La constitución del BIPR: un bluf oportunista (1)

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Con la publicación en inglés y francés del primer número de la Communist Review (abril de 1984), el Buró Internacional del Partido Revolucionario, recientemente formado por el Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista) de Italia y la Communist Workers' Organisation de Gran Bretaña, ha encontrado por fin una voz. Este acontecimiento es tanto más importante cuanto que el hundimiento del PCI (Programma Comunista) privó de toda expresión a nivel internacional a las organizaciones surgidas de la tradición "bordiguista" del PCInt fundado en 1943. El reagrupamiento de Battaglia Communista con la Communist Workers Organization es el resultado de un proceso anunciado por el CWO (en Perspectivas Revolucionarias nº 18) después de la 3ª Conferencia Internacional que se celebró en 19801. El medio proletario tenía derecho a esperar, como mínimo, un relato de los debates que permitieron superar sus divergencias programáticas hasta fundar una organización común. Lamentablemente, la fundación del BIRP desciende directamente de las maniobras que sabotearon las Conferencias Internacionales; está hecha del bluff y el oportunismo político, lo que sólo puede desacreditar a las organizaciones revolucionarias, su importancia y el papel que deben desempeñar en la lucha de clases.

La verdadera escisión en las Conferencias Internacionales

Los pueblos primitivos, incapaces de comprender sus orígenes científica e históricamente, inventaron explicaciones míticas de la creación del mundo y de la humanidad. BC y la CWO, que apenas comprenden los orígenes y la función de la organización revolucionaria, han inventado una historia mítica de las Conferencias Internacionales para explicar la creación del BIPR. Aunque no es nuestro objetivo defender aquí nuestra concepción de las Conferencias Internacionales, es necesario hacer una rectificación histórica:

"Ante la necesidad de cerrar filas y relanzar, de forma sistemática y organizada, el trabajo político revolucionario en el seno del proletariado mundial, los revolucionarios se encontraron con una multiplicidad de grupos y organizaciones inconexas. Estos grupos y organizaciones estaban divididos por diferencias teóricas y políticas pero, al mismo tiempo, a menudo ignoraban la existencia y la naturaleza de estas diferencias. Concentrándose en el "localismo" o en abstracciones teóricas, eran por tanto incapaces de desarrollar un papel en los acontecimientos que entonces comenzaban, y que ahora están teniendo lugar... había que arreglar esta situación, y por tanto era necesario hacer todo lo posible para cambiarla... El PCInt respondió a esta necesidad convocando la Primera Conferencia Internacional de grupos que reconoció los siguientes criterios

* aceptación de la revolución de octubre como proletaria

* el reconocimiento de la ruptura con la socialdemocracia que supusieron el primer y el segundo Congreso de la Internacional Comunista,

* rechazo sin reservas del capitalismo de Estado y de la autogestión,

* el reconocimiento de los partidos socialista y comunista como partidos burgueses,

* el rechazo de toda política que someta al proletariado a la burguesía nacional,

* una orientación hacia la organización de los revolucionarios reconociendo la doctrina y la metodología marxista como ciencia proletaria".

(Revista Comunista, nº 1, p. 1)

¡Bravo Battaglia! Pero, ¿por qué era necesario, en 1976, "cerrar filas"? ¿Qué había cambiado desde 1968, cuando el pequeño grupo que se convertiría en Revolution Internationale le pidió que convocara una conferencia, para afrontar la nueva situación creada por las huelgas de 1968? ¿Qué había cambiado desde noviembre de 1972, cuando nuestros compañeros de Internationalism (que más tarde se convertiría en nuestra sección en los Estados Unidos), lanzaron un llamamiento para una "red de correspondencia internacional" con la perspectiva de una conferencia internacional? En aquel momento, ustedes respondieron:

"- que no se puede considerar que exista un desarrollo real de la conciencia de clase,

- que incluso el florecimiento de grupos no expresa otra cosa que un malestar y una revuelta de la pequeña burguesía,

- que hay que admitir que el mundo sigue bajo el talón del imperialismo".

Además, "después de las experiencias que nuestro partido ha tenido en el pasado, no creemos en la seriedad y continuidad de los vínculos internacionales establecidos sobre una base meramente cognitiva (correspondencia, intercambio de prensa, contactos personales y debates entre grupos sobre problemas de teoría y praxis política)". (Carta de BC a RI, 5.12.72, citada en la carta de RI a BC, 9.6.80: véanse las Actas de la 3ª Conferencia Internacional).

¿Qué había cambiado en 1976? ¿La lucha de clases? ¿Las tensiones entre las potencias imperialistas? En vano buscamos una respuesta en los textos del BIPR.

Por el contrario, si releemos el texto de convocatoria de la 1ª Conferencia, descubrimos que el llamamiento de Battaglia no estaba motivado ni por el desarrollo de la lucha de clases (ya que BC ve las oleadas de luchas de 1968 a 1974 como un asunto meramente estudiantil y pequeñoburgués), ni por el desarrollo de las tensiones interimperialistas, sino... por la "socialdemocratización de los partidos comunistas". Desde entonces, este famoso "eurocomunismo" ha resultado ser puramente coyuntural, ligado al periodo de la izquierda en el poder para afrontar la lucha de clases. BC, por su parte, sigue siendo incapaz de comprender el significado de la ruptura con la contrarrevolución constituida por las luchas de 1968-1974.

En cuanto a los criterios de adhesión a las Conferencias, no se encuentra ni rastro de ellos en los textos de BC. Por el contrario, es la CCI la que responde:

"Para que esta iniciativa tenga éxito, para que sea un paso real hacia el acercamiento de los revolucionarios, es vital establecer claramente los criterios políticos fundamentales que deben servir de base y marco, para que la discusión y la confrontación de ideas sean fructíferas y constructivas... Los criterios políticos para participar en dicha conferencia deben estar estrictamente limitados por

1) el rechazo de cualquier mistificación sobre la existencia de países socialistas o en vías de socialismo,

2) el rechazo de cualquier idea de que los PC, PS y otros son organizaciones obreras,

3) el rechazo de cualquier alianza y acción común, incluso temporal, con estas organizaciones, así como con quienes defienden la posibilidad de tales alianzas

4) la denuncia de todas las guerras de supuesta liberación e independencia nacional

5) la afirmación de que la revolución comunista es una revolución de clase y que la clase obrera es la única clase revolucionaria en esta época

6) la afirmación de que 'la emancipación de la clase obrera es la tarea de la propia clase' y que esto implica la necesidad de una organización de revolucionarios dentro de la clase" (2ª carta de la CCI al PCInt, 15.7.76, en las Actas de la 1ª Conferencia Internacional).

Estos son los criterios que propusimos y defendimos incluso antes de las Conferencias. Pero Battaglia Communista puede presumir al menos de una originalidad: la propuesta de un criterio suplementario, el reconocimiento de la Conferencia como parte del "proceso que conduce al Partido Internacional del proletariado, órgano político indispensable para la dirección política del movimiento revolucionario de clase y del propio poder proletario" (Revista Comunista, nº 1, p. 2).

Este criterio fue introducido con el objetivo totalmente "serio" de excluir a la CCI de las Conferencias, y abrir así el camino "a la constitución del partido internacional": "La conclusión de la 3ª Conferencia es el reconocimiento necesario de una situación en fase de degeneración; es el fin de una fase de los trabajos de las Conferencias; es la realización de la primera selección seria de fuerzas... Hemos asumido la responsabilidad que se tiene derecho a esperar de una fuerza dirigente seria". (Respuesta de BC a nuestro "llamamiento al Medio Proletario").

No juzgamos a un individuo por la opinión que tiene de sí mismo, sino por sus actos; del mismo modo, una posición política abstracta y platónica carece de valor: lo importante es su aplicación y su práctica. Por ello, no carece de interés examinar las Actas de la 4ª "Conferencia Internacional", cuyo discurso de apertura anuncia de entrada:

"ahora existen las bases para iniciar el proceso de clarificación sobre las verdaderas tareas del partido... Aunque hoy tenemos un número menor de participantes que en la 2ª y 3ª Conferencia, partimos de una base más clara y seria" (Actas de la 4ª Conferencia Internacional, pp. 1-2).

Ya podemos juzgar la gran "seriedad" de esta Conferencia por el hecho:

-- que el "Comité Técnico" (BC/CWO) es incapaz de publicar el más mínimo boletín preparatorio de la Conferencia, lo cual es tanto más molesto cuanto que la Conferencia se celebra en inglés, mientras que los textos de referencia de BC se publican todos... en italiano;

-- que el grupo organizador de la "Conferencia" es incapaz de traducir la mitad de las intervenciones;

-- que la "Conferencia" se celebre en 1982, y tengamos que esperar... dos años (!) para las Actas. A este paso, ¡tendremos que esperar el periodo de transición antes de que el IBRP decida tomar el poder!

Pero sería mezquino por nuestra parte detenernos en detalles "prácticos" tan poco importantes. Pasemos pues revista a las "fuerzas" que BC y el CWO han "seleccionado seriamente" para "iniciar el proceso de clarificación de las tareas del partido":

-- está 'Marxist Worker' de los EE.UU;

-- está 'Wildcat', también de EE.UU.: no sabemos qué hace Wildcat -una organización de tradición consejista- aquí, pero de todos modos esto no importa, ya que para cuando se reúna la "Conferencia", este grupo ya no existe, ni tampoco Marxist Worker; por lo tanto, es poco probable que sea llamado a contribuir "seriamente" a la construcción del partido;

-- luego está 'L'Eveil Internationaliste' de Francia "que aceptó asistir, pero lamentablemente no pudo hacerlo". (Apertura de la 4ª Conferencia); francamente, no tenemos idea de por qué se invitó a L'Eveil, ya que en la 3ª Conferencia se habían negado a tomar posición sobre el criterio de BC, diciendo que "BC y la CCI siempre han querido ver estas Conferencias como un paso hacia el Partido. Este no es el caso... No se pueden esconder las divergencias detrás de resoluciones maniobristas, ni de criterios discriminatorios... Reafirmamos que hoy no podemos llegar a una aclaración que sea un paso hacia la constitución del Partido." (Actas de la 3ª Conferencia, pp. 48-52);

-- el Gruppe Kommunistische Politik (Kompol) de Austria fue invitado, pero no acudió, por razones que no están claras; en cambio, la correspondencia entre Kompol y BC es muy instructiva. Kompol pide que se amplíe la invitación para incluir a los grupos italianos "Lega Leninista" e "il Circolo Lenin".

A esta última propuesta BC responde:

"El último documento que hemos recibido entre ustedes y estas organizaciones no añade nada sobre Polonia a lo dicho por otras formaciones que se remontan, de forma más o menos correcta, a la Izquierda Comunista de Italia... Considerados en su conjunto, pensamos que somos los únicos, al menos en Italia, que hemos realizado un examen profundo, preciso y actualizado de las tendencias recientes y que hemos sacado conclusiones y orientaciones de carácter revolucionario que todavía esperan una respuesta de los numerosos "revolucionarios" que pueblan la escena italiana" (Carta del CE del PCInt a Kompol, Actas de la IV Conferencia Internacional, pp. 40-41).

He aquí que BC introduce, por debajo de la mesa, un criterio suplementario para la participación en las Conferencias: si eres italiano, ¡debes estar de acuerdo con el análisis de BC sobre Polonia! La lección es clara: al menos en Italia, BC pretende seguir siendo "amo en su propia casa";

-- al final, la única fuerza "seria" en la 4ª Conferencia es el SUCM de Irán, al que volveremos en un artículo posterior. Por el momento, basta con decir que, si el SUCM está efectivamente "a favor" del Partido, es por la simple razón de que forma parte de la corriente maoísta, lo que lo sitúa irremediablemente fuera del campo proletario.

¡Con esta "seria selección" BC y el CWO pretenden avanzar hacia "la constitución del Partido Internacional"!

Todos los antiguos mitos de la creación ponen en escena tres elementos: El Bien, el Mal y los simples mortales. En la mitología de BC-CWO, en las conferencias, estaba el Bien (BC-CWO), el Mal (la CCI) y los simples mortales, formados por "Diversos grupos (que) se mostraron no sólo desarmados en el plano teórico y político, sino también, por su propia naturaleza, incapaces de extraer elementos positivos de la polémica en curso para favorecer su propio crecimiento y maduración política" (Revista Comunista nº 1)

Aquí, al igual que en la Biblia, la historia se "reordena" un poco, por las necesidades de la mitología. Así, se "olvida" que durante las conferencias, y en parte gracias a ellas, el grupo For Kommunismen pudo "impulsar su propio crecimiento y maduración política" convirtiéndose en la sección de la CCI en Suecia.

Y por último, el Mal también está presente. La Serpiente ha tomado la forma de la CCI, los "traficantes de resoluciones" (CWO), que "quieren presentar las divergencias como meros problemas de formulación" (BC, Actas de la 2ª Conferencia Internacional). Es la CCI la que "quería que las Conferencias imitaran a mayor escala su propio método interno de tratar las diferencias políticas -es decir, minimizarlas- para mantener la organización unida" (RP 18, p. 29).

Es la CCI "cuyos motivos (al rechazar la oposición a la liberación nacional como criterio de participación en las Conferencias Internacionales) eran marxistas en la forma, pero oportunistas en el contenido, ya que el objetivo era conseguir la adhesión a las futuras reuniones de su sátrapa Núcleo Comunista, grupo bordiguista con el que la CCI maniobraba de forma oportunista contra el PCInt" (RP 21, p. 8).

Es la CCI quien "hizo todo lo posible para sabotear cualquier debate significativo en la 3ª Conferencia al negarse a aceptar una resolución directa sobre el papel fundamental del partido revolucionario presentada por Battaglia... A la hora de la verdad, la CCI es siempre la primera en sabotear el debate en una nube de palabrería" (Workers Voice nº 16, p. 6).

Lejos de nosotros jugar al abogado del diablo. Lo único que nos interesa, como marxistas revolucionarios, es la realidad histórica del proletariado y de sus organizaciones políticas. Por lo tanto, recordamos a BC y al CWO que no es ciertamente la CCI la que "quiere presentar las divergencias como meros problemas de formulación"; incluso antes de la 1ª Conferencia, es BC la que propone para el orden del día:

"Formas de discutir y trascender esas diferencias técnicas y prácticas entre los grupos (como partido y sindicatos, partido y consejos, imperialismo y guerras coloniales y semicoloniales)" (3ª Circular del PCInt, Actas de la 1ª Conf. Int., p. 12). A lo que respondimos:

"Debemos tener cuidado de no precipitarnos y encubrir nuestras diferencias, manteniendo al mismo tiempo un compromiso firme y consciente con la clarificación y el reagrupamiento de los revolucionarios. Así, aunque estamos de acuerdo con el programa propuesto, no entendemos por qué cuestiones "como el partido y los sindicatos, el partido y los consejos, el imperialismo y las guerras coloniales y semicoloniales" se consideran "diferencias técnicas y prácticas"" (Respuesta de la CCI, Actas de la 1ª Conf. Int. p. 13).

En cuanto a las resoluciones que presentamos a las Conferencias, basta con una lectura rápida de la primera de ellas para demostrar que su objetivo es exponer con la mayor claridad posible lo que une a la CCI y al PCInt, y lo que los divide, como base para la clarificación y el debate. Por otra parte, el BIPR está singularmente mal situado para hablar de "minimizar las divergencias", como veremos más adelante.

En cuanto a nuestros "esbirros", si nuestro objetivo en las Conferencias hubiera sido maniobrar de forma oportunista, para "controlarlas", no teníamos necesidad de "esbirros". Sólo teníamos que aceptar la invitación original de BC, dirigida no a la CCI como tal, sino a nuestras distintas secciones territoriales. El cálculo aritmético es bastante sencillo: nueve secciones territoriales equivalen a nueve votos en las Conferencias, lo que es ampliamente suficiente para "controlar" las Conferencias de principio a fin, para votar todas las resoluciones que quisiéramos y para hacer que las Conferencias se posicionen tantas veces como nos pareciera. En lugar de ello, respondimos: "Como no somos una federación de grupos nacionales, sino una Corriente internacional con expresiones locales, nuestra respuesta aquí es la de toda la Corriente". (Primera carta de la CCI, Actas de la 1ª Conf. Int., p. 7). En realidad, la principal crítica que hay que hacer a la conducta de la CCI en las Conferencias no es de oportunismo, sino de ingenuidad. Nuestra concepción de la acción revolucionaria excluye las mayorías falsas, los trucos solapados y las maniobras dignas sólo del cretinismo parlamentario, y fuimos lo suficientemente ingenuos como para pensar que lo mismo ocurría con la BC y la CWO; que se tranquilicen: no cometeremos el mismo error dos veces.

En cuanto a nuestras "maniobras oportunistas", no podemos dejar de señalar que el CWO es incapaz de dar el más mínimo ejemplo concreto, y aún menos documentado, y esto no por falta de ganas. Después de todo, no fue la CCI, sino el BC y el CWO quienes celebraron reuniones clandestinas entre grupos en los pasillos de la 3ª Conferencia. No fue la CCI, sino el BC quien, después de negar cualquier voluntad de excluir a la CCI hasta la víspera de la 3ª Conferencia, lanzó su criterio excluyente al final de esta misma Conferencia. ¿Por qué? Para someter su maniobra a votación tras la salida de la delegación de la NCI, cuyas intervenciones habían apoyado nuestro rechazo a este criterio (véanse las Actas de la 3ª Conferencia, y la carta de la CCI al PCInt tras su operación de sabotaje). Este tipo de maniobra, bien conocida en el Congreso estadounidense bajo el nombre de "filibusterismo", es digna de demócratas burgueses, no de revolucionarios proletarios.

¡Es con estos métodos parlamentarios burgueses con los que BC y el CWO pretenden construir el Partido de clase, quien defenderá los principios del comunismo en el seno del movimiento proletario!

¿Para qué Partido?

Para BC y el CWO, el fin justifica aparentemente los medios; y el fin, provisionalmente al menos, es el famoso BIPR El Buró es un animal verdaderamente extraño, que nos hace pensar en esa criatura mítica que es el Grifón, que se compone de varios animales reales: la cabeza y las alas de un águila, las patas delanteras de un león y la cola de un delfín. Para determinar la verdadera naturaleza del Buró, nos parece necesario proceder por eliminación, y decidir en primer lugar lo que el Buró no es.

En primer lugar, el Buró no es un simple comité de enlace, como por ejemplo el antiguo Comité Técnico de las Conferencias Internacionales. La función del CT era coordinar un trabajo realizado en común por varias organizaciones distintas, sin que ello supusiera ningún reagrupamiento, ni identidad de posiciones políticas. El CT realizaba tareas tanto "técnicas" (publicación de boletines, etc.) como "políticas" (decisiones sobre el orden del día de las Conferencias, sobre los grupos a participar, etc.); todo ello en el marco de los criterios de adhesión aceptados por sus miembros. Por el contrario, el Buró, que se define como "producto de un proceso de decantación y homogeneización en el marco de las cuatro primeras Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista" (Revista Comunista nº 1, p. 12), se parece más a una verdadera organización política, en la que la adhesión se basa en una plataforma de posiciones políticas y cuyo funcionamiento está determinado por sus Estatutos. Al parecer, se considera que la plataforma constituye una unidad política, ya que:

"Salvo en casos excepcionales, y sólo a corto plazo, no se permite la admisión de más de una organización del mismo país". (Ibid).

Desde el principio, el Buró está infectado por una fuerte dosis de federalismo: las organizaciones adheridas en diferentes países mantienen su propia identidad separada, y "el Buró sólo mantiene relaciones con sus comités dirigentes" (Ibid). Una muestra más del deseo, tan querido por los pequeñoburgueses, de seguir siendocada cual "dueño de su propia casa".

Sin embargo, el BIRP tampoco es una organización política, al menos, no en el sentido en que entendemos el término. La CCI es una organización internacional única, basada en una plataforma única, en unos estatutos únicos, y cuyas secciones en cada país no son más que expresiones locales del conjunto. Fiel al principio comunista de centralización, la CCI en su conjunto está representada por su Buró Internacional, elegido en su Congreso Internacional; las posiciones del BI tienen siempre prioridad en todos los niveles de la organización, al igual que el conjunto es más importante que cualquiera de sus partes2.

El BIPR, por el contrario, no es una organización única, sino que debe "organizar y coordinar la intervención de estas organizaciones y promover su homogeneización política con el objetivo de su eventual centralización organizativa" (Ibid). Tampoco tiene una única plataforma, sino tres: la del Buró, la de BC y la de la CWO (por no hablar de las plataformas de los "grupos de fábrica", de los "grupos de parados", etc.: ¡una verdadera riqueza!). Al ver el contenido de la plataforma del BIPR, tenemos derecho a preguntarnos cuál es el "método para resolver las divergencias políticas... para mantener la unidad de la organización" si no es para "minimizarlas"; ¿qué posición, por ejemplo, van a defender los desdichados "camaradas franceses", "considerados como militantes del Buró" (Estatutos del BIPR), sobre la cuestión del parlamentarismo revolucionario?, dado que la BC está a favor, la CWO prácticamente en contra, mientras que la plataforma del BIPR... ¡no tiene ni una palabra que decir sobre el tema! Ciertamente, no podemos acusar a BC y a la CWO de "minimizar" sus divergencias: ¡simplemente las hacen desaparecer!

"El Buró no es el Partido, es para el Partido: (Revista Comunista nº 1). ¿Pero para qué partido es?

No es éste el lugar para volver a nuestras concepciones básicas sobre la constitución y la función del partido de clase: remitimos a los lectores a nuestros textos, en particular al texto "Sobre el Partido" adoptado en el V Congreso de la CCI3. Sin embargo, es necesario insistir en que el concepto de partido no puede abarcarlo todo, y un aspecto esencial de este concepto es el estrecho vínculo entre la existencia del partido y el desarrollo de la lucha de clases. El partido es, pues, necesariamente una organización política con una amplia influencia en la clase obrera, que reconoce al partido como una de sus expresiones. Esta influencia no puede reducirse a una cuestión más de la acción mecánica del partido, donde las "ideas revolucionarias" ganan una "audiencia en la clase" cada vez mayor. Al final, esto vuelve a la visión idealista, para la que las 'ideas' del partido se convierten en la fuerza motriz de la 'masa' inerte del proletariado. En realidad, existe una relación dialéctica entre el partido y la clase, en la que la creciente influencia del partido depende de la capacidad organizativa del proletariado -en las asambleas y los soviets- para adoptar y poner en práctica la orientación política del partido. El programa revolucionario no es una mera cuestión de "ideas", sino una "práctica crítica", según la expresión de Marx. Sólo a través de la acción revolucionaria de la clase obrera pueden verificarse concretamente las posiciones del partido: "La cuestión de si la verdad objetiva puede ser atribuida al pensamiento humano no es una cuestión de teoría, sino una cuestión práctica" (Tesis sobre Feuerbach). Por lo tanto, en el período del capitalismo decadente, no podemos hablar de que el partido exista fuera de los períodos revolucionarios o prerrevolucionarios -lo que obviamente no significa que el partido pueda crearse de la noche a la mañana, como Atenea que brotó completamente de la cabeza de Zeus-. Nacerá después de un largo trabajo preliminar de clarificación y organización entre las minorías revolucionarias o no lo hará.

Nuestra concepción del partido es, por tanto, radicalmente opuesta a la del Bordigismo puro del PCI (Programma Comunista), para quien es el partido el que define a la clase. Por el contrario, BC y la CWO ocupan una posición centrista entre las aberraciones del bordigismo y la posición del marxismo.

La definición del partido dada por los bordistas de Programma tiene al menos la virtud de la simplicidad: existe un único Partido Comunista Internacional, basado en un programa que no sólo es único, sino que ha permanecido inalterado desde 1848. También para el BIPR, la existencia del partido no tiene nada que ver con su "influencia" en la clase, sino que depende del programa, aunque el contenido del programa evoluciona históricamente:

"Las soluciones teóricas y políticas a los problemas relacionados con el marchitamiento de la gran experiencia bolchevique en el suelo del capitalismo de Estado permitieron la reorganización de pequeñas minorías en torno a la teoría y el programa del comunismo. Incluso durante el torbellino de la segunda guerra imperialista surgió un partido que se oponía en el plano político, teórico y organizativo a todos los partidos burgueses que actuaban tanto dentro como fuera de la clase obrera" (Plataforma del BIPR, Revista Comunista nº 1, p.8).

El BIPR reconoce también que las condiciones objetivas de existencia del proletariado hacen que el mismo programa sea válido para todos los países; por lo tanto, para el Buró,

"El órgano político rector del asalto revolucionario debe ser centralizado e internacional". (Ibid).

Un único programa internacional, pues, defendido por un único partido a nivel internacional. Pero entonces, ¿para qué sirve el BIPR? Si BC y la CWO están realmente convencidos de que "los problemas ligados al retroceso de la gran experiencia bolchevique" han sido "resueltos" de tal manera que permiten la "erección" de un partido -es decir, el PCInt de 1943 (¿o 1945? ¿1952?)-, entonces ¿por qué un Buró para crear otro? ¿Por qué el CWO no se ha convertido en la sección del PCInt en GB? Si hemos de creer al PCInt, queda otro paso por dar:

"La formación del Partido Internacional del Proletariado se producirá mediante la disolución de diversas organizaciones que han trabajado a nivel nacional de acuerdo con su plataforma y programa de acción". (Ibid).

He aquí el Partido Internacional, que se fundará sobre la base de las organizaciones nacionales, algunas de las cuales ya son partidos, sobre un programa que está por definir, a pesar de que ya ha sido realizada "la resolución teórica y política de los problemas ligados a la gran experiencia bolchevique". Desgraciadamente, debemos hacer gala de una gran paciencia revolucionaria, ya que las pruebas de BC y del CWO no dan la menor indicación de lo que queda por "definir" en sus plataformas. Al menos no tendremos que esperar demasiado. "¿Dónde reside la conciencia comunista hoy en día al comienzo del proceso revolucionario?", se pregunta el CWO ("La conciencia y el papel de los revolucionarios", Workers Voice, nº 16); y responden: "Reside en el partido de clase... (El Partido) está dentro de la lucha diaria de la clase desempeñando un papel dirigente en cada momento para devolver a la masa proletaria de hoy las lecciones políticas de sus luchas de ayer" (WV 16). ¡Espléndido! ¡El "partido de clase" ya existe! La "conciencia comunista" "reside en el partido de clase. Reside en los que debaten, definen y promueven los objetivos basados en los últimos 150 años de lucha proletaria" (Ibid.).

Con este tipo de definición, ¡incluso la CCI podría ser el Partido!

Pues no, no es tan sencillo, porque unos párrafos más adelante, en el mismo artículo de Workers' Voice, leemos

"Por eso afirmamos la necesidad de un partido que esté activo en todo momento hasta el límite de sus fuerzas dentro de la clase obrera y que se una internacionalmente para coordinar el movimiento de clase más allá de las fronteras nacionales. La existencia de tal partido a escala internacional depende tanto del aumento de la conciencia de clase entre los trabajadores en su conjunto como de la creciente actividad dentro de la lucha diaria de las propias minorías comunistas" (Ibid).

He aquí, pues, la situación: el partido existe e interviene hoy, y es el que posee la conciencia de clase; pero el partido de mañana está por construir, gracias al "crecimiento de la conciencia entre los trabajadores". Es por esta razón que la CWO y el Partido Comunista Internacionalista han creado un Buró "para el Partido".

En cuanto a lo que va a hacer este partido, de nuevo echamos de menos la claridad del bordiguismo, que declara sin rodeos que el partido gobierna para la clase, y que la dictadura del proletariado es la dictadura del partido. La plataforma de Battaglia, en cambio, es menos clara: por un lado, "En ningún momento y por ningún motivo el proletariado abandona su papel combativo. No delega en otros su misión histórica y no cede su poder 'por delegación', ni siquiera a su partido político" (Plataforma de BC, p. 6); pero, por otro lado, el partido debe "dirigir políticamente la dictadura proletaria", mientras que "el estado obrero (es) mantenido en el camino de la revolución por los cuadros del partido que nunca deben confundirse con el estado ni mendigar con él" (Ibid, p. 4).

Por su parte, la CWO no es más clara: por un lado, "el comunismo necesita la participación activa de la masa de trabajadores que debe ser totalmente consciente de los objetivos revolucionarios propios del proletariado, y que debe participar en su conjunto en la elaboración y puesta en marcha de la política comunista a través de sus órganos de masas cuyos delegados controlan" (Plataforma de la CWO: nuestra traducción de la versión francesa); pero, por otra parte, como ha declarado la CWO en varias ocasiones, es el partido el que toma el poder, y es "el partido comunista, la vanguardia de la clase, el que organiza y dirige el levantamiento revolucionario y todas las acciones importantes del proletariado durante el período de transición, y el partido no abandonará este papel mientras sea necesario un programa político" (CWO, El período de transición: nuestra traducción del francés)

Esperamos con impaciencia que los camaradas de BC y del CWO, tan aficionados a lo "concreto", nos expliquen "concretamente" cómo el partido va a "tomar" el poder que la clase obrera "no delega". En todo caso, no es ciertamente al BIPR al que debemos buscar una respuesta, ya que su plataforma no tiene ni una palabra que decir sobre el tema.

A fin de cuentas, el BIPR no es ni un simple comité de enlace, ni una verdadera organización política revolucionaria. No es el partido, es "para" el partido, pero no sabe realmente para qué partido es. Es un animal aún más monstruoso que el Grifón y, hay que decirlo, aún menos viable.

Incoherencia en la defensa de las posiciones de clase

Si se tratara simplemente de payasos de salón de música, podríamos reírnos de ellos. Pero BC y la CWO forman parte de esas escasas fuerzas revolucionarias que tienen la responsabilidad de defender las posiciones de clase dentro de la lucha proletaria; sus fallos, sus concesiones a la ideología burguesa en la defensa de los principios comunistas, debilitan al movimiento revolucionario y a la clase en su conjunto. Por tanto es un problema muy serio que debemos abordar a fondo.

Por ser una clase explotada, la clase obrera sólo puede desarrollar su conciencia a través de una lucha permanente y encarnizada. El más mínimo fallo teórico se convierte en una brecha por la que el enemigo de clase inyecta su veneno mortal. Por eso el marxismo es una verdadera arma de combate, indispensable en la lucha; también explica por qué los revolucionarios marxistas siempre han dado tanta importancia a las cuestiones teóricas generales que a primera vista pueden parecer alejadas de los problemas "prácticos" de la lucha de clases. Al igual que un defecto en los cimientos de un edificio afecta a la estabilidad de toda la estructura, un defecto en las concepciones básicas de una organización revolucionaria debilita inevitablemente el conjunto de su actividad.

La práctica del BIPR sobre los sindicatos y el sindicalismo de base

Las declaraciones generales preliminares del BC y del CWO parecen irreprochablemente claras:

"El Partido afirma categóricamente que, en la etapa actual de dominación totalitaria del imperialismo, los sindicatos son una parte absolutamente necesaria de esta dominación, ya que sus objetivos corresponden a las exigencias contrarrevolucionarias de la burguesía. Por lo tanto, rechazamos como falsa la perspectiva de que en el futuro tales organizaciones puedan tener una función proletaria y que, por lo tanto, el Partido debe invertir su punto de vista y reconsiderar la posibilidad de conquistar los sindicatos desde dentro" (Plataforma de BC, p. 7)

"Al igual que la socialdemocracia, los sindicatos demostraron que se habían pasado al capitalismo en 1914 cuando defendieron la guerra imperialista y apoyaron el "interés nacional" en contra de los intereses de la clase obrera... Siempre la actividad de los sindicatos se basa en contener y desbaratar la lucha de clases..." Plataforma de la CWO, pp. 22-23).

Pero la explicación del porqué de esta situación es fundamentalmente errónea. Para BC y la CWO, los sindicatos, tanto en el capitalismo ascendente como en el decadente, fueron y siguen siendo los "mediadores" entre el capital y el trabajo. Su "función histórica (es la de) mediadores entre el capital y el trabajo"; son los "mediadores con los empresarios para negociar las condiciones de venta de la fuerza de trabajo de los trabajadores" ("El marxismo y la cuestión sindical", RP 20, pp. 19, 24).

Es imposible que "el capitalismo realice sus objetivos de transformación monopolística de su economía sin la colaboración de los sindicatos con una política salarial que concilie las necesidades de los trabajadores con las del gran capital" (BC, Piattaforma dei Gruppi Sindicali Comunisti Internazionalisti).

"Los sindicatos son los órganos de mediación entre el trabajo y el capital" (Plataforma del BIPR). Y el CWO incluso termina afirmando que, al principio de la decadencia capitalista, "fue el capitalismo el que cambió, no los sindicatos" ("Los sindicatos y las luchas obreras", VM 16).

Por el contrario, el paso del capitalismo a su fase decadente e imperialista cambió a los sindicatos de arriba abajo al transformarlos en parte integrante del Estado burgués. Obviamente, esta transformación no se llevó a cabo de la noche a la mañana: los sindicatos británicos, por ejemplo, ya estaban asociados a las primeras medidas de la Seguridad Social en 1911. Tampoco el proceso fue inmediatamente claro para los revolucionarios, como puede verse en las posiciones a menudo contradictorias de la Internacional Comunista sobre la cuestión sindical. Pero dicho esto, rechazamos absolutamente cualquier idea de "mediación" que, al introducir una visión perfectamente interclasista del sindicalismo, oculta la realidad de que los sindicatos, de ser órganos de la lucha obrera contra el capital, se han convertido en engranajes del aparato policial del Estado capitalista. BC y la CWO aún no han entendido esta realidad, porque no han comprendido que el capitalismo de Estado no es sólo una cuestión de gestión de una economía decadente, sino también -e incluso esencialmente- una cuestión de control incesante de toda la sociedad civil4.

Por lo tanto, no nos sorprende ver que la noción de que los sindicatos "pertenecen" a los trabajadores, que BC y la CWO acaban de arrojar por la puerta, vuelva a entrar por la ventana:

"La naturaleza objetiva, irreversiblemente contrarrevolucionaria y antiobrera de los sindicatos en el periodo imperialista no altera su composición obrera, ni el hecho de que sean organizaciones en las que el proletariado presiona para su inmediata autodefensa" (Tesis del V Congreso del PCInt, traducidas en VM 16).

Inevitablemente, las debilidades teóricas han traído consigo concesiones al sindicalismo en la práctica. Ya en 1952, el PCInt estaba lejos de ser tan claro como le gusta afirmar al CWO. A pesar de su denuncia del carácter burgués de los sindicatos, "el Partido considera que sus militantes deben participar, en interés general del proletariado, en todas las expresiones internas de la vida sindical, criticando y denunciando la política de los dirigentes sindicales... el Partido no subestima la importancia de estar presente, donde la relación de fuerzas lo permita en las elecciones a los órganos de representación sindical o de fábrica" (BC, Plataforma de 1952). Esta ambigüedad es aún más marcada en un texto titulado "Formación y deberes de los grupos de fábrica" : "En la vida del "grupo de fábrica" participan tanto los sindicalistas como los no sindicalistas; el deber del grupo es sobre todo dirigir la lucha contra el uso y el abuso de las delegaciones impuestas por la dirección del sindicato, que limita y obstaculiza la libre participación en el sindicato, adoptando hacia los trabajadores una discriminación policial destinada a eliminar a todos los sospechosos de tener una línea sindical opuesta a la línea dominante". Esto, en una palabra, es la lucha por la democracia sindical...

La plataforma de BC adoptada en 1982 no es más clara, pero es más discreta: ya no se habla de elecciones sindicales, sino sólo de "la actividad del Partido (que) se llevará a cabo desde dentro o desde fuera de las organizaciones sindicales, en función de las condiciones materiales en las que los comunistas se encuentren trabajando" (Plataforma de BC, p. 8).

Por el contrario, la CWO, en sus últimos textos, está abandonando la claridad (muy relativa) de su propia plataforma. Según la Plataforma (adoptada en julio de 1982), "En contra de los que sostienen que los revolucionarios deben trabajar dentro del marco sindical (por ejemplo, en los comités de delegados sindicales, en las reuniones de las ramas sindicales, etc.) para aumentar su influencia en la clase obrera, sostenemos que tales actividades sólo siembran ilusiones sobre la naturaleza de clase de los sindicatos y la posibilidad de su reforma... La única forma en que la clase puede empezar a librar una lucha por sus propios intereses en una época en la que el reformismo es imposible es saliendo y superando el marco de la organización sindical". Nueve meses después (en RP 20) leemos:

"Si ser sindicalistas permite a los comunistas acceder a las asambleas de masas, a los comités de huelga, incluso a las reuniones de rama (aunque en la actualidad esto último no tendría sentido en Gran Bretaña) para denunciar las maniobras de los sindicatos ante la mayoría de la mano de obra y para plantear una alternativa revolucionaria práctica, entonces no nos abstendremos" ("El marxismo y la cuestión sindical", RP 20, p. 25, énfasis nuestro).

Un año después, es el viejo estribillo izquierdista:

"A menudo los que permanecen en los sindicatos se encuentran entre los trabajadores más militantes... Ser miembros ordinarios de los sindicatos puede permitir a los revolucionarios luchar más eficazmente contra las maniobras de los sindicatos". (WV 16, p. 4).

BC y el CWO nos han acusado de "sabotear la discusión". ¿Cómo podemos discutir algo seriamente con gente que cambia de posición sobre principios básicos, líneas de clase, de un mes a otro y sin una palabra de explicación?

Lo peor de todo es que la vaguedad y el equívoco de BC y la CWO sobre el trabajo sindical de base se ha vuelto doblemente peligroso en el período actual. El CWO declara que no entiende nada de nuestro análisis de "la izquierda en la oposición" porque supuestamente no tiene impacto en nuestra intervención. Lo que no han entendido, camaradas, es que su objetivo no es tanto modificar nuestra intervención como mantenerla frente a la táctica de la izquierda burguesa. Este análisis da un marco teórico a un proceso que cualquiera con un mínimo de experiencia en la lucha diaria ya puede ver: ante el creciente asco por los partidos de izquierda, son cada vez más los sindicatos los que deben controlar a los trabajadores, y ante la progresiva deserción de los sindicatos, es cada vez más el sindicalismo de base el que debe devolver a los trabajadores al "buen camino".

Con este marco, podemos entender la creciente implicación de los izquierdistas en los sindicatos, la aparición de "sindicatos autónomos" (Francia) o del "sindicalismo de lucha" (Italia), la radicalización y politización del sindicalismo de base en general.

Y como no entienden nada ni del periodo, ni del desarrollo de la conciencia de clase que implica, ni de la naturaleza del ataque de la burguesía, BC y la CWO se lanzan de cabeza a una práctica sindical radical de base.

En la huelga de los mineros en Gran Bretaña, toda la intervención de la CWO gira en torno a la consigna "victoria de los mineros". La frenética denuncia de los esquiroles, la insistencia en la necesidad de bloquear el transporte de carbón, se reduce simplemente a una táctica sindical radicalizada. Ciertamente, las decenas de miles de mineros que se negaron a seguir la línea sindical, los estibadores que hicieron lo mismo durante las últimas huelgas, no son una clara expresión de una conciencia antisindical; pero la imbécil reacción de la CWO, que no encuentra nada mejor que superar al sindicato en sus ataques a "los esquiroles", ignora totalmente el desarrollo en los últimos años de una enorme masa de desconfianza de los trabajadores hacia todo lo que tenga que ver con los sindicatos. La burguesía es consciente de ello; está dispuesta a hacer cualquier cosa para impedir la confluencia de estas dos masas de desconfianza y combatividad, por miedo a que se conviertan en una masa crítica.

Recordamos las anteriores reivindicaciones "prácticas" de la CWO: éstas iban desde el aventurerismo ridículo (el llamamiento a la "revolución ahora" en Polonia 1980) hasta el izquierdismo banal (las consignas contra los aumentos porcentuales y a favor de los aumentos salariales a tanto alzado). Está claro que no han aprendido nada de estos deslizamientos hacia el izquierdismo, ya que hoy, una vez más, la CWO llama a los mineros de Gran Bretaña a establecer "demandas precisas" aunque sin decir cuáles, esta vez ("La huelga de los mineros debe ganarse", WV 16). Este tipo de actitud hacia la lucha pone en evidencia la intervención comunista. En realidad, todas las luchas de gran envergadura tienen una dinámica propia, que muy pronto tiende a ir más allá de las "reivindicaciones específicas" con las que se iniciaron. El ejemplo de Polonia 1980 es llamativo en este sentido: la reivindicación inicial de los obreros de los Astilleros Lenin por la reincorporación de un compañero despedido se convirtió en algo perfectamente secundario en cuanto la lucha se extendió a otros sectores. La huelga de los mineros muestra la misma tendencia: habiendo comenzado con la cuestión de los despidos, desde entonces ha planteado demandas de reducción de la jornada laboral, aumentos salariales, etc.

En cambio, los verdaderos especialistas de la "reivindicación específica" son los sindicatos y los sindicalistas de base. Para los sindicatos, las "reivindicaciones específicas" son un arma inestimable para frenar la lucha, para fijarla en su punto de partida, para desviarla hacia las perspectivas burguesas, para aislarla en su especificidad en lugar de generalizarla al resto de la clase. También en este caso, Polonia 1980 y Gran Bretaña 1984 ofrecen ejemplos sorprendentes. No es casualidad que el sindicato Solidarnosc se fundara sobre la base de los acuerdos de Gdansk. En cuanto a la huelga de los mineros, todo el juego de las llamadas "negociaciones" entre el NUM y el Consejo del Carbón sobre la definición exacta de un pozo "antieconómico" sólo sirve para ocultar la profunda identidad de la huelga de los mineros con la lucha del proletariado en su conjunto contra un ataque general de la burguesía.

Del mismo modo, a nivel de la extensión de la lucha, la CWO sigue siendo prisionera de sus "precisiones". En el artículo sobre la huelga de los mineros citado anteriormente, la solidaridad obrera se considera únicamente en términos de la huelga de los mineros y de la necesidad de impedir el transporte del carbón. Aparte del hecho de que este tipo de acción es muy fácilmente recuperable por los sindicatos (recordemos las campañas nacionalistas de la CGT contra el "mineral de hierro alemán" durante las recientes luchas en la Lorena, Francia5), esta visión "economicista" de la lucha ignora su desarrollo político real; sobre todo, pierde por completo el sentido de lo que debe ser la intervención específica de una organización comunista : disipar las cortinas de humo del carbón británico, de la economía nacional, de la política de la derecha, etc., para sacar a la luz la necesidad de la solidaridad obrera y cómo construirla. Por poner un ejemplo, la participación de los mineros en la ocupación de los astilleros Cammell Laird no tenía nada que ver con el transporte del carbón; tenía todo que ver con la creciente conciencia dentro del proletariado de que su lucha es una lucha general y política contra el capitalismo. Los comunistas tienen el deber de impulsar esta conciencia, de desarrollarla, atacando incansablemente todo lo que pueda empantanarla en las "especificidades" y las "precisiones" de cada lucha.

Mientras que la CWO está cayendo en el fango de la práctica sindicalista de base, la BC nunca se ha librado de ella. Un artículo de Battaglia Comunista traducido en Workers' Voice no. 17 ("La intervención comunista en Italia"; por el estilo, suponemos que este artículo está escrito por BC, aunque no hay ninguna indicación de ello en WV) nos muestra de lo que son realmente capaces los "grupos de fábrica", y sólo podemos lamentar que este significativo artículo sea tan escaso en detalles. Después del nuevo "Decreto sobre los salarios" del gobierno de Craxi, "Nuestros compañeros tuvieron que trabajar mucho para conseguir simplemente que la primera asamblea en la estación Farini de Milán se pusiera en marcha. Sólo lo consiguieron reuniendo, junto con los delegados más combativos (de los cuales sólo uno era miembro del PCI (es decir, del PC italiano), las firmas de todos los trabajadores del sector del tráfico de mercancías". El artículo no aclara de dónde proceden estos "delegados": ¿de los sindicatos? ¿De los "comités de lucha" de las bases? Tampoco se explica por qué era necesario "recoger firmas" para convocar una asamblea general, a no ser, claro está, que se tratara de una asamblea convocada según las normas sindicales. En cualquier caso, el resultado de esta asamblea es: ¡una huelga de 24 horas! Tampoco en este caso queda claro cuál fue la actitud de Battaglia ante esta propuesta, absolutamente típica de los trucos utilizados por el sindicalismo de base para que los trabajadores se "desahoguen".

Peor aún, "La asamblea... decidió no fijar la fecha de la huelga de inmediato, ya que había noticias de que se estaban convocando asambleas en otras plantas y entre los trabajadores de Milán Central". Aquí, una vez más, no hay ninguna indicación de la posición de BC sobre esta maniobra clásica de los sindicalistas de base: al amparo de la "solidaridad", hacer que los trabajadores se queden en una actitud debilitante de "espera" para romper la dinámica hacia la extensión y la radicalización de la lucha.

¿Y qué sacan BC y CWO de este lamentable episodio? "Queda para nuestros compañeros la difícil tarea de clarificación y organización de la vanguardia más combativa surgida en esta lucha, con el objeto de evitar que sean reabsorbidos por las fuerzas del PCI y la mayoría (?? sic) de la CGIL". Ahí al menos, BC va a "asumir la responsabilidad que se tiene derecho a esperar de una fuerza dirigente seria". BC haría mejor en preguntarse cuál es el sentido de una actividad que consiste:

-- en trabajar con "delegados" y "miembros del PC italiano"

-- en elaborar peticiones para las asambleas generales

-- en apoyar (aparentemente) "acciones" típicamente sindicalistas como la huelga de 24 horas, la huelga en diferido, etc.

En lo que a nosotros respecta, la "estrategia correcta" de BC se reduce a caer de lleno en la trampa del sindicalismo radical.

Antes de concluir con la cuestión sindical, creemos necesario destacar una última "táctica" particularmente repulsiva que la CWO ha descubierto en el arsenal del sindicalismo de base: la denigración de las organizaciones revolucionarias. En Workers' Voice no. 17 ('La huelga de los mineros y la organización comunista') leemos que la CCI "defiende el esquirolaje y contribuye a la desmoralización", que "difundimos el derrotismo así como el aventurerismo", que "socavamos los intentos de la clase de golpear a los patrones bloqueando el transporte del carbón"; y, en conclusión, que la CCI "defiende, junto con Thatcher y la policía, el derecho al esquirolaje".

Especialmente en los últimos meses, nuestros militantes han sido sistemáticamente denunciados a la policía, o amenazados físicamente, por los matones del sindicato. En varias ocasiones, han podido escapar de las narices de los sindicatos únicamente gracias a la protección de los trabajadores. Los sindicatos nos acusan de "romper la unidad de los trabajadores", de ser "demoledores" o "provocadores", de estar "a sueldo de los fascistas" o de la CIA. Estamos acostumbrados a este tipo de calumnias por parte de los sindicatos y los izquierdistas. Ahora la CWO nos ha enseñado que podemos esperar oírlas también de los revolucionarios. Por nuestra parte, seguiremos agitando dentro del proletariado el principio de que sus asambleas, reuniones y comités de huelga deben estar abiertos a todos los trabajadores y organizaciones revolucionarias. Este es el único camino para el desarrollo de la conciencia política de la clase proletaria.

En otro artículo, analizaremos los deslizamientos del BC-CWO sobre el parlamentarismo y las luchas de liberación nacional.

 

Arnold

1 Para un balance de las Conferencias Internacionales de la Izquierda Comunista (celebradas entre 1977-1980) ver El sectarismo, una herencia de la contrarrevolución que hay que superar https://es.internationalism.org/revista-internacional/201003/2829/el-sectarismo-una-herencia-de-la-contrarrevolucion-que-hay-que-sup

2 Para una explicación de nuestros principios de centralización y funcionamiento ver Estructura y Funcionamiento de la organización revolucionaria https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria

4 Para conocer nuestra posición sobre los sindicatos referimos los lectores a nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA que estamos publicando en una Serie en nuestra Web: https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i , https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii , https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii , https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv , https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos , https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el y https://es.internationalism.org/content/4706/la-intervencion-de-los-revolucionarios-frente-los-sindicatos-vii

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