Reuniones públicas de la CCI: ¿Quién puede detener las guerras y la barbarie capitalista?

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Estamos viviendo la campaña de propaganda bélica más intensa desde la Segunda Guerra Mundial, no sólo en Rusia y Ucrania, sino en todo el mundo. Por lo tanto, es esencial que todos los que tratan de defender el internacionalismo proletario frente a los tambores de guerra aprovechen todas las oportunidades para reunirse para discutir y aclarar, para apoyarse y solidarizarse, y para definir mejor el método de los revolucionarios contra la campaña militarista de la burguesía. Por ello, la CCI ha organizado una serie de reuniones públicas en línea y presenciales en varios idiomas (inglés, francés, español, neerlandés, italiano, alemán, portugués y turco) y seguirá organizando más en un futuro próximo.

En el espacio de este breve artículo no podemos resumir todos los debates que tuvieron lugar, que estuvieron marcados por un ambiente serio y fraternal, un verdadero deseo de entender lo que está pasando. En cambio, nos gustaría centrarnos en algunas de las principales cuestiones y temas que surgieron. También publicaremos en nuestro sitio web las contribuciones de los partidarios que aportan su propia visión de los debates y su dinámica.

La brújula internacionalista

El primer tema, y probablemente el más vital, fue un amplio acuerdo en que los principios básicos del internacionalismo (no apoyar a ninguno de los dos bandos imperialistas, rechazar todas las ilusiones pacifistas, afirmar la lucha de clases internacional como la única fuerza que puede oponerse realmente a la guerra) siguen siendo tan válidos como siempre, a pesar de la enorme presión ideológica, especialmente en los países occidentales, para unirse a la defensa de la "pequeña y valiente Ucrania" contra el oso ruso. Algunos podrían replicar que se trata de generalizaciones banales que no deberían tomarse al pie de la letra., Ciertamente no es fácil plantearlas en el clima actual, donde hay pocas señales de oposición de clase a la guerra. Los internacionalistas deben reconocer que, por el momento, están nadando a contracorriente. En este sentido, se encuentran en una situación similar a la de los revolucionarios que, en 1914, tuvieron que mantener sus principios frente a la histeria bélica que acompañó los primeros días y meses de la guerra. Pero también podemos inspirarnos en la posterior reacción de la clase obrera a la guerra, que convirtió las consignas generales de los internacionalistas en una guía de acción para derrocar el orden mundial capitalista.

Un segundo elemento clave del debate (sobre el que hubo menos acuerdo) fue la necesidad de comprender la gravedad de la guerra actual que, tras la pandemia de Covid, proporciona una prueba más de que el capitalismo en su periodo de decadencia es una amenaza creciente para la propia supervivencia de la humanidad. Incluso si la guerra en Ucrania no prepara el terreno para la formación de nuevos bloques imperialistas que arrastrarían a la humanidad a una tercera (y probablemente definitiva) guerra mundial, expresa sin embargo la intensificación y extensión de la barbarie militar que, combinada con la destrucción de la naturaleza y otras manifestaciones de un sistema moribundo, tendría en última instancia el mismo resultado que una guerra mundial. En nuestra opinión, la guerra actual marca un paso importante en la aceleración de la descomposición del capitalismo, un proceso que contiene la amenaza de abrumar al proletariado antes de que sea capaz de reunir sus fuerzas para una lucha consciente contra el capital1.

La necesidad de un análisis coherente

No vamos a explicar aquí por qué rechazamos el argumento de que estamos asistiendo a la reconstitución de bloques militares estables. Simplemente diremos que, a pesar de las tendencias reales hacia una "bipolarización" de los antagonismos imperialistas, seguimos considerando que éstas se ven contrarrestadas por la tendencia opuesta de cada potencia imperialista a defender sus intereses particulares y a resistirse a la subordinación a una determinada potencia mundial. Pero esta última tendencia significa una creciente pérdida de control por parte de la clase dominante, un deslizamiento cada vez más irracional e imprevisible hacia el caos, que en muchos aspectos conduce a una situación más peligrosa que aquella en la que el planeta era "gestionado" por los bloques imperialistas rivales durante la "guerra fría".

Varios camaradas en las reuniones hicieron preguntas sobre este análisis; y algunos, por ejemplo, miembros de la CWO (Organización de Trabajadores Comunistas) en las reuniones de habla inglesa, se opusieron claramente a nuestro marco de análisis de la descomposición2. Pero no cabe duda de que la defensa de una posición internacionalista coherente debe basarse fundamentalmente en la capacidad de desarrollar un análisis serio de la situación mundial, pues de lo contrario se corre el peligro de confundirse con la rapidez e imprevisibilidad de los acontecimientos inmediatos. Contrariamente al análisis de la guerra realizado por los camaradas de los Cahiers du Marxisme Vivant en uno de los encuentros en Francia, no creemos que las simples explicaciones económicas, la búsqueda del beneficio a corto plazo, puedan explicar el verdadero origen y la dinámica del conflicto imperialista en una época histórica en la que las motivaciones económicas están cada vez más dominadas por los imperativos militares y estratégicos. Los ruinosos costes de esta guerra serán una prueba más de esta afirmación.

Es tan importante comprender el origen y la dirección del conflicto imperialista como hacer un análisis claro de la situación de la clase obrera mundial y de las perspectivas de la lucha de clases. Aunque había acuerdo general en que la campaña de guerra estaba infligiendo graves golpes a la conciencia de una clase obrera que ya había sufrido una profunda pérdida de confianza y de conciencia de sí misma, algunos participantes en la reunión tendían a pensar que la clase obrera ya no era un obstáculo para la guerra. Respondimos que la clase obrera no puede ser tratada como una masa homogénea. Es evidente que la clase obrera de Ucrania, que fue ahogada por la movilización para la "defensa de la nación", sufrió una verdadera derrota. Pero es diferente en Rusia, donde hay una clara oposición generalizada a la guerra, a pesar de la brutal represión de cualquier disidencia, y en el ejército ruso, donde hay signos de desmoralización e incluso de rebelión. Pero, sobre todo, no se puede contar con el proletariado de Europa Occidental para que se sacrifique, ni económica ni militarmente, y la clase dominante de estos países hace tiempo que no puede utilizar más que soldados profesionales para sus aventuras militares. A raíz de las huelgas masivas en Polonia en 1980, la CCI desarrolló una crítica a la teoría de Lenin de que la cadena del capitalismo mundial se rompería en su "eslabón más débil", es decir, en los países menos desarrollados, siguiendo el ejemplo de Rusia en 1917. En cambio, insistimos en que la clase obrera de Europa Occidental, más experimentada políticamente, sería la clave para la generalización de la lucha de clases3. En un artículo posterior explicaremos por qué creemos que este punto de vista sigue siendo válido hoy en día, a pesar de los cambios en la composición del proletariado mundial que se han producido posteriormente.

¿Qué hacer?

Los participantes en la reunión compartían una preocupación legítima sobre la responsabilidad específica de los revolucionarios en esta guerra. En las reuniones de Francia y España, esta cuestión estuvo en el centro de la discusión, pero en nuestra opinión, varios compañeros adoptaron un enfoque activista, sobrestimando la posibilidad de que nuestras consignas internacionalistas pudieran tener un impacto inmediato en el curso de los acontecimientos. Tomando el ejemplo del llamamiento a la confraternización entre proletarios de uniforme: aunque sigue siendo perfectamente válido como perspectiva general, sin el desarrollo de un movimiento de clase más general como el que vimos en las fábricas y calles de Rusia y Alemania en 1917-18, hay pocas posibilidades de que los combatientes de ambos lados de la guerra actual se vean como compañeros de clase. Y, por supuesto, los auténticos internacionalistas son hoy una minoría tan pequeña que no pueden esperar tener un impacto inmediato en el curso de la lucha de clases en general.

Sin embargo, no creemos que esto signifique que los revolucionarios estén condenados a ser una voz en el desierto. De nuevo, debemos inspirarnos en figuras como Lenin y Luxemburgo en 1914, que comprendieron la necesidad de plantar la bandera del internacionalismo incluso cuando estaban aislados de la masa de su clase, de seguir luchando por los principios frente a la traición de las viejas organizaciones obreras, y de desarrollar un análisis profundo de las verdaderas causas de la guerra frente a las coartadas de la clase dominante. Asimismo, debemos seguir el ejemplo de la conferencia de Zimmerwald y de otras conferencias que han expresado la determinación de los internacionalistas de reunirse y emitir un manifiesto común contra la guerra, aunque tengan análisis y perspectivas diferentes4.

En este sentido, celebramos la participación de otras organizaciones revolucionarias en estas reuniones, su contribución al debate y su disposición a considerar nuestra propuesta de una declaración conjunta de la izquierda comunista contra la guerra. No podemos sino lamentar la posterior decisión de la CWO/TCI de rechazar nuestra propuesta, cuestión a la que tendremos que volver en un artículo posterior.

También fue importante que, en respuesta a las preguntas de los camaradas sobre lo que se podía hacer en su localidad o país, la CWO hiciera hincapié en la primacía de establecer y desarrollar contactos y actividades internacionales, de integrar las especificidades locales y nacionales en un marco de análisis más global. Trabajar a escala internacional proporciona a los revolucionarios un medio para luchar contra el aislamiento y la desmoralización que puede derivarse de él.

Una guerra imperialista de gran envergadura sólo puede subrayar la realidad de que la actividad revolucionaria sólo tiene sentido en el marco de las organizaciones políticas revolucionarias. Como escribimos en nuestro informe sobre la estructura y el funcionamiento de la organización revolucionaria, "la clase obrera no da a luz a los militantes revolucionarios, sino a las organizaciones revolucionarias: no hay relación directa entre los militantes y la clase". Esto pone de manifiesto la responsabilidad de las organizaciones de la Izquierda Comunista a la hora de proporcionar un marco, un punto de referencia militante en torno al cual pueden orientarse los camaradas individuales. A su vez, las organizaciones sólo pueden fortalecerse con las aportaciones y el apoyo activo que reciben de estos compañeros.

Amos, 8 de abril de 2022

1 Para un análisis más detallado de la gravedad de la actual situación mundial ver Documentos del 24º Congreso Internacional de la CCI https://es.internationalism.org/content/4765/documentos-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021

2 Sobre la descomposición ver nuestras Tesis https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo

3 Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-

4 Ver la Declaración común de grupos de la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra

 

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