Las ambigüedades sobre los “Partisanos” en la formación del Partido Comunista Internacionalista en Italia

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Carta de “Battaglia Comunista”

Queridos camaradas:

Hemos leído en el número de septiembre de vuestra publicación (se trata del mensual de la CCI en Francia), el pasaje siguiente:

Ciertamente que los revolucionarios, alias los “metafísicos impotentes” no quedarán muy sorprendidos con la oferta de los bordiguistas de sus disciplinados servicios para el frente único. Pues el actual P.C.I. se ha formado con un previo y anterior bagaje antifascista. Los primeros en sus filas vienen de grupos de “partisanos” italianos, después los del “Comité antifascista de Bruselas”, y luego, elementos de la antigua minoría de la Izquierda, favorables a lo que ellos creían que era una “verdadera lucha de clases” contra Franco. Por el contrario, la Izquierda Comunista en Francia y en Bélgica se mantuvo de manera intransigente sobre las bases afirmadas por la Izquierda Comunista Internacional. Durante la Segunda Guerra, sus llamamientos no iban hacia los antifascistas “sinceros” u “obreros”, sino hacia el proletariado mundial, llamándolo a transformar la guerra imperialista en guerra civil, rechazando de antemano cualquier gesto que pudiera ser interpretado como un apoyo crítico a la democracia”.

Este pasaje es del artículo “Proposiciones honestas del P.C.I. para un himen frontista, polémica contra una de las típicas salidas frentistas de Programa Comunista (en Francia, Le Proletaire).

No queremos entrar ahora en una polémica que no nos concierne y sobre la cual ya hemos definido nuestras posiciones. Lo que sí queremos es que se rectifiquen las afirmaciones del trozo arriba citado que no dudamos en calificar de totalmente falsas, no sabemos si fueron escritas por falta de conocimiento o por falta de vigilancia política. Es verdad que Programa Comunista (los bordiguistas) se han salido del Partido Comunista Internacionalista, partido que en Torino “en 1943 tuvo su primera convención, reuniéndose entonces los mismos camaradas que hoy vuelven a rumiar el frontismo (antifascista y sindical) digerido desde hace tiempo por la Izquierda revolucionaria”. Pero también es verdad que el PC Internacionalista ha seguido siendo en Italia la única fuerza que defiende con seriedad y de manera consecuente todo lo mejor que la izquierda hizo en su tarea de sacar las lecciones y las conclusiones de la primera oleada revolucionaria que empezó con la revolución en Rusia y terminó en el seno de la Tercera Internacional. Si por otra, parte los “programistas” se reclaman por comodidad de este mismo patrimonio de elaboración y de lucha para renegarlo en la práctica política, eso es un asunto que no nos concierne sino a causa de la confusión que acarrea incluso en las vanguardias obreras.

Y este Partido Comunista internacionalista fundado en 1943 y conoció la convención de Torino, el congreso de Florencia de 1948 y el de Milán en 1952, no tiene únicamente un bagaje “antifascista”. Los camaradas que lo constituyeron venían de aquella Izquierda que antes que nadie había denunciado, tanto en Italia como fuera, la política contrarrevolucionaria del bloque democrático (incluidos los partidos estalinistas y trotskistas) y la primera y la única en actuar en las luchas obreras y en las filas mismas de los Partisanos llamando al proletariado contra el capitalismo fuera cual fuera el régimen con que se cubre.

Aquellos camaradas, que R.I pretende que presentarlos cómo “resistentes”, eran militantes revolucionarios que hacían un trabajo de penetración en las filas de “Partisanos” para, en ellas, propagar los principios y la táctica del movimiento revolucionario, compromiso por el que llegaron pagar con sus vidas. ¿Tenemos que recordar a los camaradas de Revolution Internationale las figuras de Acquaviva y de Atti? Pues bien, esos dos compañeros vilmente asesinados por orden de jefes estalinistas (los mismos demócratas de hoy) eran dirigentes del Partido Comunista internacionalista y que por su heroica conducta revolucionaria por lo que el Partido Comunista Internacionalista pudo y puede seguir presentándose con sus papeles en regla.

Por lo que se refiere a los camaradas que en el periodo de la guerra de España tomaron la decisión de abandonar la fracción de la Izquierda Italiana para lanzarse a una aventura fuera de toda posición de clase, recordemos que los acontecimientos de España, que vinieron a confirmar las posiciones de la Izquierda, les sirvieron de lección para que volvieran a entrar en el surco de la izquierda revolucionaria. El comité antifascista de Bruselas, en la persona de Vercesi opina que tiene que adherir al PC INT. cuando este se constituye y mantiene sus propias posiciones bastardas hasta el momento en que el partido, en aras de una necesaria clarificación se separa de las ramas secas del bordiguismo. Lo que afirmamos está en documentos que los camaradas de Revolution Internationale tienen a su disposición pero que parece no han leído. El primer cuaderno internacionalista con todos los documentos de entonces muestra cuál fue la política del PC INT y de qué “frontismo” se reclaman: el de la unidad de los trabajadores contra la guerra y sus agentes fascistas y demócratas, lo cual es totalmente diferente del frontismo de organizaciones que hoy defienden los programistas.

Pidiendo que se haga la necesaria rectificación, ahora que R.I. se pone en un terreno de discusión con las fuerzas revolucionarias y se declara estar disponible para la iniciativa internacional de nuestro partido, deseamos que todos los revolucionarios sepan llevar a cabo un serio y crítico examen de las posiciones sobre los principales problemas políticos de la clase obrera hoy en día, documentándose con la seriedad que precisamente les define, cuando se trata de analizar los errores del pasado, lo cual sería siempre es necesario.

Saludos comunistas. Por el Ejecutivo del P.C. Int. DAMEN

Respuesta de la C.C.I.

Nos quedamos bastante sorprendidos cuando leímos vuestra carta impregnada, por lo menos, de santa indignación. ¿De qué van las cosas, exactamente? Se trata de un artículo publicado en el número 29 de Revolution Internationale del mes de septiembre, artículo dirigido contra el PCI bordiguista en el que poníamos de relieve el profundo oportunismo que corroe esa organización sobre todo en lo que se refiere a la tendencia, que se acentúa más y más, hacia el “frentismo”. El bordiguismo reconstituido en Partido a finales de la Segunda Guerra Mundial, ofrece la edificante imagen de la degeneración de una corriente, antaño comunista de izquierda, sobre todos los problemas que se han planteado al movimiento obrero desde el descalabro y quiebra de la IIIª Internacional, o sea: función del Partido, momento histórico de su constitución; naturaleza y función de los sindicatos hoy en día, programa de reivindicaciones transitorias; electoralismo; problema de la liberación nacional; frentismo. Sobre todos esos problemas, el bordiguismo convertido en Partido, no ha ido haciendo otra cosa que seguir un camino que lo aleja cada vez más de las posturas comunistas y que gradualmente lo va acercando de las posiciones trotskistas. Esta regresión política parece ser la única “invariación” política en la evolución del bordiguismo, y cualquier grupo verdaderamente revolucionario acabará por enfrentarse a él y combatirlo implacablemente. Y eso es lo que hizo Revolution Internationale en el artículo incriminado.

¿Cómo puede ser que los ataques contra el bordiguismo hayan alcanzado a Battaglia Comunista; ya que se queja y protesta y nos manda la carta arriba publicada? Parece como si los tiros hubieran rebotado con mala suerte. Pero ¿sobre quién han rebotado?

Para empezar, el rebote viene de que en Italia hay por lo menos 4 grupos que se llaman PC Int, todos ellos con origen en el Partido inicial y que se reclaman de la misma continuidad, de la misma “invariación” de la misma tradición y de la misma plataforma inicial de la que cada uno se reivindica como el verdadero, legítimo y único heredero. Es desde luego lástima que, por exceso de amor propio y prurito de autenticidad, estos grupos, al guardar el mismo nombre, no hagan más que mantener una confusión. La culpa no es nuestra; lo único que podemos hacer es lamentarlo.

Pero, además, fuera de Italia y sobre todo en Francia, es el un grupo bordiguista (Programa Comunista) el que es conocido como PCI lo cual, piense lo que quiera Battaglia, no deja de ser bastante lógico. Si bien no nos incumbe otorgar certificados de legitimidad, nos parece, sin embargo, que es una conclusión demasiado rápida la de decir que el bordiguismo es una corriente que no hizo más que “atravesar” la Izquierda Italiana, como pretende hacer creer la carta recibida. Sea cual sea su actual regresión, nadie puede ignorar ni negar que, durante 25 años, el bordiguismo se confunde plenamente con lo que se conoce como Izquierda Italiana. Y esto no es solo verdad para la fracción abstencionista de Bordiga y su periódico Il Soviet en los años 20, sino que además está confirmado por el hecho de que la Plataforma presentada por la izquierda en el Congreso de Lyon de 1926 y que va a servir de base para que la expulsen del PC, lleva expresamente el título de “Plataforma de la Izquierda (Bordiguista)”.

De todas maneras, nadie podía llamarse a engaño sobre a quién iba dirigido el artículo mencionado. no puede haber equívoco alguno, pues tomamos la precaución de poner las cosas claras en el subtítulo: “Un PCI (Programa Comunista) “frentista”. En cuanto al pasaje que citáis y que por lo visto tantos os ha irritado, hay que hacer notar que es un elemental derecho y, además, políticamente hablando, algo muy lógico el preguntarse si la degeneración del bordiguismo es una casualidad simplemente o si no hay que ir a buscar sus orígenes en las condiciones políticas mismas en que se constituyó el Partido. Lo que en verdad os molesta es que la historia de la formación de ese Partido resulta que es también vuestra propia historia. Por eso pretendéis minimizar la unidad de responsabilidad, la unidad que había en el origen de ese Partido y os ponéis a hacer distinciones que desde el principio existirían entre unos y otros: “Es verdad que Programa Comunista (los bordiguistas) se puso fuera del Partito Comunista Internazionalista que en Turín tuvo su primera convención, a la cual habían asistido esos mismos camaradas (…)”.

“…hasta el momento en que el partido, en aras de una necesaria clarificación se separa de las ramas muertas del bordiguismo”.

Dicho de otra manera: cuando se forma el PCI, venís a decir: “estábamos nosotros y ellos. Nosotros éramos los buenos y ellos los malos”. Suponiendo que así fuera, ello no impide que “los malos” estaban y que eran un elemento fundamental y unitario cuando se formó el Partido y que nadie dijo nada ni criticó nada, pues lanzados como estaban todos juntos en la carrera precipitada de formar un partido, nadie se tomó el tiempo (eso sin hablar de la falta de un examen serio de la oportunidad del momento para la constitución del partido) de mirar de cerca con quién se emprendía esa formación y de qué posiciones y actividades se reclamaban.

El no haber visto ni comprendido en aquel momento mismo puede ser casi una explicación, pero nunca una justificación y menos aún a posteriori. Por eso no entendemos vuestras quejas cuando lo único que hacemos es recordar simplemente los hechos y que lo que significan a nuestro parecer.

Battaglia Comunista nos pide una “profunda rectificación de las graves afirmaciones contenidas en el trozo citado”, añadiendo que son afirmaciones que “no dudamos en calificar de totalmente falsas”. Rectificar no rectificamos; nos vemos más bien obligados a explicarnos y aportar precisiones que dan base a lo que afirmamos, que no es ni mucho menos como lo pretende Battaglia Comunista “totalmente falso”. Para empezar que quede claro que nunca hemos dicho que el PCI -fundado en 1943- “tenía únicamente un bagaje antifascista”. Sí pensáramos eso, hubiéramos actuado consecuentemente, es decir con la denuncia pura y simple como con los trotskistas y no con la confrontación que, aunque sea virulenta a veces, es cosa muy diferente. No decimos que las posiciones del PCI eran “únicamente” antifascistas, sino que en el Partido les habían dado todos los derechos -incluso a nivel de dirección- a elementos que se reclamaban abiertamente de experiencias frentistas y antifascistas. Lo que queremos evidenciar es que, al lado de las posturas de clase afirmadas, el PCI dejaba que se mantuvieran ambigüedades tanto desde el punto de vista del agrupamiento de elementos como de la expresión de esas posiciones. Ocurría algo así como si después de cerrar la puerta, dejarán la ventana abierta, por si acaso… No queremos que se nos haga decir lo que no decimos, pero defendemos lo que decimos. Por eso apoyamos completamente lo que escribía Internationalisme nº 36 en julio de 1948:

Como después de la Conferencia de 1945, seguimos pensando que en su seno (el PCI) se han juntado numerosos militantes revolucionarios sanos, y por esto esa organización no puede ser considerada como perdida para el proletariado”.

Internationalisme no habría hablado así de un grupo únicamente antifascista, pero ello no cambia nada de las “graves afirmaciones” críticas que hacía contra las “ambigüedades” y los errores del PCI y que las posteriores vicisitudes, crisis y escisiones han venido a confirmar con creces.

Esas ambigüedades y errores ya las encontramos en el hecho mismo de la constitución del Partido. El Partido no se constituye en cualquier momento. La Izquierda Comunista de Francia tenía razón, apoyándose en las críticas pertinentes de “Bilán” contra la proclamación por Trotsky de la Cuarta Internacional, cuando criticó con energía la constitución del P.C. Int. Un Partido así, constituido en un período de reacción y de derrota de la clase, no solo lleva las marcas del voluntarismo y de lo artificial, sino que además estará lleno de vaguedades y ambigüedades políticas. Que nosotros sepamos, nunca el P.C. Int. (seáis o no vosotros los únicos en continuarlo contesto a esas críticas, prefiriendo, en el entusiasmo constitutivo., ignorarlas con silencio desdeñoso, a la vez que abría las puertas a elementos muy dudosos políticamente.

Encontramos esas ambigüedades en la Plataforma Política del PC Int. publicada en francés en 1946. ¿Hace falta insistir que durante la guerra y sobre todo al final los problemas sobre la actitud de los revolucionarios frente a la guerra, la Resistencia Partisana, la mentira antifascista y demás “liberaciones” tomaban una extrema importancia y que exigían la mayor claridad e intransigencia? Hablando de esas actividades y aún condenando la Resistencia en su conjunto, la Plataforma escribe: “Los elementos efectivos de la acción clandestina que se desarrolló contra el régimen fascista han sido y son reacciones espontáneas e informes de grupos proletarios y escasos intelectuales desinteresados, a la manera de la acción y organización que cualquier Estado o ejército crean y fomentan en la retaguardia del enemigo” (Plataforma, pág. 19, párrafo 7)

Todo el párrafo 7, en qué se trata la cuestión de los “Partisanos”, se esfuerza en habilitar la idea según la cual el movimiento partisano tendría una doble base: una de origen proletario y la otra de Estados y ejércitos adversarios. Para revalorizar más aún las “reacciones espontáneas e informes de agrupamientos de proletarios” irán hasta minimizar el peso de la otra base: “Esos jefezuelos políticos que han aparecido como moscardones sabiondos que no han tenido más que una mínima influencia en esa acción” (ídem). Véase la ambigüedad de este otro pasaje del mismo párrafo:

En realidad la red que los partidos burgueses y seudo proletarios construyeron durante el período clandestino, no tenía como finalidad, ni mucho menos la insurrección “partisana” nacional y democrática, sino la creación de un aparato destinado a inmovilizar cualquier movimiento revolucionario que pudiera haber surgido cuando el hundimiento de las defensas fascistas y alemanas.” (Idem)

Esa insistencia en hacer distinciones y oposiciones entre “la insurrección partisana nacional y democrática” que busca “inmovilizar cualquier movimiento revolucionario” recoge claramente la primera distinción sobre el origen y el doble carácter del movimiento “Partisano” y lleva lógicamente al reconocimiento de un posible movimiento “antifascista proletario” democrático sincero y demás… opuesto a un falso antifascismo burgués.

Así ocultan con velo casi transparente el lazo “natural” que ponen entre el proletariado y los Partisanos, velo que caerá por completo cuando escriben:

Esos movimientos (de los Partisanos), que no tienen una orientación política suficiente (sic) expresan, a lo más, la tendencia de grupos proletarios locales a organizarse y armarse para conquistar y conservar el control de las situaciones locales y, por tanto, del poder”.

El movimiento de Partisanos no queda denunciado como lo que es, es decir, la movilización para la guerra imperialista, sino que se presenta como una tendencia de grupos proletarios para conquistar el poder local, pero desgraciadamente... “con una orientación insuficiente” …

Cuando uno piensa que estos textos están sacados de la Plataforma, es decir, del documento de base fundacional, escrito con el mayor cuidado, por los miembros con mayor audiencia puede uno imaginarse fácilmente las diatribas antifascistas de la prensa local del P.C. Int. en el Sur de Italia, que se encontraba aislado y cortado del centro que estaba en el Norte.

Con tales definiciones no es de extrañar que acabarán por defender esas luchas:

Por lo que se refiere a la lucha partisana y patriótica contra los alemanes y los fascistas, el Partido denuncia la maniobra de la burguesía internacional y nacional quien con su propaganda por el reconocimiento de un militarismo de Estado oficial (propaganda sin sentido) (sic) intenta disolver y liquidar las organizaciones voluntarias de esta lucha, que ya en muchos países han sido atacadas por la represión armada”.

Se nos pedía a la C.C.I. una” profunda rectificación de afirmaciones graves”. Estamos totalmente de acuerdo y convencidos de que son necesarias y de que se imponen. La cuestión es saber quién tiene que rectificar y qué. ¿Nos toca a nosotros rectificar acusaciones falsas de antifascismo? ¿o es más bien Battaglia quien tiene que rectificar postulados y fórmulas muy ambiguas de la Plataforma, base constitutiva del P.C. Int.?

¿Cómo podía el P.C. Int salir en defensa de la organización Partisana contra la amenaza de disolución por parte del Estado? Los Partisanos eran la organización armada en la que la burguesía movilizaba a los obreros de la retaguardia para la guerra imperialista en nombre del antifascismo y de la liberación nacional. Eso nos parece muy evidente para el P.C. Int. que ve en esta organización de Partisanos patriótica y antifascista algo diferente, “una reacción espontánea de grupos proletarios” de ahí su política llena de solicitud hacia ellos:

Respecto a esas tendencias que representan un hecho histórico de primer orden… el Partido pone en evidencia que la táctica proletaria exige, en primer lugar, que los elementos más combativos y resueltos encuentren finalmente (!) la posición política y la organización que les permitirá -después de haber dado su sangre por la causa de otros- luchar por fin y únicamente por su causa propia” (Idem).

No nos engañemos. Para el P.C. Int. no se trata de elementos obreros despistados y arrastrados a una organización capitalista que el proletariado tiene que destruir en primera instancia, sino de una organización obrera, “un hecho histórico de primer orden”, con “una orientación política insuficiente” que hay que defender contra las maniobras de la burguesía que quiere disolverla con quién puede haber diálogo, un campo fértil para la revolución y en cuyas filas se puede entrar para sembrar las posiciones comunistas.

Creen que nos callaremos diciéndonos que los militantes del P.C. Int. en las filas partisanas no estaban para hacer un trabajo de “resistentes” sino para “difundir los principios y las tácticas del movimiento revolucionario”. Vale. Pero para hacer propaganda oral o escrita no se pide a los revolucionarios que adhieran a una organización contrarrevolucionaria. Ese tipo de penetración es la táctica de los que se dedican al “entrismo táctico” cosa que desde luego no apreciamos nada y qué mejor es dejar para los trotskistas. Pero eso no explica por qué, precisamente, en las filas partisanas y no en partidos como los P.S. o P.C. por ejemplo. Esa se parece más bien a la táctica “entrevista” de los trotskistas y no tiene nada que ver con las posiciones revolucionarias de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista. Ya fuera por decisión individual o del Partido, que el partido aceptara que algunos de sus “cuadros” entrarán en la organización de Partisanos, es esa una táctica bastante extraña que no puede calificarse sino de colaboración política. Los Partisanos, no lo olvidemos, fue una organización contrarrevolucionaria y de la peor calaña, creada durante la guerra para seguir perpetuando la matanza de obreros; es una organización militar basada en el “voluntariado” (igual que las S.S.) y por ello, no ofrece ningún terreno propicio para difundir principios y tácticas revolucionarias; eso la distingue del ejército en donde los obreros son movilizados por la fuerza (1 ). El hecho de que esta organización de guerra tuviera aires “populares” y al “antifascismo” por bandera, no justifica en absoluto la política de penetración y el envío de dirigentes por parte de un Partido revolucionario. Si así lo hizo el P.C. Int. es porque también él estaba en la confusión: además, preso de su “activismo”, cometió una imperdonable ligereza al dejar que fueran militantes o, lo que es peor, mandándolos a esa guarida contrarrevolucionaria militar en la que acabaron siendo asesinados. De error semejante mejor sería no jactarse (2).

No conocemos al detalle las circunstancias en que fueron asesinados, por orden de estalinistas los camaradas Acquaviva y Atti. Su trágico fin lejos de traer pruebas de la justeza de vuestra política de participación no hace sino reforzar nuestra convicción. Muchos trotskistas, en Francia y otros sitios perdieron la vida en circunstancias parecidas, eso no es en absoluto una prueba de que la política de participación que practicaban fuera revolucionaria.

En vista de todos los expuesto, no queda duda alguna en cuanto a la ambigüedad de la postura del P.C. Int. sobre la cuestión de la Resistencia antifascista y Partisana; esto acabará pesando en la posterior evolución de la organización. Para confirmar lo que decimos, basta citar la intervención de Danielis (3) en el Congreso del P.C. Int. (Florencia 6-9 mayo 1948):

Hay algo que tiene que quedar claro para todos: el Partido ha sufrido una grave experiencia con un fácil aumento de su influencia política -debida a un no menos fácil activismo- no en profundidad, por las dificultades, sino superficial. Debo dar cuenta de una experiencia personal que servirá para ponerse en guardia ante el peligro de una fácil influencia del Partido entre ciertas capas, masas, consecuencia automática de una no menos fácil formación teórica de los dirigentes. Yo estaba de representante del Partido en Turín durante los últimos meses de la guerra. La Federación era numéricamente fuerte, con elementos muy activistas, con un montón de gente joven, teníamos muchas reuniones, tirábamos octavillas, el periódico, un Boletín, había contactos con las fábricas, discusiones internas que siempre tomaban un tono extremista en las divergencias sobre la guerra en general o la de los partisanos en particular, contactos con desertores. La posición frente a la guerra era clara: ninguna organización en la guerra, rechazo de la disciplina militar por parte de gentes que se proclamaban internacionalistas. Podría deducirse, entonces, que ningún inscrito en el Partido aceptaría las directivas del “Comité de Liberación Nacional”. Pues bien, el 25 de abril por la mañana (fecha de la “liberación” de Turín) toda la Federación de Turín estaba en armas para participar en el remate de 6 años de matanzas, y algunos compañeros de la provincia -militarmente encuadrados y disciplinarios- entraron en Turín para participar en la caza del hombre. Yo mismo, que hubiera debido declarar disuelta la organización, tuve que hacer un compromiso pidiendo que se votará una orden del día por la que los compañeros se comprometían a participar en el movimiento de manera individual. El partido no existía se había volatilizado”.

Este testimonio público de un viejo militante responsable, formado por larga experiencia de la Izquierda Italiana en el extranjero, es elocuente y dramático a la vez. No fue, pues el Partido quien entró en las filas de partisanos para difundir los principios y la táctica revolucionaria, sino que fue el espíritu partisano el que entró en el Partido gangrenando a sus militantes. El hecho de que el P.C. Int. no se haya entregado nunca a una discusión crítica profunda sobre el tema, el que por razones de prestigio el Partido haya preferido esconderse en un silencio que lo ha arrastrado, como hemos de ver, a otros “silencios”, explica muchos incidentes de su historia, la supervivencia de esas ambigüedades y su desarrollo mismo en el conjunto de grupos en que se ha dividido.

Esa ambigüedad respecto a la cuestión de Partisanos, la encontraremos cada vez en los grupos salidos del P.C. Int. Original, y no solo entre los bordiguistas (Programa) con su apoyo a los movimientos de liberación nacional en los países subdesarrollados. La encontramos también en el “Bulletin International” publicado en francés a principios de los años 60, hecho en común por News and Letters, Munis y Battaglia Comunista, en donde, en un artículo de un camarada italiano, intenta demostrar echando mano de la teoría del “caso particular”, que los Partisanos en Italia tenían algo de diferente de las demás resistencias en otros países, lo cual justificaba un tratamiento particular. Huellas de esa posición ambigua, las encontramos incluso en la carta que nos ha mandado Battaglia Comunista cuando dice “actuar en el seno de las luchas obreras y en las filas mismas de los Partisanos”.

Según la carta de Battaglia, los camaradas de la minoría de la fracción italiana fueron a España “fuera de toda posición de clase”, mientras que los militantes del P.C. Int. “hacían un trabajo de penetración en las filas de los Partisanos para difundir los principios y la táctica del movimiento del revolucionario”. Pero ¿es que los camaradas de Battaglia Comunista creen que los militantes de la minoría fueron a España con la idea de “defender la democracia republicana contra el fascismo”? También ellos creían, como los del P.C. Int. en las filas partisanas, que iban a España a difundir en las filas milicianas los “principios y la táctica del movimiento revolucionario”, que iban a luchar por la Dictadura del Proletariado, por el Comunismo. ¿Por qué la de la minoría fue una “aventura” y, en cambio, la del P.C. Int? fue un acto de heroísmo? Pregunta muy sencilla y a la que desde luego no contesta la afirmación perfectamente gratuita de que los sucesos de España “les sirvieron de lección (a la minoría) para que volvieran a los cauces de la izquierda revolucionaria”. Esta minoría excluida de la fracción va a reagruparse en 1936 en la Unión Comunista grupo que defendía las mismas posiciones, quedándose en ella hasta la dispersión de dicho grupo durante la guerra. No volvería a tratarse la cuestión de la reintegración de esos militantes a la Izquierda Comunista, hasta el momento de la disolución de la Fracción y la integración de sus militantes en el P.C. Int. (finales del 45). Ni tampoco hubo “lección” aprendida, ni rechazo de posiciones, ni condena de su participación en la guerra antifascista de España por parte de sus camaradas. Fue simplemente la euforia y la confusión de la constitución del partido “con Bordiga” lo que animó a esos camaradas, incluidos los pocos compañeros franceses que quedaban de la Unión Comunista, a entrar en él; todo ello bajo la instigación directa de Vercesi, que se había vuelto dirigente del partido y su representante fuera de Italia. El Partido en Italia no les pidió cuentas, y no por ignorancia (viejos camaradas de la fracción como Danielis, Lecce, Luciano, Butta, Vercesi y muchos más no podían ignorar a aquella minoría que nueve años antes ellos mismos habían excluido), sino porque las cosas no estaban para “viejas peleas”; la reconstitución del Partido lo borraba todo. Un Partido que no parecía preocuparse mucho de los actos de Partisanos, presentes entre sus propios militantes, no iba a mostrar rigor hacia aquella minoría por actividades de un pasado ya lejano, abriéndole las puertas “naturalmente”, y haciendo de ella los cimientos de la sección francesa del nuevo Partido.

Las explicaciones sobre el Comité Antifascista de Bruselas y su promotor Vercesi no son mejores que las anteriores. Sobre esto, la carta de Battaglia dice: “El Comité Antifascista de Bruselas en la persona de Vercesi, quien cuando se forma el P.C. Int. opina que hay que adherir, mantiene sus propias posiciones bastardas hasta que el Partido, en aras de la claridad, se separa de las ramas muertas del bordiguismo”. ¡Qué bien dicho! El, Vercesi opina que tiene que adherir… y el Partido, ¿qué opina? ¿o es que el Partido es un club de golf del que es socio quién le parece? Vercesi no era un recién llegado. Era un viejo militante de la Izquierda Italiana en los años 20, principal portavoz de está en la inmigración. Fue el alma de la Fracción y el principal redactor de Bilan. Su labor de militante y sus méritos revolucionarios son enormes, así como su influencia. Por eso, la lucha dentro de la Fracción contra las posiciones cada vez más aberrantes de Vercesi tenía una gran importancia.

El anuncio de la constitución de un Comité Antifascista italiano en Bruselas en los últimos meses de la guerra con Vercesi a su cabeza en nombre de la fracción, provocaría una violenta reprobación entre los elementos y grupos revolucionarios en Francia. La fracción agrupada en Francia, en acuerdo con el Grupo francés de la Izquierda Comunista, reaccionó excluyendo a Vercesi de la Fracción, algunos meses antes de que se conociera la constitución del Partido en Italia y que aquella proclamará su propia disolución. Lo que volvía más grave el comportamiento político de Vercesi era que arrastraba tras sí a los compañeros italianos de Bruselas y a la mayoría de la Fracción Belga. Fue en esta situación que Vercesi, meses después, iría a Italia en dónde obtienes las nuevas investiduras de dirigentes del nuevo Partido y su representación en el extranjero. El Partido no podía dejar de conocer aquellos sucesos porque no solo una gran parte de compañeros responsables de la Fracción disuelta acababan de volver a Italia, sino sobre todo porque el Grupo francés de la Izquierda Comunista planteaba las discusiones públicamente en su revista Internationalisme y multiplicaba cartas directas y cartas abiertas al P.C. Int. y a las demás fracciones de la Izquierda Comunista, en las que criticaba y condenaba todas estas acciones. Exceptuando la Fracción Belga, el P.C. Int. se encerraba en un tupido silencio y, por toda respuesta acabó reconociendo en Francia únicamente a la fracción recién constituida por el mismo Vercesi, con las bases y la ayuda de la antigua minoría, apartando sí al grupo Internationalisme y sus molestas preguntas. Habría que esperar hasta 1948, para que el Partido se decidiera a romper el silencio, pronunciándose en una breve y lacónica resolución contra el Comité Antifascista de Bruselas sin ni siquiera mencionar al que seguía siendo uno de sus dirigentes, Vercesi. La política de silencios es la política del mantenimiento de la ambigüedad. Y harían falta 5 años más para que, como nos dicen en la carta, “el Partido, en aras de una necesaria claridad, se separe de las ramas muertas del bordiguismo”.

No es nuestra intención escribir la historia del P.C. Int. Si hemos hablado largo y tendido sobre la Plataforma y el problema de los Partisanos es porque esa era, en aquel entonces, la cuestión capital. Hemos hablado poco, sin embargo, sobre la integración de la minoría de la Fracción que participó en la guerra de España o de la de los del Comité Antifascista de Bruselas, aunque es verdad que las implicaciones políticas de la de estos últimos sean de la mayor importancia; ya que lo que nosotros queríamos era simplemente justificar lo que afirmamos: que a la base de la formación del P.C. Int. hay graves ambigüedades que lo ponen en franca regresión política con respecto a las posiciones de la Fracción de la preguerra y de Bilán. Aun manteniéndose globalmente en un terreno de clase, el P.C. Int. no consiguió librarse de las viejas posiciones erróneas de la Internacional Comunista como la cuestión sindical o la participación en campañas electorales. La posterior evolución del P.C. Int. y su dislocación en varios grupos que se produjo dan prueba de su fracaso. Lo aportado por la Izquierda Italiana es considerable, y sus trabajos teóricos políticos pertenecen al patrimonio de la historia del movimiento revolucionario del proletariado. sin embargo, como pasó con la Izquierda Alemana o la holandesa, todo da cuenta del agotamiento, ya antiguo, de lo que fue la Izquierda Italiana tradicional. Esta es otra prueba más de la ruptura de la continuidad orgánica con el pasado. La terrible época de la contrarrevolución, su profundidad y larga duración destruyeron física y orgánicamente a la I.C. en quiebra. La Fracción quería ser un puente entre el partido de ayer y el del mañana. No pudo realizarse. Con su constitución, el P.C. Int. quería ser el polo del nuevo movimiento revolucionario. Ni el periodo ni sus propias insuficiencias y ambigüedades se lo permitieron. Fracasó, y hoy aparece más bien como una supervivencia del pasado que como un nuevo punto de partida (4).

Con la reaparición de la crisis histórica que sacude los cimientos del sistema capitalista, y la reanudación de las luchas obreras por todas partes, tenían que volver a aparecer sin falta nuevos grupos revolucionarios que expresan la necesidad y la posibilidad de un nuevo agrupamiento de revolucionarios. Hay que dejar de seguir reclamándose de una vaga y dudosa continuidad orgánica y de querer resucitarla artificialmente. Lo que importa ahora es de ponerse manos a la obra por el reagrupamiento, por crear un nuevo polo de revolucionarios. Pero para que el reagrupamiento cumpla de verdad con su función y sea capaz de asumirla plenamente solo podrá realizarse con base en criterios políticos precisos, con una coherencia y orientación políticas claras, fruto de las experiencias del movimiento obrero y de sus principios teóricos. Es ese un esfuerzo que hay que continuar metódicamente y con la mayor seriedad. Hay que evitar a toda costa lo fácil, como decía Danielis, como convocar conferencias sobre la base tan difusa de denunciar tal o cual cambio o vuelta de los Partidos “Comunistas” de Europa. Eso sería poner por delante la preocupación de la cantidad a expensas de criterios políticos, que son los únicos válidos para cimentar con solidez y dar una significación verdadera al reagrupamiento de revolucionarios. Y también sobre este punto, la experiencia de la fundación del P.C. Int. puede servirnos de lección edificante.

Apegados como estamos a la idea de la necesidad de contactos y de la reagrupación de los revolucionarios, la C.C.I. dará ánimos y participará activamente en cualquier intento que vaya en ese sentido. Por eso contestamos positivamente a la iniciativa de Battaglia para una Conferencia Internacional de grupos revolucionarios, poniendo en guardia, eso sí, contra la ausencia de criterios políticos, que han permitido que invitarán a grupos como los trotskistas- modernistas de la Union Ouvriere, o mao-trotskystas de Combat Comuniste, cuyo sitio no vemos nada claro en una conferencia de comunistas.

Nos pidieron una “rectificación”. Es lo que hemos hecho, un poco larga quizás, pero, esperemos, clara. Es precisamente porque estamos cada vez más convencidos de la necesidad de discutir entre grupos que se reclaman del comunismo, por lo que pensamos que las discusiones no serán en verdad fecundas más que con la mayor claridad en cuanto a posiciones políticas, del presente como del pasado.

Esperando vuestras noticias, saludos comunistas.

Corriente Comunista Internacional, 30/11/76

1 Los Partisanos se formaron bajo control directo de los Aliados y en el terreno, bajo el control del Partido Comunista y del Partido Socialista.

2 En general, no apreciamos mucho el tono fanfarrón refiriéndose a los camaradas que constituyeron el P.C. Int. que venían de aquella Izquierda que “había sido la primera y la única en actuar en el seno de las luchas obreras y en las filas mismas de los Partisanos, llamando al proletariado a luchar contra el capitalismo sea cual sea el régimen con que se cubre”. Primero, es difícil no ser la “primera” cuando se es la “única”. Segundo, esta Izquierda no era la “única”. Había otros grupos como los Consejistas holandeses y norteamericanos, el R.K.D., los C.R. etc. que defendían posturas de clase contra el capitalismo y contra la guerra. Tercero, si se quiere hablar de participación hasta en las filas partisanas, aquella parte de la Izquierda Italiana que se dejó arrastrar no habrá sufrido demasiado de aislamiento al estar bien acompañada por toda clase de grupos desde los trotskistas hasta los anarquistas.

3 Danielis era un militante activo de la Fracción Italiana en Francia; volvió a Italia en vísperas de la guerra.

4 Baste recordar, para convencerse, la ausencia total de grupos que se reclamaran del P.C. Int. durante las luchas de la Fiat y Pirelli en el otoño caliente de 1969 en Italia, que le sorprendió por completo. Para qué hablar de la ridiculez del llamamiento de los bordiguistas, por medio de una octavilla manuscrita que pegaron en las paredes de la universidad, para que los 12 millones de obreros en huelga se pusieran tras las banderas del Partido… en mayo de 1968 en Francia.

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