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Jacques Camatte es sin duda uno de los padres fundadores de la corriente llamada de "comunistización". En el desarrollo de una crítica marxista de los profundos errores de esta corriente, pensamos que será útil dar cuenta del deambular político de Camatte, desde el bordiguismo ortodoxo hasta el rechazo total de la "teoría del proletariado" y una teorización de la negación de la lucha de clases. En nuestra opinión, aunque pocos "comunistizadores" siguieron a Camatte hasta sus últimas conclusiones, en muchos aspectos el camino que siguió revela la verdadera dinámica de toda la tendencia comunistizadora.
Nuestro objetivo aquí no es escribir una biografía de Camatte, sino examinar su trayectoria a la luz de algunos de sus trabajos teóricos más significativos.
Según Wikipedia, Camatte, a la edad de 18 años, ya era miembro de la Fracción Francesa de la Izquierda Comunista en 1953[1] es decir, poco después de la escisión del Partito Comunista Internazionalista (PCInt) en Italia entre la tendencia en torno a Damen y la tendencia en torno a Bordiga. La Fracción Francesa se convirtió más tarde en la sección francesa del Partido Comunista Internacional (PCI) bordiguista, que publicaba Programme Communiste y Le Prolétaire. Camatte desempeñaría un papel cada vez más importante en el trabajo teórico de esta organización, al tiempo que desarrollaba una estrecha colaboración con Bordiga. Sin embargo, a principios de los años 60, no estaba satisfecho con la dirección que estaba tomando la organización: una práctica militante y sindical centrada en la producción de "periódicos obreros". Camatte consideraba que, dado que el periodo seguía dominado esencialmente por la contrarrevolución, las tareas del PCI eran sobre todo teóricas: la denuncia de todas las formas de revisionismo y restauración del programa comunista. En 1966, Camatte rompió con el PCI y lanzó la publicación de la revista Invariance, cuya "declaración de principios", que aparecía en la página interior de la primera serie, mostraba una clara continuidad con la tradición bordiguista[2]:
"Invarianza de la teoría del proletariado:
- Defendida en la Liga Comunista (Manifiesto Comunista de 1848) en la AIT (los trabajos del Consejo General de Londres dirigido por Marx); en la época de la Comuna; en la Segunda Internacional; contra la degeneración y el fracaso de esta última (La Izquierda Socialista en Alemania, los bolcheviques, la Izquierda Socialista en Italia - la fracción abstencionista).
- Que triunfó en Rusia en 1917 y a nivel internacional: Moscú en 1919, fundación de la III Internacional; Livorno en 1921: la ruptura con la democracia.
- Defendida por la izquierda comunista contra la degeneración de Moscú; contra la unión sagrada en la resistencia al fascismo.
- Que debe ser restaurada, así como el Partido Comunista- órgano de la clase proletaria- fuera de todo democratismo, carrierismo, individualismo, contra el inmediatismo y toda duda revisionista sobre la doctrina.
-El objetivo de la invarianza es la reforma del Partido Comunista.
Tesis de trabajo: avances teóricos...
Invariance n° 6, publicado en abril de 1969 bajo el título "La Revolución Comunista, Tesis de Trabajo”, es una obra sustancial, de más de 150 páginas a doble cara, que nos ofrece una visión de conjunto de las principales conclusiones y orientaciones políticas de la revista en aquella época - interesantes, sobre todo porque tienden a rechazar algunas de las verdades sacrosantas del bordiguismo.
Está dividida en varios capítulos que tratan de la historia del movimiento proletario desde sus inicios hasta la posguerra, de la naturaleza de la Rusia estalinista, la cuestión colonial, la crisis económica y de la evolución del capitalismo.
El primer capítulo, "Breve historia del movimiento de la clase proletaria en el espacio euroamericano, desde sus orígenes hasta nuestros días", confirma que el punto de partida de Invariance sigue siendo la tradición marxista y la teoría del proletariado, que, según él, ha sido confirmada por la oleada revolucionaria que siguió a la Primera Guerra Mundial; y, al menos en esta etapa, parece comprometido con la idea de que la futura revolución comunista es tarea exclusiva del proletariado. También desarrolla un análisis bastante coherente de la sucesión de diferentes fases de ascenso de la clase y contrarrevolución en la historia del proletariado y, en particular, de la derrota de la oleada revolucionaria y la lucha de la izquierda comunista contra la degeneración de la Internacional Comunista. Pero, a diferencia de las corrientes bordiguistas más "tradicionales", no excluía a ciertas corrientes de la Izquierda comunista como el KAPD, cuyas tesis sobre el partido se publicarían, junto con el Manifiesto del grupo de Miasnikov en Rusia, en ediciones posteriores de Invariance: "Un elemento fundamental para la readquisición de la totalidad doctrinal lo proporciona la contribución de la Izquierda comunista italiana. Sin embargo, también pueden ser necesarios muchos elementos paralelos: de los tribunistas, el KAPD, de diversos movimientos referentes a los Consejos Obreros, Lukacs... el trabajo de unificación implica el rechazo de los anatemas" (Tesis 1.5.20, p. 37).
Al mismo tiempo, el texto expone su crítica al deslizamiento activista y oportunista de los Bordiguistas oficiales:
- "En 1962, el PCI creyó posible - siguiendo la agitación iniciada en 1960 y reforzada durante ese año - producir un órgano sindical: Spartaco....pero, cuando se empieza a dejar de tener un enfoque materialista y no voluntarista, el error es inevitable. La aparición de este panfleto sindical fue la primera derrota teórica, porque significó abandonar la exigencia de vincular en una unidad indisoluble la acción inmediata (sindical u otra, según la organización: comités de fábrica, comités de empresa, etc.) y la lucha inmediata, "política". Todo ello porque con este panfleto se tenía la esperanza de ser más permeable a la clase... En 1963, el movimiento abandonó sus posiciones originales y se situó al nivel del movimiento trotskista, con el que entró en competencia." Por otra parte, "Todo esto demostró también la insuficiencia de la tesis de la izquierda sobre los sindicatos desde el momento en que dejó de definir con precisión su evolución, su integración en el Estado y el comportamiento de los trabajadores hacia ellos: la deserción" (1.5.10, p. 33).
También puede observarse que la visión de Invariance sobre las condiciones de formación del partido empieza a acercarse a la posición de Bilan en los años 1930 y de la GCF en los años 1940, y por tanto al reconocimiento de que el partido "formal" bordiguista no era realmente un partido:
- "El partido sólo puede ser reformado por la reunión de dos movimientos: el retorno de la totalidad de la teoría del proletariado y el movimiento hacia la unificación de la clase... su existencia formal es hoy una vergüenza, aunque sólo sea porque, al cabo de cierto tiempo, y como consecuencia de la niebla política reinante, tiende a tomarse por un deus ex-machina y a creer que todo debe pasar por él, que debe dirigirlo todo en el momento en que es menos reconocido por el movimiento real" (Invariance n° 6, 1-5-18-19, pp. 36-37).
Se trata sin duda de una referencia a la ridícula intervención del PCI en el movimiento de mayo de 1968, en el que los bordiguistas, a pesar de su tendencia a tachar a todo el movimiento de pequeñoburgués, fueron incapaces de ofrecer nada más que un llamamiento a las masas para que se unieran en torno al Partido. Por otra parte, varios pasajes de las Tesis muestran que los primeros números de Invariance veían Mayo del 68 como una ruptura real con la contrarrevolución.
Otro elemento positivo de las Tesis es el reconocimiento (que compartía claramente con Bordiga[3]) de la creciente tendencia del capital a destruir la naturaleza:
- "Las predicciones de Marx (sobre el agotamiento del suelo por la agricultura capitalista) se verifican hoy diariamente. El desarrollo del capital se presenta como una inmensa catástrofe natural: el agotamiento del suelo, la destrucción de la flora y la fauna. El capital es la cosificación del hombre y la mineralización de la naturaleza (4.3.3, p.111).
... y retrocesos teóricos
Al mismo tiempo, las Tesis no logran superar algunas de las debilidades teóricas más importantes de la tradición bordiguista:
- En la propia noción del marxismo como teoría invariable, como "doctrina" que sólo pide ser restaurada. Es cierto que algunos principios del movimiento obrero -como la necesidad del internacionalismo y la independencia política de la clase obrera respecto a la burguesía- no cambian en el curso de la historia del movimiento obrero, pero siempre deben aplicarse según las condiciones históricas específicas, lo que significa, por ejemplo, que en el período de formación del capital como sistema mundial, los marxistas podían apoyar ciertas luchas nacionales, mientras se hizo imposible cuando el sistema entró en su período de decadencia. La noción de un programa inmutable, ajeno a la experiencia histórica de la clase obrera, deriva de un punto de partida idealista, incluso religioso.
- En la distinción entre el partido formal y el partido histórico, una idea que apareció como medio de justificar el error de la formación del PCInt en 1943-5, y de rechazar el concepto de Fracción tal como fue desarrollado por la Izquierda italiana entre las dos guerras. Es cierto, como hemos señalado antes, que en Invariance nº 6 se ha producido un cierto movimiento hacia una comprensión materialista del hecho de que el partido no puede formarse sin importar cualquier momento de la vida de la clase; pero no por ello va por el camino de la contribución de Bilan sobre la relación entre Fracción y Partido, de modo que la crítica parcial del idealismo bordiguista sobre esta cuestión queda suspendida en el aire.
- En el rechazo de la teoría del capitalismo desde 1914 como un sistema globalmente decadente, y con ello, la defensa de la noción de la Revolución de Octubre como una doble revolución: según el punto de vista de las Tesis, dado que la insurrección proletaria de octubre fue incapaz de extenderse internacionalmente, la Rusia bolchevique se transformó en una especie de revolución burguesa. Este punto de vista chocaba fundamentalmente con la posición de la Fracción Italiana, que insistía en que la revolución proletaria se hace posible porque el sistema capitalista entra en su fase de decadencia en su conjunto y no región por región[4], descartando de hecho la posibilidad de revoluciones burguesas progresivas.
- Del mismo modo, puesto que las Tesis sostienen que todavía hay regiones del mundo en las que el capitalismo está aún en pañales, se deduce que no sólo las "revoluciones coloniales" siguen siendo posibles, sino que de hecho están teniendo lugar en países como Vietnam y Cuba... Las Tesis hablan del "mérito innegable" de las teorías de Castro, Fanon, Césaire (al menos "al principio"...) y concluyen que "la influencia en Occidente de ideologías procedentes de las revoluciones coloniales, así como el retorno a posiciones superadas del movimiento obrero (un cierto mesianismo en África, América Latina y Estados Unidos, por ejemplo) siguen expresando una renovación social. Esto se deriva de la desaparición de la revolución proletaria de 1917-23. Al final, a escala mundial, el proletariado realizó o apoyó una revolución burguesa" (Tesis 4.6.12, p. 132). Del mismo modo, "la ideología maoísta tiene un carácter revolucionario en China en la medida en que se presenta como sustituta de la antigua civilización china (es esta destrucción de las viejas superestructuras, por el culto a los antepasados" (Tesis 3.4.11, p. 87). Estas posiciones falsas y peligrosas, que subestimaban totalmente el carácter interimperialista de las violentas batallas por las regiones ex-coloniales, iban a tener su resultado desastroso en el apoyo abierto dado a los Estados árabes en las guerras imperialistas de Oriente Medio por el grupo argelino del PCI y la explosión de la organización que resultó de ello.
Por otra parte, quizá el elemento más significativo hacia el final de las Tesis resida menos en la falta de crítica al dogma bordiguista que en una tendencia a abrir la puerta a ciertas ideas modernistas que iban a desarrollarse muy rápidamente en el periodo siguiente. Es el caso de la Tesis 4.6.1, con el inicio de una nueva "periodización" del capital, en la que la guerra de 1914 no marca el comienzo definitivo de la época decadente del capital, como proclamaba la Internacional Comunista, sino el paso de la "dominación formal" a la "dominación real" del capital. De ahí a afirmar que el capital se había vuelto totalmente autónomo y había alcanzado la dominación total sobre la humanidad, no había más que un paso para Camatte, de modo que la humanidad entera, y no la clase obrera, debía convertirse en el sujeto de la revolución. Sin embargo, este paso aún no se había dado: "Toda la humanidad tiene tendencia a oponerse al capital, a rebelarse contra él. Pero qué clase puede tener la máxima coherencia revolucionaria, que puede tener un programa radical para la destrucción del capital y al mismo tiempo ver, describir la sociedad futura, el comunismo, es el proletariado... La clase obrera, al constituirse como clase, y por tanto como partido, se convierte en sujeto histórico... El hombre es la negación del capital, pero su negación activa, positiva, es el proletariado" (Tesis 4.7.20, p. 139).
La transición al modernismo
El número 8 de Invariance, que abarca el periodo de julio a diciembre de 1969, se titula "Transición". El número anterior había continuado con las "Tesis de trabajo" y estaba compuesto por toda una serie de "textos de apoyo" de los Partidos Comunistas de Italia y Estados Unidos, el KAPD, y contribuciones de Pannekoek, Gorter, Lukacs y Sylvia Pankhurst. En el número 8 encontramos las tesis del KAPD sobre el partido y las intervenciones del KAPD en el debate sobre los sindicatos en el III Congreso de la Internacional Comunista; un texto de Jehan de 1937 sobre la guerra en España, defendiendo la posición de la Fracción Italiana ; y dos reimpresiones de artículos de Programma Comunista - "Relatividad y determinismo, con motivo de la muerte de Albert Einstein", reimpreso del nº 9 de 1955, y "Programa del comunismo integral y teoría marxista del conocimiento", de la reunión del PCI en Milán en junio de 1962.
Por una parte, pues, Invariance nº 8 proseguía la actitud más abierta hacia las diferentes corrientes de la izquierda comunista que ya habíamos visto en el nº 6. Pero la verdadera importancia de este número se encuentra en dos breves artículos al principio: un editorial titulado "Transición" y un segundo artículo titulado "El capitalismo y el desarrollo del gansterismo".
El primero comienza de la siguiente manera:
- "El punto de partida de la crítica de la sociedad del capital existente debe ser la reafirmación de los conceptos de dominación formal y real como fases históricas del desarrollo capitalista. Todas las demás periodizaciones del proceso de autonomización del valor, como capitalismo competitivo, capitalismo monopolista, capitalismo monopolista de Estado, capitalismo burocrático, etc., abandonan el dominio de la teoría del proletariado, es decir, de la crítica de la economía política, y parten del vocabulario de la práctica de la socialdemocracia o de la ideología "leninista", codificada por el estalinismo.
Toda esta fraseología utilizada para explicar los "nuevos" fenómenos no hace sino mistificar el paso del valor a su completa autonomía, es decir, a la objetivación de la cantidad abstracta en curso en la comunidad concreta.
El capital, como modo social de producción, alcanza su verdadera dominación cuando logra sustituir todos los presupuestos sociales y naturales preexistentes por sus formas particulares de organización, que median la sumisión del conjunto de la vida física y social a sus necesidades reales de valorización. La esencia de la Gemeinschaft (organización de la sociedad), del capital, es la organización.
La política, como instrumento de mediación entre el despotismo y el capital, desaparece en la fase de la dominación real del capital. Tras ser plenamente utilizada en el período de dominación formal, puede ser eliminada cuando el capital, como ser total, llega a organizar rígidamente la vida y la experiencia de sus subordinados. El Estado, como gestor rígido y autoritario de la expansión de formas equivalentes en la relación social ("Urtext"), se convierte en un instrumento elástico en la esfera de los negocios. En consecuencia, el Estado, o directamente la "política", es menos que nunca el sujeto de la economía y de los "jefes" del capital. Hoy, más que nunca, el capital encuentra su propia fuerza real en la inercia del proceso que produce y reproduce sus necesidades específicas de valorización como necesidades humanas en general".
Ya hemos señalado que el número 6 contenía algunas de las premisas de la perspectiva modernista, vinculadas a la teorización de la transición de la dominación formal a la dominación real. Pero aquí la "transición" se hace definitiva.
Como hemos señalado en otro lugar[5], el concepto de Marx de transición de la dominación formal a la dominación real ha sido ampliamente malinterpretado, en particular en los círculos modernistas. En un capítulo de El Capital que permaneció inédito hasta la década de 1930, y que fue traducido y publicado más ampliamente hasta finales de la década de 1960, "Resultados del proceso inmediato de producción", Marx lo utilizó para describir la evolución del capital desde una fase en la que su dominación sobre el trabajo seguía siendo formal, en el sentido de que todavía estaba marcada por métodos de producción precapitalistas, especialmente artesanales; El capital había privado al productor individual de su independencia reduciéndolo a un trabajador asalariado, pero el método real de producción seguía siendo semi- individual y todavía implicaba muchas etapas hasta la creación del producto completo, incluso cuando los productores se agrupaban en centros de "fabricación". El sistema fabril pleno, basado en una maquinaria desarrollada, redujo la actividad de los trabajadores a una serie de gestos fragmentados, es decir, a la subordinación a la cadena de producción, deshaciéndose cada vez más de todos estos vestigios artesanales; esta evolución correspondió también a un paso de la extracción de plusvalía absoluta (donde la tasa de explotación dependía en gran medida de la extensión de la jornada de trabajo) a la extracción de plusvalía relativa, que permitía una reducción de la jornada laboral pero también una compresión más eficaz del trabajo productivo: "La sumisión real del trabajo por el capital se desarrolla en todas las formas evolucionadas a través de la plusvalía relativa, en oposición a la plusvalía absoluta"[6].
Para una serie de grupos, algunos surgidos del bordiguismo o dirigiéndose hacia el modernismo por completo como Perspective Internacionaliste, esta transición era más o menos equivalente al "viejo" paso del capitalismo ascendente al decadente y proporcionaba otra forma de ver los principales fenómenos del periodo decadente, como el capitalismo de Estado, e incluso algunos -como Camatte en sus Tesis de Trabajo- consideraban que el momento clave llegaba en 1914. Pero, como hemos dicho, Marx hablaba claramente de un proceso que ya estaba muy avanzado a mediados del siglo XIX y -dado que, como señaló Rosa Luxemburgo en 1913, vastas zonas del globo seguían formando parte esencialmente del mundo precapitalista, incluso cuando el imperialismo destruía cada vez más las viejas formas e imponía su dominación política en las colonias- la transición a las formas modernas de explotación capitalista fue un proceso que continuó a lo largo del siglo XX y que aún no ha concluido. Así, como medio para entender que el capitalismo había entrado en su "época de revolución social", el concepto era inadecuado, excepto en la medida en que un cierto nivel de desarrollo capitalista mundial era obviamente necesario para que la revolución mundial fuera posible y necesaria. Pero mientras que el uso del concepto por Marx tenía una implicación importante pero más limitada, para Camatte el concepto se convirtió en el "punto de partida" de un derrocamiento completo del marxismo para anunciar el advenimiento de un mundo en el que el capital se volvía autónomo, se convertía en la "comunidad material", logrando la dominación total sobre la humanidad y el proletariado, significando el fin del "mito del proletariado" como sujeto revolucionario.
Volveremos sobre algunas de estas ideas en una segunda parte del artículo, pero no menos importante es el breve texto sobre el desarrollo de “bandas rivales” (gang-rackets), que proporciona la base teórica que "justifica" el abandono de cualquier forma de organización política proletaria y, por tanto, la huida individual de Camatte del compromiso político en el seno de la clase obrera:
- "Con la constitución del capital en tanto que ser material y, por tanto, en tanto que comunidad social, tenemos la desaparición del capitalismo en su forma personal tradicional, la disminución relativa y a veces absoluta de los proletarios y el crecimiento de nuevas clases medias. Toda comunidad humana, por pequeña que sea, está condicionada por el modo de ser de la comunidad material. Este modo de ser deriva del hecho de que el capital sólo puede valorizarse, y por tanto existir, desarrollar su ser, si una partícula de sí mismo, al tiempo que se autonomiza, se enfrenta a la totalidad social, se define en relación con el equivalente socializado total, el capital. Necesita esta confrontación (competencia, emulación) porque sólo existe por la diferenciación. Sobre esta base, se forma un tejido social basado en la competencia entre "organizaciones" rivales.
Los distintos grupúsculos son como bandas que se enfrentan entre sí, teniendo como equivalente general la divinización del proletariado".
La consecuencia, extraída del editorial titulado "Transición", es obvia: la tarea de la revista Invariance "no es, por tanto, ser el órgano de un grupo formal o informal, sino luchar contra todas las falsas 'teorías' producidas en épocas pasadas mientras apunta hacia el futuro comunista".
Una revista que no es el producto de un grupo formal, ni siquiera informal, sólo puede ser propiedad de un individuo brillante que, de alguna manera, ha escapado al destino que el capital impone implacablemente a todos los esfuerzos por unirse en la lucha contra la dominación capitalista. Camatte prosiguió esta línea de argumentación con una carta fechada el 4.9.69 que desarrollaba aún más los fundamentos "teóricos" de la noción de organización como tinglado, que posteriormente se publicó como folleto "Sobre la organización" en varios idiomas. La introducción de 1972 a este texto afirma que esta posición no debe interpretarse como un "retorno a un individualismo más o menos stirneriano" y parece insinuar la posibilidad de una futura "unión" de las fuerzas revolucionarias. En nuestra opinión, sin embargo, todo en el texto, así como toda la trayectoria política posterior de Camatte, no puede sino confirmar precisamente este retorno a la lógica del "egoísmo" de "Saint-Max" (Stirner) que Marx atacó con tanta fuerza y agudeza en La ideología alemana.
La justificación teórica de esta recaída se encuentra, una vez más, en el uso que hace Camatte de la noción de dominación real del capital, que tiende a despersonalizar la relación social capitalista y a sustituir el reinado del capitalista individual por la organización anónima y colectiva del capital, ya sea a través de vastas empresas "privadas" o de la mayor sociedad de todos los tiempos, el Estado. En efecto, Marx ya había observado que, en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalista tendía a convertirse en un mero funcionario del capital. Camatte cita también el estudio de Bordiga sobre "La estructura económica y social de la Rusia actual", según el cual "La organización no es sólo el capitalista moderno despersonalizado, sino también el capitalista sin capital porque no lo necesita". Todo esto es cierto y se desprende del principio marxista fundamental de que el capital es en esencia una relación social impersonal -y del reconocimiento, desarrollado con la mayor lucidez por la Izquierda Comunista, de que la organización del capitalismo por el Estado se ha convertido cada vez más en parte del modo de supervivencia del sistema en su época de crisis histórica (que, como hemos visto, Camatte tiende a equiparar con el periodo de "dominación real"). Pero a partir de ahí, Camatte da un salto teórico que ni Marx ni Bordiga habrían aprobado jamás.
Así: "Con la transición a la dominación real, el capital creó su propio equivalente general, que ya no podía ser tan rígido como lo había sido en el período de la circulación simple. El propio Estado tuvo que perder su rigidez y convertirse en una banda mediadora entre diferentes bandas y entre el capital total y los capitales particulares".
De esta razonable descripción del desarrollo del capitalismo de Estado, pasamos a la "esfera política". Y no sólo a la esfera política de la clase dominante, sino a las organizaciones políticas del proletariado: "Podemos observar el mismo tipo de transformación en la esfera política. El comité central de un partido o el centro de alguna agrupación desempeña el mismo papel que el Estado. El centralismo democrático sólo consigue imitar la forma parlamentaria característica de la dominación formal. Y el centralismo orgánico, afirmado sólo de forma negativa, como rechazo de la democracia y de su forma (sumisión de la minoría a la mayoría, votaciones, congresos, etc.) de hecho, sólo queda atrapado en formas más modernas. Esto conduce a la mística de la organización (como en el caso del fascismo). Así es como el Partido Comunista Internacional se convirtió en una banda".
El truco aquí es eliminar por completo la lucha de clases de la ecuación. No se distingue entre la esfera política de la burguesía y la del proletariado, que deja de ofrecer una fuerza opuesta, opuesta a las características dominantes del orden existente.
Es cierto, como señalaron Marx y Rosa Luxemburgo, que el capital tiene una necesidad intrínseca de penetrar en todos los rincones del planeta y en todas las esferas de la actividad humana, que sus visiones ideológicas y morales del mundo tienden a envenenarlo todo, incluidos los esfuerzos de la clase obrera por asociarse, organizarse, resistir y desarrollar su propia comprensión teórica de la realidad social. Por eso toda forma de organización proletaria está sujeta al peligro de acomodarse al orden capitalista, a la tendencia al oportunismo y a la degeneración. Pero si otra forma de sociedad sigue siendo posible, si el comunismo sigue siendo el único futuro de la humanidad, es porque el proletariado, la clase obrera, proporciona efectivamente un antídoto contra el veneno del capital, y sus organizaciones no son un mero reflejo pasivo de la ideología dominante, sino una arena de lucha entre la visión proletaria del mundo y las invasiones de los hábitos y la ideología capitalistas.
Para Camatte, esto puede haber sido cierto en otro tiempo, pero ya no lo es. "Al haber sido destruido el proletariado, esta tendencia del capital no encuentra ninguna oposición real y, por tanto, puede autoreproducirse tanto más eficazmente. La esencia real del proletariado ha sido negada y sólo existe como objeto del capital. Del mismo modo, la teoría del proletariado, el marxismo, ha sido destruida, primero por la revisión de Kautsky y luego por la liquidación de Bernstein".
Y de un plumazo deja de existir la batalla de la izquierda de la II y III Internacional contra estos intentos de revisión y liquidación del marxismo. Al mismo tiempo, todos los esfuerzos posteriores de los grupos de la Izquierda comunista de luchar por la defensa de los principios proletarios contra la penetración de la ideología capitalista estaban condenados al fracaso y a la recuperación.
Es cierto que el PCI, nacido de una corriente surgida de la resistencia a la degeneración de la IC, mostraba él mismo todos los signos de una organización en degeneración; y Camatte no tiene dificultad en mostrar que la confusión política del PCI abrió la puerta a prácticas burguesas: la teoría del centralismo orgánico como justificación de métodos jerárquicos y burocráticos, la visión sectaria de sí mismo como única organización política proletaria empujándola hacia una actitud de competencia y denigración de las demás corrientes proletarias. En este sentido, es cierto que la omnipresencia del comportamiento de bandas (incluidas las formas más vulgares, como el robo y la violencia contra otros proletarios) se ha convertido -sobre todo en la fase de descomposición capitalista- en un peligro real para el campo político proletario existente. Pero para Camatte, simplemente ya no puede haber un campo proletario: "todas las formas de organización política de la clase obrera han desaparecido. En su lugar, las bandas se enfrentan en una competencia obscena, auténticos chanchullos que compiten en lo que venden pero que son idénticos en su esencia".
En resumen: el propio intento de organizarse políticamente contra el capital está inevitablemente condenado a reproducir el capital. Por tanto, es inútil combatirlo en asociación con otros camaradas. Es mejor replegarse en la pureza del propio pensamiento individual. De hecho, replegarse tras el propio ego.
Lo peor de todo es que Camatte cita a los militantes del movimiento proletario para justificar esta orientación hacia el suicidio político. Como todos los comunistizadores posteriores, se invoca con razón la referencia de Marx al proletariado como encarnación del movimiento real hacia el comunismo, en lo que se refiere a la organización de un movimiento de clase capaz de superar su fase inicial, sectaria, aunque con conclusiones radicalmente falsas para la época de la "dominación real": "En tiempos de Marx, la superación de las sectas residía en la unidad del movimiento obrero. Hoy, los partidos, estos grupúsculos, manifiestan no sólo la falta de unidad, sino la ausencia de lucha de clases. Se disputan los restos del proletariado. Teorizan sobre el proletariado en su realidad inmediata y se oponen a su movimiento. En este sentido, satisfacen las exigencias de estabilización del capital. El proletariado, por tanto, en lugar de suplantarlos, debe destruirlos".
Esto podría ser cierto si, por "grupúsculos", Camatte entendiera las organizaciones de la izquierda del capital que el proletariado tendrá que destruir realmente. Pero, al negar la capacidad de los proletarios comunistas para unirse y luchar contra la influencia de la ideología burguesa en sus formas más radicales, elimina la posibilidad de que el proletariado se enfrente y destruya realmente a la miríada de sus falsos representantes, desde los sindicatos hasta las organizaciones trotskistas o maoístas.
Quizás, con esta idea del proletariado destruyendo los obstáculos en el camino hacia el comunismo, Camatte muestra una ligera nostalgia de la lucha de clases, del impulso original que le llevó a la militancia proletaria. Pero ahora que ha pasado a la idea de que el proletariado y el marxismo han sido destruidos, sus referencias a Marx, Luxemburgo y las anteriores oleadas proletarias (1905, 1917, 1968) suenan huecas. Estos levantamientos, nos dice, dejaron a los grupúsculos "aturdidos, estupefactos" tras el movimiento; y continúa recordándonos que Luxemburgo, basándose en la experiencia de la huelga de masas de 1905, nos ofrece una teoría coherente de la creatividad de las masas que refuta radicalmente la teoría "leninista" de la conciencia de clase introducida en la clase desde fuera (una posición que el propio Lenin acabó rechazando). Pero las referencias a estas verdades parciales sólo están ahí para utilizarlas en un intento de ocultar su significado esencial: A saber, que Marx, incluso si vivió momentos en los que estaba dispuesto a aislarse y limitar su vida organizativa a la cooperación con otros pocos camaradas, o Luxemburgo en 1914 cuando vio que la II Internacional se había convertido en un "cadáver maloliente", nunca dejaron de luchar por la restauración y el renacimiento de la organización política proletaria, sobre la base de su profunda convicción en la naturaleza revolucionaria de la clase obrera, una clase asociada, solidaria y consciente.
Una cosa sería que la deserción de Camatte de esta lucha fuera una mera huida individual, una simple admisión de que prefería cultivar su propio jardín. Pero la teorización de esta deserción, que se prolongó durante décadas y fue continuada por la progenie de Camatte en la corriente de la comunistización, es un estímulo activo para que otros se unan a esta huida, que ya ha hecho un daño incalculable a la difícil lucha por construir una organización política proletaria.
En la segunda parte de este artículo, examinaremos con más detalle algunos de los textos clave que pretendían justificar la deserción de Camatte de la lucha de clases, en particular su libro Errance de l´humanite.
CDW
[1] Hay que tener cuidado con este relato, porque la redacción real es la siguiente: "Camatte se implicó en la política radical desde una edad temprana, uniéndose por primera vez a la Fraction Française de la Gauche Communiste Internationale (FFGCI), una organización comunista de izquierdas vinculada a Marc Chirik y Onorato Damen, en 1953". De hecho, la Fracción Francesa se había dividido en dos en 1945, una parte apoyando al PCInt en Italia (en el que Damen desempeñó un papel destacado) y la otra formando la Gauche Communiste de France en torno a Marc Chirik. Para un relato de esta escisión anterior, véase nuestro libro: La Izquierda Comunista Italiana, p. 156 y las siguientes
[2] Las circunstancias de la escisión plantearon un problema de moral proletaria: de nuevo, según la entrada de Wikipedia: "En 1966, tras nuevos escritos polémicos dentro del partido, Camatte y Dangeville se separaron del partido junto con otros once miembros. Esta ruptura fue especialmente dolorosa, porque, como recordaba Camatte, "cualquiera que abandona el partido está muerto para el partido". Como Camatte era el bibliotecario de las publicaciones periódicas y de la colección literaria del PCI, tuvo que atrincherarse en su piso para conservarlas. Al final, se vio obligado a quemar toda la colección que no estaba escrita por Bordiga, para demostrar que no era un "académico". Bordiga lo describió más tarde como un "acto de gangsterismo". (Wikipedia) Las citas son la entrevista de Cercle Marx en 2019; la entrevista fue parcialmente transcrita al inglés en https://libcom.org/article/interview-jacques-camatte-2019, con este descargo de responsabilidad, al que volveremos en un segundo artículo: "Nota: El grupo que realizó esta entrevista, Cercle Marx, es un grupo racista pseudo-debordista/Bordiguista que se centra en el "marxismo" de alianza rojo-marrón de escritores como Francis Cousin. Desde luego, no pretendemos dar la bienvenida a estos puntos de vista, pero creemos que la mayor parte de la entrevista sigue teniendo mérito en la medida en que ayuda a trazar la progresión del pensamiento de Camatte, que ha sido más o menos ignorado por el público de habla inglesa durante algún tiempo. Dicho esto, esperamos que los lectores de Libcom disfruten del texto y saquen algo útil de él".
[3] Para una crítica más desarrollada sobre el concepto de invarianza ver: Revista Internacional N° 14, Una caricatura de partido, el partido bordiguista (respuesta a “Programme Communiste”) y Revista Internacional N° 158, Los años 1950 y 60… Damen, Bordiga y la pasión del comunismo.
[4] Ver Revista Internacional N° 128, El comunismo, la entrada de la humanidad en su verdadera historia (IV) -los problemas del periodo de transición. IV - Los problemas del período de transición, 2 | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
[5] Ver el artículo de la Revista Internacional N° 60, Comprender la decadencia del capitalismo: La dominación real del capital
[6] “Resultados del proceso inmediato de producción”, sección titulada “la sumisión real del trabajo al capital”, Edición Peguin 1976 p 1035). La edición francesa había sido traducida por Roger Dangeville, que había sido cercano a Camatte cuando estaba en el PCI, pero después evolucionó en una dirección muy diferente, Dangeville publicó la revista titulada “Le Fil du Temps” un intento de restaurar una forma pura -y extremadamente sectaria- de bordiguismo. Es conveniente notar que la interpretación de Dangeville al pasaje de la sumisión formal a la sumisión real reproduce los mismos errores que la de Camatte. Camatte acusó igualmente a Dangeville de plagiar su traducción original