hizo por barco en condiciones lamentables: el virus se propagó enormemente y, por supuesto, con los desembarcos, los soldados llevaron el virus a la población local. Al acabar la guerra, las desmovilizaciones y la vuelta a casa de los soldados fueron un poderoso vector del desarrollo de la epidemia, y mucho más al tratarse de soldados debilitados, malnutridos y que habían recibido una atención médica bajo mínimos durante cuatro años de guerra. Al tratarse de la Gripe española se piensa necesariamente en la guerra, pero esta no fue el único factor de propagación de la enfermedad; nada más lejos de la verdad. El mundo de 1918 era un mundo en el que el capitalismo ya se había impuesto a sus anchas; en el que sus intereses lo habían hecho expandirse e imponer condiciones terribles de explotación. Era un mundo en el que los trabajadores eran hacinados en masa al pie de las fábricas, en un ambiente de miseria, desnutrición y servicios sanitarios inexistentes en su mayor parte. Si los obreros enfermaban, se les mandaba de vuelta a su pueblo, donde acababan infectando a la mayoría de los habitantes. Era un mundo donde los mineros eran confinados bajo tierra durante todo el día, picando piedras para extraer carbón, oro u otros minerales que, a menudo, expulsaban sustancias químicas que destruían sus órganos y debilitaban sus sistemas inmunológicos; por la noche, los obreros y sus familias dormían en espacios reducidos. Era también el mundo del esfuerzo bélico, para el que la enfermedad no podía ser impedimento para que los obreros siguieran yendo a trabajar y, por tanto, contagiaran a sus compañeros.
En general, el mundo de la Gripe española era a su vez un mundo en el que no había apenas conocimiento sobre el origen de las enfermedades y sus vectores de contagio. La teoría de los gérmenes, que propuso el concepto de los agentes infecciosos externos al organismo que sufre la enfermedad, apenas había terminado de nacer. Si bien se había empezado a observar a ciertos microorganismos, la existencia de los virus era aún una hipótesis marginal: 20 veces más pequeños que una bacteria, los virus no eran observables para los microscopios ópticos de la época. La medicina se había desarrollado poco aún y era inaccesible a la gran mayoría de la población. Los remedios tradicionales y todo tipo de supersticiones dominaron la lucha contra una enfermedad desconocida, a menudo vista como algo terrible y sobrecogedor.
La envergadura del desastre humano que supuso la pandemia de Gripe española debió haberla convertido en la última gran catástrofe sanitaria de la humanidad. Las lecciones que pudieron extraerse de ella, la subsiguiente investigación sobre enfermedades infecciosas, el desarrollo tecnológico sin precedentes desde los inicios del capitalismo… todo ello podría llevarnos a pensar que la humanidad tendría que ser capaz de ganarle la partida a las enfermedades.
La clase dominante comprende los riesgos que entraña la cuestión sanitaria para su sistema. Este entendimiento no implica ninguna razón humanitaria o progresista, sino la voluntad de hacer lo que esté en su mano para que la fuerza de trabajo se vea afectada lo menos posible y siga siendo lo más productiva y rentable que se pueda. Esta preocupación de la burguesía apareció ya en el ascenso histórico del capitalismo, tras las pandemias de cólera en Europa en los años 1803 y 1840. El desarrollo del capitalismo vino acompañado de una intensificación del intercambio comercial internacional y, al mismo tiempo, de la comprensión de que los patógenos no se detenían ante las fronteras impuestas por el capitalismo[4]. La burguesía empezó entonces a sostener una política sanitaria multilateral, con las primeras convenciones internacionales de 1850, y sobre todo con las creación de la Oficina Internacional de Higiene Pública (IOPH por sus siglas en inglés) en 1907. En aquel momento el objetivo de la burguesía estaba más que claro: se trataba de medidas destinadas esencialmente a salvaguardar a los países industriales y proteger su indispensable crecimiento comercial y económico. La IOPH contaba sólo con 13 países miembros. Tras la guerra, la Liga de las Naciones creó un comité de higiene de vocación más internacional (abarcando su campo de acción hasta el 70% del planeta) y con un programa que apuntaba abiertamente a asegurar que hasta el último engranaje de la máquina capitalista funcionara correctamente, mediante la promoción de medidas sanitarias. Tras la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar un acercamiento más sistemático a la cuestión sanitaria con la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y especialmente con la creación de un programa para la mejora de los estándares sanitarios, dirigido no ya a los Estados miembros sino a toda la población mundial. Provista de los medios necesarios, la OMS organizó y financió sus operaciones en torno a un gran número de enfermedades, poniendo énfasis en la prevención e investigación.
Nuevamente, nada nos llama a ver aquí un aparente arrebato de humanitarismo por parte de la clase dominante. En el marco de la Guerra Fría, las medidas sanitarias eran vistas como una forma de asegurarse, tras la post-guerra, la posibilidad de obtener una fuerza de trabajo lo más productiva y numerosa posible, logrando conservar, durante este periodo de reconstrucción, una cierta presencia y dominación sobre los países en desarrollo y sus poblaciones: la prevención era vista como una forma de ahorrar costes frente al cuidado hospitalario.
A su vez, empezaron a desarrollarse las investigaciones y medicamentos que permitían una mejor comprensión de los agentes infecciosos, de su funcionamiento y de los medios para combatirlos, en particular los antibióticos gracias a los cuales empezaron a tener cura una cantidad cada vez mayor de enfermedades bacterianas, así como el desarrollo de vacunas. Se llegó al punto de que la burguesía, en los años 70, empezó a creer que la guerra estaba ganada y que buena parte de las enfermedades infecciosas eran cosa del pasado: el progreso de las vacunaciones, en especial de niños, y el acceso a un sistema sanitario mejor preparado, llevó a que enfermedades infantiles como el sarampión y las paperas fueran ya poco frecuentes; la viruela, junto con la poliomielitis, fueron erradicadas en casi todo el mundo[5]. El capital podía contar entonces con una fuerza de trabajo invulnerable, con total disposición para ser explotada.
El desarrollo anárquico del capitalismo en su fase de decadencia histórica, ya comenzado el siglo XX, generó una intensa transición demográfica, una aguda destrucción medioambiental (en especial por la deforestación), intensificación del desplazamiento de personas, urbanización descontrolada, inestabilidad política y cambios climáticos que son, además, factores de origen y difusión de enfermedades infecciosas[6]. Así, a finales de los años 70, apareció una nueva pandemia vírica que aún hoy afecta a toda la especie humana: el SIDA. Las esperanzas de la burguesía murieron antes de nacer, ya que al mismo tiempo el sistema capitalista entró en el último periodo de su vida: su descomposición histórica. El origen y consecuencias de la descomposición del capitalismo escapan al tema de este artículo, pero podemos subrayar que las manifestaciones más explosivas de esta descomposición afectaron muy rápidamente a la cuestión sanitaria: el ``cada uno a la suya´´, la visión a corto plazo y la pérdida de control paulatina de la burguesía sobre su propio sistema, todo ello en el contexto de una crisis económica aún más profunda, que cada vez es más difícil de contrarrestar para la clase dominante[7].
La pandemia actual de Covid-19 es una manifestación ejemplar de la descomposición histórica del capitalismo. Es resultado de la cada vez mayor incapacidad de la clase dominante para solucionar un problema que se planteó ya, en principio, con la creación de la OMS en 1947: llevar la mejor cobertura sanitaria posible a la población. Un siglo después de la Gripe española, el conocimiento científico acerca de las enfermedades, su origen, sus agentes infecciosos, los virus… se ha desarrollado a un nivel incomparable. La codificación genética permite a día de hoy identificar virus, monitorizar sus mutaciones y desarrollar vacunas más eficaces. La medicina ha hecho progresos inmensos y se ha ido imponiendo cada vez más a las tradiciones y la religión. Se ha dotado, a su vez, de una importante dimensión preventiva.
Sin embargo, es la impotencia de los Estados y el pánico ante lo desconocido lo que ha dominado las medidas tomadas ante la pandemia de Covid-19. Mientras que hace ya un siglo que la humanidad alcanzó un estado de dominio progresivo sobre las leyes naturales, actualmente nos hallamos ante una situación donde ocurre cada vez más lo contrario.
El Covid-19 está muy lejos de ser un relámpago en un cielo azul: el VIH ya nos avisó de las pandemias que podía traer el futuro. Pero es que además, desde entonces han aparecido también el SARS, el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), la Gripe porcina, el Zika, el Ébola, el Chikungunya (parecido al Zika y propagado por mosquitos), el BSE (enfermedad de las vacas locas)… algunas enfermedades que habían desaparecido, o casi desaparecido, como la tuberculosis, el sarampión, la rubeola, el escorbuto, la sífilis o la sarna, junto con la poliomielitis, han vuelto a aparecer. Todos estos signos deberían haber sido suficientes para que hubiera habido más investigación y acciones preventivas; lo cual no fue el caso en absoluto. Y no fue por negligencia o fallo de cálculo, sino porque el capitalismo en descomposición, necesariamente, es cada vez más y más prisionero de visiones cortoplacistas que le llevan a perder paulatinamente el control de sus propias herramientas de regulación, las mismas que hasta ahora le habían permitido limitar los daños causados por la competencia sin frenos en la que participan todos los actores del mundo capitalista.
En los años 80 empezaron a hacerse notar las primeras críticas de Estados miembros de la OMS sobre el coste excesivo de las estrategias de prevención, sobre todo por el hecho de que no suponían ningún beneficio directo para sus capitales nacionales. Empezaron a decaer las vacunaciones. Empezó a ser más difícil acceder a la sanidad como resultado de los recortes en los sistemas sanitarios públicos. Este paso atrás, colateralmente, dio origen a la ``medicina alternativa´´ que empezó a nutrirse del clima de irracionalidad favorecido por la descomposición. Así, un siglo después de la época en la que ni siquiera se sabía que estas enfermedades las provocaba un virus, el ``remedio´´ recomendado contra el Covid es el mismo que el que se prescribía para la Gripe española (descanso, alimentarse e hidratarse).
La ciencia ha perdido credibilidad a nivel global, y con ella, el crédito y los subsidios que la acompañaban. Las investigaciones sobre virus, enfermedades infecciosas y los medios para combatirlas se han parado en seco en casi todas partes por falta de fondos. Y no porque sean costosas, sino porque su falta de rentabilidad inmediata las convierte en una inversión sin interés. La OMS ha abandonado su investigación sobre la tuberculosis, siendo interpelada por el gobierno norteamericano con amenazas de cesar su contribución financiera (la más importante para la OMS, el 25% del total) si no se centra en enfermedades que EEUU considera más prioritarias.
Las necesidades de la ciencia, que sigue tendiendo a trabajar a largo plazo, no son compatibles con las restricciones que le impone un sistema en crisis, dominado por una acuciante necesidad de obtener beneficios inmediatos de todas sus inversiones. Por ejemplo, tras reconocerse a nivel global que el virus del Zika era un agente patogénico, responsable de descensos en la tasa de natalidad, no hubo investigación alguna ni se llegó a dar término al desarrollo de ninguna vacuna. Dos años y medio después, se pospusieron los ensayos clínicos. La ausencia de mercado, tras dos epidemias, hizo que ni un solo Estado o farmacéutica invirtiera en la investigación[8].
A día de hoy la OMS ha quedado reducida al silencio, y la investigación sobre enfermedades está en manos de un Banco Mundial que exige un enfoque basado en el beneficio (con la implementación de su indicador DALY, que maneja un ratio de costes/beneficios en cifras de años de vidas perdidas).
Así, cuando un especialista en el coronavirus como Bruno Canard, habla de ``un trabajo a largo plazo que debería haber comenzado en 2003 con la llegada del primer SARS´´, y cuando su compañero virólogo, Johan Neyts, habla con pesar de que ``por 150 millones de euros podríamos haber tenido, en 10 años, un antiviral de amplio espectro contra el coronavirus que se podría haber entregado a los chinos en enero. Habiendo hecho esto, no estaríamos en la situación en la que estamos hoy´´[9], se posicionan en contra de la dinámica actual del capitalismo.
Estamos ante la demostración de lo que Marx ya escribió en 1859 en la Contribución a la crítica de la economía política: ``Al alcanzar cierto nivel de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes (…) De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en obstáculos´´.
Mientras que la humanidad posee mejores medios científicos y tecnológicos que nunca para combatir a las enfermedades, la continuación de la sociedad capitalista supone un obstáculo para la realización de estos medios.
La humanidad, en el año 2020, es capaz de entender a los organismos vivos en todas sus formas y sabe cómo describir su funcionamiento, mientras que al mismo tiempo se ve forzada a asumir los ``remedios´´ de la época en la que reinaba el oscurantismo. La burguesía cierra sus fronteras para protegerse del virus tal y como lo hizo en el siglo XVIII, cuando se levantó un muro para aislar Provenza de la plaga. Se pone en cuarentena a enfermos o casos sospechosos, se cierran los puertos a barcos extranjeros… justo como en los tiempos de la Peste Negra. Poblaciones enteras son confinadas, se cierran espacios públicos, se prohíben reuniones y actividades, se decretan toques de queda… justo como en las grandes ciudades estadounidenses en la época de la Gripe española.
No se ha pensado en nada más efectivo que esto desde entonces, y el retorno de estos métodos violentos, arcaicos y obsoletos muestra la impotencia de la clase dominante al enfrentarse a la pandemia. La competencia, pilar del capitalismo, no desaparece ante tan grave situación: cada capital nacional debe superar al otro o morir. Así, al mismo tiempo que empezaban a acumularse las muertes y los hospitales empezaban a no ser capaces de admitir a un solo paciente más, todos los Estados intentaban confinar a todo el mundo, algunos más tarde que otros. Unas semanas más tarde, nos encontramos ante la urgencia de levantar los confinamientos y poner en marcha cuanto antes la máquina de la economía para la conquista de mercados competitivos. Estas medidas no mostraron otra cosa más que desprecio por la salud humana y se tomaron a pesar de las advertencias de la comunidad científica de que el SARS-Covd 2 estaba aún más que vivo y en proceso de mutación. La clase dominante no es capaz de ir más allá de la lógica de la competencia absoluta que reina sobre todos los niveles de su sociedad. Simplemente es incapaz de configurar una estrategia común de lucha contra el virus, como también se da en el caso del cambio climático.
La Plaga de Justiniano precipitó la caída del Imperio Romano y su sistema esclavista; la Peste Negra empujó al feudalismo a su final. Estas pandemias fueron producto de sistemas en decadencia en los que ``las fuerzas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes´´, y fueron a su vez factores de aceleración de su caída. La pandemia de Covid-19 también es producto de un orden mundial en decadencia y descomposición; y también impulsará su desaparición.
¿Debería alegrarnos una caída del capitalismo acelerada por la pandemia? ¿Podría avanzar el comunismo como lo hizo el capitalismo sobre las ruinas de la sociedad feudal? La comparación con las pandemias del pasado acaba aquí. En las sociedades esclavista y feudal las bases de una organización nueva, adaptada al desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, ya estaban presentes en la vieja sociedad. Los métodos de producción existentes, habiendo alcanzado ya su límite, dejaron sitio a una nueva clase dominante capaz de portar relaciones de producción nuevas y más adecuadas. A finales de la Edad Media, el capitalismo ya había asumido una parte considerable de la producción social.
El capitalismo es la última sociedad de clases de la historia. Tras haber puesto bajo su control la casi-totalidad de la producción humana, no puede dejar sitio a ninguna otra forma de organización antes de desaparecer, y no hay otra sociedad de clases que pueda reemplazarlo. La clase revolucionaria, el proletariado, debe antes que nada destruir el presente sistema para poder sentar las bases de una nueva era. Si una serie de pandemias u otras catástrofes precipitaran la caída del capitalismo, y el proletariado fuera incapaz de reaccionar e imponerse con sus propias fuerzas… entonces todo el conjunto de la humanidad sería arrastrado a la destrucción.
Lo que está en juego en nuestra era reside, ciertamente, en la capacidad de la clase obrera para resistir la desorganización e ineficacia del capitalismo, y desde ahí, en si progresivamente será capaz de ir entendiendo sus fundamentos y asumiendo su responsabilidad histórica. Así es como termina la cita anteriormente mencionada de Marx:
``Al alcanzar cierto nivel de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes (…) De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en obstáculos. Se abre así una época de revolución social´´.
GD (octubre 2020)
[1] https://www.science.org [105]
[2] Construido en el centro de Inglaterra por dicho emperador en el siglo II
[4] ``A new twenty-first century science for effective epidemics response´´, Nature, Colección de Aniversario nº150, vol. 575, noviembre 2019, p. 131
[5] Íbid, p. 130
[6] Íbid
[7] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[8] Íbid, p. 134
[9] ``Covid-19 on the track of future treatments´´, Le Monde, 6 octubre 2020
https://es.internationalism.org/content/4746/balance-del-24o-congreso-in... [107]
https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situaci... [108]
https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-eco... [109]
https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y... [110]
https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-c... [111]
https://es.internationalism.org/content/4761/informe-de-noviembre-de-202... [112]
https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resoluc... [113]
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En artículos anteriores de esta serie hablamos de las condiciones en las que la Tercera Internacional, o Internacional Comunista (IC), fue fundada en marzo de 1919[1]. Tratándose de circunstancias tan difíciles, los revolucionarios de la época no consiguieron clarificar todos los nuevos problemas y desafíos a los que se enfrentaba el proletariado.
Además, el proceso de reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias estuvo marcado por la falta de una actitud firme en la defensa de los principios revolucionarios a la hora de fundar la Internacional. Esta es una de las lecciones que la Fracción italiana de la izquierda comunista, agrupada en torno a la revista Bilan, y sobre todo la Gauche Communiste de France (Internationalisme) extrajeron de la experiencia de la IC: "este método ‘laxo’ y su obsesión por hacer crecer sus filas lo máximo posible a expensas del programa y unos principios claros, llevó a la formación de partidos de masas: auténticos gigantes con pies de barro, ya predispuestos a caer bajo el impulso del oportunismo"[2].
Mientras que el Congreso fundacional supuso un auténtico paso adelante en la unificación del proletariado mundial, la evolución de la IC en los años subsiguientes estuvo marcada, esencialmente, por los retrocesos que desarmaron a la revolución frente a las fuerzas contrarrevolucionarias, que empezaban a ganar terreno cada vez más. El oportunismo rampante en las filas del Partido no fue eliminado, como previeron Lenin y los bolcheviques. Muy al contrario, con la degeneración de la revolución, el oportunismo acabó asumiendo un papel predominante, acelerando el final de la IC como partido de clase. Esta dinámica oportunista, ya notable en el Segundo Congreso, fue profundizándose tanto a nivel programático como organizativo, como intentaremos demostrar en este artículo.
Tras el Tercer Congreso de la IC[3], los revolucionarios empezaron a comprender que la revolución era algo más complicado de lo que creían. A pocos días de acabar el Congreso, Trotsky analizaba la situación de esta forma:
"El Tercer Congreso constata la ruina de las bases económicas de la dominación burguesa. Al mismo tiempo, pone enérgicamente en guardia a los obreros conscientes contra la creencia ingenua que piensa que de ello resulta, automáticamente, la caída de la burguesía, provocada por las ofensivas incesantes del proletariado. El instinto de conservación de la clase burguesa jamás había creado métodos de defensa y de ataque tan variados como en el presente. Las condiciones económicas de la victoria de la clase obrera ya están maduras. Sin esta victoria, están aseguradas la ruina y la pérdida de toda la civilización, ruina y pérdida que nos amenazan en un futuro más o menos próximo. Pero esta victoria solamente puede ser lograda con una dirección razonable de los combates y, en primer lugar, con la conquista de la mayoría de la clase obrera. Esta es la principal enseñanza del tercer congreso"[4].
Esto está a años luz del arrogante entusiasmo del Congreso Fundacional, en cuyo discurso de clausura proclamaba Lenin que "la victoria de la revolución proletaria en todo el mundo es inevitable. La fundación de una República Soviética internacional está en camino". En el periodo subsiguiente, el asalto del proletariado se estrella contra la respuesta de la burguesía en varios países. Especialmente notorio fue el fracaso del asalto al poder en Alemania en 1919, cuya relevancia fue subestimada por los revolucionarios.
Tal y como lo veía la mayor parte de la IC, la crisis del capitalismo y su paso a la decadencia histórica solo podía acabar llevando a las masas al camino de la revolución. Sin embargo, la conciencia de la envergadura del objetivo a conseguir y de los medios para alcanzarlo estaba a un nivel muy por debajo del que se necesitaba, como puso en evidencia, particularmente, el Segundo Congreso, el cual estuvo marcado por una serie de dificultades que contribuyeron a aislar al proletariado en Rusia:
Si bien la burguesía mundial no había conseguido hasta entonces aniquilar por completo a la revolución proletaria, sí consiguió aislar férreamente lo que constituía su núcleo: la Rusia de los Soviets. Aunque Lenin describió la situación como "un equilibrio que, aunque altamente precario e inestable, permite la existencia de la República Socialista – no por mucho tiempo, desde luego – bajo el cerco capitalista"[7], podemos afirmar en retrospectiva que los numerosos fracasos y dificultades que tuvieron lugar entre 1920 y 1921 fueron la antesala de la derrota de la oleada revolucionaria. En este contexto de grandes dificultades debemos analizar la política de la IC. Una política que, en muchos aspectos, expresaba un repliegue cada vez más evidente hacia el oportunismo.
La cuestión nacional era uno de los asuntos sin resolver del movimiento revolucionario cuando se fundó la IC. Aun siendo cierto que los revolucionarios habían apoyado algunos movimientos de liberación nacional durante el periodo ascendente del capitalismo, no se trataba de una cuestión de principios. El debate surgió durante el periodo precedente a la Primera Guerra Mundial. Rosa Luxemburgo fue una de las primeras en entender que la entrada del capitalismo en su fase de decadencia significaba que todos los Estados nacionales pasaban a adoptar un carácter imperialista. Consecuentemente, la lucha de una nación para liberarse de otra tiene como único objetivo la defensa de los intereses de una burguesía con respecto a los de otra, y en ningún caso concierne a los intereses de la clase obrera[8].
Los bolcheviques adoptaron la posición del centrismo socialdemócrata, ya que el derecho de los pueblos a la autodeterminación aparecía en su programa de 1903. "A pesar de la oposición a esta postura, tanto dentro como fuera del partido, los bolcheviques la mantuvieron con tenacidad, lo cual puede explicarse por el hecho de que la Rusia zarista era la representante “por excelencia” de la opresión nacional (“cárcel de los pueblos”, al decir de Lenin) y que en tanto que partido que formaba parte de la llamada “Gran Rusia”-geográficamente hablando, claro- los bolcheviques consideraron que defender el derecho de las naciones oprimidas por Rusia a separarse, era la mejor forma de ganarse la confianza de las masas de aquellos países. Aunque esta posición acabara por resultar errónea, se basaba en una perspectiva proletaria. En un periodo en el que los “social-imperialistas” de Alemania y Rusia, o de cualquier otra parte, argumentaban en contra del derecho de los pueblos oprimidos por el imperialismo alemán o ruso a luchar por la liberación nacional, la consigna de la autodeterminación fue propugnada por los bolcheviques para socavar las bases de esos imperialismos y crear así las condiciones de una futura unificación de los trabajadores, tanto en los países opresores como en los oprimidos"[9]. Al tiempo que Lenin consideraba que el ``derecho de las naciones a la autodeterminación´´ había pasado a ser una demanda obsoleta en los países occidentales, para él la situación era diferente en las colonias, donde el estallido de movimientos de liberación nacional constituiría una parte de la formación de un capitalismo independiente que contribuiría al surgimiento de la clase obrera. En estas condiciones, la autodeterminación nacional seguía siendo una consigna progresista para Lenin y la mayoría del Partido Bolchevique.
Rosa Luxemburgo, al comprender que el imperialismo no era simplemente una especie de saqueo perpetrado por los países desarrollados a expensas de los atrasados, sino la expresión de la totalidad de las relaciones capitalistas a escala global fue capaz de desarrollar una lúcida crítica de las luchas de liberación nacional en general y de la posición de los bolcheviques en particular. Contrariamente a la visión fragmentada de los bolcheviques, que consideraban que el proletariado tenía objetivos diferentes según su localización geográfica, Rosa Luxemburgo asumió la perspectiva de un proceso global, en el contexto de un mercado mundial que iría encontrándose con obstáculos cada vez más insuperables: "En este contexto, es imposible que ninguna nación nueva entre en el mercado mundial con bases independientes, o que lleve a cabo el proceso de acumulación primitiva fuera de la barbarie generalizada que gobierna el ajedrez mundial"[10]. Por tanto, "en este medio imperialista moderno no puede haber guerras de defensa nacional".
La capacidad de Rosa para entender el hecho de que ninguna burguesía nacional podía ya operar al margen del sistema imperialista mundial la llevó a criticar la política nacional de los bolcheviques tras 1917, cuando los soviets aceptaron la independencia de Ucrania, Finlandia, Lituania, etc., en aras de ``ganarse a las masas´´. La siguiente cita supone una asombrosa profecía de las consecuencias que tendría esa política nacional de la IC durante la década de 1920: "Una tras otra, estas “naciones” utilizaron la libertad recientemente adquirida para aliarse con el imperialismo alemán como enemigos mortales de la Revolución Rusa y, bajo la protección de Alemania, llevar dentro de la misma Rusia el estandarte de la contrarrevolución"[11].
La primera vez que se sometió a discusión la cuestión nacional en la IC fue durante el Segundo Congreso Mundial. Ya desde el inicio, con la concepción errónea del imperialismo que tenían los bolcheviques, en particular, el Congreso consideró: "se debe tomar una orientación que apunte a la formación de una alianza lo más fuerte posible entre la Rusia soviética y todos los movimientos de liberación colonial y nacional. La forma de esta alianza debe determinarla el grado de desarrollo del movimiento comunista del proletariado de cada país, o del movimiento de liberación democrático-burgués de los obreros y campesinos de países o nacionalidades atrasadas"[12]. El Congreso de los Pueblos de Oriente, celebrado en Bakú entre el 1 y el 8 de septiembre de 1920, recibió la tarea de poner en práctica las orientaciones del Segundo Congreso Mundial que había terminado unas pocas semanas antes. Reunió cerca de 1900 delegados, procedentes principalmente de Oriente Próximo y Asia. Mientras que casi dos tercios de las organizaciones representadas se autodenominaban comunistas, su adherencia era extremadamente superficial. "Las élites nacionales se sentían más atraídas por la organización y efectividad de las formas de acción que proponían los bolcheviques que por su ideología comunista"[13]. Esta es la razón por la que el Congreso se convirtió en un gran bazar de múltiples estratos y clases sociales que asistían por los más variados motivos, siendo los menos de ellos la intención firme de trabajar conscientemente por el desarrollo de la revolución proletaria mundial. La descripción de la composición del Congreso, que dio Zinoviev al Comité Ejecutivo de la IC tras su regreso de Bakú, habla por sí misma: "El Congreso de Bakú estaba compuesto por una fracción comunista y una gran mayoría sin partido. Esta última estaba a su vez dividida en dos grupos: uno formado efectivamente por elementos sin partido, incluyendo representantes de los campesinos y poblaciones semi- proletarias de las ciudades, y el otro formado por elementos que decían no pertenecer a ningún partido, pero que en realidad eran miembros de partidos burgueses"[14].
Para muchos delegados, la formación de un movimiento comunista revolucionario en el Este era algo secundario, o simplemente, no les interesaba. Para muchos de ellos, lo vital era asegurarse el apoyo de la Rusia soviética a la hora de expulsar al colonialismo británico y hacer realidad sus sueños de soberanía nacional.
¿Cuál fue la actitud de los representantes de la IC hacia estas demandas, evidentemente burguesas? En vez de defender el internacionalismo proletario con la mayor de las firmezas, la delegación de la IC aseguró su apoyo a los movimientos nacionalistas burgueses, y llamó a los pueblos del Este a unirse a ``la primera y verdadera Guerra Santa bajo la bandera roja de la Internacional Comunista´´, y librar así una cruzada contra ``el enemigo común, el imperialismo británico´´.
Estas importantes concesiones a los partidos nacionalistas, junto a todas las medidas que se aprobaron en Bakú, fueron dictadas por las necesidades de la defensa de la República soviética y no por los intereses de la revolución mundial. Esta posición central de la IC, asumida en su Segundo Congreso, demostró hasta qué punto las tendencias oportunistas habían ganado terreno. Ciertamente, hubo quienes criticaron estas tentativas de conciliar el nacionalismo con el internacionalismo proletario: Lenin advirtió del peligro de "pintar el nacionalismo de rojo", y John Reed, que estuvo presente en Bakú, se opuso a ese "desfile de demagogia", aunque "estas reacciones no atacaron en su raíz el curso oportunista que estaba empezando a tomarse, quedándose en un terreno centrista de conciliación con expresiones abiertas de oportunismo, y escondiéndose detrás de las Tesis del Segundo Congreso, que por decirlo eufemísticamente, escondían una multitud de pecados contra el movimiento revolucionario"[15].
El retroceso de la revolución en Europa occidental y el aislamiento del proletariado en Rusia en las condiciones más dramáticas, llevaron gradualmente a la IC a convertirse en instrumento de la política exterior bolchevique – de los mismos bolcheviques que, al ir pasando los años, empezaban a convertirse en los administradores del capital ruso[16]. Esta fatal evolución de la situación, parcialmente debida a las ideas erróneas de los bolcheviques sobre la relación entre clase, partido y Estado en el periodo de transición, se debió principalmente a la degeneración irreversible de la revolución desde la década de 1920 en adelante[17].
Fue sobre todo en nombre de la defensa del Estado soviético por lo que los bolcheviques y la IC forjaron alianzas, o apoyaron directamente, a los movimientos de liberación nacional. A partir de 1920, el Partido mundial daría su apoyo al movimiento de Kemal Atatürk, cuyos intereses estaban en las antípodas de los de la Internacional, como admitió Zinoviev. Esta alianza se justificó como un medio para expulsar a los británicos de la región, e incluso después de que este mismo movimiento ejecutara a los líderes del Partido Comunista de Turquía, la IC siguió viendo potencial en él, manteniendo su alianza con un país cuya posición geográfica era de importancia estratégica para el Estado ruso. Nada de esto impidió que Kemal rompiera el pacto y se aliara con la Entente en 1923.
Si bien la política de apoyo a los movimientos de liberación nacional fue simplemente, durante un determinado periodo, una posición errónea dentro del movimiento obrero, para finales de la década de 1920 se había convertido en la estrategia imperialista de una potencia capitalista como cualquier otra. El apoyo de la IC a los nacionalistas del Kuomintang en China llevó a la masacre de los obreros de Shanghái en 1927, lo cual fue un episodio decisivo en su proceso de degeneración[18]. Previamente, la IC ya había dado su apoyo al movimiento nacionalista liderado por Abd-el-Krim en la Guerra del Rif (1921-26) y a los Drusos sirios en 1926. Por tanto, ``semejantes actos abiertos de traición demostraron que la facción estalinista, que para entonces había alcanzado a dominar casi por completo a la IC y sus partidos, no era ya una corriente oportunista en el seno del movimiento obrero sino una expresión directa de la contrarrevolución capitalista´´[19].
Como mostramos en la primera parte de este análisis[20], tan solo unos pocos Partidos Comunistas bien constituidos estaban presentes en el Congreso Fundacional de la IC en marzo de 1919. Durante las semanas siguientes, la Internacional llevó a cabo un trabajo dedicado a la formación de Partidos Comunistas: "Desde el primer momento de su fundación, la Internacional Comunista se planteó como objetivo, claramente y sin equívocos, no la formación de pequeñas sectas comunistas que intentasen ejercer su influencia sobre las masas obreras únicamente mediante la agitación y la propaganda, sino la participación en la lucha de las masas obreras, guiando esta lucha en el sentido comunista y constituyendo en el proceso del combate grandes partidos comunistas revolucionarios"[21]. Esta postura se basaba en la convicción de que la revolución se extendería rápidamente por Europa y que, como consecuencia, se daría la acuciante necesidad de equipar a la clase obrera de los distintos países con partidos que pudieran guiar la acción revolucionaria de las masas.
Así, los bolcheviques insistieron en formar Partidos Comunistas de masas tan rápido como fuera posible, pero sobre la base de un compromiso entre el ala izquierda del movimiento obrero y las corrientes centristas que no habían roto con las posiciones y debilidades de la Segunda Internacional. En la mayor parte de los casos, estos partidos nacieron de un proceso de decantación en los Partidos Socialistas de la Segunda Internacional. Fue este el caso, más notablemente, del Partido Comunista de Italia, fundado en el Congreso de Livorno de enero de 1921, y del Partido Comunista de Francia, al que dio luz el Congreso de Tours de diciembre de 1920. Así, desde su concepción, estos partidos llevaban en su interior todo un bagaje de debilidades organizativas que solo podían desembocar en la falta de capacidad de estas organizaciones para dar una orientación clara a las masas. Mientras que Lenin y los principales impulsores de la Internacional eran perfectamente conscientes de estas concesiones y del peligro que representaban, contaban con la capacidad de estos partidos para luchar contra sus efectos. En realidad, Lenin subestimaba gravemente el peligro. La adopción de las 21 condiciones para unirse a la IC en el Segundo Congreso Mundial, considerada justamente como un paso adelante en la lucha contra el reformismo, no se cumplía al pie de la letra. La posición de Lenin se basaba en la idea de que el progreso de la revolución ya no podía detenerse, de que el desarrollo de la IC a expensas de la Segunda Internacional y de la Internacional Dos y Media era ya, más o menos, un hecho incontrovertible[22].
En una situación en la que las masas no estaban preparadas para la toma del poder, "la tarea actual de los Partidos Comunistas no consiste en acelerar la revolución, sino en intensificar la preparación del proletariado"[23]. Por este motivo, una de las orientaciones dadas por el Segundo Congreso fue trabajar por el "agrupamiento de todas las fuerzas comunistas dispersas, la formación en cada país de un partido comunista único (o el fortalecimiento y la renovación de los partidos ya existentes) a fin de activar el trabajo de preparación del proletariado para la conquista del poder bajo la forma de la dictadura del proletariado. La acción socialista habitual de los grupos y de los partidos que reconocen la dictadura del proletariado está lejos de haber experimentado esta modificación fundamental, esa renovación radical que es necesaria para que se reconozca la acción como comunista y como correspondiente a las tareas previas de la dictadura del proletariado"[24]. Una orientación correcta con una base práctica errónea.
Este es el contexto de aberraciones como la fusión entre el USPD[25] y el KPD en el Congreso de Halle del 12 de octubre de 1920. Otro ejemplo muy significativo fue la fundación del Partido Comunista de Francia, formado en diciembre de 1920 a partir de una escisión en el SFIO (Partido Socialista) cuyos principales líderes se habían unido a la Union Sacrée durante la Primera Guerra Mundial. Su nacimiento fue resultado de un compromiso, animado por la IC, entre el ala izquierda (una minoría muy débil) y una corriente centrista como mayoría absoluta.
Como mostramos en nuestro folleto en francés Cómo pasó el PCF al servicio del capital[26]: "esta táctica fue un desastre debido a que las condiciones de membresía – al contrario que en los demás Partidos Comunistas europeos – no estaban basadas en las 21 condiciones de adhesión a la IC, que exigía con especial énfasis la ruptura total y definitiva con la política oportunista del centrismo y su reformismo, social-patriotismo y pacifismo, dándose criterios mucho menos selectivos. El objetivo de esta táctica de la IC era atraerse a la mayoría y separarla del ala derecha de la socialdemocracia, un partido abiertamente patriótico que había participado en gobiernos capitalistas… La mayoría centrista del nuevo partido estaba infestada de oportunistas, que se habían ‘‘arrepentido’’ en uno u otro grado de haberse unido a la Union Sacrée… Al mismo tiempo también se unieron al partido una serie de elementos del anarquismo federalista (representados sobre todo por la Federación del Sena) que a cada ocasión que se les presentaba en la cuestión organizativa, apoyaban a los centristas contra el ala izquierda, oponiéndose a la centralización internacional y especialmente a las orientaciones que daba la IC al joven Partido Comunista francés". Gangrenado por el oportunismo, el PCF se sometería completamente a la degeneración de la IC, que empezó a hacer notar su peso especialmente durante el Tercer Congreso. Se convertiría así en uno de los principales agentes del estalinismo[27]. Lo mismo ocurrió en Italia: tras la escisión del Partido Socialista de Italia en el Congreso de Livorno, se formó el Partido Comunista de Italia, compuesto por un ala izquierda marxista, comunista, resueltamente decidida a luchar contra el oportunismo en la IC, y un centro liderado por Gramsci y Togliatti, incapaz de entender el papel político de los soviets como órganos centralizados de poder, y que subestimaba el rol político del partido. Los centristas se convirtieron posteriormente en el principal apoyo de la IC en la expulsión de la izquierda durante el periodo de la ``bolchevización´´.
Por último, tenemos el ejemplo más caricaturesco de todos en el Partido Comunista de Checoslovaquia, que se formó alrededor de la tendencia Smeral, la cual había apoyado a la monarquía de los Habsburgo durante la guerra imperialista de 1914-18.
¿Cómo podemos explicar tales compromisos? ¿Qué explicación puede tener que los bolcheviques, los mismos que durante años habían librado una ardua batalla por preservar los principios de forma intransigente, llegaran a aceptar tales concesiones? La Izquierda Comunista italiana examinó de forma exhaustiva este problema y propuso una respuesta: "Es evidente que los bolcheviques no sufrieron una conversión repentina en cuanto a sus convicciones sobre la formación de los Partidos Comunistas, sino que se basaban, fundamentalmente, en una perspectiva histórica que contemplaba la posibilidad de evitar las duras condiciones en las que se fundó el Partido Bolchevique. En 1918-20, Lenin y los bolcheviques contaban con el estallido inexorable de la revolución mundial, y por ello vieron en la fundación de Partidos Comunistas en varios países como un apoyo para la acción revolucionaria del Estado ruso, que para ellos parecía ser el elemento esencial en el derrocamiento del mundo capitalista"[28].
Sin duda, la interrupción del avance de la revolución en este periodo y los esfuerzos desesperados para reconducir la situación llevaron a Lenin y a los bolcheviques a bajar la guardia en la defensa de los principios, cayendo así en el oportunismo. Pero la persistencia de los errores sobre las tareas del partido y su relación con la clase contribuyó a forzar la formación de PCs sobre bases totalmente confusas, en un periodo marcado por los primeros retrocesos del proletariado.
El método oportunista con el que se estaban formando los partidos miembros de la IC tuvo su expresión definitiva en los Partidos Comunistas de las colonias.
Tras el Congreso de Bakú, el Ejecutivo de la IC estableció un buró central para Asia, al que puso a cargo de todo el trabajo concerniente a una región que iba de Oriente Próximo a la India. Este órgano, que formaban Sokolnikov, Grefor Safarov y MN Roy, se instaló en Tashkent (Uzbekistán). Más tarde, en enero de 1921, se formaría el secretariado de la IC para el Lejano Oriente en Irkutsk. De esta forma la IC, que se enfrentaba al retroceso de la revolución en Europa occidental, quería darse los medios para ``acelerar´´ la revolución en el Este, y con este objetivo en mente empezó a formar Partidos Comunistas por todo Oriente entre 1919 y 1923, sobre bases teoréticas y políticas extremadamente frágiles.
En los años previos a este periodo ya habían surgido Partidos Comunistas en Turquía, Irán, Palestina y Egipto, pero como ya hizo notar el historiador trotskista Pierre Broué: ``Nunca faltaron los problemas entre la Internacional y estos Partidos Comunistas, que no sabían nada del comunismo y representaban países donde los estratos proletarios propiamente dichos eran insignificantes, lo cual, no obstante, no impidió a sus líderes asumir una actitud de pureza doctrinal y unos esquemas obreristas rigurosos para la revolución que creían tener a la vuelta de la esquina´´[29].
En la India, los elementos que se acercaron a la Internacional todos tenían un pasado nacionalista. El más conocido era MN Roy. La IC mandató al grupo formado en torno suyo a que entrara en el Partido del Congreso de Gandhi, estableciendo al principio una alianza con su así llamada ``revolucionaria´´ y ``comunista´´ ala izquierda, y más tarde, con todas las facciones que se opusieron a Gandhi tras los disturbios violentos que tuvieron lugar el 4 de febrero de 1922, durante la campaña de desobediencia civil que lanzó el mismo Gandhi[30]. Roy fue obligado a defender un programa abiertamente oportunista en el seno del Partido del Congreso: independencia nacional, sufragio universal, abolición de los latifundios, nacionalización de los servicios públicos… y lo que es más, su objetivo no consistía en que se aceptara el programa en sí sino en provocar el rechazo de los líderes del partido para así poder ``desenmascararlos´´. La iniciativa acabó en el fracaso más absoluto. El programa de Roy no recibió ni un solo apoyo y la vida del grupo ``comunista´´ degeneró rápidamente en rencillas internas. Posteriormente, los comunistas sufrieron una dura represión, siendo arrestados y acusados de conspiración, lo que puso fin a la presencia de la IC en la India[31].
En Asia oriental, la IC adoptó más o menos la misma actitud irresponsable. La creación del movimiento comunista en China fue llevada a cabo por el Buró del Lejano Oriente, que contactó con intelectuales y estudiantes que habían sido ganados al ``bolchevismo´´. Se fundó el Partido Comunista de China en una conferencia que tuvo lugar en Shanghái en julio de 1921. Compuesto de unas pocas docenas de militantes, entró en poco tiempo en una fase de rápido crecimiento, llegando a contar con casi 20,000 miembros en 1927. Mientras que este crecimiento numérico expresaba genuinamente el espíritu que animaba a la clase obrera china, sumida en un periodo de intensos conflictos sociales, no era menos cierto que los militantes se unían al Partido sobre bases teóricas y políticas muy superficiales. Así, este método irresponsable llevó al Partido a la impotencia frente a la política oportunista de la IC hacia el Kuomintang. En enero de 1922, la Conferencia de los Pueblos de Oriente, celebrada en Moscú, sentó las bases para la colaboración de clases mediante el ``bloque antimperialista´´. A instancias del Ejecutivo de la IC, el Partido Comunista de China lanzó la consigna de un ``frente unido antimperialista´´ con el Kuomintang, pidiendo el ingreso de todos los comunistas, a título individual, en esta organización. Esta posición de colaboracionismo de clases fue resultado de negociaciones secretas entre la URSS y el Kuomintang. En junio de 1923, el Tercer Congreso del PC chino aprobó que sus miembros se unieran al Kuomintang. Al principio, la decisión de someterse a un partido burgués fue mal recibida por el joven partido, incluyendo parte de sus líderes[32]. Pero la fragilidad política y la falta de experiencia de esta oposición la hicieron incapaz de luchar contra las directivas incorrectas y suicidas de la Internacional. Y así, "esta política tuvo las más funestas consecuencias en el movimiento de la clase obrera en China. Mientras el movimiento huelguístico y las manifestaciones ascendían espontánea e impetuosamente, el Partido Comunista, confundido dentro del Kuomintang, era incapaz de orientar a la clase obrera, de mostrar una política de clase clara e independiente, a pesar del heroísmo incontestable de los militantes comunistas y de que estos se encontraban frecuentemente al frente de las luchas obreras. La clase obrera, carente además de organizaciones unitarias para su lucha política del tipo de los consejos, a instancias del propio PCCh depositó erróneamente su confianza en el Kuomintang, es decir en la burguesía"[33].
Podríamos dar muchos más ejemplos de Partidos Comunistas formados en países atrasados, en los que la clase obrera era aún muy débil, y que al ir surgiendo las derrotas se convirtieron rápidamente en organizaciones burguesas. Por ahora lo necesario es enfatizar que la formación de ``partidos de masas´´, tanto en Occidente como en Oriente, fue un factor de agravamiento de las dificultades que empezaba a sufrir el proletariado durante el reflujo de la oleada revolucionaria, haciendo imposible la retirada en buen orden.
En su Tercer Congreso, la IC aprobó la táctica del ``Frente Unido de los Trabajadores´´[34]. Esta táctica suponía el establecimiento de alianzas con organizaciones socialdemócratas, llevando a cabo acciones comunes con demandas similares, con la intención de desenmascarar su papel contrarrevolucionario ante las masas.
Esta orientación fue reafirmada por el Cuarto Congreso y supuso un giro de 180º con respecto al Congreso fundacional, en el que la nueva Internacional anunció su firme intención de luchar contra todas las fuerzas socialdemócratas, llamando a los ``obreros de todos los países a entablar la lucha más enérgica contra la Internacional Amarilla y a preservar a las masas contra esa Internacional de la mentira y la traición´´[35]. ¿Qué fue lo que llevó a la IC, dos años después, a adoptar una actitud aliancista con partidos que se habían convertido en los agentes más efectivos de la contrarrevolución?
¿Habían hecho las paces honorablemente y se habían arrepentido de sus crímenes del pasado? Obviamente, no. Se trata aquí, para variar, de la cuestión de "no aislarse de las masas": "La justificación que daba la IC al Frente Único se basaba principalmente en el hecho de que el reflujo había reforzado la influencia de la socialdemocracia, y que, para luchar contra ella, era necesario mantenerse junto a las masas prisioneras de esta mistificación. Se imponía el trabajo de denuncia de la socialdemocracia mediante alianzas con ella, en el caso de los Partidos Comunistas más fuertes (en Alemania, el PC se pronunció a favor de un frente único proletario y asumió la posibilidad de apoyar un gobierno obrero unificado) o mediante el entrismo en el caso de los partidos más débiles (‘los comunistas británicos deben iniciar una vigorosa campaña para pedir su admisión en el Partido Laborista’, como enuncian las Tesis del Frente Único del Cuarto Congreso)"[36].
Esta línea oportunista fue combatida y denunciada apasionadamente por los grupos de la izquierda de la IC. El KAPD dio comienzo a esta lucha durante el Tercer Congreso para ser expulsado de la IC poco después. La izquierda del PC de Italia les siguió durante el Cuarto Congreso, declarando que el Partido no aceptaría "formar parte de ningún organismo compuesto por diferentes organizaciones políticas… por lo que evitaría firmar declaraciones conjuntas con partidos políticos cuando estas contradijeran su programa y fueran presentadas al proletariado como resultado de negociaciones realizadas con el ánimo de hallar una línea de acción común"[37]. El Grupo Obrero de Miasnikov también rechazó el Frente Único. En su Manifiesto defendieron una posición con respecto a los partidos de la Segunda Internacional que estaba en perfecta conformidad con los intereses de la revolución: "El Frente Único con la Segunda Internacional o la Internacional Dos y Media no puede llevarnos a la victoria de la revolución, solo la guerra contra ellas puede hacerlo. Esta es la consigna de la futura revolución mundial". La historia confirmaría las previsiones y la intransigencia de los grupos de la izquierda. Con el cambio en el equilibrio de fuerzas, la ideología dominante recuperó el terreno perdido en la conciencia de las masas. En estas circunstancias, la función del partido no debía ser seguir a la clase en su error sino defender el programa revolucionario y sus principios. En el periodo de la decadencia del capitalismo, la vuelta a un "programa mínimo", incluso de forma temporal, era ya imposible. Esa fue otra de las lecciones que pudo extraer más tarde la Izquierda Comunista de Italia: "En 1921, los cambios en la situación no alteraron la característica fundamental del periodo, como confirmaron plenamente los sobresaltos revolucionarios de 1923, 1925, 1927 y 1934 (por nombrar solo los más importantes) … este cambio de la situación tendría obvias consecuencias para los Partidos Comunistas. Pero el problema era el siguiente: ¿se imponía modificar radicalmente la política de los Partidos Comunistas o deducir de las circunstancias desfavorables la necesidad de llamar a las masas a unirse en torno a luchas parciales, manteniendo nuestra orientación hacia el desenlace revolucionario[38], una vez que las derrotas sufridas hicieran imposible llamar abiertamente a la insurrección? El Tercer Congreso, el Ejecutivo Ampliado de 1921 y, más abiertamente, el Cuarto Congreso, dieron una respuesta a esta cuestión que fue perjudicial para los intereses de nuestra causa. Nos referimos especialmente a la cuestión del Frente Único"[39].
Como hemos visto, el periodo que media entre el Segundo y el Tercer Congreso estuvo marcado por una significativa penetración del oportunismo en las filas de la Comintern. Se trata de la consecuencia directa de la posición errónea de ``conquistar a las masas´´ al precio de compromisos y concesiones: apoyo a las luchas de liberación nacional, alianzas con los partidos traidores de la Segunda Internacional, participación en los parlamentos y sindicatos, formación de partidos de masas… La IC le estaba dando la espalda a todo lo que había dado fuerzas a las fracciones de izquierda de la Segunda Internacional: la defensa intransigente de los principios y el programa comunista. Esto es precisamente lo que Gorter le señaló a Lenin en 1920: ``Camarada Lenin, usted actúa ahora en el seno de la Internacional de manera muy distinta a no hace mucho, en el Partido Bolchevique. Éste se ha mantenido muy “puro” (y quizá continúe así). Pero ahora habría que admitir en la Internacional, y sobre la marcha, ¡a gentes que son comunistas no digo a medias, sino un cuarto sólo y aún mucho menos! […] La revolución rusa ha triunfado gracias a la “pureza”, gracias al apego a los principios […] Lejos de continuar poniendo en obra en todos los demás países una táctica tan experimentada, y reforzar así desde el interior la Tercera Internacional, se da hoy media vuelta y, al igual que la socialdemocracia no hace mucho, se pasa al oportunismo. Se hace entrar a todo el mundo: los sindicatos, los Independientes (alemanes), los centristas franceses, una fracción del partido laborista inglés´´[40].
El error fundamental de la Internacional Comunista fue considerar que, por mera fuerza de voluntad, era posible ``conquistar´´ a las masas obreras, liberarlas de la influencia de la socialdemocracia, elevar su nivel de conciencia y liderarlas hacia el comunismo.
De aquí nació la política del Frente Único para desenmascarar y denunciar a la socialdemocracia, de entrar en los parlamentos para aprovechar las divisiones entre los partidos burgueses y de trabajar en los sindicatos para traerlos de vuelta al campo proletario y la revolución[41]. Ninguna de estas tentativas trajo los resultados esperados. Muy al contrario, lo único que hicieron fue precipitar la traición de la IC contra el campo proletario. En lugar de elevar la conciencia de clase, esta estrategia sumió a las masas en la confusión y la desorientación, haciéndolas más vulnerables a las trampas de la burguesía. Aunque los grupos de izquierda de la IC nunca consiguieron unirse, todos coincidían en la naturaleza suicida de esta orientación, que vieron como el camino directo a la derrota del movimiento obrero y la muerte de la revolución. Esencialmente, lo que estos grupos defendían era una visión muy diferente de la relación entre el partido y la clase[42]. Al partido no le concierne alimentar las ilusiones de la clase obrera, y menos todavía enredarla con tácticas peligrosas y a medio hacer, sino elevar su nivel de conciencia mediante la defensa de los principios proletarios, asegurándose que no se hace la más mínima concesión en cuanto a los mismos. Esta era verdaderamente la única brújula que podía señalar el camino a la revolución, en un periodo en el que la ola desatada por Octubre de 1917 en Rusia empezaba a mostrar sus primeros signos de retroceso (continuará).
Najek, 16 de junio de 2020
[1] Ver Centenario de la fundación de la Internacional Comunista - ¿Qué lecciones se pueden sacar para las luchas del futuro? https://es.internationalism.org/content/4422/centenario-de-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-se-pueden-sacar [17] 100 años tras la fundación de la Internacional Comunista: ¿qué lecciones podemos extraer para futuros combates? (parte II) https://es.internationalism.org/content/4482/100-anos-tras-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-podemos-extraer [18] La Internacional de la acción revolucionaria de la clase obrera https://es.internationalism.org/content/4435/la-internacional-de-la-accion-revolucionaria-de-la-clase-obrera [117]
[2] Internationalisme nº7, 1945. ``La fracción de izquierda, método de formación del Partido´´, Revista Internacional nº162 https://es.internationalism.org/content/4431/sobre-el-primer-congreso-del-partido-comunista-internacionalista-de-italia [118]
[3] Que tuvo lugar entre el 21 de junio y principios de julio de 1921. Los documentos del tercer congreso pueden encontrarse en https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/index.htm [119]
[4] ``Las enseñanzas del Tercer Congreso de la Internacional Comunista´´ [según marxists.org, este escrito es del 12 de agosto de 1921, no de julio]. La idea de ganarse a la mayoría de la clase obrera, en el contexto de aquel periodo, ya tenía el germen de la idea de conquistar a las masas a expensas de los principios, como queremos mostrar en este artículo. Ver: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/eis/1921.ensenanzas3ercongic.pdf [120]
[5] Ver Revolución y contrarrevolución en Italia https://es.internationalism.org/revista-internacional/197504/1941/revolucion-y-contrarrevolucion-en-italia-i [121]
[6] ``La Acción de marzo de 1921: el peligro de la impaciencia pequeñoburguesa´´, Revista Internacional nº 93 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199804/1202/ix-la-accion-de-marzo-de-1921-o-el-peligro-de-la-impaciencia-peque [122]
[7] ``Tesis para el informe sobre la táctica del PCR´´, presentado al Tercer Congreso de la IC. Ver https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/akal/lenin-oc-tomo-34.pdf [123]
[8] Ver La crisis de la socialdemocracia https://www.marxists.org/espanol/luxem/09El%20folletoJuniusLacrisisdelasocialdemocraciaalemana_0.pdf [124]
[9] Folleto de la CCI ``Nación o Clase [125]´´
[10] Ibíd. El ascenso de China a la categoría de gran potencia imperialista a finales del s. XX no contradice el análisis general: primero, porque ascendió a dicha categoría en las circunstancias específicas de la descomposición capitalista, y segundo, porque su ascenso como Estado altamente militarizado y expansionista no tiene en ningún caso un carácter progresista.
[11] La Revolución Rusa, Rosa Luxemburgo, 1918 https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf [126] . Ver también la primera parte de nuestro artículo Balance de 70 años de luchas de liberación nacional https://es.internationalism.org/revista-internacional/201707/4221/balance-de-70-anos-de-luchas-de-liberacion-nacional-primera-parte [127]
[12] ``Tesis sobre la cuestión nacional y colonial´´, Segundo Congreso de la IC https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/internacional/congreso2/03.htm [128]
[13] ``Les delégués du premier Congrès des peuples d’Orient (Bakou, 1er-8 septembre 1920)´´ [Los delegados del Primer Congreso de los Pueblos de Oriente] en Cahiers du monde russe et soviétique, vol. 26, nº1, Enero-marzo de 1985, p. 21-42
[14] Ibíd.
[15] ``Los comunistas y la cuestión nacional (parte III)´´, Revista Internacional nº 42
[16] Ibíd.
[17] Ver ``La degeneración de la revolución rusa´´, Revista Internacional nº3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/998/la-degeneracion-de-la-revolucion-rusa [129]
[18] Ver La cuestión china y la Internacional (1920-1940) - La Izquierda comunista contra la traición de la Internacional comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1179/la-cuestion-china-y-la-internacional-1920-1940-la-izquierda-comuni [130]
[19] ``Los comunistas y la cuestión nacional (parte III)´´, Revista Internacional nº42
[20] Centenario de la fundación de la Internacional Comunista - ¿Qué lecciones se pueden sacar para las luchas del futuro? [17]
[21] ``Tesis sobre la táctica [131]´´, Tercer Congreso de la IC
[22] ``Los partidos de la Internacional Comunista se convertirán en partidos de masas revolucionarios si saben vencer al oportunismo, sus supervivencias y sus tradiciones en sus propias filas, tratando de vincularse estrechamente con las masas obreras combatientes, deduciendo sus objetivos de las luchas prácticas del proletariado, rechazando en el curso de esas luchas tanto la política oportunista del allanamiento de los antagonismos insuperables como las frases revolucionarias que impiden distinguir la relación real de fuerzas y las verdaderas dificultades del combate´´ (Ibíd.)
[23] ``Las tareas fundamentales de la Internacional Comunista [131]´´, Segundo Congreso de la IC, julio de 1920
[24] Ibíd.
[25] Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, la mayor parte del cual no había roto con el reformismo y, de hecho, rechazaba la dictadura del proletariado y su organización en los consejos obreros.
[27] Para más detalles, leer nuestro folleto ya mencionado sobre la historia del PCF
[28] ``En marge d’un anniversaire´´, Bilan nº4, febrero de 1934
[29] ``Histoire de l’Internationale Communiste, 1919-1943´´, Pierre Broué, Fayard, 1997
[30] Aunque hay que anotar que Roy no estaba de acuerdo con esta táctica
[31] Óp. cit Histoire de l’Internationale Communiste
[32] Uno de los miembros fundadores del partido, Chen Duxiu, escribió una brillante crítica contra esta orientación: ``La razón principal de nuestro rechazo era esta: entrar en el Kuomintang traería la confusión a la organización de clase, obstruyendo nuestra política y subordinándola a la del Kuomintang. El delegado de la IC nos dijo, literalmente: ‘el periodo presente demanda que los comunistas hagamos de botones para el Kuomintang’. Y justo desde ese momento, el partido dejó de pertenecer al proletariado. Se transformó en la extrema izquierda de la burguesía y empezó a caer en el oportunismo´´ (Chen Duxiu, ``Carta a todos los camaradas del PC chino´´, 10 de diciembre de 1929, en Broué, óp. Cit.
[34] La ``carta abierta´´ del 7 de enero de 1921 que mandó la Central del KPD a otras organizaciones (SPD, USPD, KAPD) llamando a la acción de masas común de cara a futuras luchas, fue una de las premisas de esta táctica.
[35] ``Resolución sobre la posición respecto a las corrientes socialistas y la Conferencia de Berna´´, Primer Congreso de la IC https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/1919/5_iii.htm [134]
[36] ``Front unique, Front anti-prolétarien´´, Révolution Internationale 45, enero de 1978
[37] Intervención de la delegación del PC de Italia durante el Cuarto Congreso de la Comintern, de nuestro libro La izquierda comunista de Italia cuya versión en español puede solicitarse a nuestra dirección de correo: [email protected] [135]
[38] Dado que las condiciones para la extensión de la revolución eran cada vez menos favorables, habría sido más acertado hablar de ``luchas parciales… orientadas a una perspectiva revolucionaria´´
[39] Bilan, abril de 1934
[40] ``Carta abierta al camarada Lenin [136]´´, Herman Gorter (1920)
[41] La cuestión sindical ya fue analizada en la primera parte de esta serie de artículos, por lo que no volveremos a tratarla. Recordemos, no obstante, que mientras el Primer Congreso había señalado la bancarrota de los sindicatos tanto como la de la socialdemocracia (aunque el debate sobre la naturaleza de clase de los sindicatos durante los primeros años de la Primera Guerra Mundial no llegó a una conclusión), la IC se desdijo y llamó a la regeneración de los sindicatos, a luchar en su interior por la expulsión de los jefes y ganarse así a las masas para el comunismo. Esta ilusa táctica fue propuesta por el Tercer Congreso, que llamó a formar la Internacional Sindical Roja. Encontró la oposición de algunos grupos de izquierda (en especial de la izquierda alemana) que consideraban, correctamente, que los sindicatos habían dejado de ser órganos de lucha proletaria.
[42] A pesar de que buena parte de la Izquierda Germano-holandesa evolucionara más tarde a la negación de la necesidad del partido, formando la corriente consejista.
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Este artículo forma parte de una serie de los que ya hemos publicado denunciando un intento de falsificar los verdaderos orígenes de la izquierda comunista que emana de un blog llamado Nuevo Curso[1](recientemente rebautizado como Communia). Esta tentativa está orquestada por un aventurero, Gaizka[2], cuyo objetivo no es contribuir a aclarar y defender las posiciones de esta corriente, sino "hacerse un nombre" en el medio político proletario. Este ataque contra la corriente histórica de la izquierda comunista pretende transformarla en un movimiento de contornos borrosos, desvinculado de los rigurosos principios proletarios que presidieron su formación, lo que constituye un obstáculo para la transmisión a las futuras generaciones de revolucionarios de los logros de la lucha de las fracciones de izquierda contra el oportunismo y la degeneración de los partidos de la Internacional Comunista. En cuanto al aventurero Gaizka, hemos proporcionado una gran cantidad de información, hasta ahora no refutada, sobre sus relaciones en el mundo de las personalidades políticas burguesas (principalmente de la izquierda, pero también de la derecha). Es un comportamiento y un rasgo de personalidad que comparte con otros aventureros más famosos de la historia, como Ferdinand Lassalle y Jean Baptiste von Schweitzer, que habían actuado en el seno del movimiento obrero en Alemania en el siglo XIX[3], aunque esté lejos, obviamente, de tener la talla de estas figuras.
Ante nuestra denuncia, Gaizka ha guardado un silencio absoluto: refutar la realidad de sus turbiedades es para él "misión imposible". Asimismo, recibió muy poco apoyo, el más explícito y casi único procedente de un grupo, el GIGC (Grupo Internacional de la Izquierda Comunista) que, antes de cambiar su nombre en 2014, se llamaba FICCI (Fracción Interna de la Corriente Comunista Internacional). Un grupo cuya vocación principal, desde hace unos veinte años, es calumniar a la CCI y cuya postura a favor de Nuevo Curso ha sido acompañada por un nuevo ataque de odio contra nuestra organización[4].
Después de haber denunciado el fraude constituido por esa llamada "izquierda comunista" llamada Nuevo Curso y la verdadera naturaleza de su anfitrión Gaizka, nos corresponde indagar en el perfil de sus "amigos". Evidentemente, la cuestión no carece de importancia. La Santa Alianza entre Nuevo Curso y el GIGC dice mucho sobre la verdadera naturaleza de cada uno y su "contribución" a los esfuerzos de los jóvenes elementos en busca de posiciones de clase. Pero antes de examinar el pedigrí del GIGC, merece la pena echar un rápido vistazo a cómo se posicionó este grupo en relación con Nuevo Curso cuando apareció por primera vez.
El GIGC acogió con gran entusiasmo y servilismo la entrada en la arena política de Nuevo Curso: "Nuevo Curso es un blog de compañeros que desde el pasado mes de septiembre ha comenzado a publicar regularmente declaraciones sobre la situación y sobre cuestiones más amplias, incluso teóricas. Por desgracia, sólo están en español. Todas las posiciones que defiende son muy claramente posiciones de clase y se inscriben en el marco programático de la izquierda comunista ... estamos muy favorablemente impresionados, no sólo por su recordatorio intransigente de las posiciones de clase, sino sobre todo por la calidad "marxista" de los textos de los camaradas ...". (Subrayado nuestro - Revolución o Guerra nº 9, "Nuevas voces comunistas: Nuevo Curso (España) y Worker's Offensive (EEUU)")
Asimismo, "la constitución de Emancipación como grupo político comunista de pleno derecho [que acoge el blog de NC] es un paso importante cuyo significado político e histórico va mucho más allá de la mera aparición de un nuevo grupo comunista. (...) Así, la constitución de Emancipación como grupo político propio expresa el hecho de que el proletariado internacional, aunque sumiso y lejos de poder repeler los ataques de cualquier tipo impuestos por el capital, tiende a resistir mediante la lucha y a liberarse del dominio ideológico del capital y que su futuro revolucionario sigue siendo relevante. Expresa la "vitalidad" actual (relativa) del proletariado". (Destacado por nosotros - Revolución o Guerra nº 12, Carta del GIGC a Emancipación en su 1º Congreso).
Sin embargo, la GIGC no pudo evitar plantear el problema que supone la interpretación de Nuevo Curso sobre la filiación histórica de la izquierda comunista, que incluye en ella a la corriente "trotskista" antes de su traición durante la Segunda Guerra Mundial. En efecto, la ausencia de cualquier crítica por parte del GIGC sobre esta cuestión habría puesto de manifiesto que este grupo no se siente en absoluto concernido por la defensa real de la izquierda comunista, que su proclamación de formar parte de ella y su pretensión de defenderla no son más que un señuelo al servicio de sus sórdidas maniobras destinadas a desacreditar a la CCI. Dicho esto, la "timidez" y la "amabilidad" de las críticas dirigidas por la GIGC a Nuevo Curso es difícil de ocultar una evidente benevolencia hacia el ataque de este grupo contra la Izquierda Comunista: "Queremos sobre todo llamar la atención de los camaradas sobre el callejón sin salida programático, teórico y político en el que está embarcada Emancipación con la reivindicación de la continuidad con la IV Internacional. (...) La transición a un grupo político de pleno derecho es muy positiva en sí misma y, al mismo tiempo, plantea nuevas cuestiones y responsabilidades. Estos han sido evidentes desde el congreso. Y una de ellas, la reivindicación de la IV Internacional, debe ser debatida -y en nuestra opinión combatida- para que Emancipación y sus miembros puedan cumplir con la tarea histórica que el proletariado les ha encomendado." (Subrayado nuestro - Carta del GIGC a Emancipación en su 1er Congreso Julio 2019 - R o G n° 12). En lugar de denunciar claramente un ataque contra la izquierda comunista, el GIGC elude este problema fundamental intentando embaucar con "el impasse programático, teórico y político en el que se encuentra Nuevo Curso (Emancipación)" y evocando, nada menos, que "la tarea histórica que el proletariado le ha encomendado". Moralidad: El GIGC se burla, efectivamente, de la defensa de la izquierda comunista, pero se preocupa, más bien, del futuro de Emancipación.
Además, una vez que nuestra organización había dado a los lectores la información suficiente para caracterizar a Gaizka (principal dirigente de Nuevo Curso) como un aventurero con la particularidad de haber mantenido, en 1992-94, relaciones con el partido más importante de la burguesía española de la época, el PSOE, ya no había dudas sobre el sentido del planteamiento de Nuevo Curso para desnaturalizar a la izquierda comunista. Y menos aún cabían dudas en los miembros del GIGC, ya que en los años 1992-94 todavía eran militantes de la CCI y tenían, por tanto, pleno conocimiento de la trayectoria y actuaciones de este individuo.
Sin embargo, no es esta información, accesible a todos (y que nadie ha desmentido, repetimos), la que impidió a la GIGC correr al rescate del aventurero Gaizka, ante nuestra denuncia: "debemos subrayar que hasta la fecha no hemos visto ninguna provocación, maniobra, denigración, calumnia o rumor, lanzada por los miembros de Nuevo Curso, ni siquiera individualmente, ni ninguna política de destrucción contra otros grupos o militantes revolucionarios"[5]. En efecto, Gaizka no procede de la misma manera que la GIGC, ya que la lista de comportamientos repugnantes que ésta evoca aquí es un buen resumen de su propia manera de actuar. Y realmente hace falta el aplomo de matones y pobres tramposos como los miembros de este grupo para hacer creer que no hay ningún problema con Gaizka ya que no se comporta como ellos.
En el caso de Gaizka, se trata de la personalidad política que se distingue, al igual que otros aventureros más conocidos antes que él, por el hecho de que "a diferencia de los luchadores sinceros que se unen desinteresadamente a una organización revolucionaria para ayudar a la clase obrera a cumplir su papel histórico, los aventureros se unen a las organizaciones revolucionarias sólo para cumplir su "propia misión histórica". Quieren poner el movimiento a su servicio y buscan constantemente el reconocimiento para ello"[6]. Para Gaizka, es la reescritura de la historia de la izquierda comunista, tergiversándola, lo que podrá poner en su haber y de lo que se sentirá orgulloso si la operación tiene éxito[7].
La FICCI se formó en 2001 bajo el signo del odio a la CCI y la voluntad de destruirla. Al no conseguirlo, trató de perjudicarla todo lo posible. Bajo el pretexto de querer "enderezar la CCI" amenazada, según ellos, de "degeneración oportunista", los pocos militantes de la CCI en el origen de la FICCI se caracterizaron desde el principio por la intriga (celebración de reuniones secretas[8]), por actos de matonismo como el robo y el chantaje, y por el trabajo de los provocadores, en particular mediante una campaña de desprestigio contra un camarada acusado públicamente por ellos de ser un agente del Estado que manipulaba indirectamente nuestra organización.
No podemos hacer una relación detallada de todas las canalladas de la FICCI-GIGC, remitimos al lector a los principales artículos de denuncia que hemos escrito al respecto[9] y nos limitamos aquí a un cierto número de ilustraciones concretas de las mismas.
Los miembros de la FICCI se situaron deliberadamente fuera de nuestra organización como consecuencia de los siguientes comportamientos:
- Las reiteradas violaciones de nuestros estatutos (en particular la negativa a pagar la totalidad de sus cuotas) y su negativa a comprometerse a respetarlos en el futuro;
- Negarse a venir a presentar la defensa de su comportamiento dentro de la organización ante nuestras críticas a la misma, ante una conferencia extraordinaria de la organización que puso específicamente este tema en su agenda;
- Robo de dinero y material de la CCI (archivos de direcciones y documentos internos).
Finalmente, los miembros de la FICCI fueron excluidos[10] de nuestra organización, no por estos comportamientos intolerables sino por sus actividades como soplones con, en su haber, varios actos de delación. Por ejemplo, publicaron en su sitio web la fecha de una conferencia de la CCI que se celebraría en México con la presencia de militantes de otros países. Este repugnante acto de la FICCI de facilitar la labor de las fuerzas represivas del Estado burgués contra los militantes revolucionarios es tanto más despreciable cuanto que los miembros de la FICCI sabían perfectamente que algunos de nuestros compañeros en México ya habían sido, en el pasado, víctimas directas de la represión y que algunos se habían visto obligados a huir de su país de origen.
Pero el comportamiento chivato de los miembros de la FICCI no se limita a este episodio. Antes y después de su exclusión de la CCI, sistematizaron su trabajo de espionaje sobre nuestra organización y comunicaron regularmente los resultados en sus boletines. Algunas de las "informaciones" así publicadas, bastante dignas de la prensa sensacionalista (por ejemplo, las "revelaciones" sobre un par de militantes), sólo interesan a los pocos estúpidos (si es que existe alguno fuera de los propios miembros de la FICCI) que se complacen en fantasear con una oligarquía familiar dentro de la CCI. Por otro lado, se codean con otros que, lejos de ser inofensivos, están directamente implicados en el trabajo de un informador policial. He aquí una pequeña muestra:
- El boletín de la FICCI n° 14 está lleno de una prosa digna de los más celosos informes policiales: "Este texto es de la mano de CG[11], alias Peter, lo que se demuestra por el estilo y sobre todo por la referencia (bastante fantasiosa) a una lamentable operación de recuperación realizada bajo su dirección. Este mismo Peter es el que dirige la CCI y el que, tras haber excluido o expulsado a la mayoría de los miembros fundadores de la CCI, pretende ser el único heredero de MC[12]. Pero también hay que saber que si Peter dirige esta cábala de odio contra nuestro compañero Jonas, es por la sencilla razón de que Louise (alias Avril), la militante sobre la que Jonas se atrevió a expresar claras dudas, no es otra que la compañera del líder."
- En el Boletín nº 18, nos encontramos con un informe detallado (típico de los informes que se encuentran en los archivos policiales) sobre una reunión pública del Partido Comunista Internacional (PCI-Le Proletariat), donde se informa de todas las acciones de "Peter alias C.G.".
- El boletín n° 19 vuelve a la carga sobre Peter "que difundía solo" en tal o cual manifestación y plantea una cuestión "altamente política": "Por último, y comprenderán que también nos hacemos esta pregunta: ¿dónde está Luisa? Ausente de las manifestaciones, ausente de las reuniones públicas, vuelve a estar 'enferma'".
La muestra anterior de la sórdida recopilación de información por parte de los miembros de la FICCI es bastante significativa de la forma en que estas personas conciben su "trabajo de fracción" (cotilleos, informes policiales). De hecho, la exposición de dicha información también está dirigida al conjunto de la CCI, con el fin de presionar a sus militantes haciéndoles comprender que están "bajo vigilancia", que nada de sus acciones escapará a los ojos de la "Fracción Interna". Así lo demuestra la inocente información publicada en el Boletín nº 13, que informa de que la CCI ha alquilado una "sala de lujo" para una reunión pública, información cuya única función es contribuir a este ambiente de vigilancia permanente. Con el mismo objetivo los miembros del CCI, así como nuestros contactos, recibían regularmente en sus buzones, incluso cuando habían cambiado de dirección algunos de ellos, el famoso "Boletín Comunista", a pesar de las protestas y las reiteradas peticiones de que cesaran tales envíos. Era una forma de decir a los destinatarios: "Os estamos vigilando y no os dejaremos libres".
El hecho de que provenga de las mentes enfermas de perseguidores obsesivos no significa que no debamos tomarnos en serio la labor de vigilancia de nuestra organización y especialmente de algunos de sus miembros.
Para terminar con el comportamiento policial de la FICCI, cabe mencionar la publicación por parte de la FICCI de un texto de 118 páginas en formato A4 y en letra pequeña (¡unas 150.000 palabras!) titulado "La historia del Secretariado Internacional de la CCI". Este texto, según su subtítulo, pretende contar "Cómo el oportunismo se impuso en los órganos centrales antes de contaminar y comenzar la destrucción de toda la organización...". Es un relato que, en muchos sentidos, puede describirse como una "novela policíaca".
En primer lugar, es una novela, es decir, una ficción y no un texto histórico, aunque se refiera a hechos y personajes reales. Es un poco como considerar "Los Tres Mosqueteros" de Alexandre Dumas como la verdadera historia de d'Artagnan (que realmente existió) y sus amigos. Evidentemente, aunque no haya comparación posible entre la imaginación romántica de Dumas y la imaginación enferma y paranoica de los autores de esta "historia", tenemos derecho a un "thriller" con personajes muy típicos, especialmente Louise y Peter. Louise es la principal "villana" de la historia, una verdadera Lady Macbeth. Ella había empujado a su marido a asesinar al rey Duncan para ocupar el trono. Por su parte, Louise, en conexión con los servicios especializados del Estado, manipuló taimadamente a su compañero Peter para incitarle a cometer fechorías contra la CCI y sus militantes[13]. Peter se convirtió así en el "líder", el que "dirige la CCI" (sic) después de haber eliminado a "la mayoría de los miembros fundadores de la CCI" y que "pretende ser el único heredero de MC". Ya no se trata de Peter-Macbeth sino de Peter-Stalin. Y es aquí donde se pone de manifiesto una vez más el carácter policial de este texto. En efecto, explica la supuesta "evolución oportunista" de la CCI por las intrigas de una serie de personajes malvados, como si la degeneración y la traición del partido bolchevique hubieran sido el resultado de la acción del megalómano Stalin y no la consecuencia del fracaso de la revolución mundial y del aislamiento de la revolución en Rusia. Este texto proviene de la más pura concepción policial de la historia, que siempre ha sido combatida por el marxismo, y a sus autores hay que reconocerles un cierto avance sobre todos los "conspiradores" que hoy pululan por las redes sociales y en el entorno de Donald Trump.
Sin embargo, el aspecto más odioso de este texto es que revela muchos detalles sobre el funcionamiento interno de nuestra organización, que son pan bendito para los servicios policiales. La bajeza de los miembros del GIGC definitivamente no tiene límites.
Habiendo fracasado en convencer a los militantes de la CCI de la necesidad de excluir al "líder" y al "compañero del líder", este grupo parasitario se ha fijado como objetivo arrastrar tras sus calumnias a los demás grupos de la izquierda comunista para establecer un cordón sanitario en torno a la CCI y desacreditarla (véanse a continuación los episodios del "Círculo" y de la "reunión pública del BIPR[14] en París"). Así, la FICCI pidió al PCI (Le Prolétaire), en una carta dirigida a él el 27 de enero de 2002, al mismo tiempo que a otros grupos de la izquierda comunista, que se posicionara a su favor contra la CCI: "Hoy sólo vemos una solución: dirigirnos a ustedes para que pidan a nuestra organización que abra los ojos y recupere su sentido de la responsabilidad. (...) Por no estar de acuerdo, hoy el CCI hace todo lo posible por marginarnos y demolernos moral y políticamente"[15]. A pesar de esta carta, la FICCI se atreve a escribir en su Boletín nº 13: "queremos afirmar que, por nuestra parte, nunca hemos pedido a nadie que tome partido entre la CCI y la Fracción".
La voluntad de aislar a la CCI se refería a un perímetro que iba más allá de la izquierda comunista, ya que se trataba de crear una barrera, en la medida de lo posible y a través de diferentes medios, entre el CCI y todos aquellos que, en un momento u otro, eran susceptibles de interesarse por el contenido de nuestra intervención. Este es el sentido de sus campañas de desprestigio en su página web, a veces incluso a través de folletos dedicados a este fin, en todos los lugares de debate a los que tuvo acceso.
Si no podemos prohibir a los miembros de la FICCI que acudieran a las manifestaciones callejeras para vigilarnos, nosotros podemos, en cambio, impedirles que hagan su trabajo sucio como policías en nuestras reuniones públicas. Por ello, la CCI decidió prohibir la presencia en sus reuniones públicas de los miembros de la FICCI[16]. En varias ocasiones tuvimos que hacer frente a las amenazas (incluida la amenaza en voz alta de degollar a uno de nuestros compañeros[17]) y a las agresiones de estos matones.
La FICCI se presenta como "la verdadera continuadora de la CCI" que habría conocido una degeneración "oportunista" y "estalinista". Declara continuar el trabajo, abandonado por la CCI, de defender en la clase obrera las "verdaderas posiciones de esta organización" que estarían amenazadas por el desarrollo del oportunismo en su seno, lo que afectaría, en primer lugar, a la cuestión de su funcionamiento. Hemos visto en la práctica su propia concepción del respeto a los estatutos y como se ha burlado de forma escandalosa de las más elementales normas de comportamiento del movimiento obrero.
Además, en ninguna parte hay rastro de una argumentación "política" de la FICCI-GIGC que destaque claramente sus "diferencias fundamentales" con la CCI, lo que habría justificado la constitución de una "fracción interna" situada en la continuidad de todas las fracciones de izquierda del movimiento obrero, desde la Liga Spartakus hasta la Fracción de la Izquierda Italiana[18] Habiendo sido siempre incapaz de obligarse a tal necesidad de rigor político recurriendo a la experiencia del movimiento obrero, prefiere levantar el espantajo de una repetición machacona de que la CCI es una secta "sin esperanza de retorno ahora, y que se ha marginado ampliamente, incluso se ha puesto fuera de juego, del campo proletario por sus posiciones oportunistas". (Informe de actividades de la 2ª Asamblea General de la GIGC. Revolución o Guerra nº 12).
No encontramos en ninguna parte una argumentación que demuestre por qué y cómo la CCI se habría puesto "fuera del campo proletario", concepto que, por otro lado, no existe en nuestros predecesores de Bilan y de Internationalisme-GCF[19](cuya filiación la FICCI-GIGC tiene la indecencia de reclamar y en particular la de nuestro camarada MC[20]).
La FICCI-GIGC sugiere que hemos traicionado, o estamos en proceso de traicionar, el internacionalismo proletario, lo que sería, en efecto, una razón válida para denunciar el oportunismo que lo conduce. Pero, hasta la fecha, la FICCI-GIGC no ha demostrado de ninguna manera cómo nuestra caracterización de la fase actual de la decadencia capitalista, la de su descomposición[21]-que, según esta gente, es una pieza central del oportunismo de la CCI- ¡sería una ilustración de esta traición!
La FICCI-GIGC sugiere que nuestro sectarismo se expresa a través de nuestra concepción de que existen grupos parasitarios que actúan en el entorno de la izquierda comunista[22] Esto, así como la idea de que el parasitismo representa un peligro para el medio político proletario, nos marginaría en relación con este medio e incluso constituiría una amenaza para él. En realidad, esta concepción constituye un peligro sólo para los parásitos y reivindicamos su validez de la misma manera que reivindicamos la lucha de Marx y Engels contra la Alianza de Bakunin en el seno de la AIT: "Ya es hora, de una vez por todas, de poner fin a las luchas internas cotidianas provocadas en nuestra Asociación por la presencia de este cuerpo parasitario". (Engels, "El Consejo General a todos los miembros de la Internacional", advertencia contra la Alianza de Bakunin").
El método de "sugerir" evitando el problema político subyacente apela al sentido común popular[23], a los métodos de caza de brujas practicados en la Edad Media, y que está experimentando un resurgimiento en la decadente sociedad actual con, en particular, la búsqueda sin cuartel de chivos expiatorios para todos los males de la sociedad.
De hecho, la FICCI-GIGC nunca ha explicado que, cuando sus miembros estaban en la CCI, jamás hicieron la menor objeción a las Tesis sobre la Descomposición y a las Tesis sobre el Parasitismo. El ataque que lanzaron contra nuestra organización en el año 2000 no hacía referencia a los desacuerdos sobre estas cuestiones. Sólo después "descubrieron", muy convenientemente, que no estaban de acuerdo con estos análisis. El reto para ellos era entonces eliminar los obstáculos para la justificación de su nuevo proyecto político:
- Convertidos en parásitos extremos, es evidente que no soportaban la imagen que el espejo de nuestro análisis del parasitismo reflejaba de ellos mismos y de su comportamiento. Tuvieron que romper este espejo para culpar a la CCI de sus propios abusos y tratar de privar a la CCI de un método adecuado para combatirlos;
- Al rechazar la teoría de la descomposición del capitalismo elaborada por la CCI, que es la única que defiende en el seno de la Izquierda Comunista, la FICCI podría acariciar la piel de los otros grupos de la Izquierda Comunista muy críticos con este análisis.
Además, la CCI ha sido objeto de muchas otras acusaciones por parte de la FICCI que no hemos mencionado hasta ahora. En general, se expresan mediante "fórmulas - impacto" basadas en mentiras y distorsiones, dignas del lema de Goebbels, el jefe de la propaganda nazi, según el cual: "Una gran mentira lleva consigo una fuerza que ahuyenta la duda". Afortunadamente, el oscurantismo medieval no impide que se exprese la estupidez y, con ella, la posibilidad de despertar la incredulidad de los partidarios de GIGC. Para su atención, reproducimos una pequeñísima muestra de las acusaciones que nos hace la FICCI: la CCI se vería hoy afectada por el estigma de "un alejamiento progresivo del marxismo y una tendencia cada vez más asertiva a plantear (y defender) valores burgueses y pequeñoburgueses en boga ("juvenilismo", feminismo y sobre todo "no violencia")[24]; la CCI "haría el juego a la represión"[25].
Apenas se guardó en el bolsillo el viejo nombre de “FICCI” para presentarse con la nueva cara de GIGC", este grupo parasitario ha intentado una maniobra, también de carácter policial, contra la CCI.
Aunque las campañas anti-CCI de la FICCI tuvieron inicialmente cierto impacto en el medio político proletario, no consiguieron marginar a nuestra organización, sobre todo porque las combatimos enérgicamente. La FICCI tuvo que resignarse a esta situación hasta que la historia pareció sonreírle de nuevo gracias a la llegada providencial de los boletines internos de la CCI a sus manos[26].Pensando que por fin había llegado su hora de gloria, estos parásitos, revitalizados por la nueva "baza" que tenían en sus manos, desataron una propaganda histérica contra la CCI, como lo demuestra la pancarta publicitaria (jubilosa) colgada en su página web: "¡Una nueva (¿última?) crisis interna en la CCI!", acompañada por supuesto de un "Llamamiento al campo proletario y a los militantes de la CCI". Durante varios días, llevaron a cabo una actividad frenética, dirigiendo carta tras carta a todo el "medio proletario", así como a nuestros militantes y a algunos de nuestros simpatizantes (cuyas direcciones siguieron utilizando después de haberlas robado a la CCI). Este llamado "Grupo Internacional de la Izquierda Comunista" (el nuevo nombre que la FICCI se había dado a sí misma) hizo sonar la campana y gritó a los cuatro vientos que estaba en posesión de los boletines internos de la CCI. Al exhibir su trofeo de guerra y armar semejante jaleo, el mensaje que estos chivatos patentados pretendían transmitir era muy claro: ¡había un "topo" en la CCI que trabajaba mano a mano con el ex-FICCI! Se trataba claramente de un trabajo policial sin otro objetivo que el de sembrar la sospecha, el desorden y la discordia en nuestra organización. Estos fueron los mismos métodos utilizados por la Guépéou, la policía política de Stalin, para destruir el movimiento trotskista de los años 30 desde dentro. Son los mismos métodos que ya utilizaron los miembros de la antigua FICCI (destacando dos de ellos, Juan y Jonás, miembros fundadores del "GIGC") cuando en 2001 hicieron viajes "especiales" a varias secciones de la CCI para celebrar reuniones secretas y difundir el rumor de que una de nuestras compañeras (la "esposa del jefe de la CCI", como la llamaban) era "policía".
¿Cómo podría el GIGC beneficiarse de semejante regalo del cielo? ¿Un cómplice encubierto dentro de nuestra organización? ¿Lo habrá obtenido la propia policía pirateando nuestros ordenadores y pasándoselo al GIGC por algún medio? Si, en lugar de ser una banda de delincuentes, el GIGC hubiera sido una organización responsable, se habría esforzado por resolver este enigma e informar al medio político proletario del resultado de sus investigaciones.
Nuestro artículo denunciando este nuevo ataque fue suficiente para calmar de golpe el fervor del GICG, pero es interesante la respuesta que dio: "Nuestro grupo toma nota del silencio y de la ausencia de desmentido por parte de la CCI sobre la realidad de una grave crisis organizativa en el seno de la CCI y sobre el nuevo cuestionamiento en el seno de la propia CCI del comportamiento de la "activista" Avril-Louise-Morgane. El GIGC no va a responder al aluvión de insultos que la CCI está vertiendo sobre nuestro grupo (como hizo antes sobre la FICCI). Tenemos otras cosas que hacer. (...)". Esta respuesta fue reveladora en varios sentidos:
- El GIGC se negó a responder al “aluvión de insultos", por lo que evitó tener que responder a la única pregunta de interés y comprensiblemente embarazosa para él: ¿Cómo consiguió nuestros boletines internos?
- Acusó a la CCI de ocultar sus problemas organizativos, mientras que la lectura de toda nuestra prensa revela que eso es una mentira y una calumnia, ya que, al igual que los bolcheviques (véase en particular el libro de Lenin "Un paso adelante dos pasos atrás"), somos la única organización que informa sistemáticamente sobre ellos y aprende de ellos.
- Al estar en posesión de nuestros boletines internos, el GIGC sabía perfectamente que, una vez más, nuestros problemas no se iban a ocultar. Por lo tanto, la repercusión de los problemas organizativos que afectan al CCI no podría esperarse antes de la celebración de una reunión general de la organización (un congreso, una conferencia) encargada de tratarlos; por lo tanto, sólo podría tener lugar en el contexto de una revisión de los trabajos de dicha reunión. El resultado de nuestra conferencia extraordinaria de mayo de 2014 se publicó en un artículo en septiembre de 2014, en la Revista Internacional nº 153, bajo el título, "Conferencia Internacional Extraordinaria del CCI: Las "noticias" de nuestra desaparición son muy exageradas"[27].
Hemos mostrado cómo la FICCI intentó utilizar el PCI para apoyarse contra la CCI e ilustraremos cómo utilizó el mismo enfoque “ a mayor escala” frente al BIPR. Este intento de corromper a estas dos organizaciones arrastrándolas hacia un campo ajeno a las normas que rigen las relaciones dentro de la Izquierda Comunista constituye también un ataque parasitario contra ellas.
Así, el BIPR ha sido objeto, en particular, de una audaz maniobra por parte de la FICCI consistente en organizar una reunión pública en París el 2 de octubre de 2004 en beneficio de este grupo. En realidad, como demostraremos, se trataba de una reunión pública que debía servir a la reputación de la FICCI, en detrimento de la del BIPR y con vistas a llevar a cabo un ataque contra la CCI.
El anuncio de esta reunión por parte del BIPR indicaba que su tema era la guerra de Irak. Por otra parte, el anuncio realizado por la FICCI subraya la importancia de su propio planteamiento: "A propuesta nuestra y con nuestro apoyo político y material, el BIPR organizará una reunión pública en París (RP que esperamos no sea la última) en la que llamamos a todos nuestros lectores a participar" (énfasis añadido)". Lo que se desprende de este llamamiento es que, sin la FICCI, esta organización de la izquierda comunista, que existe a nivel internacional y es conocida desde hace décadas, ¡no habría podido tomar la iniciativa y organizar la reunión pública!
De hecho, este grupo parasitario utilizó al BIPR como "hombre de paja" para su propia publicidad con el fin de obtener un certificado de respetabilidad, de reconocimiento de su pertenencia a la izquierda comunista. Y no dudó en utilizar la agenda de contactos del CCI (que había robado antes de abandonar la organización) para difundir su convocatoria de esta reunión pública.
Como señalamos en su momento, la FICCI no consideró útil escribir una sola frase de análisis de denuncia de la guerra de Irak (al contrario que el anuncio realizado por el BIPR). Asimismo, su anuncio estaba dedicado exclusivamente a una cuestión: "cómo reconstruir un polo de reagrupamiento revolucionario en la capital francesa tras el hundimiento de la CCI, un hundimiento del que sus reuniones públicas están ahora desiertas y ya no constituyen un lugar de debate".
De hecho, fue todo lo contrario lo que se puso de manifiesto en el desarrollo de la reunión pública del BIPR. Según la FICCI, esto debía ser la prueba de que el BIPR era ahora el "único polo serio" de discusión y referencia para la izquierda comunista. Sin embargo, habría sido un fiasco total si la CCI no hubiera participado e invitado a sus contactos a hacer lo mismo. En efecto, una importante delegación de militantes de la CCI y una decena de simpatizantes de nuestra organización estaban presentes.
En realidad, la multiplicación de los halagos del GIGC-FICCI al BIPR no era más que pura hipocresía. Desde su creación, el FICCI había buscado apoyo en el medio político proletario, principalmente en el BIPR, en su cruzada parasitaria contra la CCI, en particular "eligiendo" al BIPR como único polo viable para el reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias. Como el tábano de la fábula de Jean de La Fontaine, daba consejos, distribuía buenos puntos al medio político, reproducía algunos de sus artículos... En aquel momento, las relaciones entre el BIPR y el FICCI estaban en “plena luna de miel”. El informe de la FICCI de una reunión con el BIPR en junio de 2004 expuso el siguiente análisis de la dinámica existente dentro del campo proletario: "Estos diversos planes revisados nos permiten concluir que hay efectivamente dos dinámicas dentro del campo proletario actual, estas dos dinámicas van en dos direcciones opuestas: una para crear un marco que reúna las energías revolucionarias, que promueva y dirija los debates y la reflexión colectiva, que permita una intervención lo más amplia posible en el seno de la clase obrera, esta dinámica, de la que forma parte nuestra fracción, es llevada, hoy en día, esencialmente por el BIPR; la otra que va en sentido contrario, la de mantener, incluso aumentar la dispersión, la confusión política, es llevada por la CCI y contra la que la fracción lucha abiertamente. " (Acta de una reunión entre el BIPR y la fracción; septiembre de 2004 - Boletín Comunista FICCI 27).
Quince años después, el Informe de Actividades de la 2ª Asamblea General del GIGC (abril de 2019) pinta un panorama mucho menos idílico de su relación con la TCI (antes BIPR). En efecto, informa a sus lectores de que "... han surgido nuevas fuerzas comunistas de las que Nuevo Curso es la expresión y un factor, lo que sitúa directamente a los grupos históricos de la Izquierda del Partido Comunista ante su responsabilidad histórica frente a esta nueva dinámica y ante la cual la Tendencia Comunista Internacionalista, principal organización de este campo, comenzó por encerrarse en una actitud, o reflejos, relativamente sectaria hacia nosotros e inmediatista respecto a estas nuevas fuerzas". (subrayado nuestro - Informe de actividades de la 2ª Asamblea General del GIGC. Revolución o Guerra n°12).
Por otra parte, "la TCI, aunque esté vinculada orgánicamente al PC italiano y a la Izquierda Comunista de Italia, sufre el peso del informalismo relativo, del personalismo y del individualismo, y por tanto del espíritu del círculo" (subrayado nuestro - Idem) que, según el GIGC, dificulta la aplicación de un método de partido por parte de la TCI sobre todo en la relación con sus contactos.
¿Qué ocurrió para que la FICCI-GIGC, esos lameculos patentados de la TCI, se rebelaran de esta manera? Hoy descubren que el TCI, antes BIPR, se entrega a lo que parece un enfoque oportunista de la intervención ante los contactos: "El artículo, escrito por un miembro del CWO, el grupo británico del TCI, rechaza claramente las "fracciones o círculos de discusión". Más allá del rechazo de la forma organizativa per se y, lo que es más grave, subestima, ignora, y de hecho rechaza, todo proceso de confrontación y clarificación política como medio central y momento indispensable de la lucha del partido". (subrayado por nosotros – Idem)
Lo que molesta al GIGC no es lo que califica, sin decirlo, de oportunismo en la TCI, sino que el fiel "tábano" tiene mucho menos éxito que el TCI con los nuevos elementos que se acercan a la izquierda comunista. Sobre todo, al GIGC le cuesta digerir el hecho de que sus miembros en Canadá lo hayan abandonado para unirse a la TCI.
Esta crítica del GIGC a la TCI es reveladora, no de los métodos de reclutamiento de la TCI, sino de la infinita hipocresía del GIGC. En efecto, además de los compromisos político-teóricos que el GIGC había hecho para estar más en sintonía con el medio político proletario (abandonando la teoría de la descomposición y las tesis sobre el parasitismo), sus miembros habían sofocado otra divergencia, de gran importancia, que el GIGC siempre había tenido (y que compartían cuando estaban en nuestra organización), con el BIPR sobre los principios que debían regir la formación del partido. De repente, los miembros de la FICCI habían "olvidado" las críticas que ellos y la CCI habían hecho anteriormente al Partito Comunista Internazionalista (PCInt) y al BIPR sobre esta cuestión, en particular el enfoque oportunista que había presidido la formación del Partito en 1945. En la actualidad, el GIGC está "descubriendo" que los métodos de reclutamiento de la TCI son “un poco oportunistas”, pero no es, como el GGIC quiere hacer creer, que la TCI haya cambiado sus métodos, sino que es el GGIC quien abandona su actitud de lameculos a causa de la amargura que le produce el que la TCI le haya quitado algunos de sus miembros.
Existe un desacuerdo entre la TCI y la CCI sobre el método de reagrupamiento que debe llevar a la constitución del partido mundial, pero este desacuerdo se da dentro del campo proletario y dará lugar a un debate político y a una confrontación de posiciones entre camaradas que luchan por la misma causa[28]. Y es inaceptable que se vea contaminado por los lloriqueos de la GIGC.
Para concluir sobre los logros del GIGC-FICCI, y sobre su carácter eminentemente nocivo, es necesario volver a un episodio que presenta similitudes con la reciente situación en la que el parasitismo del GIGC viene a apoyar las travesuras de un aventurero. Un episodio en el que la alianza entre estos dos elementos tuvo efectos destructivos, especialmente en relación con los elementos que se acercan a las posiciones de clase.
En 2004, el CCI entabló una relación política con un pequeño grupo en búsqueda de posiciones de clase en Argentina, el NCI (Núcleo Comunista Internacional)[29]. Habiendo emprendido el estudio de las posiciones de las corrientes de la izquierda comunista, sus miembros se orientaron hacia las posiciones de la CCI. Las discusiones sobre la cuestión del comportamiento organizativo inaceptable dentro del proletariado convencieron a estos camaradas, sobre la base del estudio de las posiciones de la FICCI y de nuestros propios artículos sobre el tema, de que la FICCI "había adoptado un comportamiento ajeno a la clase obrera y a la izquierda comunista". Esto dio lugar a una toma de posición en este sentido, escrito el 22 de mayo de 2004 por estos compañeros[30].
Resultó que empezaba a surgir un problema en el seno del NCI debido a que uno de sus miembros -al que llamaremos Ciudadano B. en el resto de la narración- tenía una práctica totalmente opuesta a un funcionamiento colectivo y unitario, condición fundamental de existencia para una organización comunista. Tras iniciar los contactos con la CCI (era el único que podía utilizar Internet), mantuvo conversaciones individuales con cada uno de los miembros del grupo, pero maniobró para evitar el desarrollo de cualquier debate serio y sistemático del grupo en su conjunto, lo que le permitió "mantener el control" del mismo. Esta práctica organizativa, radicalmente ajena al proletariado, es típica de los grupos burgueses, sobre todo de los de la izquierda o extrema izquierda del capital. En realidad, el Sr. B se proponía utilizar a sus camaradas como trampolín para convertirse en una "personalidad" dentro del medio político proletario. Sin embargo, el trabajo sistemático de discusión de las posiciones políticas con la CCI a lo largo del tiempo, así como nuestra insistencia en las reuniones conjuntas de todos los camaradas, frustraron cada vez más sus planes inmediatos como aventurero.
Así, a finales de julio de 2004, el Sr. B. intentó una maniobra audaz: pidió la integración inmediata del grupo en la CCI. Impuso esta exigencia a pesar de la resistencia de los demás camaradas del NCI que, aunque también se fijaron el objetivo de ingresar en la CCI, sintieron la necesidad de realizar previamente un profundo trabajo de clarificación y asimilación, ya que la militancia comunista sólo puede basarse en convicciones sólidas. La CCI rechazó esta demanda en línea con nuestra política contra las integraciones precipitadas e inmaduras que pueden contener el riesgo de destrucción de militantes y son perjudiciales para la organización.
Al mismo tiempo, se había formado una alianza entre la FICCI y el aventurero B, seguramente por iniciativa de éste, al servicio de una maniobra contra la CCI utilizando, sin su conocimiento, al NCI.
La maniobra consistía en hacer circular en el medio político proletario una denuncia de la CCI y de sus "métodos nauseabundos" que parecía emanar indirectamente de la NCI, ya que esta denuncia estaba firmada por un misterioso y ficticio "Círculo de comunistas internacionalistas" (¡o "CCI" para abreviar!), dirigido por el ciudadano B y que, según él, debía constituir la “superación politica" del NCI. Estas calumnias se transmitieron mediante un folleto del "Círculo" distribuido por la FICCI con motivo de la reunión pública en París del BIPR el 2 de octubre de 2004.
También se pusieron en línea en diferentes idiomas en el sitio web del BIPR. Además de apuntar directamente a la CCI, el folleto en cuestión defendía a la FICCI, cuestionando totalmente la posición de la NCI del 22 de mayo de 2004, que había denunciado a este grupo.
Cuando más tarde descubrieron las maniobras del ciudadano B a sus espaldas, en particular la creación del títere "Círculo de Comunistas Internacionalistas", así como su posicionamiento en apoyo del FICCI y en denuncia de la CCI, los miembros del NCI analizaron la situación de la siguiente manera: "Es muy probable que él (B.) ya había establecido contactos clandestinos con la FICCI, mientras seguía engañándonos hasta el punto de querer precipitar la integración de la NCI en la CCI"[31].
La forma en que el ciudadano B elaboró su maniobra es típica de un aventurero, de sus ambiciones y de su total falta de escrúpulos y de preocupación por la causa del proletariado. La utilización de un aventurero por parte de la FICCI para satisfacer su odio a la CCI y tratar de poner en marcha, mediante la denigración pública, el aislamiento político de nuestra organización, es digna de los patéticos y despreciables personajes que pueblan el mundo de la pequeña y gran burguesía.
En ese momento, la CCI había respondido, a veces de forma cotidiana, a la campaña falsa y usurpadora del Ciudadano B hasta que, incapaz de refutar la exposición pública de sus artimañas, resolvió desaparecer políticamente[32]. Lamentablemente, los demás miembros del NCI, profundamente desmoralizados por la forma en que habían sido utilizados y manipulados por el ciudadano B., fueron incapaces de levantarse y continuar con sus esfuerzos de reflexión, y finalmente abandonaron toda actividad política.
En cuanto a la FICCI, que estaba metida hasta el cuello en este asunto y que se había apoyado mucho en el ciudadano B. para desacreditar a la CCI, parece que no ha aprendido la lección de esta desventura en la que hizo el ridículo ya que, recientemente, volvió a apoyarse en las acciones de otro aventurero.
Hoy, a diferencia del episodio del Ciudadano B, no es la CCI la que está en el punto de mira de la política del aventurero Gaizka, sino toda la izquierda comunista[33] cuya reputación sufrirá un daño político si no se desenmascara a este último y rendirlo incapaz de hacer daño político. Como enseña la tradición del movimiento obrero, y como demuestra la reciente experiencia de la CCI frente a las maniobras y calumnias del Ciudadano B, es vital defender el honor de las organizaciones que son objeto de ataques parasitarios y de la acción de aventureros[34], aunque ello requiera una gran cantidad de energía que podría destinarse útilmente a otras tareas organizativas[35].
Actualmente, en varias partes del mundo, asistimos a la aparición de un creciente interés por las posiciones de la izquierda comunista por parte de elementos jóvenes. Y aquí es donde el GIGC y el ciudadano Gaizka tienen un papel que desempeñar. No para contribuir a la reflexión y a la evolución de estos elementos hacia la Izquierda Comunista, sino, por el contrario, para aprovechar su inexperiencia con el fin de llevarlos a callejones sin salida, para esterilizar y destruir su convicción militante[36]. Si el GIGC y Gaizka se autodenominan Izquierda Comunista, es sobre todo para atrapar a estos jóvenes elementos en beneficio exclusivo de sus sórdidos intereses. En el caso del GIGC, se trata de establecer un cordón sanitario alrededor de la CCI dando rienda suelta a su odio hacia nuestra organización. En el caso de Gaizka, se trata de satisfacer sus ambiciones megalómanas de aventurero. Las motivaciones no son idénticas, pero si, como en 2004, con el episodio del Ciudadano B., hay una convergencia entre parásitos y aventureros, es obviamente porque son, cada uno a su manera, enemigos mortales de la izquierda comunista, de sus tradiciones y de sus principios. En el difícil camino hacia la plena comprensión de estas tradiciones y principios, será necesario, sobre la base de toda la experiencia del movimiento obrero, enfrentarse a los tejemanejes y trampas de estos enemigos patentes del movimiento obrero.
CCI (22 / 02 / 2021)
[1]Ver Nuevo Curso y una "Izquierda Comunista Española" ¿De dónde viene la Izquierda Comunista? https://es.internationalism.org/content/4460/nuevo-curso-y-una-izquierda-comunista-espanola-de-donde-viene-la-izquierda-comunista [138]
[2]Ver ¿Quién es quién en Nuevo Curso? https://es.internationalism.org/content/4519/quien-es-quien-en-nuevo-curso [139] y Gaizka calla. Un silencio atronador https://es.internationalism.org/content/4557/defensa-del-medio-politico-proletario-gaizka-calla-un-silencio-atronador [140]
[3] Ver Lassalle y Schweitzer: La lucha contra los aventureros políticos en el movimiento obrero https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero [141]
[4]Ver Nuevo ataque de la CCI al campo proletario internacional (1 de febrero de 2020). El hecho de que entre los grupos o blogs que dicen ser de la izquierda comunista, sólo los especialistas en difamación de la CCI atacaron nuestro enfoque sobre el Sr. Gaizka o trataron de defenderlo, ilustra la naturaleza irrefutable de la información que reportamos sobre él.
[5] Ver en el GIGC "Nouvelle attaque du CCI contre le camp prolétarien international [142] (1er février 2020)"
[6] Lassalle y Schweitzer: La lucha contra los aventureros políticos en el movimiento obrero https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero [141]
[7] Ver ¿Quién es quién en Nuevo Curso? https://es.internationalism.org/content/4519/quien-es-quien-en-nuevo-curso [139] Defensa del medio político proletario: Gaizka calla. Un silencio atronador https://es.internationalism.org/content/4557/defensa-del-medio-politico-proletario-gaizka-calla-un-silencio-atronador [140] y Cuestiones de organización, IV - La lucha del marxismo contra el aventurerismo político https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1234/cuestiones-de-organizacion-iv-la-lucha-del-marxismo-contra-el-aven [143]
[8] En las que se expresa un método de combate político: "Hay que desestabilizarlos", siendo el "objetivo" de esta desestabilización, por supuesto, todos aquellos que no compartían su enfoque hostil hacia la CCI y la denigración despreciable de algunos de sus militantes.
[9] Ver, entre otros, Documentos de la vida de la CCI - El combate por la defensa de los Principios Organizativos https://es.internationalism.org/revista-internacional/200207/3276/documentos-de-la-vida-de-la-cci-el-combate-por-la-defensa-de-los-p [144] , La FICCI en acción: mentiras y comportamiento de “matones” https://es.internationalism.org/cci-online/200606/976/la-ficci-en-accion-mentiras-y-comportamiento-de-matones [145] etc.
[10] 15º Congreso CCI: reforzar la organización frente a los retos del periodo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/850/15-congreso-cci-reforzar-la-organizacion-frente-a-los-retos-del-per [146]
[11] Son las iniciales reales de un camarada que la FICCI ofrece gentilmente a la policía.
[12]MC (Marc Chirik - mayo de 1907, diciembre de 1990) fue el principal fundador de la CCI a la que aportó toda una experiencia como militante revolucionario dentro de la Internacional Comunista, la Oposición de Izquierda y la Izquierda Comunista (Izquierda Italiana e Izquierda Comunista de Francia). "Con Marc, no es sólo nuestra organización la que pierde a su militante más experimentado y fructífero; es todo el proletariado mundial el que se ve privado de uno de sus mejores luchadores". Con estas palabras introducimos el primero de los dos artículos escritos en homenaje a la vida militante de nuestro compañero. Leer Marc: de la revolución de Octubre 1917 a la IIª guerra mundial https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1053/marc-de-la-revolucion-de-octubre-1917-a-la-ii-guerra-mundial [147]
[13]Una comisión especial nombrada por la CCI, formada por militantes experimentados, examinó todas las "pruebas" aportadas por los acusadores de Louise y concluyó que eran completamente absurdas. La propia Louise había solicitado un careo con sus principales acusadores. La de Olivier había permitido poner de relieve la papilla que había invadido el cerebro de Olivier y que le había llevado a cambiar completamente de posición al menos tres veces en pocas semanas antes de convertirse en uno de los principales fundadores del FICCI, que luego abandonó para seguir su propio camino. En cuanto a Jonas, sin duda el más inteligente de la banda, pero también el más cobarde, se negó rotundamente a esa confrontación.
[14]Buró Internacional por el Partido Revolucionario que se ha convertido posteriormente en Tendencia Comunista Internacional.
[15]Ver Défense de l'organisation - Le PCI (Le Prolétaire) à la remorque de la "fraction" interne du CCI https://fr.internationalism.org/ri328/Gauche_Communiste.htm [148]
[16] Ver "Les réunions publiques du CCI interdites aux mouchards [149]" ; Révolution Internationale n° 338, septembre 2003.
[17]Ver Solidaridad con nuestros militantes amenazados https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/694/solidaridad-con-nuestros-militantes-amenazados [150]
[18]Ver 'Fracción Interna' de la CCI: Intento de estafa a la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/834/fraccion-interna-de-la-cci-intento-de-estafa-a-la-izquierda-comunis [151]
[19]Para que la CCI esté fuera del campo proletario tendría que traicionar los principios fundamentales de éste, como el internacionalismo, la perspectiva de la revolución comunista, el rechazo a apoyar todas las instituciones del aparato político de la clase dominante (sindicatos, partidos políticos, democracia burguesa, etc.). La FICCI-GIGC no puede encontrar tales traiciones en nuestras posiciones y por eso no puede evitar incluir a nuestra organización en la lista de "Grupos y Organizaciones del Campo Proletario" en su página web. Dicho esto, la pertenencia al campo proletario no se reduce al rechazo de las posiciones políticas burguesas. También se basa en una lucha decidida contra los comportamientos propios de la clase dominante, de los que el estalinismo ha sido una de las encarnaciones más puras; la mentira sistemática, el gansterismo, los métodos policiales, es decir, los comportamientos que están en el corazón de la actividad de los matones y chivatos de la FICCI-GIGC.
[20]La FICCI-GIGC tiene la desfachatez de atribuirse el mérito de la lucha organizativa llevada a cabo por el camarada MC a lo largo de su vida, especialmente cuando militaba en la Fracción Italiana en los años 30. En el número 29 de su "Boletín Comunista" afirma: "Nuestra concepción de la organización es la que siempre ha defendido MC".
[21]Para ilustrar el nivel de crítica por parte de la FICCI a nuestro análisis de la fase de descomposición, la última fase del capitalismo, el lector puede consultar el siguiente artículo: Las raíces marxistas de la noción de descomposición en la Revista Internacional nº 117 (https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/167/entender-la-descomposicion-i-las-raices-marxistas-de-la-nocion-de-d [39] ). En lo que respecta más específicamente a la FICCI, el lector puede consultar el artículo "Sobre la teoría de la descomposición de la CCI", Boletín de la FICCI n° 4, febrero de 2011. En este texto, los miembros de la FICCI demuestran una vez más su falta de honestidad: en lugar de reconocer que están cuestionando la posición que habían defendido durante más de diez años en la CCI, afirman que su nuevo "análisis" está en consonancia con esta posición. Así se puede leer: "... cómo habíamos planteado la cuestión de la descomposición [dentro de la CCI]: como un bloqueo entre clases, sin que ninguna de ellas pueda imponer su perspectiva. El 11 de septiembre manifiesta el hecho de que la burguesía se ve obligada a romper este "equilibrio" y a forzar el paso: la marcha hacia la guerra. (...) Decir, en 2002, que la burguesía busca desbloquear la situación de "equilibrio" de los años 90 significa que el "bloqueo descomponedor" desaparece". En otras palabras, la fase de descomposición habría sido sólo un momento circunstancial y reversible que podría haber sido superado con una nueva configuración de la política imperialista de la burguesía. De hecho, el análisis de la FICCI compartido por sus miembros cuando estaban en nuestra organización dice exactamente lo contrario: "El curso de la historia es irreversible: la descomposición lleva, como su nombre indica, a la dislocación y putrefacción de la sociedad, a la nada". (Tesis: La descomposición, fase final de la decadencia capitalista (Revista Internacional nº 107 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3] )
[22]Para ver la realidad y el peligro que representa el parasitismo ver nuestras Tesis sobre el parasitismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199807/1196/construccion-de-la-organizacion-revolucionaria-tesis-sobre-el-para [152]
[23]Es decir, dejarse llevar por todo el amasijo de prejuicios dominantes en la época actual.
[24]Las nuevas calumnias de la FICCI https://es.internationalism.org/cci-online/200612/1144/las-nuevas-calumnias-de-la-ficci [153]
[25]La pretendida “solidaridad” de la CCI con los CRS: cómo la FICCI intenta ocultar sus propias conductas policíacas https://es.internationalism.org/cci-online/200606/980/la-pretendida-solidaridad-de-la-cci-con-los-crs-como-la-ficci-intenta-ocultar- [154]
[26]Ver La CCI atacada por une nueva oficina del Estado burgués https://es.internationalism.org/content/4021/la-cci-atacada-por-une-nueva-oficina-del-estado-burgues [155]
[27]https://es.internationalism.org/content/4042/conferencia-internacional-extraordinaria-de-la-cci-la-noticia-de-nuestra-desaparicion [156]
[28]Ver entre otros Respuesta a la Communist Workers Organisation - Una política de agrupamiento sin orientación https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1768/respuesta-a-la-communist-workers-organisation-una-politica-de-agru [157] y Polémica con el BIPR: una política oportunista de agrupamiento que no lleva mas que a "abortos" https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/69/polemica-con-el-bipr-una-politica-oportunista-de-agrupamiento-que-no [158]
[29]El Nucleo Comunista Internacional, una expresión del esfuerzo de toma de conciencia del proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/201/el-nucleo-comunista-internacional-una-expresion-del-esfuerzo-de-tom [159]
[30]Ver A propósito de la FICCI: Toma de posición de un grupo de militantes en Argentina https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/473/a-proposito-de-la-ficci-toma-de-posicion-de-un-grupo-de-militantes-en-a [160]
[31]¡El NCI no ha roto con la CCI! https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/641/noticias-de-argentina-el-nci-no-ha-roto-con-la-cci [161]
[32]Ver Círculo de Comunistas Internacionalistas' (Argentina): ¿Qué es y qué función cumple? https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/471/circulo-de-comunistas-internacionalistas-argentina-que-es-y-que-funcion [162]
[33]Gaizka se "interesa" por la izquierda comunista, mostrando benevolencia hacia ella -para torpedearla mejor- y hacia ciertos grupos dentro de ella. Así, en una carta que Gaizka nos escribió hace unos años, nos informaba de la importancia de la existencia política que atribuía a la CCI y a la TCI, e incluso de la influencia positiva que la CCI había tenido en su propio desarrollo. Esto hay que tenerlo en cuenta, no para relativizar la peligrosidad de su acción, sino, por el contrario, para comprenderla mejor y aprehender mejor el enfoque del aventurero que es. Así presentó su proyecto "Nuevo Curso": No nos consideramos un grupo político, un protopartido o algo así... Por el contrario, vemos nuestro trabajo como algo "formativo", para ayudar a la discusión en los centros de trabajo, entre los jóvenes, etc. y una vez que hayamos aclarado algunos elementos básicos, servir de puente entre esta nueva gente que está descubriendo el marxismo y las organizaciones internacionalistas (esencialmente la TCI y vosotros, CCI) que, tal como lo vemos, deberían ser los aglutinantes naturales del futuro partido aunque ahora seáis muy débiles (como, por supuesto, lo es toda la clase)". (7 de noviembre de 2017 - De [email protected] [163] a [email protected] [135])
[34]Los 3 artículos citados al principio son en defensa de la Izquierda Comunista
[35]En una circular dirigida a todos los miembros de la Internacional, el Consejo General de la AIT declaró que ya era hora de poner fin de una vez por todas a las luchas internas provocadas por la "presencia de un organismo parasitario". Y añadía: "Al paralizar la actividad de la Internacional contra los enemigos de la clase obrera, la Alianza sirve magníficamente a la burguesía y a sus gobiernos." Cuestiones de organización, III: El Congreso de La Haya de 1872: la lucha contra el parasitismo político; Revista Internacional nº 87 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/3614/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l [164]
[36]Las grandes luchas libradas por el proletariado en mayo de 1968 en Francia y, posteriormente, en muchos otros países, habían provocado la aparición de toda una generación de elementos que se volvieron hacia la perspectiva de la revolución comunista rechazando el estalinismo. Los grupos de izquierda, especialmente los maoístas y los trotskistas, habían tenido la función histórica de desviar la esperanza de estos elementos hacia callejones sin salida, esterilizando su voluntad militante, desmoralizándolos e incluso convirtiéndolos en opositores declarados de la perspectiva revolucionaria (como fue el caso de Daniel Cohn Bendit). Este es el tipo de función que los grupos parasitarios y los aventureros realizan hoy, a su nivel, con respecto a los jóvenes elementos que se acercan a la izquierda comunista.
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En diciembre del año pasado, la CCI escribió a la Tendencia Comunista Internacionalista, pidiéndole que publicara una carta de rectificación de las graves falsificaciones hechas sobre nuestra organización que aparecieron en el sitio web de la TCI en un artículo titulado "En el cuadragésimo quinto aniversario de la fundación de la CWO"[1].
La CCI no pide tales rectificaciones al campo burgués. No esperamos sino mentiras del mismo y simplemente denunciamos cualquier difamación de este tipo como la marca de la clase enemiga.
Si pedimos a la TCI una rectificación de difamaciones importantes de la CCI es porque consideramos a la TCI, cualesquiera que sean nuestras diferencias políticas, parte del campo proletario internacionalista, y por lo tanto asumimos un interés común en las rectificaciones de cualquier desviación importante de una imagen veraz de la historia de la izquierda comunista[2].
Esperábamos que el TCI reconociera estas importantes inexactitudes y aceptara rectificarlas o que aportara pruebas para refutar nuestras correcciones.
Desgraciadamente, el TCI respondió airadamente a nuestra petición, negándose a publicar cualquier corrección, sugiriendo que tal petición era una "provocación" o un "juego político". En su respuesta declararon que esa sería su última palabra sobre el tema y que la correspondencia quedaba cerrada[3].
Sin embargo, a pesar de este rechazo, la CCI volvió a escribir con la esperanza de hacer cambiar de opinión, explicando que nuestra solicitud de rectificación no era una provocación ni un juego ni una disputa sobre la interpretación de la CWO de su historia, ni un intento de tratar de imponer nuestra propia interpretación, sino la voluntad de restablecer la verdad sobre hechos importantes. Y señalamos en nuestra segunda carta que, a pesar de la airada negativa del TCI a publicar nuestra corrección, su respuesta no refutaba los hechos en cuestión y eran tal y como los describíamos. Pero el TCI ha sido coherente en una cosa: hasta ahora se ha mantenido en su rechazo unilateral de la correspondencia y tres meses después no ha respondido a nuestra segunda carta.
Si publicamos ahora esta correspondencia con el TCI es porque evidentemente fue imposible llegar a una solución de común acuerdo con ellos y porque, no obstante, consideramos que las falsificaciones son lo suficientemente graves como para necesitar una corrección pública. Ante la negativa del TCI a seguir discutiendo en privado una rectificación pública mutuamente aceptable, cosa que hubiéramos preferido, nos vemos obligados a hacer públicos nosotros mismos los hechos.
CCI a TCI, 8/12/2020
Estimados camaradas,
Les pedimos que publiquen la siguiente rectificación en su página web:
"Nos hemos dado cuenta de que un artículo en su página web 'En el 45º Aniversario de la fundación de la CWO' contiene algunas falsedades que difaman a nuestra organización. Tres de ellas destacan especialmente y deben ser corregidas:
- En primer lugar, el artículo afirma que la CCI "calumnió" a Battaglia Comunista en relación con sus orígenes en el Partido Comunista Internacionalista fundado en 1943:
“También descubrimos que las calumnias de la CCI de que ellos [el PCI] trabajaban "dentro de los partisanos" no eran ciertas, excepto en el hecho de que habían trabajado dondequiera que la clase obrera estuviera presente".
En una carta de Battaglia Comunista a la CCI reimpresa en un artículo "Las ambigüedades del Partido Comunista Internacionalista sobre los 'partisanos' en Italia en 1943" en la Revista Internacional nº 8 de 1977 se dice:
"Los camaradas que procedían de la izquierda comunista y que constituyeron el partido [Comunista Internacionalista] fueron los primeros, tanto en Italia como fuera de ella, en denunciar la política contrarrevolucionaria del bloque democrático (incluidos los partidos estalinistas y trotskistas) y fueron los primeros y los únicos en actuar dentro de las luchas obreras e incluso en las filas de los partisanos, llamando a los trabajadores a luchar contra el capitalismo sin importar el tipo de régimen que se escondiera.
Los compañeros a los que RI llama "resistentes" eran militantes revolucionarios que se dedicaron a la tarea de penetrar en las filas de los partisanos para difundir los principios y la táctica del movimiento revolucionario, y que pagaron este trabajo con su vida."
El Partido Comunista Internacionalista, en el que se originó Battaglia Comunista, actuó dentro y penetró en las filas de los partisanos, según su propio testimonio. Así que el reconocimiento y la crítica de la CCI a este hecho no es ninguna calumnia.
- En segundo lugar, el "Resumen de la línea de tiempo" al final del reciente artículo del CWO dice: "1980: La Tercera Conferencia de la Izquierda Comunista Internacional (París) condujo al abandono de las conferencias por parte de la CCI y de otros grupos menores".
Afirmar que la CCI abandonó las conferencias es una pura falsificación de la realidad, una falsificación que además se contradice con lo que está escrito antes en su artículo: "En la reunión [de la Tercera Conferencia] el CWO y el GCI belga anunciaron por separado que no asistirían a la próxima conferencia. La CWO no consultó al PCInt [es decir, a la Battaglia Comunista] antes de hacer esto, pero el PCint, como iniciador de las conferencias, trató de salvar algo de ellas proponiendo un nuevo criterio para la próxima conferencia que satisfaría (o eso creían) a algunos elementos como la CWO y la GCI y obligaría a la CCI a adoptar una postura más clara. No fue así, ya que la CCI argumentó que la resolución sólo pretendía excluirlos. Intentaron que el PCInt cambiara las palabras del criterio para que se mantuviera la confusión sobre la cuestión de los partidos. El PCInt se mantuvo en la formulación original y la delegación del CWO decidió apoyarlos".
Por lo tanto, no era la CCI sino el CWO el que quería abandonar las Conferencias. El PCInt, para "salvar algo" introdujo un nuevo criterio (que se negó a modificar, pero que la CWO apoyó) para la participación en la conferencia cosa que la CCI no podía aceptar. El debate sobre la naturaleza del partido entre los grupos de las Conferencias se había cerrado artificialmente. De hecho, la CCI fue excluida por los dos grupos y no es que abandonó las Conferencias.
- En tercer lugar, el artículo dice que: “Cuando la CCI empezó a irrumpir en las casas de la gente (supuestamente para recuperar los bienes de la CCI), incluida la de JM, que se fue junto a los escindidos, Aberdeen les amenazó con llamar a la policía".
La afirmación de que la CCI "empezó a irrumpir en las casas de la gente" es una mentira maliciosa lanzada por parásitos como el desaparecido Grupo del Boletín "Comunista" de Aberdeen para justificar el robo de los recursos materiales de la CCI y para excusar sus amenazas de llamar a la policía contra la CCI. La insinuación en el artículo -mediante el uso del adverbio "aparentemente"- de que la recuperación de material por parte de la CCI era un pretexto para la intimidación, fue otra mentira lanzada por los parásitos para excusar su propia villanía.
Uno de los principios por los que la tradición de la izquierda comunista se ha distinguido del estalinismo y del trotskismo ha sido decir la verdad y desenmascarar las mentiras de la contrarrevolución, en particular la falsificación de los hechos históricos por parte de ésta. Este principio de exactitud de los hechos es especialmente importante en una historia de la izquierda comunista. Las falsificaciones que aparecen en el artículo deben ser corregidas para dar una imagen veraz de esta historia a las nuevas generaciones de militantes comunistas.
El artículo lleva ya algún tiempo en su página web y podría haber sido leído por muchas personas, por lo que pedimos que la corrección mencionada aparezca en las próximas dos semanas en un lugar destacado de su página web.
Saludos comunistas, La CCI".
A pesar de negarse a publicar esta carta, el TCI corroboró efectivamente nuestras correcciones, como señalamos en nuestra segunda carta:
"...observamos que en su carta confirman de hecho la validez de las correcciones que pedimos:
1) Que no era una calumnia de la CCI decir que el PCInt entró en los partisanos al final de la 2ª Guerra Mundial en Italia.
"Los miembros del PCInt entraron en los partisanos para ganar trabajadores contra el antifascismo, el estalinismo (y el CLN)"
2) Que la CCI no abandonó las Conferencias de la Izquierda Comunista:
"[El PCI] ciertamente no quería que las invitaciones a participar en las conferencias se redujeran sólo a la CCI"
(En otras palabras, no había ninguna probabilidad de que la CCI se negara a participar en las conferencias).
3) Que la CCI no cometió ningún "allanamiento" durante la recuperación del material político en 1981: “En cuanto a la cuestión de los "allanamientos" tiene usted razón".
Los hechos en cuestión, que rectificamos en nuestra primera carta y confirmamos en la segunda, y que la TCI no impugna, pero se niega a corregir públicamente, no son evidentemente bagatelas, sino que afectan directamente a aspectos importantes de la integridad de las posiciones de la CCI. El artículo del CWO sugiere que las diferencias de la CCI con la conducta del PCint hacia los partisanos en Italia en la Segunda Guerra Mundial se basaría en una "calumnia", lo que dificulta comprender la diferente trayectoria de los predecesores de la CCI, la Gauche Communiste de France, de lo que fue el antepasado de la TCI, el PCInt.
A continuación, el artículo dice que abandonamos las Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista de los años 70 que, de hecho, defendimos con uñas y dientes. El impacto negativo del fracaso de estas conferencias todavía se siente hoy. Y, por último, el artículo pretende que la CCI, que siempre ha defendido la organización revolucionaria y su comportamiento honesto, se habría puesto al mismo nivel que los que intentaban destruirla con robos, calumnias y amenazas de la policía. En una palabra, totalmente contrario a los hechos, en el artículo aparecemos como calumniadores, matones y desertores.
No se trata de una exageración polémica, sino de invenciones que nos difaman.
Obviamente, la CCI está obligada a defenderse públicamente de tales denigraciones.
El CWO pretendía que su historia sirviera para que los nuevos miembros y contactos conocieran los "fundamentos de nuestra conciencia y perspectivas políticas actuales". Y como tal, su historia tenía que tener un lado polémico, ya que su pasado se cruza en muchos puntos con el de la CCI. Pero esto es una razón más para atenerse a los hechos para que los nuevos militantes conozcan la historia real de sus divergencias con otras tendencias. La convicción profunda de los nuevos militantes en la política de la TCI, o de cualquier otra tendencia de la izquierda comunista, no puede formarse sobre la base de denigraciones y falsedades sobre las tendencias opuestas. Por el contrario, la formación de nuevos militantes de la Izquierda Comunista exige el conocimiento de los hechos.
Desgraciadamente, como muestra el destino de la solicitud de la CCI a la TCI, la determinación colectiva de defender la verdad en el seno de la Izquierda Comunista en su conjunto - parte de su tradición histórica - a pesar de sus mutuos desacuerdos políticos, ha sido cada vez más olvidada y el intento de rectificar las falsedades es, en cambio, considerado por el TCI como un "juego" - es decir, la exigencia de la CCI de honestidad de los hechos es considerada en sí misma como deshonesta. Y luego se rechaza.
Sin embargo, este miserable desprecio por el establecimiento de los hechos es una desviación bastante reciente de la tradición de la izquierda marxista y de la izquierda comunista en particular.
El carácter revolucionario de la verdad tiene un significado general para el marxismo en el sentido de que la secuencia de cambios históricos de un modo de producción a otro a lo largo de la historia de la humanidad sólo puede entenderse científicamente, y por tanto con veracidad, como el resultado de la lucha de clases. Y tiene un significado específico para la lucha de la clase obrera, que necesita desenmascarar las mentiras que la clase capitalista utiliza para justificar su reino de explotación despiadada, crisis económica y la miseria, guerra interminable y catástrofes sin cuento. Dado que el objetivo comunista del proletariado revolucionario no es justificar un nuevo modo de explotación, sino abolir las clases y crear una sociedad de libre asociación de los productores, la búsqueda de la verdad es la mayor arma política y teórica de la clase obrera y de sus minorías comunistas, tanto contra la burguesía como en el refuerzo de sus propias filas.
El desarrollo teórico, político y organizativo de la tradición marxista se ha producido principalmente a través de las polémicas basadas en la verdad. Están las famosas polémicas de Marx y Engels contra los hegelianos de izquierda, (La Sagrada Familia, La Ideología Alemana) contra Proudhon (La Miseria de la Filosofía), el Anti-Dühring, la Crítica del Programa de Gotha, la polémica de Rosa Luxemburgo contra Eduard Bernstein (Reforma o Revolución) la polémica de Lenin con los populistas rusos en Quiénes son los amigos del pueblo y cómo combaten a los socialdemócratas, etc. Todos ellos se basan en extensas citas de los escritos y en los relatos precisos y probatorios de las acciones de aquellos a los que critican, y resultaron tanto más convincentes y vehementes por ello. A la inversa, la tradición marxista estaba decidida a responder públicamente a todas las alegaciones sobre su política y, sobre todo, a desenmascarar las calumnias y las maniobras al servicio del bando enemigo, como la exposición en un libro de Marx del espía de la policía Herr Vogt, o el informe de la Primera Internacional sobre la conspiración de Bakunin.
Estos principios de exactitud y honestidad comenzaron a debilitarse en el campo marxista con la degeneración oportunista de la II Internacional. Tras el colapso de ésta en 1914 y el apoyo de los principales partidos socialdemócratas a la guerra imperialista y el odio activo a la ola revolucionaria surgida en 1917, las calumnias contra la izquierda internacional marxista se intensificaron y fueron el preludio del intento de exterminio de sus militantes. El vilipendio de Rosa Luxemburgo por parte de la prensa socialdemócrata, por ejemplo, creó el clima para su asesinato en 1919. Lenin y Trotsky escaparon por poco del mismo destino en el verano de 1917 tras ser calumniados como agentes alemanes por los mencheviques y otros.
La larga contrarrevolución estalinista que siguió al final de la ola revolucionaria de 1917-23 intensificó este ataque contra los principios y el honor de la vanguardia revolucionaria en nombre del marxismo y de la clase obrera, una hipocresía sin precedentes en la historia. Los ataques estalinistas, disfrazados de "polémica marxista", tenían como objetivo la destrucción de aquellos que mantenían el núcleo internacionalista del programa marxista frente a la degeneración de la Revolución de Octubre y de la Internacional Comunista, es decir, la oposición en torno a Trotsky, pero sobre todo las izquierdas comunistas de Alemania e Italia. Las falsificaciones de la historia, las mentiras y las denigraciones prepararon el terreno para las expulsiones, los encarcelamientos, las torturas, los juicios de exhibición y los asesinatos.
Trotsky intentó mantener la verdadera tradición marxista con la Comisión Dewey en 1936 que expuso los montajes de los Juicios de Moscú con pruebas sistemáticas y testimoniales.
Pero el trotskismo se unió al campo burgués durante la Segunda Guerra Mundial abandonando el internacionalismo, y en el proceso sus métodos se volvieron más parecidos a los de la contrarrevolución estalinista y socialdemócrata. La mentira y la calumnia se convirtieron en un comportamiento normal dentro de la izquierda y la extrema izquierda de la contrarrevolución burguesa. Sólo la Izquierda Comunista se mantuvo del lado del proletariado y de la defensa de la verdad durante la carnicería imperialista 1939 - 45. Y hoy la Izquierda Comunista todavía tiene que enfrentarse y distinguirse claramente de los ignominiosos métodos de la izquierda contrarrevolucionaria.
En el resurgimiento de la tradición de la Izquierda Comunista después de 1968, a pesar del peso del sectarismo entre los diferentes grupos y la dificultad de los nuevos militantes para romper con las costumbres del izquierdismo, la necesidad de un esfuerzo común para establecer la verdad fue reconocida mutuamente por los diferentes grupos. Como muestra la carta de la CCI a la CWO arriba mencionada, la CCI publicó en 1977 en su Revista Internacional la petición de Battaglia Comunista (es decir, el PCint/ICT) de una corrección de su artículo sobre los partisanos y los orígenes del PCint. Y en esta ocasión la petición del PCInt se refería a este principio revolucionario de exactitud histórica, episodio que recordamos en nuestra segunda carta a la TCI:
"En 1976, el camarada Onorato Damen, en nombre del Ejecutivo del Partito Comunista Internazionalista, dirigió una carta a nuestra sección en Francia pidiéndole que rectificara ciertas afirmaciones contenidas en una polémica con el PCI Bordigista publicada en el nº 29 de nuestro periódico Révolution Internationale. Protestaba, en particular, contra lo que habíamos escrito sobre la política del Partito en la cuestión partidista. Y concluía su carta con lo siguiente "Queremos que todos los revolucionarios sepan realizar un examen crítico serio de las posiciones sobre los principales problemas políticos de la clase obrera de hoy, documentado con la seriedad que es propia de los revolucionarios, cuando se trata de volver (y esto es algo siempre necesario) a los errores del pasado". Publicamos su carta completa en la Revista Internacional nº 8, con, por supuesto, nuestra propia respuesta.
Nuestra pregunta es: ¿pensáis que el camarada Damen y el Ejecutivo del PCInt han incurrido en una "provocación", en un "juego político" al pedirnos que publiquemos una corrección?
Por supuesto, puede haber una disputa sobre la realidad de los hechos. En la Revista Internacional 87, por ejemplo, publicamos una carta del CWO (¿sería una "provocación" y un "juego político"?) que afirmaba que había falsedades en una polémica anterior del PCI. Argumentamos que, de hecho, eran ciertas.
Más recientemente, en las últimas décadas, esta tradición revolucionaria recordada por Onorato Damen ha sido olvidada, en parte como resultado del fracaso de las Conferencias de la Izquierda Comunista a las que nos hemos referido antes, y el consiguiente aumento, a pesar de los mejores esfuerzos de la CCI, de una mentalidad destructiva de "cada uno contra todos", donde el principio de honestidad dentro de la Izquierda Comunista fue cada vez más olvidado. El principio de discusión mutua y acción común establecido por Marx durante la Primera Internacional como el ethos de todas las diferentes tendencias dentro del movimiento proletario fue cada vez más ignorado. En relación con este fracaso, y agravándolo, se produjo la proliferación de grupos -que a menudo no eran más que blogueros desafectos- que verbalmente decían formar parte de la Izquierda Comunista, pero cuya función en realidad era denigrar y calumniar esta tradición organizada del comunismo de izquierda. Sin embargo, esta última en su conjunto no ha logrado hasta ahora cerrar filas contra este fenómeno maligno que debilita aún más el principio de honestidad dentro de la Izquierda Comunista[4].
La infección de la práctica deshonesta del izquierdismo, cuyos síntomas aparecen en las falsificaciones del último artículo de la CWO sobre su historia, recuerda a un episodio anterior de tipo similar, el infame escándalo del 'Asunto Círculo' cuando la TCI (entonces llamada Buró Internacional por el Partido Revolucionario) volvió a publicar en su sitio web, sin ninguna crítica, una letanía de calumnias contra la CCI que se originaron en un grupo imaginario de América Latina llamado 'Círculo de Comunistas Internacionalistas'.
A principios de la década de 2000, la CCI inició debates con un grupo de Argentina sobre las posiciones y los principios organizativos de la Izquierda Comunista y sobre el análisis del movimiento piquetero en ese país en diciembre de 2001. Como consecuencia de ello, este grupo, el Núcleo Comunista Internacionalista, lanzó un llamamiento internacional a los grupos de la Izquierda Comunista para un debate organizado, al que, desgraciadamente, sólo respondió positivamente la CCI. El NCI también hizo una declaración condenando las acciones de un grupo parasitario contra la CCI[5].
Sin embargo, las dificultades a las que se enfrentan los nuevos grupos que se acercan a la Izquierda Comunista se pusieron de manifiesto en un episodio extraño y destructivo.
Un individuo ambicioso, dentro del NCI, (que llegó a ser conocido como Ciudadano B) mostraba un comportamiento decididamente aventurero dentro del grupo con aire de gurú, y exigía perentoriamente la adhesión inmediata a la CCI. Cuando las condiciones de esta demanda fueron rechazadas, se vengó pretendiendo que el NCI se había transformado en un grupo político imaginario, ¡el "Círculo de Comunistas Internacionalistas"! Esta escandalosa usurpación tuvo lugar sin el conocimiento de los demás miembros del NCI.
En nombre de este grupo fantasma, el Ciudadano B comenzó entonces a producir declaraciones en Internet y por cuenta propia, invirtiendo la posición anterior del NCI contra el parasitismo y retomando en cambio los propios ataques de este último contra la CCI.
La primera de estas declaraciones, que fue distribuida físicamente en una reunión pública del BIPR en París por el grupo parasitario GIGC[6] declaraba: "Es la voz unilateral de la CCI la que, adoptando las nefastas lecciones del estalinismo en 1938 para liquidar a la vieja guardia bolchevique, intenta hoy hacer lo mismo: liquidar políticamente a los camaradas revolucionarios por el simple hecho de no estar de acuerdo con su línea política."
No sólo Stalin sino también Goebbels: "Es necesario poner fin a la calumnia y a la política de Goebbels de mentir y mentir una y otra vez para que siempre quede algo de ella".
Toda esta basura calumniosa contra la CCI a partir de la declaración del falso "Círculo", sin el apoyo de una sola prueba, fue publicada sin comentarios, y sin ningún intento de verificarla, en varios idiomas, en el sitio web del BIPR, la futura TCI. El inexistente "Círculo" fue incluso acogido como una auténtica incorporación a las filas de los revolucionarios.
La CCI, alarmada por el hecho de que se publicaran tales calumnias en una página web de la Izquierda Comunista contra otra tendencia de la Izquierda Comunista, escribió inmediatamente a la TCI aportando pruebas exhaustivas de que el 'Círculo' era la invención grotesca de un aventurero y exigió que nuestra declaración de rectificación de su calumniosa declaración fuera publicada por la TCI. Hicieron falta tres cartas del TCI y tres semanas para que finalmente se hiciera. Pero el asunto no terminó ahí.
La CCI se puso en contacto con los demás miembros del NCI para corroborar los hechos y comprobó que los compañeros se quedaron boquiabiertos al enterarse de la usurpación y las calumnias del Ciudadano B y su "Círculo" y decidieron redactar ellos mismos un comunicado denunciando la impostura y apoyando los hechos expuestos por la CCI[7].
Al enterarse de este contacto, el ciudadano B redobló las calumnias de su primera declaración y produjo una segunda diatriba: "...estas llamadas telefónicas no eran inocentes. Tenían la artera intención de destruir nuestro pequeño núcleo, o a sus activistas individuales, provocando la desconfianza mutua y sembrando la semilla de la división en las filas de nuestro pequeño grupo (…) la política actual de la CCI provoca dudas y un ambiente interno de desconfianza mutua. Utiliza la táctica estalinista de la "tierra quemada", es decir, no sólo la destrucción de nuestro pequeño y modesto grupo, sino también la oposición activa a cualquier intento de reagrupamiento revolucionario que la CCI no dirija, mediante su política sectaria y oportunista. Y para ello no duda en utilizar toda una serie de asquerosas artimañas con el objetivo central de desmoralizar a sus oponentes y, de este modo, eliminar a un 'enemigo potencial'".
¡El ciudadano B se enredó tanto en sus maniobras y calumnias que se encontró acusando a la CCI de destruir un grupo que él mismo había intentado sustituir por un grupo completamente ficticio de su propia imaginación![8] Pero cuando esta segunda declaración calumniosa del "Círculo" apareció en el sitio web de la TCI, ésta se negó a publicar la declaración del NCI que denunciaba de primera mano el fraude del "Círculo" y que habría aclarado y verificado independientemente todo el episodio. Una vez que los hechos se hicieron evidentes, y que el "Círculo" y el Ciudadano B desaparecieron sin dejar rastro, la TCI tampoco publicó ninguna retractación o explicación de por qué las calumnias contra la CCI habían aparecido en su sitio web, ni ningún reconocimiento del daño que esto había hecho a la reputación no sólo del CCI sino de toda la izquierda comunista. La declaración mentirosa del Círculo permaneció durante algunas semanas en el sitio web de la TCI antes de que se retirara discretamente como si no hubiera pasado nada.
Posteriormente, la CCI escribió una carta abierta a los militantes de la TCI sobre la extrema gravedad de facilitar la infiltración de los métodos podridos del izquierdismo en el comportamiento de la Izquierda Comunista. En esta carta abierta prometimos que cualquier otra acción del mismo tipo que el escándalo de Círculo sería denunciado, especialmente si la TCI volvía a intentar desmarcarse del escándalo dando a nuestras cartas el "tratamiento de silencio"[9]. El presente artículo es el cumplimiento de esa promesa.
En lugar de extraer las lecciones de la experiencia y reconocer los ataques del "Círculo" como lo que eran, y su propio y grave error al volver a publicarlos, la TCI respondió en su momento añadiendo un insulto al perjuicio sufrido por la CCI. En lugar de denunciar el fraude del "Círculo", denunciaron a la CCI como una organización paranoica en proceso de desintegración, y se hicieron pasar por víctimas de los ataques "vulgares y violentos" de la CCI.
El crimen del fiasco de 'Círculo', por lo tanto, según este escenario, no fue que la TCI hubiera facilitado un ataque malicioso a otro grupo de la izquierda comunista, sino el hecho de que la CCI hubiera reaccionado a este atropello y lo hubiera denunciado como el fraude que era.
La insolencia no terminó ahí. Después de haber desempeñado un papel importante en la creación del lío del "Círculo", la TCI pretendió que ahora estaba demasiado ocupado para ayudar a limpiarlo y responder a las críticas de la CCI. Dio a entender que su importante trabajo en favor de la lucha de clases significaba que no tenía tiempo para las disputas de pequeños grupos, como si el intento de arrastrar a un grupo de la Izquierda Comunista por el barro fuera una preocupación menor.
Si relatamos la historia del "Círculo" en este artículo es para mostrar que no se han aprendido las lecciones y se siguen cometiendo los mismos errores perjudiciales. De forma similar al episodio del "Círculo", las recientes invenciones difamatorias sobre la CCI contenidas en el artículo sobre la historia del CWO permanecen en su sitio web. La TCI no sólo ha rechazado la petición de publicar la refutación de la CCI, sino que se ha negado a seguir discutiendo la cuestión con la CCI, aunque en privado no impugnan los hechos en cuestión.
En su carta, la TCI responde en efecto a nuestra petición de establecer los hechos con insultos similares a los de la respuesta de la TCI a nosotros en 2004. Según ellos, el problema no son las falsificaciones del artículo, sino que la CCI causa problemas al exigir que se corrijan públicamente. El CWO pretende que la CCI está haciendo un juego político para desacreditarlos. Y hacen creer que están demasiado ocupados de todos modos para seguir con esta cuestión; adiós.
En realidad, el "juego político" consiste en este intento de ocultar las falsificaciones del artículo agravándolas aún más. El principal descrédito está aquí. La rectificación pública de las falsificaciones originales, de hecho, habría sido un mérito del CWO.
La recriminación que incluyen las respuestas de la TCI a nuestra crítica es que la CCI no se ocupa de la lucha de clases, sino sólo de las disputas entre grupos revolucionarios. Un vistazo al trabajo de la CCI en este sitio durante los últimos 45 años revelará inmediatamente que esto no es cierto.
Es inútil pretender, para ocultar los fracasos en este sentido, que la cuestión del comportamiento honesto de las organizaciones revolucionarias entre sí es secundaria o irrelevante para los objetivos políticos generales, los análisis y la intervención de la izquierda comunista. La honestidad organizativa de ésta en la clase obrera es indispensable para su éxito final. Por el contrario, adoptar, o excusar, comportamientos más afines al izquierdismo sólo puede suponer el riesgo de desmoralizar a quienes rompen con la izquierda contrarrevolucionaria para llegar a posiciones internacionalistas.
Si el Ciudadano B y su "Círculo" no lograron hacer desaparecer inmediatamente al NCI en 2004 como él quería, el NCI no sobrevivió sin embargo a todo este episodio fraudulento que, como hemos explicado, era más propio del medio de la izquierda del Capital de la que acababan de escapar que del medio de la izquierda comunista al que creían haberse unido. La experiencia tuvo un efecto desmoralizador a largo plazo en ellos.
Hoy en día, sin un comportamiento revolucionario por parte de los grupos de la izquierda comunista, existe el peligro real de destruir el potencial de los nuevos militantes que llegan a sus posiciones de clase.
Sin un comportamiento revolucionario, a los nuevos militantes revolucionarios les resultará difícil distinguir no sólo la izquierda comunista de todas las vertientes del izquierdismo, sino la verdadera de la falsa izquierda comunista. Los numerosos micro -grupos, aventureros, individuos rencorosos, que hoy pretenden formar parte de la tradición de la Izquierda Comunista mientras se dedican a desacreditarla, como el infame "Círculo", son la prueba de que la plataforma internacionalista es más que un documento, sino una forma de vida, de integridad organizativa.
Sin embargo, el mantenimiento de una norma de comportamiento común entre sus diferentes grupos reforzaría la presencia política del medio comunista de izquierda en el conjunto de la clase obrera.
El programa político de la Izquierda Comunista, es decir, la elaboración en la clase obrera de la verdad revolucionaria de la lucha proletaria depende de un comportamiento organizativo coherente con estos ideales políticos. El combate por la unidad internacionalista del proletariado contra las mentiras del imperialismo y todos sus apologistas, por ejemplo, no puede librarse con la misma moral de estos últimos y su desprecio por la verdad.
Esto no es una apelación a un ideal moral eterno, sino el reconocimiento de que los fines y los medios de la organización revolucionaria, el objetivo y el movimiento, son inseparables y se interrelacionan constantemente.
La CCI, al sacar a la luz las falsificaciones del artículo sobre la historia del CWO, no está jugando. Va en serio y seguirá haciendo de la cuestión de la honestidad y la exactitud revolucionarias un aspecto central de su intervención comunista.
"Participar en el combate de la izquierda comunista no significa sólo defender sus posiciones políticas. Significa también denunciar comportamientos políticos como los rumores, las mentiras, las calumnias y los chantajes, todos ellos diametralmente opuestos a la lucha del proletariado por su emancipación."
Corriente Comunista Internacional 14-4-21
[1] CWO: Organización Comunista Obrera, expresión británica de la TCI. www.leftcom.org/en/articles/2020-09-24/on-the-forty-fifth-anniversary-of-the-founding-of-the-cwo [168]
[2] Además de la CWO, la principal organización de la TCI es el Partido Comunista Internacionalista (Battaglia Comunista) en Italia. Al igual que la CCI, son herederos de la tradición de la Izquierda Comunista, más conocida por sus posiciones internacionalistas durante la 2ª Guerra Mundial. Entre 1984, cuando comenzó el reagrupamiento formal de la CWO y el PCint, y 2009, la TCI se conocía como el IBRP; es decir, Buró Internacional del Partido Revolucionario.
[3] La respuesta del TCI fue enviada desde el "Comité Ejecutivo del CWO".
[4] Esto no quiere decir que el PCint/TCI no haya sido capaz de reaccionar ante tales calumnias lanzadas contra él. En 2015 apareció una declaración en el sitio web del TCI 'Respuesta a una vil calumnia' en la que se denunciaban las mentiras que estaban haciendo circular antiguos militantes contra miembros de la TCI: "No nos han escatimado nada en sus acusaciones sin sentido: miedo, cobardía, traición, oportunismo de individuos, hasta acusaciones de vínculos con fuerzas del Estado burgués. Nunca han aportado un hilo de pruebas. Pero como los que acusan tienen la carga de presentar pruebas, la misma ausencia de pruebas concretas es una prueba de la iniquidad de estos individuos y de sus maniobras (…)
En la historia de nuestro Partido una cosa igual de mala tuvo su contrapartida -de forma mucho más grave- sólo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los militantes internacionalistas fueron objetivo de los matones de Togliatti, que justificaron sus campañas de persecución hasta el asesinato, acusándonos de estar 'al servicio de la Gestapo'".
Sin embargo, la TCI se negó a generalizar a partir de esta experiencia y a establecer los evidentes paralelismos con ataques similares contra la CCI. Por lo tanto, ha sido incapaz y no ha querido defender al medio de la Izquierda Comunista en su conjunto del medio hostil de los calumniadores y denigradores. Peor aún, la TCI ha cometido el grave error de tratar de reclutar nuevos miembros y secciones de tales pozos negros, y se ha visto inevitablemente infectada por estos últimos, en detrimento de la Izquierda Comunista en su conjunto.
La CCI, por su parte, siempre ha intentado defender a los demás grupos de la izquierda comunista contra las calumnias, aunque la solidaridad de la CCI no sea recíproca. De hecho, apoyó a la TCI en su "Respuesta a una vil calumnia": en.internationalism.org/icconline/201504/12486/statement-solidarity-ict [169]. La CCI hizo lo mismo cuando el grupo Voz de los Trabajadores de Los Ángeles lanzó una campaña para denigrar a la TCI (ver Internationalism nº 122: "Defense of the revolutionary milieu [170]").
[5] Ver El Núcleo Comunista Internacional, una expresión del esfuerzo de toma de conciencia del proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/201/el-nucleo-comunista-internacional-una-expresion-del-esfuerzo-de-tom [159]
[6] "Grupo Internacional de la Izquierda Comunista", antes conocido como "Fracción Interna de la CCI". Para una historia de este grupo, véase https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc [171]
[7] Los compañeros del NCI también intentaron tener un encuentro cara a cara con el Ciudadano B en Buenos Aires para confrontarlo con los hechos. Pero no estuvo disponible para hacer comentarios
[8] Ver 'Círculo de Comunistas Internacionalistas' (Argentina): ¿Qué es y qué función cumple? https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/471/circulo-de-comunistas-internacionalistas-argentina-que-es-y-que-funcion [162]
[9]Ver 'Carta abierta a los militantes del IBRP (diciembre de 2004) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/199/carta-abierta-de-la-cci-a-los-militantes-del-bipr [172]
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balance_del_24o_congreso_internacional_de_la_cci_2021_comprender_la_situacion_historica_y_preparar_el_futuro.pdf [175] | 117.65 KB |
A pesar de las dificultades derivadas de la pandemia, la CCI ha celebrado su 24º Congreso Internacional y podemos hacer un balance positivo del mismo. Como siempre hemos hecho, y de conformidad con la práctica del movimiento obrero, ofrecemos una visión general de sus trabajos a través de este artículo y de una serie de documentos que orientarán nuestra actividad e intervención en los dos años venideros, informes y resoluciones que están en nuestra página web desde hace varios meses1. El Congreso se celebró con el pleno reconocimiento de la gravedad de la situación histórica actual, caracterizada por una de las pandemias más peligrosas de la historia, que está lejos de haber sido superada.
Lo peor sería subestimar esta situación en un momento en el que los gobiernos proclaman que "todo está bajo control" y que "volvemos a la normalidad", mientras que al mismo tiempo una horda de negacionistas de Covid y antivacunas (la otra cara, igualmente mentirosa, de las mentiras gubernamentales) que minimizan la realidad con su discurso de "conspiraciones" y "maniobras oscuras"; que utilizan un hecho real -el fortalecimiento del control totalitario del Estado- para llevar las cosas a niveles absurdos en nombre de la "defensa de las libertades democráticas", negando así los peligros muy reales para la vida humana que conlleva la pandemia.
Lo más grave de la pandemia ha sido cómo han respondido todos los estados: de forma totalmente irresponsable, tomando medidas contradictorias y caóticas, sin el más mínimo plan, sin ninguna coordinación, jugando más cínicamente que nunca con la vida de millones de personas2. Y esto no ha ocurrido en los estados habitualmente etiquetados como "estados canallas", sino en Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Francia, los países "más avanzados", donde supuestamente hay "civilización y progreso". La pandemia ha puesto de manifiesto la decadencia y la descomposición del capitalismo, la podredumbre de sus estructuras sociales e ideológicas, el desorden y el caos que emanan de sus mismas relaciones de producción, el "no futuro" de un modo de producción atenazado por contradicciones cada vez más violentas que no puede superar.
Peor aún: la pandemia es el presagio de nuevas y más profundas convulsiones en todos los países, tensiones imperialistas, destrucción ecológica, crisis económica... El proletariado mundial no puede dejarse engañar por vagas promesas de "vuelta a la normalidad". Necesita mirar la realidad a la cara, comprender que el rostro de la barbarie ha sido claramente delineado por la pandemia y se definirá con mayor virulencia en los tiempos venideros.
El 24º Congreso de la CCI se desarrolló, como los congresos de las organizaciones revolucionarias a lo largo de la historia, en un marco de fraternidad y de debate profundo. Tenía la responsabilidad de confirmar el marco de análisis de la descomposición del capitalismo, rectificando posibles errores o apreciaciones insuficientemente elaboradas. El Congreso debía responder a una serie de preguntas necesarias:
¿La noción de descomposición y su elaboración progresiva concuerdan plenamente con el método del marxismo?
¿Cómo se manifiestan los efectos de la descomposición, su aceleración e intensificación y su interferencia en otros planos de la vida social, principalmente en la economía?
¿Cómo afecta la descomposición a la lucha de clases y cuál es la perspectiva de su desarrollo futuro?
Por último, ¿cuál es el papel de la organización en esta situación? ¿Cómo se prepara para el futuro ante estos retos?
Este Congreso confirmó que el análisis de la descomposición está en continuidad con el marxismo. En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los marxistas identificaron la entrada del capitalismo en su época de decadencia, análisis confirmado en 1919 por la plataforma de la Internacional Comunista, que hablaba de "época de descomposición del capital, de su desintegración interna". Fiel a este planteamiento, la CCI identificó hace más de tres décadas una fase específica y terminal de la decadencia del capitalismo: su descomposición. Esta fase de descomposición es la acumulación de una serie de contradicciones que la sociedad capitalista no ha podido resolver, como se describe en el punto 3 de las Tesis de Descomposición3:
"En la medida en que las contradicciones y expresiones del capitalismo decadente que marcan sus fases sucesivas no desaparecen con el tiempo, sino que continúan y se profundizan, la fase de descomposición aparece como el resultado de una acumulación de todas las características de un sistema moribundo, completando la agonía de 75 años de un modo de producción históricamente condenado. Concretamente, el carácter imperialista de todos los Estados, la amenaza de guerra mundial, la absorción de la sociedad civil por el Moloch estatal y la crisis permanente de la economía capitalista no sólo continúan durante la fase de descomposición, sino que llegan a una síntesis y a una conclusión final dentro de ella".
Este análisis, desarrollado por primera vez hace 30 años, se ha confirmado poderosamente en toda su gravedad, llevándonos a concluir en la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso de la CCI que "la mayoría de los acontecimientos importantes de las últimas tres décadas han confirmado la validez de este marco, como lo atestigua la exacerbación del sálvese quien pueda a nivel internacional, el "rebote" de los fenómenos de descomposición a las áreas centrales del capitalismo mundial a través del crecimiento del terrorismo y la crisis de los refugiados, el aumento del populismo y la pérdida del control político por parte de la clase dominante, la creciente putrefacción de la ideología a través de la difusión de los chivos expiatorios, el fundamentalismo religioso y las teorías de la conspiración... La actual pandemia de Covid-19 es una destilación de todas las manifestaciones clave de la descomposición, y un factor activo en su aceleración"4.
Desde que nuestro Congreso finalizó sus trabajos, los acontecimientos se han sucedido con una virulencia sin precedentes, confirmando claramente nuestro análisis: guerras imperialistas en Etiopía, Ucrania, Yemen, Siria; intensificación del enfrentamiento entre Estados Unidos y China; enorme impronta de la crisis ecológica en todo el mundo, en particular mediante la multiplicación de inundaciones e incendios forestales catastróficos. Hoy, la pandemia asiste a una nueva oleada de infecciones y a la amenaza muy peligrosa de la variante Omicron; al mismo tiempo, la crisis económica se agrava... La defensa del marco marxista de la descomposición es hoy más necesaria que nunca frente a la ceguera de otros grupos de la izquierda comunista y la infiltración en el medio revolucionario de todo tipo de posiciones modernistas, escépticas, nihilistas, que cierran los ojos a la realidad de la situación. En este momento, vemos desarrollarse en varios países luchas obreras combativas que necesitan más que nunca la fuerza y la lucidez de este marco de análisis.
El 24º Congreso pudo identificar la aceleración de la descomposición capitalista al examinar en profundidad las raíces y las consecuencias de la pandemia, "la primera de tal envergadura desde el brote de gripe española de 1918... el momento más importante de la evolución de la descomposición capitalista desde que se abrió definitivamente el periodo en 1989". La incapacidad de la clase dominante para evitar la mortandad resultante, de entre 7 y 12 millones, confirma que el sistema mundial capitalista, abandonado a su suerte, arrastra a la humanidad hacia el abismo de la barbarie, hacia su destrucción; y que sólo la revolución proletaria mundial puede detener este deslizamiento y conducir a la humanidad hacia un futuro diferente. La pandemia ha demostrado y confirmado las siguientes realidades:
Si bien el capitalismo es el primer sistema de la historia cuyas relaciones de producción se han extendido y son dominantes a escala planetaria, no es menos cierto que su dominio es eminentemente caótico porque se basa en una competencia mortal por el dominio del mercado mundial entre los Estados capitalistas. El carácter mundial del capitalismo no le permite lograr una acción organizada y coordinada a escala mundial -que sería la única respuesta racional y eficaz a fenómenos como la pandemia de Covid- porque no está unificado ni centralizado a escala mundial. Por el contrario, la mortífera competencia por los mercados y por el control imperialista del globo ha llevado a formas de comportamiento cada vez más aberrantes y peligrosas por parte de los Estados, que han dejado a las poblaciones indefensas ante la pandemia e incluso la han agravado dramáticamente. China guardó silencio sobre el origen inicial de la pandemia en Wuhan; después, grandes países como Estados Unidos, por miedo a que sus economías se paralizaran, tardaron en reaccionar, lo que agravó los riesgos de la pandemia y les obligó a tomar medidas precipitadas, extremas y desorganizadas, como los confinamientos.
Los estados capitalistas, sin excepción, actuaron de la misma manera contra la clase obrera: restricciones sin ningún tipo de planificación y basadas esencialmente en la represión; cierre de centros de abastecimiento sin preocuparse por las condiciones económicas de los trabajadores; mantenimiento de los sectores de producción y servicios sin preocuparse por la vida de los trabajadores, como ocurrió con los trabajadores de la sanidad en todos los países (según Amnistía Internacional, 17000 trabajadores de este sector han muerto a causa del Covid y sólo en América se infectaron 5700005).
Después de la Segunda Guerra Mundial, se fundó la OMS (Organización Mundial de la Salud), que permitió una cierta coordinación entre los estados para luchar contra las epidemias; sin embargo, ante la pandemia, la OMS ha sido ignorada, cada estado ha ido por su cuenta, lo que ha aumentado los contagios y las muertes y ha impedido cualquier acción organizada. Esto es una clara expresión del avance de la descomposición capitalista6.
Las disputas por la producción y distribución de la vacuna expresan el caos y la podredumbre de la burguesía. Ante la crisis económica, este tipo de conflictos de intereses en el seno de la clase dominante serán cada vez más cruentos7.
El 24º Congreso concluyó que la pandemia no puede reducirse a una "calamidad" ni verse sólo como una crisis sanitaria (al estilo de las que se producían periódicamente en los modos de producción precapitalistas y en el propio capitalismo durante el siglo XIX). Es una crisis global, que se manifiesta a muchos niveles: sanitario, económico, social y político, así como moral e ideológico. Es una crisis de descomposición capitalista: producto de la acumulación de contradicciones del sistema de los últimos 30 años, como se expresó en nuestro Informe sobre Pandemia y Descomposición para el 24º Congreso8. Concretamente, la pandemia es el resultado
del progresivo desmantelamiento del sistema sanitario en todos los países del mundo. Desde principios del siglo XXI los estados capitalistas conocen la proliferación de epidemias como el EBOLA, el SARS, etc. Sin embargo, los presupuestos han disminuido en los servicios sanitarios y en la investigación científica. Esto contrasta con el aumento exorbitante de los presupuestos de armamento y del reforzamiento de las fuerzas represivas.
Las enfermedades virales, como el Covid-19, son también el resultado de las condiciones de vida de grandes sectores de la clase obrera en todos los países, obligados a vivir en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
La irracionalidad de la producción capitalista, que privilegia exclusivamente el beneficio, devasta los bosques, los ríos y los océanos. En particular, la destrucción de los bosques altera peligrosamente los "vínculos biológicos" entre los animales, las plantas y los seres humanos, con consecuencias imprevisibles... La mayoría de los científicos atribuyen a este factor la aparición del Covid.
"La CCI está más o menos sola en la defensa de la teoría de la descomposición. Otros grupos de la izquierda comunista la rechazan por completo, ya sea, como en el caso de los bordiguistas, porque no aceptan que el capitalismo sea un sistema en decadencia (o, en el mejor de los casos, son incoherentes y ambiguos en este punto); o, en el caso de la Tendencia Comunista Internacionalista, porque hablar de una fase "final" del capitalismo suena demasiado apocalíptico, o porque definir la descomposición como un descenso al caos es una desviación del materialismo, que, en su opinión, busca las raíces de todo fenómeno en la economía y, sobre todo, en la tendencia a la baja de la tasa de ganancia" (Resolución sobre la situación internacional, 24º Congreso). La Resolución de Actividades del 24º Congreso subrayó que "la pandemia de Covid que comenzó a principios de 2020 confirmó de manera sorprendente la aceleración del impacto del periodo de descomposición social del capitalismo".
La crisis pandémica ha demostrado que la descomposición ha ido más allá:
1) ha golpeado con especial fuerza a los países centrales, sobre todo a los Estados Unidos;
2) existe una combinación y concomitancia entre los diferentes efectos de la descomposición, lo que es diferente a los periodos anteriores en los que se contenían localmente y no se influían mutuamente.
Lo que esta crisis anuncia son convulsiones cada vez más violentas, una agudización de las tendencias a la pérdida de control de la sociedad por parte del Estado. La década que se avecina aparece llena de graves incertidumbres, de catástrofes más frecuentes e interrelacionadas. El deslizamiento del capitalismo hacia la barbarie tendrá un rostro cada vez más aterrador.
Las perspectivas para el proletariado deben analizarse también en el marco de la descomposición capitalista. La Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases adoptada por nuestro anterior Congreso9 puso de relieve las dificultades y debilidades de la clase obrera en los últimos 30 años. Con el colapso del bloque del Este, la CCI identificó la apertura de la fase de descomposición y sus consecuencias para el proletariado en términos de dificultades crecientes para el desarrollo de sus luchas, dificultades que se agravarían aún más con las campañas sobre la "muerte del comunismo" y la "desaparición de la clase obrera". Sin embargo, en su 24º Congreso, la CCI sostuvo, al igual que en sus Congresos anteriores, que la clase obrera no está derrotada:
"A pesar de los enormes problemas a los que se enfrenta el proletariado, rechazamos la idea de que la clase ya haya sido derrotada a escala mundial, o que esté a punto de sufrir una derrota de este tipo comparable a la del período de la contrarrevolución, una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no podría recuperarse. El proletariado, como clase explotada, no puede evitar pasar por la escuela de las derrotas, pero la cuestión central es si el proletariado ha sido ya tan abrumado por el avance implacable de la descomposición que su potencial revolucionario ha sido efectivamente socavado. Medir tal derrota en la fase de descomposición es una tarea mucho más compleja que en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el proletariado se había levantado abiertamente contra el capitalismo y había sido aplastado por una serie de derrotas frontales." (Resolución sobre la situación internacional)
Evidentemente, tenemos que agudizar nuestra capacidad de análisis para detectar este "punto de no retorno" porque, "la fase de descomposición contiene, en efecto, el peligro de que el proletariado simplemente no responda y sea aplastado durante un largo período - una "muerte por mil cortes" en lugar de una confrontación de clase frontal" (ibid).
Sin embargo, el Congreso afirmó que "todavía hay pruebas suficientes para demostrar que, a pesar del indudable "progreso" de la descomposición, a pesar de que el tiempo ya no está del lado de la clase obrera, el potencial para un profundo resurgimiento proletario -que lleve a una reunificación entre las dimensiones económica y política de la lucha de clases- no se ha desvanecido".
El Congreso también señaló "los pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia, que se manifiesta en los esfuerzos hacia una reflexión global sobre el fracaso del capitalismo y la necesidad de otra sociedad en algunos movimientos (particularmente los Indignados en 201110), pero también a través de la aparición de elementos jóvenes que buscan posiciones de clase y se vuelven hacia la herencia de la izquierda comunista".
También debemos tener en cuenta que la situación a la que se enfrenta la clase obrera no es la misma que la que se produjo tras el colapso del bloque ruso y la confirmación de la fase de descomposición en 1989. En aquel momento, la burguesía pudo presentar estos acontecimientos como la prueba de la muerte del comunismo, la victoria del capitalismo y el comienzo de un futuro brillante para la humanidad. Treinta años de descomposición han socavado seriamente este fraude ideológico, y la pandemia en particular ha puesto de manifiesto la irresponsabilidad y la negligencia de todos los gobiernos capitalistas, la realidad de una sociedad plagada de profundas divisiones económicas en la que no estamos en absoluto "todos juntos". Por el contrario, la pandemia y los confinamientos han revelado las condiciones de la clase trabajadora, tanto como la principal víctima de la crisis sanitaria como la fuente de todo el trabajo y toda la producción material y, en particular, como la fuerza cuyo trabajo satisface las necesidades humanas básicas. Esta puede ser la base para una futura recuperación de la identidad de clase. Y, junto con la creciente toma de conciencia de que el capitalismo es un modo de producción totalmente obsoleto, esto ha sido ya un elemento para la aparición de minorías politizadas cuya motivación ha sido, sobre todo, comprender la dramática situación a la que se enfrenta la humanidad.
A pesar de la atomización social que propicia la descomposición, a pesar de los intentos deliberados de fragmentar la fuerza de trabajo a través de estratagemas como la economía verde, o de las campañas ideológicas que pretenden presentar a los sectores más educados del proletariado como "clase media" y fomentar el individualismo, los trabajadores siguen siendo una clase que en los últimos años ha aumentado y está globalmente interconectada; pero con el avance de la descomposición, también es cierto que se intensifica la atomización y el aislamiento social. Es un factor que dificulta que la clase obrera, por el momento, experimente su propia identidad de clase. Sólo a través de las luchas de la clase obrera en su propio terreno de clase podrá desarrollar la fuerza colectiva que el proletariado necesitará a escala mundial para derrocar al capitalismo.
Los trabajadores son reunidos por el capital en el proceso de producción; su trabajo asociado se realiza bajo coacción, pero el carácter revolucionario del proletariado significa invertir dialécticamente estas condiciones en una lucha colectiva. La explotación del trabajo común se transforma en la lucha contra la explotación y por la liberación del carácter social del trabajo, por una sociedad que sepa utilizar conscientemente todo el potencial de la actividad asociada. Esa sociedad por la que tendrá que luchar el proletariado mundial es la sociedad comunista.
"Contrariamente a la visión bordiguista, la organización de los revolucionarios no puede ser "monolítica". La existencia de divergencias en su seno es la manifestación de que se trata de un órgano vivo que no tiene respuestas prefabricadas para dar de inmediato a los problemas que surgen en la clase. El marxismo no es un dogma ni un catecismo (...) Como toda reflexión humana, la que preside el desarrollo de la conciencia proletaria no es un proceso lineal y mecánico, sino contradictorio y crítico, que plantea necesariamente la discusión y la confrontación de argumentos"11.
Desde antes del 23º Congreso Internacional se han expresado divergencias sobre diferentes cuestiones: ¿las tensiones imperialistas conducirán a una nueva guerra mundial? ¿Está ya derrotado el proletariado? ¿Cuál es la tarea del momento para la organización? Esto lleva a la cuestión de qué significa el trabajo como fracción en la fase actual de descomposición12.
Las divergencias sobre el análisis de la situación internacional tuvieron una primera expresión pública en el documento "Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional en el 23º Congreso de la CCI"13. La Resolución de Actividades de nuestro reciente Congreso subraya que "la organización se ha esforzado a todos los niveles - en los Congresos, reuniones de los órganos centrales, reuniones de las secciones junto con unas 45 contribuciones individuales en los boletines internos durante los últimos cuatro años - para responder a las divergencias de los camaradas y también ha comenzado a expresar el debate externamente. ...El esfuerzo de la organización para afrontar las divergencias durante este periodo expresa una voluntad positiva de reforzar la defensa polémica de sus posiciones y análisis."
Las divergencias se precisaron en el 24º Congreso:
¿La polarización de las tensiones imperialistas, principalmente entre EEUU y China, no está preparando el camino para una Tercera Guerra Mundial?
¿Las medidas brutales adoptadas por los Estados de confinamiento, etc., no serían un medio encubierto de preparar a las poblaciones para la guerra imperialista?
¿Es la pandemia un fenómeno "socio-natural" que los estados pueden aprovechar para controlar a la población o expresa y acelera, sobre todo, la descomposición general del capitalismo?
¿Cómo puede el proletariado hacer frente a esta grave situación histórica? ¿Necesita primero una conciencia de sí mismo y el desarrollo de su perspectiva histórica? ¿O requiere el desarrollo de una lucha en su propio terreno de clase, la maduración de su conciencia y el fortalecimiento de la capacidad de intervención de sus organizaciones comunistas?
Estas y otras cuestiones se han abordado en el Congreso y, con el fin de alcanzar la mayor claridad posible en su expresión, se presentarán públicamente en documentos de debate. Se trata de una práctica del movimiento obrero que la CCI se ha tomado muy en serio, como señala el citado texto Estructura y Funcionamiento de la organización revolucionaria: "En la medida en que los debates en curso en la organización conciernen al conjunto del proletariado, es conveniente que la organización los presente al exterior, respetando las siguientes condiciones
que los debates se refieran a cuestiones políticas generales que hayan alcanzado la suficiente madurez para que su publicación sea una verdadera contribución a la conciencia de la clase obrera;
que el lugar de los debates no comprometa el equilibrio general de las publicaciones
que sea la organización en su conjunto la que decida y se haga cargo de la publicación según los criterios que guían la publicación de cualquier artículo en la prensa: claridad y forma editorial, el interés que presentan para el conjunto de la clase obrera".
El Congreso hizo un balance positivo de la actividad de la organización en los dos últimos años, en particular la solidaridad con todos los compañeros afectados por la pandemia o por las graves consecuencias económicas del encierro (un buen número de compañeros perdieron los medios para ganarse la vida).
Este balance positivo no debe hacernos bajar la guardia. La organización comunista está sometida a múltiples presiones, y las adquisiciones -que cuesta mucho ganar- pueden perderse rápidamente. Como señala la Resolución de Actividades adoptada por el Congreso "La aceleración de la descomposición plantea importantes problemas a nivel de la militancia, de la teoría y del tejido organizativo".
Estos problemas no son nuevos, son una expresión del impacto de la descomposición en el funcionamiento y la militancia de las organizaciones comunistas ya que:
" la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el "sálvese quien pueda", el "arreglárselas por su cuenta" ;
la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad;
la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el "no future" ;
la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época”. (Tesis 13 de las Tesis sobre la descomposición).
Estos peligros demuestran claramente que nuestro trabajo consiste sobre todo en preparar el futuro. El objetivo fundamental de la CCI de construir un puente hacia el futuro partido comunista mundial del proletariado se ha planteado desde su Congreso de fundación en 1975, y fue reafirmado en el 23º Congreso; pero esto se ha puesto aún más de relieve en los últimos años por varios factores; la aceleración de la descomposición y las dificultades crecientes de las luchas del proletariado intensifican los desafíos para la organización de los revolucionarios; el envejecimiento de los camaradas y, al mismo tiempo, la aparición de nuevos militantes que se incorporan a la organización en el contexto de la descomposición; los ataques crecientes del parasitismo contra la organización; el peso del oportunismo y del sectarismo en los grupos procedentes de la izquierda comunista.
El 24º Congreso de la CCI se propuso identificar las perspectivas, las dificultades y los peligros a los que debemos enfrentarnos para llevar a cabo esta función de transmisión. Sin embargo, frente a esta situación, la preparación del futuro debe entenderse claramente como ir a contracorriente.
Históricamente, el movimiento marxista sólo ha podido desarrollarse enfrentándose con éxito a acontecimientos trascendentales y, por lo tanto, siempre se ha basado en un espíritu de lucha, en el deseo de superar todos los obstáculos que la sociedad burguesa pone en su camino. La experiencia de la CCI no es diferente en este sentido. Las organizaciones a las que la historia exige un papel de transmisión han tenido que probarse a sí mismas a través de verdaderas pruebas de fuego: la corriente marxista de mediados del siglo XIX, a pesar de los encarcelamientos, el exilio y la gran pobreza de sus militantes tras las derrotas de 1848, sirvió de trampolín para la creación de la 1ª Internacional en la década de 1860. Bilan y el Gauche Communiste de France atravesaron las pruebas de la contrarrevolución estalinista de los años 30, 40 y 50, del fascismo y del antifascismo, de la Segunda Guerra Mundial, para mantener viva la llama revolucionaria para las generaciones futuras. Está claro que el período de descomposición es la propia prueba de fuego de la CCI.
La capacidad de análisis de la situación mundial e histórica es uno de los pilares de nuestras perspectivas inmediatas; el método marxista del materialismo histórico y la referencia constante a la herencia de las adquisiciones anteriores, así como la confrontación de las divergencias, forman parte de la preparación para el futuro. Nuestra actividad en los ámbitos de la intervención, de la profundización teórica, de la defensa de la organización, se fundan en la transmisión y el desarrollo de las adquisiciones históricas de un siglo de la Izquierda Comunista y sólo sobre esta sólida base se puede preparar el futuro partido comunista mundial del proletariado.
Como parte de la preparación para el futuro, está también la lucha intransigente contra el parasitismo. El esfuerzo de los últimos años muestra la necesidad de continuar la lucha contra el parasitismo, denunciándolo como lo ha hecho la CCI ante la clase obrera, nuestros contactos y ante el medio de la Izquierda Comunista.
La lucha contra el oportunismo en el seno de las organizaciones de la Izquierda Comunista, ligada a la lucha contra el parasitismo14, va a ser importante en el próximo período; existe un gran peligro de que el potencial de la futura unidad de los revolucionarios se pierda y se atrofie. La experiencia de los dos últimos años de defensa de la organización contra los ataques del parasitismo y para romper el cordón sanitario que trata de erigir alrededor de la CCI muestra que la lucha contra el oportunismo y el sectarismo es sinónimo de conocimiento y defensa de nuestra historia.
En el próximo período, la CCI se propone mejorar su prensa. En las últimas décadas, la preocupación por polemizar con el medio político proletario de nuestras filas ha disminuido. En el próximo período, la organización tiene la intención de invertir esta situación. Nuestro trabajo como fracción, pasa también por preparar el futuro ampliando las polémicas, inspiradas en las de la primera fase de Iskra o en los primeros números de Internationalisme dedicados a la polémica contra Vercesi y su deriva oportunista. Frente a la putrefacción de la ideología burguesa, frente a las mistificaciones oscurantistas, la prensa debe actuar como punto de referencia contra la intoxicación que emana de la descomposición ideológica del capitalismo y ofrecer a la clase obrera una perspectiva racional y concreta para el derrocamiento del capitalismo; por ello, debemos reforzar la difusión de nuestra prensa digital e impresa.
El objetivo central del 24º Congreso fue la preparación del futuro mediante la extracción de las lecciones de los errores del pasado, la lucha implacable contra el parasitismo y el oportunismo, la comprensión lo más rápida posible de los desarrollos constantes de la evolución histórica, la defensa de la organización y de su funcionamiento unido, fraternal y centralizado. Esto significa basarse firme y críticamente en la continuidad histórica de las organizaciones comunistas, tal y como decía la Resolución de Actividades del Congreso:
"En la tormentosa transición hacia el futuro de "guerras y revoluciones", Rosa Luxemburgo declaró en el congreso de fundación del Partido Comunista Alemán en 1919 que "volvían bajo la bandera del marxismo". Cuando la clase obrera en Rusia se preparaba por primera vez en la historia para derrocar al Estado burgués, Lenin recordó las adquisiciones sobre la cuestión del Estado de Marx y Engels en Estado y Revolución...”
“La CCI, al prepararse para la inestabilidad e imprevisibilidad sin precedentes de la putrefacción del capitalismo mundial, debe recuperar la herencia, el ejemplo militante y la experiencia organizativa de MC15, treinta años después de su muerte. Es decir, volver a la tradición y al método de la izquierda comunista que la CCI heredó...
Esta tradición sigue viva y debe ser reapropiada críticamente, de hecho, es la única que puede guiar a la CCI y a la clase obrera en la prueba de fuego que está por venir".
CCI, diciembre de 2021
1 Hemos juzgado necesario añadir a estos documentos un informe sobre la situación de las tensiones imperialistas que hemos adoptado recientemente. Para consultar los informes y resoluciones del congreso ver: https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021 [109] , https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108] , https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [111] y https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso [110]
2 Todos los modos de explotación que han precedido al capitalismo (esclavismo, feudalismo, despotismo asiático) han jugado criminalmente con la vida de miles de personas, pero el capitalismo ha llevado esta barbarie a sus expresiones más extremas. ¿Qué es la guerra imperialista? Millones de seres humanos utilizados como carne de cañón, como juguetes, para los sórdidos intereses económicos e imperialistas de las naciones, los estados, los capitalistas. Por eso no es nada nuevo que la gestión de la pandemia haya sido concebida por los gobiernos como un juego irresponsable con la vida de millones de personas.
3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
4 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108]
5 "COVID-19: Health worker deaths rise to at least 17,000 as organizations call for rapid distribution of vaccines - Amnesty International (amnesty.org) [176].
6 El capitalismo se basa, como hemos señalado antes, en la competencia mortal entre Estados y entre capitalistas. Por eso el "sálvese quien pueda" y el “cada cual a la suya” están inscritos en su ADN, pero se han agudizado hasta extremos nunca vistos con la fase de descomposición capitalista.
7 Ver La irrupción de la descomposición en el terreno económico: Informe sobre la crisis económica https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descompo... [71]
8 https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso [110]
9 https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [177]
10 Ver 2011: De la indignación a la esperanza https://es.internationalism.org/cci-online/201204/3349/2011-de-la-indignacion-a-la-esperanza [178]
11 Estructura y funcionamiento de la organización revolucionaria https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria [179]
12 Ver La noción de Fracción en la historia del movimiento obrero – 1a parte https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4148/la-nocion-de-fraccion-en-la-historia-del-movimiento-obrero-1a-part [180]
13 https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [181]
14 Ver Tesis sobre el parasitismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199807/1196/construccion-de-la-organizacion-revolucionaria-tesis-sobre-el-para [152]
15 Ver nuestra serie sobre la vida de Marc Chiric: https://es.internationalism.org/content/4663/marc-parte-2-de-la-segunda-guerra-mundial-la-actualidad [182] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1053/marc-de-la-revolucion-de-octubre-1917-a-la-ii-guerra-mundial [147]
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informe_de_noviembre_de_2021_sobre_los_conflictos_imperialistas.pdf [184] | 148.79 KB |
Este informe está en consonancia con la resolución sobre la situación internacional adoptada por el 24º Congreso de la CCI1, y más concretamente con los siguientes puntos (subrayado nuestro):
"8. Aunque la progresión de la descomposición capitalista, junto con la agudización caótica de las rivalidades imperialistas, adopta la forma principalmente de fragmentación política y pérdida de control por parte de la clase dominante, esto no significa que la burguesía no pueda seguir recurriendo al totalitarismo estatal en sus esfuerzos por mantener unida la sociedad. (...) La elección de Biden, apoyada por una enorme movilización de los medios de comunicación, de parte del aparato político e incluso de los servicios militares y de seguridad, expresa esta verdadera contra tendencia frente al peligro de desintegración social y política muy claramente encarnada por el trumpismo. A corto plazo, estos "éxitos" pueden funcionar como un freno al creciente caos social. (...)
9. La obviedad de la descomposición política e ideológica de la primera potencia mundial no significa que los demás centros del capitalismo global sean capaces de constituir fortalezas alternativas de estabilidad. (...)
12. En este caótico panorama, no cabe duda de que el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiende a ocupar el centro del escenario. La nueva administración ha demostrado así su compromiso con la "inclinación hacia el Este".”
En este contexto, pretendemos comprender los acontecimientos de los últimos meses para contribuir a la reflexión sobre las tres cuestiones siguientes:
1. ¿En qué punto nos encontramos con respecto al declive de la hegemonía estadounidense?
2. ¿Se ha beneficiado China de los acontecimientos de este periodo?
3. ¿Cuál es la tendencia dominante en los enfrentamientos imperialistas actuales?
"Confirmado como la única superpotencia restante, EE.UU. haría todo lo posible para evitar que cualquier otra superpotencia -de hecho, cualquier otro bloque imperialista- desafíe su "nuevo orden mundial". (Resolución sobre la situación internacional, punto 4, 15º Congreso de la CCI, 2003). La historia de los últimos 30 años se caracteriza por un declive sistemático del liderazgo de Estados Unidos, a pesar de una política persistente para mantener su posición hegemónica en el mundo.
Varias etapas caracterizan los esfuerzos de Estados Unidos por mantener su liderazgo ante la evolución de las amenazas contra su dominio. También están marcadas por las disensiones internas de la burguesía estadounidense sobre la política a seguir y las cuales se acentuarán aún más.
a) El "Nuevo Orden Mundial" bajo el liderazgo de EEUU (Bush padre y Clinton: 1990-2001)
El presidente Bush padre aprovechó la invasión de Kuwait por parte de las fuerzas iraquíes para movilizar una gran coalición militar internacional en torno a Estados Unidos para "castigar" a Saddam Hussein. La primera guerra del Golfo pretendía dar un "ejemplo": ante un mundo cada vez más sumido en el caos y el "sálvese quien pueda", se trataba de imponer un mínimo de orden y disciplina, en primer lugar a los países más importantes del antiguo bloque occidental. La única superpotencia que queda quiere imponer un "nuevo orden mundial" bajo su égida a la "comunidad internacional", porque es la única que tiene los medios para hacerlo, pero también porque es el país que más tiene que perder en el desorden mundial.
Sin embargo, sólo podrá desempeñar este papel encerrando cada vez más al mundo entero en el corsé de acero del militarismo y la barbarie bélica2, como ocurrió en la sangrienta guerra civil de la ex Yugoslavia, donde tendrá que contrarrestar los apetitos imperialistas de los países europeos (Alemania, Gran Bretaña y Francia) imponiendo la "pax americana" en la región bajo su autoridad (Acuerdo de Dayton, diciembre de 1995).
b) Estados Unidos como "sheriff mundial/policía global" (Bush hijo: 2001-2008)
Los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 llevaron al presidente Bush hijo a lanzar una "guerra contra el terror" contra Afganistán y, sobre todo, contra Irak en 2003. A pesar de todas las presiones y del uso de "fake news" para movilizar a la "comunidad internacional" detrás de Estados Unidos contra el "eje del mal", Estados Unidos no logró movilizar a los demás imperialismos contra el "estado canalla" de Saddam e invadió Irak casi en solitario con la Inglaterra de Tony Blair como único aliado significativo.
El fracaso de estas intervenciones, subrayado por la retirada de Irak (2011) y Afganistán (2021), ha puesto de manifiesto la incapacidad de Estados Unidos para hacer de "sheriff global" e imponer "su orden" en el mundo. Por el contrario, esta "guerra contra el terror" ha abierto plenamente la caja de Pandora de la descomposición en estas regiones, exacerbando la expansión del sálvese quien pueda que se ha manifestado en particular en la multiplicación sin límites de las ambiciones imperialistas de potencias como China y Rusia, por supuesto Irán, pero también Turquía, Arabia Saudí e incluso los Emiratos del Golfo o Qatar. El creciente estancamiento de la política estadounidense y la aberrante huida hacia la barbarie bélica han puesto de manifiesto el claro debilitamiento de su liderazgo mundial.
El gobierno de Obama ha tratado de reducir el impacto de la catastrófica política de Bush (la ejecución de Bin Laden en 2011 subrayó la absoluta superioridad tecnológica y militar de EEUU) y ha señalado cada vez más claramente el ascenso de China como el principal peligro para la hegemonía estadounidense, lo que ha desencadenado intensos debates en el seno de la burguesía y su aparato estatal.
c) La política "America First" (Trump, básicamente continuada por Biden: 2017)
La política "America First" a nivel imperialista, implementada por Trump a partir de 2017, es de hecho el reconocimiento oficial del fracaso de la política imperialista de EEUU en los últimos 25 años: "La oficialización por parte de la administración Trump de hacer prevalecer sobre cualquier otro principio la defensa de sus propios intereses como Estado nacional y la imposición de relaciones de poder provechosas para Estados Unidos como base principal de las relaciones con otros Estados, ratifica y dibuja las implicaciones del fracaso de la política de los últimos 25 años de lucha contra el sálvese quien pueda como policía del mundo y la defensa del orden mundial heredado de 1945" (23º Congreso de la CCI, Resolución sobre la situación internacional, Revista Internacional nº 1643).
Si ello implica una limitación máxima de las operaciones con "botas sobre el terreno" ante la falta de alistamiento de las masas trabajadoras en relación con los compromisos masivos y las consiguientes pérdidas que implicaría un despliegue masivo de militares en el mundo (cf. ya la dificultad de reclutamiento de Bush II para la guerra de Irak), va especialmente de la mano de una polarización creciente y una agresividad acentuada hacia China, que tiende a ser identificada cada vez más como el principal peligro. Si esta posición sigue siendo debatida en el seno de la administración Obama y si todavía aparecen tensiones en el seno de la administración Trump entre los partidarios de la lucha contra los "estados canallas", como Irán (Pompeo, Kushner), y los partidarios del "gran peligro de China" (servicios secretos y ejército), la polarización sobre esta última opción es sin duda el eje central de la política exterior de Biden. Se trata de una opción estratégica de Estados Unidos de concentrar sus fuerzas en la competencia militar y tecnológica con China, para mantener e incluso acentuar su supremacía, para defender su posición de "Padrino" del clan dominante frente a los clanes competidores (China y accesoriamente Rusia) que amenazan más directamente su hegemonía. Ya como policía mundial, Estados Unidos exacerbó la violencia bélica, el caos y el sálvese quien pueda; su política actual no es menos destructiva, sino todo lo contrario.
La polarización de Estados Unidos hacia China y el consiguiente redespliegue de fuerzas, iniciado por la administración Trump, ha sido asumido plenamente por la administración Biden. Este último no sólo ha mantenido las agresivas medidas económicas contra China aplicadas por Trump, sino que sobre todo ha aumentado la presión mediante una política agresiva:
en el plano político: defensa de los derechos de los uigures y de Hong Kong, acercamiento diplomático y comercial con Taiwán, acusaciones de piratería informática contra China;
a nivel militar en el Mar de China, mediante acciones bastante explícitas y espectaculares en los últimos meses: El aumento de las maniobras militares de EE.UU. y de las flotas aliadas en el Mar de China Meridional, los informes alarmistas sobre la amenaza inminente de una intervención china en Taiwán, la presencia en Taiwán de las fuerzas especiales de EE.UU. para orientar a las unidades de élite taiwanesas, la conclusión de un nuevo acuerdo de defensa, el AUKUS, entre EE.UU., Australia y Gran Bretaña, que establece una coordinación militar explícitamente dirigida contra China, la promesa de Biden de apoyar a Taiwán en caso de agresión china.
Taiwán siempre ha desempeñado un papel importante en la estrategia estadounidense hacia China. Durante la Guerra Fría fue una pieza importante en la contención del llamado bloque “comunista”, pero en los años 90 y principios de los 2000 fue el escaparate de la sociedad capitalista globalizada en la que se integró China. Ahora bien, el ascenso de China ha hecho cambiar la perspectiva y Taiwán vuelve a desempeñar un papel geoestratégico al bloquear el acceso de la marina china al Pacífico occidental. Además, a nivel estratégico, "las fábricas de la isla producen la mayor parte de los semiconductores de última generación, componentes esenciales para la economía digital global (smartphones, objetos conectados, inteligencia artificial, etc.)" (Le Monde diplomatique, octubre de 2021).
China, por su parte, ha reaccionado con furia a estas presiones políticas y militares, en particular las relativas a Taiwán: organización de masivas y amenazantes maniobras navales y aéreas en torno a la isla, publicación de estudios alarmistas que indican un riesgo de guerra "que nunca ha sido tan alto" con Taiwán o planes para un ataque sorpresa contra Taiwán, que llevaría a una derrota total de las fuerzas armadas de la isla.
Así, las advertencias, amenazas e intimidaciones se han sucedido en el Mar de China en los últimos meses. Ello subraya la creciente presión ejercida por Estados Unidos sobre China. En este contexto, Estados Unidos ha hecho todo lo posible para que le apoyen otros países asiáticos, preocupados por las ambiciones expansionistas de Pekín, por ejemplo, intentando crear una especie de OTAN asiática, el QUAD, que reúna a Estados Unidos, Japón, Australia e India y en la que participa Corea del Sur. Por otra parte, y en el mismo sentido, Biden quería reactivar la OTAN para implicar a los países europeos en su política de presión contra China. Paradójicamente, la formación de la AUKUS indica los límites de reunir a otras naciones detrás de Estados Unidos. En primer lugar, el AUKUS es una bofetada a Francia y aniquila las bonitas palabras de Biden sobre la "asociación" dentro de la OTAN. Por otro lado, también confirma la reticencia de países como India, con sus propias ambiciones imperialistas, y especialmente de Corea del Sur y Japón, atrapados entre el temor a la escalada militar de China y sus considerables vínculos industriales y comerciales con este país.
Tras el hundimiento de Irak y Siria en el caos y la barbarie sangrienta, los acontecimientos de septiembre de 2021 en Afganistán confirman plenamente las tendencias más destacadas del periodo: el declive del liderazgo estadounidense y el auge del caos y el sálvese quien pueda.
El colapso total del régimen y el ejército afganos, el avance relámpago de los talibanes, a pesar de los 20 años de intervención militar estadounidense en el país y de los cientos de miles de millones de dólares invertidos en la "construcción de la nación" y la evacuación en pánico de los ciudadanos y colaboradores estadounidenses son la confirmación contundente de que Estados Unidos ya no es capaz de cumplir el papel de "policía mundial". Más concretamente, la dramática y caótica retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán ha supuesto una derrota interna y externa para la administración Biden.
(a) En el exterior, la debacle ha socavado la fiabilidad de EE.UU. ante sus "aliados".
Hasta el punto de que incluso el secretario de la OTAN, J. Stoltenberg, tuvo que reconocer que Estados Unidos ya no podía garantizar la defensa de los aliados europeos contra sus enemigos, toda la operación de encanto de Biden hacia la OTAN y los aliados se deshizo. La total falta de consulta en el seno de la OTAN y el absoluto actuar de "llanero solitario" de Estados Unidos provocaron reacciones de indignación en Londres, Berlín y París. En cuanto a los colaboradores de los estadounidenses en Afganistán (como los kurdos en Siria, traicionados por Trump), temen con razón por sus vidas: he aquí una primera potencia mundial incapaz de garantizar la vida de sus colaboradores y el apoyo de sus aliados. Un país así, no merece "confianza" (¡como señaló sarcásticamente Xi Jinping!).
(b) a nivel nacional ha erosionado la credibilidad de la administración Biden
La resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI señala que "La elección de Biden, apoyada por una enorme movilización de los medios de comunicación, de partes del aparato político e incluso de los servicios militares y de seguridad, expresa esta verdadera contra tendencia al peligro de desintegración social y política encarnada muy claramente por el trumpismo. A corto plazo, estos "éxitos" pueden funcionar como un freno al creciente caos social" (punto 8)4. Sin embargo, la debacle afgana no sólo ha puesto de manifiesto la falta de fiabilidad de Estados Unidos hacia sus aliados, sino que acentúa las tensiones en el seno de la burguesía estadounidense y abre un bulevar a todas las fuerzas opositoras (republicanos y populistas) que condenan esta retirada precipitada y humillante de una administración que "deshonra a Estados Unidos en el plano internacional". Y esto en un momento en el que la política de recuperación industrial y de grandes obras, propugnada por el gobierno de Biden y que se supone que debe contener los estragos causados por el populismo, se encuentra con la férrea oposición de los republicanos del Capitolio y de Trump, y en el que, ante el estancamiento de la política de vacunación contra el Covid-19, se ha visto obligado a tomar medidas restrictivas hacia la población.
La falta de centralización del poder talibán, la miríada de corrientes y grupos con las más diversas aspiraciones que conforman el movimiento y los acuerdos alcanzados con los señores de la guerra locales para hacerse rápidamente con el control de todo el país, hacen que el caos y la imprevisibilidad caractericen la situación, como demuestran los recientes atentados contra la minoría Hazara. Esto sólo puede intensificar la voluntad de intervención de los distintos imperialismos, pero también la imprevisibilidad de la situación y, por tanto, también el caos ambiente.
Irán está vinculado a las minorías hazaras a lo largo de sus fronteras y pretende mantener su influencia en esta región. A Pakistán le preocupa que la victoria de los talibanes (a los que financia a través de sus servicios secretos) pueda provocar un movimiento independentista de las poblaciones pastunes dentro de sus propias fronteras. India, que financió en gran medida el régimen derrumbado, se enfrenta ahora a una intensificación de la guerrilla musulmana en la Cachemira india. Rusia ha reforzado sus tropas en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia para contrarrestar cualquier inclinación a apoyar los movimientos yihadistas locales.
¿Y se beneficia China en particular de la retirada de Estados Unidos de Afganistán? Lo contrario es cierto. El caos en Afganistán hace que cualquier política coherente a largo plazo en el país sea incierta. Además, la presencia de los talibanes en las fronteras de China constituye un grave peligro potencial de infiltración islamista en China (los uigures), sobre todo porque los "hermanos" pakistaníes de los talibanes (el TTP, primos del ISK) están inmersos en una campaña de atentados contra las obras de la "Nueva Ruta de la Seda", que ya ha provocado la muerte de una docena de "cooperadores" chinos.
China intenta contrarrestar el peligro en Afganistán estableciéndose en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central (Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán). Pero estas repúblicas forman parte tradicionalmente de la esfera de influencia rusa, lo que aumenta el peligro de enfrentamiento con este "aliado estratégico", al que en cualquier caso se oponen fundamentalmente sus intereses a largo plazo (la "Nueva Ruta de la Seda") (véase el punto 4.2. sobre la alianza chino-rusa).
China ha experimentado un ascenso meteórico en términos económicos e imperialistas en las últimas décadas, lo que la convierte en el más importante retador de los Estados Unidos. Sin embargo, como ya ilustran los sucesos de septiembre de 2021 en Afganistán, no ha sabido aprovechar ni el continuo declive estadounidense ni la crisis de Covid-19 y sus consecuencias para reforzar sus posiciones en cuanto a las relaciones imperialistas, sino todo lo contrario. Examinamos las dificultades a las que se enfrenta la burguesía china a la hora de hacerse cargo del Covid, de la gestión de la economía, de las relaciones imperialistas y las tensiones en su seno.
China apuesta por la inmunidad colectiva antes de abrir el país, pero la estricta política de cierre que está aplicando mientras tanto en ciudades y regiones enteras cada vez que se identifican infecciones está pesando mucho en las actividades económicas y comerciales: por ejemplo, el cierre del puerto de Yantian, el tercer puerto de contenedores del mundo, en mayo provocó el bloqueo de miles de contenedores y cientos de barcos durante meses, perturbando totalmente el tráfico marítimo mundial.
Esta búsqueda de la inmunidad colectiva también está empujando a algunas provincias y ciudades chinas a imponer sanciones económicas a los rezagados. Ante las críticas generalizadas en las redes sociales chinas, el gobierno central bloqueó estas medidas que tienden a "poner en peligro la cohesión nacional".
Por último, lo más grave es, sin duda, la convergencia de datos sobre la escasa eficacia de las vacunas chinas, comunicados por varios países que las utilizan: "En general, la campaña de vacunación chilena -importante con un 62% de la población actualmente vacunada- no parece tener un impacto notable en la proporción de muertes" (H. Testard, "Covid-19: La vacunación despega en Asia, pero crecen las dudas sobre las vacunas chinas ", Asialyst, 21.07.21). Los funcionarios chinos están incluso considerando acuerdos para importar Pfizer o Moderna para compensar la ineficacia de sus propias vacunas.
Más allá de la innegable responsabilidad de China en el estallido de la pandemia, la ineficaz gestión de la crisis de Covid por parte de Pekín pesa sobre la política general del capitalismo de Estado chino.
Los cuarenta años de fuerte crecimiento de China -aunque estas cifras ya estaban disminuyendo en la última década- parecen estar llegando a su fin. Los expertos esperan que el PIB de China crezca menos del 6% en 2021, frente a una media del 7% en la última década y más del 10% en la anterior. Hay otros factores que acentúan las dificultades actuales de la economía china:
a) El peligro de que estalle la burbuja inmobiliaria china: Evergrande, la segunda empresa inmobiliaria de China está ahora aplastada por unos 300.000 millones de euros de deuda, es decir, el 2% del PIB del país, que ya no puede manejar. Otros promotores se han visto contaminados, como Fantasia Holdings y Sinic Holdings, que han estado a punto de incumplir los pagos a sus acreedores. En general, el sector inmobiliario, que representa el 25% de la economía china, ha generado una colosal deuda pública y privada que asciende a miles de miles de millones de dólares. La quiebra de Evergrande es, de hecho, sólo la primera secuencia de un colapso global de este sector que está por llegar. Hoy en día hay tantas viviendas vacías que podrían albergar a 90 millones de personas. Por supuesto, el colapso inmediato del sector se evitará en la medida en que las autoridades chinas no tienen más remedio que limitar los daños del naufragio a riesgo de un impacto muy severo en el sector financiero: "(...) no habrá un efecto de bola de nieve como en 2008 [en Estados Unidos], porque el gobierno chino puede parar la máquina", afirma Andy Xie, economista independiente y ex de Morgan Stanley en China, citado por Le Monde. “Creo que con Anbang [grupo asegurador, nota del editor] y HNA [Hainan Airlines] tenemos buenos ejemplos de lo que puede ocurrir: habrá un comité que reúna en torno a una mesa a la empresa, los acreedores y las autoridades, que decidirá qué activos vender, cuáles reestructurar y, al final, cuánto dinero queda y quién puede perder fondos. (P.-A. Donnet, La caída de Evergrande en China: el fin del dinero fácil, Asianyst, 25.09.21).
Sin embargo, si la industria inmobiliaria china basa su modelo económico en un enorme endeudamiento, muchos otros sectores están en números rojos: a finales de 2020, la deuda global de las empresas chinas representaba el 160% del PIB del país, frente al 80% aproximadamente de las empresas estadounidenses, y las inversiones "tóxicas" de los gobiernos locales representarían hoy, según los analistas de Goldman Sachs, 53 billones de yuanes solamente, una suma que representa el 52% del PIB chino. Así, el estallido de la burbuja inmobiliaria corre el riesgo no sólo de contaminar otros sectores de la economía, sino también de generar inestabilidad social (casi 3 millones de empleos directos e indirectos vinculados a Evergrande), el gran temor del PCC.
b) Cortes de electricidad: son consecuencia de la insuficiencia de suministros de carbón causada, entre otras cosas, por las inundaciones récord en la provincia de Shaanxi, que produce por sí sola el 30% del combustible del país, y también del endurecimiento de la normativa anticontaminación por parte de Xi. La escasez ya está afectando a la actividad industrial en varias regiones: los sectores del acero, el aluminio y el cemento están sufriendo la limitación del suministro eléctrico. Esto ha reducido la capacidad de producción de aluminio en alrededor de un 7% y la de cemento en un 29% (cifras de Morgan Stanley) y el papel y el vidrio podrían ser los próximos sectores en verse afectados. Estos recortes están frenando el crecimiento económico en todo el país. Pero la situación es aún más grave de lo que parece a primera vista. "La escasez de energía se está extendiendo al mercado residencial en algunas partes del noreste. La provincia de Liaoning ha extendido los cortes de electricidad del sector industrial a las redes residenciales" (P.-A. Donnet, China: cómo la grave escasez de electricidad amenaza la economía, Asialyst, 30.09.21).
c) Interrupciones en las cadenas de producción y suministro. Están relacionados con la crisis energética, pero también con los cierres provocados por las infecciones de Covid (véase el punto anterior). Afectan a la producción de las industrias de varias regiones y aumentan el riesgo de interrupción de las ya tensas cadenas de suministro nacionales y mundiales, especialmente porque algunos fabricantes se enfrentan a una aguda escasez de semiconductores.
La "Nueva Ruta de la Seda" es cada vez más difícil de realizar, debido a los problemas financieros relacionados con la crisis de Covid y las dificultades de la economía china, pero también a la reticencia de los socios:
Por un lado, el nivel de endeudamiento de los países "socios" se ha visto incrementado por la crisis de Covid y se ven incapaces de pagar los intereses de los préstamos chinos. Países como Sri Lanka, Bangladesh, Kirguistán, Pakistán, Montenegro y varios países africanos han pedido a China que reestructure, retrase o cancele los pagos de las deudas que vencen este año.
Por otro lado, existe una creciente desconfianza hacia las acciones de China por parte de muchos países (la Unión Europea, Camboya, Filipinas, Indonesia), combinada con la presión anti china de Estados Unidos (como en América Latina), y también están las consecuencias del caos producido por la descomposición, desestabilizando algunos de los países clave de la "nueva ruta", como Etiopía.
En definitiva, no es de extrañar que en 2020 se haya producido un desplome del valor financiero de las inversiones inyectadas en el proyecto de la "Nueva Ruta de la Seda" (-64%), a pesar de que China ha prestado más de 461.000 millones de dólares desde 2013.
Bajo el mandato de Deng Xiao Ping, el capitalismo de Estado chino de corte estalinista, con el pretexto de una política de "crear ricos para compartir su riqueza", estableció zonas "libres" (Hong Kong, Macao, etc.) para desarrollar un capitalismo de Estado. Con el colapso del bloque del Este y la "globalización" de la economía en los años 90, el sector capitalista privado ha crecido exponencialmente, aunque el sector público bajo control directo del Estado sigue representando el 30% de la economía. ¿Cómo gestionó la estructura rígida y represiva del Estado estalinista y el partido único esta "apertura" al capitalismo privado? A partir de los años 90, el partido se transformó integrando masivamente a los empresarios y a los líderes de la empresa privada. "A principios de la década de 2000, el entonces presidente, el Sr. Jiang Zemin, levantó la prohibición de contratar a empresarios del sector privado, que antes se consideraban enemigos de clase (...). Los empresarios así seleccionados se convierten en miembros de la élite política, lo que garantiza que sus negocios estén, al menos parcialmente, protegidos de los gestores depredadores" (¿Qué queda del comunismo en China? Le monde diplomatique n°68, julio de 2021). En la actualidad, los profesionales y directivos con estudios superiores constituyen el 50% de los miembros del PCC.
Por lo tanto, las oposiciones entre las diferentes fracciones se expresarán no sólo dentro de las estructuras del Estado, sino dentro del propio PCC. Desde hace varios años (véase ya el Informe sobre las tensiones imperialistas del 20º Congreso de la CCI, 20135), las tensiones han ido creciendo entre las diferentes fracciones de la burguesía china, en particular entre las más vinculadas a los sectores capitalistas privados, dependientes del comercio y la inversión internacional, y las vinculadas a las estructuras estatales y al control financiero a nivel regional o nacional, las que abogan por una apertura al comercio mundial y las que avanzan una política más nacionalista. En particular, el "giro a la izquierda" de la facción que respalda al presidente Xi, que significa menos pragmatismo económico y más ideología nacionalista, ha intensificado las tensiones y la inestabilidad política en los últimos años: son testigos "las continuas tensiones entre el primer ministro Li Keqiang y el presidente Xi Jinping sobre la recuperación económica, así como la "nueva posición" de China en la escena internacional". (China: en Beidaihe, la "universidad de verano" del Partido, tensiones internas a flor de piel", A. Payette, Asialyst, 06.09. 20), la "política bélica" de la diplomacia china hacia Taiwán, pero al mismo tiempo la dramática declaración de Xi de que China quiere lograr la neutralidad del carbono para su economía en 2060, las críticas explícitas a Xi que surgen regularmente (la más reciente es el ensayo de "alerta viral" publicado por un renombrado profesor de derecho constitucional de la Universidad Qinghua de Pekín que predice la desaparición de Xi), tensiones entre Xi y los generales que dirigen el Ejército Popular, intervenciones del aparato estatal contra empresarios demasiado "extravagantes" y críticos con el control del Estado (Jack Ma y Ant Financial, Alibaba). Algunas quiebras (HNA, Evergrande) también podrían estar relacionadas con las luchas entre camarillas dentro del partido, como parte de la cínica campaña para "proteger a los ciudadanos de los excesos de la 'clase capitalista'".
En resumen, lejos de beneficiarse de la situación actual, la burguesía china, al igual que otras burguesías, se enfrenta al peso de la crisis, al caos de la descomposición y a las tensiones internas, que intenta contener por todos los medios dentro de sus caducas estructuras capitalistas de Estado.
Los datos analizados en los puntos anteriores muestran ciertamente que las tensiones entre EEUU y China tienden a ocupar un lugar preponderante en la situación imperialista, sin por ello inducir una tendencia a la formación de bloques imperialistas. En efecto, más allá de algunas alianzas limitadas, como la AUKUS, la principal potencia del planeta, Estados Unidos, no sólo no consigue movilizar a las demás potencias detrás de su línea política (contra Irak o Irán antes, contra China hoy), sino que tampoco es capaz de defender a sus propios aliados ni de darse a sí mismo la postura de "líder de un bloque". Este declive del liderazgo estadounidense está provocando un aumento del caos que afecta cada vez más a las políticas de todos los imperialismos dominantes, incluida China, que tampoco es capaz de imponer su liderazgo a otros países de forma sostenible.
El hecho de que los talibanes hayan "vencido" a los estadounidenses envalentonará a todos esos pequeños tiburones que no dudarán en mover sus piezas en ausencia de alguien que "imponga reglas". Estamos entrando en una aceleración del imperio sin ley y en el mayor caos de la historia. El sálvese quien pueda se está convirtiendo en el factor central de las relaciones imperialistas y la barbarie bélica amenaza zonas enteras del planeta.
(a) Asia Central, Oriente Medio y África:
Además de la barbarie de la guerra civil en Irak, Siria, Libia o Yemen y de la sumersión de Afganistán en el horror, las tensiones son altas entre Armenia y Azerbaiyán, estimuladas por Turquía que provoca a Rusia, la guerra civil ha estallado en Etiopía (apoyada por Eritrea) contra la "provincia rebelde" de Tigray (apoyada por Sudán y Egipto); finalmente, las tensiones crecen entre Argelia y Marruecos. La "somalización" de los Estados y la zona de inestabilidad y "anarquía" (véase ya el Informe del 20º Congreso de la CCI, 2013-nota 5) han seguido ampliándose: el caos reina ahora de Kabul a Addis Abeba, de Saná a Ereván, de Damasco a Trípoli, de Bagdad a Bamako.
(b) América Central y del Sur:
El Covid está golpeando con fuerza al subcontinente (1/3 de las muertes en 2020 para 1/8 de la población mundial) y lo está sumiendo en su peor recesión en 120 años: una contracción del 7,7% del PIB y un aumento de la pobreza de casi el 10% en 2020 (Le Monde Diplomatique, octubre de 2021). El caos crece, como en Haití, sumido en un desesperado y sangriento dominio de las bandas y en una horrible miseria, y la situación es también catastrófica en Centroamérica, con cientos de miles de personas desesperadas que huyen de la miseria y el caos y amenazan con inundar la frontera sur de Estados Unidos. La región experimenta cada vez más convulsiones relacionadas con la descomposición: revueltas sociales en Colombia y Chile, confusión populista en Brasil. México intenta jugar sus propias cartas (proponiendo una nueva OEA, etc.), pero depende demasiado de Estados Unidos para hacer valer sus propias aspiraciones. EEUU no ha podido derrocar a Maduro en Venezuela, a la que los chinos y los rusos e incluso Irán siguen prestando apoyo "humanitario", al igual que con Cuba. China se ha infiltrado en la economía de la región especialmente desde 2008 y se ha convertido en uno de los principales acreedores de muchos Estados latinoamericanos, pero la contraofensiva de Estados Unidos está ejerciendo una fuerte presión sobre algunos Estados (Panamá, Ecuador, Chile) para que se distancien de la "actividad económica depredadora" de Pekín.
(c) Europa:
Las tensiones entre la OTAN y Rusia se han intensificado en los últimos meses: Tras el incidente del vuelo de Ryanair secuestrado e interceptado por Bielorrusia para detener a un disidente que se había refugiado en Lituania, se produjeron unas maniobras de la OTAN en el Mar Negro frente a las costas de Ucrania en junio, donde se produjo un enfrentamiento entre una fragata británica y barcos rusos, y, en septiembre, unas maniobras conjuntas entre los ejércitos ruso y bielorruso en las fronteras de Polonia y los Estados bálticos ante las maniobras de la OTAN en territorio ucraniano, una auténtica provocación a ojos de Putin.
El caos creciente también aumenta las tensiones en el seno de las burguesías y refuerza la imprevisibilidad de su posicionamiento imperialista: es el caso de países como Brasil, donde la catastrófica situación sanitaria y la irresponsable gestión del gobierno de Bolsonaro está llevando a una crisis política cada vez más intensa, y de otros países latinoamericanos (inestabilidad política en Ecuador, Perú, Colombia o Argentina). En Oriente Próximo y Medio, las tensiones entre los clanes y tribus que gobiernan Arabia Saudí pueden desestabilizar el país, mientras que Israel está marcado por la oposición de gran parte de las fracciones políticas, desde la derecha hasta la izquierda, contra Netanyahu y contra los partidos religiosos, pero también por los pogromos dentro del país contra los árabes "israelíes". Por último, está Turquía que busca la solución a sus dificultades políticas y económicas en una huida suicida hacia las aventuras imperialistas (desde Libia hasta Azerbaiyán).
En Europa, la debacle de Afganistán y el "asunto de los submarinos", así como el periodo post-Brexit, acentúan la desestabilización de las organizaciones emanadas del periodo de bloques, como la OTAN o la UE. Dentro de la OTAN, los países europeos dudan cada vez más de la fiabilidad de Estados Unidos. Por ejemplo, Alemania no ha cedido a las presiones de EE.UU. sobre el oleoducto del Mar Báltico con Rusia y Francia no está digiriendo la afrenta de EE.UU. sobre el acuerdo de submarinos con Australia, mientras que otros países europeos siguen viendo a EE.UU. como su principal protector. El tema de las relaciones con el Reino Unido para aplicar los acuerdos del Brexit (Irlanda del Norte y cuotas de pesca) divide a los países de la UE y las tensiones son altas entre Francia e Inglaterra. Dentro de la propia UE los flujos de refugiados siguen enfrentando a los Estados entre sí, mientras que países como Hungría y Polonia cuestionan cada vez más abiertamente los "poderes supranacionales" definidos por los tratados europeos, y la hidra del populismo amenaza a Francia en las elecciones de la primavera de 2022.
El caos y la acentuación del sálvese quien pueda también tienden a obstaculizar la continuidad de la acción de los grandes imperialismos: Estados Unidos se ve obligado a mantener la presión con bombardeos aéreos regulares sobre las milicias chiítas que acosan a sus fuerzas restantes en Irak; los rusos tienen que "hacer de bomberos" en el enfrentamiento armado entre Armenia y Azerbaiyán, instigado por el interés imperialista de Turquía; la extensión del caos en el Cuerno de África a través de la guerra civil en Etiopía, con Sudán y Egipto apoyando a la región de Tigray y Eritrea respaldando al gobierno central etíope, perturba especialmente los planes chinos de utilizar Etiopía, pregonada como polo de estabilidad y "nuevo taller del mundo", como base de su "proyecto Ruta de la Seda" en el noreste de África, y para ello han instalado una base militar en Yibuti. El impacto continuo de las medidas e incertidumbres ligadas a la pandemia es también un factor de desestabilización de la política imperialista de los diferentes Estados: estancamiento de la vacunación en los Estados Unidos después de un fuerte comienzo, nuevos confinamientos masivos de regiones enteras y evidente falta de eficacia de las vacunas en China, explosión de las contaminaciones y exceso de mortalidad (660.000), desconfianza de la población hacia las vacunas en Rusia (tasa de vacunación de poco más del 30%)
Esta inestabilidad también caracteriza a las alianzas como la de China y Rusia. Si estos países desarrollan una "cooperación estratégica" (comunicado chino-ruso del 28.06. 21) contra Estados Unidos y en relación con Oriente Medio, Irán o Corea del Norte incluso organizan ejercicios conjuntos de sus ejércitos y armadas, sus ambiciones políticas son radicalmente diferentes: el imperialismo ruso tiene como objetivo sobre todo la desestabilización de las regiones y puede apuntar poco más que a los "conflictos congelados" (Siria, Libia, Ucrania, Georgia, ...), mientras que China despliega una política económica e imperialista a largo plazo, la "nueva ruta de la seda". Además, Rusia es perfectamente consciente de que las rutas de la Ruta de la Seda por tierra y a través de la zona del Ártico se oponen directamente a sus intereses en la medida en que amenazan claramente las zonas de influencia rusas en Asia Central y Siberia y que, en términos de capacidad industrial, no es rival para la segunda economía del mundo, pues apenas alcanza un PNB igual al de Italia.
"La economía de guerra (...) no es una política económica que pueda resolver las contradicciones del capitalismo o crear las bases para una nueva etapa de desarrollo capitalista. (...). La única función de la economía de guerra es... ¡la guerra! Su razón de ser es la destrucción efectiva y sistemática de los medios de producción y de las fuerzas productivas y la producción de los medios de destrucción: la verdadera lógica de la barbarie capitalista" (De la crisis a la economía de guerra, Revista Internacional nº 11, 1977). El hecho de que la perspectiva no sea la constitución de grandes alianzas estables, de "bloques" imperialistas que se enfrenten a nivel mundial y que no se plantee actualmente una guerra mundial, no quita que la economía de guerra se acentúe en la actualidad. El sometimiento de la economía a las necesidades militares pesa sobre la economía, pero esta irracionalidad no es una elección: es el producto del estancamiento del capital que acelera la descomposición social.
La carrera armamentística engulle cantidades fenomenales de dinero, en el caso de EE.UU., que sigue teniendo una importante ventaja en este sentido, pero también en el de China, que ha aumentado considerablemente su gasto militar en las dos últimas décadas. "El aumento del 2,6% en el gasto militar mundial se produce en un año en el que el producto interior bruto (PIB) mundial ha disminuido un 4,4% (proyección del Fondo Monetario Internacional, octubre de 2020), debido principalmente a las repercusiones económicas de la pandemia de Covid-19. Como resultado, el gasto militar como porcentaje del PIB -la llamada carga militar- ha alcanzado una media mundial del 2,4% en 2020, frente al 2,2% de 2019. Se trata del mayor aumento anual de dicho gasto desde la crisis económica y financiera mundial de 2009" (Comunicado de prensa de Sipri, abril de 2021). Esta carrera no sólo tiene que ver con las armas convencionales y nucleares, sino también con una mayor militarización de los programas espaciales y con la extensión de la carrera militarista a zonas hasta ahora vírgenes, como las regiones del Ártico.
Ante la aterradora expansión del sálvese quien pueda imperialista, la carrera armamentística no se limita a los grandes imperialismos, sino que afecta a todos los Estados, especialmente en el continente asiático que experimenta un importante aumento del gasto militar: la inversión del peso respectivo de Asia y Europa entre 2000 y 2018 es espectacular: en 2000, Europa y Asia representaban el 27% y el 18%, respectivamente, del gasto mundial en defensa. En 2018, estas proporciones se invierten, ya que Asia representa el 28% y Europa el 20% (datos del Sipri).
Esta militarización también se expresa hoy en día en un impresionante desarrollo de las actividades cibernéticas de los Estados (ataques de hackers, a menudo vinculados directa o indirectamente a los Estados, como el ciberataque de Israel contra los sitios nucleares iraníes), así como la inteligencia artificial y la robótica militar (robots, drones), que desempeñan un papel cada vez más importante en las actividades de inteligencia o en las operaciones militares.
Sin embargo, "la verdadera clave de la constitución de la economía de guerra (...) [es] la sumisión física y/o ideológica del proletariado al Estado, [el] grado de control que el Estado tiene sobre la clase obrera" (Id., Revista Internacional nº 11, 1977). Pero este aspecto está lejos de ser adquirido. Esto explica por qué la aceleración de la carrera armamentística va hoy en día acompañada de una fuerte reticencia de las grandes potencias imperialistas (Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña o Francia) al compromiso masivo de soldados sobre el terreno ("boots on the ground", “botas sobre el terreno”) por temor al impacto de un retorno masivo de "bolsas de cadáveres" sobre la población y, en particular, sobre la clase obrera. Así, cabe destacar el uso de empresas militares privadas (la organización Wagner por parte de los rusos, Blackwater/Academi por parte de Estados Unidos, ...) o la contratación de milicias locales para llevar a cabo acciones: utilización de milicias suníes sirias por parte de Turquía en Libia y Azerbaiyán, de milicias kurdas por parte de Estados Unidos en Siria e Irak, de milicias chiíes de Hezbolá o Irak por parte de Irán en Siria, de milicias sudanesas por parte de Arabia Saudí en Yemen, de una fuerza regional (Chad, Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso) "entrenada" por Francia y la UE en la región de Liptako, ...
La perspectiva es, por tanto, la multiplicación de conflictos bárbaros y sangrientos:
- "10. Al mismo tiempo, también proliferan las "masacres de innumerables pequeñas guerras", mientras que el capitalismo, en su fase final, se sumerge en un imperialismo cada vez más irracional de sálvese quien pueda.
13. Esto no significa que vivamos en una época de mayor seguridad que la de la Guerra Fría, acechada por la amenaza del Armagedón nuclear. Por el contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción -nucleares, convencionales, biológicos y químicos- que han sido acumulados por la clase dominante, y que ahora están más ampliamente distribuidos en un número mucho mayor de Estados-nación que en el período anterior." (Resolución sobre la situación internacional del 24 Congreso Internacional de la CCI, ver nota 4)
En la medida en que sabemos que la burguesía es capaz de volver los peores efectos de la descomposición contra el proletariado, debemos ser conscientes de que este contexto de barbarie asesina no facilitará en absoluto la lucha de los trabajadores:
La aceleración de la descomposición conducirá a guerras interminables en todo el mundo, a más masacres y miseria, a millones de refugiados vagando sin rumbo, a un caos social indescriptible y a la destrucción del medio ambiente, y todo ello acentuará el sentimiento de miedo y desmoralización en las filas del proletariado.
Los distintos conflictos armados servirán para desencadenar intensas campañas en defensa de la democracia, los derechos humanos y los derechos de las mujeres, como es el caso de Afganistán, Etiopía, Siria e Irak.
En consecuencia, nuestra intervención debe denunciar la progresión de la barbarie y el carácter insidioso de la situación, debe advertir constantemente al proletariado para que no subestime los peligros que genera la situación de multiplicidad caótica de conflictos en el contexto del sálvese quien pueda como dinámica dominante:
"Abandonada a su propia lógica, a sus últimas consecuencias, [la descomposición] lleva a la humanidad al mismo resultado que la guerra mundial. Ser brutalmente aniquilado por una lluvia de bombas termonucleares en una guerra generalizada o por la contaminación, la radiactividad de las centrales nucleares, la hambruna, las epidemias y las masacres en los conflictos bélicos múltiples (en los que también se podrían utilizar armas atómicas), todo ello equivale, al final, a lo mismo. La única diferencia entre estas dos formas de aniquilación es que la primera es más rápida, mientras que la segunda es más lenta y causaría tanto más sufrimiento" (Tesis sobre la descomposición, tesis 116).
23.10.2021
1 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108]
2 Ver nuestro texto de orientación Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [32]
3 https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [79]
4 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108]
5 https://es.internationalism.org/content/3985/informe-sobre-tensiones-imperialistas [185]
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
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informe_sobre_la_crisis_economica_del_24o_congreso_internacional_de_la_cci_2021.pdf [186] | 158.22 KB |
Este informe se sitúa en continuidad con el informe aprobado por el 24º Congreso de la Revolución Internacional1. En este informe se tratan adecuadamente varios aspectos, especialmente las medidas adoptadas en el ámbito económico frente a la pandemia, la violenta incursión de la descomposición en la esfera económica, el ataque a las condiciones de vida de los trabajadores que se está convirtiendo en una auténtica pesadilla. No profundizaremos en estos elementos, sino que nos centraremos en la perspectiva: ¿hacia dónde se dirige la economía mundial tras el gran cataclismo que se ha desatado con la pandemia?
El informe sobre la crisis económica aprobado por el 23º Congreso decíamos: "Debemos considerar la posibilidad de que se produzcan importantes perturbaciones en la economía mundial para 2019-2020. Los factores negativos se acumulan: una deuda cada vez más incontrolable; la escalada de la guerra comercial; las fuertes devaluaciones de los activos financieros sobrevalorados; la economía alemana se contrajo un -0,1% en el tercer trimestre de 2018; la economía china ha caído a su ritmo más lento en una década”.
Para 2020, el Banco Mundial ha registrado un descenso global de la producción del 5,2%, un 7% para las 23 mayores economías del mundo y un 2,5% para las "economías en desarrollo". Según el Banco Mundial, el descenso de la producción es el peor desde 1945 y "por primera vez desde 1870, un número sin precedentes de países experimentará un descenso de la producción per cápita"2[2]. Un fenómeno muy importante es la caída del comercio mundial. Un indicador es el descenso del comercio marítimo mundial, que cayó un 10% en 2020. Pero, paradójicamente, "los precios de los contenedores se han cuadruplicado de media en los dos últimos meses. Desde unos 1.500 dólares hasta casi 5.000 dólares. Y en algunos casos, ha llegado incluso a los 12.000 dólares. Esto se debe a que países como China están utilizando sus barcos y contenedores para su propio uso, sacándolos del tráfico mundial”3.
Para 2021 se espera un repunte de la economía mundial, siempre que la pandemia sea derrotada antes de junio de 2021, de lo contrario las previsiones son mucho más pesimistas. Habrá aumentos febriles del crecimiento, pero más allá de eso, las previsiones más serias apuntan a una estabilización de la economía mundial a partir de 2023. La experiencia de la recuperación posterior a 2008 es que ha tardado en afianzarse (a partir de 2013), ha sido bastante anémica y en 2018 ha dado muestras de agotamiento. Como veremos a lo largo de este informe, las condiciones actuales de la economía mundial son mucho peores que las de 2008 y, más que hacer predicciones, lo importante es comprender este importante deterioro.
En primer lugar, los "expertos" dan una imagen engañosa de los efectos de la crisis pandémica en la economía. Suponen que dicha crisis no tendrá efectos irreversibles en el sistema económico y que la economía se recuperará hasta un nivel superior al del periodo anterior. Tal suposición subestima el importante y prolongado deterioro del tejido productivo, financiero y comercial, que la crisis pandémica está provocando y que es bastante profundo. Se calcula que el 30% de las empresas podrían desaparecer definitivamente en los países de la OCDE. Estamos ante más de 100 años de decadencia capitalista, con una economía distorsionada por la economía de guerra y los efectos de la destrucción del medio ambiente, profundamente alterada en sus mecanismos de reproducción por la deuda y la manipulación estatal, erosionada por las pandemias y cada vez más afectada por los efectos de la decadencia. En estas condiciones, es ilusorio pensar que la economía se recuperará sin sobresaltos.
En segundo lugar, la profunda debilidad de la proclamada "recuperación" de 2013 - 2018 ya presagiaba la situación actual. Aparte de Estados Unidos, China y, en menor medida, Alemania, la producción de todos los principales países del mundo se ha estancado o ha disminuido (según las estimaciones del Banco Mundial), algo que no ocurría desde la Segunda Guerra Mundial.
Ya en el 22º Congreso4 constatamos el creciente impacto de los efectos de la descomposición en el terreno económico y, en particular, en la gestión capitalista estatal de la crisis. Fuimos conscientes de esta tendencia en el informe sobre la crisis económica adoptado por el 23º Congreso que señalaba esta irrupción de la descomposición como uno de los principales factores de la evolución de la situación económica y, finalmente, el informe sobre la crisis adoptado por el 24º Congreso de "Revolución Internacional" profundizó en este análisis de la pandemia como resultado de la descomposición y también del agravamiento de la crisis económica pero, al mismo tiempo, como un poderoso factor de aceleración de la misma.
Es importante subrayar nuestro planteamiento de la cuestión: una de las características de la decadencia es que el sistema capitalista intenta extender todas las posibilidades contenidas en sus relaciones de producción hasta sus límites extremos, incluso a riesgo de violar sus propias leyes económicas. Así, "una de las principales contradicciones del capitalismo es la que surge del conflicto entre el carácter cada vez más global de la producción y la estructura necesariamente nacional del capital. Al llevar al límite las posibilidades de "asociación" de las naciones en el plano económico, financiero y productivo, el capitalismo ha obtenido un importante "soplo de aire fresco" en su lucha contra la crisis que lo corroe, pero al mismo tiempo se ha puesto en una situación de riesgo" (Informe del 23º Congreso). Esta "situación de riesgo" ha demostrado sus graves consecuencias ligadas al impacto de la descomposición en el terreno económico, especialmente durante los últimos cinco años de la década de 2010.
La pandemia representa una aceleración de la decadencia y, al mismo tiempo, una profundización de esta. El informe sobre la crisis económica se centra en esta realidad fundamental. La resolución sobre la situación en Francia destaca este eje central: "En 2008, durante la "crisis de las subprime", la burguesía fue capaz de reaccionar de forma coordinada a escala internacional. Los famosos G7, G8, G20 simbolizan esta capacidad de los Estados para ponerse de acuerdo como mínimo para intentar responder a la "crisis de la deuda". Doce años después, la división, la "guerra de las máscaras" y luego la "guerra de las vacunas", la cacofonía en las decisiones de cierre de fronteras contra la propagación del Covid-19, la ausencia de una acción concertada a escala internacional (aparte de Europa, que se esfuerza por protegerse de sus competidores) para limitar el colapso económico, todo ello apunta al avance del "sálvese quien pueda" y a la inmersión de las más altas esferas políticas del capitalismo en una gestión cada vez más irracional del sistema. Esta tendencia es particularmente fuerte en Estados Unidos, donde una larga tendencia al declive económico se combina con una profundización sin precedentes de la descomposición de su aparato político y su tejido social.
De todas formas, sería un error pensar que esta tendencia se limita a Estados Unidos. En Europa, Alemania parece haber reaccionado, pero las tensiones en el seno de la UE son cada vez más evidentes y la conmoción del Brexit tendrá consecuencias que aún no son visibles. La "estabilidad" de China es más aparente que real.
Por lo tanto, podemos decir que los efectos de la ruptura en la esfera económica y en la gestión estatal de la economía están destinados a durar y tendrán una influencia cada vez más fuerte en la evolución económica. Es cierto que la burguesía pondrá en marcha contra tendencias (por ejemplo, los acuerdos de la UE sobre mutualización parcial de la deuda o la anulación por parte de Biden de algunas de las medidas adoptadas por Trump). Sin embargo, más allá de los frenos o retrocesos, el peso de la descomposición en la economía y en la gestión estatal de ésta aumentará con consecuencias difíciles de predecir en este momento. Más que intentar hacer predicciones, debemos seguir de cerca la evolución de los acontecimientos y sacar conclusiones dentro del marco general que hemos establecido.
Con la respuesta que el capital de la mayoría de los países se ha visto obligado a dar a la pandemia (los confinamientos que aún no han terminado), se ha producido una de las peores recesiones de la historia.
Para evitar un colapso generalizado, la burguesía se vio obligada a inyectar miles de millones. Esto le permitió "capear el temporal"5. ¿Y cómo se llevará a cabo esta complicada operación?
Podemos decir que será mucho peor que en 2008, que implicará una violenta dosis de austeridad y que la economía mundial estará en un estado mucho peor, con menos capacidad de recuperación, caos y grandes convulsiones.
Cinco factores expresan y a la vez agravan, este contexto económico mundial muy desfavorable:
- El creciente peso de la decadencia en la economía y el capitalismo de Estado;
- China ya no podrá actuar como locomotora, ofreciendo un salvavidas, como hizo en respuesta a 2008;
- La catástrofe medioambiental;
- El peso de la economía de guerra;
- El peso aplastante de la deuda.
Con la pandemia, hemos asistido a una respuesta caótica e irracional por parte de los Estados, empezando por los más grandes y poderosos. La OMS fue ignorada por todos los Estados, impidiendo una necesaria estrategia internacional basada al máximo en criterios científicos. Cada Estado trató de cerrar su economía lo más tarde posible para no perder sus ventajas competitivas e imperialistas sobre sus rivales; Las economías que se reabrieron para obtener una ventaja sobre los rivales, y los cierres provocados por el agravamiento de la pandemia, se vieron atrapados por la contradicción entre la necesidad de mantener y aumentar la producción frente a los rivales, por un lado, y la necesidad de evitar que el aparato productivo y la cohesión social se vieran afectados por nuevas oleadas de contagio, por otro.
La guerra de las mascarillas fue un espectáculo degradante6: Estados considerados "serios", como Francia o Alemania, robaban abiertamente los envíos de máscaras destinados a otros países. Lo mismo ocurría con equipos médicos, como los aparatos de respiración, el oxígeno, el equipo de protección personal, etc.
En el contexto de la actual guerra de las vacunas, su fabricación, distribución y las propias vacunas son indicadores del creciente desorden de la economía mundial.
En el campo de la investigación y la fabricación de vacunas, hemos asistido a una caótica carrera entre estados que compiten ferozmente. Gran Bretaña, China, Rusia, Estados Unidos... han corrido contra reloj para ser los primeros en tener la vacuna. No hubo coordinación internacional. Las vacunas se probaron en un tiempo récord, sin ninguna garantía real de eficacia.
La distribución es igualmente caótica. El conflicto entre la UE y la empresa británica Astra Zeneca es un ejemplo de ello. Los países más ricos han dejado desprotegidos a los más pobres. Israel ha vacunado a sus ciudadanos mientras ha descuidado a los palestinos. Rusia utiliza una propaganda engañosa para presentar su vacuna como la mejor. Esto es una prueba de que la vacuna está siendo utilizada como un instrumento de influencia imperialista. Rusia y China no lo ocultan y proclaman abiertamente que ofrecerán precios más bajos a los países que cumplan con sus exigencias económicas, políticas y militares.
Por último, la forma de vacunar a la población es realmente inquietante por su desorganización e indisciplina. En Francia, Alemania, España, Italia, por citar sólo algunos países, hay un desabastecimiento constante, retrasos en la vacunación incluso en los grupos identificados como prioritarios (personal sanitario, personas mayores de 65 años). Los planes de vacunación se han retrasado repetidamente. A menudo se administra la primera dosis y la segunda se retrasa indefinidamente, anulando la eficacia de la vacuna. Dirigentes, políticos, empresarios, militares, etc., se han saltado la lista de grupos prioritarios y se han vacunado primero.
Este espectáculo degradante en torno a las vacunas7 nos muestra una tendencia creciente del capitalismo a socavar la capacidad de "cooperación internacional" que había logrado mitigar la crisis económica en el período 1990-2008. El capitalismo se basa en la competencia a muerte -y este rasgo constitutivo del capitalismo no desapareció en el apogeo de la "globalización"-, pero lo que vemos hoy es una competencia exacerbada, que toma como campo de acción algo tan sensible como la salud y las epidemias. Si en el período ascendente del capitalismo, la competencia entre capitales y entre naciones era un factor de expansión y desarrollo del sistema, en la decadencia es, en cambio, un factor de destrucción y caos: destrucción con la barbarie de la guerra imperialista; caos (que incluye también la destrucción y las guerras) especialmente con la irrupción de los efectos de la descomposición en el campo económico y su gestión estatal. Este caos afectará cada vez más a las cadenas de producción y suministro mundiales, a la planificación de la producción y a la capacidad de combatir fenómenos "inesperados" como las pandemias u otras catástrofes.
La repatriación de la producción al país de origen por parte de las multinacionales ya estaba en marcha desde 2017, pero parece haberse acelerado con la pandemia: "Un estudio publicado esta semana por Bank of America sobre 3.000 empresas con una capitalización bursátil total de 22 billones de dólares y ubicadas en 12 grandes sectores mundiales indica que el 80% de estas compañías tienen planes de deslocalización para repatriar parte de su producción del extranjero. Este es el primer punto de inflexión en una tendencia que dura décadas. En los últimos tres años, unas 153 empresas han vuelto a Estados Unidos, mientras que 208 lo han hecho en la UE"8.
¿Son estas medidas irreversibles? ¿Estamos asistiendo al final de la fase de "globalización", es decir, de la producción mundial, altamente interconectada con una división internacional del trabajo, con cadenas de producción, transporte y logística organizadas a escala mundial?
La primera consideración es que la pandemia está durando más de lo previsto. El 28 de septiembre de 2020 se alcanzó la cifra de un millón de muertos; el 15 de enero, menos de tres meses después, se había llegado a los dos millones. Aunque la vacunación está en marcha, la directora científica de la OMS, Soumya Swaminathan, predice que habrá que esperar hasta 2022 para lograr una inmunización razonable de la población en Europa9. Es probable que las perturbaciones e interrupciones de la producción continúen a lo largo de 2021.
En segundo lugar, si nos fijamos en la experiencia histórica, podemos ver que las medidas del capitalismo de Estado que se tomaron en respuesta a la Primera Guerra Mundial no desaparecieron por completo tras el final de la guerra, y 10 años después, con la crisis de 1929, dieron un salto gigantesco, confirmando la correcta predicción del Primer Congreso de la Internacional Comunista: "Todas estas cuestiones fundamentales de la vida económica del mundo ya no están reguladas por la libre competencia, ni siquiera por combinaciones de trusts o consorcios nacionales e internacionales. Han caído bajo el yugo de la tiranía militar para servir de salvaguarda a partir de ahora. Si el sometimiento absoluto del poder político al capital financiero ha llevado a la humanidad a la carnicería imperialista, esta carnicería ha permitido al capital financiero no sólo militarizar al máximo el Estado, sino militarizarse a sí mismo, de modo que sólo puede cumplir sus funciones económicas esenciales a hierro y sangre”10.
Del mismo modo, es probable que se mantengan las medidas adoptadas en respuesta a la pandemia en el frente económico, aunque se produzcan retrocesos parciales.
Lo confirma el hecho de que, desde 2015, como se señala en el informe del 23º Congreso, China, Alemania y Estados Unidos se han movido en esta dirección. Las medidas adoptadas durante la pandemia no hacen sino acentuar una dirección que ya estaba presente en la década de 2010.
Esto queda ilustrado por el hecho de que las principales potencias aún no han coordinado sus respuestas financieras y económicas ante el peligro de quiebra. Mientras que durante la crisis de 2008 hubo muchas reuniones del G8, del G20, etc., hoy en día es evidente que esas reuniones están ausentes11.
Sin embargo, la estructura globalizada de la producción mundial ofrece grandes ventajas a las economías más poderosas, y éstas tomarán medidas para corregir las principales perturbaciones descritas anteriormente. Un ejemplo muy claro: el plan de mutualización de la deuda en la UE beneficia especialmente a Alemania, que consolidará sus exportaciones a España, Italia, etc. Estos países, presentados como "los grandes beneficiarios", serán a la postre los grandes perdedores, ya que su tejido industrial se verá debilitado por la abrumadora competencia de las exportaciones alemanas. De hecho, la mutualización de las deudas ayudará a Alemania a contrarrestar la presencia china en los países del sur de Europa, que se ha fortalecido desde 2013. No asistimos a un desmantelamiento de la globalización, sino a su creciente desarticulación -por ejemplo, a través de la tendencia a la fragmentación en zonas regionales-, a la creciente importancia de las tendencias proteccionistas, a la deslocalización de las zonas de producción, a la multiplicación de las medidas que cada país toma por su cuenta, violando los acuerdos internacionales. En resumen, hay un caos creciente en el funcionamiento de la economía mundial.
Durante el período 2009-2015, China desempeñó un papel fundamental, a través de sus compras e inversiones, en la débil recuperación de la economía mundial tras las graves turbulencias de 2008. Dada la situación actual, ¿puede China volver a desempeñar el papel de locomotora de la economía mundial?
Creemos que esta posibilidad es altamente improbable por al menos 4 razones:
1ª) La situación actual de China es mucho más frágil que entonces: el crecimiento de la producción sigue disminuyendo de forma lenta pero segura; según el FMI, China experimentará su peor crecimiento en 35 años: sólo un 1,2%. Para el PCI - Le Prolétaire "en China, la tasa de paro oficial era del 6% a finales de abril; pero un estudio de una organización china estimaba en la misma fecha que el paro real era del 20,5% (es decir, 70 millones de parados); el estudio fue retirado y la dirección de la organización castigada por las autoridades, pero los economistas occidentales presentan cifras del mismo orden". El nivel de deuda de China es enorme (300% del PIB en 2019); la situación de muchas de sus empresas es muy frágil. Por ejemplo, en China hay un 30% de empresas zombis12, que es el porcentaje más alto del mundo (en Alemania y Francia se estima que es el 10%). Además, las empresas estatales siguen teniendo una gran parte de la economía y estas empresas son las más endeudadas.
2ª) El proyecto de la Ruta de la Seda -un plan de expansión comercial, económica e imperialista en el que participan 60 países13- pretende definir una zona económica global exclusiva de China, con la consiguiente disminución del papel que puede desempeñar en el estímulo del comercio mundial. Los rivales de China, especialmente Estados Unidos, han respondido con una guerra comercial y, en Asia-Oceanía, con el Acuerdo de Asociación Transpacífico que une a 12 países de la zona. Y entre los países que han tenido que endeudarse con China como parte de su participación en el proyecto de la Ruta de la Seda, algunos se han visto más afectados por las consecuencias económicas de la pandemia del Covid-19, lo que ha puesto en peligro su solvencia.
3ª Estos "acuerdos" demuestran que la dinámica que dominará los próximos años -a menos que se produzca un cambio de tendencia, lo que es muy poco probable- no es la de la "cooperación", sino la de una gran fragmentación de la producción mundial en zonas reservadas, bajo control chino, estadounidense o alemán.
4ª La acumulación de deuda, que sirvió para "alimentar" el motor chino después de 2008, ha permitido un crecimiento de dos dígitos en China y también ha creado mercados más grandes en la propia China para muchos exportadores de Estados Unidos, Asia Oriental y Europa. Pero no se dan las condiciones para que se repita. Todos los países se han vuelto más proteccionistas. Además, la mano de obra china, que solía recibir algunos de los salarios más bajos, ha recibido sueldos más altos, lo que ha provocado grandes transferencias de puestos de trabajo de China a otros países cada vez más baratos (Sudeste Asiático, África).
El proceso de destrucción ecológica (devastación y contaminación del medio ambiente y los recursos naturales) no es nuevo. La guerra imperialista y la economía de guerra han contribuido en gran medida a este proceso. Sin embargo, la cuestión es hasta qué punto este proceso ha influido negativamente en la economía capitalista al dificultar la acumulación.
En el marco de este informe, no podemos dar una respuesta elaborada. Sin embargo, es probable que, a consecuencia de las crecientes dificultades de colaboración entre países, las maniobras nacionalistas de cada estado etc., ... la destrucción ecológica tenga un impacto cada vez más negativo en la reproducción del capital y contribuya a que los momentos de recuperación económica en el próximo período sean mucho más débiles e inestables que en el pasado.
Se calcula que la contaminación atmosférica mata a 7 millones de personas cada año y que el consumo de agua contaminada provoca 485.000 muertes al año14.
Durante el siglo XX, 260 millones de personas murieron a causa de la contaminación del aire interior en el Tercer Mundo, aproximadamente el doble del número de víctimas de todas las guerras del siglo. Esta cifra es más de 4 veces superior al número de muertes por contaminación del aire exterior15.
Los fenómenos meteorológicos extremos, la extinción masiva de especies, la disminución de los rendimientos agrícolas y el aire y el agua tóxicos ya están perjudicando a la economía mundial, y sólo la contaminación cuesta 4,6 billones de dólares al año16.
Incluso la protección de las ciudades a lo largo de la costa costará tanto, si no más, que todos los planes de rescate que hubo que adoptar para la pandemia del Covid-19. Las implicaciones económicas de este caos son reales. El impacto de este proceso autodestructivo es asombroso. Se calcula que, si el cambio climático aumenta la temperatura en 4ºC, el PIB mundial caerá un 30% respecto a los niveles de 2010, ya que la caída durante la depresión de los años 30 fue del 26,7% (la caída actual será permanente). Podrían perderse 1.200 millones de empleos. Estas cifras no tienen en cuenta el agravamiento de la crisis económica ni el impacto del COVID.
Todos estos daños se ven considerablemente agravados por la crisis de la COVID, aunque habrá que esperar para evaluar su impacto. En efecto, la crisis ilustra claramente las consecuencias económicas de la destrucción ecológica: "La colonización de los espacios naturales y el contacto del hombre con los animales reservorios de virus y agentes patógenos es el primer eslabón de la cadena que explica las pandemias. La destrucción de los hábitats forestales en los trópicos permite la transmisión a los humanos de muchos patógenos que antes estaban confinados en zonas inaccesibles. Las personas se encuentran con especies con las que antes no estaban relacionadas, lo que aumenta el riesgo de contagio de enfermedades transmitidas por animales. Los mercados de animales, el transporte y la globalización los difunden"17.
Instituciones como el Banco Mundial advierten claramente de las consecuencias de la destrucción ecológica, por ejemplo, en lo que respecta a la expansión de la pobreza: "Según nuevas estimaciones, el cambio climático podría empujar a la pobreza a entre 68 y 135 millones de personas en 2030. Supone una amenaza especialmente grave para los países del África subsahariana y el sur de Asia, donde se concentra la mayor parte de los pobres del mundo. En varios países, como Nepal, Camerún, Liberia y la República Centroafricana, una gran proporción de los pobres vive en zonas afectadas por conflictos y muy propensas a las inundaciones”18.
El colapso de la cooperación internacional en torno a la pandemia del COVID es un anticipo de la actitud de sálvese quien pueda que prevalecerá ante el cambio climático. La mayor competencia entre países resultante de la COVID no puede sino acelerar esta dinámica. La capacidad del capitalismo para limitar el aumento de la temperatura global se está debilitando.
- “Juntos, una acción rápida contra el aumento de las temperaturas y un compromiso renovado con la globalización permitirían a la economía mundial alcanzar una producción de 185 billones de dólares en 2050. Si se retrasan las medidas para reducir las emisiones de carbono y se permite que se debiliten los vínculos transfronterizos, podría llegar a los 149 billones de dólares, lo que equivaldría a decir adiós a todo el PIB de Estados Unidos y China el año pasado”19.
La contradicción entre los intereses de la nación capitalista, y del sistema capitalista en su conjunto, y el futuro de la humanidad no puede ser más clara. Si se toman medidas suficientes contra el cambio climático, las tensiones imperialistas y económicas se intensificarán cualitativamente con el ascenso de China como la mayor economía del mundo. Si no se toman medidas, la economía mundial se contraerá un 30% con todas las consecuencias que ello conlleva.
Esto sólo puede aumentar exponencialmente la destrucción del medio ambiente por parte del capitalismo y preparar el terreno para nuevas pandemias a medida que se desarrollen las condiciones para ello, como muestran varias contribuciones en nuestros boletines internos internacionales20.
La economía de guerra, como nos recuerda Internationalisme (Gauche Communiste de France), es un peso muerto para la economía mundial21. A pesar de la clara posición de nuestro texto de orientación Militarismo y Descomposición22, algunos camaradas han tendido a pensar que con la descomposición el gasto en armamento tendería a reducirse y no tendría el enorme impacto que tuvo en la época de la Guerra Fría (1945-89). Esta opinión es errónea, como señala el informe aprobado por el 23º Congreso. "El gasto militar mundial experimentó -en 2019- su mayor aumento en una década. Durante 2019, el gasto militar alcanzó los 1,9 billones de dólares (1,8 billones de euros) en todo el mundo, un aumento del 3,6% en un año, el mayor desde 2010. "El gasto militar ha alcanzado su nivel más alto desde el final de la Guerra Fría", dijo Nan Tian, investigador del SIPRI"23.
La necesidad de hacer frente a la COVID no ha frenado el rearme. El presupuesto de la Bundeswehr se incrementa en un 2,85% para 2021, España aumenta su gasto militar en un 4,7%, Francia en un 4,5%, mientras que el Reino Unido lo hace en otros 18.500 millones de euros24.
En Estados Unidos, avivando la histeria anti china, el Senado aprobó un aumento astronómico del gasto militar hasta los 740.000 millones de dólares en 2021. En Japón, "el primer ministro Yoshihide Suga aprobó el lunes el noveno aumento consecutivo del presupuesto militar, estableciendo un nuevo máximo histórico de 5,34 billones de yenes (unos 51.700 millones de dólares), un aumento del 1,1% respecto al presupuesto del año anterior”25.
"Las guerras de Estados Unidos en Afganistán, Irak, Siria y Pakistán han costado a los contribuyentes estadounidenses 6,4 billones de dólares desde que comenzaron en 2001. Este total es 2 billones de dólares más que todo el gasto del gobierno federal en el año fiscal que acaba de terminar”26.
No hay datos disponibles sobre China para 2021, pero el gasto militar aparentemente aumentó menos en 2020 que en 2019. Sin embargo, "el Ejército Popular de Liberación logró dos grandes hitos, al presentar su primer portaaviones 100% autóctono y su primer misil balístico intercontinental capaz de llegar a Estados Unidos. China también construyó su primera base militar en el extranjero en Yibuti en 2017. Pekín también está diseñando una nueva generación de destructores y misiles para reforzar su capacidad de disuasión frente a sus vecinos asiáticos y a la marina estadounidense"27.
Rusia ha aumentado drásticamente su gasto militar en el trienio 2018-2021, Australia "ha puesto en marcha un ambicioso programa naval en los últimos dos años para crear una armada de doce nuevos submarinos que construirá el astillero francés DCNS, nueve fragatas, dos buques logísticos y doce patrulleras; también recibirá 72 aviones de combate F-35 estadounidenses de Lockheed Martin para 2020. Las autoridades australianas prevén incluso duplicar su presupuesto en una década hasta alcanzar los 21.000 millones de dólares anuales (...) [Los países escandinavos] ven cada vez menos ficticias las amenazas rusas a su espacio aéreo y en el Ártico, y en el caso de Suecia se ha anunciado la reintroducción del servicio militar obligatorio y un aumento significativo del presupuesto de defensa"28.
Este repaso a la sangrienta jungla del gasto militar muestra que la economía de guerra y el armamento, más allá del impulso inicial que puedan dar, acabarán siendo una carga cada vez más pesada para el conjunto de la economía mundial, y es de esperar que contribuyan a la tendencia a hacer más frágil y convulsa la recuperación económica que el capitalismo busca para el periodo post-COVID29.
En 1948, el Plan Marshall supuso un total de 8.000 millones de dólares en préstamos; el Plan Brady para rescatar las economías sudamericanas en 1985 supuso 50.000 millones de dólares; el gasto para salir del atolladero de 2008 alcanzó la asombrosa cifra de 750.000 millones de dólares.
Las cifras actuales convierten en calderilla esas anteriores inyecciones en la economía. La UE ha programado préstamos por 750.000 millones de euros. En Alemania, "el gobierno está desplegando el mayor paquete de ayudas de la historia de la República Federal. Para financiar este programa, la Federación contraerá nuevos préstamos por un total de unos 156.000 millones de euros"30. Biden propuso al Congreso un paquete de apoyo y estímulo económico de 1,9 billones de dólares. Se calcula que el estímulo total que fluirá en la economía estadounidense en 2020 será de 4 billones de dólares.
La deuda mundial en el tercer trimestre de 2020 era de 229 billones de euros, o el 365% del PIB mundial (un récord histórico). Esta deuda alcanza el 382% en los países industrializados. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, esta escalada se ha acelerado desde 2016 con un incremento en los últimos 4 años de 44 billones de euros. Es en este contexto donde debemos abordar las consecuencias de la actual escalada de la deuda mundial.
La acumulación de capital (la reproducción ampliada definida por Marx) tiene como base de desarrollo los mercados extra capitalistas y las zonas aún no integradas plenamente en el capitalismo. Si ambos se reducen, la única salida para el capital, organizado por el Estado, es el endeudamiento, que consiste en arrojar sumas cada vez mayores a la economía como anticipo de la producción esperada de los años venideros.
Si este recurso al endeudamiento no provoca -hasta ahora- choques inflacionistas en las principales economías es por tres razones:
- 1ª La tendencia deflacionaria que afecta a la economía mundial desde 2008.
- 2ª La sobrevaloración de los activos de las empresas e incluso de los gobiernos se ha hecho crónica y ha degradado las cifras económicas que han dejado de ser fiables durante décadas.
- 3ª Tipos de interés cero o incluso negativos.
Uno de los factores que permitió al capital global amortiguar los efectos inflacionarios y desestabilizadores de la deuda fue la coordinación internacional de las políticas monetarias, un cierto grado de coordinación y organización de las transacciones financieras a escala mundial. Si este factor empieza a fallar y prevalece el "sálvese quien pueda", ¿qué consecuencias podríamos esperar?
El capitalismo tiene deudas equivalentes a tres años y medio de producción mundial. ¿Es una cifra insignificante que podría estirarse hasta el infinito? No, en absoluto. Esta gigantesca gangrena es el caldo de cultivo no sólo de los disparatados arrebatos especulativos que se han institucionalizado en el indescifrable laberinto de las transacciones financieras, sino también de las crisis monetarias, de las gigantescas quiebras empresariales y bancarias, e incluso de la quiebra de grandes Estados. Lógicamente, este proceso implica que el mercado interior de capitales no puede crecer infinitamente, aunque no exista un límite fijo para ello. Es en este contexto donde la crisis de sobreproducción en su fase actual de desarrollo plantea un problema de rentabilidad para el capitalismo. Se estima que alrededor del 20% de las fuerzas productivas del mundo están sin utilizar. La sobreproducción de medios de producción es especialmente visible y afecta a Europa, Estados Unidos, India, Japón, etc.31.
Desde 1985, cuando Estados Unidos abandonó su posición de acreedor y se convirtió en uno de los mayores deudores, la economía mundial sufre una situación aberrante: prácticamente todos los países están endeudados, los mayores acreedores son a su vez los mayores deudores, y todo el mundo lo sabe. Ahora, tras décadas de enormes deudas, estos recientes rescates han superado todas las intervenciones anteriores. Sin embargo, debido al actual nivel de endeudamiento de todos los grandes actores, el riesgo de "detonaciones"/avalanchas de la deuda está aumentando. La actual situación de "tipos de interés cero" sigue facilitando la política de aumento de la carga de la deuda, pero -dejando de lado todos los demás factores- si los tipos de interés suben, las consecuencias, por ejemplo, a nivel de la inflación, pueden ser graves.
El repentino cese de la producción tiene consecuencias. En primer lugar, China y Alemania, así como otros grandes países productores, se quedarán con un enorme exceso de capacidad de producción que no podrá ser compensado inmediatamente. En general, el sector de la maquinaria, la electrónica, la informática, el suministro de materias primas, el transporte, etc., se quedarán con enormes existencias y la recuperación de la demanda será lenta.
Aunque sin duda habrá momentos de recuperación de la producción (que serán aplaudidos con entusiasmo por la propaganda capitalista) y aunque habrá contra tendencias que activarán los sectores más inteligentes del capital, lo que es indiscutible es que la economía mundial se verá sacudida y debilitada durante la próxima década.
A lo largo del último medio siglo, el capitalismo ha demostrado su capacidad para "seguir adelante" frente a las numerosas convulsiones que ha sufrido (1975, 1987, 1998, 2008). Sin embargo, las condiciones globales que acabamos de analizar nos permiten argumentar que esta capacidad se ha debilitado considerablemente. No habrá -como esperan los consejistas y los bordiguistas- un Gran Colapso Final pero, al ser el núcleo de la economía mundial el que está fuertemente desestabilizado -en particular Estados Unidos y cada vez más también partes de Europa-, será más difícil coordinar una respuesta a la crisis a nivel internacional, lo que, junto con el peso aplastante de la deuda, proporciona una clara confirmación de la perspectiva esbozada por el informe del 23º Congreso sobre la crisis: "El peso desestabilizador de la deuda sin control; la saturación creciente de los mercados; las dificultades crecientes de la "gestión globalizadora" de la economía mundial provocadas por la irrupción del populismo, pero también la agudización de la competencia y el peso de las enormes inversiones que exige la carrera armamentística; por último, un factor que no hay que descuidar, los efectos cada vez más negativos de la destrucción galopante del medio ambiente y la alteración incontrolada de los equilibrios "naturales" del planeta"
Una de las políticas que los Estados pondrán en marcha para animar la economía son los llamados planes de "economía verde". Estos son impulsados por la necesidad de sustituir la antigua industria pesada y los combustibles fósiles por la electrónica, la informática, la Inteligencia Artificial, los materiales ligeros y las nuevas fuentes de energía que permiten una mayor productividad, menores costes y ahorro de mano de obra. Durante un tiempo, las grandes inversiones necesarias para esa reactivación económica -que también incluirá la producción de armas- podrán impulsar las economías de los países mejor situados en el proceso, pero el fantasma de la sobreproducción seguirá acechando permanentemente a la economía mundial.
El deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores fue muy gradual durante el periodo 1967-80.
Comenzó a acelerarse en la década de 1980, cuando se empezaron a reducir las prestaciones sociales, se produjeron despidos masivos y la precariedad laboral comenzó a imponerse.
En el periodo 1990-2008, el deterioro continuó: los despidos se hicieron regulares y sistemáticos, ningún sector se libró de ello, incluidos los más rentables. También comenzó una crisis de la vivienda. La migración masiva presionó a la baja los salarios y produjo un deterioro de las condiciones de trabajo en los países centrales. Sin embargo, el deterioro de las condiciones de vida en los países centrales siguió siendo gradual y limitado. Hubo algo perverso que enmascaró el declive de las condiciones de vida: el desarrollo del crédito masivo en los hogares de la clase trabajadora.
En el informe aprobado por el 23º Congreso, mostramos la enorme degradación del nivel de vida del proletariado en los países centrales, los grandes recortes en las pensiones, la sanidad, la educación, los servicios sociales, las prestaciones sociales, etc., el aumento del desempleo y, sobre todo, el espectacular desarrollo de la precariedad laboral. En la década de 2010 se ha producido una gran escalada en la degradación de la vida laboral en los países centrales. Los ataques graduales que presenciamos entre 1970 y 2008 comenzaron a acelerarse en la década 2010-2020.
La crisis pandémica ha intensificado los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. En primer lugar, en todos los países, los trabajadores fueron enviados al matadero porque se les obligó a viajar al trabajo en un transporte público abarrotado y se les dejó sin equipo de protección en sus lugares de trabajo (hubo muchas protestas en fábricas, almacenes, etc. al comienzo del cierre por este motivo). No obstante, cabe señalar que los trabajadores sanitarios y los de las residencias de ancianos sufrieron un elevado número de infecciones y muertes. Los trabajadores de la industria alimentaria también se han visto muy afectados32, al igual que los trabajadores agrícolas, la mayoría de los cuales son inmigrantes33.
Los ataques a la clase trabajadora en todos los países, pero especialmente en los países centrales, están claramente en la agenda. El informe de la OIT "COVID-19 y el mundo del trabajo" no se anda con rodeos: "COVID-19 ha creado la crisis más grave jamás registrada por el mundo del trabajo desde la Gran Depresión de los años treinta".
Desempleo. El exceso de capacidad de la industria y la lenta y débil recuperación de la demanda estimularán fuertemente los despidos masivos. Durante el periodo de confinamiento estricto, los enormes subsidios estatales a los parados a tiempo parcial enmascararon la gravedad de la situación de muchos trabajadores que sufrían una drástica reducción de sus ingresos. Sin embargo, una "normalización" gradual del funcionamiento económico conducirá a un mayor deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, que en muchos casos será irreversible. Según la OIT, las estimaciones mundiales para 2021 oscilan entre una pérdida de 36 millones de puestos de trabajo en el mejor de los casos y 130 millones en el peor34.
Podemos ilustrarlo con un análisis de las sombrías perspectivas de la industria automovilística: "Un experto de la industria automovilística alemana ofreció el siguiente panorama, pronosticando que todos los principales mercados automovilísticos experimentarán una contracción porcentual de dos dígitos. Francia e Italia serán los más afectados, con un descenso del 25% cada uno, España con un 22%, y Alemania, Estados Unidos y México con un 20% cada uno. Para el mayor mercado automovilístico del mundo, China, Dudenhöffer prevé una caída de las ventas de alrededor del 15%. En las fábricas alemanas, de repente hay un exceso de capacidad de 1,3 a 1,7 millones de vehículos. La jornada reducida sólo puede abarcar períodos cortos. Ninguna empresa podría mantener su capacidad de producción ociosa durante años. Por lo tanto, 100.000 de los actuales 830.000 puestos de trabajo en los fabricantes y proveedores de automóviles en Alemania están en riesgo, "bajo supuestos optimistas", escribe Dudenhöffer"35.
Precariedad. La OIT llama a la precariedad "empleo infrautilizado" y calcula que hay 473 millones de trabajadores en todo el mundo en esta condición (2020). El trabajo informal es igualmente importante: "más de 2.000 millones de trabajadores se dedican a actividades económicas que están insuficientemente cubiertas o no están cubiertas en absoluto por las disposiciones formales de la ley o la práctica". Según la OIT, "más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo no ganan lo suficiente para salir de la pobreza, ni ellos ni sus familias"36.
Los salarios. La OIT ha calculado que el descenso global de los salarios en todo el mundo será del 8,3% de aquí a 2020. A pesar de las medidas de apoyo de los gobiernos, en 2020 los salarios han caído (según datos de la OIT) un 56,2% en Perú, un 21,3% en Brasil, un 6,9% en Vietnam, un 4,0% en Italia, un 2,9% en el Reino Unido y un 9,3% en Estados Unidos.
El citado informe de la OIT advierte que "la crisis ha tenido efectos especialmente devastadores en muchos grupos y sectores vulnerables de todo el mundo. Los jóvenes, las mujeres, los mal pagados y los poco cualificados tienen menos posibilidades de impulsar la recuperación económica y los riesgos de estigmatización a largo plazo y desplazamiento del mercado laboral son reales para ellos".
El increíble nivel de endeudamiento nacional no puede mantenerse indefinidamente; en algún momento conducirá necesariamente a medidas drásticas de austeridad que afectarán a la educación, la sanidad, las pensiones, los subsidios, las prestaciones sociales, etc.
No se puede esperar nada de la "gestión inteligente" del capitalismo de Estado, sólo austeridad, miseria, caos y ningún futuro. El futuro de la humanidad está en manos del proletariado, su resistencia contra la brutal austeridad, y la politización de esta resistencia será la clave del próximo período.
1 https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descomposicion-en-el-terreno-economico-informe-sobre-la-crisis [71]
2 La pandémie de COVID-19 plonge l’économie planétaire dans sa pire récession depuis la Seconde Guerre [187] mondiale
4 Celebrado en 2017. Ver la Resolución sobre la situación internacional que dicho congreso adoptó https://es.internationalism.org/revista-internacional/201711/4256/22-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internacional [189]
5 Las cifras y el análisis de este enorme despliegue de inyecciones monetarias figuran en el informe sobre la crisis económica aprobado por el 24º Congreso de la RI (ver nota 1), por lo que no las repetiremos aquí
6 Ver "Guerra de las mascarillas": la burguesía es una clase de matones https://es.internationalism.org/content/4560/guerra-de-las-mascarillas-la-burguesia-es-una-clase-de-matones [74]
7 Ver Guerra de vacunas: para el capitalismo, la salud es sólo una mercancía https://es.internationalism.org/content/4651/guerra-de-vacunas-para-el-capitalismo-la-salud-es-solo-una-mercancia [190]
9 Al publicar el informe (agosto 2021) la cifra de muertos por COVID es de cuatro millones y medio (Fuente: Universidad Johns Hopkins Baltimore, EE.UU., última actualización de cifras 27 de agosto de 2021) y la OMS ha retrasado la inmunidad de grupo en los países centrales a 2023.
10 https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf [131]
11 Biden propuso celebrar una reunión del G10 no para coordinar la economía, sino para aislar a China. La reciente cumbre del G7 propuesta por Gran Bretaña ha tenido un objetivo bélico, la crisis de Afganistán.
12 Se considera una empresa zombi (muerto viviente) aquella cuyos beneficios de explotación no alcanzan a cubrir los intereses generados por sus deudas.
13 Ver La ruta china de la seda hacia la dominación imperialista https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista [192]
14 Fuente: Britannica [193]
15 Fuente : assessment paper AIR POLLUTION [194]
17 Fuente : LAVANGUARDIA [196] Rapport de l'Agence européenne pour l'environnement
18 LA BANQUE MONDIALE [197]
19 Bloomberg Businessweek [198]
20 "La conquista temeraria por parte del capital de territorios 'salvajes', como ya hemos visto con el ébola [que] tiene que ver con la sed de tierras del sistema capitalista, es decir, con la operación de la renta. La creciente urbanización, la explotación de cada centímetro cuadrado del planeta (...) conduce a una convivencia forzada entre especies. (D.). "En efecto, se tiende a subestimar la medida en que la pandemia es un producto de la dimensión ecológica, otra característica fundamental de la decadencia. La cita de El hilo rojo es interesante: cómo la tendencia a las pandemias está vinculada al intercambio metabólico con la naturaleza (Marx) - que ha alcanzado proporciones distorsionadas a través del desarrollo del capitalismo en la decadencia y la descomposición. La idea de que es casi una catástrofe natural - lleva a las raíces sociales que se han dejado de lado". (B.)
21 Ver Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra- [199]
22 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [32]
23 Informe del SIPRI 27-4-2020
27 Fuente : EL COMERCIO [203] (Lima)
28 Fuente: ABC Internacional [204]
29 La economía de guerra puede estimular inicialmente la economía. Pero esta estimulación es engañosa, y podemos verlo si miramos a largo plazo. Está el ejemplo de Rusia. Más recientemente, tenemos el caso de Turquía que, tras un espectacular despegue, se encuentra cada vez más debilitada por el peso asfixiante del esfuerzo bélico. Del mismo modo, las economías de Irán y Arabia Saudí, sumidas en una rivalidad extrema, están cada vez más debilitadas
30 Citado en un comunicado de nuestra sección en Alemania, aparecido en nuestro boletín interno internacional.
31 Informe sobre la crisis económica, ver nota 1
32 "La situación en la industria de la carne reveló un panorama similar al de los mataderos de Chicago de hace más de un siglo. De repente, se conocieron las altas tasas de infección entre los trabajadores de los mataderos. Se supo que se trataba de modernos talleres de explotación en Alemania, con mano de obra muy barata procedente de Europa del Este, que vivía en barracones o pisos especialmente deteriorados y hacinados, alquilados por los subcontratistas de los mataderos. Cientos de ellos se infectaron, debido a sus condiciones de trabajo y de vida hacinadas" (comunicado de prensa de Welt-D, nuestra sección en Alemania, en el boletín interno internacional del año 2020).
33 En España, en abril de 2020, los recolectores de fresas, en su mayoría trabajadores de Marruecos y África, intentaron hacer una huelga contra el terrible hacinamiento en sus barracones y el gobierno de coalición de izquierdas envió inmediatamente a la Guardia Civil.
34 Observatoire de l’OIT [205] Le COVID‑19 et le monde du travail. Septième édition
35 Ver nota 32
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En su 23º Congreso Internacional, la CCI dejó claro que hay que distinguir entre el concepto de relaciones de fuerza entre las clases y el concepto de curso histórico. El primero se aplica a todas las fases de la lucha de clases, tanto en el periodo ascendente como en decadencia, mientras que el segundo se aplica sólo a la decadencia, y sólo en el período comprendido entre la antesala de la Primera Guerra Mundial y el colapso del bloque del Este en 1989. La idea de un curso histórico sólo tiene sentido en aquellas fases en las que es posible prever el movimiento general de la sociedad capitalista hacia la guerra mundial o hacia enfrentamientos de clase decisivos. Así, en los años 30, la Izquierda italiana fue capaz de reconocer que la derrota previa del proletariado mundial en los años 20 había allanado el camino para la Segunda Guerra Mundial, mientras que después de 1968 la CCI tenía razón al argumentar que, sin una derrota frontal de una clase obrera resurgente, el capitalismo no podría reclutar al proletariado para una Tercera Guerra Mundial. Por otra parte, en la fase de descomposición, producto de un impass histórico entre las clases, aunque la guerra mundial no esté al orden del día en un futuro previsible por la desintegración del sistema de bloques, el sistema puede deslizarse hacia otras formas de barbarie irreversible sin una confrontación frontal con la clase obrera.
En tal situación, resulta mucho más difícil reconocer cuándo se ha alcanzado un "punto de no retorno" y se ha enterrado definitivamente la posibilidad de la revolución proletaria.
Pero la "imprevisibilidad" de la descomposición no significa que los revolucionarios ya no se preocupen por evaluar la relación de fuerzas entre las clases. Este punto es obviamente afirmado por el título de la resolución del 23º Congreso sobre la lucha de clases: «Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases». Hay dos elementos clave de esta resolución que debemos destacar aquí:
- «en la relación de fuerza entre la burguesía y el proletariado, es siempre la clase dominante la que está a la ofensiva, excepto en una situación revolucionaria» (punto 11). A veces, las luchas defensivas de la clase obrera pueden rechazar los ataques de la burguesía, pero en la decadencia, la tendencia es que esas victorias sean cada vez más limitadas y efímeras: este es un factor central que hace que la revolución proletaria sea una necesidad además de una posibilidad en esta época;
- La primera forma de "medir" la relación de fuerzas es observar la tendencia de la clase obrera a desarrollar su autonomía de clase y a presentar su propia solución a la crisis histórica del sistema. En resumen, la tendencia a la politización -el desarrollo de la conciencia de clase hasta el punto en que la clase obrera comprende la necesidad de enfrentarse y derrocar el aparato político de la clase dominante y sustituirlo por su propia dictadura de clase.
Estos temas forman el "hilo rojo" de la resolución, como anuncia la primera parte:
- «A finales de la década de 1960, con el agotamiento del boom económico de la posguerra, la clase obrera había reaparecido en la escena social ante el empeoramiento de las condiciones de vida. Las luchas obreras que estallaron a escala internacional pusieron así fin al período de contrarrevolución más largo de la historia. Habían abierto un nuevo curso histórico hacia los enfrentamientos de clase, impidiendo así que la clase dominante aportara su propia respuesta a la aguda crisis del capitalismo: una 3ª guerra mundial. Este nuevo curso histórico estuvo marcado por la aparición de luchas masivas, especialmente en los países centrales de Europa Occidental con el movimiento de mayo de 1968 en Francia, seguido por el movimiento del "otoño caliente" en Italia en 1969 y muchos otros como en Argentina en la primavera de 1969 y en Polonia en el invierno de 1970-71. En estos movimientos masivos, amplios sectores de la nueva generación que no habían vivido la guerra volvieron a plantear la perspectiva del comunismo como una posibilidad.
En relación con este movimiento general de la clase obrera a finales de los años sesenta y principios de los setenta, hay que subrayar también el despertar internacional, a escala muy pequeña pero no menos significativa, de la izquierda comunista organizada, la tradición que se mantuvo fiel a la bandera de la revolución proletaria mundial durante la larga noche de la contrarrevolución. En este despertar, la constitución de la CCI significó una renovación y un impulso importante de la izquierda comunista en su conjunto1.
Frente a una dinámica basada en la tendencia a politizar las luchas obreras, la burguesía (que se había visto sorprendida por el movimiento de mayo del 68) desarrolló inmediatamente una contraofensiva a gran escala y a largo plazo para impedir que la clase obrera diera su propia respuesta a la crisis histórica de la economía capitalista: la revolución proletaria»2
A continuación la resolución expone a grandes rasgos cómo la burguesía, la clase maquiavélica por excelencia, ha utilizado todos los medios a su alcance para bloquear esta dinámica:
- «En un primer período, ofreciendo a la clase obrera una alternativa política puramente burguesa. A finales de los años sesenta y principios de los setenta, desviando sus aspiraciones hacia la falsa perspectiva de gobiernos de izquierda capaces de humanizar el capitalismo e incluso de instaurar una sociedad socialista, y a partir de finales de los años setenta, mediante la división del trabajo entre una derecha dura en el poder que lleva a cabo los brutales recortes del nivel de vida de la clase obrera exigidos por la crisis económica, y una "izquierda en la oposición" mejor situada para absorber la amenaza que suponen las oleadas de lucha que caracterizan este periodo;
- La utilización masiva de la extrema izquierda del capital (maoístas, trotskistas, etc.) para recuperar la creciente búsqueda de respuestas políticas por parte de una importante minoría de la nueva generación;
- El uso del sindicalismo radical e incluso de formas de organización "extra sindical" manipuladas por la extrema izquierda para vencer el creciente desencanto de los trabajadores con los sindicatos y el peligro de que los trabajadores lleguen a comprender políticamente el papel de los sindicatos en la era de la decadencia;
- El uso de la ideología corporativista y nacionalista para aislar las luchas obreras importantes y, si es necesario, aplastarlas mediante la represión estatal directa (véase la huelga de los mineros en Gran Bretaña y, a una escala mucho mayor, la huelga de masas en Polonia en 1980).
- La reorganización consciente de la producción y el comercio mundiales que se puso en marcha a partir de la década de 1980: la política de "globalización", si bien estaba determinada fundamentalmente por la necesidad de responder a la crisis económica, también contenía un elemento directamente anti obrero en la medida en que pretendía romper los centros tradicionales de combatividad proletaria y socavar la identidad de clase;
- Volviendo la propia descomposición de la sociedad capitalista contra la clase obrera. Así, la al "sálvese quien pueda", amplificada en esta nueva fase, se utilizó para reforzar la atomización social y las divisiones corporativistas. Sobre todo, el colapso del "socialismo realmente existente" en el bloque del Este fue la plataforma de lanzamiento de una gigantesca campaña en torno a la muerte del comunismo, que profundizó y amplió las dificultades de la clase obrera para desarrollar su propia perspectiva revolucionaria.»
Si bien estas dificultades ya se habían incrementado en los años 80 -y estaban en el origen del impass entre las clases-, los acontecimientos de 1989 no sólo abrieron definitivamente la fase de descomposición, sino que provocaron un profundo retroceso de la clase a todos los niveles: en su combatividad, en su conciencia, en su capacidad misma de reconocerse como clase específica en la sociedad burguesa3. Además, esto aceleró todas las tendencias negativas de la descomposición social que ya habían empezado a hacer acto de presencia en el periodo anterior: el crecimiento tumoral del egoísmo, el nihilismo y la irracionalidad que son los productos naturales de un orden social que ya no puede ofrecer a la humanidad ninguna perspectiva de futuro4. La resolución del 23º congreso cabe señalar, también reafirma que, a pesar de que todos los factores negativos de la fase de descomposición pesan en la balanza, todavía hay signos de una contra tendencia proletaria. En particular, el movimiento estudiantil contra el CPE en Francia en 2006, y el movimiento de los "Indignados" en España en 2011, así como la reaparición de nuevos elementos en busca de posiciones auténticamente comunistas, proporcionan pruebas concretas de que el fenómeno de la maduración subterránea de la conciencia, el empuje del "Viejo Topo", sigue operando en la nueva fase. La búsqueda de una nueva generación de proletarios para comprender el impasse de la sociedad capitalista, el renacimiento del interés por los movimientos anteriores que habían planteado la posibilidad de una alternativa revolucionaria (1917-23, mayo del 68, etc.) confirmaron que la perspectiva de una futura politización no se había anegado en el fango de la descomposición. Pero antes de avanzar hacia una mejor comprensión de la relación de fuerzas entre las clases los últimos diez años, y especialmente tras la pandemia de Covid, es necesario profundizar en la comprensión de lo que queremos decir exactamente con el término politización.
A lo largo de su historia, la vanguardia marxista del movimiento obrero ha luchado por aclarar la interrelación entre los diferentes aspectos de la lucha de clases: económico y político, práctico y teórico, defensivo y ofensivo. La profunda conexión entre las dimensiones económica y política fue subrayada por Marx en su primera polémica con Proudhon:
«No digáis que el movimiento social excluye al movimiento político. Nunca hay un movimiento político que no sea al mismo tiempo social.
Sólo en un orden de cosas en el que ya no haya clases ni antagonismos de clase, las evoluciones sociales dejarán de ser revoluciones políticas»5. Esta polémica continuó en la época de la Primera Internacional en la lucha contra las doctrinas de Bakunin. En aquella época, la necesidad de afirmar la dimensión política de la lucha de clases estaba vinculada principalmente a la lucha por las reformas y, por tanto, a la intervención en el ámbito parlamentario de la burguesía. Pero el conflicto con los anarquistas, así como la experiencia práctica de la clase obrera, también plantearon cuestiones sobre la fase ofensiva de la lucha, especialmente los acontecimientos de la Comuna de París, el primer ejemplo de poder político de la clase obrera.
Durante el período de la Segunda Internacional, especialmente en su fase de degeneración, se inició una nueva batalla: la lucha de las corrientes de izquierda contra la creciente tendencia a separar rigurosamente la dimensión económica, considerada como la especialidad de los sindicatos, y la dimensión política, cada vez más reducida a los esfuerzos del partido por ganar escaños en los parlamentos burgueses y en los municipios locales.
En los albores de la era decadente del capitalismo, la espectacular aparición de la huelga de masas en 1905 en Rusia, y el surgimiento de los soviets, reafirmaron la unidad esencial de las dimensiones económica y política, y la necesidad de órganos de clase independientes que combinen ambos aspectos. Como decía Luxemburgo en su panfleto sobre la huelga de masas, que era esencialmente una polémica contra las concepciones anticuadas de la derecha y el centro socialdemócratas:
«No hay dos luchas de clase diferentes de la clase obrera, una económica y otra política, sino una sola lucha de clase, que tiene como objetivo tanto la limitación de la explotación capitalista dentro de la sociedad burguesa como la abolición de la explotación junto con la propia sociedad burguesa»6Sin embargo, es necesario recordar que estas dos dimensiones, aunque forman parte de una unidad, no son idénticas, y su unidad a menudo no es captada por los trabajadores comprometidos en las luchas reales. Así, incluso cuando una huelga en torno a reivindicaciones económicas puede enfrentarse rápidamente a la oposición activa de los órganos del Estado burgués (gobierno, policía, sindicatos, etc.), el contexto político "objetivo" de la lucha puede ser visible sólo para una minoría combativa de los trabajadores implicados.
Además, esto subraya que en el movimiento de toma de conciencia de lo que está en juego políticamente en la lucha, hay dos dinámicas diferentes: por un lado, lo que podríamos llamar la politización de las luchas, y, por otro lado, la aparición de minorías politizadas que pueden o no estar vinculadas al ascenso inmediato de la lucha abierta.
Y de nuevo, en el primer caso, estamos ante un proceso que pasa por diferentes fases. En la decadencia, si ya no puede haber intervención proletaria en la esfera política burguesa, todavía puede haber reivindicaciones políticas defensivas y debates que no plantean todavía la cuestión del poder político o de una nueva sociedad, como, por ejemplo, cuando los proletarios discuten cómo responder a la violencia policial, como durante las huelgas de masas en Polonia en 1980 o el movimiento "anti-CPE" en 2006. Sólo en una fase muy avanzada de la lucha los trabajadores pueden contemplar la toma del poder político como un objetivo real de su movimiento. Sin embargo, lo que generalmente caracteriza a la politización de las luchas es el estallido de una cultura de debate masivo, donde el lugar de trabajo, la esquina de la calle, la plaza pública, las universidades y las escuelas son el escenario de apasionadas discusiones sobre cómo llevar adelante la lucha, sobre los enemigos de la lucha, sobre sus métodos de organización y sus objetivos generales, como describieron Trotsky y John Reed en sus libros sobre la revolución rusa de 1917, y que fueron quizás la principal "señal de alarma" para la burguesía sobre los peligros que planteaban los acontecimientos de mayo-junio de 1968 en Francia.
Para el marxismo, la minoría comunista es una emanación de la clase obrera como fuerza histórica en la sociedad burguesa; la minoría comunista no es un producto mecánico de sus luchas inmediatas. Ciertamente, la experiencia de un amargo conflicto de clase puede empujar a los trabajadores individuales a conclusiones revolucionarias, pero los comunistas también pueden ser "formados" por la reflexión sobre las condiciones generales del proletariado y del capitalismo en general, y también pueden tener sus orígenes sociológicos en capas externas al proletariado. Así lo expresa Marx en La Ideología Alemana:
- «En el desarrollo de las fuerzas productivas se produce la aparición de una clase que tiene que soportar todas las cargas de la sociedad sin ningún beneficio, que, excluida de la sociedad, se ve obligada a entrar en el más decidido antagonismo con todas las demás clases; una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que emana la conciencia de la necesidad de una revolución fundamental, la conciencia comunista, que, naturalmente, puede surgir también entre las demás clases a través de la contemplación de la situación de esta clase».
Evidentemente, la convergencia de las dos dinámicas -la politización de las luchas y el desarrollo de la minoría revolucionaria- es esencial para que surja una situación revolucionaria; e incluso podemos decir que dicha convergencia, como se señala el principio de la resolución en relación con el Mayo del 68 en Francia, puede ser también la expresión de un cambio en el curso de la historia hacia grandes enfrentamientos de clase. Del mismo modo, los avances en la lucha general de la clase obrera y la aparición de minorías politizadas son ambos básicamente productos de la maduración subterránea de la conciencia, que puede continuar incluso cuando la lucha abierta ha desaparecido de la vista. Pero mezclar las dos dinámicas también puede llevar a conclusiones erróneas, notablemente a una sobreestimación del potencial inmediato de la lucha de clases. Como dice el refrán, "una golondrina no hace primavera".
La Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases (punto 6) también nos advierte de las considerables dificultades que impiden a la clase obrera darse cuenta de que es "revolucionaria o nada". Habla de la naturaleza de la clase obrera como clase explotada sometida a todas las presiones de la ideología dominante, de modo que «la conciencia de clase no puede progresar de victoria en victoria, sino que sólo puede desarrollarse de forma desigual a través de una serie de derrotas». También señala que la clase se enfrenta a dificultades adicionales en la decadencia, por ejemplo, la no permanencia de organizaciones de masas en las que los trabajadores puedan mantener y desarrollar una cultura política; la inexistencia de un programa mínimo, lo que hace que la lucha de clases tenga que alcanzar las vertiginosas alturas del programa máximo; la utilización de las viejas herramientas de las organizaciones de la clase obrera contra la lucha de clases, que -en el caso del estalinismo en particular- han contribuido a crear una brecha entre las auténticas organizaciones comunistas y la masa de la clase obrera. En otro lugar, la resolución, haciéndose eco de nuestras Tesis sobre la Descomposición, destaca las nuevas dificultades impuestas por las condiciones particulares de la fase final de la decadencia capitalista.
Una de estas dificultades se discute ampliamente en la resolución: el peligro que suponen las luchas interclasistas como la de los Chalecos Amarillos en Francia o las revueltas populares provocadas por el creciente empobrecimiento de las masas en los países menos "desarrollados". En todos estos movimientos, en una situación en la que la clase obrera tiene un nivel muy bajo de identidad de clase, y aún está lejos de reunir sus fuerzas hasta el punto de poder dar una perspectiva a la ira y el descontento que se acumula en toda la sociedad, los proletarios participan no como una fuerza social y política independiente, sino como una masa de individuos. En algunos casos, estos movimientos no son simplemente interclasistas, mezclando las demandas proletarias con las aspiraciones de otros estratos sociales (como en el caso de los Chalecos Amarillos), sino que abrazan objetivos abiertamente burgueses, como las protestas por la democracia en Hong Kong, o la ilusión de un desarrollo sostenible o la igualdad racial dentro del capitalismo, como en el caso de las Marchas Juveniles por el Clima (YFC -Young For Climate) y las protestas del "Black Lives Matter". La resolución no es del todo clara en cuanto a la distinción que debe hacerse aquí, lo que refleja problemas más amplios en los análisis de la CCI sobre estos hechos: de ahí la necesidad de una sección específica de este informe para aclarar estas cuestiones.
«Debido a la gran dificultad que tiene actualmente la clase obrera para desarrollar sus luchas, a su incapacidad por el momento de recuperar su identidad de clase y de abrir una perspectiva para el conjunto de la sociedad, el terreno social tiende a ser ocupado por luchas interclasistas particularmente marcadas por la pequeña burguesía... Estos movimientos interclasistas son producto de la ausencia de cualquier perspectiva que afecte al conjunto de la sociedad, incluida una parte importante de la propia clase dominante... La lucha por la autonomía de clase del proletariado es crucial en esta situación impuesta por el agravamiento de la descomposición del capitalismo:
- contra las luchas interclasistas;
- contra las luchas parciales planteadas por todo tipo de categorías sociales que dan la falsa ilusión de una "comunidad protectora";
- contra las movilizaciones en el terreno podrido del nacionalismo, el pacifismo, la reforma "ecológica", etc.» (Resolución sobre la relación de fuerzas entre clases, 23º Congreso de la CCI)
Las luchas interclasistas y las luchas parciales son obstáculos para el desarrollo de la lucha obrera. Últimamente hemos visto dificultades en la CCI para dominar los matices del análisis de estas dos cuestiones:
- En el caso de los Chalecos Amarillos, al principio se consideró que el movimiento tenía elementos positivos para la lucha de clases (a través de la cuestión del rechazo a los sindicatos).
- En el movimiento juvenil en torno a la cuestión del clima, que es una lucha parcial, la movilización de los jóvenes se vio como algo positivo, olvidando el punto 12 de la plataforma.
- Sobre las movilizaciones por el asesinato de George Floyd, hubo tendencias a considerarlo como un movimiento interclasista, mientras que la indignación que provocó llevó a una movilización en un terreno directamente burgués, exigiendo un sistema policial y judicial más democrático.
La valoración de los movimientos de Oriente Medio: una cuestión a dilucidar
En la presentación sobre la lucha de clases del 23º Congreso se recordó que el análisis de los movimientos de la Primavera Árabe no se había incluido en el balance crítico que hemos emprendido desde el 21º Congreso, a pesar de la existencia de divergencias no resueltas, particularmente sobre «deslices oportunistas que hemos hecho en el pasado respecto al análisis por ejemplo de los movimientos interclasistas de la Primavera Árabe y otros»7.
Volvamos a nuestro análisis de los movimientos de 2011.
Si bien la organización, en su intervención, no utilizó el término "interclasista" para calificar estos movimientos, los describió de una manera que desarrollaba todas las características de un movimiento interclasista, mostrando así que no ignoraba totalmente su naturaleza: «La clase obrera nunca se ha presentado como una fuerza autónoma capaz de asumir la dirección de las luchas que a menudo han tomado la forma de una revuelta del conjunto de las clases no explotadoras, desde el campesinado arruinado hasta las clases medias en proceso de proletarización.»8
- La posición desarrollada - «En general, la clase obrera no ha estado a la cabeza de estas revueltas, pero ciertamente ha tenido una presencia e influencia considerables que pueden verse tanto en los métodos y formas de organización adoptadas por el movimiento como, en algunos casos, por el desarrollo específico de luchas obreras, como las huelgas en Argelia y, sobre todo, la gran oleada de huelgas en Egipto»9 - no logró situar con precisión el terreno de clase en el que se desarrollaron esos movimientos, ni identificar la dinámica del componente obrero que podía encontrarse en estos movimientos; nuestro análisis se basaba en un enfoque empírico: la comparación con Irán en 1979, aunque inspiradora, se utilizó sin encajarla en la nueva situación, sin contextualizarla con ayuda de nuestro marco de posiciones: «Al tratar de entender la naturaleza de clase de estas revueltas, debemos por tanto evitar dos errores simétricos: por un lado, una identificación general de todas las masas en lucha con el proletariado (la posición más característica de este punto de vista es la del Grupo Comunista Internacionalista), y por otro lado, un rechazo de lo que puede ser positivo en las revueltas que no son explícitamente las de la clase obrera»[ídem.]. La segunda parte de la cita hace concesiones a un enfoque que considera los aspectos "positivos" y los "negativos" sin basarse en su naturaleza de clase.
Una sobrevaloración de estos movimientos: «Todas estas experiencias son verdaderos trampolines para el desarrollo de una conciencia verdaderamente revolucionaria. Pero el camino en esta dirección es todavía largo, está sembrado de muchas ilusiones innegables y de debilidades ideológicas» [ídem.]; «El conjunto de estas revueltas constituye una formidable experiencia en el camino hacia la conciencia revolucionaria»10.
Olvidar el marco de la crítica del "eslabón más débil"
Si bien la organización tenía razón al señalar que el movimiento de los "Indignados" y los levantamientos de las clases explotadas, especialmente la clase obrera de Oriente Medio, tienen un origen común en los efectos de la crisis económica mundial, lo hizo equiparando, o metiendo en el mismo saco, a todos los movimientos, fueran de países centrales o periféricos. Es decir, sin situarlos en el marco de la Crítica de la teoría del "eslabón más débil"11, esto puede verse en un pasaje de la Resolución sobre la situación internacional del XXº Congreso)12.
La CCI ha definido el movimiento de los Indignados13 como un movimiento de la clase obrera marcado:
- Por una pérdida de identidad de clase: «Esto explica en parte que la participación del proletariado como clase no fuera dominante, sino que estuviera presente a través de la participación de individuos de la clase trabajadora (asalariados, parados, estudiantes, pensionistas...) que intentan aclararse, implicarse según su instinto, pero que carecen de la fuerza, la cohesión y la claridad que supone asumirse colectivamente como clase.»
- Por una «fuerte presencia de sectores sociales no proletarios, en particular una capa media en proceso de proletarización». «Aunque el movimiento parezca impreciso y mal definido, esto no puede poner en duda su carácter de clase, sobre todo si consideramos las cosas en su dinámica, en la perspectiva del futuro... La presencia del proletariado no es visible como fuerza dirigente del movimiento ni a través de una movilización desde los centros de trabajo. Reside en la dinámica de la búsqueda, la clarificación, la preparación del terreno social, del reconocimiento de la lucha que se prepara. Ahí radica toda su importancia, a pesar de que sólo se trata de un pequeño y extremadamente frágil paso adelante».
Nuestros textos de este periodo no distinguen entre el movimiento de los Indignados en España y las revueltas en los países árabes. Sin embargo, hay diferencias muy importantes: en España, aunque el ala proletaria no dominó el movimiento de los Indignados, luchó por su propia autonomía frente a los esfuerzos de "Democracia Real Ya" por destruirla. En los países árabes, el proletariado, en el mejor de los casos, no fue capaz de mantenerse en su propio terreno, ni de utilizar sus propios métodos de lucha para desarrollar su conciencia, dejándose movilizar detrás de las facciones nacionalistas y democráticas14.
Ausencia del marco de descomposición
Sin negar nunca su existencia ni el peso de las profundas dificultades de estos movimientos, subrayando los "aspectos positivos" de las revueltas sociales15, el análisis de estos movimientos en los países árabes no se situó en el marco de la descomposición16. Esto hizo que se debilitara la denuncia firme del veneno democrático y nacionalista tan potente en estos países, y el peligro que representaba especialmente en estas partes del mundo, pero también y sobre todo frente a la propaganda de las burguesías occidentales hacia el proletariado europeo, subrayando la necesidad de la democracia en los países árabes.
Debilidades más generales en la organización que determinan sus análisis y posiciones
La impaciencia por ver en todas partes y rápidamente una salida del repliegue post-1989 tras la reactivación de las luchas en 2003 fue una pesada carga: «La actual oleada internacional de revueltas contra la austeridad capitalista abre la puerta a una solución completamente diferente: la solidaridad de todos los explotados más allá de las divisiones religiosas o nacionales; la lucha de clases en todos los países con el objetivo final de una revolución mundial que será la negación de las fronteras y los estados nacionales. Hace uno o dos años, esta perspectiva habría parecido completamente utópica para la mayoría de la gente. Hoy en día, cada vez más personas ven la revolución mundial como una alternativa realista al orden del capital mundial que se está derrumbando»17.
La posición de la CCI estaba marcada no sólo por una sobreestimación general de la situación, sino también por una sobreestimación de la importancia de los movimientos en los países árabes para el desarrollo de una perspectiva proletaria. Asimismo, la tendencia a descuidar la importancia del debate en el medio político proletario también ha influido negativamente: si bien la contribución del NCI al análisis del movimiento piquetero en 2002-4 fue muy importante, la CCI no fue capaz de tener en cuenta las críticas que le hizo posteriormente, en 2011, Internationalist Voice.
¿Hemos cometido errores oportunistas en el análisis de los movimientos árabes?
Podemos concluir de los elementos anteriores que la CCI, sobre la cuestión del análisis de los movimientos en los países árabes en 2011, donde su carácter masivo, su simultaneidad con otros movimientos en los países occidentales, las formas adoptadas por estos movimientos (asambleas, etc), la presencia de la clase obrera (frente al carácter caótico de algunas revueltas interclasistas o dominadas por grupos izquierdistas como los piqueteros, por ejemplo) fueron examinadas sin tomar distancia y sin tener una visión lúcida de lo que realmente representaban, en un contexto en el que las partes más experimentadas del proletariado mundial no estaban en condiciones de aportar una perspectiva y una dirección. Este enfoque se ajusta al inmediatismo.
En el contexto general que favoreció la impaciencia y la precipitación que existían en la organización, imaginando que el proletariado mundial ya estaba superando masivamente el retroceso post-89, este inmediatismo fue ciertamente la antesala del oportunismo, el punto de partida para un deslizamiento hacia el oportunismo y el abandono de las posiciones de clase, como se puede ver en las diversas formas en que se manifestó este inmediatismo:
- El carácter mayormente contradictorio de nuestras posiciones sobre las revueltas en Oriente Medio;
- La ausencia de coherencia y articulación de las posiciones cardinales de la organización que sustentan nuestros análisis políticos, o incluso su olvido o abandono (por ejemplo, sustituyendo el concepto de luchas interclasistas por el de revueltas sociales, y sin explicar realmente qué entendemos por "revueltas sociales").
- El enfoque más bien empírico y superficial que tendía a quedarse en la superficie de las cosas y que tendía a sustituir a nuestro marco político;
- El papel principal que jugó nuestra visión de la indignación como factor unilateralmente positivo para el desarrollo de la conciencia proletaria (o incluso como índice del carácter positivo de un movimiento, aplicado a todo tipo de movimientos);
- La tendencia a ver elementos positivos allí donde la situación estaba dominada por los mayores peligros para la clase, lo que llevó a debilitar la denuncia de la ideología burguesa por parte de la organización.
Si todos estos elementos combinados crean las condiciones para posiciones abiertamente oportunistas -si la claridad proletaria y la defensa de las posiciones de clase por parte de la CCI no constituyen una barrera a estas tendencias deletéreas-, hay que subrayar que la CCI no adoptó posiciones que contradijeran directamente su plataforma y sus posiciones de clase. Es necesario situar estas dificultades en el nivel de lo que realmente representaron (lo que no significa relativizar su importancia y sus peligros). El análisis y la intervención de la CCI se vieron debilitados por el inmediatismo (con todo lo que ello implica en términos de ambigüedad, superficialidad, falta de rigor, olvido de la defensa de nuestro marco político y de nuestras posiciones, y una dinámica que abre la puerta al oportunismo), pero no podemos concluir que adoptara posiciones directamente oportunistas (como fue el caso ante el movimiento juvenil en torno a la ecología).
La deriva en el caso del movimiento juvenil contra la destrucción ecológica ha mostrado un olvido del punto 12 de nuestra plataforma: «La cuestión ecológica, al igual que todas las cuestiones sociales (ya sea la educación, las relaciones familiares y sexuales u otras) están llamadas a desempeñar un enorme papel en cualquier toma de conciencia en el futuro y en toda lucha comunista. El proletariado, y sólo el proletariado, tiene la capacidad de integrar estas cuestiones en su propia conciencia revolucionaria. Al hacerlo, ampliará y profundizará esta conciencia. Podrá así dirigir todas las "luchas parciales" y darles una perspectiva. La revolución proletaria tendrá que afrontar muy concretamente todos estos problemas en la lucha por el comunismo. Pero no pueden ser el punto de partida para el desarrollo de una perspectiva de clase revolucionaria. En ausencia del proletariado, son, en el peor de los casos, el punto de partida de nuevos ciclos de barbarie. La hoja y el artículo de la CCI en Bélgica son ejemplos flagrantes de oportunismo. Esta vez no se trata de oportunismo en materia de organización, sino de oportunismo en relación con las posiciones de clase recogidas en nuestra plataforma» (Camarada S. Boletín interno internacional 2019).
Podemos decir que el informe sobre la lucha de clases del 23º Congreso tenía ambigüedades en este sentido. Adoptó una posición ambigua sobre la naturaleza de estos movimientos y dejó la puerta abierta a la idea de que podían desempeñar un papel positivo en el desarrollo de la conciencia18.
Nos ha resultado difícil ver qué distingue a estos dos tipos de movimientos, con una tendencia a amalgamarlos, a ponerlos en el mismo nivel. Entonces, ¿qué distingue las luchas interclasistas de las parciales? En los movimientos interclasistas, las reivindicaciones obreras se diluyen y se mezclan con las reivindicaciones pequeñoburguesas (por ej. los Chalecos Amarillos). No es el caso de las luchas parciales, que se manifiestan esencialmente a nivel de las superestructuras, sus reivindicaciones se centran en temas que dejan de lado los fundamentos de la sociedad capitalista, aunque puedan señalar al capitalismo como responsable, como con la cuestión climática, o con la opresión de las mujeres que se achaca al patriarcado capitalista. También son factores de división de la clase trabajadora, divisiones con los trabajadores empleados en el sector de la energía en el primer caso, o reforzando las divisiones de género. Los trabajadores pueden ser arrastrados a luchas parciales, pero esto no las convierte en interclasistas. Se trata de aclarar la diferencia entre las luchas parciales y las interclasistas, y lo que pueden tener en común.
En la década de 2010, la CCI reconoció la indignación como un componente importante de la lucha de clases del proletariado y un factor de concienciación. Sin embargo, la CCI ha tendido a definir su importancia "en sí misma", de forma un tanto metafísica. Una de las raíces de nuestras dificultades radica en el uso inapropiado y unilateral del concepto de indignación como algo necesariamente positivo, una indicación del reflejo e incluso del desarrollo de la conciencia de clase, sin tener en cuenta la naturaleza de clase de su origen, o el terreno de clase en el que se expresa. A medida que la caída en la descomposición continúe, habrá muchos movimientos impulsados por la indignación, el asco, la ira en amplios sectores de la sociedad contra los fenómenos de este período.
El informe sobre la lucha de clases del 23º Congreso de la CCI trata de la extensión de la indignación social contra el carácter destructivo de la sociedad capitalista (por ejemplo, en reacción contra los asesinatos de población negra, la cuestión climática o el acoso a las mujeres). Al afirmar que estos movimientos basados en la cólera pueden recuperarse cuando el proletariado reencuentre su identidad de clase y luche en su propio terreno, se introduce una ambigüedad sobre el hecho de que el proletariado, luchando en su propio terreno, puede recuperar toda esta cólera. Esto contradice lo que se dice en el punto 12 de la plataforma: «La lucha contra los fundamentos económicos de la sociedad capitalista contiene la lucha contra sus aspectos superestructurales (forma de vida, costumbres, ideología…) pero lo recíproco es falso». Además, esas luchas parciales tienden a obstaculizar la lucha de la clase obrera, su autonomía, y por eso la burguesía sabe muy bien cómo recuperarlas para preservar el orden capitalista. En este sentido, la indignación no es en sí misma un factor de desarrollo de la conciencia de clase: todo depende del terreno en el que se exprese. Esta reacción emocional que puede provenir de diferentes clases no conduce automáticamente a una reflexión que pueda contribuir al desarrollo de la conciencia de clase.
Al afirmar que la rabia expresada por estos movimientos puede ser recuperada por el proletariado cuando éste recupere su identidad de clase y luche en su propio terreno, se introduce la falsa idea de que el proletariado podría "asumir" la dirección de tales movimientos en su forma actual. En realidad, estos movimientos tendrían que "disolverse" antes de que los elementos que participan en ellos pudieran unirse a la lucha proletaria.
La organización debe aclarar cuáles serían las condiciones, a escala histórica, para que un movimiento proletario autónomo diera una orientación y una dirección totalmente nuevas a todos los diferentes agravios y opresiones que impone la sociedad capitalista y que hoy, en ausencia de una dirección proletaria, encuentran su única salida en el terreno de las movilizaciones interclasistas o burguesas.
El impacto de la crisis capitalista en el conjunto de la sociedad plantea otra cuestión a dilucidar: cuál es la relación de la lucha del proletariado con las demás clases, capas intermedias o no explotadas, que todavía existen en el capitalismo y son capaces de desarrollar sus propias movilizaciones contra la política del Estado (como los movimientos campesinos).
Ha pasado casi una década desde el movimiento de los Indignados. Por muy importante que fuera, no supuso en absoluto una vuelta atrás respecto al retroceso de 1989. También sabemos que la burguesía -especialmente en Francia, donde el peligro de contagio era más evidente- tomó contramedidas para evitar que estallara un movimiento similar o más avanzado en la tradicional "cuna" de las revoluciones.
En muchos sentidos, el retroceso de clase se acentuó tras el colapso de los movimientos de 2011. Las ilusiones que prevalecieron en la Primavera Árabe, dada la incapacidad de la clase obrera de proporcionar un liderazgo a las diversas revueltas, fueron ahogadas por la barbarie, la guerra, el terrorismo y la feroz represión. En Europa y Estados Unidos, la marea populista, alimentada en parte por la barbarie de los acontecimientos en África y Oriente Medio que han precipitado la crisis de los refugiados y el retorno del terrorismo islámico con fuerza, ha afectado a una parte de la clase trabajadora. En el llamado "tercer mundo", el aumento de la miseria económica ha tendido a provocar revueltas populares en las que la clase obrera ha vuelto a ser incapaz de manifestarse en su propio terreno; aún más significativo es que la tendencia del descontento social a adoptar un carácter interclasista se expresó claramente en un país central como Francia, con las protestas de los Chalecos Amarillos que persistieron durante todo un año. A partir de 2016, con la llegada de Trump al poder y el voto del Brexit en el Reino Unido, el auge del populismo alcanzó niveles dramáticos, atrayendo a una parte de la clase trabajadora a sus campañas contra las "élites". Y en 2020, todo este proceso de descomposición se ha acelerado aún más dramáticamente con la pandemia. El clima de miedo generado por la pandemia, y el bloqueo resultante, aumentó aún más la atomización de la clase trabajadora y creó profundas dificultades para una respuesta de clase a las devastadoras consecuencias económicas de la crisis del Covid-19.
Y, sin embargo, poco antes de que se produjera la pandemia, estábamos asistiendo a un nuevo desarrollo de los movimientos de clase: las huelgas de los profesores y de los trabajadores de la industria automovilística de GM en Estados Unidos; las huelgas generalizadas en Irán en 2018, que plantearon la cuestión de la autoorganización, aunque, en contra de las exageraciones de algunos en el Medio político proletario, todavía estaban lejos de la formación de soviets. Estas últimas huelgas han planteado notablemente la cuestión de la solidaridad de clase frente a la represión del Estado.
Sobre todo, vimos las luchas en Francia a finales de 2019, donde los batallones clave de la clase obrera estaban en las calles en torno a las reivindicaciones de clase, dejando de lado el movimiento de los Chalecos Amarillos que se redujo a una presencia simbólica en la parte trasera de las manifestaciones.
Otras expresiones de combatividad tuvieron lugar en otros países, por ejemplo, en Finlandia. Pero la pandemia golpeó el corazón de Europa, paralizando en gran medida la posibilidad de que las luchas en Francia adquirieran una dimensión internacional. Sin embargo, en varios lugares del mundo se produjeron huelgas de trabajadores en defensa de sus condiciones laborales frente a las medidas sanitarias totalmente inadecuadas adoptadas por el Estado y los empresarios19. Estos movimientos no pudieron desarrollarse más debido a las condiciones restrictivas del primer confinamiento, aunque el papel central de la clase obrera para permitir la continuidad de la vida en la sociedad fue destacado por aquellos sectores que no tuvieron más remedio que seguir trabajando durante el confinamiento: sanidad, transporte, alimentación, etc. La clase dominante hizo grandes esfuerzos para presentar a estos trabajadores como héroes al servicio de la nación, pero la hipocresía de los gobiernos -y por tanto la base de clase de los "sacrificios" de estos trabajadores- era evidente para muchos. En Gran Bretaña, por ejemplo, los trabajadores sanitarios demostraron su cólera cuando quedó claro que su "heroísmo" no merecía un aumento de sueldo20.
Además de la pandemia, la clase obrera se enfrentó rápidamente a otros obstáculos al desarrollo de la conciencia de clase, especialmente en Estados Unidos, donde las protestas del Black Lives Matter se polarizaron en torno a una movilización fragmentaria en torno al racismo, seguida rápidamente por la enorme campaña electoral que dio un nuevo impulso a las ilusiones democráticas. Ambas campañas tuvieron una gran repercusión internacional. En Estados Unidos, en particular, el peligro de que la clase trabajadora se vea arrastrada, a través de las políticas identitarias de derecha e izquierda, a enfrentamientos violentos detrás de facciones burguesas concurrentes, sigue siendo muy real: el dramático asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump demuestra que, incluso si éste ha sido apartado del gobierno, el trumpismo sigue siendo una fuerza poderosa a nivel de la calle21. Por último, los trabajadores se enfrentan ahora a una segunda oleada de la pandemia y a una nueva serie de restricciones, que no sólo renuevan la atomización de la clase por parte del Estado, sino que también han provocado estallidos de frustración contra las restricciones que han llevado a algunas partes de la clase a protestas reaccionarias alimentadas por las teorías de la conspiración y la ideología del "individuo soberano".
Por el momento, la combinación de todas estas cuestiones, pero sobre todo las condiciones impuestas por la pandemia han actuado como un importante freno a la frágil reactivación de la lucha de clases entre 2018 y 2020. Es difícil predecir cuánto tiempo persistirá esta situación y, por lo tanto, no podemos ofrecer perspectivas concretas para el desarrollo de la lucha en el próximo período. Lo que sí podemos decir es que la clase obrera se enfrentará a ataques brutales contra sus condiciones de vida. Esto ya ha comenzado en varios sectores en los que los empresarios han reducido drásticamente sus plantillas. Los gobiernos de los países centrales del capitalismo siguen mostrando cierta cautela hacia la clase, subvencionando a las empresas para que puedan mantener a sus empleados, "subvencionando el paro" a los obreros que no pueden trabajar en casa para evitar que se hundan inmediatamente en el empobrecimiento, tomando medidas para evitar los desahucios de los inquilinos que no pueden pagar sus alquileres, etc. Estas medidas son muy costosas para los gobiernos y aumentan considerablemente la carga de la deuda. Sabemos que tarde o temprano los trabajadores tendrán que pagar por ello.
La dramática evolución de la situación mundial desde el último Congreso de la CCI ha provocado inevitablemente debates tanto en el seno de la organización como entre nuestros contactos y simpatizantes. Estos debates se han centrado en la magnitud de la pandemia y la aceleración de la descomposición, pero también han planteado nuevas cuestiones sobre la relación de fuerzas entre las clases. En el Congreso de RI del verano de 2020, se criticó el informe de Lucha de Clases, en particular su evaluación del movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia a principios de 2019. Una contribución en el boletín interno internacional (2021, Camarada M) en particular argumentó -creemos que con razón- que el informe afirmaba que el movimiento había alcanzado un cierto nivel de politización sin proporcionar pruebas suficientes; al mismo tiempo, que había una falta de claridad con respecto a la distinción entre la politización de las luchas, y la politización de las minorías -una distinción que este informe ha tratado de dilucidar. Esta contribución advierte del peligro de sobrestimar el nivel actual de la lucha de clases (un error que hemos cometido a menudo en el pasado - véase el informe del 21º Congreso):
- «La tendencia a la politización de las luchas no se manifestó en absoluto en el movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia. No había espacio para el debate proletario, ni asambleas generales. La politización de la clase obrera en su propio terreno de clase será inseparable de su salida del profundo retroceso que ha sufrido desde 1989. El proletariado en Francia, como en todos los países, aún no ha encontrado el camino de su perspectiva revolucionaria, camino bloqueado por el colapso del bloque del Este. Con el agravamiento de la crisis y los ataques a sus condiciones de vida, es evidente que la clase obrera es cada vez más consciente de que el capitalismo no tiene ningún futuro que ofrecerle. Busca una perspectiva, pero aún no sabe que es en sus manos y en sus luchas donde se esconde y se encuentra esta perspectiva. Esta conciencia de la monstruosa realidad del mundo actual no significa una politización en su propio terreno de clase, es decir, fuera del marco de la democracia burguesa. A pesar de su enorme potencial de combatividad (que no se ha agotado con la irrupción de la pandemia), el proletariado en Francia no se plantea todavía la cuestión de la revolución proletaria. Aunque la palabra "revolución" haya vuelto a aparecer en algunas pancartas, ¿qué contenido tiene? No creo que sea una cuestión de revolución "proletaria". La clase obrera en Francia aún no ha recuperado su identidad de clase (que todavía era muy embrionaria en el movimiento contra la reforma de las pensiones). Todavía existe en su seno un rechazo o al menos una desconfianza muy profunda hacia la palabra 'comunismo'».
Además, se subraya que esta sobrevaloración de la tendencia a la politización puede abrir la puerta a una visión consejista: "La politización de las luchas sólo puede verificarse cuando la vanguardia revolucionaria empieza a tener cierta influencia en las luchas obreras (especialmente en las asambleas generales). Este no es el caso hoy en día. El informe del congreso de la RI abre pues la puerta a una visión consejista al afirmar que ya existen "los indicios de una politización de la lucha".
El peligro de una visión consejista se plantea también en las divergencias expresadas por el camarada S. durante y después del 23º Congreso, pero no desde el mismo punto de partida. Estas diferencias se han profundizado desde entonces y han dado lugar a un debate público22 que, a su vez, ha tenido cierta repercusión en algunas de nuestros contactos. En la medida en que se refieren al problema de la relación de fuerza entre las clases, estas diferencias tocan tres cuestiones esenciales:
- El potencial y los límites de las luchas económicas
- La cuestión de la maduración subterránea
- La cuestión de las "derrotas políticas". En este sentido, la publicación de la primera ronda del debate sobre las divergencias llevó a algunos de nuestros contactos a preguntarse sobre lo que ocurrió en los años ochenta.
En su respuesta a nuestra respuesta (Boletín Interno Internacional 2021), el camarada S. dice que está de acuerdo con la CCI sobre la necesidad de la lucha económica: porque los trabajadores deben defender su existencia física contra la explotación capitalista; porque los trabajadores deben luchar por "tener una vida" más allá de la jornada laboral para tener acceso a la cultura, a los debates políticos, etc.; y porque, como decía Marx, una clase que no puede luchar por sus intereses a este nivel no puede ciertamente presentarse como una fuerza capaz de transformar la sociedad. Pero al mismo tiempo, dice, en las condiciones de descomposición, especialmente debido al debilitamiento de la perspectiva de una revolución social por el impacto del colapso del bloque del Este, los vínculos históricos entre las dimensiones económica y política de la lucha se han roto hasta el punto de que esta unidad no puede ser restaurada por un desarrollo de las luchas económicas solamente. Y aquí cita a Rosa Luxemburgo en Reforma o Revolución para advertir a la CCI contra cualquier recaída en una visión consejista en la que los "propios trabajadores", sin el papel indispensable de la organización revolucionaria, puedan recuperar su perspectiva revolucionaria: «El socialismo no es en absoluto una tendencia inherente a las luchas cotidianas de la clase obrera. Sólo es inherente al agravamiento de las contradicciones objetivas de la economía capitalista, por un lado, y a la comprensión subjetiva de la necesidad de superarlas mediante una transformación socialista, por otro.»
S. concluye que el principal peligro al que se enfrenta la CCI es una desviación consejista en la que la organización deja que el resurgimiento de las luchas económicas se politice "espontáneamente", y por tanto ignora lo que debería ser su tarea principal: llevar a cabo la necesaria profundización teórica que permita a la clase recuperar la confianza en el marxismo y en la posibilidad de una sociedad comunista.
Hemos visto que no se puede descartar el peligro del consejismo a la hora de entender el proceso de politización: hemos aprendido por las malas que el peligro de entusiasmarse demasiado con las posibilidades y la profundidad de las luchas inmediatas está siempre presente. También estamos de acuerdo con Luxemburgo -y con Lenin- en que la conciencia socialista no es el producto mecánico de la lucha diaria, sino que es el producto del movimiento histórico de la clase, que ciertamente incluye la elaboración teórica y la intervención de la organización revolucionaria. Pero lo que falta en el argumento de S. es una explicación del proceso real por el que la teoría revolucionaria puede volver a "captar a las masas". En nuestra opinión, esto está relacionado con un desacuerdo sobre la cuestión de la maduración subterránea.
En su texto, el camarada dice: «La Respuesta de la organización pregunta si considero que la situación actual es peor que la de los años 30 (cuando grupos como Bilan contribuyeron a una "maduración subterránea" política y teórica de la conciencia a pesar de la derrota de la clase), mientras que niego la existencia de tal maduración en la actualidad. Sí, a nivel de maduración subterránea, la situación es efectivamente peor que en los años 30, porque hoy la tendencia entre los revolucionarios es más bien hacia la regresión política y teórica.»
Para responder a esto, es necesario volver a nuestro debate inicial sobre la cuestión de la maduración subterránea, a la lucha contra la visión consejista de que la conciencia de clase sólo se desarrolla en fases de lucha abierta.
Así, el argumento del camarada MC23 en «Sobre la maduración subterránea» (Boletín interno internacional1983) era que el rechazo de la maduración subterránea subestimaba profundamente el papel de la organización revolucionaria en el desarrollo de la conciencia de clase: «La lucha de clases del proletariado conoce altibajos, pero no es el caso de la conciencia de clase: la idea de una regresión de la conciencia con el retroceso de la lucha de clases se contradice con toda la historia del movimiento obrero, una historia en la que la elaboración y profundización de la teoría continúa en un período de retroceso. Es cierto que el campo, la extensión de su acción se está reduciendo, pero no su elaboración en profundidad».
Es evidente que S. no niega el papel de la organización revolucionaria en la elaboración de la teoría. Así, cuando habla de "regresión subterránea", quiere decir que la vanguardia política comunista (y, por tanto, la CCI) no realiza el trabajo teórico necesario para restaurar la confianza de la clase obrera en su perspectiva revolucionaria, que retrocede teórica y políticamente.
Pero recordemos que el texto de MC no limita la maduración clandestina al trabajo de la organización revolucionaria:
- «El trabajo de reflexión continúa en la cabeza de los trabajadores y se manifestará en el recrudecimiento de nuevas luchas. Hay una memoria colectiva de la clase, y esta memoria también contribuye al desarrollo de la conciencia y a su extensión en la clase". O también: "Este proceso de desarrollo de la conciencia no está reservado únicamente a los comunistas por la sencilla razón de que la organización comunista no es la única sede de la conciencia. Este proceso es también el producto de otros elementos de la clase que se mantienen firmemente en el terreno de la clase o tienden en esa dirección".
Este punto es importante porque S. parece restringir la maduración subterránea precisamente a la organización revolucionaria. Si le entendemos bien, dado que la CCI tiende a la regresión teórica y política, esto sería una prueba de la "regresión subterránea" de la que habla. Por supuesto, no estamos de acuerdo con esta valoración de la situación actual de la CCI, pero esa es otra discusión. El punto en el que hay que centrarse aquí es que la organización comunista y el medio político proletario son sólo la punta del iceberg de un proceso más profundo que se desarrolla en la clase:
En una polémica con la CWO en la Revista Internacional nº 43 sobre el problema de la maduración subterránea, definimos este proceso de la siguiente manera:
- "en el nivel más bajo de conciencia, así como en los estratos más amplios de la clase, esta (maduración subterránea) toma la forma de una contradicción creciente entre el ser histórico, las necesidades reales de la clase, y la adhesión superficial de los trabajadores a las ideas burguesas. Este choque puede permanecer en gran medida sin reconocer, enterrado o reprimido durante mucho tiempo, o puede comenzar a emerger en forma de desilusión y desvinculación con los temas principales de la ideología burguesa;
- en un sector más pequeño de la clase, entre los trabajadores que se mantienen básicamente en el terreno proletario, toma la forma de reflexión sobre las luchas pasadas; discusiones más o menos formales sobre las luchas futuras, el surgimiento de núcleos combativos en las fábricas y entre los desempleados. Recientemente, la manifestación más espectacular de este aspecto del fenómeno de la maduración clandestina la dieron las huelgas de masas en Polonia en 1980, en las que los métodos de lucha utilizados por los trabajadores demostraron que se había producido una verdadera asimilación de muchas de las lecciones de las luchas de 1956, 70 y 76 ......
- en una fracción de la clase, aún más limitada en tamaño, pero destinada a crecer con el avance de la lucha, esto toma la forma de una defensa explícita del programa comunista, y por lo tanto de un reagrupamiento en una vanguardia marxista organizada. La aparición de organizaciones comunistas, lejos de ser una refutación de la noción de maduración clandestina, es a la vez un producto y un factor activo de la misma»24.
Lo que falta en este modelo es otra capa constituida por aquellos elementos que a menudo no son productos directos de los movimientos de clase, pero que están en busca de posiciones comunistas; ellos constituyen el "pantano" (o una parte de él que es producto de un avance político, aunque confuso, y no aquellos elementos que expresan una regresión desde un nivel superior de claridad y que serían otra parte), y también aquellos que se mueven más explícitamente hacia las organizaciones revolucionarias.
La aparición de esta capa no es el único indicio de maduración subterránea, pero sin duda es el más evidente. S. sostiene que la aparición de esta capa puede explicarse simplemente por referencia a la naturaleza revolucionaria de la clase obrera. Dado que entendemos la clase no como una fuerza estática, sino como una fuerza dinámica, es más preciso ver esta capa como el producto de un movimiento hacia la conciencia dentro de la clase. Y, sin duda, es necesario estudiar el movimiento dentro del movimiento: entender si se está produciendo un proceso de maduración en esta capa, es decir, si el propio entorno de los elementos en búsqueda muestra signos de desarrollo. Y si comparamos las dos "oleadas" de minorías politizadas que han surgido desde aproximadamente 2003, hay indicios de que esa evolución se ha producido.
La primera oleada tuvo lugar a mediados de la década de 2000 y coincidió con lo que hemos llamado una nueva generación de la clase obrera, que se manifestó en el movimiento "anti-CPE" y los "Indignados". Una pequeña parte de este medio gravitó hacia la izquierda comunista e incluso se afilió a la CCI, lo que dio lugar a la esperanza de que nos encontráramos con una nueva generación de revolucionarios (véase el texto de orientación sobre la cultura del debate25). En realidad, se trataba de un "movimiento" ampliamente presente en el pantano y que resultó ser muy permeable a la influencia del anarquismo, el modernismo y el parasitismo. Uno de los rasgos distintivos de este movimiento fue, junto a la desconfianza en la organización política, una profunda resistencia al concepto de decadencia y, por tanto, a los grupos de la izquierda comunista, percibidos como sectarios y apocalípticos, especialmente la CCI. Algunos de los elementos de este brote habían participado en el ultra activismo del movimiento anticapitalista en los años 90, y aunque dieron un primer paso al ver la centralidad de la clase obrera en el derrocamiento del capitalismo, conservaron sus inclinaciones activistas, que empujaron a algunos de ellos (por ejemplo, a la mayoría del colectivo organizador de Libcom) hacia un anarcosindicalismo renaciente, hacia ideas de "organización" en el lugar de trabajo, que se alimentan de la posibilidad de ganar pequeñas victorias y se alejan de cualquier noción de que el desarrollo objetivo e histórico de la crisis es en sí mismo un factor de desarrollo de la lucha de clases.
La segunda oleada de elementos en búsqueda, de la que nos hemos dado cuenta en los últimos años, aunque tal vez de menor escala que la primera, se sitúa ciertamente en un nivel más profundo: tiende a dar por evidencia la decadencia e incluso la descomposición; a menudo pasa por alto el anarquismo, al que considera carente de las herramientas teóricas para entender el período actual, y tiene menos miedo de contactar directamente con los grupos de la izquierda comunista. A menudo muy jóvenes y sin experiencia directa de la lucha de clases, su primera preocupación es profundizar en la comprensión del mundo caótico al que se enfrentan asimilando el método marxista. En nuestra opinión, se trata de una clara concreción de la conciencia comunista resultante, en palabras de Rosa Luxemburgo, de «la agudeza de las contradicciones objetivas de la economía capitalista, por un lado, (y) la comprensión subjetiva de la indispensabilidad de su superación mediante una transformación socialista, por otro».
En lo que respecta a esta capa emergente de elementos politizados, la CCI tiene una doble responsabilidad como organización de tipo "fracción". Por un lado, por supuesto, la vital elaboración teórica necesaria para proporcionar un análisis claro de una situación mundial siempre cambiante y para enriquecer la perspectiva comunista26. Pero también se trata de un paciente trabajo de construcción de la organización: trabajo de "formación de cuadros", como decía la GCF (Izquierda Comunista de Francia, por sus siglas en francés Gauche Communiste de France) después de la Segunda Guerra Mundial, de desarrollo de nuevos militantes que mantengan el rumbo; de defensa contra las incursiones de la ideología burguesa, las calumnias del parasitismo, etc. Este trabajo de construcción organizativa no aparece en absoluto en la respuesta de S. y, sin embargo, es sin duda uno de los principales elementos de la lucha real contra el consejismo.
Además, si este proceso de maduración subterránea es real, si es la punta del iceberg de los desarrollos que tienen lugar en capas mucho más amplias de la clase, la CCI tiene razón al prever la posibilidad de una futura reconexión entre las luchas defensivas y el creciente reconocimiento de que el capitalismo no tiene ningún futuro que ofrecer a la humanidad. En otras palabras, anuncia el potencial intacto de la politización de las luchas y su convergencia con la aparición de nuevas minorías revolucionarias y el impacto creciente de la organización comunista.
La publicación de una primera ronda de debate sobre la relación de fuerzas entre las clases ha revelado diversas divergencias en nuestro entorno de simpatizantes cercanos. En el foro de la CCI, en particular en el tema "Debate interno en la CCI sobre la situación internacional | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)", en un intercambio de contribuciones con MH; Debate sobre la relación de fuerzas entre las clases (Debate on the balance of class force | International Communist Current (internationalism.org)), en nuestras reuniones de contactos, y en el propio blog de MH. El camarada MH, en particular, se ha vuelto cada vez más crítico con nuestra opinión de que fue esencialmente el colapso del bloque del Este en 1989 lo que precipitó el largo retroceso de la clase de la que aún no hemos salido. Para MH, fue en gran medida una ofensiva política/económica de la clase dominante después de 1980, dirigida por la burguesía británica en particular, la que acabó con la tercera ola de luchas (más bien: la estranguló al nacer). Desde este punto de vista, fue la derrota de la huelga de los mineros en 1985 en el Reino Unido lo que marcó la derrota de las luchas de los años 80. Esta conclusión lleva actualmente a MH a reevaluar nuestra visión de las luchas después de 1968 e incluso a cuestionar la noción de descomposición, aunque sus divergencias parecen implicar a veces que "la descomposición ha ganado", y que estamos ante la realidad de una grave derrota histórica de la clase obrera. El camarada Baboon coincide en gran medida con MH en la importancia clave de la derrota de la huelga de los mineros, pero no le ha seguido hasta el punto de cuestionar la descomposición, ni de concluir que el retroceso de la clase obrera puede haber dado un paso cualitativo hacia algún tipo de derrota histórica27.
Sin embargo, el camarada S. parece ser cada vez más explícito en este sentido. Como dijo en una carta reciente al órgano central:
- "¿Existe o no una divergencia fundamental sobre la relación de fuerzas entre las clases?
La posición de la organización es que la clase obrera está invicta. En nuestras filas también existe la posición contraria, es decir, que la clase obrera en los últimos cinco años ha sufrido una derrota política, cuyo principal síntoma es la explosión del identitarismo de todo tipo, que resulta sobre todo de la incapacidad de la clase para recuperar su propia identidad de clase. La posición de la organización es que la situación de la clase es mejor que en los años 90 bajo el shock de la "muerte del comunismo", mientras que la otra posición dice que la situación de la clase hoy es peor que en los años 90, que el proletariado mundial está hoy al borde de una derrota política de tal magnitud que puede tardar una generación en recuperarse.
Como señalamos al principio de este informe, el reconocimiento por parte de la CCI de que el concepto de curso histórico ya no se aplica en la fase de descomposición significa que se hace mucho más difícil evaluar la dinámica general de los acontecimientos y, en particular, llegar a la conclusión de que la puerta a un futuro revolucionario está definitivamente cerrada, ya que la descomposición puede sumergir al proletariado en un proceso gradual, sin que la burguesía tenga que derrotarlo directamente, en una lucha cara a cara, como lo hizo en el período de la oleada revolucionaria. Por lo tanto, es difícil saber a qué se refiere S. con una "derrota política de tal magnitud que puede tardar una generación en recuperarse". Si el proletariado aún no se ha enfrentado al enemigo de clase en una lucha política abierta, como lo hizo en 1917-23, ¿qué criterios utilizamos para juzgar que el retroceso de la lucha de clases en las últimas tres décadas ha llegado a tal punto; y además, dado que tal derrota probablemente sería seguida por una gran aceleración de la barbarie, y -según S. - una guerra mundial, o al menos un holocausto nuclear "limitado", ¿qué posibilidades de "recuperación" tendría la siguiente generación?
Un último punto: S. afirma que consideramos que la situación actual de la clase es "mejor" de lo que era después del colapso de los bloques. Esto no es correcto. Ciertamente, hemos dicho que las condiciones para los futuros enfrentamientos de clase están madurando inevitablemente y, como señaló el informe sobre la lucha de clases al Congreso de RI, esto se da en un contexto muy diferente al de la situación al comienzo de la fase de descomposición:
- Mientras que 1989 podía presentarse como la derrota del comunismo y la victoria del capitalismo, la pandemia no puede presentarse como una justificación de la superioridad del sistema actual. Por el contrario, a pesar de todas las mistificaciones que rodean los orígenes y la naturaleza de la pandemia, ésta proporciona una prueba más de que el sistema capitalista se ha convertido en un peligro para la humanidad, aunque por el momento sólo una pequeña minoría lo haya entendido claramente;
- Si bien los acontecimientos de 1989 fueron un golpe para la combatividad y la conciencia de clase, y el desarrollo de la descomposición ha tendido a agravar la pérdida de identidad de clase, la pandemia se ha producido en el contexto de un cierto renacimiento de la lucha de clases: la voluntad de la burguesía de sacrificar la salud y la vida en aras del beneficio, así como su caótica gestión de la pandemia, tiende a provocar la conciencia de que no estamos "todos juntos en esto", que la clase obrera y los pobres son las principales víctimas de la pandemia y de la negligencia criminal de la clase dominante.
Pero todos estos "pluses" se suman a 30 años de descomposición, un periodo en el que el tiempo ya no está del lado del proletariado, que sigue sufriendo las heridas acumuladas infligidas por una sociedad que se pudre. En algunos aspectos, estaríamos de acuerdo en que la situación es "peor" que en los años 80. Pero fracasaríamos en nuestra tarea como minoría revolucionaria si ignoráramos las señales que indican un renacimiento de la lucha de clases, de un movimiento proletario que contiene la posibilidad de evitar que la sociedad se hunda definitivamente en el abismo.
1 ´Ver La renovación de la Izquierda Comunista: uno de los aportes clave de Mayo 68 https://es.internationalism.org/content/4344/la-renovacion-de-la-izquierda-comunista-uno-de-los-aportes-clave-de-mayo-68 [208]
2 Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases (2019) Revista Internacional nº 164 https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [177]
3 Ver Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [209]
4 En su primer artículo en el que expone sus desacuerdos con las resoluciones del 23º Congreso sobre la situación internacional, el camarada S. sostiene que la resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases muestra que la CCI abandona su punto de vista de que la incapacidad del proletariado para desarrollar su perspectiva revolucionaria en el período 1968-89 fue una causa principal de la fase de descomposición. En nuestra respuesta ya hemos subrayado lo que repetimos en este informe: la resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases sitúa la cuestión de la politización -es decir, el desarrollo de una alternativa proletaria para el futuro de la sociedad- en el centro mismo de su comprensión del actual impasse entre las dos grandes clases. Es cierto que la resolución podría haber sido más explícita sobre el hecho de que el estancamiento es producto no sólo de la incapacidad de la burguesía para movilizar a la sociedad para la guerra mundial, sino también de la incapacidad de la clase obrera -especialmente de sus batallones centrales tras la huelga de masas polaca- para comprender y asumir los objetivos políticos de su lucha. Creemos que este punto -que es simplemente el elemento básico de nuestro análisis de la descomposición- fue aclarado en nuestra respuesta publicada a S. Ver Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional en el 23º Congreso de la CCI https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [181]
5 Miseria de la filosofía, 1847
6 Huelga de masas, partido y sindicatos, 1906
7 Contribución (J.) en el boletín interno internacional en 2011
8 "Revueltas sociales en África del Norte y Oriente Medio, desastre nuclear en Japón, guerra en Libia: sólo la revolución proletaria puede salvar a la humanidad del desastre del capitalismo", Revista Internacional nº 145 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3089/revueltas-sociales-en-el-magreb-y-oriente-medio-catastrofe-nuclear [210] . La resolución del 21º Congreso sigue teniendo un enfoque ambiguo en cuanto a los movimientos en Oriente Medio como "marcados por el interclasismo"
9 "¿Qué está pasando en Oriente Medio?", Revista Internacional 145 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3088/que-esta-pasando-en-el-magreb-y-oriente-medio [211]
10 Ídem. Citado en nota 8
11 Ver El proletariado de Europa Occidental en una posición central de la generalización de la lucha de clases https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la- [212]
12"La metáfora de los 5 cursos:
- 1. los movimientos sociales de la juventud precaria, desempleada o todavía estudiante, empezando por la lucha contra el CPE en Francia en 2006, continuando con las revueltas juveniles en Grecia en 2008 y culminando con los movimientos de los Indignados y Occupy en 2011 ;
- 2. movimientos masivos pero muy bien supervisados por la burguesía que había preparado el terreno de antemano, como en Francia en 2007, en Francia y en Gran Bretaña en 2010, en Grecia en 2010-2012, etc;
- 3. movimientos bajo el peso del interclasismo como en Túnez y Egipto en 2011;
- 4. las semillas de huelgas masivas en Egipto en 2007, Vigo (España) en 2006, China en 2009;
- 5. la continuación de movimientos en fábricas o sectores industriales localizados pero que contienen semillas prometedoras como Lindsay en 2009, Teckel en 2010, electricistas en Gran Bretaña en 2011.
Estos 5 cursos pertenecen a la clase obrera porque a pesar de sus diferencias, cada uno expresa a su nivel el esfuerzo del proletariado por encontrarse a sí mismo a pesar de las dificultades y los obstáculos sembrados por la burguesía; cada uno a su nivel ha llevado una dinámica de investigación, de clarificación, de preparación del terreno social. A diferentes niveles, forman parte de la búsqueda de "la palabra que nos llevará al socialismo" (como escribió Rosa Luxemburgo al hablar de los consejos obreros) mediante asambleas generales. (Resolución sobre la situación internacional, 20º Congreso de la CCI, Revista Internacional 152 https://es.internationalism.org/content/3965/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2013 [213] ).
13"Movimiento de los indignados en España, Grecia e Israel: de la indignación a la preparación de las luchas de clase", Revista Internacional 147 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3264/movimiento-de-indignados-en-espana-grecia-e-israel-de-la-indignaci [214]
14 Como indica el título del artículo de la RI 147, los movimientos en Grecia e Israel en 2011 (pero también las protestas en Turquía y Brasil en 2013) han sido analizados de forma muy similar a los Indignados en España. Por lo tanto, es necesario hacer una revisión crítica de todos nuestros artículos de este periodo
15 Una cuestión que hay que reexaminar es también la existencia de ambigüedades y confusiones sobre el impacto positivo de las revueltas del hambre en el desarrollo de la conciencia de clase (cf. Crisis alimentaria, revueltas del hambre - Sólo la lucha de clases del proletariado...; Revista International No. 134 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2340/crisis-alimentaria-revueltas-del-hambre-solo-la-lucha-de-clases-de [215] ).
16 El capítulo "Luchas contra la economía de guerra en Oriente Medio" del informe sobre la lucha de clases del 23º Congreso de la CCI (ver Informe sobre la lucha de clases: Formación, pérdida y reconquista de la identidad de clase proletaria 2019 https://es.internationalism.org/content/4452/informe-sobre-la-lucha-de-clases-formacion-perdida-y-reconquista-de-la-identidad-de [101] ) no ha sido discutido en profundidad. El informe habla de la existencia de movimientos proletarios en varios países, y es necesario reevaluar estos movimientos sobre una base más sólida y profunda, tratando de situar el análisis de estos movimientos en el marco de la crítica del eslabón más débil, así como en el contexto de la descomposición (lo que el informe no parece hacer explícitamente, adoptando el enfoque aplicado a los movimientos de 2011) para examinar la naturaleza de estos movimientos y sus fortalezas y debilidades.
17 Ver Protestas en Israel: “¡Mubarak, Assad, Netanyahu son lo mismo!” https://es.internationalism.org/cci-online/201108/3185/protestas-en-israel-mubarak-assad-netanyahu-son-lo-mismo [216] . El pasaje es citado en el artículo antes comentado de la Revista Internacional 137
18 "El hecho de que no sean movimientos específicamente proletarios los hace ciertamente vulnerables a las mistificaciones en torno a la política de identidad y al reformismo, y a la manipulación directa por parte de las facciones democráticas y de izquierda burguesas”.
19Covid-19: A pesar de todos los obstáculos, la lucha de clases forja su futuro https://es.internationalism.org/content/4569/covid-19-pesar-de-todos-los-obstaculos-la-lucha-de-clases-trata-de-forjar-su-futuro [217]
20 Gran Bretaña: Las protestas en el sector sanitario ponen en duda la unidad nacional https://es.internationalism.org/content/4613/gran-bretana-las-protestas-en-el-sector-sanitario-ponen-en-duda-la-unidad-nacional [218]
21 Ver Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion [2]
22 Ver Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional en el 23º Congreso de la CCI https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [181]
23 Para la historia de nuestro camarada, antiguo miembro del Bilan y de la Gauche Communiste de France, miembro fundador de la CCI fallecido en 1990, véanse nuestros artículos "MARC: de la revolución de octubre de 1917 a la segunda guerra mundial" (https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1053/marc-de-la-revolucion-de-octubre-1917-a-la-ii-guerra-mundial [147] ) y "MARC: II - de la segunda guerra mundial a la época actual" (https://es.internationalism.org/content/4663/marc-parte-2-de-la-segunda-guerra-mundial-la-actualidad [182] ) en los números 65 y 66 de la Revista Internacional
24 "Respuesta a la CWO: Sobre la maduración subterránea de la conciencia de clase"; Revista Internacional nº 43
25 La cultura del debate: un arma de la lucha de clases https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase [219]
26 Como se señaló en un debate en una reunión del órgano central de la CCI en 2021, no se puede acusar a la CCI de descuidar el esfuerzo por profundizar en el programa comunista. La existencia de treinta años de publicaciones sobre el comunismo demuestra que no partimos de cero...
27No entraremos aquí en estas discusiones, salvo para decir que parecen basarse en una subestimación tanto de las importantes luchas que tuvieron lugar después de 1985, donde el desafío a los sindicatos en países como Francia e Italia obligó a la clase dominante a radicalizar su aparato sindical, como, sobre todo, una subestimación del impacto del colapso del bloque del Este en la combatividad y la conciencia de clase
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informe_sobre_la_pandemia_y_desarrollo_de_la_descomposicion_del_24o_congreso_internacional_de_la_cci.pdf [220] | 267.4 KB |
En cierto modo, “la Izquierda comunista se encuentra hoy en una situación similar a la de Bilan de los años 1930, en el sentido de que se ve obligada a comprender una situación histórica nueva y sin precedentes”1.
Esta constatación, más adecuada que nunca, requeriría intensos debates entre organizaciones del medio proletario para analizar el significado de la crisis del Covid-19 en la historia del capitalismo y las consecuencias que se derivan de ella. Sin embargo, ante la fulgurante extensión de los acontecimientos, los grupos del medio político proletario parecen totalmente desamparados y desarmados: en lugar asirse al método marxista como una teoría viva, lo reducen a un dogma invariante en el que la lucha de clases se ve como una repetición inmutable de esquemas eternamente válidos sin poder mostrar no sólo lo que persiste sino también lo que ha cambiado. Así, los grupos bordiguistas o consejistas ignoran obstinadamente la entrada del sistema en su fase de decadencia. Por otro lado, la Tendencia Comunista Internacional (TCI) rechaza la descomposición como una visión cataclísmica y limita sus explicaciones a la obviedad según la cual la ganancia económica es responsable de la pandemia, y a la ilusoria idea de que esta última es sólo un evento anecdótico, un paréntesis, en los ataques de la burguesía para maximizar sus ganancias. Esos grupos del medio político proletario se conforman con recitar los esquemas del pasado sin analizar las circunstancias específicas, el momento y el impacto de la crisis sanitaria. En consecuencia, su contribución a la evaluación de la relación de fuerzas entre las dos clases antagónicas de la sociedad, de los peligros u oportunidades que se presentan a la clase y a sus minorías, es irrisoria.
Un enfoque marxista firme es tanto más necesario cuanto la desconfianza hacia el discurso oficial engendra actualmente la emergencia de numerosas "explicaciones alternativas" falsas y fantasiosas de los acontecimientos. Surgen teorías "conspirativas"2 cada cual más extravagante, y son compartidas por millones de adeptos: la pandemia y la vacunación masiva de hoy serían una maquinación de los chinos para asegurar su supremacía, un complot de la burguesía mundial para preparar la guerra o reestructurar la economía mundial, una toma del poder por parte de una internacional secreta de virólogos o incluso una nebulosa conspiración mundial de las élites (bajo la dirección de Soros o Gates), ... Este ambiente general provoca también una desorientación del medio político, un verdadero "Corona blues".
Para la CCI, el marxismo es "un pensamiento vivo para el que cada acontecimiento histórico importante es la oportunidad de un enriquecimiento". (...). Corresponde a las organizaciones y a los militantes revolucionarios la responsabilidad específica y fundamental de llevar a cabo este esfuerzo de reflexión cuidando, al igual que hicieron nuestros mayores -como Lenin, Rosa Luxemburgo, la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista Internacional (Bilan), la Izquierda Comunista de Francia, etc.- avanzar a la vez con prudencia y audacia:
apoyándose firmemente en las aportaciones de base del marxismo;
examinando la realidad sin anteojeras y desarrollando el pensamiento sin "ninguna prohibición ni ningún ostracismo" (Bilan).
En particular, ante tales acontecimientos históricos, es importante que los revolucionarios sean capaces de distinguir claramente entre los análisis que han quedado obsoletos y los que siguen siendo válidos, para evitar un doble escollo: ya sea encerrarse en la esclerosis o "tirar el niño con el agua de la bañera"3.
Por tanto, la crisis del Covid-19 ha obligado a la CCI a confrontar los elementos más destacados de este importante acontecimiento en el marco de la descomposición que la organización lleva planteando desde hace más de 30 años para entender la evolución del capitalismo. Este marco se recuerda claramente en la Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso Internacional de la CCI (2019)4: "Hace 30 años, la CCI puso en evidencia que el sistema capitalista había entrado en la última fase de su período de decadencia y de su existencia, el de la descomposición. Este análisis se basaba en una serie de hechos empíricos, pero al mismo tiempo proporcionaba un marco para entenderlos: "En una situación como ésta, en la que las dos clases fundamentales y antagónicas de la sociedad se enfrentan sin poder imponer su propia respuesta decisiva, la historia no puede detenerse. Menos aún que para los otros modos de producción que le precedieron, no puede existir para el capitalismo "congelación", ni "estancamiento" de la vida social. Mientras las contradicciones del capitalismo en crisis no hacen más que agravarse, la incapacidad de la burguesía de ofrecer la más mínima perspectiva para el conjunto de la sociedad y la incapacidad del proletariado de afirmar abiertamente la suya en el futuro inmediato sólo pueden desembocar en un fenómeno de descomposición generalizada, de putrefacción de la sociedad desde su base." 5 Nuestro análisis se ocupó de precisar los dos significados del término "descomposición"; por un lado, se aplica a un fenómeno que afecta a la sociedad, particularmente en el período de decadencia del capitalismo, y, por otro lado, designa una fase histórica particular de éste último, su fase última : "... es indispensable destacar la diferencia fundamental que opone los elementos de descomposición que han afectado al capitalismo desde principios de siglo (el siglo 20º) y la descomposición generalizada en la que este sistema se hunde actualmente y que no podrá sino agravarse. También aquí, más allá del aspecto estrictamente cuantitativo, el fenómeno de la descomposición social alcanza hoy tal profundidad y extensión que adquiere una cualidad nueva y singular que manifiesta la entrada del capitalismo decadente en una fase específica -la fase última- de su historia, aquella en la que la descomposición se convierte en un factor, si no en el factor decisivo, de la evolución de la sociedad". (Ibid., Tesis 2).
Es principalmente este último punto, el hecho que la descomposición tiende a convertirse en el factor decisivo de la evolución de la sociedad y, por lo tanto, del conjunto de componentes de la situación mundial -una idea que de ninguna manera es compartida por los otros grupos de la Izquierda comunista- el que constituye el eje principal de la presente resolución”.
En este contexto, el objetivo de este informe es evaluar el impacto de la crisis del Covid-19 en la profundización de las contradicciones en el seno del sistema capitalista y las implicaciones de ésta en la profundización de la fase de descomposición.
La pandemia hace estragos en el corazón del capitalismo: una primera, luego una segunda, incluso una tercera oleada de infecciones está arrasando al mundo y en particular a los países industrializados; sus sistemas hospitalarios están al borde del colapso y se ven obligados a imponer repetidamente confinamientos más o menos drásticos. Después de un año de pandemia, las cifras oficiales, en gran parte subvaluadas en muchos países, contabilizan más de 500,000 muertes en Estados Unidos y más de 650,000 en la Unión Europea y América Latina6.
Durante los últimos doce meses, en este modo de producción con ilimitadas capacidades científicas y tecnológicas, las burguesías, no sólo de los países periféricos sino especialmente de los principales países industrializados, se han mostrado incapaces de:
impedir la propagación de la pandemia, luego su reanudación a través de una segunda, tercera, .... oleada;
evitar la saturación de los sistemas hospitalarios, como en Italia, en España, pero también en Gran Bretaña o Estados Unidos;
poner en práctica técnicas e instrumentos para controlar y contener las diversas oleadas;
coordinar y centralizar la búsqueda de una vacuna y poner en marcha una política de producción, distribución y vacunación planificada y pensada para todo el planeta.
Por el contrario, rivalizaron en la toma de medidas inconsistentes y caóticas y recurrieron, desesperados, a medidas que se remontan a épocas remotas de la historia que se suponía ya superadas, como el encierro, la cuarentena o el toque de queda. Han condenado a muerte a cientos de miles de personas seleccionando los enfermos de Covid ingresados en hospitales abarrotados o posponiendo a una fecha lejana el tratamiento de otras patologías graves.
El desarrollo catastrófico de la crisis pandémica está fundamentalmente ligado a la implacable presión de la crisis histórica del modo de producción capitalista. El impacto de las medidas de austeridad, aún más acentuadas desde la recesión de 2007-2011, la competencia económica despiadada entre los Estados y la prioridad dada, en particular en los países industrializados, al mantenimiento de las capacidades de producción en detrimento de la salud de las poblaciones en nombre de la primacía de la economía, ha favorecido la amplitud de la crisis sanitaria y constituye un obstáculo permanente para su contención. Esta inmensa catástrofe que constituye la pandemia no es producto de la fatalidad ni de la insuficiencia de conocimientos científicos o de herramientas sanitarias (como era el caso en anteriores modos de producción); ésta no llegó como un trueno en un cielo sereno, ni constituye un paréntesis pasajero. Ésta expresa la impotencia fundamental del modo de producción capitalista declinante, que va más allá de la irresponsabilidad de tal o cual gobierno, más bien, por el contrario, revela el bloqueo y pudrimiento desde su base de la sociedad burguesa. Y, sobre todo, revela el alcance de esta fase de descomposición, que se ha ido profundizando durante 30 años.
La crisis del Covid-19 no surge de la nada; es tanto la expresión como el resultado de 30 años de la fase de descomposición del capitalismo que marcó una tendencia a la multiplicación, a la profundización y a una convergencia cada vez más clara de las diversas manifestaciones de la pudrición del sistema en la raíz.
a) La importancia y el significado de la dinámica de descomposición fueron aprehendidos por la CCI desde finales de los años 80: “Mientras la burguesía no tenga las manos libres para imponer su "solución": la guerra imperialista generalizada, y la lucha de clases aún no está lo suficientemente desarrollada para permitirle que presente su perspectiva revolucionaria, el capitalismo se ve arrastrado en una dinámica de descomposición, de pudrimiento en la raíz que se manifiesta en todos los planos de su existencia:
degradación de las relaciones internacionales entre Estados manifestada por el desarrollo del terrorismo;
catástrofes tecnológicas y la repetición de las denominadas catástrofes naturales;
destrucción de la esfera ecológica;
hambrunas, epidemias, expresiones de la pauperización absoluta que se generaliza;
explosión de "nacionalismos";
vida de la sociedad marcada por el desarrollo de la criminalidad, la delincuencia, los suicidios, la locura, la atomización individual;
descomposición ideológica marcada, entre otras cosas, por el desarrollo del misticismo, el nihilismo, la ideología del "cada uno para sí", etc.”7.
b) La implosión del bloque soviético marca una aceleración espectacular del proceso a pesar de las campañas para encubrirlo. El derrumbe desde el interior de uno de los dos bloques imperialistas que se enfrentaban, sin que esto sea producto ni de una guerra mundial entre los bloques, ni de la ofensiva del proletariado, sólo puede entenderse como la expresión mayor de la entrada en la fase de descomposición. Sin embargo, las tendencias a la pérdida de control y a la exacerbación del cada uno para sí que esta implosión manifiesta, fueron en gran parte disimuladas y contrarrestadas: al principio, por la recuperación del prestigio de la "democracia" y del hecho de su “victoria sobre el comunismo” (campañas sobre la muerte del comunismo y la superioridad del modo democrático de gobierno); luego por la primera guerra del Golfo (1991) -desatada en nombre de las Naciones Unidas contra Saddam Husein- que permite a Bush padre imponer una "coalición internacional de Estados" bajo la dirección de los Estados Unidos y así frenar en un primer momento, la tendencia al cada uno para sí de los buitres imperialista; finalmente, por el hecho de que el colapso económico resultante de la implosión del bloque del Este sólo afecta a los antiguos países del bloque ruso, una parte particularmente atrasada del capitalismo, y perdona en gran medida a los países industrializados.
c) A comienzos del siglo 21º, la expansión de la descomposición se manifiesta sobre todo en la explosión del cada uno para sí y del caos en el plano imperialista. El ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono por parte de Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 y la respuesta militar unilateral de la administración Bush, abre de par en par la "caja de Pandora" de la descomposición: con el ataque y la invasión de Irak en 2003, desafiando las convenciones u organizaciones internacionales y sin tener en cuenta la opinión de sus principales "aliados", la primera potencia mundial pasa del status de gendarme del orden mundial a la de agente principal del cada uno para sí y del caos. La ocupación de Irak, seguida de la guerra civil en Siria (2011) potenció el cada uno para sí imperialista no sólo en el Medio Oriente sino en todo el planeta. También acentúan la tendencia a la baja del liderazgo estadounidense, a medida que Rusia vuelve al primer plano -en particular a través de un papel imperialista “perturbador” en Siria- y que China está ganando fuerza rápidamente como potencia que reta a la superpotencia estadounidense.
d) En las dos primeras décadas del siglo 21º, el crecimiento cuantitativo y cualitativo del terrorismo, favorecido por la expansión del caos y la barbarie guerrera en el mundo, ocupa un lugar central en la vida de la sociedad como instrumento de guerra entre Estados. Esto llevó a la constitución de un nuevo Estado, “el Estado Islámico” (Daesh), con su ejército, su policía, su administración, sus escuelas, de las cuales el terrorismo es el arma preferida y que desató una oleada de atentados suicidas en el Oriente Medio y en las metrópolis de los países industrializados. “La constitución de Daesh en 2013-14 y los atentados en Francia en 2015-16, en Bélgica y en Alemania en 2016, representan otra etapa importante de primer plano de este proceso”8. Esta expansión de este terrorismo ‘kamikaze’ va de la mano con el aumento del radicalismo religioso irracional y fanático por todo el mundo, desde Oriente Medio hasta Brasil, desde Estados Unidos hasta la India.
e) En 2016-17 el referéndum del Brexit en Gran Bretaña y el ascenso de Trump en los EE. UU. revelan el tsunami populista que constituye una nueva manifestación particularmente destacada de la profundización de la descomposición. “El auge del populismo es una expresión, en las circunstancias actuales, de la creciente pérdida de control por parte de la burguesía, del funcionamiento de la sociedad resultante fundamentalmente de lo que está en el centro de su descomposición: la incapacidad de ambas clases fundamentales de la sociedad para dar respuesta a la insoluble crisis en la que se hunde la economía capitalista. En otras palabras, la descomposición resulta fundamentalmente de la impotencia de la clase dominante, de una impotencia que tiene su origen en su incapacidad para superar esta crisis de su modo de producción y que tiende cada vez más a afectar su aparato político. Entre las causas actuales de la oleada populista se encuentran las principales manifestaciones de la descomposición social: el auge de la desesperación, del nihilismo, de la violencia, de la xenofobia, asociada a un creciente rechazo a las "élites" (los "ricos", los políticos, los tecnócratas) y en una situación en la que la clase obrera es incapaz de presentar, ni siquiera en forma embrionaria, una alternativa”9. Si esta oleada populista afecta particularmente a las burguesías de los países industrializados, también se encuentra en otras regiones del mundo en la forma de la llegada al poder de líderes fuertes y “carismáticos” (Orban, Bolsonaro, Erdogan, Modi, Duterte, ...) a menudo con el apoyo de sectas o movimientos extremistas de inspiración religiosa (iglesias evangélicas en América Latina o África, Hermanos Musulmanes en Turquía, movimientos racistas identitarios hindúes en el caso de Modi).
La fase de descomposición tiene ya 30 años de historia y el breve repaso de esta última muestra cómo el pudrimiento del capitalismo se ha extendido y profundizado a través de fenómenos que han ido afectando progresivamente cada vez más aspectos de la sociedad, y que constituyen los ingredientes que provocaron el carácter explosivo de la crisis planetaria del Covid-19. Ciertamente, durante estos 30 años, la progresión de los fenómenos fue discontinua, pero se desarrolló en diferentes niveles (crisis ecológica, cada uno para sí imperialista, fragmentación de Estados, terrorismo, revueltas sociales, pérdida de control del aparato político, pudrimiento ideológico), socavando cada vez más los intentos del capitalismo de Estado de contrarrestar su avance y de mantener un cierto marco compartido. Por tanto, si los diversos fenómenos alcanzaron un nivel apreciable de intensidad, aparecieron hasta entonces como “una proliferación de síntomas sin aparente interconexión, a diferencia de los períodos anteriores de la decadencia del capitalismo que fueron definidos y dominados por hitos tan evidentes como la guerra mundial o la revolución proletaria”10. Este es precisamente el significado de la crisis del Covid-19, ser -como la implosión del bloque del Este- altamente emblemática de la fase de descomposición al acumular los factores de putrefacción del sistema.
Al igual que las diversas manifestaciones de la decadencia (guerras mundiales, crisis económicas generalizadas, militarismo, fascismo y estalinismo, …), también hay una acumulación de manifestaciones de la fase de descomposición. La magnitud del impacto de la crisis del Covid-19 se explica no sólo por esta acumulación, sino también por la interacción de las expresiones ecológicas, sanitarias, sociales, políticas, económicas e ideológicas de la descomposición en una especie de espiral nunca observada hasta entonces, que ha conducido a una tendencia a la pérdida de control de cada vez más aspectos de la sociedad y al estallido de ideologías irracionales, extremadamente peligrosas para el futuro de la humanidad.
a) Covid-19 y destrucción de la naturaleza
La pandemia es claramente una expresión de la ruptura de la relación entre la humanidad y la naturaleza, que ha alcanzado una intensidad y una dimensión planetaria incomparables, con la decadencia del sistema y, en particular, con la última fase de esta decadencia, la de la descomposición, más específicamente a través del crecimiento y la concentración urbanos descontrolados (proliferación de barrios marginales superpoblados) en las regiones periféricas del capitalismo, la deforestación y el cambio climático. Así, en el caso del Covid-19, un estudio reciente de investigadores de las universidades de Cambridge, Hawái y del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (en la revista Science of the Total Environment) indicaría que los cambios climáticos en China del Sur a lo largo del siglo pasado habrían favorecido la concentración en la región de especies de murciélagos, que portan miles de coronavirus, y permite la transmisión del SARS-CoV-2, probablemente a través del pangolín, a los humanos11
Durante décadas, la destrucción irremediable del mundo natural ha generado un peligro creciente de catástrofes ambientales, pero también de salud, como ya lo han mostrado las epidemias de SARS, H1N1 o Ébola, que, por suerte, no se han convertido en pandemias. Por tanto, aunque el capitalismo tiene las fuerzas tecnológicas que son capaces de enviar hombres a la Luna, de producir armas monstruosas capaces de destruir el planeta decenas de veces, no ha podido adquirir los medios necesarios para remediar los problemas ecológicos y de salud, lo que condujo al desencadenamiento de la pandemia del Covid-19. El hombre está cada vez más separado de su "cuerpo orgánico" (Marx) y la descomposición social acentúa esta tendencia.
b) Covid-19 y recesión económica
Al mismo tiempo, las medidas de austeridad y de reestructuración en las investigaciones y en los sistemas de salud, que se han intensificado aún más desde la recesión de 2007-2011, han reducido la disponibilidad de hospitales y ralentizado, si no detenido, la investigación sobre los virus de la familia de los Covid, mientras que diferentes epidemias habían advertido de la peligrosidad de estos. Por otro lado, durante la pandemia, el objetivo primordial de los países industrializados siempre ha sido mantener intactas las capacidades de producción el mayor tiempo posible (y, en su extensión, guarderías, jardines de niños y educación primaria y secundaria para que los padres puedan ir a trabajar) sabiendo que las empresas y las escuelas constituyen importantes fuentes de contagio, a pesar de las medidas tomadas (llevar cubrebocas, mantener la debida distancia, etc.). En particular, durante el desconfinamiento del verano de 2020, la burguesía jugó cínicamente con la salud de las poblaciones en nombre de la primacía de la economía, que siempre ha prevalecido, aunque esto contribuyera al surgimiento de una nueva oleada de la pandemia, a la repetición de los confinamientos y al aumento del número de hospitalizaciones y de muertes.
c) Covid-19 y el cada uno para sí imperialista
La acentuación del cada uno para sí entre los Estados ha constituido desde el inicio un poderoso estímulo para la propagación de la pandemia e incluso ha incitado a su explotación con fines hegemónicos. Primero, los intentos iniciales de China para encubrir el brote del virus y su negativa a proporcionar información a la OMS favorecieron en gran medida la expansión inicial de la pandemia. Luego, la persistencia de la pandemia y sus diversas oleadas, así como el número de víctimas, se han visto favorecidos por el rechazo de varios países a "compartir" sus existencias de material sanitario con sus vecinos, debido al creciente caos en la cooperación entre los distintos países, incluida -y sobre todo- dentro de la UE, con miras a armonizar las políticas de control de la contaminación o las políticas de elaboración y compra de vacunas, y también a través de la "carrera de vacunas" entre los gigantes farmacéuticos competidores (con jugosas ganancias para los ganadores), en lugar de reunir al conjunto de conocedores disponibles en medicina y farmacología. Finalmente, la "guerra de las vacunas" se está librando entre los Estados: así, la Comisión Europea inicialmente se negó a reservar 5 millones de dosis adicionales de la vacuna propuestas por Pfizer-BioNTech bajo la presión de Francia, que exigía un pedido adicional equivalente para la empresa francesa Sanofi; la vacuna AstraZeneca / Universidad de Oxford está reservada en prioridad para Inglaterra en detrimento de los pedidos de la UE; además, las vacunas chinas (Sinovac), rusas (Sputnik V), indias (BBV152) o americanas (Moderna) son ampliamente utilizadas por estos Estados como instrumentos de la política imperialista. La competencia entre Estados y la explosión del cada uno para sí han acentuado el caos aterrador en la gestión de la crisis pandémica.
d) Covid-19 y la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político
La pérdida de control sobre el aparato político era ya una de las características que marcaron la implosión del bloque del Este, pero apareció entonces como una especificidad ligada al carácter particular de los regímenes estalinistas. La crisis de refugiados (2015-16), la emergencia de las revueltas sociales contra la corrupción de las élites y, sobre todo, el maremoto populista (2016), todo ello manifestaciones que ciertamente ya estaban presentes, pero con menos protagonismo en décadas pasadas, pondrán de manifiesto, a partir de la segunda mitad de la década 2010-2020, la importancia de este fenómeno como expresión de la progresión de la descomposición. Esta dimensión jugará un papel determinante en la extensión de la crisis de Covid-19. El populismo y, en particular, los dirigentes populistas como Bolsonaro, Johnson o Trump han favorecido la expansión y el impacto letal de la pandemia a través de su política "vandálica": han banalizado el Covid-19 como una simple gripe, han favorecido la aplicación incoherente de una política de limitación de los contagios, expresando abiertamente su escepticismo hacia ella, y han saboteado cualquier colaboración internacional. Así, Trump transgredió abiertamente las medidas sanitarias recomendadas, acusó abiertamente a China (el "virus chino") y rechazó cualquier cooperación con la OMS.
Este "vandalismo" expresa de forma emblemática la pérdida de control por parte de la burguesía de su aparato político: tras mostrarse inicialmente incapaces de limitar la propagación de la pandemia, las distintas burguesías nacionales no lograron coordinar sus acciones y establecer un amplio sistema de "pruebas" y "seguimiento y localización" para controlar y limitar nuevas oleadas de contagio de Covid-19. Por último, el lento y caótico despliegue de la campaña de vacunación vuelve a poner de manifiesto las dificultades del Estado para gestionar adecuadamente la pandemia. La sucesión de medidas contradictorias e ineficaces ha alimentado el escepticismo y la desconfianza crecientes de la población hacia las directivas gubernamentales: "Es evidente que, en comparación con la primera oleada, los ciudadanos tienen más dificultades para adherirse a las recomendaciones" (D. Le Guludec, Presidente de la Alta Autoridad Sanitaria francesa, LMD 800, noviembre de 2020). Esta preocupación está muy presente al seno de los gobiernos de los países industrializados (desde Macron hasta Biden), instando a la población a seguir las recomendaciones y directrices de las autoridades.
e) Covid-19 y rechazo a las élites, las ideologías irracionales o la creciente desesperación
Los movimientos populistas no sólo se oponen a las élites, sino que también favorecen el desarrollo de las ideologías nihilistas y los sectarismos religiosos más retrógrados, ya reforzados por la profundización de la fase de descomposición. La crisis del Covid-19 ha provocado una explosión sin precedentes de visiones conspirativas y anticientíficas, que alimentan la impugnación de las políticas sanitarias de los Estados. Las teorías de la conspiración abundan y difunden concepciones totalmente fantasiosas sobre el virus y la pandemia. Además, dirigentes populistas como Bolsonaro y Trump han expresado abiertamente su desprecio por la ciencia. La propagación exponencial del pensamiento irracional y el cuestionamiento de la racionalidad científica durante la pandemia es una ilustración sorprendente de la aceleración de la descomposición.
El rechazo populista a las élites junto con las ideologías irracionales ha exacerbado una impugnación cada vez más violenta sobre un terreno puramente burgués de las medidas gubernamentales, como los toques de queda y los confinamientos. Esta rabia anti-élite y anti-Estado ha estimulado el surgimiento de grandes mítines (Dinamarca, Italia, Alemania) o de disturbios "vandálicos", nihilistas y anti-Estado contra las restricciones (al grito de "¡Libertad!", "por nuestros derechos y nuestra vida"), contra la "dictadura del confinamiento" o aún contra el "engaño de un virus que no existe", como los que estallaron en enero en Israel, Líbano, España y sobre todo en muchas ciudades de los Países Bajos.
Los efectos de la fase de descomposición afectaron primero a las zonas periféricas del sistema: países del Este con la implosión del bloque soviético y la antigua Yugoslavia, guerras en Oriente Medio, tensiones bélicas en Asia (Afganistán, Corea, conflicto fronterizo chino-indio), hambrunas, guerras civiles, caos en África. Esto cambia con la crisis de los refugiados, que ha provocado un flujo masivo de solicitantes de asilo hacia Europa, o con el éxodo de poblaciones desesperadas de México y Centroamérica hacia Estados Unidos. A esto le siguieron los atentados yihadistas en Estados Unidos y en el corazón de Europa y, finalmente, el tsunami populista de 2016. En la segunda década del siglo 21, el centro de los países industrializados se ve cada vez más afectado y esta tendencia se confirma dramáticamente con la crisis del Covid-19.
La pandemia está golpeando con fuerza el corazón del capitalismo, especialmente en Estados Unidos. En comparación con la crisis de 1989, la implosión del bloque del Este, que abrió la fase de descomposición, una diferencia crucial hoy es precisamente que la crisis del Covid-19 no afecta a una parte particularmente atrasada del modo de producción capitalista, que no puede por tanto presentarse como una victoria del "capitalismo democrático", ya que impacta, por el contrario, el centro del sistema capitalista a través de las democracias de Europa y los Estados Unidos. Como un bumerán, los peores efectos de la descomposición, que el capitalismo había empujado durante años a la periferia del sistema, regresan ahora a golpear con fuerza a los países industrializados, que se encuentran actualmente en el centro de la tormenta y están lejos de librarse de todos sus efectos. Este impacto en los países industrializados centrales ya había sido subrayado por la CCI en términos de control del juego político, en particular a partir de 2017, pero hoy, las burguesías americana, inglesa y alemana (y tras ellas las de los demás países industrializados) se encuentran en el centro del huracán pandémico y de sus consecuencias a nivel sanitario, económico, político, social e ideológico.
Entre los países centrales, es el más poderoso de ellos, la superpotencia estadounidense, el que más está sufriendo el impacto de la crisis de Covid19: el mayor número absoluto de infecciones y muertes del mundo, una situación sanitaria deplorable, una administración presidencial "vandálica" que ha gestionado la pandemia de forma catastrófica y que -en el plano internacional- ha aislado al país con relación a sus aliados anteriores, una economía en dificultades; un presidente que ha desacreditado las elecciones, ha convocado una marcha hacia el parlamento, ha profundizado las divisiones dentro del país y ha alimentado la desconfianza hacia la ciencia y los datos racionales, calificados fake news. Hoy, Estados Unidos constituye el epicentro de la descomposición.
¿Cómo se explica que la pandemia parezca afectar menos a la "periferia" del sistema esta vez (número de infecciones, número de muertes), y en particular a Asia y África? Por supuesto, hay una serie de razones circunstanciales: el clima, la densidad de población o el aislamiento geográfico (como muestran los casos de Nueva Zelanda, Australia o Finlandia en Europa), pero también la relativa fiabilidad de los datos: por ejemplo, la cifra de muertes por Covid-19 en 2020 en Rusia resulta ser tres veces superior a la oficial (185,000 en lugar de 55,000), según una de las viceprimeras ministras Tatjana Golikova, basándose en el exceso de mortalidad (De Morgen, 29.12.2020).
Más fundamentalmente, el hecho que Asia y África tengan experiencia previa en la gestión de pandemias (N1N1, Ébola) ha jugado sin duda a su favor. En segundo lugar, existen diversas explicaciones de carácter económico (la densidad más o menos elevada de los intercambios y contactos internacionales, la elección de un confinamiento limitado que permite continuar la actividad económica), social (una población de edad avanzada "aparcada" por centenares en "residencias de ancianos"), médica (una esperanza de vida media más o menos elevada: ver Francia: 82,4/ Vietnam: 76/ China: 76,1/ Egipto: 70,9/ Filipinas: 68,5/ Congo: 64,7 y una resiliencia más o menos elevada a las enfermedades). Además, los países de África, Asia y América Latina sufren y sufrirán un fuerte impacto indirecto de la pandemia a través de los retrasos en la vacunación en la periferia, los efectos económicos de la crisis de Covid-19 y la ralentización del comercio mundial, como indica el actual peligro de hambrunas en América Central debido a la recesión económica. Por último, el hecho que los países europeos y Estados Unidos eviten en lo posible imponer confinamientos y controles drásticos y brutales, como los decretados en China, está sin duda también relacionado con la prudencia de la burguesía ante una clase obrera, desorientada pero no vencida, que no está dispuesta a dejarse "encerrar" por el Estado. La pérdida de control de su aparato político y la cólera en el seno de una población enfrentada al colapso de los servicios de salud y al fracaso de las políticas sanitarias, le imponen aún más, actuar con circunspección.
Frente a un medio político proletario que, tras negar las pasadas expresiones de la descomposición, considera la crisis pandémica como un episodio transitorio, la CCI debe subrayar, por el contrario, que la magnitud de la crisis de Covid-19 y sus consecuencias implica que no habrá "vuelta a la normalidad". Aunque la profundización de la descomposición, como fue el caso para la decadencia, no es lineal, aunque la salida del populista Trump y la llegada al poder de Biden en la primera potencia mundial puedan presentar, inicialmente, la imagen de una estabilización ilusoria, hay que ser conscientes de que diferentes tendencias surgidas durante la crisis del Covid-19 marcan una aceleración del proceso de putrefacción en la raíz y de destrucción del sistema.
En 2007, nuestro análisis aún concluía que "Paradójicamente, la situación económica del capitalismo es el aspecto de esta sociedad que menos se ve afectado por la descomposición. Esto se debe principalmente a que es precisamente esta situación económica la que determina en última instancia los demás aspectos de la vida de este sistema, incluidos los que son objeto de descomposición. (...). Hoy en día, a pesar de todos los discursos sobre el "triunfo del liberalismo", sobre el "libre ejercicio de las leyes del mercado", los Estados no han renunciado ni a la intervención en la economía de sus respectivos países, ni a la utilización de estructuras encargadas de regular las relaciones entre ellos en cierta medida, creando incluso otras nuevas, como la Organización Mundial del Comercio"12. Hasta entonces, la crisis económica y la descomposición estaban separadas por la acción de los Estados, y la primera no parecía verse afectada por la segunda.
De hecho, los mecanismos internacionales del capitalismo de Estado, desplegados en el marco de los bloques imperialistas (1945-89), se habían mantenido a partir de los años 1990 por iniciativa de los países industrializados como paliativo a la crisis y como escudo protector contra los efectos de la descomposición. La CCI había entendido los mecanismos multilaterales de cooperación económica y una cierta coordinación de las políticas económicas no como una unificación del capital a nivel mundial, ni como una tendencia al super-imperialismo, sino como una colaboración entre las burguesías a nivel internacional para regular y organizar el mercado y la producción mundial, para enlentecer y reducir el peso del hundimiento en la crisis, para evitar el impacto de los efectos de la descomposición en el terreno neurálgico de la economía y, finalmente, para proteger el corazón del capitalismo (Estados Unidos, Alemania, ...). Sin embargo, este mecanismo de resistencia contra la crisis y la descomposición tendía a erosionarse cada vez más. Desde 2015, varios fenómenos han comenzado a expresar esa erosión: una tendencia a un considerable debilitamiento de la coordinación entre países, en particular en lo que respecta a la recuperación económica (y que contrasta claramente con la respuesta coordinada puesta en marcha ante la crisis de 2008-2011); una fragmentación de las relaciones entre los Estados y al seno de ellos. Desde 2016, el voto a favor del Brexit y la presidencia de Trump han aumentado la parálisis y el riesgo de fragmentación de la Unión Europea y han intensificado la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como las tensiones económicas entre Estados Unidos y Alemania.
Una de las principales consecuencias de la crisis del Covid-19 es el hecho que los efectos de la descomposición, la acentuación del cada uno para sí y la pérdida de control, que hasta entonces habían afectado principalmente a la superestructura del sistema capitalista, tienden ahora a impactar directamente a la base económica del sistema, a su capacidad de gestionar las sacudidas económicas en el hundimiento de su crisis histórica. "Cuando desarrollamos nuestro análisis de la descomposición, consideramos que este fenómeno afectaba a la forma de los conflictos imperialistas (véase "Militarismo y descomposición Revista Internacional 64) y también a la toma de conciencia del proletariado. Por el contrario, habíamos considerado que no tenía ningún impacto real en la evolución de la crisis del capitalismo. Si el actual auge del populismo debía desembocar en la llegada al poder de esta corriente en algunos de los principales países de Europa, podríamos ver cómo se desarrolla ese impacto de la descomposición" (Informe sobre la descomposición hoy, 22º Congreso de la CCI, 2017). En efecto, la perspectiva planteada en 2017 se ha materializado rápidamente y ahora debemos considerar que la crisis económica y la descomposición interactúan y se influyen mutuamente cada vez más.
Así, las restricciones presupuestarias en las políticas de salud y en la atención hospitalaria han favorecido la expansión de la pandemia, lo que a su vez ha provocado un colapso del comercio mundial, y de las economías, especialmente de los países industrializados (los PIB de los principales países industrializados en 2020 presentan tasas negativas jamás vistos desde la Segunda Guerra Mundial). La recesión económica será a su vez un estímulo a la profundización del pudrimiento de la superestructura. Por otra parte, la acentuación del cada uno para sí y la pérdida de control que marcaron globalmente la crisis del Covid-19 contagian ahora también a la economía. Es sorprendente la falta de concertación internacional entre los países centrales en el plano económico (ninguna reunión del G7, G8 o G20 en 2020) y también es evidente la falta de coordinación de las políticas económicas y sanitarias entre los países de la UE. Ante la presión de las contradicciones económicas en el seno de los propios países centrales del capitalismo, ante las vacilaciones de China sobre su política (seguir abriéndose al mundo o iniciar un repliegue nacionalista estratégico hacia Asia), los choques a nivel de la base económica tenderán a ser cada vez más fuertes y caóticos.
En los años anteriores, hemos asistido a una exacerbación de las tensiones al seno de las burguesías y entre ellas. En particular, con la llegada al poder de Trump y la puesta en marcha del Brexit, esto se ha manifestado intensamente a nivel de las burguesías estadounidense e inglesa, consideradas hasta entonces como las más estables y experimentadas del mundo: las consecuencias de la crisis del Covid-19 sólo pueden agudizar aún más estas tensiones:
La burguesía inglesa se adentra en la niebla post-Brexit habiendo perdido el apoyo del gran hermano americano por la derrota de Trump mientras sufre todas las consecuencias de la pandemia. En cuanto al Brexit, el descontento con el difuso acuerdo con la UE aparece tanto entre los que no lo querían (los escoceses, los norirlandeses) como entre los que querían un Brexit duro (los pescadores), mientras que no hay (¿todavía?) acuerdo con la UE en materia de servicios (el 80% del comercio) y las tensiones entre la UE y el Reino Unido aumentan (sobre las vacunas, por ejemplo). En cuanto a la crisis del Covid-19, Inglaterra ha tenido que reconfigurarse a toda prisa; ha superado la barrera de los 120,000 muertos y está sometida a una terrible presión en sus servicios sanitarios. Mientras tanto, la situación es deletérea dentro de sus principales partidos políticos, los Tories y los laboristas, ambos sumidos en una grave crisis interna.
La exacerbación de las tensiones entre Estados Unidos y otros Estados fue evidente bajo la administración Trump: "El vandalismo de un Trump que puede denunciar los compromisos internacionales estadounidenses de la noche a la mañana, desafiando las reglas establecidas, representa un nuevo factor de incertidumbre y de impulso al cada uno para sí. Este es una indicación más de la nueva etapa que inicia el sistema capitalista al hundirse en la barbarie y el abismo del militarismo extremo” (Resolución sobre la situación internacional punto 13, 23er Congreso de la CCI). Pero dentro de la propia burguesía estadounidense, las tensiones también son altas. Esto ya se había manifestado con respecto a la estrategia a adoptar para asegurar el mantenimiento de su supremacía durante la catastrófica aventura iraquí de Bush Junior: "El ascenso en 2001 a jefe del Estado estadounidense de los "neoconservadores" representó una verdadera catástrofe para la burguesía estadounidense. (...). De hecho, la llegada del equipo Cheney, Rumsfeld y compañía a las riendas del Estado no fue simplemente el resultado de un monumental "error de presentación" por parte de esta clase. Si esta agravó considerablemente la situación de los Estados Unidos sobre el plano imperialista, ya era la manifestación del estancamiento en el que se encontraba este país enfrentado a una creciente pérdida de su liderazgo, y más en general al desarrollo del "cada uno para sí" en las relaciones internacionales que caracterizan la fase de descomposición" (Resolución sobre la situación internacional 17º Congreso de la CCI, Revista Internacional 130, 2007). Pero con la política "vandálica" de Trump y la crisis del Covid-19, las oposiciones dentro de la burguesía estadounidense se han mostrado mucho más amplias (inmigración, economía) y, sobre todo, la capacidad del aparato político para mantener la cohesión de una sociedad fragmentada parece haber sido socavada. De hecho, “la unidad” y “la identidad” nacional presentan debilidades congénitas que las hacen vulnerables a la descomposición. Por lo tanto, la existencia de grandes comunidades étnicas y migrantes que sufren una discriminación racial desde los orígenes de los Estados Unidos -algunas de las cuales están excluidas de la vida "oficial"-, el peso de las iglesias y sectas propagando el pensamiento irracional y anticientífico, la gran autonomía de gestión de los Estados de la "Unión Americana" con relación al gobierno federal --(por ejemplo, hay un movimiento independentista en Texas), la oposición cada vez más fuerte entre los Estados de las costas Este y Oeste (California, Oregón, Washington, Nueva York, Massachusetts, ...) aprovechan plenamente la "globalización" y los Estados del Sur (Tennessee, Luisiana, ...) del cinturón de óxido (Indiana, Ohio, ...) y el centro profundo (Oklahoma, Kansas, ...), mucho más favorables a un enfoque más proteccionista-- tienden a favorecer una fragmentación de la sociedad estadounidense, a pesar de que el Estado federal todavía está lejos de perder el control de la situación. Sin embargo, el vodevil del desafío al proceso y los resultados de las últimas elecciones presidenciales, así como el "asalto" del Capitolio por parte de los partidarios de Trump a la vista del mundo entero, como en cualquier república bananera, confirma la acentuación de esta tendencia a la fragmentación13.
En cuanto a la futura exacerbación de las tensiones dentro y entre burguesías, merecen ser aclarados dos puntos:
El advenimiento de la administración Biden no significa la reducción de las tensiones intra e interburguesas, y en particular el fin de la impronta sobre la política interior y exterior del populismo trumpiano: por un lado, cuatro años de imprevisibilidad y vandalismo de Trump, recientemente todavía con respecto a la gestión catastrófica de la pandemia, marcan profundamente la situación interna de los Estados Unidos, la fragmentación de la sociedad estadounidense, así como su posicionamiento internacional. Además, Trump habrá hecho todo durante el último período de su presidencia para hacer la situación aún más caótica para su sucesor (véase la carta de los últimos 10 ministros de Defensa instando a Trump a no involucrar a los militares al desafiar los resultados de las elecciones en diciembre de 2020, y en la ocupación del Congreso por sus partidarios). En segundo lugar, el resultado obtenido por Trump durante las elecciones muestra que aproximadamente la mitad de la población comparte sus ideas y en particular su aversión a las élites políticas. Finalmente, el control de Trump y sus puntos de vista sobre gran parte del Partido Republicano anuncia una gestión difícil para la poco popular (fuera de las élites políticas) administración Biden. Su victoria se debe más a la polarización anti-Trump que al entusiasmo por el programa del nuevo presidente.
Además, si a nivel de la forma y en algunas áreas -como la política, la climática o la inmigración- la administración Biden tenderá a romper con la política de Trump, su política interna de "venganza" contra las élites de ambas costas, contra la "América profunda" (los temas de los combustibles fósiles y del "muro" están precisamente relacionados con esto) y su política externa, marcada por el mantenimiento de la política de Trump en el Medio Oriente y por un fortalecimiento de la confrontación con China (ver la actitud dura de Biden hacia Xi en su primera entrevista telefónica y la petición de Estados Unidos a la UE de revisar su tratado comercial con China) sólo puede conducir eventualmente a una mayor inestabilidad dentro de la burguesía estadounidense y entre las burguesías.
Oficialmente, China se presenta como el "país que ha vencido la pandemia". ¿Cuál es su situación en realidad? En respuesta, se trata de evaluar el impacto a corto y largo plazo (control efectivo de la pandemia) y el impacto a mediano plazo de la crisis del Covid-19.
China tiene una responsabilidad abrumadora a nivel del surgimiento y la expansión de la pandemia. Tras la epidemia del SARS en 2003, se han establecido protocolos para que las autoridades locales notifiquen a las autoridades centrales; ya con la epidemia de peste porcina en 2019, ha quedado claro que esto no estaba funcionando porque en el capitalismo de Estado estalinista los responsables locales temían por sus carreras/promociones si anunciaban las malas noticias. Lo mismo a principios del Covid-19 en Wuhan. Fueron las "oposiciones ciudadanas democráticas" las que finalmente pasaron la información y, en consecuencia, con retraso, llevaron la información al nivel central. El "nivel central" brilló inicialmente por su ausencia: no notificó a la OMS y durante 3 semanas, Xi estuvo ausente: tres semanas preciosas perdidas. Desde entonces, China ha seguido negándose a proporcionar a la OMS datos verificables sobre el desarrollo de la pandemia en su territorio.
El impacto a corto plazo es sobre todo indirecto. A nivel directo, las cifras oficiales de contaminación y muertes no son fiables (estas últimas oscilan entre 30,000 y varios millones) y, según el New York Times podría ser que el propio gobierno chino ignore la extensión de la epidemia ya que las autoridades locales mienten sobre el número de infecciones, pruebas y muertes por temor a represalias provenientes del gobierno central. Sin embargo, la imposición de confinamientos despiadados y bárbaros a regiones enteras, encerrando literalmente a millones de personas en sus hogares durante semanas (nuevamente impuestos regularmente en los últimos meses), paralizaron totalmente la economía china durante varias semanas, lo que llevó a un desempleo masivo (205 millones en mayo de 2020) y a consecuencias desastrosas en términos de cultivos (en combinación con sequías, inundaciones e invasiones de saltamontes). Para 2020, el crecimiento de su PIB había disminuido en más de un 4% en comparación con 2019 (de +6,1% hasta el +1,9%); el consumo interno se mantuvo mediante una liberación total de créditos por parte del Estado.
A largo plazo, la economía china se enfrenta a la deslocalización de industrias estratégicas por parte de Estados Unidos y los países europeos, y a las dificultades de la "Nueva ruta de la seda" debido a los problemas financieros vinculados a la crisis económica, y exacerbados por la crisis del Covid-19 (financiación china pero sobre todo niveles de deuda de países "socios" como Sri Lanka, Bangladesh, Pakistán, Nepal...) pero también por la creciente desconfianza por parte de muchos países y la presión anti-China de los Estados Unidos. Además, no es de extrañar que en 2020 se haya producido un desplome del valor financiero de las inversiones inyectadas en el proyecto de la “Nueva ruta de la seda” (-64%).
La crisis del Covid-19 y los obstáculos encontrados por la "Nueva ruta de la seda" también han exacerbado las tensiones cada vez más manifiestas en la cabeza del Estado chino, entre la facción "economista", que se centra principalmente en la globalización económica y el "multilateralismo" para continuar la expansión capitalista de China, y la facción "nacionalista" que exige una política más musculosa y que enfatiza la fuerza ("China que derrotó al Covid") frente a las amenazas internas (uigures, Hong Kong, Taiwán) y externas (tensiones con Estados Unidos, India y Japón). En la perspectiva del próximo Congreso Popular en 2022, que deberá nombrar al nuevo (o confirmar al viejo) presidente, la situación en China, por lo tanto, también es particularmente inestable.
"Como señaló la Izquierda Comunista de Francia en su órgano de prensa Internationalisme en 1952, el capitalismo de Estado no es una solución a las contradicciones del capitalismo, incluso si puede retrasar sus efectos, sino es su expresión. Por lo tanto, la capacidad del Estado para mantener la cohesión de una sociedad en declive, por muy generalizada que sea, está destinada a debilitarse con el tiempo y, en última instancia, a convertirse en un factor agravante de las mismas contradicciones que intenta contener. La descomposición del capitalismo es el período durante el cual una creciente pérdida de control de la clase dominante y de su Estado se convierte en la tendencia dominante de la evolución social, lo que el Covid revela tan dramáticamente" (Informe sobre la pandemia Covid-19 y el período de descomposición capitalista (julio de 2020). Con la crisis pandémica, se expresa de una manera particularmente aguda la contradicción entre la necesidad de un intervencionismo masivo del capitalismo de Estado -para tratar de limitar los efectos de la crisis- y una tendencia opuesta a la pérdida de control y la fragmentación -exacerbada por estos intentos del Estado de mantener su control.
En particular, la crisis del Covid-19 marcó una aceleración en la pérdida de credibilidad de los aparatos estatales. Mientras que el capitalismo de Estado ha intervenido masivamente para hacer frente a los efectos de la crisis pandémica (medidas sanitarias, confinamientos, vacunación masiva, compensación financiera generalizada para amortiguar el impacto económico, ...), las medidas adoptadas en diferentes planos, a menudo han resultado ineficaces o han provocado nuevas contradicciones (la vacunación exacerba la oposición anti-Estado de los "antivacunas"; las compensaciones económicas para un sector suscita el descontento de otros). Por lo tanto, si el Estado es presentado para representar al conjunto de la sociedad y mantener su cohesión, esto es cada vez menos visto así por la sociedad: ante la apatía y la creciente irresponsabilidad de la burguesía, cada vez más evidentes también en los países centrales, la tendencia es ver al Estado como una estructura al servicio de las élites corruptas, también como una fuerza de represión. Como resultado, hay cada vez más dificultades para imponer reglas: en muchos países europeos, como por ejemplo en Italia, Francia o Polonia, y también en los Estados Unidos, se han producido manifestaciones contra las medidas gubernamentales de cierre de comercios o de confinamiento. En todas partes, especialmente entre los jóvenes, las campañas en las redes sociales parecen oponerse a estas reglas, como el hashtag "Ya no quiero jugar el juego" en Holanda.
La incapacidad de los Estados para hacer frente a la situación está simbolizada y afectada a la vez por el impacto del "vandalismo" populista. La perturbación del juego político de la burguesía en los países industrializados se manifestó prominentemente a principios del siglo XXI con los movimientos y partidos populistas, a menudo cercanos a la extrema derecha. Reveladores son así, el sorpresivo ascenso de Le Pen "en la final" de las elecciones presidenciales de 2002 en Francia, el fulgurante y espectacular avance de la "lista Pim Fortuyn" en los Países Bajos en 2001-2002, el gobierno de Berlusconi con el apoyo de la extrema derecha en Italia, el ascenso de Jorg Haider y el FPO en Austria, o el ascenso del Tea Party en Estados Unidos. En ese momento, la CCI tendía a vincular el fenómeno con la debilidad de la burguesía: "Dependen de la fuerza o de la debilidad de la burguesía nacional. En Italia, las debilidades y divisiones internas de la burguesía, incluso desde un punto de vista imperialista, tienden a traer de vuelta a una importante derecha populista. En Gran Bretaña, por el contrario, la casi inexistencia de un partido específico de extrema derecha está vinculada a la experiencia y al control superior del juego político por parte de la burguesía inglesa [¡sic!]”14. Si bien la tendencia a la pérdida de control es mundial y ha marcado a la periferia (países como Brasil, Venezuela, Perú en América Latina, Filipinas o India en Asia), ahora está afectando fuertemente a los países industrializados; a las burguesías históricamente más fuertes (Gran Bretaña) y hoy especialmente a Estados Unidos. Mientras que la oleada populista se deslizaba en el desafío del establishment, la llegada al poder de los populistas desacredita y desestabiliza aún más las estructuras estatales a través de su política "vandálica" (ver Trump, Bolsonaro, pero también el "gobierno populista" M5S y Lega en Italia), hasta el punto de que no están dispuestos, ni son capaces de hacerse cargo de los asuntos del Estado de manera responsable.
Estas observaciones van al encuentro de la tesis según la cual la burguesía, a través de estas medidas, está movilizando y sometiendo a la población para una marcha hacia una guerra generalizada. Las políticas sanitarias caóticas y la ineptitud de los Estados para afrontar la situación expresan, por el contrario, la dificultad de las burguesías de los países centrales para imponer su control a la sociedad. El desarrollo de esta tendencia puede dañar la credibilidad de las instituciones democráticas (sin que esto implique, en el contexto actual, el más mínimo refuerzo del terreno de la clase trabajadora) o por el contrario ver el desarrollo de campañas para la defensa de las mismas, incluso para el restablecimiento de una "verdadera democracia": así, durante el asalto al Capitolio, se opusieron aquellos que querían recuperar la democracia "tomada como rehén por las élites" ("el Capitolio es nuestro hogar") y aquellos que defendían la democracia contra un golpe populista.
El hecho de que la burguesía sea cada vez menos capaz de presentar una perspectiva para el conjunto de la sociedad también genera una aterradora expansión de ideologías alternativas irracionales y un creciente desprecio por un enfoque científico y razonado. Ciertamente, la descomposición de los valores de la clase dominante no es nueva. Apareció ya a finales de la década de 1960, pero el hundimiento cada vez más profundo en la descomposición, el caos y la barbarie fomentó el aumento del odio y de la violencia de ideologías nihilistas y de los sectarismos religiosos más retrógrados. La crisis del Covid-19 estimuló la expansión a gran escala de estos. Movimientos como QAnon, Wolverine Watchmen, Proud Boys o el movimiento Boogaloo en Estados Unidos, sectas evangélicas en Brasil, América Latina o África, sectas musulmanas sunitas o chiítas, pero también sectas hinduistas o budistas difunden teorías conspirativas y difunden concepciones totalmente fantasiosas sobre el virus, la pandemia, el origen (creacionismo) o el futuro de la sociedad. La extensión exponencial del pensamiento irracional y el rechazo de las contribuciones de la ciencia tenderán a acelerarse.
Las explosiones de revueltas populares contra la miseria y la barbarie guerrera estuvieron presentes desde el comienzo de la fase de descomposición y se están acentuando en el siglo XXI: Argentina (2001-2002), los suburbios franceses en 2005, Irán en 2009, Londres y otras ciudades inglesas en 2011, el estallido de disturbios en el Magreb y Oriente Medio en 2011-12 (la "Primavera Árabe"). Una nueva oleada de disturbios sociales estalla en Chile, Ecuador o Colombia (2019), Irán (en 2017-18 y nuevamente en 2019-20), en Irak, en el Líbano (2019-2020), pero también en Rumanía (2017) en Bulgaria (2013 y 2019-2020) o en Francia con el movimiento de los "chalecos amarillos" (2018-2019) y, con características específicas, en Ferguson (2014) y Baltimore (2016) en los Estados Unidos. Estas revueltas muestran la creciente desesperación de las poblaciones que sufren la desestructuración de las relaciones sociales, sometidas a las consecuencias traumáticas y dramáticas de la pauperización vinculada al colapso económico o a las guerras interminables. Estas también están cada vez más dirigidas a la corrupción de las fracciones gobernantes y, en términos más generales, a las élites políticas.
A raíz de la prolongación de la crisis del Covid-19, tales estallidos de ira se multiplican, tomando la forma de manifestaciones e incluso revueltas. Tienden a cristalizarse alrededor de tres polos:
a) movimientos interclasistas, expresando una revuelta contra las consecuencias económicas y sociales de la crisis del Covid-19 (ejemplo de los "chalecos amarillos");
b) movimientos identitarios, de orígenes populistas (MAGA) o parcelarios, que tienden a exacerbar las tensiones entre los componentes de la población (como las revueltas raciales (BLM), pero también los movimientos de inspiración religiosa (en la India, por ejemplo), etc.);
c) movimientos anti-establishment y anti-Estado en nombre de la "libertad individual", de tipo nihilista, sin verdaderas "alternativas", como los movimientos "anti-vacunas" o movimientos conspiradores ("recuperar mis instituciones de las manos de las élites").
Estos tipos de movimientos a menudo conducen a disturbios y saqueos, sirviendo como una salida para las pandillas de jóvenes de los barrios minados por la descomposición. Si bien estos movimientos ponen en evidencia la importante pérdida de credibilidad de las estructuras políticas de la burguesía, ninguno de ellos ofrece, de ninguna manera, una perspectiva para la clase trabajadora. Cualquier revuelta contra el Estado no siempre es un terreno adecuado para el proletariado: por el contrario, lo desvían de su terreno de clase para encerrarlo en un campo que no es el suyo.
La pandemia ilustra el dramático empeoramiento de la degradación del medio ambiente, que está alcanzando niveles alarmantes según los hallazgos y pronósticos que ahora son unánimes en la comunidad científica y que la mayoría de los propios sectores burgueses de todos los países han retomado a su cuenta (Acuerdo de París, 2015): contaminación del aire de las ciudades y el agua oceánica, cambio climático con fenómenos meteorológicos cada vez más violentos, avance de la desertificación, aceleración de la desaparición de especies vegetales y animales que amenaza cada vez más el equilibrio biológico de nuestro planeta. "Todas estas calamidades económicas y sociales que, si bien revelan en general la decadencia misma, explican, por su acumulación y amplitud, el hundimiento en un completo estancamiento de un sistema que no tiene ningún futuro que ofrecer a la mayor parte de la población mundial, sino el de una barbarie creciente más allá de la imaginación. Un sistema cuyas políticas económicas, investigaciones e inversiones se llevan a cabo sistemáticamente en detrimento del futuro de la humanidad y, por lo tanto, en detrimento del futuro de este propio sistema" (Punto 7 de las Tesis sobre la descomposición).
La clase dominante es incapaz de aplicar las medidas necesarias debido a las mismas leyes del capitalismo y más específicamente debido a la exacerbación de las contradicciones causadas por el hundimiento en la descomposición; por lo tanto, la crisis ecológica sólo puede empeorar y conducir a nuevas catástrofes en el futuro. Sin embargo, en las últimas décadas, la burguesía ha recuperado la dimensión ecológica en un intento de poner de relieve la perspectiva de "reformas dentro del sistema". En particular, las burguesías de los países industrializados sitúan la "transición ecológica" y la "economía verde" en el centro de sus campañas actuales para hacer aceptar una perspectiva de austeridad draconiana en el marco de sus políticas económicas “posteriores al Covid” destinadas a reestructurar y fortalecer la posición competitiva de los países industrializados. Por lo tanto, están en el centro de los "planes de recuperación" de la Comisión Europea para los países de la UE y las medidas de estímulo de la administración Biden en Estados Unidos. Por lo tanto, la ecología será más que nunca una gran mistificación a ser combatida por los revolucionarios en los próximos años.
Este informe mostró que la pandemia no abre un nuevo período, sino que es en primer lugar un indicador del nivel de pudrimiento alcanzado durante los 30 años de fase de descomposición del capitalismo, un nivel a menudo subestimado hasta ahora. Al mismo tiempo, la crisis pandémica también anuncia una aceleración significativa de varios efectos de la descomposición en el próximo período, que se ilustra en particular por el impacto de la crisis del Covid-19 en la gestión de la economía por parte de los Estados y por sus efectos devastadores en los países industriales centrales, y en particular en la superpotencia estadounidense. Existen oportunidades para las contra tendencias puntuales, que pueden imponer una pausa o incluso una cierta reanudación del control por parte del capitalismo de Estado, pero estos acontecimientos específicos no significarán de ninguna manera que la dinámica histórica de hundimiento en la fase de descomposición, destacada en este informe, sea cuestionada.
Si la perspectiva no es a la guerra mundial generalizada (entre bloques imperialistas), el hundimiento actual en el cada uno para sí y la fragmentación trae, sin embargo, la siniestra promesa de una multiplicación de conflictos guerreros mortales, revueltas sin perspectivas ahogadas en sangre o catástrofes para la humanidad. "El curso de la historia es irreversible: la descomposición conduce, como su nombre indica, a la dislocación y putrefacción de la sociedad, a la nada. Dejada a su propia lógica, a sus últimas consecuencias, conduce a la humanidad al mismo resultado que la guerra mundial. Ser brutalmente aniquilada por una lluvia de bombas termonucleares en una guerra generalizada o por la contaminación, la radiactividad de las centrales nucleares, el hambre, las epidemias y las masacres de múltiples conflictos bélicos (donde también se podían utilizar armas atómicas), todo esto llega, en última instancia, a lo mismo. La única diferencia entre estas dos formas de aniquilación es que la primera es más rápida, mientras que la segunda es más lenta y causaría aún más sufrimiento" (Punto 11 de las Tesis sobre la Descomposición)
La continuación de la fase de descomposición también puede conducir a una disminución de la capacidad del proletariado para llevar a cabo su acción revolucionaria. Por lo tanto, este último está inmerso en una carrera contra reloj de frente al hundimiento de la sociedad en la barbarie de un sistema históricamente obsoleto. Por supuesto, las luchas de los trabajadores no pueden impedir el desarrollo de la descomposición, pero pueden detener los efectos de la descomposición, del cada uno para sí. Como recordatorio, "la decadencia del capitalismo era necesaria para que el proletariado estuviera en la medida de derrocar este sistema; por el contrario, el surgimiento del fenómeno histórico de la descomposición, resultado de la prolongación de la decadencia, en ausencia de la revolución proletaria, no constituye de ninguna manera una etapa necesaria para el proletariado en el camino de su emancipación" (Punto 12 de las Tesis sobre la Descomposición).
Por lo tanto, la crisis del Covid-19 crea una situación aún más impredecible y confusa. Las tensiones en diferentes niveles (salud, socioeconómico, militar, político, ideológico) generarán grandes choques sociales, revueltas populares masivas, disturbios destructivos, intensas campañas ideológicas, como la que rodea a la ecología. Sin marco para una sólida aprehensión de los acontecimientos, los revolucionarios no podrán desempeñar su papel de vanguardia política de la clase, sino que contribuirán, por el contrario, a su confusión, al declive de su capacidad para llevar a cabo su acción revolucionaria.
1 XIIIº Congreso de la CCI - Resolución sobre la situación internacional https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1167/xiii-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internaciona [221]
2 Ver Las teorías conspiranoicas una expresión de la descomposición ideológica del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4590/las-teorias-conspiranoicas-una-expresion-de-la-descomposicion-ideologica-del [222]
3 Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [32]
4 https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [79]
5 Tesis 4 de nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
6 Según la Universidad John Hopkins a 6 de septiembre 2021 había 4.567.431 muertos en el mundo, más de 640000 en USA, más de 1250000 en Europa etc.
7 Resolución sobre la situación internacional del 8º Congreso de la CCI (1989) Revista Internacional nº 59 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200801/2143/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-viii-congreso-de-la-cc [223]
8 Ver Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017) https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017 [224]
9 Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI, punto 3, Revista Internacional nº 164. https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [79]
10 Informe sobre la pandemia de Covid-19 y el periodo de descomposición capitalista https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista [225]
11 Este texto fue redactado en julio de 2020, y no podía tener en cuenta información reciente que considera plausible la tesis de que la epidemia tuvo su origen en un accidente de laboratorio en Wuhan, China (véase al respecto el siguiente artículo: Origines du Covid-19 : l’hypothèse d’un accident à l’Institut de virologie de Wuhan relancée après la divulgation de travaux inédits (lemonde.fr) [226] Dicho esto, esta hipótesis, si se verifica, no disminuiría en absoluto nuestro análisis según el cual la Pandemia es un producto de la descomposición del capitalismo. Por el contrario, ilustraría que esto no escatima la investigación científica en un país cuyo crecimiento meteórico en las últimas décadas lleva el sello de la descomposición
12 XVIIº Congreso internacional - Resolución sobre la situación internacional Revista Internacional nº 130 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200708/2004/xvii-congreso-internacional-resolucion-sobre-la-situacion-internac [227]
13 Ver Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion [2]
14 Alza de la extrema derecha en Europa: ¿Existe hoy un peligro fascista? https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/241/alza-de-la-extrema-derecha-en-europa-existe-hoy-un-peligro-fascista [228]
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Esta resolución está en continuidad con el informe sobre la descomposición del XXII Congreso de la CCI, la resolución sobre la situación internacional al XXIII Congreso y el informe sobre la pandemia y la descomposición del XXIV Congreso1. Se basa en la idea de que la decadencia del capitalismo no sólo pasa por diferentes etapas o fases, sino que desde finales de los años ochenta hemos llegado a su última fase, la fase de descomposición2; además, que la propia descomposición tiene una historia, y un objetivo central de estos textos es "probar" el marco teórico de la descomposición frente a la evolución de la situación mundial. Han demostrado que la mayoría de los acontecimientos importantes de las últimas tres décadas han confirmado la validez de este marco, como lo atestigua la exacerbación del sálvese quien pueda a nivel internacional, el "rebote" de los fenómenos de descomposición a las zonas centrales del capitalismo mundial a través del crecimiento del terrorismo y la crisis de los refugiados, el auge del populismo y la pérdida de control político por parte de la clase dominante, la putrefacción creciente de la ideología a través de la difusión de la búsqueda de un chivo expiatorio, el fundamentalismo religioso y las teorías de la conspiración. Y así como la fase de descomposición es la expresión concentrada de todas las contradicciones del capital, sobre todo en su época de decadencia, la actual pandemia de Covid-19 es una destilación de todas las manifestaciones clave de la descomposición, y un factor activo de su aceleración.
1.- La pandemia del Covid-19, la primera de tal envergadura desde el brote de la gripe española en 1918 es el momento más importante de la evolución de la descomposición capitalista desde que se abrió definitivamente el periodo en 1989. La incapacidad de la clase dominante para evitar la mortandad resultante, de entre 7 y 12 millones, confirma que el sistema mundial capitalista, abandonado a su suerte, arrastra a la humanidad hacia el abismo de la barbarie, hacia su destrucción; y que sólo la revolución proletaria mundial puede detener este deslizamiento y conducir a la humanidad hacia un futuro diferente.
2. La CCI está prácticamente sola en la defensa de la teoría de la descomposición. Otros grupos de la izquierda comunista la rechazan por completo, ya sea, como en el caso de los bordiguistas, porque no aceptan que el capitalismo sea un sistema en decadencia (o, en el mejor de los casos, son incoherentes y ambiguos en este punto); o, en el caso de la Tendencia Comunista Internacionalista, porque hablar de una fase "final" del capitalismo suena demasiado apocalíptico, o porque definir la descomposición como un descenso al caos es una desviación del materialismo, que, en su opinión, busca las raíces de todo fenómeno en la economía y, sobre todo, en la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Todas estas corrientes parecen ignorar que nuestro análisis está en continuidad con la plataforma de la Internacional Comunista de 1919, que no sólo insistía en que la guerra imperialista mundial de 1914-18 anunciaba la entrada del capitalismo en la "época de la descomposición del capital, de su desintegración interna, la época de la revolución comunista del proletariado", sino que también subrayaba que "El viejo 'orden' capitalista ha dejado de funcionar; su existencia ulterior está fuera de toda duda. El resultado final del modo de producción capitalista es el caos. Este caos sólo puede ser superado por la clase productiva y más numerosa: la clase obrera. El proletariado tiene que establecer un orden real, un orden comunista". Así, el drama al que se enfrentaba la humanidad se planteaba efectivamente en términos de orden contra caos. Y la amenaza de ruptura caótica estaba vinculada a "la anarquía del modo de producción capitalista", es decir, a un elemento fundamental del propio sistema.
-Según el marxismo, el sistema capitalista, en un nivel cualitativamente superior a cualquier modo de producción anterior, implica que los productos del trabajo humano se conviertan en un poder ajeno que se sitúa por encima y en contra de sus creadores. Esta decadencia del sistema, con sus contradicciones insolubles, está marcada por una nueva espiral en esta pérdida de control. Y como explica la Plataforma de la IC, la necesidad de intentar superar la anarquía capitalista dentro de cada Estado-nación -a través del monopolio y sobre todo de la intervención del Estado- no hace sino empujarla a nuevas cotas a escala global, culminando en la guerra mundial imperialista. Así, si bien el capitalismo puede, en ciertos niveles y durante ciertas fases, contener su tendencia innata al caos (por ejemplo, a través de la movilización para la guerra en los años 30 o el período de auge económico que siguió a la guerra), la tendencia más profunda es hacia la "desintegración interna" que, para la IC, caracterizaba a la nueva época.
3. Mientras que el Manifiesto de la IC hablaba del comienzo de una nueva "época", hubo tendencias dentro de la Internacional a ver la situación catastrófica del mundo de posguerra como una crisis final en sentido inmediato y no como toda una época de catástrofes que podría durar muchas décadas. Y este es un error en el que los revolucionarios han caído muchas veces, no sólo por errores en sus análisis, sino también porque no es posible predecir con certeza el momento preciso en que se producirá un cambio importante a nivel histórico. Tales errores se produjeron, por ejemplo, en 1848, cuando el Manifiesto Comunista ya proclamaba que la envoltura del del capital se había vuelto demasiado estrecha para contener las fuerzas productivas que había puesto en marcha; en 1919-20 con la teoría del colapso inminente del capital, desarrollada en particular por la izquierda comunista alemana; o de nuevo, en 1938, con la noción de Trotsky de que las fuerzas productivas habían dejado de crecer. La propia CCI también ha subestimado la capacidad del capitalismo para expandirse y desarrollarse a su manera, incluso en un contexto general de avance de la decadencia, especialmente en el caso de la China estalinista tras el colapso del bloque ruso. Sin embargo, estos errores son producto de una interpretación inmediata de la crisis capitalista, no un fallo inherente a la teoría de la decadencia en sí, que ve al capitalismo en este periodo como un freno creciente a las fuerzas productivas, más que como una barrera absoluta. Pero el capitalismo lleva más de un siglo en decadencia, y reconocer que estamos llegando a los límites del sistema es totalmente coherente con la comprensión de que la crisis económica, a pesar de los altibajos, se ha vuelto esencialmente permanente; que los medios de destrucción no sólo han alcanzado un nivel tal que podrían destruir toda la vida del planeta, sino que están en manos de un "orden" mundial cada vez más inestable; que el capitalismo ha provocado un desastre ecológico planetario sin precedentes en la historia de la humanidad. En resumen, el reconocimiento de que nos encontramos en la última etapa de la decadencia capitalista se basa en una evaluación sobria de la realidad. Una vez más, esto debe verse en una escala de tiempo histórica, no cotidiana. Pero significa que esta fase final es irreversible y no puede haber otra salida que el comunismo o la destrucción de la humanidad. Esta es la alternativa histórica de nuestra época.
4. La pandemia de Covid-19, en contra de las opiniones propagadas por la clase dominante, no es un acontecimiento puramente "natural", sino que resulta de una combinación de factores naturales, sociales y políticos, todos ellos vinculados al funcionamiento del sistema capitalista en descomposición. El elemento "económico" es efectivamente crucial aquí, y de nuevo en más de un nivel. Es la crisis económica, la búsqueda desesperada de beneficios, lo que ha llevado al capital a invadir toda la superficie del planeta, a apoderarse de lo que Adam Smith llamaba el "don gratuito" de la naturaleza, destruyendo los santuarios que quedan para la vida salvaje y aumentando enormemente el riesgo de enfermedades zoonóticas. A su vez, el crack financiero de 2008 condujo a una brutal reducción de las inversiones en investigación de nuevas enfermedades, en equipos médicos y en tratamientos, lo que aumentó exponencialmente el impacto mortal del coronavirus, situación que se vio agravada por los ataques masivos a los sistemas sanitarios (reducción del número de camas y de cuidadores, etc.) que estaban desbordados en el momento de la pandemia. Y la intensificación de la competencia del "sálvese quien pueda" entre empresas y naciones a nivel mundial ha retrasado gravemente el suministro de material de seguridad y de vacunas. Y en contra también de las esperanzas utópicas de ciertos sectores de la clase dirigente, la pandemia no dará lugar a un orden mundial más armonioso una vez que se haya mantenido a raya. No sólo porque esta pandemia es probablemente sólo una señal de advertencia de pandemias peores por venir, dado que las condiciones fundamentales que la generaron no pueden ser abordadas por la burguesía, sino también porque la pandemia ha empeorado considerablemente una recesión económica mundial que ya se vislumbraba antes de que la pandemia golpeara. El resultado será lo contrario de la armonía, ya que las economías nacionales intentarán cortarse el cuello unas a otras en la lucha por los menguantes mercados y recursos. Esta mayor competencia se expresará sin duda en el plano militar. Y la "vuelta a la normalidad" de la competencia capitalista hará recaer nuevas cargas sobre las espaldas de los explotados del mundo, que soportarán el peso principal de los esfuerzos del capitalismo por recuperar una parte de las gigantescas deudas que ha contraído en sus intentos de gestionar la crisis.
5. Ningún Estado puede pretender ser un modelo de gestión de la pandemia. Si algunos Estados asiáticos consiguieron inicialmente hacer frente a la situación de forma más eficaz (aunque países como China se dedicaron a falsear las cifras y la realidad de la epidemia), es por su experiencia en la confrontación de pandemias a nivel social y cultural, ya que este continente ha sido históricamente el caldo de cultivo para la aparición de nuevas enfermedades, y sobre todo porque estos Estados han conservado los medios, las instituciones y los procedimientos de coordinación puestos en marcha durante la epidemia de SARS en 2003. La propagación global del virus, la generación internacional de nuevas variantes, plantea el problema desde el principio en el nivel en el que la impotencia de la burguesía queda más claramente expuesta, en particular su incapacidad para adoptar un enfoque unificado y coordinado (como demuestra el reciente fracaso de la propuesta de firmar un tratado para luchar contra las pandemias) y para garantizar que toda la humanidad esté protegida por las vacunas.
6. La pandemia, como producto de la descomposición del sistema, está demostrando ser una fuerza formidable para acelerar aún más esa descomposición. Además, su impacto en la nación más poderosa del planeta, Estados Unidos, confirma lo que ya se señaló en el informe del XXII Congreso: la tendencia a que los efectos de la descomposición vuelvan con más fuerza al corazón mismo del sistema capitalista mundial. De hecho, Estados Unidos está ahora en el "centro" del proceso de descomposición mundial. La catastrófica gestión de la crisis del Covid por parte de la administración populista de Trump ha jugado sin duda un papel importante en que Estados Unidos tenga las tasas de mortalidad más altas del mundo por esta enfermedad. Al mismo tiempo, el alcance de las divisiones en el seno de la clase dirigente estadounidense quedó al descubierto con las disputadas elecciones de noviembre de 2020 y, sobre todo, con el asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump el 6 de enero de 20213, empujados por éste y su entorno. Este último acontecimiento demuestra que las divisiones internas de Estados Unidos atraviesan toda la sociedad. Aunque Trump ha sido desalojado del gobierno, el trumpismo sigue siendo una fuerza poderosa y fuertemente armada, que se expresa tanto en las calles como en las urnas. Y con todo, el ala izquierda del Capital reuniéndose detrás de la bandera del antifascismo, hay un peligro real de que la clase obrera en los EEUU se vea atrapada en conflictos violentos entre facciones rivales de la burguesía.
7. Los acontecimientos en EEUU también ponen de manifiesto el avance de la descomposición de las estructuras ideológicas del capitalismo, donde de nuevo EEUU "lidera el camino". La llegada de la administración populista de Trump, la poderosa influencia del fundamentalismo religioso, la creciente desconfianza en la ciencia, tienen sus raíces en factores particulares de la historia del capitalismo estadounidense, pero el desarrollo de la descomposición y, en particular, el estallido de la pandemia ha impregnado todo tipo de ideas irracionales a la corriente principal de la vida política, reflejando con precisión la completa falta de perspectiva para el futuro que ofrece la sociedad existente. En particular, EEUU se ha convertido en el punto nodal para la irradiación de la "teoría de la conspiración" en todo el mundo capitalista avanzado, sobre todo a través de Internet y los medios sociales, que han proporcionado los medios tecnológicos para socavar aún más los fundamentos de cualquier idea de verdad objetiva en un grado que el estalinismo y el nazismo sólo podrían haber soñado. La teoría de la conspiración, que se presenta en diferentes formas, tiene ciertos rasgos comunes: la visión personalizada de las élites secretas que dirigen la sociedad desde la sombra, el rechazo del método científico y una profunda desconfianza hacia todo discurso oficial. A diferencia de la ideología dominante de la burguesía, que presenta la democracia y el poder estatal existente como verdaderos representantes de la sociedad, la teoría de la conspiración tiene su centro de gravedad en el odio a las élites establecidas, un odio que dirige contra el capital financiero y la clásica fachada democrática del totalitarismo capitalista de Estado. Esto llevó a los representantes del movimiento obrero en el pasado a llamar a este enfoque el "socialismo de los tontos" (August Bebel, en referencia al antisemitismo), un error todavía comprensible antes de la Primera Guerra Mundial, pero que sería peligroso hoy en día. El populismo de la teoría de la conspiración no es un intento retorcido de acercarse al socialismo ni a nada que se parezca a la conciencia de clase proletaria. Una de sus principales fuentes es la propia burguesía: esa parte de la burguesía que se resiente de ser excluida precisamente de los círculos internos elitistas de su propia clase, respaldada por otras partes de la burguesía que han perdido o están perdiendo su posición central anterior. Las masas que este tipo de populismo atrae tras de sí, lejos de estar animadas por cualquier voluntad de desafiar a la clase dominante, al identificarse con la lucha por el poder de aquellos a los que apoyan, esperan compartir de alguna manera ese poder, o al menos verse favorecidos por él a expensas de otros.
8. Aunque el avance de la descomposición capitalista, junto con la agudización caótica de las rivalidades imperialistas, adopta principalmente la forma de fragmentación política y de pérdida de control por parte de la clase dominante, esto no significa que la burguesía no pueda seguir recurriendo al totalitarismo estatal en sus esfuerzos por mantener unida la sociedad. Por el contrario, cuanto más tiende a desintegrarse la sociedad, más desesperada se vuelve la confianza de la burguesía en el poder estatal centralizador, que es el principal instrumento de esta clase dominante, la más maquiavélica de todas. La reacción al ascenso del populismo, de las facciones de la clase dominante más conscientes de los intereses generales del capital nacional y de su Estado, es un ejemplo de ello. La elección de Biden, apoyada por una enorme movilización de los medios de comunicación, de partes del aparato político e incluso de los militares y de los servicios de seguridad, expresan esta contra tendencia real frente al peligro de desintegración social y política encarnado más claramente por el trumpismo. A corto plazo, estos "éxitos" pueden funcionar como un freno al creciente caos social. Frente a la crisis del Covid-19, los cierres sin precedentes, último recurso para contener la propagación desenfrenada de la enfermedad, el recurso masivo al endeudamiento estatal para preservar un mínimo de nivel de vida en los países avanzados, la movilización de recursos científicos para encontrar una vacuna, demuestran la necesidad de la burguesía de preservar la imagen del Estado como protector de la población, tratando de no perder credibilidad y autoridad frente a la pandemia. Pero a largo plazo, este recurso al totalitarismo estatal tiende a exacerbar aún más las contradicciones del sistema. La semiparalización de la economía y la escalada de la deuda no pueden tener otro resultado que acelerar la crisis económica mundial, mientras que, en el plano social, el aumento masivo de las fuerzas policiales y de la vigilancia del Estado introducidos para aplicar las leyes de bloqueo -e inevitablemente utilizados para justificar todas las formas de protesta y disidencia- están agravando visiblemente la desconfianza en el poder político, expresada principalmente en el terreno anti proletario de los “derechos ciudadanos”.
9. El carácter evidente de la descomposición política e ideológica en la primera potencia mundial no significa que los demás centros del capitalismo mundial puedan constituir fortalezas alternativas de estabilidad. Una vez más, esto es más claro en el caso de Gran Bretaña, que ha sido golpeada simultáneamente por las tasas de mortalidad de Covid más altas de Europa y los primeros síntomas de la herida autoinfligida del Brexit, y que se enfrenta a una posibilidad real de ruptura en sus "naciones" constituyentes. Las actuales e indecorosas disputas entre Gran Bretaña y la UE sobre la viabilidad y la distribución de las vacunas ofrecen una prueba más de que la principal tendencia de la política burguesa mundial actual es hacia una creciente fragmentación, no hacia la unidad frente a un "enemigo común". La propia Europa no se ha librado de estas tendencias centrífugas, no sólo en torno a la gestión de la pandemia, sino también en torno a la cuestión de los "derechos humanos" y la democracia en países como Polonia y Hungría. Resulta sorprendente que incluso países centrales como Alemania, que antes se consideraba un relativo "refugio seguro" de estabilidad política y que pudo aprovechar su fortaleza económica, se vea ahora afectada por un creciente caos político. La aceleración de la descomposición en el centro histórico del capitalismo se caracteriza tanto por la pérdida de control como por las crecientes dificultades para generar homogeneidad política. Tras la pérdida de su segunda economía más importante, aunque la UE no corre el peligro inmediato de sufrir grandes escisiones, estas amenazas siguen planeando sobre el sueño de una Europa unida. Y mientras la propaganda estatal china destaca la creciente desunión e incoherencia de las "democracias", presentándose como un baluarte de la estabilidad mundial, el creciente recurso de Pekín a la represión interna, como contra el "movimiento democrático" de Hong Kong y los musulmanes uigures, es en realidad una prueba de que China es una bomba de relojería. El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición. La apertura económica durante el periodo de Deng en la década de 1980 movilizó enormes inversiones, especialmente de Estados Unidos, Europa y Japón. La masacre de Tiananmen en 1989 puso de manifiesto que esta apertura económica estaba siendo aplicada por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping, no es una expresión de fuerza, sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas en el seno de la sociedad e importantes luchas entre camarillas dentro de la clase dirigente.
10. A diferencia de una situación en la que la burguesía es capaz de movilizar a la sociedad para la guerra, como en los años 30, el ritmo y las formas exactas de la marcha del capitalismo en descomposición hacia la destrucción de la humanidad son más difíciles de predecir porque es el producto de una convergencia de diferentes factores, algunos de los cuales pueden estar parcialmente ocultos a la vista. El resultado final, como insisten las Tesis de Descomposición, es el mismo: "Abandonado a su suerte, (el capitalismo) llevará a la humanidad al mismo destino que la guerra mundial. Al final, es lo mismo si somos aniquilados por una lluvia de bombas termonucleares, o por la contaminación, la radiactividad de las centrales nucleares, el hambre, las epidemias y las masacres de innumerables guerras pequeñas (en las que también podrían utilizarse armas nucleares). La única diferencia entre estas dos formas de aniquilación radica en que una es rápida, mientras que la otra sería más lenta y, en consecuencia, provocaría aún más sufrimiento". Sin embargo, hoy en día, los contornos de esta tendencia a la aniquilación son cada vez más nítidos. Las consecuencias de la destrucción de la naturaleza por parte del capitalismo son cada vez más imposibles de negar, al igual que el fracaso de la burguesía mundial, con todas sus conferencias mundiales y promesas de avanzar hacia una "economía verde", para detener un proceso que está inextricablemente ligado a la necesidad del capitalismo de penetrar hasta el último rincón del planeta en su búsqueda competitiva del proceso de acumulación. La pandemia de COVID es probablemente la expresión más significativa hasta ahora de este profundo desequilibrio entre la humanidad y la naturaleza, pero también se multiplican otras señales de alarma, desde el deshielo de los polos hasta los devastadores incendios de Australia y California y la contaminación de los océanos por los detritus de la producción capitalista.
11. Al mismo tiempo, también proliferan las "masacres de innumerables guerras pequeñas" a medida que el capitalismo, en su fase final, se sumerge en un "cada uno para sí" imperialista cada vez más irracional. La agonía de diez años en Siria, un país ahora totalmente arruinado por un conflicto en el que participan al menos cinco bandos rivales, es quizás la expresión más elocuente de esta aterradora "cesta de víboras", pero estamos viendo manifestaciones similares en Libia, el Cuerno de África y Yemen, guerras que han sido acompañadas y agravadas por la aparición de potencias regionales como Irán, Turquía y Arabia Saudita, ninguna de las cuales puede aceptar la disciplina de las principales potencias mundiales: estas potencias de segundo o tercer nivel pueden forjar alianzas contingentes con los estados más poderosos sólo para encontrarse en bandos opuestos en otras situaciones (como en el caso de Turquía y Rusia en la guerra de Libia). Los recurrentes enfrentamientos militares en Israel/Palestina son también testimonio de la naturaleza intratable de muchos de estos conflictos, y en este caso la matanza de civiles se ha visto exacerbada por el desarrollo de una atmósfera de pogromos dentro del propio Israel, lo que muestra el impacto de la descomposición tanto a nivel militar como social. Al mismo tiempo, asistimos a una agudización del conflicto entre las potencias mundiales. La exacerbación de las rivalidades entre Estados Unidos y China ya era evidente bajo Trump, pero la administración Biden continuará en la misma dirección, aunque bajo pretextos ideológicos diferentes, como los abusos de los derechos humanos por parte de China; al mismo tiempo, la nueva administración ha anunciado que ya no se dejará “envolver” ante Rusia, que ahora ha perdido su punto de apoyo en la Casa Blanca. Y aunque Biden ha prometido reinsertar a Estados Unidos en una serie de instituciones y acuerdos internacionales (sobre el cambio climático, el programa nuclear iraní, la OTAN...), esto no significa que Estados Unidos vaya a renunciar a su capacidad de actuar en solitario en defensa de sus intereses. El ataque militar contra las milicias proiraníes en Siria por parte de la administración Biden sólo semanas después de las elecciones fue una clara declaración en este sentido. La búsqueda del sálvese quien pueda hará cada vez más difícil, si no imposible, que Estados Unidos imponga su liderazgo, una ilustración de cada uno contra todos en la aceleración de la descomposición.
12. Dentro de este caótico panorama, no cabe duda de que el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiende a ocupar el centro del escenario. La nueva administración ha demostrado así su compromiso con la "inclinación hacia el este" (ahora apoyada por el gobierno tory en Gran Bretaña) que ya era un eje central de la política exterior de Obama. Esto se ha concretado en el desarrollo de la "Cuadrilateral", una alianza explícitamente anti-China entre EEUU, Japón, India y Australia. Sin embargo, esto no significa que nos dirijamos a la formación de bloques estables y a una guerra mundial generalizada. La marcha hacia la guerra mundial está todavía obstruida por la poderosa tendencia a la indisciplina, al sálvese quien pueda y al caos a nivel imperialista, mientras que en los países capitalistas centrales el capitalismo no dispone todavía de los elementos políticos e ideológicos -incluyendo en particular una derrota política del proletariado- que podrían unificar la sociedad y allanar el camino hacia la guerra mundial. El hecho de que seguimos viviendo en un mundo esencialmente multipolar se pone de manifiesto, en particular, en la relación entre Rusia y China. Aunque Rusia se ha mostrado muy dispuesta a aliarse con China en cuestiones concretas, generalmente en oposición a EEUU, no es menos consciente del peligro de subordinarse a su vecino oriental, y es uno de los principales opositores a la "Nueva Ruta de la Seda" de China hacia la hegemonía imperialista4.
13. Esto no significa que estemos viviendo una época de mayor seguridad que en el período de la Guerra Fría, acechado como estaba por la amenaza de un Armagedón nuclear. Por el contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción -nucleares, convencionales, biológicos y químicos- que ha acumulado la clase dominante, y que ahora están más ampliamente distribuidos en un número mucho mayor de Estados nación que en el período anterior. Aunque no asistimos a una marcha controlada hacia la guerra dirigida por bloques militares disciplinados, no podemos descartar el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes espantosos que marcarían una nueva aceleración del deslizamiento hacia la barbarie.
14. Por primera vez en la historia del capitalismo, fuera de una situación de guerra mundial, la economía se ha visto directa y profundamente afectada por un fenómeno -la pandemia del COVID 19- que no está directamente relacionado con las contradicciones de la economía capitalista. La magnitud e importancia del impacto de la pandemia, como producto de un sistema completamente obsoleto y en plena descomposición, ilustra el hecho inédito de que el fenómeno de la descomposición capitalista está afectando ahora también, de forma masiva y a escala mundial, a toda la economía capitalista5.
Esta irrupción de los efectos de la descomposición en la esfera económica está afectando directamente a la evolución de la nueva fase de crisis abierta, dando paso a una situación completamente inédita en la historia del capitalismo. Los efectos de la descomposición, al alterar profundamente los mecanismos del capitalismo de Estado que hasta ahora se habían establecido para "acompañar" y limitar el impacto de la crisis, están introduciendo un factor de inestabilidad y fragilidad, de incertidumbre creciente.
El caos que se apodera de la economía capitalista confirma la opinión de Rosa Luxemburgo de que el capitalismo no sufrirá un colapso puramente económico. "Cuanto más despiadadamente el capital emprende la destrucción de los estratos no capitalistas, en el país y en el mundo exterior, cuanto más baja el nivel de vida del conjunto de los trabajadores, mayor es también el cambio en la historia cotidiana del capital. Se convierte en una cadena de catástrofes y convulsiones políticas y sociales, y en estas condiciones, -acompañada por catástrofes o crisis económicas periódicas, la acumulación no puede continuar. Pero incluso antes de que se llegue a este impasse económico natural de la propia creación del capital, se hace necesario que la clase obrera internacional se rebele contra el dominio del capital". (La Acumulación del Capital, capítulo 32)
15. Golpeando a un sistema capitalista que desde principios de 2018 ya había entrado en una clara desaceleración, la pandemia concretó rápidamente la predicción del XXIII Congreso de la CCI de que nos dirigíamos a una nueva inmersión en la crisis. La violenta aceleración de la crisis económica -y los temores de la burguesía- puede medirse por la altura del enorme muro de la deuda, levantado apresuradamente para preservar el aparato de producción de la quiebra y mantener un mínimo de cohesión social.
Una de las manifestaciones más importantes de la gravedad de la crisis actual, a diferencia de las situaciones pasadas de crisis económica abierta, y a diferencia de la crisis de 2008, reside en el hecho de que los países centrales (Alemania, China y Estados Unidos) han sido golpeados simultáneamente y están entre los más afectados por la recesión. En China esto ha supuesto una fuerte caída del ritmo de crecimiento en 2020. Los Estados más débiles están viendo sus economías estranguladas por la inflación, la caída del valor de su moneda y el empobrecimiento.
Tras cuatro décadas de recurrir al crédito y al endeudamiento para contrarrestar la creciente tendencia a la sobreproducción, salpicadas por recesiones cada vez más profundas y recuperaciones cada vez más limitadas, la crisis de 2007-9 marcó ya un paso más en el descenso del capitalismo hacia una crisis irreversible. Aunque la intervención masiva del Estado pudo salvar al sistema bancario de la ruina total, empujando la deuda a niveles aún más asombrosos, las causas de la crisis de 2007-09 no fueron superadas. Las contradicciones subyacentes a la crisis se trasladaron a un nivel superior con un peso aplastante de la deuda sobre los propios Estados. Los intentos de relanzar las economías no condujeron a una verdadera recuperación: un elemento sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial fue que, aparte de Estados Unidos, China y, en menor medida, Alemania, los niveles de producción en todos los demás países principales se estancaron o incluso cayeron entre 2013 y 2018. La extrema fragilidad de esta "recuperación", al amontonar todas las condiciones para un nuevo deterioro significativo de la economía mundial, ya presagiaba la situación actual.
A pesar de la envergadura histórica de los planes de recuperación, y debido a que el relanzamiento de la economía se está produciendo de una manera tan caótica, todavía no se puede predecir cómo -y hasta qué punto- la burguesía logrará estabilizar la situación, ya que se caracteriza por todo tipo de incertidumbres, sobre todo acerca de la evolución de la propia pandemia.
A diferencia de lo que la burguesía fue capaz de hacer en 2008, cuando reunió al G7 y al G20, formados por los principales Estados, y pudo acordar una respuesta coordinada a la crisis crediticia, hoy cada capital nacional reacciona de forma dispersa, sin otra preocupación que la de reactivar su propia maquinaria económica y su supervivencia en el mercado mundial, sin concertación entre los principales componentes del sistema capitalista. El sálvese quien pueda se ha convertido en un predominio decisivo.
La aparente excepción, el plan de recuperación europeo, que incluye la mutualización de las deudas entre los países de la UE, es producto de la conciencia de los dos principales Estados de la UE de la necesidad de un mínimo de cooperación entre ellos como condición previa para evitar una desestabilización importante de la UE para hacer frente a sus principales rivales China y Estados Unidos, so pena de arriesgarse a una degradación acelerada de su posición en el escenario mundial.
La contradicción entre la necesidad de contener la pandemia y de evitar la parálisis de la producción condujo a la "guerra de las máscaras" y a la "guerra de las vacunas". La actual guerra de las vacunas, la forma en que se fabrican y distribuyen, es un espejo del desorden que afecta a la economía mundial.
Tras el hundimiento del bloque del Este, la burguesía hizo todo lo posible para mantener una cierta colaboración entre los Estados, en particular apoyándose en los órganos de regulación internacional heredados del período de los bloques imperialistas. Este marco de "globalización" permitió limitar el impacto de la fase de descomposición a nivel de la economía, llevando a su extremo la posibilidad de "asociar" a las naciones en los diferentes niveles de la economía - financiero, productivo, etc.
Con el agravamiento de la crisis y las rivalidades imperialistas, estas instituciones y mecanismos multilaterales ya estaban siendo puestos a prueba por el hecho de que las principales potencias desarrollaban cada vez más sus propias políticas, en particular China, construyendo su vasta red paralela, la Nueva Ruta de la Seda, y Estados Unidos, que tendía a dar la espalda a estas instituciones por la creciente incapacidad de estos organismos para mantener su posición dominante. El populismo se presentaba ya como un factor que agravaba la deteriorada situación económica al introducir un elemento de incertidumbre frente a los tormentos de la crisis. Su llegada al poder en diferentes países aceleró el deterioro de los medios impuestos por el capitalismo desde 1945 para evitar cualquier deriva hacia un repliegue detrás de las fronteras nacionales, que sólo puede conducir a un contagio incontrolado de la crisis económica.
El sálvese quien pueda se deriva de la contradicción existente en el capitalismo entre la escala cada vez más global de la producción y la estructura nacional del capital, contradicción exacerbada por la crisis. Al provocar un caos creciente en el seno de la economía mundial (con la tendencia a la fragmentación de las cadenas de producción y a la ruptura del mercado mundial en zonas regionales, al refuerzo del proteccionismo y a la multiplicación de las medidas unilaterales), este movimiento totalmente irracional de cada nación hacia la salvación de sí misma a costa de todos los demás es contraproducente para cada capital nacional y un desastre a nivel mundial, un factor decisivo de empeoramiento de toda la economía mundial.
Esta carrera de las facciones burguesas más "responsables" hacia una gestión cada vez más irracional y caótica del sistema y, sobre todo, el avance sin precedentes de esta tendencia al sálvese quien pueda, revela una creciente pérdida de control de su propio sistema por parte de la clase dominante.
16. Única nación con una tasa de crecimiento positiva en 2020 (2%), China no ha salido triunfante ni fortalecida de la crisis pandémica, aunque haya ganado terreno momentáneamente a costa de sus rivales. Al contrario. El continuo deterioro del crecimiento de su economía, que es la más endeudada del mundo, y que además tiene una baja tasa de utilización de las capacidades y una proporción de "empresas zombis" de más del 30%, es testimonio de la incapacidad de China a partir de ahora para desempeñar el papel que tuvo en 2008-11 en el relanzamiento de la economía mundial.
China se enfrenta a la reducción de los mercados en todo el mundo, al deseo de numerosos Estados de liberarse de la dependencia de la producción china y al riesgo de insolvencia al que se enfrentan varios de los países que participan en el proyecto de la Ruta de la Seda y que son los más afectados por las consecuencias económicas de la pandemia. Por ello, el gobierno chino sigue una orientación hacia el desarrollo económico interno del plan "Made in China 2025", y del modelo de "doble circulación", que también pretende compensar la pérdida de la demanda externa estimulando la demanda interna. Este cambio de política no representa, sin embargo, un "giro hacia adentro"; el imperialismo chino no quiere ni puede dar la espalda al mundo. Por el contrario, el objetivo de este cambio es ganar autarquía nacional a nivel de tecnologías clave para poder ganar más terreno más allá de sus propias fronteras. Representa una nueva etapa en el desarrollo de su economía de guerra. Todo ello está provocando fuertes conflictos en el seno de la clase dirigente, entre los partidarios de la dirección de la economía por el Partido Comunista Chino y los vinculados a la economía de mercado y al sector privado, entre los "planificadores" del poder central y las autoridades locales que quieren orientar ellas mismas las inversiones. Tanto en Estados Unidos (en relación con los gigantes tecnológicos "GAFA" de Silicon Valley) como -de forma aún más decidida- en China (en relación con Ant International, Alibaba, etc.) hay un fuerte movimiento del aparato central del Estado hacia la reducción del tamaño de las empresas que se vuelven demasiado grandes (y poderosas) para controlarlas.
17. Las consecuencias de la destrucción frenética del medio ambiente por el capitalismo en descomposición, los fenómenos derivados de las perturbaciones climáticas y la destrucción de la biodiversidad conducen en primer lugar a una mayor pauperización de las partes más desfavorecidas de la población mundial (África subsahariana y Asia meridional) o de las presas de los conflictos militares. Pero cada vez afectan más a todas las economías, con los países desarrollados a la cabeza.
Actualmente asistimos a la multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos, lluvias e inundaciones extremadamente violentas, grandes incendios que provocan enormes pérdidas económicas en la ciudad y el campo por la destrucción de infraestructuras vitales (ciudades, carreteras, instalaciones fluviales). Estos fenómenos perturban el funcionamiento del aparato productivo industrial y debilitan también la capacidad productiva de la agricultura. La crisis climática mundial y la consiguiente desorganización del mercado mundial de productos agrícolas amenazan la seguridad alimentaria de muchos Estados.
El capitalismo en descomposición no posee los medios para luchar realmente contra el calentamiento global y la devastación ecológica. Éstos ya tienen un impacto cada vez más negativo en la reproducción del capital y sólo pueden actuar como un obstáculo para la vuelta al crecimiento económico.
Motivada por la necesidad de sustituir las industrias pesadas y los combustibles fósiles obsoletos, la "economía verde" no representa una salida para el capital, ni en el plano ecológico ni en el económico. Sus redes de producción no son más verdes ni menos contaminantes. El sistema capitalista no tiene la capacidad de emprender una "revolución verde". Las acciones de la clase dominante en este ámbito también agudizan inevitablemente la competencia económica destructiva y las rivalidades imperialistas. La aparición de sectores nuevos y potencialmente rentables, como la producción de vehículos eléctricos, podría, en el mejor de los casos, beneficiar a ciertas partes de las economías más fuertes, pero dados los límites de los mercados solventes y los crecientes problemas que plantea el uso cada vez más masivo de la creación de dinero y de la deuda, no podrán actuar como locomotora de la economía en su conjunto. La "economía verde" es también un vehículo privilegiado para poderosas mistificaciones ideológicas sobre la posibilidad de reformar el capitalismo, y un arma privilegiada contra la clase obrera para justificar los cierres de plantas y los despidos.
18. En respuesta a las crecientes tensiones imperialistas, todos los Estados están aumentando su esfuerzo militar, tanto en volumen como en duración. La esfera militar se extiende a cada vez más "zonas de conflicto", como la ciberseguridad y la creciente militarización del espacio. Todas las potencias nucleares están relanzando discretamente sus programas atómicos. Todos los Estados están modernizando y adaptando sus fuerzas armadas.
Esta demencial carrera armamentística, a la que todos los Estados están irremediablemente condenados por las exigencias de la competencia Inter imperialista, es tanto más irracional cuanto que el peso creciente de la economía de guerra y de la producción de armas absorbe una parte considerable de la riqueza nacional: esta gigantesca masa de gastos militares a escala mundial, aunque constituya una fuente de beneficios para los comerciantes de armas, representa una esterilización y una destrucción del capital mundial. Las inversiones realizadas en la producción y venta de armas y equipos militares no constituyen en absoluto un punto de partida ni la fuente de acumulación de nuevos beneficios: una vez producidas o adquiridas, las armas sólo sirven para sembrar la muerte y la destrucción o permanecen inactivas en los silos hasta que quedan obsoletas y deben ser sustituidas. “El impacto económico de estos gastos completamente improductivos será desastroso para el capital. Ante unos déficits presupuestarios ya inmanejables, el aumento masivo de los gastos militares, que el crecimiento de los antagonismos Inter imperialistas hace necesario, es una carga económica que sólo acelerará el descenso del capitalismo al abismo" ("Informe sobre la situación internacional", Revista Internacional 35).
19. Después de décadas de deudas gigantescas, la inyección masiva de liquidez contenida en los planes de apoyo económico más recientes supera ampliamente el volumen de las intervenciones anteriores. Los miles de millones de dólares liberados por los planes estadounidenses, europeos y chinos han llevado la deuda mundial a un récord del 365% del PIB mundial.
La deuda, que ha sido utilizada una y otra vez por el capitalismo a lo largo de su época de decadencia como paliativo de la crisis de sobreproducción, es una forma de aplazar las cosas para el futuro a costa de convulsiones aún más graves. Ahora se ha disparado a niveles sin precedentes. Desde la Gran Depresión, la burguesía ha mostrado su determinación de mantener vivo un sistema cada vez más amenazado por la sobreproducción, por la disminución de la disponibilidad de los mercados, a través de medios cada vez más sofisticados de intervención estatal, destinados a ejercer un control global sobre su economía. Pero no tiene forma de enfrentarse a las verdaderas causas de la crisis. Aunque no exista un límite fijo y predeterminado a la huida hacia la deuda, punto en el que ésta se haría imposible, esta política no puede prolongarse indefinidamente sin graves repercusiones en la estabilidad del sistema, como lo demuestra el carácter cada vez más frecuente y extendido de las crisis de la última década. Además, esta política ha demostrado ser, al menos en las últimas cuatro décadas, cada vez menos eficaz para reactivar la economía mundial.
El peso de la deuda no sólo condena al sistema capitalista a convulsiones cada vez más devastadoras (quiebra de empresas e incluso de Estados, crisis financieras y monetarias, etc.) sino que, al restringir cada vez más la capacidad de los Estados para burlar las leyes del capitalismo, no hace sino obstaculizar su capacidad para relanzar sus respectivas economías nacionales.
La crisis que ya se está desarrollando desde hace décadas va a convertirse en la más grave de todo el período de decadencia, y su importancia histórica superará incluso la primera crisis de esta época, la que se inició en 1929. Madurando después de más de 100 años de decadencia capitalista, con una economía asolada por el sector militar, debilitada por el impacto de la destrucción del medio ambiente, profundamente alterada en sus mecanismos de reproducción por la deuda y la manipulación estatal, presa de la pandemia, sufriendo cada vez más todos los demás efectos de la descomposición, es una ilusión pensar que en estas condiciones habrá una recuperación fácil o duradera de la economía mundial.
20. Al mismo tiempo, los revolucionarios no deben caer en la tentación de una visión "catastrofista" de una economía mundial al borde del colapso final. La burguesía seguirá luchando a muerte por la supervivencia de su sistema, ya sea por medios directamente económicos (como la explotación de los recursos no explotados y de los nuevos mercados potenciales, tipificados por el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda de China) o políticos, sobre todo a través de la manipulación del crédito y el engaño a la ley del valor. Esto significa que todavía puede haber fases de estabilización entre las convulsiones económicas con consecuencias cada vez más profundas.
21. El retorno de una especie de "neokeynesianismo" iniciado por los enormes compromisos de gasto de la administración Biden, y las iniciativas de aumento de los impuestos a las empresas -aunque también motivadas por la necesidad de mantener unida a la sociedad burguesa, y por la necesidad igualmente apremiante de hacer frente a la agudización de las tensiones imperialistas- muestra la voluntad de la clase dominante de experimentar con diferentes formas de gestión económica, sobre todo porque las deficiencias de las políticas neoliberales lanzadas en los años de Thatcher-Reagan han quedado gravemente expuestas bajo el resplandor de la crisis pandémica. Sin embargo, estos cambios de política no pueden rescatar a la economía mundial de oscilar entre los peligros gemelos de la inflación y la deflación, las nuevas crisis crediticias y las crisis monetarias, que conducen a recesiones brutales.
22. La clase obrera está pagando un duro tributo a la crisis. En primer lugar, porque es la más directamente expuesta a la pandemia y es la principal víctima de la propagación de la infección, y en segundo lugar porque la caída en picado de la economía está desencadenando los ataques más graves desde la Gran Depresión, en todos los niveles de las condiciones de trabajo y de vida, aunque no todos los sectores de la clase se verán afectados de la misma manera.
La destrucción de puestos de trabajo fue cuatro veces mayor en 2020 que en 2009, pero aún no se ha revelado toda la magnitud del enorme aumento del desempleo masivo que se avecina. Aunque los subsidios públicos que se entregan en algunos países a quienes están parcialmente desempleados tienen como objetivo mitigar el choque social (en Estados Unidos, por ejemplo, durante el primer año de la pandemia, los ingresos medios de los asalariados, según las estadísticas oficiales, en realidad aumentaron - por primera vez, durante una recesión, en la historia del capitalismo) millones de puestos de trabajo van a desaparecer muy pronto.
El aumento exponencial de la precariedad laboral y la bajada generalizada de los salarios provocarán un aumento gigantesco del empobrecimiento, que ya está afectando a muchos trabajadores. El número de víctimas del hambre en el mundo se ha multiplicado por dos y el hambre está reapareciendo en los países occidentales. Para los que conservan un empleo, la carga de trabajo y el ritmo de explotación empeorarán.
La clase obrera no puede esperar nada de los esfuerzos de la burguesía por "normalizar" la situación económica, salvo despidos y recortes salariales, estrés y miedo añadidos, aumento drástico de las medidas de austeridad a todos los niveles, tanto en la educación como en las pensiones sanitarias y las prestaciones sociales. En resumen, asistiremos a una degradación de las condiciones de vida y de trabajo a un nivel que ninguna de las generaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial ha experimentado hasta ahora.
23. Desde que el modo de producción capitalista entró en su período de decadencia, la presión para combatir esta decadencia con medidas capitalistas de Estado ha crecido constantemente. Sin embargo, la tendencia a fortalecer los órganos y las formas capitalistas de Estado no es en absoluto un fortalecimiento del capitalismo; al contrario, expresan las crecientes contradicciones en el terreno económico y político. Con la aceleración de la descomposición a raíz de la pandemia, asistimos también a un fuerte aumento de las medidas capitalistas de Estado. Éstas no son una expresión de un mayor control estatal sobre la sociedad, sino una expresión de las crecientes dificultades para organizar la sociedad en su conjunto y evitar su creciente tendencia a la fragmentación.
24. La CCI reconoció a principios de los años 90 que el derrumbe del bloque del Este y la apertura definitiva de la fase de descomposición crearían dificultades crecientes para el proletariado6: la falta de perspectiva política, la incapacidad de asumir su perspectiva política e histórica que ya había sido un elemento central de las dificultades del movimiento de clase en los años 80, se vería seriamente agravada por las ensordecedoras campañas sobre la muerte del comunismo; en relación con esto, el sentido de identidad de clase del proletariado se vería gravemente debilitado en el nuevo período, tanto por los efectos atomizadores y divisorios de la descomposición social, como por los esfuerzos conscientes de la clase dominante para exacerbar estos efectos a través de campañas ideológicas (el "fin de la clase obrera") y los cambios "materiales" provocados por la política de globalización (desarticulación de los centros tradicionales de la lucha de clases, traslado de las industrias a regiones del mundo donde la clase obrera no tenía el mismo grado de experiencia histórica, etc.).
25. La CCI ha tendido a subestimar la profundidad y la duración de este retroceso en la lucha de clases, viendo a menudo señales de que el reflujo estaba a punto de ser superado y que veríamos en un período relativamente corto de tiempo nuevas oleadas internacionales de lucha como en el período posterior a 1968. En 2003, basándose en las nuevas luchas en Francia, Austria y otros lugares, la CCI predijo un renacimiento de las luchas por parte de una nueva generación de proletarios que habían sido menos influenciados por las campañas anticomunistas y que se enfrentarían a un futuro cada vez más incierto. En gran medida, estas predicciones fueron confirmadas por los acontecimientos de 2006-2007, en particular la lucha contra el CPE en Francia, y de 2010-2011, en particular el movimiento de los Indignados en España. Estos movimientos mostraron importantes avances a nivel de la solidaridad entre generaciones, la autoorganización a través de asambleas, la cultura del debate, la preocupación real por el futuro que enfrenta la clase trabajadora y la humanidad en su conjunto. En este sentido, mostraron el potencial de una unificación de las dimensiones económica y política de la lucha de clases. Sin embargo, tardamos en comprender las inmensas dificultades a las que se enfrentaba esta nueva generación, "criada" en las condiciones de la descomposición, dificultades que impedirían al proletariado revertir el retroceso posterior al 89 durante este periodo.
26. Un elemento clave en estas dificultades fue la continua erosión de la identidad de clase. ¡Esto ya había sido evidente en las luchas de 2010-11, en particular el movimiento en España; a pesar de los importantes avances realizados al nivel de la conciencia y organización, la mayoría de los Indignados se veían a sí mismos como «ciudadanos» en lugar de verse como parte de una clase, ¡dejándolos vulnerables a las ilusiones democráticas ofrecidas como las de Democracia Real Ya! (el futuro Podemos), y más tarde al veneno del nacionalismo catalán y español. En los años siguientes, el reflujo que siguió a la estela de estos movimientos se vio profundizado por el rápido ascenso del populismo, que creó nuevas divisiones en la clase obrera internacional -divisiones que explotaron las diferencias nacionales y étnicas, y alimentadas por las actitudes pogromistas de la derecha populista, pero también divisiones políticas entre el populismo y el antipopulismo. En todo el mundo crecían la ira y el descontento, basados en graves privaciones materiales y en ansiedades reales sobre el futuro; Pero en ausencia de una respuesta proletaria, gran parte de esto se canalizó en revueltas interclasistas como los Chalecos Amarillos en Francia, en campañas de un solo tema en un terreno burgués como las marchas por el clima, en movimientos por la democracia contra la dictadura (Hong Kong, Bielorrusia, Myanmar, etc.) o en la inextricable maraña de políticas de identidad racial y sexual que sirven para ocultar aún más la cuestión crucial de la identidad de clase proletaria como la única base para una auténtica respuesta a la crisis del modo de producción capitalista. La proliferación de estos movimientos -ya sea que aparezcan como revueltas interclasistas o como movilizaciones abiertamente burguesas- ha aumentado las ya considerables dificultades no sólo para la clase obrera en su conjunto sino para la propia izquierda comunista, para las organizaciones que tienen la responsabilidad de definir y defender el terreno de clase. Un claro ejemplo de ello fue la incapacidad de los bordiguistas y de la TCI para reconocer que la ira provocada por el asesinato policial de George Floyd en mayo de 2020 se había desviado inmediatamente hacia canales burgueses7. Pero la CCI también se ha encontrado con importantes problemas frente a este conjunto de movimientos, a menudo desconcertante, y, como parte de su revisión crítica de los últimos 20 años, tendrá que examinar seriamente la naturaleza y el alcance de los errores que cometió en el período que va desde la primavera árabe de 2011, pasando por las llamadas protestas de las velas en Corea del Sur, hasta estas revueltas y movilizaciones más recientes.
27. La pandemia, en particular, ha creado dificultades considerables para la clase obrera:
La mayoría de los trabajadores reconocen la realidad de esta enfermedad y los verdaderos peligros que supone reunirse en gran número, inhibiendo la posibilidad de realizar asambleas generales y manifestaciones obreras; el proletariado se enfrenta, no sólo a la burguesía, sino también, y en un sentido más inmediato, al virus. En general, las situaciones en las que las catástrofes naturales desempeñan un papel primordial no favorecen el desarrollo de la lucha de clases. La indignación de Voltaire contra la naturaleza por el terremoto de Lisboa no se generalizó. A diferencia del "terremoto social" de la huelga de masas de 1905 en Rusia, el terremoto de 1906 en San Francisco no hizo avanzar la causa del proletariado, como tampoco el de 1923 en Tokio; como siempre, la burguesía no duda en utilizar los efectos de la descomposición contra la clase obrera. Aunque los cierres han sido motivados principalmente por la comprensión de la burguesía de que no tenía otro recurso para evitar la propagación de la enfermedad, sin duda aprovechará la situación para imponer la atomización y la explotación de la clase obrera, en particular a través del nuevo modelo de "trabajo desde casa”. Este nuevo paso en la atomización de la población trabajadora ha sido una fuente de creciente sufrimiento psicológico, especialmente entre los jóvenes, hasta el punto de aumentar los casos de suicidio;
Por otra parte, la clase dominante ha aprovechado las condiciones de la pandemia para reforzar sus sistemas de vigilancia masiva e introducir nuevas leyes represivas que restringen las protestas y manifestaciones, junto con una violencia policial cada vez más abierta contra todas las expresiones de descontento social;
El aumento masivo del desempleo resultante del cierre no será, en esta situación y a corto plazo, un factor de unificación de las luchas obreras, sino que tenderá a reforzar aún más la atomización;
Aunque el cierre ha provocado un gran descontento social, cuando éste se ha expresado abiertamente, como en España en febrero y en Alemania en abril de 2021, ha tomado abrumadoramente la forma de protestas "por la libertad individual" que son un callejón sin salida para la clase obrera;
De manera más general, el período de la pandemia ha visto un nuevo auge de la "política de la identidad", en la que la insatisfacción con la vida bajo el sistema actual se fragmenta en una vorágine de identidades enfrentadas basadas en la raza, el género, la cultura, etc., y que constituyen una gran amenaza para la recuperación de la única identidad capaz de unificar y liberar a toda la humanidad detrás de ella: la identidad de clase proletaria. Además, detrás de este caos de identidades en pugna que penetra en toda la población, se encuentra la competencia entre diferentes facciones burguesas de derecha e izquierda, lo que conlleva el peligro de arrastrar a la clase obrera a nuevas formas de "luchas culturales" reaccionarias e incluso a una violenta guerra civil.
28. A pesar de los enormes problemas a los que se enfrenta el proletariado, rechazamos la idea de que la clase ya haya sido derrotada a escala mundial, o que esté a punto de sufrir una derrota de este tipo comparable a la del período de la contrarrevolución, una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no podría recuperarse. El proletariado, como clase explotada, no puede evitar pasar por la escuela de las derrotas, pero la cuestión central es si el proletariado ha sido ya tan abrumado por el avance implacable de la descomposición que su potencial revolucionario ha sido efectivamente socavado. Medir tal derrota en la fase de descomposición es una tarea mucho más compleja que en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el proletariado se había levantado abiertamente contra el capitalismo y había sido aplastado por una serie de derrotas frontales, o en el período posterior a 1968, cuando el principal obstáculo al impulso de la burguesía hacia una nueva guerra mundial fue el resurgimiento de las luchas de una nueva e invicta generación de proletarios. Como ya hemos recordado, la fase de descomposición encierra, en efecto, el peligro de que el proletariado simplemente no responda y sea aplastado durante un largo período, una "muerte por mil cortes" más que una confrontación de clase frontal. Sin embargo, afirmamos que todavía hay suficientes evidencias para mostrar que, a pesar del indudable "progreso" de la descomposición, a pesar de que el tiempo ya no está del lado de la clase obrera, el potencial para un profundo resurgimiento proletario -que lleve a una reunificación entre las dimensiones económica y política de la lucha de clases- no se ha desvanecido, como lo atestigua:
la persistencia de importantes movimientos proletarios que han aparecido en la fase de descomposición (2006-7, 2010-11, etc.)8
el hecho de que, justo antes de la pandemia, vimos varios signos embrionarios y muy frágiles de una reaparición de la lucha de clases, especialmente en Francia en 20199. E incluso si esta dinámica fue entonces en gran medida bloqueada por la pandemia y los cierres, hubo protestas de los trabajadores en varios países incluso durante la pandemia, en particular en torno a cuestiones de salud y seguridad en el trabajo10;
Los pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia, que se manifiesta en los esfuerzos hacia una reflexión global sobre el fracaso del capitalismo y la necesidad de otra sociedad en algunos movimientos (particularmente los Indignados en 2011), pero también a través de la aparición de elementos jóvenes que buscan posiciones de clase y se vuelven hacia la herencia de la izquierda comunista;
Y lo que es más importante, la situación a la que se enfrenta la clase obrera no es la misma que tras el colapso del bloque del Este y la apertura de la fase de descomposición en 1989. En aquel momento, era posible presentar estos acontecimientos como la prueba de la muerte del comunismo y de la victoria del capitalismo y el comienzo de un futuro brillante para la humanidad. Treinta años de descomposición han socavado gravemente este fraude ideológico de un futuro más brillante, y la pandemia, en particular, ha puesto al descubierto la irresponsabilidad y la negligencia de todos los gobiernos capitalistas y la realidad de una sociedad desgarrada por profundas divisiones económicas en la que no estamos en absoluto "todos juntos". Por el contrario, la pandemia y el bloqueo han tendido a revelar la condición de la clase obrera como principal víctima de la crisis sanitaria, pero también como fuente de todo el trabajo "esencial" y de toda la producción material, y en particular de las necesidades básicas. Esta puede ser una de las bases para una futura recuperación de la identidad de clase. Y, junto con la creciente comprensión de que el capitalismo es un modo de producción totalmente obsoleto, esto ya ha sido un elemento en la aparición de las minorías politizadas cuya motivación ha sido, sobre todo, comprender la dramática situación a la que se enfrenta la humanidad;
Por último, en un plano histórico más amplio, el proceso de descomposición no ha eliminado el carácter asociado del trabajo bajo el capitalismo. Este sigue siendo el caso a pesar de la atomización social engendrada por la descomposición, a pesar de los intentos deliberados de fragmentar la fuerza de trabajo a través de estratagemas como la "economía gig", a pesar de las campañas ideológicas que pretenden presentar a los sectores más educados del proletariado como "clase media". El capital moviliza cada vez más trabajadores en todo el mundo, el proceso de proletarización y, por lo tanto, la explotación del trabajo vivo continúa sin cesar. La clase obrera es hoy más grande y está más interconectada que nunca, pero con el avance de la descomposición se intensifican la atomización y el aislamiento social. Esto se expresa también en las dificultades de la clase obrera para experimentar su propia identidad de clase. Sólo a través de las luchas de la clase obrera en su propio terreno de clase es capaz de crear su poder "asociativo" que expresa una anticipación del trabajo asociado del comunismo. Los trabajadores son reunidos por el capital en el proceso de producción, donde la combinación del trabajo se realiza bajo coacción, pero el carácter revolucionario del proletariado significa invertir dialécticamente estas condiciones en una lucha colectiva. La explotación del trabajo común se invierte en la lucha contra la explotación y por la liberación del carácter social del trabajo, por una sociedad que sepa utilizar conscientemente todo el potencial del trabajo asociado.
Así, la lucha defensiva de la clase obrera contiene el germen de las relaciones sociales cualitativamente más elevadas que son el objetivo final de la lucha de clases: lo que Marx llamó los "productores libremente asociados". A través de la asociación, de la unión de todos sus componentes, capacidades y experiencias, el proletariado puede hacerse poderoso, puede convertirse en el combatiente cada vez más consciente y unido por una humanidad liberada y en su precursor.
29. A pesar de la tendencia del proceso de descomposición a accionar sobre la crisis económica, ésta sigue siendo el "aliado del proletariado" en esta fase. Como dicen las Tesis sobre la descomposición:
"La inexorable agravación de la crisis capitalista constituye el estimulante esencial de la lucha de clases y del desarrollo de la conciencia, la condición previa para su capacidad de resistir el veneno que destila la podredumbre social. Porque si bien no hay base para la unificación de la clase en las luchas parciales contra los efectos de la descomposición, sin embargo, su lucha contra los efectos directos de la crisis constituye la base para el desarrollo de su fuerza y unidad de clase. Esto es así porque:
mientras que los efectos de la descomposición (por ejemplo, la contaminación, las drogas, la inseguridad) golpean de forma muy parecida a las distintas capas de la sociedad y constituyen un terreno fértil para las campañas y mistificaciones aclasistas (ecología, movimientos antinucleares, movilizaciones antirracistas, etc.), los ataques económicos (caída de los salarios reales, despidos, aumento de la productividad, etc.) resultantes directamente de la crisis golpean directa y específicamente al proletariado (es decir, a la clase que produce plusvalía y se enfrenta al capitalismo en este terreno);
a diferencia de la descomposición social que afecta esencialmente a la superestructura, la crisis económica ataca directamente los cimientos sobre los que se asienta esta superestructura; en este sentido, pone al descubierto toda la barbarie que se abate sobre la sociedad, permitiendo así que el proletariado tome conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente el sistema, en lugar de intentar mejorar ciertos aspectos del mismo". (Tesis 17)
30. En consecuencia, debemos rechazar cualquier tendencia a restar importancia a las luchas económicas "defensivas" de la clase, lo que es una expresión típica de la concepción modernista que sólo ve a la clase como una categoría explotada y no igualmente como una fuerza histórica y revolucionaria. Por supuesto, es cierto que la lucha económica por sí sola no puede frenar la marea de la descomposición: como dicen las Tesis, "la resistencia de los trabajadores a los efectos de la crisis ya no es suficiente: sólo la revolución comunista puede poner fin a la amenaza de la descomposición". Pero es un profundo error perder de vista la interacción constante y dialéctica entre los aspectos económicos y políticos de la lucha, como subrayó Rosa Luxemburgo en su trabajo sobre la huelga de masas de 1905; y de nuevo, al calor de la revolución alemana de 1918-19, cuando la dimensión "política" estaba a la vista, insistió en que el proletariado seguía necesitando desarrollar sus luchas económicas como única base para organizarse y unificarse como clase. Será la combinación de una lucha defensiva renovada en un terreno de clase, enfrentándose a los límites objetivos de la sociedad burguesa en descomposición, y fecundada por la intervención de la minoría revolucionaria, la que permitirá a la clase obrera recuperar su perspectiva revolucionaria, para avanzar hacia la politización plenamente proletaria que la armará para sacar a la humanidad de la pesadilla del capitalismo en descomposición.
31. En un primer momento, el redescubrimiento de la identidad y la combatividad de clase constituirá una forma de resistencia contra los efectos corrosivos de la descomposición capitalista, un baluarte para evitar que la clase obrera se fragmente y se divida aún más contra sí misma. Sin el desarrollo de la lucha de clases, fenómenos como la destrucción del medio ambiente y la proliferación del caos militar tienden a reforzar los sentimientos de impotencia y el recurso a falsas soluciones como el ecologismo y el pacifismo. Pero en una etapa más desarrollada de la lucha, en el contexto de una situación revolucionaria, la realidad de estas amenazas a la supervivencia de la especie puede convertirse en un factor para comprender que el capitalismo ha llegado efectivamente a la fase terminal de su declive y que la revolución es la única salida. En particular, el impulso bélico del capitalismo -sobre todo cuando involucra directa o indirectamente a las grandes potencias- puede ser un factor importante en la politización de la lucha de clases, ya que trae consigo tanto un aumento muy concreto de la explotación y el peligro físico, como una confirmación más de que la sociedad se enfrenta a la trascendental elección entre el socialismo y la barbarie. A partir de factores de desmovilización y desesperación, estas amenazas pueden reforzar la determinación del proletariado de acabar con este sistema moribundo.
"Del mismo modo, en el período que viene, el proletariado no puede esperar beneficiarse del debilitamiento que la descomposición provoca en el seno de la propia burguesía. Durante este período, debe aspirar a resistir los efectos nocivos de la descomposición en sus propias filas, contando sólo con su propia fuerza y con su capacidad de lucha colectiva y solidaria para defender sus intereses como clase explotada (aunque la propaganda revolucionaria debe subrayar constantemente los peligros de la descomposición social). Sólo en el período revolucionario, cuando el proletariado esté a la ofensiva, cuando haya tomado directa y abiertamente las armas por su propia perspectiva histórica, podrá utilizar ciertos efectos de la descomposición, en particular de la ideología burguesa y de las fuerzas del poder capitalista, como palanca, y volverlos contra el capital" (Tesis sobre la descomposición).
1 Se pueden encontrar respectivamente en: https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017 [224] , https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [79] y https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso [110]
2 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-desc... [3]
3 Ver Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion [2]
4 Ver La Ruta de la Seda china hacia la dominación imperialista https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista [192]
5 Ver La irrupción de la descomposición en el terreno económico: Informe sobre la crisis económica https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descomposicion-en-el-terreno-economico-informe-sobre-la-crisis [71]
6 Ver Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [209]
7 Ver Los grupos de la Izquierda Comunista ante el movimiento Black Lives Matter: una incapacidad para identificar el terreno de la clase obrera https://es.internationalism.org/content/4605/los-grupos-de-la-izquierda-comunista-ante-el-movimiento-black-lives-matter-una [230]
8 Ver Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [231] y 2011: de la indignación a la esperanza https://es.internationalism.org/cci-online/201204/3349/2011-de-la-indignacion-a-la-esperanza [178]
9 Ver Balance de las luchas en Francia contra la "reforma" de las pensiones https://es.internationalism.org/content/4524/balance-de-las-luchas-en-francia-contra-la-reforma-de-las-pensiones [232]
10 Ver Covid-19: a pesar de todos los obstáculos, la lucha de clases trata de forjar su futuro https://es.internationalism.org/content/4569/covid-19-pesar-de-todos-los-obstaculos-la-lucha-de-clases-trata-de-forjar-su-futuro [217]
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argentina._el_peronismo_un_arma_de_la_burguesia_contra_la_clase_obrera-_parte_i.pdf [234] | 168.56 KB |
El peronismo, desde su aparición en la década de los cuarenta del siglo XX y hasta nuestros días, se ha presentado como un movimiento progresista, con preocupación por el mejoramiento de la vida de los trabajadores. Pero en realidad es una ideología que la burguesía argentina ha utilizado para asegurar el control y sometimiento de los explotados. Con gran astucia, la burguesía argentina ha echado mano de la demagogia, del chantaje sentimental y de la mentira para crear una mitología en torno a la personalidad y el accionar del militar Juan Domingo Perón y de su esposa Eva Duarte. Construida esa estructura, ha podido hacer un uso muy agresivo de la ideología nacionalista para lograr que los trabajadores se involucren en la defensa de la economía nacional, dominando así su combatividad y atándolos a los mandatos de los sindicatos y a la ilusión de la democracia y las urnas electorales.
Aunque han pasado varias décadas de la presencia de Perón, la burguesía argentina sigue utilizando el mito del peronismo por la utilidad que tiene para el control de la clase obrera. Con la presencia de la mancuerna “Perón-Evita”, logró su fuerza máxima para aprisionar la conciencia de los trabajadores, luego el “movimiento peronista” ha mantenido ese control, lo mismo cuando se encuentra en el gobierno o cuando está en la oposición. La manera en que el peronismo ha logrado esa presencia es ocupando todo el escenario social, usando diversas organizaciones, tales como:
- el partido “justicialista” (continuador del Partido Peronista), el cual se presenta, según el momento, con un discurso hacia la derecha o hacia la izquierda;
- las agrupaciones de control de sectores específicos de la población, como los jóvenes o las mujeres, creando para ello a las “juventudes peronistas” (hoy integrada como la Juventud del Partido Justicialista), o las diversas agrupaciones de “mujeres peronistas” (uno de ellos fue el Partido Peronista Femenino, dirigido por Eva Perón);
- las grandes centrales sindicales (tanto la CGT como la CTA1), han sido uno de los instrumentos con los que el peronismo ha logrado tener un control de los trabajadores, impidiendo el desarrollo de su conciencia;
- los grupos guerrilleros peronistas, como los “montoneros” o las FAR, también hicieron una activa labor de confusión y ataque a la conciencia de los trabajadores, lo mismo cuando estando proscrito el peronismo (con Perón en el exilio) y eran fieles seguidores de ese movimiento, que cuando se presentaban como “críticos” del caudillo.
Es cierto que esas estructuras referidas van cambiando en su forma o en su actuación, amoldándose siempre a las necesidades del capital. De manera que, a lo largo de casi ochenta años de existencia del peronismo, encontramos diversas fases, a saber:
desde su origen, marcada por la denominada “revolución de 1943” hasta el golpe de Estado de 1955,
luego vendrá la actuación de Perón desde el exilio y las respuestas diversas del “movimiento peronista”, que se prolonga hasta su retorno a Argentina en 1972.
Una nueva fase se abre en el peronismo con su retorno del exilio y su tercer cargo presidencial (1973), que no culmina dado que lo encuentra la muerte en 1974.
Luego de la muerte del caudillo, se dibujan diversas expresiones del “neo peronismo” (destacándose las actuaciones de los gobiernos encabezados por los Kirchner).
Pero aun cuando puede en cada momento por el que pasa usar discursos diferentes, mantiene en todos ellos su esencia burguesa; en ningún momento el peronismo ha dejado de ser un instrumento del capital en contra de los trabajadores, precisamente por esa razón iniciamos con esta serie, que convoca al análisis y la reflexión de parte de los trabajadores.
El sistema capitalista, como todo Modo de Producción, se mueve en la historia observando globalmente una época de expansión económica seguida por otra de decadencia. El momento de mayor crecimiento del capitalismo, en su fase de expansión, se desarrolló durante el siglo XIX, iniciando su fase de decadencia a partir de la Primera Guerra Mundial. En ese giro decadente, todos los Estados nacionales se sumergen en un proceso de mayor confrontación económica y política, lo que hace que la burguesía inicialmente avance sobre diversas vertientes para encontrar formulaciones que den oxígeno al sistema. Es sobre todo a partir de la crisis de 1929, al exponerse violentamente los efectos de la decadencia, que la burguesía se ve obligada a acelerar el proceso (que ya había iniciado con la 1ª GM) de ordenamiento de la economía, la administración y las relaciones político-militares en torno al Estado. Es entonces cuando, a semejanza de lo que aconteció en la fase decadente del feudalismo, se centralizan los poderes del Estado y, si en el feudalismo toma la forma de “monarquía absoluta”, en el Modo de Producción contemporáneo se expresa bajo la forma de capitalismo de Estado. En su definición inicial el capitalismo de Estado hace uso de expropiaciones y nacionalizaciones, lo cual no cambia en nada la esencia del sistema. La Izquierda Comunista de Francia en la década de los 40, recuperando el marco de análisis marxista, explicaba que: “La transferencia de capital de manos privadas individuales a manos del Estado no es una modificación, no es un cambio del capitalismo al no-capitalismo, sino estrictamente es una concentración de capital para asegurar más racionalmente, con mayor perfección, la explotación de la fuerza de trabajo […] Lo que otorga carácter capitalista a la producción no es la propiedad privada de los medios de producción […] Lo que hace que la producción sea una producción capitalista es la separación de los medios de producción de los productores, su transformación en medios de adquisición y dominio del trabajo vivo con objeto de hacerle producir un excedente, la plusvalía.” 2
A partir de la agudización de las contradicciones capitalistas expuestas en las guerras y la crisis, va empujando a que en todos los países se definiera la forma del capitalismo de Estado. Inicialmente asumen políticas de amplio intervencionismo estatal, como está presente (entre muchos casos) en Estados Unidos con el “New Deal” (1933-38), en Italia con Mussolini (1922-43), en Alemania con Hitler (1933-45) y desde luego, en Brasil, con Getulio Vargas (entre 1930 y 1954) y en México, con Lázaro Cárdenas (1934-40).
Los países de América Latina, al tener una injerencia continua de la burguesía extranjera, un rezago en su dinámica industrializadora y una burguesía frágil por contar en su composición con un peso desproporcionado del sector agrario, atado a las viejas formas de producción en la economía, se ven obligados a profundizar estas prácticas y configurar estructuras con modalidades más grotescas, utilizando gobiernos autoritarios, encabezados por militares o por partidos únicos.
Con el tiempo, las medidas aplicadas se han ajustado y reorientado, pero mantienen la forma de organización del capitalismo de Estado, aunque en realidad es la misma tendencia que se da en todos los países del mundo con fórmulas especificas a las necesidades de la burguesía argentina. Pero si la actuación de Perón tiene una relevancia particular, no es porque utilizó la estatización de la economía, antes de él, la burguesía argentina ya se orientaba a esas prácticas, sino por el uso propagandístico que la burguesía argentina ha hecho y continúa haciendo de esa ideología para confundir y controlar a los trabajadores.
Argentina, al entrar el siglo XX avanzaba ya en la formación de una industria manufacturera, además, contaba con un extenso territorio dedicado a la producción agropecuaria enfocada a la exportación, siendo su principal mercado Gran Bretaña. Pero la Primera Guerra Mundial trajo la desarticulación de la estructura del comercio internacional, afectando en Argentina la recepción de insumos y maquinaria, deteniendo las actividades de la industria, a la vez que la agricultura y ganadería se vieron afectadas por la limitación en la exportación de algunos de sus productos, todo ello generó un proceso recesivo que tuvo un breve respiro por la aplicación de algunas medidas que impulsaron la “industrialización por sustitución de importaciones”3, empero, al culminar los enfrentamientos militares y reanudarse las actividades mercantiles, se posterga esa política y se vuelve a enfocar su economía en la exportación de granos y carne.
La guerra al afectar la dinámica de la acumulación mundial modificó también las relaciones políticas de la burguesía, viéndose obligada a reordenar sus relaciones con el resto de Estados nacionales, pero también debía asegurar que el conjunto de la burguesía se cohesionara en torno al Estado. En el caso de Argentina, los sectores más poderosos de la burguesía, al dedicarse a las actividades primarias exportadoras, intervenían insistentemente para que las decisiones económicas y políticas tomadas por el Estado los favoreciera. Por ejemplo, el motivo por el que se mantuvo neutral durante la 1ªGM fue porque eso le permitía continuar con algunas exportaciones de alimentos demandados por Gran Bretaña, sin embargo, estas decisiones limitaban la expansión del proceso de acumulación en otros sectores, que además buscaban desmarcarse del control británico, para acercarse a los Estados Unidos.
Fue precisamente con la 1ªGM que los Estados Unidos incrementaron su comercio en América Latina (particularmente en Argentina), exponiendo su propósito de recuperar el terreno olvidado, apelando al principio de la “doctrina Monroe” dictada desde el siglo XIX, en el que declaraban “América para los americanos”.
Por eso al terminar la guerra, la disputa se mantiene al interno de la burguesía argentina, lo que expone una dificultad para cohesionarse en torno al Estado. En ese nivel de tensión se vuelve un gran tema de confrontación la búsqueda del tipo de proyectos a los que habrían de recurrir para impulsar la industrialización. La burguesía agropecuaria, como decíamos, muy integrada económica y políticamente con Gran Bretaña, busca mantener la base de la economía en la agroexportación, impulsando solamente a la industria que ocupen como insumos los granos y las carnes. En 1920, un vocero de la Sociedad rural argentina lo exponía así: “La industrialización no tiene por qué hacerse a partir de los minerales, porque el concepto que mantiene a éstos por base del proceso industrializador es anticuado, pues bien puede un país llegar a ser industrial careciendo en absoluto de minas, siempre que reúna otras condiciones. Nuestros ganados y nuestros vegetales constituyen una fuente inagotable de materias primas suficientes para proporcionar inversión industrial a muchos hombres.”4
Por su parte Estados Unidos para afianzar a América Latina como su zona de dominio, interviene con inversiones en el sector financiero e industrial, creándose en algunos sectores de la burguesía argentina un ánimo antinorteamericano, que va a inducir al planteamiento de la necesidad de una “industrialización sobre bases nacionales”. Bajo esa perspectiva, sectores de la burguesía y la pequeña burguesía (algunos de ellos agrupados en la Unión Cívica Radical), impulsan proyectos industrializadores apoyándose en el intervencionismo estatal y usando un discurso nacionalista. Y aunque su propuesta es muy pragmática, se engrana con las respuestas que la burguesía va estableciendo por todo el planeta para enfrentar a la decadencia del sistema, es decir, con las medidas en las que se le otorga al Estado la responsabilidad de controlar el aparato productivo5. Incluso como parte de esa reconfiguración de la forma de operar el sistema, los gobiernos radicales proclaman leyes laborales, con las que fingen dar respuesta a las demandas obreras, aunque cuando se trata de responder a huelgas y manifestaciones, su verdadera respuesta es la represión, como lo hizo el gobierno de Yrigoyen en “la Semana Trágica” (1919) o en “la Patagonia rebelde” (1920-22)6.
Estas medidas aplicadas por el gobierno radical nos dejan ver que la definición de un Estado hipertrofiado y omnipresente no es una invención de Perón, es una tendencia mundial que se impone en la fase decadente del capitalismo para apuntalarlo.
Los gobiernos de la UCR y particularmente en las dos ocasiones en que lo encabezó Yrigoyen, se mostró la intención por llevar una reorganización política a través de un “Estado dirigista, planificador y nacionalista”7. Sin embargo, en los tres lustros que ese partido se mantuvo en el gobierno, enfrentó una profunda división de la burguesía, que escaló a tal nivel, que condujo a un golpe de Estado el 6 de septiembre de 1930. El historiador Jorge A. Ramos, describe así el ambiente que llevó a la caída de Yrigoyen: “Desde 1930 el Ejército había sido un hervidero de intrigas y un empollador de conspiradores […]. La razón básica de la inquietud militar consistía en que, al desgajarse la Argentina de la prosperidad agraria nacida de su vinculación con el Imperio Británico, y la civilización europea, con la crisis de 1930, las instituciones fundadas sobre dicho sistema desde 1880 ya no podían funcionar. Habían perdido su equilibrio. Y el Ejército, a través de su propia oscuridad, pretendía reencontrarlo, apelando a las más diversas fórmulas…”8
Ese golpe de Estado abrió el período, que han denominado la “década infame”9, la cual se caracterizó por la corrupción y el fraude de los gobiernos en turno, pero además por la aplicación de políticas orientadas a combatir la crisis, favoreciendo a la burguesía que operaba en el sector agropecuario. El tipo de medidas aplicadas por los gobiernos en este período, se ejemplifican claramente en el Pacto “Roca-Runciman”10 con este pacto comercial entre los Estados de Argentina y Gran Bretaña, se protegían las ganancias británicas y las del sector rentista argentino, pero a costa de los beneficios del resto de la burguesía. Por esa razón a lo largo de los 13 años que duró la llamada “década infame”, la burguesía se mantuvo fracturada, en una separación política que, además se retroalimentó de las pugnas imperialistas que trajo la 2ª Guerra Mundial, que empujaba a la burguesía y a sus Estados a colocarse en uno de los bandos de la disputa imperialista.
Los sectores de mayor poder económico y político al estar dedicados a la agroexportación consideran al neutralismo como la posición más adecuada. En el ejército y la Iglesia hay amplios sectores que declaran sus simpatías hacia Alemania, pero también hay fracciones de la burguesía que considera que el proyecto agroexportador no tiene mayor futuro, por lo que requieren aprovechar la coyuntura para empujar a la industrialización, acercándose con los Estados Unidos, que desde 1939 daba señales de que abandonaría la “neutralidad”.
Al interno del gobierno argentino, dirigido en ese entonces por Ramón Castillo (1942-43) hay sectores que toman esa postura. En 1940, Federico Pinedo, que era ministro de Hacienda, presentó el “Programa de reactivación de la economía nacional”, en el que claramente dice: “…el gran mercado de Estados Unidos ofrece enormes posibilidades. No hay ninguna razón lógica que nuestra industria no pueda aprovecharla…” Además, incorpora el papel del Estado en ese proyecto: “…es indispensable que el Estado cree las condiciones favorables y ofrezca el incentivo necesario a fin de que esas actividades [privadas] adquieran todo el impulso…” Al final, el proyecto no fue aprobado y Pinedo fue presionado para dejar su puesto.
Todas esas pugnas que desarticulaban a la clase dominante sirvieron de caldo de cultivo para que el 4 de junio de 1943, se concretara un nuevo golpe de Estado, esta vez en contra del gobierno de Ramón Castillo, encabezado por los generales Arturo Rawson y Pedro Ramírez.
Aunque el cuartelazo tuvo inicialmente una aprobación de parte de las diversas fracciones de la burguesía y pequeña burguesía, las diferencias políticas se mantienen y se asomarán más adelante, aunque las primeras que aparecen se dan en las filas de los mismos militares. Así, Rawson solo puede mantenerse en la presidencia 3 días, el motivo de su destitución fue por colocar en su gabinete a personajes cercanos al gobierno depuesto, pero fundamentalmente por la promesa hecha a la embajada británica de romper relaciones con el eje, cambiando la postura neutralista de argentina. Lo relevó en el cargo Pedro Ramírez, que ocupó la presidencia tan solo 7 meses. Nuevamente los mandos militares lo retiran de la presidencia al descubrir las negociaciones que llevaba con los Estados Unidos preparando la ruptura de relaciones con el Eje Berlín-Roma-Tokio.
A partir de la renuncia obligada de Pedro Ramírez, pasará a ocupar la presidencia de 1944 a 46, Edelmiro Farrell. La presidencia de este militar otorgó más presencia pública al coronel Juan Domingo Perón, que había colaborado en la conspiración del golpe de Estado de 1943 a través de la logia secreta de militares llamada “Grupo de Oficiales Unidos” (GOU), pero ahora se integraba a cumplir una nueva tarea desde la secretaría del trabajo: crear los mecanismos necesarios para controlar y someter ideológicamente a la clase obrera, con el propósito de usarla como carne de cañón en el proyecto de los militares, que Perón bautizara como “la revolución justicialista”.
Si las divisiones políticas y los enfrentamientos de la burguesía crearon las condiciones para que los militares se presentaran como los propulsores de una “nueva revolución”, la debilidad política de la clase obrera generaba una situación favorable para que la burguesía ejerciera sobre ella una labor de manipulación y pudiera utilizarla como grupo de presión en sus disputas internas, además de hacerla aceptar mansamente altos niveles de explotación, bajo la consigna de la defensa de la economía nacional y la promesa de recibir algunas migajas.
Cuando la década de los 30 entra, la clase obrera en todo el mundo se encontraba sumida en una confusión y desmoralización provocada por la derrota de la oleada revolucionaria internacional y la imposición de la contrarrevolución. Esa condición fue determinante para arrastrar a los trabajadores tras las banderas de la burguesía y después lanzarlos a la guerra. Por otra parte, las organizaciones proletarias habían sido destruidas por el estalinismo, el fascismo o las democracias, quedando aislados los revolucionarios sobrevivientes, de forma que el proletariado se encontraba desarmado políticamente.
El debilitamiento político de los trabajadores en Argentina en esa misma época se debe también al efecto causado por la derrota de los esfuerzos revolucionarios en Rusia y Alemania, pero se combina con los efectos provocados por la feroz represión estatal desatada por los democráticos gobiernos de la UCR, por los conservadores de la “década infame” y por los militares de la “revolución” del 43.
El proletariado en Argentina desarrolló amplias movilizaciones muy combativas durante la oleada revolucionaria. Una gran combatividad fue alcanzada en las movilizaciones y huelgas, como la llevada a cabo por los obreros de la metalúrgica Vasena,11 o la encabezada por los trabajadores de los frigoríficos de la Patagonia, sin embargo, las respuestas represivas fueron tan brutales, que no es posible negar que afectaron la combatividad de la clase obrera. La principal organización (a pesar de sus confusiones) que impulsó la combatividad proletaria fue la FORA,12 y con el golpe de Estado de 1930 y la generalización de la represión vio disminuida su actividad.
La anarquista Juana Rouco expone así la situación que impuso el gobierno militar de Uriburu: “La FORA recibió un golpe de muerte, sus locales fueron asaltados y clausurados, sus bibliotecas y libros destruidos, y sus componentes detenidos o deportados y muchos desaparecidos […] Los barcos de guerra, se utilizaron como cárceles, pues en éstas ya no había cabida…”13
Otras organizaciones que en algún momento expresaron esfuerzos para integrarse en el combate proletario, como el Partido Socialista Internacional (conformado en 1918 y renombrado en diciembre de 1920 como Partido Comunista de la Argentina), hacía mucho tiempo que habían degenerado y se convertían en enemigos de los trabajadores. En esas circunstancias políticas en que se encontraba la clase obrera, aunado a la situación de pauperización y desempleo, las promesas del coronel Perón, investido como secretario del trabajo del gobierno militar, crearon esperanzas de que se iniciaba un cambio.
Esas esperanzas sembradas entre la clase obrera eran necesarias para la burguesía, porque lo que planteaba el proyecto de los militares en el gobierno era que, ante el inminente fin de la guerra mundial (definida ya claramente desde 1944), se requería prever la posguerra. En esta, Argentina ya no podría seguir con su modelo agroexportador, lo que llevaría a una falta de divisas, desencadenando un listado de efectos: inexistencia de recursos para importar insumos, parálisis de la industria, desempleo, miseria… acompañando a todo esto, el peligro de que se detonaran revueltas sociales. Ante ese panorama se plantean enfocarse en el mercado interno, elevando la producción nacional que permitiera incrementar el consumo. Todo este proyecto requería una “Alianza de clases”, porque los trabajadores deberían estar dispuestos a trabajar más y elevar la producción, es decir a ser más explotados y entonces el patrón podría mejorar los salarios.
Lo que está detrás de esa “Alianza de clases”, es la derrota del proletariado, la imposibilidad de reconocerse como explotados y sumirse a los designios del Estado. Por eso el gobierno militar puso tanta atención en la secretaría del trabajo. El propio Perón en su discurso en la Bolsa de Comercio (agosto-1944) informaba que: “En la Secretaría de Trabajo y Previsión ya funciona el Consejo de posguerra, que está preparando un plan para evitar, suprimir, o atenuar los efectos, factores naturales de la agitación; y que actúa también como medida de gobierno para suprimir y atenuar los factores artificiales…”
En ese trabajo de adoctrinamiento y control de los trabajadores, la estructura sindical jugó un papel central, mostrando que son instrumentos del capital en contra de los trabajadores. Todos los sindicatos tras la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia dejaron definitivamente de ser útiles para el proletariado, pasando definitivamente a incorporarse al Estado como instrumentos de encuadramiento obrero y de contención. Posteriormente a esta tarea, se agregaría la demagogia y presencia carismática de Eva Perón.
En un claro intento por posicionar políticamente a Perón, en julio de 1944, el gobierno de Edelmiro Farrell le añade a su nombramiento de secretario del trabajo, el de vicepresidente de la Nación y de secretario de Guerra. Aunque Perón avanzaba ampliamente en su trabajo de control y adoctrinamiento, se presentaron desacuerdos dentro de las fuerzas armadas por el poder que concentraba y la incomprensión de la maniobra que se preparaba, por lo que presionan para su destitución y aprensión. Esta situación puso a prueba al aparato de control que Perón venía construyendo desde la secretaría del trabajo dos años antes. Esto es así, porque apenas enterados de la aprensión de Perón, la Confederación General del Trabajo (CGT14) arrastró a las calles a miles de trabajadores para pedir la libertad del militar, lo cual logran ese mismo día (17-octubre-1945, definido por eso como el día de la lealtad peronista). Al salir de la prisión, lo hace acrecentando su presencia, en tanto quedó como una víctima perseguida y como un poderoso “líder obrero”. El efecto fue tan amplio que permitió que la estructura sindical también se prestigiara, potenciando así su capacidad para maniobrar, controlar e impedir la toma de conciencia de los obreros. Este proceso que fortaleció a la estructura sindical permitió corroborar, como lo adelantábamos arriba, que los sindicatos se han integrado (a partir de la fase de decadencia) como un engrane más del Estado15.
Perón mismo pide a los capitalistas no temer a la presencia de los sindicatos, en tanto son sus aliados contra la clase obrera: “Señores capitalistas, no se asusten de mi sindicalismo, nunca mejor que ahora estará seguro el capitalismo, ya que yo también lo soy, porque tengo estancia y en ella operarios. Lo que quiero es organizar estatalmente a los trabajadores, para que el Estado los dirija y les marque rumbos y de esta manera se neutralizarán en su seno las corrientes ideológicas y revolucionarias que puedan poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la posguerra.” (agosto-1944)
Luego, la presencia política de Perón se fortalecerá aún más por la tensión que tuvo con el embajador norteamericano Spruille Braden (que acusaba a Perón de estar cercano al fascismo). Esta pelea le dio un perfil “antiyanqui”, que lo acercó más a sectores de la burguesía agroexportadora, al mismo tiempo, le da oportunidad de presentarse ante los trabajadores como “antiimperialista”. Bajo esas circunstancias su campaña presidencial (para las elecciones de febrero de 1946), la resume en un slogan: Perón o Braden16… Se establece así el primer gobierno peronista y con este, se van a reforzar los mecanismos de control y sometimiento de los trabajadores.
Colocado Perón en el gobierno, va a llevar una permanente campaña nacionalista, identificando los intereses de los trabajadores con los de la nación. De forma paralela, para complementar a esa campaña, se encuentran las acciones de “beneficencia” que lleva a cabo “Evita”. Siguiendo formas semejantes a las usadas por las religiones, en donde se somete la razón a los sentimientos, en el gobierno de Perón se empuja a mistificar la figura de Eva Perón, presentándola como la “protectora” de los “descamisados” y con “vocación de mártir” (lo que ha dado ocasión a Hollywood para inventar historias). Según narra Eva Perón, su esposo decía: “Los pueblos muy castigados por la injusticia tienen más confianza en las personas que en las instituciones…” de lo que se deduce había una clara intención por generar un impacto ideológico al alentar a que “Evita” tomara a la “beneficencia” como un asunto personal (aun cuando fuera con recursos estatales). Esta apariencia de protección que representaba ayudó indudablemente a fortalecer los medios de control. Por eso su intervención fue continua, unas veces a través del Partido Peronista Femenino, pero principalmente a través de la Fundación Eva Perón y de la CGT, en la que asumía un rol de representante directa de Perón. No es gratuito que fuera el sindicato quien la designara como la “auténtica defensora de nuestra clase”.
En ese marco de control ideológico férreo, se presentó el primer plan quinquenal, sustentado en gran parte sobre la nacionalización de empresas, que como ya veíamos más arriba, estas medidas no exponen una negación del capitalismo, ni son “progresistas”, sino tan solo formas que el capital se ve obligado a aplicar en momentos de urgencia.
Estas formas de trabajo permiten que desde el Estado se impulse a la dinámica de acumulación, pero se mistifican los hechos, haciéndolos pasar como actos con los que se cumplen los deseos de los trabajadores. Así, el mayor proyecto del “primer plan quinquenal” (1947-51) fue la nacionalización de los ferrocarriles. Con esta operación que representó 2/3 del total de la inversión aplicada, se pudo beneficiar relativamente a los trabajadores en tanto bajó el precio de ese transporte, pero quien realmente se benefició fue la burguesía. El economista Eduardo Basualdo, aun cuando intenta presentar los “logros” del peronismo no puede evitar el reconocer que “…la nacionalización del ferrocarril era una medida que beneficiaba a los terratenientes y productores, en primer término, y a los industriales en el segundo. Los industriales obtenían mercado; los terratenientes la renta […] igualmente benefició a los pequeños y medianos productores rurales, así como a los industriales que redujeron sus costos, e incluso a los asalariados, por la disminución de las tarifas en el trasporte de pasajeros...”
De manera que, si la burguesía fue la que obtuvo los beneficios con la estrategia de Perón y los trabajadores, que tuvieron que sufrir las cargas laborales, recibieron muy poco, no vemos más que la repetición de la dinámica cotidiana que se vive en el capitalismo, sin embargo si ese nivel de beneficios que pudieron recibir los obreros, fue un poco mayor que el recibido en períodos anteriores y además se publicita sobredimensionándolo, entonces, esos beneficios recibidos aparecen como algo verdaderamente novedoso. Eso es lo que ha hecho que se asegure que con Perón se vivió un cambio radical. Pero, alcanzar una relativa mejora (y temporal) de la distribución de los ingresos no implica un giro inédito de la historia, define en cambio, un mecanismo de encuadramiento que presume la fundación de un nuevo pacto social entre las masas obreras y el Estado, pero la reproducción del sistema capitalista se mantiene sin afectarse ni una partícula de él. Lo único diferente en ese proceso es el intenso uso de mecanismos para asegurar el control ideológico. Proclamas como esta, emitida por la CGT, se repetían una y otra vez: “Trabajar para el Plan Quinquenal no es trabajar sólo para mejoras individuales ni para el enriquecimiento de un hombre, ni para servir a la […] oligarquía es trabajar para todos […] Los obreros por su parte han de responder frente a este nuevo estado de cosas, comprendiendo que un esfuerzo más para trabajar y producir no será en beneficio del patrón sino en beneficio de un plan, que en última instancia persigue el bien de todos…”
Pero si el objetivo de reimpulsar la acumulación y someter a la clase obrera era cumplido por el gobierno de Perón, no logra la homogeneidad entre la burguesía. Inicialmente son pequeños grupos de empresarios que amenazaban desde 1946 con detener el ascenso al gobierno a Perón, pero al contar con poco respaldo contienen sus fuerzas. Luego, es el clero católico (que representa una fuerza política y económica con mucho peso en Argentina, aún hoy), retira su apoyo a Perón cuando este les reduce el control de la educación, iniciando una campaña, que en el ambiente de incertidumbre por la recesión que se abre luego del fin de la 2ªGM –en la que Argentina ve disminuidas sus exportaciones y por tanto el Estado se ve impedido para obtener divisas y asegurar la importación de insumos y maquinaria necesarios para su proyecto de industrialización– y la implantación de la “doctrina Truman”, con la que los Estados Unidos busca definir su zona de dominio y presiona a los que percibe como un peligro potencial17, se logra aglutinar un grupo opositor, en el que se incluyen militares “liberales”. Así, aun cuando Perón logra arrastrar a la clase obrera a las urnas y con ello validar su segundo gobierno (1952), las tensiones al interior de la burguesía se mantienen, abriéndose un período de sabotajes y atentados, llegando hasta el ataque aéreo a la sede del gobierno el 16 de junio de 1955, bombardeando incluso a civiles que se encontraban en la plaza de mayo. El desgaste del gobierno de Perón era evidente, justo 3 meses después del bombardeo se consuma el golpe militar, derribando al gobierno, con lo que se corta la presencia y los programas de Perón, pero se mantiene y se fomenta la añoranza al peronismo, por un lado, por la afectación económica que se presenta con los gobiernos de los generales Eduardo Lonardi y Pedro Aramburu, y por otro, por la victimización que del peronismo hace el gobierno con las medidas de proscripción que impone. Esta situación abrió la posibilidad a que el peronismo, con su caudillo en el exilio, se mantuviera como un movimiento burgués de oposición, que sigue arrastrando a los trabajadores a un terreno ajeno a sus intereses y, por tanto, continúa con su ataque en contra de la conciencia de los trabajadores, aspectos que analizaremos en la siguiente parte.
1 CGT: Confederación General del Trabajo; CTA: Central de Trabajadores de la Argentina
2lnternationalisme (1946). La experiencia rusa. Propiedad privada y propiedad colectiva [235].
3 Entre 1914 y 1918 se inicia esa estrategia por la burguesía latinoamericana la cual va a ser recuperada durante la crisis de 1929 y luego ampliara su aplicación durante la 2ªGM. Este sistema consiste en impulsar, dentro del territorio, la producción de las mercancías manufacturadas que dejaron de ofertar los países de mayor industrialización.
4 Alberto E. Castex. Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1-enero-1920, citado por Patricia Audino y Fernando Tohmé. “El Modelo Agroexportador Argentino y sus Descontentos: La Crítica a las Políticas Económicas entre 1900 y 1930”.
5 Aun cuando no podemos en este espacio profundizar sobre el capitalismo de Estado, se vuelve relevante señalar dos aspectos: Lo primero es comprender que el capitalismo de Estado no es una solución a las contradicciones del capitalismo, solo es un mecanismo que usa la burguesía para retrasar algunos de sus efectos. El segundo aspecto es que el capitalismo de Estado no termina cuando se abandona el intervencionismo estatal y se abren los procesos privatizadores, por el contrario, el Estado asume una presencia mayor en la protección del capital. Para profundizar sobre el tema recomendamos leer:
- “¿Crisis del neoliberalismo o crisis del capitalismo?”. https://es.internationalism.org/cci-online/200810/2380/crisis-del-neolib... [236]
- “Cuestiones sobre el Capitalismo de Estado en la actualidad” [237].
6 Sobre estas experiencias de lucha que forman parte de la oleada revolucionaria mundial de 1917-23, cuando nos sea posible escribiremos sobre ellas; animamos a los lectores a enviarnos contribuciones sobre estas.
7 Esa era la formulación usada por Perón para definir el perfil de su política en su primer plan quinquenal. La tomamos en este párrafo con el fin de mostrar que las preocupaciones establecidas por Perón eran buscadas décadas atrás por la burguesía argentina.
8 Jorge A. Ramos. Revolución y contrarrevolución en Argentina. La era del peronismo, 1943-1976. Buenos Aires 2006.
9 Durante este período, el gobierno lo dirige una coalición de partidos llamada “Concordancia”, formada por el Partido Demócrata Nacional (de corte conservadora), la UCR antipersonalista (se trata de una escisión de la UCR, que se hace llamar antipersonalista para definir su oposición a la actuación personalista Yrigoyen) y el Partido Socialista.
10 El pacto se firma en 1933 y tiene vigencia hasta 1948, aunque se increpó en 1936. Consistía en que, para asegurar la compra de carne argentina por Gran Bretaña, el Estado argentino se comprometía, entre otras cosas a: usar las divisas obtenidas por la exportación de carne en la compra de mercancías británicas; eliminación de impuestos a las mercancías inglesas exportadas a Argentina; control absoluto de los frigoríficos por parte del capital inglés; otorgarle el monopolio del transporte de Buenos Aires a una corporación inglesa…
11 La respuesta represiva fue tan brutal contra los obreros, que se denomina a esa jornada la “semana trágica”, pero la rabia de la burguesía no se calmó con la masacre de obreros, la represión la llevó hacia el barrio ruso (Barrio del Once), protagonizando un verdadero pogromo por parte de bandas de jóvenes burgueses (llamados los “niños bien”, que fueron armados por la policía). Un breve fragmento de la novela testimonial, “Pesadilla” de Pinie Wald, describe el nivel de represión desatada: “He aquí que detienen a un judío y, después de los primeros golpes, de su boca brota sangre en abundancia. Entonces le ordenan cantar el Himno Nacional. No puede hacerlo. Lo matan ahí mismo.”
12 Recomendamos leer: “Historia del movimiento obrero: La FORA. El anarcosindicalismo en Argentina (I)”.
13 Juana Rouco, Historia de un ideal vivido por una mujer. Capitulo XVI
14 La CGT aparece como la principal central sindical al fusionar a la Unión Sindical Argentina (USA), que surge de lo que quedó de la FORA-IX Congreso (es decir el sector no anarquista), y a la Confederación Obrera Argentina (COA), central orgánicamente integrada a la “Fraternidad”, estructura sindical ferrocarrilera, que solía mantener interlocución con todos los gobiernos. Justamente por ello, en la inauguración de la OIT, Yrigoyen envía como delegados a miembros de ese sindicato y en el primer acto público que hiciera Perón como secretario del trabajo, ese fue el sindicato que estuvo presente.
15 Los sindicatos, durante la fase de ascenso del capitalismo fueron un arma de defensa de los intereses de la clase trabajadora, su objetivo era obtener mejores condiciones y podía lograr reformas porque el desarrollo de las fuerzas productivas posibilitaba la extensión de los beneficios a los trabajadores, por ejemplo, el incremento de la productividad permitió la disminución de la jornada laboral. Para ampliar los argumentos recomendamos leer nuestro folleto “Los sindicatos contra la clase obrera [238]”.
16 Su actitud anti norteamericana cambia al ascender al gobierno, primero al verse obligado a romper con el Eje, 6 semanas antes de la capitulación de Alemania (aunque el historiador peronista F. Pigna, documenta que Perón explicó a los alemanes su ruptura bajo la idea de poder “salvar a algunos”, como finalmente lo hizo en mancuerna con el Vaticano), enseguida, se acerca a los EUA como socio comercial para poder importar maquinaria industrial y armamento moderno.
17 En la preparación del Plan Marshall, se consideró la posibilidad de incorporar a Argentina como apoyo en la producción de trigo, sin embargo, es eliminada la posibilidad, explicado en gran parte por el incremento de la producción agrícola en EUA y el inicio de la recuperación agrícola de Europa, pero también influyó la desconfianza que desde Washington se tenían hacia Perón, por actos como su negativa a integrarse al FMI. El embajador de los EUA en Argentina, James Bruce en un comunicado de junio de 1948 refiere: “Hay fuertes elementos nacionalistas en el gobierno de Perón que se oponen a cualquier forma de cooperación con EUA…” Lo cual en el marco de la “doctrina Truman” representaba un llamado a estar alerta.
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el_caso_vogt_el_combate_de_los_revolucionarios_contra_la_calumnia_i.pdf [244] | 130.69 KB |
El libro Herr Vogt ha sido considerado tanto por parte de los grupos izquierdistas como por el “marxismo académico” como un “trabajo menor” de Marx, una “pérdida de tiempo” y un supuesto “deslizamiento” de Marx hacia el terreno del chismorreo y la “prensa amarilla”. Por desgracia, este análisis se ha extendido a grupos de la Izquierda Comunista que deploran que Marx abandonara durante un año sus estudios sobre El Capital, para dedicarse exclusivamente a refutar las acusaciones que Vogt había hecho circular contra él. Lamentan que con su obra daba protagonismo a ese personaje, le hacía, por así decirlo, una “publicidad inmerecida”. Critican también que se colocara “en el mismo terreno” que Vogt de “rebajarse” a querellas personales y a denuncias “ad hominem”. Examinaremos al final estos argumentos.
Rechazamos estos planteamientos que olvidan que la calumnia es un arma fundamental de la burguesía contra las organizaciones y los militantes comunistas. Es una constante en la historia del movimiento obrero: sus militantes más destacados han sido objeto de las más feroces campañas de calumnias, de las más viles acusaciones; han sido sometidos a un acoso sistemático tendente a desprestigiarlos y demolerlos moralmente. Marx fue atacado por Vogt y Bakunin; Lenin acusado por los mencheviques y después tachado de “agente alemán” por el Gobierno Provisional ruso de 1917; Rosa Luxemburgo denigrada como “libertina”, “sanguinaria” en los círculos del Partido socialdemócrata alemán; Trotski atacado por el estalinismo como agente de la GESTAPO…En la historia reciente, la CCI y sus militantes han sido víctimas de ataques parásitos, de denuncias y delaciones de signo policial1.
Estos ataques–cualesquiera que fueran sus motivaciones inmediatas- se han inscrito siempre en el marco de una finalidad política: aniquilar a los militantes revolucionarios, sembrar la duda y la sospecha dentro de las filas comunistas y preparar la represión. Frente a ello no podemos consentir la indiferencia y la banalización que hace el oportunismo en nombre de dejar esas cosas “sucias” y dedicarse a “lo importante” que sería el análisis y las grandes declaraciones políticas.
Vogt gozaba de cierto prestigio en los medios liberales de la época por sus escritos científicos, en particular, apoyando la teoría de la evolución de Darwin. Eso daba “más autoridad” a las graves calumnias que lanzó contra Marx en un panfleto titulado Libro Principal.
Vogt utilizó como pretexto un folleto titulado Como aviso que un tal Karl Blindt escribió atacando sin pruebas fehacientes a Vogt y atribuyendo la paternidad de este escrito a Marx. Los ataques de Vogt fueron reproducidos por un individuo llamado Zabel en el periódico berlinés National Zeitung en 1860. Zabel hacía aún más infamantes las acusaciones de Vogt. A su vez, estas acusaciones se propagaron por otros órganos de prensa europeos –entre ellos el Daily Telegraph inglés- La prensa liberal se hizo eco de estas “revelaciones” llegando a ocupar páginas de periódicos de Estados Unidos. En menos de un año, una “campaña internacional” fue lanzada contra Marx participando la prensa “más progresista” de la época.
En su Libro Principal, Herr Vogt atribuye a Marx la dirección de una denominada Banda del Azufre donde se habrían realizado prácticas sospechosas: «Tras el chaparrón de la revolución de 1849 se ha reunido lentamente en Londres una claque de prófugos, cuyos componentes entre la emigración suiza eran conocidos en su tiempo bajo el nombre de Banda del Azufre o del Cepillo. Su jefe es Marx, antaño redactor de la Rheinische Zeitung en Colonia; su palabra mágica, república social, dictadura obrera; su ocupación, maquinar contactos y conspiraciones» (pag. 162). Esta banda buscaría “apartar al obrero de su profesión, complicándolo en conspiraciones y complots comunistas, para finalmente, después de haber vivido a costas del sudor de su frente, abandonarlo con toda frialdad a su desgracia. También ahora ese grupillo vuelve a esforzarse por atraer a sus redes traicioneras, cueste lo que cueste, y de la manera más vulgar imaginable, a las asociaciones obreras” (pag. 46).
Así pues, las acusaciones de Vogt se podrían resumir en 4 puntos:
Marx y su banda colaborarían con la policía prusiana pues “todo aquel que se aviene a tratar con Marx y sus secuaces caerá tarde o temprano en manos de la policía” (pag. 28).
Arrastrarían a los obreros a acciones aventureras que facilitan la represión policial
Marx ejercería como dictador máximo manipulando a sus incondicionales: “Sus camaradas” —[los de Marx]— “no escriben una sola línea sin que él esté previamente enterado de su contenido. La prueba resulta muy simple: “Él” —[Marx]— “domina incondicionalmente a su gente” (pag. 82)
“Una de las ocupaciones principales de la Banda de Azufre consistía en comprometer a personas radicadas en la patria, de manera que se viesen obligadas a pagar para que la Banda guardara en secreto su compromiso. No una, sino centenares de cartas fueron enviadas a Alemania, en la que se decía que se denunciaría la participación en este o aquel acto revolucionario, en el supuesto caso de que al cabo de un plazo determinado no llegara a una dirección determinada cierta cantidad de dinero” (pag. 190);
Vogt seguía la estela trazada por elementos policiales que ya en 1851 habrían organizado una conspiración contra Marx y otros revolucionarios. Marx aporta el testimonio de un participante en un “Comité Revolucionario” alemán constituido ese año: «Todo el comité se componía de Schurz y de Schimmelpfennig. [que se] propusieron aniquilar a Marx. Se recomendaron a tal fin las más impúdicas calumnias. El paso más próximo para llevarlo a efecto fue el retrato de Marx publicado por L. Häfner en el Feuilleton der Hamburger Nachrichten a comienzos de 1851» (pag 85).
Hasta aquí las acusaciones lanzadas. ¿Qué tenía que hacer Marx? ¿Aguantar estoicamente el alud de insidias? ¿Poner cristianamente la otra mejilla? Marx no era dado a responder a los insultos e insinuaciones lanzadas contra él. Sin embargo, cuando los ataques podían poner en peligro su reputación y, sobre todo, la de las organizaciones comunistas, entonces rompía su silencio: “Aquí la situación era otra. Zabel me acusaba de una serie de acciones criminales e infamantes, y esto, ante un público por demás inclinado a creer en los prejuicios políticos, las monstruosidades más absurdas y que, por otra parte, debido a que hacía 11 años que yo faltaba de Alemania, carecía de todo punto de referencia para poder juzgarme. Aparte de todas las consideraciones políticas, también le debía a mi familia, a mi esposa y a mis hijos, la satisfacción de someter a un examen judicial las infamantes denuncias de Zabel” (ídem.).
Marx toma muy en serio las acusaciones y analiza minuciosamente los hechos buscando restablecer la verdad de estos, estableciendo las conexiones entre ellos, desarrollando un marco global que permite comprender su lógica y coherencia. Con un método riguroso, Marx destruye la intriga montada por Herr Vogt.
Previamente exige, tanto a Vogt como a Zabel, la aportación de pruebas o la retirada de las acusaciones. Como no obtiene respuesta pasa a una segunda etapa consistente en demostrar la naturaleza real de la llamada Banda del Azufre, un grupo que según Vogt era el instrumento organizativo que Marx utilizaba para realizar sus fechorías. En una tercera etapa, refuta una a una todas las acusaciones. Pasa a continuación a una tarea política importante: defender la memoria de la Liga de los Comunistas. Finalmente analiza el contexto histórico en el que se desarrolla la calumnia de Vogt y los intereses burgueses inconfesables a los que sirve.
Marx trató de averiguar si había existido alguna vez esa Banda. Logró reunir el testimonio de S. L. Borkheim que en carta del 12-2-1860 aclaró que fue un agrupamiento de estudiantes que habían participado en la revolución de 1848 en Alemania y se habían exiliado a Suiza. Entre sus componentes no se encontraba Marx ni ningún miembro de la Liga de los Comunistas, las únicas actividades de la Banda habían sido la juerga y la sátira política disolviéndose definitivamente en 1850. Este testimonio mostraba cómo Herr Vogt había utilizado una Banda realmente existente para montar otra cuya existencia residía exclusivamente en su cabeza siendo igualmente producto de ésta las actividades delictivas que atribuye a Marx.
Marx recoge en el libro numerosos documentos probatorios. Es una tarea fastidiosa y su lectura no siempre es cómoda, pero es imprescindible para refutar las acusaciones de Vogt.
Vogt cometió el error de afirmar que la Banda cuya jefatura atribuía a Marx tenía dos nombres: Banda del Azufre y Banda del Cepillo. Marx tiene la paciencia de demostrar que existió realmente una Banda del Cepillo totalmente diferente de la anterior que hizo sus fechorías en la Sociedad Obrera de Ginebra. Esa amalgama de Bandas es «un embrollo a la cuarta potencia, gruesa como el padre que la generó» (pag. 33).
Marx denuncia sin embargo un rasgo congénito de calumniadores, aventureros y provocadores: suelen atribuir a sus víctimas las maldades de las que ellos son culpables. Es lo del dicho popular: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Vogt montaba un grotesca acusación de “banda y bandido” para mejor encubrir la Banda de su jefe, Luis Bonaparte que, efectivamente, había organizado la Banda del 10 de Diciembre compuesta por la hez y el lumpen de París : «A mí personalmente iba a ensalzarme cual jefe de la Banda del Azufre por él vilipendiada y por mi ignorada hasta la aparición del Libro Principal, y dicho ensalzamiento como castigo por mi ultraje, durante años inalterado, contra la cabeza y los miembros de la Banda del 10 de diciembre» (pag. 21)3.
Según Vogt «aquel que se enreda con Marx y compañía en negocios políticos, cae antes o después en manos de la policía; tales negocios son desde el principio delatados a la policía secreta e incubados por ella –esos negocios parecen huevos, y la policía la gallina clueca que los empolla –tan pronto como llega su hora. Los instigadores Marx y compañía permanecen inaprensibles en Londres –mientras la policía se posa sobre los huevos-.» (pag. 35). Esta acusación se refuerza con la acusación formulada por Zabel según la cual Marx habría tenido tratos con las policías prusiana y francesa.
Vogt pretende que había un agente provocador llamado Cherval (o Crämer) que habría contactado con Marx en la Liga de los Comunistas y después habría actuado como agente suyo en las asociaciones obreras de Ginebra. Marx aporta cartas de J.F.Becker, Schilly y Borkheim donde se desmiente toda relación con dicho individuo. Ante la repetición por Zabel de la misma acusación, Marx aporta nuevas pruebas: «Mis materiales probatorios destinados a refutar esta denuncia del “demócrata” Zabel, abarcaban todo el período que media entre la entrada de Cherval en la Liga de los Comunistas hasta su fuga de Ginebra, acaecida en 1854. Un afidávit depuesto ante la corte de justicia policial de Bow Street por Carlos Schapper el 1 de marzo de 1860, demostró que la entrada de Cherval en la Liga de Londres tuvo lugar anteriormente a la mía, que no había sido conmigo con quien se puso en contacto desde París, donde reside a partir del verano de 1850 hasta la primavera de 1852, sino con la Liga contraría a mí, dirigida por Schapper y Willich, entrando después de su simulada fuga de la cárcel de St. Pélagie y de su regreso a Londres —1852— a formar parte de la Asociación Cultural de Obreros Alemanes allí existente y a la que yo ya no pertenecía desde el mes de septiembre, hasta que finalmente se le desenmascaró en la misma, declarándosele infame y expulsándosele por lo tanto de la organización” (pág 194).
Vogt aporta diferentes “pruebas” que Marx refuta con una rigurosa documentación.
Uno de los miembros de la Liga de los Comunistas, Wolf, habría hecho en Londres en 1850 llamamientos incendiarios a los obreros alemanes que simultáneamente habría enviado a la policía de Hannover.
Marx aporta la carta de Wolf que demuestra que en esa fecha no se encontraba en Londres sino en Zúrich y desmiente haber hecho un llamamiento de ese tipo. Desarrollando una argumentación política de fondo, Marx cita sus Revelaciones sobre el proceso de los comunistas de Colonia4: tras la derrota de las revoluciones de 1848 «los miembros del partido proletario participarán de nuevo en una revolución contra el statu quo, pero no era su tarea específica el preparar tal revolución, ni agitar para ella, ni tramar complots… La Liga de los Comunistas no era por tanto una sociedad conspiradora» (pag. 36).
En su Libro Principal, Vogt habla de un discurso suyo en la Fiesta Obrera de Lausana (1859) en el que habría denunciado una maquinación de Marx y sus secuaces, para arrastrar a los obreros alemanes exiliados a una “conspiración” que tendría como único fin hacerlos caer en manos de la policía prusiana. Marx refuta esta acusación aportando un testimonio de un tal Lomel, quien anteriormente habría colaborado con Vogt, donde afirma taxativamente que “El relato en que Vogt afirma que durante su estada en Lausana había frustrado una conspiración peligrosa, es sencillamente una MENTIRA; lo único que busca en Lausana es un lugar en el cual poder hablar para luego tener oportunidad de mandar imprimir su discurso. Dicho discurso, que duró hora y media, fue su autodefensa, en la que trató de negar que jamás haya sido un bonapartista asalariado” (pag 48)
Otro cargo del fiscal Vogt es pintar a Marx como un intrigante que no da la cara, sino que encarga a una serie de acólitos la faena sucia de la calumnia, la denigración y el chantaje: “Marx, como jefe de la sociedad, no empuña él mismo la pluma, pero sus fieles no escriben una línea sin haberle consultado” (pág 98).
Se trata de una acusación grave pues las organizaciones comunistas son profundamente colectivas, no se basan en líderes que se reservan las tareas más gloriosas y dejan a los subordinados las tareas sucias (lo que en el argot de los políticos se llama “las cloacas del Estado”). Esto es lo que ocurre efectivamente en los partidos burgueses donde el Gran Líder se encarga de las promesas, las medidas más atractivas y las declaraciones más solemnes, mientras que sus acólitos arrostran lo desagradable: atacar a los rivales, anunciar las medidas impopulares, realizar las intrigas más arriesgadas etc.
Todo eso es incompatible con la práctica de una organización comunista. En ella “no existen tareas "nobles" y tareas "secundarias" o menos "nobles". El trabajo de elaboración teórica y la realización de tareas prácticas, el trabajo en el seno de los órganos centrales y el trabajo específico en las secciones locales, son igual de importantes para la organización y por ello no pueden estar jerarquizados (es el capitalismo quien establece tales jerarquías)”5
Finalmente, en una organización revolucionaria no existen tareas sucias, inconfesables. Todas las tareas son coherentes con el fin emancipador que se propone el proletariado y toda intriga, calumnia, violencia contra militantes, simpatizantes o miembros de grupos proletarios, debe ser rigurosamente combatida porque es incompatible con el objetivo comunista del proletariado. En la moral proletaria “el fin no justifica los medios”, los medios siempre tienen que ser coherentes con el fin.
Por ello Marx toma muy en serio esta acusación. Su refutación abarca dos frentes. Por una parte, desarrolla un análisis teórico más general demostrando que él no defiende ningún sistema doctrinal sectario sino “la inteligencia crítica de las condiciones del camino y de los resultados generales del verdadero movimiento social”. Con ello pone en claro la naturaleza consciente y basada en la convicción individual y colectiva de la sociedad que impulsa.
Por otro lado, entra en la cuestión que podría dar un indicio de verosimilitud a la acusación de Vogt: el panfleto Como aviso escrito por Blindt que aquel atribuyó a la inspiración de Marx. Aquí Marx recopila las pruebas–incluida la declaración jurada de un cajista de imprenta- que muestran que él no tenía ninguna relación con Blindt y que fue éste quien organizó toda la intriga. Marx desvela los intereses que movieron a este individuo: mientras Vogt representaba los intereses del “pequeño Napoleón”, Blindt intrigaba desde el bando de la burguesía liberal inglesa interesada en contrapesar el avance francés.
Zabel repite la misma acusación afirmando que “Nos parece que para esto —[para el partido de Marx]— no resultaba demasiado difícil convertirlo —[a Blind]— en el burro de carga… con el empleo de estas declaraciones de Blind, el panfleto pudo ser forjado, de manera que en un todo aparezca como de su exclusiva fabricación” (National-Zeitung, Nº 41)” (pág 202). , Marx rechaza esta insidia: “La refutación judicial de esas acusaciones del “demócrata” Zabel resultó tan oportuna como simple. Se componía de la anteriormente mencionada carta de Blind a Liebknecht, el artículo de Blind aparecido en el Free Press, los dos afidávits de Vögele y de Wiehe —suplementos Nº 12 y 13— y la colaboración impresa de M. D. Schaible” (pág. 195). Además, pone en evidencia a Zabel al denunciar que “me atribuye el poder milagroso de escribir en Londres el 29 de octubre una carta, de la que el juzgado del distrito de Augsburgo YA puede disponer el 24 de dicho mes” (pag. 200).
Marx denuncia el “método” de Zabel consistente en buscar por todos los lados cosas sucias susceptibles de ser atribuidas a Marx: “Allí donde se encuentra con una frase especialmente sucia, la recoge y la añade lo más intacta posible a su fardo. Por lo demás mezcla los distintos pasajes extractados no presentándolos de acuerdo con su continuidad, sino como mejor convenga a sus propósitos personales” (pag 205). Esto lleva a Zabel a reproducir una acusación delirante, ya agitada por Vogt: Marx y los suyos se dedicaban a fabricar dinero falso: “De este modo en 1852 se enhebró una conspiración de la más vil índole, con fabricación en cantidad de papel moneda falso —[véanse más detalles en la obra de Vogt]— contra las Asociaciones Obreras Suizas; conspiración ésta que habría ocasionado a las autoridades suizas los mayores trastornos, de no haber sido descubierta a tiempo” (pag 203). Marx refuta fácilmente esta acusación demostrando que procede de la amalgama que habían hecho entre él y Cherval6, el cual efectivamente se dedicaba a fabricar dinero falso.
Pero la acusación más grave de Vogt, retomada para Zabel y aireada en la prensa alemana, es que Marx y sus amigos chantajearían a los militantes revolucionarios con la amenaza de delatarlos, que a los que no pagasen se les descubriría mediante artículos en la prensa alemana.
Marx refuta detalladamente las acusaciones demostrando en particular que ni Vogt ni Zabel han podido aportar al menos una de “esos cientos de cartas” que se habrían enviado para extorsionar. Pero además desmonta el juego de Zabel consistente en no afirmar directamente que Marx es quien procede a los chantajes y la delación (de esa manera legalmente –según las leyes prusianas de la época- no podía ser acusado de calumnias). Zabel dice en un pasaje lo que hacía la banda del azufre y en otro pasaje –cuidándose de no relacionarlo directamente- afirma que Marx era el jefe del “partido marxista” dentro del cual habría una banda del azufre donde estaría el círculo de los más allegados a Marx.
«Una de las ocupaciones principales de la Banda del Azufre era la de comprometer a las gentes en la patria de tal modo que se les obligara a pagar dinero a fin de que la Banda conservase el secreto sin compromiso. No una, sino cientos de cartas fueron escritas y enviadas a Alemania diciendo que se denunciaría este o aquel acto de participación en la revolución si en una fecha dada no llegaba una suma a una dirección indicada» (pág 190).
Marx aporta el análisis realizado por una asociación obrera en 1860 sobre estas acusaciones: “La Asociación Cultural de Obreros Alemanes que funciona en Londres, de la que me di de baja el 15 de marzo de 1850, festejaba el 6 de febrero de 1860 el vigésimo aniversario de su fundación, con cuyo motivo me invitó y en cuya oportunidad resolvió por unanimidad, “rechazar por calumniosa” la acusación de Vogt que afirmaba, que yo había “desvalijado” a los obreros alemanes en general” (pág 193).
Para Marx, aún más importante que la defensa de su persona es la defensa de la Liga de los Comunistas que Vogt intenta cubrir de oprobio. Se trata de defender la trayectoria y las aportaciones de ese eslabón de las organizaciones comunistas del proletariado desaparecida en 18527.
Marx subraya la función histórica de la Liga de los Comunistas y cómo su disolución consciente se hacía necesaria. “En lo que me concierne al carácter de la Liga de los Comunistas y a la índole de mi participación en la misma, era posible hacer concurrir como testigo a Berlín, a A. H. Bürgers, de Colonia, uno de los condenados en el Proceso de los Comunistas e interrogarlo durante el desarrollo de las vistas judiciales. Además Federico Engels encontró entre sus papeles una carta fechada en noviembre de 1852 y autentificada por los sellos de los correos de Londres y Manchester, en la que yo le comunicaba la disolución de la Liga cumplida a consecuencia de una indicación mía, como también los motivos que se hicieron valer para la resolución referente a dicha disolución: que a partir de la prisión de los acusados de Colonia, todas las comunicaciones con el continente habían quedado cortadas y que una asociación de propaganda semejante ya ni siquiera era digna de su época” (pag. 191).
Vogt falsifica la historia mezclando hechos de diferente naturaleza con el objetivo de denigrar a la Liga y a sus militantes más ligados a Marx y Engels. Así, Vogt convierte en una “conspiración militar secretísima” dirigida por Liebknecht8 donde un buen número de militantes habrían sido llevados a una trampa mortal tendida por la policía prusiana lo que en realidad era una proposición pública a 24 asociaciones obreras de acudir a una reunión “para conversar allí acerca de la organización y fundación de un periódico común” (pag. 31). Presentando a Liebknecht como una mera marioneta de Marx se obstina en mezclarlo en toda clase de asuntos turbios, reales o inventados, pero en los que aquel no participó, atribuyéndole por ejemplo una campaña de calumnias cosa que refuta Marx “Vogt podía mentir mucho, pero hasta su abogado Hermann le prohibió el embuste de que el artículo de Biskamp no copiado por el Allgemeine Zeitung había sido “reeditado” por Liebknecht. Del mismo modo tampoco se le podía ocurrir decir a Vogt que yo había mandado al Allgemeine Zeitung el panfleto intitulado “A Modo de Advertencia”. En cambio, dice textualmente: “El señor Liebknecht es… quien envió al Allgemeine Zeitung aquel panfleto calumniador” (pag 176)
Otra de las insidias de Vogt fue presentar al antes mencionado Cherval, agente doble de la policía francesa y prusiana, como “colaborador” de los miembros de la Liga de los Comunistas en el proceso de Colonia (1852), manchando su memoria.
Marx prueba de forma fehaciente que la causa contra los miembros de la Liga de los Comunistas se basaba en realidad en el testimonio, demostrado como falso, de un tal Steiber. Cita para ello el testimonio de un señor de Berlín, Eichoff, quien en respuesta a las calumnias de este último había afirmado que “todas las declaraciones que el tal Stieber había hecho durante ese proceso [el de Colonia], resultaban ser completamente falsas… La condena de los acusados de Colonia se debió exclusivamente a las declaraciones de Stieber… Toda la declaración de éste habría sido un juramento falso” (página 43).
Vogt presenta la Liga de los Comunistas como una organización sectaria, secreta y conspirativa. Marx en un largo capítulo de su libro (el IV) rebate esta falsificación explicando la evolución de la Liga desde posiciones que hacían concesiones al socialismo utópico y a las teorías sectarias, hacia posiciones dedicadas al desarrollo de la organización y la acción común de la clase obrera: “Las actividades de la Liga comprendían en primer término la fundación de Asociaciones Culturales de Obreros Alemanes, públicas y la mayoría de las asociaciones de esta índole que todavía existen en Suiza, Inglaterra, Bélgica y Estados Unidos, fueron fundadas directamente por ella o por antiguos socios de la misma. Es debido a ello que la constitución que rige a estas asociaciones obreras sea igual en todas partes. Se fijaba un día de la semana para polemizar, otro para los entretenimientos sociales —canto, declamación, etc.—; en todas partes se fundaban bibliotecas sociales. La Liga que apoyaba y dirigía estas asociaciones obreras hallaba en ellas un terreno propicio para su propaganda pública” (pag. 53).
En el mismo sentido, recopila una carta de un obrero emigrado a Londres, Scherzer, “Los tiempos han cambiado. Ha pasado la época de las asociaciones secretas. Es absurdo hablar de federación secreta o federación separatista, cuando un asunto es abiertamente planteado en una Asociación Obrera” (pag. 235)
Explica, igualmente, cómo el espíritu abierto de la Liga le hizo evolucionar desde posturas idealistas a las posiciones materialistas del socialismo científico: “publicamos una serie de panfletos [Marx y Engels] en los que la mezcolanza de socialismo anglo-francés y de filosofía alemana, era sometida a una crítica despiadada, recomendándose en cambio el estudio científico de la estructura económica de la sociedad burguesa, como único fundamento teórico pertinente, explicándose en un lenguaje netamente popular, que lo que se trataba no era la imposición de un sistema utópico cualquiera, sino la participación activa y consciente en el proceso revolucionario social a que asistíamos. A consecuencia de estas actividades la secretaría central londinense se puso en contacto con nosotros [con la intención], de convocar un congreso de la Liga en Londres, en el que las opiniones críticas que nosotros habíamos dado a conocer habrían de ser expuestas en un manifiesto público y que, si bien frente a los elementos anticuados y opositores nuestra colaboración se hacía indispensable, la misma exigía también nuestra entrada en la Liga. Por consiguiente, resolvimos entrar. El congreso después de algunas semanas de violentos debates quedó aceptado el Manifiesto del Partido Comunista que Engels y yo habíamos redactado” (pag. 54). Frente a la imposición a los obreros de “sistemas” elaborados por “cabezas pensantes”, Marx “desechaba todos los sistemas y también los que aparecen en dicho Manifiesto, suplantándolos con la comprensión crítica de las condiciones, el desarrollo y los resultados generales del legítimo movimiento social” (pag. 63).
En fin, Marx combate y desmonta la amalgama que hace Zabel entre la Liga de los Comunistas y la Banda del Azufre que este último trata de hacer pasar como una especie de organización secreta dentro de la Liga de los Comunistas puesto que la considera “el núcleo más íntimo del partido de Marx”. Realizando esa obra de prestidigitación, Zabel proclama que “La Banda de Azufre sometía a sus adictos a un rigor despiadado. Todo aquel que trataba de buscarse una existencia aburguesada, ya fuera por el simple hecho de anhelar una posición independiente, era considerado en general un traidor de la revolución… Los duelos, las desavenencias y grescas, eran fomentadas entre ésta bien alimentada clase de vagabundos, por medio de la siembra de rumores, correspondencias, etc.” (pág. 211).
Este tipo de amalgama es una grave acusación pues da a entender que dentro de una organización comunista hay un “grupo secreto” que mueve los hilos bajo mano y “dirige de facto” la organización. Esto tiene dos consecuencias:
1º Niega el carácter colectivo, unido y abierto con el que se toman las decisiones y orientaciones en las organizaciones comunistas y deforma la realidad de estas equiparándolas a las organizaciones burguesas donde efectivamente existen elites privilegiadas que las manipulan y las dirigen en la sombra. Más aún, en partidos, sindicatos y demás organizaciones capitalistas, existen bandas rivales que se disputan el poder y libran pugnan sobre cuestiones baladíes, muy difíciles de entender para el gran público, pero que tienen como objetivo alzarse con el control de la organización;
2º Acusan a Marx de una práctica conspirativa. Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo y otros militantes proletarios, jamás se libraron a actividades conspirativas, su acción siempre fue pública y abierta, plantearon claramente sus posiciones y polemizaron con partidarios o adversarios exponiendo sin tapujos su postura y sus críticas.
Respecto al “control secreto” de la Liga de los Comunistas por la Banda del Azufre, Zabel no aporta ninguna prueba, su proceder es dar a entender que en “el partido de Marx” reinaría la dictadura despiadada de este último, calificado de “auténtico Napoleón que agita su férula sobre sus adictos”, igualmente que su cofradía sería un nido de espías, agentes provocadores, policías etc. y, por último, que su verdadera actividad, más allá de la palabrería socialista, sería la extorsión, el tráfico de divisas y el chantaje.
Con esta amalgama Zabel desprestigia la memoria de la Liga de los Comunistas, por lo que Marx refuta uno a uno todos los “argumentos” de Zabel que, en realidad, no son tales, sino únicamente amalgamas, alusiones, referencias indirectas… sin aportar la menor prueba.
Esta política de calumnia se combina con la acción policial de control y seguimiento de la actividad de las organizaciones revolucionarias, así Marx pone de relieve cómo la central de la policía de Frankfurt había organizado una “recopilación de informes” sobre las reuniones de la Liga de los Comunistas: “El contenido —[de mis informes sobre las asambleas de la Liga secreta celebrada por mí]— era rellenado con alguna que otra discusión que solía producirse, la aceptación de nuevos miembros de la federación, el que en algún rincón de Alemania acababa de fundarse una nueva feligresía, el que tuviera lugar alguna nueva organización, el que en Colonia los apresados amigos de Marx tuvieran o no posibilidades de ser liberados, que habían llegado cartas de éste o aquél, etc.”(pag 228)9. Esta acción policial incluía la suplantación de las propias organizaciones revolucionarias editando como si procedieran de ellas panfletos “radicales”. Marx cita a este respecto el testimonio de un colaborador policial (Hirsch): “Greif-Fleury alquilan una prensa litográfica en la imprenta de Stambury, Fetter Lane y, en compañía de Hirsch, se dedican ahora a confeccionar ellos mismos sus “panfletos radicales”. “El primer panfleto que redacté —Hirsch— llevaba, de acuerdo con las indicaciones de Fleury, el título: “Al Proletariado Campesino” y fue posible lograr del mismo algunas copias presentables. El señor Greif remitió estas copias como si provinieran del partido marxista y, a fin de hacer más verosímil su origen, agregó algunas líneas sobre la expedición de esta clase de panfletos, fundándose para ello sobre la así señalada manera de fabricarlos en las llamadas Asambleas Federales” (página 229). Esta suplantación llevaba a fabricar actas de las reuniones de la Liga de los Comunistas falsificando incluso firmas de militantes como Liebchneck o Becker.
C. Mir 17-2-22 (continuará)
1 Especialmente por el grupúsculo para – policial que se hace llamar GIGC (Grupo Internacional de la Izquierda Comunista). Ver a este propósito El aventurero Gaizka tiene los defensores que se merece: los matones del GIGC https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc [171]
2 Las citas están tomadas de la edición en Internet en español del libro de Marx: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860/herr-vogt.pdf [245] Indicamos la página.
3 Recordemos que un libro clásico -El 18 de Brumario de Luís Bonaparte- Marx denuncia las sucias maquinaciones de este personaje para hacerse con el poder. Ver https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm [246]
4 Que sepamos no existe versión digital en español, la versión francesa se puede encontrar en https://www.marxists.org/francais/marx/works/1852/12/index.htm [247]
5 Estructura y funcionamiento de la organización revolucionaria https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria [179]
6 De este agente provocador ya hemos hablado antes y lo mencionaremos después pues actuó como infiltrado en la Liga de los Comunistas.
7 Para un conocimiento más detallado ver Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas de Engels, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1885-hist.htm [248]
8 Wilhem Liebknecht (1826-1900), padre de Karl Liebknecht, fundador del Partido Socialdemócrata alemán y militante anteriormente de la Liga de los Comunistas.
9 Cabe añadir que los informes eran “enriquecidos”: “muy a menudo fue preciso recurrir a la imaginación y es probable que en esos casos apareciera también algún miembro de la federación, cuyo nombre acaso ni siquiera exista en el mundo entero. Sin embargo, el señor Greif opinaba que nuestros informes eran buenos, ya que a tout prix [a cualquier precio], era preciso forjarlos…” (pag 228).
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la_guerra_de_ucrania_un_paso_de_gigante_hacia_la_barbarie_y_el_caos_generalizados.pdf [250] | 107.8 KB |
La guerra en Ucrania sigue desatando su asqueroso torrente de asesinatos, destrucción, violaciones y sufrimiento sobre los refugiados que tratan de escapar de la furia de los beligerantes. Las imágenes cotidianas de la barbarie desenfrenada a las puertas de Europa Occidental, centro histórico del capitalismo, son tan insoportables, tan apocalípticas y masivas; lo que está en juego a escala mundial es tan colosal, aunque sólo sea por los riesgos nucleares que el conflicto supone para la humanidad, que es evidente que esta guerra, como consecuencia de la exacerbación de las tensiones imperialistas mundiales, representa un notable agravamiento del caos global que implica y afecta directamente a todas las grandes potencias imperialistas.
Si la guerra de Ucrania es la expresión más central y caricaturesca de la dinámica de decadencia generalizada a la que el capitalismo arrastra al mundo, en particular porque se trata de un acontecimiento conscientemente desencadenado por la burguesía que afectará de forma duradera y grave al conjunto de la sociedad, también forma parte de un proceso de convergencia de numerosas catástrofes y contradicciones que la clase dominante es cada vez más incapaz de controlar:
- la pandemia de Covid-19 está lejos de ser contenida, como lo demuestran los confinamientos masivos y extremadamente brutales en Pekín y Shanghái en China, y la explosión de nuevas "olas" debidas a nuevas variantes en Europa;
- La crisis económica combina ahora la inflación, la desorganización de las cadenas de producción y el deslizamiento ineludible de la economía mundial hacia la recesión, que había sido momentáneamente contenida por la inyección récord de subsidios de la Reserva Federal y el BCE;
- el número de refugiados que huyen de la barbarie y la miseria en África, Siria, Libia, América Latina, Asia y ahora Europa ha seguido aumentando de forma espectacular;
- La incapacidad de la burguesía para lograr el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C es tan evidente que incluso los propagandistas más optimistas ya no se lo creen;
Y podríamos añadir muchos más estigmas, como la explosión de la violencia urbana, el ingenio individual frente a la miseria, la multiplicación de las "teorías conspirativas" delirantes, la corrupción, etc.
Sin embargo, la guerra en Ucrania marca una nueva y enorme inmersión en la barbarie. En 1991, poco después de la caída de la URSS, en su discurso a la nación sobre la Guerra del Golfo, Bush padre prometió el advenimiento de un "nuevo orden mundial"; la burguesía trató de persuadir a los explotados de que el capitalismo había triunfado definitivamente y anunciaba días brillantes. 30 años después, las promesas se han desvanecido, confirmando, cada día un poco más, lo que estaba en juego y que fue claramente discernido por el 1er Congreso de la Internacional Comunista en 1919: "Se abre una nueva época, una época de desintegración del capitalismo, de su colapso interno. Una época de la revolución comunista del proletariado [...]. La humanidad, cuya cultura ha sido totalmente devastada, está amenazada de destrucción. Sólo hay una fuerza capaz de salvarla, y esa fuerza es el proletariado. El viejo "orden" capitalista ya no existe. No puede existir. El resultado final de los procedimientos capitalistas de producción es el caos.
Para quienes esperaban una invasión tipo Blitzkrieg, empezando por la propia burguesía rusa (o al menos la camarilla de Putin), como fue el caso de la ofensiva de Crimea en 2014, estos cuatro meses de guerra han demostrado, por el contrario, que el conflicto será de larga duración. El fracaso inicial de la invasión rusa llevó a la destrucción sistemática de ciudades, como Mariupol, Severodonetsk o ahora Lyssychansk, que recuerda a la aniquilación de ciudades como Grozny (Chechenia), Faluya (Irak) o Alepo (Siria). Durante la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de ciudades se hizo cada vez más masiva y sistemática, aunque el resultado del conflicto era seguro: Hiroshima y Nagasaki en Japón, ciudades obreras en Alemania. En el conflicto actual, bastaron unas pocas semanas para ver imágenes de enorme destrucción y ciudades arrasadas.
Así, en contra de quienes afirman que la guerra abriría un nuevo ciclo de acumulación capitalista, significando así la posibilidad de que el capitalismo encuentre una "solución" a la crisis, la realidad demuestra que la guerra es sólo una destrucción de fuerzas productivas, como ya decía la Izquierda Comunista de Francia en 1945: "La guerra fue el medio indispensable para que el capitalismo abriera posibilidades de desarrollo ulterior, en el momento en que estas posibilidades existían [el período de ascenso del capitalismo] y sólo podían abrirse por medio de la violencia. Del mismo modo, el colapso del mundo capitalista, habiendo agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, encuentra en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este colapso, que, sin abrir ninguna posibilidad para el desarrollo ulterior de la producción, no hace más que engullir las fuerzas productivas en el abismo y acumular ruina sobre ruina a un ritmo acelerado"1, empezando por la población trabajadora. Las primeras estimaciones de las víctimas cifran el número de muertos en Ucrania en más de 50.000 y el número de refugiados en unos 6 millones; Zelensky habla de 100 soldados ucranianos muertos cada día y 500 heridos (la mayoría de ellos lisiados). En el lado ruso, las pérdidas son mayores que las de toda la campaña de invasión en Afganistán. Las fábricas, las carreteras y los hospitales se han quemado por completo. Según la Facultad de Economía de Kiev, cada semana se destruyen infraestructuras civiles por valor de 4.500 millones de dólares.
Los bombardeos y la ocupación militar cerca de Chernóbil han suscitado el temor a la contaminación radiactiva, pero la magnitud del problema de la guerra y su impacto medioambiental va mucho más allá: "Se han bombardeado fábricas químicas en un país especialmente vulnerable. Ucrania ocupa el 6% del territorio europeo, pero contiene el 35% de su biodiversidad, con unas 150 especies protegidas y numerosos humedales"2. En general: "después del armisticio de 1918, decenas de toneladas de proyectiles abandonados por los beligerantes siguen liberando sus compuestos químicos en el subsuelo del Somme y del Mosa. Millones de minas diseminadas en Afganistán o Nigeria contaminan permanentemente las tierras agrícolas y condenan a la población al miedo y la miseria, por no hablar del arsenal atómico que representa una amenaza ecológica sin precedentes en la historia de la humanidad. La guerra industrial es la matriz de toda contaminación»(ídem.).
En cuanto al impacto de la guerra en la crisis económica, si durante la anterior crisis de 2008 muchos trabajadores perdieron sus empleos y algunos sus casas por no poder pagar su hipoteca, esta guerra plantea directamente la perspectiva de hambruna en varias regiones del mundo, y no sólo por la interrupción del comercio de cereales y semillas a los países de la periferia: la amenaza del hambre concierne directamente a las poblaciones económicamente más frágiles de Estados Unidos y de otros países centrales. La burguesía no puede seguir compensando con deuda el descenso de la producción que se ha agravado dramáticamente desde la pandemia, especialmente con una alta inflación sostenida y la presión del militarismo provocada por la guerra en Ucrania. Biden, que prometió 30.000 millones de ayuda económica, dice ahora, como todos los gobiernos de Europa, que "los buenos tiempos han terminado".
Sin embargo, no tienen ningún reparo en aumentar exorbitantemente el gasto militar (lo que también mantendrá la inflación). Macron acaba de declarar que Francia ha entrado en "una economía de guerra". En Alemania, el gobierno socialdemócrata de Scholz, con la participación de los Verdes, ha aprobado un presupuesto adicional de 100.000 millones de euros para el rearme, un hecho histórico desde la Segunda Guerra Mundial. Japón tiene previsto aumentar su presupuesto de defensa hasta el 2% del PIB, lo que le convertirá en el tercer país del mundo que más gasta en armamento, con China, que ha aumentado el gasto en un 4,7% desde 2020 (293.000 millones de dólares este año) y Estados Unidos (801.000 millones de dólares) en segundo y primer lugar respectivamente.
Otra dimensión del impacto de la guerra en la crisis económica es la aceleración del proceso de desglobalización (aunque la guerra en sí misma no sea la causa), principalmente a través del importante daño al proyecto militar y comercial geoestratégico de China y su "nueva ruta de la seda". La pandemia ya había acelerado enormemente la desorganización de la producción mundial y la tendencia a la "relocalización", pero la guerra supuso un nuevo e importante golpe: las rutas comerciales a través del Mar Negro se vieron gravemente interrumpidas y muchas empresas se vieron obligadas a abandonar Rusia. Las burguesías nacionales de los países más desindustrializados ya presentan la tendencia a la deslocalización como una "oportunidad" para el empleo y la economía nacional, pero la OMC ya ha advertido de los peligros de tal proceso: la carrera por acumular materias primas en cada nación, lejos de reducir la inseguridad de la economía, corre el riesgo, por el contrario, de perturbar aún más las cadenas de suministro y de ralentizar considerablemente la producción mundial como consecuencia del sálvese quien pueda. Basta con recordar los actos de piratería que los Estados protagonizaron durante la "guerra de las máscaras" para darse cuenta de ello3. Todo ello contribuye a la crisis logística de la escasez, produciendo la aparente paradoja de que una crisis que se origina en la sobreproducción generalizada crea escasez de bienes. Las consecuencias de la profundización de la crisis para la clase trabajadora son ya la precariedad más brutal y los despidos por quiebra de empresas.
Es difícil saber cuál es el estado de la pandemia en Rusia y Ucrania. Al igual que en 1918 con la llamada "gripe española", la guerra ciertamente ha agravado considerablemente los estragos de la infección. Sin embargo, no es descabellado pensar que, si la burguesía ya era incapaz de contener la pandemia antes de la guerra, como atestigua el fiasco de la vacuna del sputnik, la situación se volvió totalmente incontrolable con las deplorables condiciones higiénicas impuestas por la guerra y la destrucción de la infraestructura sanitaria. Pero la pandemia, aunque en última instancia es el producto del deterioro del sistema y su hundimiento en la descomposición (que anuncia nuevas pandemias en el futuro), es un fenómeno en la vida del capitalismo que la clase dominante no decidió conscientemente y que se impone a su voluntad. Por el contrario, la guerra es una decisión consciente y voluntaria de la burguesía, ¡su única respuesta al colapso del capitalismo!
Como ya analizó Rosa Luxemburgo durante la Primera Guerra Mundial, en la decadencia del capitalismo todos los países son imperialistas. El imperialismo es la forma que adopta el capitalismo en un momento determinado de su evolución, el de su decadencia. Cada capital nacional defiende sus intereses con uñas y dientes en la escena mundial, aunque no todas tengan medios equivalentes.
La propaganda burguesa denuncia, en Ucrania y en Occidente, la ofensiva y los crímenes de guerra del dictador Putin y, por parte rusa, la "amenaza nazi" que pesa sobre Ucrania, al igual que, durante la Primera Guerra Mundial, el bando aliado llamaba a alistarse contra el militarismo del káiser, y el bando contrario llamaba a contrarrestar el expansionismo del zar. Durante la Segunda Guerra Mundial, cada bando también esgrimió sus justificaciones "legítimas": el antifascismo contra Hitler o la defensa de Alemania contra el aplastamiento de las "reparaciones" de guerra. La burguesía también plantea que Ucrania es un pequeño país víctima del oso ruso. Pero detrás de Ucrania están la OTAN y Estados Unidos, y Rusia también intenta buscar el apoyo de China. De este modo, la guerra entre Ucrania y Rusia forma parte de un conflicto más amplio entre la primera potencia de Estados Unidos y su contrincante declarado, China. En la raíz de la guerra actual está el deseo de Estados Unidos de reafirmar su hegemonía mundial, en declive desde el colapso del bloque estalinista y, más recientemente, desde el fiasco de Bush Jr. en Irak en 2003 y la retirada de Afganistán en 2021. Al igual que lo que Bush (el padre esta vez) hizo creer a Saddam Hussein en 1991, el gobierno estadounidense ha informado de la movilización de tropas rusas en la frontera ucraniana, dejando claro que, si se produjera la amenaza de invasión, EEUU no intervendría, como en Crimea en 2014. Por su parte, el gobierno ruso no podía tolerar la entrada de Ucrania en la OTAN, tras la integración de gran parte de su esfera de influencia histórica (es decir, Polonia, Hungría y los Estados bálticos).
Por tanto, no tuvo más remedio que morder el anzuelo estadounidense con la idea inicial de actuar rápidamente para vetar las ambiciones de Ucrania. Sin embargo, el apoyo de EE.UU. a Zelensky y su presión sobre los miembros de la OTAN para que se muevan en la misma dirección ha envuelto a Rusia en un conflicto de desgaste más largo de lo esperado. El gobierno de Estados Unidos intenta así poner en evidencia la debilidad del imperialismo ruso, que no está a la altura de una gran potencia mundial en el siglo XXI, y agotarlo al máximo. Por otro lado, Estados Unidos ha conseguido imponer su disciplina a las potencias europeas, especialmente ante las veleidades de independencia del imperialismo francés (Macron había declarado que "la OTAN está descerebrada") y de Alemania, que tuvo que absorber la disminución de los envíos de gas ruso y el cierre del mercado ruso para sus propias mercancías tras las sanciones, pero también el coste presupuestario del rearme decidido bajo presión estadounidense. Pero, sobre todo, detrás del conflicto ucraniano, el objetivo estratégico de Estados Unidos es debilitar a su principal contrincante, el imperialismo chino. Estados Unidos ha conseguido dificultar el apoyo de China a Rusia, haciendo que la principal potencia asiática parezca un socio poco fiable. Además de bloquear una región muy importante para el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, Estados Unidos ha hecho una demostración de fuerza y de "estrategia diplomática internacional" que es una advertencia muy explícita a Pekín. En resumen, Estados Unidos no ha dudado, una vez más, en desatar un caos que anuncia tormentas aún mayores en defensa de sus sórdidos intereses imperialistas y de su liderazgo mundial. El debilitamiento del imperialismo ruso, a largo plazo, podría conducir a la desintegración de Rusia en varios pequeños imperialismos con armas nucleares. Del mismo modo, el hecho de doblegar a las potencias europeas conduce en realidad a su rearme, especialmente el de Alemania, lo que no ha ocurrido desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Xi Jinping ve sus nuevas Rutas de la Seda amenazadas de bloqueo y al "aliado estratégico" de Rusia en graves problemas. Sin embargo, la verdadera víctima de esta guerra no es ni Ucrania, ni Rusia, ni China, ni Europa, sino la clase obrera, a la que se le pide, en Occidente, pero también en todo el mundo, que haga inmensos sacrificios en nombre del esfuerzo bélico y, en el frente, ¡que haga el sacrificio supremo de la propia vida!
La clase obrera en Ucrania, ya desde la "Revolución Naranja" en 2004, se había visto arrastrada a tomar partido en los conflictos entre fracciones de la burguesía y, desde 2014, se ha movilizado en gran medida en el frente contra Rusia. Hoy en día, los trabajadores son enviados al campo de batalla para servir de carne de cañón, mientras sus familias huyen desesperadamente de la guerra cuando no son masacradas en ciudades, hospitales o estaciones de tren. La clase obrera ucraniana está ahora totalmente derrotada y es incapaz de dar una respuesta de clase a la situación, por no hablar de plantear la perspectiva revolucionaria como en Rusia o Alemania en la Primera Guerra Mundial.
En Rusia, contrariamente a las especulaciones de la prensa internacional, Putin no logró imponer la movilización general de la población en la guerra. El proletariado ya no se dejó arrastrar directamente a la defensa de Rusia durante los conflictos nacionalistas que siguieron a la desintegración de la antigua URSS. Pero el hecho de no haber podido desempeñar un papel consciente en el derrumbe del estalinismo en 1990 y haberse dejado llevar por las campañas democráticas sobre la "muerte del comunismo" pesa sobre la clase obrera de todos los países del Este, como ilustraron muy claramente las ilusiones democráticas durante el movimiento social en Polonia en 1980. En Rusia, el peso del democratismo pesa aún más ahora debido a la propaganda de las fracciones burguesas opuestas al autoritarismo de Putin. Si minorías aisladas como el KRAS defienden heroicamente una posición internacionalista contra los dos bandos en guerra, la clase obrera en Rusia tampoco está en condiciones de tomar la iniciativa de una lucha antibélica en la situación inmediata, aunque la situación concreta de las luchas, los debates y la conciencia de los trabajadores en Rusia sigue siendo en gran medida un misterio.
Todo esto no significa, sin embargo, que el proletariado mundial esté derrotado. Sus principales batallones en Europa Occidental, donde se acumula la experiencia histórica y reciente de las principales luchas contra el capitalismo, donde sus minorías defienden y desarrollan su programa político revolucionario, no se han incorporado hasta ahora a la guerra. Aquí también, la campaña anticomunista ha sido un factor clave en el declive de la combatividad y la conciencia proletaria, una pérdida de identidad de clase; aunque desde 2003 hemos visto expresiones de varios intentos ocasionales de desarrollar la combatividad, y la aparición de minorías (aunque sigan siendo muy poco numerosas).
Además, la burguesía de los países centrales está llevando a cabo una verdadera campaña ideológica democrática para apoyar la lucha ucraniana contra el dictador Putin, especialmente con la consigna: "Armas para Ucrania". Los efectos combinados de la fragilidad de la clase obrera desde 1990 y de esta campaña conducen a la desmovilización y a un sentimiento de impotencia ante la gravedad de la situación. Por eso tampoco hay que esperar una reacción inmediata de la clase obrera a la guerra en estos países.
Incluso en la Primera Guerra Mundial, la respuesta de la clase obrera que puso fin a la guerra fue consecuencia de las luchas en las fábricas de retaguardia contra la miseria y los sacrificios impuestos por la guerra. También en la situación actual, la burguesía exige sacrificios en nombre de la guerra, empezando por el ahorro de energía y continuando con los recortes salariales y los despidos. La clase obrera, especialmente en los países centrales, se verá obligada a luchar para defender sus condiciones de vida. Es en esta lucha donde se forjarán las condiciones para que el proletariado recupere su identidad y su perspectiva revolucionaria. En la situación actual, esta lucha tendrá que llevar a comprender la relación entre los sacrificios de la retaguardia y el sacrificio supremo de la vida en el frente.
La intervención de los grupos revolucionarios (y de las minorías que los rodean) en la clase es indispensable. En la Primera Guerra Mundial, la Conferencia Internacionalista de Zimmerwald, censurada e inicialmente apenas conocida por el conjunto de la clase, representó un faro para el proletariado mundial en medio de la oscuridad de los campos de batalla. Aunque hoy los grupos revolucionarios son mucho menos reconocidos en la clase que entonces y la situación es diferente (no hay guerra generalizada ni derrota del proletariado), el método de Zimmerwald y la defensa por parte de las facciones de izquierda de la tradición y los principios históricos del proletariado que la socialdemocracia había traicionado siguen siendo muy actuales. El terreno de la defensa del internacionalismo proletario y de la herencia de la izquierda comunista es, en efecto, el que se reclama en la "Declaración conjunta de los grupos de la izquierda comunista" que publicamos en nuestro sitio web y en esta Revista4.
Hic Rhodus, 05-07-2022
1 Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra- [199]
2 www.ancrage.org/le-cout-ecologique-exorbitant-des-guerres-un-impense-pol... [251].
3 https://es.internationalism.org/content/4560/guerra-de-las-mascarillas-la-burguesia-es-una-clase-de-matones [74]
4 https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [252]
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como_puede_el_proletariado_derrocar_el_capitalismo.pdf [257] | 192.06 KB |
El estallido de la guerra en Ucrania, a las puertas de Europa, participa peligrosamente en la acumulación explosiva de las contradicciones del capitalismo: desastre ecológico, resurgimiento de pandemias, inflación devastadora, guerras cada vez más irracionales desde el punto de vista de la burguesía, alianzas cada vez más circunstanciales dominadas por el sálvese quien pueda, desestabilización de partes crecientes del globo, dislocación y fragmentación social, éxodos migratorios, etc. En la situación actual, como en la Primera Guerra Mundial, el objetivo de la lucha de la clase obrera sólo puede ser el derrocamiento del capitalismo a escala mundial. La propia supervivencia de la humanidad depende de ello.
En la Primera Guerra Mundial, ante el derramamiento de sangre y el enorme sacrificio económico, la clase obrera había sido capaz de recuperarse de la traición de los partidos socialdemócratas que la habían envuelto en el conflicto mundial. Esto no fue posible ante la Segunda Guerra Mundial, ya que los principales destacamentos del proletariado habían sido aplastados por la contrarrevolución estalinista, aplastados en la derrota de la revolución en Alemania y sometidos al dominio del fascismo, envueltos en la defensa de la democracia y el antifascismo.
Desde la reanudación histórica de las luchas de clase en 1968, el proletariado no ha sufrido una derrota tal que la burguesía pueda hacer que sus batallones más concentrados y experimentados en el corazón del capitalismo acepten hoy los ataques resultantes de la agravación de la crisis económica mundial, el coste económico de las guerras -en particular en Ucrania- y el refuerzo del militarismo en todo el mundo; pero también las consecuencias económicas del desorden climático, la desorganización mundial de la producción, etc.
Todas las fracciones del proletariado mundial no están en la misma relación de fuerza contra la burguesía. El proletariado de Ucrania, al verse envuelto tras la bandera de la defensa nacional, ha sufrido una gran derrota política, amplificada y agravada por las masacres de la guerra. El proletariado en Rusia, cuya situación no es tan crítica, no tiene sin embargo los medios para oponerse en su terreno de clase a la guerra en Ucrania, ni mucho menos.
El capitalismo se ha desarrollado de forma desigual en las distintas regiones del mundo. Lo mismo ocurrió con el proletariado, que es el producto de este sistema. Como resultado, a principios del siglo XX, con la constitución del mercado mundial y la entrada del capitalismo en su crisis histórica, existen considerables disparidades entre las distintas fracciones del proletariado mundial. En el corazón histórico del capitalismo, en Europa Occidental, donde las concentraciones de la clase obrera son las más antiguas, la clase obrera ha vivido experiencias históricas insustituibles que dan a su lucha de clases una fuerza potencial que no existe en ningún otro país del mundo. Ni siquiera en Estados Unidos, que superó a las demás potencias durante el siglo XX, y menos aún en China, a pesar de su meteórico ascenso al 2º puesto mundial en el siglo XXI. Europa Occidental, que será el terreno de confrontación entre las fracciones más experimentadas de la burguesía y el proletariado en el mundo, será decisiva para el proceso de generalización global de la lucha de clases[1].
Lo que distingue al proletariado de Europa Occidental de las demás fracciones del proletariado mundial tiene que ver con las experiencias históricas, la concentración, la conciencia histórica, la resistencia a las mistificaciones de la burguesía y, en particular, a la mistificación democrática.
El recuerdo de las experiencias más "famosas" es edificante:
- La Comuna de París, que tuvo lugar del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, fue la primera concreción en la historia de la necesidad y la posibilidad de que la clase obrera tomara el poder político[2] ;
- La ola revolucionaria de 1917-23: comenzó en Europa pero tuvo repercusiones en todo el mundo. Su apogeo se produjo en Rusia con la toma del poder por el proletariado en 1917, pero su centro de gravedad se desplazó entonces a Europa, en particular a Alemania. De hecho, la revolución rusa es la excepción que confirma la regla, como lo ilustra el hecho que Lenin subrayó mil veces: fue por un "accidente histórico" que les tocó a los rusos llevar la bandera de la revolución por un corto período, siendo la apuesta de la toma del poder en Alemania determinante para el destino de la revolución mundial.
- La reanudación histórica de la lucha de clases en 1968, que marcó el fin de la contrarrevolución, fue iniciada por el surgimiento del proletariado francés en mayo de ese año, seguido en 1969 por el proletariado en Italia, y esta ola de lucha de clases se extendió gradualmente a diferentes partes del mundo, a diferentes niveles. Es necesario señalar aquí la magnitud e importancia de las luchas de clase libradas por el proletariado en Polonia en 1971, 76 y 80, que constituyeron una sorprendente confirmación del retorno de la lucha de clases a escala mundial. "Está claro que los trabajadores de Polonia han aprendido mucho de sus experiencias anteriores de 1956, 70 y 76. Pero, a diferencia de esas luchas y especialmente de las de Gdansk, Gdynia y Szczecin en 1970, en las que los disturbios callejeros fueron el aspecto más destacado, la lucha de los trabajadores de Polonia en 1980 evitó conscientemente los enfrentamientos prematuros. No dejaron ningún muerto. Consideraban que su fuerza residía sobre todo en la generalización de la lucha, en la organización de la solidaridad"[3].
De hecho, las luchas en Polonia fueron la culminación del renacimiento internacional de las luchas de clase abiertas en 1968 en Francia. Fueron testigos de un nivel de auto organización de la lucha sin parangón desde la ola revolucionaria de 1917-23, lo que, a primera vista, parece invalidar nuestro análisis que sitúa en el centro de la perspectiva revolucionaria la importancia decisiva del proletariado de Europa Occidental. En realidad, nuestro análisis fue confirmado por la forma en que fueron derrotados por la burguesía mundial, con, en el centro de su dispositivo contra la clase obrera en Polonia, el confinamiento del proletariado polaco tras la mistificación del sindicalismo "libre" y las reivindicaciones democráticas, mediante la "toma de posesión material y política por parte de la izquierda y los sindicatos occidentales de la puesta en marcha del aparato de "Solidarnosc" (envío de fondos, material de imprenta, delegaciones para enseñar a los recién creados las diversas técnicas de sabotaje de las luchas. ..)"[4]
La forma en que la burguesía acabó con esta fracción del proletariado mundial ilustra la existencia de profundas debilidades de la clase obrera, comunes a todos los países del antiguo bloque del Este, expresadas por el peso de las ilusiones democráticas, e incluso de la religión. Estas debilidades han hecho que regímenes "autoritarios" de la derecha hayan sustituido a menudo a los regímenes totalitarios estalinistas.
Así, el episodio de las luchas de clase en Polonia, lejos de constituir un contraejemplo de la importancia del proletariado de Europa Occidental, lo ilustra al contrario. Es por ello que pensamos más globalmente que, por las razones históricas expuestas anteriormente, "el epicentro del terremoto revolucionario que se avecina se situará en el corazón industrial de Europa Occidental donde se reúnen las condiciones óptimas de la conciencia y la capacidad de lucha revolucionaria de la clase, lo que confiere al proletariado de esta zona un papel de vanguardia del proletariado mundial".
Es también por estas razones que zonas como Japón y Norteamérica, aunque reúnen la mayoría de las condiciones materiales necesarias para la revolución, no son las más favorables para desencadenar el proceso revolucionario por la falta de experiencia y el atraso ideológico del proletariado en estos países. Esto es particularmente claro en Japón, pero también es válido, hasta cierto punto, en América del Norte, donde el movimiento obrero se desarrolló como un apéndice del movimiento obrero europeo y con especificidades como el mito de "la frontera"[5] alcanzando, durante todo un período, el nivel de vida más alto de la clase obrera en el mundo, ... permitiendo a la burguesía asegurar un control ideológico sobre los trabajadores mucho más sólido que en Europa.
En cuanto al proletariado de China, el más numeroso del mundo (China es el taller del planeta), su número no compensa en absoluto su inexperiencia[6] y su extrema vulnerabilidad (aún más que en los países del Este) a todas las maniobras que la burguesía utilizará contra él, en particular la creación de sindicatos "libres", cuando sea necesario.
El reconocimiento de tales diferencias no significa que la lucha de clases, o la actividad de los revolucionarios, carezca de sentido en otras partes del mundo distintas de Europa Occidental. En efecto, la clase obrera es global, su lucha de clases existe allí donde se enfrentan los proletarios y el capital. Las lecciones de las diferentes manifestaciones de esta lucha son válidas para toda la clase obrera dondequiera que se produzcan[7].
Más que nunca, y a pesar de las importantísimas dificultades que atraviesa actualmente y que afectan al conjunto del proletariado mundial, el proletariado de Europa Occidental tiene la llave de una renovación global de la lucha de clases capaz de emprender el camino de la revolución mundial. Por todas estas razones, y en contra de lo que Lenin generalizó apresuradamente a partir del ejemplo de la revolución rusa, no es en los países donde la burguesía es más débil (el "eslabón más débil de la cadena capitalista") donde se desencadena primero un movimiento de este tipo, que luego se extenderá a los países más desarrollados. En estos países, el proletariado no sólo se enfrentaría a su propia burguesía, sino que, de una u otra forma, la burguesía mundial lo amordazaría.
A finales de los años sesenta en Estados Unidos, las protestas contra la guerra de Vietnam y el rechazo de muchos jóvenes trabajadores a ir a luchar por la bandera nacional fueron un presagio indirecto de la apertura de un nuevo curso mundial de la lucha de clases que marcaba el fin de medio siglo de contrarrevolución.
Desde la reanudación histórica de la lucha de clases en 1968, y durante todo el período en que el mundo estuvo dividido en dos bloques imperialistas rivales, la razón por la que no se produjo la Tercera Guerra Mundial fue que la clase obrera de los principales países industrializados de Europa y de los Estados Unidos -no batida, no sometida ideológicamente a la burguesía- no estaba dispuesta a aceptar los sacrificios de la guerra, ni en los lugares de producción ni en el frente[8].
Sin embargo, si la nueva dinámica mundial hacia los enfrentamientos decisivos de clase impidió a la burguesía marchar hacia la guerra mundial, las guerras "locales" estallaron en todas partes donde el proletariado no representaba una fuerza social capaz de obstaculizarla. Estas guerras enfrentaron a tropas profesionales o mercenarias al servicio de las grandes potencias en países en los que el proletariado local no sólo carecía de fuerza para oponerse a ellas mediante su propia lucha de clases, sino que se encontraba enrolado por la fuerza o por consentimiento en uno u otro de los bandos enfrentados. Pero no es casualidad que en ninguno de estos conflictos haya participado el proletariado con los uniformes de los países de Europa Occidental.
Desde el colapso de los bloques, incluso más que en el periodo anterior, las guerras locales han sido omnipresentes, asesinas y devastadoras. Pero ante ninguna de ellas el proletariado de los países de Europa Occidental fue movilizable por la burguesía.
Y cuando estos países fomentaron directamente las guerras, como en la ex Yugoslavia en 1991, siempre se movilizaron soldados profesionales, algunos de los cuales, es cierto, eran hijos de proletarios que no podían vender su fuerza de trabajo. Pero la mayoría de las veces, y precisamente por ello, estas tropas se limitaron a desempeñar el papel de las llamadas fuerzas de "interposición".
Es significativo, en este sentido, que en Estados Unidos, donde el proletariado no representa la misma fuerza política que en Europa Occidental, la burguesía haya podido llamar a las tropas de reclutas (proletarios con uniforme) para sus expediciones bélicas con cautela y circunspección. Sin embargo, en este país, el trauma de la guerra de Vietnam no se ha borrado y la población (especialmente la clase obrera dentro de ella) sigue siendo sensible al envío de tropas formadas por proletarios en uniforme a los teatros de operaciones. La segunda guerra de Irak (2003) fue una nueva advertencia para la burguesía, que tendía a pensar que el síndrome de Vietnam había desaparecido. Tras un año de ocupación de Irak por las tropas estadounidenses, "el clima de inseguridad permanente de las tropas y el regreso de las "bolsas de cadáveres" han enfriado singularmente el ardor patriótico -aunque sea relativo- de la población, incluso en el corazón de la "América profunda"[9].
Desde entonces, para Obama (con respecto a Siria) y aún más para Trump (en todas partes), es la doctrina de "no poner las botas en el suelo" la que establece los límites de las intervenciones militares estadounidenses.
Por todo ello, es inimaginable que, en la situación actual, uno o varios países de Europa Occidental pasen a la ofensiva como ha hecho Rusia en Ucrania.
De la misma manera que explicamos las razones de la no implicación del proletariado de Europa Occidental en los conflictos bélicos desde finales de los años 60, es necesario entender por qué el proletariado de algunos países se implicó directamente en la guerra, como en Ucrania, o no se opuso a ella, como en Rusia.
En los años 80, el proletariado industrial de la URSS era uno de los más grandes del mundo. Los trabajadores del Donbass en Ucrania protagonizaron luchas que podrían hacer pensar que el proletariado del Este estaba tomando la iniciativa. El punto álgido se alcanzó con las luchas de Polonia en 1970, 1976 y 1980, en las que se produjeron las movilizaciones masivas que hemos mencionado anteriormente. En esta parte del mundo, en cambio, el peso de la contrarrevolución encarnada por la existencia de regímenes políticos totalitarios -aunque rígidos y frágiles- hacía al proletariado mucho más vulnerable a las mistificaciones democráticas, sindicales, nacionalistas e incluso religiosas.
En el verano de 1989, 500.000 mineros del Donbass (Ucrania) y del sur de Siberia (la URSS aún existía y Ucrania formaba parte de ella) lucharon por sus reivindicaciones en su terreno de clase en el mayor movimiento desde 1917. Pero el movimiento estaba entonces marcado (como fue el caso de la lucha en Polonia en 1980) por ilusiones democráticas que acabaron por llevar a los callejones sin salida de la lucha contra el totalitarismo, de la exigencia de "autonomía" de las empresas para que pudieran vender la parte del carbón no entregada al Estado[10].
Ante el derrumbe del bloque estalinista, en lugar de luchas de clase masivas del proletariado, vimos movimientos marcados por el peso del nacionalismo separatista frente a la URSS y por las ilusiones democráticas. Las mismas debilidades marcaron el caos que reinaba en la Federación Rusa en los años 90.
Uno de los elementos más significativos de la debilidad del proletariado en el Este fue la incapacidad, ante los momentos más fuertes de la lucha de clases como en Polonia en 1980, de provocar una reflexión por parte de las minorías que les permitiera orientarse hacia las posiciones de la izquierda comunista.
El proletariado ucraniano está muy poco desarrollado. De hecho, fuera de la cuenca minera y de los pocos centros industriales de Kiev, Járkov o Dniepropetrovsk, predomina la agricultura a pequeña escala. Esta situación se acentuó aún más en la década de 1990, como informamos en un artículo publicado en 2006:
"Según el censo de 1989, en el momento en que el nivel de urbanización de Ucrania alcanzó su máximo, el 33,1% de la población del país vivía en el campo. De las dieciséis regiones que apoyarían a la Facción Naranja (sin incluir Kiev), sólo en tres de ellas esta proporción era inferior al 41%. En cinco regiones se sitúa entre el 43 y el 47%, y en ocho supera el 50%, en algunos casos de forma significativa (Ternopol Oblast 59,2%; Zakarpat Oblast 58,9%). En los años 90, la situación no hizo más que empeorar: la industria fue destruida, el nivel cultural de la población disminuyó, los trabajadores tuvieron que recurrir a sus huertos para sobrevivir y empezaron a volver a trabajar la tierra, para restablecer sus relaciones sociales con los pueblos donde también tienen muchas familias. También aumentó enormemente la influencia del ambiente pequeñoburgués rural"[11].
Sin embargo, en 1993, tras la independencia de Ucrania, los trabajadores de la región industrial de Pridneprovie consiguieron movilizarse en su terreno de clase, forzando la dimisión del presidente Kuchma y la celebración de elecciones generales. Pero, ya en 2004, el proletariado se vio arrastrado a las huelgas patronales y a la lucha entre fracciones de la burguesía en la llamada "revolución naranja" donde se impuso el enfrentamiento entre la opción pro rusa y la pro estadounidense. Desde la ocupación rusa de Crimea en 2014, esta situación ya ha provocado enfrentamientos armados en los que se han visto envueltos los proletarios.
Ante la actual guerra en Ucrania, hay una movilización de la población, incluyendo el proletariado. La "defensa de la patria" ha primado sobre cualquier otra consideración.
La importancia del proletariado de Rusia para el proletariado mundial es mayor que la del proletariado de Ucrania. Y si se le puede aplicar todo lo que dijimos sobre las debilidades del proletariado en los países del Este, sin embargo no se ha movilizado directamente en los enfrentamientos entre fracciones de la burguesía; aunque ciertamente hay un peso importante de las ilusiones democráticas, que la llegada de Putin y la imposición de un nuevo totalitarismo han reforzado considerablemente.
Sin embargo, a pesar de estas debilidades, este proletariado no era movilizable. Esta es tanto la causa como la consecuencia de la desintegración del Ejército Rojo en Afganistán: "las autoridades no pueden contar con la obediencia del propio Ejército "Rojo". En el Ejército Rojo, los soldados pertenecientes a las distintas minorías que ahora reclaman la independencia están cada vez menos dispuestos a dejarse matar para garantizar el control ruso sobre estas minorías. Además, los propios rusos son cada vez más reacios a asumir este tipo de trabajo. Así lo demostraron manifestaciones como la de Krasnodar, en el sur de Rusia, el 19 de enero, cuyos lemas dejaban claro que la población no está dispuesta a aceptar un nuevo Afganistán, y que obligaron a las autoridades a liberar a los reservistas movilizados unos días antes”[12].
En Rusia, la guerra aún no implica la movilización de toda la población y si se reclutan soldados "de reemplazo" entre la población, es bajo la apariencia de participación en "maniobras militares". La sola mención de la guerra está censurada en los medios de comunicación rusos, que sólo hablan de una "operación especial" en Ucrania. Y en contraste con la atmósfera de patriotismo en Ucrania, no se conocen manifestaciones de apoyo público a la guerra en Rusia (aparte, por supuesto, de las ceremonias oficiales orquestadas por la camarilla de Putin).
Sin embargo, por las razones expuestas, actualmente no existe la posibilidad de que el proletariado de Rusia tenga por sí solo la fuerza para poner fin a la guerra, y su futura respuesta a la situación sigue siendo difícil de predecir con exactitud.
Durante el período que va de 1968/80 hasta el derrumbe del bloque del Este y la dislocación del Oeste, el desarrollo de la combatividad y la reflexión del proletariado mundial, en los países centrales en particular, se había producido dentro de una dinámica hecha de la sucesión de tres oleadas de luchas, las dos primeras momentáneamente detenidas por las maniobras y estrategias de la burguesía para enfrentarlas. La tercera ola, por su parte, se encontró con las consecuencias del colapso del bloque del Este, provocando un profundo retroceso de la lucha de clases debido a las campañas de la burguesía sobre la "muerte del comunismo" y también a las condiciones más difíciles de la lucha de clases en la fase de descomposición[13] del capitalismo así abierta. En efecto, como ya hemos subrayado, la descomposición del capitalismo afecta profundamente a las dimensiones esenciales de la lucha de clases: - la acción colectiva, la solidaridad; - la necesidad de organización; - las relaciones que sustentan toda la vida en sociedad, desestructurándolas; - la confianza en el futuro y en las propias fuerzas; - la conciencia, la lucidez, la coherencia y la unidad de pensamiento, el gusto por la teoría[14].
A pesar de estas dificultades, la clase obrera no ha desaparecido, como demuestran varios intentos de la lucha de clases por abrirse paso: 2003 (sector público en Europa, en Francia en particular; 2006 (lucha contra el CPE en Francia: Movilización de las jóvenes generaciones de la clase obrera contra la precariedad); 2011 (Movilización de los "indignados" que atestigua un esbozo de reflexión global sobre la quiebra del capitalismo); 2019 (Movilización en Francia contra la reforma de las pensiones); finales de 2021/principios de 2022 (Aumento de la cólera y desarrollo de la combatividad en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea a pesar del efecto asfixiante causado por la pandemia)[15].
Cualesquiera que sean las dificultades a las que se ha enfrentado el proletariado durante todo este periodo, en particular desde 1990, no ha sufrido ninguna derrota en los principales países industrializados, lo que implica que podrá retomar su lucha de clases para llevarla a un nivel superior ante la oleada de ataques sin precedentes que afectará cada vez más gravemente a todas sus fracciones en todos los países del mundo, en todos los sectores.
El estallido de la guerra a las puertas de Europa vuelve a alertar al proletariado mundial sobre lo que los revolucionarios ya habían señalado ante la Primera Guerra Mundial: mientras el capitalismo no sea derrocado, la humanidad estará amenazada con las peores catástrofes y, en última instancia, con la extinción. "Friedrich Engels dijo una vez: "La sociedad burguesa se enfrenta a un dilema: o la transición al socialismo o la recaída en la barbarie". Pero, ¿qué significa una "recaída en la barbarie" en el grado de civilización que conocemos hoy en Europa? (...) Miremos a nuestro alrededor en este mismo momento, y comprenderemos lo que significa una recaída de la sociedad burguesa en la barbarie. El triunfo del imperialismo conduce a la aniquilación de la civilización - esporádicamente durante la duración de una guerra moderna y definitivamente si el período de guerras mundiales que está comenzando se prolongara sin obstáculos hasta sus últimas consecuencias" (La crisis de la socialdemocracia - 1915; Rosa Luxemburgo). En la época actual, el dilema al que se enfrenta la sociedad es más precisamente "el socialismo o la desaparición de la humanidad".
Por eso, la actitud de la vanguardia revolucionaria ante la Primera Guerra Mundial debe ser absolutamente una fuente de inspiración hoy para la defensa del internacionalismo consecuente, que sólo tiene sentido con el énfasis en la necesidad de derrocar al capitalismo.
El internacionalismo proletario no es, como ha demostrado la experiencia del hundimiento de la Segunda Internacional ante la guerra mundial, una declaración de intenciones o una consigna pacifista. El internacionalismo proletario es la defensa de la guerra de clases contra la guerra imperialista y la defensa de la tradición histórica de los principios del movimiento obrero, encarnados por la izquierda comunista. La conferencia de Zimmerwald[16] -en particular los debates y confrontaciones de las diferentes posiciones en esta conferencia y la clarificación política que resultó de ella- debe constituir hoy una fuente de inspiración para que los revolucionarios consecuentes asuman sus responsabilidades tanto en el reagrupamiento de las fuerzas auténticamente proletarias como en la confrontación abierta, fraternal e intransigente de las divergencias que existen entre ellas.
En este sentido es necesario aclarar que las condiciones a las que se enfrenta hoy el proletariado son diferentes a las del primer conflicto mundial para sacar las consecuencias de la intervención de los revolucionarios:
- Si el proletariado de Ucrania ha sufrido una profunda derrota y el de Rusia está en grandes dificultades, no es el caso del proletariado de otros países y en particular del proletariado de Europa Occidental.
- Sin embargo, todas las fracciones del proletariado mundial se vieron afectadas por este acontecimiento induciendo un profundo sentimiento de impotencia en sus filas. Apenas el proletariado comenzó a recuperarse del efecto de la pandemia, tuvo que recibir un segundo golpe, más duro que el primero y que inevitablemente tiene y tendrá consecuencias en su capacidad de movilización frente a los considerables ataques económicos que se le vienen encima. Aunque las huelgas ya se multiplican, no sabemos cuánto tiempo más tardará el proletariado en ponerse en marcha ante el diluvio de ataques.
- El proletariado no tendrá más remedio que emprender el camino histórico de su lucha de clases contra las consecuencias de la explotación. A través de estas luchas podrá recuperar la conciencia (perdida con las campañas sobre la muerte del comunismo) de ser una clase distinta y antagónica al capitalismo, pudiendo contar sólo con la solidaridad de sus diferentes partes, con su unidad... y comenzará a encontrar el camino hacia la conciencia -abierta con Mayo 68 en Francia y las movilizaciones que siguieron en el mundo- de los medios, los objetivos y lo que está en juego en su lucha.
- La Primera Guerra Mundial había sido un factor de concienciación sobre la necesidad de derrocar el capitalismo y, al mismo tiempo, un factor de movilización. Sin embargo, tal movilización sólo se expresó realmente (en particular las fraternizaciones, las movilizaciones de las mujeres trabajadoras, etc.) cuando pudo ser respaldada por un poderoso movimiento del proletariado desde la retaguardia, desde los lugares de trabajo, en defensa de sus condiciones de vida.
- Sería engañar y confundir gravemente al proletariado dejar creer que sus fracciones en Ucrania o en Rusia pueden hoy movilizarse contra la guerra. Esto sólo puede conducir a una sobreestimación irresponsable de las posibilidades abiertas al proletariado en estos dos países. Además, tal consigna contribuye en la actual situación mundial a desviar al proletariado mundial de su tarea de derrocar al capitalismo desarrollando su lucha de clases contra los ataques del capitalismo en crisis. Esto representa condiciones mucho más favorables para la revolución que la guerra, ya que la burguesía no puede detener el desarrollo de su crisis económica, mientras que puede poner fin a la guerra, concluyendo la paz, y así desarmar la dinámica revolucionaria, dividiendo al proletariado de los países vencedores y vencidos, como fue el caso de la ola revolucionaria mundial de la primera posguerra.
- La consigna del "derrotismo revolucionario" tiene el mismo defecto de desviar al proletariado mundial de la revolución mundial contra el capitalismo en crisis. A esto se suma otro defecto de abogar por diferentes tácticas para diferentes fracciones nacionales del proletariado ante la guerra. Si algunos de ellos deben desear la derrota de su propia burguesía, para acelerar el proceso revolucionario, no puede ser lo mismo para los proletarios del campo contrario. Por lo tanto, no es casualidad que esta consigna sea tan querida por los izquierdistas y otros belicistas imperialistas que explotan un error de Lenin que entonces era bastante secundario en el contexto de su consecuente internacionalismo"[17].
En 1981, la capacidad de la burguesía mundial de infligir una derrota al proletariado polaco explotando las ilusiones democráticas y sindicales de esta fracción del proletariado mundial llevó a la CCI a criticar la teoría de Lenin del eslabón más débil de la cadena imperialista, según la cual un país con una burguesía menos desarrollada tiene las mejores posibilidades de una revolución victoriosa. Lo cierto es lo contrario. Corresponderá al proletariado de Europa Occidental enfrentarse a las fracciones mundiales más experimentadas de la burguesía. Del resultado de esta confrontación dependerá la conflagración revolucionaria mundial.
Silvio julio 2022
[1] Ver nuestro artículo El proletariado de Europa Occidental en una posición central de la generalización de la lucha de clases https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la- [212]
[2] Ver Dossier sobre la Comuna de París en su 150 aniversario https://es.internationalism.org/content/4698/dossier-sobre-la-comuna-de-paris-en-su-150-aniversario [258]
[3] Leer nuestro artículo Huelga de masas en Polonia 1980: se abre una nueva brecha https://es.internationalism.org/revista-internacional/198007/2307/huelga-de-masas-en-polonia-se-ha-abierto-una-nueva-brecha [259], Revista Internacional nº 23
[4] Leer nuestro artículo Después de la represión en Polonia: perspectivas para las luchas de clase mundial.
. Revista Internacional n° 29
[5] En la sociedad estadounidense, el término Frontera tiene un significado específico que se refiere a su historia. A lo largo del siglo XIX, uno de los aspectos más importantes del desarrollo de Estados Unidos fue la expansión hacia el oeste del capitalismo industrial, que dio lugar al asentamiento en estas regiones por parte de poblaciones compuestas principalmente por personas de ascendencia europea o africana, a expensas, por supuesto, de las tribus indígenas nativas. La esperanza de la Frontera ha dejado una fuerte huella en la mente y la ideología en América
[6] Las comunas de Shanghái y Cantón, aplastadas con a sangre y fuego en 1927 por el Kuomintang con la complicidad de la Internacional Comunista estalinista, sólo pudieron dejar minúsculas huellas en la memoria de la clase obrera. Será necesaria una considerable agitación social para que estas experiencias se conviertan en factores activos en el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado en China. Ver China 1928-1949 (I) - Eslabón de la guerra imperialista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1823/china-1928-1949-i-eslabon-de-la-guerra-imperialista [133] y China, eslabón del imperialismo mundial, III - El maoísmo : un engendro burgués https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1193/china-eslabon-del-imperialismo-mundial-iii-el-maoismo-un-engendro- [260]
[7] Como las luchas en Argentina en 1969 (El Cordobazo), en Egipto, en Sudáfrica tanto bajo el Apartheid así como con Nelson Mandela, ...
[8] Leer nuestro artículo Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases (2019) https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [177] ; Revista Internacional n° 164.
Hace cincuenta años, mayo del 68, parte 2 - Los avances y retrocesos de la lucha de clases desde 1968 https://es.internationalism.org/content/4347/hace-50-anos-mayo-68-2a-parte-los-avances-y-retrocesos-de-la-lucha-de-clases [261] ; Revista Internacional n° 161
[9]Detención de Saddam Hussein, conversaciones de paz sobre Palestina: No habrá paz en Oriente Medio Revista Internacional n° 116 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1870/captura-de-sadam-husein-discusiones-por-la-paz-en-palestina-no-hab [262]
[10] Editorial: China, Polonia, Oriente Medio, huelgas en la URSS y EEUU; Revista Internacional 59 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200801/2164/convulsiones-capitalistas-y-luchas-obreras [263]
[11] Sobre la "Revolución Naranja" en Ucrania: la cárcel del autoritarismo y la trampa de la democracia. Revista Internacional nº 126 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1048/sobre-la-revolucion-naranja-en-ucrania-la-carcel-del-autoritarismo [264]
[12] Leer nuestro artículo Tras el hundimiento del bloque del Este, desestabilización y caos https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2114/tras-el-hundimiento-del-bloque-del-este-inestabilidad-y-caos [34] ; Revista internacional n° 61
[13] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[14] “Los diferentes factores que son la fuerza del proletariado chocan directamente con las diferentes facetas de la descomposición ideológica : (-) la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el "sálvese quien pueda", el "arreglárselas por su cuenta" ; (-) la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad ; (-) la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el "no future" ; (-) la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época” (tesis 13 de las Tesis sobre la Descomposición).
[15]Hoja internacional de la CCI, ¡Contra los ataques de la burguesía, necesitamos una lucha unida y masiva! https://es.internationalism.org/content/4773/hoja-internacional-de-la-cci-contra-los-ataques-de-la-burguesia-necesitamos-una-lucha [265]
[16] Zimmerwald (1915-1917): de la guerra a la revolución https://es.internationalism.org/content/4809/conferencia-de-zimmerwald-una-referencia-indispensable-para-la-defensa-del [266]
[17] "Esta consigna fue planteada por Lenin durante la Primera Guerra Mundial. Respondía al deseo de denunciar las tergiversaciones de los elementos "centristas" que, aunque estaban de acuerdo "en principio" en rechazar toda participación en la guerra imperialista, abogaban sin embargo por esperar a que los trabajadores de los países "enemigos" estuvieran dispuestos a participar en la lucha contra ella antes de llamar a los de "su" país a hacer lo mismo. En apoyo de esta posición, esgrimen el argumento de que, si los proletarios de un país se adelantan a los de los países enemigos, favorecerán la victoria de estos últimos en la guerra imperialista. En respuesta a este "internacionalismo" condicional, Lenin replicó con razón que la clase obrera de un país no tenía ningún interés en común con "su" burguesía, precisando, en particular, que la derrota de ésta sólo podía favorecer su lucha, como ya habíamos visto con la Comuna de París (resultante de la derrota contra Prusia) y con la revolución de 1905 en Rusia (derrotada en la guerra contra Japón). A partir de esta observación, concluyó que cada proletariado debía "desear" la derrota de "su" propia burguesía. Esta última posición ya era errónea en su momento, pues llevaba a los revolucionarios de cada país a reclamar para "su" proletariado las condiciones más favorables para la revolución proletaria, cuando era a nivel mundial y, en primer lugar, en los grandes países avanzados (que estaban todos implicados en la guerra) donde debía producirse la revolución. Sin embargo, en Lenin, la debilidad de esta posición nunca llevó a cuestionar el internacionalismo más intransigente". Polémica: el medio político proletario ante la guerra del Golfo; Revista Internacional nº 64
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Si bien hubo entonces una sobreestimación de la dinámica hacia la revolución, la mayoría de los grupos del medio político proletario presentes en ese momento en general entendieron que Mayo del 68 en Francia y el Otoño Caliente del año siguiente en Italia, de ninguna manera podían ser entendidos como expresiones de una situación revolucionaria. La clase obrera, a pesar de su combatividad y conciencia, todavía estaba dominada por ilusiones sobre el capitalismo y la democracia burguesa. Aún necesitaba mucho tiempo para transformarse en profundidad y poder lanzar el asalto revolucionario. Sin embargo, era necesario explicar concretamente por qué la efervescencia laboral había retrocedido a mediados de la década de 1970 en la mayoría de los países1.
En un intento de explicar este reflujo, un militante de RI, Bérard (o Hembé), planteó que las luchas de resistencia llevadas a cabo hasta entonces por el proletariado habían terminado en un callejón sin salida, que este último estaba animado por la ilusión de que las grandes reformas a favor de los trabajadores eran aún posibles, lo que les impedía radicalizar sus luchas. Para que el proletariado retomara su marcha hacia adelante, afirmaba Bérard, debía rechazar no solo estas ilusiones sino las propias luchas por reivindicaciones. Su artículo fue aceptado como contribución a la discusión y apareció en la revista RI (nueva serie) n° 8 (marzo-abril de 1974) bajo el título: “Lecciones de la lucha de los trabajadores ingleses.” Defendió las siguientes consignas: “Impasse de las luchas parciales, imposibilidad de reformismo, necesidad de un salto cualitativo hacia la unificación revolucionaria de la clase”. Todos coincidieron en que el final histórico del período de reformas empezó luego del estallamiento de la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, Marx había subrayado muy claramente, la insuficiencia de las luchas de resistencia por sí mismas, pero sin negar su necesidad. Sin embargo, en Bérard había, efectivamente, una negación de las luchas de resistencia. “Las luchas por reivindicaciones no se vuelven revolucionarias; es la clase obrera la que, al ir más allá y negar su lucha inmediata, se vuelve revolucionaria”. Además, según Bérard, el proletariado debía negar no sólo sus luchas inmediatas sino también su ser como clase explotada. El proletariado se presentaba primero como “clase para el capital”, pero en el curso de la lucha “la clase debe comenzar a plantearse como la negación de su relación con el capital, por lo tanto, ya no como una categoría económica, sino como una clase para sí misma. Rompiendo entonces las divisiones que son propias de su estado anterior ya no se presenta como una suma de asalariados, sino como un movimiento de afirmación autónoma, es decir, de negación de lo que era antes.” El artículo de Bérard retoma una de las posiciones clásicas del marxismo: “el proletariado es una clase explotada y revolucionaria”; pero, para anularla inmediatamente en la siguiente frase: “Es, pues, el ser mismo de la clase el que constituye el vínculo dinámico entre las diferentes fases transitorias, el movimiento que surge y se niega a sí mismo a través de los diversos momentos de la lucha”. Según esta concepción, las repetidas derrotas de sus luchas de resistencia terminan haciendo comprender al proletariado la necesidad de negarlas. “Hay derrotas fructíferas en cuanto desnudan las instituciones contrarrevolucionarias y socavan la credibilidad del reformismo.” Y Bérard se regocija que surjan importantes luchas obreras sin ninguna reivindicación.
De hecho, es esta una visión voluntarista que ignora las fuerzas materiales que permiten la transformación de las luchas parciales en luchas revolucionarias. Rosa Luxemburgo, quien participó en la revolución de 1905 y sabía de lo que hablaba, explicó que la huelga de masas es una maraña de luchas económicas y luchas políticas, una dinámica de idas y venidas, donde los trabajadores politizan y organizan sus luchas, conquistan una mayor unidad y una conciencia más profunda. En realidad, los trabajadores nunca retomaron sus luchas a fines de la década de 1970 según el esquema de Bérard. En julio de 1980, fue la supresión de los subsidios a los precios al consumidor (la carne vendida directamente a los trabajadores en su lugar de trabajo aumentó repentinamente en un 60%) lo que provocó huelgas en los suburbios de Varsovia y en la región de Gdansk. Así fue como comenzó la huelga de masas en Polonia, es decir, la lucha más importante de la segunda ola internacional de luchas obreras.
La discusión comenzó en las secciones de RI que, una tras otra, se opusieron a los razonamientos de Bérard. Entonces se hizo necesario responder lo más rápidamente posible a las posiciones modernistas de Bérard que representan una ruptura total con el marxismo. La respuesta a su artículo apareció en el número 9 de RI (nueva serie) de mayo-junio de 1974, bajo el título: “Cómo el proletariado es la clase revolucionaria”. Reafirmando la posición clásica del marxismo: “El proceso por el cual la clase obrera se eleva a la altura de su tarea histórica no es un proceso separado, externo a su lucha económica cotidiana contra el capital. Por el contrario, es en este conflicto y a través de él como la clase obrera forja las armas de su lucha revolucionaria”. No hay, pues, dos clases obreras sino una sola que es a la vez explotada y revolucionaria. Es por eso que la lucha revolucionaria está siempre preparada por un largo período de luchas reivindicativas, y por eso éstas reaparecen durante el período revolucionario2. “¿Y cómo podría ser de otra manera, si se trata de la lucha revolucionaria de una clase, por lo tanto, de un grupo de hombres económicamente determinados, unidos por su situación material común?”
Cual nuevo profeta de la “communisation”3, Bérard afirmó en RI n° 8 que, en las luchas revolucionarias, “no es el trabajo asalariado el que, entonces, se enfrenta al capital, sino el trabajo asalariado en proceso de convertirse en otra cosa, para disolverse. La afirmación del proletariado se hace sólo a través de este movimiento de negación”. Esta disolución del trabajo asalariado, presente desde la fase de generalización internacional de la revolución, es típica de las especulaciones modernistas que confunden el punto de partida y el resultado final. Para obtener una disolución del valor, es necesario poder disponer de un cuerpo político lo suficientemente poderoso a escala internacional para poder derrocar fundamentalmente el sistema, destruir las categorías económicas y reemplazar la regulación del mercado con la planificación de la producción. La respuesta en RI n° 9 se ve obligada a recordarnos “que, dado que la producción capitalista se realiza a escala mundial, que en cada mercancía se encuentran hoy mercancías procedentes de los cuatro puntos cardinales, la abolición del trabajo asalariado sólo podrá hacerse efectiva cuando se haya eliminado el intercambio mercantil en toda la superficie del planeta”. Mientras haya partes del mundo a las que haya que comprar y vender los productos del trabajo, la abolición del trabajo asalariado no podrá realizarse plenamente en ninguna parte. Para los modernistas, la abolición del trabajo asalariado sigue siendo una quimera, ya que rechazan las tres condiciones que la hacen posible:
La toma del poder a nivel internacional o en los principales países del planeta, lo que el marxismo llama la dictadura del proletariado, es decir, la destrucción del Estado y de la nación como condición para el surgimiento del poder internacional de los consejos obreros.
El proceso de colectivización (o socialización) de la producción que permite la destrucción de la división capitalista del trabajo y la reorientación de la producción hacia la satisfacción de las necesidades humanas.
La integración paulatina de todos los miembros de la sociedad en el trabajo asociado, permitiendo así la desaparición definitiva de la división de la sociedad en clases.
De hecho, es la afirmación del proletariado y no su autonegación, lo que permite la disolución de las clases y la desaparición de la ley del valor. El conflicto entre trabajo y capital está constantemente presente en la lucha de clases. Desde la más pequeña lucha parcial donde se afirma tímidamente la solidaridad obrera, hasta la huelga de masas donde los trabajadores han adquirido una conciencia política y una unidad que les permite imponer sus demandas, incluso durante el período de transición cuando están en el proceso de modificar la producción tan radicalmente que podemos decir como Marx y Engels: “Los proletarios deben, para afirmar su personalidad, abolir la condición de existencia que ha sido hasta ahora suya, y que es al mismo tiempo la de toda sociedad antigua: deben abolir el trabajo”4.
La discusión se intensificó muy rápidamente. La minoría, presa de un sentimiento de orgullo herido, se enfureció al no encontrar eco al seno de la organización. En el n° 9 de RI apareció un nuevo artículo, “Luchas reivindicativas y el surgimiento de la clase para sí”, que, esta vez, se presenta como un “texto de una tendencia”. Este artículo confirma cuál es el enfoque de la minoría: ante las dificultades de la lucha de clases, es necesario inventar una receta mágica para superar las divisiones y derribar el marco sindical. Cada vez se aleja más del mundo real. “Las luchas reivindicativas existen y son necesarias. Lo hemos repetido lo suficiente como para no tener que repetirlo nunca más. Pero nuestra tarea es entender y expresar [que la clase obrera] debe superarlas negándolas y destruyendo la organización que les corresponde (los sindicatos)”. Los sindicatos seguirán estorbando a los trabajadores durante mucho tiempo, hasta la revolución, y no es decretando su disolución como nos libraremos de ellos. El artículo se equivoca totalmente sobre la naturaleza de los sindicatos: no son los defensores de las reivindicaciones de los trabajadores, ni los que negocian la fuerza de trabajo a buen precio. Su función es precisamente enmarcar y sabotear las luchas reivindicativas rechazando los medios que permiten su victoria (aunque ésta sea siempre provisional): la extensión geográfica y la politización de las luchas.
El enfoque materialista de la minoría es singular: “O no hay reivindicaciones o, a todos no les importan las ‘reivindicaciones’; no es que no se expresen las necesidades materiales, al contrario, la revuelta social, general, expresa la única necesidad material real que la clase, como clase, puede sentir frente a la degradación de toda vida social, es decir, la transformación de las relaciones sociales”. La contestación, la revuelta, ahí tenemos todo el horizonte de la pequeña burguesía en mayo del 68. Para nosotros la necesidad material está representada, es cierto, por la necesidad del comunismo como única resolución posible de las contradicciones del capitalismo. Pero también está representada por la voluntad de vencer en las luchas inmediatas, como condición para la generalización de la lucha. Por su idealismo, la minoría es incapaz de comprender la dinámica descrita en el Manifiesto del Partido Comunista: “A veces los trabajadores triunfan; pero es un triunfo fugaz. El resultado real de sus luchas es menos un éxito inmediato que la creciente solidaridad obrera.”
Durante la discusión, la “tendencia” adoptó un tono cada vez más agresivo, interviene irresponsablemente en una reunión pública de RI y finalmente publica hacia el exterior (ahora llamándose “Una Tendencia Comunista”) un folleto, “La revolución será comunista o no será”. El enfoque es propio de personas que buscan salvarse individualmente y no avanzar colectivamente en el esclarecimiento de cuestiones políticas.
La mitad de este folleto está dedicada a responder al artículo aparecido en RI n° 9 (“Cómo el proletariado es la clase revolucionaria”). La tendencia trata nuevamente de demostrar que es su posición la que es materialista. Veamos cómo. “Nadie puede negar que el trabajo asalariado y el trabajo asociado son, desde un punto de vista puramente descriptivo y estático, las dos caras de la situación del proletariado como “categoría económica”. Pero precisamente, en nuestro debate, esta ‘descripción’ nada nos dice sobre ‘cómo la clase es revolucionaria’ (título del artículo [de RI]) porque, para entender la constitución del proletariado como sujeto revolucionario por esta “actividad humana concreta” de la que habla Marx, es necesario entender la situación objetiva como una contradicción y no como una yuxtaposición de atributos fijos. [RI] no nos dice que la clase se ve obligada a hacerse revolucionaria porque las relaciones materiales y sociales objetivas en las que vive han entrado en contradicción, pero nos explica que es revolucionaria porque 1) es explotada (asalariados); 2) está asociado (por el capital)”5. Podemos tomar totalmente el juicio de Marx sobre Proudhon tal como está: “Un pequeño burgués deifica la contradicción, porque la contradicción es la base de su ser. Él no es más que la contradicción social puesta en acción”6. La contradicción, tal como aquí se concibe, es totalmente estéril y las nociones de salto cualitativo y negación, tan importantes en la dialéctica marxista, se utilizan aquí en un sentido totalmente metafísico, son una varita mágica que esgrimirá el intelectual para supuestamente solucionar los problemas sociales contra los que se rompe los dientes.
Si queremos plantear correctamente la contradicción y resolverla, es fundamental distinguir entre lo que se rechaza, lo que se conserva y lo que adquiere un nuevo sentido. De lo contrario, se rompe la continuidad del movimiento general. Esto es lo que la dialéctica marxista llama una superación. Escuchemos a Rosa Luxemburgo sobre el sentido que el marxismo le da a la negación y al salto cualitativo: “El socialismo es el primer movimiento popular en la historia mundial que se propone como fin, y al que la historia le encarga, introducir en la acción social de los hombres un sentido consciente, un pensamiento metódico y, por tanto, una voluntad libre. Por eso Federico Engels describe la victoria definitiva del proletariado socialista como el salto de la humanidad del reino animal al reino de la libertad. Pero este mismo ‘salto’ queda ligado a las leyes de hierro de la historia, a los miles de peldaños de una evolución anterior muy dolorosa y demasiado lenta. Y nunca podrá realizarse si de toda la sustancia reunida por la evolución de las condiciones materiales no surge la chispa estimulante de la voluntad consciente de la gran masa del pueblo”7.
Bérard comenzó por rechazar las luchas de protesta del proletariado, luego su naturaleza de clase explotada, la única forma que tiene para resolver su “contradicción” consiste simplemente en negar al propio proletariado. Aunque quería distanciarse de Camatte (quien ya había rechazado abiertamente la “teoría del proletariado”) y reafirmar al proletariado como sujeto revolucionario, la idea de la “communisation” inmediata sin período de transición conduce inevitablemente al rechazo de la autonomía de clase y a ahogar al proletariado en las otras clases. “Existe, en efecto, un núcleo materialmente determinado, una vanguardia práctica de la clase para sí misma (trabajadores de las grandes empresas), pero este núcleo, al salir de la relación capitalista, tiende, de entrada, a precipitar la inminencia del paso de las clases medias al proletariado” (Marx). […] El ‘peligro’ de que el proletariado se disuelva en la población no existe”8. Desde 1848, la autonomía de clase es un principio intangible de la lucha proletaria. Es el hilo que une las luchas parciales de los trabajadores con la dictadura del proletariado. Con la pérdida de identidad de clase que podemos observar hoy en día, el veneno del interclasismo es aún más peligroso. Podemos ver aquí cómo el modernismo hace el trabajo de burguesía.
Ha habido muchas tendencias en la historia del movimiento obrero, pero la tendencia de Bérard es una falsa tendencia cuya dinámica se explica fácilmente. De sus siete miembros, todos (excepto uno) procedían de la organización trotskista Lutte Ouvrière. Era en realidad una agrupación de corte afinitario en torno a un elemento que poseía cierto carisma, agrupación que representaría para sus miembros un verdadero obstáculo en el proceso de ruptura con el trotskismo9. Bérard, a raíz de su ruptura con LO a principios de 1973, escribió el folleto: “La ruptura con Lucha Obrera y el trotskismo”, que muestra cómo el trotskismo se pasó al campo de la burguesía tras una larga deriva oportunista y su traición al internacionalismo durante la Segunda Guerra Mundial. Este folleto tan efectivo ha tenido un gran éxito con tres ediciones sucesivas. La última data de 1976 e incluye una introducción que corrige ciertas ambigüedades del texto10. Pero lo cierto es que esta obra reveló los talentos de su autor. Esto también se puede ver leyendo un artículo sobre “El período de transición”, en particular la segunda parte que aparece en Révolution internationale (nueva serie) n° 8 (marzo-abril de 1974), que aborda el tema de los bonos de trabajo. Llevado por la polémica contra los lassalleanos, Marx vislumbra la posibilidad de utilizar los bonos de trabajo11 en el período de transición del capitalismo al comunismo como un medio de retribución individual de acuerdo con el tiempo de trabajo brindado a la sociedad12. Bérard demuestra muy bien que esta forma de salario sin nombre es una contradicción en los términos y representa más un obstáculo que cualquier otra cosa bajo la dictadura del proletariado. Su demostración se basa en las críticas del propio Marx contra los bonos de trabajo preconizadas por Proudhon (“Miseria de la Filosofía”) o por Bray y Gray (Grundrisse). En los Grundrisse, Marx da la estocada a esta panacea: “Como el precio no es igual al valor, el elemento que determina el valor (el tiempo de trabajo) no puede ser el elemento en el que se expresan los precios”13. En otras palabras, el tiempo de trabajo no se puede medir por sí mismo. Esta crítica sobre las ilusiones de los bonos de trabajo hecha en su momento por RI es hoy la de la CCI14. Bérard, integrado en el trabajo de reapropiación de las adquisiciones históricas de la corriente de la Izquierda Comunista, jugaría un papel a menudo positivo, igualmente en las discusiones entre los diferentes grupos que aparecieron en el Reino Unido.
Pero estas cualidades militantes pueden transformarse de un factor de refuerzo de la organización a un factor de destrucción de ésta. Muy pronto, Bérard y sus acólitos expresarán las mayores confusiones y prejuicios sobre la cuestión organizativa.
En la primavera de 1973, tras cinco años de existencia, tras la reagrupación realizada en Francia15, el grupo RI considera que es necesario un nuevo paso adelante en la construcción de la organización con la reapropiación del principio proletario de centralización. Hasta ahora existía una Comisión Internacional encargada de coordinar las discusiones que conducirían a la conformación de la CCI, se propone la creación de una Comisión Organizadora, encargada de estructurar y dirigir las actividades del grupo. Los debates iban a ser muy animados, estando todavía una gran minoría marcada por las concepciones contestatarias y consejistas de Mayo del 68. Por ello, la nueva Comisión fue nombrada por una estrecha mayoría en la reunión nacional de noviembre de 1973. Dicho esto, el debate aclaró un principio central del marxismo: la cuestión organizativa es una necesidad vital y una cuestión política por derecho propio.
Es sobre esta cuestión que se constituyó la tendencia de Bérard (por lo tanto, muy rápidamente después de la integración en RI), gritando el peligro de la burocratización y pidiendo garantías para protegerse contra este peligro diabólico. Expresó así una real hostilidad hacia la continuidad del movimiento obrero y malinterpretó completamente las medidas organizativas propuestas al confundirlas con las prácticas (realmente) estalinistas de los trotskistas. En contraste con el carácter desinteresado y el compromiso de los militantes de la clase del trabajo asociado, la tendencia ex-LO estaba profundamente marcada por el individualismo. “Es suficiente señalar que pocos días después de la votación de constitución del Comité Organizador, a lo que Bérard se había opuesto, el mismo Bérard fue a buscar a MC para ofrecerle el siguiente trato: “Cambio mi voto a favor del CO si me propones ser parte de él, de lo contrario lo combatiré”. Baste decir, que Bérard fue enviado a paseo, ya que MC solo se comprometió a no informar sobre esta propuesta para no ‘hundir’ a Bérard públicamente y permitir que el debate se llevara a cabo sobre el fondo. Así que, el CO solo presentaba un ‘peligro de burocratización’ porque Bérard no formaba parte de él… ¡Sin comentarios!”16.
Después del artículo “Luchas reivindicativas y el surgimiento de la clase para sí” publicado en RI nueva serie n° 9 (mayo-junio de 1974), la tendencia publicó “Fracciones y partidos” en el n° 9 del Bulletin d'études et de discussion (septiembre de 1974). Despejó su propia visión del proletariado y de la organización de vanguardia comunista. Allí se anuncia inmediatamente la ruptura en la continuidad del movimiento obrero. “Para entender lo que eran las fracciones comunistas durante este período [de la contrarrevolución], no debemos partir de una ‘continuidad’ orgánica que no existe; debemos rechazar todas las imágenes de ‘herencia’, ‘acervo’ que embrollan la cuestión. Hay que dejar de buscar una continuidad puramente ideológica (ideas que producen ideas). Hay que partir de la experiencia real del proletariado, la necesidad de la clase de agotar prácticamente todas las consecuencias de la crisis histórica de la clase asalariada. Decimos prácticamente porque los trabajadores están luchando, están ‘organizados’ dentro de las relaciones capitalistas y se enfrentan muy concretamente, a través de sangrientas derrotas, a una nueva realidad que aún no logran captar: el proletariado ya no puede afirmarse a sí mismo permaneciendo como trabajador asalariado.” Reconocemos aquí a Proudhon que rechazó las huelgas obreras que, según él, llevaban a reconocer la legitimidad del patrón. Y la tendencia concluye a la manera de los consejistas: “El viejo movimiento obrero está muerto”.
En su respuesta17, el camarada MC comienza restableciendo toda la importancia de la continuidad. "No muy orgullosos de sus padres, todavía prefieren llamarse bastardos, tanto orgánica como políticamente. Y para estar completamente tranquilos, les gustaría que el proletariado y todo el movimiento comunista hicieran lo mismo. Este pavor a la ‘continuidad’, al ‘pasado’, al ‘acervo’ es la pesadilla de estos camaradas que vuelven constantemente a él para poner salvaguardias una y otra vez. Envuelven todo, como es su costumbre, en un revoltijo de palabras, donde hay ‘a favor’ y ‘en contra’, un poco para todos los gustos, pero no logran ocultar del todo el desagrado que sienten ante la mera mención de la palabra ‘adquisición’, casi tanto como para la palabra ‘organización’. Esto es comprensible: continuidad, adquisición, organización, imponen marcos y fronteras estrictas muy mal adaptados a los parlanchines y chismosos, a los que se meten en todo y saben poco, a las fantasías de los ‘cazadores de originalidad’. ‘Nada que ver con el pasado’ fue el grito de guerra de todos los manifestantes en Francia y en todas partes, ¡y no fue en vano! Hablar de una nueva coherencia sin precisar de dónde viene, en qué posiciones adquiridas se fundamenta y hablar de una nueva coherencia ‘sin pasado’ es la esencia de una pretensión megalómana digna de un Dühring. Sabias palabras en torno a ‘superaciones necesarias’ solo sirven como hojas de parra en este caso; ir más allá nunca es un borrado, siempre se contiene un pasado. Hablar de superación sin responder primero a la pregunta “¿qué porción del pasado se debe conservar y por qué? No es más que una evasión y el peor de los empirismos”.
Luego aborda la cuestión de la contribución vital de la Izquierda Comunista y la tradición viva que encarna a pesar de las diferencias que existen entre los grupos que hoy dicen formar parte de ella. Esta cuestión del legado de la Izquierda Comunista, las escisiones o los elementos provenientes del izquierdismo, siempre han tenido grandes dificultades para comprenderla y sólo ven comunistas de izquierda heterogéneos y confusos18. Revelan así su ceguera ante el inmenso paso adelante que representó la Internacional Comunista (IC) y el inmenso aporte de todos aquellos que, reclamándose pertenecientes a la IC, supieron detectar su deriva oportunista y aprender de ella. Las condiciones de la época hacían imposible la unificación de las izquierdas, pero en realidad estaban unidas, por encima de fronteras y diferencias, en el trabajo de una fracción contra el oportunismo y la liquidación del viejo partido. Por eso hay una tradición de la Izquierda Comunista hoy, es decir, un método, un espíritu de lucha, una serie de posiciones que la distinguen y que forman una especie de puente sobre el abismo del tiempo hacia el futuro Partido Comunista Mundial. “Hembé está en la casa equivocada. Él cree que todavía está hablando en y a LO. Las diferentes corrientes de la Izquierda Comunista han tenido muchas debilidades y carencias, a menudo titubeaban y tartamudeaban, pero tuvieron el mérito imperecedero de haber sido las primeras en dar la voz de alarma contra la degeneración de la IC, de haber defendido, diversa pero contundentemente, los principios fundamentales del marxismo revolucionario, de haber estado al frente del combate del proletariado revolucionario, y sus balbuceos fueron y siguen siendo un aporte inmenso a la teoría y práctica del proletariado, respondiendo a los problemas y tareas de la revolución proletaria”.
Al publicar su folleto fuera de RI y al negarse a participar en el Encuentro Nacional de noviembre de 1974, que debía hacer un balance del estado de las diferencias, la tendencia ex-LO se colocó fuera de la organización. Sin embargo, dada la importancia de la cuestión organizativa y el papel destructivo de la “tendencia”, esta asamblea general de RI decidió excluir formalmente a sus miembros. Encontramos a Bérard a finales de los 80 con los Cahiers du Doute (Cuadernos de la Duda) y luego desaparece en la nada después de haber sido durante un tiempo seguidor de las tesis primitivistas. Después de todo, una trayectoria lógica, la duda invocada aquí no es la duda científica creadora sino el reflejo de una gran debilidad en la convicción revolucionaria.
La primera de las lecciones a sacar es, la necesidad de una discusión profunda con los elementos que postulan su candidatura sobre el significado profundo de la cultura del debate en las organizaciones comunistas, en oposición al democratismo que aboga por el parloteo y rinde culto a la divergencia como fetiche.
La segunda lección a extraer es la importancia de la cuestión organizativa y de los principios que deben guiarnos en la construcción de la organización y la perspectiva del futuro Partido Mundial. Una comprensión profunda de la cuestión organizativa debe permitir, en particular, evitar, durante los debates, los agrupamientos informales, entre un cierto número de camaradas sobre la base, no de un acuerdo político, sino de criterios heterogéneos como las afinidades personales, la insatisfacción con una determinada orientación de la organización o la impugnación de un órgano central. La organización de los comunistas se basa en la lealtad a la organización, a los principios revolucionarios, y no en la lealtad a los amigos.
La tercera lección surge del error que cometió RI en su momento, la falta de atención a los elementos que rompían colectivamente con una organización izquierdista. Tal ruptura no está destinada a fracasar sistemáticamente, pero la experiencia ha demostrado que es muy difícil de llevar a cabo. Romper con la cohesión contrarrevolucionaria no lleva automáticamente a comprender y retomar la coherencia de las posiciones revolucionarias.
Debe mencionarse una última lección. La militancia comunista se basa en el compromiso a la causa, en la vigilancia teórica y en una convicción revolucionaria que nos preserva de las sirenas del empirismo y el inmediatismo. El modernismo y su avatar “comunistizador” representan hoy, por el contrario, un peligro inmenso de disolución del proletariado en las gélidas aguas de la duda y la ignorancia, reflejo del mundo actual de descomposición capitalista.
El artículo de RI n° 3 (antigua serie), “De la organización”, que fue preparado para un encuentro organizado por Informations et Correspondance Ouvrières [ICO] en 1969, sólo podía plantear las premisas de la cuestión organizativa, recordando en particular esta banalidad: de la degeneración y la traición a las organizaciones revolucionarias del pasado de ninguna manera implica su inutilidad o peligro. En 1973-74, la cuestión organizativa pasó a depender mucho más cruda y concretamente del proceso en curso de construcción de la organización (reagrupaciones en diferentes países, creación de la CCI). Es frente a esta cuestión práctica que surgieron diversas oposiciones, como la tendencia Bérard. Por una ruptura inconclusa con el trotskismo y una deriva afinitaria, la tendencia Bérard levantó el estandarte de la rebelión contra la centralización y contra la necesidad vital de pasar de un círculo de amigos a un grupo político, de pasar del espíritu de círculo al espíritu de partido. Fue así la expresión clásica de la penetración de la ideología burguesa y pequeñoburguesa en el seno del proletariado, que se materializó en él por una explosión de individualismo y una impaciencia oportunista buscando atajos hacia la meta comunista. La rabia de los “comunistizadores” contra la organización revolucionaria y el programa comunista los hace hoy mucho más peligrosos que aquellos intelectuales en busca de originalidad que envenenaron el movimiento durante la década de 1970.
Dejemos que hable el camarada MC para la conclusión: “Qué pensar de los señoritos que se pasean tan casualmente por la historia del movimiento obrero como si estuvieran en un bar o en una cafetería. De todas estas proclamas gratuitas y fanfarronas, lo único que hay que recordar es esta conclusión: ‘La necesidad ahora de romper críticamente con el pasado’. RI siempre ha planteado la necesidad, después de cincuenta años de reacción y contrarrevolución, de reconectar, continuar y superar críticamente el pasado, ese punto culminante del asalto revolucionario del proletariado. [podrá] también enfatizar la unidad fundamental del movimiento histórico de la clase, [mientras] los contestatarios ‘renovadores’ de todas las tendencias no tienen otro afán que el de romper, borrar, hacer borrón y cuenta nueva del pasado, para partir de una presente virgen, de un nuevo “comienzo”, es decir, de ellos mismos”19.
Elberg.
1 La “Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases” adoptada en el 23° Congreso de la CCI en 2019, describe y analiza tanto el pantano político que apareció a fines de la década de 1960 como las tres oleadas de luchas obreras que se sucedieron hasta 1989.
2 Incluso durante el período de transición, cuando los antagonismos de clase aún no han desaparecido. La necesidad de que la clase defienda sus intereses inmediatos durante la dictadura del proletariado fue destacada por Lenin durante el debate dentro del Partido Bolchevique sobre la cuestión sindical en 1921. Esta posición fue asumida y desarrollada por la Izquierda Comunista de Italia en 1930 y por la Izquierda Comunista de Francia (GCF) después de la Segunda Guerra Mundial. Véase nuestro artículo “Comprender la derrota de la revolución rusa II. 1921: El proletariado y el Estado de transición”, en Revista Internacional n° 100, 1er trimestre de 2000.
3 Proudhon fue, según algunos doctrinarios, el padre del anarquismo. El padre de la “communisation” no es Bérard sino Jacques Camatte, de la revista Invariance, que se separó del Partido Comunista Internacional en 1966. Volveremos sobre esto en próximos artículos.
4 Marx y Engels, La ideología alemana (1845-1846).
5 El folleto de la tendencia ex-Lutte Ouvrière (la mayoría de los miembros de esta “tendencia” eran ex militantes trotskistas) fue reeditado en la antología Ruptura en la teoría de la revolución de François Danel. Textos 1965-1975 (2003).
6 Marx, carta del 28 de diciembre de 1846 a Annenkov.
7Luxemburgo, La crisis de la socialdemocracia (1915).
8 Artículo de la tendencia, “Luchas reivindicativas y el surgimiento de la clase para sí”, Revolución Internacional n° 9, (mayo-junio 1974).
9Ver Revista Internacional n°161 (2º semestre 2018) y 162 (1º semestre 2019): “Castoriadis, Munis y el problema de la ruptura con el trotskismo”.
10Desde entonces, la CCI ha publicado otro folleto sobre el mismo tema, “El trotskismo contra la clase obrera”.
11 La hipótesis de Marx se sitúa en el marco del proceso de socialización que sigue a la toma del poder por el proletariado, en el marco no de la sociedad comunista sino de una sociedad “que acaba de salir del capitalismo”. No tiene nada que ver con la posición de Proudhon sobre las órdenes de trabajo.
12 Marx, Crítica del Programa del Partido Laborista Alemán (1891). Este texto es más conocido como la Crítica del Programa de Gotha.
13Marx, Manuscritos de 1857-1858, conocidos como “Grundrisse”
14El Grupo de Comunistas Internacionalistas (GIC), en la década de 1930, asumió esta posición a favor de las órdenes de trabajo, en particular en el folleto Principios de la Producción y Distribución Comunista. Véanse nuestras críticas en la Revista Internacional n° 152, (2º semestre 2013): “Bilan: La Izquierda holandesa y la transición al comunismo, II”.
15Tres grupos comunistas se fusionaron en 1973 bajo el nombre de Revolución Internacional. En esta ocasión, se adoptó una nueva plataforma política y aparece en el n° 1 de RI (nueva serie).
16 “La cuestión del funcionamiento de la organización en la CCI”, Revista Internacional n° 109 (2º trimestre 2002).
17 “En respuesta al artículo “Fracciones y partidos”, en el mismo número del Bulletin d'études et de debate, segunda revista publicada por RI. Pronto sería reemplazada por la Revista Internacional, cuando se creó la CCI en 1975.
18 Uno de los mejores ejemplos es el de Éveil internationaliste que participó en la 3ª conferencia de grupos de la Izquierda Comunista en 1980. Después de romper con el maoísmo, quiso mantener una coherencia ex maoísta, y finalmente se hundió en la nada. Para volver a intentar borrar su pasado estalinista, algunos de sus elementos no han encontrado otra salida que adherirse al anarquismo o a la Liga de los Derechos Humanos, todo aderezado con la habitual verborrea situacionista.
19 Marc Chirik, “En respuesta al artículo “Fracciones y partidos”, Boletín de estudio y discusión n° 9, septiembre 1974, p. 9.
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Desde 1989 y el colapso de los regímenes falsamente llamados “comunistas” del antiguo bloque imperialista alrededor de la URSS, el marxismo genuino ha tenido que defenderse contra una campaña intensificada basada en distorsiones y mentiras, que afirma que el marxismo es una ideología anticuada y desacreditada que, puesto en práctica, sólo podía preparar el terreno para el gulag totalitario estalinista. Estas campañas se han visto favorecidas no sólo por la existencia de regímenes que han mantenido, bajo una bandera roja, la explotación y represión de los trabajadores, sino también por todas las viejas expresiones del movimiento obrero que, tras pasarse al lado de la burguesía, continúan invocando una versión desfigurada del marxismo como pretexto para su participación en las guerras imperialistas y su defensa de más formas estatales de dominación capitalista; y esto ha sido una característica de los últimos 100 años o más. Así, la movilización de la clase obrera en los campos de batalla de 1914-18 fue dirigida por exsocialistas que utilizaron pasajes de Marx y Engels aplicables cuando aún eran posibles las guerras nacionales para justificar su apoyo a una guerra mundial imperialista y reaccionaria. Posteriormente, los estalinistas y los trotskistas demostraron su adhesión al campo del capital pintando la Segunda Guerra Mundial bajo un falso barniz marxista, en particular llamando a la defensa de la “patria socialista” o de un supuesto “Estado obrero degenerado” en la URSS.
Pero la contrarrevolución que envolvió a la clase trabajadora después de las heroicas luchas de 1917-1923 no solo tomó las formas abiertas del estalinismo y el fascismo. También necesitaba su lado “democrático”, especialmente en la ideología del antifascismo que fue diseñada para atraer a los trabajadores e incluso a los ex militantes revolucionarios hartos de los horrores de la represión fascista y el asesinato en masa. Pero a un nivel más teórico, esta contrarrevolución democrática también dio lugar a una nueva distorsión del marxismo, que se ha llamado “marxismo occidental” y que ha sido un componente clave de lo que llamamos modernismo1. A diferencia de los estalinistas y los trotskistas, esta tendencia es más amorfa y no ofrece un programa definido para la estatización del capital (aunque generalmente acepta que hay algo no capitalista en lo que Marcuse y otros han llamado “marxismo soviético”). Tuvo su origen principalmente en universidades o “institutos de investigación social” reconocidos por el Estado, en particular la Escuela de Frankfurt, la principal fuente de inspiración intelectual para el “marxismo occidental”.
Esta corriente puede considerarse la fuente del modernismo porque pretende ofrecer una crítica a los “dogmas obsoletos” del marxismo, que tal vez alguna vez fueron válidos pero que ya no son aplicables en el “capitalismo moderno”. Por supuesto, el marxismo genuino está lejos de ser un dogma estático y debe analizar constantemente los cambios interminables provocados por la sociedad más dinámica y expansiva jamás vista en la historia humana. Pero la esencia del modernismo consiste en invocar el nombre de Marx para despojar al marxismo de sus principios fundacionales, de todos sus rasgos revolucionarios. Por lo tanto, se caracteriza por todos o algunos de los siguientes elementos:
- En primer lugar, el rechazo del carácter revolucionario de la clase obrera. El fracaso de los intentos revolucionarios de 1917-23 demostró, para el modernismo, el fracaso histórico de la clase obrera, incluso su entusiasmo por la contrarrevolución, ya sea por su sumisión al fascismo (un elemento fuerte en los escritos de Adorno, por ejemplo ) o porque el propio marxismo “tradicional” fue visto como responsable del estalinismo (lo que luego alinearía estas ideologías “posmarxistas” con los temas principales de las campañas ideológicas que siguieron al “colapso del comunismo” de 1989). En el período de auge de la posguerra, Marcuse, llegó a la conclusión de que la clase obrera de Occidente había sido sobornada por la prosperidad económica y las ideologías “unidimensionales” como el consumismo, empezó a buscar otros sujetos “revolucionarios”, como los estudiantes protestando contra la guerra de Vietnam o los campesinos supuestamente en una “lucha anti imperialista” en las periferias del sistema2;
- el rechazo de cualquier continuidad con el desarrollo histórico progresista, tanto en general como más particularmente el del movimiento proletario: se acepta a Marx, pero se rechaza a menudo a Engels por ser, en el mejor de los casos, un divulgador; la Segunda Internacional no juega ningún papel en el desarrollo del marxismo y está completamente identificada con su ala oportunista; el mismo tratamiento también puede reservarse para la Internacional Comunista, considerada como nada más que la fuente del “marxismo soviético” moderno;
- en línea con lo anterior, el rechazo del objetivo de la dictadura del proletariado y la construcción de un partido revolucionario de clase. De hecho, la militancia revolucionaria a menudo se presenta como la forma más alta de alienación.
El marxismo se transforma así en una utopía individual de rechazo del capitalismo a nivel de ideología cultural, desvirtuando así al joven Marx y su planteamiento del problema de la alienación, o transformando la crítica de la economía política en un sofisticado argumento a favor de la naturaleza perenne e inmutable del capitalismo y en un rechazo a la teoría de la decadencia del capitalismo.
En nuestro artículo “Modernismo: del izquierdismo a la nada”, publicado en el número 18 de Révolution Internationale en abril de 1975, identificamos a la Escuela de Frankfurt como una de las principales fuentes del modernismo, y mostramos que sus principales impulsores se identificaban abiertamente con la clase dominante y la guerra imperialista de 1939-45:
“En las décadas de 1930 y 1940, los compañeros de viaje estalinistas en el Instituto de Investigación Social de Frankfurt (Marcuse, Horkheimer, Adorno) comenzaron a establecer el marco utilizado por los modernistas de hoy. Según ellos, el marxismo y el proletariado fracasaron porque no eran ‘revolucionarios’. Por ejemplo, los trabajadores no se habían unido fervientemente a la defensa de la España republicana en 1936-38... Incapaces de ver que los aplastantes levantamientos obreros de 1917-23 finalmente permitieron una nueva guerra imperialista, estos diletantes ‘eligieron’ con entusiasmo apoyar al campo de los aliados durante este mismo conflicto imperialista”.
El artículo señala, por ejemplo, que durante la guerra Marcuse trabajó para la Oficina de Investigación de Inteligencia del Departamento de Estado de EE. UU. y se convirtió en el jefe interino de su sección de Europa del Este.
El título del artículo, que sitúa los orígenes del modernismo en el ala izquierda del capital, es perfectamente apropiado en este caso. Sin embargo, experiencias posteriores confirmaron que el modernismo, al igual que las diversas tergiversaciones del socialismo criticadas en el Manifiesto Comunista, también podían enraizarse en corrientes que inicialmente habían buscado ubicarse en el terreno del proletariado. En la década de 1960, ante el auge económico de la posguerra, el grupo Socialisme ou Barbarie se propuso demostrar que Marx estaba equivocado en lo que respecta a la inevitabilidad de las crisis económicas en el capitalismo. En 1948, luego de haber roto con el trotskismo, S o B insistió en que el capitalismo se había convertido en un sistema decadente y que ello había sido acogido por la Izquierda Comunista en Francia (GCF) como un desarrollo potencialmente positivo aunque la GCF les había advertido explícitamente de las dificultades de una ruptura total con el trotskismo y contra la arrogancia intelectual de considerarse los únicos capaces de resolver los problemas a los que se enfrenta la clase obrera y el movimiento revolucionario sin una referencia a la tradición comunista que ya se había hecho preguntas profundas sobre la derrota de las revoluciones de 1917-23 y sobre la naturaleza del sistema “socialista” en la URSS y otros países3. En realidad, S o B tuvo que demostrar que no estaba menos fascinado por el crecimiento capitalista en los años 50 y 60 de lo que lo había estado una figura como el socialdemócrata Bernstein en los años 1890. Y como cada vez más llegaron a ver los dogmas del estalinismo y el trotskismo como arraigados en el propio marxismo, empezaron a cuestionar no sólo las contradicciones económicas del sistema, sino incluso la contradicción fundamental entre la clase obrera y el capital, sustituyéndola por un nebuloso conflicto entre “dadores y ejecutores de órdenes” que reproducía la clásica obsesión anarquista por la “autoridad”. Una consecuencia lógica de la negación de las contradicciones internas del capital fue la elaboración de una concepción del socialismo como un sistema de “autogestión” que podría coexistir con la producción de mercancías, otra regresión hacia el anarquismo presentada como una alternativa nueva y radical al “marxismo tradicional”4.
S o B, y en particular su visión de la autogestión generalizada, tuvo una gran influencia en la corriente situacionista, cuya hora de gloria fue en los acontecimientos de mayo-junio de 1968. Un artículo de Marc Chirik en Révolution Internationale n° 2, 19695, muestra que la influencia de S o B también se extendió al rechazo por parte de los situacionistas de la concepción marxista del vínculo profundo entre la lucha de clases y una crisis capitalista objetiva. Para ellos, los grandes movimientos de clase del 68 y los años siguientes fueron sobre todo consecuencia de factores subjetivos: a nivel general, el hastío y la alienación de la “vida cotidiana” bajo el capitalismo, pero también, más específicamente, de la intervención ejemplar de los propios situacionistas. Los situacionistas estaban por lo tanto anclados en la visión modernista del mundo, pero habiendo participado en un movimiento de clase real, y a pesar del carácter clásicamente “artístico” -de hecho, pequeñoburgués- de consignas como “Nunca trabajes”, eran mucho menos hostiles a la lucha de la clase obrera que algunos que les sucedieron.
A principios de la década de 1970, tanto S o B como la Internacional Situacionista habían dejado de existir, y la mayoría de las corrientes modernistas -algunas de las cuales habían pasado por la escuela de S o B y el situacionismo, e incluso por la rama bordiguista de la Izquierda Comunista- habían desarrollado un lenguaje más “marxista”, capaz de discernir los errores de la autogestión (aunque, como veremos, muchas veces la resucitaron bajo nuevas formas) y de insistir en el hecho de que el comunismo significaba la erradicación de todas las relaciones sociales capitalistas basadas en el trabajo asalariado y la producción de mercancías. Así nació la corriente “communisateur”, que desde entonces se ha convertido en la forma principal de la ideología modernista. No es una casualidad que este desarrollo coincidiera con el renacimiento de la Izquierda Comunista. Los “comunistizadores”, como el grupo Invariance en torno a Jacques Camatte, el grupo Mouvement Communiste en torno a Barrot/Dauvé6, o la Organisation des Jeunes Travailleurs Révolutionnaires (OJTR) en torno a Dominique Blanc, se presentan mucho más voluntariamente como herederos de la Izquierda Comunista histórica pero también como críticos de sus límites, y sobre todo del “conservadurismo” de los grupos de la izquierda comunista resurgente con su insistencia en la necesidad de una organización política militante y en la lucha defensiva de la clase obrera como condición previa para una futura revolución comunista. Los elementos de esta nueva tendencia se autodenominan “comunistizadores” porque afirman ser los únicos verdaderos comunistas, los únicos que entienden lo que Marx quiere decir en La Ideología Alemana cuando definió al comunismo como el “movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual”. En este sentido, aunque hubo algunos debates iniciales entre “comunistizadores” y grupos de la nueva Izquierda Comunista7, esta expresión actualizada del modernismo se convirtió cada vez más en una fuerza destructiva contra la Izquierda Comunista, como lo demuestra el papel de la llamada tendencia de Bérard o ex Lutte Ouvrière que se separó de Révolution Internationale en 1974 y muy rápidamente desapareció de la vida política.
Como hemos dicho, el resurgimiento de la Izquierda Comunista a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 estuvo profundamente ligado al terremoto de la lucha de clases internacional que sacudió gran parte de Europa y América, y también al retorno cada vez más evidente de la crisis económica abierta. En este período, cuando los “comunistizadores”, y especialmente Camatte, cuestionaron cada vez más la importancia central de la lucha de clase de los trabajadores, la idea de que la clase obrera era solo una “clase para el capital”, y que su futuro estaba en su negación más que en su afirmación como clase, tuvo mucho menos peso que el que tuvo después de las dificultades de la lucha de clases en la década de 1980 y sobre todo que solo será con el inicio de la fase de descomposición capitalista tras el colapso del Bloque del Este en 1989. Como ya lo hemos argumentado en otro lugar8, este período estuvo marcado por un debilitamiento real de la identidad de clase, de la conciencia del proletariado de verse a sí mismo como una fuerza distinta y antagónica al seno de la sociedad capitalista. Estas condiciones proporcionaron un terreno más fértil para los “comunistizadores”, quienes en general argumentaron que es precisamente esta identidad de clase lo que el proletariado debe abolir, no como el resultado final de la lucha revolucionaria, sino como su condición previa. Y en un período en que la crisis del sistema capitalista está dando lugar cada vez más a revueltas populares en las que la clase obrera no tiene un papel diferenciado, puede parecer que las ideas de los “comunistizadores” están justificadas, y que comenzamos a ver la “revuelta de la humanidad” contra el capital que Camatte y otros predijeron en los años 1970.
Al mismo tiempo, los primeros signos de un resurgimiento de la lucha de clases en la primera década del nuevo siglo van acompañados de un cierto resurgimiento del anarquismo, atrayendo a elementos jóvenes en búsqueda de las ideas revolucionarias, pero en su mayoría, incapaces de relacionarse con la verdadera tradición marxista, a la que todavía tienden a asociar con la derrota de la revolución rusa y la degeneración del bolchevismo. Frente a la indigencia del marco teórico del anarquismo, los “comunistizadores”, en particular individuos como Dauvé y grupos como Théorie communiste, Aufheben y Endnotes, han sido capaces de ofrecer al medio anarquista una apariencia de profundidad teórica, mostrando su familiaridad con la terminología marxista sin cuestionar la mayoría de los prejuicios centrales del anarquismo, especialmente el rechazo a la organización política centralizada. Vista desde otro ángulo, la corriente de la “communisation” es en sí misma una nueva variante del anarquismo, como lo intentaremos demostrar en los siguientes artículos de esta serie. Pero, dado que muchos de sus adherentes se refieren no sólo a Marx, sino también a Bordiga, al KAPD y otros componentes de la tradición comunista de izquierda, a menudo pueden confundirse con la verdadera tradición comunista de izquierda, lo que puede constituir un factor extremadamente negativo en la política. evolución de los nuevos elementos en busca de la claridad comunista.
Precisamente por eso es esencial que la Izquierda Comunista se desmarque claramente de la tendencia a la “communisation” en torno a las cuestiones más importantes que las separan:
En primer lugar, insistir en que a pesar de todos los cambios en la composición de la clase obrera que hemos visto en las últimas décadas, a pesar de todos los reveses ideológicos y políticos sufridos por la clase obrera, ésta sigue siendo la única clase revolucionaria en la sociedad capitalista, y que sus luchas por la defensa de sus intereses materiales siguen siendo el único terreno en el que puede desarrollarse un asalto revolucionario contra el capital. De ahí el necesario repudio hacia todas las teorías que llaman a la clase obrera a negarse a sí misma o a renunciar a sus luchas defensivas.
En segundo lugar, reafirmar que, para luchar contra el embate de la ideología burguesa, y para la posterior transformación de las luchas económicas inmediatas en una ofensiva política y social contra todo el sistema capitalista, la minoría revolucionaria debe organizarse a escala internacional y sobre la base de una plataforma política coherente. Reafirmando así la crítica a la idea de que la militancia comunista es “el estadio más alto de la alienación”, que las organizaciones políticas proletarias sólo pueden ser “sectas” o “mafias” y deben disolverse en una cooperación laxa entre individuos soberanos. Al hacerlo, mostraremos cómo la hostilidad hacia la organización revolucionaria ha conducido a una parte de la corriente de la “communisation” hacia el parasitismo político y su propensión hacia el individualismo, la lleva hacia el arribismo burgués.
En tercer lugar, defendiendo la necesidad de que la clase obrera luche a favor de su dictadura política en contra de la sociedad burguesa para iniciar un período de transición al comunismo, frente a la visión de los “comunistizadores” de una especie de “gran disolución” que soslaya tanto la necesidad de un poder político de la clase obrera y un período de transición.
Consideramos esta serie como una extensión de nuestra ya larga serie sobre el desarrollo histórico del programa comunista9. Así, retomando los puntos que nos distinguen de los “comunistizadores” enumerados anteriormente, también adoptaremos un enfoque histórico, centrándonos en algunos de los textos “clásicos” de la teoría de la “communisation” en la década de 1970 y en la trayectoria de algunas de las principales figuras que desarrollaron la teoría de la “communisation”. Por lo tanto, nuestro proyecto de artículos incluirá:
Un regreso a la primera gran lucha de la CCI contra la teoría modernista/communautaire en sus propias filas, la “tendencia ex Lutte Ouvrière” a principios de los años setenta;
Un recordatorio de la trayectoria política de Jacques Camatte, que revela en muchos aspectos el verdadero “secreto” o dirección de la teoría de la “communisation”;
Una crítica a textos como “Sobre la organización” de Camatte y “La militancia: el estadio más alto de la alienación” de OJTR
Una respuesta a ciertos textos de Barrot/Dauvé sobre las “medidas comunistas” y la abolición del valor.
Como parte de este trabajo, también volveremos a publicar algunos de los textos de la CCI en respuesta a la concepción modernista del comunismo y la lucha de clases, la mayoría de los cuales no han estado disponibles durante muchos años.
CDW
1 En el lenguaje común, el término “modernismo” se usa para describir algunas de las tendencias artísticas que surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX, y en particular después de la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, la escritura musical experimental de James Joyce y Virginia Wolf, la música atonal de Schönberg, o el expresionismo y el cubismo en la pintura. Por supuesto, sería interesante analizar estos movimientos artísticos en su contexto histórico (ver, por ejemplo: Notas para una historia del arte en el capitalismo ascendente y decadente), pero queremos aclarar aquí que nuestro uso del término modernismo para describir una corriente política particular tiene un significado muy diferente.
2 Véase Crítica de Marcuse de Paul Mattick: El hombre unidimensional en la sociedad de clases, Editorial Grijalbo, 1974, para una respuesta proletaria a la teorización de Marcuse sobre la integración de la clase obrera en el capitalismo. No intentaremos aquí una crítica más desarrollada de las principales figuras e ideologías de la Escuela de Frankfurt, aunque esta sigue siendo una tarea importante para el futuro. Es obvio que esta escuela fue dirigida por intelectuales eruditos, incluso brillantes, que se preocupaban por cuestiones reales, en particular la forma en que la ideología capitalista penetra en la masa de la población y en la clase trabajadora en particular. Al hacerlo, intentaron reunir elementos del marxismo y el psicoanálisis freudiano. Pero, debido a que este intento de síntesis no se planteó desde un punto de vista comunista, sino desde el punto de vista de la “humanidad social”, por retomar la terminología de las Tesis sobre Feuerbach, más bien desde el punto de vista del profesor aislado, no logró realizar esta “crítica teórica” global.
3 El comunismo está en la agenda de la historia: Castoriadis, Munis y el problema de la ruptura con el trotskismo (I) Revista internacional n° 161.
4 El comunismo está en la agenda de la historia – Sobre el contenido de la revolución comunista; Revista Internacional n° 162.
5 “Entendiendo Mayo”
6 No debe confundirse con el grupo obrerista actual, Mouvement Communiste.
7 Por ejemplo, el Mouvement Communiste envió una contribución a la conferencia de Liverpool de 1973 organizada por Workers Voice siguiendo el llamado de Internationalism en los Estados Unidos para una red de discusión internacional.
8 Ver Informe sobre la Lucha de Clases para el XXIII Congreso Internacional de la CCI (2019); Formación, pérdida y reconquista de la identidad de clase proletaria; Revista Internacional n° 164.
9 Temas de reflexión y discusión El comunismo: una necesidad material.
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En continuidad con los documentos de discusión publicados tras el 23º Congreso de la CCI1, publicamos una nueva contribución de un camarada que expresa divergencias con la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso de la CCI2. Al igual que en la anterior contribución del camarada Steinklopfer, las divergencias se refieren a la comprensión de nuestro concepto de descomposición, a las tensiones Inter imperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Para evitar más retrasos relacionados con la presión de los acontecimientos actuales, publicamos las nuevas contribuciones del camarada Ferdinand sin una respuesta que defienda la posición mayoritaria en la CCI, pero sin duda responderemos a este texto a su debido tiempo. Debemos señalar que esta contribución fue escrita antes de la guerra en Ucrania.
La CCI defiende el principio científico del esclarecimiento a través del debate, mediante la confrontación de argumentos basados en hechos con el objetivo de alcanzar una comprensión más profunda de las cuestiones a las que se enfrenta la clase. El período actual es difícil para los revolucionarios. Esto ya era así antes de la pandemia del Covid, pero durante los dos últimos años los nuevos acontecimientos y tendencias necesitaban una evaluación. Así, no es de extrañar que en el seno de una organización revolucionaria viva surjan controversias sobre el análisis de la situación mundial.
Las principales divergencias en el seno de la organización se refieren a las siguientes cuestiones de importancia crucial para las perspectivas del proletariado:
a) ¿Cómo evaluar el equilibrio actual de las fuerzas de clase, tras el abandono del concepto de curso histórico?3 ¿La clase va de derrota en derrota o avanza?
b) ¿Cómo medir la maduración subterránea de la conciencia de clase, el trabajo del "viejo topo"? ¿Hay una maduración significativa o, por el contrario, un retroceso?
c) Con respecto a la situación económica: ¿la crisis pandémica produce sólo perdedores, o hay ganadores de la situación que pueden mejorar su posición?
d) En cuanto a las tensiones imperialistas: ¿hay polarizaciones significativas en la constelación mundial que aumentan el peligro de una guerra generalizada? ¿O es dominante la tendencia de cada uno contra todos, y por tanto un obstáculo hacia una nueva constelación de bloques?
Ya después del 23º congreso de la CCI, celebrado en 2019, el artículo de la Revista Internacional que daba cuenta de sus trabajos señalaba las controversias en nuestras filas sobre la evaluación de la situación mundial, concretamente a nivel de la lucha de clases, o más concretamente de la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado. La presentación de la Revista Internacional 164 decía: "En el congreso hubo desacuerdos sobre la apreciación de la situación de la lucha de clases y su dinámica. ¿Ha sufrido el proletariado derrotas ideológicas que debilitan seriamente sus capacidades? ¿Existe una maduración subterránea de la conciencia o, por el contrario, asistimos a una profundización del reflujo de la identidad y la conciencia de clase?" Al mismo tiempo, en 2019, abandonamos el concepto de "curso histórico" porque reconocimos que la dinámica de la lucha de clases en el actual período de descomposición ya no podía ser analizada adecuadamente dentro de este marco. En las discusiones entre 2019 y 2021, y finalmente en la preparación de la resolución del 24º congreso sobre la situación internacional, nos enfrentamos a la continuación de las diferencias en la evaluación de la situación mundial actual. En gran medida, la controversia se hizo pública en agosto de 2020 bajo el título de "debate interno". El artículo del camarada Steinklopfer, defendiendo posiciones minoritarias, y la respuesta de la CCI, mostraron que el campo del debate abarcaba no sólo la cuestión de la dinámica de la lucha de clases y de la conciencia de clase, sino, en un sentido más amplio, la apreciación del período de descomposición capitalista, especialmente la aplicación concreta del concepto de descomposición, noción que hasta ahora es una característica distintiva de la CCI dentro del medio político proletario.
Debido a que tenía desacuerdos similares a los del camarada Steinklopfer con la posición mayoritaria en el período reciente, fui invitado a presentarlos no sólo a través de contribuciones internas, sino con un artículo para su publicación explicando mis diferencias con la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso. La mayoría de las enmiendas que propuse a la resolución del Congreso giraban en torno a la cuestión económica, es decir, la dinámica, el peso y las perspectivas del capitalismo de Estado chino. Paralelamente, apoyé muchas enmiendas del camarada Steinklopfer que defendían las mismas orientaciones o compatibles.
Mis divergencias pueden resumirse en los siguientes epígrafes (los números se refieren a la versión de la Resolución en nuestro sitio web en inglés):
-China, su poder económico y el capitalismo de Estado (puntos 9 y 16 de la Resolución);
-la evolución de la crisis económica mundial y del capitalismo de Estado en descomposición (puntos 14, 15 y 19)
-la polarización imperialista y la amenaza de guerra (puntos 12 y 13);
-el equilibrio de las fuerzas de clase y la cuestión de la maduración subterránea de la conciencia (punto 28).
La Resolución, tras mostrar la descomposición política e ideológica en Estados Unidos y Europa, dice: "Y mientras la propaganda estatal china destaca la creciente desunión e incoherencia de las "democracias", presentándose como un baluarte de la estabilidad mundial, el creciente recurso de Pekín a la represión interna, como contra el "movimiento democrático" en Hong Kong y los musulmanes uigures, es en realidad una prueba de que China es una bomba de relojería. El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición". (punto 9)
A continuación, declara: "La apertura económica durante el período de Deng en la década de 1980 movilizó enormes inversiones, especialmente de Estados Unidos, Europa y Japón. La masacre de Tiananmen en 1989 puso de manifiesto que esta apertura económica estaba siendo aplicada por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping, no es una expresión de fuerza sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas dentro de la sociedad e importantes luchas entre camarillas dentro de la clase dominante." (ibid.)
En el punto 16, la Resolución afirma, en primer lugar, que China se enfrenta a la reducción de los mercados en todo el mundo, al deseo de numerosos Estados de liberarse de la dependencia de la producción china y al riesgo de insolvencia al que se enfrentan varios países implicados en el proyecto de la Ruta de la Seda, y que, por lo tanto, China persigue un cambio hacia la estimulación de la demanda interna y la autarquía a nivel de tecnologías clave para poder ganar terreno más allá de sus propias fronteras y desarrollar su economía de guerra. Estos cambios, dice la resolución, están "provocando poderosos conflictos en el seno de la clase dirigente, entre los partidarios de la dirección de la economía por parte del Partido Comunista Chino y los vinculados a la economía de mercado y al sector privado, entre los "planificadores" del poder central y las autoridades locales que quieren dirigir ellos mismos las inversiones" (punto 16).
Las afirmaciones de que China es una bomba de relojería, de que su Estado es débil y de que su crecimiento económico se tambalea son expresión de una subestimación del desarrollo económico e imperialista real de China en los últimos 40 años. Comprobemos primero los hechos y luego los fundamentos teóricos en los que se basa este análisis erróneo. Puede ser que las tensiones internas en China sean en realidad más fuertes de lo que parecen -por un lado, las contradicciones dentro de la sociedad en general, por otro las del Partido gobernante en particular. No podemos confiar en la propaganda china sobre la fortaleza de su sistema. Pero lo que los medios de comunicación occidentales o no chinos nos dicen sobre las contradicciones en China también es propaganda, y además a menudo es una ilusión.
Los elementos mencionados en la Resolución no son convincentes: Un control totalitario sobre todo el cuerpo social y la opresión de la "libertad de expresión democrática" pueden ser signos de una debilidad de la clase dirigente. Estoy de acuerdo con esto. Como sabemos por el período posterior a 1968, con un movimiento proletario en ascenso, la democracia es mucho más eficaz para controlar a la clase obrera, y las contradicciones sociales en general, que los regímenes autoritarios. Por ejemplo, en los años 70 la burguesía de España, Portugal y Grecia sustituyó los regímenes autoritarios por regímenes democráticos debido a la necesidad de manejar la agitación social. Pero ¿se encuentra la clase obrera de China en una dinámica similar a la del proletariado del sur de Europa en la década de 1970? Planteo esta cuestión con vistas al equilibrio de fuerzas entre las clases, que al final sólo podemos medir correctamente como mundial. La Resolución trata la cuestión del equilibrio de fuerzas de clase en su última parte, y volveré sobre el punto. Pero podemos anticipar una cosa: no hay elementos a favor de la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping.
Lo mismo ocurre con otras contradicciones dentro de la China continental y su aparato político. Aunque las diferencias de intereses entre el Partido en el poder y los riquísimos magnates chinos de la tecnología, como Jack Ma (Alibaba) y Wang Xing (Meituan), son evidentes, estos últimos no parecen proponer un modelo alternativo para la República Popular, y mucho menos constituyen una oposición organizada. Además, dentro del Partido las luchas ideológicas importantes parecen pertenecer al pasado. Antes de 2012 y de la presidencia de Xi Jinping tuvo lugar el llamado "debate del pastel" dentro de los altos círculos del partido: había dos facciones. Una decía que China debía centrarse en hacer más grande el pastel, la economía china. La otra quería repartir el pastel existente de forma más justa. Un partidario de la segunda posición era Bo Xilai, condenado a cadena perpetua por corrupción y abuso de poder, un año después del ascenso de Xi Jinping a la cabeza del partido y del Estado. Mientras tanto, esa posición del “reparto justo” se ha convertido en la doctrina oficial4 y no hay indicios de que se produzca un nuevo debate. Según la información disponible5, las purgas en el aparato de represión comenzaron a principios de 2021. En la policía, la policía secreta, la judicatura y el sistema penitenciario han sido castigadas oficialmente más de 170'000 personas por corrupción. Esto es una muestra cínica de poder. Lo mismo ocurre con el sistema de vigilancia orwelliano. Igualmente, descabellado es el culto a la personalidad en torno a Xi Jinping.
¿Pero es esto una prueba de la "debilidad del Estado"? ¿De una "bomba de relojería" bajo la silla del presidente?
En cuanto a las contradicciones internas de la República Popular, mi tesis es la contraria. Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio. Aunque el crecimiento económico en China se ha ralentizado en los últimos tiempos, detrás de esto hay hasta cierto punto un plan calculado de la élite política gobernante para aprovechar los excesos del capital privado y fortalecer el capitalismo de Estado para el desafío imperialista. El Partido está cortando las alas a algunas de las empresas más rentables y a los magnates más ricos; está dejando escapar el aire de algunas burbujas especulativas para controlar más estrictamente toda la actividad económica, con la propaganda de que todo esto es para proteger a los trabajadores, a los niños, al medio ambiente y a la libre competencia. Las purgas en el aparato de represión y el despliegue del poder autoritario son indicios de tensiones ocultas (no sólo en Xinjiang y Hong Kong). Pero no se ve ningún modelo alternativo para el curso del capitalismo de Estado chino. Esta es mi lectura del lado de los hechos.
Si queremos entender el significado de las actuales divergencias en el análisis de China, tenemos que considerar la teoría que subyace a la posición mayoritaria y, por tanto, a la presente resolución. El desarrollo de China ha sido minimizado en nuestras filas durante décadas. Esto está vinculado a una comprensión errónea y esquemática de la decadencia capitalista. Uno de nuestros textos de referencia del comienzo de la existencia de la CCI, "La lucha proletaria bajo la decadencia"6 lo decía así "El período de decadencia capitalista se caracteriza por la imposibilidad de que surjan nuevas naciones industrializadas. Los países que no recuperaron el tiempo perdido antes de la Primera Guerra Mundial se vieron condenados posteriormente a estancarse en un estado de subdesarrollo total, o a permanecer crónicamente atrasados en relación con los países de la cima del castillo de arena. Este ha sido el caso de grandes naciones como la India o China, cuya "independencia nacional" o incluso su llamada "revolución" (léase la instauración de una forma draconiana de capitalismo de Estado) no les permitió salir del subdesarrollo o la indigencia." Sólo en 2015, en el marco del balance crítico de 40 años de análisis de la CCI, hemos reconocido oficialmente el error de este esquema: "Esta visión "catastrofista" se debe, en gran parte, a la falta de profundización de nuestro análisis del capitalismo de Estado (...) Es este error de negar toda posibilidad de expansión del capitalismo en su período de decadencia el que explica las dificultades que ha tenido la CCI para comprender el crecimiento vertiginoso y el desarrollo industrial de China (y de otros países periféricos) tras el hundimiento del bloque del Este." ("40 años después de la fundación de la CCI", Revista Internacional 156, 20157) Pero este reconocimiento fue a medias. Pronto los viejos esquemas volvieron a colarse en nuestros análisis. Las implicaciones de la contradicción entre nuestros puntos de vista "clásicos" y la realidad eran demasiado radicales. Para superar esta contradicción habría sido necesario ir a las raíces de las leyes económicas del movimiento que también actúan en el capitalismo decadente. En su lugar, el problema se arregló con la formulación "el extraordinario crecimiento de China es producto de la descomposición" (punto 9 de la presente resolución, ya citado anteriormente), brillante en su vaguedad. La idea se introdujo en 2019, con la resolución del 23º Congreso internacional que decía: "Fueron necesarias las circunstancias sin precedentes del período histórico de descomposición para permitir el ascenso de China, sin el cual no habría ocurrido". (Revista Internacional 164). Pero mientras que esta última formulación es correcta en el sentido de que la apertura del mundo a la inversión de capital (globalización) tuvo lugar principalmente en el período de descomposición en vísperas y después del colapso del sistema de bloques, y que esto fue parte de las condiciones que permitieron el ascenso de China como taller del mundo, la frase sobre su crecimiento como "producto de la descomposición" es un paso atrás hacia la "visión catastrofista". Todo es producto de la descomposición, y todo crecimiento es por tanto nulo y falso. Más aún: todo se descompone de forma homogénea, una especie de desintegración suave no sólo de las relaciones humanas, la moral, la cultura y la sociedad, sino del propio capitalismo. La Resolución actual no es capaz de captar la realidad del ascenso de China durante las últimas cuatro décadas ni de explicarla. Como ya he citado anteriormente, se limita a afirmar que "esta apertura económica ha sido llevada a cabo por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes" (punto 9). Una parte de este razonamiento es tautológica: "la apertura económica fue implementada por ... un crecimiento económico frenético" - el éxito económico se debió al éxito económico. Por lo demás, la explicación de la Resolución sobre el éxito de China, en contraste con el destino del bloque ruso antes de 1989, es que el rendimiento fue el resultado de una "combinación de terror estatal" y "una despiadada explotación de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes". ¿Qué explica esto? ¿Sugiere la resolución que una "combinación de terror estatal" y "explotación despiadada" son los ingredientes de un capitalismo exitoso? ¿Y son distintos del estalinismo en Rusia? Propuse eliminar la frase y apoyé en su lugar una formulación que el camarada Steinklopfer sugirió con una de sus enmiendas "(...) No es una coincidencia que China, a diferencia de la URSS y su antiguo bloque imperialista, no se derrumbara a finales del siglo XX. Su despegue se basó en dos ventajas específicas: en la existencia de una gigantesca zona interna extra capitalista basada en el campesinado que podía transformarse en proletariado industrial, y en una tradición cultural particularmente antigua y muy desarrollada (hasta que comenzó la industrialización moderna en Europa, China siempre había sido uno de los principales centros de la economía mundial y del conocimiento y la tecnología)." Es ciertamente discutible si el término "zonas extra capitalistas" sigue siendo adecuado para describir lo que, sin embargo, es un hecho significativo, a saber, la nueva integración de una fuerza de trabajo disponible en la relación e intercambio formal entre el capital y el trabajo asalariado. La idea es clara: el proceso de acumulación de capital en China fue real, no sólo falso. Tuvo lugar gracias a recursos que aún no estaban formalmente determinados como la venta de fuerza de trabajo y la apropiación de su valor de uso por parte de los capitalistas. Como toda acumulación bajo el capitalismo, este proceso en la China posterior a Mao requirió fuerza de trabajo recién disponible (y materia prima, es decir, en gran medida la naturaleza, por lo que también es una "zona extra capitalista" en cierto sentido). Los antiguos campesinos del campo se trasladaron a las ciudades y ofrecieron la fuerza de trabajo necesaria para la explotación capitalista. Para evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso también era necesario que China volviera a admitir la sanción del mercado capitalista (la "mano invisible" de Adam Smith), especialmente a dos niveles: el despido de trabajadores y la quiebra de empresas no rentables. Sólo estas medidas aplicadas por los círculos gobernantes en torno a Deng Xiaoping y después de él permitieron al sector del capital privado funcionar y a la economía china competir con el resto del mundo. Todo esto se descuida en la actual Resolución. Y las enmiendas que deberían corregir las deficiencias fueron rechazadas con la explicación de que pondrían en duda o relativizarían "el impacto de la descomposición en el Estado chino". De hecho, la reticencia de la Resolución a reconocer la realidad de la fuerza de China tiene su origen en la comprensión de la decadencia capitalista, y por tanto de la descomposición. Nunca hemos concluido el debate sobre los diferentes análisis del boom económico posterior a 1945. La posición mayoritaria dentro de la CCI parece ser la que se define como "mercados extra capitalistas y deuda" (cf. Revista Internacional 133-141)8 Esta posición teórica considera que los nuevos mercados necesarios para la venta de la producción incrementada sólo pueden ser extra capitalistas o creados de alguna manera artificial por la deuda. Esto es coherente con una comprensión literal de un argumento central de la Acumulación del Capital de Rosa Luxemburgo9 - pero está en desacuerdo con la realidad. No es el lugar adecuado aquí para un análisis más profundo de este talón de Aquiles del análisis económico de la CCI. Es suficiente para la comprensión de las divergencias que la posición oficial de la CCI niegue el hecho de que la acumulación capitalista significa también la creación de nuevos mercados solventes dentro del medio capitalista, sobre la base del intercambio entre el trabajo asalariado y el capital (aunque no sea suficiente en comparación con las necesidades de la acumulación sin trabas - este último punto no es controvertido). Dado que la aparición de nuevos mercados solventes en el período de decadencia es evidente, la posición actual de la CCI debe explicar su creación de alguna manera. Y como ya no se pueden detectar mercados extra capitalistas significativos (en el sentido de compradores solventes de las mercancías producidas), la acumulación en curso se "explica" por la creación de deuda, o por trucos que "engañan a la ley del valor". Volveré sobre esta cuestión en el contexto de los siguientes puntos de la Resolución.
Bajo el título "Una crisis económica sin precedentes", la Resolución intenta ofrecer un análisis de las consecuencias de la pandemia del Covid 19 en la economía mundial. Aunque estoy de acuerdo en que la situación no tiene precedentes y, por tanto, las consecuencias no son fáciles de predecir, la comprensión de la acumulación y la crisis capitalistas en el marco de la Resolución no es suficiente para analizar la realidad actual y sus fuerzas motrices. Para la mayoría de la CCI que adoptó la Resolución en su forma actual y rechazó las enmiendas propuestas por Steinklopfer y por mí, todo está subordinado a la "descomposición", a una especie de fragmentación homogénea. Esta comprensión del período de descomposición es esquemática y -en la medida en que niega la persistencia de las leyes capitalistas elementales -por ejemplo, la concentración y la centralización del capital- un abandono del marxismo. Este punto de vista rechaza explícitamente la idea de que el terremoto económico que tiene lugar como consecuencia de la pandemia produce no sólo perdedores sino también ganadores. Refuta implícitamente la persistencia de la centralización y concentración del capital, de la transferencia de beneficios de las esferas con menos tecnología a las de mayor composición orgánica, y niega así una mayor polarización entre los triunfadores y los perdedores. La pandemia aceleró las tendencias centrífugas típicas del período de descomposición, pero no de forma homogénea. Se están produciendo diferentes polarizaciones. Los ricos se hacen más ricos, las empresas rentables más atractivas, los Estados que manejaron bien Covid 19 amplían sus mercados a costa de los incompetentes y refuerzan sus aparatos. Estas polarizaciones y el aumento de las disparidades en la economía mundial forman parte de una realidad ignorada por la actual Resolución, que sólo ve fragmentación, perdedores e incertidumbre. En el punto 14 dice: "Esta irrupción de los efectos de la descomposición en la esfera económica incide directamente en la evolución de la nueva fase de crisis abierta, dando paso a una situación totalmente inédita en la historia del capitalismo. Los efectos de la descomposición, al alterar profundamente los mecanismos del capitalismo de Estado que hasta ahora se habían establecido para "acompañar" y limitar el impacto de la crisis, están introduciendo un factor de inestabilidad y fragilidad, de incertidumbre creciente." La Resolución subestima el hecho de que las economías fuertes están mucho mejor que las débiles: "Una de las manifestaciones más importantes de la gravedad de la crisis actual, a diferencia de las situaciones pasadas de crisis económica abierta, y a diferencia de la crisis de 2008, reside en el hecho de que los países centrales (Alemania, China y Estados Unidos) han sido golpeados simultáneamente y se encuentran entre los más afectados por la recesión. En China esto ha supuesto una fuerte caída del ritmo de crecimiento en 2020". (punto 15). Y niega que China sea un ganador de la situación: "Única nación que tendrá una tasa de crecimiento positiva en 2020 (2%), China no ha salido triunfante ni fortalecida de la crisis pandémica, aunque haya ganado terreno momentáneamente a costa de sus rivales. Al contrario". (punto 16). La fuerza motriz de un capitalista es la búsqueda del mayor beneficio. En tiempos de recesión, cuando todos o la mayoría de los capitalistas tienen pérdidas, el mayor beneficio se transforma en la menor pérdida. Aquellas empresas y estados con menos pérdidas que sus rivales obtienen mejores resultados. En esta lógica, China es uno de los ganadores de la crisis pandémica hasta ahora. Por cierto: Estados Unidos también está económicamente mejor que la mayoría de los países altamente industrializados y emergentes, en contradicción con la frase citada en el punto 15 de la resolución. Las tendencias polarizadoras que planteo no están en contradicción con el marco de la descomposición. Al contrario; las crecientes disparidades aumentan la inestabilidad global. Pero esta inestabilidad es desigual. La pandemia conduce a una mayor concentración del capital competitivo, a la sustitución del trabajo vivo por máquinas y robots, a una mayor composición orgánica. El capital de mayor composición orgánica atrae parte de los beneficios producidos por los menos competitivos. Todo esto tiene lugar sobre una base relativamente reducida de trabajo vivo, porque cada vez es más superfluo. Por un lado, esto significa una creciente y asombrosa brecha entre las partes rentables de la economía mundial y las que no lo son. Por otro lado, significa una carrera despiadada entre los actores más avanzados por los beneficios restantes. Ambas tendencias no favorecen la estabilidad, pero su realidad es contestada por la posición de "descomposición en todas partes". Esta última está en permanente búsqueda de fenómenos de dislocación y desintegración, perdiendo de vista las tendencias más profundas y concretas propias de los cambios actuales. Por último, la Resolución habla de "trampa de la ley del valor" y de las "leyes del capitalismo" respectivamente, sin explicar qué son estas leyes y qué significaría su trampa: "El peso de la deuda no sólo condena al sistema capitalista a convulsiones cada vez más devastadoras (quiebra de empresas e incluso de Estados, crisis financieras y monetarias, etc.), sino que además, al restringir cada vez más la capacidad de los Estados de hacer trampas a las leyes del capitalismo, no puede sino obstaculizar su capacidad de relanzar sus respectivas economías nacionales". (punto 19). "La burguesía seguirá luchando a muerte por la supervivencia de su sistema, ya sea por medios directamente económicos (como la explotación de los recursos no explotados y de los nuevos mercados potenciales, tipificados por el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda de China) o políticos, sobre todo a través de la manipulación del crédito y el engaño a la ley del valor. Esto significa que todavía puede haber fases de estabilización entre las convulsiones económicas con consecuencias cada vez más profundas". (punto 20). Estas formulaciones no explican nada. Son un disfraz improvisado para la falta de un concepto claro. Y sin éste, todo se convierte en "inestabilidad y fragilidad" e "incertidumbre creciente".
Una consecuencia del descuido de la polarización económica por parte del último Congreso Internacional es la subestimación de las tensiones imperialistas y de la amenaza de guerra. Tras admitir que el creciente enfrentamiento entre EEUU y China tiende a ocupar el centro de la escena, y dar ejemplos de nuevas alianzas, la Resolución resta importancia al peligro de una futura constelación de bloques con las siguientes palabras "Sin embargo, esto no significa que nos dirijamos a la formación de bloques estables y a una guerra mundial generalizada. La marcha hacia la guerra mundial sigue obstaculizada por la poderosa tendencia a la indisciplina, al sálvese quien pueda y al caos a nivel imperialista, mientras que en los países capitalistas centrales el capitalismo no dispone aún de los elementos políticos e ideológicos -incluyendo en particular una derrota política del proletariado- que podrían unificar la sociedad y allanar el camino hacia la guerra mundial. El hecho de que seguimos viviendo en un mundo esencialmente multipolar se pone de manifiesto, en particular, en la relación entre Rusia y China. Si bien Rusia se ha mostrado muy dispuesta a aliarse con China en cuestiones concretas, generalmente en oposición a EEUU, no es menos consciente del peligro de subordinarse a su vecino oriental, y es uno de los principales opositores a la "Nueva Ruta de la Seda" de China hacia la hegemonía imperialista". (punto 12) Estas frases son coherentes con la "incertidumbre" en la cuestión económica y evitan una declaración clara sobre las tendencias imperialistas actuales. La resolución es tibia cuando admite el evidente enfrentamiento entre EEUU y China e insiste en que "sin embargo" esto no significa la "formación de bloques estables". La opinión mayoritaria aún no ha sacado las consecuencias de nuestro reconocimiento en el 23º Congreso Internacional de que el concepto de curso histórico ya no es útil para el análisis del presente. Sigue tratando de entender la situación actual dentro del viejo esquema de la Guerra Fría, enterrado bajo los escombros del Muro de Berlín. Que las alianzas en formación se conviertan o no en "bloques estables" no es la cuestión central si queremos analizar el peligro de una guerra generalizada o nuclear, ambas amenazas gravísimas para una perspectiva comunista. La resolución responde a preguntas que ya no se plantean, y pasa por alto las verdaderas cuestiones. Volveré sobre este punto en la siguiente parte de la crítica, que trata del equilibrio de las fuerzas de clase. Otro signo revelador de la persistencia de la vieja visión es la siguiente formulación en la Resolución: "Aunque no vemos una marcha controlada hacia la guerra dirigida por bloques militares disciplinados, no podemos descartar el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes grotescos que marcarían una mayor aceleración del deslizamiento hacia la barbarie". (punto 13). La lógica capitalista de la polarización entre China y Estados Unidos empuja a ambos a buscar aliados, a participar en la carrera armamentística y a dirigirse hacia la guerra. Que esta marcha esté controlada o no es otra cuestión. Pero en primer lugar debemos afirmar que tanto China como Estados Unidos buscan alianzas y preparan la guerra. Aunque una visión estática pueda llevarnos a concluir que "seguimos viviendo en un mundo esencialmente multipolar" (punto 12) la dinámica es hacia la bipolaridad. En cuanto a la cuestión de la estabilidad de las alianzas y la disciplina de sus componentes: el hecho es que Estados Unidos es ofensivo en su búsqueda de aliados frente a China. Esta última está en desventaja en varios aspectos: a nivel de su ejército, de su tecnología, de la geografía. Pero el Imperio del Medio se está poniendo al día con determinación en los primeros niveles. Esto debería recordarnos una vieja tesis de la sociedad de clases, etiquetada como la Trampa de Tucídides, que dice que "cuando una gran potencia amenaza con desplazar a otra, la guerra es casi siempre el resultado" (Alison Graham, 2015). Tucídides, el padre de la historia científica, escribió hace más de 2400 años sobre la causa principal de la Guerra del Peloponeso que fue el "crecimiento del poder de Atenas, y la alarma que esto inspiró en Esparta". Es cierto que vivimos en un mundo muy diferente, pero todavía en una sociedad de clases. ¿Debemos pensar que el capitalismo en su periodo de descomposición es más racional y, por tanto, más proclive a evitar la guerra? Creo que el proletariado de los países centrales sigue siendo un freno en el camino hacia una guerra generalizada. Estoy de acuerdo con esta idea, expresada en el punto antes citado de la Resolución. Sin embargo, no comparto la opinión de que las expresiones típicas de la descomposición descritas por la resolución, como la "poderosa tendencia a la indisciplina, el sálvese quien pueda y el caos a nivel imperialista", sean verdaderos obstáculos para las guerras generalizadas o nucleares. Por eso estuve de acuerdo y apoyé una enmienda adicional propuesta por el camarada Steinklopfer, que sin embargo fue rechazada por la mayoría: "A lo largo del capitalismo decadente hasta la fecha, de las dos expresiones principales del caos generado por la decadencia de la sociedad burguesa -los conflictos imperialistas entre Estados y la pérdida de control dentro de cada capital nacional- dentro de las zonas centrales del propio capitalismo la primera tendencia ha prevalecido sobre la segunda. Suponiendo, como lo hacemos, que esto seguirá siendo así en el contexto de la descomposición, esto significa que sólo el proletariado puede ser un obstáculo para las guerras entre las principales potencias, no obstante, las divisiones dentro de la clase dominante dentro de esos países. Aunque, en determinadas circunstancias, estas divisiones pueden retrasar el estallido de la guerra imperialista, también pueden catalizarlas". No sólo con respecto a la cuestión de las constelaciones de bloques, sino también con respecto al papel de la clase obrera, tenemos que considerar las consecuencias de nuestra superación en 2019 del concepto de curso histórico. En 1978, en la Revista Internacional 18, la CCI formuló los criterios de evaluación del curso histórico en los siguientes términos: "Al analizar las condiciones que hicieron posible el estallido de las dos guerras imperialistas, podemos extraer las siguientes lecciones generales: -- el equilibrio de fuerzas entre la burguesía y el proletariado sólo puede evaluarse a escala mundial, y no puede basarse en las excepciones que puedan surgir en zonas secundarias: es esencialmente mediante el estudio de la situación en algunos grandes países que podemos deducir la verdadera naturaleza de este equilibrio de fuerzas; -- para que estalle una guerra imperialista, el capitalismo necesita primero infligir una profunda derrota al proletariado -- sobre todo una derrota ideológica, pero también física si el proletariado ha mostrado una fuerte combatividad (Italia, Alemania y España en el periodo de entreguerras); -- esta derrota no debe limitarse a dejar a la clase pasiva, sino que debe conseguir que los trabajadores se adhieran con entusiasmo a los ideales burgueses ("democracia", "antifascismo", "socialismo en un solo país"); la adhesión a estos ideales presupone: a. que tienen una apariencia de realidad (la posibilidad de un desarrollo ilimitado y sin problemas del capitalismo y la "democracia", los orígenes proletarios del régimen en Rusia); b. que se asocian de una u otra manera a la defensa de los intereses proletarios c. que esta asociación es defendida entre los trabajadores por organizaciones que tienen la confianza de los trabajadores, debido a que, en el pasado, sí defendieron sus intereses. En otras palabras, esos ideales burgueses son propagados por antiguas organizaciones proletarias que han traicionado a la clase. A grandes rasgos, estas son las condiciones que, en el pasado, permitieron el estallido de las guerras imperialistas. Esto no quiere decir que, a priori, una futura guerra imperialista tenga que tener idénticas condiciones. Pero en la medida en que la burguesía ha tomado conciencia de los peligros que implica un estallido prematuro de las hostilidades (a pesar de todos sus preparativos, incluso la Segunda Guerra Mundial dio lugar a reacciones de la clase obrera en Italia en 1945 y en Alemania en 1944-45), sería un error considerar que se lanzaría a una confrontación si no supiera que tiene el mismo grado de control que tenía en 1939, o al menos en 1914. En otras palabras, para que una nueva guerra imperialista sea posible, deben estar presentes al menos los criterios enumerados anteriormente, y si no, algunos otros que puedan compensarlos"
En el 23º Congreso de 2019 afirmamos que estos criterios ya no se aplican a la situación actual. Por lo tanto, tenemos que plantear la cuestión de si la burguesía, para desencadenar la guerra, todavía necesita una "derrota física" y una "adhesión entusiasta a los ideales burgueses".
A pesar de esta controversia teórica general, en el plano de los conceptos y criterios de apreciación, parece que estamos de acuerdo en que el proletariado sigue siendo un obstáculo para que la burguesía emprenda una guerra que los grandes bastiones del proletariado en los países centrales tendrían que apoyar de alguna manera. La Resolución afirma que el proletariado aún no ha sufrido la "derrota política" decisiva (punto 12). Con ello, la posición mayoritaria persiste en la idea central del concepto del curso histórico: o curso a la guerra o curso a la revolución. Así, la matriz de la época de la Guerra Fría sigue siendo pertinente, aunque en el 23º Congreso Internacional comprobamos que este esquema ya no es adecuado, en última instancia, si queremos evaluar el equilibrio de fuerzas actual. No es de extrañar que esta debilidad se exprese también en las partes de la Resolución que hablan de la lucha de clases: "A pesar de los enormes problemas a los que se enfrenta el proletariado, rechazamos la idea de que la clase ya ha sido derrotada a escala mundial, o que está a punto de sufrir una derrota de este tipo comparable a la del período de la contrarrevolución, una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no podría recuperarse". (punto 28) La frase es errónea en ambos aspectos: la premisa - y su consecuencia aparentemente lógica. La cuestión de partida no es exactamente si el proletariado ha sido ya derrotado a escala mundial -por tanto, definitivamente derrotado, o casi derrotado en una medida comparable a la del período de la contrarrevolución. Si estamos de acuerdo en que el proletariado mundial ha sufrido una serie de derrotas durante los últimos 40 años aproximadamente, tenemos que encontrar criterios para medir la dimensión de la(s) derrota(s). La cuestión no es la que plantea el horror de la derrota física de los años 30: la muerte o la vida, el exterminio de los no idénticos. Por el momento, no se trata de una situación de todo o nada, sino de una degradación gradual de la conciencia de clase, al menos en su extensión. Mi hipótesis es que se trata de un proceso asintótico hacia la derrota definitiva. Por lo tanto, la consecuencia lógica no es "una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no pueda recuperarse". Si la hipótesis es correcta (un proceso gradual de pérdida de conciencia, en primer lugar, de la conciencia de su identidad de clase diferenciada), la conclusión debe ser: la clase obrera aún puede invertir el proceso, dar una especie de vuelta en U. Pero debe tomar conciencia de la dinámica negativa. Los revolucionarios tienen la responsabilidad de hablar de ella en los términos más claros posibles. La matriz errónea está en la descripción y comprensión de la Resolución del estado concreto de la lucha de clases: "el hecho de que, justo antes de la pandemia, vimos varios signos embrionarios y muy frágiles de una reaparición de la lucha de clases, especialmente en Francia 2019. E incluso si esta dinámica fue entonces en gran medida bloqueada por la pandemia y los cierres, hubo protestas de los trabajadores en varios países incluso durante la pandemia, en particular en torno a cuestiones de salud y seguridad en el trabajo" (ibíd.). La visión subyacente es la de una dinámica suave hacia una conciencia de clase más fuerte - por tanto, una dinámica positiva, o al menos una especie de situación estática: ni positiva ni negativa, así que, de alguna manera neutral, sobre la base de una combatividad de clase intacta. Mientras que mi valoración es la de una dinámica de retroceso de la conciencia de clase -una dinámica negativa a la que hay que dar la vuelta. Afortunadamente, la combatividad sigue asomando la cabeza aquí y allá. Pero la combatividad no es todavía la conciencia, incluso un aumento de la primera no implica todavía una ampliación o una profundización de la segunda. Lo esencial para el proletariado y sus organizaciones políticas es la correcta evaluación de la situación actual, junto con su dinámica interna. Las tareas del momento para los revolucionarios dependen obviamente de la comprensión de esta situación objetiva y concreta. En un nivel posterior tenemos que considerar la cuestión del "viejo topo" de Marx (en su El dieciocho brumario de Luis Bonaparte). Tenemos la costumbre de hablar de este fenómeno en términos de maduración subterránea de la conciencia de clase. La Resolución subraya un potencial de profundo renacimiento proletario atestiguado, entre otros factores, por "los pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia, que se manifiestan en los esfuerzos hacia una reflexión global sobre el fracaso del capitalismo y la necesidad de otra sociedad en algunos movimientos (particularmente los Indignados en 2011), pero también a través de la emergencia de elementos jóvenes que buscan posiciones de clase y se vuelven hacia la herencia de la izquierda comunista" (ibíd.). La vaga formulación sobre "pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia" es un compromiso entre dos opuestos irreconciliables: ¿adelante o atrás? ¿Qué dirección del movimiento, aumento o retroceso de la conciencia de clase incluso en sus capas subterráneas, no visibles? En las discusiones antes y durante el Congreso he defendido la opinión de que no hay una maduración subterránea significativa en la clase. Necesitamos el concepto de maduración subterránea para luchar contra los puntos de vista consejistas y la práctica similar. Es una adquisición de la CCI que la maduración subterránea tiene lugar también en los momentos de retroceso de las luchas o incluso en los períodos de contrarrevolución. Pero otra cosa, es decir -como afirma la mayoría- que el movimiento de esta maduración es siempre ascendente. Si se afirma que la maduración es en todos los períodos un movimiento creciente, se excluye una regresión. Esto significa subestimar dos cosas. Por un lado, subestimamos la profundidad de las dificultades de nuestra clase, incluso de sus partes más conscientes, y por otro lado subestimamos el papel y las tareas específicas de los revolucionarios en el período actual. Esta tarea no es sólo cuantitativa, mediante la difusión de las posiciones revolucionarias, sino que es sobre todo un trabajo cualitativo, teórico, de análisis en profundidad de las tendencias actuales en los diferentes ámbitos: los cambios en la economía, las tensiones imperialistas y la dinámica en la clase, sobre todo a nivel de conciencia. Ciertamente existe el potencial para un desarrollo de la conciencia, pero potencial y realización no son lo mismo.
Ferdinand, enero de 2022
[4]. [5]. [6]
1 Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [181]
2 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108]
3 Ver Informe sobre el Curso Histórico https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico [272]
4 Eso no ayudó a Bo Xilai, porque oficialmente estaba en la cárcel, no por su supuesta orientación política equivocada, sino por corrupción y abuso de poder
5 Si no cito literalmente otras fuentes, baso la información de este artículo en Wikipedia y The Economist
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente [273]
7 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4143/xxi-congreso-de-la-cci-40-anos-despues-de-la-fundacion-de-la-corri [33]
8 El lector atento de nuestras resoluciones llegará a esta conclusión, aunque los congresos de la CCI, sabiamente, nunca sometieron a votación los conceptos teóricos
9 Capítulo 26, hacia el final: "El comercio interno capitalista sólo puede realizar, en el mejor de los casos, ciertas cantidades de valor contenidas en el producto social: el capital constante consumido, el capital variable y la parte consumida de la plusvalía. Sin embargo, la parte de la plusvalía destinada a la capitalización debe realizarse en otro lugar"
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En la primera parte de nuestro estudio sobre el libro Herr Vogt de Carlos Marx vimos el método y el propósito militante que aquel tenía. En esta segunda parte, analizamos el contexto histórico donde se libró la batalla contra las calumnias de Vogt y vamos a ver cómo el método empleado sirvió a la defensa de la Primera Internacional contra la conspiración y la campaña de calumnias de Bakunin. Ese combate de Marx, primero contra Vogt y unos años después contra Bakunin, tiene actualmente plena validez frente al olvido del oportunismo que no quiere “entrar en esas nimiedades”.
Vogt era un agente a sueldo de Luis Bonaparte. Engels en un artículo aparecido en 1873 y que se publica como anexo en el libro Herr Vogt recoge una información que la Comuna de París puso al descubierto al lograr acceder a los archivos policiales del Estado francés: “en las listas recién publicadas de los fondos secretos empleados por Luis Bonaparte aparece: VOGT — le fueron remitidos en agosto de 1859… 40.000 francos” (página 248).
El libro Herr Vogt nos da un panorama claro y preciso de la situación histórica en la década de 1850. Es un momento de fuerte expansión del capitalismo en todo el mundo, de lucha por la formación de nuevas naciones como marco propulsor del desarrollo capitalista. Es también un tiempo de exilio para los revolucionarios de numerosos países debido a la derrota de las revoluciones de 1848. En el primer plano del escenario internacional aparece la política de Gran Bretaña, entonces superpotencia mundial, que para reforzar su dominación no duda en favorecer los movimientos más reaccionarios, especialmente al régimen zarista ruso, baluarte de la reacción feudal. Junto aquel vemos la errática política de Luis Bonaparte, el pequeño Napoleón, los intentos de Prusia por formar la “Nueva Alemania” en detrimento del decrépito poder austriaco.
Marx enmarca la acción de Vogt en esas condiciones históricas. El bisturí de Marx disecciona con precisión esos diferentes elementos que dominan la década aportando análisis muy interesantes. Se trataba de comprender qué pretendía Vogt, en que marco histórico desarrollaba su intriga miserable, qué objetivos e intereses servía y qué condiciones de confusión y debilidad del medio del exilio permitían el ascenso de un personaje de su calaña…
Marx analiza la naturaleza del régimen político instaurado por Luis Napoleón en Francia sobre los escombros de la derrota del proletariado en 1848, al que Vogt sirvió como “agente político” para organizar campañas de difamación de aquellos que el “pequeño emperador” consideraba sus enemigos. El sistema político organizado por el sobrino de Napoleón era semi – dictatorial y se apoyaba en el lumpen. Uno de sus puntales era la Banda del 10 de diciembre - un conglomerado de pequeños burgueses, delincuentes, arribistas, aristócratas arruinados etc.- que servía fielmente al “emperador” dando palizas o asesinando a los oponentes y constituyendo la claque que aplaudía los viajes de personajillo. Diferentes pasajes del libro Herr Vogt completan de forma brillante el estudio que Marx hizo del “pequeño Bonaparte”, quien selló el aplastamiento de las grandes luchas del proletariado de París en 1848 y por ello recibió de la burguesía la licencia para instaurar un régimen para su “pequeña gloria”1.
Marx igualmente denuncia la falsificación que hace Vogt del papel de Rusia, quien durante muchos años había sido el bastión de la reacción feudal -animada bajo mano por Gran Bretaña. Para Vogt Rusia y Francia aliadas podrían dar un impulso a la causa liberal y de emancipación de los pueblos pues veía a Rusia “como protectora del liberalismo y de las ambiciones nacionales. Catalina II fue reverenciada por todo un ejército de pensadores franceses y alemanes, como la abanderada del progreso. El “noble” Alejandro I, el griego del bajo Imperio según lo denomina Napoleón de manera por cierto muy innoble— jugó en un tiempo y en toda Europa el papel de héroe del liberalismo” (pag 104) 2.
Marx denuncia la famosa política de “neutralidad” y “democracia plena” de Suiza, un capital nacional quien siempre ha jugado con unos y con otros para hacer valer sus intereses. Las autoridades suizas se pavonean de “defensores de los derechos humanos”, sin embargo, tras esa máscara participan en la represión de los movimientos proletarios. Así, a propósito de un militante detenido y exiliado por las autoridades suizas, Marx relata como “Druey, en su correspondencia con el preso Schily y la que habremos de mencionar más adelante, le echaba todas las culpas al Cantón de Ginebra, mientras que Tourte aseguraba que toda la culpa la tenían las autoridades federales y que de parte del Cantón de Ginebra no existía queja alguna contra Schily. Una confirmación concordante le había sido dada hacía poco por el juez de instrucción ginebrino, el doctor Raissim” (pag. 219). Era un juego de tenis, donde el cantón pasa la pelota a las autoridades federales, éstas al juez, y el juez a la municipalidad y así sucesivamente, con el resultado final que los exiliados son entregados a los gendarmes alemanes o austriacos. Estos servicios son puntualmente cobrados a peso de oro por los “neutrales” y “demócratas” gobernantes suizos.
Otro importante elemento del libro de Marx es el estudio de los movimientos nacionales, sus contradicciones y miserias, en un tiempo donde la formación de nuevas naciones contribuía al desarrollo del capitalismo y, por tanto, podía ser apoyada críticamente por las fuerzas proletarias. Marx denuncia las proclamas de Vogt según las cuales el Pequeño Napoleón “Es “el desinteresado amigo” de Italia, de Suiza, en una palabra, de todas las nacionalidades”. Tanto el príncipe Napoleón, como el Emperador, es un gran economista… No cabe duda de que, si en Francia alguna vez llegaran a triunfar los buenos principios de la economía política, el príncipe Napoleón habrá contribuido muchísimo a ello”. Es y fue siempre partidario de la más amplia libertad de prensa”, contrario a todas las medidas de previsión policiales de censura, portavoz de “las ideas liberales en el más amplio de los sentidos, tanto en su teoría, como en su aplicación” (pag. 137).
El método marxista no se reduce a los hechos económicos. Esto es lo que pretenden los voceros de la burguesía (principalmente los popes del “marxismo académico”) que buscan enclaustrar el marxismo en cotos bien delimitados de tal forma que pierda todo su filo revolucionario. El método marxista abarca igualmente la lucha organizativa y la defensa de la organización comunista y de sus militantes.
En el libro Herr Vogt hay una unidad entre la minuciosa y científica refutación de las calumnias, el análisis de las motivaciones y lazos políticos de los calumniadores y la enmarcación de sus intrigas en un contexto histórico determinado (desarrollo del capitalismo, movimientos nacionales, medio del exilio debido a la derrota de los movimientos de 1848). Esta unidad hace del libro parte integral del método marxista.
Engels decía que la lucha de clase del proletariado tiene tres dimensiones: económica, política e ideológica. Creemos que debe añadírsele una cuarta dimensión: la lucha organizativa y dentro de ésta el combate contra la calumnia y la denigración.
Como hemos dicho al principio, la calumnia es un arma de la burguesía contra las organizaciones comunistas: quienes las ejecutan pueden ser elementos policiales o agentes políticos del capital, como es el caso de Vogt, pueden ser igualmente aventureros, parásitos, colaboradores para- policiales como el ignominioso grupúsculo GIGC3. Sin embargo, esa multiplicidad de motivaciones converge y se inscribe en una política superior y coherente: la lucha de la burguesía contra las organizaciones revolucionarias. Esta política sistemática de la burguesía tiene más de 200 años de antigüedad. Una de las primeras expresiones fue la campaña de calumnias contra un genuino militante obrero-organizada por un provocador policial dentro de la Sociedad de Correspondencia de Londres en 17954. Marx recuerda como otros militantes obreros habrían sufrido el mismo tratamiento “No sólo los Mouchards decembristas aullaron calumnias similares tras Luis Blanc, Blanqui, Raspail, etc; también en todas las épocas y partes del mundo los Sicofantes de la clase reinante calumniaron siempre en forma igualmente infamante a los precursores literarios y políticos pertenecientes a la clase sometida” (página 46).
El libro Herr Vogt desarrolló un método científico de denuncia y refutación de la calumnia, como tal inspiró otro combate de las organizaciones comunistas contra la conspiración y la calumnia: el de la Primera Internacional contra las actuaciones de Bakunin y su banda que se disfrazaba bajo el pomposo nombre de Alianza de la Democracia Socialista. Sus intrigas, maniobras y campañas de calumnia fueron científicamente desmenuzadas y puestas al desnudo por la comisión Utin que presentó un informe ante el Congreso de La Haya (1872). Hay pues un hilo conductor de método entre Herr Vogt y este combate de la AIT. Marx y Engels profundizaron en todas las lecciones de este combate en Las pretendidas escisiones en la Primera Internacional5.
Existe en el medio de la Izquierda Comunista una actitud oportunista consistente en rechazar la defensa de la organización, la lucha contra el parasitismo y el combate contra la calumnia, oponiendo una serie de “argumentos” que vamos a rebatir metódicamente.
Cuando Marx dedicó un año entero a la refutación de la calumnia de Vogt, muchos elementos de Asociaciones Obreras o incluso antiguos militantes de la Liga de los Comunistas decían que esa respuesta “se rebajaba al nivel de Vogt”, que “quien pretende combatir el lodo acaba enlodándose”; que Marx reaccionaba en función de su orgullo herido.
Vogt era un individuo indigno que no merecía sino el desprecio (Marx lo trata en su libro de “naturaleza redondeada”, Engels de “gusano”). Pero había que responderle no tanto por lo que era sino por el daño que causaba. Hay que hacer su vergüenza más vergonzosa haciéndola pública –como decía Marx-. Al sacar a la luz las tropelías de estos personajes, al desvelar de forma implacable sus maquinaciones, al poner en evidencia sus motivaciones inconfesables, estos individuos pierden el terreno en el que se mueven como pez en el agua: el de la sombra, el de la acusación sin respuesta, el de la duda jamás aclarada, el de la insinuación ambigua que propaga la sospecha. Cuando ese terreno sórdido es iluminado por los potentes focos de la denuncia revolucionaria pierde la mayor parte de su capacidad de hacer daño.
La lucha de clases es un terreno dramático y abigarrado, donde los contendientes no emplean las mismas armas. El proletariado, en efecto, actúa con claridad, transparencia, solidaridad, honestidad moral. Sin embargo, la burguesía no tiene el menor escrúpulo en desplegar contra el proletariado y sus organizaciones revolucionarias, las más viles maquinaciones, las intrigas más abyectas, las trampas más siniestras, en el fuego de los antagonismos de clase, el mundo burgués revela el barro pestilente sobre el que se levanta.
Es pues un arma fundamental de la lucha de clases la denuncia de esa ciénaga repugnante que la burguesía remueve sin descanso. Renunciar a ello en nombre de la “altura intelectual” es desarmar al proletariado de ese capítulo esencial de su combate.
Pero denunciar esa telaraña de intrigas, calumnias e indignidades, es igualmente sentar las bases para comprender que el mundo comunista del que el proletariado es portador se levanta sobre otro modo de vida, otra concepción de la humanidad y otros principios morales, pues como recuerda La Ideología Alemana de Marx y Engels “Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya más bien, un determinado modo de actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de estos”6, ese mismo documento recuerda que “la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”7. Así pues, la denuncia implacable de la calumnia, la denigración, las maniobras e insinuaciones, delimita claramente el campo proletario contra el cieno de la sociedad burguesa y sus servidores. Ayuda a comprender de forma concreta los contornos de la futura sociedad comunista, los principios que la inspirarán en todos los campos de la vida.
En el Prefacio de su libro contra Vogt, Marx responde a ese argumento8: «Yo sé, por lo demás, que los mismos sesudos varones que, al aparecer los infundios de Vogt, movían gravemente sus cabezas, concediendo importancia a aquellos, no comprenderán ahora en absoluto cómo puedo yo perder el tiempo en refutar semejantes niñerías; mientras tanto, los escritorzuelos liberales, que con odio maligno deseaban dañarme publicando en la prensa alemana, suiza, francesa y americana las más bajas vulgaridades y las inútiles mentiras de Vogt, encontrarán sacrílegamente escandaloso mi modo de despacharles a ellos mismos y a sus héroes » (pag. 12). Para Marx esa lucha es una tarea “en interés del partido”: «hasta entonces solo me había ocupado literariamente, por rarísima excepción, de las innumerables insolencias vertidas contra mi durante 10 años por la prensa alemana y germano americana cuando se trataba de un interés de partido, como ocurrió con ocasión del proceso de los comunistas de Colonia» (página 241).
La calumnia, la denigración, la difamación preparan la represión, son su trampolín necesario. Así lo evidencia Víctor Serge en su libro Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión: “La provocación es mucho más peligrosa por la desconfianza que siembra entre los revolucionarios. Es terrible, porque la confianza en el partido es la base de toda fuerza revolucionaria. Se murmuran acusaciones, luego se dicen en voz alta, generalmente no se pueden aclarar. De ahí resultan males en cierto sentido peores que los que podría ocasionar la misma provocación. Hay que recordar ciertos casos lamentables: Barbés acuso al heroico Blanqui y Blanqui, a pesar de sus cuarenta años de reclusión, a pesar de toda su vida ejemplar, de su vida indomable, jamás pudo quitarse de encima la infame calumnia”9. Dejar sin respuesta la calumnia es abrir las puertas a la represión. El asesinato de Rosa Luxemburgo fue ejecutado por un maldito teniente, pero su arma asesina había sido cargada con las balas de la campaña de difamación que montó el gobierno provisional del SPD, la cual a su vez recogía las insidias que “inocentemente” habían circulado por más de 20 años en el partido tachando a Rosa de “libertina”, “pervertidora de menores”, “revolucionaria violenta” y otras lindezas.
El piolet que Mercader clavó sobre Trotsky tenía detrás la patológica campaña que Stalin montó contra Trotski acusándolo de agente de la Gestapo y atribuyéndolo todos los desastres que ocurrían en Rusia desde un choque ferroviario hasta la avería de una central eléctrica. Sin embargo, yendo más lejos, esta campaña se levantaba sobre las calumnias contra Trotsky que circularon en 1917-23 en los círculos de partido bolchevique.
El oportunismo separa el vínculo sangriento que existe entre la calumnia y la represión, el lazo que hay entre el parasitismo y la barbarie policial. Con ello subestima a la burguesía y se imagina que esta se desmoronará sin apenas oponer resistencia, ignorando las trágicas lecciones de más de un siglo de decadencia capitalista y soñando con la imagen idílica que denunciaba el propio Víctor Serge “A fines del siglo anterior se podía alimentar el gran sueño de una transformación social idílica. Generosos espíritus se dedicaron a él, desdeñando o deformando la ciencia de Marx. Se imaginaban la revolución social como la expropiación casi indolora de una ínfima minoría de plutócratas. ¿Por qué el proletariado magnánimo, rompiendo las viejas espadas y los fusiles modernos, no habría de perdonar a sus desposeídos explotadores de la víspera? Los últimos ricos se extinguirían pacíficamente, ociosos, rodeados de un burlón menosprecio. La expropiación de los tesoros acumulados por el capitalismo, unida a la reorganización racional de la producción, le proporcionaría a la sociedad entera, en su momento, la seguridad y la comodidad”10.
Es cierto que el paso de los años ha puesto las calumnias en su sitio. Hoy ni el historiador burgués más abyecto se atreve a acusar a Lenin de “agente alemán” o a Trotsky de “esbirro de la Gestapo”, sin embargo, en el marco de la lucha de clases concreta, de su evolución histórica precisa, es un arma temible en manos de la burguesía. Cuando en el furor mismo de los enfrentamientos de clase, los agentes de la burguesía lanzan la calumnia, entonces, la confusión, las dudas, aquello de “no hay río sin agua", pueden provocar estragos terribles, aislar a los revolucionarios de su clase, sembrar la parálisis y la vacilación. Y esas maniobras pueden asestar un golpe terrible a la lucha revolucionaria, recordemos lo que decía Rosa Luxemburgo de esos momentos: “Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución”11.
Por ello, la pretensión intelectualoide de menospreciar la calumnia arguyendo que el “tribunal de la historia pondrá las cosas en su sitio” significa una subestimación de la dureza de la confrontación entre las clases, del grado de barbarie, cinismo y maquiavelismo de la burguesía, es un desprecio al combate proletario, duro y difícil, que debe enfrentar a un enemigo bárbaro que condensa en su seno lo peor y lo más cínico de las sociedades de explotación12.
Marx y Engels defendieron frente al fundamento moral en el que exclusivamente se apoyaba el socialismo utópico la necesidad de asentar la lucha por el comunismo en la visión histórica y científica del materialismo histórico. Pero de ahí no dedujeron que el proletariado debería carecer de toda moral. El proletariado tiene su moral que se opone tanto al amoralismo y la ausencia de escrúpulos que caracteriza un polo de la ideología burguesa -el utilitarismo moral-, como al imperativo moral o el moralismo religioso que expresan el otro polo13.
Dentro de su lucha de clase, el proletariado lleva igualmente un combate moral y este es una dimensión importante de las organizaciones comunistas y de sus militantes. Hay una diferencia fundamental, que es una frontera de clase, entre los hombres políticos de los partidos de la burguesía y los militantes de las organizaciones políticas del proletariado.
En los primeros, sus miembros están siempre desgarrados entre 3 intereses difíciles de conciliar: el interés general de la burguesía, el interés de la fracción que representan y su propio interés particular. Esto marca su comportamiento con el estigma de una duplicidad y una hipocresía congénitas pues ni son leales a la “comunidad de ciudadanos” (solo sirven a la clase dominante), ni son tampoco completamente leales a esta última (los intereses de fracción, camarilla o clique, matizan la lealtad general a su clase), ni finalmente tampoco son verdaderamente leales a la fracción burguesa que representan (pues no pierden de vista sus intereses personales y en muchos casos acaban anteponiéndolos por encima de todo). El Príncipe de Maquiavelo caracterizó magistralmente la “moral” que nace de estas complejas relaciones14.
Esta práctica es radicalmente incompatible con las organizaciones políticas proletarias. En estas, debe imperar como norma vital la limpieza, la transparencia, la entrega totalmente desprendida, la proscripción sistemática de calumnias o maniobras.
El oportunismo no se indigna ante la maniobra, la calumnia, la mentira, el rumor malintencionado. Al contrario, los mira con desdén, colocándose en un pedestal que “solo mira el cielo”, pretende estar por encima del bien y el mal y considera esa barbarie como “minucias". Dedicarle tiempo sería quitárselo a los análisis, la propaganda y la intervención.
No solamente no captan el peligro que significa la calumnia sin respuesta, sino que caen en la indiferencia moral, en un pragmatismo desmovilizador. La calumnia debe suscitar inmediatamente la indignación de los revolucionarios. Su ausencia revela la poca estima que se tiene de la organización, los militantes y la propia militancia. Se echa por la borda la tradición y la continuidad histórica que se hallan condensadas en la organización revolucionaria en nombre de “no caer en moralismos”.
El oportunismo ve demasiado dudoso, excesivamente sombrío, terriblemente sórdido, todo lo que sea defender la organización y sus militantes. Es un terreno demasiado “contaminado” para su etérea sensibilidad. Cree que responder es meterse en la boca del lobo y se niega a comprender que la respuesta es, por una parte, la afirmación positiva de la dignidad y la convicción de los revolucionarios y, de otro lado, constituye el desarrollo de los propios principios de la clase proletaria.
El caso de Freiligrath es un ejemplo palmario de filisteo demócrata preocupado ante todo de su noble conciencia. Cuando Marx recaba su ayuda frente a Vogt, Freiligrath olvida su pasado militante y prefiere la “libertad”: “Mi naturaleza, como la de todo poeta, necesita libertad. También el partido es como una jaula, y se puede cantar mejor, incluso para el partido, desde fuera que desde dentro. He sido un poeta del proletariado (...) Por eso quiero seguir volando con mis propias alas, quiero pertenecer sólo a mí mismo y quiero disponer de mí por completo".15.
La “fina sensibilidad” de Freiligrath no puede soportar «todos los elementos dudosos y abyectos que se habían pegado al partido” y se siente contento de dejar el Partido ¡para sentirse limpio! La «limpieza» del oportunismo consiste en sustraerse completamente de la arena trágica de la lucha de clases, colocarse en un pedestal imaginario –que tan solo existe en su cabeza temerosa- desde el que contempla cómo esas “sucias” y “políticas” clases se baten a muerte. El filisteo se encierra en un mundo inmóvil y conservador donde no existe combate sino el deambular más o menos agitado de cuatro ideas especulativas.
Como hemos señalado en la primera parte de este artículo16, el libro Herr Vogt no era únicamente una defensa de la persona de Marx, era sobre todo una defensa de la organización comunista. Las grandes luchas obreras de las Revoluciones de 1848 significaron la movilización política autónoma del proletariado por primera vez desde los orígenes lejanos del movimiento obrero en la revolución inglesa de 1640. El proletariado aparecía con un programa y una política propios, ya no era la clase subalterna que la burguesía movilizaba para su revolución contra la feudalidad. Como expresión avanzada de ese cambio fundamental el proletariado se dotaba de una organización política -la Liga de los Comunistas- que había significado una transformación radical de las organizaciones políticas proletarias. Hasta entonces, estas tenían un programa utópico que pedía a los burgueses ilustrados “colaborar” en su noble causa, se organizaban según criterios de las sectas y se dividían en diferentes tendencias abocadas al fracaso: bien la conspiración minoritaria al estilo del blanquismo; bien la realización del “paraíso comunista en la tierra” de los grupos utópicos; bien un reformismo sin perspectiva17.
Esta evolución tan importante de la lucha proletaria y de sus organizaciones comunistas preocupó seriamente a las diferentes fracciones burguesas. La clase proletaria podía poner en peligro la dominación capitalista al tener el objetivo propio de una sociedad alternativa. Había que combatir al proletariado y, de forma más concreta, a sus organizaciones comunistas con todos los medios, legales e ilegales, no solamente la represión y la ley sino igualmente la calumnia, la denigración, las campañas de prensa etc.
La conspiración calumniosa de Vogt forma parte de este combate de la burguesía contra la organización comunista. No fue un acto individual ni una maniobra particular de Luis Napoleón, su campaña contra Marx formaba parte de la lucha de la burguesía europea contra los militantes y las organizaciones comunistas. La prueba está que Vogt se vio secundado por Zabel, pero rápidamente encontró un eco ruidoso en toda la prensa liberal europea e incluso norteamericana. Hubo tras ese objetivo común una convergencia de fracciones burguesas muy diferentes: los feudales prusianos, la burguesía progresista alemana, los liberales ingleses y norteamericanos, los decembristas napoleónicos…
Este es el legado crucial del libro de Marx Herr Vogt, la lucha por la defensa de la organización que luego proseguiría con la defensa de la AIT contra conspiración de Bakunin, jaleada por toda la prensa burguesa desde Gran Bretaña a Rusia, desde Alemania a España.
Hay una continuidad entre los textos de denuncia del proceso de los comunistas de Colonia (1852), el libro Herr Vogt y los textos antes citados de defensa de la AIT contra la conspiración de Bakunin. Los tres forman una unidad de aplicación de método del materialismo histórico en la defensa de la organización.
C. Mir 24-10-21
1 Nos referimos a El 18 de Brumario de Luís Bonaparte https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm [246]. Cabe señalar que los editores en español de Herr Vogt en su advertencia insisten sobre este aspecto de análisis histórico de dicho libro y dejan completamente de lado lo esencial que es el combate de Marx contra la calumnia y la denigración
2 En un Anexo, artículo publicado por Engels en 1871 titulado Nuevamente el Señor Vogt mayo 1871, se evidencia cómo Herr Vogt está cambiando de chaqueta, pues “su glorioso emperador”, el pequeño Bonaparte, ha sido derribado y ha estallado la Comuna de París, y ahora denigra a su patrón, pero sigue defendiendo el papel “liberal” de Rusia en el contexto de “que estamos a las puertas de un conflicto entre el mundo eslavo y el mundo germano… y de que por uno de ambos lados será Rusia quien se encargue de dirigirlo” (pag. 247).
3 Ver El aventurero Gaizka tiene los defensores que se merece: los matones de la GIGC https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc [171]
4 Ver el libro de E.P. Thompson La formación de la clase obrera en Inglaterra. En español Editorial Crítica 1989
5https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/lpee72s.htm [277], Ver igualmente Cuestiones de organización, II - La lucha de la Iª internacional contra la « Alianza » de Bakunin https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1774/cuestiones-de-organizacion-ii-la-lucha-de-la-i-internacional-contr [278] y Cuestiones de organización, III - El Congreso de La Haya en 1872 - La lucha contra el parasitismo político https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1767/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l [279]
6 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm [280] Primer Capítulo de Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, sección 2ª Premisas de las que arranca la concepción materialista de la historia.
7 Ídem., Segundo Capítulo de Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, sección 6ª Conclusiones de la concepción materialista de la historia: continuidad del proceso histórico, transformación de la historia en historia universal, necesidad de la revolución comunista
8 Una variante es el argumento según el cual responder a los parásitos es darles publicidad. Evidentemente, no se trata de entrar a todos los trapos que como señuelos pueden lanzar los parásitos y los calumniadores. De lo que se trata es de responder con firmeza y desde una posición ofensiva cada vez que está en juego la reputación de las organizaciones revolucionarias y de sus militantes.
9https://www.marxists.org/espanol/serge/represion/repres-1.htm#1iii [281] Capítulo XIX Conclusión. Por Qué Resulta Invencible la Revolución
10 Ídem., Capítulo XI Conciencia del riesgo y conciencia del fin
11 El orden reina en Berlín, https://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm [282]
12 Víctor Serge, en el último capítulo de su libro antes citado (ver nota 9) recuerda algo que los oportunistas olvidan fácilmente: “el capitalismo, en otra época inicuo y cruel sin duda, pero creador de riquezas, se convirtió, en el apogeo de su historia, que comienza el 2 de agosto de 1914, en el exterminador de su propia civilización, en el exterminador de sus pueblos… Desarrollado prodigiosamente durante un siglo de descubrimientos y de labor encarnizada, con la técnica científica en manos de los grandes burgueses, de los jefes de bancos y trusts, se volvió contra el hombre. Todo lo que servía para producir, para extender el poder humano sobre la naturaleza, para enriquecer la vida, sirvió para destruir y para matar con un poderío repentinamente acrecentado. Basta una tarde de bombardeo para destruir una ciudad, obra de siglos de cultura”.
13 Ver Texto de orientación sobre marxismo y ética https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i [283] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1301/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-ii [284] . Igualmente, la cuarta parte de la Serie La Herencia oculta de la izquierda del capital https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4278/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iv-su-moral-y-la-nuestr [285]
14 En Herr Vogt, Marx pone al descubierto las trapacerías, los sobornos recibidos, las tentativas de formarse una camarilla de incondicionales, el republicanismo de fachada etc., de Kossuth –héroe de la liberación nacional de Hungría- que, conforme a la moral burguesa, era al mismo tiempo un héroe y un truhan, un republicano extremista y un monárquico de circunstancias: «Si Kossuth fue una vez el arpa eolia por medio de la cual tañía el ciclón popular, no es ahora más que la oreja de Dionisos, que remurmura los susurros de las misteriosas estancias del Palais Royal y las Tullerías» (página 206).
15 La “libertad” que Freiligrath reivindicaba frente al Partido no le impedía ser prisionero de Fazy, su patrón ginebrino, el cual a su vez era el protector de Vogt. La cita procede de una contribución al Boletín interno internacional de la CCI.
16 apartado Defensa de la memoria de la Liga de los Comunistas
17 Ver el capítulo Literatura socialista y comunista del Manifiesto Comunista, así como igualmente Del socialismo utópico al socialismo científico (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/index.htm [286] ) y Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1885-hist.htm [248] ).
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La capitulación ante el imperialismo del antiguamente proletario Partido Socialdemócrata Alemán, en 1914, es bien conocida entre los revolucionarios. También lo es el declive oportunista del SPD, que pavimentó el camino a esta trascendental traición a la clase obrera.
Lo que no se conoce tan a fondo es la lucha ininterrumpida que libró el ala revolucionaria del Partido, desde su misma concepción, contra las fuerzas del oportunismo reformista, no solo a nivel teórico (mediante trabajos seminales de la talla de la Crítica del Programa de Gotha de Marx, el Anti-Dühring de Engels o el Reforma o Revolución de Luxemburgo) sino también en el plano de la defensa de los principios organizativos de clase.
En este artículo haremos la crónica de esta lucha organizativa en dos partes, basando nuestra investigación en libros y documentación que, en buena parte, solo está disponible en lengua alemana. Esta primera parte cubrirá el periodo de 1872 a 1890, del programa de Gotha al programa de Erfurt. La segunda parte, aún por publicar, lidiará con el periodo consiguiente hasta 1914.
Tras la derrota de la Comuna de París en 1871, la burguesía reaccionó desatando una ola de represión a lo largo y ancho de Europa. Como es evidente, las principales víctimas fueron los comuneros, en Francia, de los cuales más de 20.000 habían sido asesinados, 38.000 habían sido arrestados y más de 7.000 fueron deportados por el gobierno de Versalles. Pero en vista de este primer asalto victorioso al poder en una gran ciudad por parte de la clase obrera, las organizaciones del proletariado en otros países también sufrieron la intensificación de la represión. Al mismo tiempo, la clase dominante propició un ataque dentro de las mismas filas de la Primera Internacional – con Bakunin y su Alianza para la Democracia Socialista a la cabeza. Con la ayuda de una organización secreta, los logros previos de la Primera Internacional a nivel de funcionamiento fueron socavados, y su organización se redujo a la anarquía. En el Congreso de la Haya de 1872, el Consejo General de la Primera Internacional encabezado por Marx y Engels denunció esta estratagema. Esta lucha por la defensa de la organización estuvo llamada a convertirse en uno de los tesoros más valiosos de la experiencia del movimiento revolucionario, cuya trascendencia y consecuencias fueron ampliamente subestimadas entonces, y olvidadas hasta mucho después. En una serie de artículos (Revista Internacional 84-88), la CCI ha descrito esta lucha y sus lecciones en detalle. Recomendamos a nuestros lectores familiarizarse con este material indispensable para entender el desarrollo posterior de la situación1.
Las secciones alemanas de la Primera Internacional participaron activamente en la preparación del Congreso de La Haya – a pesar de la oposición de sus dirigentes. Tras la Comuna de París, la formación de secciones nuevas en Alemania había sido prohibida, y solo se permitía la adhesión individual. De este modo, no existía oficialmente la posibilidad de que ninguna organización alemana como tal fuera miembro de la Primera Internacional, como tampoco podía serlo ninguna sección local. En la mayoría de países europeos, ninguna organización de tamaño significativo podía seguir existiendo como tal si declaraba abiertamente su afiliación a la Internacional tras 1872. Por otro lado, el Gobierno prohibió a los miembros residentes en Alemania viajar a La Haya como delegados, pero consiguieron esquivar estas medidas coercitivas.
Wilhelm Liebknecht y August Bebel, líderes del SDAP (Sozialdemokratische Arbeiterpartei/Eisenacher2, 1869-1875) fueron encarcelados durante 2 años por su posición internacionalista en la Guerra franco-prusiana. Muchos de sus camaradas que escribían para el “Volkstaat” (publicación del SDAP) fueron arrestados, y las autoridades prohibieron cualquier publicación sobre el Congreso de La Haya. No obstante, la delegación alemana al Congreso fue capaz de enviar 15 delegados de un total de 65 (casi una cuarta parte), teniendo un papel activo en el mismo. Marx había recibido el mandato de Leipzig, Engels recibió el de Breslau, y Cuno fue elegido jefe del comité investigador de las actividades de la Alianza Bakuninista.
Tras la conclusión del Congreso de La Haya (2-7 de septiembre de 1872), los delegados se dirigieron inmediatamente al Congreso del SDAP (Eisenach) en Mainz (7-11 de septiembre).
Mientras que, al principio, los eisenachistas habían adoptado una firme posición contra los bakuninistas tras el Congreso de La Haya, el Volkstaat empezó a suavizar sus declaraciones contra los bakuninistas en torno al otoño de 1872. Durante este periodo, Liebknecht se abstuvo de criticar a los anarquistas y empezó a buscar el compromiso con los lassalleanos3. Marx y Engels, por otro lado, amenazaron con poner fin a su cooperación con la organización si el Volkstaat seguía manteniéndose en silencio. Defendían que la unidad real no podía conseguirse mediante el abandono de los principios. Ante las críticas de Marx y Engels, el Volkstaat retomó sus críticas contra los bakuninistas por un tiempo4. Mientras, los lassalleanos siguieron mostrando su apoyo a los bakuninistas. En abril de 1873 rechazaron las resoluciones del Congreso de La Haya y llegaron a mandar delegados a una reunión bakuninista en Suiza.
La tendencia que tenía el Partido de Eisenach de hacer concesiones al Partido Lassalleano (Asociación General de Trabajadores Alemanes – ADAV) buscaba su justificación, en parte, por la previsible unificación de las dos organizaciones. Sin embargo, durante el Congreso de Coburgo de 1874, el SDAP se centró en discutir el apoyo mutuo en la lucha de clase, y la unificación inmediata del SDAP y la ADAV no estaba en el orden del día. Aun así, con el voto de Marx y Engels en contra, los líderes del SDAP se apresuraron a firmar la unificación en Gotha, en marzo de 1875, fundando el Partido Obrero Socialista de Alemania (SAPD) junto a los lassalleanos.
“No debe distraernos este llamado a la ‘unificación’ […] Evidentemente cualquier líder de un partido quiere verlo triunfar, no hay nada de malo en ello. Pero hay circunstancias en las que uno debe tener el coraje de sacrificar el éxito inmediato por cosas más importantes, especialmente cuando hablamos de un partido como el nuestro, cuyo triunfo final es absolutamente inevitable, cuando lo hemos visto desarrollarse tan colosalmente a lo largo de nuestras vidas… el éxito inmediato no es de ninguna manera algo absolutamente necesario […] En cualquier caso, creo que con el tiempo los elementos más capaces de entre los lassalleanos empezarán a gravitar hacia ti por propia iniciativa, y que por tanto no sería sensato arrancar una fruta inmadura, como quieren los partidarios de la unificación. Ciertamente el viejo Hegel decía: ‘el partido que acaba siendo victorioso es el que se escinde, el que es capaz de tolerar escisiones’”.
En la misma carta, Engels advierte que al verse los eisenachistas en competencia directa con la ADAV, como ocurría en realidad, “se acaba acostumbrando uno a tener en cuenta a la ADAV para cualquier cosa […] En nuestra opinión, que la práctica ha confirmado ampliamente, la mejor táctica propagandística no es alienar a los miembros individuales del oponente de forma aislada, sino trabajar hacia las grandes masas que son aún indiferentes. Una sola fuerza singular nueva que se consigue atraer desde ese espacio vale más que cualquier desertor de Lassalle, que siempre llevará consigo la semilla de su mala concepción del partido”5.
Tras la derrota de la Comuna de París y la disolución de facto de la Primera Internacional en 18736, los esfuerzos del movimiento pasan a centrarse en el plano nacional. “El centro del movimiento pasó a ser Alemania”7, donde la tendencia marxista había ganado autoridad política gracias a su internacionalismo durante la Guerra franco-prusiana.
Durante la década de 1870, el SAPD se había convertido en uno de los primeros partidos cuya fundación se debía a la fusión de dos partidos del mismo país. Dado que la disolución de la Primera Internacional descartaba cualquier tipo de cooperación internacional significativa, el movimiento obrero internacional se enfrentaba a la tarea de fundar partidos en los diferentes países, dándoles un carácter programático y organizativo más profundo que en la década de 18608.
En Austria, el Partido Socialdemócrata Unido austriaco fue fundado en abril de 1874 (con un programa basado en el de los eisenachistas)9. En otros países, el proceso de formación de partidos empezó más tarde10.
El Congreso fundacional de Gotha del SAPD expresaba cierto progreso, principalmente por el hecho de que, por primera vez, se logró el establecimiento de un partido con principios organizativos sólidos, y de implantación nacional. La unión de las dos organizaciones hizo posible la superación de la “dictadura de los líderes” que había existido previamente en la ADAV de Lassalle, y puso el liderazgo del partido en manos colectivas y centralizadas. Lassalle, que murió en un duelo en 1867, había cumplido el papel de un presidente con poderes cuasi-dictatoriales entre los lassalleanos, y su forma de hacer las cosas seguía proyectando una larga sombra sobre la ADAV.
Los estatutos de la ADAV en 1872 exigían:
“III. Membresía § 3: todo obrero que así lo declare puede convertirse en miembro de la asociación con pleno e igual derecho a voto, y puede dimitir en cualquier momento. § 6 Los asuntos de la asociación serán administrados por el comité ejecutivo formado por 24 miembros más su presidente”.
En los siguientes puntos se detallaban los poderes del presidente. Por otro lado, los estatutos del SAPD, fundado en 1875, decían:
“§1 Podrá pertenecer al partido cualquiera que se comprometa con los principios de su programa y promueva activamente los intereses de los trabajadores, incluso mediante donaciones. Los que no contribuyan por un periodo de 3 meses no serán considerados camaradas del partido”.
Debido a la instauración de prohibiciones sobre la formación de asociaciones y la participación activa en organizaciones revolucionarias, los estatutos evitaban hacer referencia alguna a la cooperación activa dentro de la organización. Se dejaba claro que “los miembros del partido que actúen contra los intereses del mismo serán expulsados de la organización. Podrán apelar esta decisión en el Congreso del partido” (§2 Estatutos). A este respecto se dio una continuidad con los métodos de la Liga de los Comunistas, que no obstante solo fue posible gracias a los eisenachistas.
De esta forma, el recién nacido partido representaba un paso adelante a nivel organizativo. No se podía decir lo mismo, no obstante, en cuanto a su nivel programático, donde se dejaba entrever una gran inmadurez política, a su vez potenciada por toda una multitud de “defectos de nacimiento”.
Representando a los lassalleanos en el congreso había 73 delegados elegidos por 15.322 miembros, mientras que los eisenachistas contaban con 56 delegados con 9.121 votos11. Debido a que entre los lassalleanos había una mayor confusión política, la dirección del partido se vio inclinada a hacer compromisos en su favor y aceptar una mayor ambigüedad programática, en aras de la unidad. Cuando Karl Marx envió a Wilhelm Bracke su “Crítica del Programa de Gotha” el 5 de mayo de 1875, la dirección del partido la ocultó al congreso y a los militantes; hasta a Bebel, uno de los líderes más famosos, se le ocultó la existencia de la carta:
“Una vez terminado el congreso de coalición, Engels y yo publicaremos una breve declaración expresando nuestro desacuerdo con el mencionado programa y sus principios, y no queremos tener nada que ver con él […] Aclarado eso, es mi deber no reconocer por silencio diplomático lo que creo que es un programa completamente injustificable que desmoralizará al partido. Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas. Si no se podía ir más allá del programa de Eisenach – y las circunstancias no lo permitían – deberíamos habernos limitado a aprobar un acuerdo de acción contra el enemigo común. Si, en cambio, nos proponemos la decisión de principios programáticos (en vez de ir posponiéndolos para el momento en que lo decida una prolongada actividad en común), podremos levantar los hitos que medirán el progreso de la organización del partido a la vista de todo el mundo […] Se quiere evitar toda posible crítica e impedir toda reflexión en el partido. Todo el mundo reconoce la satisfacción que sienten los trabajadores ante el hecho de la unificación, pero se cae en un error si se piensa que este éxito inmediato no se ha comprado a un alto precio. Por cierto que el programa es inútil. No es más que una canonización de Lassalle y sus artículos de fe”12 13.
Engels decía en una carta a Wilhelm Bracke en octubre de 1875:
“Estamos completamente de acuerdo contigo en que Liebknecht y su fe en los compromisos a toda costa han dado como resultado una chapuza […] Una vez que el proceso de unificación se ha puesto en marcha, sobre bases podridas y con las proclamas más altisonantes, no se permitía ni siquiera concebir el fracaso”14.
La vehemente crítica de Marx y Engels a esta falta de claridad, por no decir actitud oportunista, dejó claro su énfasis en la claridad programática y en la creencia de que la unidad no se puede comprar al precio del abandono del programa, haciendo alianzas poco fiables, basadas en la confusión. Es mejor ser pocos al principio mientras se trabaje sobre bases firmes, que ser muchos sobre bases poco claras. Marx y Engels asumían así el punto de vista de que la unidad solo puede darse sobre bases firmes y que la claridad no debe ceder ante la unidad. La adhesión marxista a la intransigencia programática y a la lealtad a los principios caracterizó su relación con las tendencias oportunistas que emergieron más adelante. A este respecto, la actitud de Marx y Engels de oponerse a la unidad a cualquier precio y luchar por la clarificación, sin miedo a las demarcaciones y las posibles divisiones, contrastó en gran medida con la política que acabaría adoptando el SPD.
Al mismo tiempo, la forma en la que se asumieron las críticas de Marx y Engels a estas debilidades reveló una tendencia que se había repetido insistentemente en el movimiento revolucionario: la evasión, incluso la ocultación de la crítica, sobre el pretexto de que la unidad era más importante que la claridad. Como mostraremos más adelante, no fue hasta 1891 (8 años tras la muerte de Marx) que Friedrich Engels pudo forzar la publicación de sus críticas en el Neue Zeit, contra la firme resistencia de los oportunistas de la dirección del partido. El Programa de Gotha hizo posible el surgimiento del oportunismo, dejando por escrito ciertos puntos de vista oportunistas. Solo la insistencia de Engels hizo posible la publicación de un punto en el programa que proclamaba la solidaridad del proletariado alemán con los obreros de todos los países, y su voluntad de cumplir con su deber internacionalista15. Por añadidura, al énfasis insuficiente en el internacionalismo del Congreso Fundacional de Gotha, se le suma la casi completa falta de referencias a las consecuencias de la experiencia de la Comuna de París. Se había formado ya un cierto “bache” en la continuidad histórica, y en la transmisión de la experiencia de la lucha por la organización contra los bakuninistas.
Otro aspecto importante de la dilución o distorsión de críticas políticas importantes era su tergiversación, como si fueran algo inspirado por motivaciones personales. Hasta Franz Mehring, que escribió la perspicaz biografía de Marx y la historia de la socialdemocracia alemana, cayó en esta trampa:
“Marx no se dio cuenta de que el proyecto de programa reflejaba fielmente las posiciones teóricas de ambas facciones; creía que los eisenachistas habían asumido todas las ramificaciones del comunismo científico mientras que los lassalleanos eran una secta retardada.
Acostumbrado por lo general a juzgar al movimiento obrero por la importancia clave de su avance, en esta ocasión se centró demasiado en poner las cosas bajo el microscopio, y hurgaba en las pequeñas torpezas, irregularidades e inexactitudes de expresión buscando malas intenciones que nunca estuvieron ahí. Ni tampoco se puede negar su antipatía por Lassalle en aquella carta, lo cual influía en su criterio…”16.
Así se frivolizaba la discusión de principios básicos y se presentaba como una cuestión de antipatía personal entre Marx y Lassalle. En vez de señalar que la superación del lassalleanismo supuso una liberación, Mehring escribió:
“El lassalleanismo se extinguió para siempre en los días de Gotha, y aun así fueron los días del triunfo de Lassalle. Por más en lo cierto que pudiera haber estado Marx con sus objeciones al programa de Gotha, el destino de su carta demostró a las claras que Lassalle había reconocido correctamente los medios mediante los cuales podía desarrollarse en Alemania un partido obrero poderoso e invencible, portador de la revolución social”17.
Al mismo tiempo, Mehring caía en la ambigüedad en la forma de “contrastar” el desarrollo del partido en diferentes países con su desarrollo a nivel internacional.
“La idea de la solidaridad internacional arraigó tan profundamente en el proletariado moderno que ya no necesitaba ningún apoyo externo, y los partidos obreros nacionales experimentaron un desarrollo tan peculiar y vigoroso durante las agitaciones en las fábricas, en la década de 1870, que superaron la relevancia de lo internacional…”18.
Tras el aplastamiento de la Comuna de París y la imposibilidad de continuar con el trabajo de la Primera Internacional, la actividad de los revolucionarios debía reconducirse a cada país concreto, creando las condiciones de la fundación de los diversos partidos. Sin embargo, este nuevo enfoque sobre cada país individual no significaba que la orientación y cooperación internacional se hubiese vuelto obsoleta o que la solidaridad internacional, o la necesidad de una Internacional, se hubieran vuelto superfluas. El rápido crecimiento de los partidos a nivel nacional no podía ser argumento de que el marco nacional había ido “más allá” que el internacional. Este punto de vista, quizás, reflejaba esa falta de espíritu internacionalista de Mehring que Engels ya había hecho notar en sus críticas al programa de Gotha. La orientación internacionalista solo puede triunfar mediante la lucha continua y consciente contra las prioridades nacionales e incluso locales. Aunque se dedicaba la mayor parte de la actividad al desarrollo del SAPD, también había esfuerzos dedicados a establecer contactos a nivel internacional para preparar la fundación de la Segunda Internacional, en 1889.
Por razones de brevedad no podemos desarrollar aquí la contribución del SAPD a la fundación de la Segunda Internacional.
Por otra parte, la tendencia a ‘olvidar’ las adquisiciones seguía viva. En Gotha, en 1875, había caído en el olvido la determinación que había mostrado buena parte de los delegados alemanes al Congreso de La Haya en 1872, junto a la consiguiente defensa de las decisiones del Consejo General contra los bakuninistas, encabezada por el SDAP. No se habían asumido las lecciones de aquella defensa tan vehemente de los principios revolucionarios del Congreso de La Haya, que había tenido lugar tan solo tres años antes. No se veía por ninguna parte la continuidad y la transmisión de esa experiencia. En cambio, Mehring también intentó presentar aquella lucha como un conflicto entre la autoridad personal de Marx y la de Bakunin, de la misma forma que lo hizo con respecto a Lassalle.
En el Congreso de Unificación de Gotha de 1875 se escogió la ciudad de Hamburgo como residencia de la ejecutiva del partido, y Leipzig para la Comisión de Control. A la clase dominante le preocupaba el alarmante crecimiento del movimiento obrero, y el SAPD fue proscrito por la Ley Prusiana de Asociación a partir de marzo de 1876. Poco tiempo después también fue ilegalizado en Baviera y Sajonia. La burguesía alemana empezaba a dar forma a su plan de proscripción completa del SAPD, y usó dos intentos de asesinato aislados como pretexto para aprobar las Leyes Antisocialistas del 21 de octubre de 1878.
Todas las organizaciones de tinte socialdemócrata, socialista o comunista debían disolverse, todas las publicaciones de prensa y reuniones que difundieran sus objetivos serían ilegalizadas, así como todas sus asociaciones educativas, clubs de baile y teatros (los miembros del SAPD, hasta entonces, solían quedar registrados oficialmente como miembros de una asociación de este tipo).
“A raíz de esto fueron ilegalizadas 1.299 publicaciones de prensa, así como 95 sindicatos, 23 asociaciones de apoyo, 106 asociaciones políticas y 108 de las así llamadas asociaciones de ocio. Se dieron sentencias de prisión a 1.500 personas aproximadamente, y unas 900 fueron expulsadas de varias regiones del Reich. Los deportados que no fueron al exilio fueron obligados a reasentarse en zonas remotas, desde donde intentaron retomar su trabajo político. La fracción del SAP en el Reichstag fue la única que salió indemne, por respeto al derecho de voto de las circunscripciones electorales, por lo que el trabajo parlamentario no fue interrumpido”19.
En otras palabras, al mismo tiempo que se ponían trabas a la actividad de base de las filas del partido y se desafiaba la consolidación de su tejido organizativo, se orientaba la concentración de sus esfuerzos a la actividad parlamentaria, cosa que desde el punto de vista de los gobernantes era lo más prometedor. Aunque Bismarck quería en un principio ilegalizar también la actividad parlamentaria, las demás facciones de la burguesía en el Reichstag no se plegaron a su insistencia. El objetivo final de los partidos burgueses era integrar completamente al SAPD en la maquinaria parlamentaria. La movilización electoral se convirtió así en el punto focal de su actividad. Si las comparamos con las medidas represivas zaristas en Rusia, las Leyes Antisocialistas alemanas fueron menos brutales, pero mucho más insidiosas.
Ya incluso antes de que se aprobaran las Leyes Antisocialistas en el Reichstag, el Comité Electoral Central, asentado en Hamburgo y actuando como ejecutiva del partido, había anunciado a las autoridades policiales que la organización del partido estaba por disolverse, contrariamente a la posición de Bebel y Liebknecht sobre la cuestión. Incluso había llegado a pedir a las secciones locales… que se auto-disolvieran. La dirección del partido proponía el legalismo más absoluto:
“Adheríos firmemente a esa consigna que solemos dirigiros: ‘nuestra legalidad hará caer al enemigo’. ‘Tened paciencia, no os dejéis provocar’”20.
Marx y Engels ya habían tomado nota de esta “obediencia anticipatoria” del órgano ejecutivo del partido, que no era ninguna anomalía, en una circular que escribieron en 1879:
“El partido, bajo la presión de las Leyes Antisocialistas, deja claro que no está dispuesto a seguir el camino de una revolución sangrienta y violenta, sino que está decidido a… seguir el camino de la legalidad. Es decir, la reforma”21.
Marx y Engels se oponían a todo esto con ironía:
“En aras de conjurar hasta el último rastro de recelo por parte de la burguesía, se le debe demostrar concienzudamente que el espectro es solo eso, un espectro, que no existe. Pero, ¿qué representa este espectro rojo, sino el miedo de la burguesía a la lucha a muerte inevitable que tiene pendiente con el proletariado? […] Son los representantes de la pequeñaburguesía dándose cuenta del pavor que les inspira el proletariado, de que su situación revolucionaria le empuje a ‘ir demasiado lejos’ […] Todos los conflictos inspirados por la necesidad histórica son objeto de reinterpretación y tergiversaciones, y todas las discusiones acaban con la misma frase: estamos todos de acuerdo en lo esencial.
El Partido Socialdemócrata NUNCA deberá ser un partido obrero, nunca deberá hacerse digno del odio de la burguesía ni de nadie más; tiene el deber, por encima de todo, de dirigir su más enérgica propaganda a las filas de la burguesía; en vez de poner énfasis en objetivos a largo plazo, que después de todo, no serán nunca alcanzables en nuestra generación, deberá dedicar todas sus fuerzas y energías a poner esos mismos parches reformistas de la pequeñaburguesía, que no hacen otra cosa que apuntalar los pilares del viejo orden social, transformando como mucho su inevitable catástrofe final en un proceso de disolución gradual, paulatino, y por encima de todo, lo más pacífico posible”22.
Por aquel entonces empezaron a alzarse ya algunas voces en el SAPD, llamando a la necesidad de una reacción violenta a lo que estaba pasando. Johannes Most defendió una posición de acciones terroristas individuales que fue rechazada en el primer congreso del SAPD en Wyden, Suiza, 1880.
El partido seguía manteniendo la tradición de combatir las difamaciones, ya iniciada por la Liga de los Comunistas, debido a su efecto destructor de la confianza en el seno del partido. Así, en 1882, la organización ilegalizada de los Socialdemócratas Berlineses decidió en sus estatutos:
Punto 13: “todo militante – incluso si es un camarada muy conocido – tiene el deber de mantener la confidencialidad sobre los asuntos discutidos en la organización – no importa cuáles sean. Si un camarada tiene noticia de una acusación en su contra, tiene el deber de mantener la confidencialidad en un primer momento y de exigir lo mismo al camarada que le haya informado al respecto; debe indagar en los motivos de dicha acusación y averiguar quién la está difundiendo. Tiene que informar a la secretaría de su sección local, que deberá tomas las medidas adecuadas y deberá clarificar el asunto en una reunión, en la que deberán estar presentes acusador y acusado. Si el acusado resulta ser el mismo secretario, deberá informar al respecto a su delegado representante. Cualquier otra medida, particularmente la de sembrar la sospecha sin prueba alguna y sin testimonio ante la secretaría, será enormemente dañina. Dado el hecho de que la policía tiene un interés especial en promover la desunión en nuestras filas mediante la propagación de calumnias, cualquier camarada que no se ciña al proceso descrito corre el riesgo de ser considerado un colaborador de la policía”23.
Durante el congreso del partido en Wyden se aprobó una resolución de expulsión del partido de Wilhelm Hasselmann:
“Tras haber sido informado de las intrigas y falta de escrúpulos de Hasselmann, los delegados al congreso aprobaron su expulsión de forma unánime, y advirtieron a todos los camaradas en el extranjero que este elemento había sido declarado un experto calumniador”.
Johannes Most también fue expulsado durante el mismo congreso mediante una resolución que rezaba:
“Teniendo en cuenta que Johann Most lleva ya un largo tiempo actuando en contra de los principios del partido, que lo ha seguido haciendo durante el periodo de las Leyes Antisocialistas y que desde entonces solo sigue las normas que le dicta su cambiante temperamento:
Considerando que Most sigue propagando todas y cada una de las calumnias que se lanzan contra la socialdemocracia alemana, sin importar de donde vengan, y que ha colaborado con notorios agentes de la policía a pesar de que le advertimos de su procedencia, solo porque simpatizaba con sus insultos a los supuestos “líderes” del partido;
Por ello en conclusión, considerando la actuación de Most en contra de todos los principios de honestidad;
El Congreso declara su rechazo a cualquier acto de solidaridad con Johann Most y le considera ajeno al Partido Obrero Socialista de Alemania”24.
Gracias al tejido consolidado por los miembros del partido, la organización fue capaz de ir extendiendo su influencia sobre el terreno durante más de una década, aprendiendo a organizar la solidaridad con los perseguidos, material y políticamente. En resumen, las condiciones de ilegalidad no habían desanimado a los militantes, más bien al contrario: había reforzado sus lazos mutuos de solidaridad.
Todos los órganos del partido que quedaron en pie se pronunciaron en contra de la formar una organización nacional secreta, ya que podría ser fácilmente desmantelada por la policía y dejar al partido sin ninguna capacidad de acción. La orientación que se dio finalmente fue una combinación de trabajo legal e ilegal (el primero sobre todo era de carácter parlamentario). En Alemania se organizaría “la publicación de un órgano ilegal, el Der Sozialdemokrat, que se imprimía en el extranjero y se distribuía en el Reich mediante redes clandestinas (incluyendo la Rote Feldpost [Correo Rojo de Campo]). La actividad tanto legal como ilegal estaba dirigida por un órgano oficial secreto llamado ‘Corpora’ (círculo interno de la organización), que se separó formalmente del aparato de distribución del Sozialdemokrat por razones de seguridad. Con la ayuda de esta organización ilegal, en la que J. Motteler jugó un papel prominente, se hizo posible una mayor cohesión del partido a nivel de base. El Sozialdemokrat fue capaz de desenmascarar a varios informantes de la policía. Bajo el seudónimo de ‘Máscara de Hierro’, el órgano de seguridad del partido ponía en guardia a los militantes frente a los informantes y provocadores” (cf. Fricke, p. 182).
Por un lado, todo esto fue capaz de impedir que el partido se convirtiera en una sociedad de conspiradores, y por otro permitió establecer un buen aparato de funcionamiento en la clandestinidad. Las reuniones del partido tenían lugar bajo la tapadera de reuniones de clubs de canto o de fumadores25.
En el primer congreso en la clandestinidad celebrado en Wyden, Suiza, en 1880, la expresión que el partido había asumido con anterioridad de que quería alcanzar sus objetivos por todos los “medios legales” posibles fue eliminada del texto, ya que el partido no quería que la legalidad le atase las manos.
El congreso también discutió la necesidad de que cada miembro de sección tuviera la necesaria libertad de acción para llevar a cabo sus propias iniciativas, mediante el establecimiento de una red de hombres de confianza.
“No podemos actuar siguiendo un molde, no siempre es posible consultar a los llamados ‘líderes’ para cada situación concreta, aunque ningún militante deba actuar por su cuenta. Son necesarias las consultas de conjunto, sin importar lo que cueste, y las acciones conjuntas con el todo en cuanto a asuntos de gravedad. Esto debe convertirse en nuestra línea directriz para la acción.
Organizaos, de la mejor manera posible. Los enclaves más grandes, mejores y más fuertes en espíritu deben apoyar a los más pequeños a su alrededor, y dado que los camaradas no pueden actuar de esta forma en gran número, los representantes de cada sección deben entablar conversaciones entre sí a menudo”26.
Dado que al partido todavía se le permitía elegir candidatos para las elecciones al Reichstag, se fundaron “asociaciones electorales” en cada distrito, que tenían la tarea de “formar a los camaradas en la teoría y convertirlos en socialistas bien formados. La administración de los asuntos del partido y la ejecución de su agitación pública, no obstante, seguían en manos del ‘movimiento interno’”27. Es decir, que, a pesar de las reuniones legales para organización de la propaganda en los clubs electorales, el partido seguía conservando una “organización interna” clandestina, un tejido organizativo secreto crucial para su supervivencia.
Sin embargo, esta interacción complementaria entre centralización e iniciativa local acabaría siendo elevada al plano teórico, como argumento de base contra la centralización.
En el Congreso de Wyder, la “dirección oficial del partido fue transferida a los diputados del Reichstag”28. No obstante, otorgar el liderazgo del partido a los parlamentarios debido a su inmunidad legal acabaría siendo una trampa: un partido revolucionario no puede ver en su fracción parlamentaria a sus “líderes naturales”. Lenin, más tarde, pondría de relieve que las fracciones parlamentarias “conservan ciertas trazas de la influencia de las condiciones electorales burguesas generales”29. Así, la medida de poner la dirección en manos de los parlamentarios contribuyó aún más a quitarle la iniciativa a las filas de la base del partido, poniendo el énfasis en la actividad parlamentaria.
La dirección de facto del partido estaba entonces en manos de un subcomité de cinco personas, encargadas de centralizar el trabajo clandestino. Sin embargo, debido a la gran dispersión geográfica, los militantes lo tenían muy difícil para reunirse en persona y siempre había problemas graves de comunicación. De hecho, Bebel (el líder más prominente) tuvo un papel primordial en la dirección del partido.
Tras el Congreso de Copenhague de 1883, el órgano central oficial del SAPD seguía declarando: “somos un partido revolucionario, nuestro objetivo es revolucionario y no nos hacemos ilusiones sobre su implementación por vía parlamentaria”30. Pero los impulsos oportunistas hicieron acto de presencia en el Congreso de Copenhague. El Sozialdemokrat puso de relieve las incontables diferencias surgidas en el Congreso:
“No tenemos razones para ocultar el hecho de que, en ciertos aspectos, las opiniones de nuestros camaradas divergen, lo cual es una prueba de la fuerza de nuestro partido, que por otro lado se muestra completamente unido de cara al exterior. A pesar de lo acalorado de los choques y de lo abiertamente y sin reservas que se expresen las opiniones, por otro lado se halló una aspiración general común: no buscar la mayoría, sino confrontar y comprender. No hacerlo mediante la formación de camarillas enfrentadas entre sí, sino mediante la aclaración de los puntos de acuerdo y de desacuerdo, sin dejar nada a la influencia de las relaciones personales. Este intercambio vivo de ideas en cuestiones varias, tácticas, etc., ha mostrado que nuestro partido no está ni mucho menos en peligro de anquilosamiento, que no lo preside ningún Papa ni hay ninguna ortodoxia en él, sino que dentro del marco de sus principios programáticos hay espacio para la lucha honesta por convencer” (Ibíd.).
No obstante, la voluntad de discutir y aclarar las divergencias conforme a los principios del programa fue puesta en cuestión rápidamente.
Mientras que, por un lado, el partido no se dejaba obsesionar por la represión de las Leyes Antisocialistas, por otro empezó a hacerse notar cada vez más el miedo a una clandestinidad indefinida, sobre todo de parte de los miembros de la fracción parlamentaria que tenían actividad legal en el Reichstag. Esta fracción tenía tendencia a autonomizarse y a desarrollar derivas oportunistas. Cada vez se hacía más grande el abismo entre los parlamentarios y la “base” y ya en 1883, pocos años después de las Leyes Antisocialistas, Bebel escribía a Engels: “no hay duda de que entre nuestros parlamentarios hay gente que se siente naturalmente inclinada a ese tipo de trabajo, porque no tienen confianza alguna en el nivel de desarrollo revolucionario, y son reacios a toda acción audaz”31. Poco después Bebel le decía a Liebknecht en una carta: “ahora más que nunca se me viene a la mente la idea de abandonar el parlamentarismo, que se ha convertido en una escuela de cómo hundirse en una ciénaga política. Tenemos buenas pruebas de ello entre nuestros propios amigos”32. Bebel era el miembro más antiguo y resuelto del SAPD en el Reichstag, y acabó por advertir lo siguiente:
“El mandato en el Reichstag satisface sus ambiciones y vanidades, se ven a ellos mismos, con gran satisfacción, entre los elegidos de la ‘nación’. Desarrollan el gusto por la comedia parlamentaria y se sienten muy autosatisfechos. Lo que es más, la mayoría de ellos ya no llevan a cabo estudio teórico alguno, o han abandonado los que estaban haciendo, y están alienados por una vida práctica que ya no sabrían ni reconocer…”33. Engels llegó a hablar de un intento por parte de estos oportunistas de “constituir el elemento pequeñoburgués como el dirigente y oficial del partido, desplazando el elemento proletario a algo que apenas sí se tolera en su seno”34.
El 20 de marzo de 1885, el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag publica una declaración contra las críticas a los parlamentarios por parte del Sozialdemokrat, periódico del SAPD:
“Recientemente este año, sobre todo durante el mes de junio, pudimos tomar nota de varios ataques (abiertos y encubiertos) contra el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag alemán, escritos en el Sozialdemokrat. Llamaban la atención especialmente hacia el comportamiento de los miembros socialdemócratas del Reichstag con respecto a los subsidios para barcos de vapor […] No es el periódico el que está llamado a determinar la posición del grupo parlamentario, sino el grupo parlamentario el que controla la postura del periódico”35 36.
Bebel protestó en los siguientes términos: “Con estas declaraciones, el grupo parlamentario se atribuye la autoridad absoluta por encima del órgano del partido. Der Sozialdemokrat dejaría por tanto de considerarse como tal, pasando a ser un órgano parlamentario, y se les prohibiría a los camaradas del partido expresar ninguna opinión que a la fracción parlamentaria le parezca incómoda o desagradable. La libertad de prensa para todos que exige nuestro programa sería una frase vacía para sus propios compañeros de partido”37.
Se escribieron muchas más cartas de protesta desde varias ciudades alemanas. Por ejemplo, la de los socialdemócratas del Frankfurt del Meno, de abril de 1885:
“… las Leyes Antisocialistas están empezando a tener un efecto educativo: están domesticando a nuestros diputados […] Nosotros, los camaradas de Frankfurt del Meno, vemos en esta declaración del grupo parlamentario un intento de reprimenda dictatorial por parte de la mayoría del grupo parlamentario, con la intención de imponer una especie de ley de excepción en la vida interna del partido […] Podemos ver en el tono de esta ‘ukase’38 la forma en la que la noble autoestima de la mayoría del grupo parlamentario se ha convertido en una lamentable arrogancia, expresándose como una especie de ‘tormenta de indignación’ […] No necesitamos ni explicar que nosotros no otorgamos ningún derecho especial aristocrático a los miembros del grupo parlamentario… declaramos que seguiremos sometiendo el comportamiento de nuestros diputados al escrutinio y la crítica públicos en los congresos del partido, que seguiremos luchando en base a nuestras diferencias de opinión en la arena pública y que no permitiremos que se nos reduzca a una mera infantería ideológica39. Los socialdemócratas de Wuppertal-Barmen emitieron una protesta similar, el 18 de mayo de 1885: “Nadie de entre nosotros esperaba ningún milagro del parlamentarismo, incluso después de haber conseguido el mayor número de asientos socialdemócratas hasta la fecha. Sabemos muy bien que no se puede luchar por la emancipación de los trabajadores desde el parlamento”40.
El diputado del SAPD Wilhelm Blos rechazó la actitud revolucionaria del Sozialdemokrat. Como resultado, los electores de Wuppertal-Barmen declararon lo siguiente:
“1. Si Mr. Blos dice que sus electores le han enviado a Berlín para participar en la legislación e influenciarla en el sentido que marca el programa socialdemócrata, nosotros nos pronunciamos en contra de eso. Creemos que contradice la posición del partido eso de ver al parlamento como la principal, o acaso única fuente de actividad electoral. Por nuestra parte, lo que motivó nuestros votos es lo siguiente:
a) razones de agitación y propaganda,
b) protestar enérgicamente contra la dominación de clase actual con nuestro voto;
c) permitir a nuestros representantes, si es necesario, expresar esta protesta de la forma más resuelta posible en sus discursos parlamentarios”41.
La confrontación que presentamos aquí evidencia la forma en la que, durante esos años, dos alas del partido entablaron combate, llevando a Engels a la observación de que esto crearía una brecha entre sus filas. En mayo de 1882 le escribía a Bebel:
“Hace ya mucho que no albergo ilusión alguna sobre el posible conflicto con los elementos burgueses del partido y el divorcio entre el ala derecha y la izquierda, y en mi redacción sobre el anuario expresé lo mucho que necesitamos algo así […] No mencioné explícitamente el asunto en mi última carta porque me parece que una escisión no es algo que se deba apresurar […] Por otro lado, ellos saben que bajo las Leyes Antisocialistas también tenemos nuestras razones para evitar las divisiones internas, y que no podemos debatirlas públicamente”42.
Pero incluso con las Leyes Antisocialistas, Engels no descartaba la necesidad de una escisión. Tan solo unos meses después retomó la cuestión: “El tema de controversia es puramente una cuestión de principios: ¿debemos orientarnos a la lucha de clase del proletariado contra la burguesía, o debemos dejar de lado el carácter de clase del movimiento y de nuestro programa… si eso nos garantiza más votos y más ‘seguidores’? […] La unidad es algo bueno, mientras sea posible, pero hay cosas que están por encima de la unidad”43.
“Una escisión en las condiciones de las Leyes Antisocialistas sería algo desafortunado, ya que se cortarían todos los lazos de comunicación con las masas. Pero es algo que se nos puede imponer de forma inevitable, y hay que afrontarlo”44.
Engels puso el mismo énfasis en la agravación del conflicto y en la necesidad de no rehuir la división cuando la situación lo exige: “la división entre el campo proletario y el burgués se está acentuando cada vez más, y una vez que los burgueses se pongan manos a la obra para superar a los proletarios en las votaciones, se provocará la ruptura. Esta posibilidad debe tenerse en mente, tal y como yo lo veo. Si provocan una escisión – algo para lo que hace falta cierto coraje – no sería el fin del mundo. Siempre he pensado que deberíamos evitar esa situación mientras sigan existiendo las Leyes Antisocialistas; pero si ocurre, tendríamos que aceptarlo sin reservas, y llegado el momento me pondré de tu parte”45.
A pesar de las difíciles condiciones de la clandestinidad, la socialdemocracia no quería aislarse del plano internacional. Gracias a la reorganización de los grupos y partidos políticos europeos durante la década de 1880, la socialdemocracia alemana pudo convertirse en pionera de los contactos internacionales y la preparación de una nueva Internacional.
“Con el objetivo de establecer un contacto regular entre los socialistas y sus asociaciones en el extranjero, entre ellos mismos y con el partido alemán, y de mantener la comunicación entre este último y sus partidos hermanos de otros países, se creará un centro de comunicación fuera de Alemania, que organizará los intercambios entre asociaciones, recibirá las quejas pertinentes, solicitudes, etc., administrándolas de la forma más adecuada”46.
A pesar de las Leyes Antisocialistas, la burguesía no logró aplastar al partido o eliminar su influencia. Más bien al contrario: en 1878, el mismo año de entrada en vigor de las Leyes, el SAPD consiguió 437.000 votos (7’6%), 2 diputados en las elecciones generales y 9 en las de segunda vuelta; en 1890 alcanzó los 1.427.000 votos, el 19’7% del escrutinio, 20 diputados en las elecciones generales y 35 en las de segunda vuelta47. El gran éxito electoral reflejaba un gran apoyo hacia el SAPD. Pero, al mismo tiempo, esto no solo aumentó la influencia de los diputados al Reichstag en el partido, sino que favoreció una orientación al parlamentarismo en general, junto con la ideología democrática que la acompañaba.
En septiembre de 1890 se suprimen las Leyes Antisocialistas. El SAPD cambia su nombre poco después a SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) en la conferencia del partido de Halle.
Debido a las condiciones impuestas por las Leyes Antisocialistas, los debates sobre el programa del partido tenían lugar de forma extremadamente limitada. No obstante, con la supresión de las Leyes, la cuestión del programa acabó siendo el punto principal de la conferencia del partido de Halle, en 1890, y sobre todo en el congreso de Erfurt, en 1891. Tras largas discusiones con más de 400 reuniones y una multitud de artículos y contribuciones a la discusión en la prensa del SPD, se planearon hacer importantes correcciones al programa de Gotha. En nuestra serie de artículos de la Revista Internacional (nºs 84-88)48 hemos tratado ampliamente la cuestión, dando cuenta de los debates y críticas de las posiciones del programa de Erfurt, por lo que aquí nos limitaremos a seguir tratando la cuestión organizativa de conjunto.
En 1891 logra publicarse al fin, por primera vez, la crítica al programa de Gotha de Marx y Engels, siendo objeto de amplias discusiones. La dirección del partido durante el periodo de Gotha, que por entonces logró ocultar las críticas de Marx y Engels al resto del partido, se mostró de acuerdo con sus críticas en el Congreso de Erfurt de 1891. Así fueron superadas las posiciones socialistas vulgares y específicamente lassalleanas de Gotha.
En los Congresos de Halle y Erfurt también se discutieron (y rechazaron) las posiciones del grupo de oposición de tinte anarquista “Die Jungen” (Los Jóvenes).
Los estatutos definían la militancia de la siguiente forma: “punto 1; puede considerarse miembro del partido todo aquel que se muestre de acuerdo con los principios de su programa, y que apoye al partido como mejor pueda”49. Así, a los miembros solamente se les requería su adhesión a los principios del programa del partido, ignorando los detalles del mismo. Para algunos, como Ignaz Auer50, esta era la ocasión perfecta para expresarse en contra de la “estrechez de miras” a nivel programático, ya que “puede que algunos tengan sus reservas con respecto a algún punto particular del programa, y una ligera desviación circunstancial del mismo no tiene por qué ser algo malo”. Según Auer, la intención de este punto de vista era darles a los miembros un cierto margen de interpretación del programa del partido.
“Debido a la situación legal de las asociaciones en todos los estados alemanes más grandes, la conferencia del partido de Halle tuvo que abstenerse de crear una organización centralizada. Cualquier intento de crear una sola organización para toda Alemania, con secciones locales, representantes, tasas regulares, carnets de militante, etc., habría resultado, de forma abrupta y fulminante, en la disolución del partido por la violación de los requerimientos observados en todos y cada uno de los párrafos del Vereingesetz (Ley de Asociaciones Privadas) […] Debido a que no se permite la comunicación entre asociaciones políticas en la mayor parte de Alemania, no puede tener lugar ninguna correspondencia o contacto de cualquier tipo entre las secciones locales y la dirección del partido […] Esta tarea deben cumplirla los confidentes (hombres de confianza) […] Estos confidentes deben asumir, ante todo, el papel de corresponsales a los que la dirección del partido debe dirigir sus comunicados, y que al mismo tiempo informen a la dirección de la situación en las localidades y distritos varios”51.
El grupo de oposición Die Jungen apareció entonces por primera vez, defendiendo un concepto más laxo de la militancia. Se pronunciaron en contra de una forma de organización establecida en firme y pidieron otra más flexible y menos comprometedora. Según ellos, sería suficiente con una pronunciación verbal general a favor del SPD o con votar a alguno de sus candidatos para ser reconocido como socialdemócrata.
Una vez Bebel redactó los estatutos del partido en la conferencia celebrada en Halle, esta Conferencia del Partido se convirtió en “su más alta representación”. Bebel insistía en aprobar normas de conducta claras y concisas para todos los miembros del partido. Este énfasis en una serie de normas de comportamiento vinculantes fue algo muy innovador de cara al debate posterior en el 2º Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, en 1903 (ver el artículo de la Revista Internacional nº116: 1903-4, el nacimiento del bolchevismo52).
La relación entre la fracción parlamentaria del Reichstag y el partido, como tal, también se sometió a discusión por primera vez en el Congreso del Partido de Halle. Tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, Bebel quería que la dirección del partido no estuviese más en manos de la fracción del Reichstag y pasase al Congreso del partido, y al órgano ejecutivo elegido por él, como autoridad decisiva. La ejecutiva del partido rendiría cuentas ante el Congreso y la fracción del Reichstag debía entonces ser desprovista de cualquier prerrogativa particular. Obviamente los parlamentarios se opusieron. Se propuso a su vez para el congreso de Halle la medida de que el órgano ejecutivo del partido, elegido por el congreso, debía controlar también el Vorwärts. Según la lectura que hacía Auer de los estatutos, debía asegurarse la sumisión del partido a los miembros del parlamento. George v. Vollmar, parlamentario, pidió durante este debate de la cuestión organizativa en el Congreso de Halle que “cada sección local decida independientemente su propia forma de organizarse, que se escinda la organización en una serie de sub-organizaciones autónomas, también como forma de protección contra ofensivas potenciales de la represión”53. Al mismo tiempo, Auer rechazó los principios programáticos del partido. Se podía sentir aquí la elevación a la teoría de la hostilidad hacia la centralización, y del deseo de someter al partido y su órgano central a la fracción parlamentaria.
El mismo Bebel acabó admitiéndole a Engels que su redacción de los estatutos fue una “concesión”54. Admitió más tarde, al ver la resistencia que oponían los parlamentarios: “Me dejé persuadir y cedí, en aras de mantener la paz”. Poco después, Bebel confesaba a Víctor Adler: “Reconozco, una vez más, todo el daño que puede causarnos ceder ante las exigencias del ala derecha”55. Al final, no obstante, el partido aprobó un estatuto que otorgaba su dirección al órgano ejecutivo, junto al reconocimiento de que el congreso del partido formaba su más alta representación, así como de la naturaleza vinculante de los documentos y resoluciones aprobados en él. También se reconoció el periódico Vorwärts como órgano central, y así quedaron establecidos los principios de funcionamiento del partido, acorde con el “espíritu de partido” que defendería Lenin en 1903.
Dadas las profundas debilidades del programa de Gotha de 1875, el programa de Erfurt de 1891 supuso un paso adelante. Las ideas reformistas lassalleanas, aún presentes en el programa de Gotha, fueron superadas; se estableció un marco científico, insistiéndose en la perspectiva de que el capitalismo seguía estando condenado al fracaso debido a sus contradicciones, y que la clase obrera albergaba en su conquista del poder la única solución posible a la situación: el derrocamiento de la sociedad burguesa. Sin embargo, había deficiencias cruciales en el programa: no decía absolutamente nada de la necesidad de la dictadura del proletariado para superar el capitalismo. Engels criticó el apartado de reivindicaciones políticas del programa en el debate que siguió a la publicación del borrador. Aprovechó esta oportunidad “para darle un buen golpe al ‘oportunismo pacífico’… y a los puros, píos, alegres y libres conceptos de ‘desarrollo pacífico’ de esa concepción anticuada y confusa de la sociedad socialista”56. En la versión final, sin embargo, no hubo ningún cambio sustancial en el apartado que Engels criticó; de hecho, se suprimieron sus críticas, y no se publicaron hasta 10 años más tarde57.
Al tomar nota de las esperanzas que suscitaban perspectivas como la de una “vida en democracia libre de represión”58, o las expectativas que podían verse ya en algunos círculos, en 1890 y 1891, de que la sociedad pudiera desarrollarse pacíficamente hacia el socialismo, Engels advirtió: “Por miedo a una renovación de las Leyes Antisocialistas, con el recuerdo fresco en la memoria de todas las declaraciones apresuradas que se hacían bajo el régimen de esas leyes, se busca ahora que la situación legal actual en Alemania pueda satisfacer de forma pacífica, de golpe y porrazo, todas las demandas del partido. Nos engañamos a nosotros mismos y al Partido si creemos que la ‘sociedad actual puede evolucionar pacíficamente hacia el socialismo’”59.
Pero al tiempo que Engels advertía correctamente del peligro de las esperanzas oportunistas, él mismo cayó en una cierta euforia que Rosa Luxemburg haría notar años después, en el congreso fundacional del KPD (ver la RI nº 88 sobre la revolución alemana: el fracaso de la construcción de la organización60).
Durante los años que sucedieron a las Leyes Antisocialistas, el SPD llegó a crecer hasta un 20% en votos, con respecto a cifras anteriores. Esto fue motivo de una ilusa euforia que achacaba este crecimiento a un desarrollo del poder de la clase obrera. Ya en 1884, Engels le dijo a Kautsky en una carta, con respecto al medio millón de votos que había conseguido el SAPD, lo siguiente:
“Por vez primera en la historia, un partido obrero sólidamente unificado se yergue como fuerza política real, con un desarrollo que ha perseverado contra la más dura persecución, conquistando inexorablemente una cima tras otra […] y elevándose más y más de forma imparable, hasta el punto de que ya se puede calcular matemáticamente la ecuación que determina la velocidad de su crecimiento, y por tanto, la hora de su victoria final”61. En el otoño de 1891, Engels escribía: “Once años de asedio bajo las Leyes Antisocialistas del Reichstag han cuadruplicado su fuerza y lo han convertido en el partido más poderoso de Alemania […] El Partido Socialdemócrata, que ha conseguido derribar a alguien tan poderoso como Bismarck, que tras once años de lucha ha quebrado las Leyes Antisocialistas, que como una marea creciente ha roto todos los diques y se ha propagado por la tierra, penetrando incluso en los distritos agrícolas más reaccionarios… este partido, a día de hoy, está a un paso de alcanzar ese punto en el que se puede determinar, casi con certeza matemática, el momento de su llegada al poder”.
“[…] En las elecciones de 1895 podemos contar al menos con 2’5 millones de votos; si hablamos del año 1900 podemos elevar la cifra hasta, aproximadamente, 3 y medio o 4 millones de votos […] No obstante, la fuerza de la socialdemocracia alemana no reside en su número de votantes. Solo se otorga el derecho al voto a los mayores de 25, mientras que ya te pueden reclutar para el ejército a los 20. Dado que las generaciones más jóvenes son las que nutren a nuestro partido con mayor número de reclutas, se sigue que el ejército alemán está cada vez más afectado por la infección socialista. Podemos contar hoy con uno de cada cinco soldados, y en pocos años podremos contar con uno de cada tres, alcanzando en el año 1900 una mayoría socialista en lo que antes era el elemento prusiano de la nación. Cada vez nos acercamos más a esta situación, tan inevitable como el día del Juicio. El gobierno de Berlín también lo ve venir, pero es impotente al respecto”62. “Se acerca el momento en el que representaremos a la mayoría de los alemanes, y seremos el único partido lo suficientemente fuerte – si se mantiene la paz – para tomar las riendas”63. En los últimos años previos a su muerte, como en 1892, Engels afirmaba: “la victoria de la clase obrera europea no solo depende de Inglaterra. Solo puede asegurarla la cooperación de, al menos, Inglaterra, Francia y Alemania. En estos dos últimos países, el movimiento obrero está mucho más avanzado que en Inglaterra. En Alemania está incluso, razonablemente, al alcance del poder”64. En 1894 llegaría a predecir: “casi podríamos prever el día exacto en el que el poder del Estado caerá en nuestras manos”65.
Bebel también se sumó a la glorificación de los resultados electorales en su discurso en el Congreso del Partido en Hamburgo, en 1897:
“Las elecciones al Reichstag han sido siempre el acontecimiento más importante para nosotros como organización de lucha, porque es algo que nos da la oportunidad de defender nuestras ideas y demandas con todo el vigor necesario, y porque las elecciones son un buen medidor del desarrollo que ha tenido nuestro partido en el periodo precedente; siempre han sido, y siguen siendo, la vara de medir del progreso que ha hecho nuestro partido en su camino a la victoria. Desde este punto de vista, consideramos las elecciones de 1897 como la mejor oportunidad para medir nuestras fuerzas”66.
Pero antes de caer en esta euforia pasajera, sin embargo, Engels ya había advertido en el Congreso de Erfurt que el SPD debía seguir la senda revolucionaria, y no dar pábulo a ideas sobre una evolución “legal y pacífica” hacia el socialismo.
Al ver las grandes diferencias que separaban a lassalleanos y eisenachistas al principio de la década de 1870, Marx y Engels advirtieron el peligro que suponía la pérdida de claridad del programa, insistiendo en la necesidad de una demarcación sin ambigüedades. Una y otra vez subrayaban: “[…] nuestro partido puede hacer uso de individuos de cualquier clase social, pero no de grupos enteros que defiendan intereses capitalistas, pequeñoburgueses o campesinos”67. Incluso en la época de las Leyes Antisocialistas en la que cada vez más gente, con los trasfondos sociales más dispares (incluyendo a burgueses), se unía a la socialdemocracia, Engels perseveraba en su correspondencia con Bebel y Liebknecht en los siguientes términos:
“Cuando este tipo de individuos de clases ajenas se unen al movimiento del proletariado, lo primero que se les debe exigir es el abandono de todo remanente de la ideología burguesa o pequeñoburguesa […] Si bien podemos tener razones para tolerarlos por el momento [en un partido obrero] también tenemos la obligación de tolerarlos y nada más, sin dejar que influyan en la dirección del partido, y mantenernos alerta ante el hecho de que la ruptura con ellos es una cuestión de tiempo”68.
“El proletariado abandonaría su papel histórico fundamental […] si hiciera concesiones a las ideas y deseos de estos elementos (burgueses y pequeñoburgueses)”69.
Por tanto, Engels consideró la posibilidad de que, tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, pudiera haber una escisión entre el ala proletaria y el ala pequeñoburguesa del partido.
“Debemos todo este lío principalmente a Liebknecht, y a su predilección por los sabihondos de la burguesía con experiencia en impresionar a filisteos. No es capaz de resistirse a los literatos y mercaderes aficionados al socialismo. En Alemania son sin duda los más peligrosos […] La escisión acabará llegando, sin duda, pero creo que no deberíamos caer en provocaciones ni dejar que ocurra bajo las Leyes Antisocialistas”70.
Era evidente que el Estado intentaba aplastar y escindir al partido, y que cerrar filas en torno a él era la tendencia dominante en aquel momento. Pero la determinación de lucha frente a la represión no previene de forma automática frente al oportunismo. Al contrario: el oportunismo puede proliferar entonces incluso más, si no se mantiene una vigilancia consciente y práctica frente a su desarrollo.
En 1890, poco después de la abolición de las Leyes Antisocialistas, Engels reconocía que:
“El partido ha crecido tanto que la libertad absoluta de debate en su seno se ha convertido en una necesidad. No hay otra forma de asegurar la integración de los nuevos elementos que se nos han adherido en los últimos tres años, aún verdes en cuanto a una experiencia que deben asimilar y en la que deben ‘formarse’ […] El partido más grande del Reich no puede existir si no se expresan abiertamente todos sus claroscuros, y se debe evitar todo lo que se parezca siquiera a una dictadura a la Schweitzer”71.
Con la intención de crear un muro de contención frente a desviaciones inaceptables, se otorgaron los puestos de dirección del partido a funcionarios a tiempo completo, con un sueldo que abonaría la organización. Esto no conseguiría ofrecer, sin embargo, protección alguna contra el oportunismo o el ejercicio de la censura por parte de la dirección del partido. Para ser capaces de llevar adelante con mayor soltura la lucha contra el oportunismo, y sus representantes de la fracción del Reichstag, Engels llegó a decir que el ala radical debía tener su propio órgano de prensa independiente;
“Esta ‘nacionalización’ de la prensa que promovéis provocará un daño enorme si va demasiado lejos. Es imperativo que el partido disponga de una prensa que no esté bajo control directo del comité ejecutivo o incluso del congreso del partido, es decir, que pueda ejercer de oposición del partido, en el marco de la táctica y el programa aprobados, así como de poder someter a estos a la crítica dentro de los límites que marcan los estatutos del partido”72.
El Congreso de Halle de 1890 fue testigo del primer debate abierto con el grupo de oposición que la prensa burguesa denominó con el nombre de “Jungen”73. Precisamente, el único denominador común que parecían tener sus miembros era su juventud74.
La composición social del grupo era extremadamente heterogénea. En lo político, les unía principalmente su desconfianza hacia el peligro que representaba el parlamentarismo:
“1.) La actitud de los socialdemócratas en el Reichstag, por momentos, parece querer sembrar esperanzas en la posibilidad de que puede mejorarse significativamente la situación de la clase obrera en el marco de la sociedad capitalista. 2.) La agitación en las últimas elecciones al Reichstag se centran muy a menudo en ganar asientos parlamentarios antes que en formar a nuevos socialdemócratas. 3.) La fracción ha defendido a candidatos burgueses en las últimas elecciones de segunda vuelta. 4.) La actitud del grupo parlamentario con respecto a la cuestión del Primero de Mayo75 […] 6.) La forma que tienen algunos camaradas de tomarse críticas objetivas como insultos personales”76.
Pero esta crítica política de las tendencias oportunistas del partido quedó emborronada y perdió credibilidad, al insinuar Bruno Wille que había “corrupción” en las filas de los parlamentarios socialdemócratas, dándole al problema un enfoque individualista.
Durante una gran reunión del SPD en Berlín a finales de agosto de 1890, a la que asistieron más de 10.000 militantes, Bebel afrontó las críticas al SPD en un debate con algunos representantes de los Jungen. Al acabar, se aprobó una resolución en la que de los 4.000 participantes aproximados (de los 10.000 asistentes solo cabía la mitad en la sala) entre 300 y 400 votaron en contra de la resolución escrita por Bebel.
“La asamblea declara que la afirmación, defendida por varios grupos, de que la fracción socialdemócrata del Reichstag está implicada en casos de corrupción, de que pretende violar al partido y de que está ansiosa por eliminar la libertad de expresión en la prensa del partido, es un grave insulto a la fracción y a la dirección del partido, y no tiene el más mínimo fundamento. La Asamblea declara a su vez injustificados los ataques dirigidos contra la actividad parlamentaria de la fracción hasta la fecha”77.
Durante la conferencia del partido de Erfurt, una comisión de investigación presentó sus hallazgos sobre las acusaciones de algunos Jungen. No obstante, el mandato de esta comisión consistió en lidiar con dos tareas al mismo tiempo: las acusaciones de corrupción sistemática y de que se confiaran los fondos del partido a un grupo de parásitos. La comisión absolvió a los acusados de todos los cargos.
Al mismo tiempo, se rechazaron las críticas expresadas en un folleto anónimo que se distribuyó durante la conferencia del partido en Halle. En él se podía leer: “No acusamos a los jefes de falta de honestidad, sino de su excesiva consideración para con los poderes fácticos, resultado de sus nuevas condiciones de vida y la falta de contacto con la miseria del proletariado, el corazón latiente de la agonía del pueblo”78.
“La corrupción es lo peor que han podido traernos las Leyes Antisocialistas (Wille se refería con esto, sobre todo, al comportamiento político, y dirigió esta acusación principalmente a la dirección del partido)79.
A su vez, los Jungen advirtieron del peligro que corría el partido de entrar en un periodo de declive80.
La Comisión contraatacó frente a estos argumentos con sus propia investigación: “1.) Es falso que los líderes, a título individual, estén asfixiando sistemáticamente el espíritu revolucionario del partido. 2.) Es falso que exista una dictadura en el partido. 3.) Es falso que el movimiento haya entrado en decadencia y que la socialdemocracia se haya hundido al nivel de un partido reformista de la pequeñaburguesía. 4.) Es falso que se hayan pronunciado juramentos solemnes renegando de la revolución en la tribuna del Reichstag. 5.) A día de hoy, no se ha hecho nada que justifique la acusación de que se está intentando buscar la armonía entre la burguesía y el proletariado”81.
Finalmente, en el Congreso de Erfurt se acabó expulsando a varios miembros de Jungen que siguieron manteniendo sus acusaciones de corrupción. También se notificaron previamente varias dimisiones de la militancia de otros miembros del grupo. Tras el rechazo de una apelación contra su expulsión, la oposición fundó la “Asociación de Socialistas Independientes” (Verein Unabhängiger Sozialisten) el 8 de noviembre de 1891, poco después del Congreso de Erfurt (su órgano tomó el nombre de El Socialista, y fue publicado entre 1891 y 1899). Engels afirmó que no se dedicaba a otra cosa que a difundir “calumnias y mentiras”82.
Este grupo de oposición, surgido al principio de la década de 1890, mostró una vaga conciencia de los signos cada vez más alarmantes de degeneración del partido. Pero al poner la crítica política a la misma altura que un conjunto de acusaciones de corrupción contra los dirigentes del partido – sin pruebas sólidas – cayendo así en el personalismo – sus correctas advertencias sobre el peligro de degeneración perdieron fuerza, y pasaron a formar parte del arsenal de los oportunistas. Ya antes algunos representantes de los Jungen (Werner y Wille) habían afirmado que no era necesario tener un órgano central en el partido (como el periódico del partido, por ejemplo). Algunos Jungen se pronunciaron también en contra de la centralización y pedían una mayor laxitud estructural, pidiendo que se prescindiera de cualquier criterio de compromiso militante.
La consigna que marcó la fundación de los “Socialistas Independientes” fue: “la forma organizativa actual del partido restringe el movimiento de las clases sociales proletarias”. Por el contrario ellos defendían una “organización libre”, añadiendo que el propósito de la organización era ser una “asociación de discusión y educación”83.
Los “Socialistas Independientes” se escindieron poco después de establecerse como tal – algunos volvieron al SPD y otros se pasaron al anarquismo.
Para el SPD, lidiar con este grupo tan heterogéneo había supuesto un desafío por partida doble. Por un lado, las acusaciones personales, como las alegaciones de corrupción, no podían quedar sin respuesta. Y los que seguían manteniendo ese tipo de acusaciones sin poner ninguna prueba por delante no podían hacerlo sin asumir las consecuencias.
No obstante, al mismo tiempo puso a prueba la voluntad del partido a la hora de asumir las advertencias frente al oportunismo, que inevitablemente eran confusas, y hasta engañosas a veces, además de la arrogancia con la que se presentaron, como dijo Engels. Sin duda, no podía permitirse la expulsión del partido como medida frente a los desacuerdos políticos. Previamente a la conferencia del partido de Halle, Engels habló de esto:
“Probablemente podré ver a Bebel y a Liebknecht antes del Congreso, y haré todo lo posible para convencerles de la imprudencia que suponen todas las expulsiones que no se basen en la más clara evidencia de las acciones injuriosas contra el partido, sino simplemente en la enumeración interminable de cargos de oposición”84.
“Está claro que sois capaces de lidiar con los Jungen y sus partidarios en el Congreso. Pero asegúrate de no sembrar la semilla de futuros conflictos. No conviertas a nadie en mártir innecesariamente, muestra que la libertad de crítica prevalece, y si se tiene que expulsar a alguien que sea bajo la evidencia de hechos probados y descarados de deshonestidad y traición”85.
Tras el congreso de Erfurt, Engels aprobó las expulsiones de Jungen por su continuada labor de difusión de sospechas y acusaciones infundadas. Pero poco después se dio cuenta de que gente como Vollmar (representante de la derecha) era “mucho más peligrosa” que los Jungen86. Poco tiempo después moderó su punto de vista: describió los ataques de los Jungen a los “elementos pequeñoburgueses” del partido como “inestimables”87.
Hasta Bebel llegó a reconocer la influencia positiva que tuvieron los Jungen tras la publicación, en el verano de 1892, de la Der Klassenkampf in der Sozialdemokratie (La lucha de clases en la socialdemocracia) de Hans Müller. “Es realmente algo positivo en sí mismo que haya voces de la conciencia en el partido que lo llamen a la vigilancia. Si no hubiera surgido este grupo de oposición tendríamos que habernos inventado uno. Si les cae una regañina en la próxima conferencia del partido, ahí estaré yo para alabarles”88.
La batalla aquí descrita, entre las tendencias revolucionaria y oportunista de la socialdemocracia alemana, se recrudeció intensamente en los años subsiguientes, de 1890 a 1914. Describiremos este conflicto en la segunda parte del artículo.
Dino
1 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199603/1780/cuestiones-de-organizacion-i-la-primera-internacional-y-la-lucha-c [288]
2 La ciudad alemana de Eisenach albergó el congreso fundacional del SDAP.
3 https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero [141]
4 La respuesta de Engels a los lassalleanos en Volkstaat, mayo de 1873 está en las Obras Escogidas de Marx y Engels, Volumen 18, p. 319-325 (todas las citas de las Obras Escogidas se han traducido de la edición alemana).
5 Carta de Engels a Bebel, 20-6-1873, Obras Escogidas Vol 33, p. 590.
6 La Primera Internacional no sería disuelta oficialmente hasta la Conferencia de Filadelfia, el 15 de julio de 1876.
7 Engels a Conrad Schmidt, 12 de abril de 1890, Obras Escogidas Vol. 37, p. 384.
8 Marx escribió a Friedrich A. Sorge en los siguientes términos, el 27 de septiembre de 1873: “Así las cosas en Europa, pienso que lo más útil es dejar la organización de la Internacional en segundo plano por ahora y asegurarnos, en la medida de lo posible, de no perder la oficina central de Nueva York durante el proceso, e impedir a idiotas como Perret o a aventureros como Cluseret hacerse con el liderazgo y poner en peligro la causa […] Por ahora basta con no dejar escapar las conexiones con los camaradas más capaces de los diferentes países […] (Obras Escogidas Vol. 33, p. 606)
9 En 1873, los socialdemócratas austríacos llegaron incluso a elegir la plana editorial del Volkstaat alemán (El Estado del Pueblo) como árbitro de las disputas en el partido austríaco (The International Working Class Movement, Progress Publishers, Moscú 1976, Vol. 2, 1871-1904, p. 261).
10- En Gran Bretaña los obreros más militantes estaban activos en las Trade Union. La Federación Socialdemócrata se fundaría en 1884.
Francia: las organizaciones que quedaron en pie tras la Comuna de París eran de carácter puramente profesional, orientadas exclusivamente a la lucha económica. Solo a partir de 1878 veríamos la fundación del Parti Ouvrier, de corte electoralista; estuvo liderado por Guesde y Lafargue, con la participación directa de Marx, que escribió su plataforma política (ver The International Working Class Movement, p. 237). En Francia hubo una escisión entre los “posibilistas” (ala reformista) y los partidarios de Guesde – que resultó en la fundación de la Federation d’ouvriers socialistes.
Bélgica: se funda el Partido Socialista en 1879 y el Partido Obrero Belga en 1885.
Holanda: se funda en 1882 la Unión Socialdemócrata.
Suiza: se funda un Congreso Obrero General Nacional en primavera de 1873. En 1888 se funda el Partido Socialdemócrata Suizo.
España: se funda en 1879 el Partido Socialista Obrero Español.
Portugal: se funda en 1875 el Partido Socialista de Portugal.
Italia: no se fundó ningún partido durante la década de 1870. En 1881 se funda el Partido Socialista Revolucionario, que en 1883 se unificó con el Partito Operaio. En 1892 se funda el Partido Socialista en Génova.
EEUU: se fundan el Workingmen’s Party of Illinois en 1873 y el Social-Democratic Socialist Party of North America en 1874 (sobre la base de secciones de la Primera Internacional).
Hungría: se anuncia la fundación del Partido Obrero en marzo de 1873, siendo inmediatamente ilegalizado.
En 1883 Plekhánov funda en el destierro la primera organización socialdemócrata rusa, el grupo Emancipación del Trabajo.
Así las cosas, en el ecuador de la década de 1870 solo había organizaciones obreras en unos pocos países europeos, y en EEUU y otros países hasta cierto punto (ver The International Working Class Movement, p. 205). No obstante, el programa de Gotha tuvo influencia en otros partidos a partir de la segunda mitad de la década de 1870 y principios de la de 1880, como por ejemplo en la Liga Danesa de Socialdemócratas, fundada en 1876, así como en el Partido Socialista de Flandes, de 1877, el Partido Socialdemócrata Checoslovaco de 1878, la Liga Socialdemócrata de los Países Bajos de 1882 y el Partido Obrero General de Hungría de 1880.
11 Mehring, Geschichte der deutschen Sozialdemokratie, p. 451
12 Marx a Wilhelm Bracke, 5 de mayo de 1875, Obras Escogidas Vol. 19, p. 13
13 En su carta a Bebel del 12 de octubre de 1875 , Engels subraya el carácter anti-marxista de las ideas que conforman el programa de Gotha:
“1- Las frases y expresiones comunes del lassalleanismo que se han incluido siguen siendo una desgracia para nuestro partido, tales como la de la “masa reaccionaria” fuera de la clase obrera, la “ley de hierro de los salarios”, la “ayuda estatal para las cooperativas de producción”, etc. Según Engels, este era “el yugo de Caudin bajo el que se arrastró nuestro partido para mayor gloria del divino Lassalle”.
2- Las reivindicaciones democráticas vulgares, como la consigna del “Estado libre” que supuestamente se alza por encima de las clases.
3- Reivindicaciones de cara al Estado ‘actual’ completamente confusas e ilógicas.
4- Frases generales “robadas sin más del Manifiesto Comunista y los Estatutos de la Internacional y reescritas para expresar una completa falsedad o un sinsentido […] Reina el más alto grado de desorden en todo el programa, es incoherente, ilógico, vergonzoso” (Obras Escogidas, vol. 34, p. 158).
14 Engels a Bracke, Obras Escogidas, Vol. 34 p. 155
15 “Por tanto, el principio de la naturaleza internacional del movimiento obrero es prácticamente negado por el momento, a pesar del hecho de que este principio se ha defendido de la forma más gloriosa durante 5 años, en las más difíciles circunstancias. La posición del movimiento obrero alemán como el más avanzado del movimiento europeo se basa esencialmente en su actitud genuinamente internacionalista durante la guerra” (Engels a Bebel, Obras Escogidas, Vol. 19, p. 4, 18/28. 3. 1875).
16 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 449-450
17 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 453
18 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 419
19 Mehring, Vol. 2, p. 516
20 Declaración de Höchberg, Bernstein y Schramm. Escribieron las “Revisiones del movimiento socialista en Alemania”, rechazando el carácter revolucionario del partido y pidiendo la transformación del SAPD en un partido reformista democrático pequeño-burgués. (Documents and Materials, III, p. 119). Por miedo a la represión, el ala del partido en torno a Eduard Bernstein se pronunció a favor de la transformación del SAPD en un partido legalista y reformista, lo que quitaría su razón de ser a la ilegalización.
21 Circular a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros de Marx y Engels, 17/18 9.1875, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.
22 Circular de Marx y Engels a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros, Obras Escogidas, Vol. 17 (18 de septiembre de 1879)(citado en The International Working Class Movement Vol. 2, p. 235).
23 Dieter Fricke, On the history of the German worker’s movement 1869-1917, p. 204.
24 Documents Vol. III, p. 148.
25 En vista del peligro que suponía una estructura ilegal tan centralizada, es decir, que podía ser desmantelada rápidamente por la policía si se decidía a atacar, Engels argumentó que “cuanto más fluida parezca ser la organización, más fuerte será en realidad” (Engels a J. Ph. Becker, 1 de abril de 1880, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 441).
26 Apelación de los Representantes del SAPD del 18 de septiembre de 1880 sobre las tareas posteriores al Congreso de Wyden (Documents, Vol. III, p 153).
27 Fricke, Íbid., p. 211.
28 “Resolución sobre la Organización del Partido.
1. La representación oficial del partido queda asignada a los diputados del Reichstag.
2. En el caso de que las elecciones al Reichstag del año que viene resulten en un cambio substancial del número de diputados, tanto los diputados salientes como los entrantes deben ponerse de acuerdo con respecto a quien continuará cada actividad, implicando a camaradas de confianza en la organización. Este reparto de actividades es asunto exclusivo de los miembros del Parlamento.
(5) La organización de cada puesto individual se deja a discreción de los camaradas que residan en la zona, pero el Congreso declara que es deber de todos los camaradas asegurar las mejores conexiones posibles en cada momento”.
29 Lenin, “Sobre dos cartas”, Obras Completas, Vol. 15, p. 291.
30 Der Sozialdemokrat, 12 de abril de 1883 (Documents).
31 Bebel, “Discursos y escritos escogidos” (Ausgewählte Reden und Schriften), Vol. 2, p. 106F, (en Fricke, p. 193).
32 Dirk H. Müller, Idealismus und Revolution, p. 15.
33 Carta de Bebel a Liebknecht del 26 de julio de 1885, International Institute for Social History, Amsterdam, Nachlass Liebknecht, p. 108-111 (en Fricke, p. 276).
34 Engels a Bebel, 4 de agosto de 1885, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 292.
35 “El Grupo Socialdemócrata del Reichstag alemán”, Der Sozialdemokrat, nº 14, 2 de abril de 1885 (en Documents, Vol. III, p. 223).
36 La cuestión del “subsidio de barcos a vapor” reveló la intención de varios miembros del parlamento de apoyar las peticiones de subsidios del gobierno, en su lucha contra otros Estados en la conquista del planeta por el transporte marítimo alemán.
37 Carta de protesta de Bebel, del 5 de abril de 1885, contra las declaraciones de la fracción socialdemócrata del Reichstag. IISG Amsterdam, NL Bebel, nº 42 (en Documentos y Materiales de las Obras Escogidas de Marx y Engels, Vol. 3, p. 226).
38 N. del T.: término con el que se designaban los edictos zaristas rusos.
39 Documentos, Vol. III, p. 229.
40 Ibíd., p. 231.
41 Ibíd., Vol. 3, p. 177, 2 de febrero de 1892, Der Sozialdemokrat.
42 Engels a Bebel, 21 de junio de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 225.
43 Engels a Bebel, 28 de octubre de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 383.
44 Engels a Bebel, 10/11 de mayo de 1883, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 27.
45 Engels a Bebel, 11 de octubre de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 215.
46 “Resolution über die Errichtung einer internationalen Verkehrsstelle unter den Sozialisten”, Documents, Vol. 3, p. 149.
47 Fricke, Ibíd.
48 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1761/1996-84-a-87 [289]
49 El principio de que los miembros del partido deben pagar cuotas de militancia no se mencionaba explícitamente para evitar medidas penales por el Acta de Asociaciones.
50 Ignaz Auer sería posteriormente bien conocido por representar la quintaesencia del oportunismo, cuando le comentó a Eduard Bernstein: “Lo que tú estás pidiendo, querido Ede, no es algo que uno deba admitir abiertamente ni someter a votación formal alguna; es algo que, simplemente, se hace”.
51 Circular nº 1 del Comité Ejecutivo del SPD de octubre de 1890, sobre la Construcción del Partido, Documents, Vol. 3, p. 348.
52 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904 [290]
53 Protocols of the Negotiations of the Party Congresses of the Social Democratic Party of Germany Halle 1890 and Erfurt 1891, Leipzig 1983 – Foreword to Halle Party Congress, p. 32.
54 Carta de Bebel a Engels, 27 de agosto de 1890, Bebel Ibíd., p. 365.
55 Prefacio de los Protocolos, 29, cita original de Bebel en su Carta a Victor Adler del 5 de septiembre de 1890, en Selected Speeches and Writings, Vol. 2, p. 371.
56 Engels, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 371.
57 Hemos tratado estas debilidades en detalle en varios artículos, entre otros los que pueden verse en la Revista Internacional 84 y 85, mencionadas más arriba.
58 Las medidas represivas se sucedían con mucha frecuencia. En 1895, por ejemplo, el comisario de la policía berlinesa ilegalizó al órgano ejecutivo del partido en Berlín (lo que es decir que lo disolvió, aunque esto no afectara al partido a nivel local o nacional). Una vez más se tuvo que transferir la dirección del partido a la fracción en el Reichstag. Estas medidas policiales asustaban a los que estaban “sentados en el sofá democrático”, camino de perder su espíritu de lucha.
59 Zur kritik des sozialdemokratischen Programmstwurfs 1891, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 234. La Kritik de Engels no vería la luz hasta 10 años más tarde, cuando la dirección del SPD finalmente consintió su publicación. Las circunstancias de esto nunca se aclararon del todo. En una nota preliminar, la dirección del SPD señaló que el manuscrito de Engels fue hallado en los archivos de W. Liebknecht, que murió en el año 1900 (Obras Escogidas, Vol. 22, p. 595).
60 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion [291]
61 Engels a Kautsky, 8 de enero de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 230.
62 Der Sozialismus in Deutschland, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 250.
63 Engels a Bebel, 29 de septiembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 163.
64 Engels, Einleitung zur englischen Ausgabe der “Entwicklung des Sozialismus“, 1892, Obras Completas, Vol. 22, p. 311.
65 Engels a Pablo Iglesias, 26 de marzo de 1894, Obras Escogidas, Vol. 39, p. 229. Aunque relativizara esta declaración con la reserva de que futuros desarrollos de la situación histórica podrían poner en cuestión todas las predicciones, como por ejemplo una guerra en Europa con consecuencias terribles a nivel mundial, se puede ver bien la influencia que tuvo en Engels el éxito electoral del SPD (ver también la carta de Engels a Bebel del 26 de octubre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 189).
66 Hamburger Parteitag, 1897, Protocols, p. 123.
67 Ibíd.
68 Engels, El problema campesino en Francia y Alemania, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 493.
69 Engels a Bebel, Liebknecht y otros, mediados de septiembre de 1879, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.
70 Engels a Bebel, 24 de noviembre de 1879
71 Engels a Sorge, 9 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 440.
72 “Probablemente tengamos que romper con él [Vollmar] este año o el que viene; parece empeñado en forzarnos a adoptar su socialismo de Estado. Pero dado que es un intrigante habilidoso y que yo tengo una dilatada experiencia en lidiar con este tipo de elementos, me daré la libertad de darte unos cuantos consejos – teniendo en cuenta que M[arx] y yo, más de una vez, hemos cometido auténticas chapuzas tácticas contra este tipo de gente y hemos tenido que pagar un alto precio por ello. Lo que más desea esta gente es intentar demostrar formalmente lo equivocados que estamos, lo cual debemos evitar. Si lo logramos, empezarán a bombardearnos con cuestiones secundarias con las que intentarán oscurecer el problema principal, al verse en una posición de debilidad en su discusión. Por tanto, debes cuidar las expresiones que uses, ya en público como en privado. Ya te habrás dado cuenta de lo habilidoso que es este hombre a la hora de emplear tus declaraciones sobre Liebknecht para crear tensión entre él, Liebknecht y tú, dejándote a ti en medio de su disputa. Por otro lado, dada la importancia que tiene para ellos difuminar la cuestión principal, hay que prevenir toda situación que se lo facilite; todas las cuestiones secundarias objeto de polémica para ellos deben afrontarse de la forma más rápida y convincente posible, para que les quede clara de una vez por todas, aunque por lo general estas cuestiones secundarias se deben evitar todo lo que se pueda, a pesar de la tentación de caer en ellas. No hacerlo provocará que el objeto del debate se extienda cada vez más y que se acabe alejando del punto de contención original. En una situación así no hay victoria posible, y el manipulador tendrá ya su pequeña victoria, o al menos, apuntará una derrota moral a nuestra cuenta” – Engels a Bebel, 23 de julio de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 407.
73 Un año después, 12 de los 250 delegados al Congreso de Erfurt pertenecían a este grupo.
74 Cuatro de estos delegados tenían unos 30 años de edad, uno de ellos tenía 23 y la mayoría solo habían pertenecido al partido por un periodo de 2 a 3 años. Uno de ellos, Bruno Wille, ni siquiera era militante. Eran sobre todo estudiantes, trabajadores por cuenta propia, o como el caso de Wille, se ganaban la vida con empleos como el de orador público.
75 El órgano ejecutivo del partido y el grupo parlamentario se opusieron a una huelga organizada para el Primero de Mayo.
76 Dirk H. Müller, Idealism and Revolution, Zur Opposition der Jungen gegen den Sozialdemokratischen Parteivorstand, p. 50, contribución de H. Müller (der Klassenkampf…) p. 88 y ss., nº 35 del 30 de agosto de 1890.
77 Müller, Ibíd., p. 64.
78 Müller, Ibíd., p. 89.
79 Müller, Ibíd., p. 52.
80 “La táctica del partido es completamente errónea. 9.) El socialismo y la democracia no tienen absolutamente nada en común con los discursos de nuestros miembros […] 12.) Hablar de un desarrollo pacífico de la sociedad actual hacia el Estado socialista es un disparate. Los que defienden esta postura son mucho peores que los peores extremistas políticos” (“Acusaciones de la oposición en Berlín”, p. 24 en el original, en D. H. Müller, p. 94).
81 Erfurter Parteitagsprotokoll, p 318.
82 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.
83 La proporción de obreros en la dirección de este grupo era insignificantemente baja; había muchos más “escritores”, pequeñoburgueses, que obreros (Müller, ibíd., p. 130-133).
84 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.
85 Engels a Liebknecht, 10 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 445. Ver también Engels a Laura Lafargue, 27 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 193.
86 Engels a Sorge: “Mr. Vollmar […] es mucho más peligroso, es más astuto, más perseverante […]”, 24 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 183.
87 Engels a Victor Adler, 30 de agosto de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 444: “… ¿pero qué clase de elementos burgueses hay en la fracción parlamentaria, que siempre acaban reelegidos? Parece que un partido obrero solo puede elegir entre trabajadores que sean destituidos al instante y arrojados luego a la lista de pensionistas del partido o burgueses que solo miran por sí mismos y avergüenzan al partido. Puestos a elegir entre estas dos fuerzas, los Independientes son impagables”.
88 Bebel a Engels, 12 de octubre de 1892, Bebels-Engels p. 602 (en Müller, Ibíd., p. 126).
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A principios de 2020, la crisis mundial de Covid-19 aparecía como el producto de la descomposición del sistema capitalista, a la vez que la aceleraba en varios niveles: importante desestabilización económica, pérdida de credibilidad de los aparatos del Estado, acentuación de las tensiones imperialistas.
Hoy en día, la guerra en Ucrania expresa una etapa más de esta intensificación a través de una característica importante de la inmersión del capitalismo en su período de decadencia y, en particular, en la fase de descomposición, la exacerbación del militarismo.
La brutalidad de esta aceleración no había sido anticipada en los informes anteriores (cf. el informe y la resolución sobre la situación internacional de la 24ª Congreso Internacional de la CCI1) y, aunque el informe sobre las tensiones imperialistas de noviembre de 20212 subrayaba en su último punto la expansión del militarismo y de la economía de guerra (§ 4. 3.) y la propagación del caos, la inestabilidad y la barbarie bélica (§ 4.1.), su repentina aceleración en Europa a través de la invasión masiva rusa de Ucrania sorprendió a la CCI.
Desde un punto de vista general, hay que recordar que el desarrollo del militarismo no es propio de la actual fase de descomposición, sino que está inseparablemente ligado a la decadencia del capitalismo: “De hecho, el militarismo y la guerra imperialista constituyen la manifestación central de la entrada del capitalismo en su período de decadencia (...), hasta tal punto que, para los revolucionarios de la época, imperialismo y capitalismo decadente se convierten en sinónimos. Dado que el imperialismo no es una manifestación particular del capitalismo, sino su forma de vida para todo el nuevo período histórico, no es tal o cual Estado el que es imperialista, sino todos los Estados, como señala Rosa Luxemburgo. En efecto, si el imperialismo, el militarismo y la guerra se identifican tan estrechamente con el período de decadencia, es porque éste corresponde al hecho de que las relaciones de producción capitalistas se han convertido en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas” (“Militarismo y descomposición”, Revista Internacional 64, 1991, pt33). En los 75 años transcurridos entre agosto de 1914 y noviembre de 1989, el capitalismo sumió a la humanidad en más de diez años de guerras mundiales y luego en casi 45 años de “guerra fría” y de “coexistencia” armada entre los bloques estadounidense y soviético, que se materializaron en enfrentamientos mortales en la periferia de las dos alianzas (Vietnam, Oriente Medio, Angola, Afganistán) y en una loca “carrera armamentística”, que finalmente resultó fatal para el bloque del Este.
En una situación en la que tanto la burguesía como el proletariado fueron incapaces de imponer una solución a la crisis histórica del capitalismo, el colapso del bloque soviético abrió la fase de descomposición caracterizada por una explosión total del cada uno para sí y del caos, producto de la ruptura de los bloques y de la desaparición de la disciplina que imponían. El militarismo se manifestó en un sin fin de conflictos bárbaros, a menudo en forma de guerras civiles, por la explosión de las ambiciones imperialistas y la desintegración de las estructuras estatales: Somalia, Yugoslavia, Afganistán, Irak, Siria, Donbass y Crimea, el Estado Islámico, Libia, Sudán (del Norte y Sur), Yemen, Malí. Estos también tendieron a acercarse a Europa (Yugoslavia, Crimea, Donbass) y a tener un fuerte impacto en ella a través del flujo de refugiados.
Sin embargo, la guerra actual en Ucrania no es sólo una continuación del desarrollo del militarismo en descomposición, descrito anteriormente, sino que sin duda representa una profundización cualitativa extremadamente importante del militarismo y sus concreciones bárbaras por varias razones:
- es el primer enfrentamiento militar de esta magnitud entre Estados que tiene lugar a las puertas de Europa desde 1940-45, y está generando un caos económico y una avalancha de millones de refugiados en los países europeos, de modo que el corazón de Europa se está convirtiendo en el teatro central de los enfrentamientos imperialistas;
- esta guerra involucra directamente a los dos países más grandes de Europa, uno de los cuales tiene armas nucleares u otras armas de destrucción masiva y el otro es apoyado financiera y militarmente por la OTAN. Este enfrentamiento entre Rusia y la OTAN tiende a revivir el recuerdo de la confrontación de bloques de los años cincuenta a los ochenta y el terror nuclear que le siguió, pero se produce en un contexto mucho más imprevisible, precisamente por la ausencia de bloques constituidos y la disciplina de bloque que ello implica (más adelante se hablará de ello);
- la magnitud de los combates, las decenas de miles de muertos, la destrucción sistemática de ciudades enteras, la ejecución de civiles, el bombardeo irresponsable de centrales atómicas, las considerables consecuencias económicas para todo el planeta ponen de manifiesto tanto la barbarie como la creciente irracionalidad de los conflictos que pueden conducir a una catástrofe para la humanidad.
El desarrollo de la guerra en Ucrania sólo puede entenderse entendiéndolo como el producto directo de dos tendencias dominantes que marcan las relaciones imperialistas en el actual período de descomposición y que la CCI ha destacado en sus informes anteriores: por un lado, la lucha de Estados Unidos contra el irremediable declive de su hegemonía mundial, que se traduce en el estímulo al desarrollo del caos en el mundo, y por otro lado, la exacerbación de las ambiciones imperialistas de todos los países, que ha reanimado en particular la agresividad de Rusia, que pretende recuperar un lugar importante en la escena imperialista con un persistente espíritu de revancha.
Desde la presidencia de Obama, la burguesía estadounidense se ha centrado cada vez más, desde el punto de vista económico y militar, en su principal contrincante, China. En este punto, hay una continuidad absoluta entre las políticas de las administraciones de Trump y Biden. Sin embargo, sobre cómo “neutralizar” a Rusia, las diferencias aparecen: Trump pretendía más bien contratar los servicios de Rusia contra China, pero esta opción encontró la resistencia y la oposición de amplios sectores de la burguesía estadounidense, así como de las estructuras del Estado (servicios secretos, ejército, diplomacia, ...), dados los turbios lazos que unían a Trump con la facción gobernante rusa, pero sobre todo por la desconfianza de una alianza con un país que ha sido el enemigo absoluto durante 50 años. La estrategia de la parte dominante de la burguesía estadounidense, representada hoy por la administración Biden, consiste más bien en asestar golpes decisivos a Rusia para que deje de ser una amenaza potencial para Estados Unidos: “Queremos que Rusia quede tan debilitada que ya no pueda hacer cosas como invadir Ucrania”, dijo el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, durante su visita a Kiev el 25 de abril4. Esta política de debilitamiento de Rusia también le permite lanzar una advertencia indirecta a China (esto es lo que tendrá si se decide invadir Taiwán) e imponerle un revés estratégico, ya que el conflicto reduce drásticamente el potencial militar de Putin y, por tanto, convierte su “alianza” con Xi Jinping en una carga para este último.
La crisis ucraniana ofreció a la administración Biden una oportunidad excelente para poner en práctica de forma maquiavélica esa estrategia para debilitar radicalmente a Rusia y atrapar a China.
La facción dominante de la burguesía rusa, por su parte, cometió el error crucial de confundir la debacle táctica estadounidense en Kabul con una derrota estratégica, cuando se trataba fundamentalmente de un reposicionamiento de las fuerzas estadounidenses contra su adversario central, China. Para acentuar el retorno del imperialismo ruso al primer plano desde el colapso de la URSS, pensó que era un buen momento para dar un golpe recuperando Ucrania (o al menos grandes zonas estratégicas de ella). Aunque la facción de Putin considera que Ucrania forma parte de la “Rusia histórica”, no sólo está cada vez más fuera de su esfera de influencia, sino que corre el riesgo de convertirse en la punta de lanza de la OTAN a menos de 500 km de Moscú.
Al hacerlo, Putin cayó en una trampa tendida por Estados Unidos. Ellos tendieron una trampa maquiavélica muy parecida a la que se tendió a Saddam en la primera Guerra del Golfo por su invasión de Kuwait: gritar a los cuatro vientos que las tropas rusas estaban a punto de invadir Ucrania a gran escala mientras especificaban que ellos mismos no intervendrían porque “Ucrania no forma parte de la OTAN”. En consecuencia, Putin no podía hacer menos sin que se interpretara como un retroceso de la línea dura de Biden, especialmente porque la respuesta de Estados Unidos parecía inicialmente probable que se limitaría al tipo de medidas de represalia aplicadas durante la ocupación de Crimea en 2014.
Al atraer con éxito a Rusia a una guerra a gran escala en Ucrania, la maquiavélica maniobra de Estados Unidos le ha permitido, sin duda, ganar a corto plazo importantes puntos en tres frentes cruciales:
La guerra ha permitido obligar a los países europeos que hacían gala de cierta independencia a alinearse (mientras que esto no tuvo ningún éxito en el momento de la invasión de Irak en 2003). De hecho, la OTAN ha recuperado todo su esplendor bajo el control de Estados Unidos, mientras Trump pensaba incluso en retirarse de ella (en contra de los deseos de sus militares). Los “aliados” europeos contestatarios fueron llamados al orden: Alemania y Francia, por ejemplo, rompieron sus lazos comerciales con Rusia y se apresuraron a realizar las inversiones militares que Estados Unidos venía exigiendo desde hacía 20 años. Nuevos países, como Suecia y Finlandia, solicitan el ingreso en la OTAN y la UE llegará a depender parcialmente de Estados Unidos en materia de energía. En resumen, lo contrario de las ilusorias esperanzas de Putin de que los Estados europeos se dividan por la cuestión ucraniana.
La guerra implica ya un considerable debilitamiento de Rusia, tanto militar como en lo económico, debilidades que se intensificaran en la medida que la guerra continúe. Los resultados ya son dramáticos para Rusia después de casi tres meses de la “operación especial”:
las fuerzas armadas rusas han sufrido aplastantes derrotas sobre el terreno, con el fracaso de la ofensiva relámpago sobre Kiev destinada a eliminar el régimen de Zelenski, la toma del espacio aéreo sobre toda Ucrania, la toma de Kiev y Járkov, la ofensiva hacia Odessa, el corte de las salidas marítimas de Ucrania y la conjunción con la república de Transnistria. La retirada de las tropas rusas del norte de Ucrania y la vuelta a objetivos más limitados en el Donbass y a una estrategia militar menos ambiciosa, pero igual de sangrienta, de ir mordisqueando el territorio kilómetro a kilómetro, pueblo a pueblo, con bombardeos intensivos de artillería (tipo Marioupol, como en Alepo en Siria), El nuevo planteamiento de la guerra muestra que Rusia se había planteado objetivos imposibles de alcanzar con sus capacidades militares actuales, en ese sentido se trata de una política más realista, pero aún más sangrienta y destructiva pues va a permanentizar los frentes militares.
El ejército ruso se encuentra con miles de tanques y vehículos blindados fuera de servicio, decenas de helicópteros y aviones derribados, el buque insignia de la flota del Mar Negro (el Moskva) hundido, y ataques cada vez más frecuentes a depósitos de combustible o de armas y centros logísticos en la propia Rusia. Más allá de estas cifras, es sobre todo la modernización del armamento ruso lo que está mostrando sus límites, con armas sofisticadas que están llenas de defectos en su funcionamiento y cuyas existencias se están agotando, y el caos organizativo en el seno del ejército, que está provocando problemas de abastecimiento de alimentos y combustible, que se ven agravados por la corrupción que reina en el ejército e incluso por el sabotaje en su seno.
Las tropas rusas han sufrido grandes pérdidas (según los analistas militares): más de 15,000 muertos y cerca de 40,000 soldados fuera de combate (muertos, heridos, prisioneros y desertores), es decir, cerca del 20% de las fuerzas inicialmente comprometidas, lo que equivale a las sufridas en 8 años en Afganistán en la década de 1980. La moral de los soldados es baja, pues no entienden por qué están allí, donde no son recibidos como liberadores, y la guerra no es popular. Por ello, la burguesía rusa evita enviar reclutas (de ahí que Rusia habla de “operaciones especiales” y no de guerra) y recurre masivamente a los mercenarios (organización Wagner o “Kadirovni” chechenos) o coloca miles de ofertas de trabajo en páginas web especializadas para “kontraktniki” (contratos cortos para soldados especializados), generalmente procedentes de las regiones más pobres de Rusia. Si los “crímenes de guerra” son, por definición, uno de los “efectos colaterales” de cualquier guerra, las masacres de civiles y la destrucción de ciudades enteras son especialmente destacadas en esta guerra, por un lado, por la desmoralización y la desesperación existentes en las unidades rusas y, por otro, por el tipo de guerra “urbana” que buscan los ucranianos dada la disparidad de poder militar entre los protagonistas.
Sin embargo, Putin no puede detener las hostilidades a estas alturas porque está desesperado por conseguir trofeos que justifiquen la operación a nivel interno y por salvar lo que queda del prestigio militar de Rusia, lo que provocará aún más pérdidas militares, humanas y económicas. Por otra parte, dado que cuanto más dure la guerra, más se erosionará el poder militar y la economía de Rusia, Estados Unidos, cínicamente, tampoco tiene interés en fomentar el cese de las hostilidades, aunque este suponga el sacrificio de personal militar, civiles y centros urbanos en Ucrania, porque quiere desangrar a Rusia. En este sentido, las actuales campañas en torno a la defensa de la Ucrania mártir, los crímenes de guerra rusos (Butcha, Kramatorsk, Marioupol, ... ) y la puesta en marcha de un “genocidio de ucranianos”, campañas orquestadas por Estados Unidos y Gran Bretaña en particular y que se dirigen personalmente a Putin (“Putin ha perdido la razón”; “Rusia no forma parte de nuestro mundo”), permiten contrarrestar cualquier perspectiva de negociación a corto plazo (auspiciada por Francia y Alemania o incluso por Turquía) y llevar al máximo el debilitamiento de Rusia, o incluso estimular un cambio de régimen. En resumen, en las condiciones actuales, la carnicería sólo puede continuar y la barbarie extenderse, probablemente durante meses o incluso años, y esto en formas particularmente sangrientas y peligrosas, como la amenaza de utilizar armas nucleares tácticas.
Detrás de Rusia, los Estados Unidos apuntan fundamentalmente a China y mantiene la presiona porque el objetivo básico de la maniobra maquiavélica estadounidense es debilitar la pareja ruso-china y enviar una advertencia a China. Este último reaccionó de forma reservada a la invasión rusa deplorando “el regreso de la guerra al continente europeo” y pidiendo “el respeto de la soberanía” y “la integridad territorial de acuerdo con los principios de la ONU” (Xi Jinping, 08.03.22). De hecho, China también mantiene estrechos vínculos con Ucrania (14.4% de las importaciones ucranianas y 15.3% de las exportaciones) y ha firmado un “acuerdo de cooperación estratégica” con el presidente Zelensky “que consagra el papel fundamental de su país en los proyectos de las Nuevas Rutas de la Seda euroasiáticas” (Le monde diplomatique (LMD, abril de 2022, p.9). Sin embargo, el conflicto ucraniano está bloqueando varios ramales de la Ruta de la Seda, lo que sin duda es un objetivo importante de la maniobra estadounidense.
Por lo tanto, lejos de ganar la situación generada por la guerra en Ucrania, China se enfrenta a un dilema irresoluble: Rusia, está ya muy debilitada, se ve obligada a pedir ayuda a China, que sin embargo es cauta y ha evitado hasta ahora apoyar abiertamente la “operación especial” de su aliado, porque al ayudar a una Rusia debilitada se corre el riesgo de debilitar también a China: provocaría represalias económicas y la pérdida de rutas comerciales y mercados con Europa e incluso con Estados Unidos, que son mucho más importantes que su comercio (3% de sus importaciones y 2% de sus exportaciones) con Rusia. Por otra parte, el colapso del poder militar de Rusia y las inmensas dificultades de su economía harán de Rusia un aliado que ya no podrá contribuir con su punto fuerte (su experiencia militar) y que corre el riesgo de convertirse en una carga embarazosa para China.
Así que Pekín, aunque las desaprueba, está aplicando las sanciones de una manera más simbólica que incapacitantes para Rusia: la Banca Asiática de Inversión en Infraestructuras ha suspendido sus operaciones con Rusia y Bielorrusia, y las grandes refinerías estatales chinas han dejado de comprar petróleo a Rusia por temor a las represalias de los países occidentales. Asimismo, los principales bancos estatales se niegan a financiar acuerdos energéticos con Rusia porque son demasiado arriesgados. Sin embargo, entre bastidores, estas mismas empresas estatales están comprando a través de empresas de fachada y contratos a largo plazo en los mercados internacionales las reservas baratas de petróleo y gas natural licuado ruso no deseado.
Si bien a corto plazo la guerra de Ucrania puede haber fomentado una atmósfera de bipolarización, sobre todo por la imagen propagada de un enfrentamiento entre el “bloque de la autocracia” y el “bloque de la democracia”, promovido intensamente por Estados Unidos, esta impresión debe reconsiderarse al analizar el posicionamiento de China (véase el punto anterior). Y a más largo plazo, las implicaciones de las actuales hostilidades bélicas, lejos de favorecer un reagrupamiento estable de los imperialismos, acentuarán, por el contrario, las oposiciones y tensiones entre buitres.
Al llevar al límite el conflicto ucraniano, Estados Unidos está alimentando el desarrollo del cada uno para sí, a pesar de la unidad impuesta temporalmente a Europa. Durante la votación de la ONU sobre la exclusión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos, 24 países votaron en contra y 52 se abstuvieron: India, Brasil, México, Irán, pero también Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) desarrollan su propia posición imperialista sin alinearse detrás de Estados Unidos o Rusia y no participan en el boicot a estos últimos: “A diferencia de la mayoría de las naciones occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, los países del Sur adoptan una postura prudente ante el conflicto armado entre Moscú y Kiev. La actitud de las monarquías del Golfo, aliadas de Washington, es emblemática de esta negativa a tomar partido: denuncian tanto la invasión de Ucrania como las sanciones contra Rusia. Así, está surgiendo un mundo multipolar en el que, en ausencia de diferencias ideológicas, son los intereses de los Estados los que priman” (LMD, mayo de 2022, p.1). Japón, que ha iniciado su rearme y se muestra agresivo con Rusia y China, hace valer claramente sus propias ambiciones imperialistas al negarse a detener el proyecto de gasoducto con Rusia. Turquía, miembro de la OTAN, persigue sin embargo sus propios objetivos imperialistas manteniendo buenas relaciones con Rusia (aunque también hay disputas sobre Libia y la guerra entre Armenia y Azerbaiyán). Incluso los países europeos no cortan todos los contactos con Rusia (Francia o Italia se resisten a cerrar las filiales de sus empresas, el gasoducto Rusia-Europa a través de Ucrania sigue funcionando, aunque con reducciones ocasionales, y proporciona ingresos financieros a ambos beligerantes, Bélgica excluye al sector del diamante de las medidas de boicot, etc.) y Hungría incluso mira con envidia a la Transcarpatia ucraniana con sus minorías húngaras. Esta tendencia a la exacerbación de una actitud brutal del cada uno para sí se verá acentuada por las fuertes repercusiones imperialistas y económicas de la guerra en Ucrania.
Para la Federación Rusa, las consecuencias de esta “operación especial” serán pesadas y corren el riesgo de constituir una segunda desestabilización profunda después de la fragmentación resultante de la implosión de su bloque (1989-92): en el plano militar, perderá probablemente su rango de segundo ejército del mundo; su economía, ya debilitada, caerá aún más en la decadencia (un descenso del 12% de la economía según el Ministerio de Finanzas ruso, la mayor caída desde 1994). La campaña en torno a los crímenes de guerra rusos y el establecimiento de estructuras internacionales de investigación y juicio tienen como objetivo final que Putin y sus asesores sean juzgados por un tribunal internacional por “crímenes de guerra” e incluso por “genocidio”. De este modo, las tensiones internas entre las facciones de la burguesía rusa sólo pueden intensificarse, mientras que la facción de Putin se ve obligada a luchar con la energía de la desesperación para sobrevivir. Los miembros de la facción gobernante (por ejemplo, Medvedev) ya están advirtiendo de las consecuencias: un posible colapso de la Federación Rusa y la aparición de varias mini Rusias con líderes impredecibles y armas nucleares.
Las consecuencias de la crisis ucraniana son peligrosamente desestabilizadoras para el principal rival de Estados Unidos, China. Se trata, en primer lugar, del dilema de su actitud hacia Rusia ante el temor de sanciones para su economía, pero también del bloqueo de importantes arterias de su Ruta de la Seda: “Por el momento, la gran obra del presidente chino -las rutas de la seda que se abren camino hacia Europa a través de Asia Central- está amenazado. Al igual que su esperanza de estrechar lazos con la Unión Europea como contrapeso a Estados Unidos" (LMD, abril de 2022, p.9). La guerra ruso-ucraniana llega en muy mal momento para Xi Jinping, a pocos meses del congreso del PCC en el que debería renovar su mandato para un tercer periodo, sobre todo porque la pandemia vuelve a hacer estragos y las perspectivas económicas son mediocres5.
La economía china sigue sufriendo mucho la pandemia, con los 27 millones de habitantes de su metrópolis industrial y comercial, Shangai, bloqueados en marzo y abril, y ahora también grandes partes de la capital, Pekín. La población está expresando cada vez más su pánico y descontento ante las semanas de encierro inhumano. Sin embargo, el gobierno difícilmente puede revisar su política de “cero Covid”: (a) por la bajísima tasa de vacunación entre las personas mayores y la mala calidad de las vacunas chinas frente a las variantes actuales; (b) y sobre todo por el impacto político que tendría el cambio de estrategia en vísperas del 20º Congreso del PCCh en la facción de Xi, que la ha defendido sin descanso. En Shanghái, por ejemplo, Xi impuso un drástico bloqueo contra el “sabotaje” de los cuadros locales, provocando un fuerte descontento entre la población. Envió a 50,000 miembros de la fuerza policial armada especial de Shandong, bajo la responsabilidad del gobierno central, para que “tomaran el control de la situación”. Para Xi, “la estrategia de ‘cero Covid’ funciona, hay que ‘limpiar’ Shanghái. Fracasar sería reivindicar, por defecto y al menos en parte, a la oposición que intenta oponerse a su reelección” (“Cero Covid en Shanghái: la batalla política de Xi Jinping”, A. Payette, Asialyst, 14.04.22). Y esto a toda costa: los expertos del banco de inversión japonés Nomura calcularon a principios de abril que 45 ciudades chinas, que representan el 40% del PIB de China, estaban sometidas a un bloqueo total o parcial. Estas medidas drásticas están causando grandes problemas en el transporte por carretera y en los puertos (a finales de abril había más de 300 barcos esperando a ser descargados en Shanghái, el triple que, en 2020, cuando la situación ya era crítica), así como interrupciones en la producción industrial y en las cadenas de suministro nacionales e internacionales.
La desaceleración de la economía, acentuada por los repetidos bloqueos de los dos últimos años en el marco de la política del “cero Covid” y por la guerra de Ucrania, es cada vez más evidente, y el crecimiento del PIB se estima actualmente en el 4.5% -el gobierno chino preveía un aumento del 5.5%, pero los pronósticos más pesimistas hablan del 3.5% (cf. “Cero covid en Shanghái: la batalla política de Xi Jinping”, A. Payette, Asianyst, 14.04.22) - y esto en el mismo año en que la Asamblea Popular se reunirá para elegir un nuevo presidente. A la burguesía china le preocupan especialmente las pésimas cifras del mes de marzo: las ventas al por menor cayeron un 3.5%, el desempleo aumentó un 5.8% (las cifras oficiales están subestimadas) y las importaciones se han paralizado prácticamente. Por último, el sector inmobiliario, que fue regulado radicalmente por el Estado el año pasado para acompañar el colapso de algunas grandes empresas, sigue hundiéndose: la venta de viviendas cayó un 26.7%, la mayor caída desde febrero de 2020. “Según un informe del Instituto Internacional de Finanzas de finales de marzo, los flujos financieros que salen de China no tienen precedentes”. Es probable que la invasión rusa de Ucrania sitúe a los mercados chinos bajo una nueva luz. “Esta fuga de capitales es ‘altamente inusual’, añade el informe. Los bonos chinos en manos de inversores extranjeros se redujeron en 80.3 millones de yuanes solo en febrero, la mayor caída desde enero de 2015, cuando se empezaron a registrar estas estadísticas. (...) Las sanciones occidentales contra su país provocarían una caída de la inversión extranjera, así como una fuga de capitales chinos. (...) Estas amenazas económicas y financieras son graves porque reflejan una creciente desconfianza de los inversores extranjeros hacia China” (“Guerra en Ucrania: el doble discurso de China podría costarle caro”, P.-A. Donnet, Asialyst, 16.04.22).
Por último, la difícil situación económica pesa sobre el mantenimiento del gigantesco financiamiento del proyecto de las Nuevas Rutas de la Seda, que también se ve gravemente obstaculizada por el bloqueo de varios de sus ramales a causa del conflicto ucraniano, pero también por el creciente caos ligado a la ruptura, como la desestabilización de Etiopía, que debía ser un “eje” central del ramal africano, o la incapacidad de los países endeudados con China para pagar sus deudas (Sri Lanka).
Estados Unidos no duda en acentuar estas dificultades y explotarlas en su enfrentamiento con Pekín, en un contexto difícil para la burguesía china, sometida a una creciente presión económica, política y social.
En Europa, la decisión de Alemania de rearmarse masivamente duplicando su presupuesto militar podría constituir un hecho imperialista de primer orden a medio plazo. Al principio del período de descomposición, nuestro análisis destacaba que el único polo capaz de enfrentarse a los Estados Unidos era Alemania (“Militarismo y descomposición”, Revista Internacional 64, 1991) y, aunque hoy haya que tener en cuenta el ascenso de China, que habíamos descuidado, el rearme masivo de Alemania debería representar un factor capital para la expansión de los futuros enfrentamientos imperialistas en Europa y en el mundo.
De hecho, este rearme debe verse en un contexto en el que, con la prolongación del conflicto ucraniano, las disensiones se expresan cada vez más claramente no sólo entre los países de Europa del Este (Polonia fanáticamente antirrusa frente a Hungría que permanece cerca de Moscú), sino también entre las potencias europeas (Francia, Alemania, Italia) y Estados Unidos en cuanto al mantenimiento de la política de extremismo bélico hacia Rusia. Ante la posibilidad de un retorno al poder de la facción Trump en Estados Unidos, y la constitución de un polo “intransigente” Estados Unidos-Gran Bretaña-Polonia hacia Rusia, la autonomía militar de las potencias europeas a través del desarrollo de un polo de la Unión Europea fuera de la OTAN se impone cada vez más como una necesidad imperiosa.
Por último, la situación interna de Estados Unidos, y en particular las tensiones en el seno de la burguesía son en sí mismas un poderoso factor de impredecibilidad. ¿Cuánto margen de maniobra tendrá Biden después de las elecciones de mitad de mandato en noviembre y quién será el próximo presidente de EE.UU., quizás de nuevo Trump? De hecho, la popularidad de Biden ha caído en picado en los últimos meses a medida que los precios de bienes de consumo han alcanzado su nivel más alto en cuatro décadas, afectando a la gasolina, los alimentos, los alquileres y otros gastos. “Los índices de aprobación de Joe Biden rondan ahora el 42,2%, según las encuestas Five Thirty Eight. A siete meses de las elecciones de mitad de mandato, cada vez es más previsible que los demócratas electos pierdan su escaso control de una o quizás ambas cámaras del Congreso” (20 minutos y agencias, 15.04.22). Los europeos saben perfectamente que los compromisos de Biden y la “vuelta con fuerza” de la OTAN sólo son válidos para dos años como máximo6.
Pero sea cual sea la facción de la burguesía que esté en el gobierno, está claro que desde el comienzo del período de descomposición (véanse las guerras de Irak de 1991 y 2003), son los Estados Unidos, en su deseo de defender su decadente supremacía, los que han sido la principal fuerza en la propagación del caos a través de sus intervenciones y maniobras: han creado el caos en Afganistán, Irak y han fomentado el ascenso de Al Qaeda, así como del Estado Islámico. En el otoño de 2021, agitaron conscientemente las tensiones con China sobre Taiwán para que las demás potencias asiáticas les apoyaran, pero con un éxito más limitado que en el caso de Ucrania. Su política no es diferente hoy en día, aunque su maquiavélica maniobra les permita aparecer como una nación pacífica que se opone a la agresión rusa. Este fomento del caos bélico por parte de Estados Unidos es la barrera más eficaz para ellos contra el despliegue de China como contrincante: “Esta crisis no será ciertamente el último capítulo de la larga batalla de Washington para asegurarse una posición dominante en un mundo inestable” (LMD, marzo de 2022, p.7). Al mismo tiempo, la guerra en Ucrania está siendo aprovechada para lanzar una contundente advertencia a Pekín sobre una posible invasión de Taiwán.
La fase de descomposición acentúa fuertemente una serie de características del militarismo y exige una mirada más atenta a las formas que adoptan los actuales enfrentamientos bélicos.
La ausencia de cualquier motivación o ventaja económica para las guerras era obvia desde el principio de la decadencia del capitalismo: “La guerra fue el medio indispensable para que el capitalismo abriera las posibilidades de un mayor desarrollo, en el momento en que estas posibilidades existían y sólo podían abrirse por medio de la violencia. Del mismo modo, el colapso del mundo capitalista, habiendo agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, encuentra en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este colapso que, sin abrir ninguna posibilidad de desarrollo ulterior para la producción, no hace más que engullir las fuerzas productivas en el abismo y acumular ruina sobre ruina a un ritmo acelerado.” (“Informe a la Conferencia de julio de 1945 de la Izquierda Comunista de Francia”, reimpreso en el “Informe sobre el Curso Histórico” adoptado en el 3er Congreso de la CCI, Revista Internacional 18, 3er trimestre de 1979).
La guerra de Ucrania ilustra de manera sorprendente cómo la guerra ha perdido no sólo cualquier función económica, sino incluso sus ventajas a nivel estratégico: Rusia lanzó una guerra en nombre de la defensa del pueblo ruso, pero masacró a decenas de miles de civiles en las regiones esencialmente que hablan en ruso, al tiempo que transformaba estas ciudades y regiones en campos de ruinas y sufría ella misma considerables pérdidas materiales y de infraestructuras. Si, al final de esta guerra, captura el Donbass y el sureste de Ucrania, habrá conquistado un campo de ruinas, una población que le odia y sufrido el consiguiente revés estratégico en sus ambiciones de gran potencia. En cuanto a Estados Unidos, en su política de apuntar a China, se ve abocado a seguir (literalmente) una política de “tierra quemada”, sin más beneficios económicos o estratégicos que una inconmensurable explosión de caos económico, político y militar. La irracionalidad de la guerra nunca ha sido tan evidente.
Esta creciente irracionalidad de los enfrentamientos bélicos va de la mano de una creciente irresponsabilidad de las fracciones gobernantes que llegan al poder, como lo ilustra la irresponsable aventura de Bush hijo y los “neo conservadores” en Irak en 2003, la de Trump de 2018 a 2021 o la facción de Putin en Rusia. Son el resultado de la exacerbación del militarismo y de la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político, lo que puede conducir a un aventurerismo catastrófico a largo plazo para estas facciones, pero también peligroso para la humanidad.
Más que nunca, la economía está al servicio de la guerra y es evidente la ineptitud de la magnitud del gasto militar en medio de una crisis económica y pandémica: “Hoy en día, las armas cristalizan lo último en perfección tecnológica. La fabricación de sofisticados sistemas de destrucción se ha convertido en el símbolo de una economía moderna y eficiente. Sin embargo, estas ‘maravillas’ tecnológicas que han demostrado su mortal eficacia en Oriente Medio no son, desde el punto de vista de la producción, de la economía, más que un gigantesco despilfarro. Las armas, a diferencia de la mayoría de las demás mercancías, tienen la particularidad de que una vez producidas son expulsadas del ciclo productivo del capital. En efecto, no pueden servir para ampliar o sustituir el capital constante (a diferencia de las máquinas, por ejemplo), ni para renovar la fuerza de trabajo de los obreros que ponen en funcionamiento este capital constante. Las armas no sólo sirven para destruir, sino que ya son en sí mismas una destrucción de capital, una esterilización de la riqueza” (“¿Dónde está la crisis? Economía, crisis y Militarismo”, Revista Internacional 65, 19917). Desde 1996, el gasto militar en todos los países se ha duplicado, mostrando una tendencia al alza en la militarización. Según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2021 se gastaron 2,000 billones de dólares en armamento, un nuevo récord. De este total, Estados Unidos gastó el 34%, China el 14% y Rusia el 3%. La guerra en Ucrania hará que se disparen los presupuestos militares en Europa, mientras que las crisis pandémica, económica y ecológica requieren inversiones masivas.
Además, el arma económica se utiliza masivamente al servicio del militarismo: China ya amenazó a Australia con represalias económicas porque este país criticó la política china en Hong Kong o en Sin-Kiang y Argelia, en conflicto con Marruecos, cortó los suministros de gas a este país, pero la guerra de Ucrania da otra dimensión a este tipo de política: EE.UU. y los países europeos lo utilizan para poner a Rusia de rodillas, y EE.UU. amenaza a China con tomar represalias si apoya a Rusia; esta última también lo utiliza para presionar a Europa (el gas estadounidense sustituye al ruso). El cáncer del militarismo afecta cada vez más a las políticas comerciales y económicas de los Estados.
Las consecuencias de la guerra para la situación económica de muchos países son dramáticas: Rusia es un importante proveedor de fertilizantes y energía, Brasil depende de los fertilizantes para sus cultivos. Ucrania es un gran exportador de productos agrícolas, y es probable que los precios de productos básicos como el trigo se disparen; Estados como Egipto, Turquía, Tanzania y Mauritania dependen al 100% del trigo ruso o ucraniano y están al borde de una crisis alimentaria; Sri Lanka y Madagascar, ya sobre endeudados, están en bancarrota. Según el Secretario General de la ONU, la crisis ucraniana corre el riesgo de “empujar hasta 1.700 millones de personas -más de una quinta parte de la humanidad- a la pobreza, la indigencia y el hambre” (ONU informe, 13 de abril de 2022); las consecuencias económicas y sociales serán globales e incalculables: empobrecimiento, miseria, hambre, revueltas, etc.
La importante aceleración del militarismo exige que los revolucionarios precisen la dinámica bélica actual y que se pronuncien sobre los retos y peligros del período actual. No se trata de disertar sobre el “sexo de los ángeles”, sino de captar todas las consecuencias de esta dinámica para la determinación de la relación de fuerzas, el vínculo entre la guerra y la lucha de clases y la dinámica de las luchas obreras hoy, así como para nuestra intervención en relación con ellas.
Durante la última década, se ha producido una polarización entre Estados Unidos y China. Esta polarización es sobre todo el resultado de un cambio en la política de Estados Unidos que ha tenido lugar durante la administración Obama. “En 2011, los líderes estadounidenses habían llegado a la conclusión de que su obsesiva guerra contra el terrorismo -aunque todavía es popular en el Congreso y entre el público- había debilitado su estatus de superpotencia. En una reunión secreta celebrada ese verano, la administración Obama decidió invertir el rumbo y dar mayor importancia estratégica a la competencia con China que a la guerra contra el terrorismo. Este nuevo enfoque, conocido como el "pivote" asiático, fue anunciado por el presidente estadounidense en un discurso ante el Parlamento australiano en Canberra el 17 de noviembre de 2011” (LMD, marzo de 2022, p.7). Esta creciente toma de conciencia de que el rival más peligroso para la continuidad del liderazgo de Estados Unidos era China impulsó un reposicionamiento de los medios económicos y militares para hacer frente a este peligro principal. La resistencia de los talibanes en Afganistán y la aparición de la Organización Estado Islámico retrasaron y ralentizaron la aplicación de esta política por parte de la administración Obama, de modo que sólo se desplegó plenamente con la administración Trump y se formuló en la “Estrategia de Defensa Nacional” por el entonces secretario de Defensa, James Mattis.
Así, esta tendencia a la polarización emana principalmente de Estados Unidos y es la estrategia actual de la superpotencia en declive para mantener su hegemonía. Tras el fracaso de su posicionamiento como “policía mundial”, ahora se centra en una política para contrarrestar a su más peligroso contrincante. Para China, en cambio, esta polarización es muy preocupante en estos momentos8: a pesar de sus actuales inversiones masivas en su ejército, su retraso en el desarrollo de su equipamiento militar es inmenso y su desarrollo tecnológico y económico (Ruta de la Seda) requiere por el momento el mantenimiento de la globalización y la multipolaridad. Como ha sucedido desde 1989 con la política imperialista de Estados Unidos, la actual política de polarización sólo exacerbará el caos y el cada uno para sí imperialista. Esto se ve claramente hoy en la invasión rusa de Ucrania, el rearme masivo de Alemania, la creciente agresividad del imperialismo japonés, el posicionamiento específico de la India, las maniobras de Turquía, etc.
Recordemos en primer lugar la posición de la CCI sobre la formación de bloques después de 1990: “Si bien la formación de bloques es históricamente la consecuencia del desarrollo del militarismo y del imperialismo, la exacerbación de estos dos últimos en la fase actual del capitalismo constituye, paradójicamente, un obstáculo importante para la reforma de un nuevo sistema de bloques después del que acaba de desaparecer.” (“Militarismo y descomposición”, 1991, Revista Internacional 64, pt 9). ¿En qué medida los conflictos actuales favorecen los factores planteados para generar una dinámica hacia la constitución de bloques?
(a) Dado que la fuerza de las armas se ha convertido en un factor dominante para limitar el caos global y para establecerse como líder de un bloque, y dado que Estados Unidos tiene una fuerza militar equivalente a la fuerza militar total de las otras grandes potencias, ningún país tiene actualmente el “potencial militar para reclamar la posición de líder de un bloque que pueda rivalizar con el liderado por esa potencia”, como lo ilustra la guerra en Ucrania. En la medida en que “lo que está en juego y la escala de los conflictos entre bloques se hace cada vez más global y general (cuantos más gánsteres hay que controlar, más poderoso debe ser el ‘jefe’), (...) cuanto más estragos causa la crisis histórica, y su forma abierta, más fuerte debe ser el jefe de un bloque para contener y controlar las tendencias a su dislocación entre las diferentes fracciones nacionales que lo componen.” (“Militarismo y descomposición”, pt.11).
(b) Dado que “la constitución de los bloques imperialistas corresponde a la necesidad de imponer una disciplina similar entre las diferentes burguesías nacionales para limitar sus antagonismos recíprocos y reunirlas para la confrontación suprema entre los dos campos militares” (“Militarismo y descomposición”, pt.4), ¿vemos hoy una tendencia a reforzar esta disciplina? La imposición por parte de Estados Unidos a los Estados europeos de una disciplina en el seno de la OTAN en el contexto de la guerra de Ucrania es temporal y ya revela grietas: Turquía juega al “llanero solitario”, Hungría no corta sus lazos con Rusia, Alemania no muestra mucho interés, Francia impulsa la constitución de un polo europeo. Por su parte, la alianza entre China y Rusia tiene un alcance limitado y China se cuida de no implicarse demasiado con Rusia, mientras que otros países del mundo son muy reservados a la hora de implicarse con las potencias en conflicto.
En resumen, si existe efectivamente una voluntad de polarización por parte de la superpotencia estadounidense en particular; si, en este marco, pueden formarse alianzas ocasionales (Estados Unidos-Japón-Corea; Turquía-Rusia en Siria; China-Rusia) o reactivarse temporalmente antiguas alianzas (OTAN), las tendencias de los enfrentamientos imperialistas actuales no indican una dinámica hacia la constitución de dos bloques antagónicos, como la que pudimos observar antes de la Primera o la Segunda Guerra Mundial o durante la “Guerra Fría”: “(...) en la era de la posguerra fría, los Estados ya no tienen amigos o patrocinadores permanentes, sino aliados fluctuantes, vacilantes y de duración limitada” (DML, mayo de 2022, p. 8 ).
La formación de bloques fue una tendencia dominante hasta la fase de descomposición. En esta última, la tendencia es más bien, dadas las características exacerbadas durante esta fase, a intensificar la tendencia a la guerra sin la constitución de bloques: “En el nuevo período histórico en el que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo acaban de confirmarlo, el mundo se presenta como una inmensa batalla campal, en la que la tendencia del ‘cada uno para sí’ se desarrollará plenamente, donde las alianzas entre Estados no tendrán, ni mucho menos, el carácter de estabilidad que caracterizaba a los bloques, sino que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, de caos sangriento en el que el policía estadounidense intentará mantener un mínimo de orden mediante el uso cada vez más masivo y brutal de su poder militar.” ("Militarismo y descomposición", pt 11).
¿La dinámica actual se orienta hacia una guerra mundial, es decir, un enfrentamiento generalizado entre grupos de países ordenados tras sus respectivos “jefes”?
Las guerras mundiales que hemos conocido en la decadencia capitalista estaban todas vinculadas a la existencia de coaliciones detrás de un “jefe”, cuya arquitectura estaba determinada mucho antes de la explosión del conflicto, que, por la lógica del bloque, conducía a enfrentamientos globales: dos grandes alianzas se opusieron en 1914: la Entente (la Triple Entente entre Inglaterra, Francia y Rusia, a partir de 1907, y más tarde la Cuádruple Entente tras la adhesión de Italia en 1915) contra la Triple Alianza (formada entre Alemania, Austria-Hungría e Italia, fundada en 1882, ampliada en 1887 y confirmada en 1891/1896); ambos ejes de alianzas se enfrentaron en 1914: El Eje Roma-Berlín-Tokio (concluido en 1936 y completado por el Pacto germano-soviético en agosto del 39) y el pacto de alianza entre Francia y Gran Bretaña se combinaron con dos alianzas tripartitas (Francia-Gran Bretaña-Polonia y Francia-Gran Bretaña-Turquía), así como con una “política de entendimiento” entre Gran Bretaña y Estados Unidos; finalmente, los dos bloques del Oeste y del Este (la OTAN y el Pacto de Varsovia) se enfrentaron entre 1945 y 1989. Además, estas guerras implicaban una movilización masiva de enormes ejércitos, mientras que las burguesías actuales evitan las movilizaciones masivas de poblaciones (salvo parcialmente en Ucrania) y los ejércitos de los grandes imperialismos se han reconfigurado desde los años 90 (reducción de su masividad, creación de fuerzas profesionales especializadas y desarrollo de tecnologías ligadas a la robótica y a la cibernética militar en el caso de los ejércitos estadounidense, chino, ruso y europeo) y recurren ampliamente a mercenarios y “contratistas” privados.
El análisis anterior no debe tranquilizarnos en absoluto sobre el peligro de guerra en una fase de descomposición a pesar de la ausencia de dinámica de bloques. En efecto, debemos ser conscientes de que este contexto no significa en absoluto que se excluya un gran conflicto bélico, y que el peligro de un enfrentamiento militar directo entre las grandes potencias sería insignificante, sino todo lo contrario: “En efecto, no es la constitución de bloques imperialistas lo que está en el origen del militarismo y del imperialismo. Todo lo contrario: la constitución de bloques no es más que la consecuencia extrema (que en un momento dado puede agravar las causas mismas), una manifestación (que no es necesariamente la única) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra” (“Militarismo y descomposición”, Revista Internacional 64, 1991, pt 5).
La ausencia de bloques hace, paradójicamente, que la situación sea más peligrosa, en la medida en que los conflictos se caracterizan por una mayor imprevisibilidad: “Al anunciar que ponía en alerta a su fuerza de disuasión, el presidente ruso Vladimir Putin obligó a todos los estados mayores a actualizar sus doctrinas, en su mayoría heredadas de la Guerra Fría. La certeza de la aniquilación mutua -cuyas siglas en inglés MAD significan ‘loco’- ya no es suficiente para excluir la hipótesis de los ataques nucleares tácticos, supuestamente limitados. Con el riesgo de una escalada incontrolada” (LMD, abril de 2022, p.1). De hecho, paradójicamente, puede afirmarse que la agrupación en bloques limitó las posibilidades de derrapes,
- debido a la disciplina del bloque;
- debido a la necesidad de infligir previamente una derrota decisiva al proletariado mundial en los centros del capitalismo (véase el análisis del curso histórico en los años 80).
Así, aunque actualmente no hay perspectivas de constitución de bloques ni de una tercera guerra mundial, al mismo tiempo, la situación se caracteriza por un peligro mayor, ligado a la intensificación del cada uno para sí y a la creciente irracionalidad: la imprevisibilidad del desarrollo de los enfrentamientos, las posibilidades de que se les vaya de las manos, que es más fuerte que en los años 50 a 80, marcan la fase de descomposición y constituyen una de las dimensiones especialmente preocupantes de esta aceleración cualitativa del militarismo.
En conclusión, debemos comprender que las condiciones de la guerra entre la primera y la segunda guerra mundial, por un lado, y las de hoy, por otro, son fundamentalmente diferentes y, en consecuencia, también las perspectivas para el proletariado. Si el deslizamiento hacia la barbarie en Ucrania es destructivo y brutal, el significado de tales conflictos es también más difícil de entender para la clase obrera. Mientras que las confraternizaciones fueron técnica y políticamente posibles durante la primera guerra mundial -los trabajadores podían comunicarse a través de las trincheras-, hoy en día no existe ese potencial. Tampoco hay cientos de miles de personas agrupadas en los frentes, con posibilidades de discusión, reacciones masivas contra sus superiores y revueltas.
Así que no podemos esperar ninguna reacción de clase en el frente de guerra por el momento, incluso si los soldados rusos pueden desertar o negarse a ser reclutados para Ucrania. Hoy, la clase obrera no tiene la capacidad de ofrecer una resistencia de clase contra la guerra imperialista, ni en Ucrania, ni en Rusia, ni en este momento en Occidente. En cuanto a las perspectivas más generales para el desarrollo de la lucha de clases en la actualidad, éstas se abordan en el informe sobre la situación de la lucha de clases.
09.05.2022
1 Ver los Documentos del 24º Congreso Internacional de la CCI (https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021 [297] ) y más específicamente la Resolución sobre la situación internacional (https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [108] )
2 https://es.internationalism.org/content/4761/informe-de-noviembre-de-2021-sobre-los-conflictos-imperialistas [112]
3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [32]
4 La facción de Biden también quiere “hacer pagar” a Rusia por su injerencia en los asuntos internos de Estados Unidos, por ejemplo, mediante sus intentos de manipular las recientes elecciones presidenciales
5 “Xi sólo tiene un 50% de posibilidades de ser reelegido para un tercer mandato como presidente porque ha cometido tres grandes errores, dice una fuente anónima citada por el periodista británico Mark O'Neill, conocedor de China desde Hong Kong. La primera es que ha arruinado las relaciones diplomáticas de China desde 2012. Cuando llegó al poder, China tenía buenas relaciones con la mayoría de los países del mundo. Ahora, por su culpa, sus relaciones están dañadas con muchos de estos países, especialmente en Occidente, así como con sus aliados en Asia. La segunda es la política del “cero Covid”, que ha hecho un gran daño a la economía china, que no alcanzará el 5.5% de crecimiento del PIB previsto para este año. Casi 50 ciudades están confinadas y no se ve el final. La tercera es su alineación con [Vladimir] Putin. Esto ha dañado aún más las ya malas relaciones con Europa y Norteamérica. A las empresas chinas se les ha dicho que no firmen nuevos contratos con empresas rusas, ya que esto podría dar lugar a sanciones. ¿Dónde está el beneficio para China?” (citado en “Cero Covid en China: Xi Jinping sordo a la alerta económica”, P.-A. Donnet, Asialyst, 07.05.22)
6 Ver Cumbre en Madrid de la OTAN: una cumbre por y para la guerra https://es.internationalism.org/content/4839/cumbre-de-la-otan-en-madrid-una-cumbre-por-y-para-la-guerra [298]
7 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1060/crisis-y-militarismo [299]
8 Filtraciones del Pentágono revelaron que al final de la administración Trump, el alto mando militar chino se había puesto en contacto en secreto con el Pentágono para expresar su preocupación por el peligro de un ataque atómico contra China por parte de Trump
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A principios de la década de 1890, los intentos de la clase dominante durante muchos años de silenciar al Partido Socialdemócrata con la ayuda de la represión a través de la Ley Anti -Socialista habían fracasado. Sin embargo, los gobernantes habían logrado orientar las actividades del SPD en gran medida hacia la vía parlamentaria, lo que significaba descuidar gravemente otras actividades fuera de la propaganda electoral, relegando así los esfuerzos teóricos a un segundo plano. En otras palabras, aunque la burguesía no pudo impedir el crecimiento del partido, el veneno ideológico de la democracia se había extendido, socavando la auténtica solidaridad obrera y ahogando cada vez más el espíritu de lucha del partido. Al mismo tiempo, se había desarrollado lentamente un sentimiento entre una parte considerable de los funcionarios del partido, desde los diputados hasta los dirigentes sindicales: no correr el riesgo de ser castigados por el Estado burgués, rehuir cualquier confrontación con la clase dominante, evitar una nueva ley antisocialista; en resumen, ¡agacharse!
Esta evolución se vio favorecida por el hecho de que, tras la guerra francoalemana, Alemania entró en una gigantesca carrera para alcanzar a sus otros rivales europeos y a los Estados Unidos en materia de industrialización. Además, el rápido crecimiento numérico de la clase obrera en las ciudades, que primero tuvo que vivir y trabajar en condiciones higiénicas y materiales miserables antes de que su situación mejorara paulatinamente, suscitó la sensación de que el capitalismo aún podía proporcionar un medio de vida a los trabajadores[1]. Cegados por esta fase ascendente del capitalismo, con las crisis económicas aparentemente superadas, ciertos círculos del SPD comenzaron a cuestionar sus fundamentos programáticos revolucionarios ya a principios de la década de 1890. El rápido crecimiento económico y las ilusiones reformistas resultantes fueron el caldo de cultivo para un creciente oportunismo. El modo en que este cuestionamiento del programa y de los principios de organización estaba inextricablemente unido, iniciando un proceso de degeneración complejo, de múltiples vías e insidioso, no puede describirse exhaustivamente en este artículo. Nuestro objetivo es destacar algunas de las principales características de este proceso a nivel organizativo.
En el llamamiento de la facción socialdemócrata del Reichstag, que apareció poco antes de las elecciones de febrero de 1890, se afirmaba que "la sociedad actual está creciendo hacia el socialismo". El miembro del SPD en el Reichstag, Grillenberger, anunció en febrero de 1891 que el SPD no aspiraba a un derrocamiento violento del orden existente[2]. El socialismo surgiría como resultado de las reformas y no como resultado de la revolución: "Este crecimiento [del partido] en el Estado, como lo he llamado en otro lugar, distingue al partido de la secta. El partido, por muy hostil que sea al orden del Estado en el que opera, no puede evitar integrarse orgánicamente en la vida de ese Estado, de lo contrario sería políticamente estéril. Este ha sido el curso del desarrollo de la socialdemocracia alemana hasta la fecha, como ha sido el curso del desarrollo del Partido Socialista en todos los países en los que ha alcanzado mayor importancia." (Eduard Bernstein, "Disciplina del Partido", Neue Zeit S. 1216). En el debate sobre el Programa de Erfurt, Friedrich Engels se opuso decididamente a la perspectiva de que "la sociedad actual está creciendo hacia el socialismo". Pero por más que Engels denunciara con vehemencia este temprano y abierto menoscabo del programa, tales ideas se propagaron sin embargo de forma aún más ofensiva y clara a finales de la década de 1890. En 1898, el portavoz del reformismo, Eduard Bernstein, publicó "Die Voraussetzungen des Sozialismus und die Aufgaben der Sozialdemokratie" ("Los requisitos previos del socialismo y las tareas de la socialdemocracia"), en el que renunciaba por completo al objetivo del movimiento y lo subordinaba todo al propio movimiento.
Tras la muerte de Friedrich Engels en 1895, Rosa Luxemburgo continuó con estas críticas y expuso ampliamente la posición y la actitud de Bernstein en su folleto Sozialreform oder Revolution (Reforma social o revolución). En el Congreso del Partido de la Socialdemocracia celebrado en Hannover en 1899, dijo en un discurso "sobre la sustitución de la sociedad capitalista": "Es un hecho generalmente conocido que desde hace más de una década tenemos en nuestras filas una tendencia bastante fuerte que simpatiza con las nociones de Bernstein, que quiere presentar nuestra práctica actual como si ya fuera socialismo, y así -inconscientemente, por supuesto- transformar el socialismo por el que luchamos, el único socialismo que no es una frase vacía o un producto de la imaginación, en un mero eslogan revolucionario". Bebel tenía razón al decir despectivamente que las nociones de Bernstein son tan confusas, tan llenas de implicaciones, que no se pueden captar en un esquema claro sin que pueda decir que ha sido malinterpretado. “Anteriormente, Bernstein no escribía así. Esta falta de claridad, estas contradicciones, no deben atribuirse a él personalmente, sino a la tendencia, al contenido de sus ensayos. Si se sigue la historia del Partido en los últimos diez años, y se estudian las transcripciones de los congresos del Partido, se verá que la tendencia de Bernstein se ha fortalecido gradualmente, pero aún no ha madurado del todo. Espero que nunca lo haga"[3]. Subrayó que el hundimiento del partido en el fango no se debía a la "mala política" de la dirección del partido, sino al parlamentarismo y al veneno de la propia democracia. Además de Rosa Luxemburgo como "voz" de la generación más joven, que rastreó con mayor determinación las raíces más profundas del revisionismo, algunos dirigentes más antiguos del SPD, como August Bebel y Wilhelm Liebknecht, también se posicionaron contra los revisionistas.
Alrededor del cambio de siglo, Bebel estaba decidido a declarar la guerra a los revisionistas. "El partido debe saber a qué fase de corrupción y traición a los intereses del partido se ha llegado"[4] La socialdemocracia debe seguir avanzando sobre la base de la irreconciliable lucha de clases contra el orden existente: "Mientras pueda respirar, escribir y hablar, las cosas no deben cambiar. Quiero seguir siendo el enemigo mortal de esta sociedad burguesa y de este orden estatal". (ibid). Y en 1899, un año antes de su muerte, Wilhelm Liebknecht escribió: "Estoy a favor de la unidad del partido, de la unidad nacional e internacional del partido. Pero debe ser la unidad del socialismo y de los socialistas. La unidad con los adversarios, con personas que tienen otros objetivos y otros intereses, no es una unidad socialista. (...) Si nos mantenemos firmes sobre la base de la lucha de clases somos invencibles; si la dejamos, estamos perdidos porque ya no somos socialistas. La fuerza y el poder del socialismo consisten en que llevamos a cabo una lucha de clases, en que la clase obrera es explotada y oprimida por la clase capitalista y en que en la sociedad capitalista son imposibles las reformas efectivas que acaben con el dominio y la explotación de clase. No podemos regatear con nuestros principios, no podemos transigir, no podemos hacer un trato o un tratado con el sistema dominante. Debemos romper con el sistema dominante, luchar hasta la muerte. Debe caer para que el socialismo pueda triunfar”[5] Pero a pesar de esta gran determinación, la mayoría de los defensores del programa no se esforzaron por sacar a la luz las raíces más profundas. Sólo Rosa Luxemburgo y las pocas voces que la rodeaban profundizaron.
Además de la revisión programática, estos revisionistas también comenzaron a socavar los fundamentos organizativos del partido. Bernstein, por ejemplo, abogó abiertamente por la tolerancia de las infracciones de la disciplina: "Porque antes de ser gente del partido, somos seres humanos. (...) En determinadas circunstancias, puede ir en interés del partido y de su sano desarrollo no obedecerla"[6] Por el contrario, Rosa Luxemburgo subrayó que el partido sólo podía funcionar mediante "la subordinación incondicional del individuo a la voluntad general de la organización como fundamento de nuestra existencia como partido (...) Y no hay ninguna excepción, ninguna absolución del deber de disciplina. Porque la disciplina, o vincula a todos en el partido, o no vincula a nadie"[7] Y añadió: "El sentido de la disciplina socialdemócrata] (...) es el instrumento histórico e indispensable para forjar la acción política del programa del Partido, en las resoluciones de los congresos del Partido y en las resoluciones de los congresos internacionales"[8].
Heine reivindicó el derecho a la "libertad de expresión", la "autonomía" y la "libre autodeterminación" en el partido. Al igual que Bernstein, Heine justificó el incumplimiento constante de la disciplina del partido para evitar la "obediencia cadavérica" a la dirección del partido[9]. En el congreso del partido celebrado en Hannover en 1899, Heine exigió la "libertad de crítica sin restricciones", es decir, decir lo que se le ocurra a cada miembro, independientemente de que esté de acuerdo o no con los principios de la organización. Rosa Luxemburg replicó: "He dicho que no hay ningún partido que conceda la libertad de crítica en tal medida como el nuestro. Pero si usted quiere decir que el Partido, en nombre de la libertad de crítica, no debe tener derecho a comentar ciertas opiniones y críticas de los últimos tiempos y a declarar por resolución mayoritaria: no estamos en estas posiciones, debo protestar contra ello, porque no somos un club de discusión, sino un partido político de lucha que debe tener ciertos puntos de vista básicos"[10] Kautsky se sumó a esta concesión a los puntos de vista democráticos cuando, a partir de 1900, adoptó el punto de vista de que debe haber una "competencia de puntos de vista diferentes" en el Partido. En otras palabras, en lugar de una posición mayoritaria del Partido debe haber una coexistencia de diversas posiciones.
Cuando se fundó el SAPD en Gotha en 1875, los estatutos seguían exigiendo que los miembros apoyaran activamente al partido. Alrededor del cambio de siglo se hizo patente la oposición entre las alas oportunista y revolucionaria de la socialdemocracia sobre esta cuestión de los estatutos. Según los oportunistas, el SPD debe convertirse en un "partido del pueblo" que esté "abierto a todo el mundo", porque el mayor número de votos es el objetivo final. Por tanto, el partido no debe comportarse como una "secta". Los revisionistas se oponen a cualquier adhesión a los criterios de afiliación anteriores.
Una característica de la demanda de los revisionistas era que los criterios de admisión fueran lo más débiles posible o que no hubiera ningún criterio de admisión. Desde su punto de vista, un partido de masas podía y debía aceptar cada vez más personas sin una cooperación activa y sin una convicción interna más profunda. Contra el intento de definir los criterios de afiliación de forma más estricta, [Auer] rechazó la propuesta hecha por los delegados en el congreso del partido en Maguncia ya en 1900 de reforzar el primer párrafo de los estatutos del Partido Socialdemócrata exigiendo la participación en el trabajo del partido y la pertenencia a una organización del partido al ingresar en él. Tales exigencias, según Auer, podían repeler del Partido a las mejores personas que se autodenominaban socialdemócratas por el peligro de persecución policial, etc. Según los revisionistas, la cooperación activa ya no era necesaria. En el caso de un partido de masas que sólo estaba orientado a obtener grandes éxitos electorales, uno podía simplemente declarar su acuerdo sin participar activamente. En realidad, la orientación parlamentaria de la actividad del partido condujo a la pasividad en la "vida cotidiana" del partido y a la suavización de su programa. En los estatutos del SPD, en el Congreso del Partido de Maguncia de 1900 se suprimieron todos los pasajes sobre la cooperación activa. Ya no se hablaba de las cuotas de los afiliados, hasta 1905 sólo se hablaba de un "apoyo" permanente mediante donaciones.
Además, los revisionistas objetaron que existía el peligro de que las listas de afiliados (el SPD tenía unos 385.000 afiliados en 1905) cayeran en manos de la policía. Por ello, los estatutos de Jena de 1905 no estipulaban que cada afiliado debía participar en el "trabajo práctico". El peligro de que la policía pudiera proceder de forma represiva contra el Partido se exageró en cierta medida para no obligar a los miembros a participar en las actividades[11], lo que significa que a partir del cambio de siglo el Partido ya no exigía que los miembros participaran activamente en el trabajo del Partido. Sólo se exigía un compromiso "verbal" con el programa y el apoyo financiero[12]. Mientras que, en Alemania, a finales de siglo, la cuestión de la cooperación activa y su definición en los estatutos se produjo en el contexto de la decadencia del Partido, este debate tuvo lugar, como veremos más adelante, en un contexto diferente en el II Congreso del Partido Laborista Socialdemócrata Ruso en 1903.
Al mismo tiempo, los revisionistas del SPD también empezaron a escribir artículos para los periódicos burgueses. También los miembros del partido se presentaron a cargos administrativos oficiales en el Estado, por ejemplo, el miembro del SPD Lindemann se presentó a la alcaldía de Stuttgart. Durante la campaña electoral no presentó ninguna de las reivindicaciones socialdemócratas[13]. Hasta entonces, el partido se había negado a que los miembros del SPD ocuparan cargos públicos estatales. Ahora los revisionistas abogaban también por que se aprobaran en los presupuestos estatales partidas que correspondieran a los intereses de los trabajadores (por ejemplo, educación, seguridad social). Aunque esto todavía no se defendía a nivel nacional para el Reichstag, había diputados del SPD en algunas partes de Alemania (como Baviera y Baden-Württemberg) que apoyaban los presupuestos del gobierno burgués[14].
Mientras que algunas voces del partido apoyaban una mayor centralización organizativa, otras pedían una "federación de asociaciones". Vollmar llegó a advertir que una forma de organización centralizada copiaría la "organización de la burocracia estatal".
Detrás de la reivindicación de los diputados de la "autonomía" del Partido y del federalismo, se podía ver en realidad el abandono de las posiciones programáticas del SPD como partido obrero[15]. Todos estos pequeños pasos mencionados en diferentes niveles eran mucho más que un "fracaso de los dirigentes", como subrayaba Rosa Luxemburgo: más bien expresaban el proceso de integración del aparato del Partido en el Estado.
Hasta 1899, el SPD se enfrentó siempre al peligro de la represión mediante prohibiciones y restricciones a la afiliación y al funcionamiento del Partido (hasta 1899 no podía haber contacto entre las secciones del Partido). A partir de 1899, esta traba cayó gracias a la abolición del "mandamiento de enlace" (prohibición de cualquier contacto entre las partes del Partido). Como este proceso de integración del aparato del Partido en el Estado fue impulsado con más fuerza por los diputados, la fracción parlamentaria volvió a abogar por el control de la dirección del Partido por parte de la fracción del Reichstag, como había hecho en el Congreso del Partido de Haller y Erfurt en 1890/1891[16] Engels se opuso a tales medidas.
Este revisionismo fue acompañado por un abandono del trabajo teórico. Luxemburgo ya había denunciado el debilitamiento teórico en su texto "Estancamiento y progreso en el marxismo" (1903). También Clara Zetkin había denunciado el 11 de septiembre de 1899 en una carta a Karl Kautsky que "no hay un interés vivo por la discusión de las cuestiones fundamentales entre las masas de nuestros camaradas del partido"[17]. El poco valor que se daba a la teoría a nivel de los "funcionarios dirigentes del partido" se muestra en los criterios de selección y la orientación de su trabajo. Se exigían los siguientes elementos: "Expresión precisa, energía de hierro, perseverancia tenaz en la aplicación de las decisiones tomadas..., y al mismo tiempo calma y sensatez... "[18] La voluntad y los esfuerzos para la elaboración teórica ni siquiera se mencionaron. Y Heine se volvió contra el "énfasis en lo teórico" porque es un "error fundamental de nuestra socialdemocracia alemana". Su enfoque era sobre todo la "preocupación por el presente". "Lo principal es que crezcamos. Esto es la lucha de clases. De las demás cosas se encargará el futuro"[19] La negativa a aprender las lecciones del pasado y a centrarse sólo en el presente era una característica esencial del revisionismo. Esto iba acompañado de un apagamiento de las propias reuniones del partido. Así, se diagnosticó y criticó la "tibieza e indolencia" del partido[20].
En los congresos del Partido en torno al cambio de siglo, aumentó la lucha de las fuerzas que querían luchar contra el ascenso del revisionismo. En el Congreso del Partido de Dresde de 1903, por ejemplo, se presentó la siguiente resolución "El Congreso del Partido condena en los términos más enérgicos los esfuerzos revisionistas por cambiar nuestra táctica, que había sido concedida y coronada por la victoria y basada en la lucha de clases, en el sentido de que en lugar de conquistar el poder político venciendo a nuestros adversarios, se lleva a cabo una política de concesiones al orden de cosas existente. La consecuencia de tal táctica revisionista sería que de un partido que trabaja por la transformación más rápida posible del orden social burgués existente en el socialista, es decir, revolucionario en el mejor sentido de la palabra, surgiría un partido que se contenta con reformar la sociedad burguesa. Por lo tanto, en contraste con las aspiraciones revisionistas existentes en el partido, el Congreso del Partido está convencido de que las diferencias de clase no disminuyen, sino que se intensifican constantemente, y declara
1) que el Partido rechaza la responsabilidad de las condiciones políticas y económicas basadas en el modo de producción capitalista y que, por lo tanto, rechaza toda concesión de medios adecuados para mantener a la clase dominante en el gobierno;
2) que, de acuerdo con la resolución de Kautsky del Congreso Socialista Internacional de París de 1900, la socialdemocracia no puede buscar una participación en el poder para gobernar dentro de la sociedad burguesa.
Además, el Congreso condena toda tentativa de encubrir los antagonismos de clase cada vez mayores que existen, con el fin de facilitar una inclinación hacia los partidos burgueses"[21].
Esta resolución fue presentada por Bebel, Kautsky y Singer y aprobada por 288 votos contra 11. Muchos revisionistas que no tuvieron valor en el seno del Partido para votar en contra de la mayoría votaron hipócritamente a favor, para luego defender sus posiciones con mayor decisión. Los Congresos del Partido de 1898-1903 muestran que algunas partes del Partido habían empezado a luchar, es decir, que el Partido no estaba todavía en decadencia sin fuerzas opuestas. El Comité Ejecutivo, al que el ala izquierda del partido presentaba propuestas y mociones para la lucha contra los revisionistas, intentaba cada vez más evitar la cuestión. En el verano de 1904, la dirección emitió una declaración especial con la "petición urgente de suspender todas las 'disputas intrapartidarias en nombre de la unidad'". En el Congreso del Partido de Dresde, como relata Paul Frölich en su biografía de Rosa Luxemburgo, por un lado, se rechazó verbalmente el revisionismo, pero al mismo tiempo se lanzó un ataque feroz y pérfido contra Franz Mehring en el Congreso del Partido. Se puede suponer que este ataque contra Mehring también fue incitado por los revisionistas como una especie de contraofensiva, ya que Mehring pertenecía al campo que rodeaba a Rosa Luxemburgo en ese momento[22]. Lenin denunció la manera "considerada" y "cedente" con la que el SPD trató a los revisionistas en su folleto Un paso adelante, dos pasos atrás[23].
A pesar de que este rechazo a la participación del gobierno y a la aprobación del presupuesto había desafiado inicialmente a los revisionistas, el Comité Ejecutivo quiso que los revisionistas siguieran trabajando en las filas del Partido, aunque socavaran y abandonaran claramente el programa. Muchas partes del partido subestimaron el peligro del revisionismo. Esto refleja la presión permanente de la ideología burguesa para socavar las conquistas teóricas. Muchos lo consideraron un fenómeno meramente temporal y que no ponía en peligro la vida del partido, argumentaban que con el revisionismo se podía convivir en un "debate pluralista y democrático" entre voces "iguales". Victor Adler explicó: "Después de todo, no es una desgracia que tengamos dos corrientes en el partido; lo principal es sólo que la otra (la revisionista) sigue siendo bastante minoritaria. "[24] Kautsky creía desde 1903 que el peligro del revisionismo estaba conjurado, por ejemplo, por la resolución del Congreso del Partido de Dresde citada anteriormente. "El revisionismo teórico como factor político ha sido enterrado" concluia el Congreso del Partido de Dresde[25] Después de que Kautsky tolerara y se comportara con benevolencia con su antiguo amigo íntimo Bernstein durante años, abrigaba esperanzas en él, como demostró su discurso en el Congreso del Partido de Lübeck en 1901: "Bernstein nos recordó que durante diez años trabajó como editor del Social Demócrata. Sí, durante diez años trabajó para el periódico, para nuestra alegría y para nuestro beneficio, y nada deseo más que vuelva a esta tradición (...) Que renueve las viejas tradiciones"[26]. Entre la izquierda había opiniones divergentes sobre la forma de combatir el revisionismo. Bebel transmitió a Kautsky la opinión de que el oportunismo moriría de "muerte natural". "Lo que aplasta al revisionismo es el desarrollo interno y externo de Alemania, que destruye todas sus ilusiones"[27] Esto demuestra hasta qué punto se equivocaba incluso Bebel al analizar el carácter del revisionismo. Mientras que, por un lado, había fuerzas en el Partido que proponían resoluciones contra el revisionismo, por otro lado, algunas de esas mismas fuerzas frenaban o bloqueaban una radicalización de la lucha. "Una moción apoyada por Kautsky, Luxemburgo, Zetkin, entre otros, para incluir la cuestión de la huelga general en el orden del día del próximo Congreso del Partido, fue rechazada por una muy amplia mayoría"[28].
La lucha contra el revisionismo se vio así extremadamente dificultada por la aparición de una corriente centrista que se conciliaba con el revisionismo[29].
Karl Kautsky personificó esta corriente. Se posicionó contra el revisionismo durante un tiempo tras la llegada de Rosa Luxemburgo a Alemania en 1898, pero poco a poco se alejó de esta lucha. En primer lugar, sólo reaccionó después de que Rosa Luxemburgo lo hubiera "azotado con fuerza". Se mostró reacio a hablar en contra de su viejo amigo Bernstein, y luego comenzó a sabotear lentamente la lucha contra el revisionismo.
La comparación entre el papel de Kautsky, considerado como la gran autoridad del marxismo tras la muerte de Engels, y Plejánov, que desempeñó un papel esencial en la difusión del marxismo y del movimiento obrero en Rusia, es reveladora. Plejánov denunció abiertamente al "señor Bernstein", pero Kautsky era reacio a tomar partido; hacía declaraciones teóricas, pero despreciaba las "cuestiones organizativas" y evitaba cada vez más la confrontación con los revisionistas. Aunque su especial relación personal con Bernstein contribuyó a frenarle, se distinguió sobre todo por su falta de voluntad de lucha. En cambio, abogó por la reconciliación con los revisionistas y expresó la esperanza de que Bernstein pudiera volver al buen camino. Cuando Bernstein fue atacado en el Congreso del Partido en Hannover en 1899 y en los siguientes Congresos del Partido, Kautsky argumentó que Bernstein no debía ser excluido del Partido, ya que esto sólo era posible con los miembros que eran "deshonrosos, insultan al partido o contravienen las decisiones del Partido. Bernstein no hace ni una cosa ni la otra. Su actitud no es de oposición decidida, sino de indefinición general. No se puede obligar a nadie a ser consecuente"[30] Esta actitud de blanquear y restar importancia al hecho de que Bernstein rechazara el objetivo de derrocar al capitalismo debilitó la determinación de la izquierda y reforzó el peligro de los revisionistas. El papel devastador del centrismo iba a tener graves repercusiones durante los años anteriores a la guerra, pero también después de 1914, ya que provocó un enorme debilitamiento del trabajo revolucionario en la forma del USPD fundado en 1917. Kautsky y los centristas obstruyeron una mayor reunión de las fuerzas de izquierda porque diluyeron los antagonismos[31] Con los revisionistas y los reformistas no había "normalmente ningún conflicto de intereses, ningún antagonismo de clase, sino simplemente una diferencia de opinión sobre la mejor manera de alcanzar el objetivo común"[32] Lenin, que reconoció tardíamente el carácter y el papel real de Kautsky, escribió en 1914 "Rosa Luxemburgo tenía razón cuando escribió hace tiempo que Kautsky tenía el 'servilismo del teórico', la astucia, más simplemente, la astucia ante la mayoría del partido, ante el oportunismo"[33].
Después de las primeras huelgas salvajes en Pensilvania en 1900, en Bélgica en 1902, en Holanda en 1903, en Hungría en 1904 y en muchos otros países, las luchas revolucionarias en Rusia en 1905 produjeron por primera vez una nueva forma de lucha: los consejos obreros[34].
Bajo la influencia de estos acontecimientos, creció la crítica, sobre todo en la socialdemocracia alemana y más tarde también en los Países Bajos, a la concentración casi exclusiva en las elecciones parlamentarias y a la lucha sindical. "Desde hace un año, las elecciones al Reichstag son la nota clave y la palabra de moda en todas nuestras acciones. De este modo, las masas se ven sistemáticamente fascinadas por las constantes repeticiones de la propaganda electoral; se les hace albergar involuntariamente esperanzas exageradas, como si los resultados de las elecciones significaran una especie de nueva era en la historia política de Alemania, un punto de inflexión en el destino de la lucha de clases (...) Nuestra vida de partido como expresión de los intereses generales de la lucha de clases proletaria tiene sus múltiples vertientes, que no deben descuidarse por ningún propósito táctico temporal. Tenemos tareas que son de carácter permanente, que se extienden más allá de las próximas elecciones al Reichstag y que no deben ser pospuestas bajo ninguna circunstancia"[35] Esto significaba nadar a contracorriente en el Partido, porque el espectacular aumento de miembros y votos del SPD parecía confirmar a primera vista la política de "táctica parlamentaria únicamente". Para el periodo entre 1878 y 1906, el número de afiliados sólo puede estimarse. Antes de la Ley Socialista era de unos 35.000; tras el fin de la Ley Socialista (1890), de unos 75.000; hacia el cambio de siglo, de unos 100.000, tras lo cual aumentó considerablemente, pero sólo lentamente durante las crisis económicas de 1907-1909 y 1912/1913[36].
Año Miembros Crecimiento (%)
1905-06 384.000
1906-07 530.000 38
1907-08 587.000 11
1908-09 633.000 8
1909-10 720.000 14
1910-11 836.000 16
1911-12 970.000 16
1912-13 982.000 1
1913-14 1.085.000 11
En 1905, el Leipziger Volkszeitung criticó al Partido por estar demasiado orientado a la lucha parlamentaria, afirmando que existía el peligro de que la socialdemocracia se quedara en un "mero mecanismo electoral".
"Cuanto más crecen nuestras organizaciones, que comprenden cientos de miles y millones, más crece inevitablemente el centralismo. Pero la pequeña cantidad de contenido intelectual y político, de iniciativa y de decisión que las organizaciones desarrollan en la vida cotidiana del Partido se transfiere así por completo a los pequeños círculos de la cúpula: a los comités ejecutivos de las asociaciones, a los consejos de distrito y a los parlamentarios. Lo que queda para la gran mayoría de los miembros son las obligaciones de pagar las cuotas, distribuir folletos, votar y hacer campaña para las elecciones, ir a llamar a las puertas y recoger las suscripciones a los periódicos, etc."[37].
Mientras que entre los revisionistas aumentaba la sensación de "invencibilidad" del Partido como resultado de estos éxitos cuantitativos, muchos trabajadores también tenían la sensación de que el Partido era cada vez más poderoso gracias a sus numerosos escaños en el parlamento. En realidad, la vida en el propio Partido se había vuelto, por un lado, cada vez más superficial, mientras que, por otro, se producía una fusión cada vez más estrecha entre el aparato sindical, los parlamentarios y el aparato estatal. "Entre la socialdemocracia y el mundo burgués se creó una ósmosis espiritual a través de la cual las toxinas de la descomposición burguesa podían penetrar libremente en la circulación sanguínea del cuerpo del partido proletario."[38]
"Los revisionistas atacan constantemente el programa, violan repetidamente los principios del partido, pero evitando siempre una definición clara e inequívoca de su posición. (...) [Los revisionistas] han jugado con todos los principios básicos de la cosmovisión socialdemócrata. Algunos han tirado por la borda el materialismo histórico, otros la teoría de la ley del valor. El concepto de la lucha de clases -decían- debía ser complementado, la teoría de la crisis de Marx, la teoría de la renta de la tierra se ha vuelto a sus ojos cuestionable. (...) En la socialdemocracia alemana, nos hemos vuelto en parte terriblemente indiferentes a las cuestiones políticas, porque la posibilidad de desarrollar acciones políticas es muy pequeña. Esta circunstancia beneficia a los revisionistas. A pesar de todas sus derrotas, han defendido su territorio, porque los trabajadores organizados eran demasiado a menudo indiferentes a lo que ocurría en las redacciones, en los parlamentos, en los ayuntamientos. (...) Esta necesidad de paz condujo entonces al florecimiento del revisionismo en algunos órganos del Partido, aunque los miembros de la sección del Partido que tiene que decidir sobre el órgano están muy alejados del revisionismo... En cierto sentido, ha surgido un partido dentro del Partido, se ha desarrollado una camarilla. (...) Hay un plan detrás de esto. (...) La política de camarilla se llevó a cabo en contra de la voluntad de la inmensa mayoría del partido. Hace diez años [1898] se inició la lucha político-teórica por los principios del Partido en el Congreso del Partido de Stuttgart. En esta lucha los revisionistas sufrieron una derrota tras otra. Ahora ya no es necesario defender los principios teóricos, sino decidir en Nuremberg si el Partido puede ser violado por la camarilla. Hay que poner un freno inquebrantable a las artimañas de los que quieren pisotear la ley formal y moral en el Partido"[39] Hermann Duncker también señaló que en el partido se había desarrollado un aparato de poder cada vez más autónomo. "Pero las masas están paralizadas por los funcionarios. Como un lazo, el cuerpo de funcionarios y funcionarias estrangula a las masas. Es el terrible lado oscuro de la burocracia. "[40]
Ya a principios de la década de 1890, la derecha había comenzado a estrechar lazos entre sí. Engels hablaba de "lazos especiales", incluso de una especie de pandilla[41]. El 6 de octubre de 1903, Zetkin escribió a Bebel: "Los revisionistas 'trabajan' aparentemente según un plan maestro y según un esquema acordado (...) Nos enfrentamos a una conspiración total (...) Mirar hacia otro lado con el silencio y tratar de encubrir y dejar que crezca la hierba por encima equivaldría a manchar el Partido con el estigma de esta corrupción más profunda"[42] En el Congreso del Partido de Dresde, en 1903, los revisionistas celebraron una conferencia especial[43] También se intensificaron cada vez más los contactos entre ciertos círculos de la burguesía y las fuerzas dirigentes de la fracción parlamentaria. "Al amparo de la 'educación' y la 'cultura humana general', los parlamentarios socialdemócratas se reunían con periodistas burgueses en hermosas tardes de invierno para 'recuperarse de las penurias de la profesión' y de la 'tertulia política'"[44].
Desde el cambio de siglo, los principales oportunistas se habían agrupado en torno a Heine y Vollmar, entre otros, que se reunían regularmente en "tardes de cerveza" o "tardes de jueves". El creciente número de reuniones entre representantes de los revisionistas y ciertos círculos capitalistas no había escapado a la atención de las fuerzas revolucionarias. Bebel escribió a Karl Liebknecht el 10.11.1908 que estas veladas de cerveza "reunían a toda la camarilla revisionista"[45] Además de este acercamiento de la derecha en reuniones separadas de todo tipo (entre sí en el partido o con determinados círculos de la burguesía), se avivó también una campaña de desprestigio en el SPD contra las fuerzas que luchaban contra la degeneración. Toda voz, ya sea desde las filas del propio SPD o desde el extranjero, que tratara críticamente a los revisionistas y a la dirección del Partido, fue combatida con gran determinación y de forma muy pérfida[46] Lo hemos documentado detalladamente en un artículo anterior[47].
El revisionismo que había surgido en aquella época había alcanzado proporciones particularmente fuertes y una importancia especial en Alemania debido al carisma y la posición destacada de la socialdemocracia alemana, que contaba con más de un millón de afiliados. Durante mucho tiempo, Kautsky fue considerado casi como el "Papa del marxismo", y Bernstein apareció internacionalmente como el "portavoz" del revisionismo. Sin embargo, el revisionismo no se limitaba en absoluto a Alemania: en Francia, por ejemplo, Millerand se había unido al gobierno francés que contaba con Gastón, marqués de Galliffet, el carnicero de los comuneros de París en 1871. En Italia, el movimiento reformista en torno a Turati y la revista La Critica Sociale representó la mayoría en el Congreso de Imola de 1902.
En otros artículos de nuestra prensa hemos tratado con detalle los antecedentes y el desarrollo del II Congreso del Partido del POSDR[48]
Como ya explicamos con más detalle en esta Seire, era una época en la que se acercaban las convulsiones históricas, la transición de la fase ascendente a la decadente del capitalismo. Una característica de este proceso era que las condiciones para la existencia o formación de un partido de masas se estaban desintegrando lentamente. Mientras que en un partido de masas podía haber miembros relativamente pasivos, un partido en la fase decadente del capitalismo exigía una participación más activa que nunca. Ya no bastaba con hacer principalmente campaña electoral, sino que el partido debía convertirse en un partido numéricamente pequeño pero combativo, dependiente del compromiso activo de todos sus miembros. Aunque Lenin aún no podía sentir esta agitación tan claramente durante la discusión de los estatutos en el II Congreso del Partido en 1903, este cambio se cernía sobre el partido y, en este sentido, el debate anticipó el debate sobre las nuevas condiciones del papel del partido que surgió apenas 20 años después, a partir de 1919[49].
Cuando el oportunista Wolfgang Heine abogó por la defensa de la autonomía local, Lenin señaló los paralelismos de pensamiento entre gente como Heine y los mencheviques. "Wolfgang Heine escribió en un artículo publicado en abril de 1904 por el Sozialistischen Monatshefte contra la injerencia de las 'autoridades designadas', es decir, la ejecutiva del partido, en las actividades de las organizaciones socialdemócratas. Heine se presentó como pionero del "principio democrático" y se rebeló contra la supuestamente peligrosa "tendencia a la burocratización y centralización del partido" (Wolfgang Heine, "Demokratische Randbemerkungen zum Fall Göhre". En Sozialistische Monatshefte, 1904, nº 4, p. 281-291). Heine tomó prestadas sus conclusiones más importantes del folleto de Martov "De nuevo en minoría" y de su discurso en el II Congreso del Partido para enfrentar a las instituciones locales del partido con las centrales y para advertir al partido contra una "política doctrinal" en la que "todas las decisiones políticas importantes se tomaran desde una oficina central". En primer lugar, se opuso a la noción de disciplina. Heine se oponía a "la creación de una gran organización global, lo más centralizada posible, una táctica, una teoría". Estas advertencias contra la degradación, el 'amordazamiento', la 'burocratización' de la libre lucha ideológica y la reivindicación de la 'libertad de crítica' así como de la 'creatividad ideológica absolutamente individual' eran la expresión concentrada del individualismo ..."[50] Dentro del SPD, el esfuerzo por abandonar la centralización y socavar la autoridad de los Congresos del Partido expresaba una clara revisión y regresión. La posición adoptada a principios de la década de 1890 en el Congreso de Halle/Erfurt de que la soberanía del Congreso debía ser aplicada por los órganos centrales del mismo y que éstos debían ser vinculantes para todos los miembros e instancias del Partido, fue rechazada aquí. Por otra parte, la insistencia en la sumisión a las decisiones del Partido en las filas del POSDR significó un claro paso adelante respecto al espíritu de círculo que prevalecía hasta entonces. Los revisionistas del SPD y los mencheviques en el II Congreso del POSDR tocaron la misma bocina.
Unas semanas después del II Congreso del Partido del POSDR, se celebró el Congreso del Partido del SPD, sin que la policía de Dresde lo impidiera[51][52] En diciembre de 1903, la prensa del SPD informó por primera vez sobre este Congreso del Partido. Medio año después apareció la crítica de Rosa Luxemburgo a la posición de los bolcheviques "Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa"[52]. Cuando Lenin le contestó poco después, Kautsky, como editor del Neue Zeit, se negó a publicar su artículo[53]. La "noticia de la disputa rusa" perjudicaría las simpatías de los socialdemócratas alemanes por los socialdemócratas rusos en ambos sentidos. "Es una 'disputa familiar' que no tiene 'importancia internacional', Lenin ha comenzado esta 'siniestra disputa'" Kautsky describió la disputa entre mencheviques y bolcheviques como una "disputa personal" como resultado de "hostilidades puramente personales" entre los líderes de ambas fracciones. (Kautsky, Carta a Axelrod 14.2.1905). Afirmó además que "todavía no conocemos a su Lenin, y no podemos creerle así como así"[54] Como declaró Lenin más tarde, Vorwärts no sacó ni un solo artículo con una valoración objetiva de la actividad de los bolcheviques, mientras que en Neue Zeit los mencheviques y Trotsky escribieron varios artículos despectivos[55] Desde el punto de vista de Kautsky, la cuestión de la afiliación al partido "no era una cuestión de principios". En las columnas de la Iskra menchevique afirmaba que la "mayoría no debe imponer su voluntad a la minoría", sino que debe acordar con ella sobre la base de "las mayores concesiones mutuas posibles". Así, se rechazó la posición del Congreso del Partido de Erfurt, según la cual las resoluciones del Congreso del Partido eran vinculantes y, por tanto, las minorías debían aceptar y aplicar las resoluciones de la mayoría.
Otra razón por la que la dirección del partido del SPD y el ala que rodeaba a Kautsky evitaron posicionarse sobre la lucha en el POSDR fue que el SPD estaba tomando realmente partido por los mencheviques. Kautsky escribió: "Si tuviera que elegir entre Mártov y Lenin, me pronunciaría a favor de Mártov sobre la base de toda nuestra experiencia en Alemania"[56]. Kautsky tenía la intención de publicar un artículo contra los bolcheviques en Iskra. En general, apenas hubo voces del SPD que apoyaran la posición de los bolcheviques en ese momento.
Además, se puso de manifiesto la profunda divergencia de Kautsky con los bolcheviques en cuestiones organizativas: creía que el principio de autonomía, al que atribuía los éxitos de la socialdemocracia alemana en los años de la Ley Socialista, debía convertirse en el principio organizativo determinante del POSDR. Como se ha desarrollado anteriormente, una cierta autonomía de las unidades locales del Partido era inevitable en la época de la Ley Socialista, pero desde el final de la Ley Socialista y, sobre todo, después de la abolición de cualquier restricción al funcionamiento del SPD a finales de siglo, no había justificación para estas medidas de protección de las secciones locales en forma de una cierta autonomía del Partido en su conjunto. En realidad, se trataba de una visión localista y anticentralista que era expresión de las concepciones federalistas imperantes en la II Internacional.
Estos diversos aspectos (intento de minimizar u ocultar las divergencias, toma de partido por los mencheviques, presentación de la cuestión de principios como una disputa entre personas, rechazo de la centralización, rechazo del punto de los estatutos que exige la participación activa en el partido) ilustran la regresión de partes del SPD en aquella época.
Al mismo tiempo, los estatutos de los demás partidos de la II Internacional no eran más claros en cuanto a la afiliación y la centralización[57].
Aunque la mayoría del SPD no entendía lo que estaba en juego en el II Congreso del Partido del POSDR, y aunque parte de ellos se había posicionado abiertamente a favor de los mencheviques, se podría argumentar que esta percepción de la lucha en Rusia estaba moldeada por las diferentes condiciones objetivas y, por tanto, en cierto modo, distorsionada.
De hecho, había grandes diferencias entre las situaciones de los dos partidos. En Alemania, había signos de un declive político del partido, como lo demuestra, entre otras cosas, la degeneración de la fracción del Reichstag. El débil comité ejecutivo, que sólo era "empujado" por la iniciativa "desde abajo", por la masa de miembros del partido, mostraba rasgos revisionistas cada vez más claros y una creciente integración en el Estado. Por ello, en esos años Rosa Luxemburgo puso el acento en la actividad de masas, en la "iniciativa desde abajo", en la "espontaneidad", en la vigilancia, en el pensamiento independiente de la base. Ella mostraba, con razón, una "desconfianza" hacia una dirección poderosa que actuaba cada vez más de forma autónoma. En Rusia, en cambio, no había un "peso opresivo" comparable de un órgano central, sino una lucha en la que el espíritu del círculo debía ser desterrado por el espíritu del partido y las resoluciones del Congreso debían ser respetadas a toda costa.
Mientras que los revolucionarios en Rusia siempre lucharon con una represión mucho más drástica bajo las condiciones de ilegalidad del zar, y mientras que esta ilegalidad no impidió que el Partido hiciera de la cuestión de la afiliación y la cooperación activa un tema central en el II Congreso del Partido en 1903, la objeción del "veterano" líder del SPD, Auer, de que un compromiso con la participación activa podría llevar a la exposición al Estado, era sobre todo una excusa oportunista, una concesión a la democracia burguesa y sus perniciosos mecanismos.
En nuestro artículo en la Revista Internacional 118[58] tratamos en detalle las divergencias entre Lenin y Luxemburgo y criticamos las deficiencias del enfoque de Rosa Luxemburgo. En su artículo "Cuestión organizativa de la socialdemocracia rusa" advirtió, entre otras cosas, contra el "ultracentralismo"; la dirección del partido no debería estar "dotada de poderes tan absolutos" como "lo hace Lenin"[59] En su respuesta a Rosa Luxemburgo, Lenin subrayó que no defendía el "centralismo despiadado", sino la disciplina elemental del partido violada por los mencheviques. No consideraba al Comité Central como el "verdadero núcleo activo del partido", sino que sólo defendía sus derechos estatutarios. Sólo exigía que el Comité Central representara la dirección de la mayoría del partido. Lenin escribió: "nuestra controversia ha sido principalmente sobre si el Comité Central y el Órgano Central deben representar la tendencia de la mayoría del Congreso del Partido, o si no deben hacerlo."[60] [62]... "prefiere declamar contra la subordinación mecánica de la parte al todo, contra la sumisión servil, la obediencia ciega y otros bichos semejantes. Le agradezco mucho a la camarada Luxemburg que haya explicado la profunda idea de que la sumisión servil es muy perjudicial para el Partido, pero me gustaría saber: ¿considera la camarada normal que las supuestas instituciones centrales del Partido estén dominadas por la minoría del Congreso del Partido? - ¿puede imaginarse algo así? - ¿lo ha visto alguna vez en algún partido? [La camarada] prefiere refunfuñar contra el sometimiento mecánico de una parte al todo, contra la obediencia cadavérica, contra la subordinación ciega y fantasmas similares. Agradezco mucho a la camarada Luxemburgo la presentación de la idea más ingeniosa de que la obediencia cadavérica es muy perjudicial para el partido, pero quisiera saber: ¿la camarada lo considera normal, puede permitirlo, ha visto alguna vez en algún partido que en las autoridades centrales, que se llaman autoridades del partido, pueda dominar la minoría del congreso del partido?" Lenin también respondió que "(...) ya ha pasado la época en que una institución del Partido podía ser suplantada por un círculo privado"[61].
En vista de la experiencia con el peso aplastante y paralizante de la dirección del partido alemán, contra la cual era necesaria una movilización de "la base", Luxemburgo concluyó que "el ejército proletario se recluta sólo en la lucha y sólo en la lucha se hace claro sobre las tareas de la lucha. (...) Las grandes masas deben actuar a su manera, ser capaces de desplegar su energía de masas, su energía, deben actuar como masas, actuar, desarrollar la pasión, el coraje y la determinación"[62] Si bien Rosa Luxemburgo tenía razón en 1905 en su análisis de la importancia del movimiento huelguístico de masas y de la fuerza motriz interna, la espontaneidad, de la clase, hay que subrayar que la iniciativa de la clase por sí sola no es suficiente. Para llevar a cabo una revolución con éxito, es indispensable una organización revolucionaria, pero ésta no se produce sólo por la espontaneidad de las masas. Es el resultado de años, incluso décadas, de dura lucha en la que hay que elaborar y defender posiciones y principios. Aunque Luxemburgo estaba de acuerdo con esta necesidad, su énfasis, marcado por la experiencia, especialmente en Alemania, estaba en el hecho de que la gran masa de miembros del partido tenía que empujar a la "dirección". "Las masas deben pasar a primer plano para empujar el barco del partido hacia adelante, entonces podrán mirar con confianza al futuro"[63] Y temía, a la luz de la experiencia alemana, que una dirección "centralista" demasiado fuerte sólo conduciría a la victoria del oportunismo. Pero las raíces del oportunismo no sólo estaban en el parlamentarismo burgués, cuyo peso en Alemania era mucho más abrumador que en Rusia. En otras palabras, la disputa entre Luxemburgo y Lenin giraba en torno a la cuestión de cómo debía construirse la organización y cuál era la relación entre espontaneidad y conciencia en el movimiento revolucionario. La organización revolucionaria no puede ser simplemente el "espejo" de la propia clase, y su papel no debe depender del grado y extensión de la espontaneidad de la clase obrera. El énfasis en la necesidad de la espontaneidad en Rosa Luxemburgo tras la aparición de la huelga de masas en 1905, y de la iniciativa y vigilancia de las amplias masas del partido frente a una dirección voluble u oportunista, en cuyas manos la centralización se convirtió en realidad en una herramienta para estrangular la actividad de la base del partido, era totalmente correcto, pero no debe ponerse en el mismo plano que la construcción del partido[64] Existe el peligro de difuminar la distinción entre clase y partido.
En cierto sentido, la construcción de la organización debe "preceder" a la acción de la clase, porque las organizaciones revolucionarias no deben esperar a que la clase esté "suficientemente preparada y madura" para construir la organización, porque la maduración y la capacidad de radicalización de la clase depende también de la intervención de los propios revolucionarios.
Quizás aquí podemos ver debilidades más profundas en el punto de vista de Rosa Luxemburgo, quien, mientras llevaba a cabo una exposición muy combativa y lúcida de la dirección seguida por los revisionistas de y la política de estrangulamiento de la dirección del SPD, descuidó el componente de los esfuerzos activos para construir la organización. Aunque éste era sólo un aspecto de las debilidades de los revolucionarios, como veremos más adelante, puede haber habido indicios de lo que la Izquierda Comunista de Francia diagnosticó décadas después: "La historia iba a confirmar magistralmente la posición de Lenin. Sin entrar a examinar otros múltiples factores de la situación rusa, podemos afirmar que, si en octubre de 1917 triunfó la revolución proletaria, se debe sobre todo a la realización de esta condición decisiva, a la existencia de este partido que Lenin forjó incansablemente durante 20 años. En cambio, en 1918 en Alemania se produjo la derrota de la revolución, una de cuyas causas, y no la menor, a pesar de la magnífica y heroica combatividad de las masas, fue la tardía formación del partido, de ahí su inexperiencia, sus vacilaciones y su incapacidad para conducir la revolución a la victoria. Este fue el precio y la invalidación experimental de la teoría de Rosa Luxemburgo sobre la espontaneidad del movimiento revolucionario"[65].
Sobre todo después de las huelgas de masas de 1905 en Rusia, los dirigentes del SPD y de los sindicatos sintieron que la propia iniciativa de los trabajadores, el desarrollo de las huelgas de masas, la agrupación de las fuerzas de la clase obrera en consejos obreros, etc., y las lecciones y orientaciones que debían extraerse de ellas, especialmente de Rosa Luxemburgo en "Huelga de masas, partido y sindicatos", y de Pannekoek en "Diferencias tácticas en el movimiento obrero", se convertirían en una amenaza para ellos. Desde su punto de vista, todo lo que venía de Rusia -huelgas de masas, consejos obreros, el partido ruso -especialmente los bolcheviques- no sólo se veía con recelo, sino que se rechazaba con gran arrogancia.
En la historia del movimiento revolucionario había habido reveses, represión, dispersión y también la disolución real de la Liga Comunista y de la Primera Internacional. El movimiento revolucionario también había ganado experiencia en la lucha contra el oportunismo, el anarquismo y el aventurerismo. Pero nunca un partido había degenerado, y por lo tanto el movimiento revolucionario no tenía experiencia en la defensa de la organización contra ella.
En primer lugar, fue un gran desafío reconocer este peligro de degeneración. Aunque Marx, Engels y Bebel ya habían expuesto los primeros signos oportunistas y revisionistas en la década de 1880, cuando el revisionismo tomó una forma más sólida en la década de 1890 y fue prácticamente elaborado en un programa por Bernstein, Rosa Luxemburgo fue la primera en poner este desarrollo en un marco teórico-programático más profundo con su texto "Reforma social o revolución". En ese período expuso con mayor claridad la incompatibilidad de la orientación revisionista y el marxismo. Al mismo tiempo, era necesario analizar las causas más profundas y el desafío que suponía la inminente convulsión en el desarrollo del propio capitalismo, cuya fase ascendente estaba llegando a su fin, y en la que se veían los primeros signos de decadencia.
Las respectivas convulsiones, como la integración gradual del aparato sindical en el aparato estatal y el sometimiento del Partido a los sindicatos[66], la aparición de los consejos obreros en Rusia en 1905 y el nuevo fenómeno de la huelga de masas, así como la identificación de gran parte del aparato del Partido con los parlamentarios a la cabeza con el Estado, el embotamiento del Partido por el democratismo y la creciente erosión de la voluntad de lucha, todos estos signos lentamente reconocibles formaban parte de una transformación de gran alcance e interconectada. Pero las fuerzas revolucionarias de la época no consiguieron situar estos fenómenos en un contexto claro.
El trasfondo era la creciente integración del aparato del Partido en el Estado, incluso la identificación de los sindicatos y del propio Partido con el Estado. Aunque este proceso fue encarnado más claramente por los dirigentes, la fracción parlamentaria y los funcionarios sindicales, no se limitó a unas pocas personas. Por eso, ninguna expulsión rápida y decidida de los revisionistas habría resuelto el problema, ya que era el producto de un proceso general de decadencia en el que cambiaban las condiciones de la lucha en el conjunto de la sociedad. Esto sólo podía percibirse como el germen de una idea en aquel momento.
Los demás partidos de la II Internacional tampoco eran conscientes del alcance del proceso de decadencia. Como la mayoría de los partidos estaban cegados por los éxitos electorales del SPD y, por tanto, el SPD era casi glorificado también a nivel internacional, la conciencia de esta dinámica no surgió hasta muy tarde. En Rusia se encontraban algunos de los mayores admiradores del SPD[67].
Sin embargo, las fuerzas más decididas habían declarado una lucha inquebrantable contra este proceso de decadencia. Los enfrentamientos en el Congreso del Partido de Hannover de 1899 hasta el Congreso del Partido de Dresde de 1903 reflejan esta determinación.
Alemania fue un campo de batalla principal en la lucha internacional entre el revisionismo y los defensores del marxismo. Si bien hemos tratado aquí con más detalle la reacción en el SPD a la evolución del POSDR, en realidad hay que tener en cuenta la situación en los demás países para obtener una visión más completa. Por razones de espacio, no lo hemos hecho aquí. Sin embargo, incluso durante estos años de debate sobre la cuestión de la organización, quedó claro que ya entonces existía una gran diferencia entre el POSDR y el SPD (y esencialmente lo mismo ocurría con los demás partidos de Europa). Con los bolcheviques y Lenin había cristalizado en el POSDR un polo decidido que defendía el respeto a las decisiones del partido, mientras que en el SPD había sobre todo voces individuales contra el oportunismo, como la de Rosa Luxemburgo o en parte todavía la de Bebel, pero no aparecían como una fuerza fuerte y unificada y no se convertían en un polo eficaz. Los bolcheviques y las fuerzas de izquierda en Alemania no diferían en su voluntad de lucha, su intransigencia y su compromiso. Pero las fuerzas de izquierda del SPD carecían de unidad, cohesión y capacidad de acción conjunta.
Después de que el revisionismo apareciera claramente en 1890 en el Congreso del Partido de Halle y Erfurt, y de que las fuerzas de izquierda lo desenmascararan decididamente y lo mantuvieran en parte bajo control, algunos camaradas del ala izquierda del SPD todavía consideraban hacia 1900 que los revisionistas habían sido suficientemente desenmascarados en el Congreso del Partido de Hannover en 1899 y en Dresde en 1903. Pero, aunque el revisionismo había sido denunciado oficialmente en las resoluciones del partido y rechazado por la mayoría, en realidad había penetrado cada vez más profundamente en el SPD por la puerta trasera, por así decirlo.
Como ya se ha dicho, los acontecimientos de 1905, cuando, por un lado, la huelga de masas de los obreros en Rusia anunció las nuevas condiciones de la lucha de clases en el capitalismo decadente, y, por otro, la agravación del peligro de guerra, demostrada por la guerra entre Japón y Rusia y, más tarde, por las crecientes tensiones entre las potencias europeas, iban a dejar claro que el revisionismo cada vez más desenfrenado sólo podía ser rechazado por una oposición que hubiera concentrado y fusionado sus fuerzas[68].
Sin embargo, a pesar de esta evolución, ni en el seno del SPD ni a nivel internacional se tomaron medidas suficientes para unir a las fuerzas internacionalistas y contrarias al revisionismo. Al mismo tiempo, Lenin seguía siendo relativamente desconocido fuera del ámbito del partido ruso. "Este trabajo de fracción de Lenin se llevó a cabo sólo dentro del partido ruso, sin ningún intento de llevarlo al nivel internacional. Basta con leer sus discursos en los distintos congresos para convencerse de que esta obra permaneció completamente desconocida fuera del ámbito ruso."[69]
En el Congreso de la II Internacional, celebrado en Stuttgart en 1907, donde fue acompañado por una manifestación de 60.000 personas contra la guerra, se adoptó una resolución contra la amenaza de guerra, que fue redactada conjuntamente por Lenin, Luxemburg y Martov y que iba más allá de la original y vacilante redactada por Bebel. Esto dio testimonio de la determinación de las fuerzas internacionalistas de izquierda de trabajar juntas para contrarrestar la amenaza de guerra por encima de las fronteras nacionales. Pero en el conjunto de los partidos no se intensificó la resistencia al peligro de guerra. Lo mismo se repitió posteriormente en los Congresos de Copenhague de 1910 y de Basilea de 1912. En retrospectiva, hay que decir que la cooperación de las fuerzas de izquierda tuvo lugar casi exclusivamente en los Congresos y a través de estas proclamas contra el peligro de guerra; en la lucha contra el revisionismo y en torno a la cuestión de la organización permanecieron en gran medida fragmentadas.
Mientras que el creciente peligro de guerra exigía algo más que acciones y resoluciones conjuntas en los congresos, las divergencias en torno a la cuestión de la organización impidieron que las fuerzas de izquierda se acercaran. Esto era tanto más trágico cuanto que, como ya se ha dicho, la derecha y los revisionistas hacía tiempo que se habían acercado.
Paul Frölich relata en su autobiografía que sólo había contactos entre ellos en las distintas ciudades, pero no había esfuerzos entre ciudades para lograr un planteamiento común, una soldadura, y mucho menos una centralización de la oposición en el seno del SPD[70] Una de las lecciones aprendidas de la lucha por la organización en el Congreso de La Haya, más de 30 años antes, había sido que la conspiración de Bakunin sólo podía ser repelida por la acción decisiva del Consejo General de la Primera Internacional. No basta con una cooperación informal: hay que construir un frente sólido y bien organizado. Es cierto que hubo aproximaciones en este sentido en el Congreso del Partido de 1910 en Magdeburgo o en el Congreso del Partido de 1911 en Jena, cuando los delegados de la izquierda se reunieron para realizar consultas especiales[71]. La izquierda también estaba más fuertemente representada en algunas ciudades, especialmente en las redacciones de los numerosos periódicos y revistas del SPD, pero no hubo pasos hacia una prensa común. En 1913, después de haber sido amordazados uno tras otro, Rosa Luxemburgo y otras fuerzas de izquierda renunciaron al Leipziger Volkszeitung, y a partir de diciembre de 1913 publicaron Sozialdemokratische Korrespondenz (Correspondencia Socialdemócrata). "Los tres, y quiero subrayarlo especialmente, somos de la opinión de que el Partido atraviesa una crisis interna, mucho, mucho más difícil que en la época en que surgía el revisionismo. La palabra puede ser dura, pero estoy convencido de que el Partido amenaza con caer en la decadencia si continúa así. En una situación así, sólo hay una salvación para un partido revolucionario: la autocrítica más aguda y despiadada que se pueda imaginar. Por eso creo que el papel del Leipziger Volkszeitung, de acuerdo con su tradición anterior, es que tiene que perseguir estas tareas día tras día ahora."[72]
Mirando hacia atrás, se puede ver que antes de la guerra no se había establecido ninguna red de fuerzas de izquierda que pudiera haber representado un polo organizativo sólido y un puente hacia el dramático periodo posterior a 1914, cuando la dirección del partido había traicionado el internacionalismo. Como resultado, las fuerzas de izquierda no habían aprendido a cooperar como una fracción independiente dentro del SPD y dentro de la Segunda Internacional en su conjunto. En resumen, mientras que, por un lado, los bolcheviques dentro del POSDR lucharon sin descanso contra todo tipo de fuerzas oportunistas y liquidacionistas, ganando años de importante experiencia de lucha para la organización y aprendiendo también a tratar las divergencias sin que la organización se rompiera, las fuerzas de izquierda dentro de la socialdemocracia en Alemania no adquirieron un fondo de experiencia comparable.
En el SPD se formaron "grupos de trabajo", pero nunca pudieron representar el polo de lucha que los bolcheviques habían logrado durante años dentro del POSDR. La izquierda nunca fue más allá de algunos pequeños pasos aquí y allá.
A partir del otoño de 1910, en algunas ciudades del sur de Alemania se fundaron "Karl-Marx-Klubs", en los que se reunían las fuerzas de izquierda. Las fuerzas de la derecha se movilizaron inmediatamente contra su existencia. En Stuttgart, en 1910, la izquierda consiguió poner a la Asociación Socialdemócrata bajo su influencia. Sobre todo, los escritos y la aparición del grupo en torno a Rosa Luxemburgo no dejan lugar a dudas de que lucharon sin miedo, pero esta resistencia permaneció fragmentada y su fuerza de atracción como polo siguió siendo demasiado débil. Ciertamente, el hecho de que el SPD contara con más de un millón de afiliados favoreció la inercia de las masas, que de todos modos nunca habían adquirido ese espíritu de lucha. Como resultado de este polo insuficientemente discernible, no hubo una clara delimitación del centro y los revisionistas. Mientras el dogma de la unidad se seguía presentando en la esfera pública, el Partido ya se estaba desgarrando internamente. Pero el polo internacionalista y revolucionario no podía distinguirse con suficiente claridad, ni en el Partido ni en el conjunto de la clase. En el curso de la guerra, especialmente en 1917 y 1918, el resultado fue que muchos trabajadores no pudieron ver con suficiente claridad la diferencia entre el SPD, el USPD y los espartaquistas y otras fuerzas de la izquierda revolucionaria. En una organización que degenera, la resistencia a esta degeneración exige también una organización independiente DENTRO del partido, para soldar los elementos más lúcidos y preparar el futuro. Por falta de estos esfuerzos, en 1914, a la hora de organizar la resistencia en condiciones de ilegalidad, no había canales y redes adecuadas de fuerzas de izquierda para discutir, aclarar y actuar.
No estaban preparadas para la ilegalidad, a pesar de que el peligro de la guerra y el consiguiente empeoramiento de las condiciones para el trabajo de los revolucionarios habían sido reconocidos desde hacía años. La guerra significaba también que la lucha contra los traidores tenía que situarse en un nuevo nivel[73] La fijación en las elecciones, en el trabajo parlamentario, es decir, en todo el marco de la democracia burguesa, había conducido a una cierta parálisis y al abandono de la experiencia de los revolucionarios de las luchas anteriores[74] Mientras que la izquierda había observado y denunciado el creciente fango oportunista y el rechazo abierto de los principios, especialmente cuando se trataba de la cuestión de la guerra, los revolucionarios no se habían adaptado realmente de forma consecuente a ello.
Como ya se ha mencionado, las fuerzas de izquierda en el SPD a finales de la década de 1890 incluían a figuras destacadas como Bebel, Wilhelm Liebknecht y Karl Kautsky. Sin embargo, pronto quedó claro que Kautsky quería evitar la lucha contra el revisionismo, y que sólo se le pudo convencer de que se posicionara en contra de Bernstein tras una considerable presión de Rosa Luxemburgo. Después de 1903-1905 se comportó de forma cada vez más abiertamente centrista, mientras que en el extranjero fue considerado durante mucho tiempo como un líder teórico, incluso como el "Papa del marxismo". La delimitación de tales fuerzas "teóricamente" reconocidas, pero centristas, es una empresa difícil. Y personalidades conocidas como líderes, como Bebel y Wilhelm Liebknecht, que siempre se habían ganado un gran prestigio por su aparición en el parlamento, se mostraron incapaces de dirigir una oposición decidida contra los revisionistas[75]. Rosa Luxemburgo, que resistió a los revisionistas con la mayor fiereza y valentía, y cuyos puntos de vista programáticos formaban la antítesis más clara a ellos, fue escuchada a menudo con mucho entusiasmo en las reuniones, a pesar de toda la campaña de desprestigio contra ella[76], pero los "mejores", los "más claros" y los más conocidos líderes no son suficientes para establecer una oposición efectiva. Es necesario un trabajo de fracción organizado y conjunto. Debe haber un esfuerzo consciente para unir las distintas fuerzas de la resistencia. Rosa Luxemburgo nunca formó una corriente de izquierda independiente a su alrededor. Ella y su grupo no lograron reunir a las distintas fuerzas de Alemania en torno a sí. ¿Se debió a que quizás ella misma subestimó la necesidad de unir a las fuerzas de izquierda?[77] En cambio, se mantuvo una distancia y, en algunos casos, prevaleció cierta desconfianza entre las diversas fuerzas de izquierda. Hubo varios factores que influyeron. A continuación, analizaremos algunos de ellos.
Hasta bien entrada la primera década del siglo XX, el SPD gozaba de una enorme reputación internacional dentro de la Segunda Internacional, especialmente en Rusia. La socialdemocracia alemana estaba "a la cabeza de todos los partidos socialdemócratas en cuanto a la organización y la unidad del movimiento, la riqueza y el contenido de la literatura marxista"[78]. "Entre otras cosas, por ser el partido de masas más fuerte en términos de número y de mayor éxito electoral, se le consideraba un modelo. A nivel internacional, las impresionantes cifras de votos ocultaron también el hecho de que el gusano ya estaba en el cogollo del partido[79] La mayor parte de la II Internacional no había visto o había subestimado el proceso de degeneración del SPD. La experiencia demuestra que la idealización de una parte del movimiento obrero es siempre problemática, sobre todo cuando se convierte en un seguidismo totalmente acrítico. Este fue en parte el caso de los mencheviques con respecto a las fuerzas derechistas y centristas del SPD, pero, como se mencionó anteriormente, el propio Lenin estuvo durante mucho tiempo lleno de elogios hacia el SPD y hacia Kautsky en particular[80].
Ya nos hemos referido en otros artículos a las particularidades de las condiciones y el funcionamiento de la II Internacional, y hemos mostrado que un proceso de decadencia no puede detenerse en un país por sí solo, sino que requiere la unión internacional de las fuerzas de izquierda.
En el plano programático, había una gran heterogeneidad entre las fuerzas de izquierda: por un lado, en Holanda y en Alemania se criticaba el "parlamentarismo único" y la podredumbre de los sindicatos. Estas eran cuestiones en las que los revolucionarios de Rusia no se centraban especialmente, ya que en la propia Rusia no se enfrentaban tan directamente al peso abrumador del parlamentarismo y del trabajo sindical.
En el plano organizativo, hasta 1900 no hubo un Buró Internacional en la Internacional, y dentro de la II Internacional, aparte de la cuestión de la guerra, casi no hubo cooperación conjunta entre las fuerzas de izquierda.
Cuando, por ejemplo, Lenin fue duramente atacado por los mencheviques y también por Trotsky después de 1903, las divergencias entre Luxemburgo y Lenin le impidieron ciertamente defender a Lenin contra los insultos y calumnias de los mencheviques, trotskistas y social-revolucionarios. Y mientras el SPD azuzaba una campaña contra Rosa Luxemburgo, Lenin no acudió en su ayuda. Tal vez se habría comportado de otra manera si hubiera conocido el verdadero alcance de esta campaña. En resumen, hay que hablar de una falta de solidaridad y de un insuficiente sentido de pertenencia común entre la izquierda de la II Internacional. Por ejemplo, las fuerzas de "izquierda" en los Países Bajos actuaron en su mayoría sólo a nivel local o sin la suficiente coordinación con las voces de izquierda en el SPD y en el conjunto de la II Internacional[81]. Cuando la lucha en el II Congreso del Partido del POSDR en 1903 se conoció en la II Internacional, el SPD propuso en 1905 que se llevara a cabo un "intento de unificación" entre mencheviques y bolcheviques con la ayuda de un "tribunal de arbitraje". Los mencheviques apoyaron la propuesta de un tribunal de arbitraje con la esperanza de que la posición mayoritaria de los bolcheviques pudiera ser derrotada. Lenin rechazó este planteamiento e insistió en que estas cuestiones debían ser decididas por la propia conferencia del partido y no por un tribunal de arbitraje internacional, ya que se trataba de tendencias políticas "que son aceptadas o rechazadas por el partido, pero que no pueden ser justificadas o condenadas por un tribunal de arbitraje del partido"[82] Finalmente, la propuesta del SPD de un tribunal de arbitraje fue abandonada. Incluso después de que fuera renovada por la ISB en junio de 1905, los bolcheviques volvieron a rechazarla por las mismas razones.
En los enfrentamientos de casi una década entre mencheviques y bolcheviques, el SPD impulsó repetidamente la "reunificación" de las dos alas, aunque sus dos direcciones eran irreconciliables.
Incluso cuando la escisión entre bolcheviques y mencheviques se llevó a cabo en la VII Conferencia del POSDR en Praga, en enero de 1912, el SPD, y sobre todo las fuerzas en torno a Rosa Luxemburgo, seguían presionando por la reunificación de las dos alas[83], por lo que se oponían explícitamente a la posición de Lenin. En marzo de 1912, Vorwärts también publicó un artículo en el que se calificaba a los bolcheviques de usurpadores y divisores. El SPD se negó a publicar la respuesta de Lenin. Lenin escribió entonces un panfleto en alemán[84].
Desde finales de la década de 1890 había surgido una divergencia en la II Internacional en torno a la cuestión de las nacionalidades, que tuvo especial importancia para la relación entre los revolucionarios de Polonia y Lituania y el posdr, especialmente los bolcheviques. El grupo en torno a Rosa Luxemburgo había sido el primero en rechazar la posibilidad de la autonomía nacional de Polonia[85] Los años siguientes estuvieron determinados por la persistencia de estas divergencias, especialmente entre Lenin y Luxemburgo[86] Aunque estas divergencias nunca impidieron a los bolcheviques y al ala en torno a Rosa Luxemburgo defender el internacionalismo, actuaron sin embargo como un obstáculo en la relación entre ambas partes. En el II Congreso del POSDR, en 1903, esta cuestión iba a ser incluida en el orden del día. Sin embargo, debido al debate sobre los estatutos y la cuestión del espíritu del círculo, este debate no se celebró en el II Congreso del Partido.
La importancia de esta divergencia para la relación entre los bolcheviques y el ala en torno a Luxemburgo/Jogiches es difícil de evaluar; en cualquier caso, contribuyó a que los camaradas del SPD, procedentes de Polonia, mantuvieran las distancias con los bolcheviques.
La relación entre las fuerzas de izquierda de Polonia y los bolcheviques también se vio obstaculizada por otro factor: a partir de 1904 Karl Radek fue acusado de mala conducta en el SDKPL polaco; en los años siguientes también fue acusado de otras faltas menores. Tras la primera investigación del caso -el robo de un abrigo a un camarada- fue expulsado del partido polaco años después del delito. Como Radek vivía ahora en Alemania y era miembro del SPD, la ejecutiva del SPD inició un procedimiento para expulsarlo del SPD ante la insistencia de Luxemburgo/Jogiches, entre otros; pero los camaradas de Bremen se resistieron. Entre ellos estaban Frölich, Knief, Pannekoek, es decir, miembros del ala izquierda del SPD en la ciudad hanseática. Crearon una comisión de investigación que "absolvió" a Radek, a diferencia de la Conferencia del Partido SPD. En 1913, el partido ruso también había investigado el caso de Radek y lo había "absuelto". De este modo, Radek fue considerado rehabilitado por el partido ruso y la sección de Bremen (o partes de ella), pero excluido por la dirección del SPD y el Comité Central del Partido Polaco[87] Al no existir una acción conjunta en los distintos partidos de la II Internacional, y al no saber nadie cómo proceder con las conclusiones contrarias de las comisiones de investigación en estos temas, la relación entre el grupo de Luxemburgo, la Izquierda de Bremen, y los bolcheviques, en particular, se hizo aún más difícil.
Como ya se ha mencionado, en el desarrollo de la socialdemocracia habían surgido varias lagunas en la transmisión de la experiencia y el espíritu de lucha:
- las lecciones del Congreso de La Haya (1872) no tuvieron continuidad;
- la generación de militantes que había mantenido la organización en la época de la Ley Socialista no pudo transmitir este espíritu de lucha a la generación siguiente, paralizada por el veneno del parlamentarismo y la democracia;
- las lecciones de la lucha bolchevique de 1903 no fueron comprendidas ni transmitidas.
Además, como ya se ha mencionado, a medida que el revisionismo y el oportunismo de todo tipo ganaban más y más influencia, las jóvenes fuerzas en torno a Rosa Luxemburgo (que sólo tenía 30 años al comienzo del enfrentamiento con Bernstein en 1899) sólo podían contar con unos pocos partidarios. En su mayoría, los viejos fracasaron en la prueba; el espíritu de lucha ya estaba roto en muchos camaradas
A pesar de sus casi 40 años de existencia, en el SPD no existían textos básicos significativos sobre la cuestión organizativa. Por el contrario, se había dejado llevar y absorber por la posibilidad de convertirse en un partido de masas. La experiencia en la lucha por la defensa de la organización nunca fue sintetizada y resumida en textos específicos. Sin embargo, no faltaron textos sobre la historia de la organización, y ya en 1890 se propuso elaborar una historia del partido[88], pero el libro de Mehring sobre la historia de la socialdemocracia, publicado en 1897, o su biografía de Marx, o Mi vida, de Bebel, ofrecían muy pocas afirmaciones claras sobre las principales lecciones de la lucha por la organización. Por el contrario, en su texto "Un paso adelante, dos pasos atrás", Lenin defendió muy pronto y rápidamente las principales lecciones de la lucha en el Partido. Como ya se ha dicho, aparte de las críticas de Rosa Luxemburgo, este texto no tuvo casi ningún eco.
Paul Frölich, que se había politizado a principios del siglo XX y se había afiliado al partido en su juventud, escribió: "Me parece casi como si hubiera habido una brecha entre los trabajadores activos del partido que habían comenzado a desempeñar un papel durante la época de la ley socialista y poco después de su derogación y nuestra generación. (...) También sentíamos que éramos una nueva generación que miraba por encima del hombro a la generación anterior con cierto orgullo descarado"[89].
En 1904, en el Congreso del Partido en Bremen, se propuso una moción para la formación de organizaciones juveniles proletarias[90], pero fue rechazada por falta de apoyo en la Conferencia. Los camaradas de Stuttgart pidieron en el mismo Congreso del Partido en Bremen que se mejorara la labor educativa en el Partido y se fundaran organizaciones juveniles proletarias[91], pero el problema no podía resolverse sólo con esos métodos.
Se subestimó la importancia de la cuestión organizativa como tal. Por ejemplo, aunque la revista Neue Zeit trataba un gran número de temas, descuidaba el tratamiento de las experiencias organizativas fundamentales, y en general faltaban fuentes para la cuestión de la organización[92].
La fundación de la escuela del Partido tenía como objetivo la formación de los camaradas (dirigentes)[93] Aunque muchos temas históricos figuraban en el programa, el plan de estudios no abordaba las luchas organizativas.
Por lo tanto, las experiencias organizativas del periodo comprendido entre la década de 1870 y 1914 no se registraron en ninguna parte con más detalle por escrito en el SPD, y la generación cuyo espíritu de lucha seguía intacto no logró transmitir estas experiencias[94].
Dino
[1] Alemania superó a Gran Bretaña, alcanzando el segundo lugar detrás de Estados Unidos
[2] Historia de la Segunda Internacional, Editorial Progress, Moscú 1983, p. 277
[3] Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Vol 1/1, p. 572, traducción al inglés https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/10/11.htm [301]
[4] Bebel en una carta a Kautsky, 9.9.1903, en Dieter Fricke, Handbuch zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung, 1869-1917, Dietz Verlag, Berlín 1987 p. 249, IISG, NL Kautsky, D III 87
[5] Carta de Wilhelm Liebknecht del 10 de agosto de 1899 al Congreso Anual del Partido Obrero Francés (Le Parti ouvrier francais) sobre la entrada de A.E. Millerand en el gobierno burgués y la unidad del partido, en Dokumente und Materialien zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung, Dietz Verlag, Berlín, 1974, volumen IV, p. 31
[6] Bernstein, "Party Discipline and Belief in Conviction", Socialist Monthly Bulletins, 1901, H.11, p.848 f ver también Fricke, ibid p. 247
[7] Rosa Luxemburg, "Gefährliche Neuerungen" (Innovaciones peligrosas), Leipziger Volkszeitung, 9.5.1911, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín 1972, vol. 2, p. 508
[8] Rosa Luxemburg, "Parteidisziplin", (Disciplina del Partido), 4.12.1914, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín 1974, vol 4 p. 15
[9] Fricke, ibíd., p. 247
[10] Congreso del partido del SPD en Hannover 1899, Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke. Dietz Verlag, Berlín 1974, vol. 1/1, p. 574
[11] Protocolo de Jena, 1905, p. 117/158https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1905.pdf [302]
[12] "Se considerará miembro a toda persona que reconozca los principios del programa del partido y contribuya regularmente con fondos al mismo" (Maguncia, Estatutos, 1900), es decir, los miembros del SPD no tenían que estar necesariamente implicados de forma constante en el trabajo del partido y sólo debían reconocer los principios (no el programa en sus detalles): "1 Se considerará que toda persona pertenece al Partido si se adhiere a los principios del Programa del Partido y apoya al Partido de forma continua mediante fondos". En los estatutos de 1909 (aprobados en el Congreso del Partido de Leipzig), no había ni una palabra sobre la participación activa en las actividades: "1: Toda persona que profesa los principios del programa del partido y es miembro de la organización del partido pertenece al partido"
[13] "Hasta ahora, en el partido hemos sido de la opinión de que todo tipo de elecciones públicas nos sirven para ganar a las masas para la socialdemocracia y su programa, sus puntos de vista, sus objetivos. En la campaña electoral para la alcaldía de Stuttgart no hubo nada de eso (...). En este caso sólo se hizo campaña en torno a la persona del candidato. Sus ventajas, sus méritos, sus intenciones, su programa (...) No se habló del programa general de la socialdemocracia, de las aspiraciones de clase política del proletariado (...) No se han visto todavía elecciones así en la socialdemocracia alemana. Hasta ahora, para nosotros la cosa, el partido lo era todo, la persona nada. Aquí el partido no era nada y la persona lo era todo". (Rosa Luxemburg, "Der Disziplinbruch als Methode", 15.5.1911, Leipziger Volkszeitung, en Gesammelte Werke, Berlin Dietz Verlag, 1972, vol. 2, p. 512)
[14] Ya en julio de 1910, el grupo parlamentario estatal del SPD de Baden había aprobado el presupuesto, desafiando así la decisión sobre el Congreso del Partido de Nuremberg de 1908, según la cual los presupuestos de los gobiernos debían ser rechazados en principio. Las fuerzas más radicales quisieron oponerse a esta ruptura de la disciplina en el Congreso del Partido de Magdeburgo (1910), "oponiendo al bloque revisionista un bloque radical". (Heinz Wohlgemuth, Die Entstehung der Kommunistischen Partei, Dietz Verlag, Berlín, 1978, p. 38). No disponemos de ninguna documentación sobre sus acciones. No se sabe si Pannekoek y Luxemburgo, que estaban presentes en la conferencia del partido, trabajaron juntos y de qué manera
[15] Bernstein habló de que "el partido se convertía en [una parte del] Estado (...) [lo que a su vez exigía nuevas normas] para el alcance y los límites de sus pretensiones de soberanía sobre los miembros", es decir, que los miembros tendrían que someterse a un partido integrado en el Estado. (Fricke, ibid, p. 288, Bernstein, "Party Discipline", Monthly Socialist Issues, 1910, H 19/20, p. 1218)
[16] Bebel, Ausgewählte Reden und Schriften, Dietz-Verlag, Berlín, 1978, vol. 2/2, p. 379-384
[17] Fricke ibid, p. 246
[18] "Directrices para los funcionarios del partido socialdemócrata del distrito de agitación, provincia del Alto Rin", Colonia, octubre de 1913, p. 5, en Fricke, ibid, p. 283. Es de suponer que personas como Friedrich Ebert, líder y posterior jefe de gobierno, cumplían estos criterios
[19] Heine an Haenisch, 9.2.1915, Zsta Potsdam NL Haenisch, nº 134, BI.39 y 44, Fricke, ibid, p. 289
[20] Fricke, ibid, p. 239
[21] "Resolución contra el revisionismo", Dresdner Parteitag, septiembre de 1903.https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1903.pdf [303]
[22] Mehring, nacido en 1846, sólo se unió a la socialdemocracia ya mayor. En los años 1870 incluso había luchado contra el SAPD. Después de haberse convencido de las posiciones socialdemócratas no había publicado un balance suficientemente claro de sus propias posiciones políticas. Véase también Paul Frölich: Im radikalen Lager - Politische Autobiographie 1900 - 1921, Basis Druck, Berlín, 2013, S. 36
[23] "Bebel declaró públicamente en los congresos de su Partido que no conocía a nadie que fuera tan susceptible a la influencia del ambiente como el camarada Bernstein (no Mr. Bernstein, como el camarada Plejánov le llamaba en una ocasión, sino el camarada Bernstein): acojámoslo en nuestro entorno, hagámoslo miembro del Reichstag, combatamos el revisionismo, no con una dureza inadecuada (a la manera de Sobakevich-Parvus) hacia el revisionista, sino 'matándolo con amabilidad' -como dijo el camarada M. Beer, recuerdo que lo dijo en una reunión de socialdemócratas ingleses al defender la conciliación, la pacificación, la suavidad, la flexibilidad y la prudencia alemanas frente al ataque de los Sobakevich-Hyndman ingleses. Y del mismo modo, el camarada Plejánov quiso 'matar con amabilidad' el pequeño anarquismo y el pequeño oportunismo de los camaradas Axelrod y Mártov" (Vladimir Ilich Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás" (LA CRISIS EN NUESTRO PARTIDO) : "P. Las pequeñas molestias no deben interponerse en el camino de un gran placer":https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/onestep/p.htm [304]
[24] Victor Adler y Kurt Eisner, 6.9.1903, IML, ZPA, NL 60/59, Fricke, S. 251
[25] Fricke, ibid, S. 251
[26] Kautsky, Rede auf dem Parteitag der SPD in Lübeck, September 1901, Dokumente und Materialien, Berlin, 1974, IV, S. 80
[27] Bebel 8.10.1912 en Fricke, ibid, S 294
[29] "El centrismo es una variedad del oportunismo, una manifestación, que tiende a situarse y oscilar entre el oportunismo franco y abierto y las posiciones revolucionarias”. Lenin describió el centrismo como 'inconsistente, irresoluto, camuflado, vacilante, hipócrita, oportunismo harinoso, flotante, indeciso'". Para una comprensión más profunda, ver los siguientes artículos de la CCI: Debate: oportunismo y centrismo en la clase obrera y sus organizaciones https://es.internationalism.org/content/4749/debate-oportunismo-y-centrismo-en-la-clase-obrera-y-sus-organizaciones [306] ; Resolución: Oportunismo y centrismo en el período de decadencia https://es.internationalism.org/content/4778/resolucion-oportunismo-y-centrismo-en-el-periodo-de-decadencia [307] ; Las corrientes centristas en las organizaciones políticas del proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol [308]
[30] Kautsky a Bernstein, 2.2.1900, IISG, NL Kautsky, C 691, Fricke, ibid, p. 293
[31] Kautsky, (Der Weg zur Macht - El camino al poder), Buchhandlung Vorwärts, Berlín, 1909
[32] Kautsky, Parlamentarismo y democracia, p. 17F, Fricke, ibid, p. 292
[33] Lenin, Carta a Schlapnikow, 27.10.1914, Lenin, Cartas, Editorial Progress, Moscú, volumen 35, p. 142 f
[34] Rosa Luxemburg, Die Theorie und Praxis, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd. 2, S. 404, Die Neue Zeit, 1909/1919, ibid, S. 564. Véase también nuestra serie sobre Los Consejos Obreros, principalmente el primer artículo de la Serie: https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [309] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re [310] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a- [311] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer [20] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es [21].
[35] Rosa Luxemburg, "Zum kommenden Parteitag", Jena, 1911, 29.6.1911, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd 2, S. 555
[36] Fricke, ibid, S. 308
[37] Rosa Luxemburg, "Taktische Fragen", 1913, Gesammelte Werke, Dietz Verlag Berlin, 1974, Bd 3, S., 253. Si bien es cierto que enfatiza mucho el papel de la movilización de las bases, sobreestima el nivel de vitalidad, la vigilancia y los esfuerzos de los dirigentes
[38] R. Luxemburg, "Geknickte Hoffnungen", 1903, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974 Bd. ½, S. 399ss
[39]"Zehn Jahre Revisionismus", Julian Marchlewski (Karski), 1.9.1908 Leipziger Volkszeitung, 1.09.1908, en Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd. IV, S. 242.Mientras Marchlewski consideraba que los revisionistas habían sufrido una derrota tras otra, en realidad los revisionistas sólo se habían contenido temporalmente, en realidad ganaban cada vez más peso y se convertían en algo así como una fuerza autónoma dentro del Partido
[40] Brief von Hermann Duncker an seine Frau, 14.09.1910 IML, ZPA, NL 45/125, en Fricke, ibid, S. 287
[41] Engels an W. Liebknecht 24.11.1894, Marx-Engels-Werke 39, Dietz-Verlag, Berlín, 1967, S. 330, véase también Fricke, idid, S. 288
[42] IISG 183/12-17, Fricke, S. 250
[43] Wolfgang Heine, "Sonderkonferenz", Sozialistische Monatshefte, 1912, H. 18/20, S. 1 142 y ss.; en Fricke, ibid, S. 289
[44] R. Luxemburgo, "Geknickte Hoffnungen", 1903. Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1972, Bd. ½, S. 399ss
[45] Fricke, ibid, S. 289
[46] Alexandra Kollontai escribió en su libro Ich habe viele Leben gelebt: (He vivido muchas vidas) (1912 Krieg): "En 1912 se publicó mi libro A través de la Europa de los Trabajadores. En este libro señalé la inclinación del aparato del partido de la socialdemocracia alemana hacia el oportunismo y su creciente burocratización. A veces despreciaba el comportamiento militar, la displicencia y la arrogancia de los dirigentes y había contrastado la condescendencia burocrática y el conservadurismo de la dirección del partido con el sano instinto de clase de los miembros de base. (...) La dirección del partido estaba indignada". (p. 157). Kollontai también informó de que Karl Liebknecht escribió una crítica de su libro. En respuesta a esto, un escritor anónimo escribió: "¿Por qué la policía alemana tolera a un emigrante político ruso en Berlín? Hay algo que no funciona". (Kollontai, p. 159
[47] Ver 1914 – El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana [312]
[48] Ver nuestra Serie El nacimiento del bolchevismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904 [290] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/166/el-nacimiento-del-bolchevismo-ii-trotsky-contra-lenin [313] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [314]
[49] Ver La Fundación del KAPD https://es.internationalism.org/revista-internacional/199704/2782/vii-la-fundacion-del-kapd [315]
[50] Lenin, "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück", Werke, Dietz Verlag, Berlin, 1962, Bd. 7, S. 403, 404) en Die Geschichte der Zweiten Internationale, Verlag Progress, Moksau, 1983, S. 789, véase también Neue Zeit, Jahrgang 22, 1903-1904, Bd. 2, Nr. 28, S. 37
[51] En cambio, el Congreso del POSDR comenzó en Bruselas, pero debido al acoso policial tuvo que ser trasladado a Londres
[52] Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke, Dietz Verlag Berlin, 1974, Bd. 1/2, S. 422, (véase también Neue Zeit, 1903/1904, I, S. 484-492, II, S. 529-535,)
[53] Lenin "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück. Antwort an R. Luxemburg", 1904, Dietz Verlag, Berlín, 1962, Bd. 7, S. 480-491. (Edición en alemán). En 1882 Kautsky fundó Neue Zeit, del que fue director hasta 1917. Reisberg, S. 62
[54] Geschichte der 2. Internationale, Verlag Progress, Moskau 1983, S. 790
[55] "Cuando los alemanes [socialdemócratas] escriben, suelen evitar la cuestión del desacuerdo. Cuando los rusos escriben en los órganos de prensa socialdemócratas alemanes, vemos o bien una alineación de todos los grupos de ultramar con los liquidadores hasta la más grosera despotricarían contra los 'leninistas' (como ocurrió en la primavera de 1912 en Vorwärts) o bien el escrito de un tyszkiano, de un trotskiano o de otro miembro de un círculo extranjero oscureciendo deliberadamente la cuestión. Durante años, ni un solo documento, ni un solo resumen de resoluciones, ni un solo análisis de ideas, ni un solo intento de reunir el material de los hechos. Lamentamos que los dirigentes del partido alemán (...) no se avergüencen de escuchar y repetir los cuentos de hadas de sus fuentes liquidacionistas" (Lenin, Ges. Werke, vol. 19, "Una buena resolución y un mal discurso", Proletarskaja Prawda no. 6, 13 de diciembre de 1913).
[56] Geschichte der 2. Internationale, vol. 2, p. 791
[57] El PS de Francia (guesdistas) se limitó a afirmar que "el partido se compone de grupos políticos cuyos miembros tienen carnés y pagan una contribución mensual a la organización central del partido". El Partido Socialista Francés (Jaurès), el SD austriaco y el Partido Obrero Belga no definieron en absoluto la afiliación. Los estatutos de los partidos de la II Internacional no contienen ni una palabra sobre el carácter vinculante de las decisiones de los órganos centrales para las organizaciones locales del partido. Geschichte der 2. Internationale p. 699
[58] Serie sobre el nacimiento del bolchevismo, la polémica entre Lenin y Rosa Luxemburgo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [314]
[59] ] R. Luxemburg, "Organisationsfragen der Russischen Sozialdemokratie", Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, "Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa", vol. ½. S. 422, 424
[60] Lenin, "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück. Antwort an R. Luxemburg", Lenin, Werke, Dietz Verlag, Berlín 1962, vol. 7, 1904, inglés: https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/sep/15a.htm [316]
[61] Ebenda, ibid, p. 365
[62] Rosa Luxemburg, Taktische Fragen, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, 1974, vol. 3, p. 253
[63] Congreso del Partido de Jena de 1911, p. 161, 319, https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1911.pdf [317]
[64]"Durante 20 años, desde el final de la Ley Socialista, nuestro aparato organizativo y nuestra táctica de partido se han adaptado básicamente a una tarea principal: las elecciones parlamentarias y la lucha parlamentaria. Ahí es donde nos hemos esforzado al máximo y ahí es donde hemos crecido. Pero la nueva era del imperialismo nos plantea cada vez más nuevos retos que no pueden ser resuelto sólo con el parlamentarismo, con el viejo aparato y la vieja rutina. Nuestro partido debe aprender a poner en marcha acciones de masas en situaciones apropiadas y a dirigirlas. (...) El proletariado no puede reunir sus fuerzas y aumentar su poder para la victoria final más que poniéndose a prueba en la lucha, en medio de las derrotas y de todas las vicisitudes de la lucha. Una gran lucha librada, ya sea que termine en victoria o en derrota, en un corto período de esclarecimiento de clase y de experiencia histórica, rinde más que miles de escritos y reuniones de propaganda". (Rosa Luxemburg, Taktische Fragen, junio de 1913, Leipziger Volkszeitung, Gesammlte Werke, Dietz Verlag, 1974, vol. 3, p. 256)
[65] Internationalisme, Gauche Communiste de France, n°4, 1946 P. 73
[66] En el congreso sindical de Colonia de 1905, la discusión sobre la huelga de masas se consideró "censurable" y se rechazó
[67] Claudie Weill - Marxistes russes et social-démocratie allemande 1898-1904, París, 1977
[68] La trayectoria del camino hacia la Primera Guerra Mundial fue bien trazada por Rosa Luxemburg en su folleto Junius
[69] "La fraction dans les partis socialistes de la Seconde Internationale", Bilan Oct.-Nov. 1935, n° 24, p. 814
[70] En su autobiografía, Frölich también informó sobre las fuerzas de la oposición en varias ciudades alemanas, en las que la generación más joven se distinguía a menudo de las fuerzas más antiguas, reformistas y revisionistas
[71] Reisberg, Lenins Beziehungen zur deutschen Arbeiterbewegung, Dietz Verlag, Berlín, 1970, p. 125
[72] P. Frölich, Im radikalen Lager, BasisDruck, Berlín, 2013 , p. 54
[73] Poco a poco, el Partido perdió el hábito del trabajo ilegal, aunque en 1908 todavía se tomaron medidas represivas contra él. "En 1908 se aprobó en Alemania una ley sobre sindicatos y asambleas que restringía su derecho a celebrar reuniones en idiomas distintos del alemán, daba vía libre a la policía para reprimir la propaganda socialdemócrata y prohibía a los menores de 18 años afiliarse a sindicatos políticos y asistir a reuniones políticas. También se prohibió a los socialdemócratas acceder a determinados puestos de trabajo, como los ferrocarriles". (El movimiento obrero internacional, Editorial Progress de Moscú, 1981, vol. 3, p. 317)
[74] Hay que añadir que, aunque el ala en torno a Rosa Luxemburgo se había desarrollado en condiciones de ilegalidad y exilio, ella misma no tenía experiencia en el trabajo de Fracción, ya que la ruptura entre el SDKP y el PSP fue relativamente rápida
[75] Personas como Bebel, un líder muy respetado del SPD, criticaron el revisionismo, pero no llegaron realmente a las raíces. O también, personas como Mehring aportaron textos valiosos, pero no demostraron ser luchadores suficientemente decididos
[76] Hay muchos informes de ella y de la prensa que informan de miles de participantes entusiastas en las reuniones en las que a menudo hablaba durante más de una hora
[77] ]"De este modo, Rosa Luxemburgo tuvo antes vía libre, pero nunca tuvo la oportunidad de adquirir experiencia en la lucha de una fracción en defensa de un partido amenazado de degeneración. Por eso nunca logró desarrollar y comprender realmente el concepto de fracción. Esta fue una debilidad que se pagaría muy cara durante la heroica lucha de los espartaquistas contra la degeneración del SPD alemán, y sería en gran medida responsable del fatal retraso en la constitución del Partido Comunista Alemán en 1918." (La relación Fracción-Partido en la tradición marxista" 3ª parte - De Marx a Lenin 1848-1917, IR 64, p. 29, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199204/1052/la-relacion-entre-fraccion-y-partido-en-la-tradicion-marxista-iii- [318] )
[78] Lenin, "El Congreso del Partido de Jena del SPD, septiembre de 1905", Werke, Editorial Progress, Moscú, vol. 9, p. 285, Reisberg, ibid, p. 60
[79] En las elecciones al Reichstag de 1912, el SPD fue el claro vencedor con el 34,8% de los votos y 110 escaños en el Reichstag
[80] La confianza en la fiabilidad del SPD, o más exactamente en ciertas fuerzas del SPD, queda atestiguada por el hecho de que después de 1905 el POSDR confió una gran suma de dinero al SPD. Esto volvió a bloquear cualquier acercamiento. Véase Dietrich Geyer, Kautsky's Russian Dossier," Deutsche Sozialdemokraten als Treuhänder des russischen Parteivermögen, 1910-1915", Frankfurt/Nueva York, 1981
[81] Pannekoek, que había vivido en Alemania durante años, no empujó en la misma dirección que Rosa Luxemburg en cuestiones organizativas
[82] Lenin, Werke, Dietz Verlag, Berlín 1962, vol. 7, p. 600
[83] Reisberg, ibid. p.130
[84] En este panfleto, del que se trajeron 600 ejemplares a Alemania desde Francia ("Zur gegenwärtigen Sachlage in der Sozialdemokratischen Arbeiterpartei Russlands" - Lenin, julio de 1912, Gesammelte Werke, vol. 18, p. 191-209), Lenin subrayó que los bolcheviques eran la fracción parlamentaria legal; había todo tipo de asociaciones obreras legales, pero la organización ilegal del partido era la base. Por cierto, Alemania era un "punto nodal" central para el transporte de literatura ilegal a Rusia, que a menudo se contrabandeaba desde Suiza y Gran Bretaña a través de Alemania a los camaradas en Rusia
[85] Véase Rosa Luxemburg "The Industrial Development of Poland", Inaugural Dissertation on Poland - Die industrielle Entwicklung Polens, Inaugrual Dissertation, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Belin, 1974, vol. 1, p. 113
[86] Incluso durante la Primera Guerra Mundial, después de la publicación del folleto de Junius por parte de Luxemburgo y la polémica de Lenin con ella, el debate continuó; e incluso después del estallido de la revolución, Rosa Luxemburgo mantuvo su crítica a la actitud bolchevique. Un factor adicional que resultó ser un obstáculo entre el ala que rodeaba a Rosa Luxemburgo y los bolcheviques surgió en 1913 en un momento en que la ISB y el SPD querían impulsar una reunificación del POSDR
[87] Karl-Ernst Moring, Die Sozialdemokratische Partei in Bremen, 1890-1914, Reformismus und Radikalismus in der Sozialdemokratischen Partei Bremens, Hannover, 1968, publicado por la Friedrich-Ebert-Stiftung; Lenin, The Splits in the Polish Social Democracy" (Werke, Editorial Progress, Moscú, volumen 18, p. 476 versión alemana, 12 de enero de 1912), Lenin "También los unificadores", (15 de noviembre de 1913, Werke, volumen 18, p. 493, versión alemana) Lenin, "Al Secretariado de la JIS", Werke, Editores del Progreso, Moscú, volumen 19, 21 de noviembre de 1912, p. 266)
[88] Solicitud de los socialdemócratas de Dresde para la elaboración de una historia del movimiento obrero alemán. Se debe escribir una historia completa del movimiento obrero alemán. Motivo: "Este interés sólo quedará plenamente salvaguardado si la investigación requerida no equivale a una glorificación de nuestro partido, sino que examina los lados claros y oscuros con el rigor y la imparcialidad de los métodos científicos. Por lo tanto, exigimos un trabajo científico, que debe estar escrito en un lenguaje bello y generalmente comprensible". (Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1987, Vol. III, p. 348, Congreso del Partido Halle, 1890 (https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1890.pdf [319]
[89] Paul Frölich: Im radikalen Lager - Politische Autobiographie 1900 - 1921, Basis Druck, Berlín, 2013, p. 43
[90] "La ejecutiva del partido tiene instrucciones de fundar asociaciones juveniles socialistas". (Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1974, vol. IV, p. 120)
[91]"El congreso del partido debe decidir que el congreso del partido de 1905 debe tratar la cuestión de cómo hacer posible que con el creciente número de simpatizantes del partido se mantenga el ritmo de la educación y la formación de los mismos, lo que es tanto más necesario cuanto que las condiciones actuales conducen a un aplanamiento [teórico-político]. Habría que examinar si se puede encontrar una solución a esta cuestión en relación con la creación de organizaciones juveniles que deberían ser lo más amplias posible". (Dokumente, ibid, IV, p. 120). Esta moción también fue rechazada, pero se aprobó un año después, en 1905
[92] En las publicaciones de los bolcheviques, en cambio, en el período comprendido entre 1903 y 1912, se encuentran constantemente artículos sobre la cuestión de la organización
[93]"El trabajo de organización absorbía toda la energía, no quedaba tiempo para el estudio. Las exigencias inexorables del trabajo práctico debilitaban la pasión por el conocimiento. Las pequeñas industrias clamaban por nuevos poderes, los obreros más agresivos exigían la medida completa; y todo joven que mostraba algo de afán y capacidad se ponía inmediatamente a trabajar, y en adelante no encontraba tiempo para el estudio teórico. Sucedió además que los partidos burgueses dejaron de luchar con teorías, principios y argumentos. El abuso, los ataques personales y la tergiversación de los hechos ocuparon su lugar. Por lo tanto, para hacer la guerra a los burgueses, no eran necesarios los conocimientos teóricos, sino la agilidad polémica y el conocimiento de los hechos; al menos la necesidad de conocimientos fundamentales se hacía sentir poco en una contienda de este tipo" http://www.marxists.org/archive/pannekoe/1907/social-democrat.ht [320] [20], Anton Pannekoek, "The Social Democratic Party School in Berlin", 1907 Fuente: The International Socialist Review, Nueva York, vol. VIII, nº 6 (diciembre de 1907), pp. 820-824
[94] Por ejemplo, en los escritos de Bebel se puede encontrar mucho material sobre el periodo de la Ley Socialista y antes, pero después de 1891 apenas hay explicaciones
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El 24 de Febrero de 2022 Rusia desencadenaba una “Operación especial” contra Ucrania que pretendía ser una Blitzkrieg1 desde el Norte y el Este, con la intención de cambiar el gobierno de Kiev y ocupar el Donbás, Zaporiya y Jerson. Frente a ello el Estado de Ucrania declaraba la movilización militar de la población y en las principales potencias occidentales se ponía en marcha una campaña democrática de apoyo a la defensa de Ucrania. Todo lo que quería inducir a pensar en un incidente “limitado”, como la ocupación de Crimea en 2014.
Hoy en cambio, la situación se parece más a lo que Rosa Luxemburg describía al principio de su folleto de Junius sobre la Iª guerra mundial: «La ruidosa alegría de las muchachas que corrían a lo largo de los convoys de soldados ya no escolta a los trenes de reservistas y éstos ya no saludan a la multitud colgados de las ventanillas de su vagón con una sonrisa alegre en los labios…La carne de cañón embarcada en agosto y septiembre, henchida de patriotismo, se pudre ahora en Bélgica, en los Vosgos, en Masuria… Las ciudades se metamorfosean en montones de escombros; los pueblos en cementerios; regiones enteras en desiertos; poblaciones íntegras en ejércitos de mendigos; iglesias en cuadras…Enlodada, deshonrada, embarrada en sangre, ávida de riqueza: así se presenta la sociedad burguesa, así es ella».
La guerra de Ucrania expresa las características de la guerra imperialista en la decadencia del capitalismo, y particularmente en su periodo de descomposición.
Desde la Iª guerra mundial (4 años de duración), y particularmente después de la IIª guerra mundial (5 años), la guerra no ha cesado, causando globalmente mucho más muertos y destrucción que en las dos guerras mundiales: Guerra de Corea(3 años; aunque se cerró en falso con un armisticio que significa la persistencia de la guerra); Vietnam (20 años); Irán-Irak (8 años); Afganistán (20 años); guerra de Irak (8 años); guerra de Angola (13 años); 1ª y 2ª guerra del Congo ( 1 año y 5 años)… Hoy se calcula que hay en todo el mundo 183 conflictos armados.
La guerra en Ucrania dura ya casi 2 años2 y ahora mismo se encuentra en un estado de estagnación tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana, que solo puede ser la antesala de una nueva agravación. De hecho, desde la ocupación rusa de Crimea en 2014, la guerra en el Donetsk no ha cesado. Pero más allá de eso, el conflicto entre la extensión de la OTAN hasta las puertas de Moscú y la resistencia de la Federación rusa, pone las bases para la persistencia y escalada de los enfrentamientos: «Ucrania ha desarrollado una impresionante potencia de combate con decenas de miles de millones de dólares de ayuda, formación exhaustiva y apoyo de inteligencia de Occidente. Las fuerzas armadas ucranianas serán capaces de poner en riesgo cualquier área bajo ocupación rusa. Más aún, Kiev mantendrá la capacidad de atacar la propia Rusia, como se ha demostrado consistentemente el año pasado. Por supuesto el ejército ruso también tienen la capacidad de amenazar la seguridad de Ucrania. Aunque sus fuerzas armadas hayan sufrido bajas significativas y pérdidas de material de las que les llevará años recuperarse, sus capacidades aún son formidables. Y como han demostrado diariamente, incluso en su estado actual lamentable, aún pueden causar muerte y destrucción significativas en el ejército y la población civil de Ucrania»3
La guerra de Ucrania confirma igualmente la tendencia a una mayor implicación directa de los países centrales del capitalismo en la guerra imperialista. De hecho, esta guerra significa la vuelta de la guerra a Europa desde 1945 y la guerra de los Balcanes en los años 90. Y enfrenta a los dos países más grandes de Europa en cuanto a extensión, incluyendo por otra parte a la 2ª potencia nuclear mundial.
Además la guerra implica directamente a las grandes potencias de Europa4 y a EEUU, que participan en su financiación y en el envío de armamento y entrenamiento militar5. No es extraño, pues, que esta guerra traiga el espectro de la guerra mundial:
«Antes de la invasión rusa, muchos asumían que las guerras entre las grandes potencias del siglo XXI, en el caso de que pudieran ocurrir, no serían como las anteriores. Se librarían usando una nueva generación de tecnologías avanzadas incluyendo sistemas de armas autónomas. Se desarrollarían en el espacio y el ciberespacio; la presencia de soldados en el frente probablemente no importaría mucho. En vez de eso, Occidente ha tenido que admitir que se trata de otra guerra entre Estados en suelo europeo, librada por grandes ejércitos en muchas millas cuadradas de territorio. Y esta es solo una de las muchas formas en que la invasión de Rusia recuerda a las dos guerras mundiales. Igual que esas guerras anteriores, ésta ha sido alimentada por el nacionalismo y las expectativas irrealistas sobre lo fácil que sería avasallar al enemigo. Los combates han tenido lugar tanto en áreas civiles como en el frente, asolando ciudades y haciendo huir a la población. La guerra ha consumido vastos recursos y los gobiernos implicados se han visto forzados a usar reclutas, y en caso de Rusia, mercenarios. El conflicto ha llevado a la búsqueda de nuevo y más mortífero armamento y comporta el potencial de una peligrosa escalada. Y también se deja sentir en muchos otros países»6
Otro perfil de las guerras en la decadencia (y también en su fase final de descomposición) es que exigen la movilización de todos los recursos de la nación y el alistamiento de toda la población en el frente o la retaguardia. Los medias han insistido que tanto en Rusia como en Ucrania, mientras la guerra transcurría en el frente, la vida en la retaguardia seguía normalmente en Moscú o Kiev. Se trata de una verdad a medias. Es cierto que, particularmente en Rusia, se han enviado al frente principalmente mercenarios de Wagner y Kadyrovtsi7, y que la conscripción ha evitado por el momento cuidadosamente las concentraciones del proletariado: «El Kremlin ha recurrido desproporcionadamente a reclutar soldados de las regiones más pobres de Rusia, compuestas de una amplia población de minorías étnicas, incluyendo las de repúblicas que en su día fueron rebeldes, como Chechenia, y provincias como Buryatia y Tuva. En Tuva, por ejemplo, uno de cada 3.300 adultos ha muerto luchando en Ucrania (comparado con Moscú, donde la cifra es 1 de cada 480 mil adultos)»8
También es cierto que es necesario mantener la producción en la medida de lo posible: por ejemplo en Ucrania, las empresas tienen el derecho de “salvar” del reclutamiento hasta el 50% de sus cuadros y obreros especializados (a cambio, facilitan el de los demás obreros amenazándolos de despido) y que ambos gobiernos están interesados en mantener una apariencia de “normalidad” en la retaguardia.
Pero la guerra es una guerra total; la barbarie se ceba en el frente y con la población civil. Desde el primer día de la guerra Zelenski prohibió la salida del país a los hombres adultos en edad de combatir, lo que no ha impedido que hayan más de 8 millones de refugiados ucranianos (y otros tantos desplazados al interior del país huyendo de los frentes de guerra). En Rusia igualmente desde la movilización parcial de septiembre 2022, el gobierno puede reclutar a cualquier ciudadano en condiciones de combatir, lo que produjo inmediatamente la huida del país de 200 mil jóvenes según se calcula, y posiblemente más después.
En el frente «las agencias de Inteligencia occidentales han estimado que durante algunos de los peores combates, Rusia ha sufrido una media de más de 800 muertos y heridos por día y los oficiales ucranianos han reconocido picos de entre 200 y 500 bajas al día del lado de Ucrania. Rusia ha perdido ya más soldados en este guerra que en 10 años de combate en Afganistán»9
Según fuentes de oficiales americanos, el New York Times estima a mediados de agosto de este año en cerca de 500 mil el número de muertos, heridos y mutilados en la guerra; 70 mil muertos y 120 mil heridos graves del lado ucraniano10, de donde se tienen más datos. Según fuentes ucranianas, las tropas rusas se rellenan con presidiarios excarcelados chantajeados para ir a la guerra. Los oficiales los desprecian y los envían a morir a primera línea sin ocuparse de los heridos y menos aún de los muertos.
En cuanto a la población civil, desde el primer asalto ruso, se han descubierto fosas comunes de asesinatos y torturas en los suburbios de Kiev y después en Bucha, con evidencias de cientos de ejecuciones sumarias, violaciones a mujeres y niños, que se han exhibido como propaganda de guerra contra Rusia. Los bombardeos continuos destruyen las viviendas de la población y las infraestructuras mínimas y causan un goteo permanente de víctimas. Ciudades enteras como Mariupol han sido completamente destruidas. La lluvia de misiles no cesa, no solamente en el frente del Este, sino también en Kiev. Se han bombardeado estaciones de tren (Kramatorsk –Abril 2022-), cafeterías y restaurantes, hospitales, maternidades, centrales eléctricas e incluso centrales nucleares como Zaporiya se han visto seriamente amenazadas.
Cada día ambos bandos disparan decenas de miles de proyectiles11 desencadenando el terror y la destrucción cuando explosionan; pero también cuando no lo hacen, porque quedan como una amenaza que puede seguir matando y mutilando. Las bombas de racimo proporcionadas por EEUU los últimos meses, como su nombre indica, estallan sembrando al mismo tiempo toda la zona de explosivos. Ucrania es hoy uno de los países con más minas del mundo; minas antipersonales y antitanque, que estallan al pisar sobre ellas pero también cuando pasan los coches o los autobuses de la población huyendo. Las tropas rusas en su retirada siembran todo el terreno de minas y preparan trampas dejando explosivos en los cadáveres y en las casas abandonadas, y el ejército de Ucrania mina el frente para impedir el avance de los rusos. Las minas se lanzan con misiles o con drones, por todas partes:
«Se sospecha que unos 174.000 kilómetros cuadrados de Ucrania están contaminados con minas y artefactos explosivos sin detonar. Se trata de una superficie del tamaño de Florida, aproximadamente el 30% del territorio ucraniano. Esta estimación tiene en cuenta las áreas ocupadas por Rusia desde su invasión a gran escala, junto con las zonas reconquistadas, desde la región de Járkov, en el este, hasta los alrededores de Kiev, como Bucha. Según Human Rights Watch, se han documentado minas en 11 de las 27 regiones de Ucrania»12
Por no hablar de las consecuencias ecológicas de la guerra, que ya mencionamos antes: «Se han bombardeado fábricas químicas en un país especialmente vulnerable. Ucrania ocupa el 6% del territorio europeo, pero contiene el 35% de su biodiversidad, con unas 150 especies protegidas y numerosos humedales»13
Esta es la imagen reciente que dan los periodistas de Kryvyi Rih, importante concentración industrial cerca de Zaporiya, 7ª ciudad del país: «Las colas ante las oficinas de reclutamiento han desaparecido. Ahora todo el mundo sabe cómo es el día a día de un soldado. Ya no es raro cruzarse con soldados mutilados de guerra en las inmediaciones de las estaciones de autobuses de las ciudades medianas.»14
Pero la principal víctima de la guerra es la clase obrera. Las familias de los trabajadores son bombardeadas en la retaguardia y ellos son reclutados en las fábricas para ir al frente, chantajeados con el despido, de manera parecida a lo que ocurre con los presidiarios rusos. Pero encima, una vez movilizados, pierden su salario, que cambian por la mísera paga de soldado de 500€. Además el Estado se ha desentendido de los seguros de los heridos y mutilados. Para los que quedan en el trabajo, la Rada (parlamento de Ucrania) aprobó en Julio de 2022 la suspensión de la mayor parte de la legislación laboral, dejando arbitrariamente en manos de las empresas la negociación de los salarios y el despido libre.
En las guerras imperialistas de la decadencia (y también en su fase final de descomposición), la guerra no está al servicio de la economía, como en el periodo ascendente de expansión del capitalismo en el s.XIX, cuando las guerras coloniales permitían la expansión mundial del capitalismo, o las guerras nacionales daban un marco al desarrollo capitalista, sino que la economía está al servicio de la guerra15. Y esto se confirma en la guerra de Ucrania, empezando por Rusia.
En su entrevista de fin de año, Putin ha presumido de un aumento de la producción del 3,5% en Rusia; pero eso indica substancialmente el aumento de la producción de guerra:
«El Kremlin está tirando la casa por la ventana, aumentando su presupuesto militar un 68% en 2024. La industria de defensa se pone rápidamente en marcha para abastecer a la primera línea. Una investigación del medio ucraniano Skhemy, basada en observaciones por satélite, muestra la construcción o ampliación de varias fábricas clave del sistema militar-industrial ruso. En el sector aeronáutico, se trata de la fábrica Gorbunov de Kazán (que produce los bombarderos Tu-16, Tu-22 y TU-160), la de Irkutsk (cazas Su-30) y la de Ekaterimburgo (motores y cajas de cambio para los helicópteros militares Mi-24 y Ka-52). Otras, especializadas en ingeniería mecánica en Doubna (misiles Kh-22, Kh-55 y Kh-101) y Kronstadt (aviones no tripulados militares Orion y Helios), así como Kalashnikov (munición para merodeadores Zala, Lancet e Italmas), también han ampliado sus instalaciones industriales.»16
Los ingresos de la población sin embargo, han disminuido un 10% la última década según cifras oficiales, y la situación económica del país recuerda a la de la URSS estalinista en el momento del hundimiento del bloque del Este, de la que el estancamiento y atraso económico fue precisamente una causa principal:
«La economía del país está estancada, con pocas fuentes de valor aparte de la extracción y exportación de recursos naturales. Todo el sistema está plagado de corrupción y dominado por empresas estatales, o controladas por el Estado, que son ineficientes, y las sanciones internacionales limitan el acceso al capital y la tecnología. Rusia tiene dificultades para desarrollar, retener y atraer talentos; el Estado no financia suficientemente la investigación científica y la mala gestión burocrática obstaculiza la innovación tecnológica. Como resultado, Rusia va considerablemente a la zaga de Estados Unidos y China en la mayoría de los indicadores de desarrollo científico y tecnológico. El gasto militar se ha estancado en los últimos cuatro años, y se prevé que la población disminuya en diez millones de personas de aquí a 2050.»17
La guerra ha tenido igualmente un gran impacto en la economía de las principales potencias europeas. EEUU ha utilizado la guerra, que él mismo contribuyó a desencadenar, no sólo para “desangrar” a Rusia y dificultar una posible alianza con China18, sino también para imponer a las potencias europeas su política de sanciones a la Federación y de financiación de la guerra en Ucrania.
Hasta ahora hemos tratado el balance de casi dos años de esta guerra sin hacer diferencias entre las características de las guerras en la decadencia o su última fase de la descomposición; pero en este punto hay una diferencia importante, y es la tendencia a “cada uno a la suya”, la dificultad de EEUU de imponer una disciplina a sus aliados y al mismo tiempo la imposibilidad de éstos de librarse de la tutela americana, y por tanto la imposibilidad de consolidar un bloque imperialista. Lo que en los medios se llama “Occidente”, frente al “Sur global”, no es la continuación de lo que fue el bloque USA frente al bloque del Este en la guerra fría, sino un saco de gatos donde cada cual defiende sus propios intereses frente a los demás; no menos de lo que sucede en el “Sur global”.
En un primer momento de la guerra, especialmente Francia y Alemania, trataron de mantener un diálogo con Putin y esquivar la política USA de forzar el desgaste del Kremlin en la guerra; pero finalmente han tenido que acatar las sanciones y la financiación de la guerra. Globalmente se calcula en 5 mil millones de euros la cantidad que la UE ha invertido solo en ayuda militar a Ucrania. Macron ha tenido que pasar de declarar la “muerte cerebral” de la OTAN, a contribuir con cerca de 3 mil millones de euros a financiar la guerra y enviar armamento a Ucrania; aunque no sin resistencias, porque su ayuda militar se situaría en quinto lugar, incluso detrás de Finlandia o Eslovaquia.
Pero sin duda es para Alemania para la que las sanciones y la guerra han tenido mayor impacto: «Antes de la invasión de Ucrania, Europa importaba el 45% de su gas de Rusia, con Alemania particularmente resistente a décadas de advertencias de EE.UU. de que tal dependencia de una única potencia ideológicamente hostil era una locura. Como era de esperar, una vez iniciada la guerra, Vladimir Putin recurrió al uso de los suministros de gas como arma de guerra. A partir de junio de 2022, los suministros de gas a través de Nord Stream 1, el gasoducto de 1.200 km desde la costa rusa cerca de San Petersburgo hasta el noreste de Alemania, se redujeron al 40% de lo normal. En julio el suministro había caído aún más, hasta el 20%. Gazprom culpó al "mantenimiento rutinario y los equipos defectuosos". A finales de agosto con los precios del gas subiendo en espiral, el NordStream 1 no transportaba nada de gas.»19. A lo que hay que añadir el sabotaje, primero político por parte de EEU y después práctico (haciéndolo estallar) de autoría desconocida, del Nordstream 2. Alemania ha tenido que reorganizar sus fuentes de Energía con amenazas de racionamientos.
En revancha Scholz ha declarado una Zitenwenden (cambio de época) en la política de Seguridad del país, que significa una política de rearme intensivo. Política que sigue el conjunto de países de la UE con un aumento del 30% de sus gastos de defensa desde febrero 2022.
EEUU por su parte ha invertido globalmente cerca de 250 mil millones de dólares en armamento y financiación de la guerra, y actualmente la administración Biden trata de salvar a toda costa un presupuesto de 60 mil millones más. A pesar de todo, el Estado americano se ha beneficiado económicamente de las sanciones y los recortes de energía para exportar sus propios recursos.
A escala internacional, el bloqueo de la exportación de grano de Ucrania (uno de los 4 principales productores mundiales), y del tráfico marítimo en el mar negro, han causado hambrunas en África y junto con el gasto en armamentos y otros gastos improductivos han colaborado al aumento de la inflación y particularmente de los precios de los alimentos. Todo esto, además del encarecimiento energético y el enorme aumento de los presupuestos militares, se descarga sobre los trabajadores en forma de sacrificios y un deterioro notable de sus condiciones de vida.
Los grupos del Medio Político proletario de tradición Bordiguista y Damenista defienden que la guerra imperialista permite iniciar un nuevo ciclo de acumulación; La Izquierda Comunista de Francia, de la que nos reclamamos, al final de la IIª guerra mundial había sacado sin embargo la conclusión de que en la decadencia del capitalismo, la guerra solo produce la destrucción de fuerzas productivas:
«La guerra fue el medio indispensable para que el capitalismo abriera las posibilidades de un mayor desarrollo, en un momento en que estas posibilidades existían y sólo podían abrirse por medio de la violencia. Del mismo modo, el colapso del mundo capitalista, habiendo agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, encuentra en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este colapso que, sin abrir ninguna posibilidad de desarrollo ulterior para la producción, no hace más que engullir las fuerzas productivas en el abismo y acumular ruina sobre ruina a un ritmo acelerado.»20
Y esta guerra es una confirmación de eso:
«Hoy, la guerra en Ucrania no puede tener objetivos económicos directos. Ni para Rusia, que inició las hostilidades el 24 de febrero de 2022, ni para Estados Unidos, que durante más de dos décadas ha aprovechado el debilitamiento de Rusia tras la caída de su imperio en 1989 para impulsar la expansión de la OTAN hasta sus fronteras. Si Rusia consigue establecer el control sobre nuevas partes de Ucrania, tendrá que hacer frente a enormes gastos para reconstruir las zonas que está asolando. Además, a largo plazo, las sanciones económicas que están aplicando los países occidentales debilitarán aún más su ya débil economía. Por parte de Occidente, estas mismas sanciones también tendrán un coste considerable, por no hablar de la ayuda militar a Ucrania, que ya asciende a decenas de miles de millones de dólares. De hecho, la guerra actual es una ilustración más del análisis que hace la CCI de la cuestión de la guerra en el período de decadencia del capitalismo y especialmente en la fase de descomposición que constituye la culminación de esta decadencia.»21
En efecto, como el propio Putin acaba de declarar, “Ucrania es incapaz de producir nada”; de hecho la economía de Ucrania antes de la guerra ya estaba muy debilitada. Por ejemplo, tras la independencia de la URSS en 1991, la producción disminuyó un 60% y el PNB por habitante cayó un 42%; a excepción precisamente del Este, que es ahora el principal escenario de la guerra, de Kiev y los oblast del norte, la producción principal es agrícola. Y ahora las infraestructuras como el puente de Crimea son destruidas, ciudades enteras están en ruinas, en algunos lugares que eran importantes concentraciones obreras, las fábricas producen al 25% de su capacidad.
La situación del sector de producción y abastecimiento de energía es significativa del estado del país. Cuatro centrales nucleares están detenidas, y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calcula en 10 mil millones el costo de las destrucciones solo en este sector, que han dejado a 12 millones de personas en penuria energética: «El invierno pasado, Ucrania sufrió apagones y cortes de calefacción en todo el país. Los hospitales se quedaron sin electricidad o tuvieron que recurrir a sus propios generadores. En abril, la capacidad de generación de energía de Ucrania se había reducido en un 51% en comparación con justo antes de la invasión rusa, según el PNUD de la ONU.»22
Falta la mano de obra básica y particularmente la especializada en tecnología e investigación, que mayormente ha huido del país, o ha sido alistada en el frente: «Muchos profesores y estudiantes varones se alistaron en el ejército. Unos 2.000 profesores e investigadores no pudieron continuar su trabajo. En algunas universidades, el 30% de los profesores se han marchado al extranjero o al otro extremo del país. Sesenta y tres instituciones informan de la escasez de personal docente.»23
En esas condiciones es difícil pensar en una reconstrucción que inicie un nuevo ciclo de acumulación, y menos aún ante la perspectiva de cronificación de la guerra.
La guerra imperialista en la decadencia del capitalismo presenta ya en sí ese aspecto de la destrucción permanente como modo de vida del capitalismo; pero en su fase final de descomposición, y particularmente en los años recientes, esa irracionalidad adquiere una cualidad superior, de tierra quemada, por parte de los diferentes bandos imperialistas.
Así en esta guerra Rusia destruye las infraestructuras y la producción y aniquila la población del territorio que reclama (Donbás) y mientras uno de sus objetivos principales era impedir la presencia de la OTAN a las puertas de sus fronteras, de un lado ha empujado a Suecia y Finlandia a presentar su candidatura para entrar en ella, y de otro en vez de la “neutralidad” de Ucrania, se encuentra con el país militarizado y armado con la tecnología más moderna suministrada por el conjunto de países de la OTAN.
EEUU, que empujó a Putin a desencadenar la guerra para “desangrar a Rusia” y debilitar su posible alianza con China, ante la estagnación de la guerra, se encuentra frente a la perspectiva de, o bien aceptar la derrota de Ucrania (respaldada por la OTAN y en primer lugar por los USA mismo), lo que significaría un debilitamiento de la imagen de EEUU como 1ª potencia mundial y como aliado, o bien seguir la guerra hacia una escalada de consecuencias imprevisibles si hay una implicación directa de la OTAN, o por el uso de armas nucleares. Al mismo tiempo, en lugar de que la guerra fuera una demostración de fuerza que habría impuesto la disciplina a todos sus rivales y a las potencias de segundo y tercer orden, se encuentra con el desafío de Israel en la guerra de Oriente Medio y la posibilidad de la implicación de otras potencias regionales como Irán. Y si bien ha sido capaz de imponer por el momento sus intereses en Europa, las diferentes potencias de la UE han comenzado una carrera armamentística que algún día pueda permitirles resistir esas presiones. Una situación que no escapa a los analistas americanos:
«Un conflicto prolongado mantendría el riesgo de escalada –o bien del recurso a las armas nucleares de Rusia o a una guerra OTAN/Rusia- en un alto estado de alarma. Ucrania quedaría completamente dependiente militar y económicamente del apoyo de Occidente, lo que eventualmente causaría problemas presupuestarios para los países occidentales y problemas de preparación de sus ejércitos. Las consecuencias económicas globales persistirían y Estados Unidos serían incapaces de enfocar sus recursos en otras prioridades, y la dependencia rusa de China se profundizaría. Aunque una guerra larga también debilitaría aún más a Rusia, el beneficio no supera los costos»24
En el campo de batalla mismo, esa tendencia a la irracionalidad se ha expresado en la tendencia a reproducir a pequeña escala los asedios como el de Stalingrado en la 2ª guerra mundial o Verdun en la 1ª guerra mundial25, como en Bajmut o en Mariupol, donde con el pretexto del valor más o menos estratégico de la plaza, se procede a una destrucción sistemática con su enorme saldo de soldados muertos y heridos (en Bajmut se calculan cientos de miles de heridos graves y más de 50 mil muertos).
La clase obrera en Ucrania está enormemente debilitada por la desindustrialización tras la desintegración de la URSS y por el peso de las campañas ideológicas que buscaron arrastrarla a las peleas entre fracciones de la burguesía en la llamada “revolución naranja”26 (2004), el euromaidán (2013) y la guerra de Crimea (2014). La declaración de guerra de Febrero no encontró resistencia en las movilizaciones obreras, sino en la huida masiva de refugiados. Y aunque recientemente en Kiev han habido manifestaciones de las mujeres pidiendo la vuelta de los soldados del frente, y el gobierno Zelensky tiene serias dificultades para reclutar soldados, no cabe esperar una respuesta obrera a la guerra.
En cuanto a Rusia, a pesar del black out informativo, da la impresión de que el proletariado de las principales concentraciones industriales sufre directamente menos el reclutamiento y los bombardeos, y al contrario, cada vez más la intensificación de la explotación y la represión en el trabajo y la pérdida de poder adquisitivo. Su respuesta a la situación continúa siendo un enigma; pero lo que se desprende de los hechos hasta ahora es que necesitará un tiempo de maduración.
Esperar una respuesta del proletariado de alguno de ambos países implicados que detenga la guerra está pues, fuera de lugar.
Por otro lado, tampoco las luchas actuales del proletariado mundial en los principales países son el producto de una protesta contra la guerra. El proletariado mundial fue capaz de detener la Iª guerra mundial, pero su lucha revolucionaria en Rusia y Alemania no era directamente el producto de una respuesta a la guerra, sino del desarrollo de sus luchas reivindicativas y de su conciencia frente al hundimiento del capitalismo. En el momento en que la burguesía en Alemania consiguió separar la lucha contra la guerra de la lucha revolucionaria en la retaguardia, la paz fue empleada contra la revolución.
Hoy los trabajadores de los principales países, a partir del verano del descontento en Gran Bretaña27, han iniciado una dinámica de luchas en defensa de sus condiciones de vida que se ha confirmado especialmente con las luchas contra la reforma de las pensiones en Francia y las luchas en EEUU (automóvil, sanidad, enseñanza, etc.). Las luchas se han desarrollado a pesar de la guerra de Ucrania; y la implicación de los diferentes países en la financiación y el envío de armamento para la guerra empezaba a permitir un terreno de reflexión sobre la relación entre los sacrificios y la guerra.
El estallido de la guerra en Oriente Medio no puede acabar con las luchas; pero teniendo en cuenta el peso ideológico de “la cuestión palestina”, que han transmitido durante muchos años los grupos izquierdistas; así como de la “cuestión judía”, que jugó un papel central en la movilización antifascista en la 2ª guerra mundial, esta guerra llama a elegir uno de los bandos imperialistas y significa un golpe al internacionalismo proletario28.
Hic Rhodas
29.12.2023
1 Guerra relámpago; término alemán para designar una campaña militar rápida y contundente con el objetivo de una clara victoria que evite la posibilidad de una guerra total (Wikipedia)
2 Según un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia) basado en los conflictos de 1946 a 2021, el 26% de las guerras entre los Estados terminan en menos de un mes, y otro 25% en un año; pero también demuestra que si el conflicto dura más de 1 año, la tendencia es a que se alargue al menos una década.
3 An Unwinnable War, in Foreign Affairs July/August 2023, by Samuel Charap (RAND Corporation; he served on the Policy Planning Staff of the US Department of State during the Obama administration)
4 «El bloque ha proporcionado ayuda militar a Ucrania -la primera vez que las instituciones europeas prestan directamente ayuda militar (incluso letal) a un Estado, además de poner fin a su resistencia a implicarse militarmente en apoyo a un tercer Estado en guerra» (How the Ukraine war made the EU rethink everything, The Guardian weekly, 6 Oct 2023
5 18 Estados miembros de la UE están instruyendo soldados ucranianos (The Guardian weekly, ídem)
6 How wars Don’t End, Foreign Affairs July/August 2023, by Margaret MacMillan, Professor Emeritusof International History at Oxford
7 soldadesca del líder checheno Kadyrov
8 The Treacherous Path to a Better Russia, Foreign Affairs July/August 2023, by Andrea Kendall-Taylor and Erica Frantz. Andrea Kendall is Senior Fellow and Director of the Transatlantic Security Program at the Center for a New American Security. From 2015-2018, she was deputy national intelligence officer for Russia and Eurasia at the National Intelligence Council in the Office of the Director of National Intelligence. Erica Frantz is Associate Professor of Political Science at Michigan State University
9 ver nota 3
10 Loin du front, la société ukranienne coupée en deux, Le Monde Diplomatique, Novembre 2023
11 Uno de los periodistas que aguantó hasta el final el asedio de Mariupol cuenta que «en un momento dado la gente no sabía a quien culpar de los bombardeos, si a los rusos o a los ucranianos» (A harrowing film exposes the brutality of Russia’s war in Ukraine, Vox -Voxmedia-, sobre un documental de la toma de Mariupol)
12 There are now more land mines in Ukraine than almost anywhere else on the planet, Vox (Voxmedia)
13 Ver : la guerra de Ucrania, un paso de gigante hacia la barbarie y el caos generalizado, en la Revista Internacional nº 168. La cita es de Iryna Stavchuk, ministra ucraniana del medio ambiente y recursos naturales, publicada en “Les guerres contre nature”, Le Monde 11 Junio 2022
14 Ver nota 10
15 Ver: Informe a la Conferencia de la Izquierda Comunista de Francia de julio de 1945, publicado “Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial”, en Revista Internacional nº 59
16 L’industrie d’armement russe monte en puissance, Le Monde 4 de Noviembre 2023
17 The Myth of russian decline, by Michael Kofman and Andrea Kendall-Taylor (Center for a New American Security), Foreing Affairs Noviembre/Diciembre 2021
18 Ver: significado e impacto de la guerra en Ucrania, en Revista Internacional nº 169
19 The Guardian weekly 6 October 2023, Vol 209 n.º 14: How the Ukraine war made the EU rethink everything, pag. 13
20 Ver nota 15
21 Militarismo y descomposición, Mayo 2022, en Revista Internacional nº 168
22 Ukraine fears another plunge into cold and darkness the washington post . wednesday, october 1 1 , 2023
23 Ukraine, le sistème éducatif fait front, de Qubit, revista científica de Hungría, publicado en Courrier International 1275, del 23 al 29 Noviembre 2023
24 Ver nota 3
25 El término de “bleeding to White”, que había empleado Hillary Clinton para referirse al objetivo de EEUU respecto a Rusia en esta guerra, lo empleó Erich von Falkenhayn, Jefe del Estado Mayor alemán, en el asedio a la fortaleza de Verdun en la Iª Guerra mundial respecto de Francia, a la que quería obligar a desgastar sus fuerzas. El fracaso de la ofensiva alemana resultó en una carnicería en la que murieron 750 mil soldados, 143 mil alemanes y 162 mil franceses
26 Ver Revista Internacional nº 120 (1er trimestre 2005): Elecciones USA-Ucrania, el capitalismo mundial, un callejón con cada vez menos salida
27 Se ha llamado el verano del descontento a las luchas del verano de 2022 en gran Bretaña, que tras la consigna de “enough is enough”, expresaban una ruptura de 40 años de pasividad tras la derrota de las huelgas mineras de 1983; el término hace referencia a las luchas de 1978-1979 que se conocieron como el invierno del descontento
28 ver artículos en esta misma Revista
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/usa_1.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[4] https://es.internationalism.org/content/4591/esclavitud-y-racismo-herramientas-de-la-explotacion-capitalista
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201511/4125/revista-internacional-n-52-1er-trimestre-de-1988
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201511/4124/guerras-militarismo-y-bloques-imperialistas-en-la-decadencia-del-c
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1850/la-burguesia-mexicana-en-la-historia-del-imperialismo
[8] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201108/3170/decadencia-del-capitalismo-x-para-los-revolucionarios-la-gran-depr
[9] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/236/rev-internacional-n-108-1er-trimestre-2002
[10] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/233/pearl-harbor-1941-torres-gemelas-2001-el-maquiavelismo-de-la-burgue
[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/836/rev-internacional-n-113-2-trimestre-2003
[12] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/837/la-politica-extranjera-de-los-estados-unidos-tras-la-2-guerra-mundi
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/estados-unidos
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo
[16] https://es.internationalism.org/files/es/100_anos_despues_de_la_fundacion_de_la_internacional_comunista_que_lecciones_para_las_luchas_del_futuro_parte_4.pdf
[17] https://es.internationalism.org/content/4422/centenario-de-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-se-pueden-sacar
[18] https://es.internationalism.org/content/4482/100-anos-tras-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-podemos-extraer
[19] https://es.internationalism.org/content/4648/100-anos-tras-la-fundacion-de-la-internacional-comunista-que-lecciones-podemos-extraer
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer
[21] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es
[22] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199907/1163/xii-1923-la-burguesia-quiere-infligir-una-derrota-a-la-clase-obrer
[23] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1154/xiii-1923-ii-una-derrota-que-rubrica-el-fin-de-la-oleada-revolucio
[24] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/940/las-ensenanzas-de-kronstadt
[25] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197701/1996/la-izquierda-comunista-en-rusia-i
[26] https://es.internationalism.org/en/tag/2/39/la-organizacion-revolucionaria
[27] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/tercera-internacional
[28] https://es.internationalism.org/en/tag/3/51/partido-y-fraccion
[29] https://es.internationalism.org/files/es/164-inform-curso-historico.pdf
[30] https://en.internationalism.org/forum/16708/2019-resolution-international-situation-some-observations-and-questions
[31] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201804/4294/el-curso-historico
[32] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[33] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4143/xxi-congreso-de-la-cci-40-anos-despues-de-la-fundacion-de-la-corri
[34] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2114/tras-el-hundimiento-del-bloque-del-este-inestabilidad-y-caos
[35] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1152/decimotercer-congreso-de-la-cci-informe-sobre-la-lucha-de-clases-e
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[37] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/752/al-inicio-del-siglo-xxi-por-que-el-proletariado-no-ha-acabado-aun-c
[38] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3245/al-inicio-del-siglo-xxi-por-que-el-proletariado-no-ha-acabado-aun-
[39] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/167/entender-la-descomposicion-i-las-raices-marxistas-de-la-nocion-de-d
[40] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos
[41] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[42] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
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[149] https://fr.internationalism.org/content/10408/laventurier-gaizka-a-defenseurs-quil-merite-voyous-du-gigc#sdfootnote1anc
[150] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/694/solidaridad-con-nuestros-militantes-amenazados
[151] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/834/fraccion-interna-de-la-cci-intento-de-estafa-a-la-izquierda-comunis
[152] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199807/1196/construccion-de-la-organizacion-revolucionaria-tesis-sobre-el-para
[153] https://es.internationalism.org/cci-online/200612/1144/las-nuevas-calumnias-de-la-ficci
[154] https://es.internationalism.org/cci-online/200606/980/la-pretendida-solidaridad-de-la-cci-con-los-crs-como-la-ficci-intenta-ocultar-
[155] https://es.internationalism.org/content/4021/la-cci-atacada-por-une-nueva-oficina-del-estado-burgues
[156] https://es.internationalism.org/content/4042/conferencia-internacional-extraordinaria-de-la-cci-la-noticia-de-nuestra-desaparicion
[157] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1768/respuesta-a-la-communist-workers-organisation-una-politica-de-agru
[158] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/69/polemica-con-el-bipr-una-politica-oportunista-de-agrupamiento-que-no
[159] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/201/el-nucleo-comunista-internacional-una-expresion-del-esfuerzo-de-tom
[160] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/473/a-proposito-de-la-ficci-toma-de-posicion-de-un-grupo-de-militantes-en-a
[161] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/641/noticias-de-argentina-el-nci-no-ha-roto-con-la-cci
[162] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/471/circulo-de-comunistas-internacionalistas-argentina-que-es-y-que-funcion
[163] mailto:[email protected]
[164] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/3614/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l
[165] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/defensa-de-la-organizacion
[166] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[167] https://es.internationalism.org/files/es/la_verdad_revolucionaria_0.pdf
[168] https://www.leftcom.org/en/articles/2020-09-24/on-the-forty-fifth-anniversary-of-the-founding-of-the-cwo
[169] https://en.internationalism.org/icconline/201504/12486/statement-solidarity-ict
[170] https://en.internationalism.org/inter/122_lawv.html
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[172] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/199/carta-abierta-de-la-cci-a-los-militantes-del-bipr
[173] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos
[174] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/tendencia-comunista-internacionalista-antes-bipr
[175] https://es.internationalism.org/files/es/balance_del_24o_congreso_internacional_de_la_cci_2021_comprender_la_situacion_historica_y_preparar_el_futuro.pdf
[176] https://www.amnesty.org/es/latest/news/2021/03/covid19-health-worker-death-toll-rises-to-at-least-17000-as-organizations-call-for-rapid-vaccine-rollout/
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[182] https://es.internationalism.org/content/4663/marc-parte-2-de-la-segunda-guerra-mundial-la-actualidad
[183] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/documentos-de-los-congresos-y-conferencias
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[225] https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista
[226] https://www.lemonde.fr/planete/article/2021/05/14/origines-du-covid-19-la-divulgation-de-travaux-inedits-menes-depuis-2014-a-l-institut-de-virologie-de-wuhan-alimente-le-trouble_6080154_3244.html
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[229] https://es.internationalism.org/files/es/resolucion_sobre_la_situacion_internacional_xxiv_congreso_de_la_cci_2021_0.pdf
[230] https://es.internationalism.org/content/4605/los-grupos-de-la-izquierda-comunista-ante-el-movimiento-black-lives-matter-una
[231] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
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[233] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/revista_internacional_167.pdf
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[299] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1060/crisis-y-militarismo
[300] https://es.internationalism.org/files/es/la_socialdemocracia_alemana.pdf
[301] https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/10/11.htm
[302] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1905.pdf
[303] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1903.pdf
[304] https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/onestep/p.htm
[305] https://library.fes.de/fulltext/bibliothek/chronik/band1/e235e623.html
[306] https://es.internationalism.org/content/4749/debate-oportunismo-y-centrismo-en-la-clase-obrera-y-sus-organizaciones
[307] https://es.internationalism.org/content/4778/resolucion-oportunismo-y-centrismo-en-el-periodo-de-decadencia
[308] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol
[309] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i
[310] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re
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[320] http://www.marxists.org/archive/pannekoe/1907/social-democrat.ht
[321] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/rint170.pdf
[322] https://es.internationalism.org/files/es/guerra_en_ucrania_dos_anos_de_confrontacion_imperialista_de_barbarie_y_destruccion.pdf
[323] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/rint-171.pdf