Huelga de los obreros de la agroindustria en Perú

Printer-friendly version

Las condiciones de vida de los trabajadores de la Agroindustria.

Después de la Reforma Agraria que implementó el gobierno militar de fines de los 60[1], asistimos desde mediados de la década de los 90 a un proceso de reconcentración de las   tierras en una serie de grupos industriales burgueses, que desde entonces las dedican al pingue negocio de la Agro - exportación de frutas y hortalizas al mercado norteamericano y europeo.  Las mayores empresas se ubican al norte (La Libertad, Lambayeque, Ancash) y al sur de Lima (Ica).Actualmente estos capitalistas agrarios son dueños de casi medio millón de hectáreas y del agua en esas regiones, gozando además de incentivos y exoneraciones tributarias  otorgadas por los sucesivos gobiernos de turno. La Agroindustria peruana se ha convertido en la "niña mimada", en el "sector bandera" de la economía peruana (tradicionalmente acaparado por la minería) y es el que hoy genera las mayores ganancias y goza de abundantes incentivos y jugosas exoneraciones tributarias por parte del Estado.

Los obreros que laboran en esas fábricas y tierras provienen de la migración y de los poblados que rodean las propiedades y a medida que el sector entraba en bonanza mayor era la contratación de "mano de obra". Tantos obreros han sido contratados que la burguesía hablaba de Ica como de una "región modelo con pleno empleo", una suerte de paraíso económico, digno de imitarse en el resto del país. Pero la propaganda del Estado y los capitalistas agroindustriales no hacían sino ocultar las tenebrosas condiciones de explotación de los obreros agrarios. Salarios miserables de 39 o menos soles diarios; no CTS[2] ni gratificaciones; presión y chantaje para aumentar la productividad y cuotas de productos. Largas jornadas que empiezan a las 3 am hasta entrada la noche, bajo un sol abrazador y en posturas y labores dañinas para la salud, debiendo soportar además los gritos y maltratos de los capataces, siendo obligados los trabajadores a laborar en silencio prohibiéndose cualquier tipo de ayuda o solidaridad entre ellos. La necesidad de fuerza de trabajo ha llevado a los capitalistas incluso a contratar niños para la recolección. Por supuesto, todo acompañado de la permanente amenaza de despido o el no pago del jornal si es que hubiera reclamos contra estas miserables condiciones de trabajo.

El paro agrario en la coyuntura política peruana actual

Desde la vacancia a Pedro Pablo Kuczynski a finales de 2017 hasta la fecha, han desfilado por el Congreso 4 presidentes. El penúltimo solo duró una semana en el poder. Además, el actual “gobierno de transición”, que no completa todavía un mes en su ejercicio, ya ha tenido tres ministros del Interior. Los hechos de corrupción crecen sin parar, como un cáncer que carcome las instituciones burguesas y que tanto “denuncian” los medios de comunicación, no son más que una expresión agudizada de la fase histórica de descomposición del sistema capitalista[3]. Mientras todo esto sucede, las ganancias de los grandes capitales peruanos aumentan, alcanzando niveles que hacen que sus potentados en nada se lamenten de la pandemia. La prolongación de esta situación en el tiempo, a lo que se agregan el impacto económico y social de la pandemia, la incapacidad de desarrollar una estrategia sanitaria capaz de frenar la ola de contagios y finalmente, las maniobras de las facciones burguesas confrontadas en el congreso, que terminaron en la vacancia del expresidente Martín Vizcarra, fueron la gota que derramó el vaso. La explosión de la indignación social llevó a los hechos del 14 de noviembre, con la muerte de dos jóvenes, lo que aumentó la presión sobre la cúpula gubernamental, que no habría vacilado en continuar asesinando si así fuese necesario. En este ambiente de protesta y reclamo, surge el paro agrario. Todo hace suponer que se aprovechó este momento para plantear lo que posiblemente ya venía gestándose en este sector de la producción. Además, hay que hacer notar que a pesar de que el sistema capitalista está hundido en la crisis económica y que la burguesía peruana no escapa a sus efectos, esta ha podido, por el momento, mantener cierto control sobre la situación social. Es cierto que una de las tendencias dominantes del capitalismo en descomposición es que la burguesía pierda el control sobre sus fuerzas políticas, como se explicó al principio de este apartado; sin embargo, esta comprendió rápidamente que podría acabar en otra versión de lo ocurrido en otros países, como Chile[4], por ejemplo. La actitud obstinada, predominante hasta el breve gobierno de Merino, dio paso a una más “conciliadora”, más “atenta a las demandas del pueblo”. En vez de plantear una Constituyente o una reforma de la Constitución, como paliativo inmediato, se proyecta la idea de que habrá que esperar hasta las elecciones del próximo año, para llevar a buen puerto al “gobierno de transición”. Por el momento, este gobierno de turno vende la mentira de que los reclamos de los trabajadores serán escuchados, que las injusticias cometidas serán enmendadas. Algunas evidencias al respecto, serían la derogación de la Ley de Promoción Agraria, para evitar, además, que la conflictividad social pase a ser liderada por los trabajadores, la aprobación por parte del Congreso de la devolución del dinero a los aportantes del sistema de pensiones (ONP), aprobación por el Congreso de ley de formalización de taxis colectivos, así como la aprobación de la eliminación de la inmunidad parlamentaria,  planteamiento político burgués surgido mucho antes de la llegada de la pandemia. A esto se suman otros hechos, como la reforma de la Policía Nacional y el pase a retiro de parte del alto mando policial. Esto parece indicar, que el sector de la burguesía que está ahora a la cabeza del Estado y algunos partidos en el Congreso, enfilan sus baterías en una estrategia con tufo populista, de manera de asegurar una participación exitosa y nuevas cuotas de poder en los comicios del año entrante. En síntesis, esto indica que las facciones burguesas son capaces de poner a un lado momentáneamente sus diferencias y actuar de forma coordinada, cuando los trabajadores aparecen en escena y cuando sus prebendas y beneficios económicos se ven amenazados. También, muestra que el arsenal ideológico y los engaños no se han agotado y que los trabajadores no debemos caer en sus trampas ni confiar en sus promesas. Aunque la burguesía peruana ha logrado correr la arruga, debemos estar conscientes de que, a final de cuentas, no será capaz de dar respuesta a los graves problemas sociales ni renunciará a continuar explotando al proletariado; tampoco será capaz de evitar las confrontaciones en su seno, cada facción seguirá defendiendo con uñas y dientes sus cuotas de poder.  Solo una acción unida, organizada de los trabajadores, poniendo en práctica los métodos de lucha naturales al movimiento obrero, podrá poner fin a esta pesadilla del capitalismo en descomposición.

La huelga obrera se situó plenamente en el terreno de clase

Afirmamos que a diferencia de las movilizaciones ciudadanistas en Lima, esta huelga de los obreros de las empresas agroindustriales ha tenido un neto contenido de clase. El proletariado demostró su fuerza y capacidad cuando asume directamente su lucha contra la explotación. Las obreras y obreros de Ica comenzaron protestando contra las insoportables y tormentosas condiciones de trabajo y a la vez que paralizaba las labores, se dirigía a tomar la carretera Panamericana para hacerse oír.

Fortalezas:

- La huelga es la principal arma de lucha de los trabajadores. Así lo comprendieron los obreros de los diversos fundos y empresas que coordinaron paralizar en masa y salir a la carretera. Asimismo, los obreros y obreras dirigieron directamente, sin intermediarios, la lucha plasmando diversas formas de auto organización como los piquetes o las ollas comunes. En Ica, la inexistencia de sindicatos impidió cualquier tipo de maniobreo o subordinación de los huelguistas al desviacionismo y el boicot a la lucha propios del sindicalismo.

-Se manifestó una clara identidad de clase y el llamado a que otros trabajadores se solidaricen y se sumen a la lucha. Pudimos oír frases tales como "Nosotros los obreros somos los que producimos la riqueza para que ellos estén bien"; o “abajo la explotación”, “aumento de salario", etc. Todo esto, marca una neta diferencia, por ejemplo, con las movilizaciones ciudadanistas en Lima, dos semanas antes. Todas las reivindicaciones y pancartas de los trabajadores agitaban consignas CONTRA LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA. Ningún llamado propio de la letanía democrática como "Nueva constitución”, “derechos del pueblo" o "defensa de la patria" se escuchó en los 5 días de lucha obrera.

Y, pese a la brevedad de la huelga, los obreros de Ica recibieron la solidaridad de sus hermanos de clase de los valles de Moche y Viru, en el Norte, quienes, a su vez, impulsaron la huelga en su zona con el saldo de un obrero asesinado por las hordas policiales.

DEBILIDADES:

-Pese al fuerte instinto de clase que marcó la huelga, las debilidades que aquejan en la actualidad al proletariado mundial se pudo ver reflejado también en esta lucha. Por ejemplo, la ilusión legalista y democrática de creer que la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria, es un "triunfo" cuando en realidad es que un cambio de leyes jamás puede cambiar la situación objetiva de la explotación cuya raíz es la diferencia de clases, la explotación asalariada, el Estado burgués, el Capitalismo. Nada de eso se pudo percibir.  La huelga no logró superar un estadio reivindicativo, necesario, pero no suficiente para avanzar hacia la solución de los graves problemas que aquejan al proletariado y a toda la humanidad oprimida.

-Algunas manifestaciones nacionalistas, tales como enarbolamiento de algunas banderas peruanas en las barricadas, pero pocas comparadas con la orgia patriotera exhibida por los manifestantes de las marchas ciudadanistas en Lima.

En síntesis, aunque estas protestas del sector agrario comparten un contexto político y social, signado por las pugnas entre facciones de la burguesía y el impacto económico y social de la pandemia, ellas se diferencian de las que se dieron en los días cercanos al 14 de noviembre. En ese sentido, nada tienen que ver con el lamento impotente del movimiento ciudadano, con el resentimiento de sectores de la pequeña burguesía que se sienten desplazados y amenazados por la crisis, que se ven cada vez más cerca de la pobreza que azota a otras capas explotadas y que fijan sus esperanzas en una imposible “regeneración moral” de la podrida élite política. La lucha del proletariado, en nada se parece a los lloriqueos de toda esa panda de periodistas, intelectuales y políticos, que piden instituciones fuertes “que pongan orden”, que repriman toda manifestación de protesta o indignación de la población, apagándolas a sangre y fuego. Tampoco se parece a las acciones desesperadas y estériles del terrorismo o del golpismo, hijos predilectos del voluntarismo fanático de las ideologías pequeñoburguesas, que también quieren imponer sus propios intereses y asumir la dirección del Estado para continuar la explotación de los trabajadores. En el fondo, el objetivo final del proletariado es destruir el sistema capitalista, con todas sus instituciones, no cambiar a un verdugo por otro, a una gerencia por otra, que dejaría intacta la maquinaria que perpetua la miseria social y que amenaza la existencia misma de la humanidad.

La represión del Estado no se hizo esperar

Al momento del cierre de este artículo, los trabajadores agrarios han vuelto a la escena, esta vez, para reclamar la no aprobación en el Congreso de un texto que represente un nuevo régimen laboral.  Nuevas acciones de bloquear la carretera Panamericana Sur por un día se desarrollaron, ya que no se aprobó lo solicitado, es decir, una remuneración basada en el 45% del salario mensual, esto significa 73 soles por jornada fuera de gratificaciones y CTS. Este amago de la burguesía, que encierra el peligro de meter la lucha en un laberinto burocrático, hasta agotarla y desmoralizar a los trabajadores, para quitar potencia a su iniciativa, es una treta ya conocida, con los sindicatos como cómplices.

Si bien ha habido alguna expresión de auto organización, ha habido debilidades. Se nota una gran decisión por luchar, pero no habido asambleas y/o un Comité de Huelga que centralice la lucha. Se ha confiado la negociación a los "dirigentes" y pasivamente se han sentado a esperar por 15 días. Cuando han visto que el Congreso no aprobaba el pedido de aumento de salarios, inmediatamente los obreros han salido a cuestionar que los estén engañando y han retomado nuevamente la huelga.

 Los trabajadores ahora piden también la destitución del actual presidente y la reyerta ha dejado hasta ahora un saldo de 26 policías heridos, además, desde el Ministerio del Interior se pidió a los manifestantes que despejen la vía y se escuchan voces que claman por imponer “mano dura”. En un acto de provocación, infiltrados en la protesta quemaron una ambulancia, lo cual es parte de una estrategia, apoyada por los medios de comunicación, para crear en la población una matriz que rechace la protesta. Finalmente, el gobierno de Sagasti desata una brutal represión contra los trabajadores, ahogando a las comunidades aledañas a la protesta en gas lacrimógeno, usando incluso armas de fuego contra los manifestantes, causando heridos, utilizando helicópteros y carros de combate, para apoyar un enorme contingente de fuerzas policiales y militares que no repararon en desatar su furia contra una población indefensa, alegando que no son manifestantes sino “vándalos” que quieren causar un daño a los vehículos en incluso a las propiedades de los grandes empresarios. Las empresas agrícolas han suspendido sus operaciones, pidiendo el “restablecimiento del orden público, la seguridad y libre tránsito” en La Libertad e Ica, señalando que la paralización se mantendrá “hasta que se restablezca el Estado de derecho”. Estas acciones están dirigidas, primero, a crear una imagen caótica, desastrosa y sin sentido de la protesta, para satanizarla, además, dividir a los trabajadores, utilizando el chantaje de que la paralización de actividades significará pérdidas de ingreso y empleo para unos 100 mil trabajadores. No contentos con esto, las grande empresas tratan de descargar todo el rechazo que sienten los trabajadores por la explotación que sufren en otras más pequeñas, diciendo que “muchos trabajadores del campo han visto vulnerados sus derechos durante muchos años por culpa de empresas tramposas” [5] , con lo cual tratan de confundir con respecto a su responsabilidad directa en la precarización de las condiciones salariales y de vida de los trabajadores, además de la hipocresía que exhiben, ya que no dicen nada de los costos de producción que reducen contratando a estas pequeñas empresas intermediarias.  

Hay que destacar, que uno de los aspectos centrales de la estrategia de la burguesía, es mantener enredados a los trabajadores en el fetichismo democrático[6] , en la falsa visión que considera al Estado no como el aparato de dominio de los capitalistas sobre la clase trabajadora sino como una suerte de árbitro, de poder neutral, por encima de las clases, del cual pueden, presionándolo, hacerlo interceder para así, obtener leyes que reconozcan mejoras y aumentos. Esta visión, es alimentada por supuesto por todas las organizaciones la izquierda del Capital,  como las Federaciones y sindicatos agrarios, las ONG como CONVEAGRO, la CGTP, congresistas de izquierda y algunos dirigentes de los propios obreros en lucha, que, cual bomberos, están negociando con las patronales y el Ministerio del trabajo negociaciones en las cuales  todos están de acuerdo en afectar lo menos posible las ganancias de la burguesía agroindustrial, limitando el aumento de salario a 54 soles, lo cual ha provocado que los obreros indignados hayan salido de nuevo a tomar las carreteras en Ica y los valles norteños. Los obreros intuyen que en esas altas esferas de negociación se está cocinando una nueva estafa contra ellos, que los están "meciendo”, sin comprender que esos grupúsculos que negocian en su nombre son parte también de la clase explotadora.

Aunque los trabajadores no pueden renunciar a las luchas reivindicativas, momento que puede ser aprovechado para debatir y sacar lecciones, deben comprender que quedarse en este terreno es una trampa que siempre llevará al callejón sin salida de las trampas leguleyas y del respeto a la Constitución. La verdadera liberación de los trabajadores vendrá cuando hagan saltar en pedazos al orden burgués, con sus leyes, sus constituciones y sus sindicatos, planteando así una verdadera transformación que libere también a la humanidad de este sistema social putrefacto.

Internacionalismo Perú sección de la Corriente Comunista Internacional 24/12/2020

 

[1]Gobierno del general Velasco Alvarado (1968-75) que se presentó como “gobierno del pueblo” con una fuerte demagogia nacionalista y popular.
[2]CTS: Compensación por Tiempo de Servicio, es una indemnización por despido o finalización de contrato laboral. Es bastante miserable.
[3]  “Así, la fase de descomposición de la sociedad capitalista no aparece únicamente como la continuación cronológica de las caracterizadas por el capitalismo de Estado y la crisis permanente. En realidad, las contradicciones y expresiones de la decadencia del capitalismo que la han ido marcado sucesivamente en sus distintas fases se mantienen e incluso se han profundizado, de tal modo que la fase de descomposición es la resultante de la acumulación de todas esas características de un sistema moribundo, la fase que remata tres cuartos de siglo de agonía de un modo de producción condenado por la historia […] La ausencia total de perspectivas de la sociedad actual se expresa con todavía mayor evidencia en lo político e ideológico. Por ejemplo: la increíble corrupción que está aumentando, prosperando en los aparatos políticos, la oleada de escándalos en la mayoría de los países, como en Japón, donde resulta cada día más difícil distinguir aparato de gobierno y hampa gansteril […]”.  https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[4] Ver una colección de artículos sobre los acontecimientos chilenos en Chile: EL DILEMA NO ES DICTADURA – DEMOCRACIA SINO BARBARIE CAPITALISTA O LUCHA DE CLASES PROLETARIA https://es.internationalism.org/content/4615/chile-el-dilema-no-es-dictadura-democracia-sino-barbarie-capitalista-o-lucha-de-clases
[5] https://elcomercio.pe/economia/peru/firmas-agricolas-anuncian-suspension-de-operaciones-para-evitar-violencia-contra-sus-instalaciones-nndc-noticia/
[6]  “Esa visión idílica y crédula de la «democracia» es un mito. La «democracia» es el taparrabos ideológico que sirve para ocultar la dictadura del capital en sus áreas más desarrolladas. No hay diferencia fundamental de naturaleza entre los diferentes modelos que la propaganda capitalista opone unos a otros por las necesidades de sus campañas ideológicas de mistificación. Todos los sistemas pretendidamente diferentes por su naturaleza, que han servido de estandarte a la propaganda democrática desde principios de siglo, son expresiones de la dictadura de la burguesía, del capitalismo. La forma, la apariencia pueden variar, pero no el fondo […] En su forma más sofisticada de la dictadura del capital que la «democracia» es, el capitalismo de Estado debe afrontar el reto de hacer creer que reina la mayor libertad. Para ello, a la coerción brutal, a la represión feroz se le prefiere, cuando es posible, la manipulación suave que permite llegar al mismo resultado sin que la víctima se entere.https://es.internationalism.org/revista-internacional/199404/1856/como-esta-organizada-la-burguesia-i-la-mentira-del-estado-democrat

Situación nacional: 

Geografía: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Rubric: