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En el 23º Congreso de la CCI, presenté una serie de enmiendas a la resolución sobre la situación internacional. Esta contribución se centrará en aquellas de mis enmiendas, rechazadas por el Congreso, que giran en torno a las dos divergencias centrales que tengo con la posición del Congreso: sobre las tensiones imperialistas, y sobre la relación global de fuerzas de clase entre proletariado y burguesía. Hay un hilo rojo que une estos desacuerdos y que gira en torno a la cuestión de la descomposición. Aunque toda la organización comparte el mismo análisis de la descomposición como fase terminal del capitalismo decadente, a la hora de aplicar este marco a la situación actual, salen a la luz diferencias de interpretación. En lo que todos estamos de acuerdo es en que esta fase terminal no sólo fue iniciada por, sino que tiene sus raíces más profundas en la incapacidad de cada una de las dos clases principales de la sociedad capitalista para aplicar sus soluciones opuestas a la crisis del capitalismo decadente: la guerra generalizada (la burguesía) o la revolución mundial (el proletariado). Pero, desde el punto de vista de la posición actual de la organización, parece haber una segunda causa y característica esencial de esta fase terminal, que es la tendencia del cada uno contra todos: entre estados, dentro de la clase dominante, dentro de la sociedad burguesa en general. Sobre esta base, en lo que concierne al imperialismo, la CCI tiende actualmente a subestimar la tendencia a la bipolaridad (y por lo tanto a la reconstitución eventual de los bloques imperialistas), y con ello el peligro creciente de enfrentamientos militares entre las grandes potencias mismas. Sobre esta misma base, la CCI tiende hoy, en lo que respecta a la relación de fuerzas de clase, a subestimar la gravedad de la actual pérdida de perspectiva revolucionaria del proletariado, lo que nos lleva a pensar que éste puede recuperar su identidad de clase y comenzar a reconquistar una perspectiva revolucionaria, esencialmente a través de las luchas obreras defensivas.
Por mi parte, aunque estoy de acuerdo en que el "cada uno contra todos" burgués es una característica muy importante de la descomposición (jugando un enorme papel en la inauguración de esta fase terminal con la desintegración del orden mundial imperialista posterior a la Segunda Guerra Mundial), no estoy de acuerdo en que sea una de sus principales causas fundamentales. Por el contrario, sigo convencido de que el estancamiento entre las dos clases principales a causa de su incapacidad para imponer su propia perspectiva de clase es la causa esencial, y no se excluyen. Para mí, la CCI se aleja de nuestra posición original sobre la descomposición al dar al "cada uno contra todos" una importancia causal similar a la de la ausencia de perspectiva. Tal como yo lo entiendo, la organización se está moviendo hacia la posición de que, con la descomposición, hay un nuevo factor que no existía en las fases anteriores del capitalismo decadente. Este factor es el predominio del cada uno contra todos, de las fuerzas centrífugas, mientras que, antes de la descomposición, la tendencia a la disciplina de bloque, las fuerzas centrípetas, tendían a imponerse. Para mí, por el contrario, no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano en el período de la decadencia. La novedad de la fase de descomposición consiste en que todas las contradicciones ya existentes se exacerban al máximo. Lo mismo ocurre con la tendencia del cada uno contra todos, que también se exacerba al máximo en la descomposición. Pero también se exacerba la tendencia a las guerras entre las principales potencias, así como todas las tensiones en torno a la creación de nuevos bloques, los intentos de Estados Unidos de acabar con los nuevos aspirantes, etc.
Por ello, he presentado la siguiente enmienda al punto 15 de la resolución, recordando la persistencia de la bipolaridad imperialista (el desarrollo de una rivalidad principal entre dos potencias principales), y los peligros que esto supone para el futuro de la humanidad:
"Durante el período de los bloques militares después de 1945, había dos tipos de guerra principalmente en la agenda:
- una eventual Tercera Guerra Mundial, que probablemente habría llevado a la aniquilación de la humanidad
-guerras locales indirectas más o menos bien controladas por los dos líderes del bloque.
En la actualidad, aunque la Tercera Guerra Mundial no está en la agenda, esto no significa que la tendencia a la bipolaridad de los antagonismos imperialistas haya desaparecido. El ascenso y la expansión de China, que podría llegar a desafiar a Estados Unidos, es en la actualidad la principal expresión de esta tendencia (por el momento todavía claramente secundaria) hacia la formación de nuevos bloques.
En cuanto al fenómeno de las guerras locales, por supuesto que han continuado sin interrupción en ausencia de bloques, pero tienen una tendencia mucho más fuerte a salirse de control, dado el número de potencias regionales y de grandes potencias involucradas, y el grado y la extensión de la destrucción y el caos que causan. En este contexto, existe un mayor peligro que en el pasado de que se utilicen bombas atómicas y otras armas de destrucción masiva, y que se produzcan enfrentamientos militares directos incluso entre las propias grandes potencias."
El rechazo de esta enmienda por parte del Congreso habla por sí mismo. Estamos dando la espalda a lo que probablemente sea el peligro más importante de guerra entre las grandes potencias en los próximos años: que Estados Unidos utilice su todavía existente superioridad militar contra China en un intento de frenar el ascenso de esta última. En otras palabras, el peligro actual no es el de una guerra mundial entre dos bloques imperialistas, sino el de aventuras militares destinadas a montar o impedir un desafío al statu quo imperialista existente, y que sería propenso a convertirse en una conflagración global incontrolable muy diferente de las dos guerras mundiales del siglo XX. La actual rivalidad sino- estadounidense se asemeja a la que existía en la época de la Primera Guerra Mundial entre el aspirante alemán y la potencia mundial existente, Gran Bretaña. Este último conflicto provocó el declive de ambos. Pero esto ocurría a escala europea, mientras que hoy ocurre a escala mundial, de modo que ya no hay ningún tercero (como Estados Unidos en las dos Guerras Mundiales) esperando a intervenir desde fuera para cosechar los beneficios. Hoy, el "no futuro" será muy probablemente para todos. Lejos de ser excluida por nuestra teoría de la descomposición, los conflictos contemporáneos entre las grandes potencias la confirman de forma llamativa.
En una respuesta en nuestro sitio web a una crítica de esta parte de la resolución del 23º Congreso por parte de un simpatizante de la CCI (Mark Hayes), después de afirmar que "el militarismo y la guerra imperialista siguen siendo características fundamentales de esta fase final de la decadencia", añadimos: "aunque los bloques imperialistas hayan desaparecido y probablemente no vayan a volver a formarse". "En la misma respuesta, argumentamos "La perspectiva es hacia las guerras locales y regionales, su extensión hacia los propios centros del capitalismo a través de la proliferación del terrorismo, junto con el creciente desastre ecológico, y la putrefacción general". Guerras regionales, proliferación del terrorismo, desastres ecológicos: ¡sí! Pero ¿por qué excluimos tan cuidadosamente de esta perspectiva el peligro de enfrentamientos militares entre las grandes potencias? ¿Y por qué afirmamos que probablemente no se vuelvan a formar bloques imperialistas? En realidad, lo que solemos olvidar es que el "cada uno contra todos" no es más que un polo de la contradicción, cuyo otro polo es la tendencia a la bipolaridad y a los bloques imperialistas.
La tendencia del cada uno contra todos, y la tendencia a la bipolaridad, existen permanente y simultáneamente en el capitalismo decadente. La tendencia general es que una se imponga sobre la otra, de modo que una es primordial y la otra secundaria. Pero ninguna de las dos desaparece nunca. Incluso en el punto álgido de la guerra fría (cuando el mundo estaba dividido en dos bloques que se mantuvieron estables durante décadas) la tendencia de cada uno contra todos nunca desapareció del todo (hubo enfrentamientos militares entre miembros del mismo bloque en ambos bandos). Incluso en el punto álgido de cada uno contra todos, y de la abrumadora superioridad de Estados Unidos (después de 1989) la tendencia a los bloques nunca desapareció del todo (la política de los Balcanes y de Europa del Este de Alemania después de su unificación). Además, el dominio de una tendencia puede pasar rápidamente a la otra, ya que no se excluyen mutuamente. Por ejemplo, el "todos contra todos" imperialista de los años 20 (mitigado sólo por el miedo a la revolución proletaria) se transformó en la constelación de bloques de la Segunda Guerra Mundial. La bipolaridad de la posguerra se transformó rápidamente en un cada uno contra todos sin precedentes en 1989. Todo esto no es nuevo. Es la posición que la CCI siempre ha defendido.
El principal obstáculo a la tendencia a la bipolaridad imperialista en el capitalismo decadente no es cada uno contra todos, sino la ausencia de un candidato lo suficientemente fuerte como para montar un desafío global a la potencia líder. Este fue el caso después de 1989. Por lo tanto, el refuerzo de la tendencia bipolar en los últimos años es sobre todo el resultado del ascenso de China.
A este nivel, tenemos un problema de asimilación de nuestra propia posición. Si pensamos que el cada uno contra todos es una de las principales causas de la descomposición, la propia idea de que el polo opuesto, el de la bipolaridad, está actualmente recuperando fuerza, y podría algún día incluso ganar la partida, aparece necesariamente como una puesta en cuestión de nuestra posición sobre la descomposición. Es cierto que, en torno a 1989, fue el desmoronamiento del bloque oriental (que hizo innecesaria su contraparte occidental) lo que inauguró la fase de descomposición, desencadenando la mayor explosión del "cada uno contra todos" de la historia moderna. Pero este "todos contra todos" fue el resultado, no la causa, de una evolución más profunda: el estancamiento entre las clases. En el centro de estos desarrollos estaba la pérdida de perspectiva, el "no futuro" imperante que caracteriza esta fase terminal. Más recientemente, la ola contemporánea de populismo político es otra manifestación de esta falta fundamental de perspectiva por parte de toda la clase dominante. Por eso he propuesto la siguiente enmienda al punto 4 de la resolución:
"El populismo contemporáneo es otro signo claro de una sociedad que se dirige hacia la guerra:
- el propio auge del populismo no es sino un producto de la creciente agresividad y de los impulsos de destrucción generados por la sociedad burguesa actual
- Sin embargo, como esta agresividad "espontánea" no es suficiente por sí misma para movilizar a la sociedad para la guerra, los movimientos populistas actuales son necesarios para este fin por la clase dominante.
En otras palabras, son a la vez un síntoma y un factor activo del impulso hacia la guerra".
Esta enmienda también fue rechazada por el congreso. En palabras de la comisión de la enmienda:
"No estamos en desacuerdo con el hecho de que el populismo forma parte de un clima de violencia creciente en la sociedad, pero creemos que hay una diferencia de concepción sobre la marcha hacia la guerra que no se corresponde con el planteamiento general de la resolución". Esto es muy cierto. La intención de la enmienda era modificar, incluso corregir, la resolución en este punto. (La comisión de la enmienda, por cierto, dio el mismo argumento para su rechazo de la enmienda al punto 15, véase más arriba). Quería no sólo hacer sonar la alarma en relación con el creciente peligro de guerra, sino también mostrar que la irracionalidad particular del populismo es sólo una parte de la irracionalidad de la clase burguesa en su conjunto. Esta irracionalidad es ya una característica importante del capitalismo decadente, mucho antes de la descomposición: la tendencia de partes crecientes de la clase dominante a actuar de manera perjudicial para sus propios intereses. Así, todas las principales potencias europeas salieron debilitadas de la Primera Guerra Mundial, y el desafío a todo el resto del mundo por parte de Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial ya tenía algo de suicida. Pero esta tendencia no era todavía omnipresente. En particular, Estados Unidos se benefició tanto económica como militarmente de su participación en ambas guerras mundiales. E incluso podría argumentarse que, para el bloque occidental, la Guerra Fría resultó tener cierta racionalidad, ya que su política de contención militar y estrangulamiento económico contribuyó al colapso de su homólogo oriental sin necesidad de una guerra mundial. Por el contrario, en la fase de descomposición, es la propia primera potencia mundial, Estados Unidos, la que está a la vanguardia de la creación del caos, del desbocamiento, y es difícil ver cómo alguien podría beneficiarse de las guerras entre Estados Unidos y China. La irracionalidad y la "falta de futuro" son las dos caras de una misma moneda, una de las principales tendencias del capitalismo decadente. En este contexto, cuando algunas de las corrientes populistas de la Europa occidental continental abogan ahora por hacer preferentemente negocios en el futuro con Rusia o China, y están dispuestas a romper con sus enemigos "anglosajones" preferidos (Estados Unidos y Gran Bretaña), esto es claramente una expresión de "no futuro". Pero, al oponerse a ellos, la racionalidad de personas como Angela Merkel consiste en reconocer que, si la polarización entre Estados Unidos y China sigue acentuándose como en la actualidad, a Alemania no le quedaría más remedio que ponerse del lado de Estados Unidos, sabiendo que, en ningún caso, permitiría que Europa cayera bajo la dominación "asiática".
Pasando a la parte de la resolución sobre la lucha de clases, se hace patente fundamentalmente la misma divergencia sobre la aplicación del concepto de descomposición. Una parte clave de la resolución es el punto 5, ya que trata de los problemas de la lucha de clases en los años 80, la década al final de la cual se inicia la fase de descomposición. Resumiendo, las lecciones de esta década, concluye lo siguiente:
"Pero peor aún, con esta estrategia de dividir a los trabajadores y fomentar el "cada uno a la suya", la burguesía y sus sindicatos pudieron presentar las derrotas de la clase obrera como victorias.
Los revolucionarios no deben subestimar el maquiavelismo de la burguesía en la evolución de la relación de fuerzas de clase. Este maquiavelismo sólo puede continuar con el agravamiento de los ataques a la clase explotada. El estancamiento de la lucha de clases, y luego su retroceso a finales de los años 80, fue el resultado de la capacidad de la clase dominante para volver contra la clase obrera ciertas manifestaciones de la descomposición de la sociedad burguesa, especialmente la tendencia al "cada uno por su lado".
El punto 5 tiene razón al subrayar la importancia del impacto negativo del "cada uno por su lado" en las luchas obreras de la época. También es correcto subrayar el maquiavelismo de la clase dominante al promover esta mentalidad. Sin embargo, lo que llama la atención es que el problema de la falta de perspectiva está ausente en este análisis de las dificultades de la lucha de clases. Lo cual es tanto más notable cuanto que los años 80 han pasado a la historia como la década del "no futuro". Es el mismo enfoque que ya hemos encontrado en relación con el imperialismo. Los acontecimientos se analizan sobre todo desde el punto de vista de cada uno contra todos, en detrimento del problema de la falta de perspectiva. Para corregirlo, propongo la siguiente enmienda, que se añadirá al final del punto:
"Sin embargo, estos enfrentamientos con los sindicatos no revirtieron en absoluto, ni siquiera detuvieron, la regresión a nivel de la perspectiva revolucionaria. Esto fue aún más el caso en la década de 1980 que en la de 1970. Las dos luchas obreras más importantes y masivas de la década (Polonia 1980, los mineros británicos) se tradujeron en un aumento del prestigio de los sindicatos implicados".
El Congreso rechazó esta enmienda. El argumento dado para ello por la Comisión de Enmiendas (CA) fue:
"La regresión en la perspectiva revolucionaria comenzó con la caída de los regímenes estalinistas en 1989. La Polonia de 1980 no tenía las mismas características que la lucha sectorial de los mineros en Gran Bretaña en 1984-5. En Polonia hubo una dinámica de huelga de masas, con la extensión geográfica del movimiento y la autoorganización en asambleas generales soberanas (MKS) en un país estalinista, antes de la fundación del sindicato Solidarnosc. Polonia 1980 fue el último movimiento de la segunda ola de luchas. Debido a la pérdida de adquisiciones, debemos releer nuestros análisis de la tercera ola de luchas".
Esto tiene al menos el mérito de ser claro: antes de 1989, no había regresión en la perspectiva revolucionaria. Pero ¿cómo se correlaciona con nuestro análisis de la descomposición? Según este análisis, fue la incapacidad de las dos clases principales de avanzar en sus propias soluciones lo que causó y condujo a la fase de descomposición. Si ésta comienza en 1989, lo que la causó ya debía existir de antemano: la ausencia de perspectiva, tanto de la burguesía como del proletariado. La Comisión de Enmiendas, pero también el punto 5 de la propia resolución, citan a Polonia como prueba de que no había retroceso en la perspectiva antes del 89. Pero, en todo caso, Polonia demuestra lo contrario. La primera ola de luchas de una nueva e invicta generación del proletariado, que comenzó en 1968 en Francia y en 1969 en Italia, produjo una nueva generación de minorías revolucionarias. La propia CCI es un producto de este proceso. Por el contrario, la ola de luchas de finales de los años 70, que culminó con la huelga de masas de 1980 en Polonia, no produjo nada parecido. Y lo que siguió, en los años 80, fue una crisis que afectó al conjunto del medio político proletario existente. Ninguna de las grandes luchas obreras de los años ochenta produjo un ímpetu político en el conjunto de la clase, ni un ímpetu revolucionario entre sus minorías revolucionarias, como el de la década anterior. Ignorando esto, la resolución presenta las cosas como si cada una por sí misma fuera la principal debilidad, cuidadosamente separada de la cuestión de la perspectiva. Este planteamiento del Congreso se subraya también en el rechazo de otra formulación de enmienda que hice, y que decía que "ya antes de los acontecimientos históricos mundiales de 1989, la lucha de clases estaba 'pisando fuerte' en el plano de la combatividad y retrocediendo en relación con la perspectiva revolucionaria". El argumento de la Comisión de Enmiendas. "Esta enmienda introduce la idea de que existía una continuidad entre las dificultades de la lucha de clases en los años 80 (pisar el terreno) y la ruptura provocada por el derrumbe del bloque del Este". Entonces, ¿no hay "continuidad"? Por supuesto que se puede argumentar así. Pero ¿tiene esto algo que ver con nuestro análisis de que el estancamiento entre las clases es la causa de la descomposición? 1989 fue efectivamente una ruptura, pero con una prehistoria de lucha de clases, así como de lucha imperialista. Aunque esta idea de "cada uno para sí mismo" como central en la descomposición, algo así como a la par de la ausencia de perspectiva, no es (¿o no lo es todavía?) la posición oficial de la organización, yo diría que está al menos implícita en la argumentación de esta resolución.
En el punto 6 de la resolución se abordan los acontecimientos en torno a 1989 y su relación con la lucha de clases:
"Cuando la tercera oleada de luchas comenzó a desgastarse a finales de los años 80, un acontecimiento importante de la situación internacional, el colapso espectacular del bloque del Este y de los regímenes estalinistas en 1989, asestó un golpe brutal a la dinámica de la lucha de clases, cambiando así la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía en beneficio de esta última de manera importante. Este acontecimiento anunció a bombo y platillo la entrada del capitalismo en la fase final de su decadencia: la de la descomposición. Cuando el estalinismo se derrumbó, hizo un último servicio a la burguesía. Permitió a la clase dominante poner fin a la dinámica de la lucha de clases que, con avances y retrocesos, se había desarrollado durante dos décadas.
En efecto, en la medida en que no fue la lucha del proletariado, sino la putrefacción de la sociedad capitalista en la raíz lo que acabó con el estalinismo, la burguesía pudo explotar este acontecimiento para desencadenar una gigantesca campaña ideológica destinada a perpetuar la mayor mentira de la historia: la identificación del comunismo con el estalinismo. Al hacerlo, la clase dominante asestó un golpe extremadamente violento a la conciencia del proletariado. Las ensordecedoras campañas de la burguesía sobre la llamada "bancarrota del comunismo" han provocado un retroceso del proletariado en su marcha hacia su perspectiva histórica de derrocar al capitalismo. Fueron un gran golpe contra su identidad de clase".
Aquí, los dramáticos acontecimientos de 1989 parecen no tener nada que ver con la relación global de las fuerzas de clase. Esta suposición, sin embargo, está en contradicción, no sólo con nuestra teoría de la descomposición, sino también con nuestra teoría del curso histórico. Según la CCI, fue el bloque oriental, después de 1968, el que, debido a que se estaba quedando cada vez más rezagado en la mayoría de los demás niveles, necesitó buscar una resolución militar de la Guerra Fría. Atacando en Europa con medios de guerra "convencionales" (donde la correlación de fuerzas no le era tan desfavorable), el Pacto de Varsovia tendría que depositar sus esperanzas en su enemigo occidental (por miedo a la MAD - "Destrucción Mutua Asegurada") no atreviéndose a tomar represalias a nivel nuclear. Pero, durante los años 1979 y 80, el bloque oriental no pudo jugar esta carta, y una de las principales razones fue que no podía contar con la conformidad de su "propia" clase obrera. Sin embargo, esto sería esencial para una guerra a tal escala. A este nivel, la huelga masiva de 1980 en Polonia fue una reivindicación masiva de nuestro análisis. Las tropas soviéticas, movilizadas en ese momento cerca de la frontera en preparación de una invasión de Polonia, se amotinaron, los soldados se negaron a marchar contra sus hermanas y hermanos de clase en Polonia. Pero Polonia 1980 demostró no sólo que el proletariado era un obstáculo para la guerra mundial, sino también que era incapaz de ir más allá de este bloqueo de su oponente para avanzar en su propia alternativa revolucionaria. La clase obrera de Occidente habría tenido que saltar a la palestra. Pero en los años ochenta fue incapaz de hacerlo. El escenario estaba así preparado para el estancamiento que dio paso a la fase de descomposición al final de la década. La resolución tiene toda la razón al afirmar que el derrumbe del estalinismo en 1989, y el uso máximo que hizo de ello la propaganda burguesa, fue el principal golpe contra la combatividad, la identidad de clase, la conciencia de clase del proletariado. Lo que impugno es la afirmación de que esto no estaba preparado antes por el estancamiento entre las clases, y en particular por el debilitamiento de la presencia de la perspectiva del lado del proletariado. Aparentemente sin darse cuenta, la propia resolución admite la existencia de este vínculo entre 1989 y antes cuando escribe (punto 6) que la burguesía pudo explotar este acontecimiento "en la medida en que no fue la lucha del proletariado sino la putrefacción de la sociedad capitalista en sus pies lo que puso fin al estalinismo".
Las luchas obreras de finales de los 60 acabaron con la contrarrevolución, no sólo porque fueron masivas, espontáneas y a menudo autoorganizadas, sino también porque rompieron con el dominio ideológico de la Guerra Fría, según el cual había que estar del lado del "comunismo" (bloque oriental) o de la "democracia" (bloque occidental). Con el combate obrero de los años 60 apareció la idea de una lucha contra la clase dominante tanto del este como del oeste, del marxismo contra el estalinismo, de una revolución por medio de los consejos obreros que condujera al comunismo real. Esta primera politización (como señala la resolución) fue contrarrestada con éxito por la clase dominante durante los años 70. Ante la consiguiente despolitización, la esperanza en los años 80 era que las luchas económicas, en particular la confrontación con los sindicatos, pudieran convertirse en el crisol de una repolitización, quizás incluso a un nivel superior. Pero, aunque efectivamente hubo luchas masivas durante los años 80, aunque efectivamente hubo enfrentamientos con los sindicatos, e incluso con el sindicalismo de base radical, principalmente en occidente, pero también, por ejemplo, en Polonia contra el nuevo sindicato "libre", no lograron producir la esperada politización. Este fracaso ya es reconocido por nuestra teoría de la descomposición, ya que define la nueva fase como una fase sin perspectiva, y esta ausencia de perspectiva como la causa del estancamiento. La politización proletaria es siempre política en relación con un objetivo más allá del capitalismo. Debido a la centralidad de la idea de una especie de estancamiento entre las dos clases principales para nuestra teoría de la descomposición, las diferencias de evaluación de las luchas de los años 80 son de especial relevancia para la estimación de la lucha de clases hasta el día de hoy. Según la resolución, el combate proletario, a pesar de todos los problemas con los que se encontró, se desarrollaba básicamente de forma positiva hasta que, en 1989, fue detenido en seco por un acontecimiento histórico mundial fundamentalmente exterior a él. Dado que los efectos, incluso de los acontecimientos más abrumadores, se disipan con el tiempo, debemos confiar en la capacidad de la clase para reanudar su camino interrumpido por la misma vía. Este camino es el de su radicalización política a través de sus luchas económicas. Además, este proceso se verá acelerado por la profundización de la crisis económica, que a la vez obliga a los trabajadores a luchar y les hace perder sus ilusiones, abriendo los ojos a la realidad del capitalismo. Por ello, la resolución aboga por el modelo de los años 80 como camino a seguir. Refiriéndose a la huelga de masas de 1980, dice:
"Esta gigantesca lucha de la clase obrera en Polonia reveló que es en la lucha masiva contra los ataques económicos donde el proletariado puede tomar conciencia de su propia fuerza, afirmar su identidad de clase antagónica al capital y desarrollar su confianza en sí mismo".
La resolución piensa quizás en estas luchas económicas cuando concluye el punto 13 con una cita de nuestras Tesis sobre la Descomposición:
"Hoy, la perspectiva histórica sigue completamente abierta. A pesar del golpe que el derrumbe del bloque del Este ha asestado a la conciencia proletaria, la clase no ha sufrido ninguna derrota importante en el terreno de su lucha (...) Además, y este es el elemento que en última instancia determinará el resultado de la situación mundial, la inexorable agravación de la crisis capitalista constituye el estimulante esencial para la lucha de clases y el desarrollo de la conciencia, la condición previa para su capacidad de resistir el veneno que destila la podredumbre social. Porque si bien no hay base para la unificación de la clase en las luchas parciales contra los efectos de la descomposición, sin embargo, su lucha contra los efectos directos de la crisis constituye la base para el desarrollo de su fuerza y unidad de clase".
Perfectamente cierto. Pero la lucha proletaria contra los efectos de la crisis capitalista no sólo tiene una dimensión económica, sino también política y teórica. La dimensión económica es indispensable: una clase incapaz de defender sus intereses inmediatos nunca podría hacer una revolución. Pero las otras dos dimensiones no son menos indispensables. Esto es aún más cierto hoy, cuando el problema central es la falta de perspectiva. Ya en los años 80, la principal debilidad de la clase no estaba en el nivel de sus luchas económicas, sino en el nivel político y teórico. Sin un desarrollo cualitativo en estos dos niveles, las luchas económicas defensivas tendrán dificultades crecientes para mantenerse en un terreno proletario de solidaridad de clase. Esto es aún más cierto hoy en día, ya que hemos llegado a una etapa en la que la despolitización, que fue una característica importante ya en los años 80, está siendo sustituida por diferentes versiones de podrida politización tales como el populismo y el antipopulismo, la antiglobalización, las causas identitarias y las revueltas interclasistas. Sobre la base del avance de todas estas politizaciones pútridas en los últimos años, presenté en el congreso el siguiente análisis de la actual relación de fuerzas de clase:
"Sin embargo, estas primeras reacciones proletarias no lograron revertir el reflujo mundial de combatividad, identidad de clase y de conciencia de la clase desde 1989. Por el contrario, lo que estamos viviendo actualmente no es sólo la prolongación, sino incluso la profundización de este reflujo. En el plano de la identidad de clase, la modificación del discurso de la clase dominante es el indicio más claro de esta regresión. Después de años de propaganda sobre su supuesta desaparición en los antiguos núcleos capitalistas, hoy es la derecha populista la que ha "redescubierto" y "rehabilitado" a la clase obrera como el "verdadero corazón de la nación" (Trump)".
Y
"En el plano de la perspectiva revolucionaria, la forma en que incluso los representantes institucionales clásicos del orden dominante (como el Fondo Monetario Internacional) responsabilizan al capitalismo del cambio climático, de la destrucción del medio ambiente o del creciente abismo de ingresos entre ricos y pobres, muestra hasta qué punto la burguesía, como clase dominante, está, por el momento, sentada con seguridad y confianza en su silla de montar. Mientras el capitalismo sea considerado como parte de (la forma contemporánea, por así decirlo) la 'naturaleza humana', este discurso anticapitalista, lejos de ser una indicación de una maduración, es un signo de un mayor retroceso de la conciencia dentro de la clase".
El Congreso rechazó este análisis de la profundización del retroceso desde 1989. Tampoco compartió mi preocupación de recordar que las luchas defensivas, en sí mismas, son todo menos una garantía de que la causa proletaria está en el buen camino:
"Sin embargo, el grado en que la crisis económica puede ser el aliado de la revolución proletaria, y el estímulo de la identidad de clase, depende de una serie de factores, el más importante de los cuales es el contexto político. Durante los años 30, incluso las luchas defensivas más militantes, radicales y masivas (ocupaciones de fábricas en Polonia, protestas de los desempleados en Holanda, huelgas generales en Bélgica y Francia, huelgas salvajes en Gran Bretaña (incluso durante la guerra) y en Estados Unidos, e incluso un movimiento que adoptó una forma insurreccional (España) fueron incapaces de invertir la regresión de la conciencia dentro de la clase. En la fase actual, las derrotas parciales de la clase, incluso a nivel de su conciencia de clase, son todo menos excluyentes. A su vez, obstaculizarían el papel de la crisis como aliada de la lucha de la clase.
Pero a diferencia de los años 1920/30, tales derrotas no llevarían a la contrarrevolución, ya que no han sido precedidas por ninguna revolución. El proletariado aún podría recuperarse de tales derrotas, que tendrían mucho menos carácter definitivo". (Enmienda rechazada, final del punto 13)
Esta cuestión de si hay o no un mayor debilitamiento del proletariado en el nivel de la actual correlación de fuerzas de clase fue una de las dos principales divergencias en el Congreso respecto a la lucha de clases. La otra se refería a la maduración subterránea que, según la resolución, se está produciendo actualmente en el seno de la clase. Se trata de una maduración subterránea de la conciencia, aún no visible, el famoso "Viejo Topo" al que se refiere Marx. La divergencia en el Congreso no fue sobre la validez general de este concepto de Marx, que todos compartimos. Tampoco se trataba de si ese proceso puede tener lugar incluso cuando las luchas obreras están en retroceso - todos afirmamos que sí. La cuestión que se debatía era si tal proceso está teniendo lugar o no en este momento. El problema aquí es que la resolución es incapaz de dar ninguna prueba empírica en apoyo de esta afirmación. O bien su postulado es producto de una ilusión, o bien de una lógica puramente deductiva, según la cual, lo que debería estar ocurriendo -según nuestro análisis- puede suponerse que está ocurriendo. Las pruebas que se aportan son escasas: la existencia continuada de organizaciones revolucionarias, la existencia de contactos de estas organizaciones. Aunque el Viejo Topo se esconde, deja huellas de su laboriosidad en la superficie. Criticando la insuficiencia de las indicaciones dadas en la resolución, planteo:
"En este sentido, el desarrollo cualitativo de la conciencia de clase por parte de las minorías revolucionarias no nos da, en sí mismo, una indicación de lo que está sucediendo momentáneamente a nivel de maduración subterránea dentro de la clase en su conjunto - ya que esto puede tener lugar tanto durante una fase revolucionaria como contrarrevolucionaria, tanto durante las fases de desarrollo como de reflujo de la clase en su conjunto .Del mismo modo, la aparición de pequeñas minorías y de elementos jóvenes en busca de una perspectiva de clase y de posiciones comunistas de izquierda también es posible incluso durante las horas más oscuras de la contrarrevolución, ya que son, ante todo, la expresión de la naturaleza revolucionaria del proletariado (que nunca desaparece mientras la clase obrera siga existiendo).Sería diferente si empezara a aparecer toda una nueva generación de militantes revolucionarios. Pero aún es demasiado pronto para emitir un juicio sobre esta posibilidad". (Enmienda rechazada).
Y propuse los siguientes criterios:
"Por definición, no es fácil detectar una maduración subterránea fuera de los periodos de lucha abierta: difícil, pero no imposible. Hay dos indicadores de las actividades subterráneas del viejo topo a los que debemos prestar especial atención
a) la politización de sectores más amplios de los elementos de búsqueda de la clase como la que presenciamos en los años 60/70
b) el desarrollo de una cultura de la teoría y de una cultura del debate (como las que empezaron a expresarse incipientemente desde los anti-CPE hasta los Indignados) como manifestaciones fundamentales del proletariado como clase de conciencia y de asociación. Sobre la base de estos dos criterios, hay un alto grado de probabilidad de que actualmente estemos pasando por una fase de "regresión subterránea" (en la que el Viejo Topo ha hecho una pausa temporal), caracterizada por un renovado fortalecimiento de la sospecha de las organizaciones políticas, por la mayor atracción de la política pequeñoburguesa, y por un debilitamiento del esfuerzo teórico y de la cultura del debate".
Sin su objetivo más allá del capitalismo, el movimiento obrero no puede defender eficazmente sus intereses de clase. Tampoco pueden las luchas económicas en sí mismas -por indispensables que sean- bastar para recuperar la conciencia de clase revolucionaria (incluyendo su dimensión de identidad de clase). De hecho, en el cuarto de siglo que siguió a 1989, el factor individual más importante de la lucha de clases proletaria no fue el de las luchas de defensa económica, sino el trabajo teórico y analítico de las minorías revolucionarias, sobre todo en el desarrollo de una comprensión profunda de la situación histórica existente, y una rehabilitación profunda y convincente de la reputación del comunismo. Esto puede parecer una evaluación extraña, dado que las minorías revolucionarias son un mero puñado de militantes, en comparación con los varios miles de millones que componen el proletariado mundial en su conjunto. Sin embargo, a lo largo de la historia, minúsculas minorías han desarrollado regularmente, sin participación de las masas, ideas capaces de revolucionar el mundo, capaces de "conquistar a las masas". Una de las principales debilidades del proletariado en las dos décadas posteriores a 1989 fue, de hecho, el fracaso de sus minorías en la realización de esta labor. Los grupos históricos de la izquierda comunista tienen una responsabilidad particular en este fracaso. El resultado fue que, cuando empezó a aparecer una nueva generación de proletarios politizados (como los Indignados en España o los diferentes movimientos "Occupy" a raíz de las crisis "financiera" y del "Euro" después de 2008), el medio político proletario existente fue incapaz de armarlos suficientemente con las armas políticas y teóricas que habrían necesitado para orientarse y sentirse inspirados para afrontar la tarea de inaugurar el principio del fin del reflujo proletario.
Steinklopfer, 24/05/2020
Los textos de discusión que publicamos aquí son el producto de un debate interno en la CCI sobre el significado y la dirección de la fase histórica en la vida del capitalismo decadente que se abrió definitivamente con el colapso del bloque imperialista ruso en 1989: la fase de descomposición, la fase terminal de la decadencia capitalista. Una de las ideas clave del texto de orientación que publicamos en 1990, las Tesis sobre la descomposición[1], es que la historia nunca se detiene: al igual que el periodo de decadencia capitalista tiene su propia historia, la fase de descomposición también la tiene, y es esencial para los revolucionarios analizar los cambios o desarrollos más importantes que se producen en ella. Esta es la motivación del texto del camarada Steinklopfer, cuyo punto de partida es el reconocimiento -en la actualidad único para la CCI- de que efectivamente estamos viviendo la fase de descomposición, y que sus raíces se encuentran en un estancamiento social entre las dos grandes clases de la sociedad, la burguesía y el proletariado, ninguna de las cuales, ante una crisis económica ya permanente, ha sido capaz de imponer su perspectiva en la sociedad: para la burguesía, la guerra imperialista mundial, para el proletariado, la revolución comunista mundial. Pero en el curso del debate sobre la descomposición, que abarca la evolución de las rivalidades imperialistas y la relación de fuerzas entre las clases, han aparecido divergencias que, a nuestro juicio, han madurado hasta el punto de poder publicarse en el exterior. En nuestra opinión, la posición actual del camarada Steinklopfer tiende a debilitar nuestra comprensión del significado de la descomposición, pero esto es algo que tendremos que demostrar mediante una confrontación abierta de ideas.
La contribución del camarada comienza argumentando que -implícitamente al menos, como dice más adelante- la CCI está revisando su posición sobre las causas de la descomposición; que junto con el estancamiento social, una causa fundamental de la descomposición es también la tendencia creciente del sálvese quien pueda: "desde el punto de vista de la posición actual de la organización, parece haber una segunda causa esencial y característica de esta fase terminal, que es la tendencia de cada uno contra todos: entre los Estados, dentro de la clase dominante, dentro de la sociedad burguesa en general".
La consecuencia de añadir esta segunda causa se resume a continuación "Sobre esta base, en lo que concierne al imperialismo, la CCI tiende actualmente a subestimar la tendencia a la bipolaridad (y por tanto a la reconstitución eventual de los bloques imperialistas), y con ello el peligro creciente de enfrentamientos militares entre las grandes potencias mismas. Sobre esta misma base, la CCI tiende hoy, en lo que se refiere a la relación de fuerzas de clase, a subestimar la gravedad de la actual pérdida de perspectiva revolucionaria del proletariado, lo que lleva a pensar que éste puede recuperar su identidad de clase y comenzar a reconquistar una perspectiva revolucionaria esencialmente a través de las luchas obreras defensivas".
El camarada Steinklopfer también parece pensar que es el único que considera que "no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano en el período de decadencia. La novedad de la fase de descomposición consiste en que todas las contradicciones ya existentes se exacerban al máximo".
Antes de responder a la crítica del camarada sobre nuestra posición respecto a los conflictos imperialistas y el estado de la lucha de clases, creemos que es necesario decir que ninguna de sus descripciones de la comprensión general de la organización sobre la descomposición es exacta.
Las Tesis sobre la Descomposición ya presentan esta fase como "la conclusión, la síntesis de todas las contradicciones y expresiones sucesivas de la decadencia capitalista": podemos añadir que también es la "conclusión" de algunos rasgos clave de la existencia del capitalismo desde el principio, como la tendencia a la atomización social que Engels, por ejemplo, señaló en sus Condiciones de la clase obrera inglesa en 1844.
Ya en 1919, la Internacional Comunista, en su Primer Congreso, señaló que.
"La cultura humana ha sido destruida y la humanidad está amenazada de aniquilación total. Sólo hay una fuerza capaz de salvar a la humanidad y es el proletariado. El viejo "orden" capitalista ha dejado de funcionar; su existencia futura está fuera de toda duda. El resultado final del modo de producción capitalista es el caos. Este caos sólo puede ser superado por la clase productiva y más numerosa: la clase obrera"[2].
Y, de hecho, este juicio estaba totalmente justificado cuando consideramos el estado de los países centrales del capitalismo tras la Primera Guerra Mundial: millones de cadáveres, millones de refugiados, colapso económico y hambre, y una pandemia mortal. Una pesadilla similar persiguió a Europa y a gran parte del mundo inmediatamente después de la segunda guerra imperialista. Pero si observamos la situación del capitalismo durante la mayor parte del período comprendido entre 1914 y 1989, podemos ver que la tendencia al caos total fue en gran medida frenada (incluso, como también reconoce el camarada Steinkopfler, nunca desaparece del todo) por la capacidad de la clase dominante de imponer sus soluciones y perspectivas a la sociedad: el impulso hacia la guerra en los años 30, el reparto del planeta después de 1945 y la formación de bloques, un largo período de recuperación económica. Con la prolongada crisis económica de finales de los años 60 y el creciente estancamiento entre las clases, la tendencia a la fragmentación y al caos a todos los niveles se desata hasta adquirir una nueva calidad. Contrariamente a lo que afirma el camarada Steinklopfer, no concluimos de ello que se haya convertido retrospectivamente en una "causa" de la descomposición, pero ciertamente se convierte en un factor activo de su aceleración. Esta comprensión del cambio cualitativo que opera en la fase de descomposición creemos que falta en el texto del camarada Steinkopfler.
También queremos dejar claro que, al igual que los signos de decadencia se hacían cada vez más evidentes antes de la Primera Guerra Mundial (capitalismo de Estado, corrupción de los sindicatos, carrera armamentista entre las grandes potencias...), la CCI constató los signos de descomposición antes de 1989: la victoria de los muláhs en Irán, los atentados terroristas de París de 1986, la guerra del Líbano y las dificultades de la lucha de clases, de las que se hablará más adelante. Así pues, el colapso del bloque del Este no fue en absoluto un rayo salido de la nada, sino el producto de una larga evolución previa.
En cuanto a las diferencias concretas a nivel de los antagonismos imperialistas, ciertamente llegamos tarde a comprender la importancia del ascenso de China, pero en los últimos años hemos integrado claramente este factor en nuestro análisis tanto de las rivalidades imperialistas globales como de la evolución de la crisis económica mundial. No rechazamos la idea de que, incluso en un mundo dominado por el sálvese quien pueda a nivel imperialista, podemos ver una clara tendencia a la "bipolarización", es decir, a que las rivalidades entre los dos Estados más poderosos se conviertan en un factor importante de la situación mundial. De hecho, ésta ha sido siempre nuestra posición, como se desprende del texto de orientación sobre "Militarismo y descomposición", redactado al comienzo de la nueva etapa, donde afirmábamos que "la presente situación implica, bajo la presión de la crisis y de las tensiones militares, una tendencia a la reconstitución de dos nuevos bloques imperialistas"[3]. A continuación, evaluamos la posibilidad de que otras potencias (Alemania, Rusia, Japón...) plantearan un desafío a los Estados Unidos y se convirtieran en candidatos al papel de nuevo líder del bloque. En nuestra opinión, en ese momento, ninguno de estos contendientes tenía las "calificaciones" necesarias para desempeñar este papel, y concluimos que era muy probable que nunca se reconstituyeran nuevos bloques imperialistas, aunque insistimos en que esto no significaba en absoluto una atenuación de los conflictos imperialistas. Por el contrario, estos conflictos tomarían la forma de una carrera de todos contra todos cada vez más caótica, en muchos sentidos una amenaza más peligrosa para la humanidad que el período anterior, en el que los conflictos nacionales o regionales estaban hasta cierto punto controlados por la disciplina de los bloques. Creemos que este pronóstico se ha confirmado en gran medida, como podemos ver de forma más evidente en los actuales conflictos multilaterales en Siria y Libia.
Por supuesto, en esta fase, como hemos dicho, subestimamos la posibilidad de que China se convierta en una gran potencia mundial y en un serio competidor de Estados Unidos. Pero el ascenso de China es en sí mismo un producto de la fase de descomposición[4] y, si bien proporciona una prueba definitiva de la tendencia a la bipolarización, hay una gran diferencia entre el desarrollo de esta tendencia y un proceso concreto que conduzca a la formación de nuevos bloques. Si observamos los dos polos principales, las actitudes cada vez más agresivas de ambos tienden a socavar este proceso en lugar de reforzarlo. China es objeto de una profunda desconfianza por parte de todos sus vecinos, sobre todo de Rusia, que a menudo se alinea con China en asuntos de interés inmediato (como la guerra de Siria), pero a la que le aterra quedar subordinada a China como consecuencia de la fuerza económica de esta última, y es uno de los más feroces opositores a la iniciativa de Pekín de la "Ruta de la Seda". Mientras tanto, Estados Unidos se ha dedicado a desmantelar casi todas las estructuras de bloques que había utilizado anteriormente para preservar su "Nuevo Orden Mundial" y resistir así el deslizamiento hacia el "sálvese quien pueda" en las relaciones internacionales. Trata cada vez más a sus aliados de la OTAN como enemigos, y en general -como afirma con firmeza el propio camarada Steinklopfer- se ha convertido en uno de los principales factores que agravan el carácter caótico de las relaciones imperialistas actuales.
En esta situación, el peligro de guerra refleja este proceso de fragmentación. Ciertamente, no podemos descartar la posibilidad de enfrentamientos militares entre Estados Unidos y China, pero tampoco podemos descartar brotes cada vez más irracionales tirando de India contra Pakistán, de Israel contra Irán, de Irán contra Arabia Saudí, etc. Pero este es precisamente el sentido, y la terrible amenaza, del sálvese quien pueda como factor que agrava la descomposición y pone en peligro el propio futuro de la humanidad. Seguimos pensando que esta tendencia no sólo está muy por delante de la tendencia a la formación de nuevos bloques, sino que entra en conflicto directo con ella.
Como hemos visto, el camarada Steinklopfer sugiere que la resolución sobre la relación de fuerzas del 23º Congreso ya no se ocupa del problema de la perspectiva revolucionaria, y que este factor ha desaparecido de nuestra comprensión de las causas (y consecuencias) de la descomposición. De hecho, la cuestión de la politización de la lucha de clases y de los esfuerzos de la burguesía por impedir su desarrollo está en el centro de la resolución. El tono se establece en el punto uno de la resolución, que habla de la reactivación de la lucha de clases a finales de los años 60 y de la reaparición de una nueva generación de revolucionarios: : "Frente a una dinámica de politización de las luchas obreras, la burguesía (que había sido sorprendida por el movimiento de mayo de 1968) desarrolló inmediatamente una contraofensiva a gran escala y a largo plazo para impedir que la clase obrera diera su propia respuesta a la crisis histórica de la economía capitalista: la revolución proletaria". En otras palabras: para la clase obrera la politización significa esencialmente plantear la cuestión de la revolución: es exactamente la misma cuestión que la de la "perspectiva revolucionaria". Y la resolución continúa mostrando cómo, frente a las oleadas de lucha de clases en el período entre 1968 y 1989, la clase dominante utilizó todos sus recursos y mistificaciones para impedir que la clase obrera desarrollara esta perspectiva.
En cuanto a la cuestión de las luchas en Polonia, que desempeñan un papel central en el argumento del camarada Steinklopfer: no hay desacuerdo entre nosotros en que Polonia 1980 fue un momento clave en la evolución de la relación de fuerzas de clase en el período abierto por los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia. El camarada tiene razón al decir que, a diferencia de mayo del 68 y de la subsiguiente ola internacional de movimientos de clase cuyo epicentro estaba en Europa occidental, las luchas en Polonia no dieron lugar a toda una nueva generación de elementos politizados, algunos de los cuales (a partir del 68) encontraron su camino hacia las posiciones de la izquierda comunista. Sin embargo, planteó un profundo desafío a la clase obrera mundial: la cuestión de la huelga de masas, de la organización autónoma y de la unificación de los trabajadores como poder en la sociedad. Los obreros polacos se elevaron a este nivel, aunque no pudieron resistir los cantos de sirena del sindicalismo y de la democracia en el plano político. La cuestión, como dijimos en su momento, parafraseando a Luxemburgo sobre la revolución rusa, se planteaba en Polonia, pero sólo podía ser resuelta a nivel internacional, y sobre todo por los batallones políticamente más avanzados de la clase en Europa occidental. ¿Recogerían los trabajadores de Occidente el guante y desarrollarían tanto la autoorganización como la unificación en el contexto de ofrecer la perspectiva de una nueva sociedad? La CCI aportó varios textos a principios de los años 80 para evaluar este potencial[5].
Más concretamente, ¿podría la nueva ola de luchas iniciada en Bélgica en 1983 recoger el guante? Aunque la CCI observó muchos avances importantes en esta oleada de luchas (las tendencias a la autoorganización y la confrontación con el sindicalismo de base en Francia e Italia, por ejemplo), este paso vital de politización no se dio, y la tercera oleada empezó a tener dificultades. En el 8º congreso de la CCI, en 1989, hubo un animado debate entre los camaradas que consideraban que la tercera ola avanzaba inexorablemente, y lo que entonces era una minoría que subrayaba que la clase obrera ya sufría el impacto de la descomposición en términos de atomización, pérdida de identidad de clase, la ideología del sálvese quien pueda en forma de corporativismo, etc., todo ello resultado de la incapacidad de la clase para desarrollar una perspectiva para el futuro de la sociedad. Por lo tanto -y aquí debemos discrepar de una formulación de la Comisión de Enmiendas a la resolución de la lucha de clases del 23º congreso, a la que el camarada Steinklopfer hace referencia en su texto- existe efectivamente una continuidad entre las dificultades de la clase en los años 80 (la influencia de la descomposición) y el retroceso del periodo posterior al 89 (donde vimos una enorme regresión tanto a nivel de conciencia como de combatividad). Pero, en nuestra opinión, también aquí el camarada Steinklopfer subestima el cambio cualitativo provocado por los acontecimientos de 1989, que tuvieron la apariencia de descender sobre la clase obrera desde el cielo, aunque en realidad llevaban mucho tiempo fermentando dentro de la sociedad burguesa. Provocaron un retroceso de la conciencia de clase y de la combatividad que sería mucho más profundo y duradero de lo que sospechábamos, incluso si fuimos capaces de predecirlo inmediatamente después del colapso[6].
Populismo y movilización bélica
Por lo tanto, no hay desacuerdo sobre el hecho de que la clase obrera ha atravesado en las últimas décadas un largo proceso de desorganización, caracterizado por la pérdida de identidad de clase y de su perspectiva de futuro. También estamos de acuerdo en que ciertos movimientos que se produjeron durante este periodo de retroceso generalizado apuntaban a la posibilidad de una reactivación de la lucha, tanto a nivel de combatividad, como de conciencia sobre el impasse del capitalismo: como dice el compañero Steinklopfer, en estos movimientos vimos "el desarrollo de una cultura de la teoría y una cultura del debate (como empezaron a expresarse incipientemente desde los anti-CPE hasta los Indignados) como manifestaciones fundamentales del proletariado como clase de conciencia y de asociación".
Sin embargo, discrepamos fuertemente de dos de las conclusiones del camarada sobre las dificultades actuales de la clase:
En primer lugar, no creemos que el populismo sea el producto o la expresión de un claro rumbo hacia la guerra por parte de la clase dominante de los principales países capitalistas. Ciertamente es un producto del nacionalismo y el militarismo agravados, de esa violencia y racismo nihilistas que rezuman de la descomposición de este sistema. En este sentido, por supuesto, tiene muchas similitudes con el fascismo de los años treinta. Pero el fascismo fue el producto de una contrarrevolución real, de una derrota histórica sufrida por la clase obrera, y expresó directamente la capacidad de la clase dominante de movilizar al proletariado para una nueva guerra imperialista mundial. El populismo, en cambio, es el resultado del estancamiento entre las clases, que implica una falta de perspectiva no sólo por parte de la clase obrera, sino también de la propia burguesía. Expresa una creciente pérdida de control por parte de la burguesía de su aparato político, una creciente fragmentación tanto dentro de cada Estado-nación como a nivel de las relaciones internacionales. Si el auge del populismo significara realmente que la burguesía ha recuperado la posibilidad de hacer marchar a la clase obrera a la guerra, tendríamos que concluir que el concepto de descomposición tal como lo hemos definido hasta ahora ya no es válido. Implicaría que la burguesía tiene ahora una "perspectiva" que ofrecer a la sociedad, aunque sea una perspectiva totalmente irracional y suicida.
La enmienda del camarada Steinklopfer sostiene que "el populismo contemporáneo es otro signo claro de una sociedad que se dirige hacia la guerra:
- el propio auge del populismo no es sino un producto de la creciente agresividad y de los impulsos de destrucción generados por la sociedad burguesa actual
- Sin embargo, como esta agresividad "espontánea" no es suficiente por sí misma para movilizar a la sociedad para la guerra, los movimientos populistas actuales son necesarios para este fin por la clase dominante.
En otras palabras, son a la vez un síntoma y un factor activo del impulso hacia la guerra".
En otras palabras, fenómenos como el Brexit en el Reino Unido o el trumpismo en los Estados Unidos no son, en primer lugar, el resultado de la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político (y cada vez más, económico), una expresión concentrada del cortoplacismo y la fragmentación de la clase dominante. Al contrario: las facciones populistas son los mejores representantes de una burguesía que realmente se está uniendo detrás de la movilización para la guerra.
Dada su visión del curso de los acontecimientos, no es de extrañar que el camarada Steinkopfler diagnostique erróneamente una orientación de la burguesía hacia la guerra o destaque contradictoriamente las expresiones de carácter proletario en 2006 y 2011, que son signos de una maduración de la conciencia y que atestiguan, por el contrario, que la burguesía no tiene todas las cartas a su favor para llevar a la clase obrera a la guerra.
Ciertamente, como nos recuerda el camarada, siempre hemos sostenido que la conciencia proletaria puede desarrollarse en profundidad -en gran parte, pero no totalmente, como resultado del trabajo de las organizaciones revolucionarias- incluso en un período de contrarrevolución en el que su alcance está severamente limitado, como vimos con el trabajo de las fracciones italiana y francesa de la izquierda comunista en los años 30 y 40. Pero si continúa incluso en tales períodos, ¿qué significado tiene el término "regresión subterránea"? ¿No implicaría que la situación actual es aún peor que la de los años 30? No está claro en el texto del camarada cuánto tiempo ha durado este proceso de regresión subterránea: si vimos un desarrollo general de la conciencia entre la generación joven en 2006 y 2011, sería lógico argumentar que estos movimientos habían sido precedidos por un proceso "subterráneo" de maduración. En cualquier caso, estamos de acuerdo en que a nivel de luchas abiertas y de extensión de la conciencia de clase, estos avances fueron, como prácticamente todos los movimientos ascendentes de la clase, seguidos de una fase de retroceso y regresión: por ejemplo, unos años después del movimiento de los Indignados, que había sido especialmente fuerte en Barcelona, algunos de los mismos jóvenes que en 2011 habían participado en asambleas y manifestaciones que habían planteado consignas claramente internacionalistas, caían ahora en el callejón sin salida absoluto del nacionalismo catalán[7].
Pero esto no demuestra que el propio Viejo Topo haya decidido tomarse un descanso, ni en 2012 ni antes. El período 2006-2011 fue acompañado por la aparición de una minoría politizada que parecía prometedora, pero que en gran medida naufragó en los pantanos del anarquismo y el modernismo, por lo que su contribución neta al desarrollo real del medio revolucionario fue extremadamente limitada. Las minorías en búsqueda que se han ido desarrollando en los últimos años, a pesar de su juventud e inexperiencia, parecen partir de un nivel más alto que las que encontramos una década antes: son, en particular, más conscientes de la naturaleza terminal del sistema capitalista y de la necesidad de renovarse con la tradición de la izquierda comunista. En nuestra opinión, estos avances son precisamente el producto de una maduración subterránea.
Según el camarada Steinklopfer, el hecho de que los recientes movimientos que se sitúan ya en el terreno de la "reforma" de la sociedad burguesa, como las manifestaciones en torno a la cuestión climática, pretendan a menudo situar el problema a nivel del sistema, de la propia sociedad capitalista, no expresa más que la confianza de la clase dominante, que puede permitirse soplar aire caliente sobre la necesidad de ir más allá del capitalismo precisamente porque no teme en absoluto que la clase obrera se tome en serio ese discurso. Pero no es menos plausible que esta discursividad anticapitalista sea un anticuerpo típico de la sociedad burguesa, que tiene una profunda necesidad de desbaratar cualquier cuestionamiento incipiente de sus bases fundamentales. En otras palabras: a medida que la naturaleza apocalíptica de este sistema se hace más y más evidente, se hace cada vez más necesario que la ideología burguesa impida una auténtica comprensión de sus raíces y de la alternativa real.
Al final del texto del camarada Steinklopfer, es difícil ver de dónde vendrá el renacimiento de la identidad de clase y la perspectiva revolucionaria y nos queda la impresión de que ha caído en un profundo pesimismo. El compañero no se equivoca al señalar que las luchas económicas, la resistencia inmediata a los ataques contra el nivel de vida, no son suficientes en sí mismas para generar una clara conciencia revolucionaria, sin embargo siguen siendo absolutamente vitales para que la clase obrera recupere el sentido de sí misma como fuerza social diferenciada, sobre todo en un periodo en el que el creciente malestar con el estado de la sociedad capitalista está siendo empujado hacia un sinfín de movilizaciones interclasistas y abiertamente burguesas. En los años 30, en medio de toda la algarabía sobre las conquistas revolucionarias de los trabajadores españoles, los compañeros de Bilan se quedaron casi solos al afirmar que en tales condiciones la más pequeña huelga en torno a reivindicaciones económicas (¡sobre todo en las industrias de guerra controladas por la CNT!) sería un primer paso para que la clase obrera encontrara el camino de vuelta a su propio terreno. Las recientes huelgas en torno a la cuestión de las pensiones en Francia, y en varios países en torno a la salud y la seguridad en el trabajo al comienzo de la pandemia de Covid, fueron mucho menos "noticiables" que los viernes por el clima de las marchas de Black Lives Matter, pero contribuyen realmente a una futura recuperación de la identidad de clase, mientras que estas últimas sólo pueden obstaculizarla.
Estamos de acuerdo con el camarada Steinklopfer, por supuesto, en que la recuperación de la identidad de clase y el desarrollo de una conciencia revolucionaria son inseparables: para que la clase obrera entienda realmente lo que es, debe entender también lo que debe ser históricamente, como decía Marx: la portadora de una nueva sociedad. Y también estamos de acuerdo en que las organizaciones de la izquierda comunista tienen un papel indispensable en este proceso dinámico. El camarada nos deja un juicio muy severo sobre el papel real que han jugado estas organizaciones en la última década y más:
"En el curso de la historia, minúsculas minorías han desarrollado regularmente, sin ninguna participación de las masas, ideas capaces de revolucionar el mundo, capaces de "conquistar a las masas". Una de las principales debilidades del proletariado en las dos décadas posteriores a 1989 fue, de hecho, el fracaso de sus minorías en la realización de esta labor. Los grupos históricos de la izquierda comunista tienen una responsabilidad especial en este fracaso. El resultado fue que, cuando empezó a aparecer una nueva generación de proletarios politizados (como los Indignados en España o los diferentes movimientos de "ocuppys," a raíz de las crisis "financiera" y del "euro" después de 2008), el medio político proletario existente fue incapaz de armarlos suficientemente con las armas políticas y teóricas que habrían necesitado para orientarse y sentirse inspirados para afrontar la tarea de inaugurar el principio del fin del reflujo proletario"
De ello no se desprende en absoluto cómo, y con qué aportaciones teóricas, las organizaciones de la izquierda comunista podrían haber armado a la nueva generación hasta el punto de evitar el retroceso que siguió a los movimientos de 2011. Pero parece haber un problema metodológico detrás de este juicio. Las organizaciones de la izquierda comunista deben ciertamente hacer una crítica severa de los errores que cometieron frente a la "nueva generación de proletarios politizados", errores sobre todo de carácter oportunista. Esta crítica es necesaria sobre todo porque se inscribe en un ámbito en el que los pequeños grupos revolucionarios pueden actuar directamente: el reagrupamiento de los revolucionarios, los pasos necesarios para construir un medio revolucionario vivo y responsable y así sentar las bases del partido del futuro. Pero parecería rayar en el sustitucionismo sugerir que nuestros esfuerzos teórico-políticos por sí solos podrían haber detenido el reflujo que siguió después de 2011, que fue esencialmente una continuación de un proceso que había estado en plena vigencia desde 1989. Los futuros debates determinarán si existe una verdadera divergencia sobre la cuestión de la organización en este caso.
CCI, 24 de agosto de 2020
[1] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [2]
[2] Plataforma de la Internacional Comunista https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf [3]
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [4]
[4] Ver especialmente los puntos 10 a 12 de la Resolución sobre la situación internacional de nuestro 23º congreso, https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida [5]
[5] Ver Un año de luchas obreras en Polonia /content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia [6] , Una brecha abierta en Polonia https://es.internationalism.org/revista-internacional/198007/2307/huelga-de-masas-en-polonia-se-ha-abierto-una-nueva-brecha [7] y Polonia (agosto de 1980): Hace 40 años, el proletariado mundial retomaba de nuevo la huelga de masas https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace-40-anos-el-proletariado-mundial-retomaba-de-nuevo-la-huelga [8]
[6] Ver Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [9]
[7] Ver España y Cataluña: dos patrias para imponer la miseria /content/3482/espana-y-cataluna-dos-patrias-para-imponer-la-miseria [10]
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Durante las últimas semanas hemos asistido a movilizaciones y disturbios repartidos en varios puntos de la geografía, ligados a la acusación de injurias y enaltecimiento del terrorismo (y posterior encarcelamiento) del rapero Pablo Hasél. Estos disturbios, protagonizados por gente joven y en general simpatizante del discurso del izquierdismo, han puesto en el centro del foco mediático la figura de un rapero en el que parecen converger las pasiones de todos los comentaristas políticos de todos los signos, ya sea en negativo o en positivo.
El caso de este elemento, Pablo Hasél, con cuyo historial lidiaremos más adelante, forma parte de una campaña orientada a encauzar HACIA LA DEFENSA DEL ESTADO CAPITALISTA Y SUS ENGAÑOS el descontento generalizado y, a su vez, mistificar el endurecimiento de la represión estatal con el que piensan contestarlo, un endurecimiento de la represión del que lleva ya dando avisos desde hace tiempo y en el que seguirá ahondando una vez se asiente el polvo sobre este caso.
Desde que se proclamaron la Ley Corcuera[1] y la Ley Mordaza[2] (leyes ambas que el gobierno progresista no tiene la más mínima intención de abolir), desde la respuesta que se dio a movilizaciones como las del 11-M, sobre todo en Barcelona, desde la respuesta que dio la policía a los que confundieron sus intereses con los de la fracción independentista de la burguesía catalana el día del Referéndum de 2017[3]… y un largo etc., venimos asistiendo a la concreción de un fenómeno mundial en la actuación de la burguesía española: un fortalecimiento del aparato represivo del Estado capitalista que responde a la cada vez mayor pérdida de control y perspectivas que tiene la burguesía en su conjunto en todos los países, que frente a un sistema capitalista en plena descomposición histórica[4] (agravada por la crisis y la pandemia) no tiene más opción que preparar y afinar sus elementos de intimidación frente a las posibles respuestas que pueda dar, en especial, la clase obrera, ante una situación general que se degrada cada vez más.
La campaña anti- represiva y por los “derechos democráticos” de la que se reclaman, incluso, elementos del mismo Gobierno que está al timón del aparato represivo del Estado, no viene sino a subrayar la necesidad que ha tenido la burguesía de matar dos pájaros de un tiro en esta situación, cubriendo una doble necesidad típica de su clase:
A esto último es a lo que se han expuesto los jóvenes que, comprensiblemente hastiados de la pésima situación que atraviesan todos los trabajadores, han salido a la calle a montar un espectáculo y a destrozar todo lo que puedan, cayendo en una de las típicas trampas que son marca de la casa del izquierdismo y el antifascismo: creer que la violencia ciega e individual y el saqueo tienen la más mínima utilidad para nada que tenga que ver con la “lucha obrera” de la que dicen reclamarse (sino que más bien, precisamente, permiten justificar la represión), así como hacer suya la causa de las mistificaciones democráticas y patrioteras de la burguesía, esta vez encarnadas en la figura de un estalinista desquiciado y viejo conocido de sectores nacionalistas de la burguesía catalana: Pablo Hasél.
Se trata de un elemento que, durante muchos años, como muestra en sus “canciones”, se ha mostrado cercano a grupos como el GRAPO, la ETA y sobre todo el PCE-r, asumiendo una retórica que toma ciertos elementos difusos del estalinismo y el maoísmo, así como los métodos propios de estos y otros grupos de guerrilla y terroristas en general, como demuestra su canción “No me da pena tu tiro en la nuca”. Sumado a este ya de por sí elocuente historial, desde hace ya un tiempo Hasél parece haber hecho muy buenos amigos en los medios nacionalistas de la burguesía catalana: ha salido en su defensa Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, con quien se cartea desde prisión.
Pero el motivo por el que Hasél ha ocupado hoy el centro de la escena mediática no son sus opiniones sobre la trayectoria que debería seguir un tiro, sino el resultado de la trayectoria típica que suelen recorrer estalinistas como él: de la línea dura del “anti -revisionismo” y la “justicia proletaria” (- Pablo Iglesias dixit, señor Vicepresidente del Gobierno) directos a una especie de actitud servil y encorvada de abogado de Estado, en defensa pública y razonable de todo lo democrático, respetuoso, civil y de derecho que puede haber en el trastornado mundo político de la burguesía. Y no es que a los verdaderos revolucionarios les sea indiferente que el Estado refuerce su capacidad represiva. El movimiento obrero está plagado de luchas de huelguistas y diversos sectores de la clase obrera para frenar maniobras represivas de los capitalistas, frenar sus campañas de quema de imprentas y prohibición de publicaciones, pedir la liberación de trabajadores en lucha y exigir la retirada de las penas con las que el Estado suele responder a los impulsos de lucha de los obreros de todo el mundo. Pero el problema, en este caso, es doble:
1- Que estamos hablando de un elemento que, como demuestra su propia trayectoria vital y como denuncian nuestros camaradas en otro artículo anterior[5], no tiene absolutamente nada que ver con la lucha del proletariado.
2- Que desde un primer momento ha habido una campaña de sectores importantes de la burguesía para apoyarle, destacar su caso, construir en torno a él un polo de atracción de las energías de tantos jóvenes hartos de la situación general, que hemos visto desatadas en las calles de tantas localidades, y por supuesto, como siempre, orquestar un falso debate en torno a este caso para imponer un ambiente ideológico favorable a la burguesía, cuya tónica esta vez es: ¿debería el Estado encarcelar o no debería encarcelar en situaciones así?
Tenemos que ver lo que hay tras esta campaña política y esta propaganda: Hasél no pertenece a nada que se parezca siquiera a una caricatura de la tradición del movimiento obrero, como jamás pertenecerán a ella ni los métodos ni la ideología del estalinismo ni del terrorismo, ni ninguna otra ideología burguesa, democrática o no. Y defenderlo de forma violenta en la calle solo sirve a objetivos de la burguesía: tanto la burguesía españolista de disfraz “progresista” como la catalanista que también lo patrocina.
¿Qué reflexiones sacar ante el hecho de que miles de jóvenes que se llaman “antifascistas” se manifiesten diariamente y durante días de forma violenta en defensa de la “libertad de expresión” de alguien como Hasél?
¿Qué hay detrás de esta expresión violenta de una juventud desmoralizada, sin una perspectiva que le pueda ofrecer un sistema capitalista al que por enésima vez se nos presenta como el terreno en el que hay que defender las libertades individuales y la lucha por una “democracia perfecta”? Porque esa, y no otra, es la consigna del momento en cuyo símbolo han convertido a Hasél sus colegas y correligionarios políticos, viéndose nuestro rapero en la honrosa situación, lo quiera o no, de pasar de pantomima de guerrillero romántico del estalinismo a icono liberal.
¿Qué papel cumple el elemento Hasél en esta explosión, un individuo conocido hasta ahora solamente por sus admiradores y el nacionalismo reaccionario que lo ha encumbrado y alimentado?
Por mucho que pueda haber una rabia genuina de fondo en el impulso de muchos jóvenes de salir a la calle a “echar vapor”, este tipo de manifestaciones no sólo no tienen nada que ver con los métodos de la clase obrera, sino que desde un primer momento están destinadas a fracasar y a justificar la represión, además de estar marcadas por el nihilismo y la falta total de perspectivas. Al Estado totalitario del Capital, dotado de amplio instrumental democrático, no le faltan barómetros para medir la presión que agobia a los obreros, sobre todo en este caso los más jóvenes, que ante una situación pandémica han visto hundirse sus ya mermados ingresos y la mínima estabilidad que pudieran haber conseguido en el periodo de recuperación ínfima de la crisis que ha precedido a la pandemia. Saben que cosas como lo que ha ocurrido en Linares, aunque se trate de disturbios sin orientación clara, marcados por el interclasismo y por el dejarse llevar por la rabia y la impotencia, sí que representan un verdadero estallido de hartazgo acumulado ante el enésimo ultraje, que ha ocurrido en el enésimo día que vivimos de falta total de seguridad económica y de perspectivas. No se ha vuelto a oír nada de Linares desde que estallaron los disturbios por Hasél, no se ha visto a los grandes medios comentar que el juez que llevaba el caso de la agresión policial a un hombre y su hija, que fue la chispa que encendió la situación en Linares, ha imputado al susodicho por atentado contra la autoridad[6].
Ya a mediados de enero, los principales instrumentos de este barómetro que mencionábamos antes, los sindicatos, anunciaban la amenaza de convocar huelgas en febrero por toda la geografía si el Gobierno no cumplía sus promesas de derogación de la anterior reforma laboral y de subir el SMI[7]. Una amenaza ciertamente inofensiva, al estilo al que acostumbra el sindicalismo, pero que bien puede ser indicador de que la burguesía sabe que la situación y los ánimos empeoran, y está dispuesta a contenerlos lo máximo posible y encauzarlos al servicio de su política justo cuando estén a punto de estallar. La figura de un rapero, ya conocido por conflictos previos con la justicia, se trae al frente de la escena con una provocación (pues no deja de ser cierto que las acusaciones contra él, en términos legales, lo parecen) y al día siguiente tenemos ya lista la campaña para polarizar la opinión y concentrar el sentimiento de indignación, de rebeldía (¡y de “lucha obrera”, incluso!) en el “ultraje” que se estaría cometiendo contra la democracia burguesa en la persona de nuestro rapero “antisistema”, al que uno de los burgueses catalanes más prominentes saluda en sus cartas con un “Carissimo Pablo”[8].
Pero no llamemos ladrón a nadie por robar una vez. Sus fans más afectos podrían argumentar que, quizá, ésta cercana relación con una destacable figura de la política burguesa es algo colateral, una simpatía no buscada ni requerida por un honesto revolucionario que se ha visto arrastrado al centro del escenario político sin quererlo.
El problema, y es un grave problema sin duda, es que Hasél lleva ya varios años (desde antes de 2018, al menos) relacionándose abiertamente con Òmnium Cultural, sin contar con su constante apoyo de siempre a organizaciones como la ETA, GRAPO, Terra Lliure… No es este el lugar para analizar en detalle el carácter de estos grupos, pero lo que está claro es que alguien que se reclame de organizaciones terroristas que defienden lo opuesto a los métodos conscientes y masivos del proletariado no formará parte nunca de la lucha de la clase obrera.
Porque, ¿cuál es la tradición histórica a la que pertenecen verdaderamente este tipo de organizaciones del antifascismo y sus métodos?
La defensa del caso Hasél se ha centrado, sobre todo, en el plano ideológico, en la defensa de los derechos democráticos, o la democracia en general, y el antifascismo. Las referencias ideológicas del mismo Hasél no andan muy lejos, su apoyo a varias organizaciones de corte antifascista es bien conocido. Hablamos de organizaciones que tienen el honor de haber nacido en un seminario inspirado por el nacionalismo racista al estilo de Sabino Arana, como la ETA; o que asumen métodos de guerrilla en los que la acción de masas del proletariado no cuenta para absolutamente nada, como los del GRAPO, cuya simbología y consigna principal: la república popular y federativa, apuntan a algo muy cercano a ese espantajo de régimen burgués que, bajo un gobierno de coalición republicano-socialista, respondía a obreros y campesinos en huelga con tiros a la barriga. Un año y medio después y gracias a una ingeniosa trampa tendida por el PSOE, esa República cuya memoria honra cada vez que puede el medio en el que se mueven este tipo de organizaciones metía a Franco, la Legión y el Ejército en Asturias, contra los obreros insurrectos, asesinándolos en masa al grito de ¡Rendíos al Gobierno de España! ¡Viva la República![9]
El GRAPO, además de gustarle también el asesinato a sangre fría, es además un grupo inspirado en sus orígenes por el maoísmo, la ideología burguesa que se ha esforzado con más insistencia en hacer pasar los métodos y la acción de un ejército imperialista como cualquier otro por algo que puede sustituir a la revolución proletaria y sus órganos de acción de masas (las asambleas y consejos obreros)[10]. Sin duda es algo que está en plena sintonía con la misma ideología antifascista de las facciones burguesas que tienen a su cuenta el alistamiento de millones de obreros para la guerra mundial, y que no solo toleraron durante un tiempo considerable las atrocidades de la burguesía alemana bajo el régimen nazi o las de la burguesía japonesa, sino que más tarde se escudarían en ellas para justificar las atrocidades propias que cometieron, por solo mencionar algunas, en la represión estalinista o en los bombardeos masivos de Dresde, Tokio, Osaka, Hiroshima, Nagasaki… ese es el mundo político al que pertenece Hasél y al que pertenece el “antifascismo”, en cuyo fondo se da la mano con todas las demás ideologías burguesas de derecha e izquierda: es el mundo de la burguesía y sus métodos de asesino que busca esconderse a plena luz.
No hay nada que interese a nuestra clase en lo que defienden aquellos que, de nuevo, ayer como hoy, inducen a la juventud a sacrificar sus energías (y a poner en riesgo sus vidas) defendiendo la que definen como la “auténtica” democracia y el antifascismo. Este sacrificio solo beneficia a quienes los han alentado, a quienes detentan el poder en el sistema capitalista y sus propios intereses presentes y futuros en una lucha terrible por mantener su pequeña parcela de poder en un sistema corrupto, descompuesto y sin nada que ofrecer a la sociedad sino hambre, paro, miseria, enfermedades y caos.
Los jóvenes que participan en estas algaradas son, en gran parte, jóvenes hartos de verse marginados, explotados y sin futuro; jóvenes que se han visto persuadidos por el humo que venden los líderes de la sociedad burguesa y sus promesas irreales. Jóvenes manipulados por programas políticos vacíos para nuestra clase y cuyo corto o nulo recorrido ha puesto en evidencia la historia. La defensa de la democracia y el antifascismo fue el tótem guerrero de la burguesía para alistar a los obreros en la última gran guerra imperialista mundial. Nuestra clase debe recuperar esa lección, como tantas otras.
La burguesía solo puede ofrecer que este tipo de “hazañas” se reproduzcan hasta el hartazgo en la televisión y otros medios de su propaganda cínica, dando espacio a esperanzas vanas e ilusiones de protagonismo que durarán lo que les convenga a los manipuladores profesionales de la burguesía.
La participación en disturbios como estos no va a garantizar a ningún obrero, joven o no, ningún avance, ni en la conciencia respecto a su papel verdadero en la sociedad ni en la conciencia de las formas de organización necesarias para que la lucha de su clase pueda salir triunfante, sino que les desvía de poder retomar una lucha por la auténtica defensa de una perspectiva revolucionaria, cuyo objetivo únicamente se logrará con el derrocamiento de este sistema de explotación y barbarie.
En Paris, en 2006, miles de jóvenes emprendieron luchas en defensa de sus intereses contra el Contrato de Primer Empleo, coincidiendo con los intereses inmediatos del proletariado. Sus reivindicaciones y formas de lucha y la extensión de ésta se definían en asambleas masivas y abiertas a todos los trabajadores[11]. No pusieron a ningún esperpento como líder, ni fueron a buscar el apoyo de un individuo que en lugar de limitarse a “cantar” se dedica a escupir sandeces y amenazas, amparado y defendido por miembros de la burguesía, del Gobierno central y del Govern catalán.
Jamás echaremos en cara a ningún obrero, de la edad que sea, el hartazgo y las ganas de echar abajo el paisaje físico mismo que el capital ha diseñado para contener el tiempo que pasamos en este mundo, entre sus edificios-jaula, para ser explotados la mitad del día y emplear la otra mitad en recuperar a medias nuestras fuerzas para repetir lo mismo al día siguiente. Pero la fuerza y la verdadera perspectiva vital de nuestra clase yacen en el potencial de convertir ese rechazo y esa rabia en una acción de masas internacional, que sea consciente y que beba de lo mejor de los métodos revolucionarios de la tradición del movimiento obrero. El saqueo y la destrucción ciega son “el vapor que se dispara sin pistón”, en palabras de Trotsky, algo que ya de entrada pone inútilmente a sus protagonistas en la mira de la represión, y que esencialmente están en las antípodas de los métodos de organización históricos de nuestra clase. Métodos estos que, frente a todos los payasos de circo como Hasél, Iglesias y sus amigos burgueses, deberá recuperar para plantar cara a un mundo capitalista degradado que no tiene ya razón histórica de existir.
Discutir estas cuestiones, desarrollar un terreno de respuesta proletarias contra estas trampas e ideologías, reapropiarse de las experiencias y posiciones de la historia de nuestra clase que ya tiene más de 3 siglos y expresada hoy por la lucha de la Izquierda Comunista, esa es la tarea del momento.
Gauta y Valeria 22-3-21
[1] Esta ley fue aprobada el 21 de febrero de 1992 por el Gobierno PSOE, fue conocida también como “ley de la patada en la puerta” y aumentaba considerablemente las facultades de la policía con lo que los “derechos democráticos” reconocidos a los “ciudadanos” quedaban considerablemente restringidos en toda una serie de situaciones definidas muy ambiguamente. Es el método democrático para endurecer la represión dando la impresión de que la ley “protege” a los súbditos del capital. Es de destacar que el principal animador de esta ley infame era el ministro del Interior, el antiguo sindicalista Corcuera. Es una prueba mas de como los sindicatos forman parte del Estado Capitalista y sus dirigentes participan de la represión.
[2] Esta ley fue establecida en 2015 por el gobierno Rajoy endureciendo todavía más los criterios de intervención de la policía y sus atribuciones. Esta ley muestra la continuidad y complicidad entre la Derecha (PP) y la Izquierda (PSOE y hoy el gobierno de coalición “progresista”). Ver al respecto la Serie Los Gobiernos de Izquierda en defensa de la explotación capitalista https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i [13] , https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos [14] y https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta [15]
[3] Ver entre otras tomas de posición Cataluña, España ¡Los proletarios no tienen patria! https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4262/cataluna-espana-los-proletarios-no-tienen-patria [16] y Enfrentamientos en Cataluña: El pasado reaccionario está en la democracia y la nación, el futuro está en el proletariado https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4240/enfrentamientos-en-cataluna-el-pasado-reaccionario-esta-en-la-democrac [17]
[4] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [2] e Informe sobre la pandemia de Covid-19 y el periodo de descomposición capitalista https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista [18]
[5] https://es.internationalism.org/content/4655/pablo-hasel-no-representa-la-lucha-de-la-clase-obrera-sino-sus-enemigos [19]
[6] https://www.elconfidencial.com/espana/2021-02-25/el-juez-imputa-victima-de-la-paliza-policias-en-linares_2964095/ [20]
[7] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/10991816/01/21/CCOO-y-UGT-anuncian-movilizaciones-para-que-el-Gobierno-suba-el-SMI-y-derogue-la-reforma-laboral.html [21]
[8] ``Carta abierta a Pablo Hasel´´ https://www.elsaltodiario.com/tribuna/carta-cuixart-hasel-siempre-adelante [22]
[9] https://www.todocoleccion.net/militaria-guerra-civil/propaganda-politica-rebeldes-asturias-rendios~x30793654 [23]
[10] Ver nuestra serie sobre el maoísmo: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1193/china-eslabon-del-imperialismo-mundial-iii-el-maoismo-un-engendro- [24] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1823/china-1928-1949-i-eslabon-de-la-guerra-imperialista [25] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1779/china-1928-1949-ii-un-eslabon-de-la-guerra-imperialista [26]
[11] Ver Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [27]
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El artículo de La Haine cita un análisis de Trotski que es correcto: “La democracia burguesa se transforma legal y pacíficamente, en una dictadura fascista. El secreto es bien sencillo: la democracia burguesa y la dictadura fascista son instrumentos de una única clase, la de los explotadores. Es absolutamente imposible prevenir la sustitución de un instrumento por el otro apelando a la Constitución, al Tribunal Supremo de Leipzig, a nuevas elecciones, etc. Lo que hace falta es movilizar las fuerzas revolucionarias del proletariado. El fetichismo constitucional brinda la mejor ayuda al fascismo”
Igualmente, denuncia justamente el apoyo del gran capital al ascenso nazi: “Los nazis alcanzaron el poder trabajando dentro del sistema parlamentario y buscando el favor de los grandes magnates de la industria y de los banqueros. Estos últimos proporcionaron el apoyo que les permitió crecer como partido y, en último término, asegurar su victoria electoral en septiembre de 1930. Posteriormente Hitler rememoraría (en un discurso pronunciado el 19 de octubre de 1935) lo que supuso contar con los recursos materiales necesarios para financiar a 1.000 oradores nazis con sus propios vehículos, para que pudieran celebrar unos 100.000 mítines en el trascurso de un año”[1]
Sin embargo, SE QUEDA AHÍ. No habla para nada del papel determinante que jugó la Izquierda del Capital y los sindicatos en el triunfo nazi. Como en la primera parte de este artículo, vamos a restablecer la verdad de los hechos.
El partido socialdemócrata alemán (SPD) fue el faro de la 2ª Internacional (1889-1914), por ello su voto a los créditos de guerra en la nefasta fecha del 4 de agosto de 1914 fue un golpe a todo el movimiento obrero mundial. Selló la desbandada de la Segunda Internacional y dio un fuerte espaldarazo a la traición de la mayoría de los partidos socialistas que abandonaron el internacionalismo proletario para apoyar la unión nacional de la guerra imperialista. Los sindicatos siguieron la misma línea convirtiéndose en sargentos reclutadores de obreros y policías contra toda tentativa de huelga[2].
Sin embargo, el proletariado internacional empezó a levantarse contra la guerra desde 1915 guiado por la fracciones y corrientes que permanecieron fieles al internacionalismo (bolcheviques, espartaquistas, tribunistas etc.). Este movimiento culminó con la Revolución de octubre 1917 en Rusia la cual a su vez desató una oleada revolucionaria mundial (1917-23).
En Alemania, tras oleadas de huelga sucesivas, motines en la tropa y en la marina, el noviembre de 1918 la insurrección y la huelga masiva de obreros derribó el trono del Kaiser y forzó el fin definitivo de la guerra mundial. Este gran combate mostró, junto con la revolución de octubre 1917 en Rusia, que el proletariado mundial es la única fuerza capaz de detener la sangría asesina de la guerra imperialista.
Para enfrentar la tentativa revolucionaria que maduraba entre los obreros de Alemania, la burguesía puso al frente del gobierno al partido socialdemócrata quien, auxiliado por los sindicatos, organizó -en colaboración con el Estado mayor- los Frei Korps (Cuerpos Francos) una milicia que agrupó la basura de la sociedad: oficiales frustrados, cadetes militares, lumpenes y facinerosos. El gobierno socialdemócrata tuvo que emplearse a fondo contra las sucesivas tentativas proletarias (Berlín, Baviera, Ruhr, Bremen, Hamburgo etc.) y solamente en 1923 pudo sofocar definitivamente el ímpetu revolucionario. La represión fue brutal y en esos 5 años se cobró la barbarie de 100 mil obreros asesinados. Rosa Luxemburgo y Karl Liebchneck cayeron a manos de los verdugos socialdemócratas.
Así pues, no fue la derecha ni los nazis quien aplastó al proletariado, fue la Izquierda del Capital, personificada en el SPD, junto con los sindicatos quien se encargó de la sucia tarea de enfrentar la tentativa revolucionaria[3].
Como señala el Bulletin d’Information de la Fraction de Gauche italienne N°6 - Février 1933[4] «En este momento, el polo de concentración del capitalismo sólo podía verificarse en su ala izquierda, otro tipo de concentración habría comprometido definitivamente el destino de la burguesía porque el bloque de los trabajadores se habría sentido demasiado fuerte y habría roto por la violencia de la reacción. Lo esencial era romper por medio del terror la vanguardia del proletariado reunida en el Spartakus Bund, aplastar sin piedad el esfuerzo que esta Liga hacía para convertirse en la guía indispensable para la victoria revolucionaria. Al mismo tiempo, una gran maniobra fue hacer creer a los trabajadores que el capitalismo iba a su encuentro. La importancia histórica de la Asamblea de Weimar está representada por los asesinatos de K. Liebknecht, R. Luxemburg, Levine y el aplastamiento de los marineros revolucionarios”.
En agosto de 1919 se proclamó en Weimar una nueva constitución que fue presentada como “la más avanzada” y “la más democrática del mundo”. Autorizaba que los votantes propusieran leyes aprobadas mediante referéndum[5], consagraba la “democracia económica” al instituir unos fantasmales “consejos de empresa” para colaborar con los capitalistas en la gestión productiva, diseñaba un Estado federal con un consejo territorial (Bundesrat), adoptó una reforma agraria…
Derrotado el proletariado, este sufrió los efectos de la hiperinflación (1923) y una escalada sin precedentes del desempleo que en 1926 alcanzó una cuarta parte de la población laboral, la miseria se hizo insoportable, pero fue embellecida por la demagogia socialdemócrata que cuanto más se vaciaban los bolsillos de los trabajadores más hablaba de derechos sociales y cogestión en la empresa. La miseria galopante, el desempleo, eran conscientemente disimulados por el capital y su Estado con el despliegue de una “libertad de opinión” y de “creación cultural”, en ese periodo “Ante la miseria, el hambre y la falta de atención sanitaria, el ocio se convirtió en un medio de evasión de masas, lo que creó una poderosa industria del ocio (Unterhaltungsindustrie) en torno a la prensa, la radio y, sobre todo, el cine, en una verdadera ola de escapismo social. Fue una época de esplendor para teatros, clubes nocturnos y cabarés”[6]
El capital alemán, animado por una oleada de inversiones norteamericanas, se reorganizó en gigantescos trust que preparaban una fusión organizada con el Estado, sentando las bases del capitalismo de Estado, “Ya antes de la guerra, la organización económica en Alemania, los cárteles, los konzers, la fusión del capital financiero e industrial había alcanzado un nivel muy elevado. Pero, a partir de 1926, el movimiento se acelera, fusionándose konzerns como el de Thyssen, el de la Rheinelbe-Union, Phoenix, Rheinische Stahlwerke, para formar la Stahlwerein, la cual controlará la industria carbonífera y todos sus subproductos; la metalurgia y todo lo que con ésta se relaciona. Y sustituirán los hornos Thomas, que necesitan mineral de hierro (que Alemania ha perdido al perder Lorena y Alta Silesia) por hornos Siemens-Martin, que pueden utilizar chatarra”[7]
Como señala BILAN “Un examen de la situación que va desde marzo 1923 a marzo de 1933 permite comprender que entre la Constitución de Weimar hasta Hitler se desarrolla un proceso de una continuidad total y orgánica. La derrota de los obreros ocurre tras una etapa de florecimiento de la democracia burguesa y «socializante» plasmada en la República de Weimar y que permite la reconstitución de las fuerzas capitalistas. Entonces, progresivamente, se va a ir cerrando el garrote. Pronto será Hindenburg, en 1925, quien se convertirá en defensor de esa Constitución y cuanto más y mejor reconstituye el capitalismo su armazón, tanto más se restringe la democracia o se amplía en momentos de tensión social incluso con la presencia todavía de gobiernos socialistas de coalición (H. Muller), aunque, debido tanto a centristas como a socialistas no hacen sino incrementar el sentimiento de desamparo entre los obreros, esa democracia tiende a desaparecer (gobierno de Brüning con sus decretos-ley) para acabar dejando el sitio al fascismo, el cual ya no encontrará frente a sí a la más mínima oposición obrera. Entre la democracia y su mejor producto, la república de Weimar, y el fascismo no se manifestará ninguna oposición: aquella permitirá el aplastamiento de la amenaza revolucionaria, dispersará al proletariado, enturbiará su conciencia, éste, al cabo de esa evolución, será la bota de acero capitalista que rematará la labor, realizando rígidamente la unidad de la sociedad capitalista a base de ahogar toda amenaza proletaria”.
El triunfo del nazismo es la culminación de un proceso de derrota del proletariado que opera en 3 etapas: 1ª Aplastamiento de las tentativas revolucionarias de 1918-23 perpetrado por el SPD y los sindicatos; 2ª La operación de engaño democrático, “florecimiento cultural” y “cogestión en las empresas” organizada por la República de Weimar (1923-33) y 3ª El reforzamiento autoritario del Estado “más democrático del mundo” combinada con el sabotaje de toda resistencia obrera organizada por el trío SPD – PC alemán – sindicatos.
Vamos a centrarnos en esta última cuyos jalones son 3:
La propaganda nacionalista del PC alemán. Desde 1921 este partido propagó la ideología nacionalista del “victimismo alemán”, derrotado por las potencias de Entente y traicionado por los “malos políticos” y el Kaiser. “En vez de difundir la ideología de clase, el KPD, por razones oportunistas y diplomáticas, propulsó una ideología nacionalista (la consigna de la liberación social y nacional, la teoría de que la nación alemana era oprimida por el imperialismo). El KPD creyó que por recurrir a esta maniobra podría causar confusión dentro de la pequeña burguesía del Nacional Socialismo. En realidad, solo causó confusión dentro del proletariado; este no pudo hacer nada para oponerse al ascenso del fascismo, mientras que este ascenso atrajo a las filas del Nacional Socialismo a militantes del KPD, que habían sido engañados por sus propias consignas nacionalistas” (BILAN). El PC se lanzó a una loca carrera de competencia con los nazis a ver quién defendía más a la patria alemana. Con ello no hacía otra cosa que fortalecer la propaganda nazi destruyendo la conciencia de clase proletaria. Durante muchos años “socialistas” y “comunistas” han jugado a ser más consecuentes y extremistas que la derecha o la extrema derecha en los temas de “defensa de la nación” esta vil maniobra siempre tiene el mismo resultado: DESTROZAR AL PROLETARIADO Y FORTALECER A LA DERECHA Y LA EXTREMA DERECHA. Pretender apropiarse de los temas del capital para jugar a ser más papista que el papa es una vieja táctica para servir en bandeja al capitalismo la cabeza de la clase obrera.
La trampa electoral. Las elecciones son siempre un terreno de juego donde la burguesía SIEMPRE GANA porque el voto es individual, cada obrero encerrado en la urna es concebido como “ciudadano de la democracia”, por tanto, la identidad, la conciencia y la unidad como clase son atacadas. Pero en las condiciones alemanas de 1930-33 el juego electoral que llevaron a cabo tanto el SPD como el PCA facilitó el triunfo de los nazis. El PCA calificaba al SPD de “social fascista” de tal forma que lo denunciaba más furiosamente que a los propios nazis. El SPD, por su parte, hacía de “bueno” y “ofrecía colaboración para cerrar el paso al fascismo”. Con este juego del gato y el ratón, los obreros ATOMIZADOS COMO INDIVIDUOS se vieron divididos y enfrentados y muchos de ellos asqueados y desmoralizados acabaron votando a los nazis.
El Frente único obrero. “En las fábricas, en los tajos, los nazis creaban sus células de fábrica, no hacían ascos al empleo de huelgas reivindicativas, convencidos como estaban de que, gracias a los socialistas y a los centristas, esas huelgas nunca irían más allá de lo previsto; y fue en el momento en que el proletariado se declaraba vencido, en noviembre de 1932, antes de las elecciones convocadas por Von Pappen que acababa de disolver el gobierno socialista de Prusia, cuando estalló la huelga de transportes públicos en Berlín, dirigida por fascistas y comunistas. Esta huelga destrozó al proletariado berlinés, pues los comunistas aparecieron ya incapaces de expulsar de ella a los fascistas, de ampliarla y de hacer que sirviera de señal para una lucha revolucionaria. La disgregación del proletariado alemán vino acompañada, por un lado, de un desarrollo del fascismo que volvió las armas de los obreros contra los obreros mismos y, por otro lado, de medidas de orden económico, de ayuda creciente al capitalismo (recordemos a este respecto que fue Von Papen quien adoptó las medidas de subvención a las empresas que emplearan parados con derecho a disminuir los salarios)” (BILAN). El PC alemán agitó la demagogia de la “unidad por la base” con los obreros “afiliados al sindicato nazi”. El resultado fue el reforzamiento de los sindicatos fascistas que gozaron de un aura de “combatividad” y “defensa del interés obrero” gracias a la “unidad” que proponían sin descanso los “comunistas”.
El partido nazi nació en los bajos fondos del Estado capitalista. Una parte de sus dirigentes procedía de los Cuerpos Francos, las milicias que aplastaron las tentativas revolucionarias obreras de 1918-23. Desde su fundación en 1919-20 tuvo como ejes la propaganda contra el Tratado de Versalles[8], el nacionalismo más furibundo, el antisemitismo y la ideología anticapitalista.
Gradualmente fue ganando ascendiente en la pequeña burguesía e incluso en sectores obreros gracias a su demagogia anticapitalista: el anticapitalismo pese a su presentación radical no pone en cuestión el capitalismo, sino que lo refuerza pues o bien pretende una vuelta atrás nacionalista a un pasado imposible de reconstruir, o bien, se polariza sobre símbolos o epifenómenos del capitalismo (la corrupción, los monopolios, los ricos) o sobre sectores concretos presentados racialmente (el antisemitismo). El nazismo “vino a dar un desahogo a la desesperación de las masas pequeñoburguesas por medio de una fraseología radical y revolucionaria, aun yendo tan lejos como para defender ciertas formas de expropiación (bancos, judíos, grandes empresas, etc.); sus lazos con el capital se expresaron en su propaganda en pro de la colaboración de clases, por la organización corporativa contra la lucha de clases y el marxismo”[9]
Pero su aportación más importante al Capital Alemán fue la sanguinaria política de terrorismo contra los medios obreros ejercida desde 1925 y prólogo de Terror estatal de la dictadura nazi de 1933-45. A partir de 1925 la máquina de las Camisas Pardas (las milicias nazis) se pone en marcha con constantes expediciones de castigo en los barrios obreros de Berlín, Múnich y otras ciudades. Es un método de terror inspirado en los procedimientos que Mussolini había empleado con éxito desde 1921 contra el proletariado italiano. El objetivo era inspirar el terror en un proletariado ya muy debilitado por el efecto combinado de la derrota de la tentativa revolucionaria de 1918-23, la anestesia desmovilizadora de la República de Weimar y la acción de la izquierda del capital y los sindicatos. El terror de las milicias nazis entre 1925-33 tomará una naturaleza sistemática, organizada y planificada con minuciosidad, con dirigentes como Goebbels, todo ello contando con la complicidad y benevolencia del Estado democrático que nunca hará nada por detenerlo más allá de alguna medida simbólica[10]. El Terror del Estado nazi (1933-45) nació en la democracia y fue preparado, ensayado, sistematizado, por la acción de las camisas pardas bajo la cobertura de la República de Weimar.
Beneficiado por esta hoja de servicios, a partir de 1930 el partido nazi se convierte en la fuerza electoral dominante en el aparato político alemán. Los cimientos de esta preponderancia son 3:
Como concluye Bilan “En Alemania, el fascismo se ha edificado en el doble cimiento de las derrotas proletarias y de las necesidades imperiosas de una economía acorralada por una crisis económica muy profunda. El fascismo canaliza todas las contradicciones que ponen en peligro al capitalismo, dirigiéndolas hacia la consolidación de éste. Contiene los deseos de tranquilidad del pequeño burgués, la desesperación del desempleado hambriento, el odio ciego del obrero desorientado y sobre todo la voluntad capitalista de eliminar todo factor perturbador de una economía militarizada, de reducir al máximo los gastos de mantenimiento de un ejército de desempleados permanentes”.
Smolny 24-3-21
[2] No es objeto de este artículo explicar las causas de la traición de los partidos socialistas. En el artículo El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana ofrecemos un análisis, ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana [34]
[3] Para un conocimiento detallado de la experiencia revolucionaria en Alemania 1918-23 y ver el papel de perro rabioso del capital (así se calificaba a sí mismo el dirigente socialdemócrata Ebert) del SPD y los sindicatos se puede acceder a Lista de artículos sobre la tentativa revolucionaria en Alemania https://es.internationalism.org/content/4373/lista-de-articulos-sobre-la-tentativa-revolucionaria-en-alemania-1918-23 [35]
[4] Predecesor de BILAN. Traducido del francés por nosotros.
[5] Son el precedente de las “Iniciativas legislativas populares” que DRY y otros engañabobos agitaron en el movimiento de indignados en España. Ver Movimiento ciudadano ¡Democracia Real Ya!: dictadura del Estado contra las asambleas masivas https://es.internationalism.org/cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb [36]
[7] Documento – El aplastamiento del proletariado alemán y la ascensión del fascismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199301/3150/documento-el-aplastamiento-del-proletariado-aleman-y-la-ascension- [38] . Este documento lo citaremos a continuación refiriéndonos a su nombre: la revista BILAN, publicación entre 1933-38 de la Izquierda Comunista de Italia.
[8] Firmado en 1919 impuso unas brutales reparaciones al capital alemán, el gran perdedor de la guerra mundial.
[9] Orígenes económicos, políticos, y sociales del fascismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/197704/111/origenes-economicos-politicos-y-sociales-del-fascismo [39]
[10] Un dato entre muchos. Cuando Hitler fue juzgado y condenado por la fallida intentona golpista de Múnich (1923) se le condenó a 5 años que comenzó en la prisión de Landsberg (marzo de 1924) donde “recibió un tratamiento privilegiado por parte de los guardias: tenía una habitación con vistas al río, llevaba corbata, le permitían recibir visitas y correo de sus admiradores, además de contar con los servicios de un secretario privado”, 8 meses más tarde fue indultado (Ascenso de Adolf Hitler al poder - Wikipedia, la enciclopedia libre [40]).
[11] Como dice nuestro artículo antes citado ““La inconsistencia del contenido ideológico de la demagogia Nazi se muestra claramente en su propaganda racista. El descontento de las masas fue orientado contra el tratado de Versalles, válvula de escape del capitalismo, y contra los judíos, los cuales eran vistos como los representantes del capital internacional y promotores de la lucha de clases. Este enredo de estupideces incoherentes solo pudo sentar raíces en las mentes de la pequeña burguesía, cuyo rol secundario en la economía la hace incapaz de entender en lo más mínimo los hechos económicos y acontecimientos históricos dentro de los cuales ha sido lanzada”
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La burguesía de la región a través de sus medios de comunicación nos vino mostrando a Paraguay como un país que venía manejando con eficiencia la pandemia. El país con menos contagios desde que empezó a propagarse el virus del Covid 19, a finales de febrero del 2020.
Pero la realidad siempre rebasa las ilusorias cifras, las declaraciones triunfantes, rimbombantes, las proclamas tajantes, amenazadoras, que muestran solidez e integridad en las actuaciones políticas por parte de la burguesía y sus sátrapas regados en el abanico de partidos políticos que van desde la derecha conservadora, como el Partido Colorado y sus facciones hasta los llamados radicales de izquierda del Frente Guasu.
Todos gritan al unísono ‘’Democracia’’, ‘’Elecciones’’, ‘’Nación’’, ‘’Diálogo’’, ‘’A luchar contra la corrupción’’. Y este grito se escucha en todos lados, en el norte como en el sur, en occidente como en oriente. Es la misma clase putrefacta, enajenada y criminal de la burguesía, con diferentes rostros, arropadas con diferentes banderas, la que se aferra con uñas y dientes, al capitalismo decadente que vive su última etapa, la descomposición, mostrando sus efectos en todo el planeta: Hambrunas, pobreza extrema que ya no es propia de los países llamados del Tercer Mundo, ahora se extiende por Europa y Norteamérica, desempleo en constante crecimiento, catástrofes naturales (inundaciones, sequías), terror y terrorismo ya sea estatal o gansteril, un estado cada vez más policiaco, militarizado atravesado por la corrupción en todos sus estamentos, el incremento irracional en las agresiones al medio ambiente, agresión que sumado a todas las condiciones inhumanas en que se han desarrollado las megas ciudades junto a la altamente contaminante producción capitalista, han provocado tal daño a los ecosistemas que nos han otorgado una demostración más de lo poco que les importa la humanidad: el Covid 19[1].
Hemos dicho por todos nuestros medios que la pandemia del covid 19 es una expresión y una aceleración de la descomposición capitalista[2] y que desde que se desató la pandemia, hemos sido testigos de la conducta criminal e irresponsable de la burguesía, poniendo por delante sus intereses mezquinos, en detrimento de la población. He aquí, el porqué, conociendo de antemano, lo que se venía no hicieron nada para mejorar los presupuestos públicos en salud e investigación para mejorar los colapsados sistemas sanitarios descuidados por décadas[3].
Paraguay y su clase dominante no podía ser la excepción, totalmente fiel a su naturaleza la burguesía paraguaya: explotadora, represora, agresiva y criminal; para ella los intereses de la Nación pasan por el ritmo de la explotación y el incremento de sus ganancias a costilla de los proletarios paraguayos y de los sectores sociales no explotadores. La burguesía de Paraguay se comporta tan igual como la burguesía italiana, alemana, rusa, china, mexicana, salvadoreña, brasileña, etc. Y ese incremento de ganancias no importa cómo se dé, ya sea por la vía de la explotación directa del trabajador, por el asalto y pillaje de las arcas del Estado, o por las contrataciones (ventas y compras) de insumos para el Estado, expropiando con terror y sangre tierras de los campesinos precarios, o incursionando en negocios vinculados al narcotráfico y contrabando.
Aprovechando esta pandemia, su naturaleza gansteril la llevaría a lucrar despiadadamente sin ningún límite. Por ello, se escuchan en todos los medios, los relatos de corrupción en todos los gobiernos de América y del mundo, sin distingo político, ya sea de la derecha, centro o de la izquierda. En contraste se oye sobre la falta de Hospitales, de camas, de Unidades de Cuidados Intensivos, de medicamentos para mitigar los efectos del Covid 19, y con ello, cifras que van registrando cada vez más cientos de muertes por el virus y casos de contagios.
Este drama se vive en todos lados, solo cambian la ubicación de las víctimas, de Perú a Ecuador, de Chile a Argentina, de Brasil a México, de Bolivia a Paraguay... pero sigue siendo la misma clase social: La Burguesía, la que sigue controlando este macabro juego de la salud, las medicinas, los equipos y ahora las vacunas, todo apoyado en un sistema criminal y putrefacto como el Capitalismo y su aparato político.
Las protestas que se desataron a partir del 5 de marzo por la noche, tiene como antecedente una serie de manifestaciones de los trabajadores de la salud y de la educación por mejores condiciones laborales, recursos e insumos para enfrentar el pico de contagios y por el no retorno a clases presenciales, pero también el sector de la transportación junto a empresarios medianos y pequeños demandaban por alza en los pasajes los unos y los otros por ayuda estatal por el colapso en el comercio debido a la pandemia y sus efectos en la economía. Se sumaron más reclamos e indignación por el alza en los combustibles y por la falta de asistencia social por parte del Estado a los sectores sociales más golpeados por la pandemia y sus consecuencias.
La sociedad paraguaya era un hervidero, cual olla de presión explotó tras el incremento en la conducta cínica de los ocupantes del ‘’Palacio de López’’.
Las protestas iniciadas el 5 de marzo, fueron el marco para el juego parlamentario de la oposición burguesa al gobierno de turno, aprovechando la profunda indignación de la población, toda la oposición desde el Partido Liberal Radical Auténtico hasta los del Frente Gausú, se monta sobre las protestas empujando a los manifestantes por el recambio electoral democrático, atrapando a los manifestantes en el laberinto de la Democracia y las Elecciones. Nuevamente, actuando coordinadamente las fuerzas políticas de la burguesía (ya sea de derecha como el PLRA o de izquierda como el FG) conducen a los manifestantes al callejón sin salida de la democracia. Así ocurrió en marzo de 1999 y en marzo de 2017. Los trabajadores, campesinos precarios, sectores sociales pauperizados, desempleados, estudiantes, en fin, una masa heterogénea e indignada, fueron los que pusieron los muertos, los heridos y los encarcelados.
Desde la entrada del Capitalismo a su etapa de Decadencia, marcada por la I Guerra Mundial, el Capitalismo ingresaba por los senderos de un constante hundimiento en la Crisis Económica, la misma que se profundizó a finales de la década de los 60 del siglo pasado y se agudizó e intensificó sus consecuencias a partir de la década de los 90 del mismo siglo con la entrada del Capitalismo a su última fase: La Descomposición. La descomunal Deuda Soberana de los Estados, el Capitalismo de Estado presente con mayor intensidad y agudeza en todas las Naciones del planeta, son dos elementos significativos de estos tiempos que van acompañando todos los otros elementos antes descritos, propios de la fase de Descomposición capitalista. El capitalismo no podrá ser destruido por la vía de la Democracia y las Elecciones. No será barrido de la historia humana caminando atrás de los partidos políticos de la burguesía, aunque se proclamen de izquierda, o de extrema izquierda. Todos ellos actúan en función a su propio interés de clase dominante.
Entre los manifestantes que iniciaron la lucha por vivir en mejores condiciones está la clase obrera, pero esta no se ve como clase, no guarda su autonomía de clase frente al resto, están confundidos en el pueblo, en el ciudadano, y su confusión será su perdición, en esas revueltas populares interclasistas.
El camino que le toca transitar al proletariado paraguayo es largo, pero no es tardío, sus hermanos de clase ya vienen luchando en otros escenarios. En el 2020, con la pandemia encima salieron a protestar obreros italianos de la FIAT, obreros españoles de la fábrica de electrodomésticos Balay en Zaragoza o los de la Renault de Valladolid, la huelga salvaje (al margen de los sindicatos) de los conductores de transporte en Bélgica, las recientes movilizaciones de los obreros agroindustriales en Perú[4], o la de los trabajadores de la salud en Ecuador. Todos ellos luchando por mejoras en las condiciones de trabajo, en solidaridad con compañeros víctimas del virus y que, a pesar de ello, la burguesía los obliga a laborar sin ninguna protección sanitaria para evitar mayores contagios, luchan por salarios en plena crisis económica, una crisis que ha sido presionada por la aparición de la pandemia.
Es necesario comprender que estas luchas son aún muy débiles y limitadas y que existe un peligro muy serio de que los obreros -como ha ocurrido en Paraguay- se vean enredados en una lucha por objetivos burgueses. Las medidas de confinamiento y toda la presión social que se ha generado en torno a la pandemia reforzando la atomización, la dislocación y la fragmentación social, alzan nuevos obstáculos contra el desarrollo de la lucha obrera[5].
El proletariado tendrá que encontrarse como clase explotada en medio de esta confusión que impulsa la burguesía con su ideología democrática, deberá desarrollar su autonomía de clase frente a estas revueltas populares que la arrastran a terrenos ajenos a ella, solo imponiendo su identidad y autonomía de clase en sus propias luchas podrá ir recuperando su confianza y se podrá abrir una perspectiva mundial donde el proletariado como clase explotada vaya asumiendo el papel que le corresponde como la única fuerza social capaz de parar los fines de la burguesía mundial y sus Estados en el marco del capitalismo. La pandemia hoy juega en contra de este desarrollo de la consciencia de la clase y contra el desarrollo de su combate, pero la agudización de la crisis económica generará una mayor reflexión del papel que tiene la clase obrera con la humanidad.
Internacionalismo Ecuador -Sección de la CCI
[1].https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [2].
[2] Ver https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista [18]
[3].Ver nuestros análisis sobre las causas y consecuencias de la pandemia en: https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo [44].
[4] Ver Huelga de los obreros de la agroindustria en Perú https://es.internationalism.org/content/4632/huelga-de-los-obreros-de-la-agroindustria-en-peru [45]
[5] Ver Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases (2019) https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [46]
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Diferentes cadenas de TV y otros medios han publicado a propósito del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél algunas entrevistas en las que se reivindica de la lucha de la clase obrera; pero lo cierto es que, gesticulaciones aparte, las referencias políticas del cantante no remiten a la experiencia histórica y la tradición de la clase obrera, sino a ideologías y formas de lucha que son completamente ajenas al terreno del proletariado, que han servido para objetivos capitalistas y, respecto de la clase obrera, han actuado para descarrilar y confundir, y en definitiva frenar sus luchas[1].
Pablo Hasél se reivindica del GRAPO y de la ETA, que no tienen absolutamente nada que ver con la lucha obrera sino con las peleas entre bandas de la burguesía. El primero arrastra la alargada sombra de haber sido inspirado y ampliamente manipulado por los servicios secretos y la segunda ha sido el brazo armado del nacionalismo vasco, heredera de la ideología reaccionaria carlista que cambió en los años 70 por la “liberación nacional” surfeando la ola de la protesta contra la guerra del Vietnam. Y desde luego tampoco ha sido para nada ajena a la intervención de los servicios USA y franceses, además de los españoles. ETA ha canalizado hacia la lucha nacional de una fracción de la burguesía vasca la radicalización de los jóvenes frente al desempleo y a la incapacidad del capitalismo de ofrecerles una perspectiva[2].
La forma de la lucha de la clase obrera en nuestra época es la huelga de masas, organizada en las asambleas, la defensa del internacionalismo y la perspectiva de una nueva sociedad que supere y erradique el capitalismo: el comunismo mundial.
Hasél se reivindica del “tiro en la nuca” y el piolet; pero lo primero es propio de las ejecuciones de los nazis y en general de los ejércitos (incluyendo los del bando democrático) en las guerras imperialistas. En cuanto al piolet es precisamente conocido porque fue así, con un golpe en el cráneo, como Mercader (agente estalinista) mató a Trotsky, una de las más grandes figuras del movimiento obrero. Su muerte permitió que la corriente que representaba, el trotskismo, capitulara y traicionara el internacionalismo tomando partido por la defensa de la URSS en la guerra.
La lucha obrera no puede prescindir de la violencia en su lucha por la destrucción del Estado burgués, que como ha recordado el ministro Ábalos ante los altercados en Barcelona, Valencia y otras ciudades, es el único que tiene el monopolio de la fuerza (en defensa de los intereses de la burguesía -añadimos nosotros); pero la violencia del proletariado es organizada y consciente, con la perspectiva de la toma del poder, la extensión de la revolución y la construcción de la sociedad comunista; es una violencia de masas. La aparición del llamado “terror rojo” en el curso de la revolución en Rusia fue la expresión de la degeneración del “Estado obrero” hacia lo que después se convertiría en el régimen estalinista[3]. Este régimen nada tenía que ver con la liberación del proletariado y sí con el exterminio de su propia población, con la represión más cruel de los propios revolucionarios (por ejemplo, los Procesos de Moscú, etc.).
Para colmo Hasél se reivindica del antifascismo y de la lucha por una “democracia real”.
El antifascismo fue la forma en que la burguesía consiguió derrotar los vestigios de la oleada revolucionaria frente a la 1ª guerra mundial que produjo la revolución rusa y la tentativa revolucionaria en Alemania entre otras. En nombre de la lucha contra el fascismo se arrastró la lucha de la clase obrera al terreno de la guerra imperialista de los aliados contra el Eje de Hitler. Empezando por España, donde la guerra imperialista en el frente de la República contra Franco acabó con la insurrección del proletariado inicialmente contra Franco y contra la República que respondía a sus reivindicaciones con “disparos a la barriga” (en palabras del ilustre presidente Azaña). Y hay que recordar que entonces el partido comunista, junto al POUM e incluso la CNT[4], los continuadores de cuyo legado ideológico ahora están en las filas de Unidas Podemos, tomaron partido por la guerra imperialista contra los trabajadores.
La única corriente que resistió a la presión de los acontecimientos, que hizo de ¡No traicionar! su consigna, fue la Izquierda Comunista, que tuvo el coraje de defender, como hizo la Internacional Comunista frente a la Iª guerra mundial, no tomar partido por ninguno de los bandos imperialistas, denunciando a todos y luchando por la única alternativa posible: la lucha de clase del proletariado en la perspectiva de la revolución mundial.
En cuanto a la lucha por una verdadera democracia en España, conviene recordar que la llamada transición democrática (que dio lugar a lo que hoy se conoce como el régimen del 78) fue una operación de Estado del conjunto de la burguesía, con el apoyo e impulso del bloque USA entonces, y el principal objetivo era responder al desarrollo de las luchas obreras que desde los años 60 se desarrollaban cada vez más masiva y autónomamente, huelgas masivas y asambleas conjuntas que en Vitoria 1976 llegaron a ser asambleas de ciudad[5]. El franquismo solo podía responder con la represión, mientras que la democracia intentaba “torear” las luchas con la intervención sindical y las promesas de la izquierda. Porque sería bueno recordar también que los ancestros de los que ahora están en Unidas Podemos y echan pestes del régimen del 78, colaboraron ampliamente en esa operación. El partido comunista del Sr ministro Alberto Garzón, dirigido por Santiago Carrillo, llamó a la “reconciliación nacional” avalando la reconversión de los antiguos franquistas en modernos demócratas, empezando por el mismísimo Adolfo Suárez. Los partidos extraparlamentarios de la extrema izquierda, trotskistas, maoístas, etc. los restos de los cuales están en la continuidad de los “anticapitalistas” de Unidas Podemos, respaldaron las orientaciones del PC en la calle y las fábricas.
Y es que como decía Lenin, la memoria es revolucionaria, y por eso conviene acordarse de todo esto para ver que efectivamente, Pablo Hasél no representa la lucha de la clase obrera, sino a sus enemigos.
Hic Rhodas 27-2-21
[1] En un próximo artículo vamos a denunciar la campaña de antifascismo y ensalzamiento de la democracia que se está haciendo en torno a Hasél y las manifestaciones “anti represivas” que se han estimulado por instancias del Estado y veremos igualmente que esas movilizaciones no son una respuesta a la represión estatal sino una trampa.
[2] Para lo que es el terrorismo se puede ver, entre otros muchos artículos, El terrorismo, un arma de guerra del capitalismo https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200512/302/el-terrorismo-un-arma-de-guerra-del-capitalismo [50] , sobre quien fue ETA y lo que hay en el conflicto nacionalista vasco se puede consultar, entre otros, Tregua de ETA: para eliminar el terror, la clase obrera debe erradicar el capitalismo https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200605/932/tregua-de-eta-para-eliminar-el-terror-la-clase-obrera-debe-erradicar-el [51] y Conflicto vasco: contra la barbarie de las luchas nacionales la alternativa es la lucha de clases https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200601/396/conflicto-vasco-contra-la-barbarie-de-las-luchas-nacionales-la-alternat [52]
[3] Ver Terror, terrorismo y violencia de clase https://es.internationalism.org/revista-internacional/197806/944/terror-terrorismo-y-violencia-de-clase [53] y Resolución sobre el terror, el terrorismo y la violencia de clase https://es.internationalism.org/revista-internacional/197810/2134/resolucion-sobre-el-terror-el-terrorismo-y-la-violencia-de-clase [54]
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Desde buena parte de la nueva izquierda dominante, el altermundialismo, el “movimiento antiglobalización” etc., como se puede desprender de líderes como Noam Chomsky, se transmite la idea de que el estado surgió como voluntad de los seres humanos, o incluso que es el responsable de las clases sociales. Este concepto del estado lleva a su vez el germen de la idea de que el estado pudiera ser disuelto a voluntad, o de que pudiera ser un instrumento al servicio de “todos”, un instrumento interclasista. La idealización de la que se hace Noam Chomsky respecto al estado queda bien ilustrada en su interpretación de los primeros economistas burgueses y de los hombres de la ilustración. Hablando de Adam Smith nos dice “este entendía que en un mercado en perfecta libertad, conduciría a una perfecta igualdad, no solo de oportunidades sino también de condiciones [……]no nos hemos acercado ni remotamente a esto, porque el estado se ha utilizado tanto como se ha podido.”[1]. Como si cupiera la posibilidad de que el estado no se utilizase, o no se utilizase para determinados intereses y sí para otros. Póngase el caso, como tanto les gusta afirmar a los izquierdistas, “dar un instrumento al pueblo para su emancipación”. En realidad, la idea de que el estado surge por voluntad del ser humano, no nos permite una correcta comprensión de la naturaleza del estado, y tener esto claro es vital de cara a saber a qué nos estamos enfrentando. La idealización del estado surge o tiene su raíz, en el espacio común que supuestamente nos daría el ser ciudadanos, que está al mismo tiempo vinculada al concepto de la democracia. La clase dominante es la primera interesada en hacernos creer, que todos iríamos en un mismo barco, que compartimos intereses comunes como ciudadanos que somos todos. El pueblo, la nación, son conceptos consustanciales al estado y que la burguesía no puede renunciar a ellos. Como decía Maquiavelo el ABC de todo gobernante es hacer creer al resto, que sus intereses coinciden con los tuyos. Y aquí viene una de las primeras características del estado. Que surge no por voluntad, sino por necesidad. El estado es el instrumento de dominio de una clase sobre otra. O, dicho de otro modo, es el órgano que genera toda sociedad dividida en clases con el fin de encauzar las contradicciones y conflictos que genera una sociedad de dicha naturaleza. Que evidentemente se trata de una sociedad violenta muy violenta, como no puede ser de otra manera, una sociedad dividida en clases.
Es el desarrollo de las fuerzas productivas y de la división del trabajo, lo que en un determinado momento genera el estado y no al revés. Y de esto se desprende que mientras existan clases sociales existirá el estado, lo cual nos obliga a pensar en un estado de transición, porque al día siguiente del triunfo de la revolución, seguirán existiendo no solamente el resto de las capas no explotadoras de la sociedad, sino también la burguesía en lucha encarnizada contra el poder que le ha sido arrebatado.
Pero el cómo afrontar este estado de transición y qué es lo que implica, es un problema que todavía nos hará falta más experiencias para poderlo afrontar satisfactoriamente. Podemos abordar unas líneas generales que nos ha dejado en su legado la historia de la clase. La subestimación del problema del estado, seña de identidad de los anarquistas, y que floreció, fruto de la inexperiencia del movimiento obrero, en el marco de la primera internacional: El enfrentamiento dialectico entre marxistas y anarquistas, nos aportó muchas claves en lo que respecta a la naturaleza del estado. Estrechamente ligado a su visión ahistórica, Bakunin negaba el estado de transición, como si este pudiera desaparecer a voluntad. En ese sentido son muy instructivas las aportaciones de todos aquellos que se esforzaron por profundizar en esta cuestión. Friedrich Engels nos dice en su artículo De la autoridad[2]: “Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado político, y con él la autoridad política, desaparecerán como consecuencia de la próxima revolución social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político, trocándose en simples funciones administrativas, llamadas a velar por los verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado político autoritario sea abolido de un plumazo, aun antes de haber sido destruidas las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay [……] ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado esta autoridad del pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?”[3].
Pero indudablemente la experiencia más interesante y la que más lecciones nos aporta es la revolución rusa. Aquí la subestimación del problema del estado se materializa de una forma diferente. Los bolcheviques, en su afán de hacer de la necesidad virtud, creyeron que con unir a la palabra estado el epíteto proletario ya tenían resuelto el problema. Sin duda alguna era la manera más fácil de sortear las dificultades que les venían encima fruto del cada vez más agudo aislamiento de la revolución. El problema es que esta visión lejos de ralentizar la degeneración de la revolución, lo que hizo fue acelerarla. Una visión que venía de la tradición parlamentaria con la que no se supo romper, y que compartían la inmensa mayoría de los revolucionarios de aquel entonces. El partido representa a la clase y por tanto mientras el partido conservara el poder, la revolución estaría asegurada. Hoy en día gracias a esa experiencia, sabemos que eso no es así. No podemos abordar aquí el tema de la relación entre la clase y el partido[4]. No es el cometido de este artículo.
Simplemente unas líneas generales; precisamente porque el partido es solo una parte de la clase, esté no puede tomar el poder en nombre de la clase, por muy avanzado y consciente que sea su vanguardia. Porque el comunismo ni se puede delegar ni decretar, si no que será la obra de todo el proletariado. Detrás de esta visión defendida por los bolcheviques, se encuentra la idea dominante por aquel entonces, de identificar la dictadura del proletariado con el estado. En realidad, el propio término “estado proletario” es una contradicción en sí mismo, puesto que el estado es un ente intrínsecamente conservador. Como hemos visto arriba, tiene como misión amortiguar y encauzar los conflictos sociales, o sea conservar la sociedad tal cual está. Fruto de las lecciones sacadas de la propia historia, no se puede hablar por tanto de un estado proletario, si no de un estado en manos del proletariado. Porque la dictadura del proletariado se debe ejercer sobre el propio estado de transición. El hecho de que la revolución de 1917 fracasara debido fundamentalmente a que esta quedara circunscrita a Rusia, y por tanto sin ningún futuro, puesto que un bastión proletario en mitad del mundo capitalista tiene los días contados: el aislamiento cada vez más brutal al que fue sometido, así como la intervención militar capitalista, unido al afán meramente productivista que se iba imponiendo en el marco de la economía de guerra a las que las circunstancia obligaron, que incluso estableció el sistema Taylor[5] de producción, condujo a un reforzamiento de la cuestión militar en decaimiento de toda cuestión política, facilitando con ello la creación de todo un entramado de organismos que escapaban del control proletario: el consejo superior de economía, la checa, el ejército; institucionalizándose los consejos obreros en el marco de un cada vez más evidente partido-estado, acabado estos convertidos en meras cámaras de ratificación de dicho estado.
Como decía, el hecho de que la revolución rusa fuera destruida debido a la degeneración de esta y no por el aplastamiento manu militari por la burguesía exterior, tuvo un impacto mucho más brutal para el proletariado internacional, porque los bolcheviques haciendo de la necesidad virtud llamaron comunismo a lo que no era otra cosa que capitalismo de estado. En este sentido premonitorias fueron las palabras de Karl Radek en el Kummunist nº1 de abril de 1918[6]: “Si la revolución rusa fuera aplastada por la contrarrevolución burguesa, renacería como el Fénix; si, por el contrario, perdiera su carácter socialista y con ello decepcionara a las masas trabajadoras entonces este golpe tendría consecuencias diez veces más terribles para el futuro de la revolución rusa e internacional”.
Décadas de contrarrevolución basadas en principios comunistas equivocados que dieron como resultado horrores como el estalinismo o el maoísmo atestiguan el valor de estas palabras. El estado es un instrumento de dominio de una clase sobre otra y, por tanto, si no está en manos del proletariado, caerá en manos de otra clase, para ejercerla sobre el proletariado, como lo vimos también en el caso de la experiencia española de julio del 36. Un proletariado abatido, asumido en plena contrarrevolución, como era el proletariado de entreguerras, materializándose su confusión en aquellas semanas del 36, en la formula contradictoria “tenemos el poder, pero no lo queremos”. Es un paradigma de la problemática del estado, cuando el proletariado abatido e influenciado por los cánticos de sirena del anarquismo, se vio totalmente amarrado e imposibilitado de llevar a cabo su misión histórica. El poder, el estado, solo podrá desaparecer, cuando desaparezca la sociedad en clases de la cual ha surgido.
Laro
Como hemos dicho al principio, saludamos calurosamente la contribución del compañero. Manifiesta una preocupación para comprender la perspectiva revolucionaria que posee el proletariado como clase histórica, en un momento en que las generaciones proletarias del presente tienen una gran dificultad para asumir su propia identidad de clase y, en consecuencia, su alternativa revolucionaria.
La reflexión del compañero es profundamente militante como lo prueba el punto de partida de su escrito: una denuncia clara de la visión falsa y mistificadora del Estado que propaga la ideología burguesa y que repiten como papagayos los servidores izquierdistas del Capital, incluidos individuos que se reclaman de un anarquismo radical como Noam Chomsky.
El compañero deja claro que el Estado no nace de la “voluntad de los seres humanos”, sino que es “el instrumento de dominio de una clase sobre otra. O, dicho de otro modo, es el órgano que genera toda sociedad dividida en clases con el fin de encauzar las contradicciones y conflictos que genera una sociedad de dicha naturaleza”.
El compañero partiendo de este marco de análisis ve inevitable la existencia de un Estado en el periodo de transición del capitalismo al comunismo, pero, precisa con rotundidad que este estado jamás será “proletario”: “el propio término “estado proletario” es una contradicción en sí mismo, puesto que el estado es un ente intrínsecamente conservador. Como hemos visto arriba, tiene como misión amortiguar y encauzar los conflictos sociales, o sea conservar la sociedad tal cual está. Fruto de las lecciones sacadas de la propia historia, no se puede hablar por tanto de un estado proletario, si no de un estado en manos del proletariado”.
El compañero sigue el método histórico para considerar el problema del Estado en la revolución comunista refiriéndose a la Comuna de París y muy especialmente a la revolución en Rusia 1917, que nos da un material riquísimo para armarnos sobre la cuestión cara al futuro[7].
Si compartimos las conclusiones que saca el compañero, queremos, sin embargo, hacer dos precisiones que nos parecen necesarias para proseguir la clarificación.
Respecto de la experiencia de la revolución rusa el compañero dice “la subestimación del problema del estado se materializa de una forma diferente. Los bolcheviques, en su afán de hacer de la necesidad virtud, creyeron que con unir a la palabra estado el epíteto proletario ya tenían resuelto el problema”.
Si bien es cierto que hubo indudables confusiones en los bolcheviques -compartidas en realidad por todo el movimiento obrero de la época[8]- estos realizaron un esfuerzo por plantear la cuestión del Estado, antes de la toma del poder por los soviets en octubre de 1917. Lenin consagró muchas horas de agosto 1917 en su forzado exilio en Finlandia, a su obra El Estado y la Revolución[9]. Una obra que sigue el método vital de reapropiarse críticamente todo lo que previamente el movimiento obrero -y especialmente Marx y Engels- había desarrollado sobre la cuestión. En este marco Lenin aporta algo crucial: el Estado burgués hay que destruirlo mediante una revolución violenta mientras que el Estado del periodo de transición debe ser extinguido por la acción consciente y organizada del proletariado a través de los Consejos Obreros.
En 1921 en el debate sobre los sindicatos, Lenin señala que los obreros deben hacer huelga contra “su estado” pues este puede escapársele de las manos, y, posteriormente, trata de reflexionar sobre el problema del Estado “proletario” argumentando que este es como un “automóvil que va por su propio camino a espaldas de la voluntad de su conductor”.
Creemos que, más allá de sus limitaciones y de su degeneración oportunista, muy acusada a partir de 1920-21, el partido bolchevique no trató de forma tan simplista la cuestión del Estado y, especialmente mediante el trabajo de Lenin, hizo esfuerzos de clarificación del problema[10].
Hay un pasaje que pensamos está en contradicción con todo lo que muy acertadamente el compañero desarrolla: “Décadas de contrarrevolución basadas en principios comunistas equivocados que dieron como resultado horrores como el estalinismo o el maoísmo atestiguan el valor de estas palabras”.
No fueron “principios comunistas equivocados” los que produjeron la contrarrevolución sino la traición de esos principios, su abandono y falsificación descarados. Como muy justamente el compañero señala “El hecho de que la revolución de 1917 fracasara debido fundamentalmente a que esta quedara circunscrita a Rusia, y por tanto sin ningún futuro, puesto que un bastión proletario en mitad del mundo capitalista tiene los días contados”. La contrarrevolución emergió del aislamiento de la revolución en Rusia, sin embargo, fue ejecutada desde el propio estado surgido tras la revolución -el estado soviético- y por el partido bolchevique que acabó siendo absorbido por ese estado, lo cual, como señala el compañero fue trágico para el proletariado mundial y sus consecuencias aún las seguimos soportando: “el hecho de que la revolución rusa fuera destruida debido a la degeneración de esta y no por el aplastamiento manu militari por la burguesía exterior, tuvo un impacto mucho más brutal para el proletariado internacional”.
Está claro que la conciencia comunista se desarrolló de manera insuficiente cara a todos los problemas que planteaba la oleada revolucionaria mundial de 1917-23 y la experiencia de la revolución en Rusia. Es igualmente evidente que los revolucionarios cometieron errores -los cuales, como dijo Trotski, “pueden pagarse con montañas de cadáveres”, pero es importante dejar claro que el vector de la contrarrevolución no fueron los errores o las insuficiencias de los comunistas, sino la traición perpetrada por la fracción en torno a Stalin que se materializó en la monstruosidad del “socialismo en un solo país”. Por ello, lo que hubo en la URSS o ulteriormente en China, Cuba, Corea del Norte etc., es la expresión de un capitalismo de Estado envuelto en las banderas del “comunismo”.
CCI 25-2-21
[1] Extraído de una entrevista a Noam Chomsky, en el marco de una obra más amplia con otras entrevistas hechas a este y artículos suyos que lleva por título Lucha de clases. Este libro puede encontrarse en su versión española en www.planetadelibros.com/libro-lucha-de-clases/115913 [59].
[3] La comuna de Paris, 18 de marzo – 28 de mayo de 1871. Fue la primera vez en la historia en que el proletariado tomaba el poder en sus manos. A pesar de su corta duración se sacaron valiosas lecciones de ella. Karl Marx profundiza en esta experiencia en su obra La Guerra civil en Francia https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm [61]
[4] Ver el texto El partido y sus lazos con la clase https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/892/el-partido-y-sus-lazos-con-la-clase [62]
[5] El sistema propio de los países capitalistas, que pagan al trabajador por el número de piezas realizadas por horas. Establecido en mayo de 1918 en el marco del llamado “comunismo de guerra”, y que puso la bases para el desarrollo de un capitalismo de estado, que supuso una explotación del proletariado sin precedentes.
[6] Kommunist, (El Comunista). Publicación en torno a la cual se constituyó la primera facción de izquierda comunista en el interior del partido comunista ruso. Se publicaron cuatro números de abril a junio de 1918. No se pudo publicar más porque la revista fue clausurada y el grupo disuelto en nombre de la “unidad del partido”
[7] Hemos escrito numerosos textos sobre esta cuestión. El último fruto precisamente de un debate con compañeros de América del Sur: Debate sobre el comunismo y el periodo de transición del capitalismo al comunismo https://es.internationalism.org/content/4459/debate-sobre-el-comunismo-y-el-periodo-de-transicion-del-capitalismo-al-comunismo [63] . Del mismo modo, una recopilación de textos sobre el tema se puede encontrar en El Estado en el periodo de transición del capitalismo al comunismo https://es.internationalism.org/series/488 [64]
[8] Cabe señalar que solamente Pannehoek en 1912 había hecho una contribución sobre el tema. Sin embargo, Rosa Luxemburgo no abordó la cuestión, así como otros revolucionarios de la izquierda de la Segunda Internacional, Lenin denuncia en el Estado y la Revolución que el oportunismo en la 2ª Internacional enterró a muchos metros de profundidad las contribuciones inapreciables de Marx y Engels sobre la cuestión del Estado.
[9] Ver «El Estado y la revolución» (Lenin) - Una brillante confirmación del marxismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199712/1217/ii-el-estado-y-la-revolucion-lenin-una-brillante-confirmacion-del- [65]
[10] Ver VIII - La comprensión de la derrota de la Revolución Rusa (1) - 1918: la Revolución critica sus errores https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1153/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1-1918-la- [66] VIII - La comprensión de la derrota de la Revolución Rusa (2) - 1921: el proletariado y el Estado de transición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200007/3479/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-2-1921-el- [67] y VIII - La comprensión de la derrota de la Revolución rusa - 1922-23: Las fracciones comunistas se enfrentan a la contrarrevolución en alza (3) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200010/985/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1922-23-las [68]
La pandemia golpea brutalmente a toda la población y especialmente a la clase obrera. Actualmente hay 118 millones de infectados, 2,6 millones de muertos en el mundo y un país como Italia ha franqueado la cifra dolorosa de las 100 mil defunciones. Pero otra amenaza terrible se perfila: la agravación de la crisis económica, con más de 50 millones de desempleados solamente en Estados Unidos.
Frente a esta avalancha ¿como va a responder la clase obrera? ¿cómo puede responder? Para ello no solamente queremos basarnos en las respuestas recientes (las luchas en Francia a finales de 2019 o las movilizaciones en fábricas y centros de trabajo de Italia, Francia, USA al principio de la pandemia), sino sobre todo en la naturaleza del proletariado como clase histórica y en su experiencia histórica. “No se trata de saber lo que tal o cual proletario, o aun el proletariado integro, se propone momentáneamente como fin. Se trata de saber lo que el proletariado es y lo que debe históricamente hacer de acuerdo a su ser. Su finalidad y su acción histórica le están trazadas, de manera tangible e irrevocable, en su propia situación de existencia, como en toda la organización de la sociedad burguesa actual” (La Sagrada Familia, Marx y Engels).
Para preparar esta reunión, los participantes pueden consultar el siguiente texto:
Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases (23 congreso de la CCI) https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [46]
La reunión pública se llevará por Internet el sábado 27 de marzo a las 18 horas de Europa (12 horas Lima; 14 horas Santiago de Chile; 11 horas México; 14 horas Buenos Aires).
Todos los que deseen participar pueden hacerlos enviando un mensaje a: [email protected] [72] , o a la sección de Contacto de nuestro sitio Web es.internationalism.org
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/debate_interno_ccii_situacion_internacional.pdf
[2] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[3] https://www.marxists.org/espanol/tematica/internacionales/comintern/4-Primeros3-Inter-2-edic.pdf
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[5] https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida
[6] https://es.internationalism.org/content/2318/un-ano-de-luchas-obreras-en-polonia
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/198007/2307/huelga-de-masas-en-polonia-se-ha-abierto-una-nueva-brecha
[8] https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace-40-anos-el-proletariado-mundial-retomaba-de-nuevo-la-huelga
[9] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole
[10] https://es.internationalism.org/content/3482/espana-y-cataluna-dos-patrias-para-imponer-la-miseria
[11] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[12] https://es.internationalism.org/files/es/hasel_2.pdf
[13] https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i
[14] https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos
[15] https://es.internationalism.org/content/4625/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-iii-la-trampa-esta
[16] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4262/cataluna-espana-los-proletarios-no-tienen-patria
[17] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201710/4240/enfrentamientos-en-cataluna-el-pasado-reaccionario-esta-en-la-democrac
[18] https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista
[19] https://es.internationalism.org/content/4655/pablo-hasel-no-representa-la-lucha-de-la-clase-obrera-sino-sus-enemigos
[20] https://www.elconfidencial.com/espana/2021-02-25/el-juez-imputa-victima-de-la-paliza-policias-en-linares_2964095/
[21] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/10991816/01/21/CCOO-y-UGT-anuncian-movilizaciones-para-que-el-Gobierno-suba-el-SMI-y-derogue-la-reforma-laboral.html
[22] https://www.elsaltodiario.com/tribuna/carta-cuixart-hasel-siempre-adelante
[23] https://www.todocoleccion.net/militaria-guerra-civil/propaganda-politica-rebeldes-asturias-rendios~x30793654
[24] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1193/china-eslabon-del-imperialismo-mundial-iii-el-maoismo-un-engendro-
[25] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200704/1823/china-1928-1949-i-eslabon-de-la-guerra-imperialista
[26] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1779/china-1928-1949-ii-un-eslabon-de-la-guerra-imperialista
[27] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[28] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[29] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/situacion-politica-1
[30] https://es.internationalism.org/tag/2/32/el-frente-unido
[31] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/antifascismo
[32] https://es.internationalism.org/files/es/izquierda_y_nazismo.pdf
[33] https://www.lahaine.org/mundo.php/liberalismo-y-fascismo-socios-criminales
[34] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana
[35] https://es.internationalism.org/content/4373/lista-de-articulos-sobre-la-tentativa-revolucionaria-en-alemania-1918-23
[36] https://es.internationalism.org/cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb
[37] https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_de_Weimar
[38] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199301/3150/documento-el-aplastamiento-del-proletariado-aleman-y-la-ascension-
[39] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197704/111/origenes-economicos-politicos-y-sociales-del-fascismo
[40] https://es.wikipedia.org/wiki/Ascenso_de_Adolf_Hitler_al_poder#Maniobras_hacia_el_poder_(1925%E2%80%931930)
[41] https://es.internationalism.org/tag/2/36/los-falsos-partidos-obreros
[42] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/fascismo
[43] https://es.internationalism.org/files/es/paraguay.pdf
[44] https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo
[45] https://es.internationalism.org/content/4632/huelga-de-los-obreros-de-la-agroindustria-en-peru
[46] https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019
[47] https://es.internationalism.org/tag/2/31/el-engano-del-parlamentarismo
[48] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/salud-epidemias-pandemias
[49] https://es.internationalism.org/files/es/pablo_hasel_no_representa_la_lucha_de_la_clase_obrera.pdf
[50] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200512/302/el-terrorismo-un-arma-de-guerra-del-capitalismo
[51] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200605/932/tregua-de-eta-para-eliminar-el-terror-la-clase-obrera-debe-erradicar-el
[52] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200601/396/conflicto-vasco-contra-la-barbarie-de-las-luchas-nacionales-la-alternat
[53] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197806/944/terror-terrorismo-y-violencia-de-clase
[54] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197810/2134/resolucion-sobre-el-terror-el-terrorismo-y-la-violencia-de-clase
[55] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200007/772/anarquismo-y-comunismo-los-amigos-de-durruti-lecciones-de-una-ruptu
[56] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200101/3244/documento-j-rebull-poum-sobre-las-jornadas-de-mayo-del-37-en-barce
[57] https://es.internationalism.org/content/4144/hace-40-anos-la-naciente-democracia-espanola-se-estreno-con-los-asesinatos-de-obreros
[58] https://es.internationalism.org/files/es/reflexiones_sobre_la_problematica_del_estado_de_transicion.pdf
[59] http://www.planetadelibros.com/libro-lucha-de-clases/115913
[60] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/1873auto.htm
[61] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm
[62] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/892/el-partido-y-sus-lazos-con-la-clase
[63] https://es.internationalism.org/content/4459/debate-sobre-el-comunismo-y-el-periodo-de-transicion-del-capitalismo-al-comunismo
[64] https://es.internationalism.org/series/488
[65] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199712/1217/ii-el-estado-y-la-revolucion-lenin-una-brillante-confirmacion-del-
[66] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1153/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1-1918-la-
[67] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200007/3479/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-2-1921-el-
[68] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200010/985/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1922-23-las
[69] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[70] https://es.internationalism.org/tag/2/38/la-dictadura-del-proletariado
[71] https://es.internationalism.org/tag/3/42/comunismo
[72] mailto:[email protected]
[73] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[74] https://es.internationalism.org/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado