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Como se dice en el artículo "40 años después de la fundación de la Corriente Comunista Internacional, ¿Qué balance y qué perspectivas para nuestra actividad?", el XXI congreso de la CCI adoptó un informe sobre el papel de la CCI como "Fracción". Tal informe tenía dos partes, una primera que presentaba el contexto de dicho Informe y un apunte histórico de la noción de "Fracción" y una segunda con el análisis concreto de cómo había cumplido con sus responsabilidades nuestra organización. Publicamos aquí la primera parte del Informe que ya tiene de por sí un interés general, abstracción hecha de los problemas que, más concretamente, ha debido encarar la CCI.
El vigesimoprimer congreso internacional centró sus preocupaciones en un balance crítico de los 40 años de existencia du CCI. Ese balance crítico se refiere:
- a los análisis generales elaborados por la CCI (ver los tres Informes sobre la situación internacional);
- a cómo ha participado la CCI en su papel de preparación del futuro partido.
La respuesta a esta segunda pregunta supone obviamente que quede bien definido el papel que le incumbe a la CCI en el período histórico actual, un período en que no existen todavía las condiciones para que surja un partido revolucionario, o sea de una organización con una influencia directa en los enfrentamientos de clase:
"No se puede estudiar y comprender la historia de este organismo, el Partido, si no es situándola en el contexto general de las diferentes etapas que recorre el movimiento obrero, de los problemas que se le plantean, del esfuerzo de su toma de conciencia, de su capacidad para responder, en un momento dado, de manera adecuada a sus problemas, de extraer las lecciones de su experiencia, y con ella formar un nuevo trampolín para sus futuras luchas.
Si ya son un factor de primer orden del desarrollo de la clase, los partidos políticos son también, a la vez, expresión del estado real de ésta en un momento dado de su historia" (Revista Internacional no 35, 1983, "El Partido y sus lazos con la clase", punto IX, https://es.internationalism.org/rint/1983/35_partido).
‘‘A lo largo de su movimiento, la clase ha estado sometida al peso de la ideología burguesa que tiende a deformar, a corromper los partidos proletarios, a desnaturalizar su verdadera función. A esas tendencias se opusieron las fracciones revolucionarias dándose por tarea elaborar, clarificar y precisar las posiciones comunistas. Este fue el caso claro de la Izquierda Comunista salida de la Tercera Internacional: la comprensión de las cuestiones del Partido pasa necesariamente por la asimilación de la experiencia y de las aportaciones del conjunto de esta Izquierda Comunista Internacional.
Sin embargo, recae sobre la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista el mérito específico de haber evidenciado la diferencia cualitativa existente en el proceso de organización de revolucionarios según los períodos: el del desarrollo de la lucha de clases y el de las derrotas y sus retrocesos. La Fracción Italiana supo despejar con claridad para cada uno de los períodos, la forma de la organización de los revolucionarios y las correspondientes tareas: en el primer caso, la forma del Partido, que ejerce una influencia directa e inmediata en la lucha de clases; en el segundo caso, el de una organización numéricamente reducida cuya influencia es mucho más débil y poco operante en la vida de la clase. A este tipo de organización le dio en nombre distintivo de Fracción que, entre dos períodos del desarrollo de la lucha de clases, es decir, entre dos momentos de la existencia del Partido, constituye una unión y un vínculo, un puente orgánico entre el antiguo y futuro Partido’’ (Ídem, punto X).
Debemos hacernos una serie de preguntas a ese respecto:
- ¿qué recubría esa noción de fracción en los diferentes momentos de la historia del movimiento obrero?
- ¿en qué medida puede la CCI considerarse como una "fracción"?
- ¿qué tareas de una fracción siguen siendo válidas para la CCI y cuáles no son de su incumbencia?
- ¿qué tareas particulares incumben a la CCI y que no lo eran de las fracciones?
Vamos a abordar sobre todo en la primera parte de este Informe el primero de esos cuatro puntos para establecer un marco histórico a nuestra reflexión y permitirnos abordar mejor la segunda parte del Informe, la cual se propone responder a la pregunta central evocada antes: ¿qué balance puede sacarse de cómo ha cumplido la CCI su papel para participar en la preparación du futuro partido?
Para examinar esta noción de Fracción en los diferentes momentos de la historia del movimiento obrero, que permitió a la Fracción italiana elaborar su análisis, vamos a distinguir 3 periodos:
- la infancia del movimiento obrero: la Liga de los comunistas y la AIT;
- la edad de su madurez: la II Internacional;
- el "periodo de guerras y revoluciones" (la expresión empleada por la Internacional comunista).
Pero para empezar es útil hacer un corto recordatorio de la historia de los partidos del proletariado, pues tratar sobre la Fracción implica, ante todo, plantearse el problema del Partido, al ser éste en cierto modo, el punto de partida y de llegada de la Fracción.
1) La noción de Partido en la historia del movimiento obrero
La noción de partido se fue elaborando paulatinamente, tanto en lo teórico como en lo práctico, a lo largo de la experiencia del movimiento obrero (Liga de los comunistas, AIT, partidos de la II internacional, partidos comunistas).
La Liga, organización clandestina, pertenece todavía al período de las sectas:
"En los albores del capitalismo moderno, en la primera mitad del s. XIX, la clase obrera en fase todavía de constitución con sus luchas locales y esporádicas sólo podía dar a luz a escuelas doctrinarias, sectas y ligas. La Liga de los Comunistas fue la expresión más avanzada de aquel periodo, y ya con su Manifiesto y su llamamiento: "proletarios de todos les países, uníos", anunciaba el período siguiente" ("Sobre la naturaleza y la función del partido político del proletariado", punto 23, Internationalisme n° 38, octubre de 1948).
El papel de la AIT fue precisamente la superación de las sectas, permitiendo una amplia unión de proletarios europeos y una decantación respecto a las numerosas confusiones que pesaban sobre su consciencia. Y al mismo tiempo, por su composición heteróclita (sindicatos, cooperativas, grupos de propaganda, etc.) no fue todavía un partido en el sentido que esta noción adquirió después en el seno y gracias a la II Internacional.
‘‘La I Internacional correspondió a la entrada efectiva del proletariado en la escena de las luchas sociales y políticas en los principales países de Europa. Por eso agrupó a todas las fuerzas organizadas de la clase obrera, sus tendencias ideológicas más diversas. La I Internacional reunió a la vez a todas las corrientes y todos los aspectos de la lucha obrera del momento: económicos, educativos, políticos y teóricos. Fue lo más elevado en la organización unitaria de la clase obrera, en toda su diversidad.
La II Internacional marcó la etapa de diferenciación entre la lucha económica de los asalariados y la lucha política social. En aquel período de pleno florecimiento de la sociedad capitalista, la II Internacional fue la organización de la lucha por reformas y conquistas políticas, representó la afirmación política del proletariado, al mismo tiempo que determinó una etapa superior en la delimitación ideológica en el seno del proletariado, precisando y elaborando las bases teóricas de su misión histórica revolucionaria” (Ídem).
Fue en la II Internacional donde se realizó claramente la diferencia entre la organización general de la clase (los sindicatos) y su organización específica encargada de defender su programa histórico, el partido. Una distinción que estaba muy clara cuando se fundó la III Internacional (Internacional Comunista, IC) en el tiempo en que la revolución proletaria se puso, por vez primera, al orden del día de la historia. Para la IC, la organización general de la clase ya no eran, en el nuevo período, los sindicatos (los cuales, además, no agrupan al conjunto del proletariado) sino los consejos obreros (por mucho que siguiera habiendo en la IC confusiones sobre la cuestión sindical y sobre el papel del partido).
Entre esas cuatro organizaciones hay muchas diferencias, pero hay un punto común entre todas ellas: tuvieron un impacto en el curso de la lucha de la clase y por eso mismo puede atribuírseles el nombre de "partido".
Tal impacto era todavía débil para la Liga de los comunistas durante las revoluciones de 1848-49, en las que la Liga actuó sobre todo como ala izquierda del movimiento democrático. Por ejemplo, la Neue Rheinische Zeitung que dirigía Marx, y que tuvo influencia en Renania e incluso en el resto de Alemania, no es directamente el órgano de la Liga sino que se presenta como "Órgano de la Democracia". Como lo apunta Engels: "(…) la Liga resultó ser una palanca demasiado débil para encauzar el movimiento desencadenado de las masas populares" ("Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas", noviembre de 1885). Una de las causas importantes de esta debilidad reside en la debilidad misma del proletariado en Alemania en donde la gran industria no había levantado todavía el vuelo. Lo que no quita que Engels afirmara también que "Ésta [la Liga] fue, indudablemente, la única organización revolucionaria alemana de importancia". El impacto de la AIT fue mucho más importante, pues acabó siendo una "potencia" en Europa. Pero fue sobre todo la II Internacional (en realidad a través de los diferentes partidos que la componían) la que pudo, por primera vez en la historia, revindicar una influencia determinante en las masas obreras.
2) La noción de Fracción en los albores del movimiento obrero
La pregunta ya se hizo en tiempos de Marx, pero tendría una importancia mucho mayor años después: ¿qué es del partido cuando a la vanguardia que defiende el programa histórico de la clase obrera, la revolución comunista, le es imposible tener un impacto inmediato en las luchas de clase del proletariado?
A tal pregunta, la historia ha dado respuestas diferentes. La primera fue la de disolver el partido cuando no están presentes las condiciones de su existencia. Así ocurrió con la Liga y la AIT. En ambos casos, Marx y Engels desempeñaron un papel decisivo en tal disolución.
En noviembre de 1852, tras el juicio contra los comunistas de Colonia que sellaba la victoria de la contrarrevolución en Alemania, apelaron al Consejo Central de la Liga para que éste decidiese su disolución. Cabe señalar que el problema de qué acción debe llevar a cabo la minoría revolucionaria en un período de reacción ya se había planteado en otoño de 1850 en el seno de la Liga. A mediados de 1850, Marx y Engels constataron que la oleada revolucionaria estaba refluyendo debido a la recuperación de la economía:
"Habida cuenta de esta prosperidad general en la que se están desarrollando las fuerza productivas de la sociedad burguesa, con tanta abundancia como lo permiten las condiciones burguesas, no puede hablarse de verdadera revolución. Tal revolución sólo es posible en los períodos en que esos dos factores, las fuerzas productivas modernas y las formas de producción burguesas, entran en conflicto unas contra las otras" (Neue Rheinische Zeitung, Politisch-ökonomische Revue, fascículos V y VI).
Acaban por tener que combatir a la minoría inmediatista de Willich-Schapper que quiere seguir llamando a los obreros a la insurrección a pesar del retroceso:
"Durante el último debate sobre la cuestión ‘‘de la posición del proletariado alemán en la próxima revolución’’, hubo miembros de la minoría del Consejo Central que expresaron puntos de vista que están en contradicción directa con la penúltima circular, incluso con el Manifiesto. Han sustituido la idea internacional del Manifiesto por una idea nacional y alemana, halagando el sentimiento nacional del artesano alemán. En lugar del concepto materialista del Manifiesto, lo que tienen es un concepto idealista: en lugar de la situación real, es la voluntad la que se convierte en fuerza motriz de la revolución. Mientras que nosotros les decimos a los obreros: habréis de atravesar quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles para cambiar las condiciones existentes y haceros aptos para la dominación social, ellos dicen, al contrario, debemos llegar ya al poder, o, si no, ¡podemos ir a dormir! Al igual que los demócratas utilizan la palabra 'pueblo', ellos osan la palabra 'proletariado', como mero vocablo. Para realizar ese vocablo, habría que proclamar proletarios a todos los pequeños burgueses, o sea representar a la pequeña burguesía y no al proletariado. En lugar del desarrollo histórico real, bastaría con poner el vocablo 'revolución'" (Intervención de Marx en la reunión del Consejo Central de la Liga, del 15 de septiembre de 1850).
De igual modo, en el Congreso de La Haya de 1872, Marx y Engels apoyan la decisión de transferir le Consejo General a Nueva York para sustraerlo a la influencia de las tendencias bakuninistas que están ganado influencia en un momento en que el proletariado europeo acaba de sufrir una derrota importante con el aplastamiento de la Comuna de París. Trasladar fuera de Europa el Consejo General significó poner en suspenso a la AIT lo cual fue un preludio de su disolución, disolución que se hizo efectiva en la conferencia de Filadelfia de julio de 1876.
En cierto modo, la disolución del partido cuando las condiciones ya no permiten que siga existiendo, era más fácil en tiempos de la Liga y de la AIT que después. La Liga era una pequeña organización clandestina (salvo durante las revoluciones de 1848-49) que no había ocupado un lugar, digamos, "oficial" en la sociedad. En cuanto a la AIT, su desaparición formal no por ello significó que desaparecieran todos sus componentes. Por ejemplo, las Trade Unions británicas o el partido obrero alemán sobrevivieron a la AIT. Lo que desapareció fue el vínculo formal que existía entre sus diferentes componentes.
Las cosas van a ser diferentes después. Los partidos obreros ya no desaparecen, sino que se pasan al enemigo. Se vuelven instituciones del orden capitalista, lo cual da a los elementos revolucionarios una responsabilidad diferente de la que tenían durante las primeras etapas del movimiento obrero.
Cuando se disolvió la Liga, no quedó la menor organización formal que se encargara de tender un puente hacia el nuevo partido que debería surgir. Marx y Engels consideraban además que la labor de elaboración y profundización teóricas era la prioridad primera durante ese período y, debido a que en aquel entonces eran prácticamente los únicos en conocer la teoría que habían elaborado, no necesitaban una organización formal para realizar esa labor. Pero sí que hubo unos cuantos antiguos miembros de la Liga que se mantuvieron en contacto, en particular en la emigración en Inglaterra. Hubo incluso una reconciliación, en 1856, entre Marx y Schapper. En septiembre de 1864, fue un antiguo miembro del Consejo Central de la Liga vinculado estrechamente al movimiento obrero británico, Eccarius, quien pidió a Marx que estuviera presente en la tribuna del célebre mitin del 28 de septiembre en Saint-Martin's Hall (Londres) donde se tomó la decisión de fundar la Asociación Internacional de Trabajadores[1]. Y también habrá en el Consejo General de la AIT un número significativo de antiguos miembros de la Liga: Eccarius, Lessner, Lochner, Pfaender, Schapper y, claro está, Marx y Engels.
Cuando despareció la AIT quedaron, como ya dijimos, organizaciones que estarán en el origen de la fundación de la II Internacional, el partido alemán, en particular, fruto de la unificación de 1875 (SAP) cuyo componente de Eisenach (Bebel, Liebknecht) había estado afiliado a la AIT.
Hay que hacer aquí un apunte sobre el papel que se dieron esas dos primeras organizaciones cuando se constituyeron. En el caso de la Liga, en el Manifiesto aparece claramente que la perspectiva es la revolución proletaria a bastante corto plazo. Y será tras la derrota de las revoluciones de 1848-49 cuando Marx y Engels entienden que las condiciones históricas no están todavía maduras. Y también, cuando se funda la AIT, existe la idea de una "emancipación de los trabajadores" (así lo dicen sus estatutos) a corto o medio plazo (a pesar de la diversidad de visiones que podía recubrir esa expresión para los diferentes componentes de la Internacional: mutualismo, colectivismo, etc.). La derrota de la Comuna de París puso una vez más en evidencia que las condiciones para derribar al capitalismo no estaban maduras: en el período siguiente se asistió a un florecimiento considerable del capitalismo con la aparición de la potencia industrial de Alemania, país que acabó superando a Gran Bretaña a principios de siglo XX.
3) Las fracciones en la Segunda Internacional [2]
Durante ese período de prosperidad del capitalismo, en un momento en que la perspectiva revolucionaria aparece lejana, los partidos socialistas adquieren una importancia de primer orden en la clase obrera (en particular en Alemania, evidentemente). Ese creciente impacto, en un momento en que el ánimo de los obreros no es revolucionario, se debe a que los partidos socialistas, no sólo defienden en su programa la perspectiva del socialismo, sino que también, en lo cotidiano, defienden el "programa mínimo" de reformas en el seno de la sociedad capitalista. Esta, situación, por cierto, acabará desembocando en oposición entre aquellos para los que "el objetivo final, sea cual sea, no es nada, el movimiento lo es todo" (Bernstein) y aquellos para quienes "Puesto que el objetivo final del socialismo es el único factor decisivo que distingue al movimiento socialdemócrata de la democracia y el radicalismo burgueses, el único factor que transforma la movilización obrera de conjunto de vano esfuerzo por reformar el orden capitalista en lucha de clases contra ese orden, para suprimir ese orden, (…) la lucha cotidiana por las reformas, por el mejoramiento de la situación de los obreros en el marco del orden social imperante y por instituciones democráticas ofrece a la socialdemocracia el único medio de participar en la lucha de la clase obrera y de empeñarse en el sentido de su objetivo final: la conquista del poder político y la supresión del trabajo asalariado" (Rosa Luxemburg en la “Introducción” de Reforma o Revolución). En realidad, a pesar del rechazo oficial des tesis de Bernstein por el SPD[3] y la Internacional socialista, esa visión acaba siendo en realidad mayoritaria en ese partido (en su aparato sobre todo) y en la Internacional.
"La experiencia de la II internacional confirma que es imposible que el proletariado mantenga su partido en un período prolongado de una situación no revolucionaria. Lo que puso de relieve la participación final de los partidos de la II Internacional en la guerra imperialista de 1914, fue el largo período de corrupción de la organización. La permeabilidad y la penetración, siempre posibles, de la organización política del proletariado por la ideología de la clase capitalista imperante, toman, en períodos prolongados de estancamiento y de reflujo de la lucha de clases, una amplitud tal que la ideología de la burguesía acaba sustituyendo la del proletariado, vaciándose el partido inevitablemente de su contenido de clase original para acabar siendo instrumento de clase del enemigo" (“Sobre la naturaleza y la función del partido político del proletariado”, punto 12 –Internationalisme, octubre de 1948).
Fue en ese contexto, y por vez primera, cuando surgen verdaderas fracciones. La primera fracción es la de los bolcheviques, los cuales, tras el congreso de 1903 del POSDR, emprenden la lucha contra el oportunismo, primero sobre los problemas organizativos y luego sobre cuestiones de táctica ante las tareas del proletariado en un país semifeudal como Rusia. Hay que señalar que, hasta 1917, aunque la fracción bolchevique y la fracción menchevique realizaran una política independientemente unos de otros, pertenecían formalmente al mismo partido, el POSDR[4].
En Holanda, la corriente marxista que se desarrolló en torno al semanario De Tribune (dirigido por Wijnkoop, Van Raveysten y Ceton y en el que colaboraban, entre otros, Gorter y Pannekoek) inició una labor similar a partir de 1907 en el SDAP[5]. Esa corriente llevó a cabo un combate contra la deriva oportunista en el seno del partido representada sobre todo por la fracción parlamentaria y Troelstra, el cual, ya en el congreso de 1908, propuso que se prohibiera De Tribune. Troelstra acabará saliéndose con la suya en el congreso extraordinario de Deventer (13-14 fébrero de 1909) en el que se decidió cerrar De Tribune y excluir del partido a sus tres redactores. Esta política, cuyo objetivo era separar a los “jefes” tribunistas de los simpatizantes de esa corriente acabó provocando una viva reacción de éstos. Al cabo, esa política de exclusión de Troelstra así como la del Buró Internacional de la Internacional Socialista, del que se solicitó un arbitraje, aunque estaba controlado por los reformistas, pero también la voluntad de ruptura de los tres redactores (que Gorter no compartía[6]) llevó a los tribunistas a fundar en marzo un nuevo partido, el SDP (Partido Socialdemócrata). Este partido será muy minoritario hasta la guerra mundial, con una influencia electoral insignificante, pero tuvo el apoyo de la izquierda en la Internacional, de los bolcheviques en particular, lo que, en fin de cuentas, le permitió integrarse en la IS en 1910 (tras una primera negativa del BSI en noviembre de 1909) y enviar delegados (un mandato contra siete para el SDAP) a los congresos internacionales de 1910 (Copenhague) y 1912 (Basilea). Durante la guerra, en la que Holanda no participó pero que pesó enormemente en la vida de la clase obrera (desempleo, desabastecimientos, etc.) el SDP ganó influencia, incluso en el plano electoral, gracias a su política internacionalista y de apoyo a las luchas obreras. El SDP acabará tomando el nombre de Partido Comunista de Holanda (CPN) en noviembre de 1918, antes incluso de que se fundara el Partido Comunista de Alemania (KPD).
Y fue la que iba a constituir el KPD, la tercera corriente que desempeñó un papel decisivo como fracción en un partido de la II Internacional. Desde el 4 de agosto de 1914 por la noche, justo después de que los diputados socialistas en el Reichstag votaran todos a favor de los créditos de guerra, un puñado de militantes internacionalistas se reunieron en casa de Rosa Luxemburg para definir las perspectivas de lucha y los medios de agruparse todos aquellos que, en el partido, combatían la política chovinista de la dirección et de la mayoría parlamentaria. Aquellos militantes eran unánimes en estimar que el combate debía llevarse dentro del partido. En muchas ciudades, la base del partido expresó su repulsa hacia la votación de la fracción parlamentaria a favor de los créditos de guerra. Incluso se criticó a Liebknecht por su voto a favor del 4 agosto por disciplina de partido. En la segunda votación, el 2 de diciembre, Liebknecht fue el único en votar en contra uniéndosele Otto Rühle en las dos siguientes, y luego un número creciente de diputados. Ya en invierno de 1914-1915, aparecieron octavillas clandestinas (en particular la titulada "El enemigo principal está en nuestro propio país"). En abril de 1915 se publicó el primer y único número de Die Internationale del que se vendieron 5000 ejemplares ya en la primera tarde, que dio su nombre al Gruppe Internationale, animado por Rosa Luxemburg, Jogiches, Liebknecht, Mehring, Clara Zetkin. Clandestino, sometido a la represión[7], ese pequeño grupo que se puso de nombre Grupo Espartaco, luego Liga Espartaquista (Spartakusbund), impulsó la lucha contra la guerra y el gobierno y también contra la derecha y el centro de la Socialdemocracia. No fueron los únicos implicados en ese combate, ya que hay otros grupos, en Hamburgo y Bremen (donde se encuentran Pannekoek, Radek y Frölich), entre otras ciudades y que defendían una política internacionalista con más claridad incluso que los espartaquistas. A principios de 1917, cuando la dirección del SPD excluye a los opositores para frenar los progresos de sus posiciones en el seno del partido, esos grupos mantienen sus actividades de manera autónoma, mientras que los espartaquistas prosiguen un trabajo de fracción en el seno del USPD centrista. Finalmente, esas diferentes corrientes se agrupan para formar el KPD el 31 de diciembre de 1918, aunque, eso sí, el eje del nuevo partido eran los espartaquistas.
En Italia se constituye una fracción de Izquierda con cierto retraso en comparación con lo ocurrido en el movimiento obrero en Rusia, Holanda y Alemania. Se trata de la "Fracción abstencionista" que se agrupa en torno a la revista Il Soviet que publicó Bordiga y sus camaradas en Nápoles a partir de diciembre de 1918 y que se declaró formalmente como fracción en el congreso del PSI en octubre de 1919. Pero ya desde 1912, en el seno de la Federación de Jóvenes Socialistas y de la federación de Nápoles del PSI, Bordiga animaba una corriente revolucionaria intransigente. Ese retraso se explica en parte porque Bordiga, movilizado, no pudo intervenir en la vida política antes de 1917, pero sobre todo porque, de hecho, en el momento de la guerra, la dirección del partido estaba en manos de la izquierda tras el congreso de 1912, donde se expulsó a la derecha reformista y el de 1914 donde se expulsó a los francmasones. Avanti, el periódico del PSI, estaba dirigido por Mussolini, el cual, en ese congreso, presentó las mociones de exclusión y, aprovechándose de su posición publicó el 18 de octubre de 1914 un editorial titulado "De la neutralidad absoluta a la neutralidad activa y actuante" en donde se pronuncia por la entrada en guerra de Italia al lado de la Entente[8]. A Mussolini lo echaron evidentemente de su puesto, pero, apenas un mes después, publica Il Popolo d'Italia gracias a los subsidios aportados por el diputado socialista francés Marcel Cachin (futuro dirigente del PCF) por cuenta del gobierno francés y de la Entente. Y se le excluye del PSI el 29 de noviembre. Después, aunque la situación dominada por la guerra mundial lleva a la decantación entre una izquierda, una derecha y un centro, la dirección del partido oscila entre derecha e izquierda, entre posicionamientos "maximalistas" y tomas de posición reformistas. "Sólo será en ese año 1917 cuando en el congreso de Roma se cristalicen claramente las tendencias de derecha y de izquierda. Aquélla obtuvo 17 000 votos contra 14 000 ésta. La victoria de Turati, Treves, Modigliani, en el momento en que se estaba desarrollando la revolución rusa aceleró la formación de une Fracción intransigente revolucionaria en Florencia, Milán, Turín y Nápoles" (La Izquierda comunista de Italia, libro publicado por la CCI, en francés e italiano). La Fracción abstencionista gana influencia en el partido a partir de 1920, gracias al impulso de la revolución en Rusia y la constitución de la Internacional Comunista (IC, III Internacional) que le otorga su apoyo y también a las huelgas obreras en Italia, en Turín especialmente. Toma también contacto con la corriente agrupada en torno a la revista Ordine Nuovo, animada por Gramsci, a pesar de que hay importantes desacuerdos entre ambas corrientes (Gramsci está en favor de participar en las elecciones, defiende una especie de sindicalismo revolucionario y vacila en romper con la derecha y el centro para constituirse como fracción autónoma). "En octubre de 1920, en Milán, se forma la Fracción Comunista unificada que redacta un manifiesto que llama a construir el partido comunista con la expulsión del ala derecha de Turati; y renunciaba al boicotear las elecciones aplicando las decisiones del II congreso de la Komintern" (Ídem). Y fue en la Conferencia de Imola, en diciembre de 1920, donde se decidió el principio de una escisión: "nuestra labor de fracción está y debe darse por terminada ya (…) inmediata salida del partido y del congreso (del PSI) en cuanto la votación nos haya dado la mayoría o la minoría. Después vendrá… la escisión con el centro" (Ídem). En el congreso de Livorno que se inauguró el 21 de enero, "la moción de Imola obtuvo la tercera parte de los votos de los adherentes socialistas: 58 783 de 172 487. La minoría abandonó el congreso decidiendo hacerlo como Partido Comunista de Italia, sección de la Internacional Comunista. (…) Apasionado, Bordiga concluyó, justo antes de irse del congreso: “Nos llevamos con nosotros el honor de vuestro pasado”" (Ídem).
Este rápido examen del trabajo de las principales fracciones que se formaron en el seno de los partidos de la Segunda Internacional permite definir un primer papel que le incumbe a una fracción: defender los principios revolucionarios en el seno del partido degenerante:
- primero para ganarse el máximo de militantes para esos principios y excluir del partido a las posiciones derechistas y centristas;
- y, en segundo lugar, para transformarse en nuevo partido revolucionario cuando las circunstancias lo requieran.
Hay que señalar que casi todas las corrientes de Izquierda tuvieron la preocupación de quedarse durante el mayor tiempo posible dentro del partido. Las excepciones fueron la de los tribunistas (aunque Gorter y Pannekoek no estaban de acuerdo con esa precipitación) y de las "izquierdas radicales" animadas por Radek, Pannekoek y Frölich, las cuales, tras la expulsión en 1917 de los opositores en el SPD, se negaron a entrar en el USPD (contrariamente a los espartaquistas). La separación de la Izquierda del viejo partido que ha traicionado era el resultado o de su exclusión o de la necesidad de fundar un partido capaz de ponerse en la vanguardia de la oleada revolucionaria.
Hay que decir que la acción de la Izquierda no está condenada a ser minoritaria en el seno del partido degenerante: en el Congreso de Tours del Partido Socialista francés, la moción de la Izquierda que llamaba a la adhesión a la IC era mayoritaria. Fue por eso por lo que el Partido Comunista fundado en esa ocasión conservó el diario L'Humanité que había fundado Jean Jaurès. Pero por desgracia también conservó al secretario general del PS, Frossard, que será durante algún tiempo el nuevo principal dirigente del PC.
Un último apunte: esa capacidad de la fracción de izquierda para construir de entrada el nuevo partido no fue posible sino porque había pasado poco tiempo (3 años) entre traición patente del viejo partido y el surgimiento de la oleada revolucionaria. La situación será después muy diferente.
4) Les fracciones surgidas de la Internacional Comunista
La Internacional Comunista se fundó en marzo de 1919. En aquel entonces había pocos partidos comunistas constituidos (los de Holanda, Alemania, Polonia y algunos más de menor entidad). Y, sin embargo, ya había surgido una primera fracción "de Izquierda" (y como tal se proclamó) en el seno del Partido Comunista principal, el de Rusia (aunque sólo había sido en marzo de 1918 cuando se puso ese nombre de comunista, en el 7o congreso del POSDR); era la corriente agrupada, a principios de 1918, en torno al periódico Kommunist y animada por Ossinsky, Bujarin, Radek y Smirnov. El desacuerdo principal de esa fracción sobre la orientación seguida por el Partido se refiere a las negociaciones de Brest-Litovsk. Los "Comunistas de Izquierda" se opusieron a esas negociaciones, preconizando la "guerra revolucionaria", "la exportación" de la revolución hacia otros países a punta de bayoneta. Y al mismo tiempo, sin embargo, esa fracción inició una crítica a los métodos autoritarios del nuevo poder proletario insistiendo en la más amplia participación de las masas obreras en el poder, unas críticas cercanas a las de Rosa Luxemburg (Cf. La revolución rusa). La firma de la paz de Brest-Litovsk significará el final de esa fracción. Después, Bujarin acabará siendo un representante del ala derecha del partido, pero algunos elementos de dicha fracción, como Ossinski, pertenecerán a las fracciones de izquierda que surgirán más tarde. De modo que, mientras que en Europa occidental algunas fracciones en el seno de los partidos socialistas que iban a formar los partidos comunistas no estaban todavía constituidas (la Fracción abstencionista animada por Bordiga se formará en diciembre de 1918), los revolucionarios de Rusia ya habían entablado el combate (de manera muy confusa, obviamente) contra ciertas derivas que afectaban al Partido Comunista del país. Es interesante hacer notar (aunque no es éste el lugar para analizarlo) que, en toda una serie de cuestiones, los militantes de Rusia aparecen como precursores durante el principio del siglo XX: la fracción bolchevique se formó tras el IIº congreso del POSDR; después fue la claridad frente a la guerra imperialista en 1914; más tarde sería la punta de lanza de la Izquierda de Zimmerwald, expresaría después la necesidad de fundar una nueva internacional, luego la fundación del premier partido comunista en marzo de 1918, y la impulsión y orientación políticas del Primer congreso de la IC. Y esa "precocidad" volvemos a encontrarla en la formación de fracciones en el Partido Comunista. De hecho, por su papel especial de haber sido el primero (y único) partido comunista en llegar al poder, el Partido de Rusia fue también el primero en sufrir la presión del elemento principal que va a rubricar su pérdida (además, obviamente, de la derrota de la oleada revolucionaria mundial): su integración en el Estado. Por eso las resistencias proletarias, por muy confusas que fuesen, empezaron mucho antes que en otros lugares contra el proceso de degeneración del partido.
Más tarde, el partido ruso conocerá el surgimiento de una serie significativa de otras corrientes “de Izquierda”:
- en 1919, el grupo Centralismo Democrático en torno a Ossinsky y Sapronov, que combate el principio de "la dirección única" en la industria y defiende el principio colectivo o asociado por ser "el arma más eficaz contra la departamentalización y el opresión burocrática del aparato de Estado" (“Tesis sobre el principio colegiado y la autoridad individual”);
- en 1919 también, muchos miembros de Centralismo Democrático se habían integrado en la Oposición Militar, que se formó durante un corto lapso de tiempo en marzo de 1919 para luchar contra la tendencia a modelar el Ejército Rojo según los criterios de un ejército burgués clásico;
- durante la guerra civil, las críticas a la política llevada a cabo por el partido son mucho más escasas, debido a la amenaza de los Ejércitos Blancos que se cierne sobre el nuevo régimen, pero en cuanto desaparece tal amenaza con la victoria del Ejército Rojo sobre los Blancos, vuelven a aparecer con fuerza;
- a principios de 1921, con ocasión del X congreso del partido y en el debate sobre la cuestión sindical, se forma la Oposición Obrera, animada por Shliapnikov, Medvedev (obreros metalúrgicos los dos) y, sobre todo, Aleksandra Kollontái, redactora de la Plataforma, que quiere confiar a los sindicatos el papel de gestionar la economía (un poco parecido a los sindicalistas revolucionarios) en lugar de la burocracia estatal[9]. Tras la prohibición de las fracciones en ese congreso (que se celebra en el momento mismo de la insurrección de Kronstadt) la Oposición obrera se disuelve. Más tarde, Kollontái acabará rindiendo fidelidad a Stalin;
- en otoño de 1921 se forma el grupo "La Verdad Obrera", compuesta sobre todo por intelectuales favorables a la "Proletkult" a imagen de su principal animador, Bogdanov. Ese grupo a la vez que denuncia, junto con otras corrientes de oposición, la burocratización del partido y del Estado, adopta una postura semimenchevique al considerar que les condiciones de la revolución proletaria no estaban maduras en Rusia, pero que las condiciones se habían creado gracias a un fuerte desarrollo con bases capitalistas modernas (posición que será después la de la corriente "consejista");
- en 1922-23 se constituye el "Grupo Obrero" animado par Gabriel Miasnikov, un obrero de los Urales, que se había distinguido en el Partido Bolchevique en 1921, cuando, justo después del X Congreso, reclamó "la libertad de prensa, desde los monárquicos hasta los anarquistas incluidos". A pesar de los esfuerzos de Lenin para disuadirlo de llevar a cabo un debate sobre ese tema, Miasnikov se negó a echarse atrás acabando por ser expulsado del partido a principios de 1922. Con otros militantes de origen obrero, funda el “Grupo Obrero del Partido Comunista Ruso (bolchevique)” que distribuye su Manifiesto en el XII congreso del PCR. Este grupo empieza a realizar una labor ilegal entre los obreros sean o no del partido y parece haber estado presente de manera importante en la oleada de huelgas del verano de 1923, llamando a manifestaciones de masas e intentando politizar un movimiento de clase esencialmente defensivo. La actividad en esas huelgas convence a la GPU (la policía política) de que el grupo es una amenaza y sus dirigentes, entre los cuales Miasnikov, son encarcelados. La actividad del grupo prosigue clandestinamente en Rusia (incluso en presidio) hasta el final de los años 1920 cuando Miasnikov logra salir del país y participa en la publicación en París de El Obrero Comunista donde se defienden posiciones cercanas a las del KAPD.
De todas las corrientes que combatieron contra la degeneración del Partido Bolchevique, fue sin duda el Grupo Obrero el más claro políticamente. Es muy próximo al KAPD (el cual publica sus documentos y con el que está en contacto). Sobre todo, sus críticas a la política seguida por el partido se basan en una visión internacional de la revolución, contrariamente a las de otros grupos que sólo se centran en cuestiones de democracia (en el partido y en la clase obrera) y de gestión de la economía. Fue por eso por lo que rechazó las políticas de frente único del II y IV congresos de la IC, mientras que la corriente trotskista sigue reivindicando los cuatro primeros congresos. Hay que señalar que hubo discusiones (sobre todo en deportación) entre el ala izquierda de la corriente trotskista y los militantes del Grupo Obrero.
De todas las corrientes de Izquierda surgidas en el Partido Bolchevique, el Grupo Obrero es, sin duda, el único en aparentarse a una fracción consecuente. Pero la terrible represión que Stalin abatió sobre los revolucionarios (comparada con la cual, la represión zarista parecería un juego de niños) le quitó la menor posibilidad de desarrollarse. Al cabo, Miasnikov decidió volver a Rusia después de la II Guerra Mundial. Como era de prever, desapareció de inmediato, lo cual privó a las tan débiles fuerzas de la Izquierda Comunista de uno de sus luchadores más valientes y valiosos.
La lucha de las fracciones de Izquierda en otros países fuera de Rusia tuvo, inevitablemente, formas diferentes, pero si observamos los otros tres partidos comunistas cuya fundación mencionamos antes, constatamos que también fue muy temprano cuando entraron en lucha las corrientes de izquierda, aunque fuera con formas diferentes.
Cuando se fundó el Partido Comunista de Alemania, las posiciones de la izquierda son mayoritarias. Sobre la cuestión sindical, Rosa Luxemburg, que redactó el programa del KPD y lo presentó al Congreso, fue muy clara y categórica: "(… los sindicatos) ya no son organizaciones obreras sino los protectores más sólidos del Estado y de la sociedad burguesa. Por consiguiente, la lucha por la socialización no puede ir hacia delante si no va acompañada por la lucha por la supresión de los sindicatos. Estamos de acuerdo sobre ese punto." Sobre la cuestión parlamentaria, contra la position de los espartaquistas (Rosa Luxemburg, Liebknecht, Jogiches, etc.), el congreso es contrario a la participación en las elecciones que van a tener lugar poco después. Tras la desaparición de esos militantes, todos ellos asesinados, la nueva dirección (Levi, Brandler) parece, en un primer tiempo, hacer concesiones a la Izquierda (que sigue siendo mayoritaria) sobre la cuestión sindical, pero, ya en agosto de 1919 (conferencia de Fráncfort del KPD), Levi, que quiere acercarse al USPD, se pronuncia por trabajar en el parlamento así como también en los sindicatos y, en el congreso de Heidelberg, en octubre, consigue, mediante maniobras, que la izquierda antisindical y antiparlamentaria, a pesar de ser mayoritaria, sea excluida. Los militantes excluidos se niegan mayoritariamente a formar de inmediato un partido, pues están en contra de la escisión y esperan reintegrar el KPD. Les apoyan con firmeza los militantes de izquierda holandeses (Gorter y Pannekoek, entre otros) que poseen en aquel momento una gran autoridad en la Internacional Comunista e impulsan la orientación del Buró de Ámsterdam (nombrado por la Internacional para que se encargue del trabajo hacia Europa occidental y Norteamérica). Será 6 meses más tarde (4 y 5 de abril de 1920), ante la negativa del congreso del KPD de febrero de 1920 de reintegrar a les militantes excluidos y también ante la actitud conciliadora de dicho partido respecto al SPD ante el Golpe de Kapp (Kapp-Putsch, 13-17 de marzo de 1920), cuando esos militantes fundan el KAPD (Partido Comunista Obrero de Alemania). Su acción se vio fortalecida por el apoyo del Buró de Ámsterdam, el cual organizó en febrero una conferencia internacional en la que triunfaron las tesis de la izquierda (la cuestión sindical, la parlamentaria y el rechazo del giro oportunista de la IC, plasmado entre otras cosas por el requerimiento de que los comunistas ingleses se integrasen en el Partido Laborista[10]. El nuevo partido obtuvo el apoyo de la minoría de izquierda (animada por Gorter y Pannekoek) del Partido Comunista de Holanda (CPN) el cual publicó en su periódico el programa del KAPD adoptado en el congreso de fundación. Eso no impidió que Pannekoek hiciera una serie de críticas al KAPD (carta del 5 de julio de 1920), en particular respecto a su posición sobre las Unionen, advirtiéndole contra toda concesión al sindicalismo revolucionario, y, sobre todo, contra la presencia en sus filas de la corriente "Nacional Bolchevique" a la que consideraba como una "monstruosa aberración". En aquel entonces, en todos los problemas esenciales a los que se enfrentaba el proletariado mundial (la cuestión sindical, la parlamentaria, la del partido[11], la de la actitud hacia los partidos socialistas, la de la naturaleza de la revolución en Rusia, etc.) la Izquierda Holandesa (y Pannekoek en especial) inspiradora de la mayoría del KAPD, está en la vanguardia del movimiento obrero.
El congreso del KAPD celebrado del 1 al 4 de agosto se pronuncia en favor de esas orientaciones: los "nacional-bolcheviques" abandonan entonces el partido y, unos meses más tarde harán lo mismo los elementos federalistas, hostiles a formar parte de la IC. Por su parte, Pannekoek, Gorter y el KAPD están decididos a seguir en la IC para levar a cabo el combate contra la deriva oportunista que la está gangrenando cada día más. Por esta razón, el KAPD manda a dos delegados a Rusia, Jan Appel y Franz Jung, al II congreso de la IC que va a celebrarse en Moscú a partir del 17 de julio de 1920[12]; al no tener noticias de ellos, manda a otros dos delegados, uno de ellos Otto Rühle, el cual, al ver la situación catastrófica que sufre la clase obrera y el proceso de burocratización del aparato gubernamental, decide no participar en el Congreso a pesar de que éste les propusiera defender en él sus posiciones con voto deliberativo. Para ese Congreso escribió Lenin La enfermedad infantil del comunismo. Hay que señalar que en ese folleto, Lenin escribe que: "el error que representa el doctrinarismo de Izquierda en el movimiento comunista es, hoy por hoy, mil veces menos peligroso y menos grave que el error que representa el doctrinarismo de derecha".
Tanto por parte de la IC y los bolcheviques como por parte del KAPD, existe la voluntad para que se integre en la Internacional, y, por lo tanto, en el KPD. Pero el agrupamiento de éste con la izquierda del USPD en diciembre de 1920 para formar el VKPD, agrupamiento con el que estaban en contra todas las corrientes de izquierda de la IC, impidió tal posibilidad. El KAPD obtuvo, sin embargo, el estatuto de "partido simpatizante de la IC", con un representante permanente en su Comité Ejecutivo, mandando delegados al III congreso en junio de 1921. Pero, mientras tanto, esa comunidad de trabajo, se vio seriamente alterada sobre todo después de la “acción de marzo” (una "ofensiva" aventurista promovida por el VKPD) y de la represión de la insurrección de Kronstadt (represión que la izquierda apoyó en un primer momento creyendo que dicha insurrección estaba organizada por los “Blancos”, como lo pretendía la propaganda del gobierno soviético). Al mismo tiempo, la dirección derechista del PCN (a Wijnkoop se le llama el "Levi holandés"), en la que Moscú tiene su confianza, inicia una política antiestatutaria de exclusiones de militantes de la Izquierda. Finalmente, estos militantes van a fundar en septiembre un nuevo partido, el KAPN, según el modelo del KAPD.
La política de “frente único” adoptada en el III Congreso de la IC no hizo sino agravar las cosas al igual que el ultimátum dirigido al KAPD para que fusionara con el VKPD. En julio de 1921, la dirección del KAPD, con el apoyo de Gorter, adopta une resolución en la que rompe los puentes con la IC, llamando a la constitución de una "internacional comunista obrera", y eso dos meses antes del congreso del KAPD previsto en septiembre. Fue, con toda evidencia, una decisión totalmente precipitada. En ese congreso, se planteó la fundación de una nueva internacional (a lo que se opusieron los militantes de Berlín, entre ellos Jan Appel) y el Congreso decidió finalmente crear un Buró de Información sobre esa posible fundación. Ese Buró de Información se puso a actuar como si la nueva internacional se hubiera formado ya, aun cuando su conferencia constitutiva sólo se verificaría en abril de 1922. El KAPD conoció entonces una escisión entre, por un lado, la "tendencia de Berlín", mayoritaria, hostil a la formación de una nueva internacional, y la "tendencia de Essen" (que rechazaba las luchas salariales). Sólo esta tendencia participa en la conferencia a la que, sin embargo, asiste Gorter, redactor del programa de la KAI (Internacional Comunista Obrera, nombre de la nueva internacional). Les grupos participantes son escasos y representan a fuerzas muy limitadas: además de la tendencia de Essen, están el KAPN, los comunistas de izquierda búlgaros, el Communist Workers Party, de Gran Bretaña (CWP, Partido Comunista Obrero) de Sylvia Pankhurst, el KAP de Austria, denominado "aldea Potemkin" por el KAPD de Berlín. Al fin y al cabo, esa "internacional" fantasma desaparecerá tras la desaparición o la retirada progresiva de sus elementos constituyentes. Y fue así como la tendencia de Essen conoció múltiples escisiones, el KAPN acabó desmoronándose, primero por la aparición en su seno de una corriente que se une la tendencia de Berlín, hostil a la formación de la KAI, luego a causa de luchas intestinas de tipo clánico más que de principios.
En realidad, el factor esencial que permite explicar el lamentable y dramático fracaso de la KAI fue el reflujo de la oleada revolucionaria que había propulsado la fundación de la IC:
"El error de Gorter y de sus partidarios al proclamar artificialmente la KAI, aun cuando seguían existiendo en la IC fracciones de Izquierda que habrían podido agruparse en la misma corriente comunista de izquierda internacional, fue un grave error para el movimiento revolucionario. (…) El declive de la revolución mundial, patente en Europa ya desde 1921, no permitía prácticamente pensar en construir una nueva internacional. Al creer que el curso seguía siendo hacia la revolución, con la teoría de la "crisis mortal del capitalismo", las corrientes de Gorter y de Essen tenían cierta lógica al proclamar la KAI. Pero las premisas eran erróneas" (La Izquierda Holandesa, cap. V.4.d, publicado por la CCI en francés e inglés).
La disgregación final del KAPD y del KAPN ilustra de una manera palmaria la necesidad para los revolucionarios de tener la visión más clara posible de cómo evoluciona la relación de fuerzas entre proletariado y burguesía.
La Izquierda Germano-holandesa tomó conciencia con mucho retraso del reflujo de la oleada revolucionaria[13], pero en cambio no fue así con los bolcheviques y los dirigentes de la internacional Comunista ni, tampoco, con la Izquierda Comunista de Italia. Pero las respuestas que dieron unos y otros a esa situación fueron radicalmente diferentes:
- para los bolcheviques y la mayoría de la IC, había que "ir a las masas", ya que las masas ya no venían a la revolución, lo que se plasmó en una política cada día más oportunista, en particular hacia los partidos socialistas y las corrientes "centristas" y también hacia los sindicatos;
- para la Izquierda Italiana, al contrario, había que seguir con la misma intransigencia que había caracterizado a les bolcheviques durante la guerra y hasta la fundación de la IC; había ante todo que evitar los atajos hacia la revolución regateando los principios y quitándoles hierro; semejantes atajos eran el sendero más seguro para llegar a la derrota.
En realidad, la trayectoria oportunista que afectaba a la IC, ya desde el II congreso pero sobre todo a partir del Tercero, y que ponía en entredicho la claridad y la intransigencia afirmada en su Primer congreso, expresaba, no sólo las dificultades con que topaba el proletariado mundial para proseguir y reforzar su combate revolucionario, sino también la contradicción insoluble en la que se sumía el partido bolchevique que, de hecho, dirigía la IC. Por un lado, este partido debía ser la punta de lanza de la revolución mundial tras haberlo sido de la revolución en Rusia. Además, siempre había afirmado que ésta no era sino una muy pequeña etapa de aquélla, siendo muy consciente de que una derrota del proletariado mundial sería la muerte de la revolución en Rusia. Por otro lado, como responsable del poder en un país, estaba sometido a las exigencias propias de la función de un Estado nacional en particular la de asegurar la "seguridad" exterior e interior, o sea llevar a cabo una política exterior conforme a los intereses de Rusia y una política interior garante de la estabilidad del poder. La represión de las huelgas de Petrogrado y el aplastamiento sangriento de la insurrección de Kronstadt en marzo de 1921 fueron así la vertiente de la política de "mano tendida", so pretexto de "Frente único", hacia los partidos socialistas, en la medida en que estos podían ejercer presión sobre los gobiernos para orientar su política exterior en un sentido favorable a Rusia.
La intransigencia de la Izquierda Comunista Italiana, que de hecho dirigía el PCI (las "Tesis de Roma" adoptadas por su II congreso en 1922 habían sido redactadas por Bordiga y Terracini) se expresó en particular, y de manera ejemplar, frente al ascenso del fascismo en Italia, tras la derrota de los combates de 1920. En lo práctico, esa intransigencia se plasmó en la negativa en redondo a trabar alianzas con los partidos de la burguesía (liberales o “socialistas”) frente a la amenaza fascista: el proletariado solamente en su propio terreno podría combatir contra fascismo, mediante la huelga económica y la organización de milicias obreras de autodefensa. En el plano teórico, a Bordiga le debemos el primer análisis serio (que sigue siendo válido) sobre el fenómeno fascista, un análisis que presentó ante los delegados del IV congreso de la IC impugnando el análisis que ésta hacía:
- "El fascismo no es el producto de las capas medias y de la burguesía agraria. Es la consecuencia de la derrota sufrida por el proletariado, una derrota que echó a las capas pequeñoburguesas en brazos de la reacción fascista" (La Izquierda Comunista de Italia, cap. I);
- "El fascismo no es una reacción feudal. Nació en las grandes concentraciones industriales como Milán…" (Ídem) y obtuvo el apoyo de la burguesía industrial.
- "El fascismo no se opone a la democracia. Las bandas armadas son un complemento indispensable cuando “ya no basta con el Estado para defender el poder de la burguesía”" (Ídem).
Tal intransigencia se expresó también respecto a la política de Frente Único, de "mano tendida" hacia los partidos socialistas y su corolario, la consigna de "Gobierno obrero" lo cual "significa negar en la práctica el programa político del comunismo, o sea la necesidad de preparar a las masas para la lucha por la dictadura del proletariado" (Cita de Bordiga en La Izquierda Comunista de Italia).
Esa intransigencia también se expresó sobre la política de la IC tendente a hacer fusionar los PC y las corrientes de izquierda de los partidos socialistas o "centristas" que, en Alemania, llevó a la formación del VKPD y que, en Italia, se concretó, en agosto de 1924, en el ingreso de 2000 "terzini" (partidarios de la III Internacional) en un partido que ya sólo tenía 20 000 miembros a causa de la represión y la desmoralización.
Y, en fin, también se expresó respecto a la política de "bolchevización" de los PC a partir del V congreso de la IC en julio de 1924, une política combatida también por Trotski, que, a grandes rasgos, consistía en reforzar la disciplina en los partidos comunistas, una disciplina burocrática destinada a acallar las resistencias contra su degeneración. Esta bolchevización consistía también en promover un modo de organización de los PC a partir de las "células de fábrica", lo cual polarizaba a los obreros en problemas de “su” empresa en detrimento, obviamente, de una visión y una perspectiva genérales del combate proletario.
Aun cuando la izquierda es todavía ampliamente mayoritaria en el partido, la IC le impone una dirección de derecha (Gramsci, Togliatti) que apoya su política, una operación facilitada por el encarcelamiento de Bordiga entre febrero y octubre de 1923. Y a pesar de todo ello, en la conferencia clandestina del PCI de mayo de 1924, les tesis propuestas por Bordiga, Grieco, Fortichiari y Repossi, muy críticas con la política de la IC, son aprobadas por 35 secretarios de federación de 45 y por 4 secretarios interregionales de 5. Fue en 1925 cuando se desata en el seno de la IC la campaña contra las oposiciones, empezando por la Oposición de Izquierda llevada par Trotski. "En marzo-abril de 1925, el Ejecutivo ampliado de la IC inscribe al orden del día la eliminación de la tendencia “bordiguista” con ocasión del III congreso del PC de Italia. Prohíbe la publicación del artículo de Bordiga favorable a Trotski. La bolchevización de la sección italiana empezó con la destitución de Fortichiari de su puesto de secretario federal de Milán. Inmediatamente, en abril, la izquierda del partido, con Damen, Repossi, Perrone y Fortichiari funda un “Comité de entendimiento” (…) para coordinar una contraofensiva. La dirección de Gramsci atacó con violencia al “Comité de entendimiento” denunciándolo como “fracción organizada”. En realidad, la izquierda todavía no quería constituirse como fracción: no quería dar pretextos para su expulsión cuando seguía siendo mayoritaria en el partido. Al principio, Bordiga se negó a adherirse al Comité, no queriendo romper el marco de la disciplina impuesta. Será en junio cuando se unirá a los posiciones de Damen, Fortichiari y Repossi. Se le encargó redactar una “Plataforma de la Izquierda” que fue la primer acto de demolición sistemática de la bolchevización" (Ídem). "Bajo la amenaza de exclusión, le “Comité de entendimiento” tuvo que disolverse… Fue le principio del fin de la izquierda italiana como mayoría" (Ídem).
En el congreso de enero de 1926, celebrado en el extranjero a causa de la represión fascista, la izquierda presenta las "Tesis de Lyon" que sólo obtuvieron el 9,2% de votos: la política llevada a cabo, aplicando las consignas de la IC, de reclutar intensivamente a gente joven y poco politizada había dado sus frutos… Las tesis de Lyon orientarán la política de la Izquierda Italiana en la emigración.
Bordiga entablará un último combate en el VI Ejecutivo ampliado de la IC de febrero-marzo 1926. Denuncia la deriva oportunista de la IC, evoca la cuestión de las fracciones, sin por ello entrar en consideraciones sobre la actualidad inmediata, afirmando que “la historia de las fracciones es la historia de Lenin”; no son una enfermedad, sino el síntoma de la enfermedad. Son una reacción de "defensa contra las influencias oportunistas".
En una carta a Karl Korsch, de septiembre de 1926, Bordiga escribía: "No hay que querer escisiones en los partidos y en la Internacional. Hay que dejar que se realice la experiencia de la disciplina artificial y mecánica hasta sus absurdeces de procedimiento incluso, mientras sea posible, sin renunciar nunca a las posiciones de critica ideológica y política, sin solidarizarse nunca con la orientación dominante. (…) De manera general, creo que lo que hoy debe ponerse en primer plano, es, no ya la organización y las maniobras, sino un trabajo previo de elaboración de una ideología política de izquierda internacional, basada en las elocuentes experiencias que ha vivido la Komintern. Debido a que este punto dista mucho de haberse realizado, toda iniciativa internacional parece difícil" (Citado en La Izquierda Comunista de Italia).
Son esas también las bases sobre las que se va a constituir la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia que va a celebrar su primera conferencia en abril de 1928 en Pantin, en las afueras de París. Cuenta entonces con cuatro “federaciones”: Bruselas, Nueva York, París y Lyon con algunos militantes en Luxemburgo, Berlín y Moscú.
Esa conferencia adopta por unanimidad una resolución que define sus perspectivas. He aquí algunos extractos:
"1° Constituirse en fracción de Izquierda de la Internacional Comunista. (…)
3° Publicar un bimensual de nombre Prometeo.
4° Formar grupos de izquierda cuya tarea será luchar sin descanso contra el oportunismo y los oportunistas. (…)
5° Darse como meta inmediata:
a. Reintegración de todos los expulsados de la internacional que reivindican el Manifiesto comunista y aceptan las tesis del II congreso mundial.
b. Convocatoria del VI congreso mundial presidido por León Trotski.
c. Puesta al orden del día del VI congreso mundial de la expulsión de la Internacional de todos aquellos que se declaren solidarios de las resoluciones del XV congreso ruso."
Ahí se aprecia bien que:
- la Fracción no se concibe como "italiana", sino como fracción de la IC;
- considera que todavía hay vida proletaria en la IC y que puede todavía ser salvada;
- estima que le partido ruso debe someterse a las decisiones del Congreso de la IC y "hacer limpieza en sus filas" expulsado a todos aquellos que han traicionado abiertamente (como así había ocurrido antes para con otros partidos de la Internacional);
- no se da por tarea la de intervenir entre los obreros en general, sino prioritariamente, entre los militantes de la IC.
La Fracción emprenderá entonces una importantísima labor hasta 1945, un trabajo que la Izquierda Comunista de Francia (Gauche communiste de France, GCF) continuaría después hasta 1952. Ya hemos evocado a menudo toda esa labor en artículos, textos y discusiones y no es cosa de volver a tratarlo aquí.
Una de las contribuciones esenciales de la Fracción Italiana, que es el meollo de este informe, será precisamente la elaboración de la noción de fracción sobre la base de toda la experiencia del movimiento obrero. Esta noción ya la hemos definido al principio de este Informe. Además, en un anexo, damos a conocer a los compañeros una serie de citas de textos de la Fracción Italiana y de la GCF que nos permiten hacernos una idea más precisa de qué es una fracción. Nos vamos a limitar aquí a reproducir un extracto de nuestra prensa de un artículo en el que se definía esa noción de fracción ("La Fracción Italiana y la Izquierda Comunista de Francia", Revista Internacional no 90) :
"La minoría comunista existe en permanencia como expresión del devenir revolucionario del proletariado. Sin embargo, el impacto que pueda tener en las luchas inmediatas de la clase está estrechamente condicionado por el nivel de esas luchas y el de la conciencia de las masas obreras. Sólo en períodos de luchas abiertas y cada vez más conscientes del proletariado podrá esperar la minoría tener influencia en ellas. Sólo en esas circunstancias podrá hablarse de esa minoría como partido. En cambio, en períodos de retroceso histórico del proletariado, de triunfo de la contrarrevolución, es vano esperar que las posiciones revolucionarias tengan un impacto significativo y determinante en el conjunto de la clase. En esos períodos, la única labor posible, e indispensable, es la de fracción: preparar las condiciones políticas para la formación del futuro partido cuando la relación de fuerzas entre las clases vuelva a permitir que tengan influencia en el conjunto del proletariado" (Entresacado de la nota 4).
"La Fracción de izquierda se forma en un momento en que el partido del proletariado tiende a degenerar, víctima del oportunismo, o sea, de la penetración en su seno de la ideología burguesa. Es responsabilidad de la minoría que mantiene el programa revolucionario luchar de modo organizado para que tal programa triunfe en el partido. Una de dos: o la Fracción logra que ganen sus posiciones, salvando así al Partido, o éste sigue su curso degenerante y acaba pasando con armas y equipo al campo de la burguesía. No es fácil determinar en qué momento el partido proletario se pasa al campo enemigo. Uno de los indicadores más significativos es, sin embargo, el que sea imposible que pueda aparecer una vida política proletaria en el seno del partido. La fracción de izquierda tiene la responsabilidad de llevar a cabo un combate en el seno del partido mientras exista una mínima esperanza de que pueda ser enderezado. Por eso, en los años 1920, no son las corrientes de izquierda las que abandonan los partidos de la IC, sino que son excluidos y muy a menudo mediante sórdidas maniobras. Pero una vez que un partido del proletariado se pasa al campo de la burguesía, no hay ya retorno posible. El proletariado deberá, necesariamente, hacer surgir un nuevo partido para reanudar su camino hacia la revolución y el papel de la fracción será entonces el de servir de “puente” entre el antiguo partido pasado al enemigo y el futuro partido del que deberá elaborar las bases programáticas y servir de armazón. El hecho de que, tras el paso del partido al campo burgués no pueda existir vida proletaria en su seno significa también que es inútil y peligroso para los revolucionarios, practicar “el entrismo”, una de las tácticas del trotskismo que la Fracción siempre rechazó. El único resultado que ha dado el querer mantener una vida proletaria en un partido burgués, estéril pues para las posiciones de clase, es el de acelerar la degeneración oportunista de las organizaciones que lo han intentado y ni mucho menos el de conseguir volver a enderezar tal partido. En cuanto al “reclutamiento” que esos métodos permitieron, éste era especialmente confuso, gangrenado por el oportunismo, incapaz de formar una vanguardia para la clase obrera.
De hecho una de las diferencias fundamentales entre el trotskismo y la Fracción Italiana estriba en que ésta, en la política de agrupamiento de las fuerzas revolucionarias, siempre puso por delante la necesidad de la mayor claridad, el mayor rigor programático, aunque estuviera abierta a la discusión con todas las demás corrientes que habían entablado el combate contra la degeneración de la IC. En cambio, la corriente trotskista, intentó formar organizaciones de modo precipitado, sin discusiones serias, sin decantación previa de las posiciones políticas, basándolo todo en acuerdos entre “personalidades” y en la autoridad ganada por Trotski, uno de los principales dirigentes de la Revolución de Octubre y de la IC en sus orígenes."
Ese fragmento evoca los métodos de la corriente trotskista que, por falta de lugar, no hemos evocado antes. Digamos, sin embargo, que es significativo que dos de las características de esa corriente, antes de que se pasara al terreno de la burguesía, son éstas:
- en ningún momento integró en sus ideas la noción de fracción; para la corriente trotskista, se pasaba de un partido a otro, y si, en los períodos de retroceso de la clase, los revolucionarios eran una pequeña minoría, había que considerar que su organización era un “partido pequeño”, una idea que incluso apareció en el propio seno de la Fracción Italiana a mediados de los años 30, y es también hoy la de la TCI puesto que su principal componente se llama Partito comunista internazionalista;
- Trotski no entendió nada (tampoco fue el único) de la amplitud de la contrarrevolución hasta el punto de que consideró las huelgas de mayo-junio de 1936 en Francia como "el principio de la revolución". En esto, la noción de curso histórico (que la TCI también rechaza) es esencial y constitutiva de la fracción.
La voluntad de claridad, que siempre impulsó la Izquierda Italiana como condición fundamental para desempeñar su tarea es obviamente inseparable de la preocupación por la teoría y por ser capaces siempre de poner en entredicho análisis y posiciones que parecían definitivas.
5) A modo de conclusión
Para concluir esta parte del Informe, hemos de volver, muy brevemente, a la trayectoria de las corrientes que salieron de la IC, de las que sólo sus orígenes hemos evocado antes.
La corriente surgida de la Izquierda Germano-holandesa se mantuvo después de la desaparición del KAPD y del KAPN. Su representante principal fue el GIK (Grupo de los comunistas internacionalistas) en Holanda, aunque sí tuvo influencia fuera de ese país (por ejemplo Living Marxism animado par Paul Mattick en Estados Unidos). Durante uno de los episodios más trágicos y críticos de los años 1930, la Guerra de España, el GIK defendió una posición cabalmente internacionalista, sin la menor concesión al antifascismo. Animó la reflexión de los comunistas de izquierda, entre ellos Bilan (que retomó la posición de Rosa Luxemburg y de la Izquierda alemana sobre la cuestión nacional) y también la GCF que rechazó la posición clásica de la Izquierda Italiana sobre los sindicatos, retomando la de la Izquierda Germano-holandesa. Sin embargo, el GIK adoptó dos posiciones que iban a serle fatales (y que no eran las del KAPD):
- el análisis de la Revolución de 1917 como burguesa;
- el rechazo de la necesidad del partido.
Eso llevó al GIK a rechazar hacia el campo burgués a toda une serie de organizaciones proletarias del pasado, a acabar rechazando, en fin de cuentas, la propia historia del movimiento obrero y las lecciones que puede darnos para el futuro.
Y eso condujo al GIK a prohibirse todo papel de fracción puesto que la tarea de ésta es preparar un órgano, el partido, que la corriente consejista rechazaba.
Debido pues a esas dos debilidades, el GIK se negaba a desempeñar un papel significativo en el proceso que conducirá al futuro partido, y por lo tanto a la revolución comunista, por mucho que las ideas consejistas sigan teniendo cierta influencia en el proletariado.
Un último punto introductor de la II parte de este Informe: ¿puede considerarse a la CCI como fracción? La respuesta salta a la vista: no, evidentemente, por la sencilla razón de que nuestra organización, en ningún momento se formó en el seno de un partido proletario. Esta respuesta ya la dio, a principios de los años 50, el camarada MC en una carta a los demás camaradas del grupo Internationalisme:
“La Fracción era una continuación orgánica, directa, porque no existía más que durante un tiempo relativamente corto. Ocurrió a menudo seguir viviendo en el seno de la antigua organización hasta el momento de la ruptura. Su ruptura solía equivaler a transformación en nuevo partido (ejemplo de la fracción Bolchevique y de Spartakusbund, como de casi todas las fracciones de Izquierda del antiguo Partido). Esa continuidad orgánica es hoy inexistente. (…) La Fracción, al no tener que responder a problemas fundamentalmente nuevos como los que plantea nuestro período de crisis permanente y de evolución hacia el capitalismo de Estado, al no estar dislocada en un montón de pequeñas tendencias, estaba más aferrada a sus principios revolucionarios adquiridos que a formular nuevos principios, tenía más cosas que mantener que cosas por construir. Por esa razón y por la de su continuidad orgánica directa en un lapso de tiempo relativamente corto, la Fracción era el nuevo partido en gestación. (…)
[El grupo], aunque tenga en parte unas tareas de la Fracción, o sea: reexaminar la experiencia, formar militantes, tiene además la de analizar las nuevas evoluciones y las perspectivas nuevas, y, al menos, la de reconstruir el programa del futuro Partido. [El grupo] no es más que un aporte a esa reconstrucción, de igual modo que no es sino un elemento más del futuro Partido. Su función en su aporte programático es parcial a causa de su naturaleza organizativa”.
Hoy, cuando se cumplen los 40 años de la CCI, debemos usar el mismo método, recordando lo que escribíamos con ocasión de sus 30 años:
"La capacidad de la CCI para hacer frente a sus responsabilidades a lo largo de estos treinta años de vida, se la debemos en gran parte a los aportes de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista. El secreto del balance positivo que sacamos de nuestra actividad durante todo ese período está en nuestra fidelidad a las enseñanzas de la Fracción y, más generalmente, al método y al espíritu del marxismo de los que la Fracción se había apropiado plenamente" ("Treinta años de la CCI: apropiarse del pasado para construir el futuro", Revista Internacional no 123).
[1] Hay que señalar que, según una carta que Marx mandó a Engels después de ese mitin, aquél había aceptado la invitación de Eccarius porque esta vez la cosa parecía seria, contrariamente a otros intentos anteriores de constituir organizaciones a los que Marx había sido invitado y que él consideraba artificiales.
[2] En esta parte y en la siguiente, estudiaremos las fracciones que surgieron en cuatro partidos diferentes, los de Rusia, Holanda, Alemania e Italia dejando de lado los partidos de dos grandes países, Grande-Bretaña y Francia. De hecho en estos dos partidos no hubo fracciones de izquierda dignas de ese nombre, sobre todo a causa de la extrema debilidad del pensamiento marxista en ellos. En Francia, por ejemplo, la primera acción organizada contra la Primera Guerra Mundial no vino de una minoría del Partido Socialista, sino de una minoría de la central sindical CGT, un núcleo en torno a Rosmer y Monatte que publicaba La Vie ouvrière.
[3] Sozialdemokratische Partei Deutschlands, Partido Socialdemócrata de Alemania
[4] Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
[5] Sociaal Democratische Arbeiders Partij, Partido Socialdemócrata de Trabajadores, de Holanda)
[6] "Siempre he dicho, en contra de la dirección de De Tribune: debemos hacerlo todo para atraer a los demás hacia nosotros, pero si se fracasa en el empeño tras haber luchado hasta el final y que todos nuestros esfuerzos hayan fracasado, entonces sí, debemos ceder [o sea, aceptar la supresión de De Tribune]" (Carta de Gorter a Kautsky, 16 de febrero de 1909). "Nuestra fuerza en el partido puede crecer; nuestra fuerza fuera del partido nunca podrá crecer" (Intervención de Gorter en el congreso de Deventer). (Del artículo "La izquierda holandesa (1900-1914): El movimiento 'Tribunista' III parte", Revista Internacional no 47)
[7] Entre los numerosos militantes sobre los que se abatió la represión, citemos a Rosa Luxemburg que pasó gran parte de la guerra en la cárcel, Liebknecht, primero movilizado y luego encerrado en presidio tras haber tomado la palabra para denunciar la guerra y el gobierno en la manifestación del Primero de Mayo de 1916; encarcelaron incluso a Mehring, que ya pasaba de los 70 años.
[8] ‘‘Entente Cordiale” (Entendimiento cordial) es el nombre de la alianza franco-británica que junto a Rusia y otros países, Italia, y Estados Unidos al final de la guerra, formaron uno de los frentes de 1914 contra el otro frente: el de los Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría) junto con el Imperio Otomano y otros países.
[9] Las otras dos posiciones son la de Trotski que quiere que los sindicatos se integren en el Estado para hacer de ellos órganos de encuadramiento de los obreros (siguiendo el modelo del Ejército Rojo) para una mayor disciplina en el trabajo y la de Lenin, el cual estima, al contrario, que los sindicatos deben desempeñar un papel en la defensa de los obreros contra el Estado, que está conociendo “fuertes deformaciones burocráticas”.
[10] Debido al “peligro” de que el Buró de Ámsterdam acabara siendo un polo de agrupamiento de la izquierda en el seno de la IC, el Comité Ejecutivo de ésta anunció por la radio la disolución de aquél el 4 de mayo de 1920.
[11] En aquel entonces, la Izquierda holandesa y Pannekoek eran muy claros en su combate contra la visión que defendía Otto Rühle el cual negaba la necesidad del partido que sería más tarde la posición de los consejistas y de… Pannekoek.
[12] Conocido es cómo llegaron esos delegados a Rusia (en plena guerra civil y un "cordón sanitario" que hacía prácticamente imposible llegar allí por tierra): desviaron un barco mercante hasta Múrmansk, en el extremo norte de Rusia.
[13] En sus últimos escritos, poco antes de morir, Gorter deja claro que ha entendido sus propios errores animado a sus camaradas a hacer lo propio y a sacar las lecciones de todo ello (Ver La Izquierda Holandesa, fin del cap. V.4.d).