Con motivo del comienzo de la temporada literaria, Anne Blanchard ([1]) publicó un librito dirigido a los adolescentes: Rosa Luxemburgo: ¡no a las fronteras! Forma parte de una colección Junior llamada : “Ceux qui ont dit non” (los que dijeron no). Se editan en esta colección biografías de Federico García Lorca, Lucie Aubrac, Simone Weil, Gandhi…
La originalidad de este libro está en que el autor hace hablar a Mimi, la gata de Rosa Luxemburgo. El comienzo del libro muestra cómo Mimi logra entender y por fin escribir la biografía de su ama.
En su comienzo, el libro informa bien de la vida, del combate que llevó Rosa Luxemburgo. Uno va enterándose de que los dirigentes de la socialdemocracia alemana apartaron a Rosa de las instancias dirigentes del Partido, nombrándola profesor en la Escuela del Partido, encargada de los cursos nocturnos. Pero como lo destaca Mimi: “¡Pues no! Mi ama trabaja dos veces más; da clases, sin dejar sin embargo de ir a todas las reuniones.” También se entera uno de que Rosa habría intentado suicidarse cuando se enteró de la muerte de Jean Jaurès. El libro también menciona la cárcel donde escribía sobre los pájaros, las flores, etc.
La lectura es agradable. Pero detrás de la fluidez del texto, por pequeños toques, progresivamente, y más tarde de forma más grosera, el autor tergiversa (a través de Mimi, por supuesto) las declaraciones de Rosa, afirmando en particular que habría considerado a Lenin, Trotski y a los bolcheviques como dictadores sanguinarios. Así es como se puede leer, página 53 : “Mi maestra ha recobrado su capacidad de indignarse. No deja de indignarse contra sus amigos rusos, Lenin, Trotski y todos los comunistas bolcheviques. En efecto, los acontecimientos en Rusia se complican. Los comunistas bolcheviques caen en el terror : tras haber apartado a sus aliados moderados, ahora fusilan (…). Mi maestra piensa que reducir a sus contradictores al silencio, de este modo, es iniciar un giro terrible para la revolución y para la humanidad, que tanto espera desde que el movimiento está en marcha” ([2]).
Anne Blanchard retoma sin sorpresa la mentira según la cual habría una continuidad entre la revolución de Octubre y el horror del estalinismo. Por ello podemos leer en la página 64: “Sin embargo se lo digo yo, Mimi, la “enfermedad” no va a propagarse muy rápidamente si se espera la ayuda de Lenin. Este egoísta se concentra en su solo país: Rusia.” De ahí a afirmar que Lenin haya teorizado “el socialismo en un solo país”, sólo hay un paso… ¡No hay peor ofensa a la memoria de Lenin, que sabía muy bien que la Revolución rusa estaba condenaba si no se extendía a Europa, y en particular a Alemania!
El autor de este pésimo cuento para niños también retoma la idea insidiosa de que el Partido revolucionario del proletariado es nocivo, un peligro para la clase obrera, y que Rosa Luxemburgo habría defendido esta posición. Por ello se puede leer, página 58: “A fuerza de huelgas y manifestaciones, los Alemanes ganaron una República nueva. Ahora, se enfrentan para saber qué cara darle. ¿Una “República de los consejos”, dónde los más humildes –que también son los más numerosos, recuerda siempre mi ama– tendrían el poder? Rosa lo quisiera. Se discutiría libremente, sin tener que obedecer a un partido, como en Rusia, en donde Lenin pronto dirigirá con la batuta a todo el mundo.”
Así pues, en pocas frases, a través de la gata Mimi, el autor intenta convencer a sus jóvenes lectores que Rosa Luxemburgo no sólo era anti bolchevique, sino también anti Partido… ¡Nada es más falso!
Aunque debates y combates teóricos, totalmente ordinarios y legítimos en el movimiento obrero, ocurran entre revolucionarios, Rosa y Lenin se unían en cuanto a la parte fundamental de la defensa de los principios políticos proletarios. Frente a la guerra, por ejemplo, en el congreso de 1907 en Stuttgart, Rosa y Lenin combatían juntos y propusieron una enmienda que estipulaba, en particular: “Si una guerra estalla sin embargo, los socialistas tienen el deber de obrar para que se termine cuanto antes y utilizar por todos los medios la crisis económica y política causada por la guerra para despertar al pueblo y adelantar así el hundimiento de la dominación capitalista.”
Por lo que se refiere a la revolución en Rusia, es cierto que Rosa hizo críticas a la política de los bolcheviques sobre distintas cuestiones: la reforma agraria, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el “terror rojo” contra el “terror blanco”, etc. ([3]). Tras criticar estos errores (que, según Rosa, habrían podido sobrepasarse si la Revolución rusa se hubiera extendido victoriosamente a los países de Europa), Rosa Luxemburgo apoyó y saludó el combate titánico de los bolcheviques: “En esto, Lenin, Trotski y sus amigos fueron los primeros, los que estuvieron a la cabeza como ejemplo para el proletariado mundial; son todavía los únicos, hasta ahora, que pueden clamar con Hutten: “¡Me atreví!” Esto es lo esencial y duradero en la política bolchevique. En este sentido, suyo es el inmortal galardón histórico de haber encabezado al proletariado internacional en la conquista del poder político y la ubicación práctica del problema de la realización del socialismo, de haber dado un gran paso adelante en la pugna mundial entre el capital y el trabajo. En Rusia solamente podía plantearse el problema. No podía resolverse. Y en este sentido, el futuro en todas partes pertenece al “bolchevismo”” (Rosa Luxemburgo, la Revolución rusa).
Con respecto al papel de vanguardia del mismo Partido bolchevique, Rosa Luxemburgo también escribía: “Todo lo que podía ofrecer un partido, en un momento histórico dado, en coraje, visión y coherencia revolucionarios, Lenin, Trotski y los demás camaradas lo proporcionaron en gran medida. Los bolcheviques representaron todo el honor y la capacidad revolucionaria de que carecía la social democracia occidental. Su Insurrección de Octubre no sólo salvó realmente la Revolución Rusa; también salvó el honor del socialismo internacional” (Ídem).
¿Cómo se puede ni siquiera imaginar que Rosa era anti partido, cuándo es que participó en la fundación del Partido comunista de Alemania (el KPD), e incluso redactó el Programa a finales del mes de diciembre de 1918? Cosa que parece ignorar doña Anne Blanchard (¡pero la ignorancia nunca es un argumento!).
Tras haber presentado a Rosa Luxemburgo como una anti-bolchevique, una anti-partido, el autor la presenta por añadidura al final de su libro como una reformista. Así pretende poner de manifiesto que las distintas asociaciones y organizaciones que se han creado para luchar contra “el neoliberalismo, la mundialización” se situarían en la continuidad del combate llevado por Marx y Rosa Luxemburgo (volviendo de paso a pintar una segunda capa sobre el pretendido anti bolchevismo de Rosa). En la página 79, uno se entera de que: “Rosa Luxemburgo predicaba un comunismo muy diferente del que se llevó a cabo en la Unión Soviética después de la Revolución de 1917. Allí, Lenin, líder del Partido bolchevique, consideraba que un movimiento revolucionario no tenía oportunidad de triunfar al no ser dirigido por un Partido capaz de instalar un Estado centralizado fuerte. Rosa Luxemburgo, como Marx, le daban un gran valor a la espontaneidad de la rebelión así como a las libertades. Su proyecto era de un “comunismo de consejos”, de obreros y campesinos, menos dependiente que un Partido. Este comunismo de consejos nunca se ha personificado en un Estado ni incluso un Partido. Es sin embargo próximo a las convicciones de Luxemburgo el apostar a la capacidad de los individuos para inventar nuevas formas de luchar o vivir juntos. Así fue en mayo de 68 en Francia y en el mundo. Durante esta rebelión provocada por la juventud estudiantil, millares de personas, rechazando los sindicatos o los partidos tradicionales, juzgados demasiado autoritarios, se iniciaron en la política. Muchos siguieron a continuación trabajando en asociaciones, ONG, colectivos como RESF (Red Educación sin Fronteras) y el GISTI (Grupo de información y apoyo de los inmigrados)”. El final del libro es un llamado abierto a la “movilización ciudadana”. Un documento del CRIF ([4]) (Consejo representativo de las Instituciones judías de Francia), hablando del libro de Anne Blanchard, indica por otra parte que “en complemento, el autor propone un capítulo “También ellos, dijeron no” y menciona la acción del CIMADE, del RESF, del GISTI o también del MRAP y, más generalmente, de los altermundialistas” y plantea la cuestión: “¿Rosa Luxemburgo hubiera aceptado esta filiación?” La respuesta es claramente: ¡NO! Esta seudo-continuidad participa muy bien de una vulgar manipulación y recuperación ideológica.
Los movimientos ciudadanos que surgieron y se levantaron, como dice el autor, contra la política liberal establecida por el FMI (Fondo Monetario Internacional) y la OMC (Organización Mundial del Comercio), no tienen nada que ver con la lucha de clase que predicaban Marx y Rosa Luxemburgo. Ni con el movimiento de mayo del 68, que fue la expresión de la reanudación de los combates de la clase obrera después de una mitad de siglo de contrarrevolución triunfante y no una simple “rebelión estudiantil”. Las organizaciones o asociaciones como ATTAC (Asociación para la tasación de los impuestos de las transacciones financieras y para la acción ciudadana) no defienden para nada el derrocamiento del capitalismo por la lucha de clases, como lo defendieron Marx y Luxemburgo. Reivindican en el mejor de los casos una utópica reforma del capitalismo, un capitalismo con “rostro humano”. La autora también se esfuerza en desvirtuar y falsificar el pensamiento y el compromiso militante de Rosa Luxemburgo, ocultando al mismo tiempo su combate despiadado contra el reformismo, en particular a través de su obra : Reforma social o revolución, en la que denunciaba las ideas revisionistas de Bernstein que predicaba la llegada del socialismo por reformas y rechazaba cualquier idea de revolución. Rosa Luxemburgo siempre ha defendido la idea que los que predican la reforma del sistema capitalista son mistificadores al servicio de la burguesía, un obstáculo a la lucha y a la reflexión política en la clase obrera.
Toda la burguesía pretende hoy hacernos olvidar esta verdad histórica: fueron los Partidos “socialistas” los que votaron los créditos de guerra en 1914 y alistaron a decenas de millones de proletarios en esta infame carnicería, no los verdaderos revolucionarios. Traicionando los principios y la consigna del movimiento obrero: ¡“Los proletarios no tienen patria, proletarios de todos los países uníos!”, son los partidos “socialistas” los que fueron los principales responsables de la masacre, no los verdaderos revolucionarios.
El libro de Anne Blanchard, destinado a envenenar a los adolescentes, tiene su lugar en la repugnante campaña democrática de recuperación para hacer de Rosa Luxemburgo un arma contra Lenin y los bolcheviques. Un arma contra el proletariado para impedirle entender que es la Revolución rusa de octubre de 1917 y la revolución en Alemania de 1918 las que obligaron a la burguesía a acabar con la Primera Guerra Mundial.
Esta campaña de recuperación fraudulenta de Rosa Luxemburgo, orquestada bajo los auspicios de los socialdemócratas con fraseología “radical”, tiene por objeto hacer olvidar a la clase obrera (y a sus jóvenes generaciones) que Rosa y los espartakistas, Lenin y los bolcheviques, como militantes revolucionarios internacionalistas, llevaron el mismo combate contra la barbarie guerrera, contra el capitalismo, contra la mistificación pacifista y reformista, contra la dictadura del Estado burgués (sea “democrático” o “totalitario”).
Cealzo, 28 de octubre del 2014
[1] En Francia.
[2] Todas las citas del libro son traducidas por nosotros.
[3] Véase el folleto La Revolución rusa, de Rosa Luxemburgo. https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf [1]
Hace 100 años, la clase obrera – traicionada por sus organizaciones, los sindicatos y los partidos socialistas – fue incapaz de evitar el estallido de la guerra más terrible en la historia hasta ese momento.
Reunión pública en Budapest sobre la I Guerra Mundial
La librería GondolkodóAutonomAntikvárium de Budapest invitó a la CCI a sostener un debate público para septiembre de 2014 en la ciudad, como ya hemos hecho en años anteriores 1. La CCI sugirió para este año lo que se muestra en la película de nuestro sitio web "¿Cómo la clase obrera puso fin a la Primera Guerra Mundial".
Hace 100 años, la clase obrera - traicionada por sus organizaciones, los sindicatos y los partidos socialistas - fue incapaz de evitar el estallido de la guerra más terrible en la historia hasta ese momento.
Hoy en día, las conmemoraciones de la Primera Guerra Mundial son un motivo más para la propaganda nacionalista en sus versiones liberal-democráticas o de las más populisto-patrióticas. Lo que queda fuera en la mayor parte de las exposiciones, documentales y artículos sobre la Primera Guerra Mundial es la realidad sobre el final de la guerra, y las causas del armisticio. Como muestra el filme, la primera oleada revolucionaria del proletariado mundial es un ejemplo de un "secreto a la vista '. El material para la película proviene de fuentes ampliamente disponibles en Internet; muchas de las fotos provienen de Wikipedia y filmaciones originales de youtube.
El hecho de que hubo huelgas, motines y levantamientos al final de la Primera Guerra Mundial es un secreto a voces. La agitación revolucionaria que llevó a la caída del Imperio de los Habsburgo y la retirada de Alemania de la guerra ha sido ampliamente encubierta por los historiadores burgueses. La conexión entre estos eventos y la Revolución Rusa también es ampliamente conocida. Pero a pesar de todo esto, el simple hecho de que hubo una ola mundial de las luchas de los trabajadores, como dice la película, "desde Canadá hasta Argentina, desde Finlandia hasta Australia, desde España a Japón", y que estas luchas fueron de una u otra manera, consciente o inconscientemente, inspiradas por el ejemplo de la toma del poder político por los obreros rusos en octubre de 1917 - esto, en efecto, sigue siendo un secreto, un hecho que la burguesía mundial está todavía muy interesada en mantener oculto.
¿Por qué? Porque, de nuevo, como se dice en la película, durante unos breves años estas luchas sacudieron al mundo capitalista hasta sus cimientos, y la burguesía de hoy, a pesar de todas las dificultades del proletariado, la aparente falta de luchas, el avance de la crisis y de descomposición, todavía tiene miedo del ejemplo que la primera oleada revolucionaria impuso.
Después de mostrar la película sugerimos un debate no sólo sobre los acontecimientos históricos, sino también acerca de las guerras en la fase actual del orden mundial capitalista y sobre el papel de la clase obrera en la actualidad. Los temas propuestos para el siguiente debate fueron: el nacionalismo contra el internacionalismo; ¿hay otra guerra mundial en la agenda de la historia? ¿Nos enfrentamos a un futuro con menos guerra? ¿Qué tipo de guerras se libran hoy? ¿Cuáles fueron los puntos débiles de la primera oleada revolucionaria de 1917-1923? ¿Cuáles son las dificultades para la clase obrera y sus militantes revolucionarios hoy?
El debate fue, como siempre en Budapest, muy animado y animado por la gravedad de la audiencia. No hay nada tan evidente por sí mismo cómo asistir a una discusión pública sobre las perspectivas de una sociedad sin clases en un país cuyos habitantes han sufrido 40 años del llamado "socialismo" (1949-1989) y cuyo actual gobierno durante mucho tiempo ha estado basado abiertamente en el chovinismo húngaro. Interesarse en una reunión bajo estas circunstancias políticas generales exige una actitud de estar "contra la corriente".
La situación económica de Hungría es peor que en la mayoría de los antiguos países "socialistas" de Europa del Este (Polonia, los miembros bálticos de la UE, la República Checa, Eslovaquia) y la militancia de la clase obrera no es más visible que en otros países. Así que el público estaba bastante politizada, política y culturalmente "educado", informada sobre la historia del movimiento obrero y comprometida a clarificar en un debate abierto – desde un punto de vista proletario.
Las preguntas planteadas en el debate en el principio fueron acerca de hechos históricos y la evaluación política de los acontecimientos: sobre el levantamiento de Shanghai en 1927, el consejo de los trabajadores en Limerick en Irlanda de 1920, la República Eslovaca de los Consejos en mayo / junio 1919:
La película dice: "En 1927, más de medio millón de trabajadores en Shanghai lanzaron una insurrección armada y tomaron el control de la ciudad. Una vez más el levantamiento es brutalmente aplastado por los nacionalistas en una orgía de derramamiento de sangre". Un participante quiso saber más acerca de estos eventos. La respuesta dada por la CCI subrayó el auténtico carácter de clase trabajadora de la aislada pero heroica insurrección de Shanghai insurrección de marzo de 1927.2 Estas luchas, que todavía eran una expresión de la onda de reflujo, un "último grito de la revolución mundial", como decimos en un artículo, tuvo lugar en la enorme extensión de China, cuya clase obrera pasó por una fase de efervescencia revolucionaria.
La política de la facción stalinista dominante en Rusia hacia el Partido Comunista de China consistió en establecer un frente único antiimperialista con el Kuomintang burgués para luchar por la "liberación nacional" de China. Bajo la presión estalinista el PCCh ordenó a los trabajadores que entregaran sus armas al Kuomintang que posteriormente mató a los trabajadores con las mismas armas. Así el Kuomintang brutalmente puso fin al levantamiento de los trabajadores de Shanghai, después de que el PCCh había dicho a los trabajadores que confiaran en el ejército nacional del líder del Kuomintang, Chang KaiChek. Lo que siguió después y lo que los maoístas llaman la preparación de la "revolución" en 1949 fue de hecho sólo una larga guerra entre los diferentes ejércitos burgueses, que condujeron a la toma del poder por Mao y el PCCh en uniforme militar.
- Un compañero de la audiencia formuló la pregunta de por qué no hay nada en la película sobre el soviet de Limerick en el verano de 1920. De hecho, una película de 23 minutos sobre toda la dimensión internacional de la oleada revolucionaria no puede ser completa, hay necesariamente muchas luchas que no se pueden mencionar, y muchas cuestiones vitales que no pueden ser cubiertas - una película no es un artículo o un libro. Pero sin duda valdría la pena sacar las lecciones de este ejemplo irlandés de la lucha de trabajadores auto-organizados - y sobre el papel del nacionalismo (IRA, el Sinn Fein) en el aplastamiento de este movimiento.3
- Lo mismo se podría decir sobre el apoyo prestado a la República Eslovaca de los Consejos en junio de 1919 por el Ejército Rojo Húngaro. Estos eventos están bien registrados en la memoria de las personas politizadas en Europa Centro-Oriental, pero no tratan profundamente en la película. La delegación de la CCI no podía referirse a los hechos concretos en Eslovaquia en 1919 debido a la falta de conocimiento profundo acerca de los hechos históricos, pero por el aspecto militar de la pregunta se insistió en el principio de que los medios militares no pueden sustituir a la conciencia y la auto-actividad de la clase obrera, como mostró el fracaso en 1920 de la ofensiva rusa del Ejército rojo en Polonia.
Una más extensa discusión ya evolucionó sobre la naturaleza de la socialdemocracia antes de 1914 y durante la Primera Guerra Mundial. Un camarada resumió una crítica de varios participantes de la declaración de la CCI (también presente en la película) sobre la "traición de la socialdemocracia". La CCI defiende la posición de que la mayoría de los partidos miembros de la segunda Internacional traicionaron a la clase obrera porque estos partidos obreros del siglo XIX declararon en diferentes ocasiones antes de 1914 su adhesión al principio del internacionalismo (para defender a la clase, y no al Estado-nación). Sin embargo la mayoría de los líderes de la mayoría de estos partidos traicionaron este principio apoyando abiertamente a su burguesía nacional en los primeros días de agosto de 1914, cuando los créditos de guerra fueron votados en los parlamentos y comenzó el desastre.
Contra esta visión de las cosas el compañero habló de una posición divergente, declaró que la idea de la traición no tiene sentido porque "la democracia social nunca se mostró a favor de la revolución". De acuerdo con este razonamiento los partidos de la segunda Internacional eran partidos obreros, pero no revolucionarios toda vez que la clase obrera desde el período anterior a la guerra no era revolucionaria; los partidos socialdemócratas eran una expresión de la debilidad de la clase en aquellos días, y en última intancia no fue sólo una víctima de la traición, sino parte de ella. Otro compañero se refirió en la misma discusión al entusiasmo por la guerra en el comienzo de la Primera Guerra Mundial y al hecho de que el SPD (en Alemania) ya estaba atado al Estado capitalista por su importante fracción parlamentaria.
Hay diferentes aspectos de este debate. La CCI defiende el marco general del ascenso y decadencia del capitalismo con diferentes tareas de los revolucionarios en los diferentes períodos. Los partidos socialdemócratas del periodo ascendente, que terminó con la Primera Guerra Mundial, lucharon por reformas dentro del capitalismo y por la revolución, como Rosa Luxemburgo declaró en 1899 en su polémica ¿Reforma social o revolución? contra el camarada de partido Eduard Bernstein. En consecuencia los partidos obreros de este período alojaron diferentes corrientes, desde las abiertamente reformistas y estatistas a las corrientes revolucionarias como aquellas alrededor de Luxemburgo, Lenin, Pannekoek, Bordiga etc. En 1914 los líderes de la mayoría de los partidos socialdemócratas estaban efectivamente en el bando de la burguesía nacional – y luego traicionaron en la teoría y la práctica los principios internacionalistas de los Congresos de la segunda Internacional de Stuttgart y Basilea.
Durante la guerra las fracciones revolucionarias prepararon la formación de la tercera Internacional debido a que la segunda se derrumbó con el estallido de la guerra mundial y debido a la traición de la mayoría de sus partidos miembros.
Otro aspecto de este debate es la pregunta: ¿en qué medida es que nos consideramos a nosotros mismos como parte de la tradición revolucionaria de períodos anteriores? ¿Hasta qué punto compartimos una herencia común de principios y método, conceptos comunes?
Los camaradas de la audiencia que no compartían el marco histórico de ascenso y decadencia del capitalismo insistieron en la falta de un "programa comunista" en la socialdemocracia, diciendo que incluso sin la traición de los líderes, aquélla se habría unido al reformismo y la burguesía / Estado capitalista. Pero a pesar de este marco histórico diferente hubo una preocupación general en la discusión para ver a la clase obrera y su vanguardia revolucionaria en su relación mutua: la debilidad de la clase con respecto a su auto organización, pero también las debilidades teóricas de los comunistas y anarquistas internacionalistas de la época. El papel de los sindicatos y muchas preguntas acerca de la relación entre la clase y su vanguardia necesitan todavía ser clarificadas.
Un joven participante, refiriéndose a la situación de 1919 en Hungría, dijo que la toma del poder en el nombre de la clase obrera fue realizado por los líderes de los partidos socialdemócratas y comunistas, y no por la actividad espontánea del proletariado autoorganizado. Otro participante de la reunión destacó el hecho de que el Partido Comunista creado en Hungría en otoño 1918 estaba formada por muy diferentes corrientes (marxistas, sindicalistas, ex prisioneros de guerra que regresaban de la Rusia revolucionaria, y otros) y era ecléctico en su programa.
En la última parte de la discusión, las preguntas surgieron sobre los temas de actualidad. La mayoría de los participantes en el debate parecían estar de acuerdo en la valoración acerca del creciente peligro de guerra hoy. La espiral creciente de derramamiento de sangre en Siria, Irak y Ucrania es demasiado obvia. Un participante dijo que la violencia y la guerra están extendiendo sus garras desde la periferia a los centros del poder capitalista. Si hubo una divergencia en esta parte de la discusión fue probablemente alrededor de la cuestión de una racionalidad económica de estos conflictos. Mientras que los camaradas de la CCI destacaron la creciente irracionalidad de las guerras de la descomposición actual, por ejemplo, en las áreas reclamadas por el Estado Islámico (IS), otros participantes respondieron que incluso estas guerras son rentables para algunos capitalistas e incluso para el capitalismo en su conjunto. Pero aquí estamos hablando de dos diferentes tipos de racionalidad: por un lado la racionalidad de las ganancias para algunos capitalistas particulares, por otro lado la racionalidad de una especie que necesita volverse plenamente humana.
La última cuestión planteada en la discusión fue: ¿por qué los trabajadores no se unieron al movimiento Occupy? Nuestra respuesta fue que, aunque muchas de las personas reunidas alrededor de esta bandera en 2011/13 pertenecían a la clase obrera, el movimiento en su conjunto no pensó en extender su lucha hacia la clase obrera, a excepción de algunos casos limitados en España y en California. Y la mayoría de los manifestantes de Occupy no se concebían a sí mismos como proletarios, aunque a menudo eran. La dificultad de la clase para desarrollar una identidad de clase específica ya fue un tema en el debate Budapest de 2010. Es parte de la conciencia dentro de la clase que debe madurar. Sin esta autoconciencia del sujeto revolucionario el salto a una sociedad nueva y realmente humana no será posible.
Es - por cierto - interesante que en las discusiones en Budapest una pregunta que a menudo escuchamos en Europa Occidental, es decir, la cuestión de la existencia de la clase obrera, nunca se plantea. Aquí la necesidad de una respuesta de la clase no se cuestiona. Parece que existe un concepto común de lo que la clase obrera es, por sus características y responsabilidades.
Queremos agradecer de nuevo la librería GondolkodóAutonomAntikvárium por la invitación a celebrar un debate público y a los asistente por el debate que sólo puede reforzar mutuamente nuestras fuerzas y capacidades.
CCI, septiembre, 2014
1 E.g. en noviembre de 2010: Reunión Pública à Budapest: Crise et économiquemondiale perspectiva de la lutte de classe
2 China 1927: último aliento de la revolución mundial
3 Republicanismo irlandés: arma del capital contra la clase obrera
A finales de agosto el Grupo Internacional de la Izquierda Comunista (GIIC)[1] ha continuado su insidioso ataque contra la CCI. Esta vez utilizando de manera particularmente asquerosa la muerte de uno de los viejos fundadores del GPI[2] y de RM, el ex camarada Alberto, para seguir tejiendo un cordón sanitario alrededor de la CCI y así aislarla del Medio Político Proletario y de la clase, empresa que desde luego conviene mucho a la guerra que libra el Estado burgués contra las organizaciones políticas proletarias.
Alberto jugó un papel positivo en la constitución de la sección, pero al mismo tiempo se vio afectado por las debilidades generales que nos golpeaban (restos del pasado en el izquierdismo, tendencia a la personalización viendo más QUIEN lo dice que QUÉ se dice). Sin embargo, en el texto del GIIC no hay la más mínima crítica a una trayectoria política, lo cual, al menos, es una visión incompleta e idealista del individuo y, en el peor de los casos, expresa abiertamente un “culto a la personalidad” de rancio aroma estalinista, una visión apologética.
Es repugnante que el GIIC emplee la muerte de Alberto para continuar cubriéndonos con la basura de sus calumnias. Esto muestra su catadura moral, su ausencia total de escrúpulos. Hablar mal a espaldas de alguien es intolerable pero hablar en nombre de una persona muerta –que no puede expresarse- es el colmo de la inmoralidad.
Todos nuestros lectores pueden consultar nuestro “aviso a los lectores” del mes de mayo de 2014[3] donde respondemos a un reciente ataque de este grupo contra la CCI, un ataque claramente policiaco ya que no escatimaron en gastos para sembrar la desconfianza e inocular el virus mortal de la sospecha: tanto al interior de la misma CCI como al exterior, es decir, al Medio político proletario, a los simpatizantes y contactos que nos siguen.
No es casual que las secciones atacadas por estos señores sean RI, sección en Francia de la CCI y la primera en importancia para la CCI, y RM, la “segunda en importancia para la CCI”, dice cínicamente el GIIC en su texto; tanto por las potencialidades, la lengua, y las fuerzas militantes sería muy obvio para agentes provocadores la necesidad de atacar esas partes “importantes”. Aquí queremos hacer una pregunta, ¿qué datos tiene el GIIC para saber que la sección de RM es la “segunda en importancia para la CCI”? ¡Se supone que no saben de la vida interna de la CCI desde hace al menos 12 años!, ¿Qué información “actualizada” poseen como para estar al tanto de la evolución interna de la CCI? Más aún, cuando según ellos en el 2001 se fueron con la FICCI los mejores elementos de RM y a partir de lo cual ésta quedaría “huérfana” y sin “gurú”. Esta afirmación categórica del GIIC nos hace volver sobre una de las hipótesis que avanzábamos en nuestro “aviso a los lectores”: “Pero tampoco podemos descartar otra hipótesis: una de nuestras computadoras habría podido ser pirateado por los servicios de la policía (que vigila nuestras actividades desde hace más de 40 años). Y no podría excluirse que haya sido la propia policía (haciéndose pasar por un supuesto militante anónimo de la CCI) quien haya transmitido a la FICCI algunos de nuestros boletines sabiendo pertinentemente que estos soplones (y en especial los dos miembros fundadores del pretendido GIIC) harían inmediatamente de ellos el uso adecuado.”
Distorsionar lo hechos, mentir deliberadamente, son atributos de la moral burguesa, contrariamente a ésta, la moral proletaria busca siempre la verdad, la conciencia de clase del proletariado no necesita mistificar la realidad porque no es una nueva clase explotadora. El trabajo del GIIC se coloca sin más en el campo de la primera pues nada tiene que ver con un “grupo confuso” o “sin malas intenciones pero equivocados”, ¡no! Su actitud premeditada de falsificar descaradamente los hechos es su “método” predilecto para atacar a la CCI, ataques que son su “motivo de vivir”.
Así el GIIC dice: “Durante la crisis de la CCI del 2001, él (Alberto) estuvo entre los pocos camaradas de la sección mexicana que rechazaron ceder al pánico, al chantaje a la disolución de la sección, y a las innobles provocaciones y mentiras que la nueva dirección de la CCI (enviada a la localidad) ejerció de manera escandalosa sobre la sección y sus aturdidos militantes durante una conferencia ´panamericana´”. Lo que no dicen los miembros de la ex FICCI y fundadores del GIIC es que lo que iba a ser la FICCI ya trabajaba desde antes a espaldas de la mayoría de militantes, de manera clandestina, usando canales de correspondencia secreta que excluían al resto, haciendo reuniones de las que no se informaba a los órganos centrales, difundiendo sus calumnias sin más límite que los oídos amables de los camaradas que “rechazaban el pánico, el chantaje y la disolución de la sección”, según la ampulosa expresión del libelo de la GIIC.
Esas conductas conspirativas y excluyentes son radicalmente ajenas a los métodos propios del proletariado que se basan en la transparencia y la inclusión. Pertenecen a la visión burguesa de la organización que la concibe en términos de “lucha entre facciones que dirigen”. Es significativo que los señores de la GIIC no hablen para nada de posiciones sino de “nueva dirección”.
Hay un refrán que dice “Cree el ladrón que todos son de su condición”. El GIIC proyecta sobre nosotros sus procedimientos nauseabundos. Los elementos que luego constituirían la FICCI ejercieron una fuerte presión sicológica y afinitaria sobre los “aturdidos” elementos de RM que acabaron cayendo en sus redes, entre estos, Alberto y Vicente –su hermano. Este último llegó a afirmar con ceguera irracional que “aunque la organización le pusiera una montaña de pruebas, él seguiría apoyando a los miembros de la FICCI”. De ese tamaño era el afinitarismo reinante, ahí solo prevalecía la lealtad a los amigos y el desprecio olímpico hacia los hechos más evidentes. El mismo Vicente afirmó con increíble cinismo durante una Conferencia de Revolución Mundial celebrada en febrero de 2002 que “los estatutos no se aplican a la minoría, es solamente la mayoría quien está obligada a respetarlos”. ¡Sin comentarios!
Prosigue el GIIC: “En medio de la desbandada general y la penosa capitulación de la mayoría, Alberto fue, pues, uno de los pocos que se mantuvieron fieles a las orientaciones políticas ´internas’ y externas adoptadas” (se refieren a las orientaciones entre 1996-2001). Lo que no dicen los del GIIC es que esas “orientaciones internas y externas” de las que hablan son las que los futuros miembros de la FICCI, defendían en ese periodo…periodo en el que estos señoritos estaban en los órganos centrales de la CCI.
Lo que no cuentan es que en la organización –y más concretamente el Congreso Internacional celebrado en 2001– se manifestó un desacuerdo frente a estas “orientaciones internas y externas” y ellos en lugar de aceptar la discusión franca y abierta, consideraron una ofensa a su orgullo herido la crítica realizada hablando de una “guerra de jefes”, en la cual todo medio sería válido con tal de salir vencedores pues se dedicaron a violar desvergonzadamente los Estatutos.
En su rabia por “haber perdido el control de la organización” fueron mucho más lejos: calumniaron a los camaradas que consideraban responsables de “haber manipulado el rebaño de militantes de la CCI”; vertieron acusaciones falsas e ignominiosas contra una camarada y, en su escalada, acabaron en el robo, la delación y la difusión pública de documentos de la organización.
Todo esto nos muestra la visión política que había ganado a estos caballeros. En una organización política proletaria, el debate no es una farsa que encubre la lucha por el poder, sino el medio común para buscar entre todos la claridad. En una organización política proletaria, los militantes no se guían por los jefes sino por su propio criterio elaborado a partir de la indagación en las posiciones de clase del proletariado. En una organización proletaria, los órganos centrales no son el monopolio de unos jefes que se disputan el poder[4] sino que son la expresión de la unidad de la organización y tienen como misión defender las orientaciones elaboradas por el órgano soberano de la organización: su congreso internacional. El camarada Alberto pintado como el bueno de la historia no fue sino una lamentable víctima de los métodos y la ideología de la FICCI, hoy cofundadora del GIIC.
El GIIC va a la defensa de Alberto, otrora un militante que la CCI habría “rechazado, calumniado y denunciado públicamente”. Veamos algunos hechos concretos: en el 2002 la CCI realizó una Conferencia Internacional Extraordinaria[5] para tratar su crisis interna y tomar posición sobre el asunto de la FICCI. En México había un grupo de militantes de RM que estaban muy vinculados a lo que luego sería la FICCI, entre ellos Alberto. En conjunción con el órgano central internacional, RM decidió enviar a esa conferencia extraordinaria a 5 camaradas, dos de ellos próximos a lo que luego sería la FICCI para que defendieran ante ésta sus posiciones políticas. La CCI pagó los boletos pero, a su llegada a Europa estos dos últimos, Alberto y S (que se menciona el texto del GIIC), en vez de ir a la Conferencia Internacional Extraordinaria se fueron con los que luego formarían la FICCI para una reunión privada de esa pandilla.
Es decir, estos dos miembros de RM que formaban parte de una Delegación elegida por toda la sección, decidieron con el resto de miembros de lo que luego sería la FICCI, negarse a defender su postura delante de la Conferencia Extraordinaria y prefirieron reunirse aparte para sus propios fines sectarios.
Esta es una actitud cobarde y un ataque al debate pues una Conferencia Extraordinaria es el momento para defender lo que se piensa, por más crítico o en desacuerdo que se esté. Es además una deslealtad y un fraude pues la CCI pagó los boletos para participar en la Conferencia.
La CCI exigió la devolución del monto de los viajes y…simplemente se negaron. Eso es un robo a la organización cuyos recursos provienen de la clase y sus militantes, el dinero que se destina a una tarea política es una decisión cuya responsabilidad recae en la organización como un todo. Alberto y su compañero tenían el mandato de la sección de explicar ante la conferencia las posturas de lo que luego sería la FICCI. En lugar de cumplir esa tarea ¡decidieron no ir a la Conferencia!…Y hasta la fecha no han devuelto el dinero.
Denunciamos esa esquiva cobarde del debate y ese robo desleal de recursos de la organización. Además, los elementos vinculados a lo que posteriormente sería la FICCI, que según su actual sucesora, el GIIC, “rechazaban el pánico, el chantaje y la disolución de la sección”, concretaron esta “gallarda postura” dejando de asistir a las reuniones de la sección de la CCI en México, negándose a pagar sus cotizaciones y empezaron a hacer “vida aparte”. ¡Pero fueron más lejos!, Robaron a la organización archivos y direcciones de contactos a los cuales les enviaron, durante años, sus calumnias insanas contra la CCI. En pocas palabras, aún la CCI no tenía resolución sobre lo que sería la FICCI y Alberto y sus compadres ya habían dejado de pagar sus cotizaciones, ya hacían reuniones de las que se excluía al resto… La trayectoria del camarada Alberto quedará marcada por su contribución a la construcción de la CCI en México, pero también por su actuación al lado de los soplones de la FICCI.
Recordemos lo que dijimos en el 2003 a propósito de sus métodos policiacos: «Acaban de publicarse 2 textos en la web de la FICCI que muestran el comportamiento destructor de esta pretendida “fracción”. El primer texto es la carta que la sección de la CCI en México dirigió el 15 de noviembre a los cuatro miembros de la pretendida “fracción” que viven en ese país. La publicación del contenido de esta carta no nos plantea evidentemente ningún problema. En cambio donde sí vemos un problema (y debería verlo igualmente el conjunto de grupos de la corriente de la Izquierda comunista) es en que la FICCI haya hecho pública con antelación la fecha de una reunión interna de la CCI (La Conferencia territorial de nuestra sección mexicana). En esta carta, la sección de la CCI en México ha dado en efecto la fecha de esta Conferencia a los miembros de la “fracción” para permitir que se defendieran y apelaran ante ésta (cosa que se han negado a hacer).
Publicando completa esta carta en su web, la camarilla de los amigos de Jonás ha puesto deliberadamente a disposición de todas las policías del mundo la fecha en la que iba a tener lugar nuestra Conferencia en México con presencia de militantes de otros países (ya que nuestra prensa siempre ha señalado que en este tipo de conferencias participan delegaciones internacionales). Esto significa que los órganos de la policía concernidos podían reforzar y afinar sus controles y su vigilancia en los aeropuertos y fronteras. Este acto repugnante de la FICCI de facilitar el trabajo de las fuerzas de represión del Estado burgués contra los militantes revolucionarios es si cabe más innoble puesto que los miembros de la FICCI sabían pertinentemente que ciertos camaradas nuestros ya han sido antes directamente víctimas de la represión y que algunos se han visto obligados a huir de su país de origen.»[6]
Lo que hoy nos queda claro es la asquerosa utilización que el actual GIIC hace de la memoria de un ex camarada para volver a levantar olas de denigraciones y odio contra la CCI y continuar así un trabajo policiaco ¿Tiene algún beneficio para el proletariado y sus minorías levantar mentiras e introducir las sospecha con respecto a la CCI? Víctor Serge, en su libro bien conocido y que es una referencia en el movimiento obrero, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión, pone claramente en evidencia que la difusión de la sospecha y de la calumnia constituye un arma privilegiada del Estado burgués para destruir las organizaciones revolucionarias: “la confianza en el partido es el cimiento de toda fuerza revolucionaria (...) ¡Los enemigos de la acción, los cobardes, los acomodados, los oportunistas, buscan sus armas en los basureros! La sospecha y la calumnia les sirven para desacreditar a los revolucionarios (...).”[7]
El GIIC ha dedicado dos artículos en 4 meses para atacar a la CCI y sus militantes en este año, es como una “actualización” para que todos nuestros nuevos contactos duden de la calidad moral de la CCI…Cualquier aparato policiaco burgués estaría orgulloso de estos pupilos que, pagados o no, realizan la faena y deben ser combatidos como lo que son: enemigos de clase.
La historia del movimiento obrero ha demostrado que lo que al principio son calumnias, mentiras y falsificaciones, sigue una lógica creciente que acaba en el asesinato. Cuando Rosa Luxemburgo y los espartaquistas en Alemania del 18-19 fueron calumniados, desacreditados e injuriados, esto solo preparó la estocada: la masacre en la semana sangrienta en Berlín. En particular podemos recordar la campaña particularmente odiosa contra Rosa Luxemburgo, su posterior asesinato no fue sino la culminación de esa campaña. Las calumnias preparan la represión. Estos señores quieren ver a la CCI rechazada, excluida y aislada de la clase y sus minorías, el siguiente paso sería una conclusión lógica pero trágica para el movimiento obrero y el futuro de la revolución mundial.
Revolución Mundial, 17 de enero de 2015
[2] GPI: Grupo Proletario Internacionalista, constituido a mediados de los años 80, entró en contacto con la CCI y tras un proceso de discusión en 1989 formó la base de la sección de la CCI en México, Revolución Mundial
[3] Ver nota 1
[4] Ver Problemas actuales del movimiento obrero: contra el concepto de jefe genial, https://es.internationalism.org/node/2182 [5]
[5] Ver un informe de esta en Conferencia Internacional Extraordinaria: “Conferencia extraordinaria de la CCI - El combate por la defensa de los Principios organizativos”, /revista-internacional/200207/3276/documentos-de-la-vida-de-la-cci-el-combate-por-la-defensa-de-los-p [6]
[6] Recomendamos a nuestros lectores visitar nuestro sitio web, ir a la ventanilla prensa y buscar Acción Proletaria no 168, de enero-marzo de 2003. Ahí encontrar el artículo completo “Los métodos policiales de la FICCI”.
[7] Citado en Aviso a los lectores: La CCI atacada por una nueva oficina del estado burgués. Ver nota 3.
Hace 100 años –en agosto de 1914– estalló la Primera Guerra mundial. El balance de la matanza planetaria fue oficialmente de 10 millones de muertos y 8 millones de inválidos. Firmada la “paz”, la burguesía juró, la mano en el corazón, que se trataba del “fin de todas las guerras”. Mentiras, evidentemente. No fue sino la primera conflagración que expresaba la barbarie que marca la decadencia del capitalismo. La historia de siglo XX está caracterizada por enfrentamientos imperialistas constantes y mortíferos. A la Primera Guerra Mundial le seguirá la Segunda, de ésta pasaremos a la Guerra Fría, y de la Guerra Fría a múltiples brotes de combate que golpean, desde los 90’s, a partes cada vez más extensas del planeta. Este último periodo, si no tiene el aspecto espectacular del enfrentamiento entre dos bloques, entre dos superpotencias, no solo pone en peligro la sobrevivencia de la humanidad en dicha dinámica –de forma más sutil e insidiosa– sino que puede conducir, no a una guerra mundial, sino a la generalización de la guerra y la barbarie. La guerra en Ucrania, que marca el retorno de la guerra en Europa, corazón histórico del capitalismo, es un paso cualitativo en dicha dirección[1].
Después de la Segunda Guerra Mundial y sus 50 millones de muertos, Europa ya se había vuelto una zona desgarrada por la brutalidad de los bloques militares de Este y Oeste. Durante este largo periodo de la Guerra Fría, las masacres tenían lugar en la periferia del capitalismo mediante actores interpuestos entre Estados Unidos y Rusia en primer lugar. El episodio sangrante de la guerra en Vietnam fue una ilustración dramática. Después de la caída del muro de Berlín, se abre un nuevo periodo.
En 1991, encabezando una poderosa coalición recalcitrante, Estados Unidos tomó como pretexto la invasión de Kuwait por el ejército iraquí para declarar la guerra. El fin principal: parar la tendencia a la disolución del viejo bloque imperialista por medio de una demostración de su fuerza militar, reafirmando su liderazgo planetario. Se trataba entonces de instalar el llamado “nuevo orden mundial”. Al costo de un desastre material y humano (más de 500,000 muertos), de bombardeos aéreos masivos y de la explosión de bombas de vació que hacen estallar los pulmones, esta pretendida “guerra quirúrgica”, “civilizatoria”, debía aportar “paz y prosperidad”. Pero esta mentira iba a ser rápidamente desmentida. De hecho inmediatamente, de forma casi simultánea, una nueva guerra estalla a las puertas de la misma Europa, a unas cuantas horas de Paris, en ex Yugoslavia; una guerra atroz marcada por múltiples fosas comunes (con la complicidad de los casco azules franceses en Srebrenica, ¡dejando masacrar entre 6,000 y 8,000 Bosnios!).
Hoy en día, la gangrena militarista vuelve a salir, una vez más, a las puertas de Europa. En Ucrania, es la burguesía que se desgarra abiertamente. Las milicias armadas, más o menos bien controladas por los Estados ruso y ucraniano, se enfrentan tomando a la población del Este de Ucrania como rehenes. Este conflicto, sobre la base de nacionalismos cultivados desde décadas, es bien la obra de carroñeros. Pero estos a su vez se apoyan en el padrinazgo discreto de las grandes potencias: Estados Unidos, Rusia, Francia y bueno número de países de Europa occidental.
La situación dramática en Ucrania marca claramente el paso cualitativo del sistema agonizante en su proceso de descomposición. El hecho que todos concurran en impulsar el conflicto por intereses divergentes, y en Europa, lugar de las explosiones mundiales en el último siglo, traduce el nivel de desagregación del sistema.
Después de la caída del muro de Berlín y la implosión de la URSS, la disciplina de los bloques se corrompió, abriendo una verdadera caja de Pandora. En efecto, a pesar de los efectos políticos y las ilusiones de corta duración que tuvo la primera guerra del Golfo, Estados Unidos fueron obligados a continuar interviniendo en todos sitios de manera cada vez más frecuente y solitaria: cómo las intervenciones en Somalia, Bosnia, Kosovo, Afganistán e Irak.
Esta política imperialista, símbolo de un impase histórico, es claramente un fracaso. Cada nueva demostración de fuerza de esta súper potencia declinante se traduce por una tendencia a demostrar su incapacidad para controlar las zonas de guerra en donde ha intervenido. Ante el declive del Gran Padrino, el desorden y los apetitos imperialistas de todas las naciones –grandes o pequeñas– no pueden sino crecer, acompañados por la exacerbación nacionalista, conflictos religiosos e interétnicos.
Las fuerzas centrífugas alimentadas por apetitos crecientes han generado pues conflictos marcados por la realidad de la descomposición social, que ayudando a la desagregación de los Estados, favoreciendo a los peores caudillos de la guerra y las aventuras mafiosas del tráfico de todo tipo, en donde el precio pagado es la muerte y la destrucción. En la segunda mitad de 1980, una serie de atentados mortíferos ya había tocado el corazón de las metrópolis europeas, como así fue en París, Londres o Madrid. Estos atentados no eran simples recursos de grupos o actores aislados, sino actos de Estados constituidos. En ese sentido, ello se ha traducido en actos de guerra, en los que el atentado del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York fue una de sus expresiones máximas. Las peores expresiones de barbarie, durante mucho tiempo expulsadas hacia la periferia, tienden a volver a tocar el centro del capitalismo, hacia los territorios en donde solo el proletariado puede constituir un freno por su presencia y su potencial civilizador.
Cada días, refugiados vienen de países en guerra, muriendo en el intento de atravesar el Mediterráneo. Arreados como ganado, en barcos de la muerte, por traficantes sin escrúpulos, tratan, desesperadamente, de escapar de lo indecible. El número de refugiados demandando asilo y de personas desplazadas al interior de sus países, sobrepasan oficialmente, según la HCR[2], los cincuenta millones por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial. La sola guerra de Siria, al final del año pasado, engendró 2,5 millones de refugiados y 6,5 millones de desplazados. Y todos los continentes están implicados.
Lejos de debilitar el capitalismo en decadencia, la descomposición ha reforzado ampliamente sus inclinaciones imperialistas y su aspecto irracional, abriendo paso a las fracciones menos lúcidas de la burguesía que se nutren de la putrefacción de la sociedad y del nihilismo que ella induce. El nacimiento de grupos islámicos de Al-Qaeda, del Estado islámico de Irak y el Levante (EIIL) o Boko Haram, son el resultado de esta dinámica de regresión intelectual y moral, de una desculturización inaudita. El 21 de junio pasado, Daesh anunciaba el restablecimiento de un “Califato” en los territorios bajo su control, y además, proclamaba la introducción de un nuevo sucesor de Mahoma. Mientras tanto Boko Haram, organización de mismo carácter, hacía desaparecer varios centenares de mujeres jóvenes.
Estas organizaciones oscurantistas no obedecen a nadie, están únicamente guiadas, por sus locuras místicas y sórdidos intereses mafiosos. En Siria e Irak, en zonas controladas por el “Estado islámico”, no es viable ningún Estado nacional. Al contrario, existe una tendencia a la desagregación de los Estados sirio, libanes e iraquí.
Esta aterradora barbarie sin límites, que encarnan particularmente los yihadistas, sirve hoy en día como pretexto para justificar las cruzadas militares y los bombardeos aéreos occidentales que garantizan la “seguridad”. Para las grandes potencias imperialistas, esto permite provocar terror a la población y presentarse ante la clase obrera, sin mucho esfuerzo, como “agentes pacificadores”.
Pero tanto en el Cercano y en Medio Oriente, el EIIL fue armado por Estados Unidos y fracciones de la burguesía de Arabia Saudita, sin hablar de la complicidad de Turquía y Siria. Esta organización radical islámica ha escapado al control de sus progenitores. Actualmente se encuentra sitiando la ciudad de Kobane en Siria, a unos cuantos kilómetros de la frontera turca, en una región dominantemente kurda. Contrariamente a la primera guerra del Golfo, las grandes potencias, con EEUU como cabeza, corren tras los acontecimientos, actuando sin ninguna visión política a largo plazo, reaccionando en función de los imperativos militares inmediatos. Una coalición heterogénea de 22 Estados, con intereses propios diversos, han tomado esta decisión de bombardear la ciudad tomada por Daesh. EEUU, jefe de fila de esta seudo-coalición, es hoy en día incapaz tanto de mandar tropas sobre el terreno como de obligar a Turquía a intervenir militarmente en Kobane, por el miedo que tiene de los kurdos del PKK y del PYD.
Todos los puntos calientes del planeta se han vuelto incandescentes. Por todos lados, las grandes potencias están, cada vez más, ciegamente arrastradas en esta escalada de violencia. En Malí, el ejército francés está encenagado. Las negociaciones de “paz” entre el gobierno de Malí y los grupos armados están en un callejón sin salida. La guerra en la zanja subsahariana es permanente. Al norte de Camerún y de Nigeria, frente a Boko Haram, se multiplican las luchas armadas, las guerrillas y los atentados. En todos los continentes, especialmente si tomamos en cuenta el reforzamiento del poderío de China en Asia, las mismas costumbres y los peores métodos mafiosos se han extendido a la totalidad del planeta.
En el siglo XIX, en la época del florecimiento del capitalismo, tanto las guerras para constituir un Estado nacional, como las guerras coloniales o de conquista imperialista tenían una cierta racionalidad política y económica. El capitalismo encontraba en la guerra un medio indispensable para desarrollarse. Debía conquistar el mundo; su potencia económica y militar le ha permitido obtener estos resultados en “barro y sangre” (Marx).
Con la Primera Guerra mundial, todo cambió radicalmente. Los principales países participantes salen de la guerra, generalmente, muy debilitados de estos pocos años de guerra total. Hoy en día, en la fase de descomposición del sistema, un curso loco, una danza macabra embarca al mundo y la humanidad hacía su extensión. La autodestrucción se convierte en la línea general de las zonas en guerra.
Si no existe una solución inmediata contra esta dinámica infernal, existe no obstante una solución revolucionaria para el futuro. Y ésta es a la que hay que contribuir con paciencia. Esta sociedad se ha vuelto obsoleta. La sobrevivencia del capitalismo no solo es un obstáculo para el desarrollo de la civilización, sino que además es un obstáculo para su supervivencia. Hace un siglo, fue la revolución comunista en Rusia y el empuje revolucionario en Alemania, Austria y Hungría, lo que dio fin a la primera carnicería mundial imperialista. En el periodo histórico actual, es de nuevo la lucha del proletariado internacional, y solo ella, que podrá detener el deterioro y la delicuescencia de esta sociedad en descomposición.
Antonin, 5 de noviembre del 2014
[1] Para caracterizar esta forma que toman las guerras, menos espectaculares pero más violentas, profundas y destructivas, animamos al lector a consultar dos documentos: Tesis sobre la Descomposición, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [8] y Militarismo y Descomposición, /revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [9]
[2] HCR: siglas en inglés del Alto Comisariado para los Refugiados, organismo de la ONU.
Publicamos, a raíz de un primer correo electrónico en el sitio web de la CCI ([1]), la respuesta de los "camaradas argelinos" a nuestra principal crítica aportada a la cuestión del nacionalismo. Damos la bienvenida a esta nueva contribución que tiene en cuenta los argumentos ofrecidos para apoyar y hacer vivir el debate. Creemos que la confrontación de ideas en el medio revolucionario debe ser establecida sobre bases francas y directas sin defensa o ataque a personas, que permitan una real clarificación. Esta forma de debate es vital y es una de las dimensiones esenciales del combate por la lucha de clases y el futuro revolucionario ([2]).
El enfoque de los compañeros en esta nueva contribución es fructífero porque se inscribe en esta tradición haciendo referencia a la experiencia del movimiento obrero y su historia. La crítica que plantean vuelve sin concesión sobre lo que reconocen como un error de su parte y que nos lleva a la raíz del problema. Como lo reconocen los camaradas: “Estamos en Argelia y el nacionalismo argelino es uno de los más poderosos se encuentra en todas partes, en todas las organizaciones políticas entre los trotskistas entre estalinistas, entre los islamistas entre los demócratas. Entre los maoístas y especialmente dentro del Estado, en la radio, en la televisión, etc. El nacionalismo es nuestro enemigo, porque es un arma muy potente de división y un veneno para el proletariado”. Ni las organizaciones comunistas ni los revolucionarios son, en palabras de los compañeros, “inmunes a la influencias de nuestra sociedad”. La organización revolucionaria es un cuerpo extraño dentro del capitalismo, en guerra en contra ella. Ella constantemente está bajo la presión y las agresiones de la ideología dominante.
En el intento de explorar el tema, los compañeros con razón señalan que: “hemos pensado profundamente sobre este tema y creemos que el mismo problema ha infectado a los más grandes revolucionarios”. El nacionalismo ha sido realmente una ideología extranjera muy potente contra la cual ninguna organización o militante son inmunes. Pero creemos que los camaradas, impulsados por la dinámica de su capacidad de respuesta correspondiente, adoptan un enfoque un tanto esquemático cuando dicen esto: “Hemos buscado en el funcionamiento de las tres Internacionales, y hemos encontrado que no eran internacionalistas como se cree. Nos hemos dado cuenta de que las tres Internacionales no formaban un todo, sino una agregado de partidos independientes entre sí y cada parte representa al proletariado de su país”. Los camaradas parecen un poco prisioneros de una visión estática y demasiado categórica. Si bien las debilidades han presidido la aparición de las tres Internacionales obreras que se han sucedido, estas eran principalmente desde el principio el producto del esfuerzo del combate internacionalista del proletariado. El hecho de que se pueda considerar que las Internacionales no eran “internacionalistas como se cree” corre el riesgo, si no tenemos cuidado, de ocultar la realidad histórica de todo combate a favor del internacionalismo. El peligro sería rechazar ciertas contribuciones del pasado proyectando sobre ellas el fruto de lo que es más el resultado de un proceso de experiencias organizativas que hizo la Izquierda Comunista, especialmente la Izquierda Italiana, sintetizados más tarde. Dicho esto, los compañeros están en lo cierto al señalar la realidad de las debilidades materiales que pesaban sobre las organizaciones del pasado y sus “partidos nacionales” que “no eran las secciones de las Internacionales, sino independientes entre sí”. Pero esto no debe ocultar la realidad de un combate constante por el internacionalismo, incluso si fue jugado sobre todo por las minorías más claras y más determinadas que se rebelaron contra el veneno ideológico del nacionalismo ([3]). Todo esto sigue siendo, naturalmente necesariamente explorado y profundizado. Pero los camaradas al subrayar como objetivo que “los comunistas deben organizarse directamente en partido comunista mundial”, es un señalamiento profundamente válido.
La segunda parte de esta contribución vuelve críticamente sobre la cuestión de la medicina, que ya se había tratado, para insistir que en el capitalismo se ve a los trabajadores como objetos, como meras máquinas productivas que deben “repararse”. Los camaradas tienen razón al decir: “Creemos que cada modo de producción crea sus propias enfermedades que se asocian a la misma organización de la empresa que engendra”. Sin embargo, nos parece reductivo e incluso erróneo considerar que el capitalismo decadente cesa definitivamente de proseguir sus avances científicos, incluido el plano médico. Los compañeros se han explicado, diciendo que fueron “demasiado exagerados”. Así entendemos mejor lo que quieren decir cuando dicen que “los médicos se reducen a meros Técnicos Superiores en Administración y Mantenimiento Humano”, muy lejos del enfoque del famoso Hipócrates. El progreso realizado hoy día da testimonio de todo un potencial y parece ser más apropiado considerarlo como esterilizado por los límites del modo de producción capitalista. Sometido a la ley de la ganancia, todos los descubrimientos más impresionantes son necesariamente insuficientes para curar los males crecientes e insostenibles generados por la sociedad burguesa. En este sentido, los compañeros tienen razón. Sólo el comunismo puede capitalizar el conocimiento, permitiendo a la medicina y al conjunto social dar un salto cuántico. Esto es lo que también sugieren los compañeros en sus propias palabras como conclusión, que apoyamos también. Animamos calurosamente a una mayor reflexión y debate sobre estas cuestiones que afectan la vida del proletariado.
RI, diciembre de 2014
Estimado (s) compañeros,
En primer lugar, agradecemos a los camaradas de la CCI el haber publicado nuestro texto. También estamos satisfechos con los comentarios y críticas que se nos han hecho y que consideramos importantes.
La primera, la más importante, concerniente a nuestro llamado, a los proletarios argelinos solamente. Aquí la crítica de la CCI es crucial, pero nuestro gesto se explica fácilmente.
Paradójicamente, somos profundamente internacionalistas e internacionales, pero como Marx/Engels decían, somos el producto de nuestro tiempo y nuestro espacio. A pesar de nuestro internacionalismo intransigente, que no es inmune a las influencias de nuestra sociedad, como decía Hegel, “no se puede ser mejor que su tiempo, sino el mejor de su tiempo.”
Individualmente, no podemos escapar de esta ley, la única manera de escapar es en una organización o partido. La prueba es que hemos cometido un error y que se ha corregido con rapidez por una organización. Algo que de lo que un individuo no puede darse cuenta. Aprovechamos esta oportunidad para subrayar que nuestra preocupación, es el proletariado mundial: que existe un proletariado y es mundial.
Estamos en Argelia y el nacionalismo argelino es uno de los más poderosos. Se encuentra en todas partes, en todas las organizaciones políticas: entre trotskistas entre estalinistas, entre los islamistas, entre los demócratas, y en especial en los maoístas, en el Estado, en la radio, en la televisión, etc. El nacionalismo es nuestro enemigo, porque es un arma de división muy potente y un veneno para el proletariado. Los trotskistas argelinos (PT y PST) son fervientes defensores del patriotismo económico, sólo pueden imaginar la concepción de estalinistas argelinos. Como somos un pequeño grupo, ni siquiera organizado es fácil caer en los límites establecidos por el capitalismo. Pero gracias a vuestra crítica, que reflejan profundamente en esto, consideramos que el mismo problema ha infectado a los más grandes revolucionarios.
Hemos buscado en el funcionamiento de las tres Internacionales, y vemos que no eran tan internacionalistas como se cree. Nos dimos cuenta de que las tres Internacionales no eran un todo, sino una adhesión de partidos que eran independientes entre sí y cada partido representaba al proletariado de su propio país.
Sin darse cuenta, los comunistas entonces, incluso si eran profundamente internacionalistas, se organizaron de manera nacional en una Internacional. Los partidos comunistas o socialistas de esta época entonces eran partidos nacionales, los partidos de esta o aquella nación, y tenían libertad frente a la Internacional y, sobre todo, que no eran secciones de las Internacionales sino partidos independientes entre sí.
Sólo la Izquierda Comunista Italiana había tratado de solucionar este problema dando el nombre del “Partido Comunista de Italia” para indicar que se trata de una sección local de la tercera Internacional, cuestión que los estalinianos con “Gramsci a la cabeza” pronto cambiaron adoptando el nombre de “Partido Comunista Italiano”.
Creemos que en el futuro, los comunistas deben organizarse directamente en una partido comunista mundial, no una internacional, y que en cada país, no habrá partidos independientes entre sí sino secciones locales del Partido Comunista Mundial.
Así que renovamos esta frase; “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
Es cierto que también hemos exagerado, quizás porque somos argelinos y mediterráneos, diciendo que la medicina no ha contribuido en nada a la humanidad con el advenimiento del capitalismo. Pero lo que queremos demostrar a través de las citas, e incluso datos demográficos lo dicen, es que cuando decimos que la esperanza de vida en la Edad Media era de 40 años, esto no significa que no hubo gente que viviese hasta los 80 años y más, porque la esperanza de vida es un promedio desde el nacimiento, edad 0, hasta la muerte.
También queremos mostrar cómo se ridiculiza la burguesía mediante la comparación de los hombres primitivos, la antigüedad, y la Edad Media, cuando afirma que gracias a ella, la humanidad ha llegado a la cima del progreso. Francamente, no hace más que el ridículo
¿Porque hemos dicho que la medicina no trajo nada para la humanidad?
Nosotros estamos convencidos que cada modo de producción crea sus propias enfermedades que están asociadas con la misma organización de la sociedad que la engendra.
La medicina hoy ha eliminado las enfermedades de los viejos modos de producción (enfermedades infecciosas, aunque algunas enfermedades siguen presentes).
Por contra, concerniente a las enfermedades de la civilización que el capitalismo ha causado, la medicina es impotente y los médicos se reducen a meros Técnicos Superiores en Administración y Mantenimiento Humano.
Hace 2500 años, Hipócrates en su artículo “Los aires, las aguas y los lugares”, dijo: “El médico que hace honor a su profesión es el que tiene en cuenta, en su caso, las estaciones del año y las enfermedades que provocan; los estados de viento propios de cada región y la calidad de agua, el que observa cuidadosamente la ciudad y sus alrededores para ver si la altitud es débil o importante, si el clima es caliente o frío, húmedo o seco; como también toma nota de la forma de vida y, en particular, los hábitos alimenticios de las personas, en fin todas las causas que pueden llevar a un desequilibrio en la economía animal.” Esto es lo que llamamos medicina. Hipócrates sabía que la salud y el ambiente están relacionados. Ellos forman un todo inseparable. Existe una interacción entre la biología, la ecología, los valores socioculturales, culturales, socioeconómicos y psicológicos. Ellos forman una cadena asociativa compleja.
Pero la ideología del progreso en la sociedad capitalista ha limitado la medicina biológica, las vacunas para proteger a la gente. Usted se enferma y nos tratan (si pueden), de forma contraria a lo que Hipócrates propone. Para la medicina de hoy, es “un factor patógeno, una enfermedad”.
El pensamiento de los médicos hoy en día es biológico, el hipocrático es ecológico, cultural, ambiental, socio-cultural, biológico, psicológico y socio-económico.
El pensamiento de Hipócrates tiene toda su importancia en la actualidad con la aparición de las llamadas enfermedad de la civilización por no decir de las enfermedades del capitalismo. Pero a medida que el capitalismo y el medio ambiente son incompatibles, entonces uno se encuentra en medio de la mierda.
Hoy en día, hay más y más enfermedades que se presentan y afectan a una pequeña parte de la población y son llamadas "enfermedades raras" o "enfermedades autoinmunes".
Estas enfermedades son enfermedades de todo el mundo del mañana. Estas son las enfermedades modernas, generadas por el capitalismo. Ellas se están generalizando, que ya no son enfermedades raras sino cotidianas, el cáncer parecerá como un simple catarro frente a estas enfermedades, o como simple orina de gato.
En 1992, frente a la aparición de estas enfermedades (raras o autoinmunes) y la progresión de las llamadas enfermedades degenerativas como el cáncer, la depresión, la enfermedad de Alzheimer, etc., la OMS ha recomendado una vuelta a la concepción de Hipócrates.
Engels había emitido una crítica formidable a la ciudad industrial, previendo los peligros de la planificación urbana moderna.
El desorden y la enfermedad fueron explicados por Engels en el orden capitalista. Él mostró efectos adversos: sobre la salud física (barrios insalubres, mayor distancia entre el trabajo y la residencia, fatiga), la salud moral (segregación, el estrés, la monotonía...) sobre la salud social (delincuencia, violencia, vandalismo, alcoholismo...).
El cuadro urbano impersonal y árido, la fealdad, la alta movilidad residencial de la población de los barrios marginales, lo explicaría la vulnerabilidad a las enfermedades, el sufrimiento emocional y trastornos psicológicos.
La alienación social explica el aumento de los suicidios y la violencia contra las personas.
Las condiciones urbanas (falta de espacio, demasiado trabajo, ruido...) explica el estrés del exceso de trabajo del cuerpo y sus efectos psicológicos que pueden causar: úlceras de estómago, depresión, cáncer, enfermedades raras y enfermedades autoinmunes, etc.
Por último, en la ciudad, no hay vida socio-emocional, la gente se atomiza, las condiciones de vida son impersonales y áridas. El niño está en la escuela o guardería, el adulto produce y el anciano espera la muerte en un hogar de retiro.
Sólo una sociedad comunista, libre del afán de lucro, puede aplicar los principios de Hipócrates en combinación con los avances actuales en la medicina con la biología.
Capitalismo = contaminación de “Aire, Agua y suelo” = enfermedades.
Saludos revolucionarios. Amistosamente,
Camaradas argelinos, lectores de Révolution Internationale (RI)
[1] Véase: “Una denuncia de daños del capitalismo sobre la salud de los trabajadores.”
[2] Véase el artículo: “La cultura del debate: un arma de la lucha de clases”, Revista internacional n° 131.
[3] Véase el artículo: “La naturaleza de clase de la socialdemocracia”, Revista Internacional n° 50.
Resultaría difícil encontrar en Francia una ciudad en la que no hubiera una plaza, una avenida o, cuando menos, una calle que no lleve el nombre de Jaurès. La clase dirigente lo ha transformado en monumento nacional, mientras que fuera de Francia es prácticamente un desconocido. No siempre fue así. En el apogeo de su influencia, Jaurès era, junto con Bebel, una de las “dos principales figuras de la Segunda Internacional” según la expresión de Trotski. Un gigante, física, mental y moralmente, Jaurès también era, junto con Rosa Luxemburg, un excelente orador de la Internacional; y es de destacar el hecho notable de que era uno de los muy pocos socialistas franceses capaces de dirigirse a los obreros alemanes en su propia lengua. La clase dirigente francesa, en su totalidad, lo reivindica hoy como uno de los suyos, como un demócrata ejemplar, cuando en realidad, en vida, dicha clase le tenía un aversión virulenta. Puede decirse que su asesinato, el 31 de julio de 1914, abrió definitivamente la vía a la entrada en guerra de Francia, aunque las circunstancias de son asesinato siguen siendo un tanto misteriosas, nunca totalmente esclarecidas.
¿Quién fue pues Jean Jaurès? ¿Qué representó, qué representa hoy todavía, para la clase obrera internacional? ¿Qué papel desempeñó en la Internacional y en las lucha de ésta por la emancipación de los obreros y contra la guerra? ¿Por qué, en fin de cuentas, lo asesinaron?
Es verdad que Jaurès es un personaje práctico para la burguesía que ha hecho de él una especie de escritorio con múltiples gavetas. Según las necesidades de la propaganda ideológica, se puede abrir el cajón de héroe nacional que reposa en el Panteón al lado de los héroes de la guerra imperialista, como Jean Moulin por ejemplo, o se puede abrir el cajón del socialista moderado que reprueba los métodos violentos de la revolución, o también el cajón del partidario de la vía parlamentaria y nacional al socialismo, el preferido del Partido Comunista Francés, o el cajón del pacifista que habría roto la relación entre la lucha contra la guerra y la lucha por la revolución proletaria. Todos estos clichés son engañosos y constituyen un ejemplo de cómo, para suprimir a un hombre que pone en peligro el orden establecido, el mejor método es hacer de él un icono inofensivo. Todo esto se verifica una vez más.
¿Quién fue pues Jean Jaurès? Simplemente un producto del movimiento obrero. El producto colectivo e histórico de una clase particular de la sociedad, uno de sus productos más destacados si se considera la época en la que Jaurès ejerció sus capacidades. Procedente de la pequeña burguesía provinciana, fue elegido, en primer lugar, diputado de una lista de la Unión de los Republicanos en 1885. Pasa al socialismo con 34 años muy impresionado por la lucha de los mineros de Carmaux (Sur de Francia) y escandalizado por la represión de una manifestación en Fourmies en el Norte. Los obreros luchaban por la jornada de ocho horas, y, durante la manifestación, un ametrallamiento provocó diez muertos en sus filas. Como en el caso de Marx y otros militantes, fue el proletariado quien ganó a Jaurès para la causa del socialismo revolucionario. Y fue como mártir de esa causa por lo que fue asesinado en vísperas de la Primera Guerra Mundial tras haber puesto toda su energía contra el militarismo y haber esperado que la acción internacional del proletariado detuviera el engranaje de la guerra imperialista. Ciertamente, Jaurès pertenecía a la tendencia reformista del socialismo que contribuyó en numerosas ocasiones a un considerable debilitamiento del combate de clase, pero sí que hubiera podido, sin embargo, evolucionar debido a su entrega incondicional a la causa del proletariado, lo cual le distinguía radicalmente de sus compañeros socialistas como Pierre Renaudel, Aristide Briand, René Viviani o Marcel Sembat, muy rápidamente arrastrados hacia el oportunismo más craso. Los miembros de la izquierda de la IIª Internacional lo combatieron intensamente, pero la mayoría de ellos admiraba la personalidad de Jaurès, lo elevado de su pensamiento, su fuerza moral. Trotski escribe en su autobiografía:
“Por muy alejado que yo estuviese políticamente de aquel hombre, era imposible no sentir la atracción de su gran personalidad. (…) A una energía imponente, obra de la naturaleza como una catarata, unía aquella suavidad que brillaba sobre su espíritu como el reflejo de una elevadísima cultura. Aquel hombre derribaba rocas, conjuraba el trueno, estremecía el bosque, pero no se ensordecía jamás ni se embotaba, estaba siempre en guardia, atento con su fino oído a todos los ecos, para recogerlos y oponerles su réplica, réplica a veces despiadada, que barría como una tempestad los obstáculos que se alzaban en su camino, a veces bondadosa y blanda como de maestro o hermano mayor.”[1].
Rosa Luxemburg, otra gran figura de la izquierda, tenía los mismos sentimientos. Como Jaurès leía alemán, ella le regaló un ejemplar dedicado de su tesis doctoral, El desarrollo industrial en Polonia. El tribuno tenía el mismo físico de atleta que Auguste Rodin y a la muerte del escultor, Rosa Luxemburg escribirá a Sonia Liebknecht: “tenía que ser una personalidad maravillosa: franca, natural, desbordante de calor humano y de inteligencia, me recuerda sin duda a Jaurès”[2].
No se comprendería nada de esta personalidad tan rica, tan compleja, sino se la ubica en el contexto de la época, la fase final del ascenso del capitalismo que desemboca en la Primera Guerra Mundial, y si se olvida cómo fue capaz Jaurès de aprender en la escuela de la lucha proletaria y en la Internacional. Aunque nunca adoptó plenamente las tesis de Marx y Engels, sí sintió, en cambio, durante una conferencia en París el 10 de febrero de 1900, la necesidad de expresar su acuerdo con todas las ideas esenciales del socialismo científico[3].
La Comuna de París de 1871 había demostrado que el proletariado era capaz de apoderarse del poder y de ejercerlo por medio de asambleas de masas y de delegados elegidos y revocables. Había aportado una clarificación decisiva: la clase obrera no puede simplemente apoderarse de la máquina del Estado y ponerla en movimiento para sus propios fines, sino que tenía, ante todo y en primer lugar, que destruir el viejo edificio del Estado burgués y erigir un nuevo Estado específico durante el período de transición entre el capitalismo y el comunismo, el Estado-comuna. En su magnífico opúsculo El Estado y la revolución, Lenin se encargará más tarde de recordar esas lecciones a aquéllos que las habían olvidado. Pero La Comuna de París demostró también que el proletariado no disponía todavía, en aquella época, de la fuerza suficiente para mantenerse en el poder y generalizar el proceso revolucionario a escala internacional. El proletariado había aparecido como una clase distinta con su propio programa durante la insurrección de junio de 1848, pero el proceso a través del cual podía constituirse como una fuerza internacional dotada de una conciencia de clase y de una experiencia política distaba mucho de estar acabado. Esta inmadurez tuvo su contraste en el desarrollo gigantesco del capitalismo en el seno del cual, justamente, el proceso de constitución del proletariado en clase podía proseguirse. Fue aquel un período de conquistas económicas y coloniales gigantescas durante las cuales las últimas áreas “no civilizadas” del globo iban a abrirse a los gigantes imperialistas: un período, también, de rápido desarrollo del progreso tecnológico, que conoció el desarrollo masivo de la electricidad, la aparición del teléfono, del automóvil y de muchos otros inventos más.
Aquel período no estaba exento de peligros para el proletariado, pero no le quedaba otra opción. Sólo el capitalismo podía crear las condiciones de la revolución comunista internacional, sólo él podía engendrar sus propios enterradores. Apoyándose en la posibilidad de obtener reformas reales a su favor, la clase obrera desarrolló grandes luchas económicas y políticas y, con ese fin, se organizó en poderosos sindicatos y partidos socialdemócratas. Como dice el Manifiesto Comunista: “Se beneficia de las divisiones intestinas de las burguesías para obligarlas a dar una garantía local a ciertos intereses de la clase obrera, por ejemplo la ley de diez horas en Inglaterra”[4].
Las luchas por una legislación obrera, por el sufragio universal, incluida la defensa de la República burguesa frente a las fuerzas retrógradas, se entendían como una preparación de las condiciones para la revolución proletaria que tenía que derribar la dominación burguesa. El programa mínimo y el programa máximo formaban una unidad a condición de que en las luchas cotidianas, en alianzas inevitables con algunas fracciones de la burguesía y la pequeña burguesía, el proletariado defendiese su independencia de clase y mirase hacia su objetivo revolucionario final. Era la época por excelencia del parlamentarismo obrero y Jean Jaurès, orador de talento, dedicará a él toda su energía. Las elecciones legislativas de 1893 verán la entrada masiva de los socialistas en la Cámara de Diputados. Jaurès formará parte de ese grupo de parlamentarios. Para las tendencias políticas más claras de la época, el parlamentarismo obrero no era un fin en sí mismo sino sólo un apoyo a la lucha general del proletariado. Efectivamente, solía decirse que cuando los socialistas intervenían en la Cámara hablaban “mirando por la ventana” para afirmar que su objetivo no era convencer a los diputados burgueses sino esclarecer a la clase obrera, darle confianza para que se lanzase a las grandes luchas políticas que la dotasen de la experiencia necesaria para ejercer el poder mañana. En las Consideraciones del programa del Partido Obrero Francés, redactadas en 1880 por Jules Guesde, Paul Lafargue, Engels y Marx, se encontraba esta formulación significativa:
“Considerando,
“Que esta apropiación colectiva (de los medios de producción) no puede surgir sino de la acción revolucionaria de la clase productiva –o proletariado– organizada en un partido político distinto;
“Que ese tipo de organización (de la sociedad) debe proseguirpor todos los medios de que dispone el proletariado, incluido el sufragio universal, transformando de este modo un instrumento de engaño, tal y como ha sido hasta ahora, en instrumento de emancipación (…)”[5].
El parlamentarismo no aparece ahí, ni mucho menos, como medio de emancipación obrera en lugar de la revolución, sino, si se lee bien ese párrafo, como uno de los medios para ir hacia la meta de la apropiación colectiva de los medios de producción. La unidad de los medios y del fin se encuentra entonces claramente reivindicada. El desarrollo de un movimiento obrero internacional gigantesco a finales del siglo XIX cumplió en parte sus promesas. Permitió crear un puente entre La Comuna de París y la oleada revolucionaria de la posguerra que culmina en 1917 en Rusia, en 1918 en Alemania. Este desarrollo provocó un miedo cerval en la clase dominante y el afán por desfigurar a Jean Jaurès no sólo fue algo útil para la burguesía, sino que le sirvió para exorcizar tal pánico.
Claro está, el oportunismo, el cretinismo parlamentario y el reformismo acabaron por imponerse en el seno de la IIª Internacional, la bancarrota de 1914 y la unión sagrada fueron una catástrofe que tuvo profundas repercusiones para el movimiento obrero. Pero es necesario precisar que esa victoria del oportunismo no era una fatalidad y su origen no hay que buscarlo principalmente en las fracciones parlamentarias, los liberados sindicales y políticos, en la burocracia generada por estas organizaciones. Si estos fueron indudablemente vectores del mal que carcomía a la Internacional, el origen fundamental se encontraba en la ausencia de vigilancia de las organizaciones obreras frente el entorno del mundo capitalista. El desarrollo impulsivo del capitalismo en un marco relativamente pacífico (al menos en los países centrales) acabó por hacer creer la idea de que la transición al comunismo podía efectuarse de forma gradual y pacífica. Esta es la ocasión de recordar que el crecimiento del movimiento obrero no es lineal y que no es posible sino gracias a combates incesantes contra la penetración de la ideología de la clase dominante en el seno del proletariado.
El testimonio de Trotski sobre aquella época y sobre las personas que la personificaron es muy valioso pues él vivió la transición entre el período ascendente y el de decadencia del capitalismo. Ese período de 25 años es muy contradictorio, pues “atrae el espíritu por perfeccionamiento de su civilización, el desarrollo sin interrupción de la técnica, de la ciencia, de las organizaciones obreras y parece al mismo tiempo mezquino en el conservadurismo de su vida política, en los métodos reformistas de su lucha de clases”[6]. En Mi vida, señala la alta capacidad moral de los militantes del movimiento obrero como Jean Jaurès y Auguste Bebel, el primero con un matiz aristocrático, el segundo como un simple plebeyo: “Jaurés y Bebel eran los antípodas, y a la vez las dos personalidades que descollaban en la Segunda Internacional. Y los dos eran profundamente nacionales: Jaurés, por su fogosa retórica latina, Bebel, por su sequedad protestante. Yo sentía admiración por ambos, aunque por cada uno a su modo. Bebel había muerto por agotamiento físico. Jaurés cayó en lo mejor de la vida. Pero los dos murieron a tiempo. Su muerte señala el momento en que termina la misión histórica de progreso de la Segunda Internacional.”[7].
Tras la gran Revolución burguesa de 1789, Francia dominó durante un largo período toda la historia de Europa. Ya sea en 1830 o en 1848, fue cada vez en Francia donde surge la señal del levantamiento general. Estas circunstancias darán al proletariado francés una gran educación política y una capacidad de acción que se han transmitido hasta nuestros días. Pero estas cualidades tenían su reverso. La clase obrera en Francia tenía la tendencia a subestimar la lucha económica cotidiana, lo que explica por qué los sindicatos se desarrollaron menos que en otros países. Por otro lado, el combate político se concebía en un sentido restringido, como etapa insurreccional. En el lado opuesto, la burguesía había alcanzado bastante rápidamente una soberanía política integral bajo el régimen de la República democrática, más concretamente la burguesía industrial. Y estaba muy orgullosa de ello. Fue así cómo la grandiosa Revolución francesa condujo a esa típica grandilocuencia hueca de los discursos en Francia: el país de los Derechos del Hombre se había otorgado la tarea mesiánica de la liberación de los pueblos de la tiranía, tapadera para la competencia económica entre naciones y las guerras de rapiña que conducirán a la guerra imperialista de 1914. En numerosos líderes del movimiento obrero en Francia, esta fraseología ocultaba un patriotismo profundamente enraizado.
Jean Jaurès es un representante clásico de ese republicanismo que fue una losa pesada sobre el movimiento obrero en una época en que la sociedad burguesa era todavía progresista y en que la forma que adquiría el poder proletario todavía no se había clarificado. Incluso para los elementos de izquierda de la II Internacional, la República era la única fórmula posible de la dictadura del proletariado. Jaurès se expresaba así en un artículo del diario La Dépêche de Toulouse del 22 de octubre de 1890: “Ni Inglaterra, ni Alemania tienen en su pasado una República democrática, como la que se proclamó en Francia en 1792. Desde entonces, las esperanzas de emancipación de los trabajadores ingleses y de los trabajadores alemanes no adquieren precisamente la forma republicana, y es por eso que el partido de las reformas populares se llama de un modo más preciso el partido socialista. Por el contrario, en Francia, la mera palabra de la República, plena de sueños grandiosos para las primeras generaciones republicanas, contiene en sí misma todas las promesas de igualdad fraterna”[8].
Fue Karl Kautsky quien defenderá la posición marxista sobre esta cuestión. En un artículo aparecido en Die Neue Zeit de enero de 1903, recordaba que a pesar de la continuidad histórica entre revolución burguesa y revolución proletaria, existe una gran ruptura de tipo político por el hecho de que se trata de dos clases diferentes dotadas de programas diferentes, y con fines y medios específicos: “Es precisamente a causa de la gran fuerza de la tradición revolucionaria en el seno del proletariado francés, por lo que en ningún otro lugar es tan importante que piense de forma autónoma, mostrando que los problemas sociales, los objetivos, los métodos y los medios de combate son hoy muy diferentes de lo que eran en la época de la Revolución; que la revolución socialista tiene que ser muy diferente de una mera parodia o una continuación de la revolución burguesa; que el proletariado podrá apropiarse de su entusiasmo, su fe en la victoria y su temperamento, pero ni mucho menos de su manera de pensar”[9].
Esa posición clásica del socialismo revolucionario se apoya en los trabajos de Marx y Engels que tras el fracaso de la revolución de 1848 habían cuestionado su idea de la revolución permanente basada en una unidad orgánica entre revolución burguesa y revolución proletaria y la transmutación de una en la otra[10]. Por otro lado, contra Lassalle, partidario de un socialismo de Estado, y contra Bakunin quien propugnaba la igualdad entre las clases, Marx y Engels defendieron siempre el objetivo final comunista de la abolición de las clases, lo que significaba el fin de la dominación política engendrada precisamente por la existencia de clases antagónicas, lo que implica la extinción del Estado. Pero el fin del Estado, era también el fin de la democracia que no es sino una forma particular del Estado. La ambición del comunismo, que aparece desmesurada pero que de hecho es la única realista ante las leyes de la historia y las peligrosas contradicciones del capitalismo, consiste en dirigir las fuerzas productivas y las fuerzas sociales a escala mundial, el único terreno en el que puede superarse la contradicción entre interés general e interés particular, entre lo colectivo y el individuo. Por primera vez, es posible realizar concretamente la comunidad humana. Lo cual no significa el fin de los problemas y de las contradicciones, pero sí que la abolición de las clases y de la esfera política permitirá liberar todas las potencialidades humanas mientras que la promesa contenida en la divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad nunca fue cumplida por la democracia burguesa. El comunismo no significa el fin de la historia sino el fin de la prehistoria y el inicio de la historia verdadera. Ese paso del reino de la necesidad al reino de la libertad, es decir la perspectiva de una sociedad liberada de la producción mercantil y del Estado, no era una posición desconocida durante la época del parlamentarismo obrero y de la lucha por las reformas. Las minorías políticas más claras se esforzaban por defenderla, como William Morris en Inglaterra (Noticias de ninguna parte, 1890) y August Bebel (La Mujer en el pasado, en el presente y en el futuro, 1891)[11].
Como en el caso de otros, Jaurès nunca se liberará de esa tradición republicana, lo que le impedirá defender la autonomía de la clase obrera frente al enemigo de clase.
El capitán Alfred Dreyfus, un oficial judío perteneciente al Estado mayor del ejército francés, se enfrentó a un consejo de guerra en diciembre de 1894, injustamente acusado de haber entregado secretos militares a Alemania. Este asunto de espionaje aparece en un contexto profundamente marcado por el antisemitismo y el chauvinismo tras la anexión de Alsacia y Lorena por Alemania, e inflama la IIIª República hasta 1906, año en el que el Tribunal de Casación declarará inocente y rehabilitará definitivamente a Dreyfus. No se trató simplemente de un simple error judicial sino de la defensa de los intereses de las fracciones ultra reaccionarias y nacionalistas de la burguesía que se apoyaban en los ámbitos militares, clericales y monárquicos. La crisis del Partido Radical[12] en el poder les abrió el camino.
Tras un período de duda, Jean Jaurès se lanzará a la batalla para defender al capitán y la revisión de su proceso: “Y Jaurès tenía razón, escribirá Rosa Luxemburg, El asunto Dreyfus había despertado todas las fuerzas reaccionarias latentes en Francia. El militarismo, ese viejo enemigo de la clase obrera, se había mostrado de cuerpo entero, y había que dirigir todas las lanzas contra ese cuerpo. Por primera vez se convocó a la clase obrera a combatir en una gran batalla política. Jaurés y sus amigos condujeron a la clase obrera a la lucha, abriendo así una nueva era en la historia del socialismo francés.” [13].
El partido marxista de Guesde y Lafargue así como el partido de los ex blanquistas de Vaillant propugnaban la neutralidad, es decir la abstención política, cuando, en realidad, la clase obrera hubiera debido liderar la lucha contra las fracciones reaccionarias de la burguesía, incluida la defensa de la república burguesa. Tenía que aprovechar aquella oportunidad para unir sus fuerzas, madurar políticamente al mismo tiempo que salvaguardar su autonomía de clase. Sobre la cuestión de la autonomía de clase es donde se muestran todas las debilidades de la política defendida por Jaurès. Los dreyfusards de la clase obrera hubieran debido mantener su independencia respecto a sus aliados, los dreyfusard burgueses como Émile Zola y Georges Clemenceau. De hecho, a partir de sus posiciones republicanas, Jaurès se comprometió en el apoyo al gobierno radical hasta acabar borrando las posiciones específicas de la clase obrera. Apoyó la ley de amnistía del gobierno adoptada por la Cámara de Diputados el 19 de diciembre de 1900 cuando, en realidad, la finalidad de tal ley era amnistiarlos a todos, sobre todo a los oficiales implicados en el complot contra Dreyfus. Se negó a pasar a un ataque directo y sistemático contra el militarismo con la reivindicación de una milicia popular, pues esto hubiese supuesto el riesgo de una ruptura entre los dreyfusards. Y las capitulaciones se multiplicaron en nombre de una presunta “obra republicana de conjunto” que llevará “con certidumbre a victorias futuras”. Veamos el comentario de R. Luxemburg: “En lugar de hacer de la lucha política independiente del Partido Socialista el elemento permanente, fundamental, y de la unidad con los radicales burgueses el elemento variable y circunstancial, Jaurés formula la táctica opuesta: la alianza con los demócratas burgueses se convierte en elemento constante, y la lucha política independiente en el elemento circunstancial. Ya en la campaña por Dreyfus los socialistas jauresistas no comprendieron la demarcatoria entre los campos burgués y proletario: si para los amigos de Dreyfus se trataba de luchar contra un subproducto del militarismo —limpiar el ejército y suprimir la corrupción—, un socialista debía considerarlo como una lucha contra la raíz del mal: el ejército profesional. Y si para los radicales burgueses la consigna central y única de la campaña era justicia para Dreyfus y castigo de los culpables, para un socialista el asunto Dreyfus debía servir de base para agitar en favor del sistema de milicias. Sólo así el asunto Dreyfus y los admirables esfuerzos de Jaurés y sus amigos le hubieran hecho un gran servicio agitativo al socialismo.”[14].
Jaurès no solo se negó a romper con el gobierno a tiempo, sino que dio un apoyo sin reservas al gabinete Waldeck-Rousseau y a la participación de un socialista en tal gobierno. Desde entonces se abre el capítulo más sombrío de la vida política de Jean Jaurès.
En junio de 1899, el socialista Alexandre Millerand entra, junto al general Gaston de Galliffet, el matarife de los communards de París, en el gobierno radical de Waldeck-Rousseau. Era una iniciativa personal de Millerand que pertenecía al movimiento de los socialistas independientes, y no tenía mandato alguno de un partido socialista. Hay que entender que estamos en pleno caso Dreyfus, cuando el oficial degradado sigue sufriendo el cautiverio en el presidio de Guayana. Jaurès se esfuerza en apoyar la participación socialista. Saluda la valentía de los socialistas franceses que envían a uno de los suyos “dentro de la fortaleza del gobierno burgués”. Este caso fue un estímulo para toda el ala derecha de la Internacional que esperaba con impaciencia que la experiencia se renovase en otros países, y en particular en Alemania. La Internacional aprobó con entusiasmo los argumentos de Jaurès para quien la evolución de la sociedad capitalista hacia el socialismo engendraría una etapa intermedia en el curso de la cual el poder político sería ejercido en común entre el proletariado y la burguesía. En Alemania Edouard Bernstein acababa de publicar su obra revisionista donde ponía en entredicho la teoría marxista de las crisis del capitalismo, proclamando: “La meta final, sea cual sea, no es nada, el movimiento lo es todo”.
Rosa Luxemburg entra de lleno y con pasión en la batalla, respondiendo a Bernstein en una serie de artículos que aparecerán en forma de folleto con el célebre título: Reforma o revolución. Atacará al mismo tiempo los argumentos de Jaurès. Para empezar, recuerda los principios básicos del socialismo científico: “En la sociedad burguesa, la socialdemocracia, por su misma esencia, está destinada a desempeñar un papel de oposición; no puede acceder al gobierno sino sobre las ruinas del Estado burgués”[15]. A continuación, señala en particular la diferencia fundamental entre la participación de los socialistas en el parlamento del Estado burgués o en los ayuntamientos, que había sido aceptada desde hacía bastante tiempo, y la participación en el Ejecutivo del Estado. Por una razón muy simple: en el primer caso se trata de hacer triunfar sus reivindicaciones pero siempre sobre la base de una crítica del gobierno que sin cesar persigue a los obreros e intenta hacer inofensivas las reformas sociales que se ve obligado a aplicar. Este principio motiva el rechazo sistemático de los socialistas a votar los presupuestos en el parlamento. En el segundo caso, cualquiera que sea el partido al que pertenezcan los miembros del gobierno, los socialistas se ven obligados a solidarizarse con la política emprendida además de considerarse como responsables de tal política.
El Congreso socialista internacional celebrado en París del 23 al 27 de septiembre de 1900 condenó el “socialismo gubernamental” de Millerand, lo que demostró que las condiciones para una ofensiva del oportunismo en el seno de la Internacional no estaban todavía reunidas. La resolución se titulaba: “La conquista de los poderes públicos y las alianzas con los partidos burgueses”. Esta resolución fue aprobada sobre la base de una moción presentada por Kautsky y la mayoría de los miembros de la comisión permanente. El problema era que el redactor de esta resolución se esforzó por darle un carácter general, teórico, sin abordar propiamente el caso Millerand. Se permitían así todas las interpretaciones, incluso las que estaban más fuera de lugar. Por eso a esta “Resolución Kautsky” se la llamó “Resolución caucho”. Jaurès, Vollmar, Bernstein, desde toda la derecha hasta los revisionistas más patentes, se precipitaron por la brecha. Y no les dio la menor vergüenza presentar los resultados del Congreso de París como favorables a Millerand.
Se apoyaron especialmente en la idea presentada en la resolución según la cual en ciertos casos excepcionales la participación de los socialistas en el gobierno burgués podría aparecer como necesaria. En efecto, en todos los programas socialistas figuraba la posición, válida en aquella época, de que en caso de guerra defensiva, no en caso de guerra imperialista, los socialistas podían participar en el gobierno[16]. O cuando una crisis política amenazaba con poner en peligro la República y las conquistas democráticas. Rosa Luxemburg respondió que en estos casos excepcionales no había duda de que había que solidarizarse, sin matices, con la política gubernamental. Pero lo esencial era definir si se estába en una situación excepcional de las evocadas más arriba. Jaurès respondió afirmativamente.
Desde los años 1885, Francia se encontraba sacudida por crisis constantes, la crisis del boulangismo (del ultranacionalista Georges Boulanger, NdT), el escándalo de Panamá, el caso Dreyfus. Se podía observar entonces la existencia de un estridente nacionalismo, arrebatos antisemitas, campañas de prensa groseras y odiosas, disparos en la calle. Parecía inminente el final de la República. Pero Rosa Luxemburg demostró brillantemente que la situación no era tal. Simplemente la reacción militarista y clerical y el radicalismo burgués se disputaban el control de la República en el contexto de una profunda crisis del Partido Radical en el poder. Había que participar en esas luchas políticas, pero ni mucho menos en el gobierno, ni halagando a la pequeña burguesía, clientela tradicional del Partido Radical.
Jaurès invocaba pasajes del Manifiesto Comunista que implicaban la alianza de los obreros con la burguesía. Ante todo se trataba de otro período histórico en el cual, como en Alemania por ejemplo, el poder de la burguesía no se encontraba asegurado frente a las fuerzas políticas del feudalismo. Y sobre todo, se olvidaba de citar pasajes esenciales sobre la preservación de la independencia de la clase obrera en todas las circunstancias. En particular éste: “Pero en ningún momento, este partido dejará de despertar en los obreros una conciencia clara y neta del antagonismo profundo que existe entre la burguesía y el proletariado para que, cuando llegue el momento, los obreros alemanes sepan convertir las condiciones políticas y sociales creadas por el régimen burgués, en otras armas contra la burguesía para que, tan pronto sean destruidas las clases reaccionarias de Alemania, la lucha pueda llevarse a cabo contra la burguesía misma”[17].
En fin, el último argumento de Jaurès consistía en señalar la importancia para los obreros de las reformas puestas en marcha por Millerand. Para él eran “semillas de socialismo, sembrados en el suelo capitalista y que aportarán frutos maravillosos”. Basta examinar de cerca la realidad de estas reformas para contradecir el desmesurado entusiasmo que se había apoderado de Jaurès. Por ejemplo, la intención inicial de acortar la jornada de trabajo acabó siendo finalmente una ampliación de la duración de la jornada de trabajo para los niños y simples esperanzas para el futuro del resto. O aún más, la intención de garantizar el derecho de huelga acabó encerrándolo en límites jurídicos estrechos. Ya hemos visto la hipocresía del gobierno en el caso Dreyfus. Hay que añadir la hipocresía de la lucha por la laicidad del Estado que se terminó con donaciones caritativas a la Iglesia católica, lo que era sobre todo una auténtica máquina de guerra contra la creciente influencia de los partidos socialistas sobre los obreros. No olvidemos que durante toda la experiencia Millerand las tropas siguieron disparando contra los huelguistas como en Chalons y en Martinica. La era de las reformas culminaba en la masacre de los obreros en huelga.
Rosa Luxemburg tenía razón cuando criticó el “ministerialismo”. Esto que había comenzado en Francia bajo la forma de una triste farsa terminó en tragedia en Alemania tras 1914 con un gobierno socialdemócrata asumiendo plena y conscientemente su papel contrarrevolucionario. Lo que por ahora nos interesa es afirmar que Jaurès sí que era capaz de aprender. Diez años después del inicio del caso Millerand, él arremetía contra el mismo Millerand y otros dos ministros socialistas, Briand y Viviani, a quienes reprochaba ser “unos traidores que se dejaban utilizar por el capitalismo”.
Ya hemos visto que Jaurès había conocido a Bernstein de cerca. No se le puede situar, sin embargo, en el campo del revisionismo, como tampoco hay en él la menor huella del doble juego de un Kautsky cuando sucumbió a las sirenas centristas hacia 1906. Ya hemos visto las relaciones íntimas que tuvo con los miembros del ala derecha de la Internacional Obrera. Su oportunismo era el que el movimiento obrero de la época tuvo que afrontar y que se caracterizaba a la vez por una impaciencia ante los resultados de la lucha (se prefiere sacrificar el objetivo final en beneficio de las reformas inmediatas en buena parte ilusorias) y una adaptación al entorno capitalista, contentándose con la dinámica progresista y el contexto pacífico que permitía aumentar, relativa e ilusoriamente, la seguridad de los obreros sacrificando los intereses del movimiento general. Pero su fuerte personalidad lo situaba por encima del resto de los oportunistas. Tras su adhesión al socialismo siguió dedicándose al servicio del derecho, de la libertad y la humanidad. Pero como lo notaba Trotski, “Lo que en los declamadores franceses ordinarios no es sino una frase hueca, [en Jaurès] había un idealismo sincero y activo”. Trotski lo presenta, justamente, como un ideólogo en el sentido positivo del término, alguien que se apodera de la idea como de un arma terrible en la lucha práctica cotidiana y la opone al doctrinario y al práctico-oportunista: “El doctrinario se detiene en la teoría que mata el espíritu. El práctico-oportunista asimila unos determinados procedimientos del oficio de la política; pero en cuanto ocurre un cambio inesperado, se encuentra en la misma situación que un mecánico que se vuelve inútil cuando se instala una máquina. El ideólogo de gran envergadura sólo es impotente en el momento en el que la historia lo desarma ideológicamente, pero aún entonces es capaz de rearmarse rápidamente, de apoderarse de la idea de la nueva época y continuar desempeñando un papel de primer nivel. Jaurès era un ideólogo. Extraía de la situación política la idea que brotaba y, al servicio de esta idea, no se detenía nunca a mitad de camino”[18].
Hemos advertido ya de las reticencias de Jaurès sobre el marxismo. Él veía en él un determinismo económico frío que no dejaba lugar para el individuo y para la libertad humana en general. Su mirada se dirigía hacia el pasado y las grandes horas de la Revolución burguesa: “Fue el honor de la Revolución francesa haber proclamado que todo individuo humano, la humanidad entera tiene la misma excelencia por nacimiento, la misma dignidad y los mismos derechos”[19], decía.
Por su formación y por la situación general de la Francia de entonces no consiguió ver que el materialismo de Marx –con frecuencia mal interpretado, como si fuese un determinismo económico absoluto– contenía una explicación coherente de la historia humana que, en lugar de ahogarlas, les daba al contrario su lugar auténtico –y su fundamento– a la acción de las clases, a la fuerza de la voluntad y al individuo que bajo el capitalismo es aplastado en nombre del colectivo anónimo y de la nación. La glorificación del individuo bajo el capitalismo es en realidad la máscara de su negación absoluta. En su implacable crítica de la sociedad burguesa, Marx puso en evidencia los fenómenos del fetichismo de la mercancía y de la reificación. Jaurès tampoco era capaz de reconocer la presencia en Marx de una auténtica ética del proletariado[20].
Sin embargo su entrega a la causa de la emancipación del proletariado le permitió no desviarse nunca de la perspectiva de una sociedad sin clases, sin propiedad, donde los medios de producción serían gestionados en común. Él leyó a Marx, admiraba su trabajo y compartía la teoría del valor expuesta en El Capital. Mientras que en Francia existía la tendencia a subestimar las controversias teóricas, Jaurès participó con Jules Guesde y Paul Lafargue en discusiones públicas sobre temas tratados con profundidad. El 12 de diciembre de 1894, Jaurès responde a la invitación del Grupo de Estudiantes Colectivistas que organizaban una controversia sobre “Idealismo y materialismo en la concepción de la historia”. En su exposición se nota cómo Jaurès encara sus propias contradicciones: “Yo no quiero decir que haya una parte de la historia gobernada por las necesidades económicas y otra dirigida por una idea pura, por un concepto, por la idea, por ejemplo, de humanidad, de justicia o de derecho; no quiero poner la concepción materialista de una lado de la pared y la concepción idealista del otro lado. Yo pretendo que deben penetrarse mutuamente, como se penetran en la vida orgánica del hombre, la mecánica cerebral y la espontaneidad consciente”[21]. Paul Lafargue le responde el 10 de enero de 1895. Así comienza éste: “Comprenderéis que dude al asumir la tarea de responder a Jaurès, el cual, gracias a su ardiente elocuencia, logra colmar de pasión las tesis más abstractas y metafísicas. Mientras él hablaba, yo me decía, me imagino que vosotros también, qué gran suerte que este hombre esté con nosotros”[22] . La experiencia se renueva en 1900 cuando Jaurès y Guesde se enfrentaron en el hipódromo de Lille en una polémica en la que se debatieron “Los dos métodos”, el método revolucionario y el reformista.
El momento decisivo de la evolución de Jaurès fue el Congreso de la Internacional en Ámsterdam, en 1904. Con toda la convicción de la que fue capaz, defendió las tesis sobre el ministerialismo y la defensa de la República en numerosos discursos. El enfrentamiento con Auguste Bebel fue feroz, pero lo hizo con tal brío que levantó los aplausos del Congreso. Jaurès era un adversario al que se respetaba, Rosa Luxemburg tradujo uno de sus discursos por la ausencia de traductores. El Congreso finalmente condenará sus posiciones de un modo más claro que en el Congreso anterior de París. Jaurès se somete a la disciplina porque está profundamente apegado al movimiento internacional del proletariado, porque sentía las trampas que comportaba la participación gubernamental, y también porque él quería evitar a toda costa un nuevo fracaso de la unificación de los socialistas en Francia. Una moción especial del Congreso fue votada de modo unánime llamando, con insistencia, a los socialistas franceses para que realizasen finalmente tal unidad. Uno de los considerandos de esta moción decía: “Tiene que haber un único Partido Socialista del mismo modo que hay un solo proletariado”[23].
El fracaso de la Comuna de París, aplastada de modo sangriento por la República democrática burguesa de Adolphe Thiers había acarreado un período de depresión del movimiento obrero en Francia. En el momento en que empezó a recuperarse durante el final de la década de los 70 del siglo XIX, se presentó como un acoplamiento incoherente de elementos disparatados. Desde los mutualistas prudhonianos a los utópicos de la vieja escuela de Benoît Malon, pasando por anarquistas, sindicalistas obtusos patrocinados por el Partido radical, blanquistas, colectivistas y por último antiguos communards adeptos del discurso insurreccional.
En estas circunstancias, la unificación del movimiento obrero adquirirá formas diferentes en comparación con otros países. Antes de reagruparse había, ante todo, que franquear una primera etapa marcada por un proceso de diferenciación y separación progresiva de elementos heterogéneos. En 1879 se formó el primer partido de obediencia marxista, el Partido Obrero Francés de Jules Guesde, y dos años más tarde los blanquistas se agrupan en torno a Édouard Vaillant en el Comité Revolucionario Central. Una clarificación real había aparecido basada en las tareas presentadas por los socialistas que señalaban la importancia de la acción política y del parlamentarismo obrero. A pesar de cierto acercamiento, aquellos que se llamaban “partidos de la vieja escuela” se miraban de reojo y eran incapaces, por su historia y los errores políticos acumulados, de militar por la unificación del movimiento. Sólo las fuerzas nuevas e independientes podían asumir ese papel.
Esto ofrecía todo un terreno propicio a la acción de personalidades como Jean Jaurès. La crisis del Partido Radical aportó savia nueva y nuevos militantes. Pero estaban marcados por su origen pequeño burgués y se presentaban como socialistas independientes, por encima de los partidos. Existía el riesgo de que el movimiento perdiese su fisonomía de clase, sólo los viejos partidos socialistas podían evitar esa trampa. Rosa Luxemburg describía del siguiente modo la situación: “Si los viejos partidos se revelan incapaces de traducir el objetivo final socialista en consignas prácticas aplicables a la política del momento, los “independientes” no pueden, en la coyuntura política presente, preservar la huella del objetivo final socialista. Los errores de los independientes prueban sin lugar a dudas que el movimiento de masas del proletariado necesita, para dirigirlo, una fuerza organizada y educada sobre la base de principios sólidos: por otra parte, la actitud de las antiguas organizaciones prueba que ninguna de ellas se siente capaz de llevar a cabo por sí sola dicha tarea”[24].
La evolución de la situación, con el ascenso del militarismo y de las tensiones imperialistas, con la crisis de los sucesivos gobiernos radicales, dio el último impulso. Después del fracaso de 1899, debido al desacuerdo sobre el ministerialismo, la unificación de los socialistas se realizó en el Congreso llamado de la Sala del Globo de París, en abril de 1905. “El Partido Socialista, Sección Francesa de la Internacional Obrera se constituye sobre la base de las Resoluciones del Congreso de Ámsterdam”. Se presenta como un partido de clase que tiene por objetivo “socializar los medios de producción e intercambio, es decir transformar la sociedad capitalista en sociedad colectivista o comunista”. “No es un partido de reforma sino un partido de lucha de clases y revolución”. Los diputados del partido deberán formar “un grupo único frente a las fracciones políticas burguesas” y “negar al gobierno todos los medios que aseguran la dominación de la burguesía” es decir no votar los créditos de guerra, de conquista colonial, los fondos secretos y el conjunto del presupuesto[25]. Jaurès domina con todo su vigor intelectual el nuevo partido. El 18 de abril de 1904 apareció el primer número de L'Humanité, el gran periódico socialista fundado por Jean Jaurès; que pronto sustituirá al órgano oficial (Le Socialiste) de un partido por fin unificado.
La revolución de 1905 en Rusia y Polonia va a cambiar la situación. La lumbrera que incendiaba los cielos allá lejos en el Este no sólo aportaba unas armas valiosísimas para la lucha revolucionaria: la huelga de masas y los consejos obreros; también hacían aparecer el hecho de que la sociedad burguesa estaba pasando al otro lado de su evolución histórica, el lado descendente, el de la decadencia del modo de producción capitalista. Una época entera estaba agonizando, una época marcada por la creación de la IIª Internacional en 1889, una época en la que “el centro de gravedad del movimiento obrero se situaba totalmente en el terreno nacional, en el marco de los Estados nacionales, basado en la industria nacional, en el ámbito del parlamentarismo nacional”[26]
La profunda ambigüedad de Jaurès se manifiesta una vez más en su obra, L'Armée nouvelle (El ejército nuevo). Aparecido en forma de libro en 1911, ese texto es inicialmente una introducción a un proyecto de ley rechazado por la Cámara de los Diputados. En lugar de tratar de comprender y analizar el auge del militarismo y el imperialismo que inquietaba y movilizaba a los socialistas más clarividentes, Jaurès proponía una “organización auténticamente popular de defensa nacional” fundada en la “nación armada”. Su idea distaba un poco de la reivindicación del “ejército de las milicias” defendida en el período precedente por los socialistas franceses y alemanes. Se apoyaba en la idea de una “guerra defensiva”, una idea que había perdido todo su sentido con la evolución de los acontecimientos. Bastaba con que un imperialismo hiciera, mediante una serie de provocaciones, que el enemigo se lanzara a la guerra para aparecer inmediatamente como la nación agredida.
Las dos crisis marroquíes (1905 y 1911), las dos guerras de los Balcanes (1912 y 1913), la constitución de dos bloques imperialistas: la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría, Italia) y la Triple Entente (Inglaterra, Francia, Rusia), todo esto significaba que la era de las guerras nacionales se había acabado y que una guerra de nuevo tipo se perfilaba en el horizonte: la guerra imperialista por el reparto del mercado mundial. Sometido a la influencia total de sus posiciones republicanas, Jaurès no ve el carácter central de las posiciones internacionalistas del proletariado y el peligro que representa toda concesión al interés nacional, tratando de conciliar ambas cosas: “Es en la Internacional donde la independencia de las naciones alcanza su mayor garantía; es en las naciones independientes donde la Internacional tiene sus órganos más poderosos y nobles. Se podría casi llegar a decir: un poco de internacionalismo aleja de la patria; demasiado internacionalismo hace volver a ella”[27].
Jaurès tenía perfecta conciencia del peligro mortal que acechaba al proletariado mundial, pero andaba por los pasillos de la Cámara de los Diputados, interpelando a tal o cual ministro con la ilusión de poder bloquear el engranaje fatal, pidiendo al gobierno que condenase los apetitos imperialistas de Rusia. Multiplica los llamamientos al arbitraje internacional entre las naciones y apoya el Tribunal Internacional de La Haya creado por la Rusia zarista y blanco de las burlas del mundo entero. En el fondo, Jaurès comparte la posición de Kautsky según la cual los trusts y los cárteles estarían interesados en que se mantuviera la paz. Esta posición llamada del “superimperialismo” que, supuestamente, alejaría el peligro de guerra mundial, desarmaba totalmente al proletariado y significaba el alineamiento del centrismo con el oportunismo. Los viejos amigos Kautsky y Bernstein se habían reconciliado finalmente.
Pero también es muy difícil meter a la fuerza a Jaurès en ese esquema. Como Engels, poco antes, él comprendía que la guerra mundial significaría una profunda derrota para el proletariado, una derrota que podría poner en peligro el futuro. Recordemos aquí su expresión condenatoria del capitalismo: “Vuestra sociedad violenta y caótica (…) lleva en sí la guerra como una nube en apariencia tranquila lleva en sí la tormenta” [28]. En 1913, se le oye atronar la Cámara de los Diputados en contra del retorno al servicio militar de tres años, poniendo todas sus fuerzas para que se organicen manifestaciones en común entre sindicalistas revolucionarios de la CGT y el Partido Socialista. Y se organizarán manifestaciones en numerosas ciudades. En París acudieron masas enormes hacia Butte-Rouge, en el Pré-Saint-Gervais. Su condena de la guerra no era simplemente una condena moral y fue por eso por lo que acabó poniendo todas sus esperanzas en el proletariado mundial y en la Internacional. Y volverá a echar mano de toda su fuerza oratoria en un discurso en Lyon-Vaise el 25 de julio de 1914: “Sólo existe una posibilidad para mantener la paz y salvar la civilización ahora que nos amenaza el crimen y la barbarie, y es que el proletariado reúna todas sus fuerzas, a todos sus hermanos, y que todos los proletarios franceses, ingleses, alemanes, italianos, rusos… a todos estos miles y miles de hombres a los que nosotros pedimos que se unan para que el latido unánime de sus corazones impida la horrible pesadilla”[29].
Esto le valió el odio de toda la burguesía. Una auténtica campaña de calumnias con amenazas de muerte fue lanzada contra él. Se exigía para él el pelotón de ejecución. Las vociferaciones más excitadas venían de las tendencias políticas más reaccionarias y ultra-nacionalistas, medios de la pequeña burguesía y el lumpen-proletariado que siempre desempeñan un papel de primera importancia en los movimientos de masas irracionales. Pero era el gobierno democrático quien los fomentaba y jaleaba. Era como en un pogromo contra los judíos, había que encontrar un chivo expiatorio que pudiese desempeñar el papel de culpable, a quien atribuirle la causa de todos los males, de todas las angustias. Jaurès fue una especie de símbolo, de bandera de la que había que desembarazarse a toda costa. Lo que ocurriría más tarde, a partir de noviembre de 1918, cuando se exigía la muerte para Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht que acabarían consiguiéndola en enero de 1919, así ocurrió con Jaurès y se consiguió el 31 de julio de 1914. Raoul Villain, el asesino de Jaurès, reconocido por los suyos como un “patriota”, ¡fue evidentemente absuelto el 29 de marzo de 1919!
El 29 de julio, Jean Jaurès participó en la reunión extraordinaria del Buró Socialista Internacional en Bruselas. Tras la reunión se organizó un gran mitin en presencia de las figuras del socialismo internacional. Jaurès tomó la palabra y habló todavía de paz y arbitraje entre naciones. Fulminó contra el gobierno francés incapaz de hacer entrar en razón a Rusia. Amenazó con su puño a los dirigentes alemanes, franceses, rusos, italianos que más tarde acabarían siendo barridos por la revolución que la guerra provocará como había ocurrido en 1871 y en 1905. Y dirigiéndose a Rosa Luxemburg, sentada a su lado en la tribuna, dijo: “Permitidme saludar a la intrépida mujer cuyo pensamiento inflama el corazón del proletariado alemán” [30]. Toda la sala se levanta al escuchar el discurso de Jaurès y comienza una ovación que parece no acabar. Pero los discursos sobre la paz revelan toda su impotencia. Lo que faltaba era el llamamiento a romper con la burguesía y con los oportunistas que la sostienen. Tal era el sentido de la consigna de Karl Liebknecht: “El enemigo principal está en nuestro país, es nuestra propia burguesía”. Era también ése el sentido de los llamamientos a la escisión respecto a los oportunistas lanzados por Lenin y los bolcheviques. No era la paz lo que había que oponer a la guerra sino la revolución como estipulaba la célebre enmienda de Rosa Luxemburg, Lenin y Martov en el Congreso de Stuttgart en 1907: “En el caso en que la guerra estalle (la clase obrera y sus representantes en los Parlamentos) tienen el deber de interponerse para que cese inmediatamente y utilizar todas sus fuerzas para que la crisis económica y política creada por la guerra para agitar las capas populares más profundas y precipitar la caída de la dominación capitalista”.
No se trata de andar especulando sobre lo que Jaurès habría hecho ante la guerra en caso de sobrevivir. Lo que sí es más que probable, sin embargo, es que la burguesía francesa o sus servicios no quisieron correr el menor riesgo; la burguesía conocía, sí, las debilidades de Jaurès, pero también conocía su fuerza: su rectitud moral, su odio a la guerra y su gran popularidad entre los obreros. Rosmer cuenta que Jaurès empezó a desconfiar de las declaraciones pacíficas y mentirosas de Poincaré y que horas antes de su muerte, el rumor circulaba sobre el hecho de que Jaurès iba a redactar para L´Humanité un nuevo “J’accuse!” denunciando al gobierno y sus amenazas bélicas, llamando a los obreros a resistir ante la guerra. Antes de poder escribir el temido artículo, Jaurès fue asesinado por Raoul Villain en circunstancias que nunca han sido verdaderamente aclaradas; el asesino tras pasar la guerra en prisión, sería absuelto en un juicio ¡con cuyos gastos tuvo que correr la viuda de Jaurès![31] .
Una vez muerto Jaurès, los que resistieron ante la oleada chovinista de 1914 fueron inicialmente una minoría. La mayor parte de los dirigentes franceses, desde los sindicalistas revolucionarios a los socialistas, bebieron hasta las heces la copa amarga de la traición. Todos habían proclamado que el proletariado internacional pararía el brazo asesino del imperialismo, pero repetían solapadamente: “¡A condición de que los socialistas alemanes hagan lo mismo! Si renunciamos desde el principio a la defensa de la patria estimularemos de modo decisivo a los chovinistas de los países enemigos”. Con tal tipo de razonamientos, la Internacional Obrera no tenía ningún sentido, ni las resoluciones contra la guerra en el Congreso de Stuttgart (1907), de Copenhague (1910) y de Basilea (1912). Es verdad que la Internacional se encontraba minada desde el interior y que acabaría derrumbándose como un castillo de naipes cuando se pronunció la orden de movilización. La IIIª Internacional iba pronto a alzarse sobre las ruinas de la IIª.
Jean Jaurès no pertenece a nuestra tradición, la de Marx y Engels, la de la Izquierda de la IIª y, después, de la IIIª Internacional, la tradición de la Izquierda Comunista. Pero Jaurès pertenece con todas sus fibras al movimiento obrero, es decir la única fuerza social que lleva consigo, aún hoy, la perspectiva de la emancipación humana. Por eso hemos querido nosotros homenajearle, concluyendo con las palabras de Trotski: “Los grandes hombres saben desaparecer a tiempo. Sintiendo la presencia de la muerte, Tolstoi cogió un bastón, huyó de la sociedad que renegaba y se fue a morir como un peregrino a una aldea oscura. Lafargue, un epicúreo forrado de estoico, vivió en una atmósfera de paz y de meditación, hasta que a los setenta años decidió que ya era suficiente y bebió el veneno. Jaurès, atleta de la idea, cayó en la arena combatiendo el más terrible azote de la humanidad y del género humano, la guerra. Quedará en la memoria de la posteridad como el precursor, el prototipo del hombre superior que tiene que nacer de los sufrimientos y las caídas, de las esperanzas y de la lucha”[32].
Avrom E, 18 de agosto de 2014
[1] León Trotski, Mi vida, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/ [14]
[2] Rosa Luxemburg, J’étais, je suis, je serai! Correspondance 1914-1919, Paris, edición Maspero, 1977, Carta a Sonia Liebknecht del 14 de enero de 1918, p. 325.
[3] Cf. Rosa Luxemburg, Le Socialisme en France, Marsella/Toulouse, ed. Agone/Smolny, 2013, p. 163.
[4] Karl Marx, Friedrich Engels, El Manifiesto del Partido Comunista, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [15].
[5] Considérants du Parti ouvrier français (1880), en Karl Marx, Œuvres I, París, ed. Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, 1963, p. 1538.
[6] León Trotski, "Jean Jaurès", en Le Mouvement communiste en France, París, ed. de Minuit, 1967, p. 25 (Edición en castellano en León Trotski: Perfiles de Revolucionarios. México, Ediciones El Caballito, Colección Cuadernos de Coyoacán, 1978).
[7] León Trotski, Mi vida, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/ [14]
[8] Jean Jaurès, Le socialisme de la Révolution française (1890), en Jean Jaurès, Karl Kautsky, Socialisme et Révolution française, París, ed. Demopolis, 2010, p. 189.
[9] Karl Kautsky, Jaurès et la politique française vis-à-vis de l’Église (1903), en Jean Jaurès, Karl Kautsky, Socialisme et Révolution française, Ob. Cit., p. 228.
[10] Cf. Los “Prefacios” al Manifiesto comunista y el “Prefacio” al libro de Marx, Las luchas de clases en Francia, 1848-1850 donde Engels explica por qué "la historia nos ha quitado la razón a los que pensábamos y pensaban de forma análoga". La explicación más clara, de cómo las tareas históricas de una clase no pueden ser asumidas por otra clase, la proporciona Marx en Révélations sur le procès des communistes à Cologne (Basilea, 1853) en Karl Marx, Œuvres VI, París, ed. Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, 1994, p. 635.
[11] Ver nuestra serie “El comunismo no es un bello ideal sino una necesidad material”, las partes XII a la XV en la Revista Internacional nos 84, 85, 86, 88.
[12] El Partido Radical, o Partido Republicano o Partido Radical-socialista, nacido en 1901 tuvo un papel central en el gobierno durante la IIIª República en particular jugando hábilmente con la alianza con los socialistas (Émile Combes). Supo igualmente manejar la provocación y una represión muy dura contra la clase obrera bajo el mando de Georges Clemenceau.
[13] La crisis socialista en Francia, https://www.marxists.org/espanol/luxem/02LacrisissocialistaenFrancia_0.pdf [16]
[14] Idem, p. 106.
[15] “Une question tactique”, artículo de 1899 en Rosa Luxemburg, Le Socialisme en France, p. 64.
[16] Sobre esta cuestión ver nuestro folleto: Nación o clase, edición aumentada en 2005, https://es.internationalism.org/booktree/968 [17].
[17] Karl Marx, Friedrich Engels, Manifiesto Comunista, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [15]
[18] Las dos últimas citas se extraen de “Jean Jaurès”, artículo de 1915, en Léon Trotsky, Le Mouvement communiste en France (1919-1939), p. 32.
[19] Citado en la revista L’Histoire n° 397, marzo de 2014, p. 48.
[20] “La crítica de la religión culmina en la doctrina de que el hombre sea lo más alto para el hombre; en consecuencia, en el imperativo categórico de subvenir a todas las relaciones en las cuales el hombre es un ser envilecido, humillado, abandonado, despreciado; relaciones que no se pueden delinear mejor que con la exclamación de un francés a propósito de un proyecto de impuestos sobre los perros: "¡Pobres perros! ¡Os quieren tratar como hombres!" (…)”. Por una crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Introducción, en Escritos de Juventud, Fondo de Cultura Económica, México, 1982. Ver https://www.marxists.org/espanol/m-e/1844/intro-hegel.htm [18].
[21] Citado por la revista L’Histoire n° 397, marzo de 2014, p. 50
[22] En Paul Lafargue, “Paresse et révolution”. Écrits, 1880-1911, Paris, ed. Tallandier, Col. Texto, 2009, p. 212
[23] Alfred Rosmer, Le Mouvement ouvrier pendant la première guerre mondiale, Paris, ed. d’Avron, 1993, tomo I, p. 41
[24] “L'unification française”, artículo de 1899 en Rosa Luxemburg, Le Socialisme en France (1898-1912), p. 81.
[25] Todas estas citas del Congreso de Unificación están sacadas de Pierre Bezbakh, Histoire du socialisme français, Paris, Larousse, 2005, p. 138.
[26] La Internacional Comunista, Tesis, manifiestos y resoluciones de los cuatro primeros congresos (1919-1922), Fundación Federico Engels, Madrid, 2009.
[27] Jean Jaurès, “L'Armée nouvelle”, citado en Jean Jaurès, un prophète socialiste, Le Monde hors-série, marzo-abril 2014, p. 51.
[28] Discurso de 1895 en la Cámara, citado por la revista L’Histoire n° 397, marzo de 2014, p. 57.
[29] Citado en Alfred Rosmer, Le Mouvement ouvrier pendant la première guerre mondiale, p. 487.
[30] Citado en Paul Frölich, Rosa Luxemburgo, vida y obra, Editorial Fundamentos, 1976, Caracas.
[31] Cf. nuestro artículo « 1914: inicios de la sangría”, /cci-online/201405/4027/inicios-de-la-sangria [19]. Existe, sin embargo, otra versión de los hechos dada por Pierre Dupuy, diputado y gerente del Petit Parisien fundado por su padre Jean Dupuy que había pertenecido al gobierno de Waldeck-Rousseau. Según Dupuy, Jaurès le habría hecho la siguiente confidencia unas horas antes de su asesinato: "Decía que tenía una información muy segura que acababa de saber, justo hacía unos instantes, que los socialistas alemanes de la Internacional obrera habían decidido obedecer sin ninguna reserva a la movilización general y que, en estas condiciones, él iba a redactar al día siguiente por la mañana, en su periódico L’Humanité, un artículo titulado: “¡Adelante!”. Estimaba en efecto que en presencia del fracaso ahora definitivo de todos sus esfuerzos y de los de su partido para el mantenimiento de la paz, había que evitar dar al enemigo de mañana la impresión de una Francia desunida y despavorida” (el testimonio está recogido en Le Monde del 12 de febrero de 1958). Nos podemos preguntar sin embargo qué confianza puede otorgarse al testimonio de un aliado político de Poincaré, que evidentemente tenía todo el interés del mundo en hacer de Jaurès un patriota póstumo. Para los detalles del proceso de Raoul Villain. Véase Il a tué Jaurès de Dominique Paganelli, en las ediciones La Table Ronde 2014.
[32] León Trotski, Jean Jaurès, en Le Mouvement communiste en France (1919-1939), p. 35.
El “colectivo” de ediciones Smolny acaba de jugar una mala pasada a la memoria de Rosa Luxemburgo y por lo tanto al conjunto de la clase obrera. Mediante la publicación en octubre del tomo IV de las Obras Completas de Rosa Luxemburgo ([1]), esta asociación, en efecto, ha aportado su pequeña contribución a la campaña internacional e histórica haciendo de Rosa Luxemburgo una inofensiva demócrata, una pacifista y una feroz anti-bolchevique.
Los textos de Rosa Luxemburgo reunidos en este tomo IV son evidentemente entusiasmantes; el contraste es aún más notable con la introducción sin vida ni aliento realizado bajo la responsabilidad de Smolny.
Formalmente, el internacionalismo de Rosa Luxemburgo, sus muy altos valores morales, parecen estar presentes. Y sin embargo, el conjunto se coloca muy lejos de la obra de Rosa Luxemburgo, de su inquebrantable fidelidad a los principios y al combate revolucionario por el derrocamiento del capitalismo. Esta introducción es, de alguna manera, la antítesis del prefacio de este mismo Folleto de Junius, realizado hace casi un siglo por la amiga y camarada de Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin: “En las brumas sangrientas del caos de la Guerra Mundial, su inteligencia histórica clarividente mostraba a los vacilantes las líneas imborrables de la evolución hacia el socialismo; su energía impetuosa y jamás desfalleciente aguijoneaba a los que estaban cansados y abatidos, su audacia intrépida y su dedicación hacían rugir a los timoratos y a los asustados” ([2]). Esta diferencia no está ligada a la calidad de la pluma, más o menos acerada, de los redactores; es sobre todo política. Este prefacio de Smolny es tibio, liso como una parte ecuménica, porque no se quiere ofender a nadie. Aquellos que ven en Rosa Luxemburgo una ferviente combatiente a los costados de Lenin no serán sorprendidos, ni aquellos que ven en estas dos figuras históricas del movimiento obrero dos enemigos irreconciliables. Aquellos que reconocen en Rosa Luxemburgo una militante revolucionaria no serán en nada, contradichos en eso, como tampoco los que imaginan a Rosa como una amable adepta de la democracia "en general". En resumen, la carpa y el conejo se encuentran perfectamente casados, sin siquiera darse cuenta.
Este aspecto liso, al gusto de todos, sin aristas para mezclar el agua y el aceite, no es el fruto del azar sino de una voluntad consciente. Para realizar esta introducción, Eric Sevault (ES), miembro fundador del “colectivo” Smolny, ha colaborado con Julien Chuzeville (JC), miembro de “Crítica Social”, un pequeño cenáculo ferozmente “anti-leninista” y “anti-bolchevique”. Es claro, el “colectivo” Smolny se ha apoyado para hacer el prólogo de este tomo IV, en un socialdemócrata de izquierda. Este “historiador” es en realidad parte de un movimiento que se pretende “luxemburguista” para desnaturalizar mejor la actividad militante revolucionaria de Rosa Luxemburgo.
Eric Sevault (ES), pretende, él mismo, defender al conjunto de corrientes de izquierda, desde Rosa Luxemburgo a Lenin, pasando por Trotsky, Pannekoek o Marc Chirik. JC y ES habiendo co-firmado esta introducción, por tanto, no podían dar origen más que a un texto "consensual", insípido, con la consistencia de malvavisco. Un texto que "olvida", extrañamente, hablar de la revolución alemana de 1918-1919 y de la actividad militante de Rosa Luxemburgo al seno de tal acontecimiento. Que "olvida", extrañamente, decir que Rosa Luxemburgo, a causa de su compromiso revolucionario, fue asesinada por órdenes de sus antiguos "camaradas" del SPD entonces en el gobierno (Ebert, Scheidemann y el "perro sangriento" Noske), justo después de que ella había participado en la fundación del Partido Comunista de Alemania (KPD) del cual ella había escrito su programa ("¿Qué quiere la Liga Espartaquista?"). Hablamos de un texto lleno de fórmulas ampulosas y ambiguas que adornan la ideología democrática y pacifista en detrimento de la visión y el aliento revolucionarios que emergen del libro de Rosa Luxemburgo, La crisis de la socialdemocracia.
Después de haber afirmado que “El socialismo internacional era, en aquellos años, el “partido de la paz” por excelencia. La Segunda Internacional era además considerada por el Premio Nobel de la Paz de 1913 y ésta habría sido un muy buen candidato para el año 1914”, la introducción de ES y JC lamenta, en conclusión, “la ausencia, incluso hoy en día, de una organización portadora de la paz (...): la Internacional por la que rogaba Rosa Luxemburgo y que queda por construir” (énfasis nuestro). Se trata así de un pequeño giro de prestidigitación buscando la falsificación vergonzosa del combate de Rosa Luxemburgo: ¡un combate de clase por la revolución, para derrocar al sistema capitalista por la dictadura mundial del proletariado y no por la "paz" (y la "democracia")!
Esta voluntad de suavizar las aristas, de evadir los temas que molestan (que "dividen"), es una verdadera catástrofe, porque en el compromiso (y la táctica del "frente unido" sin clarificación de las divergencias), es siempre la burguesía y su ideología quienes triunfan. Al colaborar con un historiador de "Crítica Social", el "colectivo" Smolny se convirtió nada más, ni nada menos que en el portavoz de una corriente socialdemócrata de izquierda y por lo tanto burguesa (incluso si los miembros de esta corriente no necesariamente tienen consciencia de ello).
Así JC, en un artículo sobre René Lefeuvre, publicado en el sitio web de “Crítica Social” (volveremos sobre ello), escribe: “René Lefeuvre ha sido durante sesenta años, un fiel militante de la corriente socialista revolucionaria, inspirándose en particular por la marxista Rosa Luxemburgo, uniéndose a la defensa de la democracia como base indispensable del movimiento obrero” (énfasis nuestro). He aquí lo que ama sobre todas las cosas JC sobre René Lefeuvre: su defensa del sistema político más sofisticado, hipócrita y pernicioso de la dictadura del capital: la democracia burguesa. René Lefeuvre, tan apreciado por JC, y ahora tan apreciado por Smolny, ha pasado su vida apoyándose de una forma totalmente fraudulenta en los escritos de Rosa Luxemburgo para calumniar a los bolcheviques y la Revolución Rusa, para rechazar la dictadura del proletariado (en la que los soviets han sido "la forma por fin descubierta", según la expresión de Lenin) y la necesaria insurrección, y para apoyar in fine la democracia… burguesa. Bajo su pluma, ya no es la socialdemocracia la que asesinó a Rosa Luxemburgo el 15 de enero de 1919, sino los “precursores nazis”: “los precursores de los nazis la asesinaron en enero de 1919”. Estos “precursores de los nazis” no fueron otros que los Cuerpos francos bajo las órdenes del ministro Noske, ¡ese perro sanguinario, socialista y demócrata!
Pero las relaciones de Smolny con René Lefeuvre no son sólo las que pasan a través de JC, también son más directas puesto que Smolny afirma desear inscribirse en la “línea” ([3]) de los Cahier Sapartacus (Cuadernos Espartaco) (¡editorial fundada por René Lefeuvre...!). Y puesto que Smolny quiere publicar los escritos de Marc Chirik ([4]), dejaremos a Marc responderle: “Lo qué hace la unidad, el cemento del equipo de “Spartacus”, es el anti-bolchevismo visceral que él confunde voluntariamente y maliciosamente con el estalinismo. (...) En nombre del anti-bolchevismo, los socialistas de izquierda han sido siempre la cola miserable de la socialdemocracia, de los Scheidemann-Noske, de los Turati y de los Blum” ([5]).
Para lanzar su tomo IV, Smolny ha demandado a sus colaboradores de “Crítica social” organizar una reunión pública en París el pasado 15 de octubre bajo el título “Rosa Luxemburgo contra la guerra.” ¿Por qué detenerse, en efecto, en el buen camino? ¡Deja de dormir con los reformistas, sigue y ve hasta el fondo!
¿Quién es “Crítica Social”? El nombre de esta pequeña camarilla ferviente defensora de la “democracia” en general (y del poder del “pueblo”), hace referencia a la revista La Critique sociale fundada en 1931 por Boris Souvarine, miembro del Círculo comunista democrático ([6]). La página web de “Crítica Social” contiene así varios artículos de Boris Souvarine, no para saludar a su primer periodo en el que se oponía a la degeneración de la Revolución rusa en tanto que miembro de las corrientes de izquierda, sino cuando pasa con armas y equipo al campo de la burguesía, al “otro lado de la barrera”, para retomar las palabras de Trotsky.
Este cenáculo Socialdemócrata de izquierda, también es digno de la “línea” del antibolchevismo de René Lefeuvre y de su arte de la falsificación de los escritos de Rosa Luxemburgo. Así, en un artículo titulado “El leninismo y la Revolución rusa”, publicado en el sitio web de “Crítica Social”, se puede leer: “El mito repetido religiosamente es claro: en octubre de 1917, los bolcheviques habrían hecho una "revolución”. Aún mejor, ¡esta "revolución" de octubre habría sido una “revolución socialista”, o incluso “revolución marxista”! (...) Lo que ha tenido lugar en octubre de 1917 en Rusia, es una toma del poder por un partido, el partido bolchevique. (...) Ninguna relación, por lo tanto, con una revolución popular. Entonces, ¿de dónde viene esta confusión? En primer lugar Rusia estaba en revolución desde febrero de 1917, esta revolución había derrocado al zarismo, pero sin llegar a un nuevo régimen, aunque la aspiración popular era claramente por una verdadera democracia. Después de octubre, el poder es ejercido por un “Consejo de Comisaros” dirigido por Lenin (quien nunca fue miembro de un soviet) ( [22][7]) y en la práctica, incluso por la pequeña dirección bolchevique (...) Rosa Luxemburgo constata en septiembre de 1918 que el poder bolchevique hizo “prueba del desprecio más glacial hacia la Asamblea Constituyente, el sufragio universal, la libertad de prensa y de reunión, en fin, hacia todo el aparato de las libertades democráticas fundamentales de las masas populares”. Esta política de los bolcheviques constituye lo contrario de lo que es indispensable según el marxismo, eso que recuerda Luxemburgo cuando ella llama a “la vida política activa, libre, enérgica de las grandes masas populares”, a “la más amplia e ilimitada democracia” a “una vida intensamente activa de las masas en una libertad política ilimitada”. (...) Según Luxemburgo el poder leninista es “un gobierno de camarilla –una dictadura, es cierto, no la del proletariado, sino la de un puñado de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués, en el sentido de la dominación jacobina” (...) en febrero se podría haber desembocado a un resultado diferente, más acorde con las aspiraciones de las masas”.
En resumen, “Crítica Social” detesta a Lenin, al Partido Bolchevique, a la Revolución de Octubre, a la dictadura del proletariado y fundamentalmente al concepto mismo de Partido. Apoya la Revolución de febrero 1917, que sería de acuerdo con “Crítica Social”, realmente democrática. En otras palabras, “¡Viva el gobierno democrático burgués de Kerensky!”. ¡Los socialdemócratas de “Crítica social” pretenden permanecer allí, al lado de Rosa Luxemburgo, haciendo de la reivindicación de la democracia el alfa y omega de la “emancipación de los trabajadores”! “Crítica social” cita larga y tendidamente, y especialmente a través de múltiples pequeños fragmentos, frases Rosa Luxemburgo tomadas fuera de su contexto para hacerle decir lo que ella nunca pensó. Se trata de una verdadera empresa de falsificación. Si Rosa realiza críticas a los bolcheviques (algunas de las cuales son compartidas por la CCI( [23][8])), ella se dirige, sin ninguna duda posible, a los camaradas a los que ella tiene el más grande respeto, y también admiración. Dejemos a Rosa Luxemburgo responder a “Crítica social”: “La democracia socialista (...) no es otra cosa que la dictadura del proletariado. ¡Perfectamente: dictadura! (...) Pero esta dictadura debe ser la obra de la clase y no de una pequeña minoría dirigente en nombre de la clase (...). Es ciertamente así como procederían los bolcheviques, si no sufrieran la terrible presión de la guerra mundial, de la ocupación alemana, de todas las enormes dificultades que se le asocian, que necesariamente deberían distorsionar toda política socialista animada por las mejores intenciones e inspirándose en los más bellos principios. (...) Sería exigir de Lenin y sus amigos una cosa sobrehumana pedirles una vez más, en tales condiciones, crear, por una especie de magia, la más bella de las democracias, la dictadura del proletariado más ejemplar y una economía socialista floreciente. Por su actitud resueltamente revolucionaria, su energía sin precedentes y su lealtad inquebrantable al socialismo internacional, ellos han hecho verdaderamente todo lo que era posible hacer en las condicione tan terriblemente difíciles”. Sí, existen en su texto La Revolución Rusa, críticas profundas a la política llevada a cabo por los bolcheviques, pero se trata de polémicas realizadas dentro del mismo campo revolucionario.
A los falsificadores socialdemócratas de “Crítica social” y otros “anti-bolcheviques”, les devolvemos, por tanto, estas palabras de la misma Rosa Luxemburgo: “Los bolcheviques ciertamente han cometido más de un error en su política y sin duda cometerán otros todavía –¡que se nos cite una revolución donde no se haya cometido ninguna falta!. La idea de una política revolucionario sin fallas, y sobre todo en esta situación sin precedentes, es tan absurda que es apenas digna de un maestro de escuela alemán” ( [24][9]).
En realidad, nuestros “maestros de escuela” que hacen la “crítica social” no entienden absolutamente nada de la visión proletaria y del combate internacionalista de Rosa Luxemburgo que ellos disfrutan tanto elogiar para distorsionar mejor la verdadera historia del movimiento obrero. Rosa Luxemburgo concibió a los bolcheviques y al proletariado de Rusia, a los Espartaquistas y al proletariado de Alemania, como eslabones de la cadena de la revolución mundial: “la situación fatal en la que los bolcheviques se encuentran hoy, así como y la mayor parte de sus faltas son ellas mismas la consecuencia del carácter fundamentalmente insoluble del problema al que les enfrentó el proletariado internacional y, especialmente, el proletariado alemán. Establecer una dictadura proletaria y lograr una transformación socialista en un solo país, rodeado por la hegemonía esclerotizada de la reacción imperialista y asaltado por una guerra mundial, la más sangrienta de la historia de la humanidad, es la cuadratura del círculo. (...) No hay más que una solución al drama que se ha desarrollado en Rusia : la insurrección cayendo sobre las espaldas del imperialismo alemán, el levantamiento de las masas alemanas que dé la señal de un final revolucionario internacional del genocidio. El rescate del honor de la revolución rusa coincide, en esta hora fatal, con el saludo del honor del proletariado alemán y del socialismo internacional” ( [25][10]).
Dejar a un grupo socialdemócrata, el lanzamiento de un libro de Rosa Luxemburgo, como lo hizo el “colectivo” Smolny, es participar en el trabajo de debilitamiento ideológico del Estado democrático burgués. Por lo tanto, durante la reunión pública del 15 de octubre en París, la CCI estuvo presente e intervino para denunciar la oposición fraudulenta entre Rosa Luxemburgo y Lenin, entre los espartaquistas y los bolcheviques, entre los marxistas “demócratas” y los marxistas “dictatoriales”. Nosotros denunciamos este método de falsificación de la historia como participando, fundamentalmente, a la misma campaña nauseabunda del Libro Negro del Comunismo. A este método, opusimos el de la CCI: tratar de extraer las lecciones de lo mejor del movimiento obrero, sin dogmatismo; comprender las fortalezas y debilidades de las diversas corrientes que constituyeron el movimiento revolucionario resituándolos en el contexto histórico de su época.
Eric Sevault, como representante del “colectivo” Smolny, quien estuvo presente en la mesa del Presídium de esta reunión, no hizo más que contorsiones durante todo el debate. Demostrando también su gran talento camaleónico, el siempre ha hecho, en el debate público, la gran negación de las diferencias, declarándose en acuerdo con la CCI, y también en acuerdo con “Crítica Social” que no está de acuerdo con los “leninistas” de la CCI. ¡Entiéndanlo quien pueda! Pero después de la reunión, él vino con nosotros para criticar, tras bambalinas, nuestro “sabotaje” de la reunión de presentación del libro y nuestro “falso proceso” a sus colaboradores de “Critica social”. Entendemos perfectamente su malestar.
Nuestro objetivo en este debate, es la clarificación política, la defensa del movimiento obrero y los combates de la izquierda marxista, revolucionaria, internacional e internacionalista (a la cual pertenecen Rosa Luxemburgo y Lenin), la denuncia de mistificaciones ideológicas burguesas, que son el terreno más fértil para las campañas de denigración de la Revolución rusa de octubre 1917 (con, el telón de fondo, por supuesto, de un refrito de la propaganda democrática burguesa en 1917, ¡que presentaba a los bolcheviques con un cuchillo entre los dientes!).
El objetivo de Eric Sevault es hacer que su casa editorial Smolny, sea reconocida lo más ampliamente posible por su trabajo de editor. Tenemos así, por un lado, el método y los principios intransigentes y desinteresados de la Izquierda Comunista; y por el otro, los compromisos de toda suerte, de alianzas de interés y el doble juego, propios de la actitud del pequeño tendero que se desliza en el espacio mercantil de la “publicación integral inédita” de las obras de Rosa Luxemburgo (como sobre otros textos de la Izquierda comunista) ¡para garantizar la publicidad y la prosperidad de sus fondos y su negocio!
CCI, 7 de noviembre de 2014
[1] Este tomo IV se compone esencialmente del Folleto de Junius, texto ya publicado muchas veces en francés y disponible gratuitamente en la página web www.marxists.org [26].
[2] Rosa Luxemburgo, La crisis de la socialdemocracia, edición, La Taupe, 1970, página 37.
[3] En Quiénes somos? (www.collectif-smolny.org/article.php3?id_article=37 [27]).
[4] Marc Chirik, ex militante de la Izquierda comunista, fue el principal miembro fundador de la CCI (véase Revista Internacional números 61 y 62).
[5] "Segunda Conferencia Internacional de los grupos de la Izquierda comunista" (Revista Internacional nº 16, 1er Trimestre 1979) disponible en nuestro sitio web en: http: //fr.internationalism.org/book/export/html/1380 [28].
[6] Un artículo de "Crítica Social" promueve, así, la mistificación de la ideología del "antifascismo" y la colaboración de clases del CCD, "Bajo el nombre de Federación comunista democrática, el Círculo participa en el "Frente común para la defensa de las libertades públicas" creado por iniciativa de Marceau Pivert, dirigente del ala izquierda de la SFIO. Este "Centro vinculación antifascista", a diferencia del "Frente Popular", que se formó más tarde, no incluye ni al PC ni al Partido radical, pero une a la SFIO, los grupos de extrema izquierda y varias otras organizaciones de izquierda".
[7] Aquí la mala fe (e ignorancia) está en su apogeo: el bolchevique Trotsky, camarada de Lenin, ¡sería el presidente del Soviet de Petrógrado!
[8] Léanse estos dos artículos en particular:
a) "1903-1904: el nacimiento del bolchevismo (III). La polémica entre Lenin y Rosa Luxemburgo" (Revista Internacional nº 118, del tercer trimestre de 2004), disponible en nuestro sitio web en: /revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [29]
b) "Comprender la derrota de la Revolución rusa (Primera parte)" ( Revista Internacional nº 99, del Cuarto Trimestre de 1999), disponible en nuestro sitio web en: /revista-internacional/199912/1153/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1-1918-la- [30]
[9] La tragedia rusa, septiembre de 1918.
[10] Idem.
Cabu, Charb, Tignous, Wolinski, estos cuatro nombres entre la veintena de muertos registrados en el balance de los asesinatos de Paris 7 y 9 de enero son un símbolo. Son a los que atacaron primero. ¿Y por qué razón? Porque representaban la inteligencia contra la estupidez, la razón contra el fanatismo, la rebeldía contra la sumisión, el coraje contra la cobardía[1], la simpatía contra el odio y esta cualidad específicamente humana: el humor y la risa contra el conformismo y la mediocridad bienpensante. Podríamos rechazar y combatir sus posiciones políticas (algunas de ellas eran perfectamente burguesas)[2]. Pero lo que machacaron, era justamente lo que mejor tenían. Esta masacre bárbara contra simples dibujantes o clientes inofensivos de un supermercado ha causado una inmensa emoción, no sólo en Francia sino en todo el mundo, y esto es normal. El uso que hoy hacen de esta emoción todos los representantes autorizados de la democracia burguesa no debe eclipsar el hecho de que la indignación, la ira y la tristeza profunda que se ha apoderado de millones de hombres y mujeres, y que les ha hecho salir de forma espontánea a la calle el 7 de enero, fue una reacción saludable y elemental en contra de este acto despreciable de la barbarie.
El terrorismo no ha surgido ayer[3]. La novedad es la forma que ha tomado y el hecho de que se ha desarrollado fuertemente desde mediado de la década de 1980 convirtiéndose en un fenómeno mundial sin precedentes. La serie de ataques indiscriminados que azotaron París en 1985-1986, y que, claramente, no eran obra de pequeños grupos aislados sino que llevaban la firma de un Estado, inauguró un nuevo período en la utilización del terrorismo que desde entonces ha tomado una extensión desconocida hasta la fecha causando un número creciente de víctimas.
Los ataques terroristas de fanáticos islamistas tampoco son algo nuevo. La historia de este comienzo de siglo lo testimonia regularmente, y con un grado mucho mayor que los ataques de París a principios de enero de 2015.
Los aviones kamikazes contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 abrieron una nueva era. Para nosotros está claro que los Servicios Secretos de Estados Unidos dejaron que sucediera e incluso favorecieron estos ataques que permitieron al poder imperialista estadounidense justificar y desencadenar la guerra en Afganistán e Irak, así como el ataque japonés contra la base naval de Pearl Harbor en diciembre de 1941, diseñado y querido por Roosevelt, había servido como pretexto para la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial[4]. Pero también está claro que los que pilotaron los aviones eran fanáticos totalmente delirantes que pensaban acceder al paraíso matando masivamente y sacrificando su propia vida.
Menos de tres años después de Nueva York, el 11 de marzo de 2004, Madrid fue el escenario de una masacre espantosa: bombas "islamistas" causaron 200 muertos y más de 1.500 heridos en la estación de Atocha[5]; los cuerpos estaban tan destrozados que no podían ser identificados más que por su ADN. Al año siguiente, el 7 de julio de 2005, fue Londres quien se vio atacada: cuatro explosiones también en el transporte público provocaron la muerte de 56 personas y 700 más fueron heridas. Rusia también ha sufrido varios ataques islamistas en la década de 2000, entre ellos el del 29 de marzo de 2010 que mató a 39 e hirió a 102. Y, por supuesto, los países periféricos no se han librado, a imagen de Irak desde la invasión de Estados Unidos en 2003 y como hemos podido verlo recientemente en Pakistán, en Peshawar, donde en diciembre pasado, 141 personas incluyendo 132 niños, murieron en una escuela.
Este último ataque, donde son los niños concretamente el blanco, demuestra, en todo su horror, la crueldad creciente de estos seguidores de la "yihad". Pero el ataque en París del 7 de enero, aunque es mucho menos mortal y atroz que el de Pakistán, expresa una nueva dimensión en la barbarie.
En todos los casos precedentes, aunque tan repugnantes como la masacre de civiles, incluso niños, había algo de "racionalidad": se trataba de tomar represalias o intentar presionar al Estado y sus fuerzas armadas. La masacre de Madrid de 2004 tenía como objetivo "castigar" a España por su participación en Irak junto a Estados Unidos. Lo mismo para los atentados de Londres en 2005. En el ataque en Peshawar, se trataba de presionar a los militares paquistaníes masacrando a sus hijos. Pero en el caso del atentado de París del 7 de enero, no hay el más mínimo "objetivo militar", ni siquiera aparente. Fueron asesinados los dibujantes de Charlie Hebdo y sus colegas para "vengar al profeta", del que este diario había publicado caricaturas. Y esto, no en un país devastado por la guerra o sometido al oscurantismo religioso, sino en la Francia "democrática, laica y republicana."
El odio y el nihilismo siempre son un factor clave en las actividades de los terroristas, especialmente de aquellos que deliberadamente sacrifican sus vidas para matar tan masivamente como sea posible. Pero este odio que convierte a los humanos en frías máquinas de matar, sin la menor consideración de los inocentes que asesinan, tiene como objetivo principal a estas otras "máquinas de matar" que son los Estados. Nada de esto se vio el 7 de enero en París: el odio oscurantista y el deseo fanático de venganza están aquí en estado puro. Su objetivo es el otro, el que no piensa como yo, y especialmente el que piensa porque yo he decidido no pensar más, es decir, dejar de ejercer esta facultad propia de la especie humana
Por esta razón la matanza del 7 de enero ha causado tanto impacto. En cierto modo, nos encontramos frente a lo impensable: ¿cómo cerebros humanos, incluso educados en países "civilizados", podían elaborar un proyecto tan bárbaro y absurdo que recuerda a los nazis más fanáticos quemando libros y exterminando judíos?
Y lo peor es lo que está por venir. La peor parte es que el acto extremo de los hermanos Kouachi, de Amedy Coulibaly y sus cómplices es sólo la punta de un iceberg de todo un movimiento que crece cada vez más en los barrios pobres, un movimiento que se explica cuando un cierto número de jóvenes expresa la idea de que "Charlie Hebdo se lo merecía por insultar al profeta" y que el asesinato de los dibujantes era algo "normal".
Esta es también una manifestación del avance de la barbarie, de la descomposición en el mismo riñon de nuestras sociedades "civilizadas". Esta inmersión de una parte de la juventud, y no sólo originaria de la inmigración, cuyo odio y el oscurantismo religioso es un síntoma, entre muchos otros, pero especialmente significativo de la crisis extrema, de la putrefacción de la sociedad capitalista.
Hoy en día, en todas partes (en Europa también y sobre todo en Francia), muchos jóvenes sin futuro, en un recorrido caótico, humillados por fracasos sucesivos, por la miseria cultural y social, se convierten en presa fácil para los reclutadores sin escrúpulos (a menudo en relación con los Estados o con expresiones políticas como Daesh) que atrapan en sus redes estos inadaptados y los transforman rápida y bruscamente, convirtiéndolos en potenciales asesinos a sueldo o carne de cañón para la "yihad". Con la falta de perspectiva propia en la crisis actual del capitalismo, una crisis económica, pero también social, moral y cultural, con la degradación de la sociedad que transpira la muerte y la destrucción por todos los poros, la vida de buen número de estos jóvenes se ha convertido a sus propios ojos sin utilidad y sin valor. A menudo toma muy rápidamente el matiz religioso de una sumisión ciega y fanática que inspira todo tipo de comportamientos irracionales y extremos, bárbaros, alimentados por un poderoso nihilismo suicida. El horror de la sociedad capitalista en decadencia, que ha fabricado en otros lugares niños soldados en masa (por ejemplo, en Uganda, Congo y Chad, especialmente desde principios de 1990) ahora genera en el corazón de Europa jóvenes psicópatas, asesinos profesionales a sangre fría, totalmente insensible y capaz de lo peor y sin ni siquiera esperar recompensa por ello. En resumen, esta sociedad capitalista en descomposición, abandonada a una dinámica enferma y bárbara, sólo puede conducir gradualmente a toda la humanidad al caos sangriento, la locura asesina y la muerte. Como lo muestra el terrorismo, esta sociedad está fabricando en masa personas totalmente desesperadas, humilladas y capaces de las peores atrocidades; estos terroristas son producidos a imagen y semejanza de esta sociedad. Si existen tales "monstruos" se debe a que la sociedad capitalista se ha convertido en "monstruosa". Y si todos los jóvenes que se ven afectados por esta deriva oscurantista y nihilista no se inscriben en la "Jihad", el hecho de que muchos de ellos consideran como "héroes" o "justicieros" a los que han dado este paso, constituye una prueba de que se extiende cada vez más la desesperación y el horror que emana de esta sociedad en putrefacción.
Pero la barbarie del mundo capitalista actual no sólo se expresa en estos actos terroristas y la simpatía que reúnen en una parte de la juventud. También se expresa en la recuperación vil que la burguesía está haciendo de estos dramas.
Al momento de escribir este artículo, el mundo capitalista, encabezado por los principales líderes "democráticos", está a punto de completar una de las operaciones más sórdidas cuyo secreto posee. En París, el domingo 11 de enero, se han dado cita para una gran manifestación en la calle, en torno al presidente Hollande y a todos los líderes políticos del país, de todos los colores, Angela Merkel, David Cameron, los Jefes de Gobierno de España, Italia y muchos otros países europeos, pero también el rey de Jordania, Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, y Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel[6].
Mientras cientos de miles de personas salieron espontáneamente a la calle en la noche del 7 de enero, los políticos, empezando por Francois Hollande y los medios de comunicación franceses comenzaban su campaña: "La libertad de prensa y la democracia son las que están amenazadas", "hay que movilizar y unirse para defender los valores de nuestra república”. Cada vez más, en las manifestaciones que siguieron a las del 7 de enero, escuchamos el himno nacional francés, "La Marsellesa", cuyo estribillo dice "Que una sangre impura inunde nuestros surcos!". "Unidad Nacional", "defensa de la democracia", estos son los mensajes que la clase dominante quiere meter en las cabezas, es decir las consignas que justificaron el adoctrinamiento y la masacre de decenas de millones de trabajadores en las dos guerras mundiales del siglo XX. Hollande lo dijo en su primer discurso: enviando al ejército a África, especialmente a Malí, Francia ya ha comenzado la lucha contra el terrorismo (tal como Bush explicó que la intervención militar de Estados Unidos en 2003 Irak tenía el mismo propósito). Los intereses imperialistas de la burguesía francesa, obviamente, ¡no tienen nada que ver con estas intervenciones!
¡Pobres Cabu, Charb, Tignous, Wolinski! Fanáticos islamistas los han matado una primera vez. Tenían que ser asesinados por segunda vez por estos representantes y "fans" de la "democracia" burguesa, todos estos jefes de Estado y gobierno de un sistema mundial en descomposición que es el principal responsable de la barbarie que invade la sociedad humana: el capitalismo. Los líderes políticos que no dudan en utilizar ellos mismos el terrorismo, los asesinatos, las represalias contra la población civil cuando se trata de defender los intereses de este sistema y su clase dominante, la burguesía.
El fin de la barbarie expresada en la matanza de París en enero 2015, no podrá de ningún modo surgir de las acciones de aquellos que son los principales partidarios y garantes del sistema económico que genera esta barbarie. La barbarie solo podrá acabarse como resultado de la destrucción de este sistema por parte del proletariado mundial, es decir, por la clase que produce de manera asociada la mayor parte de la riqueza de la sociedad, y su sustitución por una comunidad humana verdaderamente universal que no se base en la ganancia, la competencia y la explotación del hombre por el hombre, sino en la abolición de estos vestigios de la prehistoria humana. Una sociedad basada en "una asociación en que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos"[7], la sociedad comunista.
Révolution Internationale, órgano de la CCI en Francia (11/01/2014)
[1] Desde hace años, estos dibujantes reciben regularmente amenazas de muerte.
[2] Wolinski, el sesentayochista ¿no colaboró entonces para "L’Huma" durante varios años? Él mismo también escribió: "Hicimos mayo de 68 para no convertirnos en lo que nos hemos convertido".
[3] En el siglo XIX, pequeñas minorías se rebelaron contra el estado recurriendo al terrorismo como los populistas en Rusia y algunos anarquistas en Francia o España. Estas acciones violentas estériles siempre han sido utilizadas por la burguesía contra el movimiento obrero para justificar la represión y "leyes inicuas".
[4] Ver /revista-internacional/200510/222/en-nueva-york-como-por-todas-partes-el-capitalismo-siembra-la-muert [31] y /revista-internacional/200510/233/pearl-harbor-1941-torres-gemelas-2001-el-maquiavelismo-de-la-burgue [32]
[6] El llamamiento a esta Unión Nacional es unánime por parte de los sindicatos y los partidos políticos (solamente el Frente Nacional no estará presente) pero igualmente de los medios de comunicación. Incluso el periódico deportivo L’Equipe ha llamado a la manifestación
[7] Manifiesto Comunista https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [15]
Compañeros:
La nefasta "ley Pulpin" o del Empleo Juvenil es un paso más en la política del Estado y la burguesía para descargar sobre los lomos de los trabajadores la caída de las ganancias y la recesión de la economía. Con los paquetazos "reactivadores" soltados por Humala y
la pandilla congresal, se nos quiere hacer pagar los platos rotos de la crisis mundial del capitalismo que estalló en 2008 y cuyas olas ya azotan con fuerza al Perú y otros países sudamericanos (Brasil, Chile, Argentina, Venezuela).
Y como ya ha ocurrido en EEUU, Europa, Japón o China la fórmula que aplican es la misma: atacar las condiciones de vida de los trabajadores, facilitando despidos masivos, congelando los salarios, aumentando la intensidad de la explotación, horas extras no pagadas y ,ahora, la contratación de mano de obra joven y barata.
Pero no crean que esta ofensiva recién haya comenzado. Viene de todos los gobiernos pasados. En este gobierno comenzó en 2012 atacando a los profesores con la Ley Magisterial a lo que se respondió con un mes de huelga, al final vendida por el SUTEP-Patria Roja. Siguió la "Reforma de la salud”, en contra médicos y enfermeras y la nueva Ley universitaria contra los estudiantes. Hoy, con la crisis económica apretando fuerte, el Estado le rebaja los impuestos a las ganancias de los capitalistas (¡670,000 empresas beneficiadas!) y de la mano con los congresistas aprueban leyes que facilitan todavía más los despidos. Como vemos la ofensiva anti obrera marcha a todo vapor y debemos salir a las calles para enfrentarla.
Ya lo dijimos líneas arriba, las leyes contra los trabajadores sólo se explican en el marco de la crisis del capitalismo mundial. El Capital es un sistema en decadencia hace ya un siglo y, desde los ochentas, ha ingresado a su fase terminal de descomposición cuyas peores manifestaciones podemos ver hoy: pandillaje, barras bravas, narcotráfico; el aumento de asaltos y el sicariato; el terrorismo político o religioso, el desastre medioambiental, las
matanzas masivas(los 43 estudiantes masacrados en México[1]), las guerras imperialistas (Siria, Irak, Ucrania), la corrupción generalizada. El capitalismo, en su fase de Descomposición
representa el reinado absoluto de la amoralidad cuyo peso ideológico contamina a la clase obrera. Pero los trabajadores somos los únicos que podemos darle vuelta a esta situación con moral de lucha y solidaridad de clase.
A ti que hoy estás luchando de forma compañera te decimos que el "trabajo digno" o el "no quiero ser explotado" es un imposible dentro del Capitalismo por la sencilla razón que todo trabajo por un sueldo o salario es explotación y toda explotación es indigna. Porque el trabajo asalariado significa la extracción de ganancias a favor de los empresarios; porque el capitalista es un vampiro que chupa la sangre, el sudor de los trabajadores. En este
sistema nuestro trabajo ha sido convertido en una miserable mercancía más, que se compra y vende en el mercado al precio y gusto de los capitalistas. Los trabajadores (jóvenes o no) estamos pues obligados, forzados a entregar 8,10 o más horas de trabajo por la
necesidad. ¿Eso como se llama?: esclavitud asalariada.
Ojo: cuando decimos capitalistas o empresarios no sólo nos referimos a los dueños de las grandes empresas y fábricas agrupadas en CONFIEP o ADEX sino a las empresas de propiedad
estatal que no son del pueblo como nos dicen y todas las demás MYPES, tiendas, galerías (gamarra), talleres, fabricas, services: tiendas, galerías (Gamarra), talleres, restaurants, oficinas, imprentas, panaderías, colegios, clínicas y un largo etc. ¡Donde hay un empresario
y trabajadores a su servicio hay explotación!
Esta "Ley Pulpin" es una forma de engordar al empresario con tu trabajo y derechos recortados al máximo pero a la vez busca domesticarte en la disciplina de la esclavitud asalariada, de irte
metiendo en la cabeza que trabajar para otro ,ser explotado es "normal". El "todos debemos trabajar" es parte del moralismo y el sentido común inculcados en los cerebros de la gente por la burguesía y su Estado desde la escuela. Y cuando los trabajadores sufrimos el rigor de la explotación y rompemos esa "normalidad" con huelgas o movilizaciones pues ahí corren presurosos el Estado y la democracia con sus gerentes de turno (Fujimori, García, Toledo o
Humala y los que vendrán) a soltar los perros de la represión, a meter palo, bala y cárcel contra los "revoltosos".
El estado y los capitalistas juegan a mantenernos divididos (jóvenes vs "viejos", obreros vs profesionales, mameluco vs corbata). Debemos romper con el localismo, con el aislamiento y el luchar cada uno por su lado. Tenemos que articularnos y coordinar nuestras luchas con la de otros compañeros que también están peleando como nosotros. Las
recientes huelgas en Antamina, SERPOST, ESSALUD, Banco de la Nación etc. ¿acaso no son también luchas nuestras? ¿No lo son también las recientes movilizaciones en EEUU, Bélgica o Italia contra las medidas de austeridad y el desempleo? ¡Claro que sí. Porque los trabajadores somos una clase mundial, nuestra lucha trasciende las fronteras, es internacional.
Debemos movilizarnos pero también debemos reunirnos, conocernos, hablar entre nosotros, discutir y debatir las medidas de lucha entre todos, sin dejarle las riendas a una camarilla que decida a nuestras espaldas. Formemos asambleas de lucha donde reflexionemos y hagamos un balance de las jornadas y decidamos las medidas a ejecutar, asambleas abiertas a todos los explotados.
Obreros, estudiantes, jubilados, desempleados, ambulantes, todos tenemos algo que decir y aportar a la lucha.
Compañeros: comencemos a forjar la unidad de los explotados rompiendo las divisiones y hagamos retrocederá este sistema inhumano. Tomemos conciencia de una vez por todas que pertenecemos al proletariado, al ejército de esclavos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo. No somos maquinas de trabajo, “capital humano” como les gusta decir a los economistas a sueldo de la burguesía.
¡NO!... ¡somos una clase histórica que lleva tras de sí 150 años de luchas y que es portadora de un proyecto de liberación para toda la humanidad explotada! La cual es la comunidad humana mundial.
Tomemos la continuidad de los que nos antecedieron y luchemos también por una sociedad diferente organizada por los trabajadores del mundo entero, en la que ya no exista explotación ni clases sociales ni fronteras y donde la socialización a escala mundial de la producción y las necesidades primen a la humanidad y donde el trabajo sea una actividad humana en beneficio de todos.
El capitalismo es hoy un sistema decadente y en profundo proceso de descomposición que nos está llevando a la barbarie generalizada, al desastre ambiental y acelerar la extinción de nuestra propia especie. Organicémonos desde hoy y unamos nuestra lucha con los trabajadores del mundo para acabar con este orden de sufrimiento y miseria.
¡Revolución mundial o destrucción de la humanidad!
Proletarios de todos los países ¡uníos!
Internacionalismo Perú, enero 2015
Sección de la Corriente Comunista Internacional
https://es.internationalism.org/ [37]
Para todo contacto, suscripción, etc., escribid a [email protected] [38]
"A los grandes revolucionarios en vida, las clases de los opresores les recompensan con persecuciones incesantes, acogen su doctrina con la furia más salvaje, con el odio más feroz, con las campañas más estruendosas de mentiras y calumnias. Después de su muerte, tratan de hacerlos íconos inofensivos, de canonizarlos por así decirlo, de rodear su nombre con una cierta aureola con el fin de "consolar" a las clases oprimidas y de mistificarlas; de esta manera, vacían su doctrina revolucionaria de su contenido, la degradan y le matan el filo revolucionario. Es con esta forma de "acomodar" al marxismo que se reúnen hoy en día la burguesía y los oportunistas del movimiento obrero" (Lenin, El Estado y la Revolución, 1917) ( [42][1]).
El 15 de enero de 1919, Rosa Luxemburg fue asesinada, con su compañero de combate Karl Liebknecht, por los cuerpos francos. Esta soldadesca estaba entonces bajo las órdenes del Ministro Noske, miembro del SPD (la social democracia alemana) quien declara “¡se necesita un perro sanguinario, yo voy a ser ese!”. Son los socialistas en el poder, a la cabeza del Estado democrático, los que orquestaron la sangrienta represión de la insurrección obrera en Berlín y asesinaron a una de las más grandes figuras del movimiento obrero internacional.
Este atroz asesinato había sido preparado durante mucho tiempo por una serie de calumnias en contra de Rosa Luxemburg. “Rosa la roja”, “Rosa la incendiaria” ([2]), “Rosa la sanguinaria”, “Rosa, la agente del zarismo”… durante su vida no se salvó de ningún ataque calumnioso contra su persona, para culminar en los llamados al pogromo de finales de 1918 y principios de 1919, especialmente durante la “semana sangrienta” en Berlín.
Pero apenas unos meses después de su asesinato, la burguesía y los oportunistas del movimiento obrero comenzaron a hacer de ella un ícono inofensivo, a fin de canonizarla, de vaciar su doctrina revolucionaria de su contenido, devaluarla y matarle el filo revolucionario. Rosa Luxemburg no debía quedar como la militante intransigente y ejemplar que fue; debía morir una segunda vez, desnaturalizada en una especie de demócrata pacifista y feminista. Este es el verdadero objetivo, durante décadas, del trabajo de “remembranza” que pretende “rehabilitar” (es decir apropiarse) a esta gran combatiente de la revolución.
En la década de 1930, por ejemplo en Francia, se desarrolló toda una corriente en torno a Lucien Laurat, corriente que cedió siempre más netamente a los cantos de sirenas de la democracia para afirmar que, desde el principio de la “revolución bolchevique”, “el gusano Lenin” estaba en el “fruto” del proyecto revolucionario. Esta ideología hacía lógicamente la apología del ejército republicano en la guerra de España 1936-39, saludando a los logros del alistamiento de los trabajadores en la segunda masacre mundial so pretexto de lucha contra el fascismo. Será capaz de apoyar al POUM en España y a los trotskistas en su ¡"heroísmo" nacional como miembros de la resistencia! Esta propaganda democrática nauseabunda fue llevada a su paroxismo más particularmente después de la II Guerra Mundial por personas como René Lefeuvre, fundador de las ediciones Spartacus. Éste, en una colección de textos de Rosa Luxemburg ( [43][3]), con un prefacio puramente ideológico y un título prefabricado: El Marxismo contra la dictadura (¡un título que jamás fue utilizado por Rosa Luxemburg!), presentaba en 1946 a esta combatiente de la revolución como radicalmente hostil al bolchevismo, lo que no es sino una mentira grosera. En la introducción de la recopilación, hasta escribió esto: “todos los grandes teóricos marxistas de renombre internacional: Kart Kautsky, Émile Vandervelde, Rodolphe Hilferding, Karl Renner, Georges Plekhanov –y los que se nos pueden pasar– denunciaban al igual que Rosa Luxemburg, la doctrina totalitaria de Lenin como absolutamente contraria a los principios del marxismo."
Estalin momifica a Lenin y desnaturaliza su pensamiento en un dogma aterrador. Rosa Luxemburg, la "sanguinaria", ¡aquí se convierte en una especie de santo apóstol de la democracia! La contrarrevolución estalinista generó rápidamente, debido a sus miasmas, estas dos nuevas ideologías putrefactas y complementarias: la carnada “luxemburguismo” por un lado y el anzuelo “marxismo-leninismo” por el otro. Se trata en realidad de las dos caras de una misma moneda, o mejor dicho, de las dos mordazas de una misma trampa: rechazar a los bolcheviques “con el cuchillo entre los dientes” y glorificar la figura ofrecida de Rosa “pacifista”, como se admira a esos leones “salvajes” hollywoodenses, mutilados, sin colmillos ni garras.
En 1974, en la Alemania del campo democrático (la RFA), los sellos postales ¡incluso fueron impresos con la efigie de Rosa Luxemburg!
Después del derrumbe del bloque del Este y la desaparición de la URSS, esta vasta campaña ideológica fue exhumada y se amplificó para poder alimentar la pretendida “muerte del comunismo”, decretada con celo cuando cayó el muro de Berlín. La ideología oficial prosigue aquí la mentira más grande de la historia equiparando fraudulentamente al comunismo con el estalinismo. Se trata de un arma ideológica particularmente eficaz en manos de la clase dominante. Puesto que si desde 1990 el proletariado tiene tantas dificultades para reconocerse como una fuerza social, para desarrollar su conciencia y su organización, es precisamente porque está separado de su pasado, porque perdió su identidad, porque ya no sabe de dónde viene, quién es y a dónde puede ir. Si el comunismo es el estalinismo, este horror que finalmente quebró, ¿por qué pelear entonces? ¿Por qué estudiar la historia del movimiento obrero si éste habría llevado al desastre estalinista? ¡Es esta lógica y este veneno los que la burguesía hace entrar en los cráneos! Y la presentación de Rosa como “pacifista, republicana y enemiga de Lenin”, este “pro-dictador del proletariado”, este “padre espiritual de Estalin”, es uno de los capítulos negros de esta vil propaganda. ¡Quienes participan en ésta, de manera consciente o no, están luchando contra la clase trabajadora!
Hoy los blogs, los foros (como por ejemplo Libcom en Gran Bretaña donde hubo declaraciones viscosas respecto a Rosa Luxemburg), en librerías y kioscos, en todas partes de Europa y del mundo, una nueva campaña nauseabunda resurge para de nuevo distorsionar la imagen de la militante Rosa Luxemburg. Por eso es que en programas de televisión, Rosa Luxemburg ha aparecido recientemente bajo los únicos términos de una “mujer” y “pacifista”. El muy reconocido y estimado diario Le Monde publicó un artículo en septiembre de 2013, realizado por un cierto Jean-Marc Daniel, profesor del ESCP Europa, con el muy sugestivo título: “Rosa Luxemburg, marxista pacifista”. Esta combinación de las palabras “marxista” y “pacifista” puede dejar sin aliento: ¡el “verdadero marxista” es para la clase dominante el que abdica ante la guerra de clases, que renuncia a la insurrección y al derrocamiento del capitalismo!
Muchos libros se publican actualmente hasta en la literatura para niños, donde Rosa Luxemburg es presentada de nuevo como una feroz opositora de los bolcheviques y del “dictador” Lenin (ver artículo en este mismo sitio). Igualmente, conferencias y debates se organizan por todas partes, como así fue recientemente en París bajo la batuta de los historiadores demócratas “luxemburguistas” del grupo “Crítica social”. ¡Incluso con las artes, el premio MAIF 2014 de la escultura recompensó a Nicolas Milhé por su proyecto "Rosa Luxemburg"¡. Una verdadera ovación para Rosa... siempre y cuando se la oponga a sus compañeros de combate, a los bolcheviques, a la Revolución rusa y a la revolución simplemente. La recuperación de Rosa Luxemburg para transformarla en “ícono inofensivo” es una vasta empresa de intoxicación ideológica. Su objetivo es inocular la idea de que el proletariado debe luchar para... construir no la sociedad comunista mundial, sino una sociedad “más democrática” inspirándose en la obra despreciada de Rosa Luxemburg falsamente presentada como una enemiga de los bolcheviques. Después de la odiosa propaganda del Libro negro del comunismo, ahora es en parte este discurso el que se enseña muy oficialmente y en serio en los programas escolares ( [44][4]).
Hoy, el reto para la burguesía es convencer a los elementos más críticos y recalcitrantes, que no hay otro futuro que la defensa de la democracia burguesa. ¡Pero detrás de esa desnaturalización, también hay en la campaña de recuperación de Rosa Luxemburg por los “demócratas” de todas las fronteras, otro objetivo perseguido –y no confesado!–: el de desacreditar –“demonizándolas” una vez más– las verdaderas posiciones de las organizaciones revolucionarias.
Olga, 7 de noviembre de 2014
[1] Esta cita magistral de Lenin también es válida para el destino que la burguesía reservó a Jean Jaurès. Lea nuestro artículo en Révolution Internationale, no 448, p.8.
[2] “Pétroleuse”: así fue como ya en 1871 la burguesía llamó a las mujeres de la Comuna de Paris, entre ellas a Louise Michel.
[3] "Problemas de la organización socialista" (1904), "Masas y jefes" (o "Esperanzas frustradas" - 1903), "Libertad de crítica y de ciencia" (1899).
[4] Véase en nuestro sitio Internet el artículo “La falsificación de la historia en los programas escolares [45]".
El artículo que sigue fue publicado en francés en 2006, en el contexto del éxito de la película francesa “Joyeux Noël” (Feliz Navidad). La razón de traducirlo ahora es el hecho de que la Tregua de Navidad de 1914 se ha convertido últimamente en una especie de “celebrity” conmemorativo de los 100 años del evento y del estallido de la Primera Guerra Mundial: la Tregua tiene su propia website, los supermercados Sainsbury's en Reino Unido la utilizan como reclamo publicitario, o la asociación europea de fútbol (UEFA) ha levantado un monumento para “rendir homenaje a los soldados que, hace un siglo, expresaron su humanidad en un partido de fútbol escribiendo un capítulo en la construcción de la unidad europea y que son un ejemplo a seguir por las jóvenes generaciones de hoy”.
Por supuesto, la clase dominante presenta los hechos a su manera, como una victoria de la “humanidad”, pero sin ninguna perspectiva: la guerra “inevitablemente” siguió su curso, y la idea de que simples soldados pudieran tomar su vida en sus propias manos y poner fin a la guerra derrocando al conjunto del sistema capitalista que la engendró es borrada de la historia. Se nos invita a recordar la Tregua de Navidad para mejor hacernos olvidar el potencial revolucionario de la fraternización.
“La guerra del 14-18 como nunca vista en el cine”. De este modo comienza la crítica, cuanto menos exagerada, de la revista Historia en relación a la película Joyeux Noël de Christian Carion, estrenada el pasado 9 de noviembre, y seleccionada para representar a Francia en los Oscar de 2006.
El cineasta aborda una “noche especial” dentro de una vasta carnicería, la del 24 de diciembre de 1914, la primera Nochebuena desde el comienzo de la guerra en agosto. Esa noche, como dice Carion en la novela inspirada en su película, “lo impensable se produjo”. Pese a la obligación que tenían de matarse unos a otros, pese al odio al “boche” o al “französe”[1] aprendido 10 años antes en las aulas de las escuelas primarias ya con la guerra en el horizonte, los soldados de un bando y otro dejan a un lado sus fusiles, cantan juntos algunos villancicos navideños, para después, también espontáneamente, abandonar sus trincheras para estrecharse las manos y compartir vino, schnapps, pan y cigarrillos. Al día siguiente se organizan incluso partidos de fútbol, según los archivos militares. Son estos momentos de fraternización de diciembre de 1914 los que relata el film.
Evidentemente, la burguesía no permite la publicación de cualquier película -y menos su candidatura a un Oscar-, sobre todo cuando se trata de un tema tan delicado como las fraternización de la “Gran Guerra”. Si está incluso dispuesta a premiarla es que la versión de Carion le conviene.
Si bien es cierto que las escenas del film donde los soldados fraternizan no pueden más que provocarnos vivas emociones, el significado, o más bien la ausencia de este, dado a estos eventos es un auténtico jarro de agua fría sobre el espectador y una falsificación histórica.
Finalmente, la Tregua de Navidad es presentada como un bonito y emotivo paréntesis sin continuación, que deberá rápidamente terminar para volver al “business as usual” de la guerra. Los diálogos entre los oficiales franceses, británicos y alemanes son instructivos al respecto:
Y en el epílogo de la novela su puede leer a modo de conclusión: “Por supuesto la guerra continuó (…) En las navidades de 1915 los estados mayores habían aprendido la lección y no se dejaron coger desprevenidos: ordenaron bombardear los sectores del frente considerados demasiado tranquilos. No hubo más fraternizaciones como las de 1914”. Y se acabó, fin de la historia. Retomando las palabras d'Audebert (oficial francés): “el paréntesis se cierra”.
La prensa, especialmente la inglesa, estuvo al corriente de las fraternizaciones de navidad sin ocultarlo; al contrario, lo mostrarán en sus columnas con un tratamiento similar al que se puede encontrar hoy día en la película Joyeux Noël. Así, se podía leer en el Manchester Guardian del 7 de enero de 1915: “Pero finalmente volvieron a sus trincheras, podría añadir un perspicaz e inhumano observador caído de otro planeta, y continuaron matando y muriendo brutalmente. Es evidente que esos bienintencionados sentimientos no llevan a ninguna parte. A lo que nosotros podríamos replicar que aún queda mucho por hacer: es necesario aún liberar a Bélgica del horrible yugo que pesa sobre ella, así como enseñarle a Alemania que la cultura no puede ser impuesta a golpe de espada”.
«Queda mucho por hacer, así que dejémonos de bromas y volvamos a nuestras respectivas trincheras», es exactamente lo que Carion dice a los soldados de su película, a imagen de uno de los personajes principales, el soldado alemán Nikolaus, que rechaza la deserción que le propone su amada porque, a fin de cuentas, “¡Yo también soy un soldado! ¡Tengo un deber, unas obligaciones como el resto!”.
Es ahí, en ese moralismo barato, donde el film degenera en pura ficción, en una fantasía de la clase dominante que reescribe la historia a su conveniencia y secuestra de esta forma la memoria de la clase obrera.
Las fraternizaciones de navidad de 1914 nunca fueron esa especie de “milagro sin perspectiva”, o “un paréntesis antes del siguiente acto de un terrible drama”, retomando la expresión del historiador Malcolm Brown, coautor con Marco Ferro de “Frères de tranchées”, disponible en las librerías poco antes de la salida del film de Carion.
Bien al contrario, antes de diciembre del 14 y mucho después, a lo largo de toda la guerra, los actos de fraternización se repiten en todos los frentes: en el oeste entre soldados alemanes y británicos o franceses; en el este entre soldados rusos y alemanes o austro-húngaros; en el frente austro-italiano entre soldados austriacos e italianos. Por todas partes, las mismas escenas de soldados compartiendo bebida, comida y cigarrillos van de trinchera en trinchera, los mismos intentos de intercambiar algunas palabras (algunos se lamentan de no hablar la lengua del de enfrente). Los soldados a menudo evitan el masacrarse unos a otros (lo que los historiadores mismos han llamado el “vivir y deja vivir”). Los casos de fraternización son a veces tan claros que los oficiales se ven obligados a pedir a la artillería enemiga atacar a sus propios soldados para forzarles volver a sus propias trincheras.
La idea según la cual las fraternizaciones “no tenían perspectivas” implica otra mentira añadida: la de decir que el fenómeno fue “raro y limitado”. La “no perspectiva” quiere decir también “sin esperanza” de poner fin a la carnicería. El film, apoyado por una retahíla de historiadores burgueses, busca en efecto vaciar de todo contenido político los hechos. Como lo hace Marc Ferro diciendo: “Fue un grito de desesperación dirigido contra las ofensivas inútiles por unos soldados que no podían más... Pero no se trató de un paso hacia el cuestionamiento de la guerra», y sobre todo, “no tenían ningún contenido revolucionario”.
Si existiera un premio Nobel a la hipocresía, el señor Ferro sería un serio candidato. Está más que claro que cuando soldados con órdenes de masacrarse plantan sus fusiles y se estrechan la mano, cuestionan de facto la guerra.
“Estas fraternizaciones no tienen significado político”. Nada más lejos de la realidad. Fueron la expresión de la naturaleza internacional de la clase obrera, del hecho que no tiene ningún interés por hacerse masacrar por los intereses de sus explotadores y la patria de estos. Las fraternizaciones ya desde 1914, y posteriormente los motines de 1917 (ver Révolution Internationale nº 285, diciembre 1998), son la expresión de la revuelta creciente de la clase trabajadora, tanto en el frente como en la retaguardia, por los sufrimientos impuestos por la guerra, cuyo cénit será la revolución rusa de 1917. No faltan los ejemplos de lo que anunciaban las fraternizaciones. Así, el cabo Barthas informa que en diciembre de 1915, en el sector de Neuville-Saint-Vaast, las trincheras se encontraban inundadas, y soldados franceses y alemanes las abandonan y comienza a fraternizar. Algo más tarde, tras un discurso, un soldado alemán rompe su fusil en un gesto de rabia, con el resultado, escribe Barthas, “de un estallido de aplausos de ambos lados y el canto de La Internacional”. Igualmente, un soldado francés informa en enero de 1917: “Los boches nos hacen señas con sus fusiles diciendo que no quieren dispararnos más; si se les obliga levantarán las culatas de los fusiles al aire” (un gesto que significa amotinarse). En el mismo testimonio de Barthas, esta vez en los Vosgos en septiembre de 1917: “hay uno [un soldado alemán] que ha cogido su fusil y ha levantado la culata al aire, y a continuación ha apuntado con su fusil, pero dándonos la espalda y apuntando hacia atrás. Fue algo muy explícito, queriéndonos decir que lo que haría falta sería disparar, pero contra los que les mandaban”.
El movimiento obrero rápidamente supo valorar el significado de las fraternizaciones. El mismo Lenin en un artículo en Pravda del 28 de abril del 17 lo expresa magistralmente: “Los capitalistas tratan de ridiculizar las fraternizaciones... sin embargo los trabajadores, los semi-proletarios y los campesinos pobres que, guiados por el instinto de las clases oprimidas, marchan por el camino trazado por los obreros conscientes, ven las fraternizaciones con la mayor de las simpatías; es evidente que las fraternizaciones son una vía hacia la paz.
Es evidente que este camino no va en el sentido de los gobiernos capitalistas, sino bien al contrario, ya que refuerza, consolida el sentimiento de confianza fraternal que une a los trabajadores de diferentes países. Comienza a minar la maldita disciplina de los cuarteles-prisión... Es evidente que las fraternizaciones constituyen la iniciativa revolucionaria de las masas, un despertar de la conciencia y el coraje de las masas oprimidas; dicho de otro modo, son uno de los eslabones de la cadena que conduce a la revolución socialista proletaria.
¡Vivan las fraternizaciones: viva la revolución socialista proletaria mundial!”
Es esta la realidad que oculta el film Joyeux Noël. Muestra las fraternizaciones de 1914 escamoteando su contenido y lo que prefiguran: el estallido de la revolución proletaria de 1917 en Rusia. Este tipo de películas, bajo la apariencia de bienintencionados sentimientos humanistas y pacifistas “trata de ridiculizar las fraternizaciones” para secuestrar y alterar la memoria de la clase obrera y su perspectiva revolucionaria.
Azel, 2 de enero del 2006
[1] Respectivamente, nombres despectivos que daban en Francia a los alemanes y en Alemania a los franceses.
“Los acontecimientos en España han puesto a prueba a toda organización”. En 1936-7 el movimiento revolucionario internacional en su totalidad afrontó la necesidad de afirmar la absoluta incompatibilidad entre la lucha proletaria y la guerra imperialista, ya que ésta última sólo puede ir en detrimento de la otra. La lucha de clases o previene o termina con la guerra; las masas proletarias sólo pueden ser movilizadas para la guerra imperialista al renunciar a la lucha de clases. Como argumentábamos en el artículo sobre el anarquismo y la guerra imperialista al respecto, partes significativas del movimiento anarquista fallaron en la prueba de 1914, y de modo más espectacular aún durante la Guerra en España; el mismo patrón de capitulación ante la guerra capitalista ha sido repetido hoy en día en relación a Ucrania y el Medio Oriente. Pero la guerra de España también precipitó una crisis en las corrientes marxistas que inicialmente trataban de resistir a la contra-revolución estalinista, y fue sólo una pequeña minoría la que fue capaz de mantenerse leal al internacionalismo durante aquel obscuro periodo.
El texto que publicamos abajo ([1]), escrito por Eiffel, fue una resolución sobre la guerra en España adoptada por la minoría de la Liga Revolucionaria de los Trabajadores en Estados Unidos (LRT). Fue publicada en el número de noviembre de 1937 del periódico La Cuarta Internacional, órgano de prensa del la LRT. Como lo exponemos en nuestro libro La Izquierda Comunista Italiana, la LRT fue uno de los grupos de la izquierda del Trotskismo oficial con la que la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista entró en discusión luego de haber sido excluida ella misma de la Oposición de Izquierda Internacional trotskista. Su militante más conocido fue Hugo Oehler. Habían rechazado el “giro” de 1934 hacia el entrismo en los partidos Socialistas y con respecto a los acontecimientos en España igualmente se mantuvo en la izquierda del Trotskismo. Pero también mantuvo elementos centrales de la plataforma trotskista, como el de la defensa de la URSS además de que nunca fue capaz de romper claramente con los métodos y hábitos oportunistas del trotskismo. La resolución de Eiffel está dirigida a las ambigüedades fatales de la LRT sobre la cuestión de España, siendo que al final del análisis su posición ofrece una variedad de apoyo crítico al esfuerzo bélico de los Republicanos en contra de Franco.
Eiffel era el pseudónimo del antropólogo alemán Paul Kirchoff, quien había sido miembro de la izquierda comunista en el KAPD hasta 1931. Después de llegar a los Estados Unidos en ese mismo año, se involucró primero en el medio del la Oposición de Izquierda en Nueva York y después se convirtió en miembro de la LRT, inicialmente debido a su oposición hacia la política entrista. Expulsado de los Estados Unidos en 1937, fue a México y, luego de su ruptura con la LRT, formó el Grupo de Trabajadores Marxistas (GTM) cuyos documentos sobre las guerras en España y China, y sobre la naturaleza reaccionaria de las nacionalizaciones realizadas por el gobierno izquierdista en México, fueron calurosamente saludadas por la Fracción Italiana. Hemos publicado algunos documentos centrales del GTM en la Revista Internacional ([2]).
Los acontecimientos en España han puesto a prueba a toda organización. Tenemos que admitir que no hemos superado la prueba. Al ver esto, nuestro primer y principal deber es estudiar las raíces de nuestro fracaso; nuestro segundo deber es admitir nuestro fracaso con toda franqueza ante el proletariado nacional e internacional. Sólo así podemos esperar nuestra propia rehabilitación como una organización de vanguardia marxista.
La siguiente resolución está muy lejos de ser una indagación analítica suficiente sobre la significación real de los acontecimientos en España y sobre nuestra actitud hacia éstos. Su objetivo no es otro que el de admitir primeramente nuestro fracaso ante estos acontecimientos y el de ser una introducción a la discusión que a estas alturas toda la organización debe comenzar inmediatamente.
La evolución de la posición de nuestra organización respecto a los acontecimientos en España ha seguido en general una línea que parece indicar que a pesar de todos nuestros errores hay una sana y sólida base marxista; esa línea de evolución se ha alejado de manera constante, aunque vacilante, de una falsa posición inicial para llegar a una correcta. Pero este proceso ha sido extremadamente lento y en gran medida tímido o incluso inconsciente. Ni una sola vez durante los pasados siete meses, los meses más cruciales no sólo en la historia reciente del proletariado, sino también de nuestra organización, ha sido, por ninguno de nuestros compañeros más destacados, planteada cabalmente la pregunta por la justeza o falsedad de nuestra posición fundamental respecto a España como la cuestión de vida o muerte para nuestra organización. Aquellos quienes, como el compañero Eiffel, han tenido desde el principio diferencias fundamentales con la mayoría del PC respecto a esta cuestión, pero que no hicieron de esta diferencia el centro de un combate de principios en pos de un análisis diferente, han fallado en la defensa de uno de los deberes más elementales de un militante.
Mientras la evolución gradual de nuestra posición sobre España parece indicar que hay en el fondo una base realmente marxista en nuestra organización, nuestro fallo inicial y la falsa manera como en parte lo hemos corregido subsecuentemente, son enormes síntomas de la inexperiencia e inmadurez de nuestra organización. Si la organización se recupera de esta crisis, es decir, si analiza el fondo de este fallo de frente a esta prueba de la historia y lo corrige completamente, será esencialmente una nueva organización, habiendo superado las debilidades de sus días de infancia. Será entonces una de las pocas organizaciones a escala internacional que han sobrevivido a la tormenta española. De hecho estará fortalecida, como lo están aquellas organizaciones capaces de corregirse así mismas aún cuando ese enderezamiento toca lo esencial de sus posiciones.
La importancia esencial de los acontecimientos en España es esta: la reacción de los trabajadores al intento de la burguesía de pasar de la corrupción a la opresión brutal, indujo a éstos a embarcarse en una nueva ruta que los condujo fuera de las fronteras de clase, un método jamás antes usado de modo tan completo y sistemático: ¡la guerra! La lucha en España inició como una guerra civil pero fue rápidamente convertida en una guerra capitalista, es decir, en una guerra imperialista. Toda la estrategia de la burguesía española e internacional consistió en realizar esta transformación sin cambiar las apariencias externas y sin que los trabajadores de España y del mundo se dieran cuenta. Para conseguir su objetivo, la burguesía se sirvió de todos los medios a su alcance para mantener viva la creencia de los trabajadores de que éstos estaban luchando por sus propios intereses, es decir, de que se trataba de una guerra civil.
Aquellos que no reconocieron a su tiempo que esta transformación había tomado lugar (quienes la vieron sólo después de varios meses) o quienes no cambiaron radicalmente su posición a partir del momento en que la reconocieron (nuevamente pertenecemos a esta categoría), objetivamente han colaborado con el juego de la burguesía. Las organizaciones obreras radicales que combatieron las formas abiertas de traición de clase pero que al mismo tiempo prolongaron las ilusiones de los trabajadores sobre que esta guerra tenía algo que ver con sus intereses de clases, que era “en el fondo” una guerra civil, fueron de hecho indispensables para el plan de la burguesía. La fórmula más patente de este apoyo objetivo a la burguesía española y mundial está contenida en una panfleto publicado por el PC durante la segunda mitad de febrero, es decir, durante el séptimo mes de la guerra en España: “La clase obrera española debe marchar junto al Frente Popular contra Franco, pero debe prepararse para mañana voltear sus armas contra Caballero”.
Decir esto en un momento en que ya habíamos comprendido y declarado abiertamente que la guerra civil se había convertido en una guerra imperialista, es todo lo contrario de lo que los marxistas tienen que decir a los obreros durante una guerra imperialista: ¡Sabotaje! ¡Cofraternización con el “enemigo”! ¡Deserción! ¡Derrotismo revolucionario! ¡Convirtamos la guerra imperialista en guerra civil! – Sólo es necesario comparar estas consignas de los marxistas durante la Guerra Mundial con nuestras propias consignas para ver en toda su profundidad nuestro fracaso para analizar correctamente la situación y sacar las conclusiones adecuadas. Hablar de la guerra imperialista (iniciando el artículo en el número de enero de La Cuarta Internacional) y después terminar el mismo artículo con la afirmación: “Es necesario luchar en el Frente” – es prueba de que en realidad no entendimos lo que “guerra imperialista” significa en el lenguaje marxista. Las siguientes palabras (en el artículo mencionado) suenan revolucionarias pero en realidad apoyan los esquemas de la burguesía, porque tratan de conciliar lo inconciliable: la guerra de clase y la guerra imperialista. (“…si el poder no se consolida en la retaguardia… la lucha en el frente se transforma en una lucha de defensa de la propiedad privada, etc., etc.”)
Es obvio que el poder puede ser tomado (pues se trata de una cuestión de toma del poder, no de “consolidación” de éste) sólo por métodos estrictamente de clase, empleados tanto en la retaguardia como en el frente: huelgas, sabotaje, cofraternización, deserción, derrotismo revolucionario. ¡Pero ninguna de estas consignas (las de los marxistas durante la Guerra Mundial) fue defendida por nosotros! Sin ellas nuestras consignas sobre la creación de soviets y por el establecimiento de la dictadura del proletariado (haciendo abstracción de la cuestión de la existencia o no existencia de un partido de clase proletario) objetivamente tuvieron el mismo efecto que la consigna “Convertir la guerra imperialista en guerra civil” sin la consigna por el derrotismo revolucionario, - un punto que habíamos bien entendido teóricamente e incluso postulado como un punto central en nuestra propaganda, pero que fracasamos en aplicar en la práctica cuando llegó la primera prueba histórica. De hecho ni siquiera planteamos la consigna “Convertir la guerra imperialista en guerra civil”, lo que probablemente hubiera conducido a las conclusiones lógicas: si ésta es la tarea, entonces debemos luchar por la derrota tanto de los ejércitos del Frente Popular como los de Franco.
Resumiendo tenemos que admitir que nosotros, lo mismo que aquellos a quienes hemos criticado, hemos sido víctimas del intento de la burguesía mundial de usar la guerra en España para llevar al proletariado fuera de sus claras fronteras de clase y que en realidad simplemente hemos actuado como los más izquierdistas de la izquierda del campo de aquellos engañados por la burguesía, olvidándonos durante un periodo de meses, de mencionar siquiera una vez el arma fundamental de clase del proletariado: ¡la huelga! Nosotros, quienes hemos construido toda nuestra propaganda sobre la cuestión de la independencia del proletariado respecto a la burguesía, no supimos cómo concretar esta idea en la práctica.
[1] Nuestro agradecimiento al compañero que firma como fnbrill en libcom, quien nos envió este y otros textos escritos por la minoría de la LRT. Como puede verse en esta liga de libcom (https://www.libcom.org/forums/history/us-bordigists-19092014 [49]), el compañero investiga constantemente sobre el grupo americano “bordiguista” en las décadas de los 30’s y 40’s.
La reciente oleada de protestas juveniles en Hong Kong comenzó por acciones organizadas por la Federación de Estudiantes de Hong Kong el 14 de de septiembre del año pasado, cuando cientos de ellos ocuparon numerosas vías principales de la ciudad, particularmente en el distrito financiero. Las protestas surgieron a raíz del cambio realizado en las normativas impuestas por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, principalmente a la hora de restringir las ''candidaturas ciudadanas'' para el proceso electoral de 2017.
De hecho, el cargo de Presidente Ejecutivo, una de las cuestiones en disputa, ha sido nombrado por Pekín desde que Gran Bretaña devolviera el territorio en 1997 bajo la así llamada idea de ''un país, dos sistemas''. El cambio en las normas dictadas por Pekín pretende fortalecer la posición de la comunidad financiera en el proceso electoral, así como refleja y responde a la necesidad de la burguesía china de consolidar su ya férreo dominio sobre la política de Hong Kong.
Después de que, inicialmente, algunos cientos de manifestantes fueran violentamente apartados de las calles, el ''Occupy Central'' (''Occupy Central with Love and Peace''), una organización creada por un profesor de Derecho de la Universidad de Hong Kong, pidió al gobierno de la República Popular China que les escuchara, y empezó una campaña de desobediencia civil con el propósito de obtener un sistema electoral que asegurara un proceso que ''satisficiera los estándares internacionales en relación al sufragio universal''.
Las ideas democráticas y pacifistas han dominado al izquierdismo en Hong Kong desde la masacre de Tiananmen en 1989. Las demandas de ''Occupy Central'' son doblemente absurdas debido a que el Estado, en todos los países democráticos actuales del mundo, examina cuidadosamente a sus propios candidatos electorales de una forma u otra, y debido a que los orígenes de esta demanda se encuentran en una determinada facción jurídica de la burguesía isleña. El Partido Comunista Chino, aquí, simplemente sigue la estrategia ya empleada por el imperialismo británico cuando dominaba la colonia, tanto a nivel de fraudulencia legal como a nivel de represión violenta en aras de reforzar su dominio.
Tras la represión de los estudiantes por la policía y matones organizados, se sucedieron los ultimátums del gobierno hablando de ''intervención extranjera'' y amenazando con sangrientas represalias. Pero la represión sólo servía para atraer a más manifestantes a las calles, resultando en una mayor ocupación de los puntos centrales de la ciudad. Una de las características del ahora menguante movimiento ha sido su pacifismo, su ''educación'', levantamiento de brazos en señal de rendición, etc. Esto era especialmente notable en el distrito financiero de Admiralty y en el distrito comercial de lujo de Causeway Bay que era objetivo de los manifestantes. Por el contrario, en el distrito urbano de clase obrera de Mong-Kok, los combates contra la policía se han sucedido y sólo han cesado hace pocos días. En el momento de escribir este artículo el gobierno ha tenido reuniones con los líderes de los manifestantes, y dada la demanda de ''sufragio universal'', parece tener las cosas más o menos bajo control por el momento, así como haber logrado evitar una represión más sangrienta para la que los manifestantes no estaban preparados. Los sindicatos de Hong Kong, de nuevo implantados por los británicos, se han unido también a la llamada por la ''defensa de la democracia'' junto a la denuncia hecha por los manifestantes del proceso electoral de Hong Kong como una ''seudo-democracia''. Pero, de nuevo, todos los procesos electorales democráticos desde los europeos hasta los americanos, desde África hasta Afganistán, son ''seudo-democráticos'', fraudulentos y engañosos, que mantienen a la burguesía intacta y a la clase obrera oprimida y dividida. Otra herencia de la dominación británica es la división impuesta por la inmigración y el confinamiento en guetos de los trabajadores pobres de habla mandarín, con aproximadamente 50.000 de ellos viviendo en poco más que jaulas. No hay interés alguno para estos trabajadores en las demandas de Occupy Central por un ''sufragio universal''.
En la web de libcom hay publicados tres textos procedentes de Hong Kong: el primero se llama ''Nunca retirarse, un estado mental Mong-Kok'' (''Never Retreat, a Mong-Kok State of Mind''), firmado por Kristine Kwok, y otro más sobre Mong-Kok llamado ''Estofado, Dioses e Idiotas izquierdistas: tensiones políticas en la ocupación de Mong-Kok'' (''Hotpot, Gods and Leftist Pricks: Political Tensions in the Mong-Kok occupation'') firmado por Holok Chen. El tercero es ''Negro vs Amarillo: antagonismos de clase y el movimiento de los Paraguas de Hong Kong” (''Black vs Yellow: Class Antagonisms and Hong Kong's Umbrella Movement) firmado por ''un ultra americano y algunos amigos''. Podremos examinar este último con mayor detalle, pero primero con respecto a los dos procedentes de Mong-Kok: ambos textos parecen provenir de un grupo sin identificar. Se consideran ''anarquistas'' – a pesar de que términos como ''anarquista'', izquierdista'' o ''comunista de izquierda'' son imposibles de entender allí.
Estos elementos anarquistas estuvieron involucrados en peleas con la policía, los matones organizados y algunos habitantes locales con los que tenían desacuerdos. Insisten en mantener la atmósfera tipo carnaval de las ocupaciones, incluyendo reparto de comidas, ping-pong y otros juegos, en aras de construir su ''eco-sistema'' en la zona. No están afiliados a ''Occupy Central'' y se muestran como opositores a él. Aparentemente parecen contemplar la necesidad de la discusión y las asambleas pero no tienen ningún problema con que el principal objetivo sea el ''sufragio universal'' (que casualmente no incluye a los inmigrantes siquiera) ni con que cualquier tipo de grupo desarrolle su actividad en su misma zona. Parecen estar extremadamente limitados y no hacen mención alguna a la clase obrera.
El texto de ''Black vs Yellow...'' es otra cosa aun no siendo claro sin estar relacionado de ninguna forma con los grupos anteriores. De nuevo más terminología sobre el rol de ''la izquierda'' que es difícil de entender, pero hay un mayor peso y reflexión tras este largo texto que intentaremos precisar. El mismo se opone claramente a las demandas de la Federación de Estudiantes por la democracia y el sufragio universal, y el autor llega a preguntar: ¿qué pasaría si se cumplieran esas demandas? La respuesta es que eso significaría poder participar en tu propia explotación mientras se dan alas a nuevas fuerzas burguesas. El texto critica al grupo ''Left21'', que expresa su compromiso con la lucha por el ''sufragio universal'' y el establecimiento de una ''democracia participativa'' decidida por el ''pueblo''. La participación en el proceso democrático es vista por ''Left21'' como una etapa, un trampolín hacia el futuro en el que la reforma democrática puede ser superado. Ya estamos acostumbrados a estos argumentos sobre la justificación del proceso democrático como un medio para alcanzar un futuro más prometedor y son tan vacuos y peligrosos en Hong Kong como en Gran Bretaña como en el resto del mundo. Y el sufragio universal y la democracia visto como el Alfa y el Omega es algo que también se usó contra el movimiento de protesta de los Indignados en España[1], en particular vía ''Democracia Real Ya'', la principal fuerza organizadora de la contra-ofensiva democrática de la burguesía. En efecto, el texto señala la realidad de las democracias de Grecia y EEUU como respuesta a aquéllos que la demandan aquí.
Otro aspecto sobre el que el autor es claro es el de los precedentes económicos de la protesta. La economía de Hong Kong, con el puerto más activo del mundo, se convirtió en un centro de servicios y re-exportaciones clave, desarrollando su economía durante los 80. Esto fue beneficioso tanto para China como Gran Bretaña hasta que la colonia fue devuelta a China en 1997. Muchas de las fábricas chinas en el continente se establecieron con capital procedente de Hong Kong, Singapur y Taiwán. Pero impulsando el malestar de los estudiantes subyacen cuestiones tales como la inflación, precios de alquiler altísimas (un promedio del 40% de los salarios), los precios de los alimentos, la desigualdad y el transporte público. Y en la cima de esta relativamente ''pudiente'' juventud de Hong Kong se sufre una desesperada competición por títulos universitarios para trabajos que dejarán de existir, y jornadas de trabajo cada vez más largas para los jóvenes trabajadores o los graduados – aquéllos lo suficientemente afortunados para estar en circulación.
El movimiento de protesta original de 2014, que también tiene el antecedente de la ''debacle inexorable'' de China, ha sido re-bautizado en Occidente como un movimiento pacifista limitado a reformas constitucionales. Pero fue iniciado por el movimiento Occupy en 2011, que, aunque pequeñas y desordenadas, hizo algunas críticas de las demandas democráticas, y muchos de los elementos procedentes de este medio estaban detrás del inicio de las actuales protestas.
El movimiento Occupy original se disolvió para finales de 2012, y en marzo de 2013, estalló una de las huelgas más amplias y largas en décadas, en la Terminal de contenedores de Kwai Tsing. El autor del artículo afirma, y no hay razón para dudar de ello, que las protestas de los estudiantes y los trabajadores, si bien no eran afines, ''fueron generadas por el mismo estancamiento económico y el creciente antagonismo de clase''.
Antes de esto el texto describe las revueltas de mediados de los 50, y los disturbios de 1967 que duraron 18 meses y fueron ''los disturbios locales más largos de la historia de la ciudad-estado''.
Hubo huelgas masivas y combates callejeros contra la policía: se bombardearon y atacaron edificios del gobierno y medios de comunicación y mientras podríamos decir que parte de esto fue inspirado por la burguesía continental que apoyaba las revueltas contra los ''fascistas'', hubo además elementos de lucha de clases. Al mismo tiempo, el ejército portugués había intervenido contra las reivindicaciones de los manifestantes apoyados por China en su colonia de Macau para luego acceder a la mayoría de sus demandas mientras la colonia caía de facto bajo el control del gobierno continental. El aspecto proletario de los alzamientos del 67-68 puede verse en la respuesta de la burguesía: tras el 68, y tras miles de detenciones y deportaciones, las autoridades británicas respondieron con sus programas de ''reforma'' de viviendas del estilo de post-guerra de la Primera y Segunda guerras mundiales, así como subiendo los salarios y expandiendo el sistema de asistencia social. Hoy sin embargo hay poco margen de maniobra a este respecto, y el autor del texto enfatiza en la nula perspectiva de futuro que el capitalismo ofrece a la juventud, la trampa de la democracia y el nacionalismo y la necesidad que tiene la lucha de extenderse.
Hay no obstante ambigüedades en el texto, y el autor, especialmente, olvida mencionar la necesidad de las asambleas, pero queda relativamente claro que la única lucha efectiva debe tanto incluir como situarse hacia la clase obrera. Queda claro en el texto que la única propensión por un desarrollo auténtico de la lucha radica en la clase obrera, y antes que nada, en su extensión a los trabajadores del continente. Y es un hecho que la mayoría de las huelgas han tenido lugar en la provincia sureña de Guangdong, adyacente a Hong Kong (aunque también es un hecho que las huelgas obreras en el continente se han extendido a todos los trabajadores e industrias del interior). El texto a su vez hace referencia la historia de las huelgas salvajes en Hong Kong, las huelgas y levantamientos de mediados de los 80, el inicio salvaje de las huelgas portuarias de 1997 y su desestabilización por el sindicato local (la Federación de Sindicatos de Hong Kong – HKFTU). En septiembre, el sindicato llamó a apoyar a los estudiantes llamando a huelga un día de fiesta nacional, y los pocos trabajadores que se unieron a las protestas estudiantiles lo hicieron a título individual.
Desde el 20 al 23 de octubre, bajo los auspicios del presidente chino Xi Jinping, los 205 miembros del Comité Central del Partido Comunista Chino celebraron un pleno dedicado a establecer ''un sistema bajo el estricto imperio de la ley'' (Reuters, 30-9-14). Bajo el reinado de 18 meses de Xi, han sido ejecutados, encarcelados, despedidos y degradados miles de cargos ''corruptos'' del partido, en una purga a gran escala y ajustes de cuentas internos. Podría significar un endurecimiento de su posición, alejándose de la política de mantener la estabilidad que hasta ahora existía. En los tiempos más recientes ha habido mucha represión de periodistas y disidentes; la censura de internet se ha intensificado y las reivindicaciones que llegan a la capital desde el medio rural, mayormente de campesinos agraviados, también se han reducido, reprimiendo a sus protagonistas, encarcelándolos o deportándolos de vuelta a sus regiones de origen. También pudimos ver los incidentes en torno a la represión directa de los trabajadores en y en torno a las huelgas de Yue Yuen a principios de año, y todo indica que la situación se volverá más volátil. Esta necesidad de confrontar la ''cuestión social'' es lo más importante para la clase dominante china ahora que la economía se ralentiza y la deuda y la burbuja inmobiliaria están alcanzando proporciones insostenibles.
La coincidencia de las protestas de Hong Kong y lo que seguramente se mostrará como un repunte del conflicto de clases en el continente, presenta a la burguesía china aún más problemas que resolver, con la represión y el ''estricto imperio de la ley'' como la única respuesta posible de su parte. Con base en Hong Kong y sus círculos legales está la así llamada ''Organización no-gubernamental'', y el ''China Labour Bulletin'' que están por el cumplimiento de la democracia y sindicatos libres para los trabajadores chinos ''a través de acciones pacíficas y legales''. El CLB ha apoyado y probablemente estaba involucrado en el fomento de las reivindicaciones de ''sufragio universal'' entre los estudiantes, y su acercamiento, en general, podría ser tan útil para la clase dominante como una invitación a la represión. Sea lo que sea que ocurra, el CLB y sus partidarios siguen perjudicando a la clase obrera con sus reivindicaciones de ''sindicatos libres y democráticos''.
El texto de ''Black vs Yellow...'' es muy claro respecto a las debilidades presentes en la protesta estudiantil y respecto a la naturaleza capitalista de las demandas por la democracia que se le impusieron. Conjetura que la protesta estudiantil tiene ''pocos caminos hacia delante y muchas rutas hacia la derrota'', y su crítica del camino democrático a la derrota, su análisis de ese ''no future'' (''sin futuro'') y de la necesidad de una extensión real a la clase obrera como el único paso adelante posible son lecciones que pueden aplicarse a todos los movimientos ''Occupy'' de todo el mundo.
Podemos decir que todo apunta a que tras el culmen del movimiento de los Indignados en España, en 2011-12, que tuvo claros vínculos con y posibilidades para la lucha de clases, y tras la profundidad alcanzada en los movimientos Occupy de Turquía y Brasil en 2012-13, el movimiento ha sido asimilado totalmente en el marco de la burguesía y sus ideologías. Tras sus comienzos en Oriente Medio y el norte de África (Túnez), la relativamente positiva naturaleza de este movimiento se expresó en Grecia, Egipto, Turquía, Brasil, Reino Unido, los Estados Unidos, Canadá y España, y ahora la dinámica internacional de este movimiento está, como poco, declinando. El movimiento Occupy de Hong Kong, como ejemplo, parece reflejar todo esto en el hecho de que las minorías del movimiento original que eran abiertamente críticas con la democracia han sido prácticamente estranguladas en las últimas protestas. La democracia, y sus hermanos gemelos el nacionalismo y el imperialismo, han llenado el vacío dejado por un movimiento cuya única posibilidad era la extensión a la clase obrera y por la clase obrera, en el sentido de darle un hálito de vida. Otra muestra del final de esta oleada es cómo la palabra ''revolución'' se ha relacionado a elementos de la ''Primavera Árabe'' y el movimiento Occupy. Una revolución es un poderoso evento que implica incalculables cantidades de obreros clasistamente conscientes actuando auto-organizadamente por su propio interés. Tan positivas como fueron algunas expresiones del Occupy, nunca llegaron a nada siquiera parecido a esto y, como mucho, sólo podían ser un elemento en pos de ello. Contrariamente a eso vemos estas ''revoluciones'', en muchos casos apoyadas por diversos anarquistas, como algo completamente burgués, nacionalista e imperialista. La ''revolución'' ucraniana en Kiev es un ejemplo a tal efecto de cómo la clase obrera fue estrangulada y movilizada hacia la guerra. Algunos anarquistas todavía insisten en la ''revolución'' siria con la que se refieren a las bandas del Ejército Libre Sirio apoyado por Estados Unidos. Y todavía hoy en el bárbaro conflicto sirio, algunos, a través de sus lupas color rosa, ven ''el mejor ejemplo de la “Primavera Árabe”, de lejos, en el movimiento de la sociedad democrática del Kurdistán sirio''. Estos entusiastas de la guerra imperialista definen la ''autonomía democrática'' de ideología nacionalista en el Kurdistán sirio como una ''revolución''.
Tales expresiones del anarquismo van en pos de oscurecer el camino a seguir para el proletariado, fundiendo la guerra imperialista, el nacionalismo y la democracia con la ''revolución''. Pero las lecciones siguen siendo las mismas para la clase obrera en cada movimiento de protesta o huelga, incluso si es sólo una pequeña minoría la que las saca a relucir: asambleas y encuentros abiertos a todos; discusiones libres (contrastando esto con las personalidades y los líderes del movimiento democrático de Hong Kong leyendo a multitudes pasivas); extensión al resto de trabajadores y autoorganización.
[1] Para un análisis de este movimiento ver nuestra hoja internacional de balance: https://es.internationalism.org/node/3349 [57]
Las movilizaciones contra la Ley de Empleo Juvenil (llamada "Ley Pulpin") constituyen una reacción saludable de indignación y rechazo contra la explotación. Los afectados directamente: los jóvenes hijos de la clase trabajadora, salieron a las calles a primera instancia: muchos de ellos salieron de forma espontanea, otros motivados por las fuerzas políticas de la oposición y otros sectores ciudadanistas de la pequeña burguesía.
Era claro para muchos (y se notó en muchas consignas y pintas) que el propósito de esta Ley era que la burguesía los iba a usar para mejorar sus ganancias precarizando cada vez más las condiciones de trabajo. Y esto se explica porque la burguesía peruana ya ha empezado a sentir los azotes de la crisis económica mundial y, ante ello, reacciona atacando las condiciones de vida de los trabajadores.
Las 5 marchas en Lima y provincias han sido un ejemplo de energía, valentía y vehemencia muy propia de los jóvenes, quienes se enfrentaron a la violencia brutal y la represión salvaje del Estado a sus perros de turno (Humala, Urresti…) y todo un ejército de infiltrados, soplones y provocadores dejando un notable saldo de apaleados y detenidos. Con todo, ha sido importante tomar la calle.
La solidaridad de la gente con los que protestaban era emocionante, muchos jóvenes heridos y bajo los efectos de los gases lacrimógenos y pestíferos salían de la movilización en busca de
aire y agua, muchas personas con botellas de agua se acercaban a mojarles los rostros y la cabeza para buscar su alivio inmediato. En el calor de las movilizaciones jóvenes preparados con mascarillas, pañuelos y vinagre apoyaban a otros jóvenes que habían acudido a la movilización poco equipados.
Algunos gremios de obreros en conflicto (Replay, Topy Top, Aventura Mall…) que coincidieron en aquellas fechas se sumaron a la movilización como si comprendieran que no se trata de la explotación juvenil solamente, sino de la explotación de una clase en su conjunto. No fue
como muchos lo intentan mostrar (prensa, radio y TV) una movilización generacional, que implicaba solo jóvenes, pues en plena movilización se podía ver mucha gente adulta, hombres y mujeres gritando y marchando contra lo que ellos pueden entender por explotación asalariada. Es evidente que los niveles de conciencia fueron muy incipientes y que a la gente le es muy difícil reconocerse como clase.
No sólo eso, costaba trabajo identificar cual es el problema real: las relaciones sociales de explotación, el capitalismo. Pero, algunos chispazos hubieron. Por ejemplo en algunos carteles que decían “abajo la esclavitud asalariada” o en consignas como “abajo la burguesía, viva el proletariado” (Bloque de jóvenes Hip Hop del Callao).
Ha pesado en el movimiento el viejo y nefasto lastre del Frentismo con la convocatoria a todas "las organizaciones populares y progresistas" por parte de los dirigentes juveniles quienes por
falta de experiencia y claridad fueron engañados, lo que derivó en el típico oportunismo de la izquierda del capital (congresistas, partidos como el frente amplio, Patria Roja, MAS Tierra y Libertad o sindicatos como el SUTEP y la CGTP) que logró subirse a la ola del movimiento para sacar réditos y de paso desviar y bloquear cualquier reflexión o debate que clarificase la conciencia de clase de los jóvenes. También han pesado en el movimiento, varios aspectos de la ideología burguesa tales como el Autonomismo (“no a las ideologías”), el izquierdismo y el sindicalismo; otro tanto sucedió con el ciudadanismo (“Trabajo digno”, “igualdad de derechos") y el nacionalismo (Se vieron banderas rojiblancas y en la primera marcha se cantó el himno nacional peruano), todo un entramado reforzado por los colectivos ciudadanistas que contaminan al movimiento con su ideología del "Capitalismo con rostro humano”. No ha habido un mayor cuestionamiento al Capitalismo como sistema y causante de la actual crisis y las medidas anti obreras en el Perú y el mundo.
Las Zonas, son agrupaciones distritales que dirigieron el movimiento. Aparte de ello, son espacios de aglutinamiento y discusión donde se puede encontrar desde gente vinculada a las organizaciones izquierdistas hasta jóvenes políticamente sanos y en búsqueda. En un primer momento dieron la sorpresa encabezando las marchas y rechazando a los partidos políticos del Capital en sus asambleas lo que sonaba interesante porque era tajante ("fuera los oportunistas"). Esas agrupaciones de trabajadores jóvenes por su cantidad y presencia salieron
espontáneamente ante la iniciativa de muchos jóvenes universitarios posicionados dentro del izquierdismo (trotskismo, anarquistas, maoístas, alternativas culturales) que discutían temas de solución inmediata y el que hacer ante la amenaza del Estado y la burguesía de precarizar sus futuras condiciones de trabajo. No es casual pues que el peso del izquierdismo sea un golpe feroz a la conciencia proletaria, lo que lleva a la mistificación democrática que
desvía y confunde (¡aún más!) a los elementos en búsqueda haciéndoles perder el camino de un cuestionamiento del capitalismo en la perspectiva de una revolución mundial.
En las reuniones de las zonas que se daban en diferentes distritos de Lima, las charlas o los mal llamados "debates”, en la práctica fueron un verdadero ejemplo de inmediatismo, de cálculo y aprovechamiento político de elementos negativos para el medio proletario (los trotskistas o el Movadef[1]) quienes no sólo suelen imponer su izquierdismo sino además una práctica de "participación" ajena a una asamblea proletaria. Por ejemplo ,cuando incitan a que
la intervención por participante sea de apenas un minuto como máximo o 30 segundos si es "demasiado tarde”, teniendo a los obreros tensos, mecanizados, llenos de confusiones debido a lo absurdo de un debate vacío, y, más aun, confundiendo la perspectiva autentica del proletariado[2]. Las zonas funcionan absolutamente como un frente, algo que ellos mismos se pregonan en sus reuniones donde se decidían acuerdos con sindicatos, ONG y demás…
El legalismo es otra de las taras del movimiento ya que en sus reuniones habituales y en los medios de comunicación los dirigentes hablan de movilizarse para "cambiar la constitución", "derogatoria de leyes anti obreras", "trabajo digno y con derechos" todo ello enmarcado en el legalismo burgués y en una perspectiva totalmente localista, alejada de cualquier enlace o solidaridad internacionalista con luchas en otras partes del mundo. En sus reuniones nunca se escucha algo referente a trabajadores que combaten contra la precarización en Europa, Asia o la propia América Latina. Las preocupaciones por lo nacional, lo local, creemos que es, por un lado, fruto del nulo conocimiento de la experiencia histórica del proletariado mundial, y por otro de la ideología nacionalista, "antiimperialista" propia del izquierdismo.
La derogatoria de la Ley Pulpin, representó una verdadera victoria del movimiento en la medida que hizo recular a la burguesía y su Estado de una de sus medidas anti-obreras. La toma de la calle y las luchas son un paso adelante que hay que reconocer. Pero hasta ahí no más. Como ya dijimos la lucha no desembocó en una reflexión sobre la naturaleza del trabajo asalariado ni del capitalismo, quedando constreñido a la coyuntura y el activismo. Prueba de ello es que los dirigentes hablan ahora de luchar por la “Nueva Ley del trabajo”, “contra la TV basura” e incluso de incursionar en el futuro en política al estilo PODEMOS[3].
Por otro lado, nunca se dio en las calles ni plazas (a pesar de lo multitudinaria composición de las marchas) la formación de Asambleas abiertas a la gente donde la reflexión fuese el eje de las luchas y sus necesidades. Todas las directivas y "lecciones" se han sacado a puerta cerrada de cada una de las organizaciones que impulsaron y dirigieron la lucha (el 18D y Las Zonas). A pesar de lo constreñida y limitada de esas reuniones en las mismas ya se han manifestado jóvenes proletarios que plantean ver e ir más allá de la coyuntura y del legalismo. Son elementos potenciales en búsqueda de una perspectiva anticapitalista que sólo le podrá ofrecer la izquierda comunista mundial para ir más allá del pantano localista y reformista.
Internacionalismo Perú, Febrero 2015
[1] MOVADEF: Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales, aparece como una organización electoral de Sendero Luminoso.
[2] Situación vista y vivida por un camarada de la CCI que participó en la asamblea de una de las zonas
Si hacemos caso a los medios de comunicación, el triunfo de Syriza en Grecia habría puesto nerviosos a los grandes poderes capitalistas. Estos “nervios” son cara a la galería y responden a maniobras en vistas a las negociaciones sobre la deuda, porque Syriza es uno de los suyos pues comparte con ellos la defensa de la nación que es la bandera a través de la cual cada capital nacional defiende sus intereses contra el proletariado y contra sus rivales imperialistas.
En su último mitin antes de ganar las elecciones, Tsipras, el líder de Syriza, lo resume muy bien: "A partir del lunes acabamos con la humillación nacional y con las órdenes del extranjero". Este programa es antagónico al del proletariado cuya meta es la formación de la comunidad humana mundial y su fuerza propulsora es el internacionalismo.
El triunfo de Syriza no es el del “pueblo” sino el de las necesidades del capital griego. Su política llevará a nuevos ataques al conjunto de los trabajadores.
Los datos que presenta la economía griega son escalofriantes. Nos limitaremos a subrayar que la renta nominal ha caído un 25% en 7 años y las exportaciones pese a la enorme reducción salarial son hoy un 12% menos que en 2007. El estado ruinoso en el que se hallan las instalaciones olímpicas construidas tras un enorme despilfarro para los juegos de 2004 constituye un símbolo elocuente.
La crisis que sufre Grecia no es, sin embargo, una crisis local producto de la mala gestión de los gobiernos que se han sucedido, sino la expresión del atolladero histórico del modo de producción capitalista sumido en una crisis que se prolonga desde 1967 –¡hace casi medio siglo!– y que ha tenido un nuevo jalón en la crisis de las subprime en 2007, el gran pánico financiero de 2008 y la recesión de 2009, lo que dio en llamarse “la Gran Recesión”.
Las medidas adoptadas por los grandes países capitalistas han logrado conjurar los efectos más peligrosos de este episodio pero no han hecho frente al problema de fondo de la sobreproducción generalizada en la que se hunde desde hace casi un siglo. La “solución” encontrada –una sobredosis aún mayor de endeudamiento tomada directamente a cargo por los Estados- está agravando la situación aunque haya supuesto un parche momentáneo.
Una de las consecuencias es que “Estados enteros se verán enfrentados de forma creciente al terrible peso de la deuda –la “deuda soberana”–, lo que debilitará su capacidad para intervenir en sus respectivas economías nacionales a través del déficit presupuestario”([1]). Esta situación se ha hecho insostenible para «aquellos países de la Eurozona cuyas economías son más frágiles o más dependientes de paliativos ficticios puestos en marcha durante el periodo previo: los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España)” ([2]).
En Grecia la deuda pública ha alcanzado el 180% del PIB, el déficit público se situaba en el 12,7% en 2013, se trata de un fardo que hunde la economía en un círculo vicioso: para pagar al menos los intereses de la deuda hay que contraer nuevas deudas e imponer a cambio medidas de austeridad draconianas que hunden aún más la economía lo que exige mayor dosis de deuda y peores medidas de austeridad.
El círculo vicioso en el que se halla atrapada la economía griega muestra el círculo vicioso en el que todo el capitalismo mundial está empotrado. Pero “esto no significa que volvamos a una situación similar a la de 1929 y los años 30. Hace 70 años la burguesía internacional se encontró completamente desprotegida frente al colapso de su economía y las políticas que aplicó, con cada país encerrándose en sí mismo, sólo consiguieron exacerbar las consecuencias de la crisis. La evolución de la situación económica las últimas cuatro décadas ha mostrado que, incluso si es claramente incapaz de evitar que el capitalismo se hunda cada vez más en su crisis, la clase dominante tiene la habilidad de ralentizar ese descenso y evitar una situación de pánico generalizado como el “Martes negro” del 24 de octubre de 1929. Existe otra razón por la que no se va a reeditar una situación similar a la de los años 30. En esa ocasión la onda expansiva de la crisis empezó desde la principal potencia, los EEUU, y de ahí se extendió a la segunda potencia, Alemania” ([3]).
Hoy, a diferencia de entonces, la burguesía –mediante un reforzamiento sistemático del capitalismo de Estado- ha logrado “organizar” de tal forma la economía mundial que los efectos de la crisis recaen con mucha más fuerza en los países más débiles y se suavizan lo más posible en los más fuertes. Alemania y Estados Unidos que fueron en 1929 el epicentro de la crisis son hoy los países mejor librados y que han logrado mejorar su posición frente a sus rivales.
Esta política permite al capitalismo en su conjunto resistir el hundimiento en la crisis pues logra concentrarse en la defensa de sus centros neurálgicos. También constituye un medio de dividir al proletariado, ya que “uno de los elementos clave en la evolución de la crisis escapa al estricto determinismo económico para trasladarse al ámbito social, al balance de fuerzas entre las dos clases principales de la sociedad: la burguesía y el proletariado” ([4]). La economía no es una máquina ciega que funciona por sí misma, las necesidades de la lucha de clases influyen en ella. Al desplazar los peores efectos de la crisis sobre países más débiles, la burguesía se da medios para dividir al proletariado.
La gestión política de la crisis a la que acabamos de aludir, hace que esta situación dramática sea vivida por los obreros griegos no tanto como producto del callejón sin salida en el que se halla el capitalismo mundial sino como la consecuencia del “bienestar” de sus hermanos en Alemania. Viceversa, la aparente prosperidad alemana dificulta a los trabajadores de ese país percibir la gravedad de la situación y los rinde vulnerables a las “explicaciones” de que las amenazas a su “privilegiada” condición vendrían de la “vagancia e irresponsabilidad” de sus hermanos griegos y, en general, de las oleadas de emigración que golpean sus puertas.
Esta “gestión política de la crisis” favorece que los proletarios de cada país vean como problemas propios de “su país” y con “solución en su país” lo que es un problema mundial que solo puede tener una solución mundial. En Grecia el desempleo ha alcanzado la intolerable cota del 27%, los trabajadores públicos –que en general gozan de un empleo para toda la vida– se han reducido de 900 mil a 656 mil; un tercio de la población se halla por debajo del umbral de la pobreza, unas 40 mil personas han abandonado las ciudades para emigrar al campo buscando a la desesperada una agricultura de subsistencia en condiciones precarias. El salario mínimo en Grecia se ha reducido en 200 € en los últimos 5 años, las pensiones pierden un 5% anual… Esto, que es una expresión extrema de una situación que en muy variados grados se desarrolla en todos los países, aparece como un fenómeno estrictamente reducido al ámbito griego causado por problemas griegos. Ello proporciona a la burguesía una espesa cortina de humo con la que cegar la comprensión de las tendencias generales que dominan el capitalismo mundial.
Syriza es un producto de la evolución del aparato político del Estado griego y, a su vez, de tendencias generales que se manifiestan en los países centrales del capitalismo. Como ha explicado miles de veces el marxismo, el Estado es un órgano exclusivo y excluyente del Capital, en sus formas más democráticas no deja de ser la dictadura de la clase dominante sobre toda la sociedad y especialmente sobre el proletariado. En la decadencia del capitalismo, el Estado se vuelve totalitario y ello se expresa en una tendencia al partido único. Sin embargo, en los países más democráticos dotados de un sofisticado juego electoral, esa tendencia se expresa en lo que se llama el “bipartidismo”. Dos partidos, uno más inclinado a la derecha y el otro más escorado a la izquierda, se turnan en el ejercicio del poder. Este esquema ha venido funcionando a la perfección en Europa, Norteamérica, etc., desde la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, con la constante agudización de la crisis y el peso de la descomposición, ha sufrido un desgaste considerable. Por un lado, la gestión de la crisis, a la que se han visto obligados los partidos “socios rivales”, les ha desprestigiado irremediablemente pues cada vez que asumían el gobierno tomaban medidas de austeridad que desmentían las promesas que hacían cuando estaban en la oposición, en la oposición dicen lo nunca hacen y en el gobierno hacen lo que nunca habían dicho.
Pero, por otra parte, la descomposición ha provocado en las filas de los dos “grandes partidos” una creciente dislocación y una irresponsabilidad cada vez más manifiesta lo que ha tenido la expresión más espectacular en una corrupción que bate todos los records y que en cada uno de sus casos siempre se supera a sí misma en codicia, cinismo y desvergüenza.
Los dos grandes partidos griegos tradicionales –Nueva Democracia en la orilla derecha y PASOK en el costado izquierdo– constituyen una ilustración especialmente caricaturesca. Para empezar –señal del arcaísmo del capital griego– son gobernados por dinastías que se suceden en el puesto de mando desde hace más de 70 años, la familia Karamanlis en la derecha y el clan Papandreu en la izquierda. Los fondos que vienen de Europa han dado lugar a una “corrupción transversal”: con asombroso descaro, los políticos de ambos partidos se han repartido a manos llenas las comisiones.
¿De dónde viene Syriza? Es una coalición, finalmente transformada en partido en 2012 ([5]), que ha ido recogiendo facciones procedentes del estalinismo y de la socialdemocracia a la que se han añadido para darle un sabor más picante grupos trotskistas, maoístas y ecologistas. El núcleo fundador viene de una importante escisión del partido estalinista KKE que ante el hundimiento de la URSS en 1989 cambió las fórmulas del “socialismo real” por otras de envoltura “democrática” adaptadas a los trajes liberales del capitalismo de Estado. El propio Tsipras ha hecho su carrera en este sindicato de ratas que abandonaron el barco del estalinismo.
Así pues, SYRIZA se parece como dos gotas de agua a otras tentativas de renovación del esquema político bipartidista que se han producido en otros países como por ejemplo Italia donde el viejo modelo –basado en la Democracia Cristiana que con apoyos socialdemócratas ejerció prácticamente de partido único durante 40 años– fue reemplazado por otro que tenía en la derecha al denostado Berlusconi y en el flanco izquierdo a la caótica coalición que tiene como columna vertebral al antiguo partido comunista reconvertido en “Partido Democrático”. No deja de ser significativo que SYRIZA haya buscado como socio de gobierno a ANEL un partido de extrema derecha.
El socio de SYRIZA, ANEL defiende frente a los emigrantes una política muy similar a la de la denostada Amanecer Dorado. Esta política de xenofobia y persecución de emigrantes presentados como intrusos que roban a los griegos sus trabajos y sus prestaciones sociales tiene dos funciones.
Por una parte, hacer caer a los trabajadores y a otras capas de la población en la ideología degradante de la búsqueda de un chivo expiatorio personificado en los negros, los árabes, los eslavos, todos los que tienen la desgracia de no ser helénicos. Pero por otro lado, obedece a un cálculo político y económico: cobrar al precio más alto el papel de gendarme que la Unión Europea ha asignado a los países (Grecia, Italia y España) que son la puerta de entrada de esa masa desesperada que huye de la miseria extrema y de la guerra. En la partida de gánsteres que se libra dentro de esa cueva de ladrones que es la Unión Europea, el nuevo gobierno griego sabe muy bien que la dureza contra los emigrantes es una provechosa baza negociadora.
La defensa de la nación es el patrimonio común de todos los partidos del capital cualquiera que sea la coloración política que adopten. Uno de los argumentos más siniestros de defensa nacional es el que comparten SYRIZA y ANEL con Amanecer Dorado: una “Grecia para los griegos”, la pretensión fanática de encerrarse en una supuesta “comunidad nacional” donde se podría vivir decentemente. Esto es una utopía reaccionaria pero es sobre todo un ataque frontal a la conciencia y la solidaridad de los obreros cuya mayor fuerza es precisamente la de formar una comunidad donde se funden y unifican seres de todas las razas, religiones o nacionalidades.
El nacionalismo y la defensa del interés del capital griego es el auténtico programa de Syriza. El programa “cara al público” es un puro banderín de enganche que se ha ido aguando a medida que se aproximaba al gobierno. Encontramos las viejas y gastadas letanías propias de la izquierda del capital. Una banca pública, reconsideración de algunas privatizaciones, un plan de empleo garantizado, algunas medidas de emergencia para paliar situaciones de pobreza extrema… y muy poco más.
Estas medidas han sido mil veces empleadas en el capitalismo y nunca han contribuido a la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. El capitalismo, incluso en sus fracciones más a la derecha, “socializa la banca” cada vez que está en peligro. De Gaulle, Hitler, Franco, y otros paladines de la derecha más extrema, crearon potentes bancos públicos. Bush cuando la crisis de 2007-2008 tomó medidas de intervención estatal de la banca hasta el extremo de que el difunto Chávez lo saludó como camarada y llegó en su delirio a compararlo con Lenin.
Respecto a la promesa de un “plan de empleo garantizado” cuya cuantía se ha ido encogiendo a medida que Syriza se acercaba al poder (de 300 mil nuevos empleos se ha pasado a prometer únicamente 15 mil) podemos ver su seriedad en la política del nuevo gobierno acerca de los funcionarios: el programa de evaluación que estableció el anterior gobierno y que suponía la pérdida de salario, el traslado a un puesto peor o incluso el pase a una “reserva laboral” que es una forma encubierta de despido, no ha sido derogado sino que “se aplicará de forma más justa”, según el nuevo ministro del ramo, quien, por su parte, ha anunciado que los salarios en el sector público seguirán congelados.
Respecto al asunto del pago de la enorme deuda griega, como auténtico jugador de póker, Syriza ha realizado un movimiento de acordeón. Para captar electores empezó con propuestas ultra-radicales. Pero en la campaña electoral fue moderando su discurso. A medida que parecía plausible su triunfo siguieron con nuevas rebajas. Ahora ya instalados en el gobierno echan aún más agua a su vino hasta dejarlo completamente descolorido. Por ejemplo, han pasado de negarse a pagar la deuda, a una quita, después a una quita parcial y finalmente proponen un canje de la deuda por bonos perpetuos y otros instrumentos de “ingeniería financiera” que se parecen bastante al plan Brady que en los años 80 instauró el gobierno norteamericano frente a la deuda en Argentina y que es bien conocido por los graves ataques que conllevó a las condiciones de vida de los trabajadores de dicho país.
El proletariado sufre en la situación actual una pérdida de identidad como clase, una fuerte ausencia de confianza en sí mismo. A esta situación de debilidad profunda que no podrá ser superada simplemente con la experiencia de una oleada de luchas, responde en el aparato político del capital la emergencia de una serie de “populismos de izquierda” que completan la labor de los “populismos de derecha”. Syriza en Grecia, Podemos en España, Die Linke en Alemania, el frente de izquierdas en Francia etc., se aprovechan de estas dificultades de nuestra clase para hablar sistemáticamente de “pueblo” y “ciudadanía”, para defender sin complejos la nación como “comunidad de todos los nacidos en la misma tierra”…
Con esta propaganda no solo se aprovechan como buitres carroñeros de las dificultades del proletariado sino que echan mucha más sal en sus heridas, crean barreras que hacen más difícil recuperar la identidad de clase, la confianza en sí mismos de los obreros. Denunciar las mentiras de estos nuevos aparatos anti-proletarios profundizando en las auténticas posiciones de nuestra clase es la tarea que nos proponemos.
G, 15-2-15
[1] Resolución sobre la situación internacional de nuestro 20º congreso internacional, Revista Internacional nº 152, /content/3965/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2013 [63]
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] SYRIZA en Grecia o PODEMOS en España se presentan como adalides de una “nueva política” que sería honesta, volcada “en los ciudadanos” y alejada de las maniobras y el politiqueo rastrero a que nos tienen habituados la casta bipartidista. Una prueba de que estas “buenas intenciones” son un engaño la tenemos que SYRIZA se registró como partido en 2012 para poder aspirar al premio de 50 diputados extra que se da en la legislación griega al partido ganador de los comicios, beneficio que no se concede si es una coalición la que obtiene la mayoría. Esto es un índice elocuente de la catadura moral de los señores de Syriza.
En Facebook ha aparecido una nota de un tal John Henry[1] que termina con la siguiente amenaza: “La próxima vez quizá la CCI tenga más razones para hacerse la víctima, pues el tal "Stan" que firma el artículo tiene que explicar en qué consistieron todas esas "amenazas" e "insinuaciones" de las que nos acusa. Le invito a que dé la cara. Y no le insinúo, sino que le advierto que en el movimiento proletario las mentiras y difamaciones pueden tener serias consecuencias relacionadas con la salud y el bienestar general”.
Decir que la CCI “quizá tenga más razones para hacerse la víctima” solamente puede interpretarse de una manera: este individuo se propone algún tipo de ataque o agresión contra nosotros. Sin embargo, la amenaza es aún más virulenta frente al compañero Stan, firmante del artículo, a quien el tal John Henry le advierte de serias consecuencias relacionadas con la salud y el bienestar general. Este eufemismo hipócrita tiene una clara traducción: quiere dañar al compañero.
Frente a estos métodos indignos queremos expresar nuestra solidaridad total con el compañero Stan, desde luego no vamos a poner la otra mejilla, vamos a defendernos y el primer paso es preguntarnos qué hay detrás de estas amenazas.
En septiembre 2014 celebramos en Madrid una reunión pública sobre el centenario de la Primera Guerra Mundial. Aparte de otros asistentes, vinieron cinco individuos a los que el Señor John Henry se refiere como “4 de las cuales se reivindicaban de la Izquierda Italiana» que “simplemente acudimos, nos sentamos y defendimos nuestras ideas”.
La forma en que “defendieron sus ideas” no era la correspondiente a un debate proletario sino más propia de los programas de telebasura donde los contertulios se interrumpen, forcejean para ver quien más grita, repiten como papagayos las mismas monsergas.
El proletariado es la primera clase social de la historia cuyas únicas armas son su conciencia, su unidad, su solidaridad y su organización, los cuales son a su vez los principios de la sociedad comunista que aspira a instaurar. En la adquisición de la conciencia el debate es fundamental. Un debate que es una búsqueda en común de la claridad, lo que exige un método, una organización de la discusión, un turno de palabra, una disciplina para respetar lo que dicen los demás y exponer argumentos y contra-argumentos, ceñirse al tema que se trata y no soltar anárquicamente la primera ocurrencia. Podríamos ver la experiencia histórica del proletariado y concretamente la de la Revolución Rusa donde hubo en los Soviets y en múltiples organismos a su alrededor gigantescos debates de masas[2]
Pero nada de esto hicieron los “amigos de John Henry”, en lugar de sumarse a un debate que se proponía ver las causas de la Primera Guerra Mundial, comprender igualmente cómo el proletariado acabó con la guerra, los métodos de lucha que empleó y los cambios que significaron respecto al periodo anterior etc., estos individuos se lanzaron a repetir machaconamente ideas que no venían a cuento sobre “la necesidad de los sindicatos de clase”, “la organización de la lucha inmediata”[3], sus únicas referencias a la cuestión de la guerra se limitaron a un par de absurdos: una que la guerra es montada por la burguesía para resolver el problema de la sobreproducción y otra que la burguesía puede llevar al proletariado al matadero guerrero cuando le dé la gana.
Se les invitó reiteradamente a aportar sobre el tema en debate a lo que respondieron que eso era “filosofía” y “labor de eruditos”, que lo que debe hacerse es “ir a la actualidad”, a “defender las luchas inmediatas”. Esta actitud tan rematadamente “práctica” revela una impaciencia inmediatista y una ceguera pragmática que está en los antípodas del método de la Izquierda Italiana de la que “4 de los cuales” dicen reclamarse.
Esto con ser un obstáculo a la clarificación no es sin embargo lo más grave. Los “4 de los cuales” se dedicaron a interrumpir a los camaradas que hablaban, con especial encarnizamiento con uno de nuestros militantes. Contamos nada menos que catorce interrupciones. El tono era agresivo y amenazante, por ejemplo, uno de ellos dirigiéndose directamente a uno de nuestros camaradas proclamó a voz en grito que “frente al terror blanco de la burguesía hay que responder con el terror rojo de la dictadura proletaria”[4].
¿Por qué tuvieron este comportamiento? Podemos apuntar dos explicaciones. La primera es que estos individuos que se reclaman de una “Izquierda Italiana” de ultratumba no cuentan en su repertorio más que cuatro fórmulas mal aprendidas que repiten como los suras del Corán. Se hable de lo que se hable, bien sea de la guerra, de la autogestión o del cultivo del aguacate, su discurso siempre es el mismo: “la necesidad de sindicatos de clase”, “la aristocracia obrera como aliado del imperialismo” y alguna otra frase por estilo. Su máximo nivel teórico consiste en repetir sin descanso que los sindicatos realmente existentes “no son sindicatos” y que hace falta construir un “verdadero sindicato”[5].
Incapaces de inscribirse en una discusión donde se argumenta, se reflexiona, condiciones necesarias para desarrollar la claridad y, por tanto, la conciencia de clase, estos individuos están convencidos de que “la letra a gritos entra” y reducen el “debate” a vociferar frases chillonas tratando de conseguir los máximos decibelios. ¡En eso consisten los “argumentos” y el “marxismo vivo” de los que habla John Henry en su libelo!
En su búsqueda de ese “marxismo vivo”, han debido leer en alguna parte que el marxismo es intransigente y combativo y esto lo han interpretado como que hay que ser arrogantes e imponer al auditorio el “terror rojo” de sus gritos altisonantes y sus interrupciones chulescas.
Frente a estas caricaturas es necesario recordar que la intransigencia y la combatividad del marxismo no tienen nada que ver con la imposición y la arrogancia. Marx en 1843 recalca que “no vamos al mundo diciéndole: he aquí la verdad ¡arrodíllate!”. “Nuestra fracción se reclama de un largo pasado político, de una tradición profunda en el movimiento italiano e internacional, de un conjunto de posiciones políticas fundamentales. Pero no pretende investirse con esos precedentes para pedir adhesiones a las soluciones que preconiza frente a la situación actual. Bien al contrario, invita a los revolucionarios a someter a la verificación de los acontecimientos las posiciones que defiende actualmente, y asimismo, las posiciones políticas contenidas en sus documentos de base”[6]. Este pasaje viene de la más clara expresión de esa Izquierda Italiana que tanto manosean los “amigos de John Henry”. En la búsqueda de los principios, el marxismo, argumenta, examina críticamente sus posiciones anteriores, busca la coherencia y la claridad…, todo lo cual está en la barricada opuesta de las fórmulas simplistas defendidas con métodos barriobajeros.
La segunda explicación que no está en contradicción con la primera y que puede sumarse a ella, es que estos individuos –más allá de la conciencia que cada uno tuviera– venían en plan comando a atacar un lugar de debate proletario donde se está haciendo un esfuerzo de discusión honesta, paciente, metódica, basada en la escucha y el respeto mutuo, condiciones necesarias para una verdadera clarificación.
Para defender un lugar de debate proletario y darse los medios teóricos –que se prolongan necesariamente en medios prácticos de defensa– tras el espectáculo bochornoso que dieron los amigos de John Henry, en una reunión posterior con simpatizantes próximos a la CCI se decidió escribir el artículo –que escribió el simpatizante Stan– antes mencionado y que aporta argumentos sobre la necesidad de la cultura del debate y la cultura de la teoría como armas imprescindibles en la lucha contra el capitalismo.
Todo esto no parece gustar a John Henry que tras la acción de sabotaje de septiembre aprovecha el artículo publicado para lanzar sus amenazas y llenar su escrito con toda clase de insultos y falsificaciones. Habla de “debate endogámico”, de que nos dedicamos a “discutir con estudiantes”, en su delirio afirma que « frente a las posturas defendidas por nosotros durante el debate, coincidían la CCI, los anarquistas y los maoístas». John Henry o bien debía estar en otro lugar o miente deliberadamente pues ninguno de los presentes se reclamó del anarquismo o del maoísmo (por otra parte nosotros estamos dispuestos a escuchar y debatir con compañeros que viniendo del campo maoísta o anarquista respeten el marco de la reunión: el tema propuesto, una forma seria y responsable de expresarse, etc.).
Es necesario elegir: o el debate proletario que requiere un esfuerzo para seguir un método organizativo, abordar pacientemente los temas hasta llegar a conclusiones, las cuales pueden incluir acuerdos pero igualmente desacuerdos o puntos que necesitan una mayor discusión. O bien, los métodos de “los amigos de John Henry” que son la moneda corriente en los grupos burgueses de todos los colores, basados en la competencia, el pugilato y las amenazas de violencia física etc.
CCI, 9-3-15
[1] Nos preguntamos por qué este individuo ha utilizado cobardemente este medio en lugar de dirigirse a la CCI para explicar abiertamente sus recriminaciones
[2] Dos libros, la Historia de la Revolución Rusa de Trotski y Diez días que estremecieron al mundo, de John Reed, nos pueden servir de referencia.
[3] Nosotros organizamos reuniones públicas sobre un tema anunciado. Si los presentes tienen otras preocupaciones se puede organizar una nueva reunión sobre lo que les interesa, de hecho, se les propuso convocar una reunión para tratar el tema sindical y el de la lucha reivindicativa.
[4]En la introducción al artículo Cultura de la teoría y cultura del debate: necesidades para la lucha contra el capitalismo (/content/4061/cultura-de-la-teoria-y-cultura-de-debate-necesidades-para-la-lucha-contra-el [66]) decimos que estos elementos actuaron «de forma agresiva interrumpiendo, amenazando, insinuando». Para ser precisos esta fue la única amenaza indirecta que hubo, las amenazas directas han venido después con el texto de John Henry.
[5] La cuestión sindical, la negación de la lucha reivindicativa por los sindicatos, la naturaleza del proletariado, la existencia o no existencia de una “aristocracia obrera”, son temas que estamos dispuestos a discutir con aquellos que estén interesados. Se puede ver nuestro folleto Los sindicatos contra la clase obrera, nuestra serie sobre el sindicalismo revolucionario (ver https://es.internationalism.org/series/218 [67] ), nuestro artículo recapitulativo Apuntes sobre la cuestión sindical (https://es.internationalism.org/node/3103 [68] ). Referente al tema de la aristocracia obrera ver La aristocracia obrera: una teoría sociológica para dividir a la clase obrera (https://es.internationalism.org/node/3199 [69] ).
[6] Bilan nº 1, noviembre 1933.
Tras haber tomado conocimiento en las páginas Web de la Tendencia Comunista Internacionalista de un comunicado datado el 12 de abril titulado “A propósito di alcune infami calunnie” (“A propósito de unas calumnias infames”), la CCI quiere aportar toda su solidaridad a este organización a sus militantes más afectados frente a los ataques de los que están sido objeto de la parte de algunos antiguos miembros de la sección en Italia de la TCI, el Partido Comunista Internacionalista.
Todos los que se reivindican de la corriente de la Izquierda Comunista o que se interesan por ella, conocen los desacuerdos que existen entre la CCI y la TCI, desacuerdos que afectan a cuestiones de análisis general (como la del curso histórico), de interpretación de la experiencia histórica (como el trabajo de la Fracción italiana entre 1928 y 1945 o sobre la fundación del Partido Comunista Internacionalista en 1943-45) o, y para nosotros es lo más importante, sobre las relaciones que deben existir hoy entre los grupos que se reclaman de la Izquierda Comunista. Nunca hemos escondido estos desacuerdos ni renunciado a denunciar vigorosamente los posicionamientos políticos de la TCI (antes BIPR) que a nuestro juicio son nefastos para el combate de la Izquierda comunista. Sin embargo esto no debe afectar, según nuestro punto de vista, a la expresión de nuestra total solidaridad hacia la TCI ni a la firmeza con la que condenamos las calumnias que esta organización y algunos de sus militantes son hoy víctimas. Es una actitud que pertenece a la tradición del movimiento obrero.
La CCI no tiene conocimiento de la identidad de los elementos que están atacando al PCInt-TCI ni de los términos exactos de sus alegaciones. Sin embargo, la CCI expresa su confianza en el comunicado publicado por esta organización y considera como verídicas las informaciones que aporta. Esta confianza se apoya sobre los hechos siguientes:
Este tipo de acusaciones debe ser combatido y denunciado con la mayor firmeza, especialmente porque introduce la sospecha dentro de la organización pero igualmente en el conjunto del medio proletariado. Por ello, la CCI afirma su disponibilidad para aportar toda su ayuda a la TCI en las modalidades que ésta juzgue útiles, con objeto de desenmascarar las calumnias lanzadas contra algunos de sus militantes y de restablecer su honor.
La CCI llama a todos los elementos y grupos que combates sinceramente por la revolución comunista, y particularmente a aquellos que se reclaman de la Izquierda Comunista (y especialmente de aquellos que se vinculan a la corriente animada por Bordiga desde 1952) a aportar su solidaridad sin reservas a la TCI frente a los sórdidos ataques de los que es víctima. Es el honor de la Izquierda Comunista de haber combatido este tipo de métodos, en los cuales el estalinismo fue un gran especialista en los momentos más negros de la contrarrevolución. Participar en el combate de la Izquierda Comunista no significa solamente defender sus posiciones políticas. Significa también denunciar los comportamientos políticos tales como los rumores, la mentira, la calumnia, el chantaje, los cuales dan la espalda a los principios del combate del proletariado por su emancipación
CCI, 17-4-2015
El pasado 8 de noviembre se celebró en Marsella una conferencia-debate con el tema "Las izquierdas radicales surgidas en la década de 1920: internacionalismo y autonomía proletaria".
Antes de informar de la reunión, vamos a hacer una serie de consideraciones sobre el ponente de la Conferencia, Philippe Bourrinet, presentado en el cartel anunciador del encuentro como "autor de diversos artículos y libros sobre el movimiento obrero revolucionario y miembro del colectivo editorial Smolny"[1]. Consideraciones necesarias para entender tanto el contenido de la presentación de Philippe Bourrinet como la discusión que la siguió.
Parafraseando a Karl Marx, en su famosa polémica contra Proudhon[2], podríamos escribir:
“Philippe Bourrinet suele ser, desdichada pero comúnmente, ignorado. Sin embargo, los que están interesados o se consideran comunistas de izquierda lo tienen por un historiador serio y honesto y, entre los historiadores, pasa por ser partidario de las ideas de la Izquierda Comunista y fino conocedor de su principal organización, la CCI, de la que todo el mundo sabe fue miembro durante más de quince años. Nosotros, como militantes de la CCI e implicados, de hecho, en el conocimiento serio y honesto de la historia (aunque no pretendemos ser historiadores), queremos salir al paso de este doble error."
Como prólogo a nuestra protesta contra la ignorancia de que es víctima Philippe Bourrinet, rememoraremos algunos episodios de su trayectoria política ya que permiten refutar muchas ideas falsas que circulan hoy a cuenta suya.
Tras una corta temporada en las filas de la organización trotskista Lutte Ouvrière, Philippe Bourrinet entró en la década de 1970 en el grupo Révolution International, que sería poco después la sección en Francia de la CCI. Como Philippe Bourrinet tenía talento para escribir y poseía amplios conocimientos, la organización le confió rápidamente la redacción de artículos para su prensa, artículos que firmó como “Chardin” (Ch). Se le incorporó también al órgano central de la CCI poco después de la fundación de ésta en 1975. Una de las razones de este nombramiento era su dominio de varios idiomas y particularmente del alemán.
Philippe Bourrinet, que había comenzado a estudiar Historia, acordó con la CCI que dedicaría la Memoria de Licenciatura al estudio de la Izquierda Comunista de Italia y que ésta se publicaría como folleto de nuestra organización. Para su trabajo, que le dio además cierta ventaja en su curso universitario, recibió apoyo total de nuestra organización; apoyo material y político, pues nuestro compañero Marc Chirik[3], que había sido miembro de la Izquierda Comunista de Italia, le proporcionó gran cantidad de documentos e información de primera mano así como valiosos consejos. Su Memoria, como estaba previsto, fue publicada poco después como libro de nuestra organización, considerado como obra de la CCI en la que están expresados sus análisis políticos y que, de la misma forma que los folletos que habíamos publicado anteriormente, no estaba firmado por nadie en particular.
Después de la publicación de ese libro, animamos a Philippe Bourrinet a que hiciese un trabajo similar, sobre la Izquierda Comunista Germano-holandesa, para su Tesis doctoral. Los primeros capítulos de este estudio fueron publicados en la Revista Internacional de la CCI[4]. Philippe Bourrinet que pudo, una vez más, apoyarse en la ayuda política y material de la CCI para este trabajo[5], defendió su Tesis en marzo de 1988. Rápidamente comenzamos un largo trabajo de formateo y maquetado de su documento que finalmente fue imprimido en noviembre de 1990, pocos meses después de que Philippe Bourrinet abandonase la CCI. Como motivo de su partida Bourrinet no manifestó ninguna divergencia política con nuestra organización; nos dijo simplemente que no deseaba seguir militando.
Dos años más tarde, recibimos en nuestro apartado de Correos, sin ninguna carta adjunta, una copia de dos documentos[7] sorprendentes: el primero, fechado el 21 de agosto de 1992, era un "Recibo de depósito por Bourrinet Philippe del manuscrito titulado La Izquierda Comunista Holandesa 1907-1950" enviado desde el “Departament du droit de auteur de la Société des gens de lettres”. El otro documento, fechado el 27 de julio de 1992, era para nosotros más sorprendente aun; era un texto, escrito a máquina, titulado "A propósito de las ediciones anónimas que, el grupo Corriente Comunista Internacional (CCI), está realizando en Francia y en otros territorios".
En este documento se podía leer: "El libro titulado La Izquierda Holandesa, firmado por "Corriente Comunista Internacional", impreso en noviembre de 1990 por la "Litografía Libero Nicola, Nápoli" y difundido después en Francia y Bélgica, ha sido escrito enteramente por Philippe Bourrinet, doctor de la Universidad de París I-Sorbona (22 de marzo de 1988)". Este pasaje es exacto pero, en ese texto, había una serie de acusaciones contra la CCI, en particular la de 'piratería', que quisimos aclarar con Philippe Bourrinet. Una delegación de la CCI se encontró con él en un café de la plaza Clichy, en París, cerca del que entonces era su domicilio. Esta delegación expuso a Philippe Bourrinet una memoria recordando la verdad de los hechos; recordatorio que él ni siquiera intentó contradecir. Al preguntarle la delegación el porqué de sus cartas, montó de repente un sonado escándalo, voceando que su nombre no figuraba en el libro sobre la Izquierda Holandesa. Requisito que él jamás antes había exigido. Nos dijo que, para el trabajo profesional que tenía a la vista, el hecho de que él apareciese como autor de este libro-documento le sería útil y deseaba que, de ahora en adelante, su nombre apareciese en las ediciones del libro. En su "aclaración", Philippe Bourrinet había lanzado ataques incalificables contra la CCI, ataques que decidimos no tenérselos en cuenta; evitando, por ejemplo, contrariar sus proyectos profesionales. Decidimos pues atender su petición pero, como la versión francesa ya estaba impresa, le dijimos que era demasiado tarde ya para modificarla; con lo que él estuvo de acuerdo. Nos comprometimos a publicar la precisión propuesta por él en las ediciones de La Izquierda Holandesa realizadas por nosotros en el futuro; es más la delegación propuso insertar un pequeño texto, que contendría los siguientes elementos, en etas ediciones:
Philippe Bourrinet aceptó esa propuesta.[8]
Para la CCI, el problema quedó por lo tanto zanjado, dejándonos de interesar qué hacía de su vida el doctor Bourrinet.[9] Esta falta de interés hacia él se debió sobre todo a que sus nuevas producciones literarias distaban mucho de tener la calidad y de despertar el interés que tuvieron sus dos escritos sobre la Izquierda Comunista de Italia y la Izquierda Germano-holandesa. Navegando por Internet, descubrimos que el doctor Bourrinet había reeditado, con su nombre, esos dos textos-documento, incluyendo algunas modificaciones en el texto original publicado por la CCI; cambios tendentes a una mayor proximidad con las posiciones del consejismo. Así, en la "Advertencia final" de esta nueva edición de la Izquierda Germano-holandesa, el doctor Bourrinet escribe: "En la presente edición se aprecia, en forma de rasgos de una ideología que está lejos de un análisis marxista riguroso del movimiento y de la teoría revolucionaria, tanto lo que fueron defectos inevitables de un trabajo realizado en un entorno académico como la militancia del autor en el grupo mencionado [la CCI]. (…) En la medida de lo posible, he intentado quitar o relativizar aquellos pasajes cargados con demasiada polémica anti-"consejista", propia del grupo por el que estaba influenciado en aquel periodo."
Este pasaje nos clarifica muchas cosas y permite extraer algunas lecciones. En primer lugar, que para el doctor Bourrinet era necesario abandonar la CCI para poder acceder por fin a “un análisis marxista riguroso del movimiento y de la teoría revolucionaria". Se le olvida decir que fue el grupo Révolution Internationale (futura sección de la CCI en Francia) el que le enseñó los principios, los fundamentos, del marxismo, cuando él acababa justamente de salirse de Lutte Ouvrière, una organización que nada tiene que ver con el marxismo, ni con el movimiento revolucionario, por mucho que ella lo reivindique. También se llevó al agua de su molino la idea, propia del "marxismo" universitario, de que se puede ser "marxista", al margen de cualquier organización política que luche por la defensa de los principios proletarios. Una idea muy cercana del rechazo, por el consejismo degenerado, de la necesaria existencia de tal organización y que explica bien por qué los "marxistas de cátedra” suelen sentirse tan afines con el consejismo. Una respuesta que puede oponerse a la visión del doctor Bourrinet nos la da el militante de la CCI… Philippe Bourrinet: “A diferencia del "consejismo" de los años 1920, a lo Rühle, o del de la década de los 1930, en Holanda, la corriente consejista actual está en ruptura con la tradición de la Izquierda Comunista, "comunistas de Consejos"; y tiene más que ver con revueltas de fracciones de la pequeña burguesía o de elementos del proletariado recelosos de cualquier organización política. El peligro consejista de mañana no surgirá de una derrota de la revolución, como fue el caso en la década de 1920 en Alemania, sino que surgirá al comienzo de la oleada revolucionaria y será un momento negativo en el proceso de toma de conciencia del proletariado [10]".
"El obrerismo convive perfectamente bien, puede decirse incluso totalmente, con el intelectualismo; y, efectivamente, en este caso se ha visto una especie de anarquismo de tipo pequeño burgués, en el sentido de que rechaza toda forma de autoridad y de organización, etc., etc.; un poco la visión del intelectual obrerista criticado por Lenin en su ¿Qué hacer?"[11]
En fin, también nos hemos enterado de que si el militante Philippe Bourrinet cometió errores en ese periodo, fue debido a que estaba “bajo influencia". ¡Eres (por una vez) muy modesto, doctor Bourrinet![12] El militante Philippe Bourrinet no satisfecho con solamente "padecer la influencia de la CCI", fue un defensor decidido y talentoso de las posiciones y análisis de esta organización en su lucha contra las derivas consejistas en su seno. Es también por esta razón por la que la CCI le confió la tarea de escribir el artículo de la Revista Internacional nº 40 con el que la CCI entablaba públicamente tal combate [13].
Tras haber revisado los dos textos: la Izquierda Italiana y la Izquierda Germano-holandesa, el doctor Bourrinet, hizo imprimir nuevas versiones en papel, poniéndolas a la venta por Internet. Obviamente, estos textos tenían algunos elementos suplementarios y menos erratas que los publicados por la CCI; es más, expresaban mejor el nuevo posicionamiento político del doctor. Bien es verdad que estos cambios tenían para él un valor considerable: mientras que la CCI vendía el libro sobre la Izquierda Holandesa por 12€, el doctor pedía 75€. Lo mismo con el de la Izquierda Italiana: de los 8€ (CCI) pasaba a 50€ (40 euros por la versión en inglés)[14]. También es verdad, hay que reconocerlo, que las versiones vendidas por el doctor tenían ¡tapas de colorines!
En una famosa carta, el 18 de marzo de 1872, a su editor francés de El Capital, Marx escribía: "Aplaudo la idea de publicar la traducción de Das Kapital en entregas periódicas. En este formato, el trabajo será más accesible a la clase obrera y, para mí, esa consideración prevalece sobre cualquier otra." Obviamente, no es esta la manera que tiene el doctor Bourrinet de ver las cosas; para él lo que "prevalece sobre cualquier otra consideración" es poder hacer con sus honorarios como hacen esos otros doctores, médicos en este caso, que cobran según la tarifa II, dos veces más elevada que las del grupo I[15], lo que les permite no sólo completar sus ingresos sino también ahuyentar de sus clínicas a pacientes obreros que “apestan” más a sudor que a dinero.
¿Es por mezquindad por lo que el doctor Bourrinet ha tasado sus obras a un precio tan exorbitante? Esto no hay que excluirlo totalmente pues el militante Philippe Bourrinet era bastante conocido en la CCI por ese rasgo de su carácter; de ahí que su tacañería provocara las bromas del camarada Marc Chirik, tesorero entonces de la Sección de la CCI en Francia. Dicho esto, es poco probable que la racanería del doctor Bourrinet, por enfermiza que sea, le haya vuelto completamente estúpido. Hasta el más tonto puede entender que hoy, a ese precio, los libros impresos bajo la responsabilidad del doctor de marras no encontrarán prácticamente comprador (incluso suponiendo que la CCI, como le reclama a gritos el doctor, deje de difundir estos escritos por su cuenta)[16]. De hecho, es muy probable que el alza vertiginosa de las tarifas del doctor sea la imagen que tiene de sí mismo y de sus obras. Liquidar a “precio de saldo" sus producciones literarias (que debe considerarlas, probablemente, como más importantes que El Capital), es minimizar su valor, lo que en la lógica burguesa más clásica y despreciable, como ya lo expresó con claridad con su demanda de ayuda la "Société des Gens de Lettres”. Si estas explicaciones no coinciden con la realidad, nosotros mismos pedimos al doctor Bourrinet que se comprometa a darnos su propia explicación. No dejaremos de publicarla; ni tampoco cualquier respuesta que quiera aportar a este artículo.
Dicho esto, añadir que la mezquindad del doctor Bourrinet y las pequeñas crispaciones salpicadas de mala fe, de las que acabamos de informar anteriormente, no son nada al lado de las calumnias que, desde 1992, lanzó contra nuestra organización; calumnias que si en aquel tiempo decidimos no publicar, es hora ya de salirles hoy al paso pues, desde marzo de 2012, están contaminando Internet. De hecho, en la página Web https://www.left-dis.nl/f/ [71] hay un enlace titulado "Una puntualización pública (París, diciembre de 1991) sobre el parasitismo 'instintivo' de la secta “CCI”. Marzo de 2012”. Haciendo clic en este enlace 11, encontramos un archivo en pdf que reproduce los documentos recibidos por la CCI en 1992 (mencionados anteriormente) y que vamos a recordar ahora.
En la "puntualización" del 27 de julio de 1992, se puede leer: “Con ocasión de la edición de su Tesis doctoral, anteriormente Memoria de Licenciatura, sobre la Izquierda Comunista Italiana (1926-1945), efectuada sin el acuerdo del autor y con aportaciones y supresiones arbitrarias por parte de este grupo, que cree ser su propietario utilizando el pretexto de que el autor firmante fue miembro de la llamada CCI, se impone hacerle al lector la puntualización siguiente: Este trabajo fue publicado anónimamente por la CCI en 1991, en francés, sin el acuerdo, sin la supervisión y sin previo aviso al autor, quien se ha visto ante el hecho consumado de una auténtica 'piratería'. [Le sigue, al pasaje citado aquí arriba, la indicación de que Philippe Bourrinet es doctor de la Universidad París-I y otro pasaje donde da aclaraciones sobre las circunstancias de la Defensa de su Tesis] Este libro es prolongación de La Izquierda Comunista Italiana 1912-1945, Tesis de Licenciatura del mismo autor (París-I-Sorbona, 1980, bajo la dirección de Jacques Droz). Esta Memoria de Licenciatura fue publicada en 1981 y 1984, anónimamente -– en francés e italiano – por el grupo CCI, con acuerdo tácito, y únicamente tácito, del autor."
Vamos a empezar con "el acuerdo tácito y únicamente tácito" que el militante Philippe Bourrinet da para que se publique la obra, sin nombre de autor, La Izquierda comunista Italiana. Pero, vamos a ver, doctor Bourrinet, farsante de tres al cuarto, ¿qué embrollo es éste? ¿Estabas o no de acuerdo con que el texto que habías escrito tú se publicase como un folleto de la CCI? ¿Fue "tácitamente" cuando platicabas, largo y tendido, con los militantes de la organización sobre la maqueta y el diseño de la cubierta de este folleto, en la que no aparece el nombre del autor? En cuanto a que si el trabajo sobre la Izquierda Germano-holandesa fue publicado sin el total acuerdo del entonces recién diplomado doctor Bourrinet, te hacemos esta otra pregunta: ¿hay o no espejo en tu casa que te permita ver hasta donde se te ha alargado la nariz después de haber escrito tal cosa? Usted es un redomado embustero, doctor Bourrinet cuando pretende haber sido "puesto ante un hecho consumado". Y la prueba de nuestra acusación nos la proporciona un artículo publicado en nuestra Revista Internacional nº 58 (3er trimestre 1989)[17], titulado "Contribución a la historia del movimiento revolucionario: historia de la izquierda Germano-Holandesa". En este artículo se puede leer: "La historia de la izquierda comunista internacional desde principios de siglo, tal como la hemos empezado ya a relatar en los folletos sobre la Izquierda Comunista de Italia, no es únicamente una labor de historiadores. Sólo desde un enfoque militante, de compromiso en el combate de la clase obrera por su emancipación, puede abordarse la historia del movimiento obrero. Este conocimiento no es para la clase obrera un problema de sabiduría sino ante todo un arma de combate para las luchas de hoy y de mañana, gracias a las lecciones del pasado.
Desde ese enfoque militante, vamos a publicar próximamente, como contribución para una historia del movimiento revolucionario, un folleto sobre la Izquierda Comunista Germano-holandesa cuya introducción publicamos aquí.” Pero ¿quién es ese militante de la CCI, el cabrito ése que justifica así, anticipadamente, el "pirateo" de la tesis del Dr. Bourrinet y que se hace cómplice de la maniobra que pone a este último "ante hechos consumados"? Pues resulta que el artículo lo firma Ch, es decir, Chardin, o sea el militante Philippe Bourrinet.
De modo que el militante Philippe Bourrinet, probablemente "bajo influencia", es quien asume públicamente y por escrito la ignominia que la CCI se prepara a cometer contra el doctor Bourrinet. Pero, en el tiempo en que Ch escribió ete artículo, ya había recibido el título de doctor en la Universidad de París-I-Sorbona. En otras palabras, uno de los principales responsables de las infamias cometidas contra el doctor Bourrinet no es otro que el doctor Bourrinet en persona. ¿Será masoquista el doctor Bourrinet? En cualquier caso sí que es un embustero absoluto; insistimos y rubricamos: un mentiroso y un calumniador despreciable.
Pero las asquerosas acciones de marzo de 2012 del doctor Bourrinet no se acaban con lo de la publicación de unos documentos que tienen más de 20 años. Este doctor necesitaba caer aún más bajo. De ahí que algunos militantes de la CCI recibieran, con fecha del 23 de marzo de 2012, una carta, certificada y con acuse de recibo, remitida por el Servicio jurídico de la Société des Gens de Lettres. He aquí lo esencial de la misiva:
"Actuamos en nombre de don Philippe Bourrinet, miembro de la Société des Gens de Lettres, en referencia a su memoria y a su tesis (...).
Nos ha sorprendido mucho saber que estas dos obras son, regularmente, objeto de reproducción no autorizada, atentando así al derecho patrimonial y moral del Señor Bourrinet.
Les rogamos pues que cesen inmediatamente la explotación de estos textos por cualquier sitio Internet donde se puedan encontrar, o por cualquier otro medio de edición de libros.
De lo contrario, el autor se reserva el derecho de actuar con todos los medios legales disponibles.”
En otras palabras, el doctor Bourrinet "se reserva el derecho" de mandar a un juez a perseguir a militantes de la CCI si ésta continúa difundiendo los libros sobre la Izquierda Italiana y la Izquierda Germano-holandesa. Lo más grotesco de esta historia es que uno de los militantes de nuestra organización que recibió esta amenazante carta es precisamente uno de los más involucrados en el apoyo material a los trabajos del militante Philippe Bourrinet; concretamente: fotocopió en la empresa donde trabajaba, arriesgándose a tener graves problemas con su patrono, a ser despedido, cientos y cientos de páginas de documentos (borradores de escritos que el doctor Bourrinet entregaba a otros militantes para que los repasaran, colecciones de diversas publicaciones de la Izquierda Comunista que le habían prestado por un tiempo, ejemplares de las presentaciones de la Memoria y de la Tesis, antes de presentarlas a la Universidad…).
Actualmente el doctor Bourrinet, con la cobardía que le caracteriza, pues se protege tras la Société des Gens de Lettres a la que fue a contarles sus patrañas, amenaza con llamar al Estado burgués para que defienda su "patrimonio" y haga respetar su "derecho moral". Y continúa reclamando su pertenencia a la Izquierda comunista y su adhesión al "riguroso análisis marxista del movimiento y de la teoría revolucionaria". ¿Qué pensarían los heroicos militantes de esta corriente si se hubieran enterado de cómo el doctor Bourrinet iba a utilizar, de manera tan vil y despreciable, la historia de su combate, escrita por el militante Philippe Bourrinet?
El doctor Bourrinet parapetado tras la barrera protectora de la ley burguesa, a la que se aferra patéticamente, pretende insensatamente atribuirse el derecho de meterle mano al patrimonio de la Izquierda Comunista, a los textos del movimiento obrero que no pertenecen a nadie y de los cuales la clase obrera y las organizaciones proletarias son los depositarios, los garantes políticos y morales. Ese filisteo cree que se puede comportar como el capitalista vulgar que protege su "patente industrial", haciendo creer que el producto de la historia universal de la clase explotada es una mercancía que se reduce a su individualidad miserable y a su 'propiedad intelectual'. Eso es pura estafa. La clase trabajadora no genera individuos militantes, sino organizaciones revolucionarias que son producto de una lucha y de una continuidad histórica. Esto ya es nos lo recuerdan los Estatutos de la AIT, de 1864: "En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras" (Artículo 7a). En el mismo espíritu y letra de esos Estatutos, las organizaciones obreras defienden los principios que son el resultado de la experiencia histórica de su clase. En este sentido, el trabajo de los militantes se inscribe en un movimiento que no es y no puede ser “de su propiedad personal”. Parece evidente que si esto lo entendió así el militante Philippe Bourrinet, el doctor Bourrinet lo ha olvidado por completo. Los estatutos de la CCI precisan muy claramente lo que en otro periodo era una evidencia moral en el campo proletario: “Cualquier militante que deja la CCI, incluso con ocasión de una escisión, restituye a la organización la totalidad de los medios materiales de ésta (dinero, material técnico, publicaciones,...)”.
Ese es el verdadero rostro del doctor Bourrinet: arrogarse un botín echando mano de la justicia burguesa por venganza personal y para satisfacer su orgullo herido. Tal transgresión del compromiso moral inicial, cuando él era un militante, no sólo es patética sino que es una conducta totalmente ajena al movimiento obrero. El enfoque legalista de este pequeño burgués, vengativo y mezquino, nunca ha sido el de la Izquierda Comunista, que este falsario ¡pretende defender! ¿Cómo calificar al doctor Bourrinet? Una profusión de términos, ninguno de ellos complaciente, nos viene a la mente. Ante tal abundancia de calificativos, no sabemos cuál elegir, de modo que preferimos decir que es "incalificable".
Pero las proezas del incalificable doctor no se detienen ahí. No le bastó con hacer todo el mal posible, con los medios más viles, a su antigua organización, la CCI, sino que necesitaba atacar también la memoria del militante que desempeñó un papel clave en la formación de ésta, nuestro camarada Marc Chirik, fallecido en diciembre de 1990.
Para ello, utiliza una nota biográfica publicada en su web que incluye, entre otras notas, las que se encuentran al final de su versión más reciente del libro de la izquierda italiana.
En la nota publicada al final del libro, se permite una puya mezquina contra Marc Chirik: “Para Jean Malaquais, su amigo de toda la vida, él encarnaba cierta imagen de 'Profeta' político”. En la página web del doctor Bourrinet la frase se alarga y es un ataque mucho más directo a la reputación de nuestro camarada: "Para Jean Malaquais, el amigo de toda su vida, Marc Chirik, encarnaba la figura arcaica de un "Profeta" político, siempre tratando de demostrar y demostrarse a sí mismo que él "no se equivocaba nunca"". Aquí se ve el estilo jesuítico del farsante doctor Bourrinet. Habla de "el amigo de toda la vida" para lograr una imagen negativa de Marc Chirik pero no precisa que, si bien Malaquais era un buen escritor y un buen polemista y compartía las posiciones de la Izquierda Comunista, no tenía sin embargo la personalidad de un militante y no había comprendido los fundamentos de la militancia revolucionaria. Por otra parte, en el tiempo en que vivió en París y donde a veces asistió a nuestras reuniones públicas, pidió entrar en la CCI pero Marc Chirik logró convencer a los demás camaradas que no se podía aceptar su candidatura porque, frecuentemente, había mostrado un arrogante desprecio hacia los militantes y hacia las actividades que realizábamos.
Esa sórdida mezquindad, en la Nota biográfica sobre Marc Chirik publicada por el doctor Bourrinet, está lejos de ser la peor. Aún peor es un añadido, en esa misma reseña, donde el doctor toma por cuenta propia las calumnias más groseras que han circulado contra nuestra organización, concretamente por parte de una banda de matones y golfantes que se denominan "Fracción interna de la CCI":
"Poco después de su muerte, en 1991-1993, el grupo de Marc Chirik fue sacudido por furiosas "guerras de diádocos" que tenían como objetivo la sucesión de los "jefes" a la cabeza de las "masas" de la CCI, de hecho ridículas batallitas libradas en el escenario de un “manicomio”.
Más adelante, el doctor Bourrinet hace hablar a los "adversarios" de nuestro camarada y de nuestra organización para verter un carretón de basura sobre aquél y ésta: "Para sus adversarios políticos, Marc Chirik seguía siendo una figura del pasado, ligada a la corriente leninista y trotskista, en sus aspectos peores, un lejano discípulo de Albert Treint que recurre, sin vacilar, a maniobras de tipo "zinovievista" y no duda, como en 1981, durante una antepenúltima escisión, en recurrir a "razias chequistas" contra los "disidentes", para "defender la organización" y "recuperar su material".
Practicando el "control monolítico" de "su" organización, Marc Chirik contribuyó a hundirla, sin posible salida, en una "psicosis paranoide". Una sombría realidad que, según muchos antiguos militantes, ha destrozado la organización "chirikiana", entre cuyas desviaciones más visibles están: la deshonestidad política erigida en imperativo categórico, las "técnicas policiales de acoso", una atmósfera cuidadosamente cultivada de paranoia ultra-sectaria utilizando hasta la saciedad la "teoría del complot", preconizando, como forma de resolver las diferencias políticas, una profilaxis de erradicación del "parasitismo" de las organizaciones "enemigas".
Finalmente:
Como puede verse, los cargos expuestos por el Dr. Bourrinet no sólo van contra Marc Chirik o la CCI de la época en la que el doctor estaba entre nosotros, sino que se refieren a periodos muy posteriores a la muerte del camarada Marc. Por ejemplo, la CCI nunca discutió sobre darwinismo, nunca publicó artículos sobre este tema en vida de Marc Chirik. Sólo será a partir de 2009, casi 20 años después de la muerte de nuestro compañero, cuando se ha abordado este tema en nuestros debates internos y en nuestra prensa. De hecho, el Dr. Bourrinet quiere "matar dos pájaros de un tiro": demoler a Marc Chirik y demoler la organización de la que éste fue fundador principal, la CCI.
Ciertamente, ese método de la amalgama de “todo vale”[18] es una ilustración concentrada del “método Bourrinet”. Para observar estrictamente las reglas del historiador, hay que seguir sus referencias en una bibliografía en la cual encontramos los orígenes de semejantes sandeces. Esta bibliografía es tan abundante en notas y detalles que asfixia las referencias de las publicaciones donde se vomitan esas calumnias. Además, es particularmente difícil, incluso para un 'especialista', el acceso a los muchos textos citados lo que hace que la mayoría de los lectores no se molesten en buscar "quién dijo qué". Y es esto precisamente lo importante. Si en una biografía de Trotski se inserta un párrafo sobre lo que dijeron de él sus "adversarios políticos" y se sabe que entre las acusaciones está la de que era "un agente de Hitler", está claro que el mero hecho de saber que esta acusación la hizo el fiscal Vyshinski, durante los "procesos de Moscú", sería suficiente para eliminar cualquier verosimilitud. Obviamente no vamos a abrumar al lector con una refutación sistemática de todas las calumnias proferidas, contra Marc Chirik y contra la CCI, en las publicaciones o artículos a las que el doctor hace referencia y divulga con complacencia. Digamos simplemente que provienen sobre todo de ex miembros de la CCI que, por diversas razones, rezuman un obstinado odio contra nuestra organización. Algunos de ellos marcados por concepciones anarquistas que les han conducido, en última instancia, a suscribirse a la fórmula "Lenin = Stalin"; otros, imbuidos del sentimiento de que la organización no les ha valorado justamente, tampoco han soportado ciertas críticas lo que les ha llevado a hacer de su orgullo herido una causa más importante que la de defender las posiciones comunistas. Otros, se distinguen por el comportamiento gansteril, paralelo a su premura para llamar a la policía cuando equipos de la CCI se presentan en su casa para recuperar el material que habían robado a la organización. Mientras que otros (o los mismos) continúan defendiendo aún al elemento turbio Chénier, excluido en 1981, que rápidamente hizo carrera en el Partido Socialista Francés, por aquel entonces en el poder.
Si el doctor Bourrinet incluye ciertas acusaciones, cuyo carácter inverosímil y delirante es obvio, probablemente no es porque piense que puede traducirse en más ganancias, por el aumento del número de lectores, sino porque le permite inculcar la idea de que “cuando el río suena agua lleva” de que “aunque lo que dice parece exagerado, algo de cierto habrá”. “¡Calumniemos, calumniemos, que algo queda!”.
Una última palabra sobre ese añadido. Entre los numerosos militantes de la Izquierda comunista de los que el doctor Bourrinet ha escrito una reseña biográfica, nuestro compañero Marc Chirik aparece como un privilegiado. Es, en efecto, el único que se haya visto favorecido por un añadido de ese tipo, el único del que puedan conocerse no sólo detalles de su vida militante, sino contra el que además se lanzan acusaciones. Y sin embargo, por razones evidentes, no hay manera de encontrar la menor referencia a todos los textos (artículos, intervenciones en foros, etc.) que niegan semejantes acusaciones. Se ve que debe ser ésa la idea bourrinetiana de lo que es un trabajo "serio" y "honrado" de historiador…[19]
Volvamos pues a la idea de que el doctor Bourrinet sería "un historiador serio y honrado". Es necesario que, como decía Marx, "protestemos" contra tal idea. El doctor, en el artículo que escribió, en 1989, para la prensa de nuestra organización, anunciando la ya próxima publicación, por la CCI, de la Izquierda Germano-holandesa, hace referencia a cierto número de historiadores serios y honrados del movimiento obrero: Franz Mehring, León Trotski, ambos militantes revolucionarios, pero también a George Haupt, el cual, en palabras del Dr. Bourrinet "a pesar de que distaba mucho de ser un revolucionario": "Vale la pena, a este respecto, citar al historiador Georges Haupt, desaparecido en 1980, conocido por la probidad de sus trabajos sobre la Segunda y la Tercera Internacionales: "Ayudándose de falsificaciones sin precedentes, pisoteando y despreciando las realidades históricas más básicas, el estalinismo ha borrado, mutilado, reformulado y rehecho el pasado metódicamente para sustituirlo por su propia interpretación, sus mitos y su autoglorificación. (…)"”.
Que la "probidad" no es lo que caracteriza al doctor Bourrinet, es lo menos que se puede decir. Como hemos visto, no vacila en proferir mentiras enormes cuando le conviene, cuando las realidades históricas contribuyen a apoyar su "autobombo".
El doctor Bourrinet, siendo militante de la CCI, pudo realizar un trabajo interesante, importante y honrado. Es posible, incluso, que algunos de los estudios que ha realizado desde entonces, aunque no sean especialmente importantes o interesantes, sí estén en conformidad con esa "probidad". Pero lo que seguro es que su probidad se desvanece cuando los temas que trata están demasiado cerca de sus odios obsesivos: el militante Marc Chirik y la Corriente Comunista Internacional. Después de todo, algunos "historiadores" estalinistas fueron capaces de realizar estudios excelentes sobre la Comuna de París, pero no se puede esperar de ellos que hiciesen lo mismo sobre la historia de los partidos "Comunistas".
Con respecto a otras ideas falsas sobre el doctor Bourrinet según las cuales él sería, por ejemplo, "un defensor de las ideas de la Izquierda comunista y un agudo conocedor de la principal organización de la misma, la CCI", lo precedente ha demostrado también que estábamos bastante lejos de la verdad. Agudos conocedores de la CCI seguro que los hay mejores: o se cree a pies juntillas las insanias delirantes de los adversarios políticos de Marc Chirik y de la CCI y entonces sus "conocimientos" son dignos de las “revistas del corazón” o de la prensa amarillista de extrema derecha, o no se lo cree, y en este caso es peor aún. En cuanto lo de la defensa de las ideas de la Izquierda Comunista, no hay nada que esperar de alguien cuya preocupación obsesiva es la defensa de… sus derechos de autor y con ella la amenaza de pedir la intervención del Estado burgués: cuando se pretende defender ciertas ideas, el requisito básico es que uno no se comporte en contradicción total con ellas. No hay nada que esperar de alguien que, devorado por el odio, cubre o deja cubrir de inmundicias a Marc Chirik, uno de los pocos militantes de la izquierda comunista (si no el único) que, a diferencia de la mayoría de otros militantes de esta corriente aferrados a sus posiciones iniciales, logró apropiarse de las aportaciones esenciales tanto de la Izquierda Italiana como de la Izquierda Germano-holandesa y defenderlas hasta su último aliento.
Para el doctor Bourrinet las ideas de la Izquierda Comunista son un simple capital, heredado de los tiempos en que era militante de dicha Corriente, que intenta, poquito a poco, hacer fructificar al servicio de su necesidad de reconocimiento social oficial (ya que no puede hacerlo para engordar su monedero).
Como última prueba de esta afirmación, vale la pena conocer la semblanza biográfica dedicada a Lafif Lakhdar, fallecido en julio de 2013, en la página web de Controverses, la cual se presenta como "Foro de la Izquierda Comunista Internacionalista", una reseña firmada por Ph. B. (o sea, el doctor Bourrinet en persona)[20]. En el encabezamiento del artículo, Lafif Lakhdar es presentado como “intelectual árabe, escritor, filósofo y racionalista, militante en Argelia, en Oriente Medio y Francia". Apodado el "Spinoza árabe"”. En el mismo artículo, nos enteramos de que: "con el filósofo Mohamed Arkoun (1928-2010), participó desde 2009 en el programa Aladino de la UNESCO, un 'programa educativo y cultural' puesto en marcha bajo el patrocinio de la UNESCO, de Jacques Chirac y Simone Veil". También nos enteramos de que "en octubre de 2004, fue coautor, con numerosos escritores árabes liberales, de un manifiesto publicado en Internet (www.elaph.com [72], www.metransparent.com [73]) pidiéndole a la ONU la creación de un tribunal internacional para perseguir a los terroristas, organizaciones o instituciones que incitan al terrorismo." Francamente, es muy difícil de entender a cuento de qué viene esa biografía en un “Foro de la izquierda comunista internacional” y por qué está escrito por alguien que dice ser de esta misma Izquierda Comunista. Como aparece en esas líneas, Lafif Lakhdar era probablemente un hombre con las mejores intenciones y a quien no faltaba cierta valentía frente a las amenazas de islamistas fanáticos, pero su actividad se sitúa completamente en el campo del mundo burgués "democrático" y en el de la defensa de las ilusiones gracias a las cuales la burguesía perpetúa su dominio. Alguien que, de cerca o de lejos, tiene que ver con la izquierda comunista se abstendría absolutamente de pedir a las Naciones Unidas, esa "cueva de ladrones" (según el término de Lenin refiriéndose a la Sociedad de Naciones), "que establezca un tribunal internacional para perseguir a los terroristas". Es como si, frente ante los atentados terroristas, se pidiera al estado burgués que reforzase su arsenal jurídico y policial[21]. Por cierto, entre las grandes obras de Lafif Lakhdar, hay una que el doctor Bourrinet no menciona (¿olvido o disimulo voluntario?): una Carta abierta, del 16 de noviembre de 2008, al nuevo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la que le sugiere “Cambiar el mundo en 100 días, sellando la reconciliación entre judíos y árabes"[22]. Esta carta contiene los siguientes pasajes:
"Resolver este conflicto, en el que se mezcla religión y política de manera explosiva, sería por su parte una grata sorpresa para los pueblos de la región y del mundo. A la que seguirá sin duda un impacto psicológico, ejemplo para todas las demás crisis, incluso la crisis financiera global.
¿Cómo lograrlo? (...)
Envíe una delegación estadounidense para la paz, poniendo a su mando al Presidente Clinton y al saliente primer ministro israelí Ehud Olmert[23], que incluya al príncipe Talal Ben-Abdul Al-Aziz, representante simbólico de la iniciativa de paz árabe y a Walid Khalid y a Shibli Talham, representantes del pueblo palestino.
Y ¿qué solución?
Primero, la aplicación de las propuestas del Sr. Clinton, que daban a los judíos lo que les faltaba desde la destrucción del Templo el 586 a. c., y a los palestinos, lo que jamás habían conocido en toda su historia: un Estado independiente. Seguidamente, la aplicación de la "recomendación", formulada por Ehud Olmert a su sucesor, que concede a los palestinos lo esencial de sus reivindicaciones..."
Y la carta concluye así:
"Presidente Barack Obama, se dice de usted que tiene poca experiencia para resolver, en los primeros cien días de su administración, un conflicto que dura ya un siglo y que ha provocado cinco guerras y dos intifadas sangrientas; demuéstrele al mundo que es un líder competente y responsable; hágale este regalo a más del 80% de la población del mundo que ha estado orando por su éxito y celebrarán su victoria". ¡Pues vaya elemento de la Izquierda Comunista con que nos hemos topado!
En el portal de Controverses, el artículo de Lafif Lakhdar, redactado por el doctor Bourrinet, está publicado en la rúbrica "Internacionalistas".
¿Quién es un internacionalista? Es alguien que no sólo denuncia el chovinismo y la barbarie guerrera sino que defiende con determinación la única perspectiva que puede poner fin a esta última: el derrocamiento del sistema capitalista por la revolución proletaria mundial. Defensa que pasa necesariamente por la denuncia intransigente de todas las ilusiones pacifistas y democráticas, de todas las fuerzas políticas de la burguesía que las vehiculan, tanto "democráticas" como "progresistas", por bien intencionadas que sean. Quien no ha comprendido esto no se sitúa ni en el campo proletario ni en el comunista sino en el terreno burgués o pequeño burgués.
Parece evidente que nuestro eminente doctor (y de igual manera, los responsables de Controverses) no sabe cuál es la diferencia entre un burgués humanista democrático y un internacionalista; es decir, un revolucionario. Y eso porque el punto de vista del doctor Bourrinet no se corresponde con el del proletariado, sino que es el de la pequeña burguesía. Es lo que se deduce de lo referido hasta aquí sobre los comportamientos del doctor desde que abandonó la CCI y que, en el artículo sobre Lafif Lakhdar, se confirma claramente.
En realidad, la búsqueda febril de reconocimiento social oficial por parte del doctor Bourrinet, la reclamación de sus "derechos de autor" ante las instituciones burguesas y de la defensa de sus "derechos patrimoniales" implicando incluso a los organismos del Estado, la mezquindad, la mala fe, el uso de la mentira, la cobardía y hasta el odio que tiene a la organización y a los militantes gracias a los cuales logró adquirir los medios necesarios para escribir sus dos libros, todos esos comportamientos del despreciable doctor Bourrinet, desde 1992, no son sólo la expresión de los rasgos de su personalidad; son también, y aún más, la expresión de su pertenencia ideológica a esa categoría social que concentra en sí misma toda esas taras, toda esa mala catadura moral, la pequeña burguesía.
Como veremos, la Conferencia-debate conducido por el doctor Bourrinet fue un claro ejemplo de lo que referimos sobre este personaje.
El doctor Bourrinet comenzó pronunciando un largo y soporífero discurso introductorio. La somnolencia que invadió a los asistencia (Mesa incluida) no era sólo consecuencia de la ausencia total de pasión en el doctor Bourrinet, sino el resultado, fundamentalmente, de un discurso sin alma, sin espíritu de lucha, lo cual sirvió a la Mesa a deducir, de todo aquel indigesto revoltijo, que: "el pasado, pasado está" y que “las cuestiones se plantean hoy de otra manera”.
Y como consecuencia lógica de eso, los participantes invocaron problemáticas “nuevas”, como “la cuestión de las prisiones”, “los precarios” y otras similares. En resumen, que el discurso del doctor Bourrinet tuvo como único efecto hacer aparecer a lo que es la tradición de la Izquierda Comunista como algo sin interés para el presente y para el futuro, como el resultado de una época caduca de la que únicamente hablan algunos libros, abandonados en las polvorientas estanterías de las bibliotecas a disposición de los investigadores universitarios.
En otras palabras, la exposición del doctor Bourrinet fue una confirmación de todo lo que su conducta anterior permitía ya constatar: desde entonces la historia de la Izquierda Comunista ha pasado a ser, para nuestro doctor, una simple disciplina académica que no tiene nada que ver con lo que escribió en otro tiempo el militante Philippe Bourrinet con el seudónimo de Chardin (Ch):
"(es) en principio y sobre todo un arma de combate [de la clase obrera] para las luchas de ahora y del futuro, por las lecciones del pasado que enseña." [24]
Pero eso no es todo. El doctor Bourrinet no se limitó a adormilar a los asistentes, también aprovechó la ocasión de su soporífera narración para meter de tapadillo una serie de falsificaciones históricas, lo que, obviamente, es coherente con su propensión a “componer” la historia a su gusto.
Describió por separado las diferentes izquierdas comunistas (de Italia, Alemania y Holanda) como si hubieran existido de manera aislada, sin ningún tipo de interacción entre ellas. ¡La verdad es muy diferente! Es cierto que en 1926, la Izquierda Italiana rechazó la propuesta de Karl Korsch, impulsor de un grupo en Alemania en torno a la revista Kommunistische Politik, de hacer una declaración conjunta de las diversas corrientes de izquierda (carta de Bordiga a Karl Korsch del 28 de octubre de 1926), pero la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia que publicó, primero, Prometeo en italiano desde 1929 y, después, Bilan en francés desde 1933, no sólo tenía la determinación de confrontar sus posiciones con las de las otras corrientes de izquierda, principalmente la Oposición de Izquierda inspirada por Trotsky y la Izquierda Germano-Holandesa, sino que incorporó algunas de las posiciones de esta última corriente; por ejemplo, el análisis de las luchas de liberación nacional que había elaborado Rosa Luxemburg, antes de 1914, en el seno de la Social democracia alemana y polaca, retomado más tarde por la Izquierda Alemana e integrado posteriormente en las posiciones de Bilan, a finales de la década de 1930.
Más fuerte aún: este “experto en izquierdas comunistas” se ha dado incluso el lujo de no mencionar una sola vez a la Izquierda Comunista de Francia (GCF). Como en las fotos trucadas de la época de Stalin, donde los presentes desaparecían a discreción en cada reescritura de la historia oficial, nuestro tribuno, al referirse a las Izquierdas, Germano-holandesa e Italiana, se "olvida" nada menos que de mencionar a ese grupo nacido al final de la IIª Guerra Mundial, en 1944. Y no es casualidad, pues la GCF (cuya publicación se llamaba Internationalisme) se distinguió precisamente por su profundo trabajo de síntesis de las principales Izquierdas de los diferentes países, en la línea recta de Bilan. Basándose en los avances teóricos de Bilan y más aún en su visión de un marxismo vivo y no dogmático, abierto a todas las expresiones proletarias a escala internacional, la GCF permitió a este pequeño grupo de la década de 1930 no hundirse en el olvido y llegar, todo lo contrario, a ser una especie de puente entre lo mejor de las tradiciones del movimiento obrero del pasado y el combate proletario del futuro. Dicho de otra forma: cuando el doctor Bourrinet borra a la GCF de la pizarra de la historia y hace desaparecer de un plumazo a Bilan, se quita de en medio la continuidad histórica entre los diferentes grupos revolucionarios y trunca la transmisión de la más valiosa experiencia de nuestros ilustres predecesores. En pocas palabras: desarma al proletariado contra el enemigo de clase.
El doctor Bourrinet hace todo esto deliberadamente. Él conoce perfectamente la existencia de la GCF y su lugar en la historia. Esto no es un descuido desafortunado o una simple falta de conocimiento, sino la voluntad de ocultar adrede una verdad histórica que le molesta: el hecho de que la GCF haya realizado una importante contribución al pensamiento de la Izquierda Comunista.
¿Por qué? La respuesta es sencilla: simplemente por odio a la CCI, que es la única organización que reivindica explícitamente a la GCF, y por odio al militante que desempeñó un papel decisivo en la formación de la CCI, o sea a quien fue el principal impulsor de la GCF, Marc Chirik.
Este odio del doctor Bourrinet lo hemos ido constatando en diversos escritos de este personaje pero, en esa misma reunión pública, lo expresó abiertamente ante todos los asistentes.
Así, cuando la delegación de la CCI, presente en la reunión, quiso interpelar el Dr. Bourrinet sobre sus falsificaciones y su defensa "de los derechos de autor", lanzó una serie de ataques histéricos, que todos los participantes pudieron constatar, contra nuestra organización: "Sois unos estafadores, terroristas; habéis obligado a muchos militantes de la CCI a dimitir, asfixiándolos"; es decir, las calumnias de los “adversarios políticos de Marc Chirik” que el doctor relata de manera "objetiva" en el bosquejo biográfico dedicado a nuestro camarada.
Hasta ahora, para difundir su veneno, nuestro doctor se parapetaba tras los organismos oficiales, artículos biográficos “retocados” o "puestas a punto" en Internet. Esta vez, tuvo la osadía de “soltarse” en público y ante cuatro militantes de la CCI.
Tal cambio de actitud merece una explicación. Como hemos visto, el doctor Bourrinet es el prototipo del pequeño burgués: cobarde, deshonesto y poco propenso a dar rienda suelta a plena luz a su mala leche, excepto cuando percibe el aliento de los rumores, cuando oye cómo se alzan los bramidos de odio contra la CCI. Es entonces cuando se apodera de él esa “intrepidez” enajenante que le impele a vomitar las peores calumnias y las más bajas amenazas en contra de nuestra organización. Entregándose así a las lógicas que han inducido durante siglos a los llamamientos a los pogromos: cada participante aporta su deplorable contribución según sus propias motivaciones, diferentes pero todas ellas deplorables y cargadas de odio. Casi siempre, esta especie de dinámica atroz la inician uno o varios agitadores, profesionales o aficionados –lo mismo da. Ahí es precisamente adonde ha ido a empantanarse nuestro doctor, el cual, tras haber leído la palabrería anti-CCI de la agencia policial denominada GIGC[25], en la que se pavonea el provocador Juan, ha tomado fuerzas y se ha hecho eco del llamamiento de esos crápulas a desencadenar el odio.
El 28 de abril de 2014, los de la GIGC[26] publican un artículo típico de la peor de las labores de agentes provocadores de la policía. Ese panfleto calumnioso, titulado “¡Una nueva (¿la última?) crisis interna en la CCI!” [27], anuncia, irónica y jubilosamente, la desaparición de la CCI... Una información que resultó ser "enormemente exagerada"[28]. No obstante, la idea, infundada, de una CCI debilitada, casi agonizante, galvaniza a todos aquellos que solo tienen una única y obsesiva esperanza: la de que estemos muertos y enterrados. Y ha sido entre esos "valientes" donde hemos encontrado al doctor Bourrinet, excitado por la idea de poder aunar su voz a los ladridos de esa jauría contra la CCI. Pero en este momento, no le bastaba el estímulo de tipo policial de la GIGC. Necesitaba la presencia física de un acólito y la protección de un "fortachón", de corta mente pero de fornidos bíceps y sobre todo dotado de la mentalidad de estar listo para actuar, con toda la villanía y bajeza necesarias, contra la CCI; el llamado Pedoncule[29], que estuvo presente en la Conferencia de Marsella para tranquilizar y motivar a nuestro doctor. El pedigrí de este individuo, personaje chulesco con presencia habitual en pendencias de todo tipo, es edificante: en cierta ocasión lanzó brutalmente a uno de nuestros camaradas contra una pared; en otra, agredió a otro miembro de la organización e intentó sacar una navaja que llevaba siempre encima. Incluso, ha amenazado a uno de nuestros compañeros con “cortarle el cuello”, con absoluta frialdad[30].
La asociación entre el doctor y el golfante (podría ser el tema de una película “al estilo francés”, con Jean-Louis Trintignant y Depardieu en el papel de protagonistas), por paradójico que sea, no es algo que nos sorprenda. El acercamiento entre la pequeña burguesía intelectual y el lumpen no es cosa de ayer y, generalmente, se unen frente al enemigo común, el proletariado revolucionario. En 1871, la mayoría de los escritores franceses (con la notable y honrosa excepción de Arthur Rimbaud, Jules Vallès y Victor Hugo) se unieron a los hampones parisinos que apoyaban a los matarifes del Gobierno de Versalles que masacraron a los combatientes de la Comuna[31]; los primeros con su pluma, los otros, en el “tajo”, con sus delatores, sus chivatos y sus asesinos. En 1919, los "honorables" dirigentes de la Socialdemocracia de Alemania exhortaron al lumpen, agrupado en los "Cuerpos francos", a asesinar a miles de obreros, así como a Rosa Luxemburg y a Karl Liebknecht, dos de las figuras más brillantes de la revolución proletaria. Hoy, el pequeño burgués Bourrinet, doctor de la Universidad París I-Sorbona, se empareja con el candidato a verdugo, el feroz Pedoncule, Es normal, está en el orden de las cosas, tienen la misma obsesión: el odio a la CCI; el mismo deseo: que desaparezca la CCI; es decir, la principal organización defensora de las posiciones de la izquierda comunista internacional.
Por nuestra parte, continuaremos difundiendo los dos libros sobre la Izquierda Comunista de Italia y la Izquierda Holandesa, le guste o no al doctor Bourrinet, y animaremos a nuestros lectores a leer estos libros, escritos por Philippe Bourrinet cuando era militante de la CCI. Libros que no han perdido su valor porque este militante, después de que la Universidad le otorgara el título de doctor, haya traicionado la causa a la que se había entregado en su juventud. Dicho esto, no renunciaremos a denunciar las infamias cometidas por este doctor, sus mentiras, sus calumnias y sus intentos destructivos, su llamamiento a las instituciones burguesas, sus amenazas a nuestros militantes y su incitación al odio. Pero puede estar tranquilo, no mandaremos a ningún comando a que le "corten el cuello". Dejemos ese tipo de propósitos a su guardaespaldas, el llamado Pedoncule.
La historia del movimiento obrero es rica en ejemplos de militantes que, después de haber defendido las posiciones revolucionarias del proletariado, cambiaron de campo capitulando ante la ideología burguesa y poniéndose al servicio de la clase dominante. Mussolini, uno de los líderes de la izquierda del Partido Socialista de Italia antes de la primera guerra mundial, se convirtió en lo que bien se conoce. Plejánov, que dio a conocer el marxismo en Rusia y que combatió vigorosamente el revisionismo de Bernstein a finales del siglo XIX, se transforma, en 1914, en un social-chovinista de primer plano. Kautsky, el "papa" del marxismo en la IIª Internacional, compañero de armas y amigo de Rosa Luxemburg hasta 1906, pone su pluma desde 1914 al servicio del ‘apoyo activo’ a la guerra imperialista y de la condena de la revolución de 1917 en Rusia, mientras continúa proclamándose formalmente marxista hasta su muerte, en 1938.
Hoy, el doctor Bourrinet continúa reivindicando formalmente la Izquierda Comunista y las posiciones de esta corriente. Pero es una estafa, como fue una estafa el "marxismo" de Kautsky. La izquierda Comunista, no es solamente posiciones políticas. Es lealtad a los principios proletarios, es el rechazo de cualquier componenda, es la voluntad de combatir por la revolución, el coraje inmenso; es decir, cualidades de las que el doctor Bourrinet carece totalmente. Sí que es necesario leer los libros sobre la Izquierda Comunista de Italia y la Izquierda Comunista Germano-holandesa, pero no como “propiedad intelectual” del doctor Bourrinet, sino con la actitud mostrada por el militante Philippe Bourrinet hace ya un cuarto de siglo: "este es el único punto de vista militante, el punto de vista del compromiso en el combate de la clase obrera para su emancipación, con el que puede ser abordada la historia del movimiento obrero" [32].
Corriente Comunista Internacional, 15/01/2015
[Publicado por Révolution International el 20 de enero de 2015]
[1] El Colectivo Smolny es una editorial especializada en la publicación de obras del movimiento obrero, en particular de la Izquierda Comunista. Sobre esto léase nuestro artículo: "Las ediciones Smolny participan en la recuperación democrática de Rosa Luxemburgo”.
[2] "El Sr. Proudhon tiene la desgracia de ser singularmente desconocido en Europa. En Francia, puede permitirse ser mal economista, porque pasa por ser un buen filósofo alemán. En Alemania, puede ser mal filósofo porque pasa por ser, entre los economistas franceses, uno de los más expertos. En nuestra calidad, a la vez de alemán y economista, hemos querido protestar contra este doble error." (K. Marx, Miseria de la filosofía).
[3] Véase nuestro artículo biográfico publicado en los nos 65 y 66 de la Revista International.
[4] Nos 45-50 y 52.
[5] Ese apoyo material incluye, entre otras cosas, una buena porción de los gastos relacionados con los documentos de investigación, incluyendo la compra de microfichas a los propietarios de los documentos; por ejemplo, al Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam.
[6] NdT: Se trata de la institución que controla los derechos de autor en Francia (como la SGAE en España, por ejemplo)
[7] Algunos de los documentos citados aquí están agrupados en “Anexos” y pueden visualizase haciendo clic en los enlaces a los que se hace referencia, en este caso el artículo “Dos documentos…”
[8] La versión en inglés sobre la Izquierda Holandesa (The Dutch and German Communist Left), publicado en 2001, contiene la advertencia siguiente: “This book, which first appeared in French in 1990, is published under the responsibility of the ICC. It was written by Philippe Bourrinet in the context of his work for his university doctorate, but it was prepared and discussed by the ICC when the author was one of its militants. For this reason it was conceived and published as the collective work of the ICC, without an author's signature and with his total agreement. Philippe Bourrinet has not been in the ICC since April 1990, and he has since published editions of this book under his own name, with the addition of certain 'corrections' linked to the evolution of his political positions. For its part, the ICC fully intends to continue its policy of publishing this book. It should be clear that our organization cannot be held responsible for any additional or divergent political positions that Philippe Bourrinet might integrate into the editions produced under his own responsibility." (Este libro, que apareció por primera vez en francés en 1990, se publica bajo la responsabilidad de la CCI. Fue escrito por Philippe Bourrinet en el contexto de su trabajo para su doctorado en la Universidad, pero fue preparado y discutido por la CCI cuando el autor era uno de sus militantes. Por esta razón fue concebido y publicado como obra colectiva de la CCI, sin firma de autor y con su acuerdo total. Philippe Bourrinet se fue de la CCI en abril de 1990, y ha sacado dos ediciones de este libro en su propio nombre, con la adición de ciertas 'correcciones' ligada a la evolución de sus posiciones políticas. Por su parte, la CCI tiene la intención de continuar con su política de publicación de este libro. Debe quedar claro que nuestra organización no se hace responsable de cualquier añadido, divergencia o posición política que Philippe Bourrinet pueda integrar en las ediciones producidas bajo su propia responsabilidad.")
[9] Para satisfacer su necesidad de reconocimiento social oficial, a´si designaremos en adelante a Philippe Bourrinet en este artículo.
[10] Actas de una Jornada de estudio realizada por la sección de la CCI en Francia, en abril de 1985, sobre el tema "El peligro del consejismo", p. 19.
[11] Ibíd. p. 32.
[12] Y podríamos añadir "hipócrita" pero eso en realidad es un hábito y no una excepción.
[13] Ver: "La función de las organizaciones revolucionarias: el peligro de consejismo".
[14] Se pueden encontrar esas indicaciones en https://left-dis.nl/f/livre.htm [74]. En caso de que este enlace esté inactivo (¡nunca se sabe!), obviamente hemos guardado un copia de la imagen de pantalla que aparecía aun el 15 de enero de 2015.
[15] [NdT] Se refiere al sistema de cobro por servicios sanitarios utilizado en Francia.
[16] la CCI decidió poner a la venta en la Web de Amazon.co.uk la versión inglesa de los dos libros La Izquierda Italiana y La Izquierda Germano-holandesa para darles una difusión más amplia. En octubre de 2009, recibimos una carta de ese sitio informándonos de que habían retirado de la venta esas obras después de recibir una carta del doctor Bourrinet en la que él no permitía su venta y que la reanudaría si nosotros llegábamos a un acuerdo con él. En la carta a Amazon del 7/10/2009, firmada "Dr. Philippe Bourrinet, historiador", se podía leer: "Mi propiedad intelectual ha sido violada por dos artículos en la Web Amazon.co.uk. Esto concierne a la comercialización en su Sitio Web de dos de mis libros (mi nombre ha desaparecido) por la que se llama "Corriente Comunista Internacional" que comete claramente actos de piratería intelectual [le sigue el título de los libros]. Estos dos libros han sido publicados (versión electrónica y papel) con mi propio nombre en mi sitio multilingüe en los Países Bajos (...) Están desde hace mucho tiempo (1989) protegidos por la ley de la propiedad intelectual. (…) Yo soy el verdadero propietario de los dos libros mencionados y el autorizado para actuar -junto con la SDGL en París- a favor de los derechos descritos anteriormente." La CCI envió una carta al Dr. Bourrinet el 24/10/2009. En esta carta escribimos: "Debemos decir que nos quedamos bastante sorprendidos, en primer lugar por el hecho de que te sintieras en la necesidad de escribir sobre este asunto a Amazon y, en segundo lugar, de que a nosotros no hayas comunicado tus intenciones de antemano. De hecho, pensamos que el problema de la «propiedad intelectual» de los dos libros sobre la Izquierda Italiana y la Izquierda Germano-holandesa ya había sido resuelto amistosamente entre nosotros, durante una reunión que tuvimos a principios de la década de 1990. (…) En cualquier caso, no deseamos que este asunto de la 'propiedad intelectual' venga a obstaculizar la difusión de dichas historias y de las ideas en ellas reflejadas. Si quieres, estamos absolutamente dispuestos a mostrar la antes citada advertencia [ver nota 5] (o la variante, que a ti te convenga), en el sitio de Amazon (también podemos incluir tu nombre, como autor) y en nuestro propio Sitio Web." No hemos recibido jamás una respuesta a esta carta. Tal vez deberíamos proponerle al doctor el pago de los derechos de autor por la venta de estos libros. Es necesario también señalar que la versión inglesa de los dos libros difundidos por el doctor Bourrinet incluye (además de las modificaciones que él ha introducido desde que se marchó de la CCI) las traducciones realizadas por los militantes de nuestra organización. Pero tranquilícese: no vamos a reclamar los derechos de traducción.
[18] NdT: nuestro texto francés dice “inventaire à la Prévert”, expresión que significa amontonamiento heteróclito de objetos sin relación entre ellos, en referencia a un poema de Prévert, poeta surrealista francés. Hemos preferido esa traducción que nos parece más evidente en castellano y nos evita usar el nombre de un poeta tan popular para referirnos a las amalgamas del Dr. Bourrinet.
[19] Estos ataques infames a la memoria de nuestro camarada Marc Chirik son verdaderamente repugnantes. Marc Chirik gozaba de una alta estima entre la mayoría de los militantes de la Izquierda Comunista del pasado a pesar de los desacuerdos que pudieran tener con él y de las críticas que se le podían hacer. La profundidad y el rigor de su pensamiento, su dedicación a la causa revolucionaria, su fuerza de carácter a la vez que la estima y el afecto que sentía por los militantes que habían sido capaces de resistir a la contrarrevolución; todos estos rasgos de su personalidad política forjaron ese respeto. Francamente, cuando leemos las infamias vertidas sobre su manera de actuar por parte de esas cucarachas que reclaman ser de la Izquierda Comunista, y todo porque su orgullo ha sido agraviado o porque su derechos de autor han sido ignorados, nos dan ganas de vomitar. Ante este tipo de campaña de denigración solo se puede pensar en aquélla de la que fue víctima Trotski desde mediados de la década de 1920, antes de su exclusión del partido bolchevique por la camarilla estalinista, una campaña vigorosamente denunciada por Bordiga, que era en aquella época, el principal dinamizador de la Izquierda Comunista Italiana, a pesar de las discrepancias que tenía con Trotski. El modelo en el que se han inspirado los que actualmente denigran a Marc Chirik es el de la cobardía o el arribismo de los secuaces serviles que se pusieron al servicio de Stalin.
[21] No es sorprendente que el doctor Bourrinet no encuentre a nadie que le censure por su trayectoria ya que es alguien que amenaza con enviar a la justicia burguesa contra militantes revolucionarios.
[23] Ehud Olmert: próximo a Ariel Sharon (el responsable de las masacres de Sabra y Chatila en septiembre de 1982), fue primer ministro de Israel desde enero de 2006 a marzo de 2009 y responsable del ataque israelí contra el Líbano, en julio de 2006, que mató a más de 1200 civiles. En septiembre de 2009, fue juzgado por "fraude", "abuso de confianza" y "ocultación de ingresos fraudulentos". En septiembre de 2012, fue sentenciado a un año de prisión condicional.
[24] Revista Internacional, nº 58, Ibíd.
[25] El llamado Grupo Internacional de la Izquierda Comunista (GIGC) nació en octubre de 2013. Procede de la fusión de dos elementos del grupo Klasbatalo de Montreal y algún otro de la que se pretendía "fracción interna" de la CCI (FICCI) excluidos de la CCI, en 2003, por sus comportamientos gansteriles.
[26] Recomendamos a nuestros lectores los artículos publicados entonces en nuestra prensa: “La defensa de la organización: Los métodos policiales de la "FICCI"”. “Las Reuniones Públicas de la CCI prohibidas a los soplones”, “Calumnias y delación: los dos abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI” y “La FICCI en acción: Mentiras y comportamiento de “matones””.
[27] Ver nuestra respuesta en: “La CCI atacada por una nueva oficina del Estado burgués”.
[28] A este ataque, tan infame como ridículo, respondimos en nuestro artículo "Conferencia Internacional extraordinaria de la CCI: la “noticia” de nuestra desaparición es un tanto exagerada".
[29] Miembro, como el Dr. Bourrinet, del Colectivo Smolny. También miembro, durante varios años, de ese grupo de soplones y granujas denominado FICCI.
[30] Léase nuestro artículo: “Défense de l’organisation: des menaces de mort contre des militants du CCI” (Révolution Internationale, nº 354, junio 2005). Y otros artículos en las prensas territoriales en www.internationalism.org [78].
[31] Ver Paul Lidsky: “Les écrivains contre la Commune”, Edit. La Découverte Poche, París, 2010.
[32] Revista Internacional, nº 58, Ibíd.
Un texto de los ex miembros de la sección de la CCI en Turquía ya está disponible en su nueva página web con el título "Sobre nuestra salida de la Corriente Comunista Internacional"
(http: //palebluejadal.tumblr.com/)
La Corriente Comunista Internacional lamenta que estos compañeros dimitieran antes de tiempo y no respondieron a nuestras repetidas peticiones para presentar sus críticas pacientemente dentro de nuestra organización de acuerdo con la tradición histórica de la Izquierda Comunista. También lamentamos que los compañeros rechazaron nuestra invitación al próximo Congreso Internacional de la CCI, el máximo órgano de nuestra organización, para presentar y tratar de convencer a sus camaradas sobre sus críticas.
Tenemos que decir claramente que, además de no tener suficiente responsabilidad para el debate político dentro de la organización y de dimitir sin la suficiente aclaración previa, el texto publicado ahora contiene un relato de los hechos que es a menudo muy diferente de la experiencia de esos eventos que tienen otros militantes de la CCI.
La CCI responderá de manera detallada a este texto dentro de unas semanas.
Seguimos insistiendo en que los ex miembros la sección en Turquía deben tener un debate serio con nosotros.
"Los conceptos de los utopistas han dominado durante mucho tiempo las ideas socialistas del siglo XIX, y en parte aún las siguen dominando hoy. Les rendían culto, hasta hace muy poco tiempo, todos los socialistas franceses e ingleses, y a ellos se debe también el incipiente comunismo alemán, incluyendo a Weitling. El socialismo es, para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta, de la razón y de la justicia, y basta con descubrirlo para que por su propia virtud conquiste el mundo. Y, como la verdad absoluta no está sujeta a condiciones de espacio ni de tiempo, ni al desarrollo histórico de la humanidad, sólo el azar puede decidir cuándo y dónde este descubrimiento ha de revelarse" (F. Engels).
El objetivo de estas notas es realizar una crítica a las consideraciones desarrolladas en el artículo aparecido en la revista N+1 (www.quinterna.org) [37] "Marcati sintomi di società futura". La revista N+1 se reivindica de la tradición de la Izquierda Comunista Italiana, y de hecho su origen deriva de una ruptura con el Partido Comunista Internacional a finales de los años 70.
Lo que más nos llama la atención de este artículo es el intento de presentar la existencia de formas de producción comunista que se pueden individualizar ya en las sociedades capitalistas actuales. En concreto argumentan:
"Producción comunista, término que puede describir las actividades productivas en general, presentes en cualquier tipo de sociedad. Y precisamente dentro de la sociedad capitalista se pueden individualizar actividades productivas llevadas a cabo por “una sociabilidad espontánea”, sin que exista el vínculo del dinero, es decir el valor. Mientras el individuo permanece ligado a los mecanismos capitalistas, el Capital genera “espontáneamente” áreas de actividad que son objetivamente su superación”.
Esta es la idea central que a lo largo del artículo van a tratar de sostener los camaradas de n+1: que el capitalismo tiende a generar por su propia dinámica áreas de producción comunista que se encuentran más allá del dinero y de sus vínculos, es decir del valor. Para ello se fundamentan sobre todo en algunos pasajes de los Grundrisse de Marx, pretendiendo que éstos digan algo que en realidad no dicen, utilizando en realidad un concepto inmediatista y empírico de lo que es el capital y el valor. El valor es una categoría social abstracta y total, que abarca (bajo el dominio del capital) todos los aspectos de la producción y la distribución. No existe por lo tanto sólo cuando aparece la mediación monetaria y el intercambio mercantil. A diferencia de lo que sostienen los autores de N+1 para los que:
"El ejemplo más impactante es el ciclo productivo en las industrias particulares: hasta que el producto no sale de los muros de la fábrica para introducirse en el mercado, él no es mercancía, sino resultado de fases productivas en el que las diferentes materias primas y las partes semi-elaboradas siguen un flujo racional de transformación, gobernadas por técnicas y procesos ausentes de intercambios de valor".
Aquí nuestros autores tienen una visión tremendamente parcial de lo que supone el valor, como si su existencia surgiese sólo a partir del intercambio mercantil, en el momento en que una mercancía sale al mercado y se intercambia con otra. Hasta entonces, hasta el momento del intercambio, parece que puede haber una espontánea sociabilidad positiva; es sólo cuando aparece el mercado cuando se pervierte la situación. En realidad el valor surge de unas relaciones sociales que separan al trabajo de los medios de reproducción de la vida, de la separación entre productores y medios de producción, que hace que el único modo de dar un carácter social a los múltiples trabajos privados sea la mediación mercantil, es decir, el valor de las mercancías que expresa una sustancia social (el trabajo abstracto) que somete con su regla común al conjunto de las múltiples actividades humanas. Estas se expresan socialmente “gracias” a la mediación abstracta del valor y del dinero como equivalente general de todas las mercancías, como mercancía entre las mercancías. De este modo el carácter social de la actividad humana encuentra un mecanismo indirecto y abstracto de expresión. Es lo contrario de lo que ocurre en otros modos de producción anteriores donde el trabajo no era separado de los medios de reproducción de la vida, y la apropiación del plus-producto social se realizaba de un modo coactivo por parte de las clases dominantes en vez de por un modo abstracto (por ejemplo, cuando los señores feudales obligaban a los campesinos a dar una parte de la cosecha como renta señorial o a pagar una renta jurisdiccional por intestar un testamento).
Esta reflexión previa es lo que explica la importancia que Marx dará al fetichismo de la mercancía. Entender la importancia de esta posición marxiana es fundamental ya que recorre con su lógica toda la crítica de la economía política marxista. No es sólo un añadido filosófico inicial, sino que es central para entender cómo funciona y domina el mundo de la mercancía, en sus categorías abstractas y esenciales, es decir válidas siempre que exista capitalismo. La mercancía y el valor invierten el sentido de la vida y de la verdad, haciendo que lo verdadero aparezca falso y a la inversa. Las relaciones sociales que los seres humanos establecemos entre nosotros nos aparecen como cosas: precios, productos que tienen de modo natural precios… Y hasta hoy ningún químico ha podido descubrir la naturaleza este precio que parece inmanente a las mercancías o al dinero. Y, a la inversa, hace de las cosas (del mercado, de los capitales)… sujetos automáticos, dotados de vida por sí mismos, pese a que, como decía Marx al inicio de El Capital, parece que las mercancías no pueden ni producirse ni venderse por sí mismas en el mercado. Esa inversión que supone el capital es bien real, es la inversión que mediatiza nuestras vidas, la cámara oculta y espontánea que permite la reproducción ampliada y global que caracteriza al capital. Una reproducción social que por lo tanto no aparece sólo en el momento del intercambio sino ya en el mismo momento de la producción. Por ello es fundamental cuestionar, como un aspecto fundamental a nivel programático, la separación entre los distintos trabajos privados, la misma categoría de empresa que es una de las categorías explicativas de la reproducción ampliada del capital.
La mercancía y el valor hay que entenderlos en el contexto global de su mediación social y no desde un punto de vista inmediatista como hacen los camaradas de N+1. El capital (como valor que se reproduce a sí mismo) no es una sumatoria de diferentes áreas parciales sino un contexto global de relaciones sociales. Eso es lo que hace que el valor no sea sólo una categoría que mide el intercambio económico entre diferentes trabajos privados sino una forma social total que permite la reproducción de las relaciones sociales burguesas, precisamente porque las cosifica, porque hace aparecer las metamorfosis de la mercancía (el dinero, el valor de cambio, el salario, el beneficio…) como formas naturales y pertenecientes si duda a los objetos concretos que portan con sí la mercancía. Por eso Marx decía que la mercancía es una realidad sensible suprasensible, ya que la sensibilidad, el trabajo concreto que conlleva consigo cualquier objeto humano, hay que añadirle una naturaleza metafísica, abstracta, le hecho de que encarna una cantidad x de trabajo abstracto.
Al respecto, los errores de N+1 no pueden ser más peligrosos y, además, se acercan con ellos a posiciones izquierdistas como las de Toni Negri y el postoperaismo italiano, tan en boga en el mundo académico burgués. Un pensamiento que además en estos autores tiene un significado inequívocamente reformista y de reivindicación de un “desarrollismo del capital” (véase por ejemplo la trilogía de Negri con Hardt: Imperio, Multitud, Commonwealth). También Negri habla de un general intellect que expresaría ya una potencia comunista que a duras penas y parasitariamente domina el capital. Sólo que más tarde se da cuenta que las cosas son más complicadas y que hay que demorar más el tiempo para que se exprese en toda su plenitud el comunismo y el general intellect de los trabajadores inmateriales. De esta manera Negri apoyará (y con el todo el área reformista de la izquierda del capital que está detrás de sus teorías de gurú) la Unión Europea y la política de Lula de Brasil, a Syriza y a Podemos… por mucho que sea críticamente.
Obviamente los camaradas de N+1 se encuentran muy alejados de esta perspectiva, pero su lógica teórica es la misma en las premisas. También para ellos:
"Hoy podemos demostrar que el capitalismo ha muerto, asesinado en la sustancia por el emerger de la sociedad nueva y superviviente como fantasma de sí mismo únicamente gracias a la potencia ideológica y militar de la clase que lo representa".
Es decir el capitalismo, nada más ni nada menos, ha muerto y no nos hemos dado cuenta aún. Quizá sea porque sobrevive meramente como fantasma de sí mismo, o sea de modo parasitario (como decía el mismo Negri). Sólo sobrevive coactivamente a través de la fuerza de las armas y una potencia ideológica que suponemos exterior al mundo de la mercancía. Y, sin embargo, los fundamentos del dominio del valor y del capital son, desgraciadamente, bastante más complejos como el mismo Marx nos ayudó a entender. El capital no es un mero fantasma de sí mismo sino que seguimos aún sometidos a su monstruoso abrazo propio de una bestia sin alma.
La fuerza de trabajo en el capitalismo no sólo es una expresión del fetichismo de la mercancía, en primer lugar es producida de una determinada manera: de un modo asociado. El trabajo asociado, si deviene consciente, tiene la capacidad y la potencialidad de negar la cosificación y la reificación que envuelven las relaciones sociales bajo el capitalismo. Esta es la potencialidad oculta bajo las relaciones sociales capitalistas y que puede disolver la reificación y opresión del capital afirmando el comunismo, o sea la comunidad humana universal, a través de un movimiento unitario, auto consciente, subjetivo que se convierta en una fuerza material que niegue el capital y sus categorías, que afirme la riqueza humana de un modo directo y sin la mediación del valor (tras un período previo de transición hacia el comunismo). Es en este sentido que el proletariado es el sujeto histórico político que personaliza "esa oposición histórica a la vez que también es la fuerza social humana que la realiza"[1]. ¿Cómo? A través de la orientación que da a sus luchas, no como mera categoría social, como capital variable, no solamente para mejorar sus condiciones de vida dentro del sistema capitalista, sino en su oposición al orden social existente.
Como vemos el capitalismo funciona bajo dos principios que son antagónicos: la asociación y la mercancía. Esta última es automática, funciona por sí misma, enajena y cosifica las relaciones sociales… El trabajo asociado implica la potencialidad de la liberación del trabajo asalariado y de la mercancía, pero para ello conlleva unos principios y fundamentos radicalmente diferentes y de tipo subjetivo: identidad, debate, confianza y solidaridad, conciencia, desarrollo de una moral y una ética comunista… Esta complejidad de la posibilidad del comunismo es completamente descartada por los camaradas de N+1 para los que la propia dinámica del capital, prácticamente ya en sí misma, libera áreas de comunismo (bajo el dominio del capital). Llegando incluso a afirmar que:
"En la escuela pública obligatoria, y en una cierta medida también en los niveles sucesivos que es sostenida por el Estado y que el ciudadano usufructo gratuita. No habiendo producción de plusvalor (como si sucede en la escuela privada), en ella rige la actividad improductiva, por lo tanto la gratuidad es real" (¡!).
A estos desastres llega este texto, más allá de lo incorrecto en la utilización de las categorías de trabajo productivo e improductivo, lo que más llama la atención es los tremendos equívocos a los que lleva concebir que puede haber formas “de comunismo” por la gratuidad que expresan la educación y la sanidad. Todo este equívoco desciende como decíamos al principio que se concibe el capitalismo y la mercancía de un modo empírico e inmediatista y no como una categoría social total, que trasciende (por su misma condición alienante y fetichista) los trabajos (productivos o improductivos) inmediatos.
De este modo llegan incluso a la conclusión (que da título a estas notas) de que debido al desarrollo de las fuerzas productivas a la que ha coadyuvado el capital, con el desarrollo masivo de un trabajo inmaterial e intelectual que se expresa (no sólo en la educación y en la sanidad) a través de la tercera revolución tecnológica, con las nuevas tecnologías y el desarrollo de internet. Unas nuevas tecnologías que ya no necesitarían una mediación monetaria y mercantil, con lo que serían ya una expresión de síntomas de sociedad comunista, de cibercomunismo, bajo el capitalismo. Así llegan a decir:
"No es extraño, es inevitable: la sociedad capitalista pone a disposición soluciones en el mismo momento en que trata desesperadamente de neutralizarlas. El comunismo está en marcha y no puede ser detenido”.
El comunismo no sólo es sintomático bajo la sociedad comunista sino que es imparable. ¡Qué buena noticia! Sólo hay que pararse a esperar o empezar a trabajar como hacker, que suponemos encarna, cual trabajo inmaterial y general intellect, a un nuevo proletariado. Lástima que sea todo falso. Además porque a la fuerza habitual de la mercancía y su fetichismo (sin olvidar el papel material e ideológico del Estado) hay que añadir los efectos tremendamente negativos que conlleva la descomposición de las relaciones sociales en la fase actual del capitalismo[2].
Mientras exista el valor y capitalismo no habrá comunismo. La posibilidad de expresarse de éste surge de una revolución que destruya las condiciones políticas de reproducción del capital, iniciando el desarrollo de una transición hacia el comunismo, la comunidad humana universal. Pero dentro del capitalismo no hay (a diferencia de lo que ocurrió en otras sociedades del pasado donde las relaciones burguesas se incubaron dentro del feudalismo) posibilidad de despliegue económico de síntomas de producción comunista. Este es el gran y tremendo error de los camaradas de N+1. Otra cosa es lo que dice Marx en los Grundrisse y que además es armónico con una concepción de la decadencia del capitalismo. Marx, en efecto, en el fragmento de las máquinas de los Grundrisse explicará que en la medida que se desarrolle el capitalismo el valor contenido en cada mercancía tiende a reducirse (por el aumento del plusvalor relativo frente al absoluto), lo que provocará que con el desarrollo de la tecnología las máquinas tiendan progresivamente a reducir el trabajo humano. Eso es lo que dice Marx en los Grundrisse, o sea que hay una contradicción agónica entre el valor y las potencialidades de expresión de la riqueza humana, entre las relaciones sociales de producción burguesa y las fuerzas productivas. Pero esa contradicción conlleva una lucha radical y consciente del proletariado para destruir el valor y el capital. El valor no desaparecerá por sí mismo. Y no, no es posible expresión de comunismo en un solo país y mucho menos en algunas actividades productivas aisladas como parecen deducir los camaradas de N+1.
Esta apología de un supuesto cibercomunismo es explicada por los camaradas de N+1 a través de varios ejemplos, pero aquí vamos a centrarnos en el que es su ejemplo central y su “prueba” irrefutable de que el comunismo está emergiendo en el seno del propio modo de producción capitalista: el Venus Project.
Cómo se presenta
Aunque nada puede ser juzgado por la consciencia que tiene de sí mismo, veamos en primer lugar cómo se nos presentan estos nuevos reformadores de la humanidad.
"El Venus Project es una organización que propone un plan factible de acción para el cambio social, uno que trabaje hacia una civilización pacífica y sostenible. Delinea una alternativa hacia la que ir donde los derechos humanos no sean ya más proclamas en papel sino un modo de vida.
"Operamos en un centro de investigación de 21,5 acres localizado en Venus, Florida.
(…) En el presente nos quedan muy pocas alternativas. Las respuestas de ayer ya no son relevantes. O continuamos como hemos estado con costumbres sociales y hábitos de pensamiento obsoletos, en cuyo caso nuestro futuro estará en peligro, o podemos aplicar un nuevo conjunto de valores que sean relevantes para una sociedad emergente.
La experiencia nos dice que el comportamiento humano puede ser modificado, tanto hacia una actividad constructiva como destructiva. De esto es de lo que se trata el Venus Project: de dirigir nuestra tecnología y nuestros recursos hacia lo positivo., para el máximo beneficio de la gente y del planeta, y de buscar nuevas formas de pensar y de vivir que celebren y enfaticen el vasto potencial del espíritu humano. Tenemos las herramientas a mano para diseñar y construir un futuro que sea digno del potencial humano. El Venus Project presenta una nueva y clara dirección para la humanidad que implica nada menos que el rediseño total de nuestra cultura"[3].
Los compañeros de N+1 implican que en el Venus Project no opera (o no operaría) la Ley del Valor. Veamos en qué pueden fundamentar una cosa así:
«Dicho de manera simple, una Economía Basada en Recursos utiliza los recursos existentes, en lugar del dinero, para proporcionar un método equitativo de distribución de la manera más humana y eficiente posible. Es un sistema en el cual todos los bienes y servicios están disponibles para todos sin la utilización de dinero, crédito, trueque, o cualquier otra forma de deuda o servidumbre.
"Para entender mejor una Economía Basada en Recursos, considere esto: si todo el dinero del mundo desapareciera de la noche a la mañana, siempre que el suelo fértil, las fábricas, el personal y otros recursos quedasen intactos, podríamos construir lo que necesitáramos para cubrir la mayoría de las necesidades humanas. No es dinero lo que la gente requiere, sino libre acceso a la mayoría de lo que necesita, sin tener que preocuparse por la seguridad financiera o tener que apelar a la burocracia gubernamental. En una Economía Basada en Recursos, el dinero se volverá irrelevante"[4].
Ahora vayamos por partes. En primer lugar, llama la atención que el Venus Project se proponga hacer de los derechos humanos un modo de vida y al mismo tiempo diga estar por la abolición de varios de estos “derechos humanos” (que no es otra cosa que el nombre eufemístico para el derecho individual burgués). Por ejemplo, quieren "reconocer los recursos mundiales como patrimonio común de todos los habitantes de la Tierra"[5] y al mismo tiempo seguir respetando que "toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente"[6]. ¿Cómo pretenden entonces que los medios de producción pasen a ser “patrimonio común de todos los habitantes de la tierra”? ¿Pretenden convencer a la burguesía de que se los ceda de buen corazón al proletariado? Evidentemente, esta gente no sabe nada de lucha de clases.
También llama la atención el que, mucho antes de hablar de la propiedad colectiva de los “recursos de la Tierra” (formulación ambigua que no deja clara si incluye a los medios de producción o no) hagan un llamado a “aplicar un nuevo conjunto de valores que sean relevantes para una sociedad emergente”. Así pues, lo fundamental para ellos son los “valores” que transformarán la sociedad; aquí tenemos una visión puramente idealista del desarrollo histórico con la que honestamente esperamos que no estén de acuerdo los compañeros de N+1.
Al final, después de sus encarecidas peticiones a la humanidad para que “cambien de valores”, por fin hablan de economía. La economía que describen es una economía comunista, cierto, pero su forma de plantear la cuestión es profundamente errónea. ¿Qué es eso de “si todo el dinero desapareciese de la noche a la mañana...”? El dinero es sólo un elemento, un eslabón, de la relación social a la que llamamos capital, que tiene como base la producción de mercancías y su realización en el mercado como forma de acumular plusproducto, de acumularse a sí mismo. La mercancía es el producto producido en una situación de separación entre productor y medio de producción para su intercambio. El dinero es una consecuencia de la producción mercantil y no al revés, por eso NO va a desaparecer de la noche a la mañana. Simplemente plantear la cuestión en esos términos es un absurdo y denota el escaso entendimiento que tiene esta gente del Venus Project, o quizás la confusión que quieren transmitir a sus lectores. Difícil de saber.
Ahora bien, ya hemos hablado suficiente de lo que dice ser el Venus Project, ahora miremos a ver qué es en realidad.
El Venus Project en la práctica
El Venus Project fue fundado por Jacque Fresco, un ingeniero americano antimarxista desde su juventud[7] y que colaboró con el bando imperialista americano durante la II Guerra Mundial[8], si bien es cierto que no por mucho tiempo. Siempre estuvo interesado por cómo los “valores” pueden hacer cambiar a la gente para bien o para mal y, en base a esta visión idealista, llegó incluso a ingresar en el Ku Klux Klan y en otra organización supremacista blanca para intentar cambiar su ideología racista y violenta[9].
El Venus Project consta, tal y como dicen, de una pequeña ciudad (aunque más bien valdría decir pueblo) experimental en el pueblo de Venus, con varios edificios de arquitectura futurista. Trata de prepararse para ser en el futuro la “ciudad experimental de investigación”[10], pero de esto hablaremos más adelante. Actualmente ni tan siquiera ellos pretenden haber superado la ley del valor allí (lo que en su vocabulario sería haber conseguido una “Economía Basada en Recursos”), es más, actualmente a lo que se dedican es a producir mercancías para financiar sus gastos (que suponemos serán ingentes, nadie mantiene una ciudad absurda en medio de la nada por poco dinero) y, ¡qué ironía!, para avanzar hacia esa supuesta sociedad futura “distinta de cualquier otra sociedad”[11]. Veamos.
Nada más entrar en su web oficial, www.thevenusproject.com [81] nos encontramos con una tienda[12], donde tenemos la inmensa suerte de no sólo poder comprar sus documentales completos (de ellos hablaremos más adelante) y sus audiolibros sobre el Venus Project, sino también camisetas, fundas para smartphones, gorras, llaveros, pines, delantales... todas ellas mercancías estampadas con la V victoriosa de la futura sociedad donde tenemos que creer que “el dinero desaparecerá de la noche a la mañana” y “los recursos serán propiedad de toda la humanidad” porque así se ha decidido en este pueblecito tan tecnológico.
Tampoco faltan los anuncios de sus patrocinadores; King Products, CNP Integrations, Osmora y Aqualibrium[13] por mencionar algunas de ellas. ¿Hemos de suponer que estas empresas son de capitales que buscan su propia desaparición, y de burgueses de buen corazón que buscan el triunfo histórico del proletariado y la derrota de su propia clase? Una mente crédula puede permitirse algo así, pero no los camaradas de N+1, que se reivindican de la tradición de la izquierda comunista, una tradición que siempre ha sido intransigente con los enemigos de clase y sus mascaradas.
Pero no, parece que los camaradas de N+1 se han tragado cebo, anzuelo y sedal. Esto es lo que dicen respecto a la “comunidad del Venus Project”:
"Con el pasar del tiempo, la comunidad Venus se ha precisado asumiendo cada vez más las características de un partido militante. De hecho rechaza el comunismo proyectado (y además precisa de modo minucioso sus caracteres); rechaza la teoría revolucionaria madurada en las revoluciones precedentes y que llegó a representar bien el próximo futuro , pero su pragmatismo total es de por sí una teoría que facilita: “el movimiento real que abole el estado de cosas presentes”; nace sobre bases específicamente americanas, pero inserta en su programa el concepto internacionalista de “patrimonio común a toda la humanidad” referido a los descubrimientos, a las innovaciones y a todos los productos del cerebro social".
¡O sea que, según los compañeros, el Venus Project sería, ni más ni menos, que el embrión del Partido revolucionario del proletariado!
Dicen que el Venus Project rechaza el comunismo. Eso es bien cierto, pero no sólo lo rechazan sino que lo malinterpretan y hacen de voceros de la burguesía en su campaña de identificación del comunismo con el estalinismo. Veamos:
"Comparar al comunismo con una economía basada en recursos o con el Proyecto Venus es erróneo. El comunismo usa dinero, bancos, ejército, policía, prisiones, personajes carismáticos, estratificación social y es dirigido por líderes electos. El objetivo del Proyecto Venus es superar la necesidad de usar dinero. La policía, las prisiones y el ejército ya no serían necesarios cuando los bienes, los servicios, la atención médica y la educación estén disponibles para toda la gente. El proyecto Venus remplazaría a los políticos con una sociedad cibernetizada donde todas las entidades físicas sean gestionadas y operadas por sistemas computarizados. La única área en la que las computadoras no operarán, es en la vigilancia de los seres humanos. Esto sería completamente innecesario y considerado socialmente ofensivo. Una sociedad que usa la tecnología sin preocupación por lo humano no tiene bases para sobrevivir. El comunismo no tiene un plan o un método para llevar a cabo sus ideales y, al igual que el fascismo, el capitalismo y el socialismo, todos pasarán a la historia como experimentos sociales fallidos"[14].
Dan ganas de pedir perdón a los compañeros por hacerles leer algo así. Al leer que “el comunismo usa dinero, bancos, ejército, policía, prisiones, personajes carismáticos, estratificación social y es dirigido por líderes electos” dan ganas de recordar las palabras de Marx: "En la fase superior de la sociedad comunista cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, por
tanto, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad de la vida; cuando, con
el desarrollo múltiple de los individuos, crezcan también las fuerzas productivas y fluyan con todo su caudal los manantiales de la riqueza colectiva; sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas 'de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus
necesidades"[15].
Así como del programa del KAPD:
"El desarme de la burguesía, de toda la policía, todos los funcionarios (...)”
“Disolución de todos los parlamentos y de todas las cámaras municipales.”
“Formación de consejos obreros como órganos legislativos y ejecutivos de poder. Elección de un consejo central de delegados de los consejos obreros de Alemania.”
“Reunión de un congreso de los consejos alemanes como suprema autoridad política de los consejos de Alemania” “Expropiación por la república de consejos de todos los bancos (...)".
En fin, dudamos que sean necesarias más aclaraciones. Lo que sí que está claro es que el Venus Project equipara comunismo con estalinismo, contribuyendo así a la gran mentira que pesa sobre los hombros de la clase obrera desde hace casi un siglo y aportando un granito de arena más (otro) para la contrarrevolución. ¿De verdad es esto, compañeros de N+1, el futuro Partido del proletariado?
Hablan también de pragmatismo total. Vamos a echar un vistazo al programa de este “partido militante” (que ellos llaman el Plan) para acabar de desmontar una vez por todas el mito que ha calado en las cabezas de los compañeros de N+1 de que el Venus Project forma parte del “movimiento que abole el estado de cosas presente”.
El Plan del Venus Project
"Primera Fase
"La primera fase de los planes a largo plazo del Proyecto Venus ya está en marcha. Jacque Fresco (…) han construido un centro de investigaciones de 25 acres en Venus, Florida para ayudar a presentar la propuesta del Proyecto Venus. Cuatro DVDs, folletos y el libro "Lo Mejor Que El Dinero No Puede Comprar: más allá de la política, la pobreza y la guerra", han sido creados para dar a conocer este proyecto y sus propuestas. Se han construido cientos de maquetas futuristas, además de animaciones por ordenador e interpretaciones para ayudar a visualizar este futuro alcanzable»[16].
Y se mencionan dos documentales más. Muy novedoso todo.
"Segunda Fase
"La fase dos consiste en la producción de un largometraje que exponga cómo funcionaría un mundo que abrazara las propuestas presentadas por el Proyecto Venus. Esta película proporcionaría una visión positiva de una sociedad pacífica en la cual todos los seres humanos forman una familia global en el planeta Tierra. Una civilización donde todas las personas se involucran en la búsqueda de un mejor entendimiento del mundo que comparten. Esta película ha sido diseñada para ser una experiencia entretenida y educativa para niños y adultos. También proporciona una metodología para solucionar las diferencias entre las naciones"[17].
O sea que la fase dos, aún no alcanzada (!) es hacer una película de corte pacifista burgués donde, lejos de exponerse una visión internacionalista (tal como decían los compañeros de N+1) se habla de "resolver las diferencias entre las naciones". Merkel, Obama, Xi Jinping y hasta Stalin habrían firmado una cosa así. ¿En serio esto es un “partido militante” “parte del movimiento que abole el estado de las cosas presente”?
Pensad de nuevo, compañeros.
"Tercera Fase
"Para probar sus diseños y propuestas, el Proyecto Venus está trabajando para poner sus ideales en práctica con la construcción de una ciudad experimental de investigación. (...) Los esfuerzos por recaudar fondos están actualmente en marcha para colaborar con la construcción de esta primera ciudad experimental. Esta nueva ciudad de investigación experimental estará dedicada a trabajar en pos de lograr las metas y objetivos del Proyecto Venus, que son…"[18].
Decía Marx: "Continúan soñando con la experimentación de sus utopías sociales; con establecer falansterios aislados, crear home-colonies en sus países o fundar una pequeña Icaria, edición en dozavo de la nueva Jerusalén. Y para la construcción de todos estos castillos en el aire se ven forzados a apelar a la filantropía de los corazones y de los bolsillos burgueses. Poco a poco van cayendo en la categoría de los socialistas reaccionarios o conservadores descritos más arriba y sólo se distinguen de ellos por una pedantería más sistemática y una fe supersticiosa y fanática en la eficacia milagrosa de su ciencia social"[19].
Así que ahora mismo están dedicándose a recaudar fondos. ¿Y cómo se recauda fondos en el capitalismo? Acumulando capital. Tratan de oponerse a la misma dinámica en la que ellos cabalgan. Pero vamos, veamos los puntos programáticos que pretenden lograr (¡desde una sola ciudad!):
"1. Reconocer los recursos mundiales como patrimonio común de todos los habitantes de la Tierra".
De esto ya hemos hablado, siguiente.
"2. Trascender las fronteras artificiales que separan a las personas"
Las fronteras no son artificiales, tienen su razón de ser en la agrupación de capitales nacionales y en las tensiones y relaciones de poder entre estos. Negar la realidad es la mejor forma de que se afirme.
"3. Evolucionar desde economías nacionalistas basadas en el dinero hacia una economía mundial basada en los recursos"
La economía ya es una economía mundial, eso es precisamente lo que sienta las bases para el comunismo y la sociedad humana mundial. Respecto a lo de la economía basada en los recursos y el fetichismo del dinero, ya lo hemos tratado.
"4. Ayudar a la estabilización de la población mundial por medio de la educación y el control voluntario de la natalidad, para ajustarse a la capacidad de carga de los recursos de la Tierra.
"5. Reclamar y restaurar el medioambiente natural lo mejor que podamos.
"6. Rediseñar las ciudades, sistemas de transporte, industrias de agricultura, y plantas industriales para que haya disponibilidad de energía limpia y eficiente para cubrir adecuadamente las necesidades de las todas las personas.
"7. Compartir y aplicar nuevas tecnologías para beneficio de todas las naciones"
¡Un momento! ¿No hablaban de trascender las naciones? Pues no. Como podrán ver los compañeros de N+1, esta gente de internacionalistas no tiene ni la cáscara.
"8. Desarrollar y utilizar fuentes de energía limpias y renovables.
"9. Fabricar los productos de la más alta calidad para el beneficio de toda la población mundial.
"10. Exigir estudios sobre el impacto medioambiental antes de la construcción de cualquier megaproyecto.
"11. Alentar el mayor abanico posible de creatividad e incentivo con el objeto de hacer esfuerzos constructivos.
"12. Superar el nacionalismo, la intolerancia y el prejuicio a través de la educación".
¿A través de la educación? ¿En serio? ¡Vaya una idea nueva! ¿Y quién educa al educador? No, dejemos hablar a Marx: "La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen)"[20].
En varios lugares comparan al Venus Project con el owenismo y a Robert Owen con Jacque Fresco. En la práctica, el owenismo estuvo muy por encima de ellos y esa comparación resulta un insulto para un comunista utópico pero honrado como lo fue Robert Owen[21].
"13. Superar cualquier tipo de elitismo ya sea técnico o de cualquier otro tipo.
"14. Llegar a las metodologías mediante cuidadosas investigaciones, en lugar de meras opiniones".
Podrían haber hecho algo así antes de empezar todo el proyecto y antes de escribir sobre el marxismo, pero eso sería presuponerles una inocencia y una honestidad que mucho nos tememos que no tienen.
"15. Mejorar la comunicación en las escuelas de modo que nuestro lenguaje corresponda a la verdadera naturaleza física del mundo"
¡¿?!
"16. Proporcionar no sólo las necesidades de la vida, sino también ofrecer retos que estimulen la mente al tiempo que enfatizan la individualidad sobre la uniformidad.
17. Y por último, preparar a las personas intelectual y emocionalmente para los cambios que nos depara el futuro".
De nuevo, ¿quién prepara al preparador...? Pero no, ellos negarán siempre que su visión de la sociedad conduzca a “la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad”
Hemos visto que el programa que se pretende impulsar desde una especie de “socialismo en una sola ciudad” (cosa aún más aberrante que el “socialismo en un sólo país” que los propios compañeros de N+1 rechazan) no es más que una mezcolanza de reformismo, utopismo y buenas intenciones. ¿Cuál sería la cuarta fase, que es la última?
¿La instauración de la sociedad tan perseguida? Nada de eso:
"Cuarta Fase
"Después de que se construya la ciudad experimental de investigación, planeamos hacer un parque temático que entretendrá e informará a los visitantes sobre estilos de vida humanos y respetuosos con el medioambiente. Pondrá de relieve ciudades diseñadas inteligentemente; casas, sistemas de transporte altamente eficientes y no contaminantes; tecnología computacional avanzada; y muchas otras innovaciones que pueden agregar valor a las vidas de toda la gente, en el menor tiempo posible"[22].
¡Así que el objetivo final de todo esto es hacer un parque temático, un parque de atracciones! Mucho ruido y pocas nueces. Ante la manifiesta imposibilidad de abolir la mercancía por medio de documentales, ellos mismos deciden continuar por esa vía y hacer un parque temático: más capital, más acumulación de capital, más ley del valor.
Esto no se llaman comunistas, se llaman empresarios si uno quiere ser eufemista y burgueses si uno les quiere situar en un terreno de clase. ¿Y esto es el programa de un nuevo “partido militante” que “abole el estado de las cosas presente”? Llamamos a los compañeros de N+1 a que reflexionen urgentemente sobre esta posición, incompatible con el marxismo más elemental y mucho menos con la izquierda comunista.
¿Por qué han caído los compañeros de N+1 en un error tan tremendo como considerar al enemigo de clase parte del movimiento comunista? Este es un error de tipo inmediatista que tiene mucho que ver con lo que hablábamos al principio del artículo. Para los compañeros el comunismo es históricamente inevitable, y como aún no se le ve aparecer por ningún lado, se aferran a un clavo ardiendo y llaman comunismo a lo que no es. Por eso, han llegado a teorizar, en su desesperación, que pueden surgir espacios comunistas dentro del capitalismo. Para ellos, el comunismo es inevitable debido al desarrollo tecnológico, al desarrollo del capital constante, dado que según Marx "el capital trabaja en favor de su propia disolución como forma dominante de la producción al incorporar trabajo científico general, aplicación tecnológica de las ciencias naturales, estructuración social de la producción global"[23].
Hay que reconocer que parten de una idea cierta: el capitalismo sienta las bases para su propia destrucción, no sólo en cuanto a lo que respecta al desarrollo de los medios de producción, sino que "a la par que avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores"[24]. Pero eso sería mirar sólo la mitad de la verdad. Tal como reconocía Marx, el desarrollo histórico no es inevitable sino que puede conducir a "la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes"[25] y en 1919, la Internacional Comunista anunciaba: "Ha nacido una nueva época. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interno. Época de la revolución comunista del proletariado"[26].
La época que vivimos, en resumen, difiere radicalmente de la época ascendente del capitalismo. No entraremos en las cuestiones de fondo e invitamos a los interesados a que se dirijan a la serie sobre la decadencia del capitalismo publicada por la CCI, pero nos quedaremos con esta cita de Rosa Luxemburgo: "La universalidad hacia la que tiende sin cesar el capital encuentra los límites inherentes a su naturaleza, los cuales, en cierta fase de su desarrollo, lo hacen aparecer como el mayor obstáculo a esa tendencia, empujándolo hacia su autodestrucción"[27]. En resumen, los camaradas de N+1 tienen razón al hablar de que el capitalismo sienta las bases para su superación, pero no menos razón tenían la Internacional Comunista y Rosa Luxemburgo al afirmar que, al mismo tiempo, desde hace ya un siglo está minando al mismo tiempo esas propias bases para la edificación del comunismo. Aún más, a partir de los años 80 el capitalismo entró en una fase de destrucción e inestabilidad acelerada, la fase de descomposición (ver Revista Internacional no 68 [28]), donde el caos entre las relaciones imperialistas, la putrefacción moral y la extrema debilidad de la clase obrera ponen un interrogante sobre el futuro del proletariado en su conjunto.
¿Cómo reaccionar ante todo esto? Si bien es comprensible asustarse, no es lo propio ni lo esperable de una organización de la tradición de la izquierda comunista, que ha tenido que pasar los momentos más oscuros, y mucho menos sumirse en el inmediatismo y en el apoyo a proyectos que, como hemos demostrado ampliamente, nada tienen que ver con el proletariado. Ante esto la respuesta debe ser el fortalecimiento de la organización revolucionaria, la profundización en el debate con los pies puestos en la tierra, en la realidad, por dura que esta sea; la solidaridad y la fraternidad con los compañeros y la lucha por un auténtico porvenir comunista para la humanidad. ¡Proletarios del mundo, uníos! He ahí la verdadera consigna de ayer, de hoy y de mañana.
Andrei / Comunero
Saludamos este trabajo en común realizado por dos compañeros muy próximos que han hecho un apreciable esfuerzo de clarificación teórica.
El proletariado se encuentra en una difícil situación, ha perdido la confianza en sí mismo y su propia identidad como clase. Será a través de numerosas luchas y de un gran esfuerzo teórico como logrará recuperarla y con ello desarrollar las condiciones para una lucha internacional generalizada que le permita destruir este sistema social cada vez más bárbaro que genera miseria y destrucción por doquier.
En ese esfuerzo teórico tiene un papel fundamental la tradición de la Izquierda Comunista de la cual nos reivindicamos. Sin embargo, debemos constatar una crisis profunda de esta corriente del proletariado que se manifiesta en que impunemente pretendan representarlas grupúsculos policiales y toda una movida parásita y ecléctica que no tiene otra pretensión que atacar con calumnias a los grupos genuinamente comunistas como la CCI.
Pero la otra expresión de esa crisis profunda es que elementos como los de N-1, que pretenden proceder de la tradición de la Izquierda Comunista de Italia, hayan perdido completamente la brújula y se dediquen a apoyar basuras estúpidas de “reforma del mundo” de la calaña del Proyecto Venus. El artículo que publicamos desmonta pacientemente todas las ridículas palinodias de estos vendedores de humo.
Un militante del KAPD, Bergmann, decía en el Tercer Congreso de la Internacional Comunista que el capital gobierno mediante la espada y la mentira. A la categoría de la mentira pertenecen ideologías como la del Proyecto Venus. Aprovechando las dificultades actuales del proletariado, dentro del aparato político e ideológico del Estado capitalista, aparecen como hongos “nuevos proyectos” que pretenden desviar el malestar, la indignación y las tentativas de darse un pensamiento coherente de lucha, hacia terrenos podridos como los del Proyecto Venus o un llamado “movimiento comunistizador” que últimamente ha alcanzado un cierto renombre.
Los compañeros ponen el dedo en la llaga de lo que ha podido llevar a los elementos del N-1 a arrastrarse tras el carro de tales patrañas.
Por una parte, la impaciencia, el frenesí desesperado por encontrar atajos para “cambiar la sociedad”. La desesperación inmediatista. El inmediatismo está en la médula de la sociedad capitalista pues el objetivo fundamental de todo capitalista es la obtención de la máxima ganancia en el mínimo tiempo posible sin importar las consecuencias futuras. Esta forma de plantearse las cosas se extiende a todas las esferas de la vida social, por ejemplo, la compra a crédito aparecería como el camino más fácil y rápido para consumir algo, aquello de “lo quiero todo y ya”. Es evidente que este virus se infiltra en las filas de los revolucionarios llevándolos a las peores derivas oportunistas.
Pero existe otro problema teórico que los compañeros identifican con claridad: a partir de la premisa justa de que en el capitalismo se hallan los fundamentos de la sociedad comunista que lo destruya y supere, los miembros de N-1 caen en la idea de apoyar un vulgar proyecto capitalista –que pretende competir con Walt Disney ofreciendo un parque temático sobre cómo sería una hipotética “sociedad del futuro”.
El feudalismo pudo desarrollarse desde dentro de la vieja sociedad esclavista. El capitalismo se desarrolló desde dentro del feudalismo. Pero esto era posible porque ambos eran sociedades de explotación que reemplazaban a una sociedad de explotación anterior. Del mismo modo, tanto el capital como antes los señores feudales eran una nueva clase explotadora que aspiraba a sustituir a la antigua.
Pero con el proletariado y con la sociedad comunista que aspira a instaurar se produce un cambio radical. Se trata de abolir la explotación no de instaurar una nueva forma de ella. No se busca crear una nueva clase explotadora sino abolir la división en clases de la sociedad.
Este cambio radical es determinante respecto al movimiento para alcanzar la nueva sociedad. Mientras en el paso del feudalismo al capitalismo el movimiento objetivo de las fuerzas de producción constituyó el principal motor del cambio de régimen social, con el comunismo no sucede lo mismo. Sí el capitalismo arroja las bases para avanzar hacia el comunismo, el motor del cambio hacia una nueva sociedad es la lucha masiva del proletariado, organizado en Consejos Obreros y armado por la teoría revolucionaria. De ahí que, como muy justamente dicen los compañeros, haga falta “la otra mitad”, la lucha de clase del proletariado.
[1] "Sobre la naturaleza y la función del partido", Revista Internacional no 153 (CCI), páginas 19 y 20. En Internet: /revista-internacional/201410/4055/sobre-la-naturaleza-y-la-funcion-del-partido-politico-del-proletar [82]
[2] Véanse al respecto las tesis de la CCI: "La descomposición: fase última de la decadencia del capitalismo" /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [8]
[3] Traducido de https://www.thevenusproject.com/ [83]
[5] Ídem.
[6] Art. 17.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH)
[7] Rolfe, Lionel (1998), "Unpopular Science", Fat Man on the Left, Los Angeles: California Classics Books, pp. 158–161, ISBN 978-1-879395-01-5
[8] Ídem
[9] Fresco, Jacque (January 28, 2012). "The Immaculate Pig Experiment". TVP Magazine
[11] Ídem
[12] https://www.thevenusproject.com/store/ [85] y https://www.thevenusproject.com/store/c/merchandise/ [86]
[15] Marx: Crítica del programa de Ghota [87].
[17] Ídem.
[18] Ídem.
[19] Manifiesto comunista, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [15]
[20] Tesis sobre Feuerbach, K. Marx, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm [88]
[21] Robert Owen (1771-1858) fue un socialista utópico, su obra corresponde a una etapa donde el proletariado apenas está dando sus primeros pasos y las doctrinas que expresan su esfuerzo de toma de conciencia tienen una naturaleza idealista y abstracta, dirigida a “todos los hombres de toda voluntad”. Se basa en la creación de proyectos dentro de la sociedad capitalista (cooperativas, fábricas gestionadas por filántropos) los cuales se supone que llevarán por su propio desarrollo a la nueva sociedad. El Manifiesto Comunista realiza una crítica de estas posiciones (ver el Capítulo III: Literatura Socialista y comunista). Podemos también leer el trabajo de Engels Del socialismo utópico al socialismo científico, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/index.htm [89]
[23] Grundrisse, K. Marx. Se pueden encontrar los 3 tomos de esta obra en lahistoriadeldia.wordpress.com/2013/10/20/karl-marx-grundrisse-tomo-i-ii-y-iii-descargar-libros.
[24] El Manifiesto del Partido Comunista, K. Marx.
[25] Ídem.
[27] Traducido por la CCI de la versión francesa Principes d'une critique de l'économie politique, parte IIª: "Le capital", "Marché mondial et système de besoins", páginas 260-61 (Editions la Pléiade, Marx, Oeuvres, Tomo 2)
Con fecha reciente publicamos una “Respuesta a unas amenazas” agitadas por un individuo que responde al nombre de “John Henry”[1]. Este fulano prosigue su escalada de provocación alcanzando cotas realmente repugnantes. En un texto aparecido en Facebook y que parece ser ha sido borrado por el administrador por su contenido inaceptable, desvela datos íntimos de un compañero próximo a la CCI, calificándolo de enfermo mental y concluye en siniestro silogismo que la CCI utiliza jóvenes inexpertos y enfermos mentales para su política.
Airear públicamente datos íntimos de un compañero es una actividad policial. Forma parte de las prácticas más degradadas del capitalismo. Es un procedimiento de “debate” de los más bajos y asquerosos, moneda corriente en la competencia electoral entre partidos burgueses pero absolutamente intolerables en el medio proletario.
Manifestamos nuestro apoyo total al compañero atacado, le expresamos nuestra más profunda solidaridad y somos conscientes de la ansiedad y la desestabilización que le produce la bárbara denuncia de la alimaña John Henry.
En una escalada propia de perros rabiosos, todo un medio que dice reclamarse del “comunismo” lanza contra la CCI las acusaciones más delirantes. La última es la de míster John Henry que nos considera “secta que manipula a enfermos mentales jóvenes inexpertos”.
Esta acusación solamente puede surgir de una cabeza podrida por la más degenerada ideología capitalista. La principal característica de semejante acusación es el desprecio que profesa hacia compañeros que buscan una clarificación y se acercan a la CCI. Cree el ladrón que todos son de su condición dice el refrán. El señorito John Henry no puede imaginar más que un mundo de manipuladores y manipulados, en su sucio cerebro no puede caber más que “jóvenes inexpertos enfermos mentales” carne fácil de monstruos manipuladores. Su visión del mundo es la del capitalismo: para este los obreros son una masa de descerebrados, de fracasados y de inútiles, que se puede manipular a discreción para exprimirles como un limón en una explotación feroz.
Hay además en John Henry una visión higienista. Todo compañero que sufre algún trastorno mental sería considerado como inútil para la lucha comunista. Solamente los “perfectos”, aquellos que no presentan ninguna mancha en su expediente “mental” serían considerados “aptos”. Se trata de una visión que recuerda la del nazismo.
Sin embargo, si vemos la realidad del capitalismo en los últimos 100 años tenemos que el reforzamiento de la explotación, el totalitarismo estatal que en su envoltura democrática es especialmente cínico y manipulador, la mercantilización extrema de la sociedad, han acarreado como consecuencia una proliferación de enfermedades mentales. Según los criterios de John Henry habría que excluir a la gran mayoría de la militancia comunista pues es raro quien no haya tenido algún trastorno mental o psicológico dadas las condiciones de explotación y de existencia que imperan bajo el capitalismo.
Una de las razones por las que el proletariado es la clase revolucionaria de la sociedad es porque sobre sus espaldas se concentran en la forma más extrema y universal los sufrimientos psíquicos y físicos que causa cotidianamente el modo de producción capitalista. Contrariamente a la visión que puede desprenderse de la actitud del gánster John Henry, en el proletariado, los trastornos psíquicos, las enfermedades, no son motivo de exclusión o de burla de quienes las sufren, sino un acicate para la toma de conciencia, la indignación, la lucha y la solidaridad, fuerzas que cimientan su combate histórico y que serán el fundamento de la futura sociedad que el proletariado aspira a instaurar.
El último acto de John Henry nos lleva a formular a una pregunta a todos los que se reclaman de la Izquierda Comunista y de la lucha del proletariado. ¿Hasta cuándo se va a aceptar estos comportamientos nauseabundos propios del capitalismo? ¿Hasta cuándo se va seguir mirando a otro lado cada vez que fulanos como John Henry realizan sus provocaciones?
Es necesario un pronunciamiento claro y rotundo frente a estos comportamientos por parte de todos los grupos y elementos que se reclaman de la Izquierda Comunista. Por nuestra parte, los condenamos enérgicamente y llamamos a rechazarlos y no aceptar ningún debate ni ningún tipo de relación con esta basura que se encubre en un pretendido “comunismo” para realizar su labor repugnante.
Actualmente, dentro de la Izquierda Comunista se admite a cualquiera que proclama cuatro ideas de tinte “comunista” sin considerar cual es su comportamiento. No se establece una imprescindible frontera frente a aquellos cuya práctica consiste en la calumnia, la provocación, las acusaciones, las amenazas, la labor policial de desvelar datos personales de militantes etc. Esta canalla debe ser denunciada sin contemplaciones pues ensucia vilmente el campo de la Izquierda Comunista y constituye un caballo de Troya del capitalismo para bloquear la clarificación y el avance de las posiciones comunistas.
En 1914, los revolucionarios de entonces –Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotski etc.– establecieron una clara línea roja definida por el internacionalismo, rompiendo todo contacto y denunciando tajantemente a todos los que invocando el nombre del movimiento obrero apoyaban la guerra imperialista. Hoy, es necesario explicitar claramente otra frontera, otra línea de demarcación: la que separa a los revolucionarios del tumulto parásito que utilizan el nombre de la Izquierda Comunista para avalar sus comportamientos repugnantes.
Sin esta delimitación, la Izquierda Comunista no tendrá la convicción y la coherencia para defender las posiciones del proletariado y será considerada como una más de las fuerzas políticas que defienden este sistema podrido: bellos ideales de palabra, maniobras y actos indignantes en los hechos.
La Izquierda Comunista lleva casi 100 años de lucha, primero combatiendo la degeneración oportunista de los partidos de la Internacional Comunista, después sacando balance y lecciones de la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, siempre combatiendo el estalinismo y las demás corrientes que defienden el capitalismo en nombre del “comunismo”. Ese combate con todas las adquisiciones que ha producido puede verse completamente destruido si se tolera en su seno la presencia de toda la cesta de víboras formada por parásitos, parapoliciales y demás canallas entre los que John Henry constituye uno de los más pestilentes exponentes. Hay que denunciarlos, excluirlos del campo de la Izquierda Comunista y ponerlos en su lugar: servidores del capitalismo.
Una reflexión final que estimamos imprescindible. Las redes sociales de Internet están pobladas de francotiradores que van por libre, de espectadores morbosos que ven las relaciones entre grupos como un match de boxeo, de todo tipo de diletantes y especuladores de salón. Ese medio favorece la irresponsabilidad organizacional, la ausencia de compromiso, y constituye un terreno donde parásitos y parapoliciales como el siniestro John Henry pueden campar a sus anchas. La Izquierda Comunista debe darse medios adecuados a la seriedad, la responsabilidad y el compromiso que exigen la defensa de las posiciones de la clase obrera.
CCI 31-5-15
[1] Ver /content/4086/respuesta-unas-amenazas [94]
Publicamos una toma de posición sobre la reciente lucha de los trabajadores técnicos de Movistar. Esta toma de posición es el resultado de un amplio debate entre compañeros próximos a la CCI. Este fue iniciado por la contribución de un compañero, la cual constituye el esqueleto de este artículo, y después hubo diferentes aportaciones que han sido incorporadas en el texto final.
Las luchas inmediatas en defensa de las condiciones de vida de los proletarios constituyen uno de los factores en el proceso de formación de la conciencia, la solidaridad, la unidad y la determinación del proletariado. Los revolucionarios prestan una gran atención a estas luchas y participan en ellas en la medida de sus posibilidades. Las apoyan con todas sus fuerzas y jamás desdeñan las mejoras económicas que se puedan conseguir, pues son necesarias para la supervivencia cotidiana de los trabajadores, y concretan el arrojo y la iniciativa de los proletarios para hacer valer sus necesidades ante el capital, pues constituyen una declaración de guerra a la lógica mercantil y nacional del capital.
Esta nos dice que hemos de sacrificarnos por los imperativos de la acumulación capitalista y, por consiguiente, trabajar más horas, cobrar menos, admitir despidos y endurecimiento de las condiciones laborales, pérdida de prestaciones sociales etc. etc., para que las ganancias de los capitalistas prosperen y, sobre todo, para que la nación –española, griega, alemana o catalana– se haga respetar en el concierto internacional y su marca sea “reconocida”.
Contra ella, al luchar por sus condiciones de vida, los proletarios están proponiendo implícitamente que la vida humana no es para la producción –la lógica del capital– sino que la producción ha de ser para vida –la lógica de la nueva sociedad comunista que el proletariado lleva en su seno[1].
Quedarse en esa propuesta implícita no es suficiente pues la inmensa mayoría de esas luchas no producen ningún resultado. De ahí que su principal aporte sean las lecciones que dan –generalmente negativas– de cara a la lucha histórica por una nueva sociedad. Se necesita mirarlas críticamente para desarrollar y profundizar el acerbo teórico, organizativo y moral del proletariado.
La huelga es el terreno del que clásicamente han partido los proletarios a la hora de tomar consciencia de la realidad de su clase, pues pone sobre la mesa uno de los mejores caldos de cultivo a tal efecto: la lucha contra los ataques económicos del capital, la percepción, o al menos la intuición, de primera mano, de que todos los trabajadores asalariados deben defenderse y entrar en combate, tarde o temprano, con esa relación social que es la producción capitalista.
Sin embargo, ¿cuál es el sentido esencial de la huelga? Ayer, en la etapa ascendente de un capitalismo que tenía todo un mundo por conquistar, podían conseguirse mejoras económicas reales y más o menos duraderas para los proletarios. Pero incluso entonces los revolucionarios de la época ponían el énfasis en la necesidad de ver que lo verdaderamente significativo de las huelgas es lo que enseñan a los proletarios, lo que éstos debaten de forma masiva, aprenden, y se refuerzan políticamente. Hoy día, la acumulación capitalista de un modo de producción en descomposición, pocos márgenes da ya para la mejora real y duradera de la situación de los proletarios, por no decir ninguno. Si los revolucionarios defendemos la huelga autoorganizada aquí, es porque predispone unas condiciones más que óptimas para el establecimiento de lazos de solidaridad y confianza entre trabajadores, y porque los empuja como ninguna otra acción al debate de masas, a la organización de asambleas masivas en las que cada uno de los aspectos de esta sociedad se pone bajo la criba de la crítica y la discusión.
No se trata, pues, de defender la huelga como una acción ''dañina'' de por sí para un capitalista en concreto o porque haya que ''hacer daño'' a la producción y al bolsillo del burgués cueste lo que cueste. Para nosotros lo primordial es el debate, las asambleas como medio independiente políticamente del Estado y el capital, que la huelga anime a llevar adelante a los proletarios, para que éstos se apropien, tomen contacto, con sus métodos de lucha históricos fuera de la influencia de la política de Estado burguesa.
La huelga forma parte del conjunto de medios que posee la lucha de clase del proletariado. Esta combina la lucha económica, la lucha política y la lucha ideológica, las tres forman una unidad de la que se nutre la conciencia proletaria.
La huelga, indefinida, que organizaron los trabajadores técnicos de Movistar ha contado con un doble filo casi desde el principio: el más perjudicial es el de que, hasta donde conocemos, la huelga fue convocada por CCOO y UGT, lo cual ya pudo haber impreso en su dinámica la fuerte tendencia al gremialismo presente en esta huelga.
El lado más esperanzador, no obstante, ha sido el notable esfuerzo que ha habido por parte de los trabajadores de formar asambleas fuera y a parte de las grandes centrales sindicales, de auto-organizarse y de ir más allá. Es por ello que podemos afirmar que la lucha tuvo, durante un periodo de tiempo ostensible, una auténtica perspectiva de lucha proletaria auto-organizada y que guardaba su potencial.
Las asambleas expresan, por una parte el esfuerzo de unificación que existe en la clase obrera; en segundo lugar, la tentativa de tomar en mano la lucha peleando por arrebatársela a las organizaciones del Estado capitalista que al controlarla la llevan a la derrota. Y en tercer lugar, anuncia un nuevo modo de organización social –el comunismo– basado en la decisión asociada de la humanidad liberada de toda forma de explotación. Vimos las asambleas como uno de elementos más destacados del movimiento de indignados y también en Gamonal[2].
Toda lucha debe verse en su contexto histórico e internacional, de otra manera la veremos con gafas empiristas e inmediatistas que nos impedirá sacarle el rico jugo que contiene. La lucha de MoviStar sucede dentro de un momento histórico de debilidad del proletariado por la pérdida de su identidad como clase y por la terrible desconfianza que sufre en su capacidad de acción como fuerza social independiente.
Se inscribe en un hilo de luchas que pese a todo lo que aportan está por muy por debajo de lo que exige la gravedad de la situación del capitalismo. De un lado, movimientos de huelga en Asturias (2012), en Bangla Desh[3], en China[4], en Sudáfrica[5], en Vietnam, recientemente en algunas zonas de Turquía… De otro lado, la ocupación de plazas y asambleas masivas que expresaron el movimiento anti-CPE en Francia (2006)[6] y el movimiento de indignados en España (2011)[7], de los que en fechas más recientes hubo ecos más atenuados en Brasil[8] y Turquía[9] (2013) o Perú (2015)[10].
Las fuerzas políticas y sindicales de la burguesía en su afán de dividir y encasillar a los proletarios en lucha oponen ambos tipos de movimientos cuando aún teniendo diferencias tienen una profunda unidad. En esa unidad y muy particularmente en el esfuerzo de auto organización se inscribe la lucha de MoviStar.
Hemos visto también tentativas de solidaridad. Un fuerte sentimiento de solidaridad entre los trabajadores…, pero que no trasciende como clase, es decir, la solidaridad “externa”, de trabajadores de otros sectores, no se vive como parte de un mismo movimiento de lucha, sino como un apoyo (que se agradece con sinceridad), hay, lógicamente, una falta importante de conciencia de ser una misma clase mundial luchando por los mismos intereses. Los izquierdistas, que en el papel utilizan palabras muy del diccionario proletario, favorecen esta visión sesgada, planteando siempre un inmediatismo y ese “sentido común”, que indica que primero hay que mirar por lo “urgente” visto en el sentido más mezquino.
La lucha misma expresa un esfuerzo notable de unificación que en el caso de Movistar es aún más loable, tratándose de una empresa en la que los trabajadores técnicos operan en una situación de gran atomización, sin estar concentrados en centros de trabajo y con plantillas fragmentadas, y trabajando muchos de ellos en términos legales, incluso, no en calidad de trabajadores por cuenta ajena sino como ''falsos autónomos''[11].
En contrapartida, la lucha ha mostrado el grave peligro del gremialismo, el actuar ''a lo espartano'': les ocurrió a los trabajadores de Coca-Cola y también a los de Panrico, ya que cuando le ven el plumero a las grandes centrales sindicales eso no es sinónimo automático de que se supere por completo la lógica sindical. Ha habido y hay una poderosa tendencia en las luchas parciales de los proletarios a no buscar explícitamente la unificación, extensión y el debate de masas en sus asambleas, sino de ir a parapetarse y aguantar todo lo posible en esa empresa o ramo de producción hasta conseguir un veredicto judicial o un pacto favorable.
Este tipo de reacciones consistentes en encerrarse en la cueva oscura del sector, la empresa o la corporación, tienen varias causas. Una primera está clara y la acabamos de analizar: la pérdida de identidad de clase crea un sentimiento de vacío, de no saber a quién dirigirse para buscar la solidaridad, un agarrarse desesperadamente al supuesto refugio protector que ofrecería el ámbito reducido y supuestamente “cercano” de la empresa, la corporación, los “colegas”…
Esto lleva el sello de una situación histórica que hemos caracterizado como la descomposición del capitalismo y que imprime en todos los componentes de la sociedad una peligrosa tendencia a la dislocación, al cada uno a la suya, a la dispersión. Como decimos en dicha Tesis “el “cada cual a lo suyo”, la marginalización, la atomización de los individuos, la destrucción de las relaciones familiares, la exclusión de los ancianos, la aniquilación de lo afectivo y su sustitución por la pornografía, el deporte comercializado y mediatizado, las concentraciones de masas de jóvenes en plena histeria colectiva a modo de canción y baile, sustituto siniestro de una solidaridad y de unos lazos sociales totalmente ausentes. Todas esas manifestaciones de la putrefacción social que, hoy, a una escala desconocida en la historia, invaden por todos sus poros a la sociedad humana, expresan no sólo la dislocación de la sociedad burguesa, sino y sobre todo la destrucción de todo principio de vida colectiva en el seno de una sociedad sin el menor proyecto, la menor perspectiva, incluso a corto plazo, incluso la más ilusoria”[12].
Esto sin duda es un terreno propicio para la entrada de tendencias y organizaciones sindicalistas e izquierdistas, siempre dispuestas a llevar las luchas de los trabajadores a la ''zona segura'' de la legalidad burguesa, ''por su propio bien'' o el de ''la lucha'' en abstracto. En un clima de aislamiento, de falta de reflexión, debate y contacto entre huelguistas y trabajadores de otros sectores, la lógica sindical y reformista halla su caldo de cultivo, y ésta precede al protagonismo de organizaciones que sólo buscan encuadrar a los trabajadores tras de sí y así asegurarse sus votos y su seguidismo.
Estas dicen defender a los trabajadores pero ya vemos qué hacen cuando asumen la responsabilidad gubernamental como es el caso de Syriza. Sin embargo, es preciso comprender su naturaleza cuando no están en el gobierno pues allí se les ve continuamente llamar a buscar una solución en los organismos legales de sus explotadores, del Estado, a no aprender ni reflexionar ni debatir al calor de la experiencia de lucha, sino a confiar la solución del conflicto a las fuerzas representantes del modo de producción que lo ha provocado y lo provoca todos los días en todas partes. Un ejemplo más que notorio de esto es cómo la tendencia trotskista ''El Militante'' aplaudía calurosamente el hecho de que los trabajadores de Coca Cola hayan acabado su lucha acudiendo al Tribunal Supremo para exigir que se impidiera el cierre de su fábrica de Fuenlabrada, lanzando consignas tales como ''Justicia en el Supremo''.
En el caso de la lucha de MoviStar, la suspensión de la huelga por ''otras formas de lucha'' suena a una confirmada conclusión de la lucha de los técnicos. Ya desde hacía semanas se notaba cómo la falta de unificación y extensión de la lucha estaba haciendo estragos en la misma, con la penetración en ella de ''nuevos protagonistas'' como Cayo Lara, líder de Izquierda Unida, o Pablo Iglesias, de Podemos, al que un grupo de trabajadores, eso sí, reducido, le despidió al grito de ''Presidente'' en una intervención en una de sus manifestaciones.
Es evidente que las luchas actuales necesitan de elementos clave –de los que antes hemos hablado– y que resultan aún lejanos: lo que aparece de forma casi intuitiva (la solidaridad y la autoorganización) precisa de una mayor elaboración y que hacen profundizar los primeros: la identidad como clase, la conciencia de clase (histórica e internacional), la extensión de la lucha, que nos ayude a avanzar hacia la apropiación de la teoría revolucionaría por parte de las masas
Desde luego, es necesaria la propaganda contra todos los esfuerzos encaminados a fortalecer la credibilidad del Estado burgués ante los obreros, de su democracia y sus órganos representantes para solventar los conflictos entre éstos y sus explotadores, así como contra las concepciones sindicalistas, abiertamente reformistas y propias de formas de lucha tiempo ha superadas, que las organizaciones izquierdistas instilan en los proletarios continuamente y suponen un peligro añadido en los países cuya burguesía ha sabido dotarse de un aparato democrático bien engrasado y de una profunda experiencia política frente a situaciones como ésta. Tan necesario todo ello, como, en la medida de lo posible, la intervención de los revolucionarios en las huelgas y su participación como factor activo de esa toma de consciencia y de ese combate contra las concepciones reformistas y sus figuras, democráticas o no, que a sueldo del Estado siempre tendrán asegurada su presencia y/o influencia en las luchas del proletariado, formando ellas también un factor activo en el sentido contrario: en el de la disgregación, la dislocación y la desmoralización, ya física o ideológica.
Es importante elaborar balances, críticas…, y hacerlas llegar con nuestra solidaridad, no como grupos externos, sino como parte de una misma clase que lucha. Es importante estar en estas luchas porque, nos acercan a la realidad de la lucha de clases en sus niveles inmediatos, nos aportan elementos desde los que trabajar teóricamente, nos ayudan a relacionar las luchas inmediatas con la lucha revolucionaría y plantear la perspectiva histórica.
[1] Comunismo no tiene nada que ver con la sociedad de capitalismo de Estado cuartelario que reinó en la antigua URSS y que hoy rige en países como Corea del Norte, Cuba o China.
[2] Ver /content/3983/asambleas-y-solidaridad [96]
[3] Ver /accion-proletaria/201009/2956/huelgas-salvajes-y-manifestaciones-en-bangladesh-el-proletariado-rompe [97]
[6] Ver /revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [100]
[9] Ver /cci-online/201306/3769/turquia-la-solucion-al-terrorismo-de-estado-no-es-la-democracia [102]
[10] Ver /content/4071/la-ley-pulpin-es-un-ataque-mas-contra-la-clase-obrera [103] y /content/4085/balance-de-las-movilizaciones-contra-la-ley-de-empleo-juvenil [104]
[11] Aclaración para lectores que no vivan en España: en este país a los trabajadores por cuenta propia que realizan trabajos o servicios a empresas (o a particulares) se les da categoría legal de “autónomos” o incluso de “pequeños empresarios”. Esta situación legal y social es significativa desde el punto de vista de la identidad de clase: son trabajadores que realizan trabajos propios de obreros asalariados pero en condición de auto-patronos supuestamente independientes.
[12] Ver “Tesis sobre la Descomposición”, Revista Internacional nº 62, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [8]
Los 12 y 19 de abril, dos pateras sobrecargadas de emigrantes que huían de la miseria y los peligros más extremos se hundían en el Mediterráneo, liquidando más de 1200 vidas. Tragedias como esta se repiten desde hace ya décadas: en los años 90, el estrecho de Gibraltar era el cementerio de miles de emigrantes. Desde el año 2000, han desaparecido 22 000 personas en el intento de arribar a Europa por mar. Desde el drama de Lampedusa en 2013, en el que perecieron 500 personas, esta emigración y sus consecuencias fatales han tenido un crecimiento sin precedentes. Con casi 220 000 travesías y 3500 muertos, el año 2014 ha batido todos los “récords”, para decirlo con la fría expresión de las estadísticas. En cuatro meses, desde el primero de enero de 2015, el mar se ha tragado a 1800 emigrantes.
Asistimos, en estos últimos años, a una especie de industrialización de ese tráfico de seres humanos. Los testimonios suelen ser aterradores: campos de refugiados, tránsitos por zonas de conflicto, pillajes, apaleamientos, violaciones, esclavitud, etc. La brutalidad y el cinismo de los traficantes no parecen tener límites. Y todo eso para ser “acogidos” en Europa en unas condiciones indignas y ser considerados como un “fardo”, según la expresión del jefe de la operación “Tritón” montada en principio para “rescatar” a los emigrantes de las aguas.
Si hay personas que están dispuestas a soportar tales pruebas, es porque lo que dejan atrás es todavía peor. Las causas del incremento de los flujos migratorios son las condiciones de existencia insostenibles en cada vez más regiones del planeta. Tales condiciones no son nuevas, pero sí que se agravan cada día más y de forma acelerada. El hambre y la enfermedad siguen golpeando. Pero, además, de lo que huyen tantos y tantos miles de personas es sobre todo de una sociedad que se está pudriendo de raíz : la descomposición acelerada de África y Oriente Medio, con sus conflictos inextricables, sus bandas armadas mafiosas y fanatizadas, inseguridad permanente, chantaje, desempleo masivo…
Las grandes potencias, movidas por la lógica de un capitalismo cada día más irracional y asesino, de defender sus intereses imperialistas por los medios más sórdidos, tienen una responsabilidad de primera importancia en la situación espantosa que impera en muchas áreas del mundo. En esto, el caos en Libia es de lo más caricaturesco: las bombas occidentales sustituyeron a un tirano por unas milicias que va cada una a su aire cometiendo desmanes sin fe ni ley. Además de que esa situación ilustra muy claramente la única perspectiva que el capitalismo es capaz de ofrecer a la humanidad, la dislocación de Libia ha favorecido la implantación a pleno día de organizaciones de traficantes y demás “coyotes” sin escrúpulos, vinculados a menudo a diferentes actores imperialistas: bandas mafiosas, yihadistas y hasta gobiernos autoproclamados en lucha de unos contra otros, a menudo de una u otra categoría cuando no una mezcla de ambas.
A imagen de los emigrantes que atraviesan el Mediterráneo, el desarraigo está inscrito en la historia de la clase obrera. Desde los albores del capitalismo, una parte de la población rural fue arrebatada a la tierra para constituir la primera mano de obra manufacturera. Víctimas a menudo de expropiaciones brutales, aquellos parias del sistema feudal, demasiado numerosos para que el Capital naciente pudiera absorberlos, eran tratados como criminales: “De ahí que, a fines del siglo XV y durante todo el XVI, se dictasen en toda Europa occidental una serie de leyes persiguiendo a sangre y fuego al vagabundaje. De este modo, los padres de la clase obrera moderna empezaron viéndose castigados por algo de que ellos mismos eran víctimas, por verse reducidos a vagabundos y mendigos. La legislación los trataba como delincuentes “voluntarios”, como si dependiese de su “buena voluntad” el continuar trabajando como en las viejas condiciones,ya abolidas”[1]. Con el desarrollo del capitalismo, la necesidad creciente de mano de obra produjo cantidades ingentes de flujos migratorios. En el siglo XIX, en plena prosperidad del capitalismo, hubo millones de emigrantes que tomaron el camino del éxodo para llenar las fábricas. Con el declive histórico del sistema, que se inicia con la Primera Guerra Mundial en 1914, los desplazamientos de población no han cesado nunca, sino que incluso han aumentado. Guerras imperialistas, crisis económicas, catástrofes climáticas, razones no faltan para desear escapar del infierno.
Con la crisis permanente del sistema, los emigrantes chocan ahora con el hecho de que el Capital es incapaz de absorber de manera importante más fuerza de trabajo. Los obstáculos administrativos, policiales y jurídicos se han ido así multiplicando para impedir que los emigrantes lleguen al territorio de los estados más desarrollados: límite de la duración de las estancias, expulsión por chárter o reconducciones masivas, acosos jurídicos, redadas policiales incesantes, patrullas navales y aéreas en las fronteras, campos de retención, etc. El territorio estadounidense, en búsqueda de mano de obra numerosa antes de la Primera Guerra Mundial, había sido el símbolo de la tierra de asilo, hoy se ha ido cerrando hasta construir una enorme muralla que se yergue, símbolo criminal, en la frontera con México. Europa ha seguido la misma dinámica. Desde los años 1980, los tan democráticos estados europeos empezaron a desplegar navíos de guerra en el Mediterráneo y no vacilaron en cooperar estrechamente con el difunto “Guía de la Revolución”, Muammar Gadafi y sus estimables equivalentes, Su Majestad el rey de Marruecos y el Presidente vitalicio de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, para empujar a los emigrantes hacia el desierto con métodos de gran crueldad. Mientras que la burguesía derruía triunfalmente el muro de Berlín, otros “muros de la vergüenza” se han ido construyendo por doquier en las fronteras. Y quienes por fin consiguen llegar su destino, lo que les espera es la persecución, las humillaciones y unas condiciones de detención infames. En definitiva, detrás de sus lágrimas de cocodrilo, el cinismo de los estados no tiene más límites que el de los traficantes.
Los naufragios de pateras y otras embarcaciones improvisadas son, por desgracia, de lo más corriente desde hace años, como lo son los emigrantes encerrados como criminales, esclavizados o asesinados un día sí y otro también.Tampoco el incremento inusitado de la cantidad de víctimas en el Mediterráneo es algo que acabaría justo de pasar. ¿A qué se debe entonces semejante ruido mediático ahora?
Se debe a la lógica de intoxicación ideológica que moviliza al conjunto de fracciones de la burguesía. En paralelo a la transformación de los estados en fortalezas, se ha ido arraigando una ideología antiinmigrantes de lo más nauseabundo con la que se intenta hacer responsables a los “extranjeros” de los efectos de la crisis presentándolos como hordas de delincuentes que perturban la tranquilidad pública. Esas campañas histéricas muy a menudo son de una estupidez insondable, intentándose con ellas dividir al proletariado haciéndole tomar partido por los intereses de la Nación, o sea por los de la clase dominante, mediante un formateado mental nocivo que hace creer que la división de la humanidad en naciones es algo normal, natural y eterno. La hipocresía del filtrado entre emigrantes “buenos” y “malos” pertenece plenamente a esa lógica, son “buenos” los que pueden ser útiles a la economía nacional, los demás serían o animales dañinos o fardos que hay que desechar.
Pero como testimonian los gestos de solidaridad de obreros de Italia hacia emigrantes que han logrado al fin arribar a las costas sicilianas, muchos proletarios se han indignado ante lo que la burguesía reserva para los inmigrados. Y ¿qué mejor para encuadrar y canalizar la indignación hacia atolladeros sino esos expertos profesionales del asunto, o sea, la izquierda del aparato político burgués? Una vez más, los que se dicen “amigos del pueblo”se aprovechan de la indignación general para echar a la clase obrera, atada de pies y manos, en las fauces del Estado capitalista. Las ONG, verdaderas avanzadillas imperialistas, no han escatimado palabras duras para exigir más leyes represivas y más medios militares a los propios estados, o sea a quienes planifican desde hace años las masacres, todo ello en nombre de los “Derechos humanos” y de la dignidad humana. Después de aquello de la “guerra humanitaria” en África, he aquí el “control caritativo de las fronteras”… ¡Infame hipocresía! En Francia, la inenarrable organización trotskista Lutte ouvrière se vuelve a retratar así en su artículo, “La Europa capitalista condena a muerte a los migrantes”[2]:“Al reducir la cantidad y el alcance de las patrullas, los dirigentes de la UE han optado por dejar morir a quienes intenten atravesar. Eso es no asistencia a persona en peligro. Los dieciocho navíos y los dos helicópteros, enviados a la zona del drama, pero después del naufragio, acrecientan la ignominia.” En una palabra, ese partido burgués, pretendidamente marxista, exige también más navíos de guerra para “salvar” a los emigrantes. La burguesía instrumentaliza así las emociones producidas por la hecatombe para reforzar los medios de represión contra los emigrantes con el incremento y las mejoras técnicas de los medios de la Agencia Frontex encargada de coordinar el despliegue militar en las aguas y fronteras de Europa y las operaciones antiinmigrantes en el territorio: vigilancia policial a gran escala, control, redadas y chárteres; la burguesía parece haberlo organizado todo para “dar asistencia” a los emigrantes. ¡Se ha contemplado incluso la posibilidad de bombardear las costas de Libia! Con todo eso la burguesía intenta también incrementar el clima angustiante y amenazante que cultiva con mucho esmero para facilitar la aplicación de unas medidas represivas que se multiplican por todas partes contra la clase obrera.
Truth Martini, 5/05/2015
[1] Marx, El Capital, « Leyes persiguiendo a sangre y fuego a los expropiados, a partir del siglo XV. Leyes reduciendo el salario », I, XXIV, « La llamada acumulación originaria », p.625, Ed. FCE, México.
[2] Editorial del semanario Lutte ouvrière nº 2438, 24/04/2015.
Una visita a la exposición de artistas de guerra británicos, "La verdad y la memoria", organizada en el Museo de Guerra Imperial de Londres en 2014, suscita reflexiones sobre la relación compleja entre arte, política y propaganda.
Para empezar, hay un contraste impresionante entre los cuadros de "La verdad y la memoria" y la exposición especial convencional de la planta baja dedicada a la Primera Guerra Mundial[1]. En aquellos cuadros el arte es brutal, conmovedor, mientras que lo de la exposición especial convencional del museo es insípido e incoloro. En la yuxtaposición de uniformes militares, de armas, las reproducciones de carteles de propaganda – una película que muestra campos fangosos – no hay nada capaz de impresionar ni al espectador más sensible. Hay cascos y guerreras para que los visitantes puedan probarlas o para hacerse selfies, pero lo que les importa sobre todo es no recordar lo que de verdad fue la guerra, el horror y la pestilencia de los cadáveres en las trincheras. Han saneado la Primera Guerra Mundial y la han empaquetado para consumo turístico, siendo poco probable que quien visite la exposición de la planta baja aprenda algo, en realidad no se enterará de nada.
No es sin duda de extrañar que la exposición sobre la Primera Guerra Mundial, que es imposible fallar al estar en la planta baja, tenga una afluencia ingente de familias enteras, mientras que la exposición sobre el arte en guerra, discretamente oculta en el tercer piso tras unas puertas de cristal opaco, esté casi vacía. Esta exposición se divide en dos partes, situadas en los lados opuestos del Museo: una llamada “La verdad”, en la que se exponen pinturas realizadas durante el conflicto, sobre todo por artistas empleados por la Oficina Británica de Propaganda de Guerra, artistas que, en algunos casos, habían sido alistados para el frente; la otra parte, llamada "la Memoria", posee pinturas creadas después de la guerra, algunas oficiales, otras no. Esta sección es de lejos la menos interesante, en lo artístico y en lo que dice de la guerra misma. Las imágenes son, en su mayoría, inmóviles y casi apacibles; parecen estar fuera de lo real, como si tanto el propio artista como los espectadores– y sin duda el Estado – no quisieran recordar, sino olvidar, o al menos difuminar el recuerdo, dejando prudentemente la guerra en el pasado. Sólo dos lienzos nos golpean con fuerza. Uno, "Una batería bombardeada" de Percy Wyndham Lewis (que sirvió en artillería) muestra a los soldados agitándose bajo el fuego, reducidos a personajes filiformes parecidos a la máquina, mientras que los que están en el área exterior a la zona peligrosa parecen despreocupados, indiferentes.
El otro lienzo, "Al asalto" de John Nash (hermano del artista mucho más conocido Paul Nash) evoca la inutilidad de los interminables asaltos que produjeron decenas de miles de muertos y con un resultado militar nulo; resulta espantosa esa marcha desesperada de los soldados hacia una muerte segura, tanto más porque sabemos que el tema del lienzo es un ataque llevado a cabo por la propia unidad del pintor, la 1ª Artists Rifles, de la no quedó casi nadie vivo o indemne.
Es de suponer que después de la guerra, lo que quería la mayoría de la gente era olvidarse de ella, volver a la vida dejando la guerra detrás de ella. Y puede también suponerse que los gobiernos estaban satisfechos de que así fuera, pues la Primera Guerra Mundial había descalificado, ante mucha gente, la sociedad capitalista y los gobiernos que la asumieron.
Más que cualquier otra sociedad de clases que la precedieron, la sociedad burguesa tiene una relación paradójica con la verdad. Esto se debe a dos factores: por un lado, las condiciones y necesidades de la producción industrial; por otro, las características específicas de la dominación de clase burguesa.
El capitalismo es el primer modo de producción que no puede vivir sin revolucionar y trastornar constantemente el proceso de producción mediante la puesta en marcha de innovaciones científicas y técnicas. Ese hecho no es, cuando al principio la sociedad burguesa empieza a surgir en el seno del mundo feudal, inmediatamente visible: en Inglaterra la industria textil de la lana empieza en el siglo XIII a romper los vínculos que le impone el sistema de gremios feudales, pero la tecnología permanece en gran parte sin cambios. La revolución no es técnica todavía sino social, basada en los nuevos modos de organizar la producción y el comercio. En el siglo XVII, el objetivo de la ciencia experimental fue mejorar la producción y, en el XVIII, la investigación científica se aplicó a la industria, convirtiéndose en fuerza productiva plenamente. Hoy, la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad pueden parecer ininteligibles o extrañas, y, sin embargo, hay cantidad de productos de uso cotidiano que dependen de sus resultados.
El capitalismo depende de la ciencia. Pero la ciencia misma se basa en dos pilares: la suposición de que existe un mundo independiente del pensamiento, sea éste humano o divino; y la convicción de que es posible comprender este mundo material mediante la investigación y el debate libre[2]. Por ello, una condición previa para el desarrollo del capitalismo y de la sociedad burguesa fue la victoria de Copérnico y Galileo sobre la Iglesia Católica y la Inquisición: no podía permitirse que la Iglesia católica poseyera el monopolio del pensamiento.
La autoridad de clase bajo el capitalismo es también única. La clase burguesa es, en efecto, la primera en la historia en fingir que su dominación de clase no existe, la primera en justificar su propia autoridad basándose en "la voluntad del pueblo". La sociedad burguesa es la más hipócrita de la historia.
Sin embargo, si sólo fuera eso, semejante dominación no sobreviviría durante mucho tiempo. La burguesía domina, pero tal cosa no debe verse; su hipocresía debe ser…sincera. La búsqueda de la verdad no puede limitarse al ámbito de la ciencia, debe también abarcar lo social y lo artístico, pues la ciencia y el arte no son dos mundos separados, no se basan en cualidades antitéticas ni mucho menos, ni siquiera diferentes del espíritu humano. La burguesía está así obligada a dejar que se progrese en la búsqueda de la verdad tanto en lo artístico como en lo científico, so pena de dar ventaja a sus competidoras. Por eso fue Estados Unidos, y no la Alemania nazi, el país que consiguió producir la bomba atómica.
La sociedad capitalista posee otra característica: por primera vez, la clase revolucionaria es una clase explotada. Más importante todavía, esta clase explotada es una clase cultivada. Por primera vez, la clase explotada debe estar instruida para adaptarse a las complejidades de la producción capitalista: los trabajadores deben ser capaces de leer y escribir y asumir más y más tareas técnicas y sociales complejas.
El propio capitalismo instruye y forma a las masa de trabajadores en los saberes necesarios, en el dominio de la organización social. Y de ese modo los hace aptos para reivindicar la herencia del conocimiento artístico, científico y técnico de toda la humanidad y de sus realizaciones que utilizarán para satisfacer las necesidades humanas, incluidas las necesidades culturales humanas. Más todavía: la clase proletaria, cuando ha mostrado lo mejor de sí misma, nunca se ha satisfecho con las migajas que pueda dejarle la cultura burguesa, ha querido comprender esa cultura y hacerla suya. . “El marxismo ha conquistado su significación histórica universal como ideología del proletariado revolucionario porque no ha rechazado en modo alguno las más valiosas conquistas de la época burguesa, sino, por el contrario, ha asimilado y reelaborado todo lo que hubo de valioso en más de dos mil años de desarrollo del pensamiento y la cultura humanos.”[3].
Cuanto más importante es la presencia en la sociedad de esta clase cultivada, revolucionaria y explotada tanto menos es capaz la burguesía de apoyarse en la mentira y la represión. La propaganda puede recurrir únicamente al látigo en los regímenes en los que los obreros han sido totalmente aplastados, en regímenes como la Alemania nazi o la URSS estalinista.
La clase dirigente británica, quizás más que cualquier otra, es consciente de esta extraña situación, cambiante y contradictoria; es consciente de que debe desarrollar su propaganda en dos direcciones. Podríamos casi contestar al célebre dicho de Winston Churchill de que, "En tiempos de guerra, la verdad es tan valiosa que debería estar siempre protegida por un guardaespaldas de mentiras" poniéndolo al revés: "las mentiras son tan valiosas que deberían estar protegidas por un guardaespaldas de la verdad".
“Viene un viento del este, Watson.” “Creo que no, el aire está tibio creo” “Mi querido Watson, es usted el único punto inamovible en una era de cambios. Pero es cierto que viene un viento del Este, un viento que nunca ha soplado en Inglaterra. Será frío y crudo, Watson, y quizás muchos de nosotros nos marchitemos al sentir sus ráfagas. No obstante, no por eso deja de ser un viento de Dios y en cuanto amaine el temporal brillará bajo el sol una tierra más limpia, mejor y más fuerte” [4]
Esas palabras las hemos extraído de la última novela de "Sherlock Holmes", Su último saludo, de Arthur Conan Doyle, en la que Holmes hizo fracasar a un espía alemán justo antes de la erupción de la guerra. El Holmes ficticio no hace aquí sino repercutir los sentimientos que expresaban personajes reales cuando estalló la guerra: Collins-Baker, el conservador de la Galería Nacional, escribía en agosto de 1914 que el arte podía sacar provecho "de una guerra purificadora"[5], y esa era una opinión corriente en el establishment británico que esperaba que la guerra "regeneraría" el arte y la sociedad, quitando de en medio esos desarreglos tanto del cubismo, del modernismo, como de todo lo que constituía una ofensa al pretendido "buen gusto".
Otras guerras anteriores habían sido celebradas "con realismo" y patriotismo como pertenecientes a una serie de compromisos heroicos, como así había sido con la Guerra de Crimea por ejemplo.
El ala reaccionaria de la clase dirigente británica y su designio artístico esperaban que una pintura así ahogara las influencias extranjeras, consideradas decadentes y corruptoras. Pero tal pintura mostró ser un género agonizante. Esto queda ilustrado simbólicamente nada más entrar en la exposición, con el cuadro del Segundo batallón de "Ox & Bucks" venciendo a la Guardia Prusiana Nonne Bosschen de William Barnes Wollen.
Segundo batallón de “Ox & Bucks” venciendo a la Guardia Prusiana
Un paso más en la sala siguiente y nos encontramos en un mundo totalmente diferente. Nos queremos centrar aquí en la evolución de dos artistas que siguieron direcciones diametralmente opuestas en lo artístico, como consecuencia de sus experiencias de guerra: CRW Nevinson y William Orpen.
La ametralladora, de Nevinson
Nevinson tenía 25 años cuando estalló la guerra. Se alistó en la "Unidad de Ambulancias de los Amigos" organizada por los Cuáqueros; quedó profundamente chocado por la experiencia que, de manera evidente, inspiró su arte. En 1914, ya es un pintor paisajista reconocido; está vinculado al Movimiento Futurista italiano, sobre todo con el pintor Marinetti, el cual, más tarde acabaría siendo un seguidor de Mussolini. En 1914, Marinetti declaró "Nosotros queremos ensalzar la guerra, única higiene del mundo", un sentimiento que compartía con un católico como el poeta Hilaire Belloc, por ejemplo, y otros como los que hemos citado antes, y, sin embargo, no hay la menor huella de glorificación de la guerra en la obra de Nevinson. Al contrario, Nevinson declaraba en 1915 que, "Contrariamente a mis amigos futuristas italianos, yo no glorifico la guerra por sí misma, tampoco puedo aceptar la doctrina de que la guerra es la única fuerte de salud (…) En mis representaciones (…) he intentado expresar la emoción producida por la fealdad y lo siniestro de la guerra moderna”[6]. En 1915, decía en el Daily Express: "nuestra técnica futurista es la única manera de expresar la grosería, la violencia y la brutalidad de las emociones percibidas y vividas en los actuales campos de batalla de Europa". Nevinson utiliza las técnicas futuristas de yuxtaposición de superficies planas y de colorido sombrío para mostrar al hombre reificado y deshumanizado, transformado en un accesorio de la máquina en una guerra que se mecanizó como nunca antes: su cuadro La ametralladora (1915) simboliza ese proceder artístico. En Retorno a las trincheras, los propios soldados se han transformado casi en máquinas.
Retorno a las trincheras, de Nevinson
Nevinson destinó enteramente su arte para lanzar un acta de acusación contra la guerra y sus motivaciones. Respecto a su lienzo La Patria (1916) escribió "considero que este lienzo, independientemente de cómo esté pintado, como la expresión de una perspectiva totalmente NUEVA sobre el pretendido "sacrificio" que es la guerra. Es la última palabra sobre "los horrores de la guerra" para las generaciones venideras”[7].
Los cuadros de Nevinson fueron bien recibidos cuando los expuso en noviembre de 1916, a pesar de que su estilo moderno y "extranjero" ilustraba todo lo que más aborrecía la parte más patriótica y reaccionaria de la sociedad británica. Pero tras dos años de guerra, el cansancio y la desilusión que engendraba y la crítica feroz de Nevinson atrajo a la opinión mucho más que la propaganda gubernamental oficial. Los críticos principales aceptaron que "se hayan hecho necesarios métodos modernos para representar la guerra moderna" e incluso el Times vio en su trabajo "una pesadilla de una irrealidad insistente, falsa pero real, algo que está ocurriendo sin duda, pero que nuestra razón no puede aceptar". [8]
La Patria, de Nevinson
Otro cuadro que causó sensación cuando se expuso en 1916 fue Los Kensingtons en Laventie de Eric Kennington. Esta pintura muestra a su propia compañía poco antes que él mismo cayera herido (Kennington aparece al fondo a la izquierda con pasamontañas y casco).
Los Kensingtons en Laventie de Kennington
La recepción entusiasta del trabajo de Kennington y Nevinson se debió en gran parte a que el público percibió sus cuadros como más verídicos, más dignos de crédito que los dibujos basados en fotografías o reseñas de segunda mano en revistas ilustradas: primero porque reflejan una realidad que para la gente estaba más cerca de la verdad, tanto en lo visual como en lo emotivo, y segundo porque los artistas eran o habían sido soldados con experiencia real de primera línea.
Nevinson o Kennington pintaron esos cuadros antes de que el Departamento Británico de Información los empleara como artistas de guerra. Ese departamento sucedía a la Oficina de Propaganda de Guerra, que se había establecido secretamente en agosto de 1914 dedicándose, al principio, sobre todo a lo escrito, haciendo trabajar a autores célebres como John Buchan y HG Wells, para apoyar el esfuerzo de guerra británico. Uno de las primeras tareas de tal Oficina fue el "Informe sobre las presentidas atrocidades alemanas" (conocido también por “Informe Bryce”), que acusaba a los ejércitos alemanes de crímenes de guerra contra civiles tras la invasión de Bélgica. Antes de mayo de 1916, el presidente de la Oficina, el diputado del partido liberal Charles Masterman, un aliado del Primer ministro Lloyd George, decidió responder a la demanda de dibujos para la prensa ilustrada reclutando al célebre artista Muirhead Bone (que había presionado para que se instaurara un proyecto oficial de Artistas de Guerra), al cual mandaron de visita al frente con una comisión honoraria. Los bocetos que entregó, por muy buenos que fueran gráficamente, son insípidos y sin vida comparados con la fuerte emoción que se desprende del arte de Nevinson.
Oficiales, de Muirhead Bone
Incluso su Cementerio de soldados es menos emocionante que la estampa de un cementerio de pueblo cualquiera.
Cementerio de soldados
Fue sin duda la razón que incitó al Ministerio de Información a convocar a artistas más jóvenes, sobre todo a quienes estaban en el Frente, cuya labor aceptaría el público como algo más auténtico. Sin embargo, poner a los artistas bajo el mando ministerial significaba que sus obras se someterían a la censura militar. Para su segunda exposición, que obtuvo mucho éxito, inaugurada en 1918, Nevinson parece haber llegado a la conclusión de que sólo un retorno al realismo era lo adecuado para expresar el horror de la guerra, como puede verse en el cuadro irónicamente titulado Senderos de Gloria, título (Paths of Glory) que utilizaría en 1957 Stanley Kubrick para su conocida película contra la guerra en la que Kirk Douglas tenía el papel principal.
La ironía del título es muy evidente cuando se ven los cadáveres con la cara en el barrizal y ya hinchados por la descomposición.
Senderos de Gloria
El trabajo precedente de Nevinson mostraba al hombre deshumanizado, reducido al estatuto de máquina, incorporado a la máquina, pudiendo uno preguntarse si no sintió la necesidad de alejarse de la estética, incluso una estética de la máquina, para mostrar el verdadero horror de lo que la guerra hacía no a las máquinas, sino a seres humanos reales, de carne y sangre, con quienes podemos nosotros identificarnos y sentir estima, algo que no podemos sentir hacia una máquina.
Las autoridades prohibieron el cuadro. A pesar de ello, Nevinson lo colgó en la exposición con una cinta cruzada donde se leía: "Censurado".
Estamos construyendo un mundo nuevo, de Nash
Paul Nash, otro artista de guerra que iba a ser uno de los pintores paisajistas británicos más conocidos del siglo XX, escribió amargos comentarios sobre su empleo como artista de guerra: "Ya no soy un artista. Soy un mensajero que aportará la expresión de los hombres que están luchando a quienes quieren que la guerra siga para siempre. Mi mensaje será débil, ininteligible, pero poseerá una verdad amarga y ojalá pueda quemarles a estos sus malditas almas". Sin duda, el público entendió lo que significaba el cuadro Estamos construyendo un mundo nuevo.
Mientras que Nevinson iba de lo modernista a lo tradicional, otro artista muy diferente iba casi en sentido inverso. Se trata de William Orpen que tenía casi 40 años cuando estalló la guerra. Era, por aquel entonces, un retratista de la alta sociedad acaudalada. Enviado a Francia como artista de guerra con el rango de comandante, algunos ironizaban sobre su situación privilegiada y segura, muy alejada de toda experiencia de combate. De hecho, los primeros retratos que hizo podrían servir perfectamente de estampas propagandísticas para las tropas británicas, los pilotos en especial, presentados por la prensa y el aparato de propaganda como los nuevos “caballeros de resplandeciente armadura” de la guerra moderna.
Sargento de vuelo W.G Bennett, de William Orpen
Su retrato del teniente piloto Rhys Davids, muerto poco después en combate aéreo, fue muy reproducido.
Teniente Rhys Davids, de Orpen
De Orpen, también se han elogiado mucho los retratos de los genérales Haig y Trenchard. Este artista podría así haber seguido pintando en ese mismo estilo, pero no fue así[9]. Al contrario, las consecuencias de la guerra, tanto en los soldados como en los paisanos, lo fueron perturbando cada día más, acabando por pintar de una manera que se acercaba a un surrealismo del estilo de Dalí.
Por lo visto le disgustó mucho el ver a unas jóvenes prostitutas francesas cazando clientes en un entierro. Quizás fue lo que le inspiró su Adán y Eva en Péronne.
Adán y Eva en Péronne
Este lienzo tiene algo de casi pornográfico. No hay aquí ninguna pérdida de inocencia, pues hace tiempo que ya se ha ido, perdida entre los escombros de una guerra cuyos estragos se ven al fondo. El modesto velo de Eva contrasta curiosamente con su escote abierto y la expresión de cierto cinismo en el rostro, mientras que la indiferencia aburrida del joven soldado parece la de alguien que ha visto tanto la muerte que se ha vuelto indiferente a la vida.
El mismo soldado aparece en Mujer loca de Douai, cuadro que traza una escena a la que asistió Orpen, de una mujer violada poco antes por soldados alemanes en retirada. Aquí, aquél también aparece indiferente a la violación, a la tragedia de la víctima y al cadáver enterrado a toda prisa cuyo pie asoma de la tumba en primer plano.
Mujer loca de Douai, de Orpen
Hay una serie, medio oculta en una sala trasera de la exposición, de siete grabados de Percy Delf Smith, artillero en los Royal Marines en el frente.
Si en algunos cuadros de Orpen hay temas inspirados en Goya (por ejemplo, Bombardeo nocturno), Smith retrocede a imágenes de la sociedad medieval decadente con unas representaciones de la Muerte omnipresentes. Están, sin duda, entre los cuadros más impactantes de la exposición.
La Muerte asustada
En La Muerte asustada, incluso ésta se echa atrás ante tamaña matanza, figurada en dos botas todavía calzadas por trozos de pierna, mientras que La Muerte intoxicada es una parodia de danza en la que la Muerte se contonea en pleno delirio detrás de un soldado que está a punto de ensartar a un enemigo a punta de bayoneta.
La Muerte intoxicada
Parece algo natural el querer, esperar incluso, que los artistas cuyas obras nos emocionan por su espíritu crítico compartan nuestras ideas. Será algo natural, pero muy erróneo. A los artistas mencionados aquí, y a quienes podríamos añadir a poetas como Wifred Owen y Siegried Sassoon o a expresionistas alemanes como Otto Dix o Käthe Kollwitz – la guerra los indignó, sufriendo algunos de ellos, al término de la guerra, depresiones nerviosas de diferente gravedad. Pero ninguno de ellos tenía la menor sensibilidad hacia un enfoque político proletario; en algunos casos ni siquiera era gente especialmente digna de aprecio.
Nos olvidamos a menudo que esos grandes maestros a los que hoy admiramos no estaban solos. Al contrario, salvo raras excepciones, plasmaban un esfuerzo en el que muchos otros estaban implicados. Cuando los artistas destacan del resto de las personas que les rodean, cuando su arte alcanza alturas que nos siguen emocionando hoy mientras tantos coetáneos de menor envergadura han caído en el olvido, entonces aquellos nos comunican, de una u otra manera, algo que va más allá del propio artista. En esos momentos, el artista está impregnado de algo que circula por la ambiente social, algo que a menudo no es explícito. No es casual si algunas de las actas de acusación más duras contra la guerra se crearon en el mismo año (y habrían podido servirle de ilustración) en que Rosa Luxemburg escribió el Folleto de Junius. En este libro, Rosa Luxemburg escribe: “Avergonzada, deshonrada, nadando en sangre y chorreando mugre: así vemos a la sociedad capitalista. No como la vemos siempre, desempeñando papeles de paz y rectitud, orden, filosofía, ética, sino como bestia vociferante, orgía de anarquía, vaho pestilente, devastadora de la cultura y la humanidad: así se nos aparece en toda su horrorosa crudeza.” ¿No es eso precisamente lo que consigue alcanzarnos desde los cuadros el Museo Imperial de Guerra? Y si hubo, en algún lugar, una mente capaz como la de “Junius” y un movimiento obrero ensangrentado y traicionado, pero siempre vivo y capaz de trasformar en la acción social las ideas de “Junius”, también pudo existir un espíritu crítico artístico capaz de dirigirse no ya a la conciencia, como lo hizo Rosa Luxemburg, sino directamente a las emociones (como también lo hacía ella). Hablaban así a lo que es constante en la naturaleza humana, a algo verdaderamente humano, como pudiera haber dicho Marx, que debía exteriorizar la aversión que les producía la monstruosa máquina de muerte en que se había convertido el capitalismo.
El contraste es sorprendente. Mientras que la Primera Guerra Mundial reveló algunos de los pintores más grandes del s. XX en Gran Bretaña, por no mencionar a algunas de las más notables expresiones artísticas de Alemania, nada de semejante puede decirse de la IIª Guerra Mundial donde no se produjo nada comparable.
En parte, eso se debe a la evolución tecnológica. Cuando las revistas ilustradas, como la célebre Picture Post se propusieron mostrar la guerra en imágenes, se dirigieron más que a los artistas, a los fotógrafos, especialmente a la nueva categoría de fotógrafos de guerra como el famoso Robert Capa. La clase dirigente de ambos bandos en conflicto tenía mucho más claro el interés de la propaganda. El régimen nazi ejerció un control de Estado sobre la producción artística, denunciando el expresionismo como "arte degenerado". Otto Dix, aunque se quedó en Alemania, aislado en un exilio interior autoimpuesto, tanto personal como artístico, gran enemigo de la guerra capitalista y de la corrupción social pasó sus últimos años pintando temas inofensivos aunque técnicamente irreprochables, retratos como Nelly como Flora en 1940.
Nelly como Flora
Hitler era un gran admirador de la propaganda de guerra británica y los propios ingleses, al iniciarse la guerra, se dieron prisa para instalar un "Comité Consultivo de Artistas de Guerra" dependiente de los servicios de Información. Basta con comparar el lienzo casi lírico La Batalla de Gran Bretaña, de Paul Nash, con su Estamos construyendo un mundo nuevo para darse cuenta de que el espíritu crítico del pintor se ha evaporado por completo.
La Batalla de Gran Bretaña de Nash
O también comparar la pintura de 1943 de Alfred Thomson de un aviador herido al que se está curando con la descripción de la Primera Guerra Mundial de Nevinson en una escena hospitalaria de La Patria. En Thomson se trata de una imagen apacible, lejos de la agonía y la angustia del hospital de campaña.
El hospital de Thomson
El espíritu crítico no despareció por completo. Algunos artistas estadounidenses que figuran en la página web PBS-"They drew fire" crearon un arte que recuerda los horrores de la guerra que vivieron los combatientes de la Primera Guerra Mundial. Es sin duda significativo el hecho de que esos hombres estuvieron enfrentados al terror bélico.
En un esbozo, el artista Howard Brodie escribió: "Mi recuerdo más conmovedor de toda la guerra se refiere a la Batalla de las Ardenas, cuando los alemanes, haciéndose pasar por G.I. infiltraron nuestras filas. Oí decir que íbamos a ejecutar a tres de ellos… Un hombre indefenso es totalmente diferente de un hombre en la acción. Ver a aquellos tres jóvenes deliberadamente reducidos a cadáveres temblantes ante mis ojos me dejó quemada el alma. Fue el único de mis dibujos que fue censurado. Todo lo que se hizo sobre la ejecución fue censurado".
La ejecución, de Brodie
No hay nada de glorioso en Ayuda a un hombre herido (Eby había servido en un equipo de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial).
Ayuda a un hombre herido, de Kerr Eby
El alistamiento de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial había sido relativamente reducido, la implicación del conjunto de la población en el combate había sido mucho menos importante que en los países europeos y también mucho menos importante que durante la IIª Guerra Mundial. Quizás se pueda explicar el fuerte impacto de esos dos cuadros debido a la inexperiencia de la clase obrera de EE.UU, la cual, a pesar de que tuvo que enfrentarse a una de las fracciones más brutales de la clase capitalista, tenía que sufrir la experiencia de la barbarie desbocada de la guerra moderna en “tamaño natural”.
Esas imágenes crudas de la brutalidad de la guerra – y la locura que causa en unos seres humanos a quienes vemos mirarnos fijamente con los ojos del hombre herido de Eby - revelan una búsqueda honrada de la verdad artística, demuestran que la integridad y la humanidad sobrevivían en medio de la más absoluta barbarie. Pero, en comparación con las obras que inspiró la Primera Guerra Mundial, falta el sentimiento de una crítica social más amplia, que vaya más allá de la reacción individual ante hechos soportados individualmente. Marx se equivocaba cuando decía que solo los malos artistas ponían títulos a sus cuadros (el más grande de los pintores paisajistas británicos, William Turner, no sólo puso largos títulos a sus obras, sino que a menudo las acompañaba de líneas de su propia poesía): títulos como Senderos de Gloria o Estamos creando un mundo nuevo, ponen de relieve la protesta más amplia del artista contra la guerra, sus causas y sus consecuencias.
A causa del “realismo socialista”, la pintura de la IIª Guerra Mundial lo fue todo menos realista y durante la Guerra de Corea, los principios del realismo socialista parecen haber sido aplicados con tanta exaltación tanto por los norteamericanos como por los chinos.
Será con la Guerra de Vietnam cuando el arte volverá a llevar a cabo un ataque crítico contra la guerra y, en este caso, se trata de un arte de un nuevo tipo: la fotografía.
La fotografía y la pintura exigen competencias técnicas muy diferentes: el pintor hace un bosquejo para preparar un trabajo final, el fotógrafo sacará cientos, a veces miles de clichés. El pintor incrementa su labor poco a poco, haciendo surgir la verdad añadiendo pintura, el fotógrafo elimina hasta conseguir el cliché que encarna mejor el acontecimiento, la escena o el rostro que intenta representar. Y, evidentemente, la fotografía en blanco y negro requiere un trabajo muy sutil con productos químicos en la cámara oscura para darle profundidad a la sombra, acentuar y centrar la atención en lo esencial.
En su más elevada expresión, la pintura y la fotografía, como todo arte, pueden ambas expresar una búsqueda de la verdad. Conocemos imágenes muy emblemáticas de la Guerra de Vietnam, como la foto de Trang Bang del fotógrafo vietnamita Nick Ut tras el ataque con napalm del 8 junio de 1972. Ninguna obra de la Primera Guerra Mundial representó mejor que esa foto del horror puro, de la barbarie y, por encima de todo, la absurdez de tal guerra.
Trang Bang tras el ataque con napalm
Nick Ut era fotógrafo de la Associated Press, una cooperativa de información sin ánimo de lucro, fundada durante la Guerra en México de 1846, que produjo una gran parte de lo mejor - lo más auténticamente emotivo– de entre las fotos de la Guerra du Vietnam[10]. La guerra misma ocurrió en un momento muy específico y fue, en algunos aspectos, única, en los anales de fotografía de guerra. Fue, ante todo, “la primera guerra en la que se acreditó regularmente a los periodistas para acompañar a los militares, sin ser sometidos todavía la censura”[11] Es una lección que en especial Estados Unidos iba a aprender para las guerras sucesivas. Las Guerras del Golfo, por ejemplo, fueron censuradas rigurosamente con inspección sistemática de los reportajes televisivos antes de ser enviados. Todas las informaciones “en directo” llegaban en realidad a las pantallas unos cuantos minutos después de haberse emitido, tras la verificación de la censura militar. En esas condiciones, muchos periodistas aprendieron a autocensurarse.
Les clichés de Ut o la foto de Art Greenspon que representa a soldados norteamericanos esperando al helicóptero para evacuar a un herido, son más que una simple fotografía de guerra que cuenta una historia estremecedora, son también una forma de crítica social. Hay pocas fotos de tropas del Viet Cong sino son las de presos, pero no hay duda sobre quiénes son de verdad las víctimas principales de la guerra: evidentemente los civiles ante todo, pero también los reclutas G.I. estadounidenses llamados a filas, llamados “grunts” para diferenciarlos de los “lifers” (como se designaba a los soldados y oficiales de carrera alistados “de por vida”), y evidentemente los ejércitos vietnamitas del Sur y el Viet Cong estaban compuestos de lo mismo: en su gran mayoría eran reclutas, obreros en uniforme enviados a lo más peligroso del frente.
Si fue posible esa crítica social, no sólo fue porque el ejército de EE.UU no había integrado la censura. Una imagen, ya sea un lienzo o una foto, es siempre un medio de comunicar. El artista comunica su verdad, pero sólo podrá conseguirlo si esa verdad es escuchada, si hay en la sociedad quienes sean capaces de captarla y comprenderla. Quienes contemplan el arte forman parte de su significado. No es casualidad si esos fotógrafos son de los años 1968 y 1972, de la Guerra de Vietnam y no de la de Corea (como tampoco es casual que M.A.S.H., una película satírica sobre la Guerra de Corea, sólo se realizara en 1970), pues es el período durante el cual se están agotando los llamados 30 Gloriosos, un final marcado por el auge de la lucha de clases cuya expresión más importante fue Mayo del 68 en Francia.
“El espíritu del tiempo”, el Zeitgeist, podrá parecer una noción impalpable, nebulosa. Y, sin embargo, cuando consideramos esa producción artística nacida de guerras a las que se puso fin debido a la acción de la clase obrera, alzándose directamente contra la guerra misma (en la Primera Guerra Mundial) o porque los obreros sublevados contra los efectos de la crisis, de la que formaba parte la propia guerra, negándose cada día más a luchar bajo el uniforme (la Guerra du Vietnam), nos parece evidente que en la sociedad hay una clase obrera “radicalmente esclavizada”[12], una clase opuesta históricamente al estado actual de la sociedad, incluso cuando los propios obreros no son plenamente conscientes de ello y menos todavía los artistas.
Balzac, como comentó Engels, fue mucho más allá de sus propios prejuicios de clase representando sinceramente lo que veía. Y de igual modo los artistas de la Primera Guerra Mundial nos aportan algo que va más allá de lo que eran ellos mismos pues, bajo la apariencia de las cosas, supieron captar la verdad. La relación entre la expresión artística en el capitalismo y la revuelta contra él, no es nunca mecánica. El arte no es grande porque sería socialista. Como la ciencia, el arte posee su propia dinámica y la primera responsabilidad del artista es ser fiel a sí mismo. Nos atrevemos a parafrasear lo que dijo Engels de la ciencia: “... cuanto más audaces e intrépidos son los avances de la ciencia [del Arte, propondríamos nosotros], mejor se armonizan con los intereses y las aspiraciones de los obreros”[13]
Jens, 27/02/2015
[1] La topografía del Museo tiene su propio significado. La exposición sobre la Segunda Guerra Mundial está nada más entrar en la planta baja, en una galería espectacular con aviones y misiles V1 et V2 auténticos de la IIª Guerra Mundial. Los artistas de guerra de la exposición " verdad y memoria" están presentados con mucha más discreción, en dos galerías en las alas opuestas del tercer piso.
[2] El destino de la producción agrícola de la URSS estalinista, producto de la imposición ideológica de las teorías de Lysenko sobre la evolución es un buen contraejemplo. Y, claro está, el hecho de que el mundo científico sea a menudo incapaz de vivir en acuerdo con esa necesidad no la anula en absoluto.
[3] 8/octubre/1920, Lenin, La cultura proletaria.
[5] En Paul Gough, A terrible beauty, Sansom & Co., 2010, p17.
[6] Cita sacada de las fichas de presentación, generalmente pertinentes, que anuncian las exposiciones.
[7]Citado en el análisis inteligente y útil del libro de Paul Gough sobre los artistas de guerra británicos, A terrible beauty [Una terrible belleza] : https://gerryco23.wordpress.com/2014/02/16/a-terrible-beauty-british-art... [108]
[8] Extraído de la ficha de presentación.
[9] Fue también significativo que donara todos sus cuadros de guerra al Museo de Guerra Imperial, estimando que sería inmoral sacar provecho de haber pintado una guerra en la que sufrió tanta gente.
[10] Ver el artículo del New York Times : https://www.nytimes.com/2013/09/05/arts/design/images-of-the-vietnam-war-that-defined-an-era.html [109].
[11] Ibídem.
[12]Marx, Introducción para la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel
[13] Engels, “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”
Hace setenta años en Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, más de cien mil de sus habitantes fueron atrozmente pulverizados al ser usados como blanco de una de las mayores demostraciones de la nueva fuerza nuclear de los Estados Unidos. Según cifras oficiales, cerca de 70 mil personas perecieron en la explosión inicial y miles de personas sufrieron la misma suerte en los días que siguieron[1].Tres días después, el 9 de agosto, una segunda bomba explotó sobre Nagasaki matando a un número similar y aterrador de víctimas. La barbarie y el sufrimiento infligido a tantas personas son muy difíciles de concebir.
Así pues, como escribimos en 2005, en el aniversario de este acontecimiento: “Para justificar semejante crimen, y para responder a la legítima conmoción provocada por los espantosos efectos de la bomba, Truman –el presidente estadounidense que ordenó el holocausto nuclear– y su cómplice Winston Churchill pusieron a circular una cínica mentira: que el uso de la bomba atómica había salvado un millón de vidas que se habrían perdido si las tropas estadounidenses se hubiesen visto forzadas a invadir Japón; que finalmente, y a pesar de las apariencias, las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, y que todavía están matando a cincuenta años después, ¡eran bombas pacifistas! Pero esa mentira tan repugnante es desmentida por numerosos estudios históricos publicados por la propia burguesía”.
Cuando uno observa la situación militar de Japón en el momento en que Alemania capituló, podemos ver que el primero ya estaba prácticamente vencido. Su aviación, un brazo esencial de la Segunda Guerra Mundial, estaba casi aniquilada, reducida a un pequeño número de máquinas generalmente pilotadas por un puñado de adolescentes que eran tan fanáticos como inexpertos. La marina, tanto mercante como militar, quedó prácticamente destruida. Las defensas antiaéreas cubrían apenas una pequeña parte del cielo, lo que explica por qué los B-29 fueron capaces de llevar a cabo miles de ataques a lo largo de la primavera de 1945 prácticamente sin pérdidas. ¡Y Churchill mismo lo admitió en el volumen 12 de sus memorias!
Un estudio realizado por los servicios secretos estadounidenses de 1945, publicado por el New York Times en1989, reveló que:“Consciente de la derrota, el emperador de Japón decidió el 20 de junio 1945 cesar todas las hostilidades y abrir conversaciones el 11 de julio de paz”[2] Y dado que en la sociedad capitalista el cinismo y desprecio no tiene límites ni fronteras, sólo podemos recordar que los supervivientes de estas explosiones, los "hibakusha", sólo han sido reconocidas como víctimas por parte del Estado en el año 2000[3]
En relación con el verdadero objetivo de estos bombardeos, esto es lo que escribimos en 2005: “En contra de todas las mentiras que se difunden desde 1945, sobre la supuesta victoria de una democracia sinónimo de paz, la Segunda Guerra Mundial era poco más que un nuevo frente para la confrontación imperialista que se estaba perfilando. Así como el Tratado de Versalles contenía inevitablemente dentro de sí las semillas de una nueva guerra, la conferencia de Yalta contenía ya la separación entre el vencedor principal del 1945, los Estados Unidos y su contrincante ruso. Gracias a la Segunda Guerra Mundial, Rusia había pasado de ser una potencia económica menor a un imperialismo de escala mundial que no podía sino amenazar la superpotencia americana. En la primavera de 1945, la URSS ya estaba usando su fuerza militar para hacerse de un bloque en Europa del Este. Yalta no hizo más que advertir el enfrentamiento de fuerzas existente entre los principales tiburones imperialistas: lo que una de las fuerzas podía establecer, la otra lo podía deshacer. En el verano de 1945, el verdadero problema que enfrentaba el Estado americano no era, como los libros de texto nos dicen, cómo hacer que Japón capitulara tan pronto como fuera posible, sino cómo enfrentar y contener el avance imperialista de su ‘gran aliado ruso’”.
En realidad la carrera armamentista nuclear comenzó sobre la base de las tensiones imperialistas que ya se habían recrudecido antes de 1945. Una gran potencia capitalista digna de ese nombre sólo podía mantener su rango en la escena imperialista y ser tomado en serio por sus rivales, mostrándoles que poseía, o más aún, demostrándoles que podía hacer uso de las armas nucleares. Esto es particularmente cierto para los países que eran "líderes de bloque", que para entonces estaban conformados por los Estados Unidos y la URSS. Colocadas detrás de una o de otra, las otras grandes potencias únicamente podían seguir el mismo patrón. Desde 1949, los rusos comenzaron las pruebas para su propia bomba. En 1952, fue el turno de los británicos. A su vez, en 1960, el "Gerboisebleue" francés mostró su poder nuclear en Reggane, en el Sahara argelino. Durante todo este tiempo se podría decir sin exagerar que había cientos de pruebas nucleares con consecuencias sobre el medio ambiente (y en ocasiones sobre las poblaciones de los alrededores), de lo cual los Estados han mantenido silencio. Más allá de esta loca carrera entre los EE.UU. y la URSS para desplegar una aún mayor cantidad de armas de este tipo, se puso en marcha una investigación imparable con el fin de maximizar su poder de destrucción. Si las bombas de 1945 fueron un momento de intensa crueldad en la historia de la barbarie capitalista, están lejos de ser el punto culminante del potencial destructivo de las armas que existen.
¡La barbarie capitalista no tiene límites! Como si los cientos de miles de muertos de Hiroshima y Nagasaki no fueran apenas el anticipo de lo que el capitalismo decadente es capaz de producir, los estadounidenses alcanzaron otro nivel de ignominia en 1952 con la explosión de la "Ivy Mike", la famosa bomba-H [bomba de hidrógeno] con una potencia de 10.4 megatones, ¡seis veces más fuerte que la bomba de Hiroshima! ¿Y quién puede olvidar la "Bomba Tsar" que los rusos explotaron sobre el archipiélago de Nueva Zembla (en el Ártico de Rusia) en 1961? Con una potencia de más de 50 megatones, que convirtió, literalmente, el suelo en vidrio, en un radio de 25 kilómetros y destruyó edificios de madera a cientos de kilómetros de distancia. El ejército estaba satisfecho con la idea de que el calor de la radiación producida había causado quemaduras de tercer grado en un radio de más de 100 km. Desde un punto de vista formal las grandes potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia) firmaron un pacto de no-proliferación (TNP) en 1968. Este acuerdo, que se suponía iba a detener la multiplicación de armas nucleares, sólo tenía un efecto muy restringido. ¡Es tan hipócrita como los Acuerdos de Kyoto contra el calentamiento global! Desde que el TNP entró en vigor en 1970, varios países se han sumado a la lista: India, China, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Además hay una serie de países cuya posesión de armas nucleares es materia de discusiones entre las facciones de la burguesía: Irán, desde luego, pero también Brasil, que se sospecha desarrolla un programa nuclear[4], Arabia Saudita y Siria, de cuyo reactor nuclear en Damasco se ha hablado mucho. En resumen, está claro que la "no-proliferación" no es más que un deseo moralizante, esencialmente destinado a enmascarar la sórdida realidad del tráfico de materiales nucleares. En un sistema basado en la competencia y el enfrentamiento de fuerzas, la idea de un retorno a la razón sólo puede ser pura mistificación. Desde el fin de la Guerra Fría y la desintegración de los bloques en 1990, la inestabilidad militar ha ganado progresivamente terreno en todas las zonas del planeta. La situación internacional nos muestra esto todos los días. Es un proceso de descomposición real que genera una barbarie e irracionalidad de mayores proporciones. En este contexto hay que colocar el anuncio hecho por Putin el 16 de junio, según el cual: “Rusia va a reforzar su arsenal nuclear con el despliegue de más de cuarenta nuevos misiles intercontinentales desde aquí hasta el final del año (...). Este anuncio fue hecho sobre la base del recrudecimiento de las tensiones entre Rusia y Estados Unidos, cuyos planes de desplegar armas de alto poder en Europa, reveladas por el New York Times, han provocado la ira de Moscú” [5]. A unos días del 70 aniversario del holocausto nuclear, tal declaración es una señal sumamente significativa de la putrefacción en la que la sociedad capitalista se está hundiendo[6].
La clase obrera, la única clase portadora de una perspectiva para el futuro de la humanidad, es también la única clase que puede poner fin a las guerras. El proletariado no puede abandonarse al horror que la clase capitalista es capaz de producir y no puede quedarse paralizada frente a los ataques de esta. Es verdad que las atrocidades de agosto 1945 y de la guerra en general generan miedo. ¡Y no sin razón! En el conflictivo juego de la competencia capitalista, la burguesía siempre querrá aniquilar a sus rivales. El único freno real a esta barbarie está en el grado de conciencia que desarrolle la clase revolucionaria y su capacidad de indignación ante el horror de una sociedad en descomposición.
Por último, hay que recordar que el verano 2015 es también el 110 aniversario (27 de junio 1905) del motín del acorazado Potemkin, aunque los medios de comunicación son mucho más discretos respecto de este acontecimiento. En él, los marineros rusos, hartos del desprecio de sus mandos y cansados de la guerra con Japón, giraron sus armas contra sus oficiales y se alzaron en uno de los momentos más heroicos de la historia del movimiento obrero[7]. No son las lágrimas de desesperación, sino la indignación y la voluntad de lucha lo que lleva consigo la promesa de la construcción de una sociedad comunista.
Tim, 2 de julio de 2015
[1] En Japón, el "memorial de la paz" calcula el número de víctimas de Hiroshima en 140 000 personas.
[2] Le Monde Diplomatique, de agosto de 1990. Para un desarrollo amplio sobre la denuncia de esta cínica falsedad, invitamos a nuestros lectores a ver el artículo “50 años después: Hiroshima, Nagasaki y las mentiras de la burguesía”, en la Revista Internacional nº 83.
[3]Antes de esto, estas víctimas no fueron auxiliadas por ayuda alguna del Estado. “En mayo de 2005, había 266.598 hibakusha reconocidos por el gobierno japonés” (según un artículo del Japan Times, 15 de marzo de 2006, reimpreso en la Wikipedia).
[4] Lula firmó un acuerdo en 2008 con Argentina para el desarrollo conjunto de un programa nuclear que no podía estar desprovisto del aspecto militar.
[5] Le Monde, 16/06/2015.
[6] Dentro del “gran avance” reciente, en medio de las crecientes tensiones sino-estadounidenses, China ha anunciado que ha desarrollado un sistema múltiple de ojivas nucleares capaz de romper las defensas de los Estados Unidos.https://uk.businessinsider.com/china-developed-multiple-warhead-missiles-2015-5?r=US&IR=T [111]
[7] También es importante recordar que fue el movimiento obrero, junto con la oleada revolucionaria de 1917, lo que puso fin a la Primera Guerra Mundial a principios del siglo XX.
El 12 de Agosto a las 22:50 (hora local china) se alertaba de un pequeño incendio en unos almacenes industriales en el distrito de Bihai, en la ciudad portuaria de Tianjin, China. Algunos bomberos acudieron al lugar. Unos cuarenta minutos más tarde, se registraba una tremenda explosión equivalente a 3 toneladas de TNT, y unos pocos segundos después una brutal explosión equivalente a 21 toneladas de TNT que pudo ser percibida incluso por los satélites que orbitan la tierra.
¿Por qué se produjo una explosión tan terrible? Estos almacenes no eran unos almacenes cualquiera, eran unos almacenes de productos peligrosos con más de tres mil toneladas de productos potencialmente dañinos para el ser humano. Todo esto situado, por supuesto, en un área industrial donde no viven más que obreros.
Al parecer, el carburo de calcio almacenado pudo haber reaccionado con el agua que vertían los bomberos que trataban de apagar el incendio, transformándose así en el explosivo acetileno. Una explosión de acetileno habría sido suficiente para hacer detonar otros productos allí almacenados en cadena, dando lugar a una explosión mucho mayor. Por el momento hay confirmados 114 muertos, e inicialmente 720 personas fueron atendidas en los hospitales. Cabe añadir que en el almacén había 700 toneladas de cianuro sódico, una sustancia altamente venenosa para el ser humano que se teme que haya contaminado toda la zona.
Pero más allá de todas las cifras, razones técnicas, datos y hechos empíricos se esconde una cosa: la lógica inhumana del capital, un nuevo latigazo a la clase obrera pagado con sangre, una nueva ofensa a todo lo humano que queda en este planeta. En 1915, en su folleto “El enemigo está en casa”, el revolucionario Karl Liebknecht decía: "Los enemigos de la población están esperando el olvido de las masas... nosotros combatimos esto con el siguiente recurso:¡Averigüen todo, no se olviden de nada! No perdonen nada!".
Esa consigna hoy sigue siendo válida. ¿Por qué existía un almacén de esas características si no es por la necesidad de reducir gastos, de la acumulación de capital? ¿Por qué vivían obreros cerca de ese monstruo explosivo si no es para maximizar el espacio que poder llenar de población explotada y humillada ante el Moloch capitalista?
Es necesario recordar que estos “accidentes” no son un hecho aislado sino un problema crónico del capitalismo en general y del capitalismo chino en particular. En su edición del domingo 23 de agosto, el periódico español El País titulaba un reportaje “La seguridad industrial un problema endémico en China”, en él nos enteramos que entre enero y mayo de 2015 la siniestralidad laboral causó 16000 muertes y se dieron 26 explosiones del tipo Tianjin con un balance de 65 muertos. China no es una excepción, según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en 2014 murieron 2,3 millones de personas en todo el mundo por accidente laboral.
En su fase de descomposición, el capitalismo pierde sus capacidades de coordinación y de funcionamiento “sano”, las pocas que le quedaban. Es por eso que mandaron bomberos a extinguir con agua un incendio en un almacén lleno de substancias que reaccionan violentamente al contacto con el agua. Así perdieron su almacén, infraestructura industrial, se paró la actividad portuaria de un puerto por el que pasa el 40% de los vehículos importados, el gigante minero BHP Billiton ha visto suspendida toda su actividad portuaria, Renault ha perdido 1.500 coches y Hyundai 4.000, Toyota y John Deere han suspendido la producción, hay 17.000 edificios dañados... La locura capitalista por la acumulación se vuelve contra sí misma como un gigantesco puño, el capitalismo demuestra que su supervivencia genera contradicciones monstruosas, cada vez más difíciles de controlar y cuya onda destructiva es más dañina.
Pero si la burguesía ha perdido con esta catástrofe, causada por el propio monstruo sangriento en que cabalga, más ha perdido el proletariado. ¿Qué es toda la producción industrial de Toyota, John Deere y BHP Billiton comparada con la vida de un sólo proletario? ¿Con todos los obreros que se han quedado sin hogar y, peor aún, con los obreros a los que el infame gobierno chino quiere recolocar de nuevo en la zona contaminada por cianuro? ¡Nada! Ante esta cruda realidad, ante estas humillaciones continuadas por parte de la burguesía y el gobierno chino ya han surgido algunas débiles protestas.
Pero son protestas hundidas en el cenagal del democratismo y de la legalidad: que ellos no conocían el contenido del almacén cuando deberían conocerlo, que estaba demasiado cerca según lo estipulado por la ley… Aún queda por surgir en China una verdadera voz proletaria, una voz que diga claramente no al asesinato de sus hermanos de clase, no a la vida servil y humillada en ciudades-fábrica inhumanas y no a la lógica inmunda del capital. Queda por surgir, en resumen, una voz que hable por lo que de humano le queda al hombre. Mientras tanto, nosotros queremos ser esa voz:
¡Averigüen todo, no se olviden de nada!
¡No perdonen nada!
¡Tianjin es un asesinato!
Comunero, 24-8-15
(Agradecemos a este compañero, simpatizante muy próximo, la redacción de este artículo)
La población de los países de la periferia del capitalismo afronta el drama de las deportaciones, el desplazamiento, la huída de condiciones violentas e infrahumanas como es el caso de los desplazados del Oriente Medio que huyen a Europa buscando mejores condiciones de vida y debido al terror impuesto por el Estado Islámico, el estado sirio y todos los bandos en conflicto . A los que se suman grandes desplazamientos de contingentes humanos desde África y Europa del Este. Este también es el drama que se vive en la frontera colombo-venezolana, donde desde hace años habitan cientos de miles de desplazados por el conflicto interno colombiano entre el Estado, la guerrilla y el paramilitarismo; otros, en búsqueda de mejores condiciones de vida. Todos víctimas de un sistema capitalista que desde hace más de un siglo entró en decadencia y hoy se hunde en la descomposición[1], arrastrando a la humanidad a la barbarie.
Hoy la población de la amplia frontera colombo venezolana sufre de nuevo las consecuencias de los conflictos de intereses de las clases dominantes de ambos países.
El pasado 21 de agosto, el presidente Nicolás Maduro anunció el cierre de la frontera colombo-venezolana, decretando el Estado de Excepción en 10 municipios del estado Táchira, la cual se extendió luego a 7 municipios del estado Zulia y 3 municipios del estado Apure, también fronterizos con Colombia. La razón fue la emboscada a tres militares venezolanos y un civil que ejecutaban operaciones anti contrabando. Dicha medida, significó la deportación de cerca de dos mil colombianos y la huída de otros miles, desatando una situación dramática, ya que en muchos casos las fuerzas militares destruyeron sus precarias viviendas, les prohibieron llevar sus enseres; familias quedaron separadas e incluso, ha habido denuncias por maltratos y extorsión por parte de militares venezolanos. El Procurador de Colombia amenazó con demandar y solicitar la captura del presidente Maduro en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad. La canciller colombiana Ángela Holguín, señaló que tales medidas eran contradictorias con acciones que el gobierno venezolano emprendió en años anteriores, cuando les otorgó documentos de identidad a miles de colombianos para que pudieran votar en Venezuela a favor del régimen chavista, prometiéndoles casas y subsidios en territorio venezolano, y ahora consideran ilegítimos esos documentos.
Dentro de las razones que esgrime el gobierno venezolano para asumir tales medidas, se encuentran: el contrabando de gasolina y productos alimenticios hacia Colombia; la aprobación de una resolución por parte del Banco de la República de Colombia que facilita a un grupo de cambistas la operación de compra y venta de la moneda venezolana (el Bolívar Fuerte), forzando su devaluación. Estas operaciones de contrabando, aunado al acaparamiento y reventa de alimentos y diversos productos a precios especulativos a nivel interno, estarían a la base de lo que Maduro y su régimen denomina la “guerra económica”, que supuestamente sería la causa de gran parte de la escasez y el desabastecimiento que padece el país. Así mismo, el gobierno venezolano alega el incremento de las supuestas acciones del paramilitarismo colombiano en la planificación y ejecución de atentados y asesinatos a funcionarios venezolanos, bajo la dirección del ex presidente colombiano Álvaro Uribe en alianza con los Estados Unidos. En más de una oportunidad (por cuarta vez en tres años), Maduro ha denunciado planes para asesinarlo, e incluso, asegura que el último plan descubierto se planificó con conocimiento del presidente colombiano Juan M. Santos.
La realidad es que ambos gobiernos conocen desde hace muchos años las actividades de contrabando, extorsión (“cobro de vacuna”), narcotráfico, prostitución y la existencia de viejas y nuevas bandas criminales y paramilitares que operan tanto en Colombia como en Venezuela. Los presidentes Santos y Maduro actúan con el cinismo y la hipocresía propias de las clases dominantes, al llamar a la “defensa de los derechos humanos” o a la “protección de la vida de los ciudadanos”, mientras tratan de sacar el mayor provecho político de la situación, tal como también lo hacen las respectivas facciones burguesas que le hacen oposición a ambos gobiernos. Los grandes afectados son los pobladores de la frontera, la gran mayoría trabajadores que viven o transitan en la frontera. Miles de personas, locales e inmigrantes, buscan sobrevivir en medio de las diferentes mafias del contrabando, los carteles de la droga, la guerrilla y los paramilitares, quedando atrapados en una dinámica infernal de descomposición social que se expresa en la confrontación entre pandillas criminales que operan en la zona, comandadas por funcionarios y militares de ambos países.
Esta situación evidencia un drama que se vive en diferentes zonas fronterizas a nivel mundial, con la inmigración ilegal, los refugiados y desplazados, la mayoría de ellos víctimas de la crisis económica mundial y de una de sus principales manifestaciones: el desempleo; empujados por la necesidad de sobrevivir soportando ritmos brutales de explotación, huyendo de guerras y conflictos políticos, acosados por la persecución de las autoridades, arriesgando la vida de familias enteras. Guardando las diferencias de cada caso, en términos de cómo se origina y su posterior desenvolvimiento, el actual conflicto en Siria ilustra esta realidad, con alrededor de 7 millones de desplazados, debido a la guerra civil que inició en ese país en 2011, donde miles de personas huyen despavoridas en caravanas humanas, tratando de atravesar con vida las fronteras de otros países vecinos, sufriendo la represión policial y los maltratos de los traficantes de seres humanos, las enfermedades e incluso la muerte para intentar llegar a los países de la Unión Europea. De igual manera, los más de 400 mil desplazados por el conflicto en Libia, engrosan la cifra de casi 60 millones de desplazados en el mundo según la ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados). La situación en la frontera colombo-venezolana ilustra por su parte, la autonomización a que han llegado las mafias lideradas por civiles, paramilitares, guerrilleros y efectivos militares, y el caos que produce la lucha a muerte entre éstas; de igual manera ilustra que a los gobiernos tanto de derecha como de izquierda, de países pobres o desarrollados, no les interesa para nada la población sino la defensa de sus intereses de clase. En todos estos casos, se trata de una realidad que expresa la descomposición de las relaciones capitalistas de producción, la imposibilidad de este sistema de ofrecer alguna perspectiva de bienestar a la humanidad.
Las estrategias que viene desarrollando la burguesía chavista para tratar de revertir el agotamiento de su proyecto político, se presentan en el marco de un acelerado deterioro económico y social. La búsqueda incesante de un chivo expiatorio, de un agresor externo, busca desviar la atención acerca de la gravedad de la crisis económica y la responsabilidad de altos burócratas del Estado en la inmensa corrupción existente. El margen de maniobra del chavismo se ha venido reduciendo en la medida en que declina su capacidad para alimentar su populismo político e ideológico. Según cifras extraoficiales, el PIB podría contraerse este año entre 7 y 10%; el déficit fiscal se ubicaría alrededor del 20% del PIB (muy superior al de Grecia en 2009 que llegó al 15%). La baja en los precios del petróleo ha obligado a un recorte del flujo de divisas que ronda el 60%. Varias firmas consultoras calculan una inflación entre el 150% y 200% para finales del 2015. Según datos de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina y El Caribe, organismo adscrito a la ONU), la pobreza en Venezuela aumentó de 25% a 32% entre 2012 y 2013. La caída de las reservas internacionales en lo que va de 2015 es de un 25%. Es evidente la merma en la capacidad para hacer frente al gasto corriente y al endeudamiento, que sólo en el caso de lo adeudado a China supera los 56 mil millones de dólares. Algunas instituciones financieras advierten el peligro de una hiperinflación e incluso de default para 2016 (Bank of América).
En el plano social la situación no es menos grave. Venezuela se ubica dentro de los países con mayores niveles de inseguridad ciudadana y violencia criminal[2]. La capacidad de acción que ha alcanzado el crimen organizado mantiene sometida a la población. La actuación de grupos Colectivos, armados y amparados por el régimen chavista y de mega bandas criminales supera en muchos casos el poder de fuego y organización de las fuerzas represivas del Estado. Una red de corrupción y crimen involucra a las diferentes policías y funcionarios del Estado; el gobierno favoreció la acción de esos Colectivos y del mismo lumpen en la represión de las protestas, creando un monstruo de mil cabezas, que ahora reclama sus propios espacios de poder, escapando al control del Estado.
Las consecuencias de la agudización de la crisis económico-social las padece la población, la cual tiene que hacer largas filas (colas) durante muchas horas para adquirir algunos alimentos, momento que es aprovechado para expresar su indignación y su rabia ante las declaraciones gubernamentales, las cuales consideran no sólo mentirosas sino una burla a la precarización de sus condiciones de vida. El deterioro político de Nicolás Maduro y del partido oficialista (PSUV), que según diferentes encuestas acumula más de un 80% de rechazo, lo obliga a enfrentar simultáneamente varios escenarios: el del incremento de las protestas sociales, con saqueos en comercios de algunas ciudades y la perspectiva de una revuelta social; el de una derrota electoral y política en las elecciones parlamentarias de diciembre próximo, colocándolo ante la perspectiva de perder la mayoría en la Asamblea Nacional, lo cual afectaría de manera significativa el destino de la facción chavista de la clase dominante. Es ante esta situación, que echa mano de todas las artimañas y subterfugios jurídicos, para cerrar el camino a los sectores burgueses de oposición, quienes acusan al chavismo de crear una situación de conmoción con el cierre de la frontera para suspender o postergar las elecciones parlamentarias.
Por otro lado, el chavismo se encuentra en una situación cada vez más débil en el ámbito geopolítico, debido a la disminución de las capacidades de desarrollar su populismo basado en el ingreso petrolero, así como el deterioro de su imagen como Estado capaz de garantizar niveles mínimos de gobernabilidad, estabilidad social, de no ser un factor de confrontación e inestabilidad en la región. Los pronunciamientos de la ONU, la Unión Europea, de parlamentos nacionales (como recientemente ocurrió con el de España), ex presidentes y políticos a nivel regional y mundial en temas como el de los presos políticos, lo expone cada vez más a los ataques de sus opositores, socavando las alianzas hechas en el pasado y debilitando la estrategia imperialista de la burguesía venezolana en la región. Un ejemplo de ello, fue el fracaso de su reclamo territorial frente a Guyana, un país de menores dimensiones geográficas y económicas.
En este contexto, Maduro y su equipo de gobierno tratan de darle fuerza y credibilidad al argumento del “ataque externo a la economía venezolana”, intentando convencer a la población (sobre todo al sector que ha venido apoyando al chavismo) de que las políticas económicas del gobierno (de control de cambio, control de precios y confrontación con el capital privado) no son las que han agudizado la crisis, sino la “obsesión de la derecha internacional” de acabar con el proyecto del socialismo siglo XXI. Por ello, decide meterse en una dinámica de confrontación con Colombia, para intentar polarizar a la población, explotando aspectos como el nacionalismo y la “defensa de la patria”. La gravedad de la crisis socio-económica y la determinación de la burguesía chavista de mantenerse en el poder, los lleva a esta huída hacia adelante.
Por su parte, los reclamos del gobierno colombiano al de Maduro no se deben a la violación de los “derechos humanos” de los desplazados por la acción del gobierno venezolano, sino a que esta situación coloca en desventaja a las facciones de la burguesía colombiana que apoyan a Santos ante las elecciones de gobernadores y alcaldes de octubre próximo; debido a que las fuerzas que apoyan al ex presidente Álvaro Uribe han sacado el mayor provecho político al conflicto en la frontera presentando a Santos como débil e incapaz de enfrentar a la “dictadura” venezolana.
El conflicto colombo-venezolano ilustra de la manera más clara que a la burguesía, sea de tendencia de derecha o de izquierda, no les interesa para nada los sufrimientos de la población sino la defensa de sus asquerosos intereses de clase.
Los trabajadores no debemos hacernos eco de esta exacerbación nacionalista y patriotera que promueven las burguesías venezolana y colombiana. A lo largo de la historia el proletariado ha sabido alzar frente a este caos, defendiendo el internacionalismo proletario que se funda en el carácter internacional de una clase que tiene en sus manos la solución para destruir este régimen y levantar la nueva sociedad comunista. El establecimiento del Estado-Nación fue el principal instrumento de la burguesía mundial para impulsar el capitalismo e instaurar la explotación de los asalariados y es la plataforma desde la cual estructura la competencia y dirime sus conflictos. En este sentido, y como lo hemos sostenido siempre los marxistas, el proletariado no tiene patria que defender, es decir, la lucha por su emancipación se realiza fuera del terreno y los intereses de clase de la burguesía. Por otro lado, las relaciones capitalistas de producción (que son las que en realidad defienden Santos y Maduro) no son para nada humanas; todo lo contrario, ellas se han vuelto contra la humanidad, negándole toda posibilidad futura de bienestar, condenando a los trabajadores y al resto de las capas sociales a vivir un tipo de sociedad en la cual no tienen control de su vida, sometidos a la explotación, a las guerras, a condiciones de miseria.
La “defensa de los derechos humanos” no es más que un engaño al que recurren todas las burguesías, para crear la ilusión de que el Estado es un ente que puede llegar a proteger la integridad y el bienestar humano. Los trabajadores y sus minoría revolucionarias debemos desarrollar una profunda reflexión y un debate político que permita transformar la indignación que hoy sentimos y expresamos cotidianamente contra el caos, precariedad y barbarie a que nos somete el sistema, en un fortalecimiento de nuestra consciencia de clase, comprender la necesidad de desarrollar una lucha unida e internacional, que permita incorporar a otras capas no explotadoras en la tarea histórica de echar abajo las relaciones capitalistas de producción, única posibilidad de construir una sociedad verdaderamente humana.
Internacionalismo Venezuela, 20/9/2015
[1] Ver nuestras “Tesis sobre la Descomposición”, Revista Internacional nº 62, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [8].
[2] Al respecto ver nuestro artículo “Incremento de la violencia delictiva en Venezuela: Expresión del drama de la descomposición del capitalismo” https://es.internationalism.org/node/3417 [116].
Un empeño en matar a cuanta más gente mejor. Una matanza. El viernes 13 de noviembre, París y sus afueras han sido el macabro escenario de unos actos sanguinarios perpetrados por un puñado de terroristas con chaleco de explosivos y armas de guerra. ¿Cuál era su diana?: todos los “pervertidos” por “el estilo de vida occidental”[1], y, muy en especial, los jóvenes[2].
El 11 de enero pasado, al asesinar a los caricaturistas del semanario satíricoCharlie Hebdo, el Estado Islámico (EI)[3], mató a los “abuelos”[4] de tendencia libertaria muy influidos por el movimiento social de mayo del 68. Esta vez, al atacar unos espacios festivos y de moda (el “Stade de France” de Saint Denis, los bares y restaurantes de los distritos parisinos X y XI, la sala de conciertos del Bataclan[5]), los matarifes del EI apuntaban voluntariamente a una generación que según ellos estaba cometiendo el horrible crimen de querer encontrarse, discutir, beber, bailar y cantar libremente, o sea: amar la vida (lo cual la burguesía, sacando provecho de la emoción y del lavado de cerebro mediático,… ¡intenta identificar con el patriotismo!). Es esta misma generación la que anheló recoger la antorcha de Mayo del 68 durante el movimiento social de 2006 en Francia[6] y que, precisamente, expresó su solidaridad con los artistas asesinados de Charlie Hebdo movilizándose en masa durante las manifestaciones de enero.[7]
Estos nuevos crímenes fríamente planificados, inducidos por una ideología oscurantista y mórbida, digna del nazismo, no se deben a unos cuantos“monstruos” que bastaría con erradicar[8]; esta lógica es la de la burguesía. Sólo sirve para justificar la guerra, para engendrar a su vez más odio y más crímenes, y, sobre todo, ocultar las verdaderas causas de semejantes atrocidades. Lo que en realidad está en la raíz de todos los males es el sistema capitalista entero, un sistema sin porvenir, sin perspectiva, que se está descomponiendo poco a poco, arrastrando tras él a toda la humanidad en su engranaje mortífero.
El EI es una expresión especialmente reveladora de la dinámica suicida del capitalismo. El Estado Islámico es un producto típico de la decadencia del capitalismo, segregado directamente por la fase actual de su descomposición.
En ese contexto, la ausencia de perspectiva social firme en el plano histórico es la causa principal de la agravación y multiplicación de los conflictos imperialistas, de la delicuescencia acelerada de la sociedad. Ninguna de las dos clases fundamentales y antagónicas de la sociedad, ni la burguesía ni le proletariado, consiguen imponer su proyecto histórico, o sea, la guerra mundial para aquélla o la revolución comunista para éste. Desde mediados de los años 1980, la sociedad está así prisionera de lo inmediato, aparece sin porvenir y se pudre sobre sus propias raíces[9]. El desmoronamiento de la URSS en 1990, producto de esa dinámica, agudizó todas las contradicciones del sistema. Las expresiones de la fase de descomposición son múltiples: individualismo y cada cual a la suya, gansterismo, repliegue identitario y sectario, oscurantismo, nihilismo y, sobre todo, incremento del caos bélico. Todo eso hasta el punto de desestabilizar los Estados más débiles, acarreando su desplome, llevando la lógica de los conflictos a hacer estragos en regiones enteras del planeta. Todo eso tiene un primer responsable: las grandes potencias imperialistas, sobre todo en África y Oriente Medio.
Un breve recordatorio de la historia de los conflictos en esas regiones durante las últimas décadas ilustra con creces esa realidad. Desde que se desmoronó la URSS, a Estados Unidos se le ha hecho cada vez más difícil imponerse como “gendarme del mundo”, porque, podrá parecer paradójico, pero la existencia del enemigo ruso obligaba a los adversarios de EE.UU a protegerse tras la potencia norteamericana. Las naciones del bloque occidental estaban pues obligadas a aceptar la “disciplina de bloque” del “Tío Sam”. En cuanto se desmoronó la URSS, el bloque del Oeste se disgregó y cada cual intentó jugar su baza imperialista. Estados Unidos tuvo que imponer cada vez más su liderazgo por la fuerza. Ése es el sentido de la “grandiosa” demonstración militar de la Guerra del Golfo en 1990, episodio durante el cual la burguesía norteamericana logró, puntualmente, obligar a todos sus “aliados” a unirse a ella. Pero la situación siguió degradándose para Estados Unidos hasta que, más aislados cada día, llevaron a cabo la guerra en Afganistán en 2001 y luego en Irak en 2003, con el único resultado de desestabilizar geopolíticamente ambas regiones. Esta dinámica ya la anunciábamos desde octubre de 1990: “Lo que hoy demuestra la guerra del Golfo es que, frente a la tendencia al caos generalizado propia de la fase de descomposición, y a la que el hundimiento del bloque del Este ha dado un considerable acelerón, no le queda otra salida al capitalismo, en su intento por mantener en su sitio a las diferentes partes de un cuerpo con tendencia a desmembrarse, que la de imponer la mano de hierro de la fuerza de las armas. Y los medios mismos que está utilizando para contener un caos cada vez más sangriento son un factor de agravación considerable de la barbarie guerrera en que se ha hundido el capitalismo.”[10]
Y fue así como la intervención de EE.UU en Irak en 2003, además de los 500 000 muertos que ocasionó, echó abajo al gobierno suní de Sadam Husein[11] sin ser capaz de sustituirlo por un nuevo Estado estable. Muy al contrario, la expulsión del poder de la fracción suní, sustituyéndola por la chií, ha creado un caos permanente. El Estado Islámico ha nacido sobre esas ruinas, en el vacío dejado por la delicuescencia del Estado iraquí. Su creación remonta a 2006, cuando Al Qaeda formó con otros cinco grupos yihadistas el “Consejo consultivo de los muyahidines en Irak”. El 13 de octubre de 2006, ese Consejo consultivo proclama “el Estado islámico de Irak”, que se considera desde entonces como el “verdadero Estado”. Muchos antiguos generales de Sadam Husein, competentes y poseídos por el espíritu de revancha contra “Occidente”, se unen en aquel entonces a las filas de lo que sería el E. I. La desestabilización de Siria será después la ocasión de un nuevo desarrollo del Estado Islámico. En 2012, empieza, en efecto, a extenderse por Siria y el 9 de abril de 2013, se autoproclama “Estado Islámico de Irak y Levante”.
Cada nuevo conflicto imperialista, en el que las grandes potencias desempeñan todas ellas un papel ineludible, va a servir cada vez para que el E.I extienda su dominación creciendo en la tierra, fértil para él, del odio y del espíritu de venganza. Y así, van a prestarle fidelidad varios grupos yihadistas como Boko Haram en el nordeste de Nigeria, Ansar Maqdis Churas Chabab al Islam en Libia, Yund al Jalifa en Argelia y Ansar Dawlat al Islamiya en Yemen. La guerra imperialista ha amamantado, sin la menor duda, el Estado islámico. Es un fenómeno que se ha ido desarrollando y extendiéndose desde mediados de los años 1980: bajo el peso tanto de las contradicciones económicas y políticas internas como de los conflictos imperialistas, los Estados más débiles se hunden. En el Este, en los años 1990, en los Balcanes sobre todo, eso se concretó en una fragmentación de naciones y en conflictos sanguinarios como ocurrió con el estallido de Yugoslavia. Desde el Cáucaso (Chechenia) hasta el Asia central (Afganistán) o África (el ex Zaire, el Cuerno de África etc.), la inestabilidad estatal ha dado paso a la emergencia de proto-estados paralelos e incontrolables, dirigidos por señores de la guerra. El E.I. es una nueva expresión de ese fenómeno, auténtica gangrena,pero a una escala geográfica desconocida hasta hoy.
La responsabilidad de las grandes potencias no sólo se limita a desestabilizar regiones con sus intervenciones militares por razones de estrategia o, más simplemente, por la defensa de sórdidos intereses. También han sido a menudo y directamente, las creadoras de todas esas bandas asesinas y oscurantistas a las que han intentado instrumentalizar. El Estado Islámico está formado por las fracciones más radicales del sunismo, cuyo primer gran enemigo es, por lo tanto, la gran nación del chiismo, Irán. Por eso es por lo que todos los enemigos de Irán (Arabia Saudí, Estados Unidos[12], Israel, Qatar, Kuwait…) apoyaron política, financiera e incluso a veces militarmente al E.I. Turquía también se ha apoyado en el Estado islámico para usarlo contra los kurdos. Esta alianza de circunstancias y heteróclita muestra que las diferencias religiosas no son la base real del conflicto: son las disputas imperialistas y los intereses nacionales lo que ante todo diseña las líneas de separación y transforma las heridas del pasado en odio moderno.
Dicho lo cual, todos esos se han visto obligados finalmente a cambiar de idea. Arabia Saudí ahora ha prohibido toda ayuda financiera a E.I y encarcela a todos aquellos que sigan ejerciendo de mecenas. Y para luchar contra el Estado Islámico, Estados Unidos ha iniciado oficialmente cierto acercamiento a… ¡Irán! ¿Por qué semejante vuelco? La respuesta dice mucho sobre el estado de delicuescencia del sistema capitalista. La dimensión oscurantista, religiosa y sobre todo destructora del EI es tal que ese grupo escapa a todo control. Estados así, sin porvenir y dominados por la Sharía, el código islámico, ya han existido, en el África central en especial, pero siempre se han limitado a una dimensión regional. En este caso, el fenómeno Estado islámico afecta a una zona mucho más amplia y sobre todo esa parte tan geoestratégica y neurálgica de Oriente Medio[13].
Los cambios incesantes de alianzas, esa política de cortas miras y cada vez más destructora son, como la existencia misma de ese proto-estado islámico, un revelador de la descomposición del sistema entero, del callejón sin salida capitalista, de la ausencia de solución duradera y de perspectiva alguna para todas las naciones.
También en esto, la brújula del marxismo nos permitió comprender ya en 1990 que la sociedad entera tomaba ese rumbo: “En el nuevo período histórico en que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar “por su cuenta y para sí”, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, pero que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, en el que el “gendarme” USA intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo más y más masivo y brutal de su potencial militar”[14]
Último viraje de bordo hasta ahora: resulta que hoy Francia está dispuesta a apoyar, mediante su acercamiento a Rusia, a Bashar al Assad (reconocido responsable de ¡200 000 muertos desde que empezó la guerra civil!) contra el E.I. y eso que se había comprometido, mediante todo su peso diplomático, con la “oposición siria” desde 2011. Putin y sus innobles desmanes en Chechenia, luego en Ucrania,son ahora comprensibles, recomendables y dignos de trato…
Al llevar a cabo todas esas guerras, al sembrar muerte y desolación, al imponer el terror de las bombas y al atizar el odio en nombre de la “legítima defensa”, al apoyar este o aquel régimen asesino, según las circunstancias, al no proponer otro porvenir sino más y más conflictos, y todo ello únicamente por defender sus sórdidos intereses imperialistas, las grandes potencias son las primeras responsables de la barbarie mundial, incluida la del E.I. En eso, cuando el autodenominado “Estado islámico”, cuya santísima trinidad son la violación, el robo y la represión sangrienta, destruye toda cultura (con el mismo odio a la cultura que el régimen nazi[15]), cuando vende mujeres y niños, a veces por sus órganos, no es sino una forma especialmente caricaturesca, sin artificios ni maquillajes, de la barbarie capitalista, cuya práctica son capaces de realizar todos los Estados del mundo, todas las naciones, pequeñas o grandes. “Avergonzada, deshonrada, nadando en sangre y chorreando mugre: así vemos a la sociedad capitalista. No como la vemos siempre, desempeñando papeles de paz y rectitud, orden, filosofía, ética, sino como bestia vociferante, orgía de anarquía, vaho pestilente, devastadora de la cultura y la humanidad: así se nos aparece en toda su horrorosa crudeza.”[16]
Son pues, en primer término, las grandes potencias las que dan rienda suelta a su propia barbarie en tierra y en el aire de las naciones capitalistas más débiles (pero igual de bárbaras todas ellas). Y es la misma barbarie la que, finalmente, escapa a su control y se da media vuelta, como un búmeran, para golpearles en pleno corazón del sistema. Ése es el verdadero significado de los atentados del 13 de noviembre en París. No son sólo ya el enésimo acto terrorista; son un paso más en la agudización de las tensiones imperialistas y en la putrefacción de la sociedad capitalista. Pues, aunque los atentados diezman regularmente a las poblaciones de África y de Oriente Medio[17], golpear el corazón histórico del capitalismo es algo especialmente significativo de la degradación de la situación mundial. En la época de los atentados que habían golpeado París en 1985 y 1986, escribíamos: “lo que traduce la oleada actual de atentados terroristas es que la descomposición de la sociedad está hoy alcanzando tal grado que les grandes potencias están cada vez menos al abrigo de sus manifestaciones más bárbaras, haciéndoseles cada día más difícil limitar al Tercer Mundo esas formas extremas de convulsiones de un sistema agónico. De igual modo que las metrópolis capitalistas pudieron, al principio, repeler hacia la periferia lo más catastrófico de una crisis que tiene, sin embargo, sus orígenes en ese corazón mismo del sistema, o sea en esas metrópolis, éstas también repelieron hacia esos mismos países periféricos las formas más bárbaras – especialmente los enfrentamientos armados – de las convulsiones que la crisis engendra. Pero hoy, del mismo modo que la crisis está de vuelta para golpear con fuerza multiplicada a los países centrales del capitalismo, acarrea con ella una parte de esa barbarie que había desencadenado en el Tercer Mundo”[18]
Tal proceso en marcha desde mediados de los años 1980 y sobre todo desde los ataques a las Torres Gemelas en 2001, no ha cesado de intensificarse. Los atentados del 13 de noviembre significan pues un paso más, cualitativamente importante, incluso en relación con los de Madrid (2004), Londres (2005) o Boston (2013). Por ahora, el balance provisional se ha establecido en 130 muertos y 351 heridos, 98 de los cuales graves. Esta espantosa hecatombe está entre las peores que hayan golpeado el corazón de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, y eso gracias a que los atentados con explosivos del Estadio de Francia fracasaron.[19] La diferencia real no sólo estriba, sin embargo, en lo cuantitativo, pues ya los atentados de Madrid causaron cantidad de víctimas (200 muertos, 1400 heridos). Esta vez no se trata de un acto aislado y breve: el Estado Islámico ha conseguido, al contrario, multiplicar los lugares de ataque y masacrar durante tres horas ¡en pleno París! Ha trasladado a Occidente, durante toda una noche, la atmósfera de guerra que vive día tras día la población en Siria, en Irak, en Afganistán, en Pakistán, en Nigeria etc. (y de la que intenta huir desesperadamente). La puesta en escena, “minuciosamente”[20] preparada de los atentados permitiendo así engendrar una verdadera onda de choque y de pánico. La retransmisión en directo de lo que sucedía por todas las televisiones del mundo, de esas imágenes de guerra urbana, la incertidumbre sobre la cantidad de víctimas, la cantidad de ataques y de terroristas implicados… todo ello creó un clima insoportable de terror. Millones de telespectadores impotentes se quedaron pegados a las pantallas, incapaces después de pegar ojo por la noche. El Estado Islámico consiguió dar la prueba tanto de tener una gran potencia económica y militar como de la incapacidad de Francia de impedir semejantes actos. Y, efectivamente, el Estado francés, aun cuando preveía ataques inminentes, apareció impotente para evitar la matanza.
Peor todavía, el E.I ha podido apoyarse en hombres y mujeres nacidos y que viven en Francia y Bélgica, capaces de cometer los peores crímenes en nombre de una ideología irracional, nauseabunda y mórbida. O dicho de otra manera, es ante todo la descomposición misma de la sociedad que gangrena el corazón del capitalismo la que ha engendrado directamente semejante atrocidad.
Muchos son los supervivientes que, al haber visto de cerca a los terroristas, dieron fe de la apariencia banal de sus verdugos: jóvenes entre 20 y 30 años, temblando de miedo, sudando a chorros[21], pero eso sí, determinados, justificando sus incalificables acciones asesinas por la necesidad de “vengar los crímenes cometidos por el ejército francés en Siria”. Esos actos horribles no los han perpetrado unos monstruos sino seres humanos totalmente desintegrados y adoctrinados, nacidos la mayoría en una Europa“civilizada”.
Una gran cantidad de los yihadistas europeos, hoy en Siria, proceden de la pequeña burguesía, una clase sin más perspectiva que el desclasamiento, corroída por la envidia hacia los modelos de la gran burguesía y, sobre todo, ajena a todo proyecto de sociedad alternativo, gangrenada por el nihilismo y el odio. Es, por cierto esa misma capa de la sociedad la que formó, en los años 1930 y 1940, el grueso de las tropas de choque del nazismo.
Otra parte no desdeñable del ejército del E.I.procede de las barriadas pobres. Suelen ser chavales con una trayectoria caótica, humillados por un sistema que los rechaza de su esfera económica pero también cultural y social. Aquí también, la voluntad de venganza, por un lado, y el nihilismo del otro, expresiones de una sociedad sin porvenir, son sin duda los resortes fundamentales de su trayectoria. Mediante esas matanzas cobardes, infames y absurdas, los más radicales tienen la impresión de existir al fin, a costa, sin importancia para ellos, de muertes, creyendo así que atacan al sistema que los ha excluido.
Una última parte (sobre todo entre los kamikazes) la reclutan directamente entre los delincuentes. Son a menudo ex hampones a los que, tras haber robado o agredido en múltiples ocasiones, se les encuentra años más tarde empuñando la kalachnikov, matando a destajo so pretexto de una ideología de inspiración religiosa de las más rigoristas.
O sea, desde Europa a Oriente Medio, como en el resto del mundo, la ausencia de perspectiva primero y, luego, sus consecuencias más graves (la putrefacción social, el gansterismo, el desarrollo de la “moral” del lumpen-proletariado), constituyen el campo abonado para esa deriva mórbida. El encuentro entre esos jóvenes nacidos en Europa y grupos iraquíes y sirios, oscurantistas y matarifes, capaces de desplegar una estrategia y experiencia militar, no tiene nada de casual.
Resumiendo, el imperialismo y la descomposición son la pareja que tras aparearse engendran el terrorismo actual. Guerra, no-future, miedo y odio, desmoronamiento moral, terrorismo… y de nuevo la guerra. Es un círculo vicioso sin fin. El capitalismo arrastrará en tal engranaje y en su caída a la humanidad entera, hasta aniquilar toda vida, si no es destruido y superado por otra sociedad.
Pues ¿cuál ha sido la reacción de todas las grandes naciones la noche misma de los atentados del 13 de noviembre? Las palabras del Primer ministro francés (socialista), Manuel Valls, pronunciadas al día siguiente del drama en el canal-TV más importante del país, marcaron el tono: “voluntad de aniquilar Daesh”; “replicaremos golpe por golpe”; “seremos despiadados”; “replicaremos al mismo nivel”; “estamos en guerra”, una guerra que “podría durar meses, quizás hasta años”, que “requiere medios excepcionales”, añadiendo“lo haré todo para preservar la unidad y la unión sagrada”y terminando con este llamamiento bélico: “seamos patriotas para derrotar al terrorismo”.
Y toda la prensa nacional titulando en coro:“¡Ahora es la guerra!”, “¡Es Francia a quien se ataca!”, etc. Esta campaña patriotera, nacionalista se ha trasmitido a escala internacional, orquestada bajo la bandera bleu-blanc-rouge y amenizada por la Marsellesa. Por todas las partes del mundo, en todos los grandes monumentos, pero también en las redes sociales, en los campos de deporte…se ha agitado la bandera francesa. La letra de la Marsellesa se publicó en los diarios ingleses para que el público la entonara el 18 de noviembre en el partido Inglaterra-Francia en Wembley. No hay en todo eso la más mínima solidaridad real de las grandes potencias hacia Francia, pues todas esas naciones se hacen una despiadada competencia, económica y, a veces, militar. No, cada burguesía nacional ha utilizado ni más ni menos los 130 muertos de París, y el miedo producido, para colar la idea pútrida de que la unidad nacional es la más hermosa y más elevada de las unidades posibles, la que crea la convivencia, la que nos protege del “exterior”. ¡Las banderas nacionales siempre han sido banderas de guerra!, esa es la realidad. Las banderas nacionales son el símbolo de la ideología que vincula a las diferentes clases de la nación contra las demás naciones;¡es básicamente la misma ideología que la del Estado islámico! Y es hoy en Francia el Partido Socialista en el poder, la avanzadilla de tal espíritu agresivo y belicoso. Resultado: el estado mayor francés ha lanzado “como represalias a los atentados” decenas de bombas en unos cuantos días y ha enviado su portaaviones Charles De Gaulle para triplicar la capacidad de bombardeo del ejército francés en Siria. Esos ataques vienen a añadirse, por ejemplo, a los 4 111 blancos alcanzados por el ejército ruso en estos cuarenta y ocho últimos días. Aunque la prensa da cuenta cada día las victimas “colaterales” debidas a esos bombardeos masivos[22], es hoy por hoy imposible obtener un balance verdadero. Así ha sido siempre con cada guerra llevada a cabo por les grandes naciones democráticas que dicen intervenir en nombre de la “paz”, de lo “humanitario”, de la “seguridad de los pueblos”, etc. Y cada vez, los balances humanos publicados años más tarde son espantosos. Baste un ejemplo: según el informe: Body Count, Casualty Figures after 10 years of the ’War on Terror [23], la “guerra contra el terrorismo” lanzada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 causó en doce años la muerte de al menos 1 3000 000 personas en tres países (Irak, Afganistán y Pakistán), precisando que se trata de una “estimación baja” que no tiene en cuenta otros conflictos (Yemen, Somalia, Libia, Siria). Irak es el país que ha pagado el tributo más elevado a la guerra contra el terrorismo, con un millón de muertos, contra 111 000 según los medios estadounidenses y 30 000 según el ex-presidente George W. Bush. El informe evoca un “crimen contra la humanidad próximo al genocidio”. ¡Ése es el verdadero rostro de la guerra imperialista! ¡Ése es el verdadero y alto tributo de los ataques “quirúrgicos”!
Los ataques actuales sobre Siria podrán quizás dañar al E.I, lo que hará a este proto-estado todavía más suicida y asesino, pero van a alimentar en esas regiones, y por el mundo entero, el miedo y el odio. El fenómeno que representa el E.I y que lo hizo nacer, saldrá al fin y al cabo reforzado. La “réplica” de los Estados contra el “terrorismo” solo podrá significar una escalada en el militarismo y rienda suelta a la misma barbarie cada día más irracional, en una espiral infernal de un caos sangriento.
Sacando las lecciones de los atentados del 7 de enero pasado contra Charlie Hebdo, cuando la burguesía, sorprendida por las manifestaciones espontáneas, se vio obligada a subir rápidamente al tren en marcha, el Estado francés, esta vez, ha impedido que se expresaran los mismos ánimos espontáneos de solidaridad que favorecen la reflexión, las discusiones e inducen la idea latente de que "la calle" puede representar una fuerza política[24]. Esta vez, al contrario, se ha prohibido toda concentración de gente y se ha llamado a cada cual a “quedarse en casa”, identificarse con “la nación”, “la patria”, y aceptar la lógica de guerra. Está incluso emergiendo la idea de un servicio nacional y de una “guardia nacional”. Sin perder semejante ocasión, el Partido Socialista en Francia se ha aprovechado de los atentados para justificar el reforzamiento del arsenal represivo y de vigilancia. Se ha decretado el estado de emergencia, prolongándose después durante tres meses, por primera vez desde la guerra de Argelia (en 1958 y en 1961), en todo el territorio metropolitano, pero también en los departamentos de ultramar (Guadalupe, Martinica, Guayana, la Reunión y Mayotte). Este estado de emergencia es una situación especial, una especie de estado de excepción que restringe las “libertades” ,“confiere a las autoridades civiles, en el área geográfica en que se aplica, poderes excepcionales de policía”[25] como, por ejemplo, la posibilidad de realizar perquisiciones masivas. Se trata de hecho de acostumbrar a población al reforzamiento drástico del control policiaco y de la represión que la burguesía sabe perfectamente que podrá utilizar en el futuro contra la clase obrera, y además hay ya cantidad de leyes en discusión para reforzar la “seguridad nacional”. Esta misma campaña de seguridad se está actualmente llevando a cabo por todas partes en el mundo.
Para resumir, el Estado saca provecho del terrorismo para presentarse como el garante de la paz para así hacer mejor… la guerra, como protector de los derechos humanos para reforzar… el control de la población y, evidentemente, como la garantía de la unidad social para atizar… los odios. Así, en todo momento, se incita a la xenofobia, al odio al musulmán y todas las demás divisiones que permitan al orden capitalista reinar como dueño y señor de sus explotados. Por todas partes en Europa, las corrientes políticas burguesas xenófobas están en auge. Por todas partes se multiplican las acciones anti-inmigrantes, como en Alemania, donde han quemado hogares de acogida y organizado cazas al inmigrante. En Francia, los discursos del Front National, de extrema derecha, y de una parte de la derecha[26], funcionan con los mismos resortes que los del Estado Islámico: repliegue, miedo, exclusión y odio al otro.
En tal contexto social, los limitados actos de solidaridad real se mostraron heroicos. En la noche del 13 de noviembre, a pesar del peligro, hubo personas que aportaron auxilio inmediato acudiendo espontáneamente en socorro de los heridos. En los barrios objetivo de los terroristas, hubo habitantes que no vacilaron en abrir sus puertas para dar refugio a gente aterrorizada en la calle. Por todas partes se produjo una breve tendencia a reunirse por solidaridad, expresándose una indignación que la prohibición de manifestarse apagó rápidamente. Todo ello mostró que “la indiferencia”, la “ignorancia del otro”, que suele predominar en la sociedad capitalista en tiempo normal, pueden ser superadas cuando se expresa la voluntad consciente de solidaridad, la de dar auxilio en los golpes duros. Es lo que pudimos también ver en los últimos meses por una parte significativa de la clase trabajadora en la acogida de inmigrantes al principio de su llegada a Alemania. Pero como lo muestra también la situación de hoy, ese ímpetu frágil, a causa de las debilidades importantes de la clase obrera, puede ser fácilmente desviado hacia el falso terreno del patriotismo y del nacionalismo, tras la lógica asesina, e in fine xenófoba de los Estados más democráticos. El clima de terror, de miedo, al igual que la propaganda tras los atentados de París van a ser una pesada losa en la conciencia de la clase obrera; la unión sagrada exigida en torno al Estado y la nación en peligro no puede sino reforzar el peso de las ilusiones mortales sobre la defensa de la democracia y de la angustiante ilusión de seguridad a nivel internacional. Lo que cerrará un poco más el horizonte de otra perspectiva, reforzándose entonces las fuerzas suicidas de este capitalismo en putrefacción.
La única y verdadera solidaridad para la clase obrera sólo puede expresarse de manera autónoma, fuera de todas las influencias de la ideología burguesa biempensante, sobre todo durante las luchas obreras. La generación que acaba de ser el blanco principal de los atentados del 13 de noviembre supo dar, durante el movimiento social de 2006, un amplio impulso de solidaridad en el seno de toda la clase obrera. Y cuando algunos jóvenes a la deriva, venidos de las barriadas pobres, se acercaron para extorsionar a los manifestantes, esta generación de estudiantes y trabajadores precarios rehusó caer en la trampa de la división. Acudieron a ver a esos jóvenes en sus barriadas para intentar que se unieran a la lucha general. Si demostraron tal inteligencia fue porque aquel movimiento social supo dotarse de asambleas generales que permitieron la reflexión, la discusión y la elaboración colectiva, o sea la elevación de la conciencia política. Ésa es la única vía posible que tomar frente al desarrollo de los peores efectos de la descomposición: la solidaridad en la lucha, el debate franco y abierto, el desarrollo de la conciencia obrera.
Al cabo, sólo esa lógica permitirá encontrar una identidad política de clase, la perspectiva histórica de otra sociedad. Podrá abrirse entonces la posibilidad de un mundo sin clases, sin guerras ni fronteras, en una comunidad humana mundial cuyo corazón será la satisfacción de las necesidades humanas, sin olvidar en particular el gusto por el arte, la ciencia y la cultura, y no la búsqueda de la ganancia:“Esta demencia no tendrá fin, la sangrienta pesadilla del infierno no cesará hasta que los obreros (…) se estrechen fraternalmente las manos y ahoguen al coro brutal de los agitadores belicistas y el grito ronco de las hienas capitalistas en el poderoso grito del trabajo, “¡Proletarios de todos los países, uníos!”[27]
CCI, 21 de noviembre de 2015
[1]Comunicado del E.I. reivindicando los atentados.
[2]Una gran parte de las víctimas era de edades entre 25 y 35 años. Puede leerse, por ejemplo: "Á Paris, une génération visée", (Le Monde) o: "La jeunesse qui trinque" (La juventud es quien paga), (Libération del 15.11.2015)
[3]Daesh, según las siglas en árabe o ISIS, en inglés.
[4]Cabu (76 años), Wolinski (80 años), Bernard Maris (68 años)
[5]… “donde estaban reunidos cientos de idólatras en una fiesta de la perversión”, también según el comunicado del EI.
[6]Leer nuestro artículo, disponible en nuestra página WEB: "Salut aux jeunes générations de la classe ouvrière [120]", https://fr.internationalism.org/book/export/html/1265 [121]. Ver en español en la Revista Internacional nº 125 : /revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [100]
[7] Ver /content/4066/sangrientos-atentados-en-paris-el-terrorismo-una-manifestacion-de-la-putrefaccion-de-la [122] También, puede leerse al respecto: "les portraits poignants des victimes du 13 novembre" (conmovedores retratos de las víctimas del 13/11), publicados en la página Web del diario Libération.
[8]“Si el conjunto de los países del mundo no es capaz de erradicar a 30 000 personas, que son unos monstros, es que ya nada es comprensible”, Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno socialista de Francia (declaración a radio France Inter del 20 de noviembre).
[9] "La descomposición: fase última de la decadencia del capitalismo [8]", Mayo de 1990, Revista Internacional nº 107.
[10]"Militarismo y descomposición", (Revista Internacional n°64, 1er trimestre de 1991), https://es.internationalism.org/revistainternacional/201410/4046/militar... [123]
[11] Hay que recordar que Estados Unidos ayudó ampliamente al ascenso al poder de Sadam Husein en 1979 en Irak, como aliado contra Irán.
[12] « Daesh[E.I.] dispone de un auténtico “tesoro de guerra” (2 mil millones de dólares según la CIA), de rentas masivas y autónomas, sin comparación con las que disponía Al Qaeda. Daesh dispone de numerosos equipamientos militares, rústicos algunos, pero también pesados y sofisticados. Más que a un movimiento terrorista, estamos enfrentados a un verdadero ejército encuadrado por militares profesionales. ¿Y qué doctor es el que ha fabricado ese monstruo? Digámoslo claramente, porque eso tiene consecuencias: son los Estados Unidos. Por interés político a corto plazo, otros actores, de entre los cuales algunos son amigos de Occidente – otros actores pues, por conveniencia o por voluntad deliberada, han contribuido en esa construcción y en su fortalecimiento. Pero los primeros responsables son los Estados Unidos.” (palabras del general Vincent Desportes, profesor asociado de Ciencias Políticas de París en su audición por el Senado francés sobre la operación “Chammal” en Irak, disponible en el sitio web del Senado francés).
[13] El califato que E.I. pretende conquistar por las armas se extendería por: Irak, Siria, Líbano, Kurdistán, Kazajstán, los países del Golfo, Yemen, el Cáucaso, el Magreb, Anatolia, Egipto, Etiopia, Libia, todo el cuerno de África, una parte Europa, Andalucía en particular. Semejante proyecto delirante e irrealizable además de ser una empresa suicida, también es devastadora
[14] “Militarismo y descomposición”
[15] Otra cosa en común con el Estado Islámico, el régimen nazi también tenía un objetivo de conquista y de política irrealista y suicida. Por eso, el término de islamo-fascismo para calificar la ideología de Daesh es apropiado.
[16]Rosa Luxemburg, La crisis de la Socialdemocracia (Folleto de Junius), 1915
[17]La lista macabra de atentados a través del mundo desde los de las Torres Gemelas en septiembre de 2001 es interminable. Baste con mencionar uno de los últimos: el ataque y la toma de rehenes de la clientela internacional y del personal local en un hotel del centro de Bamako en Mali por un grupo aliado a Al Qaeda una semana después de las matanzas de Paris, con al menos 27 muertos suplementarios.
[18] « Attentats terroristes en France : une expression de la barbarie et de la décomposition du système capitaliste” (Révolution internationale n°149, octubre de 1986).
[19]Le amplitud de las matanzas que golpean con regularidad los mercados de Oriente Medio en ese tipo de ataques-suicidas, da que pensar de la horrible masacre si los terroristas hubieran logrado entrar en el recinto.
[20]Como lo dice el comunicado del E.I. revindicando los atentados.
[21]Los kamikazes suelen estar fuertemente drogados a veces cuando pasan a la acción, como así fue con el que cometió la matanza del hotel de Susa (Túnez) en junio.
[22]Un ejemplo entre otros incontables: “Ayer, ‘Al menos 36 personas, entre las cuales 10 niños, fueron matadas y decenas de otras más heridas durante los más de 70 ataques por aparatos rusos y sirios contra varias localidades de DeirEzzor’ según Rami Abdel Rahmane, director del Observatorio sirio de derechos humanos”. (semanario L’Express del 20 de noviembre).
[23]Publicado por estas organizaciones: Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW, premio Nobel de la paz en 1985), Physicians for Social Responsibility y Physicians for Global Survival.
[24] En la hoja internacional que publicamos sobre las luchas de 2011 (Indignados en España, Occupy en USA etc.) decíamos: “Desde hace más de 30 años que no se veía a grandes multitudes ocupando calles y plazas para intentar luchar por sus propios intereses más allá de las ilusiones o confusiones que les haya podido afectar”. Ver https://es.internationalism.org/node/3349 [57]
[25]Sénat (Senado), “L'état d'urgence” (el estado de emergencia), en Étude de législation comparée, nº156, enero de 2006.
[26] Como Nadine Morano, ex ministra de Sarkozy y de su partido que dijo que “Francia es un país de raza blanca”.
[27] Rosa Luxemburg, ídem.
Algunos hechos son suficientes para mostrar el horror de la situación que enfrentan los migrantes:
Estos han sido dos casos de migrantes procedentes de Siria que huyen de la pesadilla de cuatro años de guerra. Este fenómeno de los refugiados se ha globalizado de una manera sin precedentes, que va mucho más allá de los éxodos de los peores años del siglo 20.
Hay algo que causa sorpresa. Los medios de comunicación no están tratando de ocultar el horror insoportable de la situación. Por el contrario, lo tratan como primera plana y sacan más imágenes impactantes, como la del niño pequeño en la playa.
¿Por qué?
Porque la burguesía está explotando la barbarie de la que ella misma es responsable, los sentimientos de indignación que eso provoca, así como las expresiones espontáneas de solidaridad entre los trabajadores locales y los migrantes que en los últimos meses ha empezado a desarrollarse en varias partes de Europa, con la finalidad de impulsar su propaganda. Esa propaganda tiene por objetivo estrangular, cuando apenas nazca, toda posibilidad de pensamiento independiente e inocular la ideología nacionalista de la forma más artera. A los ojos de la clase dominante, los proletarios de Europa, al actuar por propia cuenta, están actuando de una manera rara e incluso irresponsable: están ayudando y apoyando a los migrantes. A pesar del bombardeo ideológico permanente, vemos que, muy a menudo, cuando estos proletarios están en contacto directo con los refugiados, les llevan lo que necesiten para sobrevivir —comida, bebida, mantas—e incluso, a veces, los llevan a sus hogares. Hemos visto tales ejemplos de solidaridad en Lampedusa en Italia, Calais en Francia y varias ciudades de Alemania y Austria. Cuando, después de haber sido hostigados por el Estado húngaro, trenes cargados de refugiados han llegado a las estaciones, los migrantes agotados han sido bien recibidos por miles de personas que les ofrecen apoyo y ayuda material. Trabajadores ferroviarios austriacos han trabajado horas extras para facilitar el transporte de los refugiados hacia Alemania. En París, miles se manifestaron el 5 de septiembre para protestar contra el trato dado a los refugiados y gritaron consignas como "todos somos hijos de los migrantes".
La clase dominante ha tenido que reaccionar frente a tales expresiones de solidaridad de la población civil, en un momento en el que la principal preocupación del Estado ha sido intimidar a los refugiados y mantenerlos bajo control. Casi en todas partes la burguesía ha tenido que modificar el discurso anti-inmigrante de los últimos años y adaptarse a la situación. En Alemania, el repentino giro de la burguesía le ha ayudado a ésta a reforzar la imagen del país como una democracia muy avanzada, para exorcizar los fantasmas del pasado en respuesta a los de sus rivales que nunca pierden la oportunidad para referirse a la oscura historia de Alemania marcada por la sombra alargada del régimen nazi. Más aún, es el trauma de la Segunda Guerra Mundial lo que explica la sensibilidad del proletariado alemán ante la cuestión de los refugiados. Las autoridades alemanas han tenido que suspender el acuerdo de Dublín, que pide la expulsión de quienes buscan asilo. A los ojos de los migrantes del mundo, Angela Merkel, aparece como campeona de la apertura de Alemania y como modelo de “humanidad”. En Gran Bretaña, David Cameron, ha tenido que modificar su postura de línea dura, junto con los peores periódicos de derecha que hasta ahora habían descrito a los migrantes como una horda amenazante y sub-humana. Para la burguesía, una de las cuestiones clave ha sido la necesidad de ocultar el hecho de que existen dos lógicas totalmente antagónicas en todo esto: por un lado, la exclusión capitalista y el “cada quién a la suya” frente a la solidaridad proletaria; un sistema moribundo hundido en la barbarie, frente a la afirmación de una clase que lleva en sí un futuro para la humanidad. La burguesía no puede evitar reaccionar a los verdaderos sentimientos de indignación y solidaridad que están apareciendo en los países centrales.
La situación no es para nada nueva. En 2012, el Alto Comisionado para los Refugiados[1] ya contabilizaba 45,2 millones de personas “desplazadas” y estaba haciendo sonar la señal de alarma frente este creciente desastre humano. En 2013, 51,2 millones de personas habían huido de diversos tipos de horrores. Se había cruzado, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el umbral de los 50 millones. La ACNUR explicó esto como el resultado de “la multiplicación de nuevas crisis” y “la persistencia de viejas crisis que nunca parecen apagarse”. El año 2015 está a punto de marcar un nuevo récord: 60 millones de refugiados tan sólo en Europa. Desde enero, las solicitudes de asilo se han incrementado en un 78%. En Alemania, según el ministro del Interior, estas solicitudes se han cuadruplicado, alcanzando la cifra récord de 800 000. Macedonia ha declarado el estado de emergencia y cerró sus fronteras. Oficialmente, más de 2800 de estos exiliados, hombres, mujeres y niños, se han ahogado en el Mediterráneo en los últimos meses. En Asia, el fenómeno también es masivo. Por ejemplo, un número creciente de personas han estado huyendo de la represión y la persecución en Myanmar y buscando desesperadamente refugio en otros países del sudeste asiático. En América Latina, la criminalidad y la pobreza han alcanzado tales niveles que cientos de miles de personas están tratando de llegar a los EE.UU. Un tren de mercancías que va desde el sur de México hasta el norte, apodado 'La Bestia', lleva tiempo transportando regularmente miles de migrantes. Corren el riesgo no sólo de caerse del techo del vagón y quedarse abandonados en los túneles, sino también de ser asaltados por las autoridades, y ante todo, de caer en manos de las bandas de narcotraficantes u otros bandidos que capturan, violan, secuestran mujeres para la prostitución, y que a menudo los asesinan. Y aquellos que tienen la suerte de sobrevivir a todo esto, a lo largo de toda la frontera de Estados Unidos, se enfrentan a un muro de alambre de púas vigilado por guardias armados que no dudan en disparar contra ellos.
De hecho, los hipócritas y civilizados discursos de los Estados democráticos se acoplan perfectamente con las diatribas más denigrantes y xenófobas. Lo primero alienta sentimientos de impotencia; lo segundo, el miedo. Ambos elementos obstruyen toda reflexión real y cualquier auténtico desarrollo de la solidaridad.
Regiones enteras del planeta están siendo devastadas y se están volviendo inhabitables. Este es el caso particular de regiones que van de Ucrania a África pasando por Oriente Medio. En algunas de estas zonas de guerra, la mitad de la población huye en desbandada y/o es retenida en campos de refugiados gigantescos, a merced de los más desaprensivos traficantes, ya organizados a escala industrial. La causa real de este infierno es la decadencia del sistema mundial de explotación. La envergadura del fenómeno de los refugiados es una clara expresión de la espiral descendente del capitalismo que deja en su estela pogromos y violencia de todo tipo, pauperización creciente ligada a la crisis económica y catástrofes ecológicas. Por supuesto, las guerras, la crisis y la contaminación no son nuevas, todas las guerras han llevado desde siempre a la gente a huir para salvar la vida. Sin embargo, la intensidad de este fenómeno no para de aumentar de forma indiscriminada. Hasta la Primera Guerra Mundial, el número de refugiados era, regularmente, bastante limitado. Fue el nombrado conflicto el que trajo el comienzo de los desplazamientos masivos, los “traslados de población”, etc. Y la espiral entró en toda una nueva fase con la Segunda Guerra Mundial, cuando el número de refugiados llegó a niveles nunca vistos. De este modo, durante la Guerra Fría, las numerosas guerras estratégicas entre el este y el oeste generaron un significativo número de refugiados, como lo hicieron las hambrunas del África subsahariana en los 70 y los 80.
Pero desde el colapso del Bloque del Este en 1989, se abrió lo que podría llamarse la caja de Pandora. El antagonismo entre los dos bloques imperialistas impuso un cierto orden y disciplina en ese sentido: la mayoría de los países obedecían los dictados de sus respectivos líderes de bloque, Estados Unidos o Rusia. Las guerras de este periodo seguían siendo brutales e inhumanas, pero en cierto sentido lo eran de forma “ordenada” y “clásica”, se podría decir. Desde el colapso de la URSS, la inestabilidad creciente ha dado lugar a la multiplicación de conflictos locales, de todo tipo de alianzas inestables y cambiantes. Los conflictos han seguido estallando, cada vez más, llevando a la desintegración de Estados enteros y a la aparición de señores de la guerra y mafias producto de la dislocación de todo el tejido social.
Por añadidura, las contradicciones entre las potencias imperialistas (marcadas por el desarrollo del “cada uno a la suya”, en el que cada nación juega su propia carta imperialista jugando al corto plazo sin tener claros objetivos estratégicos), ha llevado a las mismas a realizar intervenciones militares a un ritmo cada vez más regular y casi permanente. En la defensa de esos intereses imperialistas de corto alcance, cada una de las grandes potencias apoya a una u otra banda mafiosa o caudillo local, a esta u aquella camarilla de fanáticos cada vez más irracionales. Lo que domina la sociedad capitalista actualmente es la desintegración de regiones enteras donde reinan las más flagrantes expresiones de descomposición social: territorios enteros controlados por cárteles de la droga, el surgimiento del Estado Islámico y sus bárbaras atrocidades, etc.
Los Estados que cargan con buena parte de responsabilidad por todo este caos social, militar y ecológico se han convertido al mismo tiempo en auténticas fortalezas. En un contexto de desempleo y crisis crónica, las medidas de seguridad se han elevado a niveles drásticos. Estados enteros se encierran en su propio búnker. Sólo a los migrantes más cualificados se les permite entrar para ser explotados y para tirar para abajo el precio de la fuerza de trabajo y crear divisiones entre los proletarios.
La mayoría de los refugiados y migrantes, los ''indeseables'' que han quedado reducidos a la miseria y el hambre, son cínicamente impelidos a quedarse donde están y a morir sin estorbar a nadie. Los Estados del Norte, literalmente, los han acosado hasta arrinconarlos, como es el caso de Francia y su ''Jungla'' cerca del Túnel del Canal de Calais. Gangrenada por una crisis de sobreproducción, la sociedad capitalista no puede ya ofrecerles ninguna perspectiva. En vez de abrirse al público, las puertas se cierran a cal y canto: los Estados blindan las fronteras, electrifican sus verjas y construyen más y más muros. Durante la Guerra Fría, la época del Muro de Berlín, había unos 15 muros franqueando fronteras. Hoy día más de 60 han sido o están siendo construidos. Desde el “muro del apartheid” levantado por Israel en frente de los palestinos, a las 4000 millas de alambre de espino que separan la India de Bangladesh, numerosos gobiernos se dejan llevar por una auténtica paranoia sobre su seguridad. En Europa, el frente mediterráneo está plagado de muros y barreras. El pasado mes de julio, el gobierno húngaro comenzó la construcción de un vallado de alambre de púas de 4 metros de alto. En lo que respeta al “espacio Schengen” en Europa, y al trabajo de agencias fronterizas como Frontex o Triton, su efectividad industrial-militar es pavorosa: una flota permanente de barcos de vigilancia y de combate está desplegada en el mencionado frente para persuadir a los refugiados de cruzar el Mediterráneo. Una máquina militar similar ha sido desplegada a lo largo de la costa australiana. Todos estos obstáculos aumentan seriamente la mortalidad entre los refugiados, que se ven obligados a asumir cada vez más riesgos para superarlos.
Por un lado, el Estado burgués se atrinchera lo máximo posible. Lleva a su máximo las advertencias catastróficas, enunciadas por los partidos más xenófobos y populistas, agudizando el odio, el miedo y la división. Sufriendo el deterioro de sus condiciones de vida, las secciones más débiles del proletariado reciben de lleno el impacto de esta propaganda nacionalista y son el blanco de campañas contra los extranjeros que supuestamente amenazarían “nuestro bienestar y nuestro estilo de vida”. Ha habido marchas anti-inmigración en numerosos países, ataques físicos y ataques incendiarios contra centros de refugiados. El Estado legitima todo esto levantando campos de internamiento (más de 400 en Europa) para deportar a todos los que pueda y patrullando las fronteras.
Por otro lado, esa misma burguesía finge su indignación de la mano de políticos que hablan sobre el “desafío moral” planteado por los refugiados y les ofrece apoyo y asistencia ficticios. En definitiva, el Estado capitalista, el archi-criminal, se presenta como su salvador.
Pero mientras exista el capitalismo, no puede haber una solución real para los migrantes y refugiados. Si no combatimos contra este sistema, si no vamos a la raíz del problema, nuestra indignación y solidaridad no irá más allá del nivel de la ayuda básica, y los más profundos y nobles sentimientos humanos serán recuperados por la burguesía, convirtiéndolos en actos de caridad intensamente publicitados que serán utilizados para azuzar formas más disimuladas del nacionalismo. Por tanto, debemos intentar entender qué está ocurriendo realmente. El proletariado debe desarrollar su propio punto de vista crítico y revolucionario sobre estas cuestiones.
En futuros artículos, volveremos a tratar con más profundidad esta cuestión histórica.
WH, 6/9/2015
[1] ACNUR, una oficina de la ONU, organismo sucesor de la Sociedad de Naciones al que los revolucionarios identificaron como una “cueva de ladrones” (n. de T.)]
Nuestra camarada Bernadette murió el miércoles 7 de Octubre, tras una larga y dolorosa enfermedad: cáncer de pulmón. Bernadette nació el 25 de Noviembre de 1949 en el sudeste de Francia. Su padre era un trabajador cualificado en una fábrica de ingeniería y su madre no tenía un trabajo pagado porque tenía que cuidar de sus 8 hijos. En otras palabras, esta era una familia de medios modestos, una auténtica familia de clase obrera. Así, Bernadette tenía una experiencia directa de la realidad de las condiciones de los trabajadores desde una edad muy temprana. También desde una edad muy temprana poseía una ardiente pasión intelectual, un deseo de entender el mundo y la sociedad. Se interesó en la literatura, y le encantaba leer en general. Tras graduarse en el instituto, entró en la Universidad de Toulouse y obtuvo un master en lingüística y literatura. Después consiguió un trabajo como empleada del ministerio de educación.
Era aún una estudiante cuando, por casualidad, se encontró con un militante de la CCI, a mediados de los 70. Este camarada, viendo lo que preocupaba a Bernadette, le dijo que se leyese el Manifiesto Comunista. Para ella esto fue como una revelación: por primera vez encontró una respuesta clara y coherente a las preguntas que se hacía. “Esto es, esto es exctamente” es como, 40 años después, ella describía la forma en que se sintió tras leer este texto. Leer los textos de la CCI, a la que después quiso conocer más en profundidad, le produjo una impresión similar.
Decidió rápidamente que la CCI (a diferencia de otros grupos que se llamaban a sí mismos revolucionarios e incluso comunistas, como los maoístas y los trotskistas, que ella también encontró) era una verdadera heredera de la tradición marxista; y una vez que se comprometió a luchar en sus filas, nunca se desvió de su convicción de que la militancia revolucionaria, dedicándose uno mismo a la construcción de la organización revolucionaria y de la CCI en particular, es un factor absolutamente esencial en la liberación del proletariado. Bernadette estuvo presente como miembro en nuestro II Congreso Internacional.
Bernadette contribuía a la vida de la CCI en muchos niveles. Tenía una percepción aguda de la situación internacional, las maniobras de la burguesía y los avances y retrocesos de la lucha de clases; su habilidad para escribir sobre ellos y su maestría del idioma francés le llevaron a trabajar en la comisión de publicaciones para la sección francesa. También era capaz de explicar nuestras ideas en el nivel más básico, “en las calles”, pero también a la gente que se encontraba en circunstancias varias, como los conductores de ambulancia que, cada semana, le llevaban al hospital para sus sesiones de quimioterapia y que nos dijeron: –Bernadette no tiene un carácter fácil, pero es extraordinariamente interesante discutir con ella. En las manifestaciones, asombraba a los camaradas que vendían a su lado por el número de publicaciones que era capaz de vender, porque siempre encontraba las palabras y el tono necesarios para convencer a los manifestantes de que merecía la pena leer nuestra prensa.
Pero su fuerza más grande era innegablemente su comprensión de los principios organizacionales de la CCI, y en particular de la necesidad de defender nuestra organización de todos los ataques y calumnias. Bernadette estuvo siempre convencida de que la organización revolucionaria es un cuerpo extraño en el capitalismo. Por eso, fue siempre intransigente en lo que concernía a respetar los estatutos de la organización y, en particular, a la cuestión de la seguridad.
Bernadette era una de las camaradas de la vieja generación que más abierta estaba a la herencia política del camarada MC, nuestra ligadura viva con las fracciones comunistas del pasado. Aunque perfectamente capaz de plantear sus preguntas y desacuerdos con MC, no tenía interés en la ideología pequeñoburguesa de contestación a la “generación más vieja”, que era una debilidad particular del movimiento estudiantil que surgió a partir de Mayo del 68. Lo que tomó de él fue su consciencia de la importancia central de la cuestión organizacional como una cuestión política por derecho propio, y de la necesidad de adhesión a unos principios rigurosos –a una moral proletaria, de hecho– en la relación que tenía que ser construida entre militantes y la organización y entre los propios militantes.
Bernadette militó en varias secciones de la CCI: Toulouse, París, Marsella, Londres, y trabajó de cerca por un tiempo con la sección suiza. Pero siempre se vio a sí misma en primer lugar como militante de la CCI, y los camaradas en Suiza y Londres pueden testificar su habilidad para limpiar el polvo del localismo abriendo una ventana en la CCI como una organización internacional.
Como todos los seres humanos y militantes, Bernadette por supuesto tenía sus defectos que podían exasperar a algunos camaradas, especialmente cuando sus facultades críticas parecían salirse de control y funcionar como una ametralladora disparando en todas las direcciones, una expresión de su carácter fiero y apasionado. Pero sus defectos eran también sus cualidades: su fuerza de voluntad, la determinación de hierro que llevó a uno de los médicos que le cuidaban a describirle como una “fuerza de la naturaleza”, le hicieron extremadamente tenaz en su lucha contra el cáncer que finalmente se llevó su vida. En los últimos dos años, Bernadette asombró al equipo médico permaneciendo viva mucho más tiempo de lo que ellos hubieran creído posible, con toda su consciencia, su capacidad para la reflexión y su deseo de entender. Estaba luchando contra su enfermedad no solo para continuar su lucha militante sino también para beneficiarse del mayor regalo ofrecido por su hijo: su pequeña nieta. El nacimiento de su nieta, el apego de esta última a su abuela y su “joie de vivre” fue una enorme ayuda para Bernadette a la hora de lidiar con los dolores de su enfermedad.
Bernadette nunca vio su militancia como algo estrictamente político en el uso de “sentido común” del término. Al contrario, llevó a otras áreas de su vida la misma pasión y compromiso. Tomó “Flora” como su “nombre de guerra” en la CCI, reflejando su amor por las flores y también porque era una gran admiradora de los libros de Flora Tristan. Tenía la sensibilidad del artista: le encantaba la pintura, la literatura, la poesía. Estaba igualmente dedicada al arte de cocinar que gustaba de compartir con los camaradas de la CCI y sus amigos personales, a quienes siempre acogía con calidez y generosidad. Tenía un ojo natural para la belleza, que se reflejaba en la forma en que organizaba y embellecía el espacio en que vivía y los regalos que escogía para su familia, amigos y camaradas.
A lo largo de su enfermedad, Bernadette mantuvo su gusto por la lectura, y esto a cambio le ayudó a lidiar con el dolor del cáncer y los durísimos tratamientos que pasó. Hasta el final de su vida, continuó leyendo los clásicos del movimiento obrero, Marx y Rosa Luxemburg en particular, y trató lo máximo que pudo de asimilar los textos y contribuciones generados por los debates internos de la CCI, tomando posición en ellos, aunque fuese brevemente, cuando sus fuerzas se lo permitían.
Bernadette tenía un sentido de la solidaridad muy profundo. Aunque sufría mucho a causa del cáncer y sabía que no había cura, continuaba preocupándose por la salud de todos los camaradas, ofreciéndoles consejo, urgiéndoles a tomar pruebas médicas y no descuidar su salud. Así que los camaradas de todas las secciones de la CCI se movilizaron para expresar su solidaridad a lo largo de su enfermedad, escribiéndole, visitándole, dándole todo el apoyo que necesitaba para dejar la vida tan serena como fuese posible.
Bernadette no temía su propia muerte, incluso amando la vida apasionadamente. Sabía que cada ser humano es un eslabón en la larga cadena de la humanidad y que aquellos que queden continuarán el combate. Dio directrices claras a los médicos que le cuidaban: quería morir en dignidad física, intelectual y moral y rechazaba cualquier terapia ralentizadora dirigida a meramente mantenerle viva. Quería terminar sus días pacíficamente, rodeada por sus camaradas en la lucha, y por el afecto mostrado por su hijo y nieta. Sus deseos fueron respetados. Bernadette nos dejó en plena consciencia. Tres semanas antes de su muerte, se forzó a sí misma a leer los periódicos y seguir la situación internacional. Es porque sentía en sus huesos todo el sufrimiento del capitalismo del proletariado que dijo al médico que le cuidaba al final de su vida: “es necesario acabar con mi dolor y es necesario acabar con la barbarie del capitalismo”.
Hasta el final, Bernadette demostró un coraje ejemplar, militancia y lucidez. Realmente era una fuerza de la naturaleza. Y esta fuerza la obtenía de la profundidad de su convicción militante, su devoción a la causa del proletariado y su inquebrantable lealtad a la CCI. A su hijo y nieta, a su sobrina y toda su familia, la CCI manda toda su simpatía y solidaridad.
CCI, 15 de octubre de 2015
Desde que se redactó este editorial la situación se ha ido agravando para los refugiados, cada vez más numerosos, que huyen de las zonas devastadas por la espiral guerrera: Hungría ha cerrado totalmente la ruta de los emigrantes con un muro de “concertinas”, con lo que la nueva ruta que han tomado, por Eslovenia, será para ellos una verdadera catástrofe humana; Eslovenia intenta contener el fenómeno y amontona en sus campos cerrados y en condiciones dramáticas a miles de personas que duermen sin mantas por los suelos e intentan calentarse quemando plásticos tóxicos. Desde el 17 de octubre, más de 90.000 emigrantes han transitado por este pequeño país del Este. Austria también ha manifestado su voluntad de echar el cierre a la frontera con Eslovenia...
Desde que se redactó este editorial la situación se ha ido agravando para los refugiados, cada vez más numerosos, que huyen de las zonas devastadas por la espiral guerrera: Hungría ha cerrado totalmente la ruta de los emigrantes con un muro de “concertinas”, con lo que la nueva ruta que han tomado, por Eslovenia, será para ellos una verdadera catástrofe humana; Eslovenia intenta contener el fenómeno y amontona en sus campos cerrados y en condiciones dramáticas a miles de personas que duermen sin mantas por los suelos e intentan calentarse quemando plásticos tóxicos. Desde el 17 de octubre, más de 90.000 emigrantes han transitado por este pequeño país del Este. Austria también ha manifestado su voluntad de echar el cierre a la frontera con Eslovenia. Tras el folclore de la minicumbre de la Unión Europea del 25 de octubre en Bruselas y pese a sus evidentes divisiones respecto a los refugiados, aparece un punto de acuerdo unánime en el seno de la burguesía: la necesidad de reforzar el control policial y encerrarse a cal y canto, montar un nuevo muro y campos en el entorno para frenar a los “indeseables”, o sea a los mismos a quienes esos mismos Estados pretendían hipócritamente querer acoger. Así que levantan un verdadero muro y se monta urgentemente un extenso campo de “acogida” de 100 000 personas en los Balcanes. Más de 400 policías se pondrán en pie de guerra. En Grecia, el gobierno de Tsipras participa también en esta nauseabunda empresa. En resumen, los Estados capitalistas se blindan al mismo tiempo que alientan los populismos y la xenofobia. Alemania endurece ahora drásticamente las condiciones de entrada en su territorio y organiza el rechazo a gran escala de quienes son tratados de “refugiados económicos”. Hoy más que nunca las palabras de Rosa Luxemburg expresan bien la realidad mortífera y bárbara de un capitalismo decadente en su fase de descomposición: “En la actualidad, nada reviste una significación tan decisiva, en cuanto a la conformación global de la vida social y política actual, que la abierta contradicción entre este fundamento económico que, por un lado, une cada día de manera más estrecha y firme a todos los pueblos y países en una gran totalidad; y, por el otro, la superestructura política de los Estados que trata de dividir artificialmente a los pueblos en otros tantos sectores extraños y hostiles entre sí, mediante puestos fronterizos, barreras aduaneras y el militarismo. ”[1].
La existencia de fronteras como tantas otras delimitaciones de la propiedad privada es tan antigua como la existencia de la propiedad misma, pues, sencillamente, no existe propiedad reconocida sin demarcación y sin defensa. Con el establecimiento de los grandes imperios tales como Roma o China se levantaron murallas para defender sus fronteras: el Muro de Adriano, los Limes, la Gran Muralla China. Así pues la existencia de muros fronterizos para defender un imperio contra la invasión de los rivales no es nada nuevo.
Sin embargo, hasta que el planeta no quedó “repartido” completamente entre los principales rivales capitalistas, las fronteras no estuvieron suficientemente protegidas y su delimitación podía cambiar según los tratados que se firmasen “en la mesa de negociaciones”. Todavía en 1884, en la Conferencia de Berlín, las fronteras de África pudieron fijarse con la regla sobre un mapa. A comienzos del siglo XIX un territorio tan grande como Alaska fue vendido por el Zar de Rusia a Estados Unidos. Durante el siglo XIX la frontera entre México y EEUU apenas si estaba vigilada. Y en el momento de la Primera Guerra Mundial las fronteras en Europa no estaban aun estrechamente vigiladas.
Tuvo que llegar el siglo XX, una vez que los principales rivales capitalistas se hubieron repartido el mundo, para que la defensa de los territorios se convirtiese en el objetivo más importante. Incluso aunque en la Primera Guerra Mundial se libraron grandes batallas por defender los territorios (como la guerra de trincheras en Bélgica y Francia con su terrible coste en vidas humanas y en material), las fronteras permanecieron singularmente “abiertas” tras la guerra. Las reparaciones impuestas a los países vencidos por el tratado de Versalles fueron: o una merma relativamente pequeña de territorio (El Sarre alemán “abandonado” a Francia o las antiguas colonias alemanas que cambiaron de propietario) o una consecuente compensación financiera. Pero todavía no hubo particiones de países enteros ni fortificaciones de fronteras como las hubo después de la Segunda Guerra Mundial.
Con la intensificación de las rivalidades imperialistas, cambia cualitativamente la defensa de las fronteras y los territorios. Se trata de una lucha encarnizada por cada pedazo de territorio. Tras la Segunda Guerra Mundial fueron divididos un buen número de países (Alemania, Corea, China, Vietnam, India y Paquistán). Todos militarizaron sus fronteras, erizándolas de minas, barreras, alambradas, muros, agentes armados y perros. La formación del Estado de Israel en 1948 ocasionó el desplazamiento de centenas de miles de palestinos y la necesidad de parapetarse tras los muros más sofisticados. El muro fronterizo de Israel es ahora uno de los mejor guardados del mundo y, por decirlo así, es, simbólicamente, el nuevo muro de Berlín…, pero cuatro veces más largo y dos veces más alto (ocho metros) que aquel odioso icono de la Guerra Fría. En construcción desde 2002 está previsto extenderlo en 709 kilómetros a través de Cisjordania. “Una serie de planchas de hormigón armado, de zonas-tampón, alambradas de espinas, trincheras, vallas electrificadas, torres vigía, cámaras de vídeo, control térmico de la imagen, torreones con tiradores de élite, puntos de control militar y pistas para vehículos de patrulla;, han desmembrado las ciudades del lado Oeste y las han separado de la ocupada Jerusalén-Este (…). El muro ha costado más de 2 mil 600 millones de dólares hasta hoy, y el coste anual de mantenimiento es de más de 260 millones de dólares”. En suma, tras la Primera Guerra mundial todos los países son imperialistas y deben cumplir la ley de defensa de sus intereses por medio del control estricto de sus fronteras.
La reciente serie de guerras en todo el mundo ha mostrado cómo muchas fronteras han sido fortificadas para prevenir la infiltración de fuerzas enemigas, bandas terroristas muchas de ellas financiadas por diferentes Estados. Se ha puesto en pie todo un sistema de control de las personas que esperan un visado, y de instituciones de vigilancia similares a las del mundo descrito en el libro 1984 de George Orwell, tales como el Departamento de Seguridad Interior de EEUU, para detener a eventuales enemigos e impedirles entrar en el país.
Paralelamente, mientras que la emigración en el siglo XIX no estuvo significativamente dificultada por una compleja legislación y un sistema policial sofisticado, en el siglo XX las fronteras han adquirido una segunda función además de la función militar “tradicional”: impedir la entrada de fuerza de trabajo no necesaria. Esto contrasta con la demanda permanente de fuerza de trabajo en EEUU a finales del siglo XIX (verdadera razón de aquel llamamiento: “Enviadnos vuestros pobres… vuestras masas desheredadas”, incrustado en la estatua de La Libertad). Hoy EEUU hace como los demás países, cerrando sus fronteras meridionales contra las oleadas de proletarios de América Latina que huyen de la pobreza y la violencia.
En la década de 1960 apareció un nuevo fenómeno: muchos de los países dominados por el bloque del Este se enfrentaron a una dura penuria de mano de obra, en particular Alemania del Este. El Estado de este país erigió el muro de Berlín para impedir a su fuerza de trabajo salir del territorio; de ese modo, el “enano económico” cerró sus fronteras para encerrar dentro a sus obreros.
Actualmente las fronteras ejercen más que nunca y de manera simultánea esa doble función: además de la defensa militar clásica del territorio nacional, los sofisticados muros construidos les sirven para impedir entrada a los refugiados y para prevenir o filtrar a los “emigrantes económicos” no deseados.
Podemos pues decir pues que aunque el Telón de Acero fue destruido en 1989, el final de la confrontación entre los antiguos bloques no ha significado, ni mucho menos, el advenimiento de un mundo sin fronteras; ¡al contrario!
“Entre 1947 y 1991 se han construido once muros que han sobrevivido a la Guerra Fría: África del Sur-Mozambique, Corea del Norte-Corea del Sur, India-Paquistán, Israel, Marruecos-Sáhara Occidental, Zimbabue-Zambia”. Entre 1991 y 2001 se han erigido siete muros: alrededor de los territorios de Ceuta y Melilla, entre EEUU y México, Malasia y Tailandia, Kuwait e Irak, Uzbekistán, Afganistán y Kirguistán (Kirguisia). Desde 2001 han colocado veinte dos muros más: en la frontera de Arabia Saudí con Emiratos Árabes Unidos, Irak, Omán, Qatar, Yemen, entre Birmania y Bangladesh, Botsuana y Zimbabue, entre Brunei y Malasia, China y Corea del Norte, Egipto y la Banda de Gaza, Emiratos Árabes Unidos y Omán, India y Bangladesh, Irán y Paquistán, Israel y Jordania, Jordania e Irak, Kazajstán y Uzbekistán, Pakistán e Irak, Tailandia y Malasia, Turkmenistán y Uzbekistán, Israel y Egipto”[2]. Hay en el mundo unos doscientos países y les separan doscientos cincuenta mil kilómetros de fronteras: se trata de ¡una sociedad amurallada!”[3].
Esto demuestra el carácter totalmente irracional del sistema capitalista. Aunque el capitalismo no puede “prosperar” si no existe una libre circulación de mercancías y de fuerza de trabajo, resulta, sin embargo, que el movimiento ligado al trabajo humano está sometido a los controles y los obstáculos más brutales. Esto no solo significa un nivel inédito de violencia a lo largo de las fronteras sino además costes financieros desmesurados. Por ejemplo, el sistema masivo de protección de fronteras entre México y Estados Unidos cuesta un dineral: “Pero además eso acaba costando caro. Generalmente se estima que las inspecciones, las patrullas y las infraestructuras cuestan a los contribuyentes entre doce y dieciocho miles de millones de dólares por año; lo que representa un incremento en torno al 50% desde comienzos del año 2000, según The Journal que añade que los costes incluyen “todo: desde las vallas hasta los aviones militares, los navíos, los drones, los equipos de vigilancia, las torres para las cámaras de infrarrojos y los centros de detención.” Globalmente, el gasto en seguridad de las fronteras ha subido hasta los noventa mil millones entre 2002 y 2011, según revela Associated Press. Esta agencia de prensa informa que entre los costes anuales se pueden incluir también los perros detectores de droga (5.400 dólares cada ejemplar) o los cuerpos especiales del ejército (alrededor de 91.000 dólares por soldado)”[4].
Cuando vemos la imagen del número total de guardias desplegados a todo lo largo de las fronteras mundiales y su coste, comprobamos lo absurdo de todo esto, un hecho que muestra también, en concreto, hasta qué punto esta sociedad ¡despilfarra sus recursos![5]
Paralelamente a los controles fronterizos, cada vez más sofisticados, se construyen por todas partes “residencias protegidas” para los privilegiados, “dotadas de seguridad y alarmas”, con cerraduras y sistemas de protección armada. Barrios residenciales enteros han sido transformados en “zonas prohibidas” para los no residentes.
El caso es que los países industrializados no solamente están en camino de convertirse en verdaderas fortalezas sino que son también los mayores “agentes de deportación” de fuerza de trabajo. Si el número total de esclavos sacados a la fuerza del continente africano rondó los 10 o 20 millones entre 1445 y 1850, la política de deportación desarrollada por los países industrializados alcanzará probablemente el mismo número en un periodo de tiempo mucho más corto. Algunos ejemplos: más de cinco millones de emigrantes “ilegales” fueron deportados de Estados Unidos (2 millones durante el gobierno de G. W. Bush; casi 900 000 por el de Clinton y más de 2 millones el de Obama). En Europa las medidas son cada vez más draconianas, y hay ya alrededor de cuatrocientos centros de detención para los clandestinos en espera de expulsión. El propio México deporta a 250 000 extranjeros por año hacia América Central. Arabia Saudí deporta más de un millón de personas que viven y trabajan ilegalmente en el reino.
Frente a la reciente oleada de refugiados que huyen de las zonas de guerra en Oriente Medio (Afganistán, Siria, África del Norte,…), el sistema de protección de fronteras ha alcanzado un nuevo listón, las autoridades despliegan aún más tropas y más material para detener y deportar a los refugiados. Más de un cuarto de siglo después de la “apertura” del Telón de Acero, Hungría ha cerrado su frontera con alambradas “concertinas” para impedir a los “miserables” llegar a lugares más seguros y tiene la intención de poner en funcionamiento otra alambrada a lo largo de la frontera con Rumania. Medidas similares se han tomado en otros países europeos: las fronteras, anteriormente “abiertas” del espacio Schengen, están ahora controladas por la Policía de Fronteras: en Grecia y en Italia han montado centros de selección de refugiados con la intención de devolverlos al infierno de donde salieron. Igualmente se generalizan las avanzadillas para atrapar a los refugiados, incluso en África. Han dictado disposiciones para poner en funcionamiento controles fronterizos en las rutas de tránsito de los refugiados en África.
Las imágenes de las largas marchas de refugiados y de miles de detenidos o rechazados en los Balcanes y otros lugares, abandonados sin alimento y sin abrigo, nos recuerdan la manera en que la población judía fue tratada bajo el régimen nazi o el destino de los refugiados al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Son muestras de la continuidad de la barbarie de este sistema. Un siglo de refugiados, de guerras, de campos, de deportaciones, de telones de “acero” u hormigón, alambradas, migraciones ilegales y expulsión de quienes tienen el descaro de “venir solamente para llenarse la barriga”.
Han logrado levantar los muros más altos y más largos de todos los tiempos para impedir el acceso a los refugiados de guerra y a los emigrantes “económicos”, desesperados por entrar… pero no siempre van a poder contener la multitud de víctimas de los efectos combinados de la descomposición inexorable del capitalismo.
Al haber creado una economía global, el capitalismo también creó las condiciones para que pueda existir una comunidad humana mundial; pero su total incapacidad para realizarla queda hoy puesta de manifiesto por la fortificación internacional de sus fronteras. Los llamamientos bienintencionados a “la abolición de fronteras” de los grupos activistas son pues totalmente utópicos. Las fronteras solo podrán abolirse por la revolución proletaria internacional que desmantelará la prisión inhumana del Estado-nación.
World Revolution, órgano de prensa de la CCI en Gran Bretaña; setiembre 2015.
[1] Rosa Luxemburg: Introducción a la economía política, Cuadernos de Pasado y Presente nº 35, pág. 51-52. Ediciones Pasado y Presente. Córdoba. Argentina 1972.
[3] Cada año se producen en el mundo medio millón de toneladas de alambres espinosos para levantar ocho millones de kilómetros de alambradas, lo que corresponde a 200 veces la circunferencia de la Tierra.
[4] Fuente: https://www.fool.com/investing/general/2014/08/06/the-migrant-crisis-could-cost-billions-but-border.aspx [127]
[5] La cifra total que deben pagar los refugiados a los traficantes de seres humanos alcanza igualmente cifras astronómicas nunca antes vistas.
Una vez más somos llamados a las urnas. Una vez más, esta vez en las vísperas navideñas, nos repiten hasta la saciedad el cuento de que el voto de los ciudadanos es la única vía posible para decidir nuestro futuro.
Pero el destino que puede depararnos esta sociedad capitalista está más que escrito. Si no eliminamos la producción para la acumulación capitalista, sino liberamos las relaciones entre seres humanos de las leyes de las relaciones mercantiles, sino emancipamos la Tierra entera planeta entero de su sometimiento a los beneficios de la clase explotadora: el futuro no puede ser otro que más miseria y más guerras, más opresión y mayores catástrofes ecológicas.
Todos quienes participantes en esta “gran fiesta” de la democracia quieren convencernos en cambio que sí estamos decidiendo nuestro futuro, que sí es nuestra responsabilidad como gobernados elegir a los gobernantes, para otorgarles así su mandato procedente de la “soberanía popular”. Lo cierto, sin embargo, es que las elecciones suponen una enorme farsa de reclamos publicitarios en forma de promesas que nunca se cumplirán, de abstractas invocaciones a valores brillantes como el “bienestar”, el “cambio”, la “unidad”, que cuando se difuminan dejan el lodo ceniciento de una creciente degradación de las condiciones de vida de los trabajadores.
En las dos últimas legislaturas –la primera (2008-2011) encabezada por el “amable” Zapatero del PSOE, la segunda (2011-2015) dirigida por el “huraño” Rajoy del PP–, los salarios de los obreros españoles han caído un 25%. El “mileurismo” que al principio de la crisis era un síntoma de la escasa capacidad adquisitiva de muchos jóvenes se ha convertido hoy en el sueño inalcanzable para la mayoría de ellos. No es de extrañar. A pesar de todas las reformas laborales, y de todas las subvenciones a los empresarios (lo que no deja de ser un trozo de plusvalía extraída de la explotación que se les regala) para la contratación; el paro alcanza hoy oficialmente a más del 22% de la población activa; y en sectores como los menores de 25 años a más de la mitad. La inmensa mayoría de los contratos son eventuales (por semanas o meses a lo sumo) o a tiempo parcial (remunerando 4 horas diarias o tres días por semana, aunque el trabajador luego regale horas al empresario para “hacer méritos” y con seguir que le mantengan contratado…). De los parados registrados en las oficinas del INEM, el 50% no cobra ningún subsidio de desempleo. El gobierno PSOE dejó esa tasa ya en el 40%. Cuando Zapatero deja el sillón a Rajoy el 22% de los hogares del país vive por debajo del umbral de la pobreza. Rajoy legará a “¿?”, cerca del 30% de la población española en esas condiciones.
En realidad entre los gobiernos del P”S”OE y del PP no hay ninguna contradicción, sino una completa continuidad. La Reforma Laboral del PP es la versión corregida y aumentada de la implementada por Zapatero que abarató el despido en un momento de expulsión masiva de mano de obra. De igual forma el ataque a las pensiones del PSOE (prolongando la edad para la jubilación) se ha visto sucedido con el copago de las recetas o la liquidación del fondo de reserva de las pensiones (que a fecha de hoy no tiene existencia asegurada más allá de 2018). Otro tanto cabe decir de la exclusión de los trabajadores emigrantes de las prestaciones sanitarias decretada por Rajoy que encuentra su antecedente en la “regularización” de 2009 dictada por Zapatero sólo para aquellos que contaban con un contrato de trabajo. Es verdad que Rajoy quiere limitar drásticamente la llegada de refugiados, pero quien puso las alambradas en Ceuta y Melilla fue el gobierno del PSOE. Es cierto que el PP ha sido y es un partido descaradamente belicista, pero no es menos cierto que “Bambi” Zapatero reforzó la presencia de tropas españolas en Afganistán, Líbano en 2006, las costas de Somalia en 2008 o ya en 2011 con la participación en la operación en Libia, saltándose incluso la tradicional autorización parlamentaria. Ninguna de esas operaciones trajo la paz. Todas ellas han contribuido a esparcir el terror y la guerra por más y más regiones del mundo.
Todo ese sufrimiento acumulado y acrecentado en la población no es obra de unos políticos especialmente incompetentes o corruptos, como quieren hacernos creen quienes aspiran a relevarlos en las mismas poltronas del Estado capitalista. Es el resultado de la dominación de las leyes del capital sobre la supervivencia de la humanidad, dominación asegurada por el Estado, y más eficazmente por el Estado democrático. Por ello en otros países con gobiernos aparentemente más “decentes” o menos “señalados” por la corrupción, la situación de la población trabajadora también empeora. En el último año hemos visto al gobierno de un partido de nuevo tipo como Syriza en Grecia aplicar, en lo sustancial, el mismo programa que los viejos políticos de Nueva Democracia. Y hoy mismo vemos al futuro gobierno “socialista” portugués - respaldado por el Partido (anti) Comunista de Portugal y por ese otra “gran esperanza blanca” de los ultraizquierdistas en los últimos años, el llamado Bloco de Esquerdas –jurar lealtad al programa de rescate de la economía nacional portuguesa.
Pero si, gane quien gane las elecciones, no va a cambiar en lo sustancial el programa de gobierno de la clase explotadora los trabajadores: ¿para qué sirven entonces las elecciones?
Le sirven, en primer lugar, para sacar algo de lustre al aparato político del Estado democrático, intentando compensar el desgaste de sus partidos tradicionales. En las próximas elecciones del 20 de Diciembre, el capitalismo español, va a reforzar insistentemente esa campaña con la supuesta superación del “bipartidismo” mediante los supuestos proyectos “renovadores” de Ciudadanos y de Podemos. Los primeros, una organización que languidecía defendiendo el españolismo en Cataluña, han sido catapultados a segunda fuerza política del país como una especie de “PP sin corrupción”. En cuanto a Podemos y sus múltiples y poliédricas expresiones (Ganemos, En Común, Mareas,…), es el resultado de una operación de la burguesía española, gestada en los “laboratorios de ideas” de las universidades y con el apoyo de importantes sectores del Estado (entre otros de poderosos medios de comunicación), con el objeto de desfigurar y descarrilar todo lo que en el 15-M había de cuestionamiento al Estado democrático, del sistema de explotación, de inquietud por un futuro estremecedor,… (ver artículo sobre Podemos en este mismo número de AP). Pretenderán aparecer como “nueva política” pero representan la más vieja y rancia política de los explotadores. El liberalismo de Ciudadanos y su “ley invisible del mercado” es un principio burgués del siglo XVIII que ha servido de justificación de todos los recortes en materia de salario social en los últimos 30 años. En cuanto al “proyecto podemita”, y más allá de su lenguaje extraído de los manuales de autoayuda más pedestres, se trata del viejo engaño fundamental de la contrarrevolución estalinista: la identificación del socialismo con la propiedad estatal de los medios de producción. No es de extrañar que la “nueva política” haya caído rápidamente en los vicios de la vieja política: la reducción de ésta a un mero marketing publicitario en el que se utilizan todos los trucos (desde la presencia en los programas televisivos de máxima audiencia sea cual sea su contenido al airamiento de escándalos sobre consumos de drogas de sus rivales, etc.) para activar el botón de compra de la mercancía, en este caso del voto; la sustitución de los debates y las asambleas por el “quitaté tú para ponerme yo”, etc.
Le sirve también para retumbar con fuerza los tambores ideológicos con que aturdir a los explotados. La burguesía española recuerda con gratitud cómo este ruido sirvió para que el formidable movimiento de luchas que, en los años 70, puso contra las cuerdas al franquismo, pudo ser desviado con el famoso soniquete de “Libertad, Amnistía y Estatut de Autonomía” hacia los pactos de la Moncloa, la aceptación de las reconversiones industriales, y el levantamiento del hoy denostado régimen del 78. Y también de cómo, 35 años después, esas mismas mistificaciones democráticas de “Democracia Real Ya” han servido para descarrilar el “¡Que no nos representan!” del 15 M en el “Iglesias presidente” de nuestros días. De igual modo que se esfuerzan en rentabilizar hoy las divisiones en el seno de los explotadores para recabar la adhesión del proletariado a su propia burguesía nacional. No dudan para ello en presentar como el culmen del “anticapitalismo” a formaciones como las CUP en Cataluña que en realidad hacen bandera de las dos instituciones esenciales de la explotación capitalista: el Estado democrático y la Nación, reeditando el nauseabundo lema de la contrarrevolución estalinista: “el socialismo en un solo pais”.
El futuro de la humanidad no pasa por más Estado democrático que supuestamente nos protege de la barbarie que “otros” (los terroristas, los especuladores financieros, los belicistas…) generarían. Los Estados democráticos son los principales agentes del terror, la miseria y la guerra. Tampoco pasa por reforzar la unidad nacional entre los explotados y los explotadores de un país, sino por la disolución de todas las fronteras y todos los países, por la solidaridad de todos los explotados, por una lucha de clases internacional contra todos los explotadores.
Valerio, 2 de diciembre de 2015
¿Por qué millones de refugiados huyen de Siria, Irak, Afganistán, Libia y otros países de Oriente Medio, Asia Central y África? La causa es que la población está desesperada y trata de huir de un estado de guerra permanente, de una espiral infernal de conflictos sangrientos entre múltiples protagonistas que van desde ejércitos oficiales de gobiernos a bandas terroristas. Siria es la expresión más “avanzada” de este deslizamiento hacia el caos.
El gobierno de Asad, que ha preferido bombardear una Siria hecha ruinas antes que dejar el poder, no controla ahora sino el 17% del territorio. Regiones enteras del norte y del este se encuentran bajo el control de los fanáticos yihadistas del Estado Islámico. Otros lugares se encuentran en manos de lo que los medios de comunicación occidentales llaman, a veces, oposición “moderada”, pero que se encuentran cada vez más dominados por fuerzas yihadistas como Al Nusra, filial de Al Qaeda: los rebeldes “laicos y democráticos” del Ejército Libre Sirio, que han sido apoyados de modo potente por Estados Unidos y Gran Bretaña, parecen tener una influencia cada vez más marginal. Entre las fuerzas anti-Asad, existe un juego sin fin de alianzas, traiciones y luchas armadas.
Pero la situación en Siria, como en otras guerras de la región, significa también un enfrentamiento entre las grandes potencias internacionales, sometidas a los efectos y a las consecuencias de la intervención directa de los aviones de guerra rusos. Desde el principio, Rusia ha apoyado al régimen de Asad mediante sus “consejeros”. Hoy sus propios combatientes bombardean objetivos “terroristas” porque el régimen de Asad está contra las cuerdas, lo que hace temer que la base rusa de Tartus, único acceso naval de Rusia en el Mediterráneo, sea invadida por el Estado Islámico. Según el punto de vista de Rusia, todas las fuerzas de oposición, incluyendo las apoyadas por Estados Unidos, son de naturaleza terrorista y sus recientes bombardeos aéreos han golpeado más a los rebeldes que a los propios yihadistas. Estados Unidos, que podría beneficiarse de la ayuda rusa y su campaña de bombardeos contra los yihadistas en Siria e Irak, ve muy claramente que el objetivo principal de Rusia no es tanto derrotar al Estado Islámico sino defender a Asad. Estas dos potencias están pues actuando en un mismo país, con intereses opuestos, aunque no se enfrenten directamente entre sí. Francia, por su parte, también se ha implicado abiertamente mediante ataques aéreos. Si éstos pueden traducirse en una eficacia inmediata pero relativa, no hacen en definitiva sino añadir tensiones y participan plenamente en la espiral infernal del caos. O sea, más o menos como la acción más burdamente espectacular de Rusia. Las acciones de Rusia en Siria marcan claramente una escalada en el conflicto, pero también una escalada en el caos. Se oponen a las posibilidades y esperanzas que albergan otras grandes potencias de llegar, en interés propio, a un acuerdo político tras cuatro años de guerra en Siria y así detener la marea de refugiados que huyen del país. Como tras la invasión americana en Irak, las grandes potencias no van a reestablecer la estabilidad en la región, sino generar una inestabilidad creciente. La ausencia de opciones políticas no hace más que abrir la puerta a las ambiciones de las potencias regionales. En Yemen, por ejemplo, al gobierno lo apoya el régimen saudí (en lucha contra los rebeldes apoyados por Irán, país que, a su vez, ha enviado fuerzas a Siria para defender a Asad). En la frontera turco-sirio-iraquí, Turquía ha utilizado el pretexto de la lucha contra el E.I (Daesh, ISIS)para intensificar sus ataques contra el PKK kurdo. Turquía apoya igualmente al grupo Ahrar al-Sham en Siria, mientras que Qatar y Arabia Saudí tienen sus propios protegidos islamistas, algunos de entre los cuales han recibido el apoyo de la CIA. Durante décadas, tras la II Guerra Mundial, el mundo vivió bajo la amenaza de destrucción nuclear por parte de dos bloques imperialistas controlados por Estados Unidos y la URSS. Esta “guerra fría” implicaba cierto tipo de disciplina, cierto orden, la mayoría de los países de menor importancia y las fuerzas nacionalistas debían obedecer a los dictados de uno u otro bloque. La caída del bloque ruso a principios de los años 90 del siglo XX provocó el rápido desmoronamiento del bloque americano y los ulteriores intentos de Estados Unidos por imponer su orden sobre esas tendencias centrífugas, lo que no ha hecho sino acelerarlas[1].
Sus fracasos en Afganistán e Irak son una clara prueba de lo anterior, sobre todo ahora que los talibanes, expulsados del poder por la invasión americana de 2001, se refuerzan en Afganistán, y hay regiones enteras de Irak que se derrumban en beneficio del Estado Islámico o caen bajo la influencia de Irán, que, a pesar de los recientes intentos de aproximación, no es precisamente un amigo de Estados Unidos. Tras estas experiencias muy negativas, Estados Unidos se muestra reticente a intervenir enviando abiertamente “tropas terrestres”. Pero el auge del Estado Islámico ha obligado a EE.UU a recurrir a fuerzas aéreas y a reforzar su apoyo a combatientes locales como el PKK (al cual antes consideraba como grupo terrorista) que ha demostrado su eficacia en la lucha contra el Estado Islámico. Esta estrategia ha conllevado también que Turquía aumente la puja de sus apuestas en su guerra contra los kurdos. La intervención americana en Siria corre el riesgo de estimular igualmente de modo indirecto al régimen de Asad y las ambiciones rusas en la región. Las contradicciones se amplifican sin que aparezca ninguna solución.
En definitiva, ningún “gendarme del mundo” es capaz de imponerse. La irracionalidad de la guerra capitalista es cada vez más evidente: las guerras que inundan el planeta aportan beneficios durante un período breve para una minoría de capitalistas y gánsteres, pero suponen un pesado fardo para el sistema y no llevan en sí ninguna perspectiva de reorganización para la posguerra y la reconstrucción, como sí ocurrió al final de la II Guerra Mundial. Por eso ninguna de las fuerzas capitalistas, desde el poderoso EE.UU al más insignificante señor de la guerra, no puede permitirse quedar al margen, sumergiéndose plenamente en el militarismo y la guerra. Los imperativos subyacentes de la competencia capitalista e imperialista son demasiado fuertes. El coste financiero de una intervención militar puede ser exorbitante pero nada es peor que perder terreno en beneficio de los rivales. Y siempre habrá rivales.
Para la población de esas regiones, el precio que se paga es ser carne de cañón de los bombardeos, ser violados y decapitados por los ejércitos gubernamentales y las milicias de la oposición, casas en ruinas, siglos de patrimonio cultural e histórico destruidos, la elección entre el hambre en campos de refugiados fronterizos en zonas de guerra o emprender un viaje peligroso hacia Europa, hacia un supuesto “remanso de seguridad”. Para la humanidad en su conjunto parece que no existe otra perspectiva que no sea la propagación del caos militar a través del mundo, la huida hacia delante a un fatídico punto de no retorno.
Pero a este punto aún no se ha llegado. Si Europa aparece aún como un remanso de paz para los refugiados de todo el mundo, seguro que no es a causa de la bondad de la burguesía europea, sino porque la clase obrera de estos países sigue siendo una fuerza que debe tenerse en cuenta. La clase dominante no está en situación de aplastar a la clase obrera hasta el punto de arrojarla a la pobreza extrema o a movilizarla en favor de la guerra como sucedió en los años 30 del siglo XX, cuando la burguesía tenía ante sí a una clase obrera vencida. La situación en Siria ilustra la barbarie de la clase dominante cuando la clase obrera sigue siendo todavía una fuerza débil e incapaz de resistir la brutalidad del Estado. El problema para la clase obrera de los países centrales es que no es capaz hoy por hoy de reconocer su propia fuerza, no tiene confianza en su capacidad de responder, no ha vuelto a encontrar todavía una perspectiva independiente capaz de ofrecer un futuro para los explotados y los oprimidos. Y, sin embargo, esta perspectiva, la de la lucha de clases por una nueva sociedad, más allá de las fronteras, es la única esperanza auténtica para la humanidad.
Publicado en World Revolution, órgano de prensa de la CCI en Gran Bretaña, 4 de octubre de 2015.
[1] Para un análisis de este marco histórico ver nuestro artículo “Militarismo y Descomposición”, en Revista Internacional nº 64, /revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [9]
De creer el bombardeo mediático que llevan machacándonos en los últimos meses estaríamos en puertas de un terremoto que transformaría de arriba abajo el escenario tradicional de los últimos 30 años en que PP y PSOE se turnaban plácidamente al frente del gobierno sin que nadie les hiciera sombra. Ese tablero político se vería ahora perturbado por la irrupción de las “fuerzas emergentes”, y en especial la más novedosa de ellas: Podemos. Pero Podemos no representa ninguna novedad.
Su programa político y su ideología son los clásicos de los regímenes stalinistas[1], defendidos por los P”C” (en realidad furiosamente anticomunistas) y sus acólitos izquierdistas de todo pelaje (trotskistas, sindicalistas de base, movimientos antiglobalización…)[2] que sostienen esta pantomima de la “nueva política”. Lo específico de Podemos, lo que justifica el apoyo que le ha prestado el capitalismo español, es que las huestes de Iglesias tienen una misión especial, muy importante para la burguesía española y también mundial: borrar las huellas del movimiento 15 M que sacudió las calles hace ahora 4 años y medio.
Hace 4 años, grandes multitudes ocuparon calles y plazas no solamente en España sino igualmente en Grecia, Estados Unidos, Israel etc., «El movimiento de indignación se ha extendido internacionalmente. Ha surgido en España donde el gobierno socialista adoptó uno de los primeros y más draconianos planes de austeridad; en Grecia, símbolo de la crisis de la deuda soberana; en Estados Unidos, templo del capitalismo mundial; en Egipto e Israel situados en cada uno de los frentes del peor y más enquistado conflicto imperialista, el de Oriente Medio»[3] Hubo intentos, aún muy tímidos y embrionarios, de solidaridad internacional, «En España la solidaridad con los trabajadores en Grecia se expresó gritando “Atenas aguanta, Madrid se levanta”. Los huelguistas de Oakland (USA, noviembre 2011) decían “Solidaridad con el movimiento de ocupaciones a nivel mundial”. En Egipto se acordó la Declaración de El Cairo en apoyo al movimiento en Estados Unidos. En Israel se gritaba “Netanyahu, Mubarak, El Assad, son lo mismo” y se tomaba contacto con trabajadores palestinos» (ídem).
El internacionalismo que se vio latir, aún de forma embrionaria, en los momentos más álgidos del movimiento de los Indignados es algo peligrosísimo para la burguesía, pues esta justifica su dominación sobre el proletariado en la existencia de una supuesta comunidad de intereses entre los explotadores y los explotados de cada país. Así, desde sus orígenes, Podemos se ha caracterizado por lo que ellos llaman un discurso “transversal”, es decir dirigido tanto a los “desfavorecidos” como a los empresarios a los que, desde luego, no ha dejado de lanzar mensajes tranquilizadores. Pero esa supuesta comunidad es la que invocó el partido hermano de Podemos, el Syriza griego, para justificar su acatamiento a las exigencias de la Comunidad Europea que supusieron un redobla miento a los ataques a las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores griegos. En vez de solidarizarse con las víctimas, los Iglesias, Errejón, etc.se solidarizaron con el verdugo Tsipras.
En esa escalada patriotera, los “podemitas” llegan incluso a distanciarse de las propuestas de enviar tropas a las zonas ocupadas por el ISIS en Siria e Irak invocando que “podrían morir- hemos visto que frente al llamamiento del primero de enviar tropas a los lugares ocupados por ISIS (Siria e Irak) el segundo ha respondido que “pueden morir soldados españoles”. El “argumento” del señor de la coleta es muy incisivo, muy eficaz para inyectarnos en vena el nacionalismo, invitando a encerrarnos en el estrecho y endogámico mundillo de “la nación española”. ¿Qué mueren obreros y campesinos sirios e iraquíes? ¿Qué la población de Rakka –capital del califato ISIS- es sometida al triple terror de sus “gobernantes islámicos”, los bombardeos de Rusia, USA y Francia y los de las milicias de El Assad? ¿Qué en estos territorios se están convirtiendo en un agujero negro donde es imposible simplemente vivir? ¡Nada de eso debe importarnos según la filosofía nacional del señor Iglesias! ¡Lo único que debe importarnos es si algún compatriota muera allá! Será por eso que los “podemitas” se han adherido como “observadores” (¿?) al pacto antiyihadista suscrito por los invasores de Irak (PP), los invasores de Afganistán (PSOE) y los aspirantes de invadir cualquier cosa con tal de que se haga con la rojigualda por delante (Ciudadanos). Será por eso que Podemos ha garantizado a Rajoy todo el respaldo que necesite para hacer frente a los ataques terroristas como el sufrido recientemente por la de Kabul.
Una de las consignas más reproducidas durante el 15-M fue el “Nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. En efecto el movimiento de los Indignados surgió con un fuerte componente de contestación a la política burguesa, a las elecciones[4], etc. En los movimientos de 2011 empezó a darse con grandes debilidades y vacilaciones un hecho que hoy, cuatro años después, nos parece insólito: “los trabajadores, los explotados, a los que se pinta como unos fracasados indolentes incapaces de tener iniciativas ni de hacer nada en común, han podido unirse, compartir iniciativas y romper la pasividad agobiante a la que nos condena la normalidad cotidiana de este sistema. Se ha dado los primeros pasos para que aparezca una verdadera política de la mayoría, alejada del mundo de intrigas, mentiras y turbias maniobras que caracteriza la política dominante. Una política que aborda todos los sujetos que nos afectan, no solo la economía o la política, sino igualmente la destrucción del medio ambiente, la ética, la cultura, la educación o la sanidad” (ídem).
La política burguesa preconiza por el contrario que cada uno de nosotros se encierre en sí mismo, que se vea –absurdamente– “soberano” frente a unos problemas que tienen causas y carácter social y que delegue la solución de ellos en el acto individual del voto a unos políticos profesionales, lo que a la larga se traduce en una mayor atomización y resignación. La trayectoria de Podemos es muy significativa. En sus inicios y para reforzar su visualización la “continuación” del 15-M, plagiaron como simple atrezzo las asambleas y los debates públicos para comprender las causas de nuestros sufrimientos, las posibles alternativas, etc. Hoy las “asambleas” de Podemos se han convertido en un “navajeo” indisimulado entre las distintas obediencias en concurrencia por los puestos en las listas electorales[5]. Otro tanto ha sucedido con los debates, reducidos hoy a la aprobación de la lista de recetas propugnada como programa electoral, y que serán moduladas a discreción en función de las necesidades electorales de Iglesias y su gang.
La organización “interna” de Podemos no es contradictoria con su función como quieren hacernos creer los representantes del ala crítica de dicha formación. Es, en realidad, plenamente congruente con la misión encargada por la burguesía a dicho partido: convencer a los trabajadores que todo movimiento de protesta, que todo cuestionamiento de los cauces establecidos por el Estado democrático para expresar – en su forma domada, o sea el pataleo - la indignación ante el futuro que nos depara el capitalismo, está destinada a morir en esos mismos cauces. Que es inútil pensar en luchar contra el sistema, porque el sistema capitalista acaba recuperándolo todo en una versión aún más grotesca que la original.
El movimiento de los Indignados en España, como el que meses después surgió en EEUU o en Israel, como otras expresiones de hartazgo de este sistema capitalista que convierte a los seres humanos en meras mercancías no consiguieron superar todo el entrampado que les tendió el Estado burgués, y especialmente sus organizaciones más dedicadas al sabotaje de todo movimiento de cuestionamiento del capitalismo. Lo cual no quiere decir que la posibilidad de una reflexión, de una búsqueda de las lecciones del porqué del agotamiento de esos movimientos no figure –aún en forma latente– como un proceso potencial de la actual situación. Los estímulos para dicha reflexión no van a faltar. El capitalismo se adentra cada vez más en el abismo de la miseria creciente de enormes masas de población, de multiplicación de focos de guerra y terror, de esparcimiento de los escenarios de la catástrofe ecológica. La clase explotadora necesitará siempre, y estará dispuesta a remunerar generosamente, a quién vaya proclamando por las calles que el rey no está desnudo, que sólo necesita nuevos ropajes, como los que ellos mismos, como Podemos, como la nueva izquierda en Gran Bretaña, está dispuestos a fabricarle.
Paolo, 13 de diciembre 2015
[1] Tal y como denunciamos en nuestro anterior número de Acción Proletaria. Ver /cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [61]
[2] De hecho gran parte de la mano de obra de la formación “podemita” está constituida por militantes de la llamada Izquierda Anticapitalista forjada con los detritus de las organizaciones izquierdistas de los años 80, y la enésima escisión “por la izquierda” del P”C”E.
[3] De nuestra hoja internacional de balance de los movimientos de 2011 De la indignación a la esperanza, https://es.internationalism.org/node/3349 [57]
[4] No en vano las asambleas en las plazas desafiaron descaradamente la orden de disolverse en la “jornada de reflexión” del 21 de Mayo.
[5] De los 380 mil simpatizantes de Podemos sólo el 15% tomo parte en las elecciones primarias y apenas el 4% se implicó en la adopción del programa electoral.
Enlaces
[1] https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf
[2] https://www.crif.org/fr/alireavoiraecouter/rosa-luxemburg-non-aux-fronti%C3%A8res-par-anne-blanchard/52393
[3] https://es.internationalism.org/tag/personalidades/rosa-luxemburgo
[4] https://es.internationalism.org/content/4021/la-cci-atacada-por-une-nueva-oficina-del-estado-burgues
[5] https://es.internationalism.org/node/2182
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200207/3276/documentos-de-la-vida-de-la-cci-el-combate-por-la-defensa-de-los-p
[7] https://es.internationalism.org/tag/20/655/giic
[8] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[9] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[10] https://es.internationalism.org/tag/geografia/oriente-medio
[11] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[12] https://es.internationalism.org/tag/6/657/nacionalismo
[13] https://es.internationalism.org/tag/6/658/medicina
[14] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/
[15] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
[16] https://www.marxists.org/espanol/luxem/02LacrisissocialistaenFrancia_0.pdf
[17] https://es.internationalism.org/booktree/968
[18] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1844/intro-hegel.htm
[19] https://es.internationalism.org/cci-online/201405/4027/inicios-de-la-sangria
[20] https://es.internationalism.org/tag/20/659/jean-jaures
[21] https://es.internationalism.org/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/segunda-internacional
[22] https://fr.internationalism.org/revolution-internationale/201411/9150/editions-smolny-participent-a-recuperation-democratique-rosa-l#sdfootnote7sym
[23] https://fr.internationalism.org/revolution-internationale/201411/9150/editions-smolny-participent-a-recuperation-democratique-rosa-l#sdfootnote8sym
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