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Ante la barbarie de la guerra, la burguesía siempre ha tratado de ocultar su responsabilidad asesina y la de su sistema tras cínicas mentiras. La guerra de Ucrania no ha escapado al torrente de propaganda y a la sucia instrumentalización del sufrimiento que genera. No pasa un día sin que el éxodo masivo y la angustia de las familias ucranianas que huyen de los bombardeos aparezcan en todos los canales de televisión y en las portadas de todos los periódicos, que suelen ser tan discretos con las desgracias que el capitalismo inflige a la humanidad. Los medios de comunicación han mostrado imágenes de niños ucranianos traumatizados y víctimas de la guerra.
La mistificación humanitaria es un arma de guerra
Con la explotación propagandística de la legítima conmoción provocada por la difusión de imágenes atroces de exacciones, éxodo, horror y bombardeos la guerra en Ucrania ha permitido a la burguesía de los países democráticos recuperar una oleada espontánea de simpatía y compasión para orquestar una gigantesca campaña "humanitaria" en torno a las "iniciativas ciudadanas" hacia los refugiados ucranianos (e incluso en torno a la feroz represión de los manifestantes y opositores rusos a la guerra) e instrumentalizar cínicamente la angustia y la desesperación de las víctimas del mayor éxodo de poblaciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial En todas partes se organizan "corredores humanitarios" y "redes de ciudadanos" para ayudar a los refugiados ucranianos, con el fin de justificar la provisión de un enorme arsenal de armas mortíferas destinadas a "defender a un pueblo martirizado" por el "ogro ruso". Incluso en los pequeños pueblos se organizan colectas, donaciones y todo tipo de "iniciativas" o actuaciones que las autoridades fomentan en solidaridad con los refugiados ucranianos.
Detrás de los vibrantes homenajes al martirio del "pueblo ucraniano", se esconde la sórdida realidad de una desvergonzada explotación de las oleadas de generosidad, explotadas por los Estados, todos ellos belicistas, que no se preocupan por el trágico destino de una población que se encuentra secuestrada entre los bombardeos rusos y la "movilización general" forzada del gobierno de Zelensky. A los ojos de la burguesía, el "pueblo ucraniano" sirve sobre todo como carne de cañón en una "lucha patriótica" contra el "invasor". El mismo cinismo explica que la burguesía occidental haya echado un pudoroso velo sobre las masacres perpetradas por el gobierno ucraniano, desde 2014, en las regiones ruso parlantes de Lugansk y Donetsk, que sin embargo han dejado casi 14.000 muertos en 8 años.
El llamado humanismo de los estados europeos es una gran mentira y una pura mistificación. El esfuerzo por acoger y ayudar a los refugiados se debe, en su mayor parte, a la iniciativa de los ciudadanos y en ningún caso a los Estados. Es innegable que, desde el estallido de la guerra y desde el inicio del éxodo de las familias, se ha producido una enorme oleada de solidaridad espontánea. Esta reacción inmediata y profundamente humana de llevar ayuda y asistencia a todos, ofreciendo refugio y proporcionando comidas a los que se ven repentinamente sumidos en la angustia y la desesperación, es reconfortante.
Pero esta solidaridad básica no es suficiente. No es el producto de una movilización colectiva de los proletarios en su terreno de clase. Proviene de una suma de iniciativas individuales que la burguesía RECUPERA, EXPLOTA E INSTRUMENTALIZA en su propio beneficio. Además, estas reacciones fueron inmediatamente desviadas al campo de la propaganda burguesa para justificar la guerra, exaltar el veneno mortal del nacionalismo y tratar de recrear un clima de UNION SAGRADA contra el "infame invasor ruso".
Las potencias democráticas de Europa Occidental no tuvieron más remedio que abrir sus fronteras a los refugiados ucranianos, a menos que bloquearan a cientos de miles de ellos dentro de las fronteras ucranianas por la fuerza. Toda su propaganda de guerra anti rusa se derrumbaría entonces. De hecho, si se declaran dispuestos a acoger a los ucranianos, es para justificar ideológicamente una movilización y sobre todo el envío de armas a Ucrania contra las "monstruosidades" de Putin y para defender sus propios intereses nacionales imperialistas.
Al mismo tiempo, estas campañas sirven para ocultar que la responsabilidad de esta dramática situación recae en todos los Estados, en la lógica de la competencia y de las rivalidades imperialistas del propio sistema, que genera la multiplicación de los focos de guerra, la generalización de la miseria, el éxodo masivo de poblaciones, el caos y la barbarie.
El odioso cinismo de una clase de carroñeros
Todos los Estados carroñeros derraman ahora lágrimas de cocodrilo por los refugiados ucranianos que dicen acoger con los brazos abiertos en nombre del llamado "derecho de asilo". Estas bonitas promesas de acoger a los refugiados no son más que humo. En todas partes, los Estados de Europa Occidental han introducido cuotas de acogida para los migrantes que huyen de la miseria, el caos y la guerra. Estos refugiados descalzos no son como la mayoría de los ucranianos, europeos rubios y de ojos azules; no son de fe cristiana, sino a menudo musulmana. Se les clasifica como ganado entre "refugiados económicos", que son totalmente indeseables, y "refugiados de guerra" o "refugiados políticos". Por lo tanto, es necesario clasificar a los refugiados "buenos" y "malos"... Todo ello con el cheque en blanco de la Unión Europea y sus principales democracias. Tal clasificación, tal diferencia de trato es totalmente abyecta. En Francia, por ejemplo, hace menos de dos años, el gobierno de Macron envió a sus policías a desalojar a las familias migrantes que habían instalado sus tiendas de campaña en la Plaza de la República de París; los policías golpearon a estos “indeseables” y rajaron sus tiendas con cuchillos. Hace poco, cuando los refugiados iraquíes llamaban a la puerta de Europa, utilizados como medio de presión por el Estado bielorruso, se estrellaron contra la alambrada de la frontera polaca, enfrentándose a los robocops armados de la Unión Europea1. Las "grandes democracias" eran entonces mucho menos "acogedoras", a pesar del sufrimiento muy visible de las personas que morían de frío y hambre.
¿Cuál es la realidad que se esconde detrás de la geometría variable de esta falsa compasión, de esta supuesta solidaridad de los Estados? La burguesía se ha encargado en la mayoría de los países "de acogida" de crear un "estatus especial" para los ucranianos, totalmente distinto al de los demás refugiados, con el fin de crear oposición y divisiones entre la población y la clase obrera. En Bélgica, por ejemplo, el gobierno decidió otorgar a los ucranianos un estatus muy distinto al de otros refugiados de guerra. Mientras que estos últimos suelen tener que someterse primero a un severo examen y control para recibir una posible autorización para trabajar en el país "de acogida", a los nacionales ucranianos se les concede dicha autorización de inmediato y, además, reciben una subvención mucho mayor que los demás. Incluso el importe de su subsidio es superior al salario mínimo de los empleados "locales"... Esta sucia maniobra al servicio de la propaganda imperialista permite al gobierno crear no sólo el antagonismo entre los ucranianos y los demás refugiados, sino también crear un factor adicional de división y un clima de competencia dentro de la clase obrera.
Una minoría de los refugiados ucranianos, altamente cualificados, se integrará para deleite de la burguesía en ciertos países, como Alemania, que tienen una importante escasez de este tipo de mano de obra. Para los demás, la gran mayoría, su afluencia masiva planteará grandes problemas a la burguesía europea, que es incapaz de absorberlos. Tarde o temprano, en el período que viene, estarán de todos modos en su gran mayoría, expuestos al nauseabundo aliento de la ideología populista, sirviendo como chivos expiatorios de los problemas sociales y económicos que toda la burguesía tendrá entonces interés en resaltar2.
Sobre todo, los proletarios no deben ceder a los cantos de sirena de estas campañas humanitarias y rechazar sus trampas ideológicas rechazando categóricamente cualquier unión sagrada con sus explotadores ante la guerra. Pero al mismo tiempo deben luchar para defender sus propios intereses de clase ante la intensificación de la crisis y los ataques de la guerra. Sólo mediante el desarrollo internacional de esta lucha, más allá de las fronteras y los conflictos establecidos por la clase dominante, podrán expresar plenamente su solidaridad de clase con los refugiados y todas las víctimas de la creciente barbarie del capitalismo, ofreciéndoles una perspectiva: la de una sociedad liberada de la ley del beneficio y de la dinámica mortífera del sistema.
Wim, 3 abril 2022
1 Ver Calais, Bielorrusia: la barbarie del capitalismo con los emigrantes expresa su barbarie con todo el proletariado mundial https://es.internationalism.org/content/4757/calais-bielorrusia-la-barbarie-del-capitalismo-con-los-emigrantes-expresa-su-barbarie
2 Hace dos años, las burguesías democráticas de Europa y América Latina acogieron con “banda de música” a los emigrantes venezolanos por razones de conveniencia imperialista frente al régimen venezolano. Meses después ese “entusiasmo acogedor” fue olvidado y dejaron que las jaurías populistas se lanzaran contra los emigrantes venezolanos. Ver Crisis emigratoria en Chile: la inmigración un producto de la barbarie y la crisis del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4798/crisis-emigratoria-en-chile-la-inmigracion-un-producto-de-la-barbarie-y-la-crisis-del