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CCI Online 2025

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Enero 2025

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Reunión pública en línea: un debate internacional para comprender la situación mundial y preparar el futuro

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Reunión pública en línea: un debate internacional para comprender la situación mundial y preparar el futuro

El 16 de noviembre, la CCI celebró una reunión pública en línea sobre el tema “Las implicaciones mundiales de las elecciones estadounidenses”.
Además de militantes de la CCI, varias decenas de personas de cuatro continentes y unos quince países participaron en la discusión. La traducción simultánea al inglés, español y francés permitió a todos seguir los debates, que duraron algo más de tres horas.
Evidentemente, frente a la revolución que debe realizar toda la clase obrera mundial, este pequeño número puede parecer insignificante. Aún nos queda mucho camino por recorrer antes de que el proletariado desarrolle una conciencia profunda y una vasta organización. Este tipo de reunión internacional es precisamente un medio para avanzar por ese camino. Por el momento, las minorías revolucionarias son todavía muy reducidas, un puñado en una ciudad, un individuo en otra. Reunirse desde varios países para discutir, elaborar y comparar argumentos, y así comprender mejor la situación mundial, es una preciosa oportunidad para romper el aislamiento de cada individuo, forjar vínculos y sentir el carácter global de la lucha revolucionaria proletaria. Se trata de participar en el esfuerzo de nuestra clase por secretar una vanguardia internacional. Este tipo de reunión es, por tanto, un referente que anuncia la necesaria organización de los revolucionarios a escala mundial. Este reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias es un proceso largo, que requiere un esfuerzo consciente y constante. Es una de las condiciones vitales para preparar el futuro, para organizarnos para las decisivas confrontaciones revolucionarias que se avecinan.

Un debate que plantea mil preguntas sobre el estado del mundo…

Esta fuerte movilización para nuestra reunión revela también la preocupación, incluso la angustia, suscitada por la elección de Donald Trump al frente de la primera potencia mundial.
Todas las intervenciones subrayaron, junto con la CCI, que la victoria de este presidente -abiertamente racista, machista, odioso, vengativo y partidario de una política económica y bélica irracional- acelerará todas las crisis y exacerbará las incertidumbres y el caos.
A partir de esta posición común, muchas preguntas y matices, así como desacuerdos, emergieron en el transcurso de la discusión:
¿Es el triunfo de Trump el resultado de una política deliberada y consciente por parte de la burguesía estadounidense? ¿Es Trump la mejor carta para los intereses de la burguesía estadounidense? ¿Sus posturas imperialistas de frente a Irán, Ucrania y China son un paso hacia la Tercera Guerra Mundial? ¿Es su política proteccionista de aumento de los aranceles es una pieza del rompecabezas en el camino hacia la guerra? ¿Sus maniobras para atacar ferozmente a la clase trabajadora, en particular a los trabajadores del Estado, están relacionadas con los sacrificios necesarios para preparar la economía nacional para esta guerra?
O, por el contrario, como argumentó la CCI y otros participantes, ¿el arribo de Trump a la cabeza de la primera potencia mundial atestigua una creciente dificultad por parte de las burguesías nacionales para impedir que sus fracciones más oscurantistas e irracionales tomen el poder? La guerra de camarillas dentro de la propia burguesía, como la fragmentación de la sociedad en estadounidenses/inmigrantes, hombres/mujeres, legales/ilegales, todo lo que el clan Trump está agravando, ¿no es un signo de la tendencia al desorden y al caos de la sociedad estadounidense? La guerra comercial que quiere Trump, volviendo a las medidas proteccionistas de las décadas de 1920 y 30, que arruinaron entonces a todos los países, ¿no muestra la irracionalidad de su política desde el punto de vista mismo de los intereses del capital estadounidense? En el mismo sentido, las crecientes incertidumbres sobre la política imperialista de la nueva administración estadounidense, ¿no están reforzando las tensiones bélicas entre todos los países, empujándonos aún más hacia alianzas inestables y cambiantes, hacia el cada uno para sí, la política cortoplacista y el estallido de guerras que no producen más que tierra quemada?
Para la CCI, responder a todas estas preguntas supone profundizar en el periodo histórico que atravesamos: la descomposición. Porque, en el fondo, la victoria de Trump no es algo que haya que analizar en sí mismo, tomarlo aisladamente y en lo inmediato, es el fruto de toda una situación mundial, de una dinámica histórica, la que ve al capitalismo pudrirse de pie. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos o de Javier Milei en Argentina, las políticas desesperadas de Israel en Oriente Medio o de Rusia en Ucrania, el dominio de los cárteles de la droga sobre franjas cada vez más amplias de América Latina o de los grupos terroristas en África o de los señores de la guerra en Asia Central, el auge del oscurantismo, de los conspiracionistas y de los platistas, los estallidos de violencia de ciertos sectores de la sociedad... todos estos fenómenos aparentemente inconexos son en realidad expresiones de la misma dinámica fundamental del capitalismo: la descomposición.
Volveremos sobre este tema y todas estas cuestiones en un artículo posterior para desarrollar nuestra respuesta .
... y la lucha de clases
La segunda parte del debate, centrada en la comprensión del estado actual de la lucha de clases, siguió la misma dinámica. También aquí el debate fue abierto, franco y fraternal, y se plantearon muchas preguntas, surgiendo matices y desacuerdos.
La victoria de Trump, ¿significa que el proletariado ha sido derrotado o, como mínimo, que también está gangrenado por el racismo y el populismo? Por el contrario, ¿el rechazo al Partido Demócrata por los trabajadores induce a una toma de conciencia de la verdadera naturaleza de este partido burgués? ¿La aparición de Trump como dictador puede favorecer la ira y la reacción de la clase obrera? Por el contrario, ¿será la campaña de defensa de la democracia una trampa mortal para el proletariado? El empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, llevado a cabo de forma extremadamente brutal por Trump, Musk y su banda, ¿empujará a la lucha? Por el contrario, ¿reforzarán estos sacrificios la búsqueda de chivos expiatorios, como los extranjeros, los inmigrantes ilegales, etc.?
Todas estas preguntas contradictorias no son sorprendentes. La situación es extremadamente compleja, difícil de aprehender en su totalidad y coherencia. La actualidad está salpicada de acontecimientos contrastados: aquí una huelga obrera, aquí una revuelta, allá una manifestación populista... Y al igual que en la primera parte de la discusión, lo que falta es una brújula para no considerar cada asunto aisladamente, sino en su conjunto y en un contexto internacional e histórico. Es imposible pensar el mundo sin referirse consciente, voluntaria y sistemáticamente a la dinámica general y profunda del capitalismo mundial: el sistema se hunde en la podredumbre (con todo el hedor nauseabundo que emana de él), pero el proletariado no está derrotado e incluso, desde 2022 y el verano de la cólera en el Reino Unido, levanta cabeza, reencuentra el camino de la lucha y de su combate histórico.
No podemos desarrollar más aquí nuestra respuesta; volveremos sobre ello en nuestra prensa y en nuestras próximas reuniones .
¡Esperamos con impaciencia la próxima!
Este debate es sólo el principio. Animamos a todos nuestros lectores a venir y participar en este esfuerzo de nuestra clase, en los debates entre revolucionarios, en el proceso colectivo de clarificación. ¡No se mantengan aislados! El proletariado necesita que sus minorías establezcan vínculos, a escala internacional, para organizarse, debatir, comparar posiciones, intercambiar argumentos, comprender lo más profundamente posible la evolución del mundo.
La CCI le invita cordialmente a participar en sus diferentes reuniones: las reuniones públicas en línea e internacionales, las reuniones públicas “presenciales” en algunas ciudades y las permanencias. Todos estos momentos de encuentro y debate se anuncian periódicamente en nuestra página web.
Además de estas reuniones, también le animamos a escribirnos, para reaccionar a un artículo, hacer preguntas o expresar su desacuerdo.
Y las columnas de nuestra prensa están abiertas, pertenecen a la clase. Sus sugerencias para artículos son bienvenidas.
El debate es una necesidad absoluta. Estamos muy separados, aislados, a menudo en desacuerdo con las ideas que se desarrollan a nuestro alrededor. Reunirnos, a escala internacional, es vital si queremos preparar el futuro. Todas las minorías revolucionarias tienen esta responsabilidad.
CCI

Vida de la CCI: 

  • Reuniones públicas [1]

La elección de Trump acelerará la descomposición del capitalismo.

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La elección de Trump acelerará la descomposición del capitalismo. Reunión Pública de la CCI.
Sábado 25 de enero, de 15:00 a 18:00 p.m., hora de España, 8:00 a 11:00 a.m., horario de México
La elección de Trump es un claro producto de la descomposición progresiva de la sociedad capitalista, pero también será un factor activo en la aceleración de este proceso, trayendo consigo conflictos más agudos dentro de la burguesía estadounidense, el aumento de las tensiones imperialistas, una nueva zambullida en la crisis económica y una nueva evidencia de la incapacidad del capitalismo para hacer frente a la crisis ambiental.
Sobre todo, anuncia nuevos ataques brutales contra la clase obrera internacional:
-A nivel económico, a través del aumento de la inflación y del desempleo
-A nivel político, tanto a través de las divisiones engendradas por el populismo como a través de las campañas por la “democracia” contra la amenaza de la extrema derecha.

Por lo tanto, la discusión tendrá como objetivo profundizar en la comprensión de las perspectivas concretas para el capitalismo y la clase obrera en el período que se avecina.
La CCI da así continuidad a la reunión pública internacional en línea que organizó en noviembre (ver: “Un debate internacional para comprender la situación mundial y preparar el futuro”) con una segunda reunión sobre el significado de la victoria de Trump. El formato será el mismo que el del encuentro de octubre, con traducciones al inglés, francés y español.
Si deseas participar, ponte en contacto con nosotros en [email protected] [2]
 

Vida de la CCI: 

  • Reuniones públicas [1]

Personalidades: 

  • Donald Trump [3]

Noticias y actualidad: 

  • Elección de Trump [4]

Febrero 2025

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Sobre la maduración subterránea de la conciencia de clase. Parte 1

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Parte Uno: Sobre la maduración subterránea de la conciencia de clase

La CCI sostiene que la ola de huelgas en el Reino Unido en 2022 marcó el comienzo de una "ruptura" o diferencia con varias décadas de resignación y apatía, y creciente pérdida de identidad de clase. Fue el primero de varios movimientos de la clase trabajadora en todo el mundo, principalmente en respuesta al empeoramiento de las condiciones de vida y laborales[1]. Dos observaciones fundamentales son cruciales para nuestro análisis de una nueva fase en la lucha de clases internacional:

- Esta nueva fase no fue simplemente una reacción a los ataques inmediatos a las condiciones de los trabajadores, algo que podría medirse en términos del número de huelgas y luchas en un momento particular, sino que tiene una dimensión histórica más profunda. Es el fruto de un largo proceso de "maduración subterránea" de la conciencia de clase que ha avanzado a pesar de las enormes presiones ejercidas por la aceleración de la descomposición de la sociedad capitalista.

- Esta ruptura, que se irradia desde los centros más antiguos del capitalismo mundial, confirma que los principales bastiones del proletariado permanecen históricamente invictos desde el resurgimiento inicial de la lucha de clases en 1968, y conservan el potencial para avanzar desde las luchas defensivas económicas hacia una crítica política y práctica de todo el orden capitalista.

Estos argumentos han encontrado un escepticismo bastante extendido en el campo político proletario. Si tomamos el ejemplo de la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI), aunque inicialmente reconocieron y celebraron algunas de las luchas que surgieron después de 2022, hemos criticado el hecho de que no lograron ver la importancia internacional e histórica de este movimiento[2], y más recientemente, parecen haberlo olvidado (como lo evidencia la falta de un balance público del movimiento) o lo han descartado como otro destello pasajero, como notamos en algunas de sus reuniones públicas recientes. Mientras tanto, un sitio web parasitario dedicado a la "investigación", Controversias, ha dedicado un artículo completo[3] a refutar nuestra noción de la ruptura, proporcionando así una justificación "teórica" para el escepticismo de otros.

Es digno de mención que el autor de este artículo ahora se ha alineado con la mayoría de aquellos que son (o simplemente afirman ser) parte de la tradición de la Izquierda Comunista, y ahora rechaza el concepto mismo de maduración subterránea. No solo eso: en un artículo sobre los principales acontecimientos de la lucha de clases en los últimos 200 años[4], abraza la idea de que todavía estamos viviendo en la contrarrevolución que se abatió sobre la clase trabajadora con la derrota de la ola revolucionaria de 1917-23. En esta visión, lo que la CCI insiste en que fue el despertar histórico del proletariado mundial después de 1968 y el fin de la contrarrevolución, fue en el mejor de los casos un mero "paréntesis" en una crónica global de derrota.

Esta visión es ampliamente compartida por varios grupos bordiguistas y por la TCI, cuyos predecesores vieron poco más en los eventos de mayo-junio del 68 en Francia, o el "Otoño Caliente" en Italia al año siguiente, que un brote de disturbios estudiantiles.

En los próximos dos artículos, en lugar de entrar en detalles sobre las luchas de los últimos dos años, queremos centrarnos en dos pilares teóricos clave para comprender nuestra noción de la ruptura: primero, la realidad de la maduración subterránea de la conciencia y, en segundo lugar, situación de no-derrota del proletariado mundial.

Las bases marxista del concepto de maduración subterránea

Recordemos brevemente las circunstancias en las que la CCI abordó en sus propias filas por primera vez la cuestión de la maduración subterránea. En 1984, en respuesta a un análisis de la lucha de clases que revelaba una seria concesión a la idea de que la conciencia de clase solo puede desarrollarse a través de la lucha abierta y masiva de los trabajadores, y en particular a un texto que rechazaba explícitamente la noción de maduración subterránea, nuestro camarada Marc Chirik escribió un texto cuyos argumentos fueron afirmados por la mayoría de la organización, con la excepción del grupo que eventualmente desertaría de la CCI en su 6º Congreso y formaría la "Fracción Externa de la CCI" (sus descendientes ahora son parte de Internationalist Perspective)[5]. Marc señaló que tal visión tiende hacia el consejismo porque ve la conciencia no como un factor activo en la lucha, sino puramente como algo determinado por las circunstancias objetivas, una forma de materialismo vulgar; y por lo tanto subestima gravemente el papel de las minorías que son capaces de profundizar la conciencia de clase incluso durante fases en las que la extensión de la conciencia de clase en el proletariado puede haber disminuido. Este enfoque consejista evidentemente tiene poca utilidad para una organización de revolucionarios que es capaz, por basarse en las adquisiciones históricas de la lucha de clases, de darse una orientación durante las fases de retroceso o derrota del movimiento de clase más amplio; pero también descarta la tendencia más general dentro de la clase a reflexionar sobre su experiencia, a discutir, a plantear preguntas sobre los temas principales de la ideología dominante, y así sucesivamente. Tal proceso puede llamarse de hecho "subterráneo" porque tiene lugar en círculos restringidos de la clase o incluso dentro de las mentes de trabajadores individuales que pueden expresar todo tipo de ideas contradictorias, pero no por eso deja de ser una realidad. Como Marx escribió en El Capital[6], "Toda ciencia sería superflua si la apariencia externa y la esencia de las cosas coincidieran directamente": de hecho, es una tarea específica de la minoría marxista ver más allá de las apariencias y tratar de discernir los desarrollos más profundos que ocurren dentro de su clase.

Cuando la CCI publicó documentos relacionados con este debate interno, la Communist Work Organization (CWO) acogió con beneplácito lo que percibió como un intento de la CCI de saldar cuentas con los residuos consejistas que aún tenían peso dentro de la organización[7]. Pero en las cuestiones de fondo planteadas por el debate, en realidad se alinearon, algo irónicamente, con la visión consejista, ya que ellos también rechazaron la noción de maduración subterránea como no marxista, como una forma de "junguianismo político"[[8]]. Decimos irónicamente porque en esa etapa la CWO había abrazado una versión de la conciencia de clase llevada a la clase desde "afuera" por "el partido", constituido por elementos de la intelligentsia burguesa, la tesis idealista de Kautsky que Lenin adoptó en ¿Qué hacer? pero luego admitió que "torció demasiado la barra" en polémica con los proto-consejistas de su época, la tendencia Economista en Rusia. Pero la ironía se disipa cuando consideramos que el materialismo vulgar y el idealismo a menudo pueden coexistir[9]Tanto para los consejistas como para la CWO en su artículo, una vez que las luchas abiertas se acaban, la clase no es más que una masa de individuos atomizados. La única diferencia es que para la CWO, este ciclo estéril solo podría romperse mediante la intervención del partido.

En nuestra respuesta[10], insistimos en que la noción de la maduración subterránea de la conciencia no era una innovación de

 la CCI, sino una consecuencia directa de la noción de Marx de la revolución como el Viejo Topo que cava bajo la superficie durante largos períodos solo para salir a la superficie en ciertas condiciones dadas. Y en particular citamos un pasaje muy lúcido de Trotsky en su magistral estudio precisamente de este proceso, La Historia de la Revolución Rusa, donde escribió: "En una revolución, miramos ante todo a la injerencia directa de las masas en los destinos de la sociedad. Buscamos descubrir detrás de los eventos cambios en la conciencia colectiva... Esto puede parecer desconcertante solo para quien ve la insurrección de las masas como 'espontánea', es decir, como un motín de rebaño artificialmente aprovechado por los líderes. En realidad, la mera existencia de privaciones no es suficiente para causar una insurrección; si lo fuera, las masas estarían siempre en revuelta... Las causas inmediatas de los eventos de una revolución son cambios en el estado mental de las clases en conflicto... Los cambios en la conciencia colectiva tienen naturalmente un carácter semi oculto. Solo cuando han alcanzado un cierto grado de intensidad, los nuevos estados de ánimo e ideas irrumpen en la superficie en forma de actividades de masas".

Del mismo modo, la ola internacional de luchas que comenzó en mayo de 1968 en Francia no surgió de la nada (aunque inicialmente sorprendió a la burguesía, que había comenzado a pensar que la clase trabajadora se había "aburguesado" por la "sociedad de consumo"). Fue el fruto de un largo proceso de desprendimiento de las instituciones y temas ideológicos burgueses (como los sindicatos y los llamados partidos obreros, los mitos de la democracia y el "socialismo real" en el este, etc.), acompañado por el empeoramiento de las condiciones materiales (los primeros signos de una nueva crisis económica abierta). Este proceso también se había expresado aquí y allá en movimientos de huelga como las “huelgas salvajes” en los EE. UU. y Europa Occidental a mediados de los años 60.

Lo mismo ocurre con la ruptura de 2022, que también llegó tras una serie de huelgas en los EE. UU., Francia, etc., muchas de las cuales habían sido interrumpidas por el cierre patronal por Covid. Pero lo que sucedió después de 2022 reveló más claramente lo que había estado gestándose dentro de la clase trabajadora durante algunos años:

- El eslogan generalizado "ya basta" expresó un sentimiento cultivado durante mucho tiempo de que todas las promesas que se hicieron en el período que siguió a la "crisis financiera" de 2008 (promesas que incluían que se necesitaba un período de "austeridad" antes de que se pudiera reanudar la prosperidad) habían resultado ser mentiras, y que era hora de que los trabajadores comenzaran a plantear sus propias reivindicaciones. Fue tanto más significativo cuanto que el movimiento en Gran Bretaña surgió después de décadas de estancamiento y resignación que siguieron a las derrotas de los años 80, en particular la derrota de los mineros en 1985.

- Los eslóganes "todos estamos en el mismo barco" y "la clase trabajadora ha vuelto" expresaron una tendencia de la clase trabajadora a recuperar un sentido de sí misma como una clase con su propia existencia colectiva e intereses distintivos, a pesar de décadas de atomización impuesta por la descomposición general de la sociedad capitalista, acentuada por el desmantelamiento deliberado de muchos centros de la clase obrera de tradición combativa (minas, acero, etc.). En las luchas en Francia contra la "reforma de las pensiones", y en otros lugares, las frecuentes referencias al movimiento en Gran Bretaña que había "iniciado" el resurgimiento de la clase atestiguaron los inicios de una conciencia de que esta identidad de clase no se detiene en las fronteras nacionales, a pesar del enorme peso del nacionalismo y el populismo.

- De nuevo en el movimiento en Francia, el eslogan "Nos dan 64[[11]], nosotros les daremos 68" expresó un recuerdo definido del significado de las huelgas masivas de 1968 (un fenómeno que habíamos notado previamente en las asambleas estudiantiles en el movimiento anti-CPE de 2006, donde había un poderoso deseo de aprender de lo que sucedió en 1968).

- Así como el proceso de maduración subterránea antes de 1968 iba a dar a luz una nueva generación de elementos politizados que intentaban redescubrir la verdadera historia del movimiento revolucionario (y así la recuperación de la tradición de la izquierda comunista), en el período actual estamos viendo el desarrollo internacional de minorías que tienden hacia posiciones internacionalistas y comunistas. El hecho de que la mayoría de estos elementos y sus esfuerzos por agruparse hayan sido engendrados menos por la lucha de clases inmediata que por la cuestión de la guerra es evidencia de que los movimientos de clase actuales expresan algo más que preocupaciones sobre el deterioro de los niveles de vida. Hemos apreciado la importancia del hecho de que las luchas de la ruptura estallaran precisamente en un momento en que se les pedía a los trabajadores de Europa occidental que aceptaran congelaciones de costos de vida y salarios en nombre de apoyar la "defensa de Ucrania" contra el tirano Putin. Y nuevamente, algunas minorías en las manifestaciones contra la reforma de las pensiones en Francia fueron explícitas en rechazar los sacrificios en aras de la construcción de una economía de guerra.

- Un signo adicional del proceso de maduración también puede verse en los esfuerzos del aparato político de la burguesía por radicalizar los mensajes dirigidos a la clase trabajadora. El éxito del trumpismo en los EE. UU. puede atribuirse en gran parte a su capacidad para aprovechar las preocupaciones reales de la clase trabajadora estadounidense sobre el aumento de los precios y el efecto del gasto militar en las condiciones de vida. Y en el ala opuesta del espectro político, hemos visto el nombramiento de líderes sindicales más radicales, como en Gran Bretaña, y un movimiento definido hacia la izquierda por parte de los trotskistas, con grupos como Revolution Permanent en Francia o el Revolutionary Communist Party en Gran Bretaña cambiando su enfoque de la política identitaria para hablar ahora sobre el comunismo, el internacionalismo y la necesidad de la revolución proletaria, con el objetivo sobre todo de "absorber" a los jóvenes elementos que están haciendo preguntas serias sobre la dirección que está tomando la sociedad capitalista.

Podríamos continuar con estos ejemplos. Sin duda, serán contrarrestados por argumentos que buscan demostrar que la clase trabajadora en realidad ha olvidado más de lo que aprendió de la ola de luchas después de 1968, en particular, como lo demuestra el hecho de que ha habido pocos intentos de desafiar el control sindical de las huelgas actuales y de desarrollar formas de autoorganización. Pero para nosotros, las tendencias generales iniciadas por la "ruptura" de 2022 están solo en sus comienzos. Su potencial histórico solo puede entenderse viéndolas como los primeros frutos de un largo proceso de germinación. Volveremos a esto en la segunda parte del artículo.

Amos, 15 de enero de 2025.

 

[[1]] Ver en particular El retorno de la combatividad del proletariado mundial [5], Revista Internacional 169 y Tras la ruptura en la lucha de clases, la necesidad de la politización [6], Revista Internacional 171.

[[2]] Las ambigüedades de la TCI sobre la importancia histórica de la ola de huelgas en el Reino Unido [7], World Revolution 396.

[[3]] ICC: A new “Historic Rupture” in the Class Struggle since 2022? [8]  (CCI: ¿Una nueva “ruptura histórica” en la lucha de clases desde 2022? - En su sitio web no está disponible en español)

[[4]] 1825-2025 - Two centuries of class struggle [9] (1825-2025 – Dos siglos de lucha de clases. En su sitio web no está disponible en español)

[[5]] Ver nuestro artículo La "Fracción Externa" de la CCI [10] en Revista Internacional 45.

[[6]] El Capital, Volumen 3, parte VII, capítulo 48.

[[7]] En Workers Voice 20, segunda serie.

[[8]] Esto fue en respuesta a nuestra cita sobre la insistencia de Rosa Luxemburgo en que "lo inconsciente precede a lo consciente" en el desarrollo del movimiento de clase, que en realidad es una aplicación de la fórmula marxista de que el ser determina la conciencia. Pero esta fórmula puede ser desfigurada si no se comprende la relación dialéctica entre los dos: no solo el ser es un proceso de devenir, en el que la conciencia evoluciona a partir de lo inconsciente, sino que la conciencia también se convierte en un factor activo en el avance evolutivo e histórico.

[[9]] Desde entonces, la CWO ha dejado de defender la tesis kautskista, pero nunca ha aclarado abiertamente por qué ha cambiado su posición.

[[10]] Reply to the CWO: On the subterranean maturation of consciousness [11] , International Review 43 (Respuesta a la CWO: Sobre la maduración subterránea de la conciencia, Revista Internacional 43 - No disponible en español)

[[11]] Es decir, la nueva edad de jubilación propuesta.

 

 

Rubric: 

Conciencia de clase

Marzo 2025

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¡Basta ya! Frente a los ataques, desarrollemos un movimiento masivo, unido y solidario

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¡Basta ya! Frente a los ataques, desarrollemos un movimiento masivo, unido y solidario

Las cartas están sobre la mesa: los gobiernos federal y regionales quieren imponer decenas de millones de ahorro, cada uno dentro de sus respectivas competencias, para que la economía belga sea más competitiva y más rentable. Todos los sectores de la clase trabajadora se verán duramente afectados por este amplio programa de austeridad.

Mientras se despide masivamente a los trabajadores de las empresas privadas, se sigue impugnando la indexación automática de los salarios y las prestaciones, se recortan las primas por horas extras y el trabajo nocturno, se aumenta la flexibilidad laboral, se restringe el derecho al subsidio de desempleo, se aplican fuertes recortes a las pensiones y al seguro médico, se reduce el número total de empleados públicos, se pone en peligro la contratación del personal docente, etc.

Y todo ello en un momento en que las condiciones de trabajo en todas partes son cada vez más insoportables: subempleo, aceleración del ritmo de trabajo, difuminación de la frontera entre la vida profesional y la vida privada, aumento de los precios debido a la inflación, recortes en todo tipo de subvenciones, aumento de los desastres medioambientales, depresión, agotamiento. ¡Basta ya!

Rechacemos pagar la crisis del capitalismo

El Gobierno afirma que no hay elección. Según la lógica de la clase dominante, hay que aumentar la competitividad para hacer frente a la caída del crecimiento económico y a la guerra comercial acentuada por las políticas económicas proteccionistas de Trump, pero también por el crecimiento de los costos de los gastos militares ligados a las tensiones y guerras imperialistas. En todos los países, las clases dominantes intentan trasladar a los trabajadores las consecuencias de “sus” crisis de sobreproducción, es decir, mercancías que ya no pueden vender con un beneficio suficiente en los mercados disponibles. El trabajo debe costar menos. Una vez más, la atención no se centra en el bienestar o las necesidades de los trabajadores, sino en la venta rentable de bienes y servicios. Rechacemos esta lógica deletérea y suicida de la burguesía.

¡No estamos solos en nuestra reacción! En 2022-23, en Gran Bretaña, decenas de miles de trabajadores de empresas de diferentes sectores lucharon durante casi un año. En 2023, en Francia, los trabajadores participaron masivamente en 14 “jornadas de acción” contra los ataques del gobierno a las pensiones. En Bélgica misma, en cuanto aparecieron las primeras “filtraciones” sobre las medidas previstas, la fuerza y el dinamismo de las movilizaciones en la manifestación intersectorial del 13 de enero y en la manifestación de los profesores del 27 de enero dieron lugar a una participación masiva de más de 30 mil manifestantes, mucho más de lo que “esperaban” o más bien “deseaban” los sindicatos. Los manifestantes se reunieron en Bruselas procedentes de todas las regiones, y el movimiento se extendió a sectores distintos de la educación y el ferrocarril, desafiando la intención inicial de los sindicatos. La movilización demostró así que el descontento va más allá de cualquier medida particular o “reforma” específica: expresa la voluntad de resistir a las intenciones de la patronal y del gobierno de hacer pagar la crisis a la clase trabajadora.

¡Basta ya! Rechacemos soportar pasivamente esta avalancha de ataques contra nuestras condiciones de vida. Nuestra primera victoria es la lucha misma. Pero para contrarrestar realmente estos ataques, necesitamos librar la batalla lo más ampliamente posible de forma unida, más allá de la empresa, el sector o la región en la que trabajemos. Todos los trabajadores están “en el mismo barco. No son movimientos separados, sino un grupo colectivo: obreros y empleados, sindicalizados y no sindicalizados, inmigrantes y autóctonos”, como dijo un profesor en huelga en Los Ángeles en marzo de 2023.

Nuestra fuerza reside en unir nuestras luchas en un solo movimiento

Contra todas las maniobras y divisiones

La burguesía ha comprendido muy bien que sus planes provocarán la reacción de amplios sectores de la clase. Corresponde principalmente a los sindicatos encuadrar y desviar esta resistencia esperada. Han visto crecer semana tras semana la ansiedad y el descontento de los trabajadores y están ocupando preventivamente el terreno para evitar que el descontento se manifieste en acciones “incontroladas”.

Una vez más, se recurre a tácticas ya probadas: ¡aislar y dividir a los distintos sectores cuando las medidas afectan a todos! Una manifestación sólo para el personal sanitario y social en noviembre, seguida de una jornada de acción el 13 de diciembre para protestar contra las “medidas de austeridad europeas”. Para la jornada de acción del 13 de enero, sólo se anunció una huelga contra la “reforma de las pensiones” en los ferrocarriles. Sólo mucho más tarde, bajo la presión social, los sindicatos decidieron que también participaría el sector educativo, y más tarde se sumaron otros sectores. En Valonia, los sindicatos han organizado jornadas de huelga separadas para los profesores de la comunidad francesa los días 27 y 28 de enero, evitando así una participación masiva en Bruselas el 13 de enero. La manifestación del 13 de febrero, es llevada a la “defensa del servicio público”, ¡como si a los trabajadores del sector privado o a los desempleados no debieran defenderlos! En resumen, el objetivo es planificar una serie de días de acción sin futuro, como hicieron en Francia, o intentan cada vez limitar las movilizaciones concentrándolas en determinados sectores, como hicieron en Gran Bretaña, o en aspectos particulares de los planes de austeridad, para agotar finalmente la voluntad de lucha y abrir el camino y dar concesión a las medidas de austeridad, bajo el falaz argumento de “que los sacrificios son inevitables, con la condición de que sean repartidos justamente”.

Para evitar las trampas tendidas por los sindicatos, saboteadores de las luchas al servicio de las clases dominantes, y desarrollar la contraofensiva, ser numerosos es importante pero no suficiente: también necesitamos tomar nuestras luchas en nuestras propias manos. Para ello, debemos

- crear foros de debate y toma de decisiones, como asambleas generales soberanas abiertas a todos, y unirnos en torno a reivindicaciones unificadoras;

- superar las divisiones regionales, y las divisiones entre los trabajadores del sector público y privado y los desempleados;

- contrarrestar cualquier tendencia a dividir las luchas, enviando delegaciones masivas a otros trabajadores para que se unan a la lucha;

 - negándose a pagar la crisis y las guerras del capitalismo.

Es esta dinámica de solidaridad, expansión y unidad la que siempre ha hecho tambalearse a la burguesía a lo largo de la historia.

Corriente Comunista Internacional

10-02-2025

Ven a discutir a la Reunión Pública del sábado 1 de marzo en Bruselas: rue du Fort 35, 1060 Saint-Gilles de 14h a 18h.

Geografía: 

  • Bélgica [13]

Rubric: 

Lucha de Clases. Volante sobre las luchas en Bélgica

Permanencia en línea - sábado 15 marzo 2025 a 15h00.

  • 79 lecturas

 

Estas permanencias en línea son espacios de debate abiertos a todos aquellos que deseen reunirse de manera virtual para la discusión fraternal, entre ellos y con la CCI.

Invitamos encarecidamente a nuestros lectores y simpatizantes a participar para continuar la reflexión sobre los problemas de la situación actual y confrontar nuestros puntos de vista. También pedimos se nos comunique por mail las cuestione que le gustaría se abordaran.

Los lectores que deseen participar en las sesiones en línea pueden enviarnos un mensaje esté a nuestro correo electrónico [14], indicando que pregustas le gustaría abordar, para que podamos organizar los debates de la mejor manera posible.

Los detalles técnicos para conectarse a la permanencia serán facilitados más adelante a los interesados en participar.

CCI.

Noticias y actualidad: 

  • Cuestiones de Actualidad [15]

El significado histórico de la ruptura entre EE. UU. y Europa

  • 242 lecturas

La importancia histórica de la ruptura entre EE. UU. y Europa

La aceleración de los acontecimientos desde el advenimiento de Trump 2.0 en EE. UU. continúa.

Estamos asistiendo a las últimas etapas de la ruptura del «orden mundial» inaugurado por la guerra imperialista de 1939-45. Cuando el bloque imperialista ruso se derrumbó a principios de la década de 1990, la CCI anticipó que el bloque occidental también se desmoronaría. Este proceso fue inmediatamente señalado por los conflictos entre EE. UU. y sus antiguos aliados sobre la guerra en la antigua Yugoslavia y confirmado por las profundas divisiones en la invasión de Irak en 2003. Pero ahora el divorcio entre EE. UU. y las potencias europeas se ha hecho definitivo.

Esto no nos conduce hacia un mundo de paz y reconciliación. Ni mucho menos. El impulso bélico del capitalismo se intensifica, pero adopta una forma caótica, tanto más peligrosa cuanto que no existe disciplina de bloque. El futuro mismo de la humanidad está amenazado por un torbellino de guerras imperialistas, destrucción ecológica y desintegración social.

El crecimiento del militarismo sólo puede significar nuevos ataques contra el nivel de vida de la clase trabajadora, ya sometida al azote de décadas de crisis económica. Los políticos, especialmente en Europa occidental, son bastante abiertos al respecto y han decidido poner en marcha gigantescos programas de armamento: «pistolas o mantequilla», otra vez.

Por ello, la CCI organiza un tercer encuentro público internacional en línea centrado en la situación mundial actual. Es esencial que todos aquellos que entienden la necesidad de librar al mundo de un sistema capitalista en decadencia reconozcan exactamente a qué se enfrenta la clase obrera. Por ello, animamos a todos aquellos comprometidos en la búsqueda de «la verdad de este mundo» y de la forma de superar el capitalismo a que asistan a esta reunión y participen en el debate.

Si quieres asistir, escríbenos a [email protected] [2]

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Abril 2025

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El avance de la descomposición del capitalismo

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Reunión Pública de la CCI en México

El avance de la descomposición del capitalismo

 domingo 13 de abril de 2025, 10:00 horas, Ciudad de México, 18:00 horas en España.

La aceleración y la ampliación de los efectos de la descomposición desde el advenimiento de Trump 2.0 en EE. UU. continúa. Entre los estragos para los trabajadores de todos los países están mayor caos y miseria.

El divorcio entre EE. UU. y las potencias europeas se ha hecho definitivo con la llegada al poder de Donald Trump por segunda ocasión. Para la relación del gobierno de los Estados Unidos con la burguesía de los demás países de América se anuncian cambios también históricos. En el contexto de los Bloques Imperialistas que se repartieron el mundo desde la segunda guerra mundial, México, siendo el patio trasero de los Estados Unidos ha seguido fielmente los dictados del padrino americano. Las disputas por los aranceles, la migración y el narcotráfico amenazan ahora con romper la “armonía” en que esta relación bilateral se ha mantenido. De igual manera, las amenazas de anexión de Canadá y de Groenlandia, más la recuperación del Canal de Panamá, todo ello siendo una expresión del caos en las relaciones imperialistas, representa una dificultad muy seria para la lucha de la clase trabajadora. El pudrimiento de las relaciones entre las burguesías de los países del continente americano es una expresión flagrante de la aceleración de la descomposición capitalista. La clase obrera debe rechazar los llamados nacionalistas como condición para unir sus luchas futuras por la destrucción del capitalismo mundial y sustituirlo por una nueva sociedad.

Te invitamos a la discusión política de estos aspectos y otros relacionados en nuestra reunión pública en español, que se llevará de forma presencial y virtual el domingo 13 de abril de 2025, 10:00 horas, Ciudad de México, 18:00 horas en España.

La reunión presencial se realizará en: Álvaro Obregón 185, 4º piso, Colonia Roma Norte, entre Tonalá y Monterrey (a una cuadra de Avenida Insurgentes), Ciudad de México. Participantes de otros países y lugares fuera de la Ciudad de México pueden integrarse en línea, si quieres asistir, escríbenos a [email protected] [19]

 

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Mayo 2025

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Argentina: la lucha de los pensionistas es también nuestra

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Argentina: la lucha de los pensionistas es también nuestra

El miércoles 12 de marzo, la prensa burguesa informaba que: "La protesta de los jubilados frente al Congreso terminó otra vez con la Policía Federal repartiendo gases y palos. Fue la tercera represión consecutiva: a las fuerzas de seguridad ya se les volvió una costumbre. A pesar del calor agobiante y del caos provocado por los cortes de luz en la ciudad de Buenos Aires, centenares de manifestantes acudieron a la convocatoria que cada miércoles impulsan agrupaciones como Jubilados Insurgentes, la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJEL) y el Plenario de Trabajadores Jubilados. Esta vez se les sumaron partidos de izquierda, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y hasta "hinchas autoconvocados” de Chacarita Juniors[1].

Crisis económica, plan de austeridad y condiciones de vida de los pensionistas

Al contrario de los partidos de la izquierda del capital y a las organizaciones de izquierda que pretenden que las causas de los programas de austeridad, los recortes con motosierra de los presupuestos sociales, las reducciones salariales y los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores (y los trabajadores jubilados) son culpa de tal o cual dirigente, sea de izquierda o de derecha, la CCI afirma que se deben a la crisis global del capitalismo, sea cual sea la camarilla que esté en el poder, con el objetivo de proteger las ganancias de sus respectivas burguesías. Es esta crisis global del capitalismo la que está en el origen de las medidas que se están imponiendo como mazazos sobre las espaldas de la clase obrera.[2]

Como decíamos ya en 2022, "esta crisis se perfila como larga y profunda que la de 1929 [...] Primero, porque la irrupción de los efectos de la descomposición en la economía tiende a desordenar el funcionamiento de la producción, provocando constantes atascos y bloqueos en una situación de desempleo creciente(...) Sobre todo, se expresa en una inflación a rienda suelta, que los diversos planes de rescate sucesivos, montados a toda prisa por los Estados ante la pandemia y la guerra, no han hecho sino alimentar mediante un endeudamiento precipitado".[3]

Desde que Javier Milei asumió el poder el 10 de diciembre de 2023, llegó a la Casa Rosada declarando: "No hay alternativa a la austeridad y no hay alternativa a un electroshock." Este plan brutal de austeridad deja a miles de familias sin alimentos y a miles de trabajadores sin empleo, además de sumir en la pobreza a un gran número de pensionistas. El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), entre sus puntos más importantes, establece la desregulación del comercio, la industria y los servicios en todo el país.

Esto implica la liberalización de precios, como los cobrados por las empresas de seguridad comercial, que han visto incrementadas sus tarifas en un 100%, y la supresión de las subvenciones al transporte, lo que ha provocado incrementos de precios de entre el 65% y el 150% para los usuarios. Esto también ha provocado un aumento del 270% en los precios de la electricidad. La reducción del presupuesto del Estado, el cierre de administraciones y la reducción de puestos en los ministerios, que ha provocado despidos en el sector público con más de 75,000 empleos suprimidos y más previstos. La drástica reducción de las obras públicas ha provocado un colapso en la industria de la construcción, generando más despidos en el sector.

La devaluación del peso en más de un 50% ha disparado los precios de bienes y servicios en más de un 100%, pulverizando el poder adquisitivo de los asalariados y aún más el de la mayoría de los pensionistas. Un salario mínimo que apenas cubre un tercio del precio de los bienes de consumo básico. En Argentina, cuya economía tradicional se basa en la ganadería, los proletarios ya no pueden comer carne, que ha sido sustituida por pollo o pasta.

Todas estas medidas han provocado una explosión de la pobreza, que ya existía bajo los gobiernos kirchneristas y peronistas, y que ha pasado del 49,5% en diciembre de 2023 al 57,4% en enero de 2024.

"Hay un enorme cúmulo de pobres o casi pobres, una clase media aplastada y unos pocos privilegiados. Esta es la nueva reconfiguración de los ingresos en Argentina, que no fue provocada por el Gobierno de Javier Milei, pero que se ha acelerado desde que Milei llegó al poder". (declaraciones realizadas a la agencia EFE por el economista Alfredo Serrano Mantilla, Director Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

Estos brutales golpes en las espaldas de los trabajadores, los parados y la población no explotada están teniendo terribles consecuencias para los jubilados y pensionistas argentinos de todo tipo. Las medidas de austeridad han provocado un recorte de más del 38% en el presupuesto destinado a los desempleados, justificado bajo el cínico pretexto de "ahorrar" para poder reducir la deuda nacional en... ¡14.000 millones de dólares!

En Argentina hay casi 7,5 millones de antiguos empleados. El 63% de ellos recibe una pensión miserable, estimada en una media de 280,000 pesos (unos 340 dólares al mes). El resto vive con menos de 400,000 pesos al mes, mientras que el coste de mantener un hogar supera los 1,200,00 pesos. Muchos ancianos deambulan desesperadamente por las calles y se ven reducidos a hacer cola en los cerca de 230 comedores sociales del Gran Buenos Aires. No sólo la asistencia social del Estado burgués es deplorablemente insuficiente para garantizar su supervivencia, sino que casi la mitad de los jubilados (3 millones de los 7,5 millones del país) han sido excluidos de la cobertura gratuita de medicamentos, ¡algo dramático si se tiene en cuenta que los precios de los medicamentos aumentaron un 119% en 2024! Todo esto ha llevado a los ex trabajadores, exasperados y hartos de los incesantes ataques que están soportando, a reunirse en las calles para proclamar "¡Ya está bien de que nos maten de hambre y nos reduzcan a la miseria!

La lucha frente a la brutal represión del gobierno

En este contexto de ataques a las condiciones de vida de este sector de la clase obrera se produjo la violenta represión del 12 de marzo. Ese día, como todos los miércoles, los pensionistas se reunieron para manifestarse frente al Congreso. Ese mismo día, la central sindical CGT, constreñida por los acontecimientos, había convocado a una marcha en "solidaridad" con los jubilados, a la que se sumaron otras organizaciones de la izquierda del capital (todas las organizaciones trotskistas, como en el PTS-Frente de Izquierda (FIT), el Polo Obrero y, en otra coalición, el MST). También se sumaron colectivos y organizaciones ciudadanas, especialmente las "barras bravas", es decir, simpatizantes de los principales equipos de fútbol de Argentina, como Boca, River y Rosario Central, porque unos días antes un jubilado que llevaba una camiseta del equipo de Chacarita había sido golpeado durante una redada policial, y ellos estaban allí para "ajustar cuentas" y "pelearse" enfrentándose a la policía.

La ministra del Interior responsable de la represión, Patricia Bullrich, ya había advertido contra el "desorden y la violencia de los piqueteros y barras bravas" y prometió no tolerar el menor desorden ni permitirles el paso. Grandes contingentes de policías armados hasta los dientes y con tácticas cuasi militares desataron una feroz represión desde el inicio de la marcha hacia el Congreso. En respuesta a las cargas policiales con porras, balas de goma y botes de gas lacrimógeno, los simpatizantes lanzaron piedras y quemaron vehículos policiales y contenedores de basura. Un jubilado resultó herido en la cabeza tras ser empujado y golpeado por un agente de policía, y un camarógrafo recibió gases lacrimógenos en la cara. En total, 50 personas resultaron heridas y más de cien fueron detenidas.

¿Cuál es el balance de la lucha de los jubilados?

La política de austeridad, recortes de salarios y pensiones, y reducciones drásticas en los presupuestos de sanidad y servicios sociales de Milei y su gobierno forma parte de la ofensiva de la burguesía para mantener el podrido orden capitalista. En la raíz de todo esto está la crisis económica mundial, acelerada por la descomposición, que lleva a los camaradas que llegan al poder a aplicar medidas feroces para atacar las condiciones de vida de la clase obrera. Una vez más, son los trabajadores los que tienen que pagar la factura de la crisis para que la burguesía pueda intentar salvar los intereses del capital nacional.

La lucha de los jubilados y sus reivindicaciones se inscriben en la defensa del terreno de la clase obrera, porque son una forma de resistencia a las medidas que la burguesía y su Estado imponen al conjunto de la clase trabajadora. En consecuencia, la lucha de los jubilados en Argentina es también nuestra lucha. Es una lucha de los trabajadores jubilados para resistir los continuos ataques a sus condiciones de vida desatados por el Estado burgués en el contexto de la crisis económica mundial y sus draconianas políticas de austeridad. Y no estaban solos. Estaban acompañados por algunos jóvenes trabajadores, adultos e incluso niños (algunos hijos y nietos de estos antiguos trabajadores) que salieron a la calle para luchar junto a ellos. En cada momento de la movilización, los jubilados llamaban a otros jóvenes trabajadores a unirse con pancartas y consignas, como cuando una persona declaraba: "Un día seréis viejos y también vosotros saldréis a la calle a luchar como estamos luchando hoy". Así pues, la lucha de los jubilados y desempleados en Argentina es también la lucha de la clase trabajadora en su conjunto.

A pesar de la confirmación de su combatividad, el movimiento ha mostrado algunas debilidades graves. Por ejemplo, las dificultades que enfrentan los trabajadores para reconocerse como explotados, como parte de una misma clase y, en este sentido, para unir sus luchas a las de otros sectores de la clase trabajadora que también sufren los brutales ataques del gobierno de la burguesía. En un artículo anterior, mencionamos la ola de huelgas que, desde 2022-2024, ha hecho de éste el territorio con más luchas de América Latina en el último año[4]. Ya hablamos de los durísimos golpes que recibieron trabajadores y jubilados con el gobierno de Milei, pero que ya habían comenzado mucho antes, particularmente con los sucesivos gobiernos de izquierda peronista-kirchnerista. Sin embargo, el movimiento de los jubilados no intentó conectarse con los trabajadores activos que estaban en lucha (docentes o aduaneros o ferroviarios que, al mismo tiempo, preparaban huelgas controladas por los sindicatos y cuidadosamente aislados, cada uno en su rincón) y la mayoría de los dirigentes sindicales nunca dejaron de alimentar la ilusión de que el sindicato era la única organización posible de "la lucha" de los trabajadores. A este respecto, es revelador que una dirigente de la Izquierda del Capital, Myriam Bregman (líder del Partido Socialista de los Trabajadores (PTS) trotskista y antigua diputada en representación del Frente de Izquierda Unida) afirmara que los jubilados se quejaban de que la CGT no acudía a apoyarles y exigían que la central sindical convocara una huelga nacional[5].

Los hinchas de fútbol que participaron en la movilización de los pensionistas hablaron como hinchas, no como trabajadores, no como clase, sino como miembros de un grupo de la sociedad burguesa, como los hooligans o los ultras fanáticos de Europa: para mostrar su apoyo incondicional a un equipo de fútbol. Los métodos utilizados por estos últimos no son en absoluto los de la tradición de lucha de la clase obrera, sino una práctica totalmente ajena a ella, del lumpen, proclamando y reivindicando una sed de venganza y un estallido nihilista de violencia ciega como la quema de coches y la destrucción de ventanas y escaparates, una situación que recuerda al vandalismo de los piqueteros[6] durante los disturbios del "corralito" a principios de este siglo en Buenos Aires y otras ciudades. Todas estas acciones no son más que expresiones desesperadas de un no futuro para la pequeña burguesía, no para la clase obrera.

Por eso, en medio de la manifestación, se volvieron a escuchar consignas como "¡Milei basura, vos sos la dictadura!", la patria no se vende” o el ya clásico “que se vayan todos” que, en lugar de llamar a la movilización de todos los trabajadores para defender sus condiciones de vida frente a los ataques del capitalismo, estas consignas desviaron la ira hacia el terreno burgués, atrapándola en las trampas de una lucha por la defensa de la democracia, contra la dictadura o la autocracia y, en última instancia, tras el callejón sin salida del nacionalismo, atacando u obstaculizando el desarrollo de su conciencia de clase.

Los sindicatos y organizaciones de la izquierda del capital, desde la CGT peronista hasta las organizaciones trotskistas y ciudadanas, jugaron su papel sucio de dividir a los trabajadores para debilitar su lucha. A regañadientes y para "hacer lo correcto", convocaron a una marcha supuestamente en solidaridad con los jubilados, y luego llamaron a un paro nacional de 36 horas el 9 de abril, pero que en realidad sólo buscaba recuperar el sentimiento de bronca y exasperación cada vez más extendido en la clase obrera y compartido por todos los sectores, entre los pensionistas, los parados que habían perdido su empleo y los obreros que seguían trabajando, explotando las fuertes ilusiones y todas las debilidades y confusiones que se expresaban en este movimiento para plantear una falsa unidad interclasista en torno al único denominador común. No se trata sólo de plantar cara a Milei y su gobierno, o simplemente de reivindicaciones burguesas. Peronistas, sindicatos, partidos de izquierda y organizaciones de izquierda trabajan codo con codo para mantener divididos a los trabajadores, cada uno en su sector, en su categoría sociológica y con sus reivindicaciones: los desempleados por un lado, los trabajadores en activo por otro, los jubilados o pensionistas por otro. Otras organizaciones "ciudadanas", que van desde la causa feminista a los defensores de tal o cual minoría como los LGTB+, pasando por los hinchas "radicales" de los clubes de fútbol, también han aportado su granito de arena a esta empresa de boicotear o sabotear la autoorganización de los trabajadores y la extensión de las luchas, tergiversándola, transformándola bien en llamamientos al "pueblo" o "a los ciudadanos" para "vengarse de Milei" en las próximas elecciones, o bien, para los más "radicales", preconizando el "abstencionismo político" para este plazo, con el fin de enmascarar e impedir la toma de conciencia de la necesidad de luchar unidos en un terreno de clase movilizándose contra los ataques de un sistema capitalista moribundo y en plena putrefacción, que ya no tiene nada que ofrecer a sus explotados sino cada vez más explotación y miseria.

Tr


[1] https://www.pagina12.com.ar/808576-un-clasico-de-los-miercoles-palos-y-g... [21]

[2] Argentina: La crisis golpea a los trabajadores con inflación, precariedad y miseria [22], CCI Online mayo 2023

[3] Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad [23], Revista Internacional 164, 2020.

[4] Agencia de prensa en español especializada en información económica para la comunidad empresarial.

[5] https://es.internationalism.org/content/5169/en-argentina-como-en-todas-partes-los-trabajadores-deben-sacar-las-lecciones-de-sus [24]

[6] Movimiento piquetero en Argentina I [25], Revolución Mundial 82, sept-oct 2006.

 

 

Situación nacional: 

  • Argentina [26]

Geografía: 

  • Argentina [27]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La conciencia de clase [28]

Rubric: 

Lucha de clases

Permanencia online – sábado 17 de mayo de 2025 a las 15 h

  • 77 lecturas

La Corriente Comunista Internacional organiza una permanencia online para el sábado 15 de mayo a las 15,00 h. 

Las permanencias son momentos de debate, abiertos a todos aquellos que quieran reunirse y discutir con la CCI. 

Invitamos calurosamente a todos nuestros lectores y a todos nuestros simpatizantes a participar para continuar la reflexión sobre la situación histórica y contrastar puntos de vista. También se invita a los compañeros de clase a que nos cuenten los temas que les gustaría abordar. 

Si desea asistir a esta reunión, puede enviar un mensaje a nuestra dirección de Internet ([email protected] [29]) o en la sección "nous contacter [30]" de nuestro sitio web, indicando los temas que le gustaría abordar, para que podamos organizar mejor la discusión. Es posible participar tanto en español, como en francés o inglés. (Se habilitarán los medios necesarios para la traducción).

Los trámites técnicos para la conexión a la estancia se comunicarán posteriormente a los compañeros que hayan respondido al llamamiento. 

 

Otras Reuniones Públicas realizadas recientemente:

Permanencia en línea - sábado 15 marzo 2025 a 15h00. [31]

El avance de la descomposición del capitalismo [32]

El significado histórico de la ruptura entre EE. UU. y Europa [33]

La elección de Trump acelerará la descomposición del capitalismo. [34]

Que son las Reuniones Públicas de la CCI:

Reunión pública en línea: un debate internacional para comprender la situación mundial y preparar el futuro [35]

Vida de la CCI: 

  • Reuniones públicas [1]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Izquierda Comunista [36]

Noticias y actualidad: 

  • Debate Situación Mundial [37]

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • Corriente Comunista Internacional [38]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [20]

Rubric: 

Reuniones Publicas de la CCI.

Reuniones Públicas de la CCI

  • 31 lecturas

 


Reuniones Publicas Recientes:

Permanencia en línea - sábado 15 marzo 2025 a 15h00 [31]

Invitamos encarecidamente a nuestros lectores y simpatizantes a participar para continuar la reflexión sobre los problemas de la situación actual y confrontar nuestros puntos de vista. También pedimos se nos comunique por mail las cuestione que le gustaría se abordaran.

 

 

Vida de la CCI: 

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Una Referencia del Proletriado Internacional

Junio 2025

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La agitación de las alianzas conduce a una exacerbación de la guerra de todos contra todos

  • 29 lecturas

Mientras la OTAN declaraba en su sitio web: «La OTAN condena en los términos más enérgicos la guerra de Rusia contra Ucrania. La Alianza se mantiene firme en su compromiso de apoyar a Ucrania y ayudarla a ejercer su derecho fundamental a la legítima defensa», Trump humillaba y amedrentaba al presidente ucraniano en público ante los medios de comunicación de todo el mundo, incluso nombrándolo responsable de la barbarie en Ucrania, mientras renovaba lazos e iniciaba negociaciones con la Rusia de Putin. Estas declaraciones provocadoras subrayaron pública y brutalmente la ruptura ideológica y estratégica de los EEUU de Trump con el eje central de la política de la OTAN. Además, Trump cuestionó la solidaridad entre los países de la OTAN, quintaesencia de la Alianza Atlántica: «Si no pagan, no voy a defenderlos», «Mi mayor problema con la OTAN (...) es que si EEUU tuviera un problema y llamáramos a Francia o a otros países que no voy a nombrar y dijéramos “Tenemos un problema”, ¿creen que vendrían a ayudarnos, como se supone que deben hacer? No estoy seguro...». (France 24, 07.03.25). En cuestión de pocas semanas, Donald Trump torpedeó la Alianza Atlántica y demoliendo políticamente el pacto de defensa colectiva que había unido a EEUU y Europa desde 1949. EEUU ya no tenía intención de apoyar a sus aliados en la defensa de Ucrania y ni siquiera garantizaba la solidaridad incondicional de EEUU en caso de agresión sobre alguno de sus socios.

El fin definitivo de las relaciones imperialistas establecidas desde 1945

Estos acontecimientos tienen un profundo significado histórico, ya que marcan el colapso de las relaciones imperialistas entre las grandes potencias vigentes desde 1945. En realidad, son la culminación de todo un proceso iniciado por el hundimiento del bloque del Este a finales de 1989, que marcó también la apertura del periodo de descomposición. En aquel momento, la CCI indicó que el derrumbe del bloque soviético iría acompañado de la desintegración del bloque occidental: «La diferencia con el periodo que acaba de terminar es que estas desavenencias y antagonismos, antes contenidos y utilizados por los dos grandes bloques imperialistas, pasarán ahora a primer plano. La desaparición del gendarme imperialista ruso, y la consiguiente desaparición del gendarme estadounidense frente a sus principales socios del pasado, abre la puerta al desencadenamiento de toda una serie de rivalidades locales adicionales[1]».

La desintegración ha sido gradual desde entonces, con altibajos, culminando hoy en la manifestación explícita del divorcio transatlántico. En su intento de defender su estatus de única superpotencia dominante en el mundo, EEUU explotó inicialmente la OTAN para apoyar su papel de policía mundial y permitirle mantener bajo control a sus «socios» del bloque occidental (1ª guerra de Irak en 1991, Afganistán en 2001), para integrar a los países de Europa del Este del antiguo bloque soviético en su esfera de influencia y, más recientemente, para apoyar a Ucrania contra el ataque ruso, permitiendo así a Washington contrarrestar el deseo de independencia de los países europeos. Sin embargo, éstas ambiciones empezaron a emerger a principios de los años noventa con las maniobras de Francia, Reino Unido y Alemania durante la guerra civil en la antigua Yugoslavia, y se acentuaron con la negativa de los principales países europeos en 2003 a participar en la aventura de la segunda guerra de Irak bajo el mandato de Bush hijo. En términos más generales, el empoderamiento de los países europeos (sobre todo de Alemania) se ha traducido en una reducción significativa de sus contribuciones militares a la OTAN y en su apertura a Rusia y China en términos energéticos y comerciales.

Ante su declive irreversible frente a la explosión del «sálvese quien pueda» y la emergencia de China como rival, la primera potencia mundial pretende ahora utilizar su poder militar, económico y político para imponer la defensa de sus intereses por la fuerza bruta, si es necesario, a todos los demás países, tanto adversarios como aliados. Así, tras el abandono de Ucrania por Washington, el cuestionamiento de la solidaridad transatlántica en el seno de la OTAN y el acercamiento a Rusia, lo que se está barriendo definitivamente es la estructuración del mundo desde 1945.

La irreversibilidad del divorcio transatlántico

El secretario general de la OTAN, M. Rutte, y ciertos círculos militares y políticos europeos siguen esperando que las estruendosas declaraciones de Trump tengan por objeto esencialmente elevar la apuesta en el marco de las negociaciones «transaccionales» sobre la financiación de la OTAN, y que el drástico aumento de los presupuestos militares decidido por los países europeos calme la agresividad antieuropea de Trump. Aunque la forma y la velocidad reales del divorcio entre los «aliados de toda la vida» siguen siendo difíciles de predecir, la irreversibilidad del proceso se ve confirmada por una serie de factores.

1 «Pero Trump ha desarmado políticamente a la OTAN, la ha despojado de lo que hace fuerte a una alianza de defensa colectiva: la fiabilidad»[2]. Ya no se puede contar con la garantía absoluta  de una intervención militar en apoyo a la OTAN y el paraguas atómico estadounidense, sino todo lo contrario, como indica una nota reciente del Pentágono, la «Guía Estratégica de Defensa Nacional Interina», basada en directrices del secretario de Defensa Pete Hegseth que el Washington Post pudo consultar (31.03.2025). En ella se especifica que, en caso de agresión, Europa sólo podrá contar con refuerzos de tropas no esenciales frente a China. Además, Trump sigue reclamando Groenlandia a Dinamarca, así como la anexión de Canadá, a pesar de que estos dos países son socios de la OTAN. No es de extrañar que el primer ministro canadiense, Mark Carney, llegara a la conclusión de que EEUU ya no era un socio fiable. Independientemente de los reveses posteriores, se han infundido dudas sobre la indestructibilidad de la Alianza Transatlántica y el apoyo estadounidense a Europa.

2. La irreversibilidad del divorcio también se destaca en el plano ideológico. La conclusión del Pacto Transatlántico y la fundación de la OTAN después de 1945 tuvieron como cobertura ideológica la defensa de la «democracia occidental». El cuestionamiento por parte de Trump al inquebrantable apoyo a Ucrania en favor de un acercamiento al «dictador Putin», y el ataque del vicepresidente Vance en el Foro de Múnich al concepto de democracia defendido por las burguesías europeas, mientras la administración Trump sigue apoyando a los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, desgarran por completo esta cobertura ideológica común. Trump está despojando a la Alianza Atlántica de todo su cemento ideológico.

3. Aliado crucial de EEUU contra la URSS durante más de cincuenta años, Europa ha perdido su importancia geoestratégica con el ascenso de China, convirtiéndose sobre todo en un competidor económico y en una fuente de países disidentes, incluso enemigos, en conflictos armados. «También estamos hoy aquí para expresar claramente y sin ambigüedades una realidad estratégica ineludible: EEUU ya no puede centrarse principalmente en la seguridad de Europa. EEUU se enfrenta a amenazas directas contra nuestro propio territorio. Debemos -y estamos en ello- dar prioridad a la seguridad de nuestras propias fronteras. (...) Esto requerirá que nuestros aliados europeos se impliquen plenamente y asuman la responsabilidad de su propia seguridad convencional en el continente[3]». Europa, y por lo tanto el pacto transatlántico, ya no es una prioridad, ni siquiera una necesidad, para el imperialismo estadounidense y la administración Trump lo está expresando sin adornos diplomáticos.

4. Entre los países europeos siguen surgiendo divergencias en cuanto a una subsistencia eventual de lazos trasatlánticos: algunos, como la italiana Meloni y el polaco Tusk, esperan que el importante esfuerzo armamentista de los países europeos contribuya a preservar la esencia de la alianza y a calmar la agresividad antieuropea de la administración Trump; otros, en cambio, ven cómo el vínculo transatlántico se deshace definitivamente y presionan para que se desarrolle una política alternativa frente a EEUU. Estos últimos explotarán sin duda la situación intensificando la presión para romper el «polo europeo». De este modo, Trump tenderá a desarrollar una política «transaccional» más favorable hacia algunos países, como Polonia, o menos favorable hacia otros, como Alemania.

5. «Escuchen, seamos honestos, la Unión Europea fue diseñada para joder a EEUU» (declaración de Trump, 26.02.2025). La multiplicación de  aranceles por parte de EEUU sobre las importaciones de los «aliados» europeos -acusados por Trump de tratar a EEUU mucho peor que a ciertos «enemigos»- y las «represalias» europeas no harán sino exacerbar las tensiones entre ambos lados del Atlántico y constituirán el componente económico del divorcio. Esta guerra comercial es una buena ilustración de cómo los «socios» europeos de antaño son vistos ahora como rivales del «America first». La imposición a los países europeos de un gigantesco esfuerzo de inversión militar como consecuencia del fin del paraguas militar estadounidense tiene por objeto, en particular, obligar a todos los países de la UE a «malgastar» parte de sus reservas económicas en el desarrollo de sus recursos militares, de modo que pierdan competitividad frente a EEUU. Además, la variación de los aranceles aduaneros es también potencialmente un medio de sembrar la discordia entre los países europeos.

EE.UU. a la cabeza de la guerra de todos contra todos

Poner en tela de juicio las relaciones imperialistas entre las grandes potencias no solo tiene una gran importancia histórica, sino que sobre todo conducirá a una tremenda aceleración del sálvese quien pueda, la irracionalidad y el caos a escala mundial.

El objetivo primordial de la administración Trump, en línea con la política de Biden, es utilizar todos los medios económicos y militares para impedir que el retador chino amenace la declinante supremacía de EEUU. Con este fin, Trump pretende desvincular a Rusia de China, y para ello está dispuesto a sacrificar Ucrania y la estabilidad de Europa, e incluso la cohesión de la UE. Sin embargo, aunque Rusia no puede sino celebrar el acercamiento propiciado por EEUU, a la vez que ve con recelo el creciente dominio económico de China sobre Siberia, al mismo tiempo desconfía del carácter fluctuante de las decisiones de Trump, de ahí la reticencia de la facción de Putin a comprometerse en el proceso de finalización de los combates sobre la base del «acuerdo» propuesto por Washington. De hecho, Trump está dando un paso sin estar seguro de su éxito y sin preocuparse por las consecuencias. En este sentido, Trump es una caricatura de cómo la burguesía en descomposición desarrolla su política imperialista: «apostar», con una visión inmediata, sin preocuparse de las consecuencias a más largo plazo.

Una de las principales consecuencias del divorcio transatlántico es, sin duda, la explosión generalizada del gasto en armamento y, más en general, del militarismo en Europa. Se multiplican las reuniones entre los principales países europeos para aumentar la producción militar y prestar apoyo a Ucrania. En toda Europa se ha anunciado un aumento de los presupuestos militares para los próximos años: es el caso de Gran Bretaña, Francia[4] y Alemania[5], y la UE ha anunciado un apoyo de 800.000 millones de euros en los próximos 10 años. Alemania ha votado reformar su Constitución para eliminar un punto que le prohíbe incurrir en déficit público, de modo que pueda endeudarse para aumentar el gasto militar. Pero ya están apareciendo divergencias entre los estados: se expresan matices entre Francia y Gran Bretaña, por un lado e Italia y Polonia, por ejemplo, sobre qué hacer en relación con Ucrania; del mismo modo, ¿Cuál será la actitud de las otras potencias europeas ante Alemania, primera potencia económica en la UE, que también quieren convertirse en la principal potencia de la UE; en Holanda, el Primer Ministro se ha visto superado en votos dentro de su propia mayoría en cuanto a los compromisos con Ucrania, con los populistas defendiendo la idea de que el dinero debe usarse ante todo para el pueblo de holandés. Si surge un acercamiento estratégico con EEUU y en el seno de la UE, la tendencia es hacia el fin de las alianzas militares estables, una dinámica propia de la exacerbación del «sálvese quien pueda» en el periodo de descomposición y que ya es ampliamente evidente en diversos conflictos en todo el mundo.

Abandonando a Ucrania, torpedeando el Pacto Transatlántico, girando hacia Rusia -en definitiva, destruyendo los últimos cimientos del orden internacional que había sobrevivido a la caída de la URSS-, EEUU se enfrentará a un mundo imperialista que le será aún más hostil y menos controlable, porque nada estable surgirá de esta «convulsión de alianzas», que nunca podrá generar alianzas duraderas. De hecho, Trump ha dicho al mundo: la palabra del gobierno estadounidense no vale nada, no pueden confiar en nosotros. Está claro que él y su camarilla no buscan construir alianzas internacionales sólidas, sino «acuerdos» bilaterales puntuales que sean válidos «ahora mismo». Así, tras los sucesivos fracasos de la burguesía estadounidense para imponer su orden y limitar el movimiento del «sálvese quien pueda», Trump ha reconocido que es imposible frenar esta dinámica, pero en su lugar se coloca a la cabeza de la misma declarando abiertamente la «guerra de todos contra todos». Esta es la verdadera «estrategia» vandálica de la nueva administración estadounidense: «El orden mundial se ha convertido en un arma utilizada contra nosotros. Nos corresponde una vez más crear un mundo libre a partir del caos. Esto requerirá una América (...) que ponga sus propios intereses por encima de todos los demás[6]». A partir de ahora, no habrá vuelta atrás.

Para la clase obrera, el divorcio transatlántico y la «convulsión de las alianzas» anuncian básicamente dos cosas: una intensificación significativa de los ataques contra sus condiciones de vida, provocados por la exacerbación del militarismo, y la multiplicación de horribles enfrentamientos bélicos, como los que masacran a miles de personas cada mes en Ucrania o Palestina. Frente a las campañas destinadas a movilizarlos en defensa del Estado democrático, frente a la «guerra todos contra todos», los trabajadores deben, por el contrario, mantener su unidad en su terreno de clase para luchar contra los ataques de las diferentes burguesías.

R. Havanés, 20-04-2025

 

[1] Texto de orientación: «Militarismo y descomposición» [39], Revista Internacional 64, 1991.

[2] Columna de Alain Frachon, Le Monde, 06.03.2025.

[3] Discurso de P. Hegseth, 12.02.25 en la reunión del Grupo de Contacto OTAN-Ucrania.

[4] «Los créditos votados en la ley de programación militar 2024-2030 ascienden a 413.000 millones de euros».

 

[5] «Está previsto un fondo masivo de 500.000 millones de euros para situar a Alemania a la cabeza de la defensa europea».

[6] Secretario de Estado M. Rubio, Comisión del Senado, 15.01.25, en «Alliance atlantique ou schisme occidental?». Le Monde diplomatique, abril de 2025.

Personalidades: 

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Tensiones Imperialistas

Manifiesto sobre la Crisis Ecológica

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¿Es posible detener la destrucción?

  • 69 lecturas

El estado del planeta es catastrófico. El clima se calienta más rápido de lo previsto por los científicos, provocando incendios, sequías, tormentas, inundaciones... Los océanos se acidifican, y con ellos las precipitaciones; la vegetación bajo el agua o en tierra sufre las desastrosas consecuencias. La deforestación mundial bate récords cada año y el asfalto cubre cada vez más la tierra. La contaminación lo cubre todo: gases de efecto invernadero, pesticidas en el suelo, partículas de plástico en los mares, moléculas farmacéuticas en los ríos.... ¡hasta el punto de que los peces dopados con estrógenos cambian de sexo!

La consecuencia directa de la actividad humana es devastadora: cada año desaparecen 26.000 especies. Cada vez más investigadores prevén la sexta ola de extinción masiva (la anterior, la quinta, fue la de los dinosaurios, hace 66 millones de años). "Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida". Aunque Einstein nunca llegó a pronunciar esta frase, la poderosa idea no deja de ser cierta: los insectos alimentan al mundo (aves, reptiles, mamíferos, plantas) y polinizan el 75% de los cultivos y el 80% de las plantas silvestres. Su desaparición gradual es una amenaza directa para los ecosistemas naturales y la capacidad de la humanidad para alimentarse.

La especie humana ya está sufriendo masivamente esta destrucción del planeta. Cada año, las catástrofes "naturales" vinculadas al calentamiento global obligan a decenas de millones de personas a exiliarse; la contaminación atmosférica provoca millones de muertes "prematuras" y más de dos mil millones de seres humanos son torturados por la falta de agua. La pandemia del Covid 19, que según la Organización Mundial de la Salud mató a 7 millones de personas entre 2019 y 2021 (15,9 millones según los demógrafos), y que ha reducido la esperanza de vida mundial en un año y medio, también tiene que ver en parte con la crisis ecológica. Esta pandemia ha puesto de manifiesto el vínculo entre la destrucción de la naturaleza y la amenaza para la salud humana. Según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), el 70% de las enfermedades emergentes (Zika, Ébola, Nipah, etc.) y casi todas las pandemias conocidas (por ejemplo, gripe, VIH, Covid-19) tienen su origen en zoonosis (enfermedades causadas por infecciones de origen animal). Las causas subyacentes de estas pandemias son las mismas que asolan la naturaleza: deforestación y destrucción de los ecosistemas naturales, comercio y consumo de especies salvajes, etc.

En 2009, un equipo internacional de veintiocho investigadores dirigido por Johan Rockström, científico sueco de fama mundial estableció nueve "límites planetarios" que la humanidad no debería sobrepasar si no quiere comprometer las condiciones de su supervivencia:

1. Cambio climático

2. Erosión de la biodiversidad

3. Alteración de los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y el fósforo.

4. Cambios en el uso del suelo

5. Acidificación de los océanos.

6. Uso global del agua

7. Agotamiento de la capa de ozono.

8. La introducción de nuevas entidades en el medio ambiente (metales pesados, compuestos sintéticos y radiactivos...)

9. Y la concentración de aerosoles en la atmósfera.

Seis de estos nueve "límites planetarios" ya se han superado (y dos de ellos no se pueden medir). La magnitud de la catástrofe en curso es tal que el propio Foro de Davos se ve obligado a reconocer que "La pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas se consideran uno de los riesgos mundiales de deterioro más rápido de la próxima década (...). La combinación de fenómenos meteorológicos extremos y suministros limitados podría transformar la actual crisis del coste de la vida en un escenario catastrófico de hambre y angustia para millones de personas (…). La interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales acelerará el colapso de los ecosistemas".

Lo que está en juego no es la vida en la Tierra como tal. Ya ha sido capaz de desarrollarse en condiciones mucho más hostiles, de recuperarse tras olas de extinción masiva aún más extensas que las actuales; se puede encontrar vida en el fondo de los océanos, bajo la tierra, en todas las superficies. No, lo que está amenazado es la especie humana. El modo en que funciona la sociedad actual acabará por hacer que la Tierra sea inhabitable para la humanidad.

Todas las "soluciones" a la crisis ecológica propuestas por la clase dominante son inútiles porque los problemas a los que nos enfrentamos están integrados en el sistema global que domina el planeta: el sistema capitalista, que vive de la explotación y la búsqueda de beneficios. Explotación de la fuerza de trabajo humana a través de la relación salarial; explotación de la naturaleza, a la que considera un don gratuito que puede saquear a su antojo. Y aunque el capitalismo ha producido los medios científicos y tecnológicos que podrían servir para liberar a la humanidad de la pobreza y del trabajo alienado, el choque entre este potencial productivo y la motivación misma de la producción se ha hecho permanente. El capitalismo ha sido una forma de sociedad obsoleta y decadente durante más de cien años. Esta larga decadencia ha alcanzado ahora una fase terminal, un callejón sin salida en el que la guerra, las crisis de superproducción y la destrucción ecológica han llegado a un punto en el que todas estas manifestaciones del callejón sin salida actúan unas sobre otras para producir un terrible torbellino de destrucción. Pero hay una alternativa a la pesadilla que está realizando el capitalismo: la lucha internacional de la clase explotada por el derrocamiento del capitalismo y la construcción de una sociedad comunista mundial.

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Manifiesto Crisis Ecológica

Los estragos de la guerra

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Los estragos de la guerra

Desde 1914, la guerra se ha convertido en una constante en todos los continentes. Doscientos conflictos, doscientos millones de muertos, ¡Dos ciudades arrasadas por bombas atómicas! Napalm, armas químicas y bacteriológicas, bombas de racimo, drones asesinos... la última tecnología al servicio de la barbarie.

El siglo XX ha sido repetidamente calificado como el siglo más bárbaro de la historia de la humanidad. Pero el siglo XXI está en camino de ocupar un lugar aún más alto en los anales del horror: tras haber comenzado con los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, el caos se ha extendido de una región a otra: Irak, Afganistán, Siria, Libia, Congo, Ucrania, Israel/Palestina... y quizás mañana Taiwán.

La guerra se ha convertido en el centro de gravedad de toda la sociedad, al punto que centra toda la investigación científica: . microondas, productos liofilizados, latas de comida, jeringuillas autoinyectables, GPS, gafas de aviador, Internet... la lista de objetos producidos por la investigación militar es interminable. La Primera Guerra Mundial dio origen a una economía de guerra permanente: en una lucha feroz, los gobiernos tuvieron que centrar su industria e investigación científica en este ámbito de destrucción y muerte. Desde entonces ha sido la guerra la que estructura a la sociedad. Hoy en día, el gasto militar mundial supera los 2,4 billones de dólares al año. ¡Esta cifra aumenta constantemente y será aún mayor mañana!

La guerra mata, se cobra la vida de millones de personas. Pero también aniquila todas las demás formas de vida. Los campos de batalla son páramos desolados; la flora y la fauna son aniquiladas.

Cada guerra causa un desastre ambiental que dura siglos: metales pesados, productos químicos y elementos radiactivos permanecen durante siglos, incluso milenios. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial aún se sienten hoy. El plomo y el mercurio provenientes de la degradación de las municiones contaminan las capas freáticas dondequiera que hubo trincheras. En Francia, debido a los proyectiles enterrados, ¡120.000 hectáreas de campos de batalla siguen siendo inservibles para cualquier actividad humana! Durante la guerra de Vietnam en la década de 1960, el ejército estadounidense utilizó deliberadamente un herbicida ultratóxico (Agente Naranja) para destruir la vegetación y facilitar la detección de las fuerzas del Viet Cong. ¡Este producto químico destruyó todos los bosques en el 20% del sur del país y continúa contaminando el medio ambiente y la población! ¿Y la energía nuclear? Todos los estados con armamento nuclear realizan pruebas, unas 2000 actualmente, que están causando un aumento considerable de cáncer en la población «local».

El conflicto en Ucrania es un concentrado de todas estas fuerzas destructivas. Además de los cientos de miles de muertes en ambos bandos, el riesgo de catástrofe nuclear en la central de Zaporiyia hace temblar al mundo; los edificios derrumbados liberan por todas partes cantidades incalculables de asbesto al aire; tanques, armas y equipos médicos abandonados representan toneladas de residuos altamente contaminantes. Solo una cifra: si bien el país alberga el 35% de la flora y fauna de Europa, casi el 30% de sus bosques ya han sido destruidos.

En Ucrania, la destrucción del medio ambiente es un arma de guerra. La explosión de la presa de Kajovka el 6 de junio de 2023 es prueba de ello: miles de hectáreas de tierras de cultivo y reservas naturales fueron destruidas, polígonos industriales inundados, lo que provocó que el agua de la presa se mezclara con diversos productos químicos, hidrocarburos y aguas residuales, etc. La devastación de Gaza por el ejército israelí está teniendo efectos similares en el medio ambiente, mientras masacra y mata de hambre a decenas de miles de personas. Las guerras actuales demuestran que esta estrategia de tierra quemada se ha reforzado: destruir los recursos naturales de un entorno para matar de hambre a su adversario. Este también fue uno de los objetivos del uso del napalm en Vietnam.

Y para rizar el rizo, el colosal gasto militar que se avecina incluso llevará a los gobiernos a abandonar sus compromisos insignificantes con el clima: recortes drásticos en los programas de reducción de emisiones de CO2, en la investigación de energías alternativas, etc.

Este es el mundo tal como ha sido desde 1914, un mundo en guerra permanente que devora recursos y quema regiones enteras. Si no se hace nada para detener esta dinámica, los estados continuarán su matanza y los focos de guerra se extenderán hasta consumirlo todo.

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Manifiesto Crisis Ecológica

Frente a la crisis ecológica…. ¿Pueden los estados capitalistas cambiar su perspectiva?

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Frente a la crisis ecológica…. ¿Pueden los estados capitalistas cambiar su perspectiva?

En 1972, se celebró en Estocolmo (Suecia) la Cumbre de la Tierra, la primera gran conferencia internacional sobre medio ambiente. Bajo el patrocinio de las Naciones Unidas, los 113 Estados presentes se comprometieron a combatir la contaminación. Se adoptó una declaración de 26 principios, un plan de acción con 109 recomendaciones y se creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

En 1992, en la tercera Cumbre de la Tierra, se reforzaron las medidas internacionales en favor del medio ambiente: la protección del planeta se consideró oficialmente esencial para el futuro de la humanidad. 196 Estados ratificaron la Convención, lo que les exigió reunirse anualmente para perseverar en sus esfuerzos. Estas importantes reuniones anuales se conocen como las Conferencias de las Partes (COP para el Cambio Climático). La primera conferencia, conocida como COP 1, se celebró en Berlín en 1995.

Al mismo tiempo, a partir de 1988, los mismos 196 Estados, las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) formaron el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Cada nuevo informe acaparaba titulares, y los científicos, sistemáticamente, escogían palabras contundentes para advertir sobre la gravedad de la situación. El primer informe, publicado en 1990, afirmaba: “Nuestros cálculos muestran con certeza que el CO2 es responsable de más de la mitad del aumento del efecto invernadero en la Tierra (...). Si se mantiene la situación actual, predecimos un aumento de +0,3° por década en la temperatura media global (...); este es un aumento de la temperatura media nunca antes visto en los últimos 10,000 años”.

En realidad, cada año que pase serán  peores las previsiones, cada informe del IPCC subrayará esta gravedad de forma cada vez más alarmante y cada vez más todos los estados anunciarán nuevas medidas.

Cabe señalar que este es un problema real para todos los países del mundo: el impacto del calentamiento global está provocando un aumento considerable de los desastres naturales, con un coste económico cada vez más astronómico. En los últimos 20 años, las pérdidas financieras causadas por condiciones climáticas extremas se han triplicado, alcanzando los 2,521 billones de euros. En términos más generales, estos desastres desestabilizan regiones enteras, destruyendo el tejido económico y obligando a poblaciones enteras al exilio. Los picos de contaminación están paralizando un número creciente de mega ciudades, lo que obliga a restringir los viajes. Para 2050, unos 300 millones de personas se verán amenazadas por el aumento del nivel del mar.

¿A qué han conducido entonces todas estas observaciones, medidas y promesas a lo largo de más de cincuenta años?

Tomemos un ejemplo concreto particularmente significativo. El Ártico está siendo más afectado por el calentamiento global que el resto del mundo. Las consecuencias son, obviamente, dramáticas para todo el planeta. Armados con sus cartas, cumbres internacionales y promesas, los gobiernos ven esta catástrofe como una oportunidad para... ¡explotar la región! En 2007, Rusia izó una bandera en el Polo Norte a 4,000 metros de profundidad para marcar su control sobre la región. Hidrocarburos en Siberia y Norteamérica, gas natural, petróleo, uranio en el Ártico, paso a través de los archipiélagos canadienses, paso por las costas de Rusia y Escandinavia... todas estas nuevas posibilidades están atrayendo planes ambiciosos. Y aquí, como en otros lugares, compiten con las armas preparadas: ejercicios militares de la OTAN, refuerzo de las bases armadas estadounidenses en Islandia y Groenlandia, maniobras navales rusas...

La misma lógica se aplica a todo lo demás: el uso generalizado de coches eléctricos anuncia enfrentamientos por el cobalto, el níquel, etc. Estas minas de metales preciosos, ubicadas en los países del Sur (Marruecos, Chile, Argentina, etc.), están consumiendo toda el agua restante, amenazando a las poblaciones locales con sequía y sed. Esta es la cruda realidad. Los Estados no dejarán de explotar a la humanidad ni los recursos del planeta; no dejarán de destruir y empobrecer, porque encarnan los intereses de cada burguesía nacional. La función de los Estados es concentrar las fuerzas económicas y militares de cada país para la batalla en la arena internacional. Son la máxima autoridad del sistema capitalista mundial, que vive solo del lucro y de la competencia. Sean o no conscientes del peligro para la humanidad que representa toda su destrucción, nunca se detendrán.

Las COP (¡pronto serán 30!) no son más que una reunión de bandidos. La Liga de Naciones, la ONU, la OTAN, la OMC, el FMI... todas estas organizaciones internacionales no son más que lugares de confrontación e influencia. Cada COP es una oportunidad para que algunos intenten establecer nuevos estándares y restricciones para obstaculizar a otros: Francia contra el carbón alemán o chino, el Reino Unido contra la energía nuclear francesa, Alemania contra el petróleo estadounidense, etc. La proliferación de guerras, que a largo plazo amenazan con matar a toda la humanidad, es la prueba definitiva de que los Estados no son la solución, sino el problema. Y no importa qué régimen esté en el poder ni el color del gobierno. Ya sea un demócrata o un dictador, ya sea la extrema derecha, el centro o la extrema izquierda quien gobierne tal o cual nación, el capitalismo conduce en todas partes a la misma catástrofe. En todos los países, los partidos “ecologistas” suelen ser los más belicistas. ¡Menudo símbolo!

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Manifiesto Crisis Ecológica

El capitalismo "verde" no puede existir.

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El capitalismo «verde» no puede existir

«En un hermoso día de San Juan, el sol brillaba en todo su esplendor. Esto ocurría a veces, incluso en Coketown. Visto desde lejos, en un día como aquel, Coketown estaba envuelta en un halo de niebla humeante que parecía impermeable a los rayos del sol. Sólo se podía adivinar que la ciudad estaba allí, porque se sabía que sólo la presencia de una ciudad podía explicar la triste mancha en el paisaje. Un vapor de hollín y humo, que soplaba confusamente, a veces hacia un lado, a veces hacia otro, a veces parecía querer elevarse hasta la bóveda celeste, a veces reptaba tenebrosamente por el suelo, según si el viento bajaba, subía o cambiaba de dirección: una mezcla confusa, espesa e informe, atravesada por unas pocas láminas de luz que sólo iluminaban masas de oscuridad; Coketown, a lo lejos, ya se anunciaba como lo que era, antes de que pudiera verse un solo ladrillo». En 1854, en su famosa novela Tiempos difíciles, Charles Dickens evoca los cielos llenos de humo de Coketown, un pueblo ficticio a imagen de Manchester, donde sólo se veían las «monstruosas serpientes de humo» que se cernían sobre la ciudad.

La humanidad siempre ha transformado la naturaleza. Incluso antes del Homo sapiens, los primeros representantes del linaje humano utilizaban herramientas; algunas encontradas en Etiopía datan de hace más de 3.4 millones de años. En el curso de su evolución, de su progreso técnico y de la extensión de su organización social, la humanidad ha desarrollado una capacidad cada vez mayor para actuar sobre su medio ambiente, para adaptar la naturaleza a sus necesidades. Con 147 metros de altura y 4,500 años de antigüedad, la pirámide de Keops, en Egipto, es testimonio de este poder ya adquirido en la Antigüedad.

Pero al mismo tiempo, sobre todo con la división de la sociedad en clases, esta capacidad de actuar sobre el medio ambiente vino acompañada de un creciente distanciamiento de la naturaleza y de las primeras catástrofes ecológicas: «Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que, en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras.». (Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre).

Pero antes del capitalismo y su insaciable necesidad de expansión, estos problemas ecológicos eran limitados y locales. Tras milenios de lenta evolución, el capitalismo multiplicó por diez sus fuerzas productivas en sólo unas décadas. Primero en Europa, luego en todos los demás continentes, se extendió por todas partes, transformando la naturaleza y a los hombres para mantener en funcionamiento sus talleres, sus fábricas y sus manufacturas. En el capitalismo, el objetivo de la producción no es satisfacer las necesidades humanas, sino obtener ganancias. Producir para vender, vender para obtener ganancias, obtener ganancias para reinvertir en trabajadores y máquinas... para producir más, para producir más rápido, para producir más barato... para poder seguir vendiendo frente a la competencia feroz de otros capitalistas. Esta es la razón fundamental de la nube de humo negro que Charles Dickens describió poéticamente en 1854 y que ya cubría Manchester.

En aquella época, el capitalismo se encontraba en su fase ascendente y expansiva. El deseo de expandirse por el mundo, de encontrar nuevos mercados para superar sus crisis periódicas de sobreproducción, tenía una dimensión progresista en la medida en que sentaba las bases de una verdadera comunidad mundial. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial demostró que este periodo había terminado, y revolucionarios como Rosa Luxemburgo ya insistían en que la alternativa era ahora «socialismo o barbarie». La oleada internacional de revoluciones que comenzó en Rusia en 1917 contenía la promesa del socialismo. Pero la revolución fue derrotada en todas partes y, a partir de mediados de la década de 1920, fue la barbarie la que se impuso, expresada no sólo en guerras imperialistas cada vez más devastadoras, sino también en la destrucción acelerada de la naturaleza, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial y aún más en las últimas décadas.

No puede haber capitalismo «verde». Toda la retórica de la burguesía, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, afirmando poder «regular», «supervisar», «reformar» el capitalismo para que pueda desarrollarse una «economía verde», es una mentira descarada. Ninguna ley, ninguna carta de derechos, ninguna presión pública puede quitarle al capitalismo su razón de ser: explotar a los hombres y a la naturaleza para producir, vender y obtener ganancias. Y ¡qué pena si como resultado van muriendo las personas y la naturaleza! Escritas hace casi 160 años, las palabras de Carlos Marx en el primer volumen de El Capital parecen haber sido escritas hoy: «En la agricultura como en la industria manufacturera, la transformación capitalista de la producción no parece ser más que el martirio del productor […] En la agricultura moderna, lo mismo que en la industria en las ciudades, el crecimiento de la productividad y el mayor rendimiento del trabajo se compran al precio de la destrucción y el agotamiento de la fuerza de trabajo. Además, cada avance en la agricultura capitalista es un avance no sólo en el arte de explotar al trabajador, sino también en el arte de expoliar el suelo». Este sistema de explotación nunca dejará de saquear los recursos naturales y de envenenar la Tierra. La única solución es derrocar el capitalismo. Pero, ¿qué otro sistema podría representar una alternativa?

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Manifiesto Crisis Ecológica

¿Pueden los movimientos ciudadanos cambiar el mundo?

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¿Pueden los movimientos ciudadanos cambiar el mundo?

 La magnitud del desastre ecológico preocupa a una parte cada vez mayor de la población mundial, sobre todo a los jóvenes. Ante esta catástrofe, surgen todo tipo de acciones ciudadanas.

Cada día se pide a cada uno que haga un esfuerzo: separar los residuos, reducir el consumo de carne, fomentar el uso de la bicicleta... Se supone que estos pequeños gestos individuales suman, igual que los pequeños arroyos se convierten en grandes ríos. Todos los países del mundo fomentan este «civismo»: publicidad, logotipos, incentivos para los coches eléctricos, reducciones fiscales para el aislamiento térmico de las viviendas... ¡El gesto eco-ciudadano como remedio contra la contaminación! Los mismos gobiernos que lanzan bombas y arrasan bosques quieren hacernos creer que la solución para el planeta pasa por acciones individuales calificadas de «razonables y duraderas».

No nos dejemos engañar: su verdadero objetivo es dividir y fragmentar. Estos mandatos de «hacer lo correcto para el planeta» pretenden incluso hacer sentir culpables a quienes son víctimas de este sistema explotador. Al mismo tiempo, intentan hacernos creer que el capitalismo puede ser «verde», eco-responsable, sustentable... si cada uno pone de su parte. Estas mentiras nos distraen de las verdaderas raíces, de las verdaderas causas de la crisis medioambiental: el propio capitalismo.

Lo mismo ocurre con las «marchas por el clima». Estas gigantescas manifestaciones reúnen periódicamente a cientos de miles de personas en todo el mundo preocupadas por el futuro que les espera. Sus consignas reflejan a veces la sensación de que es necesario un cambio profundo: «un cambio de sistema, no un cambio de clima». Pero cualquier esfuerzo por atacar las verdaderas raíces del problema se ve socavado por otras consignas, como «deja de hablar, empieza a actuar», y sobre todo por su práctica general. La figura emblemática de este movimiento, la joven Greta Thunberg, dice a menudo: «Queremos que los políticos hablen con los científicos, que los escuchen de una vez». En otras palabras, estos manifestantes esperan «presionar» a los dirigentes para incitarles a aplicar políticas más respetuosas con la naturaleza. De esta lógica se deriva otra mistificación, la de clasificar a las generaciones mayores como «inconscientes» o «egoístas», frente a los «jóvenes» que luchan por el planeta: «Dicen que quieren a sus hijos, pero les están robando su futuro», declaró Greta Thunberg. ¡Así que existe toda una teorización sobre una supuesta oposición entre la «generación del clima» y los «boomers»!

La ecología radical pretende ir más allá: ya no se trata de gritar «¡Miren!» o «¡Despierten!» a los poderosos del mundo, sino de obligarles a adoptar una política diferente. Extinction Rebellion (XR), y ahora Just Stop Oil, con sus jornadas de «rebelión internacional», son los principales representantes de este movimiento, que denuncia con vehemencia el «ecocidio en curso». Manifestaciones, ocupación de cruces de carreteras, abordaje de trenes, organización de actos para dar a conocer el desastroso estado del medio ambiente... se utilizan los medios más espectaculares para «presionar». Pero detrás de este «radicalismo» se esconde exactamente el mismo planteamiento: hacer creer que el Estado puede (si se le «obliga») llevar a cabo una política ecológica, que el capitalismo puede ser «verde».

Dentro de este movimiento de acción directa, una de las corrientes más activas es el movimiento «zadista» en Francia. Se trata de ocupar las «Zonas a Defender» (ZAD) amenazadas por los apetitos del capital y las finanzas, como una zona destinada a un nuevo aeropuerto o un mega estanque. Agrupaciones de «rebeldes», las ZAD luchan contra el «gran capital» para promover la agricultura a pequeña escala, «la producción y el consumo locales» y «la comunidad»... en otras palabras: ¡el pequeño capital! Así pues, el sistema sigue siendo fundamentalmente igual, con todo lo que ello implica en términos de intercambios mercantiles y relaciones sociales.

Por último, existe un movimiento más teórico, en particular el movimiento del decrecimiento (decroissance), que afirma querer sustituir el capitalismo por otro sistema. Este movimiento señala la imposibilidad de un capitalismo «verde» y aboga por un «pos capitalismo» (Jason Hickel), un «ecosocialismo» (John Bellamy Foster) o incluso un «comunismo del decrecimiento» (Kohei Saito). Este movimiento sostiene que el capitalismo está impulsado por una necesidad constante de expansión, de acumulación de valor, y que sólo puede tratar a la naturaleza como un «don gratuito» que hay que explotar al máximo, al tiempo que pretende someter todas las regiones del planeta a las leyes del mercado. Pero, ¿cómo lograr una sociedad diferente? ¿A través de qué luchas? Los «décroissants» han dado con la respuesta: un movimiento social «desde abajo», creando «espacios comunes», «asambleas de ciudadanos»... Pero, ¿quiénes son los «ciudadanos» en cuestión? ¿Qué fuerza social concreta puede encabezar la lucha para derrocar al capitalismo y ponerse a la cabeza de ese movimiento? Esta es la pregunta central a la que no responden los partidarios del decrecimiento para mejor excluir a la clase obrera de la ecuación, para diluirla en «el pueblo», «los ciudadanos»...

En resumen, todas estas formas de movimiento ecologista, desde la acción individual hasta la protesta «radical», tienen en común que condenan a la clase obrera a la impotencia:

- ya sea porque no abordan las causas de la crisis ecológica, sino sólo sus consecuencias:

- o porque imaginan que los Estados existentes pueden hacerse cargo del único cambio susceptible de poner fin a la catástrofe ecológica: el derrocamiento del sistema capitalista, que esos mismos Estados se dedican por completo a defender;

- o, cuando pretenden querer derrocar el capitalismo, porque descartan a la única fuerza de la sociedad que puede poner fin a este sistema, la principal clase explotada de esa sociedad, el proletariado.

Estos movimientos dicen ser «radicales», pero ser «radical» es atacar los problemas en su raíz. ¡Y la raíz de la crisis medioambiental es el capitalismo!

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Manifiesto Crisis Ecológica

El comunismo es la única solución a la crisis ecológica

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El comunismo es la única solución a la crisis ecológica

Porque es una sociedad sin clases ni explotación, sin naciones ni guerras, el comunismo es la única solución real a la crisis ecológica.

El comunismo es el fin de la explotación y el pillaje

El capitalismo es explotación.

El capitalismo obtiene su riqueza de dos fuentes: la explotación de la naturaleza y la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado, ambas transformadas en mercancías. Por eso el capitalismo no tiene solución para la crisis ecológica. Solo puede explotar ambas hasta el agotamiento y la destrucción. Por eso, la cuestión social y la cuestión ecológica van de la mano y solo pueden ser resueltas al mismo tiempo y por el proletariado, la única clase que tiene interés en abolir todas las formas de explotación.

Explotación del proletariado por la burguesía, del hombre por el hombre, los trabajadores se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para vivir: ya no se pertenecen a sí mismos, sus cuerpos explotados se convierten en herramientas.

Estas relaciones sociales de producción marcan el conjunto de las relaciones humanas. El dominio del patrón sobre los trabajadores se refleja en la familia entre el marido y «su» mujer, entre el padre y «sus» hijos, en la sociedad entre blancos y negros, hombres y mujeres, válidos y discapacitados... La relación de la humanidad con la naturaleza no se salva. Los capitalistas solo ven a su alrededor recursos que explotar: «recursos humanos», «recursos naturales». El hombre, la vida, la naturaleza, el planeta e incluso el universo se reducen al estado de cosas, de bienes, de mercancías.

Pollos en serie, ganado torturado en los mataderos... la barbarie infligida al mundo animal se deriva de esta relación de explotación entre los propios hombres.

Puesto que el comunismo es el fin de la explotación del hombre por el hombre, también es el fin de estas relaciones de dominación que atraviesan todas nuestras relaciones sociales, al igual que es el fin de esta relación de depredación y pillaje de la naturaleza.

El fin del beneficio

El capitalismo es la búsqueda del beneficio.

Es el único fin de la producción bajo el capitalismo. El hombre, la vida, la naturaleza... nada tiene otro valor para el capitalismo que el valor de cambio. La propia ciencia es tratada como un simple apéndice del beneficio.

Una vez más, esta lacra indica lo que debería ser el comunismo: una sociedad en la que el objetivo del trabajo no es la búsqueda del beneficio ni la venta de mercancías. En el comunismo, por el contrario, toda la producción estará destinada al uso, a la necesidad, y no a la venta en el mercado. La actividad de los productores asociados, liberados de la esclavitud salarial, buscará satisfacer las necesidades y los deseos más profundos de la humanidad. Y sentirse vinculado a la naturaleza, responsable de su futuro, formará parte integrante de esas necesidades y deseos.

El fin de la propiedad privada

El capitalismo es la propiedad privada.

La apropiación de la gran mayoría de la riqueza social por una pequeña minoría es lo que la burguesía llama «propiedad privada». Esto es lo que la clase obrera revolucionaria quiere abolir.

Los regímenes estalinistas basaron su mentira de ser sociedades socialistas precisamente en el motivo de que habían abolido la propiedad individual, concentrando toda la riqueza en manos del Estado. En realidad, tanto si la burguesía se apropia del trabajo de la clase obrera y de toda la población de forma individual o colectiva, como empleador o como Estado, las relaciones de producción siguen siendo las mismas.

En el capitalismo, la propiedad privada no es solo el derecho a privar a otros de sus bienes, sino también el derecho a disponer de los bienes ajenos y de la naturaleza. El fin de la propiedad privada en el comunismo es, por lo tanto, también el fin del derecho a poseer la naturaleza: «En una organización económica de la sociedad superior a la nuestra, el derecho de propiedad de ciertos individuos sobre el globo terráqueo parecerá tan absurdo como el derecho de propiedad de un ser humano sobre otro. Ninguna sociedad, ningún pueblo, ni siquiera todas las sociedades de una época juntas, son propietarias de la tierra. Solo son sus poseedores, sus usufructuarios, y deberán legarla a las generaciones futuras después de haberla mejorado como boni patres familias [buenos padres de familia]» (Marx, El capital, libro III).

El fin de la competencia de todos contra todos

El capitalismo es la competencia.

Entre individuos, entre empresas, entre naciones. Nada ni nadie se libra. El ejercicio físico y el juego se han convertido en deportes comercializados y nacionalizados, en los que está en juego la gloria del club o del país, aunque ello suponga dopar y destruir a los atletas. La escuela se rige por una carrera por las notas, en la que cada niño es evaluado, comparado y clasificado. La religión, el color de la piel, las costumbres... todo es un pretexto para enfrentar a unos contra otros. Los trabajadores no escapan a esta competencia, se les exige que hagan más que la empresa concurrente, que hagan más que sus compañeros. Por extensión, la naturaleza también se convierte en un adversario al que hay que dominar. Incluso ante la crisis ecológica, se destaca esta relación con el mundo: para todos los líderes del planeta, se trata de «ganar la batalla del clima».

El capitalismo es el reino de la competencia y la dominación, el comunismo será el reino de la ayuda mutua y el compartir. Esta relación entre los hombres también modifica la relación con la naturaleza: «los hechos nos recuerdan a cada paso que no reinamos sobre la naturaleza como un conquistador reina sobre un pueblo extranjero, como alguien que estaría fuera de la naturaleza, sino que le pertenecemos con nuestra carne, nuestra sangre, nuestro cerebro, que estamos en su seno, [...] los hombres [...] sabrán de nuevo que son uno con la naturaleza y se hará imposible esa idea absurda y antinatural de una oposición entre [...] el hombre y la naturaleza» (Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre).

El fin de los Estados-nación...

Como siempre han afirmado los comunistas auténticos, la sociedad comunista no puede existir en un solo país, y mucho menos en municipios aislados, sino solo a escala mundial. La crisis ecológica es un producto directo de la insaciable voluntad del capitalismo de conquistar la Tierra bajo la bandera del beneficio, de transformar toda la naturaleza en mercancía. Ya reconocida en el Manifiesto Comunista de 1848, esta voluntad ha envenenado, en las últimas etapas de la decadencia histórica del capitalismo, todo el planeta, lo que, junto con la amenaza de la guerra, constituye una amenaza directa para la supervivencia de la humanidad y de innumerables otras especies. Por lo tanto, la solución a esta crisis solo puede contemplarse a escala planetaria, mediante el desmantelamiento de todos los Estados-nación y la eliminación de las fronteras nacionales.

 …y de sus devastadoras guerras

El capitalismo es la guerra.

La competencia de todos contra todos que subyace a este sistema conduce al enfrentamiento entre naciones, a la guerra y al genocidio. Desde principios del siglo XX, todas las guerras son guerras imperialistas, basadas en la lucha entre Estados-nación por ampliar su esfera de influencia y control en detrimento de sus rivales. La feroz competencia militar se ha vuelto permanente y cada vez más destructiva, amenazando directamente a la humanidad y al propio planeta (véase Los estragos de la guerra, página 1).

Al igual que con la crisis ecológica, la única salida a este callejón sin salida mortal es la abolición de las economías nacionales y de los Estados que las defienden, y la creación de una red mundial de producción y distribución, controlada por los propios productores.

 

El comienzo de una humanidad mundial unificada en armonía con la naturaleza

El comunismo será mundial.

El capitalismo ha permitido crear un tejido económico mundial extremadamente denso, con rutas comerciales y complejas conexiones entre fábricas y centros de investigación, de un país a otro, para producir. La fragmentación del sistema actual en naciones competidoras se ha vuelto totalmente obsoleta: esta división es un obstáculo para la plena realización del potencial alcanzado por la humanidad. Durante la pandemia de Covid-19, la feroz carrera por ser la primera nación en encontrar una vacuna, que impidió a los laboratorios compartir sus avances, ralentizó considerablemente la investigación. En el caso del sida, los científicos estiman que la guerra entre investigadores franceses y estadounidenses, que se mentían, se espiaban y competían entre sí, ¡hizo perder más de una década en el descubrimiento de la triterapia1 Esta fragmentación de la sociedad tiene los mismos efectos devastadores en la investigación para combatir la crisis ecológica.

La sociedad futura, el comunismo, deberá y podrá superar esta división y unir a toda la humanidad. El comunismo será, por tanto, exactamente lo contrario de lo que proclamaba el estalinismo: «el socialismo en un solo país». Esta sociedad futura, una organización social y consciente a escala planetaria, supone un paso de gigante. Toda la relación de los seres humanos entre sí y con la naturaleza se verá transformada. Se abolirá la separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y dejará de existir la oposición entre la ciudad y el campo.

El comunismo será, por lo tanto, todo menos un retorno al pasado. Se basará en «toda la riqueza del desarrollo anterior» (Marx, Manuscritos de 1844) reapropiándose críticamente de todos los mejores logros de las sociedades humanas del pasado, comenzando por una nueva comprensión de la relación más armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza que prevaleció durante la larga época del comunismo primitivo. En particular, podrá integrar, desarrollar y, al mismo tiempo, transformar radicalmente todos los avances científicos y tecnológicos que el capitalismo ha hecho posibles.

La revolución por el comunismo se enfrentará a tareas gigantescas: no solo revertir las consecuencias ecológicas del modo de producción capitalista, sino también alimentar, vestir y alojar a todo el mundo, y liberar a todos los seres humanos de un trabajo paralizante y deshumanizante. Pero el objetivo último del comunismo no es simplemente la negación del capitalismo, sino una relación nueva y más elevada entre la humanidad y la naturaleza, que se vuelve consciente de sí misma. Este objetivo no es un ideal lejano, sino un principio rector para todo el proceso revolucionario. El comunismo y la naturaleza significarán «un cultivo consciente y racional de la tierra, propiedad común y eterna, condición inalienable de la existencia y la reproducción de las generaciones humanas que se suceden» (Marx, El capital, Libro 3).

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Manifiesto Crisis Ecologica

Lo que el comunismo no es.

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Lo que el comunismo no es

¿Qué es eso? ¿El comunismo? ¿LA URSS? ¿Esa monstruosidad? El régimen estalinista era, en efecto, una abominación. Los trabajadores eran explotados al máximo, cualquier oposición era ferozmente reprimida y la militarización estaba en su apogeo. En cuanto a su relación con la naturaleza, el productivismo “soviético” era sinónimo de destrucción, contaminación y pillaje. Pero el comunismo no tiene nada que ver con los regímenes estalinistas. Ayer en la URSS y en Europa del Este, hoy en China, en Corea del Norte, o en Cuba, ¡no hay ni un ápice de comunismo! El estalinismo no es una prolongación de la revolución proletaria de Octubre de 1917, sino su sepulturero.

Mientras que en todos los países la guerra de 1914-18 significó una carnicería en las trincheras y un desastre en la retaguardia, el proletariado ruso se negó a ser sacrificado y se lanzó a la lucha por la revolución comunista mundial. Este impulso revolucionario pronto se extendió a Europa. Ante esta amenaza para su dominio, la burguesía detuvo la guerra. Pero esto no fue suficiente. A finales de 1918, estalló la revolución proletaria en Alemania. Este levantamiento de un batallón decisivo del proletariado internacional fue aplastado sin piedad ¡por el Estado burgués alemán dirigido por los socialdemócratas! Decenas de miles de trabajadores insurgentes fueron asesinados, entre ellos Rosa Luxemburgo, que recibió un disparo en la cabeza a quemarropa y fue arrojada a un canal. Esta derrota rompió la oleada revolucionaria. El proletariado ruso se encontró totalmente aislado. En Rusia, la contrarrevolución tomó un giro tan bárbaro como maquiavélico: el régimen estalinista robó las palabras de la revolución, de Marx y Lenin, para masacrar o deportar al 80% de los bolcheviques que habían participado en la revolución, con el fin de imponer la explotación más feroz a la clase obrera. El rojo que tiñe la bandera de Stalin y de la URSS no es el del comunismo, ¡sino el de la sangre de los trabajadores!

Contrariamente a todas las mentiras burguesas difundidas durante más de cien años, el estalinismo no es el producto de la Revolución de Octubre, sino el hijo natural del capitalismo decadente y de la contrarrevolución burguesa.

Una vez aclarado esto, volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿cuál es la relación entre el comunismo y la naturaleza? ¿En qué sentido es el comunismo la “verdadera resolución del conflicto entre el hombre y la naturaleza” (Karl Marx, Manuscritos de 1844)?

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Manifiesto Crisis Ecológica

¿Qué fuerza social puede hacer la revolución?

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¿Qué fuerza social puede hacer la revolución?

La única solución a la espiral infernal de destrucción medioambiental y militar es derrocar el capitalismo y avanzar hacia el comunismo. Pero la burguesía nunca aceptará el fin de su sistema, el fin de sus privilegios, el fin de su existencia como clase dominante y explotadora. Intentará mantener su sistema obsoleto a toda costa. Sólo una revolución mundial puede poner fin a esta agonía. Para todos aquellos que se preocupan por el estado del planeta y el destino de la humanidad, la pregunta esencial es: ¿cuál es la fuerza social capaz de llevar a cabo la revolución?

¿Cuál es la clase revolucionaria en la sociedad capitalista?

“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”.  Así comienza el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, escrito por Karl Marx y Friedrich Engels. En este documento fundamental, que conserva hoy todo su valor, vemos cómo la lucha de clases se ha desarrollado en todas las sociedades históricas, cómo ha estado en el centro de la transformación radical de estas sociedades. La antigua esclavitud fue sustituida por el feudalismo, el feudalismo por el capitalismo. En cada caso, un proceso revolucionario fue dirigido por una nueva clase nacida de las entrañas de la sociedad existente:

  • Enfrentados a los amos esclavistas de la decadente Roma, esclavos y gladiadores se rebelaron durante siglos, siendo la más famosa la revuelta de Espartaco del 73 al 71 a.C. Pero a pesar de su valor, no consiguieron derrocar la sociedad esclavista. Eran los señores feudales quienes representaban la clase revolucionaria de la época, la clase capaz de sustituir la esclavitud, que había entrado en su periodo de decadencia, por una nueva organización social de la producción capaz de superar las contradicciones insolubles de la vieja sociedad e instaurar así una nueva forma de explotación: la servidumbre.
  • Frente a la decadencia de los señores feudales, hubo muchas rebeliones campesinas contra la explotación, como la de la “jacquerie” en Francia o la revuelta de los campesinos en Inglaterra en 1381. Pero tampoco ellos pudieron cambiar la sociedad. Era la burguesía la que representaba la clase revolucionaria de la época, la clase capaz de derrocar el feudalismo decadente e instaurar una nueva organización social de la producción, esta vez basada en el trabajo asalariado.

En el capitalismo, este papel revolucionario corresponde al proletariado, primera clase explotada capaz de transformar la sociedad de arriba abajo. En el pasado, las contradicciones que acosaban a las sociedades en su período de decadencia no podían superarse mediante la abolición de la explotación, sino sólo mediante la introducción de un nuevo modo de producción basado a su vez en la explotación. Pero las contradicciones que provocan la crisis histórica del capitalismo, resultado de las propias leyes de este sistema (producción basada no en las necesidades humanas sino en el mercado y el beneficio, competencia entre empresas y Estados) tienen su origen en la explotación de la clase que produce la parte esencial de la riqueza social, el proletariado. Es porque, en el capitalismo, la fuerza de trabajo se ha convertido en una mercancía que se vende a los propietarios de los medios de producción, los capitalistas, porque se explota a los productores, porque la competencia en el mercado obliga a los capitalistas (sean cuales sean sus “buenas intenciones”) a aumentar cada vez más la explotación, y es por ello por lo que la abolición de las contradicciones que acosan al capitalismo pasa necesariamente por la abolición de la explotación. Por eso, en el capitalismo, la clase revolucionaria ya no puede ser una nueva clase explotadora, como en el pasado, sino que debe ser la principal clase explotada de este sistema, el proletariado.

Frente a la burguesía decadente, hay mil razones para rebelarse. Toda la humanidad está sufriendo, todos los estratos, todos los explotados están siendo torturados. Pero la única fuerza social capaz de derrocar a la burguesía, sus Estados y sus fuerzas de represión, y de proponer otra perspectiva, es la clase obrera. El proletariado es fundamentalmente diferente de las clases productoras y explotadas que lo precedieron. En las sociedades esclavistas y feudales, los instrumentos de trabajo eran individuales o, en el mejor de los casos, comunales. La base de la producción era, pues, el trabajo individual, aislado, fragmentado y limitado localmente. La gran conmoción provocada por el capital proviene precisamente de la sustitución, como base predominante de la producción, del trabajo individual por el trabajo colectivo. En lugar del trabajo individual aislado, la fabricación de mercancías se ha desarrollado gracias al trabajo combinado de miles de seres humanos, realizado a escala planetaria (por ejemplo, un automóvil moderno se compone de piezas producidas en innumerables fábricas y países). De este modo, el capital ha creado, en lugar de clases explotadas dispersas y aisladas entre sí, una clase unida por su trabajo colectivo (a escala planetaria) y que sólo puede vivir y trabajar gracias a esta unidad. El capitalismo ha producido así, con el proletariado moderno, su propio sepulturero. En tanto que clase explotada, no tiene ningún interés en crear una nueva forma de dominación y explotación. Sólo puede liberarse liberando a toda la humanidad de toda forma de explotación y opresión. Es en la lucha donde los trabajadores forjan la unidad que constituye su fuerza. A diario, el capitalismo los divide enfrentándolos entre sí, entre compañeros de trabajo, entre equipos, entre unidades, entre fábricas, entre empresas, entre sectores, entre naciones. Pero cuando empiezan a defender sus condiciones de trabajo, la solidaridad les une. Entonces, "de vez en cuando, los trabajadores salen victoriosos, pero su triunfo es efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más amplia de los trabajadores" (Manifiesto del Partido Comunista, 1848). Karl Marx describió todo el proceso de la siguiente manera: "La gran industria reúne en un mismo lugar a una multitud de personas desconocidas entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero el mantenimiento del salario, este interés común que tienen contra su amo, los une en un pensamiento único de resistencia: la coalición. Así, la coalición tiene siempre un doble objetivo, el de poner fin a la competencia entre ellos, para poder competir en general con el capitalista. Si el primer objetivo de la resistencia era sólo el mantenimiento del salario, a medida que los capitalistas se unen a su vez en un pensamiento de represión, las coaliciones, al principio aisladas, se forman en grupos, y frente al capital siempre unido, el mantenimiento de la asociación se vuelve para ellos más importante que el del salario. [...] Las condiciones económicas habían transformado primero a la masa del país en obreros. La dominación del capital ha creado para esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa es ya una clase en relación con el capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la que sólo hemos mencionado algunas fases, esta masa se une y constituye una clase para sí misma. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase a clase es una lucha política". (Marx, Miseria de la filosofía)

Esto es lo que hay detrás de toda huelga: un proceso potencial de unificación, organización y politización de toda la clase obrera, la formación de un poder social capaz de oponerse al capitalismo. Luchando juntos por sus condiciones de vida y de trabajo, los trabajadores atacan el corazón mismo del capitalismo: la explotación, el beneficio, la mercantilización y la competencia. Por eso Lenin hizo suya la idea de que “detrás de cada huelga se esconde la hidra de la revolución”.

Luxemburgo y Lenin fueron testigos de las primeras grandes luchas revolucionarias de la clase obrera en el siglo XX: 1905 en Rusia y 1917-19 en Rusia, Alemania y el resto del mundo. Durante estas batallas, los trabajadores se enfrentaron a la creciente integración de sus propias organizaciones (sindicatos y partidos) en el aparato del Estado. Pero en respuesta, fueron capaces de crear nuevos órganos de lucha: los soviets o consejos obreros, órganos capaces de unificar a la clase y sentar las bases de una nueva forma de poder político capaz de enfrentarse y desmantelar el Estado burgués e iniciar el proceso de “expropiación de los expropiadores”, es decir, la transición a una sociedad comunista. Estos movimientos confirmaron verdaderamente el carácter revolucionario de la clase obrera.

Por supuesto, los consejos obreros sólo pueden aparecer en una fase muy avanzada de la lucha de clases. No pueden existir de forma permanente en la sociedad capitalista. Pero el hecho de que correspondan a las necesidades del movimiento de clase en ese momento (la necesidad de unidad más allá de las fronteras sectoriales y nacionales, la necesidad de elevar la lucha al nivel político) queda demostrado por el hecho de que en muchas luchas desde 1968, los trabajadores se han reunido en asambleas de masas y han elegido comités de huelga revocables que son la forma embrionaria de los futuros consejos. Los comités de huelga interempresas surgidos en la huelga de masas en Polonia en 1980 son la prueba más clara de ello.

¿Y el clima?

Rosa Luxemburgo escribió que el socialismo no es una cuestión de “cuchillo y tenedor”, sino también “un gran movimiento cultural, una gran y elevada visión del mundo”. Desde el siglo XIX, los trabajadores han incluido en su lucha el combate contra todas las lacras del capitalismo: la guerra, la desigualdad entre hombres y mujeres, entre negros y blancos, el maltrato a los enfermos... y la contaminación. La cuestión de la naturaleza y del medio ambiente pertenece por entero a la lucha revolucionaria de la clase obrera. En 1845, en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels ya denunciaba los efectos del aire contaminado, el hacinamiento y las aguas residuales sin tratar sobre la salud de los trabajadores; el Manifiesto del Partido Comunista de 1848 ya exigía que se superara la separación entre la ciudad y el campo; en sus últimos años, Marx estudiaba con avidez los efectos nocivos sobre el suelo de la “agricultura de rapiña” del capitalismo.

En otras palabras, es la lucha revolucionaria de la clase obrera contra la explotación y por el comunismo la que contiene, engloba y arrastra tras de sí todas las demás causas, todas las demás revueltas, incluida la lucha por el planeta. Lo que los revolucionarios y todos los que se preocupan por el estado del mundo deben defender es, por tanto, todo lo contrario de la actual teoría de la “interseccionalidad”.  Esta teoría pone sobre el mismo plano la lucha de los trabajadores, la lucha contra el racismo y la lucha por el clima, y afirma que todas estas luchas deben “converger”, marchando codo con codo con el mismo impulso. En otras palabras, es una teoría de la dilución de la lucha proletaria, de la desaparición de los trabajadores en una masa amorfa de “ciudadanos”. Es una táctica artera para desviar a los trabajadores de su lucha histórica por derrocar el sistema capitalista. ¡Es una trampa!

¿La clase obrera aún existe?

La gran mentira que equiparaba estalinismo y comunismo (véase el recuadro en este mismo Manifiesto sobre “lo que el comunismo no es”) permitió a la burguesía emprender una campaña ensordecedora en 1990, en el momento del colapso de la URSS, para proclamar por todas partes la muerte del comunismo. Insistió e insistió con el mensaje de que cualquier sueño revolucionario sólo puede convertirse en una pesadilla. Peor aún, llegó a hacer creer a los trabajadores que la clase obrera ya no existía, que era cosa del pasado. “Empleados”, “colaboradores”, “clase media”... Esta nueva lengua digna del 1984 de George Orwell ha terminado de martillear esta nueva “realidad” en la cabeza de la gente.

Pero los hechos son tozudos. Los trabajadores no sólo no han desaparecido, sino que nunca ha habido tantos en todo el mundo. Incluso en Europa. El proletariado es algo más que los obreros de las fábricas. Todos los que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para ganarse la vida son trabajadores. Trabajadores manuales o intelectuales, productores o trabajadores de servicios, en el sector privado o en el sector público, desempleados o empleados, no importa: forman una y la misma clase, llevando solo un único combate.

¡La clase obrera existe!  Y hoy redescubre el camino de la lucha

Es cierto que, desde 1990, la clase obrera ha librado muy pocas luchas, noqueada por la campaña sobre la llamada “muerte del comunismo”. También es cierto que la clase dominante se ha aprovechado de las derrotas sufridas por la clase obrera en la década de 1980, y de su desorientación en la década de 1990, para desarticular muchos centros tradicionales de movilización de la clase obrera (como las minas de carbón en el Reino Unido, las acerías en Francia, la producción de automóviles en EEUU). Todo esto se combinó para socavar la conciencia de la clase obrera de que era realmente una clase con sus propios intereses diferenciados. Al perder la confianza en su proyecto revolucionario, en el futuro, también había perdido la confianza en sí misma. Estaba resignada. Pero hoy, ante el agravamiento de la crisis económica, la inflación, la ola cada vez más insoportable de empobrecimiento y precariedad, el proletariado ha retomado el camino de la lucha. Tras años de estancamiento en la lucha, los trabajadores empiezan a levantar la cabeza. Fueron los obreros de Gran Bretaña quienes anunciaron por primera vez este retorno durante el “verano de la ira” en 2022. Desde entonces, las huelgas se han multiplicado en todo el mundo. El reto para el próximo periodo es que los trabajadores se unan, superen el veneno del corporativismo, tomen sus luchas en sus manos y se organicen. Pero también tendrán que integrar en su lucha todas las crisis del capitalismo: ¡la crisis bélica, la crisis social y la crisis climática! Esto es lo que faltó en la oleada de lucha internacional que comenzó en mayo de 1968 y se extendió de país en país hasta los años 80: el proletariado de entonces no supo politizar suficientemente su lucha.

Por eso, todos los que están convencidos de la necesidad de una revolución, ya sea frente a la crisis climática, la crisis económica o la guerra, tienen la responsabilidad primordial de participar en esta politización: acudiendo al debate en manifestaciones, asambleas, círculos de discusión política y grupos de lucha formados por los trabajadores más combativos. Sobre todo, deben trabajar para construir la organización política revolucionaria cuyo papel específico es defender las lecciones históricas de la lucha de clases y mantener y desarrollar el programa comunista. Hoy en día, estas organizaciones, por pequeñas que sean y por no tener todavía un impacto directo en el curso de la lucha de clases, deben sin embargo considerarse como un puente indispensable hacia el futuro partido mundial de la revolución comunista.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Izquierda Comunista [36]

Cuestiones teóricas: 

  • Medio ambiente [47]

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Manifiesto Crisis Ecológica

El callejón sin salida del activismo en las organizaciones de "defensa de la ecología”

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Desde hace décadas, los movimientos ecologistas atraen a un gran número de “activistas” alarmados por el estado del planeta y deseosos de actuar contra el deterioro del medio ambiente que amenaza la existencia misma de la humanidad. En todo el mundo hay muchas organizaciones y partidos políticos que afirman estar librando esta batalla, pero sus acciones no han hecho nada por hacer avanzar la causa de la ecología, a pesar de que la situación empeora peligrosamente cada vez más. El único papel que realmente desempeñan estas organizaciones es crear una cortina de humo para impedir que la gente se dé cuenta de que la única forma de salvar el planeta es derrocar el capitalismo e instaurar una sociedad sin clases sociales, sin explotación del hombre por el hombre y sin destrucción de la naturaleza. Convencidos de que la única alternativa abierta a la humanidad es "revolución comunista o descenso a la barbarie", hacemos un llamamiento a quienes se han dejado arrastrar por el "activismo ecologista" para que reflexionen, miren valientemente la realidad a la cara y reconozcan el callejón sin salida de este activismo, y dirijan sus energías hacia la lucha proletaria y la lucha por el comunismo, que es la única forma de combatir la destrucción del planeta.

Cuestiones teóricas: 

  • Medio ambiente [47]

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Manifiesto Crisis Ecologica

Lecturas Complementarias

  • 11 lecturas

Lecturas complementarias

Para una crítica más desarrollada de diversas teorías ecologistas radicales, ver nuestros artículos recientes:

- Crítica del «comunismo del decrecimiento» de Saito (Révolution internationale 501, 2024).

Respondemos a la afirmación de Saito según la cual la investigación de Marx sobre las cuestiones relativas a la ecología y a las formas comunitarias precapitalistas, le llevó a abandonar el materialismo histórico y a adoptar lo que Saito llama «comunismo del decrecimiento».

- Andreas Malm: La retórica «ecológica» en defensa del Estado capitalista (Revista Internacional 173, 2025).

El artículo sobre Malm pretende demostrar que, a pesar de su retórica radical y pseudomarxista, Malm insiste en la necesidad de trabajar en el marco del Estado capitalista existente. En ambos casos, hay un rechazo sistemático de la revolución proletaria como única solución a la crisis ecológica.

 

Textos de la CCI sobre ecología

Entre otros artículos de la CCI sobre la crisis ecológica, se pueden citar:

- El capitalismo envenena la tierra (Revista Internacional 63, 1990).

- El mundo al borde de una catástrofe ecológica (Revista Internacional 135 y 139, 2009).

- No hay solución a la catástrofe ecológica sin la emancipación del trabajo de la explotación capitalista (CCI online, 2019). Centrado en el método utilizado por Engels para comprender la relación entre la humanidad y su medio ambiente.

- Bordiga y la gran ciudad (Revista Internacional 166, 2020). Un estudio de la obra del comunista de la izquierda italiana Amadeo Bordiga, quien, a partir de las décadas de 1950 y 1960, demostró con una aguda visión, la relación destructiva del capitalismo con la naturaleza.

Cuestiones teóricas: 

  • Medio ambiente [47]

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Manifiesto Crisis Ecológica

Reunión pública CCI. Debate internacional sobre la Crisis Ecologica

  • 100 lecturas

Reunión pública en línea de la CCI sobre la crisis ecológica

La CCI ha publicado recientemente un Manifiesto sobre la crisis ecológica, respondiendo a la pregunta «¿Es posible detener la destrucción del planeta?» desde el punto de vista de la clase obrera y el futuro de la humanidad. Todas las «soluciones» a la crisis ecológica propuestas por la clase dominante son inútiles...

El capitalismo es un sistema cimentado en la explotación tanto de la clase obrera como de la naturaleza. Desde sus inicios se ha basado en la devastación y destrucción del medio ambiente natural, pero hoy en día está demostrando que su propia supervivencia es incompatible con la supervivencia de la humanidad y de la naturaleza. El capitalismo es una forma de sociedad obsoleta y decadente desde hace más de cien años. Este largo declive ha llegado ahora a una fase terminal, un callejón sin salida en el que la guerra, las crisis de sobreproducción y la destrucción ecológica se retroalimentan para producir un terrible torbellino de destrucción. Pero hay una alternativa a la pesadilla que está haciendo realidad el capitalismo: la lucha internacional de la clase explotada por el derrocamiento del capitalismo y la construcción de una sociedad comunista.

 

Para debatir estas importantes cuestiones, celebraremos una Reunión Pública Internacional en línea el sábado 21 de junio, de 14:00 a 17:00 (hora Londres), de 15:00 a 18:00 (hora Paris/España), de 07:00 a 10:00 (hora México), de 08:00 a 11:00 (hora Perú). Esta RP sera en ingles, en breve otra RP en español.

 

Para participar en esta reunión, póngase en contacto con [email protected] [2].

El Manifiesto se ha elaborado en formato impreso para su distribución en reuniones y manifestaciones. También se puede consultar en ICC Online: Manifiesto sobre Crisis Ecológica [48].

Cuestiones teóricas: 

  • Medio ambiente [47]

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Reunión Publica de la CCI

Contra los ataques xenófobos de Trump a la clase obrera y la consigna de «defensa de la democracia» : La clase obrera tiene que desarrollar su propia lucha

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Ante las redadas de inmigrantes indocumentados y el envío de fuerzas militares a Los Ángeles contra quienes se manifestaban ante esta nueva "hazaña" de Trump, uno de nuestros muy cercanos simpatizantes, que vive en Estados Unidos, tomó la iniciativa de escribir un panfleto que se propuso repartir a su alrededor. La CCI ha apoyado plenamente esta iniciativa. Creemos que el documento redactado por el camarada corresponde enteramente al análisis de la CCI sobre estos acontecimientos y a la necesaria denuncia del sórdido juego que las diferentes fuerzas de la burguesía mantienen en esta situación: tanto la brutalidad cínica de la represión policial y militar como la hipocresía de quienes la denuncian en nombre de la "defensa de la democracia".

Es completamente coherente que este documento analice las causas históricas de las políticas de la administración Trump, políticas que forman parte del caos creciente en el que se hunde cada vez más un capitalismo mundial totalmente podrido. De manera muy clara el documento también subraya que la persecución de los inmigrantes constituye un ataque a todo el proletariado y que sólo esta clase puede dar una respuesta inmediata a la vez que histórica mediante la movilización en su propio terreno, contra la creciente barbarie del sistema capitalista. Por estas razones hacemos nuestro este documento y lo consideramos como una primera posición tomada por nuestra organización frente a los enfrentamientos sociales que se están dando actualmente en Los Ángeles y en muchas otras ciudades de los Estados Unidos.

El documento señala con razón la debilidad actual del proletariado en los Estados Unidos. Es una realidad, pero las múltiples huelgas y movilizaciones que han tenido lugar desde 2022 (huelgas masivas en el sector automotriz en 2023; en las fábricas de Boeing y entre los estibadores en unos cuarenta puertos de la Costa Este en 2024...) son la prueba de que la clase obrera de este país lleva consigo la capacidad de librar luchas a gran escala y de unirse al combate del proletariado mundial cuando llegue el momento de su emancipación.

CCI

 

Contra los ataques xenófobos de Trump a la clase obrera y
la consigna de «defensa de la democracia» :

La clase obrera tiene que desarrollar su propia lucha.

Desde que ocupó su cargo en Enero, Donald Trump ha intensificado masivamente una campaña de terror contra los trabajadores más precarios de EEUU, amenazando con arrancar a la gente de sus familias y comunidades con el pretexto de que no tienen la documentación en regla. Y esto lo acompaña de su particular retórica repug­nante: un diluvio de mentiras, teorías de la conspira­ción y xenofobia, que fluye desde la Casa Blanca e intenta sembrar la división en la clase obrera  mientras los agentes de la ICE[1] amenazan a los que de entre nosotros son menos capaces de defenderse ¡Divide y vencerás!, es el nombre de este juego. Pero si, como dice el tópico, EEUU es una “nación de inmigrantes”, nosotros podemos añadir que la emigración ha sido desde siempre la condición de la clase obrera. Desde los inicios del capitalismo, los trabajadores se han visto obligados a desplazarse de lugar en lugar según los capri­chos del capital – o como es el caso cada vez más ahora, huyendo de la devastación de las guerras y la inestabilidad de un sistema que se pudre desde sus raí­ces. Así que tenemos que ser absolutamente claros: la campaña de terror de Trump contra los trabajadores indocumentados no es ni más ni menos que un ataque directo a la clase obrera de EEUU – ¡una clase de inmi­grantes! Y según la consigna histórica del movimiento obrero en este país: ¡Un ataque contra uno es un ataque contra todos!

El presupuesto de Trump supone un ataque feroz contra la clase obrera

Mientras Trump intenta burdamente poner a los trabajado­res estadounidenses unos contra otros, su pro­puesta de presupuesto es una motosierra contra la clase obrera, con casi un billón de dólares de recortes a medicaid en los próximos diez años, junto con ataques similares a la SNAP[2], préstamos federales para estudian­tes y pensiones de empleados federales. Y todo eso mientras destina al menos 350 mil millones de dóla­res al ejército y a la imposición de las leyes antiinmigra­ción.

Y lo cierto es que esto no se detendrá aquí. Enfrentada a una crisis económica cada vez más profunda y a una posición cada vez más débil en la escena mundial, la

burguesía estadounidense -independientemente del par­tido que esté al mando- sólo puede responder con ata­ques despiadados a la clase obrera y con intentos cada vez más irracionales de mantener el alcance y la influen­cia globales del imperialismo estadounidense.

Defensa de la democracia y populismo xenófobo: dos venenos gemelos para la clase trabajadora

Para los elementos más “racionales” de la burguesía norteamericana, las maniobras erráticas e impredecibles de Trump –que están sacudiendo alianzas que eran funda­mentales para la estrategia imperialista de EEUU- son una seria preocupación. El hecho de que haya conse­guido un apoyo mucho mayor de los servicios militares y de inteligencia amenaza lo que fueron dos baluartes contra su influencia durante su primer man­dato. Sin embargo sobre todo las tendencias autoritarias de Trump proveen la oportunidad perfecta para sofocar en los humos nocivos del llamamiento a “defender la democracia” cualquier respuesta independiente de la clase obrera  a sus despiadados ataques.

En el plano internacional, la democracia ha sido durante mucho tiempo el grito del imperialismo estadounidense como justificación de todas y cada una de sus aventuras, desde la Primera Guerra Mundial hasta Irak y Ucrania. Y, por supuesto, el mismo régimen israelí que ataca hospitales, universidades y niños en su campaña geno­cida en Gaza, se declara a sí mismo la «única democra­cia de Oriente Próximo», con el respaldo de Estados Unidos. Del mismo modo, Estados Unidos presenta sus intervenciones militares con fines humanitarios, por ejemplo, para proteger los derechos de los kurdos en Irak o de las mujeres en Afganistán. Pero para la burgue­sía liberal todo esto se vuela por la ventana cuando se trata de acciones de los EEUU o de un aliado como Israel. A nivel nacional, a pesar de toda la falsa indignación del Partido Demócrata, Obama y Biden están justo por detrás de Trump en cuanto al número de personas deportadas - para esta facción de la burguesía también es importante garantizar la constante terroriza­ción de este sector de la población para que siga siendo más fácilmente explotable. De ahí que la alcaldesa de Los Ángeles clame en primer lugar por el impacto de las deportaciones masivas en la economía local. Final­mente, hoy los demócratas hacen campaña por una «de­fensa de la democracia» contra el autoritarismo de Trump.

Esta campaña está hecha a medida para asegurar que cualquier oposición a los brutales recortes de Trump y la aplicación militarizada de las leyes de inmigración, sea expresada por los trabajadores sólo como votantes ciudadanos individuales que toman partido en los con­flictos internos de la clase dominante - y no como una clase que actúa independientemente de, y se opone mili­tantemente a, todos los partidos burgueses. Es ilustra­tivo que quienes lideran la carga de los demócratas con­tra Trump sean individuos como Gavin Newsom (Goberna­dor de California) -que busca la presidencia para sí mismo- y aquellos del ala izquierda “socialista” del partido que dicen “representar” a la clase trabaja­dora. Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y otros de su calaña -incluyendo aquellas organizaciones que se sitúan aún más a la izquierda: el DSA, PSL, CPUSA, RCA[3], etc, que pueden pretender oponerse a este sis­tema, pero que en realidad presentan programas para su gestión y arrastran a los trabajadores hacia su callejón sin salida y sus acciones estériles- sólo están a la vanguar­dia del empeño por asfixiar la lucha de los trabaja­dores en la cuna.

La clase obrera no debe olvidar que a fin de cuentas, aunque Trump sea quizá el representante más repulsivo de la burguesía, lo que más temen incluso los elementos más izquierdistas de la clase dominante es a su enemigo de clase. Y cuando llegue el momento, la historia demues­tra que se pondrán al lado de sus hermanos de clase y dispararán a matar por el bien de este sistema moribundo.

Trump es el producto de un sistema podrido hasta la médula.

Hace más de cien años que el capitalismo cumplió su objetivo de dividir el mundo entero en mercados naciona­les y entró en su fase de declive. Desde enton­ces, la expansión de una burguesía nacional sólo puede producirse a expensas de otra.

La consecuencia ha sido la guerra imperialista casi cons­tante. Pero tras un siglo de decadencia, este sistema y su clase dirigente están cada vez más seniles. La vil retórica del nacionalismo xenófobo, la demonización de los inmigrantes, las minorías raciales, los homosexuales y los transexuales -tácticas largamente mantenidas por una clase decidida a sobrevivir a toda costa dividiendo a su enemigo de clase- han arraigado con fuerza en todo el mundo. Y junto a ellos, las teorías conspirativas más irracionales han encontrado tirón incluso entre los princi­pales representantes de la burguesía. Por último, el escenario mundial, antaño alineado a EEUU y la URSS, se ha vuelto sumamente caótico. Por lo tanto, los fenóme­nos que son tal vez más evidentes en los EEUU no se limitan a allí. El auge del populismo trumpista no es un parpadeo o el resultado de las acciones de un indivi­duo particularmente repulsivo - Trump es sobre todo el producto de un sistema en decadencia y el repre­sentante de una clase incapaz de ofrecer cualquier perspec­tiva para la humanidad.

¡Sólo la clase obrera tiene una respuesta!

La actual oleada de manifestaciones que recorre este país ha tenido lugar hasta ahora en el terreno de la de­fensa de la democracia, o con el encuadre de la defensa específica de la población hispana - ¡como si no toda la clase obrera estuviera bajo el fuego de los ataques! Si las cosas siguen como están, sólo podemos esperar que el movimiento se apague, con todas las energías canaliza­das hacia las campañas políticas del Partido Demócrata y las organizaciones de la extrema izquierda de la burguesía.

Sólo la clase obrera, unida contra todas las divisiones nacionales, raciales y de género es capaz de derribar este sistema bárbaro. Por eso, contra los ataques aplastan­tes de la administración Trump, frente a esta campaña para alinearse detrás de los demócratas o sus cómplices de izquierda para «defender la democracia» contra él, y ante la fehaciente amenaza de que el capita­lismo -a través de la guerra imperialista, la destrucción ecológica o la desintegración social- destruirá a la humani­dad, el único camino a seguir es una respuesta unida de la clase obrera independiente de todas las influen­cias burguesas. La clase obrera debe defenderse en su propio terreno, empezando por la lucha por sus intereses económicos básicos y la expresión de la solidari­dad internacional con todos los sectores de la clase. Han pasado muchos años desde que la clase en  EEUU  mostrara su fortaleza y tomará  tiempo que gane confianza en sus propias fuerzas. Por eso es esencial que los individuos que hoy comprenden esta necesidad can­dente se reúnan siempre que sea posible, discutan las cuestiones que se plantean e integren las lecciones de los combates pasados para prepararse para estas luchas del futuro.

Por el desarrollo internacional de la lucha de clases contra todas las falsas divisiones!

Contra este sistema podrido que sólo puede matar y destruir: ¡la clase obrera tiene otro mundo que ofre­cer!

Un simpatizante de la
Corriente Comunista Internacio­nal (CCI)

13 de junio de 2025

Para obtener información sobre las próximas reuniones públicas online  y presenciales para discutir estos puntos y más, consulte el sitio web de la CCI: es.internationalism.org

 

[1] Inmigration and Customs Enforcement; policía de aduanas

[2] Asistencia nutricional suplementaria. Programa de ayuda para comida a las familias con bajos ingresos

[3] DSA: Socialistas democráticos de América, el partido de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez; PSL: Partido por el socialismo y la Liberación, “marxista-leninista”; CPUSA: partido comunista estalinista; RCA: Comunistas revolucionarios de América

Geografía: 

  • Estados Unidos [50]

Personalidades: 

  • Trump [16]

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • Corriente Comunista Internacional [38]

Rubric: 

Lucha de clases

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Enlaces
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