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CCI Online 2014

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enero 2014

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Asambleas y Solidaridad

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Hace apenas una semana, los vecinos del barrio obrero de Gamonal salían a la calle, un día sí y otro también, para exigir la paralización de las obras de un bulevar. El alcalde se resistió pero ante la continuación de las manifestaciones y ante la solidaridad en toda España (en al menos 30 ciudades) anunció el cese temporal para finalmente, el viernes 17 admitir su paralización definitiva. Y sin embargo, los vecinos reunidos en Asamblea deciden el sábado 18 continuar, reclamando la libertad sin cargos de todos los detenidos y la retirada de la policía antidisturbios.

¿Por qué y cómo ha surgido este movimiento? ¿Qué lecciones nos aporta? ¿Cómo hemos de verlo dentro de la lucha internacional del proletariado?

A estas preguntas vamos a intentar responder con voluntad de debate y con ánimo de contribuir al avance general de la lucha del proletariado.

Pero antes que nada queremos afirmar nuestra solidaridad con la lucha y con los detenidos.

Hartazgo e indignación

En apariencia la lucha ha surgido de un motivo menor: la construcción de un bulevar que forma parte de esas obras faraónicas que se hacen en muchas ciudades en pro de intereses urbanísticos inconfesables, manchadas por la corrupción y con nulo beneficio para los vecinos.

Sin embargo, las apariencias suelen engañar y un análisis serio puede descubrir un trasfondo más profundo que es el que permite comprender las luchas y contribuir a ellas. También un movimiento social importante surgió en Turquía a partir de la mecha inicial proporcionada por el derribo de unos cuantos árboles en un parque de Estambul[1]

Gamonal es un barrio obrero surgido junto a un polígono industrial del mismo nombre en los años 60. Enormes edificios colmena mal construidos, almacenes de personas amontonadas en un chabolismo vertical. Pero si esa situación vital, sufrida durante muchos años, deja ya un amargo poso, los últimos años han visto la subida espectacular del desempleo, el recorte de servicios, el aumento exponencial de los impuestos municipales, los desahucios…, una agobiante acumulación de sufrimientos que cincela en el rostro de las personas las marcas de la angustia, la preocupación, el temor a un futuro todavía peor.

En ese contexto la construcción del bulevar con su ostentoso derroche y el plan de aparcamientos subterráneos que amenazaba los frágiles cimientos de muchos edificios, ha sido vivido como la gota que colma el vaso.

Ese “vaso” repleto de desempleo, no futuro, atomización, angustia vital, no es una “especialidad burgalesa”, es el cáliz amargo que tienen que tragar todos los días millones de obreros y explotados en todos los países.

Las asambleas cerebro y corazón de la lucha

La lucha de Gamonal no ha consistido en la típica manifestación donde la gente pega cuatro gritos y se marcha a casa para volver al redil de la atomización y la soledad. Todos los días sin excepción se han celebrado Asambleas a las 12 del mediodía y a las 19 de la tarde, esta última como inicio de la manifestación.

Las Asambleas han sido el cerebro y el corazón del movimiento. Cerebro porque en ellas se ha pensado colectivamente cómo luchar, qué pasos dar, qué decisiones tomar. Corazón porque la asamblea ha sido el lazo de unión para comunicarse, comprenderse, establecer lazos, romper la soledad y la atomización, estigmas terribles de esta sociedad donde cada cual está encerrado en “su hogar” mientras que la mercancía domina todos los hogares.

Como decían en un blog que ha participado activamente en la lucha[2] “La caducidad de las viejas estructuras de pseudoparticipación como los partidos políticos y la abertura de la asamblea autoorganizada que sin líderes, de igual a igual abre paso en lucha por un mundo nuevo”, pero más importante aún es su insistencia en que “todos somos necesarios, los mayores, los jóvenes, las madres y padres, los niños” y en la asamblea –método genuino de la clase obrera- todos ellos hallan su lugar y pueden concretar su aportación.

La Asamblea ha animado una toma de conciencia. Las luchas que se vienen sucediendo desde 2003 en todo el mundo surgen en un contexto de pérdida de identidad de la clase obrera, ésta no confía en sí misma ni se reconoce como tal[3]. Sin embargo, “hoy jueves [16 de enero] han puesto en libertad a los compañeros encarcelados. Vecinos, familiares y solidarios han dado la bienvenida a su salida de la prisión de Burgos al grito de no estáis solos y que viva la lucha de la clase obrera”. Somos realistas, sabemos que esto es solo un indicio, pero un grito como éste revela que al menos pequeñas minorías comienzan a confiar en la fuerza del proletariado.

Una pintada decía “¡La barricada cierra la calle pero abre el camino! (Paris, Mayo 68- Gamonal, Enero 14)”. Una vez más no se trata de echar las campanas al vuelo pero debe subrayarse la conciencia de la unidad entre este movimiento en un barrio de Burgos y la lucha de Mayo 68. Marx hablaba de la maduración subterránea de la conciencia en la gran masa obrera como el Viejo Topo que va excavando en las profundidades de la tierra. Hoy la clase obrera parece enterrada en un oscuro pozo pero la lucha de Gamonal muestra los esfuerzos de toma de conciencia que la recorren. “Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones” recuerdan en Diario de Vurgos.

Es muy significativo que el movimiento no se halla detenido con el abandono definitivo del proyecto, apuntando “mucho mas allá hacia la extensión de la lucha en el ámbito de la vivienda, el trabajo-paro-precariedad,… y la creación de una comunidad de lucha que plante cara a las diferentes agresiones del estado”. “Aún es necesario mantener encendida la llama gestando un fenómeno que está lejos de ser novedoso y que forma parte del patrimonio colectivo de todos los explotados y humillados del mundo”, añade.

¿Cómo hacer frente a la represión?

El Estado ha respondido rápidamente. El barrio ha sido rodeado de fuerzas antidisturbios por los cuatro costados. Había un estado de excepción encubierto con los policías pidiendo carnés, estableciendo controles y disolviendo grupos “sospechosos”. Ha habido 46 detenidos.

El Estado democrático, ese que nos dicen es un dechado de derechos y de respeto, ha tratado de forma brutal y humillante a los detenidos “En la asamblea de este mediodía [jueves 16] uno de los jóvenes que ha pasado por prisión ha tomado la palabra para contar su paso por la comisaría y la cárcel. En comisaria han sido maltratados (…) En la detención el joven llevaba una mochila que posteriormente los policías llenaron de piedras. Ante la protesta del detenido de que las piedras no eran suyas los policías le amenazaban con meterle en un cuarto con más policías y darle una paliza como ya hemos dado a otros”.

Los sindicatos y los partidos de izquierda nos dan una imagen falsa del Estado, reconocen una cara oscura (los políticos, el gobierno de turno, la policía con sus excesos), pero hablan de “otra cara” con esos jueces estrella que no dudan en imputar ¡hasta la Infanta! Pero esos cuentos de hadas se desvanecen cuando se ve la experiencia concreta de Gamonal: “Esta mañana la jueza del juzgado nº 3 de Burgos ha mandado a prisión a cuatro compañeros bajo fianza de 3000 euros acusados de desordenes públicos la noche del lunes (…) En su paso por los juzgados relata que la jueza les hablaba de muy malos modos, con mucho desprecio y que no hacía caso ante las declaraciones de lo que habían tenido que sufrir en comisaría”. En el Estado no hay “cara oscura” y “cara buena”, es una máquina de represión al servicio de la clase explotadora –el Capital- y todas sus instituciones participan en ella desde la policía y la iglesia hasta los jueces y los sindicatos.

Contra la represión la mejor arma ha sido la masividad y la búsqueda de la solidaridad. La Asamblea ha pedido reiteradamente que tras la manifestación los participantes no se disuelvan cada cual individualmente sino en grupos compactos pues las fuerzas antidisturbios aprovechan el fin de la manifestación para ir a la caza de manifestantes solitarios. La Asamblea ha tratado de evitar las provocaciones de la policía que buscaba un cuerpo a cuerpo que dispersaba a los manifestantes en grupos aislados indefensos ante la superioridad policial. Diario de Vurgos dice muy justamente: “la batalla de hoy, no ha sido campal, sino psicológica, las fuerzas represivas durante horas han intimidado progresivamente al barrio con sus escopetas, con sus porras y con sus uniformes manchados de odio, para intentar lanzar el mensaje de quien manda. Pero no se ha caído en la tentación. Ellos no son los que mandan, solo los que quieren mandar. Hoy más que nunca sabemos que la calle sigue siendo del barrio de gamonal y solo este es el que se marca los ritmos en su lucha. Y solo es el barrio el que decide cuando se ruge y cuando se muerde”.

La fuerza de la solidaridad

Sin embargo, Diario de Vurgos incurre en una contradicción: “En Madrid salen a la calle por tercer día consecutivo y vuelven a cargar, en Zaragoza levantan barricadas, lo mismo sucede en Valencia y Alicante, en Barcelona caen las lunas de sucursales bancarias entre barricadas y atacan la comisaria de las Ramblas. Hay una veintena de detenciones por todo el estado. Ahora toca mostrar la solidaridad con todos aquellos que la han mostrado con nosotros”. Antes había mostrado con toda claridad cómo la Asamblea de Gamonal había evitado la trampa de los enfrentamientos aislados con la policía, pero ahora carga el énfasis en ellos.

Nosotros damos todo nuestro apoyo a los 20 detenidos. No condenamos sus actos, al contrario comprendemos muy bien la rabia y la frustración que sufren. Lo que condenamos es la trampa que nos tiende la burguesía de hacernos creer que la lucha se juega en el terreno de la violencia callejera minoritaria.

¿Cuál es el “peligro Gamonal” según el telediario? Lo que al parecer haría temblar al ministro del Interior serían los encapuchados que tiran piedras, los contenedores quemados y los escaparates destrozados. Quizá algunos burgueses idiotas sientan escalofríos ante estos “desórdenes”. Sin embargo, el capital es una máquina fría e impersonal y sus gestores más inteligentes –que son a su vez los más cínicos- saben muy bien qué les preocupa realmente: aquello de lo que apenas hablan los medios de ¿comunicación? cuando se refieren a Gamonal: su carácter masivo y asambleario.

 Veamos un blog que se llama El Confidencial y que se ha asignado la misión de alertar a políticos y empresarios. A propósito de Gamonal[4] afirma lo siguiente: “Los empleos, las viviendas o la participación vecinal, como en el caso de Gamonal, ya no se defienden desde la misma lógica que hace cinco o seis años, cuando no había alternativas al liderazgo de los sindicatos y organizaciones directamente vinculadas a partidos políticos. Sin embargo, ha habido un proceso de deslegitimación y descomposición de estos agentes sociales proporcional al éxito de las nuevas formas de organización y protesta, que cuentan con menos estructura pero con una demostrada capacidad de movilización”. Más adelante, estos señores alertan: “Las nuevas lógicas de protesta han cogido a todo el mundo con el pie cruzado. No se adaptan a la definición clásica de las organizaciones o movimientos sociales, tampoco a la forma de ser de las asociaciones vecinales y, mucho menos, a la de los sindicatos”. ¡Ni una sola vez hablan del “terrible peligro” sobre el que tanto vocifera el ministro del Interior o la Delegada del Gobierno en Madrid –ahora considerada “progre” por sus “críticas” a la ley Gallardón-.

La fuerza de Gamonal se levanta sobre dos pies: las Asambleas y la Solidaridad. Solidaridad con los 46 detenidos hasta el extremo de que hoy lunes la lucha sigue mientras no salgan en libertad sin cargos. Pero solidaridad aún más importante por la extensión que ha despertado en toda España.

La Asamblea de Gamonal decidió enviar delegados a informar de su lucha a otras ciudades, explicando sus objetivos profundos y sobre todo razonando que los problemas eran comunes y justificaban una lucha común. La semilla fructificó, el miércoles 14, en la Puerta del Sol 3000 personas, en su mayoría jóvenes se concentraron en apoyo a Gamonal. El jueves y el viernes las manifestaciones se han multiplicado continuando a la vez en la capital. Se cuentan más de 30 ciudades donde los asistentes han sido mayoritariamente jóvenes que gritaban consignas de apoyo. Esta solidaridad en la calle ha permitido a los vecinos de Gamonal seguir en la brecha. Las grandes experiencias de 2011 no han caído en saco roto[5], las huellas aún muy pequeñas se pueden ver aquí y allá. Hace apenas dos meses fue la huelga de la limpieza en Madrid quien aminoró los golpes gracias a expresiones de solidaridad de sectores obreros[6]. En noviembre 2013 una gran oleada de huelgas ha sacudido Bangladesh en solidaridad con los obreros textiles. Actualmente los trabajadores de las Lavanderías hospitalarias de Madrid están en lucha al margen y en contra de los sindicatos. Igualmente, los trabajadores de Tragsa -4600 en toda España- han rechazado el acuerdo firmado por los sindicatos que suponía 600 despidos.

La crítica nos hace fuertes

Sería sin embargo un grave error sobre-estimar el movimiento.

La Asamblea de Gamonal ha tenido una dinámica propia que no han conseguido frenar los partidos de oposición (PSOE e IU). Pero si el PSOE ha sido rechazado, IU se ha adaptado mejor utilizando el canal de la asociación de vecinos y con ello si bien no han bloqueado la lucha sí que han frenado y mucho su reflexión: los problemas vendrían del gobierno PP actual, todo vendría del peso que se le da a las privatizaciones en detrimento de lo público, existiría “la alternativa” de administraciones municipales verdaderamente vinculadas “al pueblo”. Para aquellos que solo piensan en la “acción” y que lo importante es que “la gente se mueva” sin saber por qué, con quién y para qué, plantear esto es meterse en “libros de caballerías”. Sin embargo, la necesidad que tenemos todos los trabajadores es un esfuerzo de reflexión, reapropiarnos de nuestra experiencia histórica para no caer en errores cometidos del pasado, necesitamos una teoría revolucionaria como auténtica fuerza para la acción.

Esa dificultad para darse una orientación se muestra en que las manifestaciones solidarias con Gamonal no han partido de asambleas ni han terminado en asambleas. Esto quiere decir que aún siendo muy valiosa y prometedora, la solidaridad se ha quedado en un deseo sin concreción y las manifestaciones no han pasado de una simple protesta.

Pese al destello que significa el grito “Viva la lucha de la clase obrera”, el movimiento se considera una lucha “ciudadana y popular” (“El pueblo unido jamás será vencido” se ha repetido en numerosas manifestaciones). Este es un terreno que impone la burguesía y sus partidos (incluso los sindicatos hablan de “protesta ciudadana”).

Si nos consideramos “ciudadanos” y “pueblo” nos hermanamos con el político que nos engaña, el policía que nos golpea, la juez que nos encarcela, con Amancio Ortega, el hombre más rico de España, todos formaremos parte de la “gran familia española”. Y si aceptamos esa “sagrada familia” tendremos que aceptar la precariedad, los recortes, los desahucios, que exigen la competitividad de la marca España. Esta es la realidad que Gobierno, Patronal y Derecha proclaman con toda franqueza a lo que Izquierda y Sindicatos oponen una idílica marca España sin recortes ni despidos que no se la creen ni ellos como puede comprobarse cuando la izquierda está en el gobierno o cuando los sindicatos firman despidos y bajadas salariales.

Como decíamos en la hoja internacional de balance de los movimientos de 2011 “ la sociedad está dividida en clases, una clase capitalista que lo tiene todo y no produce nada y una clase explotada -el proletariado- que lo produce todo y tiene cada vez menos. El motor de la evolución social no es el juego democrático de la "decisión de una mayoría de ciudadanos" (este juego es más bien la máscara que encubre y legitima la dictadura de la clase dominante) sino la lucha de clases. El movimiento social necesita articularse alrededor de la lucha de la principal clase explotada -el proletariado- quien produce colectivamente las principales riquezas y asegura el funcionamiento de la vida social: fábricas, hospitales, escuelas, universidades, oficinas, puertos, obras, correos (…) No existe oposición entre la lucha de clase del proletariado moderno y las necesidades profundas de las capas sociales expoliadas por la opresión capitalista. La lucha del proletariado no es un movimiento particular o egoísta sino la base del «movimiento independiente de la inmensa mayoría en beneficio de la inmensa mayoría» (Manifiesto Comunista)”.

Está claro que mientras las luchas se vean como parte de un “movimiento ciudadano” no se dirigirán contra el Estado sino que buscarán desesperadamente, estrellándose una y otra vez contra la pared, su pretendida “reforma”, un “que todo cambie para que todo siga igual” como decía el vizconde de Lampedusa. Más allá de destellos como ver el lazo entre Gamonal 14 y Mayo 68, si las luchas se ven como “acción popular” no lograrán romper la cárcel nacional y no se plantearán lo que necesitan ser: eslabones activos de un gran movimiento internacional del proletariado. Es evidente que mientras no se asuman como una lucha de clase no verá enfrente el sistema capitalista mundial sino que se perderán en las muñecas búlgaras de los especuladores, los banqueros, los políticos corruptos…

Las Asambleas, los debates, las discusiones en calles, centros de trabajo, escuelas, tienen que abordar estos dilemas. No hemos de tener miedo ni a los problemas ni a las críticas. “Retomando de manera crítica las experiencias de dos siglos de lucha proletaria, los movimientos actuales podrán beneficiarse de los intentos pasados de lucha y liberación social. El camino es largo y erizado de enormes obstáculos, de ello daba cuenta la consigna tan repetida en España «No es que vamos despacio, es que vamos muy lejos». Llevando un debate lo más amplio posible, sin ninguna restricción ni cortapisa, para preparar conscientemente nuevos movimientos se podrá hacer realidad que OTRA SOCIEDAD ES POSIBLE DISTINTA DEL CAPITALISMO” (nuestra hoja internacional antes citada). Gamonal, con sus Asambleas y su Solidaridad es un peldaño más en ese largo y difícil camino.

Acción Proletaria, 22-1-14


[1] Ver /revista-internacional/201310/3941/movimientos-sociales-en-turquia-y-brasil-la-indignacion-en-el-cora [1]

[2]Se trata del Diario de Vurgos (con V), un colectivo que se presenta como “Habitantes del Burgos subterráneo” en oposición al Burgos oficial de los partidos, los sindicatos, la iglesia y demás “fuerzas vivas”. Sus análisis son muy interesantes y parecen que han tenido una influencia positiva en la lucha. La dirección es https://diariodevurgos.com/dvwps/ [2] Mientras no digamos lo contrario las citas son tomadas de dicha Web.

[3] Para situar la lucha de Burgos en la dinámica internacional de la lucha de clases invitamos a analizar la Resolución sobre la situación internacional de nuestro último Congreso a partir del punto 15: /content/3965/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2013 [3]

[4]https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-01-19/de-los-ere-al-gamonal-los-nuevos-conflictos-y-el-cabreo-de-la-gente-comun_68995/ [4]

[5] Ver nuestra hoja internacional 2011: de la indignación a la esperanza, https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

[6] Ver /cci-online/201312/3961/la-fuerza-de-la-lucha-es-la-solidaridad-de-clase [6]

 

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Gamonal (España)

Elecciones en Alemania – La burguesía se prepara para las tormentas por venir

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Tras las elecciones del 22 de septiembre de 2013 en Alemania la canciller alemana, Angela Merkel, líder a su vez de los cristiano-demócratas, se encuentra en negociaciones para la formación de una “gran coalición” con los socialdemócratas. El nuevo gobierno será el tercero dirigido por Merkel. El primero fue también una gran coalición con el segundo partido más grande del parlamento, el SPD. El segundo gobierno se trató de una coalición con el pequeño partido liberal, el FDP. Una de las consecuencias de las recientes elecciones es que Merkel ha perdido su socio de coalición. Por primera vez desde la fundación de la República Federal Alemana tras la Segunda Guerra Mundial, los liberales no han logrado una representación en el parlamento. El desarrollo de las negociaciones entre los dos partidos indica ya que, aunque los cristiano-demócratas tengan mayor número de escaños en el parlamento, la nueva coalición con el SPD, si se consuma, será “escrita por los socialdemócratas”, como los medios ya lo declaran. En otras palabras: el programa del nuevo gobierno no atacará inmediata y frontalmente a la clase trabajadora, aunque estos ataques se producirán necesariamente más tarde.

El resultado más notable de estas elecciones es de lejos el hecho de que la canciller y su partido, que ya han dirigido el país durante dos mandatos, hayan podido celebrar un triunfo electoral de tal magnitud. En un país que desde el final de la guerra siempre ha sido dirigido por gobiernos de coalición, Angela Merkel ha estado cerca de obtener la mayoría absoluta, una hazaña en Alemania. Es aún más notable en la medida que en la mayoría del resto de países europeos la situación económica es tan grave, y la necesidad de atacar a la clase obrera tan acuciante, que no importa qué gobierno, ya sea de derechas o de izquierdas, tiende rápidamente a perder popularidad y credibilidad, y en consecuencia ser enviado a la oposición en las siguientes elecciones. Esta es al menos la forma que toma actualmente la válvula de seguridad de la democracia capitalista: la cólera de la población se canaliza y neutraliza en un “voto de protesta” que para la “clase política” tiene por consecuencia que la continuidad a largo plazo de cualquier equipo de gobierno se torna cada vez más improbable. Un ejemplo clarificador es el de Francia, donde el gobierno de izquierdas de François Hollande, no hace mucho vitoreado por los medios como la nueva esperanza para el conjunto de la población obrera europea, en apenas un año ha visto desplomarse su popularidad. En Alemania observamos un desarrollo contrario, al menos de momento. ¿Cómo explicarlo?

Merkel se beneficia de la herencia del gobierno Schröder

Quizá el “secreto” más importante del duradero éxito electoral de Angela Merkel estriba en el hecho que no haya sido necesario, bajo su dirección, atacar de forma masiva a la población. Y una de las razones que explican esto es que su predecesor, el canciller Gerhard Schröder, y su coalición de izquierdas del SPD con los Verdes, había ya perpetrado los ataques con un éxito tal que Merkel aún continúa beneficiándose de ello. La “agenda 2010” implementada por Schröder a comienzos del nuevo siglo fue un gran éxito desde el punto de vista del capital. Tuvo tal éxito en reducir la masa salarial del país que sus principales rivales europeos, especialmente Francia, protestaron públicamente contra el “dumping salarial” llevado a cabo por la locomotora europea. Consiguió también reforzar la “flexibilidad” de la fuerza de trabajo de una forma sin precedentes, en particular a través de la creación vertiginosa de empleo precario, no sólo en los sectores tradicionalmente con salarios bajos, sino también en el corazón de la industria.

En tercer lugar (y este no es el menor de los éxitos de Schröder), todo esto ha sido llevado a cabo por medio de un ataque brutal pero no generalizado; en otras palabras, en lugar de atacar al proletariado como un todo, las medidas han sido adoptadas creando profundas divisiones en la clase trabajadora, entre los obreros activos y los parados, entre los que tienen contratos indefinidos y los que no. En las grandes fábricas se ha creado un auténtico sistema de apartheid entre los asalariados contratados directamente por la empresa y los trabajadores temporales o subcontratados, que hacen el mismo trabajo por la mitad o un tercio del salario y que a veces ni siquiera tienen acceso a la cantina. En consecuencia, mientras que en otros muchos países europeos las medidas antiobreras han debido aplicarse sin anticipación tras la explosión de la crisis financiera en 2008, Merkel se ha encontrado en una posición cómoda ya que estas ya habían sido realizadas en Alemania y daban sus frutos al capital.

Otra particularidad en Alemania es que los ataques no han sido cocinados por algún “grupo de expertos” neoliberales, sino principalmente por los sindicatos. La “agenda 2010” fue elaborada por una comisión dirigida por Peter Hartz, un amigo de Schröder en Volkswagen, con la participación directa del comité de empresa y de IG Metall, el sindicato más poderoso de Europa que (como muchos empresarios admiten públicamente) sabe aplicar una gestión empresarial de forma más eficaz que los mismos directivos. No hay ninguna duda de que actualmente la mayoría de la burguesía alemana, incluyendo a las organizaciones patronales, está deseosa de ver a los socialdemócratas (y con ellos a los sindicatos) unirse a Merkel en un gobierno de coalición. Y no hay duda de que la canciller, después de haber perdido a su socio de coalición liberal, tomará cada vez más distancias con el discurso neoliberal, entonando cánticos sobre el modelo alemán de “economía social de mercado” (en el que los sindicatos participan directamente en la marcha del país) e incluso abogando por la extensión de este modelo al resto de Europa.

La competitividad del capital alemán

Otra razón para esta “historia de éxito” de Angela Merkel reside en la fuerte competitividad de la economía alemana. Si la ventaja a nivel competitivo estuviera basada únicamente en las rebajas salariales arriba descritas, esta ventaja se disolvería inevitablemente frente a los ataques brutales que han tenido lugar estos últimos años en Europa. En realidad, la superioridad alemana a nivel competitivo tiene su base en la estructura misma de la economía del país. Existe un peligro para los marxistas, confrontados al modo de funcionamiento abstracto del capital, de verse perdidos en este carácter abstracto, cayendo en el error de que la fuerza relativa de un determinado capital nacional depende únicamente de elementos tales como la composición orgánica del capital o la tasa de endeudamiento en relación al PIB, etc. Esto conduce a la visión puramente esquemática de la economía capitalista, en la que los factores políticos, históricos, culturales, geográficos, militares y otros se pierden de vista. Por ejemplo, si se mira la tasa de crecimiento o el nivel de endeudamiento de los EEUU comparado con el de China, se puede solamente concluir que los USA ya han perdido la carrera contra su competidor asiático, adquiriendo incluso un status “tercermundista”. Pero esto olvida que los EEUU aún se mantienen como el paraíso capitalista para las empresas “start ups” de innovación, por lo que no es ninguna coincidencia si el centro neurálgico de los nuevos medias se encuentra en los USA, siendo la política cultural de la China estalinista un factor que impide al gigante asiático imitar en este aspecto a su rival.

En su polémica con el revisionista Bernstein, Rosa Luxemburg (en su libro ¿Reforma o Revolución? [1]), explica que las “leyes” descubiertas por Karl Marx en relación al crecimiento de la composición orgánica del capital y de su centralización no implican necesariamente la desaparición de las pequeñas y medianas empresas. Al contrario, explica Luxemburgo, esas pequeñas empresas se mantienen necesariamente a la vanguardia de la innovación tecnológica, elemento central de un sistema económico basado en la competencia y la necesidad de acumulación. Alemania no es un paraíso para la creación de nuevas empresas como lo son los EEUU (el fuerte peso de su tradición burocrática lo impide). Pero Alemania se mantiene en la actualidad como la Meca del mundo del motor y de la industria de construcción de maquinaria. Esta fortaleza se basa en empresas altamente especializadas, a menudo con lazos familiares, que transmiten sus conocimientos de generación en generación, con una mano de obra altamente cualificada formada por un sistema de aprendizaje único y por tradiciones que se remontan a la Edad Media. En los últimos 20 años, por medio de una operación coordinada entre las organizaciones patronales, el gobierno, los bancos y los sindicatos, estas pequeñas y medianas empresas de construcción de maquinaria se han transformado, sin necesidad de aumentar de tamaño, en negocios que operan a escala mundial. Pero su base de operaciones se mantiene en Alemania. Aquí de nuevo la intervención de los sindicatos es evidente: allí donde un empresario tendería a no importarle si su beneficio procede de Alemania o del extranjero (siempre y cuando haya beneficio), el pensamiento sindical es visceralmente nacionalista, en la medida que su función primordial es la de controlar a la fuerza de trabajo en la misma Alemania para los intereses del capital, y esto se puede hacer mejor si la industria y los empleos se quedan “en casa”. Concretamente, el sindicato IG Metall es un fanático defensor de la producción nacional (el “Standort Deutschland”).

El Estado capitalista y la diferencia entre hoy y 1929

Todo lo dicho hasta ahora nos ayuda a comprender por qué la situación económica en Alemania ha sido hasta ahora mejor que la de la mayoría de sus rivales frente a los terribles estragos de la crisis mundial desde 2008. Pero ninguna de estas ventajas le habría hecho avanzar si la estructura de la economía capitalista no hubiera cambiado radicalmente desde la terrible depresión que comenzó en 1929 y que condujo a la II Guerra Mundial. En esa época Alemania y los EEUU fueron los primeros y más gravemente afectados, lo que no fue por casualidad. Las crisis del capitalismo decadente no son ya crisis de expansión, sino crisis del sistema como tal, que se desarrollan en su mismo corazón y afectan directamente al centro. Pero, al contrario de 1929, la burguesía actual no sólo tiene más experiencia, sino que además cuenta con un aparato estatal gigantesco, que, si bien no puede impedir el desarrollo de la crisis económica, sí puede en cambio desviar el curso natural de esta. Esta es la razón principal por la que desde la reaparición de la crisis abierta del capitalismo decadente a finales de los años 60, los Estados más fuertes económicamente han sido los más capaces de resistir a la crisis. De ninguna manera esto puede evitar la crisis, ni impedir que esta se acerque cada vez más, y con efectos cada vez más serios, a los centros históricos del capitalismo. Pero esto no significa necesariamente que vaya a haber en un futuro un colapso económico parcial como en Alemania o en los EEUU tras 1929. La gestión internacional y europea de la “crisis del Euro” en los últimos años muestra claramente que los mecanismos del capitalismo de Estado que persiguen desviar los efectos de la crisis hacia los rivales más débiles siguen en pleno funcionamiento.

La crisis inmobiliaria y financiera que comenzó en 2007-08, así como la crisis de confianza en la moneda común europea que le siguió, han amenazado directamente la estabilidad de los bancos y sistemas financieros alemanes y franceses. El resultado principal de las diferentes operaciones europeas de rescate, todo el dinero tan “generosamente” prestado a Grecia, Irlanda, Portugal, etc., ha sido el reforzar los intereses franceses y alemanes a expensas de los rivales más débiles, y con la consecuencia añadida de que los trabajadores de estos países han tenido que soportar los ataques más fuertes. Y si los argumentos que hemos dado al principio de este artículo para explicar el éxito electoral de Angela Merkel no fueran suficientes, con respecto a esta cuestión, la canciller y su ministro de finanzas W. Schäuble realmente han defendido con uñas y dientes los intereses alemanes hasta el punto de exasperar a sus socios europeos. Y en ese sentido es evidente que detrás del voto a Merkel existe un componente nacionalista muy peligroso para la clase obrera.

La burguesía alemana asume sus responsabilidades

Hay muchas razones objetivas que permiten explicar el triunfo electoral de Merkel: la resistencia bastante eficaz de Alemania, hasta el momento, frente a la profundidad de la crisis histórica, y la capacidad de la canciller en la defensa de los intereses alemanes en Europa. Pero la causa más importante de su éxito reside en el hecho de que el conjunto de la burguesía alemana así lo quería, y lo ha hecho todo para promocionarla. Las razones de esta elección no se encuentran en sí en Alemania, sino en la situación mundial como un todo, que se torna cada vez más amenazante. A nivel económico la crisis europea y la confianza oscilante en el euro se encuentran lejos de haber tocado fondo: lo peor está por venir. Esta es la razón de porqué la campaña alrededor de “mamá Merkel”, la “madre sabia y atenta” que dirige el Estado alemán, es actualmente tan importante. Según una escuela de pensamiento popular en la “teoría” económica burguesa moderna, la economía es en gran medida una cuestión de psicología. Dicen “economía” cuando se refieren al “capitalismo”. Dicen “psicología” y quieren decir “religión”, ¿o deberíamos decir “superstición”? En el tomo I de El Capital, Marx explica que el capitalismo se basa, “en gran medida”, en la creencia en los poderes mágicos de personas y objetos (mercancías, dinero) investidos de un poder puramente imaginario. Hoy día la confianza de los mercados internacionales en el euro se basa principalmente en la creencia de que de alguna manera la participación de “los alemanes” es una garantía de éxito. “Mamá Merkel” se ha convertido en un fetiche internacional.

El problema de la moneda europea no es periférico sino absolutamente central, tanto económica como políticamente. En el capitalismo, la confianza entre los distintos actores, sin la cual un mínimo de estabilidad social no es posible, ya no se basa en una confianza entre seres humanos, sino que toma la forma abstracta de la confianza en el dinero, en la moneda vigente. La burguesía alemana sabe, por su propia experiencia de la hiperinflación de 1923, que el hundimiento de la moneda constituye la base para explosiones de una inestabilidad incontrolable.

Pero existe también una dimensión política. En efecto, el gobierno de Berlín está muy inquieto por el desarrollo a largo plazo del descontento social en Europa, y por la situación inmediata en Francia. Berlín está alarmado por la incapacidad de la burguesía del otro lado del Rin para solucionar sus problemas económicos y políticos, y se preocupa por las perspectivas de descontento social en suelo vecino, en la medida en que en el seno de la clase obrera alemana se ha desarrollado durante los últimos diez años una admiración particular por el proletariado francés, tendiendo a tomarlo como modelo.

Es con plena conciencia de sus responsabilidades internacionales que hoy la burguesía alemana, con los resultados de las recientes elecciones, ha elegido un gobierno que representa y simboliza la fortaleza, la estabilidad y la continuidad, y con el que espera hacer frente a las tormentas por venir.

Weltrevolution, 4 de noviembre 2013


[1] Este libro se puede encontrar en https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf [11]

 

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El camino es la lucha de clases, no la democracia

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En el Ecuador, la burguesía nos vuelve a convocar a elecciones “democráticas”, esta vez para nombrar a los administradores menores del Estado; esto es, Alcaldes, Prefectos y la corte que los acompañan: concejales y concejeros, a nivel nacional. ¿Bajo qué condiciones la burguesía nos convoca a votar por sus sátrapas?

La burguesía a nivel mundial sigue sin poder detener el hundimiento acelerado del Capitalismo en el pozo de la descomposición, desde la década de los 60 vive en constante zozobra, recesiones de 1974 – 1975, 1980 – 82, el cataclismo bursátil de octubre de 1987, el efecto “Tequila” de 1994, el desplome de los “Tigres” y “Dragones” asiáticos, la bancarrota de Rusia, Brasil, Argentina, a finales de los 90, el paro cardiaco de 2007 para la economía mundial. Y lo que más le atormenta es que no logran superar los niveles de producción de la década de los 60, como se demuestra: La tasa de incremento del PIB, media para los 24 países de la OCDE, entre 1960-70 era del 5.6 %, entre 1970-80 era del 4.1 %, 1980-90 era de 3.4%, 1990-1995 era del 2.4 %. En el 2013 el PIB de América Latina y el Caribe creció un 2,6 %, cifra inferior al 3,1% registrado en 2012. Este resultado ilustra la continuación de la desaceleración económica regional que se manifiesta desde 2011 (Fuente: CEPAL, 2013. “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y El Caribe”).

Y el Ecuador no puede escapar a la vorágine del descalabro del capitalismo a nivel mundial, a pesar de que el correismo hábilmente intente esconder con sus malabares financieros contables; este país nunca ha solucionado el quiebre de su economía, la economía decrece desde el tercer trimestre de 2011. En 2013 la desaceleración de la economía es más pronunciada (Fuente: Reporte Macroeconómico n° 57, Diciembre de 2013; “Observatorio de la Política Fiscal del Ecuador”, Autores: Jaime Carrera y Verónica Mejía). Esto significa que no habrá suficiente dinero para gestionar “maravillosamente” los favores de la “revolución ciudadana”. Ahora mismo, mientras se edita esta toma de posición, el sector del magisterio no se les ha pagado sus haberes. Días atrás el correismo anunció restricciones en las importaciones, mayores controles para la salida de divisas y legislar para tener mayor control sobre el mercado. Ha dicho públicamente que este año (2014) es un año difícil, por la situación económica mundial.

Bajo estas condiciones de estrangulamiento de la economía ecuatoriana, se desarrollan estas elecciones, esto implica que para la burguesía en su conjunto es vital mantener sometida a toda la sociedad, y no hay mejor arma para ello que las fiestas “democráticas electoreras”, en el jolgorio que desata las elecciones, la burguesía a través de todo su aparato político y sindical de todo color: desde la derecha socialcristiana pasando por los correistas y llegando a los llamados radicales de izquierda, el MPD, arrastrando a los tránsfugas de los sindicalistas del FUT, UGTE, CTE, CONAIE, etc. ; todos ellos elaboran las estrategias para mistificar la realidad, embaucar política e ideológicamente al proletariado y las capas no explotadoras, venderles la idea de que la democracia es el único camino posible para resolver todas las necesidades. Alejando a los trabajadores a plantearse la posibilidad de encontrar el camino de unidad y solidaridad luchando independiente y autónomamente de los partidos políticos del capital y sin la dirección de los sindicatos contra la dictadura del capital. El proletariado a nivel mundial desde 1968 con mucha dificultad viene luchando por zafarse del control de los aparatos políticos de derecha e izquierda del capital como así de los sindicatos de toda ralea; mas a partir de 2003 en Austria con la lucha contra la reducción de las pensiones jubilares y en Francia en el 2006 con la lucha contra el contrato del primer empleo, su ímpetu y decisión en la lucha contra el capital ha sido muy significativa que ha provocado réplicas tanto en el tiempo como en el espacio, entre 2008 a 2013, desde Inglaterra, pasando por Grecia, España, Egipto, Israel, China, Corea del Sur, EE.UU, México, Brasil, Argentina; demostrando un proletariado con dificultad, a veces mezclados con las capas sociales de no explotadores sin reconocerse como clase histórica, pero aún así se muestra firme no derrotado con todos los bríos para imponer su programa, la revolución comunista a nivel mundial.

La democracia ha sido y será, la forma en que se expresa la dominación de la burguesía sobre el conjunto de la sociedad, la democracia sirve para el sostenimiento del capitalismo, las elecciones son el mecanismo de confirmación de esa dominación. La democracia es la dictadura de la burguesía sobre el proletariado y las capas no explotadoras de la sociedad. Bajo la democracia el mundo se encaminó hacia dos carnicerías: la Primera y la Segunda Guerra Mundial; por la democracia se han matado millones de seres humanos, y siguen muriendo muchos más bajo el signo de la democracia, en los campos de refugiados en el Medio Oriente, en las calles de las asoladas ciudades en Irak, en Siria; bajo la democracia millones están en el desempleo abierto en todas partes del mundo, gracias a la democracia millones mueren de hambre, de enfermedades catalogadas propias de la pobreza, como el cólera, malaria, disentería, etc.; la democracia no ha logrado resolver y no lo hará, la crisis histórica del capitalismo que desde 1914 ha hundido al mundo en una espiral macabra de miseria, destrucción y muerte.

Volverás a votar y al día siguiente no habrá cambiado nada para millones de ecuatorianos, trabajadores y miembros de familias; seguirán siendo explotados y oprimidos, y sus necesidades quedarán para el olvido. Cuando el proletariado tome consciencia de su poder, ese día empezará a brillar en el firmamento el fuego dónde arderá la burguesía y su democracia, junto a ello todo el asqueroso aparato político sindical del capitalismo.

La revolución comunista Internacional es el único camino que nos conducirá hacia una verdadera sociedad humana, llena de paz, sana convivencia con la naturaleza y de necesidades satisfechas.

Internacionalismo Ecuador

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La Indignación se manifiesta en las calles de Venezuela

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A continuación publicamos una hoja redactada y distribuida por un simpatizante de la CCI en la que toma posición ante la brutal represión desatada por el régimen chavista (ahora liderado por el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro), ante una multitudinaria movilización convocada por estudiantes el 12 de febrero pasado en el centro de Caracas, para exigir la liberación de cuatro de sus compañeros detenidos y en protesta contra la escasez, el alto costo de la vida y la inseguridad ciudadana. La acción represiva del régimen “socialista-bolivariano” dejó en ese momento un saldo de 3 muertos, decenas de heridos y detenidos.

La movilización de los estudiantes fue el detonante de la inmensa indignación que desde hace mucho tiempo anida en el seno de las masas trabajadoras y de la población duramente golpeadas por la grave crisis económica que sacude al país. Amplios sectores de la población a nivel nacional han aprovechado la acción decidida de los jóvenes para unirse en una protesta generalizada contra el régimen y manifestar su rabia e indignación ante los altos niveles de inflación que vuelve nada los sueldos y salarios de los trabajadores; la acentuada escasez de alimentos, medicinas, productos de higiene, entre otros; los altos niveles de inseguridad pública que han dejado el nefasto saldo de cerca de 200 mil asesinatos en los 15 años del régimen chavista; el deterioro de los servicios públicos de salud, la precariedad laboral y “por la ausencia de cualquier motivo para soñar o para alimentar la esperanza de un plan de vida”, para tomar las palabras del compañero que redactó la hoja. Pese a toda la grotesca propaganda del régimen chavista a nivel nacional e internacional para intentar vender las “bondades” del “socialismo-bolivariano”, la realidad es que éste representa de manera patética la barbarie y la miseria que el capitalismo en descomposición depara al proletariado y a la humanidad ([1]).

Tal como ha sucedido en otros movimientos sociales en el mundo, la burguesía chavista en el poder ha recurrido a su carta más inmediata: la represión abierta y despiadada contra los manifestantes; utilizando no sólo las fuerzas represivas del Estado sino a grupos civiles armados y apertrechados por el Estado pertenecientes a los llamados Colectivos bolivarianos, encargados de amedrentar, crear el terror e incluso disparar contra los protestantes inermes; han sido ellos responsables de varios de los muertos y decenas de heridos que a la fecha han dejado las protestas. Permitiendo el libre accionar de estas fuerzas parapoliciales, el Estado intenta ocultar su responsabilidad en la represión a los manifestantes. Este accionar de los “revolucionarios” bolivarianos no nos debe sorprender; la burguesía a lo largo de su historia se ha valido de elementos desclasados y lumpenizados para conformar sus fuerzas de choque contra el proletariado: lo vimos con los “fasci” de Mussolini y los “camisas pardas” del nazismo; en los regímenes estalinistas como el de Cuba con los Comités de Defensa de la Revolución (CDR); en los regímenes totalitarios de los países árabes (Libia, Siria, Egipto, etc.); y más recientemente en países aliados del “Socialismo del Siglo XXI” como Nicaragua, Ecuador, Bolivia, etc.

La burguesía es consciente de la gravedad de la crisis económica en el país, manifestación de la crisis económica que vive el capitalismo a nivel mundial. Las medidas económicas del régimen lo que han hecho es acelerar una crisis inminente. Pese a los importantes ingresos petroleros, el régimen chavista no puede mantener el inmenso gasto público que exige el mantener sus políticas populistas por casi tres lustros, ni continuar suministrando petróleo barato para sostener una geopolítica que se debilita cada vez más. En este contexto, se dan las condiciones para que las bases chavistas y opositoras converjan en la protesta contra el régimen. Para intentar evitarlo éste ha impuesto un “black out” a los medios de comunicación y controles en internet para que no se divulguen informaciones sobre las movilizaciones de protesta; mientras la red de medios controladas por el Estado busca predisponer a la población chavista contra los estudiantes y las movilizaciones, criminalizando las protestas y presentándose como el garante y portador de la “paz”.

Pese a los obstáculos impuestos por el Estado, dado el contexto económico, político y social, este nuevo movimiento de estudiantes contiene potencialidades que le permitan trascender su fase inicial de contagio a nivel nacional. Para lograrlo debe evitar caer en las trampas del movimiento de 2007 ([2]), que fue desviado y debilitado por los falsos amigos de los partidos y fuerzas opositoras al régimen, que son la otra cara de la moneda de las fuerzas políticas del capital nacional, que no representan ninguna salida a la crisis que nos sume en la barbarie y la precariedad. Es por ello que mostramos nuestro acuerdo con el compañero que escribe el texto en el sentido de que la única salida que tiene este movimiento es la unión con la protesta de los sectores laborales, que pese a la represión y al acoso sindical se han mantenido en pie de lucha en los últimos años: trabajadores de la Zona del Hierro, del sector petrolero, del sector salud, empleados públicos, etc.

Tal como lo hicimos en 2007, saludamos la emergencia espontánea de este nuevo movimiento de jóvenes estudiantes, pues su confrontación contra el Estado contiene elementos que lo inscriben dentro de las luchas proletarias contra el sistema capitalista. Elementos que han estado presentes en los movimientos sociales que han sacudido al mundo desde la Primavera Árabe de 2011, hasta los recientes movimientos en Brasil y Turquía, pasando por el de los Indignados en España y Occupy en EEUU ([3]).

Internacionalismo-Venezuela, 23/02/14

La sangrienta represión del 12/02/2014

Nuevamente la experiencia más acabada del Socialismo del Siglo XXI, según el juicio de los nostálgicos del estalinismo, es sacudida por una oleada de motines que se ha extendido por toda la república y que tiene como agente principal una multitud de jóvenes , proveniente de todos las estratos sociales, que rezuman el descontento reprimido de una población abatida por la descomposición de un modelo social que se nutre en la forma de capitalismo más cruel (el capitalismo de estado en su forma caricatural) que le ha tocado vivir a la nación en los últimos 15 años. La rabia comprimida por un cerco configurado por la inseguridad, por la escasez de casi todo lo que se necesita para llevar una vida más o menos decente, por la ausencia de cualquier motivo para soñar o para alimentar la esperanza de un plan de vida, por el sentimiento de frustración que produce el confinamiento a una realidad social en la que han desaparecido los valores que han animado a la humanidad para continuar su curso en el proceso que permitirá tomar el cielo por asalto.

El 12 de febrero más que el fetiche patriotero del día de la juventud, los muchachos convocaron, al margen de la acción de cualquier letrina política, su marcha para reclamar la liberación de un grupo de estudiantes detenidos en el Estado de Táchira, confinados en centros de reclusión de alta peligrosidad, con un expediente que los calificaba como terroristas; una muestra de la escalada represiva que el socialismo bolivariano del siglo XXI ha venido desatando contra las protestas que a lo largo del 2013 han ido tomando cuerpo en todo el territorio nacional, incorporando, de manera desarticulada, diferentes sectores del campo laboral y en particular a los trabajadores de las empresas básicas[1] (Sidor, Venalum, Alcasa, Ferrominera, Bauxilum, etc. ) y últimamente a obreros petroleros en la planta petrolera de Jóse, que han sido detenidos con el expediente de traidores a la patria. El calificativo de traidores, terroristas, apátridas, pitiyanquis, agentes del imperio, el chavismo y sus sicarios de los colectivos lo han usado indiscriminadamente contra cualquier manifestación de descontento o lucha reivindicativa que desarrollen los trabajadores, no solamente contra los estudiantes.

El 12/02/14 los jóvenes que protestaban quedaron atrapados en la línea de fuego y el campo minado que el chavismo y la oposición capitalista (MUD, Leopoldo López, y la izquierda, desertora del estalinismo, alineada hoy con la derecha)[1], en una división del trabajo no concertada, han creado para esterilizar la protesta, desviándola de los derroteros que la puedan conducir a un encuentro con los sectores proletarios que están del mismo lado de la barricada que los estudiantes y que pueden aportar la organización política y la direccionalidad capaz de contener la oleada represiva y explotadora del estado bolivariano capitalista. El régimen teme el carácter detonante que tienen las luchas protagonizadas por los jóvenes proletarios y los movimientos estudiantiles; conocen por experiencias recientes y particularmente las del 2007, la capacidad y la fortaleza expansiva que tienen esas movilizaciones, que representan el peligro potencial de arrastrar tras de sí todo el descontento y las frustraciones de una población abatida por la lluvia de mistificaciones que a cántaros ha dejado caer el oficialismo sobre ella.

En el 2007 el movimiento de protestas fue empujado al terreno estéril de la defensa de un canal de televisión (RCTV), escenario en el que estaban en disputa dos visiones del capitalismo; al final todo el movimiento quedó reducido a una caricatura en la que el rol principal fue asumido por la frivolidad propia de los artistas de los medios. Al final de la jornada del 12/02/14 el oficialismo tras criminalizar con la jerga de costumbre al movimiento de protesta de los jóvenes, propuso el escenario al que intentará, con el trabajo propio de la oposición, arrastrar al movimiento para esterilizarlo: el Ministerio Público solicitó la emisión de boleta de captura contra Leopoldo López y amenazó con quitar la inmunidad a la parlamentaria opositora Corina Machado bajo los cargos de asociación para delinquir y la comisión de homicidios, al señalárseles como los convocantes de la marcha de los jóvenes.

Ni Leopoldo ni Corina convocaron movilización alguna, y su presencia fugaz en la manifestación se redujo a hacer su calistenia de oratoria capitalista en un intento por cabalgar sobre la combatividad de los jóvenes; pero en el mismísimo momento en que la canalla chavista en su arremetida sangrienta contra los manifestantes se desató en la acción combinada de los colectivos de la muerte, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía Nacional Bolivariana (PNB), se esfumaron, no se les vio mas, ni a ellos ni a los otros capitostes de la MUD. La penosa tarea de enfrentar la represión del Estado bolivariano capitalista en las barricadas y recoger a sus muertos la asumen los jóvenes. Los defensores del capitalismo de la MUD al igual que los de la dirigencia chavista se reservan para sí el protagonismo altisonante en los medios.

El movimiento de protestas del presente momento no puede repetir los errores del 2007, plantear su lucha en un terreno que no le es propio es dejarse caer por el barranco de la frustración y la derrota. El ambiente natural en el que la protesta juvenil actual se robustecerá lo constituye la conexión con los sectores sociales que a lo largo de 2013 se han mantenido en pie de lucha contra la ofensiva del Estado bolivariano capitalista, que no han podido generalizarse por no poseer la capacidad expansiva que posee el movimiento juvenil de protestas. Esos sectores contienen en germen el contenido revolucionario capaz de fecundar al actual movimiento de protestas facultándolo para la construcción de una firme plataforma política y organizacional que lo convierta en un bastión de clase con la fortaleza para derrumbar este modelo capitalista putrefacto que el chavismo y sus secuaces pretenden mantener en pie. Esos sectores son los obreros de las empresas básicas, ubicados en la zona de Guayana, los petroleros esparcidos por todo el territorio nacional y los trabajadores del sector público que están rompiendo las amarras con las que el sindicalismo los ató al chavismo. Ese es el campo donde se puede librar la mejor batalla.

H.S., 18/02/14


[1] Ver artículo “El Legado de Chávez: Un proyecto de defensa del capital. Un gran engaño para las masas empobrecidas”. https://es.internationalism.org/en/node/3694 [16] . Para una visión general consultar nuestras Tesis sobre la Descomposición /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]

[2] Ver artículo “Movimiento estudiantes en Venezuela: los jóvenes intentan salir de la trampa de la polarización chavismo – oposición”. /cci-online/200707/1938/movimiento-estudiantes-en-venezuela-los-jovenes-intentan-salir-de-la-trampa-d [18]

[3] Para un balance de estos movimientos ver nuestra hoja internacional De la indignación a la esperanza, https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

 

Geografía: 

  • Venezuela [19]

Personalidades: 

  • Hugo Chávez [20]
  • Maduro [21]

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Venezuela

¿Autodefensa armada o lucha organizada y consciente del proletariado?

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A continuación publicamos un texto en torno a los sucesos que se viven en el estado mexicano de Michoacán (al occidente del país) y en otras regiones del sur, que aporta nuevos elementos a los ya expuestos en la más reciente publicación de Revolución Mundial.

A la vez que la burguesía en México arrecia sus ataques sobre las condiciones de vida del proletariado por la vía de las llamadas pomposamente reformas estructurales (hacendaria, laboral, laboral-educativa, financiera) el tejido social se desmorona como un efecto, ese si orgánico, del deterioro del sistema capitalista a nivel mundial. Aunque las instituciones burguesas como el FMI hacen entusiastas proyecciones rosas sobre el futuro crecimiento del PIB mundial para este año (3.7% este año, 0,1 puntos más que lo previsto en octubre pasado) la realidad mundial muestra un escenario de crisis social rampante en todos los países, donde el hambre, las guerras, el deterioro ambiental y el desempleo supuran cada vez más monstruosos sufrimientos para las clases no explotadoras.

Y como una ilustración cruda de esa descomposición social generalizada, tal como nuestra prensa lo manifestó en RM N° 137, los grupos de autodefensa en las regiones tiranizadas por los cárteles de la droga, son un ejemplo de como la barbarie capitalista va gangrenando la estructura social.(1)

Los acontecimientos de Michoacán revelan la descomposición del capitalismo

De manera concurrente, varias voces desde la izquierda del capital han venido insistiendo en considerar a estos grupos de autodefensa y a las ya existentes policías comunitarias desde hace mucho tiempo en Guerrero y en Oaxaca, no solo como una lucha popular que debería ser secundada por todas las fuerzas "progresistas" del país sino incluso han llegado a presentarlos como la punta de lanza de una revolución popular que acabará con la presente administración del Estado e instaurar, según su florida fantasía y perturbada visión, un socialismo de no se sabe qué tipo.

En medio del caos y la descomposición social, las fuerzas del Estado burgués, con toda la fauna izquierdista incluida, han enfilado sus baterías en la difusión de infinidad de mentiras e historietas de héroes y villanos que ha generado una considerable confusión entre los trabajadores, especialmente entre los más jóvenes, quienes al ver nulificadas sus perspectivas laborales y personales son más susceptibles a asirse -en su desesperación- a este tipo de trampas ideológicas con las que la burguesía va nublando la conciencia del proletariado.

La lucha de las “autodefensas” -por más justificada que se encuentre motivada en la indignación contra las bandas de criminales o la voracidad capitalista en general- NO ES una lucha de la clase trabajadora. Es una de las manifestaciones de las pugnas entre fracciones burguesas bajo la forma crimen organizado, el Estado y los grupos de autodefensa cuya composición es interclasista y en la cual predominan campesinos con propiedades de todas magnitudes, comerciantes, burguesía agrícola y minera, dueños de aserraderos, pequeña burguesía de las cabeceras municipales, etc. Asimismo, entre las filas de los Caballeros Templarios (cartel al que combaten las autodefensas) hay una gran cantidad de lumpenproletarios quienes ante las nulas perspectivas económicas y sus propias características sociales como clase se ven arrastradas hacia el narcotráfico y el sicariato como medio de sobrevivencia. A su vez, la gran mayoría de los campesinos que se integran a la lucha como carne de cañón lo hacen en función de la defensa de su menguante propiedad y de la “restauración el estado de derecho”.

Vale aquí recordar las palabras del propio Dr. Mireles (2), una de las cabezas visibles del movimiento y que en el pasado no muy lejano fue parte del gobierno estatal bajo las órdenes de Cuauhtémoc Cárdenas -conocido mesías trunco de la izquierda del capital-. Mireles señala que fue hasta que los narcotraficantes comenzaron a expoliar abiertamente a la población más fuerte económicamente de la región -comerciantes, ganaderos, agricultores en gran escala- que el descontento cuajó en organización.

En cuanto al argumento que ubica al movimiento de las autodefensas, las guardias y policías comunitarios como preludio de una insurrección popular, esta línea de pensamiento corresponde abiertamente a la ideología de izquierda del capital que ve en las armas, en el “pueblo armado”, una potencialidad revolucionaria en si misma escondiendo mañosamente el necesario carácter masivo y consiente de la revolución proletaria. Además todos los programas o simples consignas de este movimiento responden a una dinámica local cuando la revolución que se plantea transformar el mundo, la revolución comunista mundial, tiene necesariamente una dimensión internacional.

Esto se constata cuando se revisan las declaraciones de los diversos grupos en cuestión, que apelan indistintamente a la legalidad burguesa. Mientras unos hacen un llamado a que el Estado les ayude a restablecer el imperio de la Ley y la salvaguarda de la propiedad privada, otros han expresado también en reiteradas ocasiones el mismo respeto a la propiedad privada, al ejército, a la policía, al gobernador del estado y al presidente de la República.. Es decir, ¡respeto al capital!

Los que ven una revolución en un tiroteo son los mismos que en una expropiación de medios de producción por parte del Estado festinan un avance en la emancipación de los explotados cuando no la consumación de de un proyecto socialista al puro estilo estalinista. (3) Todos terminan coincidiendo con la burguesía en la “urgente” necesidad de fortalecer las instituciones y la democracia, combatiendo “la corrupción” y “la injusticia”, y se revuelcan en sus discursos apologéticos de la patria y la unidad nacional. El Estado, sobra decir, es el instrumento de la burguesía para la protección de sus intereses, nunca será el salvador del proletariado, sino su más eficiente verdugo.

Perspectivas: ¿Qué postura asumir?

Así pues, el movimiento de las autodefensas no es un campo en el que el proletariado deba involucrarse. La clase obrera es una de las principales víctimas de este enfrentamiento -no solo por ser quien más sufre el quebranto económico de la región por la guerra o al ser masacrados y violados por los narcotraficantes- (4) sino que a nivel ideológico se arrastra a los trabajadores a la defensa de la pequeña y mediana propiedad y de los intereses económicos de las facciones burguesas enfrentadas, convirtiéndola en carne de cañón.

Muchos trabajadores de las huertas limoneras y aguacateras, de los aserraderos y comercios han sido armados por los patrones para integrarlos a los combates, incluso, muchos trabajadores provenientes de los Estados Unidos se han sumado a las filas de las autodefensas. (5).

Reconocemos que el descontento de la gente ve en las guardias comunitarias una opción para rebelarse contra una situación cada vez peor de mayores ataques a sus condiciones de vida que amenazan incluso la propia existencia. Pero hay que decirlo: la configuración en el caso michoacano está estrechamente ligada a la disputa no solo por la producción, trasiego y venta de drogas, sino también por el control de recursos mineros, hidrológicos, producción agropecuaria de alta rentabilidad e incluso por el manejo aduanal del Puerto de Lázaro Cárdenas. Por ello resulta en un suicidio para la lucha obrera tomar las armas para cambiar al señor de la guerra de turno por otro peor o igual, lícito o ilícito. Y no es por un mero pacifismo irreflexivo que lo planteamos, pues creemos en el necesario uso de la violencia revolucionaria para anteponerla a la que la burguesía impone a toda la sociedad y como un recurso para destruir así a su Estado.

La opción real del proletariado es la lucha organizada por sus propios intereses de clase. Solo el proletariado puede acabar con la rapiña de la burguesía entera, tanto de aquellos capitalistas que se mueven en la "legalidad" como de aquellos que se encuentran dentro del marco de la Ley, su Ley. Todos los grupos burgueses viven de la sangre del proletariado.

Rechazamos asimismo el veneno ideológico que proclama la necesidad de establecer un poder ciudadano, que respete el Estado de Derecho, siendo el derecho de propiedad el que está por encima de todos; y seguimos declarando la vigencia de la consigna marxista que proclama la destrucción del capitalismo ya que:

Los proletarios nada tienen que perder salvo sus cadenas. Tienen en cambio un mundo que ganar.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Rc y Br

 (1) https://es.internationalism.org/revolucionmundial/201312/3970/solo-miser... [22]

(2) https://www.youtube.com/watch?v=R5RafZpdH2E [23]

(3) Y también tiene un equivalente en el discurso zapatista que en su rebelión armada se amparaba en los preceptos de la Constitución de 1917. Ver la Primera Declaración de la Selva Lacandona.

(4)https://lavoztx.com/news/2013/may/22/cartel-controla-michoacan-autodefen... [24]

(5) https://www.quadratin.com.mx/principal/Retornan-migrantes-para-sumarse-l... [25]

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Michoacán

marzo 2014

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El golpe del 23 F un producto del maquiavelismo de la burguesía

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Recientemente hubo un programa de TV dirigido por el Señor Évole en el cual participaron personajillos de la política, la prensa y hasta del cine español –el inefable Señor Garci–. En el programa se daba como idea inicial que el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 –el famoso “23 F” – había sido en realidad un montaje cinematográfico.

Tras la comedia que llegó a “convencer” a muchos telespectadores, los protagonistas con el Señor Évole a la cabeza dijeron que el programa era falso, que todo era un hábil montaje.

Cabe reconocer la sutileza del programa que primero hace creer que el 23 F resultó ser una tomadura de pelo para darle eco a la sospecha de muchos trabajadores sobre la Democracia que la ven como un enorme montaje que encubre un sistema de explotación y de engaño, para luego decirles que no, que la cosa fue en serio. Es una hábil forma de exorcizar ese “mal pensamiento”.

Por nuestra parte, publicamos aquí unas Tesis que hicimos a raíz del golpe y que fue el producto de una reunión de nuestra sección con participación internacional[1].

Lo más importante de las Tesis es la denuncia del envoltorio democrático del Estado capitalista.

El Estado es un órgano que siempre está el servicio de la minoría explotadora y dominante, es decir, está al servicio del capital. El esqueleto del Estado lo forman la burocracia, el ejército, la policía, las cárceles, los tribunales…, una monstruosa máquina autoritaria, excluyente y represiva. El ropaje democrático con sus atractivas telas de derechos, libertades, partidos, sindicatos, etc., no es sino la forma de encubrir el verdadero y repugnante rostro del Estado, para permitirle manipularnos y dividirnos y hacernos tragar su aceite de ricino de despidos, recortes, etc., so pretexto de que “para eso los hemos votado”.

Las Tesis inciden en un segundo elemento: el maquiavelismo de la burguesía. La dominación feudal se basaba en el terror grotesco y directo de una violencia sádica acompañada por el terror que añadía la Iglesia de “condenar al eterno fuego del infierno” a los “malos siervos”. Ese sistema no es válido para el capitalismo, una sociedad en constante transformación y basado en la explotación de una clase mundial que puede alcanzar una conciencia revolucionaria, el proletariado. Se necesita que el esqueleto estatal que se basa en un terror aún más refinado y bárbaro que el del Estado feudal, se vea encubierto constantemente por maniobras políticas, operaciones de engaño y diversión, la manipulación y el lavado del cerebro, la ocultación –en suma– de las verdaderas intenciones de la clase dominante.

Mientras el señor feudal proclamaba descaradamente que la explotación de los siervos era para satisfacer sus lujos y placeres egoístas, la burguesía presenta sus ambiciones siempre en nombre de los más bellos ideales y del interés de todos los ciudadanos. La reforma laboral se hace para “crear empleo”, los recortes para “garantizar el Estado del bienestar”, la bajada de los salarios para “hacer viable la empresa”, la guerra para “salvaguardar la paz”, la represión para “dar seguridad”… Los capitalistas y sus gobernantes –tanto de derecha como de izquierda– se nos presentan como los campeones de la bondad, la cultura, el humanismo, el bienestar… si hiciéramos caso a su palabrería podríamos pensar que con tanto empeño por hacer el bien no les queda tiempo para ocuparse de sus intereses de clase… Como denuncia El Manifiesto Comunista: “Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora”[2]

La burguesía es la clase más cínica e hipócrita de la historia. Esto le lleva a manipular sus propios conflictos internos, sus contradicciones crecientes, para utilizarlas con objeto de engañar y dividir al proletariado, la clase que históricamente tiene la capacidad de acabar con la barbarie capitalista. Los antagonismos reales entre sus fracciones de derecha y sus fracciones de izquierda son empleados para dar lustre a los “progresistas” de la izquierda y hacer que les sigamos votando[3].

En la famosa “transición del franquismo a la democracia”, la existencia de un sector nostálgico del franquismo fue aprovechada para dejarle hacer, estimularle incluso a través de personajes equívocos como Armada o Cortina, y de esa manera llevarle a una intentona golpista (la del 23 F) que estaba perdida de antemano pero que fue convenientemente utilizada para asustar al personal con el miedo a una “vuelta a la dictadura”, para hacerle cerrar filas en torno a la “democracia amenazada” y para darle un pedigrí democrático a la derecha que en su mayoría estuvo pringada en la barbarie franquista. Fue una clara operación de maquiavelismo político y, en cierto sentido, resultó ser una enorme farsa.

No tuvo necesidad la burguesía española de organizar una película de ficción –como el montaje del Señor Évole–, le bastó con dejar hacer y aprovechar las andanzas de Tejero y Milans para realizar una espectacular retransmisión televisiva con la que logró asustar a numerosos trabajadores.

Las Tesis tienen algunos errores de perspectiva sobre los que ahora no podemos entrar pero su análisis es absolutamente justo y nos reivindicamos enteramente del mismo.

Tesis sobre la situación española

I. Con la perspectiva que nos dan los dos meses transcurridos podemos afirmar rotundamente que el golpe del 23 de febrero ha sido una representación teatral organizada por la burguesía española para arreglar sus conflictos internos y atacar mejor al proletariado.

II. Como hemos demostrado en numerosos textos [4] el proletariado mundial se ha convertido en el único obstáculo contra el curso del capital hacia una tercera guerra mundial imperialista, abriendo la posibilidad de un curso hacia la revolución mundial que libere a la humanidad de la pesadilla de catástrofes, calamidades y miserias que le ha causado y pretende causarle el capitalismo.

El principal problema que hoy tienen todas las burguesías del mundo es cómo reducir al silencio y aplastar definitivamente al proletariado. La historia ha demostrado, y la realidad actual vuelve a confirmarlo, que el mejor método que tiene la burguesía para alcanzar ese objetivo es la democracia, ya que esta le permite:

  • Tener un marco estable y unido, para que todas sus fuerzas, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, desde la Patronal hasta los sindicatos, desde la Iglesia hasta la Prensa, puedan jugar su papel contra el proletariado.
  • Dividir y engañar a los obreros causándoles mediante el sindicalismo, las elecciones, las promesas y maniobras de los partidos de “oposición”…, el desánimo, la desmoralización y la desunión más total.
  • Enmascarar un aparato de represión y terror, cada vez más sofisticado y sistemático, que es mil veces más eficaz porque pilla desprevenidas a sus víctimas, embaucadas por la música celestial de las “libertades”, los “derechos humanos”, la “paz”…

Por todo lo anterior la burguesía mundial, y en particular la del bloque occidental, lleva regalando generosamente a los pueblos, “libertades” y “derechos humanos”, organizando desde la Casa Blanca las “democratizaciones” de España, Portugal, Grecia, Perú, Ecuador, China… y haciendo que franquistas de toda la vida cambien la camisa azul por el traje democrático y que personajes que han hecho su carrera en los pasillos del franquismo (Suárez, Juan Carlos o Calvo Sotelo), encabecen hoy el Estado democrático que “disfrutamos”.

La historia ha demostrado una y mil veces que es mediante la “democracia más avanzada” como el capital hace frente a las movilizaciones más radicales de los obreros contra la explotación y la represión:

  • En Rusia 1917 fue la “democracia radical” de mencheviques, cadetes y social-revolucionarios el último recurso de la burguesía contra los obreros revolucionarios.

  • En la Revolución Proletaria Alemana fue la súper-democrática República de Weimar la que con la Socialdemocracia a la cabeza ahogó en un baño de sangre el intento revolucionario de los trabajadores.

  • En España 1931-36 fue la República de Azaña, Largo Caballero y Negrín la que, proclamándose de “los trabajadores”, aplastó bestialmente las insurrecciones obreras de Sevilla, Casas Viejas, Alto Llobregat, Asturias…

No podemos olvidar ni dejarnos engañar. Es mediante la democracia como el Capital nos quiere meter una situación de derrota total, miseria extrema y sumisión absoluta que abra de par en par las puertas de una III Guerra Mundial.

III. La burguesía española no es una excepción dentro del capitalismo mundial: como el resto de sus cofrades utiliza la democracia para enfrentar al proletariado y hacerle pagar con sangre sudor y lágrimas la crisis total de la economía.

La oleada de luchas obreras de 1971-76 pudo frenarla gracias precisamente a la gran maniobra de la “democratización” del Estado que otorgando los trabajadores el regalo envenenado de las “libertades”, los partidos “obreros”, los sindicatos “de clase”, las autonomías y demás pamplinas, pudo dividirlos, desviarlos de su terreno de clase, llenarlos de ilusiones que jamás se han cumplido y desorientarlos totalmente.

Y hoy la democracia, tanto como instrumento de unión de la burguesía como plataforma de ataque contra el proletariado, sigue siendo la mejor arma que tiene el capital para llevarnos al atolladero de la derrota, la miseria y el sacrificio. Primero porque permite un reparto de faenas entre la izquierda y la derecha para mejor atacar a los obreros y segundo porque enmascarar el incansable reforzamiento de la represión y la interminable orgía de despidos y austeridad.

Por ello, la burguesía española sigue en su táctica de emplear al “democracia” como método de dominación y el golpe del 23-F no cambia en manera alguna esa orientación fundamental ni significa que sectores hegemónicos de ella estén divididos o tengan dudas sobre esa orientación, sino que es, en sustancia, como decíamos al principio, una gigantesca mascarada destinada a suscitar el apoyo de los obreros y de toda la población a la “democracia” y engañarles haciéndoles creer que el ataque contra su existencia viene de los golpistas, cuando en realidad viene y seguirá viniendo de los “demócratas” que desde el gobierno y la oposición son hoy el eje del estado burgués.

IV. ¿Quiere decir lo anterior que Tejero, Milans del Bosch o Armada eran simples marionetas dispuestos a representar el papel de malos de la película? ¡En manera alguna! Los golpistas actuaban a conciencia y pretendían llegar a un gobierno militar. Ahora bien, constituían un a fracción minoritaria y sin fuerza suficiente dentro de la burguesía española. Por esta razón, los sectores dominantes de ésta les dejaron hacer, manteniéndoles bajo control, para que cumplieran un papel en la farsa.

El Gobierno, los servicios de información y la policía, sabían de sobra que Milans del Bosch y cía. tramaban un golpe, su táctica fue dejarles avanzar, impidiendo al mismo tiempo que tuvieran toda posibilidad de éxito, para que su acción sirviera al objetivo de asustar al personal y reunir una adhesión masiva en torno al Estado democrático “amenazado”.

En realidad los golpistas actuaron en el terreno que le interesaba al estado democrático y no en el terreno donde pudieran haberlo puesto en peligro. No fueron a ocupar la Moncloa, ni la Zarzuela, ni los Ministerios, ni el Estado mayor, ni las comunicaciones –donde están los verdaderos centros del poder burgués–, sino que fueron al parlamento donde únicamente están los payasos que conscientemente sirven de tapadera a lo que se cuece en las alturas del poder. En el fondo, su acción se redujo a un siniestro espectáculo de terror e intimidación, convenientemente retransmitido por Radio y TV, para buscar el efecto ideológico que perseguía la burguesía.

V. No será la primera vez, ni será la última, que la burguesía recurra a estos montajes espectaculares, que en ocasiones suelen costar un alto precio en vidas humanas, para lograr sus objetivos:

  • En 1941 la burguesía yanqui dejó que los japoneses bombardearan Pearl Harbour para obtener la movilización de la población para la II Guerra Mundial.
  • En 1979, Jomeini, dejó que sus estudiantes islámicos ocuparan espontáneamente la embajada USA para suscitar una campaña antinorteamericana que desviase el creciente descontento contra el Régimen Islámico.
  • En 1980, la operación “fallida” de liberación de los rehenes, montada por Carter le sirvió para organizaren USA una gigantesca campaña de histeria nacionalista.

La “democracia” en España se ha ido montando pieza a pieza a través de una interminable orquestación de atentados fascistas o acciones “terroristas” que curiosamente solo han servido para consolidar la democracia dándole una imagen de “víctima” que suscitase a su alrededor el apoyo de los explotados: matanza de Atocha, atentados del Grapo, operación Galaxia…

VI. Pero, ¿por qué la burguesía española ha montado el espectáculo del golpe, el cual, a pesar de su rentabilidad política e ideológica, comportaba sin embargo graves riesgos de desestabilización y descrédito?

La burguesía española, a pesar del éxito momentáneo que ha obtenido quebrando temporalmente el impulso combatiente del proletariado, está metida en una crisis económica y política cada vez más profunda.

Dada su posición de debilidad en el mercado mundial y su absoluta carencia de unas políticas exterior y militar mínimamente coherentes, no puede rentabilizar hoy por hoy los brutales ataques que está lanzando sin descanso contra el proletariado. Esto ocasiona el progresivo debilitamiento de las bases que cimientan la unidad de sus distintas fracciones, provocando la intensificación de las presiones de sus sectores más periféricos y menos adaptados a sus objetivos de conjunto, de las cuales son expresión el terrorismo “separatista” de ETA y la resistencia encarnizada que desde el Ejército, la policía o la administración oponen los elementos franquistas heredados del “antiguo régimen”.

El montaje del golpe de Estado viene a ser una tentativa de solución, al menos provisional, a esa crisis.

Esa crisis se manifiesta, en primer lugar, por una debilidad muy fuerte, tanto de la Derecha (UCD) como de la Izquierda (PCE, PSOE) para acoplarse a la orientación política fundamental de la burguesía mundial: izquierda a la oposición/derecha al poder. Ni UCD ni PSOE ni PCE, por todas las debilidades que arrastra la burguesía española y por sus propios fallos internos, han podido ponerse en su sitio a pesar de los esfuerzos que vienen haciendo desde 1979, siguiendo demasiado atados a la política del consenso, la componenda y el pacto, que si bien fue eficaz en los tiempos de la “transición democrática”, hoy resulta totalmente contraproducente.

El golpe de estado es un intento de empujar esa necesaria delimitación de campos entre derecha e izquierda. En realidad, ha servido para vencer las resistencias de los partidos de la derecha a otorgar la confianza al gobierno Calvo Sotelo (débil e incoherente pero el único posible en las circunstancias actuales) y a cerrar el camino a las ilusiones de coalición “alternativa de poder”, “concentración nacional”, etc., que todavía alimentan PSOE y PCE.

Por otra parte el golpe sirve para configurar una derecha dura y fuerte pero “inequívocamente constitucional y democrática” al estilo de Reagan y Thatcher, que es la única que le sirve hoy al capital. La derecha española (tanto en UCD como en Alianza Popular) tiene todavía demasiados residuos “anti-democráticos” heredados del franquismo por lo que necesitaba una limpieza de fachada que le proporcionara una absoluta pureza “democrática”. El golpe se la ha otorgado permitiendo a Suárez, Rosón, Laína , Calvo Sotelo, etc., pasar como “héroes de la democracia” que no tienen “nada que ver” con los golpistas. Además, Camacho, abrazando efusivamente a Fraga en la manifestación del 27, le ha concedido el diploma de “demócrata libre de toda sospecha”. Finalmente, a pesar de todas las apariencias, el golpe ha permitido reducir las posiciones de poder de las fracciones más ultras.

Sin embargo, el principal resultado del golpe ha sido dar a la democracia española, “joven y amenazada” una imagen que suscitara la adhesión de toda la población. Tal imagen, cocinada con los ingredientes de que es “víctima de peligrosas conspiraciones” y de que “a pesar de sus muchos defectos es preferible a una vuelta atrás”, le hacía falta al “nuevo” Estado democrático porque la masiva abstención ante sus elecciones y su constante desmitificación por la realidad de los hechos (medidas represivas ilimitadas, aumento escalofriante del paro y la miserias…) le hacía perder su poder de engaño y control sobre los explotados. Por eso, el “susto” de la noche del 23-F le ha venido de perlas para reanimar su impacto social.

VII. A fin de cuentas, el objetivo fundamental del golpe ha sido la mistificación sistemática del proletariado español porque está proporcionando una plataforma:

  1. De chantaje permanente contra los obreros. A todas horas partidos y sindicatos nos repiten machaconamente la misma canción: “no hay que luchar demasiado fuerte porque si no los militares se enfadarán y vendrá un segundo golpe”. Semejante cantinela sirve a PCE-CCOO y PSOE-UGT para imponernos una política de desmovilización, claudicación y bajada de pantalones.
  2. De palanca para desviar a los obreros más combativos en la trampa “antifascista”. Completando la maniobra de confusión y parálisis de PCE-PSOE los grupúsculos más a la izquierda (MC, LCR, FRAP, CNT…) empujan a los trabajadores a defender la democracia “amenazada” que, nos dicen, “aunque recortada y con límites, es preferible al fascismo”. En nombre de tan brillante planteamiento, cientos de obreros rebotados por la política inmunda de PCE-PSOE son devueltos al control burgués mediante el tinglado “antifascista” que los desvía a actividades de “denunciar fachas”, protestar por los recortes a la “libertad de expresión” o “apoyar a las personalidades e instituciones democráticas”… y mientras pierden el tiempo en tan “radicales” tareas, el Capital nos mete nuevas leyes represivas –en nombre de esa democracia que hay que salvar– nos impone despidos en masa, etc., ante lo cual nuestros “antifascistas” se limitan a llorar como vulgares plañideras…
  3. De tapadera para intensificar la represión y el terror del Estado. En “defensa de la democracia amenazada” el Gobierno, con el apoyo descarado de PCE-PSOE y la “crítica” cómplice de MC, FRAP, CNT…, ha instaurado desde el 23-F el siguiente blindado de medidas represivas:
  • Ley de defensa de la Constitución
  • Regulación de los Estados de sitio, alarma y excepción;
  • Modificación del Código Penal sobre tipificación de “colaboración con el terrorismo”;
  • Coordinación de todos los aparatos policiales y de información en un Mando único que permita su acción centralizada;
  • Consolidación en todas las provincias de las Juntas de orden público que establecen la coordinación de las policías nacionales, municipales y autónomas contra la “delincuencia”, el “terrorismo”, y la “violencia laboral”.

Con semejante arsenal podemos afirmar que hoy el Estado Burgués cuenta con un aparato de represión y terror muy superior en medios, organización y eficacia al que existía en tiempos del franquismo. ¡Y lo están montando en “defensa de la democracia”, para “impedir una involución fascista”!

VIII. Ahora bien, el resultado del golpe que más consecuencias va a tener en el ataque burgués contra el proletariado, es que va a consolidar el esquema: Izquierda a la oposición/ Derecha al poder, en España

En UCD, va ganando terreno poco a poco, la política de atacar a fondo a los trabajadores sin servidumbres de pactos ni consensos y de organizar sin miedo un Estado autoritario aunque “escrupulosamente fiel a los principios democráticos”.

Mientras que PSOE y PCE se apartan definitivamente del consenso, que los desacreditaba ante los trabajadores demasiado claramente y pasan a una política de “oposición” consistente en “lamentarse” de las medidas del gobierno, proponer falsas alternativas que sólo sirven para confundir a los obreros y enredarlos en falsos métodos de lucha que acaban desmovilizándolos y agotándolos.

El desarrollo consecuente de este esquema por parte de la burguesía es hoy el principal peligro para el proletariado porque permite atacarlo y reprimirlo bestialmente pero engañándolo e inmovilizándolo al mismo tiempo para impedir que pueda defenderse.

IX. Si hoy la burguesía de todos lo países multiplica hasta el paroxismo sus ataques económicos, políticos y represivos contra nuestra vida es porque la crisis de su sistema de explotación hace que no tenga nada que ofrecernos excepto paro, miseria y guerra.

Pero si organiza este ataque rodeándolo del celofán engañosos de la “democracia” y metiéndonos el Caballo de Troya de la izquierda en la oposición es porque sabe mejor que muchos proletarios, que en nuestras filas están madurando las condiciones de un estallido de luchas masivas, que siguiendo el ejemplo de los obreros polacos y agrandando la brecha por ellos abierta, inicia un curso hacia la revolución mundial.

Históricamente, la burguesía es más débil de lo que a primera vista parece, su régimen de explotación tiembla bajo los efectos de una crisis cada vez más devastadora, sus contradicciones se profundizan irremediablemente originando el caos y la violencia más extremos, su capacidad de gobernar es permanentemente saboteada por su decadencia económica, política y moral. En realidad su única tabla de salvación es la condición y la división de quien puede y debe ser su sepulturero: el proletariado. La democracia, la izquierda a la oposición, el Nacionalismo, el “antifascismo” etc. son otras tantas trampas que emplea el Capital en crisis para engañar, dividir y derrotar al proletariado y proporcionar un nuevo balón de oxígeno que le permita seguir imponiendo su yugo de guerra y barbarie.

¡Contra la democracia y contra el fascismo! ¡Contra todas las formas bajo las que se disfraza la exploración y la opresión capitalistas!

¡Contra todas las fracciones de la burguesía, sean éstas de extrema derecha, derecha, izquierda o extrema izquierda!

¡Por la defensa intransigente de los intereses obreros, contra el paro, la austeridad y la represión!

¡Por la lucha masiva y general de todos los trabajadores siguiendo el ejemplo de Polonia!

¡Por la revolución proletaria mundial!

CCI, 18-4-1981


[1] Acción Proletaria nº 37, mayo-junio 1981.

[2] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [28]

[3] Un ejemplo entre muchos es el “error” del Gobierno Rajoy de lanzar una nueva ley sobre el aborto que ellos mismos pretenden “dejar en el congelador” para permitirle al PSOE y a IU dar un poquito de lustre a su blasón que está enormemente desgastado por su descarada complicidad en todos los ataques y recortes.

[4] Ver en este mismo AP: “Polonia: balance y perspectivas”.

 

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Republicación de artículos

El periodo de la reforma en México en el siglo XIX: la consolidación del Estado nacional de la burguesía

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La independencia no se tradujo en la constitución de México como nación ni en el surgimiento de un Estado nacional centralizado y eficiente; por el contrario, la vida ‘independiente' se inicia con grandes dificultades por lo que la implantación del capitalismo fue lenta, difícil y sangrienta. La guerra de 1810 redujo la agricultura y ganadería a la mitad, la minería a una tercera parte y dañó seriamente la naciente industria.

Como vimos en los artículos anteriores de esta serie (RM 114), la historia de México, como la de cualquier región debe ser analizada considerando la situación mundial en la que está enmarcada. No es una historia aislada producto de un puñado de hombres de mentes brillantes y corazones valientes, como dice la burguesía, sino el producto de la lucha de clases. La guerra de independencia en la Nueva España se sitúa en el periodo en el que el capitalismo se expandía por todo el globo y con todas sus especificidades y diferencias con respecto al desarrollo del capitalismo en otras regiones, significó el intento de la burguesía local naciente por deshacerse del obstáculo que el colonialismo imponía al desarrollo de las fuerzas productivas en la Nueva España (2/3 de las ganancias en la colonia y el 95% de la plata extraída se dirigían a la Corona). "La historia de las décadas de guerras coloniales, que se prolonga durante todo el siglo XIX; levantamientos contra Francia, Italia, Inglaterra, y Alemania en África; contra Francia, Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos en Asia; contra España y Francia en América, es la larga y tenaz resistencia de las viejas sociedades autóctonas contra su exterminio y proletarización a manos del moderno capital, lucha de la que finalmente surge el capital como vencedor en todas partes."[1]

La independencia no se tradujo en la constitución de México como nación ni en el surgimiento de un Estado nacional centralizado y eficiente; por el contrario, la vida ‘independiente' se inicia con grandes dificultades por lo que la implantación del capitalismo fue lenta, difícil y sangrienta. La guerra de 1810 redujo la agricultura y ganadería a la mitad, la minería a una tercera parte y dañó seriamente la naciente industria. El país tenía una deuda exorbitante y los canales comerciales estaban bloqueados o arruinaban las manufacturas existentes, incapaces de competir con las inglesas. Los comerciantes hispanos que financiaban el desarrollo económico huyeron con sus capitales y la iglesia también envió a España su riqueza líquida. Además, quedaban en pie modos de producción precapitalistas como el señorial (la hacienda) y el de las comunidades indígenas.

Había una extrema fragmentación del poder, de la sociedad y de la economía. Se había roto con la dominación de la Corona Española pero no se habían destruido sus cimientos: clero, aristocracia virreinal y despotismo tributario (comunidades indígenas con producción apenas suficiente para cubrir su alimentación y el pago de tributo por su existencia). Esto junto con el gran desempleo entre las capas explotadas hacía que el control del nuevo Estado fuera ineficaz en sus inicios. En los primeros dos tercios del siglo XIX, más de 50 administraciones trataron de dirigir al país y con frecuencia existían va­rios gobiernos simultáneamente con su cauda de rebeliones, cuartelazos o golpes de Estado. Desde la consumación de la independencia hasta la restauración de la república, los gobiernos de México expresaron la pugna por el poder producto de la polarización de dos grupos fundamentales: los conservadores -iglesia, terratenientes y burgueses de la región central- que contaban con el apoyo de Europa, especialmente Inglaterra, y que buscaban la implantación de una república centralizada dirigida por los militares y el otro grupo formado por los liberales - burgueses hacendados del norte y sur- que buscaban una república federal y democrática que limitara el poder y los privilegios de los terratenientes, la iglesia y el ejército y que recibían eventualmente el apoyo de los Estados Unidos.

En el plano exterior, las amenazas de invasiones extranjeras para adueñarse de territorios -una característica de la expansión capitalista- estuvieron presentes desde la misma guerra de independencia. En 1819 España tuvo que ceder a los Estados Unidos La Florida y en 1823 con la ‘Doctrina Monroe', EEUU plantea su decisión de poner a América Latina bajo su influencia exclusiva. Desde luego también estuvieron presentes la coerción comercial con el crédito e inversiones directas de diferentes países.

La burguesía nacional naciente tendría que abrirse camino venciendo este cúmulo de dificultades por medio de su herramienta característica de clase: la violencia de las armas. "El capital no tiene, para la cuestión, más solución que la violencia, que constituye un método constante de acumulación de capital en el proceso histórico, no sólo en su génesis, sino en todo el tiempo, hasta el día de hoy."[2]. De 1821 a 1870 hay choques brutales y sucesivos entre los que pretenden la transformación económico-social y la reacción conservadora. Así que las idílicas luchas de Reforma, en realidad, ejercieron la fuerza de las armas para llevar a cabo sus objetivos y fueron las clases y capas explotadas (esclavos, jornaleros y comunidades indígenas) quienes sufrieron la peor parte siendo despojados de sus tierras y aniquilados en el despojo o en las confrontaciones entre las clases explotadoras que se oponían.

Los primeros gobiernos de México acudieron a la deuda pública interna y externa y a los impuestos sobre productos de importación y exportación para obtener recursos para su desarrollo. En 1833 el gobierno liberal intentó, por primera vez la incautación de los bienes del clero y limitar su poder pero los liberales fueron derrocados por el ejército ésta y otras veces más. A pesar de este desorden político, para 1842 ya había 57 fábricas de hilados y tejidos en el país.

Mientras tanto, intervenciones y presiones constantes lograron la anexión de Texas a los EEUU en 1846. En 1847 Estados Unidos declaró la guerra a México que le costó a éste 50 000 muertos y la pérdida de más de la mitad del territorio. Respecto a esto, Engels, que con Marx se alegraban del avance del capitalismo porque iba poniendo las bases para la revolución comunista, escribe: "...hemos presenciado la conquista de México, la que nos ha complacido. Constituye un progreso... que un país...desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido de todo desarrollo... sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. Es en interés de su propio desarrollo que México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos...".[3] Más tarde subrayaba la importancia del progreso logrado por este país: ¿Acaso es una desgracia...que los enérgicos yankis... aumenten los medios de circulación, concentren en la costa... una densa población y un activo comercio, creen ciudades, establezcan líneas de barcos de vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y, por tercera vez en la historia, impriman una nueva orientación al comercio mundial? Tal vez la ‘independencia' de algunos españoles de California y Tejas sufrirá con ello; la ‘justicia' y otros principios morales quizá sean vulnerados aquí y allá, ¿pero qué importa esto frente a tales hechos histórico-universales?[4]

El primer Estado Nacional surge del aniquilamiento de las comunidades indígenas

En 1854, la alianza con los pequeños propietarios, campesinos pobres, y trabajadores indígenas, negros y mulatos, con Gómez Farías a la cabeza, permitió a los liberales derrocar a Santa Ana que había sido derrotado frente a Estados Unidos y que mantenía los privilegios de la vieja clase aristocrática, clero, ejército y de algunos sectores de la burguesía oligárquica. El 1º de marzo, con Ignacio Comonfort en la presidencia lanzan el Plan de Ayutla, incorporándose Juárez, Ocampo, Mata y otros liberales y ofrecen elaborar una nueva constitución que reafirme una ‘República Representativa Popular'. Esta insurrección de Ayutla, marca el fin del ‘periodo anárquico' y la concretización del primer Estado propiamente nacional en el país. En 1855 se expidió la Ley Juárez para restringir los privilegios a través de la supresión de tribunales especiales y por tanto de la ingerencia del clero y del ejército en la administración de justicia civil.

Durante este periodo, el capitalismo llega a ser el régimen económico predominante en todo el mundo. En este contexto, el grupo liberal veía la necesidad de impulsar la agricultura a través de la mediana propiedad privada capitalista por lo que en 1856 promulgan la Ley Lerdo de desamortización de la tierra y en 1857 una nueva Constitución con el decreto de separación del Estado y de la Iglesia y las libertades de propiedad, trabajo, culto, y tránsito. Esto significaba expropiar las grandes extensiones de tierra de la iglesia y de las comunidades ya que tenían una productividad muy baja o nula y permitir la compra-venta de tierras y otras mercancías, entre ellas la fuerza de trabajo que podría llegar de diferentes latitudes y creencias, y permitir su paso libre a lo largo del país. La ‘libre contratación' defendida por la Revolución Francesa y la ‘libre competencia comercial' de la economía clásica inglesa retomadas por los liberales requerían ‘igualdad y libertad'. La ‘igualdad ante la ley civil', con la separación entre la Iglesia y Estado, que reclamaba la Reforma representaba esa necesidad. Era el requisito para legalizar la explotación del trabajo ajeno, para impulsar la industria y el comercio y para imponer en el país una sola administración de justicia que la burguesía, como clase, pudiera manejar como mejor le conviniera a sus intereses. En el orden internacional, la igualdad jurídica, como nación, era la condición necesaria para integrarse al mercado mundial.

En reacción, se produjeron sublevaciones de comunidades indígenas para protestar contra el despojo brutal y sangriento de sus tierras. Los liberales, que con Benito Juárez a la cabeza -supuesto defensor de los indígenas- ponían ‘la igualdad del individuo' como principio de la sociedad, reprimieron sin piedad las rebeliones mostrando que el término ‘igualdad' según la ‘sociedad civil' significa diferenciar entre los nuevos explotadores privilegiados y los nuevos explotados tratados peor que animales. Los liberales sofocaron salvajemente las rebeliones indígenas pero no pudieron detener la reacción de la Iglesia y de los terratenientes conservadores obligados a vender sus tierras y a perder poder, con lo que se desató la guerra civil de Tres Años en 1857 a pesar de lo cual en este periodo las Leyes de Reforma cobraron rango constitucional.

La guerra civil fue aprovechada por los Estados Unidos en sus planes expansionistas. El gobierno de James Buchanan trató de negociar con los conservadores pero al fracasar, debido a los lazos de éstos con las potencias europeas, negoció con el gobierno de Juárez, presionando económica y militarmente, un tratado en el que adquiría libertad de tránsito a lo largo del país, especialmente en el Istmo de Tehuantepec, lo que le beneficiaría en el plano comercial y estratégico. Este tratado Mc Lane-Ocampo no fue ratificado por el Congreso Norteamericano por las pugnas que se desarrollaban entre sus Estados del norte y del sur, que darían lugar a la Guerra de Secesión en 1861 de la cual Marx escribe poniendo la disyuntiva del avance capitalista: "El movimiento entero se fundaba...en la cuestión de si los 20 millones de hombres libres del Norte deben seguir subordinados a una oligarquía de 300 mil dueños de esclavos; de si los enormes territorios de la república deberán convertirse en semilleros de estados libres o de la esclavitud".[5] La Gran Bretaña, por su parte, había penetrado en el país no a través de las armas, sino mediante las inversiones y el crédito desde 1824. México ya gravitaba económicamente en la órbita de Inglaterra.

La consolidación del Estado mexicano,
el triunfo de la 'sociedad civil' significó la libertad para explotar a los trabajadores

La Guerra de los Tres Años culmina con el triunfo de los liberales. El Estado liberal, surgido de la revolución de Reforma, simboliza el triunfo de la "sociedad civil" o de la burguesía sobre los modos de producción anacrónicos aunque los ideales de los reformadores estuvieron lejos, en un principio, de la realidad impuesta por las condiciones imperantes. El libre cambio se vio obstaculizado por: un sistema que obtenía todavía la mayor parte de sus ingresos de los impuestos aduanales, por la depreciación de la plata que creaba proteccionismo, y por la intervención directa del Estado en ciertas ramas de la economía. La disolución de las propiedades eclesiásticas e indígenas no dio lugar a la me­diana agricultura comercial capitalista, sino a la expansión de las grandes haciendas sustentadas en la explotación de un gran número de trabajadores más que en la implementación de nuevas técnicas productivas. Las formas de trabajo forzado, no desaparecieron para ser sus­tituidas completamente por la fuerza ‘libre' de trabajo que operara dentro de un mercado competitivo, sino que hubo un fortalecimiento de los sistemas de trabajo coercitivo en varias partes.

Sin embargo, la historia no permitía marcha atrás aunque las fuerzas reaccionarias se opusieran. El contexto internacional en que las burguesías europeas competían para expandir sus dominios, tocaron nuevamente a México. La suspensión del pago de la deuda externa, decretada por el gobierno de Juárez en 1861, proporcionó a Napoleón III el pretexto para avanzar en sus pretensiones expansionistas en América Latina donde intentaba construir un imperio para ampliar sus mercados, para detener el avance de los Estados Unidos y eliminar la influencia de Inglaterra en estos territorios. Napoleón logró involucrar a la Gran Bretaña y a España contra México exigiendo el pago de la deuda. Rivalidades surgidas entre los aliados resultaron en el retiro de las fuerzas de España e Inglaterra pero Francia con la ayuda de los conservadores, que querían recuperar el poder, logró ocupar parte del territorio mexicano y establecer una monarquía. Las necesi­dades de reformas eran tan evidentes, que el emperador Maximiliano de Austria no sigue una política conservadora sino liberal moderada pero el Estado mexicano aún así lucha contra la invasión. La corona resultaba muy costosa a México pero también a Francia que prefirió retirar sus tropas para preparar una confrontación contra Prusia y enfrentar protestas estudiantiles en Paris, lo que permitió que el ejército mexicano derrotara a las restantes fuerzas del emperador, quien es fusilado en 1867.

Los gobiernos de Benito Juárez (1861-72) y de Lerdo de Tejada (72-76) se caracterizaron por la instauración de un Estado fuerte y centralizado y la continuación de la re-distribución de la tierra. La "nueva era en la cual el orden positivo vendría a sustituir al orden teológico y al desorden metafísico", según el positivismo comtiano liberal, significó que el capitalismo tenía abierto el camino para su desarrollo y con él el inicio de una explotación de trabajadores cada vez más brutal, esta vez avalada e impulsada por una ley liberal o democrática al igual que en otros países capitalistas. En 1867, Juárez llamó a Gabino Barreda para redactar un plan educativo, dada la importancia de introducir la ideología burguesa desde la escuela, para mantener a la mayoría de la población conforme y pasiva ante su situación ‘natural' de explotación bajo el lema ‘Orden y Progreso'.

Así, entre los años 1860 al 80, el capitalismo es ya el sistema socioeconómico dominante en México aunque incipiente, débil y dependiente: insuficiente división del trabajo, atraso técnico, baja productividad, lento desarrollo del mercado interior, dificultad de desarrollar una industria propia (en 1860 había sólo 24 km. de vías férreas utilizables), y con una grandísima deuda interna y externa. Aún con todo este atraso a nivel industrial, la clase trabajadora se desarrollaba y había empezado a organizarse en mutualidades desde 1850 para defenderse de las nuevas condiciones de explotación. Con el triunfo de la república estas asociaciones se multiplicaron y algunos de sus representantes se vincularon con la Asociación Internacional de Trabajadores. En 1871 se formó la Sociedad de Obreros del Septentrión que se convertiría en 1872 en el Gran Círculo de Obreros de México y salió a la luz el periódico El Socialista que invitaba a inscribirse en la AIT. En 1874 sale el diario La Comuna, en honor a la Comuna de Paris, y en 1876 se celebra el primer Congreso Obrero en México. Aún había necesidad de desarrollar un capitalismo fuerte y un nuevo grupo de burgueses empezaría a mostrar sus inconformidades frente a todo lo no logrado bajo el ya anacrónico lema ‘Orden y Progreso' de los viejos liberales, abriendo otra etapa del desarrollo del capitalismo en México.

La celebración es de la burguesía no de los trabajadores

La tarea que llevaron a cabo los liberales, como representantes de los intereses de la burguesía, de consolidar el Estado-Nación en México, no tiene comparación con las políticas ‘Neoliberales' de la burguesía actual perteneciente a cualquier partido. La revolución de Reforma se desarrolló en una época en que la burguesía estaba en ascenso y luchaba por extender el dominio del sistema capitalista en todo el mundo, desarrollando con la ciencia y la tecnología las fuerzas productivas y creando el mercado mundial. Los liberales cumplían su parte de esa tarea en México. La época que hoy estamos viviendo es la de la decadencia del sistema capitalista y aún más, la época de su descomposición: un momento en que las cacareadas ‘reformas' o las políticas ‘neoliberales' son medidas de sobrevivencia de la burguesía a costa de más explotación a los trabajadores. La comparación con las medidas desarrolladas a mediados del siglo XIX son sólo humo ideológico para tratar de cubrir la verdad de un sistema que se está pudriendo, hundiendo a los explotados en una miseria, inseguridad y destrucción crecientes. No hay posibilidad de comparación alguna entre estos dos momentos aunque la burguesía se esfuerce en adornar su discurso con los hechos de la historia. La burguesía celebra a sus precursores pero nosotros no tenemos por qué hacerlo, no tenemos por qué seguir atados a las cadenas de las ‘libertades individuales', de la democracia y del nacionalismo que son patrimonio de una clase ya agonizante y que significan el encadenamiento a nuestra explotación. Por el contrario, hay que librarnos de esas ataduras ideológicas y materiales. Nosotros tenemos un futuro que construir y por ello festejamos la solidaridad y la unidad de la clase proletaria y las festejamos con nuestras luchas. ¡Viva el internacionalismo proletario en marcha!

Héctor / 23-02-2010.


Notas:

[1] R. Luxemburgo: Introducción a la Economía Política.

[2] Ídem.

[3] F. Engels, La tutela de los Estados Unidos, 23 de enero de 1848.

[4] F. Engels. La magnífica California, 7 de enero de 1849.

[5] C. Marx. La guerra civil norteamericana. 20 de octubre de 1861.

Situación nacional: 

  • Mexico [30]

Geografía: 

  • Mexico [26]

Noticias y actualidad: 

  • Bicentenario de la independencia [31]

La misma miseria para los trabajadores

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Costa Rica, realiza durante los primeros meses del 2014 las elecciones parlamentarias y presidenciales. La desconfianza de los trabajadores en este teatro ha llevado a que con un abstencionismo elevado el estado costarricense deba ir a segunda ronda para definir el presidente. Su sistema democrático ha sido usado por la burguesía internacional como “un ejemplo” para los otros países centroamericanos. En los 70’s y 80’s Costa Rica realizaba fiestas electorales con toda tranquilidad mientras que en el resto de Centroamérica se desangraba el proletariado y los explotados en las distintas guerras, unos detrás de los “Frentes Únicos” y las luchas de “liberación nacional” y otros detrás de los grupos paramilitares y ejércitos locales.

Aún en la actualidad esta fraseología por “la democracia” sigue teniendo un peso importante, sigue enrumbando al proletariado en Costa Rica como en todo el mundo a sumarse por los partidos de la burguesía –de “la izquierda” o “la derecha”– y continúa como remedio efectivo contra el germen de la organización y la toma de conciencia de la clase.

El parlamentarismo ya no es una táctica de lucha del proletariado mundial. Después de la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia, a principios del siglo pasado. El parlamentarismo no es terreno para obtener reivindicaciones sociales, sino que, es el mecanismo más efectivo del capitalismo para ahogar la toma de conciencia del proletariado en sus propias fuerzas. El discurso democrático no hace más que intentar embellecer un sistema moribundo y busca confundir a los trabajadores haciéndolos creer que no hay nada más allá del capitalismo. Sólo el proletariado unido e independiente de la burguesía y sus instituciones puede desarrollar las fuerzas necesarias para transformar este mundo.

Costos millonarios que salen del bolsillo de los trabajadores

La "Fiesta" de la democracia, como ha denominado la prensa [1] y el Gobierno de Costa Rica a las elecciones parlamentarias, se ha desarrollado con toda tranquilidad "cívica" el pasado domingo 2 de febrero del 2014. La "Fiesta" ha sido aplaudida ampliamente por los organismos internacionales e nacionales calificándola como un "ejemplo latinoamericano a seguir" debido a su sólido aparato electoral llamado localmente como "Tribunal Supremo de Elecciones" (TSE) [2], que posee un rápido y eficiente sistema de conteo de votos y un presupuesto del Estado para financiar la "fiesta" de unos 36,295,340,000 colones (70,476,388 dólares) [3], sin contar con las contribuciones de los ciudadanos "patriotas", es decir, el dinero que desembolsan las burguesías nacionales e internacionales para favorecer sus privilegios. Una enorme cantidad de dinero para un país con menos de 5 millones de habitantes.

Nuevas caras de la burguesía y su viraje a la izquierda

Los medios de comunicación locales hablan de un "viraje" de la política "neoliberal", de una "derecha a un centro", por el remonte, poco previsto, de la segunda fuerza de la burguesía "honesta e incorruptible", el Partido de Acción Ciudadana (PAC). Este último partido logró ganarle al partido que ha estado más años en el poder, después de la guerra civil interburguesa del 48, el Partido de Liberación Nacional (PLN), pero no lo suficiente para un gane definitivo.

Según la legislación parlamentaria de Costa Rica se requiere un 40% de votos para ganar la presidencia, de lo contrario los dos primeros deberán pasar a una segunda ronda para definir el ganador de la contienda. En el caso de la selección de diputados esto no aplica, estos son repartidos porcentualmente por provincia según la cantidad de votos ganados por todos los partidos participantes en la “primera vuelta”. La “segunda vuelta” solo se ha dado dos veces, en las elecciones del 2002 entre Abel Pacheco del PUSC y el Rolando Araya del PLN y en las actuales. La “fiesta” se extiende por dos meses más, siendo un problema de financiamiento para los partidos y para el Gobierno.

El dinero del Estado se reparte según la cantidad de votos ganados por partido al final de la contienda. Es decir, si un partido poco popular gana con una suma considerable de votos, este recibirá más dinero del invertido, y viceversa. El PLN ha solicitado “una tregua electoral” para no “despilfarrar” los recursos del Estado, pero en realidad es debido a que el PLN apuntaba a un gane en primera vuelta y quedó sin dinero para la campaña, lo que lo hace depender de las contribuciones de los “apreciados” ciudadanos. Del otro lado el PAC posee todavía recursos del Estado y se muestra más solvente económicamente. El PLN gastó, en datos aproximados, 4500 millones de colones y quedó con un saldo a favor de 747 millones de colones, mientras que el PAC invirtió 1500 millones y quedó con un saldo positivo de 3,726 millones de colones [4].

La “gran revelación” de la “fiesta” fue el remonte del PAC y del Frente Amplio (FA), un remonte muchísimo más acelerado de este último. El FA invirtió menos de 1000 millones y recibirá un saldo positivo de 1985 millones de colones.

Luis Guillermo Solís, candidato a la Presidencia por el PAC, fue militante del PLN hasta el año 2005, partido que impulsó los "Programas de Ajuste Estructural" (PAES) durante los 80's y 90's financiado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para fomentar la "aceleración" de la Industrialización, que significó -en pocas palabras- ayudar a la crisis capitalista internacional por medio del endeudamiento estatal, y por medio de la creación de "Zonas Francas", paraísos fiscales para empresas multinacionales que no pagan prácticamente nada de impuesto, y donde tiene trato preferencial para el uso de recursos como la energía y el agua. La mayoría de empresas establecidas en las Zonas Francas son empresas de ensamblaje, que introducen, gracias a los acuerdos multilaterales entre países centrales y periféricos, mercancías con prácticamente entrada libre al país, las ensamblan y las exportan disfrutando de todos los beneficios fiscales, es decir logran posicionan en el mercado mundial mercancías terminadas en condiciones mucho más favorables, acelerando a su vez los déficit fiscales del Estado por la poca recaudación, lo que hace incurrir al Estado a grandes prestamos a organismos financieros del capitalismo mundial.

Su vicepresidenta Ana Elena Chacón, hasta hace poco militantes del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC), el partido "contrincante" del PLN después del 48, fue fiel defensora del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estado Unidos que provocó gigantescas movilizaciones sociales, y donde la única forma de aprobarlo, ante el descontento de la población, fue por medio de un referéndum en donde se hizo uso del fenomenal aparato electoral del Estado, para garantizar una "justa" decisión ciudadana, en donde un 51,62 % votó el Si, y un 48,38 % votó el No, con un abstencionismo gigante del 40.8 %, casi la mitad de la población [5]. Los "perdedores", todos aquellos que no vieron el referéndum como una vía viable y aquello que lo creyeron y votaron No, tenían que bajar la cabeza y aceptar los resultados. ¡Es la decisión de la mayoría!

La otra revelación de la noche fue el ascenso del Frente Amplio, la izquierda democrática costarricense. Este partido fue fundando en el 2004 por varios elementos de la izquierda parlamentaria costarricense, un ex diputado del partido Fuerza Democrática del periodo 1998-2002, José Merino del Río, que se hizo popular en el periodo del TLC por sus “patrióticas” denuncias al tratado, Eduardo Mora Valverde ex militante del antiguo partido comunista costarricense, Patricia Mora esposa de Merino y sobrina de Manuel Mora Valverde, fundador del Partido Comunista Costarricense, entre otros. Son la herencia del “comunismo a la Tica”, fieles defensores de la democracia parlamentaria desde su fundación, adheridos años después al estalinismo.

El candidato a presidente, José María Villalta, diputado en el periodo que termina, ha repetido reiteradamente por televisión que “ellos no son comunista” [6], que su movimiento es un “frente (muy) amplio”, de múltiples tendencias políticas, todos usando un mismo color de bandera: el amarillo y el negro. El programa de gobierno que proponen no es más que la exaltación de la explotación estatal sobre la población, y la resolución de los graves problemas económicos por vías nacionales, mejorando la recolección de impuesto (“más para los ricos, menos para los pobres”), siendo “menos corruptos”, retomando los monopolios estatales, todo resuelto por la “gigantesca” capacidad nacional, que puede vencer, según ellos, un problema crónico del capitalismo mundial, un crisis que ha metido en deuda a países enteros para buscar una salida su crisis irresoluble.

Por último hay que hablar del Partido de los Trabajadores (PT) y el Nuevo Partido Socialista (NPS). ¡Primera vez en la historia de nuestra “apreciada” democracia, que participan dos partidos trotskistas en la “fiesta”! ¡Ahora tenemos la opción de votar un presidente trotskista! El PT se reivindica de la IV internacional (la que nació muerta), se hace llamar “un partido clasista de los trabajadores”, e impulsan, por la vía parlamentaria, “una democracia obrera y socialista” que ejecute una cierta cantidad de reformas, como, el no pago de la deuda externa, poner a tributar al capital, derogar el TLC y realizar una reforma agraria, a pesar de reivindicarse como “internacionalista”, piensan que este “gobierno socialista logrará ganarle la partida al capital”, haciendo una que otra medida económica aventurera localista, “gobernando” al proletariado costarricense, porque claro está, que no estamos hablando del poder de los consejos de trabajadores organizados fuera del poder Estatal, sino de un grupo selecto de militantes que deberá soportar, ellos mismos, en su Partido, todo el proceso de transformación social.

Por otro lado el NPS, plantea que su “intervención” en las elecciones nacionales, se basa en el apoyo a un “ciclo de luchas en la perspectiva de profundizarlo en un curso de independencia política y más radicalizada”. Es el invitado de la “fiesta” que entra para convencer a sus participantes que hay que hacer otra “fiesta” donde estén los que “realmente” son los buenos. Su programa plantea una “Asamblea Nacional Constituyente” en donde se discutirá una “nuevo tipo de sociedad”, en donde se definirá un gobierno “desde los sectores explotados y oprimidos”, que establezca impuestos a las Zonas Francas, promueva la organización sindical en el sector privado, entre otras medidas.

En general este último también cree que hay que “construir” un partido de clase que “gobierne” para los explotados y oprimidos, no confían un pelo en las capacidades organizativas de los trabajadores, el Partido será su “gran guía”, el Partido será el “poder” de los trabajadores. Las condiciones subjetivas actuales del proletariado internacional son desfavorables, el proletariado no se ve a sí mismo como una clase histórica, no tiene confianza en si mismo. El izquierdismo quiere ser “la guía” de este atraso de conciencia del proletariado. En realidad el problema no está en enrumbar al proletariado en sumarse a un proyecto político de un partido dado, el gran reto de las organizaciones de vanguardia está en trabajar para que el proletariado vuelva a creer en sí mismo, que sea vea así mismo como la única clase capaz de sacar la humanidad adelante, impulsando la creación de sus propios organismos independientes.

Según datos preliminares, el Partido de los Trabajadores logró un 0,63 % de votos, lo que equivale a 10,723 votos, y el Nuevo Partido Socialista un total de 0.02 %, 282 votos (solo inscritos para la provincia de Heredia). El PT afirma que las elecciones fueron “una victoria para la clase trabajadora” [7], ya que esos votos fueron hacia “un programa clasista y socialista” y hacen un llamado a los trabajadores a unirse a “un Partido democrático”, que debe crecer en número para poder hacer “la revolución” desde el terreno de la fenomenal democracia costarricense.

Los que no fueron a la “fiesta”: el abstencionismo

Es importante resaltar que a pesar del inmenso despilfarro del Estado para hacer popular esta “fiesta” la gran mayoría de los costarricenses decidió no participar, el abstencionismo llegó a una cifra histórica del 31,73 %, según datos preliminares. El grupo de los que no “asistieron a la fiesta” crece de manera importante desde 1982, año en donde la economía costarricense llegó a su punto más bajo, ¡misteriosamente mismo periodo en donde el capitalismo entra en una crisis crónica!

Es aventurado ligar el crecimiento de este número a un avance político de la conciencia del proletariado costarricense, sin embargo, es un dato que por lo menos nos dice que esta “fiesta” no es muy popular, y que a pesar del crecimiento de fuerzas parlamentarias no tradicionales (PAC y FA), se ha mantenido constante durante muchos años.

Es común escuchar decir en la población costarricense “si no vota, no se queje”, a así como “hay que respetar los resultados”. También, el día de las elecciones, un chofer de bus de la comunidad de Acosta detuvo el bus para cantar el himno nacional y fue resaltado en los diarios del país como un acto de “civismo ejemplar”, acto que llena de lágrimas a los “patriotas costarricenses”.

A pesar de las grandes campañas de televisión, periódico y redes sociales, este número de “malos” ciudadanos siguen en aumento. Los que ven con desconfianza al parlamento seguirán sentados atrás de este bus de Acosta, sin saber el himno, y se verán molestos los días de la “fiesta” debido a que no se sienten invitados a la pachanga.

¿Son las elecciones un terreno de lucha para el avance de conciencia del proletariado?

Las elecciones parlamentarias son un buen espacio para afirmar el nacionalismo y para acreditar la democracia burguesa “respetando sus resultados”, que son la “elección” de la ciudadanía en general. Es el veneno más efectivo del capitalismo en su periodo de decadencia y putrefacción para apagar todo confianza del proletariado en si mismo, y borrar, en el mar de la ciudadanía, cualquier identificación de clase. Además, impide al proletariado verse a si mismo como el sujeto revolucionario que no tiene patria, ni pertenece a una localidad específica, y que más bien, sus características de clase rebasa las fronteras, sus problemas solo tienen solución a nivel internacional.

Los debates presidenciales -parodia de lo que significa un verdadero debate- se basan en la habilidad oratoria o actuación de cada orador, ellos buscan, a toda costa, sumar más votos para su partido, estableciendo “tácticas” enfocadas en lo que van indicando las encuestas de opinión. En las pasadas elecciones las miradas de los candidatos están hacia “los indecisos”: aquellos que no saben por quién votar en el baile de gala de la “fiesta patria”. Cada debate gira en torno a ganar tal o cual sector de la población, o bien, desmentir lo que el otro candidato o periódico dijo de él, ¡no se vaya a confundir la ciudadanía costarricense de sus "buenas" intenciones!

¿Cuál es la tradición de debate del proletariado mundial? El marxismo es un debate de ideas en donde se piensan la sociedad teniendo una visión materialista de la historia, pero este no ha sido siempre parte orgánica del proletariado, han existido muchas tendencias en la historia del movimiento obrero: los anarquistas, los socialistas utópicos, los socialdemócratas, etc. El avance de conciencia del movimiento obrero, y su misión histórica, ha dado saltos importantes en la histórica. Estos avances políticos han ido de la mano de un avance teórico, el movimiento obrero han logrado teorizar sobre su práctica revolucionara y dar grandes saltos.

La sana cultura de debate dentro del movimiento obrero ha logrado estos saltos, no la imposición de una idea sobre otra, como es la tradición del parlamentarismo burgués. Es de primordial importancia levantar de las cenizas la tradición de debate del proletario. El estalinismo rompió está tradición, pero no logró aniquilarla, muchos elementos internacionalista de esta tradición lograron sobrevivir de forma precaria en Holanda, Italia, Francia, España y Bélgica. En Rusia, ya para 1937, toda la oposición al partido estalinista estaba en prisión o muerta. Es la misión de sector más avanzando del proletariado trabajar en ello.

La participación en las elecciones, además de ser veneno de la organización proletaria, no brinda ningún espacio para obtener reivindicaciones sociales, como defiende el izquierdismo costarricense. Una concepción tal de la historia, no es más que la expresión del oportunismo. Este activismo desenfrenado lleva al grueso de la juventud universitaria –pequeñas minorías de la sociedad costarricense y ciudadanos sensatos– a luchar por cualquier cosa, por “un Estado laico”, “por la creación de sindicatos”, “por el matrimonio en personas del mismo sexo”, luchas marginales, en su mayoría interclasistas, que no son espacio en donde el proletariado pueda retomar la confianza en si mismo, son modelos ya nacidos caducos para el proletariado en la época histórica del capitalismo mundial, su periodo de decadencia y putrefacción.

La lucha en el terreno de la democracia y los sindicatos, para el marxismo, ha sido ampliamente demostrada durante el siglo XX. Al principio del siglo XX la situación del capitalismo mundial tuvo un cambio de rumbo: terminó el periodo de ascendencia y empezó el periodo de decadencia, su fase final. Dicho cambio implica un cambio de táctica para el proletariado. Las tácticas de la socialdemocracia como participar en las elecciones parlamentarias para desenmascarar la naturaleza del sistema por medio de propaganda, elevando las reivindicaciones de clase, tácticas actuales del izquierdismo, fueron superadas gracias al giro histórico del capitalismo a su fase de decadencia, y el desarrollo teórico-práctico del proletariado en este periodo. La teoría de la decadencia y el cambió de tácticas revolucionarias llevó a desechar esas viejas teorías del capitalismo en ascendencia, y adoptar, las nuevas encarnizadas en los partidos que rompieron con la socialdemocracia e impulsaron el cambio por vía de la revolución mundial. No es un invento de “los ultra izquierdistas”, crítica vacía del izquierdismo para fundamentar su oportunismo, es parte del marxismo y la historia del movimiento obrero, fue parte fundamental de las teorías sobre el imperialismo de Lenin y La acumulación de capital de Rosa Luxemburg.

Tanto el NPS como El PT, hablan de “llevar al parlamento a diputados obreros”, claro, diputados de sus partidos. La historia del los consejos obreros en Rusia muestra la naturaleza real de los diputados proletarios, escogidos en asambleas de trabajadores, fuera de todo organismo estatal, independientes, fuera de toda concepción de partidos de masas, y establecidos con un organismo de poder paralelo. Estos “diputados obreros” en vez de fomentar la organización de los trabajadores, relegan todo trabajo político a este pequeño grupo selecto, despiertan en las masas la ilusión que otros pueden realizar su lucha. ¡Esta táctica fue superada con las lecciones obtenidas con la experiencia de la socialdemocracia hace más de un siglo! ¡No es un invento de los “archi-izquierdistas”! La experiencia histórica del parlamentarismo ha sido clara: efecto contrarrevolucionario de fortalecer la dominación de los dirigentes sobre las masas y la tendencia a la corrupción de dichos dirigentes, bloquear la confianza en sí mismo y fomentar la desunión política del proletariado a nivel internacional.

La dependencia y culto a los dirigentes es un veneno nocivo para la organización de los trabajadores quienes deben confiar en sus propias fuerzas y quiénes son los únicos que podrán combatir su propia miseria y plantear un futuro para la humanidad. Los problemas que aquejan al proletariado costarricense no tienen solución a nivel local, corresponden a un capitalismo internacional en decadencia, problemas irresolubles con reivindicaciones sociales localistas, como medidas fiscales o una reforma agraria. Las luchas económicas en el capitalismo en decadencia han pasado a ser luchas para la defensa de reivindicaciones sociales del capitalismo en ascendencia, no son un terreno para la lucha revolucionaria, que han adquirido –cada vez más– características mundiales. La crisis no es de tal o cual país, aqueja al globo entero.

Las tareas de las organizaciones de vanguardia del proletariado mundial no se definen en el terreno de un país dado, sino en una lectura del capitalismo mundial y una organización del proletariado a nivel internacional. La organización de los comunistas no se conforma como una sumatoria de organizaciones nacionales, o una federación de organizaciones, sino como una organización internacional que actúa de forma unificada a nivel internacional, así como el capitalismo ha adquirido estas dimensiones sistémicas. La democracia y el parlamentarismo minan el avance de conciencia del proletariado en ese sentido político y minan el desarrollo de sus propias capacidades organizativas relegando su misión a otros “grandes dirigentes”, diluyen su misión histórica en luchas nacionalistas de carácter interclasista. Por eso no vemos ninguna táctica para el proletariado en participar en las elecciones parlamentarias.

Andrés,
por el Núcleo de Discusión Internacionalista de Costa Rica
13 de febrero 2014


[1]https://www.crhoy.com/elecciones-2014-costa-rica-hoy-vive-su-fiesta-demo... [32]

[2]https://www.tse.go.cr/ [33]

[3]https://www.teletica.com/Noticias/13510-Estado-destinara-mas-de-835336-m... [34]

[4]https://www.nacion.com/nacional/elecciones2014/PAC-electoral-PLN-depende... [35]

[5]https://es.wikipedia.org/wiki/Refer%C3%A9ndum_sobre_el_Tratado_de_Libre_... [36]

[6]https://www.crhoy.com/jose-maria-villalta-asegura-que-no-es-comunista-w3... [37]

[7]https://ptcostarica.org/nuevo/index.php/noticias/nacionales/605-los-resu... [38]

 

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“Fiesta” electoral en Costa Rica

Proteccionismo o libre comercio, dos caras de la misma explotación asalariada

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En el contexto de una crisis mundial generalizada, tocó a México en 1994 sumarse al concierto con el llamado “efecto tequila”; a este supuesto “desajuste” de la economía domestica del país azteca, le siguieron la crisis de la devaluación de las monedas de los “tigres asiáticos” que durante los primeros años de esa década fueron considerados como ejemplo de la pujanza y la expansión sin precedente; y luego la de Argentina en el cono sur del continente americano, con su “efecto Tango” que demolió su mercado interno e hizo añicos los ahorros de los trabajadores. Y los brotes no terminaron, por todos lados vimos como se fueron agregando Estados nacionales, anunciando la quiebra de sus finanzas públicas, el ahogamiento de sus economías por descomunales deudas financieras. Para la clase obrera ello trajo la destrucción de los sistemas de protección social y la ampliación de las cargas impositivas; se profundizó la explotación y se prolongó la edad de jubilación. La recesión que padece el sistema económico mundial ha significado para la humanidad la multiplicación de despidos, el incremento vertiginoso del desempleo que está alcanzando cotas desconocidas desde los años 30 del siglo pasado (para muestra véase España y Grecia), el incremento del empleo precario principalmente en las llamadas economías emergentes, el descenso general de un nivel de vida amputado por planes de austeridad a repetición, un empobrecimiento creciente que se concreta en la marginalización brutal de una parte cada día más importante de la población.

Durante mucho tiempo la burguesía ha puesto en la opinión pública mundial variedad de temas y discursos ideológicos. Desde la reducción de la función y el tamaño del Estado planteado por Reagan o Thatcher hasta la revalorización del papel social y regulador del Estado al modo de Clinton y ahora de Obama, la izquierda ha sustituido a la derecha o a la inversa cumpliendo sin ninguna complicación en lo esencial con su tarea de dominación y mistificación ideológica que ejerce sobre el conjunto de la sociedad, al mismo tiempo invariablemente la realidad ha seguido avanzando en el mismo sentido: hacia la profundización constante de la crisis mundial y la degradación generalizada de las condiciones de vida de los explotados. Sin embargo, los teóricos de la clase dominante se empeñan infructuosa pero recurrentemente en la construcción de fórmulas econométricas para enfrentar la crisis mundial presentándolas como “virajes históricos” o “nuevos paradigmas de desarrollo económico”. A principio de la década de los noventa, según sus cálculos sería el proteccionismo el responsable de estar ahogando la reactivación económica. De tal modo que la apertura de los mercados y el respeto de las reglas de libre competencia serían la panacea que permitiría que la economía mundial saliera del fango. En ese contexto se dio la llamada “Ronda de Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) en 1986 que representó un momento álgido de la guerra comercial agudizada en el campo de batalla del mercado mundial. Un alto en el camino para saldar cuentas, enfundar los sables temporalmente y “acordar” los términos de las futuras contiendas. La clase obrera nada tenía ni tiene por que involucrarse en esos enjuagues, la historia y la realidad se encargaron de exhibir su significado: a la postre, los responsables capitalistas tuvieron un nuevo argumento para explicar los despidos, los recortes salariales, para imponer más miseria. Y luego, un pretexto para que, responsabilizando a ese modelo, justificar el relevo en el timón del abollado barco del capitalismo.

La terca realidad: la fantasía no alivia el hambre

Recientemente, los tres gobernantes de América del Norte, se reunieron en el marco de la celebración de los 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) que las tres naciones-México, Canadá y Estados Unidos- firmaron en 1994. No es nuestro interés sumarnos a conmemoraciones efusivas en la que se revuelcan tanto la derecha como la izquierda del capital para, según sus “talentosas plumas”, desmenuzar los “logros” y “desavenencias” que les trajo esta negociación a los capitalistas de la región. Desde una perspectiva proletaria, es claro que los Convenios pactados entre burgueses siempre están en la lógica de una disputa por la ganancia en el contexto de un mercado mundial agotado y que buscan agruparse bajo la preeminencia de capitales ligados a imperialismos regionales, para enfrentar en mejores condiciones la concurrencia y competir con otros bloques que se configuran por el mundo. No es enfundándose en el traje del tío Sam o en el de Juan Escutia, como se pueden establecer las implicaciones para la clase obrera en estos veinte años de tratado, porque más allá de aspectos territoriales, los costos de la fuerza de trabajo representa en todo momento el elemento central en la pretendida competitividad que como parte de los objetivos iniciales tenía dicho tratado. La desgravación gradual que se planteó significaba, a decir de sus economistas, ir homologando los costos de producción, principalmente los variables donde están los salarios, y cuya tendencia a la homologación en ningún caso la fijan los ingresos más altos sino por el contrario, los más precarios. No es ninguna novedad que uno de los saldos que más se destacan por tirios y troyanos es la agudización de la desocupación de los tres países, principalmente en México y Estados Unidos. Ya Marx en 1848 daba cuenta que el libre comercio simplemente constituye un momento en el proceso de precariedad progresiva para los obreros:

“Admitid por un instante que no existen ya ni leyes cerealistas, ni aduanas, ni arbitrios municipales, en una palabra, que han desaparecido por completo todas las circunstancias accidentales que el obrero podía tomar aún como las causas de su situación miserable, y habréis desgarrado todos los velos que no le permitían ver a su verdadero enemigo.

El obrero comprobará entonces que el capital, desembarazado de toda traba, le reporta no menos esclavitud que el capital coartado por los derechos de aduanas.”[i]

La señora Carla Hills que encabezó al grupo de negociadores estadounidenses en 1994, ha sacado un poco celebrable balance de la gestión del tratado: el incremento de 400% en el comercio entre los tres países y la pérdida directamente adjudicable al TLC de 850 mil empleos en el mercado laboral de su país. En México, la izquierda del capital se esmera en sus análisis para establecer juicios que incriminan a los “tecnócratas” mexicanos el haber firmado literalmente con los pantalones abajo, y achacan al tratado el hecho de haber tenido durante este periodo un lento y débil crecimiento al mismo tiempo en que las masas empobrecidas se expandieron exponencialmente en todo el territorio, como si las dificultades del sistema capitalista mundial pudieran ser ya no digamos sorteadas sino tan siquiera aminoradas con la astucia nacionalista de refinados tecnócratas economistas. Culpan al TLC de la pérdida de 4.9 millones de empleos en el campo mexicano, de la emigración de 6 millones de personas de las localidades rurales, así como de la reducción del PIB agropecuario de 5 a 1.5% convirtiendo a México en el tercer importador de alimentos, como si todo ello no fuera un proceso orgánico y natural a la acumulación capitalista que lo mismo significaba el que fuera conducido por una burguesía trasnacional que una burguesía criolla con un alto amor a la patria. Habría que recordarles que todos los fenómenos destructores suscitados por la libre concurrencia en el interior de un país se reproducen en proporciones más gigantescas en el mercado mundial.[ii]

TLC: la adaptación a un nuevo modelo… de explotación

En el marco de una economía dirigida a la exportación, a la búsqueda de mercados ya saturados igual o peor al interno, este último comprimido aun más por la precariedad de los salarios de los obreros y la miseria generalizada, México vivió durante lo que lleva el tratado, o incluso en años previos, la imposición de una serie de medidas de adaptación técnica en los procesos de trabajo que redundaran en la elevación de los estándares de eficiencia y productividad para enfrentar la competencia de sus iguales luego de las subsecuentes desgravaciones programadas en paquetes según sus teóricos para evitar la quiebra abrupta de ramas económicas completas en algunas regiones, sobre todo en México donde su economía es a todas luces más débil. La introducción de cambios tecnológicos en los procesos de trabajo en ramas económicas (la agricultura de ciertas regiones o la minería, por ejemplo) buscaban trascender la dominación formal de las relaciones capitalistas sobre el territorio a una explotación intensa y directamente capitalista de los procesos de producción, es decir la extracción predominantemente de plusvalía relativa. Sin embargo, se debe considerar que ambas formas de la plusvalía, la absoluta y la relativa, de las cuales la primera es siempre precursora de la segunda, seguirán presentes en el horizonte de la explotación del obrero ya que “ más desarrollada, la segunda, puede constituir a su vez la base para la introducción de la primera en nuevas ramas de la producción […] Con la subsunción real del trabajo en el capital se efectúa una revolución total (que se prosigue y repite continuamente) en el modo de producción mismo, en la productividad del trabajo y en la relación entre el capitalista y el obrero.”[iii]

Desde mediados de los ochenta, y con la inclusión de México en el GATT, se abre paso a una serie de reformas dirigidas a la reducción de costos tanto directos como indirectos de la fuerza de trabajo. De un lado, encubierto en la reconversión de un Estado poseedor a un “Estado regulador”, se emprendió el desmantelamiento de áreas que le representaban beneficios sociales al conjunto de los trabajadores, y no nos referimos a que se hayan privatizado empresas paraestatales, sino por ejemplo, a la desaparición de guarderías en los institutos de seguridad social, al abandono y precarización de las farmacias de los mismos, al retiro de subsidios al trasporte de los trabajadores, y en general a la reducción progresiva del gasto en educación y en salud. Del otro, un cumulo de reformas devastadoras de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, la imposición de la flexibilidad laboral que en simple castellano significa intensidad en el trabajo y la extensión de jornadas, sin olvidar la invasión con un mundo de mercancías baratas y de pésima calidad que redujeron y deterioraron los satisfactores del trabajador. Nadie se salvó en este largo infierno que ha representado el amoldamiento del país a las nuevas circunstancias de la lucha brutal por la ganancia: trabajadores de la salud, de la educación, obreros metalúrgicos y mineros, petroleros, electricistas, jornaleros agrícolas, todos los sectores del proletariado sometidos a condiciones de explotación y a una depauperización inhumana que hoy en día apenas si se garantiza la reproducción de su fuerza de trabajo. Desde la introducción de la rotación de turnos y la movilidad en puestos de trabajo que se impusieron en la Volkswagen de Puebla a finales de los ochenta, al outsourcing que hoy se extiende en todos los sectores económicos, la contratación por hora, etc., representan la característica central de las medidas tomadas por el capital para abaratar los costos de producción, en esencia los derivados de los ingresos salariales. Homologar las condiciones contractuales a las que tienen sus socios del tratado, aun cuando las de los estadounidenses se caractericen desde 1994 y en nombre del «liberalismo» y de la sacrosanta ley del mercado, por no contar prácticamente con ningún reglamento en el mercado del trabajo. Ese ha sido la labor de la burguesía local representada en los Congresos, Gobiernos y Tribunales, y en ello, todas sus fracciones se han sumado sin reparo, porque cuando se trata de combatir a la clase obrera, la burguesía se une. El proletariado siempre debe poner por encima de todo su carácter internacional y buscar la unidad con sus hermanos independientemente de fronteras y a pesar de los acuerdos de sus explotadores que buscan colocar el veneno del nacionalismo como barrera.

Raskolnikov, marzo de 2014


[i] Karl Marx. Miseria de la filosofía. Discurso sobre el libre cambio. Pronunciado el 9 de enero de 1848 en una sesión pública de la Sociedad Democrática de Bruselas.

[ii] Idem.

[iii] Marx, Karl. El Capital, libro I, capítulo VI (inédito). Siglo XXI Editores. 1985.

 

Geografía: 

  • Mexico [26]

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TLCAN (NAFTA), a 20 años

“Arriba” se ajustan cuentas, “abajo” pagamos las consecuencias…

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Bajo el imperio romano era conocida la frase de “al pueblo pan y circo”, una divisa que los emperadores aplicaban ya que conocían sus resultados para apaciguar el descontento y evitar la rebelión de los desposeídos. Hoy ni a pan llegamos y nos están conteniendo a base de capítulos espectaculares y escandalosos, para mantenernos atiborrados y sin pensar durante semanas. Todos los medios de comunicación (los “media”) se sumaron a la gran campaña de la detención del “Chapo” Guzmán. Largas disertaciones de lumbreras intelectuales opinando sobre este personaje y como colofón, el Estado vanagloriándose de esta captura presentándola como un gran logro, como si se tratara de un acontecimiento que beneficiaría las condiciones de vida de millones de trabajadores que vivimos al borde de la angustia porque no llegamos a fin de mes. Es evidente que este escándalo obedece al hecho ineluctable de que la situación que vivimos sigue empeorando, cada vez el dinero alcanza para menos, la inflación “oficial” es ridícula en relación a la inflación concreta, la que encontramos todos los días en el mercado; las promesas de mejora son solo eso… ¡promesas!, por tanto, se impone como necesidad del capitalismo el buscar distractores, usar elementos producto de su agonía para nublar nuestra conciencia y ocupar el terreno de reflexión.

La descomposición del capitalismo nos arrastra a la barbarie

El mundo de la droga nos invade, desde los cárteles que antes eran una referencia folklórica de ciertos estados del país y que hoy pululan en todos los rincones, hasta la invasión íntima, familiar, cercana, de este flagelo; hoy la droga está en las escuelas, en las oficinas, en los antros, en las calles… México ha dejado de ser “tránsito de drogas” para convertirnos también en un jugoso mercado. La pregunta obligada es ¿por qué la población demanda drogas?, ¿por qué una sociedad necesita huir ciegamente en los terrenos de la drogadicción? Desde luego que no se trata de un juicio moral sobre los “buenos” (que no se drogan) y los “malos” (que se drogan), tampoco se trata de defender una supuesta “libertad” de meterte lo que esté a tu alcance con tal de evadir la realidad apelando a un derecho del individuo a hacer lo que se le venga en gana (aquí la democracia se muestra como lo que es: en aras de una supuesta defensa del individuo se hunde con él). La cuestión es más profunda y se debe abordar sin culpabilizar a las personas. El fondo es que estamos viviendo una decadencia de un modo de producción y, en ese marco, por más de 40 años, una crisis agónica del capitalismo, sin salida y cada tramo de tiempo que pasa hace más insoportable esa crisis. Esta decadencia está ahora en grave estado de descomposición, las clases fundamentales de la sociedad (burguesía y proletariado) no han dado respuesta a esta decadencia y entonces la sociedad se hunde en una descomposición social atroz. Ésta se refleja en unas condiciones de vida donde los hijos dependen de los padres y no tienen perspectivas de independizarse, el futuro de los “viejos” es ser arrojados a la miseria, la niñez sometida a programas educativos que solo los adocenan y someten a espejismos de estereotipos de “hacerse rico sin trabajar”, las mujeres marginadas y discriminadas, los de preferencias sexuales diferentes sufren vivir en una sociedad hipócrita, en fin, una sociedad cuyo futuro es cada vez más negro se ve arrojada a las falsas quimeras, a las puertas falsas y a las “felicidades” efímeras. Lo más terrible que le puede pasar a un ser humano es tener una vida sin futuro y sin sueños, lo cual ciertamente ha llevado a miles de jóvenes a deslizarse por las laderas del nihilismo. Hoy el consumo de drogas adquiere una nueva dimensión: “la imparable marea de la drogadicción, fenómeno hoy de masas, poderosa causa de la corrupción de los Estados y de los organismos financieros, que afecta a todas las partes del mundo y, en especial, a la juventud, un fenómeno que expresa cada vez menos la huida hacia mundos quiméricos, que se parece cada día más a la locura y al suicidio” ([1]). Todos estos efectos son la manifestación cruda de la decadencia del capitalismo que se pudre de raíz. Es por ello que es ridículo presentar la detención de un capo como “un avance” para la sociedad.

Las pugnas interburguesas se agudizan en todos los planos

“Como cualquier otro capitalista el narcotraficante no tiene más objetivo que la ganancia” ([2]) y como tal, están condenados a “crecer” o sucumbir ante la competencia del cártel vecino. Antes los cárteles estaban localizados en ciertas regiones, hoy todos luchan contra todos en cada palmo de terreno y, como ya lo hemos denunciado antes, esta actividad no es posible que se desarrolle al margen del Estado: “Cada grupo de la mafia surge bajo el cobijo de una de las fracciones de la burguesía, pero la propia competencia económica y la disputa política hacen que el conflicto crezca” (…) “Cada fracción en el poder protege y empuja al crecimiento de un cártel según su interés, por eso la actuación de la mafia es con tanta impunidad y con tanta animosidad” ([3]). Pensar que el Estado es neutral es ingenuidad, pensar que el gobierno busca limpiar la vida social de mafias sería tanto como suponer que acabarán los corruptos con la corrupción. La llegada del PRI al poder después de 12 años de “ausencia” ha desatado las pugnas a todos los niveles: atentados en Pemex, castigo a la fracción Gordillo, pleitos a muerte por el control de los partidos políticos, destape de casos de corrupción en Oceanografía y línea 12 del metro en el DF… todo esto que aparece como “aplicación de la ley” es en realidad una cara de los ajustes de cuentas entre fracciones. Las cosas se pondrán peor.

Con la descomposición del capitalismo las divisiones en la clase dominante, las tendencias a la pérdida del control político y el hundimiento en el caos son características propias de estos tiempos históricos. La captura de tal o cual capo, de tal o cual sicario o “administrador” de un cártel obedece a la expresión de este agudizamiento de pugnas entre fracciones rivales.

¡El negocio seguirá viento en popa!

Nos quieren hacer creer que deteniendo a tal o cual “cabeza” de un cártel estaríamos en la presencia de “un combate contra las drogas”. El tráfico de drogas representa en México entre el 7 y 8 por ciento del PIB (UNAM, citado en Revista Internacional no 150), la fortuna de Slim representa el 6 % del PIB, un negocio de esa magnitud no se deja en manos de fanáticos religiosos o campesinos carismáticos, ellos figurarán siempre como los “gerentes del negocio” pero el verdadero patrón despacha en otra oficina. Como “gerentes del negocio” son sacrificables como lo son en ramas enteras de la producción para el capitalismo cuando éste ya no las necesita. En el mismo tenor, cuando un capitalista remueve a su “gerente” otro vendrá en su lugar, pero el negocio no se para y si, por desgracia para esta fracción, son barridos del mercado, un nuevo “equipo” tomará su lugar y seguirá distribuyendo “mercancía” a diestra y siniestra. “Esas inmensas fortunas construidas sobre vidas humanas y sobre la explotación, encuentran colocación, claro está, en los “paraísos fiscales”, pero también en la utilización directa por parte de capitales “legales” que hacen el trabajo de ‘lavado”” ([4]). Nos quieren hoy meter en la cabeza que la captura de un capo es “combatir el tráfico de drogas”, al igual que sus promesas de mejorar nuestras condiciones de vida, al igual que sus promesas sobre “salud para todos”, etc., son meros artilugios ideológicos para esconder las verdaderas intenciones y razones. La sociedad burguesa se encuentra ante una contradicción flagrante, por una lado la clase capitalista hace gala de su doble moral al “condenar oficialmente” las drogas y su tráfico y por otro, esta actividad es ya un pilar fundamental de su economía, por tanto, la lógica del capital con las drogas es la misma que con cualquier mercancía: defenderá sus ganancias así sea al precio de destruir a la humanidad a través de este flagelo. Este es justamente el drama que plantea la dinámica misma de la descomposición capitalista: el futuro de la humanidad está en juego.

Finalmente, en una situación así el golpe a un cártel no significa “restar”, es decir, no quiere decir menos malos, sino más enfrentamientos. “La salida pacífica a tal situación es muy improbable habida cuenta de la división tan aguda de la burguesía en México, de modo que resulta difícil creer que pueda alcanzar al menos una cohesión temporal que permita la pacificación. Es el avance de la barbarie lo que parece ser la tendencia dominante…” ([5]). Es el proletariado el que sufre la descomposición de este sistema, es el proletariado un rehén de la “lucha contra el narcotráfico”, las medidas de terror del Estado de una fracción contra otra arrasa con todo… incluyendo a los trabajadores… y ante esto el futuro no está en las autodefensas (ver artículo en esta edición) sino en la lucha de clase, en la lucha por derribar este sistema podrido que nos arrebata la vida y el futuro.

Marsan, 13-03-12


[1] Revista Internacional no 62 “Tesis sobre la descomposición del capitalismo”, 1990

[2] Revista Internacional no 150, México: “Entre crisis y narcotráfico”, 2012

[3] Ídem.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

 

Geografía: 

  • Mexico [26]

Personalidades: 

  • Chapo Guzmán [40]

Rubric: 

México: Captura del “Chapo” Guzmán

abril 2014

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De la comida chatarra a la hambruna, II

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En la primera parte de este artículo vimos que la burguesía da explicaciones espurias para justificar la persistencia de la desnutrición y el hambre. Tratan de limpiar al sistema capitalista de la responsabilidad de todas las catástrofes alimentarias culpando a los individuos o señalando con el dedo a tal o cual patrón, tal o cual empresa, utilizando la antigua táctica de encontrar un chivo expiatorio. En este segundo artículo vamos a ver en qué medida este sistema bárbaro, mediante el fomento del desperdicio y el saqueo, es destructivo.

Las crisis alimentarias que marcan el desarrollo de la producción capitalista se han acentuado con la entrada del sistema en su decadencia, y más aún en el actual período de podrirse sobre sus pies, de la descomposición, que a menudo toma características cualitativamente diferentes. E incluso si el capitalismo siempre ha envenenado, hambreado y destruido el medio ambiente, hoy en día, en la búsqueda de explotar hasta la última parte del mundo para su beneficio, su destructividad ha extendido sus estragos a todo el planeta, lo que significa que este sistema hoy amenaza la la supervivencia de la raza humana.

Lo absurdo de la sobreproducción

Al separar el valor de uso de los bienes de su valor de cambio el capitalismo históricamente ha cercenado a la humanidad el verdadero objetivo de la actividad productiva. ¿Se pretende que la agricultura satisfaga las necesidades humanas? Bueno, en el capitalismo, la respuesta es "¡no!" Se trata simplemente de la producción de mercancías cuyo contenido y calidad no importa, siempre y cuando encuentren un lugar en el mercado mundial y permite la reproducción más barata de la fuerza de trabajo.

Y con la decadencia del capitalismo la producción capitalista se ha intensificado, en detrimento de la calidad. Esta es la dura realidad que observamos en el desarrollo de la agricultura desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad. Después de la guerra la consigna era: ¡producir, producir y producir! En la mayoría de los países desarrollados la agroindustria vio aumentar su capacidad de producir a un ritmo asombroso. La propagación de la maquinaria y los productos químicos agrícolas fue muy grande. En las décadas de 1960-1980 a la intensificación de la agricultura se le conoció con el nombre engañoso de la "revolución verde". ¡No había consideración para la ecología allí! Era, en realidad, una cuestión de producir el máximo por el mínimo coste, sin prestar mucha atención a la calidad resultante, para hacer frente a la competencia creciente. Pero las contradicciones de un sistema en decadencia sólo podían acumular y aumentar así la sobreproducción.

Producir, producir... pero ¿vender a quién? ¿A los hambrientos? ¡Por supuesto que no! A falta de mercados solventes suficientes los bienes eran destruidos o muy a menudo deteriorados donde se almacenaban ([1]).

Millones de personas mueren de hambre en África y Asia, crecientes masas tienen que depender de organizaciones benéficas en los países desarrollados, mientras que numerosos productores se ven obligados a destruir parte de su producto para respetar sus "cuotas" o mantener artificialmente sus precios.

El descenso del sistema capitalista en su crisis histórica hace que el problema sea aún peor. Sobre la base de la crisis económica crónica los inversores ávidos de lucro tratan de colocar sus capitales en valores alimenticios rentables (como el arroz o los cereales), especulando y jugando en el mercado como un casino sin ningún tipo de escrúpulos, dejando a una creciente parte de la población mundial morir de hambre : “Para dar algunas cifras particularmente claras, el precio del maíz se ha cuadruplicado desde el verano de 2007, el precio del grano se ha duplicado desde principios de 2008, y en general los precios de los alimentos han aumentado un 60% en dos años en los países más pobres” ([2]).

Para las poblaciones en situación precaria, como en Senegal, Costa de Marfil, Indonesia o Filipinas, este aumento se ha vuelto simplemente insoportable y ha terminado por provocar revueltas del hambre al tiempo de lo que hoy se llama la “crisis mundial de los precios alimentarios 2007-08” ([3]). En una farsa cínica el mismo escenario, agravado por el alto uso de cultivos alimentarios para la producción de biocombustibles (soja, maíz, colza, caña de azúcar), se repitió en 2010, arrastrando a los más pobres en aún más extrema miseria.

El capitalismo envenena y asesina

Junto a la tragedia que reserva para las poblaciones del Tercer Mundo, el capitalismo no se ha olvidado de los explotados en los países "desarrollados". Mientras que la producción agrícola ha crecido considerablemente en los últimos decenios, permitiendo la reducción global en el porcentaje de personas desnutridas, debemos presenciar resultados desastrosos.

La intensificación extrema de la agricultura con el uso masivo e incontrolado de productos químicos ha empobrecido considerablemente los suelos en la medida en que el valor nutricional de sus productos y su contenido de vitaminas se ha agotado por igual ([4]).

Estudios recientes tienden a mostrar una correlación directa entre la utilización de herbicidas, pesticidas y fungicidas en cultivos y el evidente aumento en el número de tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas ([5]). Además, el uso de edulcorantes como el aspartame (E951 en las etiquetas) o glutamato en la industria alimentaria, igual que la propagación de los colorantes de alimentos, han demostrado ser muy perjudiciales para la salud. Un experimento en ratas demostró que destruye las células nerviosas ([6]). No vamos a hacer una lista de todas las sustancias nocivas presentes en nuestra alimentación, ya que ocuparía páginas y páginas.

"Todo es cuestión de la dosis", se nos dice. Pero ningún estudio se ha hecho público o completado para mostrar los efectos acumulativos de estas diferentes "dosis" ingeridas del mismo producto día tras día. Sólo hemos observado algunos de los efectos de la radiación nuclear en nuestros alimentos: por ejemplo, después del accidente de Chernobyl con la explosión de los cánceres de tiroides, malformaciones en la población de la región después de la ingestión de alimentos contaminados. Es lo mismo con los productos del mar en Japón hoy desde Fukushima. El carácter asesino del capitalismo ha bien y verdaderamente tomado una nueva dimensión. Para generar ganancias, el capitalismo puede hacer que sus explotados se traguen lo que sea.

Haciéndose eco del enfoque de Engels en La condición de la clase obrera en Inglaterra, recordemos algunos hechos que indican la manera en que el capitalismo actual muestra su preocupación por la salud de los que explota: “En diciembre de 2002, el asunto del nuevo etiquetado de cajas de la leche de fórmula para lactantes que habían llegado a su fecha de caducidad. La multinacional importó ilegalmente la leche de Uruguay para ponerla a la venta en Colombia...” El Tiempo, sábado 7 de diciembre, comentó que "a las 200 toneladas de leche incautadas..., se podrían añadir otros 120 toneladas incautadas, mientras que en el proceso de poner una nueva etiqueta para aparecer como si se hubiera producido en el interior del país y ocultar el hecho de que tenía pasado la fecha para el consumo humano" ([7]).

Entre los numerosos productos adulterados del capitalismo, encontramos, por ejemplo, el salmón noruego que, como los pollos enjaulados, están llenos de antibióticos e incluso tintes para responder a las demandas del mercado. La concentración de las drogas en su cuerpo es suficiente para que los salmones cultivados se conviertan en una especie de mutantes monstruosos con cabezas deformes o aletas ranuradas... Pero debido a que un ministro en el país posee varias fincas y mantiene firmemente el código de omertá, de silencio, los académicos han sido expulsados ​​por señalar el peligro cancerígeno, incluso la toxicidad del salmón de crianza.

A esto hay que añadir las toneladas de contaminantes que se encuentran en el mar, los PCB (bifenilospoliclorados, utilizados como refrigerantes) en los ríos, los residuos radiactivos ya sea enterrados o no ([8]).

... Y esto sin tener en cuenta el daño causado por los metales pesados, dioxinas, amianto transportado en nuestros alimentos y en nuestras mesas. El agua y los productos del mar, el aire que respiramos, los productos de origen animal que comemos y las tierras cultivadas están profundamente impregnados de todas estas fuentes de contaminación.

Hay muchas cosas por las que indignarse en esta crisis alimentaria permanente en todo el planeta, donde algunos se mueren de hambre y otros son envenenados.

La cólera de los que combaten las aberraciones de este sistema está profundamente justificada. Pero, al mismo tiempo, "El control y la reducción del nivel de desperdicio está con frecuencia más allá de la capacidad de cada agricultor, distribuidor o consumidor, ya que depende de las filosofías de mercado, la seguridad del suministro de energía, la calidad de las carreteras y de la presencia o ausencia de centros de transporte” ([9]).

En última instancia, esto significa que la búsqueda de soluciones a nivel local e individual conduce, en el corto o mediano plazo, a un callejón sin salida. Actuando como un “ciudadano” responsable y bien informado, es decir, como un individuo, nunca se puede dar una solución al inmenso desperdicio que genera el capitalismo. La búsqueda de soluciones “locales” o “individuales” conlleva la ilusión de que podría haber una respuesta inmediata a las contradicciones del capitalismo. Como hemos visto las razones son profundamente históricas y políticas. La verdadera lucha debe llevarse a cabo a este nivel. “Ahora los propagandistas del capital nos llaman a “mejorar nuestros hábitos alimenticios”, para “reducir el peso” con fines de prevención, eliminar la “comida chatarra” de las escuelas... ¡Ni una palabra sobre el aumento de los salarios! ¡Nada para mejorar las condiciones materiales de los oprimidos! Ellos hablan sobre hábitos, alimentos de temporada, o enfermedades congénitas... Pero ocultan la verdadera causa del empeoramiento de la nutrición la humanidad: la crisis de un sistema que sólo existe para el beneficio” ([10]).


[1] A raíz de malas estrategias comerciales, vinculadas a el aumento del embargo de la India sobre su arroz: "Tailandia ha perdido su rango como el principal exportador del mundo y el país ha acumulado el equivalente del consumo de un año. Hangares del antiguo aeropuerto de Bangkok fueron utilizados para almacenar el arroz qué nadie sabía dónde poner para evitar su descomposición" (" Tailandia sofocado por su arroz ", Le Monde, 24 de junio 2013).

[2] Revista Internacional, no 134, “Crisis alimentaria, revueltas del hambre, Sólo la lucha de clases del proletariado podrá acabar con las hambrunas”.

[3] https://en.wikipedia.org/wiki/2007%E2%80%9308_world_food_price_crisis [41]

[4] "En el período de 1961 a 1999, el uso de fertilizantes nitrogenados y fosfatados aumentó en un 638% y 203%, respectivamente, mientras que la producción de plaguicidas aumentó un 854% (“Informe mundial de los alimentos”, p 13, https://www.imeche [42] org / docs / default-source / reports / Global_Food_Report.pdf? sfvrsn = 0

[5] Veáse, de la columnista Marie-Monique Robin, Notre poison quotidien.

[6] Ídem.

[7] Christian Jacquiau, Les coulisses du commerce équitable, p. 142. La traducción es nuestra.

[8] Le Monde, 7 de agosto 2013, nos recuerda que en Fukushima, 300 toneladas de agua contaminada son liberadas en el Pacífico cada día.

[9] Global Food Report, p. 18.

[10] “La obesidad: el nuevo rostro de la miseria bajo el capitalismo”, en Revolución Mundial, 28 de abril, 2010.

 

Rubric: 

Un sistema que envenena y mata de hambre

Declaración internacionalista de Rusia

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Publicamos a continuación un comunicado elaborado por KRAS, un grupo anarquista internacionalista de Rusia, firmado a su vez por varios otros grupos e individuos. Pensamos que responde a un deber elemental de los internacionalistas el oponerse a la guerra imperialista, no apoyar un bando contra el otro, sino apoyar los intereses de la clase trabajadora internacional contra todos los explotadores, y denunciar la histeria nacionalista que la clase dominante siempre trata de provocar cuando estalla la guerra o existe su amenaza.

Finalmente comentar que un simpatizante en España había leído la publicación en inglés de la Declaración y si bien está de acuerdo, nos ha enviado un comentario crítico que añadimos a finales del texto.

Estamos publicando una declaración producida por el KRAS, un grupo anarquista internacionalista en Rusia, y firmada por otros grupos e individuos. Creemos que ésta responde al deber elemental de los internacionalistas para oponerse a la guerra imperialista no apoyando un campo contra el otro, sino apoyando los intereses de la clase obrera internacional contra todos sus explotadores, y denunciando la histeria nacionalista que los gobernantes siempre intentan impulsar cuando la guerra es una amenaza o cuando estalla.

 

No pensamos, como lo indica la declaración, que el conflicto entre Rusia y Ucrania pueda provocar una tercera guerra mundial. Las condiciones para tal conflicto están ausentes en el presente período: no existe la constitución de bloques imperialistas estables ni la clase obrera está derrotada en los principales países capitalistas.

Sin embargo, el conflicto sí expresa una grave profundización de las tensiones imperialistas a nivel mundial y un mayor descenso del capitalismo en el caos y el militarismo. Y aún más  -en aparente contradicción con la idea de que este conflicto podría ser el precursor de una conflagración mundial- la declaración también da la impresión de que una motivación central para las acciones de Rusia es desviar o impedir una respuesta proletaria a la crisis. El nacionalismo es, desde luego, utilizado de esta manera durante cualquier situación de guerra, pero no es el peligro de la lucha de clases la que empuja a la burguesía hacia la guerra: más bien es lo contrario.

A pesar de estas críticas, queremos afirmar nuestra solidaridad con los compañeros de KRAS y con quienes en Ucrania han firmado esta declaración, ya que ellos están enfrentando una situación particularmente difícil: una atmósfera de nacionalismo desenfrenado, la omnipresente represión del Estado contra los disidentes y la violencia no oficial de las pandillas de la 'nueva derecha', que es sólo una versión recalentada del viejo fascismo.

Finalmente comentar que un simpatizante en España había leído la publicación en inglés de la Declaración y si bien está de acuerdo, nos ha enviado un comentario crítico.

CCI

La lucha de poder entre clanes oligárquicos en Ucrania amenaza con degenerar en un conflicto armado internacional. El capitalismo ruso pretende usar la redistribución del poder del estado ucraniano con el fin de implementar sus añejas aspiraciones imperiales y expansionistas en Crimea y Ucrania oriental donde tiene fuertes intereses económicos, financieros y políticos.

En el fondo de la próxima ronda de la inminente crisis económica en Rusia, el régimen trata de avivar el nacionalismo ruso para desviar la atención de los crecientes problemas socio-económicos de los trabajadores: los salarios y pensiones de pobreza, el desmantelamiento de la prestación del cuidado de la salud, educación y otros servicios sociales. En el trueno de la retórica nacionalista y militar es más fácil completar la formación de un Estado autoritario, corporativo basado en valores conservadores, reaccionarios y políticas represivas.

En Ucrania, la aguda crisis económica y política ha llevado a la creciente confrontación entre clanes oligárquicos "viejos" y "nuevos", y el primero utilizó incluso formaciones ultraderechistas y ultranacionalistas para hacer un golpe de estado en Kiev. La élite política de Crimea y Ucrania oriental no tiene la intención de compartir su poder y propiedad con los siguientes gobernantes en turno en Kiev y están tratando de contar con la ayuda del gobierno ruso. Ambas partes recurrieron a la desenfrenada histeria nacionalista: respectivamente, ucraniana y rusa. Hay enfrentamientos armados, derramamiento de sangre. Las potencias occidentales tienen sus propios intereses y aspiraciones, y su intervención en el conflicto podría provocar la Tercera Guerra Mundial.

Los grupos beligerantes de los jefes, como de costumbre, nos obligan a luchar por sus intereses, a nosotros, gente común: a los asalariados, desempleados, estudiantes, pensionados... Emborrachándonos con droga nacionalista, nos ponen uno contra el otro, haciéndonos olvidar nuestros verdaderos intereses y necesidades: a nosotros no nos preocupan sus "naciones" y no podemos preocuparnos por ellas, puesto que ahora estamos preocupados en problemas más vitales y urgentes -cómo ganarnos la vida en el sistema que encontraron para esclavizarnos y oprimirnos.

No sucumbiremos a la intoxicación nacionalista. ¡Al diablo con su Estado y sus "naciones", con sus banderas y oficinas! ¡Esta no es nuestra guerra, y no deberíamos ir a ella pagando con nuestra sangre sus palacios, cuentas bancarias y el placer de sentarse en las sillas suaves de las autoridades!, ¡Y si los jefes en Moscú, Kiev, Lviv, Kharkiv, Donetsk y Simferopol inician esta guerra, nuestro deber es resistir por todos los medios disponibles!

¡No a la guerra entre las "naciones"!, ¡No a la paz entre las clases!

KRAS, sección rusa de la Asociación Internacional de los Trabajadores (IWA).
Internacionalistas de Ucrania, Rusia, Moldavia, Israel, Lituania
Federación Anarquista de Moldavia
Fracción de los Socialistas Revolucionarios (Ucrania)

La Declaración fue apoyada por:
La Alianza de Solidaridad de los Trabajadores (WSA, Norteamérica)
Un internacionalista de EE.UU.
Iniciativa Anarco-sindicalista de Rumania
Libertarios de Barcelona
Los comunistas de Izquierda e Internacionalistas de Ecuador, Perú, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela
Iniciativa Comunista de los Trabajadores (Francia)
Grupo Leicester de la Federación Anarquista (Gran Bretaña)
Un internacionalista de Irlanda
Federación Anarquista Francófona (FAF)
Internacional de Federaciones Anarquistas (IFA)
Sindicato de trabajadores y precarios de Clermont-Ferrand CNT-AIT (Francia)
Revolución Mundial (Croacia)
Un socialista libertario (Egipto)
Grupo libcom.org
Red Mundo en Común

La declaración está abierta a la firma en el sitio web de KRAS. Los individuos u organizaciones que quieran co-firmar la declaración deben enviar su nombre o el nombre de la organización a KRAS por correo electrónico a: [email protected] [43]

Comentario de un simpatizante

Me parece muy bien la Declaración que la he leído en la Web de la CCI en inglés, también comparto las críticas que hace la CCI a la Declaración.

Pero yo creo que hay dos puntos que se deben criticar. No me parece correcto el análisis que emplea de “oligarquías” y “élites”. Esto revela una debilidad que puede ser peligrosa. El Capital es una relación social y no una élite o una oligarquía. Por eso ese lenguaje es incorrecto y lleva, se quiera o no se quiera, a distinguir partes “menos malas” dentro del capitalismo. Elites, oligarquías, PYMES, no se puede distinguir, pues todos forman parte del engranaje.

También la Declaración habla de “completar la formación de un Estado corporativo autoritario basado en valores reaccionarios y políticas represivas”. Yo creo que cae en la trampa de los distingos: Estados autoritarios y no autoritarios. Para mi todos los Estados son autoritarios pues siempre nos imponen la “autoridad” de los intereses de la burguesía.

L.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Anarquismo internacionalista [44]

Rubric: 

Ucrania, Rusia

El nacionalismo y la democracia, peligros para la lucha de clases

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24 de agosto de 2011, estalla una huelga en la fábrica de detergentes de DITA en Tuzla, Bosnia. La huelga es espontánea, motivada por los atrasos en los pagos salariales, por la obtención de pluses de transporte y contra la pérdida de seguros médicos y de pensiones. Dura siete meses hasta marzo de 2012. Entonces, tras sufrir un cierre empresarial, los huelguistas, de nuevo espontáneamente, organizan un bloqueo permanente de la fábrica para paralizar la desarticulación de la planta, que ya había tenido lugar en fábricas cercanas.

El comité de huelga organiza piquetes para informar a otros obreros y se dirige a otras plantas y fábricas, algunas de las cuales están a su vez en huelga o protestando, y responden acercándose también a la fábrica de DITA para mostrar su apoyo y solidaridad. Campesinos locales donan comida para los piquetes, de la misma forma que los mineros y empleados de panaderías. Trabajadores sanitarios y del servicio postal también muestran su solidaridad. Un miembro del comité de huelga expresa que “ni un sólo sindicato local nos ha apoyado” ya que la huelga estaba catalogada como “ilegal”[1].

A comienzos de febrero, ante ataques similares y humillaciones de la burguesía, la ira de los obreros de la ciudad de Tuzla explota. Edificios gubernamentales, símbolos de la miseria obrera, son atacados e incendiados, y sus defensores, la policía, también son atacados, lo que provoca o bien su rendición o mayor represión. El diez por ciento de los 100  habitantes de Tuzla se lanzan a la calle, incluyendo estudiantes que se unen a los trabajadores, y tienen lugar acciones de solidaridad en las localidades de Zenica, Mostar, Bihac, Sarajevo y otras en la región, donde el desempleo alcanza niveles de hasta el 75%, y los salarios y las condiciones de vida y trabajo están siendo recortados dramáticamente.

Pese a todas sus debilidades, ausencia de dirección y confusión, lo que tiene lugar en Tuzla y otros sitios es, en primer lugar, una expresión de la clase proletaria, que, enfrentada a los peligros del nacionalismo y la democracia, ha dado un ejemplo de dignidad obrera diciendo “basta”.

El reparto imperialista de Bosnia tras la guerra de los años 90, a su vez expresión de la descomposición capitalista, fue diseñado por el “enviado de paz” Richard Holbrooke - un digno sucesor de Henry Kissinger- en los “Acuerdos de Dayton” de 1995 bajo la tutela del imperialismo estadounidense. En este proceso Bosnia fue dividida en dos entidades y un distrito autónomo (donde también hubo protestas recientemente): la Federación de Bosnia y Herzegovina (que se organiza en diez cantones), la República de Srpska y el distrito de Brcko. “El resultado – dice The Economist el 15.02.14- es un sistema de altos salarios para los políticos en un país de sólo tres millones y medio de habitantes”. En otras palabras: todo el sistema impuesto por las potencias favorece la corrupción, el nepotismo y el gansterismo. Son bien conocidas las estrechas relaciones en los Balcanes entre políticos y altos funcionarios con los diversos mafiosos y traficantes que componen la burguesía local. Todos los que, desde la izquierda o la derecha, afirmaban en su día que la guerra llevaría a una gran reconstrucción de la región y que existía una “racionalidad económica” tras ella, estaban claramente equivocados. La guerra y su posterior “paz” prepararon el terreno para una mayor desorganización y gansterismo, dejando amplias regiones balcánicas devastadas y sembradas de campos minados, y con desempleo y brutales ataques anti-obreros por todas partes. Aquí, a las puertas de Europa, no es la reconstrucción, sino los estragos de la destrucción imperialista y capitalista lo que prevalece y se acrecienta.

Diversas fracciones nacionalistas han encontrado sus propias “teorías conspirativas” con las que tratar de desacreditar las protestas, o las han etiquetado como la labor de unos “hooligans”, con el Alto Representante de la UE en Bosnia, Valentin Inzko, amenazando con enviar tropas de la Unión Europea contra las movilizaciones[2].

 Partiendo de la premisa correcta de que las protestas no plantean reivindicaciones basadas en divisiones étnicas y de que ha habido una solidaridad expresada por encima de las barreras étnicas impuestas por los acuerdos de Dayton, un número de intelectuales, entre ellos Noam Chomsky, Tariq Ali, Naomi Klien y Slavoj Zizek, etc., escribieron un par de cartas al diario británico The Guardian (ver “Balkans Insight”, 13.2.14) “apoyando a los ciudadanos” de la región. Este “apoyo” es en realidad un regalo envenenado. Hacen un llamamiento a que la “comunidad internacional” solucione la cuestión; la misma “comunidad internacional” que provocó la guerra primero e impuso las actuales divisiones y condiciones después. En esencia, estos partidarios izquierdistas del capitalismo simplemente le hacen el juego a las fuerzas de la burguesía en general y a las maquinaciones de la Unión Europea sobre las movilizaciones en particular, como por ejemplo el llamamiento de la UE a los líderes bosnios a “mostrar mayor responsabilidad y transparencia” (Reuters, 17.2.14), y el llamamiento de los gobiernos bosnios a que “los trabajadores descontentos busquen la obtención de sus derechos a través de las instituciones sindicales con quienes el gobierno mantiene unas buenas relaciones” (WSWS, 6.2.14). Ya hemos visto arriba cómo los sindicatos, ellos mismos a su vez divididos según las líneas nacionalistas, no sólo trabajan mano a mano con el Estado, sino abiertamente contra las luchas obreras.

La explosión de rabia de los trabajadores de Tuzla no apareció de la nada. Hubo una huelga minera por un aumento salarial el pasado septiembre; por toda Bosnia han habido manifestaciones que han desafiado las divisiones étnicas y expresado su preocupación por el desempleo y el futuro, reflejado en eslóganes como “¡Muerte al nacionalismo!”, “¡Apoyamos las luchas en todo el mundo!”, “¡No estudiamos para ser parados!”, “¡Que os jodan en tres idiomas!” expresadas en pintadas en edificios gubernamentales o en pancartas caseras portadas por manifestantes de todas las edades, incluyendo a desempleados y jubilados. Estallan huelgas y bloqueos organizadas por los trabajadores en Kralejevo (Serbia), y hubo protestas en Belgrado, y manifestaciones obreras en Drvar (República de Srpska). También hubo manifestaciones contra el desempleo algo más lejos, en Skopje, Macedonia (Bosnia-Herzegovina Protest Files, 18.2.14), y violentas manifestaciones contra el desempleo por parte de estudiantes en Pristina, Kosovo (BBC News, 8.2.14).

 Este movimiento se presenta aún a una escala muy pequeña y expuesta a los peligros de la división, el nacionalismo y la democracia. Esto último puede apreciarse en la ristra de “asambleas plenarias”, “gobiernos de expertos” y “gobiernos técnicos” que se han establecido y solicitado. Estas son la clase de organizaciones burguesas bienvenidas por los intelectuales de izquierda nombrados arriba y, desde luego no sorprendentemente, existen informes de que el pleno de Tuzla ha ignorado completamente las reivindicaciones de los trabajadores. Existe el peligro de que estas luchas se disuelvan en la población en general, en meras protestas antigubernamentales sin perspectiva, reivindicando meros cambios de cromos en el poder, o “gobiernos técnicos”. Contra todo esto la clase obrera debe permanecer firme y tratar de desarrollar la lucha en su propio terreno, aunque en la actualidad esta aparezca muy confusa y con poderosas fuerzas en su contra.

Esta lucha en Bosnia no tiene nada que ver con los sucesos que acontecen en Ucrania. No hay políticos occidentales, espías, embajadores, delegaciones y dólares detrás de las protestas. Estas luchas se sitúan más bien en la línea con la lucha y la ira de los “Indignados” en España, las protestas en Egipto, Turquía y Brasil, y se enfrentan a los mismos o similares peligros[3]. Pero el mero hecho de que tengan lugar en una región diezmada por el imperialismo ya les otorga importancia. Y si los trabajadores de DITA no obtuvieron nada de su lucha, ni un sólo céntimo – de hecho algunos obreros sufrieron problemas de salud producto de los piquetes expuestos al frío durante meses- su lucha es una victoria para la clase proletaria y para ellos mismos, por alzarse por su propia dignidad y por la solidaridad en ella expresada.

Baboon, 19-2-14


[1] Para más información ver un pequeño documental sobre la evolución de la lucha, expresada por una de las líderes de la huelga – https://www.youtube.com/watch?v=_7Qf2eBKnUI- [45], alojado en la web libcom.com en la sección “Protests in Bosnia” -https://libcom.org/news/protests-bosnia-07022014?page=1- [46]

[2] Ver Malatesta's Blog, https://malatesta32.wordpress.com/2014/02/12/on-the-protests-in-bosnia/ [47]

[3] Ver el balance de estos movimientos en nuestra hoja internacional “2011: de la indignación a la esperanza”, https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

 

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Protestas en Bosnia

Lo que está a la orden del día no es el fascismo ni la extrema derecha sino la confrontación entre las clases

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Introducción

Publicamos a continuación un artículo elaborado como resumen de una Jornada de Encuentro y Discusión organizada por nuestra sección en Bélgica y en la que participaron jóvenes de dicho país y de Holanda. La traducción ha sido realizada por un compañero muy próximo a quien agradecemos su colaboración.

Un tema que las fuerzas de izquierda repiten periódicamente para asustarnos y hacer que corramos a sus “protectores brazos” es “qué vuelve el fascismo”, “qué viene la extrema derecha”. Esta hez de la sociedad capitalista ha adoptado un nuevo disfraz: el populismo. Sus temas preferidos son el racismo, el nacionalismo y el rechazo de “los políticos”.

La barbarie del nazismo y el traumatismo que ha provocado sus atrocidades son utilizados por las fuerzas democráticas del Capital para pedirnos que cerremos los ojos ante sus políticas de paro y miseria y nos tapemos la nariz ante su nauseabunda corrupción. Ellos se presentan como el “mal menor”.

Podemos ver el ejemplo de Francia para comprender que no hay diferencia en lo esencial entre los partidos democráticos y sus rivales fascistas. En materia de racismo el gobierno “socialista” de Hollande ha expulsado con saña a gitanos rumanos cumpliendo “desde la izquierda” el programa del Frente Nacional. En lo referente a austeridad, desempleo, recorte de las supuestas “libertades”, represión etc., Hollande comete tales felonías que permiten a su rival de extrema derecha Madame Le Pen hacerse pasar por “defensora de los derechos de los de abajo”. Con la excusa de “quitarle votos” a dicha señora nombra primer ministro a Valls, exponente del nacionalismo y el racismo más extremos.

El debate realizado en Bélgica aclara las cosas frente a estas engañifas:

Años 30: curso hacia la guerra imperialista generalizada

Esta estuvo marcada por la peor crisis de la historia del capitalismo –la Depresión del 29-, sin embargo, la crisis no dio lugar a un asalto revolucionario del proletariado contra el capitalismo sino, al contrario, abrió un curso hacia la guerra imperialista generalizada.

La razón fue doble: la oleada revolucionaria mundial de 1917-23 había sido aplastada y el proletariado se encontraba postrado. Pero esto se vio aumentado por la forma que tomó la contra-revolución en Rusia: desde dentro mismo del Estado surgido tras la revolución de Octubre 1917 y desde el partido que había estado a la vanguardia de la revolución, el partido bolchevique.

En estas condiciones históricas generales el ascenso del fascismo correspondió a 3 factores: la derrota previa del proletariado, la necesidad de desarrollar el capitalismo de Estado y la de levantar una economía de guerra en vistas a la Segunda Guerra Mundial.

Hoy el proletariado sufre grandes dificultades especialmente en el nivel subjetivo –conciencia, confianza, solidaridad, moralidad- pero no está derrotado. No existe un curso abierto a la guerra imperialista generalizada.

Las dificultades actuales del proletariado

Básicamente son debidas al peso de un proceso que hemos llamado la descomposición del capitalismo ([1]). Una de las expresiones de esta última fue el hundimiento de los regímenes llamados “socialistas” y que permitió a la burguesía lanzar una gigantesca campaña anticomunista proclamando que el “comunismo había muerto”, “el marxismo había fracasado”, “el proletariado ya no existe” y “no hay más mundo posible que el capitalismo”. Esto llevó al proletariado a un retroceso en su conciencia y en su combatividad, a una pérdida de su identidad y de la confianza en sí mismo.

La impaciencia inmediatista

Un rasgo general de la sociedad capitalista que se ha agudizado con la descomposición es el inmediatismo. La sociedad capitalista está impregnada hasta la médula de inmediatismo, por definición el capital necesita sacar la máxima ganancia en el mínimo de tiempo posible importándole un bledo las consecuencias a todos los niveles (destrucción medioambiental y, sobre todo, agotamiento de la fuerza de trabajo). Lo quiere todo y ya. Este modo de vida se contagia a toda la sociedad y no hay paciencia para concebir una lucha a largo plazo que es la propia del proletariado. Este problema se planteó hace más de 150 años en la polémica entre Marx y Engels por un lado y la tendencia Willich-Schapper dentro de la Liga de los Comunistas. Derrotadas las revoluciones de 1848 y con un proletariado en reflujo en toda Europa, Willich y Schapper querían a base de activismo vacío realizar la revolución, “Ahora o nunca” era el lema de Willich, Marx respondió algo de plena actualidad: «la minoría reemplaza el punto de vista de la crítica por el dogmatismo, y el materialismo por el idealismo. Considera a la voluntad pura como la fuerza motriz de la revolución en lugar de las condiciones reales. Mientras que nosotros decimos a los obreros: tenéis que pasar 15, 20, 50 años de lucha, no para cambiar la realidad sino para cambiar vosotros mismos y haceros capaces del mando político, vosotros decís, por el contrario: tenemos que hacernos inmediatamente con el poder, y si no, echarnos a dormir» ([2]).

La noción de curso histórico

El debate habido en Bélgica insiste en la necesidad de tener una visión histórica y global de la lucha del proletariado. No andar improvisando análisis que a los cuatro días son echados al cubo de la basura, no estar anunciando la “revolución” cuando aparece una lucha mínimamente masiva para a continuación cuando no hay luchas decir que el proletariado está derrotado por siempre jamás. La noción de curso histórico que la CCI ha desarrollado es fundamental.

Acción Proletaria

En agosto de 2013, la CCI organizó una jornada de encuentro y discusión ([3]) sobre la cuestión de saber si nos encontramos frente a un retorno de los años 30 ([4]). ¿Qué hay de común entre los dos períodos? ¿Qué es lo que les distingue? Y, sobre todo ¿Por qué?

La iniciativa fue motivada por numerosas discusiones que han tenido lugar sobre este tema desde la depresión económica de 2008. En efecto hay razones para pensar que estamos ante un retorno de los años 30 pues es innegable que nos encontramos frente a:

  • la crisis más profunda de la historia del capitalismo desde los años 30;
  • un ataque generalizado y sin precedentes sobre los salarios, el empleo, las pensiones y otras prestaciones, ataque que es sobre todo visible en Grecia, España y Portugal;
  • dificultades, véanse las quiebras de los bancos, en el contexto de la amenaza constante de un colapso inminente del conjunto del sistema financiero;
  • el desarrollo de las guerras terribles tales como las de África Central, Mali, Libia, Siria… y las tensiones imperialistas en numerosas regiones del mundo;
  • un fortalecimiento de las campañas ideológicas como las de la extrema derecha y el populismo basados principalmente sobre el nacionalismo, el regionalismo y el odio racista;
  • un nivel de lucha en los países centrales, comprendiendo en estos los Países Bajos y Bélgica, pero sobre todo en Gran Bretaña y Alemania, que conoce un serio declinar desde que se apagaron los movimientos de los Indignados y Occupy.

Pero ¿Esto significa que nosotros tenemos que seguir las campañas en defensa de la democracia burguesa, de todo tipo de organizaciones izquierdistas como el PSL ([5]) o los Socialistas Internacionales ([6]) quienes durante sus “festivales” de 2013 han colocado de un modo central y principal la “lucha contra el peligroso ascenso de la extrema derecha y el nacionalismo en Europa” y la lucha anti-fascista?

Algunos grupos e individuos que se sitúan en una búsqueda entre las perspectivas burguesas y proletarias, piensan igualmente que nosotros estamos delante de una situación comparable a la de los años 30.

  • "Yo veo grandes semejanzas con la crisis de los años 30 del siglo pasado (…). No se trata de los excesos del capitalismo, sino de las características específicas del sistema de una política económica y de la ideología de un tipo de sociedad. Con el colapso de los países del ex bloque soviético estalinista, el capitalismo ha podido prolongar su credibilidad ideológica” ([7]).
  • “El eterno retorno del fascismo en tiempos de crisis. ¿Por qué el fascismo reaparece cada vez en tiempos de crisis? Debate sobre “el fascismo no se puede comer” ([8]).
  • “Desde 2008, la población de Europa se encuentra en una crisis sin precedentes. En numerosos países europeos, la población se empobrece rápidamente. También, en nuestros países, la crisis ha golpeado: despidos masivos entre otros sectores en la construcción y en el cuidado personal, listas de espera para los restaurantes del corazón, paro elevado sobre todo en los jóvenes, ancianos que no reciben ya ayuda a domicilio, desalojos a causa de alquileres demasiado caros, estudios que pronto serán reservados a los ricos, salarios de funcionarios que se encuentran congelados. Para toda esta miseria se tiene que encontrar un chivo expiatorio (…). La historia nos enseña que el racismo avanza con el aumento de la pobreza (…). Una comparación con los años 30 del siglo pasado se impone. El odio a los judíos era en esa época también alimentada por la crisis” ([9]).
  • “Todo esto en el seno de un clima político y económico de paro de masas que, al mismo tiempo, ha superado el nivel de los años treinta y representa la forma “suprema y más bárbara”, de una reducción del tiempo de trabajo impuesto por el capital” ([10]).

Algunos participantes en el Círculo de discusión Spartacus (Amberes) y del AAUG (Utrecht) que han participado en la jornada de discusión comparten también algunas de estas visiones.

La situación actual, en efecto, muestra algunas analogías con la de los años 30, sin embargo no es la misma. Para comprender la diferencia, la CCI ha destacado el concepto de curso histórico, concepto heredado de uno de sus más ilustres predecesores: Bilan ([11]). Según la CCI es el mejor instrumento para encontrar una respuesta adecuada a la cuestión de saber si nosotros estamos ante un retorno a los años 30 y por esta razón, ha sido una cuestión central en la introducción.

En la discusión el acento se ha ubicado principalmente sobre la función del fascismo en los años 30 y si hoy existe una relación mecánica entre la profundización de la crisis económica y la llegada al poder de la extrema-derecha. Esto se ha examinado en relación a una clase obrera que hoy, contrariamente a los años 30, no ha sido mundialmente derrotada, ni física ni políticamente.

Introducción: el concepto de curso histórico

El enfoque de la CCI a la cuestión del curso histórico se basa en el método de Bilan para quienes las actividades políticas en los años 30 han sido comprometidas a partir del reconocimiento del hecho de que la derrota de la oleada revolucionaria de 1917 y 1923 y el inicio de la crisis de 1929 habían abierto un curso a la guerra imperialista. Al igual que Bilan, la CCI defiende la tarea crucial y fundamental de los revolucionarios, que consiste en dar orientaciones generales al desarrollo social para un período determinado. El capitalismo no es “una fatalidad económica objetiva” sino una relación social. Esta relación determina globalmente la política de la burguesía. Precisamente porque los factores subjetivos (la conciencia) no son inmediata y mecánicamente determinados por las condiciones objetivas (entre otras la situación económica) es por lo que es tan importante analizar la situación a partir de este concepto.

¿Si nosotros volvemos a vivir los años 30, es una guerra generalizada lo que se anuncia o una perspectiva revolucionaria lo que se encuentra delante de nosotros? Se trata de cuestiones de una gran importancia. El pensamiento revolucionario dinámico no se satisface con “un poco de esto y un poco de aquello” todo mezclado en una salsa sociológica que no da ninguna orientación a la lucha de clases. Si el marxismo nos proporciona simplemente un análisis del pasado hay que contentarse con un “está bien, ya se verá…”, es entonces de poca utilidad. La acción social, la lucha de clases, necesitan una comprensión profunda de las fuerzas elementales que se encuentran implicadas y llamadas en una comprensión de la perspectiva. La acción del proletariado varía en función de su conciencia de la realidad social y de la relación de fuerzas en ese momento entre el proletariado y la burguesía. Esto se aplica también a las posibilidades de intervención de los revolucionarios en la clase de forma organizada. El desarrollo de la conciencia de clase es diferente, no sobre el plano de su contenido fundamental sino en su expresión en función de la respuesta a la cuestión: ¿nosotros nos dirigimos hacia la guerra o hacia el enfrentamiento revolucionario?

Este instrumento del curso histórico es para los revolucionarios de un interés esencial porque les permite, contra el resto de las interpretaciones, afirmar que actualmente, en ningún caso, nos encontramos en los años 30.

La discusión: sobre las semejanzas y las diferencias con los años treinta

Este año había también un núcleo entusiasta listo para comprometerse en el debate. La mayor parte de ellos venían de la experiencia del movimiento Occupy o de un grupo de discusión, deseoso de intercambiar sus puntos de vista y debatirlos con la visión de la CCI.

En un primer momento, se plantearon principalmente muchas de las características más llamativas de la época actual, indicando que en muchos existe, en efecto, el miedo a una repetición de los años 30. Se han citado: la gravedad de la crisis económica –de la que muchos de los participantes se preguntaban las causas profundas-, las consecuencias desastrosas sobre el terreno ecológico y la carrera masiva de armamentos entre otros en China, Pakistán, India y Rusia. Al mismo tiempo, nuevo focos de tensión estallan a ráfagas como en Mali o en Siria. Otra pregunta se ha planteado sobre si Europa está cada vez más centralizada y gira hacia la derecha. ¿Cómo comprender el ascenso de Amanecer Dorado (Grecia) y Le Pen (Francia)? ¿Hay que llamar hoy a una lucha contra el fascismo? En fin se han destacado las debilidades y las divisiones de las reacciones. ¿Cómo tenemos que comprender estos hechos?

Otras cuestiones han sido:

  • ¿Es importante reflexionar sobre la evaluación del período histórico?
  • Las cuestiones que nos planteamos ¿son útiles para nuestras actuales actividades? ¿Nos proporcionan una perspectiva?
  • ¿Se puede hacer hoy un llamamiento a desarrollar un nuevo movimiento de Indignados o de Occupy?
  • ¿Era inteligente hacer un llamamiento en los años 30 para crear una Cuarta Internacional como hizo Trotski? ([12])

Por falta de tiempo numerosas cuestiones no pudieron ser afrontadas en esta discusión.

Tres temas estuvieron en el centro de esta discusión.

A) La dinámica de la economía y la crisis histórica del capitalismo

En la discusión estaba claro para la mayor parte de los participantes que la necesidad para el capitalismo de acumular y de crecer se hace en detrimento de las necesidades sociales y del medio ambiente. Se dijo que “¡Hay que parar este crecimiento!”. A esto se respondió que la producción se lleva a cabo no para responder de las necesidades de la humanidad sino para engendrar beneficios. Las mercancías no constituyen sino una etapa intermediaria entre el capital inicial y un capital final superior. Es la misma esencia del capitalismo. Esto sólo terminará cuando la clase obrera deje de querer ser el sujeto de la explotación y la opresión, cuando asuma su papel como portador de una sociedad futura que será basada sobre una producción para satisfacer las necesidades humanas.

B) El curso histórico y el rol de la extrema derecha

En la segunda fase de la discusión se volvió una vez más a la introducción y la CCI aconsejó que se tomase una cierta distancia. Para comparar dos períodos históricos, no se puede simplemente tomar algunos elementos de uno o del otro período, por muy importantes que sean –como la crisis, el ascenso de la extrema derecha, un cierto éxito de los temas xenófobos y racistas, etc. Nosotros tenemos que ubicar estos elementos en el contexto de la dinámica de la sociedad y por ende de la relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado.

En los años 30, la subida al poder de los regímenes fascistas fue apoyada por amplias fracciones nacionales de la clase dominante, en particular por los grandes grupos industriales. En Alemania fueron los Krupp, Siemens, Thyssen, Messerschmitt, IG Farben. Ellos se agruparon en cárteles (Konzerns), fusiones entre capital financiero e industrial que controlaban sectores claves de la economía de guerra. En Italia, los fascistas fueron financiados por los grandes patrones italianos como la Fiat, Ansaldo, Edison, rápidamente seguidos por el conjunto de los medios industriales y financieros centralizados alrededor de la Cofindustria o de la Asociación bancaria. Como era necesario, el programa fascista se adaptó a las necesidades del capital nacional y las fracciones indeseables eliminadas. La emergencia de los regímenes fascistas correspondió a las necesidades del capitalismo: había que concentrar todos los poderes en el Estado, acelerar la puesta en marcha de la economía de guerra y la militarización del trabajo, en particular en los países obligados, para sobrevivir, a lanzarse hacia la preparación de una nueva guerra mundial para redistribuir las porciones del pastel imperialista.

Hoy, por el contrario, los “programas económicos” de los partidos de extrema derecha o populista son inexistentes, o sea inaplicables desde el punto de vista de los intereses de la burguesía. En términos imperialistas también, ellos no ofrecen ninguna alternativa. Y sobre todo, la otra condición importante y esencial para el establecimiento del fascismo no se ha creado: la derrota física y política previa del proletariado. A pesar de las dificultades para afirmarse sobre un terreno de clase, el proletariado no ha sido vencido y no ha conocido una derrota decisiva. Nosotros no vivimos en un curso contrarrevolucionario.

Por estas razones, el peligro de una vuelta inminente de regímenes fascistas, agitada como un espantapájaros, es inexistente. La burguesía utiliza actualmente el así llamado peligro fascista para movilizar a la clase obrera sobre un falso terreno, detrás de la defensa de la democracia burguesa, detrás del Estado burgués.

C) ¿Quién tiene la iniciativa? ¿Quién determina el curso? ¿Qué alternativa?

Nosotros llegamos finalmente a la siguiente cuestión: ¿sigue siendo la clase obrera un sujeto revolucionario? La CCI sostiene que es precisamente porque muchos no reconocen a la clase obrera como sujeto revolucionario, la fuerza que dé una dirección al levantamiento revolucionario contra el capitalismo, por lo que hay una subestimación o un desconocimiento del concepto de curso histórico para analizar la situación mundial.

El “pánico” es un mal consejero, si es verdad que la clase obrera está un desorientada y dividida, la causa no es tanto por el hecho de que sea heterogénea, sino porque ella ha recibido un golpe por las repetitivas campañas durante decenas de años sobre “la muerte del comunismo” ([13]).

La mentira que el estalinismo es igual al comunismo ha tenido un efecto devastador tanto sobre la combatividad como sobre la perspectiva de la lucha proletaria. La CCI ha sostenido que es muy importante definir la clase obrera no sólo en términos sociológicos sino también política e históricamente. Construir una relación de fuerza frente a la clase dirigente es un tema ante todo político. La responsabilidad de las minorías políticas en la clase es entonces la de ayudar a desarrollar la conciencia de clase, la palanca para la construcción de una alternativa auténtica. Un acuerdo general se estableció sobre el hecho de que es nuestro deber romper el mito de que no habría “alternativas”. Muchos de los participantes han visto ya esta búsqueda de alternativas en el movimiento de los Indignados y en Occupy. También ven la prueba en la emergencia de círculos de discusión y de grupos de estudio alrededor de El Capital de Marx, pero también en la emergencia por doquier de “ideas utópicas” en respuesta a la “realpolitik” ([14]).

El concepto teórico de curso histórico es una herramienta indispensable para analizar el período actual. En una época donde se toma conciencia de que la lucha será larga, esta reflexión y una profundización teórica constituyen una dimensión que preparará la lucha futura. Esto nos fortalece para resistir mejor ya sea el activismo ciego y a corto plazo o igualmente un sentimiento de euforia que nos sumerge de inmediato en el desaliento y la desesperación en el momento en que las protestas se retiran temporalmente.

El desarrollo de esta comprensión nos da más fuerza y determinación para nuestra participación en la lucha, es un factor importante en la reconquista de la identidad de clase y entonces del desarrollo de la lucha sobre un terreno de clase. Y a partir de esto, se puede desarrollar una confianza en sí misma de una clase que lleva consigo el proyecto histórico para toda la humanidad.

El hecho de que un debate entusiasta ha podido desarrollarse sobre todos estos aspectos con los participantes, sobre todo jóvenes, aunque hoy sea una pequeña minoría, nos permite definir que está iniciativa ha sido un logro. Una extensa lista de lecturas sobre estos temas y también alrededor de las posiciones de la CCI nos ha proporcionado, a todos los participantes, bastantes materias para proseguir la discusión.

Zyart- Lac, 9 de febrero de 2014



[1] Ver sobre este concepto fundamental nuestras “Tesis sobre la Descomposición”, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]

[2] Citado en el libro Correspondencia entre Marx y Angers, Editorial Cartago, pag 83.

[3] Este tipo de actividades vienen repitiéndose desde hace varios años en Bélgica. En España una iniciativa similar es la de los Talleres de Debate de Alicante, ver “Nada más práctico que una buena teoría”, /cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria [50] . La traducción del presente resumen del debate en Bélgica ha sido realizado por un compañero muy próximo a quien agradecemos calurosamente su colaboración.

[4] En 1929 estalló la peor crisis económica del capitalismo hasta entonces pero no le siguió una respuesta revolucionaria del proletariado –pues éste había sufrido la derrota previa de la oleada revolucionaria de 1917 a 1923 y, sobre todo, se hallaba encadenado a la mistificación de “Rusia patria del socialismo”. Lo que ocurrió fue el ascenso del fascismo con el triunfo de los nazis en Alemania. Esto lleva a los izquierdistas a formular una “ecuación” de “lógica formal”: si estalla la crisis económica la consecuencia inevitable es el fascismo que hoy tomaría la forma de populismo.

[5] Partido Socialista de Lucha, sección belga del trotskista Comité Internacional de los Trabajadores. NDT.

[6] Holanda, grupo trotskista vinculado a la corriente internacional del SWP británico. NDT.

[7] De As 169-170, 2010.

[8] Basta!, KSU, 10-10-2013.

[9] “Plataforma Stop racismo y exclusión”, septiembre de 2013.

[10] “Una reducción del tiempo de trabajo en beneficio del capital”, Estudios marxistas, nº 101.

[11] Bilan es la revista de la fracción de izquierdas del Partido Comunista de Italia que apareció entre 1933 y 1938. Apareció en los años posteriores a los años 20, cuando numerosos camaradas han huido del fascismo italiano y el partido de Bordiga (y sus camaradas) como uno de los últimos que ha sido expulsado de la Internacional Comunista en 1926. Sobre la noción de curso histórico ver el informe sobre la lucha de clases de nuestro 14º Congreso Internacional: /revista-internacional/201111/3255/el-concepto-de-curso-historico-en-el-movimiento-revolucionario [51]

[12] Todos los análisis de la situación internacional que ha hecho Bilan –ya sean sobre las luchas nacionales de la periferia, sobre el desarrollo de la potencia alemana en Europa, del Frente Popular en Francia, de la integración de la URSS sobre el tablero imperialista o de la llamada revolución española– se fundamentaban sobre el reconocimiento del hecho que la relación de las fuerzas habían claramente evolucionado en contra del proletariado y que la burguesía dirigía el camino hacia otra masacre imperialista. En contra de la visión de Trotski, voluntarista e idealista, que creía que era el momento propicio para crear una Cuarta Internacional. Los esfuerzos para reunir una organización de masas en ese período no podía conducir sino al oportunismo.

[13] En 1990, cuando cayeron los regímenes estalinistas de Rusia y sus satélites, exponentes de un capitalismo de Estado extremo disfrazado de “socialismo”, anunciamos que el proletariado sufriría un importante retroceso en su conciencia y su combatividad, ver https://es.internationalism.org/node/3502 [52]

[14] Véase al respecto el artículo en Internationalisme no 360, “La utopía no lleva a la lucha: la búsqueda de la verdad ofrece una perspectiva”. 

 

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Jornada de discusión verano de 2013 en Bélgica

Ucrania

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La expulsión del presidente ucraniano Yanukovych a Rusia fue saludada por algunos como una expresión de otra "revolución ucraniana". Desde el punto de vista del Estado ruso fue denunciado como un “golpe” ilegal realizado por “fascistas” en Kiev. En realidad Ucrania, que está en total bancarrota, es una zona de combate entre las grandes potencias capitalistas. Lo que ha estado ocurriendo ya no es como la “Revolución Naranja” de 2004/2005 en Ucrania que condujo a la instalación del predecesor de Yanukovych, Viktor Yushchenko. En cuanto a ser un “golpe”, ese lenguaje es la moneda común de cualquier régimen al describir los acuerdos políticos que no aprueba.

Importancia estratégica de Ucrania

Obama y Kerry han advertido de los peligros de un avance Ruso en esa área, e insistieron en que las consecuencias de una “anexión de puerta trasera” de Crimea serán muy graves. La Unión Europea está dispuesta a imponer sanciones a Rusia y sus aliados en Ucrania. Esto no es una vuelta de las tensiones de la Guerra Fría, aunque es evidente que Rusia no puede aceptar una Ucrania pro-Occidente. Esto, desde luego, no es debido a la riqueza de los recursos de Ucrania. La importancia de Ucrania para el capitalismo ruso es esencialmente estratégica. Por otra parte, la importancia de Rusia para Ucrania es limitada, aunque, por ejemplo, en 2010, fue capaz de obtener un descuento en las importaciones de gas ruso a cambio de que se ampliara la base naval rusa en Crimea.

Desde la época de Pedro el Grande, los gobernantes de Rusia han luchado por los puertos que pueden funcionar durante todo el año. Basta mirar un mapa de Rusia para ver los puertos importantes como San Petersburgo en el mar Báltico y Vladivostok en el lejano Oriente (bloqueado por hielo durante cuatro meses al año), para apreciar lo importante que es para Rusia tener un acceso al Mar Negro. La flota rusa del Mar Negro tiene su base en Sebastopol, en Crimea; de hecho, Rusia ha tenido una base allí desde 1783. Cualquier influencia que Rusia podría tener en el Mediterráneo Oriental, los Balcanes y el Medio Oriente está respaldada por la flota del Mar Negro. Aunque es la flota rusa más pequeña, en comparación con la flota del Norte cuya base está en Múrmansk, la flota del Báltico, y la flota del Pacífico con sede en Vladivostok, es una parte esencial de la intervención del capitalismo ruso en áreas clave del conflicto. "Para Rusia, la flota y su base en Sebastopol son garantes de sus fronteras del sur, y una plataforma para proyectar su poder en el Mar Negro y desde allí, en el Mediterráneo. Su base es también un punto de atraque para tanques petroleros rusos destinados al Bósforo y la flota tiene por tarea proteger el gasoducto del sur de Rusia, una vez que esté terminado… La única alternativa de Rusia, es su puerto en Novorossiysk, que es azotada por los vientos, a veces forzado a cerrar debido al mal tiempo, y necesitaría miles de millones de dólares de inversión para establecer la flota del Mar Negro" (Reuters, 7/3/14)

La respuesta al aumento de la presencia militar rusa ha variado entre los diferentes poderes. Los Estados Unidos y Francia han sido capaces de hacer denuncias generosas porque no tienen intereses particulares en el área que podría ponerse en riesgo. El capitalismo alemán está en una posición diferente porque tiene vínculos más estrechos con Rusia a varios niveles y es probable que sea más cauteloso sobre la aplicación de sanciones (cuando ya no se trata solo de llamados de atención) ya que quiere evitar una escalada del conflicto para proteger sus intereses económicos. El capitalismo británico también está muy interesado en proteger la inversión rusa en la ciudad y mantener su preocupación sobre Ucrania a un nivel retórico.

No es posible tener una actitud definitiva sobre la acumulación de tropas, tanques y vehículos militares en las fronteras de Rusia con Ucrania. No está claro cuán lejos irá Rusia. Esto es debido no a la personalidad de Putin, o a la personalidad belicosa rusa. Esto es debido a que la guerra y las amenazas de guerra no pueden analizarse cuidadosamente en las causas particulares y los resultados probables. Lo que sí sabemos es que en la fase de descomposición capitalista, las tensiones y los antagonismos entre Estados capitalistas, cada vez más, toma formas irracionales e impredecibles. El resultado del referéndum de Crimea es predecible, pero no a lo que éste conducirá. Y, por ejemplo, en el Mar Báltico, el Cáucaso y otros países vecinos de Rusia, existe la preocupación de que el régimen de Moscú pueda clamar nuevamente 'la protección a las minorías rusas' en otras zonas alejadas de Ucrania.

La posición de la clase obrera

En las protestas en Ucrania que condujeron al vuelo de Yanukovych a Rusia había muchos elementos. Algunas tenían ilusiones en el potencial de negociación con la Unidad Europea, otras fueron solo anti-Rusia, un número bastante grande estaba desde luego, muy cerca al fascismo tradicional; al mismo tiempo muchas estuvieron en las calles debido a un descontento por su empeoramiento de las condiciones materiales de vida. En la práctica, sean las que fueren las motivaciones iniciales, todas esas energías se canalizaron detrás del nacionalismo de la burguesía.

En partes del este de Ucrania, en los sectores de las industrias del acero y en las zonas mineras, así como hay un fuerte sentimiento pro-ruso, también hay un enojo discernible con los multimillonarios “oligarcas”, la burguesía ultra rica que ha acumulado una gran riqueza con la caída del Estado estalinista. Ha habido manifestaciones en Donetsk dirigidas contra las autoridades pro-rusas. Puede haber gérmenes de protesta contra la situación social, aunque, en esta etapa es probable que tales movimientos puedan fácilmente ser desviados hacia el callejón sin salida nacionalista. La clase obrera en Ucrania y Rusia se enfrenta a una situación muy difícil y peligrosa y no es probable que sea capaz de escapar de la trampa nacionalista por sí misma –lo que solo enfatiza el papel crucial de la lucha de clases internacional al oponerse a la austeridad de la burguesía y su vuelo a la irracionalidad y la guerra.

Car, 15/3/14

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Campo de batalla para potencias imperialistas

Una humillación indignante para todos los trabajadores

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El 18 de marzo de 2014 los políticos profesionales de la burguesía mexicana han dado un golpe más a los trabajadores: después de haber prometido por enésima ocasión que aumentando los impuestos, tendrían los recursos para la “pensión universal” y el “seguro del desempleo”, ahora imponen esas nuevas leyes, maquillándolas de manera cínica, como la continuación de la “reforma social” como llamaron desvergonzadamente a la reforma fiscal del 2013.

Y la teatralidad ha aparecido de nuevo y no tiene desperdicio: por un lado, el PRI en el gobierno, el verde ecologista, una parte importante del PRD y el Partido Nueva Alianza han votado a favor; por otro lado, el PAN, el Partido del Trabajo y demás se han opuesto y otros tantos del PRD han abandonado la sesión “muy dignos” para “no ser cómplices”. ¡Basura pura! En realidad, se trata de un reparto de tareas entre las fuerzas políticas de la burguesía para que sean algunos los que asuman el llamado “costo político”, mientras que otros se prestigian para reparar su imagen en espera de que el escenario gire y adoptar otros papeles en el eterno circo de la democracia burguesa.

La pensión universal y el seguro del desempleo vienen a dar la puntilla a la clase obrera condenada desde hace décadas al infierno en la tierra debido a la degradación continúa y acelerada de sus condiciones de vida, justificada por toda clase de supuestos fines de beneficio, del bien común, o de defensa de la economía nacional.

Pensión Universal: una limosna y una burla

Aparentando una función social del Estado se anuncia con bombo y platillos que a los trabajadores de 65 años o más se les darán 580 “pesotes” a partir del 2015, en apenas… un solo mes. Y que el optimismo no debe morir pues en un plazo no mayor (faltaba más) a… 15 años, el regalote ascenderá a… 1 092 “pesotes”. ¡Toda una afrenta! ¡Y todavía se dan el lujo de “aclarar” que este “beneficio” tendrá sus acotaciones pues el monto inicial que son ¡menos de 20 pesos diarios! (un dólar y medio) se ajustará anualmente y, siempre que haya disponibilidad de recursos, podrá accederse a la cantidad tope!

Siendo ya una cantidad ridícula, el cálculo es por demás frío y criminal pues arrancando a los 65 años, con toda una vida de sobreexplotación y degradación de sus condiciones de vida, las probabilidades de que el “beneficiario” muera antes de recibir el premio de los 1 092 “pesotes” son más que altas o de que lo “disfrute” apenas unos instantes... Por lo demás, ese fue el cálculo de las reformas a los sistemas de pensiones y jubilaciones del IMSS (1995, 1997) y del ISSSTE (2007…) al aumentar los años de servicio teniendo como referencia el cálculo de la expectativa de vida…

El Estado se adorna declarando que financiará esta “pensión” pero es demagogia y cinismo puro pues el dinero provendrá directamente de las retenciones impositivas del trabajo de millones de proletarios, que se administran por los organismos financieros que el Estado ha creado como parte de su estructura, y por empresas que paralelamente se han creado para “administrar” las aportaciones de los trabajadores a los sistemas de salud y de retiro. Por lo demás, el trabajo asalariado aporta plusvalía de sobra para financiar todos los programas “sociales” del Estado.

Por cierto, las noticias recientes evidencian que estos recursos disminuyen aceleradamente hasta el punto de que al momento de jubilarse los actuales trabajadores no existe la garantía de recibir ni la tercera parte de los ingresos que hoy tienen como salario corriente pues según los paleros del Estado burgués “los administradores” –públicos y privados- de las “cuentas individuales” han “desafortunadamente” perdido fondos que han “arriesgado” en el mercado de valores con la intención de “lograr los mayores beneficios para los trabajadores”, ellos mismos reconocen con el más descarado de los cinismos que las AFORES han tenido jugosas ganancias aceptando abiertamente el objetivo real que tuvieron esas reformas.

Este es un engaño colosal de corte “social”, algo que ya su fuerza política de izquierda más importante como el PRD ha instituido en el Distrito Federal (“dinero para los viejitos”) desde hace más de una década y que les ha dado muy buenos resultados para ofrecer algo ante el descontento de la gran masa de trabajadores que hasta ahora han mantenido su existencia en el límite de la miseria y… la limosna.

Seguro de Desempleo: la burguesía pide al trabajador que ¡sea solidario… consigo mismo!

Pero si la Pensión Universal es una vacilada, el Seguro del desempleo es por demás asqueroso e indignante:

  • El gobierno ha dado un “ejemplo” a sus congéneres en el mundo (y en particular a la OCDE, pues México no tenía un Seguro de Desempleo) en el sentido de cómo hay que hacer, desde el Presidente, las cámaras de senadores y diputados, todos los partidos políticos y, sobre todo, los sindicatos, para que los trabajadores, aparte de ser despojados de la mayor parte del fruto de su trabajo en la producción sean los que “ahorren” no solo para pagar su pensión o jubilación (como si les quedara un solo peso para ese ahorro), sino también ahora para financiar su propio seguro de desempleo;
  • Hasta ahora, cada trabajador tenía una subcuenta de vivienda en donde el patrón depositaba el 5% de su salario. Algo que aparece como una “buena acción” de aquél siendo que ese monto literalmente proviene del trabajo del propio obrero. Este dinero reunido por años apenas daba la opción al trabajador de adquirir una vivienda que por lo demás es también una burla pues se trata de casas o departamentos muy reducidos y mal construidos.
  • Pues bien, resulta que ya ni eso podrán lograr los trabajadores ya que se ha decidido que ese monto se divida en 2% para el fondo de vivienda y el otro 3% para financiar el seguro del desempleo para lo cual han creado una “subcuenta mixta” donde se deposite el 2% y un “fondo solidario” a donde irá a parar el otro 1%. Y hasta tartamudean para decir que el trabajador “puede ahora decidir” que tendrá la “libertad” para usar el monto total (5%) para destinarlo a la vivienda o al retiro o al seguro del desempleo. ¡Esta es la verdadera libertad bajo el capitalismo… la libertad de morirse de hambre!
  • La clase capitalista ya no cuida las formas. Se impone que sea cada trabajador quien pague su desempleo y no un recurso que forme parte de la seguridad social y se retribuya en forma del llamado salario social de la clase obrera, ese salario que devenga en el proceso de producción y que no le regala nadie.
  • Este “seguro” se dará a quien demuestre que ha cotizado al menos 24 meses en un periodo de 3 años (es decir, al carajo aquéllos para los cuales el desempleo es su vida desde siempre), de los cuales se obtendrá un promedio para pagar su salario de desempleado que para completar la burla será de: ¡el 60% en el primer mes… el 50% el segundo… y el 40% los cuatro meses restantes! Y esta “ayuda” solo será por seis meses y por una sola ocasión en un periodo de 5 años.
  • ¡Un verdadero escándalo, una verdadera humillación! Y todavía aclaran que “en caso de que el fondo sea insuficiente para pagar ese “salario” entonces se echará mano del “fondo solidario”, creado con el propio salario del trabajador y en caso de que aún así no alcance, entonces el gobierno federal se “compadecerá” aportando lo que falte siempre y cuando no exceda de… un mes de salario mínimo. ¡Vaya consolación más ridícula y ofensiva¡
  • Algo que “olvida” la “bendita” reforma es que desde hace muchos años es cada vez más difícil asegurar una continuidad en las aportaciones a los sistemas de “seguridad social” pues los despidos están a la orden del día y entonces la trayectoria laboral es más que irregular: el desamparo absoluto del desempleo es la cotidianidad cada vez más “segura” del trabajador.
  • Pero aún hay más. Esta “reforma social”, siendo en sí misma un fraude, evidencia la tendencia del capital desde hace décadas de ajustes al trabajo que dejan a los jóvenes proletarios en el completo abandono ya que conforman una masa creciente de desempleados impedidos de ingresar al proceso de producción aún si ostentan títulos universitarios: simple y sencillamente ellos ya son la generación de los desempleados.

Las campañas electorales de 2012 prometieron que acabarían con el desempleo: a cambio se crea el “seguro de desempleo”… otro engaño más en la lista infinita de esa estafa colosal como son las elecciones.

La economía nacional sigue hundiéndose y la burguesía sabe muy bien que siendo ya escandalosa la cantidad de desempleados, arrojará a la calle a cientos de miles de trabajadores más. Una perspectiva muy segura si tomamos en cuenta que sus instituciones financieras revisan a la baja el crecimiento del PIB casi cada mes después de que, otra vez, nos prometieron poco menos que la gloria si íbamos a votar.

La burguesía es cada vez más cínica y arrogante

Estamos de nuevo frente a otro más de los atracos con los que los patrones y su Estado se han estado ensañando en las últimas décadas contra nuestras condiciones laborales y sobre todo contra las condiciones de vida de nuestras familias a las que ya han condenado a la miseria más desesperante y les han cancelado todo futuro.

Los medios de difusión de la burguesía han estado confundiendo sobre el alcance de estos ataques: por ejemplo, diciendo que estas leyes solo afectan a los trabajadores afiliados al IMSS, o dando interpretaciones encontradas de las mentadas reformas. Pero además, apenas si mencionan otros golpes más como por ejemplo el decreto que se ha preparado para que sean embargables los salarios de los trabajadores para garantizar que sus deudas de consumo se paguen a las empresas capitalistas.

El desprecio de la burguesía por la vida de los trabajadores y sus familias no tiene límites como se ve en la arrogancia con la que han impuesto estos nuevos golpes. Sin duda, esta manga ancha de la que está gozando por ahora se debe a las dificultades que ha registrado la lucha de la clase trabajadora no solo en México sino en el mundo entero y que lleva a los capitalistas a implementar estos ataques considerando que es el momento adecuado pues, por ahora, difícilmente los trabajadores podrán responder con una lucha importante dado el trabajo de sabotaje que se ha encargado de hacer el aparato sindical en las filas obreras ante cada mínimo indicio de descontento o de movilizaciones por incipientes que aparezcan.

A pesar de todo, la lucha es la única alternativa que le queda a los explotados y oprimidos no solo para resistir mínimamente ante este tipo de ataques sino para empezar a exigir mejoras reales a sus condiciones de vida y de trabajo y, más allá, para plantear de manera política la posibilidad de acabar de una vez por todas con este sistema inmundo de miseria y opresión. Si no luchamos nos condenamos a la miseria y la humillación más abominables.

RM, marzo de 2014 

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México – Pensión Universal y Seguro de Desempleo

mayo 2014

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Inicios de la sangría

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Hace 100 años, la humanidad estaba al borde del abismo, a punto de hundirse en la sangría más espantosa que nunca haya conocido la historia. Durante generaciones después de la Gran Guerra, los años 1914-1918 fueron sinónimos de matanza absurda, de abominable desperdicio de vidas en el horror de las trincheras. Las poblaciones damnificadas por semejante barbarie hicieron responsables de todo ello a los Gobiernos y las clases dirigentes.
Cien años después, conmemorar la guerra resulta por lo tanto bastante molesto para esas mismas clases dirigentes. Y por ello se preparan para ahogarnos en un océano de futilidades y de himnos a la unidad nacional ante el sufrimiento de la guerra. Evitarán a toda costa cualquier mención de las verdaderas causas de la guerra: la extensión imperialista inexorable del capitalismo por el planeta entero. Evitarán también cualquier sugerencia sobre quién fue realmente responsable de la guerra.
Y, sobre todo, evitarán toda mención a la idea de que la única fuerza que hubiese podido impedir la guerra, tanto en 1914 como hoy, es el proletariado.
2014 no será entonces un año de conmemoración, sino de olvido.

 

2014: año del olvido

En la actualidad, aún se sigue llamando “Gran Guerra” a la que comenzó en agosto de 1914. Y eso que la Segunda Guerra Mundial hizo más del doble de víctimas, por no mencionar las interminables guerras que, desde 1945, han sembrado todavía más muertes y provocado aún más destrucciones.

Para entender por qué la guerra de 14-18 sigue todavía siendo “la Gran Guerra”, basta con visitar cualquier pueblo de Francia, incluso el más aislado y perdido en los prados alpestres; allí se pueden ver familias enteras con sus nombres grabados en un hito conmemorativo: hermanos, padres, tíos, hijos. Estos testigos mudos del horror no solamente se pueden ver en las ciudades y los pueblos de las naciones beligerantes europeas, sino incluso en el otro extremo del mundo: en la pequeña aldea de Ross, en la isla australiana de Tasmania, el monumento lleva los nombres de 16 muertos y 44 supervivientes, resultantes, sin duda, de la batalla de Galípoli (Turquía).

Durante dos generaciones tras el final de la guerra, 1914-1918 fue sinónimo de matanza absurda, impulsada por la estupidez ciega e irreflexiva de una casta aristocrática dominante, por la avidez insaciable de los imperialistas, de los aprovechadores de guerra y de los fabricantes de armas. A pesar de todas las ceremonias oficiales, todas las coronas depositadas en los monumentos a los caídos y, en Gran Bretaña, la ostentación simbólica de amapolas en el ojal el día de la conmemoración anual, aquella visión de la Primera Guerra Mundial se integró en la cultura popular de las naciones beligerantes. En Francia, la novela autobiográfica de Gabriel Chevalier, La peur (el miedo), publicada en 1930, conoció un éxito tan grande que las autoridades prohibieron el libro, tildándolo de antipatriota. En 1937, la película contra la guerra de Jean Renoir, La Grande Illusion, se proyectó ininterrumpidamente en el cine Marivaux desde las 10 hasta las 2 de la mañana y batió todos los records de entradas; en Nueva York, permaneció 36 semanas en cartelera([1]).

En la Alemania de los años veinte, los dibujos satíricos de George Grosz apaleaban a generales, a políticos y a todos aquellos que habían sacado tajada de la guerra. El libro de E.M. Remarque, Sin novedad en el frente (“Im Westen Nichts Neues”) se publicó en 1929: 18 meses después de su publicación, se habían vendido 2 millones y medio de ejemplares y se tradujo a 22 idiomas; la versión cinematográfica de Universal Studios en 1930 tuvo un éxito estrepitoso en Estados Unidos, donde ganó el Oscar a la mejor película ([2]).

Tras su desmoronamiento, el Imperio austrohúngaro legó al mundo una de las novelas antiguerra más importantes: El buen soldado Švejk (“Osudy dobrélo vojáka Švejk za světové války”) de Jaroslav Hašek, publicado en 1923 y desde entonces traducido en 58 idiomas –más que cualquier otra obra en checo.

La aversión causada por el recuerdo de la Primera Guerra Mundial sobrevivió a la sangría aún más terrible de la Segunda. Comparada con los horrores de Auschwitz e Hiroshima, la crueldad del militarismo prusiano y de la opresión zarista –por no hablar del colonialismo francés o británico– que sirvieron de justificación a la guerra en 1914, casi podían parecer como insignificantes y, sin embargo, la matanza en las trincheras parecía todavía más absurda y monstruosa: de este modo, la burguesía podía presentar la Segunda Guerra Mundial sino ya como una “buena” guerra, al menos como una “guerra justa” y necesaria. Esta contradicción en ningún país es más patente que en Gran Bretaña, donde toda una serie de películas enaltecedoras de la “causa justa” en el más puro estilo patriotero (Dambusters en 1955, 633 Squadron en 1964, etc.) se podían ver en las pantallas de los cines durante los años 50 y 60, a la vez que los escritos contra la guerra de los “poetas de la guerra” Wilfred Owen, Siegfried Sassoon y Robert Graves formaban parte del curso obligatorio de los colegios ([3]). Quizá la obra más grande de Benjamin Britten, el compositor británico más famoso del siglo XX, sea su Réquiem de Guerra (1961) que musicalizó la poesía de Owen, mientras que en 1969 salieron dos películas muy diferentes: en el registro patriótico, Battle of Britain por un lado, y por el otro la sátira corrosiva Oh! What a Lovely War (¡Ah, qué hermosa es la guerra!) que realiza una denuncia musical de la Primera Guerra Mundial, sirviéndose de las canciones creadas por los soldados en las trincheras.

Dos generaciones más tarde, estamos hoy en vísperas del 100º aniversario del estallido de la guerra (4 de agosto de 1914). Dada la importancia de las décadas para los aniversarios y más aún de los centenarios, se han puesto en marcha grandes preparativos para conmemorar (“celebrar” no es precisamente la palabra más conveniente) la guerra. En Francia y Gran Bretaña, se asignaron presupuestos de varias decenas de millones en euros o en libras esterlinas; en Alemania, por razones evidentes, los preparativos son más discretos y no han recibido la bendición gubernamental ([4]).

“El que paga la fiesta, decide la orquesta”: ¿qué, van a recibir entonces las clases dominantes a cambio de las decenas de millones gastadas para “conmemorar la Guerra”?

Si observamos las páginas web de los organismos responsables de la conmemoración (en Francia, el Gobierno constituyó un organismo especial, en Gran Bretaña se ha encargado el Imperial War Museum) la respuesta parece bastante clara: están comprando una de las cortinas de humo ideológico más costosas de la historia. En Gran Bretaña, el Imperial War Museum se da por tarea recoger las historias de los individuos que vivieron la guerra para transformarlas en podcast ([5]). La página web del Centenary Project (1914.org) nos propone acontecimientos de importancia tan crucial como la exposición del revólver utilizado durante la guerra por JRR Tolkien (¡vaya!, es de suponer que lo que quieren es aprovecharse del éxito de las películas El Señor de los Anillos, inspiradas en los libros de Tolkien); la conmemoración de un dramaturgo del Surrey, la colecta por el Museo de Transportes de Londres de la historia de los autobuses durante la Gran Guerra (¡sin broma!) ; en Nottingham, “un gran programa de acontecimientos y actividades (...) sacarán a la luz cómo el conflicto catalizó cambios sociales y económicos inmensos en las comunidades de Nottinghamshire”. La BBC produjo un “documental innovador”: “La Primera Guerra Mundial vista desde arriba”, con fotografías y películas sacadas desde los globos cautivos de la artillería. Se rendirá homenaje a los pacifistas con conmemoraciones sobre los objetores de conciencia. En resumen, van a ahogarnos en un océano de futilidades. Según el Director General del Imperial War Museum, “nuestra ambición es que mucha más gente comprenda que no se puede entender el mundo de hoy sin entender las causas, el curso y las consecuencias de la Primera Guerra Mundial” ([6]) y estamos de acuerdo al 100 % con eso. Pero en realidad, todo está hecho, incluso por parte del honorable Director General, para impedirnos entender sus verdaderas causas y sus verdaderas consecuencias.

En Francia, el sitio internet del centenario anuncia el muy oficial Informe al Presidente de la República para conmemorar la Gran Guerra con fecha de septiembre de 2011 ([7]) y que comienza con estas palabras del discurso del general De Gaulle en el cincuentenario de la guerra en 1964: “El 2 de agosto de 1914, día de la movilización, el conjunto del pueblo francés se puso de pie en su unidad. Eso nunca había ocurrido. Todas las regiones, todas las localidades, todas las categorías, todas las familias, todas las almas, se pusieron repentinamente de acuerdo. En un momento, se borraron las múltiples peleas, políticas, sociales, religiosas, que mantenían dividido el país. De un extremo al otro del suelo nacional, las palabras, las canciones, las lágrimas y, sobre todo, los silencios no expresaron ya sino una única resolución". En el propio informe leemos que “Aunque suscite el pavor de los contemporáneos ante la muerte de masas y los inmensos sacrificios hechos, el Centenario también hará que un estremecimiento recorra la sociedad francesa, recordando la unidad y la cohesión nacional mostrada por los franceses durante la prueba de la Primera Guerra Mundial”. Parece pues poco probable que la burguesía francesa tenga la intención de hablarnos de la represión policial brutal de las manifestaciones de trabajadores contra la guerra durante julio de 1914, ni del notorio Cuaderno B (lista del Gobierno con los militantes antimilitaristas socialistas y sindicalistas que había que detener, internar o enviar al frente a partir del estallido de la guerra –los británicos poseían algo equivalente), y menos aún de las circunstancias del asesinato del dirigente socialista antiguerra Jean Jaurès en vísperas del conflicto como tampoco de los motines en las trincheras ([8])…

Como siempre, los propagandistas pueden contar con el apoyo de los doctos universitarios para proporcionar en material sus documentales y entrevistas. Tomaremos aquí un único ejemplo que nos parece emblemático: The Sleepwalkers, por el historiador Christopher Clark de la Universidad de Cambridge, publicado en 2012 y en 2013 en libro de bolsillo, y ya traducido al francés (Les Somnambules), alemán (Die Schlafwandler) y castellano (Sonámbulos) ([9]). Clark es un empirista sin complejos, su introducción anuncia muy claramente su intención: “Este libro (…) trata menos de por qué estalló la guerra que de cómo ocurrió. Las preguntas del porqué y del cómo son inseparables en la lógica, pero nos llevan en direcciones diferentes. La pregunta de cómo nos invita a observar atentamente las secuencias de interacciones que produjeron unos resultados. La pregunta del porqué, por el contrario, nos invita a ir buscando causas distantes y categóricas: el imperialismo, el nacionalismo, los armamentos, las alianzas, las finanzas, las ideas de honor nacional, los mecanismos de la movilización” ([10]). Lo que falta en la lista de Clark es, obviamente, el capitalismo. ¿Es posible que el capitalismo sea generador de guerras? ¿Es posible que la guerra no sea solamente “la política por otros medios”, retomando la famosa expresión de von Clausewitz, sino más bien la expresión última de la competencia inherente al modo de producción capitalista? ¡Oh no, por favor, eso nunca! Clark pues, se dedica a suministrarnos “los hechos” que llevaron a la guerra, lo que hace con una inmensa erudición y con el menor detalle, hasta el color de las plumas de avestruz sobre el casco de Francisco Fernando de Austria el día de su asesinato (eran verdes). Si alguien se hubiera dado la molestia de anotar el color de los calzoncillos de su asesino, Gavrilo Princip, ese día, también estaría en este libro.

La longitud del libro, su control del detalle, hacen tanto más notable una omisión. A pesar del que dedique secciones enteras a la cuestión “de la opinión pública”, Clark no tiene absolutamente nada que decir sobre la única parte “de la opinión pública” que de verdad importaba: la posición adoptada por la clase obrera organizada. Clark cita ampliamente diarios como el Manchester Guardian, el Daily Mail, o le Matin, y muchos otros sumidos desde hace mucho tiempo en un olvido bien merecido, pero ni siquiera cita una única vez el Vorwärts, ni l'Humanité (los diarios respectivamente de los partidos socialistas alemán y francés), ni la Vie ouvrière, el órgano semioficial de la CGT francesa ([11]), ni la Bataille syndicaliste. ¡Y eran publicaciones importantes! El Vorwärts era uno entre los 91 diarios del SPD con una difusión total de 1 millón y medio de ejemplares (como comparación, el Daily Mail reivindicaba una difusión de 900 mil) ([12]), y el propio SPD era el partido más importante de Alemania. Clark menciona el congreso de Jena en 1905 donde el SPD se negó a llamar a la huelga general en caso de guerra, pero no dice una palabra sobre las resoluciones contra la guerra adoptadas por los congresos de la Internacional Socialista en Stuttgart (1907) y en Basilea (1912). El único dirigente del SPD que merece mención en el libro es Albert Südekum, un personaje relativamente menor de la derecha del SPD, cuyo papel de figurante tranquiliza al canciller alemán Bethmann-Hollweg el 28 de julio, destacando que el SPD no se opondrá a una guerra “defensiva”.

Sobre la lucha entre izquierda y derecha en el movimiento socialista y más ampliamente obrero: silencio absoluto. Sobre el combate político de Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht, Anton Pannekoek, Herman Gorter, Domela Nieuwenhuis, John MacLean, Vladimir Ilyich Lenin, Pierre Monatte, y tantos más, ídem de ídem. Sobre el asesinato de Jean Jaurès, más silencio, sólo silencio…

Es evidente que los proletarios no pueden contar con la historiografía burguesa para entender verdaderamente las causas de la Gran Guerra. Miremos pues más bien hacia dos destacados militantes de la clase obrera: Rosa Luxemburg, sin duda alguna la teórica más importante de la Socialdemocracia alemana y Alfred Rosmer, un militante fiel de la CGT francesa de la preguerra. Vamos a basarnos en particular en La Crisis de la Socialdemocracia de Rosa Luxemburg (más conocido con el nombre de Folleto de Junius ([13])) y El movimiento obrero durante la Primera Guerra Mundial ([14]). Ambas obras son muy diferentes: el folleto de Luxemburg fue escrito en la cárcel en 1916 (y al no poder disponer del menor acceso privilegiado a bibliotecas y archivos gubernamentales, el vigor y la claridad de su análisis son tanto más impresionantes); el primer volumen ([15]) de la obra de Rosmer, donde trata del período que condujo a la guerra, fue publicado en 1936 y es el fruto tanto de su dedicación meticulosa a la verdad histórica como de su defensa apasionada de los principios internacionalistas.

La Primera Guerra Mundial: su importancia y sus causas

Podría preguntársenos si todo eso es realmente importante. Fue hace mucho tiempo, el mundo ha cambiado, ¿qué podemos aprender realmente de esos escritos de otros tiempos?

Contestaremos que es primordial entender la Primera Guerra Mundial por tres razones.

La primera, porque la Primera Guerra abrió una nueva época: seguimos viviendo en un mundo modelado por las consecuencias de aquella guerra.

La segunda, porque las causas subyacentes de la guerra siguen presentes y operativas: existe una similitud clarísima entre el auge de la nueva potencia alemana antes de 1914, y el actual de China.

Y la tercera –y quizá la más importante porque eso es precisamente lo que los propagandistas del Gobierno y sus historiadores a sueldo quieren ocultar– sólo hay una y única fuerza capaz de poner fin a la guerra imperialista: la clase obrera mundial. Como dice Rosmer: “los Gobiernos saben que no pueden lanzarse en la peligrosa aventura que es la guerra –y sobre todo ésta– sino a condición de tener tras ellos la práctica unanimidad de la opinión y, especialmente, la de la clase obrera; para eso, les es necesario equivocarla, engañarla, extraviarla, excitarla” ([16]). Luxemburg cita la frase de Von Bülow, que decía que era sobre todo por temor a la Socialdemocracia por lo que, en la medida de lo posible, “se hacían esfuerzos por diferir toda guerra”; cita también el Vom Heutigen Krieg (Una guerra de hoy) del general Bernhardi: “Cuando las grandes masas compactas se quitan de encima a sus dirigentes, cuando se difunde el espíritu de pánico, cuando se hace sentir la falta de víveres, cuando el espíritu de rebelión se posesiona de las masas del ejército, éste se vuelve no sólo ineficaz respecto del enemigo sino también una amenaza para sí y para sus dirigentes. Cuando el ejército rompe los límites de la disciplina, cuando interrumpe voluntariamente el curso del operativo militar, crea problemas que sus dirigentes son incapaces de solucionar. Y Luxemburg sigue: “Así, tanto los políticos capitalistas como las autoridades militares creen que la guerra, con sus ejércitos de masas modernos, es un juego peligroso. Y esto daba a la socialdemocracia la mejor oportunidad de impedir que los gobernantes del momento precipitasen la guerra y obligarlos a ponerle fin lo antes posible. Pero la posición de la socialdemocracia ante esta guerra barrió todas las dudas, derribó los diques de contención de la marea militarista. (…). Y así, las miles de víctimas que han caído en los últimos meses en los campos de batalla pesan sobre nuestra conciencia” ([17]).

El estallido de una guerra imperialista mundial y generalizada (aquí no hablamos de los conflictos localizados, incluso de grandes conflictos como las guerras de Corea o Vietnam) viene determinado por dos fuerzas que se enfrentan: el empuje hacia la guerra, hacia una nueva división del mundo entre las grandes potencias imperialistas, y la lucha por la defensa de su propia existencia por las clases trabajadoras que deben proporcionar a la vez la carne de cañón y el ejército industrial, sin las cuales la guerra moderna es imposible. La Crisis en la Socialdemocracia, y sobre todo en su fracción más poderosa, la socialdemocracia alemana – crisis que silenciaron sistemáticamente los historiadores universitarios a sueldo – es pues el factor crítico que hizo posible la guerra en 1914.

Trataremos de ello con más detalle en un artículo posterior, pero aquí nos proponemos retomar el análisis de Luxemburg de las rivalidades y de las alianzas movedizas que empujaron inexorablemente a las grandes potencias hacia la sangría de 1914.

“Hay dos procesos en la historia reciente que conducen directamente a la actual guerra. Uno se origina en el período en que se constituyeron por primera vez los llamados Estados nacionales, es decir, los Estados modernos, a partir de la guerra bismarquiana contra Francia. La guerra de 1870 que, con la anexión de Alsacia y Lorena, arrojó a la República Francesa en brazos de Rusia, dividió a Europa en dos bandos contrarios e inició un periodo armamentista competitivo frenético, encendió la chispa de la actual conflagración mundial (…)

Así la guerra de 1870 trajo como consecuencia el agrupamiento político formal de Europa en torno a los ejes del antagonismo franco-germano, e impuso el reinado del militarismo sobre las vidas de los pueblos europeos. El proceso histórico le ha otorgado a este agrupamiento y a este reinado un contenido enteramente nuevo. El segundo proceso que conduce a la actual guerra mundial, que confirma nuevamente y en forma brillante la profecía de Marx ([18]), se origina en acontecimientos internacionales acaecidos luego de la muerte de Marx: el desarrollo imperialista de los últimos veinticinco años ([19]).

Los treinta últimos años del siglo XIX vieron pues una extensión rápida del capitalismo a través del mundo, y también la aparición de un nuevo capitalismo, dinámico, en expansión y henchido de confianza, en el mismo corazón de Europa: el Imperio alemán, reconocido en el palacio de Versalles en 1871 después de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, en la que Prusia emergió como territorio más poderoso entre una multitud de principados y pequeños Estados alemanes, para surgir como el componente dominante de una Alemania nueva y unificada.“(…) se podía, entonces, prever”, añade Luxemburg, “que ese imperialismo joven rebosante de energía y sin obstáculos de ninguna clase, que debutaba en el escenario mundial con enormes apetitos, cuando el mundo se encontraba, por así decirlo, ya repartido, debía convertirse rápidamente en el factor incalculable de agitación general” ([20]).

Por una de esas peculiaridades de la historia que nos permiten tomar una única fecha como símbolo de una modificación de la dinámica de la historia, el año 1898 fue testigo de tres acontecimientos que señalaron tal cambio.

El primero fue “el Incidente de Fachoda”, una confrontación tensa entre tropas francesas y británicas que se disputaban el control de Sudán. En aquel entonces, parecía haber un verdadero peligro de guerra entre ambos países por el control de Egipto y el Canal de Suez, y más en general la soberanía sobre África. Finalmente, el incidente se acabó con una mejora de las relaciones franco-británicas, formalizada en 1904 por “la Entente Cordial”, una tendencia cada vez más marcada, por parte de Gran Bretaña, de apoyar a Francia contra una Alemania que ambos veían como una amenaza. Las dos “Crisis marroquíes” de 1905 y 1911 ([21]) pusieron de manifiesto que en adelante, Gran Bretaña se opondría a las ambiciones alemanas en el norte de África (estaba sin embargo dispuesta a dejar algunas migajas a Alemania: las posesiones coloniales de Portugal).

El segundo acontecimiento fue la toma por Alemania del puerto chino de Kiao-Chau ([22]), que anunciaba la entrada de Alemania en la arena imperialista como potencia con aspiraciones mundiales y no solamente europeas –una Weltpolitik, como en aquel entonces se decía en Alemania. Fue pues bastante oportuno que en 1898 ocurriera también la muerte de Otto von Bismarck, gran canciller que había guiado a Alemania por la vía de su unificación e industrialización rápida. Bismarck siempre se había opuesto al colonialismo y a la construcción naval, al ser su preocupación principal en política exterior la de impedir la aparición de una alianza antigermánica entre las demás potencias recelosas –o preocupadas– por el auge alemán. Al iniciarse el siglo, Alemania se había convertido en una potencia industrial de primer orden, sólo sobrepasada por Estados Unidos, con las ambiciones mundiales que eso conllevaba. Luxemburgo cita al Ministro de Asuntos Exteriores de entonces, von Bülow, en un discurso del 11 de diciembre de 1899: “cuando los ingleses hablan de una “Gran Inglaterra”, cuando los franceses hablan de la “Nueva Francia”, cuando los rusos abren Asia central para su penetración, también nosotros tenemos derecho a aspirar a una Alemania más grande. Si no creamos una marina apta para defender nuestro comercio, nuestros nativos en tierras extranjeras, nuestras misiones y la seguridad de nuestras costas, amenazamos los intereses vitales de nuestra nación. En el próximo siglo el pueblo alemán será el martillo o el yunque.” Y Luxemburg añade: “Despojemos esto de la frase ornamental sobre la defensa de nuestras costas, y queda el programa colosal: la gran Alemania que cae como un martillo sobre las demás naciones” ([23]).

A principios del siglo XX, dotarse de una Weltpolitik exigía una marina de guerra a la altura de sus ambiciones. Luxemburg demuestra claramente que Alemania no necesitaba económicamente de forma urgente una armada: nadie iba a arrancarle sus posesiones en África o China. La armada era sobre todo una cuestión de prestigio: para poder proseguir su extensión, Alemania debía aparecer como una potencia seria, una potencia con la cual era necesario contar, y para eso una “flota ofensiva de primera calidad” era un requisito previo. En las palabras inolvidables de Luxemburg, ésta era “un desafío no sólo a la clase obrera alemana, sino también a otras naciones capitalistas, desafío dirigido a nadie en particular, un guantelete que se agitaba ante el mundo entero”.

El paralelo entre el auge de Alemania al filo de los siglos xix y xx, y el de China cien años más tarde es evidente. Como la de Bismarck, la política exterior de Deng Xiaoping procuró no preocupar a los vecinos de China, como tampoco a la potencia hegemónica mundial, Estados Unidos. Pero con su ascenso al estatuto de segunda potencia económica mundial, el “prestigio” de China exige que pueda, como mínimo, controlar sus fronteras y proteger sus vías marítimas: de ahí su programa de construcción naval, de submarinos y de un portaviones, con su reciente declaración de un área de identificación de su defensa aérea (ADIZ) que cubre las islas Senkaku-Daioyu.

Se trata, por supuesto, de un paralelo no de una igualdad, por dos razones en particular: en primer lugar, la Alemania de principios del siglo xx no sólo era la segunda potencia industrial después de Estados Unidos, sino que también estaba en la vanguardia del progreso técnico y de la innovación (como se puede apreciar, por ejemplo, en la cantidad de Premios Nobel alemanes y en la innovación alemana en las industrias siderúrgicas, eléctricas y químicas); en segundo lugar, Alemania tenía la capacidad de transportar su fuerza militar por el mundo entero.

Así como Estados Unidos hoy ha de oponerse a la amenaza china respecto a su propio “estatus” y a la seguridad de sus aliados (Japón, Corea del Sur y Filipinas en particular), también Gran Bretaña vio como una amenaza el auge de la marina alemana, y lo que todavía era peor: una amenaza existencial contra la vía marítima vital del canal de la Mancha y sus propias defensas costeras ([24]).

Sin embargo, cualesquiera que hubieran sido sus ambiciones navales, la dirección natural para la extensión de una potencia terrestre como Alemania era hacia el Este, más específicamente hacia el Imperio otomano en descomposición; eso era tanto más evidente por cuanto sus ambiciones en África y en el Mediterráneo occidental estaban bloqueadas por los franceses y los británicos. El dinero y el militarismo iban de la mano, y el capital alemán fluyó a Turquía ([25]), abriéndose paso a codazos con sus competidores británicos y franceses. Se dedicó gran parte de ese capital a financiar el ferrocarril Berlín-Bagdad: en realidad, se trataba de una red de ferrocarriles que debía conectar Berlín con Estambul, para luego seguir hacia el sur de Anatolia, Siria y Bagdad, y también Palestina, el Hiyaz y La Meca. En una época en la que los movimientos de tropas dependían de los ferrocarriles, eso daba la posibilidad al ejército turco, equipado con armas alemanas y entrenado por militares alemanes, de mandar tropas que habrían amenazado tanto la refinería británica de Abadan (en Persia, hoy Irán) ([26]), como el control británico de Egipto, del canal de Suez: ésta era una amenaza alemana directa contra los intereses estratégicos de Gran Bretaña. Durante gran parte del siglo xix, la extensión rusa en Asia Central, que suponía una amenaza sobre la frontera persa y sobre India, era el principal peligro para la seguridad del Imperio británico; la derrota de Rusia por Japón en 1905 había calmado sus pretensiones orientales hasta el punto que en 1907 un convenio anglo-ruso podía –temporalmente al menos– solucionar los conflictos entre los dos países en Afganistán, Persia y Tíbet. Alemania era ahora el rival que enfrentar.

Inevitablemente, la política oriental de Alemania implicaba para ella un interés estratégico en los Balcanes, el Bósforo y los Dardanelos. El que el ferrocarril entre Berlín y Estambul debiera pasar por Viena y Belgrado hacía que el control, o al menos la neutralidad de Serbia, pasaba de golpe a ser de gran importancia estratégica para Alemania. Esto a su vez la ponía en conflicto con un país que –en los tiempos de Bismarck– había sido el bastión de la reacción y de la solidaridad autocrática, o sea el principal aliado de Prusia y de la Alemania imperial: Rusia.

Desde el reino de Catalina la Grande, Rusia se había afirmado (en los años 1770) como potencia dominante del Mar Negro, eliminando a los otomanos. El comercio cada día más importante de la industria y agricultura rusas dependía de la libertad de navegación por el estrecho del Bósforo. La ambición rusa apuntaba a los Dardanelos y el control del tráfico marítimo entre el mar Negro y el Mediterráneo (los objetivos rusos en los Dardanelos ya habían llevado a la guerra con Gran Bretaña y Francia en Crimea, en 1853). Luxemburg resume así la dinámica de la sociedad rusa que impulsaba su política imperialista: “Por un lado, en las tendencias de conquista del zarismo se manifiesta la expansión tradicional de un poderoso imperio, cuya población abarca hoy 170 millones de hombres y que trata de alcanzar, por motivos tanto económicos como estratégicos, el acceso libre a los mares, al océano Pacífico en el Oriente, y al Mediterráneo en el Sur. Por otro lado, la pervivencia del absolutismo exige la necesidad de mantener una posición que imponga respeto en la concurrencia general de los grandes Estados a nivel de la política mundial para asegurarse el crédito financiero del capitalismo extranjero, sin el cual el zarismo no puede vivir. (…) Sin embargo, cobran cada vez más importancia los intereses burgueses modernos como factor del imperialismo en el imperio zarista. El joven capitalismo ruso, que bajo el régimen absolutista no puede alcanzar, como es natural, su completo desarrollo ni salir, en general, de la fase del primitivo sistema de saqueo, ve ante sí un brillante futuro por las inconmensurables fuentes naturales de este gigantesco imperio. (…) Es la previsión de ese futuro y, por decirlo así, como adelanto de la avidez de acumulación, lo que llena a la burguesía rusa de un ímpetu marcadamente imperialista y que la hace manifestar con ardor sus pretensiones en el reparto del mundo” ([27]). La rivalidad entre Alemania y Rusia por el control del Bósforo se topó pues ineluctablemente con su punto neurálgico en los Balcanes, donde la progresión de la ideología nacionalista característica de un capitalismo en vías de desarrollo creaba una situación de tensión permanente y guerra sangrienta intermitente entre los tres Estados que nacieron del Imperio otomano en descomposición: Grecia, Bulgaria y Serbia. Estos tres países se aliaron contra los otomanos en la Primera Guerra de los Balcanes, y se pelearon luego unos contra otros para repartirse el botín –en particular en Albania y Macedonia– durante la Segunda Guerra de los Balcanes ([28]).

El auge de esos nuevos Estados nacionales agresivos en los Balcanes no podía dejar indiferente al otro imperio declinante de la región: Austria-Hungría. Para Luxemburgo, “la monarquía de los Habsburgo no es la organización política de un Estado burgués, sino únicamente un sindicato inconexo de unas cuantas camarillas de parásitos sociales que quieren recoger a manos llenas, utilizando los medios de poder estatales, mientras se mantenga el podrido tinglado de la monarquía”, y Austria-Hungría estaba constantemente bajo la amenaza de las nuevas naciones que la rodeaban y todas estaban compuestas de las mismas etnias que ciertas partes del Imperio: de ahí la anexión por Austria-Hungría de Bosnia y Herzegovina, con el objetivo de impedir a Serbia un acceso al Mediterráneo.

En 1914, la situación en Europa se asemejaba a un cubo de Rubik mortal, sus distintas piezas estaban tan estrechamente imbricadas que desplazar una de ellas significaba necesariamente desplazarlas todas.

Los sonámbulos despiertos

¿Quiere decir eso que las clases dominantes, los Gobiernos, no sabían lo que hacían, que en cierto modo –según el título del libro de Christopher Clark, Sonámbulos–, entraron en guerra por accidente, que la Primera Guerra Mundial no fue sino un terrible error?

Ni mucho menos. Sin lugar a dudas las fuerzas históricas descritas por Luxemburg, en el análisis sin duda más profundo nunca escrito de la entrada en guerra, mantenían a la sociedad atenazada: en este sentido, la guerra era el resultado de unas rivalidades imperialistas imbricadas. Las situaciones históricas llaman al poder a los hombres que les corresponden y los gobiernos que arrastraron a Europa y al mundo a la guerra sabían muy bien lo que hacían y lo hicieron deliberadamente. Los años del cambio de siglo hasta el estallido de la guerra se caracterizaron por alertas repetidas, cada una más grave que la anterior: la crisis de Tánger en 1905, el incidente de Agadir en 1911, las Primera y Segunda Guerra de los Balcanes. Cada incidente impulsaba hacia adelante la fracción proguerra de cada burguesía, reforzando la idea de que la guerra era de todos modos inevitable. El resultado fue una carrera de armamentos absurda: Alemania puso en marcha su programa de construcción naval y Gran Bretaña le siguió los pasos; Francia aumentó la duración del servicio militar a tres años; enormes empréstitos franceses financiaron la modernización de los ferrocarriles rusos para transportar las tropas hacia el frente occidental, así como la modernización del pequeño pero eficaz ejército serbio. Todas las potencias continentales aumentaron el número de hombres llamados a filas.

Cada día más convencidos de que la guerra era inevitable, la pregunta para los Gobiernos europeos ya fue simplemente: “¿cuándo?”. ¿Cuándo estarían al máximo los preparativos de cada uno con relación a los de sus rivales? Ése sería el “buen” momento para la guerra.

Si Luxemburg veía en Alemania el nuevo “factor imprevisible” de la situación europea, ¿significaba eso que las potencias de la Triple Alianza (Gran Bretaña, Francia y Rusia) no eran sino las víctimas inocentes de la agresión expansionista alemana? Esa es la tesis de algunos historiadores revisionistas actuales: no solamente que la lucha contra el expansionismo alemán se justificaba en 1914, sino que básicamente, 1914 era el precursor de la “buena guerra” de 1939. Esto es sin duda verdad, pero los países de la Triple Alianza serían lo que se quiera, pero no desde luego víctimas inocentes. Y la idea de que únicamente Alemania era “expansionista” es risible cuando comparamos el tamaño del Imperio británico –fruto de la agresión expansionista británica– con el de Alemania: curiosamente, esto nunca parece pasarles por la cabeza a los historiadores ingleses domesticados ([29]).

En realidad la Triple Alianza preparaba desde hacía años una política de cerco de Alemania (así como Estados Unidos desarrolló una política de cerco a la URSS durante la Guerra Fría e intenta hoy hacer lo mismo con China). Rosmer lo demuestra con una nitidez irrecusable, basándose en las correspondencias secretas entre los embajadores belgas de las distintas capitales europeas ([30]).

En mayo de 1907, el embajador en Londres escribía: “Queda claro que la Inglaterra oficial prosigue una política calladamente hostil, que tiende a conseguir el aislamiento de Alemania, y que el rey Eduardo no vaciló en poner su influencia personal al servicio de esta idea” ([31]). En febrero de 1909, tenemos noticias del embajador en Berlín: “El rey de Inglaterra afirma que la conservación de la paz siempre ha sido el objetivo de sus esfuerzos; es lo que no dejó de decir desde el principio de la campaña diplomática que llevó a cabo, con el fin de aislar Alemania; pero no puede uno impedirse observar que la paz del mundo nunca estuvo tan comprometida que cuando el rey de Inglaterra se puso a consolidarla” ([32]). De Berlín de nuevo, leemos en abril de 1913: “La arrogancia y el menosprecio con que éstos [los Serbios] reciben las reclamaciones del gabinete de Viena sólo se explican por el apoyo que piensan encontrar en San Petersburgo. El encargado de negocios de Serbia decía aquí recientemente que su Gobierno no habría dado pasos adelante desde hace seis meses, haciendo caso omiso de las amenazas austríacas, si no le hubiera alentado el ministro de Rusia, el Sr. Hartwig…” ([33]).

En Francia, el desarrollo consciente de una política agresiva y chauvinista quedó perfectamente claro para el embajador belga en París (enero de 1914): “Ya me complació informarles que son los Sres. Poincaré, Delcassé, Millerand y sus amigos quienes inventaron y prosiguieron la política nacionalista, patriotera y chauvinista cuyo renacimiento constatamos (…) Veo en ello un gran peligro que amenaza hoy la paz de Europa (…) porque la actitud adoptada por el gabinete Barthou es, a mi modo de ver, la causa determinante de un incremento de las tendencias militaristas en Alemania” ([34]).

La reintroducción en Francia de un servicio militar de tres años no era una política de defensa, sino un preparativo deliberado para la guerra. Citemos de nuevo al embajador en París (junio de 1913): “Las cargas de la nueva ley serán tan pesadas para la población, los gastos que implicará serán tan exorbitantes, que el país protestará pronto, y Francia se encontrará ante este dilema: una renuncia que no podrá soportar o la guerra a corto plazo” ([35]).

¿Cómo declarar la guerra?

Dos factores se tomaron en cuenta en los cálculos de los estadistas y políticos en los años que condujeron a la guerra: en primer lugar, la evaluación de sus propios preparativos militares y de los de sus adversarios, en segundo lugar –igualmente importante, incluso en la Rusia zarista y autocrática–, la necesidad de aparecer ante del mundo y ante sus propias poblaciones, sobre todo los obreros, como la parte ofendida, que sólo actuaba para defenderse. Todos los poderes querían entrar en una guerra que otro había causado: “El juego consiste en llevar al adversario a realizar un acto que se podrá explotar contra él o a aprovechar una decisión ya tomada” ([36]).

El asesinato de Francisco-Fernando, la chispa que encendió la mecha, no fue obra de un individuo aislado: Gavrilo Princip disparó el tiro mortal, pero no era sino un miembro más de un grupo de asesinos organizado y armado por una de las redes organizadas por los grupos serbios ultranacionalistas “la Mano Negra” y Narodna Odbrana (“la Defensa Nacional”), que casi era un estado en el Estado y cuyas actividades eran perfectamente conocidas por el Gobierno serbio y más concretamente por su Primer Ministro, Nicolas Pasič. Serbia mantenía estrechas relaciones con Rusia y nunca habría emprendido tal provocación si no hubiera estado segura del apoyo ruso contra una reacción austrohúngara.

El Gobierno austrohúngaro no podía dejar pasar la ocasión de meter en cintura a Serbia ([37]). La investigación policial no se anduvo con rodeos para señalar a Serbia con el dedo, confiando los austríacos en que el choque causado entre las clases dirigentes europeas les iba a otorgar el apoyo de éstas, o al menos su neutralismo, cuando atacaron a Serbia. Y en efecto, a Austria-Hungría no le quedaba otra opción que la de atacar y humillar a Serbia; hacer menos hubiera significado un golpe devastador para su “imagen” y su influencia en la crítica región de los Balcanes, dejándola completamente a merced de su rival ruso.

Para el Gobierno francés, una “guerra de los Balcanes” era la situación ideal para lanzar un ataque contra Alemania: en caso de que Alemania pudiera ser arrastrada hacia una guerra para defender a Austria-Hungría, y Rusia acudiera en defensa de los serbios, la movilización francesa podría presentarse como una medida de defensa preventiva contra el peligro de un ataque alemán. Más aún, era muy poco probable que Italia, en principio aliada de Alemania pero con intereses propios en los Balcanes, entrara en guerra para defender a Austria-Hungría en Bosnia-Herzegovina.

Dada la alianza a la que se enfrentaba, Alemania estaba en posición de debilidad, contando como único aliado a Austria-Hungría, ese “montón de descomposición organizada” como decía Rosa Luxemburg. Los preparativos militares en Francia y Rusia, el desarrollo de su “Entente” con Gran Bretaña, llevaron a los estrategas alemanes a la conclusión que más valía enfrentarse lo antes posible, antes de que sus adversarios estuvieran enteramente preparados. De ahí una observación en 1914: “Es absolutamente necesario que si se extiende el conflicto [entre Serbia y Austria-Hungría] (…) sea Rusia la que lleve la responsabilidad” ([38]).

La población británica no estaba muy animada para entrar en guerra para defender a Serbia, lo mismo que la de Francia. Gran Bretaña también necesitaba un “pretexto para intentar convencer a una parte importante de su opinión pública. Alemania le proporcionó uno, excelente, al invadir Bélgica con sus ejércitos”. Rosmer cita el Tragedy of Lord Kitchener del Viscount Esher, a tal efecto: “El episodio belga fue un golpe de suerte que llegó a punto para dar a nuestra entrada en guerra el pretexto moral necesario para preservar la unidad de la nación, o al menos la del Gobierno” ([39]). En realidad, los planes británicos para un ataque contra Alemania, preparados desde hacía mucho tiempo en colaboración con los militares franceses, preveían desde años atrás la violación de la neutralidad belga…

Todos los Gobiernos de los países beligerantes debían pues engañar a su “opinión pública” haciéndole creer que se les había impuesto una guerra que ya estaban preparando y buscando desde hacía años. El elemento crítico de esta “opinión pública” era la clase obrera organizada, con sus sindicatos y partidos socialistas, que afirmaban claramente desde hacía años su oposición a la guerra. El factor principal que abriría el camino a la guerra había de ser pues la traición de la socialdemocracia y su apoyo otorgado a lo que la clase dominante llamó cínicamente una “guerra defensiva”.

Las causas subyacentes de tamaña y monstruosa traición al deber internacionalista más elemental por parte de la socialdemocracia serán objeto de un próximo artículo. Basta con decir aquí que la pretensión actual de la burguesía francesa que afirma que “en un instante se borraron las múltiples peleas políticas, sociales, religiosas, que tenían dividido al país” no son sino mentiras groseras. Al contrario, contada por Rosmer, la historia de los días precedentes al estallido de la guerra es la de manifestaciones constantes contra la guerra, brutalmente reprimidas por la policía. El 27 de julio, la CGT llamó a una manifestación, y “de las 9 a la doce de la noche (…), una muchedumbre enorme afluyó sin cesar a los bulevares. Se movilizó a enormes fuerzas de policía (…) Pero son tan numerosos los obreros que bajan de los suburbios hacia el centro que la táctica policial [de separar a los manifestantes en pequeños grupos] consigue un resultado imprevisto: pronto se cuentan tantas manifestaciones como calles. Las violencias y las brutalidades policiales no pueden con la combatividad de esta muchedumbre; toda la tarde, el grito de “¡Abajo la guerra!” resonará desde la Ópera hasta la Plaza de la República” ([40]). Las manifestaciones continuaron al día siguiente, extendiéndose a las principales ciudades de provincias.

La burguesía francesa aún tenía otro problema: la actitud del dirigente socialista Jean Jaurès. Jaurès era un reformista, en un momento de la historia en el que el reformismo se situaba entre burguesía y proletariado, pero profundamente comprometido en la defensa de la clase obrera (precisamente por eso su influencia entre los obreros era muy grande) y apasionadamente opuesto a la guerra. El 25 de julio, cuando la prensa informa del rechazo por parte de Serbia del ultimátum austrohúngaro, Jaurès debía hablar en un mitin electoral a Vaise, cerca de Lyón: su discurso se centró no en las elecciones sino en el temible peligro de guerra “Nunca, desde hace cuarenta años, Europa estuvo en una situación de amenaza tan trágica. (…) Actualmente tenemos contra nosotros, contra la paz, contra la vida de los hombres, unas eventualidades terribles y contra las que será necesario que los proletarios de Europa realicen los esfuerzos de solidaridad suprema que estén en sus manos” ([41]).

Al principio, Jaurès se creyó los garantías fraudulentas del Gobierno francés según los cuales éste trabajaba por la paz, pero el 31 de julio ya había perdido sus ilusiones y en el Parlamento, pidió una vez más a los obreros hacer lo posible para oponerse a la guerra. Rosmer dice: “Corre el rumor de que el artículo que va a escribir próximamente para el número del sábado de l’Humanité será un nuevo “¡Yo acuso!” ([42]), que denunciará las intrigas y las mentiras que han puesto al mundo en el umbral de la guerra. Por la tarde (…) encabeza una delegación del grupo socialista al Quai d'Orsay [el Ministerio de Asuntos Exteriores]. Viviani no está allí. Es el Subsecretario de Estado el que recibe a la delegación. Después de haber escuchado a Jaurès, le pregunta qué piensan hacer los socialistas ante la situación: “¡Seguir nuestra campaña contra la guerra!”, contesta Jaurès. A lo cual Abel Ferry replica: “¡Ni se atreva!, pues lo matarán a la vuelta de la esquina!” ([43]). Dos horas más tarde, cuando Jaurès regresa a su oficina de L'Humanité para escribir el temido artículo, el asesino Raoul Villain lo mata de dos tiros de pistola a quemarropa que provocaron una muerte casi inmediata” ([44]).

En definitiva, la clase burguesa francesa no dejó ni un cabo suelto, cuando se trataba de garantizar “¡la unidad y la cohesión nacional”!

No hay guerra sin los obreros

Cuando se depositan ofrendas florales y cuando los grandes de este mundo se inclinan ante el soldado desconocido en las conmemoraciones, cuando nuestros dirigentes pagan millones de euros o libras, cuando suena el clarín por las muertes tras las ceremonias solemnes, cuando los documentales fluyen en las pantallas de televisión y que los cultos historiadores nos cuentan las causas de la guerra, excepto las verdaderas, así como todos los factores que habrían podido impedirla, excepto los que de verdad hubieran podido pesar en la balanza, los proletarios del mundo entero, sí que deben recordar.

Recordar que la causa de la Primera Guerra Mundial no fueron las casualidades históricas, sino los mecanismos despiadados del capitalismo y del imperialismo, que la Gran Guerra abrió un nuevo período de la historia, una “era de guerras y revoluciones” como lo dijo la Internacional Comunista. Este período sigue siendo hoy el nuestro, y las mismas fuerzas que llevaron el mundo a la guerra en 1914 son responsables hoy de las masacres sin fin en Oriente Medio y África, alimentando tensiones cada día más peligrosas entre China y sus vecinos en el mar de China meridional.

Recordar que la guerra no puede hacerse sin los obreros, como carne de cañón y carne de fábrica. Recordar que las clases dominantes deben garantizarse la unidad para la guerra y que nada las detendrá para obtenerla, desde la represión brutal hasta el asesinato sangriento.

Acordarse de que son los mismos partidos “socialistas” que se ponen hoy a la cabeza de cualquier campaña pacifista y humanitaria, los que traicionaron la confianza de sus antepasados en 1914, dejándolos desorganizados y sin defensa ante la máquina de guerra capitalista.

Recordar, en fin, que si la clase dominante tuvo que hacer tal esfuerzo para neutralizar al proletariado en 1914, fue porque el proletariado es la única fuerza que puede levantar una barrera fiable contra la guerra. Sólo el proletariado mundial lleva en sí mismo la esperanza de echar abajo el capitalismo y el peligro de guerra, de una vez para siempre.

Hace cien años, la humanidad estaba ante un dilema cuya solución sigue estando, única y exclusivamente, en manos del proletariado: socialismo o barbarie. Este dilema sigue hoy ante nosotros.

Jens


[1]   Es irónico constatar que el título de la película fue sacado de un libro de antes de la guerra escrito por el economista británico Norman Angell, que pretendía que la guerra entre potencias capitalistas avanzadas, al estar sus economías estrechamente ligadas e interdependientes, se había hecho imposible. Ese tipo de argumentos son los que hoy se pueden oír sobre China y Estados Unidos.

[2]   Ni que decir tiene que, al igual que otras obras aquí mencionadas, Sin novedad en el frente fue prohibida por los nazis tras 1933. También fue prohibida entre 1930 y 1941 por la censura australiana.

[3]   Es sorprendente, por el contrario, que el poeta de guerra patriótico inglés más famoso, Rupert Brooke no conociera nunca el combate, puesto que se murió de enfermedad yendo al asalto de Galípoli.

[4]   Esto fue objeto de una polémica en la prensa alemana.

[5]   Proyecto quizás muy encomiable, pero que no servirá en casi nada para comprender las causas de la Gran Guerra.

[6] www.iwm.org.uk/centenary [58].

[7]   Conmemorar la Gran Guerra (2014-2020): propuestas para un centenario internacional, por Joseph Zimet, de la “Dirección de la memoria, del patrimonio y de los archivos”, https://centenaire.org/sites/default/files/references-files/rapport_jz.pdf [59].

[8]   Es sorprendente ver que la gran mayoría de las ejecuciones por desobediencia militar en el ejército francés ocurrió durante los primeros meses de la guerra, lo que sugiere una falta de entusiasmo que debía cortarse de raíz inmediatamente (véase el informe al Ministro de Excombatientes, Kader Arif, de octubre de 2013):

     https://centenaire.org/sites/default/files/references-files/rapport_fusi... [60]

[9]   Vale la pena mencionar aquí que el título Sonámbulos se extrae de la trilogía del mismo nombre escrita por Hermann Broch en 1932. Broch nació en 1886 en Viena, de una familia judía, pero se convirtió en 1909 al catolicismo. En 1938, tras la anexión de Austria, fue detenido por la Gestapo. Sin embargo, gracias a la ayuda de amigos (entre los cuales James Joyce, Albert Einstein y Thomas Mann), pudo emigrar a Estados Unidos donde vivió hasta su muerte en 1951. Die Schlafwandler cuenta la historia de tres individuos durante, respectivamente, los años 1888, 1905 y 1918, y examina las cuestiones planteadas por la descomposición de los valores y la subordinación de la moral a las leyes de la ganancia.

[10] Traducción nuestra…

[11]    Véase nuestro artículo “El anarcosindicalismo frente al cambio de época; la CGT francesa hasta 1914”, Revista Internacional no 120, https://es.internationalism.org/rint/2005/120_CGT.html [61]

[12] Cf. Hew Strachan, The First World War, tomo 1.

[13] https://www.marxists.org/espanol/luxem/09El%20folletoJuniusLacrisisdelas... [62]

[14] Le Mouvement Ouvrier pendant la guerre, Éditions d'Avron, mayo de 1993.

[15] El segundo tomo fue publicado tras la Segunda Guerra Mundial. Es mucho más resumido, ya que Rosmer tuvo que huir Paris durante la Ocupación alemana y sus archivos fueron confiscados y destruidos durante la guerra.

[16] Rosmer, op. cit., p. 84.

[17] Folleto de Junius, capítulo VI.

[18] Luxemburg cita aquí una carta de Marx al Braunschweiger Ausschuss: “Quien no se ensordezca con el clamor momentáneo, y no desee ensordecer al pueblo alemán, debe comprender que la guerra de 1870 lleva necesariamente consigo los gérmenes de la guerra de Alemania contra Rusia, así como la guerra de 1866 engendró la de 1870. Digo necesariamente, a menos que ocurra lo improbable, o sea que estalle antes una revolución en Rusia. Si eso no ocurre, puede considerarse que la guerra entre Alemania y Rusia es ya un hecho consumado. El que esta guerra haya sido útil o peligrosa depende enteramente de la actitud del vencedor alemán. Si toman Alsacia-Lorena, Francia y Rusia tomarán las armas contra Alemania. Sería superfluo señalar las desastrosas consecuencias.”

[19] https://www.marxists.org/francais/luxembur/junius/rljcf.html [63]

[20] Idem.

[21] La primera crisis marroquí de 1905 fue provocada por una visita del Káiser a Tánger, formalmente para apoyar la independencia marroquí, pero en realidad para contrarrestar la influencia francesa. La tensión militar era de suma importancia: Francia canceló los permisos militares y avanzó sus tropas hasta la frontera alemana, mientras que Alemania comenzó a llamar a los reservistas a filas. Finalmente, los franceses cedieron y aceptaron la propuesta alemana de una Conferencia internacional, que se celebró en Algeciras en 1906. Pero los alemanes se llevaron un chasco cuando comprobaron que todas las potencias europeas les habían abandonado, particularmente los británicos, y sólo se beneficiaron del apoyo de Austria-Hungría. La segunda crisis marroquí ocurrió en 1911 cuando una rebelión contra el sultán Abd al-Hafid dio a Francia el pretexto para mandar tropas a Marruecos so pretexto de proteger a los ciudadanos europeos. Los alemanes, por su parte, aprovecharon el mismo pretexto para mandar la cañonera Panther al puerto atlántico de Agadir. Los británicos sospecharon que eso era el preludio a la instalación de una base naval alemana en la costa atlántica, que amenazaría directamente a Gibraltar. El discurso de Lloyd George en la Mansion House (citado por Rosmer) fue una amenaza de declaración de guerra apenas disimulada si Alemania no cedía. Finalmente, Alemania reconoció el protectorado francés en Marruecos, y recibió a cambio de unas cuantas marismas en la desembocadura del Congo.

[22] Actual Qingdao, en donde los alemanes implantaron la fábrica de cerveza que fabrica hoy la cerveza “Tsingtao”.

[23] Folleto de Junius, op. cit.

[24] La idea de Clark, y también de Niall Fergusson en The Pity of War, de que Alemania se había quedado muy rezagada respecto a Gran Bretaña en la carrera marítima de armamentos, es absurda: contrariamente a la armada alemana, la británica debía proteger un comercio mundial, y no se entiende bien cómo Gran Bretaña no se habría sentido amenazada por la construcción de una flota poderosa situada a menos de 800 kilómetros de su capital y todavía más cerca de sus costas.

[25] Aunque, en los textos europeos de aquel entonces, los términos “Turquía” y “Imperio otomano” se usaban indistintamente, es importante recordar que el más apropiado es el segundo: a principios del siglo XIX, el Imperio otomano cubría no sólo Turquía sino también lo que hoy es Libia, Siria, Irak, la península de Arabia, más gran parte de Grecia y de los Balcanes.

[26] Esta refinería era sobre todo importante por razones militares: la flota británica acababa de sustituir el carbón por el gasóleo. Gran Bretaña poseía carbón en abundancia pero no tenía petróleo. La búsqueda del petróleo en Persia fue sobre todo impulsada por las necesidades de la Armada Real con fin de asegurarse sus suministros en fuel.

[27] Junius, op. cit., capítulo 4.

[28] La Primera Guerra de los Balcanes estalló en 1912 cuando los miembros de la Liga de los Balcanes (Serbia, Bulgaria y Montenegro) lucharon contra el Imperio otomano con el apoyo tácito de Rusia. Aunque no formaba parte de la Liga, Grecia se unió a los combates, al final de los cuales los ejércitos otomanos fueron derrotados por los cuatro costados: el Imperio otomano se vio privado, por primera vez en 500 años, de la mayoría de sus territorios europeos. La Segunda Guerra de los Balcanes estalló inmediatamente después, en 1913, cuando Bulgaria combatió a Serbia, la cual había ocupado, con la complicidad de Grecia, gran parte de Macedonia que se había prometido a Bulgaria.

[29] https://www.theguardian.com/commentisfree/2013/jun/17/1914-18-not-futile... [64]

[30] Estos documentos fueron captados por los alemanes que publicaron largos extractos después de la guerra. Como Rosmer lo indica: “Las valoraciones de los representantes de Bélgica en Berlín, París y Londres, tienen un valor particular. Bélgica es neutral. Tienen pues la mente más libre que los implicados para apreciar los acontecimientos; además, no ignoran que en caso de guerra entre los dos grandes grupos de beligerantes, su pequeño país correrá grandes riesgos, en particular, el de ser un campo de batalla” (op. cit., p. 68).

[31] Idem, p. 69.

[32] Idem, p. 70.

[33] Ibidem.

[34] Idem, p. 73.

[35] Idem, p. 72.

[36] Idem, p. 87.

[37] Por otra parte, el Gobierno austrohúngaro ya había intentado presionar a Serbia al revelar al historiador Heinrich Friedjung documentos fraudulentos que supuestamente eran la prueba de una conspiración serbia contra Bosnia y Herzegovina (véase Clark, p. 88, edición Kindle).

[38] Citado por Rosmer, op. cit., p. 8, a partir de documentos alemanes publicados después de la guerra.

[39] Idem, p. 87.

[40] Idem, p. 102.

[41] Idem, p. 84.

[42] En referencia al ataque sin concesiones de Emile Zola contra el Gobierno cuando el affaire Dreyfus.

[43] Rosmer, op. cit., p. 91. La conversación está relatada en la biografía de Jaurès por Charles Rappoport y en los propios papeles de Abel Ferry (véase Alexandre Croix, Jaurès et ses détracteurs (Jaurès y sus detractores), Ediciones Spartacus, p. 313.

[44] Jaurès fue asesinado mientras comía en el Café du Croissant, frente a las oficinas de l'Humanité. Su asesino, Raoul Villain, tenía muchas semejanzas con Gavrilo Princip: inestable, emocionalmente frágil, dedicado al misticismo político o religioso –en resumen, exactamente el tipo de personaje que los servicios secretos utilizan como provocador y a quien pueden sacrificar sin el menor escrúpulo. Tras el asesinato, Villain fue detenido y pasó la guerra tranquilo, casi cómodamente instalado en una prisión. Tras su juicio fue liberado, y la esposa de Jaurès tuvo que pagar los gastos de justicia.

 

Series: 

  • La guerra [65]

Acontecimientos históricos: 

  • 1914 [66]
  • Gran guerra [67]

Cuestiones teóricas: 

  • Guerra [68]

Rubric: 

1914 - La Gran Guerra

La CCI atacada por une nueva oficina del Estado burgués

  • 3753 lecturas

En octubre de 2013, nació un nuevo “grupo político” que se dio el pomposo nombre de “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” (GIGC). Este nuevo grupo no le hace mucha gracia dar a conocer su identidad: se ha constituido a partir de la fusión entre 2 elementos del grupo Klasbatalo de Montreal y elementos de la pretendida ex-“Fracción Interna” de la CCI (FICCI) que fueron excluidos de la CCI en 2003 debido a sus comportamientos indignos de la militancia comunista: además del robo, las calumnias y el chantaje, estos elementos cruzaron el Rubicón debido a sus comportamientos deliberados de soplones, entre otras “hazañas” publicando por adelantado en Internet la fecha de la conferencia de nuestra sección en México y repitiendo insistentemente las verdaderas iniciales de uno de nuestros camaradas presentado como “el jefe de la CCI”. Los lectores no informados pueden consultar nuestros artículos publicados en aquel entonces en nuestra prensa1

En uno de estos artículos, Los métodos policiales de la FICCI [69] pusimos claramente en evidencia que estos elementos ofrecen graciosamente sus buenos y leales servicios al Estado burgués. Ocupan la mayor parte de su tiempo en una actividad consistente en un seguimiento asiduo del sitio Internet de la CCI, tratando de informarse de todo lo que ocurre en nuestra organización, alimentándose –y difundiendo rápidamente-de los cotilleos más nauseabundos recogidos de las alcantarillas (y especialmente de la pareja Peter – Louise, 2 militantes de la CCI, que les obsesiona y les excita de forma extrema desde hace más de 10 años). Con posterioridad a la publicación de este artículo, han agravado aún más su caso al sacar públicamente un documento de 114 páginas, que reproduce numerosos extractos de las reuniones de nuestro órgano central internacional, con lo que se proponían demostrar sus acusaciones contra la CCI. Lo que este documento mostraba en realidad, es que estos elementos tienen un cerebro enfermo, totalmente cegado por el odio contra nuestra organización y que de forma consciente libran a la policía informaciones sensibles a fin de favorecer su trabajo.

Recién nacido, este pequeño aborto llamado “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” lanza su primer grito desencadenando una propaganda histérica contra la CCI, como lo prueba el cartel publicitario aparecido en sus Web: “¡Una nueva (¿la última?) Crisis interna en la CCI!” acompañada desde luego por un “Llamamiento al campo proletario y a los militantes de la CCI”

Desde hace varios días, este “grupo internacional” (compuesto por 4 individuos) lleva una actividad frenética, dirigiendo una carta tras otra a todo el “medio proletario”, así como a nuestros militantes y a ciertos simpatizantes (a los cuales han quitado las direcciones) con el fin de salvarlos de las “garras” de una pretendida “facción liquidadora” (un clan formado por Lousie, Peter y Baruch).

Los miembros fundadores de este nuevo grupo, dos soplones de la ex-FICCI, acaban de franquear un paso suplementario en la ignominia, desvelando claramente sus métodos policíacos que intentan la destrucción de la CCI. Este pretendido “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista” hace sonar la alarma y proclama a diestro y siniestro que se ha hecho con boletines internos de la CCI. Exhibiendo su trofeo de guerra y con tan ruidosa algarabía, el mensaje que estos acreditados soplones quieren hacernos colar es muy claro: ¡habría un “topo” en la CCI que trabaja mano a mano con la ex-FICCI! Se trata claramente de un trabajo policial que no pretende otra cosa que sembrar la sospecha generalizada, la turbación y la cizaña en el seno de nuestra organización. Se trata de los mismos métodos que utilizó la GPU, la policía política de Stalin, para destruir desde dentro el movimiento trotskista de los años 30. Se trata de los mismos métodos que ya utilizaron en su día los miembros de la ex-FICCI (y más concretamente dos de ellos, Juan y Jonás, miembros fundadores del GIGC) cuando hicieron viajes “especiales” a varias secciones de la CCI en 2001 con objeto de organizar reuniones secretas y hacer circular rumores según los cuales una de nuestras camaradas (la “mujer del jefe de la CCI”, según su expresión) sería una “infiltrada”. Hoy, el mismo proceder para sembrar el pánico y destruir desde dentro la CCI resulta todavía más abyecto: con el pretexto hipócrita de querer “tender la mano” a los militantes de la CCI y salvarlos de la “desmoralización” estos espías profesionales lanzan en realidad el siguiente mensaje a todos los militantes de la CCI: “habría uno (o más) traidores en vuestras filas que nos han dado vuestros Boletines Internos, pero no os daremos su nombre pues sois vosotros quienes debéis buscarlos”. Tal es en realidad el objetivo de toda la febril agitación de este nuevo “grupo internacional”: introducir una vez más el veneno de la sospecha y de la desconfianza dentro de la CCI para intentar destruirla desde su interior. Se trata claramente de una auténtica empresa de destrucción cuyo grado de perversidad nada tiene que envidiar a los métodos de la policía política de Stalin o a los de la Stasi.

Como lo hemos recordado varias veces en nuestra prensa, Víctor Serge, en su libro bien conocido y que es una referencia en el movimiento obrero, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión2, pone claramente en evidencia que la difusión de la sospecha y de la calumnia constituye un arma privilegiada del Estado burgués para destruir las organizaciones revolucionarias: “la confianza en el partido es el cimiento de toda fuerza revolucionaria (...) ¡Los enemigos de la acción, los cobardes, los acomodados, los oportunistas, buscan sus armas en los basureros! La sospecha y la calumnia les sirven para desacreditar a los revolucionarios (...) Este mal –la sospecha entre nosotros- no puede ser circunscrito que mediante un gran esfuerzo de voluntad. Hace falta –y es desde luego la condición previa para lucha victoriosa contra la verdadera provocación, de la cual cada acusación calumniosa lanzada contra un militante, hace el juego- que nadie sea acusado a la ligera, y que una acusación formulada contra un revolucionario sea rigurosamente verificada. Cada vez que alguien sufra semejante sospecha, un jurado de camaradas debe realizar una investigación y pronunciarse sobre la acusación o sobre la calumnia. Reglas simples que deben observarse si queremos preservar la salud moral de las organizaciones revolucionarias”. La CCI es la única organización revolucionaria que ha seguido siendo fiel a esta tradición del movimiento obrero defendiendo el principio de los Jurados de Honor frente a la calumnia: solo los aventureros, los elementos turbios y los cobardes no quieren que se haga la claridad delante de un Jurado de Honor3.

Víctor Serge afirma igualmente que las motivaciones que conducen a ciertos militantes a ofrecer sus servicios a las fuerzas de represión del Estado burgués no son forzosamente la miseria material o la cobardía: “hay otros más peligrosos, los diletantes, los aventureros que en nada creen, hastiados del ideal al que hasta ahora habían servido, amantes del peligro, de la intriga, de la conspiración, que gustan llevar un complicado juego engañando a todo el mundo. Estos individuos pueden tener talento y jugar un juego realmente indescifrable”. Dentro del perfil del soplón o del agente provocador, encontramos, según Víctor Serge, ex-militantes, “heridos por el partido”. El orgullo herido, recriminaciones personales provocadas por los celos, la frustración o la decepción, pueden conducir a militantes a desarrollar un odio incontrolable contra el partido (o contra algunos de sus miembros considerados como rivales) hasta el extremo de ofrecer sus servicios a las fuerzas de represión del Estado burgués.

Todos los “llamamientos” estruendosos de esta agencia oficiosa del Estado burgués que es el GIGC no son otra cosa que llamamientos al pogrom contra algunos de nuestros camaradas (en su momento denunciamos en nuestra prensa las amenazas proferidas por un miembro de la ex-FICCI que le dijo a uno de nuestros militantes: “¡a ti te voy a rebanar el pescuezo!”). No es ninguna casualidad si este nuevo “llamamiento” de los soplones de la ex-FICCI haya sido inmediatamente reproducido por uno de sus cómplices y “amigos”, un tal Pierre Hempel (que publica una basura tan indigesta como delirante llamada “El Proletariado Universal”, auténtica prensa amarilla) en el cual se puede leer barbaridades del estilo “Peter y su perra”. La “perra” en cuestión sería nuestra camarada a la que los soplones y potenciales asesinos de la ex-FICCI han acusado y hostigado desde hace más de 10 años, apoyados por sus cómplices de la pequeña movida con la que cuentan. Podemos apreciar el género de literatura (muy “proletaria”) que sostiene el “llamamiento” del pretendido “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista”, que atiza la curiosidad y el voyeurismo de todos los carroñeros del pequeño medio que se proclama “proletario”. Se tienen los amigos que se merecen.

Pero no acaba ahí la cosa. Si pinchamos en los enlaces que figuran en la nota4, nuestros lectores que pertenecen verdaderamente al campo de la Izquierda Comunista, podrán hacerse una idea un poco más precisa del pedigrí de este nuevo “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista”: está siendo patrocinado desde hace varios años por una tendencia perteneciente a otra oficina del Estado burgués, el NPA5 (partido de Olivier Besancenot que se presenta a las elecciones y que es invitado regularmente a los platós televisivos franceses). Esta tendencia del NPA le hace regularmente una ruidosa publicidad, en lo más destacado de su Web. Si un grupo de la extrema izquierda del Capital hace tanta publicidad a la FICCI y a su nuevo disfraz (el GIGC), es claramente la prueba de que la burguesía sabe reconocer sus fieles servidores: sabe con quién puede contar para destruir a la CCI. Así, los soplones del GIGC podrían reclamar una condecoración del Estado (¡concedida evidentemente por el ministerio del Interior!) a quien han prestado servicios más eminentes que la mayor parte de los beneficiados por tales medallas.

La CCI hará toda la claridad e informará a los lectores de las consecuencias de este asunto. Quizá hayamos sido infiltrados por uno o varios elementos turbios (no sería la primera vez y tenemos una larga experiencia sobre este tipo de problema, como mínimo desde el asunto Chénier, un individuo excluido de la CCI en 1981 y que, unos meses más tarde, trabajaba oficialmente para el Partido Socialista Francés, entonces en el gobierno). Si tal fuera el caso aplicaremos nuestros Estatutos como siempre lo hemos hecho.

Pero tampoco podemos descartar otra hipótesis: uno de nuestros ordenadores habría podido ser pirateado por los servicios de la policía (que vigila nuestras actividades desde hace más de 40 años). Y no podría excluirse que haya sido la propia policía (haciéndose pasar por un “topo” militante anónimo de la CCI) quien haya transmitido a la FICCI algunos de nuestros boletines sabiendo pertinentemente que estos soplones (y en especial los dos miembros fundadores del pretendido GIGC) harían inmediatamente de ellos el uso adecuado. No sería desde luego en nada sorprendente puesto que los cow-boys de la FICCI (¡que se apresuran a disparar más rápido que su sombra!) se llevaron un buen chasco cuando en 2004, al flirtear con un desconocido de una oficina estalinista en Argentina, el ciudadano B que se escondía detrás de un supuesto “Círculo de Comunistas Internacionalistas”. Este “círculo”, puramente virtual, presentaba la oportunidad soñada de publicar mentiras ignominiosas y groseras contra nuestra organización, encontró rápidamente un eco complaciente en la FICCI. Desde el momento en que sus mentiras fueron desenmascaradas y el ciudadano B desapareció inmediatamente de la circulación, la FICCI se vio sumida en la consternación y la mayor zozobra.

La FICCI pretende que “el proletariado tiene más que nunca necesidad de sus organizaciones políticas con objeto de orientarse hacia la revolución proletaria. Un debilitamiento de la CCI significa un debilitamiento del campo proletario en su conjunto. Y un debilitamiento del campo proletario significa un debilitamiento del proletariado en la lucha de clase”. Se trata de una asquerosa hipocresía. Los partidos estalinistas se proclaman defensores de la revolución comunista cuando constituyen sus más feroces enemigos. Nadie puede llamarse a engaño: cualquiera que sea el escenario –presencia en nuestras filas de un “topo” de la FICCI o manipulación por los servicios del Estado-, la última “hazaña” de la FICCI-GIGC demuestra claramente que su vocación no es en manera alguna defender las posiciones de la Izquierda Comunista y actuar por la revolución proletaria sino la de destruir la principal organización actual de la Izquierda Comunista. Se trata de una agencia policial del Estado Capitalista, sea o no retribuida por sus servicios.

La CCI se ha defendido siempre de los ataques de sus enemigos, especialmente de aquellos que intentan destruirla mediante campañas de calumnias y mentiras. La CCI no va a permitir sus actuaciones. No va a dejarse desestabilizar por este ataque del enemigo de clase. Todas las organizaciones proletarias del pasado han debido hacer frente a los ataques del Estado burgués con vistas a destruirlas. Ellas se defendieron enérgicamente y, frecuentemente, estos ataques en lugar de debilitarlas han reforzado, por el contrario, su unidad y la solidaridad entre los militantes. Ha sido de esta forma cómo la CCI y sus militantes han reaccionado siempre a los ataques y a la delación de la FICCI. Por ello, desde que se ha conocido el asqueroso “llamamiento” de la GIGC, todas las secciones y todos los militantes de la CCI se han movilizado inmediatamente con la máxima determinación para defender nuestra organización como los camaradas directamente señalados como diana en este “llamamiento”.

Corriente Comunista Internacional, 4 mayo 2014


1 Los métodos policiales de la FICCI [69]; La FICCI en acción: mentiras y comportamiento de “matones” [70]

2 https://www.marxists.org/espanol/serge/represion/index.htm [71]

3 Ver nuestro comunicado del 21 de febrero de 2002 El combate de las organizaciones revolucionarias contra la provocación y la calumnia [72] (en francés)

4 tendanceclaire.org/breve.php?id=655 [73] ; tendanceclaire.org/breve.php?id=2058 [74] ; tendanceclaire.org/breve.php?id=7197 [75].

5 NPA: Nuevo Partido Anticapitalista, Francia

 

Vida de la CCI: 

  • Intervenciones [76]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Parasitismo [77]

Rubric: 

Defensa de la organización

La lucha de las organizaciones revolucionarias contra la provocación y la calumnia

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Mucho peor que la provocación en sí misma es la sospecha, la desconfianza que pueden instalarse en la organización cuando sus miembros sienten ser los blancos de la provocación. Esto es tanto más grave porque –a excepción del caso único que fue la publicación de los archivos del Okhrana tras la revolución rusa de 19171– los revolucionarios no tienen obviamente los medios de buscar pruebas en los archivos de la policía, y la propia policía hace lo imposible para borrar todas las pistas y proteger a los verdaderos espías. En última instancia, la policía incluso no necesita actuar, sólo ha de dejar instalarse la desconfianza y la sospecha para recoger los frutos: la parálisis, o incluso el estallido de la organización revolucionaria. 

Desde sus orígenes, el movimiento obrero ha tenido que hacer frente a la represión desencadenada por la burguesía. Sin embargo, sería un serio error, una expresión de ingenuidad, creer que tal represión solo toma la forma de represión física directa contra las huelgas o los levantamientos obreros.

La revolución proletaria es la primera en la historia en la que su éxito depende de la conciencia revolucionaria de la clase sobre sus propios objetivos, sobre sus propios fines de combate contra el capitalismo: la sociedad comunista. De forma inevitable, bajo las condiciones de la sociedad capitalista, esta conciencia histórica se desarrolla de manera desigual. Esta es la razón por la que la conciencia revolucionaria se cristaliza inicialmente en las organizaciones políticas de la vanguardia proletaria.

La provocación policial dentro de las organizaciones revolucionarias

Es una ironía de la historia el que a menudo la burguesía ha mostrado una mayor visión que las propias masas de la clase obrera del papel crucial de las organizaciones revolucionarias. La clase dominante ha seguido con particular atención a las organizaciones políticas que defienden la necesidad de la revolución comunista, incluso en periodos en que estas constituían una minoría ínfima, en la mayoría de los casos completamente desconocidas para la vasta mayoría de la clase obrera. Esto es verdad sea cual sea el régimen político del momento. Podemos dar dos ejemplos que nos conciernen directamente:

  • Una parte importante de nuestro libro sobre la Izquierda Comunista Italiana1 pudimos escribirla a partir de los archivos de la policía secreta del régimen de Mussolini, la cual mantuvo un espía dentro del pequeñísimo grupo que publicaba BILAN en los años 30

  • En los comienzos del grupo que se convertiría en la sección en Francia de la CCI –Révolution Internationale- nos enteramos a través de un agente policial arrepentido que nuestro grupo estaba siendo seguido por la policía.

Solamente una vez en la historia los métodos de la policía política han podido ser examinados de forma exhaustiva por los revolucionarios: tras la revolución de octubre de 1917 en Rusia cuando los archivos de la policía secreta del Zarismo, la Okhrana2 cayeron en las manos de los bolcheviques.

Fue utilizando estos archivos como Víctor Serge pudo escribir su libro Lo que todo revolucionario debe saber acerca de la represión3, el cual sigue siendo una muy valiosa exposición de los métodos policiales. Como Serge escribe, la Okhrana constituyó «el prototipo de la moderna policía política». Sin embargo, como vamos a ver a continuación, la provocación policial no nació con la Okhrana y los revolucionarios no esperaron al libro de Serge para comprender que ellos eran objetivo del interés policial.

¿Cuál es el propósito del interés policial? Este no se limita al simple espionaje, ni a la represión y destrucción de las organizaciones revolucionarias. La burguesía y su policía política saben muy bien que las organizaciones políticas del proletariado no se han generado en las cabezas de los individuos que las componen sino que brotan de las condiciones mismas de la lucha de clases, de la oposición permanente entre la clase obrera y la sociedad capitalista.

No es ninguna casualidad el que la figura del agente provocador haya sido siempre aborrecida por el movimiento obrero, tanto en sus organizaciones políticas como en los órganos que la clase hace surgir en el curso de sus luchas (Asambleas Generales, Comités de Huelga etc.). Desde sus mismos comienzos, las organizaciones políticas de la clase obrera han intentado defenderse por sí mismas contra la actividad de los agentes provocadores. Así, en 1795, en los Estatutos de la London Corresponding Society (Sociedad de Correspondencia de Londres, una de las primeras organizaciones políticas de la clase obrera), podemos encontrar la regla siguiente: «Las personas que pretendan interferir el orden, con la pretensión de mostrar entusiasmo, valor, o con cualquier otro motivo, deben considerarse sospechosas. Una actitud ruidosa raras veces es un signo de valor, y el entusiasmo extremado es a menudo una forma de encubrir la traición»4

En el mismo sentido, la Liga de los Comunistas (para la que Marx escribió el famoso Manifiesto Comunista en 1848) declaró en su artículo 42: «los miembros expulsados o suspendidos, así como las personas sobre quienes recaigan sospechas, deberán ser vigilados y neutralizados para la salvaguardia de la Liga. Todas sus maquinaciones serán puestas inmediatamente en conocimiento de la comuna a la que afecten»5

Sin embargo, la efectividad de la provocación policial tiene sus límites. Como Víctor Serge pone de manifiesto: «La provocación nunca puede anular sino a individuos o a grupos y que es casi impotente contra el movimiento revolucionario en su conjunto. Hemos visto cómo un agente provocador se encargaba de hacer [78]entrar a Rusia (en 1912) propaganda bolchevique; cómo otro (Malinovsky) pronunciaba en la Duma discursos redactados por Lenin (…) Si un folleto propagandístico es divulgado por un agente secreto o por un devoto militante, los resultados son siempre los mismos: lo esencial es que sea leído (…) Cuando el agente secreto Malinovsky hace oír en la Duma la voz de Lenin, el ministro del Interior hacia mal en regocijarse por el éxito de su agente pagado. La importancia que la palabra de Lenin tiene para el país no puede compararse con la que pueda tener la voz de un miserable» (ver nota 3).

La sospecha: una plaga para la salud moral de las organizaciones revolucionarias

Mucho peor que la provocación en sí misma es la sospecha, la desconfianza que pueden instalarse en la organización cuando sus miembros sienten ser los blancos de la provocación. Esto es tanto más grave porque –a excepción del caso único que fue la publicación de los archivos del Okhrana tras la revolución rusa de 1917– los revolucionarios no tienen obviamente los medios de buscar pruebas en los archivos de la policía, y la propia policía hace lo imposible para borrar todas las pistas y proteger a los verdaderos espías. En última instancia, la policía incluso no necesita actuar, sólo ha de dejar instalarse la desconfianza y la sospecha para recoger los frutos: la parálisis, o incluso el estallido de la organización revolucionaria. El libro de Thompson nos da un ejemplo contundente de esta parálisis que afecta el London Corresponding Society: «En 1794 se acusó (equivocadamente) a un tal Jones, de Tottenham, de ser un espía, debido a sus violentas propuestas que, se afirmaba, tenían el “objetivo de comprometer a la Sociedad”. Jones (según informaba Groves, el verdadero confidente, con un toque irónico) se lamentaba de que “si un ciudadano hacía una propuesta que parecía fogoso de algún modo, se le consideraba un espía que el gobierno hubiese enviado para infiltrarse entre ellos. Si un ciudadano se sentaba en un rincón y no decía nada estaba observando sus procedimientos para poder informar mejor acerca de ellos… los ciudadanos no sabían cómo comportarse» (ver nota 4).

Si la desconfianza en su seno es un factor de parálisis y desagregación de una organización proletaria, la sospecha es una carga terrible y a veces insoportable para el militante individual (Serge cita ejemplos de militantes que se suicidaron, o cometieron actos desesperados, porque no pudieron lavarse de una sospecha injustificada). Un militante comunista se coloca en oposición a toda la sociedad burguesa y a los atributos de ésta. Es marginado por la sociedad, en el mejor de los casos señalado con el dedo por toda la máquina de la propaganda burguesa como un iluminado, en el peor como un criminal sangriento. Puede ser acorralado impunemente como un animal que se debe matar. Para llevar la cabeza bien alta, el militante comunista no solo debe mantener una convicción inquebrantable en la causa histórica del proletariado, en el futuro de la humanidad, en la necesidad y la posibilidad de una revolución comunista, sino que también debe preservar su honor de militante, el respeto y la confianza de sus camaradas de combate. No hay peor vergüenza para un militante comunista que ser considerado como un traidor. La sospecha es fácil de sembrar, terriblemente difícil de borrar. Por eso tienen el deber los militantes comunistas de defender su dignidad frente a las sospechas y a la calumnia, así como la organización tiene la responsabilidad de no tolerar en su seno este veneno que destruye su unidad y la solidaridad entre camaradas.

No es por casualidad si en 1860, Karl Marx publicó su denuncia de Karl Vogt, un espía a sueldo de Napoleón III que había acusado a Marx de ser un agente de la policía6. Los comentaristas burgueses “bien intencionados” ven a menudo en este texto una debilidad de Marx, una distracción de su obra “filosófica” para combatir un individuo despreciable, y consideran que el texto –con su atención meticulosa a los detalles más lamentables de la actividad de Vogt– ilustra un ejemplo “del autoritarismo” de Marx que no habría soportado la contradicción. Es no entender nada de la acción de Marx, que odiaba hablar de sí mismo o de sus asuntos personales en público, pero que se vio obligado a dedicar un año entero a este trabajo indispensable con el fin de defender a la vez tanto su honor personal de revolucionario como también y sobre todo el del movimiento del que formaba parte.

Victor Serge tenía mucha razón cuando escribía: «Es tradicional: ¡los enemigos de la acción, los cobardes, los cómodos, los oportunistas, gustosos toman su artillería de las cloacas! La sospecha y la calumnia les sirven para desacreditar revolucionarios. Y así seguirá siendo»

Los revolucionarios del pasado entendían bien el peligro de la sospecha incontrolada en la organización, como lo prueban ya los estatutos de la Liga de los Justos, antecesora de la Liga de los Comunistas (este proyecto de los estatutos está fechado en enero de 1843): «Si alguien quiere quejarse de personas o cuestiones que pertenecen a la Liga, debe hacerlo abiertamente en la reunión [de la sección]. Serán excluidos los difamadores» (Apartado 9).

Hacia finales del siglo XIX se precisa esta posición básica. No basta con excluir al detractor, es necesario encontrar el medio de tratar las posibles acusaciones sin que perjudiquen a la organización cuando resultan infundadas. Este método del movimiento obrero se preconiza en los estatutos de la sección berlinesa del partido socialdemócrata alemán, que declaraba en 1882 (cuando el partido trabajaba en la ilegalidad): «Cada militante –incluso si se trata de un camarada bien conocido– tiene el deber de mantener la discreción sobre los temas discutidos en la organización –sea cual sea la materia. Si un camarada oye una acusación por parte de otro camarada, tiene en primer lugar el deber de tratarla confidencialmente, y lo debe exigir también del camarada que lo informó de la acusación; debe establecer las razones de la acusación, y saber quien está en su origen (…) Debe informar al secretario [de la sección], que ha de clarificar la cuestión mediante una confrontación con el acusado y el acusador (...) Cualquier otra acción, como, por ejemplo, sembrar la sospecha sin pruebas certificadas por los secretarios [es decir, los responsables de la sección] causará daños importantes. Puesto que camarada que no se atiene al procedimiento descrito más arriba corre el riesgo de ser considerado como una persona que trabaja para la policía”7.

Está claro que en las condiciones de ilegalidad de aquél entonces, los revolucionarios estaban preocupados cotidianamente por el peligro de la infiltración de la policía en sus filas. Pero la sospecha en la organización no era sistemáticamente la obra de la policía, podía nacer sin la menor provocación. Incluso cuando estas acusaciones se lanzan con las mejores intenciones de proteger la organización, la desconfianza que suscitan puede ser aún más peligrosa para la salud de la organización y para la seguridad de los propios militantes, que la verdadera provocación. Es lo que Víctor Serge pone de relieve: «Se murmuran acusaciones, luego se dicen en voz alta, generalmente no se pueden aclarar. De ahí resultan males en cierto sentido peores que los que podría ocasionar la misma provocación. (…) Este mal, la sospecha y la desconfianza entre nosotros, sólo puede ser limitado y aislado por un gran esfuerzo de voluntad. Se debe impedir –y ésta es condición previa de toda lucha victoriosa contra la verdadera provocación, que al acusar calumniosamente a un militante "hace el juego"– que nadie sea acusado a la ligera, e impedir además que una acusación formulada contra un revolucionario sea simplemente aceptada sin discusión. Cada vez que un hombre sea siquiera rozado por una sospecha, un jurado formado por camaradas deberá determinar si se trata de una acusación fundada o de una calumnia. Son simples reglas que se deberán observar con inflexible rigor si se quiere preservar la salud moral de las organizaciones revolucionarias»

En esta primera parte, intentamos demostrar:

  • en primer lugar, que la provocación policial existe desde el principio del movimiento obrero, y que su objetivo ha sido a menudo destruir la organización de los revolucionarios sembrando la desconfianza en su seno;
  • en segundo lugar, que la desconfianza en el seno de la organización no es inevitablemente el trabajo de la policía, sino que puede venir de simples acusaciones infundadas;
  • en tercer lugar, que los revolucionarios siempre han considerado tales acusaciones tan peligrosas para la salud de sus organizaciones como si fueran hechas por la policía;
  • y por fin, que las organizaciones revolucionarias tuvieron un método para tratar estas acusaciones. Este método consiste sobre todo en circunscribirlos en un marco organizativo conveniente, con el fin de evitar que la desconfianza se propague de manera incontrolada, como un virus, a través de la organización. Es este método, heredado del movimiento obrero, que la CCI se ha esforzado siempre de adoptar ante acusaciones o sospechas sobre sus militantes.

La organización comunista no tiene lugar “natural” en la sociedad burguesa, es al contrario un cuerpo extraño en esta sociedad. El antagonismo entre los principios comunistas y la ideología burguesa no solo actúan fuera de la organización, sino también dentro. La infiltración de esta ideología extraña al proletariado puede manifestarse a través de las posiciones políticas oportunistas que puede predicar una parte de la organización, pero también y de forma mucho más insidiosa por comportamientos individuales tomados de la clase dominante (o a algunas capas sociales sin porvenir históricos) y diametralmente opuestos al comportamiento que debe ser el de un militante comunista.

La calumnia: un arma para desacreditar a las organizaciones revolucionarias

La CCI siempre ha puesto de relieve que la cuestión del comportamiento político de los militantes es una cuestión íntimamente relacionada con los principios de la clase portadora del comunismo. Contra el veneno de la desconfianza y la sospecha, reafirmamos que «Teniendo en cuenta que las relaciones que se establecen entre las diferentes partes militantes de la organización arrastran consigo, necesariamente, los estigmas de la sociedad capitalista, la organización de los revolucionarios no puede constituir un islote de relaciones comunistas dentro de este sistema. Sin embargo no puede existir en contradicción con el objetivo perseguido, por lo que debe apoyarse necesariamente sobre la solidaridad y la mutua confianza que son unos de los signos de pertenencia a una organización de la clase portadora del comunismo» (Plataforma de la CCI, punto 168). Ya, nuestros estatutos hacen hincapié en el hecho de que el comportamiento de un militante no puede estar en contradicción con el objetivo para el cual combatimos, y que los debates en la organización «se lleven a cabo con el mayor rigor posible, pero guardándose de los ataques personales que no deben sustituir, en modo alguno, a la argumentación política coherente». Olvidar estas normas de comportamiento, dejarse agarrar por el espíritu de competencia inoculado por la sociedad capitalista puede conducir a los militantes muy lejos del terreno del debate entre comunistas, hasta llevarlos en algunas circunstancias (por ejemplo cuando han estado en minoría y no tenían argumentos en el debate) a emprender campañas de calumnia contra sus camaradas, vistos como adversarios a combatir.

La utilización de campañas de calumnia contra militantes en las organizaciones revolucionarias jalonó la historia del movimiento obrero desde sus orígenes. Basta con recordarse las calumnias de Bakunin contra Marx en la AIT, acusándolo de ser un “dictador” (debido a que era… ¡judío y alemán!), o las vertidas después del congreso de 1903 del POSDR por los mencheviques contra Lenin, acusado de querer “hacer reinar el terror en el partido como Robespierre”. Se puede también citar el caso extremo de las campañas de denigración contra Rosa Luxemburg, emprendidas por elementos oportunistas del partido socialdemócrata alemán que iban a traicionar los principios de la clase obrera en 1914. Así pues, se acusó a Rosa Luxemburg en los pasillos del partido de tener costumbres de “libertina” (e incluso de ser un agente de la policía zarista, el Okhrana) por estos militantes que, unos años más tarde, iban a organizar en enero de 1919 su asesinato: el “perro sangriento” Noske y sus cómplices Ebert y Scheidemann.

Para tomar un último ejemplo, nuestros antecesores de la Izquierda Comunista de Francia tuvieron que hacer frente también a la calumnia en la organización, como se puede ver en esta Resolución adoptada en la conferencia del GCF de julio de 1945: «Aprobando la Resolución de la asamblea general del 16 de junio que registraba la ruptura de estos elementos con la organización, la conferencia (...) se eleva muy especialmente contra la baja campaña de calumnia que se ha convertido en el arma preferida de estos elementos contra la organización y contra los militantes individualmente. Al recurrir a tales métodos, estos elementos, ilustrando al mismo tiempo dicha política, crean una atmósfera envenenada introduciendo la sospecha, la amenaza de pogromos (según su propia expresión), el gansterismo, y perpetúan así la tradición infame que hasta ahora era el atributo del estalinismo. Considerando urgente poner un término, de no permitir a la calumnia remplazar a los debates políticos en las relaciones entre militantes revolucionarios, la conferencia decide dirigirse a los grupos revolucionarios pidiéndoles instituir un tribunal de honor, pronunciándose sobre la moralidad revolucionaria de los militantes calumniados, y prohibir el derecho de existencia en las filas del proletariado a la calumnia o a los calumniadores»

Así pues, nuestra organización, al rechazar de sus filas la calumnia y a los calumniadores, se sitúa plenamente en la continuidad del combate de los revolucionarios del pasado por la defensa de la organización ante todas las tentativas destinadas a destruirla. La calumnia no sólo no tiene ningún derecho de existir en las filas del proletariado, sino que sigue siendo una de las armas preferidas de la burguesía para desacreditar las organizaciones comunistas y sembrar la desconfianza generalizada hacia las posiciones que defienden. Basta para convencerse citar, por ejemplo, las campañas de calumnias dirigidas contra Lenin (acusado por el Gobierno Kerenski de ser un agente del Kaiser y del imperialismo alemán) para desacreditar al Partido Bolchevique en vísperas de la Revolución Rusa, y las que se dirigieron contra Trotski (acusado por el estalinismo de ser un agente de Hitler y el fascismo) para menospreciar cualquier combate contra el estalinismo en los años 30.

El combate contra la calumnia no es únicamente una necesidad vital para los militantes y la organización a la cual pertenecen. Se refiere a todas las organizaciones del movimiento comunista. Es por eso que, ante este tipo de comportamiento destructor que hace el juego y favorece el trabajo del Estado burgués, la CCI tiene el deber de poner en guardia el conjunto del medio político proletario. «Cuando se ponen de relieve tales comportamientos, es el deber de la organización tomar medidas no sólo en favor de su propia seguridad, sino también en favor de la seguridad de las demás organizaciones comunistas» (Revista Internacional no 33, “Informe sobre la estructura y el funcionamiento de la organización”9).

CCI, 21 de febrero de 2003


1 Se puede obtener dicho libro en su traducción en España escribiendo a nuestra dirección mail: [email protected] [79]

2 Okhrana son la siglas correspondientes a –en ruso- Departamento de Protección de la Seguridad Pública y del Orden, organismo secreto fundado por el régimen del Zar en 1880.

3 https://www.marxists.org/espanol/serge/represion/index.htm [71]

4 Citado en el libro de E.P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, tomo II capítulo 14.2 página 58, edición española.

5 Citado en el libro De la Liga de los Justos a la Liga de los Comunistas, página 70, edición española en Roca 1973.

6 Ver el libro titulado Señor Vogt, traducción en español aparecida en Editorial ZYX, 1974

7 Citado por Fricke, History of the German Workers' Movement, 1869-1

8 Ver https://es.internationalism.org/booktree/145 [80]

9 https://es.internationalism.org/node/2127 [81]

 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La organización revolucionaria [82]

Rubric: 

Defensa de la organización

Un reciente episodio de la lucha de clases

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Publicamos a continuación un artículo aparecido en nuestra Web en lengua inglesa. Agradecemos a una simpatizante la traducción.

El 14 de abril, la que se conoce como la mayor huelga de la memoria reciente de China, comenzó en una de las fábricas Yue Yuen en Dongguan, al sur de China. Dependiendo de qué informes se lea, el número de huelguistas iba desde treinta a cuarenta mil, aun que en el South China Morning Post del 18 de abril se informaba de 50 mil[1]. La huelga empezó en una de las 7 factorías de la Yue Yuen Industrial Holding Company, radicada en Taiwan la firma de fabricantes de zapatos más grande del mundo, que fabrica calzado de deporte para Nike, Adidas, Converse, Reebok, Timberland y muchas más. Una mujer que se acababa de jubilar en una de las factorías, calculó el monto de su pensión y descubrió que estaba muy por debajo de lo esperado. La huelga estalló y doscientos trabajadores salieron a la calle, a los que siguieron decenas de miles más de las otras 6 plantas en días sucesivos. Unos días más tarde, entre dos mil y seis mil trabajadores (en función de los informes) salieron de la planta de Yue Yuen en las provincias vecinas de Jiangxi por el mismo motivo; la financiación insuficiente del salario social.

La falta de financiación de las prestaciones de los trabajadores –pensiones, indemnizaciones por accidentes, indemnizaciones por despido, enfermedad y desempleo– se está convirtiendo en un gran problema para la clase obrera en China, sobre todo en las fábricas que se cierran para trasladarse a lugares más baratos en el extranjero como Vietnam, por ejemplo, y también dentro de China, desde la combativa Shenzhen hasta la más pacífica (por el momento) Provincia de Huizhou por ejemplo.

Esta escasez crónica no es de ninguna manera un fenómeno vinculado a las empresas de propiedad extranjera, algo que algunos elementos de la burguesía china han sugerido –y así lo han hecho en el pasado en relación con las empresas de propiedad japonesa– sino que es la práctica general del capitalismo chino, junto con todos los Estados capitalistas de Occidente, que las pensiones de los trabajadores, el subsidio de desempleo y las prestaciones sociales se recorten cada vez más. Es también significativo que en la clase obrera en China está aumentando el problema de las pensiones y otros beneficios a largo plazo. Esto explica, al igual que con los trabajadores de Occidente, la gran preocupación e inquietud que existe por el futuro y por las futuras generaciones de trabajadores.

Sus acciones están en línea con la lucha contra los recortes de pensiones de Francia en 2010, que impulsó a los trabajadores de todas las edades a salir a las calles en una masiva manifestación de ira y protesta[2]. Es el mismo problema que movilizó la huelga del metro de Nueva York en diciembre de 2005 cuando los jefes trataron de cortar los pagos de las pensiones futuras y reducir los beneficios médicos, impulsando a unos 35 mil trabajadores a salir a la calle[3]. Una preocupación similar por el futuro ha contribuido a la movilización de los trabajadores y los jóvenes en manifestaciones de masas en España y Grecia llevando a decenas de miles a las calles. Y ello condujo a la una maniobra astuta de los sindicatos británicos para sofocar la preocupación y la ira de los trabajadores de Gran Bretaña que se rebelaban contra el ataque brutal sobre las pensiones tanto en el sector público como en el privado; donde los sindicatos ayudaban a los jefes para facilitar los recortes de pensiones, y además de esta reducción de las pensiones, se aumentaban las cargas de los trabajadores directamente empleados por ellos.

Otro tema situado en primer plano por el proletariado de China, que surge por los recortes en las prestaciones sociales y el creciente número de cierres de fábricas es que muchos puestos de trabajo están ahora clasificados por el Estado como "temporales". Esto significa tener muchas dificultades para conseguir la educación de los niños, el cuidado de la salud y todos los beneficios mencionados anteriormente cuando se tiene un permiso de residencia permanente. Aquí los trabajadores no sólo luchan por un mejor "salario social", sino también en esta huelga están exigiendo un aumento salarial del 30 %[4]. La compañía ha hecho algún tipo de oferta a los trabajadores pero, al ser tan pequeña, ha sido rechazada claramente por ellos; y lo que falta en la "República Popular" es cualquier maquinaria sindical efectiva que atrape a los trabajadores en un fraude de negociación. Como portavoz de Yue Yuen y director ejecutivo, George He, dijo el 22 de abril: “No estamos muy seguros de quién lidera esto”[5]. Esto es un verdadero problema para la clase dominante china y los lleva a confiar más en el corto plazo y en la solución (finalmente contraproducente) de la fuerza bruta en vez de la sutileza con que los sindicatos llevan a cabo el sabotaje en esas organizaciones en Occidente, por ejemplo.

A pesar del espíritu de lucha y la solidaridad expresada por la clase obrera de China, de hecho, a causa de ello, también hay problemas y obstáculos que los trabajadores tienen que enfrentar, al igual que sus hermanos de clase en el oeste. Las huelgas en China son este año un tercio más respecto al mismo período del año pasado, que también vio un aumento significativo de los casos de conflictividad laboral; y debemos recordar que el 99 % de las huelgas en China son no oficiales e ilegales. Este año los investigadores han hablado de “un aumento notable en el número de huelgas y protestas de los trabajadores desde las vacaciones de febrero del Año Nuevo Lunar... el movimiento de los trabajadores (es decir, las huelgas y protestas) sigue siendo de amplia base en toda la gama de industrias del país»[6]. Subrayando la respuesta represiva del Estado chino la investigación continúa diciendo que hay «un notable incremento tanto en participación de la policía y las detenciones derivadas de las protestas de los trabajadores”.

Con un aparato sindical débil y despreciado no es de extrañar que la policía antidisturbios se haya desplegado abundantemente aquí en Dongguan, ya que el régimen no puede contar con la policía sindical. Una información clara sobre la conducta y la organización de la huelga de los trabajadores no está disponible por razones obvias, pero hay algunas pruebas de que los trabajadores sienten la necesidad de organizar las asambleas y elegir a sus propios delegados (se convocó a los trabajadores en una fábrica de Dongguan para la elección de sus propios delegados y sin duda hay un "liderazgo" de la huelga). Aún así, no se puede saber los detalles aquí. Lo que está claro es que poco después de que empezara la huelga, en torno a un millar de trabajadores de una planta de Yue Yuen comenzaron a marchar (posiblemente a otra fábrica), y la policía antidisturbios y sus perros se enfrentaros a la marcha y sus líderes fueron arrestados e incluso hubo algunos hospitalizados[7]. También hubo incursiones de la policía antidisturbios arrestando a algunos trabajadores en los alrededores de la fábrica. Es muy posible que fueran militantes señalados por los chivatos de la omnipresente Federación Nacional de Sindicatos de China (ACFTU), la mayoría de sus miembros lo son a su vez del partido único.

Las huelgas de los trabajadores de Yue Yuen continúan –como la ola de huelgas generales que se dan en China desde hace algún tiempo– pero este año en anteriores huelgas se han planteado problemas similares: en la fábrica de Shenzhen de IBM y las tiendas Walmart a finales de marzo. Sobre esta cadena de supermercados cabe comentar que la ACFTU se implicó en la creación de 400 tiendas de Walmart en China en 2006/7 aplicando un acuerdo firmado entre el gobierno y esta multinacional que incluía en una de sus cláusulas la sindicalización obligatoria de sus trabajadores. Como consecuencia de ello la cuota sindical es deducida directamente del sueldo de los obreros. Esto se está convirtiendo en una práctica habitual en China y supone un lucrativo negocio para la ACFTU que cuenta con 260 millones de miembros. En ello han aprendido de los muy democráticos sindicatos británicos (y de otros sindicatos de los países “libres”) que vienen practicando la estafa de deducir directamente la cuota de las nóminas con el beneplácito del gobierno y de las empresas.

Pero, los sindicatos chinos parece que intentan aprender de sus colegas democráticos en el arte de sabotear la lucha. A este respecto es interesante el caso reciente de la empresa norteamericana antes citada Wallmart. Esta ofreció una indemnización miserable a los empleados afectados por el cierre de sus almacenes en Changde, provincia de Hunan. Rápidamente un tal Huang Xingguo, jefe del sindicato del sector en la provincial, se puso a la cabeza de la protesta en un intento de “radicalización”. Este señor era un director administrativo que jamás había pisado un centro de trabajo y parece que otros grandes burócratas del sindicato oficial lo están imitando[8]. Esto de que los sindicalistas sean unos colaboradores descarados unas veces, otras encubiertos, del Capital, no es una novedad para los trabajadores en Occidente, aunque a diferencia de China, esto se hace con mucha hipocresía y manipulación.

Sin embargo, puede ver que Huang está tomando lecciones, así para esterilizar la lucha se puso en contacto con un bufete de abogados que se encargaron de reemplazar la huelga y la manifestación por una demanda judicial contra la empresa. Esta “salida” parece que está gustando a una fracción dentro de la burguesía china que promueve encauzar las reclamaciones hacia el terreno jurídico. Resulta significativo que Huang haya sido apoyado por los sindicatos norteamericanos, ALF-CIO.

Pero este apoyo no alcanza a genuinos trabajadores golpeados por la represión. Tenemos noticia de uno llamado Wo Guijun, un representante de los trabajadores durante la huelga en Diweixin, una fábrica de muebles en Shenzhen[9] que fue detenido junto a otros 200 compañeros y que todavía está en prisión más de dos meses después. Pero por estos compañeros los abogados, académicos, liberales, jefazos sindicales etc., no han movido ni un dedo. ¡Para ellos eso de los “derechos humanos” es solamente para los aparatos sindicales y políticos que tienen como misión sabotear la lucha obrera!

Las huelgas de Dongguan y otras que siguen sin duda estallando dentro del gigante chino muestran el coraje de amplias capas del proletariado. Pero al mismo tiempo, el que se limiten al terreno estrictamente económico y no parezcan converger sino estallar cada vez en un lugar distinto, evidencian las debilidades de este sector del proletariado mundial y ponen de manifiesto la necesidad de la entrada en lucha de los trabajadores de los países centrales, especialmente en Europa.

La conducta de los sindicatos en China, el que estén adoptando en la medida de sus posibilidades, las tácticas de sabotaje de la lucha obrera en la que sus colegas en Occidente son consumados expertos, nos convencen de que los sindicatos están en todas partes contra la clase obrera.

Baboon, 24.4.14 (simpatizante de la CCI en Gran Bretaña)


[1] https://www.scmp.com/news/china/article/1486399/yue-yuen-strikers-vow-continue-until-benefit-contribution-deficit-paid [83]

[2] Ver /accion-proletaria/201011/2985/movilizaciones-en-francia-contra-la-guerra-a-nuestras-vondiciones-de-v [84]

[3] Ver /accion-proletaria/200601/389/huelgas-en-suecia-y-en-la-ciudad-de-nueva-york-una-confirmacion-del-des [85]

[4] news.sky.com/story/1247152/strike-trips-up-largest-sport-shoe-factory.

[5] abcnews.go.com/International/wireStory/solution-sight-china-shoe-factory-strike-23418882.

[6]China Labour Bulletin, 10.4.14

[7] The Xinhua state newswire, 17.4.14, informa que hubo arrestos pero negó que nadie saliera herido. Sin embargo, esta información es desmentida por otras fuentes.

[8]https://www.reuters.com/article/2014/04/07/china-labour-walmart-idUSL3N0MY05M20140407 [86]

[9] https://www.clb.org.hk/en/content/public-outcry-grows-over-shenzhen-labour-activist%E2%80%99s-five-month-detention [87]

 

Geografía: 

  • China [88]

Noticias y actualidad: 

  • Lucha de clases [89]

Rubric: 

China

junio 2014

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100 años de decadencia

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Nos volvemos a encontrar un siglo después en una nueva encrucijada en la historia de la humanidad. La clase revolucionaria, muy temprano y con una gran clarividencia, definió aquella época de cambio decisivo con la expresión: "socialismo o barbarie". La lucidez del análisis marxista que contiene ese lema no debe reducirse a una simple fórmula. Por eso queremos aquí subrayar brevemente su importancia histórica, su gran profundidad.

Si nos fijamos en los orígenes oscuros y difíciles de desentrañar del género humano, no podemos sino quedar estupefactos e impresionados por las etapas considerables que permitieron al Hombre emerger del mundo animal y las que han seguido a dicha emergencia: las lenguas, la escritura, las danzas, la arquitectura, la producción de bienes a profusión, su capacidad para referirse a la diversidad y la profundidad de las necesidades morales, culturales, intelectuales y el valor de esas necesidades, reflejando todo ello la riqueza cultural y una aceleración de la historia que nos deja asombrados. Pero si nos fijamos en las diferentes épocas de la historia humana, debemos también reconocer que ni ha existido ni existe un desarrollo continuo y progresivo. Y más dramáticamente, tras el advenimiento de las sociedades de clase y el nacimiento de las grandes "culturas" debemos concluir que casi todas desaparecieron irremediablemente y que sólo algunas se trasformaron en algo nuevo. Constatamos que ha habido muchas épocas de regresión cultural y de olvido de lo adquirido, acompañadas en general de un embrutecimiento moral de los hombres y de una brutalidad desmedida en las relaciones humanas. En la base de los progresos realizados por la especie humana está su capacidad para transformar la naturaleza para así satisfacer sus necesidades, las materiales en primer lugar, y en su capacidad para mejorar y desarrollar sus medios y técnicas de producción, lo que Marx llama las "fuerzas productivas". El nivel de desarrollo de esas fuerzas productivas y la división del trabajo que implican es lo que, sobre todo, determina cómo se organiza la sociedad para realizarlas, o sea, las “relaciones de producción”. Cuando las relaciones de producción están en adecuación con el desarrollo de las fuerzas productivas, la sociedad vive entonces un auge no sólo en lo material sino también en lo cultural y lo moral. Pero cuando aquéllas se convierten en estorbo para el desarrollo de éstas, la sociedad vive entonces convulsiones crecientes, amenazada por la barbarie. Baste un solo ejemplo histórico: uno de los pilares del Imperio romano era la explotación de esclavos, especialmente para las labores agrícolas, pero cuando aparecieron nuevas técnicas agrícolas, éstas no podían ser manejadas por productores con un estatuto de res lo cual fue una de las causas de la decadencia y del hundimiento del Imperio.

Hoy podemos observar los impresionantes cambios culturales[1], desde la revolución neolítica, hasta el Renacimiento, el Humanismo y la Revolución rusa, como un preludio a la revolución mundial. Esos “saltos” culturales fueron cada vez el resultado de largos períodos de lucha, durante los cuales las nuevas relaciones sociales debían triunfar sobre las antiguas. Todos nos llevan hacia el próximo cambio: la primera socialización mundial consciente, el socialismo. El marxismo, la teoría del proletariado en su combate contra el capitalismo, posee los medios para mirar con lucidez y sin autoengaño la historia y reconocer sus grandes tendencias. Eso no significa, ni mucho menos, que pretenda leer el futuro en una bola de cristal. Es evidente que nadie puede predecir cuándo ocurrirá la revolución mundial, ni siquiera si ocurrirá. Lo que sí debemos defender y comprender con profundidad, contra todo tipo de resistencias e incomprensiones que afectan incluso a algunos revolucionarios, es la inmensa importancia histórica que tuvo la entrada del capitalismo en su decadencia. La alternativa ante la que nos encontramos desde hace 100 años puede resumirse así: o se produce un próximo cambio social y cultural, el socialismo, o será la barbarie. La gravedad de esa alternativa es más dramática que la de cualquier otra época conocida hasta hoy, porque las contradicciones entre las fuerzas productivas no han cesado de agudizarse, abriendo las puertas no solo al declive social y cultural, sino incluso a la destrucción total de la especie humana. Por vez primera en la historia, se está pues planteando la propia perennidad de la especie humana en la decadencia de un modo de producción. Y, al mismo tiempo, resulta que existen posibilidades históricas gigantescas para un posible desarrollo posterior: el de la entrada en la "verdadera" historia consciente de la humanidad. El modelo capitalista de socialización es el que ha conseguido los mayores logros en la historia de la humanidad. El capitalismo ha absorbido todos los ámbitos culturales de las demás sociedades, y eso cuando no los destruyó, creando por vez primera una sociedad mundial. La forma central de la explotación es el trabajo asalariado, que permite la acumulación del trabajo excedente. El acaparamiento gratuito del trabajo cooperativo extremadamente productivo, del trabajo asociado, socializado es lo que explica la explosión técnica y científica incomparable vinculada a la historia del auge del capitalismo. Pero una de las particularidades de la socialización capitalista es que se realizó de manera inconsciente, determinada por leyes que son la expresión de relaciones sociales determinadas, las del intercambio de fuerza de trabajo por salario, entre productores y poseedores de los medios de producción, y que se presentan como "naturales", "inmutables" y, por lo tanto, exteriores a toda voluntad humana. La visión de la realidad mistificada, cosificada, en la que los seres humanos y las relaciones entre ellos se vuelven “cosas”, la que hace aparecer el enorme incremento de los recursos materiales, de las fuerzas productivas, como si fueran el producto del capital y no del trabajo humano. Pero ocurre que con la conquista del mundo, la Tierra aparece como lo que es: redonda y finita. Y el mercado mundial ya está terminado (después de haberse destruido otras formas alternativas de producción, como, por ejemplo, las producciones textiles china, india y otomana). El triunfo del modo de producción capitalista fue una etapa progresiva en la historia humana, pero el salto dado por la revolución industrial significó para la mayoría de la población del centro del capitalismo la destrucción de formas de vida antaño existentes así como también una explotación feroz, a la vez que en muchas otras partes del mundo ha significado epidemias, hambre y esclavitud. El capitalismo es sin la menor duda la relación de explotación más moderna, pero es, al fin y al cabo, tan parásito como sus antecesores. Para mantener en marcha la máquina de la acumulación, la socialización capitalista necesita siempre más y más materias primas y mercados, así como también debe contar con una reserva de seres humanos obligados a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Por eso su victoria sobre los demás modos de producción exigió la ruina y la hambruna de los antiguos productores.

El capitalismo se proclama meta y apogeo del desarrollo humano. Según su ideología, fuera de él, no hay nada. Para ello, la ideología capitalista debe ocultar dos cosas: una, que el capitalismo depende históricamente y al más alto grado de las relaciones de producción y de la esfera extra-capitalistas, y la otra, que la socialización capitalista, como todas las demás formas que la precedieron en la historia de la humanidad, no es sino una etapa en el proceso hacia el devenir consciente de la humanidad. La fuerza motriz de la acumulación produce permanentemente contradicciones internas, que estallan cual violenta erupción en las crisis. En la fase ascendente del capitalismo, esas crisis se superaban mediante la destrucción du capital excedentario y la conquista de nuevos mercados. El nuevo equilibrio venía acompañado de una nueva extensión de las relaciones sociales capitalistas, pero con el reparto del mercado mundial entre las potencias centrales del capitalismo, dicho mercado alcanzó un límite. A partir de entonces, los grandes Estados nacionales no pueden proseguir la conquista del mundo si no es enfrentándose; y al estar repartido el pastel entero, cada uno no puede aumentar su parte si no es reduciendo la de los demás.

Los Estados desarrollaron sus armamentos y se lanzaron unos contra otros en la Primera Guerra Mundial. Las fuerzas productivas encadenadas por unas relaciones de producción históricamente superadas se transformaron en una carnicería mundial, en unas fuerzas destructoras de un potencial inimaginable. Con la entrada del capitalismo en su decadencia, la guerra se convierte en una guerra de materiales que someten lo esencial de la producción a las necesidades bélicas. La máquina ciega de destrucción y aniquilamiento arrastra al mundo entero hacia el abismo. Ya bastante antes de 1914, la izquierda de la Internacional socialista, las fuerzas revolucionarias en torno a Rosa Luxemburg y Lenin, se empeñaron con tesón en la lucha contra la amenaza de destrucción imperialista. El marxismo vivo, o sea el único marxismo posible, el que no está encerrado en dogmas y fórmulas vacuas, reconoció que se trataba de una nueva guerra entre Estados-nación, parecida a las anteriores, pero la Primera Guerra Mundial marcó la entrada en la decadencia del capitalismo. Los marxistas comprendieron que se encontraban en una encrucijada histórica, una encrucijada en la que seguimos estando hoy cuando, por primera vez, la lucha podría serlo por la supervivencia de la especie humana. La entrada del capitalismo en su decadencia hace 100 años es irreversible, pero eso no significa, ni mucho menos, la interrupción de las fuerzas productivas. En realidad, esas fuerzas están tan aprisionadas y comprimidas por la lógica de la explotación capitalista que es como si un huracán cada día más brutal estuviera tragándose a la sociedad. Solo la clase obrera podrá dar a la historia una dirección diferente y construir una nueva sociedad. Tras la derrota del levantamiento revolucionario de los años 1917-23 pudo vivirse la barbarie capitalista en su estado puro, de una bestialidad hasta entonces desconocida. El curso hacia otra guerra mundial quedaba así abierto, las personas quedaron reducidas a números y matrículas, encerradas en campos donde se las explotaba hasta la muerte o, sencillamente, eran exterminadas. Los asesinatos estalinistas de masas fueron superados por la demencia exterminadora de los nazis pero la propia burguesía "civilizada" no podía fallar su cita con la barbarie: y así fue, entre otras “gestas”, con el uso de la bomba atómica "democrática" que arrasó por completo dos grandes ciudades de Japón, infligiendo a los escasos supervivientes unos sufrimientos horribles. La máquina del Estado capitalista sólo aprende de la historia cuando debe impedir su propia destrucción, pues la burguesía no va a suicidarse así como así dejando la escena de la historia al proletariado, por eso la única garantía para atajar el curso abierto hacia la guerra fue el retorno de clase obrera después de 1968. Sin embargo, aunque la clase obrera ha podido cerrar el camino hacia un nuevo holocausto mundial, no ha logrado, sin embargo, imponer su propia perspectiva. Nos encontramos pues en una situación en la que ninguna de las dos clases determinantes de la sociedad ha podido dar una respuesta decisiva a una crisis económica irreversible y más profunda cada día. La sociedad vive así en un contexto de putrefacción que socava sus raíces día tras día, una descomposición social que hace más difícil para el proletariado alcanzar una conciencia clara de su perspectiva histórica, una perspectiva que sí estaba ampliamente extendida en sus filas hace un siglo.

Hace cien años y desde entonces, la clase obrera se ha encontrado ante une tarea histórica enorme. La clase del trabajo asociado, la clase obrera, como portadora de la historia de la humanidad, como clase medular en la lucha por la abolición de las clases, debe erguirse contra la barbarie. En la lucha contra la barbarie nihilista y amoral del capitalismo, es la encarnación de la humanidad que toma conciencia de sí misma. Es la fuerza productiva del porvenir, todavía encadenada. Lleva en sí el potencial de un nuevo salto cultural. En la lucha de la época de la entrada en decadencia del capitalismo, apareció toda una generación de revolucionarios en el plano mundial para negar la socialización pervertida y cosificada del capitalismo, y afirmar la asociación consciente de la clase obrera – guiada por el faro de la Internacional Comunista.

Con la revolución rusa, la clase obrera tomó en sus manos la lucha por la revolución mundial. Aquella gran tarea de asumir sus responsabilidades por la humanidad entera sigue siendo para nosotros, casi 100 años después, una tarea palpitante. Frente a la amenaza de embrutecimiento se yergue una indignación moral en el corazón de la clase obrera, que sigue siendo para nosotros hoy nuestra brújula. La clase obrera sufre con el conjunto de la sociedad bajo el peso de la decadencia. Nuestra propia identidad se ve atacada por la atomización y la ausencia de perspectiva. En los enfrentamientos venideros, la clase obrera mostrará si es capaz de recuperar la conciencia de su tarea histórica. Será quizás una etapa corta, históricamente hablando, la de pasar de la indignación moral a la politización de toda una generación. Un nuevo salto cultural en la historia de la humanidad es posible e indispensable, eso es lo que nos enseña la historia viva.

CCI, enero de 2014


[1]    Para entendernos, agrupamos bajo el término de “cultura” todo lo que forma una sociedad determinada: su modo de reproducirse materialmente, pero también el conjunto de su producción artística, científica, técnica, y moral.

 

Series: 

  • La Decadencia del capitalismo (varios) [90]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [91]

Acontecimientos históricos: 

  • 1914 [66]
  • Gran guerra [67]

Rubric: 

Socialismo o barbarie

Cinco años de matanzas y de hipocresía burguesa

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Durante los últimos cinco años, la población del norte de Nigeria ha estado viviendo en un estado de terror. Desde su primera llamada a la yihad en 2009, Boko Haram ha llevado a cabo las más horribles atrocidades. El grupo simplemente masacra a todos aquellos que no encajan en su versión del Islam y la ley islámica –a los aldeanos, los estudiantes... Desde el comienzo de este año, Amnistía Internacional estima que sus crímenes han contabilizado 1500 víctimas, a las que hay que añadir los 300 quemados vivos y ametrallados en el pueblo de Gamboru Ngala. Y probablemente más de 118 personas reventadas por los bombardeos de un mercado y un hospital en Jos el 20 de mayo.

Este grupo y su bárbara ideología es, sin duda, una caricatura de la descomposición del capitalismo, que oscila entre la irracionalidad y el nihilismo. En particular, se oponen a cualquier cosa que suponen estar vinculada a la cultura y la educación "moderna" u "occidental": su nombre significa literalmente "la educación occidental está prohibida"…

La atención de los medios de comunicación mundiales se ha enfocado especialmente en el secuestro de 276 chicas de secundaria desde su residencia en Chibok. Un gran número de las chicas desfilaron posteriormente frente a las cámaras como “convertidas” al Islam, no antes de que el líder de Boko Haram Abubakar Shekauhad fuera filmado despotricando sobre cómo las niñas serían vendidas como esclavas en el mercado.

De la indignación legítima de los trabajadores...

Un acto tan bárbaro ha provocado una gran indignación, como se puede observar en los medios de comunicación y redes sociales en muchos países. El lema “Traed de vuelta a nuestras chicas” apareció el 23 de abril y se difundió en Internet por millones de personas. Esta ha sido una sana reacción, una negativa a permanecer indiferente a todas las atrocidades que se están cometiendo cada día, en todo el mundo. La clase explotada en general se conmueve más por el destino de otros seres humanos que tal vez no conozcan pero con quienes se sienten conectados. Este sentimiento instintivo de pertenencia a la misma humanidad es un elemento clave en las luchas de clase del futuro...

… al cinismo de la burguesía

Sin embargo, la burguesía, a través de sus portavoces políticos, se ha subido rápidamente al carro y lo utiliza para hacer un gran despliegue de emoción y “solidaridad”. Así por ejemplo tenemos a Michelle Obama posando frente al lema de “Traed de vuelta a nuestras chicas”, convenientemente hechos a mano para confirmar su autenticidad. Esta imagen recorrió el mundo como un símbolo de la preocupación de las grandes potencias por las escolares amenazadas. ¡Qué cinismo! ¡Qué hipocresía! Es cierto que Boko Haram es un grupo de fanáticos asesinos. Pero la gran burguesía no es menos asesina. La burguesía funciona con un sistema de explotación inhumano y nada le hará detenerse en la defensa de sus intereses: asesinatos, masacres masivas, campañas de calumnias... Lleva a cabo masacres a gran escala y con un frío cálculo: dos guerras mundiales, Corea y Vietnam, la guerra del Golfo del 91, las guerras en Afganistán e Irak en la década del 2000… La lista de matanzas imperialistas es inacabable. Mientras tanto, mientras que los medios de comunicación generaban un inmenso ruido “en apoyo” de las escolares, los padres de las estudiantes eran los que tenían que pagar el coste de la gasolina para buscar a sus hijas desaparecidas...

Todo este circo mediático tiene un solo objetivo, el de restaurar la imagen de los dirigentes de los grandes países democráticos. Unas bonitas fotos, algunas buenas palabras, unos cuantos clics en las redes sociales y unas lágrimas de cocodrilo delante de las cámaras – ¿qué mejor manera la de estos carniceros para hacer que olvidemos sus propias cruzadas bañadas en sangre?

Así es cómo la burguesía utiliza la barbarie de su propio sistema para regenerar su ideología democrática y para justificar una nueva ronda de intervenciones en la región. La guerra lanzada por Boko Haram se limita principalmente al norte del país y no tiene todavía un gran impacto en la economía nigeriana –la principal riqueza del país, su petróleo, sus grandes ciudades, sus centros de producción, están situados en el sur. Pero aunque las campañas de las grandes potencias occidentales no están vinculadas a un motivo económico inmediato, todavía tienen intereses geo-estratégicos muy importantes en la región y esta es una nueva oportunidad para introducirse militarmente antes que los demás. Así que el 6 de mayo, Estados Unidos anunciaba que estaba enviando sus 'técnicos' para ayudar; al día siguiente Francia siguió el juego con el anuncio de que podría enviar un "equipo especializado"; poco después Gran Bretaña envió sus “consejeros especiales”, y los israelíes han conseguido también meterse en el tema.

A todas estas grandes potencias les importa un comino las colegialas. La experiencia nos ha demostrado que las intenciones humanitarias de la burguesía equivalen a una coartada para avanzar sus peones en la despiadada competencia imperialista en la que están todos involucrados.

DG, 15 de mayo 2014

Personalidades: 

  • Obama [92]
  • Boko Haram [93]

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Descomposición del capitalismo

El engaño se llama monarquía o república, la verdad se llama: socialismo o barbarie

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Elegir entre monarquía o república es un falso problema. Ambos son variantes del Estado capitalista. Este, sea cual sea su forma (monarquía-república, dictadura-democracia) es un aparato exclusivo y excluyente del capital, no es un órgano “de todos” sino que está al servicio de la minoría explotadora. La esencia del Estado es el ejército, la policía, los tribunales, las cárceles, la burocracia; el Estado es, como decía Engels, el “capitalista colectivo ideal”, la herramienta con la que cada capital nacional defiende sus intereses tanto frente a sus rivales –otras naciones– como, sobre todo, contra el proletariado.

La burguesía es una clase minoritaria en la sociedad y sin embargo mantiene sometidos al imperio de sus intereses al proletariado y a la inmensa mayoría. Uno de los medios para ello es hacernos pensar y luchar en falsos problemas evitando así que nos planteemos los verdaderos problemas.

Elegir entre monarquía o república es un falso problema. Ambos son variantes del Estado capitalista. Este, sea cual sea su forma (monarquía-república, dictadura-democracia) es un aparato exclusivo y excluyente del capital, no es un órgano “de todos” sino que está al servicio de la minoría explotadora. La esencia del Estado es el ejército, la policía, los tribunales, las cárceles, la burocracia; el Estado es, como decía Engels, el “capitalista colectivo ideal”, la herramienta con la que cada capital nacional defiende sus intereses tanto frente a sus rivales –otras naciones– como, sobre todo, contra el proletariado.

Para que la lucha del éste sea eficaz ha de ir a la raíz de los problemas. La raíz del desempleo, de la miseria rampante, de la barbarie moral, de los enormes sufrimientos que afectan cada vez más dolorosamente a la inmensa mayoría, no está ni en la forma de estado ni en el tipo de gobierno, está en el capitalismo y en el Estado que lo defiende.

La burguesía española –como otras burguesías del mundo– cambiará de “forma de Estado” si ello le permite defender mejor sus intereses y, sobre todo, mejor engañar, dividir y finalmente aplastar al proletariado, la clase revolucionaria de esta sociedad.

La burguesía española tiene una larga experiencia en aquello de que “todo cambie para que todo siga igual”, como dice un avispado vizconde en la novela El Gatopardo. Ya lo hizo en 1931 cuando envió a Alfonso XIII al exilio nombrando presidente a un terrateniente andaluz y antiguo monárquico – Alcalá Zamora. Lo repitió con la tan ensalzada transición cuando la dictadura de Franco fue reemplazada por la democracia con el aval entusiasta de franquistas de toda la vida (Suarez, Fraga), codo con codo con los “demócratas de toda la vida”, el PCE y el PSOE.

Lo volverá a hacer de nuevo si la situación lo requiere. Ya prepara las nuevas músicas: mientras PP-PSOE, debido a sus responsabilidades de gobierno, apoyan al viejo y al nuevo monarcas, los partidos “más a la izquierda” (IU, Podemos, etc.) enarbolan la otra versión del Estado capitalista: la República. En todo caso, hoy todos sin excepción entonan los mismos cánticos: con la abdicación de Juan Carlos tendríamos “el cambio”, un “tiempo nuevo”, “el ascenso de una nueva generación”. Una burda retórica que esconde una realidad que no solo no cambia sino que empeora por momentos.

Perder el tiempo en un falso dilema –monarquía o república– nos aleja de la verdadera disyuntiva: socialismo o barbarie.

No a Felipe, no a la república

Juan Carlos I, rey de España durante los últimos 39 años, ha abdicado. Era obvio que la monarquía necesitaba renovar y mejorar su imagen, que empeora día a día. Parece que, desde el Estado, se ha considerado que ya había llegado ese momento de renovación de imagen y así lo han hecho: el hasta ahora príncipe Felipe será rey dentro de poco. Ante esto, muchos trabajadores empiezan a responder rechazando la monarquía... y pidiendo una república.

Conviene dejar bien claro que el Estado no “somos todos”: el Estado moderno es un órgano para gestionar los asuntos comunes de la burguesía de la nación, para organizar la competición contra las burguesías extranjeras, para asegurar las condiciones de explotación de los trabajadores y, en resumen, para asegurar en la medida de lo posible la permanencia del capitalismo. Y va a seguir siendo de esta forma mientras existan los antagonismos de la sociedad de clases en que el Estado hunde sus raíces.

Todos los trabajadores, los proletarios, privados de los medios necesarios para producir, somos esclavos asalariados. Las palancas que mueven todo las accionamos nosotros pero las gestionan sólo unos pocos, y el valor creado por nosotros se nos quita de las manos en la rueda loca de la acumulación de capital. A nivel nacional, el capital es capaz de organizarse para perfeccionar nuestra explotación y sometimiento y para competir mejor contra los capitales de otras naciones. Y todo eso lo lleva a cabo por medio del Estado.

Es innecesario hablar de que la monarquía es una institución al servicio del Estado burgués, una institución más del órgano que dota de unidad a la burguesía de donde vivimos y les permite gestionar nuestra explotación. Pero la monarquía no es más que un muñeco de paja, un títere inerte. Y la desaparición o no de ese muñeco de paja no es algo que nos concierna a nosotros, los trabajadores. Los trabajadores (¡de todo el mundo!) tenemos, en el fondo, un sólo interés: dejar de ser explotados.

El Estado español tuvo forma republicana hace ocho decenios. Aprovechemos para recordar que este año se cumplen ochenta años del aplastamiento brutal, del ahogamiento en sangre de nuestros hermanos de clase que se atrevieron a levantarse contra la explotación en la Asturias de la maravillosa República, asesina de obreros y gestora de explotación [1].

¿Qué diferencias hay entre la monarquía parlamentaria actual y una eventual república? En el fondo, ninguna. Ambas siguen siendo un órgano para gestionar nuestra explotación, ambas siguen siendo algo ajeno y opuesto a nuestra clase.

Nuestros intereses, por tanto, no son facilitar el trabajo de la burguesía dando nuestro apoyo a tal o cual forma de gestionar nuestra explotación, sino que son destruir las relaciones de explotación en las que hunde sus raíces tanto la monarquía como la república para poder pasar a disponer de nuestras capacidades, para orientar la sociedad en beneficio de nuestras necesidades. No se trata de elegir cómo es tal o cual detalle del órgano que nos explota sino de destruirlo.

El ala izquierda del capital (a saber; partidos, sindicatos, asociaciones y plataformas de todo tipo) nos dicta consignas vacías que son ajenas a nosotros, que nos llevan a acciones estériles y en nuestra propia contra y que quiere que identifiquemos a toda costa nuestros intereses con el Estado, lo que no es sino otra forma de decir que identifiquemos nuestros intereses con los del capital. Si queremos luchar por nuestros propios intereses no lo podemos hacer marchando detrás de ellos, para nosotros no puede haber más salvador que nosotros mismos. Así, tenemos que romper con su dinámica para ir hacia la dinámica histórica de nuestra clase: en vez de discursos de escuchar y callar, debate que clarifique qué queremos y cómo lo queremos. En vez de sectorialismo (sector educativo, sector sanitario, sector industrial etc. cada uno por su lado), unidad de clase. En vez de pedir una república, combatir por poner el poder en nuestras propias manos. En vez de sindicatos, partidos y asociaciones; asambleas y consejos obreros.

Circulo de Debate Acción Internacionalista – [email protected] [94]

¿Monarquía o república?

¡Sociedad sin Estado y sin clases!

Nuestra emancipación será obra de nosotros mismos o no será


[1] Quienes estén interesados sobre qué fue realmente la República pueden consultar nuestro libro España 1936: Franco y la República masacran a los trabajadores. https://es.internationalism.org/booktree/539 [95]

 

Geografía: 

  • España [7]

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [96]

Personalidades: 

  • Juan Carlos I [97]

Noticias y actualidad: 

  • abdicación [98]

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Círculo de Debate Acción Internacionalista

Los resultados de las elecciones europeas evidencian la descomposición del capitalismo

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Según los sesudos analistas políticos, las elecciones europeas han deparado muchas sorpresas. El triunfo de la extrema derecha en Gran Bretaña y Francia. Los éxitos de la izquierda en Italia, Portugal y por número de votos en España.

El contexto de las elecciones europeas

¿En qué contexto histórico tienen lugar las elecciones del 25 mayo? En primer lugar, la crisis capitalista continúa desarrollándose en profundidad pese a que se dé un cierto respiro en los países europeos a nivel de cifras macroeconómicas no desde luego en la vida cotidiana del proletariado donde se ve una agudización de la explotación y un deterioro sin perspectiva, el desempleo no cesa de aumentar golpeando en pleno rostro a los más jóvenes.

En segundo lugar, los conflictos imperialistas muestran una agravación considerable: en Irak vemos claramente el peligro de desintegración del país y la manifestación rotunda del fracaso de Estados Unidos. En Ucrania la situación se encona, mientras los demás focos de contienda no desaparecen y se van agravando en profundidad [1].

Pero el parámetro más importante para analizar la situación actual tanto respecto a la acción de la burguesía como en relación al proletariado es el peso de la descomposición social del capitalismo [2]. De todo esto, las elecciones europeas han sido una ilustración “de manual”.

Los acontecimientos no pueden verse desde un prisma inmediato y coyuntural sino que para comprenderlos cabalmente hace falta colocarlos en un marco histórico y global, dentro del cual captar lo que aportan. Desde hace más de 30 años la situación mundial viene presidida por la tendencia a la descomposición que nace de una situación histórica inédita que describimos en la tesis 4: “La crisis abierta que se inicia a finales de los años 60 abre de nuevo la vía a la alternativa histórica guerra mundial o enfrentamientos de clase generalizados. Pero, contrariamente a la crisis abierta de los años 30, la crisis actual se ha desarrollado en un momento en el que la clase obrera no estaba sometida a la contrarrevolución. Por eso, con su resurgir histórico a partir del año 1968, dio la prueba de que la burguesía no tenía las manos libres para desencadenar una tercera guerra mundial. Al mismo tiempo, aunque el proletariado ha encontrado las fuerzas para impedir esa “solución”, en cambio no ha encontrado todavía las fuerzas necesarias para echar abajo al capitalismo. En una situación así, la historia sigue, sin embargo, su curso. En el capitalismo, todavía menos que en los demás modos de producción que lo precedieron, la vida social no puede “estancarse” ni quedar “congelada”. Mientras las contradicciones del capitalismo en crisis no cesan de agravarse, la incapacidad de la burguesía para ofrecer a la sociedad entera la menor perspectiva y la incapacidad del proletariado para afirmar, en lo inmediato y abiertamente la suya propia, todo ello no puede sino desembocar en un fenómeno de descomposición generalizada, de putrefacción de la sociedad desde sus raíces”.

¿Qué consecuencias acarrea esta situación de pudrimiento de la sociedad en la raíz?

Por parte de la burguesía, sus gobiernos navegan en el proceloso mar de la crisis sin una orientación clara, van dando bandazos sin rumbo, no ofrecen ningún proyecto concreto, capaz de “ilusionar a la sociedad”. Al contrario, asistimos a una política basada en el corto plazo más rastrero, en la ausencia de toda consideración por el interés general y la primacía descarada de sectores particulares de la clase dominante. Lo único que interesa a gobernantes y capitalistas es lucrarse sin límites, sin ofrecer la más mínima perspectiva.

Esta situación es muy diferente de la que prevaleció en los años 30 del siglo XX, entonces “la burguesía, frente a la crisis, tenía las manos libres para dar rienda suelta a su “solución” [la guerra mundial imperialista]. Una solución de una crueldad indecible, una respuesta a la crisis de carácter suicida que produjo la mayor catástrofe de la historia humana[3]; pero también una solución en torno a la cual ella pudo, al no haber una resistencia significativa del proletariado, organizar el aparato productivo, político e ideológico de la sociedad” (tesis 5). Hoy, en cambio, “la burguesía ha sido incapaz de organizar lo mínimo para movilizar a los diferentes componentes de la sociedad, incluso entre la clase dominante, en torno a un objetivo común, si no es el de aguantar paso a paso y sin esperanzas de lograrlo, ante los avances de la crisis” (tesis 5).

La indisciplina de las diferentes fracciones del capital
y la dificultad para manejar el mecanismo electoral

Esta incapacidad creciente de la burguesía para imponer cohesión y disciplina a todas sus fracciones, da como resultado un creciente desorden en su aparato político que se ve cada vez más golpeado por el “sálvese quien pueda”, la fragmentación y la dispersión. “La base de este fenómeno es que la clase dominante cada día controla menos su aparato económico, infraestructura de la sociedad. El atolladero histórico en que está metido el modo de producción capitalista, los fracasos sucesivos de las diferentes políticas instauradas por la burguesía, la huida ciega permanente en el endeudamiento con el cual va sobreviviendo la economía mundial, todos esos factores repercuten obligatoriamente en un aparato político incapaz, por su parte, de imponer a la sociedad, y en especial a la clase obrera, la «disciplina» y la adhesión que se requieren” (tesis 9).

Los resultados de las elecciones europeas se pueden comprender fácilmente a la luz de los análisis que acabamos de exponer y que tienen como común denominador la descomposición del capitalismo.

Los Estados democráticos utilizan el mecanismo electoral para legitimar y plebiscitar sus orientaciones políticas con el voto popular. Si las distintas fracciones de la burguesía son disciplinadas y responsables respecto al interés nacional y se atienen con rigor a lo que necesita éste en cada momento, resulta relativamente fácil conducir a los electores a dar el resultado apetecido. Sin embargo, es más difícil si los partidos burgueses tienden cada vez más a la indisciplina y el sálvese quien pueda.

Las elecciones europeas son un mecanismo que no decide nada en lo referente a lo que verdaderamente interesa a cada capital nacional: el gobierno del Estado, de ahí que sean utilizadas por cada burguesía nacional para testear las tendencias que existen en la población y, con especial atención, a lo que sucede en la clase obrera.

Respecto a ese testeo, las elecciones europeas del 25 de mayo han deparado 3 claros fenómenos:

  • Creciente desafección hacia los políticos expresada en el aumento de la abstención;
  • Importante fragmentación del mapa electoral con baja general de los grandes partidos; multiplicación de los pequeños y acceso al parlamento europeo de formaciones descaradamente anti-europeístas.
  • Una aparente disparidad entre los resultados en Francia y Gran Bretaña (triunfo de la extrema derecha populista) y los países del Sur (Portugal, Grecia, Italia y España) con una inclinación del voto hacia la izquierda.

La creciente desafección hacia los “grandes partidos” manifestada por la abstención revela la dificultad creciente que tiene la burguesía para manejar adecuadamente las elecciones. Salvo excepciones, los Estados democráticos son en realidad un régimen de partido único pero con dos caras, un centro-derecha y un centro-izquierda, lo que se llama el bipartidismo, que ha monopolizado el poder durante décadas.

Debido a la descomposición, este régimen bipartidista sufre un fuerte desgaste, el cual es más acusado en Francia a causa de la debilidad crónica de la Derecha. Esto es lo que explica la fuerza creciente que alcanza la extrema derecha de la familia Le Pen[4]. En cambio, en España, Italia, Portugal y Grecia, es la izquierda la que ha ganado. ¿Sería debido a una “mayor conciencia ciudadana”, como presumen con orgullo nacionalista los partidos de izquierda? En absoluto, el hecho de que durante muchos años en esos países la derecha ejerciera una dictadura abierta (España, Portugal y Grecia) o encubierta (durante más de 40 años la Democracia Cristiana monopolizó el poder en Italia) obliga a la burguesía a dar más cancha a la izquierda. De ahí que los resultados parezcan dispares a los de Francia o Gran Bretaña.

El peso de la descomposición sobre el proletariado

Es necesario evaluar cuidadosamente estos fenómenos. De forma muy optimista y en base a un razonamiento mecánico, se suele considerar que la creciente abstención sería el síntoma de una toma de conciencia en las filas proletarias.

Esto no es así. La abstención expresa esencialmente apatía, nihilismo, desinterés por lo que sucede en el mundo, encierro en lo “privado”. Nada de esto expresa la menor toma de conciencia proletaria, al contrario, comporta un debilitamiento considerable. La abstención, aparte de que recorre a todas las capas de la sociedad, incluidos burgueses individuales, hay que verla como manifestación del peso de la descomposición sobre la clase obrera. Este peso se ve aún más claramente con el éxito del FN en Francia y de UKIP en Gran Bretaña.

Estos partidos han recogido un voto del miedo. Miedo al futuro. Miedo al extranjero. Miedo a las diferencias. Con la descomposición se desarrollan fenómenos de xenofobia, de refugiarse en la familia, en las pequeñas comunidades locales, en las bandas etc., para tratar de darse una ilusoria protección frente a un mundo cada vez más hostil, cruel e incierto.

Esta huida hacia “mundos aparte” es radicalmente reaccionaria. Por ejemplo, encerrarse en la familia como supuesto “refugio protector” es perderse en una institución estatal que reproduce a nivel “microscópico” la represión y el control social que el Estado ejerce a escala macroscópica. Es huir de la garra del zorro para meterse en la boca del lobo.

En un contexto donde la clase obrera sufre una pérdida de identidad y una seria desconfianza en sí misma, esta situación de desarticulación social, de creciente depravación moral, de ausencia absoluta de perspectivas, puede empujar a sectores de la clase obrera a seguir irracionalmente a los líderes populistas que critican demagógicamente a todos los políticos, que preconizan la nación como una “madre protectora” y que designan toda clase de chivos expiatorios sobre los cuales cargan todos los problemas habidos y por haber.

Ciertos sectores de parados de larga duración, aunque también de jóvenes parados, han mostrado una vulnerabilidad a los cantos de sirena de la extrema derecha. Esto es debido a que, como decimos en la Tesis 14: “El desempleo, resultado directo de la crisis económica, aunque en sí no es una expresión de la descomposición, acaba teniendo, en esta fase particular de la decadencia, consecuencias que lo transforman en aspecto singular de la descomposición. Aunque en general sirve para poner al desnudo la incapacidad del capitalismo para asegurar un futuro a los proletarios, también es, hoy, un poderoso factor de “lumpenización” de ciertos sectores de la clase obrera, sobre todo entre los más jóvenes, lo que debilita de otro tanto las capacidades políticas actuales y futuras de ella”.

Estas ideologías reaccionarias, irracionales y pogromistas, son compartidas por los partidos del aparato político de la burguesía. Sin embargo, solamente la extrema derecha las presenta abierta y sistemáticamente. Aunque, cabe señalar que en los últimos años ha surgido un populismo de izquierda que compite con aquella desarrollando los mismos temas xenófobos y ultra-nacionalistas con “argumentos” aparentemente “solidarios” y “en defensa de los de abajo”. Esta forma cínica e hipócrita de defender la barbarie no hace más que echar agua al molino del populismo. El Frente de Izquierdas francés compite descaradamente en temas nacionalistas y de “rechazo al extranjero” con el Frente Nacional de Le Pen. Syriza en Grecia y Podemos [5] en España, muy ensalzados como “renovadores de la izquierda”, desarrollan un nacionalismo que nada desmerece del exhibido por los grupos fascistas.

El Frente Nacional en Francia ha heredado casi todos los temas patrioteros, de “defensa nacional contra el imperialismo extranjero”, de rechazo a la emigración, que defendía a capa y espada el casi moribundo PCF. En realidad, las zonas industriales o de la periferia de París, antaño feudos electorales del estalinismo, han pasado en muchos casos a manos de las huestes de Le Pen. ¡Para ello no le ha hecho falta a Madame Le Pen cambiar de discurso!

La izquierda presenta a los populistas de extrema derecha como la resurrección del fascismo de los años 30. Una vez más sus “razonamientos” son interesadamente sofistas. En los años 30, el régimen nazi respondía a una necesidad de la burguesía alemana de desarrollo de la economía de guerra en las condiciones de derrota previa del proletariado perpetrada por la socialdemocracia en 1918-23 [6].

Actualmente, estos partidos no tienen una perspectiva de tomar el poder. Su programa económico y político es completamente absurdo desde el punto de vista de lo que necesita el capital nacional y cuando han tenido responsabilidades de gobierno –como en Austria u Holanda- se han desprestigiado rápidamente. Su ascenso es motivado por los efectos de la descomposición y su función es recoger y azuzar los sentimientos reaccionarios que esta provoca sin por ello canalizarlos hacia la acción gubernamental. La postura de “oposición” les resulta mucho más cómoda y hace más eficaz su impacto sobre sectores obreros y de otras capas de la población.

Toda una serie de fenómenos que se han exacerbado con la descomposición si se analizan parcialmente uno a uno y fuera de una perspectiva proletaria, provocan sentimientos de miedo, desorientación, irracionalismo y misticismo, que abonan el terreno a la propaganda populista. Veamos algunos de ellos:

  • “la increíble corrupción que está aumentando, prosperando en los aparatos políticos, la oleada de escándalos en la mayoría de los países;
  • “el aumento constante de la criminalidad, de la inseguridad, de la violencia urbana;
  • “el aumento del nihilismo, del suicidio de los jóvenes, de la desesperanza, como así lo expresaba el “no future” de las revueltas urbanas en Gran Bretaña, del odio y de la xenofobia que animan a “skinheads” y “hooligans”, para quienes los encuentros deportivos son una ocasión de desahogarse y sembrar el terror;
  • “la imparable marea de la drogadicción, fenómeno hoy de masas, poderosa causa de la corrupción de los Estados y de los organismos financieros, que afecta a todas las partes del mundo y, en especial, a la juventud, un fenómeno que expresa cada vez menos la huida hacia mundos quiméricos, que se parece cada día más a la locura y al suicidio;
  • “la profusión de sectas, el resurgir del espíritu religioso, incluidos algunos países avanzados, el rechazo hacia un pensamiento racional, coherente, construido, incluso en algunos ámbitos “científicos”, y que ocupa en los media un lugar preponderante gracias a la embrutecedora publicidad y a sus emisiones estúpidas;
  • “la invasión en esos mismos media del espectáculo de la violencia, del horror, de la sangre y de las matanzas, incluso en programas para niños;
  • “el “cada cual a lo suyo”, la marginalización, la atomización de los individuos, la destrucción de las relaciones familiares, la exclusión de los ancianos, la aniquilación de lo afectivo y su sustitución por la pornografía, el deporte comercializado y mediatizado, las concentraciones de masas de jóvenes en plena histeria colectiva a modo de canción y baile, sustituto siniestro de una solidaridad y de unos lazos sociales totalmente ausentes.

“Todas esas manifestaciones de la putrefacción social expresan no sólo la dislocación de la sociedad burguesa, sino y sobre todo la destrucción de todo principio de vida colectiva en el seno de una sociedad sin el menor proyecto, la menor perspectiva, incluso a corto plazo, incluso la más ilusoria” (tesis 8)

El impacto negativo de estos fenómenos ligados a la descomposición solo podrá empezar a superarse desde la lucha masiva y con una clara orientación revolucionaria de sectores importantes del proletariado. Mientras no se llegue a esa situación, tienen una influencia destructiva sobre la conciencia y la solidaridad proletarias. En particular, propician en las filas obreras el cáncer del inmediatismo y el activismo, llevando a la búsqueda desesperada de consuelos y de soluciones fáciles.

Frente a ello, de forma paciente y perseverante, hay que fomentar a través de la elaboración teórica y el debate lo más amplio posible, los anticuerpos que posee el proletariado como clase histórica y mundial.

La descomposición ataca directamente esos anticuerpos:

  • “la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el “sálvese quien pueda” el “arreglárselas por su cuenta”;
  • “la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad;
  • “la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el “no future”;
  • “la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época” (tesis 13).

Hemos de desarrollar, cultivar obstinadamente, esos 4 anticuerpos, de su extensión a toda la clase obrera depende el porvenir de la humanidad

Smolny, 15-6-14


[1] Para darse una visión global ver el informe sobre las tensiones imperialistas de nuestro último congreso internacional, /content/3985/informe-sobre-tensiones-imperialistas [99]

[2] Ver nuestras “Tesis sobre la Descomposición”, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]. Las citas a continuación se han tomado de dicho documento.

[3] Recordemos que la 2ª carnicería imperialista mundial entre 1939-45 produjo 60 millones de muertos y dio lugar a cumbres de barbarie jamás conocidas en la historia humana como los campos de exterminio nazi o bombardeo atómico de Hiroshima-Nagasaki por parte del bando democrático.

[4] Conviene recordar que éste último fue promocionado por el presidente socialista Mitterand que estuvo en el poder entre 1981-1995, con el objetivo de dividir a la derecha.

[5] Ver “Podemos, un poder del Estado capitalista”, /cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [100]

[6] Ver en Revista Internacional nº 3 “Orígenes económicos, políticos, y sociales del fascismo”, /revista-internacional/197704/111/origenes-economicos-politicos-y-sociales-del-fascismo [101]

 

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Podemos: un poder del Estado capitalista

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La sorpresa de las recientes elecciones europeas ha sido los 5 diputados obtenidos por una nueva fuerza aparentemente surgida de la nada: Podemos. Sectores de jóvenes, algunos restos degenerados de lo que en su día fueron las Asambleas del 15 M[1], lo han apoyado creyendo que algo podrá hacer en la lucha contra el increíble deterioro de las condiciones de vida de la inmensa mayoría al que estamos asistiendo. Para ver si esta expectativa tiene fundamento necesitamos empezar por una pregunta: ¿Es “el voto” un medio que tendrían los explotados para luchar por sus condiciones de vida?

El voto decide lo que al capital le interesa

Según la ideología dominante, la única manera de mejorar nuestra suerte es votando.

Si vemos las cosas según la lógica formal esto parece inobjetable. Los explotados serían la mayoría de la población, les bastaría con votar al partido que más favoreciera sus intereses para de esta manera mejorar su situación.

Sin embargo, cuando se mira la realidad esa especulación aparentemente irrefutable se derrumba como un castillo de naipes. Para empezar, la marcha de todos los países está gobernada por leyes ciegas, no escritas, que brotan de las relaciones de producción capitalista; los vaivenes de este sistema de producción que engloba al planeta entero son los que determinan con mayor o menor intensidad el destino y la evolución de todos los países. Es cierto que a través de la política económica e imperialista, cada Estado, aprovechando su posición en el tablero mundial, puede mejorar algo su situación, generalmente en detrimento de sus rivales, pero vistas las cosas histórica y mundialmente, el destino de la humanidad depende en gran medida de la evolución de un capitalismo que es un sistema que lleva más de 100 años de decadencia y amenaza con hacernos caer en la barbarie de la autodestrucción[2].

 Una primera conclusión debe ser sacada: nuestro porvenir no se puede decidir encerrados en la cárcel de “nuestro país” sino a escala mundial. La lucha unida del proletariado mundial es la única que podrá decidir el porvenir de toda la humanidad.

Una segunda reflexión es además necesaria. El voto –dicen– es para enviar diputados al Estado, el cual decidiría el rumbo de la sociedad según la voluntad de la mayoría. Pero ¿es eso así? Mil hechos nos muestran que NO. El Estado es una máquina al servicio exclusivo y excluyente de la minoría explotadora, la burguesía. Nació con la sociedad de clases y desde entonces no ha hecho otra cosa que reforzarse e identificarse con el modo de explotación reinante. Bajo el capitalismo, el Estado se impregna hasta la médula de su lógica y defiende de forma acérrima sus intereses incluso entrando en conflicto con tal o cual capitalista individual. El Estado es el consejo de administración del conjunto del Capital Nacional. Además, el Estado es mucho más que su parte visible: Jefatura del Estado, Gobierno, Parlamento, administraciones regionales y municipales… Tras ese decorado se halla un aparato frío e impersonal formado por ejército, policía, tribunales, cárceles, burocracia…

El proletariado no podrá aportar nada a la defensa de sus intereses y a la liberación de la humanidad si se mete en la boca del lobo del Estado. Su experiencia histórica le muestra unos medios totalmente diferentes para intervenir en la evolución social. Se trata de las asambleas generales y, en situaciones de maduración revolucionaria, los consejos obreros, órganos no estatales, donde los proletarios pueden construir su unidad y tomar las riendas del porvenir[3].

Mientras el Estado es un órgano de sumisión y aplastamiento de todos los explotados, las asambleas y consejos obreros son el cauce de nuestra auto-actividad, la plataforma para poder pensar y decidir juntos, el medio de estimular nuestras iniciativas y nuestra creatividad.

Y esto nos lleva a un último punto. El voto nos atomiza y nos divide reduciéndonos a la entelequia de un individuo supuestamente soberano, autónomo y plenipotenciario. El voto parte de la suposición idealista de que cada individuo es un propietario privado que lo hace independiente y dueño de sí mismo y que por lo tanto, podría decidir libremente y sin ninguna atadura sobre los asuntos del país.

Esto no tiene ni pies ni cabeza; sabemos que los trabajadores y la inmensa mayoría están desposeídos de todo medio de producción y vida. Su única “propiedad privada” es su fuerza de trabajo que tienen que vender al capital. De “su casa” lo único que poseen es la hipoteca que han de pagar y ya hemos visto como miles y miles han sido brutalmente arrojados de su “propiedad”.

Ese individuo atomizado, encerrado en “sus asuntos”, separado de los demás, es presa fácil de las manipulaciones, las promesas, los engaños, de los políticos. No está decidiendo “en conciencia” sino dejándose llevar por falsas promesas y planteamientos trucados.

Esto es radicalmente diferente de las asambleas generales creadas y controladas por los obreros en lucha donde todos pueden sentir la fuerza de actuar en común, asociadamente, donde cada cual puede aportar lo mejor de sí mismo, donde todos se pronuncian asumiendo plenamente su responsabilidad (mientras que con el voto, que es secreto, se es totalmente hipócrita e irresponsable pues cara a la galería se puede decir una cosa y luego en la cabina hacer otra).

Podemos: rancios vinos en una nueva botella

Podemos criticar a los dos grandes partidos a los que considera incluidos en “La Casta”[4], un concepto de lo más ambiguo pues ¿quién está en esa “casta”? ¿Sólo los políticos corruptos? ¿Solo una parte de los capitalistas?

Esta ambigüedad permite alimentar el típico engaño de que existiría un capitalismo “bueno”, progresista y “aprovechable” y un capitalismo “malo” y “antipatriota”. Esta idea ha sido repetida hasta la náusea tanto por partidos de izquierda como de derecha, para los cuales “los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora” (El Manifiesto Comunista).

Para Podemos, lo primero es España

Podemos es tan patriota como la extrema derecha. En realidad, el patriotismo es el atributo de todo partido del capital, sea de derechas o de izquierdas. El líder de Podemos se ha esmerado en demostrar su defensa intransigente del capital español: “Echo en falta cierto patriotismo en la política española”, declara a La Razón, añadiendo: “Amamos nuestro país y no queremos ser países que sólo nos dediquemos a ponerle cañitas y tapitas a los ricos del norte que vienen a veranear”[5]. El nacionalismo es por definición excluyente, los “forasteros” –vengan del norte rico como turistas o del sur pobre como emigrantes– serían los enemigos de la “comunidad nacional”. La Izquierda –pero igualmente la extrema derecha– vende el cuento de una patria “para los españoles de a pie”. Esto es falso pues la nación es la finca privada del conjunto de capitalistas de un país y el interés nacional del capital exige despidos, recortes, rebajas salariales, desahucios y el sacrificio supremo de asesinar y ser asesinado en la barbarie de la guerra imperialista. Por mucho que Podemos rechace al futuro rey comparte con él la defensa de la “querida España” (palabras de un discurso reciente de Felipe). Del mismo modo, podrá despotricar contra el PP-PSOE, “los dos puntales de la Casta”, sin embargo coincide con ellos en la defensa de España. La crítica que Iglesias hace al gobierno es la de no ser suficientemente patriota: “El Gobierno debería ser patriota y suspender el pago de la deuda”[6] y al jefe de la oposición le espeta: “Yo no le pido que sea socialista, señor Rubalcaba, le pido que sea patriota”[7].

Podemos defiende a capa y espada el engaño democrático

El segundo pilar del programa de Podemos está en la defensa de la democracia. Critica a los dos grandes partidos sobre todo porque alejan a las gentes de la democracia. Pretende hacerla creíble con jueguecitos participativos: primarias, opinión on line y “asambleas ciudadanas” para decidir su línea política.

Todo esto parece muy atractivo pero se da de bruces con la realidad. Podemos ha nacido con un aparato cuidadosamente organizado. En la sombra hay un partido de extrema izquierda –Izquierda Anticapitalista– y una serie de hombres fuertes entre los que destacan junto a Iglesias, Monedero procedente de IU y Errejón que ha colaborado con los regímenes de Morales en Bolivia y de Chávez en Venezuela. Por otra parte, se basa en un descarado culto a la personalidad del “querido líder”, el súper televisivo Pablo Iglesias cuya imagen estaba en marca de agua en las papeletas electorales del partido.

Esta promoción de un “hombre providencial” es una práctica típicamente estatal y capitalista. En todos los partidos de la burguesía, el político que logra ascender a la cumbre del partido es ciegamente ensalzado y peloteado por todo el aparato, figura obsesivamente en los carteles electorales, es el único que habla ante las cámaras, deja las tareas sucias a los números dos etc. Podemos ha seguido al pie de la letra este guión.

El Estado democrático oculta una dictadura tan totalitaria como la de los regímenes de partido único. El ejecutivo es detentado por los dos partidos mayoritarios que se turnan en el ejercicio de una política que apenas se diferencia más allá de algunos matices y de la demagogia empleada. El resto de partidos entra en el parlamento para canalizar el descontento y renovar constantemente la ilusión de que “se puede hacer algo” mediante el voto. Una de sus bazas es la de proponer medidas demagógicas y lanzar toda clase de órdagos a sabiendas de que no van a tener que cumplirlas pues no van a poder gobernar.

Podemos participa en ese juego. Su programa promete de todo: “Queremos una Europa del trabajo digno, la sanidad universal, la educación, la vivienda, las pensiones, la ayuda a la dependencia, y el respeto al medioambiente”, palabrería vacía que oculta el crecimiento del paro, el deterioro de la sanidad y la educación, los desahucios, el recorte de las pensiones y de las prestaciones de todo tipo e igualmente el vertiginoso proceso de destrucción medioambiental.

Por otra parte, Podemos trata de combatir el descrédito del Estado democrático vendiendo la ilusión de que sería posible una “verdadera democracia”. Es el sentido de la ambigua frase de Iglesias que habla de “Lo que yo digo es que lo que estamos diciendo no es de derechas ni de izquierdas, y eso es de sentido común. Que la clave de este momento no es un eje derecha-izquierda sino democracia respecto a dictadura”[8]. El desgaste evidente del “bipartito” (PP-PSOE) que está afectando igualmente a sus comparsas (UPYD-IU), lleva a Podemos a reivindicar una especie de “Frente popular nacional” donde quepan “todos”, de izquierdas y de derechas[9], para eliminar las “imperfecciones dictatoriales de la democracia”.

Esto es una tomadura de pelo y una forma de desviar nuestra lucha hacia callejones sin salida. Las políticas de los gobiernos contra los trabajadores y la inmensa mayoría, la corrupción de los políticos y el favoritismo de los jueces, la creciente violencia policial, no son “imperfecciones” o “desviaciones” de la democracia, sino los rasgos necesarios e inevitables del Estado capitalista, tanto si se da la cara sonriente de la democracia como si adopta el gesto hosco de la dictadura abierta.

Podemos con el capitalismo de Estado

Podemos propone nacionalizaciones parciales de sectores estratégicos de la economía nacional. La nacionalización parcial o completa de la economía nada tiene que ver con el socialismo. Es una medida perfectamente capitalista que han practicado hombres de derecha como De Gaulle, Franco, Hitler o Mussolini. El capitalismo es una relación social de producción basada en la mercancía y el trabajo asalariado, ésta existe tanto con propiedad estatal como privada[10].

Con una sanidad o una educación estatizadas, ambas siguen al servicio del capital. La primera para reparar rápidamente la fuerza de trabajo y hacerla entrar lo más pronto posible en los circuitos de la explotación. La segunda enfocada no tanto a la formación humana o a la cultura sino hacia la obtención de la máxima productividad de los futuros trabajadores.

Podemos surge para cubrir vías de agua en la fachada democrática del Estado

Podemos se ofrece como algo novedoso cuando en realidad sus propuestas se parecen como dos gotas de agua a las de sus rivales.

Podemos confiesa abiertamente que no quiere ningún tipo de cambio social ni de nueva sociedad, su líder, Pablo Iglesias, lo aclara elocuentemente: “Hablamos de patriotismo, de decencia, de democracia. No necesitamos hablar de más, no necesitamos hablar de comunismo, de socialismo, de socialización de los medios de producción, basta con hablar de sentido común”. Tanto Rajoy como quien hace los discursos en la Casa Real podrían haber suscrito estas palabras huecas.

Podemos responde a una necesidad de renovar el aparato político del capital español muy desgastado por la descomposición de este sistema[11]. Les hacen falta nuevas caras que traten de dar algo de credibilidad a un régimen muy deteriorado. Podemos sigue la estela de esas tentativas de “novedades fuertes”, que protagonizaron Syriza en Grecia o el Movimiento 5 Estrellas en Italia.

¿Por qué Podemos ha calado en algunas minorías de jóvenes?

Podemos ha logrado arrastrar a algunos sectores de jóvenes a causa del inmediatismo y el activismo. El capitalismo es una sociedad profundamente inmediatista, su base es la obtención de la máxima ganancia en el mínimo tiempo posible. Este inmediatismo impregna a toda la sociedad y contagia incluso a los que quieren sinceramente luchar contra el sistema. El movimiento que llevará al proletariado mundial a derrocar el capitalismo va a necesitar muchos años de luchas, esto se empezó a entender en el movimiento de indignados de 2011 cuando se gritaba “No es que vamos despacio es que vamos muy lejos”. La impaciencia, la urgencia de “ver algún resultado”, impulsa a compañeros a agarrarse a clavos ardiendo como Podemos que sin duda les llevará a nuevas decepciones. Buscando atajos para llegar más pronto a la meta en realidad se alejan de ella y retrasan todavía más su llegada.

Enlazado con el inmediatismo está el activismo. El capitalismo es una sociedad violentamente utilitaria, pragmática y sin escrúpulos. La contaminación de su ADN a los que quieren acabar con él les hace enrollarse en una cadena sin fin de “acciones prácticas”, de “pequeños pasos”, de “estar presentes”. Podemos con su retahíla de “propuestas prácticas” les lleva a una acción que únicamente sirve al capital. Por ejemplo, la actual “agitación por la República” en la que Podemos junto con IU se ha volcado a tope[12]. Perdiendo el tiempo en acciones sin futuro, nos alejamos de una tarea que quizá resulta dura y difícil, de la que no se verán resultados más que a largo plazo, pero que es apasionante: se trata de la recuperación y vivificación crítica de la experiencia histórica del proletariado, de la elaboración teórica. Estas constituyen armas imprescindibles para futuras luchas y participan de la maduración subterránea de la conciencia que se da en sectores del proletariado.

El proletariado no puede confiar en vendedores de humo como Podemos, debe desarrollar su propio terreno de lucha: su interés como clase mundial y emancipadora frente al interés nacional del capital; su auto-organización en asambleas generales y consejos obreros frente a al Estado y sus “salvadores”.

“Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor”, dice el himno de La Internacional.

Smolny, 8-6-14


[1] Para un balance de este movimientos y otros a nivel internacional ver “2011: de la indignación a la esperanza”, https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

[2] Ver nuestro artículo “100 años de decadencia”, /cci-online/201406/4029/100-anos-de-decadencia [103]

[3] Ver en Revista Internacional nº 140, el inicio de la Serie ¿Qué son los Consejos Obreros? /revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [104]

[4] Es un término utilizado nada menos que por el banquero Mario Conde, famoso por su pelotazo en el Banesto en 1993.

[5] www.larazon.es/detalle_normal/noticias/6301620/pablo-iglesias-candidato-... [105].

[6] https://www.youtube.com/watch?v=d_UaRvo259U&hd=1 [106]

[7] https://www.youtube.com/watch?v=y5iic9GhKRU [107]

[8] https://www.andalucesdiario.es [108]

[9] Como muestra cabe destacar que el Señor Iglesias se declara “amigo” del Señor Vestrynge quien comenzó su carrera en la extrema derecha, después fue secretario general del predecesor del PP (Alianza Popular), posteriormente fue asesor del Señor Frutos (dirigente del PCE y de IU) y se incorporó al proyecto Podemos, aunque unas declaraciones “inoportunas” de tinte racista hicieron que ante la lo metieran en el armario. Ver https://www.publico.es/politica/521917/pablo-iglesias-podemos-ha-movilizado-a-muchos-que-nunca-hubieran-llegado-a-la-izquierda [109]

[10] Esto lo explicamos en “La experiencia rusa: propiedad privada y propiedad colectiva”, /revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva [110]

[11] Ver nuestras “Tesis sobre la Descomposición”, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]

[12] Ver El engaño se llama monarquía o república, la verdad es socialismo o barbarie. /cci-online/201406/4031/el-engano-se-llama-monarquia-o-republica-la-verdad-se-llama-socialismo-o-barb [111]

 

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Julio 2014

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El voto no sirve para luchar contra el capitalismo

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En Santander, a iniciativa de un Espacio Proletario de Debate, ha tenido lugar recientemente un debate sobre Voto o Asambleas. Publicamos a continuación la presentación realizada por un compañero próximo a nuestras posiciones y el resumen del debate que él mismo ha realizado.

Presentación

Teniendo en cuenta la sorpresa en estas últimas elecciones europeas: la aparición de una nueva formación política surgida aparentemente de la nada, Podemos[1], y que ha sabido canalizar el descontento de una parte importante del proletariado. Se impone el determinar si estamos ante algo novedoso, o por el contrario se trata de un nuevo intento por legitimar el sistema democrático, tras la crisis del bipartidismo[2]. Y desde un punto de vista más general, ¿es el voto, un instrumento del proletariado para poder cambiar las cosas?, ¿se puede hacer frente a los ataques sufridos por el proletariado; precariedad laboral, desempleo, recortes sociales, desahucios, deterioro medioambiental… desde un marco nacional? ¿O por el contrario se requiere el dotarnos de un marco adecuado que nos permita el vernos como una clase mundial, con el que hacer frente a un sistema igualmente mundial? Y en última instancia, ¿se puede plantear seriamente una reforma del capitalismo, o por el contrario solo cabe destruirlo? O dicho de otro modo. El ataque a las condiciones de vida del proletariado, ¿son imperfecciones del sistema que podrían ser mejorados, o por el contrario es la política inevitable de un sistema que no tiene otra para sobrevivir? Son preguntas a las que trataremos de dar una respuesta en el transcurso de este debate.

Para empezar habría que saber donde hunde sus raíces la democracia. Esta aparece por vez primera en la antigua Grecia. Ahí vemos surgir los derechos ciudadanos que más tarde Roma adoptaría. Y que recuperará la burguesía en el siglo XVIII. Por tanto vemos que la democracia está ligada a dos conceptos que son consustanciales a esta: la sociedad de clases y el estado.

El estado es el instrumento de dominio de una clase sobre otra. O dicho de otro modo, es el órgano que genera toda sociedad dividida en clases con el fin de encauzar las contradicciones y conflictos que genera una sociedad de dicha naturaleza. Que evidentemente se trata de una sociedad muy violenta, como no puede ser de otra manera, una sociedad dividida en clases. Y los cauces que utiliza el estado para este fin, son muy variados como veremos más adelante.

Aunque la concepción del estado también fue motivo de interesantes debates en el seno de la 1ª Internacional, La Comuna de Paris arrojó luz sobre esta cuestión[3]. El estado burgués tal cual se encuentra, de nada le puede servir al proletariado para transformar el mundo en un sentido revolucionario. Fue con la Comuna de París y su experiencia cuando y como el problema comienza realmente a percibirse a través de las lecciones que Marx y Engels sacaron de ella; necesidad de la destrucción del aparato de Estado burgués por el proletariado, establecimiento de un aparato completamente diferente que «ya no es un Estado en el sentido propio de la palabra» (Engels) en la medida en que ya no es un órgano de opresión de la mayoría por la minoría. Un aparato cuya naturaleza como "peso heredado del pasado" está claramente subrayado por Engels, cuando habla de él como de una plaga, una plaga que hereda el proletariado en su lucha para llegar a su predominio de clase, pero de la cual deberá, como lo hizo la Comuna y en la medida de lo posible, atenuar los efectos, hasta el día en que «una generación criada en una sociedad de hombres libres e iguales pueda deshacerse de todo ese fárrago gubernamental».

También en la comuna de Paris vemos aparecer los primeros consejos obreros, si bien en aquella época estos estaban ligados a determinados ámbitos territoriales, distritos, y no a centros productivos. Como diría Panehoek, al que le debemos una obra bastante interesante sobre los consejos obreros[4], el propio desarrollo del capitalismo despejaría la incógnita de sobre cuales debían de ser sus propios órganos de gobierno proletario. La progresiva concentración del proletariado en mayores centros industriales, propició la creación de los primeros consejos obreros propiamente dichos, en el marco de la revolución rusa de 1905, los soviets. Lo cual supuso un paso cualitativo en el desarrollo de su maduración como clase. En los Soviets se personifica lo que 60 años antes, en  El Manifiesto Comunista[5], parecía una formulación utópica: «Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento independiente, de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría»

En realidad, los límites de la democracia empiezan a ser identificados bien pronto por Marx. En "la cuestión judía", obra de 1843, ya se advierte de la engañifa del discurso defendido por Bauer de la incorporación de los judíos a la sociedad civil. Una obra que sigue siendo de referencia para una crítica de los tan traídos y llevados "derechos civiles". "La contradicción existente entre el poder político practico del judío y sus derechos políticos, -nos dice Marx- es la contradicción entre la política y el poder del dinero en general. Mientras que la primera predomina idealmente sobre la segunda, en la práctica se convierte en sierva suya." La sociedad civil tal y como se desarrolla bajo el capitalismo es una suma infinita de "hombres abstractos". En un primer nivel, el "hombre abstracto" es el "ciudadano", abstracción de una multiplicidad de individuos, titulares todos ellos de una serie de "derechos" idénticos e, igual e idénticamente, soberanos, autónomos y plenipotenciarios. Pero si rascamos más profundamente, este primer nivel puramente jurídico y político, se levanta sobre otro que es el definido por el universo mercantil que caracteriza el capitalismo y que, en realidad, es el básico y determinante.

Las desigualdades tienen su origen en un modelo productivo que tiende a dividir la sociedad en dos clases, la burguesía y el proletariado. Y ningún derecho civil, por muy avanzado que sea este, puede revertir esta situación. Precisamente el concepto de "ciudadanía" tiene como misión el ocultar este hecho, lo cual nos revela la mentira del derecho burgués, que pretende igualar en lo político lo que no es igual en la vida real. Lo que nos lleva a afirmar: que la existencia de "derechos civiles" implica una sociedad desigual. De ahí la necesidad de superar el discurso dominante de la defensa del estado, del democratismo….que no tiene otra misión que la de impedirnos ir a la raíz del problema: el capitalismo.

Y si en la última treintena del siglo XIX, el fetichismo del estado que se desarrollaba muy peligrosamente en la socialdemocracia alemana, fruto de los peores vicios del parlamentarismo, fue ya denunciado por Marx en su crítica del "programa de Gotha"[6]. Una crítica tanto más valiosa por cuanto que aun teniendo el capital en la época de Marx una labor histórica progresista frente a las formas socio-económicas pre-capitalistas y feudales, el autor renano no deja cabo sin atar abogando por que la vanguardia revolucionaria reconozca ya en su programa la necesidad de romper con la democracia: «Pese a todo su cascabeleo democrático, -nos dice- el programa está todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lasalleana[7] en el Estado, o –lo que no es mejor ni mucho menos– de la superstición democrática; o es más bien un compromiso entre estas dos supersticiones, ninguna de las cuales tiene nada que ver con el socialismo».

Un combate que fue seguido por el ala izquierda de la 2º internacional, contra el revisionismo creciente que tuvo en Berstein, a uno de sus mayores representantes, que incluso llegó a negar la existencia del proletariado como clase revolucionaria. El revisionismo que se caracteriza como diría Rosa Luxemburg «por el divorcio entre la teoría y la práctica, por hacer del movimiento un todo y del objetivo nada».[8] Materializado por la táctica imbuida hasta la medula del parlamentarismo, «si se quiere hacer algo, hay que tener primero la mayoría» y que se revelaría totalmente ajeno a la experiencia, que invierte el sentido de esa banalidad parlamentaria: como demostró la revolución rusa, no es la mayoría la que lleva a la táctica revolucionaria, si no la táctica revolucionaria la que lleva a la mayoría.

No es de sorprender que las críticas más apropiadas y profundas a las prácticas reformistas de la social democracia y de los sindicatos, empiezan a ser elaboradas precisamente donde esas prácticas estaban más arraigadas: en países como Holanda y Alemania. Fue allí, en vez de en Rusia donde el proletariado luchaba todavía por derechos parlamentarios y sindicales, donde el peligro de los hábitos reformistas fue comprendido, desde el primer momento, por los revolucionarios. Por ejemplo, los trabajos de Anton Pannekoek y del grupo holandés Tribune, en los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, contribuyeron a preparar el terreno para la ruptura radical de los revolucionarios alemanes y holandeses con las viejas tácticas reformistas, después de la guerra. Lo mismo hay que decir de la Fracción abstencionista de Bordiga en Italia. En donde leemos: «La participación en las elecciones a los órganos representativos de la democracia burguesa y la actividad parlamentaria, aun presentando en cualquier tiempo un continuo peligro de desviación, podían ser utilizados para la propaganda y la formación del movimiento en el periodo en el que, no delineándose todavía la posibilidad de abatir el poder burgués, la tarea del partido se limitaba a la crítica y a la oposición. En el actual periodo abierto con el final de la guerra mundial, con las primeras revoluciones comunistas, y con el surgimiento de la Tercera Internacional, los comunistas colocan como objetivo directo de la acción política del proletariado de todos los países la conquista revolucionaria del poder, a la cual todas las fuerzas y toda la obra de preparación deben ser dedicadas. En este periodo es inadmisible toda participación en los organismos que se muestran como un potente medio defensivo burgués destinado a actuar dentro de las filas mismas del proletariado, y en antítesis con la estructura y la función de los que los comunistas sostienen el sistema de los consejos obreros y la dictadura proletaria»

Con la entrada del capitalismo en su decadencia que tiene en el estallido de la 1ª guerra mundial su muestra más elocuente, la lucha por reformas era ya insostenible, y con ello la diferenciación entre programa mínimo y máximo perdía todo su sentido.

Y es que el estado, instrumento de la sociedad de clases, ¿puede ser utilizado para acabar con la sociedad de clases?. El ciudadano, y más en concreto el "ciudadanismo", que es la ideología en la cual se sostiene, ¿puede tener alguna potencialidad como sujeto revolucionario? Con todo lo que implica ser ciudadano, que lo somos todos, incluido Emilio Botín. ¿Tenemos algo que ver con este señor por muy españolitos que seamos todos?

Entiendo que este es un tema importante, que habrá tiempo de tratar en el trascurso del debate.

Pero hay que tener claro que el estado tiene varias caras o facetas por expresarlo de algún modo, no solo se sostiene mediante la represión abierta: juzgados, policía, ejército, sino sobre todo desde un punto de vista ideológico, el estado dispone de numerosos cauces de integración: sindicatos, corporaciones municipales, parlamentos. El voto es una de las armas más poderosas. Parte de la entelequia de que todos somos seres soberanos y libres con poder para transformar el mundo, bastaría entonces con votar a la mejor opción, a los representantes de la mayoría. Esto que aparentemente es irrefutable se da de bruces con la realidad. Para empezar, la marcha de todos los países está gobernada por leyes ciegas, no escritas, que brotan de las relaciones de producción capitalista; los vaivenes de este sistema de producción que engloba al planeta entero son los que determinan con mayor o menor intensidad el destino y la evolución de todos los países. Por eso el proletariado está perdido si se mete en la boca del lobo del estado. La historia nos demuestra cuáles son sus órganos genuinos, las asambleas abiertas a todos los trabajadores y en los momentos revolucionarios los consejos obreros. Desde 1905 las luchas obreras han seguido un mismo patrón. En las asambleas se forja la clase y sentimos la solidaridad que nos proporciona el sabernos protagonistas de un mismo fin. Más allá de la atomización en la que nos encierra el voto, por eso resulta tan manipulable esa persona aislada, ese "ciudadano" encerrado en su casita. Y de ahí que una necesidad vital para el proletariado, haya sido el buscar la unidad por encima incluso de los controles sindicales que nos dividen por empresas, sector etc. El mayo del 68, el movimiento de los trabajadores de astilleros de Vigo del 2006, el de los estudiantes en Francia contra el contrato del primer empleo de ese mismo año, o el movimiento de los indignados del 2011[9], son luchas recientes que nos muestran a nuestro entender, el verdadero camino que debe de forjarse el proletariado de cara a su emancipación, lejos de las redes tejidas por el estado.

Resumen del debate

¿Es el voto un instrumento del proletariado para cambiar las cosas?  ¿Se pueden resolver los problemas que afectan al proletariado: paro, precariedad laboral, desahucios, recortes sociales, deterioro medioambiental… desde un marco nacional? Y más en concreto: ¿se puede plantear seriamente una reforma del capitalismo?, o por el contrario solo cabe destruirlo. O dicho de otro modo, el ataque a las condiciones de vida del proletariado, ¿son imperfecciones del sistema que podrían ser mejorados, o por el contrario es la política inevitable de un sistema que no tiene otra para sobrevivir?

Estas son preguntas a las que se proponía responder la discusión.

El debate pronto giró en torno a la naturaleza del estado. Había gente que entendía que el estado podía ser neutral, que estaba por encima de las clases sociales, y que por tanto podía ser útil de alguna manera al proletariado. Es más, alguien cuestionó la propia existencia del proletariado, tachándolo de concepto ideológico. No se tuvo ocasión de profundizar en ello, pero nosotros rechazamos de plano tal cosa. En realidad la definición del proletariado que nosotras defendemos no es nueva, ya Marx definió bien pronto al proletariado como todo aquel que se ve obligado a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir, puesto que esa es la única mercancía que posee. Es el posicionamiento de los seres humanos en el proceso productivo lo que determina a la clase a la cual pertenece.

El capitalismo es el primer sistema de la historia que es incapaz de tolerar en su seno viejas formas de producción. Y así como vimos en Europa en el siglo XVIII y sobre todo en el XIX, la progresiva transformación del pequeño artesano y del tendero en proletario, así como la emigración del campo a la ciudad, sumiendo a la gente en unas condiciones de miseria inimaginables, en suburbios improvisados en muchos casos sin ningún tipo de servicios básicos, agua, alcantarillado etc… montados alrededor de las mismas fabricas y con jornadas laborales de hasta 16 y 18 horas. El capitalismo en su búsqueda enfebrecida de materias primas y de compradores que no fuesen ni capitalistas, ni asalariados, esquilmó, diezmó y asesinó a las poblaciones de las colonias. El sistema en su búsqueda de mercados pre - capitalistas, ha venido a transformar el mundo, destruyendo a las poblaciones indígenas e introduciendo la mercancía en todos los rincones del planeta.

Pero al mismo tiempo esto ha puesto las bases para el comunismo. El capitalismo es el primer sistema productivo que se ha desarrollado a nivel mundial, y esto ha puesto en manos de proletariado, la clase del trabajo asociado, la posibilidad de la transformación revolucionaria del mundo. Pero, ¿el estado puede ser utilizado por el proletariado para sus propios fines?

La experiencia histórica nos dice que el estado es el instrumento de dominio de una clase sobre otra, y por tanto bajo el capitalismo el estado solo puede ser el estado del capital. La esencia del aparato del estado, lo constituyen la policía, el ejercito, los juzgados, las cárceles, pero también el parlamento y las administraciones regionales y municipales. En realidad la tan traída y llevada división de poderes, no hace sino ocultar la dictadura del capital. Por eso la democracia es un sistema especialmente hipócrita de ejercer la mencionada dictadura. Al proletariado de nada nos sirve este aparato, la asunción directa de los asuntos públicos en manos de los propios trabajadores, exige el dotarnos de organismos propios. Estos organismos  empezaron a perfilarse por primera vez en la comuna de Paris.

 Algo en lo que se incidió precisamente por parte de algunos asistentes, fue en el estudio de nuestra historia con el fin de reapropiarnos de las lecciones del pasado; y del trabajo teórico. Porque no nos sirve todas las formas de lucha, porque las formas deben de estar en consonancia con los fines. Y ya son muchos los compañeros que en su pretensión sincera de luchar contra el sistema, se han visto quemados por ese tremendo utilitarismo, que explotan a más no poder los sindicatos y las organizaciones de la izquierda del capital y que se traduce, “en el que hay que hacer algo”, “en estar presentes”, en involucrarse en cientos de luchas parciales, que lejos de contribuir al desarrollo de la conciencia de clase del proletariado, lo que hacen es coartar nuestra independencia, enredándonos en la telaraña del estado.

La burguesía para hacer creíble su discurso, y dar un barniz nuevo a sus viejas formulas de “regeneración democrática”, no duda en crear de forma periódica nuevas formaciones políticas, sucedáneos de los viejos partidos, que funcionan como auxiliares de estos o incluso como sustitutos.

Uno de los compañeros nos habló de las movilizaciones obreras de los años 70. Movimientos masivos y asamblearios, desarrollados en muchos casos incluso al margen de los sindicatos clandestinos, y de cómo a pesar de ello el democratismo consiguió desviar las reivindicaciones de clase hacia la defensa del antifascismo, propiciando de ese modo el camino hacia la transición. Pero esta experiencia de la clase no ha sido en balde y más de treinta años después de esto, la farsa democrática necesitaba un lavado de cara para seguir desempeñando su función embaucadora. Una muestra bien buena de esto, es el nuevo discurso que maneja la burguesía y que sirvió para boicotear las asambleas del 15 M desde dentro: “democracia real ya”. Todo un artificio sacado de la manga, en un intento por involucrarnos en la defensa del estado.    
El mejor antídoto que puede generar el proletariado para no dejarse arrastrar por banderas ajenas, es el debate y la reflexión. Por eso aplaudimos iniciativas como esta, porque aunque pueda verse como un trabajo abstracto, despegado de la realidad, forma parte de esa maduración subterránea de la conciencia que se dan en sectores del proletariado y que resulta imprescindible.
Espacio de debate proletario


[1] Ver /cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [100]

[2] Sobre las causas de la crisis del bipartidismo, fenómeno internacional y en nada limitado a España, ver nuestro artículo sobre las elecciones europeas: /content/4034/los-resultados-de-las-elecciones-europeas-evidencian-la-descomposicion-del-capitalismo [114]

[3] Ver el trabajo de Marx, en nombre de la Primera Internacional, La Guerra Civil en Francia, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm [115]

[4] Ver https://www.marxists.org/espanol/pannekoek/1940s/consejosobreros/index.htm [116]. Se puede ver igualmente nuestro estudio histórico sobre los consejos obreros en la sería cuyo primer artículo se encuentra en /revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [104]

[5] Ver https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [28]

[6] Ver Crítica del programa de Ghota [117].

[7] Se refiere a los seguidores de Ferdinand Lasalle, un aventurero infiltrado en el movimiento obrero para utilizarlo para sus fines, llegando a pactar secretamente con el canciller Bismark. En 1875 en el Congreso de Ghota, los lasallianos se unieron a partido fundado en 1869 por los miembros de la Primera Internacional en Alemania, sin embargo estos pagaron un alto precio oportunista para la fusión, lo que motivó la dura crítica de Marx y Engels en el libro anteriormente citado. Ver sobre Lasalle https://es.wikipedia.org/wiki/Ferdinand_Lassalle [118]. Sobre qué es el aventurerismo político y sobre cómo se infiltra en las filas obreras ver en nuestra Revista Internacional nº 88, “La lucha del marxismo contra el aventurerismo político”, /revista-internacional/199701/1234/cuestiones-de-organizacion-iv-la-lucha-del-marxismo-contra-el-aven [119]

[8] Ver Reforma o Revolución, https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf [11]

[9] Sobre estos movimientos ver respectivamente: /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [120] /revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [121] y https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

 

Geografía: 

  • España [7]

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Debate

¡Solidaridad con nuestros hermanos de clase!

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Traducción del artículo publicado por Révolution Internationale el 19 mayo de 2014, sección de la CCI en Francia.
Más de 300 muertos y decenas de heridos graves, incluso muchachos de 16 años, han perecido ¡sepultados entre los escombros! La explosión que ha devastado la mina de Soma, al Oeste de la Turquía, es la catástrofe industrial más mortífera de la historia de este país. No estamos en absoluto ni ante un “accidente” fruto del azar, ni ante una triste fatalidad ante los cuales, impotentes, deberíamos inclinarnos con resignación. Se trata de ¡un crimen! ¡Otro crimen del capital!

Entre los muertos, había numerosos refugiados de la guerra civil en Siria y la gran mayoría de estas víctimas tenía entre 16 y 20 años.

Tras el hundimiento de la mina, miles de trabajadores y sus hijos, la mayoría en edad escolar, salieron espontáneamente a la calle; no sólo en Soma e Izmir (ciudad portuaria cercana a Soma) sino también en las grandes ciudades, Ankara y Estambul, y en las regiones kurdas. Un año después del gran movimiento social en defensa del parque Taksim Gezi en Estambul ([1]), desafiando la feroz represión, los gases lacrimógenos y los golpes de porra, los manifestantes, cada día más numerosos, ocupaban las calles.

La burguesía turca, y los medios de comunicación masiva a su servicio, ocultan totalmente esta cólera. En todas las cadenas de televisión, las únicas imágenes que se repiten sin cesar son las del dolor de las familias, llorosas y rezando por sus muertos, alternadas con los discursos de Erdogan y el ministro de Energía prometiendo indemnizaciones (como si estas limosnas pudiesen aliviar tanto dolor o ¡resucitarles a sus muertos!). Y para calmar la tensión social y desactivar la cólera de los mineros, se les promete: ¡otro empleo tras el cierre de la mina!

La censura o el silencio de los Medias sobre lo que está ocurriendo: manifestaciones en las calles, asambleas de estudiantes que ocupan las universidades, acordonamiento policial de barrios y carreteras en las ciudades grandes y pequeñas, es aplastante. Por esa información es difícil saber lo que está pasando realmente en Soma, salvo los rezos y los lamentos de las familias. El gobierno ha movilizado además a todos sus imanes y curas, intentando intoxicar la cólera de los obreros con el opio de la mistificación religiosa para hacerles doblar el espinazo y hundirles en un sentimiento de impotencia, resignación y docilidad frente al orden capitalista.

Sabemos sin embargo, frente a ese silencio, que en las manifestaciones la solidaridad con las familias de las víctimas y la indignación frente a la incuria del gobierno y de la patronal, se enfrentan a la represión brutal del Estado policial. La fotografía de una joven que agita una pancarta en la que ha escrito: “¡Esto no es un accidente, es un asesinato! El gobierno es responsable" expresa muy bien la profundidad de la cólera y del descontento social.

Mientras se redactaba este artículo, en las universidades de Estambul y de Ankara, trabajadores y estudiantes organizan, tras las manifestaciones reprimidas en la calle, asambleas generales abiertas a todo el mundo que desee asistir.

Las elecciones son ¡una trampa para la clase obrera!

Junto a curas e imanes la burguesía turca organiza también a todas sus fuerzas democráticas “opositoras”, para encauzar así cualquier riesgo de explosión social; éstas focalizan la atención hacia la “responsabilidad que pueda tener” el Gobierno, ocultándose así ellas mismas tras el manido eslogan democrático: "¡Gobierno dimisión!", que les acompaña en todos los desfiles y marchas. Las fuerzas “progresistas” democráticas (partidos de izquierda, de extrema izquierda y sindicatos) participan así en el mantenimiento del orden capitalista y de la unión nacional, de la unión sagrada de los proletarios con sus explotadores. Sus discursos “radicales” contra el gobierno Erdogan persiguen un único objetivo: desactivar la bomba social y desviar la cólera de los trabajadores y los estudiantes hacia la trampa electoral. Si los curas e imanes llaman a los proletarios a arrodillarse y rezar, las fuerzas de la oposición les animan a dispersarse cívicamente en las urnas electorales; es decir, a reivindicar una mejor gestión del capital nacional por la clique burguesa que consideren más “competente”.

Las elecciones presidenciales tendrán lugar el próximo agosto. Es la primera vez que se hace por sufragio universal. Hasta entonces, todos los clarines democráticos tronarán para intentar transformar a los explotados en simples ciudadanos, aturdidos por la matraca ensordecedora de las campañas electorales. No es casual que, para acrecentar las falsas ilusiones, los opositores de Erdogan insistan sin descanso en que “falta control sobre los centros de trabajo por parte de los poderes públicos”, concretamente en las minas. No es una coincidencia azarosa si los sindicatos han proclamado una jornada de huelga general para “protestar contra las negligencias y la laxitud de las autoridades”. Los sindicatos y la oposición se juntan para atraer la atención sobre el Sr. Erdogan; es decir, para sembrar la ilusión de que otro dirigente, de cualquier otra clique de explotadores, en el gobierno será capaz de gestionar “más humanamente” la explotación de los proletarios y, por lo tanto, para impedir reflexionar sobre las causas reales y el verdadero responsable de esta catástrofe: ¡el sistema capitalista en su totalidad!

Es evidente que las declaraciones provocadoras del Primer ministro refuerzan el sentimiento de rechazo hacia este villano y su ilimitado cinismo. Cuando, delante de las familias, vecinos, amigos y hermanos de clase de las víctimas, el señor Erdogan declara fríamente que "los accidentes forman parte de la propia naturaleza de las minas" suscita aun mayor indignación y cólera; pero además, cuando se le ve abofetear a los manifestantes agarrados por su policía y a uno de sus ayudantes patear a otro manifestante, ¡roza la provocación!

La arrogancia, la brutalidad y el cinismo de Erdogan muestran el auténtico rostro de toda la clase burguesa, una clase mundial de explotadores y asesinos. El capitalismo de "rostro humano" es pura mistificación y, en realidad, a la burguesía, sea quien sea la camarilla que gobierne, de derechas o de izquierdas, le importan poco las vidas humanas; su única y verdadera preocupación es el beneficio. Sea laico o no, el estado burgués es siempre un estado policiaco, como vemos en los países democráticos más desarrollados donde las manifestaciones están siempre encuadradas tanto por los partidos opositores, los sindicatos (y su “servicio de orden”) como por las fuerzas represoras.

El capitalismo: un sistema de explotación, sembrador de muerte

Akin Celik, director de explotación de Soma Kömür Isletmeleri, declaraba en 2012, en una entrevista a un periódico turco, estar dispuesto a reducir los gastos de explotación de 130 dólares la tonelada, precio anterior a la privatización de la mina, hasta 24 dólares la Tm. ¿Cómo ha realizado este prodigio? Es evidente, recortando donde podía, particularmente en seguridad y con la bendición de los mismos sindicatos que hoy denuncian la incuria gubernamental. «No hay seguridad ninguna en esta mina. Los sindicatos son unos peleles y la dirección solo piensa en el dinero»; no se podía hablar más claro de lo que lo hace este minero de Soma ([2]).

Pero la avidez y la codicia patronal no son la única causa de las catástrofes industriales, de los “accidentes” de trabajo y de las enfermedades profesionales. Si hay que recortar sin descanso los costes es para preservar la productividad de la empresa, su capacidad de competir. Dicho de otra manera: la propia naturaleza del funcionamiento del modo de producción capitalista, basado en la competencia en el mercado mundial, en la producción para el beneficio, empuja inexorablemente a los patronos, incluso a los menos "inhumanos", a poner en peligro la vida de sus explotados. Para la clase burguesa, el proletario, el trabajador asalariado sólo es una mercancía a quien se compra la fuerza de trabajo al precio más bajo. Para hacer descender los costos de producción la burguesía recorta más y más y economiza en las condiciones de seguridad en los puestos de trabajo. Los explotadores no están preocupados por la vida, la salud ni la seguridad de los explotados. Lo único que para ellos cuenta es el volumen total de ventas, la tasa de plusvalía, los pedidos de sus clientes, etc.

Según el informe publicado en 2003 por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), cada año 270 millones de asalariados son víctimas de accidentes de trabajo y 160 millones contraen enfermedades profesionales, muchas de las cuales ni son curadas. El estudio revela que el número de trabajadores muertos en el ejercicio de su profesión sobrepasa los 2 millones anuales… Es decir, el trabajo mata unas 5 mil personas ¡cada día!

Y este horror no es exclusivo del tercer mundo. En Francia, Según la CNAM (Caja nacional del seguro de enfermedad) el trabajo mata anualmente a unos 780 asalariados (¡más de 2 por día de trabajo!). Hay alrededor de 1.350.000 accidentes debidos al trabajo, lo que corresponde a 3 700 victimes por día; lo que significa, en una jornada de 8 horas, ocho heridos por minuto...

A lo largo de los años y atravesando las fronteras, la explotación capitalista va siempre sembrando la muerte. Como puso ya en evidencia F. Engels en 1845 con su estudio sobre La situación de la clase obrera en Inglaterra: “La mina de carbón es el escenario de una vorágine de desgracias horripilantes y éstas se producen exclusivamente a causa del egoísmo burgués. El grisú (carburo de hidrógeno, gas que se forma a menudo en las galerías) al mezclarse con el aire produce una mezcla explosiva que se enciende al contacto de una llama y mata a quien se encuentre próximo. Tales explosiones ocurren, aquí y allá, todos los días; el 28 de setiembre de 1844 una, en Haswell Colliery (Durham), mató a 96 personas. También abunda en grandes cantidades el monóxido de carbono; se asienta este en las profundidades de la mina en bolsas que alcanzan a menudo la altura de un hombre al que envuelve y asfixia. (…) Mediante una buena aireación de las galerías, por medio de ventiladores, se podría evitar perfectamente los efectos funestos de los dos gases pero el burgués no quiere desembolsar el dinero necesario para hacer esto y ordena al obrero utilizar la lámpara Davy, la que le es completamente inútil por su escasa luz, razón por la que la cambia de buen grado por una simple vela con que iluminarse. Es entonces cuando ocurre la explosión. La causa de la explosión es la negligencia del obrero, pero está claro que el burgués hubiera podido hacer casi imposible toda explosión mediante una buena ventilación con aire. Hay más: constantemente se derrumba en parte o totalmente alguna galería, sepulta a los obreros y los hace añicos: el interés del burgués es que sean excavadas la mayor cantidad de vetas de carbón, de lo que se deriva tal género y cantidad de desgracias.”

El capitalismo: ¡he aquí al asesino! ¡Este es el enemigo!

La auténtica solidaridad con las víctimas de Soma: ¡luchar en todas partes contra quienes nos explotan!

Los muertos de Soma, son ¡nuestros muertos! Son nuestros hermanos de clase a quienes ha asesinado el capitalismo. Son nuestros hermanos de clase quienes son hoy ¡reprimidos y maltratados en las manifestaciones de Turquía! Los explotados de todos los países deben sentirse concernidos por esta catástrofe; pues ¡la verdadera catástrofe es el sistema capitalista!

Frente a la barbarie de este sistema que siembra muerte no solamente en los cientos de conflictos bélicos sino cada vez más, en tiempos de “paz”, en los puestos de trabajo, los explotados de todos los países deben negarse a hacer causa común con sus explotadores. La verdadera solidaridad que debe manifestarse a las afligidas familias de Soma es la lucha en su propio terreno de clase. Necesitamos discutir en todos los puestos de trabajo, en los institutos y en las universidades, sobre cuáles son las verdaderas causas de esta tragedia; destrozar las trampas de todos los reformistas y perros guardianes del orden burgués que agitan el espantajo Erdogan para enmascarar el verdadero culpable: el capitalismo mundial.

A las cantilenas de los curas que repiten: "¡No luchéis, rezad!", a las consignas de las fuerzas democráticas de la oposición que dicen "¡No luchéis! votad", respondamos:

“¡Solidaridad con nuestros hermanos de clase en Turquía! ¡Abajo el capitalismo! ¡Emprendamos el combate contra todos los explotadores de todos los países!

RI, 16 mayo 2014


[1] Ver /cci-online/201306/3769/turquia-la-solucion-al-terrorismo-de-estado-no-es-la-democracia [122]

[2] Referencia: https://www.france24.com/fr/20140514-turquie-explosion-mine-charbon-morts-prisonniers-accident-erdogan/ [123] .

 

Geografía: 

  • Turquía [124]

Rubric: 

El capitalismo siembra la muerte: accidente minero en Turquía

agosto 2014

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Un caso de suplantación política

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Nos hemos encontrado con un blog en Internet que se hace llamar “Corriente Comunista Internacional”. Este presenta un pequeño resumen de nuestras posiciones básicas[1]. Sin embargo, bajo esa cobertura defiende posiciones nacionalistas que nos son radicalmente ajenas. Desconocemos las motivaciones de los impulsores de este blog pero denunciamos la tentativa de suplantación. Si alguien se siente identificado con nuestro combate, lo natural es contactarnos y trabajar mano a mano con nosotros. Es inadmisible adoptar nuestro nombre y alguna posición tomada a volea y con esa credencial defender posturas antagónicas a las del proletariado. Es una forma de atacarnos.

Les escribe Internacionalismo Perú (sección de la CCI), sorprendidos ante esta burda pagina donde se pone el nombre la organización y además se copia las posiciones de la CCI que son posiciones de la izquierda comunista, posiciones de la clase obrera mundial. Este blog no pertenece a la CCI en este hay posiciones y propaganda de la izquierda del capital, sobre todo además de una defensa por la liberación de Palestina ante la barbará guerra emprendida por Israel contra sus rivales de HAMAS y que pagan con miles de muertos los obreros y explotados palestinos así como un número significativo de soldados judíos, la posición de la CCI no es por la defensa de un Estado u otro ni por Israel ni por Palestina, rechazamos toda ideología nacionalista, hoy en día en esta descomposición del capitalismo y la barbarie a la que está llegando no se detienen en sacrificar todas las vidas que haga falta con tal de lograr sus objetivos. Frente a la terrible situación que vive la población en Medio Oriente, es necesario defender la única perspectiva que puede acabar con la guerra: la unidad del proletariado por encima de todas las fronteras, el internacionalismo.

Invitamos a los lectores y participantes de este foro a que se pongan en contacto y entremos en un debate compañero y fraterno, les dejamos acá textos sobre el conflicto en Medio Oriente que esperamos sirva para el análisis y la reflexión.

Pueden escribirnos a este correo [email protected] [125]

Internacionalismo-Perú, sección de la CCI

Agosto 15, 2014

Links de interés:

https://es.internationalism.org/node/2444 [126]

https://es.internationalism.org/node/2443 [127]

 

Gaza: ¡La solidaridad con las víctimas de la guerra
implica luchar contra todos los explotadores!

Publicamos a continuación la traducción de la toma de posición que apareció en nuestra "Web" en inglés el pasado día 31-12. Los acontecimientos han evolucionado desde entonces en el mismo sentido que denunciamos: el uso sistemático de un terror brutal contra la población bombardeada desde tierra mar y aire, y la entrada de las tropas israelíes en Gaza en la tarde de hoy mismo 3-1-2009. Pero hemos visto también, por otro lado, como entre la población mundial crece la indignación ante estas atrocidades y la hipocresía de las grandes potencias. Se desarrolla también un vehemente deseo de solidaridad con la población palestina que está sirviendo de rehén en este conflicto entre fracciones de la clase explotadora. Lo que los revolucionarios denunciamos - como ponen magníficamente de manifiesto las contribuciones de nuestros lectores que acabamos de publicar - es que se pretenda desviar esa solidaridad hacia el podrido terreno nacionalista de defensa de una patria contra otra, cuando la única alternativa que puede liberar a la humanidad del imperialismo, la guerra y la barbarie, es, por el contrario, el desarrollo del internacionalismo revolucionario hasta la abolición de todas las naciones y las fronteras y la edificación de una auténtica comunidad humana: el comunismo.

AP (CCI).

Tras dos años asfixiando la economía de Gaza (impidiendo la entrada de combustible y medicinas, bloqueando las exportaciones, negando a los trabajadores palestinos la posibilidad de ir a conseguir trabajo en el lado israelí de la frontera...); y después de haber convertido Gaza en un inmenso campo de prisioneros del que los palestinos han tratado desesperadamente de escapar a través de la frontera con Egipto; la maquinaria militar israelí está sometiendo a este territorio enormemente hacinado y empobrecido a la salvajada de un bombardeo aéreo prácticamente constante. Cientos de personas ya han perdido la vida y los ya exhaustos hospitales no pueden dar abasto para atender una interminable riada de heridos. La propaganda de guerra israelí que afirma que están haciendo todo lo posible por evitar víctimas civiles es de un repugnante cinismo: Cuando los objetivos "militares" se sitúan al lado de bloques de viviendas e incluso las mezquitas y la Universidad islámica ha sido señalados como objetivos de guerra, distinguir entre lo civil y lo militar es un completo sinsentido, y acaba dando, como consecuencia inevitable, una tasa altísima de víctimas entre la población, muchos de ellos niños, muertos, mutilados, o, como sucede en un elevadísimo número de casos aterrorizados y traumatizados de por vida por la sucesión ininterrumpida de ataques. Cuando escribimos esta toma de posición, el primer ministro israelí Ehud Olmert ha señalado que esta ofensiva solo representa un primer paso. Los tanques se encuentran preparados en la frontera y no se descarta una operación terrestre a gran escala.

La excusa que ha puesto Israel para todas estas atrocidades –y que se ve respaldada por la administración Bush en Estados Unidos– es que Hamás no ha dejado de lanzar cohetes contra la población israelí a pesar del proclamado "alto el fuego". Ya adujo esa misma justificación para la invasión del sur del Líbano hace dos años. Es cierto que tanto Hezbollah como Hamás se escudan hipócritamente detrás de la población libanesa y palestina, con lo que estas quedan expuestas a la venganza israelí. Es cierto, también, que estas dos organizaciones quieren colar la patraña de que el asesinato de un puñado de civiles israelíes constituye un ejemplo de la "resistencia" ante la ocupación militar por parte de Israel. Pero la respuesta de Israel es la que siempre ha caracterizado a toda potencia ocupante: hacer pagar a toda la población por las acciones de una minoría de milicianos. Eso es lo que han venido haciendo con el bloqueo económico que se ha impuesto desde que Hamás expulsase de Gaza, eso es lo que ya hicieron en el Líbano, y eso es lo que están haciendo hoy con el bombardeo de Gaza. Esa es lógica de barbarie que preside todas las guerras imperialistas, en la que ambos bandos utilizan a la población como escudo y como objetivo, por lo que ésta acaba, casi invariablemente, poniendo muchísimas más víctimas que los propios soldados en uniforme.

Y como sucede en todas las guerras imperialistas, los sufrimientos que se inflingen a la población, la irracional destrucción de hospitales y escuelas, no lleva más que a preparar el terreno para nuevas oleadas de destrucción. El objetivo declarado de Israel es aplastar a Hamás y aupar al poder en Gaza a una fracción palestina más "moderada". Pero incluso los anteriores jefes de la Inteligencia israelí (al menos uno de los más,... inteligentes), reconocen la inutilidad de esta postura. A propósito del bloqueo económico, un antiguo oficial del Mossad, Yossi Alpher, declaraba: “El bloqueo económico de Gaza no ha conllevado ni uno solo de los objetivos políticos que se perseguían. No ha servido para hacer que los palestinos aborrecieran a Hamás, sino que ha resultado contraproducente. Es simplemente un inútil castigo colectivo”. Y eso resulta aún más claro en cuanto a los ataques aéreos. Así el historiador israelí Tom Segev señala que: “Israel siempre ha creído que haciendo sufrir a la población civil palestina, ésta acabaría rebelándose contra sus dirigentes nacionales. Pero esta presunción ha demostrado ser equivocada una y otra vez” (extraído, como la cita anterior, del diario británico The Guardian, del 30-12-2008). Hezbollah salió reforzada en el Líbano por la invasión israelí de este país en el año 2006, y la ofensiva sobre Gaza puede ahora reportarle lo mismo a Hamás. Pero fortalecidas o debilitadas, no dudarán tampoco en atacar aún más a la población civil israelí, bien lanzando más y más cohetes, bien a través de una nueva oleada de atentados suicidas.

La "espiral de violencia" es una prueba de la decadencia del capitalismo.

Muchos líderes mundiales tales como el Papa, o Ban Ki-Moon, el secretario general de Naciones Unidas, han expresado repetidamente su "preocupación" por el hecho de que estas acciones de Israel sólo conducen a encender aún más los odios entre naciones y a acentuar la "espiral de violencia" en Oriente Próximo. Es cierto. El ciclo infernal de terrorismo y violencia en Israel/Palestina va embruteciendo a la población y a los combatientes de ambos bandos, con lo que se van creando nuevas generaciones de fanáticos y de "mártires". Pero lo que no señalan, ni el Vaticano ni la ONU, es que ese descenso a los infiernos de odios entre naciones es la resultante de un sistema social que, en todos lados, se encuentra en profunda decadencia. La historia no es muy diferente en Irak donde sunitas y chiitas se desangran mutuamente; en los Balcanes donde los serbios se abalanzan contra albaneses o croatas y viceversa; entre India y Pakistán, hindúes contra musulmanes; por no citar la situación en África donde se multiplican los choques étnicos y centenares de guerras arrasan ese continente. La explosión de estos conflictos en todo el planeta demuestra que la actual sociedad no puede ofrecer ningún futuro al género humano.

Y eso sin hablar de la implicación de las "compungidas" potencias democráticas, tan "humanitarias" ellas, pero que tanto hacen por remover esos conflictos, cuando convienen a sus intereses imperialistas. Así por ejemplo, la prensa británica no silenció la implicación francesa en las matanzas perpetradas por las milicias hutus en Ruanda en 1994. No es tan "comunicativa", en cambio, cuando se trata de dar a conocer la implicación de los servicios secretos británicos y norteamericanos para manipular la división entre sunitas y chiitas en Irak. En Oriente Próximo es bien sabido que detrás de Israel se encuentran los USA, como que Irán y Siria respaldan a Hezbollah y Hamás. Pero detrás del, supuestamente, más "imparcial" papel jugado por Francia, Alemania, Rusia y otras potencias, se esconde que en realidad éstas buscan defender sus intereses particulares.

El conflicto de Oriente Medio tiene, desde luego, sus aspectos y sus causas específicas, pero únicamente puede ser entendido en el contexto de una maquinaria capitalista mundial que se encuentra cada vez más fuera de control. La proliferación de conflictos bélicos a lo largo y ancho del planeta, el curso incontrolable de la crisis económica, y la aceleración de la catástrofe medioambiental ponen todos ellos en evidencia esta realidad. Pero si el capitalismo es incapaz de ofrecer la más mínima esperanza de paz y prosperidad, sí existe, en cambio, un motivo para confiar en el futuro: la revuelta de la clase explotada contra la brutalidad de este sistema, una revuelta que se expresa más abiertamente en Europa con los movimientos de las jóvenes generaciones obreras en Italia, Francia, Alemania y, sobre todo, en Grecia. Se trata de movilizaciones que dada su auténtica naturaleza proletaria ponen por delante la necesidad de una solidaridad de clase y la superación de toda división de carácter étnico o nacional. A pesar de su bisoñez estos movimientos proporcionan ya un ejemplo que, eventualmente, puede ser secundado por trabajadores de otras áreas del planeta donde si proliferan las divisiones en el seno de la clase explotada. No estamos hablando de una utopía. En los últimos años hemos visto las huelgas de los trabajadores del sector público en Gaza contra el impago de sus salarios ([2]), que tenían lugar al mismo tiempo que sus hermanos de clase israelíes se ponían en lucha para protestar contra la austeridad, que es a su vez la consecuencia del descomunal peso de la economía de guerra en Israel. Es muy improbable que estos movimientos fueran conscientes uno del otro, pero sí ponen de manifiesto la comunidad objetiva de intereses que existe entre los trabajadores de ambos lados de la trinchera imperialista.

La solidaridad con las poblaciones que están soportando terribles sufrimientos en las zonas de guerra no debe implicar elegir el "mal menor", o apoyar a la banda capitalista "más débil" –en este caso Hezbollah o Hamás– frente a las potencias que como Israel demuestran más descaradamente su agresividad. Hamás ya ha demostrado ser una fuerza burguesa opresora de los trabajadores palestinos cuando actúo contra las huelgas de los trabajadores del sector público porque obraban contra "los intereses nacionales", o cuando, junto a Fatah, sometió a la población de Gaza a una sangrienta pelea de fracciones por el control de la zona. La solidaridad con quienes están atrapados en la guerra imperialista, significa rechazar tomar partido por ninguno de los bandos en conflicto, y sí en cambio desarrollar la lucha de clases contra todos los explotadores y opresores del mundo.

CCI


[1] https://es.internationalism.org/node/112 [128]

[2] Véase /accion-proletaria/200701/1242/israelpalestina-la-lucha-obrera-a-pesar-de-la-guerra [129]

 

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  • solidaridad obrera [130]

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Gaza

septiembre 2014

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octubre 2014

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A 100 años de la primera carnicería mundial, la barbarie continúa

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En este año se “conmemora” mundialmente el estallido de la Primera Guerra Mundial hace 100 años. Para el cinismo de la burguesía no es contradictorio festejar esta carnicería con bombos y platillos porque festeja su propio modo de existencia despreciando el dolor que ha significado para millones de familias explotadas la mutilación y muerte de sus seres queridos, y tratando que todos los explotados adopten su ideología de violencia, pogromo, asesinato, desesperanza y resignación.

Tanto la derecha como la izquierda del capital aportan sus propios argumentos que tienen como fondo la justificación de la guerra vista como un fenómeno inevitable, y fuente de progreso social[1]. Los ‘argumentos’ y matices son en realidad adaptados según la necesidad y gusto de las fracciones de la burguesía de cada país ya que no representan la verdad del origen y consecuencias de la PGM. Son mentiras que tratan de ocultar la incapacidad del capitalismo para ofrecer desde entonces un futuro a la humanidad sumida en una espiral sanguinaria.

La “Gran Guerra” marcó la entrada del capitalismo en la decadencia

Desde el punto de vista del proletariado, es primordial comprender la Primera Guerra Mundial, en especial por tres razones[2]:

  • Porque con la PGM se abrió una nueva época del capitalismo: la época de su decadencia, de su agonía, en un estado de destrucción al que arrastra a la humanidad. En la fase ascendente, las crisis, resultado de las contradicciones del sistema, se superaban mediante la conquista de nuevos mercados, pero con el reparto del mercado mundial entre las potencias centrales del capitalismo, éstas no pueden proseguir su expansión económica si no es destruyéndose entre ellas.
  • Porque las causas subyacentes de la guerra que están presentes desde 1914 se agravan y aceleran sin cesar. Las fuerzas productivas encadenadas por relaciones de producción históricamente caducas se transforman progresivamente en fuerzas destructoras de potencial inimaginable. La guerra somete lo esencial de la producción a las necesidades bélicas crecientes.[3].
  • Y lo más importante, porque con la decadencia ya es posible para la clase revolucionaria, dar a la historia una dirección diferente: poner fin a la guerra imperialista y construir una nueva sociedad. La alternativa ante la que nos encontramos desde hace 100 años puede resumirse así: socialismo o barbarie. La gravedad de esa alternativa es más dramática que la de cualquier otra época, ya que abre las puertas no sólo al declive social y cultural, sino a la destrucción de la especie humana, mientras existen las posibilidades históricas de desarrollo hacia la libertad consciente de la humanidad. Ya antes de 1914, la izquierda de la Internacional Socialista en torno a Rosa Luxemburg y Lenin, lucharon contra la amenaza de destrucción imperialista. Los marxistas comprendieron que se encontraban en una encrucijada histórica, la de hoy, la lucha por la supervivencia de la humanidad.

“Engels dijo: ‘La sociedad burguesa está en una encrucijada, o el paso al socialismo o la regresión a la barbarie’, Qué significa ‘regresión a la barbarie’.... Un vistazo a nuestro alrededor en estos momentos muestra lo que significa… esta guerra mundial es una regresión a la barbarie. El triunfo del imperialismo lleva a la aniquilación de la sociedad. Al principio esto sucede esporádicamente por la duración de una guerra moderna, pero después cuando inicia el periodo de guerras sin límite, éste progresa a sus inevitables consecuencias. Hoy enfrentamos la alternativa exactamente como Federico Engels lo preveía hace una generación. El triunfo del imperialismo y el colapso de toda la civilización como en la Roma antigua: éxodo, desolación, degeneración – un gran cementerio” (Rosa Luxemburg, Folleto de Junius, 1915).

Muestra de la fuerza social del proletariado es que la PGM fue interrumpida por sus revoluciones de 1917 y 1918, pero una vez que la oleada revolucionaria fue derrotada por fuerzas burguesas que incluyeron la traición de la socialdemocracia[4], el estalinismo y el fascismo, el camino quedó nuevamente abierto a más horribles formas de barbarie de la Segunda Guerra Mundial donde la mayoría de las víctimas no fueron soldados, sino civiles sujetos a los múltiples holocaustos de Auschwitz, Estalingrado, Dresden, e Hiroshima.

El periodo de la descomposición acelera las dinámicas asesinas

Así, la barbarie capitalista continúa en una espiral de crueldad y muerte creciente. El curso hacia otra guerra mundial quedaba abierto, pero el retorno a lucha de la clase obrera en 1968 logró atajarlo. Sin embargo, en casi todo el periodo desde las guerras de Corea y Vietnam en 1950 hasta nuestros días se han presentado guerras localizadas. Gran parte de la humanidad vive esta pesadilla mortal cotidiana. Y peor aún, las guerras han adquirido otro carácter desde finales de los 80, multiplicándose localmente, porque nos encontramos en una situación donde ni la burguesía ni el proletariado ha podido dar una respuesta decisiva a la crisis económica irreversible y más profunda cada día, producto de la caducidad de este sistema. La sociedad vive así en un contexto de estancamiento, de putrefacción: en el periodo de descomposición del capitalismo[5], que acelera y profundiza la barbarie y hace más difícil para el proletariado alcanzar una conciencia clara del significado de las guerras imperialistas y de su respuesta revolucionaria contra esta destrucción.

La máquina ciega de aniquilamiento arrastra al mundo entero hacia el abismo

Los últimos meses son clara muestra de que el capitalismo se hunde cada vez más en la barbarie y en la guerra con zonas enteras en caos permanente, tendencias a la fragmentación de Estados, y el peligro creciente de que las confrontaciones militares entre imperialismos aumenten y salgan de control. Lo que acontece en Medio Oriente y en África es una real tragedia humana con éxodos masivos, tráfico de gente y xenofobia en aumento exponencial. Los conflictos se han hecho más bestiales y sangrientos que nunca con el peligro de extenderse a otras zonas.

La guerra en Siria que ya duró más de tres años, es un infierno en el que son destruidas poblaciones completas[6], con violaciones masivas de mujeres y el uso de niños como soldados y comandos suicidas. Esta guerra confirma que la espiral de caos no puede ser detenida por la clase en el poder que está en un impasse total. Conflictos como los de Siria han empezado a ‘atraer’ todo tipo de comandos asesinos que actúan por su propio interés. En Oriente Medio, el Norte de África y Ucrania se han visto que bandas armadas –sin un claro objetivo político o religioso– se expanden e imponen su régimen de terror.

Ya son cuatro guerras imperialistas que han ensangrentado a Iraq[7] desde 1980[8]. La tragedia traspasa fronteras hasta Siriae Israel con más de 50 millones de refugiados y más de 1200 000 muertos. Esta vez, Estados Unidos está enfrentado a una multitud de fracciones guerreras lo que lo hace impotente respecto e este caos, ilustrando la aceleración de su debilitamiento desde 1990 que junto con su propia política[9], son factores de primer plano para el aumento de la desestabilización y mayor hundimiento en la descomposición del Medio Oriente. En esta desestabilización juega también la tendencia del Estado kurdo a su independencia que afectaría a Turquía, y el conflicto en aumento, desde 1980, entre Irán y Arabia Saudita, que toca “indirectamente” territorio iraquí.

El aumento de la descomposición también se muestra en partes del Norte de África y del Sahara al Océano Índico. Un gran número de fronteras existentes antes de la PGM se ‘difuminan’ y gran número de países colapsan con tendencias a su desintegración: Mali, Libia, Nigeria, etc. República del Congo y su zona fronteriza con Ruanda han sido zonas de guerra durante los pasados 20 años. Después de la Guerra en Biafra en los años 1960, una nueva oleada de conflictos violentos devasta al país. El hecho de que Boko Haram pueda esparcir tanto terror y raptar a niñas que iban a la escuela, muestra la real perspectiva de crueldad ciega de este periodo y de este sistema.

En Europa central, después de la separación de Yugoslavia en una serie de guerras, desde 2013 hasta la fecha ha habido confrontaciones sangrientas que terminaron en la anexión a Rusia de lo que antes era Ucrania. La importancia de esta zona de guerra son las fronteras que involucran a todo el continente europeo y a los EEUU debido a la continuidad de un conflicto, con intereses económicos y estratégicos, que se potencia desde 1989. Esto significa que el peligro de la extensión de la guerra a más regiones de Europa está latente.

Este tipo de guerras son una expresión directa de la descomposición capitalista, las potencias imperialistas que gobiernan el mundo promueven fuerzas irracionales en defensa de sus sórdidos intereses, pero en el estado avanzado de agonía capitalista no pueden controlarlas. Una clara manifestación de esta tendencia es que el espíritu pogromista[10] se está extendiendo a lo largo del planeta, el desencadenamiento del oscurantismo y de la irracionalidad es un terreno favorable para el odio religioso, étnico y racial. En África Central, Nigeria, Kenia, no musulmanes son masacrados por fanáticos islamistas, provocando contra-masacres por las bandas cristianas. En Iraq, Afganistán y Pakistán, los terroristas sunitas bombardean mezquitas y procesiones chiitas, ISIS[11] en Iraq amenaza a cristianos y yazidis con la conversión, expulsión o muerte. En Burma, la minoría musulmana es atacada regularmente por “militantes budistas”. En Grecia, inmigrantes son atacados por grupos fascistas; en Hungría, el Partido Jobbik despotrica contra judíos y romanos. En la “democrática” Europa occidental las campañas xenofóbicas contra musulmanes, inmigrantes ilegales y otros se ha convertido en la norma política, como en la recientes elecciones europeas.

El 97 % de israelíes apoyó los ataques violentos sobre Gaza, en marchas la consigna favorita ha sido “muerte a los árabes”; por su parte, la población en Gaza vitoreaba cuando los bombardeos de su gobierno intentaban matar tantos israelíes, hombres, mujeres y niños, como fuera posible. Los gritos “muerte a los judíos” se pueden oír nuevamente, como en los años 30, no sólo en Gaza y West Bank, sino también en manifestaciones pro palestinas en Francia, Alemania e Inglaterra, y han sido atacadas sinagogas y comercios judíos. El irónico sueño sionista de “Un hogar judío” para proteger a los judíos ha dado nacimiento a sus propios pogromistas judíos, ejemplificados por las bandas con Betar y la Liga de Defensa Judía.

El ambiente de guerra se expresa aún en países “alejados” de las confrontaciones inter-imperialistas: el desgarramiento de la vida social se extiende con el aumento incontrolado de bandas criminales, muchas veces conectadas con diversas fracciones del Estado, lo que se traduce en una real guerra con una militarización exacerbada de las fuerzas de represión que hunde a las poblaciones en la angustia y el terror permanente de los secuestros, la tortura, los asesinatos individuales y colectivos. Es el caso de América Latina en la que por ejemplo, Venezuela presenta un nivel increíble del crimen; Brasil, donde han muerto más de medio millón de personas en los pasados 10 años, con linchamientos y otro medio millón de encarcelados; y no se diga México, sometido a la guerra de y “contra” los cárteles de la droga que ha dejado más de 10 millones de asesinatos de civiles que recientemente se han extendido a un amplio grupo de estudiantes del estado de Guerrero[12].  

Sólo la lucha de la clase trabajadora puede frenar la barbarie asesina

En esta espiral de sangre y fuego que se acelera y magnifica arrastrando a la humanidad a su destrucción, todas las burguesías son responsables, tanto las que se enfrentan en las zonas de guerra, como las que arman a ejércitos y terroristas, o las que alaban la “paz nacional” –droga que impide ver que son hermanos los que están muriendo en otros países. El patrioterismo nacionalista así como la diferenciación racial y religiosa son reales venenos que llevan a divisiones que van de la indiferencia a odios asesinos. La movilización de la población para la guerra, el cultivo del espíritu de venganza y del sálvese quien pueda, propios de la descomposición, destruyen el pensamiento, destruyen la moral y crean el ambiente de pogromo que Rosa Luxemburg criticaba ya en 1915 porque es un ataque directo a la conciencia proletaria. Entender esto es hoy es más vital ya que la clase trabajadora está viendo su conciencia de clase socavada por la ideología dominante de la descomposición.

Sin embargo, aún en este pantano pestilente de guerra irracional siguen habiendo signos de que la clase trabajadora no está derrotada: pequeñas manifestaciones de israelíes han coreado que “Netanyahu, y Hamas[13], los dos son nuestros enemigos”, y en Ucrania hay manifestaciones por aumentos salariales que se vienen a sumar a los movimientos de la clase de entre 2003 y 2013. Estos signos, aún confusos y tímidos indican que la lucha del proletariado internacional continúa su marcha. Lucha que frenó la primera guerra mundial al transformar la indignación moral en lucha revolucionaria y que ahora, a casi 100 años después, la clase obrera tiene la responsabilidad de continuar como su tarea histórica irrenunciable ante la disyuntiva que se hace más aguda de socialismo o barbarie.

CCI, septiembre de 2014


[1] Ver: “1914 ‘commemoration’: Right and left justify imperialist war”, ICC on line, January 18, 2014.

[2] Ver: « 1914: le début de la saignée », ICC on line, February 18, 2014.

[3] Ver: “100 años de decadencia”, CCI en línea, enero de 2014.

[4] Ver: “Socialisme ou barbarie!”, CCI en línea, 12 Julio, 2014.

[5] Ver: “La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo”, Revista Internacional no 107, 4º trimestre 2001 [17].

[6] 10 millones de personas han huido a campos de refugiados.

[7] Ver: « Les ravages croissants de l’impérialisme et de la décomposition ». CCI en línea 12 de Julio, 2014.

[8] La Primera Guerra del Golfo en 1991, y la segunda Guerra del Golfo en 2003, con la población expuesta a repetidos ataques con misiles lanzados por los EEUU.

[9] Política, por ejemplo que ha llevado durante 25 años en relación a Irán.

[10] Ver: “Middle East: war, pogroms, and the destruction of consciousness”. ICC on line, August 16, 2014.

[11] Estado Islámico en Iraq y al-Sham-. Esta organización terrorista ha dicho que su objetivo es formar un estado islámico o califato, que se extienda desde Turquía por toda Siria hasta Egipto y que incluya los territorios palestinos, Jordania y Líbano.

[12] Ver artículo en éste número.

[13] El Primer ministro israelí y el Movimiento de Resistencia Islámico, respectivamente.

 

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Conflictos imperialistas

Cultura de la teoría y cultura de debate: necesidades para la lucha contra el capitalismo

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Nota introductoria: publicamos una contribución de un compañero con la que nos sentimos muy de acuerdo. Este texto responde a un debate organizado por simpatizantes y militantes de la CCI sobre la primera guerra mundial y donde un grupo de elementos actuó de forma agresiva interrumpiendo, amenazando, insinuando…, entorpeciendo con ello la necesaria clarificación. CCI

No es una novedad histórica en el transcurso del movimiento obrero contra el capitalismo, pero conviene recordarlo: la cultura de la teoría y el debate son esenciales para luchar contra las relaciones sociales capitalistas. Más si cabe en el período histórico actual, en el que la burguesía a nivel internacional trata de coordinarse en la medida de lo posible en la gestión de la bancarrota de su aparato económico para mejor atacar al proletariado y dificultar el desarrollo de la conciencia política de este; en el que, especialmente bajo la fachada “democrática”, la clase dominante adapta su aparato político, sindical e ideológico para confundir y canalizar el descontento a callejones sin salida; y en el que la atomización, la destrucción de tejido social y el paro galopante, dificultan sobremanera la reagrupación y la lucha. Vivimos una situación histórica donde se acentúan las visiones inmediatistas, que solo ven un eterno presente desligado tanto de sus raíces pasadas como de lo que puede encerrar para el porvenir, donde un pensamiento teórico con perspectiva se hace muy difícil de desarrollar. «La conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época».[1]

 Es algo que se muestra evidente: el margen para el “espontaneísmo” en el paso del malestar y la protesta a la lucha eficaz contra la clase capitalista es nulo. Habrán, no hay duda, explosiones más o menos profundas de malestar (como la “primavera árabe”, o los distintos tipos de movimiento de protestas masivas que han tenido lugar los últimos años en España, Israel, Grecia, Brasil, Turquía o EEUU[2]), pero sin una claridad política de las tendencias existentes en el sistema (muy especialmente la naturaleza sistémica e histórica de la crisis del modo de producción capitalista, y la necesidad y la posibilidad de superarlo por una civilización superior: el comunismo) y la superación de ilusiones sobre un supuesto “capitalismo de rostro humano”, de las estrategias que la burguesía emplea para canalizar y esterilizar el malestar creciente, y sin la recuperación de las enseñanzas históricas respecto a las características de la lucha proletaria (la necesidad de la extensión y masificación de la lucha, y la creación de órganos centralizadores de reagrupamiento y unificación), la derrota y esterilización de las luchas, y el consecuente hundimiento de mayores zonas del mundo en la miseria y la barbarie militarista, es una tendencia inevitable.

Un siglo después del inicio de la Primera Guerra Mundial, que abría el periodo de decadencia capitalista de crisis, guerras y revoluciones, el proletariado y la humanidad no explotadora se encuentra ante el mismo desafío: sólo la acción directa de masas y la conciencia política pueden hacer frente, y en última instancia derrotar, al poder del capital y su Estado. Los viejos métodos e ideologías que pudieran jugar un papel útil en el siglo XIX, como el parlamentarismo y el sindicalismo, son un obstáculo para la lucha proletaria, convirtiéndose desde entonces en armas predilectas de la burguesía para el mantenimiento de su dominación.

 Esta conciencia política necesariamente se desarrolla sobre todo en minorías, por el peso de la ideología de la clase dominante sobre el conjunto de la población, incluso en los propios períodos revolucionarios. Es la vanguardia política del proletariado. Sin esa labor de vanguardia, el proletariado está desarmado frente a la burguesía, y especialmente frente a los agentes de esta en su seno: la izquierda del capital.

 La necesidad de la teoría, de tratar de conocer lo más exactamente posible el terreno que se pisa, no es pues un lujo, sino una necesidad para la lucha. El proletariado es la única clase de la sociedad capitalista que no tiene ningún interés en esconder y falsificar la realidad, todo lo contrario; necesita la claridad y la teoría. Y la teoría requiere necesariamente de un pensamiento crítico, científico; es decir, basado en evidencias, no en anteojos ideológicos. Y un método para llevarlo a cabo, el método científico aplicado a los fenómenos sociales e históricos: el marxismo, en honor a Marx y Engels que lo desarrollaron y sistematizaron.

 “El concepto materialista de la historia, descubierto por Marx poco antes y aplicado con consumada habilidad en el Manifiesto, ha resistido perfectamente la prueba de los hechos y los golpes de la crítica hostil. Constituye hoy uno de los instrumentos más valiosos del pensamiento humano.

Las demás interpretaciones del proceso histórico han perdido toda significación científica. Podemos decir con certeza que en nuestro tiempo es imposible no sólo ser un militante revolucionario sino aún un observador versado en política, sin asimilar la interpretación materialista de la historia” ([3]).

Pero el marxismo como método científico es lo contrario a un dogma, a una repetición acrítica de consignas sin ser sometida a la criba de la crítica y su confrontación con el desarrollo histórico y la lucha de clases:

 “Contrariamente a la corriente bordiguista, la CCI nunca ha considerado el marxismo como una “doctrina invariante”, sino como un pensamiento vivo para el que cada acontecimiento histórico importante es una ocasión de enriquecimiento. En efecto, tales acontecimientos permiten, ya sea confirmar el marco y los análisis elaborados con anterioridad, reforzándolos, o bien poner en evidencia la caducidad de ciertos de ellos, imponiendo un esfuerzo de reflexión con el fin de ampliar el campo de aplicación de los esquemas previamente válidos pero superados, o la necesidad de elaborar otros nuevos, capaces de abordar la nueva realidad. Recae sobre las organizaciones y militantes revolucionarios la responsabilidad específica y fundamental de llevar a cabo este esfuerzo de reflexión teniendo cuidado, tal y como hicieron nuestros predecesores (Lenin, Rosa Luxemburgo, la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista Internacional –Bilan–, la Izquierda Comunista de Francia, etc.), de avanzar a la vez con prudencia y audacia:

  •  apoyándose firmemente en las adquisiciones fundamentales del marxismo;
  •  analizando la realidad sin anteojos y desarrollando la teoría sin “ninguna prohibición ni ostracismo” (Bilan).

De forma particular, frente a acontecimientos históricos de tal magnitud, es importante que los revolucionarios sean capaces de distinguir claramente los análisis que se han vuelto caducos de aquellos que se mantienen válidos, con el fin de evitar un doble error: ya sea el de caer en la esclerosis, o el de “tirar el bebé con el agua sucia”. De forma más precisa, es necesario poner claramente en evidencia lo que en estos análisis es esencial, fundamental, y conserva toda su validez en circunstancias históricas diferentes, a diferencia de lo que es secundario y circunstancial. O dicho de otro modo: saber establecer la diferencia entre lo esencial de una realidad y sus diferentes manifestaciones particulares” ([4]).”

El modo de vida atomizado y alienante bajo el capitalismo, y el teatro de la política burguesa, incluyendo sus tentáculos izquierdistas y sindicalistas, son un obstáculo al que es necesario enfrentarse para el desarrollo de la conciencia y la teoría. En concreto, la política burguesa de seguidismo ciego a “líderes”, de las intrigas y estrategias electorales, de la manipulación y la mentira, del activismo estéril, es lo contrario a la claridad política y la auto-organización y solidaridad que requieren la lucha contra el capitalismo.

La cultura de debate

En ese marco, la cultura del debate va ligada a la necesidad de la teoría, de una manera general en las minorías más combativas de la clase trabajadora, y de manera muy particular en la vanguardia política proletaria. La conciencia y la teoría sólo pueden desarrollarse de forma colectiva, aunque sea minoritaria. Las tareas de vanguardia sólo pueden ser un factor activo en el desarrollo de la conciencia y la lucha proletaria realizando un esfuerzo por comprender las dificultades y evoluciones del periodo histórico. Y ese esfuerzo únicamente puede darse bajo la forma de un intercambio y confrontación colectiva y honesta de posiciones, a nivel público e internacional.

 “La cultura del debate sólo puede desarrollarse a contracorriente de la sociedad burguesa. Como la tendencia espontánea en el capitalismo no es, ni mucho menos, el esclarecimiento de las ideas, sino la violencia, la manipulación y la lucha por obtener una mayoría (cuyo mejor ejemplo es el circo electoral de la democracia burguesa), la infiltración de esa ideología en las organizaciones proletarias siempre lleva gérmenes de crisis y de degeneración” ([5]).

De la misma forma, las crecientes contradicciones de las relaciones sociales capitalistas, y los efectos nefastos que el mantenimiento de estas tiene para el conjunto de la vida humana a todos los niveles, exigen una profundización teórica y una visión científica, y más concretamente, un esfuerzo de comprensión del conjunto de causas que explican el retraso histórico de la conciencia política en el seno del proletariado en relación a la gravedad de la crisis histórica del modo de producción capitalista.

 “¿Cuál es el origen de esa preocupación en la nueva generación? A nuestro parecer, es el resultado de la crisis histórica del capitalismo, hoy mucho más grave y más profunda que en 1968. Esta situación exige la crítica más radical posible del capitalismo, la necesidad de ir a la raíz más profunda de los problemas. Uno de los efectos más corrosivos del individualismo burgués es la manera con la que destruye la capacidad de discutir y, especialmente, de escucharse y aprender unos de otros. Al diálogo se le sustituye el "parloteo", donde el que gana es el que más vocifera (como en las campañas electorales burguesas). La cultura del debate es el medio principal de desarrollar, gracias al lenguaje humano, la conciencia, arma principal del combate de la única clase portadora de un porvenir para la humanidad. Para el proletariado es el único medio de superar su aislamiento y su impaciencia y de encaminarse hacia la unificación de sus luchas.

Otra preocupación actual estriba en la voluntad de superar la pesadilla del estalinismo. En efecto, muchos militantes que hoy están en busca de posiciones internacionalistas proceden de un medio influido por el izquierdismo o directamente procedente de sus filas; presentar caricaturas de la ideología y del comportamiento burgués decadentes como si fueran "socialismo" es el objetivo del izquierdismo. Esos militantes han tenido una educación política que les ha hecho creer que intercambiar argumentos es "liberalismo burgués" y que "un buen comunista" es alguien que "cierra el pico" y hace acallar su conciencia y sus emociones. Los camaradas que están hoy decididos a rechazar los efectos de ese producto moribundo de la contrarrevolución comprenden cada día mejor que, para ello, no solo hay que rechazar las posiciones de ese producto sino también su mentalidad. Y así contribuirán a restablecer una tradición del movimiento obrero que podía haber acabado por desaparecer a causa de la ruptura orgánica provocada por la contrarrevolución” ([6]).

En este sentido, nos parece interesante señalar aquí, como expresión de métodos izquierdistas burgueses en medios que se reclaman de posiciones revolucionarias, la intervención de algunos elementos de tendencia bordiguista en el debate abierto organizado por el Foro de discusión internacionalista (animado por simpatizantes y militantes de la CCI) el pasado mes de septiembre en Madrid , sobre la Primera Guerra mundial y su significado histórico en la vida del capitalismo y en la perspectiva de su derrocamiento revolucionario.

Aunque al debate asistieron en su mayoría simpatizantes y algún militante de la CCI, también fueron invitados y acudieron personas en la esfera de otras corrientes ajenas a la Izquierda Comunista, como el anarquismo o el maoísmo. El propósito de debate era honesto, puesto que pese a reclamarse la mayoría de posiciones similares, existían divergencias y dudas sinceras en cuestiones como las características y causas del proceso de degeneración de las organizaciones de la II Internacional, o de si la alternativa histórica actual seguiría siendo “Guerra o Revolución”, o se adecuaría más a la realidad la fórmula “Hundimiento paulatino del capitalismo en la barbarie o Revolución”, etc. Esto es una expresión sana de divergencias partiendo de la honestidad, ya que al contrario de la burguesía, el debate político proletario no tiene otro fin que la obtención de la mayor claridad posible, y no la defensa de intereses particulares frente grupos o fracciones rivales. La propia CCI, por ejemplo, ha hecho público los últimos años una serie de debates internos sobre “Las causas del período de prosperidad consecutivo a la II Guerra mundial”, así como análisis de crisis internas. La duda, las divergencias y las dificultades, dentro de un marco teórico firme y argumentado, son expresión de un pensamiento científico vivo. La “certeza” absoluta acrítica pertenece más bien al terreno del dogma.

Estos elementos (que en ningún caso se identificaron como militantes o simpatizantes de alguna corriente bordiguista, aunque es evidente que lo eran), acudieron como bloque no con el ánimo de debatir honestamente, ya fuera apasionadamente y ya fueran las diferencias, sino con el de hacer “reinar” sus posiciones a base de elevar la voz y ningunear las posiciones e interrumpir las exposiciones de los demás, al más puro estilo del circo parlamentario burgués y de la telebasura. Su fin estaba muy alejado de la búsqueda de clarificación colectiva, lo que se evidenció de forma caricaturesca en algún punto, por ejemplo cuando en algún momento del debate surgió alguna discrepancia entre estos mismos “contertulios” (dos ejemplos: sobre si el objetivo del proletariado es únicamente liberarse a sí mismo, o al conjunto de la humanidad no explotadora y sobre los sindicatos donde andaban divididos ya que uno de ellos denunciaba el sindicalismo mientras que los otros lo defendían a ojos cerrados), y rápidamente se le dio al discrepante la consigna de “en casa hablamos”, lo que puso fin a la discrepancia. Pura mentalidad y actitudes de política burguesa e izquierdista.

Una mentalidad que busca, repetimos, no la claridad, sino el rebatir de forma impulsiva, ansiosa y agresiva, incluso irracional, haciendo alusiones a la testosterona, aquellas posiciones que se consideran enemigas, en machacar al rival. Afortunadamente, la claridad política ni se decreta, ni está basada en la interpretación interesada de supuestos textos sagrados. Es el desarrollo histórico y la lucha de clases quien la determina.

E insistimos, no se trata de divergencias de posiciones programáticas en sí, sino de señalar la absoluta necesidad de la cultura de la teoría y del debate para la lucha proletaria, y de combatir las mentalidades y actitudes que son obstáculo para el desarrollo de esta.

Stan, 1-11-14


[1] “Tesis sobre la Descomposición”, Revista Internacional no 62, Corriente Comunista Internacional. Ver /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]

[2] Para un balance de los movimientos de 2011 ver nuestra hoja internacional “De la indignación a la esperanza”. https://es.internationalism.org/node/3349 [5]

[3] “A 90 años del Manifiesto Comunista”, León Trotski.

[4] “Texto de orientación: militarismo y descomposición”, Revista Internacional no 64.

Ver /revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [131]

[5] “La cultura del debate: un arma de la lucha de clase”, Revista internacional no 131.

/revista-internacional/200711/2088/la-cultura-del-debate-un-arma-de-la-lucha-de-la-clase [132]

[6] ídem.

 

Cuestiones teóricas: 

  • Cultura [133]

Rubric: 

Cultura del debate

El Estado capitalista es el culpable de la barbarie contra los trabajadores

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La masacre perpetrada contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa en el estado de Guerrero es una expresión rotunda de la barbarie que el capitalismo mundial ha venido profundizado desde los años sesenta contra el proletariado a escala planetaria, es decir, contra la humanidad toda. Porque la masacre expresa no un hecho aislado, sino histórico. Y esto es así, sobre todo, si consideramos la barbarie inaudita que con las dos guerras mundiales, pasando por la guerra civil española, puso en práctica el poder del dinero en la primera mitad del siglo XX.

En la imagen del joven normalista desollado, Julio Cesar Mondragón, se expresa de manera cruda el rostro del capitalismo y la auténtica moral burguesa: para que las leyes de la acumulación del capital, que tienen como objetivo la extracción de la ganancia se mantengan como dominantes, es preciso destruir física, intelectual y moralmente a la clase que se opone a dichas leyes, al enemigo de clase, esto es, al proletariado. Los personeros del capital y sus aparatos de dominación, haciendo uso del monopolio de la violencia que les confieren sus propias leyes, actúan sobre el Cuerpo que resiste a dichas leyes, al Cuerpo que siente, piensa, protesta y toma consciencia, aunque sea de manera incipiente, de la explotación burguesa. Contra el Cuerpo donde está depositado el futuro de la humanidad se enfilan todas las armas barbáricas del sistema.

La explotación en el proceso de trabajo, como lo plantea Marx, significa el desgaste de músculo, sangre, sudor, nervio, cerebro y piel del obrero colectivo, del sujeto universal por excelencia. Esa explotación sobre la fuerza de trabajo es la esencia del capital que se encuentra oculta, velada, por la apariencia al nivel de las relaciones de intercambio. Y esa explotación significa el deterioro gradual, sistemático, y definitivo del Cuerpo del obrero como sujeto social. Cuando este sujeto se opone, se resiste y actúa contra esas leyes, cuando va más allá de dichas leyes (que se conservan de tiempo en tiempo con la imposición de las llamadas reformas estructurales a escala mundial), entonces el capital pone en práctica otros mecanismos de dominación.

Estos mecanismos se expresan al nivel del derecho constitucional con la imposición de leyes draconianas destinadas a disminuir los costos de la fuerza de trabajo (reformas laborales y seguridad social, a través del aparato “democrático” del Estado); con leyes en el ámbito del sistema educativo con el objetivo de reproducir las ideas de la clase dominante de acuerdo al momento histórico (reformas educativas); a nivel político ideológico con la imposición de ideas, valores y cultura (sistema de partidos, sindicatos, medios de comunicación, iglesia e instituciones oficiales de cultura). Todos estos mecanismos respaldados por el arma histórica fundamental del capitalismo: la guerra armada contra el mundo de los trabajadores. Es aquí donde entran en escena las armas de represión física y psicológica representadas por el sistema de inteligencia y policiaco en el sentido amplio. Con el desollamiento y la masacre (y con todas las masacres históricas), el Estado capitalista pretende dar un mensaje al proletariado: a cualquier cuerpo extraño que cometa actos en contra de las leyes del sistema capitalista se le aplica la muerte en sus diversas modalidades, como la tortura, el asesinato, el desollamiento, la desaparición, la masacre, las guerras de exterminio e imperialistas. Frente a esta lógica de la historia, podemos decir que si la burguesía de la época de la Revolución Francesa entró en pánico ante la política de Terror de la Convención republicana, entonces Maximilien Robespierre y los jacobinos se horrorizarían ante el espectáculo dantesco, terrorífico, ofrecido por la época actual de la barbarie capitalista.

La hipocresía burguesa trata de esconder su responsabilidad

Ahora bien, el rasgo que caracteriza la moral burguesa, en cada uno de los Estados nacionales y en todas las instituciones mundiales del capital, es la hipocresía. Frente a los hechos consumados y materializados en la masacre de Ayotzinapa, las diferentes instituciones de poder de la burguesía mundial se aprestaron a condenar tan “abominables” eventos. Por un lado, la ONU, la OEA y el gobierno de Washington exigieron castigo a los culpables mediante una investigación transparente y llevar ante la justicia a los responsables; por el otro y al otro lado del océano, el Parlamento Europeo se planteó la posibilidad de suspender el proceso de modernización del Acuerdo Global entre México y la Unión Europea, vigente desde el año 2000, hasta “reconstruir la confianza” con las autoridades mexicanas en materia de derechos humanos. Solo faltaría que el Banco Mundial izara la bandera con su lema que reza: “Working for a world free of poverty”, y prometiera recursos para sacar de la pobreza a todas las normales rurales en México como muestra de su alma “filantrópica” y “humanitaria”.

Los Estados capitalistas más poderosos del planeta, como expresión fehaciente del capital internacional y en alianza con los estados capitalistas del mundo subdesarrollado, han encabezado las más atroces masacres contra el proletariado internacional y han sembrado de cadáveres y de fosas comunes al planeta entero a lo largo de la historia.

Como lo señala Lenin, glosando La guerra civil en Francia de Carlos Marx, “[En el siglo XIX se desarrolló, procedente de la Edad Media] el poder estatal centralizado con sus órganos omnipresentes: el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura. [Al desarrollarse el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo], el poder del Estado fue adquiriendo cada vez más el carácter de poder público para oprimir el trabajo, de máquina del despotismo de clase. Después de cada revolución, que marca un paso adelante en la lucha de clases, se acusa con rasgos cada vez más destacados el carácter puramente represivo del poder del Estado. [Después de la revolución de 1848-1849, el poder del Estado se convierte en una] máquina nacional de guerra del capital contra el trabajo. El Segundo Imperio lo consolida”.

Y agregaríamos que la Comuna de París y la Revolución Rusa son otros momentos de aceleración de la centralización del poder estatal del capital y de reforzamiento de su carácter represivo. Justamente, la fase de decadencia del capitalismo mundial se abrió con la primera guerra mundial, para continuar con la guerra civil española hasta culminar con la carnicería de carácter verdaderamente planetaria que significó la segunda guerra mundial. Los Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Hitler y Stalin como herederos del poder político de los monarcas, emperadores, zares y republicanos-liberales completaron la obra de sus antecesores para repartirse los espacios de acumulación de capital y para descargar la artillería pesada, incluyendo la bomba atómica, sobre el proletariado. Una maquinaria estatal que se perfecciona permanentemente para enfrentar a su enemigo de clase: el proletariado internacional. En el siglo XX desarrolla aún más su carácter guerrero, como herencia del siglo XIX.

Si bien no existe una diferencia esencial entre esos Estados de principios de siglo xx y los actuales “Estados democráticos”, el ingreso del capitalismo en una fase de descomposición acentúa sus expresiones bestiales al momento de contener la indignación que genera. El carácter imperialista de todos los Estados, la amenaza de guerra mundial, la absorción de la sociedad civil por el monstruo estatal, la crisis permanente de la economía capitalista, características de su etapa decadente se mantienen durante la fase de descomposición, y además, aparece como la última consecuencia, la síntesis rematada de todos esos elementos. El pudrimiento de raíz de la sociedad se produce debido a que las contradicciones del capitalismo no cesan de empeorar, y por un lado la burguesía es incapaz de dar la menor perspectiva al conjunto de la sociedad y por otro el proletariado no está de momento en condiciones para afirmar la suya.

En las sociedades de clases, los individuos actúan y trabajan sin controlar real y conscientemente su propia vida. Pero esto no significa, sin embargo, que la sociedad pueda funcionar de forma totalmente ciega, sin orientación ni perspectiva. Efectivamente, “ningún modo de producción puede seguir viviendo, desarrollarse, afianzarse en bases firmes, mantener la cohesión social, si no es capaz de dar una perspectiva al conjunto de la sociedad en la que impera. Y esto es tanto más cierto para el capitalismo, al haber sido el modo de producción más dinámico de la historia” ([1]).

 La democracia asumió solamente otros rostros en las dictaduras militares de América Latina, África y Asia que sirvieron para imponer la lógica del capital mediante las reformas estructurales y para destruir todo movimiento social, del signo que fuera. Y las potencias industrializadas, apoyados por organismos internacionales como el BM, el FMI, la ONU, la OCDE, han continuado imponiendo su “democracia” en diferentes espacios como el Medio Oriente, los Balcanes, el Norte de África, en Asia y en los antiguos espacios del llamado bloque socialista. Todas estas guerras del capital han sido libradas entre las distintas fracciones burguesas para repartirse el botín, auténticas guerras interimperialistas.

Entonces, ¿por qué se horrorizan con las recientes masacres en México como la perpetrada contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa? En realidad no se encuentran horrorizados, simplemente y sencillamente es la forma hipócrita como la burguesía mundial festeja su triunfo sobre los trabajadores. Y eso es tan claro como el agua no contaminada porque presentan el conflicto como un acto de barbarie del gobierno y la policía municipal de Iguala, Guerrero, que se ha coludido con el narcotráfico para llevar a cabo la masacre. Eso es lo que afirman y han difundido los medios de comunicación ligados a los grandes capitales en el mundo como The New York Times, Libération, The Guadian o Le Monde. Este último, por ejemplo, publicó el miércoles 8 de octubre que los hechos “revelan la barbarie de la policía municipal y sus vínculos con el crimen organizado” y aunque señaló que se cometió un “crimen de Estado”, solo lo señala para el caso del estado de Guerrero.

En suma, para la burguesía mundial no es el Estado capitalista en México el responsable de tales actos de barbarie, sino que la responsabilidad cae sobre las espaldas de “malos” funcionarios que se ligaron al crimen organizado, es decir, como siempre ocurre el capital inventa a sus “chivos expiatorios” provincianos para lavarle la cara al Estado político de la burguesía en México y, de paso, embellecer el rostro de la democracia burguesa en el mundo exigiendo “justicia”. Los administradores pueden cambiar, el Estado es el mismo para el capitalismo, solo es necesario perfeccionarlo.

El control violento y sanguinario de regiones enteras por el narco es parte del Estado

Entonces, además del reforzamiento histórico del carácter represivo del Estado que hemos señalado, ahora se ha sumado un nuevo ingrediente que convierte al Estado capitalista mundial en un órgano de dominación aún más sanguinario: el narcotráfico y el crimen organizado (por el Estado, claro). Los trabajadores tenemos claro que los argumentos de la burguesía para explicar las causas de la Masacre de Ayotzinapa es una mentira monumental. Existen infinidad de documentos que demuestran que los cárteles de la droga y el crimen organizado son parte de la estructura del Estado en México y en el mundo. El que todas las estructuras del Estado están corrompidas y podridas hasta la médula y fusionadas con el narcotráfico, incluyendo a la iglesia, los empresarios, los partidos políticos, el ejército, la marina, la policía y la burocracia estatal no es un defecto que habría que corregir, sino que es el modus vivendi del capitalismo. Por lo tanto, resulta inverosímil el argumento del gobierno mexicano que presenta los hechos como un acto en el que el gobierno municipal de Iguala y un grupo de policías tomaron la decisión de cometer los crímenes contra los normalistas. En el marco del Operativo Guerrero Seguro existe una jerarquía clara y precisa para la toma de decisiones, y en ese Operativo participan todas las estructuras de la “seguridad” nacional: Ejército, Marina, Policía Federal, Procuraduría General de la República, y como órgano máximo de coordinación la Secretaría de Gobernación y el Presidente de la República como jefe de las fuerzas armadas. Todo crimen, toda masacre contra el proletariado, es una acto represivo del Estado burgués como aparato de represión institucionalizada. El rasgo que hoy agrega el acto barbárico de Iguala a diferencia de uno acontecido en Morelia en 2009, donde la población en plena celebración patriotera del 15 de septiembre fue atacada por el crimen organizado (por y desde el poder político usando las bandas del narco), es que el objetivo es un contingente del proletariado que se ha caracterizado por su combatividad, su condición de acentuada pobreza y un vinculo arraigado con los sectores más depauperados. Ahora no solo se trata de infringir terror y temor en las clases oprimidas, ahora atacan lo que según los cálculos de la burguesía considera como embriones de rebeliones futuras. En este sentido los reclamos de los familiares de los jóvenes masacrados y de los desaparecidos avanzan alguna claridad al rechazar que se imponga la versión impulsada desde el gobierno de todos los niveles de que la autoría intelectual y material recae en solo un grupo de vulgares matarifes municipales aliado con tal o cual cartel del narcotráfico y tienden a identificar al Estado burgués como responsable de esta bestialidad.

La solidaridad proletaria se expresa de nuevo

Y a pesar del terror sembrado por la burguesía, el proletariado más joven no ha doblado la espina dorsal frente a la Masacre. Por el contrario, ha levantado la cabeza para manifestar su indignación ante los hechos. Este es el aspecto más relevante que tenemos que destacar: la manifestación más genuina de la solidaridad de clase, propia de la moral proletaria, que se despertó como producto de esa masacre en la que se conjunta la historia de represiones, y que se expresó sobre todo en los jóvenes estudiantes que son un sector importante del proletariado y que culminaron en la masiva manifestación de protesta e indignación en la Ciudad de México, y en una veintena de ciudades del país, el día 22 de octubre; además de las diversas manifestaciones de solidaridad en todas partes del mundo.

El proletariado tiene la responsabilidad histórica de recuperar la memoria, la historia de las luchas de clases y comprender la naturaleza del Estado capitalista mundial, para desarrollar su conciencia de clase acerca de la alternativa histórica ante esta barbarie, acerca de la necesidad de su lucha por la abolición de este sistema que está ya gangrenado desde sus cimientos; debe comprender radicalmente que si no logra destruirlo, la barbarie capitalista como se conoce hasta ahora, degenerará aún más de manera dramática y brutal. Efectivamente, la verdadera amenaza al orden burgués proviene de la lucha de la clase obrera y sobre todo de la posibilidad de su toma de conciencia de la relación que existe entre la penuria diaria de su existencia y la barbarie de este tipo que son en realidad una unidad dentro del capitalismo, de la posibilidad muy concreta de que pueda tomar conciencia de la necesidad de cuestionar al mismo sistema capitalista y plantearse seriamente la necesidad de su destrucción revolucionaria.

Plexus, octubre de 2014


[1] es.internationalism.org/book/export/html/2123.

 

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Ayotzinapa

El verdadero rostro del capitalismo putrefacto

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Presentamos a continuación un volante elaborado por “Proletarios Comunistas Internacionalistas”. Es evidente que compartimos tanto su indignación como la postura política, sobre todo en su insistencia en que sea la clase obrera la que debe asumir una respuesta, no de manera aislada, no con actos de “violencia radical, ejemplares” que pretendidamente podrían “detonar” la movilización, pues denuncian muy bien que estas “estrategias” pertenecen al arsenal del izquierdismo y que lo único que consiguen es atomizar más a la clase trabajadora  ya que estos actos desesperados la reducen a la impotencia y la ponen de rodillas frente al despliegue del terror estatal de la burguesía.

Los compañeros denuncian muy bien el carácter de clase del Estado democrático burgués. El Estado no es neutral, sus partidos políticos no son tampoco neutrales y menos “defiende obreros” aunque se rasguen las vestiduras. La democracia es el cosmético de la feroz dictadura del capital. La democracia justifica y acentúa  la explotación asalariada, la democracia defiende al capital…Por eso los discursos de los gobernantes son hipócritas y buscan engañarnos permanentemente tratando de presentarnos un Estado que estaría al “servicio” de los ciudadanos. La dominación del capital descansa sobre el Estado democrático, garante de este sistema en plena descomposición social.

Es justamente esta idea, la de que el capitalismo decadente está sumido en su última fase, la de la descomposición social, la que debemos poner como telón de fondo de estos acontecimientos en Guerrero. Una de las características de esta fase terminal del capitalismo es la tendencia a la pérdida de control de la burguesía de su aparato político, junto a esto hay que agregar  la terrible gansterización de la vida social y en especial la del Estado, además, el narcotráfico que nos lo quieren presentar como algo “ajeno y en contra” de la democracia, es hoy su complemento, trabajan juntos y hacen parte del ejercicio de un mismo terror estatal contra la población (cobros de piso, extorsiones, control policial de regiones enteras, aplastamiento de cualquier protesta social que altere el “orden establecido”, deciden quién es candidato y quién es electo…). Por ello acordamos con los compañeros cuando afirman que Estado y el  narco son la misma cosa, los intentos por separar estos dos planos de la realidad son pura hipocresía ideológica.

Solamente en cuanto al “pacifismo socialdemócrata” queremos remarcar y contextualizar una idea. El pacifismo tiene su origen en la ilusión de una sociedad en “paz”, por eso esta idea cristaliza fundamentalmente en clases sin porvenir como la pequeña burguesía. Sin embargo las ONG hacen parte de los tentáculos del Estado en la sociedad, están abiertamente tripuladas por los Estados y aunque éstas explotan ese modus vivendi de esas capas intermedias no debemos perder de vista que son cortafuegos y oficinas de la burguesía. El  pacifismo es más una ideología de la fantasía, de lo no real. En una sociedad basada en la división entre clases sociales donde una minoría explota y vive a expensa de la enorme mayoría y cuyos intereses son irreconciliables, la “paz social” es una mera utopía. La siguiente cita redondea la idea: “En realidad el pacifismo nunca ha existido en una sociedad dividida en clases con intereses antagónicos. En esta sociedad lo que rige las relaciones entre las clases es la lucha. Por eso el pacifismo no ha sido nunca más que pura ideología. En el mejor de los casos un espejismo de capas impotentes y heterogéneas de una pequeña burguesía sin porvenir. En el peor una patraña, una mentira desvergonzada de las clases dominantes para que las clases explotadas abjuren de la lucha de clase y acaten el yugo de la opresión. Cuando se razona en términos de “pacifismo o terror”, es decir cuando se contrapone áquel a éste, se está cayendo en la trampa, se le está dando verosimilitud a este falso dilema, como ocurre también con la trampa igualmente construida sobre el falso dilema: guerra o paz.” (Terror, Terrorismo y violencia de clase, CCI).

Como lo dijimos arriba, saludamos la reacción de los compañeros por difundir una postura auténticamente proletaria e internacionalista, por denunciar con indignación esta muestra atroz, cruda y bárbara de lo que es capaz el Capitalismo en descomposición. Cuando las burguesías europeas derraman sus lágrimas de cocodrilo acusando a sus congéneres mexicanos de “asesinatos de lesa humanidad” en realidad lo hacen para ocultar sus propios crímenes. El mundo civilizado actual tiene rostros distintos pero la misma naturaleza: un capitalismo que está hundiendo a la humanidad en la barbarie, la desolación y la muerte. Como lo subrayan los compañeros, solo el proletariado mundial puede detener y revertir esta tendencia.

Nuestra solidaridad para los familiares de asesinados y desaparecidos, la clase obrera siempre pone lo muertos y esta vez sus hijos han pagado el precio. Rechazamos esa moral hipócrita de la burguesía que “se asusta y critica” su propia barbarie, saludamos los esfuerzos de reflexión que nos ayudan a entender los hechos en un marco proletario como lo hace esta hoja de los “Proletarios comunistas Internacionalistas”.

CCI, 14-10-14.

El Estado es la forma máxima de organización política y militar de la burguesía.
¡El Estado asesina!
¡La justicia no puede venir del Estado!

La forma en que el Estado llevó a cabo el asesinato de decenas de personas en Iguala es ya bien conocida: la policía del “movimiento progresista” cercó y disparó contra los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. El resto del trabajo, que consistió en asesinar a más de 40 estudiantes, quemar y ocultar sus cuerpos, lo llevó a cabo un grupo armado también ligado al Estado: el narco, junto con la policía del municipio de Iguala. La indignación y la rabia ante esta atrocidad es indescriptible, pero también es inmensa la hipocresía de todos los partidos, ONG e instancias oficiales y no oficiales del Estado.

¿”Guerra entre el Estado y el narco”
o un Estado que cada vez depende más del narcotráfico?

La estrecha colaboración entre la policía del “Movimiento Progresista” con los grupos armados del narcotráfico no habla de la “penetración” del “crimen organizado” en el Estado, sino más bien revela que la burguesía, en medio de la descomposición del capitalismo y cada vez más hundida en pugnas internas, recurre con mayor frecuencia a mayor violencia y a prácticas criminales. El narcotráfico no es un segmento separado de la burguesía y en tanto tal, los intereses del narco jamás han dejado de tener presencia en el aparato de Estado, la forma máxima de organización de la clase de los capitalistas contra la clase obrera.

La prensa, un instrumento de la burguesía, intenta reforzar la idea de que los Policías de Iguala eran un brazo armado de "Guerreros Unidos", pero ahora con el ejército y la gendarmería en las calles ya todo “está bien”. ¡Proletarios, recordemos!: el Estado es una máquina para que una clase reprima a otra, una máquina para el sometimiento y la explotación de otra clase.

El dolor de las familias usado en las disputas entre partidos
y en las pugnas internas de éstos

La izquierda del capital en la entidad sigue una estrategia a través de los medios: limpiar la imagen del PRD, PT, Morena, Movimiento Ciudadano, rumbo a las próximas elecciones. En medio del sufrimiento de las familias de los desaparecidos, los partidos, verdaderos engranajes de la maquinaria asesina de la burguesía, señalarán a uno u otro funcionario, a uno u otro policía, pero se guardarán de decir que el Estado, del cual ellos forman parte, es la causa de la barbarie que viven los explotados día tras día. Todos los partidos que integran el Estado (no solamente el PRI y el PAN), así como los que aspiran a formar parte de él, utilizan a su favor el descontento social y cuando llega el momento lo combaten a sangre, metralla y cárcel.

¿A qué terreno corresponden los llamados "derechos humanos"?

Los voceros del Estado y sus servicios de “derechos humanos”, a cuenta del gobierno o “independientes”, nos hablan todo el tiempo de “ejecuciones extrajudiciales” para inculpar a uno u otro funcionario, pero finalmente, para exculpar a la burguesía como clase social a cargo de tribunales, ejércitos, policías y bandas criminales. Para esos defensores de la ley y el orden burgués bastaría que las ejecuciones se dieran “dentro del marco de la ley”. De ese modo ocultan que la violencia y el terror son en sí mismos la forma brutal en la que el Estado garantiza el buen andar de los negocios de la burguesía.

Los llamados "derechos humanos" están pues dentro de un terreno donde la burguesía tiene absoluto control. No importa que los reivindique el magisterio, los aparatos sindicales, los llamados "medios libres" o los propios normalistas. ¡Es necesario romper con esa visión burguesa de las cosas! Por ello es importante saber de antemano qué sigue en el guión del gobierno después de las llamadas "investigaciones” para seguir manteniendo la falsa idea de que la justicia puede venir de la burguesía.

El circo de los "derechos humanos"
tiene por finalidad el reforzamiento del dominio burgués

Lo más importante para la clase de los capitalistas es mantener el "prestigio" del Estado. El circo de las comisiones de investigación y de “derechos humanos” seguirá el mismo protocolo que sigue la burguesía en todo su historial de crímenes: investigación – juicio – amparos – sentencias - reforzamiento-del-Estado. Recordemos el caso de la masacre del poblado de Las Dos Erres en Guatemala, donde el ejército asesinó a más de 500 hombres, mujeres y niños: La conclusión de toda la etiqueta que se coloca la burguesía concluyó en una sentencia macabra, en una burla: Un “monumento” erigido por los asesinos para “mantener la memoria”, pedazos de papel con el sello del Estado para comprar, silenciar y hacer cómplices a los familiares, y una Ley de Reconciliación Nacional, con la participación de toda la fauna de organismos de “derechos humanos” y el gobierno, en otras palabras, una ley para afirmar el sometimiento de los familiares de las víctimas a la colaboración de clases, a la aceptación de los términos impuestos por los asesinos. Una burla para lavarle la cara al Estado y a la clase a la que sirve: la burguesía.

La única justicia: ¡luchar por la destrucción del capitalismo!
¡Romper con toda colaboración de clases!

El hundimiento en la miseria y la existencia de la sociedad burguesa son la causa de una descomposición mayor del capitalismo que amenaza con destruir consigo también a los explotados. En medio de esa situación, el proletariado se ha encontrado con enormes dificultades para desarrollar luchas en sus propias manos, para extenderlas y para romper con todo el aparato político del capital, que no se limita solamente a la “derecha”, sino que también la integran los partidos, sindicatos oficiales e “independientes” y los grupos del izquierdismo, los cuales mantienen toda expresión de lucha en los confines de la visión burguesa que encadena con mayor fuerza al proletariado: el nacionalismo, instrumento ideológico en el que se funda toda colaboración con la burguesía.

Es contra esa izquierda del capital con la que la clase obrera tiene que romper. Los métodos desesperados del izquierdismo mantienen las luchas aisladas y por ello mismo, toda lucha de los trabajadores se vuelve susceptible a la represión. La impotencia de los estudiantes proletarios por reconocerse como parte de la clase obrera y por desarrollar formas propias, que no los aísle en gremios, separándolos del resto de la clase trabajadora, es otro obstáculo a superar.

El pacifismo socialdemócrata y la violencia minoritaria tienen un mismo origen: el pensamiento pequeñoburgués. La única forma de enfrentar a la burguesía es la lucha masiva, consciente y organizada del proletariado

La solidaridad proletaria no es un seguimiento ciego de manifestaciones y consignas, sino la crítica sin concesiones a todo lo que impida el desarrollo de la lucha del proletariado —como una sola clase a escala mundial — contra la burguesía, contra el Estado, contra el capital. Es necesario recuperar los métodos de lucha que le son propios a la clase proletaria, ajenos a la violencia minoritaria y la organización autoritaria y militarista. No se trata de si las protestas son "pacíficas" o no. Se trata de su contenido: si contribuyen o no al desarrollo de una perspectiva autónoma del proletariado y a su generalización; y por autonomía entendemos, no la autonomía regional del pequeño-burgués, sino la autonomía del proletariado frente al resto de las clases. Se trata de recuperar, en la historia y experiencia mundial de la clase obrera, las formas y métodos que desarrollen verdaderamente la solidaridad con el resto de la clase obrera, su reflexión y su lucha dentro de un terreno de clase. Es necesario por tanto, romper con la ideología de martirologio y disciplina ciega que pregona la FECSM, con el pacifismo socialdemócrata de los partidos y ONG, con el aislamiento que imponen tanto los sindicatos oficiales como “independientes” o “de base”, con la violencia minoritaria de los grupos que pretenden dar “ejemplos” con su acción individual o minoritaria a lo que suponen que son unos “obreros pasivos y obedientes”, pues el origen de todas esas prácticas está, finalmente, en el pensamiento pequeñoburgués y en el marco de la izquierda del capital.

Si la clase obrera no se organiza por sí misma, si no se ataca de raíz todas las causas de la barbarie, toda la indignación, toda la rabia, todo el dolor, toda la fuerza, no irá sino orientada al reforzamiento del Estado, al reforzamiento de la burguesía.

La "justicia" no vendrá de los verdugos que son el Estado y las facciones burguesas de todos los colores.

¡Al Estado no hay que pedirle justicia, es necesaria su destrucción!

¡No reclamamos "derechos humanos", llamamos a organizarnos por nuestras necesidades, contra el capitalismo y todo su aparato de derechas e izquierdas!

Como explotados, la mejor solidaridad empieza por reconocernos como una misma clase: el proletariado.

Proletarios Comunistas Internacionalistas

Con muy pocos recursos hacemos un esfuerzo por desarrollar y dar a conocer una perspectiva proletaria. Lee, discute y reproduce este volante.

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Masacres en el Estado de Guerrero (México)

Guerra, pogromos y destrucción de la conciencia

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Según las últimas encuestas, el 87 %, incluso 97 % de los israelíes apoyaba la ofensiva militar en Gaza cuando se encontraba en su punto más intenso. Algunos incluso hacían fiestas en las colinas con vista a la Franja, bebiendo cerveza mientras observaban el mortal espectáculo de fuegos artificiales desde lejos. Algunos de los entrevistados a raíz de los ataques con cohetes de Hamas dijeron que la única solución es matar a todos los habitantes de Gaza - hombres, mujeres y niños. The Times of Israel publicó un artículo de un blogger judío-americano Yochanan Gordon titulado "Cuando el genocidio es permisible'[1] . En las marchas que siguieron al asesinato de los tres jóvenes israelíes en Cisjordania -el evento que desencadenó el conflicto actual- el lema "muerte a los árabes" se convirtió en un favorito del público.

En Gaza, se informa que la población sometida a los despiadados bombardeos israelíes -aéreos y de artillería- aplaudió cuando Hamas o la Yihad Islámica desataron una nueva ronda de cohetes, con la intención, aunque raramente con cualquier "éxito", de matar a tantos israelíes como sea posible (hombres, mujeres y niños). El grito de "Muerte a los Judíos" se pudo escuchar una vez más, al igual que en la década de 1930, y no sólo en Gaza y Cisjordania, sino también en las manifestaciones "pro-palestinas" en Francia y Alemania, donde sinagogas y comercios judíos han sido atacados. En Gran Bretaña también se ha producido un aumento de incidentes antisemitas.

Hace tres años, en el verano 2011, tras “la primavera árabe” y la rebelión de los "Indignados" en España, los lemas eran muy diferentes: "Netanyahu, Assad, Mubarak, la misma lucha" -que era la consigna de las decenas de miles de israelíes que habían salido a las calles contra la austeridad y la corrupción, contra la escasez crónica de vivienda y otras formas de privación social. Provisional y nerviosamente, la unidad de intereses entre judíos empobrecidos y árabes empobrecidos fue dirigida sobre la cuestión de la vivienda en las reuniones que cruzaron la división nacional siendo un tema para ambos independientemente de su nacionalidad.

Hoy, hay informes de pequeñas manifestaciones de israelíes que corean que Netanyahu y Hamas son ambos nuestros enemigos, pero ellos han sido rodeados, silenciados e incluso aún físicamente atacados por los sionistas del ala derecha con sus peticiones cada vez más ostensiblemente racistas. Destino irónico del sueño sionista: "una patria judía" que supuestamente debía proteger a judíos de la persecución y los pogromos han dado a luz a sus muy propios pogromistas judíos,  tipificado por pandillas como Betar y la Liga de Defensa judía.

En 2011, los oradores del movimiento de protesta expresaron el temor de que el gobierno encontraría una excusa para comenzar otro asalto sobre la Franja de Gaza y así conduciría a la protesta social al  callejón sin salida del nacionalismo. Esta última conflagración, más asesina que cualquiera de las guerras anteriores sobre la Franja de Gaza, parece haber comenzado con una provocación por parte de Hamas o posiblemente una célula separada jihadista -el brutal secuestro y asesinato de los jóvenes israelíes. Pero el gobierno israelí, con su despliegue espectacular de tropas para encontrar a los jóvenes, y el arresto de cientos de sospechosos palestinos, estaba demasiado impaciente por aprovechar los acontecimientos para propinar un golpe contra la coalición recientemente formada entre Hamas y la OLP, y al mismo tiempo, contra los que están detrás de Hamas, Irán en particular. "La República islámica" chiita actualmente está siendo cortejada por EU como un aliado en Irak contra el avance de los sunitas fundamentalistas agrupados en ISIS. Pero independientemente de los motivos del gobierno israelí para "aceptar"  la provocación de Hamas (que desde luego incluye el lanzamiento constante de cohetes hacia Israel), no hay ninguna duda de que el aumento actual del nacionalismo y el odio étnico en Israel y Palestina es un golpe mortal contra el reciente crecimiento de la conciencia social y de clase que vimos en 2011.

Un aire de Kishinev

Ha sido muy cacareado el centenario del estallido de Primera Guerra Mundial, nosotros recordamos lo que la revolucionaria internacionalista Rosa Luxemburg escribió desde su celda de la prisión en el Panfleto de Junio (originalmente titulado La crisis de la socialdemocracia) sobre la atmósfera de la sociedad alemana al estallido de la guerra. Luxemburgo nos habla acerca de

"…las manifestaciones patrióticas en la calle, la persecución de automóviles de aspecto sospechoso, los telegramas falsos,  los pozos de agua envenenados con el germen del cólera, los estudiantes rusos que arrojan bombas desde los puentes de Berlín, o de franceses que sobrevuelan Nuremberg; el salir a cazar espías, las multitudes cantando en los cafés con coros patrióticos; todos los barrios de la ciudad transformados en turbas prestas a denunciar, a perseguir mujeres, a llegar hasta el frenesí del delirio ante cada rumor; ...la atmósfera del asesinato ritual, el aire de Kishinev, que hacía que el vigilante de la esquina fuera el único representante que quedaba de la dignidad humana".

En realidad, en el tiempo que ella escribió estas palabras, en 1915,  aclaraba que esta euforia nacionalista inicial había sido dispersada por la miseria creciente de la guerra en casa y en el frente, pero los puntos restantes: la movilización de la población para la guerra, el cultivo del espíritu de venganza, destruyó el pensamiento, destruyó la moralidad, y creó un asqueroso "aire de Kishinev" –el aire del pogromo. Luxemburgo se refería al pogromo en 1903 en la ciudad de Kishinev, en la Rusia zarista donde los judíos fueron masacrados con el pretexto medieval "del asesinato ritual" de un muchacho cristiano.

Así como los poderes feudales que estaban felices de promover disturbios antijudíos para desviar la atención del descontento popular contra su régimen, y no raras veces para asegurarse que la destrucción de los judíos también destruía las grandes deudas que los reyes y señores habían incurrido de la mano de prestamistas judíos, los pogromos del siglo XX también tienen esta característica dual de una manipulación deliberada, cínica de parte de la clase dirigente, y el despertar de los sentimientos más irracionales y antisociales entre la población, más notablemente entre la pequeña burguesía desesperada y la mayor parte de elementos lumpenizados de la sociedad.

En Kishinev y pogromos similares, el régimen zarista tenía sus Centurias Negros, cuadrillas de gamberros de la calle listos para cumplir las órdenes de sus amos aristocráticos. Las autoridades Nazis que promovieron los horrores de la Noche de los Cristales Rotos en 1938 presentaron las palizas, saqueos y asesinatos como una expresión "de la cólera espontánea popular" contra los judíos después del asesinato del diplomático Nazi Ernst vom Rath por Herschel Grynszpan un joven judío polaco.

Los poderes del Inframundo y el poder del proletariado

Los poderes imperialistas que gobiernan el mundo hoy siguen alimentando estas clases de fuerzas irracionales en la defensa de sus propios sórdidos intereses. Bin Laden comenzó su carrera política como un agente de la Agencia Central de Inteligencia inclinado contra los rusos en Afganistán. Pero la destrucción de las Torres Gemelas por Al Qaeda de Bin Laden provee un potente ejemplo de cómo estas fuerzas fácilmente pueden escapar del control de los que tratan de manipularlos. Y aún el debilitamiento progresivo de la hegemonía mundial de los EE.UU. lo ha conducido a cometer el mismo error en Siria, donde, junto a Gran Bretaña, se contentaba de apoyar encubiertamente a los musulmanes radicales que se oponen el régimen de Assad –hasta que amenazaron con instalar en Siria y ahora en Irak un régimen aún más hostil a intereses estadounidenses que el régimen de Assad. Incluso Israel, con sus agencias de servicios secretos sumamente entrenadas, repitió el error cuando al principio animó el crecimiento de Hamas en Gaza como un contrapeso a la OLP.

En la etapa más avanzada de su decadencia, el capitalismo es menos  capaz de controlar las fuerzas del Inframundo que ha conjurado. Una manifestación clara de esta tendencia es que el espíritu del pogromo se extiende a través del planeta. En África Central, en Nigeria, en Kenia, no musulmanes son masacrados por fanáticos islamistas, provocando contramatanzas por cuadrillas cristianas. En Irak, Afganistán y Paquistán, terroristas sunitas bombardean mezquitas y procesiones chiitas, mientras ISIS en Irak amenaza a cristianos y yazidíes con la conversión, la expulsión o la muerte.

En Birmania, la minoría musulmana con regularidad es atacada por "budistas militantes”. En Grecia, los inmigrantes son violentamente atacados por grupos fascistas como Amanecer Dorado; en Hungría, el partido Jobbik se encarrila contra judíos y gitanos. Y en la "democrática" Europa Occidental campañas xenófobas contra musulmanes, inmigrantes ilegales, rumanos y otros se han convertido en la norma política, como en las  recientes elecciones europeas.

En respuesta al pogromo de Kishinev, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, en su histórico congreso de 1903, acordó una resolución llamando a la clase obrera y a los revolucionarios a oponerse a la amenaza de pogromos con toda su fuerza:

"En vista del hecho que los movimientos tales como el tristemente bien conocido pogromo en Kishinev, muy aparte de las atrocidades abominables que cometieron, sirve en las manos de la policía como un medio por cual se procura contener el crecimiento de conciencia de clase entre el proletariado, el Congreso recomienda a los camaradas usar todo lo que está en su poder para combatir tales movimientos y explicar al proletariado lo reaccionario y la inspiración clasista de las incitaciones antisemitas y todas las otras incitaciones nacionales chovinistas".

¡Cómo era correcta esta resolución al ver el pogromo como un ataque directo sobre la conciencia de clase de proletario! En 1905, confrontado con huelgas de masas y la aparición de los primeros soviets de trabajadores, el régimen zarista desató el pogromo de Odesa directamente contra la revolución. Y la revolución respondió no menos directamente: los soviets organizaron milicias armadas para defender los vecindarios judíos contra las Centurias Negras.

Hoy esta cuestión es más universal y aún más vital. La clase obrera está viendo su conciencia de clase, su mismo sentido de sí misma como una clase, zapada y minada por el coloso implacable de la descomposición capitalista. En el nivel social, esta descomposición de la sociedad capitalista significa la lucha de cada uno contra todos, la proliferación de rivalidades de pandilla, la extensión siniestra de odios étnicos, raciales y religiosos. En el nivel de los Estados-nación, significa la extensión de conflictos militares irracionales, alianzas inestables, guerras que al mismo tiempo evitan el control de los grandes poderes, pero también los arrastran más lejos en el caos mismo que ellos han creado. Y vemos en las guerras en Israel/Palestina, en Irak, en Ucrania, como el espíritu del pogromo se convierte en un adjunto directo de guerra, y amenaza con convertirse en su encarnación última: el genocidio, el exterminio organizado de poblaciones enteras por el Estado.

Este cuadro sombrío de una sociedad global en su agonía de muerte puede inducir sentimientos de angustia y desesperación, sobre todo desde que las esperanzas que aparecieron en 2011 han sido destrozados  casi totalmente, no sólo en Israel, sino a través del Oriente Medio entero, que ha visto las protestas de Libia y Siria sumergidas en crueles "guerras civiles"  y la supuesta "revolución" de Egipto dar lugar a un régimen represivo después de otro. Más aún: estos movimientos, sobre todo el de la España "democrática", realmente comenzaron a crear una perspectiva por el porvenir al mostrar el potencial de las masas cuando ellas van juntas a las manifestaciones, a las asambleas, en debates profundos sobre la dirección de la sociedad capitalista y la posibilidad de deshacerse de ella.

Estas manifestaciones fueron un signo de que el proletariado no está derrotado, que no ha sido abrumado totalmente  por la avanzada putrefacción del orden social. Reanimaron, aunque de manera confusa y vacilante, el espectro de la lucha de clases, del proletariado internacional, que hizo las revoluciones de 1905 y 1917-18, que acabó con la Primera guerra mundial con sus huelgas y levantamientos, que bloqueó el camino a la Tercera Guerra Mundial  con el renacimiento de sus luchas después de mayo de 1968 en Francia, y que otra vez han comenzado a mostrar su mano en los movimientos de clase entre 2003 y 2013.

La clase explotada en la sociedad capitalista, comprendiendo los intereses comunes que la unen a través de las barreras nacionales, étnicas y religiosas, es la única fuerza social que puede prevalecer contra el espíritu de venganza, contra el chivoexpiatorismo de minorías, contra los odios nacionales y contra los Estados-Nación y sus guerras infinitas.

Amos


[1] Este ha sido retirado rápidamente tras las numerosas críticas, pero el hecho de que pudo ser publicado es en absoluto indicativo de un estado de crecimiento de ánimo en el Israel.

 

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La falsificación de la historia en los programas escolares

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Agradecemos a un compañero muy próximo la traducción de un artículo de nuestra sección en Francia y la introducción que realiza al mismo.

CCI

El artículo que he traducido de la página de la CCI online en francés explica detenidamente el rol ideológico de la historia, la geografía y la educación cívica en la escuela y liceos franceses. En el artículo se dan innumerables ejemplos a partir de la realidad francesa. Su sentido, obviamente, puede extenderse a la realidad española o a la de otras zonas del mundo. Ya que la educación pública es en realidad la de un Estado burgués que utiliza la educación con una finalidad marcadamente ideológica a fin de preservar y presentar como natural el orden de la mercancía.

En el plan de estudio del Estado francés se vincula la historia y la geografía a la educación cívica. Este aspecto democrático y ciudadanista es reiteradamente presentado también en las leyes de educación del Estado español (ya sea la LOE aprobada bajo un gobierno “socialista” o la LOMCE aprobada por el PP) y al mismo tiempo ha sido un motivo de disputa entre diferentes fracciones de la burguesía. El PP a través de la LOMCE ha eliminado la asignatura de Educación para la ciudadanía con la que la izquierda burguesa pretendía adoctrinar a la juventud obrera en los valores constitucionales de la abstracción democrática, dando valor académico a la asignatura de religión al mismo tiempo que establece una materia alternativa que se llama Valores sociales y cívicos en primaria y valores éticos en secundaria. Huelga decir que entienden los planes de estudio por valores éticos, los valores atomizados y aislados del ciudadano burgués.

Otro aspecto muy interesante del artículo traducido es el rol que cumple la educación burguesa (estatal, concertada o privada) en disciplinar a la juventud obrera para acostumbrarla a la alienación del trabajo asalariado al mismo tiempo que pretende adocenar el espíritu crítico de los alumnos y alumnas, por fortuna muchos de ellos y ellas no dejan de denunciar algunos de los efectos más perversos de la dominación burguesa. La escuela y los institutos, el sistema educativo público cumple de esta manera una función en la reproducción de la fuerza de trabajo, de cara a cumplir necesidades de formación que serán indispensables una vez que la burguesía adquiriendo la fuerza de trabajo como mercancía utilice el valor de uso del trabajo como mecanismo de acumulación de capital.

Frente a la mitificación acerca de cómo la educación pública corrige y compensa las desigualdades en realidad es una enorme máquina de reproducir dichas diferencias estructurales. A través de la creación permanentemente de guetos en subdivisiones entre educación privada, concertada y pública, dentro de las propias clases de la educación público-estatal y no sólo. Estas subdivisiones clasifican y marca, señalan ya lo que las instituciones piensan que son los/as alumnos/as. Dividiéndoles en alumnos/as más o menos capaces, en clases que pueden salir a una actividad extraescolar y los que no, las clases que imparten una educación bilingüe (recortada en contenidos en cualquier caso) y las que no… Estas subdivisiones y clasificaciones lejos de compensar las desigualdades sociales las marcan con hierro candente.

Y además existe un presupuesto inicial que permite dicha reproducción y es que la lógica de la mercancía, de sus igualaciones formales y abstractas, está plenamente inserta en las aulas escolares. La igualdad abstracta que identifica falsamente a todos/as los/as alumnos, independientemente de sus vidas, orígenes, procedencias, ingresos, recursos culturales en las familias… Esa abstracción a semejanza que en la economía capitalista o que en la política democrática se impone de un modo coactivo en la educación, imponiendo de una manera obligada su fetichismo, cosificando a las personas (tú eres la nota que sacas, las competencias, objetivos y contenidos con los que te evalúan) y personificando las instituciones coactivas como en este caso el sistema escolar.

Y todo ello en una época de decadencia del capitalismo que vive su fase última la descomposición[1] con su lógica de degradación moral, la tendencia a la agrupación en bandas y una violencia cada vez más descontrolada. Todo ello se encuentra presente en unas aulas escolares que la burguesía presenta ideológicamente como un reino abstracto y neutral del saber.

Por ello y como concluye el artículo traducido, la verdadera educación y formación pasa por la recuperación asociada de las tradiciones históricas, teóricas y morales auténticas del proletariado.

Andrei, Octubre 2014.

La falsificación de la historia en los programas escolares

En las sociedades de clase, la educación es una herramienta de dominación. La sociedad capitalista no escapa en absoluto a esta lógica llegando a amplificar el fenómeno y su racionalización. El sistema escolar tiene por función formar futuros trabajadores dóciles y útiles para los intereses de la burguesía. Para hacerlo, los centros escolares tratan de formatear ideológicamente los espíritus de los jóvenes escolares pero también de dirigir los jóvenes cuerpos para que se adapten a las exigencias del trabajo asalariado. La escuela es pues un centro disciplinario desde todos los puntos de vista. En ningún caso permite la realización personal y el desarrollo del espíritu crítico[2]. La enseñanza de historia-geografía-educación cívica en el ciclo secundario muestra por ejemplo hasta que punto el sistema educativo burgués forma parte integrante de la ideología dominante. Los programas de historia han sido siempre construidos para y a favor de la propaganda de Estado[3]. Su estructura quiere anclar la “realidad” en el orden social burgués. De hecho, la enseñanza de esta disciplina participa en la falsificación del verdadero pasado de las sociedades humanas. Así, las jóvenes generaciones de obreros se mantienen en un clima de ignorancia favorable a la pérdida del espíritu crítico. Queremos, pues, denunciar la propaganda aplicada por el Estado burgués en la formación de los futuros obreros.

A la búsqueda del comunismo primitivo

En tanto que saber académico, la historia inicia con la aparición de la escritura hacia la mitad del IV milenio antes de nuestra era. En concordancia con esto, los saberes sobre las sociedades del pasado comienzan en los programas (escolares) en el mismo periodo puesto que el primer capítulo de historia en la clase de 6º año trata sobre las civilizaciones egipcia y mesopotámica. Estas sociedades han alcanzado ya un nivel de desarrollo particular.

  • Ellas son desiguales y divididas en clases sociales.
  • El Estado ha llegado a un nivel importante de sofisticación.
  • La preponderancia del rey y de los sacerdotes en tanto que símbolos políticos e ideológicos está bastante enraizada.

Si se sigue la lógica de los programas, las sociedades humanas están ampliamente organizadas de este modo. Sin razón aparente invitan a pensar a un joven escolar que el Egipto de las pirámides o las ciudades de Ur o de Babilonia son las primeras huellas de la vida de los Hombres en sociedad. Y, sin embargo, nuestra especie vivía ya desde hace centenares de miles de años. Y la elección de cercenar la casi totalidad de esos años no es para nada arbitraria. Tomando como punto de partida el Egipto de los faraones y las ciudades de Mesopotamia, la burguesía desea martillear sobre el carácter determinista de las desigualdades sociales. Se trata de enraizar la idea de que las sociedades desde “la noche de los tiempos” se dividen entre dominantes y dominados. Esta visión profundamente conservadora tiene por función legitimar el orden social capitalista y anclarlo en el espíritu de los jóvenes escolares. Simplificando he aquí el mensaje que el Estado pide que transmitan los profesores a los alumnos: “las desigualdades, la dominación, el Estado, los jefes siempre han existido y no podrá ser de otro modo en el futuro”. Dicho de otro modo, los hombres están destinados naturalmente a dominarse los unos sobre los otros[4].

Por lo tanto, las adquisiciones de la ciencia y del marxismo ofrecen una visión totalmente diferente de los primeros tiempos de la humanidad. En efecto: «durante la mayor parte de su historia, durante cientos de miles, puede ser millones de años, la humanidad ha vivido en una sociedad sin clases, formada por comunidades donde lo esencial de las riquezas era compartida, sin intervención de intercambio o dinero; una sociedad organizada no por los reyes o sacerdotes, los nobles o la máquina estatal sino por la asamblea tribal. Es a ese tipo de sociedad al que se refieren los marxistas cuando hablan de “comunismo primitivo»[5]. Esta visión es profundamente desconcertante para la ideología burguesa. Así, en la escuela como en otras partes, el comunismo primitivo es negado o minimizado con la finalidad de afirmar que el comunismo es un ideal inalcanzable en la realidad. Sin magnificarlas[6], estas sociedades nos dan indicaciones inversas, es decir, que los hombres son capaces de poner en el centro de la organización social la solidaridad, el apoyo mutuo y el compartir.

En su búsqueda de verdad, el marxismo ha permitido comprender que la emergencia de la explotación es un resultado histórico. Negando el movimiento de la historia, la burguesía falsifica la evolución de la humanidad. Ella no incita a que las jóvenes generaciones se cuestionen acerca de los orígenes de nuestra especie. La clase dominante tiene conciencia que sin comprender nuestro pasado es muy difícil entrever las posibilidades de una sociedad del futuro. Por eso ella hace de todo para burlarse de la curiosidad y el espíritu crítico de los alumnos sobre estas cuestiones.

La disolución de la lucha de clases

Para los marxistas, «la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases»[7]. En efecto, después de numerosos milenios, los antagonismos de clase forman el “motor de la historia”, su dinámica, su movimiento. Opresores y oprimidos llevan a cabo «una lucha ininterrumpida, que acaba siempre ya sea por una transformación de toda la sociedad ya sea por la ruina común de las clases en lucha»[8]. Evidentemente el sistema escolar burgués rechaza totalmente este punto de vista. Como lo prueba que el lugar dado a las revueltas o a los movimientos de subversión del orden social en el curso del tiempo es algo casi inexistente en los programas y en los manuales escolares. Las revueltas de esclavos en las sociedades antiguas, los movimientos heréticos o las revueltas campesinas en el seno de la sociedad feudal, las luchas del movimiento obrero desde el siglo XIX se encuentran muy lejos de constituir el corazón de los capítulos abordados en el curso del año. Y cuando son tratados estos acontecimientos lo son bajo el sesgo de una problemática que oculta plenamente su significación. Tomemos el ejemplo de la Comuna de París de 1871. Esta cuestión es abordada en la clase de 4º en el cuadro del capítulo “La evolución política de Francia (1816-1914)”. El objetivo es el de mostrar la forma en que la República se impone en Francia a partir de 1870. En primer lugar, el lugar asignado a la Comuna de París es ínfimo. En segundo lugar, las causas del acontecimiento son presentadas como una reacción al antiguo orden bonapartista. He aquí la forma en la cual un manual (colección Belin) presenta los hechos: «La República proclamada en París el 4 de septiembre de 1870 aparece incierta pues la Asamblea Nacional elegida en 1871 es mayoritariamente realista. El pueblo de París que teme una restauración de la monarquía y quiere continuar la lucha contra Prusia se revuelve a través de la Comuna de París: siendo reprimida en la sangre». Traducid, los obreros parisienses se han rebelado sólo contra la monarquía y el invasor prusiano (para defender la República y la Patria) pero ante la amplitud y las perspectivas revolucionarias que conllevaba “es reprimida en la sangre”. Si la burguesía no puede ocultar este episodio del movimiento revolucionario así como su terrible represión, ella puede, sin embargo, desvirtuarlo. En los programas, la Comuna es separada del movimiento revolucionario internacional. Los documentos resaltan los avances sociales y democráticos segregados por el movimiento. La Comuna es presentada como un laboratorio útil para la construcción de la República. Pero la Comuna de París no se reduce ni a un movimiento patriótico, ni a una lucha por las libertades republicanas. Es sobre todo la manifestación del rol del proletariado como la única fuerza capaz de destruir el capitalismo[9]. La burguesía tiene clara conciencia de esto y se esfuerza por ocultarlo a los futuros obreros. 

Lo mismo vale para la oleada revolucionaria de los años 20´ que se aborda en la clase de tercero. La revolución de Octubre de 1917 aparece en el programa y figura en la misma lista de repertorios históricos que el escolar debe retener a lo largo de su curso. ¿Pero qué es lo que retiene en realidad? Que este acontecimiento es «un golpe de Estado organizado por Lenin, el jefe del partido bolchevique»[10]. O una «revolución bolchevique conducida por Lenin»[11]. Una vez más con esto la burguesía niega la fuerza revolucionaria de las masas obreras y presenta la revolución de octubre como la obra de un Partido y de un hombre cuando fue la realización de las masas obreras[12].

Aún más los programas llevan a cabo la gran mentira que identifica el estalinismo al comunismo. Hasta 2013 esta falsificación era claramente explicitada en las directivas oficiales. La URSS es presentada como «un régimen comunista, fundada por Lenin, que quiere crear una sociedad sin clases y exportar la revolución (IIIª Internacional)»[13]. Con el arreglo del programa de 3º en el cambio realizado en la revisión del año 2013, esta directiva no se escribe ya “negro sobre blanco” pero la asimilación queda muy presente en cualquier caso en los manuales escolares: «Después de la muerte de Lenin en 1924, Joseph Stalin se presenta como su único heredero. Sólo en el poder a partir de 1929, él decide acelerar la puesta en marcha del comunismo en la URSS y la transformación de la economía»[14]. O, las características de la sociedad estaliniana no tienen nada que ver con la perspectiva (todavía a la orden del día) enunciada por el Manifiesto Comunista en 1848. El verdadero rostro de la URSS fue el capitalismo de Estado en el que una nueva burguesía persiguió la explotación del proletariado ruso. Los medios de producción no fueron en ningún caso puestos en común y el Estado no fue para nada abolido sino al contrario utilizado hasta su summum.

Presentar el comunismo como una sociedad ya advenida en el curso del siglo XX en la URSS, Cuba, o en China es una mistificación aún muy eficaz aunque la burguesía no evalúa ya hacerlo su caballo de batalla. Esta mentira insoportable, provoca una gran confusión en el seno de la clase obrera, debe ser condenada y denunciada, en nombre del fin último del proletariado: la reunificación de la sociedad humana.

Pero el arma más eficaz contra la lucha de la clase es la propaganda democrática y ciudadana. Los programas de educación cívica de los colegios y de los institutos son destinados a machacar las “virtudes” de la democracia: «la igualdad republicana es determinante para compensar y corregir las desigualdades. Las leyes protegen los bienes y las personas y fijan los cuadros de la vida en sociedad»[15]. Aún más la necesidad de ser un ciudadano responsable respetando sus derechos y sus deberes para asegurar la armonía social. El rol del Estado es desviado puesto que se le presenta como una entidad que «organiza la protección contra los riesgos mayores y asegura la seguridad sobre el territorio»[16]. Lo que se oculta a los alumnos es que el Estado es una herramienta de conservación social que permite a la clase dominante asegurar sus intereses. En la clase de 4º, un capítulo se consagra «al ejercicio de las libertades en Francia». Una vez más, la burguesía muestra todo su cinismo y su hipocresía puesto que el programa se focaliza sobre la libertad de opinión y de conciencia (religión, laicidad…) pero la explotación de la clase obrera y su alienación son evidentemente silenciadas. Otras tantas mistificaciones que formatean a los alumnos y trituran su espíritu crítico. Para Jules Ferry[17], la enseñanza de la educación cívica debía asegurar el encuadramiento ideológico de los hijos de los obreros: «Ciertamente el Estado no es doctor en matemáticas, doctor en letras ni en química (…). Si le interesa retribuir a los profesores no es para crear ni para extender verdades científicas; no es por esto por lo que se ocupa de la educación: se ocupa de ella para mantener una cierta moral de Estado, un tipo de doctrina de Estado, indispensable para su conservación (…). Mientras que no hay que recelar de ejercer el apostolado de la ciencia, de la rectitud y de la verdad hay que oponerse resueltamente, en todos los lugares, a este otro apostolado, a esta retórica violenta y mentirosa (…). ¡Esta utopía criminal y retrograda que ellos llaman guerra de clases!». La burguesía actual es mucho menos explícita cuando ella enuncia sus proyectos de educación. Además las mistificaciones democráticas y ciudadanas son mucho más completas y están más perfeccionadas que en los tiempos de Jules Ferry. Los programas de educación cívica se elaboran para que el alumno pueda digerir todos los artificios que enmascaran la lucha de clases. La complementariedad de los programas de educación cívica y de historia se dirige a negar la naturaleza de la burguesía como clase explotadora. Para ella, el capitalismo y la democracia representativa son el modo más perfecto de organización social. En definitiva lo que hay que inculcar a los alumnos es que la historia se ha acabado y se ha acabado bien. No hay ninguna necesidad de entrever otras perspectivas, la sociedad capitalista y democrática es lo más perfecto que el hombre sea capaz de construir. Cara a estas mentiras, la experiencia y las adquisiciones teóricas del movimiento obrero permiten decir la verdad. ¡No! La sociedad no es una suma de individuos “libres e iguales” sino una organización de clases antagónicas con intereses divergentes. En todas las partes del mundo, comprendiendo los países democráticos, los obreros son explotados y exprimidos. Un profundo sentimiento de disgusto los asalta a la vista de los privilegios sin control y las malversaciones de los patrones o de los hombres políticos. Además como he podido comprobar por mi propia experiencia los alumnos no son cándidos. Algunos de ellos no dejan de denunciar la corrupción y las desigualdades cuando se le expone la sociedad ideal en la que se nos anuncia vivir. La realidad no engaña a esos jóvenes espíritus.

La propaganda patriótica

Desde los primeros tiempos de la escuela republicana, el patriotismo y la “novela nacional” toman un lugar central en los programas. La Comuna de París había hecho vacilar a la burguesía que reaccionó amplificando la capa de plomo ideológico sobre la clase obrera. Ella deseaba romper el internacionalismo que el proletariado francés había desplegado en 1871. Para el ministro de instrucción Jules Simon, una de las lecciones de la “prueba” que Francia acababa de sufrir es que era necesario «que Francia conozca Francia tan bien como los extranjeros»[18]. Puede ser que más que en otras disciplinas, la historia y la geografía posee un rol ideológico esencial en el sistema escolar. En el umbral del siglo XX, la enseñanza de la historia se despliega en todos los niveles de la enseñanza. El chauvinismo, el nacionalismo y el militarismo envenenan los espíritus de los futuros obreros. Entre 1871 y 1914, la enseñanza de la historia está condicionada por un espíritu de revancha hacia Prusia después de la derrota de Sedán en septiembre de 1870. Sobre los mapas de Francia colgados en las clases, los territorios de Alsacia y Lorena (perdidos en beneficio de Prusia en 1870) son delimitados por punteados para excluirlos pero coloreados en violeta para que se reencuentren en el Hexágono. Progresivamente, la burguesía utiliza la escuela para acuartelar a la clase obrera en un conflicto mundial inevitable y dividirla sobre el plano internacional. Impregna entonces los espíritus de un ideal nacional mezclando con el ardor guerrero y la religión como denuncia Emile Zola en su novela Verdad en 1903 mientras pone en escena un maestro de escuela y su clase: «Cuatro cuadros, violentamente coloreados, pegados al muro, lo irritaban: Santa Genoveva liberando París, Juana de Arco escuchando voces, San Luis curando a los enfermos, Napoleón cabalgando en los campos de batalla. Siempre el milagro y la fuerza, siempre la mentira religiosa y la violencia militar dados como ejemplos, arrojados como simiente en el cerebro de los niños».

Para los países de la Entente, la victoria de 1918 permitirá contener el impulso revolucionario de su clase obrera. Y para este fin la burguesía va a desplegar todo su cinismo para “soldar la nación”, confundiendo a través de la compasión hacia los muertos, la fiereza de haber defendido la patria y la promoción de la coexistencia pacífica. Muy pronto, el Estado instaura la conmemoración obligatoria de los alumnos en los monumentos a los muertos. En el manual Lavisse de 1934, la guerra es presentada como una fatalidad que se impone a la burguesía: “desde 1914 a 1918, los Franceses han sido una vez más forzados a hacer la guerra a Alemania como en 1870”.

El patriotismo no ha desaparecido de los programas hasta hoy pero ha tomado una dimensión más insidiosa puesto que el sentimiento patriótico no aparece en tanto que tal. En adelante, los programas de la escuela y de los institutos presentan la historia de Francia de los siglos XIX y XX como el acontecimiento y la consagración de la democracia y las “libertades” desde 1789. Es omitir que en la sociedad capitalista, la única libertad de la clase obrera es la de vender su fuerza de trabajo. Por otro lado y para legitimar los “beneficios” de las nuevas instituciones mundiales (Unión Europea, ONU), el Estado ha inventado la noción de ciudadanía europea y de ciudadanía mundial. Una vez más se trata de ocultar el verdadero rol de sus instituciones que no existen sino para aportar una fachada de orden en un caos generalizado. Por ejemplo se invoca a los alumnos para que adhieran a la idea según la que la «creación de la ONU responde a la aspiración a mantener la paz»[19]. Si la burguesía adapta su ideología, no es menos cierto que el patriotismo permanece como una vacuna cara a la progresión del internacionalismo en los rangos de la clase obrera.

El desarrollo de la conciencia de clase para responder a la ideología de la burguesía

La estructuración de los programas abre la puerta al idealismo y a la desaparición del espíritu crítico. Su arquitectura se caracteriza por juntar acontecimientos apilados o periodos abordados de forma temática sin explicar las relaciones de causa y efecto. Se cuenta la historia pero no se analiza nunca la significación de los hechos lo que ocasiona una pérdida del espíritu crítico. Los programas incitan a narrar el pasado pero no a comprenderlo y sacar lecciones de él. La burguesía ha perdido toda visión coherente y objetiva de la historia y esto se traduce por el idealismo de la enseñanza. Por ejemplo la forma de enseñar la historia de las religiones. Solo las tres grandes religiones monoteístas son estudiadas en detalle y las directivas imponen apoyarse sobre los “relatos sagrados” separados de todo contexto. En nombre de la laicidad es imposible explicar en un cuadro materialista la aparición y la verdadera naturaleza de las creencias divinas.

La escuela es una herramienta esencial de la difusión de la ideología dominante en los rangos de la clase obrera. En el fondo su rol es el de velar la realidad de la sociedad capitalista. ¿Cuál puede ser la respuesta de la clase obrera de cara a esto? El desarrollo de la solidaridad y la unidad en las luchas. Es por las humillaciones sufridas cotidianamente que los obreros descubren que la visión del mundo que la burguesía les presenta no corresponde de ningún modo a la realidad. Como escribió Lenin: «Sólo la acción educa a la clase explotada, sólo ella le da la medida de sus fuerzas, amplía su horizonte, acrecienta sus capacidades, esclarece su inteligencia y templa su voluntad» (Lenin, Relación sobre 1905, 22 de enero de 1917). La lucha «la presiona a comprender la estructura del sistema económico, para conocer lo que es la sociedad, donde se encuentran sus enemigos y sus aliados»[20]. Es pues el desarrollo de la conciencia de clase quien inmuniza contra la ideología burguesa y permite tomar conciencia de su identidad y del rol que debe jugar para superar la sociedad actual. «Es una conciencia de sí. Y esta toma de conciencia es siempre sinónimo de una lucha de clases. La conciencia de clase es pues simplemente la afirmación del proletariado como clase revolucionaria, el ser consciente»[21].

En su toma de conciencia, el proletariado no tiene necesidad de las falsificaciones históricas de la escuela burguesa. Su educación pasa por la transmisión de generación en generación de una historia, de una experiencia, de una teoría, de una moral, de una identidad que pertenece únicamente a la clase obrera. Pues no olvidemos que “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.

Venceslas


[1] Véase La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo, Revista Internacional 62, 3º trimestre 1990. /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]

[2] Ver La supresión de la historia geografía en Terminal S es un ataque económico e ideológico, Révolution Internationale, nº 408. https://fr.internationalism.org/ri408/la_suppression_de_l_histoire_geographie_en_terminale_s_est_une_attaque_economique_et_ideologique.html [140]

[3] Ibidem.

[4] Una visión completamente diferente, es la que se da en el artículo ¿De dónde viene la humanidad? ¿Hacia dónde va? Algunas ideas para comprender la historia de la humanidad. /cci-online/201301/3620/de-donde-viene-la-humanidad-hacia-donde-va-algunas-ideas-para-comprender-la-h [141]

[5] “El comunismo no es un bello ideal, sino una necesidad material”, Revista Internacional, nº68.

[6] Ibidem.

[7] Engels y Marx, Manifiesto Comunista, capítulo I. En la fecha en que fue escrito este texto, en 1847, era ínfimo el conocimiento sobre las sociedades prehistóricas. La organización social anterior, basada sobre la propiedad común de la tierra, era desconocida.

[8] Ibidem.

[9] Para un análisis más detenido de la significación de la Comuna de París véase: “La Comuna de París, primer asalto revolucionario del proletariado”, en Internationalisme, nº 351. https://fr.internationalism.org/isme351/la_commune_de_paris_premier_assaut_revolutionnaire_du_proletariat.html [142]

[10] Manual Nathan del programa de tercero

[11] Manual Magnard del programa de tercero

[12] Ver en Revista Internacional números 71 y 72, La Revolución rusa, la primera revolución masiva y consciente de la historia, "El desarrollo del movimiento, de febrero a octubre del 17 [143]" y "La conquista de los soviets por el proletariado [144]".

[13] Programa de 3º, Boletín oficial especial nº 6 del 28 de agosto de 2008

[14] Manual de historia, geografía, educación-cívica, Nathan 2014

[15] Presentación del programa de educación cívica del 5º Boletín Oficial Especial nº 6 del 28 de agosto de 2008.

[16] Boletín Oficial Especial nº6 del 28 de agosto de 2008.

[17] Político burgués francés de finales del siglo XIX que fue ministro de instrucción pública y primer ministro (NdT).

[18] Patrick García, Jean Leduc. La enseñanza de la historia en Francia del Antiguo Régimen a nuestros días, Armand Collin, 2003.

[19] Modificación de los programas de historia, geografía, educación cívica, septiembre de 2013.

[20] “Ideología y conciencia de clase”, folleto de la CCI Organización comunista y conciencia de clase.

[21] Ibidem.

Rubric: 

Ideología

Los socialistas traicionan el socialismo

  • 2108 lecturas

Difícilmente podemos escapar este año a toda una variedad de expertos historiadores que nos dicen cómo inició y qué fue en realidad la Primera Guerra Mundial. Pero muy pocos de ellos –ni siquiera los ideólogos de izquierda que critican a más no poder las sórdidas ambiciones de las dinastías reales contendientes y las clases dominantes de la época– nos dicen que la guerra no podía ser desencadenada hasta que las clases dirigentes tuvieran la confianza de que hundir a Europa en un baño de sangre no llevaría a su vez a desencadenar la revolución.

Difícilmente podemos escapar este año a toda una variedad de expertos historiadores que nos dicen cómo inició y qué fue en realidad la Primera Guerra Mundial. Pero muy pocos de ellos – ni siquiera los ideólogos de izquierda que critican a más no poder las sórdidas ambiciones de las dinastías reales contendientes y las clases dominantes de la época – nos dicen que la guerra no podía ser desencadenada hasta que las clases dirigentes tuvieran la confianza de que hundir a Europa en un baño de sangre no llevaría a su vez a desencadenar la revolución. Los gobernantes sólo pudieron lanzarse a la guerra cuando fue claro que el “representante” de la clase obrera, los partidos socialistas agrupados en la Segunda Internacional, y los sindicatos, lejos de oponerse a la guerra, se convertirían en sus banderines de enganche más cruciales. Este artículo inicia la tarea de recordarnos cómo tuvo lugar esta monstruosa traición.

Cuando estalló la guerra en agosto de 1914, apenas fue una sorpresa para las poblaciones de Europa, especialmente los trabajadores. Durante años, desde el inicio del siglo, una crisis sucedía a otra: las crisis marroquíes de 1905 y 1911, las guerras de los Balcanes de 1912 y 1913, sólo para nombrar las más graves. Estas crisis vieron a las grandes potencias frente a frente, comprometidas en una frenética carrera armamentista: Alemania había comenzado una gran campaña de construcción naval, a la cual Gran Bretaña tenía que responder inevitablemente. Francia introdujo el servicio militar de tres años, y enormes préstamos franceses financiaron la modernización de los ferrocarriles de Rusia, diseñados para el transporte de tropas a su frontera con Alemania, así como del ejército de Serbia. Rusia, después de la debacle de su guerra con Japón en 1905, puso en marcha una profunda reforma de sus fuerzas armadas. Contrariamente a lo que nos dice la propaganda de hoy sobre sus orígenes, la Primera Guerra Mundial se preparó conscientemente y sobre todo fue deseada por las clases dominantes de todas las grandes potencias.

Así que no fue una sorpresa - pero para la clase obrera, llegó como un terrible shock. Dos veces, en Stuttgart en 1907 y en Basilea en 1912, los partidos socialistas de la Segunda Internacional se habían comprometido solemnemente a defender los principios del internacionalismo, a rechazar el enrolamiento de los trabajadores en la guerra, y resistir por todos los medios posibles. El Congreso de Stuttgart adoptó una resolución, con una enmienda propuesta por el ala izquierda –Lenin y Rosa Luxemburg: “En caso de que la guerra estallara, a pesar de ello, [los partidos socialistas] tienen el deber de intervenir para hacerla cesar rápidamente y el de utilizar con todas sus fuerzas la crisis económica y política creada por la guerra para agitar a las masas y con ello acelerar la caída de la dominación capitalista”. Jean Jaurès, el gigante del socialismo francés, declaró en el mismo Congreso que “la acción parlamentaria ya no es suficiente en cualquier dominio... Nuestros adversarios están horrorizados por la fuerza incalculable del proletariado. Hemos proclamado con orgullo la quiebra de la burguesía. No permitamos a la burguesía hablar de la quiebra de la Internacional”. En julio de 1914, Jaurès emitía una declaración aprobada por el Congreso de París del Partido Socialista francés, en el sentido de que: “De todos los medios utilizados para prevenir y detener una guerra, el Congreso considera como particularmente efectiva la huelga general, organizada a nivel internacional en los países, así como la acción y agitación más enérgica”.

Sin embargo, en agosto de 1914, la Internacional se derrumbó, o más exactamente la misma se desintegró como todos sus partidos constituyentes (con algunas honrosas excepciones, como los rusos y los serbios) traicionó su principio básico del internacionalismo proletario, en nombre del “peligro de la nación” y la defensa de la “cultura”. Y ni que decir, cada clase dominante, mientras se preparaba para sacrificar vidas humanas por millones, se presentaba como el punto culminante de la civilización y la cultura –sus oponentes, por supuesto, de no ser más que bestias sedientas de sangre culpables de las peores atrocidades...

¿Cómo pudo ocurrir tal desastre? ¿Cómo pudieron quienes, pocos meses o incluso pocos días antes, habían amenazado a la clase dominante con las consecuencias de la guerra para su propio dominio, dar la vuelta y unirse sin protestar a la unidad nacional con el enemigo de clase –la Burgfriedenpolitik, como los alemanes le llamaron?

De todos los partidos de la Internacional, el Sozialdemokratische Partei Deutschlands, Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), es el que tiene la mayor responsabilidad. No es que los demás no tuvieran culpa, sobre todo el Partido Socialista Francés. Pero el partido alemán era la flor de la Internacional, la joya de la corona del proletariado. Con más de un millón de miembros y más de 90 publicaciones periódicas, el SPD era el partido más fuerte y mejor organizado de la Internacional. En el plano intelectual y teórico, era la referencia para el conjunto del movimiento obrero: los artículos publicados en su revista teórica Neue Zeit (Nuevos Tiempos) marcó el tono de la teoría marxista y Karl Kautsky, editor de Neue Zeit, era considerado el “Papa del marxismo”. Como Rosa Luxemburg escribió: “Con incontables sacrificios, en forma de trabajo de agitación, ha construido la organización más fuerte, la organización modelo del proletariado, ha creado la prensa más grande, ha desarrollado los métodos más efectivos de educación y propaganda. Ha reunido bajo sus banderas a las masas trabajadoras más numerosas y ha elegido los bloques más grandes a los parlamentos nacionales. En general se reconoce que la socialdemocracia alemana es la encarnación más pura del socialismo marxista. Ha adquirido y utilizado un gran prestigio como maestra y dirigente de la Segunda Internacional” (Folleto de Junius).

 El SPD era el modelo que todos los demás trataban de emular, incluso los bolcheviques en Rusia. “En la Segunda Internacional la socialdemocracia alemana era sin duda el factor decisivo. En cada congreso, en cada plenario del Buró Socialista Internacional la socialdemocracia alemana era sin duda el factor decisivo. En cada congreso, en cada plenario del Buró Socialista Internacional, todo dependía de la posición del grupo alemán. Especialmente en la lucha contra la guerra y el militarismo, la posición de la socialdemocracia ha sido siempre decisiva. Bastaba un “los alemanes no lo podemos aceptar” para determinar la orientación de la internacional. Con ciega confianza se sometía a la dirección de la muy admirada y poderosa socialdemocracia alemana: era el orgullo de todos los socialistas y el terror de las clases dominantes de todos los países” (Folleto de Junius). Por lo tanto, estaba bajo el partido alemán traducir los compromisos asumidos en Stuttgart en acción y poner en marcha la resistencia a la guerra.

Sin embargo, ese fatídico 4 de agosto de 1914, el SPD se unió a los partidos burgueses en el Reichstag a votar los créditos de guerra. Durante la noche, la clase obrera en todos los países beligerantes se encontraba desarmada y desorganizada, porque sus partidos políticos y los sindicatos habían pasado al enemigo de clase y en adelante serían los organizadores más enérgicos no de resistencia a la guerra, sino al contrario de la militarización de la sociedad para la guerra.

Hoy, se nos dice que los trabajadores fueron barridos como el resto de la población por una inmensa ola de patriotismo, y a los medios de comunicación les encanta mostrarnos películas de soldados saliendo al frente con vítores de la población. Al igual que muchas leyendas, ésta tiene poco que ver con la verdad. Sí, hubo manifestaciones de histeria nacionalista, pero estas eran en su mayoría acciones de la pequeña burguesía, de jóvenes estudiantes embriagados de nacionalismo. En Francia y en Alemania, los trabajadores se manifestaron por cientos de miles contra la guerra en julio de 1914: fueron reducidos a la impotencia por la traición de sus organizaciones.

En realidad, la traición del SPD no sucedió de la noche a la mañana. El poderío electoral del SPD escondió una impotencia política; peor aún, fue precisamente el éxito electoral del SPD y el poder de las organizaciones sindicales que redujeron al SPD a la impotencia como partido revolucionario. El largo período de prosperidad económica y libertad política relativa que siguió a la derogación de las leyes anti-socialistas de Alemania en 1891 y la legalización de los partidos socialistas, terminó por convencer al liderazgo sindical y parlamentario de que el capitalismo había entrado en una nueva fase, y que este había superado sus contradicciones internas hasta el punto de que se podría lograr el socialismo, no a través de un levantamiento revolucionario de las masas, sino a través de un proceso gradual de reforma parlamentaria. Así, ganar las elecciones se convirtió en el objetivo principal de la actividad política del SPD, y como resultado el grupo parlamentario se convirtió cada vez más en la fuerza preponderante dentro del Partido. El problema era que a pesar de las reuniones y manifestaciones de los trabajadores durante las campañas electorales, la clase obrera no participaba en las elecciones como clase, sino como individuos aislados en compañía de otras personas que pertenecen a otras clases –cuyos prejuicios tuvieron que mimetizarse. De esta forma, durante las elecciones de 1907, el gobierno imperial del Kaiser realizó una campaña a favor de una política colonial agresiva y el SPD –que hasta entonces siempre se había opuesto a las aventuras militares– sufrió pérdidas considerables en el número de escaños en el Reichstag. La dirección del SPD, y sobre todo el grupo parlamentario, llegó a la conclusión de que no debería hacer frente a sensibilidades patrióticas tan abiertamente. Como resultado, el SPD se resistió a todos los intentos dentro de la Segunda Internacional (en particular, en el Congreso de Copenhague en 1910) para discutir los pasos precisos que debían adoptarse contra la guerra, en caso de estallar.

Moviéndose dentro del mundo burgués, la dirección del SPD y la burocracia se orientó cada vez más en la colaboración. El ardor revolucionario que había permitido a sus predecesores oponerse a la guerra franco-prusiana de 1870 se desvaneció en el liderazgo; peor aún, llegó a ser visto como peligroso, ya que podría exponer al partido a la represión. En 1914, atrás de su imponente fachada, el SPD se había convertido en “un partido radical como los demás”. El partido adoptó el punto de vista de su propia burguesía y votó los créditos de guerra: sólo una pequeña minoría se mantuvo firme para resistir la debacle. Esta minoría cazada, perseguida, y encarcelada, sentó las bases del grupo Spartakus que iba a tomar el liderazgo de la revolución en Alemania en 1919 y fundaría la sección alemana de la nueva Internacional, el KPD.

Es casi una banalidad decir que todavía estamos viviendo hoy en la sombra de la guerra de 1914-18. Representa el momento en que el capitalismo rodeaba y dominaba todo el planeta, integrando a toda la humanidad en un solo mercado mundial –un mercado mundial que era entonces y sigue siendo hoy objeto de todos los codiciosos deseos de las grandes potencias. Desde 1914, el imperialismo y el militarismo han dominado la producción, la guerra se ha hecho permanente a todo lo ancho del mundo.

No era inevitable que la Primera Guerra Mundial se desarrollara como lo hizo. Si la Internacional se hubiese mantenido fiel a sus compromisos, podría no haber sido capaz de impedir el estallido de la guerra, pero habría sido capaz de animar la resistencia inevitable de los trabajadores, darle una dirección política revolucionaria, y así abrir el camino por primera vez en la historia, a la posibilidad de crear una comunidad humana mundial, sin clases ni explotación, dando así fin a la miseria y las atrocidades que un capitalismo decadente e imperialista ha causado desde entonces a la humanidad. Esto no es un mero deseo piadoso. Al contrario, la Revolución Rusa es la prueba de que la revolución no solo era necesaria, sino también posible. Fue este inmenso asalto al cielo, esta gran insurrección del proletariado, que hizo temblar a la clase dominante internacional y la obligó a poner fin a la guerra. Guerra o revolución, socialismo o barbarie, 1914 o 1917... la única alternativa de la humanidad no puede ser más clara.

Los escépticos dirán que la Revolución Rusa se mantuvo aislada y finalmente fue derrotada por la contrarrevolución estalinista, y que 1914-18 fue seguido de 1939-45. Esto es completamente cierto. Pero si debemos evitar conclusiones falsas, entonces necesitamos comprender los porque en lugar de tragarnos la infinita propaganda oficial. En 1917, la oleada revolucionaria internacional se inició en un contexto en que las divisiones de la guerra estaban ancladas profundamente, y la clase dominante explota estas divisiones para superar a la clase obrera. Desorientado y confuso, el proletariado no logró unirse en un vasto movimiento internacional. Los trabajadores seguían divididos entre “vencedores” y “vencidos”. Los levantamientos revolucionarios heroicos, como el de 1919 en Alemania, fueron ahogados en sangre, en gran parte gracias a los traidores del partido obrero, la socialdemocracia. Este aislamiento hizo posible la reacción internacional para derrotar a la Revolución Rusa y preparar el terreno para una segunda carnicería mundial, lo que confirma una vez más la alternativa histórica que aún está ante nosotros: ¡“Socialismo o barbarie”!

Jens

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El "Frente Unido" [145]

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • Segunda Internacional [146]

Rubric: 

1914 - La Gran Guerra

¡Socialismo o barbarie!

  • 1968 lecturas

Cuando la guerra estalló el 4 de agosto de 1914 era apenas una sorpresa para las poblaciones europeas y para los trabajadores en particular. Ya habían pasado años desde el comienzo del siglo, que las crisis se suceden unas a otras: las crisis marroquíes de 1905 y 1911, las guerras balcánicas de 1912 y 1913, para citar solo los más graves. Estas crisis conducen  directamente a las grandes potencias a embarcarse en una frenética carrera armamentista: Alemania comenzó un programa de construcción naval inmenso que Gran Bretaña debe responder inevitablemente. Francia introdujo el servicio militar de tres años y financia  la modernización de enormes préstamos del ferrocarril ruso destinado a transportar tropas a la frontera con Alemania, así como la modernización del ejército serbio. Rusia, después de la debacle del conflicto japonés-ruso en 1905, impulsa un programa de reformas de las fuerzas armadas. Contrariamente a lo que la propaganda sobre los orígenes de la guerra nos dice ahora, ésta fue preparada a sabiendas y especialmente deseada  por todas las clases dominantes de las grandes potencias.

No había pues sorpresa alguna, pero para la clase obrera, fue un golpe terrible. Por dos veces, en Stuttgart en 1907 y en Basilea en 1912, los partidos hermanos socialistas de la Segunda Internacional hicieron compromisos solemnes de defender los principios internacionalistas, de rechazar la militarización de los trabajadores en la guerra y de resistir por todos los medios. El Congreso de Stuttgart adopta una modificación de la resolución propuesta por la izquierda -Lenin y Rosa Luxemburgo: "En caso de que la guerra estallase  [los Partido socialista] tienen la obligación de mediar para detenerla rápidamente y utilizar con  todas sus fuerzas la crisis política y económica creada por la guerra para agitar a  las masas populares  y precipitar la caída de la dominación capitalista".  Jean Jaurès, el gran tribuno del socialismo francés, dijo en el mismo congreso que "la acción parlamentaria ya no es suficiente en ningún campo..." Nuestros adversarios se horrorizan de las fuerzas inconmensurables del proletariado. Nosotros, los que hemos proclamado con orgullo la quiebra de la burguesía, no permitamos que la burguesía puede hablar de la quiebra de la Internacional".  En el Congreso del partido socialista francés, en París en julio de 1914,  se adoptó la siguiente formulación de Jaurès según la cual  "el Congreso considera particularmente eficaz la huelga general obrera organizada internacional y simultáneamente en los países afectados, así como la agitación y la acción popular bajo las formas más activas,  entre todos los medios empleados para prevenir y combatir la guerra."

Y sin embargo, en agosto de 1914, la II  Internacional se hunde o, más exactamente, se dislocan todos los partidos que reagrupa (con algunas honrosas excepciones, como los rusos y los serbios) y traicionan el internacionalismo proletario, su principio fundacional, en nombre de la defensa de la "patria en peligro" y de la  "cultura". Y cada burguesía, mientras se prepara para lanzar al matadero a millones de vidas humanas, se presenta evidentemente como el pináculo de la civilización y la cultura, mientras que el enemigo de frente es la verdadera bestia sedienta de sangre y  sería la responsable de las peores atrocidades...

¿Cómo es posible tal catástrofe? ¿Cómo aquéllos que, unos meses o incluso unos días antes, amenazaban a la burguesía de las consecuencias de la guerra y de su propia dominación, se pudieron alinear sin resistencia a la unión sagrada con el enemigo de clase -el Burgfrieden politik según el término alemán ?

De todos los partidos de la II Internacional, es el partido socialdemócrata alemán (SPD), el que tiene la mayor responsabilidad. Decir esto sinceramente  no disculpa en nada a los otros partidos, y particularmente al partido francés. Pero el partido alemán es el buque insignia de la II Internacional, la joya hecha por el proletariado. Con más de 1 millón de miembros y más de 90 publicaciones periódicas, el SPD es por mucho el partido más fuerte y mejor organizado de la II Internacional. En el plano intelectual y teórico, es la referencia para todo el movimiento obrero: artículos publicados en su revista teórica, la Neue Zeit, daban la "línea" en el plano de la teoría marxista y Karl Kautsky, redactor en jefe de la Neue Zeit, a veces era considerado como el "Papa del marxismo". Como lo escribió Rosa Luxemburgo, "a costa de sacrificios innumerables, por un trabajo meticuloso e incansable, [la socialdemocracia alemana] ha construido una organización ejemplar, la más fuerte de todas; creó la prensa más numerosa, dio a luz a medios de formación y de educación más eficaces, aglutinó a su alrededor a las masas de electores considerables y  obtuvo el mayor número de escaños. La Socialdemocracia alemana era la encarnación más pura del socialismo marxista. El partido socialdemócrata ocupaba y reivindicaba un lugar de excepción en tanto que maestro y guía de la Segunda Internacional" (Folleto de Junius ).

El SPD es el modelo que pretenden imitar todos los demás, incluso los bolcheviques en Rusia. "En la segunda internacional, el "grupo de choque" Alemán tenía un papel destacado. Durante el Congreso, en las sesiones del Buró  Internacional Socialista, todo fue suspendido en espera de  la opinión de los alemanes. En particular durante la discusión de los problemas planteados por la lucha contra el militarismo y el tema de la guerra, la posición de la socialdemocracia alemana siempre fue determinante. "Para nosotros los alemanes, esto es inaceptable" fue con regularidad suficiente para decidir la orientación de la internacional. Con una confianza ciega, se seguía a la dirección de la poderosa socialdemocracia alemana tan admirada: era el orgullo de cada socialista y el terror de las clases dominantes en todos los países"(folleto de Junius). Es por lo tanto la responsabilidad del partido alemán el implementar los compromisos de Stuttgart y lanzar la resistencia a la guerra.

Y sin embargo, el fatídico día 4 de agosto de 1914, el SPD se unió a los partidos burgueses del Reichstag para votar los créditos de guerra. De un día para otro, la clase obrera en todos los países beligerantes se encuentra desarmada y sin organización, porque sus partidos políticos y sus sindicatos se pasan al lado de la burguesía y son ahora los principales organizadores no de la resistencia a la guerra sino, por el contrario, de la militarización de la sociedad para embarcarse en ella.

Hoy en día, la leyenda dice que los trabajadores han sido arrollados, como el resto de la población, por una ola de patriotismo, y los medios de comunicación nos muestran imágenes de tropas que parten al frente con la flor en el fusil. Como muchas leyendas, tiene poco que ver con la realidad. Aunque hay manifestaciones de histeria nacionalista, eran esencialmente debido a la pequeña burguesía, jóvenes estudiantes regaron el patriotismo. En Francia y Alemania, los trabajadores por el contrario  que se manifestaron por cientos de miles contra la guerra en julio de 1914: serán reducidos a la impotencia por la traición de sus organizaciones.

En realidad, por supuesto la traición del SPD no ocurrió de la noche a la mañana: se preparó durante mucho tiempo. El poder electoral del SPD ha ocultado una impotencia política, mejor aún, es precisamente el poder electoral del SPD y el poder sindical alemán lo que redujo al  SPD a la impotencia como un partido revolucionario. El largo período de prosperidad económica y  de libertad política relativa tras el abandono de las leyes antisocialistas y la legalización de los partidos socialistas en Alemania, desde 1891, terminaron por convencer a los líderes parlamentarios y de los sindicatos que el capitalismo había entrado en una nueva fase donde había superado sus contradicciones internas, a tal punto que el advenimiento del socialismo  se haría, no por un levantamiento masivo revolucionario, sino por un proceso gradual de reformas parlamentarias. Ganar en las elecciones se convertiría así en el principal objetivo de la actividad política del SPD  y el grupo parlamentario del SPD, por tanto, tendrá un peso cada vez más preponderante dentro del partido. El problema, esto a pesar de las reuniones y manifestaciones obreras durante las campañas electorales, es que la clase obrera no participa en las elecciones como una clase sino como individuos aislados, en compañía de otros individuos pertenecientes a otras clases – por tanto, no hay que descartar los prejuicios. Así, en las elecciones de 1907, el gobierno imperial del Kaiser lidera una campaña a favor de una agresiva política colonial y el SPD -que hasta entonces se había opuesto a las aventuras militares- sufrió pérdidas significativas en el número de escaños en el Reichstag. Los dirigentes del SPD y especialmente el grupo parlamentario, sacaron la conclusión de que no se  debe entrar en conflicto directamente con la sensibilidad patriótica y como tal, el SPD resistirá a todos los intentos dentro de la segunda internacional (incluyendo en el Congreso en Copenhague en 1910) para discutir las medidas específicas que deben adoptarse contra la guerra en caso de que ésta estallase.

Desarrollándose en un mundo burgués, los líderes y el aparato del SPD tomaban cada vez más ese estado de espíritu. El fervor revolucionario que ayudó a sus predecesores para denunciar la guerra franco-prusiana de 1870 se desvanece entre los dirigentes, peor aún, es visto como perjudicial porque expone al partido ante la represión. Finalmente, en 1914, detrás de su fachada de impotencia, el SPD se convirtió en "un partido radical como cualquier otro". El partido adopta el punto de vista de su burguesía, votó los créditos de guerra y solo una pequeña minoría de izquierda siguió firme para resistir a  la debacle. Esta minoría, perseguida, encarcelada, será el origen del grupo Spartakus que se pondrá a la cabeza de la revolución alemana en 1919 y quien fundaría la sección alemana de la nueva internacional, el KPD.

Es casi una obviedad decir que vivimos bajo la sombra de la guerra del 14 al 18. Representa el momento donde el capitalismo ha rodeado y dominado el planeta, integrando a la totalidad de la humanidad en un mercado global único, mercado global que era y que es el objeto de toda avaricia de los poderes. Desde 1914, imperialismo y militarismo dominarán la producción, la guerra se convierte en global y permanente. Desde entonces, ¡el capitalismo amenaza con llevar a la humanidad a su pérdida!

El desarrollo de la primera guerra mundial no era inevitable. Si la II internacional hubiera cumplido sus compromisos, tal vez no hubiera evitado la guerra, pero hubiera podido animar la resistencia obrera que no tardaría en aparecer, para darle una dirección política y revolucionaria, allanando así el camino por primera vez en la historia, a la posibilidad de crear una comunidad global, sin clases y explotación, acabar con la miseria y las atrocidades que el capitalismo imperialista y decadente desde entonces inflige a la especie humana. No es un piadoso e ilusorio deseo; la revolución rusa demostró en cambio que la revolución no solo era necesaria, sino también posible. Porque es este extraordinario asalto al cielo por las masas, este inmenso impulso proletario que ha hecho temblar a la burguesía internacional y obligó a detener prematuramente la guerra. Guerra o revolución, barbarie o socialismo, 1914  o 1917...: ¡la única alternativa que a la humanidad no se le podía presentar de forma  más clara!

Los escépticos argumentarán que la revolución rusa se mantuvo aislado y terminó hundiéndose, arrastrada por la contrarrevolución estalinista y agregarán que al 14-18 le sucedió un 39-45. Es totalmente cierto. Pero para no sacar conclusiones falsas, debemos entender las causas, preguntar por qué y no contentarse solo con tragarse acríticamente la propaganda oficial permanente. En 1917, la ola revolucionaria internacional comenzó en un contexto donde las divisiones de la guerra estaban todavía profundamente arraigadas. Estas dificultades han causado la heterogeneidad en las filas del proletariado y han sido explotadas por la clase dominante para abatir a la clase obrera. Desorientado y perdido, el proletariado en realidad no se ha podido unir en un vasto movimiento internacional. Quedó dividido dentro de los campos de "vencedores" y "vencidos". Los asaltos revolucionarios heroicos, como el de 1919 en Alemania, han podido ser destruidos, aplastados en sangre, principalmente por intermediación del gran partido obrero traidor, la  Social Democracia. El aislamiento entonces permitió a la reacción internacional perfeccionar su crimen, para derrotar a la revolución rusa y para preparar una segunda carnicería mundial, validando otra vez la única alternativa histórica que está todavía por delante de nosotros: ¡"socialismo o barbarie"!

Jens 30 de junio

desarrollo de la conciencia y la organización proletaria: 

  • Segunda Internacional [146]

Rubric: 

Historia del movimiento obrero

noviembre 2014

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URL de origen:https://es.internationalism.org/cci-online/201401/3980/cci-online-2014

Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201310/3941/movimientos-sociales-en-turquia-y-brasil-la-indignacion-en-el-cora [2] https://diariodevurgos.com/dvwps/ [3] https://es.internationalism.org/content/3965/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2013 [4] https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-01-19/de-los-ere-al-gamonal-los-nuevos-conflictos-y-el-cabreo-de-la-gente-comun_68995/ [5] https://es.internationalism.org/node/3349 [6] https://es.internationalism.org/cci-online/201312/3961/la-fuerza-de-la-lucha-es-la-solidaridad-de-clase [7] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana [8] https://es.internationalism.org/tag/6/621/gamonal [9] https://es.internationalism.org/tag/6/622/burgos [10] https://es.internationalism.org/tag/5/568/asamblea-general [11] https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf [12] https://es.internationalism.org/tag/geografia/alemania [13] https://es.internationalism.org/tag/20/620/merkel [14] 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