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La manifestación de hoy no es el punto final de seis meses de movilizaciones, sino que constituye un eslabón más en la cadena de luchas que nuestra clase ha emprendido no solo en Bélgica, sino también en muchos otros países (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos...) desde 2022 y que necesariamente deberán continuar en los próximos meses. Por eso es necesario profundizar en la reflexión sobre las experiencias de las movilizaciones pasadas, con el fin de fortalecer nuestras fuerzas para las luchas venideras.
Rechacemos pagar por la crisis del capitalismo y por su inmersión en el militarismo
El Gobierno federal belga está aplicando medidas para imponer un ahorro presupuestario de 26 mil millones de euros con el fin de aumentar la competitividad y la rentabilidad de la economía belga, al tiempo que gasta decenas de miles de millones en la compra de material militar. Toda la clase trabajadora se verá gravemente afectada por este amplio programa de austeridad: mientras que los trabajadores de las empresas privadas son despedidos en masa, se erosiona la indexación automática de los salarios y las prestaciones, se reducen las primas por horas extras y trabajo nocturno, se aumenta la flexibilidad laboral, se restringe el derecho a las prestaciones por desempleo, se aplican recortes drásticos en las pensiones y el seguro médico, se reduce el número total de funcionarios, se pone en peligro la titulación del personal docente, etc.
No nos hagamos ilusiones: la crisis del sistema capitalista hace que la burguesía no tenga más remedio que atacar cada vez más a la clase obrera. La magnitud de los ataques en Bélgica anuncia lo que les espera a nuestros hermanos de clase de otros países. Según la lógica de la clase dominante, es necesario aumentar la competitividad para hacer frente a la disminución del crecimiento económico y a la guerra comercial intensificada por el proteccionismo económico de Trump, pero también por el creciente costo de los gastos militares impuestos por las tensiones y las guerras imperialistas. En todas partes, las clases dirigentes intentan repercutir en los trabajadores las consecuencias de «su» crisis de sobreproducción, es decir, de los bienes que ya no pueden vender con suficiente beneficio en los mercados disponibles, y de «su» huida hacia el militarismo y la guerra. Rechacemos esta lógica perniciosa y suicida de la burguesía.
Reforcemos la dinámica de combatividad y unificación del movimiento
Desde las primeras «filtraciones» sobre las medidas previstas, se ha iniciado el dinamismo de las movilizaciones: desde las «jornadas de acción» de diciembre y enero pasados, que reunieron a un número creciente de trabajadores, hasta la tercera jornada de acción, que reunió en febrero a 100 mil participantes en Bruselas procedentes de todas las regiones y numerosos sectores, en contra de la intención inicial de los sindicatos, pasando por las manifestaciones «sectoriales» de la enseñanza francófona del 27 de enero y del sector no mercantil del 22 de mayo, que reunieron a 30 mil participantes, el doble de lo que esperaban los sindicatos, la fuerza de la combatividad y la voluntad de unificación de la lucha se manifestaron ampliamente.
– Lo que ilustra esta dinámica de movilización es que el descontento va más allá de una medida concreta o de una «reforma» específica: expresa la voluntad de oponerse globalmente a las intenciones de la patronal y del gobierno de hacer pagar la crisis a la clase trabajadora.
– Además, estas movilizaciones no expresan en absoluto una especificidad belga, sino todo lo contrario: son solo una de las expresiones de una convicción cada vez mayor entre la clase obrera de no seguir aceptando pasivamente esta avalancha de ataques contra sus condiciones de vida. Las luchas en Gran Bretaña en 2022-23, donde decenas de miles de trabajadores de diferentes empresas y sectores desarrollaron sus luchas durante casi un año, hasta las 14 «jornadas de acción» masivamente seguidas en Francia en 2023 contra los ataques del gobierno a las pensiones, y en EEUU, donde los trabajadores iniciaron en plena campaña presidencial en 2023 y 2024 una de las huelgas más masivas de la historia de este país, especialmente en el sector automovilístico y en Boeing. En todas partes, los trabajadores afirman: ¡Basta!
En este sentido, la primera victoria es la lucha misma, el terreno en el que comenzamos a reconocernos como clase; es la voluntad de la clase obrera de oponerse a los ataques en un número cada vez mayor de países, de tomar conciencia progresivamente de que, para ello, es necesario reforzar la unidad y la solidaridad de los movimientos más allá de la empresa, el sector o la región en la que trabajamos: todos los trabajadores están «en el mismo barco». Nuestra fuerza reside precisamente en la unificación de las luchas en un solo y mismo movimiento y, a través de estas luchas, los trabajadores tienden cada vez más a afirmarse como una sola «clase» obrera.
Para continuar la lucha, ¿podemos confiar en los sindicatos?
Los sindicatos han respondido a la dinámica de movilización y unificación creciente desplegando sus tácticas probadas: aislar y dividir los diferentes sectores fragmentando las acciones y poniendo de relieve reivindicaciones específicas de determinados sectores o regiones, cuando las medidas afectan a todo el mundo: desde repetidas huelgas en los ferrocarriles, con división incluso entre sindicatos, hasta acciones puntuales en la enseñanza de la comunidad francesa y entre el personal sanitario y de asistencia social, pasando por la organización de varias supuestas «huelgas generales», en las que se pide a los trabajadores que se queden pasivamente en sus casas, la fragmentación de la lucha ha sido intensa. En cuanto a las manifestaciones nacionales, como la del 13 de febrero o la de hoy, se centran en la «defensa del servicio público», ¡como si los trabajadores del sector privado, los desempleados o los jubilados no debieran ser defendidos!
Estas tácticas son bien conocidas, son las mismas que utilizaron los sindicatos en Francia cuando planificaron una serie de jornadas de acción sin futuro, o en Gran Bretaña cuando intentaron en cada ocasión limitar las movilizaciones concentrándolas en determinados sectores o en aspectos concretos de los planes de austeridad. El objetivo es, fundamentalmente, minar la voluntad de lucha, fomentar el desánimo para allanar el camino hacia «una concertación social plena con una verdadera participación de los trabajadores» (volante del sindicato socialista para la manifestación del 25 de junio), preparando la conclusión de que «los sacrificios son inevitables, siempre que se repartan de forma justa».
La manifestación de hoy debe invitar a la reflexión: para reforzar la respuesta, es importante ser numerosos, pero no basta con eso. También es necesario:
– rechazar cualquier compromiso que pretenda hacernos pagar por la crisis y las guerras del capitalismo;
– superar las divisiones regionales, las que existen entre los trabajadores del sector público, del sector privado y los desempleados;
– contrarrestar cualquier intento de fragmentar las luchas, enviando delegaciones masivas a otros trabajadores para que se unan a la lucha.
Para lograrlo, para ampliar y unificar las luchas y contrarrestar la trampa del control sindical, debemos tomar las riendas de nuestras luchas creando espacios de debate y decisión, como asambleas generales soberanas y abiertas a todos, que estimulen la expansión de la movilización en torno a reivindicaciones unificadoras. Es esta dinámica de solidaridad, expansión y unidad la que siempre ha sacudido a la burguesía a lo largo de la historia.
Corriente Comunista Internacional
25.06.2025