Miles de migrantes atrapados durante varias semanas en la frontera polaca, abandonados a su suerte en bosques húmedos y congelados, sin comida ni agua. Familias vagando en medio de la nada, obligadas a beber agua de los pantanos circundantes, durmiendo en el suelo a temperaturas bajo cero. Exiliados exhaustos, a menudo enfermos, golpeados por tropas del ejército bielorruso que intencionadamente los condujeron a las fronteras de la Unión Europea (UE). Las autoridades polacas reaccionando bestialmente no dudan en enviar a mujeres, niños, discapacitados y ancianos de vuelta al bosque y golpear a quienes intentan cruzar las cercas de alambre de púas, que se han desplegado ilegalmente a lo largo de la frontera. Este triste espectáculo recuerda desgraciadamente a muchos otros, igual de repugnantes. Pero la instrumentalización de los migrantes con fines abiertamente imperialistas añade el color del cinismo más desvergonzado a este angustioso panorama.
La repentina presencia de migrantes en esta región hostil, una ruta raramente utilizada por los refugiados no es casual: el dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, ha mantenido un conflicto abierto con la UE desde su disputada reelección en agosto de 2020, con este fin ha alentado e incluso organizado, el transporte de migrantes ofreciéndoles una salida ilusoria a Europa. Arrojándolos, como forma de extorsión, a la frontera polaca. Según los informes, incluso se están fletando vuelos chárteres a Minsk, para transportar a los refugiados.
Para Lukashenko y su camarilla, los migrantes son simplemente una moneda de cambio en respuesta a las sanciones y presiones occidentales1. Además, tan pronto como comenzaron las negociaciones con la UE y Rusia, el gobierno bielorruso devolvió a unos cientos de inmigrantes al mismo lugar del que partieron, de forma "voluntaria" (¡qué eufemismo!), como muestra de "buena fe". ¡Hasta aquí las muertes! Hasta aquí el trauma. Hasta aquí las esperanzas frustradas.
El uso de refugiados en el contexto de las rivalidades imperialistas se ha desarrollado espectacularmente en los últimos años, aprovechando un contexto en el que los estados más ricos se han convertido en verdaderas fortalezas y se justifican diariamente con la retórica más xenófoba. Recientemente hemos visto a Turquía amenazar con abrir las compuertas a la emigración en la frontera griega, o a Marruecos en la frontera española jugando todos al mismo tiempo al "chantaje migratorio" para defender sus sórdidos intereses nacionales. Incluso Francia, en el contexto de las tensiones posteriores al Brexit, está sugiriendo, más o menos sutilmente, que podría no acordar con el Reino Unido la política de gestión de los migrantes de Calais, para actuar unilateralmente, según le convenga. También es muy posible que detrás de los refugiados bielorrusos, la Rusia de Putin esté avanzando sus peones.
"Los polacos están haciendo un servicio muy importante a toda Europa", dijo Horst Seehofer, el ministro alemán del Interior. ¡Y vaya qué servicio! Polonia y su gobierno populista no dudaron en desplegar miles de soldados en la frontera y amenazar explícitamente a los refugiados: "Si cruzan esta frontera, usaremos la fuerza. No lo dudaremos”2. Al menos el mensaje es claro y la intimidación se ha administrado con el celo anunciado: gases lacrimógenos lanzados a personas hambrientas y agotadas, palizas regulares, se dejan abandonados a los enfermos...
La UE, que afirma ser tan intransigente sobre el "respeto de la dignidad humana", también hizo la vista gorda cuando Polonia se arrogó a sí misma, el 14 de octubre, desafiando las "convenciones internacionales", el "derecho" a devolver sistemáticamente a los migrantes a Bielorrusia sin verificar si las solicitudes de asilo eran válidas, ni tan siquiera de conformidad con las estrictas reglas de la legalidad burguesa. La burguesía se ha dotado así de un arsenal normativo y legal totalmente desfavorable para los migrantes y además no duda en saltarse sus propias reglas cuando surge la necesidad.
La misma arbitrariedad se aplica a los muros levantados contra los migrantes. Cuando el Reino Unido quiso restablecer una frontera en Irlanda del Norte, la burguesía se ofendió por tal osadía que resultaba una "amenaza para la paz", "que recuerda a las peores horas de la Guerra Fría". Pero cuando Lituania y Polonia decidieron construir miles de kilómetros de cercas de alambre de púas, esto se llamó "proteger las fronteras europeas" y "hacer un servicio muy importante"...
El gobierno populista de Polonia, después de haber sido vilipendiado rotundamente por sus medidas contra el aborto y sus declaraciones euroescépticas, de repente está en el centro de atención. Esta crisis es una verdadera bendición para la imagen de Polonia frente a sus "socios europeos". Claramente, si el estado polaco está haciendo un gran "servicio", es porque está haciendo el trabajo sucio de los otros estados de la UE sin pensarlo dos veces.
Recordemos que las "grandes democracias" de Europa, cuando no encierran a los solicitantes de asilo en campos de concentración abyectos, como Moria en Grecia, lo que hacen es subcontratar la "gestión de los flujos migratorios" a regímenes bien conocidos por su "respeto a la dignidad humana": Turquía, Líbano, Marruecos o Libia, donde el peor tipo de traficantes de esclavos todavía operan bajo la mirada benevolente (y la billetera) de la Unión Europea. Al otro lado del Atlántico, el presidente Biden, que había prometido solemnemente romper con la repugnante política migratoria de su predecesor, está demostrando ser igual de brutal: desde septiembre, su administración ha estado "evacuando" a miles de migrantes a un infierno haitiano, casi 14.000, según los medios estadounidenses.
Los Estados "democráticos" siempre se presentan como garantes de la "dignidad humana", pero la realidad demuestra que no le dan más importancia que los regímenes más "autoritarios". Para ambos, sólo cuentan su cálculo de intereses en el ruedo imperialista.
Corresponde a los partidos de la izquierda del capital, desde los ecologistas hasta los trotskistas, blandir una apariencia igualmente hipócrita de indignación. En Polonia y otros países europeos, se han celebrado pequeñas manifestaciones, encabezadas por izquierdistas, para exigir la aplicación del "derecho internacional" y la recepción de refugiados en nombre del "derecho de asilo".
Sin embargo, el derecho burgués, con sus convenciones internacionales y sus "derechos humanos", se siente bastante cómodo con las barreras físicas y reglamentarias inhumanas erigidas contra los migrantes: el "derecho de asilo" se aplica poco a poco de acuerdo con criterios ultra selectivos, y frente a los abusos de Polonia, que de hecho son incompatibles con la Convención de Ginebra, los estados europeos solo necesitan mirar hacia otro lado.
Al "luchar por la aplicación de los derechos de los refugiados", las ONG y las organizaciones de izquierda están de hecho abandonando a los migrantes a los impedimentos insalvables de las administraciones, poniéndolos de manera permanente bajo el control de la policía y frente al muro igualmente infranqueable de la burocracia. No hay nada que esperar en el derecho burgués, que sólo expresa los siniestros intereses de la clase dominante y su barbarie. Los "centros de clasificación", los guardacostas que hacen retroceder los frágiles barcos de migrantes (como hace Frontex), los innumerables muros, los subsidios a los países que utilizan regularmente la tortura, todo esto existe bajo el estricto respeto de la "ley".
La única respuesta a los crímenes de la burguesía contra los migrantes es la solidaridad internacional de todos los proletarios. Este es el método que el movimiento obrero siempre ha defendido: cuando se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores en 1864, ya tenía que oponerse a los discursos que acusaban a los inmigrantes de reducir los salarios. Frente a este reflejo nacionalista, afirmó por el contrario "que la emancipación del trabajo no es ni un problema local ni nacional, sino social, que abarca a todos los países en los que existe la sociedad moderna". Entonces como ahora, no podemos caer en los engaños de la burguesía, no son los migrantes los que están atacando nuestras condiciones de vida, sino el capital.
EG, 21 noviembre 2021
El miércoles 24 de noviembre de 2021, 27 refugiados se ahogaron, cerca de Calais, en su intento de cruzar el Canal de la Mancha. Desgraciadamente, esta tragedia no es nueva: desde la primera década del 2000, más de 700 personas se han ahogado en el desesperado intento por cruzar el Canal de la Mancha.
En todo el mundo, las poblaciones huyen de la pobreza, la guerra, la violencia de bandas y mafias y también de los desastres climáticos. Regiones enteras del mundo se están convirtiendo en lugares en los que vivir es una completa pesadilla. Estas migraciones masivas, que alcanzaron niveles sin precedentes en 2015, se han vuelto a intensificar dramáticamente debido a la aceleración de la miseria económica y social provocada por la Covid. A pesar de los muros fronterizos y la feroz represión a la que se enfrentan los migrantes, en las últimas semanas se está produciendo la concentración de refugiados en la frontera polaca, con el ánimo puesto en la búsqueda de una posibilidad de futuro, lo que les obliga a soportar situaciones dramáticas, cuando no la muerte.
Después del acuerdo de Le Touquet, en febrero de 2004, entre Gran Bretaña y Francia, las medidas coercitivas se han vuelto cada vez más brutales y sistemáticas. Recordemos el salvajismo de la policía francesa cuando desmanteló la llamada "Jungla" de Calais, el 25 de octubre de 20163. En todas partes, el único medio con el que los estados burgueses se ocupan de la "cuestión de los migrantes" se reduce a la violencia policial y una vigilancia orwelliana que obliga a los refugiados a correr cada vez más riesgos, en este caso tratando de cruzar el canal en botes de goma. A la indecente pugna política entre Boris Johnson y Emmanuel Macron tras la tragedia en el Canal de la Mancha, podemos añadir declaraciones cínicas como las del ministro francés Darmanin, que justificó de inmediato la política de la UE de militarizar costas y fronteras, al tiempo que culpaba a los traficantes de personas: "los mayores culpables de esta situación injusta son sobre todo los traficantes de personas". Palabras similares pronunció Johnson, que habló de que las bandas criminales "son las que se benefician de la situación”.
Es cierto que los traficantes de personas son explotadores sin conciencia de la miseria humana, pero los políticos de las grandes democracias no son menos criminales. Son ellos y sus hipócritas políticas los que están detrás del surgimiento y florecimiento de los traficantes de personas, y como resultado los migrantes son cada vez más criminalizados por la creciente dificultad a la que se enfrentan al verse obligados a ir de un país a otro. La burguesía está buscando un chivo expiatorio para encubrir sus propias políticas inhumanas. Las organizaciones criminales se utilizan para ocultar al verdadero criminal: el capitalismo. Así como los medios de comunicación señalan con el dedo a Lukashenko4, como si fuera el único que instrumentaliza a los refugiados. Este por su parte señala como culpables a las bandas criminales, que son las que le sirven de coartada.
Lo que ninguno de los políticos puede decir, es que sus políticas están dictadas por la obligatoriedad de defensa de la propiedad privada y el capital nacional. Entre todos los que se ven obligados a convertirse en refugiados, sólo aquellos que están adecuadamente calificados y cuya fuerza de trabajo puede ser utilizada de manera rentable, son aceptables para el capital. Todo lo demás deben ser rechazado mediante barreras físicas o administrativas, y cada vez más por la represión y la fuerza armada. La ley aplicable por el capital es que " se abran las fronteras" solo cuando se adapta a las necesidades de explotación y ganancia. Desde su perspectiva, los cuerpos en las playas son solo un precio menor que pagar, un daño colateral sin mayor importancia.
WH 29.11.21
1 Esta forma de proceder es idéntica a la que hubo entre Marruecos y España en mayo de 2021 donde los emigrantes fueron utilizados por ambos como arma en su pugna económica e imperialista. Ver Ceuta: los emigrantes, moneda de cambio de las pugnas capitalistas https://es.internationalism.org/content/4680/ceuta-los-emigrantes-moneda-de-cambio-de-las-pugnas-capitalistas [2]
2 «En ausencia de una política común de acogida, Europa desestabilizada por Bielorrusia», Mediapart (11 de noviembre de 2021).
3 Le Touquet es la localidad francesa en la que británicos y franceses firmaron un acuerdo en 2003, que entró en vigor un años después, por el que se establecían puestos de control fronterizo para el control de los emigrantes. Básicamente el acuerdo hacía de la localidad francesa de Calais el puesto fronterizo de acceso a Gran Bretaña, con la presencia de agentes británicos. A cambio los británicos correrían con los gastos. El acuerdo no tenia fecha de caducidad mientras no fuera denunciado por una de las partes. Con esto lo que se consiguió fue que Calais pasara a ser una “jungla” de chabolas en las que se hacinaban en condiciones infrahumanas más de 10.000 emigrantes, esperando el milagro de cruzar, hasta que en 2016 fue brutalmente desmantelado por la policía francesa.
4 Presidente de Bielorrusia país fronterizo de Polonia.
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Este 2021, hemos presenciado terribles olas de calor sin precedentes desde Canadá hasta Siberia, las inundaciones en el norte de Europa y China, las sequias e incendios en California y las nuevas señales de derretimiento del hielo ártico1. El aumento de la deforestación del Amazonas en Brasil y parte de Perú, así como la contaminación por relaves mineros también en algunas zonas del Perú.
El crimen del modo de producción capitalista contra el medio ambiente y el planeta es resultado de que su lógica económica es la acumulación de capital y la defensa de los intereses imperialistas del capital nacional. La barbarie a la que se enfrenta cada vez más la clase obrera, como clase explotada por ser en la mayoría de los casos la primera en sufrir los efectos del desastre ecológico producido por este sistema, es una preocupación permanente mientras se siga agudizando y profundizando la descomposición del capitalismo decadente2.
En Chile, por ejemplo, existen al menos 12 mil personas afectadas por la contaminación de metales pesados en Arica. Testimonios como el de María José Bejares que llegó a vivir a la población Los Industriales, ubicada en Arica, en el norte de Chile, en 1991. Recuerda bien cómo ella, de apenas 5 años, y sus amigos, jugaban entre unos montículos de distintos colores ubicados a pocos metros de su casa, donde se deslizaban colina abajo y moldeaban la tierra con sus propias manos, como si fuera arcilla. Más tarde, volvían a sus viviendas empapados de este material, sin saber que estaban jugando sobre un verdadero basural de desechos tóxicos. Arsénico, plomo, cadmio y mercurio abundaban en ese informal patio en el que jugaron cientos de niños Ariqueños. 30 años después, las consecuencias son evidentes.
Desde Los Industriales, donde aún vive, María José enumera las enfermedades de sus cercanos (y las propias): sus padres murieron de cáncer—su mamá, al útero con falla multisistémica en 2015, y su papá, al pulmón con metástasis cerebral en 2012—, su hermana mayor tuvo cáncer de mamas y su hermana menor tiene fibrosis pulmonar. Su marido sufre la enfermedad de Perthes, que afecta los huesos de la cadera, su hijo mayor es autista, y ella tuvo un embarazo molar en 2013, por lo que estuvo un mes hospitalizada. La historia se repite en el pasaje donde vive. Varios vecinos tienen cánceres de distinto tipo, lesiones cutáneas, enfermedades cardiovasculares, mujeres con abortos espontáneos y con dificultad para concebir, y niños con una serie de trastornos neurológicos, entre otras dolencias. "Llevamos 36 años muriendo", dice la mujer. "Esto no puede ser casualidad. Uno va viendo cómo los vecinos van cayendo enfermos de a poquito, es muy doloroso", agrega3.
Primero que nada, queremos manifestar nuestra solidaridad con estos trabajadores víctimas de la barbarie capitalista, de la lógica de la acumulación del capital que sacrifica millones de vidas humanas al dios Ganancia y al dios Acumulación de Capital.
Entre 1984 y 1985 la empresa minera sueca Boliden trasladó casi 20 mil toneladas de residuos tóxicos desde su planta Rönnskär, en Suecia, a la ciudad de Arica. El relave fue recibido por la desaparecida empresa chilena Promel que, supuestamente, se encargaría de procesarlo a cambio de más de 1 millón de dólares de la época. Los acopios tóxicos fueron abandonados en el Sitio F en 1984. Sin embargo, el trabajo nunca se hizo y el material fue abandonado sin medidas de protección en una zona conocida como "sitio F", que estaba a 250 metros de Sica Sica, la población más cercana. El problema se agudizó un par de años después, en 1989, cuando se autorizó la construcción de viviendas sociales a pocos metros del lugar.
Eran una especie de "casetas", con cocina, baño, luz eléctrica, agua potable y alcantarillado, pero el suelo era de tierra. Y la tierra estaba contaminada. Poco a poco, algunos pobladores comenzaron a experimentar picazones, alergias y erosiones en la piel. Pero nadie sospechaba del relave. En un informe en que Promel le solicita al Servicio Nacional de Salud de Chile de la época autorización para desembarcar el contenido proveniente de Suecia, este no era "tóxico" y cualquier persona podía manipularlo4.
El Estado Capitalista Chileno de aquel entonces fue cómplice en esta situación, junto con la empresa Promel, que permitió el pase de los residuos tóxicos depositados en esta zona de Arica. Vemos el predominio de las leyes del capital, sobre la salud de la población sobre todo de la población trabajadora y la contaminación de vastos territorios producto de la actividad industrial capitalista como parte de su dinámica salvaje y depredadora, consecuencia de la presión de la competencia por mercados y recursos.
La acumulación capitalista nos está llevando a la barbarie, que se manifiesta en la contaminación ecológica, el cambio climático, la pandemia del covid 19, la destrucción del planeta y la humanidad en su conjunto. Nuestras tesis de la descomposición en su punto 7 señalan claramente y con mucha vigencia que la degradación del medio ambiente que está alcanzando cotas impresionantes (agua corriente asquerosa, ríos muertos, océanos basura, aire irrespirable de las ciudades, decenas de kilómetros cuadrados contaminadas por la radioactividad en Ucrania y Bielorusia), que está amenazando el equilibrio del planeta entero con la desaparición de las selvas ecuatoriales, como la amazónica, los "pulmones de la Tierra", con el llamado efecto invernadero, con la destrucción de la capa de ozono (ver nota 2).
Para acabar con esta locura destructiva del capitalismo, no podemos esperar nada de los Estados, sean estos dictatoriales o “elegidos democráticamente”. Los Estados son el órgano de cada Capital Nacional y están al servicio de sus necesidades de acumulación y de sus intereses imperialistas.
De la misma manera, nada puede esperarse de las conferencias internacionales, G20, COP26 etc., Estas son espectáculos donde el cinismo y la hipocresía de los gobernantes alcanzan cotas inauditas. El capitalismo se basa en la competencia a muerte entre capitalistas y a nivel mundial en la guerra de cada Estado nacional contra los demás, tanto en el plano económico como imperialista. El Capital no tiene un “interés mundial”, su único interés es nacional y empresarial, es decir, egoísta, depredador y competitivo.
Tampoco podemos esperar nada de los partidos verdes y los movimientos ecologistas que tanto proliferan actualmente. Para darse una idea ¿qué ha hecho el partido verde más famoso, el de Alemania, que estuvo en el gobierno en 1999-2005 y ahora vuelve otra vez como miembro de la coalición semáforo?
Pues se dedicó a apoyar empresas guerreras del capital alemán, como, por ejemplo, en Yugoslavia y en el terreno del medio ambiente no hizo absolutamente nada, retrasó por ejemplo toda medida sobre las centrales nucleares. Utilizó la ecología como argumento para hacer tragar despidos masivos de trabajadores a los que se tachaba de “enemigos del medio ambiente” por luchar contra los despidos.
Los partidos verdes ocultan la responsabilidad del capitalismo proclamando que la culpa de la destrucción del planeta es de los obreros que consumen “demasiado”, que “trabajan en industrias contaminantes”, “lavan la ropa”, “se duchan”, “usan calefacción cuando hace frío” etc. Su “solución” es que ACEPTEMOS los despidos y la miseria en nombre del “futuro del planeta”.
Las campañas de la burguesía a favor de las reformas en el modo de producir (políticas ambientales, modelos de sostenibilidad, industria del reciclaje, autos eléctricos o verdes, reducción de plásticos, etc.) no detendrán los daños muchos de ellos irreversibles causados a la tierra, el aire y al agua y con ello a la humanidad. La ilusión democrática de creer que desde las instituciones burguesas o ejerciendo un voto se podrá cambiar esta situación, solo nos lleva a perpetuar esta situación de explotación, miseria y enfermedades como en el caso de Arica, Chile y sus más de 12 mil personas contaminadas con metales pesados.
Desde partidos, medios de comunicación, redes sociales etc., nos invitan a participar en los “movimientos por el clima” si “queremos hacer algo por el planeta”. Esto es otra trampa del Capital, pues estos movimientos:
Visten de verde los planes del capital de “transición ecológica” y “renovación digital” cuyo objetivo es aumentar la explotación y los despidos de trabajadores, para salvar la continuación de la acumulación capitalista y modernizar los armamentos (drones, armas más pequeñas, pero más mortíferas…)
Plantean como solución que cada cual se aplique a sí mismo la austeridad capitalista: no utilizar la calefacción, no lavar demasiadas veces la ropa, no “abusar de la ducha”, no caer en el “consumismo”, es decir, aceptar comer menos, vestir peor etc. Es además un medio culpabilizarnos de la destrucción ecológica cuyo único causante es el capitalismo
Proponiendo “reformas” y “parches” que no solucionan nada y que agravan los problemas ocultan las verdaderas causas del desastre ecológico. Por ejemplo, lo que han sufrido los habitantes de Arica es resultado de esas “reformas” ecológicas del capital que consisten en que los residuos tóxicos son vendidos por los países más ricos a los países más pobres a cambio de unas subvenciones de las cuales se aprovechan los capitalistas de estos últimos países y el propio Estado.
El capitalismo está hundiendo al mundo en una barbarie generalizada.
Un ejemplo concreto de lo que aquí decimos lo hemos vivido en plena pandemia del covid 19 cuando la desaceleración económica y las restricciones de movilidad, provocadas por la pandemia global del nuevo Coronavirus, han dado un pequeño respiro al planeta, con una constatada disminución de emisiones contaminantes. Mas los expertos advierten que esto impactará levemente el avance del cambio climático y que, si no se toman las medidas adecuadas, se podría experimentar un efecto rebote5.Esto quiere decir que hay una relación entre el modo de producción capitalista y los niveles de contaminación, que se han visto reducidas, producto de las restricciones de movilidad y el paro de la producción.
Marx, Engels y otros pudieron advertir desde muy temprano que el capitalismo estaba envenenando el aire y agotando el suelo, no pudieron ser testigos de las consecuencias ecológicas de un mundo en el que el capitalismo ha penetrado ya en casi todas las regiones de los cinco continentes, sometiendo toda la Tierra a la urbanización rampante y a sus métodos de producción y distribución. La expansión capitalista, impulsada por las contradicciones económicas resultantes de la relación entre el capital y el trabajo asalariado, ha llevado al extremo la alienación de la humanidad frente a la naturaleza (ver nota 1).
Solo la lucha de la clase obrera, con su unidad y solidaridad internacional como clase explotada podrán acabar con la anarquía de la producción capitalista y su desastre ecológico, climático y humano. Solo las luchas obreras en defensa de sus condiciones de vida, que implican también el deterioro del planeta y por consecuencia de su salud, serán las que por su desarrollo internacional masivo impondrán las condiciones para la Revolución Proletaria Mundial que destruya el capitalismo y abra el proceso de construcción del comunismo, la comunidad humana mundial, donde se puede establecer una relación armoniosa y de verdadera transformación revolucionaria entre el hombre y la naturaleza.
En esa lucha tendrá que enfrentar también las manifestaciones ciudadanas ecológicas que con sus luchas parciales solo responden y hacen el juego a la lógica mercantil capitalista, perpetuándola.
“En efecto, si bien las luchas parciales contra los efectos de la descomposición no pueden ser un terreno de unificación de clase, en cambio la lucha contra los efectos de la crisis misma es la base para que se desarrolle su fuerza y su unidad de clase. Y esto es así porque :
si bien los efectos de la descomposición (la contaminación, la droga, la inseguridad...) afectan de modo relativamente indiferenciado a todas las capas de la sociedad y son un terreno idóneo para las campañas y trampas aclasistas (ecología, colectivos y movimientos antinucleares, movilizaciones antiracistas...), en cambio, los ataques económicos (baja del salario real, despidos, aumentos de cadencias...) resultados directos de la crisis, afectan de modo específico al proletariado, o sea, a la clase que produce la plusvalía y que enfrenta al capital en ese terreno ;
la crisis económica, al contrario de la descomposición social, la cual concierne esencialmente las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente la infraestructura de la sociedad en la que se basan aquéllas; por eso, la crisis pone al desnudo las causas primeras de toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente de sistema y no ya de pretender mejorar algunos aspectos de él.
Sin embargo, la conciencia de la crisis por sí sola no puede resolver los problemas y las dificultades ante los que se enfrenta y deberá enfrentarse cada día más el proletariado. Únicamente:
la conciencia de la importancia de lo que se está jugando en la situación histórica de hoy y, en especial, de los peligros mortales que la descomposición entraña para la humanidad;
su determinación en proseguir, desarrollar y unificar su combate de clase;
su capacidad para desactivar la cantidad de trampas que la burguesía, incluso afectada por su propia descomposición, no dejará de tenderle en su camino;
permitirá a la clase obrera responder golpe a golpe a los ataques de todo tipo desencadenados por el capitalismo para finalmente pasar a la ofensiva y acabar de una vez con este sistema cruel y despiadado” (tesis 17, Tesis sobre la Descomposición, ver nota 2).
CCI (con la colaboración de un simpatizante muy próximo de Chile) 260122
1Ver Desastre ecológico: La necesidad de una transición… ¡al comunismo! https://es.internationalism.org/content/4734/desastre-ecologico-la-necesidad-de-una-transicion-al-comunismo [6]
2Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
3BBC News Mundo
4BBC News Mundo
5https://www.tec.ac.cr/hoyeneltec/2020/07/03/reduccion-emisiones-provocada-pandemia-no-respuesta-sostenible-cambio-climatico [8]
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Putin justifica el despliegue militar en la frontera con Ucrania denunciando las intenciones "agresivas" de la OTAN y de las potencias occidentales. Por su parte, los portavoces políticos y mediáticos de las "democracias" occidentales llaman a mantenerse firmes contra las amenazas "agresivas" de Rusia a la soberanía de Ucrania, señalando la intervención de las fuerzas especiales rusas para ayudar a "restaurar el orden" en Kazajistán como una prueba más de las ambiciones de "construcción" (o reconstrucción) del imperio de Putin.
Esas son las acusaciones mutuas entre potencias capitalistas e imperialistas; en cambio, la posición de nuestra clase, “los trabajadores no tienen patria”, es negarse a meterse en estas contiendas, y menos todavía a hacer sacrificios, económicos o físicos, en nombre de sus explotadores, ya sean estadounidenses, europeos, rusos o ucranianos. Y para desenmascarar la propaganda que se vierte por ambas partes, la tarea de los revolucionarios no es sólo denunciar todas las mentiras que se vierten, sino también hacer un análisis coherente, profundizar en las raíces de esta agudización de las tensiones Inter imperialistas.
Antes de 1989, Moscú estaba a la cabeza de la segunda potencia mundial, líder de todo un bloque imperialista. Ucrania y muchas de las otras repúblicas "independientes" que hoy rodean a la Federación Rusa formaban parte de la URSS, la llamada "Unión Soviética". Pero en 1989-91, culminación de una larga crisis económica y política cuyos orígenes hemos analizado en su tiempo1, el bloque oriental se desmoronó y la propia URSS acabó siendo arrastrada por el derrumbe. Uno de los principales medios de esta victoria sin precedentes para el bloque liderado por Estados Unidos fue la política de cercar a la URSS, forjando una alianza con China, utilizando a Turquía como base de misiles, buscando una "Pax Americana" en todo Oriente Medio. Esto vino acompañado por una intensa carrera armamentística que aceleró la quiebra de la URSS. El bloque ruso, cada vez más asediado, trató de romper el cerco, invadiendo Afganistán en 1979, pero aquella maniobra para acceder a los "mares cálidos" resultó contraproducente, ya que las tropas rusas se empantanaron en una guerra imposible de ganar contra las fuerzas islamistas apoyadas por Estados Unidos y sus aliados. Y más o menos al mismo tiempo, las huelgas masivas de la clase obrera en Polonia mostraron a los gobernantes de la URSS lo poco que podían contar con los trabajadores de su propio bloque en cualquier otra aventura militar, menos todavía en la propia Europa. Estados Unidos surgió de la situación como única "superpotencia", proclamando el presidente Bush senior el advenimiento de un "Nuevo Orden Mundial" de paz, prosperidad y democracia, a la vez que los estrategas militares estadounidenses planeaban el "Full Spectrum Dominance” (el domino total) y el "Nuevo Siglo Americano". Sin embargo, en pocos años, el triunfo de Estados Unidos acabó resultando inútil2. Con el enemigo común del Este abatido, el propio bloque occidental comenzó a fragmentarse, y la norma del "sálvese quien pueda" fue sustituyendo a la antigua disciplina de bloque, una “norma” que plasmaba, en las relaciones internacionales, los inicios de una fase nueva y terminal en el largo declive del sistema capitalista: la descomposición3. Este proceso quedó claramente ilustrado con la guerra de los Balcanes a principios de los años 90, en la que los aliados más "leales" de EEUU se encontraron enfrentados, apoyando incluso a diferentes facciones en las sangrientas masacres que acompañaron la desintegración de Yugoslavia. La respuesta estadounidense a aquella amenaza a su hegemonía fue intentar reafirmar su autoridad echando mano de su abrumadora superioridad militar, con cierto éxito, en la primera Guerra del Golfo de 1991, pero con resultados mucho más negativos en las invasiones de Afganistán en 2001 y de Irak en 2003. Le tocaba ahora Estados Unidos meterse en conflictos imposibles de ganar contra bandas islamistas. En lugar de bloquear la tendencia al “sálvese quien pueda”, estas aventuras aceleraron las tendencias centrífugas en toda la región estratégicamente vital de Oriente Medio. En particular, el principal enemigo de Estados Unidos en la región -Irán- se benefició del desorden en el vecino Irak, haciendo avanzar a sus peones en el Líbano, Yemen, Siria y otros lugares. Al mismo tiempo, ese nuevo desorden mundial creó un espacio para que China -que ya se había beneficiado de las inversiones masivas económicas occidentales destinadas a encontrar una salida a las recesiones económicas de los años 70 y 80- emergiera como un verdadero rival imperialista de EEUU.
Tras un breve periodo -los años de Yeltsin- en el que Rusia parecía dispuesta a venderse al mejor postor, el imperialismo ruso, dirigido por el ex miembro del KGB, Putin, comenzó a reafirmarse, contando con sus únicas bazas reales: la enorme maquinaria militar heredada del periodo de la Guerra Fría y sus considerables reservas energéticas, especialmente de gas natural, que podían utilizarse para chantajear a los países más dependientes de la energía. Y aunque no podía enfrentarse directamente a sus rivales imperialistas, hizo todo lo posible para agudizar las divisiones entre ellos, especialmente mediante el uso juicioso de la ciberguerra y la contrapropaganda oculta. Un ejemplo obvio fueron sus esfuerzos por debilitar a la Unión Europea (UE) mediante el apoyo a las fuerzas populistas en el referéndum del Brexit, en Francia, en Europa del Este, etc. En Estados Unidos sus trolls de las redes sociales apoyaron la candidatura de Trump, pues éste se había mostrado bastante manso ante las ambiciones y acciones rusas, quizás sometido a la presión rusa a causa de sus andanzas financieras, cuando no sexuales, por Moscú. Pero también porque existe una facción considerable de la burguesía estadounidense favorable a coquetear con Rusia como contrapeso a China. La reactivación imperialista de Rusia pasó por varias etapas: en lo interno, poniendo fin a las liquidaciones y saldos de Yeltsin e imponiendo un control mucho más estricto sobre la economía nacional, pero sobre todo mediante acciones militares: en Chechenia, reducida a escombros entre 1999 hasta la década de 2000, que sirvió de advertencia contra futuros intentos de secesión en la Federación Rusa; en Georgia en 2008, donde las fuerzas rusas intervinieron en apoyo de la secesión de Osetia del Sur para frenar el avance de Georgia hacia la OTAN; la anexión de Crimea en 2014, culminación de la reacción rusa ante la "revolución naranja"4 en Ucrania y la aparición de un gobierno prooccidental que pretendía ingresar en la OTAN. Y en Siria, donde las armas y fuerzas rusas han sido decisivas para evitar la caída de El Asad y la posible pérdida de la base naval rusa en Tartús. En los años 70 y 80, Estados Unidos había conseguido en gran medida expulsar la influencia rusa de Oriente Medio (por ejemplo, en Egipto, Afganistán...). Ahora Rusia está de vuelta y es EE.UU el que se ha retirado. En muchas de estas acciones militares Rusia ha contado con el apoyo abierto o tácito de China, no porque haya una convergencia imperialista entre ambos países, sino porque China saca partido de las políticas que debilitan el dominio de EEUU.
Sin embargo, a pesar de la recuperación de Rusia y de los numerosos reveses sufridos por Estados Unidos, éste no ha renunciado a todas las ganancias que ha conseguido en los países limítrofes con Rusia; en muchos aspectos, la vieja política de cerco continúa. La expansión de la OTAN ha sido la punta de lanza de esta política, atrayendo a Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Hungría, la República Checa, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Albania, Montenegro, Macedonia del Norte y Eslovenia, la mayoría de las cuales formaban parte del bloque ruso. Todo esto ha ocurrido en las últimas dos décadas. No es pues de extrañar que el Estado ruso se sienta amenazado por esos esfuerzos por hacer entrar a Georgia y Ucrania en la OTAN. Una de las principales exigencias de Putin para "desactivar" la crisis ucraniana incluye la promesa de que Ucrania nunca ingrese en la OTAN y de que se retiren las tropas o las armas extranjeras de los países que se incorporaron en la OTAN desde 1997. Además, Estados Unidos dio el mayor respaldo a varias "revoluciones de colores", sobre todo en Ucrania, tratando de canalizar las protestas contra la miseria económica y los despóticos gobernantes prorrusos en apoyo de las fuerzas políticas pro europeas y pro estadounidenses. Por tanto, Rusia sigue estando esencialmente a la defensiva en esta situación. Sin embargo, Moscú también sabe que Estados Unidos se enfrenta a grandes dificultades, preocupados por el auge de China y ansiosos por no comprometerse en demasiados frentes a la vez, como lo demuestra la humillante retirada de Afganistán. Por lo tanto, es un "buen" momento para que Putin se ponga a desenvainar espadas y sonar clarines los cuales, como siempre, puede ayudar a reforzar su imagen de hombre fuerte de puertas adentro, sobre todo ahora que su popularidad se ha ido desmoronando debido a escándalos de corrupción, a políticas cada vez más represivas contra los políticos y periodistas de la oposición, y, sobre todo, a las crecientes dificultades económicas del país. Esto no significa ni mucho menos que Ucrania sea una inocente criatura en estos montajes bélicos. Ucrania realiza anualmente ejercicios militares conjuntos con los aliados de la OTAN y es uno de los 26 países que participan en el programa Defender-Europa 2021 de la OTAN, que son operaciones militares dirigidas por el ejército de EE.UU "para reforzar la preparación y la interoperabilidad entre los ejércitos de EE.UU, la OTAN y sus socios" en toda Europa (léase: "Defender Europe 21 Fact Sheet"). Kiev ha tomado medidas para mejorar a su personal y equipos militares y cumplir así los criterios de adhesión a la OTAN. En junio de 2020, Ucrania se convirtió incluso en un “enhanced opportunity partner” (algo así como “asociado preferente”) de la OTAN, aumentando su cooperación con la alianza militar. A principios de 2021, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania anunció que el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa había aprobado una estrategia destinada a recuperar Crimea. La administración de Zelensky pretendía la "plena soberanía ucraniana" no sólo sobre Crimea, sino también sobre la ciudad portuaria de Sebastopol.
¿Nos dirigimos hacia un conflicto directo entre Rusia y EE.UU por Ucrania, incluso hacia una tercera guerra mundial, como sugieren algunos de los informes más alarmistas?5 Ni EE.UU ni Rusia forman parte de un bloque militar estable que tenga la disciplina necesaria para movilizarse para una guerra global. Y ninguno de los dos tiene interés en un enfrentamiento militar inmediato y directo. A pesar de los considerables activos agrícolas e industriales de Ucrania6, invadir y anexionar Ucrania se puede comparar con una serpiente pitón engullendo a una vaca: invadirla o engullirla será una cosa, pero digerirla sin reventar otra muy distinta. Y como hemos dicho, Estados Unidos tiene preocupaciones más urgentes en el frente imperialista, de ahí la advertencia bastante ineficaz de Biden de que ocurrirán “cosas malas” si Rusia se lanza a una invasión, y de su compromiso con conversaciones diplomáticas de alto nivel. No debemos olvidar, sin embargo, que el conflicto de baja intensidad con las fuerzas separatistas rusas en el este de Ucrania ha continuado a pesar de varios intentos de alto el fuego. Incluso si Rusia no acaba invadiendo el país, puede verse obligada a intensificar su apoyo a las fuerzas separatistas o a socavar la integridad de Ucrania como Estado en otros frentes. Y aunque lo último que quiere "Occidente" es pisar con bota militar el territorio de Ucrania, no por ello está reducido a la impotencia. Puede seguir proporcionando armas y entrenamiento al ejército ucraniano, y también puede responder con algunas medidas económicas perjudiciales contra Rusia, como el bloqueo total de los principales bancos estatales y agencias de inversión rusas, y nuevas sanciones que incluyan la minería, los metales, el transporte marítimo y los seguros7.
La fase de descomposición en la que entró el capitalismo mundial hace treinta años está marcada por conflictos militares caóticos y una creciente pérdida de control por parte de la clase dominante. Anteriormente, durante la guerra fría, las principales potencias planetarias tuvieron suspendida la espada de Damocles nuclear sobre la cabeza de la humanidad. Todavía está colgada ahí en un mundo que ya no obedece los dictados de bloques coherentes, y donde más países que nunca están armados con armas de destrucción masiva. En resumen, sean cuales sean los cálculos "racionales" de los jugadores en el tablero imperialista, no podemos descartar estallidos repentinos, escaladas o inmersiones en una destructividad irracional. La guerra sigue siendo el modo de vida de este sistema decadente, y el hecho de que el poder esté dispuesto a jugarse la vida de la humanidad y del propio planeta es ya una razón para condenar este sistema y luchar por una comunidad humana global que acabe relegando los estados nacionales y las fronteras en el museo de antiguallas.
Amos (World Revolution, enero de 2022)
1 Léanse las Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [12]
2 Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
3 Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
4 Sobre la “revolución naranja” en Ucrania - La cárcel del autoritarismo y la trampa de la democracia https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1048/sobre-la-revolucion-naranja-en-ucrania-la-carcel-del-autoritarismo [14]
5 Por ejemplo, el del diario de la derecha británica The Daily Express, especialista en ese tipo de aspavientos alarmistas: World War 3 warning: Russia invasion to spark devastating global conflict – urgent alert | World | News | Express.co.uk [15]
6 Ver por ejemplo el análisis de uno de los grupos bordiguistas: https://www.international [16] communist-party.org/CommLeft/CL36.htm#UkraineLeaf.
7 The West must stand firm to combat Russia's threats to Ukraine | View | Euronews [17] (Occidente debe mantenerse firme ante las amenazas de Rusia a Ucrania)
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Aunque la especie humana se ha caracterizado por su práctica migratoria, el motivo de su desplazamiento ha respondido a condiciones diferentes en cada situación histórica. En el capitalismo, de forma específica, los flujos de la población acompañaron su nacimiento y expansión, pero también en su época actual de decadencia y deslizamiento hacia la barbarie. Sin embargo, la emigración tuvo un carácter diferente en la época ascendente del capitalismo (siglo XVI hasta la primera guerra mundial) y en la época actual de decadencia y descomposición del capitalismo.
En los siglos XVI-XIX, en los países donde primero se desarrolla el capitalismo (Europa) hay una emigración interior, grandes masas de campesinos atados a la explotación feudal o de artesanos, son desplazados por el hambre o por la fuerza hacia las grandes concentraciones urbanas donde son progresivamente integrados en la explotación capitalista. En ese periodo el trabajo esclavo es otra fuente de emigración: gigantescos desplazamientos desde África a las colonias americanas, del mismo modo, hay un desplazamiento interior en la América dominada por España, los indios son enviados al exterminio en las explotaciones mineras de oro y plata.
En el siglo XIX, la expansión capitalista por todo el globo requiere una emigración masiva desde las regiones más atrasadas de Europa (y también desde Asia), hacia Estados Unidos, Argentina, Australia…, territorios de colonización capitalista.
En este periodo histórico, la época ascendente del capitalismo, la burguesía supo aprovechar la disponibilidad de la fuerza de trabajo para afirmar la dinámica de la acumulación, e incluso había una gran posibilidad de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
Con la entrada del capitalismo en su periodo histórico de decadencia -que arranca con la primera guerra mundial, 1914- la emigración cambia de naturaleza. Ya no es el componente necesario del desarrollo y la expansión de la acumulación capitalista, sino la expresión de las dificultades y contradicciones que encuentra dicha acumulación. Esta se hace más difícil, contradictoria y convulsa en los países más débiles, acompañado por guerras imperialistas constantes, todo lo cual provoca oleadas migratorias masivas. De forma concreta, masas enormes procedentes de los países más débiles (Asia, América Latina, África, Europa del Sur y del Este) huyen de condiciones de miseria hacia los países centrales para intentar encontrar un trabajo mal pagado.
Este flujo migratorio sirve en los países centrales de paliativo a las dificultades de la acumulación pues compensa la creciente baja de la natalidad o las pérdidas masivas de mano de obra a causa de la guerra, mediante fuerza de trabajo extremadamente barata con lo que consigue empujar a la baja las condiciones de vida y trabajo de todos los obreros
Al mismo tiempo, otro rasgo de los desplazamientos migratorios aparece en el siglo XX que va a agudizarse fuertemente en el siglo XXI. No surge directamente de las dificultades económicas del capitalismo, sino de la brutalidad de la destrucción provocada por su impasse histórico: las guerras imperialistas. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, ya se habían presentado grandes movilizaciones de poblaciones huyendo de la barbarie guerrera o forzados por la bota de los imperialismos (los enormes desplazamientos de judíos y de otros grupos étnicos perpetrados por los nazis; los organizados por el estalinismo al interior de la URSS; o los realizados por los norteamericanos de japoneses y otras nacionalidades sospechosos de “colaborar con el enemigo”).
Desde principios del siglo XXI constatamos otro cambio en la naturaleza de los movimientos migratorios. Los desplazamientos desde países más pobres han aumentado fuertemente y siguen sirviendo de paliativo a la crisis capitalista, pues permite empujar a la baja el coste de la reproducción de la fuerza de trabajo global en los países centrales. Sin embargo, lo que es nuevo, en los últimos años, es que la proporción de inmigrantes que huyen de su país por razones de guerra o represión se ha multiplicado vertiginosamente, creando una situación como la que vivimos al final de la Guerra de España o al final de la Segunda Guerra Mundial. Año tras año, el número de refugiados que llaman a las puertas de Europa por todo tipo de medios, incluidos los más peligrosos, va en aumento. Las guerras imperialistas, el crimen y la inseguridad más extremas, la represión, las catástrofes ecológicas están en el origen de este éxodo desesperado de masas enormes de población. Los desplazamientos de poblaciones que hoy se presentan, tienen por característica además de su masividad, el que no son fenómenos aislados que provienen de algunos países, sino hay una expulsión simultáneamente de personas en diversas partes del planeta, generando oleadas continuas de migrantes, marcadas por la desesperación, que hace de estas, un éxodo descontrolado que avanza sin la certeza de encontrar un país en el que puedan llevar a cabo su vida, mostrando así que las migraciones actuales, que terminan las más de las veces siendo atrapados en concentraciones de refugiados que a veces se prolongan durante años (cuando no son finalmente devueltos a sus países de origen con el consiguiente peligro para sus vidas), son expresiones específicas de la fase de descomposición del capitalismo.
De forma similar, en la actualidad, en las áreas en las que estallan las guerras, por el caos que generan, obligan a salir a la población, pero en otras tantas áreas más del planeta, es la violencia que imponen las pandillas y bandas de grupos delincuenciales y del lumpen que extorsionan, roban y asesinan, creando un ambiente infernal que empuja a la población a huir en un andar desesperado y suicida, porque no tienen ningún destino fijo ya que todos los países (salvo como fue el caso de Alemania en 2015 que tenía necesidad urgente de mano de obra a precio de saldo) NO QUIEREN RECIBIRLOS y los rechazan como si portaran el peor de los virus, pero además en su camino encuentran hambre y agresiones que provienen lo mismo por traficante de personas o policías y militares.
Según los datos de la ONU en 2020 fueron 281 millones de personas las que formaron las grandes caravanas de migrantes, de las que miles de ellos encontraron la muerte intentando cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa o en los caminos que los acercaban a la frontera de los Estados Unidos… Los movimientos migratorios son fenómenos que han estado presentes en el desarrollo del capitalismo, pero en la descomposición han tomado características específicas que revelan la ampliación de la barbarie y la podredumbre del sistema.
Siria se ha convertido en el referente principal de los países que expulsan a enormes cantidades de personas, que escapando de la guerra1, buscan refugio en países de Europa. Son millones los muertos los que han resultado de ese embrollo imperialista y otros tantos millones de personas son los que se han visto obligados a desplazarse. Esta situación, con mayor o menor grado, pero alimentada por la misma desesperación se presenta en el Congo o en Libia, marcados por la guerra y el caos interno, pero también en los países Centroamericanos y del Caribe, en los que aun cuando no viven en una guerra abierta, el ambiente infernal de violencia generado es similar al de un estado de guerra. Este ambiente podrido, propio de la descomposición, está marcado por la pérdida relativa del control político de parte de la burguesía. La dificultad para cohesionarse en torno al Estado crea una dispersión de sus fuerzas, en el que va dominando la tendencia al caos, revelado por la formación de estructuras armadas irregulares, las cuales imponen su dominio en regiones, llevando a cabo una cotidiana extorsión y agresión en contra de la población, que sumado a la pauperización a la que son sometidos, crean un verdadero infierno. Son estas condiciones las que están presentes lo mismo en Haití, El Salvador, Honduras, Guatemala o Venezuela...
Las pandillas denominadas “Mara Salvatrucha”, inicialmente fueron formadas en los años 80 por migrantes salvadoreños en los barrios marginales de Los Ángeles, en el sur de los USA, pero al ser deportados a su país de nacimiento (a fines de los 90 y principios del actual siglo), mantuvieron su estructura y actividad criminal, extendiendo su presencia en Honduras y Guatemala. En estos países, como en El Salvador, está presente también la dinámica dominante de la dislocación social, lo cual permite que este tipo de grupos actúen con impunidad. El poderío que han tomado estas agrupaciones de fuerzas lumpenizadas en El Salvador es tal, que incluso gobiernos como el de Mauricio Funes y Nayib Bukele han entablado negociaciones (abiertas y secretas) sin tener ningún resultado. De tal manera que las circunstancias de violencia infernal presentes en el llamado “triángulo negro de Centroamérica” es lo que expulsa masivamente a la población.
En otros países como Venezuela, las condiciones que ha impuesto el régimen chavista no solo conducen a la extensión del hambre y la miseria, también en ella se resaltan los avances del proceso de descomposición del capitalismo. Repitiendo ese escenario de caos, en el que el Estado en su intento de imponer el orden social, fomentó y utilizó como fuerza represiva a pandillas como los denominados “colectivos”, que justificaban su accionar violento contra la población, bajo el lema: “Los colectivos toman Caracas en defensa de la revolución”, sin embargo, el Estado al perder su fuerza de cohesión, conduce a que esas estructuras, aunque siguen siendo “convocadas” para defender al gobierno, actúan robando y agrediendo por cuenta propia, como expresión de su fuerza y poder alcanzado, sin que el Estado ni pueda ni quiera evitarlo. Una situación más reveladora de la dislocación de las fuerzas del Estado, que da pauta a la formación y actuación de pandillas y grupos mafiosos, se expone con los “pranes”, que aun cuando han sido detenidos, operan desde la cárcel el control de zonas, organizando los robos y los asesinatos.
En Haití, el mismo escenario de podredumbre está presente. A partir del golpe de Estado que bajó del poder al dictador Jean-Claude Duvalier en 1986, se han sucedido diversas asonadas militares y revueltas, revelando una gran fractura al interno de la burguesía que lleva a que se extiendan las dificultades para asumir el control. Tal hecho se confirma con el asesinato del presidente Martine Moise (7-julio-2021), pero de manera generalizada, con el poder que alcanzan las pandillas, imponiendo el terror a la población.
La declaración que hace un migrante haitiano a un reportero antes de aventurarse a cruzar el rio Bravo con su familia, expone la desesperación de los miles que forman las caravanas, al decir que: “huyen de la violencia de su gobierno y de los delincuentes, y que prefieren estar detenidos por ‘los migras’ que en Haití…” (La Jornada, 26-diciembre-2021).
Las propias organizaciones de la burguesía dan cuenta del proceso de degradación social que se extiende. Jean Gédeon, del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (organización que contabiliza la violencia en Haití) explica que: “…las bandas se han independizado y han dejado de ser la correa de transmisión de los partidos políticos para convertirse en un fenómeno a medio camino entre el narco mexicano, las pandillas centroamericanas y la guerrilla colombiana. Bandas como el G9 an fanmi (G9 y familia), 400 Mawoso (los 400 vulgares) o Izo 5 Segonn (Izo cinco segundos) son el nuevo Estado que controla el comercio, el transporte, los préstamos entre particulares o el sistema de justicia.” (El País, 28-octubre-2021). Como producto de esa dinámica de degradación social, ha llevado a que se encuentren cerca de 15,000 haitianos cercados en campamentos en México para impedir que intenten cruzar la frontera y entrar a los Estados Unidos.
Las imágenes de la policía fronteriza norteamericana persiguiendo y golpeando a los migrantes haitianos (el 21-septiembre-2021) no es sino un pequeño ejemplo de lo que sufren las poblaciones en movimiento, intentando huir de la descomposición social. En los primeros días del mes de diciembre un accidente en una carretera de Chiapas, en el sur de México, puso de manifiesto otro de los peligros a los que son sometidos los migrantes. En el camión iban más de 160 personas hacinadas, según el testimonio de un sobreviviente, “Éramos tantos que había que ir de pie, agarrados a donde podíamos”. El accidente dejó más de 90 heridos y perdieron la vida 56 personas que provenían de Guatemala, Republica Dominicana, Ecuador, Honduras y El Salvador. El ansia por salir del infierno que viven, los lleva a arriesgar su vida, otorgando su confianza y su dinero a los traficantes, que la mayor de las veces resultan ser policías, militares o grupos de criminales asociados con los cuerpos de represión oficiales; incluso notas periodísticas hacen ver lo cotidiano de esta realidad: “El traslado de decenas de migrantes en camiones es una práctica clandestina que se ha vuelto cada vez más frecuente en México por los traficantes, que cobran miles de dólares por hacerlo.” (BBC News Mundo, 10-diciembre-2021).
Ante la oleada de migrantes que aparecen por todos lados del planeta en búsqueda de un país en el que puedan encontrar refugio, surgen inmediatamente las declaraciones hipócritas de voceros gubernamentales invocando la defensa de los “derechos humanos” e incluso culpan a otros Estados de xenofobia y racismo, cuando en los hechos la burguesía, desde todos los gobiernos va repitiendo (en diversos grados) actos represivos en contra de los migrantes. Esta actitud represiva se revela lo mismo en el accionar de las democracias europeas que en los USA.
La mayor crisis migratoria que se ha desarrollado en las últimas décadas, como producto de la guerra, se ha destapado en Siria, sin embargo, como decimos más arriba, el fenómeno se repite en diversas partes del mundo. Si para aquellos que son sometidos a tal ambiente de violencia es una decisión desesperada su huida (la cual es llevada a cabo en las peores condiciones), ve incrementado su dramatismo ante las respuestas de rechazo y represión que reciben de los “grandiosos Estados democráticos”: el confinamiento en campamentos en los que falta todo, hacinados en condiciones infrahumanas sufriendo además del continuo asedio de las fuerzas represivas. Este escenario se repite para los migrantes de Yemen y Afganistán que se encuentran “atorados” entre Bielorrusia y Polonia y en el que ambos Estados los utilizan como instrumento de confrontación, lanzándolos de un lado y otro, dejando como resultado de esa rivalidad sufrimientos y muertes2.
Como puede verse, las amenazas y llamados a construir muros para combatir el avance de los migrantes, no es un argumento exclusivo de Trump, todas las fracciones de la burguesía, aunque cuidan de no exponerlo tan burdamente, mantienen esas ideas en el momento en que enfrentan el problema.
La podredumbre y el descontrol que se ha generalizado en Centroamérica, el Caribe y en otros países como Venezuela, han generado se incrementen los flujos de las personas que huyen de la violencia y miseria, intentando encontrar en USA un refugio. De igual manera que en los casos referidos, es la desesperación la que alienta a la conformación de grupos masivos para avanzar en caravanas, esperando así tener un poco de protección, pero aunque logren sobrevivir al asedio en las zonas de mayor peligro, como lo son el “Tapón de Darién” (en la frontera de Panamá y Colombia) y el trayecto “de la bestia” (como llaman al ferrocarril que cruza México hasta llegar a la frontera con USA), se encuentran ante el muro de contención, reforzado por barrotes y alambre de púas, pero además vigilado por la policía militarizada de México (que está al mando del gobierno de izquierda encabezado por López Obrador) y la feroz policía fronteriza norteamericana, conocida por la violencia sistemática contra los migrantes, lo mismo cuando el gobierno de los USA es encabezado por el partido demócrata o por el republicano.
El discurso anti migrante de Trump, cargado de xenofobia y racismo, es el mismo que, en los hechos, se han aplicado por todos los gobiernos, incluso se destaca el gobierno de Obama (calificado de “progresista”) como el período en que más se ha perseguido a los migrantes. Pese al hipócrita discurso de conciliación usado por Obama durante su campaña electoral, prometiendo una “reforma migratoria” y que lo convirtió por ello en una esperanza para los latinos, durante los 8 años que estuvo a la cabeza del gobierno deportó a 2 millones 850 mil 980 trabajadores migrantes, más que en cualquier otro gobierno.
La actuación persecutoria de Obama fue tan agresiva como la aplicada por Trump, sin duda este último hizo una campaña escandalosa contra los migrantes, con adjetivos ofensivos y racistas en contra de la población latina y africana, llevó una gran persecución en contra de indocumentados mediante redadas policiales y utilizó la prisión y la separación de los infantes de sus padres como castigo, deportando 750 mil, un número inferior al alcanzado por las medidas de Obama, razón por la cual le llamaban el “deportador en jefe”.
En similares circunstancias se encuentra el anuncio de Trump de levantar un gran muro en la frontera con México, que amenazaba con extenderlo 800 kilómetros, sin embargo, al final de su gobierno construyó 129 kilómetros, en cambio los gobiernos de Clinton, Bush y Obama ampliaron el muro en una extensión de 597 kilómetros.
De la misma forma, Biden, que usó la crítica al discurso provocador contra los migrantes de Trump para ganar popularidad y, como Obama lo hiciera, prometió una “reforma migratoria”, su respuesta ha sido, en apenas un año que lleva en el gobierno: la deportación de 26 mil “ilegales” (según datos no oficiales provenientes de “defensores de migrantes”), el reforzamiento policial de sus fronteras (usando la agresión directa como se ha visto en la actuación de la policía en la frontera de México) e incluso reactivando las mismas medidas dictadas durante el gobierno de Trump en las que coloca a México como el país de contención3. Lo que significa que Biden, como lo hiciera Trump, traslada al gobierno mexicano la responsabilidad de detener y confinar a la creciente masa de emigrados provenientes de Centroamérica, el Caribe y África.
Pero si los gobiernos de los países industrializados asumen una actitud represiva ante la oleada de migrantes que se mueve sin control, los gobiernos de los países latinoamericanos, de los que salen las caravanas y por los que pasan, no son menos agresivos. Repitiendo los discursos hipócritas de respeto, no solo dan paso libre a que los grupos delincuenciales los hostiguen y asesinen, sino que su propia policía y ejército son usados para perseguirlos, reprimirlos y deportarlos. Así lo ha hecho desde la derecha el gobierno chileno con Sebastián Piñera o desde la izquierda en México con López Obrador. La magnitud que toma la migración la hace que se presente como un fenómeno sin control, generado por el proceso de descomposición del sistema, por lo cual cada Estado busca trasladar el problema hacia otro país, pero es evidente que este no encontrará solución en los marcos del capitalismo.
Como expresión de la descomposición capitalista, han tomado presencia en países industrializados, partidos populistas como AfD en Alemania, AN en Francia, o personajes como el caso de Trump en Estados Unidos, que propagan la ideología xenófoba. En aparente oposición a esta política de odio, se presentan las posturas, como la expresada por Ángela Merkel en 2015 (en ese momento canciller de Alemania), buscando flexibilizar las medidas fronterizas para aprovechar económicamente a la población migrante, o como la respuesta del que fuera primer ministro de Italia, Mateo Renzi, que en una pretendida preocupación por la cantidad de migrantes muertos, acaecidos en Lampedusa, llamaba (en 2014) a los principales gobiernos europeos a la apertura de sus fronteras para acoger a los migrantes (aspecto del que por cierto, se desdijo muy pronto, declarando que Italia no tenía por qué llevar como “deber moral el recibir a personas que estén peor que nosotros…”).
Aunque ambas posturas de la burguesía pueden no coincidir en la forma que debe de tomar su respuesta ante el éxodo migratorio, ninguna de ellas es una solución para este problema, que la podredumbre del capitalismo ha engendrado. Ninguna de las medidas de contención y ataque tienen una solución, porque es el capitalismo quien genera el problema.
Muy lejos está de por lo menos, contener el fenómeno migratorio. Las mismas instituciones del capital, como el Banco Mundial, pronostica que “en los próximos 50 años las sequías, la pérdida de cosechas y la desertificación provocarán el desplazamiento de 500 millones de personas procedentes en su mayoría del hemisferio sur, lo que aumentarán las migraciones en Europa…” (El País, 29-noviembre-2021).
El capitalismo, aunque siempre se ha levantado sobre la explotación de los trabajadores, en su fase de expansión lograba con su crecimiento, el mejoramiento relativo del conjunto de la humanidad, sin embargo, desde hace mucho tiempo ha dejado de ser un Modo de Producción con efectos materiales positivos, por el contrario, su crecimiento se convierte cada vez más en destrucción. En este proceso destructivo, los migrantes ya no son solamente migrantes, son en su mayoría refugiados. Huyen de países donde no hay futuro, pero ¿encuentran algún futuro en los países adonde llegan? ¡No! Huyen de países sin futuro para llegar a países sin futuro, porque todo el capitalismo mundial NO TIENE FUTURO…
Mas claramente en su fase de descomposición se pone de manifiesto que el capitalismo es un peligro para la humanidad, su avance destructivo solo puede detenerlo la actuación revolucionaria de la clase trabajadora. En el caso de la migración, que amenaza con expandirse por efecto de la misma podredumbre capitalista, la clase trabajadora deberá enfrentar las campañas ideológicas burguesas, que usando el patriotismo pretende justificar y ganar la aprobación de las masas de explotados de sus políticas de represión y deportación, pero además requiere activar su fuerza solidaria.
Ya en otros artículos hemos referido como el proletariado ha expuesto su solidaridad hacia los migrantes: “…muy a menudo, cuando estos proletarios están en contacto directo con los refugiados, les llevan lo que necesiten para sobrevivir —comida, bebida, mantas— e incluso, a veces, los llevan a sus hogares. Hemos visto tales ejemplos de solidaridad en Lampedusa en Italia, Calais en Francia y varias ciudades de Alemania y Austria. Cuando, después de haber sido hostigados por el Estado húngaro, trenes cargados de refugiados han llegado a las estaciones, los migrantes agotados han sido bien recibidos por miles de personas que les ofrecen apoyo y ayuda material. Trabajadores ferroviarios austriacos han trabajado horas extras para facilitar el transporte de los refugiados hacia Alemania. En París, miles se manifestaron el 5 de septiembre [de 2015] para protestar contra el trato dado a los refugiados y gritaron consignas como ‘todos somos hijos de los migrantes’.”4
Estas expresiones ponen de manifiesto que a pesar de las campañas de xenofobia que abierta o veladamente comanda la burguesía, los trabajadores espontáneamente han ido más allá de los llamamientos hipócritas de los gobiernos, la solidaridad del proletariado se presenta como una fuerza que es capaz de ofrecer ayuda a sus hermanos de clase y, si los voceros del capital tratan de esconder o desvirtuar estas acciones, es porque en estas expresiones se encuentra el germen de su unidad y la perspectiva de la solución a los problemas que enfrenta la humanidad, es decir la destrucción del capitalismo.
Corriente Comunista Internacional 9-1-22
1 Recomendamos leer los artículos:
-Masacres masivas en Siria. Las potencias imperialistas alimentan la barbarie del Estado: https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201209/3458/masacres-masivas-en-siria-las-potencias-imperialistas-alimentan-la-ba [22]
-Siria. El horror de uno de los campos de guerra imperialista: https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201204/3388/siria-el-horror-de-uno-de-los-campos-de-guerra-imperialista [23]
2 Ver Calais, Bielorrusia: la barbarie del capitalismo con los emigrantes expresa su barbarie con todo el proletariado mundial https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie [24]
3 El programa referido es “Quédate en México” (Remain in Mexico). Este programa establecido por Trump, se ha reanudado en acuerdo con el gobierno mexicano y el cual consiste en que la población solicitante de asilo a USA será retenida en el territorio mexicano hasta que su solicitud sea aprobada por las autoridades migratorias
4 La crueldad y la hipocresía de la clase dominante: https://es.internationalism.org/cci-online/201511/4123/la-crueldad-y-la-hipocresia-de-la-clase-dominante [25]
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En todos los países, en todos los sectores, la clase trabajadora sufre un deterioro insostenible de sus condiciones de vida y de trabajo. Todos los gobiernos, ya sean de derechas o de izquierdas, tradicionales o populistas, atacan sin descanso. Los ataques llueven bajo el peso del agravamiento de la crisis económica mundial.
A pesar del temor a una crisis sanitaria agobiante y devastadora, la clase trabajadora empieza a reaccionar. En los últimos meses, en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea, España y Francia han estallado luchas1. Por supuesto, no se trata de movimientos masivos: las huelgas y las manifestaciones son todavía demasiado escasas, demasiado dispersas. Sin embargo, la burguesía las observa con preocupación, consciente de la magnitud de la ira que expresan.
¿Cómo hacer frente a los ataques de la burguesía? ¿Seguir aislados y divididos, cada uno en "su" empresa, en "su" sector de actividad? ¡Eso lleva a la derrota! Entonces, ¿cómo podemos desarrollar una lucha unida y masiva?
Los precios se disparan, especialmente los productos de primera necesidad, como los alimentos, la energía y el transporte. La inflación en 2021 supera ya la registrada tras la crisis financiera de 2008. En Estados Unidos, es del 6,8%, el nivel más alto en 40 años. En Europa, el coste de la energía se ha disparado un 26% en los últimos meses, en España el coste de la luz crece en más de un 100%2. Detrás de estas cifras, cada vez más personas tienen dificultades para encontrar comida, vivienda, calefacción y transporte. Los precios mundiales de los alimentos han subido un 28%, lo que supone una amenaza directa de desnutrición para casi mil millones de personas en los países más pobres, especialmente en África y Asia.
El agravamiento de la crisis económica mundial implica una competencia cada vez más feroz entre los Estados. Para mantener los beneficios, la respuesta es siempre la misma, en todas partes, en todos los sectores, tanto en el privado como en el público: reducción de personal, aumento de los ritmos de trabajo, recortes presupuestarios, incluso en los materiales relacionados con la salud de los empleados. En enero, en Francia, los profesores salieron a la calle en masa para protestar contra sus indignas condiciones de trabajo. También ellos viven a diario en el infierno capitalista por falta de recursos y personal. En las manifestaciones, en las pancartas aparecía una idea profundamente acertada: "¡Lo que nos está pasando es muy anterior a Covid!”.
La situación de los trabajadores de la sanidad lo ilustra perfectamente. La pandemia no ha hecho más que poner de manifiesto la escasez de médicos, camilleros, enfermeras, camas, mascarillas, batas, oxígeno... ¡todo! El caos y el agotamiento en los hospitales desde el inicio de la pandemia no es más que la consecuencia de los recortes realizados por todos los gobiernos, en todos los países, durante décadas. Tanto es así que la OMS se ve obligada, en su último informe, a dar la voz de alarma: "Más de la mitad de las necesidades están sin cubrir. Hay un déficit de 900.000 matronas y 6 millones de enfermeras en todo el mundo. [Esta escasez preexistente se ha visto agravada por la pandemia y la presión sobre esta mano de obra desbordada”. En muchos países pobres, una gran parte de la población ni siquiera puede acceder a las vacunas por la única razón de que el capitalismo se basa en el afán de lucro.
La clase obrera no son sólo los trabajadores industriales: está formada por todos los asalariados (desde los precarios hasta los funcionarios), los parados, muchos estudiantes, los jubilados...
¡Sí!, "lo que nos pasa se remonta a mucho antes de Covid". La pandemia es el producto del capitalismo moribundo, cuya crisis insuperable agrava. Este sistema no sólo ha demostrado su impotencia y desorganización ante una pandemia que ya se ha cobrado más de diez millones de vidas, especialmente entre los explotados y los más pobres, sino que seguirá degradando nuestras condiciones de vida y de trabajo, seguirá despidiendo, exprimiendo, precarizando, empobreciendo. Bajo el peso de sus contradicciones, sólo puede seguir atrapado en interminables guerras imperialistas, provocar nuevos desastres ecológicos, fuentes de caos, conflictos, miseria y nuevas pandemias aún más graves. Este sistema de explotación no tiene más futuro que ofrecer a la humanidad que el sufrimiento y la miseria.
Sólo la lucha de la clase obrera ofrece otra perspectiva, la del comunismo: una sociedad sin clases, sin naciones, sin guerras, donde todas las formas de opresión sean abolidas. La única perspectiva es la revolución comunista mundial.
En 2020, en todo el mundo, cayó un manto de plomo con repetidos encierros, hospitalizaciones de urgencia y millones de muertes. Después de la renovada combatividad que se había expresado en varios países durante 2019, particularmente durante el movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia, las luchas de los trabajadores se detuvieron repentinamente. Pero hoy, una vez más, la rabia aumenta y la combatividad se hace sentir a fuego lento:
- En Estados Unidos, una serie de huelgas afectaron a grupos industriales como Kellog's, John Deere, PepsiCo, pero también al sector sanitario y a las clínicas privadas, como en Nueva York.
- En Irán, este verano, los trabajadores de más de 70 centros del sector petrolero se declararon en huelga contra los bajos salarios y el alto coste de la vida. Fue la primera vez en 42 años.
- En Corea, los sindicatos tuvieron que organizar una huelga general por la protección social, contra la precariedad y la desigualdad.
- En Italia, hubo muchas jornadas de acción contra los despidos y la supresión del salario mínimo.
- En Alemania, el sindicato de servicios públicos se vio obligado a amenazar con huelgas ante el aumento de las movilizaciones obreras reivindicando un aumento salarial.
- En España, los trabajadores del metal de Cádiz se movilizaron contra un recorte salarial de 200 euros al mes de media. Los trabajadores de los servicios públicos de Cataluña se manifestaron contra el uso intolerable de empleos temporales (más de 300.000 trabajadores del Estado tienen empleos precarios). Hubo luchas en los ferrocarriles de Mallorca, en Vestas, en Unicaja, en los trabajadores del metal de Alicante, en varios hospitales, cada vez contra los despidos3.
- En Francia, el mismo descontento se expresó a través de huelgas o manifestaciones en el sector del transporte, entre los basureros, los trabajadores del ferrocarril y los profesores.
Todas estas luchas son importantes porque revelan que la clase obrera no está dispuesta a aceptar todos los sacrificios que la burguesía trata de imponerle. Pero también debemos reconocer las debilidades de nuestra clase. Todas estas acciones están controladas por los sindicatos que, en todas partes, dividen y aíslan a los proletarios en torno a las reivindicaciones corporativistas, enmarcan y sabotean las luchas. En Cádiz, los sindicatos han intentado encerrar a los trabajadores en la trampa localista de un "movimiento ciudadano" para "salvar a Cádiz", ¡como si los intereses de la clase obrera estuvieran en la defensa de los intereses regionales o nacionales y no en el vínculo con sus hermanas y hermanos de clase más allá de los sectores y las fronteras! Los trabajadores siguen teniendo dificultades para organizarse, para tomar en sus manos la organización de las luchas, para reagruparse en asambleas generales soberanas, para luchar contra las divisiones que nos imponen los sindicatos.
También existe el peligro adicional de que la clase obrera renuncie a defender sus reivindicaciones de clase uniéndose a movimientos que no tienen nada que ver con sus intereses y métodos de lucha. Hemos visto movimientos de este tipo con los "chalecos amarillos" en Francia, o, más recientemente, en China, durante el colapso del gigante inmobiliario Evergrande (un símbolo espectacular de la realidad de una China sobreendeudada), que sobre todo provocó la protesta de los pequeños propietarios expoliados. En Kazajstán, las huelgas masivas en el sector energético acabaron por desviarse hacia una revuelta "popular" desesperada, atrapada en los conflictos entre las camarillas burguesas que aspiraban al poder. Cada vez que los trabajadores se diluyen en el "pueblo" como "ciudadanos", exigiendo al Estado burgués que "
Para prepararnos a luchar, debemos, siempre que podamos, reunirnos para debatir y aprender de las luchas pasadas. Es vital plantear los métodos de lucha que han hecho fuerte a la clase obrera y le han permitido, en determinados momentos de su historia, hacer tambalear a la burguesía y a su sistema:
- la búsqueda de apoyo y solidaridad más allá de la "propia" empresa, el "propio" sector de actividad, la "propia" ciudad, la "propia" región, el "propio" país;
- el debate más amplio posible sobre las necesidades de la lucha, sea cual sea la empresa, el sector de actividad o el país;
- la organización autónoma de la lucha, en particular a través de asambleas generales, sin dejar el control a los sindicatos o a cualquier otro órgano de control burgués.
¡La autonomía de la lucha, la unidad y la solidaridad son los hitos indispensables en la preparación de las luchas del mañana!
Corriente Comunista Internacional, enero de 2022
El movimiento contra el CPE debe inspirar nuestras futuras luchas4
En 2006, en Francia, la burguesía se vio obligada a retroceder y retirar su ataque ante una lucha masiva que amenazaba con extenderse a otros sectores.
En aquel momento, los estudiantes precarios se levantaron contra una reforma que introducía el "Contrat Première Embauche", sinónimo de trabajo mal pagado y sobreexplotado. Se negaron a ser aislados y divididos rechazando las típicas consignas categoriales.
En contra de los sindicatos abrieron sus asambleas generales a todas las categorías de trabajadores y a los pensionistas. Habían comprendido que debían plantear la lucha contra la precariedad de la juventud como símbolo de la precariedad de todos.
Llevado por la solidaridad entre sectores y entre generaciones, este movimiento, manifestación tras manifestación, cobró fuerza. Fue esta dinámica de unidad y masividad la que asustó a la burguesía y la obligó a retirar su CPE.
1 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [28] y Estados Unidos: A pesar de los capitalistas, el COVID y los sindicatos ¡la lucha de clases no ha desaparecido! https://es.internationalism.org/content/4741/estados-unidos-pesar-de-los-capitalistas-el-covid-y-los-sindicatos-la-lucha-de-clases [29]
2 Ver España: La escalada de la inflación un golpe brutal contra los trabajadores https://es.internationalism.org/content/4733/espana-la-escalada-de-la-inflacion-un-golpe-brutal-contra-los-trabajadores [30]
3 Ver Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31] , Lecciones de la huelga en Cádiz: la clase obrera no tiene más que falsos amigos y enemigos declarados https://es.internationalism.org/content/4750/lecciones-de-la-huelga-en-cadiz-la-clase-obrera-no-tiene-mas-que-falsos-amigos-y [32] y Reunión Pública sobre la huelga de Cádiz: sacar lecciones para preparar nuevas luchas https://es.internationalism.org/content/4762/reunion-publica-sobre-la-huelga-de-cadiz-sacar-lecciones-para-preparar-nuevas-luchas [33]
4 Ver Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [34]
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El verano pasado, la burguesía montó una gran campaña en torno al tema "ya no tenemos que preocuparnos, tenemos las vacunas". El presidente de EEUU, Biden, declaró que no le preocupaba que la variante Delta provocara otro gran brote nacional de Covid-19 (2 de julio de 2021). El director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan, declaró que lo peor de la crisis del Covid había pasado (12 de julio de 2021). Les apoyó Boris Johnson, Primer Ministro del Reino Unido, que dijo: "casi todos los científicos están de acuerdo en esto: lo peor de la pandemia ha quedado atrás" (15 de julio de 2021)1
Todos los datos sobre las muertes diarias y los nuevos casos diarios de los últimos meses contradicen estas declaraciones y confirman que la pandemia no ha quedado en absoluto atrás. Las medidas y recomendaciones diarias de la burguesía demuestran que la pandemia sigue teniendo un enorme impacto en la sociedad y la economía: sectores sanitarios inundados de nuevos enfermos de Covid, medidas coercitivas contra los que se niegan a vacunarse, nuevos cierres con clausura de actividades comerciales, escuelas y espectáculos.
Para la mayoría de la población mundial la crisis sanitaria está lejos de haber terminado. Sigue gravemente amenazada por los efectos del virus a todos los niveles; en particular, aquellos que sólo han recibido una dosis de la vacuna Covid o ninguna, como ocurre también en Japón y Australia. En algunos de los principales países asiáticos en particular, las políticas relativamente exitosas para contener el Coronavirus en 2020 en estos países crearon la ilusión de que el virus estaba más o menos bajo control, como resultado de lo cual la tasa de vacunación siguió siendo bastante baja allí.
Los científicos están de acuerdo en que la vacunación es el principal baluarte contra la propagación del virus. Pero la burguesía es incapaz de desarrollar una política unificada para vacunar a la población mundial y controlar globalmente la pandemia. No hay ninguna consulta a nivel internacional que permita el necesario aumento de la producción de la vacuna Covid-19. En su lugar, todos los países se han embarcado en una carrera de vacunas, en la que los países más ricos acaparan un excedente, en un intento de ser los primeros en conseguir la inmunidad de grupo.
Los datos de la OMS de noviembre revelaron que los países del G20 recibieron más del 80% de las vacunas Covid-19, mientras que los países de bajos ingresos sólo recibieron el 0,6%2. En respuesta a esta tendencia, el Secretario General de la ONU, António Guterres, ya lanzó una advertencia contra "el nacionalismo de las vacunas y el acaparamiento [que] nos están poniendo a todos en peligro". Esto significa más muertes. Más sistemas sanitarios destrozados. Más miseria económica"3.
Cada Estado adopta su propia estrategia y sólo los más poderosos tienen los medios para hacer frente a la pandemia. Con el fin de garantizar la vacunación de sus respectivas poblaciones, algunos de ellos han dado prioridad a la firma de acuerdos con las empresas farmacéuticas o incluso han desembolsado dinero en efectivo para hacer un pedido previo de candidatas a vacunas prometedoras. Esta política ha provocado enormes disparidades en la distribución de las vacunas, incluso dentro de la UE. Algunos países de la UE tuvieron que acogerse a la vacuna rusa Sputnik V (Hungría, Eslovaquia), menos eficaz, o a la china Sinopharm (Hungría).
La mayoría de las naciones ricas son culpables de una acumulación de vacunas sin escrúpulos. Airfinity, una empresa de análisis con sede en Londres, prevé que a finales de año el excedente de vacunas Covid-19 habrá alcanzado los 1.200 millones de dosis. Si 600 millones de estas dosis sobrantes se donan a otros países, quedan otros 600 millones de dosis sin utilizar en las reservas, casi la mitad de ellos en Estados Unidos y el resto en los demás países ricos4. Esta política de acaparamiento ya ha provocado el desperdicio de millones de vacunas.
El acaparamiento es una de las razones de las disparidades en la distribución, pero otro gran problema es el enorme coste de las vacunas para los países pobres. Los productores farmacéuticos no cobran precios estándar, sino que varían sus precios en función de la cantidad comprada, y cobran precios más altos cuando hay una cantidad menor. Por ejemplo, mientras Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por un millón de dosis de la vacuna de Moderna, Botsuana tuvo que pagar casi dos veces más: 28,88 millones de dólares.
La distribución desigual de las vacunas, y del consiguiente retraso en la inoculación a nivel mundial, compromete la estrategia de vacunación. Una política que favorezca la vacunación en los países ricos y no impida la propagación de la pandemia en los países pobres corre el riesgo de que el virus regrese a los países más poderosos, incluso con la posibilidad de que aparezcan variantes resistentes a las vacunas. El "sálvese quien pueda" a nivel mundial es un poderoso acelerador de la propagación de las variantes Delta y Ómicron y de todas las nuevas variantes por venir.
En su lucha contra el coronavirus, cada burguesía se ve constantemente obligada a dar prioridad a la economía manteniendo un mínimo de cohesión social, asumiendo deliberadamente el riesgo de que los trabajadores enfermen durante más tiempo o incluso mueran a causa del virus. Esta situación conduce a un mosaico de recomendaciones y medidas incoherentes y contradictorias en todo el mundo e incluso entre regiones de un mismo país. Algunos ejemplos:
- No hay consenso entre las organizaciones sanitarias. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. anunció el 13 de mayo de 2021 que las personas totalmente vacunadas, que hayan pasado dos semanas desde su última inyección, ya pueden circular sin máscara en exteriores y en la mayoría de los lugares cerrados. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud emitió unas directrices diferentes, instando a todo el mundo en EE.UU., incluso a los vacunados, a seguir utilizando mascarillas debido a la amenaza de la variante Delta, altamente transmisible, que se había detectado en los 50 estados de EE.UU.
- No hay coordinación entre las regiones vecinas. El viernes 17 de septiembre, el Comité Consultivo de Bélgica sugirió que el uso de la mascarilla deje de ser obligatorio en los comercios y restaurantes a partir del 1 de octubre de 2021. Pero Flandes dijo que sí, Bruselas dijo que no y Valonia decidiría más tarde... Cada región quería decidir según la situación. Los diferentes gobiernos regionales tomaron el poder de decisión cada uno en su región (como si el virus se detuviera en las fronteras regionales o lingüísticas).
- Las directivas emitidas un mes son derogadas al mes siguiente. En julio, el gobierno del Reino Unido anunció que se eliminarían todas las normas de distanciamiento social y se derogarían los mandatos nacionales sobre las mascarillas a partir del 19 de julio. Pero los supermercados anunciaron inmediatamente el mantenimiento de las mascarillas, mientras que los alcaldes metropolitanos ordenaron el uso de máscaras en los servicios de transporte público que controlan. Tras un largo retraso, el gobierno británico cedió y anunció la obligatoriedad del uso de mascarillas en los comercios y el transporte público a partir del lunes 29 de noviembre.
- A la "reapertura" le siguieron aún más cuarentenas. Con el aumento de las vacunas y la disminución de los casos a finales de junio de 2021, el gobierno holandés siguió adelante con la "reapertura". Se abandonaron las mascarillas en casi todos los lugares y se animó a los jóvenes a salir de nuevo. Pero cuando los niños terminaron su primera semana de escuela tras las vacaciones de verano, en Utrecht se enviaron a casa entre 10 y 15 clases cada día debido a los resultados positivos, mientras que en La Haya y sus alrededores, 34 clases de primaria quedaron en cuarentena y fueron enviadas a casa en esa primera semana.
- Un cúmulo de restricciones de viaje en Europa. En Europa los viajeros se encuentran con que cada país impone medidas por su cuenta. Cada país tiene sus propias medidas de seguridad y cuarentena para los viajeros. En algunos países el certificado de vacunación europeo es suficiente para entrar en el país, mientras que otros aplican restricciones adicionales, como cuarentenas o pruebas PCR. Además, sólo se controla estrictamente a las personas que entran en el país en avión o en tren.
Desde el estallido de la pandemia de Covid hemos asistido a un aumento de la desconfianza en los gobiernos, en las vacunas, acompañado de un aumento de la desinformación y de las teorías conspirativas:
- una desconfianza hacia los gobiernos en Rusia, Bulgaria, pero también en diferentes países de la UE como Polonia, Holanda, Grecia que, a su vez, se ha visto reforzada por afirmaciones irracionales y mentiras descaradas de los gobiernos para encubrir su negligencia e impotencia.
- Esta desconfianza y miedo generalizados hacia las vacunas, alimentados por campañas populistas y conspirativas, con un impacto especialmente fuerte en los Estados Unidos, han llevado a una polarización extrema entre los pro y los anti vacunas.
Bulgaria es uno de los países en los que el alcance de la desinformación y la desconfianza en las vacunas tiene un impacto real en la tasa de vacunación, que sólo ha alcanzado el 20%. A finales de octubre de 2021, el país se acercaba a otro pico de infecciones, con más de 5.000 casos de Covid-19 y 100 muertes al día; el 95% de los fallecidos no habían sido vacunados. Mientras el número de muertes aumentaba, el sistema sanitario se vio desbordado, y las unidades de cuidados intensivos se llenaron a rebosar. Pero la mayoría de los búlgaros siguen rechazando las vacunas Covid-19.
Lo mismo puede decirse de Rusia. Durante más de un año, las agencias de propaganda rusas y los trolls de Internet han llevado a cabo una campaña de desinformación sistemática y agresiva, destinada a fomentar las dudas y los recelos sobre las vacunas Covid-19 en Occidente. Esta campaña de desinformación ha alimentado fuertemente el escepticismo sobre las vacunas que es, junto con la desconfianza en el gobierno, responsable del alto nivel de dudas sobre las vacunas entre los rusos. Con menos del 45% de la población totalmente vacunada, el virus se ha propagado a su ritmo más rápido en los últimos meses.
Esta polarización, sobre todo en Estados Unidos, ha provocado una reacción en cadena de total irracionalidad, que se ha extendido a países europeos, Australia y Sudáfrica. Al tomar su información de sitios web dudosos que difunden informes falsos, la verdadera preocupación por el virus o la vacuna se confunde muy fácilmente con teorías descabelladas y una desconfianza totalmente irracional hacia la ciencia. Una de las teorías conspirativas se refiere al origen de la pandemia: la teoría de que la aparición del virus se debe a la tecnología 5G, que ha sido diseñada para controlar a distancia las mentes humanas. Esta "teoría", que dice que la OMS es parte del complot,
Covid-19 ha creado un ambiente sanitario propicio para la agresión y la violencia5. Durante los seis primeros meses de la pandemia, se produjeron 611 incidentes de agresiones físicas o verbales, amenazas o discriminación relacionadas con el Covid-19 contra trabajadores sanitarios, pacientes e instalaciones médicas en más de 40 países, según la Cruz Roja (CICR). Los partidarios de las teorías de la conspiración han sido culpables de agresiones verbales e incluso físicas a trabajadores sanitarios en países como Eslovaquia y Estados Unidos. Además, también hemos sido testigos de varios ataques a los trabajadores de los principales medios de comunicación.
Los políticos declaran repetidamente que "nunca más" y que "debemos aprender las lecciones de la historia", pero lejos de hacer entrar en razón a los estados capitalistas y trabajar juntos, la clase dominante, por su propia naturaleza, es incapaz de cambiar las reglas del capitalismo decadente, en el que la competencia feroz por los mercados cada vez más reducidos es la regla y cualquier forma de cooperación, más que nunca, la excepción. En los últimos 100 años, en el capitalismo decadente, el mundo no sólo se ha convertido en un escenario de competencia entre empresas capitalistas, sino en particular en un campo de batalla entre Estados capitalistas.
La competencia es el motor que mantiene al capitalismo en funcionamiento, pero también es la fuente de la mayoría de sus problemas. La pandemia lo ha puesto de manifiesto con toda crudeza: durante años los gobiernos han recortado los presupuestos sanitarios para aumentar la capacidad global de competir, con el resultado de que numerosos sistemas sanitarios se han visto desbordados por las hospitalizaciones relacionadas con el Covid. Por supuesto, todos dicen estar de acuerdo en que prevenir las zoonosis (transmisión de enfermedades de los animales a los seres humanos) frenando la intrusión masiva y caótica en la naturaleza será mucho más barato que pagar las consecuencias, pero preferiblemente de forma que otro estado actúe primero o asuma las consecuencias. Debido a la competencia internacional, ninguno de los Estados afectados está dispuesto a restringir la destrucción de los bosques y otras zonas silvestres a costa de su propia economía nacional. Ningún pensamiento racional es lo suficientemente fuerte como para alterar la situación.
El marco nacional es la máxima expresión de la unidad que puede alcanzar el dominio burgués, y ante la pandemia, que exige un enfoque global unificado, no es capaz de ir más allá de este marco. En crisis sanitarias anteriores, como el brote de ébola, por ejemplo, la burguesía consiguió al menos mantener las apariencias poniendo en marcha una cierta (y a menudo cínica) coordinación internacional (con la OMS, en particular, en el plano médico) para defender los intereses generales del capitalismo incluso en el contexto de la decadencia del sistema. Pero en esta fase de descomposición, la tendencia al sálvese quien pueda ha crecido hasta tal punto que la clase dominante ya ni siquiera es capaz de lograr la mínima cooperación para defender los intereses generales de su propio sistema controlando la pandemia. En su lugar, cada Estado busca salvarse a sí mismo ante la catástrofe en curso.
La pandemia de Covid no ha hecho más que intensificar la carrera imperialista por la influencia sobre las regiones y los mercados, y la propia distribución de vacunas está siendo instrumentalizada con fines imperialistas. Estados Unidos y Europa, pero también Rusia, China o la India, utilizan la distribución de vacunas en una estrategia "imperialista blanda" para reforzar sus posiciones imperialistas en el mundo.
- El apoyo de China al programa Covax de la OMS y la "Ruta de la Seda de la Salud" forman parte de su "ofensiva diplomática" para impulsar el liderazgo sanitario mundial. Mientras tanto, China ha entregado vacunas a casi 100 países del mundo.
- El Kremlin lanzó su "ofensiva diplomática Sputnik V", y actualmente está registrada y certificada en 71 países. Su ofensiva también pone a prueba la unidad de la UE. Algunos Estados miembros de la UE empezaron a utilizar la vacuna, mientras que Italia aceptó fabricar el Sputnik V ruso no aprobado.
- India es el mayor exportador de vacunas producidas en el mundo. Bajo el lema "Neighbourhood First" tiene acuerdos con 94 países para la exportación de 66 millones de dosis. La vacuna propia de la India, Covaxin de Bharat Biotech, formará parte del programa de exportación en 2022.
En lugar de proteger a su propia población, estos estados utilizan las vacunas con fines imperialistas. India, donde sólo el 35% de la población está totalmente vacunada, ha exportado tres veces más dosis que las que ha administrado a su propia población.
La crisis mundial y mortal de Covid también conduce a crecientes divisiones, a una intensificación de las tensiones entre las facciones de la burguesía nacional, aumentando aún más la pérdida de control de la burguesía sobre la evolución de la pandemia. Importantes facciones políticas de la burguesía en Europa, como el Freiheits Partei Österreich, Alternative Für Deutschland, Rassemblement National en Francia, pero también el Partido Republicano en Estados Unidos, etc. avivan con vehemencia el descontento de la sociedad sobre las vacunaciones obligatorias, el pase sanitario, los cierres. Participan cada vez más en manifestaciones por la "libertad", que a menudo acaban en enfrentamientos violentos con las fuerzas de represión.
La pandemia se ha extendido por todo el mundo y lo ha cambiado radicalmente en cuestión de meses. Esto la convierte en el fenómeno más importante desde la entrada del capitalismo en la fase de descomposición y confirma nuestra tesis de que "la magnitud del impacto de la crisis de Covid-19 se explica no sólo por esta acumulación, sino también por la interacción de las expresiones ecológicas, sanitarias, sociales, políticas, económicas e ideológicas de la descomposición en una especie de espiral nunca vista antes, que ha llevado a la tendencia a perder el control de cada vez más aspectos de la sociedad"6. Muestra claramente la superestructura en descomposición de la sociedad capitalista y sus efectos sobre los fundamentos económicos que le dieron origen.
Y al mismo tiempo, no es sólo la pandemia la que ilustra la importante agravación de los efectos de la descomposición. Es también la multiplicación de las catástrofes "naturales" como los incendios forestales, las inundaciones y los tornados, todo tipo de violencia estructural, los conflictos militares cada vez más irracionales y la consiguiente migración de millones de personas en busca de un lugar donde sobrevivir. La interacción de todos estos aspectos es una expresión de la acelerada putrefacción de los propios cimientos del modo de producción capitalista. Es una manifestación nefasta del contraste entre el enorme potencial de las fuerzas productivas y la atroz miseria que se extiende por todo el mundo.
El capitalismo ha superado su utilidad; es un zombi que camina y ya no puede ofrecer una perspectiva a los seres humanos del planeta. Pero en su agonía todavía es capaz de llevar al mundo entero al borde del abismo. La clase obrera tiene la capacidad y la responsabilidad de impedir la aniquilación de la humanidad. Por lo tanto, necesita desarrollar su lucha en su propio terreno contra los efectos de la crisis económica, como la inflación, el desempleo, la precariedad. Las luchas obreras actuales7, por tímidas que sean, llevan el germen de la superación de esta barbarie cotidiana, y de la creación de una sociedad libre de las múltiples lacras que asolan el capitalismo del siglo XXI.
Dennis, 18 de diciembre de 2021
1 Boris Johnson dice que es "muy probable" que lo peor de la pandemia haya quedado atrás, 15 de julio de 2021
2 La UE estudia la vacunación obligatoria, al tiempo que insta a dar un refuerzo a todos; 2 de diciembre de 2021
3 Mensaje en vídeo para la Cumbre Mundial de la Salud, Berlín, del 24 al 26 de octubre de 2021
4 Ver: Por qué los países de bajos ingresos están tan faltos de vacunas Covid. Pista: No son los refuerzos; 10 de noviembre de 2021.haya quedado atrás, 15 de julio de 2021
5 Ver: Navegando por los ataques contra los trabajadores de la salud en la era del Covid-19; 21 de abril de 2021
6 Informe sobre la pandemia y el desarrollo de la descomposición; https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso [38]
7 Luchas en Estados Unidos, en Irán, en Italia, en Corea... Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado; https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [28]
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En medio de la enésima catástrofe sanitaria – con los centros de salud colapsados inaccesibles para una mayoría de la población trabajadora – y social – con unos salarios cuyo poder adquisitivo se ha visto devorado por un alza de precios devastadora -, la propaganda capitalista lleva a cabo en los últimos meses una autentica ceremonia de entronización de una nueva emperatriz del panorama político de la burguesía española: Yolanda Díaz. Esta veterana estalinista – militante desde hace más de 30 años del Partido Anti “Comunista” de España, ha sido catapultada mediáticamente a figura principal de la izquierda y baluarte contra las embestidas simultáneas de la ultraderecha y de la tentación “neoliberal” del PSOE1.
Lo significativo es que esta formidable campaña de imagen de Yolanda Díaz como “valedora de los trabajadores” ha sido urdida por los propios enemigos declarados de los trabajadores. Como el PSOE de las reconversiones de González y el “austericidio” de ZP2 que tiene a Yolanda en una consideración cercana a la del propio Pedro Sánchez. Incluso este se ha dignado distraer un poco su mirada del espejo en el que se admira para “reconocer la valía” de su, a priori, rival electoral. El presidente de la patronal se fotografía arrobado con ella y celebra su “pragmatismo” mientras perpetran un nuevo atentado contra los trabajadores con la enésima Reforma laboral. Los sindicatos que llevan años firmando CONVENIOS DE MISERIA3, y la ovacionaron en sus recientes congresos, y han cantado al unísono con la ministra Díaz que esta validación de la Reforma del PP de 2012 es en realidad “la primera victoria – desde hace muchos años – de los trabajadores”. No es de extrañar que hasta el periódico monárquico tradicional – el ABC –, o el requeté reaccionario FAES de Aznar se rindan ante Yolanda. Para que nada falte en dicha entronización, hasta el Papa le ha dado sus bendiciones recibiéndola en el Vaticano.
Semejante coro de aduladores significa, pura y llanamente, un sincero agradecimiento por los servicios prestados pasados, presentes y futuros de Yolanda Diaz como fiel servidora del capital nacional español.
Como denunciamos desde su constitución4, al gobierno más “progresista” de la historia no iba a temblarle el pulso para descargar los hachazos a las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores que le exigieran la defensa de los intereses del capital nacional español. Tenía, eso sí, que cubrirle propagandísticamente las espaldas para que los explotados no identificaran fácilmente que quienes se presentan como representantes de los trabajadores en el Estado democrático, son en realidad, los principales agentes de nuestra miseria, los más destacados saboteadores de nuestras luchas contra tales ataques. Para ello han recurrido – es un clásico – al consabido cuento del “poli malo y el poli bueno”. En el gobierno de coalición Marlaska – ministro del Interior – o Calviño – ministra de Economía – son los polis “malos”, Yolanda es el poli bueno. Pero esa “bondad” se ha ido construyendo en base a unos mitos que han escamoteado las crueles agresiones de este poli malo con unos ademanes amables. Lo cual lo hace aún más nauseabundo. Veamos algunos de esos mitos:
-el llamado “escudo social” que tan pomposamente proclamaron al comienzo de la pandemia “para no dejar a nadie atrás”, ha demostrado ser un auténtico colador. El Ingreso Mínimo Vital no alcanza ni siquiera al 20% de quienes lo necesitan – según Cáritas – por lo que el riesgo de pobreza alcanza al 25% de la población, y la carencia material “severa” afecta a 2’2 millones de personas (el ¡doble! que en 2019). Otro tipo de paliativos anunciados con gran alarde publicitario como las ayudas al alquiler de vivienda o la lucha contra la creciente pobreza energética le sirven a este gobierno para las llamadas “guerras culturales” contra la derecha, pero a las crecientes masas de explotados y marginados (un 48% de población vive en condiciones de precariedad por bajos salarios, empleos temporales, pensiones que pierden año tras año capacidad adquisitiva, etc.) apenas llegan unas ridículas migajas mientras la desigualdad social sigue creciendo5.
- otra prueba de esa supuesta protección que el manto de Yolanda proporcionaría a los trabajadores serían los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE)6, que habrían frenado una explosión del desempleo tras la irrupción de la pandemia de Covid-19. Se trata en realidad de una descomunal subvención a los empresarios, pues los salarios de los trabajadores se cargan al presupuesto del Estado (socialización de las pérdidas) mientras el patrón dispone de la fuerza de trabajo a su antojo. Así, por ejemplo, las grandes empresas del automóvil que recurrieron a los ERTE cuando los confinamientos de la primavera de 2020 por la pandemia recurren sistemáticamente a ellos hasta la primavera de 2022, justificándose en “necesidades de la producción” por la crisis de los microchips o caídas de las ventas. Las sucesivas prórrogas de los ERTE que la propaganda gubernamental ha presentado como otras tantas victorias de los trabajadores han sido un continuo regalo en bandeja de plata … a los explotadores.
-la apoteosis presuntamente “obrerista” de Yolanda y los grandes sindicatos fue sin embargo la subida – ¡un 1’6%!- del Salario Mínimo Interprofesional (SMI)-. Esta vez la Patronal contribuyó grandemente a la comedia “retirándose” del Acuerdo, haciéndose la “ofendida” cuando la subida pactada representaba un recorte de costes salariales (al estar muy por debajo de la inflación real, que ellos si han repercutido en sus productos, como comprobamos día a día). Y no se trata de la consabida copla de la “cerrazón de la patronal”, puesto que es el propio gobierno el que ha presupuestado subidas a los empleados públicos (2%) y las pensiones (2’5%) muy inferiores a la inflación.
Es tradición en el Estado capitalista español que el Ministerio de Trabajo recaiga en alguien que procure caer “simpaticote” a los explotados. A Largo Caballero, le llamaban el “Lenin español” cuando había pactado hasta con el Dictador Primo de Rivera. A Solís, en el franquismo le apodaban “la sonrisa del régimen”. Con el PP estuvieron los campechanos Arenas y Zaplana. Yolanda Díaz sigue esa tradición de “cara amable” de este gobierno que resulta ser tan despiadadamente anti obrero como sus predecesores. Pero Yolanda no es un simple peón dicharachero de un gobierno ajado. La enjundia de la campaña propagandística desplegada en torno suyo indica que es una pieza importante para avalar como avances de los trabajadores lo que son peores ataques a las condiciones de vida del proletariado, que es el futuro que nos espera si no reaccionamos en un verdadero terreno de clase.
Uno de los principales eventos de esa campaña de encumbramiento de Yolanda Díaz fue el mitin que se celebró el pasado 13 de noviembre en Valencia, en el que arropada por lo que la prensa llama “las nuevas Políticas” (entre otras Mónica Oltra7 consellera de la Generalitat Valenciana o Ada Colau8 alcaldesa de Barcelona) se postuló abiertamente a Díaz como candidata a futura presidenta del gobierno en una lista transversal para recoger los votos dispersos de Podemos, Mas País, la Mareas, Los Comunes en Cataluña, quizás los Anticapitalistas de Kichi de Cádiz y otros. Es pronto para saber si esta operación es una simple búsqueda de un freno al declive electoral del pantano “podemita” presentando un líder menos quemado que Pablo Iglesias, más aglutinador y menos depredador que el “Coletas”, o bien una operación auspiciada por el propio PSOE para evitar que los muchos descontentos con el gobierno se marchen a la abstención propiciando un gobierno de la Derecha o del PP + Vox. En todo caso, lo que queremos tratar en este artículo es que sea cual sea el manejo que la clase capitalista española haga de ese escenario electoral, está fuera de toda duda la función mistificadora de esa “nueva política”.
En ese acto, Yolanda Diaz disfrazada ya de “Mater dolorosa” proclama: “Será maravilloso”, “antes del 31 de diciembre vamos a cambiar las vidas de los trabajadores de este país. La alternativa no es otra que el trabajo decente, los salarios y las vidas dignos”. Y tamaño cambio ha consistido en dejar en pie la decretada Reforma Laboral por el PP en 2012, con unos pocos cambios cosméticos en los nombres de los contratos temporales, pero eso sí presentado como “avances de la clase obrera” la reforma de Rajoy de 2012 (¡!!), es decir las exigencias de flexibilidad, temporalidad, precariedad de la fuerza de trabajo, de las posibilidades de un chantaje continuo a los trabajadores para que acepten cada vez peores condiciones salariales y de trabajo.
Una de las grandes bazas de las promesas del gobierno progresista, que decían venían a defender a los “más necesitados”, ha sido insistentemente la derogación de la reforma laboral del PP. El líder de Podemos, Rafa Mayoral llegó a afirmar el año pasado que “de la reforma laboral no van a quedar ni los palos del sombrajo”. Pero la mentira tiene patas cortas; Yolanda Diaz afirma ahora que “técnicamente no es posible” derogar la reforma del 2012 alegando que tal cuestión no es más que “un fetiche político”. ¡Que cinismo más descomunal!
Lo cierto es que, desde hace décadas, la burguesía española ha ido profundizando reforma laboral tras reforma laboral, esas condiciones de empleos precarios y temporales, de abaratamiento de los despidos, de endurecimiento de las condiciones para tener derecho a subsidios y otras prestaciones9. A veces el gobierno a solas, a veces con pactos con patronal y sindicatos. A veces los sindicatos han hecho pseudo luchas (como “huelgas generales” de 1 día) para protestar contra reformas que luego ellos mismos aprobaban unos años más tarde. Así sucedió por ejemplo contra la reforma de 1994 que luego ellos acordaron en 1997 con el Gobierno Aznar. A veces con gobiernos de derechas y a veces, las más, con gobiernos coloreados de “progresistas” como el de ZP en 2010. En realidad, como decimos la “reforma” de Yolanda Díaz y los sindicatos no sirve más que para engañar y desmovilizar a los trabajadores:
-las decenas de miles de despidos que se avecinan en Nissan, Telefónica, la banca, etc. van a verse justificados como despidos objetivos con indemnizaciones de miseria, y presionados para aceptarlos pues los salarios de tramitación también quedan definitivamente sepultados tras la reforma de ZP en 2010. Esa es la verdadera traducción de los “trabajos dignos”
-la temporalidad no va a disminuir. Y los primeros que van a seguir sufriéndola son, entre otros, los trabajadores del sector público que soportan tasas altísimas de precariedad en el empleo, aceptación de traslados, imposibilidad de planificar unos parámetros mínimos de la vida personal, etc. A eso Yolanda lo llama “una vida digna”.
-con la profusión de la subcontratación y las empresas de trabajo temporal que podrán acogerse a ella, los patronos van a poder modificar horarios, descansos, etc. Además, la nueva reforma permite que las Empresas de Trabajo Temporal con convenio propio impongan sus condiciones a los trabajadores que suelen trabajar en empresas con mejores condiciones que las de su contratante. Esta vuelta de tuerca asfixia definitivamente, por ejemplo, a trabajadoras como las “kellys” (las empleadas de limpieza subcontratadas para los hoteles). Y eso es lo que Yolanda quiere que interpretemos como “salarios decentes”.
Yolanda Díaz, ese paladín de los “derechos de los trabajadores” ha conseguido poner de acuerdo a patronal, Gobierno y Sindicatos, las tres patas del estado capitalista responsables de la gestión en conjunto de la explotación de los asalariados y en la continuidad del sistema capitalista y su salvaje proceso de acumulación, que es lo que justifica esta reforma en realidad y que pretenden “vender” como todo lo contrario. Gobierno, patronal y sindicatos todos conformes con la “vuelta de tuerca” contra las necesidades de los asalariados. Movilizados los sindicatos no será el último ataque. ¡Vaya mérito pues, el de la siempre capitalista Yolanda!
Lo más indignante de todo es que tanto gobierno como sindicatos quieren presentárnoslo como un triunfo para los trabajadores. Estamos seguros como dice la siempre capitalista Yolanda, que esta reforma supondrá una nueva era en lo laboral, aunque no para los asalariados. Aquí tenemos el significado de todo el apoyo institucional y de medios a la imagen de Yolanda. Cuando Sánchez está sufriendo un descrédito continuado y dificulta ser presentado como “defensor de los desfavorecidos”, aquí llega Yolanda, que, como buena estalinista, tiene la capacidad de aparentar una imagen más “cercana” y una capacidad de gestión desde la izquierda a la que el capital recurre en momentos difíciles.
Primero denunciar a los encargados de engañar, desviar y dividir a la clase obrera, la Izquierda y Extrema Izquierda, en todas sus múltiples versiones y variantes -la última, el lanzamiento al estrellato de Yolanda Diaz para ofrecer una “verdadera Izquierda del PSOE”: “transversal”, “moderna”, “social”, “feminista”.
Segundo, denunciar a los sindicatos como lo que son, auténticos vende obreros. Como ya señalamos en nuestro reciente artículo sobre la lucha del metal en Cádiz los sindicatos golpean a los obreros tanto desde el flanco del sindicalismo “oficial” (CCOO, UGT) como desde el sindicalismo “radical”, de “base” o de “nuevo tipo”. Por definición cualquier tipo de sindicato, al usurpar la representación de los trabajadores (por ese motivo son reconocidos y retribuidos por el Estado) impiden que estos sean capaces de encontrar la unidad y sus propios órganos de representación.
Tercero, defender los auténticos medios de lucha del proletariado: las Asambleas Generales, la extensión de las luchas rompiendo las barreras de la empresa, el sector, la región, la nacionalidad… Su unidad internacional, su conciencia de clase, su perspectiva histórica revolucionaria.
Valerio. 31 de Diciembre 2021
1 Con todo ese ruido de “likes” y “retweets” quieren ocultar que en realidad Yolanda Díaz, el PSOE, el PP o Vox sirven al mismo señor: el Estado capitalista, como se ha visto en sus ataques desde distintos flancos a la lucha de los trabajadores de Cádiz, como hemos demostrado en un artículo de este mismo AP (https://es.internationalism.org/content/4750/lecciones-de-la-huelga-en-cadiz-la-clase-obrera-no-tiene-mas-que-falsos-amigos-y [32] ). En una de esas “réplicas” tan aplaudidas, Yolanda Díaz reprochaba a Vox que si estos gobernaran prohibirían las huelgas y las manifestaciones. Pero días antes el gobierno de Yolanda había exhibido una tanqueta de la policía para intimidar en los barrios obreros de Cádiz. Al día siguiente de ese rifirrafe con Vox, el gobierno de Yolanda detenía a cinco participantes en las manifestaciones de dicha lucha.
2 Ver el segundo artículo de la Serie Los Gobiernos de izquierda al servicio de la explotación capitalista: Los Gobiernos PSOE de la democracia https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos [40]
3 Con incrementos salariales inferiores al 2% en 2021 cuando la inflación supera el 6%. Para que luego canten como una victoria la prórroga de la vigencia de los convenios acordada en la Reforma laboral. Con estos amigos los salarios de los trabajadores no necesitan enemigos.
4 Ver el tercer artículo de la Serie Los Gobiernos de izquierda al servicio de la explotación capitalista: La trampa está en la letra pequeña https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta [41]
5 El 20% más rico tiene una renta neta seis veces superior al 20% más pobre
6 Creados por la Reforma laboral de Rajoy en 2012 se trata de una especie de subsidios provisionales de desempleo que cubren un 70% del salario de los trabajadores que mantienen formalmente “su” puesto de trabajo.
7 Consellera de la Generalitat Valencia en un gobierno con el PSOE tuvo también su “minuto de gloria” televisivo con la llegada de los náufragos del Aquarius en 2018. Por supuesto aquellos náufragos y los miles de llegados después siguen padeciendo idénticas condiciones de abandono y miseria. De hecho 2021 ha sido el año más mortífero en las pateras del Mediterráneo
8 Mientras Colau aúpa a Díaz a la candidatura presidencial, las asistentas a domicilio (cuidadoras de dependientes) se concentran a las puertas del Ministerio de Trabajo protestando contra la privatización de un servicio que supone anteponer el negocio a los cuidados y las repercusiones que eso supone para sus condiciones laborales con contratos temporales y despidos baratos. Uno de los colectivos que más se hace oír es precisamente el de las compañeras de Barcelona donde el ayuntamiento las ha trasferido a la multinacional DOMUSVI tristemente célebre por como gestionó las residencias de ancianos durante la pandemia.
9 Ver Plan de austeridad del Gobierno Zapatero: El peor ataque a los trabajadores desde que se instauró la democracia https://es.internationalism.org/cci-online/201005/2872/plan-de-austeridad-del-gobierno-zapatero-el-peor-ataque-a-los-trabajadores-de [42] y ¡Por un movimiento unitario contra los Recortes y contra la Reforma Laboral! /content/3323/por-un-movimiento-unitario-contra-los-recortes-y-contra-la-reforma-laboral [43]
El oportunismo es la tendencia a olvidar las posiciones revolucionarias cayendo en una impaciencia (para "ser muchos", "tener influencia en las masas").o por cobardía, claudicación o adaptación a esta sociedad de miseria y barbarie. El oportunismo toma también la forma de una conciliación centrista entre las posiciones revolucionarias y las concesiones a la ideología burguesa y pequeño burguesa, lo que se hace para mantener una "unidad" artificial pagando el precio de dejar de lado las divergencias o subestimándolas porque se reducen a "cuestiones de matiz" etc.. En cualquiera de los casos el oportunismo es una enfermedad muy peligrosa para las organizaciones revolucionaria que las puede llevar a la crisis o a la desaparición. El oportunismo lleva a corrientes políticas revolucionarias a sembrar la confusión, quemando a elementos que segrega la clase y,peor aún, a hacer concesiones al parasitismo y, como culminación, a ser absorbidas por la burguesía. Combatir el oportunismo es una necesidad vital, un combate permanente..
¿Cual es la causa del oportunismo? Cayendo en un materialismo vulgar hay corrientes dentro del campo revolucionario que ven las raíces del oportunismo en una pretendida "aristocracia obrera" (ver La "aristocracia obrera" una teoría sociológica para dividir a la clase obrera https://es.internationalism.org/revista-internacional/201109/3199/la-ari... [46] ). Otras, sitúan la causa del oportunismo en la "burocratización" de las organizaciones obreras. Nosotros pensamos que hay una causa totalmente materialista y que es la peor y más dificil de identificar: el peso de las ideologías burguesa y pequeño burguesa que de manera permanente ejercen una influencia destructiva sobre el conjunto del proletariado, pero más aún, sobre las organizaciones y los militantes revolucionarios. El oportunismo es una enfermedad que golpea a las organizaciones comunistas obligándolas a una vigilancia, un espíritu crítico y una lucha decidida contra sus múltiples efectos.
Publicamos aquí los enlaces a una serie de artículos de:
1º Debate dentro de la CCI sobre la naturaleza del oportunismo y su variante centrista
2º Denuncia, polémica y combate contra el oportunismo en sus diferentes facetas:
https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-co... [47]
https://es.internationalism.org/content/4749/debate-oportunismo-y-centri... [48]
https://es.internationalism.org/content/4778/resolucion-oportunismo-y-ce... [49]
El BIPR se formó en 1984 de una manera totalmente oportunista, su transformación en 2009 en la Tendencia Comunista Internacional (TCI) no ha logrado corregir desgraciadamente esa peligrosa tara de origen
https://es.internationalism.org/content/4748/la-constitucion-del-bipr-un... [50]
https://es.internationalism.org/content/4768/la-constitucion-del-bipr-un... [51]
https://es.internationalism.org/content/4753/polemica-con-la-cwo-como-re... [52]
https://es.internationalism.org/content/4751/las-ambiguedades-sobre-los-... [53]
https://es.internationalism.org/revista-internacional/199707/1226/polemi... [54]
https://es.internationalism.org/revista-internacional/199710/1219/polemi... [55]
https://es.internationalism.org/content/4431/sobre-el-primer-congreso-de... [56]
https://es.internationalism.org/content/4727/el-partido-comunista-intern... [57]
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Las consecuencias del calentamiento global con la subida del nivel del mar, incendios forestales, sequias, inundaciones, catástrofes climáticas que se repiten a diario y que nos genera gran impotencia frente a ello es algo que se acentúa cada vez más en la descomposición capitalista1 reflejada en el desinterés que muestra la burguesía permanentemente. No hace mucho presenciamos las erupciones volcánicas en las Islas Canarias (La Palma), donde no hubo el menor interés por parte de la burguesía en canalizar la lava para contenerlas, relativo a esto hace unos días unas explosiones del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha´apai ocasionó alerta en diferentes costas del pacifico sur, con alertas de oleajes anómalos, retirada del mar, posible tsunami y otras consecuencias.
Sumada a esta escalada de desastres climáticas y naturales en todo el mundo, están los accidentes industriales. El sábado 15 enero en las playas de Ventanilla, Callao y cerca de las refinerías de Repsol, sucedió un gran desastre ecológico, un verdadero ecocidio como algunos le empiezan a llamar. El derrame de petróleo (casi 6 mil barriles) es el mayor derrame registrado desde del periodo 2000-20192. Cientos de aves, peces y otras especies han sido arrasados y contaminados por el derrame, los especialistas señalan que puede tomar 2 meses en limpiar el desastre si se utilizan las tecnologías y herramientas adecuadas. En el peor de los casos el daño puede ser irreversible, en el caso que no se atienda el desastre como se debe. Se ha generado muchas movilizaciones de la población, la cual han sido canalizadas, en un sentido de reforzamiento del Estado capitalista por autoridades, partidos, organizaciones verdes y ciudadanas, hacia protestas ciudadanas, actos de boicot contra Repsol, donde se han juntado ecologistas, ambientalistas, animalistas, grupos izquierdistas de todo pelaje, en fin “ciudadanos conscientes” y “preocupados por el desastre”.
Mas de 1000 mil pescadores de Ancón, llevan varios días sin trabajar desde que Repsol contaminó el mar con petróleo. Trabajadores afectados directamente, que ganan al día para mantener a sus familias. Ahora Repsol contrató a una empresa Lamor, para que realice labores de limpieza de petróleo. A su vez, Lamor emplea a pescadores por 350 soles para que limpien el crudo. Ellos arriesgan sus vidas por que la empresa no les da implementos de seguridad. Los pescadores sobreviven a la falta de empleo y la contaminación. Repsol se ha acercado a los pescadores entregándoles canastas de víveres, pero los pescadores le han rechazado tajantemente, señalando que es un insulto y que no es suficiente. Los pescadores exigen solidaridad ante su situación y han puesto en práctica una solidaridad viva entre ellos. La asociación de pescadores de Ancón señala que los daños ocasionados al ecosistema de Ancón son casi irreversibles.
También el desastre ha afectado muchas zonas como los balnearios de Bahía Blanca y Costa Azul, con presencia de petróleo en la orilla y una fuerte espuma negra en el oleaje marino. También el sector de playa Cavero. Muchas especies de la flora y fauna del lugar vienen siendo fuertemente afectadas, causándoles la muerte. Incluso la nutria marina una especie considerada en vías extinción ha sido fuertemente golpeada dentro de su hábitat debido al derrame de petróleo.
Después de tanto ocultamiento por parte de la prensa, (notas increíbles donde no se mencionaba en lo absoluto a Repsol, como responsables del desastre ecológico) todos los medios callaban, guardando un silencio absoluto, cuando ya se sabía quién era el responsable de la tragedia ecológica. Incluso una conocida periodista se atrevió a minimizar los hechos señalando “se ve horrible, pero se puede limpiar”. Los medios cumplieron una vez más su papel de ocultadores de la verdad, la verdad que únicamente puede defender la clase de la verdad: el proletariado.
Después de tanto escándalo y cierta presión de sectores del partido de gobierno Perú Libre, junto con otros sectores de “buenos ciudadanos”, finalmente Repsol lanzo su primer twiter, señalando que “se encargarán de limpiar el desastre...”, en todo momento trataron de minimizar los hechos, se acercaron a la zona del desastre con canastas de víveres para los pobladores y pescadores. Incluso señalaron que producto del oleaje ocasionado por la explosión volcánica de Tonga, es que sucedió el hecho, sin poder evitarlo.
Por otro lado, la Defensoría del Pueblo3, que dirigió una supervisión en simultáneo en las zonas afectadas por el derrame de petróleo, determinó que las acciones desplegadas por Repsol, hasta el momento son insuficientes. Por ello, pidieron a la empresa Repsol acelerar el proceso de limpieza y dotar de mejores implementos y equipos al personal que viene cumpliendo dicha labor.
El planteamiento de acciones como “ciudadanos preocupados por el desastre ecológico” muestran un peligro en sus reivindicaciones y reclamos frente al desastre, porque confunden y distorsionan una lucha real de los trabajadores y aun mas el desarrollo de la lucha de clases, planteando falsas visiones ideológicas ajenas a la clase obrera.
La más grave encontrada en medio de toda la indignación ciudadana, es la que señala que “Repsol es la responsable del desastre y que no tiene por qué echarle la culpa al Estado Peruano sobre esto” critica que se ha propagado por diversos medios y redes sociales, dando una visión, que debemos ponernos al lado del Estado y señalar como únicos responsables a la empresa privada de tal desastre ambiental. Incluso hay grupos políticos como los anarquistas y grupos vinculados con el gobierno de Pedro Castillo que abrazan esta crítica, reforzando la defensa del Estado.
Esta situación se origina cuando se empezó a buscar a los responsables del derrame de petróleo en Ventanilla. Se empezó diciendo que el responsable fue PetroPerú4 a partir de allí, se levantan voces “ciudadanas” donde se intenta deslindar la actividad de la empresa Estatal, frente a la empresa privada Repsol. Es aquí que surgen los defensores del Estado, envolviendo grandes sectores de la población tanto de la capital del Perú, como de otras ciudades del país. Todos en defensa de PetroPerú o el Capital nacional Estatal, frente a los ya identificados responsables Repsol.
En las Redes Sociales se ha desatado una campaña nacionalista repugnante: el Estado, la nación y el “pueblo peruano” serían pobres víctimas de una “trasnacional apátrida” (Repsol) cuando la realidad es que el Estado y la nación peruana son cómplices de Repsol, como lo son de cualquier capitalista nacional o extranjero y cuando no existe el “pueblo peruano”, lo que existe son clases sociales, una clase explotada, el proletariado que representa a la mayoría de la población y una clase explotadora, que es una minoría egoísta y criminal y que cuenta con el Estado como su dictadura de clase.
Denunciamos el uso fraudulento e interesado del desastre ecológico causado por la connivencia Repsol – capital peruano – Estado peruano para envenenarnos con la defensa de la nación peruana y el apoyo al estado peruano.
A partir de este momento surge esa peligrosa reivindicación impulsada por los diferentes sectores antes mencionados impulsando críticas a las multinacionales, a la defensa del capital nacional y falsos discursos propugnando un imposible reformismo del medio ambiente y la ecología. En otras palabras, se ha levantado un movimiento de luchas parciales, luchas fragmentadas en defensa de la “ecología”, el “medio ambiente” y por supuesto “la defensa de los intereses nacionales del Estado” frente a los “privados”.
Además, se habló de expropiar Repsol, como una solución al abuso de las empresas, como si el Estado fuera la solución ante esto, muchos izquierdistas en el medio ven esto como una alternativa y se aviva mucho desde el lado duro del partido de gobierno entorno cercano de Vladimir Cerrón5.
Estas movilizaciones y luchas de lo que ya hemos denominado de “ciudadanos conscientes” son un verdadero peligro para las luchas reales de los trabajadores. Los trabajadores quieren un mundo sin desastres ecológicos, pero su lucha está orientada a abolir el modo de producción imperante: el capitalismo y su Estado que defiende en este caso, el capital nacional frente al capital privado. Y aunque no ha habido un enfrentamiento abierto del Estado contra la empresa Repsol directamente, se pretende movilizar a la “población ciudadana” para que ejerza presión, defendido el interés del Estado gestor del capital.
Ya hemos dicho que las luchas parciales nos llevan a un callejón sin salida, donde la lucha real de los trabajadores se pierde, donde sus demandas sean reivindicativas económicas y luchas políticas pueden caer en el terreno burgués (en la defensa del estado por ejemplo, como en las protestas contra Repsol) o en boicots a empresas (en este caso Repsol) que sirven para desviar la lucha contra el capitalismo en su conjunto y especialmente contra su representante global – el Estado- hacia empresas, individuos o fracciones del capital.
Así es, las luchas parciales y/o fragmentadas, nos llevan a un callejón sin salida, donde la unidad, la solidaridad, la fuerza y la conciencia de los trabajadores se pierde, se desorienta. Las luchas parciales son un terreno directamente burgués, que “por su contenido mismo las luchas marginales, lejos de reforzar la necesaria autonomía de la clase obrera tienden por el contrario a diluirla en la confusión de categorías particulares e invertebradas (sexo, raza, juventud…) totalmente impotentes ante la historia. Por ello constituyen un auténtico instrumento de la contrarrevolución que los gobiernos burgueses han aprendido a utilizar eficazmente para preservar el orden social” (Plataforma política de la CCI6).
Algunas campañas de ecologistas y “buenos ciudadanos” consistieron en recolectar cabello para poder enviar a la zona del desastre en sacos, señalando que estos detienen y absorben el petróleo. La municipalidad de Ventanilla mandó sus trabajadores de limpieza a tratar de limpiar la playa del derrame de petróleo, como si se tratara de mugre cualquiera y exponiendo la salud de los trabajadores de la limpieza pública. Todas estas buenas intenciones de la “ciudadanía consciente” acaba solo en eso en buenas intenciones. Al capitalismo no se le acaba con buenas intenciones o dejando de comprar productos de tal o cual empresa, en este caso dejando de comprar combustible Repsol.
En un primer momento, el redescubrimiento de la identidad y la combatividad de clase constituirá una forma de resistencia contra los efectos corrosivos de la descomposición capitalista, un baluarte para evitar que la clase obrera se fragmente y se divida aún más contra sí misma. Sin el desarrollo de la lucha de clases, fenómenos como la destrucción del medio ambiente y la proliferación del caos militar tienden a reforzar los sentimientos de impotencia y el recurso a falsas soluciones como el ecologismo y el pacifismo. Pero en una etapa más desarrollada de la lucha, en el contexto de una situación revolucionaria, la realidad de estas amenazas a la supervivencia de la especie puede convertirse en un factor para comprender que el capitalismo ha llegado efectivamente a la fase terminal de su declive y que la revolución es la única salida. En particular, el impulso bélico del capitalismo -sobre todo cuando involucra directa o indirectamente a las grandes potencias- puede ser un factor importante en la politización de la lucha de clases, ya que trae consigo tanto un aumento muy concreto de la explotación y el peligro físico, como una confirmación más de que la sociedad se enfrenta a la trascendental elección entre el socialismo y la barbarie. A partir de factores de desmovilización y desesperación, estas amenazas pueden reforzar la determinación del proletariado de acabar con este sistema moribundo7.
Internacionalismo Perú
Sección de la Corriente Comunista Internacional
30012022
2La Sombra del Petroleo, informe de los derrames petroleros en la amazonia Peruana entre el 2000-2019,Aymara León, Mario Zuñiga.
3 Jefa de la Oficina Defensorial del Callao, Delcy Heredia, pidió que se mejoren los tiempos y las estrategias de limpieza para evitar un impacto mayor.
4 Petróleos del Perú - Petroperú S.A. Ministerio de Energía y Minas República del Perú. Empresa Estatal.
5 Secretario general de Perú Libre.
6 https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso [60]
7 Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021)
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Ante la lucha de los obreros en Cádiz, la CCI ha llevado una intervención que ha tenido 3 ejes:
Una toma de posición de apoyo a la lucha: Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera (https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31] );
Un balance: Lecciones de la huelga en Cádiz: la clase obrera no tiene más que falsos amigos y enemigos declarados (https://es.internationalism.org/content/4750/lecciones-de-la-huelga-en-cadiz-la-clase-obrera-no-tiene-mas-que-falsos-amigos-y [32] );
Una Reunión Pública donde desarrollar un debate que saque lecciones para hacerlas vivir en nuevas luchas que son más necesarias que nunca.
Damos parte de esta última activad que, dadas las condiciones de la pandemia, tuvo que hacerse de forma virtual. Se conectaron compañeros de lengua española y de lengua portuguesa (Brasil).
La discusión fue muy animada con intervenciones cortas que se respondían unas a otras, como es coherente en un debate proletario, el cual es un encuentro para buscar entre todos conclusiones militantes que contribuyan a la lucha y la conciencia de nuestra clase, lo que está en los antípodas del “debate” burgués1: una pugna brutal para ver quien gana o un discurso interminable de un “líder” que luego se digna responder a “ruegos y preguntas”. Tampoco tiene nada que ver con los foros de las redes sociales trufados de insultos, los comentarios más disparatados y los “me gusta” que son una forma de votación democrática.
Hay que subrayar el interés de los simpatizantes de América del Sur por conocer la huelga de Cádiz. No había una preocupación inmediatista de impulsar luchas en cada país, sino una visión más global de comprender la situación del proletariado. Así, los asistentes de Perú mostraron que las experiencias de Cádiz les recordaban muchas cosas comunes con la huelga de la agroindustria o la lucha contra la Ley Pulpin en este país. Insistieron en que las luchas en los diferentes países tienen necesidades comunes, perspectivas comunes y los mismos enemigos (Gobierno, Patronal, Sindicatos, el arco de partidos burgueses)2.
Hubo acuerdo en que el proletariado no está derrotado y que la lucha de Cádiz, pero muy particularmente las luchas en Estados Unidos3 evidencian combatividad y una resistencia a aceptar los sacrificios que el capitalismo en crisis exige con cada vez mayor insistencia.
No sabemos si estos sobresaltos proletarios van a tener continuidad en nuevas luchas. Es difícil de determinar, de un lado, la crisis al agravarse y especialmente en su vertiente inflacionaria puede ser un acicate para nuevas luchas. Pero, de otro lado, la debilidad del proletariado es grande, los efectos de la descomposición son muy potentes y la burguesía tiene una gran capacidad de maniobra, de forma general, los sindicatos controlan la situación. Sin embargo, las luchas actuales son una fuente de lecciones que son un arma para preparar nuevas luchas.
Un participante apuntó la necesidad de formar grupos de discusión de obreros combativos que saquen lecciones de las luchas y preparen el futuro. Es una experiencia que se dio en los años 70 y 80 que es necesario retomar e impulsar4.
En Cádiz, la solidaridad de clase fue desviada hacia “Salvar Cádiz”, que es una consigna ciudadana para encerrar a los trabajadores en el terreno capitalista de “pedir inversiones” que “creen puestos de trabajo”, es decir, atarlos al interés de la economía nacional. Frente a esta trampa, se denunció la falsa solidaridad que propagan los partidos de izquierda (y de derecha, pues el franquista Vox también declaró su “apoyo” a los obreros gaditanos), los sindicatos, los medios de “comunicación” y las redes sociales:
Dar limosna para cajas de resistencia
Aplausos en las Redes Sociales dando la imagen de que hay mucha gente con los trabajadores cuando estos veían su lucha cada vez más aislada
La trampa de “Salvar Cádiz”
Un compañero de México planteó la cuestión de ¿Cómo podemos ir desde las luchas actuales hacia una gran huelga de masas que dé al proletariado una fuerza decisiva? Esta cuestión no pudo ser discutida y se propuso que fuera abordada en una Permanencia Internacional5.
3 cuestiones relacionadas con la lucha ocuparon gran parte de la discusión con argumentos y contraargumentos en vistas a una clarificación:
¿Son los sindicatos reformistas?
¿El sindicalismo de base es una alternativa a los grandes sindicatos?
¿Qué es el totalitarismo estatal?
Todos los asistentes estaban de acuerdo en que los sindicatos actúan contra los obreros. La experiencia de Cádiz firmando un canallesco 2% frente a una inflación del 6% es la enésima demostración. Pero ¿Cuál es la causa de ese actuar? ¿Sería la naturaleza reformista de los sindicatos? Sobre esto en la reunión se expresaron diferentes posturas.
Los sindicatos fueron creados por el proletariado en el periodo ascendente del capitalismo y no tuvieron nunca como función derribar este sistema y crear otra sociedad. Su función era doble: “1ª Alcanzar mejoras y reformas de la condición obrera dentro de los límites de las relaciones de producción capitalista. Estas mejoras y reformas eran no solamente posibles en aquella época histórica -capitalismo ascendente- sino que además estimulaban su desarrollo. 2ª Actuar como centros de reagrupamiento masivo de los obreros para desarrollar su lucha, su conciencia y su solidaridad”6
Sin embargo, esta función doble ya no la pueden cumplir en el capitalismo decadente por lo que son absorbidos por el Estado y transformados en arma contra la clase obrera. La razón está en que bajo la Decadencia “las contradicciones que están en la naturaleza del capitalismo se agudizan hasta el extremo y se hacen insolubles lo que se traduce en violentas convulsiones no solamente en el terreno económico (crisis) sino igualmente en la guerra, el militarismo, la política, la vida social. En este marco, el capitalismo no puede asegurar una progresión gradual de la condición obrera (…) Ello quita toda la base que sustentaba la primera función de los sindicatos que apenas pueden ofrecer alguna conquista -siempre frágil y temporal- y, en la mayor parte de las ocasiones, deben participar en la imposición a los obreros de los peores sacrificios. Junto a esa razón hay otra que es (…) que el Estado se convierte en el garante último de la supervivencia de la sociedad capitalista para lo cual somete a su puño de hierro el conjunto de la sociedad convirtiéndose en un monstruo totalitario que extiende sus tentáculos sobre todos los aspectos de la vida social (…) lo cual hace imposible la segunda función que tenían los sindicatos en sus orígenes: constituir centros de reagrupamiento de los obreros. Al contrario, los sindicatos se integran activamente en el Estado Capitalista del que se convierten en su principal valedor frente a los obreros”
Es, pues, la naturaleza de los sindicatos como aparatos del Estado Capitalista lo que los lleva a actuar siempre contra la clase obrera, tanto cuando “negocian” como cuando “movilizan”, pues lo que los mueve es la defensa del interés nacional del capital, de la economía en su conjunto.
La tesis de que los sindicatos actúan contra los obreros por que serían reformistas abre la puerta a considerar que serían favorables a los obreros únicamente para la lucha económica, pero que serían anti – obreros para la lucha revolucionaria.
Esto es falso, primero porque no hay separación entre lucha económica y lucha política revolucionaria, es clave comprender que los sindicatos sabotean la lucha económica de los obreros, que sus “negociaciones” firman lo que el Capital necesita imponiendo el desempleo, la miseria y peores condiciones de explotación. Los sindicatos son la oficina y la policía del Estado dentro de los centros de trabajo, esa es su función y no pueden tener otra. Organizar y controlar la producción es una necesidad esencial del capitalismo de Estado y ello significa que Gobierno, patronal y sindicatos colaboran estrechamente para asegurar su funcionamiento al servicio del interés nacional del capital.
El permanente sabotaje de la lucha obrera por parte de los sindicatos, sus continuos servicios al Capital, se viene repitiendo desde hace más de un siglo y en todos los países. Esto ha hecho que dentro del Estado Capitalista aparezca una multitud de sindicatos de base, radicales, “revolucionarios”, “asamblearios”, “coordinadoras” etc. La experiencia de Cádiz muestra que ese “otro sindicalismo” no es más que el complemento de los grandes sindicatos7. El problema reside en la naturaleza del sindicalismo que concibe una organización permanente de masas de los obreros sobre la base de aceptar el capitalismo con lo cual necesariamente tiene como objetivo las necesidades del capital nacional y la subordinación de los obreros a ellas. Por esto todas las tentativas -que han sido muchas a lo largo del siglo XX y XXI- de fundar sindicatos “asamblearios”, “de base”, “alternativos”, “revolucionarios” etc., han acabado en un fracaso para los intereses obreros y en un reforzamiento del Estado Capitalista al dotarlo de organismos:
Para controlar y sabotear la lucha obrera cuando esta comienza a poner en cuestión y a desbordar el dique de los grandes sindicatos
Para propagar la ideología sindicalista que es una concepción de la lucha obrera que parte de dos axiomas que la esterilizan y la llevan al fracaso:
Las luchas tendrían que ser preparadas por una organización permanente supuestamente reagrupando a los obreros más combativos;
La lucha tiene que limitarse a un terreno de mejora y reforma dentro de los límites del capitalismo, lo cual la subordina al interés nacional del capital
Cuando echamos una mirada a la experiencia de Cádiz vemos que los obreros tenían enemigos declarados: la Patronal, los dos grandes sindicatos (CCOO y UGT), el Gobierno “progresista”, la Derecha, la policía etc. Sin embargo, al mismo tiempo, les salieron muchos “amigos”: la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, que tenía la caradura de “apoyarles” a la vez que estaba en el gobierno que organizaba una feroz represión y hacia desfilar una tanqueta por los barrios obreros de Cádiz; el alcalde de Cádiz, Kichi, que presume de “radical”; Podemos, que participa en el mismo gobierno que envía la tanqueta… Las “amistades peligrosas” han llegado hasta el extremo de que Vox, que se reivindica de un matarife de obreros como Franco, y la Iglesia cuya doctrina es aceptar la explotación en la tierra para “disfrutar de la felicidad en el cielo”, han hecho ruidosas declaraciones de apoyo a los trabajadores.
¿Cómo explicar esta proliferación de “falsos amigos”? Pensamos que con la decadencia capitalista se desarrolla en todos los países el capitalismo de Estado8 y esto se concreta en el terreno político – social en la naturaleza totalitaria de todos los Estados.
En la decadencia del capitalismo el Estado es el baluarte decisivo para salvar el sistema y para ello necesita controlar toda la sociedad, evitar que las contradicciones exacerbadas de la decadencia la destruyan y, sobre todo, controlar a la clase obrera. Por ello es un error considerar solamente totalitarios los regímenes -como el nazismo y el estalinismo- que exhiben arrogantemente su pretensión de controlar toda la vida económica, política y social.
Frente al lobo fascista – estalinista, el Estado democrático se presente con piel de cordero: no pretende “controlar” sino “integrar” a los “representantes de la sociedad” con toda una estructura de “derechos”, “libertades”, “elecciones”, “equilibrio de poderes” … Con esta vía de guante de terciopelo, desarrolla un puño de hierro de control efectivo de toda la sociedad y de engaño de la clase obrera, combinando la mistificación, el sabotaje y la división con el arma de la represión9. En cambio, los regímenes de partido único o de dictadura militar solo cuentan con la represión y el terror, pero son incapaces de controlar la lucha obrera cuando tiende a desarrollarse, tomar conciencia y extenderse.
Con el arma del totalitarismo democrático la burguesía puede organizar el espectáculo de cinismo hipócrita que hemos visto en Cádiz -y que se ha repetido multitud de veces desde hace muchos años. Extrema Derecha, Derecha, Izquierda, extrema izquierda, patronal, sindicatos, iglesia etc., actúan como diferentes tentáculos del Estado burgués, unos en plan de “policía malo”, otros con el disfraz de “policía bueno”, unos exhibiendo la mano dura de la represión mientras que otros ponen la mano “blanda” de la adulación a los obreros. Pero, y eso es lo importante, todos convergiendo en la defensa del Capital nacional, en la actuación del Estado, para atacar y desbaratar la lucha obrera.
Corriente Comunista Internacional 13-1-22
1 Ver el quinto artículo de nuestra Serie La Herencia oculta de la Izquierda del Capital: El debate en la burguesía pugna brutal, en el proletariado medio de clarificación (https://es.internationalism.org/content/4322/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-v-el-debate-en-la-burguesia-pugna-brutal [63] ), también sobre las Redes Sociales https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201709/4230/sobre-las-redes-sociales [64]
2 Sobre las luchas en Perú ver: Perú: La Ley 1215 otra ley contra la clase trabajadora https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4279/peru-la-ley-1215-otra-ley-contra-la-clase-trabajadora [65] y Huelga de los obreros de la agroindustria en Perú https://es.internationalism.org/content/4632/huelga-de-los-obreros-de-la-agroindustria-en-peru [66]
3 Ver el artículo Estados Unidos: A pesar de los capitalistas, el COVID y los sindicatos ¡la lucha de clases no ha desaparecido! https://es.internationalism.org/content/4741/estados-unidos-pesar-de-los-capitalistas-el-covid-y-los-sindicatos-la-lucha-de-clases [29]
4 Ver La organización del proletariado fuera de los periodos de luchas abiertas (grupos obreros, núcleos, círculos, comités) https://es.internationalism.org/revista-internacional/201211/3556/la-organizacion-del-proletariado-fuera-de-los-periodos-de-luchas-a [67]
5 Las Permanencias son reuniones de simpatizantes donde se trata un tema propuesto por alguno de ellos. Ver, por ejemplo, Permanencia virtual de la CCI sobre el feminismo https://es.internationalism.org/content/4729/permanencia-virtual-de-la-cci-sobre-el-feminismo [68]
6 Apuntes sobre la cuestión sindical https://es.internationalism.org/cci-online/201104/3103/apuntes-sobre-la-cuestion-sindical [69]
7 Ver "¿Es posible un nuevo sindicalismo? [70]".
8 Sobre qué es el capitalismo de estado ver Cuestiones sobre el Capitalismo de Estado en la actualidad https://es.internationalism.org/content/4714/cuestiones-sobre-el-capitalismo-de-estado-en-la-actualidad [71]
9 Ver La mentira del Estado democrático https://es.internationalism.org/revista-internacional/199404/1856/como-esta-organizada-la-burguesia-i-la-mentira-del-estado-democrat [72]
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Durante nuestra última reunión pública en línea en noviembre de 2021 sobre "el agravamiento de la descomposición del capitalismo, sus peligros para la humanidad y la responsabilidad del proletariado", varios participantes cuestionaron la validez del concepto de descomposición del capitalismo, desarrollado y defendido por la CCI. A través de este artículo, queremos continuar el debate aportando nuevos elementos de respuesta a las objeciones expresadas durante este encuentro. Sin repetir textualmente el contenido de las distintas intervenciones, las principales críticas formuladas pueden agruparse en tres puntos:
"Desde los inicios del marxismo, nadie antes de la CCI había desarrollado tal teoría de la descomposición del capitalismo, ni la Liga de los Comunistas, ni las tres Internacionales, ni ninguna otra organización, pasada o presente, de la izquierda comunista, y nadie más que la CCI se adhiere a ella hoy. ¿Por qué entonces esta innovación en relación con el marxismo cuando el marco de la decadencia del capitalismo es suficiente para explicar la situación actual?"
"La CCI sostiene que la fase de descomposición es el resultado de un estancamiento entre las clases fundamentales de la sociedad, que consiste en la imposibilidad, tanto para la burguesía como para el proletariado, de ofrecer su propia respuesta a la crisis histórica del capitalismo: guerra mundial para una, revolución mundial para la otra. En esta perspectiva, el proletariado habría sido lo suficientemente consciente para impedir que la burguesía desencadenara la guerra mundial, pero insuficiente para plantear su perspectiva de revolución mundial. Las dificultades a las que se enfrentaba el proletariado se habrían visto incrementadas por la campaña anticomunista desatada en el momento del colapso del estalinismo, lo que llevó al hundimiento del capitalismo en esta fase de descomposición. Pero ¿dar tanta importancia a los factores subjetivos en la marcha de la historia no es un enfoque idealista de la misma?”
"La CCI comienza por elaborar una lista de catástrofes que ocurren en el mundo y se sirve de ella para desarrollar, adoptando un enfoque fenomenológico, su teoría de la descomposición del capitalismo; esto da lugar a una visión tautológica del período actual, en la que la descomposición se explica por los acontecimientos y los acontecimientos se explican por la descomposición, lo que al final no explica nada y no permite una comprensión global de la situación”.
El capitalismo, tanto en su auge como en su decadencia, ha pasado por diferentes fases históricas distintas. Esto es cierto, por ejemplo, para la fase imperialista, que anuncia la entrada del capitalismo en su período de decadencia. Al apoyarse firmemente en el método científico del marxismo, los revolucionarios de la época, incluidos Lenin y Luxemburgo, pudieron identificar esta nueva fase en la vida del capitalismo, aunque el concepto de imperialismo no había sido teorizado por Marx y Engels.
En efecto, el marxismo, o el método del socialismo científico, no puede en modo alguno fijarse en un dogma invariable para aprehender una realidad siempre en movimiento. Además, los propios Marx y Engels siempre trataron de desarrollar, enriquecer, e incluso revisar si era necesario, las posiciones que se mostraban insuficientes o anticuadas, como ilustra su prefacio a la reedición alemana de 1872 del Manifiesto Comunista: "Como declara el propio Manifiesto, la aplicación práctica de estos principios depende en todas partes y siempre de las condiciones históricas del momento [...] Ante el inmenso progreso de la gran industria durante los últimos veinticinco años y el desarrollo paralelo de la organización partidaria de la clase obrera; ante las experiencias prácticas, primero de la revolución de febrero, luego y sobre todo de la Comuna de París, donde, por primera vez, el proletariado pudo tener el poder político en sus manos durante dos meses, este programa ha perdido su actualidad en algunas partes”.
Esta fue también la actitud de Luxemburgo cuando luchó contra la posición defendida hasta entonces por el movimiento obrero sobre la cuestión nacional: "Como dijo y demostró muy claramente, defender al pie de la letra, en 1890, el apoyo dado por Marx a la independencia de Polonia en 1848, no sólo era negarse a reconocer que la realidad social había cambiado, sino también transformar el propio marxismo, convertir un método vivo de investigación de la realidad en un dogma cuasi- religioso agotado”1. También podemos mencionar todo el trabajo crítico realizado por la Izquierda Comunista, a partir de los años 20, sobre los nuevos problemas planteados por la degeneración de la Revolución Rusa y de la Internacional Comunista, especialmente sobre la cuestión del Estado en el período de transición y su relación con la dictadura del proletariado.
Las verdaderas "innovaciones" (si se puede decir así) en relación con el marxismo están, por otra parte, representadas tanto por la teoría de la "invariabilidad del marxismo desde 1848", elaborada por Bordiga en plena contrarrevolución, retomada y llevada por los bordiguistas del Partido Comunista Internacional (PCI), y por la actitud equívoca de los damenistas del Partido Comunista Internacionalista (PCI) al respecto, e incluso por el rechazo puro y duro de los bordiguistas a la noción de decadencia del capitalismo, ¡cuando este concepto está presente desde los orígenes del materialismo histórico!2 Además, son estas mismas "innovaciones" en relación con el marxismo las que llevan a estas corrientes de la izquierda comunista a rechazar como no marxista el concepto de descomposición del capitalismo.
En la época de la decadencia del feudalismo, la burguesía, como clase explotadora con sus propios medios de producción e intercambio, podía apoyarse esencialmente en su creciente poder económico en la sociedad feudal, en el que se basaba la conciencia alienada de sus intereses de clase, para conquistar finalmente el poder político. En la época de la decadencia del capitalismo, el proletariado, como clase explotada que no posee más que su fuerza de trabajo, no puede contar ni apoyarse en ningún poder económico en la sociedad; para conquistar el poder político, sólo puede contar con el desarrollo de su conciencia de clase y de su capacidad de organización, cuya maduración constituye por tanto un elemento esencial de la relación de fuerzas entre las clases.
Dado que las condiciones objetivas para el derrocamiento del capitalismo y su sustitución por el comunismo se han cumplido con la entrada del modo de producción capitalista en su período de decadencia, el futuro de la revolución comunista mundial depende exclusivamente de las condiciones subjetivas, de la maduración profunda y amplia de la conciencia de clase del proletariado. Por eso es esencial que la burguesía ataque constantemente la conciencia de la clase obrera.
Los acontecimientos que precedieron al estallido de la Primera Guerra Mundial son un buen ejemplo de ello. En julio de 1914, los bloques imperialistas rivales estaban dispuestos a enfrentarse militarmente. La única incertidumbre que le quedaba a la burguesía era la actitud de la clase obrera ante la guerra. ¿Se dejaría reclutar, sobre todo como carne de cañón, detrás de las banderas nacionales? Esta incertidumbre se despejó el 4 de agosto de 1914 con la traición de la fracción oportunista de la socialdemocracia que, después de haber sido gangrenada durante años por el oportunismo, se pasó definitivamente al campo de la burguesía al votar los créditos de guerra. Este acto de traición fue recibido como un golpe en la cabeza del proletariado, provocando un retroceso de su conciencia de clase que fue inmediatamente aprovechado por la burguesía para movilizar a los proletarios en la Primera Guerra Mundial Imperialista, con la preciosa ayuda de las antiguas organizaciones de la clase obrera recientemente pasadas al enemigo de clase: los partidos socialdemócratas y los sindicatos.
Así, fue el golpe a la conciencia de clase del proletariado lo que finalmente permitió a la burguesía lanzarse a la Primera Guerra Mundial en 1914. Fue también la debilidad de esa misma conciencia de clase en los años 80, agravada por el golpe de las campañas anticomunistas que siguieron al derrumbe del estalinismo, lo que impidió al proletariado plantear su propia perspectiva histórica de revolución comunista mundial y condujo a la entrada del capitalismo decadente en su fase de descomposición; en otras palabras, la ausencia de una perspectiva para la clase obrera equivale ahora a la ausencia de una perspectiva para toda la sociedad. Todo esto ilustra la centralidad y el carácter determinante de los factores subjetivos en el período de decadencia del capitalismo para el futuro de la humanidad.
Así, lejos de ser un enfoque idealista de la historia, la importancia que se da a los factores subjetivos en la marcha de la historia constituye un enfoque verdaderamente materialista dialéctico de la misma. Para Marx, como para todos los materialistas consecuentes, la conciencia de clase es una fuerza material. La revolución comunista es una revolución en la que la conciencia desempeña un papel central: "El comunismo se diferencia de todos los movimientos anteriores en que revoca la base de todas las relaciones de producción e intercambio anteriores, y por primera vez trata conscientemente todas las condiciones naturales previas como creaciones de los hombres que nos han precedido, las despoja de su carácter natural y las somete al poder de los individuos unidos”3.
La sociedad feudal decadente se caracterizó por la aparición de elementos o fenómenos de descomposición, de los que las atrocidades y la decadencia moral que marcaron la Guerra de los Treinta Años son una perfecta ilustración. Dicho esto, el hundimiento del feudalismo en la decadencia fue acompañado del desarrollo del capitalismo, cuyo dinamismo económico impidió que la sociedad en su conjunto se hundiera en una fase de descomposición.
La situación es muy diferente en la sociedad capitalista decadente. No ve crecer en su seno una nueva clase explotadora, cuyo creciente poder económico sería un contrapeso al ineludible hundimiento de la sociedad en la decadencia; no ve desarrollarse en su seno un nuevo modo de producción que sustituya al antiguo. ¿Por qué?
Porque la nueva sociedad que debe surgir de los flancos de la vieja sociedad, el comunismo, es el "verdadero movimiento que suprime el Estado actual". El comunismo sólo puede erigirse sobre la base de la destrucción de las viejas relaciones de producción capitalistas. Mientras este "movimiento que suprime el estado actual" no sea realizado por la clase portadora de una nueva sociedad, los elementos de descomposición que se acumulan y amplían a medida que avanza el período de decadencia no encontrarán en la sociedad ninguna fuerza antagónica que pueda limitar su expresión. Sin un modo de producción capaz de tomar el relevo del capitalismo moribundo, la sociedad llega a pudrirse de pie.
Armados con este marco general de análisis de la decadencia del capitalismo, hemos observado los fenómenos que se han producido desde los años 80. Sin embargo, no los observamos "en sí mismos" sino apoyándonos firmemente en el método científico del marxismo. Fue este enfoque, y no uno fenomenológico, el que permitió identificar la ruptura del bloque del Este como la disolución de la política de bloques, imposibilitando temporal y materialmente la marcha del capitalismo hacia un nuevo conflicto mundial. Igualmente, fue este marco el que nos permitió analizar el colapso del estalinismo como un fenómeno decisivo que marcó la evolución a lo largo de los años 80 de la fase de descomposición del capitalismo, reforzando para el proletariado su responsabilidad crucial en el propio futuro de la humanidad. Para ello, adoptamos el mismo enfoque que los revolucionarios que se enfrentaron al fenómeno de la Primera Guerra Mundial y lo identificaron como la apertura de una era de "guerras y revoluciones", en la que, como afirmó Lenin, "la época de la burguesía progresista" había dado paso a "la época de la burguesía reaccionaria"; en otras palabras, como el inicio del período de decadencia del capitalismo4.
En contra de las objeciones que se nos hacen, no es tanto la acumulación de fenómenos propios de la descomposición lo que da lugar a nuestra comprensión de esta última fase de la vida del capitalismo, sino fundamentalmente un análisis histórico de la relación entre las dos clases fundamentales de la sociedad. En esto, nuestro punto de partida metodológico está en línea con el marxismo, el de basarse en la lucha de clases y su dinámica, en lo que hace de "motor de la historia" y no en simples "fenómenos" acumulados por las circunstancias.
Este enfoque también nos permitió comprender que la descomposición del capitalismo se "alimentaba a sí misma". Este es el caso, en particular, del fenómeno de la pandemia de Covid-19, que es a la vez un producto de la descomposición del capitalismo (aumento de la destrucción tanto del medio natural planetario como de los sistemas de investigación sanitaria y médica, sálvese quien pueda generalizado en el seno de la burguesía mundial que culmina con la "guerra de las máscaras" y la "guerra de las vacunas") y también un factor de aceleración de esta misma descomposición (mayor hundimiento en la crisis económica, huida acelerada hacia la deuda, aumento de las tensiones imperialistas)5. Esta aproximación a la realidad no es, pues, tautológica, sino que adopta el rigor metodológico del materialismo dialéctico.
Animamos a los lectores a seguir reflexionando sobre este tema, en particular leyendo nuestro artículo sobre Las raíces marxistas de la noción de descomposición, aparecido en el número 117 de la Revista Internacional6. Pero también a escribirnos para continuar el debate.
1 La insurrección de Dublín en 1916 y la cuestión nacional https://es.internationalism.org/revista-internacional/201610/4179/la-insurreccion-de-dublin-en-1916-y-la-cuestion-nacional [76]
2 Ver De Marx a la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200407/171/de-marx... [77]
3 Marx y Engels La Ideología Alemana https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm [78]
4 La teoría de la decadencia en la médula del materialismo histórico (IV): de Marx a la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/67/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico-i [79]
5 Dossier especial COVID19: el verdadero asesino es el capitalismo https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo [80]
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/167/entender-la-descomposicion-i-las-raices-marxistas-de-la-nocion-de-d [81]
La pandemia del Covid-19 ha motivado la publicación de una gran cantidad de trabajos que buscan establecer sus causas y proponer alternativas. Uno de ellos, La Fabrique des Pandemics [La fábrica de las pandemias] de Marie-Monique Robin, tiene un eco nada despreciable. Este trabajo se presenta como una síntesis de entrevistas realizadas por la autora a sesenta científicos de todo el mundo: infectólogos, epidemiólogos, médicos, parasitólogos e incluso veterinarios, para quienes el mundo actual se enfrenta a “una “epidemia de pandemias” causada por las actividades humanas, que precipitan el colapso de la biodiversidad”.
Presentado como "saludable", este libro se pregunta sobre la necesidad de atajar las causas de las " nuevas plagas" y pretende ser un llamado a la toma de conciencia sobre la necesidad de un " profundo cambio en nuestra economía globalizada depredadora de los recursos del planeta, causante de la crisis climática, ecológica, sanitaria, económica, energética y financiera” concibiéndose como “un llamado a fundar una ecología-social de la salud y del buen vivir juntos”1. ¡Nada menos!
La búsqueda de la verdad científica es un valor que comparte el proletariado. Como clase de la revolución, despojada de todo sustento material dentro de la sociedad capitalista y poseyendo sólo su capacidad de organización y su conciencia como armas de combate, le es imperativo desarrollar una visión desmitificada de la realidad. Esta es la condición vita e indispensable [sine qua non] de su acción política. Por su parte, los revolucionarios “cara a la ciencia, mantienen una postura de asimilación teórica de sus resultados cuya aplicaciones prácticas comprenden como algo que no podrá servir a la humanidad en sus necesidades reales más que en sociedad que va evolucionando hacia el socialismo. El proceso del conocimiento en el movimiento obrero considera como adquisición propia el desarrollo teórico de las ciencias, pero lo integra en un conjunto de conocimientos cuyo eje es la realización práctica de la revolución social, eje de todo progreso real de la sociedad.”2.
En cuanto a la búsqueda de las causas y el origen científicamente fundamentados de la pandemia, lo mínimo que podemos decir es que le está costando abrirse camino y encuentra muchos obstáculos en una atmósfera envenenada generada por la descomposición de la sociedad capitalista, marcada por el desarrollo de la irracionalidad y la hostilidad hacia el pensamiento científico, comenzando por las concepciones conspiracionistas. Según muchas "teorías de la conspiración", a menudo transmitidas por populistas de todo tipo, la pandemia es una creación artificial deseada por las "élites" al servicio de intereses ocultos, para maximizar las ganancias de los grandes grupos farmacéuticos o imponer un control estatal adicional sobre la vida privada3. Incluso representantes del sistema capitalista considerados como los más "responsables" y muy reconocidos en los medios, disparan públicamente cañonazos contra las conclusiones científicas que subrayan el papel de la destrucción del medio ambiente en la aparición de Covid: “Ver un vínculo entre la contaminación del aire, la biodiversidad y el Covid-19 es surrealismo, no ciencia”, ha declarado a L'Express, Luc Ferry, ex ministro de Educación Nacional. La búsqueda de la verdad científica expone a veces a los investigadores a medidas de represalias por parte de las autoridades, no solo en China, donde estas presiones son muy evidentes, sino también en los Estados democráticos, en formas mucho más sutiles, a través su financiamiento o su congelación.
Incluso en el campo del conocimiento científico existen poderosos filtros e importantes limitaciones ideológicas al análisis de la realidad. La “creencia muy arraigada en el mundo científico, el eco-modernismo [para el cual] el hombre está por encima de todas las demás especies que habitan la Tierra y no es parte de la naturaleza, […] la utilidad de la naturaleza se mide por la vara de lo que aporta o nos inflige: por lo que nos hace bien o nos daña" y que "reduce la naturaleza a un proveedor de servicios para la humanidad" reflejando una concepción ideológica de la naturaleza completamente burguesa, que sólo puede impedirnos captar lo que significa para la humanidad la aparición de la pandemia del Covid-19.
A todo esto se suma, como telón de fondo, la mano de hierro imperialista y la guerra que libran China y Estados Unidos desde hace meses con sus mutuas acusaciones de estar en el origen de la pandemia al haber dejado escapar el virus de algún laboratorio, ya sea en Wuhan, o en suelo estadounidense. La intoxicación propagandística, en tanto desinformación, se encuentra al servicio de la razón de Estado, desplegada en ambos lados con el fin de desacreditar al adversario, solo puede alimentar cada vez más las fantasías conspiracionistas y tener el efecto de desacreditar aún más a la ciencia4.
La manipulación de virus con fines de guerra bacteriológica es, por supuesto, parte de la realidad del mundo bárbaro de hoy y la hipótesis de una fuga de laboratorio tampoco puede excluirse a priori5. Si tal fuese el caso, en China o en otros lugares, en vistas de las dramáticas consecuencias, sería entonces una prueba contundente de la irresponsabilidad de la burguesía y de la ¡pérdida de control sobre su propio sistema! "Pero incluso si el virus hubiera surgido accidentalmente de un laboratorio, ¿cambiaría eso nuestra comprensión de las repetidas apariciones y epidemias de zoonosis en las últimas décadas? Ciertamente no".
Desde la década de 1950, el planeta enfrenta una verdadera "epidemia de epidemias", tanto viejas como nuevas: de una veintena en la década de 1940, pasamos a más de una centena en la década de 1990. Desde los años 2000, la humanidad ha enfrentado al menos una nueva enfermedad infecciosa por año. (SARS, Ébola, Fiebre de Lhasa o Covid-19). El 70% de las enfermedades emergentes son zoonosis, es decir, enfermedades transmitidas de animales a humanos.
Esta "epidemia de epidemias" es provocada por la deforestación, la extensión de la agricultura industrial, los monocultivos y la ganadería industrial (además del cambio climático) que, al debilitar los ecosistemas y precipitar el colapso de la biodiversidad, crean las condiciones que favorecen la propagación de nuevos patógenos. Los mecanismos de estas repetidas emergencias desde la Segunda Guerra Mundial están bien identificados y giran en torno a “varios factores que contribuyen a la aparición de nuevas plagas […]: el primero, por el que surge todo el problema, es la deforestación para monocultivos, minería, etc. […]; la segunda es que los animales domésticos sirven como puente epidemiológico entre la vida silvestre y los humanos, pero también como amplificador, cuando son criados industrialmente; […] la tercera es la integración en el mercado global de un país”. Así, por ejemplo, ahora sabemos que “el surgimiento real [del SIDA] está ligado a la expansión colonial iniciada en el siglo XIX. Las demandas de marfil, madera y luego caucho con una importante deforestación, junto con el trabajo forzado de los aldeanos para las plantaciones y la construcción de vías férreas transformaron los ecosistemas y las sociedades tradicionales". Así, por ejemplo, el antepasado del virus del SIDA se remonta a alrededor de 1910 y circulando en África Central desde la década de 1960, llegó a Estados Unidos en esos años antes de ser identificado en la década de 1980.
Finalmente, los científicos identificaron el mecanismo natural del " efecto de dilución", gracias al cual una rica biodiversidad local tiene un efecto regulador sobre la prevalencia y virulencia de los patógenos, cuya actividad se mantiene poco ruidosa en los ecosistemas en equilibrio”. La destrucción de la biodiversidad representa un peligro mortal para la humanidad; su preservación es una apuesta para su supervivencia. "La mayoría de los científicos que hablan en este libro están convencidos de que el colapso [de la vida en la Tierra] no solo es posible, sino que ya está ocurriendo".
Por supuesto, estos científicos denuncian la negligencia de las autoridades. Si bien sabemos "desde hace mucho tiempo los riesgos para la salud asociados con la ganadería industrial como una fuente importante de selección y amplificación de agentes patógenos con potencial pandémico [...], no llevan a constatar el fallo de las estrategias de preparación por parte de las actores públicos ante el riesgo sanitario y pandémico, así como estrategias de predicción de emergencias”. Han señalado también la incapacidad de los Estados para dar soluciones a temas como la salud, los cuales ante las "reiteradas crisis sanitarias" han incrementado sobre todo" las medidas de biovigilancia y bioseguridad". Pero "cada vez, el imperativo de responder a la crisis sanitaria conduce finalmente a ignorar las causas de su emergencia. No hay respuesta a la cuestión de por qué y cómo un virus que circulando en algún lugar de Asia pudo abrirse paso en solo unos meses entre todas las poblaciones humanas del planeta”. Una negligencia y una impotencia de la clase dominante es confirmada por una institución poco sospechosa de prejuicios “anti-sistema”, la CIA, quien escribió en 2017, en el informe sobre la situación del mundo presentado cuando entra un nuevo presidente: "El planeta y sus ecosistemas corren el riesgo de verse fuertemente afectados en los próximos años por diversos cambios humanos y naturales. Estas alteraciones expondrán a las poblaciones a nuevas vulnerabilidades y necesidades de agua, alimentos, servicios de salud, energía e infraestructuras. […] Estos riesgos se distribuirán de manera desigual en el tiempo y la geografía, pero afectarán a la mayoría de los ecosistemas y poblaciones, en algunos casos de manera severa o incluso catastrófica. […] Las condiciones ambientales cambiantes y los crecientes vínculos e intercambios en todo el mundo afectarán la frecuencia de las lluvias, la biodiversidad y la reproducción de microbios. Todo esto afectará naturalmente a los cultivos y los sistemas agrícolas, y aumentará la aparición, transmisión y propagación de enfermedades infecciosas humanas y animales. […] Las deficiencias y las negligencias de los sistemas de salud nacionales e internacionales harán más difícil la detección y el manejo de las epidemias, lo que corre el riesgo de su propagación por áreas muy extensas. La generalización de los contactos entre poblaciones incrementará la propagación de enfermedades infecciosas crónicas ya extendidas (como la tuberculosis, el sida y la hepatitis), provocando graves problemas económicos y humanos en los países más afectados, a pesar de la importancia de los recursos internacionales destinados a su prevención”6. Los científicos entrevistados en el libro de Marie-Monique Robin también están legítimamente escandalizados e indignados porque "son los más pobres los más duramente afectados", por la carga sanitaria debida al “abismo entre quienes se benefician de estas [actividades económicas que provocan emergencias] y quienes pagan el precio de una salud degradada”.
Pero cuando se trata de saber con precisión qué hay detrás de las "actividades humanas que constituyen el principal factor de riesgo sanitario", solo aparece la vaguedad y la confusión.
¿De quién o de qué estamos hablando? ¿Neoliberalismo? ¿Finanzas? ¿“Multinacionales farmacéuticas y agroindustriales o sus líderes lobotomizados por la codicia de ganancias a corto plazo”?, los cuales alternativamente son puestas en la picota a lo largo de los capítulos. Sin embargo, la incriminación vaga e incoherente de las "actividades humanas" y el "impacto antrópico sobre el medio ambiente" sólo nos conduce a la incertidumbre.
En la sociedad dividida en clases como lo es el capitalismo, la invocación del "hombre" en general para explicar un fenómeno social es una fórmula completamente mistificadora. Al oscurecer así la realidad de las relaciones sociales del sistema capitalista, se le enmascara y se impide captar los términos en que se plantea real y concretamente el problema sanitario y ambiental. De esta manera al presentar como "excesos" o "deriva" lo que, en realidad, corresponde a su práctica ordinaria, se libera de toda responsabilidad al propio sistema capitalista en su conjunto.
Cuando se pasa a propuestas concretas de acción política para comprometerse en "el único resultado que vale la pena: el cuestionamiento del modelo económico dominante basado en el control depredador de los humanos sobre los ecosistemas”, toda la ciencia se desvanece por completo. Se cae en las redes de la ideología dominante y del Estado burgués. Se nos proponen diferentes recetas que giran todas en torno a la vieja y trillada mistificación del "Todos en el mismo barco" y la necesidad de que el "individuo-ciudadano" se movilice para presionar a las instituciones y a los "políticos" con el fin de que ellos "tomen sus responsabilidades". Así, la conclusión del libro conduce, entre otros disparates, en los que abunda esta parte, sobre la promoción de un foro publicado en Liberation, "la hora de la solidaridad ecológica ha llegado", llamando a "Cada uno [a] tomar su parte, a contribuir en la medida de sus posibilidades, a la exploración continua de dos cuestiones esenciales: ¿qué desarrollo queremos? ¿Qué naturaleza deseamos?, para ello debemos alentar a todos los niveles decisionales (ciudadanos, colectivos, asociaciones, sindicatos, grupos espirituales, municipios, empresas, departamentos, regiones, servicios Estatales, organismos del sistema de Naciones Unidas...) a pensar individualmente y luego implementar colectivamente esta solidaridad (distante y local) en sus dimensiones ecológicas, sociales y económicas". Claramente, se nos pide que confiemos en la burguesía y en las instituciones del Estado, que pongamos nuestro destino en sus manos y que hagamos causa común con la clase que encarna el capitalismo, aquella que es precisamente la agente de la catástrofe: ¡cambiar todo, y nada cambiar en los cimientos del mundo capitalista!
A menos que haya descubierto la varita mágica que le permite escapar de su naturaleza y de las contradicciones que resultan de ella7..., el movimiento obrero y el marxismo desde hace ya mucho tiempo han mostrado que el sistema capitalista en su conjunto no tiene precisamente la capacidad de frenar su depredación sobre los ecosistemas. Al transmitir la ilusión de un capitalismo capaz de limitar sus "excesos", de tomar "opciones razonables para el bien de todos", se nos confina dentro de los límites del horizonte de la sociedad capitalista, se nos encierra en una lógica de gestión y reforma del capitalismo sobre el terreno de la acción ciudadana, precisamente donde el proletariado es completamente impotente8. Creer en esta posibilidad es un callejón sin salida, querer y hacer creer en ella es claramente convertirse en cómplice de la clase dominante. En el contexto de la pandemia donde el Estado burgués y la clase dominante han perdido parte de la confianza de los explotados, “La Fábrica de Pandemias” contribuye a las campañas de la burguesía y no es más que uno de los contrafuegos ideológicos encendidos para que todos aquellos que legítimamente se planten la cuestión del qué hacer para detener el ciclo bárbaro de destrucción ambiental.
A lo largo de las páginas, las insistencias de los científicos perfilan lo que, según ellos, deberían consistir los contornos de la solución a la crisis ambiental planetaria. Destacan la necesidad de una "revolución societaria", de carácter universal, que afecte a todos los ámbitos, capaz de "repensar todo de manera sistémica", en particular la relación del género humano con la naturaleza, especialmente en plano de la economía y la producción, en la necesidad de desarrollar una nueva ética y resolver "la cuestión de la pobreza ", sin la cual será imposible "preservar de manera sostenible los ecosistemas”.
¿Se puede imaginar seriamente por un momento que estas llamadas soluciones correspondan de alguna manera a lo que puede ofrecer el mundo burgués en plena descomposición? ¡Claro que no! Las líneas principales de este aspecto apuntan, por el contrario, al proyecto social del sepulturero del mundo capitalista, única alternativa susceptible de abrir las puertas del futuro: "El comunismo [como] verdadera solución al antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre hombre y hombre”9, de la que es portadora la clase revolucionaria de nuestro tiempo, el proletariado.
En el siglo XIX, ante las consecuencias de la industrialización sobre las condiciones de vida del proletariado y su salud, con la insalubridad, las epidemias y la contaminación del aire, la contaminación de las aguas en el infierno urbano de las grandes ciudades, así como el alarmante agotamiento de los recursos naturales, particularmente de los suelos sometidos a la agricultura capitalista a gran escala en Inglaterra, el país entonces más desarrollado en el camino del capitalismo, el movimiento obrero, desde sus primeros años, se preocupó por las cuestiones ambientales.
Así, el marxismo denunció enérgicamente la aberración de la apropiación privada de la tierra y la incompatibilidad del capitalismo con la naturaleza y su preservación. El sistema capitalista, que se presenta como la culminación de un proceso histórico que consagra el mundo de las mercancías, un sistema de producción universal de mercancías, donde todo se vende, no inauguró el saqueo de la naturaleza. Pero este saqueo, con el capitalismo, se ejerce a escala planetaria, hecho sin precedentes en comparación con los modos de producción anteriores, restringidos a dimensiones más locales, y adquiere ahora un carácter de depredación cualitativamente nuevo en la historia de humanidad: " sólo con él la naturaleza se convierte en puro objeto para el hombre, pura materia de utilidad; dejando de ser reconocida como un poder por sí misma; e incluso el conocimiento de sus leyes autónomas aparece como una simple artimaña para someterla a las necesidades humanas, tanto como objeto de consumo como medio de producción”10. La incompatibilidad del capitalismo con la naturaleza (lo que se traduce en devastación acorde con su rapacidad) encuentra su raíz precisamente en su naturaleza explotadora, en el hecho de que, empujado por la búsqueda frenética de la máxima ganancia, no es sólo de la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado que extrae su riqueza y su ganancia sino también de la explotación y el saqueo de los recursos de la naturaleza. El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), como el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre. [] En la medida en que el hombre se sitúa de antemano como propietario frente a la naturaleza, fuente primera de todos los medios y objetos de trabajo, y la trata como posesión suya, su trabajo se convierte en fuente de valores de uso, y, por tanto, en fuente de riqueza11. Marx denuncia ya los efectos de la explotación y de la acumulación capitalistas paralelamente destructores sobre el planeta como sobre la fuerza de trabajo del proletariado: "En la agricultura moderna, al igual que en la industria urbana, el aumento de la productividad y el rendimiento superior del trabajo se compran al precio de la destrucción y el agotamiento de la fuerza de trabajo. Además, todo avance en la agricultura capitalista es un avance no sólo en el arte de explotar al trabajador, sino también en el arte de saquear el suelo; cada avance en el arte de aumentar la fertilidad por un tiempo, un avance en la destrucción de las fuentes duraderas de fertilidad. Cuanto más se desarrolla un país, por ejemplo los Estados Unidos de Norteamérica, sobre la base de la industria a gran escala, más rápidamente tiene lugar este proceso de destrucción. La producción capitalista, por lo tanto, desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social solo agotando simultáneamente las dos fuentes de las que brota toda riqueza: la tierra y el trabajador"12
Sobre todo, el marxismo ha sacado a la luz que el proceso de desarrollo del Capital, sujeto a la necesidad de acumular siempre más, afecta las propias bases naturales de la producción, desequilibra peligrosamente la interacción entre el hombre y la naturaleza y provoca una ruptura irremediable de su metabolismo. “Con la preponderancia cada vez mayor de la población urbana concentrada en los grandes centros, la producción capitalista, por un lado, acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otro lado, altera el metabolismo entre el 'hombre y la tierra, es decir, el retorno al suelo de los componentes del suelo utilizados por el hombre en forma de alimento y vestido, por lo tanto, el estado natural eterno de la fertilidad permanente del suelo".13.“La gran propiedad territorial reduce al mínimo la población agrícola, a un número que cae constantemente frente a una población industrial concentrada en las grandes ciudades, y que aumenta sin cesar; crea así condiciones que provocan un hiato irremediable en el complejo equilibrio del metabolismo social compuesto por las leyes naturales de la vida: el resultado es un despilfarro de las fuerzas del suelo, despilfarro que el comercio traslada mucho más allá de [83]las fronteras del país considerado. La gran industria como la gran agricultura explotada industrialmente actúan en la misma dirección".14 Por eso, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos, incluso cuando se suponía que debían hacer frente a la crisis ecológica, el capitalismo sólo ha alimentado esta crisis, prolongándola, agravándola cada vez más, devastando la naturaleza, amenazando "la eterna condición natural de la vida humana". Marx ya podía discernir que el capitalismo ponía en peligro el futuro de las generaciones posteriores y, potencialmente, ponía en peligro el futuro de la humanidad.15
Si Marx y el movimiento obrero de su época no podían imaginar los efectos de la agonía del capitalismo sobre la humanidad, sus previsiones se han visto ampliamente confirmadas después de más de un siglo de decadencia capitalista. Durante este período, la acumulación de capital se hizo cada vez más destructiva, "la destrucción despiadada del medio ambiente por parte del capital [adquirió] otra dimensión y otra cualidad [...]; esta es la época en la que todas las naciones capitalistas se ven obligadas a competir en un mercado mundial sobresaturado; una era, por tanto, de economía de guerra permanente, con un crecimiento desmesurado de la industria pesada; una era caracterizada por el irracional e inútil desdoblamiento de complejos industriales en cada unidad nacional,[…] el surgimiento de megalópolis, […] el desarrollo de tipos de agricultura que no han sido menos dañinos ecológicamente que la mayoría de los diferentes tipos de industria".16
"La Gran Aceleración"(como algunos han designado a la amplitud de la devastación ecológica de las últimas décadas) constituye en realidad una de las manifestaciones de la crisis histórica del modo de producción capitalista en su período de decadencia, llevada a su clímax en su fase última, la de su descomposición. Las consecuencias ecológicas del capitalismo en descomposición (del cual la pandemia de Covid-19 es un producto puro) se mezclan y combinan con todos los demás fenómenos de dislocación de la sociedad capitalista para sumergir a la humanidad en un caos y una barbarie crecientes. El agotamiento de los recursos y las consecuencias del calentamiento global perturban y desorganizan gravemente la producción agrícola e industrial, generando el desplazamiento de poblaciones que huyen de zonas que se han vuelto improductivas o inhabitables y exacerbando las rivalidades militares en un mundo donde cada Estado busca salvarse a sí mismo ante la catástrofe. Más que nunca, las relaciones sociales capitalistas que se han vuelto obsoletas, representan un peligro mortal para la supervivencia de la humanidad.
Por lo tanto, obligadamente la solución de la crisis ecológica pasa por la abolición del propio capitalismo, por la destrucción de las relaciones sociales capitalistas de explotación, yendo de la mano con la resolución de la cuestión social, y depende de esta última para establecer una sociedad de productores libremente asociados (el comunismo) que debe "establecer sistemáticamente [el metabolismo entre el hombre y la tierra] como ley reguladora de la producción social".17 con el fin de colocar la satisfacción de las necesidades humanas en el centro de su modo de producción. Esta sociedad comunista solo puede ser implementada por el proletariado, la única fuerza social que ha desarrollado una conciencia y una práctica capaz de "revolucionar el mundo existente", de "transformar prácticamente el estado de cosas existente.”18 ¡Solo él, a través de su lucha por el comunismo, puede asegurar un futuro para la humanidad!
Scott, 25 de octubre de 2021
1 A menos que se indique lo contrario, todas las citas están tomadas del trabajo de Marie-Monique Robin
2 Crítica del " filósofo de Lenin " de Pannekoek, Revista Internacional n° 27 (cuarto trimestre de 1981) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2326/critica-de-lenin-filosofo-de-pannekoek-2-parte [84]
3 Ver Las teorías conspiranoicas una expresión de la descomposición ideológica del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4590/las-teorias-conspiranoicas-una-expresion-de-la-descomposicion-ideologica-del [85]
4 Ver La propaganda durante la Primera Guerra Mundial https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4114/la-propaganda-durante-la-primera-guerra-mundial [86]
5 " Incluso las condiciones de seguridad drásticas no protegen contra accidentes. Más de setecientos incidentes de robo, pérdida o liberación de agentes infecciosos y toxinas ocurrieron en los Estados Unidos entre 2004 y 2010, y esto se refiere tanto al bacilo del ántrax como al bacilo de la gripe aviar. Una docena de ellos han causado infecciones” (S. Morand, La próxima plaga, 2016)
6 El mundo en 2035 visto por la CIA (2017)
7 Con escalofriante cinismo, el informe de la CIA levanta una esquina del velo sobre la razón de la incapacidad congénita del capitalismo para proteger a la humanidad de los flagelos que la abruman: " Movilizar políticas y recursos para tomar medidas preventivas resultará difícil sin una crisis dramática que obligue un replanteamiento de las prioridades. Incluso después de una crisis, la voluntad de evitar la repetición a menudo se ve abrumada por la escala de inversión en investigación climática, para la protección y previsión de desastres (El mundo en 2035 visto por la CIA) ¡No puede ser más claro! La misma agencia también confirma que la pandemia de Covid-19 socava aún más la capacidad del capitalismo para responder a la crisis sanitaria y ecológica, y que no debemos hacernos ilusiones sobre cualquier mejora futura: "La pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto las debilidades y divisiones políticas de instituciones internacionales […] y cuestionado la capacidad y voluntad de los países de cooperar multilateralmente para abordar desafíos comunes más allá de las enfermedades infecciosas, incluido el cambio climático” ( El mundo en 2040 visto por la CIA ). Su "impacto se sentirá desproporcionadamente en el mundo en desarrollo y las regiones más pobres y se combinará con la degradación ambiental para crear nuevas vulnerabilidades y exacerbar los riesgos existentes para la prosperidad económica, los alimentos, el agua, la salud y la seguridad energética. Es probable que los gobiernos, las sociedades y el sector privado desarrollen medidas de adaptación y resiliencia para hacer frente a las amenazas existentes, pero es poco probable que estas medidas se distribuyan de manera uniforme, dejando atrás a algunas poblaciones” (Ídem). ¡Esto no es más que un eufemismo!
8 Ver El capitalismo amenaza el planeta y la supervivencia de la humanidad: Sólo la lucha mundial del proletariado puede acabar con la amenaza https://es.internationalism.org/content/4405/el-capitalismo-amenaza-el-planeta-y-la-supervivencia-de-la-humanidad-solo-la-lucha [87]
9 Karl Marx, Manuscritos de 1844
10 Karl Marx, Manuscritos de 1857-1858, conocido como Gründrisse
11 Marx, Engels, Programas socialistas, crítica a los proyectos de Gotha y Erfurt
12 Karl Marx, El Capital, Libro I. Solo limitándonos al aspecto agrícola, las predicciones de Marx han sido ampliamente confirmadas: “Más de un tercio del suelo (fuente del 95% de los recursos alimentarios) ya está degradado, y es probable que esta parte aumentará a medida que crezca la población mundial. La degradación de la tierra (la pérdida de productividad del suelo debido a cambios provocados por el hombre) ya está ocurriendo a un ritmo cuarenta veces mayor que el de su reformación” (El mundo en 2035 visto por la CIA)
13 ídem.
14 Karl Marx, El Capital, Libro III.
15 El hecho, para el cultivo de los diversos productos de la tierra, de depender de las fluctuaciones del mercado, que provocan un cambio perpetuo en estas culturas, el espíritu mismo del capitalismo, centrado en la ganancia más inmediata, están en contradicción con la agricultura, que debe conducir su producción teniendo en cuenta todas las condiciones permanentes de existencia de las sucesivas generaciones humanas” (Karl Marx, El Capital, Libro III).
16"Ecología: es el capitalismo el que contamina la Tierra", Revista internacional n° 63 (cuarto trimestre de 1990).
17Marx, El Capital - Libro Primero: El desarrollo de la producción capitalista, Sección IV: La producción de plusvalía relativa, Capítulo XV: Maquinaria e industria pesada - § X. - Industria pesada y agricultura (en Ed La Pléiade, Obras: Economía I, pág. 998)
18Marx y Engels, La ideología alemana (1846).
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La abrumadora responsabilidad de China por el brote de Covid-19, y especialmente su rápida propagación, que ha llevado a la actual pandemia mundial, ha sido ampliamente publicitada en los medios de comunicación. Sin embargo, el escaso número de muertos y la ausencia de grandes oleadas de contagios en el país -al menos según datos oficiales-, así como el hecho de que China sea la única gran potencia que no ha anunciado recesión económica en 2020 (+2 % del PIB) han llevado a muchos observadores a presentar a China como el gran ganador de la crisis del Covid-19 en el tablero de ajedrez del equilibrio de poder entre las principales potencias imperialistas.
Es cierto que, desde principios de la década de 1980, al abrir su economía al bloque estadounidense, China se ha beneficiado en gran medida de la globalización de la economía y la implosión del bloque soviético. Ha tenido un ascenso meteórico en términos económicos e imperialistas durante los últimos treinta años, y esto la ha convertido en el retador más importante de Estados Unidos. Hoy, sin embargo, enfrentar la pandemia, manejar la economía y expandir su zona de influencia están creando grandes dificultades para la burguesía china. La crisis del Covid-19 está acentuando fuertemente los enfrentamientos entre facciones dentro de su aparato político y exacerbando las tensiones entre los tiburones imperialistas en el Lejano Oriente.
Mientras apuesta desde el principio por una eventual inmunidad colectiva antes de abrir el país, China está aplicando una política de bloqueos drásticos en ciudades y regiones enteras cada vez que se identifican infecciones, lo que obstaculiza gravemente las actividades económicas y comerciales: por ejemplo, el cierre del puerto de Yantian, el tercer puerto de contenedores más grande del mundo en mayo de 2021, provocó el bloqueo de cientos de miles de contenedores y cientos de barcos durante meses, interrumpiendo totalmente el tráfico marítimo mundial. De hecho, el más mínimo brote de infección, incluso unos pocos casos, se considera un gran peligro: recientemente, se ordenaron cierres drásticos en 27 ciudades y 18 provincias (21 de agosto), en Xiamen, una ciudad de 5 millones (septiembre ' 21), y desde septiembre se reportan contagios en la mitad de las provincias y en la ciudad de Shanghái.
Además, la campaña de vacunación masiva para lograr la inmunidad colectiva ha llevado a algunas provincias y ciudades chinas a imponer sanciones financieras a quienes desconfían y evitan la vacunación. Sin embargo, ante numerosas protestas en las redes sociales chinas, el gobierno central bloqueó tales medidas, que tendían a “poner en peligro la cohesión nacional”. Pero el revés más grave es, sin duda, la convergencia de datos sobre la limitada efectividad de las vacunas chinas, que se observa en varios países que las usan, como Chile: “En general, la campaña de vacunación chilena, bastante efectiva con el 62% de la población vacunada actualmente. - no parece tener ningún impacto notable en la reducción del número de muertes” (H. Testard, "Covid-19: la vacunación despega en Asia, pero crecen las dudas sobre las vacunas chinas", Asialyst, 21.07.21). Las autoridades sanitarias chinas incluso recomendaron importar dosis de Pfizer o Moderna para compensar la ineficacia de sus propias vacunas.
La gestión extremadamente dura e ineficiente de la pandemia por parte del capitalismo de Estado chino quedó ilustrada en noviembre pasado por el llamado del Ministerio de Comercio a la población china para que almacene raciones de emergencia en casa. Y es probable que la situación se deteriore aún más a medida que se propaga la variante Ómicron.
El fuerte crecimiento que China ha experimentado durante las últimas cuatro décadas, aunque ya se estaba desacelerando en la última década, parece estar llegando a su fin. Los expertos esperan que el PIB de China crezca menos del 5% en 2021, en comparación con un promedio del 7% durante la última década y más del 10% en la década anterior. Varios factores ponen de relieve las dificultades actuales de la economía china.
En primer lugar, existe el peligro de que estalle la burbuja inmobiliaria china: Evergrande, la segunda inmobiliaria del país, está ahora aplastada por una deuda de unos 300.000 millones de euros, lo que representa el 2% del PIB del país. Otras promotoras, como Fantasia Holdings y Sinic Holdings, casi han incumplido sus pagos, y el sector inmobiliario, que representa el 25% de la economía china, ha generado una colosal deuda pública y privada de billones de dólares. El accidente de Evergrande es solo la primera secuencia de un colapso global de este sector. Hoy son tantas las viviendas vacías que se podrían albergar 90 millones de personas. Por supuesto, el colapso inmediato del sector se evitará en la medida en que las autoridades chinas no tengan más remedio que limitar los daños a riesgo de un impacto muy severo en el sector financiero:
“(...) 'no habrá un efecto bola de nieve como en 2008 [en EE. UU.], porque el gobierno chino puede detener la máquina', dice Andy Xie, economista independiente y ex empleado de Morgan Stanley en China, citado por Le Monde. "Creo que con Anbang [grupo de seguros, nota del editor] y HNA [Hainan Airlines], tenemos buenos ejemplos de lo que puede suceder: habrá un comité que reúna en torno a una mesa a la empresa, los acreedores y las autoridades, decidiendo qué activos vender, cuáles reestructurar y, al final, cuánto dinero queda y quién puede perder fondos'”. (P.-A. Donnet, “Caída de Evergrande en China: el fin del dinero fácil”, Asialyst , 25.09.21).
Muchos otros sectores también están en números rojos: a fines de 2020, la deuda total de las empresas chinas representaba el 160 % del PIB del país, en comparación con alrededor del 80 % de las empresas estadounidenses, y las inversiones "tóxicas" por sí solas de los gobiernos locales ahora representan, según analistas de Goldman Sachs, 53.000 millones de yuanes, suma que representa el 52% del PIB chino. El estallido de la burbuja inmobiliaria corre el riesgo no solo de contaminar otros sectores de la economía sino también de generar inestabilidad social (casi 3 millones de empleos directos e indirectos vinculados a Evergrande), el gran temor del Partido Comunista Chino (PCCh).
En segundo lugar, los cortes de energía se han multiplicado desde el verano de 2021: son consecuencia de la falta de suministro de carbón, causada entre otras cosas por las inundaciones récord en la provincia de Shaanxi (que por sí sola produce el 30% del combustible del país), y también por el endurecimiento de las normas anticontaminación decidido por Xi. Los sectores del acero, el aluminio y el cemento ya están sufriendo en varias regiones por el suministro limitado de energía eléctrica. La escasez ha reducido la capacidad de producción de aluminio en torno a un 7% y la de cemento en un 29% (cifras de Morgan Stanley) y el papel y el vidrio podrían ser los próximos sectores afectados. Estos recortes ahora están frenando el crecimiento económico en todo el país. Pero la situación es aún más grave de lo que parece a primera vista. “La escasez de energía ahora se está extendiendo al mercado residencial en partes del noreste. La provincia de Liaoning ha extendido los cortes de energía del sector industrial a las redes residenciales”. (P.-A. Donnet, «China: como la grave penuria de la electricidad amenaza la economía», Asialyst , 30.09.21).
Finalmente, la escasez de energía, pero también los bloqueos resultantes de las infecciones de Covid, están afectando la producción en las industrias en varias partes de China, lo que a su vez está aumentando el alcance de las interrupciones en las cadenas de suministro ya estiradas a nivel nacional y global, especialmente como cadenas de fabricación en muchos sectores se enfrentan a una grave escasez de semiconductores.
Los datos recientes confirman que el crecimiento económico se está desacelerando, con la caída del consumo interno y la caída de los ingresos y salarios de los hogares.
El desarrollo del proyecto “Nueva Ruta de la Seda” encuentra cada vez más dificultades por el peso financiero de la crisis del Covid en China, pero también por las dificultades económicas de los “socios”, asfixiados por la presión de la deuda, o debido a su renuencia cada vez más obvia a aceptar la "interferencia" china.
Debido en particular a la crisis de Covid, el endeudamiento de varios países "socios" ha alcanzado niveles asombrosos y son incapaces de pagar los intereses de los préstamos chinos. Países como Sri Lanka, Bangladesh (crecimiento de la deuda externa de +125% en la última década), Kirguisistán, Pakistán ($20 mil millones en préstamos bilaterales de China), Montenegro y varios países africanos han pedido a China que reestructure, retrase o simplemente cancele reembolsos vencidos este año.
Al mismo tiempo, crece la desconfianza en varios países hacia la actuación de China (no ratificación del tratado comercial China-UE, distanciamiento de Camboya, Filipinas o Indonesia), a lo que hay que sumar la presión anti china ejercida por Estados Unidos (en América Latina hacia países como Panamá, Ecuador y Chile). Finalmente, el caos producido por la descomposición tiene como consecuencia la desestabilización de ciertos países clave de la “Nueva Ruta de la Seda”; es el caso, por ejemplo, de Etiopía, que se hunde en una terrible guerra civil entre el gobierno central etíope y la región de Tigray. Este era un país, presentado como un polo de estabilidad y el “nuevo taller del mundo”, que constituía un importante punto de apoyo para el “Proyecto Ruta de la Seda” en el noreste de África, con una base militar china en Djibouti.
En definitiva, no es de extrañar que en 2020 se desplomara el valor financiero de las inversiones inyectadas en el proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda” (-64%), mientras que China ha prestado más de 461.000 millones de dólares desde 2013.
Todas estas dificultades están alimentando las tensiones dentro de la burguesía china, incluso si, debido a la estructura política estalinista del capitalismo de Estado, no se manifiestan de la misma manera que en los EE. UU. o Francia, por ejemplo.
Bajo el capitalismo de Estado al estilo estalinista chino de Deng Xiao Ping, bajo el pretexto de una política de "crear riqueza para compartirla", se establecieron zonas "libres" (alrededor de Hong Kong, Macao, etc.) para desarrollar un tipo de "mercado libre", permitiendo la entrada de capital internacional y favoreciendo también a un sector capitalista privado. Con el colapso del bloque del Este y la “globalización” de la economía en la década de 1990, esta última se desarrolló exponencialmente, a pesar de que el sector público bajo control estatal directo aún representa el 30% de la economía. ¿Cómo manejó la estructura rígida y represiva del estado estalinista y el partido único esta “apertura” al capitalismo privado?
Ya en la década de 1990, el partido integró masivamente a empresarios y líderes de empresas privadas. “A principios de la década de 2000, el entonces presidente Jiang Zemin levantó la prohibición de contratar a empresarios del sector privado, que anteriormente habían sido vistos como enemigos de clase (...). Los hombres y mujeres de negocios así seleccionados se convierten en miembros de la élite política, lo que asegura que sus empresas estén, al menos parcialmente, protegidas de gerentes depredadores” (“¿Qué queda del comunismo en China?”, Le Monde Diplomatique 68, julio, 2021). Hoy, los profesionales y gerentes con educación superior constituyen el 50% de la membresía del PCCh.
Las oposiciones entre las distintas fracciones se expresarán, por tanto, no sólo dentro de las estructuras estatales sino dentro del propio PCCh. Desde hace varios años1, las tensiones han ido creciendo entre diferentes facciones dentro de la burguesía china2, en particular entre aquellas más vinculadas a los sectores capitalistas privados, dependientes del comercio y la inversión internacional, y aquellas vinculadas a las estructuras estatales y el control financiero a nivel regional o nivel nacional; los que abogan por una apertura al comercio mundial y los que promueven una política más dogmática o nacionalista. La “campaña anticorrupción” del presidente Xi implicó confiscaciones espectaculares de enormes fortunas amasadas por miembros de varias camarillas, mientras que el “giro a la izquierda” implicó menos pragmatismo económico y más dogmatismo y nacionalismo. El resultado ha sido la intensificación de las tensiones políticas y la inestabilidad en los últimos años: testigo “las continuas tensiones entre el primer ministro Li Keqiang y el presidente Xi Jinping sobre la recuperación económica, así como la 'nueva posición' de China en el escenario internacional” (A. Payette, "China : en Beidaihe, 'la universidad de verano del Partido, las tensiones internas a flor de piel", Asialyst , 06.09.20).
Otros ejemplos de estas tensiones: las críticas explícitas a Xi que aparecen regularmente (más recientemente, el ensayo de "alerta viral" publicado por un renombrado profesor de derecho constitucional en la Universidad de Qinghua en Beijing, prediciendo la muerte de Xi), las tensiones entre Xi y los generales que dirigen el Ejército Popular, que son blanco en particular de la campaña anticorrupción, y las intervenciones del aparato estatal contra los empresarios demasiado “extravagantes” y críticos con el control estatal (Jack Ma y Ant Financial, Alibaba). Algunas quiebras (HNA, Evergrande) también podrían estar vinculadas a las luchas entre camarillas dentro del partido, por ejemplo, en el marco de la cínica campaña para “proteger a los ciudadanos de los excesos de la “clase capitalista” (sic).
En resumen, la burguesía china, como otras burguesías, se enfrenta a crecientes dificultades económicas vinculadas a la crisis histórica del modo de producción capitalista y el caos resultante de la descomposición del sistema. Esto está conduciendo a la exacerbación de las tensiones entre facciones dentro del PCCh, que está tratando, por todos los medios a su alcance, de contener dentro de sus obsoletas estructuras capitalistas de Estado.
Mientras tanto, la situación es igual de delicada para la burguesía china a nivel internacional, en primer lugar, por la política agresiva de EE. UU., pero también por las crecientes tensiones con otras grandes potencias asiáticas, como India y Japón, agudizadas por el caos. y el “sálvese quien pueda” de este período de descomposición.
La política de “Estados Unidos primero”, implementada por Trump a partir de 2017, ha llevado esencialmente a nivel imperialista a una creciente polarización y agresividad hacia China, cada vez más identificada por la burguesía estadounidense como el principal peligro. EEUU ha tomado la decisión estratégica de concentrar sus fuerzas en el enfrentamiento militar y tecnológico con China, para mantener e incluso acentuar su supremacía, para defender su posición de banda dominante frente a los rivales (China y también Rusia) que más directamente amenazan su hegemonía. La política de la administración Biden está totalmente en línea con esta orientación; no solo ha mantenido las medidas económicas agresivas contra China implementadas por Trump, sino que ha incrementado aún más la presión a través de una política agresiva:
- a nivel político: defensa de los “derechos humanos” en relación con la represión de los uigures o manifestaciones “pro-democracia” en Hong Kong; exclusión de China de la Conferencia de la Democracia organizada por Biden a favor de Taiwán, a la que EE.UU. se está acercando claramente a nivel diplomático y comercial;
- a nivel militar, en el Mar de China, a través de demostraciones de fuerza explícitas y espectaculares en los últimos meses: aumento de los ejercicios militares que involucran a la flota estadounidense y de los aliados en el Mar de China Meridional; informes alarmistas sobre amenazas inminentes de intervención china en Taiwán; la presencia en Taiwán de fuerzas especiales estadounidenses para guiar a las unidades de élite taiwanesas; la celebración de un nuevo acuerdo de defensa, el AUKUS, entre EE. UU., Australia y Gran Bretaña, que establece una coordinación militar explícitamente dirigida contra China; Compromiso de apoyo de Biden a Taiwán en caso de agresión china.
China ha reaccionado con furia a estas presiones políticas y militares, particularmente las del Mar de China alrededor de Taiwán: organizando maniobras navales y aéreas masivas y amenazantes alrededor de la isla; publica estudios alarmistas, que informan de un riesgo de guerra con Taiwán “máximo histórico”, o planes para un ataque sorpresa a Taiwán, que conduciría a una derrota total de las fuerzas armadas de la isla.
Las tensiones son igualmente altas con otras potencias asiáticas: están en su punto álgido con India, su gran rival en Asia –hubo graves incidentes militares en Ladakh en el verano de 2020–; agudizando las tensiones con Japón, cuyo nuevo primer ministro Fumio Kishida, por primera vez desde 1945, quiere “considerar todas las opciones, incluida la opción [para Japón] de poseer capacidades para atacar bases enemigas, para continuar fortaleciendo el poder militar japonés tanto como sea necesario” (P.-A. Donnet, “Las relaciones entre China y Japón se deterioran a gran velocidad”, Asialyst , 12.01.21).
Sin embargo, estos países mantienen cierta distancia con los EE. UU. (y no se han unido al pacto militar AUKUS). La renuencia de la India puede explicarse por sus propias ambiciones imperialistas; la de Japón, por el hecho de estar dividido entre, por un lado, el miedo al refuerzo militar de China y, por otro lado, sus importantes vínculos industriales y comerciales con este país (China es el mayor socio comercial de Japón: Japón exportó más de 141 mil millones de dólares a China en 2020, frente a 118 mil millones de dólares exportados a Estados Unidos).
El caos y la mentalidad de la descomposición del sálvese quien pueda también acentúan la imprevisibilidad de la situación para China, como ilustra el ejemplo de Afganistán. La falta de centralización del poder de los talibanes, la multitud de corrientes y grupos con las más diversas aspiraciones que componen el movimiento y los acuerdos con los caudillos locales para apoderarse rápidamente de todo el país hacen que el caos y la inestabilidad caractericen la situación. Como demuestran los recientes ataques contra la minoría hazara. Esto solo puede intensificar la intervención de los diversos imperialismos (Rusia, India, Irán, etc.) pero también la imprevisibilidad de la situación y, por lo tanto, también el caos ambiental. Para China, este caos hace que cualquier política coherente y de largo plazo en el país sea incierta.
Además, la presencia de los talibanes en las fronteras de China constituye un grave peligro potencial para la infiltración islamista en China (en particular dada la situación en Xinjiang), sobre todo porque los “hermanos” pakistaníes de los talibanes (el TTP, primos del ISK) participan en una campaña de ataques contra las obras de construcción de la “Nueva Ruta de la Seda”, que ya ha provocado la muerte de una docena de “cooperadores” chinos. Para contrarrestar el peligro en Afganistán, China tiende a establecerse en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central (Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán). Pero estas repúblicas son tradicionalmente parte de la esfera de influencia rusa, lo que aumenta el peligro de confrontación con este "aliado estratégico", al que sus intereses a largo plazo (la "Nueva Ruta de la Seda") se oponen fundamentalmente en todos los sentidos.
China no solo se ve directamente afectada por la decadencia cada vez más profunda del capitalismo, sino que también es un poderoso factor activo en él, como lo demuestra ampliamente su participación en la crisis del Covid-19, el colapso de su economía y las confrontaciones internas dentro de su burguesía.
Su espectacular esfuerzo por tratar de compensar su atraso militar frente a Estados Unidos es, en particular, un factor importante en la aceleración de la carrera armamentista, especialmente en el continente asiático que está experimentando un aumento significativo del gasto militar: la inversión del peso respectivo de Asia y Europa entre 2000 y 2018 en este sentido es espectacular: en 2000, Europa y Asia representaban el 27% y el 18% respectivamente del gasto mundial en defensa.
Para 2018, estas proporciones se habían invertido, con Asia representando el 28% y Europa el 20% (datos de Sipri). Por ejemplo, el presupuesto militar japonés alcanzará un nivel nunca visto desde 1945 con más de 53.200 millones de dólares para 2021, un aumento del 15 % en comparación con el mismo período de 2020 (ver P.-A. Donnet, “Las relaciones entre China y Japón se deterioran a gran velocidad” ,Asialyst 12.01.21) El armamento masivo de los estados aumenta significativamente el peligro de confrontación entre las principales potencias asiáticas o tensiones con los EE. UU., que son preeminentes, incluso si no inducen una tendencia a la formación de bloques imperialistas, ya que ni EE.UU. ni China han logrado movilizar a otras potencias detrás de sus ambiciones imperialistas e imponer su liderazgo a otros países de manera sostenible. Pero esto no es tranquilizador: “Al mismo tiempo, también proliferan las "masacres de innumerables guerras pequeñas" a medida que el capitalismo, en su fase final, se sumerge en un "cada uno para sí" imperialista cada vez más irracional”3
Por lo tanto, China no se está imponiendo de ninguna manera a través de la crisis de Covid-19 como el “baluarte de la estabilidad global” ni como el faro que mostraría al capitalismo global la salida de la crisis. “El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición. La apertura económica durante el periodo de Deng en la década de 1980 movilizó enormes inversiones, especialmente de Estados Unidos, Europa y Japón. La masacre de Tiananmen en 1989 puso de manifiesto que esta apertura económica estaba siendo aplicada por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping, no es una expresión de fuerza, sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas en el seno de la sociedad e importantes luchas entre camarillas dentro de la clase dirigente” (ídem. Punto 9). China se parece cada vez más a una gigantesca "bomba de relojería" que anuncia una espiral aterradora de barbarie para el planeta si la clase obrera no pone fin a este sistema putrefacto4.
R. Havannais, 20.12.21
1 Ver Informe sobre las tensiones imperialistas del 20º Congreso Internacional de la CCI Revista Internacional 152 https://es.internationalism.org/content/3985/informe-sobre-tensiones-imperialistas [90]
2 La literatura sobre el PCCh enumera por ejemplo la facción Qinghua (antiguos alumnos de la universidad politécnica de Qinghua en Beijing, como el expresidente Hu Jintao y el primer ministro Li Keqiang), con sus antecedentes más modestos y con una cierta orientación reformista; la facción de los “Príncipes Rojos” que proviene de las familias de la nomenklatura del PCCh (Xi Jinping) y lidera los principales grandes grupos públicos y semipúblicos; o de nuevo la camarilla de Shanghái en torno a Jian Zemin, orientada hacia la apertura y las reformas económicas
3 Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso Internacional punto 11 Revista Internacional 167 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [91]
4 Un factor reciente y añadido a esta amenaza ha sido puesto de manifiesto por el riesgo de propagación de la variante Ómicron en China. Mucho más transmisible que las variantes anteriores, es probable que socave la estrategia china de "Covid-19 cero" basada en medidas drásticas de bloqueo. Y esto sumado a que estudios recientes coinciden en la mediocre efectividad de las principales vacunas que se utilizan en China. Dada la escala de los confinamientos en China (locales, regionales u otros) y el consiguiente parón de la actividad económica, es fácil prever las posibles consecuencias de todo esto en China y en todo el mundo (agregado el 31.12.21)
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Estimados compañeros:
Mi desacuerdo respecto al artículo sobre Barbaria es que me parece una crítica algo superficial. Además, da la impresión de ser más un ataque que una crítica constructiva.
Concretamente puedo daros como ejemplo el siguiente párrafo:
De este pasaje se desprenden una serie de conclusiones: 1) ¡Se podría construir relaciones sociales al margen de las impuestas por el capital dentro del propio capitalismo!; 2) ¡Habría una “revolución en los valores y en las relaciones humanas” (sic)!; 3) ¡dentro del capitalismo se podría conseguir que las “necesidades humanas pasan a ser prioritarias respecto a la acumulación capitalista”!!! En resumen, las “revueltas y revoluciones” que nos presenta Barbaria acreditarían ideas como que: 1) el comunismo se puede crear ya dentro del capitalismo; 2) se podrían crear “espacios liberados” de la represión del Estado capitalista; 3) se podría cambiar la economía sin necesidad de destruir el capitalismo… Es decir, la negación de todo lo que se afirma “teóricamente” en los 11 puntos sobre Marx.
Revisando en profundidad los textos de Grupo Barbaria, podemos ver su crítica a todo tipo de "evasión" o sustracción del capitalismo en artículos como "El decrecentismo o la gestión de la miseria" (http://barbaria.net/2021/08/07/cuaderno-el-decrecentismo-y-la-gestion-de-la-miseria/ [94]) o "Robin Hood en el boque del capital" (http://barbaria.net/2021/07/02/robin-hood-en-el-bosque-del-capital/ [95]).
Me parece sano y lógico que surjan debates y crítica entre los diferentes grupos que se declaran herederos de la izquierda comunista, pero en este caso creo que se trata no de la crítica en sí, sino de la forma en la que esta se materializa. El tono de vuestro artículo me parece un poco "destructivo", intentando demostrar que nosotros o aquellos somos más comunistas que Barbaria.
Mi opinión es que este tipo de discusiones para clarificar las posiciones de los distintos grupos de la izquierda comunista podrían hacerse en reuniones privadas online en la que participen los distintos grupos. Creo que podría ser muy constructivo, además de contribuir a clarificar posiciones de cara a un futuro partido o unificación de los grupos de la izquierda comunista, cuando las condiciones sean más favorables a una revolución.
Saludos comunistas,
Marco
Estimado compañero Marco,
Nos has hecho llegar una carta crítica del artículo publicado en octubre en nuestra web sobre el Grupo Barbaria. Saludamos tu búsqueda de claridad a través del debate, así como tu exposición abierta y crítica de las divergencias. Esta voluntad de discusión permitirá clarificar las dificultades a las que nos enfrentamos y comprender cuál debe ser nuestra actitud ante ellas, en continuidad crítica con la tradición política del marxismo. Señalamos que esta actitud es característica de los elementos proletarios en genuina búsqueda de las posiciones de clase.
Podemos resumir la discusión en tres puntos:
Nuestra divergencia principal con lo que planteas es que tú ves un ataque en nuestra defensa de las posiciones de la Izquierda Comunista: «el artículo sobre Barbaria …da la impresión de ser más un ataque que una crítica constructiva»; mientras que no ves un ataque en hacer pasar como posiciones de la Izquierda Comunista posiciones izquierdistas1. Esto es muy peligroso. Pensamos que es fundamental en nuestra respuesta contribuir con un método para comprender la defensa de la continuidad histórica de las posiciones proletarias, del programa comunista, y la defensa de esa continuidad contra las tentativas de suplantarla.
El proletariado es una clase histórica y mundial y la continuidad histórica de sus posiciones es parte de la defensa de su terreno de clase y su programa.
«La posición de Marx en 1848, la del 18 Brumario, la Primera Internacional, la Segunda Internacional y, en fin, la Tercera, representan otras tantas etapas de progreso en el camino ascendente de proletariado. Cada una de estas etapas se concreta en una formulación central que caracteriza la posición que debe adoptar el proletariado para lograr la victoria de la insurrección y el triunfo de la revolución mundial.» (BILAN2 nº 5: Partido-Internacional-Estado).
La corriente de la Izquierda Comunista representa hoy esa continuidad:
«La tendencia a la que se refería Lenin (como ultraizquierda –NdR-)ha retomado su verdadero nombre, Izquierda Comunista, y se caracteriza por su apego al marxismo, al internacionalismo, a la perspectiva de la revolución proletaria y a su objetivo final, el comunismo. Los medios que preconiza para alcanzar este objetivo son la huelga de masas, la internacionalización de las luchas, la destrucción de los Estados en cada nación y la dictadura del proletariado en forma de poder internacional de los consejos obreros. Se ve a sí mismo como un puente entre el viejo partido que traicionó y el futuro partido mundial que, a su debido tiempo, podrá desempeñar plenamente su papel de orientación política y militante dentro de la clase obrera. Y, al igual que la izquierda marxista dirigió la lucha contra el oportunismo en la Segunda Internacional, la izquierda comunista asumió la lucha contra el oportunismo que volvió a surgir en la Tercera Internacional. En este sentido, la Izquierda Comunista representa la continuidad del movimiento obrero ya que se inscribe en la tradición de la lucha de Lenin (siendo éste mismo el fundador de una Fracción de Izquierda dentro del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, la Fracción Bolchevique) y la de Rosa Luxemburgo contra el revisionismo y el reformismo.»3
Por eso es una referencia firme de los principios proletarios para los nuevos grupos y elementos que surgen en la clase obrera y tratan de desarrollar la conciencia comunista. Y por eso mismo precisamente la burguesía está interesada en que desaparezca. La suplantación de sus posiciones, la “fake-izquierda comunista” contribuye voluntaria o involuntariamente a esa empresa. Y la lucha contra esa suplantación en defensa de las organizaciones obreras es parte de la tradición histórica del Movimiento Obrero.
Una experiencia fundamental contra la suplantación fue la lucha en la AIT contra la Alianza de la Democracia Socialista. En 1872, tras la derrota de la Comuna de París y abierto un período de desorientación política y derrota, la preocupación principal de Marx y Engels era por la continuidad de los principios políticos y organizativos de la AIT para que pudieran ser transmitidos a futuras organizaciones y que sirvieran como base para la construcción de una Segunda Internacional cuando las condiciones lo permitieran. En tal momento de desorientación y derrota floreció sin embargo, de las entrañas de la sociedad burguesa, un organismo cuya función histórica era romper dicha continuidad, un organismo que fomentaba que se confundiera la Internacional y sus principios fundamentales con “un programa de segunda mano” 4 el cual no fue aceptado inicialmente por la Liga de la Paz y la Libertad (organización pequeñoburguesa pacifista “fundada en oposición a la Internacional”), y que, reutilizado, “iba decidido a sustituir los Estatutos generales de la Internacional por el programa de ocasión que la Liga le había rechazado”. El Consejo General de la AIT era consciente de la importancia histórica de este combate contra la suplantación de sus principios por la llamada Alianza de la Democracia Socialista y contra el derecho de cualquiera a pretenderse parte del combate histórico de la clase negando dicha continuidad de principios. La defensa de los principios políticos y organizacionales fue pues la principal preocupación del Congreso de la Haya de 1872. La suplantación efectuada para la destrucción de los principios organizativos se puede resumir del siguiente modo: “Según estos documentos (los de la Alianza), dicha Alianza ‘se funde enteramente en la Internacional’, pero, al mismo tiempo, ha sido fundada enteramente al margen de la Internacional (…) la existencia de un segundo organismo internacional que funcionase dentro y fuera de la Asociación Internacional de los Trabajadores sería el medio más infalible para desorganizarla”. El método de combate de la AIT no fue la apertura a la confusión, sino la defensa de los Estatutos, de la continuidad de principios organizativos, y el desarrollo con claridad de “la historia de todas estas intrigas”.
La defensa de la continuidad sorprende a los elementos afectados por la visión de supermercado del izquierdismo según la cual el debate es una exposición de las diferencias que existen entre las mercancías leninistas, las luxemburguistas, las trotskistas, etc., en lugar de una decantación por las posiciones históricas de la clase.
La larga contrarrevolución tras la derrota de la revolución mundial ha contribuido a “ningunear” esa continuidad que era evidente hasta la IC, interrumpiendo además la continuidad física entre las fracciones y el partido. Esta cuestión de la continuidad se planteó en la GCF (Izquierda Comunista de Francia) frente a una reacción de continuidad meramente formal que el bordiguismo pretendería mantener, considerándose “el partido” y proclamando la invarianza de principios. Esta reacción fue contraria al método del materialismo histórico basado profundamente en la continuidad con las adquisiciones pasadas y a su vez radicalmente crítico, “sin dogmatismo ni ostracismo” como diría Bilan. Esta gran debilidad e impotencia para defender la supervivencia de la continuidad del marxismo supusieron una debilitación trágica de un componente histórico de la Izquierda Comunista5.
Gracias al combate de la GCF (Izquierda Comunista de Francia) por la verdadera continuidad crítica basada en los principios y adquisiciones del conjunto de la Izquierda comunista, la CCI pudo plantear en el 68 un combate por el reagrupamiento basado en dicha continuidad6 (por ejemplo, en las Conferencias de grupos de la Izquierda Comunista). Veríamos en aquella época, por desgracia, la otra cara de la trágica pérdida de la lucha por defender dicha continuidad (protagonizada antes por el bordiguismo). Ocurrió en los años 70 con la continuidad histórica del comunismo de consejos de la Izquierda Germano-Holandesa, que fue desdibujada por el peso del anarquismo y el modernismo, lo cual llevó a la corriente consejista a su desaparición7. Este último ejemplo es particularmente importante por sus similitudes con el grave peligro para la Izquierda Comunista (y así también para la clase) que supondría aceptar la amalgama de posiciones con el anarquismo y el izquierdismo en general que propugna el nuevo grupo Barbaria.
Como escribió BILAN “Los principios dependen de (…) cómo evoluciona la lucha del proletariado (…) El proletariado no puede avanzar sin escribir en su bandera de lucha los principios que surgen de las diferentes fases históricas. Este trabajo, en parte, sólo es posible cuando los fenómenos llegan a su desenlace, pero una vez que la ciencia marxista ha establecido la postura de las distintas clases, su acción y el camino recorrido por el proletariado, una vez que éste, ante las distintas actitudes de las clases, ha establecido su postura, en resumen, cuando “ha sacado las lecciones” que ofrecen los acontecimientos, el partido deberá permanecer escrupulosamente fiel a las tesis políticas elaboradas, sin lo cual es imposible avanzar en la lucha revolucionaria” (…) Por tanto, la condición necesaria para poder restablecer el movimiento revolucionario y consciente de las masas es aportar las bases históricas que permiten guiarlas hacia la insurrección. Y en este terreno, pensamos que abandonar el criterio de progresión histórica es, en definitiva, situarse al margen del mecanismo real de las luchas proletarias. Dar media vuelta y retroceder, como hace la Oposición de Izquierda, para dirigirse hacia la socialdemocracia de izquierda, históricamente liquidada por el II Congreso de la I.C., equivale a situarse al margen y en contra de los verdaderos intereses de la reconstrucción del movimiento comunista, al margen y en contra de las masas y de su movimiento” ( nº 5: Los Principios armas de la revolución)
En el combate por la defensa de la Izquierda Comunista, no se trata pues ni de “darse un pedigrí”, ni de construirse ingeniosamente dicha genealogía, ni de “parecer más comunistas” como tú lo interpretas, sino de la defensa de la continuidad de los principios del proletariado.
Pasamos ahora al segundo desacuerdo, y es, que nuestra crítica sería superficial, particularmente por no haber tomado en cuenta otros artículos de Barbaria que precisan las posiciones que criticamos.
En primer lugar, no nos planteamos en nuestro artículo hacer una crítica del programa o de las contradicciones de la prensa de Barbaria sino, como hemos desarrollado antes, defender los principios y la continuidad histórica del proletariado, en particular señalando las posiciones que no son en absoluto parte de la Izquierda comunista.
Esta respuesta está en continuidad con la respuesta del Consejo General de la AIT a Bakunin, cuyo objetivo no era analizar o criticar el programa de la Alianza (hay que recordar que en la AIT había diferentes organizaciones y sindicatos con sus programas y que no había un programa común, sino unos estatutos de funcionamiento, puesto que la finalidad entonces era agrupar las diferentes organizaciones del proletariado), sino ver en qué contradecía los estatutos y los fines de la AIT. Y así pusieron el énfasis en la denuncia del punto sobre “la igualación de las clases” del programa de la Alianza, que significaba la negación de la lucha de clases y al cual la AIT oponía la abolición de las clases8. Nuestro artículo considera la defensa de las revueltas interclasistas, o las revueltas directamente en un terreno burgués, y la negación del proletariado como sujeto revolucionario, como ajenos al terreno de la Izquierda comunista. Barbaria se sube al escenario de la lucha de clases con este falso conglomerado de posiciones bajo el hombro y, además de denunciar la falsificación, tenemos la responsabilidad añadida de comprender qué tipo de parto ha tenido dicho conglomerado, en lugar de abrirle las puertas a la Izquierda Comunista solo porque se dice parte de ella. Está en la raíz del método marxista, frente al idealismo, no “juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí” (Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Marx, 1859).
En cualquier caso, nuestra publicación deja todas las puertas abiertas a una explicación y aclaración por su parte. Sin embargo, todo parece indicar, por el sonido de su silencio, que mas bien hay un “sostenella y no enmendalla”
Y, por último, el tercer desacuerdo importante. Consideras que «este tipo de discusiones para clarificar las posiciones de los distintos grupos de la izquierda comunista podrían hacerse en reuniones privadas online». No vamos a repetir por qué consideramos que el reclamo de Barbaria de la continuidad histórica de la Izquierda Comunista es un “fake”; pero sí queremos señalar que, contrariamente a lo que dices, el debate “privado” es el terreno de las comisiones parlamentarias, de las cloacas del Estado, el terreno de la burguesía. En el proletariado el debate tiene que ser público ante el conjunto de la clase, porque el objetivo es la clarificación. Las primeras líneas del Manifiesto Comunista muestran ya que la lucha del proletariado es “a la luz del día”. No se trata pues de construir organizaciones revolucionarias en privado, abstraídas de la lucha de clases y sobre la base de cualquier conglomerado de principios. Es, por el contrario, nuestra responsabilidad histórica exponer y denunciar claramente ante la clase las falsificaciones de la continuidad del marxismo. Esta es nuestra herencia metódica que promete recuperar hacia el debate con la continuidad de la Izquierda Comunista a aquellos elementos que se estén viendo atrapados o confundidos por el peso de la ideología burguesa.
Acción Proletaria-CCI
1 Por posiciones izquierdistas queremos decir las de aquellas corrientes que en algún momento tuvieron una vida proletaria, pero fueron luego integradas en el Estado burgués traicionando el internacionalismo y apoyando “de forma crítica” a los partidos de izquierdas de la burguesía (partidos socialistas y comunistas estalinistas), así como a los sindicatos. Estas expresiones del capitalismo decadente, como el trotskismo, el maoísmo o la mayoría del anarquismo tienden a ocupar un lugar “extremista” y extraparlamentario en el Estado, y su función histórica es controlar con ideologías radicales a los sectores del proletariado más activos y conscientes
2 BILAN fue la publicación de la Fracción de la Izquierda Comunista de Italia en el extranjero desde 1933 hasta 1939. Ver nuestro libro sobre la Izquierda Comunista de Italia.
3 https://es.internationalism.org/content/4726/nuevos-ataques-la-izquierda-comunista-bourseiller-inventa-por-segunda-vez-la-compleja [96]
4 Todas las citas de este párrafo provienen de “Las pretendidas escisiones en la Internacional” (1872) https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/lpee72s.htm [97]
5 El PCI bordiguista estalló en 1980 dando lugar a diferentes grupos que seguían considerándose “El partido”.
6 Ver el siguiente artículo: https://es.internationalism.org/content/4344/la-renovacion-de-la-izquierda-comunista-uno-de-los-aportes-clave-de-mayo-68 [98]
7 Ver: https://es.internationalism.org/cci-online/200709/2008/cajo-brendel-1915-2007 [99] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/2011/los-epigonos-del-consejismo-ii-el-consejismo-viene-en-ayuda-del-te [100]
8 Ver: Las pretendidas escisiones de la AIT, circular del Consejo General de la AIT.
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A mediados de diciembre, tras las convocatorias de huelga lanzadas en la SNCF1 por los sindicatos (UNSA, CGT y SUD-rail2), particularmente en el sureste de Francia, los medios de comunicación adoptaron un tono alarmista ante la amenaza de una nueva parálisis del transporte ferroviario en las celebraciones de fin de año. Tras el duro y largo movimiento de huelga aislado de 2018 y el enfado expresado durante el movimiento contra la reforma de jubilaciones durante el invierno de 2019-2020, este sector muy combativo que tiene un peso político importante por su experiencia, preocupa a la burguesía. Esto, sobre todo porque esta última tiene que afrontar una difícil situación marcada al mismo tiempo por la crisis sanitaria, por el desarrollo de la campaña electoral y por un descontento muy fuerte de la población por la crisis económica.
El movimiento en la SNCF se inscribe en gran parte de este contexto de coraje que existe en toda la clase trabajadora, en Francia, como a nivel internacional: en los Estados Unidos con las luchas que tuvieron lugar en las fábricas de Kellog's, John Deere, PepsiCo, en Corea con grandes huelgas contra las condiciones laborales y los bajos salarios, en España, en la región de Cádiz, con la pugna en el sector metalúrgico, en Bélgica con la huelga de la fábrica de Volvo, Italia, etc3.
Esta insatisfacción también se expresa en Francia. Lo hemos visto en el transporte público, entre los basureros en varias de las grandes ciudades, como Lyon, Montpellier o Marsella, en los hospitales, pero también en numerosas pequeñas o medianas empresas o en el comercio, como en Leroy Merlin, por ejemplo, empresas en las que los trabajadores rara vez hacen huelga. Las razones de todos estos movimientos son en su mayor parte las mismas: la inflación que disminuye el “poder adquisitivo” y salarios que no aumentan, aunque los Estados siguen hablando de “recuperación económica” después del difícil período de encierros y toques de queda. Los salarios de los trabajadores ferroviarios han estado congelados durante ocho años; diversas medidas como la eliminación de las líneas de tren, la apertura a la competencia o la creación de filiales de bajo costo han tenido como resultado el deterioro de las condiciones laborales y la reducción de salarios. Es por ello, por ejemplo, que la última huelga en el sector Oeste de la SNCF del 23 y 24 de octubre involucró, como era de esperar, demandas vinculadas al poder adquisitivo.
Esta dinámica en el seno de la SNCF no podía sino alertar y preocupar a la burguesía escaldada por la fortísima combatividad que se expresó en este sector contra la reforma de las pensiones4. La burguesía tiene mucho interés en hacer olvidar las lecciones de esta lucha, en tanto el peligro de una movilización más amplia es ahora muy real, a pesar de las dificultades y de los numerosos obstáculos, el movimiento en la SNCF corre el riesgo de extenderse y/o de animar a otros sectores dispuestos a luchar. Por eso, en plena complicidad con la dirección de la SNCF, a espaldas de los trabajadores, tras las negociaciones y el cumplimiento de un cierto número de reivindicaciones, la CGT y SUD-rail mantuvieron inicialmente su preaviso de huelga... para retirarlo al día siguiente. La burguesía y sus sindicatos querían entonces hacer aparecer el siguiente hecho: las bonificaciones de 600 y 300 euros para los conductores y controladores en el sureste se supone que son una “victoria”. Por tanto, ya no habría motivos para la movilización. En realidad, lo que se ha logrado dista mucho de compensar los salarios perdidos durante años y el aumento del costo de la vida. Sobre todo, esta “victoria” se orquestó entre bastidores para generar el máximo número de divisiones: 600 euros para unas, 300 para otras, distintas evoluciones en la escala salarial en función de la antigüedad, dividiendo entre jóvenes y viejos, etc.
Izquierdistas, como los del NPA o la LO5, muy presentes en el terreno por su compromiso con la acción sindical, han sido los principales artífices de estas divisiones, su monserga habitual para lavar la cara a los sindicatos es echarle toda la culpa a las “direcciones sindicales” quienes tomaron sus decisiones “antidemocráticas” sin recurrir a la “base”: “A los dirigentes sindicales no se les ocurrió pedir la opinión de los primeros afectados, los que iban a hacer la huelga”. Este tipo de discurso hipócrita sólo sirve para exculpar a los sindicatos y su trabajo sucio, enmascarando la naturaleza burguesa de estos organismos cuya función es encuadrar y contener las luchas en nombre del Estado. De hecho, lo que este tipo de falsa crítica pretende en primer lugar es arrastrar y encerrar cada vez más a los trabajadores en la lógica sindical, haciéndoles creer que el sindicato sigue siendo una herramienta de lucha de la clase obrera a pesar de lo “blandos” que serían los jefes sindicales6.
De esta manera, los izquierdistas preparan y anticipan a su manera las luchas futuras: están limpiando de antemano las tablas ya podridas por la acción de los sindicatos utilizando una fachada de radicalismo. Así, toda la burguesía se las ha arreglado para tomar la delantera y obstaculizar la movilización, mientras trata de dar un poco de credibilidad a la acción sindical.
La primera lección que debemos sacar no es la de los izquierdistas o la de los periódicos burgueses, donde se supone que los trabajadores se contentan con migajas y sólo deben “desconfiar de la dirección sindical”. ¡No! El proletariado no puede confiar en los sindicatos, ni en los izquierdistas para conducir sus luchas. Estos órganos del Estado y organizaciones burguesas son falsos amigos y defienden los intereses de la clase capitalista y su Estado. Como lo ha demostrado el movimiento contra la reforma de las pensiones, de ninguna manera podemos confiar en los sindicatos que, al tomar el liderazgo de la lucha, automáticamente han impuesto asambleas obreras falsas, han dividido y cortado las luchas multiplicando las movilizaciones esparcidas en el tiempo, jugando maniobras dilatorias para desanimar y agotar a los más combativos, llevándolos a un callejón sin salida con acciones totalmente aisladas. Todo esto explica en gran parte por qué los ferroviarios, en lugar de retirarse ordenadamente durante el flujo y reflujo de la lucha contra la reforma de las pensiones, permanecieron aislados y finalmente fueron derrotados (incluso si la reforma se pospuso debido a la pandemia). Los trabajadores en realidad sólo pueden contar con ellos mismos, con su solidaridad y sus iniciativas creativas para hacer realidad verdaderas asambleas generales, en las que el principio de apertura a todos los proletarios, activos, desempleados o jubilados, sea el epicentro de la lucha. Esto, con el fin de discutir colectivamente y de manera autónoma las modalidades de la lucha. Sólo tomando en manos la lucha de forma consciente, con una reflexión colectiva a través de debates animados que conduzcan a decisiones políticas concretas, podrá extender y hacer avanzar la lucha sin quedar aislado en el corporativismo, en un solo sector, donde la burguesía siempre busca encerrarlos. Tal enfoque, aunque sea difícil de implementar en el contexto actual, debe nutrir toda nuestra reflexión para preparar los futuros combates de clase.
WH, 31 de diciembre de 2021
1 SNCF, siglas traducidas al español de: Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses
2 Siglas en su traducción al español: UNAS: Unión Nacional de Sindicatos Autónomos; CGT: Confederación General del Trabajo
3 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [28] y Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31]
4 Ver nuestro balance de las luchas vividas en el invierno de 2019-20 en Francia: La perspectiva que plantean las recientes luchas obreras en Francia https://es.internationalism.org/content/4540/la-perspectiva-que-plantean-las-recientes-luchas-obreras-en-francia [103]
5 NPA: Nuevo Partido Anticapitalista; LO: Lucha Obrera
6 Ver Los sindicatos contra la clase obrera (V): la táctica de los izquierdistas para hacerlos tragar a los trabajadores https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos [104]
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A principios de enero, Kazajistán fue escenario de violentas manifestaciones y disturbios tras la liberación de del precio del gas, un recurso importante para la vida económica del país y la vida cotidiana de la población. El aumento del precio del gas se sumó al aumento del precio de los alimentos y de muchos productos básicos, generando una inmensa ira.
Frente a este considerable deterioro de las condiciones de vida, la clase obrera estuvo inicialmente en primera línea. En muchos centros industriales, mineros y de gas, estallaron huelgas para exigir aumentos salariales. La respuesta social se extendió como un reguero de pólvora por todo el país, con manifestaciones masivas que se enfrentaron inmediatamente a las fuerzas de represión, viendo cómo varios agentes de policía cambiaban de bando y se unían a los manifestantes.
La realidad del descontento de la clase trabajadora en Kazajistán no es nueva: ya en 2011, en Zhanaozen, una región rica en recursos petrolíferos, catorce trabajadores fueron asesinados durante la represión de una manifestación en el marco de una huelga contra las condiciones laborales y los bajos salarios. El movimiento se extendió entonces a la gran ciudad de Aktau, en el mar Caspio, antes de extenderse al resto del país.
En las últimas semanas, la represión ha sido aún más feroz. Las fuerzas del orden han abatido a decenas, si no es que a cientos de manifestantes. El gobierno kazajo, encabezado por el presidente Tokayev, no ha tenido demasiados reparos en llamar al ejército ruso para sofocar la rebelión "terrorista", anunciando abiertamente que había "dado la orden de disparar a matar sin previo aviso".
Los trabajadores están, pues, presentes en esta situación social de deterioro. Pero ¿han sido capaces, en este enfrentamiento con las autoridades, de desarrollar su lucha en un verdadero terreno de clase, como fuerza autónoma? ¿La violencia en la calle es la expresión de la lucha de la clase obrera o la de una violencia popular, de un descontento general de la población en el que se diluye la clase obrera?
Muy rápidamente, las reivindicaciones iniciales contra la inflación se desviaron hacia reivindicaciones democráticas, contra la corrupción, contra el régimen en el poder, con disturbios anti-Tokayev en la mayoría de las grandes ciudades del país. Esta revuelta popular, en la que los trabajadores se mezclaron con la pequeña burguesía (empresas asfixiadas por la inflación, autónomos anti-Tokayev, etc.), fue utilizada muy fácilmente en un conflicto entre camarillas burguesas kazajas; en otras palabras, fueron utilizadas por el clan en torno al ex presidente Nazarbayev.
A pesar de las huelgas obreras muy reales, el proletariado de este país no tiene ninguna experiencia importante de lucha autónoma. Está permanentemente sometido a un puño de hierro dictatorial y a fuertes ilusiones democráticas, nacionalistas y a veces religiosas. Se ha dejado arrastrar fácilmente a un terreno burgués donde no puede defender sus propios intereses de clase, sus propias reivindicaciones; donde sólo puede ser ahogado, utilizado, sometido a los intereses burgueses que le son totalmente ajenos.
En Kazajistán, la denuncia por parte de las autoridades de "terroristas" o "bandidos" internacionales dispuestos a cometer todo tipo de actos de violencia durante las manifestaciones, no ocultó las rivalidades internas que hacen estragos en el seno de la burguesía y que el proletariado sigue pagando hoy con su sangre. El ex presidente Nazarbayev, que dimitió en 2019 pero que sigue manteniendo efectivamente el control, en particular de sus fuerzas represivas como el Comité de Seguridad Nacional (CSN), utilizó y manipuló claramente las manifestaciones para reaccionar ante las ambiciones del nuevo presidente Tokayev, que quiere aumentar su influencia en el país y emanciparse del clan Nazarbayev que lo había instalado en el poder.
Nazarbayev movilizó a sus partidarios dentro de la policía y el ejército, su "ejército privado", para socavar el poder de Tokayev. Así, se ordenó a los agentes de policía que dejaran que se desarrollara el caos, hasta el punto de que algunos de ellos incluso se unieron a las filas de los manifestantes en un intento de debilitar al bando contrario, lo que también explica los asaltos a edificios gubernamentales o al aeropuerto de Almaty. Evidentemente, la camarilla del presidente Tokayev reaccionó: el director del CSN fue destituido, detenido y encarcelado, y Karim Massimov, muy cercano a Nazarbayev, ex primer ministro y ex jefe de los servicios de inteligencia, fue detenido bajo la sospecha de alta traición. Esta es la clara confirmación de una batalla interna dentro de la burguesía en la que se permiten todas las artimañas, en la que los trabajadores sirven de carne de cañón para las camarillas enfrentadas.
En concreto, ¡estamos lejos de una situación en la que las fuerzas de la represión burguesa estén a punto de colapsar, abriendo el camino para que el proletariado derroque al Estado capitalista! Por el contrario, ¡se trata ni más ni menos que de las ambiciones de un clan burgués contra otro! Hoy, aunque el clan Tokayev haya podido recuperar el control de la situación sobre un montón de cadáveres, ejecuciones sumarias, miles de heridos y múltiples detenciones, nada se ha resuelto sustancialmente, ni en Kazajistán ni en toda la región donde las tensiones imperialistas son múltiples y crecientes.
En esta situación de descomposición política, Tokayev no tuvo más remedio que pedir ayuda al exterior, en particular a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC)1, tapadera del imperialismo ruso que pretende renovar su antigua dominación y que reaccionó inmediatamente enviando material y un contingente de 3.000 hombres para apoyar la represión. La OTSC, por su parte, sólo envió un centenar de hombres, expresión de la desconfianza de los demás Estados hacia esta "asociación" con Moscú. Al intervenir directamente, y además a petición de Tokayev, el imperialismo ruso no oculta su voluntad de defender su influencia sobre las zonas que formaban parte de la URSS, mientras que desde la caída de la URSS la mayoría de estas zonas han sido, como en Kazajistán, objeto de una "asociación estratégica" con Estados Unidos. También son fuertemente codiciadas por Turquía (miembro de la OTAN), y sobre todo, más recientemente, por China.
China ha acogido con satisfacción esta represión y el restablecimiento del orden kazajo. Pekín necesita al régimen kazajo como un eslabón importante en su programa de inversiones internacionales en la "Nueva Ruta de la Seda", y por tanto necesita la calma social, aunque por el momento eso signifique estar en la misma longitud de onda que Moscú. Pekín también necesita el apoyo del régimen kazajo, al menos implícitamente, para su política represiva hacia los uigures musulmanes de Xinjiang.
En cuanto a la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, supuestamente "muy dolidos por el hecho de que haya habido tantas víctimas", piden cada uno una "resolución pacífica" de esta crisis, condenando la violencia de forma simbólica e hipócrita. La razón por la que las principales potencias "democráticas" reaccionan de forma tan platónica es que Kazajistán no parece ser un objetivo prioritario de las ambiciones imperialistas de Estados Unidos. Además, en el seno de la UE existen importantes divisiones sobre la actitud a adoptar hacia Rusia.
Al final, los intereses imperialistas rivales están en el ADN de este capitalismo en descomposición, la prioridad de todos estos tiburones bárbaros, todos ellos preparando sus armas para los próximos episodios de confrontación: todos tienen su parte de responsabilidad en las masacres y son directamente la principal fuente del caos actual.
Si la clase obrera de Kazajstán ha intentado expresar su ira, debido a la debilidad de su conciencia, a su falta de experiencia, no ha podido resistir, y mucho menos representar un obstáculo a las luchas por la influencia y los enfrentamientos entre camarillas rivales dentro de la burguesía kazaja, así como a las rivalidades entre todos los tiburones imperialistas, ya sean rusos, turcos, chinos, europeos o estadounidenses. A pesar de la salvaje represión y el derramamiento de sangre, es evidente que la rabia de los trabajadores no ha desaparecido y es de esperar que se produzcan nuevos episodios de protesta ante la crisis y la represión.
Pero en el estado actual de las cosas, a pesar de los importantes movimientos huelguísticos, estos momentos de confrontación directa con las fuerzas de represión no son un trampolín para el desarrollo de la lucha autónoma y la defensa de los intereses de la clase obrera. Por el contrario, tiene todas las de perder en este atolladero en el que sus reivindicaciones económicas son esterilizadas por las reivindicaciones democráticas y nacionalistas utilizadas por las facciones burguesas que están dispuestas a hacer lo que sea necesario para velar por sus intereses. Estas ilusiones democráticas son, además, una trampa que no desaparecerá, dado que las fuerzas nacionales de oposición con rostro "democrático" están todavía en proceso de formación y buscan visibilidad y credibilidad para el futuro, como es el caso de Bielorrusia.
La clase obrera en Kazajstán, por desgracia, está muy expuesta y es vulnerable a este tipo de presión ideológica. Aunque no tenga la fuerza necesaria en este momento, el proletariado de los países centrales, que tiene una experiencia probada de tales mistificaciones nacionalistas y democráticas, puede mostrar el camino hacia la lucha de los trabajadores en un terreno favorable a la puesta en cuestión de la explotación capitalista y al rechazo de las consignas que no tienen otra lógica que la conservación del orden social. El futuro de las luchas obreras, que empiezan a aparecer de nuevo en todo el mundo, depende del impulso vital de la lucha de clases en los países centrales.
Stopio, 20/1/22
1 Esta "asociación" incluye a Bielorrusia, Armenia, Kazajstán, Tayikistán, Kirguistán y Rusia
El 4 de diciembre, miles de trabajadores de la sanidad se manifestaron por las calles de París siguiendo la convocatoria del colectivo ciudadano "Audace 53", propagada y apoyada por los sindicatos (CGT, FO, Solidaire...) y muchos otros colectivos del sector. Contra "la supresión de camas hospitalarias", "la falta de personal", "la prolongación de las jornadas laborales", "el encadenamiento de días de guardia", tales eran las principales consignas de los empleados del sector hospitalario, que expresaban un verdadero sentimiento de frustración, de rabia, pero también la voluntad de no rendirse y de luchar contra unas condiciones de trabajo cada vez más espantosas desde la aparición de la pandemia de Covid-19.
Pero ¿significa esto que la movilización del 4 de diciembre, organizada y dirigida por los colectivos y sindicatos, lleva a los explotados del sector hospitalario hacia un terreno favorable a la defensa de sus intereses y los del conjunto de la clase trabajadora?
"Por la defensa de hospitales públicos", "Por la defensa de nuestro sistema sanitario": estas fueron las dos principales consignas de los sindicatos y colectivos. Y no podíamos esperar otra cosa de los "interlocutores sociales", esos órganos patentes del Estado burgués que se aprovechan de una gran debilidad de los empleados de los hospitales, el corporativismo, para dirigirlos hacia un campo de lucha totalmente podrido: una supuesta mejora del sistema hospitalario en nombre de la ciudadanía y la defensa del sacrosanto servicio público, erigido como patrimonio común... de la nación. Este fue el telón de fondo de esta movilización que los explotados del sector médico, como en todos los demás sectores, deben rechazar a toda costa.
Como hemos argumentado muchas veces en nuestra prensa, las pésimas condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores de los hospitales son producto de la incuria de la burguesía que, bajo el peso aplastante de la crisis económica y el masivo endeudamiento del Estado, no ha dejado de desmantelar los sistemas sanitarios en las últimas décadas para hacerlos menos costosos y, si es posible, ¡rentables! Por lo tanto, no es otro que el Estado, el más poderoso y feroz de todos los jefes, independientemente del gobierno que esté en el poder, el responsable de la eliminación de puestos de trabajo, del cierre de hospitales, del ritmo de trabajo infernal, de la sucesión de largas y agotadoras jornadas, de la drástica reducción de los recursos, etc. Esto lleva, en la mayoría de los casos, a una situación en la que el sistema sanitario ya no es capaz de satisfacer las necesidades de la población. Esto lleva la mayoría de las veces a una situación delirante en la que los sanitarios no pueden seguir prestando cuidados.
Al promover la ilusión de que una mayor implicación del Estado mejoraría las condiciones de trabajo en "su" sistema sanitario, los sindicatos tienden una doble trampa a los explotados del sector sanitario:
- empujarlos a luchar solos en su rincón, totalmente aislados de otros sectores.
- llevarlos a defender el servicio público y el estado del bienestar. Dos mitos que no son más que una forma disfrazada de la explotación capitalista.
Por lo tanto, si no quieren desarrollar una especie de "síndrome de Estocolmo" que les llevaría a simpatizar con sus propios explotadores, todos los empleados del sector hospitalario deben hacer oídos sordos a las mistificaciones de los sindicatos y otros colectivos de todo tipo.
Porque es la propia lógica de la crisis del sistema capitalista la que es la causa profunda de esta situación en Francia como en el mundo entero. La saturación de las unidades de cuidados intensivos, la desprogramación de las intervenciones vinculadas a otras patologías y los demás daños colaterales de Covid-19 afectan a todo el mundo y no han hecho más que agravar una situación ya muy antigua que no tiene nada de cíclica, sino que sólo expresa la incapacidad de la sociedad capitalista en su conjunto para atender las necesidades básicas de la humanidad.
Así pues, eso contra lo que los sanitarios se movilizaron el 4 de diciembre no es exclusivo del sector hospitalario en Francia. Por el contrario, es, en diferentes grados, típico de las condiciones de trabajo en todos los sectores del salariado en todo el mundo. En definitiva, la dureza de la vida cotidiana de los sanitarios es una expresión entre otras de la explotación de la clase trabajadora, ya sea en las empresas privadas o en el sector público. No hay ninguna diferencia de naturaleza entre ambos. Además, la multiplicación de las huelgas y las luchas en varios países, como en Estados Unidos durante el mes de octubre, en la industria del metal en España, pero también en Italia, Irán, Corea... son reacciones al deterioro de las condiciones de trabajo a escala internacional1. Esta reanudación real pero frágil de la combatividad obrera, a través de sus propias reivindicaciones, demuestra que la pandemia no ha asestado un golpe fatal al desarrollo de las luchas; aunque sin embargo muestran importantes debilidades que dificultan a la clase obrera encarar la perspectiva de una lucha más amplia. Al igual que la movilización de los sanitarios, muchas luchas permanecen muy aisladas. Los trabajadores luchan dentro del estrecho perímetro de su fábrica, su empresa o su sector.
Pero la lucha histórica de la clase obrera no está impulsada por la voluntad de mejorar tal o cual sector de la economía nacional, sino de obrar por la victoria de la revolución proletaria y el advenimiento de una sociedad en la que la comunidad se organice para asumir y desarrollar las necesidades humanas de una manera diferente a la lógica del mercado capitalista. Para crear las condiciones de tal perspectiva, los proletarios, ya estén activos y sometidos a presiones y cadencias infernales, o condenados al desempleo, deben ser capaces de luchar juntos, todos unidos, por reivindicaciones comunes. Sólo a través de este proceso podrán superar los prejuicios corporativistas y nacionales y reconocerse como una clase unida a escala internacional, que lleva en sí misma un proyecto gigantesco: la abolición de las clases sociales, del Estado y la unificación de la humanidad.
Frente al veneno de la división y el aislamiento, ¡proletarios de todos los países uníos!
Vincent, 21 décembre 2021
1 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [28] y Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31]
Ante los graves acontecimientos de la guerra imperialista en Ucrania, la CCI va a publicar una HOJA INTERNACIONAL, denunciando la barbarie del conflicto y las mentiras hipócritas de la clase dominante en ambos campos, e insistiendo en que el desarrollo de la lucha de clases en todos los países es la única salida a la pesadilla de este sistema en descomposición. Este documento estará disponible a principios de la semana que viene y animamos a todos los que simpaticen con nuestras posiciones a que lo distribuyan a su alrededor, ya sea en formato digital o en papel.
También celebraremos REUNIONES PUBLICAS. La reunión se centrará en la gravedad de este conflicto y en las responsabilidades de las minorías internacionalistas.
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El ejército ruso ha estado demostrando su fuerza mediante "maniobras" a gran escala a lo largo de las fronteras ucranianas desde enero, Estados Unidos ha estado anunciando casi a diario una inminente invasión rusa, y se han enviado tropas de la OTAN a los Estados bálticos y a Rumanía, intenso ballet diplomático "para salvar la paz", campaña mediática rusa denunciando la histeria occidental y anunciando el regreso de las tropas a sus alojamientos, lo que es inmediatamente desmentido por Estados Unidos y la OTAN, enfrentamientos entre el ejército ucraniano y los separatistas en el Donbass: en este macabro aquelarre guerrero entre burguesías imperialistas, las intenciones son diversas y complejas, ligadas a las ambiciones de los distintos protagonistas y a la irracionalidad que caracteriza el periodo de descomposición. Esto hace que la situación sea aún más peligrosa e imprevisible: pero cualquiera que sea el resultado concreto de la "crisis ucraniana", ya implica una apreciable intensificación de la militarización, las tensiones bélicas y las contradicciones imperialistas en Europa.
La histérica exageración estadounidense sobre la inminente invasión rusa de Ucrania sigue a una exageración similar orquestada por Estados Unidos en el otoño de 2021 sobre la "inminente invasión" de Taiwán por parte de China. Ante el declive sistemático del liderazgo estadounidense, la administración Biden lleva a cabo una política imperialista que consiste, en línea con la dirección iniciada por Trump, en primer lugar, en concentrar sus medios económicos, políticos y también militares contra el principal enemigo: China. Desde este punto de vista, la postura intransigente hacia los objetivos rusos acentúa la señal dada a Pekín en otoño de 2021. En segundo lugar, al crear "puntos calientes" en el mundo, Biden está desarrollando una política de tensión destinada a convencer a las distintas potencias imperialistas que juegan sus propias cartas de que les interesa situarse bajo la protección del patrocinador dominante. Sin embargo, esta política se ha topado con los límites impuestos por la descomposición y ha tenido un éxito desigual en el Pacífico frente a China con la creación de la AUKUS, que agrupa únicamente a los países "blancos" de habla inglesa (Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia), mientras que Japón, Corea del Sur e India se mantienen al margen. El mismo tipo de política se está llevando a cabo hoy en día con respecto a Rusia para que los países europeos vuelvan a estar bajo la obediencia de Estados Unidos en el seno de la OTAN: la propaganda estadounidense denuncia continuamente la invasión rusa, al tiempo que afirma cínicamente que Estados Unidos no intervendrá militarmente en Ucrania, ya que no tiene ningún compromiso de defensa con ese país, a diferencia de lo que ocurre en la OTAN. Este es un mensaje engañoso para los países europeos. Sin embargo, al lado de Boris Johnson, que se posiciona, como en Asia, como el fiel lugarteniente de los estadounidenses, el reciente ballet diplomático hacia Moscú, orquestado por Macron y Scholz, subraya hasta qué punto las burguesías alemana y francesa intentan por todos los medios preservar sus intereses imperialistas particulares.
Al mismo tiempo, Joe Biden espera utilizar esta política de confrontación para restaurar su reputación, muy empañada por la huida de las fuerzas estadounidenses de Afganistán y sus repetidos fracasos en sus planes socioeconómicos: "Tras un año en el cargo, el presidente Joe Biden tiene el índice de aprobación más bajo de casi todos los presidentes electos, con la excepción del expresidente Donald Trump" (CNN politics, 06. 02.22) y, en consecuencia, "su partido se encamina a la derrota en las elecciones de mitad de mandato de noviembre" (La Presse, Montreal, 23 de enero de 2022). En resumen, si Estados Unidos está a la ofensiva, el margen de maniobra de su presidente se ve, sin embargo, reducido por su impopularidad interna, pero también por el hecho de que no se puede plantear, después de las experiencias iraquí y afgana, el compromiso de una fuerza militar masiva sobre el terreno del conflicto actual. Por lo tanto, la presencia de las tropas estadounidenses en las fronteras de Ucrania sigue siendo más bien simbólica.
Durante la última década, hemos destacado el papel de Rusia como "alborotador" en el mundo -aunque sea un enano económico- gracias al poder de sus fuerzas armadas y de sus armas, herencia del periodo en que estuvo a la cabeza de todo un bloque imperialista. Esto no significa, sin embargo, que ahora esté en general a la ofensiva. Por el contrario, se encuentra en una situación general de creciente presión a lo largo de sus fronteras.
En Asia Central, con los talibanes en el poder en Kabul, la amenaza musulmana pesa sobre sus aliados asiáticos de los "stans" (Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán); Luego, entre el Mar Negro y el Caspio, mantiene una guerra latente con Georgia tras la ocupación de Osetia del Sur y Abjasia en 2008, y trata de mantener el statu quo entre Armenia y Azerbaiyán tras la guerra de Nagorno-Karabaj en 2020, país este último muy cortejado por Turquía. Por último, la reciente desestabilización de Kazajistán es una pesadilla para Rusia, ya que es fundamental para la defensa de su coto privado oriental.
En el lado europeo, Ucrania y Bielorrusia, que son territorios clave en su coto occidental (la frontera ucraniana está a solo 450 km de Moscú), han sufrido una fuerte presión en los últimos años. Rusia esperaba mantener allí regímenes que le fueran favorables, pero la "Revolución Naranja" de Kiev en 2014 hizo que el país se inclinara hacia Europa, y lo mismo estuvo a punto de ocurrir en Bielorrusia en 2020.
Mediante la ocupación de Crimea en 2014 y el apoyo a los secesionistas de habla rusa en el este de Ucrania (Donetsk y Lugansk), Putin esperaba mantener el control sobre toda Ucrania: "De hecho, contaba con los acuerdos de Minsk, firmados en septiembre de 2014, para hacerse con una participación en la política ucraniana a través de las repúblicas del Donbass [estructura federal del país con un amplio grado de autonomía regional]. Ha ocurrido lo contrario: no solo se ha estancado su aplicación, sino que el presidente Volodymyr Zelensky, cuya elección en abril de 2019 había dado al Kremlin la esperanza de renovar los lazos con Kiev, ha amplificado la política de ruptura con el "mundo ruso" iniciada por su predecesor. Peor aún, la cooperación técnico-militar entre Ucrania y la OTAN sigue intensificándose, mientras que Turquía, también miembro de la Alianza, ha entregado drones de combate que hacen temer al Kremlin que Kiev se vea tentado por una reconquista militar del Donbass. Por lo tanto, se trataría de que Moscú volviera a tomar la iniciativa, mientras esté a tiempo" (Le Monde diplomatique, febrero de 2022).
Viendo la tendencia de Estados Unidos a polarizarse cada vez más sobre China, Putin consideró el momento propicio para aumentar la presión sobre Ucrania y así "negociar su lugar en la escena imperialista"; emprendió una política de "guerra híbrida" que implicaba múltiples presiones, basadas en tensiones militares, ciberataques, amenazas económicas (gas ruso) y políticas (reconocimiento de las repúblicas secesionistas). Sin embargo, la ofensiva política y mediática estadounidense le ha pillado en una trampa: al anunciar a bombo y platillo una operación militar de ocupación de Ucrania por parte de Rusia, Estados Unidos hace ver que cualquier acción menor por parte de Rusia será vista como un paso atrás y, por tanto, intenta empujarla a una operación militar arriesgada y probablemente bastante larga, mientras que la población rusa tampoco está dispuesta a ir a la guerra y a ver cómo vuelven a los hogares numerosas bolsas de cadáveres. La burguesía rusa lo sabe perfectamente; por ejemplo, el politólogo ruso y experto en política internacional rusa, Fyodor Lukyanov, señala que "cruzar la línea entre la demostración de fuerza y el uso de la fuerza es una transición a otro nivel de riesgos y consecuencias. Las sociedades modernas no están preparadas para esto y sus líderes lo saben" (citado en De Morgen, 11.02.22).
Los acontecimientos en Ucrania ya están teniendo un gran impacto en la situación de Europa en dos niveles:
En primer lugar, la exacerbación de los enfrentamientos imperialistas, la presión estadounidense y la acentuación del "sálvese quien pueda" ejercen una fortísima presión sobre el posicionamiento de los distintos Estados europeos. Las declaraciones intransigentes de Biden les obligan a posicionarse y las grietas entre ellos se amplían, lo que tendrá profundas consecuencias tanto para la OTAN como para la Unión Europea. Por un lado, Gran Bretaña, liberada de las limitaciones del consenso en el seno de la UE, se posiciona como el fiel lugarteniente entre los fieles de Estados Unidos: su ministro de Asuntos Exteriores llega a calificar los intentos francoalemanes de encontrar un compromiso como un "segundo Munich". Varios países de Europa del Este, como Rumanía, Polonia y los países bálticos, reclaman una postura firme por parte de la OTAN y se sitúan firmemente bajo la protección de Estados Unidos. Francia y Alemania, en cambio, se muestran mucho más dubitativas y tratan de desarrollar su propio enfoque del conflicto, como subrayan las intensas negociaciones de Macron y Scholz con Putin. El conflicto pone de manifiesto que los intereses económicos particulares, pero también los imperialistas, impulsan a estos países a tener su propia política hacia Rusia, y esto es precisamente el objetivo de la presión estadounidense.
A nivel más general, con el enfrentamiento en Ucrania, los rumores de guerra y la tendencia a la militarización de la economía volverán a marcar el continente europeo, y esto a un nivel mucho más profundo que el que vimos durante la guerra en la antigua Yugoslavia en los años 90 o incluso durante la ocupación rusa de Crimea en 2014, dada la profundización de las contradicciones en un contexto de caos y sálvese quien pueda. El posicionamiento de los distintos países (en particular Alemania y Francia) en defensa de sus intereses imperialistas no puede sino acentuar las tensiones en el seno de Europa, agravar aún más el caos ligado al desarrollo del sálvese quien pueda y aumentar la imprevisibilidad de la situación a corto y medio plazo.
Sin duda, ninguno de los protagonistas busca iniciar una guerra general porque, por un lado, debido a la intensificación del sálvese quien pueda, las alianzas son poco fiables y, por otro lado, y sobre todo, en ninguno de los países afectados la burguesía tiene vía libre: Estados Unidos sigue centrado en su principal enemigo, China, y el presidente Biden, como antes Trump, evita a toda costa la intervención de tropas sobre el terreno (remarquemos la retirada de tropas en Irak y Afganistán y la delegación cada vez más frecuente de tareas en proveedores de servicios privados); Rusia teme una guerra larga y masiva que minaría su economía y su fuerza militar (el síndrome de Afganistán) y también evita comprometer demasiado a sus unidades regulares, haciendo que empresas privadas (como el Grupo Wagner) hagan el "trabajo sucio". Además, como demuestra la persistente dificultad para aumentar la tasa de vacunación, la población rusa desconfía profundamente del Estado. Por último, para Europa sería un suicidio económico y la población es fundamentalmente hostil a ello.
Sin embargo, el hecho de que no se lance una guerra masiva a gran escala no significa que no se produzcan acciones bélicas; ya están teniendo lugar en Ucrania a través de la guerra de "baja intensidad" (sic) con las milicias secesionistas de Járkov y Lugansk. Las ambiciones imperialistas de los distintos imperialismos, combinadas con el aumento del sálvese quien pueda y la irracionalidad ligada a la descomposición, implican inevitablemente la perspectiva de una multiplicación de los conflictos en la propia Europa, que probablemente adoptarán una forma cada vez más caótica y sangrienta: multiplicación de los conflictos "híbridos" (que combinan presiones militares, económicas y políticas), nuevas oleadas de refugiados que llegan a Europa Occidental, así como tensiones en el seno de la burguesía de Estados Unidos (en contraste con la "benevolencia" de Trump hacia Putin), así como en Europa (por ejemplo, Alemania), y una creciente pérdida de control de las burguesías sobre su aparato político (olas populistas).
Contra el odioso bombo del nacionalismo, la Izquierda Comunista denuncia las mentiras imperialistas de cualquier bando que solo pueden servir a los intereses de las diferentes burguesías, rusa, americana, alemana, francesa... o ucraniana y arrastrar a los trabajadores a conflictos bárbaros. La clase obrera no tiene patria, la lucha de los trabajadores contra la explotación capitalista es internacional y rechaza cualquier división por razón de género, raza o nacionalidad. Los trabajadores deben darse cuenta de que, si no contrarrestan con sus luchas la exacerbación de los enfrentamientos entre los tiburones imperialistas, éstos se multiplicarán a todos los niveles en un contexto de acentuación del sálvese quien pueda, la militarización y la irracionalidad. Desde este punto de vista, el desarrollo de las luchas obreras, particularmente en el corazón mismo de los países centrales del capitalismo, constituye también un arma esencial para oponerse a la extensión de la barbarie bélica.
R. Havanais, 18 de febrero de 2022
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El capitalismo significa pobreza para la clase obrera, significa vivir al límite, significa el miedo a estar desempleado y hambriento. Aunque el costo de la vida ha aumentado a un ritmo extraordinario en el período reciente y ha reducido rápidamente el poder adquisitivo, el capitalismo nunca nos ha prometido más que esto. Aunque la repentina subida del tipo de cambio aumentó nuestros problemas y las preocupaciones por nuestro futuro, la mayoría de nosotros ya era incapaz de llegar al fin del mes con años de constantes subidas de precios.
La crisis económica, que hoy se ha hecho innegable, es sólo uno de los reflejos de la crisis estructural del capitalismo. No hace falta mirar muy lejos para ver el punto al que ha llegado la decadencia del capitalismo y que está arrastrando a la humanidad hacia la extinción: con la crisis de producción y de salud que presenciamos en la epidemia de Covid-19; con los terribles incendios e inundaciones del pasado verano; con la crisis ecológica cuyas consecuencias directas hoy estamos viviendo en carne propia; con la crisis de los refugiados que cada día se hace más trágica. Además, vemos que el problema de la vivienda se hace más urgente para los trabajadores de todo el mundo, con el aumento de los alquileres y de las demandas de los dormitorios para estudiantes.
Aunque estas experiencias nos enojan, a menos que se encuentre una solución generalizada y realista, cada palabra pronunciada o cada acción llevada a cabo no conduce en última instancia más que a una creciente desesperación. Aunque las reacciones inmediatas, como las manifestaciones callejeras que tuvieron lugar tras el repentino aumento de los tipos de cambio son significativas, no pueden convertirse en permanentes y masivas en condiciones en las que no se presenta una alternativa revolucionaria.
Por supuesto, los partidos de la clase dirigente están haciendo su parte para impedir estas reacciones. Mientras el gobierno trata de impedir un posible levantamiento de masas mediante investigaciones policiacas, ataques y amenazas contra los que salieron a la calle, la oposición oficial trata de impedir el aumento de las protestas callejeras con la falacia de que "benefician al gobierno". Se entiende que están planeando celebrar manifestaciones legales -probablemente junto con los sindicatos oficiales- en las que la demanda de "elecciones anticipadas" será lanzada para detener una movilización masiva antes de que comience, contrarrestando así cualquier reivindicación radical, para ocultar la realidad de una crisis cada vez más profunda. En otras tras palabras, millones de personas que se empobrecen día a día y viven al borde del hambre están siendo alimentadas con mentiras: "No luchéis, esperad, nosotros os salvaremos".
En primer lugar, hay que subrayar que la razón principal de la crisis económica no es sólo la mala gestión del gobierno, sino que forma parte de una crisis económica mundial. Por lo tanto, la afirmación de que la cuestión puede resolverse con un cambio de poder carece por completo de fundamento. Por supuesto, las clases dirigentes pueden necesitar un cambio de poder gubernamental. En tiempos de crisis, en lugar de los partidos populistas de derecha como el AKP-MHP, los partidos "socialdemócratas" como el CHP pueden ser más útiles para reprimir a la clase trabajadora e imponerle políticas de austeridad. Hay que comprender que la función actual de la alianza, de la que el CHP y el IYIP son los principales elementos que se oponen al gobierno del AKP-MHP, es distraer a la clase obrera con la agenda electoral frente a la crisis candente, para dividir a la clase obrera con la hostilidad a los kurdos y a los refugiados, e impedir que las amplias masas entren en la lucha.
El ala izquierda de la clase dirigente, que está pegada a la espalda de estos partidos y trata de producir soluciones nacionales a la crisis del capitalismo, no tiene ninguna solución que ofrecer a un proletariado que sufre directamente la crisis. Aunque se ha demostrado a través de numerosos ejemplos recientes que ningún cambio es posible con las elecciones: que ni el HDP y los grupos políticos agrupados en torno a él, ni la búsqueda de alianzas iniciada por el TKP, el Partido SOL y el EMEP, ni ninguna transformación centrada en las elecciones presenta una perspectiva distinta a la de proporcionar un apoyo "crítico" al gobierno desde el exterior.
Hemos visto recientemente en los ejemplos de la coalición PSOE-Podemos en España y Syriza en Grecia cómo la izquierda de la clase gobernante ha empujado a la clase obrera a un callejón sin salida en todo el mundo. También sabemos que los partidos de izquierda de la clase en el poder son bastante "útiles" para imponer "políticas de austeridad" a la clase trabajadora. No tenemos otra elección que apretar los puños, llenar las calles, no las urnas del voto, para no apretarnos más el cinturón.
No puede haber una respuesta nacional a la crisis mundial del capitalismo. La respuesta sólo se puede encontrar a través de la unidad internacional del proletariado y su acción de masas que trasciende la farsa parlamentaria. El proletariado sólo puede lograr su emancipación desarrollando acciones de masas encaminadas a derrocar el capitalismo y creando órganos de lucha adecuados. Tenemos que recordar todo esto. Ya no tenemos tiempo para esperar, ni ninguna posibilidad de aspirar a algo menos que el derrocamiento del capitalismo.
Sabemos que no podemos confiar en los partidos de la clase dirigente, ni en los sindicatos oficiales, que son guardianes del orden existente, frente a los problemas candentes que vivimos hoy en día. Vemos una y otra vez en cada momento que la clase obrera no tiene otro salvador que no sea ella misma. La gente trabajadora, cada vez más empobrecida, no tiene otra cosa en la que confiar que su propia autodeterminación y en sus hermanos de clase que luchan en todo el mundo. Hoy, en nuestros centros de trabajo, en las áreas de viviendas, en las escuelas, es decir, dondequiera que estemos, tenemos que unirnos, organizarnos y proclamar obstinadamente estos hechos.
¡Guerra de clases contra el capitalismo! ¡Queremos el mundo, no unas migajas!
Abreviaturas:
AKP: Partido de Erdogan.
MHP: Partido de coalición racista.
CHP: Principal partido de la oposición, llamado "socialdemócratas".
IYIP: Partido populista/nacionalista de derecha.
HDP: Partido kurdo.
TKP: Corriente principal del Partido Comunista Estalinista.
Partido SOL: Similar a die Linke en Alemania.
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El gobierno, la oposición, los medios de comunicación:
Intentan convencernos de que hemos superado el pico de la pandemia y que día a día disminuyen tanto las muertes como las hospitalizaciones y los nuevos infectados
Estamos en plena recuperación y “nadie se quedará atrás” (esto lo añade el gobierno porque quiere presentarse como “social” y así redondea el salario mínimo a 1000 euros). Se estarían creando “nuevos empleos de calidad” gracias a la “reforma laboral”
¿Podemos dar crédito a estas afirmaciones? Nosotros decimos NO. Es propaganda burda para engañarnos, para mantenernos en la ilusión de que en esta sociedad “las cosas se pueden arreglar”, “siempre hay soluciones” y darnos a entender que la democracia y el gobierno nos permiten “seguir viviendo”, eso, a pesar de la corrupción, los políticos…
La burguesía solo nos ofrece ESPEJISMOS.
El gobierno afirma que la OMS pone a España como modelo de respuesta a la pandemia, que hay más del 90% de vacunados, que al aire libre ya no hace falta llevar mascarilla… Se publican informes de “expertos” que avalan ese optimismo.
Es verdad que la tasa de vacunación completa es la cuarta más alta de Europa y que tanto la mortalidad como las infecciones tienden a bajar después de los picos muy fuertes de diciembre.
PERO, los peros son muy serios y no nos permiten quedarnos tranquilos:
1º La variante OMICRON ha producido muchas infecciones, pero la mortalidad es baja. ¿Qué ocurrirá en el caso de que vengan otras variantes más mortales? El virus está mutando continuamente y sus variantes no son suficientemente conocidas, tanto sobre el grado de contagio como sobre su posible mortalidad, estamos en la incertidumbre y eso provoca angustia, tiene efectos psicológicos muy desquiciantes, que no se han reconocido
Nos dicen que, como producto de la lucha contra el virus, vamos a pasar de la pandemia a la endemia, «pero la malaria es endémica, igual que el VIH, y matan cientos de miles de personas, así que endémico no es algo bueno, solo significa que está aquí para siempre. A lo que tenemos que llegar es a niveles bajos de incidencia de la enfermedad, con un máximo de gente vacunada y que nadie tenga que morir de esto (covid-19)», dijo el director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan. En realidad, el paso de la endemia significa de hecho, al contrario, la capitulación en la lucha contra el virus.
2º El sistema sanitario está constantemente al límite. Los trabajadores sanitarios están exhaustos, todos los esfuerzos se han volcado en la pandemia y se ha dejado de atender muchas enfermedades graves. Tanto en las autonomías gobernadas por la izquierda como en las gobernadas por la derecha, los contratados temporales en los peores momentos de la pandemia han sido despedidos. Solo se les había hecho contratos de 3 meses que finalmente no han sido renovados. Todos los expertos anuncian que si se producen nuevos brotes el sistema sanitario se colapsará.
3º ¿Podemos permanecer tranquilos si en el resto del mundo sigue muy fuerte la pandemia? La tasa de vacunación alcanza a nivel mundial el 54%, pero en los países más pobres que se ven forzados a la emigración y no están fuera del comercio mundial, las tasas de vacunación son bajísimas: Senegal el 6%, Argelia 13%, Madagascar 6%, Haití 0,8%, Yemen 1,2% … Hay 12 países de África donde la vacunación no alcanza siquiera el 4%. «La pandemia no ha pasado cuando hay 70.000 personas que mueren a la semana de una enfermedad que es tratable, cuando el 83 % de la población de África no ha recibido todavía ni una sola vacuna,» avisó en la Conferencia de Seguridad en Múnich. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La propaganda nacionalista de “aquí en España estamos protegidos” es totalmente falsa. Los virus no respetan ni aduanas ni control de pasaportes, las nuevas variantes del COVID y la aparición de otros virus no son descartables. El peligro de lo que llaman “nuevas oleadas” sigue vigente.
Recordamos e insistimos en que, focalizándose monográficamente en el COVID, todos los gobiernos han descuidado las demás enfermedades y ahora mismo padecemos un rebrote de otros virus y una vuelta de viejas epidemias que las autoridades sanitarias daban por superadas. En Nueva York ha bajado el COVID, pero ha aumentado, sobre todo en los niños, una enfermedad respiratoria llamada VRS. En España “Hay 20 enfermedades, según la lista reducida de la clasificación internacional de enfermedades CIE-10, que en 2020 han superado el número de fallecidos desde 1980. Entre ellas destacan los fallecidos por diabetes (+16%), hipertensión (+16%), otras enfermedades del sistema nervioso (+10%), tumores malignos de páncreas (+8%), suicidios (+9%), caídas accidentales (+18%) o envenenamiento accidental por drogas. También ha aumentado, aunque en menor proporción, el fallecimiento por cáncer de mama (+3%)”1. “Mientras los países pobres de todo el mundo buscan detener el coronavirus, también están contribuyendo de manera involuntaria a que surjan nuevos brotes de enfermedades y fallecimientos a causa de otros padecimientos que las vacunas previenen con facilidad. Ahora está resurgiendo la difteria en Pakistán, Bangladés y Nepal. Hay cólera en Sudán del Sur, Camerún, Mozambique, Yemen y Bangladés. Se ha informado de la aparición de una cepa mutada del poliovirus en más de 30 países. Además, el sarampión está aumentando por todo el mundo, incluyendo países como Bangladés, Brasil, Camboya, la República Centroafricana, Irak, Kazajistán, Nepal, Nigeria y Uzbekistán”2.
El coronavirus no ha sido pues superado, incluso en personas que han recibido las 3 dosis, pero es preocupante la vuelta del cólera, el sarampión, la tuberculosis… y los sistemas sanitarios de todo el mundo, empezando por los de los países consideramos “ricos”, se han debilitado peligrosamente. Y, además, los científicos alertan sobre nuevas pandemias que pueden surgir.
Vivimos en todo el mundo una situación de GRAVE INSEGURIDAD SANITARIA.
El capitalismo necesita mantener a toda costa la producción pues ni la acumulación ni las ganancias se pueden detener y si un país paraliza la producción a causa de la pandemia pierde competitividad frente a sus rivales que se aprovechan como hienas de esta debilidad. Por lo tanto, la opción que han elegido es HABITUARNOS A VIVIR CON LA PANDEMIA, hacer de la pandemia una normalidad y de ahí todo ese discurso optimista de “salimos de la pandemia”. El Gobierno Sánchez dice que hemos de “gripalizar el COVID”, que lo veamos como una enfermedad habitual que todos los años se cobra un tributo de vidas. Es lo que llaman “pasar de la pandemia a la endemia”, es decir, habituarnos a que todos los años las enfermedades “normales” y “cotidianas” se cobren miles de vidas y lo veamos como algo banal, “cosas de la vida”. Eso es un CRIMEN. El Capital y su Gobierno a la orden juega cínicamente con la vida de los trabajadores y de toda la población.
Tras 2 años de pandemia vemos una fuerte subida de precios, precariedad, desempleo, pobreza cada vez mayor. Y la economía no arranca, ni siquiera recupera los niveles de antes de la pandemia. Los organismos internacionales o los de la UE retrasan la recuperación para el año 2023, mientras que antes la habían pronosticado para 2021.
Afirmaban que la inflación era temporal, aunque ahora tienen que reconocer que no se va a poder superar tan fácilmente como decían. Según la propaganda de los gobiernos y de los “expertos”, la causa de la inflación es, por una parte, los atascos en el suministro de semiconductores y materias primas, y, por otro lado, que Putin y otros gobiernos que venden gas y petróleo se aprovechan de la situación para imponer precios muy elevados. También le echan la culpa a la guerra en Ucrania.
Estos factores tienen influencia, pero son secundarios, según el análisis de la CCI, la inflación está en la raíz de la decadencia del capitalismo. La carga que representa sobre la economía los gastos improductivos (el principal es el armamento y la guerra) va causando año tras año una inflación estructural que se agudiza por el endeudamiento gigantesco en el que caen todos los Estados.
Con la aceleración de la descomposición y de la crisis la inflación tenderá a ser permanente y la recuperación económica se hará más difícil. Ningún país está a salvo y quienes pagan son como siempre los trabajadores
Las falsas ilusiones que ofrece el capital español a través del Gobierno y de la Oposición es que con la salida de la pandemia la miseria va a remitir, poniendo de ejemplo la panacea de la Reforma Laboral y que el salario mínimo aumentará a 1000 €
Pero si vemos la realidad eso es mentira, lo que vemos es NADAR SOBRE AHOGADO.
Todos los anuncios de recuperación y de medidas sociales ocultan que hay un recorte salvaje de los servicios de salud, de los servicios sociales, de las ayudas a los más pobres… Todos los servicios del Estado son cada vez más precarios.
La precarización y la baja de salarios la vemos en el sector del automóvil que se ve sumido en un ERTE permanente
La Reforma Laboral consolida la precarización con el pacto entre Gobierno, Patronal y Sindicatos. A las nuevas generaciones les espera desempleo, precariedad, muchos trabajadores no alcanzarán para tener una paga de jubilación, pero tampoco habrá vivienda pues la mayoría tendrá que conformarse con vivir en casa de los padres o de los abuelos o acceder solamente a una habitación en pisos compartidos con 6 o más personas. Cada vez hay más trabajadores cuya situación de precariedad y de salarios de hambre les hace preguntarse cuando llega la noche ¿Dónde dormir? Y cuando se despiertan ¿qué voy a comer?
Queremos dar ejemplos concretos.
1º Crecimiento de la pobreza. En todo el mundo el número de pobres ha subido en 2020-2021 en 160 millones de nuevos pobres. En España “La pandemia ha tenido un impacto "desolador" en la sociedad española, con 11 millones de personas en exclusión social y, de ellas, seis millones ya en situación de pobreza severa. Son dos millones más que en 2018 y supone la cifra más elevada registrada en el país desde 2007”3.
2º Pobreza energética. Con la subida de la luz en este momento hay 4,5 millones de personas en España que no pueden pagar el recibo. En un año la factura de la luz se ha incrementado en un 70% mientras los salarios apenas han subido un 2%. Según la OMS “entre un 30% y un 50% de las muertes adicionales que ocurren en los meses más fríos son causadas por la pobre e insuficiente climatización en hogares, lo que significa que la pobreza energética supera en muertes a los accidentes de tráfico en nuestro país. De esta forma y según un documento ofrecido por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), la pobreza energética es la causa de unas 7.100 muertes anuales, casi 3000 más que las ocurridas en carretera en 2014”4.
2º Precariedad. Según el periódico Cinco Días “La recuperación de la actividad económica y del empleo se está consiguiendo a costa de una mayor temporalidad y precarización de las condiciones de trabajo, según se observa en la Encuesta de Población Activa (EPA), publicada este jueves por el INE”, observa que “Los contratos temporales crecen siete veces más que los fijos y la jornada parcial avanza el triple que la plena”. “Un 75% de los asalariados menores de 25 años tienen condiciones de trabajo precarias en España, según un informe sobre precariedad laboral elaborado por Comisiones Obreras y el Instituto de Economía de Internacional de la Universidad de Alicante”, según este estudio el 48% de los trabajadores de todas las edades es precario. Es una cifra escalofriante pues uno de cada dos trabajadores no tiene ninguna garantía de ganarse la vida, no podrá cotizar lo suficiente para la pensión, no podrá comprarse una casa, tendrá que vivir a salto de mata, no sabiendo cada día que podrá hacer el siguiente.
La pandemia ha sacado a la superficie las reacciones más irracionales y el rechazo de los avances científicos; pero ya desde antes hay algo que quieren que olvidemos a toda costa: que la historia de la sociedad a partir del comunismo primitivo de los orígenes de la humanidad, es la historia de la lucha entre las clases; que en cada una de las etapas históricas anteriores, una clase revolucionaria planteó y desarrolló la perspectiva de una organización social diferente que permitió el desarrollo de la producción; que en esta sociedad, en el capitalismo, la clase revolucionaria es la clase obrera, que es al mismo una clase explotada y su lucha contra la explotación contiene y tiene que desarrollar la perspectiva de una nueva sociedad comunista que libere todas las trabas al desarrollo de la ciencia y la riqueza en servicio de los seres humanos.
Por eso si hacemos este análisis de la pobreza, la pandemia, la precariedad, el desempleo, no es para lamentarnos, sino para luchar como clase obrera. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta?
1º Desechar toda ilusión, no confiar en los discursos y las promesas de los partidos políticos y los sindicatos, solo confiar en nosotros mismos como clase
2º Discutir para tomar conciencia colectivamente. Formar círculos de discusión
3º Comprender cómo la clase obrera se organiza para luchar. Aprender de su experiencia histórica
4º Sacar lecciones de las luchas recientes. La lucha de Cádiz, las luchas en Estados Unidos, Irán etc. Nosotros no las glorificamos, vemos sus debilidades y las trampas en las que caen, pero son nuestra escuela para el futuro.
Marjane y Valeria 26-2-22
1 Fuente: Las otras muertes de la pandemia: las causas que más crecieron en 2020 además de los 74.839 fallecidos por COVID (datadista.com) [115]
2 Mientras avanza el coronavirus, otras enfermedades resurgen - The New York Times (nytimes.com) [116]
3 La pandemia dispara la pobreza severa en España y alcanza ya a seis millones de personas, la cifra más alta desde 2007 (eldiario.es) [117]
4 https://www.luz-gas.es/noticias/la-pobreza-energetica-en-espana/ [118]
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El final del 2021 y comienzos del 2022 en Brasil, estuvieron marcados por una serie de intensas lluvias, que primero afectaron a la población del Estado de Bahía y desplazaron a un número de personas nunca visto. Ciudades medianas y pequeñas quedaron totalmente inundadas, en zonas que hasta entonces nunca habían sufrido problemas de inundaciones1. En Bahía, 165 ciudades declararon el estado de emergencia y más de 850 mil personas se vieron afectadas, directa e indirectamente, por las lluvias. Más tarde, las lluvias llegaron al estado de Minas Gerais desplazando a más personas, bloqueando las carreteras y poniendo en estado de alerta a unos 435 municipios.
En febrero, las lluvias golpearon con más fuerza el Estado de Río de Janeiro. En la ciudad de Petrópolis, en la región montañosa del Estado se cobraron la vida de 231 personas y aún hay 5 desaparecidos. Este escenario es el peor vivido por el municipio, que hace 11 años vivió una catástrofe similar, aunque con menos muertos. Algunas casas fueron arrastradas, los coches quedaron del revés, calles intransitables, los centros comerciales golpeados por las lluvias, pero este escenario no es desconocido para la ciudad. Desde que se fundó, Petrópolis / RJ vive con las inundaciones en cada lluvia, sin embargo, ahora tienen lugar en un período cada vez más corto. El último desastre tuvo lugar en 2011, mucho antes de esta gran catástrofe. Antes de eso, en 988 se produjo una inundación sin precedentes y el hundimiento de la presa de Brumadinho en enero 2019 arrasó un alud de tierras que mató a 270 personas y destruyó totalmente una ciudad de 40 000 habitantes, provocando un gran desastre ecológico en la región.
Brasil no ha sido el único país que ha sufrido desastres de proporciones dramáticas en los últimos meses. Quito, la capital del Ecuador sufrió un alud de tierra tras prolongadas lluvias torrenciales, provocando enormes destrucciones y muchas víctimas. Pero no es solo por la fuerte lluvia, que cayó en la madrugada del 1 de febrero, sino sobre todo por la gran desforestación que sufre la zona. El pasado 15 de enero, 11 900 barriles de petróleo de Repsol se derramaron frente a las costas de Ventanilla Perú2. Inundaciones torrenciales y aludes de tierras con resultados catastróficos en Japón, en China (afectando una ciudad de 10 millones de habitantes), incluyendo al corazón del mundo industrializado de Europa Occidental, Alemania, Austria y Bélgica en el verano de 2021 (más de 2000 muertos) 3
La multiplicación de los desastres climáticos, de las zonas contaminadas, de la destrucción de los bosques, de las mareas de lodo rojo, la contaminación atmosférica, la desaparición masiva de especies.... Todos los días, los desastres medioambientales ocupan los titulares. Cada uno de estos acontecimientos termina invariablemente con un llamamiento a la "determinación" de los gobiernos para salvar el planeta o a la responsabilidad individual de los "ciudadanos del mundo" para que utilicen correctamente sus votos4.
El análisis sobre las catástrofes medioambientales bajo la concepción materialista de la historia tiene que investigar las causas históricas y sociales que explican los desastres naturales, y no perderse en las apariencias de los fenómenos, como tampoco reducirlo a “la responsabilidad individual de los ciudadanos” o a la cuestión de “votar” por un salvador preclaro e iluminado que resolverá el asunto de un plumazo. Para una organización revolucionaria que pretende defender los intereses históricos de la clase obrera, es fundamental hacer una reflexión teórica que aclare las condiciones de la lucha de clases y critique los análisis de la sociedad que considera falsos, para comprender en profundidad las diversas determinaciones que contribuyeron a la aceleración de los desastres y desequilibrios ambientales, que no pueden explicarse por sí mismos.
Los hechos son contundentes: olas de calor (Argentina registró en enero del 2022, temperaturas superiores a los 40 0 C, Australia más de 50 0C) los incendios de todo el mundo en el 2021 causaron un total estimado de 1.760 megatoneladas de emisiones de carbono, que es el equivalente a 6.450 megatoneladas de dióxido de carbono, según los satélites del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS), incendios en el estado de California 2021, Australia 2019 - 20205, en el 2021 Turquía, Grecia, Albania, Italia, Túnez. Según el análisis de WWF y Boston Consulting Group (BCG) del 2020, en la Amazonía brasileña, los datos más recientes muestran que los incendios del 2020 superaron en un 45% al promedio de los últimos diez años debido a los altos niveles de deforestación ilegal. Entre agosto de 2019 y julio de 2020, las alertas de deforestación fueron un 33% más altas que en el mismo período del 2018 – 20196. Sumemos a ello el derretimiento de los glaciares, inundaciones, extinción de especies enteras – lo que en definitiva conduce a la extinción de la propia especie humana. No hay duda de que el sistema actual está llevando a la humanidad hacia una catástrofe medioambiental. Y aun si no existiera el calentamiento global, el suelo, el aire, los ríos y los mares continuarán siendo envenenados y agotados para siempre.
Hace 170 años, Friedrich Engels ya señalaba que la industria inglesa hacía insalubre el medio ambiente para los trabajadores: "La alta tasa de mortalidad entre los hijos de los trabajadores, y en particular entre los trabajadores de las fábricas, es prueba suficiente de la insalubridad a la que están expuestos durante sus primeros años de vida. Estas causas también afectan a los niños que logran sobrevivir, pero sus efectos son, obviamente, un poco más atenuados. En el caso más benigno, conducen a una predisposición a la enfermedad o al retraso del desarrollo y, en consecuencia, a un vigor físico inferior al normal”7.
La CCI consecuente con los análisis desarrollados por las organizaciones del proletariado del pasado, denuncia el hecho que las catástrofes naturales forman parte del conjunto de fenómenos causados por las formas irracionales de producción en las que basa todo el edificio del sistema capitalista, es decir primar sobre toda consideración los beneficios monetarios. En otras palabras, la ganancia cruda prevalece sobre cualquier miramiento que proteja los intereses humanos.
La sociedad capitalista, en su lógica de acumulación encaminada a la saturación de los mercados por la tendencia creciente a la sobreproducción, entró en su época de Decadencia tras la 1era Guerra Mundial (1914 – 1918), marcando el curso de su historia a un vertiginoso descenso a crisis económicas globales, intensas y traumáticas, la tendencia generalizada del capitalismo de estado en todas las naciones del planeta, guerras por doquier, violencia gansteril, y un mayor aumento de la desforestación, desertificación, sequías y contaminación de ríos, lagos, mares y océanos con todas sus implicaciones, que ponen de manifiesto la podredumbre de la sociedad que se agrava por las crecientes contradicciones del capitalismo.
Contradicciones que llevaron a la sociedad del valor, a partir de 1989, a la entrada a su última fase en la Decadencia: La Descomposición, en las que todas las lacras antes señaladas se profundizan ad extremum8. Un claro ejemplo patético de lo que décimos es la pandemia que ha afectado duramente el país los dos últimos años 9,del que aún vivimos sus secuelas. Estos impactos ambientales son así, fruto del uso caótico que el capitalismo hace de los recursos de la naturaleza y de cómo estos impactan la propia existencia del hombre en la tierra10.
Aunque el Estado se esfuerce en crear una narrativa de que el hombre no puede tener control sobre los fenómenos de la naturaleza y que no hay nada que hacer frente a ellos, salvo las medidas de contingencia para minimizar los desastres, diversas instituciones científicas, académicas y afines ya señalaban cómo los procesos de deforestación impactaban en los ciclos hidrológicos, la falta de vegetación y la capacidad destructiva que las lluvias podían imprimir a ciudades como Petrópolis/RJ. Sin embargo, queda muy claro cómo la burguesía y su aparato estatal fueron incapaces de realizar una planificación a corto, medio y largo plazo que pudiera minimizar los impactos de los fenómenos naturales. La CCI ha denunciado que la responsabilidad de estas catástrofes recae en el sistema capitalista, en la lógica del beneficio a cualquier precio, en la búsqueda constante del ahorro en insumos, en gastos de personal, en la explotación inconsecuente de los recursos sin la menor preocupación por los riesgos para el medio ambiente. A los recortes del Estado, tanto en el ámbito de los estudios de prevención como en la realización de inversiones para minimizar las tragedias, es la suma lo que explica que las catástrofes sean cada vez más recurrentes y mortíferas11. Aunque el gobierno de Bolsonaro, por ejemplo, redujo significativamente el presupuesto asignado a la prevención de desastres12, la campana ideológica de la izquierda focalizando la rabia contra él, diciendo que es la culpa del gobierno populista de Bolsonaro, sirve antes que todo a distraer y atacar la conciencia de la población y en particular de los proletarios, para esconder la responsabilidad del sistema capitalista en esa situación. Así, el Estado de Río de Janeiro tampoco ha13 ejecutado el presupuesto asignado a la prevención de riesgos y a la recuperación de las zonas afectadas por los desastres.
Las inundaciones que han azotado a Brasil están lejos de constituir un fenómeno natural particular y localizado, precisamente porque son totalmente previsibles y anticipadas hace años por varios especialistas, por lo que no cabe duda de que podrían haberse evitado y minimizado si la lógica de la sociedad capitalista no contribuyera realmente a su agravamiento. La lógica capitalista implica la ocupación desordenada y caótica de los espacios urbanos, lo que explica la intensificación de las inundaciones y la erosión del suelo. En Petropólis/RJ, el aumento de las precipitaciones, el encuentro con espacios más urbanizados y un suelo menos impermeable, contribuyeron a las inundaciones y se vieron agravadas por los desprendimientos de las laderas también ocupadas por viviendas. El caso de Quito, señalado en líneas arriba es otro caso dramático.
Cuando defendemos el concepto de que es el capitalismo el que ha agravado los procesos de catástrofes ambientales, no significa que los fenómenos naturales como las lluvias torrenciales, las inundaciones, etc. no existirían en otras formas de sociedad, sin embargo, entendemos que estos procesos naturales adquieren contornos más intensos y mayores impactos en la sociedad, ya sea por su potencial destructivo, ya sea por su recurrencia. Sin duda, la lógica capitalista y las desigualdades sociales que genera están en la base de los factores que llevan a las catástrofes a niveles tan destructivos.
Otro aspecto relevante es precisamente cómo la clase trabajadora sufre estas catástrofes. Por regla general, el proletariado está sometido a condiciones cada vez más precarias, no tiene el poder de establecerse en una vivienda adecuada y se ve abocado a las periferias y a condiciones habitacionales de riesgo, sin saneamiento básico y en estas catástrofes naturales es el que menos puede protegerse, lo que acaba colocándolo con más víctimas. En el caso de las catástrofes naturales, sin embargo, la irracionalidad en el uso de los recursos y la agresión al medio ambiente han provocado daños climáticos que no eligen la clase social, el calentamiento global, la desertificación, etc., ponen en riesgo la propia existencia de la Tierra en un corto período, dada la lógica desenfrenada y depredadora del uso capitalista de los recursos naturales. Aunque la burguesía dispone de más mecanismos para hacer frente a la escasez, incluso para ella existe un límite infranqueable: sólo hay una Tierra.
La solución, sin embargo, no pasa por la creación de una legislación más eficiente, ni siquiera por la correcta aplicación de las inversiones en prevención de catástrofes, precisamente porque es la lógica de la reproducción capitalista la que, en su fase de descomposición, agrava y acelera tales catástrofes naturales (el desequilibrio medioambiental es al mismo tiempo un producto de la descomposición del capitalismo, y al mismo tiempo que se agrava constituye un hecho de la aceleración de ese mismo proceso de descomposición).
Las inundaciones en Brasil no constituyen, como hemos visto, problemas naturales particulares, sino que son fenómenos que han ocurrido en otros lugares del mundo y que tienden a empeorar cada vez más: el problema es el capitalismo. Y corresponde a las organizaciones proletarias la difícil tarea de enfrentar las concepciones que naturalizan los desastres de manera lineal, como resultado de fenómenos naturales inevitables, y en cambio aportar la perspectiva marxista que revela los factores y procesos de estos problemas ambientales, que no pueden ser analizados sin equiparar el poder del Estado, la burguesía y la reproducción del capital.
Ante un panorama de descomposición que los efectos humanos, sociales y económicos generan cada vez más catástrofes naturales, tales como: inundaciones, sequías, desbordamientos, y en el que la degradación del medio ambiente ha alcanzado niveles impresionantes, que amenazan el equilibrio de todo el planeta, aunque la tecnología avanza y las personas se ven cada vez más impotentes para enfrentar tales problemas. Es esencial que el proletariado tome conciencia y reflexione sobre las verdaderas causas de las catástrofes y comprenda la responsabilidad del capitalismo en ellas, ninguna economía más verde ni ningún dirigente más sensible a las causas medioambientales puede superar la contradicción fundacional del capital. Sólo el desarrollo de la solidaridad internacionalista del proletariado y su condición revolucionaria es capaz de superar estas catástrofes y tragedias medioambientales.
Sección en Brasil de la CCI
1 Destrucción por inundaciones en el noreste de Brasil [120]
2 Ver Perú: el desastre de REPSOL, solo demuestra lo moribundo del capitalismo [121]
3 Leer Inundaciones, sequías, incendios... ¡El capitalismo lleva la humanidad hacia un cataclismo global! [122]
4Ver "Destrucción del medio ambiente: ¡la ideología "verde" está al servicio del capitalismo! [123]".
5 Ver Incendios forestales en Australia: un presagio del futuro que nos depara el capitalismo [124]
6 "En 2020, los incendios forestales podrían ser peores que en 2019 para Sudamérica y el mundo [125]" (worldwildlife.org).
7 Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844) [126]
8 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición [7]
9 Brasil es el tercer país más afectado por la pandemia y el segundo en casos mortíferos.
10 Ver Dossier especial COVID19: el verdadero asesino es el capitalismo [80]
11 Ver El capitalismo amenaza el planeta y la supervivencia de la humanidad: Sólo la lucha mundial del proletariado puede acabar con la amenaza [87]
12En portugués: “Orçamento para evitar desastres como os das chuvas na Bahia foi reduzido em 75% em 2021 pelo governo Bolsonaro [127]” (O Globo).
13 En portugués: Petrópolis e o esforço dos governantes em ignorar o passado [128] (apremavi.org.br)
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Durante los últimos meses, en el norte de Chile, principalmente en Iquique, ha habido una oleada casi infinita de inmigrantes que han escapado de las garras del narco-chavismo contrarrevolucionario en Venezuela, lo que ha producido una gran conmoción en todo el territorio nacional, pues con las oleadas de inmigrantes también llegan criminales y peligrosas pandillas que antes no habían, lo cual ha desatado una enorme opinión tanto en la izquierda como en la derecha del capital, de la misma forma que entre los académicos, “influencers” y sociólogos burgueses no se han quedado atrás: algunos hacen un llamado a la xenofobia y al nacionalismo, a marchas de odio y a culpar a la “ONU” y al marxismo “cultural” de esto, en cambio, el progresismo buenista nos dice que “inmigrar es un derecho” y “todos son bienvenidos”, ¿Quién gana con estos llamados? La burguesía.
La inmigración es un problema global e histórico que ha afectado a diversos países alrededor de los años, y es un problema que moviliza principalmente a proletarios. En el caso de Chile también ha habido inmigración desde ya hace algunos años, sin embargo, la inmigración masiva de venezolanos comenzó en el año 2019, cuando Piñera de reunión con Guaido en Cúcuta, desde entonces ha habido una inmigración extremadamente descontrolada, que lamentablemente ha tenido una serie de consecuencias negativas, tanto para los proletarios locales como extranjeros: aumento de la delincuencia, asesinatos, bandolerismo, aumento de empleos precarios e “ilegales”, etc. Actualmente en Chile la cantidad de venezolanos son medio millón, y corresponden al 41% de los inmigrantes, por ello es que, como se dijo anteriormente, ha habido distintas voces en el mundo burgués con respecto a este nuevo problema
Desde que hace unos días atrás, unos inmigrantes pertenecientes al lumpen asesinaron a un joven camionero trabajador en el norte, el gremio de camioneros (vanguardia de la extrema derecha chilena) ha convocado a paros y huelgas contra “los inmigrantes” y la “delincuencia”, hacen llamados al gobierno burgués a proclamar “estado de excepciones” (igual que en el sur con el tema del terrorismo indígena), y buscan militarizar toda la zona para prohibir la entrada de ilegales. De la misma forma el año pasado estuvo lleno de marchas nacionalistas y de “odio” en el norte, donde incluso destruyeron carpas e incendiaron pertenencias de venezolanos que habían ocupado determinados lugares, de ahí aparecen grupos de la derecha más radical, culpando a la ONU, a Bachelet, y a Piñera por la “invasión venezolana”, y la perdida de la “chilenidad”. Por si fuera poco, este odio xenofóbico se refuerza con constantes videos y noticias de venezolanos que roban, delinquen y saquean, dañando constantemente a “locales” chilenos. Gran parte de la campaña presidencial del ultra- reaccionario Kast se basó en poner fin a la inmigración.
Todo lo anteriormente expuesto lo único que ha hecho es dañar el internacionalismo proletario de la clase obrera, y fomentar el nacionalismo en las filas proletarias (los obreros no tenemos Patria, la Patria es de la burguesía). Esto es algo que los proletarios deben combatir constantemente mediante el debate comunista, aunque el nivel de conciencia sea aún bajo.
De la misma forma, el izquierdismo, con su clásico discurso buenista y humanista, no ha hecho sino llorar por la precaria condición de los inmigrantes en el norte y condenar las manifestaciones de la ultraderecha, sin embargo, esto lo único que ha permitido es fomentar más el odio racista entre la población. Igual que la ultraderecha no tiene nada que ofrecer al proletariado, la izquierda tampoco lo tiene.
Lo que hace, tanto la izquierda como la derecha democrática, con su “bienvenida al inmigrante” es utilizar a estos como instrumento para precarizar el empleo y empujar hacia abajo las condiciones de trabajo, salario y vida de TODOS LOS TRABAJADORES, nativos o extranjeros. Al mismo tiempo, falta de alimentos, aumento de la delincuencia, falla de los sistemas públicos, (prácticamente todo lo que ocurre en el norte) lo que en otras palabras es: ¡barbarie capitalista!, apoyada por el progresismo y la ultraizquierda.
Un punto en aclarar es el siguiente: internacionalismo proletario no es lo mismo que ser pro- inmigración, ser un izquierdista proinmigrante es ser un agente del capital que, drogado por ideologías progres y humanistas, lo único que hace es acrecentar la barbarie capitalista y mantener (sino proteger) el estado burgués, en palabras más simples, el discurso pro- inmigración defiende y mantiene el capitalismo y su estado mientras los obreros son más y más precarizados. En cambio, el internacionalismo proletario es una actitud propia de los obreros, que luchan por la revolución comunista mundial y la abolición de todos los estados, es un movimiento político ofensivo hacia el capital, y no un discurso pasivo y humanista que tanto le gusta a la burguesía como la pro- inmigración. Al final queda en evidencia como la izquierda y la derecha se apoyan mutuamente a favor del capital
Según el marxismo, el lumpen es una capa marginal histórica, que vive de las migajas de la sociedad burguesa y que no participa en el proceso de producción. Esta capa es consecuencia de como el capitalismo excluye del trabajo social a masas de personas, creando un “ejército de reserva industrial” que para sobrevivir no tienen más que robar o asesinar, sin embargo, durante el periodo de descomposición capitalista el lumpen es cada vez más y más errático y violento, acaparando a cada vez más y más individuos de la sociedad capitalista. Como señala el Manifiesto Comunista “El proletariado andrajoso, esa putrefacción pasiva de las capas más bajas de la vieja sociedad, se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución proletaria, si bien las condiciones todas de su vida lo hacen más propicio a dejarse comprar como instrumento de manejos reaccionarios”.
Dicho lo anterior, es obvio que muchos criminales aprovechen una situación de caos como lo son las inmigraciones masivas para saquear y robar en otros lugares, sin embargo, esto no es culpa de la inmigración “masiva”, sino del sistema capitalista en general que produce, de manera inevitable, a estos marginales. A diferencia de lo que dicen los medios de prensa burgueses (los mismos que luego se quejan por el ascenso de la extrema derecha), el proletariado no se debe dejar controlar por una ideología pro- policiaca y paranoica, sino que, al contrario, los obreros deben estudiar este problema desde una perspectiva político-revolucionaria.
A diferencia de lo que dicen los buenos ciudadanos burgueses, la solución al problema de la inmigración y la delincuencia no se resuelven con medidas reaccionarias militares y armamentistas, estos problemas tienen su solución aboliendo la contradicción capital/trabajo junto con todos los estados burgueses, a favor de la comuna humana mundial. Las insurrecciones proletarias y las huelgas de masas, la solidaridad con todos los trabajadores (independiente de su raza o país), es fundamental para poner fin a toda la barbarie capitalista que hoy se vive no solo en el norte del país sino en todo el mundo, porque la culpa de todo esto solo la tiene el capital y su estado.
Rodrix
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Muchos medios burgueses llaman a Costa Rica como la “democracia más antigua de América Latina” por haber celebrado elecciones presidenciales y parlamentarias con relativa “calma” desde el golpe de Estado que sufrió este país en 1948: 74 años de “civilizada” democracia burguesa en medio de Estados centroamericanos gobernados casi desde siempre por dictadores y militares.
Los izquierdistas en este país tienen una larga historia en el parlamentarismo: casi desde la conformación del partido estalinista en 1931 (Partido Comunista de Costa Rica, PCCR) ha sido parte del circo. En esos remotos años, ante la negativa del gobierno de turno de que el PCCR participara en las elecciones de 1934 como “Partido Comunista”, mutaron su nombre al “Bloque de Obreros y Campesinos” para participar en estos comicios, luego volvieron a cambiar de traje con el nombre “Vanguardia Popular”. Han participado desde siempre en esta farsa, porque Costa Rica, según la lógica izquierdista, tiene “condiciones excepcionales” para la participación electoral y hacer de este espacio “una tribuna de denuncia” o un espacio para rascar migajas al capitalismo. Y no solo los estalinistas, sino otras derivaciones han utilizado esta “lógica”. Los guevaristas, maoístas, y trotskistas a partir de la década de 1970 se unieron al teatro, y han participado casi de manera ininterrumpida de este podrido sistema. La Izquierda Comunista, desde sus primeras luchas en el seno de la Tercera Internacional, ha llegado a la conclusión que el parlamentarismo está totalmente caduco en la fase de decadencia del capitalismo y cumple una misión nefasta para el desarrollo de la conciencia del proletariado al ser el medio mistificador por excelencia1.
Los que no comprendieron esta cambio de fase, o los que han degeneraron junto a la contrarrevolución, los más radicales de la burguesía, justifican esta participación con el argumento de “denuncia desde las tribunas” para “acercar” a algunos elementos a la lucha por “el socialismo”, otros defienden esta participación por la “excepcionalidad” del régimen democrático en ciertos países, como Costa Rica, donde la situación “permite” que “diputados obreros” – es decir sus militantes, los “los especialistas”, los “jefes” – puedan llegar a defender los intereses de los trabajadores en el parlamento: porque para ellos estos “especialistas en política” son sus cuadros, que se plantea como la “vanguardia” de sus luchas.
Los más a la derecha dentro de los izquierdistas, como los del Frente Amplio, ya renunciaron completamente al discurso radical, muy característico de los trotskistas, y se han distanciado de su viejo origen estalinista, diciendo abiertamente en televisión que no son un “partido extremista”, ni mucho menos “comunista”, con el fin de catalizar la mayoría de los votos rechazando abiertamente la idea del comunismo. Esta es la realidad de la putrefacción de las facciones de izquierda de la burguesía en este capitalismo en abierta descomposición.
Es importante denunciar este engaño que se ha construido alrededor de la democracia burguesa de Costa Rica, que se ha planteado como “un modelo a seguir” por el grueso de la izquierda de capital que han asumido de manera abierta y descarada la bandera de la “democracia” como un paso “progresista” para derrocar los distintos regímenes autoritarios de Centro América que han sobrevivido por largos años, confundiendo, mistificando, a muchos obreros centroamericanos que ven este país con un “mal menor” ante el caos general de los Estados centroamericanos.
Las elecciones de este año han demostrado que este supuesto régimen “ejemplar” de “democracia” no es más que una farsa, más evidente aún con la entrada del capitalismo en su descomposición que ahora afecta todos los aspectos de vida del capitalismo incluidas las elecciones parlamentarias y presidenciales.
Las corrientes de la Izquierda Comunista han luchado de manera ininterrumpida contra el parlamentarismo, no de una manera idealista como los anarquistas, sino bajo las bases sólidas del marxismo. La entrada en la decadencia del capitalismo ha hecho caducos métodos que en el periodo de ascenso eran válidos, como la participación electoral, o la creación de sindicatos, no por una ocurrencia abstracta, sino por el hecho que las lucha por reformas, o la propaganda revolucionaria en los parlamentos carecía de sentido cuando estas reformas y luchas políticas había cambiado de sentido. Primero, la incapacidad en el periodo de decadencia de la obtención de reformas realmente duraderas, y segundo, por la función contrarrevolucionaria de los sindicatos que habían sido absorbidos por el aparato Estatal. Las formas de luchas también adquiriendo un nuevo sentido desde 1917: los viejos parlamentos burgueses se habían hecho obsoletos con la aparición de los Consejos Obreros que había roto con la antigua división capitalista de la política y la economía. Inspirado por la experiencia pionera de la Comuna de París -Marx llamó a la Comuna de París como “heraldo glorioso de una nueva sociedad”2- el proletariado ruso había dado gigantescos pasos de organización, había conformado un verdadero gobierno de la clase obrera.
La oleada revolucionaria de 1917-23 mostró claramente que los métodos de lucha del proletariado habían cambiado de manera radical, ya no se trataba de conquistar el podrido régimen burgués, sino de destruirlo y remplazarlo por el nuevo poder de la clase: los consejos obreros. Las facciones de izquierda de la socialdemocracia, pertenecientes a la segunda internacional, iban, cada uno adoptado estos métodos de lucha, a medida que también teorizaban sobre la nueva fase del capitalismo: su entrada en decadencia. Sobre el parlamentarismo, Rosa Luxemburgo decía que,
La Asamblea Nacional es un legado superado de las revoluciones burguesas, un recipiente sin contenido, un requisito de la época de las ilusiones pequeñoburguesas de “pueblo unido” de “libertad, igualdad y fraternidad” en el Estado burgués. Quien hoy apoye la idea de la Asamblea Nacional ata consciente o inconscientemente a la revolución a la etapa histórica de las revoluciones burguesas; es un agente encubierto de la burguesía o un ideólogo inconsciente de la pequeña burguesía…
(Luxemburg, apud Frolich, 1976: 379)
Otros grupos de la izquierda comunista siguieron estos pasos, como el boicot del Partido Comunista Polaco a las elecciones en 1918, o el de la Fracción Comunista Abstencionista del Partido Socialista Italiano en el mismo año, también una facción de los tribunistas holandeses adoptaron estas posiciones antiparlamentarias3. Esta nueva realidad en la historia de movimiento obrero se cristalizó en el Primer Congreso de la Internacional Comunista de 1919, en especial las “Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado”4, donde vuelve sobre la tesis de Marx, del sentido real de la Comuna:
La república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, mediante la máquina estatal que organiza y garantiza la opresión y explotación del trabajo por el capital.
“La Comuna de París, a la que de palabra honran todos los que desean hacerse pasar por socialistas, porque saben que las masas obreras simpatizan con ella ardiente y sinceramente, mostró con particular evidencia el carácter históricamente condicionado y el limitado valor del parlamentarismo burgués y la democracia burguesa, instituciones progresivas en alto grado en comparación con el medievo, pero que exigen inevitablemente un cambio radical en la época de la revolución proletaria. Precisamente Marx que aquilató mejor que nadie la importancia histórica de la Comuna mostró, al analizarla, el carácter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués bajo los cuales las clases oprimidas tienen el derecho de decidir una vez cada determinado número de años qué miembros de las clases poseedoras han de "representar y aplastar" al pueblo en el Parlamento (…)”
(V. Lenin, “Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado”, 1919)
Primero el desarrollo del oportunismo en el seno de la Internacional y luego el triunfo de la contrarrevolución echó abajo todos los avances en la lucha por la revolución mundial con respecto al parlamentarismo y la crítica acérrima a la democracia burguesa. Ahora todos los paladines izquierdistas de la democracia burguesa están insertos en este putrefacto sistema, engañando al proletariado, asumiendo un papel mistificador, inhibiendo cualquier forma de lucha alternativa y borrando todos los avances en el plano organizativo del proletariado que no tiene nada ver con el parlamentarismo.
Costa Rica ha asumido una función mistificadora en Centro América: se muestra como una democracia “ejemplar” en una región donde han surgido regímenes autoritarios bien controlados por el imperialismo norteamericano. Sin embargo, la influencia imperialista se llevó a cabo bajo otros medios más “civilizados” como se verá a continuación.
Según un informe de la “Agency of International Development” del gobierno de los EEUU (USAID) del año de 1996, Costa Rica recibió cerca de más de 2 billones de dólares en “ayudas” directas entre 1946 y 19955, lo que lo hace uno de los países en el mundo que ha recibido más ayuda per cápita del mundo entero por parte del imperialismo norteamericano. En un contexto de luchas entre bloques imperialistas que tuvo un fatal escenario para Centro América para la clase obrera centroamericana con las disputas entre los ejércitos patrocinados por el imperialismo norteamericano y las guerrillas que aparecen luego del triunfo de las “revolución” cubana, esta zona del mundo era un lugar de muerte y destrucción. En medio de los levantamientos guerrilleros guevaristas y maoístas, Costa Rica se mantiene como un “oasis democrático” en medio de un desierto de muerte.
Este “oasis democrático” no hubiera sobrevivido sin la ayuda de estos 2 billones de dólares, que permitió crear un endeble régimen democrático burgués que sirviera de “ejemplo” para los países centroamericanos que se desangran en una guerra civil. Es decir, la construcción de este régimen democrático nunca hubiera sido posible sin la “ayuda” del imperialismo norteamericano, por lo que hay que comprender este fenómeno desde este aspecto geopolítico que creó la lucha inter-imperialistas entre dos grandes bloques burgueses, por un lado, el soporte indirecto a los ejércitos de los regímenes autoritarios de Centro América (Honduras, Guatemala, el Salvador y Nicaragua), y la creación de un modelo “democrático ejemplar” en Costa Rica. Por otro lado, de manera indirecta, la ayuda militar a la izquierda del capital radical, a través de Cuba bajo el patrocinio de la URSS.
Según algunos historiadores burgueses, Costa Rica inicia esta “transición” a la democracia luego de la Guerra Civil de 1948, donde un grupo paramilitar liderado por José Figueres Ferrer llega al poder, luego de agrupar en sus fuerzas grupos opositores que reclamaban un fraude electoral. Los oficialistas, que era una coalición entre el partido estalinista (Vanguardia Popular) y el Partido Republicano Nacional declararon nula las elecciones, y se desató la Guerra Civil. Costa Rica fue gobernada de facto durante 18 meses por una junta militar llamada “Junta Fundadora de la Segunda República”, para luego darle el poder a Otilio Ulate, que fue, según los figueristas, el legítimo ganador de las elecciones de 1948. Este “traspaso” de poderes, se hizo por medio de un pacto entre facciones de la burguesía conocido como el pacto “Ulate-Figueres”. Los figueristas conformaron el “Partido Liberación Nacional” que ha estado en todas las contiendas electorales desde el conflicto, y ha sido el partido que ha estado la mayoría de las veces en el poder.
Esta nueva reestructuración de la burguesía sacó de la escena a los perdedores: los calderonistas de tendencia socialcristiana, y sus aliados, los estalinistas de Vanguardia Popular. Todo este conflicto tiene como escenario la década de 1940, donde se estableció una triple alianza entre la Iglesia, los estalinistas, el calderonismo, en medio del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, donde los estalinistas eran vistos como aliados contra el fascismo. Una vez finalizada la guerra, la burguesía se estructuró bajo el capital norteamericano, y en medio de una gigantesca campaña anticomunista que fue la regla en todas las campañas políticas que siguieron a este conflicto inter-burgués. El partido estalinista es ilegalizado hasta 1975, cuando se deroga la prohibición constitucional. Antes de esta derogación, se crea un grupo paramilitar llamado “Movimiento Costa Rica Libre” (MCRL) fundado en 19616, y que fue abiertamente patrocinado por el presidente de Costa Rica Francisco Orlich (1962-66), y que recibió financiamiento directo de la USAID. A raíz del conflicto cubano, Costa Rica se estableció, junto a Honduras, como un lugar de entrenamiento de paramilitares contrainsurgentes, mientras que se establecía una democracia burguesa patrocinada por el imperialismo norteamericano.
Luego del conflicto bélico, el Partido Liberación Nacional obtuvo 7 de las 11 elecciones que hubo entre 1953 y 1994. En la década de 1990, el poder político de la burguesía estuvo oscilando entre este partido y el de Unidad Social Cristiana, y a partir de las elecciones del 2002 hubo un nuevo ganador electoral que batió y sigue batiendo récords: el abstencionismo. Antes de estas elecciones el circo electoral no había pasado el 20%, mientras que a partir de esta década no ha bajado del 30%: precisamente el periodo que se abre luego de la implosión del bloque del Estado, lo que la CCI ha llamado como el periodo en descomposición capitalismo7.
La “democracia más antigua de América Latina” no es más que una farsa de la burguesía, creada y financiada como un foco “democrático” entre los conflictos inter-imperialista de Centro América por el imperialismo norteamericano, el teatro solo ha redistribuido el poder durante la mayoría de su vida “democrática” entre dos facciones de la burguesía, y que ha sido superado en casi todas las elecciones desde la década del 2000 por el abstencionismo. Este sistema “democrático” entra en crisis con la desaparición de los bloques, existe una desconfianza cada vez más creciente en las distintas facciones de la burguesía como se ha demostrado en las últimas elecciones.
Para un país de 5 millones de habitantes, que tiene un padrón electoral 1,2 millones, el número de candidatos a la presidencia es insólito. Prácticamente, hasta las elecciones de 1998 nunca hubo más de 5 candidatos. Los 25 candidatos muestran una fragmentación de la burguesía sin precedentes. Desde los 90s, el partido de la extrema derecha estuvo representado por el Partido Movimiento Libertario: hoy, este partido se ha dividido en cuatro8. Los izquierdistas no son la excepción: han participado trotskistas, estalinistas y partidos LGTBI9.
Antes del 6 de febrero, día de los comicios, la prensa y el Tribunal Supremo de Elecciones, hablaban de que este número insólito es un “hito democrático” que demuestra lo “abierto” del régimen democrático costarricense, y que había que “celebrar” este hecho. Lo que muestra este hecho, no es que hubo una “generación espontánea” de partidos políticos, sino que es evidencia que la burguesía costarricense se ha fragmentado internamente. Desde hace dos décadas este fenómeno ha iniciado con fuerza. El Partido Acción Ciudadana fue fundado por militantes del Partido Liberación en el 2000 y ha sido el partido oficialista de las últimas dos elecciones: en las últimas elecciones obtuvo solo el 0,66%, está técnicamente muerto. También en estas elecciones se fundaron partidos dónde los candidatos al trono no eran más que viejos conocidos de otros partidos, como el caso de Rolando Araya, exmilitante del Partido Liberación Nacional, que se unió al partido “Costa Rica Justa” por rivalidades internas en Liberación Nacional.
De estos 25 candidatos solo 6 obtuvieron más de 1% del total de votantes10. Esta fragmentación obliga a que las elecciones se decidan en una segunda ronda entre el Partido Liberación Nacional, el partido más longevo de Costa Rica, y un partido totalmente nuevo: el Partido Social Democrático. Paradas sobre su propio excremento, las facciones en pugna por el poder se afanan en influenciar a su favor a los votantes filtrando información sobre la “calidad” de sus representantes. Por ejemplo, nos enteramos que José María Figueres, hijo de José Figueres Ferrer, líder de la Guerra Civil de 1948 y fundador del Partido Liberación Nacional, se le ligó al asesinato del narcotraficante “Chemise”, fue absuelto, y luego, en su primer gobierno (1994-98) fue el orquestador de una reforma de pensiones de los trabajadores de la educación que provocó una huelga de cinco semanas, una de la de mayor importancia de la últimas tres décadas, huelga que fue desarticulada por los sindicatos que negociaron con la patronal y demostraron lo podrido que están11. Y acá no acaba la historia, fue implicado en el llamado escándalo ICE-Alcatel, una adjudicación de un contrato con una empresa del Estado, donde se demostró que pagaron más de 800 mil dólares en sobornos, y donde Figueres obtuvo, solo él, 900 mil dólares por un supuesto trabajo de asesoramiento. El otro candidato no es menos santo. Fue, por un largo tiempo, funcionario del Banco Mundial, donde fue sancionado por conductas sexuales indebidas en el 2019, lo que lo “obligó” optar por la anticipada jubilación, para ingresar, en un paso fugaz, por el Ministerio de Hacienda del gobierno saliente, al renunciar porque no le permitían tomar medidas draconianas en su puesto. Ahora se muestra como un Trump a la tica, con un discurso anticorrupción de mano fuerte, proponiendo un gobierno de especialistas de todos los colores… Sin embargo, para el proletariado ha quedado claro desde hace mucho tiempo que la corrupción es el modus vivendi de la burguesía y que lo relevante se encuentra en clarificar que cualquier opción representa los intereses del Estado capitalista en su conjunto y que lo importante no está en los niveles de corrupción de cada uno sino en el verdadero objetivo de la mistificación de las elecciones y del parlamento que se mantiene desde hace ya más de 100 años: mantener intacto el sistema de explotación del sistema asalariado.
Costa Rica se ha vendido como una “democracia ejemplar”, un ejemplo para los regímenes de facto, pero, al igual que la mayoría de los países alrededor de mundo, la descomposición generalizada del sistema pone cada vez en evidencia el fracaso de la forma “más civilizada” de organización que ha establecido la burguesía. La democracia ha sido uno de los venenos más poderosos para la organización de la clase obrera y su toma de conciencia, tiene una función mistificadora: Costa Rica cumple esta función en los países de la región. La tarea de los revolucionarios es desenmascara su función y denunciar a los paladines de izquierda y derecha.
En el siglo XIX, cuando la clase obrera daba sus primeros pasos a nivel organizativo, cuando el capitalismo estaba aún en un periodo ascendente, estos espacios, como el parlamentarismo, o los sindicatos, cumplieron una función histórica que ha sido complementa superada desde que el capitalismo pasó a su fase decadente. La clase obrera encontró, desde 1917, una nueva forma de organización que no tiene absolutamente nada que ver con el sistema de la democracia burguesa: los Consejos Obreros. Como decía Pannekoek, “el parlamentarismo constituye la forma típica de lucha a través de los dirigentes y en que las masas solo juegan un papel subalterno”12, es la visión en donde los “dirigentes” suplantan la clase en su organización. Este es el principal peligro, la noción que la organización de clase es suplantada por “especialistas en política” que toman su puesto, para “dirigirlos”. Las facciones de extrema izquierda de la burguesía utilizan esta noción para justificar su participación en el circo.
La descomposición de la “democracia ejemplar” de América Latina, democracia construida por el mismo imperialismo norteamericano en medio del caos de las luchas Inter imperialistas de Centro América, pone cada vez más en evidencia lo podrido que está el sistema capitalista, por eso los revolucionarios tenemos denunciar a todas voces por qué esta versión “civilizada” no es “menos mala” que otras, sino que es parte constitutiva de toda la podredumbre del capitalismo a nivel mundial, y que es una forma mistificadora que impide que el proletariado mundial utilice su mecanismo de lucha y de organización.
1 Ver el punto 8 de nuestra Plataforma: https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso [60]
2Karl Marx, “La guerra civil en Francia”, Marxists Internet Archive, 1871, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm#s3 [133].
3Sobre esto pueden ver en nuestra página un texto de Anton Pannekoek titulado “El parlamentarismo es un obstáculo para la autoactividad del proletariado”, https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201203/3340/anton-pannekoek-el-parlamentarismo-es-un-obstaculo-para-la-autoactivi [134]
4Vladimir I. Lenin, “V. I. Lenin (1919): Tesis e informe al I Congreso de la III Internacional”, 2001, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/internacional/informe... [135].
5James W. Fox, U.S. Aid to Costa Rica: An Overview (Washington D. C.: US Agency International Development, 1996), 1.
6Marcelo Nigro Herrero, “El Movimiento Costa Rica y la Revolución Cubana”, en El verdadero anticomunismo. Política, género y Guerra Fría en Costa Rica (1948-1973), ed. Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias (San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia (EUNED), 2017), 157.
7 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
8Unidos Podemos, Liberal Progresita, Unión Liberal y Movimiento Libertario
9Partido de los Trabajadores, Nuevo Partido Socialista, Frente Amplio, Pueblo Unido y Unidos Podemos
10Dentro de estos seis, los partidos llamados “tradicionales”, Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, un partido de extrema derecha, el Liberal Progresista, un partido cristiano, Renovación Nacional, un partido nuevo llamado Partido Social Democrático, liderado por un exfuncionario del Banco Mundial, y el partido izquierdista, Frente Amplio.
11Sindy Mora Solano, “Desunión y distanciamiento: conflictos e interpretaciones de la huelga del Magisterio Nacional de 1995”, Anuario de Estudios Centroamericanos, 2010 de 2009, 164–65.
12Pannekoek, "Revolución Mundial y táctica comunista", en Serge Bricianer, Pannekoek y los consejos obreros (Barcelona: Editorial Anagrama, 1976) 235-236.
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Si tratas de huir con tu familia de las zonas de guerra en Ucrania, junto con otros cientos de miles de personas, serás separado a la fuerza de tu mujer, tus hijos y tus padres ancianos si eres un varón de entre 18 y 60 años: ahora estás reclutado para luchar contra el ejército ruso que avanza. Si te quedas en las ciudades, serás objeto de bombardeos y misiles, supuestamente dirigidos a objetivos militares, pero que siempre causan esos "daños colaterales" de los que oímos hablar por primera vez en la “gloriosa” Guerra del Golfo de 1991: se destruyen bloques de viviendas, escuelas y hospitales y mueren cientos de civiles. Si eres un soldado ruso, puede que te hayan dicho que el pueblo de Ucrania te recibiría como un libertador, pero pagarás con sangre por creer esa mentira. Esta es la realidad de la guerra imperialista de hoy, y cuanto más tiempo continúe, mayor será el número de muertos y de destrucción. Las fuerzas armadas rusas han demostrado que son capaces de arrasar ciudades enteras, como hicieron en Chechenia y en Siria. Las armas occidentales que llegan a Ucrania magnificarán la devastación.
En uno de sus recientes artículos sobre la guerra de Ucrania, el periódico británico de derechas The Daily Telegraph titulaba El mundo se desliza hacia una nueva Edad Oscura de pobreza, irracionalidad y guerra (telegraph.co.uk).
En otras palabras, el hecho de que vivimos en un sistema global que se hunde en su propia descomposición es cada vez más difícil de ocultar. Ya sea por el impacto de la pandemia mundial de Covid, por las últimas y funestas predicciones sobre el desastre ecológico al que se enfrenta el planeta, por la creciente pobreza derivada de la crisis económica, por la amenaza muy evidente que supone la agudización de los conflictos Inter imperialistas o el auge de fuerzas políticas y religiosas alimentadas por leyendas apocalípticas y teorías conspirativas antaño marginales, el titular del Telegraph no es ni más ni menos que una descripción de la realidad, aunque sus articulistas de opinión se resistan a buscar las raíces de todo ello en las contradicciones del capitalismo.
Desde el colapso del bloque oriental y de la URSS en 1989-91, venimos sosteniendo que un sistema social mundial ya obsoleto desde principios del siglo XX estaba entrando en una nueva y última fase de su declive. Frente a la promesa de que el fin de la "Guerra Fría" traería un nuevo orden mundial de paz y prosperidad, insistimos en que esta nueva fase estaría marcada por el aumento del desorden y la escalada del militarismo. Las guerras de los Balcanes a principios de los 90, la guerra del Golfo de 1991, la invasión de Afganistán, Irak y Libia, la pulverización de Siria, las innumerables guerras en el continente africano, el ascenso de China como potencia mundial y el resurgimiento del imperialismo ruso han confirmado este pronóstico. La invasión rusa de Ucrania marca un nuevo paso en este proceso, en el que el fin del antiguo sistema de bloques ha dado lugar a una frenética lucha de todos contra todos en la que las potencias antes subordinadas o debilitadas reclaman una nueva posición para sí mismas en el orden jerárquico imperialista1.
No se puede minimizar la importancia de este nuevo ciclo de guerra abierta en el continente europeo. La guerra de los Balcanes ya marcó la tendencia del caos imperialista a volver desde las regiones más periféricas hacia los núcleos del sistema, pero aquella fue una guerra "dentro" de un Estado en desintegración en la que el nivel de confrontación entre las principales potencias imperialistas era mucho menos directo. Hoy asistimos a una guerra europea entre Estados, y a un enfrentamiento mucho más abierto entre Rusia y sus rivales occidentales. Si la pandemia marcó una aceleración de la descomposición capitalista a varios niveles (social, sanitario, ecológico, etc.), la guerra en Ucrania es un duro recordatorio de que la guerra se ha convertido en el modo de vida del capitalismo en su época de decadencia, y que las tensiones y los conflictos militares se están extendiendo e intensificando a escala mundial.
La rapidez del avance ruso en Ucrania tomó por sorpresa a muchos expertos bien informados, y nosotros mismos no estábamos seguros de que se produjera tan rápidamente y de forma tan masiva2. No creemos que esto se debiera a ningún fallo en nuestro marco básico de análisis. Por el contrario, fue el resultado de una vacilación a la hora de aplicar plenamente este marco, que ya había sido elaborado a principios de los años 90 en ciertos textos clave3 en los que sosteníamos que esta nueva fase de decadencia estaría marcada por conflictos militares cada vez más caóticos, brutales e irracionales. Irracionales, es decir, incluso desde el punto de vista del propio capitalismo4: mientras que, en su fase ascendente, las guerras, sobre todo las que prepararon el camino para la expansión colonial, supusieron claros beneficios económicos para los vencedores, en el periodo de decadencia la guerra ha asumido una dinámica cada vez más destructiva y el desarrollo de una economía de guerra más o menos permanente ha supuesto una enorme sangría para la productividad y los beneficios del capital. Sin embargo, incluso hasta la Segunda Guerra Mundial, seguía habiendo "vencedores" al final del conflicto, en particular Estados Unidos y la URSS. Pero en la fase actual, las guerras lanzadas incluso por las naciones "punteras" del mundo han resultado ser un fiasco tanto a nivel militar como económico. La humillante retirada de EEUU de Irak y Afganistán es una clara prueba de ello.
En nuestro artículo anterior señalamos que una invasión u ocupación de Ucrania probablemente sumiría a Rusia en una nueva versión del atolladero que encontró en Afganistán en la década de 1980 -y que fue un poderoso factor en la caída de la propia URSS. Ya hay indicios de que esta es la perspectiva a la que se enfrenta la invasión de Ucrania, que se ha topado con una considerable resistencia armada, es impopular entre amplios segmentos de la sociedad rusa, incluyendo partes de la propia clase dirigente, y ha provocado una serie de sanciones de represalia por parte de los principales rivales de Rusia que, sin duda, agravarán la pobreza material a la que se enfrenta la mayoría de la población rusa. Al mismo tiempo, las potencias occidentales están avivando el apoyo a las fuerzas armadas ucranianas, tanto desde el punto de vista ideológico como mediante el suministro de armas y asesoramiento militar. Pero a pesar de estas previsibles consecuencias, las presiones sobre el imperialismo ruso antes de la invasión reducían cada día la posibilidad de que la movilización de sus fuerzas en torno a Ucrania se detuviera en una mera demostración de fuerza. En particular, la negativa de la OTAN a descartar su eventual expansión en Ucrania no podía ser tolerada por el régimen de Putin, y su invasión tiene el claro objetivo de destruir gran parte de la infraestructura militar de Ucrania e instalar un gobierno prorruso. La irracionalidad de todo el proyecto, ligado a una visión casi mesiánica de restaurar el antiguo imperio ruso, la fuerte posibilidad de que tarde o temprano conduzca a un nuevo fiasco, nunca iba a disuadir a Putin y a quienes le rodean de hacer esa apuesta.
A primera vista, Rusia se enfrenta ahora a un "Frente Unido" de las democracias occidentales y a una OTAN recientemente revigorizada, en la que Estados Unidos desempeña claramente un papel de liderazgo. EE.UU. será el principal beneficiario si Rusia se empantana en una guerra imposible de ganar en Ucrania, y de la mayor cohesión de la OTAN ante la amenaza común del expansionismo ruso. Esta cohesión, sin embargo, es frágil: hasta la invasión, tanto Francia como Alemania intentaban jugar su propio juego, haciendo hincapié en la necesidad de una solución diplomática y manteniendo conversaciones por separado con Putin. La apertura de las hostilidades ha obligado a ambos a retroceder, acordando la aplicación de sanciones, incluso cuando éstas perjudicarán a sus economías de forma mucho más directa que a la de Estados Unidos (así Alemania ha tenido que poner un freno a los suministros energéticos rusos que tanto necesita). Pero también se está avanzando en el desarrollo de las fuerzas armadas de la UE, y la decisión de Alemania de aumentar considerablemente su presupuesto de armamento debe considerarse también desde este punto de vista. También es necesario recordar que la propia burguesía estadounidense se enfrenta a importantes divisiones sobre su actitud hacia el poder ruso: Biden y los demócratas tienden a mantener el enfoque tradicionalmente hostil hacia Rusia, pero una gran parte del partido republicano tiene una actitud muy diferente. Trump, en particular, no pudo ocultar su admiración por el "genio" de Putin cuando comenzó la invasión...
Si estamos muy lejos de que se forme un nuevo bloque estadounidense, la aventura rusa tampoco ha supuesto un paso hacia la constitución de un bloque ruso-chino. A pesar de haber participado recientemente en ejercicios militares conjuntos, y de haber manifestado anteriormente su apoyo a Rusia en cuestiones como la de Siria, en esta ocasión China se ha distanciado de Rusia, absteniéndose en la votación de censura a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU y presentándose como un "intermediario honesto" que pide el cese de las hostilidades. Y sabemos que, a pesar de compartir intereses comunes en la oposición a Estados Unidos, Rusia y China tienen sus propias divergencias, sobre todo en la cuestión del proyecto chino de la "Nueva Ruta de la Seda". Detrás de estas diferencias se encuentra el recelo de Rusia a subordinarse a las propias ambiciones expansionistas de China.
En esta situación intervienen también otros factores de inestabilidad, especialmente el papel desempeñado por Turquía, que en cierto modo ha estado cortejando a Rusia en sus esfuerzos por mejorar su estatus global, pero que al mismo tiempo ha entrado en conflicto con Rusia por las guerras entre Armenia y Azerbaiyán y en Libia. Turquía ha amenazado ahora con bloquear el acceso de los buques de guerra rusos al Mar Negro a través del estrecho de los Dardanelos, pero también en este caso esta acción se calculará enteramente sobre la base de los intereses nacionales turcos.
Pero, como escribimos en nuestra Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI, el hecho de que las relaciones imperialistas internacionales sigan marcadas por las tendencias centrífugas "no significa que estemos viviendo una época de mayor seguridad que en el período de la Guerra Fría, acechada como estaba por la amenaza de un Armagedón nuclear. Por el contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción -nucleares, convencionales, biológicos y químicos- que ha acumulado la clase dominante, y que ahora están más ampliamente distribuidos en un número mucho mayor de Estados nación que en el período anterior. Si bien no asistimos a una marcha controlada hacia la guerra dirigida por bloques militares disciplinados, no podemos descartar el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes grotescos que marcarían una nueva aceleración del deslizamiento hacia la barbarie"5.
Ante la ensordecedora campaña internacional para aislar a Rusia y las medidas prácticas destinadas a bloquear su estrategia en Ucrania, Putin ha puesto sus defensas nucleares en alerta máxima. Puede que por el momento sólo se trate de una amenaza apenas velada, pero los explotados del mundo no pueden permitirse el lujo de confiar en la racionalidad última de ninguna fracción de la clase dominante.
Para movilizar a la población, y sobre todo a la clase obrera, para la guerra, la clase dominante debe lanzar un ataque ideológico junto a sus bombas y proyectiles de artillería. En Rusia, parece que Putin se ha basado principalmente en burdas mentiras sobre los "nazis y drogadictos" que dirigen Ucrania, y no ha invertido mucho en la construcción de un consenso nacional en torno a la guerra. Esto podría ser un error de cálculo, porque hay rumores de disidencia dentro de sus propios círculos gobernantes, entre los intelectuales y entre capas más amplias de la sociedad. Se han producido varias manifestaciones callejeras y unas 6.000 personas han sido detenidas por protestar contra la guerra. También hay informes de desmoralización entre una parte de las tropas enviadas a Ucrania. Pero hasta ahora hay pocas señales de un movimiento contra la guerra basado en la clase obrera en Rusia, que ha sido apartada de sus tradiciones revolucionarias por décadas de estalinismo. En la propia Ucrania, la situación a la que se enfrenta la clase obrera es aún más oscura: ante el horror de la invasión rusa, la clase dominante ha conseguido en gran medida movilizar a la población para la defensa de la "patria", con cientos de miles de voluntarios para resistir a los invasores con cualquier arma que tengan a mano. No debemos olvidar que cientos de miles también han optado por huir de las zonas de combate, pero el llamamiento a luchar por los ideales burgueses de democracia y nación ha sido ciertamente escuchado por sectores del proletariado que se han disuelto así en el "pueblo" ucraniano, donde la realidad de la división de clases se ha olvidado. La mayoría de los anarquistas ucranianos parecen proporcionar el ala extrema izquierda de este frente popular6.
La capacidad de las clases dominantes rusa y ucraniana de arrastrar a "sus" trabajadores a la guerra demuestra que la clase obrera internacional no es homogénea. La situación es diferente en los principales países occidentales, donde desde hace muchas décadas la burguesía se enfrenta a la falta de voluntad de la clase obrera -a pesar de todas sus dificultades y contratiempos- de sacrificarse en el altar de la guerra imperialista. Ante la postura cada vez más beligerante de Rusia, la clase dominante en Occidente ha evitado cuidadosamente poner "las botas en el suelo"7 y enfrentarse a la aventura del Kremlin con la fuerza militar directa. Pero esto no significa que nuestros gobernantes estén aceptando pasivamente la situación. Por el contrario, estamos asistiendo a la campaña ideológica a favor de la guerra más coordinada que se haya visto en décadas, la campaña de "solidaridad con Ucrania contra la agresión rusa". La prensa, de derecha a izquierda, publicita y apoya las manifestaciones pro-Ucrania, ensalzando a la "resistencia ucraniana" como abanderada de los ideales democráticos de Occidente, ahora amenazados por el loco del Kremlin. Y no ocultan que habrá que hacer sacrificios, no sólo porque las sanciones contra el suministro energético ruso se sumarán a las presiones inflacionistas que ya dificultan la calefacción de los hogares, sino también porque, nos dicen, si queremos defender la "democracia", tenemos que reforzar nuestro gasto en "defensa". Como dijo esta semana el comentarista político jefe del liberal Observer, Andrew Rawnsley:
“Desde la caída del Muro de Berlín y el desarme que siguió, el Reino Unido y sus vecinos han gastado principalmente el "dividendo de la paz" en dar a las poblaciones envejecidas una asistencia sanitaria y unas pensiones mejores de las que habrían disfrutado de otro modo. La reticencia para gastar más en defensa ha continuado incluso cuando China y Rusia se han vuelto cada vez más beligerantes. Sólo un tercio de los 30 miembros de la OTAN cumple actualmente el compromiso de gastar el 2% del PIB en sus fuerzas armadas. Alemania, Italia y España están muy por debajo del objetivo. Las democracias liberales necesitan urgentemente redescubrir la determinación de defender sus valores contra la tiranía que mostraron durante la guerra fría. Los autócratas de Moscú y Pekín creen que Occidente está dividido, decadente y en declive. Hay que demostrar que están equivocados. De lo contrario, toda la retórica sobre la libertad no es más que ruido antes de la derrota"8. Difícilmente podría ser más explícito: como dijo Hitler, puedes tener armas o puedes tener mantequilla, pero no puedes tener ambas cosas.
Mientras la clase obrera en varios países estaba dando señales de una nueva voluntad de defender sus condiciones de vida y de trabajo9, esta ofensiva ideológica masiva de la clase dominante, llamándoles al sacrificio en defensa de la democracia, será un duro golpe contra el potencial de desarrollo de la conciencia de clase. Pero la creciente evidencia de que el capitalismo vive de la guerra puede ser también, a largo plazo, un factor para el surgimiento de la conciencia de que todo este sistema, este y oeste, es realmente "decadente y está en declive", que las relaciones sociales capitalistas deben ser arrancadas de la faz de la Tierra.
Ante el actual ataque ideológico, que pretende convertir la verdadera indignación por el horror que estamos presenciando en Ucrania en apoyo a la guerra imperialista, la tarea de las minorías internacionalistas de la clase obrera no será fácil. Comienza por responder a todas las mentiras de la clase dominante e insistir en que, lejos de sacrificarse por la defensa del capitalismo y sus valores, la clase obrera debe luchar con uñas y dientes en defensa de sus propias condiciones de trabajo y de vida. Al mismo tiempo, significa señalar que es a través del desarrollo de estas luchas defensivas, y reflexionando lo más ampliamente posible sobre la experiencia del combate proletario, como la clase obrera puede renovar sus vínculos con las luchas revolucionarias del pasado - sobre todo las luchas de 1917-18 que obligaron a la burguesía a poner fin a la Primera Guerra Mundial. Esta es la única manera de luchar contra las guerras imperialistas y de preparar el camino para librar a la humanidad de la fuente de la guerra: ¡el orden capitalista mundial!
Amos
1 Como documento de referencia para comprender esta situación que dura más de 30 años sugerimos nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
2 Ver Tensiones en Ucrania: aumento de las tensiones bélicas en Europa del Este https://es.internationalism.org/content/4788/tensiones-en-ucrania-aumento-de-las-tensiones-belicas-en-europa-del-este [139]
3 Especialmente Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
4 Esta irracionalidad fundamental de un sistema social que no tiene futuro va acompañada, por supuesto, de una creciente irracionalidad a nivel de la ideología y la psicología. La histeria actual sobre el estado mental de Putin se basa en una verdad a medias, porque Putin es sólo un ejemplo del tipo de líder que ha segregado la descomposición del capitalismo y el crecimiento del populismo. ¿Han olvidado ya los medios de comunicación el caso de Donald Trump?
5 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [91]
6 Ver CrimethInc. : Russian Anarchists on the Invasion of Ukraine : Updates and Analysis [140]
7 Boots on the ground: expresión que significa enviar masivamente soldados a los frentes de guerra.
8 Liberal democracies must defend their values and show Putin that the west isn’t weak | Andrew Rawnsley | The Guardian [141]
9 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [28] ; Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31] y nuestra hoja internacional Contra los ataques de la burguesía necesitamos una lucha unida y masiva https://es.internationalism.org/content/4773/hoja-internacional-de-la-cci-contra-los-ataques-de-la-burguesia-necesitamos-una-lucha [142]
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La lucha contra la guerra solo puede ser asumida por la clase obrera mediante la lucha en su propio terreno de clase y su unificación internacional. Las organizaciones revolucionarias no pueden esperar a que se produzca una movilización masiva de la clase obrera contra la guerra: deben actuar como punta de lanza decidida en la defensa del internacionalismo y poner de manifiesto la necesidad del derrocamiento del sistema capitalista. Esto requiere que la clase obrera y sus organizaciones revolucionarias se reapropien de las lecciones y posturas de las luchas anteriores contra la guerra. La experiencia de la conferencia de Zimmerwald es muy ilustrativa en este sentido.
Zimmerwald es una pequeña ciudad de Suiza. En septiembre de 1915 acogió una pequeña conferencia: 38 delegados de 12 países, todos internacionalistas transportados "en dos taxis", como bromeaba Trotsky. Incluso entre ellos, únicamente una pequeña minoría mantenía una posición verdaderamente revolucionaria contra la guerra. Solo los bolcheviques en torno a Lenin y algunos otros grupos alemanes defendían los métodos y objetivos revolucionarios: la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, la destrucción del capitalismo como fuente de todas las guerras. Los demás participantes tenían una posición centrista o incluso se inclinaban fuertemente hacia la derecha.
El resultado de los encarnizados debates de Zimmerwald fue un manifiesto a los proletarios del mundo que en muchos aspectos era un compromiso entre la izquierda y el centro, ya que no recogía las consignas revolucionarias de los bolcheviques. Sin embargo, su rotunda denuncia de la guerra y su llamamiento a la acción de clase contra ella le permitieron articular y politizar los sentimientos antibélicos que se estaban desarrollando en la masa de la clase obrera.
La lucha por el internacionalismo necesita una organización política
El ejemplo de Zimmerwald muestra que, para los revolucionarios, la lucha contra la guerra se desarrolla en tres niveles distintos pero interconectados:
- Propaganda y agitación. Los revolucionarios no esperaron a que la clase se pusiera en movimiento: comenzaron la agitación contra la guerra desde el primer día del conflicto, mucho antes de que la clase pudiera reaccionar. La reagrupación de los revolucionarios en organizaciones políticas les permitió desarrollar su propaganda y agitación a través de una prensa regular y de folletos producidos en masa, y hablar en las asambleas y consejos obreros (que surgieron más tarde), no como individuos que se representan a sí mismos, sino en nombre de una tendencia política definida dentro del movimiento de clase.
- Organizativo. La traición de la mayoría de los viejos partidos exigía que la minoría de los internacionalistas trabajaran como una fracción organizada, ya sea para trabajar por la expulsión de los traidores o, cuando esto resultara imposible, como ocurrió en la mayoría de los casos, para luchar por ganar el mayor número posible de elementos sanos y preparar el terreno para un nuevo partido, una nueva Internacional. Esto requería una lucha feroz contra el centrismo y el oportunismo, contra la influencia ideológica de la burguesía y la pequeña burguesía. Así, la Izquierda de Zimmerwald, en particular, fue el motor de la formación de la Tercera Internacional en 1919. En una situación de guerra o revolución inminente, el heroísmo de militantes individuales como Luxemburgo, Liebknecht, John Mclean o Sylvia Pankhurst era ciertamente vital, pero no podía ser suficiente por sí solo. Únicamente podría tener un significado real en el contexto de una organización colectiva en torno a un programa político claro.
- Teórico. La necesidad de comprender las características de la nueva época requiere un paciente trabajo de elaboración teórica, una capacidad de dar un paso atrás y reevaluar toda la situación a la luz de las perspectivas pasadas y futuras. El trabajo de Lenin, Bujarin, Luxemburgo, Pannekoek y otros permitió al renacido movimiento político de clase comprender que se había abierto una nueva época, un periodo en la que la lucha de clases adoptaría nuevas formas y nuevos métodos para alcanzar objetivos directamente revolucionarios. Había diferencias considerables en una serie de cuestiones, por ejemplo, entre Lenin y Luxemburgo sobre la autodeterminación nacional, pero esto no impidió que adoptaran una posición común contra la guerra sin dejar de debatir tan apasionada e intensamente como antes.
No podemos entrar en detalles aquí, pero animamos a nuestros lectores a leer los siguientes artículos:
- “Zimmerwald (1915-1917): de la guerra a la revolución [145]”, Revista Internacional nº 44. https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2334/zimmerwald-1915-17-de-la-guerra-a-la-revolucion [146]
- “Conferencia de Zimmerwald: Las corrientes centristas en las organizaciones políticas del proletariado [47]”, Revista Internacional nº 155. https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol [47]
CCI, 7 de abril de 2022
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Una sola noche fue suficiente para que el trueno de las armas y el aullido de las bombas volvieran a resonar en Ucrania, a las puertas de las regiones que fueron el origen histórico de un capitalismo hoy en putrefacción. En pocas semanas, esta guerra de una escala y brutalidad sin precedentes habrá devastado ciudades enteras, arrojado a millones de mujeres, niños y ancianos a los gélidos caminos del invierno, sacrificando innumerables vidas humanas en aras de la Patria. Járkov, Sumi o Irpin son ya campos de ruinas. En el puerto industrial de Mariúpol, completamente arrasado, el conflicto se ha cobrado ya las vidas de como mínimo 5.000 personas, probablemente más. La devastación y los horrores de esta guerra recuerdan a las aterradoras imágenes de Grozni, Faluya o la devastada Alepo. Pero en otros lugares se necesitaron meses, a veces años, para llegar a tal devastación, en Ucrania, en cambio, no ha habido ninguna "escalada asesina": ¡en apenas un mes, los beligerantes han lanzado todas sus fuerzas en la matanza, asolando uno de los mayores países de Europa! Esta guerra es la aterradora hora de la verdad para el capitalismo decadente: desplegando su mortífera maquinaria, la burguesía se quita de golpe la hipócrita máscara de civilización, paz y compasión que exhibe con esa insoportable arrogancia típica de las clases dominantes que se han vuelto anacrónicas. Ahí la vemos agitándose en un furioso torrente de propaganda para ocultar mejor su repugnante rostro asesino. ¿Cómo no horrorizarse al ver a esos jóvenes rusos, reclutas de 19 o 20 años, de rostro adolescente, acabar en asesinos, como en Bucha y en otras localidades recientemente abandonadas? ¿Cómo no indignarse cuando Zelensky, el "servidor del pueblo", toma descaradamente como rehén a toda una población decretando la "movilización general" de todos los hombres de entre 18 y 60 años, a los que se les prohíbe salir del país? ¿Cómo no horrorizarse ante los hospitales bombardeados, los civiles aterrorizados y hambrientos, las ejecuciones sumarias, los cadáveres enterrados en las guarderías y el grito desgarrador de los huérfanos? La guerra en Ucrania es una manifestación odiosa de la vertiginosa caída del capitalismo en el caos y la barbarie. Un cuadro siniestro se perfila ante nuestros ojos: desde hace dos años, la pandemia de Covid lo ha acelerado considerablemente, del que ella misma es el producto monstruoso1. El IPCC2 está prediciendo cataclismos y un cambio climático irreversible, que amenazan aún más a la humanidad y a la biodiversidad a escala mundial. Las grandes crisis políticas se multiplican, como vimos tras la derrota de Trump en Estados Unidos, el fantasma del terrorismo se cierne sobre la sociedad, así como el riesgo nuclear que la guerra ha vuelto a poner en primera plana. La simultaneidad y la acumulación de todos estos fenómenos no es una desafortunada coincidencia, sino que, por el contrario, es testimonio de la sentencia por asesinato del capitalismo ante el tribunal de la historia. Si el ejército ruso cruzó la frontera, no fue ciertamente para defender al "pueblo ruso" "asediado por Occidente", ni para "ayudar" a los ucranianos de habla rusa, víctimas de la "nazificación" del gobierno de Kiev. La lluvia de bombas que cae sobre Ucrania tampoco es producto del "delirio" de un "autócrata loco", como repite la prensa en todos los tonos cada vez que es necesario justificar una masacre3 y ocultar que este conflicto, como todos los demás, es ante todo la manifestación de una sociedad burguesa decadente y militarizada que ya solo puede ofrecer a la humanidad su propia destrucción.
Nada les importa la muerte y la destrucción, el caos y la inestabilidad en sus fronteras: para Putin y su camarilla, era necesario defender los intereses del capital ruso y su lugar en el mundo, ambos debilitados por el cada vez más fuerte amarre a Occidente de su tradicional esfera de influencia. Podrá la burguesía rusa hacer de "víctima" de la OTAN, pero Putin nunca ha dudado, ante el fracaso de su ofensiva, en llevar a cabo una aterradora campaña de tierra quemada y matanzas a mansalva, exterminando todo lo que encontraba a su paso, ¡incluidas las poblaciones de idioma ruso que supuestamente había venido a proteger! Tampoco hay que esperar nada de Zelensky y su séquito de políticos y oligarcas corruptos. Este antiguo cómico interpreta ahora a la perfección su papel de servidor sin escrúpulos de los intereses de la burguesía ucraniana. Mediante una intensa campaña nacionalista, ha conseguido armar a la población, a veces por la fuerza, y reclutar a toda una jauría de mercenarios y pistoleros a los que ha alzado al rango de "héroes de la nación". Zelensky está ahora de “gira” telemática por las capitales occidentales, dirigiéndose a todos los parlamentos para suplicar que se le entreguen más y más armas y municiones. En cuanto a la "heroica resistencia ucraniana", está haciendo lo que hacen todos los ejércitos del mundo: ¡disparar al montón, masacrar, saquear y no hacer ascos en apalear a muerte o ejecutar a los prisioneros! Todas las potencias democráticas fingen estar indignadas por los "crímenes de guerra" perpetrados por el ejército ruso. ¡Serán hipócritas! A lo largo de la historia, no han dejado de apilar cadáveres y ruinas por todos los rincones del mundo. Mientras lloran por la suerte de la población víctima del "ogro ruso", las potencias occidentales entregan cantidades astronómicas de armas de guerra, proporcionan entrenamiento y toda la inteligencia necesaria para los ataques y bombardeos del ejército ucraniano, ¡incluido el regimiento neonazi Azov! Y sobre todo la burguesía estadounidense, la cual, al multiplicar sus provocaciones, ha hecho todo lo posible para azuzar a Moscú a una guerra perdida de antemano. Para Estados Unidos, lo principal es desangrar a Rusia y tener vía libre para romper las pretensiones hegemónicas de China, objetivo principal de la potencia americana. Esta guerra también permite a Estados Unidos contener y frustrar el gran proyecto imperialista chino de las "Rutas de la Seda". Para lograr sus fines, la “gran democracia” americana no ha dudado en alentar una aventura militar tan brutal como irracional, aumentando la desestabilización mundial y el caos en el entorno de Europa Occidental.
El proletariado no tiene que elegir un bando contra otro. ¡No tiene patria que defender y debe luchar contra el nacionalismo y la histeria chovinista de la burguesía en todas partes! ¡Debe luchar con sus propias armas y sus propios medios contra la guerra!
Hoy, el proletariado de Ucrania, aplastado por más de 60 años de estalinismo, está sufriendo una gran derrota dejándose hechizar por las sirenas del nacionalismo. En Rusia, aunque el proletariado se ha mostrado algo más reticente, su incapacidad para frenar los impulsos bélicos de “su” burguesía, explica por qué la camarilla gobernante ha podido enviar a 200.000 soldados al frente sin temer la menor reacción obrera. En las principales potencias capitalistas, en Europa Occidental y en EEUU, el proletariado no tiene hoy ni la fuerza ni la capacidad política para oponerse directamente a este conflicto mediante su solidaridad internacional y su lucha contra la burguesía en todos los países. Por el momento no está en condiciones de confraternizar y entrar en una lucha masiva para detener la masacre. Sin embargo, aunque los peligros de la propaganda y las manifestaciones de todo tipo podrían arrastrarlo al callejón sin salida de la defensa del nacionalismo pro- ucraniano o a la falsa alternativa del pacifismo, el viejo proletariado de los países occidentales, con su experiencia en lucha de clases y en patrañas de la burguesía, sigue siendo el principal antídoto contra la espiral destructiva y mortífera del sistema capitalista. La burguesía occidental se ha precavido de no intervenir directamente en Ucrania porque sabe que la clase obrera no aceptará el sacrificio diario de miles de soldados alistados en enfrentamientos bélicos. Aunque desorientada y aún debilitada por esta guerra, la clase obrera de los países occidentales mantiene intactas sus potencialidades y su capacidad de desarrollar sus luchas en su resistencia a los nuevos sacrificios generados por las sanciones contra la economía rusa y por el colosal aumento de los presupuestos militares: la inflación galopante, el alza de la mayoría de los productos de la vida cotidiana que ello acarrea y la aceleración de los ataques contra sus condiciones de vida y de explotación. Desde ya, los proletarios pueden y deben oponerse a todos los sacrificios que exige la burguesía. ¡Solo mediante sus luchas podrá el proletariado entablar una relación de fuerza con la clase dominante para frenar su brazo asesino!, pues la clase obrera, productora de toda la riqueza, es, al fin y al cabo, la única fuerza de la sociedad capaz de poner fin a la guerra si iniciara el camino de echar abajo el capitalismo. Eso es lo que nos demostró la historia cuando el proletariado se levantó en Rusia en 1917 y en Alemania al año siguiente, ¡poniendo fin a la guerra con aquel tan formidable estallido revolucionario! A la vez que la Guerra Mundial iba acrecentando su barbarie, los revolucionarios mantenían el rumbo defendiendo intransigentemente el principio elemental del internacionalismo proletario. Les incumbe hoy a los revolucionarios transmitir la experiencia del movimiento obrero. Ante la guerra, su primera responsabilidad es hablar con una sola voz izando con firmeza la bandera del internacionalismo, ¡la única que puede hacer temblar de nuevo a la burguesía!
CCI, 4 de abril de 2022
1 La pandemia ha vuelto a China, (Shanghái reconfinado, entre otros). Y desde luego, dista mucho de estar controlada en el resto del mundo.
2 Siglas inglesas del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
3 De Hitler hasta El Asad, pasando por Husein, Milosevic, Gadafi o Kim Jong-un…, el enemigo siempre parece sufrir de graves trastornos psíquicos.
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Desde su paso al campo burgués, el trotskismo no ha desaprovechado la oportunidad de atacar la conciencia de la clase obrera empujando a los proletarios a tomar partido por un bando imperialista contra otro durante los conflictos que se han sucedido desde la Segunda Guerra Mundial. Su posición ante el caos bélico en Ucrania lo confirma una vez más. Estos guardianes del capitalismo oscilan entre posiciones abiertamente belicistas, llamando a apoyar a uno de los bandos en guerra, y otras, aparentemente más "sutiles" y "radicales" pero que justifican la continuación de la barbarie bélica. ¡Las mentiras y mistificaciones del trotskismo son un verdadero veneno para la clase obrera, destinado a desorientarla afectando las posturas de un marxismo que sólo es de nombre!
La posición del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) en Francia pertenece a la categoría de belicistas patentes: "¡No a la guerra! ¡Solidaridad con la resistencia del pueblo ucraniano! [...] En situaciones como la que se vive actualmente en Ucrania, mientras continúen los bombardeos y mientras las tropas rusas estén allí, cualquier posición "pacifista" abstracta, como el llamamiento a la "calma", el "alto al fuego" o al "cese de hostilidades", remite de facto a las partes y equivale a una negación de los derechos de los ucranianos a defenderse, incluso militarmente”.
¡No puede ser más claro! Esta oficina burguesa llama abiertamente a los proletarios a servir como mártires para la defensa de la Patria. Es decir, para la defensa del capital nacional que a su vez se alimenta de su explotación.
Otro grupo trotskista, Lutte Ouvrière (LO), es más sutil y pérfido, con su típico doble lenguaje, agita la bandera del "internacionalismo" y pretende condenar una guerra que "se haría sobre las espaldas de los pueblos" para, al final, llamar a los proletarios a ser machacados y utilizados como carne de cañón en nombre de la "resistencia al imperialismo" y del "derecho de los pueblos a la autodeterminación"... detrás de su burguesía nacional. Su candidata a las elecciones presidenciales francesas, Nathalie Arthaud, no dudó en exhortar a "los trabajadores" a defender al pequeño y pobre Estado ucraniano contra la Rusia "burocrática" y los Estados Unidos "imperialistas": "Putin, Biden y los demás dirigentes de los países de la OTAN están librando una guerra con la piel de los pueblos por los que comparten el mismo desprecio”.
¡Como si Zelensky y su camarilla de oligarcas corruptos no fueran ellos mismos responsables del desmembramiento de la población ucraniana y, en particular, de la clase obrera, cuyos hombres se ven obligados a ir a la batalla por intereses que no son los suyos!
El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MS), miembro sudamericano de la llamada Cuarta Internacional, denuncia tanto la invasión rusa a Ucrania como la injerencia de la OTAN. Pero detrás de esta postura supuestamente internacionalista, encontramos esta vez el reconocimiento del "derecho a la autodeterminación del pueblo de Donbass",
Este “derecho” es precisamente ¡ la coartada esgrimida por Putin para invadir Ucrania!
En Gran Bretaña y Estados Unidos, la Tendencia Bolchevique Internacionalista (TBI) desarrolla una posición aún más astuta: en un artículo titulado "El derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario", después de recordar la ya ambigua posición de Lenin de que "en todos los países imperialistas el proletariado debe desear ahora la derrota de su propio gobierno" (lo que él llama "doble derrotismo"), la TBI añade: "El doble derrotismo no se aplica cuando un país imperialista ataca a un país no imperialista en lo que es efectivamente una guerra de conquista. En estos casos, los marxistas no sólo desean la derrota de su propio gobierno imperialista, sino que promueven activamente la victoria militar del Estado no imperialista" (traducido del inglés por nosotros).
¡Así que basta con definir a Ucrania como un estado no imperialista para empujar a los proletarios a la masacre! Es cierto que la TBI explota hasta el absurdo una debilidad en la posición de Lenin sobre el imperialismo1 Es comprensible el error de los bolcheviques y de la Internacional Comunista, que vivieron directamente la transición del período ascendente del capitalismo al decadente, sin haber sacado todas las consecuencias. Pero, después de un siglo de guerras de agresión de cualquier país contra otro (Irak contra Kuwait, Irán contra Irak, etc.), ¡vender la misma posición es pura mistificación!
Toda la mistificación se basa en el lema burgués del "derecho de los pueblos a la autodeterminación", haciendo del imperialismo una lucha entre las "grandes potencias" únicamente. Pero, como afirmó Rosa Luxemburgo en La crisis de la socialdemocracia en 1916: "La política imperialista no es obra de un país o grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento determinado de su maduración. Es un fenómeno internacional por naturaleza, un conjunto inseparable que sólo puede entenderse en sus relaciones mutuas y del que ningún Estado puede escapar". Las llamadas luchas de defensa nacional ya no pueden formar parte de las reivindicaciones de la clase obrera y constituyen, por el contrario, un verdadero veneno para su lucha revolucionaria, una mistificación que pretende, bajo una verborrea revolucionaria, enrolar a los proletarios bajo las banderas del imperialismo, ¡sea cual sea el bando que decidan apoyar!
H., 27 de marzo de 2022
1Considerando el imperialismo como la política de las grandes potencias capitalistas, Lenin no siempre fue claro en la cuestión del imperialismo, a diferencia de Rosa Luxemburgo. Ver dos artículos donde profundizamos en lo que es el imperialismo: Acerca del imperialismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/778/acerca-del-imperialismo [155] y ¿Qué es el imperialismo? https://es.internationalism.org/cci-online/200610/1102/que-es-el-imperialismo [156]
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La sociedad burguesa, podrida hasta los huesos, enferma de sí misma, vuelve a escupir su asqueroso torrente de hierro y fuego. Cada día, la carnicería ucraniana extiende su procesión de bombardeos masivos, emboscadas, asedios y columnas de refugiados que huyen por millones del fuego masivo de los beligerantes.
En medio de la avalancha de propaganda vertida por los gobiernos de todos los países, destacan dos mentiras: la primera presenta a Putin como un "autócrata loco" dispuesto a todo para convertirse en el nuevo zar de un Imperio reconstituido y hacerse con las "riquezas" de Ucrania; la otra atribuye la responsabilidad esencial del conflicto a los "genocidas" de las poblaciones rusoparlantes del Donbass, a las que los "heroicos" soldados rusos tuvieron que proteger arriesgando sus vidas. La burguesía siempre ha tenido especial cuidado en ocultar las verdaderas causas de la guerra cubriéndolas con el velo ideológico de la "civilización", la "democracia", los "derechos humanos" y el "derecho internacional". Pero la verdadera causa de la guerra es el capitalismo.
Desde que Putin llegó al poder en el año 2000, Rusia ha hecho grandes esfuerzos para construir un ejército más moderno y recuperar su influencia en Oriente Medio, sobre todo en Siria, pero también en África con el envío de mercenarios a Libia, África Central y Mali, sembrando cada vez más el caos. En los últimos años, tampoco ha dudado en lanzar ofensivas directas, en Georgia en 2008, y luego ocupando Crimea y Donbass en 2014, en un intento de frenar el declive de su esfera de influencia, a riesgo de crear una gran inestabilidad en sus propias fronteras. Tras la retirada de Estados Unidos de Afganistán, Rusia creyó que podía aprovechar el debilitamiento de Estados Unidos para intentar devolver a Ucrania a su esfera de influencia, un territorio esencial para su posición en Europa y en el mundo, especialmente cuando Kiev amenazaba con entrar en la OTAN.
Desde el colapso del bloque del Este, no es ciertamente la primera vez que la guerra hace estragos en el continente europeo. Las guerras de los Balcanes en la década de 1990 y el conflicto de Donbass en 2014 ya habían traído miseria y desolación al continente. Pero la guerra en Ucrania tiene implicaciones mucho más graves que los conflictos anteriores, ilustrando cómo el caos se acerca cada vez más a los principales centros del capitalismo.
Rusia, una de las principales potencias militares, participa directa y masivamente en la invasión de un país que ocupa una posición estratégica en Europa, en las fronteras de la Unión Europea. En el momento de escribir estas líneas, Rusia habría perdido ya 10.000 soldados y muchos más heridos y desertores. Ciudades enteras han sido bombardeadas. El número de víctimas civiles es probablemente considerable. ¡Y todo esto en apenas un mes de guerra!1
La región asiste ahora a una enorme concentración de tropas y equipos militares avanzados, no sólo en Ucrania, con armas, soldados y mercenarios traídos de todas partes, sino también en toda Europa del Este con el despliegue de miles de tropas de la OTAN y la movilización del único aliado de Putin, Bielorrusia. Varios Estados europeos también han decidido aumentar considerablemente sus esfuerzos en materia de armamento, en primer lugar, los Estados bálticos, pero también Alemania, que ha anunciado recientemente la duplicación de su presupuesto dedicado a su "defensa".
Rusia, por el contrario, amenaza regularmente al mundo entero con represalias militares y blande descaradamente su arsenal nuclear. El ministro de Defensa francés también recordó a Putin que se enfrentaba a "potencias nucleares", antes de adoptar un tono más "diplomático". Sin mencionar siquiera un conflicto nuclear, es de temer el riesgo de un gran accidente industrial en alguna de las centrales nucleares ucranianas. Ya se produjeron duros combates en las instalaciones nucleares de Chernóbil y Zaporijia, donde se incendiaron locales (afortunadamente administrativos) tras un bombardeo.
A esto se añade una importante crisis migratoria en la propia Europa. Millones de ucranianos huyen a los países vecinos para escapar de la guerra y del reclutamiento forzoso en el ejército de Zelensky. Pero dado el peso del populismo en Europa y la voluntad a veces explícita de varios Estados de instrumentalizar cínicamente a los migrantes con fines imperialistas (como hemos visto recientemente en la frontera bielorrusa o a través de las amenazas periódicas de Turquía a la Unión Europea), a largo plazo este éxodo masivo podría crear graves tensiones e inestabilidad.
En resumen, la guerra en Ucrania conlleva un gran riesgo de caos, desestabilización y destrucción a escala internacional. Si este conflicto no conduce por sí mismo a una conflagración aún más mortífera, no hace más que aumentar considerablemente esos peligros, con tensiones y riesgos de "escaladas" incontroladas que llevan a consecuencias inimaginables.
Si la burguesía rusa abrió las hostilidades para defender sus sórdidos intereses imperialistas, la propaganda que presenta a Ucrania y a los países occidentales como víctimas de un "dictador loco" es una hipócrita mascarada. Durante meses, el gobierno estadounidense ha estado advirtiendo provocativamente de un inminente ataque ruso, mientras proclamaba que no pondría un pie en suelo ucraniano.
Desde la desintegración de la URSS, Rusia se ha visto continuamente amenazada en sus fronteras, tanto en Europa del Este como en el Cáucaso y Asia Central. Estados Unidos y las potencias europeas han hecho retroceder metódicamente la esfera de influencia rusa mediante la integración de muchos países del Este en la Unión Europea y la OTAN. Este es también el significado del derrocamiento del expresidente georgiano Shevardnadze en 2003 durante la "Revolución de las Rosas" que llevó al poder a una camarilla pro - USA, así como la "Revolución Naranja" de 2004 en Ucrania y todos los conflictos subsiguientes entre las diferentes facciones de la burguesía local. El apoyo activo de las potencias occidentales a la oposición pro -europea en Bielorrusia, la guerra de Nagorno-Karabaj bajo la presión de Turquía (miembro de la OTAN) y el ajuste de cuentas al más alto nivel del Estado kazajo no han hecho más que acentuar la sensación de urgencia en la burguesía rusa.
Tanto para la Rusia zarista como para la "soviética", Ucrania siempre ha representado una cuestión central en su política exterior. De hecho, Ucrania es para Moscú la única y última vía de acceso directo al Mediterráneo. La anexión de Crimea en 2014 ya obedecía a este imperativo del imperialismo ruso directamente amenazado de cerco por regímenes mayoritariamente proamericanos. El deseo declarado de Estados Unidos de vincular a Kiev con Occidente es, por tanto, vivido por Putin y su camarilla como una auténtica provocación. En este sentido, aunque la ofensiva del ejército ruso parece totalmente irracional y condenada al fracaso desde el principio, para Moscú es un "golpe de fuerza" desesperado que pretende mantener su rango de potencia mundial.
La burguesía estadounidense, aunque dividida en el tema, es perfectamente consciente de la situación de Rusia y no ha dejado de llevar a Putin al límite multiplicando las provocaciones. Cuando Biden aseguró explícitamente que no intervendría directamente en Ucrania, dejó deliberadamente un vacío que Rusia aprovechó inmediatamente con la esperanza de frenar su declive en la escena internacional. No es la primera vez que Estados Unidos utiliza el maquiavelismo frío para conseguir sus fines: ya en 1990, Bush padre había empujado a Sadam Husein a una trampa fingiendo que no quería intervenir para defender Kuwait. Cuando Sadam mordió el anzuelo invadiendo Kuwait Estados Unidos desencadenó la primera guerra del Golfo.
Todavía es demasiado pronto para predecir la duración y la escala de la ya considerable destrucción en Ucrania, pero desde la década de 1990 hemos visto las masacres de Srebrenica, Grozny, Sarajevo, Faluya y Alepo. Quien inicia una guerra suele estar condenado a empantanarse. En la década de 1980, Rusia pagó un alto precio por la invasión de Afganistán que llevó a la implosión de la URSS. Estados Unidos ha tenido sus propios fiascos, debilitándolo tanto militar como económicamente. Todas estas aventuras acabaron, a pesar de las aparentes victorias iniciales, en importantes reveses y debilitaron considerablemente a los beligerantes. La Rusia de Putin, si no se retira tras una humillante derrota, no se librará de quedar empantanada, aunque consiga tomar las principales ciudades ucranianas.
"Un nuevo imperialismo amenaza la paz mundial"2, "Los ucranianos llevan cientos de años luchando contra el imperialismo ruso"3...
"El imperialismo ruso", la burguesía sólo tiene estas palabras en la boca, como si Rusia fuera la quintaesencia del imperialismo frente al "pollito indefenso" ucraniano. En realidad, desde que el capitalismo entró en su periodo de decadencia, la guerra y el militarismo se han convertido en características fundamentales de este sistema. Todos los Estados, grandes o pequeños, son imperialistas; todas las guerras, ya sea que pretendan ser "humanitarias", "liberadoras" o "democráticas", son guerras imperialistas. Esto ya fue identificado por los revolucionarios durante la Primera Guerra Mundial: a principios del siglo XX, el mercado mundial estaba totalmente dividido en cotos de caza por las principales naciones capitalistas. Ante el aumento de la competencia y la imposibilidad de liberarse de las contradicciones del capitalismo mediante nuevas conquistas coloniales o comerciales, los Estados construyeron gigantescos arsenales y sometieron toda la vida económica y social a los imperativos de la guerra. En este contexto estalló la Guerra Mundial en agosto de 1914, una matanza sin parangón en la historia de la humanidad, expresión fulgurante de una nueva "era de guerras y revoluciones".
Frente a la competencia feroz y la omnipresencia de la guerra, en todas las naciones, grandes o pequeñas, se desarrollaron dos fenómenos que constituyen las principales características del periodo de decadencia: el capitalismo de Estado y los bloques imperialistas. "El capitalismo de Estado [...] responde a la necesidad de que cada país, con vistas a la confrontación con otras naciones, obtenga el máximo de disciplina en su seno por parte de los distintos sectores de la sociedad, para reducir al mínimo los enfrentamientos entre clases, pero también entre facciones rivales de la clase dominante, con el fin, en particular, de movilizar y controlar todo su potencial económico. Del mismo modo, la constitución de bloques imperialistas corresponde a la necesidad de imponer una disciplina similar entre las diferentes burguesías nacionales para limitar sus antagonismos mutuos y reunirlas para la confrontación suprema entre los dos campos militares.4 El mundo capitalista se dividió así, a lo largo del siglo XX, en bloques rivales: Aliados contra potencias del Eje, bloque occidental contra bloque oriental.
Pero con el colapso de la URSS, a finales de los años 80, comenzó la última fase de la decadencia del capitalismo: el período de su descomposición generalizada5, marcado por la desaparición, durante más de 30 años, de los bloques imperialistas. La relegación del "gendarme" ruso y, de facto, la dislocación del bloque estadounidense abrió el camino a toda una serie de rivalidades y conflictos locales que habían sido sofocados por la férrea disciplina de los bloques. Esta tendencia al sálvese quien pueda y al aumento del caos se ha confirmado plenamente desde entonces.
Ya en 1990, la única "superpotencia" estadounidense intentó poner un mínimo de orden en el mundo y frenar el inevitable declive de su propio liderazgo... recurriendo a la guerra. Como el mundo ya no está dividido en dos campos imperialistas disciplinados, un país como Irak creyó posible apoderarse de un antiguo aliado del mismo bloque, Kuwait. Estados Unidos, al frente de una coalición de 35 países, lanzó una ofensiva asesina que debía desalentar cualquier tentación futura de emular las acciones de Saddam Hussein.
Pero la operación no pudo acabar con el sálvese quien pueda imperialista, manifestación típica del proceso de descomposición de la sociedad. En las guerras de los Balcanes ya se pusieron de manifiesto las peores rivalidades entre las potencias del antiguo bloque occidental, especialmente Francia, Reino Unido y Alemania, que, además de las mortíferas intervenciones estadounidenses y rusas, prácticamente se hacían la guerra entre sí a través de los distintos beligerantes de la antigua Yugoslavia. El ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 supuso un paso más hacia el caos, golpeando el corazón del capitalismo global. Lejos de las teorías izquierdistas sobre las supuestas apetencias petroleras estadounidenses, cuyo abismal coste de la guerra reveló su ineptitud, fue básicamente en este contexto en el que Estados Unidos tuvo que lanzar las invasiones de Afganistán en 2001 y de Irak, de nuevo, en 2003, en nombre de la "guerra contra el terrorismo".
En la segunda guerra del Golfo, Alemania, Francia y Rusia no sólo arrastraron los pies detrás del Tío Sam, sino que se negaron a comprometer a sus soldados. Sobre todo, cada una de estas operaciones no hizo más que generar tal caos e inestabilidad que Estados Unidos acabó empantanado, hasta el punto de tener que abandonar humillantemente Afganistán 20 años después, dejando un campo de ruinas en manos de los talibanes a los que habían venido a combatir, al igual que ya habían tenido que abandonar Irak, sumido en una inmensa anarquía, desestabilizando toda la región, especialmente la vecina Siria. Para defender su posición de primera potencia mundial, Estados Unidos se convirtió así en el principal propagador del caos en el periodo de decadencia.
Hoy en día, Estados Unidos se ha anotado innegablemente puntos imperialistas, sin siquiera tener que intervenir directamente. Rusia, adversario desde hace mucho tiempo, está inmersa en una guerra imposible de ganar que provocará, sea cual sea el resultado, un gran debilitamiento militar y económico. La Unión Europea y Estados Unidos ya han anunciado el color: según el jefe de la diplomacia europea, se trata de "devastar la economía rusa"... ¡y tanto peor para el proletariado de Rusia que pagará todas estas represalias, como para el proletariado ucraniano que es la primera víctima y rehén del desencadenamiento de la barbarie bélica!
Además, los estadounidenses han tomado el control de la OTAN, que el presidente francés anunció que estaba "en muerte cerebral", reforzando considerablemente su presencia en el Este y obligando a las principales potencias europeas (Alemania, Francia y Reino Unido) a asumir más la carga económica del militarismo para la defensa de las fronteras orientales de Europa, una política que Estados Unidos intenta aplicar desde hace varios años, especialmente bajo la presidencia de Trump y continuada por Biden, para concentrar su fuerza contra su principal enemigo: China.
Para los europeos, la situación representa una derrota diplomática de primer orden y una considerable pérdida de influencia. El conflicto alimentado por EE.UU. no conviene a Francia y Alemania, que, debido a su dependencia del gas ruso y del mercado que representa para sus propias mercancías, no tienen absolutamente nada que ganar con este conflicto. Por el contrario, Europa sufrirá una nueva aceleración de la crisis económica bajo el impacto de la guerra y las sanciones impuestas. Así, los europeos han tenido que replegarse tras el escudo estadounidense, mientras que el debilitamiento diplomático provocado por la chulería de Trump les había hecho albergar la esperanza de un fuerte retorno del viejo continente en la escena internacional.
¿El hecho de que las principales potencias europeas se vean obligadas a alinearse detrás de Estados Unidos constituye el inicio de la formación de un nuevo bloque imperialista? El periodo de descomposición no impide por sí mismo la formación de nuevos bloques, aunque el peso del sálvese quien pueda dificultar considerablemente esta posibilidad. Sin embargo, en esta situación, la voluntad de cada Estado de defender sus propios intereses imperialistas se ve ampliamente reforzada. Alemania se ha demorado un poco en la aplicación de las sanciones y sigue andando con pies de plomo para no sancionar las exportaciones de gas ruso de las que depende en gran medida. Por otra parte, Alemania, junto con Francia, ha intervenido constantemente para ofrecer a Rusia una salida diplomática que, por supuesto, Washington intenta retrasar. Incluso Turquía e Israel intentan ofrecer sus "buenos servicios" como intermediarios. A largo plazo, con el aumento de sus gastos militares, las grandes potencias europeas podrían incluso tratar de emanciparse de la tutela estadounidense, una ambición que Macron defiende regularmente a través de su proyecto de "defensa europea". Si bien es innegable que Estados Unidos ha ganado puntos en lo inmediato, cada país intenta también jugar su propia carta, lo que compromete la constitución de un bloque con mayor facilidad, ya que China, por su parte, es incapaz de federar a ninguna gran potencia detrás de ella e incluso se ve frenada y debilitada en la defensa de sus propios objetivos.
Sin embargo, la burguesía estadounidense no tenía como objetivo principal y único a Rusia con esta maniobra. El enfrentamiento entre EE.UU. y China determina la relación imperialista mundial actual. Al crear una situación de caos en Ucrania, Washington buscaba sobre todo obstaculizar el avance de China hacia Europa, bloqueando, por un período aún indeterminado, las "rutas de la seda" que debían pasar por los países de Europa del Este. Después de amenazar las vías marítimas de China en la región Indo-Pacífica con, entre otras cosas, la creación de la alianza AUKUS en 2021, Biden acaba de crear una enorme brecha en Europa, impidiendo a China el tránsito de sus mercancías por tierra.
Estados Unidos también ha conseguido demostrar la incapacidad de China para desempeñar un papel de socio fiable en la escena internacional, ya que no tiene más remedio que dar un apoyo muy débil a Rusia. En este sentido, la ofensiva estadounidense que estamos presenciando forma parte de una estrategia más global para contener a China.
Desde las guerras en la antigua Yugoslavia, Afganistán y Oriente Medio, Estados Unidos se ha convertido, como hemos visto, en el principal factor de caos en el mundo. Hasta ahora, esta tendencia se ha dado principalmente en los países periféricos del capitalismo, aunque los países centrales también han sufrido las consecuencias (terrorismo, crisis migratorias, etc.). Pero hoy, la primera potencia mundial está creando el caos a las puertas de uno de los principales centros del capitalismo. Esta estrategia criminal está dirigida por el "demócrata" y "moderado" Joe Biden. Su predecesor, Donald Trump, tenía una merecida fama de exaltado, pero ahora está claro que para neutralizar a China sólo difiere la estrategia: Trump quería negociar acuerdos con Rusia, Biden y la mayoría de la burguesía estadounidense quieren desangrarla. Putin y su camarilla de asesinos no son mejores, al igual que Zelensky que no duda en tomar como rehén a toda una población y sacrificarla como carne de cañón en nombre de la defensa de la patria. ¿Y qué decir de las hipócritas democracias europeas que, mientras lloran lágrimas de cocodrilo por las víctimas de la guerra, entregan cantidades fenomenales de material militar?
¡Izquierda o derecha, democrática o dictatorial, todos los países, todas las burguesías nos conducen hacia el caos y la barbarie a marchas forzadas! Más que nunca, la única alternativa que se ofrece a la humanidad es: ¡socialismo o barbarie!
EG, 21 de marzo de 2022
1 A modo de comparación, la URSS perdió 25.000 soldados durante los 9 años de la terrible guerra que asoló Afganistán
2 "Contra el imperialismo ruso, por una oleada internacionalista", Mediapart (2 de marzo de 2022). Este artículo, de título evocador, roza la farsa, especialmente por parte de su autor, Edwy Plenel, belicista patentado y gran defensor del imperialismo francés
3 "Para entender el conflicto entre Ucrania y Rusia, hay que mirar al colonialismo", The Washington Post (24 de febrero de 2022)
4 "Militarismo y descomposición [1]", Revista Internacional nº 64 (primer trimestre de 1991) https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
5 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-desc... [7]
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Después de un serio retroceso en la lucha durante el primer año de la pandemia de Covid, los trabajadores de Europa, Estados Unidos y otros lugares1, están empezando a reaccionar a los ataques contra los salarios y las condiciones de trabajo. Mientras la pandemia alcanza nuevas cotas con la aparición de la variante Ómicron, los trabajadores se enfrentan a ataques aún más severos a su nivel de vida a través del aumento de la inflación y del costo de la energía.
En el Reino Unido, hemos visto brotes de huelgas pequeñas pero significativas durante el otoño. Comenzando en septiembre con las huelgas de los repartidores de Uber, las huelgas han continuado en diferentes sectores: los trabajadores sanitarios de las residencias de ancianos de SAGE, los trabajadores de la basura en Glasgow, el personal universitario a nivel nacional. Y las huelgas continúan: trabajadores de la distribución, trabajadores del metro en Londres, trabajadores del transporte en el noroeste y en Yorkshire, trabajadores de la industria del automóvil, de los supermercados, de la producción y distribución de alimentos.
Hoy en día todos los sectores de la clase trabajadora del Reino Unido -desde los sectores tradicionales como los trabajadores del automóvil hasta los funcionarios públicos y los empleados universitarios- se enfrentan a los mismos ataques a su nivel de vida. Como hemos señalado en nuestra Resolución sobre la Situación Internacional del verano pasado "La clase obrera está pagando un duro tributo a la crisis. En primer lugar, porque es la más directamente expuesta a la pandemia y es la principal víctima de la propagación de la infección, y en segundo lugar porque la caída en picado de la economía está desencadenando los ataques más graves desde la Gran Depresión, en todos los niveles de las condiciones de trabajo y de vida, aunque no todos se verán afectados de la misma manera."2
La pandemia ha creado, tanto directa como indirectamente, una situación aparentemente paradójica: el desempleo en algunos sectores junto con la escasez de mano de obra en otros, combinado con el aumento de la pobreza debido a la subida de los precios. El resultado de dos años de paquetes de rescate, de "dinero helicóptero" repartido por todas las burguesías nacionales, tratando desesperadamente de salvar la economía de los peores efectos de la pandemia -principalmente a través de la impresión de dinero- ha llevado a un aumento drástico de la inflación en todo el mundo, y a un aumento de los costos de las necesidades básicas como los alimentos y la electricidad. Además, los trabajadores se enfrentan a una continua reducción de sus ingresos, mediante la reestructuración y el aumento de la precariedad.
Las primeras recientes expresiones de combatividad de la clase trabajadora, como hemos visto en varias partes del mundo, se ilustran claramente con lo que está ocurriendo en el Reino Unido. En un número creciente de sectores, el descontento de los trabajadores se ve alimentado por los recortes salariales y el empeoramiento de las condiciones de vida. Esto demuestra que la clase empieza a afirmarse en su propio terreno de clase, sin estar inmersa en el caos general de la pandemia, el comportamiento cada vez más errático de la clase dominante y el terreno burgués de las protestas "populares" contra las medidas de encierro.
Los sindicatos han saboteado sistemáticamente las protestas y otras acciones de los trabajadores, ya sea dispersándolas en el tiempo, ya sea concluyendo acuerdos con los patrones incluso antes de que se produzcan las huelgas. Los sindicatos han obligado sistemáticamente a los trabajadores en huelga a volver al trabajo con recortes salariales y peores condiciones laborales.
Ya lo vimos en abril de 2021, cuando los sindicatos pusieron fin a una huelga de seis semanas en British Gas, donde los trabajadores tuvieron que aceptar un recorte salarial del 15% o ser despedidos. En mayo, los sindicatos pusieron fin a una huelga de once semanas en los talleres de autobuses de Manchester, tras un acuerdo que implicaba descansos para comer no pagados y una reducción de la paga por enfermedad. Los trabajadores de Douwe Egberts, en Oxford, tuvieron que aceptar un recorte salarial anual de 9.000 libras, después de que los sindicatos declararan que esto impediría el traslado de la fábrica a otro país. En British Telecom, en julio, el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación aceptó un recorte de 13.000 puestos de trabajo.
Durante el otoño, el Sindicato Unison convocó huelgas para defender el sector sanitario financiado por el Estado, el NHS, en lugar de luchar por las reivindicaciones de los trabajadores. Los sindicatos se apresuraron a frenar las posibles huelgas y paros, cerrando acuerdos que suponen francos recortes salariales. En el transporte público, el sindicato Unite ha resuelto veinte conflictos diferentes en toda Gran Bretaña en la empresa Stagecoach, llegando a acuerdos salariales que no eran suficientes para compensar la inflación. Lo mismo ocurrió con los trabajadores de la distribución antes de Navidad, donde los sindicatos bloquearon la huelga de miles de trabajadores de los grandes centros de distribución de las grandes cadenas de supermercados, para llegar a un acuerdo salarial por debajo de la tasa de inflación. Por el momento, el sindicato RMT, que organiza a los trabajadores del metro de Londres, es el único ejemplo en el que el sindicato ha llegado a un acuerdo que se ajusta a la inflación prevista, tras amenazar con el caos en el metro de Londres en diciembre.
El aumento de la actividad sindical, cuyo papel es agotar la combatividad de los trabajadores a través de acciones separadas y aisladas, es una señal de que la clase dominante está teniendo en cuenta el aumento de la combatividad de la clase obrera, sabiendo que los ataques de hoy son sólo el presagio de ataques sin precedentes en los próximos años. Hasta ahora, la burguesía de los principales países no ha lanzado programas masivos de austeridad, pero sin duda tendrá que hacerlo.
Los sindicatos son los perros guardianes de la clase dominante en el espacio proletario y lo han sido desde principios del siglo XX. La verdadera naturaleza de los sindicatos se muestra tanto en sus intentos de dividir a la clase trabajadora como en sus intentos de detener las huelgas y las movilizaciones mediante acuerdos rápidos con los patrones. Esta es su función básica, y todos los diversos argumentos izquierdistas que culpan a tal o cual dirigente sindical traidor no son más que una forma de fortalecer la ideología sindical, una verdadera trampa para el proletariado. Estos argumentos intentan radicalizar y al final fortalecer la ideología sindical criticando a la dirección del sindicato o llamando a los trabajadores a formar sindicatos de base, una estrategia clásica de movilización de los trabajadores radicalizados amordazados tras las banderas sindicales, desplegada desde los años 80.
"Incluso antes de que se produjera la pandemia, los trabajadores británicos habían sufrido los más bajos aumentos en los salarios reales desde las guerras napoleónicas en 1810-15. Mientras que 2022 se distingue por un golpe especialmente fuerte en el nivel de vida, el Instituto de Estudios Fiscales calcula que los ingresos apenas se moverán hasta 2026. Esto significa un golpe sin precedentes a los ingresos que abarca dos décadas, y dejará los ingresos de los hogares un 42% más bajos de lo que habría sido el caso si los salarios hubieran aumentado a las tasas de la crisis financiera de antes de 2008"3.
El periódico The Observer (8/1/22), citó a un empleado universitario que participó en la acción de tres días a principios de diciembre, diciendo que "no ha habido una subida salarial por encima de la inflación desde que Gordon Brown era primer ministro". Esta es la realidad, desde hace más de una década, para todos los sectores de la clase trabajadora.
Con un 5,4%, el nivel oficial de inflación en el Reino Unido está en su nivel más alto en casi 30 años. El Banco de Inglaterra espera que aumente hasta el 6% en abril, y algunos analistas prevén un 7% si no se invierten miles de millones en el sector energético para frenar el aumento de los costos de calefacción. El Índice de Precios al por menor ya se sitúa con un aumento del 7,5%.
El artículo del The Observer también cita a un economista: "Hasta hace unas semanas, el experto en ingresos Ken Mulkearn estaba convencido de que un pico de inflación pasaría sin mucha reacción por parte de los 32 millones de trabajadores británicos. (...) 'Ahora no estoy tan seguro. Hay señales de que el aumento de los precios está teniendo un impacto". Los representantes de la clase dominante también se han dado cuenta del creciente descontento de la clase trabajadora. Conocen los efectos del aumento de la inflación en el polvorín social.
Las acciones más destacadas de los sindicatos son una clara señal de que la clase dominante es consciente del peligro potencial de la lucha de la clase obrera. Los sindicatos están presentes en todas partes para evitar que las luchas se desarrollen y se extiendan a otros trabajadores. La tarea real de los sindicatos se centra en el aislamiento y el descarrilamiento de las luchas en callejones sin salida.
¡Pero las luchas no deben permanecer aisladas, sector por sector! ¡Todas las partes de la clase trabajadora están bajo ataque, y esto exige una respuesta unificada! La lucha que tuvo lugar en Cádiz en España es un ejemplo importante para todos los trabajadores: un intento de extender su huelga a otros sectores e industrias4. La única manera de que la clase obrera luche en su propio terreno es combatir el aislamiento, que los sindicatos están imponiendo.
A pesar de que los sindicatos siguen teniendo un férreo control de la situación, las recientes luchas en el Reino Unido son una señal de que la clase obrera aún mantiene reservas de combatividad. Como en otras partes del mundo, su lucha defensiva de hoy contiene las semillas de la lucha revolucionaria de mañana contra el capitalismo.
Edvin, 25/1/22
1 Ver: Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [28]
2 Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021) https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [91]
3 Free market, tax-cutting economics will not ease the UKs cost of living squeeze [162], The Guardian, 9 de enero de 2022 (La economía de libre mercado, la reducción de impuestos no aliviará la presión del coste de la vida en el Reino Unido, artículo sólo en inglés)
4 https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31]
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Ante la barbarie de la guerra, la burguesía siempre ha tratado de ocultar su responsabilidad asesina y la de su sistema tras cínicas mentiras. La guerra de Ucrania no ha escapado al torrente de propaganda y a la sucia instrumentalización del sufrimiento que genera. No pasa un día sin que el éxodo masivo y la angustia de las familias ucranianas que huyen de los bombardeos aparezcan en todos los canales de televisión y en las portadas de todos los periódicos, que suelen ser tan discretos con las desgracias que el capitalismo inflige a la humanidad. Los medios de comunicación han mostrado imágenes de niños ucranianos traumatizados y víctimas de la guerra.
Con la explotación propagandística de la legítima conmoción provocada por la difusión de imágenes atroces de exacciones, éxodo, horror y bombardeos la guerra en Ucrania ha permitido a la burguesía de los países democráticos recuperar una oleada espontánea de simpatía y compasión para orquestar una gigantesca campaña "humanitaria" en torno a las "iniciativas ciudadanas" hacia los refugiados ucranianos (e incluso en torno a la feroz represión de los manifestantes y opositores rusos a la guerra) e instrumentalizar cínicamente la angustia y la desesperación de las víctimas del mayor éxodo de poblaciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial En todas partes se organizan "corredores humanitarios" y "redes de ciudadanos" para ayudar a los refugiados ucranianos, con el fin de justificar la provisión de un enorme arsenal de armas mortíferas destinadas a "defender a un pueblo martirizado" por el "ogro ruso". Incluso en los pequeños pueblos se organizan colectas, donaciones y todo tipo de "iniciativas" o actuaciones que las autoridades fomentan en solidaridad con los refugiados ucranianos.
Detrás de los vibrantes homenajes al martirio del "pueblo ucraniano", se esconde la sórdida realidad de una desvergonzada explotación de las oleadas de generosidad, explotadas por los Estados, todos ellos belicistas, que no se preocupan por el trágico destino de una población que se encuentra secuestrada entre los bombardeos rusos y la "movilización general" forzada del gobierno de Zelensky. A los ojos de la burguesía, el "pueblo ucraniano" sirve sobre todo como carne de cañón en una "lucha patriótica" contra el "invasor". El mismo cinismo explica que la burguesía occidental haya echado un pudoroso velo sobre las masacres perpetradas por el gobierno ucraniano, desde 2014, en las regiones ruso parlantes de Lugansk y Donetsk, que sin embargo han dejado casi 14.000 muertos en 8 años.
El llamado humanismo de los estados europeos es una gran mentira y una pura mistificación. El esfuerzo por acoger y ayudar a los refugiados se debe, en su mayor parte, a la iniciativa de los ciudadanos y en ningún caso a los Estados. Es innegable que, desde el estallido de la guerra y desde el inicio del éxodo de las familias, se ha producido una enorme oleada de solidaridad espontánea. Esta reacción inmediata y profundamente humana de llevar ayuda y asistencia a todos, ofreciendo refugio y proporcionando comidas a los que se ven repentinamente sumidos en la angustia y la desesperación, es reconfortante.
Pero esta solidaridad básica no es suficiente. No es el producto de una movilización colectiva de los proletarios en su terreno de clase. Proviene de una suma de iniciativas individuales que la burguesía RECUPERA, EXPLOTA E INSTRUMENTALIZA en su propio beneficio. Además, estas reacciones fueron inmediatamente desviadas al campo de la propaganda burguesa para justificar la guerra, exaltar el veneno mortal del nacionalismo y tratar de recrear un clima de UNION SAGRADA contra el "infame invasor ruso".
Las potencias democráticas de Europa Occidental no tuvieron más remedio que abrir sus fronteras a los refugiados ucranianos, a menos que bloquearan a cientos de miles de ellos dentro de las fronteras ucranianas por la fuerza. Toda su propaganda de guerra anti rusa se derrumbaría entonces. De hecho, si se declaran dispuestos a acoger a los ucranianos, es para justificar ideológicamente una movilización y sobre todo el envío de armas a Ucrania contra las "monstruosidades" de Putin y para defender sus propios intereses nacionales imperialistas.
Al mismo tiempo, estas campañas sirven para ocultar que la responsabilidad de esta dramática situación recae en todos los Estados, en la lógica de la competencia y de las rivalidades imperialistas del propio sistema, que genera la multiplicación de los focos de guerra, la generalización de la miseria, el éxodo masivo de poblaciones, el caos y la barbarie.
Todos los Estados carroñeros derraman ahora lágrimas de cocodrilo por los refugiados ucranianos que dicen acoger con los brazos abiertos en nombre del llamado "derecho de asilo". Estas bonitas promesas de acoger a los refugiados no son más que humo. En todas partes, los Estados de Europa Occidental han introducido cuotas de acogida para los migrantes que huyen de la miseria, el caos y la guerra. Estos refugiados descalzos no son como la mayoría de los ucranianos, europeos rubios y de ojos azules; no son de fe cristiana, sino a menudo musulmana. Se les clasifica como ganado entre "refugiados económicos", que son totalmente indeseables, y "refugiados de guerra" o "refugiados políticos". Por lo tanto, es necesario clasificar a los refugiados "buenos" y "malos"... Todo ello con el cheque en blanco de la Unión Europea y sus principales democracias. Tal clasificación, tal diferencia de trato es totalmente abyecta. En Francia, por ejemplo, hace menos de dos años, el gobierno de Macron envió a sus policías a desalojar a las familias migrantes que habían instalado sus tiendas de campaña en la Plaza de la República de París; los policías golpearon a estos “indeseables” y rajaron sus tiendas con cuchillos. Hace poco, cuando los refugiados iraquíes llamaban a la puerta de Europa, utilizados como medio de presión por el Estado bielorruso, se estrellaron contra la alambrada de la frontera polaca, enfrentándose a los robocops armados de la Unión Europea1. Las "grandes democracias" eran entonces mucho menos "acogedoras", a pesar del sufrimiento muy visible de las personas que morían de frío y hambre.
¿Cuál es la realidad que se esconde detrás de la geometría variable de esta falsa compasión, de esta supuesta solidaridad de los Estados? La burguesía se ha encargado en la mayoría de los países "de acogida" de crear un "estatus especial" para los ucranianos, totalmente distinto al de los demás refugiados, con el fin de crear oposición y divisiones entre la población y la clase obrera. En Bélgica, por ejemplo, el gobierno decidió otorgar a los ucranianos un estatus muy distinto al de otros refugiados de guerra. Mientras que estos últimos suelen tener que someterse primero a un severo examen y control para recibir una posible autorización para trabajar en el país "de acogida", a los nacionales ucranianos se les concede dicha autorización de inmediato y, además, reciben una subvención mucho mayor que los demás. Incluso el importe de su subsidio es superior al salario mínimo de los empleados "locales"... Esta sucia maniobra al servicio de la propaganda imperialista permite al gobierno crear no sólo el antagonismo entre los ucranianos y los demás refugiados, sino también crear un factor adicional de división y un clima de competencia dentro de la clase obrera.
Una minoría de los refugiados ucranianos, altamente cualificados, se integrará para deleite de la burguesía en ciertos países, como Alemania, que tienen una importante escasez de este tipo de mano de obra. Para los demás, la gran mayoría, su afluencia masiva planteará grandes problemas a la burguesía europea, que es incapaz de absorberlos. Tarde o temprano, en el período que viene, estarán de todos modos en su gran mayoría, expuestos al nauseabundo aliento de la ideología populista, sirviendo como chivos expiatorios de los problemas sociales y económicos que toda la burguesía tendrá entonces interés en resaltar2.
Sobre todo, los proletarios no deben ceder a los cantos de sirena de estas campañas humanitarias y rechazar sus trampas ideológicas rechazando categóricamente cualquier unión sagrada con sus explotadores ante la guerra. Pero al mismo tiempo deben luchar para defender sus propios intereses de clase ante la intensificación de la crisis y los ataques de la guerra. Sólo mediante el desarrollo internacional de esta lucha, más allá de las fronteras y los conflictos establecidos por la clase dominante, podrán expresar plenamente su solidaridad de clase con los refugiados y todas las víctimas de la creciente barbarie del capitalismo, ofreciéndoles una perspectiva: la de una sociedad liberada de la ley del beneficio y de la dinámica mortífera del sistema.
Wim, 3 abril 2022
1 Ver Calais, Bielorrusia: la barbarie del capitalismo con los emigrantes expresa su barbarie con todo el proletariado mundial https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie [24]
2 Hace dos años, las burguesías democráticas de Europa y América Latina acogieron con “banda de música” a los emigrantes venezolanos por razones de conveniencia imperialista frente al régimen venezolano. Meses después ese “entusiasmo acogedor” fue olvidado y dejaron que las jaurías populistas se lanzaran contra los emigrantes venezolanos. Ver Crisis emigratoria en Chile: la inmigración un producto de la barbarie y la crisis del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4798/crisis-emigratoria-en-chile-la-inmigracion-un-producto-de-la-barbarie-y-la-crisis-del [165]
Engels dijo en 1890 que la alternativa histórica era BARBARIE o COMUNISMO. La primera guerra mundial en 1914 confirmó dramáticamente el primer polo de la alternativa. Pero, la revolución proletaria en Rusia (1917) y las tentativas revolucionarias en Alemania, Hungría y otros países fueron el segundo polo de la alternativa, la respuesta proletaria organizada en Consejos Obreros. El libro que presentamos recoge artículos de la CCI sobre la experiencia de Alemania y Hungría. Hoy con la guerra en Ucrania hay que comprender y asumir críticamente estas experiencias revolucionarias del proletariado pues son la UNICA RESPUESTA POSIBLE contra la guerra. Contra la guerra imperialista, contra la barbarie del capitalismo REVOLUCION PROLETARIA MUNDIAL. La alternativa hoy es aún mucho más grave que en 1890, hoy es REVOLUCION PROLETARIA o DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD
Reunión presencial y por Internet de presentación del libro POR LA REVOLUCION INTERNACIONAL: LOS CONSEJOS OBREROS EN ALEMANIA Y EN HUNGRIA (1918-23):
* Concepción - CHILE: Sábado 12 de noviembre a las 10 de la mañana en Centro Petrox calle Jaqueneo 486
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Los interesados en participar por Internet pueden escribirnos para confirmar su asistencia a [email protected] [166]
LOS INTERESADOS EN ADQUIRIR EL LIBRO PUEDEN ESCRIBIR A [email protected] [167] o [email protected] [166]
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Con la invasión rusa a Ucrania, la reacción de los EEUU y sus aliados de la OTAN ha sido de imponer durísimas sanciones económicas a Rusia consistentes en:
1) Excluir a determinados bancos rusos del sistema financiero SWIFT. El sistema SWIFT posibilita las transacciones financieras, pagos y cobros, a diferentes entidades públicas como privadas en más de 200 países. Esto implica que las instituciones financieras rusas quedaron aisladas. Pero esta medida también golpea a los países o empresas proveedoras de alimentos, metales, tecnologías, etc., ya que Rusia se ve imposibilitada en pagar sus compras efectuadas antes del conflicto. De esta exclusión se salvan dos instituciones financieras que guardan relación directa con las transacciones en materia de energía: Sberbank y Gazprombank, ya que Europa debe asegurarse el flujo en materia energética en su provecho.
2) Se han congelado los activos del Banco Central de Rusia.
3) Los países occidentales también impusieron prohibiciones a la exportación de bienes, tecnología y servicios para la industria aeroespacial, que se suman a otras tantas acciones contra el estado ruso y sus jerarcas del Kremlin como también a las familias adineradas de Rusia.
4) Los operadores de los estados occidentales y de algunos aliados de los EEUU en otras partes como Japón, Australia y Corea del Sur, han presionado para que muchas empresas emblemáticas del capitalismo opten por apartarse de Rusia, por tanto, nada se vende, ni se compra a Rusia.
Dicho esto, este cordón sanitario impuesto por “el mundo libre y democrático” del capitalismo junto con las destrucciones y perturbaciones ocasionadas por la propia guerra, afecta de manera directa a aquellos países que tienen intercambios comerciales con Rusia. Por esta razón los trabajadores en América Latina se ven afectados drásticamente, precarizándose cada vez más sus condiciones de vida, la crisis económica que se aceleró con la pandemia, ahora encuentra un nuevo factor de aceleración con la guerra de Ucrania.
En los últimos años la cuenca del Mar Negro, que está limitado por Rumania, Bulgaria, Turquía, Georgia, Ucrania y Rusia, ha aumentado su producción de trigo y también de girasol. En el año 2019, Rusia era el mayor productor y exportador global del trigo. Ucrania es el quinto país productor y exportador de esta gramínea1. Argentina ocupa el séptimo lugar, y según la Bolsa de Comercio de Rosario, Argentina, es uno de los centros más importantes del comercio de granos en el mundo, al ser un alimento básico, el resto de Latinoamérica (Latam) está obligado a importarlo. Al estar bloqueada la cadena de suministros, y por efecto directo de las sanciones y la guerra, los precios de los commodities están creciendo, no solo el trigo sufre esta presión alcista, sino también el cobre y el petróleo.
Esta alza en los precios de los commodities, tendrá implicaciones en las economías de la región dependiendo de cuánto están sujetas a las exportaciones hacia Rusia o a las importaciones desde Rusia. El caso del trigo es ejemplificador, si solo Argentina es un importante productor y exportador del Trigo, el cierre del mercado ruso lo beneficia enormemente, pero hoy por hoy, Argentina está sufriendo una de las peores sequías que se haya vivido en el país austral. Por tanto, no podrá suplir al gigante ruso y, es más, se verá en la necesidad de importar la gramínea como el resto de Latam. Otro tanto, podemos hablar del petróleo, en el caso del Ecuador, por ejemplo, el precio referencial para el petróleo ecuatoriano WTI llegó a un tope promedio de $ 94 dólares el barril, esto beneficia a las arcas fiscales ecuatorianas, pero perjudica a los países que se ven en la necesidad de importar combustible.
En lo económico debemos señalar que Latam, desde el 2014 ya venía sufriendo la desaceleración de su economía, según la Cepal para el 2019 solo iba a crecer 0,1 % y para el 2020 llegaría a 1,3 %. La región muestra una desaceleración económica generalizada y sincronizada a nivel de países y de sectores, completando seis años consecutivos de bajo crecimiento, señaló la CEPAL en su informe presentado en diciembre del 2019.
Pero la historia fue otra, sobrevino la pandemia y la región cayó a un nivel inimaginable, a -6,722 % de su PIB en el 2020, es decir, sufrió una contracción fortísima.
Según la CEPAL Latam creció en el 2021 alrededor de 5 % del PIB. Pero la misma CEPAL indica que esta cifra es engañosa debido a un efecto rebote en las economías altamente interrelacionadas y por tanto tiene efectos pasajeros (esto se comprende por el resultado del confinamiento y las restricciones del comercio que provocó una drástica contracción de la demanda aparejada con el cierre de las cadenas de suministros y de los sectores de producción, al abrirse los mercados los sectores se vuelcan a realizar compras masivas e incrementa los valores macroeconómicos) 2.
Se prevé que la economía latinoamericana se situará en el 2022 a un 2 % de crecimiento económico y que de manera histórica es muy pero muy abajo comparado con la década de los 70s del siglo pasado. Ahora bien, visto así la cosa, América Latina le agarra la guerra en medio de una situación muy delicada en términos económicos, es decir, en una situación difícil en su proceso de recuperación del cataclismo de la pandemia. Dicho de otra forma, sufrirá un hundimiento aún mayor a los niveles prepandemia de la economía regional y mundial, por lo cual no podrá recuperarse o volver a los niveles iniciales. Con la guerra desatada en Ucrania, solo hace tirar más peso al naufrago, generar más presión al deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, precarizando más su condición no solo de la clase obrera, sino también de las capas no explotadoras del resto de la sociedad.
Las repercusiones a nivel político en relación con la guerra en Ucrania se manifiestan en los diversos estados burgueses de la región y sus políticos de turno. Por tanto, se comprendería muy bien que países como México tenga una postura medio ambigua, que Venezuela al igual que Nicaragua y Cuba se alineen a Rusia, o que Argentina tenga la misma postura. Pero el panorama más extraño lo brindó Brasil, donde Bolsonaro se declaró "neutral" y su vicepresidente, el general Hamilton Mourao, lo puso en vereda. Mourao condenó la invasión y pidió apoyo militar para Ucrania. Entretanto, el embajador de Brasil ante la ONU dijo que Rusia había "cruzado la línea roja". Finalmente, acercaron sus posiciones3.
Pocas semanas antes de las acciones rusas sobre Ucrania, el presidente de Argentina, Fernández y su homólogo de Brasil, Bolsonaro, viajaron a Moscú. No para mediar en el conflicto ucraniano, sino para congraciarse con Putin: Fernández ofreció su país a Rusia como portal hacia Latinoamérica; Bolsonaro declaró su solidaridad con Rusia. Ambos hicieron oídos sordos a las advertencias desde Washington en vista del despliegue de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
La burguesía en la región juega sus fichas de cierto modo, tratan de ajustarse a la situación que ofrece el panorama internacional que se abre ante la guerra de Ucrania y vemos como los diferentes lideres de la región toman posición como Bolsonaro que de ser un fanático de Trump ha pasado a ser un fanático de Putin. Esto se ha visto con mayor claridad el pasado 2 de marzo, cuando la Asamblea General de la ONU votó sobre una resolución que llama a Rusia a detener su ataque a Ucrania y a abstenerse de ejercer todo tipo de amenaza similar contra cualquier país miembro de esa organización. Se ve una clara injerencia de la OTAN y EE. UU sobre la ONU por supuesto. La mayoría de los países latinoamericanos votó a favor. Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua se abstuvieron. Venezuela criticó la resolución.
Son claras las relaciones de Rusia con Nicaragua, Cuba y Venezuela, eso explica el comportamiento de estos países frente al conflicto, que dependen mucho de Moscú. Esto muestra a la región dividida en cuanto a la imposición de sanciones. Colombia socio de la OTAN aprueba las sanciones, mientras México y Brasil las rechaza. Aparte de la Burguesía brasilera que vive de la producción agrícola no les conviene. Este país importa el 69% de sus fertilizantes de Rusia; la izquierda mexicana con López Obrador tiene sus propios argumentos disidentes a las sanciones, sin embargo, sigue teniendo como socio a EE. UU, su socio del libre comercio, con el que desarrolla casi el 90% de su comercio exterior. La burguesía sea del país que sea, ve por sus propios intereses y corre en el sentido del cada uno a la suya y el sálvese quien pueda, con la guerra en Ucrania este aspecto se pronuncia cada vez más.
Venezuela apoya abiertamente a Rusia en el conflicto. Sin embargo, la reunión del 5 de marzo entre los representantes del gobierno norteamericano con sus homólogos venezolanos sorprendió a todo el mundo. Es indudable que Washington este buscando alternativas al petróleo ruso.4
Por otro lado, en Perú Pedro Castillo ha sido muy tibio en manifestarse en relación con la Guerra en Ucrania haciendo un llamado para que los países del mundo “resuelvan sus conflictos a nivel diplomático y no con las armas”, este señalamiento lo ha hecho en medio de un clima de inestabilidad política en Perú, con solicitudes de vacancia en su contra y escándalos de corrupción.
Colombia está en plena campaña electoral. Entre los candidatos está el dirigente izquierdista Gustavo Petro, él se pronunció sobre la guerra señalando “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos...". El Burgués izquierdista señaló además “Colombia tiene muchos problemas internos como para inmiscuirse de cualquier manera en el conflicto europeo”. Guillermo Lasso de Ecuador condenó a Rusia. Del mismo modo, Uruguay estuvo entre los primeros en condenar la agresión en Ucrania. Y para sorpresa de algunos, el izquierdista chileno Gabriel Boric, ha estado entre los que expresan rechazo a la posición de Moscú, sin embargo, algunos miembros de su coalición izquierdista tienen cercanías y simpatías por Washington.
La guerra ha venido a ser un bombero que intenta apagar el fuego echándole más fuego a la situación. La guerra es una manifestación de la decadencia capitalista, reflejada en su crisis económica histórica, pero también una muestra del alcance y la profundidad al que nos está llevando la fase final del capitalismo, la fase de su descomposición5. Esta situación monstruosa desarrollada por la guerra imperialista es la manifestación más extrema de la barbarie capitalista que echa más leña al fuego destructor de la pandemia, la crisis económica, la catástrofe ecológica… 6 .
La guerra empeora las condiciones de vida de los trabajadores y como ya lo hemos señalado antes Si la pandemia marcó una aceleración de la descomposición capitalista a varios niveles (social, sanitario, ecológico, etc.), la guerra en Ucrania es un duro recordatorio de que la guerra se ha convertido en el modo de vida del capitalismo en su época de decadencia, y que las tensiones y los conflictos militares se están extendiendo e intensificando a escala mundial7.
El proletariado será el que va a pagar los platos rotos una vez más, en medio de este caos, en medio de esta aceleración de crisis económica agravada por la guerra, desplazando a la pandemia como factor acelerador de la crisis económica que ha venido golpeando desde la aparición del Covid-19. El alza fortísima de los precios de los productos de la canasta básica, como es el pan, los costes del pasaje de la transportación, incremento en los precios de los aceites, y demás productos necesarios para la higiene, como los desinfectantes, entre otros, son una muestra del terrible golpe a los miseros salarios de los trabajadores.
Esta alza no se debe solo por las dificultades que enfrentan algunos sectores de las economías de la región Latam, por las sanciones sobre Rusia, sino por las presiones inflacionarias que vienen dándose desde mucho antes del conflicto ruso-ucraniano, como lo señalamos antes, ocasionados por la Pandemia del Covid.
El incremento de la presión sobre la inflación desatada por la guerra en Ucrania pauperiza cada vez más las condiciones de vida de los trabajadores en la región con el incremento del coste de vida, de los alimentos y el transporte básicamente.
Así pues, la guerra que acaba de empezar es un acontecimiento dramático de la máxima importancia, en primer lugar, para Europa, pero también para el mundo entero. Ya se ha cobrado miles de vidas entre los soldados de ambos bandos y entre los civiles. Ha arrojado a cientos de miles de refugiados a las carreteras. Provocará nuevas subidas del precio de la energía y de los cereales, sinónimo de frío y de hambre, mientras que, en la mayoría de los países del mundo, los explotados, los más pobres, ya han visto cómo se hunden sus condiciones de vida a causa de la inflación. Como siempre, es la clase que produce la mayor parte de la riqueza social, la clase trabajadora, la que pagará el precio más alto por las acciones bélicas de los amos del mundo.
Esta tragedia bélica no puede separarse del conjunto de la situación mundial de los dos últimos años: la pandemia, el agravamiento de la crisis económica, la multiplicación de las catástrofes ecológicas. Es una clara manifestación del hundimiento del mundo en la barbarie 8.
La burguesía en la región está claramente dividida como en el resto del mundo. No encuentra norte. Sus respuestas son tan inmediatistas que dejan agujeros negros en su caminar. La burguesía tiene muy estrecho el margen de maniobra. Ella sabe de su gran limitación. Por ello no debemos de sorprendernos de los giros bruscos de algunas figuras políticas que hacen un recorrido de izquierda a derecha en un abrir y cerrar de ojos. Lo que motiva sus gesticulaciones y cambios de chaqueta es la mejor defensa del interés nacional de su capital y, desde el punto de vista histórico, la respuesta de la clase obrera.
Por eso el terror y el desplazamiento militar en torno a la guerra de Ucrania, por los dos bandos (Rusia-Ucrania) los presupuestos millonarios aprobados en los países centrales de Europa para armamentos y otras situaciones vistas en este conflicto bélico, no es más que un anuncio que hace la burguesía internacional, una señal que manda a todo el mundo y a los trabajadores en particular. Ellos promueven y repiten constantemente que todos debemos de asumir los sacrificios que nos impondrá la guerra y sus consecuencias, y es indudable que serán todos los trabajadores del mundo los que pagarán la mayor cuota, como ya lo estamos viendo actualmente en todo el mundo y en particular en América Latina.
La crisis económica será un enorme peso político sobre la burguesía, sus posibilidades de moverse se restringen mucho más. El proletariado será el que lleve la peor parte y no tiene un norte tampoco de momento. Lo que ocurre en Ucrania lo va a comprender más cuando pague más por el pan, el aceite o el transporte público.
Sin embargo, la única fuerza capaz de parar todo este caos y barbarie en el planeta: es la clase obrera. Con su unidad, su solidaridad mundial desarrollándola como clase, es la única capaz de parar toda esta locura capitalista de destrucción. Las luchas obreras masivas y conscientes en todo el mundo deben mostrar el camino e ir preparando la destrucción de este sistema responsable de todas las guerras y barbarie que amenaza a la humanidad: el SISTEMA CAPITALISTA.
No queremos la paz que ofrecen los estados asesinos, no debemos tomar posición por ningún bando, por ningún país, debemos denunciar a todos los estados capitalistas, a todos los partidos que llamen al nacionalismo o a apoyar alguna bandera nacional. Solo debemos retomar las viejas consignas del movimiento obrero histórico internacional, que están más vigentes que nunca hoy en día:
¡Los proletarios no tienen patria!
¡Proletarios de todos los países, ¡uníos!
Secciones y núcleos en Centro y Sudamérica de la Corriente Comunista Internacional 24042022
1. Dato obtenido del Observatorio de Complejidad Económica (OEC) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
2Datos según Cepal.
3 https://www.msn.com/es-us/noticias/mundo/el-conflicto-en-ucrania-divide-... [169]
4https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60657073 [170]
5https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-desc... [7]
6https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [171]
7https://es.internationalism.org/content/4795/guerra-imperialista-en-ucra... [172]
8https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [171]
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Junto a las amenazas de posibles ataques nucleares por parte de Rusia y el riesgo de que nubes radiactivas se escapen de las centrales nucleares ucranianas dañadas por los combates, las medidas adoptadas o planificadas por varios países, para poner de rodillas a la economía rusa, conllevan el riesgo de desestabilizar la economía mundial. La trágica constatación de la actual escalada de la guerra y la fuerte tendencia en el aumento de los presupuestos militares (puesta en marcha con la repentina decisión de duplicarlo en Alemania) constituirá un factor adicional para debilitar la situación económica de los países afectados.
Las medidas de represalia económica contra Rusia conllevarán escasez de materias primas en gran parte de los países europeos y la pérdida del mercado ruso para todos. Los precios de las materias primas aumentarán y en consecuencia los de muchos productos básicos. La recesión extenderá a todo el mundo la miseria y en la misma medida aumentará la explotación y el sufrimiento de la clase trabajadora.
No es ninguna exageración, como lo demuestran las declaraciones de expertos alemanes dirigidas a un "público informado" y ansioso por predecir el futuro para poder defender, de la mejor manera, los intereses de la burguesía: "Estamos hablando de una grave crisis económica en Alemania y, por lo tanto, en Europa". "Hundimiento de empresas y desempleo" se ven por el horizonte y para mucho tiempo: "No estamos hablando aquí de tres días o tres semanas", sino quizás de "tres años".1 En este contexto, los precios de la energía siguen aumentando a niveles históricos y sus consecuencias se extenderán mucho más allá de Alemania y Europa y afectarían principalmente a los países pobres. En última instancia, tal aumento en los precios de la energía podría, como se dijo ayer, "conducir al colapso de Estados enteros en Asia, África y América del Sur"2.
La dimensión y la profundidad de las medidas adoptadas contra Rusia, a pesar de su innegable severidad, no explican por sí solas el tsunami económico que azotará al mundo. Aquí debemos incluir el actual nivel de deterioro de la economía mundial, que es producto de un largo proceso de agravamiento de la crisis mundial del capitalismo. Pero sobre esta cuestión, los "expertos" permanecieron en silencio, para no tener que admitir que la causa de la decadencia del capitalismo mundial radica en su crisis histórica e insuperable, de la misma manera que tienen cuidado de no identificar esta guerra, al igual que todas las que han ocurrido desde la Primera Guerra Mundial, como un producto del capitalismo decadente. Tampoco evocan ciertas consecuencias de una nueva caída de la economía en la crisis y en la acentuación de la guerra comercial que es inseparable de ella: un nuevo agravamiento de las tensiones imperialistas y una nueva aceleración, de manera precipitada, en la carrera armamentística.3 Como parte de un enfoque similar para defender el capitalismo, algunos están preocupados por las muy probables consecuencias de la escasez de alimentos básicos que hasta ahora eran producidos en Ucrania, en vista del malestar social mostrado en varios países, sin una preocupación real por el sufrimiento de las poblaciones hambrientas.
La pandemia de Covid ya había mostrado una creciente vulnerabilidad de la economía por la convergencia de una serie de factores específicos del período de vida del capitalismo desde el colapso del bloque del Este y la posterior disolución de los bloques.
Una visión cada vez más a corto plazo ha llevado de hecho al capitalismo a sacrificar, en el altar de las demandas de la crisis global y la competencia económica mundial, cierto número de necesidades imperativas de cualquier sistema de explotación, como es la necesidad de mantener a sus explotados en buen estado de salud. El capitalismo no ha hecho nada para evitar el estallido de la pandemia de Covid-19, que es en sí misma un producto social puro, por lo que respecta a su transmisión de animales a humanos y su propagación en el mundo, a pesar de que los científicos ya habían advertido de su peligro. Además, el deterioro del sistema de salud en los últimos treinta años ha contribuido a que la pandemia sea mucho más mortal. Del mismo modo, la magnitud del desastre y sus repercusiones en la economía han sido fomentadas por la exacerbación del “cada uno a la suya” en todos los niveles de la vida de la sociedad (que es una característica de la fase actual de descomposición del capitalismo) agravando así las manifestaciones clásicas de la competencia, y dando lugar a episodios inverosímiles como la guerra entre pises, por las mascarillas, los respiradores, o las vacunas..., pero también entre servicios estatales o privados dentro del mismo país. Millones de personas han muerto en todo el mundo, y la parálisis parcial de la actividad económica y su desorganización han llevado en 2020, a la peor depresión desde la Segunda Guerra Mundial.
Al afectar a la economía en todo el mundo, era de esperar que la pandemia también revelara nuevos obstáculos a la producción capitalista, como la mayor vulnerabilidad de las cadenas de suministro a diferentes factores. De hecho, basta con que un único eslabón de la cadena sea defectuoso o inoperante, debido a enfermedades, inestabilidad política o catástrofes climáticas, para que el producto final sea en ocasiones a destiempo o muy tardío, lo que resulta incompatible con los requisitos para su comercialización en el mercado. Como consecuencia, en algunos países, un número considerable de automóviles no pudieron ponerse a la venta porque estaban inmovilizados en líneas de montaje, a la espera de piezas que no llegaban, que debían ser entregadas en particular por Rusia. El capitalismo se encuentra así sometido al efecto “boomerang” de la excesiva "globalización" de la economía que la burguesía había desarrollado gradualmente a partir de la década de 1980 para mejorar la rentabilidad del capital a través de la externalización de parte de la producción llevada a cabo por una mano de obra mucho más barata.
Además, el capitalismo se enfrenta cada vez más a los desastres resultantes de los efectos del calentamiento global (incendios monstruosos, ríos que emergen violentamente de sus lechos, inundaciones generalizadas...) que afectan cada vez más significativamente, no solo a la producción agrícola sino también a toda la producción. El capitalismo rinde así su tributo a la frenética explotación y destrucción de la naturaleza desde 1945 (y cuyo impacto se hizo más ampliamente perceptible a partir de la década de 1970) por los diversos capitales que compiten entre sí por la búsqueda de nuevas y cada vez más restringidas fuentes de ganancia.
La imagen que acabamos de esbozar no cae del cielo, sino que es la culminación de más de cien años de decadencia del capitalismo, iniciada por la Primera Guerra Mundial, durante la cual este sistema tuvo que enfrentar constantemente los efectos de la crisis de la sobreproducción, situada en el corazón de todas las contradicciones del capitalismo. Esta cuestión estuvo en el origen de todas las recesiones de este período: la Gran Depresión de la década de 1930 y, después de una apariencia de mejora económica durante el período 1950/60, que algunos han llamado "Gloriosos Treinta", la crisis abierta del capitalismo reapareció a fines de la década de 1960. Cada una de sus expresiones resulta en una recesión más severa que la anterior: 1967, 1970, 1975, 1982, 1991, 2001, 2009. En todas estas ocasiones de crisis, la maquinaria económica tuvo que reactivarse mediante deudas que, en una proporción cada vez mayor, sólo se pagarán por medio de nuevas deudas, y así sucesivamente... Como resultado, cada nueva manifestación abierta de la crisis es más devastadora, mientras que los medios utilizados para hacerle frente, como la deuda, constituyen ellos mismos una amenaza creciente para la estabilidad económica.
La ralentización del crecimiento diez años después del crack financiero de 2008 exigió de nuevo un aumento de la deuda; dos años más tarde, la caída de la producción en 2020 exigió a su vez un apoyo récord a la economía frente a una serie de "nuevos" factores (pandemias, calentamiento global, vulnerabilidad de las cadenas de suministro, etc.). Récord tras récord, la deuda mundial se desconectó más de la economía real, saltando al 256% del valor del PIB mundial. Esta situación no es trivial. Es un factor en la depreciación de las monedas y, por lo tanto, en el desarrollo de la inflación. Un aumento sostenido de los precios conlleva el riesgo de disturbios sociales de diversos tipos (movimientos interclasistas, lucha de clases) y constituye un obstáculo para el comercio mundial. Esta es la razón por la que la burguesía se verá cada vez más obligada a intentar el equilibrio –que, aunque le es familiar, se está volviendo cada vez más peligroso– para poder hacer frente a dos necesidades antagónicas:
Elevar las tasas de interés para frenar el alza de la inflación, pero con la consecuencia de reducir el flujo del grifo del crédito;
Sostener la economía, incapaz de sostenerse sin una inyección permanente de crédito.
Y esto en un contexto tendente al estancamiento de la economía combinado con una inflación significativa.
Además, tal situación es propicia para el estallido de burbujas especulativas que pueden contribuir a desestabilizar la actividad y el comercio global (como en bienes raíces en los Estados Unidos en 2008, en China en 2021).
Frente a cada una de las calamidades que soporta la humanidad, ya sea la cuestión de guerra o las manifestaciones de la crisis económica, la burguesía tiene siempre una panoplia de explicaciones falsas que, a pesar de su gran diversidad, todas tienen en común el exonerar al capitalismo de los males que abruman al planeta.
En 1973 (año que fue un momento en la profundización de la crisis abierta y que desde entonces se ha vuelto prácticamente permanente) el desarrollo del desempleo y la inflación se explicó por el aumento del precio del petróleo. Sin embargo, el auge del petróleo es un hecho propio de la competencia capitalista y no una entidad que sería externa a este sistema4 y que se impondría sin remedio.
La situación actual es otro ejemplo de esta norma. La guerra en Ucrania se convierte en culpa de la Rusia totalitaria y no del capitalismo en crisis, como si este país no fuera por completo parte del capitalismo mundial.
Ante las perspectivas de un empeoramiento considerable de la crisis económica, la burguesía está preparando el terreno para hacer que los proletarios acepten los terribles sacrificios que se le impondrán y que se le presentarán como consecuencia de las medidas de represalia contra Rusia. Su discurso ya es el siguiente: "la población debe aceptar el calentarse, o alimentarse, un poco menos, en solidaridad con el pueblo ucraniano, porque este es el costo del esfuerzo necesario para debilitar a Rusia".
Desde 1914, la clase obrera ha vivido en un infierno: a veces carne de cañón en las dos guerras mundiales y conflictos regionales incesantes y asesinos; otras veces víctima del desempleo masivo durante la Gran Depresión de la década de 1930; en ocasiones obligado a arremangarse para la reconstrucción de países y economías devastados por dos guerras mundiales; y en otras, arrojados a la precariedad o la pobreza con cada nueva recesión desde el regreso de la crisis económica mundial, a fines de la década de 1960.
Ante una nueva caída en la crisis económica, ante las amenazas de guerras, cada vez más insistentes, supondría su perdición si escuchara a la burguesía pidiéndole que se sacrificara. Por el contrario, debe saber aprovechar las contradicciones del capitalismo, expresadas en la guerra y en los ataques económicos, para impulsar conscientemente su lucha de clases lo más lejos posible y derrocar al capitalismo.
Silvio (26 de marzo de 2022)
1"Habeck: examinando formas de moderar los precios de la energía", Sueddeutsche (8 de marzo de 2022)
2"Estados Unidos pone un embargo petrolero en la agenda", Frankfurter Allgemeine Zeitung (8 de marzo de 2022).
3"Resolución sobre la situación internacional [175]", Revista Internacional N.º 63 (junio de 1990).
4Lea nuestro artículo, El aumento del precio del petróleo: una consecuencia y no la causa de la crisis [176], Revista Internacional N.º 19.
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Estamos viviendo la campaña de propaganda bélica más intensa desde la Segunda Guerra Mundial, no sólo en Rusia y Ucrania, sino en todo el mundo. Por lo tanto, es esencial que todos los que tratan de defender el internacionalismo proletario frente a los tambores de guerra aprovechen todas las oportunidades para reunirse para discutir y aclarar, para apoyarse y solidarizarse, y para definir mejor el método de los revolucionarios contra la campaña militarista de la burguesía. Por ello, la CCI ha organizado una serie de reuniones públicas en línea y presenciales en varios idiomas (inglés, francés, español, neerlandés, italiano, alemán, portugués y turco) y seguirá organizando más en un futuro próximo.
En el espacio de este breve artículo no podemos resumir todos los debates que tuvieron lugar, que estuvieron marcados por un ambiente serio y fraternal, un verdadero deseo de entender lo que está pasando. En cambio, nos gustaría centrarnos en algunas de las principales cuestiones y temas que surgieron. También publicaremos en nuestro sitio web las contribuciones de los partidarios que aportan su propia visión de los debates y su dinámica.
El primer tema, y probablemente el más vital, fue un amplio acuerdo en que los principios básicos del internacionalismo (no apoyar a ninguno de los dos bandos imperialistas, rechazar todas las ilusiones pacifistas, afirmar la lucha de clases internacional como la única fuerza que puede oponerse realmente a la guerra) siguen siendo tan válidos como siempre, a pesar de la enorme presión ideológica, especialmente en los países occidentales, para unirse a la defensa de la "pequeña y valiente Ucrania" contra el oso ruso. Algunos podrían replicar que se trata de generalizaciones banales que no deberían tomarse al pie de la letra., Ciertamente no es fácil plantearlas en el clima actual, donde hay pocas señales de oposición de clase a la guerra. Los internacionalistas deben reconocer que, por el momento, están nadando a contracorriente. En este sentido, se encuentran en una situación similar a la de los revolucionarios que, en 1914, tuvieron que mantener sus principios frente a la histeria bélica que acompañó los primeros días y meses de la guerra. Pero también podemos inspirarnos en la posterior reacción de la clase obrera a la guerra, que convirtió las consignas generales de los internacionalistas en una guía de acción para derrocar el orden mundial capitalista.
Un segundo elemento clave del debate (sobre el que hubo menos acuerdo) fue la necesidad de comprender la gravedad de la guerra actual que, tras la pandemia de Covid, proporciona una prueba más de que el capitalismo en su periodo de decadencia es una amenaza creciente para la propia supervivencia de la humanidad. Incluso si la guerra en Ucrania no prepara el terreno para la formación de nuevos bloques imperialistas que arrastrarían a la humanidad a una tercera (y probablemente definitiva) guerra mundial, expresa sin embargo la intensificación y extensión de la barbarie militar que, combinada con la destrucción de la naturaleza y otras manifestaciones de un sistema moribundo, tendría en última instancia el mismo resultado que una guerra mundial. En nuestra opinión, la guerra actual marca un paso importante en la aceleración de la descomposición del capitalismo, un proceso que contiene la amenaza de abrumar al proletariado antes de que sea capaz de reunir sus fuerzas para una lucha consciente contra el capital1.
No vamos a explicar aquí por qué rechazamos el argumento de que estamos asistiendo a la reconstitución de bloques militares estables. Simplemente diremos que, a pesar de las tendencias reales hacia una "bipolarización" de los antagonismos imperialistas, seguimos considerando que éstas se ven contrarrestadas por la tendencia opuesta de cada potencia imperialista a defender sus intereses particulares y a resistirse a la subordinación a una determinada potencia mundial. Pero esta última tendencia significa una creciente pérdida de control por parte de la clase dominante, un deslizamiento cada vez más irracional e imprevisible hacia el caos, que en muchos aspectos conduce a una situación más peligrosa que aquella en la que el planeta era "gestionado" por los bloques imperialistas rivales durante la "guerra fría".
Varios camaradas en las reuniones hicieron preguntas sobre este análisis; y algunos, por ejemplo, miembros de la CWO (Organización de Trabajadores Comunistas) en las reuniones de habla inglesa, se opusieron claramente a nuestro marco de análisis de la descomposición2. Pero no cabe duda de que la defensa de una posición internacionalista coherente debe basarse fundamentalmente en la capacidad de desarrollar un análisis serio de la situación mundial, pues de lo contrario se corre el peligro de confundirse con la rapidez e imprevisibilidad de los acontecimientos inmediatos. Contrariamente al análisis de la guerra realizado por los camaradas de los Cahiers du Marxisme Vivant en uno de los encuentros en Francia, no creemos que las simples explicaciones económicas, la búsqueda del beneficio a corto plazo, puedan explicar el verdadero origen y la dinámica del conflicto imperialista en una época histórica en la que las motivaciones económicas están cada vez más dominadas por los imperativos militares y estratégicos. Los ruinosos costes de esta guerra serán una prueba más de esta afirmación.
Es tan importante comprender el origen y la dirección del conflicto imperialista como hacer un análisis claro de la situación de la clase obrera mundial y de las perspectivas de la lucha de clases. Aunque había acuerdo general en que la campaña de guerra estaba infligiendo graves golpes a la conciencia de una clase obrera que ya había sufrido una profunda pérdida de confianza y de conciencia de sí misma, algunos participantes en la reunión tendían a pensar que la clase obrera ya no era un obstáculo para la guerra. Respondimos que la clase obrera no puede ser tratada como una masa homogénea. Es evidente que la clase obrera de Ucrania, que fue ahogada por la movilización para la "defensa de la nación", sufrió una verdadera derrota. Pero es diferente en Rusia, donde hay una clara oposición generalizada a la guerra, a pesar de la brutal represión de cualquier disidencia, y en el ejército ruso, donde hay signos de desmoralización e incluso de rebelión. Pero, sobre todo, no se puede contar con el proletariado de Europa Occidental para que se sacrifique, ni económica ni militarmente, y la clase dominante de estos países hace tiempo que no puede utilizar más que soldados profesionales para sus aventuras militares. A raíz de las huelgas masivas en Polonia en 1980, la CCI desarrolló una crítica a la teoría de Lenin de que la cadena del capitalismo mundial se rompería en su "eslabón más débil", es decir, en los países menos desarrollados, siguiendo el ejemplo de Rusia en 1917. En cambio, insistimos en que la clase obrera de Europa Occidental, más experimentada políticamente, sería la clave para la generalización de la lucha de clases3. En un artículo posterior explicaremos por qué creemos que este punto de vista sigue siendo válido hoy en día, a pesar de los cambios en la composición del proletariado mundial que se han producido posteriormente.
Los participantes en la reunión compartían una preocupación legítima sobre la responsabilidad específica de los revolucionarios en esta guerra. En las reuniones de Francia y España, esta cuestión estuvo en el centro de la discusión, pero en nuestra opinión, varios compañeros adoptaron un enfoque activista, sobrestimando la posibilidad de que nuestras consignas internacionalistas pudieran tener un impacto inmediato en el curso de los acontecimientos. Tomando el ejemplo del llamamiento a la confraternización entre proletarios de uniforme: aunque sigue siendo perfectamente válido como perspectiva general, sin el desarrollo de un movimiento de clase más general como el que vimos en las fábricas y calles de Rusia y Alemania en 1917-18, hay pocas posibilidades de que los combatientes de ambos lados de la guerra actual se vean como compañeros de clase. Y, por supuesto, los auténticos internacionalistas son hoy una minoría tan pequeña que no pueden esperar tener un impacto inmediato en el curso de la lucha de clases en general.
Sin embargo, no creemos que esto signifique que los revolucionarios estén condenados a ser una voz en el desierto. De nuevo, debemos inspirarnos en figuras como Lenin y Luxemburgo en 1914, que comprendieron la necesidad de plantar la bandera del internacionalismo incluso cuando estaban aislados de la masa de su clase, de seguir luchando por los principios frente a la traición de las viejas organizaciones obreras, y de desarrollar un análisis profundo de las verdaderas causas de la guerra frente a las coartadas de la clase dominante. Asimismo, debemos seguir el ejemplo de la conferencia de Zimmerwald y de otras conferencias que han expresado la determinación de los internacionalistas de reunirse y emitir un manifiesto común contra la guerra, aunque tengan análisis y perspectivas diferentes4.
En este sentido, celebramos la participación de otras organizaciones revolucionarias en estas reuniones, su contribución al debate y su disposición a considerar nuestra propuesta de una declaración conjunta de la izquierda comunista contra la guerra. No podemos sino lamentar la posterior decisión de la CWO/TCI de rechazar nuestra propuesta, cuestión a la que tendremos que volver en un artículo posterior.
También fue importante que, en respuesta a las preguntas de los camaradas sobre lo que se podía hacer en su localidad o país, la CWO hiciera hincapié en la primacía de establecer y desarrollar contactos y actividades internacionales, de integrar las especificidades locales y nacionales en un marco de análisis más global. Trabajar a escala internacional proporciona a los revolucionarios un medio para luchar contra el aislamiento y la desmoralización que puede derivarse de él.
Una guerra imperialista de gran envergadura sólo puede subrayar la realidad de que la actividad revolucionaria sólo tiene sentido en el marco de las organizaciones políticas revolucionarias. Como escribimos en nuestro informe sobre la estructura y el funcionamiento de la organización revolucionaria, "la clase obrera no da a luz a los militantes revolucionarios, sino a las organizaciones revolucionarias: no hay relación directa entre los militantes y la clase". Esto pone de manifiesto la responsabilidad de las organizaciones de la Izquierda Comunista a la hora de proporcionar un marco, un punto de referencia militante en torno al cual pueden orientarse los camaradas individuales. A su vez, las organizaciones sólo pueden fortalecerse con las aportaciones y el apoyo activo que reciben de estos compañeros.
Amos, 8 de abril de 2022
1 Para un análisis más detallado de la gravedad de la actual situación mundial ver Documentos del 24º Congreso Internacional de la CCI https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021 [178]
2 Sobre la descomposición ver nuestras Tesis https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
3 Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la- [179]
4 Ver la Declaración común de grupos de la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [180]
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El imperialismo no es la imposición internacional del Estado más fuerte sobre el resto de Estados nacionales, es un fenómeno histórico ligado al desarrollo mundial del Modo de Producción Capitalista. El capitalismo es competencia y lucha de todos contra todos. La mundialización de la economía, la expansión mundial del capitalismo, el agotamiento de la producción del valor por la expulsión del trabajo vivo agudiza la crisis capitalista, que llega a sus límites internos, y el mercado mundial es incapaz de suponer una contratendencia a la crisis. Todo esto exacerba la competencia y convierte la guerra, más que como un fenómeno superador de las crisis cíclicas, en la continuación de la economía del capital por otros medios, tratando de acapararse de recursos, materias primas, mercados, ventajas competitivas en relación a otros Estados nacionales. En las guerras, el proletariado es engañado y embarcado para hacer de carne de cañón. No hay ningún Estado nacional que no sea imperialista, o como decía Lenin: «todos son peores».
El internacionalismo es un principio fundamental del proletariado, que es internacional e internacionalista. La revolución será internacional e internacionalista o no será. El proletariado como clase defiende los intereses de la humanidad en su conjunto por encima de cualquier división nacional impuesta por la burguesía y sus Estados nacionales. El internacionalismo está ligado a la autonomía de clase, la necesidad de que la clase desarrolle su conciencia, unidad y organización de forma independiente de la burguesía y sus aparatos políticos. No hay ninguna posibilidad de coaligarse tácticamente con ninguna fracción de la burguesía (todas imperialistas) que no supongan una traición al proletariado y los principios del programa revolucionario.
El izquierdismo es la ideología que defiende el capital desde argumentos que suponen la degeneración del programa revolucionario, poniendo cuestiones tácticas sobre los principios y abordando la realidad desde la defensa del mal menor o de la burguesía más débil. Es la ideologización de la traición histórica de la socialdemocracia, de la defensa de bloques burgueses e imperialistas, de la defensa del interclasismo rampante. Una y otra vez el izquierdismo nos llama a volver a firmar los “créditos de guerra”, a enfrentarnos con nuestros hermanos y hermanas de clase en defensa de la economía nacional frente a la defensa de las necesidades humanas.
La guerra y el militarismo son por todo ello inseparables de la misma dinámica del capitalismo. No hay guerras buenas, todas responden a los intereses del capital y sus burguesías. La respuesta histórica del proletariado a la guerra es la revolución mundial, que implica afirmar nuestras necesidades humanas por encima de todas las divisiones impuestas. Las consecuencias de la guerra nos llegan en forma de muerte y miseria y son inmediatas. La subida de los precios y la precarización de las condiciones de vida son un hecho inmediato que nos afectan a todos, también aquellos trabajadores que (aún) no estamos bajo sus bombas.
La lucha de clases se expresa, en el momento actual de debilidad del proletariado internacional, en la defensa las condiciones de vida. Recientemente en Kazajistán, los trabajadores se enfrentaron (huelgas masivas, revueltas urbanas, etc.) contra su propio Estado ante la subida del gas y todos los productos básicos, defendiendo sus vidas frente al capital. La revuelta (sin duda débil por su falta de perspectiva y organización) fue ahogada en sangre por los ejércitos de la federación rusa, en connivencia con el Estado kazajo y el bloque imperialista occidental. El movimiento en Kazajistán (uno más de los muchos que marcan nuestra historia como clase explotada y revolucionaria) muestra cómo las diversas burguesías y sus bloques imperialistas no tienen el menor problema para unirse contra los trabajadores. Como decían unos compañeros, Kazajistán es hoy el mundo. Con sus debilidades indudables expresa de modo fotográfico la perspectiva del futuro: guerra imperialista y/o revolución, catástrofe capitalista o comunismo.
¡CONTRA TODAS LAS GUERRAS!
¡CONTRA TODOS LOS IMPERIALISMOS!
¡CONTRA TODOS LOS CAPITALISTAS!
¡POR LA DEFENSA DE LAS NECESIDADES HUMANAS!
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÁMONOS!
Saludamos la defensa del internacionalismo proletario que nos hace llegar el compañero. Esta defensa ha de ser inquebrantable en el seno del medio político proletario. Al ser lo que caracteriza a la posición marxista ante la guerra su capacidad de mantenerse fiel y coherente a los intereses, la perspectiva y posiciones históricas de la clase obrera, debemos por tanto apoyarnos para nuestra respuesta en un método histórico en continuidad con el hilo rojo de la historia del proletariado. El método que hemos de seguir para la discusión y para el agrupamiento de las fuerzas revolucionarias es el de Zimmerwald, que en 1915 sirvió como base para la construcción de la III Internacional, el Partido del proletariado. Este método fue partir de lo que había en común entre las posiciones políticas que en la práctica habían demostrado su fidelidad al proletariado, y desarrollar a partir de ello una polémica directa, sin medias tintas. Caminando con estos dos pies, el de la unidad y el de la polémica franca y directa, será el método para impulsar el desarrollo de la consciencia de clase y combatir la penetración de la ideología burguesa en nuestras filas.
Por ello partimos primero de lo que compartimos con el compañero, que es:
El imperialismo es un fenómeno producto del desarrollo histórico del capitalismo y no la emanación de los Estados más fuertes. Desde el momento en que este fenómeno histórico emana de la sociedad burguesa, todos los Estados son imperialistas.
El internacionalismo es un principio fundamental del proletariado y su traición es la traición a la clase obrera.
La lucha de clases parte de la defensa de los intereses inmediatos e históricos del proletariado.
Existe relación directa entre el sacrificio de la vida del proletariado en la guerra y los sacrificios en sus condiciones de vida.
La respuesta del proletariado ante la guerra debe ser la perspectiva revolucionaria a través de la lucha de clases, y no el pacifismo, ni la defensa de los pueblos oprimidos, ni la vomitiva postura equidistante de “no a la invasión, ni Putin ni OTAN” que transmite el Estado a través del izquierdismo.
Así como nos hemos levantado con el pie de la unidad, para echar a andar apoyamos ahora en el suelo el pie de la polémica:
El compañero no toma en cuenta el marco marxista de la ascendencia y la decadencia de un modo de producción, sin el cual, sus posiciones corren el riesgo de convertirse en una crítica puramente visceral, y una defensa puramente moral del internacionalismo, lo cual es extremadamente frágil e impotente ante la penetración de la ideología burguesa.
Existen tres cuestiones fundamentales que nos gustaría criticar de su postura. En esta respuesta nos centraremos solo en la primera, aunque mencionaremos las otras dos para fomentar la polémica futura y no dejarlas abandonadas a su suerte.
Según el compañero la guerra, aunque no sería tanto un “fenómeno superador de las crisis cíclicas” sí que serviría al capital para “continuar la economía por otros medios”. Existen dos cuestiones por criticar aquí: (a) el hecho de situar la crisis y la guerra fuera del marco de la ascendencia y decadencia de un modo de producción, y (b) la atribución de una racionalidad económica a la guerra imperialista, como un intento del capital “de acapararse de recursos, materias primas, mercados, ventajas competitivas en relación a otros Estados nacionales”. Este primer punto será el punto central de nuestra respuesta.
La naturaleza del izquierdismo. La carta identifica el izquierdismo con “la ideologización de la traición histórica de la socialdemocracia”. Pensamos que según esto para el compañero el izquierdismo sería el PSOE, Podemos, la socialdemocracia alemana, etc. Sin embargo, “por posiciones izquierdistas queremos decir las de aquellas corrientes que en algún momento tuvieron una vida proletaria, pero fueron luego integradas en el Estado burgués traicionando el internacionalismo y apoyando “de forma crítica” a los partidos de izquierdas de la burguesía (partidos socialistas y comunistas estalinistas), así como a los sindicatos. Estas expresiones del capitalismo decadente, como el trotskismo, el maoísmo o la mayoría del anarquismo tienden a ocupar un lugar “extremista” y extraparlamentario en el Estado, y su función histórica es controlar con ideologías radicales a los sectores del proletariado más activos y conscientes” 1. Vemos actualmente que el izquierdismo no nos llama directamente a firmar los créditos de guerra, como dice la carta, sino al contrario, vemos a los incendiarios trotskistas, los anticapitalistas y anarquistas oficiales (CNT, CGT, etc.) gritando contra Putin y contra la OTAN, contra la invasión y por la “solidaridad internacionalista entre pueblos”, porque no haya “ni guerra entre pueblos ni paz entre clases”, etc.2. Estas movilizaciones no dejan de ser una negación de la lucha y perspectiva del proletariado. Para comprender la naturaleza del izquierdismo como un brazo del totalitarismo Estatal es necesario comprender la decadencia del capitalismo. No identificar correctamente al izquierdismo puede dar lugar a tener esperanzas en que aquellos serían parte del pantano de la duda, o grupos proletarios en degeneración.
La idea de que las revueltas de Kazajistán representan la lucha histórica del proletariado. Pensamos que podrá ser fruto de otra discusión, pero remitimos al siguiente artículo publicado en nuestra web: Kazajistán: Las luchas obreras se ahogan en los combates entre facciones burguesas 3.
Tras estas aclaraciones, que pensamos necesarias y que podrán fomentar discusiones próximas, pasamos al elemento central de esta respuesta que dividimos en dos puntos: la decadencia del capitalismo y la naturaleza de la guerra.
En la fase ascendente del capitalismo, Marx señaló que las crisis cíclicas eran el resultado de las contradicciones del capitalismo. El capital tiende por naturaleza a crecer, su dinámica es la acumulación y el desarrollo de las fuerzas productivas per se en detrimento del consumo y el uso, el desarrollo del valor de cambio. En dicha etapa ascendente de expansión mundial del capitalismo existían momentos de saturación del mercado interno capitalista, momentos de crisis que devaluaban el capital constante y bajaban el precio de las mercancías al punto que algunos capitales comenzarían a no resultar rentables. Dichas devaluaciones de capital constante en crisis cíclicas se resolvían con una nueva expansión capitalista, tanto del mercado interno, como, sobre todo, del mercado exterior.
De este modo, a través de la quiebra de ciertos capitales en la competencia, y la fusión y concentración del capital en mayores monstruos capitalistas se producía un impulso para la conquista de nuevos mercados extra- capitalistas, es decir, la ampliación del capital en épocas de prosperidad. Era en estos períodos de prosperidad en los que la clase obrera tenía la posibilidad real de arrancar reformas, es decir, forzar a la burguesía a través de la huelga y la lucha parlamentaria a una mayor inversión en los salarios y otras mejoras de las condiciones de vida.
Este proceso de conquista de nuevos mercados puso a disposición del capitalismo nuevas fuerzas productivas, y por tanto el desarrollo de estas convirtiéndolas en capital. Y así fue tanto para las nuevas tierras productivas y otros medios de producción como para la fuerza de trabajo. Así, por ejemplo, la burguesía se apropió de las tierras de las que la población dependía para el autoconsumo (y a las que a menudo estaban encadenados de por vida a través de tributos al señor feudal), y proletarizó a las masas trabajadoras de forma creciente.
El capital tiende a una expansión ilimitada, pero el mundo es limitado. La decadencia del sistema comenzó en aquel momento en que el capital se vio crecientemente enfrentado a sí mismo, cuando se topó con un muro tan infranqueable en la realización de la plusvalía en forma de sobreproducción, que la única posibilidad de expansión que se percibió posible fue hacer la guerra a otras potencias capitalistas centrales, con la perspectiva de arrebatarles su terreno o posición en el mercado mundial. Esta percepción no significaba que fuera una posibilidad real para cada capital individual y no sería desde luego una salida económica para el capital global. Esta es la nueva época del imperialismo que analizó la III Internacional. La época en la que el desarrollo de las fuerzas productivas entró en contradicción definitiva con las relaciones de producción (lo cual no significaba ni que las fuerzas productivas dejaran de desarrollarse ni que se hubieran agotado los nuevos mercados). Con ella, la crisis se vuelve permanente (ya no es la época de las crisis cíclicas), y la única forma de evitarla es posponiéndola a un futuro en el que será cada vez más grave e inevitable. A través, por ejemplo, del endeudamiento. De este bloqueo histórico del sistema nace esencialmente una tendencia al caos y la autodestrucción. La decadencia demuestra que el capitalismo no puede, en la realidad concreta, continuar per saecula saeculorum.
¿Por qué es tan importante el análisis de la decadencia para la lucha proletaria? Porque se abre con ella la época de la posibilidad real de la revolución comunista. Y con ella, a su vez, se hace obsoleta toda lucha por reformas ya que no existen ya momentos de prosperidad real del capitalismo en los que luchar para arrancar dichas reformas del capital. El Parlamentarismo y la lucha sindical son absorbidas por el Estado que como contra- tendencia al caos creciente adquiere un carácter crecientemente totalitario. El análisis de la decadencia tiene por tanto importantes consecuencias militantes.
La guerra cumplió en la fase ascendente del capitalismo una función económica de conquista de nuevos mercados: bien en el sentido de la formación de nuevas naciones (guerra franco-prusiana), de derrotar a sectores más arcaicos del capital (guerra civil en los EEUU), o las guerras coloniales. Todas ellas participaban de la expansión del capitalismo, por ejemplo, destruyendo las relaciones de producción anteriores o aniquilando a la población autóctona para disponer de las fuerzas productivas de la tierra que habitaban. La guerra fue un arma esencial para conseguir esto. Ya que la guerra tuvo una finalidad progresista de expansión de las relaciones de producción capitalista (y con ello la fundación de las bases materiales para la revolución proletaria), el proletariado pudo apoyar en algunas de estas guerras a los sectores más progresistas de la burguesía.
La pregunta que debemos hacernos aquí es, ¿cuál es la diferencia en la decadencia? En la decadencia la guerra:
No tiene una racionalidad económica
Ni proporciona las bases para un impulso cíclico al desarrollo del capitalismo
Ni proporciona una salida real a la sobreproducción
¿De dónde viene la idea de que la guerra imperialista cumple una función equivalente a las crisis cíclicas de la ascendencia? Es una idea que se desarrolló en el movimiento obrero en aquel momento crítico de paso a la decadencia y en la discusión por comprender la naturaleza de la guerra imperialista. Esta idea, desarrollada por Bujarin en 1915, confunde la reducción del valor del capital constante en las crisis cíclicas de la ascendencia, con la destrucción y esterilización de fuerza de trabajo, medios de producción y capital por la tendencia a la guerra imperialista. Destruir y esterilizar capital no es igual a devaluarlo. La tendencia a la guerra imperialista produce una creciente masa de gastos improductivos armamentísticos que, si no se emplean esterilizan capital, y si se emplean destruyen medios de vida y de producción, instalaciones, seres humanos, viviendas, etc. Esta es la polémica de Internationalisme con Vercesi («El renegado Vercesi», mayo 1944, en el Boletín internacional de la Fracción italiana de la Izquierda comunista, nº 5): la tendencia a la guerra imperialista no aporta nada al ciclo siguiente de producción, a la reproducción ampliada de capital 4.
La guerra imperialista de la decadencia tiene la función estratégica de arrebatar los mercados a un imperialismo rival o bien la mutua aniquilación de ambos. La guerra imperialista surge histórica y globalmente de las contradicciones económicas del capitalismo, y como factor fundamental el hecho de que el sistema tiene cada vez menos áreas de expansión extra -capitalista. Sin embargo, la guerra imperialista no tiene una función económica para el desarrollo del capitalismo, sino que es la explosión irracional de sus contradicciones. Al contrario, ésta va perdiendo toda racionalidad económica hasta hacerlo casi totalmente a medida que se profundiza la decadencia hacia la fase actual de la descomposición. La primera guerra mundial no surgió directamente de la crisis económica (es decir, como un impulso al capitalismo a modo de las crisis cíclicas del período ascendente), sino de una situación política, estratégica y militar del reparto del mundo donde algunas potencias habían llegado demasiado tarde a dicho reparto. Un siglo más tarde vemos que dicha racionalidad económica está casi ausente incluso desde el punto de vista de cada capital nacional: la provocación de EEUU a Rusia para el comienzo de su empresa guerrera en Ucrania no fue en última instancia para vender su petróleo a la UE, sino para mantener disciplinadas las potencias europeas, aislar y obstaculizar a otras como principalmente China y reducir la posición imperialista de Rusia a través del empantanarla en una guerra interminable. De hecho, la estrategia de USA es la maquiavélica política de dar el mínimo de armas a Ucrania para que no pierda la guerra, pero que tampoco pueda ganarla. ¡Nos podemos imaginar lo que significa en término de sufrimientos humanos ese frío cálculo militar! El compañero se equivoca, por tanto, al atribuir a la guerra imperialista una función de salida de la economía por otros medios. Con dicha visión no es posible comprender la naturaleza de la guerra imperialista y menos aún la naturaleza de la guerra en la fase actual de descomposición, lo cual tiene implicaciones importantes en la lucha de clases.
Esta crítica directa que desarrollamos no nos impide saludar su defensa del internacionalismo. Le animamos tanto a él como a otros revolucionarios a continuar la discusión polémica a partir de esta respuesta que le damos, así como a profundizar en la decantación por las posiciones históricas del proletariado.
CCI 19-5-22
1 https://es.internationalism.org/content/4781/debate-la-lucha-de-los-revolucionarios-contra-la-suplantacion-de-la-continuidad-del [182]
2 https://www.elsaltodiario.com/guerra-en-ucrania/putin-otan-grito-asamblea-popular-contra-guerra-madrid [183]
3 https://es.internationalism.org/content/4784/kazajistan-las-luchas-obreras-se-ahogan-en-los-combates-entre-facciones-burguesas [184]
4 Para profundizar en esta polémica consultar: Teorías económicas y lucha por el socialismo (Revista Internacional nº 16) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/949/teorias-economicas-y-lucha-por-el-socialismo [185] , y Respuesta al BIPR: La naturaleza de la guerra imperialista (Revista Internacional nº 82) https://es.internationalism.org/revista-internacional/199510/1818/respuesta-al-bipr-i-la-naturaleza-de-la-guerra-imperialista [186]
Publicamos una colección de artículos sobre y contra la guerra imperialista en Ucrania. Esta guerra, la más grave en los últimos 50 años, pone en evidencia el deslizamiento creciente hacia la BARBARIE del capitalismo.
No podemos separar esta guerra cruel de la crueldad de la pandemia COVID que según la OMS ha arrebatado la vida a 15 millones de personas (muy lejos de los que 6 millones que reconocen los gobiernos del mundo), tampoco la podemos considerar aparte de la proliferación de catástrofes ecológicas y climáticas que se aceleran en los últimos años, ni de la profunda crisis económica que dispara la inflación y lleva a la hambruna a 193 millones de personas. Esta guerra no es una guerra aislada, en este momento hay en el mundo 57 conflictos bélicos (Ver entre otras fuentes The World at War (globalsecurity.org) [187]).
Esta guerra, como todas las guerras, es una destrucción planificada y querida por la burguesía como respuesta a las contradicciones, cada vez más exacerbadas, de su modo de producción basado en la explotación de la clase obrera.
Esta guerra no será detenida por las protestas pacifistas y humanitarias, tampoco por las negociaciones de paz, SOLO PUEDE SER DETENIDA por la lucha de clase del proletariado mundial orientada hacia la perspectiva de destrucción del capitalismo en todos los países.
Sabemos que actualmente el proletariado no tiene la fuerza para levantar una lucha masiva contra la guerra. Sin embargo, esta fuerza no se crea sola ni surge espontáneamente, se contribuye a crearla con la DEFENSA DE LOS PRINCIPIOS INTERNACIONALISTAS contra la guerra imperialista y por la destrucción mundial del capitalismo.
Esa es la tarea de los grupos realmente revolucionarios que son fieles a los principios de la Izquierda Comunista, la única que desde los años 20 del siglo XX mantiene una lucha contra la guerra y por la destrucción del capitalismo. Todos los partidos de la burguesía, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, nos quieren alistar para la guerra. Especialmente cínicos e hipócritas son los trotskistas, los maoístas, los estalinistas, la “Nueva Izquierda” (Francia Insumisa, Podemos, Castillo, Boric etc.) y los anarquistas oficiales. Estos utilizan un lenguaje “antiimperialista” con el que siempre nos quieren llevar al matadero imperialista haciéndonos elegir campo entre los contendientes. Solamente, la Izquierda Comunista defiende la lucha intransigente contra la guerra imperialista.
La CCI junto con otros dos grupos de la tradición de la Izquierda Comunista, Instituto Onorato Damen y Internationalist Voice, ha firmado una DECLARACION CONJUNTA CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA, es una contribución a la respuesta unida de los grupos de la Izquierda Comunista. Esta Declaración es el punto de partida de la lucha por la unidad y el debate fraterno de toda la Izquierda Comunista:
La lucha de la Izquierda Comunista contra la guerra
https://es.internationalism.org/content/4815/editorial-frente-la-guerra-... [188]
https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-gru... [180]
https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [171]
https://es.internationalism.org/content/4809/conferencia-de-zimmerwald-u... [189]
https://es.internationalism.org/content/4821/una-declaracion-internacion... [190]
https://es.internationalism.org/content/4912/el-capitalismo-sigue-amonto... [191]
Análisis de la evolución de la guerra
https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/milita... [13]
https://es.internationalism.org/content/4805/estados-unidos-rusia-la-ue-... [192]
https://es.internationalism.org/content/4839/cumbre-de-la-otan-en-madrid... [193]
https://es.internationalism.org/content/4808/ni-por-la-guerra-ni-por-la-... [194]
https://es.internationalism.org/content/4812/guerra-en-ucrania-la-propag... [195]
https://es.internationalism.org/content/4795/guerra-imperialista-en-ucra... [172]
https://es.internationalism.org/content/4813/la-guerra-en-ucrania-tambie... [196]
https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la... [197]
https://es.internationalism.org/content/4850/guerra-en-ucrania-pandemia-... [198]
https://es.internationalism.org/content/4852/campanas-ideologicas-propag... [199]
https://es.internationalism.org/content/4869/la-guerra-de-ucrania-un-pas... [200]
Debate revolucionario sobre la guerra
https://es.internationalism.org/content/4830/balance-de-las-reuniones-pu... [201]
https://es.internationalism.org/content/4810/reuniones-publicas-de-la-cc... [202]
https://es.internationalism.org/content/4833/correspondencia-sobre-la-gu... [203]
https://es.internationalism.org/content/4822/debate-proposito-de-la-guer... [204]
Denuncia de los que quieren alistarnos para la guerra desde una postura "de izquierda"
https://es.internationalism.org/content/4814/el-trotskismo-banderin-de-e... [205]
https://es.internationalism.org/content/4828/los-anarquistas-ante-la-gue... [206]
https://es.internationalism.org/content/4853/declaracion-de-kras-ait-con... [207]
https://es.internationalism.org/content/4857/sobre-la-historia-de-los-gr... [208]
En la Reunión proponemos ver qué hacer, cómo luchar contra la guerra. Una guerra que es la más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y que se une a más de 42 focos de conflicto imperialista en el mundo.
Para llevar un combate contra la guerra y animar la lucha de nuestra clase contra ella, los revolucionarios debemos apoyarnos en la tradición y las aportaciones de la Izquierda Comunista que se basan en el INTERNACIONALISMO. Mientras los partidos socialistas, los partidos mal llamados "comunistas", los trotskistas, los maoístas, los anarquistas oficiales, renegaron del internacionalismo y llamaron a los obreros a matarse por uno de los bandos contendientes en los numerosos conflictos guerreros que han asolado el mundo desde 1914, la Izquierda Comunista ha sido fiel al proletariado defendiendo la posición internacionalista contra la guerra.
Los grupos revolucionarios que defienden una posición internacionalista han unirse y actuar en común. El primer paso es la Declaración conjunta de los grupos de la Izquierda Comunista Internacional que han firmado la Corriente Comunista Internacional, el Instituto Onorato Damen e Internationalist Voice.
La Reunión se iniciará con la Presentación Común que han redactado los grupos firmantes de la Declaración Internacional y se darán a conocer sus posturas.
Animamos a nuestros lectores a participar, bien físicamente, bien por conexión Internet.
Fisicamente: CASAL OBRER I POPULAR calle Olimpia Arozamena Torres 41 VALENCIA (metro más próximo Angel Guimerá)
Vía Internet: nos piden el enlace de participación a nuestro correo [email protected] [166]
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Un camarada envió una carta a la CCI en la que preguntaba "¿cómo puedo yo, tú o cualquiera, apoyar a los trabajadores en las luchas reformistas sin apoyar el reformismo? ...... ¿Cómo se puede ayudar a los trabajadores en la lucha inmediata por mejores condiciones de trabajo (o algo así como la protección del NHS) mientras se mantiene que sólo la revolución funcionaría? Después de todo, el SWP es nominalmente un partido comunista, por lo que afirmaría igualmente que la revolución es el único objetivo intrínseco"
En nuestra respuesta intentamos explicar que las reformas ya no son posibles en el capitalismo decadente. Pero incluso si la única perspectiva que queda es el derrocamiento revolucionario del capitalismo, eso no debe llevarnos a la conclusión de que la clase obrera debe abstenerse de luchar por la defensa de sus condiciones de vida cotidianas. Pues estas luchas son un medio esencial para que la clase obrera forje las armas de su futura lucha revolucionaria.
Por lo tanto, el desarrollo de la lucha por mejores condiciones de trabajo y de vida es tan esencial como la lucha revolucionaria. Para el marxismo, no existe ninguna lucha proletaria puramente económica, puramente reivindicativa; está indisolublemente ligada a la misión histórica del proletariado. Incluso la más pequeña huelga proletaria lleva en sí el germen de la lucha revolucionaria contra el sistema. Conduzca o no a la mejora de las condiciones de los trabajadores, es una condición vital para el desarrollo de la conciencia de clase y el surgimiento de una ofensiva revolucionaria contra el capital
Estimado camarada
Gracias por tu correspondencia. Planteas algunas cuestiones importantes que son clave para entender las condiciones reales a las que se enfrenta la clase obrera hoy en día, con el ataque a sus condiciones de vida y de trabajo en el contexto del sistema capitalista en crisis y en ruta hacia la barbarie. Planteas la cuestión de con qué mensaje deben intervenir los revolucionarios en las luchas de la clase para ayudarla a superar los obstáculos erigidos en su camino por los agentes del capitalismo de Estado, principalmente los sindicatos.
La clase obrera ha estado en permanente lucha por sus condiciones de trabajo y de vida a lo largo de toda su existencia, pero sólo desde el inicio de la decadencia capitalista, desde principios del siglo XX, la perspectiva del derrocamiento revolucionario del capitalismo es una realidad.
Como te explicamos en nuestra primera respuesta, la burguesía desempeñó anteriormente un papel histórico progresista en el derrocamiento del feudalismo, y en este período de ascenso capitalista la clase obrera se alió con las facciones progresistas de la burguesía y pudo, conservando su autonomía, conseguir mejoras duraderas, reformas, para sus propias condiciones de existencia. Pero a finales de siglo, cuando el capitalismo había logrado dominar todo el planeta, ante un mercado mundial cada vez más saturado y cuando la guerra mundial se avecinaba entre las principales burguesías, esto significó la inminente bancarrota histórica del capitalismo. A partir de este momento, todas las partes de la burguesía se volvieron igualmente reaccionarias y cualquier intento de aliarse con ellas sólo podía ser contrarrevolucionario. Las organizaciones políticas que incorporaron a su propio ser la defensa de las alianzas con estas facciones burguesas confirmaron su propio papel como apéndice del capital.
"Los comunistas luchan por la consecución de los objetivos inmediatos, por el cumplimiento de los intereses inmediatos de la clase obrera; pero en el movimiento del presente, también representan y se ocupan del futuro de ese movimiento (...) no dejan, ni un solo instante, de inculcar a la clase obrera el reconocimiento más claro posible del antagonismo hostil entre burguesía y proletariado" (Manifiesto del Partido Comunista). Así, incluso en el período ascendente era de suma importancia no perder de vista la perspectiva revolucionaria y distinguir la lucha por las reformas de la ideología del reformismo. Rosa Luxemburgo escribió una larga y detallada crítica de este abandono del marxismo, titulada Reforma o Revolución, que mostraba que esto no era otra cosa que una capitulación ilusa, una sumisión y un apoyo a la clase dominante.
Pero en los albores del siglo XX, cuando la clase obrera ya no era capaz de ganar ninguna reforma permanente significativa para sus condiciones de trabajo, el ala derecha del movimiento obrero en las zonas centrales del capitalismo se llenó cada vez más de la ideología burguesa del "reformismo" y de ilusiones en el parlamentarismo y el democratismo, y de la noción de que el capitalismo podría evolucionar y enrumbarse hacia el socialismo sin necesidad de la lucha violenta y el derrocamiento revolucionario del capitalismo por parte de la clase obrera. Este abandono del marxismo se confirmó definitivamente cuando el ala oportunista de la socialdemocracia alemana puso en bandeja a la clase obrera para ser sacrificada en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, antes de que la clase acabara recuperándose y desencadenando una decidida lucha revolucionaria en el curso de la propia guerra. La derrota de la oleada revolucionaria y la posterior contrarrevolución culminarían en la segunda ronda de matanzas capitalistas, en la Segunda Guerra Mundial.
En el período de "reconstrucción" posterior a 1945, la burguesía anunció una renovación permanente del sistema capitalista, su capacidad de nuevo crecimiento y su capacidad de mejorar el bienestar de la clase obrera. Con el crecimiento del capitalismo de Estado, proporcionó mejoras generales en la salud, la educación y el bienestar general de la clase obrera. Pero no se trataba de auténticas reformas conquistadas por la clase obrera, sino de medidas esenciales que la clase dominante necesitaba para mejorar su competitividad en el escenario mundial y defender así sus intereses imperialistas. Este periodo de crecimiento, conocido como el "boom de la posguerra", fue efímero y la crisis permanente del sistema volvió a asomar la cabeza a finales de los años sesenta.
En la decadencia, la clase obrera ha luchado constantemente contra los ataques a sus condiciones de vida y de trabajo, tanto en los periodos revolucionarios como en los contrarrevolucionarios, pero no consideramos esas luchas como "reformistas". Son simplemente las luchas defensivas de la clase en una situación en la que el capitalismo tiene cada vez menos capacidad para mejorar el nivel de vida de la clase obrera, salvo temporalmente, y sólo para que el empresario revierta inmediatamente los beneficios conseguidos haciendo recortes en el número de empleados o eliminando otros "beneficios marginales" que habían existido, por la necesidad de aumentar la productividad y mantener la competitividad en el mercado.
Hoy en día, el sector sanitario es uno de los mayores empleadores en la mayoría de los países industrializados. En el NHS británico, al que usted se refiere, las luchas de estos trabajadores no deben considerarse como una "protección del NHS" de ninguna manera. Es un error identificar a los trabajadores del sector sanitario con el propio NHS. Las recientes luchas de los trabajadores del NHS no han sido para defender o mejorar el NHS, sino para mejorar sus condiciones de trabajo. El NHS es su empleador, es una industria estatal financiada por el gobierno, y exprime los paquetes salariales de sus empleados, como cualquier otra empresa capitalista. Las "reformas del NHS" han sido durante mucho tiempo una preocupación de los partidos parlamentarios, no preocupados por mejorar las condiciones de los trabajadores, sino basados en la necesidad de mejorar la productividad y reducir la carga financiera del estado capitalista, por lo que las luchas de estos trabajadores no tratan de "proteger el NHS", sino su propia autodefensa.
Podemos ver que el NHS es una parte del estado capitalista cuando observamos la campaña del gobierno en torno a "Defender el NHS" que movilizó a las comunidades en manifestaciones semanales de "solidaridad con el NHS" y su sobrecargado personal (reuniéndose y aplaudiendo en calles y jardines), supuestamente para elevar la moral de los trabajadores de los hospitales, pero en realidad para exprimir aún más la sangre de la fuerza de trabajo y para que sigan haciendo sacrificios en un momento de crisis y emergencia nacional.
El Estado británico no se había preparado para la pandemia y el NHS impuso una carga abrumadora de exigencias y presiones a sus empleados en la lucha por salvar las vidas de las víctimas de la pandemia. Muchos de sus compañeros de trabajo fueron sacrificados por la falta de provisión de medios adecuados de protección contra el virus. La enorme deuda que tenían con el Estado no sería, no podría ser, reembolsada por el empleador estatal del NHS, y fue fácil para los sindicatos dispersar la militancia mostrada por estos trabajadores.
También planteas la cuestión de cómo apoyamos los comunistas las luchas de la clase obrera en este periodo y nos preguntas cómo diferenciamos nuestra intervención de la de los izquierdistas como el SWP que, como bien dices, intervienen hacia los trabajadores en lucha supuestamente defendiendo la lucha por el comunismo, ya que se declaran comunistas.
El SWP es una organización de izquierda de la burguesía. Podría parecer que defiende una especie de visión "reformista", pero esto es una mistificación, porque en el capitalismo decadente ya no existe una base material para la lucha por reformas. El programa del SWP es el del capitalismo de Estado, una visión central en la política de los grupos de izquierda de hoy, a pesar de su retórica revolucionaria. Sus alianzas con otras organizaciones burguesas sólo confirman su papel como instrumento del Estado burgués (véase la serie de artículos "La herencia oculta de la izquierda del capital" en nuestra página web[2]).
Esto significa que trabajan dentro de los sindicatos y dan un apoyo crítico al Partido Laborista. No aportan ninguna visión para el desarrollo de la lucha de clases que no sea la de reclutar miembros para apoyar su actividad y obstruir cualquier capacidad de desarrollo de la conciencia de clase. "Defender el NHS" es ciertamente parte de su léxico. Para ellos el NHS es una gran reforma conquistada por la clase obrera, cuando en realidad es una expresión del crecimiento del capitalismo de estado en el periodo de decadencia y un medio para asegurar que el sistema capitalista tenga una fuerza de trabajo sana y en forma.
Para nosotros, la intervención de los revolucionarios tiene que partir de las necesidades de la clase obrera en su conjunto. No consideramos que las luchas actuales sean en vano, que se consideren intrascendentes. A pesar del deterioro del tejido de la sociedad capitalista en este período de su descomposición, la clase obrera, su combate y autodefensa contra los ataques del sistema, proporciona la única perspectiva para que la humanidad escape de un colapso total, de la barbarie. No se trata de decir a los trabajadores "sólo la revolución funcionará", sino de mostrar que las luchas diarias de la clase obrera son la base sobre la que puede desarrollarse la perspectiva revolucionaria.
Los revolucionarios llaman a la clase obrera a unificar sus luchas por encima de las distintas divisiones que le imponen los sindicatos y el Estado, que es la única manera de desarrollar sus luchas en una dirección positiva contra los ataques, que hoy aumentan y se intensifican. A través de la extensión de las luchas la clase puede empezar a recuperar su identidad de clase y su conciencia de su papel como fuerza revolucionaria en la sociedad, una clase para el comunismo. A pesar de las dificultades a las que se enfrentan hoy la clase obrera y los revolucionarios, nos queda defender y publicar las lecciones y la historia de la lucha de clases, para ayudar a la clase a ir más allá de sus luchas defensivas y poder extenderlas y unificarlas y, finalmente, politizarlas para hacer la guerra a este sistema en quiebra.
Muy fraternalmente,
CCI
[1] SWP: Socialist Workers Party, grupo trotskista inglés
[2] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201712/4261/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-i-una-falsa-vision-de-l [210] , https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201801/4267/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-ii-un-metodo-y-un-modo- [211] , https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201801/4268/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iii-un-funcionamiento-q [212] , https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4278/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iv-su-moral-y-la-nuestr [213] y https://es.internationalism.org/content/4322/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-v-el-debate-en-la-burguesia-pugna-brutal [63]
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Nuestra solidaridad con los camaradas del KRAS no implica que estemos de acuerdo con todo el contenido de su declaración, como la exigencia de un "cese inmediato de las hostilidades", que nos parece una concesión a la idea de que los dos campos burgueses pueden hacer la paz. Incluso si Rusia se retirara de Ucrania y dejara de bombardear, no nos cabe duda de que las hostilidades continuarán en otras formas, como lo han hecho durante los últimos 8 años. En este sentido, la declaración de la federación serbia de la ILM, también de obediencia anarcosindicalista, es más clara en su denuncia de las ilusiones pacifistas difundidas por una parte de la burguesía: "Ante los horrores de la guerra, es muy fácil equivocarse y lanzar un impotente llamamiento a la paz. Pero la paz capitalista no es la paz. Esa "paz" es en realidad una guerra con otra etiqueta contra la clase obrera. En esta situación, una posición antimilitarista consecuente implica hacer esfuerzos directos para detener la guerra capitalista, pero al mismo tiempo tomar el control de la situación en el país y cambiar radicalmente el sistema socioeconómico, es decir, es necesaria una guerra de clases organizada”[1].
También debemos señalar que estos dos grupos forman parte de una red anarquista internacional que no es en absoluto homogénea en su reacción contra la guerra. Si vamos, por ejemplo, a la página web de la sección británica, la Federación de Solidaridad, no encontraremos, en el momento de escribir este artículo, nada en absoluto sobre la guerra, sólo relatos de conflictos locales y actividades de la federación. La declaración sobre la guerra de la sección francesa de la CNT se opone a la inhumanidad de la guerra, pero no menciona en absoluto la necesidad de una respuesta de la clase obrera sobre el terreno[2].
El KRAS, por el contrario, siempre ha defendido una posición proletaria e internacionalista frente a los designios de su "propia" clase dominante, y hemos publicado varias de sus declaraciones en el pasado[3]. (3)
CCI, 18 de marzo de 2022
La guerra ha comenzado.
Lo que se temía, lo que se advertía, lo que no se quería creer, pero que era inevitable, ha ocurrido. Las élites gobernantes de Rusia y Ucrania, incitadas y provocadas por el capital global, ávidas de poder e hinchadas por los miles de millones robados al pueblo trabajador, se unieron en una batalla mortal. Su sed de beneficios y de dominación se paga ahora con la sangre de la gente corriente, como nosotros.
El primer disparo lo hizo el más fuerte, el más depredador y el más arrogante de los bandidos: el Kremlin. Pero, como siempre en los conflictos imperialistas, detrás de la causa inmediata se esconde toda una maraña de razones apestosas y repugnantes: y el deseo de las autoridades de todos los países de desviar la atención de la población de la tiranía de las dictaduras "sanitarias" y la lucha de las clases dirigentes de los países de la antigua Unión Soviética por el reparto y la redistribución del "espacio postsoviético", y las contradicciones a una escala mayor y global, y la lucha por el dominio mundial entre la OTAN liderada por Estados Unidos, por un lado, y China, por otro, que está desafiando la antigua hegemonía estadounidense y atando a su carro a su "hermano pequeño" del Kremlin. En la actualidad, estas contradicciones dan lugar a guerras locales. Mañana amenazan con convertirse en una tercera guerra mundial imperialista.
Cualquiera que sea la retórica "humanista", nacionalista, militarista, histórica o de otro tipo que justifique el conflicto actual, sólo responde a los intereses de quienes tienen el poder político, económico y militar. Para nosotros, trabajadores, pensionistas, estudiantes, sólo trae sufrimiento, sangre y muerte. Los bombardeos, el ataque a ciudades pacíficas y la matanza de personas no tienen ninguna justificación.
Exigimos el cese inmediato de las hostilidades y la retirada de todas las tropas a las fronteras y líneas que existían antes de que comenzara la guerra.
Pedimos a los soldados enviados a la batalla que no se disparen entre sí, y mucho menos que abran fuego contra la población civil.
Les instamos a que se nieguen en masa a cumplir las órdenes criminales de sus mandos.
¡DETENGAN ESTA GUERRA!
¡LAS ARMAS AL SUELO!
Llamamos a la población de la retaguardia de ambos lados del frente, a todos los trabajadores de Rusia y Ucrania, a no apoyar esta guerra, a no ayudarla, sino al contrario, a resistirla con todas sus fuerzas.
¡No vayas a la guerra!
¡Ni un solo rublo, ni una sola hryvnia[4] debe salir de nuestros bolsillos para la guerra!
¡Combate contra esta guerra si puedes!
Un día -cuando tengan suficiente fuerza- los trabajadores de Rusia y Ucrania exigirán cuentas de la responsabilidad de todos los políticos y oligarcas presuntuosos que nos enfrentan.
Recordemos esto: NO A LA GUERRA ENTRE LOS TRABAJADORES DE RUSIA Y UCRANIA
¡NO HAY PAZ ENTRE LAS CLASES!
PAZ en las casas campesinas - ¡GUERRA en los palacios!
Sección de la Asociación Internacional de Trabajadores de la Región Rusa, (26 de febrero de 2022)
[1] Ver la versión inglesa en Let's turn capitalist wars into a workers' revolution !, International Workers Association. [215]
[2] Ver « Paix aux chaumières, guerre aux Palais ! » [216], declaración en la Web de CNT-AIT de Francia.
[3] Ver Guerra en Libia: una posición internacionalista por parte de KRAS /content/3166/guerra-en-libia-una-posicion-internacionalista-por-parte-de-kras [217] ; Declaración internacionalista de Rusia https://es.internationalism.org/cci-online/201404/4015/declaracion-internacionalista-de-rusia [218]
[4] La moneda de Ucrania
Tras la publicación de la Declaración Conjunta por parte de grupos de la Izquierda Comunista1, estos grupos celebraron dos reuniones públicas en línea, una en italiano y otra en inglés, para discutir y aclarar la necesidad de la Declaración Conjunta y las tareas de los revolucionarios ante la guerra imperialista y las nuevas condiciones mundiales. Las reuniones se celebraron en un ambiente serio y cordial; las diferencias de opinión no impidieron la camaradería ni el debate animado. La importancia de la Declaración Conjunta es que sigue el espíritu de la Conferencia de Zimmerwald de 1915, en la que los revolucionarios fueron capaces de emitir una declaración internacionalista conjunta contra la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, durante la guerra chino-japonesa, la segunda guerra mundial y la guerra de Corea, los comunistas internacionalistas no emitieron una declaración conjunta. Es innegable que hoy los grupos de izquierda comunista no tienen la influencia que tenían los revolucionarios en 1915. Sin embargo, una voz común es necesaria, no por sus consecuencias inmediatas, sino por la perspectiva de futuras batallas. No es posible reflejar los debates de ambas sesiones en un breve artículo, pero queremos dar un resumen de los temas tratados.
En la reunión en italiano, todos los participantes, sin excepción, evaluaron la naturaleza de la guerra como imperialista y subrayaron la necesidad de defender el internacionalismo, es decir, de no apoyar a ninguno de los bandos imperialistas. Rechazando cualquier ilusión pacifista, consideraron que la clase obrera y la lucha de clases son la única fuerza capaz de oponerse a la guerra. Los participantes, sin excepción, subrayaron la importancia de la Declaración Conjunta. Los participantes consideraron que, aunque la situación actual no es comparable a la de 1915 y los revolucionarios no tienen la influencia que tuvieron en la clase obrera en 1915, el espíritu de la conferencia de Zimmerwald, como una brújula, sigue siendo válido hoy en día. La conferencia de Zimmerwald es una referencia para los revolucionarios, a la que se remiten en su lucha contra la guerra imperialista. Sólo un participante declaró inválida la referencia a la conferencia de Zimmerwald, argumentando que las corrientes que firmaron la declaración conjunta no tienen la influencia de Lenin o Luxemburgo en la clase obrera. Otros respondieron que la importancia de una declaración conjunta radica en una voz común de las posiciones internacionalistas que las corrientes de la izquierda comunista no habían podido expresar anteriormente frente a la guerra.
El hecho de que otros grupos de la izquierda comunista se negaran a firmar la declaración conjunta refleja la debilidad del medio político proletario. La mayoría de los participantes lamentaron la negativa de otros grupos de la izquierda comunista a referirse a Lenin sobre la necesidad de una respuesta común, a pesar de las diferencias teóricas. En Zimmerwald, los participantes tenían diferencias de opinión y análisis, pero esto no les impidió hacer una declaración al unísono. La mayoría de los participantes no estaban de acuerdo con las razones aducidas por la TCI para no firmar la declaración conjunta. Mientras que algunos de los participantes hablaron de continuar la discusión con la TCI para animarlos a firmar la declaración conjunta o, al menos, a desarrollar una acción conjunta con ellos, otros subrayaron que deberíamos evitar entrar en discusiones polémicas y seguir adelante sin prestar atención a los demás. En cualquier caso, todos los participantes en la reunión compartieron que la propuesta del No War But the Class War (NWBCW)2. redactada por la TCI representa un enorme paso atrás con respecto a su propia tradición política, delegando de hecho en la clase obrera las funciones que las vanguardias revolucionarias deberían desempeñar en su lugar.
Los participantes subrayaron que no es posible luchar contra la guerra sin luchar contra el capitalismo. Después de la guerra, la inflación aumentó no sólo en la periferia del capitalismo, sino también en los centros metropolitanos, por lo que el coste de la vida para el proletariado aumentó, lo que significa que el nivel de vida de la clase obrera disminuyó. Las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, con el estallido de la guerra imperialista en curso, están destinadas a empeorar, y pueden inducir, en un futuro más o menos próximo, al proletariado a responder contra los continuos ataques lanzados por el capital.
Otro punto de la discusión subrayó que la lucha del proletariado sólo puede desarrollarse en una dirección revolucionaria si se basa en la continuidad histórica de las posiciones de la izquierda comunista. Por supuesto, esto no significa que sólo los grupos de la izquierda comunista puedan apoyar estas posiciones, sino que deben servir como punto de referencia para mostrar el camino a seguir. Durante el debate se compartió que la tarea de los revolucionarios es trabajar para construir el futuro partido internacional e internacionalista del proletariado, sin el cual todas las eventuales luchas de la clase obrera estarán inevitablemente condenadas a la derrota. Y en esta perspectiva va la declaración contra la guerra imperialista firmada por los distintos grupos adheridos.
En la sesión en inglés (en la que no pudieron participar los camaradas de la IOD), al igual que en la sesión en italiano, los participantes evaluaron inequívocamente la naturaleza de la guerra como imperialista y, rechazando cualquier ilusión pacífica, consideraron que la clase obrera y la lucha de clases son la única fuerza que puede contrarrestar la guerra. En la reunión, salvo el delegado de la TCI/CWO, los participantes subrayaron la importancia de la Declaración Conjunta. Uno de los participantes declaró que, aunque no estaba totalmente de acuerdo con la Declaración Conjunta, la apoyaba. Al igual que en la reunión italiana, los participantes, a excepción del delegado de la TCI/CWO, también plantearon que, aunque la situación actual no es comparable a la de 1915 y que los revolucionarios no tienen la influencia que tenían en la clase obrera en 1915, el espíritu de la Conferencia de Zimmerwald tiene que actuar como una brújula, que sigue siendo válida hoy en día y una referencia a la que los revolucionarios se refieren en la lucha contra la guerra imperialista.
En la reunión, el delegado de TCI (CWO) tuvo la oportunidad de exponer sus razones para negarse a firmar la declaración conjunta. Expuso sus razones, pero sus argumentos no sólo no convencieron a los asistentes, sino que alimentaron nuevas discusiones. El representante de la TCI/CWO declaró que no firmar la declaración no era un principio, sino que la TCI/CWO consideraba que los criterios para los que debían firmar eran demasiado estrechos. Según el camarada, quieren reunir a los que están de acuerdo con la iniciativa de No War But the Class War. Al firmar la Declaración Conjunta, la TCI respaldaría implícitamente las opiniones de la CCI sobre el parasitismo. Ellos trabajan con Controverses y la GIGC, y la CCI no; la CCI ha calificado de parásitos a los camaradas que llevan años luchando. Tal vez la TCI pueda hacer que vuelvan a la izquierda comunista a través del NWBCW.
Varios participantes que fueron miembros de la CCI rechazaron la afirmación del representante de la TCI/CWO de que todo militante que abandona la CCI es calificado de parásito, afirmando que nunca se les ha privado de ninguna actividad y que los camaradas de la CCI están siempre muy abiertos al debate y a la solidaridad. Hicieron hincapié en que el problema del parasitismo está relacionado con un comportamiento que no es proletario.
Algunos participantes intervinieron con críticas a la iniciativa de la NWBCW, pero el presidium pidió a los participantes que pospusieran el debate sobre la NWBCW hasta la próxima reunión pública. En las discusiones se argumentó que los internacionalistas no podían emitir una declaración conjunta ante la Guerra de España, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, etc. Hoy, la adopción de la declaración conjunta fue un golpe al sectarismo en el medio político proletario y un paso adelante. Al principio de la reunión, algunos camaradas que habían dado crédito a la TCI por negarse a firmar la Declaración Conjunta se convencieron con el debate de la necesidad de ésta. Un camarada dijo en las conclusiones que creía que la discusión era constructiva, aunque las diferencias entre la CCI y el TCI eran significativas. Es necesario articular más estas diferencias y desarrollarlas en los debates comunes. Otro participante afirmó que, aunque no estaba de acuerdo con algunas de las posiciones de la CWO, estaba convencido de que la izquierda comunista no podría llevar a cabo sus tareas históricas sin la participación de grupos como los bordiguistas o la TCI. Según él, es una pena que no hayan comprendido la importancia de esta acción sobre la guerra de Ucrania.
La visión predominante en la reunión fue que, aunque sólo una minoría de todos los grupos de la izquierda comunista firmó la Declaración Conjunta, ésta se convertiría en un punto de referencia en la tradición de la izquierda comunista, al que otros grupos y militantes podrían referirse
15 junio 2022
Internationalist Voice
Instituto Onorato Damen
Corriente Comunista Internacional
1 https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [180]
2 Grupo que se llama No a la Guerra sino Guerra de Clases
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Estimados compañeros: Les escribo mis opiniones/análisis de la situación actual, que ya va superando, como preveían en su Hoja, el simple enfrentamiento bélico, y ya pasa factura a los trabajadores de toda Europa y de Rusia, y no sé lo que estará pasando en el resto del mundo, África suele ser un continente olvidado, aunque ahora pueden ser más masivas las llegadas de emigrantes a una Europa que ya no está en condiciones de acogerlos. Y digo esto último, porque en vez de emigrar, deberían organizarse y luchar por el poder en sus países de origen, y porque la burguesía europea cada vez tiene más problemas para mantener a su propio proletariado.
La guerra, a toro pasado es fácil, se podía predecir, Putin hace meses que dijo, antes de que empezara la movilización de sus tropas hacia la frontera con Ucrania, que Ucrania y Georgia no entrarían en la OTAN. Si Ucrania entra en la OTAN, los USA pueden colocar misiles nucleares a 500 km. de Moscú.
Zelensky podría haber mantenido la “independencia” de Ucrania tanto de la OTAN como de Putin, pero prefirió escoger bando en una lucha Inter imperialista que dura desde el final de la IIGM. Evidentemente, tenía le problema del Donbass, pero el golpe de estado, el quemar vivos a 20 sindicalistas, todo ello obra de las bandas nazis a las que Zelensky no combate, la posterior prohibición de hablar ruso en Ucrania, cuando el 30% de la población lo tienen de lengua materna y propia, y la prohibición del Partido “Comunista” de Ucrania, tercero en diputados en el parlamento, y de otros cinco partidos a su izquierda. Todo esto acaba provocando le problema del Donbass, disculpa perfecta para Putin, muy vendible a los rusos.
No pudiendo hacer mucho caso a los medios de comunicación españoles, puesto que no son imparciales en absoluto, sí que es probable las protestas y las detenciones en Rusia, que ya empezaron anteriormente. Igor Kuznetsov, agitador de extrema izquierda fue detenido cosa de un mes o dos, no se la fecha exacta, antes de la invasión, me enteré a través del periódico, básicamente trotskista, Información Obrera. Como él otros sindicalistas y obreros, menos conocidos, fueron también detenidos esas semanas. Aquí solo se habla de Nabaldian porque es prooccidental, básicamente rendiría Rusia a los intereses de USA.
El problema viene de que Yanukovich, el presidente prorruso, derribado por el golpe de estado filonazi, era un corrupto y tenía de todas formas los días contados, no superaría otras elecciones. Ahora quien arregla Ucrania. Los muertos en el enfrentamiento en el Donbass sean del bando que sean, los muertos tras la invasión rusa, Zelensky pueden venderse muy bien, Putin, con la guerra comercial lo tiene más complicado, ya empezaron las protestas y estamos al principio. Pero están los muertos, y eso crea odios, resentimientos, que pueden durar años, muchos años, heridas que cuesta cerrar. Todavía queda mucho. USA están más tranquilos, es la Unión Europea la que más sufre la guerra comercial, de momento, y los países subdesarrollados, que se llevaran una buena “ostia” también, Permítaseme la expresión. El PCFR se pone totalmente del lado de Putin, así que habrá que esperar a levantamientos espontáneos masivos en Rusia, o a que partidos más coherentes movilicen algo contra Putin. Se que el problema central es el capitalismo, en su fase imperialista, donde estos enfrentamientos son inevitables, hay más guerras abiertas, pero al no ser en Europa, los medios de comunicación de masas, los propagandistas burgueses, raramente hablan de ellas. Como bien dicen la caída de la URSS y sus satélites, junto a la política económica que lleva China, la dictadura hereditaria en Corea del Norte, todo ensucia el nombre del comunismo, como los falsos partidos comunistas.
Los obreros del mundo, la gran mayoría, ya no tienen, como después del octubre del 17, las esperanzas puestas en la revolución social, en el internacionalismo, además de la labor desmovilizadora de los falsos amigos y de los sindicatos, léase en España Podemos-IU-PCE y CCOO y UGT. Desde los más reaccionarios representantes de la burguesía sale el “insulto” de comunistas, radicales, del gobierno social comunista y eso cala en determinados estratos obreros que se lían cuando les hablas de socialismo, comunismo, revolución, internacionalismo. Tenemos un proletariado, en toda Europa, que saldrá a combatir la miseria que viene, sin saber cómo.
La responsabilidad de los comunistas es grande en este caso, pero las fuerzas escasas. Los bordiguistas siguen empecinados en sus mil divisiones, en entrar en los sindicatos (ya no todos los PCI lo defienden) y en su propia dictadura, lo cual convierte en enemigos al resto de la izquierda comunista que no se pone bajo sus órdenes. En esto está incluida evidentemente la CCI. Ahora mismo, hace mucho que no busco grupos de la izquierda comunista en internet. Pero soy poco optimista en que haya muchos, igualmente que las reuniones públicas, de grupos u obreros que tiendan a escorarse hacia la izquierda comunista. Del TCI no se su evolución actual. Creo que el centro de todo el movimiento comunista hoy es la CCI.
Yo, en mi entorno, me veo rodeado de estalinistas, y eso me ha hecho dudar muchas veces, de contactar con diferentes grupos o partidos, pero no me convencen. Su defensa de un fracaso como fue la URSS y sus satélites, su socialismo en un solo país, aunque tengan contactos internacionales, sus políticas no salen del ámbito nacional nada más que para pomposas declaraciones, unas más acertadas, otras desastrosas, y esto también lo leen obreros, principalmente los más avanzados, que creo hay muchos comunistas desencantados, pero que, como perdedores en su momento, “tapados”, condenados por el “oficialismo” al ostracismo, no encuentran a las organizaciones, ni los textos, ni la Historia real de las revoluciones, en fin, no encuentran a la izquierda comunista.
Pareceré poco optimista, pero sinceramente, somos pocos para mucho trabajo. Y nos enfrentamos tanto a la burguesía, como a la extrema izquierda, en un mundo donde el marxismo sigue siendo denostado y atacado por la propaganda burguesa, porque le siguen teniendo miedo, y deformado por los partidos “comunistas” de todo pelaje. Quizás estoy siendo demasiado pesimista, quizás el no estar organizado, ni participar activamente en política, me haga sentir cierta impotencia, y con ella el desánimo personal. El mito del Ejército Rojo entrando en Berlín, la bandera roja en el Reichstag, cuanto daño a hecho.
Estimados compañeros: Quizás en mi último mensaje parece que tomo bando por Rusia. No era esa mi intención. Pero pasa como me pasaba con Chavez y en momentos con Podemos en España, les atacan con burdas mentiras, no con análisis rigurosos, los cuales solo se pueden hacer desde el marxismo. Y uno entra al trapo contra esas mentiras, que ves como calan en la gente. Y parece tan complicado explicarles las cosas, parece que tienes que empezar de cero, y la gente es muy cabezona, además, mientras la burguesía les lava el cerebro, resulta que discutes con ellos y eres tú el que les quiere mentir, el amigo de criminales. Además, ves el desconocimiento histórico, y la hipocresía o mala memoria de lo que hizo nuestro bloque imperialista, en este caso al que pertenece España. Todo es culpa del loco de Putin. Cuando Ucrania estaba dispuesta a ceder toda su soberanía si era aceptada en la UE y la OTAN. Putin ataca a un país “libre” e “independiente”. Decía un compañero en la Reunión del 6 de marzo que esto era un todos contra todos, y no, hay determinados países que son potencias económicas y militares, detrás de ellos se esconden otros que ya renuncian a su independencia, solo otros se enfrentan apoyándose hoy aquí, mañana allí, a las grandes potencias, intentando ser potencias regionales. Todo país es potencialmente imperialista, pero para ser imperio real tienen que darse ciertos condicionantes, de tamaño, recursos propios, población. No todo país puede enfrentarse a los grandes imperios ya creados, recordemos que China solo dejó de ser una potencia mundial desde las guerras del opio hasta el triunfo de Mao. No son un nuevo imperio, es el renacer de un país que hace 200 años tenía el mismo peso en la economía mundial que ahora. Además, la mayoría de los países del mundo están totalmente dominados y subdesarrollados, herencia de haber sido colonias de otrora grandes potencias, como Gran Bretaña o Francia, siendo el caso más significativo el de la India. Puede tener, y las tiene, sus aspiraciones, pero llega tarde al reparto del mundo y en peores condiciones, tiene que apoyarse en China o Rusia o en ambas. O la presuntuosa Unión Europea, simple peón de USA en sus aventuras imperialistas, aunque Francia y Gran Bretaña mantengan cierto poder sobre algunos países africanos. Eso sí, las guerras imperialistas pueden hacer moverse el tablero, aunque sean enfrentamientos comerciales, en este caso de gran calado, aparte de las repercusiones en el mercado mundial de la salida de él de Ucrania y todas sus exportaciones. Pero lo que realmente asusta, es la facilidad con la que manipulan a la gente, a los trabajadores
Estas dos cartas del compañero se distinguen por su honradez: plantea sinceramente sus dudas, también su indignación ante las mentiras de todos los bandos imperialistas y expresa su desorientación por las dificultades que sufre nuestra clase para responder. Ante el cúmulo de cuestiones que plantea el compañero solo vamos a responder a algunas. Animamos no solamente al compañero, sino igualmente a otros lectores, a que prosigan el debate con estas u otras cuestiones.
Desde la primera Guerra Mundial (1914-18) el capitalismo se hunde en contradicciones irresolubles que llevan a que el militarismo y las armas se apoderen de la economía, esta se ponga al servicio de la guerra y la economía se transforme, tanto en tiempos de paz como en momentos de enfrentamiento bélico, en una economía de guerra.
Esta realidad mundial se impone a todos los Estados, grandes o pequeños, viejos o nuevos, dictatoriales o democráticos. TODOS LOS ESTADOS SON IMPERIALISTAS. Todas las naciones participan por muy variadas vías del engranaje mortal de la guerra y el militarismo. Como dijo Rosa Luxemburgo “El imperialismo no es la creación de un estado o grupo de estados imperialistas. Es el producto de determinado grado de madurez en el proceso mundial del capitalismo, condición congénitamente internacional, una totalidad indivisible, que sólo se puede reconocer en todas sus relaciones y del que ninguna nación se puede apartar a voluntad.” (La crisis de la socialdemocracia).
El compañero dice: “Todo país es potencialmente imperialista, pero para ser imperio real tienen que darse ciertos condicionantes, de tamaño, recursos propios, población. No todo país puede enfrentarse a los grandes imperios ya creados”.
Creemos que toda nación es imperialista, “no potencialmente imperialista”. Este matiz es muy importante. Ninguna nación puede sobrevivir sin llevar una política imperialista: dotarse de un ejército y un armamento que le den ventaja sobre sus rivales, ganar zonas de influencia, conseguir aliados más o menos fieles, someter parcial o totalmente a sus dictados, la economía de otros países. Es evidente que hay relaciones de fuerza, que unos países son mucho más poderosos que otros (Estados Unidos y China son hoy las potencias dominantes, aunque la distancia entre la primera y la segunda es enorme), sin embargo, todos los países participan del engranaje guerrero e imperialista. Este se compone de una sucesión de acciones y reacciones tales como guerras abiertas o encubiertas, tratados de “paz”, alianzas, maniobras diplomáticas, actos de sabotaje, espionaje, acciones terroristas “subcontratadas”, operaciones militares, adquisición masiva de armas, bloqueos económicos, desarrollo de la potencia nuclear (actualmente 30 países tienen posibilidad de producir -o poseen ya- armas atómicas), que finalmente desembocan en conflictos bélicos que, a su vez, dan pie a nuevas confrontaciones.
En este engranaje criminal todos los países participan. Hay unos pocos imperialismos que tienen ambiciones mundiales, otros solamente regionales, los hay quienes utilizan como arma de guerra las finanzas hasta los paraísos fiscales y se envuelven en una engañosa “neutralidad”1. En la guerra actual, Zelensky y la burguesía en Ucrania defienden hoy el interés nacional frente a la voluntad de Rusia de seguir jugando como potencia mundial y proteger sus fronteras europeas en una guerra que es una confrontación imperialista entre los 2 países más grandes de Europa en extensión. Pero hemos de ver las cosas considerando el tablero imperialista mundial y aquí son los EEUU quienes han empujado y alimentan la duración la guerra, haciendo creer a Putin que, en el caso de una invasión, no intervendrían2 . La jugada de Estados Unidos tendiendo una trampa a Rusia tiene varios objetivos: imponer la disciplina de la OTAN a Alemania y Francia, reticentes a seguir los dictados USA e interesados en guardar una relación con Rusia; mostrar y forzar la impotencia de Rusia para volver a ser una potencia mundial de primer orden; pero, el objetivo más importante es China a quien obstaculiza el proyecto de la nueva ruta de la seda al tiempo que muestra su impotencia, obligándola a dar un apoyo muy tibio a Rusia.
Todas las fuerzas del capital -desde la extrema derecha a la extrema izquierda- justifican su llamamiento a apoyar la guerra arguyendo las distinciones entre países grandes y países pequeños, países “agresores” y países “agredidos”, países con ambiciones imperialistas y países con la única pretensión de “defenderse”. Hitler consideraba que Alemania con el Tratado de Versalles (1919) había perdido toda naturaleza imperialista y veía legítimo recuperar su potencia bélica en revancha contra Francia e Inglaterra. Mussolini consideraba Italia una “nación proletaria” que debía armarse y conquistar territorios para ser “reconocida”3. Palestina ha sido apoyada por ser un pequeño estado frente al Goliat israelí. Vietnam fue sostenido por su “lucha antimperialista” contra el gigante norteamericano. Hoy piden “armas para Ucrania” para apoyar este “pequeño e indefenso país” arrollado por el Oso Ruso.
El compañero rechaza elegir entre unos y otros y eso es muy positivo, para ello la comprensión de que todos los países son imperialistas es fundamental.
En espera de una discusión más profunda con el compañero, queremos saludar que sus dos cartas reconocen la Izquierda Comunista como la única corriente que defiende las posiciones del proletariado en la situación actual y denuncian el medio de la Izquierda del capital y los izquierdistas y sindicatos.
El compañero afirma “Los bordiguistas siguen empecinados en sus mil divisiones, en entrar en los sindicatos (ya no todos los PCI lo defienden) y en su propia dictadura, lo cual convierte en enemigos al resto de la izquierda comunista que no se pone bajo sus órdenes. En esto está incluida evidentemente la CCI”.
No sabemos el sentido exacto de esta frase. En todo caso, nos parece importante explicar la política que sigue la CCI. La guerra y la revolución son momentos decisivos de la evolución histórica y ante ellos es necesaria la voz unida de toda la Izquierda Comunista. Desde 1919-20, frente a la degeneración y traición final de los partidos comunistas, la Izquierda Comunista ha sido la única fuerza que ha levantado una postura internacionalista de denuncia de todos los bandos imperialistas, de la trampa pacifista y humanista, y de defensa de la lucha de clase del proletariado y de la única salida posible, la Revolución Proletaria Mundial. Socialdemócratas, estalinistas, trotskistas, maoístas, anarquistas oficiales, las “nuevas izquierdas” (estilo Podemos o Francia Insumisa) han sido siempre fuerzas belicistas, guerreras, nacionalistas, banderines de enganche de las matanzas imperialistas.
Por ello es vital que ante las crisis bélicas se alce la VOZ UNIDA de la Izquierda Comunista, como la única fuerza política que en más de un siglo ha denunciado la guerra imperialista y ha propugnado la revolución proletaria.
En ese sentido propusimos una acción común a todos los grupos de la izquierda comunista ante las crisis guerreras de Afganistán (1979-80), Kosovo (1999), Irak (2003). Desgraciadamente rechazaron nuestro llamamiento. Ante la guerra actual hemos renovado nuestra propuesta. Al menos dos grupos de la Izquierda Comunista (Instituto Onorato Damen e Internationalist Voice) han firmado junto a la CCI (con el apoyo de un grupo coreano simpatizante de la Izquierda Comunista) una Declaración Común el 6 de abril y en torno a ella hemos realizado Reuniones Públicas y vamos a publicar artículos comunes4.
Sabemos que se trata de un primer paso, aún débil y frágil, pero pensamos que es vital:
1º Porque abre la posibilidad de debates comunes donde se vayan conociendo las diferentes posiciones existentes dentro de la Izquierda Comunista, se vaya argumentando en torno a ellas y vayamos avanzando en clarificación y unidad. Se trata del método de Zimmerwald que siguieron los revolucionarios fieles al proletariado ante la Primera Guerra Mundial5. Este método debe inspirar la actividad de los grupos revolucionarios actuales:
Afirmar lo que nos une contra la guerra imperialista
En ese marco de unidad abordar pacientemente todo lo que nos separa
2º Da una perspectiva UNIDA al conjunto de la clase obrera o, al menos, a sus minorías más avanzadas
3º Podría plantear los primeros jalones en el largo y difícil proceso que conduce a la formación del Partido Mundial del proletariado, hay que recordar que Zimmerwald allanó el camino a la decantación de la Izquierda de Zimmerwald (donde los bolcheviques fueron los principales animadores) y esta sentó las bases de la constitución de la Tercera Internacional.
Lamentamos que los compañeros de la TCI hayan lanzado un Llamamiento alternativo en cuyo contenido se defienden frente a la guerra los mismos principios que la Declaración Común. Pensamos que si decimos lo mismo es preciso UNIRNOS y HABLAR CON UNA SOLA VOZ. ¿Por qué las pequeñas minorías avanzadas que engendra el proletariado tienen que elegir entre dos propuestas que responden a los mismos principios? Las divergencias, que no se trata de minimizar ni de esconder, se tienen que discutir en un marco común de acción unitaria.
El compañero está muy preocupado por las tremendas dificultades que tiene el proletariado para responder a la guerra. Evidentemente, esa respuesta no puede venir del teatro directo de operaciones militares pues, por un lado, el proletariado en Ucrania al dejarse alistar por la Defensa de la Patria se ha convertido en carne de cañón de sus explotadores encabezados por el demagogo Zelensky. El proletariado en Rusia parece poco entusiasmado con la guerra, pero por el momento no se han visto signos de lucha6.
La fuerza de la respuesta tiene que venir del proletariado de los países centrales del capitalismo. Sin embargo, se halla muy desorientado y la barbarie guerrera le ha intimidado.
Para comprender esa dificultad de respuesta, el compañero hace reflexiones muy válidas. Destacamos dos.
1ª “Como bien dicen la caída de la URSS y sus satélites, junto a la política económica que lleva China, la dictadura hereditaria en Corea del Norte, todo ensucia el nombre del comunismo, como los falsos partidos comunistas (…) El mito del Ejército Rojo entrando en Berlín, la bandera roja en el Reichstag, cuanto daño a hecho”. Trotski esperaba que la contrarrevolución en Rusia viniera del exterior del Estado soviético, de los rusos blancos y de los mencheviques. Sin embargo, la contrarrevolución emergió desde el interior mismo del bastión proletario ruso, del Estado que había nacido tras la toma del poder en octubre de 1917 y fue encabezado por el partido que había sido el gran impulsor de la revolución, el partido bolchevique que degeneró y acabó pasando al campo del capital, siendo la proclamación del “socialismo en un solo país” el acta de su traición definitiva. Esta forma que tomó la contrarrevolución adoptando las banderas del comunismo, el marxismo, la clase obrera, la dictadura del proletariado etc. ha rendido un formidable servicio al capitalismo. Este ha podido engañar y anestesiar al proletariado apoyándose en los partidos “comunistas” y socialistas, en el mito de la “Patria del Socialismo”. Y cuando, el bloque ruso cayó en 1989, la campaña anticomunista se reforzó y multiplicó provocando un retroceso de la conciencia y la combatividad de los obreros del mundo7.
2ª “Yo, en mi entorno, me veo rodeado de estalinistas, y eso me ha hecho dudar muchas veces, de contactar con diferentes grupos o partidos, pero no me convencen. Su defensa de un fracaso como fue la URSS y sus satélites, su socialismo en un solo país, aunque tengan contactos internacionales, sus políticas no salen del ámbito nacional nada más que para pomposas declaraciones, unas más acertadas, otras desastrosas, y esto también lo leen obreros, principalmente los más avanzados, que creo hay muchos comunistas desencantados, pero que, como perdedores en su momento, “tapados”, condenados por el “oficialismo” al ostracismo, no encuentran a las organizaciones, ni los textos, ni la Historia real de las revoluciones, en fin, no encuentran a la izquierda comunista”. Con la decadencia del capitalismo, el Estado -sea democrático o de Partido Único- se vuelve totalitario y trata de controlar toda la sociedad y principalmente a la clase obrera. Contra esta ha desarrollado un gigantesco aparato sindical y un aparato de izquierdas en el cual, como un abanico, se cubren todas las posibilidades de lucha y toma de conciencia en la clase obrera: socialistas, “comunistas”, trotskistas, maoístas, Podemos, Francia Insumisa, anarquistas oficiales etc.
Estas fuerzas del aparato estatal capitalista desempeñan dos tareas:
1º Destruir la toma de conciencia en la clase obrera provocando lo que dice el compañero: “comunistas desencantados”, condenados al ostracismo. Resulta muy difícil para obreros combativos, para compañeros que quieren cambiar el mundo encontrar las organizaciones, los textos, la Historia real de las revoluciones, en fin, encontrar a la izquierda comunista
2º Sabotear las luchas obreras, bien boicoteando su extensión y autoorganización, bien desviándolas hacia terrenos burgueses de defensa de la economía nacional, de “lucha por la ecología”, “protección de minorías” etc.
Tiene razón el compañero cuando dice “Pareceré poco optimista, pero sinceramente, somos pocos para mucho trabajo. Y nos enfrentamos tanto a la burguesía, como a la extrema izquierda, en un mundo donde el marxismo sigue siendo denostado y atacado por la propaganda burguesa, porque le siguen teniendo miedo, y deformado por los partidos “comunistas” de todo pelaje”. Navegamos a CONTRACORRIENTE, sin embargo, este coraje de defender los principios proletarios contra todas las fuerzas del capitalismo es la verdadera contribución que podemos hacer para que el proletariado recupere su conciencia y su capacidad de lucha. En ello debemos perseverar con unidad, modestia, claridad y solidaridad.
CCI 17-6-22
1 Suiza, es un estado que oficialmente no ha participado en ninguna guerra desde hace más 150 años, sin embargo, eso es falso, por ejemplo, en la segunda guerra mundial, sirvió de refugio bancario a ambos bandos, tanto los nazis como los aliados. Hasta el cambio brusco que ha dado con la guerra de Ucrania, pidiendo su adhesión a la OTAN, Suecia desarrollaba su influencia imperialista jugando con la bandera de la “no alineación” y la “neutralidad”. Sin embargo, Suecia es uno de los países que más tropas despliega oficialmente como “cascos azules”.
2 Esa estrategia es una repetición de lo que la administración de Bush senior había hecho en 1991 frente a la perspectiva de ocupación de Kuwait por Saddam Hussein
3 Posteriormente, el “marxista” Mao Tse Tung presentó a China como “nación proletaria” que debía recuperar su estatus en el mundo
4 https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [180] . El primer artículo realizado conjuntamente por los 3 grupos firmantes es Balance de las reuniones públicas celebradas sobre la Declaración Conjunta de grupos de la izquierda comunista sobre la guerra en Ucrania https://es.internationalism.org/content/4830/balance-de-las-reuniones-publicas-celebradas-sobre-la-declaracion-conjunta-de-grupos-de [201]
5 Ver Conferencia de Zimmerwald: Una referencia indispensable para la defensa del internacionalismo https://es.internationalism.org/content/4809/conferencia-de-zimmerwald-una-referencia-indispensable-para-la-defensa-del [189]
6 Tiene mucha importancia, aunque sea el fruto de un grupo muy minoritario, la Declaración de KRAS hecha en la propia Rusia. Ver https://es.internationalism.org/content/4821/una-declaracion-internacionalista-en-rusia-contra-la-guerra-de-ucrania [190]
7 Ver Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [223]
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“Europa se militariza y anuncia el mayor despliegue de tropas desde la guerra fría”, “La guerra de Rusia contra Ucrania ha hecho pedazos la paz y alterado seriamente nuestro entorno de seguridad”, tales son los amenazantes titulares de la cumbre de Madrid. Rusia, pero igualmente China, son señalados abiertamente como “enemigos de la democracia”. La Cumbre de Madrid ha sido un claro ejercicio belicista. Y las palabras se ven acompañadas por las decisiones. Hablan de gastar 200.000 millones de euros en armamento, de desplegar hasta 300000 soldados en los países del Este de Europa en el arco que va desde el Báltico hasta el mar Negro. Amenazan a China. Desafían a Putin. Es una cumbre por y para la guerra.
En 1949, en el marco de la confrontación imperialista entre el bloque USA y el bloque ruso, Estados Unidos fundó la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) como una herramienta clave frente al bloque enemigo. Se trataba de una alianza militar y política que permitió a USA controlar a sus aliados cuyos ejércitos, servicios secretos, células de inteligencia y armamento dependieron crecientemente de los dispositivos, las patentes, los suministros y los protocolos norteamericanos. Cualquiera de las bases militares de un país aliado puede ser utilizada por la OTAN, es decir, por USA.
Con el hundimiento del bloque ruso en 1989, los países anteriormente bajo la tutela USA trataron de zafarse de su control. El bloque americano se dislocó y actualmente no existen bloques imperialistas. Sin embargo, eso no trajo un “nuevo orden mundial” de paz, democracia y prosperidad, como prometió el entonces presidente norteamericano, Bush padre. Al contrario, lo que hemos visto en los últimos 30 años ha sido una proliferación de guerras cada vez más caóticas y sanguinarias (Irak, Afganistán, antigua Yugoslavia, Siria, Libia, Yemen etc.) que, entre otros muchos estragos, han provocado el mayor éxodo de refugiados de la historia: 26 millones en 2017, 86 millones en 2020 y en mayo 2022 se superaba la barrera de los 100 millones1.
Actualmente la guerra de Ucrania y otros 52 conflictos bélicos están inundando de sangre el planeta. Como dijimos en Militarismo y Descomposición, escrito en 1990, “En el nuevo período histórico en que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa timba en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, pero que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, en el que el “gendarme” USA intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo más y más masivo de su potencial militar”2.
Estados Unidos no disolvió la OTAN, la siguió utilizando como medio de control de sus antiguos aliados. Así, por ejemplo, Alemania tiene 20 bases militares norteamericanas en su territorio y su ejército es estrechamente dependiente de los dispositivos y medios informáticos de la OTAN.
En febrero de 1990, el entonces secretario de Estado del gobierno USA, James Baker, prometió a Gorbachov, presidente ruso, que “si Estados Unidos mantiene su presencia en Alemania en el marco de la OTAN, ni un centímetro de la actual jurisdicción militar de la OTAN se extenderá en dirección al este”3
Entre capitalistas y más aún entre Estados, los acuerdos más sagrados son papel mojado a los pocos minutos. Estados Unidos hizo todo lo contrario de lo que prometió. Desde mediados de los años 90 extendió la OTAN a los países de la antigua órbita rusa: Polonia, países bálticos, Chequia, Rumanía, Hungría etc.
En esta ampliación había un interés mutuo por ambas partes. Incorporando a los antiguos satélites rusos, Estados Unidos instauraba una cuña entre Alemania y Rusia, teniendo a ambos presionados política y militarmente. De su parte, los países ex soviéticos han ganado un padrino poderoso para defenderse de las ambiciones imperialistas de sus dos grandes vecinos, y protegidos por el paraguas de la OTAN, dar rienda suelta a sus propios apetitos imperialistas.
Esta estrategia de “ampliación al Este” ha chocado con los intereses de Rusia que, recuperada frágilmente de la enorme debacle de 1989, mediante la mano de hierro de Putin, intenta jugar un papel mundial en el tablero imperialista, implicándose en la guerra de Siria y en varias guerras en África y estableciendo alianzas con Venezuela, Irán, Nicaragua etc.
En esta política de búsqueda de la gloria imperialista perdida se ha topado con ese telón de acero que le ha impuesto USA en su flanco occidental. En particular, los intentos de incorporar Ucrania y Georgia a la OTAN han sido una línea roja que Rusia no podía tolerar y que respondió con brutales operaciones militares “especiales”.
En 2008, Rusia tendió una trampa a Georgia llevándola a la guerra e imponiéndole dos repúblicas “independientes” que son una cuña rusa en territorio georgiano: Osetia del Sur y Abjasia.
En 2014 repitió la operación respecto a Ucrania ocupando Crimea y proclamando dos repúblicas “populares” en el Donbass que actúan como subcontrata militar del padrino ruso.
La actual explosión de barbarie guerrera en Ucrania tiene sus raíces en esa pugna imperialista entre Rusia y Estados Unidos, aunque, como hemos explicado, estos últimos han tendido una trampa al Kremlin: durante meses anunciaron la invasión de Ucrania a la vez que decían que Estados Unidos no intervendría. Era la repetición de la misma trampa que en 1990 USA tendió a Irak cuando le dio a entender que tenía luz verde para invadir Kuwait. Putin ha mordido el anzuelo y se ha lanzado sobre Ucrania.
USA ha utilizado la guerra de Ucrania para hacer más fuertes las cadenas de la OTAN sobre sus antiguos aliados. Estos, especialmente Alemania y Francia, quieren librarse de esa molesta alianza que les impide desplegar sus propias ambiciones imperialistas. Macron habló de una OTAN “en muerte cerebral”. Se ha tenido que tragar sus palabras. Al menos por un tiempo, USA ha restablecido la fuerza de la OTAN y Biden ha proclamado en Madrid que “Vladímir Putin buscaba la finlandización de Europa. Lo que va a tener es una otanización de Europa”.
En la cumbre madrileña, Estados Unidos va a utilizar a fondo el “apoyo a Ucrania”, la “defensa del David ucraniano aplastado por el Goliat ruso”, para atar corto a los “aliados europeos”. Zelensky con una nueva intervención vía Internet ha reprochado una vez más a Alemania y Francia su pretexto de “no humillar a Rusia” para cambiar “paz por territorios”. La cumbre de la OTAN reafirma la política norteamericana de atrapar Rusia en el pantano sangriento de una guerra larga hoy estancada en el Donbass con un enorme coste humano y productivo: según Zelensky entre 60 y 100 militares ucranianos mueren cada día, no dice nada de los muertos civiles, mientras que Rusia pierde diariamente 150 soldados. Una de las consecuencias más atroces de esta guerra es que se ha paralizado el transporte de cereales a países de África y Asia propulsando hambrunas que afectan, según la ONU, a 197 millones de personas.
Uno de los objetivos de la cumbre es que el contingente de tropas atlantistas desplegado en el arco fronterizo con el Oso Ruso que va desde el mar Negro al Báltico se amplie de 40000 soldados hasta ¡300.000 hombres! Estados Unidos va a estacionar 100000 soldados, Alemania ha prometido desplegar 20000, Francia ha enviado 1000 a Rumanía. En el mismo sentido, la OTAN va a abrir una gigantesca base militar en Polonia, Estados Unidos envía 2 destructores a España y establece un escudo antimisiles en la base de Rota.
Si comparamos la cumbre de Madrid con otras anteriores de la OTAN vemos una clara escalada belicista: “La respuesta de los aliados a este nuevo contexto va a ser movilizar más tropas, más armas, más munición en su flanco este, sacar músculo frente a Moscú”. El lenguaje hipócrita de la paz lo han dejado en el cajón para entonar sin descanso cantos bélicos. Reforzando todo ese ambiente, la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN, países históricamente disfrazados de “neutrales” añade aún más leña al fuego guerrero. Está fuera de duda que todas estas decisiones, tanto las públicas como las secretas, se inscriben en una dinámica de confrontación belicista y va a contribuir a nuevas tensiones imperialistas que son la semilla de nuevas guerras.
Aprovechando el fuerte impulso de la militarización del Este Europeo, Polonia y los países bálticos piden sin cesar más armas, más tropas, exhibiendo descaradamente sus propias ambiciones. “El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, anunció este lunes la construcción de cientos de polígonos de tiro públicos en todo el país y una nueva ley de acceso a armas de fuego para "capacitar a la sociedad" en la defensa nacional. Aseguró que "si Rusia pensase alguna vez en atacar Polonia, que sepa que 40 millones de polacos están listos para defenderla con armas en la mano"4.
Otro de los puntos que aborda la Cumbre es “la modernización tecnológica” de armas, sistemas de defensa, medios de ciberguerra etc. Esto supone enormes inversiones que serán pagadas por los países miembros y, sobre todo, aumentarán la dependencia tecnológica de USA.
En este marco la renovación del “Concepto Estratégico” de la OTAN refuerza aún más el ambiente belicista que se ha impuesto en Madrid y que se ha traducido simbólicamente en la ocupación policial de la ciudad por más de 10 mil uniformados. Por primera vez en la historia de la OTAN China es directamente señalada con el dedo: el Concepto Estratégico “anuncia una nueva era en la seguridad transatlántica marcada por las acciones de “actores autoritarios que desafían los intereses, valores y el modo de vida democrático” lo que le lleva a la conclusión que China “intentar subvertir el orden internacional basado en normas, incluso en los ámbitos espacial, cibernético y marítimo”. Pasando de las palabras a los hechos, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur, rivales de China en el Pacífico, han sido invitados a Madrid. El mensaje no puede ser más inequívoco.
La principal amenaza para el liderazgo imperialista mundial de USA viene de China. El gigante asiático ha desplegado una estrategia económico – imperialista, la Ruta de la Seda5, para desafiar el predominio norteamericano. La trampa que USA ha tendido a Rusia apunta en última instancia contra China. Atrapada en una guerra larga y demoledora en Ucrania, Rusia se ha convertido más en una carga que en una ventaja para China. Esta ha apoyado muy a regañadientes a su aliado ruso. Por otro lado, la guerra ucraniana desestabiliza la ruta de la seda china tanto a nivel económico como militar.
La inclusión de China en la lista negra del Concepto Estratégico de la OTAN es otro paso más en la agudización de las tensiones guerreras en el mundo. Con esta jugada estratégica, Estados Unidos desarrolla una política de “cerco de China”: por un lado, en el pacífico, USA ha tejido una alianza con sus rivales (Australia, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam); por otro lado, debilita fuertemente al aliado ruso de China; en fin, los planes de expansión de la Ruta de la Seda se ven desestabilizados por la guerra en Ucrania.
Pero, igualmente significativo de la escalada imperialista, es la inclusión en el “Concepto Estratégico” de la OTAN del “flanco sur”, es decir, África. Aquí España apuesta fuerte pues afecta a sus propios intereses (Sáhara, Marruecos, defensa de los enclaves de Ceuta y Melilla, protección frente a las oleadas migratorias etc.). Sin embargo, el objetivo último es sobre todo cerrar el paso a la expansión rusa y china en África. Rusia emplea sus mercenarios Wagner en los diversos conflictos africanos mientras que China teje una telaraña de acuerdos militares y comerciales, por ejemplo, ha logrado una base militar en Yibuti.
Vemos pues que la cumbre da un impulso a la confrontación guerrera que hoy atenaza el mundo. Y en esta confrontación el protagonismo de Estados Unidos y la fuerza de su brazo político-militar, la OTAN, salen reforzados.
Sin embargo, ese éxito es temporal. Desde el hundimiento del bloque ruso hemos puesto de relieve que la capacidad de USA para imponer su “orden mundial” se va deteriorando cada vez más. En un mundo donde cada estado nacional “va a la suya” sin respetar ninguna disciplina, donde proliferan los conflictos locales cada vez más destructivos, donde se desatan con fuerza las ambiciones imperialistas de todos los estados, el único medio que tiene el gendarme americano para frenar el caos es el militarismo, la guerra, la proliferación de armamentos. Sin embargo, estas exhibiciones de fuerza no detienen el caos, sino que lo agudizan. “En cuanto Estados Unidos saca pecho y hace alarde de su superioridad militar, todos sus rivales se achantan, pero el retroceso es táctico y momentáneo. Cuanto más se esfuerza EEUU en afirmar su predominio imperialista, recordando con brutalidad quién es el más fuerte, tanto más determinados se muestran los cuestionadores del orden americano en discutirlo, pues para éstos su capacidad para conservar su rango en el ruedo imperialista es cuestión de vida o muerte”6
Este análisis es crucial para desmontar la trampa que tienden los grupos de extrema izquierda del capital e incluso los ministros del gobierno ligados a Podemos o a los residuos de IU, que echan la culpa de la tensión guerrera a la OTAN e incluso se permiten una postura “neutral”: ni Putin ni OTAN.
La OTAN es un instrumento de la confrontación imperialista, pero no es la causa ni de las guerras ni de esta confrontación. Su reforzamiento y sus alardes militaristas no va a traer la paz y la democracia, como prometen cada vez con menos convicción los líderes atlantistas, pero tampoco son la única causa de la barbarie guerrera que ensangrienta el mundo. Todos los Estados, sean pro-OTAN o anti-OTAN, son agentes de la guerra, todos participan del deslizamiento del planeta en una espiral de conflictos caóticos.
Cuando hablan de “OTAN no, bases fuera”, esos grupos izquierdistas sirven a la guerra y al imperialismo. Ellos pretenden que vayamos a la guerra en nombre de la defensa nacional, rechazando el “multinacionalismo” de la OTAN. Melenchón en Francia se opone a la OTAN proponiendo que el país galo “se arme hasta los dientes como fuerza de paz” (sic). En este designio ultra militarista llega a proponer ¡que se restaure el servicio militar!
El proletariado debe rechazar la guerra y el militarismo, tanto si se hacen “dentro de la OTAN” como si se despliegan “fuera de la OTAN”. Estos belicistas de extrema izquierda que “se oponen a la OTAN” inyectan el veneno de la Defensa de la Patria, veneno con el cual quieren que matemos y asesinemos en defensa de España y aceptemos la inflación, los despidos, los golpes a nuestras condiciones de vida para “poder enviar armas a Ucrania”. Un grupo trotskista que pide el “Desarme de la OTAN” propone que “los obreros europeos debemos dar la más amplia solidaridad internacionalista, mandando pertrechos víveres y Milicias obreras internacionales, como en los años 30 en la Guerra Civil española”7. ¡Es repugnante que escupa sobre el internacionalismo poniéndolo al servicio de la guerra! Con argumentos “anti-OTAN” estos servidores del capital proponen lo que USA y la OTAN quieren: que los obreros nos impliquemos en la matanza imperialista en Ucrania, que nos sacrifiquemos en el frente económico y seamos carne de cañón en el frente militar.
Opero y Smolny 30-06-22
1 ONU: hay más de 100 millones de personas desplazadas en el mundo | El Mundo | DW | 23.05.2022 [225]
2 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
3 Promesa incumplida OTAN expansión frontera del este | E&J (economistjurist.es) [226]
4 https://www.elperiodico.com/es/internacional/20220616/polonia-desconfia-rusia-prepara-guerra-13844955 [227]
5 Ver La ruta china de la seda hacia la dominación imperialista https://es.internationalism.org/content/4366/la-ruta-china-de-la-seda-hacia-la-dominacion-imperialista [228]
6 Tras los acuerdos de paz, la guerra de todos contra todos https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1778/tensio... [229]
7 ¡Fuera el pacto entre la OTAN y su gendarme Putin para repartirse Ucrania! (Democracia Obrera).
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Tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Mélenchon, jefe de Francia Insumisa, quedó en tercer lugar, a unos cientos de miles de votos de clasificarse para la segunda vuelta. Debe su relativo éxito a la movilización del electorado popular y obrero en los antiguos "bastiones rojos" de los suburbios de París y las concentraciones obreras de la mayoría de las grandes ciudades francesas. Su candidatura también ha calado entre muchos jóvenes que desconfían de todos los discursos convencionales de los mercachifles patentados del circo electoral. Mientras que los partidos históricos de la izquierda, encabezados por el PS y el PCF, han naufragado, se han desacreditado y son incapaces de representar la más mínima esperanza a los ojos de los votantes desilusionados, La France Insoumise (LFI), con su carismático líder Mélenchon, se presenta ahora como la "fuerza de la izquierda" a través de la cual puede llegar la esperanza de un futuro mejor. Se presenta contra el "liberalismo" burgués, contra el "poder del dinero" y los "ricos", contra los ataques del poder macroniano así como contra el peligro "fascista" de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen...
A través de su lema "otro mundo es posible", LFI se presenta incluso como una fuerza alternativa en oposición a la sociedad capitalista. Y esto en un momento en que gran parte de la clase obrera y la nueva generación ven la necesidad de "cambiar la sociedad" frente a la putrefacción del mundo capitalista bajo los golpes de la crisis y la guerra. Por eso no es de extrañar que, tras su fracaso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Mélenchon se apresurara a llamar a una movilización masiva en las urnas durante las legislativas para, según él, "obligar" a Macron a nombrarle primer ministro y garantizar una supuesta "oposición".
Desde la elección de Mitterrand y el PS a principios de los años 80 y la participación del PC en los gobiernos de izquierda, la clase obrera sabe a qué atenerse con la izquierda y este tipo de palabrería. Detrás de los grandes discursos "emancipadores" se esconde la continuación de la explotación más desenfrenada, los interminables ataques a las condiciones de vida y la represión de las luchas sociales y las huelgas. Ocultar el descrédito de estos partidos es precisamente el negocio de Mélenchon, que lleva a la gente a pensar que una izquierda "real" podría realmente "cambiar la vida". Está claro que no es el caso.
Porque este proyecto llevado por Mélenchon no es en absoluto innovador. Es una copia modernizada de las falsas alternativas planteadas por todas las fracciones socialdemócratas radicales, ecologistas y ciudadanas. 1 Con estos nuevos ropajes, la burguesía intenta revitalizar la ideología que lleva la izquierda del capital y sustituir un estalinismo claramente moribundo reactivando el programa de la vieja socialdemocracia, igualmente anti obrero. Al llamar a la "unión popular" para "otro mundo posible", Mélenchon y su camarilla quieren hacernos creer que constituyen, reciclando ideologías caducas, una alternativa al capitalismo. En realidad, ¡siguen siendo sus fervientes defensores!
Para hacer frente a la crisis, el "Programa de la Unión Popular" propone "grandes proyectos para asumir el reto ecológico... Emprender un plan global de renovación de nuestras infraestructuras para adaptarlas al cambio climático". ¿Es algo nuevo que podría "crear varios cientos de miles de puestos de trabajo y reducir masivamente el desempleo"? Desde hace algunos años, la campaña ideológica a favor de un "New Deal verde" pretende resolver de una sola tacada nada menos que los problemas del cambio climático, el desempleo y la desigualdad. El New Deal verde propone, nación por nación, planes grandiosos para un nuevo crecimiento basado en la energía, la producción y las infraestructuras verdes, prometiendo apoyar la economía a través de un mayor gasto. De hecho, el "New Deal verde" encuentra su más pálida inspiración en las políticas capitalistas estatales de los años 30 en Estados Unidos para reactivar el crecimiento tras la Gran Depresión de 1929. El New Deal de Roosevelt no fue más que una política de inversión a gran escala basada en el uso masivo y sin precedentes de la deuda estatal para construir buques de guerra y aviones, bases militares y aeródromos. Esto no es muy diferente a las políticas vigentes en la Alemania de Hitler en ese momento, cuando se construyeron muchas autopistas en preparación para la guerra que se avecinaba. ¡Esta es la lógica concreta que contiene una propuesta tan supuestamente radical!
También han surgido propuestas similares sobre "garantías de empleo, reducción de la jornada laboral y fin de la flexibilidad". 2 También en este caso se trata de propuestas ilusorias que hacen "soñar" a la gente. La realidad es que cada supuesto avance social, especialmente los realizados por la izquierda en el poder (una semana más de vacaciones pagadas en 1982 o la semana de 35 horas en el 2000), ha llevado sistemáticamente a un aumento de la explotación con tasas de trabajo más altas, congelación de salarios y empleo más precario, todo lo cual ha llevado a la presión, al sufrimiento en el trabajo, a veces a los suicidios, a la precariedad y a la "movilidad" de todos los explotados.
Pensar que podría ser de otra manera, por arte de magia, en un contexto de crisis y de competencia capitalista creciente y feroz (que el candidato Mélenchon reivindica totalmente) es una pura ilusión. En efecto, la "deslocalización de la producción esencial, para emprender un plan de reconstrucción industrial que ponga fin a la dependencia de Francia en los ámbitos estratégicos (semiconductores, medicamentos, etc.) y para apoyar la bifurcación ecológica", además del endeudamiento masivo, sólo podía hacerse al precio de una drástica reducción de los costes de producción y de un ataque sistemático a nuestras condiciones de vida. Estas son las leyes inexorables del sistema capitalista.
En cuanto a la manida promesa de la izquierda de un "reparto más justo de la riqueza" y de "hacer pagar a los ricos", no es más que humo: Mélenchon y su camarilla no tienen nada más que proponer que otra salpicadura de "nuevos" ingresos fiscales, en particular el restablecimiento del impuesto sobre las grandes fortunas suprimido por Macron y una mayor imposición estatal sobre los bienes inmuebles.
Otra propuesta altermundista que pretende acabar con el caos y la barbarie bélica en el mundo, más importante aún en este contexto de aceleración bélica como el actual en Ucrania: "Promover la paz y la cooperación", "encontrar una voz independiente, asumir la independencia de Francia en el mundo, es una necesidad". Detrás de este discurso recurrente se esconde el chovinismo más burdo que promete los horrores bélicos del mañana: "Si quieres la paz, prepárate para la guerra". En nombre de este principio de ir a la guerra, concretado al extremo a lo largo de la historia del capitalismo, millones de explotados han perdido la vida en defensa de intereses nacionales burgueses que nunca fueron suyos, en completa "independencia".
Mélenchon pone otra capa que ni siquiera se viste con ropajes pacifistas: "Francia puede y debe defenderse, al margen de cualquier alianza militar permanente. Para ello, la defensa debe ser asunto de toda la nación". Para ello, las propuestas son numerosas y muy expresivas de un supuesto futuro "radiante" de cooperación y entendimiento mutuo: "Detener la privatización de las industrias de armamento y de las misiones de defensa nacional, y reintroducirlas en el sector público. Dar prioridad a la adquisición de material militar francés en el ejército. Abrir la posibilidad del servicio militar como componente opcional del servicio ciudadano obligatorio. Movilizar el espacio digital y la realidad espacial para instalar sistemas defensivos y no letales contra la agresión y por la paz. Adaptar el equipamiento militar y el de nuestros soldados al nuevo clima. Poner en marcha un plan de adaptación de las infraestructuras militares vulnerables”. No desperdicies más, ¡el patio está lleno! Si algunos pueden hacerse la ilusión de que la visión de futuro de Mélenchon es un poco "revolucionaria", "solidaria" y "radical", tienen la demostración sin tapujos de una perspectiva chovinista y belicista.
¡Podríamos multiplicar todas las propuestas adicionales de una "defensa nacional" de la inteligencia, del antiterrorismo, de una policía local más eficaz, de técnicas de represión más "republicanas" al servicio del Estado!
Así que hoy en día hay muchas ilusiones en las filas de los trabajadores y de la generación más joven sobre la naturaleza de la LFI, en particular debido a la pérdida de puntos de referencia que la clase obrera está experimentando en términos de su autoconciencia y su capacidad para ver la sociedad comunista que representa. Pero si estas dificultades existen, no significan una incapacidad irreversible para recuperar su identidad de clase y su conciencia de la meta a alcanzar. La burguesía lo sabe y se cuida de evitar que se produzca esa "catástrofe" mediante las mistificaciones que plantean los partidos de izquierda.
La LFI es ahora la principal fuerza de la izquierda capaz de asumir este papel de desviación ideológica del proletariado. Al mismo tiempo:
- Esterilizando el papel revolucionario de la clase obrera mediante su dilución en la masa informe del "pueblo francés", las "capas populares" y los "ciudadanos".
- Desviándose del objetivo de una sociedad sin clases, sin explotación y sin Estado, mediante un supuesto igualitarismo garantizado por el Estado republicano.
- Por último, torpedeando las luchas pasadas y futuras, socavando la búsqueda de la unidad y la solidaridad dentro de la clase obrera.
Para hacerse una idea de esto, es necesario volver al innoble intento ideológico de división generacional que hace LFI, que ya vimos en funcionamiento durante la pandemia y que se reactivó antes de este primer asalto y justo después: claramente, la vieja sería la generación por la que llega el mal, la que, para muchos, no se protegió y llevó al encierro de todos y al sacrificio de los jóvenes. Hoy, LFI y sus relevos mediáticos estigmatizan el voto de los ex-boomers a Macron y Le Pen. El conservadurismo reaccionario de los viejos impediría a las "fuerzas vivas" de la juventud (que votan más a Mélenchon) darse una perspectiva. Insinuar abiertamente o por la puerta de atrás que los jubilados tienen su "carrera a cuestas", que se han beneficiado egoístamente del pleno empleo, del consumismo y de la jubilación a los 60 años, es una ignominia que hay que vomitar y que Mélenchon utiliza para acariciar a los jóvenes votantes, en su mayoría licenciados, ante un futuro más que incierto, y para dividir a los trabajadores.
Aparte del aspecto burdo de esta campaña, la ideología dominante intenta, de hecho, obstaculizar cualquier posibilidad de unidad y solidaridad reales para las luchas venideras, desacreditando toda la experiencia acumulada por las generaciones anteriores de trabajadores, tan necesaria para fortalecer las luchas venideras. Se trata de una expresión concreta más de la "cooperación" y la "moralidad" que preconiza el Sr. Mélenchon. Al final, tras las afirmaciones de que "otro mundo es posible", hay que leer claramente "el mismo estado nacional es posible".
Por lo tanto, es necesario recordar una simple verdad: ¡para los proletarios, el Estado es la punta de lanza de la explotación capitalista! ¿Quién realiza constantemente ataques generales a las condiciones de vida de la clase trabajadora? ¿Quién reprime la más mínima expresión de revuelta contra el orden establecido? ¡Es el Estado burgués! Ayer, hoy y mañana, todos sus defensores, sus "reformistas" exhibidos, a través de las urnas, de los discursos o de los programas, por muy radicales que sean, no son más que engranajes directos e indirectos de su rueda. Mélenchon y LFI son enemigos de la clase obrera, de sus luchas y de sus esfuerzos por fortalecer la conciencia proletaria de una alternativa revolucionaria necesaria y posible.
Stopio, 23 de abril de 2022
1Como los del Partido Socialista Unificado en su momento. Se presentó como un intento de construir un enfoque "revolucionario reformista", muy marcado por la lógica de la "gran noche" de mayo 1968. Sus aportaciones a las trampas y callejones sin salida de la autogestión, como durante las luchas de Lip, habían contribuido, como tantas otras, a desviar todo el pensamiento proletario tras Mayo del 68.
2 Véase: "32 horas: La cara oculta de la reducción del tiempo de trabajo [1]" en la página web de la CCI.
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La naturaleza diversa de la respuesta de las organizaciones anarquistas a la matanza imperialista en Ucrania es bastante predecible. El anarquismo siempre se ha dividido en toda una serie de tendencias, que van desde los que se han convertido en parte del ala izquierda del capital, como los que se unieron al gobierno republicano durante la guerra de 1936-39 en España, hasta los que defendieron claramente posiciones internacionalistas contra la guerra imperialista, como Emma Goldman durante la Primera Guerra Mundial. En cuanto a la guerra de Ucrania, la respuesta del anarquismo es extremadamente dispersa: desde los abiertamente belicistas hasta los llamamientos a la solidaridad internacional y a la acción conjunta contra la guerra. Como comunistas de izquierda, denunciamos claramente las posiciones izquierdistas o burguesas, planteadas por varios anarquistas, pero al mismo tiempo apoyamos los intentos de grupos como KRAS en Rusia1 (cuya declaración ya hemos publicado en nuestra web), Iniciativa Anarcosindicalista en Serbia2 y el Grupo Comunista Anarquista en Gran Bretaña3 de intervenir en la situación con una clara posición internacionalista.
El ACG (Grupo Comunista Anarquista) adoptó una postura básicamente internacionalista desde el principio de la guerra (página web del ACG del 27 de febrero, "Ponte del lado de la clase obrera, no de los intereses imperialistas en competencia"). Al mismo tiempo, esta declaración contiene una serie de demandas confusas, como la "disolución de la OTAN", y la "ocupación masiva de las propiedades de los oligarcas rusos en Gran Bretaña y su inmediata conversión en viviendas sociales". ¿Por qué solamente los oligarcas rusos? ¿Qué pasa con las propiedades de los oligarcas ucranianos? ¿No es esta una forma indirecta de apoyar al bando ucraniano?
Se puede ver la misma visión inmediatista en la declaración del grupo ASI de Belgrado, que, a pesar de una cierta claridad sobre la naturaleza de lo que significa la "paz" en el capitalismo, declara "¡Convirtamos las guerras capitalistas en una revolución obrera!". Este llamamiento a la acción revolucionaria es totalmente irreal, dado el bajo nivel de la lucha de clases en la actualidad.
Ya se había publicado una declaración internacionalista conjunta, firmada por 17 grupos en torno a la Coordinadora del Anarkismo, el 25 de febrero, incluida la ACG. En ella se afirma claramente que "...nuestro deber revolucionario y de clase dicta la organización y el fortalecimiento del movimiento internacionalista, antibélico y antiimperialista de la clase obrera. La lógica del imperialismo más agresivo o más progresista es una lógica que conduce a la derrota de la clase obrera. No puede haber una vía imperialista pro- popular. Los intereses de la clase obrera no pueden identificarse con los de los capitalistas y las potencias imperialistas"4 En la página web de la ACG también hay una fuerte denuncia de los grupos y publicaciones anarquistas que defienden el nacionalismo, como el grupo Freedom de Londres5.
Pero las declaraciones de las diferentes corrientes anarquistas deben leerse con cuidado y de forma crítica. Por ejemplo, la sección francófona de la Federación Anarquista Internacional, en un folleto publicado el 24 de febrero, proclama: "Llamamos también, en todo el mundo, a luchar contra el capitalismo, el nacionalismo y el imperialismo, así como contra el ejército que siempre empuja hacia nuevas guerras"6.
Al mismo tiempo, en la misma Federación Anarquista Internacional, podemos ver un llamado abierto a la participación en la guerra: un llamado de apoyo a los Comités de Resistencia en Ucrania, que luchan por la "liberación" del país. Diferentes grupos anarquistas uniformados y armados se presentan como "luchadores por la libertad", a menudo en referencia al Ejército Negro de Makhno durante la Guerra Civil en Rusia. Así pues, existe un claro "gradiente" en el medio anarquista actual: llamamientos al internacionalismo y, al mismo tiempo, un llamamiento a la participación en este conflicto criminal, como peones del ejército ucraniano bajo la bandera de los Comités de Resistencia7. Además, los anarquistas de Bielorrusia que viven en Ucrania se están uniendo a las fuerzas del Estado ucraniano, otro signo de la derrota y desorientación de la clase obrera de la zona.
Otro ejemplo, bastante obvio, de posiciones completamente burguesas es la declaración de los anarquistas rusos del grupo Anarchist Fighter "...lo que está ocurriendo ahora en Ucrania va más allá de esta simple fórmula, y del principio de que todo anarquista debe luchar por la derrota de su país en la guerra".
También argumentan que "La derrota de Rusia, en la situación actual, aumentará la probabilidad de que la gente se despierte, de la misma manera que ocurrió en 1905 [cuando la derrota militar de Rusia ante Japón llevó a un levantamiento en Rusia], o en 1917 [cuando los problemas de Rusia en la Primera Guerra Mundial llevaron a la Revolución Rusa] - abriendo los ojos a lo que está ocurriendo en el país…
En cuanto a Ucrania, su victoria también allanará el camino para el fortalecimiento de la democracia de base; al fin y al cabo, si se consigue, será sólo a través de la autoorganización popular, la ayuda mutua y la resistencia colectiva. Estas deberían ser la respuesta a los desafíos que la guerra lanza a la sociedad"8.
Como vemos una defensa de la guerra usando argumentos “revolucionarios” (¡¡¡).
Sectores significativos del anarquismo y del anarcosindicalismo, al mismo tiempo que se refieren a su fuerte tradición antimilitarista, han vuelto a expresar su apoyo a la guerra nacionalista - tal como lo hicieron, junto con la socialdemocracia al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Pero la diferencia era que, mientras los socialdemócratas traicionaban sus principios internacionalistas, los anarquistas seguían una cierta lógica, como señalamos en nuestro artículo sobre "Anarquismo y guerra imperialista"9 en 2009:
"La adhesión a la guerra imperialista y a la burguesía en 1914 por parte de la mayoría de los anarquistas a nivel internacional no fue, por el contrario, un paso en falso, sino la conclusión lógica de su anarquismo, conforme a sus posiciones políticas esenciales.
Así, en 1914, fue en nombre del antiautoritarismo, porque era impensable "que un país pudiera ser violado por otro" (Carta a J.Grave), que Kropotkin justificó su posición chovinista a favor de Francia. Al basar su internacionalismo en "la autodeterminación" y "el derecho absoluto de todo individuo, de toda asociación, de toda comuna, provincia, región, nación a decidir por sí mismos, a asociarse o no asociarse, a vincularse con quien quiera y a romper sus alianzas" (Daniel Guerin, Anarquismo, Gallimard p.80) los anarquistas no hacían más que reflejar las divisiones que el capitalismo imponía al proletariado. Esta posición chovinista tiene sus raíces en el federalismo que se encuentra en la base misma de todas las concepciones anarquistas. Al sostener que la nación es un fenómeno natural, al defender el derecho de todas las naciones a la existencia y a su libre desarrollo, el anarquismo juzga que el único peligro de la existencia de las naciones es su propensión a ceder al "nacionalismo" inculcado por la clase dominante para separar a los pueblos unos de otros. Se ve llevado naturalmente, en toda guerra imperialista, a operar una distinción entre agresores/agredidos, opresores/oprimidos, etc., y a optar así por la defensa de los más débiles, de los derechos que han sido burlados, etc. Este intento de basar el rechazo a la guerra en algo distinto a las posiciones de clase del proletariado deja todo tipo de margen para justificar el apoyo a una u otra parte beligerante. Concretamente, es decir, para elegir un campo imperialista contra otro".
Hoy, los anarquistas mezclan posiciones puramente burguesas y nacionalistas con el deseo de que la matanza en el centro de Europa se convierta en una revolución, como al final de la Primera Guerra Mundial. La idea de que la revolución es posible en cualquier momento, en cualquier lugar, sigue formando parte del ADN del anarquismo. Ante la gravedad de la situación, la única respuesta es el internacionalismo proletario. Los anarquistas tienen que decidir si quieren ser parte del problema o de la solución. Hoy, más que nunca, la izquierda comunista debe asumir sus responsabilidades y actuar como polo de referencia y claridad frente a toda esta confusión.
Edvin
1 https://es.internationalism.org/content/4821/una-declaracion-internacionalista-en-rusia-contra-la-guerra-de-ucrania [190]
2 https://iwa-ait.org/content/lets-turn-capitalist-wars-workers-revolution [215]
3 https://www.anarchistcommunism.org/2022/02/27/take-the-side-of-the-working-class-not-competing-imperialist-states/ [232]
4 https://www.anarchistcommunism.org/2022/02/25/ukraine-international-statement/ [233]
5 https://www.anarchistcommunism.org/2022/03/07/identity-nationalism-and-xenophobia-at-freedom/ [234]
6 https://i-f-a.org/wp-content/uploads/2022/02/fa-statement.pdf [235]
7 https://www.militantwire.com/p/ukrainian-anarchists-mobilize-for?s=r [236]
8https://nl.crimethinc.com/2022/02/26/russian-anarchists-on-resisting-the-invasion-of-ukraine-updates-and-analysis [237]
9 Serie de 3 artículos: https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200907/2620/los-anarquistas-y-la-guerra-i-la-traicion-al-internacionalismo-en-1914 [238] , /content/2635/los-anarquistas-y-la-guerra-ii-la-participacion-de-los-anarquistas-en-la-2a-guerra [239] y https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200911/2697/los-anarquistas-y-la-guerra-iii-de-la-segunda-guerra-mundial-a-nuestro [240]
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“Todo era sangre, piel desgarrada, manos rotas, todo era sangre, en la cabeza, en las manos, en los pies...” (testimonio de vecinos de Nador, ciudad fronteriza de Melilla)
El 25 de junio, más de mil emigrantes africanos fueron víctimas de una encerrona coordinada entre la gendarmería marroquí y las fuerzas españolas. Resultado: entre 27 y 37 muertos y más de un centenar de heridos.
En esta matanza, que se produce al mismo tiempo que miles de personas mueren por la guerra de Ucrania, hay una clara colaboración Marruecos – España que ha llevado al presidente del gobierno español a elogiar “el trabajo del Gobierno marroquí en coordinación con las fuerzas españolas para tratar de frenar un asalto violento que trata de poner en cuestión nuestra propia integridad territorial”1. Pedro Sánchez legitima el genocidio.
Las relaciones Marruecos – España han sido muy tormentosas y solamente en temporadas breves han sido de “buena vecindad” y ya vemos el resultado: la matanza de emigrantes.
España fue potencia colonial hasta 1956, año en que Marruecos logró la independencia. Fue socio menor de Francia que ocupó la parte más importante y productiva y dejó a España el norte pobre e infestado de guerrillas lo que la atrapó en una larga guerra (entre 1906 y 1926) con una interminable sangría tanto de nativos marroquíes como de los numerosos obreros y campesinos españoles enviados a las montañas de Rif como carne de cañón2.
Actualmente, España sigue siendo potencia colonial pues posee las ciudades de Ceuta y Melilla situadas en suelo marroquí.
Pero, durante más de 40 años un contencioso ha envenenado las relaciones entre los dos países: el antiguo Sahara español.
Este territorio tiene poco valor económico (aparte de los fosfatos y los bancos de pesca), pero tiene un alto valor estratégico para los dos estados rivales que aspiran a tener un papel principal en el continente africano: Marruecos y Argelia.
Argelia es el padrino del Frente Polisario, organización que aspira a un Sáhara “independiente” pero que está totalmente enfeudada a Argelia que le ha proporcionado en Tinduf la sede de una desmesurada burocracia. La “independencia” del Sáhara bajo la tutela argelina proporcionaría a este país una salida al Atlántico y le permitiría envolver a su rival marroquí de norte a sur y de este a oeste, un auténtico abrazo del oso.
Para Marruecos, la posesión del Sáhara le permitiría rechazar las ambiciones argelinas y le daría una posición importante en el Atlántico.
Pero, sobre todo, Marruecos tiene una baza contra el capital español y contra la UE: el control de los emigrantes. Ya lo señalamos ante la crisis migratoria que se produjo el año pasado: “Desde 2005 la policía marroquí encierra, asesina, viola, golpea o devuelve emigrantes y realiza algo más atroz: los mete en autobuses abandonándolos en pleno desierto. Sin embargo, al desempeñar estas funciones, generosamente retribuidas por la UE, Marruecos -al igual que su colega turco- dispone de una formidable arma de presión y chantaje sobre Europa y más especialmente sobre España, puerta sur del Mediterráneo. Cuando Marruecos ha querido obtener alguna ventaja imperialista -especialmente a cuenta del Sahara Occidental- o económica -por ejemplo, con la pesca- o simplemente recibir más subvenciones, su maniobra habitual es dejar pasar a los emigrantes por los puntos calientes españoles: Canarias, Melilla y Ceuta”3
Durante los últimos 40 años, el capital español se ha negado a reconocer abiertamente la dominación marroquí sobre el Sáhara, hablando ambiguamente de la necesidad de un referéndum de autodeterminación. Esto no lo ha hecho por “amor al pueblo saharaui” ni por “amistad” con Argelia, sino para guardar en la manga un as contra Marruecos.
De repente, hace un mes, España ha dado un cambiazo espectacular: ha aceptado un Sahara “autónomo” dentro de Marruecos.
Es difícil saber el porqué de esta concesión al vecino del sur. ¿Se trata de que el tema del control sangriento de la emigración que ejerce Marruecos es prioritario y prevalece sobre otros intereses? ¿Es que Estados Unidos, padrino tradicional de Marruecos, ha presionado a España en el marco del cierre de filas que ha impuesto a sus “aliados europeos” en torno a la guerra de Ucrania?
Lo bien cierto, es que Marruecos ha correspondido rápidamente al favor español en el Sahara con el BAÑO DE SANGRE en la frontera con Melilla. Y ha hecho más: ha arrestado a cientos de emigrantes y se los ha llevado en autobuses para abandonarlos en el desierto como hace desde 2005 con el beneplácito y el pago generoso del gobierno español.
Todo esto apunta el dedo acusador sobre el gobierno PSOE-Podemos-IU que presume de ser “el más progresista de la historia”. Es de un cinismo y desfachatez intolerables que denuncia a estos partidos de izquierda como agentes de la barbarie capitalista de la misma o peor catadura que la Derecha o la dictadura monárquica que reina en Marruecos bajo Mohamed VI.
El PSOE tiene un largo historial de servicios al capital español desde la primera guerra mundial y en ello se ha manchado las manos de sangre4.
Pero ¿qué decir de los “socios menores”, Podemos e IU? Estos “protestan” porque habría un trato diferente hacia los emigrantes negros respecto a los emigrantes venidos de Ucrania y convocan manifestaciones junto a Esquerra Republicana en torno a la consigna TODOS LOS NEGROS IMPORTAN. Es verdad que por el interés del capital español en cerrar filas con Ucrania los refugiados de este país son tratados de forma privilegiada. Pero esto es algo coyuntural que no se aplica a los muchos emigrantes ucranianos que llegaron antes de la guerra y que olvidarán en cuanto el tema de Ucrania ya no interese. Entonces, tratarán a todos los emigrantes como lo hacen habitualmente: con represión, internamiento en los CIES, negación de papeles, expulsiones y masacres directas o subcontratadas a otros estados.
Podemos-IU buscan la división entre los trabajadores y entre los trabajadores emigrantes. Para la clase obrera todos los trabajadores emigrantes IMPORTAN, sea cual sea su nacionalidad o el color de su piel.
Pedro Sánchez, en una entrevista en La Vanguardia (27-6-22) tuvo el rostro de proclamar “no olvidamos para quien gobernamos, gobernamos para la clase media trabajadora y para los más vulnerables”. Yolanda Díaz también alardea que “este gobierno ha hecho cosas chulísimas”.
Sus “cosas chulísimas” son la Reforma Laboral, la inflación, los recortes de pensiones, el apoyo descarado a la guerra de Ucrania, el aumento del 16% en los gastos militares… y ahora su participación en la matanza de Melilla.
Los trabajadores no podemos tener la más mínima duda: la Izquierda del “gobierno más progresista de la historia” que hace “cosas chulísimas” es tan enemigo de los trabajadores y de la humanidad como PP y Vox, por la sencilla razón que es un servidor incondicional del capital, un aparato de su Estado. Todos los partidos y todos los Estados, democráticos, monárquicos o lo que sean, son CAPITALISTAS y están CONTRA LA CLASE OBRERA. Los obreros tenemos que luchar unidos, NATIVA o EXTRANJERA LA MISMA CLASE OBRERA.
Marjane y Omar 30-6-22
1 edición digital de PDF de MELILLA HOY https://online.melillahoy.es/membresias [242]
2 En 1909 estalló en Barcelona una huelga masiva contra el embarque de tropas hacia Marruecos. Ver una referencia en nuestro primer artículo de la Serie sobre la historia de la CNT: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1322/historia-del-movimiento-obrero-la-cnt-nacimiento-del-sindicalismo- [243]
3 Ceuta: los emigrantes, moneda de cambio de las pugnas capitalistas https://es.internationalism.org/content/4680/ceuta-los-emigrantes-moneda-de-cambio-de-las-pugnas-capitalistas [2]
4 Ver la serie Los gobiernos de izquierda en defensa de la explotación capitalista: https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i [244] , https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos [40] y https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta [41]
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Seis días después del ataque racista en Buffalo, el horror ha vuelto a golpear en Estados Unidos, esta vez en una escuela primaria de Uvalde (Texas), en una masacre que se ha cobrado la vida de 19 niños y dos de sus profesores. Esta masacre sin motivo de niños indefensos es espeluznante. Uno no puede imaginarse la devastación de las familias y el trauma que los supervivientes tendrán que cargar durante el resto de sus vidas.
Salvador Ramos, el autor de la matanza, era un joven tímido de 18 años de una familia pobre del que a menudo se burlaban por ser "diferente" y un poco "raro". Como muchos adolescentes con un pobre sentido de sí mismo, empezó a cortarse los brazos y la cara, y luego se fue aislando gradualmente pasando largos periodos de tiempo fuera de la escuela. Es cierto que Salvador Ramos tenía una fragilidad particular que le llevó a desarrollar un gusto morboso por las armas de fuego antes de cometer este acto atroz, pero tiene el trasfondo típico de una masa creciente de jóvenes sin perspectivas que se sienten tan aplastados, rechazados e incomprendidos que se lanzan en número cada vez mayor a un proceso mortificante de autodestrucción. Ante el sufrimiento que representa para ellos la existencia, ante la ausencia total de esperanza de una vida mejor, muchos jóvenes se quitan la vida. Salvador Ramos, como otros jóvenes embriagados de venganza nihilista, se hundió en lo más bárbaro de la sociedad capitalista: quiso abandonar este mundo, llevándose consigo a niños de 10 años, encarnación del futuro de la humanidad que ya no podía existir a sus ojos.
Esta nueva masacre no es sólo obra de un "monstruo" que hay que erradicar para combatir el "mal de nuestra sociedad" (según Trump). En realidad, el "mal de nuestra sociedad" es todo el sistema capitalista, un sistema sin futuro que está decayendo y arrastrando a la humanidad en su estela asesina, como podemos ver con la Guerra de Ucrania. Los asesinatos en masa y los atentados terroristas se suceden desde hace años en Estados Unidos y en el resto del mundo a un ritmo cada vez más aterrador. El mes pasado, un tiroteo en una guardería de la región rusa de Ulyanovsk acabó con la vida de tres personas. Pocos días después, un ataque a una escuela de niñas en Kabul mató a unas 50 estudiantes. En enero, un hombre armado mató a tiros a una persona e hirió a otras tres en la Universidad de Heidelberg (Alemania), antes de suicidarse...
En las últimas tres décadas, los tiroteos en las escuelas se han vuelto más comunes. Pero más que en ningún otro lugar, Estados Unidos, donde más de 4.000 niños murieron a manos de un arma sólo en 2020 (¡!). En el centro de esta pesadilla, por supuesto, está la delirante proliferación de armas de fuego. ¿Cómo no horrorizarse al ver que un joven de 18 años, que sufre graves trastornos mentales, pueda comprar dos rifles de asalto? En este país existe una gigantesca industria armamentística que también hace su agosto vendiendo millones de armas a la población sin preocuparse por la vida de los cientos de miles de víctimas.
Este lucrativo negocio navega alegremente alimentado por ideologías perfectamente irracionales que florecen en el terreno fértil de la descomposición generalizada del capitalismo1. La reciente aceleración de este proceso se ha caracterizado en parte por la explosión de las "teorías de la conspiración" y la fuerte paranoia social2. Durante la pandemia de Covid-19, la venta de armas se disparó, a veces en nombre de la "protección de los ciudadanos de la interferencia del Estado", a veces para "proteger a Estados Unidos del Gran Reemplazo". Este es el contexto donde Salvador Ramos cometió su masacre y un supremacista blanco fue capaz de disparar a una multitud en una tienda de Buffalo.
Por supuesto, ante el horror, los mandamases del Partido Republicano volvieron a hacer gala de un cinismo sin límites y de una burda estupidez que ya no parece preocuparse ni por la lógica más elemental. A los políticos demócratas les tocó ocultar la responsabilidad del capitalismo podrido en esta masacre: "¿Cuándo, en nombre de Dios, vamos a enfrentarnos al lobby de las armas?", gritó el presidente Biden. Clinton, Obama y Biden, esa panda de hipócritas sin escrúpulos que nunca han dudado en gastar miles de millones de dólares en exportar armas o armar hasta los dientes a sus fuerzas represivas, tuvieron mucho tiempo para "enfrentarse al lobby armamentístico" durante sus numerosos mandatos. ¿Qué han hecho salvo derramar una lágrima falsamente comprensiva ante cada nuevo tiroteo? ¡Nada! Se quedaron con gestos porque la fabricación de armas es una industria estratégica extraordinariamente próspera en Estados Unidos. Pero, sobre todo, detrás de la supuesta solución milagrosa del control de armas3, la burguesía busca ocultar los orígenes del "mal de nuestra sociedad".
Salvador Ramos está muerto, su cuerpo acribillado a balazos, pero las causas de su trayectoria asesina no han desaparecido. Con el agravamiento de la crisis del capitalismo, con el crecimiento imparable de la miseria, de la precariedad, de la violencia social y de la exclusión, la desesperación y el odio tienen todavía un largo camino por recorrer. La única contramedida a esta deriva bárbara reside en el desarrollo masivo y consciente de las luchas proletarias que ofrecerán a los jóvenes una verdadera identidad, la de la clase, y una verdadera solidaridad, la que se forja en la lucha contra la explotación. En estas luchas los explotados de todos los países podrán gradualmente comprender y defender la única perspectiva que puede salvar a la humanidad de la barbarie: ¡el derrocamiento del capitalismo mediante la revolución mundial!
EG, 29 de mayo de 2022
1 Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7] . Mientras que el proletariado aún no ha encontrado la fuerza para derrocar al capitalismo afirmando abiertamente su perspectiva revolucionaria, la burguesía es hoy incapaz de movilizar a los diferentes componentes de la sociedad en torno a la única "respuesta" que puede dar a la crisis histórica de su sistema: la guerra mundial. La sociedad se encuentra así sumida en un impasse momentáneo, una especie de "bloqueo" desde finales de los años 80, marcado por la ausencia de toda perspectiva inmediata.
Esta fase de descomposición se caracteriza por una putrefacción de todas las relaciones sociales a todos los niveles, que es aún más evidente en el plano ideológico con el desarrollo sin precedentes del terrorismo, la delincuencia, el maremágnum de la droga, la violencia descarada, la profusión de sectas, el renacimiento del espíritu religioso y de ideologías totalmente irracionales, la violencia y la desesperación... En este sentido, no es casualidad que el número de tiroteos en las escuelas se haya disparado en los últimos treinta años
2Una aceleración que el CCI identificó al inicio de la pandemia mundial de Covid-19 y que se confirmó y agravó en gran medida con la guerra de Ucrania, ver Informe sobre la pandemia y desarrollo de la descomposición del 24º Congreso Internacional de la CCI https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso [38] .
3 En Asia, donde las armas están más estrictamente controladas, los atentados se realizan con mayor frecuencia con cuchillos. En China, por ejemplo, el mismo día de la masacre de Newtown en 2013, un hombre apuñaló a 22 niños en una escuela
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La guerra de Ucrania hace más necesaria que nunca la noción marxista de Decadencia del Capitalismo. Esta noción nos da el marco para comprender porque la guerra imperialista es un concentrado de barbarie que amenaza la vida misma de la humanidad y del propio planeta.
El blog Barbaria ataca esa noción y lo hace presentándose como “defensor de la Izquierda Comunista”1 cuando la noción de Decadencia del Capitalismo es uno de los pilares fundamentales de la Izquierda Comunista.
En un texto titulado Sobre la decadencia del capitalismo, la revolución permanente y la doble revolución2, Barbaria afirma: “Quien más va a desarrollar esta perspectiva es la CCI a partir de los años 70 del siglo XX. En esta idea de la decadencia subyace siempre la noción de que el capitalismo ha alcanzado los límites de su desarrollo saludable. Al agotar los mercados precapitalistas, se producen crisis de sobreproducción que provocan no necesariamente un cese completo de la economía capitalista, pero sí una serie de catástrofes y convulsiones crecientes”.
Antes que nada, queremos denunciar que Barbaria no da ni una sola cita de textos de la CCI para avalar su “crítica”. Simplemente se limita a descalificar sin aportar ningún análisis de nuestros argumentos3.
Esta actitud de descalificar sin aportar el más mínimo argumento o elemento de reflexión está en los antípodas del método de debate en la historia del movimiento obrero y en la Izquierda Comunista, donde la polémica y la crítica se han basado en el estudio serio, documentado y argumentado, de lo que se quiere criticar.
Barbaria falsifica lo que dice la CCI. Nosotros nunca hemos dicho que los “mercados precapitalistas” se agotan con la decadencia, lo que hemos dicho es que su tamaño se reduce tanto que no da satisfacción a las crecientes necesidades de la acumulación de capital. No hablamos de un “depósito lleno donde no cabría más líquido”, sino de un sistema siempre en expansión pero que se ve atenazado y empujado hacia crecientes convulsiones por las contradicciones que le impone su propia naturaleza. ¡No es lo mismo!
Tampoco decimos que las catástrofes y convulsiones que se acumulan desde 1914, tengan como causa directa la crisis de sobreproducción: “En cuanto quedó formado completamente el mercado mundial, la intensificación y el desencadenamiento de la competencia comercial han acabado obligatoriamente en agravación de tensiones militares, en la constitución de arsenales cada vez más imponentes y la sumisión creciente de la vida económica y social a los imperativos de la esfera militar. Militarismo y guerra imperialista son la expresión central de la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia. Si se identifican tanto con el período de decadencia, es porque éste es el periodo en que las relaciones de producción capitalistas se han vuelto una traba al desarrollo de las fuerzas productivas: el carácter perfectamente irracional, en el plano económico global, de los gastos militares y de la guerra es expresión de la aberración que es el mantenimiento de esas relaciones de producción”4
Testimonio de todo ello son dos guerras mundiales (con 80 millones de muertos directos5), interminables guerras locales durante el periodo de la “Guerra Fría” (1945-89) con 100 millones de muertos y que además hizo pesar sobre la humanidad la espada de Damocles de un holocausto nuclear. Después, tras el hundimiento del bloque ruso en 1989, las guerras han seguido ensangrentando el planeta, ahora mismo hay 52 conflictos guerreros en el mundo, los cuales aun siendo expresión del avance del cáncer militarista tienen un alcance localizado, en cambio, la guerra de Ucrania ha colocado la matanza imperialista en el corazón de Europa y la amenaza de catástrofes nucleares se cierne de nuevo sobre la humanidad.
A todo lo anterior debemos añadir la destrucción ecológica, la pandemia, la barbarie moral, la degradación y dislocación del aparato político incluidos los países centrales, la emigración convertida en un éxodo desesperado, las hambrunas… Y como telón de fondo una crisis económica crónica que dura desde 1967.
¿Cómo explicar esta escalada terrible de la barbarie? Podemos dar explicaciones “moralizantes” del tipo “los hombres son malos” o autoengañarnos creyendo que el sistema podrá reformarse. Sin embargo, el marxismo ha aportado una explicación materialista histórica y en su médula está la noción de decadencia del capitalismo.
Esta explicación es rechazada por Barbaria arguyendo que “El capital desarrolla siempre sus fuerzas productivas, aunque lo haga de un modo cada vez más catastrófico. El capital es valor hinchado de valor. La competencia entre capitales por acumular más valor les empuja al desarrollo de las fuerzas productivas. Negar o minusvalorar este hecho categorial implica no entender la naturaleza de las categorías del capitalismo, su ADN”.
A diferencia del feudalismo, donde domina la eterna repetición de los ciclos naturales de producción, la competencia bajo el capitalismo estimuló el desarrollo de las fuerzas productivas mientras hubiera territorios y áreas donde fuera posible la expansión del sistema. Sin embargo, la competencia tiene un lado destructivo que Barbaria oculta de forma artera.
El lado destructivo de la competencia ya se manifestó en el siglo XIX, donde la expansión del capitalismo era posible: “Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio” (Manifiesto Comunista).
La destrucción de fuerzas productivas se tornó dominante en el periodo de decadencia capitalista donde la expansión del sistema se hace cada vez más difícil y por tanto domina la guerra imperialista provocando convulsiones y destrucciones sin límite.
Barbaria dice que la noción de Decadencia nació con la Internacional Comunista en 1919: ““Es en este contexto que nace la revolución rusa como expresión de esa revolución mundial, y en ese momento nacerá también la idea de decadencia que defenderá la Internacional Comunista, por la cual a comienzos del siglo XX el capitalismo ya no da más de sí, está agotado históricamente”
Estamos ante otra de las falsificaciones desvergonzadas de Barbaria. La noción de decadencia no aparece con la IC, la noción de Decadencia está en los orígenes del marxismo, en la demarcación entre socialismo científico y socialismo utópico6.
En Los Principios del Comunismo, Engels se pregunta “¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible antes?”, a lo que responde “No, no era posible. Toda transformación del orden social, todo cambio de las relaciones de propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de nuevas fuerzas productivas que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de propiedad”. El Manifiesto Comunista precisa más aún “Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras, franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”. Una década después, Marx remata: “Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social”7
Todo modo de producción tiene una época ascendente donde estimula y expande el desarrollo de las fuerzas productivas y una época decadente donde se convierte en una traba para aquellas provocando convulsiones y destrucción cada vez más peligrosas. Esto se vio con el esclavismo romano, con el feudalismo, con el despotismo asiático, ningún modo de producción escapa a esta ley fundamental.
En el artículo Ascendencia y Decadencia del capitalismo señalamos que “Marx y Engels tuvieron que luchar sobre todo contra los que eran incapaces de ver que el capitalismo estaba todavía en su fase ascendente. En cambio, desde finales del siglo pasado, la izquierda de la segunda Internacional, a través de Rosa Luxemburgo en particular, tuvo que luchar contra la tendencia inversa, o sea, la de los reformistas, la cual negaba que el capitalismo se estaba acercando a su fase de decadencia” 8.
En Huelga de masas, partido y sindicatos, Rosa Luxemburgo comprendió el “mensaje” de la Revolución de 1905 en Rusia “La Revolución Rusa actual se encuentra en un punto del camino histórico que ya está del otro lado del punto culminante de la sociedad capitalista, La revolución actual concreta en el marco de la Rusia absolutista las consecuencias generales del desarrollo capitalista internacional. Aparece, no tanto como sucesor de las viejas revoluciones burguesas, sino como precursora de una nueva serie de revoluciones proletarias en Occidente”.
Cuando el primer congreso de la Internacional Comunista (1919) afirma que “Una nueva época surge. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado» no está “inventando el concepto de decadencia” sino que está aplicando el análisis del marxismo al terrible cataclismo que supuso la Primera Guerra Mundial, como igualmente lo hizo Rosa Luxemburgo: “Nos encontramos, hoy tal como lo profetizó Engels hace una generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo, sus métodos, sus guerras” (La Crisis de la Socialdemocracia).
El programa histórico del proletariado ha ido modificándose según 4 factores:
La evolución del capitalismo, sobre todo su paso de la Ascendencia a la Decadencia
La propia evolución del proletariado en su concentración y formación
Sus experiencias de lucha donde combates como 1848, 1871, 1905, 1917-23, 1968 han aportado elementos imprescindibles para su conciencia y organización
El desarrollo general de su conciencia de clase como definición de sus metas y medios para alcanzarlas.
Vamos a insistir sobre el primer factor pues para Barbaria “Ese dualismo de la noción de decadencia entre lo objetivo y lo subjetivo le lleva a defender un programa durante la fase de ascenso del capitalismo y otro durante la fase de decadencia”. Una vez más, Barbaria falsifica. No hablamos de dos programas, uno para la ascendencia y otro para la decadencia, sino de un solo programa que evoluciona y se modifica en función de los 4 factores antes señalados.
El programa histórico del proletariado va evolucionando y rectificándose. Así, en 1847-48 con la Liga de los Comunistas pasa de un programa utópico y moralista, abierto a los “hombres de buena voluntad” a un programa basado en el socialismo científico y la autonomía de clase del proletariado. En 1871, a la luz de la Comuna de París, corrige la idea de “tomar el Estado” por la de destruir el Estado. 1905 y, sobre todo 1917, lleva a comprender que los Consejos Obreros son “la forma al fin encontrada de la Dictadura del Proletariado” etc. etc.
Según Barbaria “la idea de decadencia presupone que aquello que es positivo en la fase de ascenso del capitalismo (parlamentarismo, sindicatos, cuestión nacional, guerras interburguesas…) por arte de birlibirloque se convierte en lo contrario, convirtiéndose en posiciones burguesas e interclasistas”
En La lucha del proletariado en el capitalismo decadente, hacemos una concienzuda comparación entre las condiciones reinantes en el periodo ascendente cuyo apogeo fue 1848-1917 y las propias del periodo decadente (siglo XX y XXI): “La unidad de este marco da a las diferentes etapas del movimiento obrero del siglo XIX un carácter continuo; los métodos y los instrumentos de la lucha de la clase se elaboran y se perfeccionan progresivamente, particularmente la organización sindical. En cada una de estas etapas, las similitudes con la etapa anterior son mayores que las diferencias. En estas condiciones la tradición no pesa demasiado en los obreros de aquel tiempo: para una gran parte de ellos, el pasado muestra el camino a seguir. Pero está situación cambia radicalmente al iniciarse el siglo 20, la mayoría de los instrumentos que la clase ha ido forjando durante decenios ya no le sirven para nada; peor, se vuelven contra ella y se hacen armas del capital. Así pasó con los sindicatos, los grandes partidos de masas, la participación a las elecciones y al Parlamento. Y eso porque el capitalismo entró en una fase totalmente diferente de su evolución: la de su decadencia. Por consiguiente, el marco de la lucha proletaria se halla completamente trastornado; desde entonces la lucha por mejoras progresivas y duraderas en el seno de la sociedad pierde su significado. No sólo ya no puede conceder nada un sistema capitalista con el agua al cuello, sino que sus convulsiones ponen en entredicho cantidad de conquistas proletarias del pasado. Frente a este sistema moribundo, la única verdadera conquista que puede obtener el proletariado es destruirlo”9
Barbaria proclama que “El programa comunista es invariante, porque invariantes son tanto el capital como su enterrador histórico”. Envuelto en “argumentos” que adoptan un aire bordiguizante, Barbaria recupera el viejo “programa” del GCI10 de “la rebelión eterna e invariante” donde “la lucha sindical, la parlamentaria, la lucha por reformas siempre fueron desde sus inicios lo que hoy son, o sea, medios para integrar al proletariado en el capitalismo. El análisis de la existencia de dos fases en la historia del capitalismo a las que corresponden formas de lucha diferentes no sería más que un invento de los años 30 para "traicionar" mejor el "programa histórico"11
El concepto de Decadencia no es un invento de la CCI, ni su propiedad. Es una adquisición histórica del proletariado, hoy más necesaria que nunca ante la barbarie de la guerra, que defendemos con uñas y dientes contra gentes como Barbaria que pretenden desvirtuar y falsificar las adquisiciones históricas del proletariado.
Marjane y Omar 30-6-22
1 Sobre qué es Barbaria escribimos el artículo ¿Barbaria o Comunismo? https://es.internationalism.org/content/4730/barbaria-o-comunismo [248] . En el artículo denunciábamos la impostura de declararse de la “Izquierda Comunista” ignorando y ocultando a los grupos que la expresan y la defienden desde hace muchos años.
2 https://barbaria.net/2022/04/25/sobre-la-decadencia-del-capitalismo-la-revolucion-permanente-y-la-doble-revolucion/ [249]
3 Quienquiera que desee conocer -y criticar si lo ve necesario- la posición de la CCI sobre la Decadencia del Capitalismo puede consultar la Serie sobre el tema https://es.internationalism.org/series/492 [250]
4 Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
5 A los que habría que sumar los 20 millones provocados por el estallido de la pandemia de gripe española en 1918 hacia el final de la primera guerra mundial.
6 Escribimos una Serie titulada La teoría de la decadencia en la médula del materialismo histórico, precisamente para argumentar que esta teoría fue desarrollada desde los primeros tiempos del marxismo: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200407/174/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico- [251] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200410/195/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico- [252] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/67/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico-i [79] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/357/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico- [253]
7 Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm [254]
8 Ascendencia y Decadencia del capitalismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/198704/2286/comprender-la-decadencia-del-capitalismo-ii-ascendencia-y-decadenc [255]
9 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente [256]
10 Grupo Comunista Internacionalista, grupúsculo parásito que por las noticias que tenemos ha abandonado toda actividad. Ver ¿Para qué sirve el GCI? https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/516/para-que-sirve-el-grupo-comunista-internacionalista-gci [257]
11https://es.internationalism.org/revista-internacional/198704/2286/comprender-la-decadencia-del-capitalismo-ii-ascendencia-y-decadenc [255]
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A pesar de Covid, a pesar de la guerra en Ucrania, a pesar de las divisiones tóxicas agitadas por el Brexit, la clase obrera en Gran Bretaña, como en muchas otras partes del mundo, sigue dispuesta a luchar en defensa de sus niveles de vida. Y, a largo plazo, este es el único camino que conduce a poder superar el precipicio de autodestrucción que ofrece el capitalismo.
La "crisis del coste de la vida" se ha convertido en un factor activo de la resistencia de los trabajadores. La crisis económica mundial no comenzó con Covid o la guerra de Ucrania. Se ha ido acumulando durante décadas (¿recuerdan la "crisis del petróleo" de los años 70 y el "crack financiero" de 2008?) Pero estas expresiones más recientes del deslizamiento hacia la barbarie ciertamente han acelerado la inestabilidad económica global, y dentro de ella, el declive económico específico de Gran Bretaña - y sólo han ocultado parcialmente el impacto adicional y cada vez más desastroso del Brexit a este nivel. El aumento de la inflación -que ahora se sitúa oficialmente en el 9,1% y se espera que aumente al 11% a finales de este año- está teniendo un impacto directo en la capacidad de las "familias trabajadoras ordinarias" (es decir, la clase trabajadora) para calentar sus hogares, conducir al trabajo y poner comida en la mesa.
Para muchos trabajadores, la espiral de precios y las ofertas salariales muy por debajo de la tasa de inflación han sido la gota que ha colmado el vaso tras años de ataques a los salarios, los puestos de trabajo y las prestaciones sociales, y se ha producido toda una serie de huelgas en sectores importantes, sobre todo en los ferrocarriles. 40.000 trabajadores ferroviarios -señalistas, personal de mantenimiento y de trenes- pertenecientes al sindicato RMT (Rail, Maritime and Transport union) realizaron tres huelgas en junio y tienen previsto realizar otras el 27 de julio, el 18 y el 20 de agosto: la primera huelga nacional en los ferrocarriles británicos desde hace unos 25 años.
5.500 maquinistas pertenecientes a otro sindicato, ASLEF, también harán huelga el 30 de julio en ocho compañías ferroviarias. Antes habrá huelgas más pequeñas en otras empresas. En el noroeste de Inglaterra, los conductores de autobús están en huelga por un conflicto salarial con Arriva.
También hay previstas huelgas en el sector de las comunicaciones. 40.000 trabajadores de British Telecom harán huelga el 29 de julio y el 1 de agosto. Los trabajadores de Royal Mail harán huelga entre el 20 y el 22 de julio. Esto podría implicar a 115.000 trabajadores.
Tras el rechazo de los sindicatos a las ofertas salariales de la patronal en las compañías aéreas, este verano podrían producirse paros generalizados en los aeropuertos, tanto en Gran Bretaña como en otros países europeos.
En el ámbito de la educación, se han producido varias luchas en las universidades y en las escuelas de formación profesional, mientras que el Sindicato Nacional de Educación y el Sindicato Nacional de Profesores están llamando a la "acción industrial" en otoño si las negociaciones fracasan. Y tras la oferta salarial del gobierno de alrededor del 5% (o menos) para los trabajadores de la sanidad, los profesores y otros trabajadores del sector público, "los sindicatos de la sanidad denunciaron airadamente las subidas salariales del NHS como una 'traición' y 'una patada en los dientes', y advirtieron que los paros podrían estar en el horizonte".
Estos conflictos se inscriben en el marco de un aumento general de la combatividad de los trabajadores. El sindicato GMB, que tiene una fuerte presencia entre los empleados de los ayuntamientos, informó de que el número de conflictos entre octubre de 2021 y marzo de 2022 fue siete veces mayor que en el mismo periodo de 2019-20; el sindicato Unite, uno de los principales del sector público, afirmó que los conflictos se habían cuadruplicado.
Estas luchas no son una respuesta directa de la clase obrera a la guerra capitalista en Ucrania. Pero después de que se nos haya dicho que "estamos todos juntos" en la lucha contra Covid y que todos debemos estar dispuestos a hacer sacrificios para defender a Ucrania y Occidente de la agresión rusa, no es de poca importancia que los trabajadores no estén dispuestos a renunciar a la defensa de sus propios intereses de clase en nombre de la unidad nacional. Y si miramos más allá de Gran Bretaña, podemos ver que la combatividad de la clase obrera ha estado tensándose en numerosos países. En 2019, justo antes de que llegara la pandemia, hubo movimientos de huelga en Francia[1], e incluso durante loa confinamientos por el COVID -sobre todo al principio- los trabajadores de numerosos sectores, incluidos los "héroes" de los servicios sanitarios, emprendieron acciones colectivas contra la obligación de trabajar sin ningún medio real de protección contra el virus. Cuando los cierres llegaron a su fin, hubo más brotes de lucha de clases en Estados Unidos, Irán, Italia, Turquía y otros lugares, lo que nos llevó a difundir una hoja internacional[2].
Si comparamos estos movimientos contra la intensificación de la explotación con la situación de la clase obrera en Ucrania, que ha sido subyugada casi por completo al esfuerzo bélico nacional, podemos verlos como una prueba de que, si bien los trabajadores de Ucrania están experimentando una verdadera derrota, esto no se aplica a la clase obrera a nivel mundial, y en particular a sus fracciones más experimentadas en Europa occidental, que no están dispuestas a sacrificar sus necesidades materiales de clase al ídolo del interés nacional, y menos aún a marchar a la guerra en nombre de la clase capitalista.
Se puede objetar que todas estas luchas se limitan al plano económico y que no llevan a la clase obrera, al menos a corto plazo, a desarrollar una alternativa política al callejón sin salida histórico al que ha llegado la sociedad capitalista. Pero en una situación en la que, por las razones que hemos analizado en otro artículo[3], las luchas en respuesta a la crisis económica y los ataques que la acompañan proporcionan un punto de partida indispensable para que la clase obrera recupere su propia identidad, sobre todo cuando un gran número de trabajadores de diferentes sectores están en huelga por las mismas reivindicaciones económicas. Y la recuperación de la identidad de clase contiene necesariamente una dimensión política vital[4], ya que tiende a poner de relieve el escenario previsto por el Manifiesto Comunista en 1848: "La sociedad en su conjunto se divide cada vez más en dos grandes campos hostiles, en dos grandes clases directamente enfrentadas: la burguesía y el proletariado".
La formación de la clase obrera en una fuerza unificada que se enfrente a la burguesía está, por supuesto, muy lejos, y no tenemos intención de restar importancia a los inmensos obstáculos que se interponen en el camino de tal resultado - sobre todo porque la acelerada descomposición de la propia sociedad burguesa amenaza con arrastrar a la clase obrera en su estela, para infligir los propios odios y divisiones de este sistema moribundo (nacional, racial, sexual, religioso, etc.) en el cuerpo del proletariado. Al mismo tiempo, aunque la propia burguesía está cada vez más dividida, perdiendo cada vez más el control de su propio sistema, y de su maquinaria política en particular, sigue siendo capaz de desarrollar estrategias y maniobras para impedir la unificación de su enemigo mortal, la clase obrera.
En respuesta a las huelgas en Gran Bretaña, el gobierno populista tory, que ha afirmado ser el "verdadero partido de los trabajadores" (¡!), por el momento no está lanzando un ataque frontal contra las huelgas, sino que principalmente está adoptando una postura más conciliadora, de esperar y ver, incluso si el ministro de Transporte Grant Schapps ha dicho que las demandas de los huelguistas ferroviarios no son razonables. Admite que hay una "crisis del coste de la vida" que presenta como temporal, y que necesita decisiones difíciles para ser superada. También ofrece una ayuda simbólica a los trabajadores más pobres de unos cientos de libras en julio y en otoño. Más recientemente, ha ofrecido aumentar la subida salarial del 2% del sector público al 5%, es decir, ofrece un recorte salarial de aproximadamente el 5% en lugar del 8%.
Los exponentes más serios de los medios de comunicación burgueses, especialmente periódicos como The Guardian y Observer, pero también la BBC, han hablado mucho de la "ola de huelgas", incluso exagerándola y prediciendo un "invierno de descontento", un retorno a la lucha de clases de los años 70. Se han publicado numerosos artículos mostrando la legitimidad de las reivindicaciones de los huelguistas ferroviarios, en particular elogiando al líder del RMT, Mick Lynch, por su inteligente y articulada defensa de estas reivindicaciones frente a la hostilidad de algunos medios de comunicación. También se han publicado varias encuestas que muestran que las huelgas ferroviarias han contado con un considerable nivel de apoyo público. Esto contrasta con las anteriores huelgas de transporte, en las que los medios de comunicación se han centrado en el “daño” inflingido a los viajeros por las "demandas egoístas" de los sindicatos. Es cierto que un periódico sensacionalista como The Sun todavía puede proclamar que "las huelgas ferroviarias de esta semana son lo que ocurre cuando los matones marxistas drogados con fantasías de "guerra de clases" intentan utilizar como arma los problemas económicos del público para derribar a un gobierno elegido que desprecian" (20.6.22), pero esta retórica incendiaria también sirve para radicalizar la imagen de los sindicatos.
Dado que en el pasado la burguesía siempre ha tenido cuidado de ocultar las noticias sobre la escalada de los movimientos que se han desarrollado fuera del control oficial, esta publicidad constante y a menudo favorable a las huelgas apunta a un intento de la clase dominante de anticiparse y así disipar un desarrollo más peligroso del movimiento de clase. Y una primera señal de que los sindicatos estaban desempeñando su papel en esta división del trabajo, de que están haciendo su trabajo de mantener la lucha de clases bajo control, fue la convocatoria de una gran manifestación del TUC "contra la crisis del coste de la vida" en Londres el 18 de junio.
Además:
Lo que estamos viendo hoy en Gran Bretaña es sólo un indicio de lo que la clase obrera necesita hacer si quiere forjarse en una fuerza unificada y consciente capaz de enfrentarse y derrocar el dominio del capital. También nos recuerda el cinismo y la astucia de un aparato gobernante que no se limita a los tories, sino que incluye a todo el "movimiento laborista", desde Starmer hasta los sindicatos y la extrema izquierda. Pero identificar los obstáculos a la lucha de clases, exponer sus verdaderos enemigos, es una parte necesaria para liberar el inmenso potencial revelado por la resistencia inmediata de la clase explotada.
Amos 21/7/22
[1] Ver La perspectiva que plantean las recientes luchas obreras en Francia https://es.internationalism.org/content/4540/la-perspectiva-que-plantean-las-recientes-luchas-obreras-en-francia [103]
[2] Hoja Internacional de la CCI: Contra los ataques de la burguesía necesitamos una lucha unida y masiva https://es.internationalism.org/content/4773/hoja-internacional-de-la-cci-contra-los-ataques-de-la-burguesia-necesitamos-una-lucha [142]
[3] ¿Cómo puede el proletariado derrocar el capitalismo? https://es.internationalism.org/content/4847/como-puede-el-proletariado-derrocar-el-capitalismo [259]
[4] Como dijimos en nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA “Lo que el proletariado debe abandonar no es el carácter económico de su lucha (esto le es imposible, ya que lucha como clase) sino todas las ilusiones de llevar a buen término la defensa de sus intereses dentro de un marco estrictamente económico sin asumir el carácter político, global y revolucionario, de su lucha. Frente al inevitable fracaso inmediato de sus luchas reivindicativas en el capitalismo decadente lo que la clase obrera debe concluir no es que sus luchas sean inútiles, sino que el único medio para que sean útiles a su causa es concebirlas y transformarlas en momentos de aprendizaje y preparación para luchas más generalizadas, más organizadas, y más conscientes del enfrentamiento final con el sistema” https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el [260]
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“Pero fue precisamente esta idea de nación como una de las categorías de la ideología burguesa, algo que la teoría marxista atacó más impetuosamente, señalando que bajo consignas como "autodeterminación nacional" -o "libertad del ciudadano", o "igualdad ante la ley"- asoma siempre un significado deforme y limitado. En una sociedad basada en clases, la nación sencillamente no existe en tanto que conjunto uniforme sociopolítico. En cambio, dentro de cada nación hay clases con intereses y "derechos" antagónicos.” R. Luxemburgo
Desde hace varios años el conflicto mapuche ha ido escalando en una violencia terrorista desenfrenada, ha habido asesinatos, cortes de ruta, saqueos, robos de madera y narcotráfico. Distintos gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, han respondido a esto principalmente mediante “estados de excepción” y militarización de la Araucanía (principal lugar de conflicto), con la única diferencia de que la izquierda ha sido mucho más “buenista” y ha estado más “abierta al diálogo”, sin embargo, ninguna de las medidas implementadas hasta ahora ha dado resultado, y en los últimos años ha habido innumerables muertos: policías, indígenas, empresarios rurales y trabajadores locales. Por si fuera poco, durante el mes de marzo de este año realizaron una emboscada armada a la ministra del interior Izkia Siches, algo que jamás había ocurrido antes a ninguna autoridad política de tanta importancia. La última víctima del terrorismo rural fue un trabajador forestal de 66 años llamado Segundo Catril Neculqueo, asesinado el 24 de mayo por miembros de la CAM (Coordinadora Arauco Malleco). Ante el auge del narcoterrorismo con etiqueta “indígena” y la impotencia de los gobiernos burgueses al tratar de resolver el conflicto ¿Cómo debería responder el proletariado?
Para empezar, primero detallemos más a fondo como han actuado los últimos gobiernos: el de Sebastián Piñera y el de Gabriel Boric, actual presidente, pues como se dijo pese a que el conflicto mapuche ha durado siglos ha sido en los últimos años en donde la violencia ha empeorado drásticamente. Durante el gobierno de Piñera, este decretó el estado de excepción en octubre del 2021 con el fin de “combatir el terrorismo” que tanto agobia a la zona macro sur del país, este además utilizó a los famosos “comandos jungla”, grupos policiales especiales entrenados en Colombia, que sirvieron hasta el año 2018. En cambio, Gabriel Boric, que por su “naturaleza progresista” no ha sido tan represor como el gobierno anterior, ha sido duramente criticado por la sociedad civil y la oposición, pues prácticamente todos los días ha habido quema de camiones y robos a empresas forestales, y la derecha le reclama que no ha impuesto una suficiente “mano dura” contra los terroristas, de la misma forma, su aprobación ha caído drásticamente según diversas encuestas. Lo anterior obligó a Boric a dejar de ser tan “buenista” y decretar primero un “Estado intermedio”, que terminó en un fracaso total y que luego, por presiones políticas, tuvo que llegar nuevamente al “estado de excepción”. Como se dijo anteriormente, el conflicto mapuche es algo que ha durado siglos, se volvió a rearticular exactamente el año 1997, sin embargo, en el 2013 con el asesinato del matrimonio “Luchsinger-Mackay” (una familia de empresarios que pertenecen a las familias más adineradas en Chile y que fueron cruelmente asesinados por un incendio en su hogar), los atentados cada vez se han vuelto más recurrentes, y los asesinatos aumentaron.
Para aclara un poco más sobre quiénes son los principales actores en esta disputa: por el lado de los “mapuches” esta la CAM, liderada por Héctor Llaitul Carrillanca, junto con otros grupos insurgentes con menos importancia como la resistencia mapuche Malleco, etc. Y por el otro lado están el ejército y la policía chilena, además de la PDI (policía de investigaciones), y otros grupos de autodefensa de agricultores con orientación “ultraderechista”, que son aliados de los latifundistas locales y de empresarios de la zona. El conflicto, hasta el momento, ha dado como resultado 3 policías, 1 detective, 14 civiles (principalmente camioneros que trabajan y circulan por la zona) y 15 “comuneros” asesinados, además de más de 400 camiones quemados, e innumerables casas y prados incendiados, mas 10 iglesias destruidas. Para colmo, se habla sin pelos en la lengua de una zona de guerra. En lo que respecta a apoyos financieros y políticos, hay evidencia de que muestra de que exmiembros de la FARC y chavistas venezolanos apoyan las guerrillas mapuches, aunque todavía no se ha aclarado bien ello y no hay mucha evidencia al respecto.
Dicho todo lo anterior, ¿Cómo debería actuar el proletariado? Bueno, para responder a ello hay que tener en consideración ciertas cuestiones:
Las luchas de liberación nacional son pugnas Inter burguesas, en las que el proletariado solo es usado como carne de cañón entre fanáticos nacionalistas1.
En la descomposición capitalista actual, el crimen y el lumpen organizado se entremezcla más con las luchas de sectores no explotados, esto se explica porque las guerrillas mapuches están cada vez más unidas al narcotráfico y robo de madera para sustentar sus actividades. De hecho, uno de los exmiembros de la CAM, Emilio Berkhoff, fue detenido por posesión de drogas. Se podría llegar a decir incluso que el tema de fondo que ahí en la Araucanía es mas de narcotráfico y robo que “luchas de liberación nacional”, igual que en Colombia. En la descomposición capitalistas las guerras de narcotráfico se trasladan entre los países periféricos, Chile no es la excepción2.
Con el terrorismo de la decadente pequeñoburguesa ruralista solo la clase capitalista gana, pues I) refuerza los poderes del estado totalitario capitalista, II) infesta a la clase proletaria con ideas racistas, policiales y militaristas, que de hecho ha sido una de las consecuencias más evidentes que se ha visto hasta ahora
Explicado lo anterior, lo único que se puede realizar en estos momentos de retrocesos en la lucha de clases, es que las facciones comunistas denuncien estas luchas de liberación nacional, que no son más que expresión de la burguesía local y que solo producen matanzas entre proletarios. De la misma forma, también se debe realizar un llamado a las comunidades rurales a que rompan con estos grupos terroristas y criminales, junto con su ideología nacionalista y reaccionaria, y recordarles que la única solución posible para el campesinado, y todas las capas no explotadoras, es unirse a las luchas obreras y el socialismo, pues en la decadencia del capitalismo las luchas de liberación nacional no tienen un carácter progresista, sino reaccionario.
Rodrix
1 Ver el folleto de la CCI ¿Nación o Clase? https://es.internationalism.org/cci/200606/968/nacion-o-clase [262]
2 Sobre la descomposición social e ideológica del capitalismo ver las Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
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Hace solo unos cuantos días, el gobierno burgués de Boric ha anunciado el cierre de la fundación Ventanas en Quintero, una zona industrial altamente contaminante Esta medida reaccionaria de un gobierno que se disfraza de “amigo de los trabajadores” traerá seria consecuencia para nuestros hermanos de clase: más de 350 trabajadores operan ahí, sin contar otros obreros subcontratados de otras empresas que también laboran en aquel lugar. Hay voces entre los burgueses de izquierda que dicen que “las zonas industriales contaminan así que está bien que las cierren”, “los mineros pertenecen a la aristocracia, pues son los trabajadores que más ganan en el país, son unos egoístas millonarios”, “los mineros son unos traidores que se opusieron al gobierno de Allende” y las barbaridades calumniosas continúan, junto con los ecologistas que también celebran esta desgracia anti-proletaria … Ante este complejo escenario, a los obreros no les queda más que un crudo camino que recorrer.
Todo comenzó el viernes 17 de junio, cuando el presidente Gabriel Boric anunció el cierre de la planta durante un comunicado a nivel nacional: “Queridos compatriotas, quiero contarles que hace algunas horas, y luego de un acucioso proceso de estudio y diálogo con los distintos sectores involucrados, en una discusión pública que como ustedes saben lleva años, el directorio de Codelco ha tomado la decisión de avanzar hacia el cese de sus operaciones en la fundición de Ventanas “(Boric, 2022). Esto causó inmediatamente una oleada de furor entre el proletariado industrial que trabaja en la zona, quienes amenazaron con un paro (huelga) nacional el día siguiente. El paro abarcó a más de 14 mil trabajadores de CODELCO, sin embargo, los obreros de las empresas subcontratistas se sumaron, formando un ejército de más 50.000 proletarios en huelga. La huelga no duró más de unos cuantos días, aunque fueron días de grandes combates y aprendizajes para el proletariado, donde se realizaron numerosas barricadas y manifestaciones. El jueves 23 Amador Pantoja, presidente de la Federación de los Trabajadores del Cobre, anuncia el fin de la paralización: "Hemos determinado como consejo, en donde ya le hemos informado a nuestros presidentes de cada sindicato, que a partir de este minuto vamos a levantar la paralización, y lo vamos a hacer con el convencimiento de que estamos haciendo las cosas correctas" (Pantoja, 2022).
Aunque Boric haya prometido de que ningún obrero quedará desempleado “Reitero que todo el cobre se seguirá procesando exclusivamente en fundiciones de CODELCO y que ningún trabajador quedará sin su fuente laboral” (Boric, 2022), la verdad es que no dice nada respecto a los subcontratados, además de que un traslado de los trabajadores a otras instalaciones siempre trae una serie de problemas para estos, y no siempre todos los trabajadores logran ser re-trasladados. La realidad es que el presidente izquierdista dijo que “ningún trabajador quedaría sin empleo” eso con el fin de evitar huelgas obreras como reacción al desempleo, sin embargo, esto no funcionó y los obreros se lanzaron al combate. De la misma forma también quedó demostrado una vez más que el sindicato no es nada más que un órgano del capital, pues se vio nuevamente que encerraron a los trabajadores en “su sector”, impidiendo que la lucha se expanda completamente a todo el movimiento obrero. Así como la izquierda del capital demostró una vez más su defensa del capital, los sindicatos también demostraron que no representan a los obreros, sino al Capital y a su Estado.
Además, se debe recalcar nuevamente la autonomía proletaria como tal, independencia frente a las distintas facciones burguesas en conflicto, esto debido a que otra presidenta del sindicato, Andrea Cruces, llamará a votar rechazo a la próxima constitución que se elegirá en septiembre. Se le ha dicho hasta el cansancio a nuestra clase que la asamblea constituyente es capitalismo, que la nueva constitución no es más que el poder de la burguesía renovado, y que independiente si gana el apruebo o el rechazo la explotación y la precariedad laboral seguirán y se van a empeorar mucho más debido a la inflación, la crisis y la guerra de Ucrania[1].
Los cierres de nuestros centros de trabajo no son mas que una muestra de que el capital no puede satisfacer las necesidades de la humanidad, ni si quiera las más básicas como el derecho al trabajo y a la tranquilidad. De la misma forma, el conflicto ecológico que hay detrás de esta problemática no puede pasar desapercibido para la clase, y es que detrás de la contaminación y destrucción de la naturaleza solo esta el CAPITALISMO, incapaz de resolver las contradicciones entre hombre y naturaleza, acrecentando el daño. Esto solo demuestra que la única lucha posible para los trabajadores es la toma del poder y la revolución comunista de los consejos obreros, de lo contrario la barbarie contra nosotros seguirá creciendo. La lucha de los obreros de las refinerías, de los camioneros, de los supermercados, etc. es la misma lucha, ¡¡la lucha revolucionaria de los trabajadores!!
¡¡LA EXPLOTACION DEL PROLETARIADO MANTIENE AL CAPITALISMO CON VIDA, Y SOLO EL PROLETARIADO PUEDE ACABAR CON ESTE SISTEMA CRIMINAL!!
Rodrix
[1] Ver Chile: ¡En contra de la asamblea constituyente! ¡vamos por la verdadera autonomía e internacionalismo del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4555/chile-en-contra-de-la-asamblea-constituyente-vamos-por-la-verdadera-autonomia-e [265]
Tratando de comprender lo que significó la Primera Guerra Mundial, el primer Congreso de la Internacional Comunista (marzo 1919) dijo: “Una nueva época surge. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado” y “El resultado final de los procedimientos capitalistas de producción es el caos, y ese caos sólo puede ser vencido por la mayor clase productora, la clase obrera”.
Los dos términos de la contradicción que preside la evolución social durante todo el siglo XX y XXI están claramente formulados.
Por un lado, la MARCHA HACIA LA BARBARIE Y LA DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD que lleva en su seno el capitalismo. Esto se ha podido comprobar de manera fehaciente en los dos últimos años a escala de todo el planeta: primero fue la pandemia que está lejos de ser superada (la situación en China y en Europa la séptima oleada de contagios) y ahora es la guerra en Ucrania. Pero estas dos manifestaciones de la marcha hacia la barbarie no están solas, esos dos jinetes de la Apocalipsis se ven acompañados por otros jinetes de la muerte y la aniquilación: el desastre ecológico, la escalada de la inflación unida a la perspectiva de una nueva recesión, el éxodo migratorio cada vez más gigantesco hasta el extremo que ya son 100 millones de refugiados, las hambrunas que pueden afectar a más de 197 millones de personas…
En el otro lado de la balanza, está la necesidad de la respuesta del proletariado. ¿Cómo tiene que ser esa respuesta? ¿Es posible una respuesta inmediata contra la guerra? ¿Todos los sectores del proletariado mundial tienen la misma fuerza y capacidad? ¿Qué relación hay entre las luchas económicas contra el ataque cada vez más bestial a las condiciones de vida y la lucha política contra la guerra en la perspectiva de acabar con la raíz de ésta y de todas manifestaciones de la barbarie, que es acabar con el capitalismo?
Estos son los temas de debate que proponemos para la Reunión Pública. Las Reuniones Públicas que hemos venido celebrando contra la guerra se inscriben en un esfuerzo común de los grupos firmantes de Declaración conjunta de grupos de la Izquierda Comunista Internacional sobre la guerra en Ucrania (https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [180] ). Se trata de luchar para que la Izquierda Comunista, la única corriente que desde 1919 denuncia la guerra y defiende la revolución proletaria, hable con una sola voz y se desarrolle un debate militante para clarificar las diferencias existentes y ver cómo luchar.
La Reunión Pública se celebrará por Internet el domingo 17 de julio a las 18 horas de Europa.
Todos los interesados pueden escribir a [email protected] [166] para que les demos el enlace para participar en la reunión.
Animamos a acudir y participar, a enviar contribuciones escritas, aquellas procedentes de quien no pueda asistir, serán leídas integrándolas en el debate.
Corriente Comunista Internacional
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En todas las guerras, las armas clásicas e ineludibles de los Estados son las de la propaganda masiva, la manipulación y la desinformación. Las grandes potencias democráticas han sido, desde la Primera Guerra Mundial, un verdadero crisol para el control mental, un laboratorio para imponer la "unión sagrada", para obtener el apoyo a la guerra por parte de la población, en particular del proletariado, y para obtener el "consentimiento" a los sacrificios. Manipular la opinión sigue siendo el objetivo central de la clase dominante para ocultar sus crímenes y preparar otros nuevos.
La guerra imperialista en Ucrania no es una excepción a estas innobles empresas de manipulación y propaganda. Las potencias democráticas, especialmente en Europa Occidental, son las que tienen que asegurar la propaganda más sutil y elaborada para tratar de legitimar sus sangrientas empresas ante un proletariado que tiene la mayor experiencia de lucha y uno de los niveles de educación más altos del mundoi.
En vísperas del conflicto en Ucrania, como siempre, los jefes de Estado y los gobiernos se defendían, con la mano en el corazón, para hacer todo lo posible por "preservar la paz". Mientras las tropas rusas se concentraban en la frontera de Ucrania, Putin pretendía no tener intenciones bélicas y hablaba de meras "maniobras militares". También se había comprometido a una retirada parcial de sus tropas antes de su reunión con el canciller alemán Olaf Scholz, que dijo estar "encantado" con la noticia. Incluso después del inicio de la invasión, Putin nunca habló de "guerra", una palabra totalmente prohibida, sino de una "operación especial".
En cuanto a Joe Biden, que anunciaba de antemano los planes de Putin, precisando que Estados Unidos no intervendría en caso de conflicto, dando así luz verde al amo del Kremlin para lanzar sus tropas y su país a una trampa, se presentó ante el mundo como un hombre de paz, deseando, según sus palabras, "dar todas las oportunidades a la diplomacia".
Zelensky era también un defensor de la paz, una "víctima pacífica", valiente, decidido y "lleno de heroísmo". Así, por ejemplo, durante su discurso del 23 de marzo ante la Asamblea Nacional en Francia, se dirigió a un grupo de diputados que se habían dejado ganar y seducir de antemano: " [...] ¿Cómo podemos parar esta guerra? ¿Cómo podemos instaurar la paz en Ucrania? [...] Debemos actuar juntos, presionar juntos a Rusia para buscar la paz”.
Detrás de los discursos de paz, la tesis del pequeño país como víctima e invadido, la emoción y la voluntad de combate del inefable Putin. La trampa de una "guerra defensiva" estaba preparada desde el principio. Zelensky pudo entonces movilizar por la fuerza en suelo ucraniano a la carne de cañón, hombres de 18 a 60 años, para "defender la patria", pidiendo sin cesar "armas para Ucrania" a los occidentales "solidarios", instrumentalizando innoblemente la angustia de los refugiados con fines puramente políticos y guerreros.
En 1914, el bloque de la Entente ya había utilizado el mismo tipo de explotación ideológica contra las potencias de la Triple Alianza. Entonces se consideró a Alemania como la única "responsable" de la guerra por su invasión de la pequeña Bélgica, país que había sido entregado a los "sucios alemanes", a una "horda de bárbaros". El presidente francés Poincaré, que había estado preparando frenéticamente la guerra entre bastidores con Rusia y su aliado británico, fue al mismo tiempo un campeón de la paz, como lo demuestra su discurso del 14 de julio de 1915, en el que, en plena guerra, dijo: "Durante muchos años nuestra esforzada democracia había disfrutado de la obra de la paz. Habría considerado como criminal, o como insensato, a cualquier hombre que se hubiera atrevido a alimentar proyectos belicosos". ¡El colmo del cinismo y la hipocresía! Unos días después, el 19 de julio, en un discurso en el Reichstag, el Canciller alemán dijo prácticamente lo mismo: "No deseamos la guerra, [...] fue la paz lo que nos hizo prosperar". ¡Su desgracia había sido atacar primero!
Como una repetición, en septiembre de 1939, la invasión de Polonia volvió a aparecer como el ataque de un "lobo" contra el "cordero inocente" y no como el resultado de una lógica propia del capitalismo y del imperialismo. ¡La "voluntad de paz" y el "victimismo" son grandes clásicos!
¡Incluso Hitler se declaró a favor de la paz! En 1938, en Berlín, respecto a las relaciones franco-alemanas, declaró al embajador francés su deseo de que fueran "pacíficas y buenas". Y el diplomático Von Ribenttrop repetía a menudo que "el Führer no quiere la guerra".ii También fue en nombre de la "paz" y del "antifascismo" que el proletariado se vio arrastrado a la guerra.
Como nadie "quiere la guerra", aunque sea el modo de vida del capitalismo decadente, es necesariamente, para cada bando, obra del adversario. Así, para Putin, la culpa es del régimen ucraniano, formado por "nazis", "perseguidores de las minorías rusoparlantes" que luchan "contra las libertades y la democracia". Por supuesto, también culpa a otra "parte responsable", las fuerzas de la OTAN que lo rodean desde hace décadas y que buscan "debilitar a Rusia".
La propaganda de Zelensky y de los occidentales que lo apoyan militarmente, hace que las cosas sean aún más perniciosas y peligrosas para las poblaciones y el proletariado de Occidente, ya que la "pequeña y pacífica Ucrania" aparece así, como "estrangulada por el ogro ruso". Efectivamente, entre todos los gánsteres imperialistas implicados en este conflicto, Putin es el que ha jalado primero. En cuanto comenzó la guerra, pasó de ser una persona non grata a un "loco sediento de sangre". ¡La demonización (facilitada en este caso por la personalidad de Putin y sus antecedentes estalinistas) es también un gran clásico de la propaganda!iii
Durante la Primera Guerra Mundial, el ejército alemán y sus soldados también fueron presentados como monstruos, acusados de "violar, torturar y degollar fríamente a los niños"iv. La guerra actual y sus imágenes, la explotación de los cadáveres que yacen en el suelo, las imágenes de las ciudades devastadas, la multiplicación de las investigaciones internacionales sobre los "crímenes de guerra"v cometidos por el ejército ruso, el silencio casi total sobre las exacciones del ejército ucraniano en el lado occidental, la acumulación de burdos montajes en el lado ruso, todo ello acompañado de una ciber propaganda que llena la mente de humo, dan testimonio de una intensa y cotidiana guerra de información.
Por eso, aunque esta guerra sea considerada preocupante por las poblaciones occidentales, éstas pueden acabar apoyando insidiosamente el envío de "armas para Ucrania" con el fin de "dar una lección al invasor". En otras palabras: ¡alimentar la guerra y las masacres en nombre de una respuesta "legítima" y "defensiva"!
En esta guerra que golpea brutalmente a Europa, en la que la tierra quemada y la irracionalidad total revelan el completo absurdo de una aventura trágica y bárbara, las grandes potencias democráticas occidentales desempeñan ahora el hermoso papel de fiscal. Aparecen como "pacíficos", ante una especie de hechos consumados que no dependen de su propia voluntad, sino de la de un hombre, el frío y cínico dictador suicida Putin.
En realidad, como ya señaló Rosa Luxemburgo, todos los Estados, grandes o pequeños, son verdaderos bandidos que sólo defienden sus sórdidos intereses imperialistas, como también nos recuerda nuestro volante internacional: "Desde principios del siglo XX, la guerra permanente, con todos los terribles sufrimientos que engendra, se ha convertido en algo inseparable del sistema capitalista, un sistema basado en la competencia entre empresas y entre Estados, en el que la guerra comercial desemboca en la guerra armamentística, en el que el agravamiento de sus contradicciones económicas, de su crisis, atiza cada vez más los conflictos guerreros. Un sistema basado en la ganancia y la explotación feroz de los productores, donde éstos se ven obligados a pagar el precio de la sangre después de haber pagado el precio de su sudor”vi.
Evidentemente, si la responsabilidad de los rivales de Putin es más difícil de percibir tras las cortinas de humo de la propaganda occidental, no está menos presente. La acción de estas potencias imperialistas en el seno de la OTAN, suministrando armas a Ucrania en grandes cantidades, alimentando una guerra enconada, demuestra ampliamente su responsabilidad en la lógica irracional del militarismo, y la planificación masiva de la destrucción por las armas. Al frente de estos gánsteres, actores de la aceleración del desorden y el caos, el Estado imperialista de Biden no es el menos inteligente. Al atrapar a Rusia y a los aliados de Europa Occidental con sus declaraciones, dando implícitamente luz verde a Putin, expresó el maquiavelismo de su estrategia.
El hecho de empujar al adversario a entablar él mismo las hostilidades es un clásico. Esto ya lo mostró Alfred Rosmer a propósito de la Primera Guerra Mundial, citando a un antiguo senador, Jacques Bardoux, expresándose sobre las provocaciones que llevaron a Alemania a atacar primero: "¿Cuándo una guerra es ofensiva o defensiva? Los epítetos se prestan a mil interpretaciones. Son la expresión de opiniones móviles y cambiantes. Cuando un diplomático es hábil, la guerra que provoca nunca es ofensiva. Parece que se defiende cuando ataca"vii.
A través del cordón sanitario que la OTAN ha erigido alrededor de Rusia desde el colapso de la URSS, a través del deseo de incorporar a la Alianza a nuevos países como Finlandia y Suecia, el gobierno de Biden, al igual que sus aliados europeos occidentales momentáneos y forzados, "parece que se defiende cuando ataca". Esa es su fuerza. Pero al mismo tiempo, esta empresa criminal es expresión de una debilidad histórica más fundamental, ya que la dinámica del militarismo trae consigo el caos, la irracionalidad y la destrucción.
En realidad, todos los dirigentes de las potencias imperialistas opositoras que gritan horrorizados ante los abusos de Putin son los mismos que tienen las manos manchadas de sangre y terminan acelerando aún más la dinámica mortal del desorden mundial. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esas mismas potencias aliadas no eran en absoluto los "caballeros de la libertad" que pretendían ser, sino bárbaros actores del imperialismo que defendían sus propios y sórdidos intereses: "los occidentales no intervienen para destruir el nazismo ni para conjurar la amenaza de un régimen totalitario. Lo que está en juego es el equilibrio europeo"viii. En realidad, este "equilibrio europeo" no era más que una cuestión de equilibrio de poder entre gánsteres imperialistas.
Hoy, Europa se ve amenazada por un caos mayor en este vasto combate de intereses. Digan lo que digan, son las grandes potencias mundiales las que maniobran. Los mismos que en el pasado cometieron las peores exacciones, siempre en nombre del "bien". Pensemos en los "bombardeos estratégicos" de 1943, cuando los aliados lanzaron alfombras de bombas incendiarias sobre los barrios obreros de Dresde y Hamburgo, matando al menos a 250,000 personas. Más recientemente, no olvidemos que las fuerzas estadounidenses arrasaron ciudades enteras como Fallujha en Irak en 2004. Hoy en día, la amenaza atómica y el aterrador bombo de las armas nucleares no deben hacernos olvidar que quienes las utilizaron por primera vez en Japón estaban comprometidos con los mismos valores de "paz", "libertad" y "democracia". ¡Aunque no estaban en absoluto acorralados militarmente, estos mismos asesinos habían considerado seriamente en los años 1950 vitrificar a Corea con armas nucleares!
No hay que hacerse ilusiones, el capitalismo en descomposición sólo puede traer guerra y caos, destrucción, crisis, epidemias y todas las plagas. El proletariado no debe olvidar el lavado de cerebro que ha sufrido durante todas las guerras del pasado. Hoy, debe repeler absolutamente la propaganda de lavado de cerebro de todos los beligerantes y la de los belicistas que los acompañan. Los que se dejan engañar pueden pensar que los suministros de armas a Ucrania son una "solución", aunque insatisfactoria, porque el proletariado no es capaz de detener la guerra inmediatamente. Pero, lejos de evitar el sufrimiento, esta opción sólo puede alimentar la ola de asesinatos al dinamizar las fuerzas destructivas de las que ambos bandos son responsables como agentes del capitalismo. Sólo la conciencia de clase y las lecciones del pasado permiten a los revolucionarios denunciar las mentiras de la burguesía para que el proletariado pueda evitar quedar atrapado en la lógica de la guerra y pueda así, desarrollar su lucha de clase.
WH, 11 de junio de 2022
i A diferencia del proletariado de Ucrania, que ha sido golpeado y reclutado, y del proletariado de Rusia, que es extremadamente frágil y muy permeable, el proletariado de Europa Occidental, aunque es incapaz, por el momento, de poner fin al conflicto, no está dispuesto a aceptar el sacrificio de miles de víctimas cada día.
ii Anne Morelli, Principios básicos de la Propaganda de guerra (2001).
iii Este fue el caso, por poner algunos ejemplos, de Saddam Hussein, que se transformó de la noche a la mañana en el "carnicero de Bagdad", de Milosevic en Serbia durante la Guerra de la ex-Yugoslavia, y ahora de Putin.
iv "Nacimiento de la democracia totalitaria”, Revista Internacional nº 155 (verano de 2015).
v Concepto jurídico que legitima la barbarie bélica ordinaria haciendo olvidar que la propia guerra es un verdadero crimen del capitalismo.
vi Véase nuestro volante internacional: https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u... [171]
vii Alfred Rosmer, El movimiento obrero durante la Primera Guerra Mundial (1936-1959). También hay que señalar que el argumento "defensivo" fue utilizado por todos los social-traidores en 1914 (la socialdemocracia) para desarmar al proletariado y reclutarlo mejor para la guerra.
viii Philippe Masson, Una guerra total (1990).
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Mientras Rusia no deja de lanzar alfombras de bombas sobre las ciudades ucranianas, al final de la reunión del G7, organizada en el bucólico marco de los Alpes bávaros, el 28 de junio, los representantes de las grandes potencias "democráticas" repitieron en su corazón: "¡Rusia no puede ni debe ganar!" (Macron), falsamente indignados ante el horror de los combates, las decenas de miles de muertos, los millones de refugiados, la destrucción sistemática de ciudades enteras, la ejecución de civiles, el irresponsable bombardeo de centrales nucleares y las considerables consecuencias económicas para todo el planeta. Al fingir el miedo, esta banda de cínicos también pretendía ocultar la responsabilidad muy real de Occidente en esta masacre, en particular la acción desestabilizadora de Estados Unidos que, en sus intentos por contrarrestar el declive de su liderazgo mundial, no dudó en azuzar el caos y la barbarie a las puertas del centro histórico del capitalismo.
Hoy, Estados Unidos y otras potencias occidentales se presentan como campeones de la paz, de la democracia y de la pobre e inocente Ucrania que se enfrenta al vil ataque del ogro ruso. Aunque los horrores del imperialismo ruso son más difíciles de disimular, ni Estados Unidos ni Ucrania tienen un pedigrí de "caballero blanco". Por el contrario, han desempeñado un papel activo en el desencadenamiento y la perpetuación de la masacre.
La burguesía ucraniana, corrupta hasta los huesos, ya había saboteado los acuerdos de paz de Minsk de 2014, que implicaban, entre otras cosas, cierta autonomía para el Donbass y la protección de la lengua rusa en Ucrania. Ahora es especialmente intransigente y belicosa con Rusia, y algunas facciones se plantean incluso la reconquista de Crimea.
Pero la política estadounidense es mucho más hipócrita y calculadora. A principios de los años 90, Estados Unidos había prometido "informalmente" a Moscú que no aprovecharía la implosión del bloque del Este para extender su influencia a las fronteras de Rusia. Sin embargo, no dudó en integrar a los países del antiguo bloque oriental en su esfera de influencia uno por uno, al igual que no dudó en armar masivamente a Taiwán y en apoyar sus intentos de distanciarse de Pekín tras prometer que respetaría el principio de "una sola China". La política de Estados Unidos hacia Ucrania, por tanto, no tiene nada que ver con la defensa de la viuda y el huérfano o de la democracia, ni con los hermosos principios humanitarios que ningún país duda en revolcar en la sangre y el barro por la defensa de sus sórdidos intereses imperialistas.
Al desafiar a Putin a invadir Ucrania (y empujarlo a hacerlo diciendo que no intervendrían), arrastrándolo a una guerra a gran escala, Estados Unidos, mediante una maniobra maquiavélica, se ha anotado momentáneamente puntos importantes en la arena imperialista, porque la estrategia estadounidense apunta sobre todo a contrarrestar el irremediable declive de su liderazgo en el mundo.
La burguesía estadounidense pudo así restablecer el control de la OTAN sobre los imperialismos europeos. Mientras que esta organización parecía estar en perdición, "en muerte cerebral" según Macron, la guerra de Ucrania permitió el regreso al primer plano de este instrumento de subordinación de los imperialismos europeos a los intereses estadounidenses[1]. Washington ha aprovechado la invasión rusa para llamar al orden a los "aliados" europeos contestatarios: Alemania, Francia e Italia se han visto obligados a cortar sus vínculos comerciales con Rusia y a poner en marcha apresuradamente las inversiones militares que Estados Unidos lleva exigiendo desde hace 20 años.
Del mismo modo, Estados Unidos está asestando golpes decisivos al poder militar de Rusia. Pero detrás de Rusia, Estados Unidos apunta básicamente a China y la colocan bajo su presión. El objetivo de fondo de la maniobra maquiavélica de Estados Unidos es continuar la contención de China, iniciada en el Pacífico, debilitando la relación ruso-china. El golpe a Rusia con la ayuda militar estadounidense al ejército ucraniano es una clara advertencia para Pekín. China no ha dejado de reaccionar de forma vergonzosa ante la invasión rusa: aunque desaprueba las sanciones, Pekín evita cruzar la línea roja que le significaría sanciones estadounidenses. Además, el conflicto ucraniano permite bloquear una amplia zona, desde el Báltico hasta el Mar Negro, indispensable para el despliegue de las "nuevas rutas de la seda", que es sin duda un objetivo importante de la maniobra estadounidense.
Independientemente de la facción de la burguesía que esté en el gobierno, desde el inicio del periodo de descomposición, los Estados Unidos, en su afán de defender su decadente supremacía, ha sido la principal fuerza para extender el caos y la barbarie guerra a través de sus intervenciones y maniobras: ha creado el caos en Afganistán, Irak y ha favorecido la eclosión tanto de Al Qaeda como de Daesh. En el otoño de 2021, agitaron conscientemente las tensiones con China en torno a Taiwán con el fin de reunir a las demás potencias asiáticas en su apoyo. Su política en Ucrania no es diferente hoy en día, aunque su maquiavélica estrategia les permite presentarse como una nación pacífica que se opone a la agresión rusa. Con su abrumadora supremacía militar, Estados Unidos está fomentando el caos guerrero como la barrera más eficaz contra el despliegue de China como contrincante. Pero, lejos de estabilizar la situación mundial, esta política intensifica la barbarie bélica y exacerba los enfrentamientos imperialistas de todas las partes y en un contexto caótico, imprevisible y particularmente peligroso.
Al poner a Rusia contra las cuerdas, Washington está intensificando las amenazas de caos y barbarie guerrera en Europa. La guerra en Ucrania está provocando pérdidas cada vez más calamitosas para Rusia. Sin embargo, Putin no puede detener las hostilidades a estas alturas porque necesita trofeos a toda costa para justificar la operación a nivel interno y salvar lo que pueda quedar del prestigio militar de Rusia, todo ello sin renunciar a sustraer este territorio altamente estratégico de la influencia estadounidense. Por otro lado, cuanto más se eternice la guerra, más se erosionará el poder militar y la economía de Rusia. Estados Unidos no tiene ningún interés en fomentar el cese de las hostilidades, aunque ello suponga sacrificar cínicamente a la población de Ucrania. En las condiciones actuales, la carnicería sólo puede continuar y la barbarie expandirse, probablemente durante meses o incluso años, en formas especialmente sangrientas y peligrosas, como la amenaza que suponen las armas nucleares "tácticas".
Al restablecer el yugo de la OTAN, Estados Unidos también está exacerbando las ambiciones imperialistas y el militarismo de las burguesías europeas. Si los países europeos pudieron alimentar la ilusión después de 1989 de que podían llevar a cabo su política imperialista basándose principalmente en sus activos económicos, la presidencia de Trump y más claramente aún la política agresiva de la administración Biden, basadas en la superioridad militar de Estados Unidos, que ahora se materializa en Ucrania, les hace tomar conciencia de su dependencia en el plano militar y, por tanto, de la urgencia de reforzar su política de armamento, aunque, en un primer momento, no puedan distanciarse demasiado claramente de la OTAN. La decisión de Alemania de rearmarse masivamente, duplicando, así, su presupuesto militar, es un hecho imperialista importante a medio plazo, ya que Alemania había mantenido unas fuerzas armadas modestas desde la Segunda Guerra Mundial. Las disensiones en el seno de la OTAN se manifiestan ya entre un polo "intransigente" que quiere "poner de rodillas a Putin" (Estados Unidos, Gran Bretaña y Polonia, los países bálticos) y un polo más "conciliador" ("todo esto debe terminar en negociaciones", "hay que evitar humillar a Rusia").
Al aumentar la presión sobre China, la burguesía estadounidense también aumenta, además, el riesgo de nuevos enfrentamientos bélicos. La crisis ucraniana tiene consecuencias peligrosamente desestabilizadoras para el posicionamiento imperialista del principal contrincante de Estados Unidos. Pekín sigue aplicando una política de apoyo formal a Putin sin comprometerse, pero la guerra está teniendo un fuerte impacto en sus "nuevas rutas de la seda" y en los contactos con los países centroeuropeos que China había conseguido seducir. Esto ocurre en un momento en que la desaceleración de su economía es cada vez más evidente, con un crecimiento estimado actualmente en el 4,5% del PIB. Mientras Estados Unidos no duda en acentuar estas dificultades y explotarlas en su enfrentamiento con Pekín, la situación exacerba las tensiones en el seno de la burguesía china y acentúa el riesgo de una aceleración de los enfrentamientos en el plano económico e incluso militar.
La ausencia de toda motivación económica para las guerras fue evidente en cuanto el capitalismo entró en decadencia: "La guerra fue el medio indispensable para que el capitalismo abriera posibilidades de desarrollo ulterior, en el momento en que estas posibilidades existían y sólo podían abrirse por medio de la violencia. Del mismo modo, el colapso del mundo capitalista, habiendo agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, encuentra en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este colapso que, sin abrir ninguna posibilidad de desarrollo ulterior para la producción, no hace más que engullir hacia el abismo las fuerzas productivas y acumular ruina sobre ruina a un ritmo acelerado”[2].
El conflicto de Ucrania es un vivo ejemplo de cómo la guerra no sólo ha perdido su función económica, sino también de cómo la carrera hacia el caos bélico está reduciendo cada vez más las ganancias estratégicas de la guerra. Por ejemplo, Rusia se ha embarcado en una guerra en nombre de la defensa de los rusoparlantes, pero está masacrando a decenas de miles de civiles en regiones predominantemente rusoparlantes, al tiempo que convierte estas ciudades y regiones en ruinas y sufre ella misma considerables pérdidas materiales y de infraestructura. Si, en el mejor de los casos, al final de esta guerra captura el Donbass y el sureste de Ucrania, habrá conquistado un campo de ruinas (el coste de la reconstrucción se estima actualmente en 750,000 millones de euros), una población que le odia y habrá sufrido un importante revés estratégico en cuanto a sus ambiciones de gran potencia.
En cuanto a Estados Unidos, en su política de contención de China, se ha visto abocado a fomentar una cínica política de "tierra quemada", lo que ha provocado una inconmensurable explosión de caos a nivel económico, político y militar. La irracionalidad de la guerra nunca ha sido tan evidente.
Esta tendencia al aumento de la irracionalidad de los enfrentamientos bélicos va de la mano de la creciente irresponsabilidad de las fracciones gobernantes que llegan al poder, como ilustran la irresponsable aventura de Bush hijo y los "neo-cons" en Irak en 2003, la de Trump de 2018 a 2021 o la facción en torno a Putin en Rusia. Son la emanación de la exacerbación del militarismo y de la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político, lo que puede llevar a un aventurerismo fatal, a largo plazo, para estas facciones, pero con el peligro, sobre todo, para la humanidad.
Al mismo tiempo, las consecuencias de la guerra para la situación económica de muchos países son dramáticas. Rusia es un importante proveedor de fertilizantes y energía, Brasil depende de sus fertilizantes para sus cultivos. Ucrania es un gran exportador de productos agrícolas, y es probable que suban los precios de productos básicos como el trigo. Estados como Egipto, Turquía, Tanzania o Mauritania dependen al 100% del trigo ruso o ucraniano y están al borde de una crisis alimentaria. Sri Lanka y Madagascar, ya sobreendeudados, están en bancarrota. Según el secretario general de la ONU, la crisis ucraniana corre el riesgo de "empujar hasta 1,700 millones de personas (más de una quinta parte de la humanidad) a la pobreza, la indigencia y el hambre". Las consecuencias económicas y sociales serán mundiales e incalculables: empobrecimiento, miseria, hambre...
Lo mismo ocurre con las amenazas ecológicas para el planeta. Los combates que asolan Ucrania, país que cuenta con la tercera central nuclear de Europa, en una región con una industria envejecida, herencia de la época "soviética", presentan enormes riesgos de catástrofes ecológicas y nucleares. Pero, de forma más general, en Europa y en el mundo, si oficialmente la transición energética sigue siendo la prioridad, la necesidad de deshacerse de los combustibles rusos y de responder a la subida de los precios de la energía empujan a las principales economías a tratar ya de reactivar la producción de carbón, petróleo, gas y energía nuclear. Alemania, los Países Bajos y Francia ya han anunciado medidas en este sentido.
La imprevisibilidad del desarrollo de los enfrentamientos, las posibilidades de que se les vaya de las manos, que son más fuertes que durante la Guerra Fría, marcan la actual fase de descomposición y constituyen una de las dimensiones especialmente preocupantes de esta aceleración del militarismo. Más que nunca, la actual barbarie guerrera pone de manifiesto la actualidad para la humanidad de la alternativa "socialismo o destrucción de la humanidad". En lugar de la muerte y la barbarie capitalista: ¡el socialismo!
R. Havannais, 4 de julio de 2022
[1] Ver Cumbre de la OTAN en Madrid: Una cumbre por y para la guerra https://es.internationalism.org/content/4839/cumbre-de-la-otan-en-madrid-una-cumbre-por-y-para-la-guerra [193]
[2] Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial, INTERNATIONALISME 1945, https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra- [269]
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En marzo de 2022 publicamos una primera declaración sobre la guerra en Ucrania del grupo anarcosindicalista KRAS en Rusia, una valiente expresión de internacionalismo contra ambos bandos de esta guerra imperialista.i También publicamos un artículo sobre la incoherencia de la respuesta anarquista a la guerra, que incluye auténticas posiciones internacionalistas como las de KRAS, pero también declaraciones abiertamente burguesas a favor de la defensa militar de Ucrania, e incluso la participación directa en el esfuerzo bélico ucraniano de las "milicias" anarquistas.ii El grupo Bandera Negra de Ucrania, por ejemplo, ha creado su propio pelotón dentro de las fuerzas de defensa territorial creadas por el Estado ucraniano. Y mientras habla del anarco comunismo en el futuro, no puede ocultar su apoyo a la nación en este momento: "Gracias por el apoyo y por la lucha por la libertad en algunos batallones ucranianos. La verdad gana, así que Ucrania ganará".iii Y en la propia Rusia hay anarquistas como el grupo Anarchist Fighter que se declaran contrarios al régimen de Putin e incluso piden la derrota del imperialismo ruso en esta guerra, pero que también afirman que "En cuanto a Ucrania, su victoria también allanará el camino para el fortalecimiento de la democracia de base - después de todo, si se logra, sólo será a través de la auto organización popular, la autoayuda y la resistencia colectiva” iv. Esto es una distorsión descarada de la consigna de Lenin de la Primera Guerra Mundial de "derrotismo revolucionario": cuando Lenin insistió en la necesidad de la lucha de clases contra el régimen zarista, aunque significara la derrota militar de Rusia, nunca significó apoyar al bando contrario dirigido por el imperialismo alemán. Mientras que el apoyo a la victoria ucraniana que proponen estos anarquistas sólo puede significar el apoyo a la maquinaria de guerra de la OTAN.
La presente declaración del KRAS muestra claramente que los defensistas están totalmente del lado del orden capitalista. En este caso, algunos de ellos no sólo han calumniado a los camaradas del KRAS calificándolos como lacayos de Putin por su oposición al nacionalismo ucraniano, sino que, al publicar sus nombres y direcciones, los han expuesto directamente a la represión de las fuerzas de seguridad rusas. Publicamos esta nueva declaración del KRAS como una declaración básica de solidaridad con estos camaradas.
ICC
La sección de la Asociación Internacional de Trabajadores de la Región Rusa llama a boicotear a los provocadores e informantes que se esconden tras el nombre de "anarquistas" y denuncian a los militantes de nuestra organización.
Nuestra posición contra la guerra emprendida por las oligarquías capitalistas para la redistribución del "espacio postsoviético" cuenta con la comprensión y el apoyo de los internacionalistas anarquistas de Ucrania, Moldavia y Lituania, con los que mantenemos contactos.
Pero desde el principio de la guerra ruso-ucraniana, los llamados "anarquistas", que han abandonado la tradicional posición internacionalista anarquista de la derrota de todos los estados y naciones y apoyan a una de las partes en conflicto, han lanzado una campaña de desprestigio contra nuestra organización.
Por ejemplo, los antiguos anarquistas Anatoly Dubovik y Oleksandr Kolchenko, que viven en Ucrania, publicaron los nombres y direcciones de nuestros activistas en Internet. El primero escribió el texto correspondiente, y el segundo le dio su cuenta de Facebook para publicarlo y lo aprobó. El pretexto fue que nuestra organización adopta una posición internacionalista coherente y condena tanto la invasión rusa de Ucrania como el nacionalismo ucraniano y la política expansionista del bloque de la OTAN.
El Sr. Dubovik y el Sr. Kolchenko han tratado de calumniar descarada y descaradamente a nuestra sección del WIL, intentando sin razón atribuirnos una posición defensora del Kremlin. Además, admiten que pedimos a los soldados ucranianos y rusos que se nieguen a luchar.
Esto significa que estos falsos anarquistas, al publicar las direcciones de los activistas antiguerra ubicados en Rusia, están incitando directamente a los servicios secretos y a los matones nacionalistas rusos contra ellos como opositores a la guerra, ¡para que se encarguen de ellos! En el contexto actual de acoso, despidos, amenazas y represalias físicas contra quienes son hostiles a los militares en Rusia, estas acciones equivalen a una verdadera denuncia de irregularidades e indican directamente hacia dónde deben dirigirse las fuerzas represivas.
Una vez más, los nacionalistas de ambos lados del frente, siguiendo la lógica de "quien no está con nosotros está contra nosotros", están dispuestos a destruir conjuntamente a sus principales oponentes, los internacionalistas que se niegan a elegir entre los Estados en guerra y las camarillas burguesas, entre la peste y el cólera.
Los anarquistas de todo el mundo deberían ser conscientes de los vergonzosos actos de los provocadores-informadores y negarse de una vez por todas a tener nada que ver con ellos, echarlos del medio anarquista para siempre y devolverlos a sus jefes y amos del servicio secreto y la policía secreta.
Esta declaración fue aprobada por los miembros de KRAS-AIT en un referéndum.
KRAS-AIT, 8 de junio de 2022
i "Una declaración internacionalista en Rusia", en el sitio web de la CCI (marzo de 2022).
ii "Los anarquistas y la guerra: entre el internacionalismo y la 'defensa de la nación'", en la página 8 de este número.
iii "Los anarquistas ucranianos participan en la ayuda a la población masacrada de los suburbios de Kiev", Libcom.org.
iv "Anarquistas rusos sobre la invasión de Ucrania".
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Enough is enough, ¡Ya basta! Este es el grito que se ha extendido a los cuatro vientos, de huelga en huelga, en las últimas semanas en el Reino Unido. Este movimiento masivo llamado "El Verano de la Ira", en referencia al "Invierno de la Ira" de 1979, involucra a los trabajadores de más y más sectores cada día: los trenes, el metro de Londres, British Telecom, Correos, la asistencia sanitaria, los estibadores de Felixstowe (un puerto vital en Gran Bretaña), los recolectores de basura y los conductores de autobús en diferentes partes del país, Amazon, etc. Hoy conductores de autobús, trabajadores del transporte, mañana trabajadores de la salud y profesores.
Todos los periodistas y comentaristas señalan que este es el mayor movimiento de la clase trabajadora en este país desde hace décadas; hay que remontarse a las enormes huelgas de 1979 para encontrar un movimiento tan grande y masivo. Un movimiento de esta envergadura en un país tan importante como el Reino Unido no es un acontecimiento "local". Es un acontecimiento de importancia internacional, un mensaje para los explotados de todos los países.
Década tras década, como e incluso más que en otros países desarrollados, los sucesivos gobiernos británicos han atacado implacablemente las condiciones de vida y de trabajo con un leitmotiv: precarizar y flexibilizar en nombre de la competitividad y el beneficio nacionales. Las agresiones han alcanzado tal nivel en los últimos años que la mortalidad infantil en este país ha experimentado "un aumento sin precedentes" desde 2014 (según la revista médica BJM Open).
Por eso la actual explosión de la inflación es un tsunami. Con un 10,1% de incremento interanual de los precios en julio, un 13% previsto en octubre y un 18% en enero, los estragos son devastadores. "Muchas personas podrían verse obligadas a elegir entre renunciar a las comidas para calentar sus casas o vivir en el frío y la humedad", advirtió el NHS. Con la subida de los precios del gas y la electricidad en un 54% el 1 de abril y en un 78% el 1 de octubre, la situación es efectivamente insostenible.
El nivel de movilización de los trabajadores británicos está por fin a la altura de los ataques que sufren, mientras que en las últimas décadas no han encontrado la fuerza para responder a ellos, todavía noqueados desde los años de Thatcher.
En el pasado, los trabajadores británicos estaban entre los más combativos del mundo. Basándose en el número de días de huelga, el "invierno de la ira" de 1979 fue el movimiento más masivo después de mayo de 1968 en Francia, incluso por encima del "otoño caliente" de 1969 en Italia. Esta enorme combatividad fue la que el gobierno de Margaret Thatcher consiguió sofocar de forma duradera infligiendo una serie de amargas derrotas a los trabajadores, especialmente durante la huelga de mineros de 1985. Esta derrota marcó un punto de inflexión, el del prolongado reflujo de la combatividad obrera en el Reino Unido; incluso anunció el reflujo general de la combatividad obrera en el mundo. Cinco años más tarde, en 1990, el colapso de la URSS, presentada fraudulentamente como un régimen "socialista", y el no menos falso anuncio de la "muerte del comunismo" y el "triunfo definitivo del capitalismo" terminaron de noquear a los trabajadores de todo el mundo. Desde entonces, desprovistos de perspectiva, con su confianza y su identidad de clase dañadas, se ven cada vez más sometidos, en el Reino Unido incluso más que en otros lugares, a los ataques de todos los gobiernos sin poder defenderse realmente. Las manifestaciones masivas en Francia han sido a menudo la excepción en los últimos años.
Pero la rabia se ha acumulado y hoy, frente a los ataques de la burguesía, la clase obrera del Reino Unido demuestra que está de nuevo dispuesta a luchar por su dignidad, a rechazar los sacrificios que constantemente impone el capital. Y una vez más, es el reflejo más significativo de la dinámica internacional: el pasado invierno, las huelgas habían comenzado a estallar en España y Estados Unidos; este verano, Alemania y Bélgica también han experimentado paros; para los próximos meses, todos los comentaristas anuncian "una situación social explosiva" en Francia e Italia. Es imposible predecir dónde y cuándo la combatividad de los trabajadores volverá a manifestarse masivamente en un futuro próximo, pero una cosa es cierta, la magnitud de la actual movilización obrera en el Reino Unido es un hecho histórico importante: los días de pasividad y sumisión han terminado. Las nuevas generaciones de trabajadores están levantando la cabeza.
La importancia de este movimiento no se limita al hecho de que pone fin a un largo periodo de pasividad. Estas luchas se desarrollan en un momento en el que el mundo se enfrenta a una guerra imperialista a gran escala, una guerra que enfrenta a Rusia con Ucrania sobre el terreno, pero que tiene un alcance global con, en particular, una movilización de los países miembros de la OTAN. Una movilización armamentística, pero también económica, diplomática e ideológica. En los países occidentales, los gobiernos piden sacrificios para "defender la libertad y la democracia". En concreto, esto significa que los proletarios de estos países tienen que apretarse aún más el cinturón para "mostrar su solidaridad con Ucrania", en realidad con la burguesía ucraniana y la de los países occidentales.
Los gobiernos justifican sin pudor sus ataques esgrimiendo la catástrofe del calentamiento global y los riesgos de escasez de energía y alimentos ("la peor crisis alimentaria de la historia", según el secretario general de la ONU). Llaman a la "sobriedad" y anuncian el fin de la "abundancia" (por utilizar las inicuas palabras del presidente francés Macron). Pero, al mismo tiempo, están volviendo a forzar su economía de guerra: ¡el gasto militar mundial ha alcanzado los 2.113.000 millones de dólares en 2021! Mientras que el Reino Unido se encuentra entre los cinco primeros estados en términos de gasto militar, desde el estallido de la guerra en Ucrania, todos los países del mundo han acelerado su carrera armamentística, incluida Alemania, ¡una primicia desde 1945!
Los gobiernos piden "sacrificios para luchar contra la inflación". Se trata de una farsa siniestra cuando lo único que hacen es agravar la situación con la explosión de los gastos de guerra. Este es el futuro que prometen el capitalismo y sus burguesías nacionales competidoras: más guerras, más explotación, más destrucción, más miseria.
Esto es también lo que las huelgas proletarias en el Reino Unido llevan en germen, aunque los trabajadores no siempre sean plenamente conscientes de ello: el rechazo a sacrificarse cada vez más por los intereses de la clase dominante, el rechazo a sacrificarse por la economía nacional y por el esfuerzo bélico, el rechazo a aceptar la lógica de este sistema que conduce a la humanidad hacia la catástrofe y, en última instancia, a su destrucción.
Esta es la única alternativa: el socialismo o la destrucción de la humanidad.
Esta capacidad de levantar la cabeza es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que la clase trabajadora del Reino Unido ha sido apaleada en los últimos años por la ideología populista, que enfrenta a los explotados, los divide en "locales" y "extranjeros", negros y blancos, hombres y mujeres, hasta el punto de creer que la insularidad del Brexit podría ser la solución.
Pero hay otras trampas mucho más perniciosas y peligrosas puestas por la burguesía en el camino de las luchas proletarias.
La gran mayoría de las huelgas actuales han sido convocadas por los sindicatos, que se presentan como la organización indispensable para organizar la lucha y defender a los explotados. Los sindicatos son indispensables, sí, pero para defender a la burguesía y organizar la derrota de la clase obrera.
Basta con recordar hasta qué punto la victoria de Thatcher fue posible gracias al trabajo de zapa de los sindicatos. En marzo de 1984, cuando se anunciaron brutalmente 20.000 recortes de puestos de trabajo en la industria del carbón, la reacción de los mineros fue fulminante: el primer día de huelga se cerraron 100 pozos de los 184 existentes. Los huelguistas fueron inmediatamente rodeados por el corsé de hierro de los sindicatos. Los sindicatos de trabajadores y marineros apoyaron platónicamente el movimiento. El poderoso sindicato de estibadores se contentó con dos convocatorias de huelga tardías. El TUC (la central sindical nacional) se negó a apoyar la huelga. Los sindicatos de electricistas y siderúrgicos se opusieron. En resumen, los sindicatos sabotearon activamente cualquier posibilidad de lucha conjunta. Pero, sobre todo, el sindicato de los trabajadores mineros, el NUM (National Union of Mineworkers), hizo el trabajo sucio confinando a los mineros en batallas campales con la policía en un intento de evitar que el carbón salga de las coquerías (¡más de un año!) . Gracias a este sabotaje sindical, a estas ocupaciones estériles e interminables, la represión política pudo caer con mayor violencia. Esta derrota fue la derrota de toda la clase obrera.
Si hoy, en el Reino Unido, esos mismos sindicatos utilizan un lenguaje radical y pretenden abogar por la solidaridad entre sectores, blandiendo incluso la amenaza de una huelga general, es porque se ciñen a las preocupaciones de la clase obrera, intentan captar lo que mueve a los trabajadores, su rabia, su combatividad y su sentimiento de que hay que luchar juntos, para esterilizar y desviar mejor esa dinámica. En realidad, sobre el terreno, orquestan huelgas separadas; detrás de la consigna unitaria de salarios más altos para todos, encierran y dividen en negociaciones corporativistas; sobre todo, se cuidan mucho de evitar cualquier discusión real entre los trabajadores de los diferentes sectores. No hay verdaderas asambleas generales interprofesionales en ninguna parte. Por eso no hay que dejarse engañar cuando Lizz Truss, la favorita para sustituir a Boris Johnson dice que "no dejará" que el Reino Unido "sea secuestrado por sindicalistas militantes" si llega a ser primera ministra. Simplemente está siguiendo los pasos de su modelo, Margaret Thatcher; está dando credibilidad a los sindicatos como los representantes más combativos de los trabajadores, para llevar mejor a la clase obrera a la derrota conjunta.
En Francia, en 2019, ante el aumento de la combatividad y el auge de la solidaridad entre generaciones, los sindicatos ya habían utilizado la misma estratagema abogando por la "convergencia de las luchas", un falso movimiento unitario, en el que los manifestantes que marchaban en la calle se troceaban por sectores y por empresas.
En el Reino Unido, como en otros lugares, para construir una relación de fuerzas que nos permita resistir los constantes ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo, que mañana serán aún más violentos, debemos, siempre que podamos, reunirnos para debatir y proponer los métodos de lucha que han hecho fuerte a la clase obrera y le han permitido, en determinados momentos de su historia, hacer tambalear a la burguesía y a su sistema:
- la búsqueda de apoyo y solidaridad más allá de "la propia" corporación, "la propia" empresa, "el propio" sector de actividad, "la propia" ciudad, "la propia" región, "el propio" país;
- la organización autónoma de la lucha de los trabajadores, en particular a través de asambleas generales, sin dejar el control a los sindicatos, los llamados "especialistas" en las luchas y su organización
- la discusión más amplia posible sobre las necesidades generales de la lucha, sobre las lecciones que hay que sacar de los combates y también de las derrotas, porque habrá derrotas, pero la mayor derrota es sufrir los ataques sin reaccionar, Entrar en lucha es la primera victoria de los explotados.
Si el regreso de las huelgas masivas en el Reino Unido marca el retorno de la combatividad del proletariado mundial, también es vital que se superen las debilidades que firmaron su derrota en 1985: el corporativismo y la ilusión sindical. ¡La autonomía de la lucha, la unidad y la solidaridad son los hitos indispensables en la preparación de las luchas del mañana!
Y para ello, tenemos que reconocernos como miembros de una misma clase, una clase unida por la solidaridad en la lucha: el proletariado. Las luchas de hoy son indispensables no sólo para defendernos de los ataques sino también para reconquistar esta identidad de clase a escala mundial, para preparar el derrocamiento de este sistema sinónimo de miseria y de catástrofes de todo tipo.
En el capitalismo no hay solución: ni a la destrucción del planeta, ni a las guerras, ni al paro, ni a la precariedad, ni a la miseria. Sólo la lucha del proletariado mundial sostenida por todos los oprimidos y explotados del mundo puede abrir el camino a una alternativa.
La lucha de los obreros ingleses, las huelgas en el Reino Unido son una llamada a la acción para los proletarios de todos los países
Corriente Comunista Internacional 31 de agosto 2022
Estamos difundiendo esta hoja en todos los países en los que nuestros militantes están presentes. Pedimos apoyo a todos los que quieran contribuir a la extensión de las luchas obreras y les animamos a que la difundan y tomen contacto con nosotros. También estamos organizando reuniones públicas abiertas a todos los que deseen reunirse y debatir con la CCI para seguir reflexionando sobre las cuestiones que están en juego en la situación. Escriban a nuestro dirección mail: [email protected] [166]
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En continuidad con los documentos de discusión publicados después del 23º Congreso de la CCI1, publicamos otras contribuciones que expresan divergencias con la Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI2. Al igual que en la anterior contribución del camarada Steinklopfer, las divergencias se refieren a la comprensión de nuestro concepto de descomposición, a las tensiones interimperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Para evitar más retrasos relacionados con la presión de los acontecimientos actuales, publicamos las nuevas contribuciones de los camaradas Ferdinand y Steinklopfer sin una respuesta que defienda la posición mayoritaria en la CCI, pero sin duda responderemos a este texto a su debido tiempo. Debemos señalar que estas contribuciones fueron escritas antes de la guerra en Ucrania.
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En el 24º Congreso Internacional presenté una serie de enmiendas a la resolución sobre la situación internacional. Su orientación general es la de una mayor elaboración de las divergencias que presenté, en forma de enmiendas, en el anterior, el 23º Congreso. Algunas de ellas fueron aceptadas por el Congreso, otras fueron rechazadas porque el Congreso consideró necesario tomarse un tiempo para discutirlas más antes de votarlas. Aunque se reproducen algunas de estas últimas enmiendas, este artículo se centrará principalmente en las que fueron rechazadas porque el Congreso no estaba de acuerdo con su contenido. Estas divergencias afectaban sobre todo a dos de las dimensiones esenciales del análisis de la situación mundial: las tensiones imperialistas y la relación global de fuerzas de clase entre la burguesía y el proletariado. Pero hay un hilo rojo que une muchos de estos desacuerdos y que gira en torno a la cuestión de la descomposición. Aunque toda la organización comparte nuestro análisis de la descomposición como fase terminal del capitalismo, cuando se trata de aplicar este marco a la situación actual, salen a la luz diferencias de interpretación. En lo que todos estamos de acuerdo es en que esta fase terminal no sólo fue inaugurada por, sino que tiene sus raíces más profundas en, la incapacidad de cualquiera de las dos clases principales de la sociedad para abrir una perspectiva para la humanidad en su conjunto, para unir a grandes partes de la sociedad ya sea detrás de la lucha por la revolución mundial (el proletariado) o detrás de la movilización para la guerra generalizada (la burguesía). Pero, para la organización, parece haber una segunda fuerza motriz esencial de esta fase terminal, que es la tendencia de cada uno contra todos: entre Estados, dentro de la clase dominante de cada Estado nacional, dentro de la sociedad burguesa en general. Sobre esta base, la CCI, en lo que se refiere a las tensiones imperialistas, tiende a subestimar la tendencia a la bipolaridad entre dos Estados ladrones principales, la tendencia a la formación de alianzas militares entre los Estados, así como subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias, que contiene una dinámica potencial hacia una especie de tercera guerra mundial que podría acabar con la humanidad. Sobre esta misma base, la CCI tiende hoy, en lo que respecta a la relación de fuerzas de clase, a subestimar la gravedad de la actual pérdida de perspectiva revolucionaria por parte del proletariado, llevando a la organización a suponer que la clase obrera puede recuperar su identidad de clase y su perspectiva comunista esencialmente a través de las luchas obreras defensivas.
Por mi parte, aunque estoy de acuerdo en que el cada uno burgués contra todos es una característica muy importante de la descomposición, que jugó un papel muy importante en la inauguración de la fase de descomposición con la desintegración del orden mundial imperialista posterior a la Segunda Guerra Mundial en 1989, no estoy de acuerdo en que sea una de sus principales causas. Se trata más bien de que la burguesía por sí misma es una tendencia permanente y fundamental del capitalismo a lo largo de su existencia (en determinadas circunstancias llega incluso hasta la fragmentación y corrosión del propio Estado burgués), al igual que es fundamental y permanente la contratendencia de la unión de las fuerzas nacionales burguesas -de la que el Estado de clase es el principal instrumento-, que llega hasta la tendencia al totalitarismo capitalista de Estado en la época del capitalismo decadente. Para mí, la incapacidad tanto de la burguesía como del proletariado de imponer una solución a la crisis que amenaza la existencia misma de nuestra especie es el factor esencial de la fase de descomposición, en particular a partir de 1989, y no la tendencia de cada uno contra todos. Al contrario, yo diría que la brutalidad creciente tanto de la tendencia a la fragmentación y a la desunión, como a la imposición de un mínimo de unidad nacional a través del capitalismo de Estado, incluyendo la colisión cada vez más chocante entre estas dos tendencias opuestas, es lo que caracteriza, a este nivel, esta fase terminal. Para mí, la CCI se aleja de nuestra posición original sobre la descomposición al dar a cada uno de ellos una importancia fundamental y causal que, en esta unilateralidad, no tiene. A mi entender, la organización se desplaza hacia la posición de que, con la descomposición, hay una nueva cualidad en relación con las fases anteriores del capitalismo decadente, representada por una especie de dominio absoluto de la tendencia a la fragmentación. Para mí, en contraposición a esto, no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano, y en particular en el período de decadencia del capitalismo que comienza con la Primera Guerra Mundial. Por eso propuse una enmienda al final del punto tres de la resolución sobre la situación internacional (y que fue rechazada por el congreso) que decía lo siguiente "Como tal, la actual fase de descomposición no es un período cualitativamente nuevo dentro -o más allá- del capitalismo decadente, sino que se caracteriza -como fase terminal del capitalismo- por la máxima agravación de todas las contradicciones del capitalismo en decadencia." La nueva cualidad de la fase de descomposición consiste, a este nivel, en que todas las contradicciones ya existentes de un modo de producción en decadencia se exacerban al máximo. Esto se refiere a la tendencia de cada uno contra todos que, ciertamente, se exacerba con la descomposición. Pero también se exacerba la tendencia a las guerras entre las grandes potencias y, por tanto, a la guerra mundial, así como todas las tensiones generadas por los movimientos hacia la formación de nuevos bloques imperialistas y por los movimientos para frustrarlos. La falta de comprensión de esto nos lleva hoy a subestimar gravemente el peligro de guerra, en particular el que surge de los intentos de los Estados Unidos de utilizar su todavía existente superioridad militar contra China para detener el ascenso de esta última, al igual que estamos subestimando gravemente el peligro de enfrentamientos militares entre la OTAN y Rusia (este último conflicto, al menos a corto plazo, es potencialmente más peligroso que el chino-estadounidense, ya que contiene un mayor riesgo de desembocar en una guerra termonuclear). Mientras que la CCI se reafirma fatalmente en la improbabilidad de una guerra mundial debido a la inexistencia de bloques imperialistas, el peligro actual, muy considerable, es el de guerras importantes entre las principales potencias, que gravitan en torno a los intentos de avanzar hacia tales bloques, por una parte, y de impedir tales intentos, por otra. Fue por la preocupación por esta preocupante trayectoria del análisis de la organización que propuse la siguiente adición al final del punto ocho: "A lo largo del capitalismo decadente hasta la fecha, de las dos principales expresiones del caos generado por la decadencia de la sociedad burguesa -los conflictos imperialistas entre Estados y la pérdida de control dentro de cada capital nacional- dentro de las zonas centrales del propio capitalismo la primera tendencia ha prevalecido sobre la segunda. Suponiendo, como lo hacemos, que esto seguirá siendo así en el contexto de la descomposición, esto significa que sólo el proletariado puede ser un obstáculo para las guerras entre las principales potencias, no obstante las divisiones dentro de la clase dominante dentro de esos países. Aunque, en determinadas circunstancias, estas divisiones pueden retrasar el estallido de la guerra imperialista, también pueden catalizarlas".
Esta enmienda también fue rechazada por el Congreso. La Comisión de Enmiendas del Congreso escribió que esta enmienda "equivale en última instancia a una puesta en cuestión de la descomposición; podrían surgir nuevas zonas de prosperidad". Sin embargo, el objetivo de esta enmienda no era plantear la perspectiva de nuevas zonas de prosperidad, sino advertir contra la ilusión de que las divisiones en el seno de las diferentes clases dirigentes nacionales actúan necesariamente como un obstáculo para las guerras entre Estados nacionales. Lejos de quedar excluidos por nuestra teoría de la descomposición, los conflictos entre las grandes potencias confirman de forma sorprendente la validez de este análisis. La descomposición es la aceleración, la agudización bárbara de todas las contradicciones del capitalismo decadente. Lo que la CCI supo en su día, pero que ahora corre el riesgo de olvidar, es que el cada uno imperialista contra todos no es más que un polo de la contradicción, siendo el otro polo la bipolaridad imperialista a través de la emergencia de un retador principal a la principal potencia existente (tendencia que contiene, en sí misma, el germen de la formación de bloques imperialistas opuestos, sin ser idéntica a ella). En este nivel, sufrimos una falta de asimilación (o una pérdida de asimilación) de nuestra propia posición. Partiendo de la base de que cada uno contra todos es fundamental y constitucional en la fase de descomposición, la propia idea de que el polo opuesto de la bipolaridad puede reforzarse e incluso llegar a imponerse, debe parecer que pone en cuestión nuestro análisis. Es cierto que, en torno a 1989, con el desmoronamiento del bloque oriental (que hizo innecesario el bloque occidental), en la fase inaugural de la descomposición, se desencadenó posiblemente la más poderosa explosión de cada uno contra todos de la historia moderna. Pero este todos contra todos fue más el resultado que la causa de esta cadena histórica de acontecimientos. Sin embargo, la causa fundamental fue la falta de perspectiva, el "no futuro" que todo lo domina y que caracteriza esta fase terminal. En lo que respecta a la clase dominante, este "no futuro" está vinculado a su tendencia creciente, en el capitalismo decadente, a actuar de forma "irracional", es decir, en detrimento de sus propios intereses de clase. Así, todos los principales protagonistas de la Primera Guerra Mundial salieron debilitados de ella, y en la Segunda Guerra Mundial las dos principales potencias imperialistas en la ofensiva militar (Alemania y Japón) fueron derrotadas. Pero esta tendencia estaba aún lejos de ser omnipresente, como lo demuestra el ejemplo de Estados Unidos, que se benefició tanto militar como económicamente de su participación en ambas guerras mundiales y que, gracias a su abrumadora superioridad económica sobre la Unión Soviética, pudo, en cierto modo, ganar la Guerra Fría sin tener que librar otra guerra mundial. Por el contrario, es difícil ver cómo, a largo plazo, la rivalidad actual entre Estados Unidos y China puede evitar desembocar en una guerra entre ellos, o cómo cualquiera de las partes podría beneficiarse de ese resultado. A diferencia de la URSS, China es un serio aspirante a la dominación estadounidense no sólo en el plano militar, sino también (y, de momento, sobre todo) en el económico, por lo que es poco probable que su desafío pueda ser frenado de forma efectiva sin enfrentamientos militares directos de algún tipo. Precisamente por ello, la rivalidad chino-estadounidense contemporánea es una de las expresiones más dramáticas del no futuro generalizado de la fase terminal del capitalismo. El desafío chino a los Estados Unidos tiene obviamente el potencial de llevar a nuestra especie al borde del abismo. Sin embargo, en el análisis actual de la organización, China no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU., y ello porque su desarrollo económico y tecnológico se considera un "producto de la descomposición". Según esta interpretación, China no puede ser ni llegar a ser más que un país semidesarrollado incapaz de seguir el ritmo de los antiguos centros del capitalismo en Norteamérica, Europa o Japón. ¿No implica esta interpretación que la idea, si no de una paralización del desarrollo de las fuerzas productivas -que con razón siempre hemos descartado como característica del capitalismo decadente-, al menos de algo que no está muy lejos de ello, es la que postula ahora la organización para la fase final de la decadencia? Como el lector atento notará, el 24º Congreso condena no sólo la idea de un desafío imperialista global chino como si fuera una puesta en cuestión del análisis teórico de la descomposición - la misma idea de que China ha reforzado su competitividad a expensas de sus rivales es desechada como expresión de mis supuestas ilusiones en la buena salud del capitalismo chino.
Del mismo modo, se considera que mi estimación de que China, al menos hasta la fecha, ha hecho mejor frente a la pandemia de Covid que su rival estadounidense es una prueba de mi negación del carácter global de la descomposición. En relación con la pandemia, propuse la siguiente enmienda al punto cinco de la resolución (rechazada por el Congreso) "Es importante para un análisis marxista tener en cuenta estas diferencias, en particular en la medida en que revelan tendencias importantes que ya existían antes de la pandemia y que han sido reforzadas por ella. Tres de estas tendencias son especialmente significativas. En primer lugar, el establecimiento de un tercer gran centro del capitalismo mundial en el Extremo Oriente (junto a Europa y América del Norte), que en algunos niveles está incluso superando a los ya establecidos en los niveles de modernidad y eficiencia capitalista. En segundo lugar el ascenso de China a costa de Estados Unidos. En tercer lugar, el fiasco experimentado por la forma "neoliberal" del capitalismo de Estado frente a la pandemia (cuyo modelo de "Estado magro" que no guarda reservas - "producción justo a tiempo", y entrega- se aplicó más radicalmente en los viejos países capitalistas)". Tengo la impresión de que, para la organización actual, las leyes inmutables del capitalismo ya no se aplican a su fase de descomposición. ¿Acaso no hay siempre ganadores y perdedores de la lucha competitiva burguesa? Tampoco, hasta ahora, hemos negado que pueda haber diferentes grados de desarrollo de la descomposición en diferentes países y situaciones. Es un misterio para mí que esto ya no sea así. Ya sea en relación con la pandemia o con la situación en general, nuestra aplicación de la etiqueta de descomposición corre el riesgo de favorecer una tendencia a la superficialidad y la pereza teóricas. Nuestra comprensión de la descomposición proporciona el marco para analizar la pandemia, al igual que para la fase en su conjunto, al igual que nuestra comprensión de la decadencia o del capitalismo en su conjunto. Este marco, absolutamente esencial, no es todavía el análisis en sí mismo. Sin embargo, corremos el riesgo de confundir los dos, pensando que ya hemos hecho el análisis cuando damos el marco. ¿Y qué significa decir que el "desarrollo de China es producto de la descomposición"? ¿Que la proletarización de 600 millones de campesinos (una parte importante de cualquier futura revolución proletaria mundial) es producto de la descomposición? ¿No sería más correcto decir que el aspecto del desarrollo en China tiene lugar DESPUÉS de la descomposición?
En cuanto a la cuestión vital del peligro de enfrentamientos militares entre potencias tan importantes como Estados Unidos y China, no es una cuestión de pronóstico, nadie sabe exactamente lo que le depara el futuro. Lo que la organización está subestimando gravemente es lo que está ocurriendo ante sus propios ojos en el aquí y ahora. Como los propios representantes de la burguesía estadounidense han hecho público recientemente, el gobierno chino esperaba un ataque militar estadounidense de algún tipo antes del final del primer mandato de Donald Trump. No sólo la retórica belicista de la Casa Blanca le llevó a esta conclusión, sino también la gran prisa con la que Washington comenzó a retirar sus tropas de Oriente Medio (Siria) y a desplegar fuerzas adicionales en Extremo Oriente. Por lo tanto, es una hipótesis plausible que uno de los medios de la clase dominante china para responder a esta amenaza fuera, al principio de la pandemia, permitir que el nuevo virus se transmitiera al resto del mundo como medio para estropear los planes de su rival estadounidense. Teniendo en cuenta las críticas a aspectos de la política exterior de Trump por parte del Partido Demócrata en EE.UU. durante esta fase, cabe suponer que, después de que Joe Biden sustituyera a Trump en el Despacho Oval, Pekín adoptó entonces una política de espera, pero a más tardar la retirada aún más precipitada de Bidens de Afganistán, seguida de la formación de la alianza militar AUKUS, les habrá convencido de que Biden sigue la misma lógica de confrontación que Trump. Mientras que, según el famoso periodista de investigación estadounidense Bob Woodward, Trump estaba contemplando el uso de armas atómicas contra China, lo que se está discutiendo actualmente en la "comunidad de seguridad" de Estados Unidos es sobre todo la desestabilización política del régimen chino existente, en particular a través de la construcción de una política sistemática de provocación sobre la cuestión de Taiwán. La suposición detrás de esto es que si Xi Jin Ping no reacciona militarmente a los movimientos hacia la independencia de Taiwán, si China reacciona militarmente pero sin éxito, esto podría dar lugar a una "pérdida de prestigio" tal que podría ayudar a marcar el comienzo del fin del gobierno del estalinismo en China (el caos resultante en el país más poblado de la tierra sería tolerado como el mal menor por Washington en comparación con la amenaza actual de una continuación del ascenso de su retador chino). En nombre de lo que se supone que es una defensa del concepto de descomposición, la organización ha comenzado, en realidad, a socavar la agudeza y la coherencia del análisis de la CCI sobre la decadencia. Anteriormente, hemos entendido el período de la decadencia del capitalismo como una época no sólo de guerras y revoluciones, sino de guerras y revoluciones mundiales. La actual subestimación de la tendencia innata e inherente del capitalismo en decadencia hacia la guerra mundial es realmente alarmante.
Pasando ahora a la segunda divergencia fundamental, la relativa al equilibrio de las fuerzas de clase, propuse, entre otras enmiendas sobre la lucha de clases, el siguiente pasaje al punto treinta y dos, subrayando la gravedad del retroceso proletario por las tres principales derrotas políticas que ha sufrido. Este añadido, rechazado por el Congreso, dice lo siguiente "Desde el regreso de una generación invicta a la escena de la lucha de clases en 1968, el proletariado ha sufrido tres derrotas políticas consecutivas de importancia, cada una de las cuales ha aumentado las dificultades de la clase. La primera derrota fue la de su impulso inicial de politización. El izquierdismo y la política de la "izquierda en el gobierno" (aumento del bienestar social) fueron, en los años 70, las puntas de lanza de este retroceso, seguidas en los 80 por la izquierda en la oposición movilizada en el terreno contra la combatividad obrera aún existente, y el paso a una política gubernamental y económica "neoliberal". Uno de los objetivos de esta última era frenar la inflación, entre otras cosas porque, al erosionar el poder adquisitivo de todos los trabajadores, tendía a favorecer las luchas salariales y la posibilidad de su unificación. Así debilitada, la clase obrera, durante los años ochenta, fue incapaz de avanzar en la dirección exigida por la situación económica (crisis internacional, "globalización") y objetivamente preparada por las gigantescas luchas desde Francia 1968 hasta Polonia 1980: la de los movimientos de masas que desbordan las fronteras nacionales. La segunda derrota, la de 1989 (la más importante con diferencia), que inauguró la fase de descomposición, estuvo marcada por el hecho de que el estalinismo fue derribado por su propia descomposición innata, y no por las luchas obreras. La tercera derrota, la de los últimos cinco años, resulta de la incapacidad de la clase para responder adecuadamente a las crisis "financiera" y del "euro", dejando un vacío que ha sido llenado, entre otras cosas, por el identitarismo y el populismo. Mientras que el centro de gravedad del retroceso mundial de 1989 estaba en Europa del Este, el actual se ha centrado, por el momento, en Estados Unidos (por ejemplo, el fenómeno del trumpismo) y en Gran Bretaña (Brexit). La derrota de 1989 y la actual tienen las características de una derrota política en un contexto de descomposición. Por graves que sean, no son derrotas del mismo tipo que las sufridas durante la contrarrevolución. Son derrotas del tipo de las que el proletariado aún puede recuperarse (cuyo concepto explicamos en nuestro último Congreso Internacional). Aunque todavía no podemos calibrar cuánto tiempo pueden durar sus efectos, no podemos excluir (más de tres décadas después del comienzo del retroceso global de la causa proletaria en 1989) que este retroceso posterior a 1989 pueda durar tanto como la contrarrevolución que se prolongó durante unas cuatro décadas (desde mediados de los años 20 hasta mediados de los 60). Pero, por otra parte, la posibilidad de superarlo más rápidamente es muy real, ya que su causa profunda se sitúa sobre todo en el plano subjetivo, en la falacia dramática de que no hay alternativa al capitalismo".
Ya era llamativo en la resolución del 23º Congreso que el problema de la debilidad, pronto convertida en ausencia de una perspectiva revolucionaria proletaria, no se planteara como central para explicar los problemas de las luchas obreras durante los años 80. En la presente resolución, se vuelve a hacer hincapié en el impacto negativo del "cada uno por su lado", y en el maquiavelismo de la burguesía al promover dicha mentalidad. Pero como las resoluciones tanto del 23º como del 24º Congreso siguen argumentando que la lucha de clases, tras la derrota de la huelga de masas en Polonia, siguió avanzando durante los años 80, son incapaces de explicar en profundidad por qué este cada uno contra todos y esta estrategia de la burguesía pudieron tener el éxito que sin duda tuvieron. Esta incapacidad, este aferrarse al análisis del avance de la lucha proletaria durante los años 80 (un análisis ya erróneo, pero en cierto modo comprensible en su momento, dado el importante número de luchas obreras importantes, pero mucho menos comprensible hoy en día), es tanto más sorprendente cuanto que esta década ha pasado a la historia como la del "no futuro". Como ya hemos visto en relación con el imperialismo, las luchas de los años 80 tienden a analizarse ante todo desde el punto de vista de este cada uno contra todos, sin reconocer la centralidad de la creciente pérdida de confianza del proletariado en su perspectiva revolucionaria más allá del capitalismo. Las luchas obreras de finales de los sesenta y principios de los setenta pusieron fin a lo que llamamos, con razón, la contrarrevolución más larga de la historia, no sólo por su carácter a menudo masivo, espontáneo y autoorganizado, sino también porque empezaron a romper la camisa de fuerza ideológica de la Guerra Fría, dentro de la cual la única opción parecía ser la de "comunismo" (es decir, el bloque oriental -o alternativamente China-) y "democracia" (es decir, el bloque occidental). Con la renovación del combate proletario apareció la idea, a menudo vaga y confusa, pero muy importante, de una lucha contra, un rechazo tanto del este como del oeste, y con ello la puesta en cuestión del marco político establecido por el capitalismo para una tercera guerra mundial. Esto fue central para lo que en su momento describimos (muy correctamente) como un cambio del curso histórico de uno hacia la guerra generalizada a uno hacia la creciente confrontación de clases. Esta politización inicial, aunque se centró en el oeste, también llegó al este, convirtiéndose en un obstáculo para el impulso bélico del Pacto de Varsovia también: la idea de desafiar y eventualmente derrocar no sólo el capitalismo occidental (donde se encontraba el corazón del sistema mundial) sino igualmente derrocar el estalinismo en el este, por medio de la autoorganización y eventualmente de los consejos obreros que avanzarían hacia el establecimiento del comunismo real. Esta primera politización ya fue contrarrestada con éxito por la clase dominante en el transcurso de los años 70, a raíz de lo cual, tras la derrota de la huelga de masas de 1980 en Polonia, cada vez más trabajadores del Este empezaron a depositar sus esperanzas en modelos económicos de corte occidental, mientras que en los países centrales de Occidente las luchas durante los años 80 se caracterizaron cada vez más por la fatal actitud de "rechazar la política", de posicionarse demostrativamente en el terreno estrictamente económico. Frente a esta despolitización, la esperanza que tenía la CCI en los años 80 -de que estas luchas económicas, en particular la confrontación con los sindicatos durante su transcurso, pudieran convertirse en el crisol de una repolitización, quizás incluso a un nivel superior- no se cumplió. La realidad del fracaso de esta repolitización es, al menos implícitamente, reconocida ya (desde los últimos años 80) por nuestro análisis de la descomposición, ya que define la nueva fase como una fase sin perspectiva. Según esta resolución, el combate proletario, a pesar de todos los problemas encontrados, se desarrollaba básicamente bien antes de que, en 1989, fuera frenado en seco por un acontecimiento histórico mundial que aparece como exterior a él: el hundimiento del bloque del Este. Visto así, la CCI parte de la base de que los efectos más contundentes de este acontecimiento van a desaparecer con el tiempo, permitiendo a la clase continuar de alguna manera su camino previo, esencialmente sólido, de politización a través de sus luchas defensivas. La organización también asume que, en comparación con los años 80, el proceso de politización se verá más impulsado por la profundización de la crisis económica, que a la vez obliga a los trabajadores a luchar y les hace perder sus ilusiones, abriendo los ojos a la realidad del capitalismo.
Por el contrario, desde mi punto de vista, la principal debilidad, ya en los años 80, no estaba en el nivel de sus luchas económicas, sino en el nivel político y teórico. Lo que la organización parece olvidar, es que un aumento de la militancia obrera no va necesariamente unido a un aumento de la extensión y profundidad de la conciencia en el seno del proletariado. La evolución de la situación social antes de la Segunda Guerra Mundial ilustra claramente que incluso puede ocurrir lo contrario. En varios países de Europa occidental (como Francia, Bélgica, los Países Bajos y, sobre todo, España), pero también, por ejemplo, en Polonia y (sobre todo) en Estados Unidos, la combatividad obrera estaba mucho más desarrollada durante los años 30 que durante los años 20: la década de la primera ola de la revolución mundial centrada en Rusia y en Europa central. Una de las principales explicaciones de esta evolución paradójica se encuentra fácilmente. Está en la brutalidad de la crisis económica, la Gran Depresión que, a partir de 1929, obligó a los trabajadores a defenderse. Sin embargo, a pesar de esta militancia, el curso histórico fue hacia una segunda guerra mundial, no hacia la intensificación de la lucha de clases. Ante la contrarrevolución en la URSS y el fracaso de la revolución en Alemania y otros lugares de Europa central, la combatividad obrera retrocedió a nivel mundial. Lejos de bloquear el camino hacia la guerra mundial, la clase dominante pudo incluso aprovechar esta militancia para fines bélicos, en particular mediante el "antifascismo" ("detener a Hitler") y la defensa de la supuesta patria socialista en la URSS. Ni siquiera las importantísimas y masivas huelgas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial pudieron salir de esta trampa político-ideológica. En Irlanda del Norte, por ejemplo, hubo muy grandes movimientos huelguísticos durante la segunda guerra mundial, a menudo centrados precisamente en la industria armamentística, reconociendo los trabajadores de allí el fortalecimiento de lo que los sindicalistas llaman su "poder de negociación" precisamente gracias a la guerra, pero sin que, por desgracia, se debilitara en absoluto el ánimo patriótico pro-guerra que también había envuelto a estos trabajadores. En este sentido, aunque es un factor indispensable, la militancia obrera es un factor insuficiente, tanto para desarrollar la politización, como para juzgar si el combate proletario avanza o no. Esto queda ilustrado no sólo por la experiencia de los años 30 y de los 80, sino también por la situación actual. Por supuesto, hemos sido testigos de importantes luchas de resistencia obrera en los últimos años. Por supuesto, veremos más de ellas en el período venidero. Por supuesto, hay incluso una buena posibilidad de que aumente dicha militancia, dado el empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida del proletariado que, en muchos sectores, es cada vez más dramático (los efectos de la crisis económica), dado también la mejora de la posición de "negociación" en otros sectores debido a la dramática falta de trabajadores suficientemente cualificados (los efectos de la anarquía capitalista). Y sí, hay numerosos ejemplos, además cualitativamente muy convincentes en la historia, que demuestran que los trabajadores pueden responder a los ataques, no sólo con gran combatividad, sino con el correspondiente desarrollo de la conciencia de clase (desde 1848 hasta 1968, y la ola revolucionaria que comenzó durante la Primera Guerra Mundial fue también en gran medida una reacción a la miseria económica y social). Pero ¿qué pasa con las perspectivas a más corto plazo de la politización proletaria en el presente ¿una situación concreta? El hecho de que en los años sesenta y principios de los setenta se produjera a la vez una efervescencia de combatividad y de conciencia de clase no demuestra que lo mismo esté ocurriendo hoy, como tampoco el ejemplo de los años treinta o de los ochenta demostraría lo contrario. Actualmente, la CCI se tranquiliza diciendo que el proletariado mundial no está preparado para marchar a una tercera guerra mundial, lo cual es cierto. Pero a este nivel, la situación sólo parece parecerse a la de después de 1968, cuando una nueva e invicta generación del proletariado se convirtió en el principal obstáculo para dicha guerra. En aquel momento, dos bloques imperialistas rivales estaban preparados, estaban listos y eran capaces de desencadenar una tercera guerra mundial. Hoy en día, no existe tal preparación por parte de la clase dominante. No sólo el proletariado no quiere que se le envíe a esa guerra, sino que la propia burguesía no tiene la intención de enviar a nadie a una tercera guerra mundial. El objetivo de la burguesía china, por ejemplo, es cómo superar a los Estados Unidos evitando una guerra mundial, dado que este último país sigue siendo militarmente muy superior y probablemente seguirá siéndolo durante algún tiempo. El objetivo de la burguesía estadounidense, por ejemplo, en su empeño por detener el ascenso de China, es evitar que ésta forme un bloque militar (en particular con Rusia) que aumente la probabilidad de atreverse eventualmente a iniciar una tercera guerra mundial. Así, vemos que, a diferencia de la situación durante la Guerra Fría, hoy nadie está planeando una tercera guerra mundial. Por el contrario, las diferentes capitales nacionales están, en su mayoría, desarrollando sus diferentes estrategias, todas ellas encaminadas a aumentar su propia influencia y posición evitando la Tercera Guerra Mundial. Pero una de las preguntas que deben hacerse los revolucionarios es si todo esto hace que una tercera guerra mundial sea menos probable que durante la Guerra Fría. La respuesta que da actualmente la CCI es afirmativa: hemos llegado incluso a hablar de la improbabilidad de tal catástrofe. No comparto en absoluto esta opinión. Incluso la considero muy peligrosa, sobre todo para la propia organización. En mi opinión, el peligro de una tercera guerra mundial es hoy tan grande, si no mayor, que durante las dos últimas décadas de la Guerra Fría. Por lo que el principal peligro es precisamente que las diferentes maniobras estratégicas y estratagemas militares tácticas supuestamente destinadas a evitar una conflagración mundial conduzcan a ella. Desde este punto de vista, la cuestión de la disposición del proletariado a marchar a la guerra mundial ya no puede plantearse como durante la Guerra Fría (por lo que el 23º congreso de la CCI tuvo razón al concluir que el concepto de lo que llamamos Curso Histórico no se aplica a la situación actual). Podemos estar de acuerdo, por ejemplo, en que el proletariado de los EE.UU. no está actualmente preparado para ir a invadir China. Pero, ¿sería posible para la burguesía de los Estados Unidos, en la situación actual, ganar el apoyo de la población para una "dura acción militar" contra China, aparente y ostensiblemente por debajo del umbral de la guerra global? Esta pregunta, creo, es mucho más difícil de responder, y la situación, para el proletariado, políticamente más vulnerable. Pero es esta cuestión la que nos plantea la situación histórica, y no la actualmente abstracta de una hipotética disposición a marchar a la guerra mundial. Esta última puede tener lugar aunque ninguno de los actores principales se lo proponga: la tendencia a la misma está arraigada mucho más profundamente en la esencia del capitalismo que en el nivel de los impulsos conscientes o inconscientes de la clase dominante, siendo esta última sólo uno de los muchos factores importantes y muy lejos de ser el principal. Es de la mayor importancia política superar cualquier planteamiento esquemático y unilateral de hacer de la existencia de bloques imperialistas una condición previa para los enfrentamientos militares entre las grandes potencias en la situación actual. No sólo porque el núcleo de una alianza militar a más largo plazo contra China ya ha sido creado por Estados Unidos y Australia, cuya cáscara interior es actualmente su acuerdo "AUKUS" con el Reino Unido, la cáscara exterior su cooperación "QUAD" con Japón e India. Pero, sobre todo, porque esto lleva a otros factores de similar o incluso mayor importancia, uno de los cuales es que los dos principales rivales imperialistas están llenos de resentimientos y sed de venganza. En el caso de China, es el orgullo herido de una gran potencia que se siente humillada por sus antiguos amos coloniales de lo que consideraba el Occidente bárbaro o de Japón. Lo importante que pueden ser estos factores lo demuestra la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, cuando muchos marxistas, tras la derrota sufrida por el imperialismo alemán, pensaron que la próxima guerra mundial se iba a librar entre el Reino Unido y Estados Unidos como la más fuerte de las grandes potencias restantes. En contraposición a esto, durante la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo ya, y con razón, predijo que la constelación de una segunda guerra mundial probablemente sería una especie de continuación de la primera, debido al grado de odio y el anhelo de venganza infundidos por esta última. Desde este punto de vista, es muy significativo que, en los últimos años, de las entrañas de la sociedad burguesa haya surgido un resentimiento en Estados Unidos que guarda cierta similitud con el odio infundido en Alemania tras su derrota en la Primera Guerra Mundial y lo que se sintió como la "humillación de Versalles" que le siguió. El epítome de este fenómeno en EE.UU. hoy en día es que, mientras EE.UU., desde 1989, ha estado soportando la carga militar y financiera de vigilar el mundo, el resto del mundo ha aprovechado la oportunidad para apuñalar a su benefactor en la espalda, en particular en el plano económico, para acabar con millones de "puestos de trabajo estadounidenses". Sobre esta base ha surgido una "opinión pública" muy poderosa de rechazo al despilfarro de "vidas americanas y dólares americanos" en el extranjero bajo cualquier pretexto (ya sea "ayuda humanitaria", "cruzada democrática" o "construcción de la nación"). Detrás de lo que suena como una fuerte reacción antibélica hay, por desgracia, también, de hecho, en primer lugar, un virulento nacionalismo estadounidense, que ayuda a explicar, no las retiradas militares primero de Siria (bajo Trump) y luego de Afganistán (bajo Biden) en sí mismas, sino el carácter caótico y precipitado de estas evacuaciones: quién es capaz de sacar a "nuestros chicos y chicas" de esos países más rápido se ha convertido en un factor importante en la furiosa lucha de poder que tiene lugar dentro de la burguesía estadounidense. Este nacionalismo representa un gran peligro político para el proletariado de los Estados Unidos, ya que es capaz de generar una fuerte fuerza gravitatoria de beligerancia en cuanto se vea que se dirige contra el "verdadero" enemigo (no los talibanes sino China: los que se presentan como los que acaban con la industria americana). Nada de esto significa que el estallido de las formas más destructivas de la guerra capitalista en los próximos años sea inevitable. No es inevitable. Pero la tendencia en esta dirección es inevitable, mientras el capitalismo siga reinando. En cuanto al equilibrio de fuerzas de clase, la organización ha argumentado que mi posición se acerca a la del "modernismo". Por modernismo se entiende, en este contexto, el deseo de sustituir la lucha de los trabajadores por alguna otra categoría (como la que se ha postulado en el pasado, por ejemplo, la que existe entre los ricos y los pobres, o entre los que dan órdenes y los que las reciben) como central en la sociedad burguesa moderna. El término "modernista" ha sido utilizado por diferentes corrientes políticas posteriores a la Segunda Guerra Mundial para diferenciarse de lo que consideraban un concepto ya desaparecido de las luchas obreras. Por otra parte, también hay que señalar que el rechazo o la subestimación de las luchas obreras defensivas es mucho más antiguo que la corriente modernista. Ya en el siglo XIX, los partidarios de Lassalle en Alemania, por ejemplo, argumentaban en contra de las huelgas sobre la base de la teoría de Lassalle de la "ley de hierro de los salarios", según la cual ni siquiera las mejoras temporales de las condiciones de los trabajadores son posibles a través de las luchas salariales. En los años 20, la llamada Tendencia de Essen del KAPD comunista de izquierda, también en Alemania, comenzó a rechazar la necesidad de la lucha obrera cotidiana con el argumento de que sólo la propia revolución puede defender los intereses de clase. Existen, por tanto, diferentes argumentos e incluso tradiciones que ponen en duda la importancia de la lucha de clases cotidiana, no sólo la modernista. Lo que todos tienen en común es la subestimación errónea y fatal del papel de la lucha cotidiana de los trabajadores. Por mi parte, no comparto ni el punto de vista modernista ni el de Lassalle ni el de la Tendencia de Essen. Por el contrario, estoy de acuerdo con el resto de la CCI en la importancia de las dimensiones defensivas de la lucha obrera. La divergencia en la CCI no es sobre si estas luchas son o no importantes. Se trata de qué papel pueden y deben desempeñar en la situación histórica dada. Necesariamente, esta discusión debe tratar no sólo del potencial de estas luchas, sino también de sus posibles limitaciones. La situación histórica actual se caracteriza por el hecho de que el proletariado mundial ha perdido la confianza en su brújula revolucionaria y en su identidad como clase. Encontrar una salida a este dilema es claramente la tarea central del proletariado revolucionario en este momento. Ante esta situación, la CCI se pregunta: ¿qué fuerzas materiales pueden mostrar de forma realista un camino a seguir? La respuesta que da actualmente la organización es que, sobre todo, la lucha de clases cotidiana tiene este potencial. Esta respuesta contiene un importante momento de verdad. Aunque el mundo entero compartiera la idea de que la lucha de clases proletaria es una cosa del pasado, en realidad no sólo está muy viva, sino que es incluso indestructible mientras el capitalismo siga existiendo. Por lo tanto, la CCI tiene toda la razón al confiar en la dinámica de los antagonismos de clase, en las contradicciones del modo de producción burgués, en el sufrimiento del proletariado causado por la crisis capitalista, en la resistencia de la respuesta proletaria, todo lo cual demostrará que seguimos viviendo en una sociedad de clases, cuyas contradicciones sólo pueden resolverse mediante la superación del capitalismo por el proletariado. Por mi parte, no critico en absoluto este posicionamiento. Lo que critico es su unilateralidad, la subestimación de la dimensión teórica de la lucha obrera. Sin la lucha de clases cotidiana no habría ni perspectiva comunista ni identidad de clase proletaria. No obstante, ni la perspectiva comunista ni la identidad de clase son un producto directo de la lucha obrera inmediata. Son su producto indirecto, sobre todo por su dimensión teórica. La lucha de clases proletaria no es una revuelta más o menos descerebrada, ni reacciona de manera simplemente mecánica al empeoramiento de su situación como los perros del profesor Pavlov. La abstracción de las relaciones capitalistas obliga al proletariado a seguir el camino indirecto de la teoría para poder comprender y superar el dominio de clase. No sólo la perspectiva del comunismo, sino también la identidad de clase proletaria, tienen una dimensión teórica esencial que incluso los mayores movimientos económicos y políticos, hasta la huelga de masas inclusive, pueden aumentar pero nunca sustituir. Tanto la forja de una perspectiva revolucionaria como de una identidad de clase adecuada son imposibles sin el arma del marxismo. En los primeros tiempos del movimiento obrero esto era menos cierto porque el capitalismo y la clase burguesa aún no estaban más desarrollados, la revolución proletaria aún no estaba en la "agenda de la historia". En esas condiciones todavía inmaduras, las versiones más o menos utópicas y/o sectarias del socialismo seguían ayudando a la clase obrera a desarrollar su conciencia revolucionaria y una identidad de clase propia. En las condiciones del capitalismo de estado totalitario decadente esto ya no es posible: las diferentes versiones no marxistas del "anticapitalismo" son incapaces de poner en cuestión el capitalismo, quedando atrapadas en su lógica. Mi insistencia en la indispensabilidad de esta dimensión teórica ha sido malinterpretada por la organización como la manifestación de un desprecio hacia la lucha diaria de los trabajadores. Más significativa, quizás, ha sido la crítica que se me ha hecho de que defiendo una concepción "sustitucionista" de la lucha de clases. Por "sustitucionista" se entiende aquí que supuestamente pienso que el trabajo teórico de unos pocos cientos de comunistas de izquierda (en un mundo con más de siete mil millones de habitantes) puede, por sí mismo, hacer una contribución esencial para cambiar la marea a favor del proletariado. En efecto, creo que el trabajo teórico es esencial para invertir la tendencia. Pero este trabajo debe ser realizado, no por unos pocos cientos de comunistas de izquierda solamente, sino por millones de proletarios. El trabajo teórico es la tarea, no sólo de los revolucionarios, sino de la clase obrera en su conjunto. Dado que el proceso de desarrollo del proletariado es desigual, es en particular tarea de las capas más politizadas del proletariado asumir esta tarea; minorías por tanto, sí, pero que aún comprenden potencialmente a millones de trabajadores, y que, en lugar de sustituir al conjunto, presionan para impulsar y estimular al resto. Los revolucionarios, por su parte, tienen la tarea específica de orientar y enriquecer esta reflexión a realizar por millones. Esta responsabilidad de los revolucionarios es, como mínimo, tan importante como la de intervenir ante los movimientos huelguísticos, por ejemplo. Sin embargo, la organización quizás ha olvidado que las masas proletarias son capaces de participar en este trabajo de reflexión teórica. Este olvido, me parece, expresa una pérdida de confianza en la capacidad del proletariado para encontrar una salida al callejón sin salida en el que el capitalismo ha atrapado a la humanidad. Esta pérdida de confianza se expresa en el rechazo de cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968. Al carecer de esta confianza, acabamos restando importancia a estos gravísimos reveses políticos, consolándonos con las luchas defensivas cotidianas como el principal crisol de un camino a seguir -en mi opinión, una concesión significativa a un enfoque "economicista" de la lucha de clases como el que criticaron Lenin y Rosa Luxemburgo a principios del siglo XX. La concepción de un "proletariado invicto", que era una visión correcta y muy importante en los años 70 y aún en los 80, se ha convertido en un artículo de fe, un dogma vacío, que impide un análisis serio y científico de la relación de fuerzas. En una enmienda al punto 35, relativo a la toma de conciencia en relación con la cuestión de la guerra, propuse el siguiente añadido (rechazado por el congreso) "Recientemente, sin embargo, la situación ha empezado a cambiar. Desde que la rivalidad entre EE.UU. y China se ha convertido en el antagonismo central del imperialismo mundial, se abre la posibilidad de que, en algún momento en el futuro, el proletariado pueda empezar a comprender la inexorabilidad del imperialismo bajo el capitalismo.
Si la crisis económica y la guerra pueden contribuir, en circunstancias favorables, a una politización revolucionaria, es razonable suponer que la combinación de ambos factores puede ser incluso más eficaz que cualquiera de ellos por separado". La Comisión de Enmiendas del Congreso escribió, a modo de explicación, que "la idea debe ser rechazada, no tiene en cuenta que la burguesía no puede desencadenar la guerra."
Steinklopfer.
1 Documentos del 24º Congreso Internacional de la CCI (2021) [178]
2Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021) [91]
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Hace casi 6 meses que la guerra se desató a las puertas de Europa, medio años que dura este macabro espectáculo y sus miles de víctimas, sus millones de exiliados, sus escenas de destrucción y desolación, medio año donde la carnicería y la devastación ha regresado brutalmente a Europa, acelerando así la espiral bélica en la que se hunde el capitalismo.
Esta odiosa manifestación del hundimiento del capitalismo en el caos y la barbarie va acompañada del resurgimiento de la pandemia de Covid-19 con una "séptima ola" que actualmente recorre Europa sin que los Estados prevean la más mínima medida sanitaria, abandonando la burguesía a las poblaciones a su suerte en la más perfecta negligencia.
Asimismo, la cadena de olas de calor, como la que azotó a la India y Pakistán los pasados meses de marzo y abril, nos recuerda que los cataclismos relacionados con el cambio climático amenazan cada vez más a la humanidad. Los efectos más extremos (olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas, etc.) se están convirtiendo incluso en la norma y pronto harán imposible la vida humana en regiones enteras del planeta.
Podríamos añadir muchos otros aspectos a esta acumulación y simultaneidad de catástrofes que sólo demuestran una cosa: la considerable acentuación de la putrefacción de la sociedad capitalista y la total incapacidad de la clase dominante para contrarrestar esta tendencia histórica. Estos tres grandes acontecimientos ilustran de manera flagrante el hecho de que el capitalismo se ha convertido en un modo de producción obsoleto, incapaz de garantizar un futuro a la humanidad que no sea su propia destrucción.
Desde principios del siglo XX, la guerra es inseparable de la sociedad capitalista. Es el producto mismo de este modo de producción, que está definitivamente en crisis, "habiendo agotado históricamente todas las posibilidades de desarrollo, y encontrando en la guerra moderna, la guerra imperialista, la expresión de este colapso que [...] no hace más que engullir las fuerzas productivas en el abismo y acumular ruina sobre ruina a un ritmo acelerado[1]. Pero a diferencia de la catástrofe climática o de la aparición de la pandemia, el militarismo y la proliferación de los conflictos bélicos son el producto de la acción voluntaria y deliberada de la burguesía, incapaz de dirimir sus rivalidades imperialistas de otra manera que no sea por la ley de las armas y con la sangre de los explotados.
La guerra en Ucrania no es una excepción a esta lógica totalmente irracional[2] e incluso constituye una profundización del militarismo y de sus bárbaras consecuencias, como demuestran la magnitud de los combates, las decenas de miles de muertos, la destrucción sistemática de ciudades enteras, la ejecución de civiles, el irresponsable bombardeo de centrales nucleares y las considerables consecuencias económicas para todo el planeta. La explosión de los presupuestos militares de todos los estados, y la prevista adhesión de Suecia y Finlandia a la cesta de cangrejos que es la OTAN, no son en absoluto marcas del famoso "Si quieres la paz, prepara la guerra" tan hipócritamente machacado por la burguesía. Por el contrario, el aumento de los arsenales militares y, de forma más general, la acentuación de la economía de guerra no hará sino aumentar las tensiones entre los Estados y desde ahora están sentando las bases de futuros conflictos.
Mientras el mundo sufre desde hace casi tres años una de las pandemias más mortíferas de la historia, y mientras la crisis económica y el desastre medioambiental se agravan, todos los Estados se hunden en gastos de armamento a niveles abismales. Más que nunca, la economía está al servicio de la guerra, al servicio de la producción desenfrenada de herramientas de destrucción sin la menor coherencia económica. Puesto que un fusil, un misil o un avión de combate no generan ningún valor adicional y son un puro despilfarro, una pérdida muerta desde el punto de vista del capital a escala mundial. Por lo tanto, el aumento de la producción de armas, la posible conversión de sectores estratégicos a la industria militar, el endeudamiento que todo ello provocará y la disminución de la inversión en otros sectores de la economía alterarán considerablemente el comercio mundial y empeorarán aún más las condiciones de vida de los explotados.
Además, a esto se añaden los efectos directos de la guerra que ya se dejan sentir en gran parte de la población mundial: inflación exorbitante, la desorganización total de las cadenas de producción, las medidas de represalia económica entre estados rivales. Las consecuencias de la guerra imperialista golpean duramente a los explotados de todo el mundo, que tienen que enfrentarse a situaciones de escasez y penuria. Ante esta situación catastrófica, la burguesía no tiene otra salida que la interminable ideología del sacrificio, al igual que los gobiernos europeos que, ante los cortes de gas ruso, instan a la población a apretarse el cinturón y practicar la "sobriedad energética", todo ello en nombre de una pseudo solidaridad con el "pueblo ucraniano". Esta despreciable propaganda transmitida por las grandes empresas energéticas muestra toda la perfidia y el cinismo de la clase dominante, que no renuncia a hacer pagar su crisis a la clase trabajadora. Pero las mentiras de la clase dirigente palidecen en comparación ante la dura realidad que miles de millones de personas sufren a diario en su propio cuerpo. Como prueba está el aumento del hambre en el mundo: en 2021, el capitalismo ha sumido a 2,300 millones de personas en la inseguridad alimentaria, de las cuales unos 800 millones ya han pasado hambre, y esto incluso antes de la actual guerra en Ucrania y sus consecuencias.
Como hemos afirmado repetidamente en los últimos meses, el proletariado, privado de su conciencia de clase, es por el momento incapaz de reconocerse como una fuerza social capaz de oponerse a la guerra y de defender la perspectiva revolucionaria. Frente a la inflación y la escasez, las revueltas han estallado así en un terreno de lucha totalmente ajeno a los métodos y objetivos del proletariado, como en Sri Lanka, donde la cólera de la población ha sido instrumentalizada para destituir al presidente de turno, sirviendo así de masa de maniobra en los enfrentamientos entre camarillas burguesas. En Ecuador, miles de "indígenas", agrupados por líneas étnicas y apartados de la clase obrera, también se han propuesto derrocar al gobernante... en beneficio de otra camarilla burguesa.
Sin embargo, en las últimas semanas se han manifestado en el corazón del capitalismo mundial los primeros atisbos de reacción de los trabajadores ante la acentuación de la explotación en sus trabajos y ante el deterioro de las condiciones de vida, como consecuencia de la subida de los precios. A finales de junio, más de 50,000 trabajadores ferroviarios británicos estaban en huelga para reclamar mayores salarios[3]. En Alemania, España y Francia también estallaron huelgas en el sector aéreo y ferroviario, basadas en las mismas reivindicaciones. Si estas luchas defensivas siguen siendo por el momento muy embrionarias, aisladas unas de otras y encuadradas por los sindicatos, estos últimos desplegando a la perfección su arsenal de sabotaje a través del encierro corporativista y la división entre sectores, el hecho es que ilustran una gran rabia en las filas de los trabajadores, así como un potencial de combatividad en el período que viene.
Pero, sobre todo, estos movimientos demuestran plenamente que la crisis económica sigue siendo el mejor aliado del proletariado, el terreno más favorable en el que puede desarrollar su solidaridad, su unidad internacional y recuperar gradualmente su identidad de clase y la conciencia de su fuerza revolucionaria. Sólo a través de estas largas y tortuosas luchas podrá extirpar a la humanidad de la espiral de destrucción en la que la arrastra el capitalismo y mostrar así el camino hacia el comunismo. Más que nunca, ¡el futuro es de la clase obrera!
Vincent, 8 de julio de 2022
[1] Las verdaderas causas de la Segunda Guerra Mundial, INTERNATIONALISME 1945, https://es.internationalism.org/revista-internacional/198910/2140/internationalisme-1945-las-verdaderas-causas-de-la-segunda-guerra- [269]
[2] Ver Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
[3] Ver Huelgas en Gran Bretaña: Los trabajadores están listos para la lucha - y la clase dominante se prepara para sabotearla https://es.internationalism.org/content/4848/huelgas-en-gran-bretana-los-trabajadores-estan-listos-para-la-lucha-y-la-clase [276]
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La diversidad de respuestas de las organizaciones anarquistas a la masacre imperialista en Ucrania era bastante predecible. Desde su nacimiento, el anarquismo estuvo marcado por una profunda rebelión contra la explotación capitalista, por una verdadera resistencia al proceso de proletarización de la artesanía. Posteriormente, dejando de lado su papel dentro de la pequeña burguesía radical, el anarquismo influyó en una parte del proletariado, aportando una visión que tendía a oscilar permanentemente entre la burguesía y el proletariado.
En consecuencia, el anarquismo siempre se ha dividido en diversas tendencias, desde las que se integraron en el ala izquierda del capital, como las que se unieron al gobierno republicano durante la guerra de 1936-39 en España, hasta las que defendieron claramente posiciones internacionalistas contra la guerra imperialista, como Emma Goldman durante la Primera Guerra Mundial. Con respecto a la guerra en Ucrania, la respuesta del anarquismo es muy dispersa: va desde los abiertamente pro-guerra hasta los defensores de la solidaridad internacional y la acción unida contra la guerra. En los momentos cruciales de la historia, como las revoluciones y las guerras imperialistas, los elementos genuinamente proletarios se distinguen de los esbirros del capital arrastrados por la unión sagrada y el nacionalismo. Sólo los elementos proletarios del anarquismo son capaces de adoptar una línea internacionalista y deben ser apoyados. Como Comunistas de Izquierda denunciamos claramente las posiciones izquierdistas o burguesas de varios anarquistas, pero al mismo tiempo apoyamos los intentos de grupos como KRAS en Rusia1 (cuya declaración ya hemos publicado en este número), Iniciativa Anarcosindicalista (IAS) en Serbia2 y el Grupo Comunista Anarquista (GCA) en Gran Bretaña3 de intervenir en la situación con una clara posición internacionalista.
El GCA ha adoptado una postura fundamentalmente internacionalista desde el principio de la guerra4. Al mismo tiempo, esta declaración contiene una serie de demandas confusas, como el "desmantelamiento de la OTAN", y "la ocupación masiva de las propiedades de los oligarcas rusos en Gran Bretaña y su inmediata conversión en viviendas sociales". ¿Y las propiedades de los oligarcas ucranianos? El mismo inmediatismo se encuentra en la declaración del grupo IAS de Belgrado que, a pesar de cierta claridad sobre la naturaleza de lo que significa la "paz" en el capitalismo, dice: "¡Convirtamos las guerras capitalistas en una revolución obrera! Este llamamiento a la acción revolucionaria es totalmente irreal dado el bajo nivel de la lucha de clases actual. Pero estas confusiones no borran los fundamentos internacionalistas de las respuestas de estos grupos a la guerra.
Ya se había emitido una declaración internacionalista común, firmada por 17 grupos en torno a la Coordinadora del Anarkismo, el 25 de febrero, entre ellos el GCA. Afirma claramente que "... nuestro deber revolucionario y de clase dicta la organización y el fortalecimiento del movimiento internacionalista, antibélico y antiimperialista de la clase obrera. La lógica de un imperialismo más agresivo o progresista es una lógica que conduce a la derrota de la clase obrera. No puede haber un camino imperialista para el pueblo. Los intereses de la clase obrera no pueden identificarse con los de los capitalistas y las potencias imperialistas5. En la página web de la CTA también hay una fuerte denuncia de los grupos y publicaciones anarquistas que defienden el nacionalismo, como el grupo Freedom de Londres6.
Pero las declaraciones de las diferentes corrientes anarquistas deben leerse con atención y de forma crítica. Por ejemplo, la sección francófona de la Federación Anarquista Internacional, en un folleto publicado el 24 de febrero, proclama: "Llamamos también, en todo el mundo, a luchar contra el capitalismo, el nacionalismo, el imperialismo, así como contra el ejército [...] que siempre nos empujan hacia nuevas guerras"7.
Al mismo tiempo, en la misma Federación Anarquista Internacional, podemos ver un llamado abierto a la participación en la guerra: un llamado a apoyar a los Comités de Resistencia en Ucrania, que luchan por la "liberación" del país. Varios grupos anarquistas uniformados y armados se presentan como "luchadores por la libertad", a menudo en referencia al Ejército Negro de Makhno durante la guerra civil rusa. Por lo tanto, es evidente que existe una amplia gama de posiciones en el medio anarquista actual, desde los llamamientos al internacionalismo hasta el llamamiento a participar en esta escalada del conflicto como diputados del ejército ucraniano bajo la bandera de los Comités de Resistencia8. Asimismo, los anarquistas bielorrusos que vivían en Ucrania se unieron a las fuerzas estatales ucranianas.
Otro ejemplo, evidentemente de una posición completamente burguesa, lo da la declaración de los anarquistas rusos del grupo de luchadores anarquistas: "lo que está ocurriendo ahora en Ucrania va más allá de esta simple fórmula, y del principio de que todo anarquista debe luchar por la derrota de su país en la guerra". (énfasis añadido). También sostienen que "la derrota de Rusia en la situación actual aumentará la probabilidad de que la gente despierte, del mismo modo que ocurrió en 1905 [cuando la derrota militar de Rusia ante Japón provocó un levantamiento en Rusia], o en 1917 [cuando las dificultades de Rusia en la Primera Guerra Mundial provocaron la Revolución Rusa], abriendo los ojos a lo que está ocurriendo en el país... En cuanto a Ucrania, su victoria también allanará el camino para el fortalecimiento de la democracia básica. Al fin y al cabo, si llega a buen puerto, sólo será mediante la autoorganización popular, la autoayuda y la resistencia colectiva. Estas son las respuestas a los retos que la guerra plantea a la sociedad9.
Durante la guerra de 1914-18 y después, los auténticos internacionalistas, como Lenin, utilizaron el término "derrotismo revolucionario" para insistir en que la lucha de clases debía continuar aunque supusiera la derrota militar del "propio" país, pero esto iba acompañado de una clara denuncia de los dos campos rivales. En manos del ala izquierda del capital, ya sea que se llame "leninista" o anarquista, el llamado a la derrota de un país va de la mano con el apoyo a su rival imperialista, como es claramente el caso del grupo Luchadores Anarquistas. Esto no tiene absolutamente nada que ver con el internacionalismo proletario.
Sectores significativos del anarquismo y del anarcosindicalismo, sin dejar de remitirse a su fuerte tradición antimilitarista, volvieron a manifestar su apoyo a la guerra nacionalista, al igual que hicieron, junto con la socialdemocracia, al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Pero la diferencia fue que mientras los socialdemócratas traicionaron sus principios internacionalistas, los anarquistas siguieron una cierta lógica, como señalamos en nuestro artículo sobre "El anarquismo y la guerra imperialista" en 2009: "la adhesión a la guerra imperialista y a la burguesía de la mayoría de los dirigentes anarquistas internacionales en la Primera Guerra Mundial no es un paso en falso, sino el resultado lógico de su anarquismo, de acuerdo con sus posiciones políticas esenciales.
Así, en 1914, fue en nombre del antiautoritarismo, porque era inadmisible "que un país fuera violado por otro" que Kropotkin justificó su posición chovinista a favor de Francia. Al basar su internacionalismo en la "autodeterminación" y en "el derecho absoluto de cada individuo, de cada asociación, de cada municipio, de cada provincia, de cada región, de cada nación a disponer de sí mismo, a asociarse o no asociarse, a aliarse con quien quiera y a romper sus alianzas" (D. Guérin, l'Anarchisme), los anarquistas abrazan las divisiones que el capitalismo impone al proletariado. En el fondo, esta posición chauvinista tiene su origen en el federalismo que está en la base de toda la concepción anarquista. Al admitir la nación como un "fenómeno natural", "el derecho de toda nación a existir y a desarrollarse libremente", el anarquismo, al juzgar que el único peligro en "la existencia de las naciones es su propensión a ceder al nacionalismo inculcado por la clase dominante para separar a los pueblos entre sí", se ve naturalmente llevado, en toda guerra imperialista, a hacer una distinción entre "agresores/agredidos" u "opresores/oprimidos", etc., y por tanto a optar por la defensa del proletariado, y así optar por la defensa del más débil, del derecho vulnerado, etc. Este intento de basar el rechazo de la guerra en algo distinto a las posiciones de clase del proletariado deja mucho espacio para justificar el apoyo a uno u otro beligerante, es decir, concretamente, para elegir un campo imperialista contra otro10.
Hoy, la "familia" anarquista está desgarrada por la contradicción fundamental entre el internacionalismo y el apoyo a la guerra imperialista. Hoy, más que nunca, la izquierda comunista debe asumir sus responsabilidades y actuar como polo de referencia y claridad frente a toda esta confusión. Para la Izquierda Comunista, que se inscribe en la tradición marxista, el internacionalismo proletario no se basa en ideales abstractos como la libertad de los individuos, de las regiones o de las naciones, sino en las condiciones reales de la existencia proletaria: "El internacionalismo se basa en las condiciones universales que le impone el capitalismo a nivel mundial, es decir, la peor explotación posible de su fuerza de trabajo, en todos los países y en todos los continentes. Y es en nombre de este internacionalismo que la Primera Internacional nació del propio movimiento obrero. El punto de referencia del internacionalismo es que las condiciones para la emancipación del proletariado son internacionales: más allá de las fronteras y los frentes militares, más allá de las "razas" y las culturas, el proletariado encuentra su unidad en la lucha común contra sus condiciones de explotación y en la comunidad de intereses por la abolición del trabajo asalariado y por el comunismo11.
Edvin
1Grupo afiliado a la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT, anarcosindicalista).
2"Convirtamos las guerras capitalistas en una revolución obrera" en el sitio web del ILA.
3"¡Ponte del lado de la clase obrera, no de los estados imperialistas competidores!
4"Ponte del lado de la clase obrera, no de los intereses imperialistas en competencia", en el sitio web de la CTA (27 de febrero de 2022).
5"Ucrania: declaración internacional".
6"Identidad, nacionalismo y xenofobia en Freedom", en la página web del GCA.
7"Frente a la invasión rusa, ¡solidaridad internacional! Detener la guerra". El resto de este llamamiento es una contorsión hipócrita entre el pacifismo y la defensa de Ucrania.
8"Los anarquistas ucranianos se movilizan para la defensa armada, atraen la solidaridad del extranjero mientras Rusia invade", en el sitio web de Militant wire.
9"Anarquistas rusos sobre la invasión de Ucrania".
10"Los anarquistas y la guerra (1ª parte)", Revolución Internacional nº 402 (junio de 2009).
11Idem
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En respuesta a la guerra asesina en Ucrania, la CCI ha subrayado repetidamente la necesidad de una respuesta común de la expresión más coherente del internacionalismo proletario, la Izquierda Comunista, con el fin de crear un claro polo de referencia para todos aquellos que buscan oponerse a la guerra imperialista sobre una base de clase.
Así, el llamamiento a una posición común, y el texto que de él emana, fue acogido positivamente por tres grupos: (i) Los grupos bordiguistas ignoraron más o menos nuestro llamamiento, mientras que la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI), aunque anunció que era, en principio, favorable a esas posiciones comunes de los internacionalistas, rechazó nuestro llamamiento por razones que, desde nuestro punto de vista, siguen sin estar claras. Al principio se mencionaron los desacuerdos en el análisis, seguidos de las diferencias sobre lo que constituye la auténtica izquierda comunista y el rechazo de nuestra concepción del parasitismo parece pasar a primer plano. Retomaremos estos argumentos en otro momento; aquí queremos centrarnos en la propuesta alternativa de la TCI de impulsar la formación de grupos locales y nacionales de No War but the Class War (NWCW), que considera el punto de partida para la acción internacionalista contra la guerra a una escala mucho más amplia que un documento de posición conjunto firmado por los grupos de la Izquierda Comunista.
Si observamos el texto del primer llamamiento a la creación de grupos de la NWCW en respuesta a la guerra de Ucrania, (ii) emitido por la NWCW en Liverpool, es claramente internacionalista, rechazando los dos campos imperialistas, rechazando las ilusiones pacifistas e insistiendo en que el descenso del capitalismo decadente al infierno de la barbarie militarista sólo puede ser detenido por la lucha revolucionaria de la clase obrera. Sin embargo, pensamos que hay un elemento claramente inmediatista en este texto, en el siguiente párrafo: "Las acciones antibélicas dispersas de las que hemos tenido noticia (manifestaciones en Rusia, actos de desobediencia de soldados en Ucrania, negativa de los estibadores a enviar cargamentos a Gran Bretaña e Italia, sabotaje de los trabajadores ferroviarios en Bielorrusia) deben ser consideradas en una perspectiva de clase obrera si queremos que sean verdaderamente antibélicas, para que no sean instrumentalizadas por uno u otro bando. Apoyar a Rusia o a Ucrania en este conflicto significa apoyar la guerra. La única manera de que los trabajadores acaben con esta pesadilla es confraternizar a través de las fronteras y destruir la maquinaria de guerra”.
Esta posición demuestra correctamente que las manifestaciones aisladas contra la guerra pueden ser cooptadas por diferentes facciones o ideologías burguesas. Pero la impresión que se da es que la clase obrera, en la situación actual, ya sea en la zona de guerra o en los países capitalistas más centrales, sería capaz, a corto plazo, de desarrollar una perspectiva revolucionaria, y derribar la maquinaria de guerra para poner fin al conflicto actual. Y detrás de esto se esconde otra ambigüedad: que la formación de los grupos del NWCW podría ser un paso en este salto repentino del estado actual de desorientación de la clase obrera a una reacción real contra el capital. Si observamos la participación de la Communist workers organisation (CWO), la filial de la TCI en Gran Bretaña, en proyectos anteriores del NWCW, queda claro que tales ilusiones existen entre estos camaradas.
En breve publicaremos un análisis más detallado de las perspectivas de la lucha de clases en la actual fase de aceleración de la barbarie, para explicar por qué no creemos que un movimiento de masas de la clase obrera directamente contra la guerra sea una posibilidad realista. La TCI podría responder diciendo que el llamamiento del NWCW consiste principalmente en reunir a todas las minorías que mantienen posiciones internacionalistas y no en desencadenar ningún movimiento de masas. Pero incluso a este nivel, una verdadera comprensión de la naturaleza del proyecto del NWCW es esencial para evitar errores de naturaleza oportunista, donde el único elemento de coherencia de la izquierda comunista se pierde en un laberinto de confusión fuertemente influenciado por el anarquismo o incluso las ideas de izquierda.
El objetivo de este artículo es, en primer lugar, examinar críticamente la historia del NWCW con el fin de extraer las lecciones más claras posibles para nuestra intervención actual. Esta dimensión está totalmente ausente en la propuesta del CWO.
Cuando en 2018 el CWO hizo una convocatoria similar y llevó a cabo una serie de reuniones bajo la bandera del NWCW con el Anarchist communist group (ACG) y una o dos formaciones anarquistas más, explicamos en una de estas reuniones por qué no podíamos aceptar su invitación a "unirse" a este grupo. La razón principal era que esta nueva formación se había construido sin ningún intento de comprender las lecciones esencialmente negativas de los esfuerzos anteriores para construir grupos de la NWCW. La falta de examen crítico de esta experiencia se repitió cuando el grupo simplemente desapareció sin ninguna explicación pública ni del CWO ni del ACG. En cuanto a la más reciente incursión de la TCI en este proyecto, invitamos específicamente a estos compañeros a participar en nuestras últimas reuniones públicas sobre la guerra en Ucrania y a enviarnos su evaluación de la evolución del proyecto NWCW hasta la fecha. Lamentablemente, los compañeros no asistieron a estas reuniones y se perdió la oportunidad de seguir debatiendo. No obstante, ofrecemos esta revisión del contexto y la historia de la NWCW como nuestra propia contribución a la promoción del debate.
La idea de crear grupos de la NWCW surgió por primera vez en el entorno anarquista de Inglaterra. Por lo que sabemos, el primer intento de crear un grupo de este tipo fue en respuesta a la primera Guerra del Golfo en 1991. Pero sólo con la formación de nuevos grupos de la NWCW en respuesta a la guerra en la antigua Yugoslavia y a las invasiones de Afganistán e Irak en 2001 y 2003, pudimos adquirir experiencia de primera mano sobre la composición y la dinámica de esta iniciativa. Nuestra decisión de participar en las reuniones organizadas por estos grupos, principalmente en Londres, se basó en nuestra comprensión de la naturaleza "pantanosa" del anarquismo, que incluye un abanico de tendencias que van desde el izquierdismo burgués puro y duro hasta el auténtico internacionalismo. Para nosotros, estos nuevos grupos del NWCW, por supuesto muy heterogéneos, contenían elementos que buscaban una alternativa proletaria a las movilizaciones de "Stop the War" organizadas por la izquierda del capital.
Nuestra intervención en estos grupos se basó en los siguientes objetivos
- aclarar los principios del internacionalismo proletario y la necesidad de una clara delimitación de la izquierda del capital y del pacifismo
- centrarse en el debate político y la clarificación frente a las tendencias al activismo que, en la práctica, suponían disolverse en manifestaciones de "Stop the War";
- A pesar de las acusaciones de que nuestro enfoque, que hace hincapié en la primacía de la discusión política, sería puramente "monástico" e "inactivista", y de que sólo nos interesaría la discusión por la discusión, hicimos varias propuestas definitivas de acción, en particular la posibilidad de convocar una "reunión internacionalista" en Trafalgar Square al final de la gran marcha de "Stop the War" en noviembre de 2001, en oposición directa a la retórica izquierdista que se estaba colocando en la plataforma de "Stop the War". Esta propuesta fue aplicada en parte, no por el NWCW como tal, sino por la CCI y el CWO... (iii) Más adelante se hablará de su importancia.
En 2002, la CWO se involucró en este proceso, particularmente en Sheffield, donde desempeñó un papel central en la formación de un nuevo grupo del NWCW, que adoptó posiciones cercanas, si no idénticas, a las de la Izquierda Comunista. En nuestro artículo "La intervención revolucionaria y la guerra de Irak" en World Revolution 264, que intenta hacer un balance de nuestra intervención en la dirección del NWCW, celebramos este hecho, pero también criticamos la sobreestimación por parte del CWO del potencial de la red del NWCW, en particular de su grupo de Londres, para actuar como un centro organizado de oposición proletaria a la guerra, vinculándolo con algunas de las expresiones más pequeñas de la lucha de clases que están surgiendo concomitantemente con el movimiento "antiguerra". (iv) En contra de esta idea, nuestro artículo dejaba claro que "nunca pensamos que el NWCW fuera un presagio de la reanudación de la lucha de clases o un movimiento político de clase claramente identificado al que debíamos 'unirnos'. Como mucho puede ser un punto de referencia para una pequeña minoría que cuestione el militarismo capitalista y las mentiras pacifistas y elitistas que lo acompañan. Y por eso hemos defendido sus posiciones de clase (aunque limitadas) contra los ataques reaccionarios de los izquierdistas del tipo Workers Power (en el nº 250 de World Revolution) y hemos insistido desde el principio en la importancia de este grupo como foro de discusión, y hemos advertido contra las tendencias a la "acción directa" y al acercamiento de este grupo a las organizaciones revolucionarias.
Por las mismas razones, en otro artículo titulado "En defensa de los grupos de discusión" en el número 250 de Revolución Mundial, explicamos nuestras diferencias con la CWO sobre la cuestión de los "intermediarios" entre la clase y la organización revolucionaria. Siempre nos hemos opuesto a la idea desarrollada por el Partito Comunista Internazionalista (hoy grupo italiano afiliado a la TCI) y retomada posteriormente por la CWO de los "grupos de fábrica", definidos como "instrumentos del partido" para implantarse en la clase e incluso para "organizar" sus luchas. Creemos que se trata de una regresión hacia la noción de células de fábrica como base de la organización política, defendida por la Internacional Comunista en la fase de "bolchevización" de los años 20, y a la que se opuso con fuerza la izquierda comunista en Italia. La reciente transformación de esta idea de grupos de fábrica en un llamamiento a la constitución de grupos territoriales, y luego de grupos antiguerra, cambió la forma, pero no realmente el contenido. La idea del CWO de que el NWCW podría convertirse en un centro organizado de resistencia de clase contra la guerra contiene una cierta incomprensión de cómo se desarrolla la conciencia de clase en el período de decadencia capitalista. Por supuesto, junto a la organización política propiamente dicha, hay una tendencia a la formación de grupos más informales, que se forman tanto en las luchas en los centros de trabajo como en la oposición a la guerra capitalista, pero estos grupos, que no pertenecen a la organización política comunista, siguen siendo expresiones de una minoría que busca aclararse y difundir esta aclaración en la clase, y no pueden sustituirse ni pretender ser los organizadores de movimientos de clase más amplios, punto sobre el que, en nuestra opinión, la TCI sigue siendo ambigua. (v)
Aunque en los primeros periodos de existencia de los grupos del NWCW hubo una serie de debates fructíferos, ha quedado claro que, como expresión del anarquismo, estos grupos están sometidos a todo tipo de presiones contradictorias: una búsqueda real de posiciones y prácticas internacionalistas, pero también la influencia del izquierdismo y de lo que llamamos: parasitismo, grupos esencialmente motivados por el deseo de aislar e incluso destruir las corrientes genuinamente revolucionarias Estos elementos han tenido un peso creciente en las dos fases de las agrupaciones del NWCW. En 1999, la CCI fue excluida (aunque por una pequeña mayoría) de la participación en el grupo con el argumento de que éramos leninistas, dogmáticos, dominábamos las reuniones, etc.; (vi) y los principales elementos que impulsaron nuestra exclusión no fueron otros que Juan McIver y "Luther Blisset", que publicaron dos panfletos especialmente calumniosos en los que se denunciaba a la CCI como una secta estalinista paranoica, ladrones de poca monta, etc.
En 2002 asistimos a otra ronda de maniobras contra la izquierda comunista, esta vez dirigida por K., un elemento cercano a "Luther Blisset". En el número 27 de Revolutionary Perpectives, el propio CWO habla del papel irresponsable de K. y su "círculo de amigos" dentro del NWCW, después de que K. hiciera todo lo posible para excluir tanto al grupo de Sheffield como a la CCI de las reuniones del NWCW. Esta vez el mecanismo utilizado no fue una votación "democrática" como en 1999, sino una decisión entre bastidores de celebrar únicamente reuniones a puerta cerrada, cuyos lugares y horarios ya no se comunicaron a la CCI ni al grupo de Sheffield.
¿Qué muestra esto? Que en un entorno dominado por el anarquismo, los grupos de la Izquierda Comunista tienen que sostener una dura lucha contra las tendencias destructivas, incluso burguesas, que inevitablemente estarán presentes y empujarán siempre en una dirección negativa. Debería ser una respuesta elemental de los grupos de la izquierda comunista combatir juntos las maniobras de quienes pretenden excluirlos de la participación en formaciones temporales y heterogéneas producidas por los intentos de combatir la ideología dominante. La propia experiencia del CWO en 2002 debería recordarle la realidad de tales peligros. Podríamos añadir que los grupos que se presentan como parte de la izquierda comunista, pero que actúan de la misma manera, merecen la etiqueta de "parásitos políticos" y no deben ser dejados al aire por los grupos de la izquierda comunista.
La acusación de que la visión de la intervención de la CWO durante estos episodios era "monástica" fue hecha por la CWO en su artículo en Revolutionary Perpectives No. 27, refiriéndose a la manifestación de septiembre de 2002. Pero antes de una gran manifestación en noviembre de 2001, la CWO nos escribió para apoyar nuestra propuesta de una reunión internacionalista independiente en Trafalgar Square. En la propia manifestación, hubo una fructífera cooperación entre los dos grupos. Como dice nuestro artículo en Revolución Mundial nº 264, habíamos sobrestimado la capacidad del grupo NWCW para organizar una amplia reunión de oposición en Trafalgar Square, ya que la mayoría (pero no todos) de sus participantes preferían manifestarse con un "bloque anticapitalista" que se diferenciaba poco o nada de los organizadores de "Stop the War". Pero si hubo una pequeña reunión al final, fue principalmente por iniciativa de la CCI y la CWO, apoyada por algunos miembros del NWCW para repartir nuestros megáfonos a los que querían defender una alternativa internacionalista a los izquierdistas del escenario principal. Una prueba más de que la mejor manera de ayudar a los que están fuera de la Izquierda Comunista a acercarse a una posición y una práctica claramente internacionalista es que los grupos de la Izquierda Comunista actúen juntos.
Volviendo al actual proyecto de la NWCW, en un reciente artículo sobre una reunión de la NWCW en Glasgow, la TCI decía que este proyecto está teniendo un éxito considerable: "el primer grupo se formó en Liverpool hace unas semanas y desde entonces su mensaje ha sido asumido por camaradas de todo el mundo, desde Corea, Turquía, Brasil, Suecia, Bélgica, Holanda, Francia, Alemania, Italia, Canadá, hasta Estados Unidos, así como en otros lugares.
No podemos evaluar el contenido real de estos grupos e iniciativas. La impresión que tenemos de los grupos que conocemos es que en su mayoría son "réplicas" del TCI o de sus afiliados. En este sentido, difícilmente pueden suponer un avance respecto a los grupos surgidos en los años 90 y 2000, que, con toda su confusión, representaban al menos un movimiento de elementos que buscaban una alternativa internacionalista al izquierdismo y al pacifismo. Pero volveremos a tratar esta cuestión en un próximo artículo y seguimos pidiendo a la TCI que contribuya al debate.
Amos, julio de 2022
i Véase "Declaración conjunta de los grupos de la izquierda comunista internacional sobre la guerra en Ucrania", Revolución Internacional nº 493 (abril-junio de 2022).
ii "Contra la guerra, a favor de la guerra de clases: un llamamiento a la acción", sitio web del TIC.
iii "Los comunistas trabajan juntos en la manifestación ‘contra la guerra’ ", World Revolution n° 250.
iv "El comunismo contra el impulso de la guerra: ¿intervención o monacismo? ", Perspectivas revolucionarias n° 27.
v "La organización del proletariado fuera de los períodos de lucha abierta (grupos, núcleos, círculos, etc.)", Revista Internacional n° 21, (2º trimestre de 1980). [3] Véase también: "Los grupos de fábricas y la intervención de la CCI", World Revolution n° 26.
vi "El parasitismo político sabotea la discusión", Revolución Mundial n° 228.
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El capitalismo sigue descargando su barbarie militarista en Ucrania con miles de muertos y destrucciones irreversibles, lo que se une al peligro nuclear, bien por “accidentes” en las numerosas centrales que hay en territorio ucraniano, bien por el despliegue de armas nucleares tácticas. El capitalismo lleva a la DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD.
Este es el primer polo de las contradicciones del capitalismo. El polo de la barbarie y la destrucción encarnado por el capitalismo.
Pero el otro polo es la LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO. El proletariado como clase histórica tiene la potencialidad y la fuerza para destruir el capitalismo acabando con la guerra, la miseria, la destrucción ecológica, la barbarie.
Esta capacidad ha empezado a manifestarse, aún de forma embrionaria y con grandes debilidades, con las huelgas en Gran Bretaña, que, junto con otras luchas en Alemania, Chile, Túnez, Bélgica, España etc., muestra que ante la brutalidad de la inflación y el aluvión de ataque a sus condiciones de vida comienza a superar la resignación y la pasividad, desarrolla la respuesta como clase.
Sabemos que el camino que debe recorrer el proletariado es aún muy largo, muy difícil, lleno de obstáculos, trampas, que opone la clase dominante más perversa y cínica de la historia. Todo esto llevará a derrotas y sufrimientos, sin embargo, es necesario comprender que la lucha es la escuela que el proletariado tiene para forjar su capacidad revolucionaria contando siempre con la intervención de sus organizaciones comunistas internacionalistas. La primera victoria es romper la indolencia y la división, la primera victoria es la lucha misma.
Para discutir de esta situación histórica grave, para ver como contribuir a que el proletariado desarrolle su fuerza, su unidad, su solidaridad, su conciencia, proponemos la REUNION PUBLICA como medio.
Animamos a participar. Se puede asistir:
CASAL OBRERO Y POPULAR calle Olympia Arozamena Torres 42 bajo VALENCIA 46018, metro Avenida del Cid.
Fecha: sábado 1 de octubre 2022 a las 18:00 horas
los interesados que nos envíen su correo a [email protected] [166] para que les proveamos del enlace para participar en la discusión
Todos los que deseen hacer contribuciones por escrito nos lo pueden remitir al correo antes mencionado. Leeremos su contribución en el curso de la reunión si no pueden estar presentes.
Textos de interés:
Dossier: Contra la Guerra Imperialista en Ucrania por la Lucha de Clases Internacional
El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha
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La muerte de la reina Isabel II ha sido la señal para que toda la burguesía se lance a un frenesí de propaganda, repitiendo una y otra vez la importancia del "deber, el sacrificio y la resistencia" al "servicio" de la unidad nacional, ya sea en boca del político tory más derechista o del líder sindical más izquierdista, ya sea en las páginas del reaccionario Daily Mail o del liberal Guardian. La Iglesia de Inglaterra, desde el arzobispo de Canterbury hasta el vicario local, ha cantado la misma melodía. Casi todos los que están en el ojo público, todos los que tienen alguna conexión privilegiada con la clase dominante o quieren tenerla -académicos, novelistas, historiadores, artistas, actores, deportistas, columnistas de periódicos- están añadiendo su pequeña contribución a este carnaval de dolor de 10 días, y al hacerlo revelan que no son tan independientes como pretenden, sino lacayos tanto como los lacayos de la familia real.
Pero esta avalancha de propaganda contiene una lección saludable para los trabajadores con conciencia de clase: a pesar de todas sus numerosas divisiones y conflictos secundarios, todas las partes de la clase dominante y del aparato estatal, izquierda y derecha, liberales y populistas, monárquicos y sindicalistas, se unen como un solo hombre en la defensa de la nación en la que la clase obrera no tiene ninguna participación ni interés.
El uso de esta campaña como garrote para golpear a la clase trabajadora se puso de manifiesto poco después de que se anunciara la muerte de la Reina, cuando tres sindicatos implicados en la actual oleada de huelgas en Gran Bretaña -el RMT (ferrocarril), el CWU (correos) y el TSSA (transporte)- anunciaron que suspenderían las acciones de huelga previstas durante el periodo de luto nacional. Como dijo el líder "radical" del RMT, Mick Lynch "RMT se une a toda la nación para presentar sus respetos a la Reina Isabel. Se suspende la huelga ferroviaria prevista para los días 15 y 17 de septiembre. Expresamos nuestras más profundas condolencias a su familia, a sus amigos y al país".
El TUC, la dirección de todos los sindicatos ha pospuesto su Congreso, en el que iba a pretender coordinar las huelgas, a octubre o noviembre.
El respeto a la unidad nacional en tiempos de crisis ha sido el distintivo de los sindicatos desde 1914, cuando servían para reclutar trabajadores para los campos de batalla imperialistas, por lo que esta "suspensión" de la lucha de clases no es en absoluto una excepción.
Asimismo, el Partido Laborista, desde la derecha hasta la izquierda, siempre ha jurado su lealtad al monarca constitucional. El exlíder izquierdista del Partido Laborista de la oposición, Jeremy Corbyn -que fue apoyado ávidamente por los trotskistas y otros izquierdistas- declaró en 2017 que "la abolición de la monarquía no estaba en su agenda", y reapareció hace unos días para asistir a uno de los homenajes oficiales a la Reina.
La burguesía nunca pierde la oportunidad de beneficiarse de una crisis y espera que los himnos y sermones, las procesiones, las salvas de cañón, los conmovedores homenajes, inculquen, a una combativa clase obrera, la importancia de dejarlo todo por el interés nacional, es decir, por las ganancias capitalistas y las guerras imperialistas.
Y mientras la clase dominante pretende utilizar esta campaña para ocultar las divisiones de clase sobre las que se fundamenta esta sociedad, también pretende tapar algunas de las profundas grietas de su propia posición imperialista, grietas amplificadas por el auge del populismo y el desastre del Brexit, que amenaza la existencia del propio Reino Unido. No es casualidad que, ante la amenaza de la independencia de Escocia y la desintegración de la relación de Gran Bretaña con Irlanda del Norte, las sombrías ceremonias de la semana de luto comenzaran con el desfile del féretro de la reina por las calles de Edimburgo, y que la primera tarea del nuevo rey fuera visitar el castillo de Hillsborough, en Irlanda del Norte.
Pero ¿qué pasa con la burguesía mundial, es decir, la clase dominante de esas naciones en competencia mortal con Gran Bretaña, por qué también se unen a esta mascarada de luto y ondean sus propias banderas a media asta? Incluso Vladimir Putin ha enviado sus condolencias.
La respuesta es que la Reina no sólo representaba la continuidad nacional, la estabilidad y la longevidad para la clase dominante británica, sino también para el capitalismo mundial en su conjunto, para toda burguesía enfrentada a su enemigo de clase, el proletariado. Ella y la familia real británica eran la fachada humana y “atrayente” del orden burgués en todas partes, ocultando, pero justificando silenciosamente las atrocidades coloniales, la carnicería imperialista, la devastadora crisis económica, la explotación y la pauperización de las masas trabajadoras en todas partes en nombre de la unidad y el servicio a la "comunidad de naciones".
En una época en la que el capitalismo mundial se está derrumbando, el reinado de la reina Isabel se utilizó para simbolizar la pretensión de un orden y una continuidad burguesa fundamental, la ilusión de que el actual modo de producción podría continuar en las buenas y en las malas. Pero su muerte, a su vez, es un símbolo de la realidad del empeoramiento de la inestabilidad del capitalismo mundial, de la avalancha de catástrofes a todos los niveles.
Cuando la burguesía británica llegó al poder durante la revolución inglesa, el rey Carlos I, representante y defensor de la monarquía absoluta, fue decapitado en 1649 por los parlamentarios revolucionarios. Pero la burguesía británica ascendente se dio cuenta posteriormente de que su dominio no podía mantenerse y estabilizarse mediante una maquinaria estatal completamente nueva. Había que recuperar la monarquía, junto con la larga experiencia diplomática, política y militar de la aristocracia, pero esta vez limitada constitucionalmente y supeditada al parlamento burgués.
Si el Estado burgués gobierna en interés de la clase dominante capitalista, tiene que aparecer, sin embargo, como el representante de toda la población, y fingir que siempre ha estado ahí desde el principio de los tiempos, en lugar de, como en la realidad, llegar al poder hace relativamente poco tiempo a través de una revolución violenta. El Estado debe aparecer, pues, como elevado por encima de los intereses de las clases rivales, para evitar que la sociedad se desgarre. Los explotadores y guerreros no deben aparecer como tales ante los explotados, sino, en última instancia, como una familia, de carne y hueso, con sentimientos humanos, como tú y yo[1]. Aquí es donde la preservación de las instituciones feudales, como la monarquía, han tenido su importancia porque en la sociedad capitalista, donde rige el "pago insensible al contado", la esclavitud asalariada puede ser apaciguada por la ilusión de que incluso ellos, los explotados, son parte de una familia nacional.
La monarquía constitucional de Gran Bretaña ha estado perfeccionando esta fachada de unidad patriarcal durante más de tres siglos. Pero las contradicciones del capitalismo mundial están llegando a un nivel en el que incluso las fachadas están desgastadas. Los comentaristas aduladores del fallecimiento de la reina Isabel II reconocen que sus herederos no podrán reproducir las ilusiones de su reinado. El nuevo Rey, que como Príncipe de Gales siempre fue propenso a inmiscuirse en la política, nunca ha sido popular entre ciertos sectores de la burguesía y, por lo tanto, le resultará mucho más difícil posar como símbolo de unidad por encima de las divisiones políticas.
El actual carnaval de unidad nacional se produce cuando la carnicería Inter capitalista en Ucrania, en la que la Gran Bretaña imperialista es un actor entusiasta, ha revelado la hipocresía y el anacronismo de toda defensa nacional y orgullo patriótico. El futuro está en una clase sin intereses nacionales, una clase internacional: el proletariado mundial.
Como
[1] Sin embargo, no debemos olvidar que la religión capitalista de la unidad nacional no se basa únicamente en la manipulación de ideas y sentimientos. Nunca tarda en recurrir a la ayuda de la policía. Dos manifestantes que asistían a las ceremonias de Londres y Edimburgo fueron detenidos por llevar pancartas con lemas como "abolir la monarquía" y "mi rey no". Para justificar las detenciones se invocó la Ley de Policía, Delincuencia, Condenas y Tribunales de 2022, que limita severamente la posibilidad de manifestarse en las calles.
En momentos en que se preparan las elecciones generales en Brasil, la burguesía intensifica su propaganda, reforzando la mistificación democrática a través de sus "alternativas", escenificando el duelo entre Lula, que representa a la cara democrática de la izquierda, por un lado, y el actual presidente Bolsonaro, por el otro, una caricatura del populismo y la extrema derecha (una especie de trumpista sudamericano).
Los argumentos presentados por los partidos políticos o los candidatos en la carrera para convencer a los electores de que les den su voto suelen reducirse a esto, en Brasil, como en cualquier otro país: las elecciones son un momento en el que los "ciudadanos" se enfrentan a una elección de la que dependería la evolución de la sociedad y, en consecuencia, sus futuras condiciones de vida. Gracias a la democracia, cada ciudadano tendría la oportunidad de participar en las principales decisiones de la sociedad. Según ellos, el voto sería el instrumento de transformación política y social que definiría el futuro del país.
Pero esta no es la realidad, ya que la sociedad está dividida en clases sociales con intereses perfectamente antagónicos. Una de ellas, la burguesía, ejerce su dominio sobre toda la sociedad a través de la apropiación de la riqueza y, gracias a su Estado, sobre toda la institución democrática, los medios de comunicación, el sistema electoral, etc. Así, puede imponer permanentemente su propio orden a la sociedad y sus ideas y propaganda a los explotados en general, y a la clase trabajadora en particular. Esta última, por el contrario, es la única clase que, a través de sus luchas, es capaz de desafiar la hegemonía de la burguesía y acabar con su sistema de explotación.
El capitalismo, el sistema de producción que domina el planeta y todos sus países, se hunde en un estado de descomposición avanzada. Un siglo de decadencia está llegando a su etapa final, amenazando la supervivencia de la humanidad mediante una espiral de guerras sin sentido, depresión económica, desastres ecológicos y pandemias devastadoras.
Todos los Estados nación del planeta están comprometidos con el mantenimiento de este sistema moribundo. Todo gobierno, democrático o dictatorial, abiertamente pro-capitalista o engañosamente "socialista", existe para defender los verdaderos objetivos del capital: el aumento de las ganancias a costa del único futuro posible para nuestra especie, una comunidad global donde la producción tenga un solo objetivo: la satisfacción de las necesidades humanas.
Pero, nos dicen, que esta vez en Brasil lo que está en juego es diferente. Volver a nombrar a Bolsonaro, o participar en su reelección no votando, sería avalar todas las políticas que ha llevado a cabo durante sus cuatro años de mandato.
Es cierto que Bolsonaro, como fue el caso de Trump, es un defensor a ultranza del sistema capitalista: intensificación de la explotación, en la aplicación de las "reformas" laborales y de las pensiones, en la continuación de las medidas de austeridad que han ampliado los recortes en educación, sanidad, etc. Pero no solamente es un clásico defensor del capitalismo, sino que ha demostrado ser un defensor de todo lo que está podrido en el capitalismo, una caricatura del populismo: su negación de la realidad de COVID-19 y del cambio climático, su fomento de la brutalidad policial en nombre de la ley y el orden, sus apelaciones al racismo y a la extrema derecha, su repugnante comportamiento personal de carácter homófobo y misógino, ... Pero el hecho de que sea un delincuente y un racista no ha impedido que grandes fracciones de la clase capitalista lo apoyen porque sus políticas de restricción de los controles medioambientales y sanitarios sirven para aumentar sus beneficios.
Si, como es probable que Lula sea elegido, no será para mejorar la situación de la clase trabajadora, sino para ser más eficaz de lo que ha sido Bolsonaro al servicio de la defensa del capital nacional, que siempre se realiza a costa de los intereses de la clase trabajadora.
Para la izquierda del capital, la elección de Lula constituye una tarea primordial, primero para sacar a Bolsonaro de "Planalto" (palacio presidencial), segundo para defender la democracia. En este sentido, el PT (Partido de los Trabajadores, el aparato político al servicio de Lula) ha conseguido articular un amplio frente de izquierdas, además de formar coaliciones con partidos de centro-derecha.
Una mayor claridad sobre lo que representan Lula y Bolsonaro es tanto más necesaria cuanto que las amenazas de Bolsonaro de desconocer el veredicto de las urnas -como fue el caso de Trump- podrían llevar, si se concretan, a enfrentamientos violentos entre fracciones de la burguesía, o incluso a un intento de golpe de Estado. Si esto ocurre, es de la mayor importancia para el futuro de la lucha de clases en Brasil que ninguna fracción del proletariado se deje involucrar en la defensa de ninguno de los dos bandos enfrentados. Ambos son enemigos del proletariado, pero Lula, apoyado por los partidos de izquierda de la burguesía, es más capaz de engañar a la clase obrera. Esta es otra razón para ser particularmente cauteloso con él.
Revolução Internacional (27 de septiembre de 2022)
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El gobierno “más progresista de la historia” ha apoyado sin reservas la guerra en Ucrania, se ha lanzado a una increíble escalada de inversiones militares de tal forma que “está dando un giro inédito al sector militar con una lluvia de millones repartida entre los grandes programas de armamento”1, oficialmente ha aumentado el presupuesto de defensa en un 7,8% mientras que las pensiones subían un 2,5%; el precio de la luz en lo que va de 2022 ha subido un 54,3%; la inflación ha cruzado la barrera del 10%; ha firmado con los sindicatos un aumento salarial anual del ¡3,5%! (¡frente a una inflación del 10%!); bajo la nueva Reforma Laboral el 31% de los contratos de jóvenes entre 19 y 24 años ¡es de un solo día!; tener contrato fijo no impide que te despidan pues el despido es más barato que nunca; el 51% de los nuevos contratos es “fijo – discontinuo” (trabajar a tiempo parcial, es decir, precariedad disfrazada). El balance es demoledor: “Según el informe Foessa 2021, la pobreza severa en el Estado español afecta a once millones de personas, más de la cuarta parte de la población. Dos millones y medio más que en 2018. Se ceba sobre todo en los menores de 18 años, en los hogares monoparentales (casi siempre con mujeres como cabeza de familia) y en la población inmigrante. La pobreza severa se ha duplicado durante la pandemia. La intensa precariedad determina que el hecho de estar trabajando no garantice ingresos mínimos para mantener condiciones de vida dignas”2
Tras una gestión desastrosa de la pandemia la situación sanitaria en España es alarmante: “Durante el presente año, según los datos aportados por el Instituto de Salud Carlos III a través del sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), se está produciendo en el Estado español un incremento de la mortalidad por todas las causas muy superior al esperado, hasta el punto de que según el último informe, de 7 de septiembre de 2022, hay un exceso de mortalidad de 30.861 personas 1, de las cuales 5.783 son atribuibles a la temperatura, mientras que del resto, 25.078 se desconoce la causa. Estos datos ponen de manifiesto, que, a estas fechas, el exceso de muertes por todas las causas ya es superior al exceso de mortalidad observado durante todo el año 2021, que fue de 24.490 personas”3
Estos datos, que no son exhaustivos, denuncian un gobierno que continua la obra de todos los gobiernos precedentes, tanto del PSOE como del PP: para defender los intereses del capital español DEGRADAR SIN DESCANSO LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS TRABAJADORES, CONTRIBUIR A LA BARBARIE GENERAL QUE SE APODERA DEL CAPITALISMO.
¡Y con todo este historial Pedro Sánchez cambia súbitamente de chaqueta y proclama en todos los foros que él es el defensor de “las clases medias y trabajadoras”, que “va a hacer pagar a los bancos y las eléctricas”, que va a “combatir” los “excesos de los capitalistas”!
¿Qué hay detrás de este súbito viraje? Conociendo toda la trayectoria del PSOE y de sus socios de gobierno (Yolanda Díaz, Podemos)4 los trabajadores debemos comprender que no se trata de arañar votos entre los obreros, sino de una maniobra de calado contra nuestra lucha y nuestra conciencia.
Tras la barbarie de la pandemia y de la guerra en Ucrania5 que promete prolongarse en una guerra de desgaste y anunciar nuevas guerras que acerquen el caos militarista a Europa; tras experimentar los efectos de la crisis, en particular la inflación, y las consecuencias de los sacrificios que la burguesía pide en el altar de la guerra, la clase obrera muestra los primeros signos de recuperación de su capacidad de luchar en su propio terreno. Las huelgas en Gran Bretaña son un empujón a la recuperación de la identidad de un proletariado que intenta luchar como clase en los países centrales del capitalismo. Una clase mundial que se enfrenta a las mismas condiciones de explotación y cuyas diferentes burguesías nacionales se empeñan a muerte en sabotear el camino de su perspectiva internacionalista y revolucionaria. En España el proletariado también ha expresado su combatividad, pero la burguesía nunca se queda esperando a verlas venir, sino que se anticipa y se da un marco político para atacar lo más eficientemente posible a nuestra clase.
La sociedad burguesa se encuentra en una situación de aceleración del caos y la barbarie que viene anunciando desde la primera guerra mundial. La tendencia a la autodestrucción del capitalismo es cada vez más gráfica con la combinación e interacción entre la crisis ecológica, la pandemia, la dislocación de las relaciones sociales, etc. y ahora esta guerra imperialista de desgaste localizada a las puertas de Europa occidental. Mientras que los efectos de la descomposición -crisis ecológica, pandemia, dislocación de las relaciones sociales- han tendido a reforzar la impotencia del proletariado y a nublar su perspectiva histórica, más bien atrapándole en las falsas luchas identitarias, las luchas parciales, etc.…la agudización de la crisis y los sacrificios como consecuencia de la guerra está empujado a los trabajadores de los países centrales a defender más o menos conscientemente sus condiciones de vida. Así vemos a los trabajadores empezar a luchar contra los efectos de la crisis y contra el aumento de la explotación.
Con las huelgas en Gran Bretaña6, la clase obrera ha entrado en una etapa donde se abre una potencialidad de desarrollo de su lucha en respuesta a la crisis y particularmente a la inflación. Esta ola de huelgas en uno de los países centrales del capitalismo, donde desde la derrota de la huelga de mineros en 1985 la clase obrera tenía enormes dificultades para respirar su propio terreno de clase, marca una ruptura con un retroceso en la combatividad. Estas huelgas no son un fenómeno aislado, son la punta de lanza de un momento de inicio de luchas en respuesta a los sacrificios de la guerra y la crisis, que abre el camino a una posible recuperación de la identidad y combatividad de la clase. Y ese desarrollo también se ha podido ver en España. El número de huelgas en el 1er semestre de 2022 ha aumentado un 20%. En Julio hubo un momento en que coincidieron luchas muy combativas: el metal en Cantabria, el metal en Galicia y muy especialmente la huelga en Vitoria, que partió de los obreros del pequeño metal que se dirigieron a los obreros de Mercedes Benz (MB), donde la mitad de la plantilla paró en solidaridad. Esta solidaridad es el arma primordial del proletariado. Sin embargo, los sindicatos, brazo fundamental del Estado para el sabotaje de las luchas obreras, consiguieron que la huelga en MB se aislara en un problema de MB, el sexto turno (introducir el trabajo los sábados). Al separar y oponer dos reivindicaciones que podían y debían UNIRSE (la solidaridad con los compañeros del metal y la lucha contra el 6º turno) estos sindicatos encerraron la lucha de MB en el aislamiento y con ello tanto los compañeros del pequeño metal como los de MB fueron a la derrota, perdiendo la fuerza más vital que es LA SOLIDARIDAD.
Después hemos visto otras luchas como la limpieza en varios hospitales, SAD en Asturias, los autobuses de Barcelona, las líneas aéreas...
La burguesía es la clase dominante de la sociedad: se prepara, toma la iniciativa, se anticipa a las luchas obreras. El Gobierno de Izquierdas como jefe y “consejo de administración” del Estado y Capital se pone al mando de esta acción.
La campaña actual de la burguesía española ha sido la de “el gobierno de izquierda defensor de trabajadores” y ahora es la de “el giro a izquierda”.
Con el desarrollo de la inflación y el esfuerzo de guerra, la burguesía se ve obligada a atacar a los trabajadores. Sin embargo, el discurso del gobierno de izquierdas es el de defensor de las “clases medias y trabajadoras”, la defensa de “los de abajo” con los cuales se pretende identificar. Estas medidas para supuestamente defender a los trabajadores (agrupados en la categoría heterogénea de “los de abajo”) serían por ejemplo los trenes gratuitos de cercanías7, la limosna de los 200 euros para rentas muy bajas, la nueva limosna de ayuda a madres desempleadas de 100 euros, las ayudas a una vivienda cuyos precios se disparan, la bolsa de la compra de los 30 euros, etc., la subida fantasma del salario mínimo.
Estas medidas entran dentro de una política de reparto de la miseria. Esta política económica de apariencias obreras está acompañada de una tendencia a culpabilizar a los trabajadores no ya con salarios más altos, sino algo más altos, (puede haber trabajadores especializados que debido a la carencia de mano de obra en sus trabajos puedan cobrar salarios mayores, pero en general no son para tirar cohetes) apoyándose en la miseria de los que cobran salarios más bajos o los desempleados. Los subsidios que se prometen, la mayoría de las veces no concedidos o mucho menores en la práctica están acompañados de los recortes salariales de trabajadores con salarios más altos.
¿Pero qué es lo más importante hoy? Debemos denunciar con uñas y dientes el marco político que se está dando la burguesía española para poder atacar con más ferocidad el futuro de los trabajadores.
Este marco tiene varios pilares:
-La promoción de la operación Yolanda Díaz, para restar poder a Podemos y organizar un giro a la izquierda en combinación con el PSOE8. Este giro es una preparación para el trabajo de los izquierdistas y el sindicalismo.
-La apariencia de que los ataques son una cuestión ajena y habría un gobierno que intenta suavizarlos. Estos vendrían de la inflación, de Rusia, de los poderes económicos, o vete tú a saber de dónde. Se trata de mantener viva la reputación “obrera” del PSOE, partido indispensable para la burguesía española, y de aislar el tema en una protesta económica.
Por ejemplo, la Sra. Díaz se enfrenta a la patronal y además llama a las huelgas. Se postula como agitadora de huelgas. Esto permite a Sánchez mostrarse radical. En una entrevista al vicepresidente segundo del Consell valenciano, Héctor Illueca (Podemos), el tipo se mostraba tan radical llamando a las huelgas que el propio periodista le dijo "pero usted es del gobierno». Y él dijo que la cuestión es la cuestión económica, que son los empresarios en última instancia los que toman las decisiones, que son los poderes económicos los responsables a los que el gobierno intenta parar los pies.
Los mecanismos del capitalismo de Estado dan la falsa impresión de que “todo aparece como un automatismo económico”, resultado de la acción exclusiva de oscuros “poderes económicos”. En ese marco el gobierno -que es en realidad quien organiza, dirige y manipula esos mecanismos- aparece como “ajeno” a esos ataques y, al contrario, se presenta como una institución “neutral” cuyo misión -sobre todo si es de izquierdas- sería la de “mitigarlos”, “suavizarlos”, “en beneficio de los ciudadanos” y “especialmente de los más desfavorecidos”. La inflación no aparece como un ataque gubernamental, aunque sea una consecuencia que viene de los gastos improductivos, principalmente la economía de guerra, arrastrados por todo el período de la decadencia (gastos improductivos que sí busca la burguesía, aunque no tenga otro remedio). Es también la actual política de economía de guerra del gobierno la que crea un marco para los ataques. En 2008 no había tampoco un sentimiento en la clase de un ataque directo a sus condiciones de vida, sino que la crisis inmobiliaria y bancaria venía de no se sabe dónde y no se podía hacer nada, lo cual reforzaba la desmovilización. Antes de la pandemia existía la perspectiva hacia una nueva recesión donde, a diferencia de 2008, los ataques se plantearían en un terreno más directo de confrontación con trabajadores, por ejemplo, los despidos. La inflación no se estaba expresando de forma abierta por entonces, y ante esta situación la burguesía decía que había que dar algo de rienda suelta a la inflación de forma controlada. Era pues algo incluso buscado para aumentar la explotación de manera encubierta. Luego vino la pandemia y después se produjo la confirmación de que la inflación no es un efecto controlado a placer, sino más bien una expresión de la crisis del capitalismo que la burguesía está teniendo muchos problemas para controlar.
Ante los despidos el gobierno también se da un marco para que no aparezcan de forma directa, sino algo exterior, ajeno, inevitable. Por ejemplo, los ERTE que se hicieron durante el Covid en este momento están siendo utilizados por muchas empresas, por ejemplo, todas las empresas del automóvil. El gobierno proporciona un marco político para una medida de ataque.
El proletariado debe comprender que todos estos ataques son producto del capitalismo como sistema y de la burguesía como clase y que su Estado -ese estado que con el ropaje democrático y de izquierdas aparece como el “representante de las clases medias y trabajadoras- son agentes activos de los mismos. Debe comprender que la burguesía necesita darse un marco para estos ataques, pero que no se trata de decisiones específicas del libre albedrío de un gobierno u otro, de las izquierdas o de las derechas. Estos solo pueden empeñarse en procurar lo mejor para la burguesía (y así, entre otras cosas, el engaño de los trabajadores). La idea de que “son los poderes económicos quienes tienen sartén por mango y el gobierno debe controlarlo" es un ataque ideológico al proletariado, para evitar que comprenda la naturaleza de su enemigo de clase. En esto consistiría el giro a la izquierda de "tratar de contener el afán de ganancia de poderes económicos". Esto da un marco político para el trabajo de los brazos izquierdista y sindical del Estado, orientado a saludar el giro a la izquierda del gobierno, a trabajar por una parte en la inclinación hacia la izquierda del gobierno, y por otro en un espíritu de luchas económicas aisladas en cada sector particular. Este es el marco político de la falsa atenuación de las consecuencias, del mal menor, dirigido a impedir la lucha del proletariado en su propio terreno y a desarrollar la división de los trabajadores, pero con un toque radical.
Si Pedro Sánchez se erige en “defensor de las clases medias y trabajadoras” y Yolanda Diaz llama “a la huelga” es precisamente para que los sindicatos tengan un punto de apoyo para “convocar huelgas” y SE ANTICIPEN A LA COMBATIVIDAD OBRERA. La burguesía trata de evitar que las luchas surjan de la iniciativa de los trabajadores, para ello utiliza su aparato sindical para que tome la delantera y organice huelgas aisladas, domesticadas, encerradas en la defensa de la economía nacional, llevadas de principio a fin a la derrota. Es decir, la burguesía se prepara frente al probable estallido de la combatividad obrera.
En el pasado, los trabajadores británicos estaban entre los más combativos del mundo. Basándose en el número de días de huelga, el "invierno de la ira" de 1979 fue el movimiento más masivo después de mayo de 1968 en Francia, incluso por encima del "otoño caliente" de 1969 en Italia. Esta enorme combatividad fue la que el gobierno de Margaret Thatcher consiguió sofocar de forma duradera infligiendo una serie de amargas derrotas a los trabajadores, especialmente durante la huelga de mineros de 1985. Esta derrota marcó un punto de inflexión, el del prolongado reflujo de la combatividad obrera en el Reino Unido; incluso anunció el reflujo general de la combatividad obrera en el mundo. Cinco años más tarde, en 1990, el colapso de la URSS, presentada fraudulentamente como un régimen "socialista", y el no menos falso anuncio de la "muerte del comunismo" y el "triunfo definitivo del capitalismo" terminaron de noquear a los trabajadores de todo el mundo. Desde entonces, desprovistos de perspectiva, con su confianza y su identidad de clase dañadas, se ven cada vez más sometidos, en el Reino Unido incluso más que en otros lugares, a los ataques de todos los gobiernos sin poder defenderse realmente. Las manifestaciones masivas en Francia han sido a menudo la excepción en los últimos años.
Pero la rabia se ha acumulado y hoy, frente a los ataques de la burguesía, la clase obrera del Reino Unido demuestra que está de nuevo dispuesta a luchar por su dignidad, a rechazar los sacrificios que constantemente impone el capital. Y una vez más, es el reflejo más significativo de la dinámica internacional: el pasado invierno, las huelgas habían comenzado a estallar en España y Estados Unidos; este verano, Alemania y Bélgica también han experimentado paros; para los próximos meses, todos los comentaristas anuncian "una situación social explosiva" en Francia e Italia. Es imposible predecir dónde y cuándo la combatividad de los trabajadores volverá a manifestarse masivamente en un futuro próximo, pero una cosa es cierta, la magnitud de la actual movilización obrera en el Reino Unido es un hecho histórico importante: los días de pasividad y sumisión han terminado. Las nuevas generaciones de trabajadores están levantando la cabeza. (nuestra Hoja Internacional sobre las huelgas en Gran Bretaña)
Con la referencia histórica e intervención clara de las organizaciones revolucionarias, el retorno de la combatividad de los trabajadores en respuesta a la crisis puede convertirse en un foco de conciencia. Es evidente que cada aceleración de la descomposición consigue frenar los esfuerzos embrionarios de la combatividad obrera: el movimiento en Francia de 2019 sufrió el golpe del estallido de la pandemia; las luchas del invierno de 2021 se detuvieron ante la guerra de Ucrania, etc. Esto supone una dificultad adicional y no insignificante para el desarrollo de las luchas y la confianza del proletariado en sí mismo. Sin embargo, no hay otro camino que la lucha, la lucha es en sí misma la primera victoria. El proletariado mundial, en un proceso muy atormentado, con muchas y amargas derrotas, puede finalmente recuperar su identidad como clase y lanzarse con el tiempo y la lucha a una ofensiva internacional contra este sistema moribundo.
Opero y Smolny 05-10-22
1 La Vanguardia 25-9-22
2 naiz: Iritzia | Opinión - El silencio suicida de la izquierda ante la gestión de la pandemia covid [285]
3 https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/MoMo/Documents/InformesMoMo2022/MoMo_Situaci%C3%B3n%20a%207%20de%20septiembre%20de%202022_CNE.pdf [286]
4 No podemos en el marco de este artículo hacer una panorámica histórica de la hoja de servicios del PSOE al Capital español, remitimos a nuestra Serie Los Gobiernos de Izquierda al servicio de la explotación capitalista: https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i [244] , https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos [40] y https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta [41]
5 Ver respectivamente Dossier especial COVID19: el verdadero asesino es el capitalismo https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo [80] y Dossier: Contra la Guerra Imperialista en Ucrania por la Lucha de Clases Internacional https://es.internationalism.org/content/4820/dossier-contra-la-guerra-imperialista-en-ucrania-por-la-lucha-de-clases-internacional [280]
6 Ver nuestra hoja internacional El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase [281]
7 Los trenes son gratuitos pero el servicio está en un estado tan lamentable que los trenes sobrecargados que llevan miles de obreros al trabajo sufren retrasos de ¡hasta 3 horas! O incluso ¡no llegan nunca! Como ilustraciones ponemos 3 enlaces escogidos entre las innumerables crónicas del pésimo funcionamiento de este servicio “3 meses gratuito”: El «desastre» de las Cercanías no tiene fin | El Diario Montañes (eldiariomontanes.es) [287] , El desastre de Renfe Cercanías en la Comunitat Valenciana continúa (valencianews.es) [288] , Rodalies Renfe | Restablecido el servicio de trenes en Catalunya tras tres horas sin funcionar (lavanguardia.com) [289]
8 Ver La “defensora de los trabajadores” Yolanda Díaz nos ataca con la nueva “Reforma Laboral” https://es.internationalism.org/content/4759/la-defensora-de-los-trabajadores-yolanda-diaz-nos-ataca-con-la-nueva-reforma-laboral [290]
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Desde el 27 de septiembre, cada vez más trabajadores de los grupos petroleros Total Energies y Esso-ExxonMobil están en lucha. Al cierre de esta edición, siete de las ocho refinerías estaban bloqueadas. Su principal reivindicación es clara: para hacer frente a la subida de los precios, reclaman un aumento salarial del 10%.
Todos los asalariados, los pensionistas, los parados y los estudiantes precarios, que ahora sufren la inflación, esta subida vertiginosa de los precios de los alimentos y de la energía, se enfrentan al mismo problema: salarios, pensiones o subsidios que ya no les permiten vivir dignamente. La determinación de los huelguistas de las refinerías, su rabia y su combatividad, encarnan y concretan lo que siente toda la clase obrera, en todos los sectores, públicos o privados.
Los medios de comunicación pueden difundir un sinfín de imágenes de colas interminables frente a las gasolineras, multiplicar los reportajes sobre el calvario de los automovilistas que quieren llegar a su lugar de trabajo (¡a ellos!), pero no importa: esta lucha provoca, por el momento, algo más que simpatía en las filas proletarias, ¡también da lugar al sentimiento de que los trabajadores de todos los sectores están en el mismo barco!
Los medios de comunicación gritan: "¡Mira a estos privilegiados que reciben más de 5.000 euros al mes! Francamente, ¿quién puede creer semejante mentira? Sobre todo, porque hacen lo mismo cada vez que hay una huelga de trabajadores ferroviarios o de aerolíneas... 5.000, 7.000, 10.000... ¿Quién da más? En realidad, estos empleados no ganan más de 2.000 euros al principio, 3.000 para algunos al final de su carrera, al igual que profesores, enfermeras, trabajadores cualificados, etc. Pero esta propaganda es cada vez menos creíble a medida que pasan los meses, porque en la clase obrera crece la idea de que todos estamos afectados por el deterioro de los salarios y los ataques cada vez más intolerables.
No es de extrañar el aumento palpable de la ira y la combatividad en muchos sectores obreros en las últimas semanas. Forma parte de una dinámica más amplia, una dinámica internacional, cuyo indicio más significativo ha sido la lucha librada este verano (y que continúa) por los trabajadores del Reino Unido. En nuestra hoja internacional del 27 de agosto escribimos: "Este es el mayor movimiento de la clase trabajadora en este país desde hace décadas; hay que remontarse a las enormes huelgas de 1979 para encontrar un movimiento mayor y más masivo. Un movimiento de esta envergadura en un país tan grande como el Reino Unido no es un acontecimiento "local". Es un acontecimiento de importancia internacional, un mensaje para los explotados de todos los países. [...] Las huelgas masivas en el Reino Unido son una llamada a la acción para los proletarios de todo el mundo. Desde entonces, las huelgas en Alemania o las anunciadas en Bélgica, por ejemplo, no han hecho más que confirmar esta tendencia”1.
Sin embargo, la clase obrera se enfrenta a una verdadera debilidad: la fragmentación de sus luchas. En los dos últimos meses han estallado huelgas en el sector del transporte (en Metz el 7 de octubre, en Dijon el 8 de octubre, en Saint Nazaire el 11 de octubre, a nivel nacional del 17 al 23 de octubre), en el sector de la puericultura y en la administración local (el 6 de octubre), una jornada de manifestación el 29 de septiembre principalmente en el sector público, etc.
¿Por qué esta división? Porque los sindicatos tienen ahora en sus manos la organización de estos movimientos, que dispersan y separan en otras tantas corporaciones, sectores y reivindicaciones específicas. Porque se reparten la faena de dividir a los trabajadores entre organizaciones sindicales "radicales" y "conciliadoras", jugando así con las divisiones que acaban generando dudas y desconfianza en las filas obreras.
Frente a Macron y su gobierno, los sindicatos se presentan hoy como radicales, como campeones de la lucha... Esto lo hacen para mejor controlarnos y separarnos unos de otros. Al dar crédito a la idea de "gravar los superbeneficios" y de "distribuir mejor la riqueza", al denunciar la requisa estatal a los huelguistas, así como al ensalzar las virtudes de una auténtica negociación, los "interlocutores sociales" echan, mediante el juego de su "oposición", una mano al Estado, que busca precisamente aparecer como garante de un arbitraje benévolo. Y los medios de comunicación, los dirigentes de la clase burguesa ponen el dedo en la llaga presentando a la CGT y a la FO como "extremistas irresponsables", para darles credibilidad a los ojos de los explotados dándoles una supuesta combatividad, mientras que estos organismos son a su vez órganos del Estado, perfectamente institucionalizados.
Hoy los empleados de la central nuclear de Gravelines, la más potente de Europa Occidental, también van a hacer huelga. Al igual que los trabajadores de la SNCF, la RATP o la industria de los supermercados. Ellos también exigen aumentos salariales. Dentro de unos días, el 18 de octubre, está prevista una jornada "interprofesional" de huelgas y manifestaciones en el sector de la formación profesional, en las clínicas, en los EHPAD privados... Es decir, cada uno en su rincón, separado de los demás. Además, en los micrófonos de BFM TV, el líder de la CGT, Philippe Martinez, no quiere un movimiento unitario de la clase. Por eso, blandiendo la "huelga general", orquesta la multiplicación de las acciones locales: "Hay que discutir las acciones en todas las empresas y generalizar las huelgas. Esto significa que debe haber huelgas en todas partes". Está claro: los sindicatos organizan la división y la dispersión, empresa por empresa, bajo el disfraz de la "generalización".
Recordemos la debilidad del movimiento social contra la reforma de las pensiones en 2019: hubo una gran simpatía por los ferroviarios en huelga, pero esta solidaridad se quedó en algo platónico, limitándose a dar dinero a las cajas de "solidaridad" puestas por la CGT en las procesiones de los manifestantes. Pero la fuerza de nuestra clase no es “el apoyo desde fuera” ni la yuxtaposición de huelgas aisladas entre sí.
¡No! ¡Nuestra fuerza es la unidad, la solidaridad en la lucha! No se trata de "converger", de ponerse unos al lado de los otros. La lucha obrera es un mismo movimiento: ir a la huelga e ir en delegaciones masivas a reunirse con los trabajadores más cercanos geográficamente (la fábrica, el hospital, la escuela, el centro administrativo...) para conocer, discutir y ganar más y más trabajadores para la lucha; organizar asambleas para debatir; unirse en reivindicaciones comunes. Es esta toma en mano de sus luchas por parte de los propios trabajadores, esta dinámica de solidaridad, extensión y unidad que siempre ha hecho temblar a la burguesía a lo largo de la historia. En definitiva, todo lo contrario de lo que hacen los sindicatos.
Hoy en día, sigue siendo muy difícil para los explotados dirigir ellos mismos su lucha; incluso les parece imposible, hasta el punto de que se afirma constantemente la idea de que la dirección de estas luchas debe confiarse a los "especialistas" sindicales. Pero la historia de los trabajadores demuestra lo contrario. Cuando la dirección de la lucha fue tomada en mano por las asambleas generales, decidiendo colectivamente la conducción de la lucha, nombrando comités de huelga elegidos y revocables, responsables ante las asambleas, y no ante las diferentes centrales sindicales que no dudan en mostrar sus divisiones para desmoralizar a los trabajadores, cuando éstos fueron los más fuertes y pudieron hacer retroceder a sus explotadores.
Corriente Comunista Internacional, 13 de octubre de 2022
El domingo 13 de Noviembre más de 600.000 personas según los organizadores1 se manifestaron en Madrid “en defensa de la sanidad pública”, contra los planes de Ayuso de abrir nuevos centros de urgencias en atención primaria y rural, sin contratar más personal sanitario, y recurriendo a la asistencia virtual con tele llamadas.
Esta movilización es al mismo tiempo parte de una campaña y contribuye a amplificarla, de oposición del PSOE y la Izquierda en general (Podemos, más Madrid, UGT y CCOO, etc.) al PP, señalando el autoritarismo y la falta de sensibilidad social de la Presidenta de la Comunidad de Madrid.
No cabe la menor duda que Ayuso se ha ganado una merecida fama de “derechona”, “ultra-liberal” con aires “trumpistas” (en continuidad con su predecesora Esperanza Aguirre)2 a través de constantes provocaciones, desplantes y acusaciones incendiarias a la izquierda3. Su defensa descarada de las medidas antisociales del gobierno regional provoca la indignación de los trabajadores y la población en general.
Pero el punto de partida del conflicto de la sanidad en Madrid no son problemas particulares de esta Comunidad, sino los problemas generales de la sanidad.
Desde hace años el desarrollo de la crisis económica está socavando el llamado Estado del bienestar, y particularmente la asistencia sanitaria4. Aunque todos los Estados en los países centrales presumen de tener una sanidad “de las mejores del mundo”, la pandemia ha puesto al descubierto, si aún era preciso, las tremendas deficiencias de medios y personal en todos los países5 y en este caso en España. Falta de camas de UCI y hospitalarias en general, demoras de intervenciones quirúrgicas de más de un año, servicios de urgencias hospitalarios y de Atención Primaria saturados; pero sobre todo falta de personal, de médicos y enfermeras y otros sanitarios.
El 50% de los médicos tienen contratos eventuales y trabajan en condiciones precarias y el problema es aún más grave para los enfermeros. La ratio de enfermeros por 100.000 habitantes está entre 500-600 según diferentes estadísticas, 200 menos que la media de la UE. Muchos sanitarios están al borde de sufrir crisis nerviosas por la sobrecarga de trabajo.
Estos recortes en la sanidad no son ni mucho menos exclusivos de Madrid, de Ayuso o el PP. Algunos de los que ahora salen a la calle a defender la sanidad pública han contribuido antes en primera persona a degradarla:
«En 2017, Susana Díaz tuvo que cambiar al consejero del ramo en un intento por aplacar las protestas de profesionales sanitarios [293]. La chispa que encendió esas movilizaciones, que sacaron a decenas de miles de personas a las calles, fue la reorganización de la atención hospitalaria que puso en marcha la hoy ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando era titular de Salud en Andalucía. Hay consenso entre los analistas al afirmar que ese descontento fue uno de los motivos que acabaron con el PSOE fuera de la Junta en las elecciones de 2018 después de 37 años en el poder»6
Las medidas de Ayuso, que hipócritamente otros señalan con el dedo, forman parte de un ataque del Estado en el que todos confluyen, en diferentes Comunidades autónomas, y con diferentes gobiernos de derechas o izquierdas. TODOS están de acuerdo en aplicar más recortes y cargar la crisis sobre las condiciones de vida de los trabajadores, directamente en este caso a los de la Sanidad, e indirectamente al conjunto de trabajadores con la degradación de la asistencia.
En Cantabria, donde gobierna el PSOE en coalición con un partido regional, los médicos de Primaria son obligados a atender más de 60 pacientes al día regularmente, cuando ellos consideran que no pueden ver más de 35, dedicándoles al menos 10 minutos a cada uno; como consecuencia de eso ha habido agresiones al personal sanitario igual que en Madrid. Y parecido ocurre en Navarra (igualmente con gobierno de coalición donde participa el PSOE), los médicos se movilizan contra la escasez de personal y los bajos salarios.
En varias Comunidades más se esperan más movilizaciones frente a los mismos ataques:
«Por eso continúan las movilizaciones en muchas comunidades autónomas. A las de Madrid, Navarra o Cantabria, previstas para febrero, se suman las protestas de Aragón, Murcia, País Vasco, Andalucía o Comunidad Valenciana. En Cataluña, concretamente en Mataró, unos 80 médicos han anunciado que dejarán de hacer guardias.»7
Y por si cupiera alguna duda de que se trata de recortes y ataques que suscriben todos, hay que decir que en Madrid incluso los sindicatos habían apoyado el plan de Ayuso inicialmente “para evitar las movilizaciones”, y que se descolgaron del acuerdo cuando vieron que el malestar de los trabajadores amenazaba con desbordarlos:
«La pasada semana las organizaciones sindicales con representación sanitaria mantuvieron una primera reunión con la Consejería de Sanidad en el marco de la reapertura de las urgencias de la región bajo el nombre Centros de Urgencias 24 horas, antes llamados Servicio de Atención Rural (SAR) y Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP), tal y como anunció la presidenta madrileña en uno de los últimos plenos en la Asamblea de Madrid. Todo para evitar los anuncios de huelga con los que desde los sectores sanitarios amenazaban.
Días más tarde, cuatro de las cinco organizaciones -SATSE, CCOO, CSIT UNIÓN PROFESIONAL y UGT- decidieron suscribir este acuerdo "por responsabilidad" tras consultar con sus bases, evitando de esta forma los paros.»8.
Así es como el Estado responde a los Sanitarios, extenuados por la pandemia, a los que no hace nada llamaba a aplaudir desde los balcones durante el confinamiento.
Los sanitarios, médicos, enfermeras y celadores son un sector importante de la clase obrera9; aunque a algunos (particularmente entre los médicos) les cueste reconocerlo y exista un peso del corporativismo. Las cadenas de producción del siglo XXI exigen formación especializada y hoy muchos obreros, incluso los antiguamente considerados como “blue collars”10 son técnicos medios y algunos incluso superiores; ingenieros que trabajan realmente como comerciales o administrativos e informáticos integrados a la producción en serie. Igualmente en el sector servicios, en el transporte, los maquinistas del metro o de los trenes, necesitan una formación de alto nivel, etc.11
Los hospitales y centros de salud modernos son verdaderas fábricas y talleres con un trabajo en serie y troceado en distintas especialidades y áreas de atención (diagnóstico, laboratorio, tratamiento); pero esencialmente se trata de un trabajo asociado, colectivo, de clase.
La situación actual de malestar y movilizaciones contiene, no tanto de manera inmediata, sino en perspectiva, una potencialidad de que este sector reconozca esta identidad de clase y plantee sus luchas en el terreno de la reivindicación de la defensa de sus condiciones de vida, llamando a la solidaridad de otros sectores obreros por la defensa conjunta y unida de las mismas reivindicaciones: contra la sobrecarga de trabajo y los recortes salariales.
El sector sanitario estaba ya sufriendo condiciones de trabajo muy duras, y salarios que aunque desde lejos puedan parecer altos, se alcanzan con guardias y jornadas extras extenuantes. La pandemia ha empeorado aún más esas condiciones, causando además muertes entre los enfermeros y médicos que han pagado con su vida. Por todas esas razones el descontento es muy profundo y la situación es explosiva.
Además, el sector cuenta con la simpatía de los trabajadores y la población12, por lo que los llamamientos a la solidaridad podrían tener un eco en otros sectores de trabajadores en lucha o donde se acumula un malestar.
En Gran Bretaña13, por ejemplo, las encuestas oficiales anuncian la simpatía de la población general por las condiciones de los sanitarios (a las huelgas previstas de los enfermeros se suman paramédicos, trabajadores de ambulancia, limpiadores, etc.). El Estado británico está preparando a través de los sindicatos huelgas para final de año en el sector sanitario, así como todo tipo de encuestas y maniobras para desviar la combatividad obrera a un terreno ciudadano, nacional y de apoyo al sector. Entre las trampas, el paternalismo del “comprensible esfuerzo y malestar del sector sanitario”, inducir la culpa por la desatención de los pacientes con las huelgas que el propio Estado prepara, las promesas simultáneas de una acción huelguística sonora (“los enfermeros votan por primera vez en muchos años pasar a la acción”), y la promesa de aumentos salariales que demasiado altos “no nos los podemos permitir” pero que buscarían solucionar la situación14.
Si la lucha del sector sanitario consiguiera expresarse en un terreno de lucha obrera sería una gran aportación para la recuperación de la identidad de clase del conjunto de la clase obrera que, después de la campaña anticomunista tras el hundimiento del estalinismo en 1989, ha sufrido un importante golpe del que aún no se ha recuperado.
La campaña anti Ayuso y por la defensa de la sanidad pública en Madrid se opone completamente a esa dinámica, porque transforma la solidaridad obrera en “movilización ciudadana”, que se expresa en el terreno de la oposición en el seno del Estado entre la Izquierda y la derecha, en lugar del terreno de la lucha unida de los obreros contra los ataques y recortes del Estado.
Pero la “defensa de la Sanidad Pública” es precisamente lo que exige trabajar el doble con la misma plantilla (o menos) y recortar los salarios para que el Estado rentabilice sus servicios15. Un Estado que se presenta como el representante de todos, pero que en realidad es el Estado de la clase dominante.
La movilización de Madrid ha conseguido por el momento desviar el malestar del verdadero terreno de lucha; pero el anuncio de nuevas movilizaciones en todas las Comunidades del Estado muestra que las espadas están en alto. Y los sanitarios de Madrid aún se acuerdan de que las olas de la “marea blanca” rompieron contra las mismas trampas. La lucha de los trabajadores no puede entramparse ni en sectores ni en mareas, debemos luchar no como ciudadanos sino en nuestro propio terreno de clase proletaria internacional.
23.11.22
Hic Rhodas
1 Cerca de 200.000 según fuentes oficiales
2 Ayuso pretende por un lado erigirse como futura líder del PP (primero desafió a Casado logrando su defenestración y ahora presiona con descaro a Núñez Feijoo saboteando su pretendida “cara moderada”) y por otra parte pararle los pies a Vox adoptando muchas de sus banderas. Ver Frente a la “batalla de Madrid”: la alternativa no es democracia – fascismo sino barbarie capitalista o lucha autónoma del proletariado https://es.internationalism.org/content/4668/frente-la-batalla-de-madrid-la-alternativa-no-es-democracia-fascismo-sino-barbarie [294]
3 El PSOE favorece indirectamente a Ayuso para desacreditar las tentativas del PP de Feijoo de mostrarse moderado, y también para redorar su blasón socialista “de izquierdas”; Moncloa le da cancha a Ayuso, que es la Presidenta más veces recibida por Pedro Sánchez de entre todas las Comunidades autónomas y el gobierno regional de Madrid está entre los que más subvenciones reciben.
4 Y no solo en España. El ejemplo más significativo es precisamente Gran Bretaña, pionera en la organización del “Welfare State”
5 También hay luchas en este momento, contra la escasez de personal, de las enfermeras de algunos hospitales en California, y de los trabajadores de los laboratorios biomédicos en Francia
6 El Confidencial digital, 11.11.22
7 Antena 3 noticias 11.11.22
8 El Plural digital, 4 de Noviembre
9 Evidentemente esto no puede aplicarse a los directores, jefes y altos gerifaltes, igual que en las fábricas no puede considerarse a los patronos y capataces como compañeros.
10 Del inglés. Quiere decir obreros “de cuello azul”, con monos de trabajo, o sea los que trabajan en las fábricas y talleres.
11 Claro que igualmente junto a ello vemos a los “riders” y otros empleos de subsistencia producto de la precariedad laboral.
12 Aunque siempre pueden haber excepciones individuales de agresiones, como ha ocurrido en Madrid o en Cantabria y seguramente en otros lugares.
13 Donde recientemente hemos asistido a la mayor oleada de huelgas desde 1978-79. Ver nuestra hoja internacional El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase [281]
14 Ver https://www.washingtonpost.com/world/2022/11/19/britain-nurses-strike-vote-inflation/ [295] ; https://www.expressandstar.com/news/uk-news/2022/11/19/public-backs-nurses-striking-over-pay-and-patient-care-poll-suggests [296]
15 Aparte de que los trabajadores de la sanidad privada sufren igualmente ataques semejantes a sus condiciones de vida
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En movilizaciones recientes de los trabajadores hemos podido observar una creciente presencia de organizaciones del trotskismo, que como es tradicional en su ideología, intenta acaparar el espacio de “ala crítica” de los grandes partidos izquierdistas y organizaciones sindicalistas. Ya hemos denunciado muchas veces (como hicimos recientemente con respecto a la huelga del metal de Cádiz1) que su metodología esencial puede resumirse en recoger por la puerta a los obreros más combativos, hartos de las continuas maniobras y trampas de los grandes sindicatos, para devolverles por la ventana al mismo sitio; con una cubierta de fraseología que suena a radical y obrera, acaban defendiendo la misma lógica sindical de que la prioridad siempre es la negociación con la patronal, la misma lógica de sectorialización encubierta por llamados a la “unidad” (por separado), de rechazo de la extensión de la lucha, la autonomía de clase y el control de la huelga por asambleas de delegados responsables ante los obreros y revocables en todo momento. Son esas herramientas de lucha que acabamos de resaltar las que están en el corazón de los mejores y más fecundos episodios del movimiento obrero, y no el “entrismo” de “Programa de Transición” trotskista, que no puede acabar siendo más que el comparsa de la parte de atrás de las manifestaciones de los grandes sindicatos y organizaciones de la burguesía. Si los obreros tenemos la posibilidad y necesidad de desarrollar nuestra lucha de clase, ante un capitalismo mundial que está sumido en una putrefacción histórica irreversible, debemos hacerlo mediante la crítica más implacable de todas las maniobras, métodos y justificaciones ideológicas de la política burguesa. El trotskismo, desde la Segunda Guerra Mundial y su llamado al proletariado a alistarse tras las banderas de los contendientes imperialistas, forma parte de esa misma política burguesa que tanto dicen denunciar, no menos que los estalinistas y maoístas de los que también dicen ser enemigos irreconciliables.
Entrando más en nuestro periodo histórico concreto, creemos que una mayor movilización de organizaciones como las del trotskismo (es decir, la extrema izquierda del capital) responde a la respuesta preventiva que la burguesía, clase explotadora con mucha experiencia acumulada, es capaz de organizar frente a un previsible aumento de la combatividad en las filas de la clase obrera, como ya hemos podido ver en varias partes de Europa y el mundo. Así, la movilización del trotskismo viene a encajarse en el clima que intenta crear el propio Gobierno de coalición con su “giro a la izquierda” y su pretendida apariencia de “benefactor de los trabajadores”2. Daremos un rápido repaso al hecho de cómo el radicalismo altisonante del trotskismo no está tan lejos del formalismo ladino de la socialdemocracia como se piensa, sino que es otra de las herramientas del Estado para mejor confundir a la clase obrera.
En un escrito publicado el pasado septiembre3, la organización trotskista Lucha Internacionalista escribe lo siguiente al comentar la degradación de las condiciones de vida que sufre actualmente la clase obrera:
``Ahora, el Gobierno pretende cerrar tres negociaciones en los próximos meses: la revisión del SMI, activar el Pacto de rentas en un intento de limitar las subidas salariales y completar la reforma del sistema de pensiones, con nuevos recortes. Las medidas populistas del gobierno PSOE-UP como la rebaja de impuestos a la luz y el gas, la subvención de los 20 céntimos por el litro de gasolina, el cheque de 200€ para las rentas más bajas o la reducción del precio del transporte público durante 3 meses, no sólo perpetúan los negocios de las grandes compañías, sino que, lejos de dar una solución real a la clase trabajadora, amplían fuertemente la deuda pública. Suponen un traspaso de dinero público a manos de empresas privadas. Sin una intervención de precios y de los beneficios con impuestos -o con la nacionalización de estas compañías estratégicas- no se resuelve el problema de fondo´´.
Lo que pretenden estos planteamientos de “control de precios” es reforzar el papel del Estado capitalista con más impuestos y nacionalizaciones de “compañías estratégicas”. Este “programa” no “resuelve el problema de fondo” de la miseria, la inflación, la guerra imperialista, al contrario, SIRVE A ESOS PROCESOS DE LA BARBARIE CAPITALISTA. Con estas propuestas ese grupo trotskista, como el trotskismo y el izquierdismo en general, SUBORDINAN Y ATAN AL PROLETARIADO AL CAPITALISMO Y SUS DESIGNIOS.
Tanto Marx como Friedrich Engels ya contribuyeron en su momento de forma decisiva a disolver ese mito ideológico: el de que las nacionalizaciones y expropiaciones de empresas a cargo del Estado alterarían esencialmente en lo más mínimo la lógica de la producción capitalista:
``El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más fuerzas productivas asume en propio, tanto más se hace capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que, más bien, se exacerba´´4. Aunque Engels continuó esta reflexión con la afirmación de que la propiedad estatal total contenía un “germen” de la “solución del problema”, al desarrollar al extremo las contradicciones del capitalismo, este error que suelen explotar izquierdistas de todo pelaje, también reproducido en parte por el programa del Manifiesto Comunista, vendría a ser reconocido como tal y corregido en su prólogo a la edición alemana de 1872 del Manifiesto:
``Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización política de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de la revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna de París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político en sus manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado, principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines”´´5.
Para el trotskismo la clase obrera vendría a ser en esencia lo contrario de lo que pensaban Marx y Engels. En vez de una clase revolucionaria, los trotskistas nos la presentan como una enorme “masa de presión” al servicio de un plantel de políticos profesionales (la “vanguardia revolucionaria” según ellos) que tome la dirección del Estado capitalista y reintroduzca el plan de Mann o el New Deal en todas partes6. La naturaleza histórica, revolucionaria, de una clase de la sociedad civil que no es una clase de la sociedad civil, que no puede tener necesariamente otro objetivo que la disolución de una sociedad de clases sin futuro mediante la dictadura revolucionaria de sus asambleas y consejos obreros se pretende sustituir en la ideología trotskista por una masa de suplicantes a las puertas de la catedral en ruinas del Estado burgués.
Así continúa la declaración de Lucha Internacionalista:
``La escalada de precios no puede detenerse convenio a convenio. Es necesaria una huelga general para imponer la defensa de salarios y pensiones a la patronal y al Gobierno PSOE-IU/Podemos, exigiendo un cambio de rumbo de 180º. Esta demanda debería salir de todos los puestos de trabajo para exigir su convocatoria unitaria a todos los sindicatos´´.
En lugar de la lucha genuina de todos los obreros, de su unidad y solidaridad de clase auténtica, los señores trotskistas piden que se “demande desde todos los puestos de trabajo” una convocatoria de huelga general a “todos los sindicatos”, es decir, principalmente a CCOO y UGT, y luego ya pueden engancharse todas sus mascotas “de base” y “alternativas” como pasa siempre… para que no pase nada. Piden una huelga que ya desde el mismo momento de su nacimiento esté muerta para la clase: controlada por los órganos sindicales, por los guardianes de la legitimidad política de ese gran buró capitalista de administración de nuestra miseria que es el Estado. No es de extrañar que una de las máximas del trotskismo moderno sea la consigna de su gran líder histórico Ted Grant: “Dentro del movimiento obrero, todo, fuera del movimiento obrero, nada”. Si para este señor, como demostró en vida, así como piensan todos sus sucesores, el movimiento obrero se reduce a las maniobras sindicales de control de la presión en el ambiente laboral, que es a lo que se reducen esencialmente los llamamientos a la huelga que los sindicatos se ven forzados a hacer para darse legitimidad ante los obreros cuando la situación de indignación y combatividad es inaguantable… entonces estos señores saben lo mismo del movimiento obrero que el más reaccionario de los capitalistas. Con la excusa de no caer en “sectarismos”, de que la burocracia sindical y la “base” son de extracción distinta, los trotskistas prefieren el cómodo aunque ambiguo terreno acotado del entrismo en las grandes organizaciones sindicales7 y políticas de la burguesía. Entran así en un continuo sí pero no equilibrista que se mueve entre dar un ``ala crítica´´ a estas organizaciones (que no tienen nada que ver con la lucha obrera y que con esta forma de actuar, de hecho, refuerzan su reputación) y la precaución de no hacer demasiado ruido para evitar su expulsión de las mismas. Este jamás podrá ser el camino que debemos seguir como clase, siendo una de las primeras y más fundamentales necesidades de nuestra lucha la de denunciar implacablemente a estas organizaciones y argumentar de cara a nuestros hermanos de clase la necesidad de la autonomía política del proletariado, frente a todas las organizaciones izquierdistas erigidas en calidad de falsos amigos de los trabajadores.
La revolucionaria Rosa Luxemburgo lo tenía muy claro con respecto al lugar que ocupan los sindicatos en cuanto al objetivo fundamental y último de la lucha del proletariado. Aunque por las características históricas de su época seguía considerando a los sindicatos como algo necesario8, sobre todo antes de que aparecieran los consejos obreros, fue testigo de un movimiento sindical plagado de oportunismo y burocratismo, que siempre denunció implacablemente como algo natural a la lógica sindical. Si bien en la época de Rosa los sindicatos no habían traicionado aun decisivamente a la clase obrera, en una fase histórica ascendente del capitalismo en la que todavía podían arrancar a la burguesía concesiones y mejoras duraderas en las condiciones de vida de los obreros, la I Guerra Mundial vendría a poner fin a toda esa situación. Fue esa contienda la que marcó el inicio de la decadencia histórica de un capitalismo que ya no podía continuar su evolución sin la guerra generalizada… así como el fin de los sindicatos como órganos de la clase obrera: los grandes sindicatos de la II Internacional apoyaron en masa la masacre imperialista. Y aun así, muchos años antes de que eso ocurriera, Rosa Luxemburg ya escribía en su Reforma o revolución:
``Las cooperativas y los sindicatos son totalmente incapaces de transformar el modo capitalista de producción. Esto Bernstein realmente lo comprende, si bien de manera distorsionada. Porque se refiere a las cooperativas y los sindicatos como medios para reducir las ganancias de los capitalistas y enriquecer así a los obreros. De esta manera renuncia a la lucha contra el modo de producción capitalista y trata de dirigir el movimiento socialista hacia la lucha contra la “distribución capitalista”. Una y otra vez Bernstein se refiere al socialismo como un esfuerzo por lograr un modo de distribución “justo, más justo y aún más justo” (Vorwarts, 26 de marzo de 1899) ´´9.
El reformismo entrista del trotskismo no tiene nada que envidiarle al Bernstein de la II Internacional y su revisionismo. No hay ocasión que no aprovechen en sus panfletos para, fundamentalmente y quitando todo el recubrimiento de lenguaje obrerista altisonante, pedir un modo de distribución capitalista justo, más justo y aún más justo. Uno de los principales obstáculos en nuestro camino a seguir para recuperar nuestros métodos de lucha como clase es el de separarnos de las trampas ideológicas y los métodos de la burguesía. El trotskismo refuerza ese obstáculo (y otros tantos, como veremos).
La antigua Oposición de Izquierdas que fundó Trotsky, junto a otros 45 militantes bolcheviques, fue una valiente reacción (aunque ni mucho menos la única) al ascenso del estalinismo y la degeneración del bastión obrero ruso, nacido de la revolución proletaria de Octubre de 1917. Aunque las organizaciones trotskistas actuales afirman trazar su origen a este grupo y ligar su imagen a la de Trotsky, ni este gran militante de la clase obrera ni el carácter histórico de la Oposición de Izquierdas tienen mucho que ver con el trotskismo moderno. No obstante, ya en el mismo origen de la Oposición se apreciaban los errores y dogmas caducos de la política bolchevique que facilitarían su caída en años posteriores en el oportunismo, y eventualmente, darían la base para la entrada del trotskismo como tal en el campo de la contrarrevolución:
``En octubre de 1923 se constituye el grupo de los 46, germen de la Oposición de Izquierdas, cuyo militante más destacado fue desde el primer momento Trotski. La lucha que la Oposición lleva contra el ascenso del estalinismo tiene mucho mérito y protagonizó episodios importantes como la lucha contra la nefasta política que la IC llevó en China. Sin embargo, es preciso reconocer que sus bases políticas son muy frágiles y débiles. Se reclama de los 4 primeros congresos de la IC y, concretamente, de aquellos que teorizaban y daban rienda suelta al oportunismo: Frente Único, Gobierno Obrero, posición sobre los sindicatos, la socialdemocracia y la liberación nacional, teoría del eslabón más débil, etc.´´10.
A pesar de las honrosas excepciones que representaron Natalia Sedova, compañera de Trotsky, y el revolucionario Grandizo Munis, las organizaciones trotskistas encabezadas por la IV Internacional acabarían sumándose al griterío sanguinario de las facciones imperialistas enfrentadas en la Segunda Guerra Mundial, lo cual representa un cruce del Rubicón en lo que a fronteras de clase se refiere:
`` […] en 1939-40, los grupos de la sedicente 4ª Internacional toman posición a favor de la guerra mundial arguyendo los más variados pretextos: la mayoría el apoyo a la “patria socialista” rusa, pero hasta hubo una minoría que apoyó a la Francia de Pétain (satélite a su vez de los nazis).
[…]
Desde entonces las organizaciones trotskistas se han convertido en agencias “radicales” del Capital que tratan de embaucar al proletariado con toda clase de “causas revolucionarias” que generalmente corresponden a fracciones “anti-imperialistas” de la burguesía (como el famoso sargento Chávez [entonces presidente de Venezuela en el momento de escribirse este artículo]). Del mismo modo, recuperan a los obreros asqueados del juego electoral haciéndoles votar de forma “crítica” a los “socialistas” para, de esa manera, “cerrar el paso a la derecha” y otros engaños por el estilo. Finalmente, les ilusionan con “recuperar” los sindicatos a través de “candidaturas combativas” para los órganos de base de estos aparatos del Capital´´11.
¿Cuál es el resultado de esta tradición histórica de oportunismo, y finalmente, de traslado con armas y bagaje al campo de la burguesía? Lo podemos ver perfectamente representado en las declaraciones con respecto a la guerra de Ucrania del último Congreso de la Liga Internacional de Trabajadores - Cuarta Internacional (LIT-CI), una de las organizaciones trotskistas de referencia a día de hoy, que con todo nivel de detalle en cuanto a mistificación de la historia intentan justificar lo injustificable (en términos de clase) mediante fraseología pseudo-revolucionaria:
``La guerra de Ucrania contra la agresión genocida y ocupación rusa, con el protagonismo central de la tenaz y heroica resistencia del pueblo ucraniano (con las Defensas Territoriales, formadas principalmente por trabajadores y trabajadoras, que luchan en la primera línea) es ahora mismo el epicentro de la lucha de clases internacional. […] La batalla por recuperar la solidaridad internacionalista con la lucha de los trabajadores y los pueblos es una tarea esencial. Desde la LIT-CI nos comprometemos a dar continuidad con un impulso renovado a la campaña de solidaridad con la clase obrera armada y partisana ucraniana que hoy resiste la invasión y ocupación genocida de Putin y lucha por su soberanía nacional´´12.
¡Es escandaloso y repugnante! Estos señores trotskistas de la LIT-CI piden a los obreros del mundo que apoyen a Ucrania, es decir, llaman a elegir bando entre los dos tiburones imperialistas que se enfrentan sembrando la muerte y la destrucción: USA-OTAN que apadrinan a Ucrania frente a Rusia. Actúan como sargentos reclutadores para la guerra, son cómplices de la terrible matanza que, junto con la crisis medioambiental, la pandemia y otros muchos flagelos están conduciendo a la destrucción de la humanidad. Con argumentos “obreros”, “revolucionarios” e incluso ¡¡¡”internacionalistas”!!! Son SERVIDORES INCONDICIONALES DEL CAPITALISMO.
El payaso de circo Zelensky, junto con todos los buitres capitalistas ucranianos reunidos en torno suya para defender sus intereses de clase explotadora a sangre y fuego, han intentado jugar la baza de “poner los muertos” y usar a su población de rehén para cambiar su situación en el tablero imperialista mundial. Zelensky, más que probablemente, sabía la reacción que iba a provocar en la putrefacta, brutal e inoperante burguesía rusa al intentar alejarse de su influencia política y económica. Una burguesía rusa ya renqueante y debilitada por continuos contratiempos y derrotas en el terreno de juego imperialista mundial (desde Afganistán en el 89, pasando por pérdidas o debilitamientos de su posición en Chechenia, Georgia, los países bálticos… y ahora Ucrania, la joya del Mar Negro de la ex – URSS) no iba a dejar las manos libres a un Estado con tantos recursos e importancia estratégica para renegociar el lugar que ocupa su capital nacional en el mundo, con sus nuevos padrinos, la OTAN encabezada por EEUU, que muy hábilmente ha ayudado a tejer esta trampa a Rusia para enfangarla en otra impopular guerra de desgaste.
Digámoslo alto y claro: ni a la burguesía ucraniana ni a sus aliados, lo mismo que a la rusa, les importa lo más mínimo sacrificar miles de personas, si con ello consiguen hacer avanzar su posición en el conflicto. La burguesía ucraniana sabía que su única estrategia política y militar posible era la guerra de resistencia contra ese inoperante gólem de Grozny que es un ejército ruso descompuesto, que no tiene más herramienta de negociación en el campo de batalla que la destrucción masiva e irracional mediante bombardeos contra civiles. Con la justificación de la soberanía nacional, venga de los trotskistas o de quien venga, solo se consigue caer en el terreno de una clase capitalista para la que los muertos, los heridos y los daños ocasionados por sus guerras son solo un cálculo, una apuesta, una baza necesaria que tienen que jugar en la disputa de sus intereses irracionales contra los de otras facciones imperialistas. Una organización genuinamente internacionalista que pertenezca a nuestra clase, como ya hicieron los revolucionarios internacionalistas en la Primera Guerra Mundial, no puede por menos que llamar a la denuncia implacable de todos los bandos imperialistas en conflicto13.
Volviendo a las declaraciones del Congreso de la LIT-CI, podemos tomar buena cuenta de su perspectiva del lugar que ocupa la clase obrera en las luchas y movimientos políticos que recorren periódicamente a la sociedad burguesa:
``La brutalidad de los ataques provoca la respuesta de las masas, con grandes movilizaciones como hemos visto estos años en lugares como Myanmar, Sudán, Chile y Colombia, como ha sucedido ahora en los grandes levantamientos populares semiinsurrecionales de Sri Lanka y Ecuador o en los prolongados paros nacionales de Panamá o como estamos viendo en el poderoso movimiento huelguístico actual en Gran Bretaña frente a la inflación. Son movimientos que apuntan hacia procesos similares en otros países en los próximos tiempos´´.
La trampa que tienden es la siguiente: meten en el mismo saco de “movilización popular” las huelgas en Gran Bretaña que son una expresión de la lucha proletaria en su terreno de clase con las revueltas interclasistas, nihilistas y sin futuro de Ecuador, Chile o Sri Lanka. Con ello atacan la identidad de clase del proletariado porque lo diluyen, lo HACEN DESAPARECER, dentro del “pueblo”.
Con esta nueva mistificación y este lenguaje que quiere sonar radical no se hace otra cosa que sumar aún más a la confusión ideológica, en un periodo histórico de crisis de identidad para nuestra clase en la que toda mistificación de su posición real en la sociedad no hace sino contribuir a alargar su ya prolongada parálisis.
No contentos con este trabajo sucio, la LIT-CI profundiza aún más en su empeño de difuminar los límites reales de la lucha del proletariado:
``Por el empleo y los derechos laborales básicos, por la escala móvil de salarios, un salario mínimo digno y la estabilidad en el trabajo; por el no pago de la deuda; contra el desmantelamiento de los servicios públicos; por las libertades democráticas y la libertad de los presos por luchar; contra la violencia contra la mujeres y la población LGTBI, por el derecho al aborto y medidas de socialización del trabajo doméstico; por los derechos de las nacionalidades oprimidas y los pueblos originarios; los derechos de los migrantes; medidas urgentes ante la emergencia ambiental y en particular para detener ya el calentamiento global, incluyendo la expropiación de las grandes corporaciones energéticas y mineras bajo control obrero y de las comunidades; destrucción de las armas nucleares y las armas de destrucción masiva y reducción drástica de los gastos militares; por un gobierno de los trabajadores basado en consejos obreros y populares´´.
En este catálogo “completísimo” de “reivindicaciones” se condensa un veneno letal para la lucha obrera:
1º Se mezclan las reivindicaciones obreras sobre salarios o “estabilidad en el empleo” con reivindicaciones claramente burguesas de división de obreros y su encierro en categorías “sociales” como “las mujeres”, los LGTBI etc.
2º Se pide al Estado, el enemigo de los trabajadores, que sea el “gestor” de ese batiburrillo de reivindicaciones con lo que se le embellece como órgano “al servicio de todos”
3º Los Consejos Obreros que son órganos para la destrucción del Estado capitalista son convertidos en apéndices y auxiliares de los “gobiernos obreros”, es decir del Estado Capitalista.
Los órganos históricos de la revolución proletaria, las asambleas y consejos obreros, se confunden aquí no solo con movimientos de carácter popular o incluso consejos populares (¿¿??), sino que su existencia, surgimiento y naturaleza se pretende poner a la misma altura de esa consigna tan al gusto de los izquierdistas del “gobierno de los trabajadores”, como si los consejos obreros fueran un mero instrumento administrativo de un nuevo Estado que hiciera funcionar la explotación del trabajo asalariado de forma “democrática”, “justa”, respetando los “derechos laborales”.
La clase obrera es una clase histórica, fruto de una relación social de explotación del trabajo asalariado y cuya realidad es universal: todos los obreros debemos rechazar, como ataques ideológicos que son, todos los intentos de poner trabas a nuestra unión y solidaridad de clases internacional, a nuestra autonomía en la lucha, a los intentos de dividirnos y atacar nuestra identidad e intereses como clase. Todos los argumentos que van en el sentido de que los obreros nos veamos como grupos separados con intereses particulares, son ajenos a nuestros intereses y necesidades como clase explotada, y eso es precisamente lo que hacen todas las ideologías en las que se incluyen el feminismo, el movimiento LGTBI, la race politics izquierdista y los racistas de derechas, así como todas las organizaciones que nos llaman a embarcarnos en la guerra imperialista, al mutuo degüello contra nuestros hermanos de clase, usando como justificación el fantasma ensangrentado de la autodeterminación nacional y el nacionalismo.
Todos los comunicados y textos recientes que hemos consultado de organizaciones trotskistas empiezan de una forma similar: enumeran los graves y continuos ataques de la burguesía a las condiciones de vida de la clase obrera, pasan revista a los índices de inflación y precios de bienes de consumo, a los cambios generales que se han dado en las escalas móviles de salarios, a los salarios mínimos, a la duración media de los periodos de contrato… en suma, se hacen eco de forma exhaustiva y detallada de los ataques que estamos recibiendo todos los trabajadores como consecuencia de la crisis, la inflación, la guerra… es decir, como consecuencia del atolladero histórico sin salida en el que se encuentra la sociedad capitalista. Usando estas “credenciales” de periodismo económico en versión resumida, los trotskistas (como suelen hacer todas las organizaciones de la izquierda del capital, en general) intentan mandar el mensaje a los obreros de que conocen íntimamente su situación, personal y colectiva, de que entienden los ataques que se les están haciendo y de que por ello sus recetas de capitalismo de Estado merecen atención. En un periodo como el que se avecina, ya anunciado por las huelgas que se están produciendo a nivel internacional14 (destacando la de Gran Bretaña este verano pasado15), los trotskistas preparan sus herramientas para sumar su granito de arena a la confusión y la división en la clase obrera, junto a todos los izquierdistas con los que comparten el papel de hacer de leal oposición a los sindicatos, de defender programas de nacionalizaciones y reformas de todos los colores justificadas con lenguaje obrerista.
En la última manifestación que se organizó en octubre, en Madrid, con motivo de la subida de la inflación y la carestía de la vida, el Grupo Independencia Obrera (GIO), de carácter trotskista, afirma lo siguiente:
``Las consignas centrales en este momento son la derogación de todas las reformas de la ley de pensiones y de las leyes laborales regresivas. El incremento de las pensiones y los salarios sobre la base del IPC real, es decir la indexación de los ingresos de los trabajadores y pensionistas. El pleno empleo sobre la base del reparto equitativo de las horas de trabajo. La expropiación y apertura de los libros contables de las empresas que cierren aduciendo la crisis. La inmediata salida de España de la OTAN, la retirada inmediata de las bases de los Estados Unidos del suelo español´´.
Una organización que se reclama del proletariado, que pretende contribuir de forma clara y firme a la toma de conciencia de cuál es nuestro papel histórico como trabajadores, de por qué la sociedad evoluciona por los derroteros por los que lo hace y de cuál es su destino, jamás puede intervenir en una movilización a la que acuden elementos en búsqueda de nuestra clase con este tipo de consignas perfectamente reformistas, perfectamente asumibles por cualquier organización de la burguesía. Lo que ha definido a las luchas obreras más avanzadas y que han dado lecciones más ricas a nuestra clase sobre cómo luchar contra el capital y sus ataques (que es de lo que se supone que debe reclamarse una organización revolucionaria) ha sido la unidad, la solidaridad y la extensión de huelgas controladas en asambleas por los mismos trabajadores, y no el ponerles por delante a los obreros la prioridad de pedirle pleno empleo al Estado ni a los capitalistas como “consigna central”.
Los trotskistas rechazan la “consigna central” prioritaria de la autoorganización de los obreros y la extensión de su lucha. En un periodo de recrudecimiento de la crisis del capitalismo, de empeoramiento de su descomposición histórica y de una posible respuesta en cada vez más sectores de nuestra clase, se impone una necesidad. La necesidad no solo de luchar por nuestras condiciones de vida, sino de buscar a nuestros hermanos de clase en otros sectores y de extender nuestra respuesta, de levantar asambleas de masas fuera del control de las organizaciones del Estado, de organizar mediante el debate de masas la orientación de la lucha… esa es la verdadera escuela de los proletarios, el verdadero primer paso y la verdadera “consigna central”: no solo luchar por la necesaria defensa de los salarios, sino luchar para hacer avanzar la cualidad subjetiva, política y de consciencia de todos los obreros, de cuál es su verdadera situación en la sociedad, del papel que están llamados a cumplir. La verdadera victoria en las luchas económicas, como dijera Rosa Luxemburg, es el avance político (subjetivo, de toma de consciencia) que pueda producirse en los obreros que asumen la experiencia de la lucha. El trotskismo, con su lógica del “Programa de Transición”, pretende llegar a esto mágicamente mediante una especie de sublimación de las consignas perfectamente reformistas. Libro de contabilidad fiscal en mano, llaman a los obreros a limitarse a la petición mínima, a atarse física y psicológicamente a los métodos, herramientas y mecánica de las organizaciones de la burguesía, y en especial a la de una de sus armas preferidas: la esencialmente anti-obrera, anti-unitaria y anti-solidaria lógica reformista del sindicalismo.
No contentos con ello, como hemos visto, algunos trotskistas caen también en la lógica absolutamente nacionalista de que los obreros debemos luchar por que el Estado español reorganice su orientación imperialista y se aleje de EEUU, abandonando la OTAN. Habría que preguntarles: ¿en qué se diferencia aquí su patriotera defensa del suelo español, como la de otras tantas organizaciones del izquierdismo, de la lógica nacionalista de las organizaciones fascistas y de extrema derecha, que ven en esa postura un necesario paso para el cumplimiento de su sueño alucinatorio de una recuperación del antiguo poder imperial español? Los proletarios no tenemos patria. Donde se imponen la patria, la nación y el Estado, se pisa el suelo del terreno de clase de la burguesía, y desaparece toda conciencia de las necesidades históricas de nuestra clase. La defensa de la patria es el epitafio que está grabado en las tumbas de los millones de proletarios que fueron llevados a la masacre en las dos guerras mundiales, y que fueron masacrados por la defensa de los intereses inhumanos de una u otra manada de hienas imperialistas. Es contrario a la naturaleza misma de la clase obrera: llamar a los obreros a la defensa del suelo español, o del suelo de cualquier otro de esos corrales privados de explotación y alienación en los que podemos definir el espacio que domina cualquier capital nacional en el mundo.
Como siempre ha sido, y más aún en el periodo que está por venir, los obreros debemos tomar conciencia de que compartimos muchos más intereses con un obrero en lucha de Gran Bretaña, de Francia, de América, África o Asia que con cualquier bufón, izquierdista o derechista, que nos llame a la “gloriosa” defensa del suelo nacional que compartimos físicamente con los capitalistas que organizan la explotación de nuestro trabajo. En su defensa de la trasnochada y caduca autodeterminación nacional, caricaturizada y retorcida hasta lo irreconocible a partir de las limitaciones pasadas del movimiento obrero, el izquierdismo en general y el trotskismo en particular no hacen sino promover la atadura ideológica de los obreros a las banderas nacionales de sus explotadores, las que mejor representan a ese enfermo comatoso que es su sistema capitalista.
No hay duda de que las posturas y la pasada tradición histórica del trotskismo conservan cierto peso en la clase obrera. No pocos obreros en búsqueda de posiciones y organizaciones proletarias, asqueados con toda la razón de la ideología y el bagaje estalinista de los Partidos (Anti)Comunistas y otras organizaciones del estilo, acaban viendo en el trotskismo y en su historia de lucha contra Stalin una forma de rehabilitar la lucha del proletariado y sus tradiciones, librándolas del estigma estalinista con el que la burguesía intenta etiquetar a todo lo que recuerde siquiera remotamente a la revolución, la clase obrera, el marxismo y la lucha proletaria. No es este el lugar de analizar en profundidad la relación de Trotsky con las organizaciones que se reclamaban de él y de sus posiciones, así como con otras fracciones de la Internacional que se opusieron no solo a Stalin, sino también a muchas de las posiciones defendidas por Trotsky. Lo que sí podemos decir es que el trotskismo como tal solo asume de Trotsky y de los bolcheviques los peores errores y limitaciones teóricas que les impusieron sus circunstancias vitales, usándolos como credencial para justificar las posturas más contrarias que puede haber a los intereses de nuestra clase: el nacionalismo, la lógica parlamentaria y sindical y la defensa de un reformismo de capitalismo de Estado que nada le tiene que envidiar a las recetas keynesianas (y que comparten casi en su totalidad con estalinistas, maoístas y demás).
Como decíamos antes, somos conscientes de que no son pocos los obreros honestos que acaban formando parte de la “carne de cañón” activista de estas organizaciones. Pero por más que podamos estar abiertos al debate con estos elementos, como organización que se reclama del movimiento obrero no podemos dejar de denunciar tanto las posiciones como el bagaje histórico del trotskismo (referimos a la nota al pie nº7). Desde que usaron como excusa la defensa del Estado obrero “degenerado”, como seguían empeñados en considerar a una URSS completamente dominada por el estalinismo y la contrarrevolución, para justificar su participación activa en la campaña imperialista de la Segunda Guerra Mundial, las organizaciones trotskistas abandonaron el terreno de la clase obrera. Su postura fue denunciada por una profundamente asqueada Natalia Sedova, esposa de Trotsky, cuya forma de expresarse habla por sí sola para los presentes y futuros defensores de la tradición de esa “IV Internacional” que decía ser heredera del legado de Trotsky:
``Obsesionados por viejas y superadas fórmulas continuáis considerando al Estado estalinista como un Estado obrero.
[…]
No hay ningún país del mundo en el que las ideas de los auténticos defensores del socialismo sean perseguidas de forma tan bárbara como en Rusia. Debería estar claro para todos que la revolución ha sido completamente destruida por el estalinismo. Sin embargo, vosotros seguís diciendo que bajo este régimen inaudito, Rusia es aún un Estado obrero. Considero esto como un ataque al socialismo. El estalinismo y el Estado estalinista no tienen absolutamente nada de común con un Estado obrero y con el socialismo. Son los más peligrosos enemigos del socialismo y de la clase obrera.
[…]
Lo más intolerable de todo es la posición que habéis adoptado sobre el tema de la guerra. […] Nuestra posición no puede adoptarse sino después de discusiones muy serias y lo más libres posibles. Pero frente a los acontecimientos de los años recientes, continuáis preconizando la defensa del Estado estalinista y comprometiendo a todo el movimiento en esa defensa.
[…]
En el mensaje que me ha sido enviado por el último congreso del SWP, se ha escrito que las ideas de Trotsky continúan guiándoos. Debo deciros que he leído esas palabras con amargura. Como habéis podido constatar por lo que acabo de escribir, no veo esas ideas en vuestra política´´16.
El capitalismo se encuentra en un momento de su historia en el que se impone su descomposición, el descontrol disfuncional de todos sus mecanismos económicos, políticos, de vida en sociedad. Nuestra supervivencia y la continuación de la vida en el planeta se ven cada vez más decisivamente amenazados por la continuación de la acumulación de capital, por la pervivencia de la lógica irracional del capitalismo y de todos los Estados nacionales de la burguesía. Estos Estados, del primero al último, grandes o pequeños, democráticos o no, son máquinas totalitarias imperialistas que defenderán con todas las maniobras posibles su posición en un mercado mundial saturado en el que se impone el todos contra todos.
Frente a esta lógica, la clase obrera mundial guarda en su seno la posibilidad de transformar de forma revolucionaria las bases de la sociedad. En el pasado ya protagonizó momentos decisivos que apuntaban a la realización de esa posibilidad, destacando el octubre revolucionario de 1917 y las insurrecciones de 1918-19, en las que a la cabeza de sus consejos obreros en Rusia, Alemania, Hungría, toda Europa y más allá, el proletariado puso fin a la primera carnicería imperialista mundial. Años después de que se instaurara un periodo de contrarrevolución y derrota marcado por la degeneración de la revolución en Rusia y la Segunda Guerra Mundial, vendrían las huelgas masivas de mayo de 1968, el “otoño caliente” italiano de 1969 y las huelgas masivas de Polonia en 1980. Los Indignados en 2011, después de otro periodo de retroceso en los años 90 tras la caída de la URSS, representarían una tímida pero significativa recuperación de la disposición a la lucha y al cuestionamiento político en muchos obreros de toda Europa, América y otras regiones en años sucesivos. Y a día de hoy, después de que la pandemia y las cuarentenas abortaran aquel embrión de respuestas huelguísticas a nivel internacional que empezaba a poder vislumbrarse en torno a 2020, hemos visto el estallido de una importante respuesta huelguística en Gran Bretaña el verano pasado, con indicios que apuntan a una escalada de luchas en otras partes del continente, como vemos especialmente en Francia. Los obreros necesitamos reflexionar profundamente sobre el significado de estos episodios de lucha del pasado, para así orientarnos en los del presente y encarar el futuro. Necesitamos tomar las debidas lecciones de sus luces y sus sombras, de los avances y retrocesos de sus posiciones y de las organizaciones que estuvieron al pie del cañón en esos momentos. La ideología trotskista, considerando su pasado, su presente y sus posiciones, como ha demostrado sobradamente a lo largo de su historia, representa un obstáculo en ese proceso. Forma parte de todo ese arco de falsos amigos de la clase obrera que necesita el Estado burgués en su extrema izquierda para desorientar, confundir y quemar las energías de los obreros más inquietos, que empiezan a entrar en búsqueda de las tan necesarias posiciones históricas de su clase.
Gauta
CCI noviembre de 2022
1 https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [31]
2 https://es.internationalism.org/content/4873/el-giro-la-izquierda-del-psoe-un-arma-para-sabotear-la-lucha-y-la-conciencia-obrera [298]
3 https://kaosenlared.net/huelga-general-por-la-defensa-de-salarios-y-pensiones-a-la-patronal-y-al-gobierno-psoe-iu-podemos/ [299]
4 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/anti-duhring/ad-seccion3.htm#311 [300] (Anti-Duhring)
5 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [301]
6 Estos planes estatales articulados en los años 30 (el primero en Bélgica y el segundo en USA) fueron un modelo de capitalismo de Estado y cuyo fin era preparar la economía para la guerra, concretamente la Segunda Guerra Mundial, es decir, una economía de guerra y eso los trotskistas y demás servidores del capital ¡lo venden como “socialismo”!
7 Los trotskistas critican a los sindicatos para luego convencernos de que “a pesar de todo” hay que estar en ellos, seguirlos y si acaso “presionarlos un poco”. Ver Los sindicatos contra la clase obrera: la táctica de los izquierdistas para hacerlos tragar a los trabajadores quinto artículo de nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos [104]
8 Ver el artículo Los sindicatos en el periodo ascendente del capitalismo, tercera parte de nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii [302]
9 https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf [303].
10 https://es.internationalism.org/cci-online/200706/1935/cuales-son-las-diferencias-entre-la-izquierda-comunista-y-la-iv-internacional [304]
11 Ibíd.
12 https://litci.org/es/manifiesto-politico-del-xiv-congreso-de-la-lit-ci/ [305]
13 Invitamos a leer la Declaración Conjunta sobre la guerra de Ucrania de los grupos de la Izquierda Comunista: https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [180]
14 https://es.internationalism.org/content/4876/huelgas-en-las-refinerias-francesas-y-en-otros-lugares-la-solidaridad-en-la-lucha-es-la [306]
15 https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase [281]
16 Animamos a leer su muy expresiva “Carta de ruptura con la IV Internacional”: https://www.marxists.org/espanol/sedova/1951/mayo09.htm [307]
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“La Guerra De Ucrania Y La Respuesta De Los Trabajadores En Gran Bretaña".
La CCI celebrará una REUNION PUBLICA en lengua española el viernes 09 de diciembre para debatir sobre la aceleración de la barbarie capitalista demostrada por la guerra en Ucrania, así como la profundización de la crisis económica mundial y el empeoramiento de los efectos del cambio climático. Pero veremos igualmente la RESPUESTA PROLETARIA, prestando especial atención a las importantes huelgas que han tenido lugar en Gran Bretaña. Consulta la forma de participar, presencial o por Internet en el texto a continuación.
El capitalismo sigue descargando su barbarie militarista en Ucrania con miles de muertos y destrucciones irreversibles, lo que se une al peligro nuclear, bien por “accidentes” en las numerosas centrales que hay en territorio ucraniano, bien por el despliegue de armas nucleares tácticas. El capitalismo lleva a la DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD. Este es el primer polo de las contradicciones del capitalismo. El polo de la barbarie y la destrucción encarnado por el capitalismo. Pero el otro polo es la LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO. El proletariado como clase histórica tiene la potencialidad y la fuerza para destruir el capitalismo acabando con la guerra, la miseria, la destrucción ecológica, la barbarie. Esta capacidad ha empezado a manifestarse, aún de forma embrionaria y con grandes debilidades, con las huelgas en Gran Bretaña, que, junto con otras luchas en Alemania, Chile, Túnez, Bélgica, Francia, España etc., muestra que ante la brutalidad de la inflación y el aluvión de ataques a sus condiciones de vida comienza a superar la resignación y la pasividad, desarrolla la respuesta como clase. Sabemos que el camino que debe recorrer el proletariado es aún muy largo, muy difícil, lleno de obstáculos, trampas, que opone la clase dominante más perversa y cínica de la historia. Todo esto llevará a derrotas y sufrimientos, sin embargo, es necesario comprender que la lucha es la escuela que el proletariado tiene para forjar su capacidad revolucionaria contando siempre con la intervención de sus organizaciones comunistas internacionalistas. La primera victoria es romper la indolencia y la división, la primera victoria es la lucha misma. Para discutir de esta situación histórica grave, para ver como contribuir a que el proletariado desarrolle su fuerza, su unidad, su solidaridad, su conciencia, proponemos la REUNION PUBLICA como medio. Animamos a participar.
Se puede asistir:
1.PRESENCIALMENTE EN LIMA (Perú) acudiendo a CENTRO CULTURAL BÚHO FILOSÓFICO – PUEBLO LIBRE JR CALLAO 181/ALT. CRUCE AV SUCRE CON AV LA MAR.
Viernes 09 de diciembre desde las 19 horas de Perú
2) POR INTERNET: los interesados que nos envíen su correo a [email protected] [309] para que les proveamos del enlace para participar en la discusión Todos los que deseen hacer contribuciones por escrito nos lo pueden remitir al correo antes mencionado. Leeremos su contribución en el curso de la reunión si no pueden estar presentes.
Textos de interés:
Contra la Guerra Imperialista en Ucrania por la Lucha de Clases Internacional
El verano de la ira en Gran Bretaña:
la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha
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Este artículo escrito por Anton Pannekoek (1873-1960), publicado en 19091, es una rotunda refutación de las acusaciones -inspiradas en las mentiras del estalinismo - de que el marxismo no se preocupa por la naturaleza y la cuestión ecológica; que -al igual que el sistema capitalista que dice combatir- está marcado por el mismo "productivismo" que es tan destructivo para la naturaleza. Es exactamente lo contrario.
En este artículo, Pannekoek desarrolla, de forma condensada y muy accesible, el mismo planteamiento que ya expuso Marx en El Capital. Reafirma que sólo el advenimiento del comunismo ofrece una alternativa realista a la destrucción de la naturaleza.
Hoy en día, las campañas ideológicas de la clase dominante hacen recaer conscientemente la responsabilidad del desastre ecológico en el "Hombre" en general, para ocultar mejor el hecho de que, como parte integrante de la naturaleza, la especie humana interactúa con ella a través de las diferentes formas de organización social que se han sucedido en la historia. Todas ellas, desde el fin de la sociedad comunista primitiva, han sido sistemas de explotación basados en la división de la sociedad en clases sociales. No es el "Hombre", sino el sistema capitalista, animado únicamente por la extracción máxima de beneficios, el que está vampirizando toda la naturaleza, y sometiéndola, al igual que la fuerza de trabajo del proletariado (siendo éstas las dos fuentes de su riqueza) a una explotación feroz, que desemboca en el agotamiento y la aniquilación. Por eso el capitalismo no tiene solución a la cuestión ecológica, y por eso resolverla realmente va de la mano de resolver la cuestión social.
En 1909 Pannekoek ya subrayaba que los estragos de la deforestación planteaban una cuestión vital para la humanidad. Después de más de un siglo de decadencia del capitalismo, la devastación de la naturaleza durante este periodo ha alcanzado tales proporciones que sus efectos (calentamiento del clima, colapso de los ecosistemas sobreexplotados, deforestación que da lugar a enfermedades zoonóticas...), combinados con los efectos de la crisis económica y las guerras imperialistas, hacen más tangible que nunca la amenaza de la destrucción de la humanidad. Esta dramática situación exige que el proletariado se eleve al nivel de su responsabilidad histórica como sepulturero del capitalismo, porque sólo la sociedad que lleva en su seno, basada en la abolición de la ley de la mercancía y de las relaciones sociales de explotación, la creación de una sociedad sin clases orientada a la satisfacción de las necesidades humanas, permitirá alcanzar un verdadero equilibrio entre la naturaleza y la especie humana.
La literatura científica recoge numerosas quejas sobre la creciente destrucción de los bosques. Pero no sólo hay que tener en cuenta la alegría que todo amante de la naturaleza siente por los bosques. También hay importantes intereses materiales, de hecho los intereses vitales de la humanidad. Con la desaparición de los abundantes bosques, los países conocidos en la Antigüedad por su fertilidad, que estaban densamente poblados y eran famosos como graneros para las grandes ciudades, se han convertido en desiertos pedregosos. La lluvia rara vez cae allí, salvo en forma de diluvios devastadores que se llevan las capas de humus que la lluvia debería fertilizar. Allí donde los bosques de montaña han sido destruidos, los torrentes alimentados por las lluvias de verano hacen rodar enormes masas de piedras y arena que obstruyen los valles alpinos, arrasando los bosques y devastando los pueblos cuyos habitantes son inocentes, "debido a que el interés personal y la ignorancia han destruido el bosque y las cabeceras del alto valle".
Los autores insisten mucho en el interés personal y la ignorancia en su elocuente descripción de esta miserable situación, pero no analizan sus causas. Probablemente piensan que basta con insistir en las consecuencias para sustituir la ignorancia por una mejor comprensión y deshacer los efectos. No ven que esto es sólo una parte del fenómeno, uno de los numerosos efectos similares que el capitalismo, este modo de producción que es la etapa más alta de la caza de beneficios, tiene sobre la naturaleza.
¿Por qué Francia, un país pobre en bosques, tiene que importar cada año cientos de millones de francos de madera del extranjero y gastar mucho más para reparar mediante la reforestación las desastrosas consecuencias de la deforestación de los Alpes? Bajo el Antiguo Régimen había muchos bosques estatales. Pero la burguesía, que tomó el timón de la Revolución Francesa, sólo vio en ellos un instrumento de enriquecimiento privado. Los especuladores talaron 3 millones de hectáreas para convertir la madera en oro. No pensaron en el futuro, sólo en el beneficio inmediato.
Para el capitalismo todos los recursos naturales no son más que oro. Cuanto más rápido los explota, más se acelera el flujo de oro. La economía privada da lugar a que cada individuo intente obtener el mayor beneficio posible sin pensar ni por un momento en el interés general, el de la humanidad. En consecuencia, todo animal salvaje que tenga un valor monetario y toda planta silvestre que dé beneficios es inmediatamente objeto de una carrera hacia el exterminio. Los elefantes de África casi han desaparecido, víctimas de la caza sistemática por su marfil. Lo mismo ocurre con los árboles de caucho, que son víctimas de una economía depredadora en la que todo el mundo se limita a destruirlos sin plantar otros nuevos. En Siberia, se ha observado que los animales de pelaje son cada vez más raros debido a la caza intensiva y que las especies más valiosas podrían desaparecer pronto. En Canadá, vastos bosques vírgenes han sido reducidos a cenizas, no sólo por los colonos que quieren cultivar la tierra, sino también por los "prospectores" que buscan yacimientos minerales y que transforman las laderas de las montañas en roca desnuda para tener una mejor visión del terreno. En Nueva Guinea se organizó una matanza de aves del paraíso para satisfacer el caro capricho de una multimillonaria estadounidense. La locura de la moda, propia de un capitalismo derrochador de plusvalía, ya ha llevado al exterminio de especies raras; las aves marinas de la costa este de América sólo deben su supervivencia a la estricta intervención del Estado. Estos ejemplos podrían multiplicarse a voluntad.
Pero, ¿no están las plantas y los animales para que el hombre los utilice para sus propios fines? Aquí dejamos completamente de lado la cuestión de la conservación de la naturaleza tal y como sería sin la intervención humana. Sabemos que los humanos son los dueños de la Tierra y que transforman completamente la naturaleza para satisfacer sus necesidades. Para vivir, dependemos completamente de las fuerzas de la naturaleza y de los recursos naturales; tenemos que utilizarlos y consumirlos. No se trata de eso, sino de la forma en que el capitalismo los utiliza.
Un orden social racional tendrá que utilizar los recursos naturales disponibles de manera que lo que se consuma se reponga al mismo tiempo, para que la sociedad no se empobrezca y pueda enriquecerse. Una economía cerrada que consume parte de su maíz de siembra se empobrece cada vez más y debe fracasar inevitablemente. Pero así es como actúa el capitalismo. Es una economía que no piensa en el futuro sino que vive sólo en el presente inmediato. En el orden económico actual, la naturaleza no está al servicio de la humanidad, sino del capital. No son el vestido, la alimentación o las necesidades culturales de la humanidad las que rigen la producción, sino el apetito del capital por el beneficio, por el oro.
Los recursos naturales se explotan como si las reservas fueran infinitas e inagotables. Las consecuencias nefastas de la deforestación para la agricultura y la destrucción de animales y plantas útiles ponen de manifiesto el carácter finito de las reservas disponibles y el fracaso de este tipo de economía. Roosevelt reconoce este fracaso cuando quiere convocar una conferencia internacional para revisar el estado de los recursos naturales aún disponibles y tomar medidas para impedir su despilfarro.
Por supuesto, el plan en sí es una patraña. El Estado podría hacer mucho para detener el despiadado exterminio de especies raras. Pero el Estado capitalista es, en definitiva, un pobre representante del bien de la humanidad. Debe detenerse ante los intereses esenciales del capital.
El capitalismo es una economía sin cabeza que no puede regular sus actos por la comprensión de sus consecuencias. Pero su carácter devastador no se deriva sólo de este hecho. A lo largo de los siglos los seres humanos también han explotado la naturaleza de forma insensata, sin pensar en el futuro de la humanidad en su conjunto. Pero su poder era limitado. La naturaleza era tan vasta y tan poderosa que con sus débiles medios técnicos los humanos sólo podían dañarla excepcionalmente. El capitalismo, por el contrario, ha sustituido las necesidades locales por las mundiales y ha creado técnicas modernas de explotación de la naturaleza. Así que ahora se trata de enormes masas de materia que se someten a medios colosales de destrucción y se trasladan con poderosos medios de transporte. La sociedad bajo el capitalismo puede ser comparada con un gigantesco cuerpo no inteligente; mientras el capitalismo desarrolla su poder sin límites, al mismo tiempo está devastando sin sentido cada vez más el medio ambiente del que vive. Sólo el socialismo, que puede dar a este cuerpo conciencia y acción razonada, sustituirá al mismo tiempo la devastación de la naturaleza por una economía racional.
1 Publicado: Zeitungskorrespondenz, nº 75. Julio de 1909. Una traducción al inglés apareció por primera vez en Socialist Standard no. 1380, agosto de 2019
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Junio de 2021: trabajadores petroleros en huelga en una refinería
Las protestas generalizadas en Irán pueden haber sido desencadenadas por el asesinato bajo custodia de una joven detenida por "por portar mal el hiyab" por la policía de la moral del régimen, pero expresan un descontento mucho más profundo en toda la población iraní, con cientos de miles de personas saliendo a las calles y enfrentándose a la policía. Además de un disgusto generalizado por la opresión abierta y legal de las mujeres por parte de la República Islámica, son una reacción a la espiral de inflación y escasez agravada por las sanciones impuestas por Occidente contra Irán y poderosamente exacerbada por el pesado y prolongado peso de una economía de guerra hinchada por la implacable persecución de las ambiciones imperialistas de Irán. También son una reacción a la sórdida corrupción de la élite gobernante, que sólo puede mantenerse a través de la brutal represión contra todas las formas de protesta, incluida la resistencia de la clase obrera al estancamiento de los salarios y las miserables condiciones de trabajo. El parlamento iraní acaba de aprobar nuevas leyes que sancionan las ejecuciones por delitos "políticos", y cientos, si no miles, de manifestantes han sido asesinados o heridos por la policía del Estado y por la grotescamente mal llamada "Guardia Revolucionaria".
Esta dependencia de la represión directa es un signo de la debilidad del régimen de los Mulás, no de su fuerza. Es cierto que el desastroso resultado de las intervenciones de Estados Unidos en Oriente Medio desde 2001 ha creado una brecha que ha permitido al imperialismo iraní hacer avanzar a sus peones en Irak, Líbano, Yemen y Siria, pero Estados Unidos y sus aliados más fiables (Gran Bretaña en particular) han respondido de la misma manera, alimentando al ejército saudí en la guerra de Yemen e imponiendo sanciones paralizantes a Irán con el pretexto de oponerse a su política de desarrollo de armas nucleares. El régimen está cada vez más aislado, y el hecho de que ahora suministre a Rusia aviones no tripulados para atacar infraestructuras y civiles en Ucrania no hará más que agudizar los llamamientos occidentales para tratar a Irán, junto a Rusia, como un Estado paria. La relación de Irán con China es otra razón por la que las potencias occidentales quieren verlo debilitado aún más de lo que ya está. Y al mismo tiempo, estamos viendo un esfuerzo concertado por parte de los gobiernos de Estados Unidos y de Europa occidental para instrumentalizar las protestas, en particular aprovechando el lema más conocido de las protestas, "Mujeres, libertad de vida":
"El 25 de septiembre de 2022, el periódico francés Liberation decoró su portada con el eslogan "Mujeres, vida, libertad" en persa y francés, junto con una foto de la manifestación. Durante un discurso sobre la represión de los manifestantes en Irán, una diputada de la Unión Europea se cortó el pelo mientras pronunciaba las palabras "Mujer, Vida, Libertad" en el hemiciclo del Parlamento de la Unión Europea"[1]. Se podrían citar muchos otros ejemplos.
Dada la debilidad del régimen, se habla mucho de una nueva "revolución" en Irán, sobre todo por parte de izquierdistas y anarquistas de diversa índole, estos últimos hablando en particular de una "insurrección feminista"[2], mientras que las facciones burguesas más dominantes hacen hincapié en un derrocamiento más "democrático", instalando un nuevo régimen que abandone su hostilidad hacia Estados Unidos y sus aliados. Pero como escribimos en respuesta a toda la mistificación de la "revolución" de 1978-9 "los acontecimientos en Irán sirven para demostrar que la única revolución que está a la orden del día hoy, tanto en los países atrasados como en el resto del mundo, es la revolución proletaria"[3].
A diferencia de la revolución de 1917 en Rusia, que se veía a sí misma como parte de la revolución mundial, las protestas actuales en Irán no están dirigidas por una clase obrera autónoma, organizada en sus propios órganos unitarios y capaz de ofrecer un camino a todas las capas y categorías oprimidas de la sociedad. Es cierto que en 1978-9 vimos atisbos del potencial de la clase obrera para ofrecer ese camino: "Siguiendo la estela de las luchas obreras en diferentes países de América Latina, Túnez, Egipto, etc., las huelgas de los trabajadores iraníes fueron el principal elemento político que condujo al derrocamiento del régimen del Sha. A pesar de las movilizaciones de masas, cuando el movimiento "popular" -que reagrupa a casi todas las capas oprimidas de Irán- comenzó a agotarse, la entrada en lucha del proletariado iraní a principios de octubre de 1978, sobre todo en el sector petrolero, no sólo alimentó la agitación, sino que planteó un problema prácticamente insoluble para el capital nacional"[4].
Y sin embargo, sabemos que incluso entonces la clase obrera no era lo suficientemente fuerte políticamente como para impedir el secuestro del descontento de las masas por parte de los Mulás, apoyados por una serie de izquierdistas "antiimperialistas". La lucha de clases internacional, aunque entraba en una segunda oleada de movimientos obreros desde mayo del 68 en Francia, no estaba en sí misma al nivel de plantear la perspectiva de la revolución proletaria a escala mundial, y los trabajadores de Irán -como los de Polonia un año después- no estaban en condiciones de plantear la alternativa revolucionaria por sí mismos. Así, la cuestión de cómo relacionarse con las demás capas oprimidas quedó sin resolver. Como decía nuestra declaración "La posición decisiva que ocupa el proletariado en los acontecimientos de Irán plantea un problema esencial que debe ser resuelto por la clase si quiere llevar a cabo con éxito la revolución comunista. Este problema se centra en la relación del proletariado con las capas no explotadoras de la sociedad, en particular las que no tienen trabajo. Lo que demuestran estos acontecimientos es lo siguiente:
- A pesar de su gran número, estos estratos no poseen por sí mismos ninguna fuerza real en la sociedad;
- Mucho más que el proletariado, estos estratos están abiertos a diferentes formas de mistificación y control capitalista, incluidas las más anticuadas, como la religión;
- Pero en la medida en que la crisis golpea también a la clase obrera al mismo tiempo que asalta a estos estratos con una violencia creciente, pueden ser una fuerza en la lucha contra el capitalismo, siempre que el proletariado pueda, y se ponga a la cabeza de la lucha.
Frente a todos los intentos de la burguesía de canalizar su descontento en un callejón sin salida, el objetivo del proletariado al tratar con estas capas es dejarles claro que ninguna de las "soluciones" propuestas por el capitalismo para acabar con su miseria les aportará ningún alivio. Que sólo siguiendo la estela de la clase revolucionaria podrán satisfacer sus aspiraciones, no como estratos particulares -históricamente condenados-, sino como miembros de la sociedad. Tal perspectiva política presupone la organización y la autonomía política del proletariado, lo que significa, en otras palabras, el rechazo por parte del proletariado de toda "alianza" política con estos estratos".
Hoy en día, las mistificaciones que llevan al movimiento popular a un callejón sin salida no son tanto las religiosas -lo cual es comprensible cuando las masas pueden ver fácilmente la cara brutal y corrupta de un estado teocrático- sino las ideologías burguesas más "modernas" como el feminismo, la libertad y la democracia. Pero, si acaso, existe un peligro aún mayor de que la clase obrera se disuelva como una masa de individuos en un movimiento interclasista que no tiene capacidad para resistir los esquemas recuperadores de las facciones burguesas rivales. Esto se ve subrayado por el contexto internacional de la lucha de clases, en el que la clase obrera apenas está empezando a despertarse tras un largo periodo de repliegue en el que la descomposición progresiva de la sociedad capitalista ha carcomido cada vez más el sentido del proletariado como clase.
No se trata de negar el hecho de que el proletariado en Irán tiene una larga tradición de lucha combativa. Los acontecimientos del 78-79 están ahí para demostrarlo; en 2018-19 hubo luchas muy extendidas en las que participaron los trabajadores del azúcar de Haft Tappeh, los camioneros, los maestros y otros; en 2020-21 los petroleros iniciaron una serie de huelgas a nivel nacional. En su apogeo, estos movimientos dieron claras muestras de solidaridad entre diferentes sectores enfrentados a la represión estatal y a las poderosas presiones para que los trabajadores volvieran al trabajo. Además, frente a la naturaleza abiertamente pro-régimen de los sindicatos oficiales, también ha habido importantes signos de autoorganización de los trabajadores en muchas de estas luchas, como vimos con los comités de huelga en el 78-79, las asambleas y comités de huelga en Haft Tappeh y más recientemente en los campos petroleros. Tampoco hay duda de que los trabajadores están discutiendo qué hacer con las protestas actuales y ha habido llamamientos a la huelga en protesta por la represión estatal. Y hemos visto, por ejemplo, en mayo del 68, que la indignación contra la represión estatal, incluso cuando no se dirige inicialmente a los trabajadores, puede ser una especie de punto de inflamación para que los trabajadores entren en la escena social, a condición de que lo hagan en su propio terreno de clase y utilizando sus propios métodos de lucha. Pero por el momento estos reflejos en la clase, esta ira ante la brutalidad del régimen, parece estar bajo el control de los organismos sindicales de base y de los izquierdistas, que intentan crear un falso vínculo entre la clase obrera y las protestas populares, añadiendo reivindicaciones "revolucionarias" a las consignas de estas últimas. Como escribió Internationalist Voice:
"La frase 'mujer, vida, libertad' tiene sus raíces en el movimiento nacional y no tiene ninguna carga de clase. Por eso esta consigna se levanta desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, y sus ecos se escuchan desde los parlamentos burgueses. Sus componentes no son conceptos abstractos, sino una función de las relaciones de producción capitalistas. Esta consigna convierte a las mujeres trabajadoras en el ejército negro del movimiento democrático. Esta cuestión se convierte en un problema para la izquierda del capital, que emplea el término radical "revolución", por lo que sugieren que esta consigna debe ser "salvada" añadiendo extensiones. Han hecho las siguientes sugerencias:
- Mujer, vida, libertad, administración municipal (trotskistas)
- Mujer, vida, libertad, socialismo
- Mujer, vida, libertad, gobierno obrero"[5].
Este llamado al poder de los consejos o soviets ha estado circulando en Irán al menos desde 2018. Incluso si se originó en los esfuerzos reales pero embrionarios de autoorganización en Haft Tappeh y en otros lugares, siempre es peligroso confundir el embrión con un ser humano completamente desarrollado. Como explicó Bordiga en su polémica con Gramsci durante las ocupaciones de fábricas en Italia en 1920, los consejos obreros o soviets representan un paso importante más allá de los órganos defensivos como los comités de huelga o los consejos de fábrica, ya que expresan un movimiento hacia una lucha unificada, política y ofensiva de la clase obrera. Los izquierdistas que afirman que esto está en la agenda a día de hoy están engañando a los trabajadores, con el objetivo de movilizar sus fuerzas en una lucha por una forma "de izquierda" de gobierno burgués, decorada "desde abajo" por falsos consejos obreros.
Como sigue diciendo Internationalist Voice:
"Contrariamente a la izquierda del capital, la tarea de los comunistas y de los revolucionarios no es salvar las consignas contra la dictadura, sino dar transparencia a su origen y contenido. De nuevo, en oposición a los demagogos de la izquierda del capital, distanciarse de tales consignas y plantear las demandas de clase del proletariado es un paso en la dirección de refinar la lucha de clases".
Esto es cierto aunque signifique que los revolucionarios tengan que nadar a contracorriente en los momentos de euforia "popular". Por desgracia, no todos los grupos de la Izquierda Comunista parecen ser inmunes a algunos de los engaños más radicales que se inyectan en las protestas. Aquí podemos identificar dos ejemplos preocupantes en la prensa de la Tendencia Comunista Internacionalista. Así, en el artículo "Voces obreras sobre las protestas en Irán"[6], la TCI publica declaraciones sobre las protestas del Sindicato de Trabajadores de la Caña de Azúcar de Haft Tappeh, del Consejo para la Organización de las Protestas de los Trabajadores Contratados del Petróleo y del Consejo Coordinador de las Organizaciones Sindicales de los Profesores Iraníes. Sin duda, estas declaraciones responden a un debate real que se está produciendo en los centros de trabajo sobre cómo reaccionar ante las protestas, pero el primero y el tercero de estos organismos no ocultan que son sindicatos (aunque puedan deber sus orígenes a auténticos órganos de clase, al convertirse en permanentes sólo pueden haber asumido una función sindical) y, por tanto, no pueden desempeñar un papel independiente de la izquierda del capital, que, como hemos dicho, no defiende la autonomía real de la clase, sino que pretende utilizar el poder de los trabajadores como instrumento para el "cambio de régimen". Paralelamente, la TCI tampoco se distingue de la retórica izquierdista sobre el poder soviético en Irán. Así, el artículo "Irán: Las rivalidades imperialistas y el movimiento de protesta de 'Mujer, Vida, Libertad'"[7], si bien proporciona algún material importante sobre los intentos de las potencias imperialistas fuera de Irán para recuperar las protestas, promete una continuación: "En nuestra próxima nota, defenderemos una alternativa diferente: Pan, Empleo, Libertad - ¡Poder Soviético!". Trataremos de la lucha obrera y de las tareas de los comunistas, y a la luz de ello, esbozaremos la perspectiva internacionalista".
Pero no estamos en Petrogrado en 1917, y llamar a los soviets en una situación en la que la clase obrera se enfrenta a la necesidad de defender sus intereses más básicos ante el peligro de disolverse en las protestas de las masas, y defender cualquier forma inicial de autoorganización de su recuperación por parte de izquierdistas y sindicalistas de base, es, en el mejor de los casos, juzgar gravemente el nivel actual de la lucha de clases y, en el peor, atraer a los trabajadores a las movilizaciones de la izquierda del capital. La izquierda comunista no desarrollará su capacidad para desarrollar una verdadera intervención en la clase cayendo en la ilusión de las ganancias inmediatas a expensas de los principios fundamentales y de un análisis claro del balance de fuerzas entre las clases.
Un artículo reciente de Internationalist Voice señala que actualmente se están llevando a cabo en Irán varias huelgas de trabajadores al mismo tiempo que las protestas callejeras:
"En los últimos días, hemos sido testigos de manifestaciones y huelgas de trabajadores, y la característica común de todas ellas ha sido la protesta contra su bajo nivel de salarios y la defensa de su nivel de vida. El lema de los trabajadores de la Compañía de Acero de Isfahán en huelga, "basta de promesas, nuestra mesa está vacía", es un reflejo de las difíciles condiciones de vida de toda la clase trabajadora. Algunos ejemplos de huelgas laborales de los últimos días que tenían o tienen la misma reivindicación son los siguientes: Huelga de los trabajadores de la Compañía de Acero de Isfahán; Huelga de hambre de los empleados oficiales de las empresas de refinado y distribución de petróleo, gas y petroquímica; Huelga de los trabajadores del complejo del centro de la ciudad de Isfahán; Huelga de los trabajadores de la fábrica de cemento Abadeh en la provincia de Isfahán; Huelga de los trabajadores del agua mineral Damash en la provincia de Gilan; Huelga de los trabajadores de la Compañía Pars Mino; Huelga de los trabajadores de la empresa industrial Cruise; Protesta de los trabajadores del grupo nacional de acero"[8].
Parece que estos movimientos están todavía relativamente dispersos y mientras los demócratas e izquierdistas aumentan sus llamamientos a la "huelga general", lo que quieren decir con esto no tiene nada que ver con una dinámica real hacia la huelga de masas, sino que sería una movilización controlada desde arriba por la oposición burguesa y mezclada con las huelgas de los comerciantes y otros estratos no proletarios. Esto sólo enfatiza la necesidad de que los trabajadores se mantengan en su propio terreno y desarrollen su unidad de clase como base mínima para bloquear la represión asesina del régimen islámico.
Amos, noviembre de 2022
1] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-prot... [314]
2] Ver por ejemplo https://libcom.org/article/revolt-iran-feminist-resurrection-and-beginni... [315]
3] Comunicado de la CCI en “The lessons of Iran”, 17.2.79, in World Revolution 23
4] ibid
5] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-prot... [314]
6] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-09-29/workers-voices-on-the-prot... [316]
7] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-11-02/iran-imperialist-rivalries... [317]
8] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-protests-la... [318]
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Junto con las enfermeras y los conductores de ambulancias, los trabajadores de la universidad son uno de los sectores más recientes de la clase obrera que se han sumado a la actual oleada de huelgas. En Londres, el 30 de noviembre, el tercer día de huelga convocada por el sindicato University and College Union, hubo una concentración en la estación londinense de Kings Cross, que el UCU anunció como la mayor manifestación de su historia. Participaron varios miles de trabajadores de todo el país.
A pesar de que en los últimos meses hemos asistido a huelgas en numerosos sectores -trenes, autobuses, metro, correos, Amazon, sanidad, escuelas en Escocia, en los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte y en otros lugares-, los sindicatos se han mostrado en general muy cautos a la hora de convocar manifestaciones unitarias en las grandes ciudades. Así que el hecho de que la UCU invitara a dirigentes de otros sindicatos implicados en las huelgas a hablar en esta manifestación -Dave Ward del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación, Christina McAnea, secretaria general de Unison, y en particular Mick Lynch del RMT- es una señal de que los sindicatos están obligados a dar una imagen de solidaridad y unidad de la clase obrera. Encargados por el Estado capitalista de la tarea vital de mantener la lucha de clases bajo control, de tomar la temperatura dentro de la clase obrera, reconocen que se enfrentan a una creciente comprensión entre "los afiliados" no sólo de que la clase obrera existe, sino de que todos los trabajadores están siendo atacados y necesitan resistir juntos.
La reacción frente a esta maduración de la recuperación de la identidad de clase se expresó más claramente en el discurso de Mick Lynch, que fue la estrella del mitin, sólo superado por Jo Grady, la secretaria general de la UCU. Todo el tenor de su discurso fue que los trabajadores no pueden confiar en que los políticos les defiendan -dijo que cuando la gente le preguntaba por qué el RMT no estaba afiliado al Partido Laborista, su respuesta era "¿por qué seguir encadenados al Partido Laborista?" - y que sólo la acción unida y militante de los trabajadores de a pie, superando todas las divisiones entre sectores, entre hombres y mujeres, entre razas y religiones, podía garantizar la victoria. Y, por supuesto, esta unidad sólo podía lograrse a través de los sindicatos, que son "la clase obrera organizada"[1]
Es significativo que los mayores aplausos del público respondieran a estos llamamientos a la unidad en la lucha. Los trabajadores universitarios presentes en la manifestación ya no se ven a sí mismos como una élite privilegiada de intelectuales, sino como parte de la clase trabajadora, enfrentada a la inseguridad laboral (el sector universitario es uno de los pioneros de la "economía gig"[2]; la mayoría de los profesores e investigadores tienen contratos de corta duración e inestables), al estancamiento de los salarios y al aumento de los precios. Todo esto se repitió en el discurso de clausura de Jo Grady.
No cabe duda de que es importante que los trabajadores universitarios se reunieran en esta manifestación para expresar su solidaridad entre ellos y con otros sectores que luchan esencialmente por las mismas reivindicaciones. Pero no es de extrañar que los organizadores de esta manifestación no exigieran nada a los participantes, excepto que vitorearan en los lugares adecuados y que se marcharan a casa cuando todo hubiera terminado. Ni un atisbo de que los trabajadores se reunieran para debatir, para evaluar en qué punto de la lucha se encuentran, para hacer propuestas concretas de unión con otros sectores. El mensaje de los sindicatos se reduce a esto: dejadlo en manos de vuestros representantes oficiales y todo irá bien.
Pero estos "representantes oficiales", que en realidad "representan" al Estado capitalista en las filas de los trabajadores, son precisamente los que mantienen divididos a los trabajadores convocándolos sector por sector, en días diferentes y en distintas partes del país. En varios casos, las huelgas están divididas incluso dentro del mismo sector: por ejemplo, en correos, ha habido diferentes días de acción para los clasificadores, los conductores, los repartidores... El argumento de los sindicatos a favor de esta táctica es que actuando de esta manera, los trabajadores pueden mantener la presión sobre los empresarios y no perder demasiado en sus paquetes salariales. Y, por supuesto, ningún trabajador puede permitirse sacrificar su salario a la ligera en una época de crisis económica cada vez más profunda. Pero lo que ocultan los "tácticos" sindicales es que la clase dominante teme, sobre todo, la amenaza de acciones verdaderamente masivas y unificadas de la clase obrera, y es esta amenaza el único factor que les obligará a retirar, al menos temporalmente, su asalto a los niveles de vida.
Y son estos "representantes oficiales" los que se aseguran de que no estallen acciones masivas y unificadas, vigilando las llamadas leyes "antisindicales" del Estado, que en realidad son leyes diseñadas para impedir que los trabajadores luchen al margen de los sindicatos, que tomen decisiones sobre las huelgas en asambleas generales, no en votaciones, que envíen "piquetes secundarios" a otros lugares de trabajo para llamarles a la huelga, que tomen medidas de huelga sobre el terreno en lugar de avisar a los empresarios y al gobierno con semanas de antelación.
Y por último, con sus falsas promesas de victoria, los sindicatos ocultan sistemáticamente la realidad de la situación a la que se enfrenta la clase obrera: un sistema capitalista al límite de sus fuerzas, que ofrece un futuro de pobreza y destrucción, donde la victoria económica de los trabajadores en la lucha sólo puede ser efímera, y donde la verdadera victoria es la creciente capacidad de la clase obrera para unirse y reconocer que el verdadero objetivo de esta unidad es el derrocamiento de la clase dominante y de su orden moribundo.
Amos, Diciembre 2022
1See Mick Lynch’s speech here: https://www.youtube.com/watch?v=Jw4rn8ZWoaY [321]
2Un eufemismo que se refiere a todos esos empleos precarios como riders u otros, autoempleados, trabajos por horas, etc que se pretenden hacer presentables bajo el etiquetado de “economía colaborativa”
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Comisarias incendiadas, carreteras bloqueadas, autos quemados, saqueos en tiendas y mercados, destrucción, violencia irracional, revuelta popular: estos acontecimientos son el producto directo del impasse del sistema que genera cada vez más miseria y del cual la burguesía busca aprovecharse para un reclutamiento en sus luchas de camarillas. Todo esto es parte de una pugna permanente entre las facciones de la burguesía peruana, las cuales, movidas por la defensa de sus respectivos intereses, han agudizado las dificultades para establecer niveles de orden y funcionamiento que puedan darle estabilidad a su sistema político. Esto explica el desenvolvimiento caótico de las acciones que institucionalmente se han venido dando.
El peso de la descomposición, como fenómeno global e histórico que también afecta al aparato político de la burguesía peruana, podemos explicarlo apoyándonos en un fragmento de nuestras Tesis sobre la Descomposición: “Entre las características más importantes de la descomposición de la sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía para controlar la evolución de la situación en el plano político. La base de este fenómeno es, claro está, que la clase dominante cada día controla menos su aparato económico, infraestructura de la sociedad. El atolladero histórico en que está metido el modo de producción capitalista, los fracasos sucesivos de las diferentes políticas instauradas por la burguesía, la huida ciega permanente en el endeudamiento con el cual va sobreviviendo la economía mundial, todos esos factores repercuten obligatoriamente en un aparato político incapaz, por su parte, de imponer a la sociedad, y en especial a la clase obrera, la "disciplina" y la adhesión que se requieren para movilizar todas las fuerzas y todas las energías para la guerra mundial, única "respuesta" histórica que la burguesía sea capaz de "ofrecer". La falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual pueda movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es todavía una amenaza de su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a una indisciplina cada vez mayor y al sálvese quien pueda” (tesis 9)1.
Por eso, vemos los juegos de la vacancia del poder, la interpelación, la presión que ejercen determinados grupos o partidos en el Congreso de la República, la guerra de interpretaciones jurídicas que enfrentan al poder ejecutivo y judicial, todas ellas, son acciones que ilustran la descomposición y no sirven para otra cosa, que no sea distraer y arrastrar al proletariado al putrefacto pantano de la ideología democrática.
Las revueltas populares que se levantan como acciones organizadas de las facciones enfrentadas de la derecha y la izquierda burguesa, son expresión de la desesperación de estas mismas facciones por mantener o volver a controlar el Estado, que ha permeado a la sociedad, con toda su carga de confusión y envenenamiento ideológico. Ejemplo de ello, son las demandas de “cierre del congreso”, “que se vayan todos”, “nuevas elecciones”, “nueva constitución”, que no son más que demandas democráticas, que solo buscan seguir manteniendo el statu quo del Estado burgués. Estas demandas, nada tienen que ver con los intereses de la clase trabajadora y su proyecto histórico. Por el contrario, lo lleva al encierro en la sociedad de la explotación y las clases sociales. Ellas se alejan de aquellas demandas inmediatas, que se dan la perspectiva de defender sus condiciones de vida y que también, cumplen una función como experiencia de lucha necesaria para la maduración política de sus fuerzas.
Aunque no dudamos que existen elementos de la clase obrera, envueltos en estas revueltas populares, que tratan de expresar su indignación frente a la decadencia de la clase política, lo hacen en un terreno que no es el suyo, donde la burguesía y la pequeña burguesía imponen sus banderas democráticas, a fin de mantener intacta la sociedad de la explotación y la defensa de sus propios intereses de lucro y ganancia gracias a la feroz explotación de la fuerza de trabajo de los trabajadores. Esos elementos de la clase trabajadora y otras capas no explotadoras se ven arrastrados por la violencia irracional y putrefacta que produce un sistema que ya no tiene más que ofrecer a la humanidad. Muchos de estos elementos han muerto en medio de estas revueltas.
Lo que está pasando en Perú en estos momentos, no es una expresión o reacción de los trabajadores, no es la lucha de clases. Lo que está pasando en Perú, es una lucha por intereses netamente burgueses, donde una de las dos facciones enfrentadas de la burguesía finalmente se quedará con el manejo del Estado, para continuar con la explotación de los trabajadores.
El terrorismo ejercido por las burguesías de ambos bandos sigue costando vidas humanas. Los métodos usados de fuego y violencia indiscriminada se contraponen a aquellos con que la clase trabajadora echará abajo al capitalismo, basados más en la capacidad de construir una organización que pueda incorporar al resto de capas no explotadoras a su programa, dirigiendo las acciones políticas de transformación contra las clases dominantes. El terror de las acciones de la burguesía y de sus ambos bandos en plena revuelta constituye un ataque a la toma de conciencia de la clase obrera. En algunos aspectos recuerda la situación que vivimos en los años 80 y 90 del siglo pasado, con el terrorismo ejercido por grupos como Sendero Luminoso, MRTA y el propio ejército del Estado Peruano.
-Defender su autonomía política como clase trabajadora. El proletariado no debe dejarse arrastrar por este conflicto entre fracciones de la burguesía y debe luchar contra las mistificaciones del antifascismo/fascismo, democracia/dictadura, vieja constitución/nueva constitución y demás trampas ideológicas que la burguesía tratará de imponer siempre sobre la conciencia de los trabajadores.
-Luchar contra la trampa de la democracia. Porque la burguesía trata de vendernos la idea de que la democracia es la mejor forma de gobierno y que nuevos procesos electorales serán la “solución” a la crisis, cuando en realidad, son la mejor forma de mantener la explotación laboral y la sociedad dividida en clases sociales. Debemos luchar contra esta movilización democrática y ciudadana. El Estado es el instrumento de las clases explotadoras y cuando la burguesía lo detenta sea de derecha o de izquierda, popular o centro, no hacen más que ejercer su explotación sobre la clase trabajadora.
-Vivimos una crisis económica profunda, que empeora cada vez más las condiciones de vida de todos los trabajadores en el Perú y en el mundo. Por ello, la clase trabajadora debe luchar por sus auténticos intereses de clase, por defender sus condiciones de vida y trabajo, en la perspectiva de su objetivo final la revolución mundial.
-Se debe rechazar las consignas de la unión nacional y la concordia que vocifera la burguesía a los cuatro vientos, la sociedad está dividida en clases sociales: burguesía y proletariado y cada clase tiene sus propios intereses.
-La clase trabajadora debe luchar por recuperar su identidad de clase, la confianza en sus propias fuerzas, en recuperar su proyecto histórico de una nueva sociedad humana mundial: El comunismo. Para ello debe apoyarse únicamente en la solidaridad internacional de la clase trabajadora, en la que el proletariado de los países centrales tiene un papel clave.
-La clase trabajadora es la clase de la conciencia, de la verdad, no somos terroristas ni vándalos, como nos llama la burguesía, sus fuerzas armadas y medios de comunicación. Todo el terrorismo visto en estas revueltas del caos ha sido desarrollada por las facciones burguesas, sus fuerzas del orden, por la prensa, inyectando miedos, pánico, mentiras, incertidumbre, violencia indiscriminada y disparando a la masa desarmada sin importarle nada, ni nadie.
Podemos ver como los hermanos de clase en Gran Bretaña luchan dentro de su terreno de clase por sus verdaderos intereses, como exigiendo mejores condiciones de vida en medio de la crisis. Las huelgas obreras en Gran Bretaña son el comienzo de una respuesta de clase frente a la crisis capitalista mundial, una crisis que también golpea al Perú y al resto del mundo2.
La negativa del Congreso de adelantar las elecciones (una de las principales demandas de los manifestantes), las pugnas entre la nueva presidenta y grupos políticos en el Congreso, la decisión del gobierno de mantener e incluso incrementar la represión usando sus fuerzas policiales y el ejército, constituyen una situación de incertidumbre, en la cual, la burguesía no tiene hasta ahora una representación política capaz de canalizar el descontento popular, lo cual abre la puerta a una profundización de la confrontación entre facciones de la burguesía y a la violencia social (hasta el momento van más de 20 fallecidos y decenas de heridos), tal como se ha vivido en el pasado en otros países de la región, como por ejemplo en Ecuador, con explosiones de revueltas estériles e impotentes que al final sólo conducen a una masacre de los proletarios. Es imprescindible insistir en que la autonomía de los intereses de la clase obrera debe ser defendida sin concesiones, sin ninguno compromiso con su enemigo de clase, cualquiera sea el escenario que se pueda presentar en el futuro.
¡Proletarios de todos los países unidos!
Ismo Perú- Sección de la Corriente Comunista Internacional
Contacto: [email protected] [167]
17-12-2022
1TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo [7]
2El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha [281]
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El texto “Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional en el 24º Congreso de la CCI [324] (Explicación de una posición minoritaria. Contribución del camarada Ferdinand)” presenta los desacuerdos del camarada Ferdinand con respecto al análisis que hace la CCI del periodo actual. Estos desacuerdos, como él mismo señala ("porque tengo desacuerdos parecidos a los del camarada Steinklopfer") comparten mayormente la misma base que los que formuló el camarada Steinklopfer en el XXIII Congreso de la CCI, y que volvió a traer a colación en el texto con el que presentó sus enmiendas a la resolución del XXIV Congreso. Dimos una amplia respuesta a estas divergencias en 2019, y más recientemente, en una contribución publicada en nuestra web en inglés. Los argumentos que se desarrollan en esta última son válidos, en general, en lo que respecta a las críticas del texto de Ferdinand, y no volveremos a tratarlos aquí[1].
Esta contribución se centrará en la comprensión de la situación en China, la cual ocupa buena parte de las contribuciones de Ferdinand. Aclaramos ante todo que estamos de acuerdo con Ferdinand cuando insiste en la importancia del debate, aún más en las vicisitudes de un periodo marcado por la aparición de nuevos fenómenos, en el que "no es inusual que al interior de una organización revolucionaria viva se den controversias sobre el análisis de la situación mundial". Ciertamente, la CCI no es una organización monolítica, y sería preocupante que al calor de las convulsiones de los últimos años no aparecieran cuestionamientos ni desacuerdos. De esta forma, comprender "la evolución de China y el poder económico de su capitalismo de Estado" es una cuestión esencial, no solo a la hora de entender mejor la dinámica actual del capitalismo sino también a la hora de aplicar el método marxista al análisis de la situación.
Desde el inicio de su contribución, Ferdinand expresa sus críticas del análisis de la situación en China que hace la organización y plantea el método que pretende desarrollar: "Las afirmaciones de que China es una bomba de relojería, de que su Estado es débil y de que su crecimiento económico se tambalea son expresiones de una subestimación del desarrollo económico e imperialista real de China en los últimos 40 años. Comprobemos primero los hechos y los fundamentos teóricos en los que se basa este análisis erróneo". Examinaremos pues, atentamente, los hechos aquí referidos y los fundamentos teóricos que Ferdinand cree erróneos. Pero antes de eso, ¿qué podemos decir de la afirmación de que la CCI ha subestimado siempre el desarrollo de China y de que sigue haciéndolo a día de hoy?
Una primera puesta en duda, algo insidiosa, del análisis de la organización, es afirmar que siempre ha hecho caso omiso del desarrollo de China ("El desarrollo de China se ha subestimado en nuestra organización durante décadas") y de que sigue haciéndolo ("Pero este reconocimiento fue a medias. Pronto los viejos esquemas volvieron a colarse en nuestros análisis"). El hecho es que, ciertamente, es incorrecto decir que la CCI ha ignorado el desarrollo de China durante décadas.
A finales de los años 70 la CCI señaló una evolución en la relación de fuerzas entre los bloques, que sería de primera importancia de cara al futuro:
"Como en el resto del mundo, el eslogan del capital chino ha pasado a ser ‘exporta o muere’. Pero la debilidad de su economía y de su posición en el mercado mundial suponen que China ya no puede hacer de Llanero Solitario, y se ve obligada a integrarse más fuertemente en el bloque occidental, como puede verse a nivel económico en su balance comercial, y a nivel político, con su apoyo a todas las políticas occidentales o del tercer mundo que sean hostiles a Moscú" (Révolution Internationale 41, septiembre de 1977).
"Los últimos años han sido testigos de un fortalecimiento considerable del imperialismo americano y del debilitamiento de su rival ruso. La integración de China en el bloque estadounidense y el compromiso de Pekín para un rearmamento masivo se traducen en que el Kremlin se enfrenta a una fuerza cada vez más amenazadora en su frontera oriental – y que además podría bloquear firmemente su acceso a la riqueza industrial japonesa. Ni siquiera el esfuerzo del imperialismo ruso por flanquear a China a través de la península indochina puede minimizar esta victoria del imperialismo estadounidense en el Lejano Oriente" (Revista Internacional 18, Informe sobre la Situación Internacional del tercer Congreso de la CCI).
Esta fue una dinámica crucial que comenzó en los años 60 y 70 con la "ruptura ideológica con Moscú" de China, su abandono del bloque ruso y, durante los 70, (tras la visita de Nixon a Pekín en 1972 y el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1979), un acercamiento gradual al bloque americano, para poder "trabajar juntos y unirnos para contrarrestar al oso polar" (Deng Xiaoping en 1979).
Durante los últimos 70 años (30 de los cuales ha estado bajo el dominio del Partido "Comunista"), es decir, durante la mayor parte del s. XX, China fue una de las expresiones más evidentes de la entrada del capitalismo en su decadencia – una economía en ruinas, guerras civiles, interferencia e invasiones de imperialismos extranjeros, hambrunas gigantescas, mareas de refugiados y el exterminio de millones de personas. Su integración en el mercado occidental abrió las puertas a su desarrollo económico y a una formidable modernización tecnológica, particularmente a finales de los 80 y durante los 90. Fue en esta época y a principios de la década de los 2000 cuando la CCI empezó a señalar, y analizó, el ascenso de China a potencia mundial:
A nivel económico, subrayando que en ningún caso la nueva situación llegaba a poner en cuestión el análisis de la decadencia histórica del capitalismo:
"La decadencia del capitalismo, en contra de lo que pronosticaron algunos elementos de la Izquierda comunista alemana en los años 1920, nunca ha podido interpretarse como un derrumbe repentino del sistema. Tampoco como el bloqueo absoluto del desarrollo de las fuerzas productivas que erróneamente planteó Trotski en los años 30 […] la burocracia china ha conseguido asombrosamente la hazaña de mantenerse con vida. Algunas de las críticas que se hacen a la noción de decadencia del capitalismo presentan precisamente esto como la demostración de que el sistema capitalista tiene aún capacidad de desarrollarse y de lograr un crecimiento real.
La verdad es que el actual “boom” chino no pone en entredicho el declive general de la economía capitalista mundial, puesto que a diferencia de lo que sucedía en el período ascendente del capitalismo:
el actual crecimiento industrial de China no forma parte de un proceso global de expansión. Todo lo contrario, ya que tiene como corolario directo la desindustrialización y el estancamiento de las economías más avanzadas, que deslocalizan hacia China en busca de menores costes laborales;
el proletariado chino no tiene ante sí la perspectiva de una mejora significativa de sus condiciones de vida, sino que es previsible que sufra cada vez más ataques contra sus condiciones de vida y trabajo, y una acrecentada pauperización de enormes masas de trabajadores y campesinos fuera de las principales zonas de crecimiento;
ese crecimiento frenético no contribuirá a una expansión global del mercado internacional, sino a profundizar la crisis mundial de sobreproducción pues dado que la capacidad de consumo de las masas chinas es sumamente restringida, la mayor parte de los producido allí se dirige hacia la exportación a los países capitalistas más desarrollados;
la irracionalidad fundamental del “despegue” chino aparece en toda su magnitud cuando se ven los brutales niveles de contaminación que engendra, lo que evidencia claramente cómo la presión imperativa que sufre cada capital nacional para explotar a mansalva sus recursos naturales para poder ser competitivo en el mercado mundial conduce a una terrible degradación del medio ambiente planetario;
a imagen y semejanza del sistema capitalista en su conjunto, la totalidad del crecimiento de China está basado en una montaña de deudas que jamás podrá compensar con una verdadera expansión en el mercado mundial.
Hasta la propia burguesía reconoce la fragilidad de este tipo de “boom”, y no esconde la alarma que le inspira la “burbuja” de la economía china. Y no porque le disgusten los niveles bestiales de explotación sobre los que está fundamentada, ni mucho menos, ya que son precisamente estos lo que hace atractivo invertir en China, sino por la excesiva dependencia del conjunto de la economía mundial respecto al mercado chino, y por tanto por las catastróficas consecuencias de un hundimiento de esta economía no sólo para China (que reviviría una situación de violenta anarquía como la de los años 1930), sino para toda la economía mundial.
[…]
Es cierto que el capitalismo entró en su fase de decadencia bastante antes de que tales mercados se agotasen, como también que el capitalismo ha tratado de utilizar de la mejor forma posible lo que ha ido quedando de estas áreas económicas, como salida para su producción. Ahí están los ejemplos del crecimiento de Rusia durante los años 1930, o la integración de lo que quedaba en el sector agrario durante la reconstrucción que siguió a la Segunda Guerra mundial. Pero la tendencia dominante en el capitalismo decadente es, desde luego, el recurso a un mercado artificial basado en el endeudamiento" (Revista Internacional 122, XVI Congreso de la CCI: Resolución sobre la situación Internacional[2].
A nivel de la expresión de su cada vez mayor poder imperialista a principios del s. XXI:
]"En particular, [EEUU] no podría desanimar a China para hacer prevalecer sus ambiciones imperialistas, que le permiten su estatuto reciente de gran potencia industrial. Está claro que ese país, a pesar de su importancia demográfica y económica, no tiene, absolutamente, los medios militares o tecnológicos, y no está cerca de tenerlos, para constituirse como una nueva cabeza de bloque. Sin embargo, tiene los medios de perturbar, aún más, las ambiciones norteamericanas –ya sea en África, en Irán, en Corea del Norte, o en Birmania– y aportar su piedra a la inestabilidad creciente que caracteriza a las relaciones imperialistas" (XIX Congreso de la CCI – Resolución sobre la Situación Internacional [325]).
No hubo falta de atención al desarrollo de China, sino un cierto esquematismo en la comprensión de las manifestaciones de la decadencia, que caracterizó la aplicación y profundización de este marco de análisis, como la misma organización hizo notar en su XXI Congreso de 2015:
"la negación, en algunos de nuestros textos clave, de cualquier posibilidad de expansión del capitalismo en su fase decadente, también ha dificultado a la organización explicar el crecimiento vertiginoso de China y de otras “nuevas economías” en el periodo que siguió a la caída de los viejos bloques. Aunque estos crecimientos no han puesto en entredicho, como algunos hayan podido decirlo, la decadencia del capitalismo, siendo incluso una clara expresión de ésta, sí que contradicen la posición según la cual en el periodo de decadencia no hay ninguna posibilidad de un despegue industrial en las regiones de la “periferia”. Aunque hemos sido capaces de refutar algunos de los mitos más comunes sobre la “globalización” en la fase que siguió al hundimiento de los bloques (mitos propalados tanto por la derecha, que veía ahí un nuevo y glorioso capítulo en el triunfo del capitalismo, como por la izquierda, que lo utilizaba para una revitalización de sus viejas soluciones nacionalistas y estatistas), no fuimos capaces de discernir el núcleo de la verdad en la mitología mundialista: que el final del viejo modelo autárquico abría nuevas esferas a las inversiones capitalistas, incluso la explotación de una nueva enorme fuente de fuerza de trabajo extraída desde fuera de las relaciones sociales directamente capitalistas" (XXI Congreso de la CCI – Resolución sobre la situación internacional [326]).
"pero fuimos, no obstante, menos capaces de prever la capacidad de Rusia de volver a emerger como fuerza que se hace notar en la escena mundial; y, lo que es aún más importante, tardamos mucho en ver el ascenso de China como nuevo actor significativo en las rivalidades entre las grandes potencias, unas rivalidades que se han ido agudizando en las dos o tres últimas décadas –un fracaso estrechamente conectado a nuestro problema para reconocer la realidad del avance económico de China" (Ibíd., punto 11).
No obstante, la afirmación de Ferdinand de que si esto se dio en el pasado de la organización, bien puede ser el caso actualmente, es un método erróneo de argumentación. Desde que se reconoció este peligro en la organización, podemos ver que se ha mantenido atentamente el marco de comprensión del desarrollo de China en análisis recientes:
"Las etapas del ascenso de China son inseparables de la historia de los bloques imperialistas y de su desaparición en 1989: la posición de la izquierda comunista que afirmaba la ‘imposibilidad de cualquier emergencia de nuevas naciones industrializadas’ en el período de decadencia y la condena de los Estados ‘que no lograron su despegue industrial antes de la Primera Guerra Mundial para estancarse en el subdesarrollo, o para superar un atraso crónico en comparación con las potencias dominantes’ era perfectamente válida en el período de 1914 a 1989. Fue la camisa de fuerza de la organización del mundo en dos bloques imperialistas opuestos (permanentes entre 1945 y 1989) en preparación para la guerra mundial lo que impidió cualquier ruptura de la jerarquía entre las potencias. El ascenso de China comenzó con la ayuda estadounidense que recompensó su cambio imperialista a los Estados Unidos en 1972. Continuó de manera decisiva después de la desaparición de los bloques en 1989. China parece ser el principal beneficiario de la ‘globalización’ tras su adhesión a la OMC en 2001, cuando se convirtió en el taller mundial y en el receptor de las deslocalizaciones e inversiones occidentales, convirtiéndose finalmente en la segunda potencia económica del mundo. Fueron necesarias las circunstancias sin precedentes del período histórico de descomposición para permitir el ascenso de China, sin las cuales no habría ocurrido.
El poder de China soporta todos los estigmas del capitalismo terminal: se basa en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo proletaria, el desarrollo desenfrenado de la economía de guerra, del programa nacional de ‘fusión militar-civil’ y va acompañado de la destrucción catastrófica del medio ambiente, mientras que la ‘cohesión nacional’ se basa en el control policial de las masas sometidas a la educación política del Partido Único y en la feroz represión de las poblaciones alófonas del Xinjiang y el Tíbet musulmanes. De hecho, China es sólo una metástasis gigantesca del cáncer militarista generalizado de todo el sistema capitalista: su producción militar se está desarrollando a un ritmo frenético, su presupuesto de defensa se ha multiplicado por seis en 20 años y ocupa el segundo lugar en el mundo desde 2010" (Punto 11 de la Resolución sobre la situación internacional del XXIII Congreso de la CCI [327]).
En realidad, el problema para Ferdinand no es la subestimación de la expansión china, sino el marco de interpretación en el que se incluye ("La formulación de <<el crecimiento extraordinario de China es un producto de la descomposición>>"). Para Ferdinand, el examen de los "hechos" tal y como son demuestran ya de entrada la falta de coherencia de la visión de la CCI.
Ferdinand quiere examinar "los hechos". Pero sin embargo no empieza sino seleccionando los que más le convienen: "No podemos confiar en la propaganda china sobre la fortaleza de su sistema. Pero lo que los medios de comunicación occidentales o no chinos nos dicen sobre las contradicciones en China también es propaganda, y además a menudo es una ilusión". Desde aquí puede fácilmente descartar un matiz de los "hechos" defendidos por la organización ("Los elementos mencionados en la Resolución no son convincentes"), mientras que solo asume los que él cree factibles ("Si no cito literalmente otras fuentes, baso la información de este artículo en Wikipedia y The Economist, nota al pie nº5 de su texto).
Por tanto, los "hechos" que se digna a examinar están limitados exclusivamente a la cuestión de las tensiones internas de las clases dominantes. Y lo que es más, su modo de argumentar es bastante curioso:
Ferdinand compara de forma bastante absurda los cambios en el orden de batalla de ciertas burguesías europeas en los años 70, bajo la presión de la lucha de clases, con la exacerbación de las tensiones internas entre camarillas de cada burguesía nacional, lo que es ante todo un fenómeno de la fase de descomposición del capitalismo, y más específicamente, de la última década. Esto deriva en realidad de una presión cada vez mayor a la que tienen que enfrentarse las diferentes burguesías a nivel económico e imperialista, y a la dificultad de mantener el control de todo el sistema político (como se ve en el surgimiento del populismo en EEUU o Gran Bretaña, pero también en las tensiones entre camarillas del aparato de Estado chino).
Plantea la idea falsa y absurda de que la CCI defiende "la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping".
Tras este argumento se ocultan dos cosas: (a) una subestimación del peso de la descomposición en el aparato político de la burguesía, y (b) una tendencia a ver en el capitalismo chino una forma "avanzada" de capitalismo, como la de los países europeos, y no una expresión caricaturesca de la putrefacción del capitalismo. La cuestión para Ferdinand no es la de una lucha de facciones dentro del partido-Estado estalinista, sino la propuesta de modelos alternativos ("Pero no se ve ningún modelo alternativo para el curso del capitalismo de Estado chino") por parte de facciones de la burguesía, pertenecientes o no al partido. Esto demuestra que no es capaz de ver que el capitalismo de Estado estalinista chino no es una expresión de la fortaleza del capitalismo, sino un producto refinado de su barbarie, decadencia y descomposición.
Bajo esta perspectiva, su análisis de la represión de los capitalistas privados individuales revela por sí sola la falta de método que hay en su examen de "los hechos". Así comenta la represión de capitalistas privados: "El Partido está cortando las alas a algunas de las empresas más rentables y a los magnates más ricos; está dejando escapar el aire de algunas burbujas especulativas para controlar más estrictamente toda la actividad económica". Pero, ¿qué es lo que prueba este control más estrecho del Estado sobre las empresas privadas? El contexto de la fase de descomposición que destaca la CCI es exactamente lo que hace posible la comprensión de que la toma de control de sectores económicos enteros por parte del partido, que subraya la rigidez del sistema político estalinista en China que se halla bajo presión a nivel económico e imperialista, así como las tensiones en el seno del partido, son esencialmente una expresión de DEBILIDAD del régimen, no de fortaleza.
Los "hechos" que quiere examinar Ferdinand se limitan a la cuestión de las tensiones en la clase dominante, mientras que guarda silencio sobre la multitud de elementos que la organización señala como pruebas de las dificultades de China, ya desde el Informe sobre las tensiones imperialistas de junio de 2018 [328] (RI 161), además del Informe sobre la pandemia y la desarrollo de la descomposición [38] adoptada por el XXIV Congreso de la CCI en 2021 (RI 167):
"A largo plazo, la economía china se enfrenta a la deslocalización de industrias estratégicas por parte de Estados Unidos y los países europeos, y a las dificultades de la "Nueva ruta de la seda" debido a los problemas financieros vinculados a la crisis económica, y exacerbados por la crisis del Covid-19 (financiación china pero sobre todo niveles de deuda de países "socios" como Sri Lanka, Bangladesh, Pakistán, Nepal...) pero también por la creciente desconfianza por parte de muchos países y la presión anti-China de los Estados Unidos. Además, no es de extrañar que en 2020 se haya producido un desplome del valor financiero de las inversiones inyectadas en el proyecto de la “Nueva ruta de la seda” (-64%).
La crisis del Covid-19 y los obstáculos encontrados por la "Nueva ruta de la seda" también han exacerbado las tensiones cada vez más manifiestas en la cabeza del Estado chino, entre la facción "economista", que se centra principalmente en la globalización económica y el "multilateralismo" para continuar la expansión capitalista de China, y la facción "nacionalista" que exige una política más musculosa y que enfatiza la fuerza ("China que derrotó al Covid") frente a las amenazas internas (uigures, Hong Kong, Taiwán) y externas (tensiones con Estados Unidos, India y Japón). En la perspectiva del próximo Congreso Popular en 2022, que deberá nombrar al nuevo (o confirmar al viejo) presidente, la situación en China, por lo tanto, también es particularmente inestable".
Desde entonces, todos los informes sobre las tensiones imperialistas han propuesto elementos relacionados con la desastrosa gestión de la crisis del Covid: la acumulación de problemas económicos en China, el estancamiento del proyecto de la "Nueva Ruta de la Seda" y el agravamiento de los antagonismos en las filas de la burguesía china. El Informe sobre los conflictos imperialistas de noviembre de 2021 [329] (RI 167), sintetiza las dificultades de China a diferentes niveles:
"China ha experimentado un ascenso meteórico en términos económicos e imperialistas en las últimas décadas, lo que la convierte en el más importante retador de los Estados Unidos. Sin embargo, como ya ilustran los sucesos de septiembre de 2021 en Afganistán, no ha sabido aprovechar ni el continuo declive estadounidense ni la crisis de Covid-19 y sus consecuencias para reforzar sus posiciones en cuanto a las relaciones imperialistas, sino todo lo contrario. Examinamos las dificultades a las que se enfrenta la burguesía china a la hora de hacerse cargo del Covid, de la gestión de la economía, de las relaciones imperialistas y las tensiones en su seno".
A cada uno de estos niveles se aportan elementos precisos para ilustrar que "En resumen, lejos de beneficiarse de la situación actual, la burguesía china, al igual que otras burguesías, se enfrenta al peso de la crisis, al caos de la descomposición y a las tensiones internas, que intenta contener por todos los medios dentro de sus caducas estructuras capitalistas de Estado" (Ibíd.). Desafortunadamente, Ferdinand ignora meticulosamente todo esto.
Así las cosas, ¿qué empuja al camarada a disputar la afirmación de que "China es una bomba de relojería", afirmación que no puede basarse en un seguimiento insuficiente o falta de pruebas por parte de la CCI, especialmente en lo que respecta al periodo presente, como muestran las referencias a nuestros textos congresuales? Con respecto a nuestro último análisis, ¿no sería cierto que los argumentos aquí discutidos son una pantalla de humo que esconde el verdadero motivo de desacuerdo, que debería buscarse al nivel de los "fundamentos teóricos"?
Ferdinand intenta demostrar que está criticando "una comprensión errónea y esquemática de la decadencia capitalista", y para ello propone una serie de cuestiones:
La primera trata de cómo la CCI subestima la tendencia a la constitución de nuevos bloques ("la Resolución resta importancia al peligro de una futura constelación de bloques"), que para Ferdinand es hoy dominante: "La lógica capitalista de la polarización entre China y Estados Unidos empuja a ambos a buscar aliados, a participar en la carrera armamentística y a dirigirse hacia la guerra". Este análisis, sin embargo, se abstrae de las características de la fase actual de la descomposición, en la que:
1. Hay una contraposición radical a la tendencia a la formación de bloques imperialistas que marcó a la "Guerra Fría". Esto ha sido planteado claramente por la CCI desde 1990:
"la tendencia a un nuevo reparto del mundo entre dos bloques militares está frenada, quizás incluso definitivamente, por el fenómeno cada día más profundo y general de la descomposición de la sociedad capitalista, tal como ya lo hemos recalcado nosotros" (RI 61, Tras el hundimiento del bloque del este, inestabilidad y caos [330]).
"No es la formación de bloques imperialistas lo que está en la base del militarismo y del imperialismo. Es lo contrario: la formación de bloques no es sino la consecuencia extrema (que en cierta fase pueda agravar las causas mismas) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra" (RI 64, Texto de orientación: Militarismo y descomposición [13]).
De esta forma, en el contexto actual de la guerra de Ucrania, las posiciones adoptadas por la India hacia EEUU y Rusia, las de China hacia Rusia y las de Turquía hacia Rusia y la OTAN (de la que es miembro), entre otros tantos ejemplos, destacan hasta qué punto es la inestabilidad la que marca las relaciones entre las potencias imperialistas, y no la constitución en bloques.
2. En ningún modo se da una disminución de la barbarie militarista o el peligro de guerra, como enfatizamos hace más de 30 años:
"los enfrentamientos militares entre Estados no van a desaparecer, independientemente de si las grandes potencias puedan usarlos en interés propio. Muy al contrario, como hemos visto en el pasado, el militarismo y la guerra son el modo de vida del capitalismo en decadencia, y la profundización de la crisis no hará más que confirmarlo.
En contraste con el periodo anterior, sin embargo, estos conflictos militares ya no asumirán la forma de un enfrentamiento entre dos grandes bloques imperialistas" (RI 63, Resolución sobre la situación internacional, junio de 1990).
"el final de los bloques lo que hace es abrir las puertas a una forma todavía más salvaje, aberrante y caótica del imperialismo" (RI 64, Militarismo y descomposición).
En respuesta a la interpretación que lleva a Ferdinand a preguntar "¿Debemos pensar que el capitalismo en su periodo de descomposición es más racional y, por tanto, más proclive a evitar la guerra?", lo cierto es exactamente lo contrario: la CCI ha señalado que la inestabilidad y el caos actuales, que provienen de la tendencia al cada uno para sí, no reducen el militarismo y el riesgo de guerras sino que paradójicamente han revivido el riesgo de una escalada nuclear, y de una forma más alarmante que durante la "Guerra Fría" (ver RI 168, La guerra de Ucrania, un paso de gigante hacia la barbarie y el caos generalizados [200]).
Según Ferdinand, otro punto que muestra el esquematismo de la CCI es nuestro fracaso a la hora de reconocer que el capitalismo de Estado chino es el gran ganador del momento y de que se está fortaleciendo: "La Resolución subestima el hecho de que las economías fuertes están mucho mejor que las débiles […] Y niega que China sea un ganador de la situación […] China es uno de los ganadores de la crisis pandémica hasta ahora". Según Ferdinand, "Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio. Aunque el crecimiento económico en China se ha ralentizado en los últimos tiempos, detrás de esto hay hasta cierto punto un plan calculado de la élite política gobernante para aprovechar los excesos del capital privado y fortalecer el capitalismo de Estado para el desafío imperialista".
La CCI no niega en absoluto que, en esta fase de descomposición galopante, las burguesías nacionales pueden temporalmente, en determinadas áreas, sacar beneficios de una coyuntura: durante la primera década de la fase de descomposición, EEUU pareció tener éxito imponiendo su hegemonía (la primera guerra del Golfo, los acuerdos de Dayton para la ex-Yugoslavia); incluso a día de hoy algunos países productores de gas natural o crudo están amasando millones; de forma similar, China experimentó ciertamente una expansión económica nada desdeñable entre 1990 y 2016. Sin embargo, la cuestión central a tratar es la siguiente: ¿de dónde proviene esta expansión?
Para la CCI, la entrada del capitalismo en la fase final de su decadencia histórica en 1989, la fase de descomposición, posibilita la comprensión tanto de los ingredientes del ascenso súbito de China como de sus fragilidades internas y externas, así como de las contradicciones que amenazan su expansión. Esta tarea de poner las cosas en su contexto es exactamente lo que evita hacer Ferdinand, de una forma explícita y general.
Además, contrariamente a Ferdinand, que parece ver en el capitalismo de Estado estalinista el motor dinámico del desarrollo de China, la Gauche Communiste de France (en su revista Internationalisme en 1952) fue ya capaz de señalar que el capitalismo de Estado no soluciona, en esencia, las contradicciones del capitalismo por mucho que pueda retrasar sus efectos, sino que es una expresión de estas contradicciones:
"Desde que el modo de producción capitalista entró en su período de decadencia, la presión para combatir esta decadencia con medidas capitalistas de Estado ha crecido constantemente. Sin embargo, la tendencia a fortalecer los órganos y las formas capitalistas de Estado no es en absoluto un fortalecimiento del capitalismo; al contrario, expresan las crecientes contradicciones en el terreno económico y político. Con la aceleración de la descomposición a raíz de la pandemia, asistimos también a un fuerte aumento de las medidas capitalistas de Estado. Éstas no son una expresión de un mayor control estatal sobre la sociedad, sino una expresión de las crecientes dificultades para organizar la sociedad en su conjunto y evitar su creciente tendencia a la fragmentación" (RI 167, Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI [91], punto 23).
Dado este marco de análisis, la implosión del bloque del Este significó también el fracaso del capitalismo de Estado estalinista, particularmente obsoleto e ineficiente. Si bien China fue capaz de abrirse a los capitalistas privados y al mercado mundial al ponerse del lado de EEUU (jugando un papel central en la política de la globalización económica), ha seguido conservando las estructuras decrépitas del capitalismo de Estado estalinista, lo que necesariamente implica: (a) una libertad relativa y fuertemente vigilada para los capitales y capitalistas privados; (b) un miedo profundo al conflicto social, al que solo puede responder con la más brutal de las represiones; (c) luchas maquiavélicas despiadadas entre facciones rivales en el partido-Estado.
La cuestión central que surge de forma confusa a través de un bosque de elementos específicos es que [para Ferdinand] el contexto de la descomposición que defiende la CCI implicaría una postura unívoca:
"todo está subordinado a la "descomposición", a una especie de fragmentación homogénea", lo que omitiría ciertas características centrales del capitalismo: "Esta comprensión del período de descomposición es esquemática y -en la medida en que niega la persistencia de las leyes capitalistas elementales -por ejemplo, la concentración y la centralización del capital- un abandono del marxismo".
En realidad:
1. La comprensión de la descomposición como el contexto dominante a la hora de entender el desarrollo de la situación durante los últimos 40 años fue planteada por la CCI a finales de los años 80, y ha sido confirmada por los acontecimientos que han sacudido el orden mundial y las relaciones entre clases desde 1989-1990:
"Desde hace un año, la situación mundial ha conocido cambios importantísimos que han modificado muy sensiblemente la fisonomía del mundo tal como éste había surgido de la segunda guerra imperialista; La CCI se ha aplicado en seguir de cerca esos cambios:
para dar cuenta de su significado histórico,
para examinar en qué medida desmentían o confirmaban los marcos de análisis válidos anteriormente.
Es así como acontecimientos históricos (agonía del estalinismo, desaparición del bloque del Este, disgregación del bloque del Oeste), aunque no pudieron ser previstos en su especificidad, sí se integraban plenamente en el marco de análisis y de comprensión del periodo histórico actual elaborado anteriormente por la CCI: la fase de descomposición" (RI 64, Militarismo y descomposición).
Esta situación dio paso a la dinámica de un capitalismo que se pudre sobre sus propias bases, acentuando las características que ya estaban presentes en su entrada en decadencia, tales como la explosión irracional de militarismo, el todos contra todos imperialista, el caos y la dificultad de la burguesía a la hora de mantener el control de su propio aparato político… y que acaban por convertirse en las características dominantes en su fase final:
"es indispensable poner de relieve las diferencias fundamentales entre el principio de este siglo y la descomposición generalizada en la que hoy se está hundiendo el sistema y que no cesará de agravarse. Y en eso, más allá de lo puramente cuantitativo, el fenómeno de descomposición social está hoy alcanzando tal profundidad y tal extensión que está cobrando una calidad nueva, una cualidad singular, expresión de la entrada del capitalismo decadente en una fase específica - y última - de su historia, aquélla en la que la descomposición social se convierte en un factor, incluso en el factor, decisivo de la evolución de la sociedad" (RI 107, Tesis sobre la descomposición).
Nos preguntamos por qué no se ha posicionado Ferdinand sobre la predominancia de este marco histórico en la última fase de la decadencia del capitalismo, la fase de su descomposición social, que ha sido discutida y aprobada de forma unánime por la organización, tal como recordaba el preámbulo a la resolución de la situación internacional del XXIV Congreso de la CCI:
"Esta resolución está en continuidad con el informe sobre la descomposición del XXII Congreso de la CCI, la resolución sobre la situación internacional al XXIII Congreso y el informe sobre la pandemia y la descomposición del XXIV Congreso[1]. Se basa en la idea de que la decadencia del capitalismo no sólo pasa por diferentes etapas o fases, sino que desde finales de los años ochenta hemos llegado a su última fase, la fase de descomposición".
2. Este marco de análisis de la situación: ¿implica lo que señala Ferdinand de que la CCI ha "olvidado" ciertas tendencias inherentes al capitalismo, tales como las tendencias a la centralización y a la concentración, que se han acentuado aún más con la decadencia?
"en continuidad con la plataforma de la Internacional Comunista de 1919, que no sólo insistía en que la guerra imperialista mundial de 1914-18 anunciaba la entrada del capitalismo en la "época de la descomposición del capital, de su desintegración interna, la época de la revolución comunista del proletariado", sino que también subrayaba que "El viejo 'orden' capitalista ha dejado de funcionar; su existencia ulterior está fuera de toda duda. El resultado final del modo de producción capitalista es el caos. Este caos sólo puede ser superado por la clase productiva y más numerosa: la clase obrera. El proletariado tiene que establecer un orden real, un orden comunista". Así, el drama al que se enfrentaba la humanidad se planteaba efectivamente en términos de orden contra caos. Y la amenaza de ruptura caótica estaba vinculada a "la anarquía del modo de producción capitalista", es decir, a un elemento fundamental del propio sistema.
Según el marxismo, el sistema capitalista, en un nivel cualitativamente superior a cualquier modo de producción anterior, implica que los productos del trabajo humano se conviertan en un poder ajeno que se sitúa por encima y en contra de sus creadores. Esta decadencia del sistema, con sus contradicciones insolubles, está marcada por una nueva espiral en esta pérdida de control. Y como explica la Plataforma de la IC, la necesidad de intentar superar la anarquía capitalista dentro de cada Estado-nación -a través del monopolio y sobre todo de la intervención del Estado- no hace sino empujarla a nuevas cotas a escala global, culminando en la guerra mundial imperialista. Así, si bien el capitalismo puede, en ciertos niveles y durante ciertas fases, contener su tendencia innata al caos (por ejemplo, a través de la movilización para la guerra en los años 30 o el período de auge económico que siguió a la guerra), la tendencia más profunda es hacia la "desintegración interna" que, para la IC, caracterizaba a la nueva época" (RI 167, resolución sobre la situación internacional, XXIV Congreso de la CCI).
Según parece, los desacuerdos que ha expresado Ferdinand con respecto al análisis de China provienen, básicamente, de una asimilación insuficiente de las tendencias centrales de la fase de descomposición. En realidad, si se toma este contexto y se asumen los elementos a los que nos hemos referido en los puntos anteriores, solo se puede concluir que el desarrollo de China es, ciertamente, un "producto de la descomposición". Ferdinand afirma estar de acuerdo con este marco de análisis ("Las tendencias polarizadoras que planteo no están en contradicción con el marco de la descomposición"). Pero la realidad es que al examinar los puntos que hemos tratado, Ferdinand demuestra una profunda falta de comprensión de la descomposición, y una de sus frases es particularmente ilustrativa al respecto: "Esta última [la postura de "ver la descomposición en todas partes"] está en permanente búsqueda de fenómenos de dislocación y desintegración, perdiendo de vista las tendencias más profundas y concretas propias de los cambios actuales". Es decir, el cada uno para sí, el caos y el individualismo exacerbado no son las tendencias fundamentales del periodo presente: a partir de aquí, a pesar de su acuerdo formal con el análisis ya descrito, vemos a través de las ambigüedades una labor de zapa de este análisis, que toma forma en un análisis empirista y evasivo.
Comenzamos este texto destacando la importancia de esta discusión, tal y como lo hizo Ferdinand. Para él, la cuestión se resume en una confrontación de teorías y afirmaciones. Por ello subraya en su contribución sobre el análisis del ascenso de China: "mi tesis es la contraria. Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio". Como señala Ferdinand en el encabezado de su texto, el debate en la CCI se tiene que desarrollar con método. Recordemos lo que significa la concepción marxista del debate:
"Contrariamente a la corriente bordiguista, la CCI no ha considerado nunca el marxismo como “doctrina invariante”, antes al contrario, lo ha concebido como un pensamiento vivo para el cual cada acontecimiento histórico importante es fuente de enriquecimiento. En efecto, esos acontecimientos permiten ya sea confirmar el marco de los análisis desarrollados anteriormente, dándoles más fuerza, ya sea poner en evidencia la caducidad de algunos de ellos imponiéndose entonces un esfuerzo de reflexión para así ampliar el campo de aplicación de los esquemas válidos antes, pero ya superados, o si no, claramente, elaborar otros nuevos capaces de dar cuenta de la nueva realidad. Les incumbe a las organizaciones revolucionarias la responsabilidad específica y fundamental de cumplir este esfuerzo de reflexión, teniendo buen cuidado de avanzar, a semejanza de nuestros mayores, Lenin, Rosa, Bilan o la Izquierda Comunista de Francia, a la vez con prudencia y audacia:
. Basándose firmemente en las adquisiciones del marxismo;
. Examinado la realidad sin orejeras, desarrollando el pensamiento, “sin ostracismos de ningún tipo”, como decía Bilan" (RI 64, Militarismo y descomposición).
En definitiva, un debate no consiste en una "confrontación libre de argumentos basados en los hechos", o una oposición libre entre "hipótesis", una yuxtaposición de "teorías", u "opiniones" que presenta una "mayoría" a una "minoría", como el camarada lo describe en varias ocasiones: "mediante la confrontación de argumentos basados en hechos"; "no hay elementos a favor de la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping" […] "mi tesis es la contraria"; "tenemos que considerar la teoría que subyace a la posición mayoritaria y, por tanto, a la presente resolución". El punto de partida de un debate es, sobre todo, el marco de análisis compartido por toda la organización, adoptado y precisado en detalle por los diferentes informes de sus Congresos internacionales.
Por tanto, la posición de la CCI no es ni mucho menos dogmática, sino que se limita a aplicar el método marxista, contrastando los nuevos elementos con el análisis asumido en común sobre la base de los debates del pasado del movimiento obrero, a la hora de evaluar hasta qué punto los nuevos elementos confirman o, por el contrario, cuestionan el marco de análisis adquirido. Por otro lado, escondiéndose tras la posición formalmente sistémica de Ferdinand, que presenta punto por punto sus críticas a la resolución sobre la situación internacional aprobada en Congreso, se halla un caos de posturas que envuelven en niebla el hecho de que el camarada está, en realidad, tendiendo a la puesta en cuestión del marco de análisis al asumir desde el principio una lógica implícita que diverge de él.
R. Havanais, noviembre de 2022
1 https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso [331] ; nueva respuesta al camarada Steinklopfer disponible en nuestra web en inglés: https://en.internationalism.org/content/17245/reply-comrade-steinklopfer-august-2022 [332]
2 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200509/118/xvi-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internacional [333] ; en realidad, es imposible que el endeudamiento cree un "mercado" real, sino que inyecta sumas cada vez mayores en la economía con las expectativas puestas en la producción de los años venideros. En este sentido, la deuda representa una carga cada vez mayor para la economía. El nivel de deuda para China es gigantesco (300% del PIB en 2019).
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Seguimos publicando contribuciones a un debate interno relativo a la comprensión de nuestro concepto de la descomposición, a las tensiones inter-imperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Este debate fue hecho público por primera vez por la CCI en agosto de 2020, cuando publicó un texto del camarada Steinklopfer en el que expresaba y explicaba sus desacuerdos con la resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI. Este texto fue acompañado de una respuesta de la CCI y ambos pueden consultarse aquí [335]. La segunda contribución del camarada (aquí [331]) desarrolla sus divergencias con la resolución del 24º Congreso y el texto que sigue es otra respuesta que expresa la posición de la CCI. Por último, hay una contribución del camarada Ferdinand (aquí [324]) que también expresa sus divergencias con la resolución del 24º Congreso. La respuesta a este texto se publicará próximamente.
…
La CCI está más o menos sola al considerar que el hundimiento del bloque imperialista del Este en 1989 marcó el comienzo de una nueva fase en la decadencia del capitalismo: la fase de descomposición, resultante de un estancamiento histórico entre las dos grandes clases de la sociedad no siendo ni una ni otra capaces de hacer avanzar su propia perspectiva frente a la crisis histórica del sistema: guerra mundial para la burguesía, revolución mundial para la clase obrera. Esta sería la última etapa de la larga decadencia del modo de producción capitalista, trayendo consigo la amenaza de un descenso a la barbarie y la destrucción que podría engullir a la clase obrera y a la humanidad incluso sin una guerra a escala mundial entre dos bloques imperialistas [1].
Los grupos del medio proletario han respondido poco o nada a las Tesis sobre la Descomposición que sentaban las bases teóricas del concepto de la descomposición. Algunos, como los bordiguistas, con su idea de la invarianza de la teoría marxista desde 1848, han tendido a rechazar el concepto mismo de la decadencia capitalista. Otros, como la Tendencia Comunista Internacionalista, consideran idealista nuestra visión de la descomposición como una fase de caos creciente y de destructividad irracional, aunque no estén en desacuerdo con que tales fenómenos existan e incluso vayan en aumento. Pero para estos camaradas nuestra concepción no se basa directamente en un análisis económico, por lo que no puede considerarse materialista.
Al mismo tiempo, a pesar de situar sus orígenes en la Izquierda Comunista de Italia, estos grupos nunca han aceptado nuestra noción del curso histórico: la idea de que la capacidad del capitalismo de movilizar a la sociedad para la guerra mundial depende de si ha infligido una derrota decisiva a la clase obrera mundial, en particular a sus batallones centrales. Este fue sin duda el enfoque de la Fracción de Izquierda que publicó Bilan en los años 30, que insistía en que con la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, el camino hacia una Segunda Guerra Mundial estaba abierto; y fue un método retomado por la CCI desde sus inicios. En los años 1970 y 1980, argumentamos que, a pesar de una crisis económica cada vez más profunda y de la existencia de bloques imperialistas estables, el capitalismo era incapaz de dar pasos decisivos hacia la Tercera Guerra Mundial porque se enfrentaba a una generación no derrotada de proletarios que no estaban dispuestos a hacer los sacrificios que exigía una marcha hacia la guerra. Ninguno de estos argumentos tenía sentido para la mayoría de los grupos del medio proletario los cuales no tenían en cuenta la relación de fuerzas entre las clases para comprender la dirección que tomaba la sociedad [2].
El concepto del curso histórico fue un elemento clave en la formulación de la teoría de la descomposición. En los años 1970, periodo caracterizado por oleadas internacionales de luchas obreras en respuesta a la crisis económica abierta, seguíamos considerando que la sociedad se encaminaba hacia enfrentamientos masivos de clases cuyo resultado determinaría si el camino estaba abierto hacia la guerra mundial o hacia la revolución mundial. Sin embargo, hacia finales de la década de 1980, a pesar de la incapacidad de la burguesía para organizar a la sociedad para una nueva guerra mundial, se hizo evidente que a la clase obrera le resultaba cada vez más difícil afirmar su propia perspectiva revolucionaria. Paradójicamente, el concepto de un curso histórico, de un movimiento definido hacia la guerra mundial o hacia la lucha de clases masiva, ya no era aplicable en la nueva fase abierta por el estancamiento histórico, como aclaramos en nuestro 23 Congreso Internacional [3].
Con algunas excepciones, la mayoría de los grupos del medio proletario también han rechazado una de las principales conclusiones que hemos sacado del análisis de la descomposición a nivel de los conflictos imperialistas -un análisis desarrollado en nuestro texto de orientación de 1990 "Militarismo y Descomposición" y su actualización de mayo de 2022-, que la creciente tendencia al sálvese quien pueda entre los estados, la marea de fragmentación y desorden que caracterizó esta nueva fase, se había convertido en un elemento central de la dificultad de la burguesía para reconstituir bloques imperialistas estables [4]. La mayoría de los grupos consideran que la formación de nuevos bloques está hoy a la orden del día, y de hecho han argumentado que está bastante avanzada.
Aunque a nuestro juicio las principales predicciones de las Tesis sobre la Descomposición y el Texto de Orientación sobre el militarismo han resistido la prueba del tiempo (cf. informe del 22º Congreso [5]), la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la divergencia con los grupos que ven el rápido movimiento hacia la formación de bloques y la amenaza inminente de una tercera guerra mundial.
En nuestras propias filas han surgido ideas similares, como puede verse en los textos de los camaradas Steinklopfer y Ferdinand [6]. Sin embargo, estos camaradas siguen insistiendo en que están de acuerdo con el concepto de descomposición, aunque a nuestro juicio algunos de sus argumentos lo cuestionan.
En este artículo explicaremos por qué pensamos que este es el caso de la contribución del camarada Steinklopfer. Aunque las posiciones de Steinklopfer y Ferdinand son muy similares, se presentaron como contribuciones individuales, por lo que responderemos por separado.
Dividiremos nuestra respuesta en tres partes: sobre los desacuerdos acerca del concepto básico de descomposición; sobre la polarización imperialista; y sobre el balance de fuerzas entre las clases. Al responder a las críticas del camarada Steinklopfer, tendremos que dedicar una cantidad considerable de tiempo a corregir varias tergiversaciones de la posición de la organización, que a nuestro juicio se derivan de una pérdida de adquisiciones por parte del camarada, un olvido de algunos elementos básicos de nuestro marco de análisis. Es más, algunas de estas tergiversaciones ya han sido contestadas en respuestas anteriores a los textos del camarada, pero no son reconocidas ni respondidas en contribuciones posteriores del camarada. Esto es señal de una dificultad real para hacer avanzar el debate.
Según el camarada Steniklopfer, sería sin embargo la CCI la que estaría “revisando” su concepción de la descomposición: “hay un hilo rojo que une muchos de estos desacuerdos y que gira en torno a la cuestión de la descomposición. Aunque toda la organización comparte nuestro análisis de la descomposición como fase terminal del capitalismo, cuando se trata de aplicar este marco a la situación actual, salen a la luz diferencias de interpretación. En lo que todos estamos de acuerdo es en que esta fase terminal no sólo fue inaugurada por, sino que tiene sus raíces más profundas en, la incapacidad de cualquiera de las dos clases principales de la sociedad para abrir una perspectiva para la humanidad en su conjunto, para unir a grandes partes de la sociedad ya sea detrás de la lucha por la revolución mundial (el proletariado) o detrás de la movilización para la guerra generalizada (la burguesía). Pero, para la organización, parece haber una segunda fuerza motriz esencial de esta fase terminal, que es la tendencia de cada uno contra todos: entre Estados, dentro de la clase dominante de cada Estado nacional, dentro de la sociedad burguesa en general. Sobre esta base, la CCI, en lo que se refiere a las tensiones imperialistas, tiende a subestimar la tendencia a la bipolarización entre dos Estados ladrones principales, la tendencia a la formación de alianzas militares entre los Estados, así como subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias, que contiene una dinámica potencial hacia una especie de tercera guerra mundial que podría acabar con la humanidad”.
Más adelante abordaremos la cuestión de la subestimación de la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Lo que queremos dejar claro en esta coyuntura es que no vemos la tendencia al "sálvese quien pueda" como una "segunda fuerza motriz de esta fase terminal" en el sentido de ser una causa subyacente de la descomposición, lo cual está implícito en la frase del camarada "una segunda fuerza motriz esencial" y se hace explícito cuando continúa diciendo que “aunque estoy de acuerdo en que el ‘cada uno contra todos’ burgués es una característica muy importante de la descomposi ción, que jugó un papel muy importante en la inauguración de la fase de descomposición con la desintegración del orden mundial imperialista posterior a la Segunda Guerra Mundial en 1989, no estoy de acuerdo en que sea una de sus principales causas”. Si bien todos estamos de acuerdo en que la tendencia de cada Estado a defender sus propios intereses es inherente a toda la historia del capitalismo, incluso durante el periodo de los bloques estables -o como dice Steinklopfer, “el ‘cada uno a la suya’ burgués es una tendencia permanente y fundamental del capitalismo a lo largo de toda su existencia”- esta tendencia se " desata " y se exacerba a nivel cualitativo durante la fase de descomposición. Esta exacerbación sigue siendo un producto de la descomposición, pero se ha convertido en un factor cada vez más activo en la situación mundial, un impedimento importante para la formación de nuevos bloques.
Esto nos lleva a un segundo desacuerdo clave sobre el concepto de descomposición: la comprensión de que la descomposición, al tiempo que hace fructificar todas las contradicciones existentes del capitalismo decadente, adquiere el carácter de un cambio cualitativo. Según Steinklopfer “A mi entender, la organización se desplaza hacia la posición de que, con la descomposición, hay una nueva cualidad en relación con las fases anteriores del capitalismo decadente, representada por una especie de dominio absoluto de la tendencia a la fragmentación. Para mí, en contraposición a esto, no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano, y en particular en el período de decadencia del capitalismo que comienza con la Primera Guerra Mundial”.
Parece un caso claro de "pérdida de adquisiciones", de olvido de lo que nosotros mismos hemos dicho en nuestros textos fundamentales, en este caso, las propias Tesis sobre la Descomposición. Ciertamente, las Tesis coinciden en que “en realidad, las contradicciones y expresiones de la decadencia del capitalismo que la han ido marcado sucesivamente en sus distintas fases se mantienen e incluso se han profundizado, de tal modo que la fase de descomposición es la resultante de la acumulación de todas esas características de un sistema moribundo, la fase que remata tres cuartos de siglo de agonía de un modo de producción condenado por la historia” (Tesis 3). Pero la misma tesis señala a continuación que estas características aparecen en la fase de descomposición “como la consecuencia última, como síntesis acabada de todos esos elementos”: en definitiva, dicha síntesis marca el punto en el que la cantidad se convierte en cualidad. De lo contrario, ¿qué sentido tendría describir la descomposición como una nueva fase dentro de la decadencia?
Si volvemos al TO sobre Militarismo y descomposición, queda claro que nunca hemos sostenido que la tendencia a la formación de nuevos bloques desaparezca en la fase de descomposición. “La historia (sobre todo de la 2ª posguerra) ha puesto en evidencia que la desaparición de un bloque imperialista (por ejemplo, el del “Eje”) pone al orden del día la dislocación del otro (los “aliados”) pero también la formación de una nueva “pareja” de bloques antagónicos (Este y Oeste). De ahí que la situación actual lleva en sí, bajo la presión de la crisis y del agudizamiento de las tensiones militares, una tendencia hacia la formación de dos nuevos bloques imperialistas”.
Sin embargo, el mismo TO había señalado antes también que: “No es la formación de bloques imperialistas lo que está en la base del militarismo y del imperialismo. Es lo contrario: la formación de bloques no es sino la consecuencia extrema (que en cierta fase pueda agravar las causas mismas) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra. En cierto modo, ha ocurrido con la formación de bloques respecto al imperialismo como con el estalinismo respecto al capitalismo de Estado. Al igual que el fin del estalinismo no significa un freno a la tendencia histórica hacia el capitalismo de Estado, aunque fuera una manifestación de éste, la desaparición actual de los bloques imperialistas no implicará el menor cuestionamiento del dominio del imperialismo en la vida de la sociedad”. Y continúa diciendo que, en ausencia de bloques, los antagonismos imperialistas adquirirán un carácter nuevo, caótico, pero no menos sangriento. “En el nuevo período histórico en que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar “por su cuenta y para sí”, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, pero que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, en el que el “gendarme” USA intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo más y más masivo de su potencial militar”.
Este escenario ha sido ampliamente demostrado por las posteriores guerras en los Balcanes, la invasión de Afganistán e Irak, la guerra en Siria, numerosos conflictos en África, etc. En particular, los intentos del gendarme estadounidense de mantener un mínimo de orden se convertirían en un factor de primer orden en la exacerbación del caos, como hemos visto en Oriente Medio en particular.
Por supuesto, existe una limitación importante en el análisis presentado en el Texto de Orientación sobre el militarismo, publicado a principios de la década de 1990. Aunque demuestra correctamente la incapacidad de nuevos contendientes como Alemania y Japón para formar un nuevo bloque opuesto a EEUU, no predice el ascenso de China y su capacidad para presentar un desafío importante a la dominación estadounidense. Pero, ¿invalida esto la conclusión del OT de que la tendencia a la formación de nuevos bloques no estará a la orden del día durante un periodo indefinido?
Para responder a esta pregunta, es necesario tener claro lo que la CCI está diciendo realmente sobre el desafío chino a los EEUU. Según el camarada Steinklopfer, “sin embargo, en el análisis actual de la organización, China no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU., y ello porque su desarrollo económico y tecnológico se considera un "producto de la descomposición". Según esta interpretación, China no puede ser ni llegar a ser más que un país semidesarrollado incapaz de seguir el ritmo de los antiguos centros del capitalismo en Norteamérica, Europa o Japón. ¿No implica esta interpretación que la idea, si no de una paralización del desarrollo de las fuerzas productivas -que con razón siempre hemos descartado como característica del capitalismo decadente-, al menos de algo que no está muy lejos de ello, es la que postula ahora la organización para la fase final de la decadencia? Como el lector atento notará, el 24º Congreso condena no sólo la idea de un desafío imperialista global chino como si fuera una puesta en cuestión del análisis teórico de la descomposición - la misma idea de que China ha reforzado su competitividad a expensas de sus rivales es desechada como expresión de mis supuestas ilusiones en la buena salud del capitalismo chino”.
No es en absoluto cierto que la posición de la organización sea que China “no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU”. A pesar de haber reconocido tarde la importancia del ascenso de China, desde hace algunos años la CCI ha estado insistiendo en que la estrategia imperialista estadounidense -con seguridad desde los años de Obama, a través de la presidencia de Trump y continuando bajo Biden- se basa en el entendimiento de que su principal rival es China, tanto a nivel económico como militar. El informe sobre las tensiones imperialistas publicado a raíz de la guerra de Ucrania [7] desarrolla el argumento de que, detrás de la trampa que EEUU ha tendido a Rusia en Ucrania, detrás del intento de desangrar a Rusia, el verdadero objetivo del imperialismo estadounidense es China; y continúa hablando largo y tendido sobre la creciente "polarización" entre EEUU y China como un factor central en las rivalidades imperialistas globales. Pero es un error -en el que creemos que cae el camarada Steinklopfer- confundir este proceso de polarización, en el que las rivalidades entre EEUU y China ocupan cada vez más el centro de los acontecimientos mundiales, con la formación real de bloques militares, que implicaría el desarrollo de alianzas estables en las que una potencia es capaz de ejercer disciplina sobre sus "aliados". Como hemos dicho, en el medio proletario ha habido declaraciones de que la guerra de Ucrania ha marcado un paso significativo en la marcha hacia nuevos bloques militares, pero en realidad hemos visto nuevas pruebas de la inestabilidad de las alianzas existentes:
Mientras que EE.UU. ha disfrutado de un cierto éxito en la revitalización de la OTAN bajo su liderazgo, no ha terminado con el impulso de países como Alemania y Francia hacia la adopción de una línea independiente con respecto a Rusia, como se puede ver por los intentos de negociaciones por separado, la reticencia a imponer prohibiciones a la importación de energía rusa, y sobre todo una reactivación tanto de la fuerza militar de la UE como un enorme aumento en el presupuesto de defensa de Alemania - un arma de doble filo que podría ir en contra de los intereses de EE.UU. a largo plazo. Mientras tanto, Turquía, miembro de la OTAN, ha estado jugando claramente su propio juego en la situación, como demuestra el acuerdo que ha negociado entre Ucrania y Rusia para permitir el envío de suministros de grano desde los puertos ucranianos.
El "apoyo" de China a Rusia ha sido extremadamente discreto, a pesar de las peticiones rusas de ayuda económica y militar. Sin duda, la clase dominante china es consciente de que Rusia ha caído en la trampa de Estados Unidos y sabe que una Rusia debilitada constituiría una enorme carga más que un "socio" útil.
Varios países han mantenido una postura independiente frente al llamamiento a aislar a Rusia, en particular India y una serie de países de Sudamérica y África.
También debemos señalar, en respuesta a la acusación de que la CCI “subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias”, el informe también niega rotundamente que la inexistencia de bloques militares haga del mundo un lugar más seguro, sino todo lo contrario: “La ausencia de bloques hace, paradójicamente, que la situación sea más peligrosa, en la medida en que los conflictos se caracterizan por una mayor imprevisibilidad: ‘Al anunciar que ponía en alerta a su fuerza de disuasión, el presidente ruso Vladimir Putin obligó a todos los estados mayores a actualizar sus doctrinas, en su mayoría heredadas de la Guerra Fría. La certeza de la aniquilación mutua -cuyas siglas en inglés MAD significan ‘loco’- ya no es suficiente para excluir la hipótesis de los ataques nucleares tácticos, supuestamente limitados. Con el riesgo de una escalada incontrolada’ (Le Monde Diplomatique abril de 2022, p.1). De hecho, paradójicamente, puede afirmarse que la agrupación en bloques limitó las posibilidades de derrapes,
- debido a la disciplina del bloque;
- debido a la necesidad de infligir previamente una derrota decisiva al proletariado mundial en los centros del capitalismo (véase el análisis del curso histórico en los años 80).
Así, aunque actualmente no hay perspectivas de constitución de bloques ni de una tercera guerra mundial, al mismo tiempo, la situación se caracteriza por un peligro mayor, ligado a la intensificación del cada uno para sí y a la creciente irracionalidad: la imprevisibilidad del desarrollo de los enfrentamientos, las posibilidades de que se les vaya de las manos, que es más fuerte que en los años 50 a 80, marcan la fase de descomposición y constituyen una de las dimensiones especialmente preocupantes de esta aceleración cualitativa del militarismo”.
El peligro esbozado aquí no es uno en el que la burguesía sea capaz de conducir conscientemente a la humanidad hacia una tercera guerra mundial entre bloques, con el objetivo de conquistar los mercados y los recursos de las potencias rivales. Esto implicaría que una de las premisas clave de la descomposición -la incapacidad de la burguesía para ofrecer una perspectiva a la humanidad, por bárbara que fuera- habría sido eliminada de la ecuación. Más bien se trataría de la máxima expresión de la extensión de la irracionalidad y el caos, tan centrales en la fase de descomposición. Y en cierto sentido el propio Steinklopfer lo reconoce, cuando afirma, más adelante en el texto, que podría producirse una espiral irreversible de destrucción incluso sin la formación de bloques: “Es de la mayor importancia política superar cualquier planteamiento esquemático y unilateral de hacer de la existencia de bloques imperialistas una condición previa para los enfrentamientos militares entre las grandes potencias en la situación actual.”, y continúa argumentando que el propio intento de impedir la formación de nuevos bloques podría hacer más probable una tercera guerra mundial. La provocación de Estados Unidos a Rusia forma parte ciertamente de un esfuerzo por impedir la formación de un nuevo bloque entre Rusia y China y, de hecho, podría escalar de formas imprevisibles si una Rusia desesperada decidiera tomar el camino suicida de utilizar su arsenal nuclear. Pero eso sería la más clara expresión de la advertencia contenida en las Tesis de que el desarrollo de la descomposición puede comprometer el futuro de la humanidad incluso sin una movilización general de la sociedad para la guerra mundial.
Sin duda, el camarada Steinklopfer señalará un pasaje clarividente de su texto (escrito antes de la guerra de Ucrania) donde dice que “la nueva cualidad de la fase de descomposición consiste, a este nivel, en que todas las contradicciones ya existentes de un modo de producción en decadencia se exacerban al máximo. Esto se refiere a la tendencia de cada uno contra todos que, ciertamente, se exacerba con la descomposición. Pero también se exacerba la tendencia a las guerras entre las grandes potencias y, por tanto, a la guerra mundial, así como todas las tensiones generadas por los movimientos hacia la formación de nuevos bloques imperialistas y por los movimientos para frustrarlos. La falta de comprensión de esto nos lleva hoy a subestimar gravemente el peligro de guerra, en particular el que surge de los intentos de los Estados Unidos de utilizar su todavía existente superioridad militar contra China para detener el ascenso de esta última, al igual que estamos subestimando gravemente el peligro de enfrentamientos militares entre la OTAN y Rusia (este último conflicto, al menos a corto plazo, es potencialmente más peligroso que el chino-estadounidense, ya que contiene un mayor riesgo de desembocar en una guerra termonuclear).”
Es cierto que la CCI subestimó inicialmente la inminencia de la invasión rusa de Ucrania, del mismo modo que tardamos en identificar las maquiavélicas maniobras de Estados Unidos destinadas a hacer caer a Rusia en esta trampa. Pero, a nuestro juicio, no se trataba de una refutación de nuestro marco teórico subyacente, sino más bien del resultado de no haberlo aplicado consistentemente. Después de todo, ya habíamos visto la pandemia de Covid-19 como la evidencia de una nueva y muy grave aceleración de la descomposición capitalista, y la guerra de Ucrania ha confirmado plenamente este juicio, mostrando que el proceso de descomposición no es simplemente un descenso lento y gradual hacia el abismo, sino que estará salpicado de momentos de grave intensificación y aceleración, como el que estamos viviendo hoy.
Por último, debemos dejar claro que nuestra postura de que el ascenso de China sólo ha sido posible como resultado de la descomposición, y de la disolución de los bloques en particular, no implica que se haya producido una “paralización del desarrollo de las fuerzas productivas” impidiendo que China se convierta en un serio rival de EEUU. Más bien, el desarrollo de China es un brillante ejemplo de lo que, siguiendo a Marx, hemos descrito como “crecimiento como declive” [8], un proceso en el que el propio aglutinamiento de fuerzas productivas trae consigo nuevas amenazas para el futuro de la humanidad: a través de la devastación ecológica, la "producción" de pandemias y la agudización de los antagonismos militares. El crecimiento chino no sólo es el resultado de la descomposición, sino que se ha convertido en un poderoso factor de su aceleración. Argumentar, como hace el camarada Steinklopfer, que se ha producido "a pesar de la descomposición" aparta de nuestro marco general de análisis la comprensión del ascenso de China.
Al abordar la evaluación del estado actual de la lucha de clases, de nuevo tenemos que dedicar algo de tiempo en nuestra respuesta a insistir en que el retrato que hace el camarada Steinklopfer de nuestra posición no es en absoluto acertado.
El camarada repite el argumento de que ya no consideramos la falta de perspectiva del proletariado como un factor en el retroceso de la lucha de clases: “Ya era llamativo en la resolución del 23º Congreso que el problema de la debilidad, pronto convertida en ausencia de una perspectiva revolucionaria proletaria, no se planteara como central para explicar los problemas de las luchas obreras durante los años 80.” Ya respondimos a esta pregunta en nuestra anterior respuesta publicada al artículo de Steinklopfer sobre el 23º Congreso: “el camarada Steinklopfer sugiere que la resolución sobre la relación de fuerzas del 23º Congreso ya no se ocupa del problema de la perspectiva revolucionaria, y que este factor ha desaparecido de nuestra comprensión de las causas (y consecuencias) de la descomposición. De hecho, la cuestión de la politización de la lucha de clases y de los esfuerzos de la burguesía por impedir su desarrollo está en el centro de la resolución.” [9] No podría ser de ningún otro modo, porque todo el fundamento de las Tesis sobre la descomposición es el argumento de que si el mundo capitalista se encuentra en un estado de agonía y desintegración, es sobre todo porque ninguna de las dos grandes clases de la sociedad es capaz de ofrecer una perspectiva para el futuro de la humanidad.
Steinklopfer se equivoca igualmente cuando afirma que la CCI pone ahora sus esperanzas en un simple aumento de la combatividad, una especie de salto automático hacia la consciencia revolucionaria empujado por la crisis, una visión consejista o economicista que descuida el papel de la teoría revolucionaria (y por tanto de la organización revolucionaria). Pero nunca hemos negado la necesidad de que las luchas se politicen y el papel clave de las organizaciones políticas en este desarrollo, ni el peso negativo de la ruptura orgánica y la separación de las organizaciones políticas de la clase. Es cierto que ninguna organización revolucionaria está exenta de hacer concesiones a errores consejistas, economicistas o inmediatistas, pero consideramos que cuando tales errores se producen, están en discordancia con nuestro marco analítico fundamental, que es lo que nos da la capacidad de criticarlos y superarlos [10].
Por otra parte, considerábamos que la aparente desestimación por parte de Steinklopfer de la importancia central de la lucha defensiva de la clase obrera contra el impacto de la crisis económica -afirmada explícitamente en la sección final de las Tesis sobre la Descomposición como antídoto vital para no verse envuelta en el proceso de putrefacción social- estaba abriendo la puerta a ideas modernistas. No en el sentido explícito de aquellos que llaman a los trabajadores a abandonar sus luchas defensivas o que exigen la inmediata auto-negación del proletariado en el proceso revolucionario. El camarada en su reciente texto afirma claramente que considera las luchas defensivas indispensables para la futura recuperación de la identidad de clase y de una perspectiva revolucionaria. El problema radica en la tendencia a separar la dimensión económica de la lucha de su dimensión política y, por tanto, a no reconocer el elemento implícitamente político incluso en la más "pequeña" expresión de resistencia de clase. En su texto anterior, parecía haber una clara expresión de esta separación entre la dimensión política/teórica en la aparente idea de que la contribución teórica de la organización revolucionaria podría por sí misma compensar la dimensión política ausente en la lucha defensiva cotidiana, una visión que criticamos por rozar el sustitucionismo [11]. En la nueva contribución de Steinklopfer, éste ha aclarado que el desarrollo de la dimensión teórica no puede ser sólo obra de una minoría, sino que en última instancia tiene que ser obra de millones de proletarios. Bien, pero luego el camarada afirma que es la mayoría de la CCI la que ha olvidado esto: “Sin embargo, la organización quizás ha olvidado que las masas proletarias son capaces de participar en este trabajo de reflexión teórica.” Desde luego, no lo hemos olvidado. Una de las razones por las que concedimos tanta importancia al movimiento de los Indignados de 2011, por ejemplo, fue que se caracterizó por una cultura de debate muy viva en las asambleas, donde se plantearon y discutieron cuestiones sobre los orígenes de la crisis capitalista y el futuro de la sociedad como algo tan relevante para el movimiento como las decisiones sobre las formas inmediatas de acción [12].
Sin embargo, hay un componente muy importante en la capacidad de la clase obrera "en masa" para reapropiarse de la dimensión teórica de su combate, y es el proceso de "maduración subterránea", con el que queremos decir que, incluso en periodos en los que la clase en su conjunto está en retroceso, todavía puede tener lugar un proceso de politización entre una minoría de la clase, algunos de los cuales, por supuesto, gravitarán hacia las organizaciones políticas de la izquierda comunista. Es este aspecto, a menudo "oculto", de la politización de la clase el que fructificará en movimientos de clase más amplios y masivos.
En el Informe sobre la lucha de clases para el 24º Congreso de la CCI [13], señalábamos que el camarada Steinklopfer o bien está abandonando o bien está minando el concepto de maduración subterránea al afirmar que de hecho estamos asistiendo a un proceso de "regresión subterránea" en la clase obrera. Argumentamos que esto ignora la realidad de los elementos de búsqueda que responden al estado desesperante de la sociedad capitalista. A pesar de las evidentes dificultades extremas para que la clase tome consciencia de sí misma a un nivel más general, la organización revolucionaria tiene la tarea de ayudar a estos elementos a llevar más lejos sus reflexiones y a comprender todas sus implicaciones a nivel teórico y organizativo. Por otra parte, el concepto de regresión subterránea sólo puede dar lugar a una subestimación de la importancia de este trabajo hacia las minorías en búsqueda.
En el nuevo texto, la posición del camarada ante la noción de regresión subterránea sigue siendo muy confusa. Por una parte, no la defiende ni la repudia. Por otra parte, justo antes de acusar a la CCI de olvidar que las masas proletarias son capaces de reflexionar, parece retroceder hacia la noción de una dinámica de maduración subterránea: “El trabajo teórico es la tarea, no sólo de los revolucionarios, sino de la clase obrera en su conjunto. Dado que el proceso de desarrollo del proletariado es desigual, es en particular tarea de las capas más politizadas del proletariado asumir esta tarea; minorías por tanto, sí, pero que aún comprenden potencialmente a millones de trabajadores, y que, en lugar de sustituir al conjunto, presionan para impulsar y estimular al resto. Los revolucionarios, por su parte, tienen la tarea específica de orientar y enriquecer esta reflexión a realizar por millones. Esta responsabilidad de los revolucionarios es, como mínimo, tan importante como la de intervenir ante los movimientos huelguísticos, por ejemplo”. Lo que no queda claro en la valoración del camarada es si este potencial de maduración política es algo para el futuro o que ya se está produciendo, aunque sea a muy pequeña escala.
En lo que sí sigue insistiendo el camarada Steinklopfer en el nuevo texto es en la importancia de los retrocesos, las derrotas políticas, por las que ha pasado la clase obrera desde el resurgimiento inicial de la lucha de clases a finales de los 60, que puso fin al anterior periodo de contrarrevolución. Según él, la mayoría de la CCI está subestimando la profundidad de estas derrotas y esto - junto con nuestra amnesia sobre la capacidad de las masas para la reflexión teórica - expresa una pérdida de confianza en el proletariado por nuestra parte:
“Esta pérdida de confianza se expresa en el rechazo de cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968. Al carecer de esta confianza, acabamos restando importancia a estos gravísimos reveses políticos, consolándonos con las luchas defensivas cotidianas como el principal crisol de un camino a seguir -en mi opinión, una concesión significativa a un enfoque "economicista" de la lucha de clases como el que criticaron Lenin y Rosa Luxemburgo a principios del siglo XX. La concepción de un "proletariado invicto", que era una visión correcta y muy importante en los años 70 y aún en los 80, se ha convertido en un artículo de fe, un dogma vacío, que impide un análisis serio y científico de la relación de fuerzas”.
Enumerando estas derrotas, el camarada en una propuesta de enmienda a la resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso se refiere a (a) la incapacidad de la primera oleada internacional para desarrollar el aspecto político de la lucha, un potencial anunciado en particular por los acontecimientos de mayo-junio de 1968 en Francia (b) el impacto del colapso del bloque del Este y las consiguientes campañas contra el comunismo y (c) el fracaso de la clase para responder a la crisis económica de 2008 , un fracaso que allanó el camino para el ascenso del populismo.
Es difícilmente defendible que la CCI haya rechazado “cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968”. El propio camarada Steinklopfer reconoce que el concepto mismo de descomposición se basa en nuestro reconocimiento de que el proletariado no fue capaz de realizar el potencial político revolucionario contenido en las luchas obreras de los años 70 y 80; además, la comprensión de que el colapso del bloque del Este inició un profundo retroceso en la combatividad y la consciencia de clase ha sido central en nuestros análisis durante los últimos treinta años; y sin duda podemos señalar una serie de importantes movimientos de clase que han sido rotundamente derrotados por la clase dominante, desde la huelga de masas en Polonia en 1980 hasta los mineros británicos en 1985, los Indignados en 2011, y así sucesivamente (como Rosa Luxemburgo insistió notoriamente, la lucha de clases proletaria es la única forma de guerra en la que la victoria final sólo puede ser preparada por una serie de derrotas).
Lo que la CCI rechaza no es la realidad o la importancia de determinadas derrotas, fracasos o retrocesos, sino la idea de que las que se han producido desde los años 1980 equivalgan a una derrota histórica comparable a lo que ocurrió en los años 20 y 30, en la que la clase obrera de los principales centros del capitalismo ha quedado reducida a una condición en la que está dispuesta a aceptar que la lleven a la guerra para "resolver" los problemas del sistema. No creemos que esto sea un dogma vacío, sino que sigue teniendo valor operativo, sobre todo con respecto a la actual guerra en Ucrania, donde la burguesía de los EE.UU. y Europa occidental ha hecho un esfuerzo extremo para evitar poner directamente sus propios pies sobre el terreno, por no hablar de cualquier movilización directa de las masas proletarias en el conflicto entre la OTAN y Rusia.
Ciertamente, en el período de la descomposición, no podemos ver tal derrota histórica de la misma manera que lo hicimos en el período 1968-89, donde se habría predicho que la burguesía saldría victoriosa de una confrontación decisiva y directa entre las clases. En el periodo de descomposición, existe un peligro muy real de que el proletariado se vea progresivamente socavado por la desintegración de la sociedad sin tan siquiera llegar a plantear un desafío importante a la burguesía. Y los revolucionarios tienen que evaluar constantemente si se ha alcanzado este "punto de no retorno". A nuestro juicio, los continuos signos de resistencia de clase a la embestida contra las condiciones de vida (por ejemplo, en 2019 y de nuevo hoy, sobre todo en Gran Bretaña en el momento de escribir esto) es una señal de que todavía no hemos llegado a ese punto; otra es la aparición de minorías de búsqueda en todo el mundo.
Por el contrario, el camarada Steinklopfer parece retroceder al enfoque que era válido en el periodo anterior, cuando el concepto del curso histórico era plenamente aplicable, pero que ya no es válido en la fase de descomposición. Sin especificar lo que ha cambiado y lo que sigue igual en la nueva fase, el camarada parece derivar hacia la visión de que la clase obrera ha sufrido una derrota a un nivel histórico tan importante que se ha reabierto el curso hacia la guerra mundial. No dice qué consecuencias puede tener esto, en particular para la actividad de la organización revolucionaria, y plantea muchas salvedades y reservas: “No sólo el proletariado no quiere que se le envíe a esa guerra, sino que la propia burguesía no tiene la intención de enviar a nadie a una tercera guerra mundial”.
Ambigüedades de este tipo, como hemos señalado, proliferan a lo largo del texto y por eso no creemos que el análisis actual del camarada ofrezca un camino a seguir para la organización.
Amos
1 Tesis sobre la Descomposición, Revista Internacional 107 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [7]
2 El grupo “Internationalist Voice” es aquí una clara excepción: "Contrariamente a la especulación de que esta guerra es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, creemos que la Tercera Guerra Mundial no está en la agenda de la burguesía mundial. Para que se produzca una guerra mundial, deben cumplirse las dos condiciones siguientes:
la existencia de dos bloques imperialistas políticos, económicos y militares
una clase obrera derrotada en todo el mundo
En las últimas décadas, no se han cumplido las condiciones previas esenciales para una guerra mundial. Por un lado, cada uno de los principales actores - gángsters - piensa en sus propios intereses imperialistas. Por otro lado, aunque la clase obrera no está preparada para proporcionar el apoyo necesario a la alternativa (es decir, una revolución comunista contra la barbarie del sistema capitalista) y ha retrocedido durante la última década, no ha sido derrotada. Por lo tanto, las guerras imperialistas que puedan estallar tienden a ser a nivel regional y guerras subsidiarias por delegación. Aunque existe una especie de alianza entre Rusia y China, y algunas acciones militares rusas cuentan con el apoyo tácito de China, no debemos olvidar que cada una de estas potencias persigue sus propios intereses imperialistas, y éstos entrarán inevitablemente en conflicto de tanto en tanto”. (Traducido por nosotros de: https://en.internationalistvoice.org/the-russian-military-campaign-nato-militarism-and-gang-war-capitalism-means-war-and-savagery/ [336])
3 Informe sobre el Curso Histórico, Revista Internacional 164 https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico [337]
4 Texto de Orientación sobre Militarismo y Descomposición, Revista Internacional 64 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [13]
5 Informe sobre la Descomposición hoy, del 22 Congreso de la CCI. Revista Internacional 163 https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017 [338]
Actualización de Mayo de 2022 de ‘Militarismo y Descomposición’ https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022 [339]
6 https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso [331] ; https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-del-24o-congreso-de-la [324]
7 https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania [197]
8 Ver (en inglés) https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay [340]
9https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [335]
10Ver por ejemplo la Revista Internacional 167, https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [341]. El informe apoya una crítica hecha al otro informe sobre las luchas obreras en Francia en 2019 adoptado por el 24º Congreso de nuestra sección en Francia, que contenía una sobreestimación del nivel de politización en estos movimientos, y "por lo tanto abre la puerta a una visión consejista".
11 https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [335]
12 https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011 [342]
13 https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [341]
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/calais_bielorrusia_la_barbarie_del_capitalismo_con_los_emigrantes_expresa_su_barbarie_con_todo_el_proletariado_mundial.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/4680/ceuta-los-emigrantes-moneda-de-cambio-de-las-pugnas-capitalistas
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/bielorrusia
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[5] https://es.internationalism.org/files/es/chile_contaminacion_por_metales_pesados_el_capitalismo_es_el_unico_cancer.pdf
[6] https://es.internationalism.org/content/4734/desastre-ecologico-la-necesidad-de-una-transicion-al-comunismo
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[8] https://www.tec.ac.cr/hoyeneltec/2020/07/03/reduccion-emisiones-provocada-pandemia-no-respuesta-sostenible-cambio-climatico
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/4/403/chile
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/3/50/medio-ambiente
[11] https://es.internationalism.org/files/es/crisis_rusia-ucrania_la_guerra_es_el_modo_de_vida_del_capitalismo.pdf
[12] https://es.internationalism.org/content/3451/tesis-sobre-la-crisis-economica-y-politica-en-los-paises-del-este
[13] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1048/sobre-la-revolucion-naranja-en-ucrania-la-carcel-del-autoritarismo
[15] https://www.express.co.uk/news/world/1536856/World-War-3-warning-Russia-Ukraine-invasion-Vladimir-Putin-latest-attack-Kyiv-Moscow
[16] https://www.international
[17] https://www.euronews.com/2021/12/28/the-west-must-stand-firm-to-combat-russia-s-threats-to-ukraine-view
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/rusia
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/ucrania
[20] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo
[21] https://es.internationalism.org/files/es/el_exodo_migratorio_expresa_la_aceleracion_de_la_descomposicion_capitalista.pdf
[22] https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201209/3458/masacres-masivas-en-siria-las-potencias-imperialistas-alimentan-la-ba
[23] https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201204/3388/siria-el-horror-de-uno-de-los-campos-de-guerra-imperialista
[24] https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie
[25] https://es.internationalism.org/cci-online/201511/4123/la-crueldad-y-la-hipocresia-de-la-clase-dominante
[26] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[27] https://es.internationalism.org/files/es/hoja_internacional_de_la_cci_contra_los_ataques_de_la_burguesia_necesitamos_una_lucha_unida_y_masiva.pdf
[28] https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis
[29] https://es.internationalism.org/content/4741/estados-unidos-pesar-de-los-capitalistas-el-covid-y-los-sindicatos-la-lucha-de-clases
[30] https://es.internationalism.org/content/4733/espana-la-escalada-de-la-inflacion-un-golpe-brutal-contra-los-trabajadores
[31] https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera
[32] https://es.internationalism.org/content/4750/lecciones-de-la-huelga-en-cadiz-la-clase-obrera-no-tiene-mas-que-falsos-amigos-y
[33] https://es.internationalism.org/content/4762/reunion-publica-sobre-la-huelga-de-cadiz-sacar-lecciones-para-preparar-nuevas-luchas
[34] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[35] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/intervenciones
[36] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[37] https://es.internationalism.org/files/es/la_crisis_de_covid_muestra_el_callejon_sin_salida_del_capitalismo.pdf
[38] https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso
[39] https://es.internationalism.org/files/es/la_defensora_de_los_trabajadores_yolanda_diaz_nos_ataca_con_la_nueva_reforma_laboral.pdf
[40] https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos
[41] https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta
[42] https://es.internationalism.org/cci-online/201005/2872/plan-de-austeridad-del-gobierno-zapatero-el-peor-ataque-a-los-trabajadores-de
[43] https://es.internationalism.org/content/3323/por-un-movimiento-unitario-contra-los-recortes-y-contra-la-reforma-laboral
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[50] https://es.internationalism.org/content/4748/la-constitucion-del-bipr-un-bluf-oportunista-1
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[52] https://es.internationalism.org/content/4753/polemica-con-la-cwo-como-reapropiarse-de-los-aportes-de-la-izquierda-comunista
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[56] https://es.internationalism.org/content/4431/sobre-el-primer-congreso-del-partido-comunista-internacionalista-de-italia
[57] https://es.internationalism.org/content/4727/el-partido-comunista-internacional-programa-comunista-en-sus-origenes-como-pretende-ser
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[165] https://es.internationalism.org/content/4798/crisis-emigratoria-en-chile-la-inmigracion-un-producto-de-la-barbarie-y-la-crisis-del
[166] mailto:[email protected]
[167] mailto:[email protected]
[168] https://es.internationalism.org/files/es/la_guerra_en_ucrania_tambien_golpea_a_los_trabajadores_en_america_latina.pdf
[169] https://www.msn.com/es-us/noticias/mundo/el-conflicto-en-ucrania-divide-a-am%C3%A9rica-latina/ar-AAUzdaF/
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[176] https://fr.internationalism.org/rinte19/crise.htm
[177] https://es.internationalism.org/files/es/reuniones_publicas_de_la_cci_quien_puede_detener_las_guerras_y_la_barbarie_capitalista.pdf
[178] https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[179] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-
[180] https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra
[181] https://es.internationalism.org/files/es/debate_a_proposito_de_la_guerra_en_ucrania_la_guerra_es_la_continuacion_de_la_competencia_por_medios_de_fuerza.pdf
[182] https://es.internationalism.org/content/4781/debate-la-lucha-de-los-revolucionarios-contra-la-suplantacion-de-la-continuidad-del
[183] https://www.elsaltodiario.com/guerra-en-ucrania/putin-otan-grito-asamblea-popular-contra-guerra-madrid
[184] https://es.internationalism.org/content/4784/kazajistan-las-luchas-obreras-se-ahogan-en-los-combates-entre-facciones-burguesas
[185] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/949/teorias-economicas-y-lucha-por-el-socialismo
[186] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199510/1818/respuesta-al-bipr-i-la-naturaleza-de-la-guerra-imperialista
[187] https://www.globalsecurity.org/military/world/war/
[188] https://es.internationalism.org/content/4815/editorial-frente-la-guerra-imperialista-lucha-de-clases
[189] https://es.internationalism.org/content/4809/conferencia-de-zimmerwald-una-referencia-indispensable-para-la-defensa-del
[190] https://es.internationalism.org/content/4821/una-declaracion-internacionalista-en-rusia-contra-la-guerra-de-ucrania
[191] https://es.internationalism.org/content/4912/el-capitalismo-sigue-amontonando-cadaveres-y-ruinas
[192] https://es.internationalism.org/content/4805/estados-unidos-rusia-la-ue-ucrania-todos-los-estados-son-responsables-de-la-guerra
[193] https://es.internationalism.org/content/4839/cumbre-de-la-otan-en-madrid-una-cumbre-por-y-para-la-guerra
[194] https://es.internationalism.org/content/4808/ni-por-la-guerra-ni-por-la-crisis-la-clase-obrera-no-debe-aceptar-ningun-sacrificio
[195] https://es.internationalism.org/content/4812/guerra-en-ucrania-la-propaganda-humanitaria-al-servicio-de-la-guerra
[196] https://es.internationalism.org/content/4813/la-guerra-en-ucrania-tambien-golpea-los-trabajadores-en-america-latina
[197] https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania
[198] https://es.internationalism.org/content/4850/guerra-en-ucrania-pandemia-desastres-medioambientales-crisis-economica-solo-el
[199] https://es.internationalism.org/content/4852/campanas-ideologicas-propaganda-imperialista-barbara-y-criminal
[200] https://es.internationalism.org/content/4869/la-guerra-de-ucrania-un-paso-de-gigante-hacia-la-barbarie-y-el-caos-generalizados
[201] https://es.internationalism.org/content/4830/balance-de-las-reuniones-publicas-celebradas-sobre-la-declaracion-conjunta-de-grupos-de
[202] https://es.internationalism.org/content/4810/reuniones-publicas-de-la-cci-quien-puede-detener-las-guerras-y-la-barbarie-capitalista
[203] https://es.internationalism.org/content/4833/correspondencia-sobre-la-guerra-en-ucrania
[204] https://es.internationalism.org/content/4822/debate-proposito-de-la-guerra-en-ucrania-la-guerra-es-la-continuacion-de-la-competencia
[205] https://es.internationalism.org/content/4814/el-trotskismo-banderin-de-enganche-del-imperialismo-y-reclutador-de-carne-de-canon-para
[206] https://es.internationalism.org/content/4828/los-anarquistas-ante-la-guerra-de-ucrania-del-internacionalismo-la-defensa-de-la-nacion
[207] https://es.internationalism.org/content/4853/declaracion-de-kras-ait-contra-los-ataques-nacionalistas-solidaridad-internacionalista
[208] https://es.internationalism.org/content/4857/sobre-la-historia-de-los-grupos-no-hay-mas-guerra-que-la-de-clases
[209] https://es.internationalism.org/files/es/lucha_economica.pdf
[210] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201712/4261/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-i-una-falsa-vision-de-l
[211] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201801/4267/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-ii-un-metodo-y-un-modo-
[212] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201801/4268/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iii-un-funcionamiento-q
[213] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4278/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iv-su-moral-y-la-nuestr
[214] https://es.internationalism.org/files/es/declaracion_internacionalista_kras-rusia.pdf
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[216] http://cnt-ait.info/2022/03/08/paix_huttes_fr/
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[220] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/anarquismo-internacionalista
[221] https://es.internationalism.org/files/es/balance_de_las_reuniones_publicas_celebradas_sobre_la_declaracion_conjunta_de_grupos_de_la_izquierda_comunista_sobre_la_guerra_en_ucrania.pdf
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[236] https://www.militantwire.com/p/ukrainian-anarchists-mobilize-for?s=r
[237] https://nl.crimethinc.com/2022/02/26/russian-anarchists-on-resisting-the-invasion-of-ukraine-updates-and-analysis
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[240] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200911/2697/los-anarquistas-y-la-guerra-iii-de-la-segunda-guerra-mundial-a-nuestro
[241] https://es.internationalism.org/files/es/matanza_de_emigrantes_en_melilla_genocidio_capitalista_de_los_estados_espanol_y_marroqui.pdf
[242] https://online.melillahoy.es/membresias
[243] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1322/historia-del-movimiento-obrero-la-cnt-nacimiento-del-sindicalismo-
[244] https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i
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[246] https://es.internationalism.org/files/es/tiroteo_en_uvalde-usa_una_nueva_ilustracion_de_la_agonia_barbara_de_la_sociedad_capitalista.pdf
[247] https://es.internationalism.org/files/es/el_ataque_de_barbaria_a_la_nocion_de_decadencia_del_capitalismo.pdf
[248] https://es.internationalism.org/content/4730/barbaria-o-comunismo
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[252] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200410/195/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico-
[253] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/357/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico-
[254] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm
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[271] https://es.internationalism.org/files/es/hoja_internacional_huelgas_gb.pdf
[272] https://es.internationalism.org/files/es/explicacion_de_las_enmiendas_del_companero_steinklopfer_rechazadas_por_el_congreso.pdf
[273] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci
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[278] https://es.internationalism.org/files/es/sobre_la_historia_de_los_grupos_22no_hay_mas_guerra_que_la_de_clases22.pdf
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[299] https://kaosenlared.net/huelga-general-por-la-defensa-de-salarios-y-pensiones-a-la-patronal-y-al-gobierno-psoe-iu-podemos/
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[309] mailto:[email protected]
[310] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-3
[311] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[312] https://es.internationalism.org/files/es/anton_pannekoek_la_destruccion_de_la_naturaleza.pdf
[313] https://es.internationalism.org/files/es/iran_la_necesidad_de_la_autonomia_de_los_trabajadores.pdf
[314] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-protests-and-the-entry-of-the-working-class-into-the-demonstrations/
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[317] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-11-02/iran-imperialist-rivalries-and-the-protest-movement-of-woman-life-freedom
[318] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-protests-labour-strikes-and-general-strike/
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[335] https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de
[336] https://en.internationalistvoice.org/the-russian-military-campaign-nato-militarism-and-gang-war-capitalism-means-war-and-savagery/
[337] https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico
[338] https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017
[339] https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022
[340] https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay
[341] https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021
[342] https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011