¿Qué son los Consejos obreros? 2ª Parte - De febrero a julio de 1917: renacimiento y crisis de los soviets

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¿Qué son los Consejos obreros? 2ª Parte:De febrero a julio de 1917: renacimiento y crisis de los soviets

El propósito de esta Serie es responder a una pregunta que se hacen muchos compañeros, sobre todo jóvenes: ¿Qué son los consejos obreros? En el artículo anterior de esta Serie ([1]) vimos cómo nacieron por primera vez en la historia al calor de la Revolución de 1905 en Rusia y cómo la derrota de ésta llevó a su desaparición. En este segundo artículo veremos cómo reaparecieron con la Revolución de febrero de 1917, y de qué manera, pese a ser dueños de la situación cedieron el poder a la burguesía gracias a la traición de antiguos partidos revolucionarios -mencheviques y socialistas revolucionarios (SR)- que los estaban saboteando desde dentro, cómo se fueron alejando de la voluntad y la conciencia creciente de las masas obreras hasta el extremo de convertirse en julio de 1917 en punto de apoyo de la contra-revolución ([2]).

¿Por qué los soviets desaparecen entre 1905 y 1917?

Oskar Anweiler en su obra Los Soviets en Rusia ([3]) subraya cómo entre diciembre de 1905, momento de la derrota de la revolución, hasta 1907, hubo numerosos intentos de revivir los soviets. En Petersburgo, en la primavera de 1906, se formó un Consejo de desempleados que envió delegados a las fábricas agitando por la reconstitución del Soviet de tal manera que en el verano de 1906 hubo una ­reunión que aglutinó a 300 delegados que sin embargo no llegó a ninguna conclusión dada la dificultad para retomar la lucha. El Consejo se fue descomponiendo al flaquear cada vez más la movilización hasta su desaparición total en el verano de 1907. En Moscú, Jarkov, Kiev, Poltava, Ekaterinoslav, Bakú, Batum, Rostov y Kronstadt surgieron igualmente consejos de desempleados que tuvieron una existencia más o menos efímera a lo largo de 1906.

En 1906-07 aparecieron esporádicamente soviets en ciudades industriales del Ural. Pero fue en Moscú donde en el verano de 1906 se realizó la tentativa más seria de constituir soviets. Una huelga surgida en julio se extendió rápidamente a numerosos centros de trabajo y pronto los obreros eligieron delegados que en número de 150 lograron reunirse constituyendo un Comité ejecutivo que hizo llamamientos a la extensión de la huelga y a la formación de soviets de barrio. Sin embargo, las condiciones no eran las de 1905, el gobierno comprobó que la movilización en Moscú no encontraba eco y descargó una dura represión que acabó con la huelga y con el recién reconstituido Soviet.

Los soviets desaparecieron del escenario social hasta 1917. Esta desaparición choca a muchos compañeros que se preguntan: ¿cómo es posible que los mismos obreros que en 1905 habían participado de forma tan entusiasta en los soviets los abandonaran en el olvido? ¿Cómo entender que la "forma" Consejo que tanta eficacia y fuerza había demostrado en 1905 desapareciera como por ensalmo durante 12 largos años?

Para responder a esta pregunta hemos de evitar plantearla a partir del punto de vista de la democracia burguesa que considera a la sociedad como una suma de individuos "libres y soberanos", tan "libres" para formar consejos como para participar en las elecciones. Entonces ¿cómo es posible que millones de ciudadanos que en 1905 "votaron" constituirse en soviets, "voten" renunciar a ellos durante largos años?

Semejante punto de vista, no puede entender que la clase obrera no es una suma de individuos "libres y autodeterminados" sino una clase que solamente logra expresarse, actuar y organizarse cuando mediante la lucha impone su acción colectiva. Esta no es el resultado de una suma de "decisiones individuales" sino de la concatenación de factores objetivos (la degradación de las condiciones de vida y la evolución general de la sociedad, la preocupación ante el futuro que depara ésta) y subjetivos (la indignación provocada por la inquietud por el porvenir, las experiencias de lucha y el desarrollo de la conciencia de clase animados por la intervención de los revolucionarios). La acción y la organización de la clase obrera constituyen un proceso social, colectivo e histórico que traduce una evolución de las relaciones de fuerza entre las clases.

Además, esta dinámica de la lucha de clases debe a su vez situarse en el contexto histórico que permitió el surgimiento de los soviets. Mientras que en el periodo histórico de apogeo del sistema -especialmente, durante esa "edad de oro" que se extiende entre 1873 y 1914- el proletariado pudo constituir grandes organizaciones de masas (los sindicatos, en particular) que tenían una existencia permanente y que constituían el requisito para llevar luchas a la victoria, en el periodo histórico que se abre con la Primera Guerra mundial, la decadencia del capitalismo, la organización general de la clase obrera se construye en la lucha y para la lucha y desaparece con ella si no es capaz de ir hasta el final: hasta el combate revolucionario por la destrucción del Estado burgués.

En tales condiciones, la "ganancia" que pueden obtener las luchas no puede reflejarse como en un libro de contabilidad, a través de resultados contantes y sonantes que se pueden consolidar año tras año, ni puede reflejarse en una organización de masas permanente. Al contrario, las "ganancias" se plasman en factores espirituales (conciencia adquirida, enriquecimiento del programa histórico proletario con las lecciones de la lucha, perspectiva para el porvenir...), que se conquistan en grandes momentos de agitación para acabar desapareciendo del conocimiento inmediato de las amplias masas hasta replegarse en el pequeño universo de minúsculas minorías, de tal manera que puede producirse la ilusión óptica de que nunca habrían existido.

Febrero 1917: nacen los soviets al calor de la lucha

Así ocurrió con los soviets: entre 1905 y 1917 quedaron reducidos a una "idea" que orientaba la reflexión y los combates políticos de un puñado de militantes. Pero en contra de lo que piensan los pragmáticos que solo valoran aquello que se puede tocar y ver, esa "idea" tenía una poderosa fuerza material. En 1907, Trotski escribía: "está fuera de duda que la nueva próxima embestida de la revolución traerá consigo en todos los lados la creación de consejos obreros"([4]).

Efectivamente, los grandes protagonistas de la Revolución de febrero fueron los soviets.

Las minorías revolucionarias, especialmente los bolcheviques después de 1905, defendieron y propagaron la idea de constituir soviets. Estas minorías mantuvieron la llama de la memoria colectiva de la clase obrera. Por esta razón, en cuanto estallaron las huelgas de febrero que rápidamente tomaron una gran amplitud, hubo numerosas iniciativas y llamamientos para constituir soviets. Anweiler subraya que: "este pensamiento nació tanto en las fábricas en paro como también en los círculos intelectuales revolucionarios. Testigos presenciales informan que en algunas fábricas desde el 24 de febrero eran elegidos hombres de confianza para un Soviet que se estaba organizando" ([5]).

Es decir, la idea, durante largo tiempo reducida a pequeñas minorías, fue ampliamente tomada a cargo por las masas en lucha.

Por otro lado, el Partido bolchevique contribuyó significativamente al surgimiento de los soviets. Esta contribución no se basó en un esquema organizativo previo o en imponer una cadena de organizaciones intermedias que al final desembocarían en la formación de soviets, sino en algo muy diferente, como hemos de ver, vinculado a un duro combate político.

En el invierno de 1915, cuando empezaron a surgir algunas huelgas sobre todo en Petersburgo, la burguesía liberal había concebido un medio de encadenar a los obreros a la producción de guerra mediante la propuesta de elecciones en las empresas para formar un "Grupo obrero" dentro de los Comités industriales de guerra. Los mencheviques propusieron la participación y habiendo obtenido una amplia mayoría trataron de utilizar el "Grupo obrero" como un canal para presentar reivindicaciones. Es decir, planteaban una "organización obrera" totalmente supeditada al esfuerzo de guerra, como lo estaban los sindicatos en otros países europeos.

Los bolcheviques se opusieron a estas propuestas. Lenin, en octubre de 1915, dijo: "estamos en contra de la participación en los Comités industriales de guerra que exige la guerra imperialista reaccionaria"([6]).

Los bolcheviques llamaban a la elección de comités de huelga y el comité del partido de Petersburgo proponía que: "los representantes de las fábricas, elegidos en base al sistema representativo proporcional en todas las ciudades, deben formar el Soviet de Diputados de toda Rusia"([7]).

En un primer momento, los mencheviques con su política de elecciones al Grupo obrero controlaron férreamente la situación. Las huelgas que hubo en el invierno de 1915 y las mucho más numerosas que estallaron en la segunda mitad de 1916 permanecieron bajo la égida del Grupo Obrero menchevique pese a que aquí o allá se formaban efímeros comités de huelga. Sin embargo, la semilla acabó fructificando en febrero 1917

El primer intento de constituir un Soviet se realizó en Petersburgo en una reunión improvisada celebrada en el palacio Táuride el 27 de febrero. Los asistentes no eran representativos, había miembros del partido menchevique y del Grupo obrero junto con algunos representantes bolcheviques y elementos independientes. Allí surgió un debate muy significativo que ponía en juego dos opciones totalmente opuestas: los mencheviques pretendían que la reunión se autoproclamara "Comité provisional del Soviet", el bolchevique Chliapnikov... "... se opuso haciendo notar que eso no podía hacerse en ausencia de representantes elegidos por los obreros. Pidió que se les convocara urgentemente y la asamblea le dio la razón. Se decidió acabar la sesión y lanzar convocatorias a los principales centros obreros y a los regimientos sublevados"([8]).

La propuesta tuvo efectos fulminantes. La misma noche del 27 empezó a circular por numerosas barriadas, fábricas y cuarteles. Obreros y soldados estaban en vela siguiendo muy de cerca el desarrollo de los acontecimientos. Al día siguiente tuvieron lugar numerosas asambleas en las fábricas y en los cuarteles, una tras otra la decisión era la misma: constituir un soviet y elegir un delegado. Por la tarde, el palacio Táuride estaba a rebosar de delegados de obreros y soldados. Sujanov en sus Memorias ([9]) describe la reunión que iba a tomar la decisión histórica de constituir el Soviet: "en el momento de abrirse la sesión había unos 250 diputados, pero nuevos grupos entraban sin cesar en el salón"([10]),

habla de la elección de la presidencia de la reunión y de cómo al elegir el orden del día, la sesión fue interrumpida por diferentes delegados de los soldados que querían transmitir los mensajes de sus respectivas asambleas de regimiento. Resume uno de ellos: "Los oficiales han desaparecido. No queremos servir más contra el pueblo, nos asociaremos a nuestros hermanos los obreros, unidos todos para defender la causa del pueblo. Daremos nuestras vidas por ello. Nuestra asamblea general nos ha pedido que os saludemos"

a lo que añade Sujanov: "Y con una voz sofocada por la emoción, entre las ovaciones de la asamblea estremecida, el delegado añadió: ¡Viva la Revolución!"([11]).

La reunión, constantemente interrumpida por la llegada de nuevos delegados que querían transmitir la postura de sus representados, fue abordando sucesivamente las cuestiones: la constitución de milicias en las fábricas, la protección frente a saqueos y contra acciones de las fuerzas zaristas. Un delegado propuso la creación de una "Comisión literaria" que redactara un llamamiento dirigido a todo el país, lo cual fue aprobado por unanimidad ([12]). La llegada de un delegado de regimiento Semionofski -famoso por su fidelidad al Zar y su papel represivo en 1905- provocó una nueva interrupción. El delegado proclamó: "Camaradas y hermanos, os aporto el saludo de todos los hombres del regimiento Semionofski. Todos hasta el último, hemos decidido unirnos al pueblo".

Esto creó... "... una corriente de entusiasmo romántico que recorrió toda la asamblea"([13]).

La asamblea organizó un "estado mayor de la insurrección" ocupando todos los puntos estratégicos de Petersburgo.

La asamblea del Soviet no tuvo lugar en el vacío. Las masas estaban movilizadas. Sujanov señala el ambiente que rodeaba la sesión: "La multitud era muy compacta, decenas de millares de hombres habían acudido a saludar la revolución. Los salones del palacio no hubiesen podido contener más gente y, en las puertas, los cordones de la Comisión Militar conseguían contener a una muchedumbre más numerosa todavía" ([14]).

Marzo 1917: toda Rusia ocupada por una enorme red de soviets

En 24 horas el Soviet era dueño de la situación. El triunfo de la insurrección en Petersburgo provocó la extensión de la revolución a todo el país.

"La red de Consejos obreros y de soldados en toda Rusia formaba la columna vertebral de la revolución. Con su ayuda la revolución se había extendido como una enredadera por todo el país" ([15]).

¿Cómo se formó esa enorme "enredadera" que pronto ocupó todo el territorio ruso? Existen diferencias entre la formación de los Soviets en 1905 y en 1917. En 1905, la huelga estalló en enero y las sucesivas oleadas de huelga no dieron lugar a ninguna organización masiva salvo algunas excepciones. Los soviets empezaron a constituirse tardíamente, en octubre. En cambio, en 1917, la lucha misma crea los soviets desde el mismo principio. Los llamamientos del 28 de febrero del Soviet de Petersburgo cayeron sobre tierra abonada. La pasmosa rapidez con que se formó en menos de 24 horas ya revela de por sí que la voluntad de amplias capas de obreros y soldados era la constitución del Soviet.

Las asambleas eran cotidianas. Y no se limitaban a elegir el delegado para el Soviet. A menudo lo acompañaban al local de la reunión general en comitiva masiva. Por otro lado, se formaban en paralelo soviets de barrio. El propio Soviet había lanzado un llamamiento a constituirlos pero ese mismo día los obreros del combativo barrio de Vyborg, una concentración proletaria de las afueras de Petersburgo, se le habían adelantado formando un Soviet de distrito y lanzando un combativo llamamiento a constituirlos por todo el país. Su ejemplo fue imitado en los días siguientes por otras barriadas populares.

Del mismo modo, las asambleas en las fábricas formaron pronto consejos de fábrica. Estos, aunque surgidos para necesidades reivindicativas y de organización interna del trabajo, no se restringían a ello y estaban fuertemente politizados. Anweiler reconoce que: "Los consejos de fábrica adquirieron en el transcurso del tiempo una sólida organización en Petersburgo que en cierta medida representaba una competencia respecto al Consejo de diputados obreros. Se asociaron a los consejos de rayon (barrios), cuyos representantes elegían un Consejo central con un Comité ejecutivo al frente. Dado que abarcaban a los trabajadores directamente en su lugar de trabajo, creció su papel revolucionario en la misma medida en que el Soviet se convertía en una institución duradera y comenzaba a perder su estrecho contacto con las masas" ([16]).

La formación de Soviets se extendió como un reguero de pólvora por toda Rusia. En Moscú, "el 1o de marzo tuvieron lugar las votaciones para la elección de delegados en las fábricas y el Soviet celebró su primera sesión eligiendo un Comité ejecutivo de 30 miembros. Al día siguiente se formó el Consejo definitivamente; se fijaron normas de representatividad, se votaron delegados para el Soviet de Petersburgo y se aprobó la formación del nuevo gobierno provisional (...) La marcha triunfal de la revolución que se propagó de Petersburgo a toda Rusia estaba acompañada de una ola revolucionaria de actividad organizativa en todas las capas sociales que encontró su más fuerte expresión en la formación de Soviets en todas las ciudades del Imperio, desde Finlandia hasta el océano Pacífico"([17]).

Aunque se ocupaban de asuntos locales, su principal preocupación eran problemas generales: la guerra mundial, el caos económico, la extensión de la revolución a otros países y tomaron medidas para concretarla. Es de destacar que el esfuerzo de centralizar los soviets vino fundamentalmente "desde abajo" y no desde arriba. Antes hemos citado cómo el Soviet de Moscú decidió enviar delegados al Soviet de Petersburgo considerado de manera natural como el centro de todo el movimiento. Anweiler señala que: "los consejos de obreros y soldados de otras ciudades mandaban a sus delegados a Petersburgo o mantenían observadores constantes en el Soviet" ([18]).

Desde mediados de marzo surgieron iniciativas de congresos regionales de soviets. En Moscú tuvo lugar una conferencia de esa índole el 25-27 de marzo con participación de 70 consejos obreros y 38 de soldados. En la cuenca del Donetz en una conferencia similar se juntaron 48 soviets. Todo esto culminó con la celebración de una primera tentativa de Congreso de soviets de toda Rusia que tuvo lugar del 29 de marzo al 3 de abril y que agrupó a delegados de 480 soviets.

El "virus organizativo" se contagió a los soldados que hartos de la guerra desertaban de los campos de batalla, se amotinaban, expulsaban a los oficiales y decidían volver a casa. A diferencia de 1905 donde apenas hubo soviets de soldados, ahora estos proliferaban en regimientos, acorazados, bases navales, arsenales... Los soldados constituían un conglomerado de clases sociales siendo principalmente campesinos y en menor medida obreros. Sin embargo, pese a la heterogeneidad reinante, se unieron mayoritariamente al proletariado. Como señala un historiador y economista burgués Tugan Baranovski: "No fueron las tropas sino los obreros quienes iniciaron la insurrección; no fueron los generales sino los soldados quienes se presentaron amotinados en la Duma([19]). Los soldados apoyaban a los obreros, no porque obedecieran dócilmente a los oficiales, sino porque sentían el lazo que los unía a los obreros"([20]).

La organización soviética ganó lentamente al campo hasta hacerse más amplia a partir de mayo de 1917 donde la formación de Soviets Campesinos comenzó a agitar a masas habituadas a ser tratadas como bestias durante siglos. Era igualmente una diferencia fundamental respecto a 1905 donde se habían dado algunas sublevaciones campesinas totalmente desorganizadas.

Que toda Rusia se viera cubierta por una gigantesca red de Consejos es un hecho histórico de enorme trascendencia. Como señala Trotski: "en todas las revoluciones precedentes se habían batido en las barricadas los obreros, los artesanos, a veces los estudiantes y los soldados revolucionarios. Después de lo cual, se hacía cargo del poder la respetable burguesía que había estado prudentemente mirando la revolución por los cristales de su ventana"([21]), pero esta vez no fue así, las masas dejaron de "trabajar para otros" y se dispusieron a trabajar para sí mismas a través de los consejos. Su labor ocupaba todos los asuntos de la vida económica, política, social y cultural.

Las masas obreras estaban movilizadas. La expresión de esa movilización eran los soviets, y alrededor de ellos una inmensa red de organizaciones de tipo soviético (consejos de barrio y consejos de fábrica), red que se nutría, a la vez que impulsaba, de una impresionante multiplicación de asambleas, reuniones, debates, actividades culturales... Obreros, soldados, mujeres, muchachos, se entregaban a una actividad febril. Vivían en una especie de asamblea permanente. Se detenía el trabajo para asistir a la asamblea de la fábrica, al soviet de ciudad o de barrio, a concentraciones, mítines, manifestaciones. Resulta significativo que tras la huelga de febrero apenas hubiera huelgas más que en momentos muy determinados o en situaciones puntuales o locales. Contrariamente a una visión restrictiva, la ausencia de huelgas no significaba desmovilización. Los obreros estaban en lucha permanente pero la lucha de clases, como decía Engels, constituye la unidad que forman la lucha económica, la lucha política y la lucha ideológica. Y las masas obreras estaban entregadas simultáneamente a esas tres dimensiones de su combate. Acciones masivas, manifestaciones, concentraciones, debates, circulación de libros y periódicos, las masas obreras rusas, habían tomado en sus manos su propio destino y encontraban en su seno reservas inagotables de pensamiento, iniciativas, investigación, todo era abordado sin descanso en amplios foros profundamente colectivos.

Abril 1917: el combate por "Todo el poder para los Soviets"

"El Soviet se apoderó de todas las oficinas de correos y telégrafos, de la radio, de todas las estaciones de ferrocarril, de todas las imprentas, de modo que sin su autorización era imposible cursar un telegrama, salir de Petersburgo o escribir un manifiesto", reconoció en sus memorias un diputado perteneciente al partido Cadete ([22]). Sin embargo, como señala Trotski, desde febrero se dio una tremenda paradoja: el poder de los soviets había sido generosamente entregado a la burguesía por la mayoría que los dominaba formada por mencheviques y social-revolucionarios que habían casi obligado a la burguesía a la formación de un Gobierno provisional ([23]), presidido por un príncipe zarista y compuesto por ricos industriales, políticos cadetes y como adorno, el "socialista" Kerenski ([24]).

El Gobierno provisional, parapetado tras los soviets, proseguía su política de guerra y daba largas a la solución de los graves problemas que aquejaban a obreros y campesinos. Esto conducía a los soviets a la inoperancia y la desaparición, como puede desprenderse de estas declaraciones de dirigentes social-revolucionarios: "Los soviets no representan ningún gobierno frente a la Asamblea constituyente ni tampoco están al mismo nivel que el Gobierno provisional. Son consejeros del pueblo en su lucha y son conscientes que representan solamente a una parte del país y solo gozan de la confianza de aquellas masas populares por cuyos intereses luchan. Por eso los soviets han evitado siempre tomar el poder en sus propias manos y formar un gobierno"([25]).

Un sector de la clase obrera empezó a tomar conciencia de esta trampa ya desde los primeros días de marzo. Hubo acalorados debates en algunos soviets, consejos de barrio y comités de fábrica sobre la "cuestión del poder". Pero en ese momento la vanguardia bolchevique andaba rezagada pues su Comité central ([26]) había adoptado una resolución de apoyo crítico al Gobierno provisional pese a las fuertes oposiciones que provocó en diferentes secciones del partido ([27]).

El debate arreció en marzo. "El comité de Vyborg celebraba mítines de miles de obreros y soldados, en los que se votaban, casi por unanimidad, resoluciones que hacían resaltar la necesidad de que el Soviet tomara el poder. En vista del éxito que obtuvo, la resolución de los obreros de Vyborg fue impresa y fijada en las esquinas como un pasquín. Pero el Comité del partido de Petersburgo la vetó" ([28]).

La llegada de Lenin en abril transformó radicalmente la situación. Lenin, que desde su exilio suizo veía con inquietud las noticias que llegaban fragmentariamente de la vergonzosa conducta del Comité central del Partido bolchevique, había llegado a las mismas conclusiones que el Comité de Vyborg. En sus Tesis de Abril  formuló claramente que: "La peculiaridad de la actual situación rusa consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que debido al desarrollo insuficiente de la conciencia de clase y a la organización defectuosa del proletariado dio el poder a la burguesía, a la segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de los campesinos desheredados"  ([29]).

Muchos autores no ven esta intervención decisiva de Lenin como una manifestación clara del papel de vanguardia del partido revolucionario y de sus militantes más destacados, sino que, por el contrario, la consideran un acto de oportunismo político. Según ellos, Lenin "pilló al vuelo" la oportunidad de utilizar los soviets como plataforma para conquistar "el poder absoluto" y cambió la chaqueta de "acérrimo jacobino" por el ropaje anarquista del "poder directo de las masas". De hecho, un antiguo miembro del partido le espetó: "Durante muchos años, el puesto de Bakunin en la revolución rusa estaba vacante, ahora ha sido ocupado por Lenin".

Esta leyenda es radicalmente falsa. La confianza de Lenin en el papel de los Soviets venía de lejos, arrancaba de las lecciones que había sacado de la Revolución de 1905, en un proyecto de resolución que propuso al IVo Congreso del Partido (abril 1906) escribió que: "en tanto y en cuanto los consejos obreros representan núcleos del poder revolucionario, su fuerza y significación dependen totalmente de la fuerza y la victoria del levantamiento", para añadir a continuación que: "este tipo de organizaciones está condenada al fracaso, si no se apoyan en el ejército revolucionario y derrocan los poderes estatales (es decir, se convierten en un gobierno provisional revolucionario)" ([30]),

en 1915 volvía a insistir en la misma idea: "Consejos de delegados obreros e instituciones parecidas deben ser considerados como órganos de levantamiento, cómo órganos de poder revolucionario. Estas instituciones solamente pueden ser de interés seguro en relación al despliegue de la huelga masiva política" ([31]).

Junio-julio 1917: la crisis de los Soviets

Lenin sin embargo era consciente de que el combate no había hecho más que comenzar: "solo luchando contra esa inconsciencia confiada de las masas (lucha que puede y debe librarse únicamente con las armas ideológicas, por la persuasión amistosa, invocando la experiencia de la vida) podremos de verdad desembarazarnos del desenfreno de frases revolucionarias imperantes e impulsar de verdad tanto la conciencia del proletariado como la conciencia de las masas, la iniciativa local, audaz y resuelta de las mismas"([32]).

Eso se comprobó amargamente en el primer Congreso de los soviets de toda Rusia. Convocado para unificar y centralizar la red de los diferentes tipos de soviets esparcidos por todo el territorio, adoptó resoluciones que no solo iban en contra de la revolución sino que suponían un golpe moral a los propios soviets. En los meses de junio y julio estalla a plena luz un grave problema político: la crisis de los soviets, su alejamiento de la revolución y de las masas.

La situación general era de completo desbarajuste: cierre de industrias y aumento considerable del desempleo, parálisis de los transportes, pérdida de cosechas en el campo, racionamiento general. En el ejército se multiplicaban las deserciones y las tentativas de fraternización con los soldados del frente enemigo. El bando imperialista de la Entente (Francia, Gran Bretaña y ahora Estados Unidos) presionaba al Gobierno provisional para que emprendiera una ofensiva general contra los frentes alemanes. Complacientes con estas presiones, los delegados mencheviques y social-revolucionarios hicieron adoptar una resolución al Congreso de los soviets en apoyo de la ofensiva militar pese a que una importante minoría -no sólo bolchevique- estaba en contra. El Congreso rechazó una propuesta de aprobación de la jornada de 8 horas y echó abajo propuestas favorables a los campesinos. En lugar de ser expresión de la lucha revolucionaria se convertía en portavoz del combate de la burguesía contra el ascenso de la revolución.

El conocimiento de las sucesivas resoluciones del Congreso -especialmente la que apoyaba la ofensiva guerrera- provocó una profunda decepción en las masas. Percibían que su órgano se les escapaba de las manos, pero empezaron a reaccionar. Soviets de barrio de Petersburgo, el Soviet de la vecina ciudad marinera de Kronstadt y diversos consejos de fábricas y comités de varios regimientos propusieron una gran manifestación el 10 de junio cuyo objetivo era presionar al Congreso para que cambiara su política y se orientara hacia la toma completa del poder expulsando a los ministros capitalistas.

La respuesta del Congreso fue prohibir temporalmente las manifestaciones arguyendo el "peligro" de un "complot monárquico". Los delegados del Congreso fueron movilizados para acudir a fábricas y regimientos para "convencer" a obreros y soldados. El testimonio de un delegado menchevique publicado en Izvestia, órgano del Soviet de Moscú, es elocuente: "La mayoría del Congreso, más de quinientos miembros, se pasó la noche en blanco, dividiéndose en grupos de a diez, que recorrieron las fábricas y los cuarteles de Petersburgo exhortando a los obreros y los soldados a no concurrir a la manifestación. El congreso, en un buen número de fábricas y también en una cierta parte de la guarnición, no tenía ninguna autoridad. Los miembros del congreso fueron acogidos muy a menudo de una manera inamistosa, a veces con hostilidad y frecuentemente fueron despedidos con cólera"([33]).

El frente burgués compendió la necesidad de salvar su baza principal -el secuestro de los soviets- contra el primer intento serio de las masas por recuperarlos. Pero lo hizo -con su maquiavelismo congénito- utilizando como cabeza de turco a los bolcheviques, contra los que lanzó una furiosa campaña. En el Congreso de cosacos que se celebraba al mismo tiempo que el Congreso de los soviets, Miliukov proclamó que: "los bolcheviques son los peores enemigos de la Revolución rusa" ([34]). Ya va siendo hora de acabar con esos señores".

El Congreso cosaco decidió: "apoyar a los soviets amenazados. Nosotros cosacos jamás nos separaremos de los soviets". ¡La principal fuerza represiva del zarismo cerraba filas con los soviets! Como dice Trotski: "los reaccionarios para dar la batalla a los bolcheviques estaban dispuestos a aliarse con el soviet, para luego poder estrangularlo del modo más seguro" ([35]).

El menchevique Liber trazó claramente el objetivo cuando dijo en el Congreso: "si queréis que os siga la masa que está con los bolcheviques, romped con el bolchevismo".

La violenta contraofensiva burguesa pillaba a las masas en posición todavía débil. Los bolcheviques lo comprendieron y propusieron la cancelación de la manifestación del 10 de junio, lo cual fue aceptado a regañadientes en algunos regimientos y en las fábricas más combativas.

Al llegar la noticia al Congreso de los soviets, un delegado propuso que se realizara una manifestación "verdaderamente soviética" para el 18 de junio. Miliukov analiza así esta convocatoria: "Después de pronunciar en el Congreso de los soviets discursos de tono liberal, después de haber impedido la manifestación armada del 10 de junio, los ministros socialistas tuvieron la sensación de que habían ido demasiado lejos en su acercamiento a nuestro campo. Se asustaron y dieron un viraje hacia los bolcheviques".

Trotski le corrige justamente: "No era precisamente un viraje hacia los bolcheviques, sino algo muy distinto: una tentativa de viraje hacia las masas contra el bolchevismo"([36]).

Pero les salió el tiro por la culata. Los obreros y soldados participaron masivamente en la manifestación del 18 de junio, con pancartas que exigían todo el poder para los soviets, reclamando la salida de todos los ministros capitalistas, el fin de la guerra, llamando a la solidaridad internacional... Los manifestantes seguían masivamente las orientaciones bolcheviques y reclamaban todo lo contrario de lo pedido por el Congreso.

La situación siguió empeorando. La burguesía rusa, asesorada por sus aliados de la Entente, se encontraba atrapada en un callejón sin salida. La famosa ofensiva militar estaba resultando un fiasco. Los obreros y los soldados querían un cambio de radical de política en los soviets. Pero en las provincias la situación no estaba tan clara y en el campo, pese a la progresiva radicalización, la gran mayoría estaba con los socialistas revolucionarios y con el Gobierno provisional.

Era el momento para la burguesía de tender una emboscada a las masas de Petersburgo para llevarlas a una enfrentamiento prematuro que permitiera asestar un duro golpe a la vanguardia del movimiento y de esta forma abrir las puertas a la contra-revolución.

Las fuerzas burguesas se estaban reorganizando. Se había formado un "soviet de oficiales" cuya misión era organizar fuerzas de élite para aplastar militarmente la revolución. Las centurias negras zaristas volvían a levantar cabeza alentadas por las democracias occidentales. La vieja Duma funcionaba -según palabras de Lenin- como una oficina contra-revolucionaria sin que los líderes social-traidores de los soviets pusieran ningún obstáculo.

Una serie de hábiles provocaciones fue tejida para empujar a los obreros de Petersburgo a la trampa de una insurrección prematura. Por una parte, el partido cadete retiró sus ministros del Gobierno provisional de tal forma que este se quedó únicamente formado por "socialistas". Era una forma de invitar a que los obreros reclamaran la toma inmediata del poder y se lanzaran por tanto a la insurrección. La Entente planteó un claro ultimátum al Gobierno provisional en el sentido de "elegir": o los soviets o un gobierno constitucional. Pero la más violenta provocación fue la amenaza de traslado de los regimientos más combativos de la capital a las regiones fronterizas.

Masas importantes de trabajadores y soldados de Petersburgo mordieron el anzuelo. Desde numerosos soviets de barrio, de fábrica y de regimiento se convocó una manifestación armada para el 4 de julio. El eje de la manifestación era la toma del poder por los soviets. Ello mostraba cómo los obreros comprendían que no había más salida que la revolución. Pero, al mismo tiempo, pretendían que los encargados de ejercer el poder fueran los soviets tal y como estaban constituidos entonces: con la mayoría de mencheviques y socialistas revolucionarios cuya única preocupación era mantenerlos sometidos a la burguesía. Se produjo una escena muy conocida: un viejo obrero increpando a un miembro menchevique del Soviet: "¿por qué no tomáis el poder de una vez?", una escena significativa de las ilusiones persistentes en el seno de la clase obrera. Era como pedir que el zorro se ocupara del gallinero, todo lo cual mostraba la insuficiencia en la conciencia de las masas y las ilusiones que todavía las debilitaban. Los bolcheviques no mordieron el anzuelo y alertaron de la trampa en curso. Pero no lo hicieron desde una posición de suficiencia, colocados en un pedestal desde el cual decir a las masas lo equivocadas que estaban. Lo que hicieron fue ponerse a la cabeza de la manifestación, estar con obreros y soldados, contribuir con todas sus fuerzas a que la respuesta masiva fuera firme pero no se deslizara hacia un choque decisivo donde la derrota estaba más que garantizada ([37]).

La manifestación se retiró ordenadamente y no se lanzó al asalto revolucionario. La masacre fue evitada todo lo cual fue un triunfo de las masas cara al futuro. Pero a nivel inmediato, la burguesía no podía retroceder, tenía que apostar fuertemente en la vía de la contraofensiva. El Gobierno provisional, enteramente constituido por ministros "obreros", desencadenó una brutal represión cebándose especialmente con los bolcheviques. El partido fue declarado fuera de la ley, numerosos militantes encarcelados, toda su prensa clausurada, Lenin tuvo que pasar a la clandestinidad.

Gracias a un esfuerzo difícil y heroico, el Partido bolchevique contribuyó decisivamente para evitar la derrota de las masas, de su dispersión y la amenaza de desbandada a causa de su desorganización. El Soviet de Petersburgo, en cambio, apoyado por el Comité ejecutivo elegido en el reciente congreso soviético, se puso claramente de lado del Gobierno provisional. Avaló la represión y la persecución de obreros combativos. Adoptó, una tras otra, resoluciones represivas. El Soviet había llegado al máximo de su ignominia.

¿Cómo pudo la burguesía desviar a los soviets?

Las organizaciones de las masas en consejos obreros desde febrero de 1917 significó para ellas la posibilidad de desarrollar su fuerza, su organización y su conciencia para el asalto final contra el poder de la burguesía. El período siguiente, llamado período de dualidad de poder entre proletariado y burguesía, fue una fase crítica para las dos clases antagónicas que podía haber desembocado tanto para la una como para la otra, en una victoria política y militar sobre la clase enemiga.

Durante todo ese período, el nivel de conciencia de las masas, débil todavía en comparación con las necesidades de una revolución proletaria, era una brecha que la burguesía intentaría utilizar para hacer abortar el proceso revolucionario en gestación. Par ello disponía de un arma más peligrosa que dañina, la del sabotaje desde dentro realizado por fuerzas burguesas con careta "obrera" y "radical". Ese caballo de Troya de la contrarrevolución lo formaban en aquel tiempo, en Rusia, los partidos "socialistas" menchevique y SR. Al principio, muchos obreros albergaban ilusiones respecto al Gobierno provisional, viéndolo como una emanación de los soviets, cuando era, en realidad, su peor enemigo. En cuanto a los mencheviques y socialistas-revolucionarios, disponían de una confianza importante entre las grandes masas a las que lograban adormecer con sus discursos radicales, su fraseología revolucionaria. Esto les permitió dominar políticamente la gran mayoría de los soviets. Gracias a esa posición de fuerza se dedicaron a vaciarlos de su substancia revolucionaria para ponerlos al servicio de la burguesía. Y si no lo lograron fue porque las masas movilizadas permanentemente, hacían su experiencia propia que las llevó, con el apoyo del Partido bolchevique, a quitarles la careta a mencheviques y socialistas-revolucionarios conforme éstos iban asumiendo cada día más las orientaciones del Gobierno provisional sobre cuestiones tan fundamentales como la guerra y las condiciones de vida.

En un próximo artículo veremos cómo desde finales de agosto 1917, los soviets lograron renovarse y convertirse realmente en plataformas para la toma del poder lo que culminó en el triunfo de la Revolución de octubre

C.Mir 08-03-10

 


 

[1]) Ver Revista internacional no 140, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-so...

[2]) Tanto para conocer en detalle cómo se desarrolló la revolución rusa como para ver el papel decisivo jugado por el partido bolchevique hay mucho material. Destacamos la Historia de la Revolución rusa de Trotski (2 tomos), Diez días que estremecieron al mundo de John Reed, nuestro folleto sobre la Revolución rusa y diferentes artículos de nuestra Revista internacional, nos 71, 72, 89, 90 y 91.

[3]) Este autor es fuertemente anti-bolchevique pero narra de manera fidedigna los hechos y reconoce con ecuanimidad los aportes bolcheviques, todo lo cual contrasta con los juicios sectarios y dogmáticos que de vez en cuando les aplica.

[4]) Citado por Oskar Anweiler, Los soviets en Rusia, p. 96.

[5]) Ídem, p. 110.

[6]) Ídem, p. 105.

[7]) Ídem., p. 106

[8]) Gerald Walter, Visión de conjunto de la Revolución rusa, p. 83, edición francesa, traducido por nuestros medios.

[9]) Publicadas en 1922 en 7 tomos, aportan el punto de vista de un socialista independiente, colaborador de Gorki y de los mencheviques internacionalistas de Martov que aún estando en discrepancia con los bolcheviques apoyó la Revolución de octubre. Esta cita y las siguientes corresponden al compendio de las Memorias realizado en español.

[10]) Según Anweiler, op. cit., había unos mil delegados al final de la sesión y en las siguientes sesiones llegó a haber 3000.

[11]) Ídem, p. 54.

[12]) Esta comisión propondría la edición permanente de un periódico del Soviet, Izvestia (Noticias) que aparecería regularmente a partir de entonces.

[13]) Citado por Anweiler, op. cit.

[14]) Ídem, p. 56.

[15]) Ídem, p. 124.

[16]) Ídem, p. 133.

[17]) Ídem, p. 121.

[18]) Ídem, p. 129.

[19]) Duma: cámara de diputados rusa.

[20]) Citado por Trotski en su Historia de la Revolución rusa, tomo I, p. 138, edición española.

[21]) Ídem, p. 160, edición española.

[22]) Partido de la gran burguesía formado apresuradamente en 1905. Su jefe fue Miliukov, eminencia gris de la burguesía rusa de entonces.

[23]) Trotski relata cómo la burguesía era presa de la parálisis y cómo los jefes mencheviques utilizaron su control sobre los soviets para entregarle el poder sin condiciones de tal manera que Miliukov "no se molestaba en disimular su satisfacción y su agradable sorpresa" (Memorias de Sujanov, un menchevique que vivió de cerca los acontecimientos en el Gobierno provisional).

[24]) Este abogado, muy popular en los círculos obreros de antes de la Revolución, acabó siendo nombrado jefe del Gobierno provisional, dirigiendo las diferentes tentativas para acabar con los obreros. Sus intenciones son reveladas por las memorias del embajador inglés de la época: "Kerenski me pidió paciencia asegurándome que los soviets acabarían muriendo de muerte natural. Poco a poco irían cediendo sus funciones a los órganos democráticos de administración autónoma".

[25]) Citado por Anweiler, op. cit., p. 151.

[26]) Lo constituían Stalin, Kamenev y Molotov. Lenin seguía exiliado en Suiza y apenas tenía medios de contactar con el partido.

[27]) En una reunión del Comité del Partido de Petersburgo celebrada el 5 de marzo el siguiente proyecto de Resolución presentado por Chliapnikov fue derrotado: "La tarea del momento es formar un Gobierno provisional revolucionario que nazca de la unión de los consejos de obreros, soldados y campesinos. Como preparación para la completa conquista del poder central es imprescindible consolidar el poder de los consejos de obreros y soldados; (citado por Anweiler, op. cit., p. 156).

[28]) Trotski, op. cit., tomo I, p. 270.

[29]) En este artículo no podemos abordar el contenido de estas Tesis que son muy interesantes. Ver Revista internacional no 89, "Las Tesis de abril, faro de la revolución proletaria" en https://es.internationalism.org/node/2787

[30]) Citado por Anweiler, op. cit., p. 88.

[31]) Ídem, p. 92.

[32]) Lenin, Obras escogidas, tomo II, p. 50, edición española.

[33]) Citado por Trotski en Historia de la Revolución rusa, tomo I, edición española, p. 407.

[34]) Es testimonio del cinismo típico de la burguesía que su jefe de entonces en Rusia ¡hable en nombre de la "Revolución rusa"!

[35]) Trotski, op. cit., p. 408.

[36]) Ambas citas están en la página 412 del tomo I de la Historia de la Revolución rusa.

[37]) Ver nuestro artículo "II - 1917: Las «Jornadas de julio»: el papel indispensable del partido", Revista internacional no 90. Remitimos a los lectores a este artículo para un análisis detallado de este episodio.

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