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catastrofes_naturales_en_brasil_la_culpa_es_del_capitalismo.pdf | 87.77 KB |
El final del 2021 y comienzos del 2022 en Brasil, estuvieron marcados por una serie de intensas lluvias, que primero afectaron a la población del Estado de Bahía y desplazaron a un número de personas nunca visto. Ciudades medianas y pequeñas quedaron totalmente inundadas, en zonas que hasta entonces nunca habían sufrido problemas de inundaciones1. En Bahía, 165 ciudades declararon el estado de emergencia y más de 850 mil personas se vieron afectadas, directa e indirectamente, por las lluvias. Más tarde, las lluvias llegaron al estado de Minas Gerais desplazando a más personas, bloqueando las carreteras y poniendo en estado de alerta a unos 435 municipios.
En febrero, las lluvias golpearon con más fuerza el Estado de Río de Janeiro. En la ciudad de Petrópolis, en la región montañosa del Estado se cobraron la vida de 231 personas y aún hay 5 desaparecidos. Este escenario es el peor vivido por el municipio, que hace 11 años vivió una catástrofe similar, aunque con menos muertos. Algunas casas fueron arrastradas, los coches quedaron del revés, calles intransitables, los centros comerciales golpeados por las lluvias, pero este escenario no es desconocido para la ciudad. Desde que se fundó, Petrópolis / RJ vive con las inundaciones en cada lluvia, sin embargo, ahora tienen lugar en un período cada vez más corto. El último desastre tuvo lugar en 2011, mucho antes de esta gran catástrofe. Antes de eso, en 988 se produjo una inundación sin precedentes y el hundimiento de la presa de Brumadinho en enero 2019 arrasó un alud de tierras que mató a 270 personas y destruyó totalmente una ciudad de 40 000 habitantes, provocando un gran desastre ecológico en la región.
Brasil no ha sido el único país que ha sufrido desastres de proporciones dramáticas en los últimos meses. Quito, la capital del Ecuador sufrió un alud de tierra tras prolongadas lluvias torrenciales, provocando enormes destrucciones y muchas víctimas. Pero no es solo por la fuerte lluvia, que cayó en la madrugada del 1 de febrero, sino sobre todo por la gran desforestación que sufre la zona. El pasado 15 de enero, 11 900 barriles de petróleo de Repsol se derramaron frente a las costas de Ventanilla Perú2. Inundaciones torrenciales y aludes de tierras con resultados catastróficos en Japón, en China (afectando una ciudad de 10 millones de habitantes), incluyendo al corazón del mundo industrializado de Europa Occidental, Alemania, Austria y Bélgica en el verano de 2021 (más de 2000 muertos) 3
La multiplicación de los desastres climáticos, de las zonas contaminadas, de la destrucción de los bosques, de las mareas de lodo rojo, la contaminación atmosférica, la desaparición masiva de especies.... Todos los días, los desastres medioambientales ocupan los titulares. Cada uno de estos acontecimientos termina invariablemente con un llamamiento a la "determinación" de los gobiernos para salvar el planeta o a la responsabilidad individual de los "ciudadanos del mundo" para que utilicen correctamente sus votos4.
El análisis sobre las catástrofes medioambientales bajo la concepción materialista de la historia tiene que investigar las causas históricas y sociales que explican los desastres naturales, y no perderse en las apariencias de los fenómenos, como tampoco reducirlo a “la responsabilidad individual de los ciudadanos” o a la cuestión de “votar” por un salvador preclaro e iluminado que resolverá el asunto de un plumazo. Para una organización revolucionaria que pretende defender los intereses históricos de la clase obrera, es fundamental hacer una reflexión teórica que aclare las condiciones de la lucha de clases y critique los análisis de la sociedad que considera falsos, para comprender en profundidad las diversas determinaciones que contribuyeron a la aceleración de los desastres y desequilibrios ambientales, que no pueden explicarse por sí mismos.
Los hechos son contundentes: olas de calor (Argentina registró en enero del 2022, temperaturas superiores a los 40 0 C, Australia más de 50 0C) los incendios de todo el mundo en el 2021 causaron un total estimado de 1.760 megatoneladas de emisiones de carbono, que es el equivalente a 6.450 megatoneladas de dióxido de carbono, según los satélites del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS), incendios en el estado de California 2021, Australia 2019 - 20205, en el 2021 Turquía, Grecia, Albania, Italia, Túnez. Según el análisis de WWF y Boston Consulting Group (BCG) del 2020, en la Amazonía brasileña, los datos más recientes muestran que los incendios del 2020 superaron en un 45% al promedio de los últimos diez años debido a los altos niveles de deforestación ilegal. Entre agosto de 2019 y julio de 2020, las alertas de deforestación fueron un 33% más altas que en el mismo período del 2018 – 20196. Sumemos a ello el derretimiento de los glaciares, inundaciones, extinción de especies enteras – lo que en definitiva conduce a la extinción de la propia especie humana. No hay duda de que el sistema actual está llevando a la humanidad hacia una catástrofe medioambiental. Y aun si no existiera el calentamiento global, el suelo, el aire, los ríos y los mares continuarán siendo envenenados y agotados para siempre.
Hace 170 años, Friedrich Engels ya señalaba que la industria inglesa hacía insalubre el medio ambiente para los trabajadores: "La alta tasa de mortalidad entre los hijos de los trabajadores, y en particular entre los trabajadores de las fábricas, es prueba suficiente de la insalubridad a la que están expuestos durante sus primeros años de vida. Estas causas también afectan a los niños que logran sobrevivir, pero sus efectos son, obviamente, un poco más atenuados. En el caso más benigno, conducen a una predisposición a la enfermedad o al retraso del desarrollo y, en consecuencia, a un vigor físico inferior al normal”7.
La CCI consecuente con los análisis desarrollados por las organizaciones del proletariado del pasado, denuncia el hecho que las catástrofes naturales forman parte del conjunto de fenómenos causados por las formas irracionales de producción en las que basa todo el edificio del sistema capitalista, es decir primar sobre toda consideración los beneficios monetarios. En otras palabras, la ganancia cruda prevalece sobre cualquier miramiento que proteja los intereses humanos.
La sociedad capitalista, en su lógica de acumulación encaminada a la saturación de los mercados por la tendencia creciente a la sobreproducción, entró en su época de Decadencia tras la 1era Guerra Mundial (1914 – 1918), marcando el curso de su historia a un vertiginoso descenso a crisis económicas globales, intensas y traumáticas, la tendencia generalizada del capitalismo de estado en todas las naciones del planeta, guerras por doquier, violencia gansteril, y un mayor aumento de la desforestación, desertificación, sequías y contaminación de ríos, lagos, mares y océanos con todas sus implicaciones, que ponen de manifiesto la podredumbre de la sociedad que se agrava por las crecientes contradicciones del capitalismo.
Contradicciones que llevaron a la sociedad del valor, a partir de 1989, a la entrada a su última fase en la Decadencia: La Descomposición, en las que todas las lacras antes señaladas se profundizan ad extremum8. Un claro ejemplo patético de lo que décimos es la pandemia que ha afectado duramente el país los dos últimos años 9,del que aún vivimos sus secuelas. Estos impactos ambientales son así, fruto del uso caótico que el capitalismo hace de los recursos de la naturaleza y de cómo estos impactan la propia existencia del hombre en la tierra10.
Aunque el Estado se esfuerce en crear una narrativa de que el hombre no puede tener control sobre los fenómenos de la naturaleza y que no hay nada que hacer frente a ellos, salvo las medidas de contingencia para minimizar los desastres, diversas instituciones científicas, académicas y afines ya señalaban cómo los procesos de deforestación impactaban en los ciclos hidrológicos, la falta de vegetación y la capacidad destructiva que las lluvias podían imprimir a ciudades como Petrópolis/RJ. Sin embargo, queda muy claro cómo la burguesía y su aparato estatal fueron incapaces de realizar una planificación a corto, medio y largo plazo que pudiera minimizar los impactos de los fenómenos naturales. La CCI ha denunciado que la responsabilidad de estas catástrofes recae en el sistema capitalista, en la lógica del beneficio a cualquier precio, en la búsqueda constante del ahorro en insumos, en gastos de personal, en la explotación inconsecuente de los recursos sin la menor preocupación por los riesgos para el medio ambiente. A los recortes del Estado, tanto en el ámbito de los estudios de prevención como en la realización de inversiones para minimizar las tragedias, es la suma lo que explica que las catástrofes sean cada vez más recurrentes y mortíferas11. Aunque el gobierno de Bolsonaro, por ejemplo, redujo significativamente el presupuesto asignado a la prevención de desastres12, la campana ideológica de la izquierda focalizando la rabia contra él, diciendo que es la culpa del gobierno populista de Bolsonaro, sirve antes que todo a distraer y atacar la conciencia de la población y en particular de los proletarios, para esconder la responsabilidad del sistema capitalista en esa situación. Así, el Estado de Río de Janeiro tampoco ha13 ejecutado el presupuesto asignado a la prevención de riesgos y a la recuperación de las zonas afectadas por los desastres.
Las inundaciones que han azotado a Brasil están lejos de constituir un fenómeno natural particular y localizado, precisamente porque son totalmente previsibles y anticipadas hace años por varios especialistas, por lo que no cabe duda de que podrían haberse evitado y minimizado si la lógica de la sociedad capitalista no contribuyera realmente a su agravamiento. La lógica capitalista implica la ocupación desordenada y caótica de los espacios urbanos, lo que explica la intensificación de las inundaciones y la erosión del suelo. En Petropólis/RJ, el aumento de las precipitaciones, el encuentro con espacios más urbanizados y un suelo menos impermeable, contribuyeron a las inundaciones y se vieron agravadas por los desprendimientos de las laderas también ocupadas por viviendas. El caso de Quito, señalado en líneas arriba es otro caso dramático.
Cuando defendemos el concepto de que es el capitalismo el que ha agravado los procesos de catástrofes ambientales, no significa que los fenómenos naturales como las lluvias torrenciales, las inundaciones, etc. no existirían en otras formas de sociedad, sin embargo, entendemos que estos procesos naturales adquieren contornos más intensos y mayores impactos en la sociedad, ya sea por su potencial destructivo, ya sea por su recurrencia. Sin duda, la lógica capitalista y las desigualdades sociales que genera están en la base de los factores que llevan a las catástrofes a niveles tan destructivos.
Otro aspecto relevante es precisamente cómo la clase trabajadora sufre estas catástrofes. Por regla general, el proletariado está sometido a condiciones cada vez más precarias, no tiene el poder de establecerse en una vivienda adecuada y se ve abocado a las periferias y a condiciones habitacionales de riesgo, sin saneamiento básico y en estas catástrofes naturales es el que menos puede protegerse, lo que acaba colocándolo con más víctimas. En el caso de las catástrofes naturales, sin embargo, la irracionalidad en el uso de los recursos y la agresión al medio ambiente han provocado daños climáticos que no eligen la clase social, el calentamiento global, la desertificación, etc., ponen en riesgo la propia existencia de la Tierra en un corto período, dada la lógica desenfrenada y depredadora del uso capitalista de los recursos naturales. Aunque la burguesía dispone de más mecanismos para hacer frente a la escasez, incluso para ella existe un límite infranqueable: sólo hay una Tierra.
La solución, sin embargo, no pasa por la creación de una legislación más eficiente, ni siquiera por la correcta aplicación de las inversiones en prevención de catástrofes, precisamente porque es la lógica de la reproducción capitalista la que, en su fase de descomposición, agrava y acelera tales catástrofes naturales (el desequilibrio medioambiental es al mismo tiempo un producto de la descomposición del capitalismo, y al mismo tiempo que se agrava constituye un hecho de la aceleración de ese mismo proceso de descomposición).
Las inundaciones en Brasil no constituyen, como hemos visto, problemas naturales particulares, sino que son fenómenos que han ocurrido en otros lugares del mundo y que tienden a empeorar cada vez más: el problema es el capitalismo. Y corresponde a las organizaciones proletarias la difícil tarea de enfrentar las concepciones que naturalizan los desastres de manera lineal, como resultado de fenómenos naturales inevitables, y en cambio aportar la perspectiva marxista que revela los factores y procesos de estos problemas ambientales, que no pueden ser analizados sin equiparar el poder del Estado, la burguesía y la reproducción del capital.
Ante un panorama de descomposición que los efectos humanos, sociales y económicos generan cada vez más catástrofes naturales, tales como: inundaciones, sequías, desbordamientos, y en el que la degradación del medio ambiente ha alcanzado niveles impresionantes, que amenazan el equilibrio de todo el planeta, aunque la tecnología avanza y las personas se ven cada vez más impotentes para enfrentar tales problemas. Es esencial que el proletariado tome conciencia y reflexione sobre las verdaderas causas de las catástrofes y comprenda la responsabilidad del capitalismo en ellas, ninguna economía más verde ni ningún dirigente más sensible a las causas medioambientales puede superar la contradicción fundacional del capital. Sólo el desarrollo de la solidaridad internacionalista del proletariado y su condición revolucionaria es capaz de superar estas catástrofes y tragedias medioambientales.
Sección en Brasil de la CCI
1 Destrucción por inundaciones en el noreste de Brasil
2 Ver Perú: el desastre de REPSOL, solo demuestra lo moribundo del capitalismo
3 Leer Inundaciones, sequías, incendios... ¡El capitalismo lleva la humanidad hacia un cataclismo global!
4Ver "Destrucción del medio ambiente: ¡la ideología "verde" está al servicio del capitalismo!".
5 Ver Incendios forestales en Australia: un presagio del futuro que nos depara el capitalismo
6 "En 2020, los incendios forestales podrían ser peores que en 2019 para Sudamérica y el mundo" (worldwildlife.org).
7 Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844)
8 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición
9 Brasil es el tercer país más afectado por la pandemia y el segundo en casos mortíferos.
10 Ver Dossier especial COVID19: el verdadero asesino es el capitalismo
11 Ver El capitalismo amenaza el planeta y la supervivencia de la humanidad: Sólo la lucha mundial del proletariado puede acabar con la amenaza
12En portugués: “Orçamento para evitar desastres como os das chuvas na Bahia foi reduzido em 75% em 2021 pelo governo Bolsonaro” (O Globo).
13 En portugués: Petrópolis e o esforço dos governantes em ignorar o passado (apremavi.org.br)