Calais, Bielorrusia: la barbarie del capitalismo con los emigrantes expresa su barbarie con todo el proletariado mundial

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Migrantes bloqueados en la frontera bielorrusa: ¡El cinismo de la burguesía no tiene límites!

Miles de migrantes atrapados durante varias semanas en la frontera polaca, abandonados a su suerte en bosques húmedos y congelados, sin comida ni agua. Familias vagando en medio de la nada, obligadas a beber agua de los pantanos circundantes, durmiendo en el suelo a temperaturas bajo cero. Exiliados exhaustos, a menudo enfermos, golpeados por tropas del ejército bielorruso que intencionadamente los condujeron a las fronteras de la Unión Europea (UE). Las autoridades polacas reaccionando bestialmente no dudan en enviar a mujeres, niños, discapacitados y ancianos de vuelta al bosque y golpear a quienes intentan cruzar las cercas de alambre de púas, que se han desplegado ilegalmente a lo largo de la frontera. Este triste espectáculo recuerda desgraciadamente a muchos otros, igual de repugnantes. Pero la instrumentalización de los migrantes con fines abiertamente imperialistas añade el color del cinismo más desvergonzado a este angustioso panorama.

Rehenes de sórdidas rivalidades imperialistas

La repentina presencia de migrantes en esta región hostil, una ruta raramente utilizada por los refugiados no es casual: el dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, ha mantenido un conflicto abierto con la UE desde su disputada reelección en agosto de 2020, con este fin ha alentado e incluso organizado, el transporte de migrantes ofreciéndoles una salida ilusoria a Europa. Arrojándolos, como forma de extorsión, a la frontera polaca. Según los informes, incluso se están fletando vuelos chárteres a Minsk, para transportar a los refugiados.

Para Lukashenko y su camarilla, los migrantes son simplemente una moneda de cambio en respuesta a las sanciones y presiones occidentales1. Además, tan pronto como comenzaron las negociaciones con la UE y Rusia, el gobierno bielorruso devolvió a unos cientos de inmigrantes al mismo lugar del que partieron, de forma "voluntaria" (¡qué eufemismo!), como muestra de "buena fe". ¡Hasta aquí las muertes! Hasta aquí el trauma. Hasta aquí las esperanzas frustradas.

El uso de refugiados en el contexto de las rivalidades imperialistas se ha desarrollado espectacularmente en los últimos años, aprovechando un contexto en el que los estados más ricos se han convertido en verdaderas fortalezas y se justifican diariamente con la retórica más xenófoba. Recientemente hemos visto a Turquía amenazar con abrir las compuertas a la emigración en la frontera griega, o a Marruecos en la frontera española jugando todos al mismo tiempo al "chantaje migratorio" para defender sus sórdidos intereses nacionales. Incluso Francia, en el contexto de las tensiones posteriores al Brexit, está sugiriendo, más o menos sutilmente, que podría no acordar con el Reino Unido la política de gestión de los migrantes de Calais, para actuar unilateralmente, según le convenga. También es muy posible que detrás de los refugiados bielorrusos, la Rusia de Putin esté avanzando sus peones.

La hipocresía y la crueldad de los Estados "democráticos"

"Los polacos están haciendo un servicio muy importante a toda Europa", dijo Horst Seehofer, el ministro alemán del Interior. ¡Y vaya qué servicio! Polonia y su gobierno populista no dudaron en desplegar miles de soldados en la frontera y amenazar explícitamente a los refugiados: "Si cruzan esta frontera, usaremos la fuerza. No lo dudaremos”2. Al menos el mensaje es claro y la intimidación se ha administrado con el celo anunciado: gases lacrimógenos lanzados a personas hambrientas y agotadas, palizas regulares, se dejan abandonados a los enfermos...

La UE, que afirma ser tan intransigente sobre el "respeto de la dignidad humana", también hizo la vista gorda cuando Polonia se arrogó a sí misma, el 14 de octubre, desafiando las "convenciones internacionales", el "derecho" a devolver sistemáticamente a los migrantes a Bielorrusia sin verificar si las solicitudes de asilo eran válidas, ni tan siquiera de conformidad con las estrictas reglas de la legalidad burguesa. La burguesía se ha dotado así de un arsenal normativo y legal totalmente desfavorable para los migrantes y además no duda en saltarse sus propias reglas cuando surge la necesidad.

La misma arbitrariedad se aplica a los muros levantados contra los migrantes. Cuando el Reino Unido quiso restablecer una frontera en Irlanda del Norte, la burguesía se ofendió por tal osadía que resultaba una "amenaza para la paz", "que recuerda a las peores horas de la Guerra Fría". Pero cuando Lituania y Polonia decidieron construir miles de kilómetros de cercas de alambre de púas, esto se llamó "proteger las fronteras europeas" y "hacer un servicio muy importante"...

El gobierno populista de Polonia, después de haber sido vilipendiado rotundamente por sus medidas contra el aborto y sus declaraciones euroescépticas, de repente está en el centro de atención. Esta crisis es una verdadera bendición para la imagen de Polonia frente a sus "socios europeos". Claramente, si el estado polaco está haciendo un gran "servicio", es porque está haciendo el trabajo sucio de los otros estados de la UE sin pensarlo dos veces.

Recordemos que las "grandes democracias" de Europa, cuando no encierran a los solicitantes de asilo en campos de concentración abyectos, como Moria en Grecia, lo que hacen es subcontratar la "gestión de los flujos migratorios" a regímenes bien conocidos por su "respeto a la dignidad humana": Turquía, Líbano, Marruecos o Libia, donde el peor tipo de traficantes de esclavos todavía operan bajo la mirada benevolente (y la billetera) de la Unión Europea. Al otro lado del Atlántico, el presidente Biden, que había prometido solemnemente romper con la repugnante política migratoria de su predecesor, está demostrando ser igual de brutal: desde septiembre, su administración ha estado "evacuando" a miles de migrantes a un infierno haitiano, casi 14.000, según los medios estadounidenses.

Los Estados "democráticos" siempre se presentan como garantes de la "dignidad humana", pero la realidad demuestra que no le dan más importancia que los regímenes más "autoritarios". Para ambos, sólo cuentan su cálculo de intereses en el ruedo imperialista.

El "derecho de asilo": una herramienta para construir muros contra los migrantes.

Corresponde a los partidos de la izquierda del capital, desde los ecologistas hasta los trotskistas, blandir una apariencia igualmente hipócrita de indignación. En Polonia y otros países europeos, se han celebrado pequeñas manifestaciones, encabezadas por izquierdistas, para exigir la aplicación del "derecho internacional" y la recepción de refugiados en nombre del "derecho de asilo".

Sin embargo, el derecho burgués, con sus convenciones internacionales y sus "derechos humanos", se siente bastante cómodo con las barreras físicas y reglamentarias inhumanas erigidas contra los migrantes: el "derecho de asilo" se aplica poco a poco de acuerdo con criterios ultra selectivos, y frente a los abusos de Polonia, que de hecho son incompatibles con la Convención de Ginebra, los estados europeos solo necesitan mirar hacia otro lado.

Al "luchar por la aplicación de los derechos de los refugiados", las ONG y las organizaciones de izquierda están de hecho abandonando a los migrantes a los impedimentos insalvables de las administraciones, poniéndolos de manera permanente bajo el control de la policía y frente al muro igualmente infranqueable de la burocracia. No hay nada que esperar en el derecho burgués, que sólo expresa los siniestros intereses de la clase dominante y su barbarie. Los "centros de clasificación", los guardacostas que hacen retroceder los frágiles barcos de migrantes (como hace Frontex), los innumerables muros, los subsidios a los países que utilizan regularmente la tortura, todo esto existe bajo el estricto respeto de la "ley".

La única respuesta a los crímenes de la burguesía contra los migrantes es la solidaridad internacional de todos los proletarios. Este es el método que el movimiento obrero siempre ha defendido: cuando se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores en 1864, ya tenía que oponerse a los discursos que acusaban a los inmigrantes de reducir los salarios. Frente a este reflejo nacionalista, afirmó por el contrario "que la emancipación del trabajo no es ni un problema local ni nacional, sino social, que abarca a todos los países en los que existe la sociedad moderna". Entonces como ahora, no podemos caer en los engaños de la burguesía, no son los migrantes los que están atacando nuestras condiciones de vida, sino el capital.

EG, 21 noviembre 2021

Refugiados ahogados en el Canal de la Mancha: el asesino es el capitalismo.

El miércoles 24 de noviembre de 2021, 27 refugiados se ahogaron, cerca de Calais, en su intento de cruzar el Canal de la Mancha. Desgraciadamente, esta tragedia no es nueva: desde la primera década del 2000, más de 700 personas se han ahogado en el desesperado intento por cruzar el Canal de la Mancha.

En todo el mundo, las poblaciones huyen de la pobreza, la guerra, la violencia de bandas y mafias y también de los desastres climáticos. Regiones enteras del mundo se están convirtiendo en lugares en los que vivir es una completa pesadilla. Estas migraciones masivas, que alcanzaron niveles sin precedentes en 2015, se han vuelto a intensificar dramáticamente debido a la aceleración de la miseria económica y social provocada por la Covid. A pesar de los muros fronterizos y la feroz represión a la que se enfrentan los migrantes, en las últimas semanas se está produciendo la concentración de refugiados en la frontera polaca, con el ánimo puesto en la búsqueda de una posibilidad de futuro, lo que les obliga a soportar situaciones dramáticas, cuando no la muerte.

Después del acuerdo de Le Touquet, en febrero de 2004, entre Gran Bretaña y Francia, las medidas coercitivas se han vuelto cada vez más brutales y sistemáticas. Recordemos el salvajismo de la policía francesa cuando desmanteló la llamada "Jungla" de Calais, el 25 de octubre de 20163. En todas partes, el único medio con el que los estados burgueses se ocupan de la "cuestión de los migrantes" se reduce a la violencia policial y una vigilancia orwelliana que obliga a los refugiados a correr cada vez más riesgos, en este caso tratando de cruzar el canal en botes de goma. A la indecente pugna política entre Boris Johnson y Emmanuel Macron tras la tragedia en el Canal de la Mancha, podemos añadir declaraciones cínicas como las del ministro francés Darmanin, que justificó de inmediato la política de la UE de militarizar costas y fronteras, al tiempo que culpaba a los traficantes de personas: "los mayores culpables de esta situación injusta son sobre todo los traficantes de personas". Palabras similares pronunció Johnson, que habló de que las bandas criminales "son las que se benefician de la situación”.

Es cierto que los traficantes de personas son explotadores sin conciencia de la miseria humana, pero los políticos de las grandes democracias no son menos criminales. Son ellos y sus hipócritas políticas los que están detrás del surgimiento y florecimiento de los traficantes de personas, y como resultado los migrantes son cada vez más criminalizados por la creciente dificultad a la que se enfrentan al verse obligados a ir de un país a otro. La burguesía está buscando un chivo expiatorio para encubrir sus propias políticas inhumanas. Las organizaciones criminales se utilizan para ocultar al verdadero criminal: el capitalismo. Así como los medios de comunicación señalan con el dedo a Lukashenko4, como si fuera el único que instrumentaliza a los refugiados. Este por su parte señala como culpables a las bandas criminales, que son las que le sirven de coartada.

Lo que ninguno de los políticos puede decir, es que sus políticas están dictadas por la obligatoriedad de defensa de la propiedad privada y el capital nacional. Entre todos los que se ven obligados a convertirse en refugiados, sólo aquellos que están adecuadamente calificados y cuya fuerza de trabajo puede ser utilizada de manera rentable, son aceptables para el capital. Todo lo demás deben ser rechazado mediante barreras físicas o administrativas, y cada vez más por la represión y la fuerza armada. La ley aplicable por el capital es que " se abran las fronteras" solo cuando se adapta a las necesidades de explotación y ganancia. Desde su perspectiva, los cuerpos en las playas son solo un precio menor que pagar, un daño colateral sin mayor importancia.

WH 29.11.21

1 Esta forma de proceder es idéntica a la que hubo entre Marruecos y España en mayo de 2021 donde los emigrantes fueron utilizados por ambos como arma en su pugna económica e imperialista. Ver Ceuta: los emigrantes, moneda de cambio de las pugnas capitalistas https://es.internationalism.org/content/4680/ceuta-los-emigrantes-moneda-de-cambio-de-las-pugnas-capitalistas

2 «En ausencia de una política común de acogida, Europa desestabilizada por Bielorrusia», Mediapart (11 de noviembre de 2021).

3 Le Touquet es la localidad francesa en la que británicos y franceses firmaron un acuerdo en 2003, que entró en vigor un años después, por el que se establecían puestos de control fronterizo para el control de los emigrantes. Básicamente el acuerdo hacía de la localidad francesa de Calais el puesto fronterizo de acceso a Gran Bretaña, con la presencia de agentes británicos. A cambio los británicos correrían con los gastos. El acuerdo no tenia fecha de caducidad mientras no fuera denunciado por una de las partes. Con esto lo que se consiguió fue que Calais pasara a ser una “jungla” de chabolas en las que se hacinaban en condiciones infrahumanas más de 10.000 emigrantes, esperando el milagro de cruzar, hasta que en 2016 fue brutalmente desmantelado por la policía francesa.

4 Presidente de Bielorrusia país fronterizo de Polonia.

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