Guerra imperialista en Ucrania: La clase dominante exige sacrificios en el altar de la guerra

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Si tratas de huir con tu familia de las zonas de guerra en Ucrania, junto con otros cientos de miles de personas, serás separado a la fuerza de tu mujer, tus hijos y tus padres ancianos si eres un varón de entre 18 y 60 años: ahora estás reclutado para luchar contra el ejército ruso que avanza. Si te quedas en las ciudades, serás objeto de bombardeos y misiles, supuestamente dirigidos a objetivos militares, pero que siempre causan esos "daños colaterales" de los que oímos hablar por primera vez en la “gloriosa” Guerra del Golfo de 1991: se destruyen bloques de viviendas, escuelas y hospitales y mueren cientos de civiles. Si eres un soldado ruso, puede que te hayan dicho que el pueblo de Ucrania te recibiría como un libertador, pero pagarás con sangre por creer esa mentira. Esta es la realidad de la guerra imperialista de hoy, y cuanto más tiempo continúe, mayor será el número de muertos y de destrucción. Las fuerzas armadas rusas han demostrado que son capaces de arrasar ciudades enteras, como hicieron en Chechenia y en Siria. Las armas occidentales que llegan a Ucrania magnificarán la devastación.

La edad de las tinieblas

En uno de sus recientes artículos sobre la guerra de Ucrania, el periódico británico de derechas The Daily Telegraph titulaba El mundo se desliza hacia una nueva Edad Oscura de pobreza, irracionalidad y guerra (telegraph.co.uk).

En otras palabras, el hecho de que vivimos en un sistema global que se hunde en su propia descomposición es cada vez más difícil de ocultar. Ya sea por el impacto de la pandemia mundial de Covid, por las últimas y funestas predicciones sobre el desastre ecológico al que se enfrenta el planeta, por la creciente pobreza derivada de la crisis económica, por la amenaza muy evidente que supone la agudización de los conflictos Inter imperialistas o el auge de fuerzas políticas y religiosas alimentadas por leyendas apocalípticas y teorías conspirativas antaño marginales, el titular del Telegraph no es ni más ni menos que una descripción de la realidad, aunque sus articulistas de opinión se resistan a buscar las raíces de todo ello en las contradicciones del capitalismo.

Desde el colapso del bloque oriental y de la URSS en 1989-91, venimos sosteniendo que un sistema social mundial ya obsoleto desde principios del siglo XX estaba entrando en una nueva y última fase de su declive. Frente a la promesa de que el fin de la "Guerra Fría" traería un nuevo orden mundial de paz y prosperidad, insistimos en que esta nueva fase estaría marcada por el aumento del desorden y la escalada del militarismo. Las guerras de los Balcanes a principios de los 90, la guerra del Golfo de 1991, la invasión de Afganistán, Irak y Libia, la pulverización de Siria, las innumerables guerras en el continente africano, el ascenso de China como potencia mundial y el resurgimiento del imperialismo ruso han confirmado este pronóstico. La invasión rusa de Ucrania marca un nuevo paso en este proceso, en el que el fin del antiguo sistema de bloques ha dado lugar a una frenética lucha de todos contra todos en la que las potencias antes subordinadas o debilitadas reclaman una nueva posición para sí mismas en el orden jerárquico imperialista1.

La gravedad de esta nueva guerra en Europa

No se puede minimizar la importancia de este nuevo ciclo de guerra abierta en el continente europeo. La guerra de los Balcanes ya marcó la tendencia del caos imperialista a volver desde las regiones más periféricas hacia los núcleos del sistema, pero aquella fue una guerra "dentro" de un Estado en desintegración en la que el nivel de confrontación entre las principales potencias imperialistas era mucho menos directo. Hoy asistimos a una guerra europea entre Estados, y a un enfrentamiento mucho más abierto entre Rusia y sus rivales occidentales. Si la pandemia marcó una aceleración de la descomposición capitalista a varios niveles (social, sanitario, ecológico, etc.), la guerra en Ucrania es un duro recordatorio de que la guerra se ha convertido en el modo de vida del capitalismo en su época de decadencia, y que las tensiones y los conflictos militares se están extendiendo e intensificando a escala mundial.

La rapidez del avance ruso en Ucrania tomó por sorpresa a muchos expertos bien informados, y nosotros mismos no estábamos seguros de que se produjera tan rápidamente y de forma tan masiva2. No creemos que esto se debiera a ningún fallo en nuestro marco básico de análisis. Por el contrario, fue el resultado de una vacilación a la hora de aplicar plenamente este marco, que ya había sido elaborado a principios de los años 90 en ciertos textos clave3 en los que sosteníamos que esta nueva fase de decadencia estaría marcada por conflictos militares cada vez más caóticos, brutales e irracionales. Irracionales, es decir, incluso desde el punto de vista del propio capitalismo4: mientras que, en su fase ascendente, las guerras, sobre todo las que prepararon el camino para la expansión colonial, supusieron claros beneficios económicos para los vencedores, en el periodo de decadencia la guerra ha asumido una dinámica cada vez más destructiva y el desarrollo de una economía de guerra más o menos permanente ha supuesto una enorme sangría para la productividad y los beneficios del capital. Sin embargo, incluso hasta la Segunda Guerra Mundial, seguía habiendo "vencedores" al final del conflicto, en particular Estados Unidos y la URSS. Pero en la fase actual, las guerras lanzadas incluso por las naciones "punteras" del mundo han resultado ser un fiasco tanto a nivel militar como económico. La humillante retirada de EEUU de Irak y Afganistán es una clara prueba de ello.

En nuestro artículo anterior señalamos que una invasión u ocupación de Ucrania probablemente sumiría a Rusia en una nueva versión del atolladero que encontró en Afganistán en la década de 1980 -y que fue un poderoso factor en la caída de la propia URSS. Ya hay indicios de que esta es la perspectiva a la que se enfrenta la invasión de Ucrania, que se ha topado con una considerable resistencia armada, es impopular entre amplios segmentos de la sociedad rusa, incluyendo partes de la propia clase dirigente, y ha provocado una serie de sanciones de represalia por parte de los principales rivales de Rusia que, sin duda, agravarán la pobreza material a la que se enfrenta la mayoría de la población rusa. Al mismo tiempo, las potencias occidentales están avivando el apoyo a las fuerzas armadas ucranianas, tanto desde el punto de vista ideológico como mediante el suministro de armas y asesoramiento militar. Pero a pesar de estas previsibles consecuencias, las presiones sobre el imperialismo ruso antes de la invasión reducían cada día la posibilidad de que la movilización de sus fuerzas en torno a Ucrania se detuviera en una mera demostración de fuerza. En particular, la negativa de la OTAN a descartar su eventual expansión en Ucrania no podía ser tolerada por el régimen de Putin, y su invasión tiene el claro objetivo de destruir gran parte de la infraestructura militar de Ucrania e instalar un gobierno prorruso. La irracionalidad de todo el proyecto, ligado a una visión casi mesiánica de restaurar el antiguo imperio ruso, la fuerte posibilidad de que tarde o temprano conduzca a un nuevo fiasco, nunca iba a disuadir a Putin y a quienes le rodean de hacer esa apuesta.

¿Nos dirigimos hacia la formación de nuevos bloques imperialistas?

A primera vista, Rusia se enfrenta ahora a un "Frente Unido" de las democracias occidentales y a una OTAN recientemente revigorizada, en la que Estados Unidos desempeña claramente un papel de liderazgo. EE.UU. será el principal beneficiario si Rusia se empantana en una guerra imposible de ganar en Ucrania, y de la mayor cohesión de la OTAN ante la amenaza común del expansionismo ruso. Esta cohesión, sin embargo, es frágil: hasta la invasión, tanto Francia como Alemania intentaban jugar su propio juego, haciendo hincapié en la necesidad de una solución diplomática y manteniendo conversaciones por separado con Putin. La apertura de las hostilidades ha obligado a ambos a retroceder, acordando la aplicación de sanciones, incluso cuando éstas perjudicarán a sus economías de forma mucho más directa que a la de Estados Unidos (así Alemania ha tenido que poner un freno a los suministros energéticos rusos que tanto necesita). Pero también se está avanzando en el desarrollo de las fuerzas armadas de la UE, y la decisión de Alemania de aumentar considerablemente su presupuesto de armamento debe considerarse también desde este punto de vista. También es necesario recordar que la propia burguesía estadounidense se enfrenta a importantes divisiones sobre su actitud hacia el poder ruso: Biden y los demócratas tienden a mantener el enfoque tradicionalmente hostil hacia Rusia, pero una gran parte del partido republicano tiene una actitud muy diferente. Trump, en particular, no pudo ocultar su admiración por el "genio" de Putin cuando comenzó la invasión...

Si estamos muy lejos de que se forme un nuevo bloque estadounidense, la aventura rusa tampoco ha supuesto un paso hacia la constitución de un bloque ruso-chino. A pesar de haber participado recientemente en ejercicios militares conjuntos, y de haber manifestado anteriormente su apoyo a Rusia en cuestiones como la de Siria, en esta ocasión China se ha distanciado de Rusia, absteniéndose en la votación de censura a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU y presentándose como un "intermediario honesto" que pide el cese de las hostilidades. Y sabemos que, a pesar de compartir intereses comunes en la oposición a Estados Unidos, Rusia y China tienen sus propias divergencias, sobre todo en la cuestión del proyecto chino de la "Nueva Ruta de la Seda". Detrás de estas diferencias se encuentra el recelo de Rusia a subordinarse a las propias ambiciones expansionistas de China.

En esta situación intervienen también otros factores de inestabilidad, especialmente el papel desempeñado por Turquía, que en cierto modo ha estado cortejando a Rusia en sus esfuerzos por mejorar su estatus global, pero que al mismo tiempo ha entrado en conflicto con Rusia por las guerras entre Armenia y Azerbaiyán y en Libia. Turquía ha amenazado ahora con bloquear el acceso de los buques de guerra rusos al Mar Negro a través del estrecho de los Dardanelos, pero también en este caso esta acción se calculará enteramente sobre la base de los intereses nacionales turcos.

Pero, como escribimos en nuestra Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI, el hecho de que las relaciones imperialistas internacionales sigan marcadas por las tendencias centrífugas "no significa que estemos viviendo una época de mayor seguridad que en el período de la Guerra Fría, acechada como estaba por la amenaza de un Armagedón nuclear. Por el contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción -nucleares, convencionales, biológicos y químicos- que ha acumulado la clase dominante, y que ahora están más ampliamente distribuidos en un número mucho mayor de Estados nación que en el período anterior. Si bien no asistimos a una marcha controlada hacia la guerra dirigida por bloques militares disciplinados, no podemos descartar el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes grotescos que marcarían una nueva aceleración del deslizamiento hacia la barbarie"5.

Ante la ensordecedora campaña internacional para aislar a Rusia y las medidas prácticas destinadas a bloquear su estrategia en Ucrania, Putin ha puesto sus defensas nucleares en alerta máxima. Puede que por el momento sólo se trate de una amenaza apenas velada, pero los explotados del mundo no pueden permitirse el lujo de confiar en la racionalidad última de ninguna fracción de la clase dominante.

El ataque ideológico a la clase obrera

Para movilizar a la población, y sobre todo a la clase obrera, para la guerra, la clase dominante debe lanzar un ataque ideológico junto a sus bombas y proyectiles de artillería. En Rusia, parece que Putin se ha basado principalmente en burdas mentiras sobre los "nazis y drogadictos" que dirigen Ucrania, y no ha invertido mucho en la construcción de un consenso nacional en torno a la guerra. Esto podría ser un error de cálculo, porque hay rumores de disidencia dentro de sus propios círculos gobernantes, entre los intelectuales y entre capas más amplias de la sociedad. Se han producido varias manifestaciones callejeras y unas 6.000 personas han sido detenidas por protestar contra la guerra. También hay informes de desmoralización entre una parte de las tropas enviadas a Ucrania. Pero hasta ahora hay pocas señales de un movimiento contra la guerra basado en la clase obrera en Rusia, que ha sido apartada de sus tradiciones revolucionarias por décadas de estalinismo. En la propia Ucrania, la situación a la que se enfrenta la clase obrera es aún más oscura: ante el horror de la invasión rusa, la clase dominante ha conseguido en gran medida movilizar a la población para la defensa de la "patria", con cientos de miles de voluntarios para resistir a los invasores con cualquier arma que tengan a mano. No debemos olvidar que cientos de miles también han optado por huir de las zonas de combate, pero el llamamiento a luchar por los ideales burgueses de democracia y nación ha sido ciertamente escuchado por sectores del proletariado que se han disuelto así en el "pueblo" ucraniano, donde la realidad de la división de clases se ha olvidado. La mayoría de los anarquistas ucranianos parecen proporcionar el ala extrema izquierda de este frente popular6.

La capacidad de las clases dominantes rusa y ucraniana de arrastrar a "sus" trabajadores a la guerra demuestra que la clase obrera internacional no es homogénea. La situación es diferente en los principales países occidentales, donde desde hace muchas décadas la burguesía se enfrenta a la falta de voluntad de la clase obrera -a pesar de todas sus dificultades y contratiempos- de sacrificarse en el altar de la guerra imperialista. Ante la postura cada vez más beligerante de Rusia, la clase dominante en Occidente ha evitado cuidadosamente poner "las botas en el suelo"7 y enfrentarse a la aventura del Kremlin con la fuerza militar directa. Pero esto no significa que nuestros gobernantes estén aceptando pasivamente la situación. Por el contrario, estamos asistiendo a la campaña ideológica a favor de la guerra más coordinada que se haya visto en décadas, la campaña de "solidaridad con Ucrania contra la agresión rusa". La prensa, de derecha a izquierda, publicita y apoya las manifestaciones pro-Ucrania, ensalzando a la "resistencia ucraniana" como abanderada de los ideales democráticos de Occidente, ahora amenazados por el loco del Kremlin. Y no ocultan que habrá que hacer sacrificios, no sólo porque las sanciones contra el suministro energético ruso se sumarán a las presiones inflacionistas que ya dificultan la calefacción de los hogares, sino también porque, nos dicen, si queremos defender la "democracia", tenemos que reforzar nuestro gasto en "defensa". Como dijo esta semana el comentarista político jefe del liberal Observer, Andrew Rawnsley:

Desde la caída del Muro de Berlín y el desarme que siguió, el Reino Unido y sus vecinos han gastado principalmente el "dividendo de la paz" en dar a las poblaciones envejecidas una asistencia sanitaria y unas pensiones mejores de las que habrían disfrutado de otro modo. La reticencia para gastar más en defensa ha continuado incluso cuando China y Rusia se han vuelto cada vez más beligerantes. Sólo un tercio de los 30 miembros de la OTAN cumple actualmente el compromiso de gastar el 2% del PIB en sus fuerzas armadas. Alemania, Italia y España están muy por debajo del objetivo. Las democracias liberales necesitan urgentemente redescubrir la determinación de defender sus valores contra la tiranía que mostraron durante la guerra fría. Los autócratas de Moscú y Pekín creen que Occidente está dividido, decadente y en declive. Hay que demostrar que están equivocados. De lo contrario, toda la retórica sobre la libertad no es más que ruido antes de la derrota"8. Difícilmente podría ser más explícito: como dijo Hitler, puedes tener armas o puedes tener mantequilla, pero no puedes tener ambas cosas.

Mientras la clase obrera en varios países estaba dando señales de una nueva voluntad de defender sus condiciones de vida y de trabajo9, esta ofensiva ideológica masiva de la clase dominante, llamándoles al sacrificio en defensa de la democracia, será un duro golpe contra el potencial de desarrollo de la conciencia de clase. Pero la creciente evidencia de que el capitalismo vive de la guerra puede ser también, a largo plazo, un factor para el surgimiento de la conciencia de que todo este sistema, este y oeste, es realmente "decadente y está en declive", que las relaciones sociales capitalistas deben ser arrancadas de la faz de la Tierra.

Ante el actual ataque ideológico, que pretende convertir la verdadera indignación por el horror que estamos presenciando en Ucrania en apoyo a la guerra imperialista, la tarea de las minorías internacionalistas de la clase obrera no será fácil. Comienza por responder a todas las mentiras de la clase dominante e insistir en que, lejos de sacrificarse por la defensa del capitalismo y sus valores, la clase obrera debe luchar con uñas y dientes en defensa de sus propias condiciones de trabajo y de vida. Al mismo tiempo, significa señalar que es a través del desarrollo de estas luchas defensivas, y reflexionando lo más ampliamente posible sobre la experiencia del combate proletario, como la clase obrera puede renovar sus vínculos con las luchas revolucionarias del pasado - sobre todo las luchas de 1917-18 que obligaron a la burguesía a poner fin a la Primera Guerra Mundial. Esta es la única manera de luchar contra las guerras imperialistas y de preparar el camino para librar a la humanidad de la fuente de la guerra: ¡el orden capitalista mundial!

Amos

1 Como documento de referencia para comprender esta situación que dura más de 30 años sugerimos nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo

2 Ver Tensiones en Ucrania: aumento de las tensiones bélicas en Europa del Este https://es.internationalism.org/content/4788/tensiones-en-ucrania-aumento-de-las-tensiones-belicas-en-europa-del-este

3 Especialmente Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion

4 Esta irracionalidad fundamental de un sistema social que no tiene futuro va acompañada, por supuesto, de una creciente irracionalidad a nivel de la ideología y la psicología. La histeria actual sobre el estado mental de Putin se basa en una verdad a medias, porque Putin es sólo un ejemplo del tipo de líder que ha segregado la descomposición del capitalismo y el crecimiento del populismo. ¿Han olvidado ya los medios de comunicación el caso de Donald Trump?

5 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021

6 Ver CrimethInc. : Russian Anarchists on the Invasion of Ukraine : Updates and Analysis

7 Boots on the ground: expresión que significa enviar masivamente soldados a los frentes de guerra.

8 Liberal democracies must defend their values and show Putin that the west isn’t weak | Andrew Rawnsley | The Guardian

9 Ver Luchas obreras en Estados Unidos, Irán, Italia, Corea... ¡Ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado! https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis ; Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera y nuestra hoja internacional Contra los ataques de la burguesía necesitamos una lucha unida y masiva https://es.internationalism.org/content/4773/hoja-internacional-de-la-cci-contra-los-ataques-de-la-burguesia-necesitamos-una-lucha

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