El año 2004 ha acabado con una inmensa tragedia humana en Asia del Sur. Un terremoto de violencia excepcional ha provocado un maremoto en el Océano Indico que ha devastado, al menos, una decena de países ribereños. En pocas horas, los tsunamis han provocado más de 160.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, centenas de miles de heridos y cinco millones de desplazados. Este terrible balance es desgraciadamente provisional ya que en numerosos países, en particular Indonesia, Tailandia y Sri Lanka, muchas zonas no son accesibles al estar totalmente destruidas las redes de transporte.
En estas regiones costeras, ciudades enteras han sido arrasadas, centenares de barcos de pesca se han hundido y, las aguas y el fango han arrasado casi todo, dejando a más de cinco millones de personas sin hogar, comida o agua potable, lo que va a provocar un número aún mucho mayor de víctimas. De hecho las organizaciones humanitarias ya han hablado de las nuevas miles de víctimas que va a provocar el estallido de las epidemias mortales. Una vez más son las capas más pobres de la población, y entre ellas el proletariado que trabaja en la industria del turismo, las principales víctimas de esta tragedia.
Como sucede ante cada catástrofe de este tipo, se invoca ante todo la impotencia de los hombres ante los “designios de la madre naturaleza”, la mala suerte o la fatalidad, e incluso la pobreza de los países siniestrados que no podrían adquirir los medios técnicos para prevenir tales cataclismos. ¡ Engaños y mentiras!.
¿ Porqué y como un fenómeno natural y bien conocido como son los maremotos ha podido en tan pocas horas transformarse en una catástrofe social de tal envergadura?.
Evidentemente no se puede acusar al capitalismo de ser el responsable del terremoto que ha provocado el terrible maremoto. Sin embargo, si que se puede y debe responsabilizarse a los gobiernos de estos países y a sus homólogos occidentales de la total negligencia e irresponsabilidad que han conducido a esta inmensa catástrofe humana. Todos sabían que esta región del globo esta especialmente expuesta a los movimientos sísmicos.
“... Los expertos locales, sin embargo, sabían que podría ocurrir un drama. A mediados de Diciembre, en el contexto de una reunión de físicos en Yakarta, sismólogos indonesios plantearon tal eventualidad a un experto francés porque eran perfectamente conscientes del peligro de maremotos ya que se estaban produciendo permanentemente terremotos en la región...” (Liberación, 31/12/04).
No sólo los expertos estaban al corriente, además, el ex director del centro Internacional de Información sobre Maremotos en Hawai, George Pararas-Carayannis, dijo claramente que un gran terremoto se había producido 2 días antes de la catástrofe del 26 de Diciembre. “...El Océano Indico dispone de infraestructuras de base para las mediciones sísmicas y las comunicaciones. Nadie debería sorprenderse, ya que hubo un terremoto de magnitud 8,1 el día 24 de Diciembre. Esto debería haber alertado a las autoridades. Pero ante todo ha faltado, de entrada la falta de voluntad política en los países concernidos y una coordinación internacional a escala de la que está construida en el Pacífico....” (Liberación, 28/12/04).
¡ Nadie debía sorprenderse y sin embargo lo más terrible ha ocurrido. Pero la negligencia de las clases dominantes no se detiene aquí!.
Así, cuando el centro americano de meteorología de Hawai anunció rápidamente a 26 países, quince minutos después del seismo, la posibilidad de maremotos cerca del epicentro, la agencia de meteorología de Japón no envío la información a sus vecinos, porque el boletín americano era bastante tranquilizador ante posibles efectos en Japón.
En India, el Cuartel General de la Armada recibió la información, pero esta quedó paralizada en una maraña muy jerárquica y burocrática. El fax de alerta se perdió por el camino ya que el departamento de meteorología no recibió el fax del Ministerio de la Ciencia: ¡con las nuevas elecciones de Mayo de 2004 se había cambiado de responsables y nadie quería hacerse cargo de la “mala noticia”!. “...El mismo escenario se produce en Tailandia en donde el departamento de meteorología no se decidió a lanzar la alerta nacional por miedo a provocar un inútil miedo generalizado. Sabían, por tanto, que un terremoto de gran amplitud se había producido a las 8h10m a.m., mucho antes de que el maremoto golpeara con furia las costas de Phuket...” (Liberación, 31/12/04).
La simple prudencia (sin contar con el principio de precaución) recomendaba alertar a las poblaciones. Incluso sin disponer de los medios técnicos de Estados Unidos o Japón, había suficiente información disponible sobre la catástrofe en curso para actuar y intentar evitar esta salvaje masacre.
¡ No estamos pues ante una negligencia, sino ante una política criminal que revela el profundo desprecio de las clases dominantes por la población y el proletariado que son las principales víctimas de la política burguesa que desarrollan todos los gobiernos locales!. De hecho hoy ya se reconoce de forma oficial, aunque a regañadientes, que no se lanzó la alerta oficial para no.....inquietar al sector turístico. Con otras palabras, para defender unos sórdidos intereses económicos y financieros han sido sacrificados decenas de miles de personas.
Esta irresponsabilidad de los Gobiernos es una nueva ilustración del modo de vida de esta clase de bandidos que gestiona la vida y la actividad productiva de la sociedad. Los Estados burgueses están dispuestos a sacrificar las vidas humanas que haga falta, si ello es necesario para preservar la explotación y los beneficios capitalistas.
Siempre son los intereses capitalistas los que dictan la política de la clase dominante y, en el capitalismo, la prevención no es una actividad rentable como reconocen hoy día todos los medios de comunicación: “....Los países de la región han hecho hasta ahora oídos sordos sobre la necesidad de poner en pie un sistema de alerta por los altos costes financieros que ello supondría. Según los expertos, un dispositivo de alerta costaría decenas de millones de dólares, pero permitiría salvar decenas de miles de vidas humanas...” (Les Echos, 30/12/2004).
Cuando vemos en los largos reportajes televisados, estas decenas de miles de muertos, las familias diezmadas, los niños huérfanos, no podemos evitar sentirnos indignados al escuchar las declaraciones de los responsables de estas masacres anunciar, con un cinismo sin limites, que desde ahora quieren hacer todo lo posible para dotar al continente asiático de un sistema de detección de terremotos y maremotos como los que tienen los Estados Unidos y Japón.
El drama humano que acaba de vivirse en Asia del Sur es una nueva manifestación de la barbarie horrorosa de un sistema que conduce a la humanidad a su perdida. Sin duda es este sistema decadente el verdadero responsable de las catástrofes que se producen a repetición a lo largo y ancho del planeta. El año pasado un terremoto en Irán provocó decenas de miles de muertos, y poco antes lo mismo había ocurrido en Turquía, Armenia, ....Se obliga a vivir a las poblaciones en zonas sísmicas en construcciones precarias, mientras que existen de sobras y desde hace mucho tiempo medios técnicos para evitar que estos fenómenos naturales provoquen catástrofes sociales.
Si el maremoto del Océano Indico ha provocado también innumerables víctimas entre los turistas ha sido por que el capitalismo ha desarrollado complejos turísticos de forma totalmente anárquica, en particular, destruyendo las barreras naturales que constituían una protección capaz de atenuar la fuerza de las olas y los proyectiles de objetos que estas pudieran lanzar.
Esta misma realidad aberrante la encontramos en los países industrializados cuando observamos como se construyen edificaciones en zonas potencialmente inundables y por tanto potencialmente peligros para la población.
Más que nunca, el capitalismo porque esta basado en la búsqueda desenfrenada del beneficio y la rentabilidad y no por la satisfacción de las necesidades humanas, no puede engendrar más que nuevas y más mortíferas catástrofes. Mientas que en época de desarrollo del capitalismo hubo el florecimiento de un formidable potencial tecnológico e industrial que tendía ha poder proporcionar un cierto control de la naturaleza, en la fase de decadencia del sistema en la que vivimos, este no es capaz de hacer avanzar a la humanidad, de hacerla progresar. Al contrario, es la naturaleza la que parece volver a “reclamar sus derechos” mientas que el desarrollo de la tecnología permitiría vivir a la humanidad en armonía con la naturaleza.
El capitalismo es actualmente un sistema social en descomposición. Se ha convertido en un obstáculo y en una amenaza para la supervivencia de la especie humana. A las explicaciones parciales, pero sobre todo falsas y malintencionadas y cínicas de la clase dominante, los revolucionarios queremos contraponer un análisis marxista de estos acontecimientos.
“....A medida que el capitalismo se desarrolla más se descomponen sus bases, prostituye cada vez más esta técnica que podría ser liberadora pero que esta sujeta y regida por las necesidades de la explotación, de dominación y de pillaje imperialista, hasta el punto de llegar a transmitir toda su podredumbre y volverla contra la especie humana (...) En todas las esferas de la vida social y cotidiana en las fases ‘pacificas’ que nos quiere consentir entre dos masacres imperialistas o dos operaciones de represión, el capital aguijoneado sin tregua por la búsqueda incesante de una mayor tasa de beneficio, paraliza, envenena, asfixia y mutila, a los individuos por medio de una técnica prostituida (...) El capitalismo no es inocente de las catástrofes llamadas ‘naturales’. Sin ignoran que existen fuerzas en la naturaleza que escapan a la acción e influencia humanas, el marxismo ha demostrado que las catástrofes han sido provocadas y agravadas por causas sociales (...) No sólo la civilización burguesa puede provocar directamente estas catástrofes por su deseo insaciable de beneficio y por la influencia dominante de este sobre la maquinaria administrativa (...) , lo más grave es que se demuestra incapaz de organizar una protección eficaz en la medida en que la prevención no es una actividad rentable....” (Amadeo Bordiga, Especie humana y corteza terrestre).
Ante la gravedad de la catástrofe han hecho falta varios días para que la burguesía internacional se movilizara y enviara ayuda a los países necesitados por la tragedia. A menudo sucede que estos medios no pueden utilizarse rápidamente: así, un hospital de campaña enviado por Francia a Indonesia está dos semanas sin utilizarse ya que no hay helicópteros de transporte capaces de llevarlo a su destino con el material médico.
Cuando se trata de defender sus intereses imperialistas, en las guerras supuestamente “humanitarias” todos los Estados hacen gala de una rapidez extrema para enviar sus tropas, materiales e ingenios de hacer muerte cada vez más sofisticados, artilugios que matan a la población civil y siembran la muerte a lo largo y ancho del planeta. Es más, todos los bandidos capitalistas han demostrado no tener el menor prejuicio en invertir sumas fabulosas de dinero en la producción de armamento capaz de destruir países enteros.
Sin embargo, la ayuda financiera aportada en un primer momento por los gobiernos de todos los países, y sobre todo por los desarrollados, ha sido tan ridícula que el secretario adjunto de la ONU, Jan England ha tratado de tacaña a la “comunidad internacional”.
Ante la amplitud del desastre, los diferentes Estados capitalistas se han comportado como verdaderos buitres carroñeros, haciendo pujas para ver cual de ellos aparecía como el más “generoso” frente a todos sus rivales.
Así, los Estados Unidos han propuesto 350 millones de dólares en lugar de los 35 inicialmente anunciados (mientras que gastan hoy día 1 millones de dólares por semana en la guerra en Irak un, la misma cantidad al mes en la guerra de Afganistán!!!), Japón aporta 500 millones y la Unión Europea 436 millones. Francia creyó en un momento dado, con sus 50 millones, haberse colocado a la cabeza de los países donantes (mientras que sus intervenciones militares le cuestan 1000 millones de dólares por año ); después vino la carrera por el récord entre Australia, Inglaterra, Alemania, etc...
Cada vez, como en si de una subasta se tratara, tal o tal Estado propone ofrecer una suma mayor de dinero que sus rivales.
Esta sobrepuja verbal es absolutamente vergonzosa y no es más que una mascarada ya que las promesas de ahora son seguidas, demasiado a menudo, por ningún efecto real. Así, queremos recordar que esta “comunidad internacional” de bandidos capitalistas prometió 115 millones de dólares de ayuda tras el terremoto que asoló Irán en Diciembre de 2003 y Teherán ha recibido a día de hoy tan solo 17 millones de dólares. Lo mismo ha ocurrido en Liberia: 1000 millones prometidos y 70 realmente entregados.
Los ejemplos pueden ser muchos más sin contar con los conflictos que están asolando países y regiones enteras, como es el caso de Darfour o el Congo, con dramas humanos verdaderamente terribles, pero sin ni siquiera “derecho a promesas de ayuda humanitaria”.
En cuanto a otra de las promesas, la moratoria de la deuda externa de los países afectados, no es más que un globo que se deshinchará rápidamente porque se trata simplemente de retrasar las fechas del pago de los intereses de la deuda y no la condonación de las mismas. Por otra parte, los cinco países más endeudados de entre los afectados por el maremoto deberán devolver más de 32000 millones de dólares solo el año próximo, es decir, 6 veces más de lo que podrán recibir en concepto de “ayuda humanitaria” (en realidad recibirán menos como hemos visto en los ejemplos citados más arriba). Evidentemente estos países so gozan , por el momento, del “privilegio” de estar ocupados por las tropas de los Estados Unidos, de ser así, se les hubiera anulado pura y simplemente la deuda.
La burguesía miente sobre su “ayuda humanitaria” para esconder los verdaderos objetivos de esta sobrepuja de “buena voluntad y ayuda” entre los bandidos capitalistas. La “ayuda humanitaria” de los Gobiernos no es en realidad más que un pretexto para esconder sus apetitos imperialistas.Tras la cortina de humo ideológica de la propaganda humanitaria, es significativo ver como cada Estado se ha lanzado también a una alocada carrera para ver que diplomáticos llegaban antes que los otros, en competencia descarada, cuando en realidad ante un desastre así necesita de la coordinación internacional de las ayudas. En realidad, cada potencia imperialista, cada burguesía nacional, defienden sus propios intereses en una región que representa un enclave estratégico y militar muy importante.
Las profundas divergencias de intereses entre los diferentes Estados imperialistas manifestadas a propósito de Afganistán o Irak, se han vuelto a manifestar. Así, Francia envía a su Ministro de Asuntos Exteriores con un avión lleno de medicamentos y anunciando que Chirac, con el apoyo de Alemania, propone crear una “fuerza humanitaria de reacción rápida”, fuerza que sería controlada por los estados europeos, pero al “servicio” de la ONU.La réplica americana no se ha hecho esperar: no solamente los Estados Unidos han enviado barcos, aviones y tropas militares al Océano Indico, han anunciado al mismo tiempo su propuesta de creación de una “coalición internacional humanitaria” ( con Australia, Japón y India) para “coordinar las ayudas”.
Como en la guerra de Irak, la política americana consiste en mostrar a las otras potencias rivales que los Estados Unidos son el patrón y que, también en estas circunstancias, van a defender su liderazgo. El secretario de Estado, Colin Powell, y el hermano del presidente Bush han sido enviados al lugar de la tragedia para exaltar la eficacia de “los valores americanos en acción”. Colin Powell que fue el comandante en jefe de las tropas americanas en la primera guerra del Golfo y que, no dudó en masacrar a los soldados iraquíes heridos en al primera línea de fuego, ha tenido al cara dura de dejar caer unas lagrimas de cocodrilo cuando sobrevolaba en helicóptero la región de Banda Aceh, declarando lo siguiente: “ he estado en la guerra, he sufrido huracanes y tornados en otras operaciones de ayuda. Pero jamás había visto nada así...” (Liberación, 06/01/2005).
Todas estas divergencias entre las grandes potencias imperialistas, pugnas en las que cada Estado intenta sacar la máxima ventaja en su favor, dice mucho sobre la realidad de la preocupación “humanitaria” de estos buitres capitalistas. Como subrayaba un responsable americano: “...es una tragedia, pero también una oportunidad que debemos intentar aprovechar. Una ayuda rápida y generosa de los Estados Unidos podría ayudar a mejorar las relaciones con los países asiáticos...”.
Teniendo en cuenta la importancia estratégica de Indonesia en el océano Indico, es evidente que los Estados Unidos intentarán aprovechar la catástrofe para poder implantarse militarmente ( los militares indonesios rechazaron a Washintong ya que USA les reprochaba la injerencia y los excesos cometidos por el Ejercito indonesio en Timor oriental). Por otra parte, su “ayuda humanitaria” en Sri Lanka ha tomado la forma de un “desembarco” de carros anfibios evidentemente “pacíficos” ( y no armados, según un oficial) que tendrían por misión “no destruir” sino “ayudar a la población”.
Por su parte, los Estados europeos, también han intentado estar militar y diplomáticamente presentes en la región. China, intenta hacer valer sus ambiciones de gendarme del continente asiático y se enfrenta abiertamente a las ambiciones de Japón. Y si el Estado indio ha rechazado cualquier tipo de ayuda extranjera, dejando morir como ratas a muchas personas, es porque pretende consolidarse como potencia regional a tomar en cuenta .
He aquí lo que se esconde tras la cacofonía de discursos “humanitarios” de la burguesía mundial: la defensa de sórdidos intereses imperialistas ¡ La indecencia y la hipocresía sin limite de la clase burguesa que dirige el mundo es verdaderamente nauseabunda!.
Una vez más, debemos destacar que es el capitalismo y su supervivencia una verdadera catástrofe para la humanidad, con su ley del valor y su clase dominante, capaz de contabilizar muertos al tiempo que prepara nuevos episodios de barbarie. Al mismo tiempo que las olas gigantes devoraban a miles de personas, se exacerba el caos en Afganistán, crecen sin limite el número de atentados en Irak o Palestina, y se extiende el hambre en Darfour y las masacres en el Congo.
Esta espiral sangrante nos indica que el capitalismo solo puede ofrecer a la humanidad como perspectiva su destrucción a través de catástrofes cada vez más mortíferas, de guerra cada vez más barbaras, de miseria, hambre y epidemias. Una destrucción del planeta pedazo a pedazo es lo único cierto que nos ofrece esta sistema podrido.
Ante una tragedia humana de tales dimensiones, los revolucionarios y el conjunto del proletariado mundial deben manifestar, alto y fuerte, su solidaridad de clase con las víctimas.
No pueden más que saludar el impulso de solidaridad humana que a nivel planetario se ha manifestado inmediatamente. Sin esperar ayuda, los supervivientes se han ayudado mutuamente, tanto las poblaciones asiáticas hacia los turistas, como los turistas hacia la población local. Espontáneamente, millones de personas y sobre todos los proletarios de todos los países, han propuesto enviar alimentos, ropa y donaciones financieras.
Pero esta solidaridad natural, que esta en la base misma de la existencia social y de la preservación de la especie humana, ha sido inmediatamente recuperada por la clase dominante y sus ONGs.
El rodillo compresor de la información mediática y las espeluznantes escenas mil veces repetidas, tiene como función evitar la reflexión sobre las causas de esta catástrofe social.
Ya que somos “impotentes” ante tales acontecimientos, la única cosa que podemos hacer, nos dice la burguesía a través de sus medios de propaganda y sus “especialistas en ayuda humanitaria”, es efectuar donaciones a tal o cual ONG y asegurarnos de que el dinero llega efectivamente a las poblaciones siniestradas.
Estas organizaciones “no gubernamentales” han dado pruebas una vez más de estar siempre al servicio de sus Gobiernos respectivos. Es suficiente con observar el lío que tienen montado en el lugar mismo del drama: cada televisión nacional hace la promoción de tal o cual ONG, en función de su país de origen, ya que estas están encargadas de defender los intereses contrapuestos de tal o cual Gobierno, en detrimento o contra otras ONGs. Así, la solidaridad en boca de la burguesía, se convierte en detestable chovinismo.
La indignación de la clase obrera ante este drama, su solidaridad espontanea con las víctimas ha sido manipulada y desviada por la clase dominante hacia una innoble campaña de intoxicación “humanitaria”. Gracias a sus ONGs, la burguesía la burguesía transforma esta voluntad real de solidaridad y generosidad en una miserable campaña de caridad. A través de las peticiones de ayuda financiera para apoyar a los países siniestrados, los Estados burgueses han organizado un verdadera operación de secuestro, destilando en el seno de la población mundial, y en especial entre la clase obrera, el sentimiento de darse “una buena conciencia” aportando una pequeña contribución a la “ayuda humanitaria” de los gobiernos.
Esta campaña alimentada permanentemente por las emisiones diarias de televisión, es una verdadera matraca ideológica que intenta confundir las conciencias, e impedir reflexionar a los proletarios sobre las causas reales de la catástrofe. Y, intentado impedir que los proletarios comprendan que el capitalismo es el único responsable, intentan desnaturalizar su solidaridad de clase y desviarla a un callejón sin salida.
La solidaridad de la clase obrera no puede limitarse como nos quieren hacer creer las ONGs, a una simple acción caritativa. Por una parte, las donaciones financieras no son más que una gota de agua en el océano vista la amplitud del desastre. Y, por otra parte, las sumas recolectadas no pueden en modo alguno compensar las perdidas y la desesperación de todos estos hombres, mujeres y niños que han perdido a sus seres queridos, que jamás podrán ser recuperados, puesto que han sido enterrados a toda prisa en fosas comunes, sin derecho a una sepultura.
El dinero no puede reparar lo irreparable: ¡no ha sido nunca un remedio contra el sufrimiento moral!.
En fin, estos gestos de solidaridad financiera no pueden resolver el problema en su raíz: no pueden impedir en modo alguno la repetición de nuevas catástrofes en otras regiones del mundo.
Por eso la solidaridad de clase del proletariado no puede ser la de los curas, del “Apoyo católico”, ni de las ONGs.
La solidaridad de los proletarios no tiene como objetivo obtener “buena conciencia” o salvar su alma cediendo al sentimiento de culpabilidad que nos quiere inculcar la clase dominante.
La solidaridad de la clase obrera solo puede desarrollarse a partir de la denuncia del único culpable de esta cataclismo: ¡la clase burguesa que dirige el sistema capitalista! .
Los proletarios del mundo entero deben comprender que, desarrollando su combate contra la burguesía, acabando con este sistema criminal, son los únicos que pueden rendir un verdadero homenaje a los muertos de esta y tantas masacres, a todas las vidas humanas sacrificadas sobre el altar capitalista, en el nombre de la ley del beneficio y la rentabilidad. Deben desarrollar sus luchas y su propia solidaridad contra todos los Estados, contra todos los Gobiernos que no solo explotan y atacan todas nuestras condiciones de vida, además tienen la cara dura de pedirnos que “nos rasquemos el bolsillo” para poder pagar los desastres provocados por el capitalismo.
Solo con la lucha cotidiana contra este sistema, hasta su destrucción, la clase obrera podrá manifestar su verdadera solidaridad hacia los proletarios y las poblaciones masacradas por este maremoto.
Si bien es cierto que esta solidaridad no tiene efectos inmediatos, no es un brindis al sol, contrariamente a lo que preconizan la burguesía y sus ONGs.
En pocos meses, para la clase burguesas y sus organizaciones caritativas, esta catástrofe será “archivada” en la papelera de la historia.
Para los obreros del mundo entero, esta tragedia no debe ser jamás una asunto “a olvidar”. Debe quedar muy presente en la memoria y ser un aguijón para reforzar la determinación en el desarrollo de las luchas y en la unidad de clase contra la barbarie capitalista.
La clase obrera es la única fuerza en la sociedad actual que puede efectuar un verdadero apoyo a todas las víctimas de la clase burguesa acabando con el capitalismo y construyendo una nueva sociedad, basada no en el beneficio sino en la satisfacción de las necesidades humanas. Es la única clase que puede, por su perspectiva revolucionaria, ofrecer una perspectiva a la especie humana.
Por eso la solidaridad del proletariado debe ir mucho más allá de la simple solidaridad emocional. No debe estar basada en sentimientos de impotencia o culpabilidad, sino sobre y ante todo, de su conciencia de clase.
Solo el desarrollo de su propia solidaridad de clase, una solidaridad basada en la conciencia de la quiebra del capitalismo, podrá poner las bases de una sociedad en la que los crímenes que la burguesía nos presenta como catástrofes “naturales” no podrán ser nunca más cometidas, en donde esta barbarie pueda ser definitivamente superada y abolida.
“...El capitalismo agonizante quiere acostumbrarnos al horro, a considerar como algo ‘normal’ la barbarie de la que él es responsable. Los proletarios deben reaccionar expresando su indignación ante ese cinismo, expresando su solidaridad con las víctimas de esos conflictos sin fin, de esas matanzas perpetradas por todas las bandas capitalistas ( a las que se suman las víctimas de las “catástrofes naturales”). El asco y el rechazo hacia lo que hace vivir a la sociedad el capitalismo en su descomposición, la solidaridad entre miembros de una clase con intereses comunes, son factores esenciales de la toma de conciencia de que es posible otra perspectiva y que la clase obrera unida posee la fuerza para imponerla...” (Revista Internacional 119, artículo Editorial, pag. 3).
Los obreros del mundo entero deben testimoniar su solidaridad con las víctimas haciendo vivir sus luchas contra la explotación, la miseria y la barbarie capitalista, sintiendo y defendiendo estas consignas:
¡ Abajo todos los Gobiernos!, ¡Abajo el capitalismo!.
¡ Proletarios de todos los países, Unios!.
CCI. Enero 2005.
En numerosos artículos[1] hemos expuesto el análisis marxista de lo que se ha venido a llamar el “conflicto vasco”, que resumidamente podemos definir como un problema histórico de soldadura que el capital nacional español fue incapaz de solucionar en el período ascendente del capitalismo, que se ha arrastrado a lo largo de la etapa de decadencia de este sistema social, y que se ve hoy agravado en la fase final de este período decadente: su etapa terminal de descomposición social. En efecto: “Entre las características más importantes de la descomposición de la sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía para controlar la evolución de la situación en el plano político (...). El atolladero histórico en que está metido el modo de producción capitalista, los fracasos sucesivos de las diferentes políticas instauradas por la burguesía, la huída ciega en el endeudamiento con el cual va sobreviviendo la economía mundial, todos estos factores repercuten obligatoriamente en un aparato político incapaz, por su parte, de imponer a la sociedad, y en especial a la clase obrera, la ‘disciplina’ y la adhesión que se requieren para movilizar todas las fuerzas y todas las energías para la guerra mundial, única ‘respuesta’ histórica que la burguesía es capaz de ofrecer. La falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual puede movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es aún capaz una amenaza para su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a la indisciplina cada vez mayor, y al sálvese quien pueda” (“La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo”. Revista Internacional de la C.C.I nº 62, 3º Trimestre de 1990).
Esa tendencia a la indisciplina y al “cada uno a la suya” no afecta únicamente a las fracciones más periféricas del capitalismo mundial, sino que impacta cada vez a las burguesías de los países centrales, y no sólo a las relaciones entre ellas, convirtiendo las “relaciones internacionales” en un auténtico caos imperialista (ver por ejemplo el artículo que dedicamos en este mismo número de AP a la situación en Irak), sino también en las relaciones en el interior de estos Estados “democráticos” avanzados. Como pusimos de manifiesto en la Resolución sobre la Situación en España de la Conferencia de la sección de la C.C.I. en España – ver Editorial de AP nº 179-), esa tendencia, sobre todo en el caso de capitales nacionales que arrastran problemas históricos de soldadura nacional, como es el caso del capital español, se plasma en una creciente sobrepuja entre las fracciones nacionalistas y la burguesía central.
La historia del llamado “conflicto vasco” en los últimos años, marcados por la descomposición capitalista, es la de una creciente espiral de desafíos cada vez más descarados, que tienden a callejones sin salida más y más insalvables por el capital español. Si en 1997, aprovechando la sensibilización social sobre la muerte anunciada del concejal Miguel Angel Blanco secuestrado por ETA, la burguesía españolista desarrolló una brutal ofensiva ideológica basada en “movilizaciones populares contra el terrorismo” con objeto de aislar al nacionalismo vasco; dos años después el PNV y sus acólitos devolvieron el golpe con la presunta “tregua” de ETA y el famoso Pacto de Lizarra que aglutinó al llamado “nacionalismo democrático” con los “violentos” abertzales. A continuación, conscientes del fracaso de su tentativa, los sectores españolistas volvieron a la carga a través del Pacto Antiterrorista de PP-PSOE, presentándose casi en coalición en las elecciones autonómicas del País Vasco en 2001, resentan en una quasi-coalición electoral en 2001, para tratar de desalojar al PNV de sus posiciones de poder en el Gobierno Vasco, tentativa esta que fracasó (el PNV consiguió mantener el Gobierno Vasco gracias al apoyo de EA y de ¡Izquierda Unida!) envalentonando aún más a los nacionalistas vascos que en 2002 lanzaron un nuevo órdago: el Plan Ibarretxe[2]. A este desafío respondió el Gobierno Aznar con una ofensiva contra el nacionalismo vasco (ilegalización de Batasuna, ley de “partidos políticos”,...), con la aquiescencia general del PSOE, aunque se dibujaran diferencias entre los dos principales partidos de la burguesía españolista, sobre la estrategia a seguir: “el PP, a través de una reedición casi calcada del ‘España: Una, Grande y Libre’, pone a todas las fracciones nacionalistas en el mismo saco, oponiendo un nacionalismo gran español que éstas ven como una auténtica amenaza. El riesgo que entraña por ello esta posición es que en lugar de frenar la contaminación del ‘conflicto vasco’ le sirve más bien de caldo de cultivo y extensión” (AP nº174: “¿Qué se juega la burguesía en las elecciones de Marzo?”). Por su parte “la posición del PSOE, aún compartiendo con el PP la necesidad de enfrentarse frontalmente con el PNV (...) trata de atajar el ‘contagio’ vasco a través de la táctica del ‘café para todos’ que ya empleara con éxito en 1978 (...) mediante algunas concesiones más formales que reales, que retrasen o diluyan en lo posible la contestación de otros sectores nacionalistas, particularmente en la burguesía catalana, para poder reforzar el aislamiento del PNV” (ídem).
Así las cosas, la victoria del PSOE en las pasadas elecciones del 11-M, supuso más un cambio cosmético de “talante” que una imposible solución real al crecimiento del enconamiento nacionalista: “la realidad es que el famoso talante ZP no ha conseguido rebajar las pretensiones soberanistas del nacionalismo vasco, todo lo contrario, pues Ibarretxe se ha ratificado en su órdago al nacionalismo español. Otro tanto cabe decir de la la situación en Cataluña, donde la tentativa de controlar a los sectores más radicales de ERC a través del gobierno tripartito encabezado por Maragall está desembocando en que Maragall aparezca (de grado o a la fuerza es difícil de saber) como un rehén del ultra nacionalista Carod Rovira. Los problemas de cohesión del capital español tienden a agravarse, por cuanto la política de ‘gestos’ de ZP, sin contentar a nacionalistas vascos y catalanes (que califican su propuesta de reforma constitucional de estafa), está sirviendo más bien para estimular en otros nacionalismos periféricos ese mismo sentimiento de “irredentismo”, de “agravio comparativo”, etc., lo que a su vez lleva a destapar la caja de los truenos del nacionalismo español que no se circunscribe únicamente al PP, sino que cuenta con ramas importantes dentro del propio PSOE” (Resolución sobre la Situación en España. Editorial de AP nº 179).
Esta perspectiva se ha confirmado palmariamente en los últimos acontecimientos. La estrategia del “frente españolista” se basaba en que su progresivo asfixiamiento de los abertzales restaría apoyo social a los planes soberanistas del nacionalismo vasco, pero ha sucedido todo lo contrario, ya que por pura supervivencia, estos sectores no han visto más salida para seguir jugando un cierto papel que olvidarse de sus “coherencias” y respaldar la aprobación del Plan Ibarretxe[3]. Si el cálculo de PP-PSOE era que la “responsabilidad” del PNV les llevará a rechazar los votos de los “violentos”, tal no ha sucedido, y el PNV, incluso muy probablemente, sin pretenderlo inicialmente, se ve obligado a “ejecutar” la decisión aprobada en el Parlamento vasco. Si éste presuponía que el PSOE, escarmentado de los resultados de las elecciones de 2001, se mantendría alejado del PP, lo que ha sucedido en realidad es que ha fortificado, a través de un nuevo Pacto de Lealtad, la alianza de los sectores españolistas. Esta sucesión de “errores de cálculo” pone en realidad de manifiesto, que todos los sectores de la burguesía se ven arrastrados en una dinámica cada vez más irracional que les supera, y les empuja a posiciones cada vez más radicales, en la que, precisamente por ello, los sectores más radicales (desde el abertzalismo al nacionalismo español más ultramontano) en vez de perder relevancia, recuperan en realidad más protagonismo. La situación creada con la presentación del Plan Ibarretxe conduce a un formidable enrevesamiento del aparato político de la burguesía en España:
- El PSOE se ve obligado a reasumir la estrategia de Mayor Oreja, es decir tratar de derrotar electoralmente al PNV en las próximas elecciones autonómicas vascas en Mayo.
- El PP se ve de nuevo en la posición de cancerbero de las reformas constitucionales y estatutarias, pero en una posición muy inestable, ya que cualquier tentativa del PSOE de desmarcarse del lenguaje carpetovetónico tan al uso en el partido de Aznar, dejaría muy comprometida la posición “dialogante” que trata de encarnar Rajoy, y “cargaría de razón” a los talibanes de la Derecha que exponen abiertamente su desconfianza en que la “tibieza” del PSOE pueda mantener la unidad de España.
- En cuanto al PNV, el contraataque españolista le empuja a tratar de afianzar su posición en el Gobierno vasco recurriendo a los votos abertzales, por lo que se ve forzado a radicalizar su discurso, de tal manera que el famoso “péndulo patriótico”, o sea la histórica oscilación del nacionalismo vasco entre posiciones “autonomistas” y posiciones “soberanistas”, se ve cada vez más anclado en este último extremo y en el discurso victimista de que “es imposible cualquier arreglo con España”.
- Y ello por no hablar de los efectos sísmicos de esta nueva sacudida por ejemplo en el nacionalismo catalán poniendo en entredicho la confianza de sectores del ERC en las promesas reformistas del PSOE, y empujando a sectores antaño moderados como CiU a un lenguaje cada vez más desafiante (es el propio Mas quien pide a ERC que rompa con el centralista PSOE), o en una fuerza tan importante para la burguesía, sobre todo desde el punto de vista de la mistificación del proletariado, como es IU sacudida por un aquelarre de divergencias e incoherencias (los del País Vasco apoyan a Ibarretxe, los de Cataluña se abstienen, y el resto votarán en contra cuando se someta al Parlamento español).
El proletariado debe preguntarse: ¿Qué significa toda esta proliferación de conflictos? ¿Es que como nos transmite la propaganda oficial, se trataría de que algunos revoltosos alterarían la convivencia pacífica de los ciudadanos? En realidad esa convivencia pacífica es una pura patraña. La pervivencia de un capitalismo agonizante, en su etapa terminal de descomposición, supone un afloramiento incesdante de tensiones y peleas entre sectores de la propia clase dominante que amenazan no ya la convivencia sino la propia supervivencia del género humano. El aliento pútrido que aviva las llamas de las guerras imperialista, de los cada vez más frecuentes choques étnicos, tribales, religiosos, etc., en todos los continentes, alienta también, a otra escala por supuesto, estos conflictos en el seno de las burguesías democráticas. Son los estertores de un régimen social caduco que en su agonía arrastra a la humanidad a una insensata espiral de barbarie.
Etsoem. 15-1-2005.
[1] Ver AP nº 141, 143, 150, 154, 155 y 158.
[2] Para los lectores que lo desconozcan se trata de un nuevo “marco jurídico” de las relaciones con España del País Vasco en el que este aparece como “Estado libre asociado”, rompiendo así el anterior compromiso alcanzado en 1978 con la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de Guernika.
[3] A pesar de todas sus declaraciones anteriores, la “coherencia” de Batasuna ha consistido en dividir sus votos (3 a favor, 3 en contra) dándole al PNV el respaldo parlamentario necesario para aprobar por mayoria absoluta en el parlamento vasco el Plan Ibarretxe.
La extensión de la barbarie constituye una de las manifestaciones más monstruosas de la quiebra del sistema capitalista en putrefacción. El capitalismo, que somete partes cada vez más importantes del planeta al azote de la guerra, representa una amenaza para la civilización y la supervivencia de la humanidad.
La mayor operación de las tropas americanas desde la caída de Saddam Hussein: la toma de Faluya, así como la continuación de las ofensivas militares «en las próximas semanas y meses» que incluso pueden «intensificarse ante la proximidad de las elecciones iraquís» (D. Rumsfeld), como la que se ha llevado a cabo desde Noviembre con 5000 soldados en el “triángulo de la muerte” de la provincia de Babilonia, no ofrecen ninguna estabilización. Al contrario, la reacción de los USA a la pérdida de control sobre el país que hoy por hoy está sumido en la completa anarquía, y su presión, que intenta crear las condiciones para que puedan celebrarse las elecciones generales que den credibilidad a su presencia en Irak, sólo impulsan la implosión del Estado iraquí en la guerra civil generalizada y las convulsiones entre las diferentes bandas presentes. Los sangrientos atentados y las escaramuzas con víctimas se multiplican por todo el territorio, sin que se salve ninguna parte.
En Bagdad mismo, los ataques se producen ya directamente contra la “zona verde”, el sector supuestamente ultraseguro del centro. La ruta del aeropuerto, cerrada tras el disparo de mísiles contra los aviones americanos, está fuera de control USA. Los combates a plena luz del día en la capital han precisado el despliegue de carros blindados y el cerco de barrios enteros. Ramadi ha pasado a ser controlada por la guerrilla. En el Norte hay combates en Balad, Baji y Baquba. Mosul, la capital kurda, ha sido tomada y conservada durante tres días por los insurgentes huidos de Faluya. Los peshmergas kurdos, que formaban el grueso de la guardia nacional iraquí en Faluya, y en la toma de Mosul, están cada vez más implicados en los enfrentamientos.
La toma de Faluya (ciudad que suministró buen número de oficiales del ejército y los servicios de seguridad de Saddam Hussein que participaron en la represión de los chiítas, y refugio de esos cuadros del antiguo régimen tras la primera batalla de Faluya), se ha llevado a cabo con la aprobación tácita de las autoridades chiítas, lo que ha contribuido a atizar las tensiones entre estos y los sunitas. Así, Hilla, ciudad chiíta, y Latifiya, ciudad sunnita, han comenzado a librar una guerra larvada a golpes de asesinatos, emboscadas y secuestros. Ya se ha creado una milicia chiíta antisunnita. Además, la división de unos y otros frente al escrutinio augura sangrientos arreglos de cuentas entre fracciones rivales. Los chiítas, que representan el 60% de la población en Irak y que Saddam ha mantenido alejados del poder, dirigidos por el Ayatolá Al-Sistani, son los más firmes partidarios de que se celebren las elecciones, de las que esperan sacar buen partido. Sin embargo, la fracción chiíta del Moqtada Al-Sadr, que ha comandado dos insurrecciones antiamericanas este año, se niega a participar, debido a las persecuciones contra sus partidarios.
Enemigas de siempre, las principales organizaciones kurdas: UPK y UDK, se unen para la ocasión. Entre los sunitas, el frente de rechazo de los comicios se ha fisurado: si la principal organización, el Comité de Ulemas, mantiene la consigna del boycott, muchas organizaciones sunnitas han decidido jugar su propia baza, particularmente el Partido islámico, surgido de los Hermanos musulmanes. Ya podemos ver cómo se multiplican asesinatos políticos y atentados contra diferentes personalidades en esta cesta de víboras.
En el seno de la misma burguesía USA se alzan voces que plantean claramente la única perspectiva que pueden plantear estas elecciones: «Brent Scowcroft, que fue consejero de Seguridad Nacional con Bush padre..., afirmó en un reciente debate en la New America Foundation que las elecciones iraquíes tienen "un gran potencial de ahondar el conflicto". Según él, hay que esperar un aumento de la tensión entre chiítas y sunítas y una "incipiente guerra civil"» (citado en La Vanguardia, 08.01.05)Sin embargo, la burguesía USA no tiene más opción que llevar adelante las elecciones. Si no tuvieran lugar, perdería credibilidad todo el discurso ideológico frente a la población sobre «la lucha por la democracia y la libertad» como la causa por la que se hace la guerra y mueren los soldados; pero sobre todo, aparecería como un signo de debilidad frente a sus “protegidos” en el país y allende, y sería un mensaje que captarían inmediatamente sus rivales imperialistas. Para resaltar el declive histórico del imperialismo USA baste comparar los procesos de “democratización” auspiciados por la Casa Blanca en los años 70 y 80 con la “liberación de la tiranía” a la que según nos dicen asistimos hoy en Irak. Mientras en aquel entonces las elecciones zanjaban una estabilización de los países democratizados y un dominio incontestable de USA sobre ellos, las próximas elecciones en Irak se celebran en un clima de una incontestable inestabilidad (al menos en 4 provincias no podrán prácticamente realizarse los comicios), y “benefician” a fracciones imperialistas rivales, empezando por el propio Irán padrino descarado de un buen número de fracciones chiítas iraquíes. El aumento de los atentados terroristas ante la proximidad de las elecciones no se alimenta únicamente de rivalidades locales: es el arma de guerra que utilizan bajo mano los imperialistas rivales de USA para socavar la posición americana.
A pesar de su debilitamiento en la arena imperialista mundial, y de su incómoda posición en Irak, donde se anuncian nuevas retiradas de tropas aliadas (Hungría las ha retirado a finales de Diciembre y Holanda y Portugal lo harán en breve), USA devuelve golpe por golpe, como ha mostrado la Conferencia de Sharm el Sheijk del 25 de Noviembre. Allí de entrada se ha sancionado una vuelta de los USA al marco de la ONU, lo que les permite presentar sus exacciones imperialistas bajo la cobertura de la legitimidad del “derecho internacional” amparado en la resolución 1546, que sirve de base a la declaración adoptada. Esta adhesión de Estados Unidos al multilateralismo le permite imponerse momentáneamente frente a sus rivales, particularmente Francia. USA ha conseguido bajar los humos de Francia, dejando sus tentativas de aumentar su influencia en Irak como vanas gesticulaciones. Francia, «que había sido la primera, junto a Rusia, en reclamar la celebración de una conferencia internacional sobre Irak, ha tenido que revisar sus ambiciones a la baja. En lugar del calendario de retirada de las tropas de la coalición que demandaba, tendrá que contentarse con un vago recordatorio del carácter temporal de su presencia en Irak» (citado en el periódico Libération). Se ha rechazado igualmente su propuesta de abrir la conferencia, no sólo a los protegidos de los USA que están en el poder en Bagdad, sino a todas las fuerzas políticas iraquíes, «incluyendo un cierto número de grupos o elementos que actualmente han tomado la opción de la resistencia armada» (M. Barnier, ministro de exteriores francés). Todo esto muestra, a los ojos de todos los que esperan el apoyo de Francia, que este gobierno no dispone de los medios para llevar a cabo sus pretensiones.
Otro éxito suplementario de Estados Unidos ha sido imponer una disminución de la deuda iraquí del 80% a Francia que, con el apoyo de Moscú y Berlín, los principales acreedores de Irak, se negaba a conceder más del 50% en provecho de una facción en el poder que está bajo la égida USA.
Irak es el punto neurálgico de los enfrentamientos entre grandes potencias que rivalizan por defender su rango imperialista mundial. La huida adelante de Estados Unidos con la escalada en el uso de la fuerza militar (prevé aumentar su dispositivo militar de 142000 a 150000 soldados a finales de Enero), y la sobrepuja que implica en la respuesta de sus rivales, no solamente aceleran la desintegración de Irak, sino que extienden su onda de choque a todos los países de alrededor y refuerzan las tendencias centrífugas al estallido de tensiones. De Palestina a Pakistán, de Arabia Saudita al Cáucaso, la desestabilización de la zona estratégica más importante del mundo capitalista, tiene y tendrá consecuencias mayores en la situación mundial. Esta expansión de la inestabilidad hacia zonas cada vez más centrales y más directamente sensibles para los intereses de las grandes potencias imperialistas se pone en evidencia en la desestabilización de Ucrania, como analizamos en el artículo: “Elecciones en Ucrania: las grandes potencias atizan el caos” en Révolution Internationale nº 353 (en francés).
El hundimiento en el caos de toda la región ilustra dramáticamente que en la fase de descomposición del capitalismo las rivalidades imperialistas y el uso repetido de la fuerza militar (que extiende los conflictos y los hace más incontrolables) constituyen el factor esencial de desarrollo sin precedentes de la barbarie.
Scott, 15 Dic 2005, Adaptado de Révolution Internationale nº 353
Endeudamiento, bajada del dólar, alza del petróleo...
La agravación de la crisis económica
A pesar de la bajada del dólar y del alza del petróleo, los especialistas en previsiones económicas intentan tranquilizarnos aduciendo las positivas tasas de crecimiento en 2.004 (4,7% para USA, 3% en Japón, 1,6% para la zona euro, 9,1% en los tres primeros trimestres de 2.004 en China,...). ¿Cómo interpretar estos resultados? ¿Es verdad que la economía mundial iría mejor? ¿Es que los Estados Unidos, y sobre todo China, ese nuevo Eldorado del que habla la burguesía, podrían ser las locomotoras que relanzaran la economía mundial, incluyendo la europea?
Para responder a esta pregunta, es necesario antes que nada analizar la situación de la primera potencia mundial, para comprender que lo que persigue en realidad la propaganda burguesa es ocultar, sobre todo al proletariado, la creciente quiebra de su economía.
Si hay una cosa en la que coincide el conjunto de especialistas de la economía mundial es en la gravedad del endeudamiento de la primera potencia mundial. Para dar la apariencia de bonanza económica de los últimos años, la administración norteamericana ha tenido que dejar crecer desaforadamente tanto el déficit público como el comercial. Con ello ha financiado de forma artificial el consumo de los hogares que representa más de las dos terceras partes del PIB americano y que tiene una influencia determinante sobre la actividad económica, a través de las sucesivas rebajas de impuestos que han tenido lugar tras la recesión de 2.001 (desde 1994 la recaudación fiscal se ha mermado en 1’9 billones de dólares) y de un abaratamiento de los tipos de interés de los préstamos bancarios que están en su nivel más bajo desde 1945 (la FED, el banco central americano, ha bajado los tipos de préstamo al 1%, por debajo incluso de la inflación). Y, sin embargo, el crecimiento económico ha caído al 3,5% frente al 5% de hace algunos meses, y la confianza de los consumidores incluso ha bajado en octubre de 2.004 a su nivel más bajo de los últimos 7 meses.
Y todo ello a costa de un tremebundo crecimiento de los déficits. La propia administración norteamericana, para calificar su alcance casi catastrófico, habla incluso de “twin déficits”, es decir déficits gemelos, en un macabro pero muy significativo juego de palabras con las “twin towers” (las Torres Gemelas). El déficit presupuestario se elevara en 2004 a 413 mil millones de dólares (frente a los 377 mil millones de 2003), y los expertos creen que de aquí a 2011 deberán añadirse 3 billones de dólares más de deudas suplementarias. La situación es tal que: “El gobierno debe pedir prestado actualmente 1100 millones de dólares diarios, y se gasta aún más en pagar los intereses de la deuda (159 mil millones) que corresponde a los presupuestos acumulados de educación, seguridad interior, justicia, policía, ex combatientes, exploración espacial y ayuda internacional” (Le Monde del 4 de noviembre). En cuanto al déficit comercial, éste rebasa ya los 650 mil millones de dólares, es decir el 5,7% del PIB. La situación no es mucho mejor para los otros estados capitalistas. La escalada del precio del petróleo y la revalorización del euro frenarán las tasas de crecimiento en Europa a cotas en torno al 2%, en un contexto marcado además por un aumento de las deudas públicas hasta el extremo de que casi ningún estado europeo puede cumplir el tope del 3% de déficit presupuestario fijado en el tratado de Maastricht. En Francia se alcanza el 4,1%, en Alemania el 3,9%, en Gran Bretaña el 3’2% (el doble que el pasado año), en Italia más del 4%, etc.
Las reuniones del G-7 se suceden, y en ellas abundan los discursos plagados de llamamientos a mantener políticas comunes. Pero en realidad lo que se produce cada vez más es todo lo contrario. La agravación de la crisis y sobre todo del endeudamiento norteamericano con los riesgos inflacionistas que ellos supone, empujan más bien a incrementar la concurrencia sobre la basa el propio sistema capitalista. Cuando la administración norteamericana mantiene bajos sus tipos de interés, propicia con ello un descenso de la cotización del dólar frente al euro, la principal moneda concurrente, para poder así ganar partes del mercado para la exportación y hacer bajar el nivel de su deuda financiera. Esta política de “devaluación competitiva” ya fue utilizada por Estados Unidos en los años 1.980 y en 1.995, pero el contexto es hoy muy diferente pues tiene lugar en un momento de endeudamiento sin precedentes de su economía. Por ello, a pesar de la presión que esa devaluación representa sobre sus economías rivales, las exportaciones americanas no representan actualmente más que el 75% de sus importaciones, lo que hace todavía más clamorosa la insolvencia de la deuda americana. En esta guerra económica que causa estragos y aunque el dólar ha perdido el 25% de su valor, el déficit exterior USA está a punto de alcanzar valores del 6% de su PIB. “Rebajarlo en torno del 3,5% del PIB, que parece ser el objetivo, necesita sin duda una depreciación suplementaria del dólar del 35% contra las demás monedas. La bajada del billete verde es la tentativa de reconducir a la economía americana hacia una mejora de los equilibrios. El euro debería subir hasta valer 1,70 dólares, penalizando fuertemente las exportaciones europeas” (Les Echos del 6 de noviembre). Frente a esta perspectiva de una bajada sin precedentes del dólar, los principales países europeos y Japón (donde la discreta recuperación económica se basa en un relanzamiento de sus exportaciones) amenazan abiertamente a Estados Unidos con una intervención directa de sus bancos centrales con objeto de subir la cotización de la divisa americana. La gravedad de la situación actual no reside tanto en la concurrencia entre los países industrializados, que es la esencia misma del capitalismo, sino en la tendencia a que esta concurrencia en el corazón mismo del capitalismo (Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón) tiende a poner en entredicho el mínimo de entendimiento que existía hasta ahora entre las grandes potencias para rechazar los efectos de la crisis sobre el resto del mundo.
En este contexto de endeudamiento monstruoso de los principales países desarrollados y de bajada del dólar, la subida del precio de las materias primas, y sobre todo del petróleo, está reactivando el fantasma de la inflación, un fenómeno que hizo grandes estragos en la economía mundial en los años 70. Esta perspectiva alerta al propio FMI que advierte que: “Esperar demasiado sin reaccionar ante los primeros signos de la inflación podría costar caro, restando a los bancos centrales una parte de la credibilidad que tanto les costó conseguir en los años 1.980 y 1.990” (Le Monde 1 de octubre de 2.004). Y sin embargo, los “especialistas” de la burguesía quieren hacernos creer que las causas del aumento del precio del petróleo no hay que buscarlas más allá del tirón de la “demanda” (sobre todo por parte de China y Estados Unidos), o una cierta inestabilidad, pasajera por supuesto, del aprovisionamiento.
El método marxista, por el contrario, sitúa este fenómeno del alza del precio del petróleo en un análisis más global. A diferencia de lo que sucedió en las subidas precedentes (las de 1973, 1979, 1997 o incluso la más reciente del año 2000) que fueron básicamente empleadas por Estados Unidos en la guerra comercial contra los otros estados capitalistas, sobre todo Europa y Japón (Ver “La subida del precio del petróleo: una consecuencia y no la causa de la crisis” en nuestra Revista Internacional nº 19), la actual subida del precio del petróleo está penalizando fuertemente a la economía en general y sobre todo al consumo de las familias americanas, ya que hoy, a diferencia de lo que sucediera en el pasado, los Estados Unidos deben importar una parte muy importante del petróleo que consumen. Por eso, hoy, el elevado precio del petróleo repercute inmediatamente en una agravación del déficit presupuestario americano. Además y dado que gran parte del comercio de esta materia prima se paga en dólares, la devaluación de la divisa norteamericana, lo hace comparativamente más costoso para los propios USA que para sus rivales europeos, que pagan el barril con una moneda, el dólar, más barata que el euro. Así el alza del petróleo muestra no sólo la gravedad de la crisis económica sino también su relación con las guerras actuales. Aún considerando el paso que en el alza del precio del petróleo puedan tener factores especulativos (los expertos estiman que puede estar entre 4 y 8 dólares), gran parte del incremento del precio de esta materia prima esencial se debe al aumento del caos y la barbarie a escala mundial, sobre todo a la incapacidad de Estados Unidos para poner en marcha la producción iraquí, al propio hecho del lodazal militar en el que se encuentran hundidos allí, al riesgo de atentados contra las instalaciones del primer productor mundial que es Arabia Saudita, a las turbulencias sociales en Venezuela y en Nigeria, etc. Esta situación demuestra que no es posible deslindar los aspectos económicos de los aspectos militares o imperialistas, sino al contrario una interpenetración cada vez más grande del conjunto de estos factores que se alimentan los unos a los otros para llevar a una situación cada vez menos controlable por la burguesía. La inestabilidad y el desorden crecientes del mundo capitalista alimentan la inestabilidad económica que, a su vez, no puede producir más que más inestabilidad militar.
En este contexto de endeudamiento astronómico de la economía mundial y en especial de la primera potencia, es necesario denunciar el aumento de los gastos militares que constituyen un factor suplementario de agravación de los déficits presupuestarios, devorando cada vez más y más porciones de los presupuestos “asistenciales” para la población. Todos los Estados se ven obligados a reforzar sus presupuestos militares ante la escalada de conflictos y barbarie que se extiende sobre el planeta.
Así por ejemplo, desde que se desencadenara la guerra de Irak hasta la ocupación actual del país, los Estados Unidos se han gastado 140 mil millones de dólares, y eso no basta ya que “el Pentágono reclamó a principios de noviembre un fondo adicional de 70 mil millones de dólares para financiar las operaciones militares durante 2.005” (Le Monde del 9 de noviembre). El presupuesto del Pentágono sobrepasará en el 2005, y sin contar el coste de las guerras de Irak y Afganistán, los 400 mil millones de dólares, es decir casi la mitad (el 45% exactamente) de todos los gastos militares mundiales.
Si lo comparamos con las guerras precedentes nos daremos cuenta del coste exorbitante de los gastos actuales. Mientras que la Primera Guerra Mundial costó 190 mil millones de dólares, y la Segunda alcanzó un monto aproximado de 2’9 billones para la economía norteamericana, sólo la primera guerra del Golfo en 1991, una operación que apenas duró unos meses, supuso un gasto para USA de 76 mil millones de dólares. (fuentes: “Problèmes économiques” del 1 de septiembre de 2.004).
Pero es que los demás Estados, incluso los que se presentan como “abanderados de la paz mundial” no se quedan de brazos cruzados. Si tomamos como indicativo el caso de Francia vemos que a pesar de que el presupuesto del ejército francés ha crecido notablemente, el gobierno ha decidido concederle “550 millones de euros suplementarios para financiar la operación abierta en Costa de Marfil y 100 millones más para otras operaciones exteriores. Estos gastos se detraerán del presupuesto de ministerios civiles” (Les Echos del 10 de noviembre).
Desde finales de los años 1990, el conjunto de los gastos militares va al alza en todo el mundo. Y contrariamente a lo que nos cuenta la burguesía, el dinero que se inyecta en la esfera militar no va destinado a la reproducción del capital productivo sino que supone destrucción pura y simple del capital invertido. Esto significa que el desarrollo del militarismo y el aumento de los gastos que comporta son cargas suplementarias que no hacen sino acentuar el marasmo económico. Detrás de las cifras del llamado crecimiento capitalista para 2.004 se esconde en realidad una nueva etapa dramática de la agravación de la crisis que ilustra la quiebra del modo de producción capitalista.
Donald (12 de Diciembre)
Traducido
de Révolution Internationale nº353, publicación
de la CCI en Francia.
En la pagina web del grupo U.H.P. (¡Unión hermanos proletarios¡)[1] se ha publicado “Ciencia y arte del zoquete”, una respuesta a nuestro artículo de Acción Proletaria nº 178 donde denunciábamos la identificación como “lucha de clases” de la bárbara confrontación imperialista que actualmente tiene lugar en Irak.
Como vamos a ver, esta respuesta no responde prácticamente a nada, no ofrece nuevos datos que avalen su valoración de la situación en Irak, ni más argumentación que engordar caprichosamente el repertorio de manipulaciones, insultos y amenazas. Resulta muy significativo que, de entrada, pretendan descalificar la crítica que les hacemos arguyendo que ésta obedecería al despecho de una “relación” no correspondida: «no nos cabe duda que estos “buenos revolucionarios” han tenido como principal motivación para dedicarnos tan lindas palabras nuestro rechazo, frontal y rotundo, a mantener ningún tipo de relación con ellos» (Ciencia y Arte,...).
Para evitar cualquier confusión ponemos a disposición de cualquier lector interesado la correspondencia intercambiada, que consiste en una primera carta nuestra el 3-3-04, una respuesta de “UHP-Asturies”[2] el 24-3-04 y una tercera respuesta nuestra fechada el 11-4. En nuestra primera carta decíamos: «Hemos leído con atención diversos textos vuestros publicados en folletos contra la guerra que nos han hecho llegar diversos grupos (Otra guerra es posible, Guerra a la Guerra) y hemos podido constatar con simpatía una coincidencia con lo que nosotros también defendemos», precisando, sin embargo, que «No sabemos las posiciones de las que os reclamáis aunque nos parece muy alentador que os hayáis dado el nombre de una experiencia del proletariado –Uníos Hermanos Proletarios-. De todas formas, pensamos que aunque las tradiciones políticas en las cuales asentemos nuestra actividad no sean coincidentes ello no debe impedir el poder discutir, conocerse mejor y actuar en común contra los problemas que, en cantidad y calidad cada vez más grandes, provoca el sistema social capitalista: guerras imperialistas, desempleo y miseria crecientes, destrucción sistemática del planeta, barbarie, degradación moral».
Sí intentamos una toma de contacto fue por que los documentos firmados “UHP”[3] denunciaban claramente la guerra imperialista de Irak (marzo 2003), denunciaban sin paliativos a los dos bandos (el pro-americano y el germano-francés de “oposición”), combatía igualmente el pacifismo y señalaba que la única alternativa a la masacre imperialista era la lucha por la revolución proletaria mundial. En ese sentido esos textos tendían a converger con la posición que siempre ha defendido la CCI y era de lo más natural que intentáramos tomar contacto.
Esta apertura a la discusión - lógicamente cauta, pues hay muchos grupos que dicen una cosa pero luego son y hacen otra completamente opuesta- venía reforzada por haber recibido en nuestro mail un llamamiento firmado por UHP a la “coordinación y acción común de los revolucionarios” que nos envió una persona que, luego lo aclaró, no estaba relacionada directamente con dicho grupo.
La respuesta que “UHP-Asturies” nos dirigió el 24-3-04 fue un brutal portazo en las narices: «Señores: no les hemos hecho llegar ningún llamamiento y nos extraña muy mucho que alguien con dos dedos de frente lo haya hecho. En cualquier caso, y si hablamos de lo mismo, ese "llamamiento" no está dirigido a ustedes; sin duda no les disgustará en exceso esto que les aclaramos, pues ya cuentan con su alucinado "medio político proletario" para pasar el rato».
De esta respuesta se pueden decir muchas cosas pero hay una que destaca sobre todas: el escaso respeto que manifiesta “UHP-Asturies” hacia un compañero que se tomó en serio su manifiesto y nos lo envió: el pobre “no tendría dos dedos de frente”[4]. Por eso nuestra respuesta del 11-4-04 aclaraba que «En cuanto a lo de atribuir poca inteligencia a quien nos lo ha remitido, pensamos sinceramente que se trata de una más de las descalificaciones gratuitas que aparecen en vuestro correo del 24/03. A nosotros en cambio, la actitud de quién nos reenvía un documento que plantea un posible marco común de discusiones, debates, críticas entre aquellos que se reivindican de la revolución proletaria mundial como única alternativa posible a la perspectiva de miseria, guerras y barbarie que supone el capitalismo actual, nos parece una expresión de conciencia de la necesidad de un debate y clarificación del proletariado y de sus minorías más conscientes».
También pusimos de relieve una contradicción entre un Llamamiento, en teoría “abierto” a todos los que se sentían revolucionarios, y que en realidad excluía a la CCI y al “alucinado” medio político proletario: « Si tomamos la iniciativa de escribiros un correo para tomar contacto, fue porque tras una lectura atenta de la “Propuesta” vimos que encajaba en lo que es la CCI y el medio político proletario. Por ejemplo, de toda discusión o relación se debe excluir “a nuestros naturales enemigos, los socialdemócratas, estalinistas e izquierdistas de todos los colores”. Lo que tiene en común el actual Medio Político Proletario es precisamente que se reivindica del combate y la denuncia de los partidos “socialistas” (desde 1914), de los PC´s y del trotskysmo desde que franquearan la frontera de clase al llamar al proletariado a participar en la IIª Guerra Mundial. Tampoco veíamos en los “siete discriminantes prácticos” que se enuncian en dicha “Propuesta” razón alguna para impedir una discusión a fondo, incluso para precisar mejor los propios “discriminantes” necesidad ésta que se reconoce en la propia “Propuesta”. Entonces ¿por qué se excluye a la CCI? ¿Existe acaso un 8º discriminante no escrito y que por tanto es desconocido por nosotros y por cualquiera que lea la “Propuesta” para eliminar de las discusiones a ciertas organizaciones?».
Volvamos ahora a la “ciencia y arte del zoquete”, respuesta a « la más importantísima organización interestelar del alucinógeno ‘medio político proletario’, la repugnante cci». Estas ironías iniciales no son sino un pequeño aperitivo de la ristra de insultos, descalificaciones y provocaciones que salpican en resto del texto. No perderemos el tiempo con ellos, nos concentraremos en responder con argumentos a lo poco que tiene de argumentado.
Sin embargo, el texto contiene un llamamiento apenas velado que no queremos pasar por alto. Empieza por insinuar que seríamos unos “zoquetes”, después da a entender, sin decirlo abiertamente, que estaríamos defendiendo la política de la burguesía[5], más adelante se nos acusa abiertamente de “racistas” recurriendo a hábiles sofismas, después somos calificados de “tontos del culo”, llegándose a la conclusión de que « la cci se compone, además de imbéciles, de manipuladores experimentados» y todo ello se remata con el siguiente llamamiento final: «CONTRA LAS CAMPAÑAS BURGUESAS DE FALSIFICACIÓN Y REPRESIÓN DE NUESTRAS LUCHAS! MUERTE A LOS IMBÉCILES».
El autor, a través de una cadena de silogismos deja caer un llamamiento a la “muerte de los imbéciles”, o sea, de los militantes de la CCI. Hemos entendido su mensaje “oculto” y denunciamos antes que nada su retorcimiento y cobardía. ¿Por qué no llama abiertamente a nuestro asesinato? ¿Por qué se molesta en hacerlo a través de la insinuación y la hipocresía?
Tiene desde luego un maestro en el llamado G”CI” (Grupo “Comunista Internacionalista”) una banda que en 1996 lanzó un llamamiento al asesinato de nuestros militantes en México[6].
Queremos decirle que no vamos a adoptar la actitud cristiana de poner la otra mejilla. Como no somos pacifistas tomaremos las medidas necesarias para defender a nuestros militantes[7]. Entretanto pedimos –como hicimos cuando la amenaza a nuestros camaradas en México- la solidaridad de todos los compañeros que quieren erradicar de las filas del proletariado los métodos propios de gángsteres consistentes en llamar al asesinato. Es posible que haya elementos que se reclamen de UHP quienes, aunque tengan serios desacuerdos con nuestras posiciones y se planteen contra nosotros críticas muy severas, no compartan sin embargo esos métodos. Les animamos a que expresen claramente su rechazo contra tales procedimientos y a que nos dirijan sin tapujos sus críticas.
El redactor o redactores se empeñan con una tozudez digna de mejores empresas, en que «la batalla principal que se desarrolla en Irak desde el principio de la guerra no es contra ‘la resistencia pro-Saddam’, ni la de los ‘chiítas’, ni la de los ‘sunnitas’, la batalla principal es mayoritariamente enfrentamiento entre dos clases: el proletariado y la burguesía (...) Hoy el proletariado iraquí, con todo en contra, con Irak convertido en el campo de batalla de las rivalidades imperialistas, con los locales de las organizaciones obreras asaltados, y los ‘dirigentes’ encarcelados, torturados, asesinados, está pese a todo resistiendo al encuadramiento, luchando a la vez contra el imperialismo extranjero y la burguesía local (islámica o laica, de cualquier color)...» (Arde nº 6: “Irak: contra la guerra de los ricos, guerra a los ricos”).
En su “Ciencia y Arte del zoquete” vuelven a emperrarse en lo mismo, aunque ya no les queda más remedio que constatar que lo que salta a la vista de la situación de Irak es el lodazal de peleas imperialistas entre fracciones de la clase explotadora (religiosas, nacionales, tribales, las fuerzas de ocupación, etc): «Nosotros, que rechazamos como reaccionarias las luchas raciales, religiosas, nacionalistas, hemos tratado de poner de relieve algunos elementos que indican que lo que hoy está teniendo lugar en Irak no puede reducirse a lo que los mass media nos venden sino que, por el contrario, el proletariado está actuando como clase. Podemos no conocer exactamente el grado de autonomía desarrollado por el proletariado, podemos desconocer el potencial de encuadramiento real desarrollada en Irak por el islamismo... pero lo que afirmamos sustancialmente es que en Irak está en marcha una guerra de clases entre explotados y explotadores, lo dijimos, lo decimos, y lo seguiremos diciendo mientras que consideremos que esto es así. Huelgas y manifestaciones de parados lo prueban. Y nos ceñimos a estas expresiones del conflicto clasista porque estas son las únicas que los “verdaderos revolucionarios” de la cci consideran “lucha de clases” (…) Lo demás, los sabotajes, los ataques armados contra personas y estructuras del poder capitalista, los saqueos, la destrucción de edificios estatales y símbolos del poder, para esta buena gente, no pueden ser sino obra del lúmpen o de “cualquier ridícula fracción burguesa que ni siquiera puede aspirar a formar su propio Estado”; y esto, por supuesto, no podemos compartirlo. Podemos admitir que parte de las acciones llevadas a cabo sean obra de alguna de las facciones burguesas en conflicto, pero afirmar que la totalidad de ellas llevan el sello burgués es una estupidez que no se sostiene».
De estas largas citas podemos deducir en qué consiste la “verdadera ciencia” con la que estos espabilados quieren fustigar la “ciencia del zoquete”: en primer lugar, afirmaciones de autoridad que hay que tragarse por artículo de fe (“en Irak está en marcha una guerra de clases entre explotados y explotadores, lo dijimos, lo decimos, y lo seguiremos diciendo mientras consideremos que esto es así” ), y, en segundo lugar, un juego de sofismas destinado a darle apariencia de realidad a lo que no es más que una invención (1ª premisa: Los medios de comunicación mienten y ocultan la lucha de clases. 2ª premisa: Los media dicen que lo que hay en Irak es una pelea de todos contra todos. Conclusión: Lo que existe en Irak no es tal pelea sino una lucha de clases).
Para evitar equívocos malintencionados queremos dejar claro que la CCI no ha negado jamás la existencia de expresiones de auténtica lucha de clases en Irak. Lo que decimos, ¡y salta a la vista!, es que lo que domina en Irak no es la lucha de clases sino de manera abrumadora la confrontación imperialista caótica entre las fuerzas de ocupación y las multiformes fracciones de la llamada “resistencia”, apoyadas cada cual por diversos rivales imperialistas de USA.
Ante ese alud de barbarie imperialista lo que defendemos los revolucionarios frente al proletariado de Irak y el del mundo entero es la necesidad de preservar su autonomía de clase contra ambos bandos en conflicto negándose a convertirse en carne de cañón de su sanguinario enfrentamiento.
Esa posición de autonomía de clase es la que defendían los primeros textos de UHP y lo que motivó nuestra toma de contacto. Lo que denunciamos en Acción Proletaria nº 178 es la traición de esa posición y su transformación en toma de partido por uno de los dos bandos en conflicto a través del expediente de convertir en “lucha de clases” el combinado de acciones de la resistencia, movimientos de masas dominados claramente por el chiísmo y otras fuerzas burguesas, todo ello embellecido con algunas luchas producto genuino de la resistencia de los explotados.
El redactor de “Ciencia del zoquete” tiene que reconocer en la práctica que muy pocos argumentos avalan su tesis de “la lucha de clases en Irak” pues “no conoce exactamente el grado de autonomía desarrollado por el proletariado”, tampoco sabe “el potencial de encuadramiento real desarrollado en Irak por el islamismo”. De hecho cuando trata de justificarse diciendo que “parte de las acciones llevadas a cabo sean obra de alguna de las facciones burguesas en conflicto”, elude expresamente referirse, en concreto, a cuáles de las que presentó como lucha de clases en el Arde nº 6, o de las que han sucedido desde entonces, no tienen nada que ver con la lucha de la clase obrera.
2005 va a ser el año de Don Quijote, si nuestro hidalgo del siglo XXI, campando alegremente por el territorio iraquí en lugar de hacerlo por La Mancha, se empeña en transformar los molinos de viento burgueses en gigantes proletarios, poco podemos hacer para impedírselo. Lo que sí le vamos a impedir mediante el combate político es que trate de colar como “apoyo a la lucha de clases en Irak” lo que en realidad es una toma de partido apenas disimulada por el campo imperialista de la “insurgencia”.
La estratagema para hacer pasar el frente imperialista como “frente de la lucha de clases” consiste en dar el apelativo de “proletario” a movimientos controlados y dirigidos por fuerzas de la burguesía tales como el chiísmo, el islamismo, los post-sadamistas reconvertidos etc. ¿Cómo se justifica esta acrobacia? Se empieza por un dogma apriorístico: habría que «reconocer la acción del proletariado –por muy instintiva, débil o mistificada que pueda ser- ante los ataques del capital» (Arde nº 6)[8]. En una palabra, las acciones, masivas o militares, de la insurgencia iraquí y demás movimientos “contra el ocupante”, serían “proletarias” pese a que «en tal o cual acción pueda estar detrás una dirección burguesa».
No podemos sino darle la razón a nuestro autor cuando afirma “rotundamente” «las fuerzas ideológicas que, especialmente diseñadas para enredar y embaucar al proletariado presentándose como obreras y revolucionarias, conocemos como extrema izquierda realizan esta labor con particular eficacia». ¿Y cómo ejecuta con “eficacia” la “extrema izquierda” esa labor? Pues presentando tal o cual guerra en un país –en Palestina, antes en Vietnam y algunos trotskistas respecto a Irak- como un “movimiento de masas” proletario que lamentablemente tendría una “dirección burguesa”. ¡El mismo método para “enredar y embaucar” que emplea nuestro autor!
¿Cómo se ha justificado a lo largo del siglo XX, especialmente por parte de la “extrema izquierda”, el apoyo a guerras imperialistas? Pues presentándolas como “movimientos de masas” o resultado de la presión de “movimientos de masas” que lucharían “contra el fascismo”, “por la democracia”, “por la liberación nacional”. Desde luego esos “movimientos de masas” tendrían siempre el mismo “defecto”: estarían encuadrados por “direcciones burguesas”.
Desde luego a los autores de Arde no ha debido “arderles” demasiado la cabeza para descubrir su innovadora teoría de la “lucha de clases en Irak”. Toda la extrema izquierda (desde el trotskismo hasta el anarquismo oficial) es una consumada especialista en vender como “movimiento de masas” con “dirección burguesa” las causas imperialistas de la burguesía. Pero, Arde tiene otro maestro experto en esa “arte y ciencia”, no del zoquete sino del enredo y el embaucamiento: el llamado G”CI”. Su especialidad, aparte de llamar al asesinato de militantes comunistas, es «apoyar mediante hábiles subterfugios al Bloque Popular Revolucionario de El Salvador, el Zapatismo en México o Sendero Luminoso en Perú. Estos subterfugios han consistido en presentar las acciones encuadradas por esas fuerzas burguesas como “movimientos de proletarios en armas” (en el caso de Sendero Luminoso como “defensa de proletarios prisioneros”) haciendo creer que serían ellos quienes llevarían la iniciativa independientemente de la “dirección formal” que sería, por supuesto, “burguesa” y que el G”CI” “no apoyaría en absoluto”»[9]
Arde argumenta de la misma forma: en Irak esa «dirección burguesa [de los movimientos proletarios] no es más que la actuación de la burguesía para dirigir hacia su dirección la lucha y derrotarla» (Arde nº 6). ¡Nada nuevo arde bajo el sol! La única aportación de estos expertos en la sofística es una perogrullada de difícil digestión: ¡una “dirección burguesa” que no sería más que la “actuación de la burguesía” para “dirigir hacia su dirección”!
El “arte” de los autores de la “Ciencia del zoquete” es la prestidigitación: se hace desaparecer aparentemente la posición izquierdista clásica de toma de partido por uno de los bandos imperialistas en conflicto, se escriben incluso encendidas soflamas contra aquella para embaucar al público, para hacerla reaparecer al final disfrazada como “lucha de clases”, es decir, “movimiento de masas con dirección burguesa”. Eso más que arte son “malas artes”.
Lo que distingue a Arde del izquierdismo clásico es que mientras éste justifica su apoyo a las causas imperialistas con tópicos como el “mal menor”, la “independencia nacional”, la “lucha por la democracia”, Arde utiliza el argumento de que estas luchas serían verdaderamente revolucionarias por el simple hecho de ser violentas, o por atacar a la propiedad privada, o, como en el caso de los sabotajes, porque les fastidiarían el negocio a los capitalistas.
La sociedad capitalista supura violencia y destrucción por todos sus poros. El abanico de formas de violencia que cotidianamente surge de sus entrañas en terriblemente variado: el terror del Estado burgués, la guerra imperialista, el terrorismo de bandas armadas del capital de los más variados pelajes (nacionalistas de “liberación”, nacionalistas xenófobos, nacionalistas fascistas etc.).
Junto a esas formas de violencia que son expresión de la clase dominante, existe la violencia de las clases explotadas y oprimidas. Pero esta violencia toma a su vez diferentes formas: la violencia de la pequeña burguesía, la del lumpen, la del campesinado y la violencia de clase del proletariado que es la única que es liberadora y representa el porvenir.
Nosotros siempre hemos defendido la necesidad de no hacer una amalgama entre este maremagno de violencias estableciendo distinciones claras entre ellas:
· La violencia de la burguesía consistente en la guerra, el terror del Estado (democrático o dictatorial) junto con la mayoría de acciones terroristas
· La violencia de la pequeña burguesía que en ciertos sectores de la misma toma formas de terrorismo
· La violencia del lumpen que toma formas caóticas de saqueo y destrucción nihilista
· La violencia de clase del proletariado basada en formas específicas de establecimiento de relaciones de fuerza contra el capital y su Estado: huelgas, manifestaciones, defensa de sus medios de lucha, la insurrección para la toma del poder y la defensa armada de la dictadura mundial de los Consejos Obreros.
Nosotros condenamos y denunciamos la violencia de la burguesía: el terror, el terrorismo (en la enorme mayoría de sus expresiones) y la guerra. La violencia de la pequeña burguesía y del lumpen la vemos ajena al proletariado[10], pero no la ponemos en el mismo saco que la violencia de la burguesía. Lo que condenamos con la máxima firmeza es la tentativa de presentar esa violencia desesperada, impotente y caótica, como arma del proletariado o, peor aún, como es el caso de UHP-Arde, como expresión de su lucha de clase.
La posición política de UHP-Arde consiste justamente en defender como expresión y arma del proletariado la violencia lumpen: “Pero la cci, expresión de un revolucionarismo bienpensante propio de ciertos “estratos acomodados” de la clase explotada y de la socialdemocracia, no puede sino indignarse por el “pillaje” (tomar lo que es nuestro), la “venganza” (el linchamiento y ejecución de exponentes de la clase enemiga), la “destrucción de fuerzas productivas” (edificios estatales, por ejemplo, u oleoductos y refinerías, estropeando el negocio de los ocupantes). Y se indigna porque definamos la cólera desatada del proletariado, su obra de destrucción, como “fiesta”. ¡Qué macabro!, se horrorizan. Naturalmente la insatisfacción de las necesidades, tras años de guerras, embargo, represión, que lleva al saqueo, no les parece tan macabro. Tampoco son macabros los edificios ministeriales desde los que se administraba, y se administra, la explotación, la represión y la muerte…lo macabro es destruirlo; son cosas del cristianismo marxista”.
Es decir, para UHP hay que reivindicarse del pillaje, de la venganza, de la destrucción de fuerzas productivas, todo eso sería una “fiesta”. Su campo es pues el lumpen. Eso no hace de UHP-Arde una fuerza burguesa, sin embargo, lo hace portador de una peligrosa amalgama: confundir el terreno del lumpen con el terreno del proletariado.
Y para defender ese terreno el redactor de la respuesta actúa con mala fe:
- nos acusa de revolucionarismo bienpensante, expresión de “estratos acomodados” de la clase explotada[11] y de la socialdemocracia.
- nos acusa de “cristianismo marxista”
No vamos a molestarnos en rebatir tan ingeniosas amalgamas. Un análisis somero de nuestras posiciones y nuestra práctica podrán convencer a cualquiera que no nos haya condenado de antemano o que no sea un “zoquete” (por emplear el término tan repetido por nuestro autor) de su ausencia de fundamento. Queremos ir a lo fundamental: no toda forma de violencia es coherente con la lucha del proletariado y, particularmente, la violencia lumpen que defiende nuestro autor es especialmente negativa y aniquiladora para su combate de clase.
¿El saqueo como forma de lucha? Pillaje ha habido en todas la épocas de la historia. Ha sido la práctica preferida de los ejércitos vencedores, también ha constituido la acción cobarde del lumpen en momentos de crisis social en el que la autoridad del Estado se debilita de forma más o menos momentánea. Cuando el proletariado tomó el poder en Rusia reprimió con energía los actos de pillaje y bandolerismo pues nada de eso sirve a los intereses de liberación de la humanidad.
De lo que se trata es de cambiar las relaciones sociales de producción y no de tomarse cada cual unas cuantas mercancías para su propio consumo. La visión lumpen del autor le impide comprender que el proletariado no aspira a repartirse las riquezas sociales de la misma forma que una cofradía de piratas se reparten el cargamento del barco saqueado, su objetivo es abolir la propiedad privada de los medios de producción como primer paso para garantizar la plena satisfacción de las necesidades de toda la humanidad. Tras el gritito radicaloide de “tomar lo que es nuestro” y el aspaviento no menos radical de “atacar la propiedad privada” lo que subyace es sustituir una propiedad privada por otra. Que esa propiedad privada se conquiste de forma ilegal y sin títulos oficiales no cambia un ápice su naturaleza totalmente reaccionaria. ¡No ha salido ni un centímetro del perímetro cerrado de la propiedad privada!
Nuestro redactor reclama el valor “revolucionario” de la venganza. Sí seguimos su razonamiento encontraremos que nadie más “revolucionario” que las clases dominantes que practican abundantemente la virtud de la venganza. Se vengaron con bárbaro salvajismo de la Comuna de París hasta el extremo de levantar el mastodóntico monumento de Monmartre como recordatorio permanente de dicha venganza. Se vengaron con el Nazismo contra el atrevimiento revolucionario del proletariado alemán, se vengaron con el sadismo del GULAG en Rusia contra una revolución momentáneamente triunfante. La justicia burguesa, como antes lo fue la justicia feudal, está basada en la venganza más atroz contra el proletario o el oprimido. Nuestro redactor, en su ofuscación, cree que el antídoto a la venganza es el pacifismo, la mansedumbre, el cristiano poner la otra mejilla. No entiende que sigue dando vueltas a la noria de la ideología burguesa que no admite más que esos dos polos aparentemente opuestos pero en realidad simétricamente complementarios. Es cierto que la explotación y la opresión producen sufrimientos sin límite pero ante esos sufrimientos un estrato social sin futuro solo sueña con la furia estéril de la venganza mientras que el proletariado, que representa el porvenir de la humanidad, a lo que aspira no es a vengar sus sufrimientos sino a abolirlos para todo el género humano. ¿Será capaz nuestro redactor de superar su ceguera para comprender esta diferencia?
El que nosotros alertemos al proletariado contra una peligrosa espiral de destrucción de fuerzas productivas engendrada por las contradicciones insostenibles del propio capitalismo, indigna a nuestro autor: «Es llamativo que la cci llegue al colmo de la indignación cuando constata que se destruye el “resultado del trabajo de millones de trabajadores de generaciones pasadas y presentes”. Bien, señores de la cci: todo lo que hoy vemos bajo el sol es el resultado del trabajo de millones de trabajadores de generaciones pasadas y presentes, luego todo debe ser respetado, nada destruido. Respetémoslo todo, alabemos y ensalcemos el resultado de siglos de acumulación capitalista. Al fin y al cabo, la revolución será un simple cambio de manos; tomaremos las centrales nucleares, las fábricas de misiles y cazabombarderos, las minas de diamantes, y las gestionaremos en beneficio de todos. Ese debe ser, entonces, el “proyecto revolucionario” de la cci».
Es posible que los cortos horizontes en los que se mueve el autor le impidan comprender de qué estamos hablando y se sienta obligado a hacer ironías a nuestra costa (pretenderíamos que la revolución mantendrá centrales nucleares etc.). Sencillamente, el problema que hoy se plantea al proletariado y al conjunto de la humanidad es el peligro de que el capitalismo nos hunda en una espiral de destrucción por la guerra, por la anarquía medioambiental, por la descomposición general del tejido social, de tal forma, que desemboque en una destrucción de las bases materiales del comunismo. El comunismo se basa en la abundancia, en partir del carácter social y mundial de la producción, legado histórico del capitalismo, del fantástico desarrollo de las fuerzas productivas que ello permite, para acabar con el carácter privado y nacional de su forma de explotación: trabajo asalariado y mercancía. El comunismo no es ni el reparto ni tampoco la destrucción de las riquezas existentes.
¡El capitalismo no necesita emuladores en el arte del terror y la violencia irracional, en la práctica del saqueo y la expropiación de la población mundial y el planeta entero, en la sed insaciable de venganza! Todo eso que nuestro redactor presenta como “radical” y “revolucionario” es en realidad la práctica cotidiana del capitalismo en descomposición!
Que los trabajadores se dejen influenciar por esa pulsión hacia la destrucción, que faltos de confianza en las posibilidades revolucionarias de la clase obrera se dejen llevar a una especie de aquelarre de violencia individualista y antisocial, es una tendencia que, además, en el actual período de descomposición capitalista, puede tomar un mayor peso sobre todo en sectores obreros que por su inexperiencia o por su situación desesperada, sufren más el peso de la pérdida de confianza en la clase obrera. Por ello el papel de los verdaderos revolucionarios es combatir esas tendencias y no, en cambio, alentarlas, dándole además la criminal apariencia de “liberación”.
Todo eso exige someter a discusión las experiencias pasadas y presentes de la lucha de clases, nos llama a entender en profundidad el período histórico actual, el de la descomposición terminal de este sistema. Esa claridad no puede ser sustituida con “frasecillas” ingeniosas, con silogismos chapuceros y malintencionados, con insultos y amenazas, sino con un debate franco. Nosotros, por nuestra parte, vamos a seguir contribuyendo a este proceso respondiendo a dos cuestiones que “Ciencia y arte del zoquete” embarulla con sus deformaciones:
* ¿Que significa la actual etapa de descomposición del capitalismo para la lucha del proletariado y el futuro de la humanidad[12]?
* ¿Cual es la verdadera lucha obrera, tal y como se ha manifestado históricamente[13]?
Acción Proletaria (CCI)).
[1] www.crimental.org [6]
[2] ¿Por qué de Asturies? ¿Habla en nombre de todos los grupos que se reclaman de las siglas UHP?
[3] En la respuesta del 27-3-04 se nos decía respecto a esos textos que « si bien han sido redactados y difundidos por compañeros nuestros y los asumimos en general, no son nuestros».
[4] Puede apreciarse la fruición con la que los redactores de estos documentos se dedican, cual mal profesor, a ponerle orejas de burro a todo aquel que no está a la altura de su “arte y ciencia”. Si alguien cree de buena fe su llamamiento a la discusión y se lo remite a la CCI es que “no tiene dos dedos de frente”, la CCI sería una caterva de “zoquetes”,... Según el diccionario, zoquete en sentido figurado es una persona “torpe, de pocas luces”. No vemos que eso sea un insulto, pues cada uno da lo mejor de si mismo y si ha nacido con “pocas luces” o la vida no le ha permitido alcanzarlas no es su falta. Desde ese punto de vista no entendemos por qué para el redactor o los redactores de la “Ciencia y Arte del zoquete” semejante vocablo tendría un sentido peyorativo. ¿O es que acaso consideran que existe una “raza inferior”, la de los zoquetes, que, al dictado de su macabra consigna: ¡“Muerte a los imbéciles”!, merecería desaparecer?
[5] Sí su convicción es que nuestro grupo defiende la burguesía que lo diga abiertamente y que lo demuestre.
[6] Ver Acción Proletaria nº 131 “Los parásitos del GCI llaman al asesinato de nuestros camaradas en México”. Allí mostrábamos el método igualmente retorcido y manipulador de los individuos del llamado G”CI”. Veamos con qué “método” llamaban al asesinato de nuestros camaradas: empezaba por decir que porque habíamos denunciado a Sendero Luminoso nos habríamos hecho cómplices de la masacre de prisioneros proletarios. De ahí hacía la siguiente deducción “lógica”: «para la CCI, como para el Estado y la policía peruana, situarse del lado de los oprimidos es sostener a Sendero Luminoso». El siguiente silogismo decía: «en el campo obrero, se ha considerado como policía o soplón aquel contribuye a ese tipo de amalgama policial». Un nuevo eslabón en la cadena de silogismos es recordar que «son los mismos argumentos socialdemócratas que utilizaron los Domingo Arango y Abad de Santillán frente a las acciones violentas de los militantes revolucionarios». ¿Y cual es la conclusión de ese entramado de sofismas? «Y por este tipo de calumnia, cuya utilidad para el Estado es bien real, Domingo Arango recibió una bala en la cabeza y no podemos más que deplorar que Abad de Santillán no haya sufrido la misma suerte» (del nº 43 de Communisme, órgano del G”CI”)
[7] Ni el GCI ni el redactor (o redactores) que hablan en nombre de UHP son los primeros en lanzarnos tales amenazas. Nos reclamamos de una corriente política –la Izquierda Comunista- que en una de sus expresiones, el grupo BILAN, años 30, era perseguido por fascistas, demócratas y estalinistas y se veía obligado a ir a repartir sus hojas a las puertas de las fábricas con la pistola al cinto.
[8] El redactor recurre a la demagogia más rastrera: «En el mismo número de AP en el que estos necios tienen a bien “criticarnos”, reseñan un ejemplo, para ellos, de “reacción obrera” en Alemania. ¿En qué consiste esta “reacción”? En una huelga, convocada y controlada absolutamente por el sindicato-empresa IGMetall (…) si la lucha de los proletarios iraquíes está parcialmente controlada por el islamismo, el panarabismo o la extrema izquierda, no hay siquiera “revuelta interclasista” sino descomposición capitalista. Ciertamente, un razonamiento exquisitamente…racista». Cuando la clase obrera lucha, la burguesía no le deja el terreno libre, despliega inmediatamente sus sindicatos, sus partidos de “izquierda” y “extrema izquierda”. Ahora bien, el terreno de la lucha es, al menos en su arranque, el terreno de la defensa de las reivindicaciones de clase. En cambio, el terreno que prevalece en Irak no es un terreno de clase sino un terreno imperialista de luchas por intereses burgueses (nacionalismo, étnicos, religiosos…). Como en otras muchas partes de su texto, nuestro autor reduce su “ciencia y arte” a la sofística: 1º) “Las luchas obreras están mistificadas”; 2º) “Los obreros están mistificados por fuerzas burguesas en Irak”; Conclusión: “Lo que pasa en Irak es lucha de clases”…
[9] Artículo antes citado de Acción Proletaria nº 131
[10] Para impedir que Arde juegue con su arte y ciencia de las amalgamas queremos aclarar que nosotros no condenamos las revueltas sociales ni en Argentina ni en ningún otro punto del planeta, como tampoco adoptamos la misma actitud ante la violencia de la burguesía que frente a las expresiones de rabia desesperada que muestran sectores y capas sociales no explotadoras. Lo que si denunciamos es que grupos como Arde o el G “C”I quieran presentar las revueltas interclasistas o esa violencia sin futuro como expresión, e incluso la expresión más avanzada, de la lucha de la clase revolucionaria, el proletariado mundial.
[11] ¿A los que habría que “eliminar”?
[12] Esto lo haremos en respuesta a las torpes ironías que el redactor de la “ciencia y arte del zoquete” se permite sobre la teoría de la descomposición del capitalismo, supuesta “invención” de la CCI.
[13] Aquí responderemos al ataque sucio y calumnioso que el autor de Arde lanza contra el proletariado mundial.
LA CCI AL BIPR:
Mediante esta carta queremos responder a vuestra carta del 24 de Octubre (enviada el 31 de Octubre). En la medida en que ciertas ideas de esa carta están contenidas en vuestro artículo titulado “Respuesta a una organización en vías de desintegración” no vamos a responder aquí a los argumentos que ya aparecen en un artículo que estamos preparando en respuesta al vuestro.
Tomamos acta de que rechazáis participar en un tribunal de honor para examinar las calumnias vertidas por la FICCI contra nuestra organización y contra nuestros camaradas. Incluso si vuestra actitud, como hemos insistido, da la espalda a la tradición del movimiento obrero, estáis en vuestro derecho de pensar que no tenéis porqué perder el tiempo en nuestros asuntos “internos” sobre los que estimáis “no tener nada que decir”.
Dicho esto, vosotros afirmáis que la CCI acusa a la FICCI de un robo que ¡para vosotros “nunca existió”!. Lo queráis o no, eso os implica directamente en las “querellas internas” de la CCI y por tanto en las calumnias vertidas por los elementos de la FICCI. Al afirmar públicamente que vuestros contactos con la FICCI “existen y resisten”, es decir dando vuestro apoyo a la FICCI y a sus calumnias contra nuestra organización, habéis lanzado una declaración de guerra a la CCI. Eso mismo lo atestigua el que desde hace más de un mes aparece en vuestra Web, en tres idiomas, la calumniosa “Declaración” de un individuo que se hace pasar por “Circulo de Comunistas Internacionalistas” (“Declaración” cuyo contenido no tiene nada que ver con el análisis de la situación internacional, mientras que en vuestra carta del 24 de Octubre afirmáis que eso es lo único que os interesa y lo único digno de la “seriedad de una organización que se pretende revolucionaria”).
Mientras que el NCI envía, por correo postal, a todas vuestras secciones su Declaración del 27 de Octubre (en la que se afirma que la Declaración del “Circulo” es una sarta de “mentiras y calumnias vergonzosas contra la CCI”), constatamos que aún no habéis retirado de vuestra Web el texto de ese supuesto “Circulo”.
Además, ya que decís que no os gusta la hipocresía (como afirmáis en vuestro artículo “Respuesta a las estúpidas acusaciones de una organización en vías de desintegración”) nos parece que lo mínimo que debéis decirnos, clara y francamente, es cual es vuestra posición frente a lo que afirma la FICCI en su Boletín nº 28:
“Afirmamos clara y públicamente, ante todo el campo proletario y el proletariado internacional: (...) [los métodos empleados por la CCI] son dignos de operaciones de infiltración ideológica en el plano político, y provocadores y policiales en el plano militante, de agencias ligadas al Estado burgués: francmasoneria, ciertos grupos trotskistas adeptos sistemáticos del entrismo (como los Lambertistas en Francia), infiltración de aventureros y provocadores. La deriva actual de nuestra organización y los métodos que emplea recuerdan a lo que sufrió la oposición trotskista en los años 1930 (evidentemente menos violenta hasta ahora) gangrenada dado sus debilidades políticas por aventureros y elementos turbios, cuando no abiertamente de la policía secreta de Stalin, la GPU”. Todo esto apesta. Apesta a provocación y destrucción”.
¿Creéis, como insiste la FICCI, que la CCI está tomada por agentes del Estado capitalista (la policía o la francmasonería)?
Por nuestro lado pensamos que las relaciones entre los grupos de la Izquierda Comunista deben estar presididas por un mínimo de reglas principiales que proscriban la calumnia y la mentira.
Por eso os instamos a:
1).- publicar inmediatamente (es decir a la recepción de este correo), en vuestra Web, la Declaración del NCI del 27 de Octubre que podéis encontrar en nuestra Web en todos los idiomas correspondientes;
2).- comunicarnos (aunque sea brevemente) vuestra posición sobre las acusaciones antes citadas del Boletín nº 28 de la FICCI (dado que insistís en que vuestras relaciones con la FICCI “existen y resisten”).
A la espera de una respuesta rápida por vuestra parte,
Saludos comunistas.
La CCI.
CARTA DE LA CCI AL BIPR:
Camaradas,
Hace cuatro días os mandamos una carta en la que solicitábamos que:
1).- publicar inmediatamente (es decir a la recepción de este correo), en vuestra Web, la Declaración del NCI del 27 de Octubre que podéis encontrar en nuestra Web en todos los idiomas correspondientes;
2).- comunicarnos (aunque sea brevemente) vuestra posición sobre las acusaciones antes citadas del Boletín nº 28 de la FICCI (dado que insistís en que vuestras relaciones con la FICCI “existen y resisten”).
A fecha de hoy no hemos visto la más mínima reacción por vuestra parte (ni en vuestra Web ni en nuestro correo electrónico) a nuestra petición.
Entendemos que necesitéis cierto tiempo para redactar (o elaborar) una toma de posición que exprese vuestro punto de vista sobre las calumnias repugnantes vertidas por la FICCI contra la CCI. Pero la primera de nuestras peticiones la podéis atender en escasas horas, incluso en pocos minutos. Por eso os informamos que publicaremos inmediatamente en nuestra Web la carta que os mandamos el 17 de Noviembre así como un artículo de respuesta a vuestro texto “Respuesta a las estúpidas acusaciones de una organización en vía de desintegración” (que aparece en vuestra Web en varios idiomas) tomando en cuenta, evidentemente, que seguís dando cobertura a la campaña de calumnias lanzada contra nuestra organización por el “Circulo” y la FICCI.
Dicho esto, mantenemos las dos peticiones de nuestra carta del 17 de Noviembre. En especial respeto a la segunda, creemos que sea cual sea el tiempo que os cueste es vuestra responsabilidad poneros manos a la obra: lo que caracteriza a los revolucionarios no son los “silencios diplomáticos”, o sea la diplomacia secreta, sino hablar alto y claro y tener el coraje de decir lo que se piensa.
Saludos comunistas.
La CCI.
En su “Respuesta a las acusaciones estúpidas de una organización en vías de desintegración”, el BIPR[1] acaba de franquear un paso suplementario en la grave deriva oportunista que ya pusimos en evidencia en nuestro artículo “El BIPR rehén de unos hampones” ( ver nuestra página Web): ¡hoy justifica la conducta antiproletaria de un grupo parásito, la autodenominada “Fracción interna de la CCI”!.
Esta “Respuesta” del BIPR empieza criticando la “vulgaridad extrema” del tono de nuestro artículo, en el que denunciamos a ese supuesta “Fracción interna de la CCI” (FICCI) como una banda de “golfos”
En realidad sí el BIPR, adopta una pose de virgen escandalizada[2] no es porque, él haga gala de modales “exquisitos” de “caballero”, sino porque con esta actitud pretende ocultar que ha asumido como propios los métodos de la FICCI. Y, es precisamente por eso, por lo que el BIPR no ha dicho ni una sola palabra sobre el estilo vulgar del texto de la FICCI titulado “La ignominia no tiene límite” en el que estos gamberros llaman a realizar acciones de progromo contra nosotros por nuestra supuestas “marranadas” y contra nuestros militantes a los que califican de “canallas”[3].
Así, esta “Respuesta” del BIPR a las “estúpidas acusaciones” de la CCI busca, en primer lugar, correr un tupido velo sobre el robo de nuestro fichero de direcciones por un miembro de la FICCI con los siguientes argumentos “…si camaradas dirigentes de la CCI – que como tales disponían del fichero de direcciones de su organización rompen con la organización, declarando querer ganar a sus camaradas a la `justa vía`, guardando el fichero de direcciones, entonces no se trata de un robo. El falso moralismo de la CCI apesta a hipocresía cuando lanza acusaciones de todo tipo a quienes la abandonan…”.
Esta tentativa de “justificación” de unos hábitos propios de gángsteres de los miembros de la FICCI nos lleva ha hacer varias precisiones:
1) Nuestro fichero de direcciones, del mismo modo que el dinero y cualquier otro tipo de material político, pertenece a la organización como un todo y no a los individuos que la componen. Este es un principio elemental de funcionamiento de todas las organizaciones revolucionarias. ¡ Y el BIPR lo sabe de sobra ¡ Por eso se ha negado a responder a nuestra carta de fecha 1/10/2004 (publicada en nuestra página WEB) en la que entre otras cuestiones le planteábamos lo siguiente:
· ¿Cómo ha llegado la carta de convocatoria de la reunión pública del 2 de Octubre del BIPR en París a la dirección postal de nuestros abonados cuando estos sólo han confiado su dirección a la CCI?.
· “¿Cómo habría reaccionado el BIPR si la CCI hubiera hecho lo mismo, si hubiéramos sido cómplices y apoyado el robo del fichero de direcciones del BIPR por alguno de sus antiguos miembros” aceptando que se utilice para “invitar a sus suscriptores a una de nuestras reuniones públicas?” (“Carta de la CCI al BIPR” publicada en nuestra Web).
2) En el caso de que el BIPR no esté de acuerdo con el principio según el cual este material pertenece a la organización y no a los individuos, quiere esto decir que, el camarada encargado de la tesorería puede largarse tranquilamente con la caja de la organización bajo el pretexto de continuar un trabajo político si es excluido o si rompe con la organización. Esta visión es la de algunos anarquistas y el lumpen, pero no la de las organizaciones del proletariado.
Le recordamos al BIPR que la banda de hampones de la FICCI no se ha contentado con robar nuestro archivo de direcciones. Además han robado dinero a la CCI. Han malversado fondos de la organización negándose a devolvernos el coste de unos billetes de avión que se compraron para que viajaran a París dos delegados de nuestra sección mexicana: que fueron secuestrados en el aeropuerto de Roissy por los golfos de la FICCI para impedir que participaran en nuestra Conferencia Internacional Extraordinaria de Abril de 2002 (ver artículo en nuestra prensa).
Tras leer los argumentos utilizados por el BIPR para justificar el robo de nuestro material político, tenemos derecho a plantear la siguiente cuestión ¿es también con el dinero robado por la FICCI con lo que el BIPR ha podido alquilar la sala donde celebrar su reunión pública del 2 de Octubre en París? (ya que esa reunión la organizó el BIPR con el apoyo político y material de la FICCI).
3) La idea del BIPR que justifica que camaradas “dirigentes” se lleven todo el material que les ha sido confiado ya que no habrían podido convencer a los militantes de la validez de sus posiciones, es totalmente ajena a la tradición histórica del movimiento obrero. Esta política tiene un nombre: es la política destructora de la “tierra quemada”. Como no se ha conseguido imponer sus posiciones, se desvalija a la organización y se echa el guante a su material político para sabotear su actividad[4] .
La CCI ya denunció públicamente ese comportamiento de truhanes en 1981 a propósito del “caso Chenier”. En aquella época las dos organizaciones que acabarían constituyendo el BIPR (Battaglia Comunista y la Communist Worker`s Organisation) tenían aún un mínimo de dignidad y no corrieron a dar apoyo al ciudadano Chenier y a su grupo parásito, el CBG. En aquella época no pusieron “el grito en el cielo” ante la vulgaridad de la CCI cuando esta denunció en los términos que siguen a continuación a esos golfos: “…estos camaradas (los de la ex sección de la CCI en Aberdeen) han tenido conocimiento de las maniobras de Chenier durante meses y han justificado el robo una vez este se ha producido como `normal en caso de escisión`. Nuestra condena de estas práctica ha sido calificada de `reacción de pequeños burgueses propietarios` (…) En los primeros números de “The Bulletin” se reivindican de tal comportamiento escondiendo tras estúpidas y falsas historias a cual más vil contra la CCI (…) ¿Cuando hay una escisión se puede robar todo lo que se quiera pero una vez convertido en nuevo grupo, cuando se es el amo del cotarro,...el acceso a la propiedad privada hace que los pequeños golfos sienten la cabeza(…), ¿Cuales son las posiciones del CBG?. He aquí otro grupo con una existencia parásita. ¿Que representa ante la clase obrera? Una versión provinciana de la Plataforma de la CCI con la coherencia de menos y el robo de más….” (REVISTA INTERNACIONAL n º 36 “Respuesta a las respuestas”). Lo que claramente afirmábamos hace 20 años sobre los métodos gangsteriles del CBG igualmente se aplica hoy a la FICCI.
Debe quedar claro que la CCI no ha renunciado a recuperar de una forma o de otra el dinero robado por la FICCI[5]. Nuestra organización adoptará, en su momento, la misma política que puso en práctica, hace más de veinte años, durante la recuperación del material que le fue robado por la tendencia Chenier, especialmente por los que constituyeron el CBG[6].
4) Precisamente porque se trata de una regla elemental del funcionamiento de cualquier organización del proletariado, los Estatutos de la CCI afirman explícitamente que todo militante que abandone la organización (ya sea por propia voluntad o por que se le excluya) esta obligado a devolver a la CCI todo el material que le haya sido confiado para el cumplimiento de sus tareas militantes: “el militante no hace una inversión personal en la organización de la que esperar dividendos o que se pueda retirar cuando uno quiere irse. Por tanto se proscribe como ajena al proletariado cualquier práctica de retirada de material o fondos de la organización incluso si se va a formar otro grupo político” (“Informe sobre la estructura y el funcionamiento de la organización de revolucionarios”. Los miembros de la FICCI saben perfectamente que apropiándose del fichero de direcciones (y robando el dinero de la organización) están empleando prácticas “totalmente ajenas al proletariado”. Se han mofado de nuestros estatutos y han roto con la CCI, ellos mismos se pusieron fuera de la organización antes de que los excluyésemos.
Por eso, entre otras cosas, se niegan, pese a nuestras reiteradas demandas, a pedir un Tribunal de Honor mientras que sostienen que son falsas las acusaciones que hemos hecho contra sus comportamientos (ver nuestro artículo en Internet “El Tribunal de Honor, un arma de defensa de los militantes y las organizaciones comunistas”[7]).
5) El BIPR da aún un argumento más para justificar este robo: ya que los miembros de la FICCI eran “camaradas dirigentes”, “como tales”, podían atribuirse el derecho de llevarse cuando se fueron el material perteneciente a la organización. Así, los “dirigentes” tendrían derechos y privilegios que no tendrían los “militantes de base”. ¡ Esta concepción elitista y burocrática la encontramos en las organizaciones burguesas (en particular las estalinistas) pero no en las de la clase obrera ¡
Queremos señalar, de paso, que la CCI no tiene la visión piramidal del BIPR de miembros “dirigentes” sino de miembros de “órganos centrales”. La CCI no había confiado “como miembro dirigente” su archivo de direcciones al actual miembro de la FICCI sino que le confió ese fichero como militante encargado de realizar los envíos de las publicaciones a los abonados de la CCI. Si le confiamos a ésta, a quien el BIPR llama “camarada dirigente” (¡lo que nos hace reír a carcajadas!) la responsabilidad, muy importante, de esta tarea es únicamente porque la hacia muy bien[8].
A través de los argumentos contenidos en esta “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones”, hemos podido descubrir en realidad la complicidad del BIPR con este robo. Nos dice que en efecto la FICCI tiene derecho de guardar el fichero de direcciones con el fin de poder “llevar a los camaradas al buen camino”[9]. Este argumento no solo intenta “blanquear” los comportamientos indignos e innobles de la FICCI. Intenta ante todo y sobre todo justificar las tentativas de sabotaje y desestabilización de la CCI desarrolladas por los “dirigentes” del BIPR, a nuestras espaldas, durante más de dos años.
En el Boletín n º 9 de la FICCI nuestros lectores podrán descubrir las maniobras del BIPR que consisten en animar a esta banda de hampones a continuar sus ataques contra nuestros órganos centrales y contra nuestros militantes con el fin de llevar al máximo de camaradas “al buen camino”. Por ello animamos a nuestros lectores a leer el “Resumen de la reunión del 17/03/2003 entre la fracción y el BIPR” publicado en el citado número del Boletín (y disponible también en la página Internet de la FICCI). En él encontrarán los “argumentos” que justifican el robo de nuestro fichero de direcciones: para la FICCI se trata de mandar a los militantes de la CCI su prosa repugnante (con la bendición del BIPR) con el fin de “abrirles los ojos a los militantes de la CCI ya que, en lo inmediato, están metidos en una creciente dinámica de seguir a los OD (“Organos Decisorios”) de la CCI sin cuestionarse nada de lo que estos dicen (...). El BIPR ha aprobado esta “orientación” en los siguientes términos: “Debéis proseguir vuestro combate contra las derivas actuales por restaurar las adquisiciones organizativas y políticas de la CCI”.
Así vemos que el BIPR no solo ha alentado a la FICI en su sucio trabajo (atiborrar los buzones de nuestros camaradas y de nuestros simpatizantes con sus trapos sucios infames) sino que además apoya y alienta el combate por.... “¡la restauración de las adquisiciones organizativas y políticas de la CCI!”. Nuestros lectores pueden darse una idea de la duplicidad y del increíble (¡pero cierto!) doble lenguaje del BIPR: de un lado se muestra (hipócritamente) interesado en defender las “adquisiciones organizativas y políticas” de la CCI y de otro afirma (en su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones”) querer “convencer” a la FICCI de que la “debilidad intrínseca” de la CCI está en “las cuestiones metodológicas de base que desde siempre nos separan (al BIPR) de la CCI”.
La hipocresía llega al colmo cuando al mismo tiempo que apoyaba a la FICCI en su combate contra “la dirección liquidacionista” de la CCI (según la frase habitual de la FICCI), el BIPR escribía “no nos incumbe dar la razón o quitarla en las querellas organizativo /disciplinarias dentro de la CCI” (ver el texto del BIPR, publicado en varias lenguas en su sitio Internet, fechado febrero 2002, “Elementos de reflexión sobre las crisis de la CCI”).
Eso nos permite entender mejor porqué el BIPR no ha condenado el robo de nuestro fichero de direcciones. Su interés era, lisa y llanamente, utilizar las direcciones de la FICCI (y sus crapulosos métodos) no solo para reclutar en su propio beneficio sino para sembrar cizaña dentro de la CCI.
¡Esta claro que lo que “apesta a hipocresía” no es “la falsa moral de la CCI” sino la ausencia de toda moral del BIPR!
Lo repetiremos una vez más a riesgo de afectar el pudor de primera comunión del BIPR: cuando uno se acuesta con mujeres de mala fama no cabe hacerse el sorprendido por haberse contagiado de blenorragia.
En el punto 2 de su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones” el BIPR afirma, respecto al robo de nuestro fichero a partir del cual se ha enviado la convocatoria a su reunión pública del 2 de Octubre, que “No tenemos que dar cuentas ni a la CCI ni a nadie sobre nuestra forma política de actuar” y estigmatiza la “pretensión de la CCI de relanzar supuestas tradiciones de la Izquierda comunista”, lo que considera “patético”.
Lo verdaderamente “patético” es constatar que el BIPR se convierte en cómplice de la FICCI vendiendo su derecho de primogenitura por un plato de lentejas. ¡Por eso echa por la borda, no solo la tradición de la Izquierda Comunista sino también, los principios más elementales del movimiento obrero para adoptar la ley de la selva!
Frente a la pregunta de nuestros suscriptores: “¿Cómo ha obtenido el BIPR nuestras direcciones?”, la respuesta ha sido: ir a quejaros a otra parte, ¡el BIPR no da cuentas a nadie sobre “lo que hace en política”!.
¿Los “dirigentes” del BIPR creen que no tienen ninguna cuenta que dar a los militantes de su propia organización (que no participaron en esa reunión pública y que se han quedado a cuadros al saber que se había mandado la convocatoria a gente de la que no se conocía su dirección)?. Salvo que esa “forma de hacer política” sea acorde a los estatutos del BIPR o que sus militantes “sigan” ciegamente la política (¡totalmente irresponsable!) de sus “dirigentes”... “¿sin preguntarse nada?”.
El BIPR en el primer punto de su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones” empieza diciendo que sus relaciones con la FICCI “existen y resisten” y lo explica con el siguiente argumento: “queremos impedir que la enésima escisión de la CCI, con la salida de dirigentes de la vieja guardia de lugar al nacimiento de un nuevo grupo disidente de la CCI que reivindique su ortodoxia”.
Muy buena la intención del BIPR (¡estamos realmente conmovidos ante tal desvelo!), pero el infierno está empedrado de buenas intenciones. El BIPR quiere convencernos de que trata de convencer a la FICCI de que abandone las posiciones programáticas de la CCI para evitar que surja un nuevo grupo parásito (aunque se niegue a admitirlo, ¡hay que llamar a las cosas por su nombre!)[10]. La verdad es que el BIPR discute con los miembros de la FICCI para reclutarlos.
¡A que tantas contorsiones para demostrar su “buena fe”!. Es patente que el BIPR no tiene la más mínima dignidad: se limita a ... ¡hurgar en el cubo de la basura de la CCI!
Por nuestra parte queremos tranquilizar al BIPR: nuestro objetivo no es sabotear sus tentativas de “reagrupamiento” (como clama a los cuatro vientos la FICCI y su hermano gemelo, el “Circulo” de Argentina). Si defendiéramos un punto de vista “de tendero” no nos molestaría que el BIPR integrase en sus filas a los miembros de la FICCI. Al contrario, nos harían un favor al quitarnos de encima ese grupúsculo parásito que no cesa de manchar el nombre de la CCI al reivindicarse de nuestra plataforma.
La única y exclusiva razón por la que advertimos al BIPR de las maniobras de seducción de la FICCI es que queremos evitar que una organización de la Izquierda comunista ridiculice (aunque ya es demasiado tarde) los principios proletarios avalando los métodos de una banda de golfos.
Si el BIPR quiere desacreditarse reagrupándose con tales elementos, nadie puede impedírselo. Como dice el refrán ¡no se puede dar de beber a un burro que no tiene sed! Cuánto antes “convenza” el BIPR a la FICCI de que nos deje en paz ¡Tanto mejor!
El BIPR desgraciadamente al negarse a considerar nuestros análisis sobre el fenómeno del parasitismo (que retoma lo que Marx puso en evidencia frente a la Alianza de Bakunin en la AIT) se priva de un arma que le podría evitar dejarse el pellejo en esta sórdida aventura. Sigue corriendo tras la FICCI con la esperanza de coger la zanahoria que ésta le tiende: ¡la perspectiva de una futura sección del BIPR en París y México!
La FICCI, evidentemente, no tiene el más mínimo interés en dejarse “convencer” por el BIPR y mucho menos en engrosar sus filas. Por ello esos parásitos no dejan de repetir, con una obsesión enfermiza, que “no han roto con la CCI”. La FICCI, en su último Boletín (nº 28) insiste en un desacuerdo con el BIPR: contrariamente a lo que éste afirma en su respuesta a las “estúpidas acusaciones” de la CCI, la FICCI juzga necesario hacer “una precisión respecto a lo que dice el BIPR: nosotros no hemos roto (con la CCI), nos han excluido”. Estamos verdaderamente desolados por el BIPR y esperamos que se reponga de esa enorme decepción. Por nuestra parte solo nos cabe animarle a que no se haga ilusiones: los miembros de la FICI no pueden sumarse a las filas del BIPR porque, como afirman en su Boletín nº 28, “¡la fracción ES la CCI!”: “Nosotros, la fracción, somos la CCI”.
No podemos pedir al BIPR que convenza a un loco que se cree Napoleón de que no los es, ya que solo vive para eso. Lo que si podemos es escandalizarnos de que el BIPR, gangrenado por el oportunismo, no sea capaz de ver el carácter absolutamente delirante del universo mental de esa supuesta “fracción”.
A propósito de nuestras “Tesis sobre el parasitismo” el BIPR añade: “mientras que pasan tantas cosas en el mundo, la CCI no encuentra nada mejor que hacer que escribir unas “Tesis” sobre sus querellas internas”.
Cualquier lector mínimamente serio puede comparar los informes sobre la reunión publica del 2 de Octubre hechos por la CCI y por el BIPR (ver la Web de Battaglia Comunista). Así podrá comprobar que el BIPR ¡es incapaz de responder a las cuestiones planteadas en su propia reunión pública sobre el análisis de las raíces de la guerra de Irak, como tampoco es capaz de refutar los argumentos expuestos por la CCI (ver en Acción Proletaria nº 179: “El vacío político y la ausencia de método del BIPR”). De hecho, ante el estallido de la barbarie guerrera y del caos sangriento en Irak, Oriente Medio, Africa, etc., el BIPR no tiene cosa mejor que hacer que poner en cuestión el análisis sobre la decadencia del capitalismo (elaborado por la Internacional Comunista). No tiene cosa mejor que hacer que complementar la propaganda de los economistas burgueses para consolar a la clase obrera (y mistificarla) haciéndole creer que el modo de producción capitalista tendría aún por delante ¡días radiantes!
En cuanto a la critica a nuestra “Tesis” sobre nuestras “querellas internas”, el BIPR debería empezar entonces por criticar a Marx: mientras que en el mundo acontecía un evento tan importante como la Comuna de París de 1871 Marx “no tenia nada mejor que hacer” ¡que convocar una Conferencia en Londres consagrada esencialmente a examinar el caso Bakunin y su grupo parásito de la Alianza de la Democracia Socialista! Para más INRI el único congreso de la AIT en el que Marx estuvo presente, el de La Haya en 1872, se consagró bajo el impulso de Marx y Engels al análisis de las cuestiones organizativas y de funcionamiento. Más aún, el año siguiente, Marx, Engels y Lafargue consagraron un tiempo y una energía considerables a redactar un libro sobre las maniobras ocultas del ciudadano Bakunin y sus cómplices (titulado “La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los trabajadores”). ¿Y que decir de Lenin que tras el segundo congreso del POSDR “no encontró nada mejor que hacer” que escribir, no unas cuantas tesis sino un libro entero (“Un paso a delante, dos pasos atrás”) sobre las “querellas internas” del POSDR?
El BIPR no ha entendido nunca (por su incapacidad para reapropiarse de esa experiencia del movimiento obrero) que el comportamiento político de los militantes comunistas es una cuestión de principios. Por ello, es él (y no la CCI) quien está amenazado de desintegración[11]. Al hacer causa común con elementos cuya más importante actividad consiste en escribir cientos de páginas de calumnias contra la CCI y sus militantes (puede verse entre otros la novela policíaca de la FICCI titulada “Historial del SI”), el BIPR se ve conducido a apropiarse de una “manera política de actuar” totalmente ajena al proletariado, fundada no solo sobre el robo, sino también sobre la mentira y la calumnia.
El BIPR en el punto 5 de su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones” afirma que nunca ha osado “especular” sobre las acusaciones de estalinismo que nos hace la FICCI: “rechazamos por ridículas las advertencias de una organización (...) cada vez que se le acusa de oportunismo y estalinismo, sobre las cuales nosotros jamás hemos especulado”.
Esta afirmación es una burda mentira. Nuestros lectores pueden encontrar en el Boletín nº 9 de la FICCI la afirmación del BIPR, acreditando la “tesis” de la FICCI según la cual la CCI habría entrado en un proceso de “degeneración estalinista”: “Para nosotros (el BIPR) es evidente que ha habido un proceso de eliminación de militantes. Una eliminación de la vieja guardia de la que el único que queda es Peter (...), el camino será corto, se ha desencadenado de forma irreversible la tendencia a excluir”[12].
No solo el BIPR está pillado en falta al pretender hoy con la mano en el corazón no haber “especulado nunca sobre las acusaciones de estalinismo” contra la CCI, sino que además se convierte en portavoz de calumnias apenas veladas contra uno de nuestros camaradas, el “liquidador en jefe” (como le gusta llamarle a los de la FICCI) que, como Stalin, ¡habría “eliminado a la vieja guardia”!
Nuevamente esa “metodología nauseabunda” basada en la mentira y la calumnia lleva al BIPR a publicar en su Web (y ¡en 3 idiomas!) el texto calumnioso del “Circulo de Comunistas Internacionalistas" de Argentina (que como hemos demostrado es en realidad una gigantesca impostura[13]).
A pesar de que hemos publicado la Declaración del NCI del 27 de Octubre (ver nuestra Web) el BIPR sigue alimentando la mentira de que el NCI, como la FICCI, “ha roto con la CCI” (ver la Web de Battaglia Comunista). El BIPR una vez más toma sus deseos por la realidad[14].
Aunque el NCI ha mandado a al BIPR esa Declaración (en la que afirma que los textos del “Circulo” son “mentiras y calumnias vergonzosas vertidas contra la CCI”) éste no ha juzgado necesario retirar de su Web el texto en el que el “Circulo” denuncia los supuestos “métodos nauseabundos” de la CCI. Lo que significa que mantiene y rubrica el empleo de la mentira y la calumnia.
La razón de tal política de naturaleza burguesa se encuentra en el Boletín nº 9 de la FICCI. Si lo leen, nuestros lectores verán que en Marzo de 2002, el BIPR y la FICCI habían empezado a elaborar de forma concertada una estrategia política cuyo objetivo es destruir a la CCI.
Así es como nos enteramos de que el BIPR dice que “tenemos que concluir que la CCI se ha convertido en una organización no válida y por tanto haremos todo lo posible para que desaparezca”. (el subrayado es nuestro).
¡He aquí porque, y con que proyecto político, los contactos entre el BIPR y la FICCI “existen y resisten”!
Con ese objetivo claramente enunciado de “hacer todo lo posible para su desaparición” (la desaparición de la CCI) el BIPR, así como la FICCI, entra al trapo del texto calumniador de un impostor (el supuesto “Circulo de comunistas internacionalistas”) como un toro ante el capote rojo.
El BIPR está realmente mal situado para darnos lecciones de “verdadera moralidad”. Su crítica a nuestro “falso moralismo” no puede ocultar la triste realidad: el BIPR adopta la “moral” antiproletaria de los jesuitas de que ¡el fin justifica los medios”.
El BIPR para destruir a la CCI, y ejecutar la sentencia que ha dictado contra nuestra organización (¡y a nuestras espaldas!) está dispuesto (cosa que ya ha hecho) a utilizar los sórdidos métodos de la propaganda burguesa.
Para lograr su meta no sólo se alía con los hampones de la FICCI y con un mitómano manipulador del “Circulo” argentino, sino que cada vez más ¡tiende a adoptar los nauseabundos comportamientos de esa ralea!
Un consejo queremos darle al BIPR, que barra primero su casa: mientras que pasan “tantas cosas en el mundo” desde el 11 de Septiembre 2001, el BIPR no tiene nada mejor que hacer que rumorear con la FICCI sobre que la CCI elimina a la “vieja guardia”. No tiene nada mejor que devanarse los cascos para saber si “la CCI está moribunda” (Carta del BIPR a la Fracción, publicada en el Boletín nº 9 de la FICCI). ¡No tiene nada mejor que hacer que leer las novelas policíacas de la FICCI perladas de pequeños detalles “picantes” sobre el “estilo” o la vida personal de tal o cual militante de la CCI!
Hoy, cuando siguen pasando “tantas cosas en el mundo” ¿qué se le ocurre hacer a ese grupo que tiene la pretensión ¡y la santa barra! de presentarse al mundo entero como... el único “polo serio” de la Izquierda Comunista? No tiene nada mejor que hacer que poner a “discusión” en su Web, y en tres idiomas, las elucubraciones de un psicópata (donde las mentiras son tan imponentes como la falta de escrúpulos). Todo ello para dilucidar si....nuestra llamadas telefónicas a militantes del NCI en Argentina (¡de las que el BIPR ni siquiera conoce su contenido!) son una ¡confirmación de la “degeneración estalinista” de la CCI!
El BIPR, al conchabarse con la FICCI, ha puesto una bomba en su propia casa. Solo nos queda agradecer a la FICCI haber dejado claro, en sus “Boletines”, las intenciones del BIPR de “hacer todo lo posible por empujar a la desaparición” de nuestra organización. ¡Por una vez el chivatazo ha rendido servicio a la CCI!
Ya es hora de que el BIPR, si no quiere hundir su propio barco, deje sus “reflexiones (¡y estúpidas especulaciones!) sobre las crisis de la CCI” para reflexionar sobre las causas de sus propios sinsabores organizativos y su actual deriva.
Es el único método que puede (¿quizá?) hacer que escape a la suerte a la que le condena su oportunismo congénito.
Ya es hora de que el BIPR reconozca que, pese a su alianza diplomática y “táctica” con la FICCI, no tiene los medios para cumplir su ambición de “empujar a la desaparición de la CCI” para ser el “único polo de reagrupamiento” de la Izquierda Comunista. Cuanto más croa el BIPR con esa banda de golfos (y su pequeño clon degenerado de Argentina), cuanto más encamina sus pasos hacia “una lenta y segura agregación de las fuerzas revolucionarias” (como afirma en su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones”) más rápido avanza hacia el fin trágico y grotesco del ... sapo que quiso ¡ser más grande que un buey!.
CCI (18/11/04)
[1] Buró Internacional por el Partido Revolucionario, organización que se reivindica de la tradición de la Izquierda Comunista de Italia, y que está formada principalmente por la Comunist Workrs´Organisation (CWO) en Inglaterra y Battaglia Comunista en Italia
[2] En las primeras líneas de su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones” el BIPR se cubre de ridículo: se rasga las vestiduras por que la CCI haya podido emplear (en el artículo “El BIPR rehén de una hampones”) palabras tan vulgares como “hampones”, “canastilla de boda”, “mujeres de poca virtud”, o incluso ¡“blenorragia”!. Visiblemente el redactor de esa “Respuesta” a la CCI no conoce a fondo la lengua francesa ya que ninguno de esos términos se considera vulgar. El traductor se habría podido ahorra ridiculizar un texto oficial del BIPR, traducido a varias lenguas, en el cual el término “canastilla de boda” se mete en la rubrica de ¡palabras vulgares!.
[3] Ver el texto, publicado en el Web de la FICCI, “La ignominia no tiene límite” que introduce la Declaración del “Circulo” del 2 de Octubre. Curiosamente la versión francesa ha desaparecido de la Web de la FICCI (a fecha de hoy solo está en Ingles y Castellano). Afortunadamente hemos guardado copias y se las podemos mandar a los lectores que nos lo pidan. Además hay que constatar que los llamamientos al progromo lanzados por esos hampones empiezan a tener un cierto eco como lo corrobora un anónimo amenazador recibido a principios de noviembre en nuestra dirección e-mail en España. Nuestros lectores podrán ver el correo (¡tan vulgar como nauseabundo!) de ese buitre acompañado de nuestra respuesta en nuestra Web en Español
[4] La FICCI considera que la CCI es de su propiedad cuando afirma en su Boletin nº28 que la CCI es “NUESTRA organización”. Es la misma visión que llevó al ex - militante Michel a afirmar durante una reunión secreta de la que descubrimos sus actas: “Tenemos que recuperar los medios de funcionamiento”. Hay que señalar que Michel ha preferido jubilarse a juntarse con la “fracción”, y es porque comprendió (como dijo claramente a una delegación de la CCI) que “¡lo que hemos hecho (a espaldas de la organización) es miserable!”. Contrariamente a sus amigos de la FICCI ha preferido una salida un poco más “honrosa” devolviendo la totalidad de su deuda con la CCI.
[5] ¡No tenemos ningún inconveniente en que el BIPR se “solidarice” con la FICCI abriendo una suscripción para ayudarle a devolver el dinero a la CCI!
[6] Con esa misma intransigencia y determinación la CCI consiguió, en la primavera del 2002, recuperar los archivos depositados en la “segunda residencia” de un miembro de la FICCI cuando este rufián se aprestaba a mudarlos. Queremos señalar que recuperamos nuestro archivos con la más total normalidad: el ciudadano Olivier, miembro “dirigente” de la FICCI nos los devolvió si rechistar ni oponer resistencia
[7] Ver la Web de Révolution Internationale 351
[8] Al menos hasta el 14º Congreso de la CCI. Después, ante el creciente repudio de sus comportamientos en la organización, empieza a sabotear el trabajo, por lo que tomamos la decisión de apartarla de tal responsabilidad. Sin embargo, guardó a nuestras espaldas (y premeditadamente) una copia del fichero de suscriptores, todo eso mucho antes de que se constituyera la supuesta “fracción”
[9] Hay que decir, que los miembros de la FICCI en ningún momento hicieron el más mínimo esfuerzo para convencer al resto de la CCI. Todo lo contrario: su actitud abiertamente destructiva y de “tierra quemada”, la mentira y el chantaje sistemático, sus dobleces y maniobras sórdidas... los aislaron de casi todos los militantes de la CCI, incluso de aquellos que al principio habían sido sensibles a sus argumentos. Mientras que la CCI les conminaba a que expusieran abiertamente sus desacuerdos en nuestras reuniones internas y publicándolos en nuestros boletines internos, preferían filtrar a sus “iniciados” los documentos que no daban al resto de la organización y hacer reuniones secretas complotando para “desestabilizar” (según los propios términos de esos virtuosos caballeros) a la organización. También rechazaron nuestro ofrecimiento de publicar en la Revista Internacional una respuesta por su parte al artículo publicado en la 108 sobre la noción de fracción, artículo que rechazaban, a fin de que expusieran en base a la experiencia histórica del pasado las concepciones sobre las cuales se había fundado la “FICCI”.
[10] Hay que notar que en su “Respuesta” a nuestras “estúpidas acusaciones”, el BIPR empieza a dar un pequeño esbozo de análisis sobre el fenómeno del parasitismo. Así afirma con toda razón, que la constitución de “un nuevo grupo disidente de la CCI” significaría que “un intelectual” cualquiera rodeado de algunos simpatizantes, se siente con derecho a hacer su pequeño grupo, sisando de aquí o allá ideas y posiciones, con una manifiesta incapacidad para mantener unidos a los camaradas”. Los elementos de la FICCI traicionando nuestros principios organizativos, propagando mentiras repugnantes contra nuestros órganos centrales y nuestros militantes, han roto con la CCI (¡en esto estamos totalmente de acuerdo con el BIPR!): y han mostrado su “propia incapacidad para mantener unidos a los camaradas”. “Sisando” dinero y material a la CCI, “sisando aquí o allá (a la CCI y al BIPR) algunas ideas y posiciones” , estos timados no tienen ningún “derecho” a reclamarse de la Izquierda Comunista. No nos queda más que alentar al BIPR para que vaya un poco más lejos en su reflexión: ese grupúsculo autodenominado “Fracción interna de la CC” no es una emanación histórica del proletariado. ¡Carece de toda legitimidad y solo es un grupo parásito!. En cuanto a la caricatura que hace el BIPR de nuestro análisis del parasitismo tratando de ridiculizar las “estúpidas” acusaciones de la CCI que grita “¡complot de la burguesía!”, solo pone de manifiesto una cosa: su ignorancia de lo que Marx denunciaba contra sus detractores a propósito de la Alianza de Bakunin al afirmar (en prueba de su “estupidez”) que el combate del Consejo General de la AIT contra Bakunin era “un complot del sol contra la sombra”
[11] En Junio de 1897 el escritor americano Mark Twain escribió, ante los rumores sobre su muerte: “la noticia de mi muerte se ha exagerado ampliamente”. Podemos decirle lo mismo al BIPR: la noticia de nuestra “desintegración” ha sido “ampliamente exagerada”. Es hora de que de una vez por todas, los militantes del BIPR dejen de creer las historias de terror (lo mismo que los cuentos de hadas) que le cuenta la FICCI. Ya no tienen edad
[12] Aclaremos sobre esta afirmación una serie de puntos para restablecer la verdad:
a).- La idea que vehiculiza el BIPR de que solo queda en el CCI un “miembro fundador” es radicalmente falsa. Aconsejamos al BIPR que verifique la veracidad de las informaciones que suministra la FICCI ya que, como decía Lenin, “el que cree a pie juntillas es un idiota redomado”.
b).- Ser miembro fundador no implica, en nada, estar inmunizado contra la traición. ¿Hay que recordarle al BIPR entre los 6 miembros fundadores de Iskra (¡cuya talla es muy diferente de esa banda de golfos!) 4 traicionaron y se pasaron al campo de la burguesía durante la primera guerra mundial. Lenin fue el único miembro de Iskra que se mantuvo fiel a la causa revolucionaria hasta el final.
Queremos restablecer otra verdad: los miembros de la FICCI no son “dirigentes de la vieja guardia” como pretende el BIPR. A diferencia de lo que van diciendo por ahí, con increíble presunción “para darse jabón”, ninguno de ellos ha sido “fundador de Revolution Internationale” (antecesor de la CCI junto con nuestra sección en Venezuela). Ni siquiera el más viejo de ellos, el hombre invisible (y “padre fundador” de la FICCI) el ciudadano Jonás lo es pues abandonó la organización justo después del final del movimiento del Mayo 68 y no volvió a ella hasta años después, mediados los años 70.
Los miembros de la FICCI, para evitar que se esclarezca su trayectoria dentro de la CCI se oponen a un Tribunal de Honor. Esos héroes de tira cómica, que se tienen por Superman o por Wonderwoman, prefieren dedicarse a embaucar a todos aquellos que, como el BIPR, se tragan sus cuentos. Haber militado durante años y haber formado parte de los órganos centrales no les convierte en “dirigentes de la vieja guardia”.
De hecho, la FICCI y el BIPR se echan flores mutuamente: el BIPR presentando a los miembros de la FICCI como “dirigentes” de la “vieja guardia de la CCI” y la FICCI se las devuelve diciendo que el BIPR es “el único polo de reagrupamiento de la Izquierda Comunista”. ¡A esto se resume el trato diplomático entre el BIPR y la FICCI!
[13] Ver “Círculo de Comunistas Internacionalistas: ¿Impostura o realidad?” en Acción Proletaria nº 179
[14] Ver la Declaración del NCI en Acción Proletaria nº 179 y también “Noticias de Argentina: El NCI no ha roto con la CCI” en Suplemento de Acción Proletaria nº 180
Recientemente, la CCI ha enviado una delegación a Argentina. Esta ha sido acogida muy calurosamente por los miembros del NCI quienes nos han afirmado que sólo tenían un temor: que la CCI cambiara de opinión y los abandonara renunciando al viaje.
Durante nuestra estancia, los camaradas del NCI han tomado la decisión de enviar por correo postal su Declaración del 27 de octubre[1] a todas las secciones del BIPR y a otros grupos de la Izquierda Comunista con el fin de restablecer la verdad: contrariamente a las falsas informaciones propagadas por el BIPR (particularmente en su prensa en italiano), el NCI no ha roto con la CCI.
Los miembros del NCI han pedido dos veces por teléfono al individuo B. que viniera a explicarse ante el NCI y la delegación de la CCI. El Señor B. se ha negado a cualquier encuentro y cualquier discusión y ha colgado el teléfono. Este comportamiento revela la cobardía de este individuo: descubierto con las manos en la masa[2] prefiere esconderse bajo tierra como un conejo en su madriguera.
Los camaradas del NCI nos han aportado elementos suplementarios sobre el comportamiento de este pequeño aventurero de provincias. El señor B tenía un profundo desprecio hacia los otros miembros del NCI. Estos últimos son obreros que viven en la miseria mientras que B ejerce una profesión liberal y se enorgullecía de ser el único miembro del NCI que “podía pagarse un viaje a Europa”. Los camaradas del NCI nos han desvelado igualmente los métodos de B: dividía a los militantes del NCI de tal forma que nunca se podían reunir todos juntos. Los abordaba individualmente o en pequeños grupos para llevar discusiones personales con cada cual. No quería que los miembros del NCI profundizaran en las cuestiones políticas y pasaba constantemente de un tema a otro a toda velocidad. Esta ha sido la razón por la que los camaradas del NCI habían estimado que no estaban dispuestos a adherir a la CCI cuando B había pujado en agosto pasado para que el NCI se integrara en nuestra organización de forma prematura. Finalmente, los compañeros del NCI nos han manifestado que tenían hasta ahora muchas dificultades para criticar los métodos de este jefecillo estaliniano debido sin duda al peso de su pasaje por las organizaciones izquierdistas.
Este individuo había intentado sembrar la cizaña dentro de la propia CCI. A principios de septiembre nos envió un correo en el cual acusaba a uno de nuestros camaradas (que formaba parte de la delegación que le había visitado en Argentina en el mes de agosto) de haber provocado con su comportamiento a que un miembro del NCI tuviera que cambiar de casa. En nuestro último viaje este militante nos ha certificado que todo eso no era más que una mentira pura y dura: si tuvo que cambiarse de casa era sencillamente porque no podía pagar el alquiler. Hemos guardado la traza escrita de esta mentira repugnante del Señor B
Pese al choque que han recibido al descubrir las mentiras y maniobras realizadas en su nombre y a sus espaldas por ese siniestro personaje, los camaradas del NCI han expresado su voluntad de proseguir una actividad política a la medida de sus fuerzas limitadas. Gracias a su acogida fraternal y a su implicación política, la CCI ha podido celebrar una segunda reunión pública en Buenos Aires el 5 de noviembre sobre un tema elegido por los camaradas del NCI[3]
Durante toda su estancia en Buenos Aires, la delegación de la CCI ha sido alojada en casa de los camaradas del NCI que han ofrecido generosamente su hospitalidad pese a sus condiciones de vida espantosas. La mayoría está en el paro y no cobra ningún subsidio del Estado. Uno de ellos –cuya compañera ha sido despedida- acaba de perder su vivienda.
Pese a las terribles dificultades materiales que encuentran cotidianamente, los miembros del NCI han insistido ante nuestra delegación que quieren implicarse en una actividad militante y particularmente proseguir la discusión con la CCI. Los que están en el paro quieren encontrar a toda costa un trabajo no solo para poder sobrevivir y alimentar a sus niños sino también para salir del subdesarrollo político en el que el Señor B les mantenía (particularmente han expresado la voluntad de contribuir a la compra de un ordenador).
Al romper con el ciudadano B y sus métodos burgueses, los camaradas del NCI se han comportado como verdaderos militantes de la clase obrera. Han podido trazar perspectivas de trabajo con la delegación de la CCI. Han decidido prioritariamente formarse en la utilización del equipo informático con objeto de servirse de Internet y poder dotarse de una dirección mail[4].
En el momento de la partida de nuestra delegación, los camaradas del NCI han agradecido muy calurosamente nuestra visita. Nos han dicho que en su recorrido político pasado jamás encontraron una organización como la CCI que manifestaba tal respeto por los militantes. Han insistido varias veces que la CCI les llame regularmente por teléfono. Uno de ellos ha lamentado ante uno de nuestros camaradas que no le hubiera llamado por teléfono en el último periodo.
La CCI no piensa abandonar al NCI. No va a permitir que el Señor B y su minúsculo “círculo” vicioso, ejerza el más mínimo chantaje o la más mínima presión sobre este “pequeño núcleo” en un país aislado. Por ello, a petición unánime de todos los militantes del NCI, la CCI continuará utilizando su “metodología” (calificada de “nauseabunda” por el Señor B y sus cómplices de la FICCI) consistente en realizar regularmente llamadas telefónicas a los compañeros[5].
CCI 17-11-04
[1] Ver Acción Proletaria nº 179
[2] Ver en Acción Proletaria nº 179: “Círculo de Comunistas Internacionalistas: ¿Impostura o realidad?”
[3] Ver también Acción Proletaria nº 179
[4] Para toda correspondencia o para apoyo financiero escribir a la dirección de Acción Proletaria
[5] Este mitómano manipulador ha empleado estos términos en su declaración del 12 de octubre donde ha desplegado abundantemente sus mentiras nauseabundas atribuyendo a la CCI sus propias maldades (como sus aliados de la FICCI que le han deseado la “bienvenida” en su boletín nº 28): “Hacemos esta declaración como consecuencia de una serie de denuncias efectuadas por militantes del Círculo de Comunistas Internacionalistas y a su petición que dan cuenta que han sido objeto de llamadas telefónicas por parte de la CCI. Sin embargo, estos llamados telefónicas no eran inocentes. Tenían la taimada intención de destruir nuestro pequeño núcleo (…) Bajo su petición unánime, los camaradas llamados por la CCI para sembrar los gérmenes de la desconfianza y la destrucción de nuestro pequeño grupo, proponen al conjunto de militantes del Círculo de Comunistas Internacionalistas el rechazo total de este método político de la CCI que consideran como típicamente estalinista”.
Con ocasión de la próxima celebración en Barcelona de unas Jornadas de Debate sobre el problema de la Precariedad Laboral, queremos contribuir con algunas respuestas a las cuestiones más frecuentes que se plantean los trabajadores sobre este tema:
Desde finales de los años 60, el capitalismo mundial vive una crisis permanente una de cuyas manifestaciones más flagrantes es un desempleo masivo, con oleadas sucesivas de despidos y con una total incapacidad para integrar a las nuevas generaciones obreras al proceso productivo. Para enmascarar ese descomunal desempleo y evitar que alcance proporciones explosivas haciendo ver la quiebra del capitalismo, los explotadores cubren un puesto de trabajo con cinco, diez o veinte contratos precarios de diversa índole. Sólo en el mes de Octubre y en España se han registrado en las oficinas de empleo cerca de ¡un millón y medio de contratos!, y aún así el número de parados ha subido en 30 mil trabajadores más.
La respuesta es NO. Por mucho que los partidos de “izquierda” o los movimientos “antiglobalización” quieran inculcarnos que la culpa de la precariedad la tiene el gobierno del PP, o el “neoliberalismo”, lo cierto es que en países de tan afamada “sensibilidad social” como Francia o Alemania también se ha ido extendiendo con nombres tan rimbombantes como “contratos de inserción”, “contratos de sustitución”, etc.... En España, el iniciador de la precariedad fue el gobierno “socialista” de González con toda una serie de medidas que empezaron en 1984. El campeón de la precariedad en España es el propio sector público. Comunidades y Ayuntamientos gobernadas por la “Izquierda” la practican a mansalva.
Desde sindicalistas a sesudos sociólogos quieren trasmitirnos la idea de que en realidad “la clase obrera ya no es lo que era” pues existiría una escisión entre, por una parte, los obreros “privilegiados” con contrato “fijo”, indemnizaciones por despido, salarios más elevados; y por otro lado los trabajadores con contrato precario sin ningún tipo de “garantía”. El objetivo de toda esta ideología de la “nueva composición” del proletariado es sembrar la división y el enfrentamiento en sus filas para gran regocijo de los capitalistas.
La proliferación de “contratos precarios” es una expresión, más aguda si se quiere, de la precariedad que es la quintaesencia del trabajo asalariado. Si por precariedad entendemos inseguridad sobre su propia existencia y porvenir, entonces el proletariado es la clase de la precariedad. Los obreros están totalmente separados de los medios de vida y de producción. Sí quieren comer deben pasar por las horcas caudinas del trabajo asalariado. Pero obtener un puesto de trabajo no depende de su voluntad, ni siquiera de la voluntad individual del capitalista, sino de las leyes del mercado. Sí este se expande, más trabajadores tendrán el “privilegio” de comer a cambio de una explotación creciente, pero sí se reduce, como ocurre desde hace más de 30 años, la explotación seguirá aumentando pero menos trabajadores podrán ganarse la vida o lo harán de forma cada vez más precaria.
A diferencia de las clases explotadas de anteriores modos de producción como el esclavo o el siervo que tenían, por miserable que fuera, su existencia asegurada al pertenecer personalmente al amo o al señor feudal, el proletariado no pertenece a ningún patrón particular sino a la clase capitalista en su conjunto. Los obreros tienen “libertad de trabajo”, es decir, ningún capitalista individual tiene el compromiso de garantizarles la existencia de por vida. Esa supuesta libertad, tan cacareada por la propaganda de la burguesía, es, por el contrario, la peor esclavitud, pues supone la más terrible inseguridad y precariedad.
Desde luego que no. La precariedad ha acompañado siempre la existencia de los trabajadores. La existencia de una capa importante de la población falta de ocupación y por tanto de medios de procurarse su existencia (lo que Marx y Engels llamaron el “ejército industrial de reserva”), no es sólo una consecuencia sino sobre todo una necesidad, una precondición, de la propia economía capitalista. La precariedad masiva actual no es la expresión de una “nueva vía” encontrada por el capitalismo para “renovarse” y tener cuerda para rato, sino, muy por el contrario, la manifestación más patente de su crisis sin salida.
En absoluto. El trabajo fijo lleva camino de convertirse en un objeto de museo. En Japón y Alemania el mito del “trabajo de por vida” se desmorona. En China –que antaño presentaron como “revolución proletaria” y hoy venden como “milagro capitalista”- no sólo el desempleo no para de aumentar sino que las condiciones de trabajo de los “afortunados” con un puesto en la “nueva industria” son espantosas. ¡No hablemos de los países del Tercer Mundo donde el trabajo fijo nunca llegó a ser una realidad masiva! Ni los trabajadores de las industrias de “tecnología punta”, ni los de los sectores más tradicionales, ningún trabajador tiene garantizado su medio de subsistencia.
Se argumenta muy frecuentemente para oponer la situación de los “precarios” a la de los trabajadores con empleo “fijo” que éstos, al menos, cuentan con la salvaguarda de las indemnizaciones por despido o de los subsidios de paro. La verdad es que tales subsidios tienden a reducirse progresivamente como ha ocurrido recientemente en Alemania con las medidas contra los parados adoptadas por el gobierno “progresista” de socialdemócratas y verdes. En cuanto a las indemnizaciones por despido o las prejubilaciones, no son más que un salario diferido para que el trabajador agote en unas condiciones miserables el resto de su existencia. Conviene además recordar que esos trabajadores prejubilados o jubilados tienen que mantener, o al menos ayudar, a hijos o nietos a los que el capitalismo condena al desempleo, la precariedad y niega el acceso a la vivienda.
En la historia del proletariado sólo puede hablarse de un breve lapso de tiempo (desde 1945 hasta finales de los años 70) en que efectivamente pareció verdad eso del “empleo asegurado”. Ese paréntesis, debido en realidad a la reconstrucción económica que siguió a la 2ª Carnicería Imperialista Mundial, es una excepción en la existencia de las sucesivas generaciones obreras.
Por supuesto que SI. Ser “de plantilla”, subcontratado o precario; estar en activo o jubilado, trabajar en las grandes fábricas de las metrópolis capitalistas o en talleres inmundos en los arrabales del tercer mundo, son todas ellas condiciones que la explotación capitalista impone a los trabajadores. Por ello activos, parados, jubilados, precarizados, emigrantes, proletarios de los países más adelantados o de los más subdesarrollados, todos somos una misma clase obrera.
Los explotadores y sus ideólogos tratan de quebrar esa identidad de clase creando todo tipo de enfrentamientos y contradicciones entre unos trabajadores y otros. A los obreros con contratos precarios se les dice que su condición es provocada por los “privilegios” de los obreros con contrato “fijo”. A estos, en cambio, se les presenta a los precarios como unos “competidores” que abaratarían las condiciones laborales y presionarían a la baja sus propios salarios. Como quiera además que los contratos “precarios” abundan más entre los trabajadores más jóvenes, la propaganda capitalista recurre a sus manidas consideraciones “sociológicas” para crear una fractura generacional, un enfrentamiento entre obreros jóvenes y obreros veteranos.¡No hablemos del enfrentamiento que se quiere crear entre los obreros de un país y sus hermanos que vienen de la emigración!
Toda la clase obrera sufre la misma esclavitud e inseguridad llamada trabajo asalariado, toda la clase obrera es la productora colectiva de la inmensa mayoría de la riqueza social de la que sin embargo se apropian los capitalistas, nuestro verdadero enemigo común. Ningún sector de trabajadores vive a costa de otro.
Ese es otro gran embuste con el que tratan de crear nuevamente divisiones entre los trabajadores, al mismo tiempo que le lavan la cara a los sindicatos que “al menos” defenderían a un sector de los trabajadores. Desde hace décadas, desde que el capitalismo es incapaz de otorgar mejoras y reformas a los trabajadores, los sindicatos se han convertido en un instrumento del Estado burgués destinado a cogestionar la explotación y a sabotear las luchas obreras: por un lado, son cómplices con Patronos y Estado en la firma de toda clase de acuerdos que destrozan nuestras condiciones de vida y trabajo; por otro lado, sus “convocatorias de lucha” y sus “acciones” sean pacíficas o “radicales”, tienen como fin sabotear la unidad y la combatividad de los obreros. Las dos caras de la acción sindical las hemos podido comprobar una vez más en Astilleros.
Sólo las verdaderas luchas obreras pueden defender los intereses de los trabajadores, fijos o precarios. Reclamar que los sindicatos se ocupen de los precarios es llamar al lobo para que guarde el gallinero. Un “Sindicato de Precarios” acabaría integrado en el mismo engranaje que los demás, y ahondaría aún más la oposición con los fijos. Los sindicatos han avalado las medidas contra los fijos y el desarrollo de la precariedad. Cuando vierten lágrimas de cocodrilo sobre la “alta tasa de temporalidad” están haciendo demostración del cinismo característico de la clase a la que sirven: la burguesía.
Parece que a sindicalistas, políticos, y hasta a los propios capitalistas les “preocupa” la precariedad. En Cataluña hay negociaciones entre sindicatos, Gobierno tripartito y Patronal para alcanzar un pacto en el que a cambio de “estabilidad” en el empleo, los sindicatos han ofrecido “flexibilidad laboral”. Tampoco es que se trate de una invención “made in Cataluña”, puesto que eso mismo recoge el reciente convenio de la Volkswagen alemana y, además, esa política de “estabilidad a cambio de flexibilidad” está actualmente muy de moda en el capitalismo alemán o francés.
En realidad la propia burguesía sabe que la precariedad, al provocar la sustitución de trabajadores expertos por precarios que están entrando y saliendo continuamente del proceso productivo, acaba dañando a la productividad. Por eso los sectores más inteligentes de la burguesía comprenden que hay que dar una nueva vuelta de tuerca a la explotación: imponer más horario con menos salario. Para hacernos tragar esa cruel medida, ofrecen el regalo engañoso de la “estabilidad en el empleo”.
¡Sólo hay una forma de acabar con el desempleo, la precariedad o la guerra! ¡Acabar con el capitalismo!
Lo que permite sobrevivir al capitalismo, un sistema social condenado por la historia y que no cesa de provocar sufrimientos sin límite a toda la humanidad, es la división, la confusión y la desorganización de la clase obrera. Esta tiene que librar una dura lucha para superar esos factores que la mantienen atada de pies y manos a la explotación.
Para luchar contra la división de la clase obrera hay que romper un planteamiento de las luchas que impulsan siempre los sindicatos: luchar por “salvar la empresa”, “salvar el sector”, “salvar la economía nacional”. La Empresa, el Sector, la Nación, son el marco a través del cual las distintas fracciones de la burguesía compiten a muerte por el reparto del mundo. Defender esas entidades es aceptar los sacrificios que requieren sus intereses y convertirse en juguete de la competencia capitalista que tantos estragos provoca en la humanidad. El primer objetivo de la lucha debe ser ganar la máxima solidaridad y unidad de la clase obrera enfrentando las divisiones de sector, nación, nacionalidad, raza, precariedad etc. Solo así todos tendremos fuerza.
Para luchar contra la confusión hay que desenmascarar los falsos amigos y las falsas alternativas. El Gobierno tripartito de Cataluña y el Gobierno de Zapatero son tan enemigos de los trabajadores como el PP. La cuestión no es presionarles para que “cumplan lo que prometen” o para que “asuman la defensa de los trabajadores” sino imponerles una relación de fuerzas como agentes que son del sistema capitalista. La solución no es cambiar de gobierno sino luchar de forma intransigente contra la explotación capitalista para lograr acabar con ella.
Para luchar contra la desorganización de los obreros estos tienen que tomar las luchas en sus propias manos rompiendo con los sindicatos y el sindicalismo. Sólo a través de Asambleas Generales y de Comités elegidos y revocables que respondan ante el colectivo de los obreros, éstos podrán desarrollar la unidad y la fuerza necesarias para combatir con éxito la explotación y acabar con ella.
1/12/2004.
Corriente Comunista Internacional (www.internationalism.org/spanish [10])
Podéis escribirnos a [email protected] [11] o Apartado de Correos 258 Valencia 46080
En los días inmediatos al 11-M ya denunciamos que “la burguesía española no ha sido directamente responsable de los atentados de Atocha. En cambio si que se ha echado sobre los cadáveres de los proletarios cual banda de buitres. Incluso en la muerte, los obreros han servido a la clase dominante para alimentar su maquinaria de propaganda por la nación y la democracia”, (Revista Internacional de la CCI nº 117: “Atentados en Madrid: El capitalismo siembra la muerte”). Y, un año después, han vuelto a poner toda su maquinaria de guerra (horas y horas de programación televisiva, especiales de los periódicos), al servicio de tan nauseabundo fin. Han llegado incluso a convocar una Conferencia de expertos y líderes mundiales en Madrid para “analizar las causas” del terrorismo y para formular “recomendaciones para combatirlo”. Al ver las imágenes de los dirigentes del mundo capitalista reunidos en la ciudad que ha sufrido la mayor carnicería cometida en un país de Europa Occidental desde la 2ª Guerra Imperialista, se nos viene a la memoria la frase pronunciada por nuestros antecesores de la Internacional Comunista ante las conferencias que tras la guerra mundial de 1914-1918 querían establecer las causas y las responsabilidades de tamaño horror: “Una mirada en el espejo hubiera sido suficiente para que se vieran todos ellos como responsables”.
Como hemos denunciado en numerosas ocasiones, el “antiterrorismo” es una vulgar coartada, atribuyendo el terror a mentes enfermas retorcidas por el integrismo religioso o nacionalista, para impedir que los trabajadores tomemos conciencia que es el conjunto del sistema capitalista, y en primer lugar, las naciones más “civilizadas” y democráticas, el causante de una espiral creciente de violencia, guerras y matanzas: “Por ello resulta aún más repugnante si cabe el cinismo de los líderes de las grandes democracias – con su ‘espanto’ ante los atentados terroristas, o su ‘solidaridad’ con las víctimas -, cuando en realidad el sistema capitalista que ellos gobiernan es el responsable último de tales atrocidades, cuando ellos mismos no vacilan en emplear la guerra, el terror y la barbarie, en defensa de sus intereses imperialistas. Esa criminal hipocresía de la clase dominante, representa además un peligrosísimo veneno contra la lucha y la conciencia del proletariado, la única clase capaz de derribar este ‘orden’ social de explotación y guerra, por cuanto impulsa a los trabajadores a defender precisamente el Estado capitalista, y a hacerles creer que tomando partido por una u otra banda d la clase dominante puede solucionarse la grave crisis terminal de este sistema” (AP nº 179: “Frente la terror, la miseria y la guerra. No tenemos más elección que la lucha).
Un año después del 11-M, la propaganda de la burguesía vende las “bondades” del manto protector del Estado democrático sobre la población traumatizada por los 191 muertos, los miles de heridos, las decenas de miles de seres humanos que siguen padeciendo trastornos psicológicos, y asegura que a pesar de las “heridas abiertas”, los pasajeros actuales de esos mismos trenes de la muerte, viajan hoy, bajo el imperio de la “normalidad capitalista”. En efecto, igualmente apretujados como ganado, deben seguir viajando los trabajadores de las barriadas obreras que “disfrutan” de la vida normal en el capitalismo, es decir de la progresiva pérdida del poder adquisitivo de los salarios, de la eventualidad, de los despidos, de la angustia de un progresivo endeudamiento; viajan también esos jóvenes estudiantes a los que la “normalidad” capitalista condena a un progresivo deterioro de su educación y de su integración social[1] como tétrico avance de una sociedad sin futuro. Se apiñan también numerosos emigrantes (una cuarta parte de las víctimas del 11-M), sometidos, “normalmente”, al chantaje de los “papeles”, a aceptar el subempleo con salarios de miseria,...[2] En esos mismos trenes se apretujan como ganado miles de seres humanos que padecen, el “normal” desmantelamiento del Estado del bienestar (ver artículo en este mismo número de AP), de la degradación de la asistencia sanitaria, de la atención a los enfermos,... Hasta las propias víctimas directas del 11-M han tenido que denunciar que el enorme número de heridos ha engordado directamente las listas de espera de los hospitales, que el programa de atención psicológica que se les prometió se acabó a finales de 2004, y que cerca de la mitad de las personas que sufren traumas psíquicos (ansiedad, pánico, depresión,...) tras el 11-M deben costearse ellos mismos su tratamiento.
En el año transcurrido desde aquel 11-M los políticos españoles y sus medios de comunicación afines se han dedicado a acusarse unos a otros de “manipulación electoralista” de los atentados. De nuevo el árbol con el que quieren impedirnos ver el bosque. La verdad es que todos ellos, todos los defensores del Estado democrático, de la “unidad de los españoles” contra el terror, han hecho de la manipulación de la conciencia y de los sentimientos de la población su principal artimaña:
- la manipulación del propio estupor causada por la gravedad de la matanza para impedir que los trabajadores, ante la magnitud de la matanza, tomáramos conciencia de que incluso las poblaciones de los países más desarrollados estamos cada vez más amenazadas por actos de guerra. Desviaron la preocupación por el horror y la inseguridad hacia el “alivio” por la retirada de las tropas españolas en Irak, como sí tal hecho hubiera significado la más mínima atenuación de la barbarie que se acentúa día tras día en aquel conflicto (ver artículo en este mismo número de AP), o como si los “mariposeos” retóricos de ZP ( la “Alianza d las civilizaciones”, etc.) no fueran más que el contrapunto “amable” de la tragedia de la proliferación de caos (en el año transcurrido la barbarie capitalista sigue superando récords como el de cerca de 2 millones de afectados por el maremoto en Asia), terror y guerras en todo el planeta.
- la utilización indecente de la indignación que causó en la población el brutal atentado, para reforzar el impacto dela mistificación democrática: “Toda la clase burguesa, derechas e izquierdas juntas, han utilizado la emoción provocada por los atentados para llevar va los obreros a unas urnas que muchos de ellos habrían desdeñado en otras circunstancias. L a alta participación electoral ya es una victoria para la burguesía, pues significa que, al menos por ahora, una gran parte de los obreros españoles creen que hay que dejar en manos del Estado burgués su protección contra el terrorismo” (Revista Internacional nº 117, artículo citado).
- la perversión de los sentimientos de solidaridad de millones de seres humanos hacia las víctimas de todos los atentados, hacia los trabajadores de Madrid, adulterada como “unión nacional” de explotados y explotadores, de víctimas y verdugos, el inhumano yugo de interés nacional. Ese interés común de los españoles es la trampa con la que la clase dominante pretende que aceptemos la degradación imparable de nuestras condiciones de trabajo (los despidos, los salarios de miseria, la prolongación de la jornada laboral,... justificada con la “lucha por la productividad de la economía española”) y de vida (por ejemplo la degradación de la seguridad en la construcción que se pone de manifiesto en la multiplicación de “accidentes” como los del Carmel – ver artículo en este mismo AP); es también la excusa para justificar el fortalecimiento del aparato represivo (esa es la recomendación de las comisiones de estudio sobre el terrorismo que todos los gobiernos aplican con fruición), y de la multiplicación de envíos de tropas, que este Gobierno, con la excusa eso sí de la intervención humanitaria[3], ha multiplicado (Bosnia, Afganistán, Haití, Indonesia,...) en defensa de los intereses imperialistas de la nación española.
La machacona propaganda de la burguesía en torno al aniversario del 11-M ha insistido en “no olvidar” el atentado, las víctimas,... pero ha volcado toda su capacidad de mentir en borrar precisamente las verdaderas lecciones del 11-M: que el sistema capitalista se adentra cada vez más en una descomposición generalizada en la que se extienden y se ahondan los rasgos de la barbarie ( el terror, la miseria, la degradación moral, el sentimiento de falta de perspectivas para la sociedad), y que la única alternativa en que la humanidad puede depositar una esperanza de futuro, es precisamente la superación de este “orden” social capitalista, por una sociedad sin clases ni fronteras, el comunismo, en la que los sentimientos de fraternidad y solidaridad, de confianza en el futuro, puedan tener verdaderamente sentido.
Etsoem. 11-3-2005.
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1En las últimas semanas se ha visto como estudiantes de Institutos valencianos debían acudir con mantas a clase porque simplemente no existe la calefacción, y han aparecido datos de que en la Comunidad Valenciana 70 mil alumnos reciben “enseñanza” en barracones prefabricados. Por otra parte un Informe oficial reciente sobre la situación de la juventud en España ha señalado que la edad de inicio en el consumo de alcohol y otras drogas se ha “adelantado” a los 13-14 años.
2A pocos metros de la estación de Atocha, sigue siendo “normal” ver a primera hora de la mañana la subasta, a la baja por supuesto, de la mano de obra emigrante, para contratarla por una jornada, en la construcción.
3Ver por ejemplo en el artículo que publicamos en el AP nº 180, el trasfondo imperialista de la intervención de las grandes potencias en la catástrofe del tsunami del Sudeste asiático.
El 27 de Enero, durante las obras de construcción de la línea 5 del Metro de Barcelona en el barrio de El Carmel , se produce un socavón de 35 metros de profundidad, y 30 de diámetro. Tres edificios de viviendas se hunden y 84 se ven amenazados indirectamente, entre ellos dos colegios y 500 viviendas; más de mil personas tienen que abandonar sus casas. Cinco días después, la empresa responsable de las obras entrega a los vecinos un certificado, con el aval del Colegio de Arquitectos y Aparejadores, que asegura que no existen riesgos de nuevos desprendimientos y que los vecinos pueden volver a sus casas. A los dos días el suelo se hunde otra vez y con el miedo en el cuerpo, se tienen que volver a desalojar los pisos.
El Carmel es un barrio obrero. Se construyó a correprisas, con una urbanización caótica, sin apenas servicios ni infraestructuras, para hacinar la mano de obra que emigraba a Barcelona en los años 50;como lo prueba que las casas están hechas con materiales de saldo, y muchos de sus edificios están afectados de aluminosis. Después, el subsuelo de todo su entorno ha sido agujereado como un queso gruyère por túneles, vías de tren, conducciones de gas, etc, de tal modo que lo sucedido hace casi dos meses sea poco más o menos la “crónica de un socavón anunciado”. En este sentido el hundimiento de El Carmel significa un verdadero atentado contra las condiciones de vida de la clase obrera y la población no explotadora que convive con ella. Es puro azar que no haya que lamentar ninguna víctima mortal; pero los “responsables” del tripartito (el gobierno autonómico catalán compuesto por “socialistas”, “comunistas-ecologistas” y republicanos), así como de las empresas constructoras, y los “técnicos competentes”, han mostrado un desprecio olímpico por las vidas obreras.
Con sus casas además, muchos trabajadores han perdido los ahorros de toda una vida de sacrificios, que ahora quieren pagarles a precio de baratija. El capitalismo, no sólo quita la vida a los obreros con la explotación y el trabajo asalariado[1], sino que en la fase de descomposición de este sistema es cada vez más incapaz de garantizar la reproducción misma de la fuerza de trabajo. La vida de los obreros y sus familias está amenazada por el desempleo masivo permanente y la exclusión social, por la posibilidad de ser tomado como rehén de atentados terroristas o conflictos imperialistas, en los que además, según las circunstancias, pueden ser movilizados; por las catástrofes “naturales” (como el Tsunami) desencadenadas por la falta de rentabilidad de la previsión, o por la falta de mantenimiento de las infraestructuras (accidentes ferroviarios y del metro en Gran Bretaña...); o por la especulación inmobiliaria...
Porque en última instancia, el hundimiento en El Carmel se explica por la búsqueda desenfrenada de beneficios, que es una marca del capital, y que espoleada por la agravación de la crisis económica, no repara en riesgos de vidas humanas. El sector de la construcción es actualmente en España, la fuente de una enorme burbuja especulativa que es la base principal del crecimiento económico de la economía nacional; naturalmente esto no concierne sólo a la compraventa de inmuebles, sino a toda la industria alrededor del sector de la construcción, incluyendo las obras públicas.
De hecho éstas constituyen un gran negocio en la ciudad de Barcelona, sede de las Olimpiadas y el Fórum, con una gran proyección turística y con una impresionante red de comunicaciones.Por eso, aunque los socavones de El Carmel, no son la consecuencia directa de la construcción de un campo de golf, de un hotel o apartamentos de lujo, sino de una línea de Metro que había sido reivindicada por la asociación de vecinos, participan igual de esa dinámica de especulación y búsqueda desenfrenada de beneficios. Para “ajustar los presupuestos”, en las obras del metro los obreros trabajaban ¡11h al día y 72h semanales! Y para no “encarecer gastos”, se contrata mano de obra sin la necesaria cualificación, se realizaban perforaciones que no estaban presupuestada ni previstas, y sin las mínimas condiciones de seguridad, como habían denunciado los mismos obreros lo padecen en primera persona. Así, por ejemplo , las obras del AVE han constituído una verdadero matadero de trabajadores, al igual que las llevadas a cabo para ampliar el metro en Barcelona o en Madrid donde recientemente han muerto tres trabajadores que ni siquiera concocían el idioma en que se les daban las órdenes de trabajo.
Se ha desencadenado una tormenta de acusaciones de unos a otros, oponiendo la gestión pública a la privada, la Generalitat del tripartito a la de CiU, y hasta el franquismo (por su modelo urbanístico) a la democracia, de tales proporciones, que el mismo Pujol, desde la autoridad que le concede la jubilación, ha tenido que llamar a “no hacer el burro”; y poco más o menos en el mismo sentido ha intervenido el aparato del PSOE frente al PSC.
Aunque el objetivo fuera escurrir el bulto y hacer cargar al de al lado la responsabilidad, lo que ha quedado claro sin embargo, es la implicación de todas las fuerzas políticas de la administración de Cataluña, del gobierno y la oposición, en estos negocios.
Esto no es ninguna novedad, sino una manifestación concreta de la tendencia del capitalismo en su decadencia, al capitalismo de Estado:
«Todas las piezas de este sistema, organizado en una amplia escala (carteles, Bancos, empresas de Estado), son objeto de un progreso incesante de integración capitalista. La “cartelización” y la formación de empresas combinadas crean en seguida una comunidad de intereses entre los Bancos que las financian. Por su parte, los Bancos están interesados en ver cesar la concurrencia entre las empresas que ellos financian. Al mismo tiempo, toda la entente de Bancos facilita la aglomeración de los grupos industriales. En cuanto a las empresas del Estado, resultan cada vez más dependientes de las grandes agrupaciones industriales y financieras, y viceversa. De este modo, las diferentes esferas del proceso de concentración y organización se estimulan recíprocamente y originan una fuerte tendencia a la transformación de toda la economía nacional en una gigantesca empresa combinada bajo la égida de los magnates de la finanza y del Estado capitalista» (Bujarin: «La economía mundial y el imperialismo»)
Esta organización, que planteaba Bujarin reflexionando sobre las transformaciones de la economía en la época del imperialismo en vísperas de la Iª Guerra mundial, se puede ver igualmente en el entramado de las obras públicas en Cataluña:
«El cliente de la obra no es la Generalitat, sino la empresa pública GISA, creada por CiU para eludir los límites presupuestarios legales (GISA puede endeudarse sin que se contabilice como deuda pública). Pero GISA no hace más que encargar y pagar. El proyecto y control de la obra, lo llevan a cabo dos ingenierías (Tec-Cuatro y Geocontrol), las obras se contratan a una unión temporal de empresas: FCC (la de Esther Koplowitz y amigos, la empresa que desde siempre ha tenido una gran participación en la obra y la gestión de servicios públicos barceloneses), Comsa (de la familia Miarnau, con importante presencia ferroviaria y con periódicas apariciones en prensa por “affaires diversos”) y Copisa (otra importante empresa local que ha experimentado diversos cambios accionariales hasta pasar a manos de la familia Cornado). Pero el control de todo este entramado no lo realiza GISA sino que lo tiene subcontratado de forma habitual a otra consultora (Payma)»[2]
En la decadencia del capitalismo, la economía funciona a través del Estado, sea el Estado nacional o sus sucursales. Esa tendencia, que ha tomado su forma extrema en los países de régimen estalinista, con la nacionalización de toda la economía, se desarrolla igualmente en otros países, donde existe una antigua burguesía industrial y financiera, y donde se produce una imbricación progresiva de los sectores “privados” y los “estatalizados”.
«El capitalismo de Estado es un fenómeno que muestra, sobre todo, las condiciones de supervivencia del modo de producción capitalista en el periodo de decadencia; frente a la amenaza de dislocación de una economía y un cuerpo social sometido a unas contradicciones frecuentes, frente a la exacerbación de las rivalidades comerciales e imperialistas que provoca la saturación general de los mercados, sólo el reforzamiento permanente del peso Estado en la sociedad permite mantener un mínimmo de cohesión en su seno y asumir su crecimiento militar»[3]
Maragall, el presidente catalán, ha planteado en el Parlament, el cobro de comisiones de las obras públicas (el famoso 3%) como causa de su deterioro e indirectamente de “accidentes” como el de El Carmel ; pero las comisiones y la corrupción, no son la causa, sino el efecto del funcionamiento del capitalismo en la decadencia. Las comisiones son el “peaje” que las empresas pagan por acceder al juego económico, y a su vez e inversamente,un medio de control del Estado, como mostró por ejemplo la experiencia del New Deal de Roosvelt, que empleó estos “pagos” como una forma de integrar a la mafia en EEUU al aparato de Estado.
Con la agravación de la crisis, y el desarrollo de la descomposición, los márgenes de ganancia se estrechan, en la misma medida que aumenta la voracidad del capital y la ambición de los responsables políticos y eso da lugar a conductas y decisiones cada vez más irresponsables, donde la vida de los obreros y la población trabajadora se toma como moneda de cambio de beneficios y prebendas.
Además de la indignación por los hechos ocurridos (a la que nos sumamos), la respuesta de los vecinos de El Carmel una vez pasada la primera impresión, ha sido negarse a aceptar las condiciones que plantea la administración: «o aceptas una limosna, o te callas»
Frente a la renuncia a la lucha de la Asociación de Vecinos, que declaraba: «El movimiento vecinal tiene muy claro que cuando se tiene que protestar se protesta. Pero si la Administración ofrece todo lo que se ha pedido, no tiene sentido montar una manifestación contra ellos» (Joan Garcia, secretario de la Federación de asociaciones de vecinos de Barcelona – FAVB -, en Diagonal, del 3 al 10 de Marzo, tomado de Internet), a finales de Febrero se produjo una manifestación al margen de la Asociación de Vecinos, cuyo presidente estaba convocado ese mismo día a una reunión con el President Maragall.
La manifestación partió del centro de jóvenes Boca Nord, y reagrupó a varios centenares de personas y fue convocada con panfletos que se repartieron por el barrio. Algunas de las consignas fueron: «Nuestra vida y nuestro miedo no se paga con dinero» y «Antes de volver, todo solucionado: Seguridad. Que arreglen nuestras calles y viviendas. Garantías e indemnizaciones».
No cabe duda de que, independientemente de quien convocara la manifestación y de quien esté tratando de arrimar el ascua de las movilizaciones a sus planteamientos (que no tenemos elementos para saberlo), la asistencia masiva de los vecinos expresa una respuesta espontánea de lucha frente al desprecio de la administración por su situación y al compadreo de la asociacion de vecinos con ella. Y nosotros saludamos y apoyamos esa respuesta.
Pero el terreno en el que marcha esa lucha son arenas movedizas. Sin una definición de clase, y haciendo gala de un apoliticismo visceral bajo una apariencia de “radicalidad”, que recuerda al «que se vayan todos» de Argentina 2002, lo que hay de combativo en la respuesta de los vecinos está amenazado por un terreno de “democratismo radical” de corte antiglobalizador.
Porque aunque se trate de un barrio obrero, «La penuria de la vivienda para los obreros y para una parte de la pequeña burguesía de nuestras grandes ciudades modernas...no es una consecuencia directa de la explotación del obrero como tal obrero por el capitalista» (Engels, contribución al problema de la vivienda); es decir, no moviliza directamente a los obreros en un terreno de lucha que pone en cuestión la explotación capitalista y puede plantear una perspectiva revolucionaria, sino en un terreno interclasista altamente sensible a la reforma del capitalismo.
Es verdad que, en el contexto de la huelga de masas, las luchas en los barrios, donde participan las familias de los obreros, y también otras capas sociales, pueden ser una continuidad de las huelgas y las luchas obreras. En su folleto, «huelga de masas, partido y sindicatos», Rosa Luxemburg da muchos ejemplos de esto que se produjeron en Rusia, de 1902 a 1905. Podemos citar también el movimiento de luchas de los años 70 en España, donde por ej en las luchas de Vitoria en 1976, se produjeron asambleas de barrios, donde los obreros continuaban discutiendo y tomando decisiones sobre las luchas. Pero en la situación actual no hay por el momento un movimiento masivo de luchas obreras que permita a la lucha de los vecinos de El Carmel inscribirse en esa dinámica.
Más bien hacia donde están tratando de arrastrarlos es a un terreno, aparentemente “radical” y “de base”, que pone en cuestión la integración de la FAVB en el Estado; pero que es incapaz de plantear ninguna alternativa frente a él, limitándose a poner las bases de una nueva integración. Una especie de “movimiento ciudadano alternativo”, que reanime “la participación de las bases”, que defienda que «los grandes proyectos que tienen importantes efectos para la ciudadanía, sean debatidos públicamente de verdad. Y para ello se requieren cauces reales de participación y técnicos competentes que puedan aportar puntos de vista relevantes» , que «genere un nuevo impulso democrático», y la guinda, «que implique los discursos más globales, en los contextos locales» [4]
La garantía que nos dan de que todo ese “movimiento” no es más que lo mismo que la FAVB, es que está en contra de todos los políticos, que pide «que se vayan todos». Pero esto no es ninguna garantía. En Argentina se pudo comprobar que, el movimiento de base, asambleario, de los barrios, que presumía de confrontarse y poner en cuestión al Estado a través de su rechazo de los políticos y la política, en realidad hacía gala de un nacionalismo desaforado que lo ponía en primera línea de... la defensa del Estado burgués. De la misma forma, detrás del movimiento piquetero, como han mostrado los compañeros del NCI, se escondían las redes sindicales del Estado; de la misma forma que en Cataluña hoy, detrás de ciertas iniciativas antiglobalizadoras se esconde el mismísimo PSC.
Sólo la lucha de la clase obrera puede plantear una perspectiva revolucionaria al capitalismo ejecutando la destrucción del Estado burgués, como se demostró en Rusia en 1917. Pero para eso la clase obrera necesita la crítica y la orientación política. Necesita destruir el Estado burgués no “pasar de él” o complementarlo “allí donde el Estado ignora a la población”. Claro que el proletariado denuncia y combate la política de la burguesía y sus partidos; pero necesita sus propias organizaciones: su partido revolucionario de vanguardia y sus organizaciones unitarias, los Consejos Obreros (las asambleas del momento de la revolución). La revolución rusa no hubiera sido posible sin el partido bolchevique y sin los Soviets, y no podrá haber ninguna perspectiva revolucionaria sin partido revolucionario de la clase obrera que actúa precisamente impulsando la toma de conciencia política, de su propia política de clase, de los trabajadores.
El apoliticismo genérico de estos señores desarma a los obreros para su lucha y no es más que una consigna que acaba beneficiando al propio Estado burgués.
Hic Rhodas, 12,03.05
(1) En el trabajo asalariado «el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla su libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo» (Marx: “Manuscritos económicos y filosóficos”).
(2) Tomado del artículo: “El Carmel: política y economía de la irresponsabilidad” de Ara (Mientras tanto); publicado en Internet en Kaos en la red. Aunque no coincidimos en absoluto con los planteamientos que propone (ver después), este artículo da elementos interesantes de información.
(3) Revista Internacional nº 36-37; “Europa del Este: las armas de la burguesía contra el proletariado”
(4) Artículo mencionado de Ara (Mientras Tanto).
La barbarie capitalista, que vemos desarrollarse a nivel mundial y muy especialmente en Oriente Medio y Próximo, crece día a día con ajustes de cuentas sangrientos y una imparable espiral de atentados que golpean a la población civil, demostrándonos que todos los discursos de paz que nos ofrece la burguesía, de los grandes o pequeños países, no son más que mentiras descaradas, expresión de su cinismo sin límites. Las múltiples camarillas terroristas que siembran la muerte por doquier están siendo cada vez más manipuladas y utilizadas por diferentes burguesías nacionales para sembrar de muerte no sólo Iraq o Africa, por cuenta de los Estados Unidos o Francia. Se convierten así en fuerzas de choque al servicio de los miserables intereses imperialistas de éstas.
El coche bomba que se llevó por delante a Rafic Harari constituye un claro desmentido a la supuesta “era de paz” que llegaría a la región con la elección, en Enero de 2.005, de Mahmoud Abbas como presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Este atentado permite a Francia y Estados Unidos (promotores del voto en Septiembre de 2.004 de la resolución 1559 de la ONU que exigía la retirada del Ejército sirio del Líbano), entrar de lleno en la vida política libanesa, inculpando directamente a Siria del asesinato. Evidentemente esta “movilización en pos de la libertad del pueblo libanés” no significa en absoluto que los bandidos imperialistas se preocupen por el bienestar de la población civil. Para el presidente francés Chirac reivindicar su “amistad profunda” con Harari significa en realidad pugnar por conseguir el retorno político y militar de Francia a un país del que fue expulsada progresivamente desde los años 80 y de forma definitiva en 1.991(tras la expulsión de su aliado en la zona, el general Aoun). Para Estados Unidos este episodio constituye un paso más de su estrategia militar en Oriente Próximo consistente en presionar aún más a Siria, país éste que desde la primavera pasada ha sido señalado directamente por la administración Bush como cobijo de terroristas de Al-Qaeda y del antiguo régimen iraquí. Washington ha advertido claramente varias veces, y de forma cada vez más amenazante, a Siria de que es posible que emprenda acciones militares contra ese país.
El entendimiento que parece presidir actualmente las relaciones entre Estados Unidos y Francia a propósito de Líbano y Siria, es una expresión de que están dispuestos a implicarse a fondo en la defensa de sus intereses imperialistas en la zona. El futuro que eso supone es la de un aumento de todas las rivalidades presentes, probablemente mediante el empleo de bandas terroristas concurrentes, y el consecuente aumento del caos en la región.
En las últimas semanas la diplomacia norteamericana ha cortejado de forma muy intensa a Europa. Al viaje de la Secretaria de Estado, Condolezza Rice, le ha sucedido la visita de Donald Rumsfeld a la 41ª Conferencia sobre seguridad en Munich, que a su vez precedió al desembarco en persona del mismísimo “jefe”, Bush, que participó en las cumbres de la OTAN y de la Unión Europea, multiplicando como nunca sus encuentros con jefes de Estado europeos y en particular con todos aquellos que se opusieron a la intervención militar en Irak como Chirac, Schröeder o Putin. ¿Por qué tanta efervescencia diplomática? ¿Qué se cuece entre bastidores tras esa apariencia de cordialidad entre los bandidos rivales? ¿ Que significan realmente esos discursos sobre el liderazgo del “desarrollo de la libertad” en el mundo?.
El cambio de discurso de la potencia americana no significa en modo alguno que ésta haya renunciado al uso de su potencia militar para defender sus intereses económicos, políticos y militares en el mundo. Si hay en cambio una adaptación de su estrategia y de su discurso ideológico, teniendo en cuenta las dificultades con las que se han encontrado, sobre todo en ese callejón sin salida en que se ha convertido Irak. La política desarrollada en Irak por parte de Estados Unidos ha hecho crecer por todo el mundo la hostilidad y aversión a este país y encierra el riesgo de un posible aislamiento a escala internacional. Sin poder volver atrás en el camino andado en Irak, ya que corre el riesgo de sufrir un debilitamiento aún más importante, los USA deben adentrarse en una situación llena de contradicciones cada vez más difíciles de gestionar. Además de un pozo sin fondo en lo financiero, Irak es el punto de crítica permanente de sus principales rivales imperialistas. Además las recientes elecciones en Irak han supuesto la victoria de la lista unificada de los partidos chiítas, muy próximos al Gobierno iraní, y la derrota de su aliado, el primer ministro interino Iyad Aloui, por lo que «el próximo Gobierno tendrá excelentes relaciones con Irán,... en términos geopolíticos regionales, no ha sido un resultado que esperaran y beneficie a los Estados Unidos» (Courrier Internationale nº 746). Al debilitamiento de su influencia en el juego de los partidos políticos iraquíes cabe además añadir el creciente clima de terror que se vive en el país, con cada vez más atentados que asolan y siembran el terror entre la población civil. La resistencia armada va a seguir sin duda intensificándose. El presunto triunfo de la democracia en Irak con la celebración de las elecciones no ha solucionado los profundos antagonismos y rivalidades entre las comunidades religiosas y étnicas, sino que, por el contrario, contribuye a atizarlas.
Por ello la ofensiva diplomática de USA, su inisitado interés por aparecer en la “misma longitud de onda” que los europeos, tiene en realidad como objetivo convencer a estos últimos de las ventajas de participar en el proceso de democratización en el mundo, y en particular en el Próximo y Medio Oriente. La segunda administración Bush mantiene los mismos objetivos militares que tuvo en su primer mandato tras el 11 de Septiembre. Lo único que ha hecho es retocar el envoltorio en función de las necesidades que le plantea la situación. Con un discurso en el que se admite, aparentemente, que en lo sucesivo USA no harán nada sin consultar con sus “socios” europeos, lo cierto es que tras esta mascarada formal, los Estados Unidos buscan privilegiar a ciertos países, como puede ser el caso de Francia, prometiéndoles un papel privilegiado en la resolución del conflicto en Irak, siempre que se impliquen más, del lado de los USA, claro está.
Pero las divergencias no sólo se mantienen sino que se acrecientan. Como señaló recientemente un alto responsable de la OTAN «el viejo Rumsfeld ha representado un guión, igual que hizo la semana pasada Condolezza Rice» (Le Monde, 15 de Febrero 2005). Si hasta ahora el equipo de Bush practicaba una política de “mano de hierro”, ahora pretende envolver ese puño de acero en “guante de terciopelo”. Rumsfeld afirma con claridad meridiana que para los USA «la misión (en el sentido militar del término) determina la coalición». Dicho de otro modo: USA no apelará a la OTAN más que cuando esto sirva a sus intereses estratégicos. Por su parte los europeos y especialmente Alemania con el apoyo de Francia, plantean abiertamente la necesidad de reformar la OTAN. En “petit comité” Alemania afirma claramente que «en el marco europeo, se siente corresponsable de la estabilidad y el orden internacional...» y que, en ese sentido, reivindican un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ante la negativa tajante por parte de Estados Unidos a tal reforma de la OTAN, Alemania se permite elevar el tono y a través de su ministro de Asunto Exteriores, Joscka Fischer declarar: «Deberíamos saber si los Estados Unidos se sitúan dentro o fuera del sistema de Naciones Unidas».
Esta tensión a propósito del papel de la OTAN se ha traducido en la negativa de numerosos países europeos a contribuir en el programa de formación de las fuerzas militares y policiales en Irak, o en una colaboración bastante rácana a este propósito. En lo referente a Afganistán, si bien las potencias europeas han aceptado reforzar los efectivos de la fuerza internacional (FIAS) de la OTAN, ha sido más bien debido a que ésta se encuentra a las órdenes de general francés y está compuesta sobre todo por efectivos franceses y alemanes. Sin embargo, estos mismos países se niegan a que sus tropas acaban más adelante subordinadas a un comandante de la operación “Enduring Freedom”, es decir bajo el control del Ejército americano.
Pero no es la cuestión de la OTAN la única fuente de discordia entre los “amigos” americanos y europeos. Tras habernos machacado durante años con la sinfonía de los “Derechos Humanos” a propósito de la represión en 1989 del movimiento estudiantil en la plaza Tien An Men de China, los europeos, ¡el negocio es el negocio!, están dispuestos a levantar el embargo de venta de armas a este país. Ni norteamericanos ni japoneses están de acuerdo con esta decisión, pero no por nada que tenga que ver con los “Derechos Humanos”, sino como un nuevo factor de discordia en un escenario cada vez más tensionado, cuando se sabe, oficialmente, que Corea del Norte ya posee armas nucleares.
Por todo ello podemos decir que la visita del padrino americano a Europa no inaugura en modo alguno una nueva era de unidad, ni refuerza las relaciones trasatlánticas. Todo lo contrario: las divergencias se acumulan y las posiciones son cada vez más irreconciliables. Las estrategias y los intereses de unos y otros son diferentes y divergentes ya que cada uno de ellos defiende su interés nacional. Y no es que haya malos, los norteamericanos, y buenos, los europeos. TODOS son bandidos imperialistas y la política del “cada uno para si” que se trasluce tras las “relaciones cordiales” actuales, va a llevar inevitablemente a un crecimiento de las convulsiones, a desgarros crecientes y, para acabar, a nuevas operaciones militares, en las que Irán o Siria podrían ser los próximos objetivos. De hecho, la principal divergencia entre las grandes potencias – y la que puede tener mayores consecuencias para esta región del mundo- afecta a la política respecto de Irán. Las grandes potencias europeas, incluida Inglaterra, están en general a favor de desarrollar negociaciones con este país, con objeto de impedir – según ellos – que no desarrolle un programa militar nuclear. Sin embargo en Moscú, que es el principal apoyo con el que cuenta Irán para el desarrollo de su programa nuclear, nada hace indicar que vaya a cambiar de política.
Estados Unidos, teniendo en cuenta el peso que tiene Irán como potencia regional, reforzada por la reciente victoria electoral de los chiítas en Irak, va a seguir reforzando su presión sobre los europeos y Putin, para hacer prevalecer su opinión respecto la política a seguir con Irán. La camarilla de Bush ya ha amenazado con implicar al Consejo de Seguridad de la ONU en el asunto, con la amenaza velada de una nueva escalada militar a medio plazo, lo que sin duda conduciría a extender aún más el caos y la barbarie en la región.
Como hemos desarrollado regular y sistemáticamente en nuestra prensa, el caos y los conflictos militares que se desarrollan a escala planetaria desde hace años y de los que no se libra ningún continente, son el producto directo de un nuevo periodo abierto en 1.989 con el hundimiento del bloque del Este y la consiguiente disgregación de su rival occidental. En vez del “nuevo orden de paz mundial” que prometió Bush padre, hemos visto desarrollarse la realidad de un mundo que se hunde en un desorden bélico de caos creciente en el que el gendarme americano intenta mantener un mínimo de orden utilizando cada vez más masiva y brutalmente su potencia militar1.
Desde la guerra del Golfo en 1.991, pasando por las de Yugoslavia, Ruanda, Chechenia, Somalia, Timor Oriental, los atentados contra las Torres Gemelas y los del 11 de Marzo de 2004 en Madrid,... por no citar más que algunas de las convulsiones más sonadas y violentas de la fase de descomposición del capitalismo2, los enfrentamientos bélicos entre los Estados, pequeños o grandes, se hayan como causa última de tales masacres. Para Estados Unidos, cuyos intereses nacionales se identifican con el mantenimiento de un orden mundial constituido en su propio beneficio, esta agravación del caos en los conflictos imperialistas hace que sea cada vez más difícil mantener su liderazgo mundial. La amenaza rusa ya no existe, sus antiguos aliados -sobre todo los europeos, con Francia y Alemania a la cabeza-, no cejan en su empeño de defender cada vez más abiertamente sus propios intereses imperialistas. El avance de la crisis económica agudiza aún más los apetitos imperialistas de todos los Estados y obliga a la potencia americana a lanzarse a movimientos de conquista, a la desestabilización de sus rivales y sobre todo a la utilización reiterada de su potencia militar, lo que da como resultado la agravación del caos y la barbarie en las regiones donde tienen lugar esas aventuras militares. Así las cosas, la estrategia desarrollada por la Administración Bush tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001, la llamada “guerra global al terrorismo”, es en realidad un intento de respuesta al progresivo debilitamiento de su liderazgo. Ante la creciente contestación del resto de potencias imperialistas, la burguesía norteamericana utiliza el pretexto de los atentados y la necesidad de luchar contra la nebulosa de Al-Qaeda y Bin Laden para desarrollar una ofensiva militar sin precedentes a escala planetaria. Esta campaña militar de larga duración ha señalado a ciertos países como los componentes del llamado “Eje del Mal”, a los que habría que erradicar militarmente. Tal fue el caso primero de Afganistán y luego Irak. Ahora la amenaza yanki se centra sobre Corea del Norte e Irán. De hecho los Estados Unidos tienen objetivos estratégicos cada vez más globales y vastos que incluyen la necesidad de una presencia decisiva en Asia Central, con objeto de asegurarse el control directo de esta región, pero también sobre Oriente medio y el continente indio. El objetivo estratégico a largo plazo, es el conseguir construir un cerco en torno a Europa y Rusia. En ese contexto, USA tiene una preocupación particular por hacerse con el control incontestable sobre las principales fuentes de aprovisionamiento de recursos energéticos, con el fin de poder privar de estas sobre todo a sus rivales imperialistas europeos, rusos, chinos y japoneses, en la perspectiva de próximas crisis imperialistas. Desde 2.001, los Estados Unidos han intentado poner en práctica y desarrollar esta política y, hoy día es evidente que han tenido serias dificultades para aplicarla y conseguir sus objetivos. A ello han respondido sus rivales que menos potentes que el gigante militar norteamericano, están igualmente dispuestos a defender con la mayor determinación sus intereses imperialistas. Por todo ello vivimos hoy, y esta tendencia tenderá a agravarese en el futuro, el caos más grande conocido en la Historia.
Artículo traducido de Revolution Internationale nº 355 (Marzo 2005), publicación en Francia de la Corriente Comunista Internacional.
Notas:
(1) Ver “ Militarismo y descomposición” en la Revista Internacional n º 64.
(2) Ver nuestras Tesis sobre “ La descomposición, última fase de la descomposición capitalista” , en la Revista Internacional números 62 y 107.
El pasado mes de febrero intervinimos en unas “Jornadas en torno a la autonomía obrera y la acción directa en los años 70” celebradas en Barcelona. En el año 2000 hubo en Barcelona otras Jornadas sobre el mismo tema que también incluían en la convocatoria un debate sobre las luchas obreras de los años 70[1].
¿Por qué se convocan con una cierta frecuencia Jornadas, actos, foros,... sobre la Autonomía obrera y las luchas obreras de los años 70? ¿Se trata de celebraciones para "nostálgicos" que quieren consolarse con aquellas luchas? La realidad no va por ahí pues vemos que a estas actividades acuden muchos jovenes que en aquellas fechas ni siquieran habían nacido. Nosotros pensamos que ese interés expresa algo que hemos puesto de manifiesto en la "Resolución sobre la lucha de clases" publicada en la Revista Internacional nº 119 (https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/183/resoluc... [18] ): actualmente estamos asistiendo a los primeros pasos de una nueva generación proletaria que poco a poco, en medios de grandes dificultades, se está lanzando a la lucha. Es natural que estos compañeros quieran saber qué pasó en los años 70 con luchas como Victoria 1976, las huelgas generalizadas en toda Barcelona en 1974 y 1975, así como otros combates tales como Vigo, Elche, Ferrol etc[2].
Este interés por el pasado del proletariado responde a que es una clase histórica, cuya fuerza está en la continuidad de la lucha, las experiencias y las posiciones de sus generaciones sucesivas. Toda generación obrera será fuerte y podrá luchar con eficacia contra la explotación y la barbarie capitalista si es capaz de integrar sus combates en la continuidad histórica y mundial de su clase. Hoy vemos como el capitalismo causa sufrimientos inenarrables al proletariado y a la gran mayoría de la humanidad, comprobamos como pesan terribles amenazas sobre el futuro mismo del género humano. Frente a ello, las generaciones obreras actuales serán capaces de levantar una alternativa revolucionaria si logran luchar juntas y concebir sus combates como un eslabón en la larga cadena formada por más de dos siglos de luchas proletarias.
Nosotros vamos a esos actos con ánimo de sacar lecciones de las luchas de los años 70. No se trata de glorificarlas convirtiéndolas en un modelo infalible. Al contrario, de lo que se trata es de comprender en qué dinámica histórica se inscriben y ver en ese marco tanto sus puntos débiles como sus lados fuertes. Es esta reflexión crítica y abierta la que puede ayudar a las generaciones actuales[3].
Sin embargo, como ya pasó en las Jornadas del 2000, los asistentes encuentran un mensaje completamente opuesto: se les insiste en todos los tonos que la clase obrera ya no existe, que está aburguesada, que aquellos movimientos de los años 70 fueron sus “últimos coletazos”, que ahora hay que buscar “otras alternativas”...
La “autonomía” y las “luchas de los años 70” no son sino la excusa para atraer a los jóvenes y de forma tramposa machacarles que el proletariado ha desaparecido para siempre jamás. ¿Por qué no dicen claramente en la convocatoria que el objeto de discusión es que “la clase obrera ha desaparecido"? ¿No sería más honesto dar como título a las Jornadas “La Desaparición de la Clase Obrera” en lugar de los cantos de sirena de la “Autonomía Obrera” y la “acción directa de los 70”?
Evidentemente este engaño no puede sino sembrar en los jóvenes que acuden un sentimiento de frustración y desmoralización. Actualmente la clase obrera apenas empieza a salir de un largo periodo de retroceso de su conciencia y su combatividad que ha durado desde 1989[4], las jóvenes generaciones actuales emprenden un difícil y doloroso camino de luchas[5]. Estas convocatorias tienen el efecto de una ducha fría pues lo que se les repite hasta la náusea es que sus esfuerzos y energías no deben dirigirse al desarrollo de la lucha de la clase obrera sino que deben buscar con lupa otros “sujetos revolucionarios” o peor aún, se proclama descaradamente que no hay “alternativa revolucionaria”, que es “el fin de la historia”.
En las Jornadas de las que estamos hablando nos encontramos con un representante de esas tesis –el Señor Amorós- perteneciente a una movida que gravita en torno a l’Encyclopédie des Nuissances (Enciclopedia de las Nocividades, EdN) cuya mayor originalidad no es la descripción de todas las catástrofes y nocividades que provoca el capitalismo (basta con encender la tele para constatarlo) sino la proclamación dogmática y obsesiva de la desaparición del proletariado y la ausencia definitiva de cualquier posible sujeto revolucionario.
No vamos a responder nosotros (que somos tildados por estos “modernos” de “fósiles” y de “marxistas polvorientos”) sino que vamos a utilizar argumentos de otros elementos que sin compartir nuestras posiciones, analizan con un mínimo de seriedad y lucidez la situación actual y la posición real del proletariado.
El folleto “Del situacionismo al abismo” ataca con claridad e ingenio esa tesis dogmática desprovista de toda base científica. No podemos hacer un estudio detallado del folleto[6], nos limitaremos a resumir su crítica principal a los señores de la EdN: «nos ofrece la imagen de una sumisión total e irreversible, de una humanidad cosificada e idiotizada, de un mundo en el que la creciente proletarización de las clases medias y de la pequeña burguesía, el surgimiento de guetos de miseria y barbarie en los suburbios, la lumpenproletarización del trabajador en el capitalismo periférico, así como la disminución cuantitativa y el deterioro cualitativo de las condiciones de trabajo en el sector industrial, se plantean como el fin de la historia del viejo movimiento obrero por la victoria absoluta del capitalismo, que ha ganado por rendición incondicional del adversario (...) En vano buscará el lector el estudio estadístico o la bibliografía que ha permitido a los enciclopedistas llegar a realizar afirmaciones teóricas de tal calibre (...) Sólo en textos de ideólogos defensores del sistema capitalista, como Jeremy Rifkin, hallamos las explicaciones, estadísticas y razonamientos que coinciden con las tesis del fin del proletariado». El autor pone en evidencia el derrotismo absoluto que proclaman los “nuevos enciclopedistas”: «En la EdN el proletariado, tras muchos años bajo sospecha, ya ha desaparecido por completo desde mediados de los 90 (...) No sólo han decretado el fin del proletariado y del marxismo, no sólo han constatado la caducidad del anarquismo y del movimiento obrero, sino que además se han apoderado de las llaves de la “teoría crítica” de nuestra época, para venderla del 84 al 92 en cómodos fascículos de una enciclopedia que no pasó de la letra A (...) ¿Pero para qué quiere la EdN ese monopolio? Pues para proclamar la derrota de cualquier práctica revolucionaria, para cantar y loar el triunfo definitivo y eterno de la victoriosa catástrofe “industrialista” (capitalista). No son sólo derrotistas, confusionistas y desmovilizadores, sino que anticipan y certifican la derrota SIN CONDICIONES de cualquier intento de oposición revolucionaria. No hay futuro revolucionario, porque no hay futuro».
Otro autor, animador de la publicación Balance[7] critica de forma contundente a estos “teóricos de la nada”: «la afirmación de que HOY ya no existe la clase obrera (...) La clase obrera no sólo fue derrotada por el fascismo y estuvo aplastada por éste durante cuarenta años de una férrea dictadura, sino que según los postsituacionistas “ha desaparecido”, “ya no existe”. O sea que los herederos del situacionismo han sido más efectivos que el fascismo, y han conseguido lo que éste no consiguió: el fin del proletariado. No los “situs”, ¡claro!, sino el análisis postsituacionista del capitalismo actual, según el cual los avances tecnológicos, los cambios sociológicos y estructurales de la organización del trabajo y la generalización de la condición asalariada han hecho desaparecer al proletariado como clase social. No existe pues continuidad ni tradición alguna de la lucha de clases que el proletariado de los años treinta pueda transmitir al proletariado actual, porque sencillamente NO HAY PROLETARIADO. Nos queda pues algo así como una arqueología del proletariado. Pero por el camino nos hemos quedado sin historia y sin futuro »[8]
Los autores burgueses, acompañados por toda clase de tránsfugas de supuestos “movimientos revolucionarios” tienen como principal obsesión hacer desaparecer al proletariado de la circulación. Expresan con ello el deseo íntimo de la burguesía: ya que no puede hacer desaparecer físicamente al proletariado pues es imposible la existencia del capitalismo sin la explotación de la clase obrera, buscan cómo convencerla de que no existe, de que carece de toda identidad, de que no es más que una masa aborregada de fracasados sin pasado ni porvenir.
En los años 50 y 60, proliferaron autores como Marcuse o los sesudos señores de la Escuela de Frankfurt, que proclamaban a los cuatro vientos el “aburguesamiento del proletariado” y su sustitución definitiva por otros sujetos revolucionarios que buscaron en los “pueblos de color” y los “colectivos marginales”. Las luchas masivas de 1968-76 les pusieron en un ridículo y tan geniales teóricos cayeron en un piadoso olvido. Pero con las dificultades del proletariado desde 1989, nuevos predicadores les han tomado el relevo. Podemos destacar entre otros a Negri, “héroe” idolatrado de la autonomía “proletaria” de los años 70, que se dedica con gran satisfacción de la burguesía a proclamar sus “novísimas” teorías sobre el “fin de los sujetos revolucionarios”, las “multitudes negativas” y otras zarandajas donde las palabrería rebuscada y abstrusa esconde una indigencia teórica superlativa.
Así pues, los “nuevos enciclopedistas” beben vinos muy rancios. La evolución histórica –a la que vamos a contribuir con todas nuestras fuerzas junto con otros elementos de nuestra clase- se encargará de demostrar que “los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud”, como dice el personaje de una sátira de Don Juan Tenorio.
Si estos autores tienen una audiencia es porque el proletariado atraviesa una larga etapa de dificultades que se remonta, como ya hemos dicho, a 1989. Sin embargo, como también hemos puesto en evidencia, esa situación está cambiando y se trata de contribuir a que lo que hoy actualmente no son sino unos primeros pasos, vacilantes y a menudo confusos, se vaya consolidando. ¡Y ahí es donde estos predicadores del escepticismo y el derrotismo realizan su mella negativa!.
No es objeto de este artículo fundamentar por qué está cambiando la situación. Remitimos para ello a los artículos de la REVISTA INTERNACIONAL números 114, 117 y 119 que aportan toda la argumentación necesaria. Tampoco queremos abordar aquí la dudas que sobre la clase obrera, su lucha, sus capacidades, se plantean honestamente toda una serie de compañeros. A aclarar esas cuestiones hemos dedicado una serie de artículos titulada Respuesta a las dudas sobre la clase obrera aparecida en los números 145 a 152 de Acción Proletaria. Lo que queremos argumentar es muy sencillamente por qué confiamos en la capacidad de la clase obrera, cuales son los fundamentos científicos de esa convicción.
En el periodo de 1968-76 nadie dudaba de la clase obrera, de su existencia y de sus capacidades revolucionarias. La presencia en las calles de enormes masas obreras, sus asambleas generales, sus choques no solo con las fuerzas policiales sino con la policía sindical, disipaban empíricamente las dudas. Los actuales adeptos de la EdN en aquella época “creían en el proletariado”. De hecho se imaginaban que estaba en disposición de “hacer inmediatamente la revolución”. Como señala el autor de “Del situacionismo al abismo” «Y además, como el proletariado no ha hecho la revolución (de la que el grupo predijo su inicio mundial en el Portugal de 1974), que según ellos debería haber hecho ya, se decide su disolución». Basaban su “fe en el proletariado” en que éste cumpliera las quimeras absurdas que ellos habían trazado (¡nada menos que una revuelta ejecutada por militares –la “revolución de los claveles” portuguesa- la veían como el inicio de la “revolución”!). Como sus especulaciones fueron desmentidas por la realidad en lugar de criticar sinceramente esas especulaciones prefirieron “condenar” al fuego eterno el “sujeto revolucionario” que se habían buscado para la ocasión.
El “método” de estos elementos, tanto entonces como ahora, es verdaderamente caricaturesco. No obstante, evidencian un problema de análisis de la realidad que padecen toda una serie de elementos: la tendencia a verla según una concepción inmediatista (si el proletariado no hace en breve plazo la revolución es que está aburguesado, no existe, o ha desaparecido debido a unos misteriosos “cambios tecnológicos”) y empirista (sí el proletariado “se mueve” y “aparece por las calles” entonces se puede esperar la revolución para mañana mismo, pero si durante un tiempo está ausente entonces no hay revolución que valga).
La seriedad de este “método de análisis” se puede ilustrar con un símil: ¿qué pensaríamos de un meteorólogo que cree en la lluvia cuando llueve pero que niega su existencia tras algunos años de sequía?
Los elementos afectados por la visión empirista e inmediatista son como los malos meteorólogos. En los años 70, las luchas proletarias que iniciaban un largo proceso de enfrentamiento con el capitalismo, hicieron que en su cabeza se disparara la imaginación más exacerbada y la especulación más desbocada y vieran la revolución a la vuelta de la esquina. Como la realidad no respondió a su impaciencia y falta de perspectiva concluyeron como el pequeño burgués que no hay proletariado y se quedaron tan tranquilos.
Durante casi 15 años el proletariado apenas ha estado presente en la escena social, sus luchas han sido muy tímidas y limitadas. Esa ausencia alimenta las dudas, la dificultad de convicción, la falta de confianza de los propios proletarios en su fuerza enorme como clase.
Frente a ello hemos de comprender cuales son los fundamentos históricos, globales, de la confianza en la capacidad revolucionaria del proletariado. No basarla en una época determinada sino en una visión histórica y mundial.
El marxismo no basa su confianza en el proletariado en lo que hizo o dejó de hacer unas luchas determinadas, o en la audacia y expresión revolucionaria de una generación concreta... Sí así hubiera sido, si los fundamentos de la confianza de Marx y Engels en el proletariado hubieran sido las arenas movedizas de la evidencia inmediata jamás hubieran creído en él. En aquella época, los obreros eran una ínfima minoría de la sociedad, una gran mayoría de ellos, recién sacados del campo o del artesanado, completamente desarraigados, abrumados por una explotación de 16 y 18 horas de trabajo, caían en el aguardiente y sufrían una fuerte degradación humana, la experiencia de lucha era limitada y caía en numerosos errores: destrucción de máquinas, corporativismo, utopismo ... De la fotografía estática de esa masa desorientada y todavía amorfa, era imposible deducir la existencia de una clase revolucionaria, pero Marx y Engels no concibieron el proletariado según ese “método” empirista e inmediatista sino que supieron comprender la perspectiva que encerraba, el porvenir revolucionario que estaba en sus entrañas. En el libro La Sagrada Familia, Marx aclara que «no se trata de saber qué es lo que tal proletario, ni aún el proletariado entero, se propone momentáneamente como meta. De lo que se trata es de saber qué es el proletariado y qué misión histórica se le impone por imperio de su propio ser; su meta y su acción histórica están visible e irrevocablemente determinados por la propia situación de su vida y por toda la organización de la sociedad burguesa actual».
El proletariado es el productor colectivo de las principales riquezas de la sociedad. Sin su trabajo asociado el capitalismo no puede funcionar y reproducirse. Pero hay algo más importante: la sociedad capitalista está dominada por una contradicción que solo puede ser resuelta por la lucha del proletariado. La economía es cada vez más socializada –en el sentido del carácter colectivo y unificado de la producción- mientras que sus relaciones sociales van en el sentido opuesto: la división en naciones, la concurrencia feroz, el individualismo más extremo. El proletariado que es una clase unitaria, con intereses comunes en todos los países, tiene en sus manos la capacidad para imponer una producción colectiva y en beneficio de toda la humanidad aboliendo las relaciones capitalistas de producción.
El capitalismo no produce para satisfacer necesidades humanas sino para compradores solventes. Esa es precisamente la contradicción que le ahoga: como dijo Marx, «la tendencia del capitalismo a producir siempre más allá de todo límite tropieza con la capacidad limitada de consumo de las masas», restringida precisamente por el sistema de trabajo asalariado.
El proletariado lucha –y eso está contenido de forma embrionaria en sus propias luchas reivindicativas- por una sociedad adonde la producción no tenga como destino la extracción de plusvalía sino la plena satisfacción de las necesidades humanas. Mientras que lo que rige la producción capitalista es sacrificar la vida para el mercado, la guerra y la nación, la sociedad que el proletariado aspira a desarrollar, el comunismo, tiene como fundamento poner la producción enteramente al servicio de la vida humana.
Sin embargo, lo que caracteriza al proletariado y es una contradicción que forma parte de su propio ser, es que es una clase revolucionaria y explotada a la vez. Esta contradicción significa que como clase explotada sufre la presión permanente de la ideología burguesa y por otro lado está sometido a los rigores de la concurrencia y la división. Por otro lado, sobre todo en el periodo histórico de la decadencia del capitalismo, el Estado burgués se organiza permanentemente, con todo un abanico de fuerzas (sindicatos, izquierda, extrema izquierda etc., por un lado, represión y ejército por otro) para dividir, desorganizar y amordazar al proletariado.
Lo anterior hace que su lucha se desarrolle muy difícilmente, que pase inevitablemente por momentos de derrota y desorientación, que su movimiento no siga una línea recta de avance constante. ¡Todo lo contrario! Las luchas directamente revolucionarias solo se dan en momentos muy determinados de la historia (1871, 1905, 1917) y lo que predomina en la historia del proletariado son largos periodos grises de apatía, repliegue y sufrimiento, donde aparentemente “nadie se mueve” y “nunca pasa nada”.
Comparando cómo hizo la burguesía su revolución y cómo hará el proletariado la suya, Marx, en el 18 de Brumario de Luis Bonaparte, describe magistralmente las características de la lucha proletaria: ««Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan enseguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su periodo impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a si mismas, se interrumpen constantemente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que solo derriban al adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga inmensidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodas, hic salta».
Ese Hic Rhodas, hic salta, se está preparando, madurando lenta y penosamente, en las entrañas de las generaciones proletarias actuales. A los jóvenes generaciones, como a las anteriores, se les plantea un largo y penoso combate, donde abundarán las dificultades, los obstáculos, las derrotas, los errores... Rosa Luxemburgo dice que en el proletariado internacional «tan gigantescos como sus problemas son sus errores. Ningún plan firmemente elaborado, ningún ritual ortodoxo válido para todos los tiempos le muestra el camino a seguir. La experiencia histórica es su único maestro, su vía dolorosa hacia la libertad está jalonada no solo de sufrimientos inenarrables sino de incontables errores. La meta del viaje, la liberación definitiva, depende por entero del proletariado, de si este aprende de sus propios errores. La autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado. La catástrofe a la que el mundo ha arrojado al proletariado socialista es una desgracia sin precedentes para la humanidad. Pero el socialismo está perdido únicamente si el proletariado es incapaz de medir la envergadura de la catástrofe y se niega a comprender sus lecciones» (La Crisis de la Socialdemocracia).
Smolmi 10-3-05
1 Ver nuestra valoración de esas jornadas en “Jornadas sobre la autonomía obrera: una vulgar estafa” (Acción Proletaria nº 153). Este artículo fue también publicado y traducido al portugués por los compañeros del grupo Autonomía de Brasil.
2 De la misma forma, regularmente en Barcelona se celebran actos o reuniones sobre lo que pasó en 1936 con la guerra de España. Ver nuestro libro 1936: FRANCO Y LA REPUBLICA APLASTAN A LOS TRABAJADORES.
3 En este artículo no podemos desarrollar esa tarea. Remitimos a otros artículos que hemos escrito, entre otros Vitoria: la alternativa proletaria en Acción Proletaria nº 8
4 Nosotros jamás hemos tenido reparo en reconocer claramente ante nuestra clase los momentos de dificultad o de derrota. En 1989 con la caída del bloque ruso falsamente presentado como “comunista” y toda la campaña del conjunto de la burguesía mundial (incluidos los antiguos burócratas estalinistas de la URSS) sobre la “muerte del comunismo” y el “fin del marxismo y la lucha de clases” anunciamos que la clase obrera iba a entrar en un largo periodo de retroceso. Ver en Revista Internacional nº 60 Dificultades crecientes para la clase obrera.
5 En compañía, no lo olvidemos, de los veteranos de los años 70 que tienen que hacer frente a continuas oleadas de despidos disfrazadas de “deslocalizaciones” o “prejubiliaciones” y demás engaños.
6 Recibimos de forma anónima el documento en nuestro apartado postal así como un fichero en disquete. Podemos remitírselo a todo lector que esté interesado.
7 Esta publicación desarrolla análisis históricos interesantes sobre la guerra de España de 1936, la contribución de Bordiga, militante de la Izquierda Comunista que lucha desde los años 20 contra la degeneración de 3ª Internacional etc. Ver https://es.geocities.com/hbalance2000 [19] [email protected] [20]
8Polémica con Amorós y Abel Ruiz “Ni revolución traicionada ni ética pacifista”. Ver /www.red-libertaria.net [21]
En los últimos meses, militantes o secciones de la CCI han recibido amenazas intimidatorias o llamamientos apenas disimulados a su asesinato.
En Diciembre UHP-ARDE [1] publicó en su página web un texto titulado “Ciencia y arte del zoquete” [2] que contiene un llamamiento al asesinato de nuestros militantes realizado a través de una macabra cadena de silogismos: empieza por acusarnos abiertamente de “racistas” y veladamente de defender la política de la burguesía; continua estableciendo una jerarquía de calificativos que empieza por “zoquetes”, pasa por “tontos del culo” y acaba en “imbéciles”. Tras haber asentado esas premisas, saca la siguiente conclusión: “CONTRA LAS CAMPAÑAS BURGUESAS DE FALSIFICACION Y REPRESION DE NUESTRAS LUCHAS ¡MUERTE A LOS IMBÉCILES!” [3].
Un mes antes, en la dirección de correo electrónico de nuestra sección en España se había recibido un correo anónimo que terminaba con la siguiente amenaza: “...Sois una pandilla de hijos de puta y alguno tendrá lo que anda sembrando, profesorcillos de mierda. Firmado: uno del lumpen...”.
Recientemente, en Enero 2005, un miembro de la llamada FICCI [4] amenazaba a un camarada nuestro de la sección en Francia con «cortarle el cuello» [5].
Ante esta sucesión de amenazas propias de gángsteres, totalmente ajenas al comportamiento proletario, ¿cuál debe ser la actitud de los revolucionarios y de los elementos proletarios? ¿ no darles importancia pensando que son fanfarronadas o el producto de una excitación momentánea?. Caer en tal apreciación constituiría un grave error.
En primer lugar, porque semejante actitud significa echar en saco roto la experiencia histórica del movimiento obrero. Esta demuestra que el asesinato de militantes obreros ha sido precedido –y en gran medida preparado- por una sucesión de actos aparentemente inicuos: imputaciones calumniosas, amenazas, intimidaciones, llamamientos primero velados y después abiertos, es decir, una serie de “pequeños eslabones” que juntos han desembocado en una gran cadena. Así, el asesinato de Rosa Luxemburgo en Enero de 1919 perpetrado por fuerzas a las órdenes de los verdugos socialdemócratas tuvo una larga maduración: desde 1905 se sucedieron denigraciones graves, amenazas y desafíos, contra esta militante proletaria. Ninguno de esos actos parecía inquietante pero el crimen de 1919 puso de manifiesto la lógica infernal que los entrelazaba uno tras otro. De la misma forma, el asesinato de Trotsky, ejecutado por el infame Mercader, vino a ser la culminación de una serie de pasos orquestados por la canalla estalinista: primero se acusó a Trotsky de agente de la GESTAPO, después empezaron las campañas que pedían abiertamente su cabeza. Luego vino la presión sobre uno de sus hijos (Lyova) que desembocó en lo que tiene todos los visos de ser un asesinato “médico” [6]. Más tarde arreciaron las amenazas directas de muerte realizadas por los sicarios mexicanos del estalinismo. Todos sabemos cual fue el trágico desenlace. La historia demuestra pues que existe un nexo más o menos directo entre las amenazas y llamamientos del hoy y los asesinatos del mañana. Estos vienen a ser la culminación de un tejido de calumnias, amenazas y campañas de odio.
En segundo lugar, no podemos obviar el contexto en el que tienen lugar las 3 amenazas que hemos recibido. Asistimos en los últimos meses al recrudecimiento y multiplicación de las campañas de la FICCI. Como muestra, el boletín número 28 nos trata de “cabrones” lo cual, unido a sus innumerables insultos, amenazas y calumnias, no hace sino propiciar un clima donde todo ataque físico contra la CCI estaría legitimado.
No es ninguna causalidad que estas amenazas ocurran en el contexto que acabamos de exponer. Sus autores han elegido claramente su campo de acción. A los insultos, las campañas de odio, al tejido de calumnias y mentiras, han querido sumar las palabras mayores del llamamiento al asesinato.
No es la primera vez que se produce esta “intervención”. En 1995-96, en el contexto de una campaña igualmente repugnante contra la CCI, con otros protagonistas desde luego [7], el llamado GCI –un grupo que figura en la página de enlaces de UHP /ARDE- quiso aportar su contribución contra la CCI llamando mediante el método del “silogismo” al asesinato de nuestros camaradas en México. Primera premisa: al haber denunciado al grupo estalinista maoísta Sendero Luminoso de Perú nos habríamos hecho cómplices de la masacre de prisioneros proletarios. De ahí hacía la siguiente deducción “lógica”: «para la CCI, como para el Estado y la policía peruana, situarse del lado de los oprimidos es sostener a Sendero Luminoso”. El siguiente silogismo decía: «en el campo obrero, se ha considerado como policía o soplón aquel que contribuye a ese tipo de amalgama policial”. A continuación aportaba un nuevo sofisma: «son los mismos argumentos socialdemócratas que utilizaron los Domingo Arango y Abad de Santillán frente a las acciones violentas de los militantes revolucionarios». ¿Y cual es la conclusión del entramado? «Y por este tipo de calumnia, cuya utilidad para el Estado es bien real, Domingo Arango recibió una bala en la cabeza y no podemos más que deplorar que Abad de Santillán no haya sufrido la misma suerte» (Communisme, nº 43 órgano del G”CI”) [8].
Somos conscientes del proceso en el que estas amenazas se insertan. No nos vamos a dejar intimidar y ante ellas respondemos lo mismo que hicimos en 1996: “Nada de esto nos va ha hacer retroceder. Vamos a profundizar nuestra lucha y toda la CCI se moviliza en defensa de nuestra sección en México empleando un arma que solo posee el proletariado: el internacionalismo. La unidad internacional de la CCI le confiere particularidades intolerables desde el punto de vista de la burguesía, en la medida que toda tentativa de destrucción de una de sus partes tropieza inmediatamente con la movilización y la solidaridad activa del conjunto” [9].
Hemos de rechazar con firmeza y combatir sin cuartel la infiltración de estos comportamientos en las filas revolucionarias pues sólo así podemos cortar la cadena que une, a través de una serie de eslabones, los turbios llamamientos actuales a la “muerte a los imbéciles” con el asesinato de militantes comunistas del mañana.
Cada clase social tiene sus métodos. Ya sabemos cuales son los de la burguesía: por un lado, las armas “políticas” de la calumnia, la amenaza, la intimidación y el chantaje, y, por otra parte, las armas “más expeditivas” del crimen, el terror y el sadismo más oprobioso [10].
Naturalmente, esas armas no forman parte del arsenal de combate del proletariado y sus grupos genuinamente revolucionarios. Nosotros tenemos otras armas, mucho más eficaces para el combate contra el capitalismo. Una de ellas, la más importante, es la solidaridad.
La fuerza del proletariado es la solidaridad. Solidaridad como expresión de su unidad. Solidaridad como capacidad para defender a todos sus componentes. Solidaridad para hacer ver a sus enemigos que cualquier ataque a una de sus partes encuentra inmediatamente la respuesta del conjunto.
Por ello la CCI, de forma unánime, manifiesta su solidaridad con los camaradas y secciones amenazadas y adopta todas las disposiciones necesarias para su defensa. De igual modo, solicitamos a nuestros simpatizantes que expresen activamente su solidaridad. Lo pedimos igualmente a todos los que comparten la lucha revolucionaria contra el capitalismo y que aún manteniendo desacuerdos con las posiciones de la CCI consideran necesario hacer frente a ese tipo de ataques inmundos.
La solidaridad con los camaradas amenazados no sólo es su mejor defensa, es también la mejor defensa de todos los militantes y compañeros que luchan contra el capitalismo. Es igualmente la mejor contribución que podemos hacer para asegurar la defensa de los militantes comunistas del mañana.
Las prácticas de la calumnia, la mentira, la amenaza y la intimidación, son radicalmente incompatibles con el objetivo de la comunidad humana mundial que el proletariado aspira a instaurar tras la destrucción del Estado capitalista. Hay que erradicar la infiltración de esas costumbres que no hacen sino expresar y reproducir la sociedad capitalista putrefacta que queremos abolir.
La clarificación de las posiciones revolucionarias, el combate común contra el capitalismo y su barbarie, no pueden ser perturbados por las turbias maniobras de esas pandillas de farsantes que, embozados tras “posiciones revolucionarias” de opereta aprovechan para lanzar toda clase de dardos, a traición y por la espalda, contra los que de verdad luchan por la causa del proletariado.
¡Solidaridad con nuestros militantes y secciones amenazados!
Corriente Comunista Internacional 15-2-05
Notas:
(1) U.H.P : son las siglas correspondientes a Unios Hermanos Proletarios. ARDE es una publicación que parece ser el portavoz de los distintos grupos que se llaman UHP.
(2) Ver la respuesta de nuestra sección en España en Acción Proletaria nº 180 « Respuesta a UHP-ARDE : más vale zoquete honesto que pillo tramposo »
(3) Cabe destacar la forma cobarde y retorcida con la que estos individuos llaman al asesinato de nuestros militantes. Con asquerosa hipocresía, no dicen las cosas abiertamente, las dejan caer: primero dicen que la CCI se compone de “imbéciles” para acabar con el “muerte a los imbéciles”.
(4) Grupúsculo de hampones que se hace llamar « Fracción Interna de la CCI » y cuya una única actividad consiste en verter toneladas de calumnias contra la CCI y llamamientos furiosos contra nosotros.
(5) Ver artículo de denuncia de este episodio en Révolution Internationale nº 354, publicación de la CCI en Francia.
(6) Ver los testimonios sobre el extraño internamiento del hijo de Trotsky en una clínica rusa de París : Deutscher, Biografía de Trotsky y Vereeken : La GPU en el movimiento trotskista.
(7) En aquellos tiempos fueron grupos extraños como el Communist Bulletin Group, inglés, o Hilo Rojo, español, junto con otros «círculos» los que protagonizaron estas campañas. De ellos nunca más se supo.
(8) Vemos pues que los redactores de UHP-ARDE no han inventado nada en cuanto al llamamiento cobarde y retorcido a nuestro asesinato. Han debido inspirarse en los métodos de los señores del GCI.
(9) Artículo de denuncia del GCI y en solidaridad con nuestra sección en México publicado en toda nuestra prensa territorial. Ver Acción Proletaria nº 131.
(10) Hay que señalar que el lumpen tiene mucha atracción por estos métodos de la burguesía y por ello en momentos de revolución suele nutrir los cuerpos francos y otras milicias de choque de la burguesía como ocurrió por ejemplo en Alemania en 1919.
Hace 100 años, el proletariado desarrolla en Rusia el primer movimiento revolucionario del siglo XX, conocido con el nombre de Revolución Rusa de 1905. Por no haber salido victorioso como sí ocurriría 12 años más tarde con la revolución de Octubre, aquel movimiento ha caído prácticamente en el olvido. Por eso no ha sido objeto de las campañas de denigración y de calumnias como sí lo fue la Revolución Rusa de 1917, especialmente tras el hundimiento del muro de Berlín, en el otoño de 1989. Sin embargo, la Revolución de 1905 aportó toda una serie de lecciones, clarificó y dio respuesta a las cuestiones que se planteaban al movimiento obrero en aquel entonces y sin las cuales la Revolución de 1917 no hubiera podido, sin duda, salir triunfante. Y aunque esos acontecimientos hayan ocurrido hace un siglo, 1905 está mucho más cerca de nosotros políticamente que lo que podría pensarse. Es necesario, para las generaciones de revolucionarios de hoy y de mañana volver a hacer suyas las enseñanzas fundamentales de aquella primera revolución en Rusia (….) Muchos elementos de lo que iban a ser las posiciones decisivas del movimiento obrero en la fase de decadencia del capitalismo estaban ya presentes en 1905.
La Revolución de 1905 fue objeto de numerosos escritos en el movimiento obrero de entonces. Las cuestiones planteadas fueron debatidas a fondo. Nos vamos a concentrar, en una corta serie de tres artículos, en algunas lecciones que nos parecen hoy centrales para el movimiento obrero y que siguen siendo actuales: la naturaleza revolucionaria de la clase obrera y su capacidad histórica intrínseca para enfrentarse al capitalismo y dar una nueva perspectiva a la sociedad; la naturaleza de los soviets, “la forma por fin encontrada de la dictadura del proletariado” como los definió Lenin y, la capacidad de la clase obrera para aprender de sus experiencias, para sacar lecciones de sus derrotas, la continuidad de su combate histórico y la maduración de las condiciones de la Revolución (…).
la revolucion rusa de 1905 fue una ilustración de lo más esclarecedora de lo que el marxismo entiende por carácter fundamentalmente revolucionario de la clase obrera. La capacidad del proletariado ruso para pasar de una situación en la que está ideológicamente dominado por los valores de la sociedad a una posición en la que, por medio de un movimiento masivo de luchas, va tomando confianza en sí mismo, desarrolla su solidaridad, va descubriendo su fuerza histórica hasta crear los órganos que le permitan apropiarse de su porvenir, es un ejemplo vivo de la fuerza material que es la conciencia de clase del proletariado cuando se pone en movimiento (...) No obstante, los acontecimientos de 1905 no surgen de la nada, sino que son el producto de una acumulación de experiencias sucesivas que agitaron a Rusia desde finales del siglo xix. Como dice Rosa Luxemburg : “… esta huelga de Enero en San Petersburgo fue la consecuencia inmediata de la gigantesca huelga general que había estallado antes, en Diciembre de 1904, en el Cáucaso, en Bakú y que mantuvo a toda Rusia pendiente de ella. Y lo ocurrido en Diciembre en Bakú no fue sino el último y poderoso eco de las grandes huelgas que, entre 1903 y 1904, como terremotos periódicos, habían sacudido todo el sur de Rusia, y cuyo prólogo había sido la huelga de Batúm en el Cáucaso en Marzo de 1902. En realidad, esta primera serie de huelgas, inscrita en la cadena continua de erupciones revolucionarias actuales, solo dista cinco o seis años de la huelga general de los obreros textiles de San Petersburgo en 1896 y 1897”1.
El 9 (22) de Enero de 1905 conocido como el “domingo sangriento”, marcó el inicio de una serie de acontecimientos en la vieja Rusia zarista que se desarrollaron durante todo el año 1905 y que terminaron con la represión sangrienta de la insurrección de Moscú en Diciembre. La actividad de la clase fue constante durante todo un año, aunque las formas de lucha no fueran siempre las mismas y no tuvieran todas la misma intensidad (….) Estos acontecimientos tuvieron un protagonista fundamental, el proletariado ruso, y toda la dinámica de la revolución sigue estrictamente la lógica de la clase proletaria. Aún cuando el movimiento obrero internacional esperaba una revolución burguesa en Rusia, estimando que la tarea central de la clase obrera –como así había ocurrido en las revoluciones de 1789 y 1848– era participar en el derrocamiento del Estado feudal y estimular a la instauración de las libertades burguesas, no solo es la huelga de masas de la clase obrera la que vivifica todo el año 1905, sino que además es su dinámica la que lleva a la creación de los órganos del poder obrero. Lenin mismo lo deja claro cuando recuerda que aparte de su carácter “democrático burgués” debido a su “contenido social”: “...La revolución rusa fue a la vez una revolución proletaria, no solo por ser el proletariado su fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también porque el medio específicamente proletario de lucha, la huelga, fue el medio principal para poner en movimiento a las masas y el fenómeno más característico del desarrollo, en oleadas sucesivas, de los acontecimientos decisivos” 2.
Pero cuando Lenin habla de huelga, no debemos imaginarnos acciones de 4, 8 o 24 horas como las que hoy proponen los sindicatos en todos los países del mundo. En realidad, en 1905, se desarrolla lo que luego habrá de llamarse huelga de masas, ese “océano de fenómenos” – como la definió Rosa Luxemburg – o sea la extensión y la autoorganización espontáneas de la lucha del proletariado que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo XX (....) : “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso del absolutismo, sino como una forma universal de la lucha de la clase proletaria, determinada por la fase actual del desarrollo capitalista y las relaciones de clase (...) la revolución rusa actual ha estallado en un momento de la evolución histórica que ya está en la otra vertiente de la montaña, más allá del apogeo de la sociedad capitalista” 3 (...) La huelga de masas no es un simple movimiento de las masas, una especie de revuelta popular que engloba a “todos los oprimidos” y que sería, por esencia, algo positivo como las ideologías izquierdistas y anarquistas de hoy quieren hacer creer. En 1905, Pannekoek escribía: “...Si se considera la masa en su sentido general, el conjunto del pueblo, lo que aparece es que, al neutralizarse mutuamente las ideas y las voluntades divergentes de unos y de otros, no emerge aparentemente otra cosa sino una masa sin voluntad, antojadiza, entregada al desorden, versátil, pasiva, oscilando de acá para allá según los impulsos, entre movimientos incontrolados e indeferencia apática –resumiendo, como ya sabemos, el retrato del pueblo que tanto gusta pintar a los escritores liberales (...) Ellos no conocen las clases. En el extremo opuesto, ha sido la fuerza de la doctrina socialista la que ha dado un principio de orden y un sistema de interpretación de la infinita variedad de individualidades humanas, al haber introducido el principio de la división de la sociedad en clases (...) En cuanto se identifican las diferentes clases en los movimientos de masas históricos, inmediatamente surge de la espesa niebla la imagen clara del combate entre las clases, con sus fases sucesivas de ataque, de retirada, de defensa, de victoria y de derrota” 4, (....) Como concluyó Rosa Luxemburgo: ”...En una palabra: la huelga de masas cuyo modelo nos ofrece la revolución rusa no es un medio ingenioso, inventado para reforzar el efecto de la lucha proletaria sino que es el movimiento mismo de las masas proletarias, la expresión de la lucha proletaria en la revolución”, (.....) “los obreros bruscamente electrizados por la acción política reaccionan inmediatamente en el dominio que les es más próximo: se rebelan contra su condición de esclavitud económica. El gesto de revuelta que la lucha política es les hace sentir con una intensidad insospechada el peso de sus cadenas económicas”5.
(.....) Un aspecto muy importante en el proceso revolucionario en la Rusia de 1905, fue su carácter marcadamente espontáneo. Las luchas surgen, se desarrollan y se refuerzan, haciendo surgir nuevos instrumentos de lucha como la huelga de masas y los soviets, sin que los partidos revolucionarios de entonces consigan enterarse de qué va la cosa, ni siquiera comprender enteramente, en aquel momento, las implicaciones de lo que está sucediendo. La fuerza del proletariado en el movimiento, en el terreno de sus propios intereses de clase, es asombrosa y posee en sí misma una creatividad inimaginable. Lenin mismo lo reconocería un año después al hacer balance de la Revolución de 1905: “.....De la huelga y de las manifestaciones se pasa a la construcción de barricadas aisladas. De las barricadas aisladas a la construcción de barricadas en masa y a las batallas callejeras contra las tropas. Pasando por encima de la cabeza de las organizaciones, la lucha proletaria de masas fue de la huelga a la insurrección. Esa es la gran adquisición de la Revolución rusa, adquisición debida a los acontecimientos de diciembre 1905 y realizada, como las anteriores, a costa de sacrificios enormes. De la huelga política general, el movimiento se alzó a un nivel superior. Forzó a la reacción a ir hasta el final de su resistencia: y ha sido así como el movimiento ha acercado extraordinariamente el momento en que la revolución, ella también, irá hasta el final en el empleo de sus medios ofensivos. La reacción no puede ir más allá del bombardeo de las barricadas, de las casas, de la muchedumbre. La Revolución, en cambio, puede ir más allá de los grupos de combate de Moscú, tiene campo abierto y ¡qué campo en extensión y profundidad! (…) El cambio de las condiciones objetivas de la lucha que imponía la necesidad de pasar de la huelga a la insurrección, fue percibido por el proletariado mucho antes que por sus dirigentes. La práctica, como siempre, se adelantó a la teoría” 6 .
Este pasaje de Lenin es especialmente importante hoy, pues muchas dudas en los elementos politizados y, hasta cierto punto, también en las organizaciones proletarias, se arraigan en la idea de que al proletariado no logrará jamás salir de la apatía en la que a veces parece haber caído. Lo ocurrido en 1905 es el desmentido más patente de todo eso. La fuerte impresión que produce comprobar ese carácter espontáneo de la lucha de la clase se debe, a veces, a la subestimación de los procesos que se desarrollan en lo profundo de nuestra clase, de esa maduración subterránea de la conciencia de la que ya hablaba Marx, cuando la comparaba al “viejo topo”. La confianza en la clase obrera, en su capacidad para dar una respuesta política a los problemas que afectan a la sociedad, es algo de la primera importancia hoy en día. Después del desmoronamiento del muro de Berlín y la campaña de la burguesía que vino después sobre la quiebra del comunismo y su falaz identificación con el infame régimen estalinista, la clase obrera ha encontrado muchas dificultades para reconocerse como tal clase y, por consiguiente, reconocerse en un proyecto, en una perspectiva, en un ideal por el que combatir. La falta de perspectiva produce automáticamente una caída de la combatividad, un debilitamiento de la convicción de que es necesario batirse, porque no se lucha por algo sino cuando hay un objetivo que alcanzar. Por eso es por lo que hoy, la ausencia de claridad sobre la perspectiva y la falta de confianza en sí misma por parte de la clase obrera están fuertemente relacionadas (.....), Pero sobre todo, es en la práctica donde puede superarse una situación así, a través de la experiencia directa que la clase obrera realizará de sus posibilidades y de la necesidad de luchar por una perspectiva. Esto es lo que se produjo precisamente en Rusia en 1905 cuando : “en unos cuantos meses cambiaron las cosas de arriba abajo. Las pocas centenas de socialdemócratas revolucionarios fueron “de repente” miles y esos miles se volvieron dirigentes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia e incluso, en parte, un movimiento revolucionario, en lo más profundo de la masa de los cincuenta a cien millones de campesinos; el movimiento campesino tuvo repercusiones en los ejércitos, lo cual llevó a revueltas militares y oposiciones armadas entre las tropas” 7 .
(.....) Esta confianza en la clase obrera que hoy expresamos no es un acto de fe, ni procede de una especia de ceguera mística, sino que se basa precisamente en la historia de nuestra clase y en su capacidad de reanudación, a veces sorprendente, en medio de un aparente letargo. La dinámica con la que se produce la maduración de la conciencia proletaria es a veces oscura y difícil de comprender. Pero también es cierto que la clase obrera estará históricamente obligada, por el lugar que ocupa en la sociedad de clase explotada y a la vez revolucionaria, a levantarse contra la clase que la oprime, la burguesía, y en la experiencia de ese combate volverá a encontrar esa confianza en sí misma que hoy le falta: “...Antes, teníamos una masa impotente, dócil, inerte como un cadáver, frente a la fuerza dominante, la cual sí está bien organizada sí sabe lo que quiere, y manipula a la masa a su conveniencia; y resulta que esa masa se transforma en humanidad organizada, capaz de decidir su propio sino ejerciendo su voluntad consciente, capaz de hacer frente con empecinamiento al viejo poder dominante. Era pasiva y se vuelve masa activa, organismo dotado de vida propia, cimentado y estructurado par sí mismo, dotado de su propia conciencia, de sus propios órganos...” 8 .
Paralelamente a la confianza de la clase obrera en sí misma, aparece necesariamente otro factor crucial de la lucha del proletariado: la solidaridad en sus filas.(.....)La solidaridad proletaria es un arma fundamental de la lucha del proletariado; fue una de las bases del impresionante cambio que se produjo en 1905 en Rusia: “...la chispa que provocó el incendio fue un conflicto corriente entre capital y trabajo: la huelga en una fábrica. Pero cabe señalar que la huelga de los 12 000 obreros de Putilov, desencadenada el lunes 3 enero, fue ante todo una huelga proclamada en nombre de la solidaridad proletaria. La causa de ella fue el despido de 4 obreros. ‘Cuando fue rechazada la petición de readmisión –escribe un camarada de Petersburgo el 7 enero– la factoría se paró de inmediato, por unanimidad total....’” 9 .
(....) Si la clase obrera en su conjunto no es hoy todavía consciente de la fuerza de la solidaridad, la burguesía, en cambio, no ha olvidado las lecciones que el proletariado le ha infligido en la historia, 1905 fue un magnífico acontecimiento del movimiento obrero, surgido de las entrañas revolucionarias del proletariado, que demostró la potencia creadora de la clase revolucionaria. Hoy, a pesar de todos los golpes que la burguesía agonizante le ha asestado, el proletariado sigue conservando, intactas, sus capacidades. Les incumbe a los revolucionarios hacer que su clase pueda volver a apropiarse de las grandes experiencias de su historia pasada y preparar sin descanso el terreno teórico y político del desarrollo de la lucha y de la conciencia de clase hoy y mañana (....).
Ezechiele (5/12/04)
Notas :
(1) R.osa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos, 1906.
(2) Lenin: Informe sobre la Revolución de 1.905.
(3) Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos.
(4)“Marxismo y teleología”, publicado en Neue Zeit en 1905, citado en “Acción de masas y revolución” (1912).
(5) Rosa Luxemburg, Huelga de masas, Partido y sindicatos.
(6) Lenin.:Las enseñanzas de la insurrección de Moscú, 1906.
(7) Lenin, Informe sobre la Revolución de 1905.
(8) Rosa Luxemburg, Huelga de masad, partido y sindicatos.
(9) Lenin : Huelga económica y huelga política.
Los despidos se han convertido en una cruel realidad cotidiana. En Cataluña, en España, en Alemania (donde en enero 2005 se ha alcanzado la cifra record de 5 millones de parados), en todo el mundo, incluido el país que ahora nos venden como nuevo “milagro capitalista”: China, donde en 2004 se destruyeron más de 10 millones de puestos de trabajo en las empresas estatales.
En el colmo del cinismo, los capitalistas nos chantajean con la deslocalización: “si queréis evitar los despidos lo que tenéis que hacer es aceptar bajaros los salarios y trabajar más horas”. En empresas alemanas como Siemens o Wolkswagen la aceptación por los obreros de reducciones salariales del 15% y pasar de 38 a 45 horas semanales les ha sido presentada como la única forma de “evitar los despidos”.
¡Eso es un vil engaño! Esos sacrificios no evitan los despidos sino que los preparan. El capitalismo, a escala mundial, está sumido en una profunda crisis de la que solo ha logrado sobrevivir hasta ahora a través de una montaña de deudas. Pero la escalada de la crisis y el peso aplastante de las deudas, le conducen a comportarse como un dios insaciable que exige sin cesar nuevos sacrificios los cuales lejos de aplacarlo le llevan a exigir otros nuevos. En Miniwatt hace 30 años había 1500 obreros en plantilla ¡hoy solo quedan 362!. No es un ejemplo aislado. En astilleros, donde la primera reconversión realizada por el gobierno “socialista” en 1984 invocando la “defensa del empleo”, se ha pasado de 60.000 empleos en 1981 a los menos de 10.000 actuales. En la minería asturiana de 30.000 en 1975 hemos pasado a poco más de 7.000.
Es un terrible vía crucis el que hemos sufrido las diferentes generaciones obreras desde finales de los años 70: empezaron por la contención salarial establecida por los famosos Pactos de la Moncloa de 1978, siguieron con la Ley Básica de Empleo de 1980, continuaron con los despidos de los años 80 –más de un millón-, dieron una vuelta de tuerca con las primeras medidas de implantación del trabajo temporal, desarrolladas desde 1984 por los sucesivos gobiernos “socialistas” y luego amplificadas por sus compinches del PP; desde 1985 con la primera reforma de la Seguridad social organizaron una interminable cadena de hachazos a todo género de prestaciones laborales. Y desde los años 90 todos los ataques se han juntado: despidos, precariedad, reducción salarial, recorte de prestaciones sociales... Hoy, el capital acuciado por su crisis insalvable ya no respeta nada: se lanza a nuestra yugular bajando abiertamente los salarios y aumentando la jornada de trabajo .
Para defendernos no podemos confiar ni en el tripartito catalán ni en el gobierno central de ZP. Todo gobierno no es otra cosa que el consejo de administración del conjunto de los capitalistas. Los gobiernos son los primeros en organizar e impulsar las medidas de ataque a nuestras condiciones de vida. ¿Quién fue el responsable de los más de 4000 despidos de astilleros sino el flamante gobierno del “talante”?
No podemos contar tampoco con los sindicatos que son cómplices activos de gobierno y capitalistas. Ante los despidos de Miniwatt proponen es una proposición no de ley que inste al gobierno catalán a rechazar un eventual Expediente de Regulación de Empleo. Es decir, tienen la desfachatez de pedirnos que confiemos nuestra suerte a quien ya ha dictado la sentencia de muerte contra nosotros. Un delegado de UGT pide que “el trauma sea mínimo para los trabajadores”, es decir, que acepta abiertamente los despidos y nos llama al conformismo de hacerlos un poco más suaves (¿Con más talante quizá?).
Solo podemos contar con nosotros mismos. Sin embargo, los trabajadores se ven abrumados por los chantajes, la intimidación, la incertidumbre, ante una situación que no cesa de empeorar. Luchar en las condiciones actuales es mucho más difícil que en el pasado pues requiere un coraje, una claridad, una confianza, que no es fácil adquirirlas de la noche a la mañana, máxime cuando tanto nuestros enemigos declarados –la Patronal, la Derecha- como nuestros falsos amigos-la Izquierda, los sindicatos- maniobran por todos los medios para debilitarlas.
Por eso es muy importante, pelear una y otra vez para que la lucha sea tomada a cargo por todos los trabajadores. Para que de verdad sea la Asamblea General quien decida y controle los pasos a dar y la forma de darlos. Si dejamos la lucha en manos de los sindicatos veremos como somos divididos, desmovilizados y desmoralizados hasta hacernos tirar la toalla.
Para adquirir la confianza, la unidad, el coraje colectivos que dan vida a nuestra lucha es necesario comprender que nuestra fuerza está en conquistar la solidaridad de todos los trabajadores. Los obreros estamos unidos por una misma condición y un mismo interés: somos los productores colectivos de las principales riquezas sociales. Eso nos da la fuerza de la unidad y la solidaridad de clase.
Los despidos de Miniwatt nos conciernen a todos. Detrás de los despidos en un sector de la clase obrera se encierra por una parte el drama para los obreros afectados y sus familias, pero, por otro lado, se plantea algo más grave: los puestos de trabajo se pierden para siempre con lo que las nuevas generaciones se encuentran con menos trabajo disponible o en condiciones de precariedad.
Por eso, la única respuesta posible a los despidos en una empresa o sector es la movilización lo más amplia y masiva posible de los obreros no sólo de esa empresa sino de las demás empresas o sectores. Hay que ver el ataque a un sector de la clase obrera como un ataque a toda la clase obrera.
¿Son útiles medidas de boicot al consumo de productos de los dueños de Miniwatt, el conglomerado Phillips-LG? Sinceramente no. Aparte de que tales medidas no se pueden ejecutar mediante la acción masiva y unida de los trabajadores sino a través de una acción dispersa de “ciudadano-consumidor”, eso no ejerce ninguna presión sobre el Capital y su Estado. En el marco de una competencia feroz entre empresas capitalistas el boicot a una firma es inevitablemente recuperado por una ampliación de las ventas de sus rivales. Es el mercado en su conjunto quien es culpable de nuestra situación y no tal o cual competidor del mismo. Son todos los capitalistas y su Estado quienes nos atacan conjuntamente y no tal o cual empresa particular. Incluso si una empresa individual actúa por libre tiene siempre detrás de ella respaldándola el Estado y toda la Patronal.
Solo podemos establecer una relación de fuerzas a nuestro favor realizando afirmando nuestra unidad y solidaridad de clase. Uno de los medios para forjar la SOLIDARIDAD DE CLASE es realizar manifestaciones masivas donde podemos unirnos, discutir, medir nuestra fuerza, tanto los obreros afectados y sus familiares, como obreros de otros sectores, fijos, emigrantes, precarios... todos juntos formando la FUERZA UNITARIA de la clase obrera.
Nuestra lucha solo puede tener como objetivo combatir la explotación para acabar con ella
Tenemos que defendernos contra los despidos y contra el aumento intolerable de la explotación pero tenemos que comprender que la raíz de los problemas que nos agobian está en el propio sistema capitalista. Un régimen de producción cuya lógica infernal provoca por un lado, desempleo y miseria y, de otra parte, guerras cada vez más destructivas y destrucciones ambientales cada vez más devastadoras.
Acabar con este sistema de explotación y barbarie exige de nosotros una lucha muy larga y difícil, forjada a través de muchos combates. Cada uno de estos tomado por separado puede parecer pequeño y sin sentido, pero es la unidad y la coherencia entre todos ellos lo que nos permitirá acabar tejiendo nuestra fuerza como clase.
Corriente Comunista Internacional 19-2-05
Estas explicaciones dan cuenta de una parte de la verdad pero no explican el problema de fondo: la raíz del problema está en la situación actual del capitalismo. El capitalismo está en una crisis cada vez más aguda que lleva a todos los Estados en todos los países a hacer recortes cada vez mayores en lo que llaman el “Estado del bienestar”: la parte del dinero que extraen a los trabajadores bajo la forma de impuestos y cotizaciones y que supuestamente debería dedicarse a educación, sanidad, servicios sociales etc., la reducen cada vez más y como consecuencia de ello los centros de enseñanza están abandonados deteriorándose a la carrera sus infraestructuras incluidas las más elementales como la calefacción o el mantenimiento de edificios etc.. Pero pasa lo mismo en la sanidad con colas interminables, con enfermos en los pasillos, con listas de espera de más de un año... Tres cuartos de lo mismo en los barrios, en los servicios sociales, en las prestaciones a los jubilados, a los desempleados, a los jóvenes...
No es un problema particular de la enseñanza. No es un problema específico de la Comunidad Valenciana, se ve igualmente en otras comunidades como Cataluña con el escándalo del Carmelo que tiene gobierno “de progreso” a diferencia del gobierno PP de aquí. En realidad tampoco es un problema limitado a España. El deterioro de la enseñanza se generaliza en todos los países “desarrollados”. En Francia han habido movilizaciones masivas de estudiantes de los Liceos (equivalente a los institutos de aquí) contra leyes que suponen un deterioro igualmente grave. En Inglaterra, en Alemania, en USA, la calidad de la enseñanza y el estado de las instalaciones públicas está por los suelos...
No hacemos frente a un problema local, sectorial o particular que requeriría una lucha limitada, parcial, de simple presión; estamos sufriendo un problema general, histórico, mundial, que es el hundimiento progresivo de todo el capitalismo mundial en una crisis sin remedio que genera guerras, miseria, desempleo y que conlleva igualmente un deterioro de enormes proporciones de todos los servicios sociales cuya financiación no es ningún regalo sino que sale de los bolsillos de los trabajadores.
La degradación intolerable de las condiciones de estudio, de la situación de los centros, debe ligarse a una degradación no menos intolerable de las condiciones de trabajo marcadas por la precariedad, el desempleo, los accidentes laborales, la baja de los salarios, el aumento siempre más agudo de la explotación. Hoy se estudia sin luz y calefacción pero eso es el anuncio de cómo será el trabajo mañana: precario, con la espada de Damocles del desempleo permanente, amenazados por los accidentes laborales...
Apoyamos la lucha emprendida y nos solidarizamos con ella. NO HAY MAS RESPUESTA QUE LA LUCHA.
Los estudiantes forman un estrato social provisional y heterogéneo, sin embargo, la mayoría (sobre todo en Institutos y universidades públicas) serán trabajadores: afectados por el desempleo, la precariedad, los accidentes, el deterioro general de las condiciones de vida... Hemos de asumir conscientemente que vamos a ser clase obrera, que hay que concebir la lucha como una contribución al desarrollo de la lucha obrera. Hay que conocer las experiencias de las luchas obreras.
Luchar aislados, limitados a tal o cual sector, es verse abocados a la derrota y la desmoralización. El problema es general y afecta a todos: estudiantes de instituto, trabajadores de la enseñanza, trabajadores de todos los sectores, empleados o desempleados (que tienen hijos estudiando en muchos casos). HAY QUE LUCHAR DE TAL FORMA QUE SE CREE LA UNIDAD CON TODOS LOS TRABAJADORES.
¡La lucha tendrá valor, se inscribirá en una dinámica de desarrollo de la lucha obrera, irá en el sentido del combate contra el capitalismo si es una lucha abierta a la que puedan unirse trabajadores de todos los sectores, trabajadores de la enseñanza, otros estudiantes!
En la lucha nadie puede decidir en nuestro nombre. Han de ser las Asambleas Generales las que deben decidir y controlar todo lo que se hace y acuerda. Las Asambleas deben elegir Comités revocables en cualquier momento que coordinen a los centros en lucha. Ningún comité autoproclamado puede decidir en nombre de todos.
¿Se puede luchar por objetivos de reforma del capitalismo como por ejemplo nuevas leyes que favorecieran a la pública? ¿En los programas de los partidos hay de verdad respuestas a nuestros problemas? Rotundamente no. La única lucha eficaz es aquella que se inscribe, aunque tenga por el momento objetivos reivindicativos limitados, en una dinámica de lucha por la abolición del capitalismo en todos los países.
Está claro que los señoritos del PP son nuestros enemigos pero ¿ el PSOE y otros órganos de la llamada “izquierda” son amigos nuestros? Hay una continuidad y una complicidad entre los gobiernos de “izquierda” y los gobiernos de Derecha que está por encima de sus peleas de familia. Están unidos en la DEFENSA DEL CAPITALISMO Y DE SU ESTADO. ¿Es que acaso el gobierno central de ZP no está deteriorando la educación u organizando despidos como en los Astilleros donde trabajadores de Gijón y Sevilla vuelven a la lucha tras habernos engañado con que se había “resuelto” el problema del sector naval? ¿Es que el gobierno de Maragall, aparentemente tan distinto del gobierno de Camps, no está atacando a los trabajadores en todos los sectores incluida la educación o la vivienda?
En la sociedad capitalista, los trabajadores y todos los explotados solo tenemos ENEMIGOS DECLARADOS (la Derecha o la Patronal) o FALSOS AMIGOS (la llamada “izquierda” o los sindicatos). Sólo podemos contar con la lucha, la conciencia, la solidaridad, de TODOS LOS TRABAJADORES Y EXPLOTADOS.
Sería ilusorio creer que la lucha va a ser rápida y todo se va a solucionar con unas cuantas acciones de presión. Se trata de una lucha larga y difícil, donde deben unirse las diferentes generaciones obreras. Es necesario discutir para tener claro cómo luchar, cómo organizarse, con qué objetivos. La lucha ciega, activista, un carrusel de actos de protesta... acaba no sirviendo y desmoraliza. Una lucha consciente, donde sepamos qué queremos y qué medios hay para conseguirlo es la que nos refuerza y nos ayuda a volver a la carga una y otra vez.
Por eso proponemos un FORO DE DISCUSION para discutir sobre la lucha actual así como sus perspectivas y el contexto global donde se inscribe. Todos los que estén interesados pueden enviar su mail a [email protected] [11] para organizarlo e impulsarlo. También a Apartado de Correos 258 Valencia 46080.
Corriente Comunista Internacional 8-3-2005
Nuestro sitio Web es: www.internationalism.org/spanish [10]
Más allá del profundo agradecimiento político que queremos expresar a este compañero, queremos poner de manifiesto la importancia de que la defensa intransigente de los comportamientos proletarios y el rechazo firme e indignado ante los comportamientos gansteriles ajenos a la clase obrera, sea cada vez más objeto de reflexión, de clarificación política y de toma de posición por parte de los trabajadores, aunque aún sea de forma minoritaria.
TOMA DE POSICION ACERCA DE LAS ACUSACIONES Y AMENAZAS DE MUERTE HECHAS CONTRA MILITANTES DE LA CCI EN ESPAÑA POR ALGUNOS ELEMENTOS DE U.H.P.
Ya en su contestación a través de la prensa (Acción Proletaria Nº 178) como en el dossier recibido, donde se reproduce fielmente la totalidad de la discusión entre ciertos elementos que se presentan como UHP-Arde y la CCI, esta última organización ha desmontado y desenmascarado políticamente los argumentos de quienes hablan en nombre de U.H.P-Arde. Por cierto, al ser un lector ocasional de la revista “Comunismo” órgano del llamado Grupo Comunista Internacionalista, pude constatar una sincronía tanto en las pautas del razonamiento (que no de la reflexión) como en el estilo literario que llevan el sello inconfundible del “anarco-marxista” GCI. Como las cuestiones de fondo y también de método que diferencia a la CCI de lo que dicen esos señores que hablan en UHP-Arde están muy claras en lo publicado, no se trata ahora de entrar en la naturaleza de la discusión cuando, además, esta toma de posición es en respuesta al llamamiento de solidaridad hecho por la CCI relativo a las amenazas contra sus militantes por parte de UHP-Arde, Acción Proletaria Nº 181,marzo - mayo 2005 (también en relación con el debate lo he seguido con los números 177 y 178 de AP y el dossier compilatorio de la discusión con los documentos de ambas partes).
Dicho esto creo que las refutaciones de la CCI si de algo adolece, tal vez sea de no caricaturizar lo suficiente las majaderías políticas de los redactores de los textos de UHP-Arde, siempre oteando el mundo para meter en el saco de la “revolución” y de la “lucha de clases” cualquier conflicto imperialista o lo que es lo mismo, hoy habría en el mundo tantas “revoluciones” como conflictos entre bandas imperialistas donde no se escaparía Chechenia, Afganistán, Timor, Irak, Cachemira etc. y mañana puede ser que se le añadan países que están en el punto de mira de los diversos intereses imperialistas como pueden ser Siria o Irán, para que ciertas gentes de UHP-Arde decreten, junto al GCI, nuevos esplendores “revolucionarios”; en este sentido es bastante revelador, como ejemplo, el extenso articulo destinado al conflicto argelino en la revista Comunismo, órgano del GCI, Nº 48 correspondiente al mes de febrero de 2002, en el que se glorifica la “lucha de clases” cuando la partida que se estaba jugando, de forma soterrada, era entre las camarillas argelinas instrumentadas por los intereses geoestratégicos de las grandes potencias; hecho que se explica inequívocamente para todos los demás conflictos por la implosión de los países del Este que, a su vez, significó también la dispersión del bloque llamado occidental, aplicando la política del “cada uno a la suya”, hechos históricos de los que el GCI y sus acólitos pasan o lo abordan tibia y confusamente.
Todo puede ser discutible sin concesiones y con honradez entre los revolucionarios, incluso es una obligación hacerlo, pero hay una cuestión que no se puede soslayar ni por los revolucionarios comprometidos, ni por los simpatizantes como tampoco por los obreros mas conscientes del proletariado y sobre lo que hay que posicionarse sin titubeos y con rotundidad: Se trata de las amenazas de muerte hechas de manera oblicua contra militantes de la CCI por elementos concretos de UHP-Arde. Pues bien, sobre este especifico asunto quiero expresar mi solidaridad activa e invitar a otros compañeros a que también lo hagan – aún no siendo militante de la CCI como es mi caso pero conociendo su plataforma y también algunos de sus militantes - con esta organización proletaria y que estriba, primero, en el más absoluto rechazo de las amenazas de muerte contra sus militantes por ser un método totalmente ajeno a las mejores tradiciones del proletariado, segundo, dicha solidaridad por lo que a mi personalmente se refiere no es abstracta sino muy concreta y estriba en participar –a lo que también invito a otros compañeros simpatizantes – tanto en la defensa de las reuniones públicas de la CCI en general y a los militantes de esta organización en particular, lo que llanamente significa que si UHP atentara o agrediera a algún militante de esta organización, practica propia de matones y gansters, no solo los militantes de esta organización, como dice la CCI, saldrían en su defensa, sino que también sus simpatizantes o contactos entre los que me encuentro.
Sin más por ahora, os envío mi solidaridad mas fraterna
Barcelona, 20/4/05 R.Q.
La barbarie capitalista continúa avanzando dramáticamente. En las últimas semanas, Asia se ha convertido en un nuevo epicentro de la aceleración de las tensiones interimperialistas.
El 14 de marzo, Formosa (Taiwan) pasó a ser objeto de la inquietud internacional. No es para menos ya que ese mismo día Pekín aprobó, por primera vez, una ley “anti-secesión” facultándole el empleo de medios militares contra Taiwan en caso de que las autoridades de la isla declaren la independencia. Esto venia precedido de unas contundentes declaraciones del presidente chino Hu Jintao, con uniforme militar, en las que llamaba públicamente a sus oficiales a “prepararse para un conflicto armado”. El mensaje es claro: la burguesía china no va a consentir la separación de Taiwan y para ello no se detendrá ante nada, ni siquiera ante una guerra. Por su parte las recientes elecciones celebradas en Taiwan han vuelto a dar la mayoría al partido más inclinada a las tesis independentistas.
Asia, un foco de tensiones guerreras
La tensión está creciendo rápidamente en todo el Sudeste asiático, y también entre China y Japón. Las belicistas proclamas de China han tenido un impacto inmediato en Japón, cuyo gobierno declaró que la citada ley anti-secesión va a tener un efecto muy negativo en la paz y estabilidad de la región, al mismo tiempo que anunciaba que sus tropas habían tomado el control de un faro en el archipiélago de Senkaku (archipiélago tradicionalmente reivindicado por Pekín, que allí se conoce por Diayou). Inmediatamente China replicó calificando ese acto militar como “grave provocación totalmente inaceptable”.
La tensión se aceleró al fomentar el Estado chino en las últimas semanas una serie de manifestaciones anti-japonesas, con la excusa de que Tokio ha publicado un manual de historia que minimiza las atrocidades perpetradas por el ejercito japonés durante la colonización de una parte de China en los años 30. En respuesta, Japón se ha referido por vez primera a China como “amenaza potencial”. Para hacernos una idea de la gravedad que está alcanzando la situación, recordemos que es la primera vez también que Japón abandona su tradicional política de neutralidad respecto al espinoso asunto de Taiwan.
Este arrebato belicista de China no ha despertado únicamente la reacción de Japón. Los Estados Unidos se han apresurado a dejar claro que, si bien desde 1972 Washington solo reconoce una China de la que formaría parte Taiwan, no se quedaría de brazos cruzados en caso de una agresión militar de China sobre Taiwan. Así el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClean, ha declarado que “Esa ley anti-secesión es desafortunada”. Por su parte Condoleeza Rice, en su visita a Pekín el 21 de Marzo, le dejó claro al presidente chino Hu Jintao que “nos oponemos a cualquier modificación unilateral del statu quo”.
Ante la exacerbación de los apetitos imperialistas de China, ha quedado claro que USA y Japón hacen en este momento causa común en esa parte del mundo. Tal es el sentido del acuerdo firmado entre Washington y Tokio que tiene “como objetivo estratégico común” lograr una “solución pacífica” de las cuestiones concernientes a Taiwan.
La presión imperialista de China
Ya el hundimiento de la URSS en 1989, y la afirmación de USA como única gran potencia mundial, conllevó una alteración de la política imperialista china. Cuando se produjo la formación de la República Popular China en 1949, o cuando en 1972 China y USA pasaron a ser aliadas contra URSS, el desarrollo de las tensiones imperialistas se veía constreñido por el corsé de la disciplina de bloque, que hasta cierto punto las limitaba. Pero desde 1989 con el hundimiento del capitalismo en la descomposición, la situación empieza a cambiar.
La base de la alianza chino-americana que era la existencia de un enemigo común, la URSS, desaparece con ésta. Por ello desde mediados de los años 90 empezamos a ver manifestaciones bastante evidentes de tensión entre China y USA, como la que se produjo el 7 de Marzo de 1999, cuando aviones americanos bombardearon “por error” (¿?) la embajada china en Belgrado, curiosamente apenas un mes después de que en un viaje a Washington de un alto responsable de la diplomacia china, las autoridades norteamericanas le advirtieran su oposición a que China decidiera “cabalgar en solitario” en el escenario imperialista.
Desde entonces, y a pesar de esas advertencias, los apetitos imperialistas de China no han cesado de crecer así como su voluntad de hacer patente su poderío militar que las demás potencias, en especial USA, deben tomar en cuenta. No es casualidad que el presupuesto militar chino no haya dejado de crecer, con porcentajes de dos dígitos en los últimos quince años (11’6% en 2004, tras un 17% en 2002, lo que representa aproximadamente un 35% del presupuesto nacional). Signo de los tiempos y de las necesidades imperialistas chinas es la proporción de esos gastos que se destina a la modernización de la aviación y la armada, así como la importante participación china en el proyecto europeo de contar con un sistema de navegación – el Galileo – alternativo al GPS norteamericano.
Pekín no pierde ocasión de aprovecharse de las dificultades que encuentra la primera potencia mundial para imponerse en el planeta. Una prueba de ello es la interferencia de China en el proceso de discusión del asunto de la capacidad nuclear de Irán, ya que como expuso el ministro chino de Asuntos Exteriores (Li Zhaoxing) en un viaje a Teherán, China se opondrá a cualquier intento de sanción de la ONU a Irán por esta cuestión. Esa misma política imperialista le lleva a apoyar al régimen islámico sudanés. En ese mismo sentido va su política hacia Corea del Norte lo que deja bien a las claras la intención de las autoridades chinas de avanzar sus peones en esa zona natural de influencia para ella, en detrimento de la política americana. Al mismo tiempo, la burguesía china se ha esforzado en los últimos tiempos en consolidar su influencia en Laos, Camboya, Birmania, Tailandia, Malasia e Indonesia, todo ello contrariando los intereses de USA.
Y si bien el desarrollo de las tensiones imperialistas a propósito de Taiwan es una grave amenaza para el mundo, no es sin embargo el único punto caliente de enfrentamientos larvados en esa región del mundo. En la frontera entte China y Pakistán se sitúan dos territorios (Aksai-Chin y Arunachal-Pradesh) que son reivindicados con más fuerza por ambos estados, lo que constituye una fuente potencial de enfrentamiento entre estas dos potencias nucleares. El momentáneo apaciguamiento de la tensión entre India y Paquistán por un lado, y entre China e India por otro, no presagia sin embargo un futuro estable en esa región. Cuando el primer ministro indio, Mammhan Singh declara que “India y China comparten la aspiración común de obrar por un orden político y económico internacional justo, equitativo y democrático” es precisamente porque los principales tiburones imperialistas de Asia (China, India y Paquistán) deben poner en sordina, de momento, sus querellas, para concentrarse en tratar de contener los estragos que está causando la ofensiva norteamericana en esa zona. Un escenario así suscita necesariamente la atención de las demás potencias imperialistas del mundo, especialmente Francia, Alemania y Rusia, que no van a quedarse de brazos cruzados y que van a tratar van a acudir a defender sus propios intereses imperialistas en esta región del mundo y sobre todo a hacer sombra a USA que se enfrenta a un debilitamiento acelerado de su liderazgo mundial.
Las recientes visitas de Chirac y Raffarin a China no han tenido como objeto únicamente reforzar las relaciones económicas entre París y Pekín, sino sobre todo manifestar el apoyo de Francia, de acuerdo con Alemania, al levantamiento del embargo a la venta de armas chinas y de la venta de tecnología avanzada a China. Una China más fuerte y agresiva frente a USA hace el juego a Alemania y Francia. En efecto la estrategia americana de implantación de bases militares en Kirghizstan, Tadjikistan, Afganistán y Uzbekistan tiene por objetivo cercar a Europa y Rusia, pero también le sirve para tamponar la influencia expansionista de China hacia Occidente, contribuyendo con ello a aislar a sus principales concurrentes imperialistas entre sí.
La
huida hacia delante del capitalismo
solo lleva a un caos cada
vez más profundo
Ante el desarrollo de las tensiones imperialistas en Asia sería un error creer que la barbarie capitalista no va seguir acelerándose en otras regiones del mundo. Todo lo contrario. Es evidente que la burguesía norteamericana va a seguir atascada en el lodazal iraquí pese a sus intenciones declaradas de proceder a una retirada parcial de sus tropas en el 2006. En Oriente medio está además al acecho de Siria e Irán, y también en el Extremo Oriente con Corea del Norte. Para continuar ejerciendo de gendarme mundial tiene que seguir huyendo hacia delante en el terreno militar. La multiplicación de los puntos calientes en Extremo Oriente, el empuje del imperialismo chino, son una fuente de preocupación creciente que conduce a la Casa Blanca a reforzar sus bases militares en la zona, así como sus lazos con Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia, incluso Sri Lanka, aprovechando cínicamente además la cobertura de la ayuda humanitaria a las víctimas del “tsunami”.
La evolución de la situación en el Sudeste Asiático muestra, una vez más, a la clase obrera que todos los discursos de paz de la burguesía preparan nuevos momentos de enfrentamiento guerrero, y que el sistema capitalista solo puede ofrecer cada vez mayores grados de barbarie. La escalada de amenazas guerreras en Asia es una nueva expresión de lo que nos depara el futuro. Los apetitos y pretensiones de los principales rivales del imperialismo americano, entre los que se encuentra abiertamente China, van a continuar agudizándose. La crisis del liderazgo americano, su ofensiva actual y las reacciones que ello produce, van hundiendo al mundo en un caos creciente.
Tino. 22/04/05.
Adaptado
de Révolution Internationale (órgano de la CCI en
Francia)
n. 357 (mayo 2005).
Publicamos a continuación un artículo de intervención en un foro sobre la autonomía del proletariado que se ha publicado en www.alasbarricadas.org [26]
El Foro que se ha originado a partir de la publicación por un compañero que no conocemos de un artículo nuestro realizado como balance de una intervención en un Encuentro sobre la Autonomía Obrera celebrado en Barcelona, ha suscitado un debate apasionante, profundo y sincero1.
Todos los participantes compartimos la voluntad de acabar con el sistema social capitalista que tantos sufrimientos de todo orden –económico, psíquico, moral, ecológico- está causando a la gran mayoría de la humanidad. El debate se sitúa sin embargo sobre la pregunta: ¿quién puede ser el motor de esa gigantesca transformación social? De forma sintética dos alternativas se han postulado: la clase obrera, el proletariado, o, como defienden PITI2 y otros compañeros, una comunidad de individuos rebeldes, a la llaman “proletariado”.
Nosotros defendemos resueltamente la primera alternativa. En polémica razonada con la otra posición vamos a exponer los argumentos que la sostienen.
La lucha de clases es el motor de la historia
Tras la progresiva disolución del comunismo primitivo tribal, la sociedad humana se ha dividido en clases y el motor de su evolución es la lucha de clases.
Esta guerra social tiene lugar en un contexto histórico de sucesivos modos de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo) que ha constituido el marco general donde aquella ha tenido lugar y el desarrollo de las fuerzas productivas humanas ha ido recorriendo su camino de forma contradictoria.
Esta es la explicación más coherente de la historia humana y el medio que pueden darse las generaciones actuales para hacerla progresar ante los dilemas que nos plantea la situación actual del capitalismo que lleva, bien a la destrucción de la humanidad, bien a su liberación y al inicio de una nueva etapa histórica basada en la abolición de las clases sociales, de los Estados y las fronteras nacionales, la unificación de todos los seres humanos en una comunidad humana mundial que vive y actúa para si misma.
A esta explicación, cuyo exponente más coherente es el marxismo3, se le han opuesto numerosas teorías que tienen como común denominador no tanto la negación de la existencia de clases sociales –evidencia que solo los más obtusos pueden atreverse a soslayar- sino la negación de que el motor de la historia es la lucha de clases.
Se han presentado como motores alternativos Dios, el Espíritu Universal, los príncipes y otros individuos investidos de poderes especiales, una coalición de individuos de buena voluntad, una minoría de conspiradores, una minoría de iluminados, predicadores de toda clase de sistemas sociales y filosóficos para dar cuenta de los males del mundo etc.
La lucha de clases a lo largo de la historia ha enfrentado una clase revolucionaria portadora de una nueva organización de la vida social y una clase reaccionaria apalancada en la defensa de los privilegios e intereses ligados al viejo orden. Si, de manera general, el desenlace de estos conflictos ha sido el triunfo de la nueva clase revolucionaria y la desaparición más o menos gradual de la vieja clase, esto no ha sido el producto de un determinismo irrevocable. En diferentes momentos de la historia se han producido fenómenos de bloqueo de la evolución social, donde las dos clases principales de la sociedad se desangraban en conflictos estériles sin hallar ninguna salida a la situación. Por eso el Manifiesto Comunista concibe la lucha de clases como una guerra social “que siempre acababa en transformación revolucionaria de la sociedad entera o en destrucción de ambas clases en lucha”.
Ninguna clase social es el vehículo ciego de un destino histórico preestablecido, no es el ejecutor forzoso de una necesidad determinada por la evolución de la sociedad. Para liberar a la sociedad de las trabas que le imponen el orden antiguo, las clases revolucionarias necesitan de un cierto grado de conciencia y voluntad. Si estos faltan, la necesidad objetiva, que existe sólo como potencial histórico, no podrá realizarse y la evolución social se estancará degenerando en un pudrimiento caótico y destructivo.
En el tránsito entre la vieja sociedad esclavista y el orden feudal que le sucedió, el factor determinante fue la evolución objetiva mientras que la conciencia y la acción subjetivas jugaron un papel muy limitado. En la destrucción del feudalismo y el advenimiento del capitalismo, las fuerzas objetivas constituyeron el factor central aunque la conciencia –esencialmente ideológica- desempeñó un papel importante, sobre todo en la última etapa: la toma del poder político por parte de la burguesía tras haberse asegurado la dominación económica de la sociedad.
Sin embargo, en la revolución mundial que acabará con el capitalismo el papel decisivo lo tendrá la conciencia, el entusiasmo, la solidaridad, el heroísmo y la combatividad, de grandes masas proletarias. Sin esa fuerza subjetiva, sin ese compromiso de un gran número de individuos conscientes, la revolución no será posible. PITI ha insistido sobre la necesidad de la conciencia (él la llama la necesidad de “individuos autoconscientes”), de la solidaridad y la confianza mutua (que denomina “comunidad de rebeldes”)... Compartimos esta preocupación y vemos como una de las tareas cruciales del momento presente el que las generaciones actuales de la clase obrera cultiven y desarrollen, en la lucha, por la lucha y para la lucha, la conciencia, la solidaridad, el criterio propio. Sin el desarrollo masivo de esas fuerzas espirituales la revolución mundial no será posible.
PITI piensa sin embargo que la clase obrera ya no es la clase revolucionaria. No niega que haya desaparecido la lucha de clases, tampoco niega que pudo haber sido en otras etapas del capitalismo el motor del cambio histórico, pero su premisa es concluyente: «Lo que denomino el "primer asalto a la sociedad de clases", me refiero a primeros de siglo XX y sus revoluciones (Rusia, Kronstad, Alemania por ejemplo), y el "segundo asalto a la sociedad de clases", mayo del 68, revueltas autónomas en Alemania, autonomía operaia en Italia, las huelgas obreras en Polonia, el movimiento asambleario español. Estos movimientos son derrotados, la autonomía obrera es derrotada.»
Es verdad que la oleada revolucionaria mundial fue derrotada y se abrió la más terrible contra-revolución de toda la historia humana. Es igualmente verdad que el impulso inicial de las luchas abiertas en 1968 se fue diluyendo hasta que en 1989 se produjo un fuerte retroceso de la conciencia y la combatividad obreras4.
Ahora bien, ¿por qué de esos dos fracasos deduce PITI el fin del carácter revolucionario de la clase obrera? Aporta como explicación dos factores: por una parte, el capitalismo ha sufrido un cambio de tal naturaleza que estaríamos ante un nuevo “paradigma económico” y, este nuevo paradigma económico significaría tales cambios sociales que habrían sellado el fin de la clase obrera como clase revolucionaria. «Aquí es cuando comienzan los cambios, en los años ochenta. Los sindicatos, como instrumentos de integración de la clase obrera, actúan directamente al servicio de sus intereses negociando con la patronal y el Estado, aceptando a rajatabla las políticas de recortes sociales, plantillas. Esto rompe a una generación rebelde, una comunidad de rebeldes heredada de la etapa anterior, su conciencia. La clase obrera es estratificada de las fabricas, se producen reconversiones industriales, la terciarización de la economía (cambio de paradigma económico), y la deslocalización de empresas en busca de mano de obra barata y esclava (...) La tecnología juega un papel fundamental, se produce una revolución tecnológica que produce que muchos obreros tengan que pasar por cursos de formación. Hay una mundialización de la economía gracias a la tecnología, que favorece también a la automatización. Sin embargo, estas nuevas condiciones permiten elevar el nivel de bienestar material de una minoría de trabajadores. Aparecen cuadros técnicos, obreros-propietarios, pequeños empresarios etc. (...) La actual época es única y no hay vuelta atrás en el sistema productivo, donde volvamos a la identidad fabrica ».
¿Un nuevo paradigma económico?
A lo largo de su historia, el capitalismo ha sufrido numerosos cambios tecnológicos, organizativos, sociológicos... El capitalismo es un modo de producción dinámico que se ve forzado a cambiar continuamente la organización, los métodos y las herramientas de producción... El Manifiesto Comunista reconoce que « la burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social. Al contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes ».
Pero ¿ese dinamismo significa un cambio de naturaleza del capitalismo, una modificación de los fundamentos mismos de su sistema de explotación?
El capitalismo ha pasado por numerosas etapas: manufacturas, maquinismo, gran industria, capital monopolista, imperialismo, capitalismo de Estado etc. El régimen de propiedad capitalista se ha modificado de manera incesante (mercaderes, propiedad individual de los capitanes de la industria; propiedad colectiva a través de las sociedades por acciones; propiedad estatal bien sea completa –como en los mal llamados países “socialistas”- o mixta; propiedad multinacional...); las tecnologías han sufrido cambios espectaculares (maquinismo, ferrocarriles, barcos de vapor, aviación, telecomunicación, informática, energía petrolífera o nuclear etc.); la organización del trabajo ha pasado por muy diferentes estadios (trabajo extensivo, trabajo intensivo, organización científica del trabajo y taylorismo, industrias gigantes, descentralización, deslocalización, subcontratación etc.); el régimen de trabajo tiene muchas formas (trabajo domiciliario, trabajo de mujeres y niños, trabajo fijo, trabajo forzado, jornaleros, precariedad, trabajo a destajo, por piezas etc.). Sin embargo, un hilo conductor, un telón de fondo, atraviesa como núcleo de hierro esa multiplicidad siempre cambiante:
1º Expropiación de los productores de tal forma que campesinos o artesanos son separados de sus medios de producción y vida, convertidos en obreros y obligados a pasar por las horcas caudinas del trabajo asalariado para obtener su sustento;
2º Explotación de la fuerza de trabajo del obrero cuyo salario tiende a cubrir su reproducción individual y la de su familia, produciendo una plusvalía que sirve a la acumulación de capital;
3º Acumulación de capital. El fin de la producción no es tanto satisfacer el consumo de la clase dominante sino la reinversión de la plusvalía constituyendo un nuevo capital.
Cuando PITI invoca la mundialización como gran cambio fundamental que se produce a lo largo de los años 80 debemos decirle que ha descubierto algo que se produjo más o menos un siglo antes: « La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita (...) Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal (...) La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza». Este pasaje no procede de ningún mundialista iluminado, sino del Manifiesto Comunista ¡escrito en 1848!5.
¿Revolución tecnológica? Es cierto que se han desarrollado las telecomunicaciones, la informática y las redes telemáticas, que se habla de biotecnología o de células madre; es verdad que vastas tierras agrícolas sucumben a los encantos de la especulación inmobiliaria concretada en imponentes rascacielos, en edificios inteligentes y toda una mansalva interminable de viviendas ...vacías. Pero esos cambios “fascinantes” no suponen ningún verdadero desarrollo sino que más bien se asemejan a los estertores de una sociedad enferma6. Por otro lado, ninguno de esos cambios, puede compararse a las transformaciones radicales que se produjeron en la época ascendente del capitalismo: « En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas. Basta pensar en el sometimiento de las fuerzas naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la agricultura, en la navegación de vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra como por ensalmo... ¿Quién, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción?» (Manifiesto Comunista).
El modo de producción capitalista no se define esencialmente por las tecnologías, las formas de organización empresarial o la organización del trabajo... Estas pueden dar vueltas como un tiovivo, pero no son sino la epidermis que recubre un mecanismo cuya base son las relaciones de producción basadas en el trabajo asalariado y la extracción de plusvalía. Esos mecanismos básicos no han cambiado en absoluto. Siguen siendo los pilares que sostienen todo su edificio. PITI, que tanto critica la sociedad del espectáculo, está siendo víctima de un efecto óptico típico del capitalismo: frente al rígido inmovilismo de las sociedades que le precedieron, el capitalismo se presenta como un espectáculo incesante de cambios que sin embargo dejan intactos sus fundamentos.
Por otro lado, esas formas tampoco determinan la dinámica real del capitalismo. Este busca desesperadamente una masa más grande de plusvalía y un mercado más amplio a la medida de sus necesidades de acumulación. Cuando el capitalismo forma el mercado mundial a principios del siglo XX esta dinámica inexorable le hace entrar en la época histórica de decadencia y degeneración que se prolonga hasta la actualidad adonde vemos la sociedad consumirse en guerras, barbarie sin fin, crisis y convulsiones económicas, descomposición ideológica, pudrimiento moral, totalitarismo estatal etc. Se habla mucho del espejismo de unos cambios superficiales (tecnología, finanzas, sector servicios) pero se olvida totalmente ese “cambio” mil veces más significativo y determinante para las vidas cotidianas de enormes masas humanas. Ese cambio entre el periodo ascendente del capitalismo y su etapa decadente que se arrastra a lo largo del siglo XX nos permite comprender el terrible sufrimiento, el profundo desamparo, que sufren millones de seres humanos, nos ayuda a ver la realidad de una sociedad en agonía, nos da fuerzas y conciencia para luchar por la nueva sociedad. En cambio, la otra visión, la de los cambios ficticios, nos ciega con una “modernidad” y un “progreso” que esconden el terrible infierno sobre el que reposa la vida de la gran mayoría de la humanidad.
Los muertos que vos matáis gozan de buena salud
PITI no es el primero ni será el último en negar el pan y la sal a la clase obrera. La lucha de la clase obrera jamás ha seguido un curso regular, progresivo, franqueando escalones sucesivos. Al contrario, su lucha procede por saltos bruscos y repentinos, pasa por los largos periodos de apatía y desesperante inactividad. Comparando la línea de evolución que siguen las revoluciones burguesas y las revoluciones proletarias, Marx describe magistralmente la dinámica de la lucha obrera: «Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan enseguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su periodo impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a si mismas, se interrumpen constantemente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que solo derriban al adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga inmensidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodas, hic salta».
La lucha obrera es así porque corresponde al movimiento de una clase que es explotada y revolucionaria a la vez. Esto determina una contradicción que marca su forma de luchar. Por un lado, está sometida al peso agobiante de la ideología burguesa y sufre en sus carnes los rigores de la competencia y la división. En tiempos “normales” los obreros están atomizados y los instintos de solidaridad, compañerismo y acción independiente se ven reprimidos por instintos anti-sociales de pasividad, individualismo, ilusiones de promoción profesional... Ese conflicto, esa división, que agobia el alma de los obreros, solo se resuelve tras una larga y difícil maduración de la conciencia y la solidaridad–en la que intervienen los grupos revolucionarios- que acaba cristalizando, no sin enormes dificultades, en luchas más o menos amplias. «Un periodo revolucionario resuelve esta dificultad, en apariencia insoluble, desencadenando en la masa una suma de idealismo que la vuelve insensible a los sufrimientos más agudos (...) En la tempestad revolucionaria, el proletario, el padre de familia prudente, se transforma en un “revolucionario romántico” para el cual el bien supremo mismo –la vida- y con mayor razón el bienestar material tienen poco valor en comparación con el ideal de lucha» (Rosa Luxemburgo, Huelga de masas, partido y sindicatos).
La mayor parte del tiempo, los obreros aparecen como “padres de familia prudentes”, solo en periodos donde su combate madura en luchas masivas se muestran como “revolucionarios románticos”. No podemos ver la lucha de la clase obrera como se mira un álbum de fotos. En la mayoría de las fotos aparecerá con el rictus triste del desánimo o con el rostro inexpresivo de la pasividad o la desorientación. Solo en unas pocas se nos mostrará con la sonrisa radiante de la convicción revolucionaria.
Hablando de la lucha de astilleros, PITI pregunta: « ¿El ejemplo de Astilleros..acaso supuso formas autoorganizativas de construir nuevas formas de poder, de cuestionamiento de la mundialización, del trabajo asalariado, por ejemplo, o si una lucha puramente interés sectorial, cuyo objetivo era sobre todo unas prejubilaciones millonarias?».
Es un vulgar prejuicio acusar a los obreros de astilleros de “luchar por prejubilaciones millonarias”7. Es también un error confundir la lucha reivindicativa de la clase obrera con el planteamiento sindical destinado a ahogarla. Pero dejemos de lado esas cuestiones. Lo que nos interesa es comprender el método con el que PITI enjuicia las luchas obreras. Les exige superar un listón que no lo pasa ni el más afamado saltador olímpico: pide a cada lucha que ponga en cuestión el sistema, la mundialización, el trabajo asalariado, las formas de vida y de consumo... Es evidente que ninguna lucha obrera del pasado, del presente y del porvenir, cumplirá tales requisitos. Lo esencial en la lucha del proletariado no reside en cada uno de sus múltiples escaramuzas contra la explotación capitalista sino en la dinámica y la dirección del conjunto de sus combates.
Las luchas obreras avanzan muy lentamente y sufren continuas marchas atrás, son muy modestas en sus objetivos inmediatos de tal forma que su coherencia revolucionaria solo aparece en su dinámica de conjunto. PITI argumenta que la clase obrera ha sufrido dos fracasos históricos (1917 y 1968) y que eso la incapacita irrevocablemente como sujeto revolucionario. Mientras la lucha revolucionaria de la burguesía se caracteriza por una sucesión de éxitos y victorias hasta culminar con el desalojo más o menos completo de la antigua clase feudal, la lucha del proletariado se caracteriza por una sucesión de intentos que, en su mayoría, se saldan con derrotas y fracasos amargos. Para el proletariado «tan gigantescos como sus problemas son sus errores. Ningún plan firmemente elaborado, ningún ritual ortodoxo válido para todos los tiempos le muestra el camino a seguir. La experiencia histórica es su único maestro, su Vía Dolorosa hacia la libertad está jalonada no sólo de sufrimientos inenarrables sino también de incontables errores» (Rosa Luxemburgo: La Crisis de la Socialdemocracia).
PITI cree ver 3 razones objetivas que saldarían el fin de la clase obrera como sujeto revolucionario:
1º «La clase obrera esta estratificada, ya no hay la comunidad fabrica (...) la nueva organización del trabajo se les aislado, segmentado, y no se puede volver atrás, volver al antiguo sistema productivo que aglutinaba a los asalariados en fabrica»
2º «La clase obrera como la clase burguesa dominante se pirra por los objetos de consumo de ultima hora, por tener 2 coches o un 2ª lugar de residencia (...)Burgueses y obreros desean el bienestarismo mercantil y un estatus y posición en la jerarquía social (...)La nueva época nos ha sometido a un hedonismo mercantil que superas las clases»
3º «El sistema ha institucionalizado el conflicto obrero y lo reordena (en esto tiene gran protagonismo las burocracias sindicales). Esto es una realidad, y el que no lo quiera entender sujetándose a ciertos dogmas ideológicos, no hace más que prevalecer su ideología sobre lo que debe ser un análisis coherente, crítico de la realidad social»
Empecemos por la primera: la desaparición del “obrero-fábrica”. Es cierto que con el desarrollo de la crisis capitalista y el consiguiente aumento del desempleo muchas fábricas gigantescas han desaparecido. Es cierto, que este aglutinamiento de los trabajadores en grandes centros de producción facilitaba la identificación de sus intereses de clase y la confianza en su fuerza como clase. Es innegable que muchas luchas de los años 70 partieron de fábricas-faro que irradiaban sobre el resto de la clase: en España están los casos de SEAT en Barcelona, la Standard en Madrid o la Naval en Bilbao... Es verdad que la producción se ha fragmentado, deslocalizado, subcontratado. Los procesos de producción engloban una multitud de unidades dispersas que convergen en un punto central. La vieja fábrica de automóviles que concentraba en una unidad productiva gigante todos los procesos productivos ha sido reemplazada por una multitud de talleres que suministran a una fábrica núcleo muy reducida y altamente automatizada. A menudo, en esa fábrica núcleo trabajan obreros pertenecientes a una multitud de pequeñas empresas a las que se ha subcontratados operaciones concretas. Piezas, motores etc., se fabrican en factorías situadas en China, Chequia, Hungría...
Sin embargo, nada de eso ha cambiado la identidad de la clase obrera pues esta no está ligada a la unidad de producción sino a las relaciones de producción, es decir, al régimen de trabajo asalariado y al trabajo cooperativo que la hace productora colectiva de las principales riquezas sociales. Todo eso no ha cambiado e incluso se ha reforzado pues la división del trabajo, la cooperación por encima de la empresa se han acentuado con la mayor integración del proceso productivo. La relación social que determina el ser de la clase obrera no cambia con los diferentes estatus del obrero: a lo largo de su vida el obrero puede ser aprendiz o estudiante, empleado de un gran fábrica, desempleado, emigrante, subcontratado, incluso autónomo... Pero no por eso deja de ser obrero aunque en fases determinadas de su vida –o incluso en toda su vida- no tenga conciencia de ello.
Veamos ahora la segunda razón, el consumismo. Poseer una vivienda, tener un coche y hacerse con una segunda residencia sería para PITI algo que produciría tal bienestar y placer hasta el extremo de “superar las clases” (¡!).Es difícil saber cómo se puede encontrar “hedonismo” en una jaula de 70-90 metros cuadrados (gracias a la “socialista” Trujillo quieren reducir el espacio vital a 30 metros2) situada en un barrio del extrarradio de la gran ciudad, máxime cuando todos los meses pende sobre la cuenta bancaria de la familia los plazos a pagar de la hipoteca. Es más un tormento que un placer8.
Poseer un coche sería un lujo maravilloso. Dejemos de lado el pago de los plazos y de las numerosas reparaciones que conlleva. El capitalismo actual impone una determinada organización del transporte al trabajo y de muchas actividades de la vida cotidiana que hacen imposible prescindir del coche por lo que este no es ningún lujo sino una necesidad imperiosa. Y, una vez más, el placer que proporciona es sólo apto para masoquistas: todos los días los automovilistas se ven atrapados en descomunales atascos para ir a su trabajo alargando en más de un hora la ya de por sí larga jornada de trabajo. ¡Y cuando tienes puente o vacaciones lo que te espera son atascos no menos monumentales!9
Lo de la segunda residencia, una lata de sardinas en una playa sobresaturada o un chalet en el quinto pino, resulta sencillamente patético. En el mejor de los casos es una suerte de escapatoria efímera de la vida alineada y la atmósfera irrespirable de la gran ciudad. Algo así como tomar una bocanada de aire fresco para aceptar mejor el aire asfixiante de todos los días.
La raíz del capitalismo no está en el consumo sino en las relaciones sociales de producción. El consumo es consecuencia de ellas. Marx decía que no es la misma hambre la que se sacia comiendo con los dedos que con cuchara y tenedor. Las diferentes formas de consumo corresponden a grandes rasgos a diferentes modos de producción y dentro del capitalismo a la historia, la posición, las tradiciones, de los distintos países. Esos fabulosos bienes que constituirían la base del consumismo no constituyen ningún regalo ni ningún lujo sino que son los elementos imprescindibles para la reproducción de los obreros en función de una explotación intensiva y alienante de su fuerza de trabajo.
PITI insiste en la necesidad de superar esquemas anquilosados y reconocer la realidad tal cual es. Pues la amarga realidad para una creciente mayoría de obreros no es el aumento de su capacidad de consumo sino una constante y amenazante disminución. ¡Y esa es una tendencia claramente definida desde los años 80! Recorte en las pensiones, recorte en las prestaciones sanitarias y educativas, caída de los salarios, aumento de los precios, desempleo y precariedad... Esas realidades que golpean a la clase obrera de carne y hueso configuran un “consumismo” que consiste para la inmensa mayoría en apañarse año tras año con-su-mismo pantalón, con-su-mismo vestido, con-su-mismo coche... PITI es víctima de la sociedad del espectáculo. Probablemente se ha creído que lo que refleja la “nueva realidad” son esos anuncios publicitarios adonde cualquiera consigue un coche veloz y último modelo y una chica de ensueño en el mismo paquete...
Abordemos en fin, la tercera razón, la “institucionalización del conflicto obrero” a través de los sindicatos. Aquí PITI confunde a los verdugos con las víctimas. Los sindicatos son órganos del capital encargados de dividir, desmovilizar, atomizar, derrotar, las tentativas obreras de lucha. El Estado capitalista del siglo XX cuenta para enfrentar las luchas obreras con dos policías. Por un lado, la policía uniformada armada con porras y mangueras de agua –y en la recámara balas de verdad-, por otro lado, una policía sin uniforme, disfrazada con el mono de trabajo y que es tanto más eficaz por cuanto en sus orígenes fue una creación de la clase obrera. Que los grandes sindicatos sean un órgano institucionalizado10 no quiere decir ni mucho menos que la lucha obrera se haya institucionalizado e integrado. Hasta la primera guerra mundial, los sindicatos y la clase obrera formaban una unidad, pero desde entonces, al apoyar los sindicatos la defensa de la Patria y por tanto la matanza en la guerra imperialista, cada uno milita en campos opuestos: los sindicatos han sido absorbidos por los engranajes del Estado capitalista11.
Un viaje atrás por el túnel del tiempo
Hemos podido demostrar que los argumentos que PITI sostiene carecen de la más mínima consistencia. Pero analicemos ahora si la alternativa que ofrece en positivo lleva a algún sitio.
¿Quién es el nuevo sujeto revolucionario? «El individuo es el sujeto revolucionario y en la lucha es necesario juntarse para la formación de una nueva comunidad de rebeldes: el proletariado. Esto desmiente las acusaciones de radical-burgueses y o anarquistas-stirnerianos, porque no somos individuos egoístas y menos aun intelectuales auto-ilustrados, sino revolucionarios que creemos comprender la nueva época (...) Nos queda el individuo para formar una nueva comunidad de rebeldes, que haga frente al mundo del mercado. No propugnamos el fin de la revuelta, sino que la reinventamos».
PITI insiste mucho en que no hay que quedarse anclados en el pasado, en que el “sistema de luchas” basado en la “centralidad obrera” está desfasado y alucina cuando gente como nosotros sigue apoyándose en ese trasnochado sistema de lucha. ¿Y qué grandísima novedad nos propone? ¡Pues nada menos que la vuelta al individuo!. Es revolucionario y pasa a formar parte del “proletariado” todo individuo que decide incorporarse a la “comunidad de rebeldes” que preconiza PITI: « No planteamos la subjetividad única contra el mundo (existencialismo), ni la unión de egoístas, sino la comunidad de rebeldes, sin que esto suponga cercenar la libertad individual de cada individuo "único e irrepetible"».
Cualquiera puede pertenecer a ella, sea obrero, estudiante, burgués o intelectual.¿Deformamos su pensamiento? «El proletariado es el conjunto de individuos que independientemente de su estatus social-clase obrera, clase media, inmigrante, obrero social, estudiante etc hace frente a sus condiciones, a su existencia (...) Para mi proletario es el individuo explotado que lo sabe y lo hace frente, independientemente que tenga un status burgués familiar (por ejemplo) o sea obrero fabrica», nos dice.
PITI vuelve a las viejas tesis que oponen la unión de los individuos frente a las clases. De hecho, PITI repite varias veces que está por “la superación de la luchas de clases” y “la lucha contra las clases y todo tipo de poder jerárquico”. Por mucho que proteste PITI esto es interclasismo puro y duro. Bajo el concepto de “proletariado”, PITI vuelve a reproducir el viejo interclasismo de siempre, aderezado con dos exigencias: para pertenecer a la comunidad de rebeldes, pide que se sea “autoconsciente” y se pertenezca a la categoría del « individuo desposeído de su espacio-tiempo social por las nuevas formas de las relaciones capitalistas». Esta fórmula situacionista es lo suficientemente ambigua para que en ella quepa todo el mundo. ¡Hasta el burgués más existoso padece el mal de estar desposeído de su espacio-tiempo!
¿Qué nuevo sistema de luchas nos propone PITI que insiste en la necesidad de “reinventar” la revuelta y -¡como no!- en abandonar viejos esquemas?
«Planteamos la insumisión cotidiana individual, la transformación individual; pero también la lucha siempre necesaria con otros». ¡Es lamentable que se nos presente como novedad novísima de la nueva época lo que propugnan los predicadores cristianos así como numerosos pensadores cívicos que nos dicen que si la gente no utilizara el coche, limpiara las cacas de los perros y gastara menos agua en la ducha se resolvería el problema del medio ambiente!.
Tomando como modelo la “experiencia argentina” «Los clubes de trueque, las asambleas, la economía social, las huertas colectivas, el trabajo libre y autogestionado, comedores populares, casas de cultura popular y libertaria, el don gratuito y la libertad creativa cultural han sido recuperados». ¡El trueque corresponde a los primitivos estadios del comercio capitalista! ¡Es lo propio de economía de pequeños colonos y artesanos que intercambian los productos mutuamente producidos! PITI nos propone como alternativa volver siglos atrás la rueda de la historia. En cuanto a la autogestión de fábricas, la economía social, el cooperativismo, son medios que suponen que los obreros organizan su propia explotación, es decir, se autoexplotan, se organizan ellos mismos para competir en el mercado mundial y con ello crean las condiciones para que en su propio seno emerja inevitable e inexorablemente una nueva casta de aspirantes a burócratas capitalistas12.
Se trata pues de las mistificaciones más viejas, con más de un siglo de consecuencias catastróficas para los obreros y para toda la población oprimida. Sus resultados han sido división, enfrentamiento, amargura, desmoralización... Han sido la fórmula “radical” y “alternativa” que ha preparado el terreno a la explotación y la deshumanizado capitalista de siempre. Este “reiventar la revuelta” se parece a la moda en esa sociedad del espectáculo que tanto critica PITI: los vestidos que nos presentan cada año como algo nunca visto no son sino el remiendo de vestidos que hace 20 años habían presentado como el último grito de la innovación.
Acción Proletaria 16-5-05
1 Ver en Acción Proletaria nº 181 Hablan de la autonomía obrera para colar mejor el mensaje del fin del proletariado
2 Uno de los compañeros que ha intervenido defendiendo una posición que él mismo la define como “neosituacionista”
3 Conviene precisar que –como el mismo Marx reconoce en una famosa carta a Wendermeyer- el marxismo no ha descubierto la lucha de clases. Mucho antes que Marx ya los materialistas burgueses del siglo XVIII la habían puesto en evidencia.
4 Es necesario precisar sin embargo que los dos movimientos no son comparables. 1917-23 fue una oleada revolucionaria mundial. El proletariado tomó momentáneamente el poder en Rusia y lo intentó en otros varios países (Alemania, Hungría, Austria, China, Bulgaria etc.). En cambio, en 1968, pese a las imponente huelgas masivas que sacudieron numerosos países, jamás se planteó la cuestión de la ofensiva revolucionaria y menos aún de la toma del poder.
5 Esta tendencia “mundializadora” ya se apuntaba claramente con la expansión del capitalismo en el siglo XIX. Por ello, Marx y Engels la evidencia claramente en el Manifiesto Comunista. Su culminación tiene lugar a fines del siglo XIX con la formación plena del mercado mundial. Los actuales partidarios y detractores de la “mundialización” descubren con un siglo de retraso lo que los revolucionarios veían con toda claridad hace 150 años. Sin embargo, ese “descubrimiento” lo utilizan para ocultar que el capitalismo está en total decadencia desde hace un siglo y dar a entender en cambio que sería un sistema en plena expansión. Por otro lado, su concepto de “mundialización” es meramente superficial basándose en constataciones sobre la eliminación de trabas aduaneras, privatizaciones o mecanismos financieros, cuya existencia o inexistencia no altera para nada la naturaleza mundial del mercado. Por otra parte, su mensaje más importante y más engañoso es la idea de que la mundialización surge a partir de 1989. El capitalismo se habría vuelto mundial porque sería el único sistema económico vigente sobre la tierra. Esta idea es totalmente mistificadora pues da a entender que antes habría dos sistemas sociales diferentes: el “comunista” de la URSS y demás satélites y el capitalista de Occidente. En realidad, lo que había en Rusia y demás, como hemos demostrado ampliamente, era capitalismo puro y duro. La propiedad estatal de los medios de producción no significa en forma alguna “socialismo” sino una forma particular de la tendencia general al capitalismo de Estado que predomina durante el siglo XX en todos los países, incluidos los llamados de “economía liberal”. Ver nuestros documentos aparecidos en REVISTA INTERNACIONAL números 60 y 61 sobre la naturaleza de los países del Este europeo y sobre las características de la propiedad estatal.
6 A los que se dejan deslumbrar por los “fabulosos” ingenios de la sociedad actual conviene recordarles que los cambios tecnológicos más espectaculares –aunque no necesariamente efectivos- y los monumentos más apabullantes del imperio romano se produjeron en su época de decadencia y agonía. Lo mismo puede decirse de la sociedad faraónica egipcia adonde las pirámides y otros monumentos espectaculares se produjeron, por regla general, en su etapa de decadencia.
7 Aclaremos que esas “prejubilaciones” no son ningún regalo sino que permiten, en el mejor de los casos, ingresos de 700-900 € mensuales. Además, los prejubiliados que tienen hijos en el paro o en la precariedad tienen que mantenerlos con unos ingresos inferiores a los que tenían cuando estaban trabajando
8 ¡No hablemos de las jóvenes generaciones obreras actuales para las cuales conseguir una vivienda se ha convertido en un lujo inaccesible viéndose obligadas a hacinarse junto con sus padres!. Ver nuestro artículo sobre el problema de la vivienda en Acción Proletaria nº 176.
9 Se podría argumentar que la solución estaría en ir andando al trabajo o en no utilizar en coche para vacaciones etc. Es lo que implícitamente reclama PITI al predicar la “revolución de la vida cotidiana”. Abordaremos este punto más adelante.
10 Los pequeños sindicatos o los sindicatos radicales de base no están tan institucionalizados y sin embargo sabotean la lucha obrera con tanto o más eficacia que sus rivales mayores.
11 Ver nuestro folleto Los Sindicatos contra la clase obrera.
12 Ver en nuestro libro ESPAÑA 1936: FRANCO Y LA REPUBLICA MASACRAN A LOS TRABAJADORES el capítulo sobre las colectividades anarquistas.
No pueden remediarlo. Los explotadores necesitan recurrir a las mentiras más esperpénticas con tal de dar una imagen de fortaleza de su sistema de explotación y de bienestar de la población sojuzgada por éste. Si hace unos años Aznar acuñó el ridículo “España va bien”, ahora resulta, según lo dicho por Rubalcaba (portavoz parlamentario del PSOE), en el reciente debate sobre el Estado de la Nación que “estamos plus-cua-satisfechos”. Lo dicho: mienten más que hablan y ¡mira que hablan! Hablan y no paran de la “solvencia” de la economía española, “de las más fiables de Europa” en palabras del propio presidente Zapatero, cuando en realidad está perdiendo competitividad a marchas forzadas. Hablan de los “avances sociales”, que el gobierno ZP habría procurado a los trabajadores en materias como las pensiones, el salario mínimo, la regularización de emigrantes,...cuando en realidad lo que crece es la miseria, la eventualidad del empleo, el deterioro de la enseñanza, la sanidad,...
¿Satisfechos? La burguesía española puede desde luego estar “satisfecha” por la lealtad que demuestra el gobierno “socialista” en la defensa de sus intereses de clase explotadora. No es casualidad que en ese reciente debate sobre el Estado de la Nación, apenas hayan aparecido críticas, ni desde la derecha ni desde la izquierda, a la gestión económica del capital nacional, o sea al mantenimiento de una explotación cada vez más insoportable de los asalariados, que hace el gobierno “socialista”. Y es que como señalamos apenas se supo que ZP sustituía a Aznar al frente del capital español, y se extendía en la población la peligrosa ilusión de que éste tendría más “sensibilidad social que aquel”, que “miraría más por los desfavorecidos”, etc: “Las diferencias que existen entre ellos sirven en última instancia para mantener viva la ilusión de que siempre habrá alguno menos malo que el otro. La realidad es que todos son peor, que todos son enemigos de los trabajadores y de toda liberación social (...) El nuevo gobierno PSOE dejará pequeños los “logros” de los gobiernos González y de las dos legislaturas del PP. El engaño de elegir el “mal menor” o de “impedir el mal mayor” es la cuerda que nos ata a la noria del capitalismo, condenándonos a ir de Herodes a Pilatos” (AP nº 175: “Elecciones del 14 de Marzo. ¿Qué podemos esperar del gobierno PSOE?”).
Unas condiciones de vida y trabajo cada vez más insoportables para los trabajadores.
Pero si la derecha y la patronal se muestran satisfechos, ¿podemos decir lo mismo los trabajadores? ¿será verdad lo que dice la propaganda democrática de que el gobierno puede contentar a capitalistas y trabajadores, a explotadores y explotados? Pues... va a ser que NO. La realidad es que los asalariados comprobamos día tras día como se deterioran cada vez más nuestras condiciones de vida y de trabajo.
La realidad es que no sólo para el proletariado sino incluso para la gran mayoría de la población, llegar a fin de mes empieza a ser una auténtica misión imposible. Recientemente, al comentar la práctica desaparición del ahorro familiar en España que lleva cayendo en picado desde 1996, el Instituto Nacional de Estadística ha explicado que la causa de ese descenso del ahorro es que “la renta disponible aumenta menos que los gastos”. Sin tener los estudios de esos sesudos expertos, eso es algo que los trabajadores aprenden, en sus propias carnes, mes tras mes: los salarios han perdido la carrera a los precios., como puede verse comparando, basándonos incluso en las propias y maquilladas estadísticas del Estado burgués, el aumento salarial medio del pasado año (2’9%) con la inflación “oficial” (en Abril del 2005 la tasa interanual era del 3’5% de media estatal, del 4% en Cataluña, etc). Hemos de decir que este hachazo a los salarios viene “bendecido” por los pactos firmados año tras año por Patronal y Sindicatos a nivel nacional así como en los convenios colectivos regionales, sectoriales,... como el reciente de los trabajadores de banca a los que un aumento de 2’85% para este año, y aún menor para 2006, eso sí para que se sientan “orgullosos” de que la banca española es “competitiva”, con los demás usureros del mundo.
Recorte salarial tras recorte salarial, los trabajadores se ven obligados pues, para frenar la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos, a comerse los ahorros gestados con años de sacrificios. O eso o endeudándonos: la deuda de las familias se ha triplicado desde 1997, y alcanza ya casi 600 mil millones de euros, es decir el equivalente a tres cuartas partes del Producto Interior Bruto. Es cierto que una gran parte de este endeudamiento está hipotecado en la compra de una vivienda, y que la especulación inmobiliaria es uno de los destinos de un capital que no encuentra rentabilidad alguna en la inversión productiva, pero de ahí no se puede colegir la idea de un proletariado “aburguesado” que se endeuda para enriquecerse, sino un peaje forzoso, sobre todo para muchos jóvenes trabajadores, habida cuenta del precio prohibitivo de los alquileres (cuyo precio ha subido aún más que la compra de la vivienda), y del hecho de que la promesa electoral de construcción de 180 mil viviendas “sociales” por parte de ZP, ha quedado en eso.... en promesas.
El endeudamiento, las “letras”, los “plazos”, la hipoteca por años de una parte de nuestros salarios ha sido algo a lo que han debido recurrir muchas generaciones obreras, pero al menos había entonces una cierta “seguridad” de tener regularmente unos ingresos. Hoy, en cambio, lo que está al orden del día son:
* los despidos y el cierre de empresas. Sólo en el sector textil, y desde 2002, se ha echado a la calle a 35 mil trabajadores. El cierre de tres factorías de la antigua Tabacalera supone la eliminación de casi 600 empleos. En industria auxiliar del automóvil se suceden los anuncios de recortes de plantillas como en Gearbox - 300 trabajadores – o en la Lear de la Rioja – 350 obreros-. Estos se suman a los miles de despidos en el sector naval, etc.
* la precariedad en el empleo que sigue azotando a más del 33% de los trabajadores. Esta tasa se va a ver notablemente incrementada con la “regularización” de cerca de 700 mil trabajadores inmigrantes, que en palabras del propio ministro de Trabajo, “van a tener ahora derechos laborales”. Efectivamente, “derecho” a un contrato precario, “derecho” a un sueldo inferior a la media del sector, que la gran mayoría de estos compañeros se ha visto obligado a aceptar para tener “papeles” y evitar ser deportados como amenaza el Gobierno. Es asqueante ver el ensayado gesto compungido del Sr. Zapatero cuando en el reciente debate sobre el Estado de la Nación trató el tema de la precariedad laboral y dijo que lo que peor le sabía de este su primer año de gobierno era no haber enfrentado este problema. ¡Cómo si se tratara de algo heredado del gobierno Aznar, y el partido que sustenta al Sr. Zapatero no tuviera nada que ver con los “contratos basura”, los “planes de empleo juvenil”, etc!
Por mucho que ZP diga que lo que debe presidir las relaciones entre explotadores y explotados es el “diálogo”, la realidad es que a lo que los trabajadores estamos sometidos es al chantaje. Para “conservar” el puesto de trabajo hay que aceptar congelaciones salariales y aumentos de la jornada laboral (recientemente la Nissan de Barcelona ha anunciado que gracias al último convenio que consagraba precisamente estos ataques a las condiciones de vida y trabajo de sus obreros, ha alcanzado en un tiempo récord el plan de contención de costes), para tener un salario con el que malvivir hay que aceptar el aumento creciente de la explotación (en los trabajadores sanitarios por ejemplo una parte cada vez más importante de sus sueldos está en función de la “productividad”), la precariedad, la subcontratación,... Con ocasión del reciente crimen laboral en el Ferrol – ver artículo en este mismo AP – se ha desvelado que si la Bazán tenía 21 empresas subcontratadas, la recientemente creada Navantia tiene ¡100! Para que luego los sindicatos reivindiquen la “permanencia de la empresa en el sector público”,...
Y no es que ZP o Solbes lo “hagan” ni mejor ni peor. La causa de esa degradación de las condiciones de vida de la clase obrera no es la gestión, o el signo político de tal cúal gobierno sino la crisis irresoluble del sistema capitalista mundial, que vive como señalamos en el artículo de nuestra Revista Internacional nº 121. “El descenso a los infiernos”. De hecho todos los capitales nacionales se han lanzado a una carrera de ataques contra los trabajadores, y los primeros los capitales más “poderosos” como Alemania, Francia, Gran Bretaña donde se suceden los topes salariales, los recortes de pensiones y subsidios, el desmantelamiento de prestaciones sociales, la prolongación de la jornada y de la vida laboral de sus trabajadores,... para tratar de mantenerse a flote en una guerra despiadada por conservar sus mercados o arrebatárselos a sus rivales,...
Lo que sucede es que el capital español está especialmente mal colocado en esa pelea a muerte con sus cofrades de otros países. Digamos que no es ni carne ni pescado. Ni tiene la productividad de Alemania (la economía española que es la 5ª de Europa por PIB es el cambio la antepenúltima del ranking de la UE15 en productividad), ni los sueldos de China. Si como señalamos en el mencionado artículo de la Revista Internacional nº 121, con el transcurrir de la crisis económica mundial desde finales de los años 60, lo que ha sucedido en el conjunto del sistema capitalista es que la “ganancia” de productividad se ha realizado sobre todo a expensas del abaratamiento de los costes salariales, en esa tendencia capitales más débiles como el español están un paso por delante,... hacia el abismo1, y está sufriendo una caída en picado de su competitividad.
Por ello no es de extrañar que Gobierno, Patronal y Sindicatos hagan de la “batalla por la competitividad” la consigna de la cruzada que preparan contra las condiciones de vida de los trabajadores. Zapatero ya ha dicho que “el diálogo social es un tesoro de este país”. Desde luego lo es para los dueños del país, pues pacto social tras pacto se han fomentado la contratación eventual, el abaratamiento del despido, el alargamiento del tiempo de cotización necesario para alcanzar la pensión, por mencionar únicamente los más recientes. Por muchas paparruchadas que digan los ministros, los patronos o los sindicalistas, esa “cruzada nacional” contra la competitividad no va a basarse en la “innovación tecnológica” ya que el diferencial es tan abismal que requeriría durante años una inversión inimaginable ni para los capitalistas individuales (que obtienen sin duda más beneficios con la especulación), ni por supuesto para las arcas públicas (amenazadas además con la desaparición de los fondos de cohesión europeos que representan un 1% del PIB). Todo eso son cantos de sirena para enmascarar que la batalla por frenar la pérdida de la competitividad de la economía española va a asestarse contra los costes laborales, es decir contra las castigadas espaldas de los trabajadores. Así recientemente hemos oído que “los trabajadores deben contratar planes de pensiones privados (...), ya que la Seguridad Social no será capaz de garantizar el actual nivel de renta de sustitución es decir la diferencia entre el último salario recibido y la primera pensión”. Quién así habla no es un avispado comercial de cualquier entidad bancaria, sino Octavio Granado, jerifalte del Ministerio de Trabajo en declaraciones al diario El País, del 12-5. Ese diario, verdadero oráculo del gobierno “socialista” editorializaba recientemente, a propósito de la “lucha por la estabilidad en el empleo”: “La consecución de ese propósito de conseguir una mayor estabilidad en el empleo exigirá que esas decisiones vayan acompañadas de reformas adicionales del mercado de trabajo en la dirección de una mayor flexibilidad. En la cesación de las relaciones laborales, suavizando la cuantía de las indemnizaciones por despido, con el fin de facilitar la inserción laboral de determinados colectivos.”
O sea que para “rebajar” la precariedad, de lo que se trata es de generalizar en los trabajadores las condiciones laborales y de vida de los precarios: aceptando un nuevo hachazo a las indemnizaciones por despido, destinando una parte de nuestros esquilmados salarios a completar pensiones cada vez más ridículas, etc. Lo dicho: Zapatero profundizará los ataques de Aznar, como éste ahondó los de F.González,... porque las exigencias de supervivencia del capital nacional en un sistema capitalista mundial en crisis así lo exigen. En lo que sin embargo los “socialistas” sí aventajan al PP es en su capacidad para adornar esos ataques a las condiciones de vida del proletariado con bellas y vacuas frases sobre la “solidaridad”. Ya vemos como el recorte de las indemnizaciones por despido se presenta como acto de solidaridad con “los colectivos más desfavorecidos”, o como el gobierno “super-izquierdista” de Cataluña planteaba el copago de las consultas médicas o la degradación de las condiciones laborales de los trabajadores de los hospitales por... “solidaridad con los enfermos”.
Solidaridad con los trabajadores y no con el capital.
El capitalismo, un sistema basado en la explotación del hombre por el hombre, en la conversión de la actividad humana y del trabajador mismo en una mercancía, se presenta sin embargo como campeón de la “solidaridad”. Es más reprocha a los trabajadores que no sean verdaderamente solidarios, culpabilizando a los obreros fijos de la situación de los precarios, a los empleados públicos de las miseria de los del sector privado, a los obreros del primer mundo de las atrocidades que sufren sus hermanos de los países de la periferia capitalista. Ese discurso aparentemente tan bienintencionado no sólo tiene como objeto erosionar la unidad de los trabajadores enconando a unos contra otros, sino también el de chantajearnos para hacernos tragar más y más sacrificios que no sólo no alivian la situación de otros hermanos proletarios sino que sólo traen más miseria y más barbarie para toda la especie humana. Nos presentan como “interés común” lo que en realidad son las necesidades de los explotadores. Pero son precisamente esas necesidades del capital las que van llevando a la humanidad, y al planeta entero hacia su desaparición en un holocausto de guerras, hambrunas, miseria, desgarramiento de las relaciones sociales,...
Para hacer frente a esa perspectiva, los explotados necesitamos la verdadera solidaridad, necesitamos oponernos a la falsa solidaridad de la defensa de los intereses de la empresa, del sector, de la región, que en realidad nos ata a los intereses del capital nacional. Necesitamos defender nuestras reivindicaciones contra los despidos, los hachazos a los salarios, los aumentos de las jornadas, porque así oponemos nuestras necesidades como seres humanos a la lógica antihumana de la “rentabilidad” capitalista. Necesitamos comprender que sólo acabando con este sistema basado en la división de la sociedad en clases, en naciones, puede instaurarse una verdadera comunidad humana.
Etsoem. 14 de Mayo de 2005.
1 La “deslocalización” industrial no supone ninguna inyección revitalizante para el capitalismo mundial sino más bien “pan para hoy y hambre para mañana”, puesto que el problema básico del capitalismo es la creciente reducción de mercados solventes, y la pauperización de la población tanto en los países adelantados (donde se cierran empresas) como en los países más atrasados (donde se instalan sólo a condición de que los salarios sigan siendo miserables) acaba agravando el problema.
Durante la primavera pasada la CCI ha celebrado su XVI Congreso. En nuestros estatutos se recoge que "El congreso internacional es el órgano soberano de la CCI". Por ello tenemos la responsabilidad de exponer ante la clase obrera, y así lo hacemos siempre tras este tipo de actos, en que han consistido sus trabajos y cuales son las orientaciones que de ellos se derivan1
Este Congreso ha situado en el centro de sus preocupaciones el análisis de la reanudación de los combates de la clase obrera y de las responsabilidades que esta recuperación implica para nuestra organización, sobre todo ante el desarrollo de una nueva generación de elementos que se orientan hacia una perspectiva política revolucionaria. Por otra parte hay que decir que evidentemente la barbarie guerrera continua desatándose en un mundo capitalista que se enfrenta a una crisis económica insuperable, tal y como se recoge en los informes específicos que se presentaron sobre los conflictos imperialistas y la crisis y que tras ser discutidos fueron adoptados por el Congreso. Lo esencial de estos informes fue retomado en la resolución sobre la situación internacional.
Como se señala en dicha resolución, la CCI analiza el período histórico actual como la fase última de la decadencia del capitalismo, la fase de descomposición de la sociedad burguesa, la de su pudrimiento profundo. Tal y como hemos expuestos en numerosas ocasiones, esta descomposición proviene del hecho que ante el hundimiento histórico irremediable de la economía capitalista, ninguna de las dos clases antagónicas de la sociedad, burguesía y proletariado, consiguen imponer su respuesta propia: la guerra mundial para la primera, la revolución comunista en el caso de la segunda. Estas condiciones históricas determinan las características esenciales de la vida de la sociedad burguesa actual. Este marco de análisis de la descomposición es el que nos permite comprender, en particular, la permanente agravación de una serie de calamidades que hoy azotan a la humanidad, sobre todo la barbarie guerrera, pero también fenómenos tales como la imparable destrucción del medio ambiente, o las consecuencias terroríficas de “catástrofes naturales" como el tsunami del pasado invierno. Estas condiciones históricas de la descomposición afectan también, y mucho, tanto al proletariado como a las organizaciones rfevolucionarias, y constituyen una de las principales causas de las dificultades que ha vivido nuestra clase y también nuestra organización desde principios de los años 90, tal y como hemos expuesto en artículos anteriores (Ver Revista Internacional nº 62).
La reanudación de los combates de clase
El XV congreso constató que la CCI había superado su crisis de 2001, sobre todo porque había sido capaz de entenderla como una manifestación, en nuestro propio seno, de los efectos deletéreos de la descomposición. Al mismo tiempo, reconocía las dificultades que seguía encontrando la clase obrera en sus luchas contra los ataques capitalistas, y sobre todo su falta de confianza en ella misma.
Sin embargo tras ese congreso celebrado a comienzos de la primavera de 2003, y como posteriormente señalase la reunión plenaria del órgano central de la CCI en el otoño de ese mismo año: "Las movilizaciones a gran escala de la primavera de 2003 en Francia y Austria representan un giro en la lucha de clases después de 1989. Constituyen un significativo primer paso en la recuperación de la combatividad obrera, tras el período más prolongado de reflujo desde 1968" (Revista Internacional nº 119).
Tal giro en la lucha de clases no fue una sorpresa para la CCI ya que su XV congreso anunciaba esa perspectiva. La resolución sobre la situación internacional aprobada en el XVI congreso precisa a su vez que: "Las luchas de 2003-2005 han presentado las siguientes características:
- han implicado sectores significativos de la clase obrera en países del centro del capitalismo mundial (como Francia en 2003);
- manifiestan una preocupación por cuestiones más explícitamente políticas;
- en ellas reaparece Alemania como referencia central de las luchas obreras, por primera vez desde la oleada revolucionaria;
- la cuestión de la solidaridad de clase se ha planteado de forma más amplia y más explícita que en cualquier otro momento de las luchas de los años ochenta. Esto ha aparecido en particular en los últimos movimientos en Alemania".
La resolución adoptada por el XVI congreso constata que las diferentes manifestaciones del giro que se ha producido en la relación de fuerzas entre las clases "se ve acompañado por el surgimiento de una nueva generación de elementos en búsqueda de claridad política. Esta nueva generación se manifiesta a la vez en un nuevo flujo de elementos politizados y también en nuevas capas de obreros que entran en lucha por primera vez. Como se ha puesto de manifiesto con ocasión de varias importantes manifestaciones, se están forjando las bases para la unión de la nueva generación y la "generación del 68", contituída tanto por la minoría política que reconstruyó el movimiento comunista en los años 60 y 70 como por capas más amplias de obreros que vivieron la rica experiencia de luchas de clase entre el 68 y el 89".
La responsabilidad de la CCI frente al surgimiento de las nuevas fuerzas revolucionarias
La otra preocupación esencial del XVI congreso ha sido situar a nuestra organización a la altura de su responsabilidad ante el surgimiento de estos nuevos elementos que se orientan hacia las posiciones de clase de la Izquierda Comunista. Esto queda de manifiesto sobre todo en la resolución de actividades aprobada por el congreso:
"El combate para ganar a la nueva generación para las posiciones de clase y para la militancia, se sitúa hoy en el centro de todas nuestras actividades. Esto no se aplica únicamente a nuestra intervención sino al conjunto de nuestra reflexión política, de nuestras discusiones y de nuestras preocupaciones militantes (...)"
Este trabajo de reagrupamiento de nuevas fuerzas militantes exige ante todo defenderlas contra todas las tentativas por destruirlas o de llevarlas a verdaderos callejones sin salida. Y esta defensa no puede llevarse a cabo sólo si la CCI sabe defenderse, ella misma, contra los ataques de que es objeto. El precedente congreso ya puso de manifiesto que nuestra organización había sido capaz de rechazar los inícuos ataques de la FICCI2, impidiéndoles conseguir su objetivo declarado que no era otro que destruir la CCI, o al menos el mayor número posible de sus secciones. En octubre de 2004, la FICCI desencadenó una nueva ofensiva contra nuestra organización apoyándose en las calumniosas tomas de posición de un "Círculo de Comunistas Internacionalistas" radicado en Argentina que se autoproclamaba continuador del "Núcleo Comunista Internacional" (NCI) con el que la CCI había desarrollado discusiones y contactos desde finales de 2003. Lamentablemente, el BIPR ha aportado su contribución a esta ignominiosa maniobra publicando en distintos idiomas y conservando durante varios meses en su web de Internet, una de las más falsas e histéricas de estas declaraciones contra nuestra organización. Ante ello reaccionamos rápidamente publicando documentos en nuestra web, con lo que conseguimos hacer frente a este ataque y reducir a nuestros agresores al silencio. El "Círculo" quedó desenmascarado como lo que era: una ficción inventada por el ciudadano B., un aventurero de poca monta del hemisferio austral. Y este combate contra la ofensiva de la "triple alianza" del aventurerismo (B.), del parasitismo (FICCI) y del oportunismo (BIPR) ha sido también un combate en defensa del NCI, el resultado del esfuerzo de un pequeño núcleo de camaradas que tratan de desarrollar una comprensión de las posiciones de la Izquierda Comunista en contacto con la CCI3.
(...) Para acometer este trabajo con los elementos en búsqueda, la CCI debe poner en práctica una decidida. Pero debe también poner el máximo cuidado en la profundidad de la argumentación que se aporta a las discusiones así como a la cuestión del comportamiento político. Además el surgimiento de nuevas fuerzas comunistas debe constituir un poderoso estímulo de la reflexión y la entrega, no sólo de los militantes sino también de muchos elementos que se vieron afectados por el retroceso de la clase obrera a partir de 1989: "Los efectos del actual desarrollo histórico van a repolitizar a una parte de la generación de 1968, que resultó entonces desviada y emponzoñada por el izquierdismo. De hecho ya han comenzado a reactivarse antiguos militantes, no sólo de la CCI, sino también de otras organizaciones proletarias. Cada una de estas expresiones de esta fermentación representa un valiosísimo potencial de reapropiación de la identidad de clase, de la experiencia de lucha, y de la perspectiva histórica del proletariado. Pero estos potenciales diferentes potenciales sólo pueden materializarse si son agrupados por una organización que representa la conciencia histórica, el método marxista y la experiencia organizativa, que, actualmente, sólo la CCI puede ofrecer. Esto hace que el desarrollo continuo y a largo plazo de las capacidades teóricas, la comprensión militante y la centralización de la organización, resulten cruciales para la perspectiva histórica".
El congreso ha señalado la enorme importancia del trabajo teórico en la situación presente: "La organización no puede cumplir sus responsabilidades ni hacia las minorías revolucionarias ni hacia la clase en su conjunto, sino es capaz de comprender el proceso de preparación del partido en el contexto más amplio de la evolución general de la lucha de clases. La capacidad de la CCI para analizar los cambios en la relación de fuerzas entre las clases, y para intervenir en las luchas y en la reflexión política que se da en el seno de la clase obrera, tiene una gran importancia a largo plazo en la evolución de la lucha de clases. Pero incluso ahora, es decir a corto plazo, resulta crucial para jugar nuestro papel dirigente frente a la nueva generación politizada. La organización debe continuar esta reflexión teórica, sacando un máximo de lecciones concretas de su intervención, abandonando los esquemas del pasado".
En fin, el congreso ha dedicado una muy particular atención a la cuestión que figura al final de la plataforma de nuestra organización: "Las relaciones que se establecen entre las diferentes partes y militantes de la organización llevan necesariamente los estigmas de la sociedad capitalista y no pueden, pues, constituir un islote de relaciones comunistas dentro de ella. Sin embargo no pueden estar en contradicción flagrante con los objetivos perseguidos por los revolucionarios, por lo que se apoyan necesariamente en una solidaridad y confianza mútuas, que son signos de pertenencia de la organización a la clase portadora del comunismo".
Esta exigencia, como todas a las que debe hacer frente una organización marxista, requiere una reflexión teórica:
"En la medida que las cuestiones de organización y de comportamiento se sitúan hoy en el centro de los debates tanto en el interior como en el exterior de la organización, un eje central de nuestro trabajo teórico en los dos próximos años será la discusión de los diferentes textos de orientación (que abordan estos sujetos). Estas cuestiones nos llevan a las raíces de las recientes crisis de la organización, afectando a las bases fundamentales de nuestro compromiso militante, y son cuestiones centrales para la revolución en la época de la descomposición. Estas cuestiones están llamadas a desempeñar un papel crucial en la renovación de la convicción militante y en el redescubrimiento del gusto por la teoría y por el método marxista que aborda cada cuestión desde un planteamiento histórico y teórico".
Perspectivas entusiasmantes
Los congresos de la CCI son siempre momentos de entusiasmo para el conjunto de sus miembros. No podía ser de otra forma cuando militantes venidos de tres continentes y de trece países, animados por las mismas convicciones, se reeencuentran para discutir juntos las perspectivas del movimiento histórico del proletariado. Pero el XVI congreso resultó aún más entusiasmante que la mayoría de los que le precedieron.
Durante casi la mitad de sus treinta años de vida, la CCI ha existido mientras el proletariado sufría un retroceso de su conciencia, una asfixia de sus luchas y un agotamiento de la emergencia de nuevas fuerzas militantes. Durante más de una década una de las consignas centrales de nuestra organización ha sido "resistir". Ha sido una prueba difícil y algunos de los "viejos" militantes no han podido aguantarla (sobre todo los que constituyeron la FICCI y los que abandonaron el combate en los momentos de crisis que hemos conocido en este período).
Hoy, cuando la perspectiva empieza a aclararse, podemos decir que la CCI, en su conjunto, ha superado esta prueba. Actualmente, que la perspectiva empieza a aclararse, podemos decir que la CCI, como un todo, ha superado esta prueba. Y sale reforzada. Un reforzamiento político, como pueden juzgar los lectores de nuestra prensa (donde recibimos un número creciente de cartas de apoyo). Pero también un reforzamiento numérico ya que, en el momento actual, las nuevas adhesiones son más numerosas que las dimisiones que conocimos en la crisis de 2001. Y lo que es más destacable, es que un número significativo de estas adhesiones son elementos jóvenes, que no han sufrido ni han tenido que superar las deformaciones provocadas por la militancia en organizaciones izquierdistas. Elementos jóvenes que con su dinamismo y entusiasmo reemplazan y superan cien veces las "fuerzas militantes" fatigadas y gastadas que nos han abandonado.
El entusiasmo que se ha vivido durante el XVI congreso ha sido lúcido. No tiene nada que ver con la euforia ilusoria que se vivió en otros congresos de nuestra organización (euforia que a menudo ha sido más particularmente de los que nos han dejado después). La CCI, después de 30 años de existencia, ha aprendido4, a veces dolorosamente, que el camino que conduce a la revolución no es ninguna autopista, que es sinuoso, y está sembrado de trampas que la clase dominante tiende a su enemigo mortal, la clase obrera, para desviarla de su objetivo histórico. Los miembros de nuestra organización saben bien actualmente que la militancia no es fácil; que hace falta no sólamente una sólida convicción, sino además abnegación, tenacidad y paciencia.
La conciencia de la dificultad de nuestra tarea no es para desanimarnos. Al contrario, es un factor suplementario de nuestro entusiasmo
Actualmente, el número de participantes a nuestra reuniones públicas ha aumentado sensiblemente, y nos llegan cada vez más correos de Grecia, Rusia, Moldavia, Brasil, Argentina, Argelia..., para solicitar directamente su candidatura a nuestra organización, para proponer y desarrollar discusiones o simplemente pedir las publicaciones, pero siempre con una perspectiva militante. Todos estos elementos nos permiten confiar en el desarrollo de la presencia de posiciones comunistas en los países donde la CCI no tiene todavía sección, incluso la creación de nuevas secciones en estos países. Saludamos a estos camaradas que vienen hacia las posiciones comunistas y hacia nuestra organización. Nosotros les decimos: "Habéis hecho una buena elección, la única elección posible si tenéis la perspectiva de integraros en el combate por la revolución proletaria. Pero no habéis elegido lo más fácil: no vais a ver éxitos rápidos, habréis de tener paciencia y tenacidad y no desmoralizaros cuando los resultados no estén a la altura de vuestras esperanzas. Pero no estaréis solos: los militantes actuales de la CCI estarán a vuestro lado y son conscientes de la responsabilidad que el paso que habéis dado representa para ellos. Su voluntad, tal y cómo se expresa en el XVI congreso, es la de estar a la altura de esa responsabilidad".
Corriente Comunista Internacional
1Un balance más exhaustivo de los trabajos de este congreso será publicado en la Revista Internacional nº 122.
2Pretendida "Fracción interna de la CCI" compuesta por militantes veteranos de nuestra organización que empezaron comportándose como fanáticos histéricos tratando de encontrar chivos expiatorios, posteriormente como ladrones y finalmente como chivatos.
3Ver sobre esto nuestro artículo "El Núcleo Comunista Internacional: Un esfuerzo de toma de conciencia del proletariado en Argentina" en Revista Internacional nº 120.
4En realidad habría que decir reaprender puesto que de esto eran muy conscientes las organizaciones comunistas del pasado y, particularmente, la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista, de la que se reclama la CCI.
Con la campaña sobre el referéndum, la burguesía francesa a través de sus sectores más de izquierdas (el ala izquierda del PS y la extrema izquierda) ha conseguido movilizar a una gran parte de la clase obrera al terreno electoral y democrático. La burguesía no puede dejar de sentirse satisfecha de esta victoria momentánea sobre el proletariado. Y sin embargo tanto la burguesía francesa como la los principales países europeos habían puesto todo su empeño en que se aceptase la Constitución, ya que era muy importante sobre todo para las burguesías de Francia y Alemania.
Si no lo han conseguido ha sido sobre todo por culpa del entorno de Chirac y del propio presidente de la República Francesa. Ya hace mucho tiempo que el “gaullismo”, nacido de la Segunda Guerra Mundial, ha demostrado su ineptitud para la defensa de los intereses del capital francés. La descomposición de la sociedad capitalista acentúa además este proceso, puesto que empuja a cada fracción de la burguesía a defender antes sus propios intereses que el interés de conjunto nacional. Teniendo en cuenta el amplio rechazo que suscitaba la política de austeridad del Gobierno Raffarin, de la irritación y el descontento que se extendían por todas partes,…; y por mucho empeño que le pusieran los partidos gubernamentales franceses (desde la derecha hasta la dirección del partido “socialista”), respaldados además por los políticos europeos más importantes, el triunfo del “No” estaba más que cantado. Con ello se ha abierto una crisis sin precedentes (al menos en la historia de la Vª República) no sólo en el aparato político francés sino además en el terreno de la construcción de la Comunidad Europea.
La crisis de la burguesía francesa
Pocos días después del referéndum ya se nos ha agraciado con la formación de un nuevo gobierno diseñado por el mismísimo Chirac. Los trabajadores podemos darnos por satisfechos, se comentó esos días, puesto que tienen derecho a dos primeros ministros al precio de uno sólo. Apenas formado este gobierno ha demostrado ser, tal como se preveía, un campo de batalla donde, sin apenas disimulo, se dirimen las peleas entre los diferentes líderes y clanes de una derecha en un caos total. Pero lo que hasta ahora no había sucedido en Francia es que también el propio Partido “socialista” se ve atrapado por los efectos de la descomposición. Laurent Fabius, hasta hace poco reputado “hombre de Estado”, se ha dedicado con ocasión del Referéndum a anteponer su propio provecho personal a cualquier otra consideración, sin preocuparse en absoluto de la defensa de los intereses del capital francés.
Pero es que, a excepción de Fabius, el PS y sobre todo su dirección, se había mostrado como el más ferviente defensor del “Si”. Por eso mismo el terremoto causado por el rechazo a la Constitución ha sido de considerables proporciones. Si se miran las cosas en términos puramente electorales resulta que lo que fue la minoría que defendió el “No” se ha convertido en mayoritaria, mientras que la dirección del PS se encuentra precisamente en la posición contraria. La política de la dirección “socialista” (la de los Hollande, Strauss Khan, Lang, etc.), que aspiraba precisamente a dar un nuevo impulso en temas europeos, ha quedado evidentemente desautorizada, mientras que Fabius, hoy expulsado de esa dirección, se ha legitimado electoralmente mediante su defensa del “No”, lo que le lleva a reclamar a través de sus partidarios: «¿Y por qué no un cambio de estrategia, e incluso de dirección a dos años de las elecciones presidenciales de 2007?». Como señalaba el diario Le Monde el 30 de Mayo: «En el año de su centenario, el PS se encuentra pues en crisis. François Hollande debilitado y desprestigiado. Lionel Jospin en su retiro (¿hasta cuando?), y Laurent Fabius fortalecido pero repudiado en el partido».
El propio Strauss Khan daba la nota al afirmar: «No estoy seguro de que Fabius quiera continuar con nosotros». Y en cuanto al ala izquierda “socialista” y aunque eviten echar leña al fuego no pueden por menos que reclamar, como hacía Mélanchon en la cadena LCI, que «El candidato del PS a las próximas elecciones presidenciales de 2007 no podrá ser un hombre o una mujer que hayan apoyado el “Sí” al referéndum». La guerra entre mandamases del PS es inevitable. Pero la crisis de este partido no se limita a estas pugnas entre sus principales líderes, sino que se amplifica dada la relación entre las premisas ideológicas y políticas que ha defendido la dirección del PS y el rechazo masivo de estas por parte no sólo de sus votantes tradicionales sino por la gran mayoría del electorado.
La crisis de la burguesía francesa alcanza hoy tal nivel que puede decirse que ninguna fracción, ni de derechas ni de izquierdas, tiene hoy credibilidad gubernamental ni en el ámbito nacional ni en el internacional. Es el propio Estado francés, el Estado de la clase dominante, garante y defensor de los intereses de la burguesía, el que actualmente se encuentra debilitado. Sin embargo sería un engaño muy peligroso para el proletariado, confiarse en la crisis presente de las fuerzas políticas burguesas, ya que estas van a reaccionar sin duda, sobre todo por parte del PS, para intentar reconstruir una unidad gubernamental en torno a un proyecto político con cierta credibilidad. Por difícil y costoso que esto les resulte, esto es una imperiosa necesidad para la burguesía francesa. Por otro lado, la clase capitalista ha demostrado su capacidad, a través de sus fracciones más izquierdistas unidas por el “No”, de aprovechar incluso sus debilidades para atacar ideológicamente al proletariado. (Ver en este mismo número de AP, el artículo “¡No a la papeleta de voto! ¡Sí a la lucha de clase!”).
La crisis de la Unión Europea: tensiones imperialistas en aumento en el corazón del capitalismo mundial
La publicación Courrier Internacional comentaba el pasado 16 de Junio la situación actual de Europa en los siguientes términos: «La Unión Europea está en crisis, y la cumbre de jefes de Estado y de gobierno se espera que sea particularmente delicada». Por su parte el periódico español ABC aún lo veía más sombrío: «Bajo la doble amenaza de una crisis política y económica, los líderes de los 25 países intentan en Bruselas salvar la Unión Europea de una de sus situaciones más complejas de las últimas décadas». Y La Libre Belgique señalaba: «La atmósfera que se palpa entre las potencias europeas es irrespirable».
Es importante que los trabajadores comprendamos que es eso que tanto alarma a los “medios” y a los periodistas burgueses, y que es lo que hoy está pasando, de verdad, en la situación europea.
Al contrario del escenario que nos pinta la burguesía, Europa no es ese remanso de paz que se dedicaría a trabajar por la paz mundial. Basta una somera ojeada a su historia para darse cuenta de ello. La formación de la Comunidad Europea tiene sus orígenes en fechas inmediatamente posteriores a la IIª Guerra Mundial. En aquellos años lo que sucedió es que los Estados Unidos financiaron y respaldaron políticamente a Europa como medio para hacer frente al peligro que representaba el bloque soviético que se acababa de conformar.
Aunque esta primera construcción europea se basase inicialmente en acuerdos económicos (creación de la Comunidad Económica Europea – CEE – en 1957), han sido fundamentalmente las rivalidades imperialistas a escala mundial lo que ha marcado las diferentes peripecias de su evolución. No hay que olvidar que Francia vetó en dos ocasiones, en 1963 y 1967, la entrada de Gran Bretaña en la CEE, porque este país se veía como la punta de lanza de la política norteamericana en Europa. Debido precisamente a las rivalidades imperialistas que implicaban a todos y cada uno de los Estados europeos y a grandes potencias mundiales como los USA, Europa no podía ser más que un espacio esencialmente económico, una zona de libre comercio que posteriormente se dotará de una moneda común, el euro. Esto sin duda ha permitido que los países europeos defiendan más eficazmente sus economías en un contexto de una descarnada concurrencia mundial. Pero eso de la posibilidad de construir unos Estados Unidos de Europa ha sido siempre un mito. Jamás el capitalismo ha podido ni podrá superar el cuadro de las naciones europeas para construir una especie de “Super-Nación- Europea” (ver en nuestra Revista Internacional nº 112, el artículo “La ampliación de Europa”).
A partir del hundimiento del bloque del Este cambia también fundamentalmente el contexto imperialista. El estallido del bloque USA, en pleno período de descomposición de la sociedad capitalista, supone un enconamiento de las tensiones donde cada Estado va a tratar de defender sus propios intereses, dejando de lado cualquier alianza estable o duradera. Ni siquiera la “tradicional” relación entre Gran Bretaña y los Estados Unidos está al margen de esta dinámica. La ampliación de Europa hacia el Este, careciendo casi por completo de relevancia económica, pone en cambio de manifiesto la creciente importancia geoestratégica de este continente para las rivalidades imperialistas, como ya pudimos ver en las guerras de los Balcanes. En cuanto a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), una organización creada en 1949 para estructurar la lucha del bloque americano contra el soviético, ha vivido en el año 2002 una ampliación de una gran importancia política. De 19 países miembros que había hasta entonces se ha pasado a 26 al integrarse nada más y nada menos que 7 países (tras Polonia y Hungría que ya se habían adscrito en 1999, Bulgaria, Estonia, Lituania, Letonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia), antaño integrantes del bloque soviético. Esta ampliación no tiene desde luego sentido alguno en una organización dedicada inicialmente a combatir un bloque que ya no existe. Pero es que el papel de la OTAN ha evolucionado. Siempre bajo el control de los USA, la OTAN actual forma parte hoy del arsenal de la política imperialista norteamericana en Europa contra Francia y Alemania.
Cuando esos mismos países se integraron en la Unión Europea, poco después de hacerlo en la OTAN el periódico Herald Tribune no podía por menos que reconocer: «Washington es el gran triunfador de la ampliación de la Unión Europea (…) Según un alto cargo alemán, la entrada en la Unión Europea de estos países fundamentalmente pro americanos de la Europa Central y Oriental, significa el fin de todas las tentativas de la Unión por definirse a si misma y a sus políticas exterior y de seguridad, como algo alineado contra los Estados Unidos». Por esas mismas razones el Estado norteamericano presiona para acelerar la integración de Turquía, dado que este país es, por el momento, una base avanzada norteamericana en Oriente Próximo.
Por su parte Alemania no puede quedarse de brazos cruzados ante esta ofensiva en países a los que históricamente ha considerado integrantes de su zona de influencia. Hace ya tiempo que Alemania se empeña en acercarse a Turquía así como a varios países de la Europa Central. De hecho la Constitución Europea defendida a capa y espada por Alemania, Francia y España, aunque incluye desde luego preocupaciones de tipo económico, es en primer lugar un instrumento para reafirmar el poder del eje franco-alemán en esta Europa ampliada.
Es cierto que esto le permitía sobre todo a Alemania afirmarse en Europa del Este, algo que irritaba considerablemente a Francia que no puede aspirar ni de lejos a conquistar una influencia comparable a la de su compinche, y que además, por eso mismo, le debilita respecto a su potente aliado. En esta zona del mundo en la que las tensiones ínter imperialistas se expresan en su versión más concentrada, el fracaso de la Constitución Europea espoleará sin duda con más fuerza un período de crisis grave y de aceleración de esas mismas tensiones.
El
fiasco de la cumbre de Bruselas: la crisis de la Unión Europea
se acrecienta
Según el Financial Times : «Llegó la hora de la confrontación». El presidente en ejercicio de la Unión Europea, el luxemburgués Junker, declaraba amargamente el 18 de Junio, al final de la cumbre que se había celebrado en Bruselas: «Europa está en una grave crisis». El presupuesto comunitario ha quedado atascado. Como analizó Courrier Internacional el 16 de Junio: «Finalmente el Reino Unido ha estimado que la declaración que proponía la presidencia no daba las garantías necesarias». Más adelante, citaba a Tony Blair que replicaba a los ataques franceses y alemanes en temas presupuestarios: «Debemos adaptar nuestra velocidad al mundo en que vivimos (…) Es un momento de renovación.
Pero de renovación nada de nada. Lo que sí es verdaderamente “novedoso” es que la burguesía en Europa empiece a deshacer lo que tanto le ha costado construir: el espacio económico europeo, la Unión Europea.
Más que renovación, a lo que asistimos hoy es a una auténtica sobrepuja irracional de reivindicaciones nacionales en perjuicio de la coherencia que imperaba hasta ahora. Lo señala el propio Financial Times: «Empezando por Alemania que no quiere ser la ubre de la UE, como si aceptara en la cumbre de Berlín en 1999; esta vez los países que se han mostrado más intransigentes en el debate sobre el presupuesto europeo han sido los que pagan las cuentas y no los más pobres. Junto a Alemania, Austria y el Reino Unido, Francia, los Países Bajos y Suecia han solicitado una reducción de dicho presupuesto que podría alcanzar como mínimo los 800 mil millones de € en el período 2007-2013» (citado en Courrier Internacional del 16 de Junio 2005).
Cada una de las principales potencias económicas de Europa se niega a financiar lo que entiende que interesa a otros países de la UE. Desde hace diez años se acentúa la competencia entre varios de estos países. La incapacidad para lograr un acuerdo sobre como gobernar Europa, por la presión de la descomposición, del “cada uno a la suya”, y de los antagonismos económicos y políticos entre todas las naciones, es lo que marca el devenir y la amplitud de la crisis actual, de la que el fracaso del referéndum ha sido un formidable acelerador. Contrariamente a lo que trata de de inculcarnos la burguesía, la crisis actual no se debe a la cerrazón de Blair para aceptar un presupuesto, como tampoco a que los trabajadores hayan votado “No” en el referéndum (ver artículo “No a la papeleta,…” en este mismo número de AP).
Esta crisis en Europa se debe a la incapacidad de la burguesía para hacer frente a la profundización de la descomposición, a la quiebra histórica de su propio sistema. Al tener que ceder a los imperativos económicos, inmediatos y egoístas, lo que se debilita es el espacio económico europeo, es decir la capacidad de dotarse de reglas comunes de funcionamiento que les permitan organizarse frente a la concurrencia económica proveniente de América o de Asia. En el terreno económico, todos los países europeos saldrán perdiendo en mayor o menor medida. En el plano imperialista, la crisis en Europa y el debilitamiento del “duetto” franco-alemán sólo puede beneficiar a Estados Unidos y a Inglaterra. La clase obrera debe prepararse para hacer frente a una perspectiva de desarrollo de tensiones imperialistas y a una aceleración a mayor ritmo todavía de la crisis económica. La crisis en Europa es un paso más en el caos y la descomposición, en el desarrollo de la creciente irracionalidad del capitalismo.
Tino.
Traducido de Révolution Internationale, órgano de la CCI en Francia, nº 359 (Julio-Agosto 2005).
Tras la amarga derrota sufrida por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en las elecciones regional del 21 de Mayo pasado en Renania del Norte, “bastión de la socialdemocracia”, el canciller alemán Schröder y el presidente del partido Müntefering han anunciado que las próximas elecciones generales tendrán lugar en el otoño de 2.005, es decir, un año antes de lo previsto. Los partidos de la oposición cristiano-demócrata y liberal han saludado unánimemente la decisión de Schröeder, declarando que “…cada día menos que gobierne la coalición de los rojos-verdes es un buen día para Alemania…”. Las federaciones patronales y los sindicatos han mostrado su “alivio” al comprobar que los “alemanes” por si mismos hayan expresado, en la urnas, su apoyo o rechazo a las “…dolorosas pero, muy necesarias, reformas económicas que hay que poner en marcha…”. La Bolsa de Frankfurt ha anunciado la posibilidad de encontrar un “nuevo optimismo” tras las próximas elecciones, independientemente de la salida política que vayan a tener.
¿Como explicar este entusiasmo unánime de toda la clase dominante ante la convocatoria de nuevas elecciones?, ¿Tan mal ha gestionado los intereses del capital nacional la coalición entre el SPD y los Verdes que no es posible esperar un año para hacerlos abandonar el Gobierno?, ¿El cambio del gobierno actual, que parece probable, conducirá a un cambio, por ejemplo, de la política económica y social, como anuncia a bombo y platillo la oposición actual?.
No es muy difícil comprender porque el canciller actual quiere convocar nuevas elecciones. El ejercicio del poder no esta determinado únicamente por los resultados en las elecciones generales, también afecta a la capacidad de gobernar los resultados de ciertas elecciones regionales y municipales. El SPD ha perdido el poder en Renania del Norte, una provincia en la que había gobernado ininterrumpidamente durante los últimos 39 años. Esta ha sido su novena derrota electoral consecutiva. Ante un declive tal de la social-democracia, sin parangón en la historia alemana reciente, la convocatoria de nuevas elecciones son el último recurso en manos del canciller actual para evitar la aparición de luchas de poder abiertas en el seno de su partido. De hecho Schröder contempla estas elecciones como la única posibilidad de mantenerse en liza. Si los cristiano-demócratas de la CDU ganaran las próximas elecciones provinciales de Renania-Palatinado, podrían bloquear la mayor parte de las iniciativas legislativas del Gobierno federal.
Además, Schöder es lo bastante realista para saber que sus posibilidades de reelección esta vez son escasas y, por tanto, esta muy preocupado por preparar la forma en la que dejar el Gobierno. Hay que recordar que, a lo largo de los años 80, ante la agravación del desempleo masivo y el crecimiento de un fuerte descontento en la clase obrera, el SPD juzgo necesario volver a la oposición y, entonces, fue el ala izquierda del partido la encargada de preparar el terreno para poder imponer los ataques anti-obreros. La forma en la que el canciller social-demócrata de la época, Helmut Schmidt, fue expulsado del buró político por sus propios “camaradas”, es recordada en la historia como una verdadera desgracia. Schröder preferiría, como su predecesor Kohl, ser democrática y “honorablemente” desaprobado por los votos.
La perspectiva de unas elecciones anticipadas que se anuncian particularmente favorables para los cristiano-demócratas y liberales, hacen muy fácil comprender el gran interés que tiene la oposición en que se materialice tal perspectiva. Por una parte, la impopularidad del Gobierno de izquierda – incluso entre el electorado tradicionalmente social-demócrata – le da muchas razones para ser optimistas. Además, este optimismo esta fundado en la constatación de que, en los últimos meses, importantes fracciones de la burguesía alemana han apostado por la salida de la izquierda del Gobierno. Así, estas fracciones se han asegurado de que el partido ecologista, los Verdes y, su principal figura política, el ministro de asuntos exteriores Fischer, se hayan desacreditado notablemente. Gracias al “escándalo de los visados” se ha podido atacar al ministro Fischer por su política de permisividad demasiado “liberal” en la concesión de visados, entregados sobre todo a ciudadanos de Ucrania, política que habría abierto las fronteras de Alemania a una “oleada de criminales”.
Sin embargo, actualmente, la política imperialista no es el factor determinante en la decisión de avanzar hacia las nuevas elecciones generales, ni del Gobierno que saldrá de las mismas. Esta muy claro que el “escándalo de los visados” tiene sobre todo una dimensión electoral. Por ejemplo, esta campaña ha permitido a los cristiano-demócratas presentarse como los “vigilantes de una política contra los criminales extranjeros” para tomar así votos de la clientela de la extrema derecha. Pero, sobre todo, ha puesto muy difícil la posibilidad de seguir manteniendo la coalición entre los rojos-verdes, dando a Schöder la justificación necesaria para llamar a la convocatoria de nuevas elecciones generales.
El retorno de la cuestión social
Como hemos señalado al principio de este artículo, es chocante que en estos momentos no sólo todos los partidos políticos directamente implicados, sino todas las fuerzas políticas de la burguesía alemana hayan saludado calurosamente la convocatoria de elecciones generales anticipadas. Si bien es cierto que, el comportamiento de los políticos y sus partidos se explica esencialmente por sus intereses en llegar o mantenerse en el poder, esto no es tan evidente para los jefes de las industrias, los capos sindicales, la Iglesia, ó los dirigentes bursátiles. En realidad, el poder de estas elites en el seno del Estado (sin citar a los jefes militares o de los servicios secretos que no expresan sus opiniones en público) no depende de la existencia de un Gobierno de izquierda o de derecha en Berlín. Es por tanto evidente que, la organización de las nuevas elecciones generales, se ha convertido en un asunto vital para las fracciones centrales de la burguesía alemanas en su conjunto, que no se puede explicar únicamente por los cálculos políticos de los partidos.
La nueva situación política esta ligada a la situación económica, es decir, a la agravación de la crisis capitalista. Lo que está parcialmente en juego es, el mantenimiento o la recuperación de la confianza de los inversores. La burguesía alemana quiere demostrar a todo el mundo que las “reformas económicas” (es decir, los ataques masivos contra la clase obrera) van a continuar aplicándose sin descanso, e incluso se van a acelerar. No habrá, por tanto, “un año perdido” ni un “bloqueo mutuo” de las fuerzas políticas hasta el 2.006.
El simple hecho de que no se haya manifestado ninguna duda sobre que se va a mantener el “camino de las reformas económicas” – independientemente de la salida electoral que resulte – demuestra que lo que esta en juego no es el cambio de la política económica. Si la coalición de los rojos-verdes acaba siendo colocada fuera del Gobierno no será porque la burguesía este descontenta con su política económica, ni porque la oposición tenga una alternativa mejor que ofrecer. Lo que los cristiano-demócratas y liberales han propuesto es la continuidad de lo que el Gobierno Schröder-Fischer han hecho durante los últimos siete años, es decir, la misma política que desarrollan todos los gobiernos del mundo hoy en día: atacar sin tregua a la clase obrera.
¿Entonces, a que viene esta agitación y esta repentina precipitación de acontecimientos?. La burguesía alemana reacciona actualmente ante un factor nuevo y significativo de la situación social. Este nuevo factor no es la crisis económica en si misma. Esta crisis mundial crónica, y su desarrollo incesante, que es imposible de solucionar en el marco del capitalismo, se extiende y profundiza desde hace décadas.
Lo que es nuevo, es la cuestión social, el problema de las consecuencias de la crisis para los trabajadores, para la clase productiva y explotada, ha vuelto al centro de la vida de la sociedad. Esta cuestión social ha quedado de lado con los acontecimiento de 1.989, cuando el hundimiento del estalinismo sirvió para dar crédito a la mentira de que el capitalismo habría ganado la “victoria final”, que habría “conseguido” enterrar definitivamente a la clase obrera. La aparición de las ilusiones de los años 1.990 – la nueva economía, los exorbitantes éxitos bursátiles, la revolución informática – contribuyeron a extender esta farsa y las ilusiones que le acompañaron. Pero el sufrimiento creciente de la clase obrera, en particular a través del desarrollo brutal del desempleo masivo, han ido quitando fuerza y peso a estas ilusiones.
Hoy día, no sólo en la periferia del capitalismo, sino en el corazón mismo del sistema, en los supuestos bastiones del Estado “del bienestar” tales como Alemania, Francia o Italia, amplias capas amplias capas de la población obrera se sienten directa e inmediatamente amenazadas por el desempleo y la pauperización. En Alemania, el desempleo oficial ha superado la barrera de los 5 millones de parados. Esta multitud de desempleados despierta en las memorias la crisis económica de 1.929. En este proceso, las capas de la población que hasta ahora se podían considerar como “bien pagadas” y altamente cualificadas están cada vez más inquietas. Así, en las pasadas semanas, los médicos de hospitales de Alemania han desfilado manifestándose por las calles y el personal de AGFA ha descubierto que la compañía se ha colocado en situación de bancarrota de la noche a la mañana. A los ojos del mundo, la cuestión social vuelve a estar en el centro de la escena. Esto obliga, sin duda, a reaccionar a la clase dominante.
El significado del desempleo masivo
En un país como Alemania, donde se está produciendo un aumento particularmente brutal del desempleo masivo, la clase dominante debe intentar hacer frente a las impresiones aún muy embrionarias entre los trabajadores de que no hay solución a este problema en el marco del capitalismo. Tiene que hacer todo lo posible para crear el sentimiento contrario. Debe hacernos creer que existen mejores soluciones para superar y acabar con el problema.
Las nuevas elecciones constituyen una de las respuestas que va a utilizar la burguesía ante el peligro de que la clase obrera reconozca, o siquiera suponga, la bancarrota del sistema capitalista. Ahí se encuentra la esencia del trabajo asalariado – que lo distingue radicalmente de formas precedentes de explotación: los explotados pueden adquirir bienes para vivir en tanto que puedan ser explotados con beneficio. Los trabajadores asalariados no son obligados a trabajar por medio del uso de la violencia, sino que deben buscar por si mismos los explotadores a los que vender su fuerza de trabajo para vivir. Es cierto que la burguesía ha desarrollado a lo largo del siglo XX, ante el desarrollo del desempleo masivo cada vez más permanente, sistemas de seguros dirigidos por el Estado, con el objetivo de evitar el desarrollo de una toma de conciencia creciente entre la clase obrera. Pero hoy día, bajo la presión de la crisis, la burguesía se ve obligada a reducir radicalmente estos sistemas de seguros precisamente en el momento en el que el desempleo se ha vuelto un fenómeno más masivo y permanente. El desarrollo de la crisis empuja, cada vez más, a los explotados a abrir los ojos ante la realidad de la sociedad de clases.
Sin embargo, no se puede negar el hecho de que, a través de las maniobras electorales, los explotadores intentan ganar un tiempo precioso para poder atacar esta conciencia naciente en el proletariado. Si, contra toda previsión, los rojos-verdes son reelegidos, les será al menos posible reivindicar que la mayoría de la población, por “si misma” “admitirá” la necesidad de las “reformas”. Si cambia el Gobierno, la burguesía podrá dar cancha a unas “reformas más consecuentes” con un nuevo Gobierno. Y si esto sucediera, al mismo tiempo, la social-democracia (el SPD y los sindicatos) – de forma más creíble de cómo lo pueden hacer hoy día en tanto que fuerza gubernamental – podrían volver a desarrollar el “debate sobre el capitalismo” lanzado por el actual jefe del partido Franz Müntefering, avivando las ilusiones sobre la posibilidad de limitar el desempleo gracias a la acción del Estado contra la llamada “globalización de la economía” ( es decir, el desarrollo de una política autárquica comparable a la que se desarrolló en el período de la preparación de la Segunda Guerra Mundial). Al mismo tiempo, se puede contar con que el ex – patrón del SPD, Oskar Lafontaine, que ha abandonado el Partido con el objetivo de crear una nueva alianza electoral de izquierdas con el PDS (el antiguo partido gobernante en la Alemania del Este adaptado a los nuevos tiempos) sobre la base de una posición “anti-globalización”.
Esta iniciativa parece estar destinada , de hecho, a reducir aún más si cabe las esperanzas de una posible reelección de Schröder.
La democracia, principal arma del capital
Las nuevas elecciones van a significar además, la puesta en práctica de la ideología democrática contra el desarrollo de la conciencia, la combatividad y de la confianza en si mismo del proletariado. La burguesía sabe que el descontento crece y se extiende entre los obreros, empleados y parados. Es igualmente consciente de que los obreros tienen, por el momento, dificultades importantes para entrar en lucha debido a que falta un sentimiento claro de pertenecer a una sola clase, de falta de confianza en sus propias fuerzas, de un sentimiento de vulnerabilidad ante el aumento del desempleo.
En ese contexto, la burguesía intenta hacer de estas elecciones un momento y un medio aparentemente más eficaz que la lucha para que los explotados puedan expresar su indignación y su insatisfacción. En lugar de desarrollar asambleas masivas, de ir a la calle en manifestación, o de desarrollar huelgas y luchas, se nos propondrá votar para “cambiar” el Gobierno. Es así como la democracia trabaja.
El Gobierno, o un partido determinado, agitan la amenaza que puede desencadenar la cólera entre la población. Permitiendo poder “golpearlo” con el voto, se evita el desarrollo de una lucha obrera independiente. Para que la solidaridad y la indignación ante los ataques se puedan desarrollar entre la clase obrera, la burguesía intenta transformar estos sentimientos en una reacción de venganza ciega que debería poder satisfacerse “haciendo pagar al culpable”. Para evitar que el proletariado sienta su propia fuerza de clase, la burguesía empuja a los obreros al aislamiento más atroz, convirtiéndolos en ciudadanos al servicio del Estado.
La burguesía va a querer hacernos creer que va a ser útil para los intereses obreros “castigar” al SPD o al Gobierno rojo-verde. Pero las reglas de la alternancia democrática de los partidos en el poder hace que este “castigo” no afecte en lo más mínimo a los intereses del Estado. Así, la política del Gobierno actual será, sin ningún tipo de duda, continuada y desarrollada por sus sucesores, sean estos cuales sean.
Para la clase obrera, la disyuntiva no se sitúa entre “elegir” o “castigar” tal o cual fracción o tal o cual hombre político de la burguesía. Su objetivo es el de acabar con las raíces de la explotación, erradicar las causas de los sufrimientos y de la falta de perspectivas para el conjunto de la humanidad. Lo que es necesario para el proletariado es no luchar contra molinos de viento, contra simples representantes o síntomas de las enfermedades del sistema, sino desarrollar un combate consciente y masivo para acabar con el capitalismo a nivel mundial.
Artículo traducido de WELT REVOLUTION nº 130, publicación de la Corriente Comunista Internacional en Alemania y Suiza.
CARTA DE LA CCI.
Camaradas:
La noticia de la muerte del camarada Mauro nos ha llenado de tristeza (...) Los militantes de nuestra organización que lo conocieron personalmente van a echar en falta su vivacidad y su actitud afectuosa.
Pero hay, además, dos razones más por las cuales su muerte nos afecta especialmente.
En primer lugar, sentimos la desaparición de Mauro como una pérdida para la clase obrera. Sus cualidades personales, especialmente sus dotes de orador y redactor, eran desde luego muy reseñables, pero para nosotros lo más importante era su compromiso y su implicación militante. Un compromiso y una implicación que mantuvo aún cuando la enfermedad le iba ganando el combate.
En segundo lugar, no podemos olvidar que Mauro era hijo de Luciano, un miembro de la Fracción Italiana a quien nuestro camarada MC tenía en gran estima, y no sólo por su compromiso militante, sino también por su lucidez, ya que fue uno de los primeros militantes de la Fracción que comprendió plenamente las implicaciones del período histórico abierto por la Primera Guerra Mundial, sobre la cuestión fundamental de la naturaleza de los sindicatos.
Una de las consecuencias de la terrible contrarevolución que se abatió sobre la clase obrera tras la derrota de la revolución mundial, ha sido la práctica desaparición de una tradición muy viva en el movimiento obrero del pasado que hacía que muchos hijos (como los de Marx, Wilhem Liebknecht, y otros muchos más), recogían el testigo de sus padres, manteniendo la continuidad entre generaciones en el combate del proletariado. Mauro ha sido uno de los muy escasos ejemplos de continuación de esa tradición en nuestra época, y eso hace aumentar nuestras simpatías hacia él. (...).
Por eso, camaradas del BIPR, podéis estar seguros de la absoluta sinceridad de nuestra solidaridad y de nuestros saludos comunistas.
RESPUESTA DEL BIPR
Camaradas,
En nombre del BIPR quiero agradecer vuestra solidaridad ante la gravísima perdida del camarada Mauro. Como bien decís significa, para nosotros, una perdida muy dolorosa. Por sus cualidades humanas, por su pasión y entrega a la causa del proletariado, Mauro era de ese tipo de camaradas que no se da todos los días. Su ser comunista estaba, si puede decirse así, “inscrito” en sus genes: no solo por provenir de una familia que tanto ha dado a la causa del comunismo, sino, sobre todo, porque su espíritu se rebelaba instintivamente ante la más mínima manifestación de opresión e injusticia. No será fácil llenar el vacío político que deja y, desde luego, será imposible llenar el vacío humano (...).
Reiterando nuestro agradecimiento os enviamos nuestros saludos comunistas.
Nada ha ganado la clase obrera en Francia participando en el circo electoral del referéndum del 20 de mayo de 2005. Ha sido más bien la burguesía, su enemigo de clase, quien ha conseguido encarrilar a la mayoría de obreros hacia las cabinas de los colegios electorales. Es verdad que este voto no conseguirá frenar por mucho tiempo ni la cólera ni la combatividad obreras frente a los redoblados ataques de nuestros explotadores. Sin embargo, la mistificación electoral y toda la sarta de ilusiones democráticas que ésta introduce en las filas obreras dificulta, y mucho, el proceso de reflexión y de desarrollo de la conciencia que ha surgido en el proletariado sobre la verdadera naturaleza del capitalismo en nuestros días.
La burguesía ha logrado dar crédito a la idea de que la clase obrera podría utilizar el voto como medio de expresión de su descontento, de su cólera, de su indignación, de sentirse verdaderamente hartos,... Pero en realidad es todo lo contrario. Tales ilusiones sólo pueden inhibir en la clase obrera el desarrollo de su combate cuando en su seno aún predominan los sentimientos de duda, de desconfianza, de temor e incluso angustia ante el futuro ante una falta de perspectivas claras.
La trampa electoral y democrática
Mediante la victoria del “No” la burguesía ha conseguido inocular insidiosamente la ilusión de que los trabajadores podemos “sacar algo” yendo a votar, utilizando las elecciones democráticas para, al menos, hacernos oir. Las fracciones de izquierdas defensoras del “No” (desde la izquierda del PS a los trotskistas pasando por los estalinistas) han sido quienes más han imbuido a los trabajadores la idea de que se “han vengado” de Chirac y su gobierno. El Sr. Besancenot se ufanaba la tarde del 29 de Mayo de “la bofetada que el pueblo le ha dado a Chirac”. Si el dimitido primer ministró Raffarin acuñó, cuando las manifestaciones de la primavera de 2003 contra la “reforma” del plan de pensiones, la fórmula: “la calle no gobierna”, ahora son las fracciones de izquierda las que cultivan el sentimiento de que ha sido precisamente el “voto popular” lo que ha hecho saltar a Raffarin. Por lo visto de lo que ahora se trata es de “nominar” a tal o cual político, a esta o aquella fracción de la burguesía, para concentrar sobre ella la “venganza popular”; para que, cual pararrayos, atraiga sobre ella la ira y sirva para “descargar” el descontento de los trabajadores.
Repitiendo eso de “la derecha no respeta la voluntad del pueblo”, la izquierda propaga machaconamente en realidad la criminal ilusión de que, gracias a las urnas, “el pueblo sí puede gobernar”. Con ello intentan que los trabajadores se dejen llevar por la ideología anti-liberal tan en boga, y para ello le dan el máximo de publicidad a esa “otra izquierda que sí escucha al pueblo”, tan altermundialista y ciudadana ella. Esa “tercera izquierda”, tan falsaria como las anteriores, ya ha avanzado que su alternativa consiste en: “trasladar a las urnas del 2007 la victoria del No en el referéndum del 2005”. La burguesía trata de aprovechar pues este trampolín para las próximas campañas electorales, y todo ello con un único objetivo: mistificar a la clase obrera, enturbiar y oscurecer su comprensión del mundo tratando de privarle de una visión global de lo que verdaderamente es hoy la sociedad capitalista. Lo que pretenden es sobre todo cegarle cualquier perspectiva e impedirle que tome conciencia de que sí hay un futuro posible si acabamos con esta sociedad de explotación, y que además la clase obrera es precisamente la única fuerza social que puede hacer posible ese porvenir.
La burguesía ha empleado en Alemania esa misma receta contra el proletariado. Las elecciones en la región de mayor concentración industrial, Renania del Norte-Westfalia, fueron ganadas por el partido demócrata cristiano (CDU) a expensas de la candidatura socialdemócrata, aunque el partido de derechas postulaba un programa de austeridad más riguroso incluso que el defendido por el SPD. Esto ha sido sesgadamente analizado por los medios de comunicación para avalar la idea de que “la población comprende que los sacrificios son necesarios”. Pero un sondeo de opinión ha desmentido categóricamente esa “interpretación”: los obreros sabían a ciencia cierta que con la derecha no iba a irles; pero su voto al CDU era el resultado de su animosidad, de sus ganas de “hacerle la puñeta”, de “castigar” al SPD por su política antiobrera. Pero este “voto de castigo” no le sirve de nada a los trabajadores, ni les abre perspectiva alguna.
Mientras los obreros se queden encerrados en los “instrumentos” que les propone la burguesía para expresarse, seguirán atenazados y se hundirán progresivamente en el infierno de una explotación cada vez más insoportable, ya que esto es lo único que el capitalismo puede ofrecerles.
El capitalismo está metido en un callejón sin salida
Cuando ya han transcurrido varias semanas desde el triunfo del “No” en los referéndum en Francia y Holanda, ¿qué es lo que ha cambiado en cuanto a las condiciones de explotación de la clase obrera? Nada. Los ataques antiobreros no sólo no conocen tregua sino que empeoran día tras día, y tanto en los países que han rechazado la Constitución, como en aquellos, caso de Alemania por ejemplo, en que sus gobiernos la han aprobado. Razón de más para pensar que el referéndum sobre Europa es un asunto de la burguesía y en absoluto del proletariado. Pero es que además esos ataques son ejecutados tanto por la izquierda (el gobierno “socialista”-“ecologista” alemán), como por la derecha. El recién estrenado ministerio Villepin-Sarkozy en Francia apenas ha tardado en dejar claro que nada bueno pueden esperar los trabajadores del cambio de gobierno. Tras prometer solemnemente dedicarse en cuerpo y alma al problema prioritario del paro y la situación social, “acometiendo una batalla por el empleo”; sus primeras medidas constituyen de hecho un ataque en toda regla contra toda la clase obrera, acompañado además de un discurso en un tono insultante que no deja lugar a dudas sobre lo que les espera a los trabajadores. El atildado y “pacifista” Villepin se ha dirigido a los trabajadores condenados al desempleo del siguiente modo: “es inaceptable que haya gente que rechace el empleo que se le propone”. Así que ha puesto en marcha una “reforma” (en realidad preparada desde hace meses), para coordinar mejor las oficinas de empleo y las cajas de pago de los subsidios de paro, con lo que espera tener un control cuasi-policial de los trabajadores y privar de prestaciones a quienes rechacen una oferta de empleo. Eso permitirá desde luego al gobierno proclamar triunfalmente, dentro de unos meses, un descenso significativo del número de parados… A eso le llama la burguesía: “tratamiento social del desempleo”. No es de extrañar ya que no tiene ninguna solución al problema del paro que es, al fin y al cabo, una manifestación de la quiebra misma del capitalismo. En cuanto a los “contratos de nueva creación” que se implementan, suponen, pura y simplemente, un bestial acelerón a la precariedad del empleo, ya que prolongan los periodos de prácticas de tres meses a dos años; lo que, de entrada, va a permitir a las pequeñas y medianas empresas (es decir, la mayoría de de los empleadores) poner en la calle, de hoy a mañana, a decenas de miles de asalariados con contratos indefinidos. Para más “inri” acaban de adoptarse otras medidas, sobre todo beneficios físcales, para incentivar que los patronos se deshagan de trabajadores de más de 50 años,... La burguesía tira a la calle y precipita en la miseria a todos aquellos a los que no puede explotar al menor coste posible. Paralelamente a esto, el gobierno ha anunciado una “política de emigración acorde a las necesidades del mercado”. Esta lógica implacable del capitalismo conduce a “seleccionar” la cantidad de trabajadores emigrantes admitidos en base a cuotas preestablecidas y a duplicar, por tanto, el número de “clandestinos” puestos de “patitas” en la frontera. Y mientras, invocando la “seguridad ciudadana”, el aparato represivo del Estado muestra cada vez más claramente su verdadero rostro, blindándose y reforzándose, frente a la amenaza que atemoriza a la burguesía de que puedan surgir explosiones de verdadera cólera obrera, esta vez no desvíada o “encauzada” al terreno electoral y democrático, sino demostrativas de una fuerza de clase colectiva a través de la movilización y el desarrollo de luchas masivas en un terreno de clase.
En este sentido la promesa de Sarkozy de hacer una “limpieza a fondo” de ciudades y suburbios debe entenderse no únicamente como la única respuesta del Estado burgués a manifestaciones de la descomposición de la sociedad capitalista, sino también como una especie de advertencia al proletariado para intimidarle y disuadirle de entrar en lucha. La clase obrera debe sacar las verdaderas conclusiones: Nada puede esperarse del Estado burgués.
Lo que pretende sobre todo la burguesía es enmascarar a los ojos de la clase obrera la quiebra declarada del capitalismo. Para eso despliega una auténtica cortina de humo ideológico que impida que los trabajadores vean que los ataques a sus condiciones de vida y trabajo no son el resultado de tal o cual tipo de política, de esta o aquella fracción de la burguesía nacional, sino de la supervivencia de un modo de producción que desde hace un siglo se encuentra en plena decadencia.
La clase obrera no puede tener la más mínima ilusión en que el sistema sea capaz de mejorar su situación. Todo aquello a lo que la burguesía llama “reformas” (sean de la sanidad, de las pensiones, del seguro de desempleo,...) constituyen, más bien, instrumentos para llevar a cabo hachazos cada vez más brutales y masivos que acarrean una pauperización absoluta de los proletarios, y que muestran la cada vez más evidente incapacidad de la burguesía para asegurar las condiciones mínimas de supervivencia de sus explotados.
Todo esto demuestra la crisis irreversible del capitalismo mundial, un sistema cuyas contradicciones suponen no sólo un obstáculo cada vez mayor para el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que empuja a la humanidad entera a un callejón sin salida.
La
verdadera disyuntiva de la situación: Revolución
proletaria
o destrucción de la humanidad
La situación actual del capitalismo refleja la descomposición de un modo de producción agonizante que engendra autodestrucción, permanente mutilación de vidas humanas, de recursos productivos, de la naturaleza,... y que precipita al planeta entero en un océano de miseria, caos y barbarie.
Desde la Segunda Guerra Mundial asistimos a una marcha hacia el abismo de la más espantosa de las barbaries, sintomática de la amenaza de aniquilación del género humano que representa la pervivencia de este modo de producción. Es ese mismo sistema decadente quien arroja a la calle a millones de proletarios a los que es incapaz de integrar en el proceso productivo ni en los países del corazón del sistema ni en los de su periferia. Es ese sistema el que en los países subdesarrollados masacra a las poblaciones civiles en interminables conflictos, como los que vemos diariamente en Irak, en Oriente Medio, en todo el continente africano, y por todo el perímetro de Asia central, antaño bajo el dominio del imperio estalinista.
La clase obrera podrá afirmarse en su propio terreno de clase y resistir así a la degradación de sus condiciones de vida, si comprende que es ella quien debe combatir contra la raíz de sus males, la explotación capitalista, frente a una crisis económica mundial sin salida y a sus devastadores efectos. Para ello no puede dejarse adormecer por los “arrullos” de la propaganda ideológica de la burguesía, cuyos discursos sobre las bondades de la democracia y el civismo son otras tantas cadenas que atan a los proletarios a una explotación capitalista cada vez más insoportable. La clase obrera debe entender que la evolución del capitalismo no deja más alternativa que la revolución proletaria o el hundimiento en la barbarie.
El proletariado no tiene otro camino que tomar conciencia de que el desarrollo de su lucha de clase es la única alternativa a la miseria y a la guerra engendradas por el capitalismo, y de que el futuro de la humanidad está en sus manos. La clase obrera tiene en el desarrollo de sus luchas el medio para acabar con el capitalismo antes de que el capitalismo destruya la humanidad. Inversamente, la lógica de la decadencia de este sistema sólo puede conducir a la destrucción y a la aniquilación del planeta, si la clase obrera carece de la fuerza suficiente y de la conciencia necesaria para oponerse a ello.
Wim (24 junio).
Traducido de Révolution Internationale, órgano de la CCI en Francia, número 359.
Basta ver cualquier telediario o abrir cualquier periódico para recibir la bofetada de una interminable sucesión de desgracias a cual más mortífera e inhumana. Ni siquiera el período estival, convencionalmente publicitado como una especie de paréntesis en el que “desconectar” de la terrible cotidianidad del sinfín de problemas que padecemos, concede tregua alguna, y en el de este año hemos visto amontonarse las escalofriantes imágenes de los atentados de Londres, de las matanzas en masa en Irak, de la devastación de regiones enteras por las inundaciones en Europa Central, los incendios en la Península Ibérica, la sucesión de accidentes aéreos con cientos de víctimas y, como terrible remate, la catástrofe del Katrina,… A la “vuelta” a la normalidad, los trabajadores se encuentran con amenazas cada vez más palpables de degradación de sus ya deterioradas condiciones de vida: en Alemania gane quien gane las elecciones los planes de austeridad y de recortes de prestaciones van a continuar; en Estados Unidos se suceden las quiebras (Delta Airlines), y las reducciones de plantillas; en España las tres principales factorías automovilísticas (SEAT, Ford y Opel), anuncian despidos en el caso de que los trabajadores no acepten recortes de salarios, sometimiento a las necesidades de la empresa en cuanto a jornada laboral, vacaciones etc.
¿Qué está pasando? No podemos caer en “explicaciones” simplistas y circunstanciales que atribuyen cada una de estas desgracias a la torpeza del político de turno. La causa última, la raíz común que conecta la proliferación de guerras y de terror; el aumento de la miseria no sólo en el Tercer Mundo sino también en los países más adelantados; el creciente desastre medioambiental y la sucesión de catástrofes “naturales” convertidas en auténticas catástrofes sociales, etc., es la agravación de la crisis histórica de este sistema de explotación, cuyas leyes (la concurrencia entre capitales nacionales, la necesidad de la acumulación de capital, la explotación de la fuerza de trabajo como base de la existencia del sistema,…) lo hacen cada vez más incompatible con la supervivencia de la humanidad y del planeta mismo.
¿Dónde vamos a ir a parar? Tal sucesión de desgracias muestra una aceleración de esa agravación de la crisis histórica del capitalismo, que se manifiesta, sobre todo, en la extensión al corazón mismo del mundo capitalista de las matanzas y los actos de guerra (tras el 11-S, y el 11-M, ahora el 7-J en Londres); de la miseria, los campos de refugiados y las oleadas de desplazados (como se ha visto recientemente en Nueva Orleans), de las catástrofes ecológicas bien repentinas (terremotos, tifones, incendios,…) o de una permanente degradación (sequías, calentamiento de los mares, cambios climáticos,…). Por mucho que sus políticos se llenen la boca de discursos hipócritas y promesas demagógicas, lo cierto es que el capitalismo no puede ofrecer más futuro que la destrucción de la humanidad.
Esclavo de sus propias leyes y de sus propias contradicciones, el sistema capitalista está forzosamente abocado a sacrificar cada vez más víctimas en la guerra imperialista en que diferentes fracciones de la clase explotadora pugnan por mantener sus intereses en el escenario internacional o meramente local. Presos de una irrefrenable carrera por el mantenimiento de sus posiciones en el mercado mundial, los sucesivos planes de “salvación” de las empresas plantean miles de despidos o el chantaje de evitarlos a costa de salarios de pobreza o prolongaciones de la jornada laboral cada vez más extenuantes. Obligados a mantener la cabeza por encima del marasmo económico mundial, todos los capitales nacionales se han convertido al “fanatismo religioso” de la reducción de costes, sacrificando por un lado el llamado Estado del bienestar (recortes de pensiones y subsidios, disminución de los gastos sanitarios,…), y por otro disminuyendo las dotaciones presupuestarias destinadas al mantenimiento de las infraestructuras, como se ha visto este mismo verano en los medios destinados a combatir los incendios en Portugal y España, las inundaciones no ya en Rumanía sino en Austria o Suiza, o las consecuencias de los huracanes, no ya en el Sudeste Asiático, sino en el país más poderoso de la Tierra.
¿Qué podemos hacer? Esta tendencia irrefrenable a la destrucción de las bases mismas de la supervivencia de la humanidad no nace de tal o cual fracción de la clase explotadora, sino de las necesidades mismas de supervivencia del sistema de explotación. Nada se arregla por tanto cambiando al equipo gobernante, como tampoco podemos ilusionarnos en que “presionando” a las autoridades; haciéndoles ver que la “opinión pública” está en contra de ellos; etc., el Estado capitalista va a dejar de servir a su función de mantener este sistema en pie a toda costa. No hay más solución que acabar con el capitalismo.
Sólo la lucha del proletariado mundial puede llevar a cabo esta titánica misión que constituye sin embargo la única esperanza para el género humano. A través del desarrollo de sus luchas contra la explotación donde se oponen irreconciliablemente las necesidades humanas contra las necesidades del sistema capitalista. Mediante el desarrollo de su solidaridad y la unión por encima de divisiones de categorías o sectores como se ha visto recientemente en las luchas de Heathrow y Argentina, pero también en la reacción contra el desastre social del Katrina donde se ha visto que sí es posible anteponer a el sentimiento de comunidad humana al “sálvese quién pueda” que promulga, y practica, la clase dominante. Desarrollando, por último, su conciencia de que sí es posible una alternativa revolucionaria al mundo, una sociedad diferente en que los recursos de la humanidad estén a su servcio y no a los de una minoría explotadora.
Etsoem. 18/09/2005.
Durante tres semanas del mes de Julio, el mundo ha temblado ante la oleada de atentados que, con una intensidad sin precedentes, ha sacudido el mundo desde Londres a Egipto, o Turquía. A este horror, debemos añadir la brutalidad de las bombas que a diario estallan en Irak, Afganistán, Líbano o Bangladesh. Los Estados y sus Gobiernos quieren hacernos creer que combaten el terrorismo y que son capaces de proteger a la población civil de los atentados. ¡Que cinismo y que gran mentira!
El terrorismo es una expresión de la barbarie guerrera del capitalismo
Los Estados no combaten el terrorismo. Son ellos los que lo generan y lo hacen prosperar. Cada vez es más evidente que todos los Estados, grandes o pequeños, encargan, infiltran, manipulan y utilizan a todas las fracciones, grupos y nebulosas terroristas en todo el mundo para hacer valer sus sórdidos intereses. El terrorismo se ha convertido hoy en un arma, cada vez más utilizada, en la guerra abierta o larvada que se libra entre las burguesías del mundo entero. Debemos recordar que Bin Laden y el grupo Al Qaeda fueron formados por la CIA a lo largo de los años 90 para organizar la resistencia contra la ocupación de las tropas rusas en Afganistán. Numerosos dirigentes políticos tratados hoy como muy “respetables señores”, de Begin a Arafat pasando por Gerry Adams, fueron antiguos jefes terroristas.
Este fenómeno constituye un puro producto del capitalismo en putrefacción, una de las manifestaciones más clamorosas de la barbarie de la sociedad capitalista. El Estado burgués aprovecha el sentimiento de inseguridad permanente, de miedo e impotencia suscitados por esos actos de barbarie en la población para presentarse como la única defensa posible contra el aumento del terrorismo. ¡Nada es más falso!
La clase obrera debe sentirse indignada e interpelada por estos atentados porque muy a menudo, como en Nueva York en 2001, a Madrid en 2004 o en Londres este año, han sido obreros que se dirigían al trabajo las principales víctimas de estos actos de barbarie. Pero la solidaridad con las víctimas de estos atentados por parte de sus hermanos de clase ante la brutalidad del terrorismo no pasa, en modo alguno, por la unión nacional con la burguesía. Al contrario, es ante todo el rechazo categórico de esta unión sagrada.
El Estado nos pide que nos impliquemos cada vez más en su defensa con la excusa de defender la democracia al mismo nivel que la defensa de la unión nacional. Pero la realidad demuestra, cada vez más, que no podemos tener la más mínima confianza en este discurso para protegernos de la barbarie terrorista. Son los Gobiernos, en tanto que factores activos del desarrollo de la guerra, los responsables últimos del desencadenamiento de estos horrores que cada vez les son más impotentes de detener.
Cuantas más declaraciones hacen los Estados contra el terrorismo, cuanto más le declaran la guerra abierta, este más se desarrolla, más se multiplican los atentados y, más y más se hunden las grandes potencias imperialistas en la sangre y el lodo que precipitan a la población a un engranaje de violencia sin límite, de guerra y de represalias. Las únicas medidas concretas que pueden adoptar los Gobiernos en nombre del anti-terrorismo, es la adopción y puesta en práctica de diferentes planes “anti-terroristas”, destinados a hacer aceptar un brutal reforzamiento del aparato represivo que permite ante todo y , sobre todo, la multiplicación de los medios de control y vigilancia de la población.
¿Para que sirven las campañas anti-terroristas de la burguesía?
Las campañas anti-terroristas actuales han permitido justificar ante todo un reforzamiento sin precedentes del aparato represivo. La situación en Gran Bretaña constituye una ilustración muy evidente. El ejemplo más flagrante ha sido el asesinato de un joven brasileño en el metro londinense con la cobertura para la policía de disparar a matar a todo aquel que parezca sospechoso. La burguesía inglesa ha comprendido rápidamente que la clase obrera no está dispuesta a dejarse llevar tras los intereses del Estado burgués en nombre del “anti-terrorismo”. Se ha cuidado muy mucho de llamar a esas manifestaciones monstruo, como las que organizo en Abril del 2004 contra el terrorismo en las calles de Madrid y en toda España tras los atentados de la estación de Atocha. Es muy probable que haya sido ella misma la que haya organizado una segunda “serie fallida” de atentados, que ha tenido un claro carácter de simulacro, precisamente con el objetivo de relanzar el mensaje de la necesaria movilización nacional y para hacer pasar mejor ante los ojos de la clase obrera todos esos métodos de encuadramiento y control policial.
A pesar de ello, la clase obrera ha demostrado que no está dispuesta a dejarse intimidar. La huelga de un millar de obreros en el aeropuerto de Heatrow en Gran Bretaña en solidaridad con 670 de sus hermanos de clase brutalmente atacados y amenazados de despido, luchando al lado de ellos, es una prueba irrefutable. A pesar de la presión policial existente, esta lucha ha demostrado claramente que lo que esta en juego para la clase obrera no es el mantenimiento del orden burgués y su terror, sino la defensa de sus intereses de clase ante los ataques que sin cesar sufre. Y es justamente el desarrollo de estas luchas lo que esta a la orden del día. Este desarrollo de las luchas en el momento en el que se está desarrollando la aplicación de las medidas policiales muestra precisamente cual es el verdadero objetivo de todo el desarrollo de los planes represivos.
La preocupación esencial de la burguesía no es, de ningún modo, la caza de los terroristas. Sabe muy bien que con la agravación de la crisis económica mundial, va a debe imponer una serie de ataques cada vez más feroces al proletariado y que deberá hacer frente a un desarrollo, a escala internacional, de las luchas de resistencia de la clase obrera ante tales ataques.
La lucha de clases es el único medio para combatir el terror capitalista
No existe ninguna solución milagro inmediata, que permita de un día al otro impedir los atentados terroristas, ni tampoco la guerra imperialista que se desarrolla a lo largo y ancho del planeta. Sólo una clase tiene puede oponerse a largo plazo al aumento del terrorismo, de la guerra y la barbarie, y es el proletariado a través del desarrollo de sus luchas de resistencia ante los ataques de la burguesía en su terreno de clase. El verdadero dilema que amenaza al orden burgués, es que a través del desarrollo de la lucha de clases, la clase obrera puede llegar a tomar conciencia de la relación que existe entre la guerra y el terrorismo y, por tanto, puede llevarla a comprender la necesidad de poner en cuestión el sistema capitalista y plantearse la necesidad de su destrucción.
Únicamente a través de la destrucción del sistema capitalista y de sus relaciones de explotación la clase obrera podrá conseguir sus objetivos. Los métodos y los medios de acción del proletariado que se basan en su conciencia y en su solidaridad de clase, sobre el carácter colectivo, unitario e internacionalista de sus luchas son radicalmente opuestos y antagónicos a los del terrorismo.
La clase obrera en Gran Bretaña ha demostrado la capacidad de la clase obrera, de los proletarios, para afirmar su respuesta al chantaje de la burguesía a través de su solidaridad en un terreno de clase ante los despidos y los ataques del capitalismo. Es un ejemplo en el que todos los proletarios deben inspirarse. Desarrollando su combate de clase, sobre un terreno de resistencia y solidaridad ante los ataques económicos que sufre, los obreros podrán oponer una alternativa y una perspectiva al estancamiento y la barbarie guerrera del mundo capitalista que amenaza la supervivencia de toda la humanidad.
¡No a la unión nacional, si a la solidaridad de clase!
Artículo traducido de Revolution Internationale nº 360, publicación en Francia de la Corriente Comunista Internacional.
La solidaridad que han mostrado los trabajadores de British Airways (BA) y Gate Gourmet es un ejemplo para la clase obrera. El artículo que publicamos a continuación, escrito por la CCI poco después de la huelga de los trabajadores de BA, saca las principales lecciones de esta lucha. Estas merecen ser estudiadas y comprendidas por todos los que realmente quieren defender a la clase obrera. Las semanas que han transcurrido desde entonces aportan otra lección de otro tipo, pero igualmente importante y merecedora de estudio. Es un ejemplo de cómo la clase dominante obra conjuntamente contra la clase obrera.
Los patronos de Gate Gourmet han jugado la baza del realismo financiero, es decir sus pérdidas de los años recientes y las que se prevén este año (casi 25 millones de libras) para argumentar que sin recortes de empleos y cambios en las condiciones laborales, la compañía iría a la quiebra. También se han lanzado a una ofensiva contra los «hábitos de trabajo desfasados e ineficientes» (Gate Gourmet website) que hacen que se les pague a los obreros «un día completo por medio día de trabajo» (ídem). Han tratado de cargar contra los obreros más combativos, y han utilizado la vía judicial para impedir la acción de los piquetes en sus instalaciones. Han montado una campaña contra los trabajadores acusándoles de de “importar” prácticas norteamericanas, cuando lo cierto es que fue la propia BA quien, a finales de los años 90, originó toda la situación al subcontratar el cattering, para tratar de reducir gastos. De hecho, los ataques no tienen nada que ver con la nacionalidad y mucho con la situación económica. Como mostramos en nuestro artículo, la realidad es que todas las empresas están bajo una presión intensa e insostenible cada vez mayor a medida que empeora la crisis económica. Sólo pueden sobrevivir hundiendo al contrario, y sobre todo aumentando la explotación de la clase obrera, recortando salarios y empeorando las condiciones de trabajo. En esta situación, llegar a un acuerdo con los patronos casi siempre significa aceptar algo un poco peor que antes. Puesto que el papel del sindicato es llegar a estos acuerdos, inevitablemente acaban del mismo lado que los patronos, hombro con hombro. Esto se puede ver claramente en las acciones del TGWU (Transports and General Workers Union).
Antes de que surgieran las acciones al margen de las convocatorias de este sindicato, la TCWU llevaba mucho tiempo negociando con la patronal : «se han mantenido conversaciones con Gate Gourmet durante muchos meses para mejorar la situación de la empresa. Durante este tiempo, el T&G ha jugado un papel activo ciñéndose a las necesidades de la empresa» (TGWU website). Tras el estallido de la huelga descubrieron “de repente”, que «Gate Gourmet llevaba tiempo planeándolo» (ídem.). Cuando los obreros entraron en lucha para defenderse ellos mismos, cuando sus compañeros de BA mostraron una verdadera solidaridad, práctica, el sindicato, denunció su «deslealtad», y, en palabras del cabecilla de la TGWU Tony Woodley, adoptó «las medidas pertinentes» para acabar con la huelga, según se menciona en la carta del TGWU a BA que se reprodujo en el diario The Guardian del 19.08.05, aunque curiosamente esta carta no aparece por ningún lado en la web del sindicato. Tras la vuelta al trabajo de los compañeros de BA, y el despido de los de Gate Gourmet, el sindicato se puso “combativo” amenazando a los patronos de Gate Gourmet y BA con emprender nuevas acciones si se abusaba de los trabajadores. Al mismo tiempo, el sindicato declaraba su «empeño en llegar a un acuerdo» (id.), aunque Gate Gourmet ya había manifestado su intención irrevocable de despedir a 600 trabajadores o incluso más. Ahora los trabajadores se han visto privados de la verdadera solidaridad, y afrontan un amenazante desenlace cuando el eco de su lucha se ha ido apagando. Ahora toma el relevo la falsa solidaridad de los líderes sindicales, la de los pomposos y vacios discursos, la de las proclamas tan encendidas como vanas. El mismísimo Tony Woodley se ha lanzado incluso a una cínica campaña para conseguir la legalización de la solidaridad, «en el marco de la ley… sujeta a las regulaciones sobre las votaciones y las notificaciones que regulan otros conflictos laborales», aunque por supuesto, «Esto no debe servir para justificar el tipo de acción ‘salvaje’ que tuvo lugar el jueves pasado» (“La solidaridad tendrá que legalizarse”, por Tony Woodley en el Guardian, del 16.08.05)
Tras la empresa y los líderes sindicales está el gobierno y el Estado. El gobierno aparentemente se ha limitado a lamentar los “trastornos” ocasionados a los usuarios, aunque ha dejado saber que está actuando para lograr un acuerdo. En cuanto a la justicia ha repartido sus declaraciones tanto a favor de la protección de la empresa como del “derecho” a protestar. Esta pretensión de imparcialidad y preocupación por la ley y el orden, oculta el hecho de que son la “ley” y el “orden” de la clase dominante. A lo largo de su historia, la clase obrera sólo ha progresado realmente cuando ha desafiado la dominación de la clase gobernante. Su verdadera lucha siempre ha estado fuera de la ley, y sus combatientes siempre han sido estigmatizados como delincuentes y matones. Los parlamentarios laboristas que ahora se “solidarizan”, lo hacen con la tranquilidad que les da saber que el verdadero potencial de la lucha obrera ha sido derrotado.
Los patronos, los sindicatos y el Estado han colaborado para derrotar a los obreros. Quieren que la clase obrera aprenda la lección de que la lucha de clase iniciada y controlada por la clase obrera es inútil, y que sólo los sindicatos pueden defender a los trabajadores. La clase obrera, al contrario, tiene que sacar una lección completamente diferente. Esa lección es simple: Conoce a tu enemigo.
North 31.08.05
Los medios de comunicación – la voz pública del Estado y la clase dirigente - han desencadenado toda su ira contra los huelguistas de Heathrow. ¿Cómo se atreven los trabajadores a anteponer la solidaridad de clase a los beneficios de la empresa? ¿Es que no han comprendido que eso de la solidaridad obrera y la lucha de clases está desfasado, que dejó de estar de moda en los años 70? Un ejecutivo de una de las compañías rivales de BA, declaraba al diario Sunday Times del 13 de agosto que: «En cierto sentido, la aviación es la última industria que queda por reformar… Es como los puertos, las minas o la industria del automóvil en los años 70». ¿Porqué estos obreros “jurásicos” no habrán caído en la cuenta de que el principio de la sociedad actual es “cada uno a la suya”, y no “¡proletarios del mundo uníos!”?
Es extraño sin embargo, que esa “nueva” filosofía de la libertad de cada cúal, no impida a los patronos exigir absoluta obediencia de parte de los esclavos asalariados. Algunas opiniones en ciertos medios de comunicación han sido algo más críticas con los despiadados métodos empleados por la Gate Gourmet: cuando los trabajadores de alimentación celebraban una reunión para discutir cómo responder a los planes de la patronal contra sus empleos, la asamblea fue clausurada por pistoleros de seguridad, y 600 obreros –incluso los que estaban enfermos o de vacaciones- fueron despedidos en el acto por tomar parte en una acción no convocada legalmente. Incluso a algunos de ellos se les comunicó por megafonía. Esta actitud que quizá parezca exageradamente arrogante, es en realidad una expresión de unas prácticas patronales cada vez más extendidas. Así a los trabajadores de Tesco les han dicho que les van a retirar la paga por enfermedad los tres primeros días que falten al trabajo, y otras empresas muestran abiertamente su interés en esta nueva “reforma”. Los trabajadores de grandes almacenes están siendo identificados electrónicamente para que no pierdan ni en segundo en su jornada laboral. El actual clima político – en el que se nos pide que aceptemos un mayor acoso policial en nombre del “antiterrorismo” - no hará sino aumentar la arrogancia patronal.
Estos ataques no son obra de tal o cual tipo de patronos, especialmente “codiciosos” o proclives al “estilo americano” de las relaciones laborales. La brutalidad creciente de los ataques a las condiciones de vida y trabajo obreras es la única forma en que la clase capitalista puede responder a la crisis económica mundial: bajar los salarios, aumentar la productividad, rebanar las pensiones, esquilmar los subsidios de desempleo,... etc., porque cada empresa y cada país está implicado en una lucha desesperada para desbancar a sus rivales en un mercado mundial saturado.
Y frente a estos ataques, la solidaridad obrera es nuestra única defensa.
Tanto los empleados de equipajes como otros que trabajaban en Heathrow, que pararon cuando se enteraron de los despidos masivos, demostraron comprender esto perfectamente. Ellos mismos habían estado sometidos al mismo tipo de ataques y comprometidos en luchas similares. La efectividad de su huelga reveló inmediatamente el poder de los trabajadores cuando llevan a cabo acciones unidas y determinadas. Es la única forma de obligar a los patronos a readmitir a los despedidos, y hará vacilar a los directivos del aeropuerto antes de lanzar ataques similares en el futuro. Aislados en su categoría, los trabajadores son presa fácil para la clase dominante. En el momento en que la lucha empieza a extenderse a otros obreros, el panorama cambia.
Solidaridad de clase: la verdadera esperanza para la humanidad
Pero hay un significado aún más importante de la solidaridad obrera.
En una sociedad que se está desintegrando a nuestro alrrededor, donde el “cada uno a la suya” toma la forma de bombas terroristas, ataques racistas, gangsterismo y violencia indiscriminada de todo tipo; la solidaridad de los obreros por encima de cualquier división por ramo, religión, sexo o nación, representa el único antídoto a este sistema, el único punto de arranque para la creación de una sociedad diferente, basada en las necesidades humanas y no en la búsqueda desenfrenada de beneficios. Frente a un sistema que se hunde en la guerra generalizada y la autodestrucción, no es ninguna exageración decir que la solidaridad de clase es la única esperanza para la supervivencia de la raza humana.
Esta esperanza no es en absoluto vana pues cuando se mira más allá de las fronteras de Gran Bretaña. Tras años de desorientación, hemos asistido en los dos últimos años a una creciente recuperación de las luchas obreras tras años de desorientación. En las más importantes – las luchas de los obreros franceses contra los ataques a las pensiones en 2003, la de los obreros alemanes del automóvil contra los despidos -, la solidaridad ha sido algo fundamental. Estos movimientos confirman que la clase obrera internacional no ha desaparecido y no está derrotada.
Naturalmente los “media” han intentado ocultar el significado de las acciones de solidaridad en Heathrow. Comenzaron hablando de los lazos familiares entre los trabajadores de la alimentación y los de equipajes, y otros de la plantilla del aeropuerto. Es cierto que existen vínculos de ese tipo, pero mientras que la mayoría de los trabajadores de alimentación son de origen hindú, la mayoría de los de equipajes son “blancos”. En pocas palabras, se trataba de una auténtica solidaridad por encima de las divisiones étnicas.
Los informativos también trataron de socavar la simpatía que otros trabajadores pudieran sentir por los empleados del aeropuerto, focalizando la atención sobre los sufrimientos de los pasajeros cuyos vuelos fueron trastocados por la huelga. Es cierto que cuando pasas la mayor parte del año sudando la gota gorda en el trabajo, no es ninguna broma encontrarte con que tus planes de vacaciones se van al traste. Explicar sus iniciativas a otros obreros y a la población en general, es una tarea que todos los obreros tienen que tomar a cargo cuando entran en lucha. Pero también tienen que resistir el chantaje hipócrita de los media que los presenta precisamente como los malos de la película.
El verdadero papel de los sindicatos
Pero si la clase dominante se empeña en desfigurar y ocultar la solidaridad de clase cuando se manifiesta, tampoco ceja en difuminar otra verdad no menos importante: que solidaridad obrera y sindicalismo no tienen nada que ver lo uno con lo otro.el son la misma cosa.
Los métodos usados en esta lucha desafiaron abiertamente el guión diseñado por los sindicatos:
los obreros de Gate Gourmet decidieron celebrar una asamblea general en sus comedores para discutir la última maniobra patronal. Era una asamblea “no autorizada” en pleno horario de trabajo. La idea misma de celebrar asambleas donde se discute y se toman decisiones va en contra de todas las prácticas sindicales oficiales;
los otros trabajadores de la plantilla del aeropuerto ignoraron igualmente esas directrices oficiales al declararse en huelga sin tener que recorrer los trámites oficiales de la votación. Desafiaron también las normas sindicales al implicarse en acciones “secundarias”(es decir que no afectaban directamente a su convenio particular).
Esta clase de acciones son peligrosas para la clase dominante porque a través de ellas los obreros pueden desbordar el control de los sindicatos, que se han convertido en estos tiempos en los órganos “oficiales” – es decir, reconocidos por el Estado- para mantener bajo control la lucha obrera. En el periodo reciente ha habido un aumento regular de acciones “salvajes” de este tipo: el último conflicto importante en Heathrow; numerosas huelgas en el correo. En el mismo momento en que se desarrollaba la lucha en Heathrow, habían también huelgas “extraoficiales” de los conductores de autobús de Edimburgo y de la fundición de Ford en Leamington Spa.
En el caso de Heathrow, el TGWU consiguió controlar la situación. Oficialmente tuvo que repudiar los paros no reglados y achuchar a los obreros para que volvieran al trabajo. Pero con la ayuda de grupos “revolucionarios”, como el SWP (Socialist Workers Party), el T&G se las arregló para presentar la lucha como si ésta estuviera motivada en realidad por la “defensa del sindicato”, presentando las represalias contra los compañeros más combativos – que ciertamente era uno de los objetivos de Gate Gourmet- como si fuera un ataque al sindicato. Esto facilitó que los representantes del sindicalismo de base –la mayoría de los cuales creen genuinamente que actúan en nombre de sus compañeros- encerraran la lucha en el marco sindical.
Pero lo que madura bajo esas apariencias no es una lucha “para defender los sindicatos”, sino movimientos cada vez más masivos en los que los obreros se confrontarán, como primer obstáculo, con el propio aparato sindicalista. Para construir una solidaridad de clase lo más amplia posible en y durante la lucha, los trabajadores necesitarán desarrollar sus propias asambleas generales, abiertas a todos los obreros, y de elegir comités de huelga responsables sólo ante las asambleas. Los obreros más combativos que comprenden ya esta perspectiva, no deben quedar aislados sino reunirse para discutir y preparar las batallas del futuro.
WR 15.08.05
La magnitud de la devastación provocada por el huracán Katrina a su paso por las costas de la primera potencia económica e imperialista del mundo, las imágenes de auténticos campos de concentración de los pobres refugiados en el Superdome, del la policía y el ejército con órdenes de “disparar a matar” para preservar las propiedades privadas del “asalto” de gente desarmada que trataba de obtener agua, alimentos, ropas o medicinas,... todo esto ha causado una sincera indignación y preocupación por entender las causas de tamaño desastre social. Prueba de ella es la avalancha de comentarios que se han volcado en foros de debate en Internet[1], donde con mil formas y matices se plantean una y otra vez las mismas preguntas: ¿quién es el auténtico responsable de todo esto?, ¿qué podemos hacer frente a la perspectiva de desastres que amenaza a la humanidad?.
Nosotros compartimos plenamente esa necesidad de reflexionar, y animamos a todos los trabajadores, a todos aquellos que se preguntan si hay otro futuro diferente al “no future” que nos ofrece el capitalismo, a debatir sobre todo esto. Nosotros queremos contribuir a esa reflexión que está surgiendo y para ello invitamos a quien esté interesado en discutir sobre ello a que asista a las Reuniones Públicas que hemos convocado[2], y también queremos a través de este mismo artículo plantear aunque sea someramente nuestra respuesta a algunas de esas inquietudes.
Víctimas o verdugos. ¿Es culpable la especie humana de catástrofes como la del Katrina?
Lo primero que destaca de una lectura de los cientos de comentarios insertados en los foros, es que excepto unos pocos que decían algo así como que “catástrofes como estas han sucedido siempre en la historia”, la gran mayoria de quienes han intervenido han señalado que estamos asistiendo a una acumulación de cataclismos “naturales” y a una agravación de sus efectos sobre la población. Esta primera constatación, aunque sea meramente intuitiva o empirista, es ya muy importante, pues sirve para oponerse a las mentiras de los gobernantes de que este tipo de catástrofes serían obra del azar (o sea que cuando tocan, pues ajo y agua), e indica un principio de toma de conciencia sobre el futuro que puede depararnos esta sociedad.
Pero este principio de toma de conciencia se ve lastrado cuando se imputa esta degradación de las condiciones de existencia de la humanidad, al propio género humano. Así por ejemplo uno de los comentarios insertados en Indymedia (comentario que por otra parte plantea algunas reflexiones interesantes), señala que: «La orgullosa e hipertecnificada civilización occidental, dominante en el mundo entero, ha sido atacada frontalmente por las fuerzas de la Naturaleza. Siglos de industrialización, tecnificación y explotación irracional de los recursos ambientales, provocados por el Capitalismo para obtener el máximo beneficio económico han provocado uno de los mayores desastres que se han conocido.(...). Tanto petróleo, tanta contaminación, tanto "dominio" científico de la naturaleza, tanta urbanización incontrolada, tantas ciudades, tanta civilización... La Naturaleza, a causa de las agresiones que se cometen a diario, actúa de forma sabia. La especie humana es peligrosa para su existencia, de una forma u otra eliminará esa aberración que representa actualmente nuestra especie. Hoy ha sido un Huracán, como hace unos años Centroamérica fue arrasada por el huracán Mitch o actualmente la desertización, la capa de ozono o otras manifestaciones de nuestro ecosistema. El planeta sólo nos devuelve el producto de nuestros actos...».
Esta afirmación tan aparentemente radical, refleja sin embargo el peso de ideología de la clase explotadora, que para justificar el sistema social que les proporciona sus privilegios, confunden intencionadamente las atrocidades que este sistema de explotación inflinge al género humano con la propia “naturaleza” del ser humano, a los verdugos y a las víctimas. disfrazando por tanto a los verdugos de víctimas.
En el comentario se dice que «La especie humana es peligrosa para la existencia de la naturaleza». Tal afirmación no sólo encierra un contrasentido puesto que el hombre es parte de la naturaleza, y fruto de su evolución, por lo que habría que concluir que ya que la evolución de la naturaleza conduce a su destrucción, el hombre no estaría más que ejecutando tal ley de la evolución. Pero más alla de sofismas, este tipo de planteamientos olvida cúal es la historia de la relación del hombre con su “ser natural” como denomina el marxismo[3] a la naturaleza. Esta relación ha estado determinada por la evolución de los diferentes modos de producción que ha conocido la historia. En el comunismo primitivo el hombre era prácticamente esclavo de las leyes ciegas de la naturaleza. La superación de ese estadío de penuria de las fuerzas productivas a través de las sucesivas sociedades de clase (esclavismo, feudalismo, capitalismo), ha permitido a la especie humana sobre todo en el capitalismo, la última de las sociedades de clase de la humanidad, un dominio “objetivo” de la naturaleza, pero ese dominio no es “natural” ni “humano”, sino que está pervertido por las leyes de la mercancía y de la acumulación capitalistas. Será necesario por tanto liberar a la humanidad de esas leyes de la explotación, para acabar por fín con la oposición entre el género humano y el resto de la naturaleza[4]. Es a eso a lo que inspira la sociedad comunista resultante del triunfo de la revolución proletaria. Por primera vez, en la historia del planeta, ni el hombre estará sojuzgado por la naturaleza, ni el ser humano tendrá interés alguno en arruinar el entorno natural en el que debe vivir.
Tampoco es cierto que el “progreso” o el “avance tecnológico” en sí sea el culpable de los males de la humanidad y del planeta. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels explicaban el avance que representaba para la historia de la humanidad, el paso del feudalismo al capitalismo: «En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las generaciones justas. Basta pensar en el sojuzgamiento de las fuerzas naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la agricultura, en la navegación a vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes entero, en los ríos abiertos a la navegación, en los pueblos que brotan de la tierra como por ensalmo... ¿Quién, en los siglos pasados, pudo sospechar siquiera que en regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción?» Pero también señala que ese modo de producción necesario para el desarrollo de las fuerzas productivas en una etapa histórica determinada, acabará convirtiéndose en una traba. Esa perspectiva se cumple con la entrada del capitalismo en su fase de decadencia[5] a principios del pasado siglo XX. El primer congreso de la Internacional Comunista tomó acta de ese cambio en la situación del capitalismo comprendiendo que lo que se abría ante la humanidad era la disyuntiva de socialismo o barbarie; es decir o bien que el proletariado lleva hasta el final su misión histórica de derrocar al capitalismo y abrir una nueva etapa en el desarrollo de la humanidad liberándola del yudo de la explotación y haciéndola pasar de la prehistoria a la historia; o bien el capitalismo lleva a la humanidad al estadio de la barbarie y de la aniquilación de todo rastro de civilización.
Lo peligroso de estas ideas[6] que imputan a los hombres, o al progreso, los males que inflinge el modo de producción que les esclaviza al servicio de los privilegios de una minoría de la humanidad, es que, aún sin pretenderlo, acaba justificando las medidas de austeridad con que pretenden atacarnos todos los gobiernos. No es de extrañar que en el citado foro de Indymedia apareciera la contribución de una afamado ecologista – Jeremy Rifkin – que se despacha: «Nosotros creamos la tormenta monstruosa. Hace casi una generación que estamos enterados del posible impacto del calentamiento global. Pero seguimos acelerando, como si no nos importara. ¿Qué esperábamos?(...) Presidente Bush: (...) Pídanos a todos que pensemos en cambiar nuestra forma de vivir derrochando energía, ínstenos a conservar nuestras reservas de combustible fósil y a hacer sacrificios en lo relativo al futuro uso de la energía. Brindenos un plan para que EEUU. Pueda abandonar los combustibles fósiles en aras de una nueva energía sostenible que se base en fuentes renovables y en hidrógeno. Estamos esperando». Así le ponemos “a huevo” la elevación de los precios de la gasolina y con ella todo lo demás. ¿Qué hizo, sino, la burguesía mundial en la crisis de 1973 aprovechando la mentira del “agotamiento” de las reservas de petróleo?. No hay nada peor que regalar la soga para ser ahorcados.
El culpable es el pueblo americano por haber votado a Bush
Junto con verdaderas y emotivas manifestaciones de solidaridad con quienes están siendo las víctimas del Katrina, en los foros de Internet han aparecido también comentarios culpabilizadores de esa misma población por mantener a Bush en el poder, por su estilo de vida “opulento” (en ¿Nueva Orleáns?) que sería el paradigma de ese “neoliberalismo” tan nefasto para el mundo,etc. Hemos podido leer comentarios como «Decididamente Bush está loco. No puede creerse que su cerebro sintonice con la mayoría estadounidense que le votó. Sería demasiado arriesgado opinar que quien está loca es esa mayoría,... aunque todo podría ser» Aquí lo que ofende, como reza el dicho, es la propia duda. También aparecen comentarios del tipo: «Por una vez y sin que sirva de precedente, los americanos sufren sus consecuencias de su amor al consumo, al petróleo, al dióxido de carbono». Y también «Los americanos se lo merecen: la naturaleza les pasa factura».
Tras el fiasco de la guerra en Irak, la catástrofe del Katrina ha puesto de moda fustigasr a Bush haciendo de su incompetencia, su prepotencia y su irresponsabilidad el origen de todas las adversidades que sufre la población en EEUU. y en todo el planeta. Es cierto que Bush es, como mandatario, de la primera potencia capitalista, responsable directo de todas ellas. Pero no el único responsable. Disparar al monigote puede ser hasta divertido y un medio de compensar las fustraciones, pero no es menos cierto que este mecanismo de “venganza personal”, tan característico de clases sin ningún porvenir histórico como la pequeña burguesía[7], sirve en realidad a los explotadores para difuminar su responsabilidad como clase dominante. Como señalamos en el artículo dedicado al Katrina, y que publicamos en este mismo número de AP: «la administración de Bush no es una aberración, sino mas bien un reflejo de la cruda realidad de que USA es una superpotencia en declive que gobierna un “orden mundial” que se hunde en el caos. La guerra, el hambre y los desastres ecológicos son el futuro que nos reserva el capitalismo». Apuntando a Bush se pierde del punto de mira a los demócratas, tan responsables (desde Clinton que comenzó los recortes presupuestarios –ver citado artículo en este AP – hasta el alcalde mismo de Nueva Orleáns) como el mismo Bush. El capitalismo norteamericano se sentirá sin duda aliviado si toda la lección que saca la población del desastre del Katrina, es que en la próxima ocasión debe votar a otro.
Otros que se sentirán aliviados serán los capitalistas del resto del mundo, y especialmente los de los rivales imperialistas europeos de EE.UU. que alientan precisamente esa idea de la causa de las desgracias padecidas por las gentes de Luisiana o Missisipi, están en el propio “estilo de vida americano”, y que esas cosas no pasarían en Europa, donde el Estado se preocupa por sus ciudadanos. Reflejando el peso de ese “antiamericanismo” tan en boga, el autor del comentario que antes citábamos (el que “no tenía claro” si Bush sintonizaba o no con la mayoria de la población americana), plantea también: «A ver si Europa sabe sacar consecuencias, aunque sólo sea por eso de que “cuando las barbas de tu vecino neoliberal veas pelar... El Estado es odioso, como sus leyes, pero más odioso y un millón de veces peor es estar sólo en manos de unos cuantos opulentos en la sombra que nos manejen criminalmente a su capricho. Todavía en el Estado está nuestra esperanza» Este mito de que en Europa el Estado es más “social”, no sólo falsea la realidad (en París, con un alcalde “socialista” miles de personas malviven en edificios ruinosos como se ha visto en el oleada de incendios de este verano; en la Alemania los hachazos al Estado del bienestar están a la orden del día,...); sino sobre todo, como se expresa abiertamente en el citado comentario, se llama a los trabajadores sojuzgados por el Estado a... defenderlo.
Pero si graves son esas concesiones a la ideología democrática, a las ilusiones en las elecciones y en el papel del Estado burgués, mucho más lo son las afirmaciones que hablan (como ya hicieron algunos grupos izquierdistas en el 11-S) del “merecido castigo” que deberían aceptar los explotados norteamericanos por los crímenes de sus explotadores.
Aquí no sólo nos encontramos con una venenosa defensa del valor de la ideología democrática que congratularía al propio Bush, sino que se le saltarían las lágrimas al ver cómo “rojillos” y “antiyankis” le acaban dando la razón: Sí señor, el pueblo iraki debía pagar las culpas por haber mantenido en el poder (con un 99’9% de apoyo además) a Saddam Hussein. Esa culpabilización de los gobernados de las atrocidades de los gobernantes es, recordémoslo, la justifición última de la guerra imperialista.
Ante el desastre del Katrina, como ante el tsunami del Diciembre pasado es necesaria una reacción de indignación ante la catástrofe social que es el capitalismo, y de solidaridad con las víctimas, y no de indignación con las víctimas y de apoyo a tal o cual fraccion de la criminal clase capitalista.
ALBA/ETSOEM.
20/09/2005.
[1]Nosotros hemos seguido y hemos participado en (www.indymedia.org [40]) , y en (www.alasbarricadas.org [41]).
[2]Ver en nuestra web (www.internationalism.org [10]) las fechas y lugares de nuestras Reuniones Públicas.
[3]Una de las patrañas más difundidas contra el marxismo es que sería “antropocentrista”, es decir que no habría prestado interés alguno a lo que no fuera la restringida historia de la especie humana, la lucha de clases, etc. Basta leer por ejemplo “La Dialéctica de la Naturaleza” o “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, ambos de Engles, o los “Manuscritos Económicos y Filosóficos” de Marx para comprender la falsedad de tal patraña.
[4]Tampoco compartimos la afirmación contenida en el comentario de que estaríamos asistiendo a una especie de “venganza de la sabia naturaleza, que acabará con la especie humana que tantos sufrimientos la inflinge”. No se trata de negar la evidencia de que el deterioro de las condiciones medioambientales repercute en la degradación de la existencia de una especie más de la naturaleza. Pero atribuir los sufrimientos del hombre a la acción de una especie de “conciencia cósmica” que le castiga con sus desmanes, no sólo le abre la puerta precisamente al cinismo de la burguesía que niega toda responsabilidad en las catástrofes naturales, sino que conduce al peor de los fatalismos, “cargando” con ello de razón a los gobernantes burgueses que ante catástrofes como la del Katrina se lavan las manos y nos dicen: “no se puede hacer nada”. Si el proletariado no erradica el capitalismo de la faz de la tierra, este sistema social destruirá a la especie humana y a la tierra entera.
[5] Ver en particular la serie de artículos que estamos publicando en nuestra Revista Internacional desde el número 117.
[6]Estos planteamientos que a menudo parten de una descripción minuciosa de todos los males de la sociedad actual, propugnan como “alternativa” una mera vuelta atrás en la historia. En la Revista Internacional nº 63 (“Quién envenena la tierra es el capitalismo”) y nº 104 (“Sólo la revolución proletaria salvará a la especie humana”) hemos criticado esa ideología “primitivista”.
[7]No es de extrañar la adhesión de artistas, intelectuales, profesionales a esta “cruzada anti-Bush”.
Todo el mundo ha visto las imágenes de la catástrofe. Cuerpos hinchados flotando en las fétidas aguas de la inundación en Nueva Orleans. Un anciano sentado en una silla de camping, acurrucado, sufriendo sed, calor, hambre, mientras otros supervivientes languidecían a su alrededor. Madres atrapadas con sus hijos pequeños sin nada que comer o beber durante tres días. Caos en los propios centros de refugiados donde las autoridades habían dicho a las víctimas que fueran para ponerse a salvo. Esta tragedia de la que a duras penas se encuentran precedentes, no se ha producido en ningún rincón del tercer mundo azotado por la miseria, sino en el corazón de la primera potencia capitalista e imperialista mundial.
Cuando el tsunami afectó al continente asiático en Diciembre, la burguesía de los países desarrollados echó la culpa de la catástrofe a la incompetencia política de los países pobres por negarse a tomar en cuenta las señales de alarma. Esta vez no sirve la misma excusa. Hoy el contraste no es entre países ricos y pobres, sino entre gente rica y pobre. Cuando se ordenó evacuar Nueva Orleans y el resto de la costa del Golfo, imperó el que cada familia, cada uno, fuese a la suya. Quienes tenían coche y pudieron conseguir gasolina (su precio se elevó siguiendo también la norma moral capitalista de aprovechar las oportunidades de “negocio”), se dirigieron al norte y al oeste para resguardarse, buscando refugio en hoteles, moteles y en casa de familiares y amigos. Pero la mayoría de los pobres, los ancianos, los enfermos, quedaron a merced del huracán, incapaces de escapar. En Nueva Orleans, las autoridades locales abrieron el Superdome y el Centro de convenciones como refugios frente a la tormenta, pero no proveyeron ningún tipo de servicio, ni agua, ni alimentos, ni asistencia. Cuando miles de personas, la mayoría de raza negra, ocuparon estas instalaciones, fueron abandonados a su suerte. Para los ricos que se quedaron en Nueva Orleans, la situación fue totalmente distinta. Los turistas y los VIPS que se alojaban en hoteles de cinco estrellas adyacentes al Superdome , nadaban en la abundancia y estaban protegidos por oficiales de policía armados, que mantenían a la “chusma” del Superdome a raya.
En vez de organizar la distribución de agua y alimentos guardados en los depósitos y almacenes de la ciudad, la policía se cruzó de brazos y la gente empezó a asaltarlos para distribuir productos de primera necesidad. Indudablemente que elementos lumpen se aprovecharon de la situación y comenzaron a robar aparatos electrónicos, dinero y armas, pero los “saqueos”, desde luego, empezaron como tentativa de sobrevivir a las condiciones más inhumanas. En esos momentos oficiales de policía con armas de fuego protegían a los empleados enviados por un hotel de lujo a una farmacia de la vecindad a rebuscar agua, medicamentos y alimentos para el confort de sus distinguidos huéspedes. Un oficial de policía explicaba que esto no eran saqueos, sino “incautación” de mercancías por la policía, que está autorizada para eso en caso de emergencia. La diferencia entre “saqueos” e “incautaciones” es la diferencia entre ser pobre o rico en América hoy día.
La culpa es del sistema
La incapacidad del capitalismo para responder a esta crisis siquiera con una mínima apariencia de solidaridad humana, demuestra que la clase capitalista no merece seguir gobernando, que su modo de producción se hunde en un proceso de descomposición social, de pudrimiento de raíz, que sólo ofrece a la humanidad un futuro de muerte y destrucción. El caos que ha consumido países enteros uno tras otro en Africa y en Asia estos años atrás es una muestra del futuro que el capitalismo reserva incluso a los países industrializados, y hoy Nueva Orleans proporciona un fugaz anticipo de ese futuro desolador.
Como siempre, la burguesía se ha dado prisa en plantear todo tipo de coartadas para excusar sus crímenes y sus fracasos. Hemos soportado un coro de lloriqueos diciendo que han hecho todo lo que han podido; que estamos ante un desastre natural, y no provocado por el hombre, que nadie podía haberse esperado el peor desastre natural de la historia de la nación, que nadie podía prever que los diques fueran a romperse. Las críticas a la administración, tanto en USA como en el extranjero, culpan a la incompetencia del régimen de Bush de haber convertido un desastre natural en una calamidad social. Ninguno de estos papagayos burgueses da en el clavo. Lo que buscan es desviar la atención de la realidad de que el responsable es el sistema capitalista.
«Hacemos todo lo que podemos» se está convirtiendo en el latiguillo más repetido de la propaganda burguesa. Hacen «todo lo que pueden» para terminar la guerra de Irak, para mejorar la economía, para mejorar la educación, para acabar con la criminalidad, para mejorar la seguridad de la lanzadera espacial, para terminar con las drogas, etc., etc,... «No se puede hacer más»; tendríamos que tener claro que el gobierno nunca puede tomar decisiones políticas, nunca tiene la posibilidad de intentar otras medidas alternativas ¡Pamplinas! En realidad siguen la política que han decidido conscientemente y que claramente tiene consecuencias desastrosas para la sociedad.
Respecto a si se trata de una catástrofe natural, o producto de la intervención humana, está claro que el huracán Katrina ha sido producto de la naturaleza, pero la escala del desastre natural y social no era inevitable. Se mire como se mire, ha sido el capitalismo, y el Estado que lo representa, quien ha permitido la catástrofe. La nocividad creciente de los desastres naturales que hoy vivimos en todo el mundo es consecuencia de políticas económicas y ambientales temerarias del capitalismo en busca de incesantes beneficios, sea por “ahorrarse” la tecnología disponible para alertar de la posibilidad de tsunamis y poder avisar a tiempo a la población amenazada, o por arrasar los bosques en los países del tercer mundo, lo que exacerba el potencial devastador de las inundaciones provocadas por las mareas, o por la polución irresponsable de la atmósfera, con la emisión de gases que provocan el efecto invernadero y empeoran el calentamiento global, contribuyendo al cambio climático. En este sentido hay probadas evidencias de que el calentamiento global produce incrementos en la temperatura de los océanos y con ello al desarrollo de depresiones tropicales, tormentas y huracanes que hemos visto los últimos años. Cuando Katrina llegó a Florida, era solo un huracán de fuerza 1, pero planeó una semana sobre las aguas del Golfo de Mexico, a casi 50º C y se elevó a la categoría de fuerza 5, con vientos de 270 kilómetros por hora antes de alcanzar la costa del Golfo.
Los izquierdistas ya han empezado a citar las mentiras de Bush y a la industria energética y su oposición al protocolo de Kyoto, como responsables del desastre del Katrina, pero esta crítica acepta las premisas del debate de la clase capitalista, como si llevar a la práctica los acuerdos de Kyoto pudiera realmente revertir los efectos del calentamiento global, o como si la burguesía de los países que están a favor de dichos protocolos estuviera de verdad interesada en someter la producción capitalista a la preservación de la ecología. Peor aún, olvida que fue la administración Clinton la primera que, llenándose eso sí la boca de declaraciones en defensa del medio ambiente, rechazó los acuerdos de Kyoto. Rehuir el problema del calentamiento global es la posición de la burguesía americana y no simplemente de la administración Bush.
Además Nueva Orleáns, que tiene casi 600000 habitantes (muchos más contando los suburbios), es una ciudad cuya mayor parte está construida bajo el nivel del mar, lo que la hace vulnerable a las inundaciones cuando se desborda el río Mississipi, o el lago Pontchartrain, o sube la marea del Golfo de Mexico. Desde 1927, el cuerpo de ingenieros del ejército USA desarrolló y puso a punto un sistema de diques para prevenir las inundaciones anuales del río Mississipi, lo que permitió a la industria y la agricultura florecer junto al río haciendo que creciera la ciudad de Nueva Orleáns; pero con ello impedían también que las aguas fluviales llevaran el sedimento y el barro que normalmente contienen los pantanos y las marjales del delta del Mississipi río abajo, hasta el Golfo de Mexico. Debido a esto, las zonas pantanosas que proporcionaban una protección natural a Nueva Orleáns, como un empapador, frente a la crecida de la marea, quedaron peligrosamente erosionadas, y la ciudad fue más vulnerable a las inundaciones marítimas. Esto no fue algo “natural” sino producto de la acción humana.
Tampoco fue la fuerza de la naturaleza quien mermó los efectivos de la guardia nacional de Lousiana. Un gran contigente de ésta había sido movilizado para la guerra de Irak, dejando sólo 250 Guardias Nacionales disponibles para apoyar los esfuerzos de rescate de los departamentos de policía y bomberos los tres primeros días tras la rotura de los diques. Un porcentaje aún mayor de la guardia del Mississipi había sido desplegado igualmente en Irak.
El argumento de que este desastre no podía preverse es igualmente un sinsentido. Durante casi 100 años, los científicos, los ingenieros y los políticos, han discutido cómo abordar la vulnerabilidad de Nueva Orleáns ante los huracanes y las inundaciones. A mediados de la década de 1990, diferentes grupos de científicos e ingenieros presentaron distintos proyectos, lo que finalmente llevó en 1998 (durante la administración Clinton) a una propuesta llamada Coast 2050. Este plan proponía reforzar y rediseñar los diques construyendo un sistema de compuertas, y excavar nuevos canales que aportaran agua con sedimentos fluviales para restaurar el tampón que suponen las zonas pantanosas del delta. El coste de este proyecto era de 14 billones de dólares que tendrían que invertirse en un periodo de 10 años. Washington sin embargo no lo aprobó (bajo el mandato de Clinton, no de Bush). El año pasado, el ejército pidió 105 millones de dólares para programas contra huracanes e inundaciones en Nueva Orleáns, pero el gobierno sólo aprobó 42 millones. Al mismo tiempo, el Congreso aprobaba 231 millones de dólares para la construcción de un puente en una pequeña isla deshabitada de Alaska.
Otra refutación de la excusa de que «nadie podía haberlo previsto» es que la víspera de la llegada del huracán, el director de la FEMA (Administración Federal para las emergencias) Michel D. Brown, alardeaba en entrevistas en televisión, de que había dado órdenes para la puesta en marcha de un plan de emergencia en caso de que se produjese el peor de los escenarios en Nueva Orleáns, tomando en cuenta lo que ocurrió con el tsunami en el Sudeste Asiático, y de que la FEMA confiaba en que podría hacerse cargo de cualquier eventualidad. Informes de Nueva Orleáns indican que este plan de la FEMA incluía la decisión de rechazar camiones con donaciones de agua embotellada y de cerca de 5000 litros de diesel transportados en los guardacostas, así como el corte de las líneas de comunicación de emergencia que usan las autoridades de la policía local en los suburbios de Nueva Orleáns. Brown tuvo incluso la cara dura de excusar la inoperancia en el rescate de las 25000 personas del Centro de Convenciones diciendo que las autoridades federales no fueron conscientes de que esas personas estaban ahí hasta bien entrada la semana; a pesar de que los informativos habían informado de la situación por televisión desde hacía 3 o 4 días.
Y por mucho que el alcalde Ray Nagin, un demócrata, haya cubierto de vituperios la pasividad de las autoridades federales, fue su administración local la que no hizo absolutamente ningún esfuerzo para garantizar la evacuación de los pobres y los ancianos, ni tomó ninguna responsabilidad en la distribución de agua y comida, ni proporcionó suministros de primera necesidad, ni garantizó la seguridad en los centros de evacuación, abandonando la ciudad al caos y la violencia.
Sólo la clase obrera puede ofrecer una alternativa
El sufrimiento en la costa del Golfo ha conmovido a millones de trabajadores, que al mismo tiempo se sienten furiosos por la falta de sensibilidad de la respuesta oficial al desastre. Especialmente en las filas de la clase obrera hay un sentimiento de genuina solidaridad humana hacia las víctimas de esta calamidad. Mientras que la burguesía parcela su compasión, dependiendo de criterios económicos o de raza, entre ricos y pobres, blancos o negros, para la mayoría de trabajadores americanos no existen tales distinciones. Aunque la burguesía emplea a menudo la carta del racismo para dividir y oponer a los obreros negros y blancos, y a pesar de que varios líderes del movimiento “negro” están poniéndose al servicio del capitalismo de esa forma, insistiendo en que la crisis de Nueva Orleáns es en realidad un problema de racismo, el sufrimiento de los pobres y los desclasados en Nueva Orleáns repugna a toda la clase obrera. La administración Bush es indudablemente un pobre equipo de gobierno para la clase capitalista, propensa a la ineptitud, a los gestos vacíos, y con una capacidad de respuesta lenta frente a la crisis actual, que añadirá leña al fuego de su creciente impopularidad. Pero la administración de Bush no es una aberración, sino mas bien un reflejo de la cruda realidad de que USA es una superpotencia en declive que gobierna un “orden mundial” que se hunde en el caos. La guerra, el hambre y los desastres ecológicos son el futuro que nos reserva el capitalismo. Si hay alguna esperanza para el futuro de la humanidad, es que la clase obrera desarrolle la conciencia y la comprensión de la verdadera naturaleza de la sociedad de clases, y asuma su responsabilidad histórica de acabar con este anacronismo, de destruir el sistema capitalista y reemplazarlo por una sociedad revolucionaria, controlada por la clase obrera, en la que la genuina solidaridad humana, y la satisfacción de las necesidades humanas sean el principio rector.
Internationalism , 4 Septiembre 2005
Después del fin del período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial, el mundo capitalista ha continuado hundiéndose lentamente aunque inexorablemente en su crisis económica.
En la primera parte de este artículo nosotros vamos a mostrar la realidad de esta evolución hasta finales del siglo XX.
La segunda parte se dedicará más particularmente a poner en evidencia que el capitalismo está entrando en una nueva fase de recesión económica, sin comparación en cuanto a su gravedad con las que le han precedido.
La burguesía tiene una mentira preparada. En el momento que la crisis económica va a tener de nuevo una brusca aceleración, ella trata de encerrar a los obreros en un falso terreno: el de la lucha contra la economía liberal y la economía de mercado. Esto oculta conscientemente a los obreros que el gran ordenador de la economía capitalista y los ataques contra la clase obrera es el mismo estado capitalista. En "las líneas directrices del empleo" dentro de la constitución europea, nosotros podemos leer que los estados deben reformar "las condiciones demasiado restrictivas de la legislación en materia de empleo que afectan a la dinámica del mercado de trabajo" y promover la "diversidad de modalidades de contratos de trabajo, sobre todo en materia de tiempo de trabajo". El rechazo de la constitución no modificará ni una tilde esta política. El proletariado es así llamado a olvidar las última recesiones pero también el hundimiento de la bolsa de 2.001-2.002, y con esto todos los ataques masivos, el deterioro de sus condiciones de vida que no han cesado de desarrollarse después de la reaparición abierta de la crisis económica mundial a finales de los años sesenta y que son particularmente acentuadas a comienzos de los años 2.000. La clase obrera paga un alto tributo al capitalismo en quiebra, sin hablar del ataque masivo a las jubilaciones y el desmantelamiento en curso de la seguridad social. La burguesía, cínicamente, trata también de nuevo convencer al proletariado que si el acepta hacer sacrificios suplementarios, ¡mejorará el futuro, el nivel de vida remontará, el paro retrocederá! Todas estas mentiras no tienen más que un solo objeto, conseguir que la clase obrera acepte pagar con un aumento de su miseria y su explotación, el hundimiento catastrófico del capitalismo en su propia crisis económica.
La crisis de un sistema
Las recesiones de 1.967, 1.970-71, 1.974-75, 1.991-93 y 2.001-2.002 fueron tendencialmente más largas y profundas y esto en un contexto de declive constante de la tasa de crecimiento medio de la economía mundial. El crecimiento del PIB mundial también ha seguido la misma tendencia a la baja, pasando de más del 4% en los años cincuenta a menos del 1% a comienzos de los años 2.000. Después del hundimiento de la economía que golpeó el mundo capitalista a finales de 1920 y a comienzos de los años 1930 con su acompañamiento de explosiones de la miseria y del paro obrero, el capitalismo ha sacado un máximo de lecciones. Desde aquel momento, y después de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo consiguió organizarse para tratar de impedir un hundimiento brusco de su economía. Hemos asistido desde entonces a un reforzamiento del papel del control del estado sobre el conjunto de la economía nacional. El desarrollo por todo el mundo del capitalismo de estado, que además de la función económica que se le asignó, tiene también un papel en la militarización de la sociedad y el encuadramiento de la clase obrera. Pero como esto no era suficiente para asegurarse, la burguesía se dotó de organismos internacionales como el COMECOM para el antiguo bloque del Este y el FMI para el bloque occidental, encargados de velar de que no hubiese sacudidas muy violentas de la economía. En el mismo sentido, y contrariamente al período anterior a la Segunda Guerra Mundial, la burguesía reforzó el papel de los bancos centrales. Estos fueron dirigidos a jugar un papel directo en la política económica a través de su acción sobre las tasas de interés y la masa monetaria.
Las recuperaciones cada vez menos vigorosas
A pesar de todo esto, y contrariamente a lo que nos cuenta la burguesía, la evolución económica se inscribe lentamente pero con seguridad hacia un declive. El capitalismo de estado puede ciertamente frenar estos procesos, pero no puede impedir su irremediable desarrollo. Es así, que después de 1960, las recuperaciones económicas fueron siempre muy limitadas y los períodos de recesión muy profundos. El mundo capitalista se hundió en su crisis. Mucho más allá de sus particularidades, África, América Central, el antiguo bloque soviético y la mayor parte de países de Asia, se han hundido en un enorme caos económico. Posteriormente, son Estados Unidos, Japón y Europa los que conocen directamente los efectos de la crisis. En Estados Unidos la tasa de crecimiento por décadas entre 1950-1960 y 1.990-99 pasó de 4,11% al 3% y, para el mismo período, de 4,72% a 1,74% en Europa (fuente OCDE). El crecimiento del PIB mundial por habitante de 1961 a 2003 ha pasado de prácticamente el 4% amenos del 1%. Después del período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial, que ha sido llamado por la burguesía "los treinta gloriosos", la producción mundial ha retomado progresiva e inexorablemente el camino de la recesión. Si ésta ha podido ser frenada en su desarrollo e interrumpida con períodos de recuperación cada vez más cortos, es simplemente porque la burguesía mundial ha recurrido a un endeudamiento creciente y a la utilización de un déficit presupuestario cada vez más importante. La primera potencia mundial constituye, sin ninguna duda, el mejor ejemplo. Ella ha pasado de un presupuesto público excedentario del 2% en 1.950 a un déficit presupuestario cercano actualmente al 4%. De esta manera la deuda total de Estados Unidos, que aumentó lentamente desde los años 1950 a comienzos de los años 1980, ha conocido en el curso de los últimos veinte años una verdadera explosión. Claramente se ha doblado pasando de 15 billones de dólares a más de 30 billones. Estados Unidos ha pasado de ser el principal acreedor del planeta a ser el país más endeudado. Pero sería totalmente erróneo pensar que, a pesar de las especificidades propias de la primera potencia mundial, esta tendencia no corresponde a la evolución global de la economía capitalista. A finales de los años 1990, África llegó a más de 200.000 millones de deuda, el Medio Oriente igual, la Europa del Este más de 400.000 millones de dólares, Asia y la región del Pacífico (incluida China) tiene más de 600.000 millones de dólares como igualmente América Latina (fuente Etat du monde 1998).
Si tomamos la producción industrial, la realidad de la ralentización del crecimiento económico mundial después del fin del período de reconstrucción, es todavía más marcada.
De 1.938 a 1.973, o sea en 35 años, la producción industrial de los países desarrollados aumentó el 288%. Durante los 22 años siguientes el crecimiento ha sido sólo del 30% (fuente OCDE).
La ralentización del desarrollo de la producción industrial mundial aparece así muy claramente. La clase obrera debe necesariamente pagar esta realidad. Tomando simplemente los cinco países más desarrollado económicamente del mundo nosotros tenemos una evolución del paro particularmente clara. Ha pasado de una media del 3,2% de 1948-52 al 4,9% en 1979-81, para llegar en 1995 al 7,4% (fuente OCDE). Estas cifras son las que nos da la burguesía, pues en este capítulo ella subestima la realidad para la clase obrera. Además, después de 1995, el paro no ha hecho más que continuar su desarrollo sobre el conjunto del planeta.
Con el fin de ralentizar su hundimiento en la crisis, la burguesía no se puede contentar sólo con dotarse de instituciones nuevas a nivel internacional, ni de recurrir a un endeudamiento faraónico como hemos visto, con el fin de mantener artificialmente con vida un mercado solvente que en la realidad está totalmente saturado. Además es necesario frenar la caída progresiva de la tasa de ganancia. Los capitalistas no invierten jamás si no obtienen un beneficio siempre más grande en relación con el capital invertido. Es lo que determina la famosa tasa de ganancia. De 1960 a 1980 ésta bajó, pasando del 20% al 14% igualmente para Europa, para remontar como por magia al 20% en Estados Unidos y a más del 22% en Europa a finales de los años 1990. ¿Tendría siempre la clase obrera que creer en los milagros? Dos factores podrían explicar esta alza: el crecimiento de la productividad del trabajo o la creciente austeridad aplicada a los obreros. Si la productividad del trabajo ha sufrido una erosión de la mitad de su crecimiento en este período, es entonces el ataque a las condiciones de vida de la clase obrera como la burguesía ha podido por el momento restaurar su tasa de ganancia. La evolución de la parte salarial, en porcentaje del PIB (producto interior bruto) en Europa ilustra perfectamente esta realidad. En los años 1970-1980, se elevaba a más del 76% en Europa y a más del 79% en Francia, para caer a menos del 66% en la una como en la otra. Esto explica la agravación de la explotación y el desarrollo de la miseria en la clase obrera que son las principales causas de la restauración momentánea de la tasa de ganancia en los años 1990.
En una segunda parte ilustraremos el descenso a los infiernos de la fase actual de agravación de la crisis económica mundial.
Traducido de Révolution Internationale nº 359, publicación de la CCI en Francia.
Todo lo que habla el gobierno del ciudadano K1 sobre la “fantástica recuperación” de la economía argentina tras la debacle del 2001 son milongas. La realidad que padecen los trabajadores y la inmensa mayoría de la población es cada vez más angustiosa. Algunas cifras lo ilustran: la población con ingresos por debajo del umbral de pobreza que era el 5% en 1976 pasó en 2004 al 50%; 11 millones de personas tan solo tienen para vivir 150 $ mensuales cuando la línea de indigencia está establecida en 389$2. El hambre, al principio limitada a provincias norteñas como Tucumán o Salta (adonde el 80% de los niños padecen malnutrición crónica) empieza a afectar a las zonas más pobres del terrible cinturón de villas miseria del sur de Buenos Aires.
Contra esta situación insoportable se han rebelado los obreros. Entre junio y agosto hemos asistido a la mayor oleada de huelgas desde hace 15 años3. Han destacado las luchas de los hospitales de Quilmes y Moreno, de empresas como Supermercados Coto, Parmalat, Tango Meat o Lapsa, el Subte de Buenos Aires (metro), los trabajadores municipales de Avellaneda, Rosario y de las localidades más importantes de la provincia sureña de Santa Cruz, marineros y pescadores a escala nacional, empleados judiciales en todo el país, los maestros de 5 provincias, los médicos de la municipalidad de Buenos Aires, los docentes de las Universidades de Buenos Aires y Córdoba... Entre estas luchas ha sobresalido la del hospital de pediatría Garrahan (Buenos Aires) por la combatividad y el espíritu unitario y solidario que ha mostrado. En Córdoba, uno de los principales centros industriales del país, se vivió en el mes de junio una multiplicación de luchas que no se veía desde hace dos décadas: industria automotriz, gas, docentes, empleados públicos…
En el momento en que escribimos este artículo, la oleada de luchas parece refluir. Como veremos más adelante, el primer plano de la actualidad social en Argentina ya no lo ocupan las huelgas obreras, sino un ruidoso e hipermediatizado enfrentamiento entre las organizaciones piqueteras y el Gobierno, así como el espectáculo habitual de los políticos ante las próximas elecciones legislativas. Las luchas han podido obtener aquí y allá algunas mejoras salariales efímeras–especialmente en el sector público-, sin embargo, ante un capitalismo cada vez más hundido en una crisis sin salida, la principal conquista de las luchas no está en el terreno económico sino fundamentalmente en el político: las lecciones que se sacan de ellas y que sirven para la preparación de nuevas luchas que son inevitables; la solidaridad, el espíritu de unidad, que maduran entre los obreros; la comprensión de quienes son los amigos y quienes los enemigos…
La principal lección de la oleada de luchas: el proletariado se afirma como clase en lucha
En 2001 se produjo en Argentina una espectacular revuelta social que fue saludada en los medios altermundialistas y por un grupo del campo proletario (el BIPR) como una situación “revolucionaria”. Sin embargo, esa movilización se situó en un terreno claramente interclasista, con planteamientos nacionalistas y de “reforma” de la sociedad argentina que no podían significar otra cosa que el reforzamiento del poder capitalista. En un artículo que publicamos en la Revista Internacional nº 109 pusimos de relieve que «el proletariado en Argentina se ha visto sumergido y diluido en un movimiento de revuelta interclasista. Este movimiento de protesta popular no ha expresado la fuerza del proletariado sino su debilidad. Este no ha podido afirmar ni si autonomía política ni su auto-organización».
Esta crítica no la hacíamos con un espíritu de puntilloso purismo sino en defensa de una auténtica lucha proletaria. Así, afirmábamos que «el proletariado no tiene necesidad de consolarse ni de agarrarse a quimeras ilusorias. Lo que necesita es recuperar el camino de su propia perspectiva revolucionaria, afirmarse sobre la escena social como la única clase capaz de ofrecer un porvenir a la humanidad y de aglutinar tras ella a las otras capas sociales no explotadoras». Decíamos que «el proletariado en Argentina está muy lejos de haber agotado sus capacidades de lucha» y que estas volverán a desarrollarse si de los acontecimientos de 2001 «saca una clara lección: la revuelta interclasista no debilita el poder de la burguesía, a quien debilita principalmente es al propio proletariado».
Hoy, 4 años después, la oleada de huelgas en Argentina ha mostrado un proletariado combativo que se manifiesta en su propio terreno de clase, que empieza a reconocerse, aunque sea tímidamente todavía, como una clase con identidad propia. No somos nosotros los únicos en decirlo, la publicación “Lucha de Clases: Revista Marxista de Teoría y Política” de Julio de 2005, escrita por intelectuales de izquierda, reconoce que «Uno de los hechos mas destacados en este último año ha sido la vuelta a la acción de los trabajadores ocupados al centro de la escena política argentina después de años de retrocesos. Estamos ante un extendido ciclo de luchas reivindicativas donde los trabajadores pelean por la recomposición de su salario y las degradadas condiciones de trabajo, buscando reapropiarse de las conquistas perdidas en décadas pasadas», añadiendo que «Mientras los trabajadores de la industria y los servicios han empezado a hacer oír su voz, otras voces se llamaron al silencio: las de aquellos que habían decretado el “adiós al proletariado».
¿Este surgimiento combativo del proletariado es un fenómeno local ligado a las peculiaridades de la situación argentina? Sin negar la influencia de factores específicos –en particular, el descenso rápido y brutal del nivel de vida de grandes masas de la población como consecuencia de una degradación económica que se aceleró con el batacazo del 2001- esta oleada forma parte del proceso internacional de recuperación de la lucha de clases que hemos señalado desde 2003 y participa plenamente de sus características y tendencias.
En un texto recientemente publicado4 hemos evidenciado las características generales de esa recuperación: es lenta y difícil, no ha cristalizado todavía en luchas espectaculares, va avanzando no tanto a través de una sucesión de luchas victoriosas, sino de derrotas de las que los obreros empiezan a sacar lecciones que darán vida a próximas luchas más fuertes, el hilo conductor que las preside y va lentamente contribuyendo a su maduración es «el sentimiento muy confuso todavía, pero que acabará emergiendo cada día más en los tiempos venideros, de que no hay solución alguna a las contradicciones que hoy minan al capitalismo, ya sea en el plano económico como en otros aspectos de su crisis histórica: la permanencia de enfrentamientos bélicos, el auge del caos y de la barbarie cuyo carácter imparable queda patente cada día que pasa»5.
De la misma forma que en otras luchas en otros países (Heathrow en Gran Bretaña, Mercedes y Opel en Alemania), en esta oleada ha estado presente un arma fundamental para el avance futuro de la lucha proletaria: las tentativas de búsqueda de la solidaridad.
En el Subte (metro de Buenos Aires) toda la plantilla paró espontáneamente ante la muerte de dos obreros de mantenimiento producida por la falta absoluta de medidas de protección frente a accidentes laborales. Los trabajadores de Hospitales Posadas, Italiano y Francés de la Capital Federal han realizado diversas acciones de solidaridad con sus compañeros de Garrahan. En el Sur, en la provincia de Santa Cruz, la huelga de los trabajadores municipales de las principales ciudades ha suscitado una viva simpatía en amplias capas de la población. Ello ha cristalizado en la asistencia masiva a sus manifestaciones en el centro de la ciudad. En Caleta Olivia, trabajadores petroleros, judiciales, docentes, desempleados, se unieron a una manifestación de sus compañeros municipales. Los trabajadores de los yacimientos petroleros se pusieron en huelga reclamando que fueran concedidas las reivindicaciones de los municipales y planteando las suyas propias. Lo mismo hicieron los trabajadores de la empresa Barillari, del sector pesquero. En Neuquén, los trabajadores sanitarios se unieron de forma espontánea a la manifestación que los maestros en huelga encaminaban hacia el gobierno provincial. Atacados violentamente por efectivos policiales, los manifestantes lograron reagruparse y vieron como gente de la calle se sumaba a la manifestación increpando duramente a los policías que se retiraron a una prudente distancia. Un paro en todas las escuelas del país fue convocado en apoyo a los docentes neuquinos.
También, es importante señalar el planteamiento unitario que ha presidido la reivindicación salarial de los trabajadores de Garrahan: en lugar de reclamar aumentos porcentuales que profundizan las diferencias entre las distintas categorías y alientan la división y la competencia entre los propios trabajadores, han luchado por un aumento igual para todos que va en el sentido de disminuir esas diferencias y favorecer a los sectores peor pagados.
Durante los últimos 15 años, la actualidad ha estado dominada de forma agobiante por las manifestaciones más terribles de la degeneración del capitalismo: guerras, convulsiones económicas, catástrofes de todo tipo, terrorismo, asesinatos, la peor barbarie… Lo único que parecía alzarse contra esta perspectiva eran, o bien, actos de protesta montados por organizaciones del capital que adoptan disfraces ”anti-capitalistas” como los altermundialistas, cuyo “programa” hemos podido verlo en la práctica con el “colega” Lula en Brasil, o bien revueltas interclasistas desesperadas e impotentes. Ahora el panorama está empezando a cambiar. Lenta y penosamente el proletariado desarrolla su propio terreno de clase y con ello comienza a izar una autentica bandera de lucha contra la barbarie capitalista a la cual pueden unirse todos los explotados y oprimidos del mundo.
La respuesta de la burguesía
Pero sería estúpido creer que la burguesía va a quedarse de brazos cruzados ante ese resurgimiento de su enemigo mortal. Responde rápidamente desplegando no solo el arma de la represión brutal sino la mucha más venenosa de la maniobra y la mistificación política y sindical.
Esto lo hemos visto concretamente en Argentina. El gobierno federal y los gobiernos provinciales han empleado la fuerza policial contra los huelguistas; detenciones, condenas judiciales, sanciones administrativas han caído sobre numerosos trabajadores. Sin embargo, el grueso de la respuesta de la burguesía se ha concentrado en una maniobra política destinada a aislar los sectores más combativos, llevar los diferentes focos al impasse y la desmoralización y sellar en todas las cabezas que “la lucha no es rentable”, que de la movilización no se obtiene nada, que quien quiera mejorar las cosas debe elegir entre dos alternativas:
Los movimientos “por abajo”: los actos de presión minoritaria y violenta de piqueteros, por una parte; y la acción de paliar la miseria realizada por “organizaciones de base”: empresas autogestionadas, redes de trueque, comedores populares etc.
La acción “por arriba”: las gestiones de los sindicatos o los buenos oficios de los políticos.
Es decir, ¡debe moverse como una peonza dentro de alternativas que están controladas y encuadradas por el Estado capitalista y sirven al mantenimiento de su dominación!
Para ello ha tomado la lucha de Garrahan –que hemos señalado su papel destacado en la oleada actual- como cabeza de turco.
En primer lugar, ha desatado una tremenda campaña tratando a los obreros de “terroristas” y presentándolos como desaprensivos que antepondrían sus “intereses particulares” a la salud de los niños internados en el hospital. Con un asqueroso cinismo, los gobernantes, que dejan morir de hambre a miles de niños, han exhibido de repente una “frenética preocupación” por la infancia “amenazada” por esos “inhumanos”. El gobierno del ciudadano K, apoyado sin fisuras por los grandes sindicatos (CGT y CTA, la gremial de este último, ATE, se oponía rotundamente a la huelga) ha desplegado la intransigencia más brutal. Así, los trabajadores de Garrahan han sido deliberadamente excluidos de las negociaciones salariales de empleados estatales y, más aún, los agentes gubernamentales han aceptado recibir a representantes de otros colectivos en huelga (por ejemplo, los docentes de la Universidad) pero se han negado sistemáticamente a cualquier contacto con los de Garrahan.
Todo esto significaba una clara provocación destinada a aislar a los trabajadores de Garrahan, lo que ha sido completado con la absurda acusación de que estarían siendo manipulados por una pretendida conspiración “anti-progresista” constituida por Menem, Duhalde y Maccri6.
Pero lo que más ha debitado la lucha de los trabajadores de Garrahan ha sido la “ayuda” prestada por las organizaciones piqueteras7. Estas se han pegado como lapas a la lucha de Garrahan (lo mismo han hecho frente a la de los obreros de Tango Meat) en nombre de la “solidaridad”. De esta forma, los obreros de Garrahan se han visto asociados –y el gobierno y los medios de “comunicación” lo han publicitado al máximo- con los métodos de “lucha” de las organizaciones piqueteras basados en acciones comando minoritarias que en lugar de golpear realmente al Capital y al Estado a quien causan más problemas es a los demás trabajadores. Así, las organizaciones piqueteras han cortado el estratégico Puente Pueyrredón en horas punta provocando atascos que afectaban a numerosos trabajadores del conurbano sur de Buenos Aires. O bien, como sucedió en Cañadón Seco (en el Sur) unas 45 personas cortaron los accesos a la refinería de Repsol-YPF sin consultar previamente a los trabajadores de la planta.
Progresivamente, la atención social se ha desviado desde la lucha de Garrahan y la agitación obrera hacia el enésimo e hipermediatizado enfrentamiento entre las organizaciones piqueteras y el gobierno con un espectacular despliegue de fuerzas policiales en torno al Puente Pueyrredón.
Pero lo que ha constituido la puntilla ha sido la organización de una falsa solidaridad con los obreros de Garrahan. Estos se han visto invadidos por un alud de organizaciones sindicales de base, de organismos piqueteros, de grupos de extrema izquierda, de todo tipo de organizaciones sociales, que representados por sus dirigentes soltaban bellos discursos de “apoyo” y arengaban con vacuos llamamientos. Esto provocaba un ilusorio sentimiento de solidaridad cuando en realidad lo que significa era un cerco a su alrededor aislándolos cada vez más que llevaba a su completa desmoralización.
Esto ha sido posible porque la lucha de Garrahan, pese a su combatividad y espíritu unitario, ha sido férreamente controlada desde el principio por una lista Roja dentro del sindicato del ramo, ATE, opositora a la Lista Verde que es la que dirige el sindicato. Ante la desafección que los trabajadores empiezan a sentir por los sindicatos, estas listas “rojas” toman rápidamente el relevo, sobre todo en momentos de lucha, para mantener a los obreros bajo el control sindical. Esto se concreta en organizar esa falsa solidaridad a través de “coordinaciones con otras organizaciones de base”. Como decía Gustavo Lerer, dirigente de la Lista Roja en Garrahan, «Hoy no se puede decir que ATE luche verdaderamente, los que paramos somos las bases. La idea es coordinar con todos los que podamos: tratar de hacer nosotros desde abajo lo que no hacen los dirigentes desde arriba (…)las organizaciones de desocupados, los piqueteros -que son nuestros pacientes- se solidarizan con nosotros ». La solidaridad es reducida a “apoyo de organizaciones” y circunscrita a los “pacientes”, es decir, que no sería un asunto de lucha general de clase sino un negocio privado de trabajadores y pacientes.
La auténtica solidaridad solo puede desarrollarse fuera y en contra de la argolla sindical, consiste en la lucha común: incorporarse a la lucha nuevos sectores de trabajadores, envío de delegaciones, manifestaciones y asambleas conjuntas donde los obreros de manera directa conviven, luchan, piensan y sienten juntos, y a ellos pueden sumarse otros oprimidos y explotados. En ese movimiento, las divisiones que atomizan a los obreros empiezan a resquebrajarse y estos pueden comprobar de forma viva que pertenecen a una misma clase, percibiendo su fuerza y su unidad.
Esa solidaridad directa, activa y masiva, la única que da fuerza y hace avanzar la lucha proletaria, ha sido reemplazada por la “solidaridad” mediante intermediarios (las organizaciones “sociales” con sus dirigentes a la cabeza), pasiva y minoritaria, que produce la euforia de “estar apoyado por las masas que hay detrás de esas organizaciones” cuando la realidad, que se comprueba con amargura a continuación, es que se está más aislado y dividido que nunca.
«Lo peor para la clase obrera no es la derrota clara, sino el sentimiento de victoria tras una derrota ocultada peor real: fue ese sentimiento de “victoria” (contra el fascismo y por la defensa de la “patria socialista”) el veneno más eficaz para hundir y mantener el proletariado en la contrarrevolución durante cuatro décadas en medio del siglo XX».
CCI 16-09-05
1 Kirschner, presidente de Argentina, conocido coloquialmente como el Señor K
2 Datos del diario Clarín 30-8-5
3«El pasado mes de junio fue el de mayor conflictividad laboral en el último año, con 127 protestas, que afectaron en un 80% al sector público, el 13 % en el área de servicios y el 7 % restante en las diversas ramas de la industria. Ese mes superó en cantidad de conflictos a los registrados en todos los meses de junio desde. 1980. El análisis de la conflictividad laboral que ha tenido lugar en el mes de junio en los últimos 26 años, desde 1980 incluido, muestra que la de 2005 es la mayor desde entonces» (Del Colectivo Nuevo Proyecto Histórico, grupo surgido en Argentina, en su texto Sindicato y necesidades radicales)
4 Ver en la Revista Internacional nº 119 la Resolución sobre la evolución de la lucha de clases.
5 Del texto anteriormente citado
6 Los dos primeros antiguos presidentes de nefasta memoria
7 Ver el artículo sobre el movimiento piquetero publicado en Acción Proletaria números 177 y 178, escrito por el grupo proletario Núcleo Comunista Internacional, procedente de Argentina (para más información sobre este grupo ver Revista Internacional nº 120)
Estimados compañeros:
Se ha animado un debate sobre el supuesto “comunismo” de los Sres. Chávez y Castro. Se han hecho varias contribuciones al Foro. Es una discusión importante que aborda el siguiente sujeto: ¿Todos los que se proclaman “comunistas” y “socialistas” lo son efectivamente o, por el contrario, no han sido el “comunismo” de Rusia y el “socialismo” de los partidos socialdemócratas las grandes mentiras del siglo XX?
Cada vez más compañeros se dan cuenta de que el capitalismo se hace insoportable: guerras, miseria, hambre, catástrofes medioambientales, degeneración moral, etc. La pregunta que se plantean es: ¿Existe una alternativa a este sistema social?
Una de las causas que impide una clara respuesta es que haya países que se presentan como “comunistas” o “en transición al comunismo” donde sus “venturosos ciudadanos” padecen una miseria, una opresión y una barbarie intolerables. Tales son los casos de los “comunismos” de Corea del Norte, de China o de Cuba, o anteriormente en Rusia o Albania. Ante eso muchos compañeros dicen, ¡Si esa es la alternativa al capitalismo, prefiero quedarme con lo que hay!
Por eso es vital aclarar entre todos que eso del “comunismo” en Rusia, Cuba, China, etc. es una GRAN MENTIRA, que allí hay capitalismo puro y duro.
En una serie de artículos aparecidos en nuestra Revista Internacional titulada El comunismo no es un bello ideal sino una necesidad material desarrollamos detalladamente qué entendemos por el comunismo partiendo de cómo lo ha entendido realmente el movimiento revolucionario del proletariado. Nos hemos inspirado en esa serie y especialmente en los artículos “El comunismo una sociedad sin estado” (Revista Internacional nº 77 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199407/1852/viii-1... [44]) y “El comunismo contra el socialismo de Estado” (nº 78 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199412/1845/ix-comunismo-contra-socialismo-de-estado [45] ) para realizar una contribución a la discusión en el Foro respondiendo a 5 preguntas:
1ª ¿Se puede llamar “socialismo” o “comunismo” a la propiedad estatal de los medios de producción, o, por el contrario, el comunismo supone la abolición del Estado?
2ª ¿Puede desarrollarse el comunismo conservando y utilizando el Estado –esa vieja máquina de opresión vinculada a la sociedad de clases-o para hacerlo es necesario destruir el Estado?
3ª ¿Fueron comunistas los regímenes estalinistas en la URSS y los países del Este? ¿Son comunistas los gobiernos de China, Cuba o Venezuela?
4ª ¿Se puede implantar el comunismo y el socialismo a través de gobernantes “bienintencionados” que, “como la mayoría del pueblo no cree en el comunismo” hacen lo que “buenamente pueden”? ¿O, por el contrario, el comunismo sólo puede nacer de la lucha directa y autoorganizada de todos los trabajadores?
5ª ¿Puede desarrollarse el comunismo en un solo país? o, por el contrario, ¿el comunismo será mundial o no será?
En el foro, un mensaje de los compañeros de la revista “La protesta”, de filiación anarquista, plantea que «El comunismo es un sistema capitalista, la razón de que el comunismo persigue la abolición de la propiedad privada, es porque toda propiedad debe pertenecer al estado y eso es capitalismo», atribuye esa posición a Marx y Engels: «La teoría de Marx sostenía que todo el capital debería pertenecer al Estado» y la confronta con la posición de Bakunin, que «sostenía la teoría del socialismo sin Estado».
Es absolutamente falso que Marx y Engels identificaran el comunismo con el capitalismo de Estado (o más genéricamente con una sociedad en la que todo está bajo control del Estado). Ninguna apreciación de su trayectoria política y sus escritos, o la de sus corrientes continuadoras, apoya esa afirmación, que en realidad es el producto del impacto de las campañas de la burguesía para calumniar el comunismo.
Desde antes incluso de la elaboración del Manifiesto Comunista en 1848, Marx y Engels ya habían llegado a la convicción de que la sociedad comunista sería una sociedad sin clases y sin Estado. En otro mensaje de “La Protesta” en el foro, se cita el libro de la Ideología alemana para apoyar la denuncia del “comunismo” de Chávez y Castro; podemos tomar precisamente ese trabajo escrito en 1846, en el que hay un esfuerzo de elaboración del método del materialismo histórico, para ver que ya en ese momento Marx y Engels habían señalado la perspectiva revolucionaria de una sociedad en la que se producirá una apropiación social universal de los medios producción como superación de la propiedad privada[1] capitalista: «Todas las anteriores apropiaciones revolucionarias habían tenido un carácter limitado; individuos cuya propia actividad se veía restringida por un instrumento de producción y un intercambio limitados, se apropiaban este instrumento limitado de producción y, con ello, no hacían por tanto, más que limitarlo nuevamente. Su instrumento de producción pasaba a ser propiedad suya, pero ellos mismos se veían absorbidos por la división del trabajo y por su propio instrumento de producción; en cambio, en la apropiación por los proletarios es una masa de instrumentos de producción la que tiene necesariamente que verse absorbida por cada individuo y la propiedad sobre ellos, por todos. El moderno intercambio universal sólo puede verse absorbido entre los individuos siempre y cuando se vea absorbido por todos. La apropiación se halla, además, condicionada por el modo como tiene que llevarse a cabo. En efecto, sólo puede llevarse a cabo mediante una asociación, que, dado el carácter del proletariado mismo, no puede ser tampoco más que una asociación universal, y por obra de una revolución en la que, de una parte, se derroque el poder del modo de producción y de intercambio anterior y la organización social correspondiente y en la que, de otra parte, se desarrollen el carácter universal y la energía de la que el proletariado necesita para llevar a cabo la apropiación, a la par que el mismo proletariado, por su parte, se despoja de cuanto pueda quedar en él de la posición que ocupaba en la anterior sociedad» (parte sobre Feuerbach) (Grijalbo 1970, pags. 79-80)
En esa sociedad comunista, no habrá necesidad de ningún Estado: «Que, hasta ahora, las revoluciones, dentro del régimen de la división del trabajo, tenían necesariamente que conducir a nuevas instituciones políticas se desprende de lo dicho más arriba en contra de Feuerbach; que la revolución comunista, al acabar con la división del trabajo, elimina por último las instituciones políticas, se desprende también de ello;» (parte sobre Stirner) (Id. Pag. 452)
Hay que tener en cuenta que Marx y Engels no escribieron la Ideología alemana con la intención de que se publicara, sino para clarificar sus propias ideas; por eso, y por la misma naturaleza embrollada del pensamiento y la literatura de la “crítica-crítica” contra la que argumentaban, algunos pasajes resultan “difíciles”. Pero algunos años más tarde (todavía antes del Manifiesto, en 1847), en su crítica a Proudhon, Marx formula las mismas ideas en un terreno más político: «...En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua sociedad civil por una asociación que excluya las clases y su antagonismo; y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente la expresión oficial del antagonismo de las clases dentro de la sociedad civil» (Tomado de El Estado y la revolución, Lenin, Ed Progreso, Obras escogidas, T 2, pag. 307)
En el programa comunista elaborado en El Manifiesto, se asocia igualmente la presencia de una institución estatal a la división de la sociedad en clases, y ésta a la persistencia de relaciones de producción (y por ende de propiedad) capitalistas; pero se dice muy claramente que en la sociedad comunista el proletariado ha suprimido las relaciones de producción capitalistas y la necesidad del Estado: «Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase, y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y por tanto, su propia dominación como clase» (Obras de Marx y Engels, Ed Grijalbo 1978, pag. 43).
Podríamos seguir poniendo más citas que muestran que la posición que tenían Marx y Engels sobre la naturaleza del Estado era de INCOMPATIBILIDAD ENTRE ESTADO Y COMUNISMO: «Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni de su poder. Al llegar a cierta fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo del Estado una necesidad. Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo directo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce» (“El Origen de la familia la propiedad privada y el Estado”, Engels, citado en El Estado y la Revolución, Lenin, op cit, pag. 301)
Si la burguesía hoy, a pesar de su campaña sobre “el fin del comunismo”, continúa difamando y tergiversando el marxismo, es porque sabe bien que el comunismo no ha muerto, que es “el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual” (La Ideología alemana), que una nueva generación se plantea una perspectiva revolucionaria, y el marxismo es el programa político de ese combate.
Los compañeros de “La Protesta” plantean que la diferencia entre Marx y Bakunin es que éste «sostenía la teoría del socialismo sin Estado». Hemos mostrado que es una MENTIRA de la burguesía que el marxismo defienda que comunismo = propiedad estatal. Pero alguien tan poco sospechoso de anarquismo como Lenin, que tuvo que desarrollar un trabajo mucho más exhaustivo para restablecer la teoría marxista sobre la revolución y la destrucción del Estado había llegado a esta conclusión: «Marx coincide con Proudhon en que ambos propugnan la “destrucción” de la máquina moderna del Estado. Esta coincidencia del marxismo con el anarquismo (tanto con Proudhon como con Bakunin) no quieren verla ni los oportunistas ni los kautslianos, pues unos y otros han desertado del marxismo en este punto.» (El Estado y la Revolución, op cit pag. 331)
Desde antes de la experiencia de la Comuna, Marx y la fracción más avanzada del movimiento obrero, los comunistas, habían expresado: 1) la necesidad de una revolución proletaria que arrebatara el poder político a la burguesía; 2) la necesidad de que la clase obrera impusiera por la fuerza la disolución de las relaciones de producción capitalistas, de que ejerciera su dictadura de clase. No existía sin embargo ninguna experiencia de lucha proletaria en la que apoyar y desarrollar esa convicción. De ahí que en el Manifiesto se plantee que el proletariado ejercería el poder político por la conquista del Estado burgués; premisa que figura igualmente en el Manifiesto inaugural de la AIT, a pesar de que ya antes, Marx había llegado a la convicción de la necesidad de que la revolución proletaria destruyera el Estado burgués: «... Si te fijas en el último capítulo de mi Dieciocho Brumario (escrito en 1852 -NdR), verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrática y militar, como venía sucediendo hasta ahora, sino “romperla” (subrayado por Marx; en el original: zerbrechen), y ésta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente...» (Carta de Marx a Kugelman, el 12 de abril de 1871, citado por Lenin, op cit. Pag 319)
La comuna de París, la primera revolución proletaria de la historia mostró en los hechos que «la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines» (prefacio de 1872 de Marx y Engels al Manifiesto Comunista). El alzamiento revolucionario en París no dio como resultado la ocupación del Estado burgués por el proletariado, sino el surgimiento de la Comuna, “la forma al fin encontrada” de organización de la sociedad bajo la dictadura del proletariado.
La Comuna no era propiamente un Estado, sino un semi -estado, la expresión de la persistencia de la división de la sociedad en clases, pero al mismo tiempo de la dominación del proletariado y su combate contra ese estado de cosas. En ese sentido, disolvió el ejército e instauró la milicia popular, y avanzó medidas «contra la transformación del Estado y de los órganos del Estado, de servidores de la sociedad en señores de ella, transformación inevitable en todos los Estados anteriores: empleó la Comuna dos remedios infalibles. En primer lugar, cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y de enseñanza por elección, mediante sufragio universal, concediendo a los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos. En segundo lugar, todos los funcionarios, altos y bajos, estaban retribuidos como los demás trabajadores» (Marx, La Guerra Civil en Francia. Citado en: “El comunismo no es un bello ideal, sino una necesidad material (VIII):1871, la primera revolución proletaria, Revista Internacional nº 77, pag. 26)
“Pero ¿Cómo? ¿Realmente no es esto un Estado? ¿No es este el famoso Estado que el marxismo siempre habría querido imponer?”, nos objetarán nuestros críticos. Al contrario, de hecho es la concreción de lo que siempre ha defendido el marxismo, de una sociedad dirigida por el proletariado, hacia la extinción de las clases, y por tanto, del Estado: « “La Comuna no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra”: ésa es la afirmación más importante de Engels desde el punto de vista teórico... La Comuna iba dejando de ser un Estado, por cuanto tenía que reprimir no a la mayoría de la población, sino a la minoría (a los explotadores); había roto la máquina del Estado burgués; en vez de una fuerza especial para la represión, entró en escena la población misma. Todo esto significa apartarse del Estado en su sentido estricto. Y si la Comuna se hubiera consolidado, habrían ido “extinguiéndose” en ella por sí mismas las huellas del Estado, no habría sido necesario “suprimir” sus instituciones: éstas habrían dejado de funcionar a medida que no tuviesen nada que hacer» (Lenin, op cit, pag 342).
La polémica con los anarquistas fue el primer frente en el que el marxismo tuvo que batirse para defender las lecciones de la Comuna: «¿Por qué los antiautoritarios no se limitan a clamar contra la autoridad política, contra el Estado? Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado político, y con él la autoridad política, desaparecerán como consecuencia de la próxima revolución social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político, trocándose en simples funciones administrativas, llamadas a velar por los verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado político autoritario sea abolido de un plumazo, aún antes de haber sido destruidas las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto mediante el cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día? ¿De no haber empleado esta autoridad del pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos por el contrario el no haberse servido lo bastante de ella?[2]. Así pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan al movimiento del proletariado. En uno y otro caso sirven a la reacción.» (Lenin, op cit pag. 330).
Pero no fue el único. De otro lado, el marxismo combatió contra las tendencias oportunistas en el seno del movimiento mismo, que, olvidando la lección de la necesidad de destruir el Estado burgués, tendían al contrario a conciliar con él los intereses revolucionarios. Estas corrientes, volviendo la espalda a La Comuna, defendían el reforzamiento del control social del Estado democrático burgués, las reformas, como la vía al socialismo. El combate contra el “socialismo de Estado” Lasallano y el reformismo de Bernstein son los dos momentos álgidos de la defensa del marxismo.
En su programa de Gotha (1875), el partido Socialdemócrata alemán, influenciado por Lasalle y por el peso del Estado en Alemania, se había dejado arrastrar al llamado “socialismo de Estado”, que defendía que “la organización socialista del trabajo” surgiría de la organización de cooperativas con ayuda estatal bajo control democrático del pueblo. Marx reaccionó sin contemplaciones contra esta concepción de la instauración del socialismo en su “crítica del programa de Gotha”: «La “organización socialista de todo el trabajo” ahora resulta que “surge” no de los procesos de transformación revolucionaria de la sociedad, sino de la “ayuda estatal” proporcionada por el Estado a cooperativas de producción, “organizadas” por él, no por los trabajadores. Esto es verdaderamente digno de la imaginación de Lasalle, para quien, con los créditos estatales, lo mismo se podría construir la nueva sociedad como una nueva vía férrea».
Este mismo combate tuvo que librar el ala revolucionaria de la Socialdemocracia, encabezada por Rosa Luxemburgo, contra la corriente reformista de Bernstein, que defendía que el socialismo podía realizarse sin necesidad de una revolución, a través de la conquista del Estado y la apropiación del capital privado: «La teoría de la implantación gradual del socialismo tiende hacia una reforma progresiva, en sentido socialista, de la propiedad y del Estado capitalista. Sin embargo, ambos desenvuélvanse, en la sociedad actual, por la fuerza objetiva de los hechos, en una dirección completamente opuesta. El proceso de producción se socializa más y más, y la intervención, el control del Estado sobre el proceso de producción, toma proporciones mayores. Pero la propiedad privada va adquiriendo, al propio tiempo, la forma más cruda de explotación del trabajo extraño, y el control del Estado se ve infiltrado, cada vez más, por intereses cerrados, absolutos, de clase. De esta forma el Estado –es decir la organización política- y las relaciones de propiedad –es decir la organización jurídica del capitalismo- se convierten en más capitalistas cada vez por la fuerza misma del movimiento, pero no en más socialistas» (Reforma o revolución).
Lenin denunció igualmente la corriente centrista, liderada por Kautsky, que indirectamente justificaba y apoyaba al oportunismo. Así, en su obra Premisas del socialismo, Bernstein tergiversaba las posiciones de Marx en la guerra civil en Francia, haciéndole decir lo contrario de lo que había escrito, interpretando el llamamiento a que la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión del Estado burgués para dirigir la transformación socialista, sino que tiene que destruirlo, como “una advertencia contra un revolucionarismo excesivo” (¡¡!!). Supuestamente en polémica contra esto, Kautsky «adujo el pasaje, citado más arriba, de la Introducción de Engels a La guerra civil de Marx, diciendo que, según este último, la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está, pero que en general sí puede tomar posesión de ella» (Lenin, op cit pag 374).
También en este punto pues, ha sido clara la posición del marxismo sobre la necesidad de destruir el Estado burgués y el surgimiento de un semi -estado en la sociedad de transición[3].
Hoy no es preciso insistir mucho en poner de manifiesto el grado brutal de explotación y militarismo, la miseria en la que ha vivido el proletariado en los países llamados “comunistas”, comparable en todo punto, a la situación de la clase obrera en el resto de los países capitalistas. Su hundimiento económico a partir del 89, con el desmembramiento primero del Pacto de Varsovia y después de la misma URSS, ha mostrado su naturaleza de representantes más débiles del capitalismo mundial, semejante a la de otros países de la periferia del capitalismo.
La burguesía no ha escatimado medios para mostrar y documentar toda esa miseria; pero se ha ocupado bien de presentarla como el producto del “comunismo”. Sin embargo, no es “el comunismo” lo que ha muerto; sino su peor enemigo, el estalinismo.
La característica fundamental de estos países, sobre la que reposa además el mito de su naturaleza “comunista”, es precisamente el grado extremo, prácticamente total en algunos casos, de la estatización de su economía. El capitalismo de Estado es la forma a la que tienden los diferentes capitales nacionales para sobrevivir en la decadencia del capitalismo, y no es por tanto algo particular de los regímenes estalinistas. El haber llevado hasta el extremo esa tendencia, organizando la explotación capitalista en base a la propiedad estatal de los medios de producción es una consecuencia de las condiciones en las que se produjo la revolución y la contra- revolución en Rusia, y de la expansión de su hegemonía imperialista.
«El Estado capitalista en la URSS se reconstituye sobre los escombros de la revolución proletaria. La débil burguesía de la época zarista ha sido completamente eliminada por la revolución de 1917 (además es precisamente su debilidad lo que explica el hecho de que Rusia sea el único país en que el proletariado ha llegado a tomar el poder durante la oleada revolucionaria tras la 1ª guerra mundial) y por el fracaso del ejército blanco. Por tanto, ni ella, ni sus partidos tradicionales, pueden tomar a cargo en Rusia la contra- revolución inevitable producto de la derrota de la oleada revolucionaria mundial. Esta tarea corresponde al Estado que ha surgido tras la revolución, que ha absorbido rápidamente al partido bolchevique (que había cometido el doble error de sustituir a la clase obrera y de atribuirse responsabilidades estatales[4]. Por eso, la clase burguesa se ha reconstituido, no a partir de la antigua burguesía (excepto en algún caso excepcional e individual) ni a partir de una propiedad individual de los medios de producción, sino a partir de la burocracia del partido-Estado y de la propiedad estatal de los medios de producción...En la URSS, un cúmulo de factores: atraso del país, desbandada de la burguesía clásica, aplastamiento físico de la clase obrera (la contrarrevolución y el terror que sufrió estuvieron a la altura de su avance revolucionario), han llevado la tendencia universal del capitalismo de Estado a sus formas más extremas: la estatización prácticamente completa de la economía, la dictadura totalitaria del partido único» (Revista Internacional nº 34: “Europa del Este: las armas de la burguesía contra el proletariado”).
La fracción estalinista, agente en el partido-Estado de esa transformación, masacró y prácticamente exterminó a la vanguardia de la revolución de Octubre, expulsó a las fracciones de Izquierda del partido, y finalmente a la Oposición trotskista, declaró la muerte de la IC proclamando “la construcción del socialismo en un solo país”, convirtiendo aquella en el instrumento de los intereses del Estado ruso, y reorganizando la economía sobre la base del militarismo y la economía de guerra, llevando a cabo una explotación feroz de los obreros, con el stajanovismo y los “sábados rojos”, que culminó en la participación de la URSS en la 2ª guerra mundial, de la que salió vencedora como “cabeza de un nuevo bloque imperialista”.
«Al final de la 2ª guerra mundial. Cuando la URSS extiende su imperio hacia Europa central, y particularmente hacia China, exporta su modelo económico y político...La razón por la que la URSS instala en estos países satélites regímenes como el suyo, está fundamentalmente en su debilidad como cabeza de bloque imperialista, debilidad que se expresa de entrada, en el plano económico. Mientras que USA impuso su supremacía sobre Europa Occidental gracias a los dólares del plan Marshall, la URSS no tiene otro medio de garantizar su control sobre las zonas que ocupa militarmente más que llevar al poder a partidos que le están volcados en cuerpo y alma: los partidos comunistas.» (Id)
La extensión del “comunismo” a los países del Este, se hizo por la ocupación militar; ocupación que defendió igualmente “por las armas” cuando la ocasión lo requirió (Hungría 1956 o Checoslovaquia 1968). Fuera de Europa, el desarrollo del “comunismo” se ha vinculado a la confrontación imperialista entre los dos bloques imperialistas USA y URSS, a través de peones interpuestos, y en nombre de “la liberación nacional” y la “lucha contra el imperialismo”, como en Vietnam, China, Corea, etc.[5]
El caso de Cuba se inscribe claramente en el grupo anterior, y su supervivencia como régimen estalinista responde de un lado, a las lecciones de la “transformación a la economía de mercado” de los países del Este (un caos económico y político), a la supervivencia de la pandilla dirigente de la revuelta de 1959 y su apoyo en las potencias europeas contra los intereses de USA (no olvidemos que realidad, lo que decantó el movimiento nacionalista de los “barbudos” hacia el “comunismo” fueron sus desacuerdos con USA, a la que se había ofrecido en primera instancia “la revolución”), y a los intereses de engaño al proletariado (Castro se presenta como “el último mohicano” del “comunismo”).
En el mismo sentido que el Castrismo, el Chavismo es un movimiento nacionalista y populista. Surgido de una fracción golpista del ejército, aboga por un reforzamiento extremo del capitalismo de Estado y trapichea con su posición de cabeza de puente en el patio trasero del imperialismo USA para ofrecer sus servicios igualmente a las potencias europeas.
Ni el Castrismo ni el Chavismo tienen nada que ver con el comunismo.
La burguesía hoy desarrolla una “pinza” para ningunear y desprestigiar el comunismo frente a las nuevas generaciones proletarias. De un lado presenta con el hundimiento de los regímenes estalinistas el “fin del comunismo”, rememorando toda la campaña ideológica del 89-91; y frente a los que desconfían de sus mentiras sobre la historia, presenta el esperpento de Castro y Chaves como el comunismo actual.
Pero Castro y Chaves no representan la continuidad de la tentativa revolucionaria mundial del proletariado en 1917-23, sino la de sus verdugos estalinistas; no representan al proletariado; sino a la burguesía.
La verdadera continuidad de la revolución y la Internacional comunista han sido los grupos de la Izquierda comunista, que combatieron contra la contra- revolución estalinista y sacaron las lecciones de la derrota de la revolución mundial, a partir de las cuales tendrá que plantearse el programa comunista de la próxima revolución que hoy empieza a madurar en el seno de la clase obrera. La Corriente Comunista Internacional se reclama de la continuidad de esas corrientes políticas.
La compañera Z.Zicarelli responde así a nuestra primera denuncia del pretendido “comunismo” de los Señores Castro y Chavez: “no soy comunista, ni leninista, ni marxista pero tengo un poco de sentido común para darme cuenta que ustedes que dicen ser comunistas y que luchan por la igualdad quedaron ahí, quedaron con esa utopía de creer que es el único camino existente hacia el comunismo es el teóricamente establecido, pero estamos viviendo en un mundo donde el 90% de la gente apoya el capitalismo, y no le podéis pedir a Chávez entonces que sea un comunista nato, yo no confundo lo rojo con comunismo, eso es una etiqueta que vos pensáis que existe, pero te aseguro que Chávez y castro están haciendo algo en contra del capitalismo, aunque no sea a través del comunismo”.
Esta contribución ha sido respondida por los compañeros Elcura666 (que citaremos posteriormente) y por Kharma81 que escribe: « (ni) Castro ni Chaves (son) comunistas, son capitalistas disfrazados de comunistas para confundir a la gente y así tener en el futuro un concepto de Leviathan comunista, Y (que) LA GENTE LLEGUE A ABORRECER».
Elcura666, responde a Z.Zicarelli sobre que mantener una coherencia y un rigor en la lucha por el comunismo sería una “utopía”, e igualmente rebate el comentario de que “el 90% de la gente apoyaría el capitalismo”, dando elementos sobre la degradación de las condiciones de vida en todo el mundo para mostrar lo que ofrece realmente al capitalismo a la humanidad. No podemos por menos que apoyar esa respuesta, aunque sólo reproducimos aquí la primera parte: «La teoría proletaria no es, como se ha acusado desde el siglo XIX, invención de unos cuantos ideólogos pequeñoburgueses, paranoicos adictos a las conspiraciones, sino el producto de la experiencia de generaciones de obreros que se han dado a la tarea de enfrentar al enemigo de clase, dejándonos a las generaciones actuales y a las sucesivas sus enseñanzas y avances».
Z. Zicarelli dice que no es comunista ni marxista, sino que habla por “sentido común”. La compañera lucha sinceramente por la mejora de las condiciones de vida de la población mundial pero el “sentido común” no puede ser tomado como una guía de análisis de la realidad social. En realidad, el llamado “sentido común” suele ser la reproducción de la ideología burguesa que, como dijeron Marx y Engels, es la ideología dominante en la mayoría de la sociedad. ¿Y qué dice la ideología burguesa sobre le comunismo?: que el comunismo (“puro”) es una utopía; aunque es posible un “anticapitalismo”. ¿No es esta la premisa básica de todos los movimientos antiglobalizadores y “antisistema” actuales, que son interclasistas, y que más que constituir una amenaza a la burguesía son una trampa para desviar y desgastar a los jóvenes que se plantean cuestiones sobre la perspectiva que ofrece el capitalismo?
La compañera dice que Castro y Chavez, «...están haciendo algo en contra del capitalismo, aunque no sea a través del comunismo (lo que muestra que ella misma tiene dudas sobre esto)». No vamos a entrar en la denuncia de lo que Castro y Chavez están haciendo realmente, no contra el capitalismo, sino contra los obreros y la población no explotadora en general de Cuba y Venezuela. El cura666 ya da ejemplos de cómo se despide en Cuba, y de la actitud de Chávez en contra de los obreros.
Pero de manera más general, lo que dice la compañera plantea la cuestión, que ya hemos abordado parcialmente antes, de si se puede avanzar hacia el comunismo desde el Estado, a través de reformas y de una “ampliación del control social”.
Ya hemos citado anteriormente las críticas muy severas que hicieron tanto Marx como Rosa Luxemburgo a los sectores de la socialdemocracia que propugnaban una vía estatal al socialismo y, más concretamente, una “vía gubernamental y parlamentaria al socialismo”.
Tengamos en cuenta que, tanto la crítica de Marx al socialismo de Estado, como la de Rosa al reformismo, se hacen en el periodo ascendente del capitalismo, cuando existe una posibilidad real de luchar por mejoras y reformas duraderas, a diferencia del periodo actual, donde las mínimas mejoras aparentes de las condiciones de vida obreras, son barridas inmediatamente por el desarrollo de la inflación o la agravación de la explotación, etc. También hay que considerar que se trata de un combate contra los Lasallianos y berstenianos, que eran corrientes oportunistas (por muy deformada que estuviera su visión revolucionaria) en el seno del movimiento obrero. Tanto menos podemos esperar de los Sres. Castro y Chávez, auténticos gánsteres a la cabeza del Estado burgués.
Pero hay una cuestión más importante aún. En los primeros pasos del movimiento obrero, cuando la clase proletaria apenas existía y no había desarrollado una mínima experiencia de lucha, surgieron posiciones que defendían que el comunismo se debería implantar a través de una minoría de iluminados, bien fueran toda una serie de personas bienintencionadas (la posición de Saint Simon o de Owen), bien fuera a través de una minoría que da un golpe de Estado, se hace con el poder de la sociedad y lleva a los obreros a la tierra prometida del socialismo mediante una dictadura sobre el proletariado (la posición de Blanqui).
Marx y Engels combatieron severamente esas tesis. Bástenos recordar este pasaje del Manifiesto Comunista: “Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría” (subrayado nuestro).
El primer artículo de los Estatutos de la AIT (1864) decía que «La emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de ellos mismos». La Revolución rusa concretó prácticamente esta consigna: fue la obra de grandes masas obreras que se dieron una forma directa, flexible, autocontrolada, de organización: los Consejos Obreros. Para Lenin, los consejos obreros eran “la forma al fin encontrada de la dictadura del proletariado”. Los Consejos Obreros (o Soviets) no fueron un fenómeno ruso, se extendieron por todos los continentes durante la oleada revolucionaria mundial de 1917-23[6].
“Ni en dioses, reyes, ni tribunos, está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor”. Así reza una estrofa del himno de la AIT. El comunismo jamás será la obra de gobernantes bienintencionados que hacen “lo que pueden” frente a un pueblo “hostil al comunismo”. Es el “pueblo” trabajador quien liberándose mediante la lucha y la toma de conciencia se lanza a la batalla por la destrucción del capitalismo y el desarrollo del comunismo. El comunismo solo puede implantarse por la lucha del proletariado, por la insurrección para derrocar el Estado burgués y por la toma del poder político por aquel mediante la dictadura mundial de los Consejos Obreros. No sólo porque la burguesía se resistirá hasta la última gota de sangre a abandonar el poder, sino porque, para que sea posible el comunismo no sólo es necesario destruir las relaciones sociales capitalistas que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas sino que, simultáneamente, los obreros se deben cambiar a sí mismos en una gigantesca transformación moral, ideológica, social: “La revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en el que está hundida y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases” (La Ideología Alemana, Marx y Engels, página 82 edición española, Grijalbo).
Supongamos por un momento que los señores Castro y Chavez fueran unos “comunistas sinceros” y no lo que son en realidad: unos tiranos de la misma calaña que su rival Bush o sus “amigos” Zapatero o Chirac. En ese utópico caso sus “buenas intenciones” serían tragadas por el Estado nacional. No se puede construir el socialismo en un solo país. La peor traición a la causa del comunismo fue perpetrada por Stalin que proclamó la “doctrina” del “socialismo en un solo país”[7]. Esta “doctrina” es radicalmente ajena al movimiento obrero como puede comprobarse recordando este pasaje de Los Principios del Comunismo, escritos por Engels en 1847: « ¿Podrá producirse esta revolución en un solo país? No. Ya por el mero hecho de haber creado el mercado mundial, la gran industria ha establecido una vinculación mutua tal entre todos los pueblos de la tierra, y en especial entre los civilizados, que cada pueblo individual depende de cuanto curra en el otro. Además, ha equiparado a tal punto el desarrollo social en todos los países civilizados, que en todos eso a países la burguesía y el proletariado se han convertido en las dos clases decisivas de la sociedad, que la lucha entre ambas se ha convertido en la lucha principal del momento. Por ello la revolución comunista no será una revolución meramente nacional, sino una revolución que transcurrirá en todos los países civilizados en forma simultánea, es decir, cuando menos, en Inglaterra, Norteamérica, Francia y Alemania... Es una revolución Universal y por ello se desarrollará también en un terreno universal»
Para el movimiento obrero siempre ha estado claro que el comunismo sólo podía implantarse a escala mundial, como lo prueba esta cita de Engels para un borrador del Manifiesto Comunista. Desde entonces, los elementos que señala Engels para plantear la necesidad de una revolución mundial, no han hecho más que extremarse (interrelación de los diferentes países, consolidación del mercado mundial, etc.).
De hecho, la primera revolución victoriosa del proletariado, la revolución rusa de 1917, no se concibió nunca como una revolución “nacional”. Los bolcheviques plantearon la revolución en Rusia como el primer asalto de la revolución mundial, y desde el principio estuvieron a la vanguardia de Zimmerwald por la formación de la Internacional Comunista. Lenin impulsó con todas sus fuerzas el apoyo a la revolución en Alemania, Hungría, Austria etc.
En realidad, la teoría “el socialismo en un solo país”, a pesar de que fue presentada por Stalin como la continuación y el desarrollo de la teoría del derecho a la autodeterminación de Lenin (que efectivamente contenía serios errores), no tiene nada que ver con la actitud que éste siempre tomó de poner la revolución en Rusia al servicio de la revolución mundial; al contrario, la teoría de Stalin significaba de hecho la muerte de la Internacional comunista, que se ponía, al contrario, al servicio de los intereses del Estado ruso. En ese sentido es una expresión del curso contrarrevolucionario mundial. En el plano interno, “la construcción del socialismo en Rusia” justificó un desarrollo de la acumulación de capital basado en la explotación brutal de la clase obrera y en el militarismo, que a término condujeron a la 2ª guerra mundial.
No, el comunismo no puede construirse en un solo país; significa la destrucción del marco nacional; será internacional o no será.
CCI 20.10.2005
[1] Este término se emplea en el texto de forma genérica; no se refiere exclusivamente a la propiedad de un particular, sino a la relación entre el capital y el trabajo; puede incluir pues, la apropiación privada realizada por una suma de particulares (los accionistas de una empresa), o la ejercida por una empresa estatal... Marx y Engels oponen a la apropiación privada capitalista, la apropiación social colectiva en el comunismo que no es ejercida por el estado sino por la comunidad humana mundial unificada.
[2] Engels se refiere probablemente a las dos críticas más importantes que hizo Marx en la «guerra civil en Francia» a La Comuna: de una parte, el haberse detenido a las puertas del Banco de Francia, no atreviéndose a tomar posesión de sus pertenencias, y no haber lanzado una ofensiva contra Versalles, cuando allí no se tenían los medios para reprimir la revolución
[3] Para una ampliación de estas lecciones al balance de la revolución rusa, ver una recopilación de artículos en español en El Estado en el periodo de transición del capitalismo al comunismo https://es.internationalism.org/series/488 [46]
[4] Ver en la Revista internacional nº 3, La degeneración de la revolución rusa (https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/998/la-degeneracion-de-la-revolucion-rusa [47] ); Las enseñanzas de Krondstadt (https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/940/las-ensenanzas-de-kronstadt [48] ), en la nº 8: La izquierda comunista en Rusia (https://es.internationalism.org/revista-internacional/197701/1996/la-izquierda-comunista-en-rusia-i [49] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/197705/1880/la-izquierda-comunista-en-rusia-ii-la-izquierda-comunista-y-la-con [50] ), en la nº 99,100 y 101, serie sobre “La comprensión de la derrota de la revolución rusa” (https://es.internationalism.org/revista-internacional/199912/1153/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1-1918-la- [51] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200007/3479/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-2-1921-el- [52] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200010/985/viii-la-comprension-de-la-derrota-de-la-revolucion-rusa-1922-23-las [53] ).
[5] Ver la Serie Balance de 70 años de liberación nacional https://es.internationalism.org/revista-internacional/201707/4221/balance-de-70-anos-de-luchas-de-liberacion-nacional-primera-parte [54] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201110/3231/balance-de-70-anos-de-luchas-de-liberacion-nacional-ii-en-el-siglo [55] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/201202/3316/balance-de-70-anos-de-luchas-de-liberacion-nacional-iii-las-nuevas [56]
[6] Ver la Serie ¿Qué son los Consejos Obreros? https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [57] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re [58] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a- [59] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer [60] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es [61]
[7] Ver Debate sobre 1917: La Revolución proletaria será mundial o no será /content/2161/debate-sobre-1917-la-revolucion-proletaria-sera-mundial-o-no-sera [62]
En las últimas dos semanas hemos asistido a una sucesión de escenas sobrecogedoras en la frontera Sur de la Unión Europea. Primero fueron los asaltos masivos a las alambradas puestas por el gobierno español en las que miles de emigrantes lograron cruzar no sin dejarse en el camino jirones de ropa y sangre. Después vinieron las ráfagas de balas que segaron la vida de 5 emigrantes disparadas con toda la probabilidad, pese a las maniobras de tergiversación informativa, por las fuerzas del “muy democrático” y “muy pacifista” gobierno del Señor Zapatero que gusta presentarse con la imagen de un Bambi, un inofensivo cervatillo. A continuación llegó el despliegue masivo de tropas de la Legión y la Guardia Civil con la consigna de repeler “de forma humana” (sic) a los emigrantes. El 6 de octubre, tras oscuras negociaciones entre los gobiernos español y marroquí, los acontecimientos dan un giro: 6 emigrantes mueren ametrallados en territorio marroquí. Estas muertes constituyen el desencadenante de una serie de actos a cual más brutal: emigrantes abandonados en el desierto al Sur de Uxda el 7 de octubre, redadas masivas en las ciudades marroquíes donde se concentran los emigrantes; vuelos de repatriación hacia Mali y Senegal con los hombres y mujeres amontonados y esposados y la noticia de un nuevo abandono masivo de emigrantes, en autobuses de la muerte, en el desierto del Sahara.
A partir del 6 de octubre, el gobierno Zapatero recupera el papel de “campeón del talante”. “Protesta” ruidosamente ante Marruecos por el trato “inhumano” que dispensa a los emigrantes y presenta con gran despliegue mediático su proyecto de una alambrada “ultra-moderna” (en realidad 3 alambradas superpuestas) que impediría toda penetración “sin causar el más mínimo rasguño” a los emigrantes. Sus colegas de la Unión Europea se unen presurosos al coro de la “protesta democrática” frente a los desmanes marroquíes, “exigen” un “trato respetuoso a los emigrantes” y lanzan sus habituales chácharas sobre la Unión Europea “tierra de acogida” y sobre la necesidad del “desarrollo” de los países africanos. El ministro español de Exteriores, un experto en sonrisas beatíficas, saca los colmillos y anuncia muy serio que “España no va tolerar ninguna emigración ilegal aunque eso es compatible con el respeto a los emigrantes” (sic).
En esta crisis estamos viendo las dos caras con las que se nos presentan los Estados democráticos. Desde el 6 de octubre, el Gobierno Zapatero, con la guerra sucia contra los emigrantes, hábilmente subcontratada a Marruecos, exhibe su máscara habitual de angelical promotor de la “paz”, los “derechos humanos” y el “respeto a las personas”. Es la cara del cinismo, la mentira y la maniobra, el manto habitual con el que se rodean las “grandes democracias”, el de la hipocresía más repugnante.
Porque en los días anteriores, el Gobierno Zapatero, apareció con la otra cara: la del ametrallamiento masivo, la del guardia civil ensañándose con un emigrante, la de las alambradas y los helicópteros sobrevolando, la de las deportaciones a los países africanos… Una cara que rasga el velo hipócrita de los discursos sobre los “derechos” y las “libertades” y deja entrever la realidad pura y dura: el “socialista” Zapatero hace, frente a los emigrantes, exactamente lo mismo que el tan denostado Sharon con su muro en Cisjordania y Gaza o que los estalinistas este alemanes Ulbrich y Honnecker que levantaron el muro de Berlín.
Las dos caras, la de la hipocresía democrática y la del perro sangriento, no son en realidad opuestas sino complementarias. Forman una unidad imprescindible en el método de dominación del capitalismo, un sistema social que sustenta una clase minoritaria y explotadora, la burguesía, cuya supervivencia choca cada vez más frontalmente con los intereses y las necesidades del proletariado y de la gran mayoría de la población.
En el problema trágico de la emigración vemos cómo el capitalismo, abocado a una crisis cada vez más aguda –y que toma la forma más extrema en continentes como África- ya no es capaz de asegurar un mínimo de supervivencia a masas cada vez más ingentes de seres humanos que huyen del infierno del hambre, las guerras, las epidemias más mortíferas.
En su huida, son apaleados y robados por las policías y las mafias de los países que atraviesan, que cuentan siempre con el beneplácito interesado de sus Estados respectivos, y cuando llegan a la ansiada meta se topan con un nuevo muro de la vergüenza, con las alambradas, las balas, las deportaciones… Sometidos a una crisis cada vez más severa, los países de la Unión Europea son cada vez menos ese “refugio de paz y prosperidad” con el que pretenden deslumbrarnos. Sus economías solo pueden absorber pequeñas gotas de esa inmensa marea humana y en unas condiciones de explotación cada vez más infamantes que progresivamente se van asemejando a las de los países de los que huyen.
Esa situación se acompaña de un contexto creciente de tensiones imperialistas entre los diferentes Estados cada cual tratando de buscar cómo golpear al rival o tener armas para chantajearlo. Eso hace de los emigrantes una apetitosa masa de maniobra utilizada por los diferentes gobiernos. Marruecos trata de chantajear a España dando toda clase de facilidades a las mafias especializadas en la trata de emigrantes para realizar sus “saltos” al otro lado. Pero a su vez, España, por su condición de puerta de entrada desde el Sur en la Unión Europea trata de cobrar al más alto precio sus servicios de cancerbero sangriento.
Este juego sangriento de farsantes y timadores se hace a costa de las vidas de cientos de miles de seres humanos condenados a una trágica odisea. Los Estados más fuertes se presentan ante el mundo como “los más humanos y solidarios” sencillamente porque en la trastienda han logrado que sus colegas más débiles se encarguen de las tareas sucias. Marruecos aparece como el malo de la película (la tradición de brutalidad más salvaje de sus fuerzas policiales y militares le permiten interpretar a la perfección ese papel) mientras que España y los “socios” de la UE, sus descarados arrendadores[1], tienen la desfachatez de darle lecciones de “democracia” y “derechos humanos”.
Sin embargo, las crecientes contradicciones del capitalismo, la profundización de su crisis histórica, el proceso de descomposición que paulatinamente lo corroe, la agudización progresiva de la lucha de clases, hacen que esos grandes Estados, virtuosos consumados del concierto democrático, aparezcan cada vez más directamente bajo el rostro de perros sangrientos. Hace 3 meses vimos como la policía británica, la “más democrática del mundo”, asesinaba a sangre fría a un joven brasileño[2], hace menos de un mes vimos como el ejército y la policía norteamericanos repartía palos en lugar de alimentos y auxilios a las víctimas del huracán Katrina, hoy vemos al Gobierno Zapatero asesinar emigrantes, desplegar tropas y levantar un muro de la vergüenza.
No es posible un capitalismo de rostro humano. Los intereses de la humanidad son incompatibles con las necesidades de este sistema. Para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir. Destruir el Estado capitalista en todos los países, abolir las fronteras y la explotación del hombre por el hombre, tal es la orientación que el proletariado debe dar a su lucha para que la humanidad pueda, sencillamente, empezar a vivir.
Corriente Comunista Internacional 11-10-05
[1] En los últimos días, las autoridades de la Unión Europea han recordado abiertamente a sus cofrades marroquíes los cuantiosos créditos que se les había concedido para que hicieran su papel de gendarmes, cosa que habían eludido hasta la fecha.
[2] Ver artículo en nuestra Web: “Asesinato a sangre fría del joven brasileño: la burguesía democrática prepara sus escuadrones de la muerte”.
En la primera parte de este artículo, aparecido en el número precedente de Acción Proletaria, hemos mostrado la evolución de la crisis económica del capitalismo desde el fin de los años 1960. En esta segunda parte, vamos a tratar de demostrar que el mundo capitalista se hunde desde ahora en una nueva recesión mundial, que la burguesía se verá obligada a hacer pagar siempre con más fuerza a la clase obrera.
El capitalismo mundial se enfrenta a una nueva aceleración de la crisis
Frente
a esta degradación de la economía capitalista, la
burguesía, a comienzos de los años 2000, ha querido de
nuevo hacernos creer en una nueva fase de expansión económica,
sobre todo en Estados Unidos pero igualmente en China e India (ver en
nuestra página web, internationalism.org, artículos en
francés e inglés que tratan sobre la situación
económica de estos
dos últimos).
Por lo que concierne a Estados Unidos, primera potencia económica del mundo, no es difícil mostrar la vacuidad de las mentiras burguesas en la materia. Sin un déficit público cuya amplitud y rapidez de aumento da miedo a la misma burguesía, la economía americana conocería sin ninguna duda la recesión. ¿Pero cuáles son los otros factores que presiden esta “famosa recuperación” americana?
La primera razón es el sostén masivo desarrollado por la administración americana al consumo de los hogares. Esta política es debida a una espectacular bajada de impuestos a las clases acomodadas y medias, al precio de una aceleración de la degradación del presupuesto federal.
En segundo lugar, la bajada de los tipos de interés pasando del 6,5% a comienzos de 2001 al 1% a principios de 2004, ha impulsado igualmente un aumento del endeudamiento de los hogares.
Una disminución brutal del ahorro, que se funde como la nieve bajo el sol, pasando de más de un 12% en 1980 a un exíguo 2% a comienzos del 2000.
La bajada espectacular de los tipos de interés y la extraordinaria disminución del ahorro se traducen en una tendencia a la quiebra generalizada en los hogares de Estados Unidos.
El estado americano ha sostenido artificialmente, sobre todo, el mercado inmobiliario y el del automóvil. La burguesía americana ha empujado a las familias, algunas veces incluso con préstamos a tipos de interés cero, a comprar casas, lo que está en la base de esos niveles de endeudamientos descomunales. Desde 1.977 el endeudamiento hipotecario americano ha aumentado el 94% para alcanzar 7,4 billones de dólares. Desde el mismo período, los créditos bancarios destinados a la adquisición de inmuebles se han incrementado un 200%. Desde 1988 los precios de los inmuebles han aumentado más del doble. En Estados Unidos la media de la deuda hipotecaria que corresponde a una familia de 4 personas asciende a unos 120.000 dólares. El aumento acelerado del precio de los inmuebles se traduce igualmente por una especulación desenfrenada en este sector. En tanto que los tipos de interés han tendido a la baja, próximos a cero, el endeudamiento de los hogares podía ser soportable. Pero con el alza de los tipos de interés que se inicia y la elevación de la deuda que ocasionará, supondrá la ruina pura y simple de una gran cantidad de hogares americanos.
Para finalizar, los Estados Unidos, gracias a esta política de tasas de interés extremadamente bajas, desarrollan sin vergüenza de ningún tipo una política de devaluación competitiva del dólar que les permite traspasar al resto del mundo los peores efectos de la agravación de la crisis económica. Ante la gravedad actual de la misma, cada burguesía se ve obligada a lanzarse a una guerra comercial sin piedad y sin cuartel.
El proletariado europeo tambien sufre en sus propias carnes las consecuencias de esta situación. El desarrollo de los planes de despidos masivos y el desmantelamiento del “Estado del bienestar” (medicamentazos, endurecimiento de las jubilaciones...), son la punta del iceberg de este profundo deterioro de las condciones de vida de la clase obrera en todo el mundo. Pero lo que es todavía más significativo, es que, a pesar de la amplitud sin precedentes de las medidas adoptadas, esta recuperación económica ha sido extremadamente breve y superficial. Tanto es así que, la nueva recesión abierta y la reaparición de la inflación no deja ni un momento de respiro a la burguesía. Por ejemplo, el Grupo Financiero Banque TD presenta esta realidad con las siguientes palabaras : “El PIB mundial real pasará probablemente del 4,8% en 2004 al 4,2% en 2005 y al 3,9% en 2006...De hecho el crecimiento americano se ralentizará del 4,4% en 2004 al 3,8% en 2005, y al 3,2% en 2006, en tanto que en China se prevé que la tasa de crecimiento oscilará entre el 8% y el 8,5%.... en relación a más del 9% en 2004”. Sin embargo estas previsiones parecen, por parte de expertos de la burguesía, subestimar la realidad, sin que esto impida prever días sombríos para la economía capitalista, contradiciendo así abiertamente las campañas ideológicas de la burguesía.
El último 22 de Febrero, aparecieron nuevas turbulencias sobre los mercados financieros, mostrando, una vez más, las desastrosas condiciones en las que se encuentra el sistema financiero internacional. El 24 de Febrero el editorial del New York Times decía: “El cambio del dólar del martes no ha provocado un hundimiento. Pero sin ninguna duda ha sido un aperitivo (...) El episodio del martes tiene sus orígenes en los desequilibrios estructurales americanos...” . En cuanto al Washington Post, a lo largo del mismo mes, escribe: “El reloj continua avanzando y nos acerca al desastre. Una superestructura financiera arruinada es seguida por una nueva crisis de la energía, la agitación del dólar y de las finanzas americanas fuera de control”. Todavía es poca cosa, el dólar se cambió a 1,32 por 1 euro. Esta perspectiva de bajada del dólar parece imponerse. No obstante, la crisis sacude actualmente el espacio económico europeo rechazando momentáneamente el envite. El 3 de Junio último el euro alcanzó su nivel más bajo después de ocho meses, en relación con una brusca avalancha sobre el dólar.
La burguesía se encuentra confrontada a turbulencias monetarias cada vez más graves, que le impiden toda previsión a medio plazo. A esto hay que añadir, que a lo largo de los últimos años, el dólar ha sido sostenido principalmente por Japón, Arabia Saudí y China. Es sabido que, desde hace dos años, los saudíes transfieren sus inversiones desde Estados Unidos hacia otras regiones del mundo. Actualmente, China muestra que ha llegado igualmente en estos momentos a un punto insoportable para su economía. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores Ain Gang declaró el mes de Abril en Pekín: “Si un país es incapaz de sostener sus déficits con el ahorro interno, no puede pretender depender del ahorro de otro país”. En términos claros, China, no está en condiciones de financiar por más tiempo el enorme déficit americano. Los bancos centrales asiáticos, japoneses y chinos inundados de valores en dólares, con los bancos al borde de la quiebra no pueden absorber más. Los mayores poseedores de deuda del estado americano son los bancos centrales de Asia y de la región del Pacífico. Sólo Japón y China poseen obligaciones del estado americano cifradas en más de 1 billón de dólares. China destina una gran parte de su producción al mercado interior americano. Esta es pagada en dólares, que utilizará en parte para comprar los bonos del tesoro americano, financiando así el déficit colosal de Estados Unidos. Esta política permite a su vez a Pekín abrir cada día nuevas fábricas de bienes exportables con el aval de Estados Unidos, hacia el mercado americano. Sin embargo la economía china es subvencionada por el déficit presupuestario y el déficit del estado. Esto hace que se convierta como Estados Unidos en una zona de alta turbulencia. El déficit pasó de 100 mil millones de yuanes en 1987, y actualmente es de más de 500 mil millones. Déficit que es financiado esencialmente por el sistema bancario chino que se encuentra así ahogado de créditos más que dudosos. La inestabilidad creciente del dólar actualmente hace correr un riesgo mayor al sistema financiero internacional.
Para la mayoría de países, poseedores de dólares, esta situación no tiene otro sentido más que en la medida que se trata de la principal moneda del comercio mundial. Y, es esta función la que es puesta en peligro actualmente. A pesar de la recuperación actual del dólar frente al debilitamiento del euro, el nivel faraónico del endeudamiento de la economía americana no puede más que situarlo, en el próximo período, de nuevo a la baja. Frente a esta realidad, el peligro viene de la necesidad para numerosos países de diversificar sus reservas en divisas fuertes. El aumento actual del de las materias primas, a partir del 8 de Marzo según el índice CRB (Commodity research bureau) que cubre 17 de las más importantes materias primas ha llegado a su más alto nivel en los últimos 24 años. Por ejemplo, el petróleo ha pasado de valer 10 dólares el barril hace 6 años a los 55 actuales.
Para completar este terrible panorama hay que tomar tambien en consideración que, la especulación ha desarrollado una burbuja inmobiliaria que puede reventar en cualquier momento y que, el estado catastrófico del sistema monetario internacional han llevado al oro a un nivel histórico de 440 dólares la onza. Dos días más tarde el antiguo primer ministro australiano, Paul Keating, declaró: “Se está preparando un hundimiento catastrófico del dólar y una explosión de pánico”.
A pesar de la presión a la baja sobre los precios basada en una política de regresión salarial, todo este endeudamiento generalizado hace resurgir conjuntamente con la recesión, el espectro de la inflación. La presión excesivamente fuerte a la baja sobre la masa salarial, induce una tendencia a la baja de los precios, pero no es más que una medida de frenar de forma duradera y segura las tendencias inflacionistas. Todos los países industrializados de Europa, de Asia y de América conocen nuevas tensiones inflacionistas. La reducción de la masa monetaria que se desarrolla ineluctablemente será un factor activo suplementario en la recesión que se perfila en el horizonte. La burguesía se ve obligada a tomar medidas que ralentizarán la economía, por lo el espectro de la recesión es muy real y presente. Con una deuda equivalente al 58% del PIB y una tasa de 60% de crecimiento atribuible a los gastos militares en 2.003, la recesión americana que se aproxima marcará las tendencias para el conjunto de la economía mundial. El debilitamiento de la cohesión económica que se desarrolla en la Unión Europea, sobre todo en materia monetaria, se traducirá en este contexto internacional por una desarrollo todavía más fuerte en la recesión. Las turbulencias que va a conocer el sistema financiero internacional no tendrá consecuencias todavía difícilmente mensurables sobre la degradación de la economía capitalista.
Una recesión más profunda que las precedentes
Mientras que la muy corta recuperación económica de comienzos de los años 2.000 se tradujo por una aceleración masiva del paro y de la pauperización de la clase obrera, nos podemos imaginar la amplitud del ataque que el capitalismo tratará de infligir al proletariado. Uno de los símbolos de esta famosa recuperación se acaba de terminar y puede ser la quiebra virtual de los dos mayores fabricantes mundiales de automóviles: General Motors y Ford. Ante tal deterioro de la economía capitalista, tal desarrollo de la explotación obrera, más que nunca el proletariado no se debe dejar engañar por el enemigo. La causa de la crisis no es el liberalismo o la libre competencia, o la patronal, o lo que llaman mundialización. Es el capitalismo actualmente en quiebra, la clase burguesa y su estado los que son los verdaderos enemigos de la clase obrera y de la humanidad entera. Actualmente podemos afirmar que la nueva recesión será mucho más profunda que todas las que han existido desde el fin del período de reconstrucción. Pero el proletariado no debe desmoralizarse ante esta perspectiva. Si la crisis económica se acelera y con ella los ataques contra la clase obrera, esto ocurre en el momento en el que el proletariado a través de la recuperación de la confianza en sí mismo, reencuentra el camino de las luchas y del desarrollo de su solidaridad y de su conciencia de clase. Esta situación es rica y plena de potencialidades para la lucha de clases.
Traducción de Révolution Internationale nº 360, publicación de la CCI en Francia.
Una violencia desesperada
Lo más chocante de esta situación, más allá de la amplitud de los destrozos y de la brutal violencia, es su total sin sentido. Se puede comprender sin dificultad alguna que los jóvenes inmigrantes de los barrios más pobres tengan muchas ganas de enfrentarse a la policía. De manera cotidiana son sometidos, sin ningún tipo de miramiento y con brutal grosería, a controles de identidad y cacheos indiscriminados y, en ese sentido, es totalmente lógico que sientan a la policía como sus perseguidores sistemáticos. Pero la realidad es que, las principales víctimas de esta violencia son las propias familias o los allegados de los jóvenes que la protagonizan: los hermanos o hermanas que no podrán ir a sus escuelas habituales, parientes que han perdido sus vehículos que en caso de ser pagados por los seguros, lo serán a precios de saldo ó, la obligación imperiosa de realizar sus compras lejos de sus domicilios ya que las tiendas han sido arrasadas por las llamas. Los barrios de los explotadores siguen estando en perfecto estado mientras que los barrios miserables, de ahora en adelante, serán más lúgubres y miserables como consecuencia de la violencia desencadenada por los jóvenes inmersos en esta espiral de violencia sin sentido. En el mismo sentido, la violencia desplegada contra los bomberos (trabajo que tiene por función esencial ayudar a las personas en peligro) es en cualquier caso reprobable. Igualmente lo son las heridas producidas a los viajeros de los autobuses, o la muerte de un hombre de sesenta años a golpes de jóvenes a los que aparentemente intentaba convencer de que no tenía sentido cometer actos violentos.
Por ello, los actos de violencia y las pérdidas ocasionadas noche tras noche en los barrios pobres no tienen absolutamente nada que ver, ni de cerca ni de lejos, con las luchas de la clase obrera. Esta, en su lucha contra el capitalismo se ve obligada a utilizar la violencia. El derrocamiento del capitalismo será, necesariamente, un acto violento ya que la clase dominante, utilizando todos los medios de represión a su alcance, defenderá con dientes y uñas su poder y sus privilegios. La historia nos ha enseñado, especialmente desde la Comuna de París de 1.871 entre otros muchos ejemplos, hasta que punto la burguesía es capaz de olvidar de un plumazo sus grandes “principios” de “democracia” y de “libertad-igualdad-fraternidad” cuando se siente amenazada: en una semana (la famosa “semana sangrienta”) 30.000 obreros parisinos fueron masacrados por haber tenido la osadía de querer tomar el poder en sus manos. También cuando los trabajadores lucha por la defensa de sus intereses inmediatos, en luchas que en modo alguno de manera inmediata amenazan el poder de la burguesía, se ven a menudo confrontados a la represión del Estado burgués o a la de las milicias patronales, represión a la que deben oponer su propia violencia de clase.
Sin lugar a dudas, lo que sucede actualmente en Francia, nada tiene que ver con la violencia proletaria contra la clase explotadora: las principales víctimas de la violencia ciega están siendo los obreros. Más allá de aquellos que sufren de manera inmediata las consecuencias de los desastres provocados, es el conjunto de la clase obrera del país la que se ve directa y brutalmente afectada: el ruido mediático que provocan los acontecimientos actuales oculta todos los ataques que la burguesía lanza en estos momentos contra todos los proletarios, del mismo modo que silencia las luchas que se están desarrollando actualmente para hacerles frente.
La respuesta de la burguesía
Todos los capitalistas y los dirigentes del Estado, tranquilamente instalados en sus barrios perfectamente protegidos, aprovechan la violencia actual para justificar un nuevo reforzamiento de los medios de represión. Tanto es así que la principal medida que ha tomado el Gobierno francés, para hacer frente a la situación, ha sido la de decretar, el 8 de Noviembre, el estado de emergencia nacional, una medida que fue aplicada por última vez hace 43 años y que se apoya en una ley adoptada hace más de cincuenta años durante la guerra de Argelia. Como elemento central de esta ley se encuentra, el toque de queda, es decir, la prohibición de circular por las calles a partir de una cierta hora, como ocurría en los tiempos de la ocupación alemana de Francia entre 1.940 y 1.944 o como en el momento del estado de guerra en Polonia en 1.981. Pero este decreto también permite otras opciones a la “democracia” clásica (registros domiciliarios diurnos y nocturnos, control de las publicaciones de todo tipo y el recurso a los tribunales militares). Los políticos que han decidido la aplicación de esta medida y todos los que la apoyan (como por ejemplo el partido socialista), “aseguran” que no se cometerán abusos al aplicar estas medidas de excepción, pero en realidad lo que esta ocurriendo se convierte en un precedente que han hecho aceptar a la población, en particular a los obreros, y que a buen seguro, en el futuro ante las luchas obreras que van a desencadenar los ataques capitalistas esta medida será aplicada dentro del arsenal de represión que hoy pone a punto la burguesía.
Ni los jóvenes que queman vehículos, ni los obreros pueden sacar nada de positivo en la situación actual. Sólo la burguesía, puede, de cierto modo sacar una cierta ventaja de cara al futuro.
Esto no significa, en modo alguno, que haya sido la burguesía la que ha provocado deliberadamente estos violentos estallidos.
Cierto es que ciertos sectores políticos, como la extrema derecha del “Frente Nacional”, podrá sacar ciertos réditos electorales. También es cierto que personajes como Sarkozy, que sueña con recoger todos los votos de la extrema derecha de cara a las próximas elecciones presidenciales, ha lanzado gasolina al fuego diciendo que en pocas semanas “limpiaría con una máquina de agua a presión” los barrios sensibles y tiraría a la basura a la “escoria” que ha promovido la violencia y a todos los jóvenes que han participado. Pero más allá de estos aspectos, lo bien cierto es que los principales sectores de la clase dominante, comenzando por el Gobierno, e incluso todos los partidos de izquierda que, en general están al frente de estas comunidades, se sienten francamente incómodos ante esta situación. Tanto es así que el presidente de la patronal francesa, Laurence Parisot, ha declarado a la emisora de radio Europe 1, el 7 de Noviembre, que “…la situación es grave, incluso diría que muy grave…” y que “…las consecuencias son y serán muy serias para la economía…”.
Pero sobre todo es en el plano político en el que la burguesía se siente más incomoda e inquieta: la dificultad que esta encontrando para “restablecer el orden” supone un golpe a la credibilidad de las instituciones con las que gobierna. Incluso ahora que la clase obrera no pueda sacar ningún provecho de la situación actual, su enemigo de clase, la burguesía, da muestras de una dificultad creciente para poder mantener “el orden republicano” que necesita imperiosamente mantener para justificar su posición al frente de la sociedad.
Esta inquietud no afecta solo a la burguesía francesa. En otros países, en Europa pero también al otro lado del mundo, como en China, la situación en Francia ocupa la primera plana de todos los periódicos. Incluso en los Estados Unidos, un país que en general hace caso omiso de todo lo que sucede en Francia, se repiten sin cesar las imágenes de televisión que relatan las escenas de coches y edificios en llamas.
Para la burguesía americana, la puesta en evidencia de la crisis que golpea actualmente a los barrios pobres de las ciudades francesas, es una ocasión de oro para ajustar cuentas con sus “aliados” franceses: los medios de comunicación y los políticos franceses organizaron un gran escándalo cuando llego el huracán Katrina: hoy día, se pueden encontrar expresiones de jubilo en la prensa y en ciertos sectores de la burguesía norteamericana ya que esta situación les permite burlarse sin tapujos de la “arrogancia habitual de Francia” ante algunas situaciones. Este intercambio de “piropos” es expresión de la guerra que se libra entre estos dos países de forma permanente en el terreno diplomático, en particular a propósito de la situación en Iraq. Dicho esto, la tonalidad de la prensa europea, que en ocasiones expresa una cierta ironía contra el “modelo social francés” que vende sin cesar Chirac oponiéndolo al “modelo liberal anglosajón”, expresa una real y profunda inquietud. Así, el 5 de Noviembre, se pudo leer en el periódico español La Vanguardia “…que nadie se frote las manos, las borrascas del otoño francés, pueden ser el preludio de un crudo invierno europeo…”. Lo mismo viene a decirse por parte de los dirigentes políticos: “…Las imágenes que vienen de París son una seria advertencia para todas las democracias para que consideren que todos los esfuerzos de integración social no pueden darse nunca por acabados, siempre ha de habar una perspectiva de mejora (…). La situación no es comparable, pero lo que si que esta claro es que una de las tareas esenciales del futuro Gobierno será el de acelerar la integración…” (Thomas Steg, uno de los portavoces del Gobierno alemán. Lunes 7 de Noviembre).
“….Sería un grave error pensar que somos diferentes a París, es solamente una cuestión de tiempo…” (Romano Prodi, líder del centro-izquierda en Italia, y antiguo presidente de la Comisión Europea).
“….Todo el mundo esta inquieto con lo que está pasando…” (Tony Blair, Primer Ministro de Gran Bretaña).
Esta inquietud revela que la clase dominante tiene una cierta conciencia de su propia quiebra. Incluso en los países dotados de “políticas sociales” para hacer frente a todos los problemas ligados a la inmigración, la burguesía se encuentra ante problemas y dificultades que no puede resolver ya que son, en última instancia, consecuencia de la crisis económica mundial sin salida a la que se enfrenta desde hace más de treinta años.
Hoy día, las “almas caritativas” de la burguesía, e incluso el Gobierno que ha utilizado hasta ahora sobre todo el bastón y nunca la zanahoria ante los problemas en los barrios pobres, se plantean la necesidad de “hacer alguna cosa” para salvar a las comunidades más desprotegidas. Anuncian una “renovación” de las lúgubres barriadas en las que viven los jóvenes que se han revelado. Preconizan la necesidad de más trabajadores sociales, más centros culturales, de deportes o de ocio donde los jóvenes puedan encontrar mejor ocupación que quemar vehículos. Todos los políticos están de acuerdo en reconocer que una de las causas centrales del malestar actual de la juventud proviene del desempleo (más del 50% en algunos barrios). Los partidos de derecha reivindican la necesidad de dar facilidades a las empresas para instalarse en estos sectores de la sociedad (sobre todo promoviendo una reducción en los impuestos). Los de izquierda reclaman más profesores y educadores, mejores escuelas y servicios. Pero ni lo uno, ni lo otro, podrán resolver los problemas que tiene planteados la sociedad.
Las causas profundas de la revuelta
El desempleo no va a descender al colocar una serie de fábrica aquí o allá. Las necesidades en materia de educadores y otro tipo de trabajadores sociales que deberían hacerse cargo de los cientos de miles de jóvenes desesperados son tales que el Estado no puede hacer frente a ellas, con presupuestos que año tras año están siendo recortados en prestaciones “sociales” (sanidad, educación, pensiones, etc.…) para permitir a las empresas nacionales ganar en competitividad en un mercado mundial cada vez más saturado. Incluso si pudieran dotarse de más “trabajadores sociales”esta en medida, en modo alguno, podría resolver las contradicciones fundamentales que corroen los cimientos de la sociedad capitalista en su conjunto y, que están en el origen del malestar creciente que sufre la juventud.
Los jóvenes de los barrios de la periferia se revelan con medios totalmente absurdos porque están sumidos en una desesperación muy profunda. En Abril de 1.981, los jóvenes de Brixton, barrio desheredado de Londres con una enorme comunidad de inmigrantes, se revelaron de forma muy similar a la actual en Francia. Sobre los muros escribieron repetidamente el lema de: “No futuro”. Este “no futuro” o el “ningún futuro” es el que sienten centenas de miles de jóvenes en Francia actualmente, tanto como en otros muchos países. En sus carnes y día tras día, como consecuencia de desempleo, por el hecho de la terrible y brutal discriminación, los jóvenes “gamberros” de los barrios populares sientes esta total ausencia de perspectiva. Pero están lejos de ser los únicos en tener tal sentimiento. En muchas partes del mundo la situación es aún peor y la actitud de los jóvenes toma formas aún más absurdas y brutales: en los territorios de Palestina el “sueño” de muchos niños es el de convertirse en “kamikazes” y, uno de los juegos favoritos de los niños de 10 años es el de rodear su cuerpo con una supuesta carga de explosivos.
Sin embargo, estos ejemplos extremos no son en realidad más que la parte visible del iceberg. No son sólo los jóvenes más pobres y desfavorecidos, los que están embargados por la desesperación. Su desesperación y sus absurdos actos son una expresión, ciertamente reveladora, de una ausencia total de perspectiva, no únicamente para ellos, sino para toda la sociedad, a nivel mundial. Una sociedad que, de forma creciente, se hunde progresivamente en una crisis económica insuperable provocada por las contradicciones insolubles del sistema de producción capitalista. Una sociedad que sufre, cada día más y más, los destrozos de las guerras, la plaga del hambre, un deterioro creciente del entorno, catástrofes naturales que se convierten en inmensos dramas humanos, como el maremoto del invierno pasado o las inundaciones en Nueva-Orleáns a finales del verano.
En los años 1.930, el capitalismo mundial sufrió una crisis similar a la que vive hoy día. La única respuesta, la única “solución” que fue capaz de aportar fue la de la guerra mundial. Fue una respuesta brutal pero permitió a la burguesía movilizar a toda la sociedad y a todo el estado de ánimo de esa época en esa dirección.
Actualmente la única respuesta que puede dar la clase dominante al impasse de su economía sigue siendo la guerra; por eso los conflictos guerreros no tienen fin e implican de forma creciente a los países más desarrollados y a todos aquellos que no se habían visto implicados desde hacia mucho tiempo en ellos (tales como Estados Unidos o algunos países de Europa en la guerra en la ex Yugoslavia a lo largo de los años 90). Sin embargo la burguesía no puede ir hasta el final en el camino hacia la guerra mundial. En primer lugar, porque cuando los primeros efectos de la crisis económica se hicieron sentir, a finales de los años 1.960, la clase obrera mundial, y en especial en los países más industrializados, reaccionó con tal vigor (huelga general del Mayo del 68 francés, otoño caliente en Italia en 1.969, huelga en Polonia de 1.970-71) que mostró que no esta dispuesta a servir como carne de cañón a los planes e intereses imperialistas de la burguesía. En segundo lugar, porque con la desaparición de los dos grandes bloques imperialistas, tras el hundimiento del bloque del Este en 1.989, las condiciones militares y diplomáticas no están reunidas para desencadenar una nueva guerra mundial, lo que no impide que las guerras más locales se perpetúen y se multipliquen.
La única perspectiva: la lucha del proletariado
El capitalismo no tiene ninguna perspectiva que ofrecer a la humanidad, sino es la de guerras cada vez más bárbaras y brutales, de catástrofes a cada cual más trágica y, de una miseria creciente para la mayor parte de la población mundial. La única posibilidad que tiene la sociedad para salir de esa espiral de barbarie del mundo actual es el derrocamiento del sistema capitalista. Y la única fuerza capaz de hacer frente a esa titánica tarea es la clase obrera. Pero el no haber sido capaz, hasta el momento, de afirmar y desarrollar su propia perspectiva con el desarrollo, reforzamiento y extensión de sus luchas, ha supuesto que millares de sus hijos se hayan visto envueltos en la desesperación, expresando su revuelta contra el sistema capitalista de forma absurda o, refugiándose en las quimeras de la religión que prometen el paraíso para después de la muerte. La única y verdadera solución a la “crisis de los barrios desheredados” es el desarrollo de las luchas del proletariado en la perspectiva de la revolución que permitirá dar un sentido y una perspectiva a todos los sentimientos de revuelta de las jóvenes generaciones obreras.
CCI (8/11/2005)
Llevamos 20 años donde no hay más que despidos, contratos basura, recortes de prestaciones, bajas de salario, aumento de ritmos y de horarios etc. Las condiciones de vida y de trabajo no hacen más que empeorar más y más. Lo último ha sido el expediente de SEAT con 1346 nuevos despidos y el trágico accidente laboral de Almuñecar que ha costado la vida a 6 obreros.
Muchos compañeros se preguntan: ¿hasta cuando va durar esta continua pendiente siempre hacia abajo? ¿Cuál va ser la salida a esta interminable sucesión de ataques?
El trinomio Gobierno – Patronal – Sindicatos siempre repiten lo mismo: estas medidas son un sacrificio necesario para poder “sanear la economía” y abrir una dinámica de prosperidad. Sin embargo, la prosperidad NUNCA LLEGA y lo que se queda es la miseria, la precariedad y el empeoramiento de las condiciones de trabajo.
Los despidos no sanean las empresas sino que conducen a nuevos despidos. Los contratos precarios provocan más precariedad y peores contratos. Los accidentes laborales no cesan de crecer, hace 20 años la media era 3 diarios mientras que ahora son de 5 diarios.
Siempre hablan de “reformas”. ¡Qué “reformas” más extrañas! En el siglo XIX y principios del siglo XX toda reforma significaba una mejora en las condiciones de los trabajadores. Las “reformas” del siglo XXI consisten en empeorar aún más esas condiciones.
Cada vez que anuncian despidos y recortes sociales nos dicen que eso es un “Plan de Futuro”. ¡Menudo futuro! Con esos planes de futuro redujeron la plantilla de la minería del carbón de 50000 a 8000 trabajadores en el lapso de 25 años; la de SEAT de 30000 a menos de 16000; la de astilleros de 45000 a menos de 10000; la de RENFE de 75000 a poco menos de 30000 etc.
Y esto no sucede únicamente en España. Lo vemos en Francia, en Alemania, en Japón, en USA, en cualquier país del mundo. No existe actualmente ningún lugar donde exista esa “prosperidad” que el padre del actual presidente USA prometió en 1989 cuando cayó el muro de Berlín.
El Ministro de Industria nos dice que “la crisis de SEAT es puramente coyuntural”. ¡Una “crisis coyuntural” que dura 30 años y que se manifiesta en la gran mayoría de sectores y de países! El comité de empresa de SEAT dice que “los despidos son el resultado de la mala política comercial de la compañía”. Se conoce que Ford, Opel, Wolswagen, Fiat etc., tienen también una “mala política comercial” pues todos despiden a mansalva. En el sector de la informática todos tienen una “mala política comercial” pues HP, IBM etc., no paran de despedir gente. Lo mismo sucede en el textil, en las telecomunicaciones…
La “mala política comercial” de las empresas y de las naciones es consecuencia de la crisis cada vez más fuerte del capitalismo. El mercado mundial está cada vez más saturado y ante ello toda empresa, todo capital nacional, solo pueden sobrevivir atacando a muerte a los trabajadores. Hay que ser competitivos, dicen, pero “ser competitivos” significa despidos, recortes salariales, recorte de prestaciones sociales… ¡Bajo el capitalismo no existe ninguna otra forma de “ser competitivos”!
El capitalismo mundial está en crisis. No tiene ningún “plan de futuro” que ofrecernos. Sus “planes de futuro” son despidos, miseria, guerras, destrucción medioambiental, barbarie… Ese es su futuro.
La amenaza de un expediente de regulación de empleo en SEAT ha despertado la combatividad de los trabajadores que se niegan a aceptar este enésimo recorte de la plantilla o a ceder al chantaje de sacrificar un 10% de su salario a cambio de la “promesa” de eludir los despidos. En Wolswagen de Alemania la dirección y los sindicatos plantearon en 2003 el recorte de los salarios como medio de evitar los despidos. Hoy ¡lanzan 7000 despidos!
La voluntad de lucha de los compañeros de SEAT no es algo aislado ni en España ni a nivel mundial. Hemos visto la combatividad de los mineros del carbón. Hace un par de meses los trabajadores del aeropuerto de Heathrow en Gran Bretaña hicieron una huelga salvaje en solidaridad con 600 compañeros de una empresa de catering amenazados de despidos. También ha habido recientemente una gran huelga en Boeing en Estados Unidos contra el recorte de las pensiones y los seguros médicos presentado como “necesario para mantener el empleo”. Argentina ha vivido durante los últimos meses la mayor oleada de huelgas en 20 años. En China los conflictos laborales se han multiplicado por 6 respecto al año anterior.
Los explotados ya no aceptan mansamente los “planes de futuro” y las “reformas” que les ofrecen el triángulo Gobierno – Patronal – Sindicatos. Poco a poco se deshacen del peso de pasadas derrotas, de la desorientación y la desconfianza en sus propias fuerzas que les hizo resignarse ante ataques pasados y se lanzan, de nuevo, a la lucha.
Sin embargo, la lucha no es fácil. Está llena de obstáculos. Es preciso comprenderlos y ver quienes son sus portadores.
Lo primero que debemos comprender para poder luchar con un mínimo de fuerza es que el Interés de la Empresa, el Interés del Sector, el Interés Nacional, constituyen la causa de los despidos, de los contratos basura, de la baja de los salarios. En contra de lo que nos repiten al unísono consellers de treball, presidentes de empresa, sindicatos, etc., esos intereses chocan frontalmente con el interés de los trabajadores y de la humanidad.
Sacrificarnos por el interés de la empresa o de la economía nacional es renunciar a defender nuestro interés humano de vivir, de comer, de dar un futuro a nuestros hijos. Pero es también sembrar la cizaña de la división en nuestras propias filas. El interés de la empresa y el interés de la nación causan nuestra miseria y nuestra división. No tenemos ni Empresa ni Nación que defender.
Para que la lucha obrera tenga fuerza ha de definir sus propios intereses, su propio terreno de clase contra el interés nacional, el interés del sector y el interés de la empresa.
La realidad desmiente una y otra vez estos engaños. Hace menos de un año en Phillips vimos como la intervención de la Generalitat catalana no impidió los despidos. Lo mismo ha sucedido con los conflictos de Papelera o de Unidad Hermética. Entre “presión” y “petición”, los obreros somos paseados y engañados, pues quieren que confiemos nuestra suerte a quienes son nuestros verdugos, a los maestros de las buenas palabras y la puñalada trapera. El Estado no es el representante del pueblo sino el defensor incondicional de los intereses del capital nacional. Todas las autoridades –desde el presidente del gobierno hasta el último alcalde- están ahí para velar por su defensa.
La fuerza de los obreros está en tomar el destino en sus propias manos, luchando fuera y en contra del Estado y de todas sus estructuras e instituciones.
Los medios de comunicación han dado mucho bombo a la lucha de los pescadores o de los camioneros. Se ha querido dar la impresión de que el bloqueo de los puertos o el corte de las autopistas, acciones espectaculares que “salen en la tele”, han obligado a retroceder al Estado. Parecería que nuestra fuerza reside en armar el mayor escándalo posible para llamar la atención.
Estas acciones no ejercen una verdadera presión sobre el Capital y su Estado. En una economía que naufraga en una enorme sobreproducción los desabastecimientos puntuales suelen ser aprovechados para limpiar stocks. Por otra parte, no son los capitalistas o sus gobernantes las principales víctimas de ellos sino más bien los trabajadores y el conjunto de la población. Estas acciones provocan pasividad en los demás trabajadores. Al principio pueden ser miradas al principio con simpatía pero su prolongación da paso a una creciente hostilidad. Provocan el aislamiento de sus protagonistas al hacerles perder su principal baza: el apoyo activo de los demás trabajadores.
La lucha obrera se fortalece si se extiende, si gana a otros trabajadores, sí a través de explicarla ante amplias capas de la población, conquista su apoyo. Los trabajadores no reivindican un beneficio particular sino que sus intereses expresan los de la mayoría de la población. El interés del Capital es sacrificar la vida humana en el altar del beneficio. El interés de los trabajadores es una producción consagrada a la satisfacción plena de las necesidades humanas. En interés del capital es la vida para la producción, el interés de los trabajadores es la producción para la vida.
Toda lucha obrera que se queda aislada es una lucha perdida por mucha acción espectacular que se haga. El aislamiento respecto a los demás trabajadores, el aislamiento político ante el estado, constituyen la peor de las derrotas.
En la plantilla de SEAT, como en el resto de centros de trabajo, conviven obreros veteranos con una nueva generación que en unas condiciones de fuerte precariedad se incorpora a la clase productora de toda la riqueza social y a su lucha contra la explotación. Los salarios, el tipo de contrato, el régimen contractual etc., de unos y otros pueden parecer muy diferentes, sin embargo, todos están unidos por lo esencial: no disponen para ganarse su sustento más que de su fuerza de trabajo y a todos ellos les amenaza por igual los planes de ataque de los capitalistas.
El dilema con el que SEAT ha planteado el ataque: o despidos o baja de salarios, está destinado a sembrar la división y el enfrentamiento entre los trabajadores. Es un planteamiento envenenado que busca que veamos a los otros compañeros como competidores y rivales, que les achaquemos la causa de nuestras desgracias, quebrando así la unidad de clase, la necesaria solidaridad entre los obreros de cualquier edad, sexo, nacionalidad que es la fuerza con que la clase obrera puede oponerse a los ataques de los capitalistas. Si se rompe esa unidad de clase, el capital podrá golpearnos con más fuerza a todos: veteranos y jóvenes.
Nuestra fuerza es unirnos en cada centro de trabajo para buscar la solidaridad de los demás trabajadores sin distinción de sector, de región, de nacionalidad de origen. Solidaridad no es dar un simple apoyo, solidaridad es unirse a la lucha y hacer el frente de combate contra el capital lo más grande posible, pues sólo así podemos tener fuerza. Cuando los trabajadores luchan juntos todos ganan. LUCHANDO JUNTOS GANAMOS TODOS.
Corriente Comunista Internacional 8-11-05
Para todo contacto, crítica, comentario, discusión sobre cómo luchar escribir a: [email protected] [11] o Apartado de Correos 258 Valencia 46008. Consultar nuestro sitio Web: es.internationalism.org
REUNION PUBLICA BARCELONA sobre tema LA LUCHA OBRERA ES EL FUTURO, EL NACIONALISMO (ESPAÑOL O CATALAN) ES EL PASADO: Sábado 26 de noviembre 2005 a las 17 horas en el Centro Social Garcilaso c/Garcilaso s/n frente a Mercado Felipe II Metro Línea 1 Estación Sagrera
En 1978, cuando se acordaron los Estatutos de Autonomía vigentes, la burguesía consiguió presentarlos ante la clase obrera como un producto de una lucha «por la democracia y las libertades». La estrategia política organizada por la burguesía en España, con el apoyo de sus cofrades del bloque occidental (Alemania, Francia y USA en particular), para confrontar la enorme combatividad obrera que se desarrollaba desde los años 60 en España -y en todo el mundo-, ofreciendo «libertades democráticas» a cambio de disminución de salarios (Pactos de la Moncloa), «sindicatos libres» por despidos (reconversiones, etc.), «partidos políticos» por austeridad (2 millones de parados),... en definitiva gato por liebre, llevó a muchos obreros a pensar que la «transición democrática» era el objetivo de sus luchas, cuando en realidad era el arma de la burguesía para combatirlas. Los sindicatos y partidos de izquierda recién estrenados imponían, en las manifestaciones que convocaban, consignas como la de «Llibertat, Amnistía y Estatut d’Autonomía».
Hoy con casi 30 años de perspectiva, en los que se ha podido ver el papel que han jugado los diferentes gobiernos regionales y locales en el desmantelamiento del tejido industrial, de la minería, de la siderurgia, etc., y en el sabotaje de las luchas obreras, poniendo por delante consignas regionalistas interclasistas como “salvar Asturias”, o “salvar Sagunto”, etc., por no hablar del reforzamiento del control estatal y de la represión que significa la creación de los Mossos d’Esquadra, o la Ertzaina, y del aumento desmesurado de la burocracia,... Por todo ello no es de extrañar que el debate sobre el “Estatut” de Cataluña y la reforma constitucional del Senado, no haya calado ni movilice a los obreros. Como se quejan amargamente los de Esquerra Unida i Alternativa: «no hay amplias masas en la calle reivindicando un nuevo Estatut», y más explícitamente los de El Militante: «Cuando en 1976 las luchas obreras reclamaban “Llibertat, Amnistía, Estatut d’Autonomía”, vinculaban la lucha contra el búnker franquista instalado en el poder a los derechos democráticos políticos y nacionales y, para muchos, a la transformación socialista de la sociedad. Hoy el debate sobre la reforma del Estatut aparece ligado al tema de la financiación, y los primeros que aparecen muy interesados en el tema son los principales empresarios y banqueros catalanes. La burguesía catalana pretende obtener una parte mayor del pastel, con lo que el “más para Catalunya” no se va a convertir en ninguna “conquista” de la que se vayan a beneficiar los trabajadores» (El Militante nº 186. Edición digital, Septiembre 2005: El Estatut Catalán, ¿Más derechos sociales para los trabajadores?).
Y es que es completamente cierto que la polémica y las intrigas del Estatut de Cataluña son un asunto en el que se dirimen las pugnas entre las diferentes fracciones de la burguesía; pero eso no significa que no tenga ningún interés para el proletariado. En primer lugar porque la política de la burguesía, su estrategia, sus conflictos, el estudio del enemigo y sus maniobras, es un arma de la guerra de clases, y un elemento de la toma de conciencia del proletariado. Muchas de las obras clásicas del marxismo se han dedicado a este análisis, como por ej. El 18 Brumario de Luis Bonaparte de Marx, o los propios escritos sobre España de Marx y Engels. En segundo lugar porque precisamente grupos como El Militante, o los sindicatos radicales, se van a encargar de presentar el Estatut como una reivindicación obrera, para intentar desviar así las luchas obreras de su terreno, en una reedición de la vieja estrategia de los 70, como ya se está haciendo en SEAT.
Un conflicto entre fracciones de la burguesía...
El
debate sobre el Estatut es en realidad un ajuste de cuentas entre
fracciones de la burguesía; pero no únicamente ni
principalmente entre la burguesía catalana y el
Estado
español.
Desde bastante antes de la llegada del PSOE al gobierno en 2004, la burguesía en España - como producto de la agravación de la crisis, y de las tendencias al “sálvese quien pueda” que se agravan, tanto en la escena internacional, como al interior de cada país-, viene confrontándose a una escalada de las tendencias centrífugas de sus diferentes fracciones nacionalistas-regionalistas, que tienden a poner en cuestión el status quo al que se había llegado con la aprobación y actualización de los diferentes Estatutos de Autonomía.
Contrariamente
a lo que dicen muchos grupos izquierdistas radicales, incluyendo
algunos elementos y grupos anarquistas, el Estado español no
es «una cárcel de pueblos», y de hecho ninguna
fracción nacionalista de peso de la burguesía en España
ha planteado así las cosas, ni siquiera el siglo XIX cuando
aún era posible la formación de nuevas entidades
nacionales;
si no que se han limitado a reivindicar sus
particularismos y sus prebendas heredadas históricamente de
las condiciones de desarrollo del capital español:
«... Así la vida local de España, la independencia de sus regiones y municipios, la diversidad del Estado de la sociedad, fenómenos basados originariamente en la configuración física del país y desarrollados históricamente por la diversidad de los modos cómo las distintas regiones se emanciparon de la dominación mora para formar pequeñas entidades independientes, todo eso se vio finalmente reforzado y confirmado por la revolución económica que agostó las fuentes de la actividad nacional. Y así la monarquía absoluta encontró ya en España una base material que por su propia naturaleza repelía la centralización... Como Turquía, España siguió siendo un conglomerado de repúblicas mal regidas con un soberano nominal al frente. El despotismo presentaba caracteres diversos en las distintas regiones a causa de la arbitraria interpretación de la ley general por virreyes y gobernadores; pero a pesar de ser despótico, el gobierno no impidió que subsistieran en las regiones los varios derechos y costumbres, monedas, estandartes o colores militares, ni siquiera sus respectivos sistemas fiscales...» (Marx, Engels, Revolución en España, Ed. Ariel, Barcelona 1970, Pág. 75).
El
punto más álgido de esa dinámica fue la
tentativa federalista de 1873-1875, el «Viva Cartagena»
cantonalista que acabó en un desastre. Como ya hemos
argumentado antes muchas veces (Ver AP nº 138,140, 141, 143,
145, 150, 152, 154, 173 y 180), el problema del Estado español
es el de una mala soldadura de las diferentes partes del capital
nacional, problema
que se ha agravado y no tiene solución
con la decadencia del capitalismo, y menos aún en su fase
de
descomposición.
En la decadencia del capitalismo es imposible la formación de nuevos marcos nacionales viables que expresen el desarrollo de las fuerzas productivas. Los Estados que se han constituido desde la 1ª Guerra Mundial son un producto de la confrontación imperialista, del reparto de zonas de influencia entre las diferentes potencias, en la época por ejemplo de la guerra fría, o bien del desmoronamiento de los bloques imperialistas como consecuencia de la entrada del capitalismo en su fase terminal de descomposición. Por eso, en nuestra época, la reivindicación de la autodeterminación sólo expresa, o bien la sobrepuja cada vez más irracional a la que conduce la agravación de la descomposición social, o simplemente un engaño para confundir y dividir a la clase obrera.
Hasta la derrota del plan Ibarretxe en las Cortes españolas el invierno pasado, el primer plano de estas querellas lo ocupaba el llamado «conflicto vasco»; los últimos meses sin embargo, ha sido el Estatut lo que ha saltado a primera plana. ¿Significa eso que efectivamente, el nacionalismo vasco se bate en retirada? Más bien al contrario; la gravedad de los envites planteados por el «plan Ibarretxe», con su propuesta de «Estado libre asociado», que es una verdadera OPA hostil contra la soberanía del Estado español en Euskadi, es lo que ha empujado al gobierno de ZP a lanzarse a la aventura de la reforma del Estatut de Cataluña.
De una forma alambicada y extremadamente difícil, lo que el Gobierno pretende con la reforma actual del Estatut es una reedición de la fórmula de «café para todos» de 1978, que permita encajar las diferentes reivindicaciones nacionalistas-regionalistas en una reforma constitucional pactada que ratifique la soberanía del Estado español. En otras palabras, el proyecto de Estatut es una tentativa de dar una vía «constitucional» a las tendencias centrífugas nacionalistas-regionalistas, de dejar aislado al PNV, mostrando que hay una vía alternativa al «plan Ibarretxe» para defender los particularismos, y acabar obligando así finalmente a aquel, a integrarse en esta «reforma».
Si en un primer momento con ocasión de la admisión del proyecto de Estatut en el Parlamento, el gobierno ha tenido que cargar las tintas en el compromiso de ZP de dar el máximo de garantías a que se respetarán los contenidos, y ZP ha coqueteado incluso con la terminología de “identidad nacional” para Cataluña en el preámbulo del Estatut; en el debate sobre la reforma del Senado han aparecido más claramente los términos de su propuesta: «El Gobierno y el PSOE han querido, en suma, aprovechar este debate para decir a la sociedad española que en materia territorial no hay bandazos ni aventuras, ni el comienzo de un nuevo periodo constituyente, sino cumplimiento y desarrollo de los pactos que permitieron alumbrar la Constitución y organizar a partir de ella un nuevo marco de convivencia» (La Vanguardia, 10.11.05), lo que ha hecho que Artur Mas declarara que: «Quizás sí que ha calmado los ánimos pero no como nosotros queríamos (...) Esa es la versión del café para todos» (ídem, 08.11.05).
Esos bandazos no son sin embargo una expresión de la finura del control de la situación por parte del Gobierno, sino más bien al revés, expresan su dificultad para nadar y guardar la ropa. Y es que las condiciones para repetir una jugada como la del 78 son absolutamente diferentes de las de entonces.
No sólo hay un aumento de las tensiones centrífugas y una disminución del margen de maniobra debido a la agravación de la crisis económica (que se está poniendo de manifiesto en torno a la negociación de la financiación y la recaudación fiscal); si no que fundamentalmente no hay, ni el apoyo internacional, ni el consenso en el seno del aparato de Estado con el que contaba la burguesía entonces.
Desde el punto de vista imperialista, como ya hemos apuntado otras veces, la situación en Euskadi ha sido un coladero de presiones al capitalismo español por parte de sus antiguos mentores, sea a través de la disponibilidad de su territorio como base de operaciones y santuario del terrorismo de ETA, como en el caso de Francia, o a través de la Iglesia y sus resortes en el País Vasco y el PNV, por lo que concierne a Alemania, o por medio de “poner a disposición” del Estado español la experiencia de “pacificación” del Ulster (vía por la que la fundación Carter, desencadenó las presiones USA cuando Lizarra). No cabe duda que la fragilidad del aparato político español es pan bendito para las tentativas de las diferentes potencias imperialistas de ganar influencia o de vengar agravios.
Y en este tema de tomar venganza, es sin duda USA quien más tiene que decir, puesto que la salida del PP del gobierno en las pasadas elecciones del 14 de Marzo ha coincidido con una corrección del rumbo de la política de apoyos imperialistas del capital español; el PSOE ha redireccionado el pro americanismo a ultranza de Aznar para priorizar la vocación «europea» (y principalmente pro alemana), y USA se ha convertido en el refugio de la dirección del PP en la sombra. Desde Nueva York el Sr. Aznar, entre clase y clase, refuerza el núcleo duro Acebes-Zaplana de su partido, y lanza todo tipo de improperios sobre el fantasma de una “balcanización” para desprestigiar la política territorial del gobierno ZP.
Esas «brasas» (en los dos sentidos) del ex-presidente del Gobierno, avivan un fuego que también prende por las condiciones en las que el PP abandonó el gobierno y que últimamente también «calientan» a una parte del aparato de Estado que está descontenta con los resultados del viraje imperialista llevado a cabo por el Gobierno. Como resultado de todo esto, en lugar de un consenso como en 1978, hay tensiones importantes entre los dos principales partidos de la burguesía en el seno del aparato del Estado.
...con graves riesgos para la estabilidad del aparato político del Estado
Toda esta operación política de la reforma del Estatut implica graves riesgos de tensiones en el aparato de Estado.
En primer lugar, respecto al nacionalismo vasco, el PNV, que es bien consciente de haber abierto la caja de los truenos («nosotros empezamos esta dinámica» ha declarado Ibarretxe en entrevista en el diario El País), va a continuar su órdago sea cual sea el resultado de la reforma. Si el Estatut se queda en «café para todos», le sabrá a descafeinado y es más que probable que aumenten las presiones del sector más radical Arzalluz-Egibar; y si significa realmente una progresión de las concesiones del Estado a las fracciones nacionalistas, tensará aún más la cuerda exigiendo nuevos planes Ibarretxe.
En Cataluña mismo, sectores de CiU (el partido de Pujol que ha ido apuntalando sucesivos gobiernos “socialistas” y “populares”) y de ERC (el partido de Companys que salvó la República Española de la amenaza obrera en Julio de 1936) se ven empujados a contentar a sus radicalizadas bases con crecientes proclamas independentistas.
En
segundo lugar, la fractura entre el PP y el PSOE sobre las decisiones
de Estado es gravísima teniendo en cuenta los antecedentes
históricos en España, en los que la profundización
de esa fractura siempre ha llevado a conflictos de envergadura. Por
eso el mismísimo Sr. González ha intervenido para
señalar la necesidad de no permitir que el PP quede totalmente
aislado políticamente.
A la burguesía en España
le ha costado muchos años y esfuerzos estructurar una derecha
«democrática» moderna, y sólo ha podido
conseguirlo con un gran partido que cubre todo el espectro de la
derecha, desde la extrema derecha hasta los liberales y
demócrata-cristianos. Ese partido ha mostrado que es capaz de
funcionar con disciplina y coherencia en el gobierno, y con una
dirección «caudillista». Pero el empecinamiento
del PP en el discurso del nacionalismo español, de la “patria
puesta en peligro por la tibieza del Gobierno con los separatistas”,
que es el cemento que mantiene cohesionadas las filas “populares”
tras la pérdida de las prebendas del poder, puede hipotecar la
posibilidad de un recambio del PSOE del gobierno, como ya ocurrió
en el pasado en las últimas legislaturas del PSOE durante los
años 80, comprometiendo el juego político de la
burguesía y sobre todo en su frente «de izquierdas»
para el engaño y el control ideológico de la clase
obrera.
Un tercer riesgo que plantea la situación es el rebrote de tensiones al interior del PSOE entre los barones. Ibarra, Bono, y el mismo presidente del partido, Chaves, que no son precisamente entusiastas de la política del gobierno con el Estatut, y en algunos casos, como los dos primeros, suscribirían incluso partes enteras del discurso del PP; hasta el extremo de que Rajoy ha podido permitirse farolear con que «le llaman» desde el PSOE.
En cuarto lugar, existe el riesgo de un contagio «independentista radical», que haga que sectores nacionalistas-regionalistas de la burguesía, que estaban relativamente encauzados en su participación en el Estado, vean la ocasión de sacar tajada de este río revuelto. Este riesgo se ilustra en la «cláusula Camps» de la reforma del Estatuto valenciano, que viene a reivindicar para todas las autonomías el techo más alto de competencias que se alcance para cualquiera; esto significa en la práctica un llamamiento a la indisciplina generalizada.
La
burguesía vuelve los efectos de la descomposición
contra el proletariado
El proletariado no puede esperar ningún avance de sus luchas de esta situación de dificultad de la burguesía. Al contrario, esta agravación de las tensiones políticas en el aparato de Estado producto de la descomposición, se vuelven en su contra:
– Directamente, a través de la propaganda y la intervención de los sindicatos radicales y los izquierdistas, que tratan de implicar al proletariado llamándolo a tomar partido por el Estatut y la «autodeterminación». Así por ejemplo, la «Xarxa contra els tancaments y la precarietat» de Cataluña, que es una especie de sindicato radical de base, llama a identificar la lucha contra los despidos en SEAT, y contra la reducción de salarios y las deslocalizaciones, con la lucha por un Estatut mejor : «...defendemos un Estatut que pueda dar satisfacción a las necesidades que tienen los trabajadores de Cataluña...». Igualmente El Militante defiende un Estatut, «que sea una herramienta útil para la clase obrera» y llama a la «lucha por la autodeterminación» como «un paso al socialismo». Estos llamamientos son criminales, porque identifican los intereses obreros a los intereses nacionalistas, a la defensa de un Estatut (por más radical que se quiera) y llevan en la práctica a confiar a la burguesía la defensa de nuestras condiciones de vida. Si en la práctica, la lucha contra las deslocalizaciones, o por viviendas accesibles a los jóvenes, o por un salario digno, se plantea como la defensa de los intereses nacionalistas, estamos poniendo las luchas al servicio del reforzamiento de los empresarios y del Estado (aunque sean los representantes de las fracciones catalanistas y la porción catalana del Estado), que son precisamente los responsables de los ataques a nuestras condiciones de vida; y estamos sembrando la división y la insolidaridad en nuestras filas. Las fracciones nacionalistas de la burguesía, incluidas las catalanas, no son portadoras de un nuevo desarrollo de la economía que permita absorber el paro y aumentar los salarios; sólo reivindican su trozo de tarta de la explotación de los trabajadores. No es por los obreros de Cataluña por lo que luchan, sino por salvar sus pellejos de empresarios, burócratas o intelectuales del tres al cuarto a sueldo del Estado
– Indirectamente, a través del impacto de las campañas xenófobas que vehicula la pequeña burguesía, pero que impactan en elementos del proletariado: así ocurre con los sentimientos de agravios comparativos, que hacen ver que el consumo de agua de Aragón arruina la agricultura de Valencia, o de Murcia, o que las subvenciones sanitarias a Cataluña impiden una sanidad digna al usuario de Castilla, etc.
La lucha de la clase obrera no tiene nada que ver con los intereses nacionalistas. El proletariado no defiende la creación de nuevas fronteras, sino su abolición; no defiende los privilegios de un territorio frente a los demás, sino la solidaridad y la unidad de clase frente a todas las divisiones; no pretende una distribución más equitativa de los beneficios, sino la abolición de la ley del valor, la subordinación de la producción a las necesidades humanas: «De cada cual según su capacidad; a cada cual según su necesidad»
Hic Rhodas. 13/11/2005.
La clase obrera sabe que la guerra no vale ni el dinero, ni las vidas que cuesta. Además de los más de 2.000 soldados muertos en ese conflicto hasta el momento, miles y miles de irakies han sido asesinados, mutilados o se han quedado sin hogar. Todas las explicaciones oficiales dadas por el Gobierno para justificar la guerra en Irak son mentiras : no existían armas de destrucción masiva, no se ha podido demostrar ninguna relación entre los atentados de Septiembre de 2001 y los supuestos terroristas irakies; Saddam Hussein y su Gobierno no constituían una amenaza real para ninguna otra nación de la región. A medida que van pasando los meses, la Administración Bush va perdiendo credibilidad y ve debilitarse notablemente su autoridad política a nivel mundial.
Todos los activistas anti-guerra nos ofrecen una cantidad enorme de explicaciones, lemas y consignas sobre las causas de la guerra. En las manifestaciones contra la guerra que se realizan por todo el país, mitin tras mitin se nos dice que:
* es una guerra para lograr el control del petróleo. La habrían desencadenado los intereses de las grandes multinacionales. ¡No más sangre por petróleo!, vociferan los izquierdistas.
* es un error político, una gravísima equivocación.
* es la guerra de los republicanos de Bush y compañía.
* es el resultado de una política irracional desarrollada por una fracción reaccionaria de la clase dirigente.
* es el fruto de la torpeza y la estupidez del inepto George W. Bush, incapaz de reconocer que ha cometido un error.
Más allá de la parte de realidad o verdad que puede existir en cada una de estas “explicaciones”, lo bien cierto es que todas ellas intentan ocultar el hecho de que la guerra en Irak es la consecuencia inevitable del desarrollo progresivo de la descomposición de la sociedad capitalista y de lo que ello implica: un debilitamiento creciente de imperialismo USA y unas dificultades, cada vez más importantes, para mantener su hegemonía ante el desarrollo del caos mundial.
En 1.989, cuando se desmoronó la antigua URSS y finalizo la época de la llamada Guerra Fría, todos los políticos y medios de comunicación de la burguesía nos prometieron un nuevo orden mundial, un futuro de paz y prosperidad, en fin, el triunfo definitivo del capitalismo y la democracia. Nos prometieron que billones de dólares que debían haberse invertido en armas, iban a ser transferidos a nuevos programas sociales para hacer realidad esas promesas de paz y estabilidad. Quince años más tarde, podemos comprobar en que se han convertido todas esas promesas y buenas intenciones, en la trágica realidad del incremento del caos a nivel mundial. Ni paz ni prosperidad, al contrario, el desarrollo de la represión estatal y de la dictadura del capital no deja de aumentar.
La época de la Guerra Fría, la férrea disciplina de bloques liderada por los USA y la URSS respectivamente, con las potencias de segundo y tercer orden bailando al son de sus amos correspondientes, es profundamente añorada por la clase capitalista que recuerda con pena como se alejan aquellos “gloriosos años pasados”. La realidad histórica empieza a mostrar, con mucha claridad, que el colapso del imperialismo ruso ha resultado una victoria pírrica para el imperialismo norteamericano y un verdadero triunfo del desarrollo de la descomposición capitalista. Con el colapso de los antiguos bloques imperialistas, el cemento que unía la relación de fuerzas entre todos los países capitalistas desapareció y cada país, pequeño o grande, defiende sus propios intereses en la escena mundial lo que supone el desarrollo del “cada uno (país) para sí”, azuzando y agravando un caos creciente en las relaciones internacionales.
En 1.992, el imperialismo USA adoptó oficialmente la estrategia de prevenir el riesgo de que cualquier potencia rival, ya fuera europea, asiática o cualquier otra pudiera arrebatarle la hegemonía mundial. Desde entonces, ese objetivo central ha guiado e inspirado la política exterior de todos los Gobiernos, demócratas o republicanos, que han llegado a la Casa Blanca. Guiado por esta estrategia el imperialismo USA ha incrementado notablemente el número de intervenciones militares por todo el mundo, para demostrar a todos (antiguos aliados incluidos) que sólo ellos son la única superpotencia mundial.
La invasión por parte de los Estados Unidos de Irak fué, en modo alguno, para incrementar los beneficios de las grandes corporaciones petroleras del país ya que, por mucho que puedan conseguir un peso en ese terreno, jamás podrán compensar los astronómicos gastos que esta suponiendo la ocupación militar. Tampoco ha sido un error político, ni el resultado de la torpeza de las Administración republicana ni del “estúpido carácter” personal de Bush, ya que la invasión a sido una decisión consciente apoyada por todas las fracciones de la burguesía USA, excepto de las minoritarias fracciones aislacionistas. De hecho, la invasión de Irak, ha sido un elemento central de la geoestrategia USA orientada a impedir que ninguna potencia europea, en especial Alemania, puedan conseguir una influencia real en Oriente Medio. Ligada a la ocupación de Afganistán, y a las nuevas alianzas establecidas con las antiguas repúblicas de Asia Central y el Caucaso, la invasión de Irak puede permitir a los USA controlar una de las áreas estratégicas más importantes del mundo.
Para la burguesía USA, el verdadero problema que plantea la guerra de Irak es que la máquinaria militar más poderosa del mundo y de la historia está sumida en una pesadilla de la que no puede escapar y, cada vez es más incapaz de desarrollar las operaciones militares que necesita en otros escenarios imperialistas. Esto hubiera ocurrido igual, fuera quien fuera el presidente, porque es una caracteristica central del capitalismo en descomposición el hecho de que, cada acción que emprende el imperialismo USA para mejorar su situación acaba exacerbando aún más sus problemas a escala mundial. Sin embargo, si que es cierto que las burdas mentiras utilizadas por la Administración Bush a nivel propagandístico e ideológico para justificar la guerra (los Demócratas hubieran preferido utilizar el tema de la defensa de los derechos humanos) y, la mala administración del sentimiento patriótico que generaron los atentados del 11 de Septiembre de 2.001, junto a la desastrosa táctica utilizada para la invasión han acelerado notablemente las dificultades que históricamente tiene planteadas la mayor potencia burguesía mundial. El deterioro de la situación militar y la creciente impopularidad de la guerra suponen un serio problema para la burguesía ya que esta obligada a desarrollar nuevas aventuras guerreras, a enviar más tropas y, a exigir un apoyo creciente a la población, puesto que de ello dependen la defensa de sus intereses imperialistas en todo el mundo.
Las guerras actuales, las guerras que en el futuro vamos a ver desarrollarse por doquier para que la burguesía pueda seguir perpetuando su modo de terror y explotación, no van a cambiar ni a detenerse cambiando de presidente o de política. Todos los Estados, todos los Gobiernos y todos los partidos o dirigentes al mando tienen un único y mismo interés: defender los intereses nacionales cueste lo que cueste.
La clase obrera solo puede hacer frente a esta lógica y a esta carrera bélica sin freno, si es capaz de comprender que en sus manos, en su lucha, en el desarrollo de su conciencia y unidad para acabar con el capitalismo a nivel mundial, reside la única posibilidad de que la humanidad no sucumba ante la barbarie guerrera del capital. La única posibilidad de acabar con esta sombría perspectiva reside en cambiar esta sociedad por una sociedad basada en las necesidades humanas y por tanto, en la construcción de la comunidad humana mundial. Y ello solo puede ser el resultado de la revolución comunista mundial.
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