Hace 100 años, la humanidad estaba al borde del abismo, a punto de hundirse en la sangría más espantosa que nunca haya conocido la historia. Durante generaciones después de la Gran Guerra, los años 1914-1918 fueron sinónimos de matanza absurda, de abominable desperdicio de vidas en el horror de las trincheras. Las poblaciones damnificadas por semejante barbarie hicieron responsables de todo ello a los Gobiernos y las clases dirigentes.