Movimiento ciudadano ¡Democracia Real Ya!: dictadura del Estado contra las asambleas masivas

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Hace apenas una semana, en las plazas de las principales ciudades de España se reunían miles de personas en asambleas donde tomaba la palabra quien quería y hablaba con total confianza de la falta de futuro que nos deparan y de qué podíamos hacer frente a ello. Y se le escuchaba con respeto. Se discutía en todas partes, en corrillos, en los bares, en las acampadas..., diferentes generaciones (jóvenes y jubilados) y crecía un sentimiento de emoción colectiva, de unidad, de creatividad, de reflexión y debate, en un esfuerzo por tomar a cargo juntos la gigantesca tarea de plantear una perspectiva frente al "no futuro" que nos ofrece el capitalismo.

Hoy va cada día menos gente a las reuniones, que ya no se pueden llamar asambleas, donde no se permite una discusión. Varias comisiones "filtran" la toma de la palabra y prácticamente no se permite hablar de una perspectiva de lucha social. Se sirven para votar o "consensuar" consignas democráticas como si fueran la expresión del movimiento, cuando la mayoría no las conoce ni las ha discutido y mucha gente está abiertamente en contra. Con la excusa del "apoliticismo" se cuela la misma política del "PSOE y PP la misma mierda es".

¿Qué ha pasado? ¿Tienen razón los que dicen que desde el principio esto era un movimiento ciudadano de reforma democrática, un montaje? ¿O está habiendo un ataque contra las asambleas, un sabotaje para acabar con el reencuentro masivo, la discusión y la reflexión, porque asustan y ponen en tensión al Estado?

 

Asambleas masivas no por la democracia, sino a pesar de la democracia

 

Cuando dos días después de la brutal represión de las manifestaciones del 15M, se montan acampadas en Sol, que sirven de ejemplo para otras ciudades, y se va reuniendo más y más gente en las plazas, organizando discusiones y asambleas, la movilización es completamente espontánea. Mienten cínicamente los que ahora, como ¡Democracia Real Ya!,  quieren atribuirse la iniciativa del movimiento. Estos mismos "señores ciudadanos" se preocuparon bien entonces de dejar claro que el movimiento de las acampadas no eran ellos. O como se dice en un texto firmado por Algunxs anarquistas madrileñxs: «se encargaron de expresarlo de la manera más asquerosa posible: desmarcándose de los incidentes tras la mani y señalando a quien hiciese falta».

La agravación de los ataques a nuestras condiciones de vida, el desempleo, los desahucios, los recortes sociales, el ejemplo de la plaza Tharir y del norte de África, de las luchas contra las pensiones en Francia, de los estudiantes en Gran Bretaña, de Grecia, las discusiones en los centros de trabajo o en minorías, los comentarios en facebook y Twitter, y por supuesto el hartazgo de la comedia parlamentaria y la corrupción... Todo eso y más, hizo que, de manera impredecible, estallara el descontento, la indignación, desencadenando un torrente de vitalidad, de combatividad, rompiendo la normalidad democrática de la pasividad y el voto.

Miles y a veces decenas de miles de personas se juntaron en las plazas centrales de las ciudades más importantes de España convertidas en Ágoras. Acudían después del trabajo, se quedaban acampados, iban con la familia, se buscaban...y hablaban y hablaban. La palabra se "liberó"[1] en las asambleas. Hasta los más anti-Estado se daban cuenta de que esto no era un movimiento en los cauces estatales democráticos, como dice el mismo texto anarquista citado antes: «Es como si, de repente, la pasividad y el ir cada uno a lo suyo se hubiesen roto alrededor del Km. 0... Los primeros días, si hacías un corrillo para hablar de algo, la gente arrimaba la oreja para intervenir, para escuchar. Ha sido normal ver a la gente más variopinta discutiendo en pequeños grupetes. Los grupos de trabajo y las asambleas generales son acontecimientos masivos de entre 500, 600 y 2000 personas (sentadas, de pie, arrejuntándose para oír algo), etc. Y aparte de esto, esa sensación permanente de buen ambiente, de "esto es algo especial". Todo esto alcanzó su punto álgido la noche del viernes al sábado, cuando empezó la jornada de reflexión. Escuchar a más de 20.000 personas gritar "Somos ilegales" y disfrutar como niños de saltarse la ley, la verdad, impresiona».

Es cierto que el movimiento no ha planteado una confrontación abierta sobre reivindicaciones contra el Estado democrático. De hecho, cada tentativa de llegar a reivindicaciones concretas se desviaba hacia la "reforma democrática", introduciendo las consignas de ¡Democracia Real Ya!. Y es normal, porque falta la confianza para lanzarse a una lucha, y la claridad sobre la perspectiva, y sobre todo falta que la clase obrera recupere su identidad como sujeto revolucionario y pueda ponerse a la cabeza de un asalto revolucionario. Pero la discusión, la reflexión y la tentativa de tomar la lucha a cargo es el camino precisamente para la confianza, la claridad y la recuperación de la identidad de la clase obrera, como han mostrado, particularmente en Barcelona, las tentativas de sectores en huelga de unirse a las asambleas, y la convocatoria de manifestaciones unitarias por reivindicaciones laborales en Tarrasa. La verdadera confrontación con el Estado democrático ha estado en las asambleas autoorganizadas y masivas que se han extendido por todo el país y más allá.

Y eso es justamente lo que el Estado no podía tolerar.

 

La respuesta del Estado: restablecer los cauces democráticos

 

Tras una primera tentativa de frenar los acontecimientos el fin de semana electoral del 22, prohibiendo legalmente las concentraciones, que fue ninguneada por la asistencia masiva a todas las plazas a la hora en que cumplía la ley, la madrugada del Sábado 21 de Mayo, la estrategia ha sido la de combinar la espera del debilitamiento natural del movimiento por el cansancio y la dificultad para plantear una perspectiva de lucha, con el sabotaje desde dentro del movimiento.

Cuando, una semana después de las elecciones municipales, el movimiento empezaba a debilitarse, el Estado ha desencadenado en Madrid y Barcelona, una estrategia con gran repercusión mediática.

En Madrid se ha dado rienda suelta a las lamentaciones de los tenderos y "pequeños empresarios" de Sol, para culpabilizar a las acampadas de la crisis y apoyar una estrategia de "dejar un punto de información" y desmantelar las concentraciones masivas.

En Barcelona, la intervención calculada de los Mossos d'Esquadra[2], si bien ha tenido momentáneamente el efecto de aumentar la asistencia a las concentraciones[3], ha conseguido desviar completamente las discusiones hacia la reivindicación democrática de la solicitud de la dimisión del conçeller de Interior, Felip Puig, introduciendo el discurso de la oposición en contra del nuevo gobierno de derechas y el nacionalismo.

Pero todo eso no hubiera tenido el mismo impacto sin la labor de sabotaje desde dentro de ¡Democracia Real Ya!.

 

El Sabotaje desde dentro: La dictadura de  ¡Democracia Real Ya!

 

Si los primeros días, ante la avalancha de asambleas, ¡Democracia Real ya! (DRY) no tuvo más remedio que hacer mutis por el foro (nunca mejor dicho), eso no significa que no tratara de tomar posiciones en las comisiones clave de las acampadas y de difundir sus posiciones ciudadanistas de reforma del sistema, como el famoso "decálogo" u otros del mismo estilo ; eso sí, sin dar la cara abiertamente y defendiendo el apoliticismo, que impedía a las demás opciones políticas difundir sus posiciones, mientras DRY las difundía (sin firmar) con el mayor descaro.

Los compañeros anarquistas de Madrid ya detectaban este ambiente al inicio del movimiento: «En muchas comisiones y grupos se está viendo de todo: pérdidas casuales de actas, personalismos, gente que se aferra a las portavocías, delegados que se callan cosas en las asambleas generales, comisiones que se saltan acuerdos, grupitos que quieren mantener el chiringuito, etc. Muchas, seguro, fruto de la inexperiencia y los egos, otras, parecen directamente sacadas de los viejos manuales de manipulación de asambleas».

Pero ha habido que esperar a los primeros síntomas de reflujo del movimiento, para ver una auténtica ofensiva del "movimiento ciudadano", encabezado por DRY, contra las asambleas.

En Sol han sido ellos los que han acusado recibo de las quejas de los tenderos y han impulsado el desmantelamiento de la acampada, para dejar "un punto de información". Son ellos los que filtran las intervenciones en las asambleas, donde ya únicamente se discute de las propuestas de las comisiones, que ellos controlan. Presentan abiertamente sus posiciones como expresión del movimiento, sin que se hayan discutido en las asambleas. Convocan reuniones de coordinación de las asambleas de barrio sin que en estas se hayan elegido delegados que representen a la asamblea; o incluso una asamblea de coordinación nacional para el 4 de Junio de la que prácticamente no se ha oído hablar en las asambleas generales... Y la misma dinámica se ve en todas las grandes ciudades.

En Barcelona se ha secuestrado la libertad de palabra, y las asambleas simplemente tienen que pronunciarse sobre las propuestas elaboradas de espaldas a ellas. La discusión se ha sustituido por Conferencias de profesores intelectuales. Aquí uno de los síntomas más sensibles de la ofensiva contra las asambleas es cómo ha ganado peso el nacionalismo. La primera semana tras el 15M miles de personas abarrotaban la Plaza de Cataluña y discutían en diferentes idiomas, traduciéndose igualmente a varias lenguas los comunicados que se emitían y recibían. Ni una sola bandera catalanista. Recientemente sin embargo, se ha votado hablar exclusivamente en catalán.

En Valencia, más de lo mismo, corregido y aumentado. Dejemos la palabra a un texto titulado Control asambleas en Valencia, que circula anónimamente: «Desde el día 27 la dinámica interna de la acampada y las asambleas diarias ha cambiado radicalmente... y en ellas ya casi no se puede hablar de política ni de problemas sociales... El resumen es el siguiente: una comisión llamada de "Participación ciudadana" y otra llamada "jurídica", en total unas 15-20 personas se han hecho con el control absoluto de la moderación de las asambleas, son "moderadores profesionales" que se imponen también en los corrillos y las comisiones... De la plaza se han retirado todos los carteles que tenían algún contenido político, económico o simplemente social. Ahora es una especie de feria alternativa...No hay libertad de expresión ni en la plaza ni en la asamblea. Han instaurado, en las comisiones que han podido, la dictadura del sistema de "consenso de mínimos" con lo cual nunca se puede llegar a acuerdos con contenido... Han presentado un documento, que pretenden que se apruebe hoy, llamado "Ciudadano participa" donde rodeado de muchas cosas bonitas, se establece que sólo las comisiones tienen derecho a presentar propuestas a las asambleas... En ese papel, se establece que las comisiones ahora ya obligatoriamente, funcionarán por consenso de mínimos... cierre total del control para primero vaciar de contenido el movimiento.». Y por si fuera poco, hoy mismo han convertido una manifestación de jubilados contra el "pensionazo" en una protesta contra el artículo 87,3 de la Constitución; mientras los jubilados gritaban "por una pensión mínima de 800 €" y "por la jubilación a los 60 años", el movimiento ciudadano gritaba "presos desde el 78" para reivindicar una constitución más representativa.

Aunque ha sido en Sevilla, uno de los sitios donde DRY se ha mostrado más al descubierto y ha pedido sin reparos un cheque en blanco a la asamblea, para hacer y deshacer a su antojo. Incluso se ha atrevido a llamar  a los participantes en las asambleas a encuadrarse masivamente  bajo sus siglas.

 

Lo que está en juego

 

Es más que evidente que la estrategia de DRY, al servicio del Estado democrático, consiste en poner por delante un movimiento ciudadano de reforma democrática, para tratar de evitar que surja un movimiento social de lucha contra el Estado democrático, contra el capitalismo. Los hechos han mostrado sin embargo que, cuando el enorme malestar social acumulado encuentra un mínimo terreno en el que expresarse, aparta a un lado sin miramientos a las plañideras de la democracia pluscuamperfecta. Ni DRY ni el Estado democrático pueden detener el desarrollo del descontento social y de la combatividad; pero sí pueden tratar de ponerle todo tipo de trabas.

Y la carga contra las asambleas es una de ellas. Para una "gran minoría" (si se permite usar el término paradójico), estas asambleas son una referencia de cómo buscar la solidaridad y la confianza, de cómo discutir, para tomar a cargo las luchas contra los terribles ataques a nuestras condiciones de vida. Continuar discutiendo como en las asambleas, aunque sea en reuniones más pequeñas, es el camino para preparar las luchas. Organizar asambleas masivas y abiertas cada vez que haya una lucha, es el ejemplo que hay que seguir. El sabotaje de DRY y la imposición del movimiento ciudadano pueden hacer que una parte de esa "minoría creciente" se desengañe y piense que "todo ha sido un sueño". No pueden borrar la historia como el Gran Hermano, pero pueden confundir la memoria.

Por eso la alternativa es defender las asambleas donde aún haya una vitalidad; combatir y denunciar el sabotaje de DRY; y llamar a continuar en cada ocasión, en agrupamientos de minorías o en asambleas en las luchas, la dinámica de tomar a cargo el debate y la lucha.

¡Luchar contra el capitalismo es posible! ¡El porvenir pertenece a la clase obrera!

 

03.06. 2011

Corriente Comunista Internacional



[1] "Liberar la palabra" ha sido una de las consignas de las recientes asambleas en el movimiento contra el recorte de pensiones en Francia

[2] La burguesía en España no es tan torpe en lo que se refiere a la confrontación con la clase obrera, y menos en Cataluña, y cuesta creer que, pocos días después de la represión de las manifestaciones del 15M, que desencadenaron las movilizaciones, vuelva a meter la pata. Además, las patéticas declaraciones en TVE del portavoz de la oposición del PSC (siempre hay una excepción que confirma la regla), que tachó de "elementos" a los acampados y que dijo que estaban de acuerdo con el desalojo; aunque no con sus formas, muestra que el plan había sido discutido entre gobierno y oposición.

[3] La represión ha sido brutal (aún hay algunos heridos de consideración) por lo que impulsó la solidaridad en diferentes asambleas.

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