Cabu, Charb, Tignous, Wolinski, estos cuatro nombres entre la veintena de muertos registrados en el balance de los asesinatos de Paris 7 y 9 de enero son un símbolo. Son a los que atacaron primero. ¿Y por qué razón? Porque representaban la inteligencia contra la estupidez, la razón contra el fanatismo, la rebeldía contra la sumisión, el coraje contra la cobardía[1], la simpatía contra el odio y esta cualidad específicamente humana: el humor y la risa contra el conformismo y la mediocridad bienpensante. Podríamos rechazar y combatir sus posiciones políticas (algunas de ellas eran perfectamente burguesas)[2]. Pero lo que machacaron, era justamente lo que mejor tenían.