Campañas ideológicas: ¡propaganda imperialista, bárbara y criminal!

Printer-friendly version

En todas las guerras, las armas clásicas e ineludibles de los Estados son las de la propaganda masiva, la manipulación y la desinformación. Las grandes potencias democráticas han sido, desde la Primera Guerra Mundial, un verdadero crisol para el control mental, un laboratorio para imponer la "unión sagrada", para obtener el apoyo a la guerra por parte de la población, en particular del proletariado, y para obtener el "consentimiento" a los sacrificios. Manipular la opinión sigue siendo el objetivo central de la clase dominante para ocultar sus crímenes y preparar otros nuevos.

La guerra imperialista en Ucrania no es una excepción a estas innobles empresas de manipulación y propaganda. Las potencias democráticas, especialmente en Europa Occidental, son las que tienen que asegurar la propaganda más sutil y elaborada para tratar de legitimar sus sangrientas empresas ante un proletariado que tiene la mayor experiencia de lucha y uno de los niveles de educación más altos del mundoi.

 

Manipulación y propaganda en torno al conflicto de Ucrania

En vísperas del conflicto en Ucrania, como siempre, los jefes de Estado y los gobiernos se defendían, con la mano en el corazón, para hacer todo lo posible por "preservar la paz". Mientras las tropas rusas se concentraban en la frontera de Ucrania, Putin pretendía no tener intenciones bélicas y hablaba de meras "maniobras militares". También se había comprometido a una retirada parcial de sus tropas antes de su reunión con el canciller alemán Olaf Scholz, que dijo estar "encantado" con la noticia. Incluso después del inicio de la invasión, Putin nunca habló de "guerra", una palabra totalmente prohibida, sino de una "operación especial".

En cuanto a Joe Biden, que anunciaba de antemano los planes de Putin, precisando que Estados Unidos no intervendría en caso de conflicto, dando así luz verde al amo del Kremlin para lanzar sus tropas y su país a una trampa, se presentó ante el mundo como un hombre de paz, deseando, según sus palabras, "dar todas las oportunidades a la diplomacia".

Zelensky era también un defensor de la paz, una "víctima pacífica", valiente, decidido y "lleno de heroísmo". Así, por ejemplo, durante su discurso del 23 de marzo ante la Asamblea Nacional en Francia, se dirigió a un grupo de diputados que se habían dejado ganar y seducir de antemano: " [...] ¿Cómo podemos parar esta guerra? ¿Cómo podemos instaurar la paz en Ucrania? [...] Debemos actuar juntos, presionar juntos a Rusia para buscar la paz”.

Detrás de los discursos de paz, la tesis del pequeño país como víctima e invadido, la emoción y la voluntad de combate del inefable Putin. La trampa de una "guerra defensiva" estaba preparada desde el principio. Zelensky pudo entonces movilizar por la fuerza en suelo ucraniano a la carne de cañón, hombres de 18 a 60 años, para "defender la patria", pidiendo sin cesar "armas para Ucrania" a los occidentales "solidarios", instrumentalizando innoblemente la angustia de los refugiados con fines puramente políticos y guerreros.

En 1914, el bloque de la Entente ya había utilizado el mismo tipo de explotación ideológica contra las potencias de la Triple Alianza. Entonces se consideró a Alemania como la única "responsable" de la guerra por su invasión de la pequeña Bélgica, país que había sido entregado a los "sucios alemanes", a una "horda de bárbaros". El presidente francés Poincaré, que había estado preparando frenéticamente la guerra entre bastidores con Rusia y su aliado británico, fue al mismo tiempo un campeón de la paz, como lo demuestra su discurso del 14 de julio de 1915, en el que, en plena guerra, dijo: "Durante muchos años nuestra esforzada democracia había disfrutado de la obra de la paz. Habría considerado como criminal, o como insensato, a cualquier hombre que se hubiera atrevido a alimentar proyectos belicosos". ¡El colmo del cinismo y la hipocresía! Unos días después, el 19 de julio, en un discurso en el Reichstag, el Canciller alemán dijo prácticamente lo mismo: "No deseamos la guerra, [...] fue la paz lo que nos hizo prosperar". ¡Su desgracia había sido atacar primero!

Como una repetición, en septiembre de 1939, la invasión de Polonia volvió a aparecer como el ataque de un "lobo" contra el "cordero inocente" y no como el resultado de una lógica propia del capitalismo y del imperialismo. ¡La "voluntad de paz" y el "victimismo" son grandes clásicos!

¡Incluso Hitler se declaró a favor de la paz! En 1938, en Berlín, respecto a las relaciones franco-alemanas, declaró al embajador francés su deseo de que fueran "pacíficas y buenas". Y el diplomático Von Ribenttrop repetía a menudo que "el Führer no quiere la guerra".ii También fue en nombre de la "paz" y del "antifascismo" que el proletariado se vio arrastrado a la guerra.

Como nadie "quiere la guerra", aunque sea el modo de vida del capitalismo decadente, es necesariamente, para cada bando, obra del adversario. Así, para Putin, la culpa es del régimen ucraniano, formado por "nazis", "perseguidores de las minorías rusoparlantes" que luchan "contra las libertades y la democracia". Por supuesto, también culpa a otra "parte responsable", las fuerzas de la OTAN que lo rodean desde hace décadas y que buscan "debilitar a Rusia".

La propaganda de Zelensky y de los occidentales que lo apoyan militarmente, hace que las cosas sean aún más perniciosas y peligrosas para las poblaciones y el proletariado de Occidente, ya que la "pequeña y pacífica Ucrania" aparece así, como "estrangulada por el ogro ruso". Efectivamente, entre todos los gánsteres imperialistas implicados en este conflicto, Putin es el que ha jalado primero. En cuanto comenzó la guerra, pasó de ser una persona non grata a un "loco sediento de sangre". ¡La demonización (facilitada en este caso por la personalidad de Putin y sus antecedentes estalinistas) es también un gran clásico de la propaganda!iii

Durante la Primera Guerra Mundial, el ejército alemán y sus soldados también fueron presentados como monstruos, acusados de "violar, torturar y degollar fríamente a los niños"iv. La guerra actual y sus imágenes, la explotación de los cadáveres que yacen en el suelo, las imágenes de las ciudades devastadas, la multiplicación de las investigaciones internacionales sobre los "crímenes de guerra"v cometidos por el ejército ruso, el silencio casi total sobre las exacciones del ejército ucraniano en el lado occidental, la acumulación de burdos montajes en el lado ruso, todo ello acompañado de una ciber propaganda que llena la mente de humo, dan testimonio de una intensa y cotidiana guerra de información.

Por eso, aunque esta guerra sea considerada preocupante por las poblaciones occidentales, éstas pueden acabar apoyando insidiosamente el envío de "armas para Ucrania" con el fin de "dar una lección al invasor". En otras palabras: ¡alimentar la guerra y las masacres en nombre de una respuesta "legítima" y "defensiva"!

 

Todos los estados son imperialistas

En esta guerra que golpea brutalmente a Europa, en la que la tierra quemada y la irracionalidad total revelan el completo absurdo de una aventura trágica y bárbara, las grandes potencias democráticas occidentales desempeñan ahora el hermoso papel de fiscal. Aparecen como "pacíficos", ante una especie de hechos consumados que no dependen de su propia voluntad, sino de la de un hombre, el frío y cínico dictador suicida Putin.

En realidad, como ya señaló Rosa Luxemburgo, todos los Estados, grandes o pequeños, son verdaderos bandidos que sólo defienden sus sórdidos intereses imperialistas, como también nos recuerda nuestro volante internacional: "Desde principios del siglo XX, la guerra permanente, con todos los terribles sufrimientos que engendra, se ha convertido en algo inseparable del sistema capitalista, un sistema basado en la competencia entre empresas y entre Estados, en el que la guerra comercial desemboca en la guerra armamentística, en el que el agravamiento de sus contradicciones económicas, de su crisis, atiza cada vez más los conflictos guerreros. Un sistema basado en la ganancia y la explotación feroz de los productores, donde éstos se ven obligados a pagar el precio de la sangre después de haber pagado el precio de su sudor”vi.

Evidentemente, si la responsabilidad de los rivales de Putin es más difícil de percibir tras las cortinas de humo de la propaganda occidental, no está menos presente. La acción de estas potencias imperialistas en el seno de la OTAN, suministrando armas a Ucrania en grandes cantidades, alimentando una guerra enconada, demuestra ampliamente su responsabilidad en la lógica irracional del militarismo, y la planificación masiva de la destrucción por las armas. Al frente de estos gánsteres, actores de la aceleración del desorden y el caos, el Estado imperialista de Biden no es el menos inteligente. Al atrapar a Rusia y a los aliados de Europa Occidental con sus declaraciones, dando implícitamente luz verde a Putin, expresó el maquiavelismo de su estrategia.

El hecho de empujar al adversario a entablar él mismo las hostilidades es un clásico. Esto ya lo mostró Alfred Rosmer a propósito de la Primera Guerra Mundial, citando a un antiguo senador, Jacques Bardoux, expresándose sobre las provocaciones que llevaron a Alemania a atacar primero: "¿Cuándo una guerra es ofensiva o defensiva? Los epítetos se prestan a mil interpretaciones. Son la expresión de opiniones móviles y cambiantes. Cuando un diplomático es hábil, la guerra que provoca nunca es ofensiva. Parece que se defiende cuando ataca"vii.

A través del cordón sanitario que la OTAN ha erigido alrededor de Rusia desde el colapso de la URSS, a través del deseo de incorporar a la Alianza a nuevos países como Finlandia y Suecia, el gobierno de Biden, al igual que sus aliados europeos occidentales momentáneos y forzados, "parece que se defiende cuando ataca". Esa es su fuerza. Pero al mismo tiempo, esta empresa criminal es expresión de una debilidad histórica más fundamental, ya que la dinámica del militarismo trae consigo el caos, la irracionalidad y la destrucción.

En realidad, todos los dirigentes de las potencias imperialistas opositoras que gritan horrorizados ante los abusos de Putin son los mismos que tienen las manos manchadas de sangre y terminan acelerando aún más la dinámica mortal del desorden mundial. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esas mismas potencias aliadas no eran en absoluto los "caballeros de la libertad" que pretendían ser, sino bárbaros actores del imperialismo que defendían sus propios y sórdidos intereses: "los occidentales no intervienen para destruir el nazismo ni para conjurar la amenaza de un régimen totalitario. Lo que está en juego es el equilibrio europeo"viii. En realidad, este "equilibrio europeo" no era más que una cuestión de equilibrio de poder entre gánsteres imperialistas.

Hoy, Europa se ve amenazada por un caos mayor en este vasto combate de intereses. Digan lo que digan, son las grandes potencias mundiales las que maniobran. Los mismos que en el pasado cometieron las peores exacciones, siempre en nombre del "bien". Pensemos en los "bombardeos estratégicos" de 1943, cuando los aliados lanzaron alfombras de bombas incendiarias sobre los barrios obreros de Dresde y Hamburgo, matando al menos a 250,000 personas. Más recientemente, no olvidemos que las fuerzas estadounidenses arrasaron ciudades enteras como Fallujha en Irak en 2004. Hoy en día, la amenaza atómica y el aterrador bombo de las armas nucleares no deben hacernos olvidar que quienes las utilizaron por primera vez en Japón estaban comprometidos con los mismos valores de "paz", "libertad" y "democracia". ¡Aunque no estaban en absoluto acorralados militarmente, estos mismos asesinos habían considerado seriamente en los años 1950 vitrificar a Corea con armas nucleares!

No hay que hacerse ilusiones, el capitalismo en descomposición sólo puede traer guerra y caos, destrucción, crisis, epidemias y todas las plagas. El proletariado no debe olvidar el lavado de cerebro que ha sufrido durante todas las guerras del pasado. Hoy, debe repeler absolutamente la propaganda de lavado de cerebro de todos los beligerantes y la de los belicistas que los acompañan. Los que se dejan engañar pueden pensar que los suministros de armas a Ucrania son una "solución", aunque insatisfactoria, porque el proletariado no es capaz de detener la guerra inmediatamente. Pero, lejos de evitar el sufrimiento, esta opción sólo puede alimentar la ola de asesinatos al dinamizar las fuerzas destructivas de las que ambos bandos son responsables como agentes del capitalismo. Sólo la conciencia de clase y las lecciones del pasado permiten a los revolucionarios denunciar las mentiras de la burguesía para que el proletariado pueda evitar quedar atrapado en la lógica de la guerra y pueda así, desarrollar su lucha de clase.

WH, 11 de junio de 2022

i A diferencia del proletariado de Ucrania, que ha sido golpeado y reclutado, y del proletariado de Rusia, que es extremadamente frágil y muy permeable, el proletariado de Europa Occidental, aunque es incapaz, por el momento, de poner fin al conflicto, no está dispuesto a aceptar el sacrificio de miles de víctimas cada día.

ii Anne Morelli, Principios básicos de la Propaganda de guerra (2001).

iii Este fue el caso, por poner algunos ejemplos, de Saddam Hussein, que se transformó de la noche a la mañana en el "carnicero de Bagdad", de Milosevic en Serbia durante la Guerra de la ex-Yugoslavia, y ahora de Putin.

iv "Nacimiento de la democracia totalitaria”, Revista Internacional nº 155 (verano de 2015).

v Concepto jurídico que legitima la barbarie bélica ordinaria haciendo olvidar que la propia guerra es un verdadero crimen del capitalismo.

vi Véase nuestro volante internacional: https://es.internationalism.org/content/4793/conflicto-imperialista-en-u...

vii Alfred Rosmer, El movimiento obrero durante la Primera Guerra Mundial (1936-1959). También hay que señalar que el argumento "defensivo" fue utilizado por todos los social-traidores en 1914 (la socialdemocracia) para desarmar al proletariado y reclutarlo mejor para la guerra.

viii Philippe Masson, Una guerra total (1990).

Geografía: 

Cuestiones teóricas: 

Rubric: 

Guerra en Ucrania