Los acontecimientos en España han puesto a prueba a toda organización. Tenemos que admitir que no hemos superado la prueba. Al ver esto, nuestro primer y principal deber es estudiar las raíces de nuestro fracaso; nuestro segundo deber es admitir nuestro fracaso con toda franqueza ante el proletariado nacional e internacional. Sólo así podemos esperar nuestra propia rehabilitación como una organización de vanguardia marxista.