Huelgas en Gran Bretaña: Los trabajadores están listos para la lucha - y la clase dominante se prepara para sabotearla

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A pesar de Covid, a pesar de la guerra en Ucrania, a pesar de las divisiones tóxicas agitadas por el Brexit, la clase obrera en Gran Bretaña, como en muchas otras partes del mundo, sigue dispuesta a luchar en defensa de sus niveles de vida. Y, a largo plazo, este es el único camino que conduce a poder superar el precipicio de autodestrucción que ofrece el capitalismo.

La "crisis del coste de la vida" se ha convertido en un factor activo de la resistencia de los trabajadores. La crisis económica mundial no comenzó con Covid o la guerra de Ucrania. Se ha ido acumulando durante décadas (¿recuerdan la "crisis del petróleo" de los años 70 y el "crack financiero" de 2008?) Pero estas expresiones más recientes del deslizamiento hacia la barbarie ciertamente han acelerado la inestabilidad económica global, y dentro de ella, el declive económico específico de Gran Bretaña - y sólo han ocultado parcialmente el impacto adicional y cada vez más desastroso del Brexit a este nivel. El aumento de la inflación -que ahora se sitúa oficialmente en el 9,1% y se espera que aumente al 11% a finales de este año- está teniendo un impacto directo en la capacidad de las "familias trabajadoras ordinarias" (es decir, la clase trabajadora) para calentar sus hogares, conducir al trabajo y poner comida en la mesa.

Para muchos trabajadores, la espiral de precios y las ofertas salariales muy por debajo de la tasa de inflación han sido la gota que ha colmado el vaso tras años de ataques a los salarios, los puestos de trabajo y las prestaciones sociales, y se ha producido toda una serie de huelgas en sectores importantes, sobre todo en los ferrocarriles. 40.000 trabajadores ferroviarios -señalistas, personal de mantenimiento y de trenes- pertenecientes al sindicato RMT (Rail, Maritime and Transport union) realizaron tres huelgas en junio y tienen previsto realizar otras el 27 de julio, el 18 y el 20 de agosto: la primera huelga nacional en los ferrocarriles británicos desde hace unos 25 años.

5.500 maquinistas pertenecientes a otro sindicato, ASLEF, también harán huelga el 30 de julio en ocho compañías ferroviarias. Antes habrá huelgas más pequeñas en otras empresas. En el noroeste de Inglaterra, los conductores de autobús están en huelga por un conflicto salarial con Arriva.

También hay previstas huelgas en el sector de las comunicaciones. 40.000 trabajadores de British Telecom harán huelga el 29 de julio y el 1 de agosto. Los trabajadores de Royal Mail harán huelga entre el 20 y el 22 de julio. Esto podría implicar a 115.000 trabajadores.

Tras el rechazo de los sindicatos a las ofertas salariales de la patronal en las compañías aéreas, este verano podrían producirse paros generalizados en los aeropuertos, tanto en Gran Bretaña como en otros países europeos.

En el ámbito de la educación, se han producido varias luchas en las universidades y en las escuelas de formación profesional, mientras que el Sindicato Nacional de Educación y el Sindicato Nacional de Profesores están llamando a la "acción industrial" en otoño si las negociaciones fracasan. Y tras la oferta salarial del gobierno de alrededor del 5% (o menos) para los trabajadores de la sanidad, los profesores y otros trabajadores del sector público, "los sindicatos de la sanidad denunciaron airadamente las subidas salariales del NHS como una 'traición' y 'una patada en los dientes', y advirtieron que los paros podrían estar en el horizonte".

Estos conflictos se inscriben en el marco de un aumento general de la combatividad de los trabajadores. El sindicato GMB, que tiene una fuerte presencia entre los empleados de los ayuntamientos, informó de que el número de conflictos entre octubre de 2021 y marzo de 2022 fue siete veces mayor que en el mismo periodo de 2019-20; el sindicato Unite, uno de los principales del sector público, afirmó que los conflictos se habían cuadruplicado.

El significado de estas huelgas

Estas luchas no son una respuesta directa de la clase obrera a la guerra capitalista en Ucrania. Pero después de que se nos haya dicho que "estamos todos juntos" en la lucha contra Covid y que todos debemos estar dispuestos a hacer sacrificios para defender a Ucrania y Occidente de la agresión rusa, no es de poca importancia que los trabajadores no estén dispuestos a renunciar a la defensa de sus propios intereses de clase en nombre de la unidad nacional. Y si miramos más allá de Gran Bretaña, podemos ver que la combatividad de la clase obrera ha estado tensándose en numerosos países. En 2019, justo antes de que llegara la pandemia, hubo movimientos de huelga en Francia[1], e incluso durante loa confinamientos por el COVID -sobre todo al principio- los trabajadores de numerosos sectores, incluidos los "héroes" de los servicios sanitarios, emprendieron acciones colectivas contra la obligación de trabajar sin ningún medio real de protección contra el virus. Cuando los cierres llegaron a su fin, hubo más brotes de lucha de clases en Estados Unidos, Irán, Italia, Turquía y otros lugares, lo que nos llevó a difundir una hoja internacional[2].

Si comparamos estos movimientos contra la intensificación de la explotación con la situación de la clase obrera en Ucrania, que ha sido subyugada casi por completo al esfuerzo bélico nacional, podemos verlos como una prueba de que, si bien los trabajadores de Ucrania están experimentando una verdadera derrota, esto no se aplica a la clase obrera a nivel mundial, y en particular a sus fracciones más experimentadas en Europa occidental, que no están dispuestas a sacrificar sus necesidades materiales de clase al ídolo del interés nacional, y menos aún a marchar a la guerra en nombre de la clase capitalista.

Se puede objetar que todas estas luchas se limitan al plano económico y que no llevan a la clase obrera, al menos a corto plazo, a desarrollar una alternativa política al callejón sin salida histórico al que ha llegado la sociedad capitalista. Pero en una situación en la que, por las razones que hemos analizado en otro artículo[3], las luchas en respuesta a la crisis económica y los ataques que la acompañan proporcionan un punto de partida indispensable para que la clase obrera recupere su propia identidad, sobre todo cuando un gran número de trabajadores de diferentes sectores están en huelga por las mismas reivindicaciones económicas. Y la recuperación de la identidad de clase contiene necesariamente una dimensión política vital[4], ya que tiende a poner de relieve el escenario previsto por el Manifiesto Comunista en 1848: "La sociedad en su conjunto se divide cada vez más en dos grandes campos hostiles, en dos grandes clases directamente enfrentadas: la burguesía y el proletariado".

La respuesta de la clase dominante y sus sindicatos

La formación de la clase obrera en una fuerza unificada que se enfrente a la burguesía está, por supuesto, muy lejos, y no tenemos intención de restar importancia a los inmensos obstáculos que se interponen en el camino de tal resultado - sobre todo porque la acelerada descomposición de la propia sociedad burguesa amenaza con arrastrar a la clase obrera en su estela, para infligir los propios odios y divisiones de este sistema moribundo (nacional, racial, sexual, religioso, etc.) en el cuerpo del proletariado. Al mismo tiempo, aunque la propia burguesía está cada vez más dividida, perdiendo cada vez más el control de su propio sistema, y de su maquinaria política en particular, sigue siendo capaz de desarrollar estrategias y maniobras para impedir la unificación de su enemigo mortal, la clase obrera.

En respuesta a las huelgas en Gran Bretaña, el gobierno populista tory, que ha afirmado ser el "verdadero partido de los trabajadores" (¡!), por el momento no está lanzando un ataque frontal contra las huelgas, sino que principalmente está adoptando una postura más conciliadora, de esperar y ver, incluso si el ministro de Transporte Grant Schapps ha dicho que las demandas de los huelguistas ferroviarios no son razonables. Admite que hay una "crisis del coste de la vida" que presenta como temporal, y que necesita decisiones difíciles para ser superada. También ofrece una ayuda simbólica a los trabajadores más pobres de unos cientos de libras en julio y en otoño. Más recientemente, ha ofrecido aumentar la subida salarial del 2% del sector público al 5%, es decir, ofrece un recorte salarial de aproximadamente el 5% en lugar del 8%.

Los exponentes más serios de los medios de comunicación burgueses, especialmente periódicos como The Guardian y Observer, pero también la BBC, han hablado mucho de la "ola de huelgas", incluso exagerándola y prediciendo un "invierno de descontento", un retorno a la lucha de clases de los años 70. Se han publicado numerosos artículos mostrando la legitimidad de las reivindicaciones de los huelguistas ferroviarios, en particular elogiando al líder del RMT, Mick Lynch, por su inteligente y articulada defensa de estas reivindicaciones frente a la hostilidad de algunos medios de comunicación. También se han publicado varias encuestas que muestran que las huelgas ferroviarias han contado con un considerable nivel de apoyo público. Esto contrasta con las anteriores huelgas de transporte, en las que los medios de comunicación se han centrado en el “daño” inflingido a los viajeros por las "demandas egoístas" de los sindicatos. Es cierto que un periódico sensacionalista como The Sun todavía puede proclamar que "las huelgas ferroviarias de esta semana son lo que ocurre cuando los matones marxistas drogados con fantasías de "guerra de clases" intentan utilizar como arma los problemas económicos del público para derribar a un gobierno elegido que desprecian" (20.6.22), pero esta retórica incendiaria también sirve para radicalizar la imagen de los sindicatos.

Dado que en el pasado la burguesía siempre ha tenido cuidado de ocultar las noticias sobre la escalada de los movimientos que se han desarrollado fuera del control oficial, esta publicidad constante y a menudo favorable a las huelgas apunta a un intento de la clase dominante de anticiparse y así disipar un desarrollo más peligroso del movimiento de clase. Y una primera señal de que los sindicatos estaban desempeñando su papel en esta división del trabajo, de que están haciendo su trabajo de mantener la lucha de clases bajo control, fue la convocatoria de una gran manifestación del TUC "contra la crisis del coste de la vida" en Londres el 18 de junio.

Además:

  • los sindicatos se han asegurado de que las huelgas obedezcan estrictamente a las muy estrictas restricciones legales vigentes en la actualidad
  • La lista de huelgas anterior muestra que, a pesar de que afecta a importantes sectores de la clase trabajadora, sólo una parte de estos sectores está en huelga.
  • las huelgas están repartidas en diferentes días
  • parece que se ha procurado que las huelgas de los distintos sectores se produzcan en diferentes días del calendario.
  • las huelgas, según los sindicatos, están dirigidas en última instancia contra el Gobierno tory, no contra la clase dirigente en su conjunto. El objetivo final es la elección de un gobierno laborista.
  • Esta mistificación "anti-Tory" es reforzada por grupos de "extrema izquierda" como el Partido Socialista de los Trabajadores. Mientras los izquierdistas critican a Keir Starmer por no apoyar las huelgas y por disciplinar a los diputados laboristas por hacer acto de presencia en los piquetes, su propaganda está constantemente dirigida a la necesidad de "echar a los tories" e instalar un gobierno laborista con un liderazgo más radical (como Corbyn, por ejemplo). Y si llaman a la unificación de las huelgas, esto debe tener lugar a través de los sindicatos que actúan juntos. En resumen, el papel de los izquierdistas es impedir que la clase obrera se salga del control del partido laborista y de los sindicatos.

Lo que estamos viendo hoy en Gran Bretaña es sólo un indicio de lo que la clase obrera necesita hacer si quiere forjarse en una fuerza unificada y consciente capaz de enfrentarse y derrocar el dominio del capital. También nos recuerda el cinismo y la astucia de un aparato gobernante que no se limita a los tories, sino que incluye a todo el "movimiento laborista", desde Starmer hasta los sindicatos y la extrema izquierda. Pero identificar los obstáculos a la lucha de clases, exponer sus verdaderos enemigos, es una parte necesaria para liberar el inmenso potencial revelado por la resistencia inmediata de la clase explotada.

Amos 21/7/22

 

[2] Hoja Internacional de la CCI: Contra los ataques de la burguesía necesitamos una lucha unida y masiva https://es.internationalism.org/content/4773/hoja-internacional-de-la-cci-contra-los-ataques-de-la-burguesia-necesitamos-una-lucha

[4] Como dijimos en nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERALo que el proletariado debe abandonar no es el carácter económico de su lucha (esto le es imposible, ya que lucha como clase) sino todas las ilusiones de llevar a buen término la defensa de sus intereses dentro de un marco estrictamente económico sin asumir el carácter político, global y revolucionario, de su lucha. Frente al inevitable fracaso inmediato de sus luchas reivindicativas en el capitalismo decadente lo que la clase obrera debe concluir no es que sus luchas sean inútiles, sino que el único medio para que sean útiles a su causa es concebirlas y transformarlas en momentos de aprendizaje y preparación para luchas más generalizadas, más organizadas, y más conscientes del enfrentamiento final con el sistemahttps://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el

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