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A principios de la década de 1890, los intentos de la clase dominante durante muchos años de silenciar al Partido Socialdemócrata con la ayuda de la represión a través de la Ley Anti -Socialista habían fracasado. Sin embargo, los gobernantes habían logrado orientar las actividades del SPD en gran medida hacia la vía parlamentaria, lo que significaba descuidar gravemente otras actividades fuera de la propaganda electoral, relegando así los esfuerzos teóricos a un segundo plano. En otras palabras, aunque la burguesía no pudo impedir el crecimiento del partido, el veneno ideológico de la democracia se había extendido, socavando la auténtica solidaridad obrera y ahogando cada vez más el espíritu de lucha del partido. Al mismo tiempo, se había desarrollado lentamente un sentimiento entre una parte considerable de los funcionarios del partido, desde los diputados hasta los dirigentes sindicales: no correr el riesgo de ser castigados por el Estado burgués, rehuir cualquier confrontación con la clase dominante, evitar una nueva ley antisocialista; en resumen, ¡agacharse!
Esta evolución se vio favorecida por el hecho de que, tras la guerra francoalemana, Alemania entró en una gigantesca carrera para alcanzar a sus otros rivales europeos y a los Estados Unidos en materia de industrialización. Además, el rápido crecimiento numérico de la clase obrera en las ciudades, que primero tuvo que vivir y trabajar en condiciones higiénicas y materiales miserables antes de que su situación mejorara paulatinamente, suscitó la sensación de que el capitalismo aún podía proporcionar un medio de vida a los trabajadores[1]. Cegados por esta fase ascendente del capitalismo, con las crisis económicas aparentemente superadas, ciertos círculos del SPD comenzaron a cuestionar sus fundamentos programáticos revolucionarios ya a principios de la década de 1890. El rápido crecimiento económico y las ilusiones reformistas resultantes fueron el caldo de cultivo para un creciente oportunismo. El modo en que este cuestionamiento del programa y de los principios de organización estaba inextricablemente unido, iniciando un proceso de degeneración complejo, de múltiples vías e insidioso, no puede describirse exhaustivamente en este artículo. Nuestro objetivo es destacar algunas de las principales características de este proceso a nivel organizativo.
En el llamamiento de la facción socialdemócrata del Reichstag, que apareció poco antes de las elecciones de febrero de 1890, se afirmaba que "la sociedad actual está creciendo hacia el socialismo". El miembro del SPD en el Reichstag, Grillenberger, anunció en febrero de 1891 que el SPD no aspiraba a un derrocamiento violento del orden existente[2]. El socialismo surgiría como resultado de las reformas y no como resultado de la revolución: "Este crecimiento [del partido] en el Estado, como lo he llamado en otro lugar, distingue al partido de la secta. El partido, por muy hostil que sea al orden del Estado en el que opera, no puede evitar integrarse orgánicamente en la vida de ese Estado, de lo contrario sería políticamente estéril. Este ha sido el curso del desarrollo de la socialdemocracia alemana hasta la fecha, como ha sido el curso del desarrollo del Partido Socialista en todos los países en los que ha alcanzado mayor importancia." (Eduard Bernstein, "Disciplina del Partido", Neue Zeit S. 1216). En el debate sobre el Programa de Erfurt, Friedrich Engels se opuso decididamente a la perspectiva de que "la sociedad actual está creciendo hacia el socialismo". Pero por más que Engels denunciara con vehemencia este temprano y abierto menoscabo del programa, tales ideas se propagaron sin embargo de forma aún más ofensiva y clara a finales de la década de 1890. En 1898, el portavoz del reformismo, Eduard Bernstein, publicó "Die Voraussetzungen des Sozialismus und die Aufgaben der Sozialdemokratie" ("Los requisitos previos del socialismo y las tareas de la socialdemocracia"), en el que renunciaba por completo al objetivo del movimiento y lo subordinaba todo al propio movimiento.
Tras la muerte de Friedrich Engels en 1895, Rosa Luxemburgo continuó con estas críticas y expuso ampliamente la posición y la actitud de Bernstein en su folleto Sozialreform oder Revolution (Reforma social o revolución). En el Congreso del Partido de la Socialdemocracia celebrado en Hannover en 1899, dijo en un discurso "sobre la sustitución de la sociedad capitalista": "Es un hecho generalmente conocido que desde hace más de una década tenemos en nuestras filas una tendencia bastante fuerte que simpatiza con las nociones de Bernstein, que quiere presentar nuestra práctica actual como si ya fuera socialismo, y así -inconscientemente, por supuesto- transformar el socialismo por el que luchamos, el único socialismo que no es una frase vacía o un producto de la imaginación, en un mero eslogan revolucionario". Bebel tenía razón al decir despectivamente que las nociones de Bernstein son tan confusas, tan llenas de implicaciones, que no se pueden captar en un esquema claro sin que pueda decir que ha sido malinterpretado. “Anteriormente, Bernstein no escribía así. Esta falta de claridad, estas contradicciones, no deben atribuirse a él personalmente, sino a la tendencia, al contenido de sus ensayos. Si se sigue la historia del Partido en los últimos diez años, y se estudian las transcripciones de los congresos del Partido, se verá que la tendencia de Bernstein se ha fortalecido gradualmente, pero aún no ha madurado del todo. Espero que nunca lo haga"[3]. Subrayó que el hundimiento del partido en el fango no se debía a la "mala política" de la dirección del partido, sino al parlamentarismo y al veneno de la propia democracia. Además de Rosa Luxemburgo como "voz" de la generación más joven, que rastreó con mayor determinación las raíces más profundas del revisionismo, algunos dirigentes más antiguos del SPD, como August Bebel y Wilhelm Liebknecht, también se posicionaron contra los revisionistas.
Alrededor del cambio de siglo, Bebel estaba decidido a declarar la guerra a los revisionistas. "El partido debe saber a qué fase de corrupción y traición a los intereses del partido se ha llegado"[4] La socialdemocracia debe seguir avanzando sobre la base de la irreconciliable lucha de clases contra el orden existente: "Mientras pueda respirar, escribir y hablar, las cosas no deben cambiar. Quiero seguir siendo el enemigo mortal de esta sociedad burguesa y de este orden estatal". (ibid). Y en 1899, un año antes de su muerte, Wilhelm Liebknecht escribió: "Estoy a favor de la unidad del partido, de la unidad nacional e internacional del partido. Pero debe ser la unidad del socialismo y de los socialistas. La unidad con los adversarios, con personas que tienen otros objetivos y otros intereses, no es una unidad socialista. (...) Si nos mantenemos firmes sobre la base de la lucha de clases somos invencibles; si la dejamos, estamos perdidos porque ya no somos socialistas. La fuerza y el poder del socialismo consisten en que llevamos a cabo una lucha de clases, en que la clase obrera es explotada y oprimida por la clase capitalista y en que en la sociedad capitalista son imposibles las reformas efectivas que acaben con el dominio y la explotación de clase. No podemos regatear con nuestros principios, no podemos transigir, no podemos hacer un trato o un tratado con el sistema dominante. Debemos romper con el sistema dominante, luchar hasta la muerte. Debe caer para que el socialismo pueda triunfar”[5] Pero a pesar de esta gran determinación, la mayoría de los defensores del programa no se esforzaron por sacar a la luz las raíces más profundas. Sólo Rosa Luxemburgo y las pocas voces que la rodeaban profundizaron.
Además de la revisión programática, estos revisionistas también comenzaron a socavar los fundamentos organizativos del partido. Bernstein, por ejemplo, abogó abiertamente por la tolerancia de las infracciones de la disciplina: "Porque antes de ser gente del partido, somos seres humanos. (...) En determinadas circunstancias, puede ir en interés del partido y de su sano desarrollo no obedecerla"[6] Por el contrario, Rosa Luxemburgo subrayó que el partido sólo podía funcionar mediante "la subordinación incondicional del individuo a la voluntad general de la organización como fundamento de nuestra existencia como partido (...) Y no hay ninguna excepción, ninguna absolución del deber de disciplina. Porque la disciplina, o vincula a todos en el partido, o no vincula a nadie"[7] Y añadió: "El sentido de la disciplina socialdemócrata] (...) es el instrumento histórico e indispensable para forjar la acción política del programa del Partido, en las resoluciones de los congresos del Partido y en las resoluciones de los congresos internacionales"[8].
Heine reivindicó el derecho a la "libertad de expresión", la "autonomía" y la "libre autodeterminación" en el partido. Al igual que Bernstein, Heine justificó el incumplimiento constante de la disciplina del partido para evitar la "obediencia cadavérica" a la dirección del partido[9]. En el congreso del partido celebrado en Hannover en 1899, Heine exigió la "libertad de crítica sin restricciones", es decir, decir lo que se le ocurra a cada miembro, independientemente de que esté de acuerdo o no con los principios de la organización. Rosa Luxemburg replicó: "He dicho que no hay ningún partido que conceda la libertad de crítica en tal medida como el nuestro. Pero si usted quiere decir que el Partido, en nombre de la libertad de crítica, no debe tener derecho a comentar ciertas opiniones y críticas de los últimos tiempos y a declarar por resolución mayoritaria: no estamos en estas posiciones, debo protestar contra ello, porque no somos un club de discusión, sino un partido político de lucha que debe tener ciertos puntos de vista básicos"[10] Kautsky se sumó a esta concesión a los puntos de vista democráticos cuando, a partir de 1900, adoptó el punto de vista de que debe haber una "competencia de puntos de vista diferentes" en el Partido. En otras palabras, en lugar de una posición mayoritaria del Partido debe haber una coexistencia de diversas posiciones.
Cuando se fundó el SAPD en Gotha en 1875, los estatutos seguían exigiendo que los miembros apoyaran activamente al partido. Alrededor del cambio de siglo se hizo patente la oposición entre las alas oportunista y revolucionaria de la socialdemocracia sobre esta cuestión de los estatutos. Según los oportunistas, el SPD debe convertirse en un "partido del pueblo" que esté "abierto a todo el mundo", porque el mayor número de votos es el objetivo final. Por tanto, el partido no debe comportarse como una "secta". Los revisionistas se oponen a cualquier adhesión a los criterios de afiliación anteriores.
Una característica de la demanda de los revisionistas era que los criterios de admisión fueran lo más débiles posible o que no hubiera ningún criterio de admisión. Desde su punto de vista, un partido de masas podía y debía aceptar cada vez más personas sin una cooperación activa y sin una convicción interna más profunda. Contra el intento de definir los criterios de afiliación de forma más estricta, [Auer] rechazó la propuesta hecha por los delegados en el congreso del partido en Maguncia ya en 1900 de reforzar el primer párrafo de los estatutos del Partido Socialdemócrata exigiendo la participación en el trabajo del partido y la pertenencia a una organización del partido al ingresar en él. Tales exigencias, según Auer, podían repeler del Partido a las mejores personas que se autodenominaban socialdemócratas por el peligro de persecución policial, etc. Según los revisionistas, la cooperación activa ya no era necesaria. En el caso de un partido de masas que sólo estaba orientado a obtener grandes éxitos electorales, uno podía simplemente declarar su acuerdo sin participar activamente. En realidad, la orientación parlamentaria de la actividad del partido condujo a la pasividad en la "vida cotidiana" del partido y a la suavización de su programa. En los estatutos del SPD, en el Congreso del Partido de Maguncia de 1900 se suprimieron todos los pasajes sobre la cooperación activa. Ya no se hablaba de las cuotas de los afiliados, hasta 1905 sólo se hablaba de un "apoyo" permanente mediante donaciones.
Además, los revisionistas objetaron que existía el peligro de que las listas de afiliados (el SPD tenía unos 385.000 afiliados en 1905) cayeran en manos de la policía. Por ello, los estatutos de Jena de 1905 no estipulaban que cada afiliado debía participar en el "trabajo práctico". El peligro de que la policía pudiera proceder de forma represiva contra el Partido se exageró en cierta medida para no obligar a los miembros a participar en las actividades[11], lo que significa que a partir del cambio de siglo el Partido ya no exigía que los miembros participaran activamente en el trabajo del Partido. Sólo se exigía un compromiso "verbal" con el programa y el apoyo financiero[12]. Mientras que, en Alemania, a finales de siglo, la cuestión de la cooperación activa y su definición en los estatutos se produjo en el contexto de la decadencia del Partido, este debate tuvo lugar, como veremos más adelante, en un contexto diferente en el II Congreso del Partido Laborista Socialdemócrata Ruso en 1903.
Al mismo tiempo, los revisionistas del SPD también empezaron a escribir artículos para los periódicos burgueses. También los miembros del partido se presentaron a cargos administrativos oficiales en el Estado, por ejemplo, el miembro del SPD Lindemann se presentó a la alcaldía de Stuttgart. Durante la campaña electoral no presentó ninguna de las reivindicaciones socialdemócratas[13]. Hasta entonces, el partido se había negado a que los miembros del SPD ocuparan cargos públicos estatales. Ahora los revisionistas abogaban también por que se aprobaran en los presupuestos estatales partidas que correspondieran a los intereses de los trabajadores (por ejemplo, educación, seguridad social). Aunque esto todavía no se defendía a nivel nacional para el Reichstag, había diputados del SPD en algunas partes de Alemania (como Baviera y Baden-Württemberg) que apoyaban los presupuestos del gobierno burgués[14].
Mientras que algunas voces del partido apoyaban una mayor centralización organizativa, otras pedían una "federación de asociaciones". Vollmar llegó a advertir que una forma de organización centralizada copiaría la "organización de la burocracia estatal".
Detrás de la reivindicación de los diputados de la "autonomía" del Partido y del federalismo, se podía ver en realidad el abandono de las posiciones programáticas del SPD como partido obrero[15]. Todos estos pequeños pasos mencionados en diferentes niveles eran mucho más que un "fracaso de los dirigentes", como subrayaba Rosa Luxemburgo: más bien expresaban el proceso de integración del aparato del Partido en el Estado.
Hasta 1899, el SPD se enfrentó siempre al peligro de la represión mediante prohibiciones y restricciones a la afiliación y al funcionamiento del Partido (hasta 1899 no podía haber contacto entre las secciones del Partido). A partir de 1899, esta traba cayó gracias a la abolición del "mandamiento de enlace" (prohibición de cualquier contacto entre las partes del Partido). Como este proceso de integración del aparato del Partido en el Estado fue impulsado con más fuerza por los diputados, la fracción parlamentaria volvió a abogar por el control de la dirección del Partido por parte de la fracción del Reichstag, como había hecho en el Congreso del Partido de Haller y Erfurt en 1890/1891[16] Engels se opuso a tales medidas.
Este revisionismo fue acompañado por un abandono del trabajo teórico. Luxemburgo ya había denunciado el debilitamiento teórico en su texto "Estancamiento y progreso en el marxismo" (1903). También Clara Zetkin había denunciado el 11 de septiembre de 1899 en una carta a Karl Kautsky que "no hay un interés vivo por la discusión de las cuestiones fundamentales entre las masas de nuestros camaradas del partido"[17]. El poco valor que se daba a la teoría a nivel de los "funcionarios dirigentes del partido" se muestra en los criterios de selección y la orientación de su trabajo. Se exigían los siguientes elementos: "Expresión precisa, energía de hierro, perseverancia tenaz en la aplicación de las decisiones tomadas..., y al mismo tiempo calma y sensatez... "[18] La voluntad y los esfuerzos para la elaboración teórica ni siquiera se mencionaron. Y Heine se volvió contra el "énfasis en lo teórico" porque es un "error fundamental de nuestra socialdemocracia alemana". Su enfoque era sobre todo la "preocupación por el presente". "Lo principal es que crezcamos. Esto es la lucha de clases. De las demás cosas se encargará el futuro"[19] La negativa a aprender las lecciones del pasado y a centrarse sólo en el presente era una característica esencial del revisionismo. Esto iba acompañado de un apagamiento de las propias reuniones del partido. Así, se diagnosticó y criticó la "tibieza e indolencia" del partido[20].
En los congresos del Partido en torno al cambio de siglo, aumentó la lucha de las fuerzas que querían luchar contra el ascenso del revisionismo. En el Congreso del Partido de Dresde de 1903, por ejemplo, se presentó la siguiente resolución "El Congreso del Partido condena en los términos más enérgicos los esfuerzos revisionistas por cambiar nuestra táctica, que había sido concedida y coronada por la victoria y basada en la lucha de clases, en el sentido de que en lugar de conquistar el poder político venciendo a nuestros adversarios, se lleva a cabo una política de concesiones al orden de cosas existente. La consecuencia de tal táctica revisionista sería que de un partido que trabaja por la transformación más rápida posible del orden social burgués existente en el socialista, es decir, revolucionario en el mejor sentido de la palabra, surgiría un partido que se contenta con reformar la sociedad burguesa. Por lo tanto, en contraste con las aspiraciones revisionistas existentes en el partido, el Congreso del Partido está convencido de que las diferencias de clase no disminuyen, sino que se intensifican constantemente, y declara
1) que el Partido rechaza la responsabilidad de las condiciones políticas y económicas basadas en el modo de producción capitalista y que, por lo tanto, rechaza toda concesión de medios adecuados para mantener a la clase dominante en el gobierno;
2) que, de acuerdo con la resolución de Kautsky del Congreso Socialista Internacional de París de 1900, la socialdemocracia no puede buscar una participación en el poder para gobernar dentro de la sociedad burguesa.
Además, el Congreso condena toda tentativa de encubrir los antagonismos de clase cada vez mayores que existen, con el fin de facilitar una inclinación hacia los partidos burgueses"[21].
Esta resolución fue presentada por Bebel, Kautsky y Singer y aprobada por 288 votos contra 11. Muchos revisionistas que no tuvieron valor en el seno del Partido para votar en contra de la mayoría votaron hipócritamente a favor, para luego defender sus posiciones con mayor decisión. Los Congresos del Partido de 1898-1903 muestran que algunas partes del Partido habían empezado a luchar, es decir, que el Partido no estaba todavía en decadencia sin fuerzas opuestas. El Comité Ejecutivo, al que el ala izquierda del partido presentaba propuestas y mociones para la lucha contra los revisionistas, intentaba cada vez más evitar la cuestión. En el verano de 1904, la dirección emitió una declaración especial con la "petición urgente de suspender todas las 'disputas intrapartidarias en nombre de la unidad'". En el Congreso del Partido de Dresde, como relata Paul Frölich en su biografía de Rosa Luxemburgo, por un lado, se rechazó verbalmente el revisionismo, pero al mismo tiempo se lanzó un ataque feroz y pérfido contra Franz Mehring en el Congreso del Partido. Se puede suponer que este ataque contra Mehring también fue incitado por los revisionistas como una especie de contraofensiva, ya que Mehring pertenecía al campo que rodeaba a Rosa Luxemburgo en ese momento[22]. Lenin denunció la manera "considerada" y "cedente" con la que el SPD trató a los revisionistas en su folleto Un paso adelante, dos pasos atrás[23].
A pesar de que este rechazo a la participación del gobierno y a la aprobación del presupuesto había desafiado inicialmente a los revisionistas, el Comité Ejecutivo quiso que los revisionistas siguieran trabajando en las filas del Partido, aunque socavaran y abandonaran claramente el programa. Muchas partes del partido subestimaron el peligro del revisionismo. Esto refleja la presión permanente de la ideología burguesa para socavar las conquistas teóricas. Muchos lo consideraron un fenómeno meramente temporal y que no ponía en peligro la vida del partido, argumentaban que con el revisionismo se podía convivir en un "debate pluralista y democrático" entre voces "iguales". Victor Adler explicó: "Después de todo, no es una desgracia que tengamos dos corrientes en el partido; lo principal es sólo que la otra (la revisionista) sigue siendo bastante minoritaria. "[24] Kautsky creía desde 1903 que el peligro del revisionismo estaba conjurado, por ejemplo, por la resolución del Congreso del Partido de Dresde citada anteriormente. "El revisionismo teórico como factor político ha sido enterrado" concluia el Congreso del Partido de Dresde[25] Después de que Kautsky tolerara y se comportara con benevolencia con su antiguo amigo íntimo Bernstein durante años, abrigaba esperanzas en él, como demostró su discurso en el Congreso del Partido de Lübeck en 1901: "Bernstein nos recordó que durante diez años trabajó como editor del Social Demócrata. Sí, durante diez años trabajó para el periódico, para nuestra alegría y para nuestro beneficio, y nada deseo más que vuelva a esta tradición (...) Que renueve las viejas tradiciones"[26]. Entre la izquierda había opiniones divergentes sobre la forma de combatir el revisionismo. Bebel transmitió a Kautsky la opinión de que el oportunismo moriría de "muerte natural". "Lo que aplasta al revisionismo es el desarrollo interno y externo de Alemania, que destruye todas sus ilusiones"[27] Esto demuestra hasta qué punto se equivocaba incluso Bebel al analizar el carácter del revisionismo. Mientras que, por un lado, había fuerzas en el Partido que proponían resoluciones contra el revisionismo, por otro lado, algunas de esas mismas fuerzas frenaban o bloqueaban una radicalización de la lucha. "Una moción apoyada por Kautsky, Luxemburgo, Zetkin, entre otros, para incluir la cuestión de la huelga general en el orden del día del próximo Congreso del Partido, fue rechazada por una muy amplia mayoría"[28].
La lucha contra el revisionismo se vio así extremadamente dificultada por la aparición de una corriente centrista que se conciliaba con el revisionismo[29].
Karl Kautsky personificó esta corriente. Se posicionó contra el revisionismo durante un tiempo tras la llegada de Rosa Luxemburgo a Alemania en 1898, pero poco a poco se alejó de esta lucha. En primer lugar, sólo reaccionó después de que Rosa Luxemburgo lo hubiera "azotado con fuerza". Se mostró reacio a hablar en contra de su viejo amigo Bernstein, y luego comenzó a sabotear lentamente la lucha contra el revisionismo.
La comparación entre el papel de Kautsky, considerado como la gran autoridad del marxismo tras la muerte de Engels, y Plejánov, que desempeñó un papel esencial en la difusión del marxismo y del movimiento obrero en Rusia, es reveladora. Plejánov denunció abiertamente al "señor Bernstein", pero Kautsky era reacio a tomar partido; hacía declaraciones teóricas, pero despreciaba las "cuestiones organizativas" y evitaba cada vez más la confrontación con los revisionistas. Aunque su especial relación personal con Bernstein contribuyó a frenarle, se distinguió sobre todo por su falta de voluntad de lucha. En cambio, abogó por la reconciliación con los revisionistas y expresó la esperanza de que Bernstein pudiera volver al buen camino. Cuando Bernstein fue atacado en el Congreso del Partido en Hannover en 1899 y en los siguientes Congresos del Partido, Kautsky argumentó que Bernstein no debía ser excluido del Partido, ya que esto sólo era posible con los miembros que eran "deshonrosos, insultan al partido o contravienen las decisiones del Partido. Bernstein no hace ni una cosa ni la otra. Su actitud no es de oposición decidida, sino de indefinición general. No se puede obligar a nadie a ser consecuente"[30] Esta actitud de blanquear y restar importancia al hecho de que Bernstein rechazara el objetivo de derrocar al capitalismo debilitó la determinación de la izquierda y reforzó el peligro de los revisionistas. El papel devastador del centrismo iba a tener graves repercusiones durante los años anteriores a la guerra, pero también después de 1914, ya que provocó un enorme debilitamiento del trabajo revolucionario en la forma del USPD fundado en 1917. Kautsky y los centristas obstruyeron una mayor reunión de las fuerzas de izquierda porque diluyeron los antagonismos[31] Con los revisionistas y los reformistas no había "normalmente ningún conflicto de intereses, ningún antagonismo de clase, sino simplemente una diferencia de opinión sobre la mejor manera de alcanzar el objetivo común"[32] Lenin, que reconoció tardíamente el carácter y el papel real de Kautsky, escribió en 1914 "Rosa Luxemburgo tenía razón cuando escribió hace tiempo que Kautsky tenía el 'servilismo del teórico', la astucia, más simplemente, la astucia ante la mayoría del partido, ante el oportunismo"[33].
Después de las primeras huelgas salvajes en Pensilvania en 1900, en Bélgica en 1902, en Holanda en 1903, en Hungría en 1904 y en muchos otros países, las luchas revolucionarias en Rusia en 1905 produjeron por primera vez una nueva forma de lucha: los consejos obreros[34].
Bajo la influencia de estos acontecimientos, creció la crítica, sobre todo en la socialdemocracia alemana y más tarde también en los Países Bajos, a la concentración casi exclusiva en las elecciones parlamentarias y a la lucha sindical. "Desde hace un año, las elecciones al Reichstag son la nota clave y la palabra de moda en todas nuestras acciones. De este modo, las masas se ven sistemáticamente fascinadas por las constantes repeticiones de la propaganda electoral; se les hace albergar involuntariamente esperanzas exageradas, como si los resultados de las elecciones significaran una especie de nueva era en la historia política de Alemania, un punto de inflexión en el destino de la lucha de clases (...) Nuestra vida de partido como expresión de los intereses generales de la lucha de clases proletaria tiene sus múltiples vertientes, que no deben descuidarse por ningún propósito táctico temporal. Tenemos tareas que son de carácter permanente, que se extienden más allá de las próximas elecciones al Reichstag y que no deben ser pospuestas bajo ninguna circunstancia"[35] Esto significaba nadar a contracorriente en el Partido, porque el espectacular aumento de miembros y votos del SPD parecía confirmar a primera vista la política de "táctica parlamentaria únicamente". Para el periodo entre 1878 y 1906, el número de afiliados sólo puede estimarse. Antes de la Ley Socialista era de unos 35.000; tras el fin de la Ley Socialista (1890), de unos 75.000; hacia el cambio de siglo, de unos 100.000, tras lo cual aumentó considerablemente, pero sólo lentamente durante las crisis económicas de 1907-1909 y 1912/1913[36].
Año Miembros Crecimiento (%)
1905-06 384.000
1906-07 530.000 38
1907-08 587.000 11
1908-09 633.000 8
1909-10 720.000 14
1910-11 836.000 16
1911-12 970.000 16
1912-13 982.000 1
1913-14 1.085.000 11
En 1905, el Leipziger Volkszeitung criticó al Partido por estar demasiado orientado a la lucha parlamentaria, afirmando que existía el peligro de que la socialdemocracia se quedara en un "mero mecanismo electoral".
"Cuanto más crecen nuestras organizaciones, que comprenden cientos de miles y millones, más crece inevitablemente el centralismo. Pero la pequeña cantidad de contenido intelectual y político, de iniciativa y de decisión que las organizaciones desarrollan en la vida cotidiana del Partido se transfiere así por completo a los pequeños círculos de la cúpula: a los comités ejecutivos de las asociaciones, a los consejos de distrito y a los parlamentarios. Lo que queda para la gran mayoría de los miembros son las obligaciones de pagar las cuotas, distribuir folletos, votar y hacer campaña para las elecciones, ir a llamar a las puertas y recoger las suscripciones a los periódicos, etc."[37].
Mientras que entre los revisionistas aumentaba la sensación de "invencibilidad" del Partido como resultado de estos éxitos cuantitativos, muchos trabajadores también tenían la sensación de que el Partido era cada vez más poderoso gracias a sus numerosos escaños en el parlamento. En realidad, la vida en el propio Partido se había vuelto, por un lado, cada vez más superficial, mientras que, por otro, se producía una fusión cada vez más estrecha entre el aparato sindical, los parlamentarios y el aparato estatal. "Entre la socialdemocracia y el mundo burgués se creó una ósmosis espiritual a través de la cual las toxinas de la descomposición burguesa podían penetrar libremente en la circulación sanguínea del cuerpo del partido proletario."[38]
"Los revisionistas atacan constantemente el programa, violan repetidamente los principios del partido, pero evitando siempre una definición clara e inequívoca de su posición. (...) [Los revisionistas] han jugado con todos los principios básicos de la cosmovisión socialdemócrata. Algunos han tirado por la borda el materialismo histórico, otros la teoría de la ley del valor. El concepto de la lucha de clases -decían- debía ser complementado, la teoría de la crisis de Marx, la teoría de la renta de la tierra se ha vuelto a sus ojos cuestionable. (...) En la socialdemocracia alemana, nos hemos vuelto en parte terriblemente indiferentes a las cuestiones políticas, porque la posibilidad de desarrollar acciones políticas es muy pequeña. Esta circunstancia beneficia a los revisionistas. A pesar de todas sus derrotas, han defendido su territorio, porque los trabajadores organizados eran demasiado a menudo indiferentes a lo que ocurría en las redacciones, en los parlamentos, en los ayuntamientos. (...) Esta necesidad de paz condujo entonces al florecimiento del revisionismo en algunos órganos del Partido, aunque los miembros de la sección del Partido que tiene que decidir sobre el órgano están muy alejados del revisionismo... En cierto sentido, ha surgido un partido dentro del Partido, se ha desarrollado una camarilla. (...) Hay un plan detrás de esto. (...) La política de camarilla se llevó a cabo en contra de la voluntad de la inmensa mayoría del partido. Hace diez años [1898] se inició la lucha político-teórica por los principios del Partido en el Congreso del Partido de Stuttgart. En esta lucha los revisionistas sufrieron una derrota tras otra. Ahora ya no es necesario defender los principios teóricos, sino decidir en Nuremberg si el Partido puede ser violado por la camarilla. Hay que poner un freno inquebrantable a las artimañas de los que quieren pisotear la ley formal y moral en el Partido"[39] Hermann Duncker también señaló que en el partido se había desarrollado un aparato de poder cada vez más autónomo. "Pero las masas están paralizadas por los funcionarios. Como un lazo, el cuerpo de funcionarios y funcionarias estrangula a las masas. Es el terrible lado oscuro de la burocracia. "[40]
Ya a principios de la década de 1890, la derecha había comenzado a estrechar lazos entre sí. Engels hablaba de "lazos especiales", incluso de una especie de pandilla[41]. El 6 de octubre de 1903, Zetkin escribió a Bebel: "Los revisionistas 'trabajan' aparentemente según un plan maestro y según un esquema acordado (...) Nos enfrentamos a una conspiración total (...) Mirar hacia otro lado con el silencio y tratar de encubrir y dejar que crezca la hierba por encima equivaldría a manchar el Partido con el estigma de esta corrupción más profunda"[42] En el Congreso del Partido de Dresde, en 1903, los revisionistas celebraron una conferencia especial[43] También se intensificaron cada vez más los contactos entre ciertos círculos de la burguesía y las fuerzas dirigentes de la fracción parlamentaria. "Al amparo de la 'educación' y la 'cultura humana general', los parlamentarios socialdemócratas se reunían con periodistas burgueses en hermosas tardes de invierno para 'recuperarse de las penurias de la profesión' y de la 'tertulia política'"[44].
Desde el cambio de siglo, los principales oportunistas se habían agrupado en torno a Heine y Vollmar, entre otros, que se reunían regularmente en "tardes de cerveza" o "tardes de jueves". El creciente número de reuniones entre representantes de los revisionistas y ciertos círculos capitalistas no había escapado a la atención de las fuerzas revolucionarias. Bebel escribió a Karl Liebknecht el 10.11.1908 que estas veladas de cerveza "reunían a toda la camarilla revisionista"[45] Además de este acercamiento de la derecha en reuniones separadas de todo tipo (entre sí en el partido o con determinados círculos de la burguesía), se avivó también una campaña de desprestigio en el SPD contra las fuerzas que luchaban contra la degeneración. Toda voz, ya sea desde las filas del propio SPD o desde el extranjero, que tratara críticamente a los revisionistas y a la dirección del Partido, fue combatida con gran determinación y de forma muy pérfida[46] Lo hemos documentado detalladamente en un artículo anterior[47].
El revisionismo que había surgido en aquella época había alcanzado proporciones particularmente fuertes y una importancia especial en Alemania debido al carisma y la posición destacada de la socialdemocracia alemana, que contaba con más de un millón de afiliados. Durante mucho tiempo, Kautsky fue considerado casi como el "Papa del marxismo", y Bernstein apareció internacionalmente como el "portavoz" del revisionismo. Sin embargo, el revisionismo no se limitaba en absoluto a Alemania: en Francia, por ejemplo, Millerand se había unido al gobierno francés que contaba con Gastón, marqués de Galliffet, el carnicero de los comuneros de París en 1871. En Italia, el movimiento reformista en torno a Turati y la revista La Critica Sociale representó la mayoría en el Congreso de Imola de 1902.
En otros artículos de nuestra prensa hemos tratado con detalle los antecedentes y el desarrollo del II Congreso del Partido del POSDR[48]
Como ya explicamos con más detalle en esta Seire, era una época en la que se acercaban las convulsiones históricas, la transición de la fase ascendente a la decadente del capitalismo. Una característica de este proceso era que las condiciones para la existencia o formación de un partido de masas se estaban desintegrando lentamente. Mientras que en un partido de masas podía haber miembros relativamente pasivos, un partido en la fase decadente del capitalismo exigía una participación más activa que nunca. Ya no bastaba con hacer principalmente campaña electoral, sino que el partido debía convertirse en un partido numéricamente pequeño pero combativo, dependiente del compromiso activo de todos sus miembros. Aunque Lenin aún no podía sentir esta agitación tan claramente durante la discusión de los estatutos en el II Congreso del Partido en 1903, este cambio se cernía sobre el partido y, en este sentido, el debate anticipó el debate sobre las nuevas condiciones del papel del partido que surgió apenas 20 años después, a partir de 1919[49].
Cuando el oportunista Wolfgang Heine abogó por la defensa de la autonomía local, Lenin señaló los paralelismos de pensamiento entre gente como Heine y los mencheviques. "Wolfgang Heine escribió en un artículo publicado en abril de 1904 por el Sozialistischen Monatshefte contra la injerencia de las 'autoridades designadas', es decir, la ejecutiva del partido, en las actividades de las organizaciones socialdemócratas. Heine se presentó como pionero del "principio democrático" y se rebeló contra la supuestamente peligrosa "tendencia a la burocratización y centralización del partido" (Wolfgang Heine, "Demokratische Randbemerkungen zum Fall Göhre". En Sozialistische Monatshefte, 1904, nº 4, p. 281-291). Heine tomó prestadas sus conclusiones más importantes del folleto de Martov "De nuevo en minoría" y de su discurso en el II Congreso del Partido para enfrentar a las instituciones locales del partido con las centrales y para advertir al partido contra una "política doctrinal" en la que "todas las decisiones políticas importantes se tomaran desde una oficina central". En primer lugar, se opuso a la noción de disciplina. Heine se oponía a "la creación de una gran organización global, lo más centralizada posible, una táctica, una teoría". Estas advertencias contra la degradación, el 'amordazamiento', la 'burocratización' de la libre lucha ideológica y la reivindicación de la 'libertad de crítica' así como de la 'creatividad ideológica absolutamente individual' eran la expresión concentrada del individualismo ..."[50] Dentro del SPD, el esfuerzo por abandonar la centralización y socavar la autoridad de los Congresos del Partido expresaba una clara revisión y regresión. La posición adoptada a principios de la década de 1890 en el Congreso de Halle/Erfurt de que la soberanía del Congreso debía ser aplicada por los órganos centrales del mismo y que éstos debían ser vinculantes para todos los miembros e instancias del Partido, fue rechazada aquí. Por otra parte, la insistencia en la sumisión a las decisiones del Partido en las filas del POSDR significó un claro paso adelante respecto al espíritu de círculo que prevalecía hasta entonces. Los revisionistas del SPD y los mencheviques en el II Congreso del POSDR tocaron la misma bocina.
Unas semanas después del II Congreso del Partido del POSDR, se celebró el Congreso del Partido del SPD, sin que la policía de Dresde lo impidiera[51][52] En diciembre de 1903, la prensa del SPD informó por primera vez sobre este Congreso del Partido. Medio año después apareció la crítica de Rosa Luxemburgo a la posición de los bolcheviques "Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa"[52]. Cuando Lenin le contestó poco después, Kautsky, como editor del Neue Zeit, se negó a publicar su artículo[53]. La "noticia de la disputa rusa" perjudicaría las simpatías de los socialdemócratas alemanes por los socialdemócratas rusos en ambos sentidos. "Es una 'disputa familiar' que no tiene 'importancia internacional', Lenin ha comenzado esta 'siniestra disputa'" Kautsky describió la disputa entre mencheviques y bolcheviques como una "disputa personal" como resultado de "hostilidades puramente personales" entre los líderes de ambas fracciones. (Kautsky, Carta a Axelrod 14.2.1905). Afirmó además que "todavía no conocemos a su Lenin, y no podemos creerle así como así"[54] Como declaró Lenin más tarde, Vorwärts no sacó ni un solo artículo con una valoración objetiva de la actividad de los bolcheviques, mientras que en Neue Zeit los mencheviques y Trotsky escribieron varios artículos despectivos[55] Desde el punto de vista de Kautsky, la cuestión de la afiliación al partido "no era una cuestión de principios". En las columnas de la Iskra menchevique afirmaba que la "mayoría no debe imponer su voluntad a la minoría", sino que debe acordar con ella sobre la base de "las mayores concesiones mutuas posibles". Así, se rechazó la posición del Congreso del Partido de Erfurt, según la cual las resoluciones del Congreso del Partido eran vinculantes y, por tanto, las minorías debían aceptar y aplicar las resoluciones de la mayoría.
Otra razón por la que la dirección del partido del SPD y el ala que rodeaba a Kautsky evitaron posicionarse sobre la lucha en el POSDR fue que el SPD estaba tomando realmente partido por los mencheviques. Kautsky escribió: "Si tuviera que elegir entre Mártov y Lenin, me pronunciaría a favor de Mártov sobre la base de toda nuestra experiencia en Alemania"[56]. Kautsky tenía la intención de publicar un artículo contra los bolcheviques en Iskra. En general, apenas hubo voces del SPD que apoyaran la posición de los bolcheviques en ese momento.
Además, se puso de manifiesto la profunda divergencia de Kautsky con los bolcheviques en cuestiones organizativas: creía que el principio de autonomía, al que atribuía los éxitos de la socialdemocracia alemana en los años de la Ley Socialista, debía convertirse en el principio organizativo determinante del POSDR. Como se ha desarrollado anteriormente, una cierta autonomía de las unidades locales del Partido era inevitable en la época de la Ley Socialista, pero desde el final de la Ley Socialista y, sobre todo, después de la abolición de cualquier restricción al funcionamiento del SPD a finales de siglo, no había justificación para estas medidas de protección de las secciones locales en forma de una cierta autonomía del Partido en su conjunto. En realidad, se trataba de una visión localista y anticentralista que era expresión de las concepciones federalistas imperantes en la II Internacional.
Estos diversos aspectos (intento de minimizar u ocultar las divergencias, toma de partido por los mencheviques, presentación de la cuestión de principios como una disputa entre personas, rechazo de la centralización, rechazo del punto de los estatutos que exige la participación activa en el partido) ilustran la regresión de partes del SPD en aquella época.
Al mismo tiempo, los estatutos de los demás partidos de la II Internacional no eran más claros en cuanto a la afiliación y la centralización[57].
Aunque la mayoría del SPD no entendía lo que estaba en juego en el II Congreso del Partido del POSDR, y aunque parte de ellos se había posicionado abiertamente a favor de los mencheviques, se podría argumentar que esta percepción de la lucha en Rusia estaba moldeada por las diferentes condiciones objetivas y, por tanto, en cierto modo, distorsionada.
De hecho, había grandes diferencias entre las situaciones de los dos partidos. En Alemania, había signos de un declive político del partido, como lo demuestra, entre otras cosas, la degeneración de la fracción del Reichstag. El débil comité ejecutivo, que sólo era "empujado" por la iniciativa "desde abajo", por la masa de miembros del partido, mostraba rasgos revisionistas cada vez más claros y una creciente integración en el Estado. Por ello, en esos años Rosa Luxemburgo puso el acento en la actividad de masas, en la "iniciativa desde abajo", en la "espontaneidad", en la vigilancia, en el pensamiento independiente de la base. Ella mostraba, con razón, una "desconfianza" hacia una dirección poderosa que actuaba cada vez más de forma autónoma. En Rusia, en cambio, no había un "peso opresivo" comparable de un órgano central, sino una lucha en la que el espíritu del círculo debía ser desterrado por el espíritu del partido y las resoluciones del Congreso debían ser respetadas a toda costa.
Mientras que los revolucionarios en Rusia siempre lucharon con una represión mucho más drástica bajo las condiciones de ilegalidad del zar, y mientras que esta ilegalidad no impidió que el Partido hiciera de la cuestión de la afiliación y la cooperación activa un tema central en el II Congreso del Partido en 1903, la objeción del "veterano" líder del SPD, Auer, de que un compromiso con la participación activa podría llevar a la exposición al Estado, era sobre todo una excusa oportunista, una concesión a la democracia burguesa y sus perniciosos mecanismos.
En nuestro artículo en la Revista Internacional 118[58] tratamos en detalle las divergencias entre Lenin y Luxemburgo y criticamos las deficiencias del enfoque de Rosa Luxemburgo. En su artículo "Cuestión organizativa de la socialdemocracia rusa" advirtió, entre otras cosas, contra el "ultracentralismo"; la dirección del partido no debería estar "dotada de poderes tan absolutos" como "lo hace Lenin"[59] En su respuesta a Rosa Luxemburgo, Lenin subrayó que no defendía el "centralismo despiadado", sino la disciplina elemental del partido violada por los mencheviques. No consideraba al Comité Central como el "verdadero núcleo activo del partido", sino que sólo defendía sus derechos estatutarios. Sólo exigía que el Comité Central representara la dirección de la mayoría del partido. Lenin escribió: "nuestra controversia ha sido principalmente sobre si el Comité Central y el Órgano Central deben representar la tendencia de la mayoría del Congreso del Partido, o si no deben hacerlo."[60] [62]... "prefiere declamar contra la subordinación mecánica de la parte al todo, contra la sumisión servil, la obediencia ciega y otros bichos semejantes. Le agradezco mucho a la camarada Luxemburg que haya explicado la profunda idea de que la sumisión servil es muy perjudicial para el Partido, pero me gustaría saber: ¿considera la camarada normal que las supuestas instituciones centrales del Partido estén dominadas por la minoría del Congreso del Partido? - ¿puede imaginarse algo así? - ¿lo ha visto alguna vez en algún partido? [La camarada] prefiere refunfuñar contra el sometimiento mecánico de una parte al todo, contra la obediencia cadavérica, contra la subordinación ciega y fantasmas similares. Agradezco mucho a la camarada Luxemburgo la presentación de la idea más ingeniosa de que la obediencia cadavérica es muy perjudicial para el partido, pero quisiera saber: ¿la camarada lo considera normal, puede permitirlo, ha visto alguna vez en algún partido que en las autoridades centrales, que se llaman autoridades del partido, pueda dominar la minoría del congreso del partido?" Lenin también respondió que "(...) ya ha pasado la época en que una institución del Partido podía ser suplantada por un círculo privado"[61].
En vista de la experiencia con el peso aplastante y paralizante de la dirección del partido alemán, contra la cual era necesaria una movilización de "la base", Luxemburgo concluyó que "el ejército proletario se recluta sólo en la lucha y sólo en la lucha se hace claro sobre las tareas de la lucha. (...) Las grandes masas deben actuar a su manera, ser capaces de desplegar su energía de masas, su energía, deben actuar como masas, actuar, desarrollar la pasión, el coraje y la determinación"[62] Si bien Rosa Luxemburgo tenía razón en 1905 en su análisis de la importancia del movimiento huelguístico de masas y de la fuerza motriz interna, la espontaneidad, de la clase, hay que subrayar que la iniciativa de la clase por sí sola no es suficiente. Para llevar a cabo una revolución con éxito, es indispensable una organización revolucionaria, pero ésta no se produce sólo por la espontaneidad de las masas. Es el resultado de años, incluso décadas, de dura lucha en la que hay que elaborar y defender posiciones y principios. Aunque Luxemburgo estaba de acuerdo con esta necesidad, su énfasis, marcado por la experiencia, especialmente en Alemania, estaba en el hecho de que la gran masa de miembros del partido tenía que empujar a la "dirección". "Las masas deben pasar a primer plano para empujar el barco del partido hacia adelante, entonces podrán mirar con confianza al futuro"[63] Y temía, a la luz de la experiencia alemana, que una dirección "centralista" demasiado fuerte sólo conduciría a la victoria del oportunismo. Pero las raíces del oportunismo no sólo estaban en el parlamentarismo burgués, cuyo peso en Alemania era mucho más abrumador que en Rusia. En otras palabras, la disputa entre Luxemburgo y Lenin giraba en torno a la cuestión de cómo debía construirse la organización y cuál era la relación entre espontaneidad y conciencia en el movimiento revolucionario. La organización revolucionaria no puede ser simplemente el "espejo" de la propia clase, y su papel no debe depender del grado y extensión de la espontaneidad de la clase obrera. El énfasis en la necesidad de la espontaneidad en Rosa Luxemburgo tras la aparición de la huelga de masas en 1905, y de la iniciativa y vigilancia de las amplias masas del partido frente a una dirección voluble u oportunista, en cuyas manos la centralización se convirtió en realidad en una herramienta para estrangular la actividad de la base del partido, era totalmente correcto, pero no debe ponerse en el mismo plano que la construcción del partido[64] Existe el peligro de difuminar la distinción entre clase y partido.
En cierto sentido, la construcción de la organización debe "preceder" a la acción de la clase, porque las organizaciones revolucionarias no deben esperar a que la clase esté "suficientemente preparada y madura" para construir la organización, porque la maduración y la capacidad de radicalización de la clase depende también de la intervención de los propios revolucionarios.
Quizás aquí podemos ver debilidades más profundas en el punto de vista de Rosa Luxemburgo, quien, mientras llevaba a cabo una exposición muy combativa y lúcida de la dirección seguida por los revisionistas de y la política de estrangulamiento de la dirección del SPD, descuidó el componente de los esfuerzos activos para construir la organización. Aunque éste era sólo un aspecto de las debilidades de los revolucionarios, como veremos más adelante, puede haber habido indicios de lo que la Izquierda Comunista de Francia diagnosticó décadas después: "La historia iba a confirmar magistralmente la posición de Lenin. Sin entrar a examinar otros múltiples factores de la situación rusa, podemos afirmar que, si en octubre de 1917 triunfó la revolución proletaria, se debe sobre todo a la realización de esta condición decisiva, a la existencia de este partido que Lenin forjó incansablemente durante 20 años. En cambio, en 1918 en Alemania se produjo la derrota de la revolución, una de cuyas causas, y no la menor, a pesar de la magnífica y heroica combatividad de las masas, fue la tardía formación del partido, de ahí su inexperiencia, sus vacilaciones y su incapacidad para conducir la revolución a la victoria. Este fue el precio y la invalidación experimental de la teoría de Rosa Luxemburgo sobre la espontaneidad del movimiento revolucionario"[65].
Sobre todo después de las huelgas de masas de 1905 en Rusia, los dirigentes del SPD y de los sindicatos sintieron que la propia iniciativa de los trabajadores, el desarrollo de las huelgas de masas, la agrupación de las fuerzas de la clase obrera en consejos obreros, etc., y las lecciones y orientaciones que debían extraerse de ellas, especialmente de Rosa Luxemburgo en "Huelga de masas, partido y sindicatos", y de Pannekoek en "Diferencias tácticas en el movimiento obrero", se convertirían en una amenaza para ellos. Desde su punto de vista, todo lo que venía de Rusia -huelgas de masas, consejos obreros, el partido ruso -especialmente los bolcheviques- no sólo se veía con recelo, sino que se rechazaba con gran arrogancia.
En la historia del movimiento revolucionario había habido reveses, represión, dispersión y también la disolución real de la Liga Comunista y de la Primera Internacional. El movimiento revolucionario también había ganado experiencia en la lucha contra el oportunismo, el anarquismo y el aventurerismo. Pero nunca un partido había degenerado, y por lo tanto el movimiento revolucionario no tenía experiencia en la defensa de la organización contra ella.
En primer lugar, fue un gran desafío reconocer este peligro de degeneración. Aunque Marx, Engels y Bebel ya habían expuesto los primeros signos oportunistas y revisionistas en la década de 1880, cuando el revisionismo tomó una forma más sólida en la década de 1890 y fue prácticamente elaborado en un programa por Bernstein, Rosa Luxemburgo fue la primera en poner este desarrollo en un marco teórico-programático más profundo con su texto "Reforma social o revolución". En ese período expuso con mayor claridad la incompatibilidad de la orientación revisionista y el marxismo. Al mismo tiempo, era necesario analizar las causas más profundas y el desafío que suponía la inminente convulsión en el desarrollo del propio capitalismo, cuya fase ascendente estaba llegando a su fin, y en la que se veían los primeros signos de decadencia.
Las respectivas convulsiones, como la integración gradual del aparato sindical en el aparato estatal y el sometimiento del Partido a los sindicatos[66], la aparición de los consejos obreros en Rusia en 1905 y el nuevo fenómeno de la huelga de masas, así como la identificación de gran parte del aparato del Partido con los parlamentarios a la cabeza con el Estado, el embotamiento del Partido por el democratismo y la creciente erosión de la voluntad de lucha, todos estos signos lentamente reconocibles formaban parte de una transformación de gran alcance e interconectada. Pero las fuerzas revolucionarias de la época no consiguieron situar estos fenómenos en un contexto claro.
El trasfondo era la creciente integración del aparato del Partido en el Estado, incluso la identificación de los sindicatos y del propio Partido con el Estado. Aunque este proceso fue encarnado más claramente por los dirigentes, la fracción parlamentaria y los funcionarios sindicales, no se limitó a unas pocas personas. Por eso, ninguna expulsión rápida y decidida de los revisionistas habría resuelto el problema, ya que era el producto de un proceso general de decadencia en el que cambiaban las condiciones de la lucha en el conjunto de la sociedad. Esto sólo podía percibirse como el germen de una idea en aquel momento.
Los demás partidos de la II Internacional tampoco eran conscientes del alcance del proceso de decadencia. Como la mayoría de los partidos estaban cegados por los éxitos electorales del SPD y, por tanto, el SPD era casi glorificado también a nivel internacional, la conciencia de esta dinámica no surgió hasta muy tarde. En Rusia se encontraban algunos de los mayores admiradores del SPD[67].
Sin embargo, las fuerzas más decididas habían declarado una lucha inquebrantable contra este proceso de decadencia. Los enfrentamientos en el Congreso del Partido de Hannover de 1899 hasta el Congreso del Partido de Dresde de 1903 reflejan esta determinación.
Alemania fue un campo de batalla principal en la lucha internacional entre el revisionismo y los defensores del marxismo. Si bien hemos tratado aquí con más detalle la reacción en el SPD a la evolución del POSDR, en realidad hay que tener en cuenta la situación en los demás países para obtener una visión más completa. Por razones de espacio, no lo hemos hecho aquí. Sin embargo, incluso durante estos años de debate sobre la cuestión de la organización, quedó claro que ya entonces existía una gran diferencia entre el POSDR y el SPD (y esencialmente lo mismo ocurría con los demás partidos de Europa). Con los bolcheviques y Lenin había cristalizado en el POSDR un polo decidido que defendía el respeto a las decisiones del partido, mientras que en el SPD había sobre todo voces individuales contra el oportunismo, como la de Rosa Luxemburgo o en parte todavía la de Bebel, pero no aparecían como una fuerza fuerte y unificada y no se convertían en un polo eficaz. Los bolcheviques y las fuerzas de izquierda en Alemania no diferían en su voluntad de lucha, su intransigencia y su compromiso. Pero las fuerzas de izquierda del SPD carecían de unidad, cohesión y capacidad de acción conjunta.
Después de que el revisionismo apareciera claramente en 1890 en el Congreso del Partido de Halle y Erfurt, y de que las fuerzas de izquierda lo desenmascararan decididamente y lo mantuvieran en parte bajo control, algunos camaradas del ala izquierda del SPD todavía consideraban hacia 1900 que los revisionistas habían sido suficientemente desenmascarados en el Congreso del Partido de Hannover en 1899 y en Dresde en 1903. Pero, aunque el revisionismo había sido denunciado oficialmente en las resoluciones del partido y rechazado por la mayoría, en realidad había penetrado cada vez más profundamente en el SPD por la puerta trasera, por así decirlo.
Como ya se ha dicho, los acontecimientos de 1905, cuando, por un lado, la huelga de masas de los obreros en Rusia anunció las nuevas condiciones de la lucha de clases en el capitalismo decadente, y, por otro, la agravación del peligro de guerra, demostrada por la guerra entre Japón y Rusia y, más tarde, por las crecientes tensiones entre las potencias europeas, iban a dejar claro que el revisionismo cada vez más desenfrenado sólo podía ser rechazado por una oposición que hubiera concentrado y fusionado sus fuerzas[68].
Sin embargo, a pesar de esta evolución, ni en el seno del SPD ni a nivel internacional se tomaron medidas suficientes para unir a las fuerzas internacionalistas y contrarias al revisionismo. Al mismo tiempo, Lenin seguía siendo relativamente desconocido fuera del ámbito del partido ruso. "Este trabajo de fracción de Lenin se llevó a cabo sólo dentro del partido ruso, sin ningún intento de llevarlo al nivel internacional. Basta con leer sus discursos en los distintos congresos para convencerse de que esta obra permaneció completamente desconocida fuera del ámbito ruso."[69]
En el Congreso de la II Internacional, celebrado en Stuttgart en 1907, donde fue acompañado por una manifestación de 60.000 personas contra la guerra, se adoptó una resolución contra la amenaza de guerra, que fue redactada conjuntamente por Lenin, Luxemburg y Martov y que iba más allá de la original y vacilante redactada por Bebel. Esto dio testimonio de la determinación de las fuerzas internacionalistas de izquierda de trabajar juntas para contrarrestar la amenaza de guerra por encima de las fronteras nacionales. Pero en el conjunto de los partidos no se intensificó la resistencia al peligro de guerra. Lo mismo se repitió posteriormente en los Congresos de Copenhague de 1910 y de Basilea de 1912. En retrospectiva, hay que decir que la cooperación de las fuerzas de izquierda tuvo lugar casi exclusivamente en los Congresos y a través de estas proclamas contra el peligro de guerra; en la lucha contra el revisionismo y en torno a la cuestión de la organización permanecieron en gran medida fragmentadas.
Mientras que el creciente peligro de guerra exigía algo más que acciones y resoluciones conjuntas en los congresos, las divergencias en torno a la cuestión de la organización impidieron que las fuerzas de izquierda se acercaran. Esto era tanto más trágico cuanto que, como ya se ha dicho, la derecha y los revisionistas hacía tiempo que se habían acercado.
Paul Frölich relata en su autobiografía que sólo había contactos entre ellos en las distintas ciudades, pero no había esfuerzos entre ciudades para lograr un planteamiento común, una soldadura, y mucho menos una centralización de la oposición en el seno del SPD[70] Una de las lecciones aprendidas de la lucha por la organización en el Congreso de La Haya, más de 30 años antes, había sido que la conspiración de Bakunin sólo podía ser repelida por la acción decisiva del Consejo General de la Primera Internacional. No basta con una cooperación informal: hay que construir un frente sólido y bien organizado. Es cierto que hubo aproximaciones en este sentido en el Congreso del Partido de 1910 en Magdeburgo o en el Congreso del Partido de 1911 en Jena, cuando los delegados de la izquierda se reunieron para realizar consultas especiales[71]. La izquierda también estaba más fuertemente representada en algunas ciudades, especialmente en las redacciones de los numerosos periódicos y revistas del SPD, pero no hubo pasos hacia una prensa común. En 1913, después de haber sido amordazados uno tras otro, Rosa Luxemburgo y otras fuerzas de izquierda renunciaron al Leipziger Volkszeitung, y a partir de diciembre de 1913 publicaron Sozialdemokratische Korrespondenz (Correspondencia Socialdemócrata). "Los tres, y quiero subrayarlo especialmente, somos de la opinión de que el Partido atraviesa una crisis interna, mucho, mucho más difícil que en la época en que surgía el revisionismo. La palabra puede ser dura, pero estoy convencido de que el Partido amenaza con caer en la decadencia si continúa así. En una situación así, sólo hay una salvación para un partido revolucionario: la autocrítica más aguda y despiadada que se pueda imaginar. Por eso creo que el papel del Leipziger Volkszeitung, de acuerdo con su tradición anterior, es que tiene que perseguir estas tareas día tras día ahora."[72]
Mirando hacia atrás, se puede ver que antes de la guerra no se había establecido ninguna red de fuerzas de izquierda que pudiera haber representado un polo organizativo sólido y un puente hacia el dramático periodo posterior a 1914, cuando la dirección del partido había traicionado el internacionalismo. Como resultado, las fuerzas de izquierda no habían aprendido a cooperar como una fracción independiente dentro del SPD y dentro de la Segunda Internacional en su conjunto. En resumen, mientras que, por un lado, los bolcheviques dentro del POSDR lucharon sin descanso contra todo tipo de fuerzas oportunistas y liquidacionistas, ganando años de importante experiencia de lucha para la organización y aprendiendo también a tratar las divergencias sin que la organización se rompiera, las fuerzas de izquierda dentro de la socialdemocracia en Alemania no adquirieron un fondo de experiencia comparable.
En el SPD se formaron "grupos de trabajo", pero nunca pudieron representar el polo de lucha que los bolcheviques habían logrado durante años dentro del POSDR. La izquierda nunca fue más allá de algunos pequeños pasos aquí y allá.
A partir del otoño de 1910, en algunas ciudades del sur de Alemania se fundaron "Karl-Marx-Klubs", en los que se reunían las fuerzas de izquierda. Las fuerzas de la derecha se movilizaron inmediatamente contra su existencia. En Stuttgart, en 1910, la izquierda consiguió poner a la Asociación Socialdemócrata bajo su influencia. Sobre todo, los escritos y la aparición del grupo en torno a Rosa Luxemburgo no dejan lugar a dudas de que lucharon sin miedo, pero esta resistencia permaneció fragmentada y su fuerza de atracción como polo siguió siendo demasiado débil. Ciertamente, el hecho de que el SPD contara con más de un millón de afiliados favoreció la inercia de las masas, que de todos modos nunca habían adquirido ese espíritu de lucha. Como resultado de este polo insuficientemente discernible, no hubo una clara delimitación del centro y los revisionistas. Mientras el dogma de la unidad se seguía presentando en la esfera pública, el Partido ya se estaba desgarrando internamente. Pero el polo internacionalista y revolucionario no podía distinguirse con suficiente claridad, ni en el Partido ni en el conjunto de la clase. En el curso de la guerra, especialmente en 1917 y 1918, el resultado fue que muchos trabajadores no pudieron ver con suficiente claridad la diferencia entre el SPD, el USPD y los espartaquistas y otras fuerzas de la izquierda revolucionaria. En una organización que degenera, la resistencia a esta degeneración exige también una organización independiente DENTRO del partido, para soldar los elementos más lúcidos y preparar el futuro. Por falta de estos esfuerzos, en 1914, a la hora de organizar la resistencia en condiciones de ilegalidad, no había canales y redes adecuadas de fuerzas de izquierda para discutir, aclarar y actuar.
No estaban preparadas para la ilegalidad, a pesar de que el peligro de la guerra y el consiguiente empeoramiento de las condiciones para el trabajo de los revolucionarios habían sido reconocidos desde hacía años. La guerra significaba también que la lucha contra los traidores tenía que situarse en un nuevo nivel[73] La fijación en las elecciones, en el trabajo parlamentario, es decir, en todo el marco de la democracia burguesa, había conducido a una cierta parálisis y al abandono de la experiencia de los revolucionarios de las luchas anteriores[74] Mientras que la izquierda había observado y denunciado el creciente fango oportunista y el rechazo abierto de los principios, especialmente cuando se trataba de la cuestión de la guerra, los revolucionarios no se habían adaptado realmente de forma consecuente a ello.
Como ya se ha mencionado, las fuerzas de izquierda en el SPD a finales de la década de 1890 incluían a figuras destacadas como Bebel, Wilhelm Liebknecht y Karl Kautsky. Sin embargo, pronto quedó claro que Kautsky quería evitar la lucha contra el revisionismo, y que sólo se le pudo convencer de que se posicionara en contra de Bernstein tras una considerable presión de Rosa Luxemburgo. Después de 1903-1905 se comportó de forma cada vez más abiertamente centrista, mientras que en el extranjero fue considerado durante mucho tiempo como un líder teórico, incluso como el "Papa del marxismo". La delimitación de tales fuerzas "teóricamente" reconocidas, pero centristas, es una empresa difícil. Y personalidades conocidas como líderes, como Bebel y Wilhelm Liebknecht, que siempre se habían ganado un gran prestigio por su aparición en el parlamento, se mostraron incapaces de dirigir una oposición decidida contra los revisionistas[75]. Rosa Luxemburgo, que resistió a los revisionistas con la mayor fiereza y valentía, y cuyos puntos de vista programáticos formaban la antítesis más clara a ellos, fue escuchada a menudo con mucho entusiasmo en las reuniones, a pesar de toda la campaña de desprestigio contra ella[76], pero los "mejores", los "más claros" y los más conocidos líderes no son suficientes para establecer una oposición efectiva. Es necesario un trabajo de fracción organizado y conjunto. Debe haber un esfuerzo consciente para unir las distintas fuerzas de la resistencia. Rosa Luxemburgo nunca formó una corriente de izquierda independiente a su alrededor. Ella y su grupo no lograron reunir a las distintas fuerzas de Alemania en torno a sí. ¿Se debió a que quizás ella misma subestimó la necesidad de unir a las fuerzas de izquierda?[77] En cambio, se mantuvo una distancia y, en algunos casos, prevaleció cierta desconfianza entre las diversas fuerzas de izquierda. Hubo varios factores que influyeron. A continuación, analizaremos algunos de ellos.
Hasta bien entrada la primera década del siglo XX, el SPD gozaba de una enorme reputación internacional dentro de la Segunda Internacional, especialmente en Rusia. La socialdemocracia alemana estaba "a la cabeza de todos los partidos socialdemócratas en cuanto a la organización y la unidad del movimiento, la riqueza y el contenido de la literatura marxista"[78]. "Entre otras cosas, por ser el partido de masas más fuerte en términos de número y de mayor éxito electoral, se le consideraba un modelo. A nivel internacional, las impresionantes cifras de votos ocultaron también el hecho de que el gusano ya estaba en el cogollo del partido[79] La mayor parte de la II Internacional no había visto o había subestimado el proceso de degeneración del SPD. La experiencia demuestra que la idealización de una parte del movimiento obrero es siempre problemática, sobre todo cuando se convierte en un seguidismo totalmente acrítico. Este fue en parte el caso de los mencheviques con respecto a las fuerzas derechistas y centristas del SPD, pero, como se mencionó anteriormente, el propio Lenin estuvo durante mucho tiempo lleno de elogios hacia el SPD y hacia Kautsky en particular[80].
Ya nos hemos referido en otros artículos a las particularidades de las condiciones y el funcionamiento de la II Internacional, y hemos mostrado que un proceso de decadencia no puede detenerse en un país por sí solo, sino que requiere la unión internacional de las fuerzas de izquierda.
En el plano programático, había una gran heterogeneidad entre las fuerzas de izquierda: por un lado, en Holanda y en Alemania se criticaba el "parlamentarismo único" y la podredumbre de los sindicatos. Estas eran cuestiones en las que los revolucionarios de Rusia no se centraban especialmente, ya que en la propia Rusia no se enfrentaban tan directamente al peso abrumador del parlamentarismo y del trabajo sindical.
En el plano organizativo, hasta 1900 no hubo un Buró Internacional en la Internacional, y dentro de la II Internacional, aparte de la cuestión de la guerra, casi no hubo cooperación conjunta entre las fuerzas de izquierda.
Cuando, por ejemplo, Lenin fue duramente atacado por los mencheviques y también por Trotsky después de 1903, las divergencias entre Luxemburgo y Lenin le impidieron ciertamente defender a Lenin contra los insultos y calumnias de los mencheviques, trotskistas y social-revolucionarios. Y mientras el SPD azuzaba una campaña contra Rosa Luxemburgo, Lenin no acudió en su ayuda. Tal vez se habría comportado de otra manera si hubiera conocido el verdadero alcance de esta campaña. En resumen, hay que hablar de una falta de solidaridad y de un insuficiente sentido de pertenencia común entre la izquierda de la II Internacional. Por ejemplo, las fuerzas de "izquierda" en los Países Bajos actuaron en su mayoría sólo a nivel local o sin la suficiente coordinación con las voces de izquierda en el SPD y en el conjunto de la II Internacional[81]. Cuando la lucha en el II Congreso del Partido del POSDR en 1903 se conoció en la II Internacional, el SPD propuso en 1905 que se llevara a cabo un "intento de unificación" entre mencheviques y bolcheviques con la ayuda de un "tribunal de arbitraje". Los mencheviques apoyaron la propuesta de un tribunal de arbitraje con la esperanza de que la posición mayoritaria de los bolcheviques pudiera ser derrotada. Lenin rechazó este planteamiento e insistió en que estas cuestiones debían ser decididas por la propia conferencia del partido y no por un tribunal de arbitraje internacional, ya que se trataba de tendencias políticas "que son aceptadas o rechazadas por el partido, pero que no pueden ser justificadas o condenadas por un tribunal de arbitraje del partido"[82] Finalmente, la propuesta del SPD de un tribunal de arbitraje fue abandonada. Incluso después de que fuera renovada por la ISB en junio de 1905, los bolcheviques volvieron a rechazarla por las mismas razones.
En los enfrentamientos de casi una década entre mencheviques y bolcheviques, el SPD impulsó repetidamente la "reunificación" de las dos alas, aunque sus dos direcciones eran irreconciliables.
Incluso cuando la escisión entre bolcheviques y mencheviques se llevó a cabo en la VII Conferencia del POSDR en Praga, en enero de 1912, el SPD, y sobre todo las fuerzas en torno a Rosa Luxemburgo, seguían presionando por la reunificación de las dos alas[83], por lo que se oponían explícitamente a la posición de Lenin. En marzo de 1912, Vorwärts también publicó un artículo en el que se calificaba a los bolcheviques de usurpadores y divisores. El SPD se negó a publicar la respuesta de Lenin. Lenin escribió entonces un panfleto en alemán[84].
Desde finales de la década de 1890 había surgido una divergencia en la II Internacional en torno a la cuestión de las nacionalidades, que tuvo especial importancia para la relación entre los revolucionarios de Polonia y Lituania y el posdr, especialmente los bolcheviques. El grupo en torno a Rosa Luxemburgo había sido el primero en rechazar la posibilidad de la autonomía nacional de Polonia[85] Los años siguientes estuvieron determinados por la persistencia de estas divergencias, especialmente entre Lenin y Luxemburgo[86] Aunque estas divergencias nunca impidieron a los bolcheviques y al ala en torno a Rosa Luxemburgo defender el internacionalismo, actuaron sin embargo como un obstáculo en la relación entre ambas partes. En el II Congreso del POSDR, en 1903, esta cuestión iba a ser incluida en el orden del día. Sin embargo, debido al debate sobre los estatutos y la cuestión del espíritu del círculo, este debate no se celebró en el II Congreso del Partido.
La importancia de esta divergencia para la relación entre los bolcheviques y el ala en torno a Luxemburgo/Jogiches es difícil de evaluar; en cualquier caso, contribuyó a que los camaradas del SPD, procedentes de Polonia, mantuvieran las distancias con los bolcheviques.
La relación entre las fuerzas de izquierda de Polonia y los bolcheviques también se vio obstaculizada por otro factor: a partir de 1904 Karl Radek fue acusado de mala conducta en el SDKPL polaco; en los años siguientes también fue acusado de otras faltas menores. Tras la primera investigación del caso -el robo de un abrigo a un camarada- fue expulsado del partido polaco años después del delito. Como Radek vivía ahora en Alemania y era miembro del SPD, la ejecutiva del SPD inició un procedimiento para expulsarlo del SPD ante la insistencia de Luxemburgo/Jogiches, entre otros; pero los camaradas de Bremen se resistieron. Entre ellos estaban Frölich, Knief, Pannekoek, es decir, miembros del ala izquierda del SPD en la ciudad hanseática. Crearon una comisión de investigación que "absolvió" a Radek, a diferencia de la Conferencia del Partido SPD. En 1913, el partido ruso también había investigado el caso de Radek y lo había "absuelto". De este modo, Radek fue considerado rehabilitado por el partido ruso y la sección de Bremen (o partes de ella), pero excluido por la dirección del SPD y el Comité Central del Partido Polaco[87] Al no existir una acción conjunta en los distintos partidos de la II Internacional, y al no saber nadie cómo proceder con las conclusiones contrarias de las comisiones de investigación en estos temas, la relación entre el grupo de Luxemburgo, la Izquierda de Bremen, y los bolcheviques, en particular, se hizo aún más difícil.
Como ya se ha mencionado, en el desarrollo de la socialdemocracia habían surgido varias lagunas en la transmisión de la experiencia y el espíritu de lucha:
- las lecciones del Congreso de La Haya (1872) no tuvieron continuidad;
- la generación de militantes que había mantenido la organización en la época de la Ley Socialista no pudo transmitir este espíritu de lucha a la generación siguiente, paralizada por el veneno del parlamentarismo y la democracia;
- las lecciones de la lucha bolchevique de 1903 no fueron comprendidas ni transmitidas.
Además, como ya se ha mencionado, a medida que el revisionismo y el oportunismo de todo tipo ganaban más y más influencia, las jóvenes fuerzas en torno a Rosa Luxemburgo (que sólo tenía 30 años al comienzo del enfrentamiento con Bernstein en 1899) sólo podían contar con unos pocos partidarios. En su mayoría, los viejos fracasaron en la prueba; el espíritu de lucha ya estaba roto en muchos camaradas
A pesar de sus casi 40 años de existencia, en el SPD no existían textos básicos significativos sobre la cuestión organizativa. Por el contrario, se había dejado llevar y absorber por la posibilidad de convertirse en un partido de masas. La experiencia en la lucha por la defensa de la organización nunca fue sintetizada y resumida en textos específicos. Sin embargo, no faltaron textos sobre la historia de la organización, y ya en 1890 se propuso elaborar una historia del partido[88], pero el libro de Mehring sobre la historia de la socialdemocracia, publicado en 1897, o su biografía de Marx, o Mi vida, de Bebel, ofrecían muy pocas afirmaciones claras sobre las principales lecciones de la lucha por la organización. Por el contrario, en su texto "Un paso adelante, dos pasos atrás", Lenin defendió muy pronto y rápidamente las principales lecciones de la lucha en el Partido. Como ya se ha dicho, aparte de las críticas de Rosa Luxemburgo, este texto no tuvo casi ningún eco.
Paul Frölich, que se había politizado a principios del siglo XX y se había afiliado al partido en su juventud, escribió: "Me parece casi como si hubiera habido una brecha entre los trabajadores activos del partido que habían comenzado a desempeñar un papel durante la época de la ley socialista y poco después de su derogación y nuestra generación. (...) También sentíamos que éramos una nueva generación que miraba por encima del hombro a la generación anterior con cierto orgullo descarado"[89].
En 1904, en el Congreso del Partido en Bremen, se propuso una moción para la formación de organizaciones juveniles proletarias[90], pero fue rechazada por falta de apoyo en la Conferencia. Los camaradas de Stuttgart pidieron en el mismo Congreso del Partido en Bremen que se mejorara la labor educativa en el Partido y se fundaran organizaciones juveniles proletarias[91], pero el problema no podía resolverse sólo con esos métodos.
Se subestimó la importancia de la cuestión organizativa como tal. Por ejemplo, aunque la revista Neue Zeit trataba un gran número de temas, descuidaba el tratamiento de las experiencias organizativas fundamentales, y en general faltaban fuentes para la cuestión de la organización[92].
La fundación de la escuela del Partido tenía como objetivo la formación de los camaradas (dirigentes)[93] Aunque muchos temas históricos figuraban en el programa, el plan de estudios no abordaba las luchas organizativas.
Por lo tanto, las experiencias organizativas del periodo comprendido entre la década de 1870 y 1914 no se registraron en ninguna parte con más detalle por escrito en el SPD, y la generación cuyo espíritu de lucha seguía intacto no logró transmitir estas experiencias[94].
Dino
[1] Alemania superó a Gran Bretaña, alcanzando el segundo lugar detrás de Estados Unidos
[2] Historia de la Segunda Internacional, Editorial Progress, Moscú 1983, p. 277
[3] Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Vol 1/1, p. 572, traducción al inglés https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/10/11.htm [3]
[4] Bebel en una carta a Kautsky, 9.9.1903, en Dieter Fricke, Handbuch zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung, 1869-1917, Dietz Verlag, Berlín 1987 p. 249, IISG, NL Kautsky, D III 87
[5] Carta de Wilhelm Liebknecht del 10 de agosto de 1899 al Congreso Anual del Partido Obrero Francés (Le Parti ouvrier francais) sobre la entrada de A.E. Millerand en el gobierno burgués y la unidad del partido, en Dokumente und Materialien zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung, Dietz Verlag, Berlín, 1974, volumen IV, p. 31
[6] Bernstein, "Party Discipline and Belief in Conviction", Socialist Monthly Bulletins, 1901, H.11, p.848 f ver también Fricke, ibid p. 247
[7] Rosa Luxemburg, "Gefährliche Neuerungen" (Innovaciones peligrosas), Leipziger Volkszeitung, 9.5.1911, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín 1972, vol. 2, p. 508
[8] Rosa Luxemburg, "Parteidisziplin", (Disciplina del Partido), 4.12.1914, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín 1974, vol 4 p. 15
[9] Fricke, ibíd., p. 247
[10] Congreso del partido del SPD en Hannover 1899, Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke. Dietz Verlag, Berlín 1974, vol. 1/1, p. 574
[11] Protocolo de Jena, 1905, p. 117/158https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1905.pdf [4]
[12] "Se considerará miembro a toda persona que reconozca los principios del programa del partido y contribuya regularmente con fondos al mismo" (Maguncia, Estatutos, 1900), es decir, los miembros del SPD no tenían que estar necesariamente implicados de forma constante en el trabajo del partido y sólo debían reconocer los principios (no el programa en sus detalles): "1 Se considerará que toda persona pertenece al Partido si se adhiere a los principios del Programa del Partido y apoya al Partido de forma continua mediante fondos". En los estatutos de 1909 (aprobados en el Congreso del Partido de Leipzig), no había ni una palabra sobre la participación activa en las actividades: "1: Toda persona que profesa los principios del programa del partido y es miembro de la organización del partido pertenece al partido"
[13] "Hasta ahora, en el partido hemos sido de la opinión de que todo tipo de elecciones públicas nos sirven para ganar a las masas para la socialdemocracia y su programa, sus puntos de vista, sus objetivos. En la campaña electoral para la alcaldía de Stuttgart no hubo nada de eso (...). En este caso sólo se hizo campaña en torno a la persona del candidato. Sus ventajas, sus méritos, sus intenciones, su programa (...) No se habló del programa general de la socialdemocracia, de las aspiraciones de clase política del proletariado (...) No se han visto todavía elecciones así en la socialdemocracia alemana. Hasta ahora, para nosotros la cosa, el partido lo era todo, la persona nada. Aquí el partido no era nada y la persona lo era todo". (Rosa Luxemburg, "Der Disziplinbruch als Methode", 15.5.1911, Leipziger Volkszeitung, en Gesammelte Werke, Berlin Dietz Verlag, 1972, vol. 2, p. 512)
[14] Ya en julio de 1910, el grupo parlamentario estatal del SPD de Baden había aprobado el presupuesto, desafiando así la decisión sobre el Congreso del Partido de Nuremberg de 1908, según la cual los presupuestos de los gobiernos debían ser rechazados en principio. Las fuerzas más radicales quisieron oponerse a esta ruptura de la disciplina en el Congreso del Partido de Magdeburgo (1910), "oponiendo al bloque revisionista un bloque radical". (Heinz Wohlgemuth, Die Entstehung der Kommunistischen Partei, Dietz Verlag, Berlín, 1978, p. 38). No disponemos de ninguna documentación sobre sus acciones. No se sabe si Pannekoek y Luxemburgo, que estaban presentes en la conferencia del partido, trabajaron juntos y de qué manera
[15] Bernstein habló de que "el partido se convertía en [una parte del] Estado (...) [lo que a su vez exigía nuevas normas] para el alcance y los límites de sus pretensiones de soberanía sobre los miembros", es decir, que los miembros tendrían que someterse a un partido integrado en el Estado. (Fricke, ibid, p. 288, Bernstein, "Party Discipline", Monthly Socialist Issues, 1910, H 19/20, p. 1218)
[16] Bebel, Ausgewählte Reden und Schriften, Dietz-Verlag, Berlín, 1978, vol. 2/2, p. 379-384
[17] Fricke ibid, p. 246
[18] "Directrices para los funcionarios del partido socialdemócrata del distrito de agitación, provincia del Alto Rin", Colonia, octubre de 1913, p. 5, en Fricke, ibid, p. 283. Es de suponer que personas como Friedrich Ebert, líder y posterior jefe de gobierno, cumplían estos criterios
[19] Heine an Haenisch, 9.2.1915, Zsta Potsdam NL Haenisch, nº 134, BI.39 y 44, Fricke, ibid, p. 289
[20] Fricke, ibid, p. 239
[21] "Resolución contra el revisionismo", Dresdner Parteitag, septiembre de 1903.https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1903.pdf [5]
[22] Mehring, nacido en 1846, sólo se unió a la socialdemocracia ya mayor. En los años 1870 incluso había luchado contra el SAPD. Después de haberse convencido de las posiciones socialdemócratas no había publicado un balance suficientemente claro de sus propias posiciones políticas. Véase también Paul Frölich: Im radikalen Lager - Politische Autobiographie 1900 - 1921, Basis Druck, Berlín, 2013, S. 36
[23] "Bebel declaró públicamente en los congresos de su Partido que no conocía a nadie que fuera tan susceptible a la influencia del ambiente como el camarada Bernstein (no Mr. Bernstein, como el camarada Plejánov le llamaba en una ocasión, sino el camarada Bernstein): acojámoslo en nuestro entorno, hagámoslo miembro del Reichstag, combatamos el revisionismo, no con una dureza inadecuada (a la manera de Sobakevich-Parvus) hacia el revisionista, sino 'matándolo con amabilidad' -como dijo el camarada M. Beer, recuerdo que lo dijo en una reunión de socialdemócratas ingleses al defender la conciliación, la pacificación, la suavidad, la flexibilidad y la prudencia alemanas frente al ataque de los Sobakevich-Hyndman ingleses. Y del mismo modo, el camarada Plejánov quiso 'matar con amabilidad' el pequeño anarquismo y el pequeño oportunismo de los camaradas Axelrod y Mártov" (Vladimir Ilich Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás" (LA CRISIS EN NUESTRO PARTIDO) : "P. Las pequeñas molestias no deben interponerse en el camino de un gran placer":https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/onestep/p.htm [6]
[24] Victor Adler y Kurt Eisner, 6.9.1903, IML, ZPA, NL 60/59, Fricke, S. 251
[25] Fricke, ibid, S. 251
[26] Kautsky, Rede auf dem Parteitag der SPD in Lübeck, September 1901, Dokumente und Materialien, Berlin, 1974, IV, S. 80
[27] Bebel 8.10.1912 en Fricke, ibid, S 294
[29] "El centrismo es una variedad del oportunismo, una manifestación, que tiende a situarse y oscilar entre el oportunismo franco y abierto y las posiciones revolucionarias”. Lenin describió el centrismo como 'inconsistente, irresoluto, camuflado, vacilante, hipócrita, oportunismo harinoso, flotante, indeciso'". Para una comprensión más profunda, ver los siguientes artículos de la CCI: Debate: oportunismo y centrismo en la clase obrera y sus organizaciones https://es.internationalism.org/content/4749/debate-oportunismo-y-centrismo-en-la-clase-obrera-y-sus-organizaciones [8] ; Resolución: Oportunismo y centrismo en el período de decadencia https://es.internationalism.org/content/4778/resolucion-oportunismo-y-centrismo-en-el-periodo-de-decadencia [9] ; Las corrientes centristas en las organizaciones políticas del proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol [10]
[30] Kautsky a Bernstein, 2.2.1900, IISG, NL Kautsky, C 691, Fricke, ibid, p. 293
[31] Kautsky, (Der Weg zur Macht - El camino al poder), Buchhandlung Vorwärts, Berlín, 1909
[32] Kautsky, Parlamentarismo y democracia, p. 17F, Fricke, ibid, p. 292
[33] Lenin, Carta a Schlapnikow, 27.10.1914, Lenin, Cartas, Editorial Progress, Moscú, volumen 35, p. 142 f
[34] Rosa Luxemburg, Die Theorie und Praxis, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd. 2, S. 404, Die Neue Zeit, 1909/1919, ibid, S. 564. Véase también nuestra serie sobre Los Consejos Obreros, principalmente el primer artículo de la Serie: https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i [11] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re [12] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a- [13] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer [14] ; https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es [15].
[35] Rosa Luxemburg, "Zum kommenden Parteitag", Jena, 1911, 29.6.1911, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd 2, S. 555
[36] Fricke, ibid, S. 308
[37] Rosa Luxemburg, "Taktische Fragen", 1913, Gesammelte Werke, Dietz Verlag Berlin, 1974, Bd 3, S., 253. Si bien es cierto que enfatiza mucho el papel de la movilización de las bases, sobreestima el nivel de vitalidad, la vigilancia y los esfuerzos de los dirigentes
[38] R. Luxemburg, "Geknickte Hoffnungen", 1903, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974 Bd. ½, S. 399ss
[39]"Zehn Jahre Revisionismus", Julian Marchlewski (Karski), 1.9.1908 Leipziger Volkszeitung, 1.09.1908, en Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1974, Bd. IV, S. 242.Mientras Marchlewski consideraba que los revisionistas habían sufrido una derrota tras otra, en realidad los revisionistas sólo se habían contenido temporalmente, en realidad ganaban cada vez más peso y se convertían en algo así como una fuerza autónoma dentro del Partido
[40] Brief von Hermann Duncker an seine Frau, 14.09.1910 IML, ZPA, NL 45/125, en Fricke, ibid, S. 287
[41] Engels an W. Liebknecht 24.11.1894, Marx-Engels-Werke 39, Dietz-Verlag, Berlín, 1967, S. 330, véase también Fricke, idid, S. 288
[42] IISG 183/12-17, Fricke, S. 250
[43] Wolfgang Heine, "Sonderkonferenz", Sozialistische Monatshefte, 1912, H. 18/20, S. 1 142 y ss.; en Fricke, ibid, S. 289
[44] R. Luxemburgo, "Geknickte Hoffnungen", 1903. Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1972, Bd. ½, S. 399ss
[45] Fricke, ibid, S. 289
[46] Alexandra Kollontai escribió en su libro Ich habe viele Leben gelebt: (He vivido muchas vidas) (1912 Krieg): "En 1912 se publicó mi libro A través de la Europa de los Trabajadores. En este libro señalé la inclinación del aparato del partido de la socialdemocracia alemana hacia el oportunismo y su creciente burocratización. A veces despreciaba el comportamiento militar, la displicencia y la arrogancia de los dirigentes y había contrastado la condescendencia burocrática y el conservadurismo de la dirección del partido con el sano instinto de clase de los miembros de base. (...) La dirección del partido estaba indignada". (p. 157). Kollontai también informó de que Karl Liebknecht escribió una crítica de su libro. En respuesta a esto, un escritor anónimo escribió: "¿Por qué la policía alemana tolera a un emigrante político ruso en Berlín? Hay algo que no funciona". (Kollontai, p. 159
[47] Ver 1914 – El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana [16]
[48] Ver nuestra Serie El nacimiento del bolchevismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904 [17] , https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/166/el-nacimiento-del-bolchevismo-ii-trotsky-contra-lenin [18] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [19]
[49] Ver La Fundación del KAPD https://es.internationalism.org/revista-internacional/199704/2782/vii-la-fundacion-del-kapd [20]
[50] Lenin, "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück", Werke, Dietz Verlag, Berlin, 1962, Bd. 7, S. 403, 404) en Die Geschichte der Zweiten Internationale, Verlag Progress, Moksau, 1983, S. 789, véase también Neue Zeit, Jahrgang 22, 1903-1904, Bd. 2, Nr. 28, S. 37
[51] En cambio, el Congreso del POSDR comenzó en Bruselas, pero debido al acoso policial tuvo que ser trasladado a Londres
[52] Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke, Dietz Verlag Berlin, 1974, Bd. 1/2, S. 422, (véase también Neue Zeit, 1903/1904, I, S. 484-492, II, S. 529-535,)
[53] Lenin "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück. Antwort an R. Luxemburg", 1904, Dietz Verlag, Berlín, 1962, Bd. 7, S. 480-491. (Edición en alemán). En 1882 Kautsky fundó Neue Zeit, del que fue director hasta 1917. Reisberg, S. 62
[54] Geschichte der 2. Internationale, Verlag Progress, Moskau 1983, S. 790
[55] "Cuando los alemanes [socialdemócratas] escriben, suelen evitar la cuestión del desacuerdo. Cuando los rusos escriben en los órganos de prensa socialdemócratas alemanes, vemos o bien una alineación de todos los grupos de ultramar con los liquidadores hasta la más grosera despotricarían contra los 'leninistas' (como ocurrió en la primavera de 1912 en Vorwärts) o bien el escrito de un tyszkiano, de un trotskiano o de otro miembro de un círculo extranjero oscureciendo deliberadamente la cuestión. Durante años, ni un solo documento, ni un solo resumen de resoluciones, ni un solo análisis de ideas, ni un solo intento de reunir el material de los hechos. Lamentamos que los dirigentes del partido alemán (...) no se avergüencen de escuchar y repetir los cuentos de hadas de sus fuentes liquidacionistas" (Lenin, Ges. Werke, vol. 19, "Una buena resolución y un mal discurso", Proletarskaja Prawda no. 6, 13 de diciembre de 1913).
[56] Geschichte der 2. Internationale, vol. 2, p. 791
[57] El PS de Francia (guesdistas) se limitó a afirmar que "el partido se compone de grupos políticos cuyos miembros tienen carnés y pagan una contribución mensual a la organización central del partido". El Partido Socialista Francés (Jaurès), el SD austriaco y el Partido Obrero Belga no definieron en absoluto la afiliación. Los estatutos de los partidos de la II Internacional no contienen ni una palabra sobre el carácter vinculante de las decisiones de los órganos centrales para las organizaciones locales del partido. Geschichte der 2. Internationale p. 699
[58] Serie sobre el nacimiento del bolchevismo, la polémica entre Lenin y Rosa Luxemburgo https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu [19]
[59] ] R. Luxemburg, "Organisationsfragen der Russischen Sozialdemokratie", Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Berlín, 1974, "Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa", vol. ½. S. 422, 424
[60] Lenin, "Ein Schritt vorwärts, zwei Schritte zurück. Antwort an R. Luxemburg", Lenin, Werke, Dietz Verlag, Berlín 1962, vol. 7, 1904, inglés: https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/sep/15a.htm [21]
[61] Ebenda, ibid, p. 365
[62] Rosa Luxemburg, Taktische Fragen, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, 1974, vol. 3, p. 253
[63] Congreso del Partido de Jena de 1911, p. 161, 319, https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1911.pdf [22]
[64]"Durante 20 años, desde el final de la Ley Socialista, nuestro aparato organizativo y nuestra táctica de partido se han adaptado básicamente a una tarea principal: las elecciones parlamentarias y la lucha parlamentaria. Ahí es donde nos hemos esforzado al máximo y ahí es donde hemos crecido. Pero la nueva era del imperialismo nos plantea cada vez más nuevos retos que no pueden ser resuelto sólo con el parlamentarismo, con el viejo aparato y la vieja rutina. Nuestro partido debe aprender a poner en marcha acciones de masas en situaciones apropiadas y a dirigirlas. (...) El proletariado no puede reunir sus fuerzas y aumentar su poder para la victoria final más que poniéndose a prueba en la lucha, en medio de las derrotas y de todas las vicisitudes de la lucha. Una gran lucha librada, ya sea que termine en victoria o en derrota, en un corto período de esclarecimiento de clase y de experiencia histórica, rinde más que miles de escritos y reuniones de propaganda". (Rosa Luxemburg, Taktische Fragen, junio de 1913, Leipziger Volkszeitung, Gesammlte Werke, Dietz Verlag, 1974, vol. 3, p. 256)
[65] Internationalisme, Gauche Communiste de France, n°4, 1946 P. 73
[66] En el congreso sindical de Colonia de 1905, la discusión sobre la huelga de masas se consideró "censurable" y se rechazó
[67] Claudie Weill - Marxistes russes et social-démocratie allemande 1898-1904, París, 1977
[68] La trayectoria del camino hacia la Primera Guerra Mundial fue bien trazada por Rosa Luxemburg en su folleto Junius
[69] "La fraction dans les partis socialistes de la Seconde Internationale", Bilan Oct.-Nov. 1935, n° 24, p. 814
[70] En su autobiografía, Frölich también informó sobre las fuerzas de la oposición en varias ciudades alemanas, en las que la generación más joven se distinguía a menudo de las fuerzas más antiguas, reformistas y revisionistas
[71] Reisberg, Lenins Beziehungen zur deutschen Arbeiterbewegung, Dietz Verlag, Berlín, 1970, p. 125
[72] P. Frölich, Im radikalen Lager, BasisDruck, Berlín, 2013 , p. 54
[73] Poco a poco, el Partido perdió el hábito del trabajo ilegal, aunque en 1908 todavía se tomaron medidas represivas contra él. "En 1908 se aprobó en Alemania una ley sobre sindicatos y asambleas que restringía su derecho a celebrar reuniones en idiomas distintos del alemán, daba vía libre a la policía para reprimir la propaganda socialdemócrata y prohibía a los menores de 18 años afiliarse a sindicatos políticos y asistir a reuniones políticas. También se prohibió a los socialdemócratas acceder a determinados puestos de trabajo, como los ferrocarriles". (El movimiento obrero internacional, Editorial Progress de Moscú, 1981, vol. 3, p. 317)
[74] Hay que añadir que, aunque el ala en torno a Rosa Luxemburgo se había desarrollado en condiciones de ilegalidad y exilio, ella misma no tenía experiencia en el trabajo de Fracción, ya que la ruptura entre el SDKP y el PSP fue relativamente rápida
[75] Personas como Bebel, un líder muy respetado del SPD, criticaron el revisionismo, pero no llegaron realmente a las raíces. O también, personas como Mehring aportaron textos valiosos, pero no demostraron ser luchadores suficientemente decididos
[76] Hay muchos informes de ella y de la prensa que informan de miles de participantes entusiastas en las reuniones en las que a menudo hablaba durante más de una hora
[77] ]"De este modo, Rosa Luxemburgo tuvo antes vía libre, pero nunca tuvo la oportunidad de adquirir experiencia en la lucha de una fracción en defensa de un partido amenazado de degeneración. Por eso nunca logró desarrollar y comprender realmente el concepto de fracción. Esta fue una debilidad que se pagaría muy cara durante la heroica lucha de los espartaquistas contra la degeneración del SPD alemán, y sería en gran medida responsable del fatal retraso en la constitución del Partido Comunista Alemán en 1918." (La relación Fracción-Partido en la tradición marxista" 3ª parte - De Marx a Lenin 1848-1917, IR 64, p. 29, https://es.internationalism.org/revista-internacional/199204/1052/la-relacion-entre-fraccion-y-partido-en-la-tradicion-marxista-iii- [23] )
[78] Lenin, "El Congreso del Partido de Jena del SPD, septiembre de 1905", Werke, Editorial Progress, Moscú, vol. 9, p. 285, Reisberg, ibid, p. 60
[79] En las elecciones al Reichstag de 1912, el SPD fue el claro vencedor con el 34,8% de los votos y 110 escaños en el Reichstag
[80] La confianza en la fiabilidad del SPD, o más exactamente en ciertas fuerzas del SPD, queda atestiguada por el hecho de que después de 1905 el POSDR confió una gran suma de dinero al SPD. Esto volvió a bloquear cualquier acercamiento. Véase Dietrich Geyer, Kautsky's Russian Dossier," Deutsche Sozialdemokraten als Treuhänder des russischen Parteivermögen, 1910-1915", Frankfurt/Nueva York, 1981
[81] Pannekoek, que había vivido en Alemania durante años, no empujó en la misma dirección que Rosa Luxemburg en cuestiones organizativas
[82] Lenin, Werke, Dietz Verlag, Berlín 1962, vol. 7, p. 600
[83] Reisberg, ibid. p.130
[84] En este panfleto, del que se trajeron 600 ejemplares a Alemania desde Francia ("Zur gegenwärtigen Sachlage in der Sozialdemokratischen Arbeiterpartei Russlands" - Lenin, julio de 1912, Gesammelte Werke, vol. 18, p. 191-209), Lenin subrayó que los bolcheviques eran la fracción parlamentaria legal; había todo tipo de asociaciones obreras legales, pero la organización ilegal del partido era la base. Por cierto, Alemania era un "punto nodal" central para el transporte de literatura ilegal a Rusia, que a menudo se contrabandeaba desde Suiza y Gran Bretaña a través de Alemania a los camaradas en Rusia
[85] Véase Rosa Luxemburg "The Industrial Development of Poland", Inaugural Dissertation on Poland - Die industrielle Entwicklung Polens, Inaugrual Dissertation, Gesammelte Werke, Dietz Verlag, Belin, 1974, vol. 1, p. 113
[86] Incluso durante la Primera Guerra Mundial, después de la publicación del folleto de Junius por parte de Luxemburgo y la polémica de Lenin con ella, el debate continuó; e incluso después del estallido de la revolución, Rosa Luxemburgo mantuvo su crítica a la actitud bolchevique. Un factor adicional que resultó ser un obstáculo entre el ala que rodeaba a Rosa Luxemburgo y los bolcheviques surgió en 1913 en un momento en que la ISB y el SPD querían impulsar una reunificación del POSDR
[87] Karl-Ernst Moring, Die Sozialdemokratische Partei in Bremen, 1890-1914, Reformismus und Radikalismus in der Sozialdemokratischen Partei Bremens, Hannover, 1968, publicado por la Friedrich-Ebert-Stiftung; Lenin, The Splits in the Polish Social Democracy" (Werke, Editorial Progress, Moscú, volumen 18, p. 476 versión alemana, 12 de enero de 1912), Lenin "También los unificadores", (15 de noviembre de 1913, Werke, volumen 18, p. 493, versión alemana) Lenin, "Al Secretariado de la JIS", Werke, Editores del Progreso, Moscú, volumen 19, 21 de noviembre de 1912, p. 266)
[88] Solicitud de los socialdemócratas de Dresde para la elaboración de una historia del movimiento obrero alemán. Se debe escribir una historia completa del movimiento obrero alemán. Motivo: "Este interés sólo quedará plenamente salvaguardado si la investigación requerida no equivale a una glorificación de nuestro partido, sino que examina los lados claros y oscuros con el rigor y la imparcialidad de los métodos científicos. Por lo tanto, exigimos un trabajo científico, que debe estar escrito en un lenguaje bello y generalmente comprensible". (Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1987, Vol. III, p. 348, Congreso del Partido Halle, 1890 (https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1890.pdf [24]
[89] Paul Frölich: Im radikalen Lager - Politische Autobiographie 1900 - 1921, Basis Druck, Berlín, 2013, p. 43
[90] "La ejecutiva del partido tiene instrucciones de fundar asociaciones juveniles socialistas". (Dokumente und Materialien, Dietz Verlag, Berlín, 1974, vol. IV, p. 120)
[91]"El congreso del partido debe decidir que el congreso del partido de 1905 debe tratar la cuestión de cómo hacer posible que con el creciente número de simpatizantes del partido se mantenga el ritmo de la educación y la formación de los mismos, lo que es tanto más necesario cuanto que las condiciones actuales conducen a un aplanamiento [teórico-político]. Habría que examinar si se puede encontrar una solución a esta cuestión en relación con la creación de organizaciones juveniles que deberían ser lo más amplias posible". (Dokumente, ibid, IV, p. 120). Esta moción también fue rechazada, pero se aprobó un año después, en 1905
[92] En las publicaciones de los bolcheviques, en cambio, en el período comprendido entre 1903 y 1912, se encuentran constantemente artículos sobre la cuestión de la organización
[93]"El trabajo de organización absorbía toda la energía, no quedaba tiempo para el estudio. Las exigencias inexorables del trabajo práctico debilitaban la pasión por el conocimiento. Las pequeñas industrias clamaban por nuevos poderes, los obreros más agresivos exigían la medida completa; y todo joven que mostraba algo de afán y capacidad se ponía inmediatamente a trabajar, y en adelante no encontraba tiempo para el estudio teórico. Sucedió además que los partidos burgueses dejaron de luchar con teorías, principios y argumentos. El abuso, los ataques personales y la tergiversación de los hechos ocuparon su lugar. Por lo tanto, para hacer la guerra a los burgueses, no eran necesarios los conocimientos teóricos, sino la agilidad polémica y el conocimiento de los hechos; al menos la necesidad de conocimientos fundamentales se hacía sentir poco en una contienda de este tipo" http://www.marxists.org/archive/pannekoe/1907/social-democrat.ht [25] [20], Anton Pannekoek, "The Social Democratic Party School in Berlin", 1907 Fuente: The International Socialist Review, Nueva York, vol. VIII, nº 6 (diciembre de 1907), pp. 820-824
[94] Por ejemplo, en los escritos de Bebel se puede encontrar mucho material sobre el periodo de la Ley Socialista y antes, pero después de 1891 apenas hay explicaciones
La primavera pasada, la CCI celebró su 25º Congreso Internacional. Verdadera asamblea general, el Congreso es un momento privilegiado en la vida de nuestra organización; es la máxima expresión del carácter centralizado e internacional de la CCI. El Congreso permite a toda nuestra organización, en su conjunto, debatir, clarificar y desarrollar orientaciones. Es nuestro órgano soberano. Como tal, sus tareas son:
elaborar análisis y orientaciones generales para la organización, especialmente en lo que respecta a la situación internacional;
examinar y hacer balance de las actividades de la organización desde el Congreso anterior;
definir sus perspectivas de trabajo para el futuro.
Las organizaciones revolucionarias no existen por sí mismas. Son a la vez la expresión de la lucha histórica del proletariado y la parte más decidida de esa misma lucha. Es la clase obrera la que confía sus organizaciones a los revolucionarios, para que puedan desempeñar su papel: ser un factor activo en el desarrollo de la conciencia proletaria y en la lucha hacia la revolución.
Por lo tanto, corresponde a los revolucionarios dar cuenta de su trabajo al conjunto de la clase. Publicar una gran parte de los documentos adoptados en nuestro último congreso es la misión que se ha fijado este número de nuestra Revista Internacional.
La primera tarea de este Congreso fue tomar la medida de la gravedad de la situación histórica.
Como indica el informe sobre la Lucha de Clases, con el Covid 19, el conflicto en Ucrania y el crecimiento de la economía de guerra en todas partes, con la crisis económica y su inflación galopante, con el calentamiento global y la devastación de la naturaleza, con el auge del sálvese quien pueda, de la irracionalidad y el oscurantismo, y la descomposición de todo el tejido social, la década de 2020 no sólo está siendo testigo de una acumulación de flagelos asesinas. Todas estas plagas convergen, se combinan y se alimentan mutuamente en una especie de "efecto torbellino". La dinámica catastrófica del capitalismo global significa mucho más que un empeoramiento de la situación internacional. Está en juego la propia supervivencia de la humanidad.
El 25º Congreso Internacional aprobó como primer informe una "Actualización de las tesis sobre la descomposición".
En mayo de 1990, la CCI había adoptado unas tesis tituladas "La descomposición, fase última de la decadencia capitalista"1, que presentaban nuestro análisis global de la situación mundial en el momento y tras el hundimiento del bloque imperialista del Este a finales de 1989. La idea central de estas tesis era que la decadencia del modo de producción capitalista, que había comenzado durante la Primera Guerra Mundial, había entrado en una nueva fase de su evolución, dominada por la descomposición general de la sociedad. 27 años más tarde, en su XXII Congreso de 2017, nuestra organización consideró necesario actualizar por primera vez estas tesis adoptando un texto titulado "Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017)"2. Este texto destacaba el hecho de que no sólo el análisis adoptado en 1990 había sido ampliamente verificado por la evolución de la situación, sino también que ciertos aspectos habían adquirido una nueva importancia: la explosión del flujo de refugiados que huyen de las guerras, el hambre y la persecución, el auge del populismo xenófobo que tiene un impacto cada vez mayor en la vida política de la clase dirigente...
Ahora, sólo 6 años después, la CCI ha decidido que es necesario actualizar los textos de 1990 y 2017. ¿Por qué tan rápidamente? Porque asistimos a un aumento espectacular de las manifestaciones de la descomposición general de la sociedad capitalista.
Ante la evidencia de los hechos, la propia burguesía se ve obligada a reconocer este vertiginoso hundimiento del capitalismo en el caos y la decadencia. Nuestro informe cita ampliamente textos destinados a los dirigentes políticos y económicos del mundo, como el Global Risks Report (GRR), que se basa en los análisis de una multitud de "expertos" y se presenta cada año en el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos. La CCI adopta un método utilizado por el movimiento obrero, que consiste en basarse en el trabajo de expertos burgueses para poner de relieve las estadísticas y los hechos que revelan la realidad del mundo capitalista. El mismo método puede encontrarse en clásicos marxistas como La condición de la clase obrera en Inglaterra de Engels y El Capital de Marx. En el GRR, leemos: "Los primeros años de esta década han anunciado un período particularmente perturbador en la historia de la humanidad. ... COVID-19... guerra en Ucrania... crisis alimentaria y energética... inflación... confrontación geopolítica y el espectro de la guerra nuclear... niveles insostenibles de deuda... declive del desarrollo humano... Todo ello confluye para dar forma a una década única, incierta y turbulenta por venir".
Aquí los expertos de la burguesía ponen el dedo en una dinámica que fundamentalmente no pueden comprender. Sí, en efecto, todos estos elementos "están convergiendo para dar forma a una década única, incierta y turbulenta". Pero sólo pueden detenerse ahí. De hecho, describen esta dinámica como una "policrisis", como si se tratara de diferentes crisis que se suman. En realidad -y sólo nuestra teoría de la descomposición nos permite comprenderlo- detrás de esta explosión de las peores lacras del capitalismo se esconde una misma dinámica: el pudrimiento en la raíz de este sistema decadente. El modo de producción capitalista ya no tiene ninguna perspectiva que ofrecer, y dada la incapacidad del proletariado hasta ahora para desarrollar su proyecto revolucionario, es la humanidad entera la que se hunde en el "no futuro" y sus consecuencias: irracionalidad, repliegue, atomización... En esta ausencia de perspectiva podemos encontrar las raíces más profundas de la putrefacción de la sociedad, a todos los niveles.
Incluso en el campo proletario, existe la tendencia a plantear una causa específica y aislada para cada una de las manifestaciones catastróficas de la historia actual; a no ver la coherencia de todo el proceso en curso. Existe entonces un gran peligro de:
encontrarnos desorientados, perdidos, zarandeados por un acontecimiento tras otro;
centrarse en un solo aspecto, por espectacular y devastador que sea (como la guerra de Ucrania, por ejemplo), y caer luego en una especie de catastrofismo inmediato ("Rápido, hay que actuar absolutamente porque la tercera guerra mundial está a punto de estallar");
subestimar el peligro, al no comprender que la dinámica mundial es en realidad una espiral en la que todas las crisis se entrecruzan, interrelacionan y multiplican.
Debemos detenernos un poco en este riesgo de subestimar el peligro de la situación histórica de descomposición. A primera vista, cuando alguien grita a los cuatro vientos sobre el inminente estallido de la Tercera Guerra Mundial, puede decirse que está previendo lo peor. En realidad, y la guerra de Ucrania lo confirma una vez más, el verdadero proceso que podría conducir a la barbarie generalizada, o incluso a la destrucción de la humanidad, es una combinación de factores: la guerra que se extiende a través de una multiplicación de conflictos (en Oriente Medio, los Balcanes, Europa del Este, etc.), conflictos cada vez más imprevisibles e irracionales; un clima que se calienta, con su parte de catástrofe; el gansterismo y la sensación de no futuro que invaden a sectores cada vez más amplios de la población mundial... este proceso de descomposición es tanto más peligroso cuanto que es tan escurridizo e insidioso, que se filtra poco a poco por todos los poros de la sociedad.
Y entre los diversos factores que alimentan la caída en la descomposición, la guerra (y el desarrollo generalizado del militarismo) constituye el factor central, como acto deliberado de la clase dominante.
Por eso la situación imperialista fue el segundo informe debatido en nuestro congreso: "En particular, la fase de descomposición acentúa uno de los aspectos más perniciosos de la guerra en decadencia: su irracionalidad. Desde la apertura de esta fase, los efectos del militarismo se vuelven cada vez más imprevisibles y desastrosos. Nuestros materialistas vulgares no comprenden este aspecto y objetan que las guerras tienen siempre una motivación económica, y por tanto una racionalidad. No ven que las guerras de hoy no tienen fundamentalmente una motivación económica, sino geoestratégica, y aun así ya no alcanzan sus objetivos originales, sino que conducen al resultado contrario. (...) La guerra de Ucrania es una confirmación ejemplar de esto: sean cuales sean los objetivos geoestratégicos del imperialismo ruso o estadounidense, el resultado será un país en ruinas (Ucrania), un país arruinado económica y militarmente (Rusia), una situación imperialista aún más tensa y caótica desde Europa hasta Asia Central y millones de refugiados en Europa."
Dentro de la organización, algunos camaradas no están de acuerdo con este análisis de la dinámica imperialista actual. Para ellos, la guerra de Ucrania no es sólo el resultado de una tendencia a la bipolarización del mundo. Alrededor de China, por un lado, y de Estados Unidos, por otro, se están configurando dos campos cada vez más claramente definidos, dos campos que, con el tiempo, podrían formar bloques y enfrentarse en una tercera guerra mundial.
El Congreso fue otra oportunidad para responder: "Las consecuencias del conflicto en Ucrania no conducen a una 'racionalización' de las tensiones a través de un alineamiento 'bipolar' de los imperialismos detrás de dos 'padrinos' dominantes, sino por el contrario a la explosión de una multiplicidad de ambiciones imperialistas, que no se limitan a las de los grandes imperialismos (que se examinarán en la próxima sección), ni a las de Europa del Este y Asia Central, acentuando así el carácter caótico e irracional de los enfrentamientos".
Para estar a la altura de sus responsabilidades e identificar todos los peligros que se ciernen sobre la humanidad, y especialmente sobre la clase obrera, los revolucionarios deben comprender la coherencia del conjunto de la situación y su gravedad real. Nuestro informe muestra que sólo el método marxista y el materialismo permiten tal comprensión, pero un materialismo que no sea vulgar, un materialismo dialéctico e histórico capaz de abarcar todos los factores en su relación y su movimiento, un materialismo que integre la fuerza del pensamiento en su relación y su influencia sobre el conjunto del mundo material porque el pensamiento es una de las fuerzas motrices de la historia. Nuestro informe destaca cuatro puntos centrales que pertenecen a este método:
Aplicada a la situación histórica abierta en 1989/90, se traduce así: las manifestaciones de descomposición pueden haber existido en la decadencia del capitalismo, pero hoy la acumulación de estas manifestaciones es la prueba de una transformación, de una ruptura en la vida de la sociedad, que señala la entrada en una nueva época de la decadencia capitalista en la que la descomposición se convierte en el elemento decisivo.
Este es uno de los principales fenómenos de la situación actual. Las diversas manifestaciones de la descomposición, que al principio podían parecer independientes pero cuya acumulación ya indicaba que habíamos entrado en una nueva época de la decadencia capitalista, reverberan ahora cada vez más unas sobre otras en una especie de "reacción en cadena" cada vez más fuerte, un "torbellino" que impulsa la aceleración histórica a la que estamos asistiendo. Estos efectos acumulativos superan ahora con creces su mera suma.
En este enfoque histórico se trata de tener en cuenta que las realidades que examinamos no son cosas estáticas e intangibles que existen desde tiempos inmemoriales, sino que corresponden a procesos en constante evolución con elementos de continuidad, pero también, y sobre todo, de transformación e incluso de ruptura.
La dialéctica marxista atribuye al futuro un lugar fundamental en la evolución y el movimiento de la sociedad. De los tres momentos de un proceso histórico -pasado, presente y futuro- es el futuro el que constituye el factor fundamental de su dinámica. Y es precisamente porque la sociedad actual está privada de este elemento fundamental, el futuro, la perspectiva (que sienten cada vez más personas, en particular los jóvenes), una perspectiva que sólo puede ofrecer el proletariado, por lo que se hunde en la desesperación y se pudre en la raíz.
Este método permite que nuestra resolución sobre la situación internacional eleve nuestro análisis de lo abstracto a lo concreto: "... asistimos ahora a este "efecto torbellino" en el que todas las diferentes expresiones de una sociedad en descomposición interactúan entre sí y aceleran el descenso hacia la barbarie. Así, la crisis económica se ha visto palpablemente agravada por la pandemia y la paralización de la economía, la guerra de Ucrania y el creciente coste de los desastres ecológicos; mientras tanto, la guerra de Ucrania tendrá graves implicaciones a nivel ecológico y en todo el planeta; la competencia por los menguantes recursos naturales exacerbará aún más las rivalidades militares y las revueltas sociales."
Del otro lado de este polo de destrucción está el polo de la perspectiva revolucionaria del proletariado.
Los últimos meses han demostrado que el proletariado no sólo no está derrotado, sino que incluso empieza a levantar cabeza, a encontrar de nuevo el camino de la lucha. Ya en el verano de 2022, la CCI reconoció en las huelgas del Reino Unido un cambio en la situación de la clase obrera. En nuestro volante internacional publicado el 31 de agosto, "La burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha", escribimos: "Basta ya". Este grito ha resonado de huelga en huelga durante las últimas semanas en el Reino Unido. Este movimiento masivo, bautizado como "El verano del descontento" (...), ha implicado cada día a trabajadores de más sectores (...) sólo las enormes huelgas de 1979 produjeron un movimiento mayor y más extendido. Una acción de esta envergadura en un país tan grande como Gran Bretaña no sólo es significativa a nivel local, sino que es un acontecimiento de importancia internacional, un mensaje para los explotados de todos los países (...) el regreso de las huelgas generalizadas en el Reino Unido marca el retorno de la combatividad del proletariado mundial".
Teóricamente armada para comprender las huelgas y manifestaciones que surgieron en muchos países, la CCI pudo intervenir, en la medida de sus posibilidades, distribuyendo ocho volantes diferentes, con el fin de seguir la evolución del movimiento y la reflexión en curso en la clase obrera. Lo que todos estos volantes tienen en común es que ponen de relieve:
el retorno de la combatividad de la clase obrera,
la dimensión histórica e internacional del movimiento,
el sentimiento creciente en las filas de los trabajadores de que todos están "en el mismo barco", caldo de cultivo para la reconquista de la identidad de clase,
la necesidad de tomar la lucha en nuestras manos y, para ello, de reapropiarnos de las lecciones de las luchas pasadas.
También en este caso, como en el de la guerra de Ucrania, hay desacuerdos y debates en el seno de la organización. Los mismos camaradas que creen ver en la guerra de Ucrania un paso hacia la constitución de bloques y la tercera guerra mundial, plantean la idea de que las luchas y la combatividad obreras actuales no constituyen una ruptura de una dinámica negativa desde los años 80, con una larga serie de derrotas que no son definitivas pero que han conducido a una debilidad particularmente grave, sobre todo a nivel de la conciencia. En esta visión, "en un mundo capitalista que, más que nunca desde 1989, avanza caótica y 'naturalmente' hacia la guerra, la respuesta del proletariado a nivel político sigue estando muy por debajo de lo que la situación le exige" (una de las enmiendas de los camaradas, rechazada por el Congreso, a la resolución sobre la situación internacional). Para ellos, la situación actual, sin ser idéntica, es una evolución que recuerda a la de los años 30, con un proletariado combativo en muchos países centrales, pero incapaz de evitar la guerra. "Por el momento, aún no se ha producido el necesario desarrollo de asambleas de masas y de una auténtica cultura del debate. Tampoco ha surgido una nueva generación de militantes proletarios politizados". (ibid.) Se esgrimió otro argumento para explicar la magnitud de los movimientos sociales y la proliferación de huelgas en muchos países: la escasez de mano de obra en muchos sectores y la necesidad de mantener la economía de guerra funcionando a pleno rendimiento hicieron que la situación fuera favorable para que la clase obrera exigiera salarios más altos. Para el Congreso, la realidad que se despliega ante nuestros ojos, a saber, la ola de empobrecimiento en curso, con los precios disparados mientras los salarios se estancan y llueven los ataques gubernamentales, desmiente esta teoría.
Para los camaradas, las hojas volantes distribuidas por la CCI, unos 150,000, durante los diversos movimientos sociales de los últimos meses, no corresponden a las necesidades de la situación. De acuerdo con su análisis de un proletariado casi derrotado y de una dinámica hacia la constitución de dos bloques y la guerra mundial, la primera tarea de los revolucionarios no es la intervención sino la implicación en la profundización teórica.
Por el contrario, el Congreso hizo un balance muy positivo de la intervención internacional de la organización en las luchas. La CCI sabía que no podría influir en la clase y en el movimiento en su conjunto: las organizaciones revolucionarias no pueden tener tal impacto en el periodo histórico actual Este papel de guía de las masas sólo es posible cuando la clase ha desarrollado su conciencia y su lucha histórica a un nivel muy superior. Esta intervención iba dirigida a una parte de la clase obrera, la minoría que hoy busca posiciones de clase. El importante número de discusiones que provocó la distribución de estos volantes en las manifestaciones, las cartas recibidas, los recién llegados a nuestras diversas reuniones públicas demuestran que nuestra intervención cumplió su papel: estimular la reflexión en una parte de la minoría, provocar el debate y fomentar el reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias.
Detrás del reconocimiento inmediato de la importancia histórica del retorno de la lucha de clases en el Reino Unido y de sus implicaciones para nuestra intervención en la lucha, está el mismo método que nos permitió aprehender la novedad en la aceleración actual de la descomposición, con su "efecto torbellino": la transformación de la cantidad en calidad, el enfoque histórico... Pero una faceta de este método reviste aquí una importancia particular: la aproximación a los acontecimientos a través de su dimensión internacional.
Fue ya este reconocimiento de la dimensión necesariamente internacional de la lucha de clases lo que, en 1968, permitió a los que iban a fundar la CCI captar inmediatamente el significado real y profundo de los acontecimientos de mayo. Mientras que todo el medio político proletario de la época no veía en ello más que una revuelta estudiantil, y afirmaba que no había "nada nuevo bajo el sol", nuestro camarada Marc Chirik y los militantes que empezaban a unirse veían que este movimiento anunciaba el fin de la contrarrevolución y la apertura de un nuevo periodo de lucha de clases a escala internacional.
Esta es la razón por la que el punto 7 de la resolución internacional que adoptamos explícitamente afirma "La recuperación de la combatividad obrera en varios países es un acontecimiento histórico importante que no sólo resulta de circunstancias locales y no puede explicarse por condiciones puramente nacionales. (...) El hecho de que las luchas actuales hayan sido iniciadas por una fracción del proletariado que más ha sufrido el retroceso general de la lucha de clases desde finales de los años 80 es profundamente significativo: así como la derrota en Gran Bretaña en 1985 anunció el retroceso general a finales de los años 80, el retorno de las huelgas y de la combatividad obrera en Gran Bretaña revela la existencia de una corriente profunda en el seno del proletariado de todo el mundo."
De hecho, ¡nos veníamos preparando para esta eventualidad desde principios de 2022! En enero, publicamos un volante internacional anunciando "Hacia un deterioro brutal de las condiciones de vida y de trabajo". Basándonos en los indicios de que la lucha empezaba a desarrollarse, anunciábamos la posibilidad de una respuesta de nuestra clase. El retorno de la inflación era un terreno fértil para la combatividad obrera.
Un mes después, el estallido de la guerra en Ucrania agravó considerablemente los efectos de la crisis económica, disparando los precios de la energía y los alimentos.
Consciente de las profundas dificultades de nuestra clase, pero también conocedora de la historia de sus luchas, la CCI sabía que no habría una reacción directa y a gran escala de nuestra clase a la barbarie de la guerra, pero que existía, en cambio, la posibilidad de una reacción a los efectos de la guerra "en la retaguardia", en Europa y en Estados Unidos3: huelgas frente a los sacrificios exigidos en nombre de la economía de guerra. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Sobre estas bases teóricas e históricas, la CCI no se engañó sobre la posibilidad de una reacción de clase a la guerra, no creyó que los comités internacionalistas surgirían por todas partes, y menos aún trató de crearlos artificialmente. Nuestra respuesta fue, ante todo, tratar de defender lo más firmemente posible la tradición internacionalista de la izquierda comunista, llamando a todas las fuerzas del medio político proletario a agruparse en torno a una declaración común. Mientras que una gran parte del medio ignoró o incluso rechazó4 nuestro llamado, tres grupos (Voz Internacionalista, Istituo Onorato Damen y Perspectiva Comunista Internacionalista) respondieron para mantener vivo el método de lucha y reagrupamiento de las fuerzas internacionales iniciado por las conferencias de Zimmerwald y Kienthal en septiembre de 1915 y abril de 1916 frente a la Primera Guerra Mundial5.
Los pueblos de Zimmerwald y Kienthal, en Suiza, se hicieron famosos por ser los lugares donde los socialistas de ambos bandos se reunieron durante la Primera Guerra Mundial para lanzar una lucha internacional que pusiera fin a la matanza y denunciar a los dirigentes patrioteros de los partidos socialdemócratas. Fue en estas reuniones donde los bolcheviques, apoyados por la Izquierda de Bremen y la Izquierda Holandesa, plantearon los principios esenciales del internacionalismo contra la guerra imperialista que siguen siendo válidos hoy en día: ningún apoyo a ninguno de los dos bandos imperialistas, el rechazo de todas las ilusiones pacifistas y el reconocimiento de que sólo la clase obrera y su lucha revolucionaria pueden poner fin al sistema que se basa en la explotación de la fuerza de trabajo y que produce constantemente la guerra imperialista. Hoy, ante la aceleración del conflicto imperialista en Europa, las organizaciones políticas basadas en la herencia de la izquierda comunista tienen el deber de seguir levantando la bandera de un internacionalismo proletario consecuente y de constituir un punto de referencia para quienes defienden los principios de la clase obrera. Esta es, al menos, la opción de las organizaciones y grupos de la Izquierda Comunista que han decidido publicar esta declaración común para difundir lo más ampliamente posible los principios internacionalistas que se forjaron contra la barbarie de la guerra mundial.
Esta forma de unir las fuerzas revolucionarias en torno a los principios fundamentales de la izquierda comunista es una lección histórica para el futuro. Zimmerwald ayer y la declaración conjunta hoy son pequeños hitos que señalarán el camino hacia el mañana.
Los debates preparatorios y el propio Congreso se ocuparon de la cuestión esencial de la construcción de la organización. Aunque ésta es claramente la dimensión central de las actividades de la CCI, esta preocupación por el futuro va mucho más allá de nuestra organización.
"Frente al choque creciente de los dos polos de la alternativa -destrucción de la humanidad o revolución comunista-, las organizaciones revolucionarias de la izquierda comunista, y la CCI en particular, tienen un papel insustituible que desempeñar en el desarrollo de la conciencia de clase, y deben consagrar sus energías a la tarea permanente de profundización teórica, a plantear un análisis claro de la situación mundial, y a intervenir en las luchas de nuestra clase para defender la necesidad de la autonomía, la autoorganización y la unificación de clase, y del desarrollo de la perspectiva revolucionaria. Esta labor sólo puede llevarse a cabo sobre la base de un paciente trabajo de construcción de la organización, sentando las bases del partido mundial del futuro. Todas estas tareas exigen una lucha militante contra todas las influencias de la ideología burguesa y pequeñoburguesa en el seno de la izquierda comunista y de la propia CCI. En la coyuntura actual, los grupos de la izquierda comunista se enfrentan al peligro de una crisis real: con algunas excepciones, han sido incapaces de unirse en defensa del internacionalismo frente a la guerra imperialista en Ucrania, y están cada vez más abiertos a la penetración del oportunismo y el parasitismo. Una adhesión rigurosa al método marxista y a los principios proletarios es la única respuesta a estos peligros". (punto 8 de la resolución sobre la situación internacional).
Para que la revolución sea posible a largo plazo, el proletariado debe tener en sus manos el arma del Partido. Es esta futura construcción del Partido la que hay que preparar hoy. En otras palabras, una minoría de revolucionarios organizados lleva sobre sus hombros la responsabilidad de mantener vivas las organizaciones actuales, de mantener vivos los principios históricos del movimiento obrero y en particular de la Izquierda Comunista, y de transmitir estos principios y posiciones a la nueva generación que se unirá gradualmente al campo revolucionario.
Cualquier espíritu de competición, cualquier oportunismo, cualquier concesión a la ideología burguesa y al parasitismo en el seno del medio político proletario son puñaladas en la espalda de la revolución. En el contexto muy difícil de la aceleración de la descomposición, que desorienta, que la empuja a actuar de manera individualista, que mina la confianza en la capacidad de la clase y de sus minorías para organizarse y unirse, es responsabilidad de los revolucionarios no ceder y seguir manteniendo en alto la bandera de los principios de la Izquierda comunista.
Las organizaciones revolucionarias se enfrentan a un enorme reto: ser capaces de transmitir la experiencia acumulada por la generación surgida de la oleada de Mayo del 68.
Desde finales de los años de 1960, durante casi sesenta años, el capitalismo mundial decadente se ha ido hundiendo lentamente en una crisis económica sin fin y en una barbarie creciente. De 1968 a mediados de los años ochenta, el proletariado libró toda una serie de luchas y acumuló una gran experiencia, sobre todo en su enfrentamiento con los sindicatos, pero la lucha de clases decayó bruscamente a partir de 1985/1986 y casi se ha extinguido hasta nuestros días. En este contexto tan difícil, muy pocos militantes se unieron a las organizaciones revolucionarias. Toda una generación se perdió por la falsa propaganda de la "muerte del comunismo" en 1989/1990. Desde entonces, con el desarrollo de la descomposición, que ataca de manera insidiosa la convicción militante favoreciendo el no futuro, el individualismo, la pérdida de confianza en la organización colectiva y en la lucha histórica de la clase obrera, muchas fuerzas militantes han abandonado progresivamente la lucha y han desaparecido.
Entonces sí, hoy el futuro de la humanidad descansa sobre un número muy reducido de hombros, repartidos por todo el mundo. Sí, el estado desastroso del medio político proletario, gangrenado por el espíritu de competición y el oportunismo, hace que las posibilidades de éxito de la revolución sean aún más escasas. Y sí, el papel de las organizaciones revolucionarias en general, y de la CCI en particular, es aún más vital. Transmitir a las nuevas generaciones de militantes revolucionarios que empiezan a llegar las lecciones de nuestra historia, la historia de las organizaciones motivadas por el espíritu revolucionario de las generaciones militantes del pasado es la clave del futuro.
CCI, 11 de junio de 2023
1 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [30]
2 Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [31]
3 Nuestro informe sobre la lucha de clases y el debate en el Congreso nos recordaron una vez más el papel crucial del proletariado de los países occidentales que, a través de su historia y su experiencia, tendrá la responsabilidad de mostrar al proletariado mundial el camino hacia la revolución. Nuestro informe también recuerda ampliamente nuestra posición sobre "la crítica del eslabón más débil". Es también este enfoque el que nos ha permitido ser conscientes de la heterogeneidad del proletariado en las diferentes partes del planeta, de la inmensa debilidad del proletariado en los países de Europa del Este, y anticipar la posibilidad de un conflicto en los Balcanes. Así, ya esta primavera, nuestro informe extraía lecciones de la guerra en Ucrania y predecía que: "La incapacidad de la clase obrera de este país para oponerse a la guerra y a su movilización, incapacidad que abrió la posibilidad de esta carnicería imperialista, indica hasta qué punto la barbarie y la descomposición capitalistas están ganando terreno en partes cada vez más amplias del planeta. Después de África, Oriente Medio y Asia Central, ahora es parte de Europa Central la que se ve amenazada por el riesgo de sumirse en el caos imperialista; Ucrania ha demostrado que existe, en algunos países satélites de la ex URSS, en Bielorrusia, en Moldavia, en la ex Yugoslavia, un proletariado muy debilitado por décadas de explotación forzada por el estalinismo en nombre del comunismo, décadas en las que soportó el peso de las ilusiones democráticas y fue gangrenado por el nacionalismo. En Kosovo, Serbia y Montenegro, las tensiones van en aumento".
4 La Tendencia Comunista Internacionalista ha preferido así comprometerse en la aventura de No War But the Class War. Leer nuestro artículo "Un comité que lleva a sus participantes a un callejón sin [32] salida" en https://es.internationalism.org/content/4911/un-comite-que-lleva-los-participantes-un-callejon-sin-salida [33]
5 Ver "Declaración conjunta de los grupos de la izquierda comunista internacional sobre la guerra en [34] Ucrania" en https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra [35]
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El texto de la CCI sobre las perspectivas que se abren en la década de 20201 afirma que las múltiples contradicciones y crisis del sistema capitalista mundial -económicas, sanitarias, militares, ecológicas, sociales- se juntan cada vez más, interactuando entre ellas para crear una especie de “efecto torbellino” que hace de la destrucción de la humanidad un resultado cada vez más probable. Esta conclusión se ha vuelto tan evidente que partes significativas de la clase dominante pintan un cuadro similar. El Informe sobre Desarrollo Humano 2021-22 de la ONU ya había hecho sonar la alarma, pero el informe “Global Risk” (Riesgo Global) del Foro Económico Mundial (FEM), publicado en enero de 2023, es aún más explícito, puesto que habla de la “policrisis” a la que esta enfrentada la humanidad “A medida que comienza 2023, el mundo se enfrenta a una serie de riesgos que parecen completamente nuevos y extrañamente familiares. Hemos visto un regreso de los riesgos “antiguos” (inflación, crisis del costo de vida, guerras comerciales, salidas de capital de los mercados emergentes, disturbios sociales generalizados, enfrentamientos geopolíticos y el espectro de la guerra nuclear) que pocos líderes empresariales y gubernamentales de esta generación han conocido. Estos fenómenos se ven amplificados por desarrollos relativamente nuevos en el panorama de riesgo global, incluidos niveles de deuda insostenibles, una nueva era de bajo crecimiento, de baja inversión global y desglobalización, una disminución en el desarrollo humano después de décadas de progreso, el desarrollo rápido y sin restricciones de tecnologías de doble uso (civil y militar), y la creciente presión de los impactos y ambiciones del cambio climático en una ventana de transición cada vez más estrecha hacia un mundo con una temperatura de 1.5°C. temperatura que necesariamente debería reducirse. Todos estos elementos están convergiendo para dar forma a una década única, incierta y turbulenta por venir”.
Aquí está la burguesía hablando honestamente consigo misma sobre la situación mundial actual, incluso si solo puede engañarse sobre la posibilidad de encontrar soluciones en el marco del sistema existente. Y continuará vendiendo estas ilusiones a la población mundial, con la ayuda y el apoyo de numerosos partidos políticos y campañas de protesta que ofrecen programas que suenan radicales y que jamás cuestionan las relaciones sociales capitalistas que han dado origen a una catástrofe inminente.
Para nosotros, los comunistas, no puede haber solución sin la abolición de las relaciones capitalistas y el establecimiento de una sociedad comunista a escala planetaria. Y lo que el FEM ha designado como otro “riesgo” en el período venidero -“malestar social generalizado”- constituye, sí separamos este término de todos los diversos movimientos burgueses o interclasistas que han planteado esta categoría, la alternativa opuesta con la que la humanidad se enfrenta: la lucha de clases internacional, que es la única que puede conducir al derrocamiento del capital y a la instauración del comunismo.
La burguesía no ha sido capaz de situar la “policrisis” en las contradicciones económicas insolubles que surgen de las relaciones sociales antagónicas existentes, sino que ha visto su causa en la abstracción de la “actividad humana”; y tampoco ha podido ubicarlos en un marco histórico coherente. Para los comunistas, por el contrario, la trayectoria catastrófica del capitalismo mundial es el resultado de más de un siglo de decadencia de este modo de producción.
La guerra de 1914-18, y la oleada revolucionaria que provocó, llevó al primer Congreso de la Internacional Comunista a proclamar que el capitalismo había llegado a su época de “desintegración interior”, de “guerras y revoluciones”, ofreciendo la opción entre socialismo y descenso en la barbarie y el caos. La derrota de los primeros intentos revolucionarios del proletariado hizo que los acontecimientos de fines de la década de 1920, luego de la de 1930 y 1940 (la mayor depresión económica de la historia del capitalismo, una guerra mundial aún más devastadora, genocidios sistemáticos, etc.), inclinaran la balanza hacia la barbarie, y después de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto entre los bloques estadounidense y ruso confirmó que el capitalismo decadente ahora tenía la capacidad de destruir a la humanidad. Pero la decadencia del capitalismo continuó a través de una serie de fases: el auge económico de la posguerra, el regreso de la crisis abierta a fines de la década de 1960, el resurgimiento de la clase obrera internacional después de 1968. Esta última terminó con la dominación de la contrarrevolución, impidiendo la marcha hacia una nueva guerra mundial y abriendo un nuevo camino histórico hacia la confrontación de clases, que contenía el potencial para el renacimiento de la perspectiva comunista. Pero el fracaso de la clase trabajadora en su conjunto para desarrollar esta perspectiva condujo a un estancamiento de clase que se hizo cada vez más evidente en la década de 1980. El colapso del viejo orden mundial imperialista después de 1989 ha confirmado y acelerado la apertura de una fase cualitativamente nueva y terminal de la época de decadencia, que llamamos descomposición del capitalismo2. El hecho de que esta fase se haya caracterizado por una creciente tendencia al caos en las relaciones internacionales ha agregado un obstáculo adicional a una trayectoria hacia la guerra mundial, pero de ninguna manera hizo más seguro el futuro de la sociedad humana. En nuestras Tesis sobre Descomposición [40], publicadas en 1990, pronosticamos que la descomposición de la sociedad burguesa podría conducir a la destrucción de la humanidad sin necesidad de una guerra mundial entre bloques imperialistas organizados, a través de una combinación de guerras regionales, destrucción ecológica, pandemias y de colapso social. También pronosticamos que el ciclo de luchas obreras de los años 1968-89 estaba llegando a su fin y que las condiciones de la nueva etapa traerían mayores dificultades para la clase obrera.
La situación actual del capitalismo mundial ha traído una sorprendente confirmación de este pronóstico. La década de 2020 se abrió con la pandemia de Covid, luego en 2022 por la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de numerosas confirmaciones de la crisis ecológica planetaria (olas de calor, inundaciones, derretimiento de los casquetes polares, contaminación masiva tanto del aire como de los océanos, etc.). Desde 2019, también hemos experimentado una nueva inmersión en la crisis económica, los “remedios” para la llamada crisis financiera de 2008 revelando todos sus límites. Pero mientras que en décadas anteriores la clase dominante de los principales países había logrado hasta cierto punto proteger a la economía del impacto de la decadencia, asistimos hoy a un “efecto torbellino” donde las diferentes expresiones de una sociedad en descomposición interaccionan entre sí y aceleran el descenso hacia la barbarie. Por lo tanto, la crisis económica obviamente se ha visto agravada por la pandemia y los confinamientos, la guerra en Ucrania y el costo creciente de los desastres ecológicos; mientras tanto, la guerra en Ucrania tendrá serias implicaciones ecológicas mundiales; tanto como la competencia por los escasos recursos naturales exacerbará aún más las rivalidades militares y revueltas sociales. En esta concatenación de efectos, la guerra imperialista, resultado de elecciones deliberadas de la clase dominante, ha jugado un papel central, pero incluso el impacto de un desastre “natural” como el terrible terremoto de Turquía y Siria se ha visto muy agravado por el hecho de que se produjo en una región ya paralizada por la guerra. También se puede señalar la corrupción endémica de políticos y contratistas, que es otra característica de la decadencia social: en Turquía, la miserable y desconsiderada búsqueda de ganancias en la industria de la construcción local llevó a ignorar las normas de seguridad que habrían podido reducir significativamente el número de víctimas del terremoto. Esta aceleración y esta interacción de los fenómenos de descomposición han marcado una nueva transformación de la cantidad en calidad en esta fase terminal de decadencia, mostrando más claro que nunca que la continuación del capitalismo se ha convertido en una amenaza tangible para la sobrevivencia de la humanidad.
La guerra en Ucrania también tiene una larga “prehistoria”. Ella es la culminación de los desarrollos más importantes en las tensiones imperialistas durante las últimas tres décadas, en particular:
- el derrumbe del sistema de bloques posterior a 1945 a fines de la década de 1980 y la irrupción del “cada uno para si” en las relaciones Inter imperialistas, provocando un importante declive en el liderazgo mundial de Estados Unidos.
- el surgimiento, dentro de esta nueva refriega global, de China como el principal retador imperialista de Estados Unidos, con su estrategia de largo plazo dirigida a sentar las bases económicas globales para su futura dominación imperialista. La reacción de Estados Unidos ante su propio declive y el ascenso de China no ha sido retirarse de los asuntos globales, sino todo lo contrario, ha lanzado su propia ofensiva destinada a limitar el progreso de China, desde el “viraje hacia el Este” de Obama hasta el enfoque más directamente militar de Biden, pasando por el énfasis de Trump en la guerra comercial (provocaciones en torno a Taiwán, destrucción de globos espía chinos, formación de AUKUS, nueva base estadounidense en Filipinas, etc.) El objetivo de esta ofensiva es erigir un muro de fuego alrededor de China, bloqueando su capacidad para desarrollarse como potencia mundial.
- Al mismo tiempo, Estados Unidos ha continuado con el cerco gradual de Rusia a través de la expansión de la OTAN, con el objetivo no solo de contener y debilitar a la propia Rusia, sino también y sobre todo de sabotear su alianza con China. La trampa tendida para Rusia en Ucrania fue el movimiento final en este juego de ajedrez, dejando a Moscú sin otra opción que tomar represalias militares, empujándolo a una guerra que tiene el potencial de desangrarlo y socavar sus ambiciones como una fuerza regional y mundial.
A la sombra de estas rivalidades imperialistas globales, se han extendido e intensificado otros tipos de conflictos que también están vinculados a la lucha entre las principales potencias, pero de forma aún más caótica. Numerosas potencias regionales juegan cada vez más su propio juego, tanto con respecto a la guerra en Ucrania como en los conflictos en su propia región. Así, Turquía, miembro de la OTAN, por un lado actúa como “intermediario” en nombre de la Rusia de Putin en el tema del aprovisionamiento de cereales, pero por otro suministra a Ucrania drones militares y se opone a Rusia en la “guerra civil” de Libia; Arabia Saudita ha desafiado a Estados Unidos al negarse a aumentar sus entregas de petróleo y, por lo tanto, a bajar los precios mundiales del petróleo; India se ha negado a cumplir con las sanciones económicas dirigidas por Estados Unidos contra Rusia. Mientras tanto, la guerra en Siria, que los principales medios de comunicación apenas han cubierto desde la invasión de Ucrania, ha seguido causando estragos, con Turquía, Irán e Israel más o menos directamente involucrados en la matanza. Yemen ha sido un campo de batalla sangriento entre Irán y Arabia Saudita; la subida al poder de un gobierno de extrema derecha en Israel ha echado leña al fuego del conflicto con la OLP, Hamas e Irán. Tras una nueva cumbre Estados Unidos. -África, Washington ha anunciado una serie de medidas económicas destinadas explícitamente a contrarrestar la creciente implicación de Rusia y China en este continente, que sigue sufriendo el impacto de la guerra en Ucrania por el suministro de alimentos y todo un mosaico de guerras y tensiones regionales (Etiopía-Tigray, Sudán, Libia, Ruanda-Congo, etc.) que ofrecen oportunidades para todos los buitres imperialistas regionales y mundiales. En el Lejano Oriente, Corea del Norte, que es uno de los raros países que suministra armas directamente a Rusia, agita su sable contra Corea del Sur (en particular con nuevos disparos de misiles, que también son una provocación con respecto a Japón). Y detrás de Corea del Norte está China, que está reaccionando al creciente cerco de Estados Unidos.
Otro objetivo de guerra de Estados Unidos en Ucrania, en marcada ruptura con los esfuerzos de Trump por socavar la alianza de la OTAN, ha sido frenar las ambiciones independientes de sus “aliados” europeos, obligándolos a cumplir las sanciones estadounidenses contra Rusia y continuar armando a Ucrania. Esta política de acercamiento a la alianza de la OTAN ha tenido cierto éxito, siendo Gran Bretaña el partidario más entusiasta del esfuerzo bélico de Ucrania. Sin embargo, la reconstitución de un verdadero bloque controlado por Estados Unidos aún está lejos. Francia y Alemania -este último con más que perder con el abandono de su tradicional “Ostpolitik” (Política hacia Este), dada su dependencia de los suministros energéticos rusos- siguen siendo incoherentes en cuanto a la entrega de armas solicitada por Kiev y han persistido en sus propias “iniciativas” diplomáticas hacia Rusia y China. Por su parte, China ha adoptado una postura muy cautelosa hacia la guerra en Ucrania, revelando recientemente su propio “plan de paz” y absteniéndose de proporcionar a Moscú la “ayuda letal” que tan a desesperadamente necesita.
Todos los hechos -incluso dejando de lado la cuestión de la movilización del proletariado en los países centrales que esto requeriría- confirman, pues, el punto de vista según el cual no nos encaminamos hacia la formación de bloques imperialistas estables. Pero eso de ninguna manera disminuye el peligro de escaladas militares descontroladas, incluido el uso de armas nucleares. Desde que George Bush padre anunció el advenimiento de un “nuevo orden mundial” tras la desaparición de la URSS, los intentos de Estados Unidos por imponer este “orden” lo han convertido en la fuerza más poderosa para aumentar el desorden y la inestabilidad en el mundo. Esta dinámica quedó claramente ilustrada por el caos de pesadilla que sigue reinando en Afganistán e Irak tras las invasiones estadounidenses de estos países, pero el mismo proceso también está funcionando en el conflicto ucraniano. Poner a Rusia contra la pared, por lo tanto, conlleva el riesgo de una reacción desesperada del régimen de Moscú, incluido el uso de armas nucleares; por el contrario, si el régimen se derrumba, podría desencadenar la desintegración de la propia Rusia, creando una nueva zona de caos con las consecuencias más impredecibles. La irracionalidad de la guerra en la decadencia del capitalismo se mide no sólo por sus gigantescos costos económicos, que superan con creces cualquier posibilidad de ganancia o reconstrucción a corto plazo, sino también por el brutal derrumbe de los objetivos estratégico-militares que, en el período de decadencia capitalista, ha suplantado cada vez más a la racionalidad económica de la guerra.
Después de la primera Guerra del Golfo, en nuestro texto “Militarismo y descomposición [41]” (Revista International 64, primer trimestre de 19913), predijimos el siguiente escenario para las relaciones imperialistas en la fase de descomposición:
- “En el nuevo período histórico al que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo acaban de confirmarlo, el mundo se presenta como una inmensa batalla campal, donde jugará fondo la tendencia del ‘cada uno para sí’, en la cual las alianzas entre Estados no tendrán, ni mucho menos, el carácter de estabilidad que caracterizó a los bloques, sino que estará dictado por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, de caos sangriento en el que el gendarme americano intentará hacer reinar un mínimo de orden mediante el uso cada vez más masivo y brutal de su poderío militar”.
Como demostraron las secuelas de las invasiones de Afganistán e Irak a principios de la década de 2000, la creciente dependencia de Estados Unidos del poderío militar dejó en claro que, lejos de lograr este mínimo de orden, “la política imperialista de Estados Unidos se ha convertido en una de los principales factores de la inestabilidad del mundo ” (Resolución sobre la situación internacional [42] , 17º Congreso de la CCI, (Revista Internacional 130, tercer trimestre de 20074), y los resultados de la ofensiva de EE.UU. contra Rusia lo han hecho aún más evidente, que el “gendarme del mundo” se ha convertido en el factor principal en la intensificación del caos a escala planetaria.
La guerra de Ucrania es un nuevo golpe a una economía capitalista ya debilitada y socavada por sus contradicciones internas y por las convulsiones resultantes de su descomposición. La economía capitalista ya estaba entonces en medio de una desaceleración, marcada por el desarrollo de la inflación, las crecientes presiones sobre las monedas de las grandes potencias y la creciente inestabilidad financiera (reflejada en el estallido de las burbujas inmobiliarias en China, así como de las criptomonedas y de tecnología). La guerra ahora está agravando poderosamente la crisis económica en todos los niveles.
La guerra significa la aniquilación económica de Ucrania, el severo debilitamiento de la economía rusa por el inmenso costo de la guerra y los efectos de las sanciones impuestas por las potencias occidentales. Sus ondas de choque se sienten en todo el mundo, agravando las crisis alimentarias y las hambrunas a través del aumento de los precios de los productos de primera necesidad y la escasez de cereales.
La consecuencia más tangible de la guerra en todo el mundo es la explosión de los gastos militares, que ha superado los 2 billones de dólares. Todos los estados del mundo están atrapados en la espiral del rearme. Más que nunca, las economías están sujetas a las necesidades de la guerra, aumentando la parte de la riqueza nacional dedicada a la producción de instrumentos de destrucción. El cáncer del militarismo significa la esterilización del capital y constituye una carga aplastante para el comercio y la economía nacional, que lleva a exigir cada vez mayores sacrificios a los explotados.
Al mismo tiempo, se extienden las convulsiones financieras más graves desde la crisis de 2008, nacidas de una serie de quiebras bancarias en Estados Unidos (incluida la del 16º banco estadounidense) y luego de Credit Suisse (2º banco más grande del país), a nivel internacional, mientras que la intervención masiva de los bancos centrales estadounidense y suizo no ha logrado evitar el riesgo de contagio a otros países de Europa y a otros sectores de riesgo, ni ha evitado que estas quiebras se conviertan en una crisis crediticia “sistémica”.
A diferencia de 2008, cuando el colapso de los grandes bancos se debió a su exposición a los prestamos hipotecarios de alto riesgo [subprime], esta vez los bancos se ven debilitados principalmente por sus inversiones a largo plazo en bonos del gobierno que, con el aumento repentino de las tasas de interés para combatir la inflación, pierden valor. La inestabilidad financiera actual, aunque no sea (todavía) tan dramática como la de 2008, esta tocando el corazón del sistema financiero, porque el recurso a la deuda pública -y en particular al Tesoro americano, en el centro de este sistema- siempre ha sido considerado el refugio más seguro.
En todo caso, las crisis financieras, cualquiera que sea su dinámica interna y sus causas inmediatas, son siempre, en última instancia, una manifestación de la crisis de sobreproducción que resurgió en 1967 y que se ha agravado aún más por factores ligados a la descomposición del capitalismo.
Sobre todo, la guerra revela el triunfo del “cada uno para si” y el fracaso, incluso el fin, de toda “gobernanza mundial” al nivel de la coordinación de las economías, de la respuesta a los problemas climáticos, etc. Esta tendencia al cada uno para sí, en las relaciones entre Estados se ha profundizado gradualmente desde la crisis de 2008, y la guerra en Ucrania ha puesto fin a muchas tendencias económicas, descritas como “globalización”, que habían continuado desde la década de 1990.
No sólo la capacidad de cooperación de las principales potencias capitalistas para contener el impacto de la crisis económica ha desaparecido más o menos, sino que, ante el deterioro de su economía y el recrudecimiento de la crisis global, y a fin de preservar su posición como primera potencia mundial, Estados Unidos apunta cada vez más deliberadamente a debilitar a sus competidores. Se trata de una ruptura abierta con gran parte de las normas adoptadas por los Estados desde la crisis de 1929. Esto ha abierto paso a una Terra incógnita cada vez más dominada por el caos y lo impredecible.
Estados Unidos, convencido de que la preservación de su liderazgo frente al ascenso de China depende en gran medida de la pujanza de su economía, a la que la guerra ha colocado en una posición de fortaleza política y militar, también se lanza a la ofensiva contra la economía de sus rivales. Esta ofensiva opera en varias direcciones. Estados Unidos es el gran ganador de la “guerra del gas” lanzada contra Rusia en detrimento de los Estados europeos que se han visto obligados a dejar de importar gas ruso. Habiendo alcanzado la autosuficiencia en petróleo y gas gracias a una política energética a largo plazo iniciada bajo Obama, esta guerra ha confirmado la supremacía estadounidense en la esfera estratégica de la energía. Ha puesto a sus rivales a la defensiva en este nivel: Europa tuvo que aceptar su dependencia del gas natural licuado estadounidense; China, altamente dependiente de las importaciones de hidrocarburos, se ha visto debilitada por el hecho de que Estados Unidos ahora está en condiciones de controlar las rutas de suministro de China. Estados Unidos tiene ahora una capacidad sin precedentes para ejercer presión sobre el resto del mundo a este nivel.
Aprovechando el rol central del dólar en la economía mundial, de ser la primera potencia económica mundial, las diversas iniciativas monetarias, financieras e industriales (desde los planes de estímulo económico de Trump hasta los subsidios masivos de Biden a productos “made in USA”, pasando por la Ley de Reducción de la Inflación, etc.) han aumentado la “resiliencia” de la economía estadounidense, que atrae inversiones de capital y reubicaciones industriales en el territorio estadounidense. Estados Unidos está limitando el impacto de la actual desaceleración mundial en su economía y trasladando los peores efectos de la inflación y la recesión al resto del mundo.
Además, para garantizar su decisiva ventaja tecnológica, Estados Unidos también pretende asegurar la reubicación en Estados Unidos de tecnologías estratégicas (semiconductores) o, al menos, su control internacional, de las que pretende excluir a China, al tiempo que amenaza con sanciones a todos los que rivalizan con su monopolio.
El deseo de Estados Unidos de preservar su poder económico tiene como consecuencia el debilitamiento del sistema capitalista en su conjunto. La exclusión de Rusia del comercio internacional, la ofensiva contra China y el desacoplamiento de sus dos economías, en definitiva, la voluntad declarada de Estados Unidos de reconfigurar en su beneficio las relaciones económicas mundiales, ha marcado un punto de inflexión: Estados Unidos se revela como un factor en la desestabilización del capitalismo mundial y la propagación del caos en el plano económico.
Europa se vio especialmente afectada por la guerra, que la privó de su principal fortaleza: su estabilidad. Los capitalismos europeos están sufriendo una desestabilización sin precedentes de su “modelo económico” y corren un riesgo real de desindustrialización y reubicación en áreas americanas o asiáticas bajo los embates de la “guerra del gas” y el proteccionismo estadounidense.
Alemania en particular es un concentrado explosivo de todas las contradicciones de esta situación sin precedentes. El fin del suministro de gas ruso sitúa a Alemania en una situación de fragilidad económica y estratégica, amenazando su competitividad y toda su industria. El fin del multilateralismo, del que el capital alemán se benefició más que cualquier otra nación (ahorrándole también la carga del gasto militar), afecta más directamente a su poder económico, dependiente de las exportaciones. También corre el riesgo de volverse dependiente de Estados Unidos para su suministro de energía, ya que este último presiona a sus “aliados” para que se unan a la guerra económica-estratégica contra China y renuncien a sus mercados chinos. Dado que se trata de una salida vital para el capital alemán, Alemania se enfrenta a un gran dilema, compartido por otras potencias europeas, en un momento en el que la propia UE se ve amenazada por la tendencia de sus Estados miembros a anteponer sus intereses nacionales a los de la Unión.
En cuanto a China, si bien se presentó hace dos años como el gran ganador de la crisis del Covid, es una de las expresiones más características del efecto “torbellino”. Víctima ya de una desaceleración económica, ahora enfrenta graves turbulencias.
Desde finales de 2019, la pandemia, los repetidos confinamientos y el tsunami de contagios que siguió al abandono de la política “Covid cero” han seguido paralizando la economía china.
China está atrapada en la dinámica global de la crisis, con su sistema financiero amenazado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. El declive de su socio ruso y la ruptura de las “rutas de la seda” hacia Europa por los conflictos armados o el caos ambiental están causando daños considerables. La poderosa presión de Estados Unidos aumenta aún más sus dificultades económicas. Y frente a sus problemas económicos, sanitarios, ecológicos y sociales, la debilidad congénita de su estructura estatal estalinista constituye una desventaja mayor.
Lejos de poder jugar el papel de locomotora de la economía mundial, China es una bomba de relojería cuya desestabilización tendría consecuencias imprevisibles para el capitalismo mundial.
Las principales áreas de la economía mundial ya están en recesión o a punto de hundirse en ella. Sin embargo, la gravedad de “la crisis que se desarrolla desde hace décadas y que está destinada a convertirse en la más grave de todo el período de decadencia, cuya importancia histórica superará incluso a la mayor crisis de esta era, la que se inició en 19295, no se limita a la magnitud de esta recesión. La gravedad histórica de la crisis actual marca un punto avanzado en el proceso de “desintegración interna” del capitalismo mundial, anunciado por la Internacional Comunista en 1919, y que se desprende del contexto general de la fase terminal de la decadencia, cuyas principales tendencias son:
- la aceleración de la descomposición y la multiplicidad de sus efectos sobre una economía capitalista ya degradada;
- la aceleración del militarismo a escala global;
- el agudo desarrollo del cada uno para sí entre las naciones en el contexto de una competencia cada vez más feroz entre China y Estados Unidos por la supremacía mundial;
- el abandono de las reglas de cooperación entre naciones para enfrentar las contradicciones y convulsiones del sistema;
- la ausencia de una locomotora capaz de reactivar la economía capitalista;
- la perspectiva de un empobrecimiento absoluto del proletariado en los países centrales, que ya está en marcha.
Asistimos a la coincidencia de las distintas expresiones de la crisis económica, y sobre todo a su interacción en la dinámica de su desarrollo: así, la alta inflación obliga a subir las tasas de interés; esto a su vez provoca una recesión, fuente de la crisis financiera, que conduce a nuevas inyecciones de liquidez, y por lo tanto a un endeudamiento aún mayor, ya astronómico, y que es un factor adicional de la inflación... Todo esto demuestra el fracaso de este sistema y su incapacidad para ofrecer una perspectiva a la humanidad.
La economía mundial se encamina hacia la estanflación, situación marcada por el impacto de la sobreproducción y el estallido de la inflación por el crecimiento de los gastos improductivos (principalmente los gastos en armamento, pero también el costo desorbitado de los estragos de la descomposición) y el uso de la impresión de dinero lo que alimenta aún más la deuda. En un contexto de caos creciente y aceleraciones imprevistas, la burguesía no hace más que revelar su impotencia: todo lo que hace tiende a agravar la situación.
Para el proletariado, el aumento de la inflación y la negativa de la burguesía a agravar la “espiral de salarios y precios” redujeron drásticamente el poder adquisitivo. A esto se suman los despidos masivos, los severos recortes en los presupuestos sociales, los ataques a las pensiones, que auguran un futuro de pobreza, como ya ocurre en los países de la periferia. Para capas cada vez más grandes del proletariado en los países centrales, será cada vez más difícil encontrar vivienda, calefacción, comida o beneficiarse de la asistencia social.
La burguesía se enfrenta a una escasez masiva de mano de obra en varios sectores. Este fenómeno, cuyo alcance e impacto sobre la producción no tienen precedentes, aparece como la cristalización de un conjunto de factores que conjugan las contradicciones internas del capitalismo y los efectos de su descomposición. Es a la vez el producto de la anarquía del capitalismo que genera sobrecapacidad - desempleo - y escasez de mano de obra. Los otros factores de este fenómeno son la globalización y la creciente fragmentación del mercado mundial que dificultan la disponibilidad internacional de la mano de obra; factores demográficos como la disminución de las tasas de natalidad y el envejecimiento de la población que limitan el número de trabajadores disponibles para la explotación, la relativa ausencia de una mano de obra suficientemente calificada, a pesar de las políticas de inmigración selectiva implementadas por muchos Estados. A esto se suma la huida de empleados de sectores donde las condiciones laborales se han vuelto insoportables.
La guerra en Ucrania es también una poderosa demostración de cómo la guerra puede acelerar aún más la crisis ecológica que se ha acumulado a lo largo del período de decadencia, pero que ya había alcanzado nuevos niveles en las primeras décadas de la fase terminal del capitalismo. La devastación de edificios, infraestructura, tecnología y otros recursos son un gran desperdicio de energía y reconstruirlos generará aún más emisiones de carbono. El uso descontrolado de armas altamente destructivas conduce a la contaminación del suelo, el agua y el aire, con la amenaza siempre presente de que toda la región pueda volver a convertirse en una fuente de radiación atómica, ya sea como resultado del bombardeo de centrales nucleares o del uso deliberado de armas nucleares. Pero la guerra también tiene un impacto ecológico a nivel global, ya que ha hecho aún más difícil alcanzar los objetivos globales de limitación de emisiones, con cada país cada vez más preocupado por su “seguridad energética”, lo que generalmente significa una mayor dependencia de los combustibles fósiles.
Así como la crisis ecológica es un factor del “efecto torbellino”, también genera sus propios “ciclos de retroalimentación” que ya están acelerando el proceso de calentamiento global. Así, el derretimiento de los casquetes polares no sólo contiene los peligros inherentes a la subida del nivel del mar, sino que se convierte en sí mismo en un factor del aumento de la temperatura global ya que la pérdida de hielo implica una menor capacidad de retorno de la energía solar en la atmósfera. De igual modo, el derretimiento del permafrost (capas de hielo y tierra rocosa congeladas) en Siberia liberará una gran cantidad de metano, un potente gas de efecto invernadero. El agravamiento y la combinación de los efectos del calentamiento global (inundaciones, incendios, sequías, erosión del suelo, etc.) ya están haciendo cada vez más inhabitables regiones del planeta, exacerbando aún más el problema mundial de los refugiados, ya alimentado por la persistencia y la propagación de los conflictos imperialistas.
Como explicaron Carlos Marx y Rosa Luxemburgo, la búsqueda incesante de mercados y materias primas empujó al capitalismo a invadir y ocupar todo el planeta, destruyendo las áreas “salvajes” restantes o sometiéndolas a la ley de la ganancia. Este proceso es inseparable de la generación de enfermedades zoonóticas (que “saltan” de animales al ser humano) como el Covid y sienta así las bases para futuras pandemias.
La clase dominante es cada vez más consciente de los peligros que plantea la crisis ecológica, tanto más cuanto todo esto tiene un costo económico enorme, pero las recientes conferencias sobre el medio ambiente han confirmado la incapacidad fundamental de la clase dominante para hacer frente a semejante situación, ya que el capitalismo no puede existir sin la competencia entre los Estados nacionales, debido a las exigencias del “crecimiento”. Un sector de la burguesía, como un ala significativa del Partido Republicano en los Estados Unidos, cuya ideología es alimentada por la profunda irracionalidad típica de la fase final del capitalismo, persiste en negar la ciencia del clima, pero tal como muestran los informes del FEM y la ONU, las facciones más inteligentes o menos retrogradas, son muy conscientes de la gravedad de la situación. Pero las soluciones que ofrecen nunca pueden llegar a la raíz del problema y, de hecho, se basan en soluciones técnicas que son tan tóxicas como la tecnología existente (como en el caso de los vehículos eléctricos “limpios” cuyas baterías de litio se basan en grandes proyectos mineros altamente contaminantes) o impliquen nuevos ataques a las condiciones de vida de la clase trabajadora. Así, la idea de una economía de “poscrecimiento” en la que un Estado “benefactor” y “verdaderamente democrático” preside todas las relaciones fundamentales del capitalismo (trabajo asalariado, producción generalizada de mercancías) no solo es un absurdo lógico -puesto que son estas mismas relaciones las que subyacen a la necesidad de acumulación sin fin- sino que implicaría mayores medidas de feroz austeridad, justificadas por el lema “consumir menos”. Y mientras el ala más radical de los movimientos “verdes” (Fridays for Future, Extinction Rebellion, etc.) expresa críticas cada vez más al “bla-bla-bla” de las conferencias gubernamentales sobre el medio ambiente, sus llamados a la acción directa por parte de “ciudadanos” afectados, solo puede oscurecer la necesidad de que los trabajadores luchen contra este sistema en su propio terreno de clase y evitando reconocer que el verdadero “cambio de sistema” solo puede ocurrir a través de la revolución proletaria.
En un momento en que las catástrofes ecológicas se suceden cada vez con mayor rapidez, la burguesía no dejará de utilizar estas formas de protesta como falsas alternativas a la lucha de clases, que es la única que puede desarrollar la perspectiva de una relación radicalmente nueva entre la humanidad y su entorno natural.
En 1990, nuestras Tesis sobre la descomposición destacaron la creciente tendencia de la clase dominante a perder el control de su juego político. El auge del populismo, engrasado por la ausencia total de perspectiva ofrecida por él capitalismo y el desarrollo del “cada uno para sí” a nivel internacional, es probablemente la expresión más clara de esta pérdida de control, y esta tendencia ha continuado a pesar de los contra movimientos de otras facciones más “responsables” de la burguesía (por ejemplo, el reemplazo de Trump y el rápido desprendimiento de Truss en el Reino Unido). En EE.UU., Trump todavía está preparando una nueva candidatura presidencial que, de tener éxito, socavaría gravemente las orientaciones actuales de la política exterior del gobierno de EE.UU.; en Gran Bretaña, el país clásico de gobierno parlamentario estable, hemos visto un tren de cuatro primeros ministros conservadores sucesivos, expresando profundas divisiones dentro del partido conservador en su conjunto, y nuevamente impulsado principalmente por las fuerzas populistas que han empujado al país al fiasco del Brexit; lejos de los centros históricos del sistema, demagogos nacionalistas como Erdogan (Turquia) y Modi (India) continúan actuando como francotiradores impidiendo la formación de una alianza sólida detrás de Estados Unidos en su conflicto con Rusia. En Israel, Netanyahu también se levantó de lo que parecía ser su tumba política, apoyado por fuerzas ultra sionistas y abiertamente anexionistas,y sus esfuerzos por subordinar la Corte Suprema a su gobierno provocaron un vasto movimiento de protesta, enteramente dominado por llamados a la defensa de la “democracia”.
El asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump el 6 de enero puso de relieve el hecho de que las divisiones dentro de la clase dominante, incluso en el país más poderoso del planeta, se están profundizando y corren el riesgo de degenerar en enfrentamientos violentos, incluso en guerras civiles. La elección de Lula en Brasil ha visto a las fuerzas bolsonaristas intentar su propia versión del 6 de enero, y en Rusia la oposición a Putin dentro de la clase dominante es cada vez más evidente, especialmente de grupos ultranacionalistas que no están satisfechos con el progreso de la actual “operación militar especial” en Ucrania. Abundan los rumores de golpes militares; y aunque el propio Putin actualmente se está adaptando a la presión de la derecha al amenazar constantemente con intensificar la “guerra con Occidente”, reemplazar a Putin con una pandilla rival sería cualquier cosa menos un proceso pacífico. Finalmente, en China, las divisiones dentro de la burguesía también se están volviendo más manifiestas, en particular entre la facción en torno a Xi Jinping, a favor de un fortalecimiento del control estatal central sobre toda la economía, y rivales más apegados a las posibilidades de desarrollo del capital privado y la inversión extranjera. Si bien el gobierno de la facción de Xi parecía inexpugnable durante el Congreso del Partido de octubre de 2022, su manejo desastroso de la crisis del Covid, el empeoramiento de la crisis económica y los graves dilemas creados por la guerra en Ucrania expusieron las debilidades de la clase dominante china, abrumada por un rígido aparato estalinista que no tiene los medios para adaptarse a los grandes problemas sociales y económicos.
Sin embargo, estas divisiones no ponen fin a capacidad de la clase dominante de volver los efectos de la descomposición en contra de la clase trabajadora, o, frente a la creciente lucha de clases, de dejar temporalmente de lado sus divisiones para enfrentar a su enemigo mortal. E incluso cuando la burguesía es incapaz de controlar sus divisiones internas, la clase obrera está constantemente amenazada por el peligro de ser movilizada detrás de las facciones rivales de su enemigo de clase.
El resurgimiento de la combatividad obrera en un cierto número de países es un acontecimiento histórico importante que no resulta sólo de circunstancias locales y no puede explicarse por condiciones puramente nacionales.
En el origen de este resurgimiento, las luchas que se han estado desarrollando en Gran Bretaña desde el verano de 2022 tienen un significado que va más allá del contexto únicamente británico; la reacción de los trabajadores en Gran Bretaña arroja luz sobre lo que están ocurriendo en otros lugares y da un significado nuevo y especial en la situación. El hecho de que las luchas actuales hayan sido iniciadas por una fracción del proletariado que más ha sufrido con el repliegue general de la lucha de clases desde fines de la década de 1980 es profundamente significativo: así como la derrota en Gran Bretaña en 1985 anunció el reflujo general de fines de la década de 1980, el regreso de las huelgas y la combatividad obrera en Gran Bretaña revelan la existencia de una corriente profunda dentro del proletariado del mundo entero. Ante el recrudecimiento de la crisis económica mundial, la clase obrera comienza a desarrollar su respuesta al inexorable deterioro de las condiciones de vida y de trabajo en un mismo movimiento internacional. Y este análisis también es válido con respecto a las movilizaciones masivas durante tres meses de la clase obrera en Francia ante el ataque del gobierno a las pensiones. Desde hace varias décadas, los trabajadores de este país se encuentran entre los más combativos del mundo, pero sus movilizaciones a principios de 2023 no constituyen una simple continuación de las importantes luchas del período anterior; la amplitud de estas movilizaciones se explica también, y fundamentalmente, por el hecho de que forman parte de una combatividad que anima al proletariado de muchos países.
Las luchas obreras actuales en Europa confirman que la clase obrera no ha sido derrotada y conserva su potencial. El hecho de que los sindicatos controlen estos movimientos sin ser cuestionados no debe minimizar o relativizar su importancia. Por el contrario, la actitud de la clase dominante, que se ha estado preparando durante mucho tiempo para la perspectiva de un resurgimiento de las luchas obreras, atestigua su potencial: los sindicatos han estado listos de antemano para adoptar una posición “combatiente” y para ponerse ellos mismos a la cabeza del movimiento para desempeñar plenamente su papel como guardianes del orden capitalista.
Impulsados por una nueva generación de trabajadores, la escala y la simultaneidad de estos movimientos dan testimonio de un verdadero cambio de estado de ánimo en la clase y rompen con la pasividad y la desorientación que prevalecía a fines de la década de 1980 hasta hoy.
Ante el calvario de la guerra, no era posible esperar una respuesta directa de la clase obrera. La historia muestra que la clase obrera no se moviliza directamente contra la guerra sino contra sus efectos sobre la vida en la retaguardia. La rareza de las movilizaciones pacifistas organizadas por la burguesía no significa que el proletariado se adhiera a la guerra, solo muestra la efectividad de la campaña por “la defensa de Ucrania contra el agresor ruso”. Sin embargo, no se trata solo de una falta de adherencia pasiva. La clase obrera de los países centrales no sólo no está todavía dispuesta a aceptar el sacrificio supremo de la muerte, sino que rechaza el sacrificio de las condiciones de vida y de trabajo que exige la guerra.
Las luchas actuales son precisamente la respuesta obrera a este nivel; son la única respuesta posible y contienen las premisas del futuro, pero al mismo tiempo muestran que la clase obrera aún no es capaz de hacer la conexión entre la guerra y el deterioro de sus condiciones.
La CCI siempre ha insistido en que, a pesar de los golpes a la conciencia de clase, a pesar de su reflujo en las últimas décadas:
- el proletariado de los países centrales ha conservado enormes reservas de combatividad que no han sido puestas a prueba decisivamente hasta ahora;
- el desarrollo de una resistencia abierta a los ataques del capital constituye más que nunca, en la situación actual, la condición más crucial para que el proletariado redescubra su identidad de clase como punto de partida para una evolución más general de la conciencia de clase.
Hasta ahora, las expresiones de combatividad que han surgido parecen haber tenido “muy poco eco en el resto de la clase: el fenómeno de las luchas en un país que ‘responden’ a movimientos en otros lugares parece ser casi inexistente. Para la clase en general, la naturaleza fragmentada e inconexa de las luchas hace poco, al menos en apariencia, para fortalecer o más bien restaurar la confianza en sí mismo del proletariado, su conciencia de ser una fuerza distinta en la sociedad, una clase internacional que tiene el potencial para desafiar el orden existente”6.
Hoy, la combinación de un retorno de la combatividad obrera y el agravamiento de la crisis económica mundial (respecto a 1968 o 2008) que no perdonará a ninguna parte del proletariado y los golpeará a todos simultáneamente, está cambiando objetivamente las bases de la lucha de clases.
La profundización de la crisis y la intensificación de la economía de guerra solo pueden continuar a escala global y en todas partes esto solo puede generar una combatividad creciente. La inflación jugará un papel especial en este desarrollo de la combatividad y la conciencia. Al golpear a todos los países, a toda la clase obrera, la inflación empuja al proletariado a la lucha. Al no ser un ataque que la burguesía pueda preparar y posiblemente retirar, sino un producto del capitalismo implica una lucha y una reflexión más profunda.
La reanudación de las luchas confirma la posición de la CCI según la cual la crisis sigue siendo el mejor aliado del proletariado: “El inexorable agravamiento de la crisis capitalista constituye el estímulo esencial para la lucha de clases y el desarrollo de la conciencia, la condición previa para su capacidad de resistir el veneno destilado por la podredumbre social. Porque si las luchas parciales contra los efectos de la descomposición no tienen base para la unificación de la clase, su lucha contra los efectos directos de la crisis constituye sin embargo la base para el desarrollo de su fuerza y su unidad de clase”. (Tesis sobre descomposición [40], Revista International 107). Este desarrollo de luchas no es una efímera llamarada, sino que tiene futuro. Indica un proceso de renacimiento de la clase después de años de reflujo, y contiene el potencial para la recuperación de la identidad de clase, de la clase recuperando la conciencia de lo que es, del poder que tiene cuando entra en lucha.
Todo indica que este movimiento de clase, nacido en Europa, puede durar mucho tiempo y se repetirá en otras partes del mundo. Se abre una nueva situación para la lucha de clases.
Ante el peligro de destrucción que encierra la descomposición del capitalismo, estas luchas muestran que la perspectiva histórica permanece totalmente abierta: “Estos primeros pasos serán muchas veces vacilantes y llenos de debilidades, pero son esenciales para que la clase obrera pueda reafirmar su capacidad histórica para imponer su perspectiva comunista, por lo que los dos polos alternativos de la perspectiva se enfrentarán globalmente: la destrucción de la humanidad o la revolución comunista, aunque esta última alternativa sea todavía muy lejana y tropiece con enormes obstáculos.”7
Aunque el propio contexto de descomposición representa un obstáculo para el desarrollo de las luchas y la recuperación de la confianza del proletariado, aunque la descomposición ha avanzado espantosamente, aunque el tiempo ya no está de su lado, la clase ha logrado retomar la lucha. El período reciente ha confirmado sorprendentemente nuestra predicción en la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso Internacional: - “Como ya hemos recordado, la fase de descomposición encierra el peligro de que el proletariado simplemente no responda y sea asfixiado durante un largo período, una ‘muerte por mil golpes’ en lugar de un choque de clases frontal. Sin embargo, afirmamos que todavía hay suficiente evidencia para mostrar que, a pesar del innegable avance de la descomposición, a pesar de que el tiempo ya no está del lado de la clase obrera, el potencial para un profundo renacimiento proletario - que conduzca a una reunificación entre las dimensiones económicas y políticas de la lucha de clases- no ha desaparecido”8
La lucha en sí es la primera victoria del proletariado, revelando en particular:
- El camino para recuperar la identidad de clase. Si bien la frágil reaparición de la lucha de clases (EE.UU. 2018, Francia 2019) estuvo bloqueada en gran medida por la pandemia y los confinamientos, estos eventos revelaron la condición de la clase trabajadora, como principal víctima de la crisis sanitaria pero también como fuente de todo trabajo y de toda producción material de bienes esenciales. Los trabajadores ahora están inmersos en una experiencia colectiva de lucha en la que se busca la unidad y el inicio de la solidaridad entre los diferentes sectores de la clase, entre los “cuellos azules” y los “cuellos blancos”, como entre las generaciones. El sentimiento de estar todos en el mismo barco permitirá que la clase obrera se reconozca como una fuerza social unida por las mismas condiciones de explotación. La recuperación de la identidad de clase del proletariado comprende una dimensión inseparable de estos primeros pasos en el reconocimiento de sí mismo y de sus fuerzas; incluido también la identificación de su antagonismo de clase, más allá de tal o cual patrón o gobierno. Esta reanudación del enfrentamiento entre clases crea las condiciones para una perspectiva de politización más consciente de la lucha, un proceso largo y tortuoso que recién comienza.
- Una progresión de la maduración subterránea de la conciencia, que se ha desarrollado durante un período bastante largo y en diferentes niveles: en los estratos más amplios de la clase, la maduración subterránea toma primero la forma de una pérdida de ilusión en la capacidad del capitalismo para ofrecer un futuro, una conciencia que la situación solo puede empeorar, que toda la dinámica del capitalismo está empujando a la sociedad contra la pared y, sobre todo, una profunda revuelta contra las condiciones de explotación, resumida en la consigna “ya basta”. En un sector más pequeño de la clase, hay una reflexión sobre las luchas pasadas y una búsqueda de lecciones sobre cómo fortalecer la lucha, para crear una relación de fuerzas contra el Estado. Finalmente, “en una fracción de la clase, aún más limitada en tamaño, pero destinada a crecer con el avance de la lucha, esto toma la forma de una defensa explícita del programa comunista, y por tanto de reagrupamiento en una vanguardia marxista organizada.”9 Esto se materializa con la aparición de minorías interesadas en las posiciones políticas de la izquierda comunista.
Es la pérdida paulatina de la identidad de clase lo que permitió a la burguesía esterilizar o recuperar los dos grandes momentos de lucha proletaria desde los años 80 (el movimiento contra el Contrato de Primer Empleo en Francia en 2006 y los Indignados en España en 2011), porque los protagonistas fueron privados de esta base crucial para el desarrollo más general de la conciencia10. Hoy, la tendencia hacia la recuperación de la identidad de clase y la evolución de la maduración subterránea expresan el cambio más importante a nivel subjetivo, revelando el potencial para el desarrollo futuro de la lucha proletaria. Porque significa la conciencia de formar una clase unida por intereses comunes, opuestos a los de la burguesía, porque significa la “constitución del proletariado como clase” (Manifiesto), la identidad de clase es parte inseparable de la conciencia de clase, para la afirmación del ser revolucionario consciente del proletariado. Sin ella, no hay posibilidad de que la clase se relacione con su historia para extraer lecciones de las batallas pasadas y así participar en sus luchas presentes y futuras. La identidad de clase y la conciencia de clase sólo pueden fortalecerse mediante el desarrollo de la lucha autónoma de la clase en su propio terreno.
El despertar de la combatividad de clase y la maduración subterránea de la conciencia exigen que los sindicatos, estos órganos estatales especializados en el encuadramiento de las luchas obreras, y las organizaciones políticas izquierdistas, falsos amigos burgueses de la clase obrera, se coloquen en primera línea contra la lucha de clases.
La eficacia actual del control sindical se basa en las debilidades resultantes de la descomposición, debilidades explotadas políticamente por la burguesía, y del repliegue de conciencia que se prolonga desde hace varias décadas y que ha desembocado en el “retorno con fuerza de los sindicatos” y el fortalecimiento de “la ideología reformista sobre las luchas del próximo período, facilitan mucho el trabajo de los sindicatos” (Tesis sobre la crisis económica y política en la URSS y en los países del Este [43]11).
En particular, el peso de la atomización, la falta de perspectiva, la debilidad de la identidad de clase, la pérdida de adquisiciones y lecciones de los enfrentamientos con los sindicatos en el pasado están en el origen de la influencia extremadamente importante del corporativismo. Esta debilidad permite que los sindicatos mantengan una poderosa influencia sobre la clase.
Aunque todavía no se ven amenazados por un cuestionamiento de este control de la lucha, los sindicatos se han visto obligados a adaptarse a las luchas actuales, a hacer mejor su habitual labor de división, utilizando un lenguaje más “combativo” más “obrero”, presentándose como los artífices de la unidad de clase, solo para sabotearla mejor.
Al mismo tiempo, las diversas organizaciones izquierdistas (y la izquierda en general) trabajan dentro y fuera de los sindicatos y les brindan un poderoso apoyo. Defensores de las más sofisticadas mistificaciones antiobreras bajo un disfraz radical, también tienen la función de capturar minorías en busca de posiciones de clase.
La constante defensa de la “democracia” y de los intereses del “pueblo” pretende ocultar la existencia de antagonismos de clase, alimentar la mentira del Estado de bienestar y atacar la identidad de la clase proletaria, reduciendo a la clase obrera a una masa de ciudadanos o a “sectores” de actividad separados por intereses particulares.
Frente a los movimientos de las clases no explotadoras o de la pequeña burguesía pulverizada por la crisis económica, el proletariado debe desconfiar de las revueltas “populares” o luchas interclasistas que ahogan sus propios intereses en la suma indiferenciada de los intereses del “pueblo”. Debe colocarse resueltamente sobre el terreno de la defensa de sus propias reivindicaciones y de su autonomía de clase, condición para el desarrollo de su fuerza y de su combate.
También debe rechazar las trampas tendidas por la burguesía en torno a las luchas sectoriales (para salvar el medio ambiente, contra la opresión racial, el feminismo, etc.) que la desvían de su propio terreno de clase. Una de las armas más eficaces de la clase dominante es su capacidad para volver contra él los efectos de la descomposición y alentar las ideologías descompuestas de la pequeña burguesía. En el terreno de la descomposición, la irracionalidad, el nihilismo y el “no-futuro” proliferan todo tipo de corrientes ideológicas. Su papel central es hacer de cada aspecto repugnante del sistema capitalista decadente un motivo específico de lucha, asumido por diferentes categorías de la población o, a veces, por el “pueblo”, pero siempre separado de un verdadero cuestionamiento del sistema en su conjunto.
Todas estas ideologías (ecologistas, “wokismo”, antirracistas, etc.) que niegan la lucha de clases, o que, como las que abogan por la “interseccionalidad”, ponen la lucha de clases al mismo nivel que la lucha contra el racismo o el machismo, representan un peligro para la clase, en particular para la joven generación de trabajadores sin experiencia que están profundamente indignados por el estado de la sociedad. En este nivel, estas ideologías se complementan con la panoplia de izquierdistas y modernistas (“comunizadores”12) cuyo papel es esterilizar los esfuerzos del proletariado por desarrollar la conciencia de clase y desviar a los trabajadores de la lucha de clases.
Si la lucha de clases es por naturaleza internacional, la clase obrera es al mismo tiempo una clase heterogénea que debe forjar su unidad a través de su lucha. En este proceso, es el proletariado de los países centrales el que tiene la responsabilidad de abrir la puerta de la revolución al proletariado mundial.
En países como China, India, etc., si bien la clase obrera se ha mostrado muy combativa y a pesar de su importancia cuantitativa, estas fracciones del proletariado, por su falta de experiencia histórica, son particularmente vulnerables a las trampas y mistificaciones de la clase dominante. Sus luchas son fácilmente reducidas a la impotencia o se desvían hacia callejones sin salida burgueses (llamadas a más democracia, libertad, igualdad, etc.) o incluso se diluyen por completo en movimientos interclasistas dominados por otros estratos sociales. Como mostró la Primavera Árabe de 2011: la lucha muy real de los trabajadores en Egipto se diluyó rápidamente en el “pueblo”, luego arrastrado detrás de las facciones de la clase dominante hacia el terreno burgués de “más democracia”. O nuevamente, el inmenso movimiento de protesta en Irán, donde, en ausencia de una clara perspectiva revolucionaria defendida por las fracciones más experimentadas del proletariado mundial en Europa Occidental, las muchas luchas obreras en el país solo pueden ahogarse en el movimiento popular y desviados de su terreno de clase tras la consigna de los derechos de la mujer.
En Estados Unidos, aunque marcado por debilidades ligadas al hecho de que la clase de este país no se ha enfrentado directamente a la contrarrevolución y que no tiene una tradición revolucionaria profunda, el proletariado de la primera potencia mundial, a pesar de los numerosos obstáculos generados por la descomposición de la que Estados Unidos (el peso de las divisiones raciales y del populismo, todo el ambiente de cuasi guerra civil entre populistas y demócratas, el impasse de los movimientos que trabajan en terreno burgués como Black Lives Matter) muestra la capacidad de desarrollar sus luchas (durante la pandemia, durante el "Striketober" en 2021) en su terreno de clase. El proletariado estadounidense muestra, en una situación política muy difícil, que empieza a responder a los efectos de la crisis económica.
La clave del futuro revolucionario del proletariado permanece en manos de su fracción en los países centrales del capitalismo. Sólo el proletariado de los viejos centros industriales de Europa Occidental constituye el punto de partida de la futura revolución mundial:
- Porque es sede de la más importante experiencia revolucionaria de la clase obrera desde las primeras batallas de 1848 hasta la revolución en Alemania de 1918-19 pasando por la Comuna de París de 1871;
- Porque ha sido más endurecido por la confrontación con las mistificaciones burguesas más sofisticadas de la democracia, las elecciones y los sindicatos.
- Porque también se enfrentó a la contrarrevolución en las diferentes formas que tomó la dictadura de la clase dominante: democracia burguesa, estalinismo y fascismo.
- Porque la cuestión de la internacionalización de la lucha de clases se plantea inmediatamente por la proximidad de las naciones más poderosas de Europa;
- Porque allí están presentes los grupos políticos de la izquierda comunista, aunque todavía muy minoritarios y débiles.
Ante el enfrentamiento creciente entre los dos polos de la alternativa - destrucción de la humanidad o revolución comunista - las organizaciones revolucionarias de la izquierda comunista, y la CCI en particular, tienen un papel insustituible que desempeñar en el desarrollo de la conciencia de clase, y deben dedicar sus energías al trabajo permanente de profundización teórica, a proponer un análisis claro de la situación mundial, y a intervenir en las luchas de nuestra clase para defender la necesidad de la autonomía, la autoorganización y la unificación de la clase, y el desarrollo de la perspectiva revolucionaria.
Este trabajo solo puede hacerse sobre la base de una construcción organizativa paciente, sentando las bases para el partido mundial del mañana. Todas estas tareas requieren una lucha militante contra todas las influencias de la ideología burguesa y pequeñoburguesa en el medio de la izquierda comunista y de la misma CCI. En la coyuntura actual, los grupos comunistas de izquierda están confrontados el peligro de una verdadera crisis: salvo contadas excepciones, no han podido unirse en defensa del internacionalismo ante la guerra imperialista en Ucrania y están cada vez más abiertos a la penetración del oportunismo y el parasitismo. La adhesión rigurosa al método marxista y a los principios proletarios es la única respuesta a estos peligros.
Mayo-2023
1 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
2 Ver TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [30]
3 Militarismo y descomposición | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [45], ver actualización en Militarismo y descomposición (mayo de 2022) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [46]
4 XVIIº Congreso internacional - Resolución sobre la situación internacional | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [47]
5 Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [48]
6 El concepto de curso histórico en el movimiento revolucionario | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [49]
7 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
8 Resolución sobre la situación internacional (2021) [50]
9 Respuesta a la CWO: sobre la maduración subterránea de la conciencia de clase [51]; Revista Internacional 43
10 Sobre estas experiencias ver Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [52], 2011: de la indignación a la esperanza | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [53] y Un balance crítico del movimiento de indignados (2011) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [54]
11 Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [55], ver también Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [56]
12 Ver Críticas a los llamados “comunistizadores”. (I): Introducción a la serie | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [57] y Crítica de los llamados “comunistizadores” (II) Del izquierdismo al modernismo: las desventuras de la “tendencia Bérard” | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [58]
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En mayo de 1990, la CCI adoptó las tesis tituladas “La descomposición, fase última de la decadencia capitalista”1, que presentaban nuestro análisis global de la situación mundial en el momento y tras el hundimiento del bloque imperialista del Este a finales de 1989. La idea central de estas tesis era, como indica su título, que la decadencia del modo de producción capitalista, que había comenzado en la Primera Guerra Mundial, había entrado en una nueva fase de su evolución, dominada por la descomposición general de la sociedad. En su 22º Congreso, en 2017, al adoptar un texto titulado “Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017)”2, nuestra organización consideró necesario actualizar el documento de 1990, para “confrontar los puntos esenciales de las tesis con la situación actual: en qué medida los aspectos planteados se han verificado, o incluso ampliado, o se han contradicho o necesitan ser completados”. Este segundo documento, redactado 27 años después del primero, demostró que el análisis adoptado en 1990 se había confirmado ampliamente. Al mismo tiempo, este texto de 2017 abordaba aspectos de la situación mundial que no figuraban en el documento de 1990, pero que complementaban el panorama que presentaba, y que habían adquirido una importancia capital: la explosión del flujo de refugiados que huyen de la guerra, el hambre, las persecuciones y también el auge del populismo xenófobo, que tiene un impacto creciente en la vida política de la clase dominante.
Hoy, la CCI considera necesario actualizar los textos de 1990 y 2017, no un cuarto de siglo después de estos últimos, sino sólo 6 años después, porque durante el último periodo hemos asistido a una aceleración y amplificación espectaculares de las manifestaciones de esta descomposición general de la sociedad capitalista.
Este cambio catastrófico y acelerado del estado del mundo no ha escapado a la atención de los principales dirigentes políticos y económicos del planeta. En el “Global Risks Report” (GRR), basado en los análisis de una multitud de “expertos” (1,200 en 2022) y presentado cada año en el foro de Davos (Foro Económico Mundial - FEM), que reúne a estos dirigentes, leemos: “Los primeros años de esta década han anunciado un periodo particularmente agitado en la historia de la humanidad. La vuelta a una ‘nueva normalidad’ después de la pandemia del COVID-19 se vio rápidamente socavada por el estallido de la guerra en Ucrania, dando paso a una nueva serie de crisis alimentarias y energéticas, que desencadenaron problemas que décadas de progreso habían intentado resolver.
Ahora, a principios de 2023, el mundo se enfrenta a una serie de riesgos que son a la vez completamente nuevos e inquietantemente familiares. Hemos asistido al regreso de ‘viejos’ riesgos –inflación, crisis del costo de la vida, guerras comerciales, salidas de capitales de los mercados emergentes, malestar social generalizado, enfrentamientos geopolíticos y el espectro de la guerra nuclear– que pocos líderes empresariales y responsables públicos de esta generación han conocido. Estos fenómenos se ven amplificados por acontecimientos relativamente nuevos en el panorama mundial del riesgo, como niveles insostenibles de deuda; una nueva era de bajo crecimiento, reducción de la inversión mundial y desglobalización; un declive del desarrollo humano tras décadas de progreso; el desarrollo rápido y sin restricciones de tecnologías de doble uso (civil y militar); y la creciente presión de los impactos y las ambiciones ligadas al cambio climático en una ventana de oportunidad cada vez más pequeña para la transición a un mundo de +1.5°C. Todos estos elementos convergen para dar forma a una década única, incierta y problemática”. (Principales conclusiones: algunos extractos3)
En general, tanto en las declaraciones gubernamentales como en las grandes medias, la clase dirigente intenta restar importancia a las conclusiones sobre la extrema gravedad de la situación mundial. Pero cuando reúne a los principales líderes mundiales, o habla consigo misma, como en el Foro anual de Davos, no puede evitar ser algo lúcida. También es significativo que las alarmantes conclusiones contenidas en este informe hayan tenido muy poco eco en los grandes medios de comunicación, cuya vocación fundamental no es informar honestamente a la población, y en particular a los explotados, sino actuar como agencias de propaganda destinadas a hacerles aceptar una situación cada vez más catastrófica, a ocultarles la completa bancarrota histórica del modo de producción capitalista.
De hecho, las conclusiones contenidas en el informe presentado en el Foro de Davos en enero de 2023 coinciden en gran medida con el texto adoptado por la CCI en octubre de 2022 titulado “La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad”4. En realidad, el análisis de la CCI no precedió al de los “expertos” más informados de la clase dominante por unos meses, sino por varias décadas, ya que las conclusiones expuestas en nuestro documento de octubre de 2022 no son más que una sorprendente confirmación de las previsiones que ya habíamos adelantado a finales de los años 80, en particular en nuestras “Tesis sobre la descomposición”. El hecho de que los comunistas tengan clara ventaja sobre los “expertos” burgueses en la previsión de las grandes tendencias catastróficas que actúan en el mundo capitalista no es sorprendente: por regla general, la clase dominante sólo puede, ocultarse a sí misma y a la clase que explota y que es la única que puede aportar una solución a las contradicciones que socavan la sociedad, el proletariado, una realidad fundamental: el modo de producción capitalista no es más eterno que los modos de producción que lo precedieron. Como los modos de producción del pasado, está destinado a ser sustituido, si no destruye antes a la humanidad, por otro modo de producción superior que corresponda al desarrollo de las fuerzas productivas que ha hecho posible en un momento de su historia. Un modo de producción que suprimirá las relaciones mercantiles que son el corazón de la crisis histórica del capitalismo, donde ya no habrá lugar para una clase privilegiada que viva de la explotación de los productores. Precisamente porque no puede prever su propia desaparición, la clase burguesa es incapaz, por regla general, de mirar con lucidez las contradicciones que están llevando a la sociedad que gobierna a su ruina.
En el Postfacio de la 2ª edición de El Capital en alemán, Marx escribió: “El movimiento contradictorio de la sociedad capitalista se le revela al burgués práctico, de la manera más contundente, durante las vicisitudes del ciclo periódico que recorre la industria moderna y en su punto culminante: la crisis general. Esta crisis nuevamente se aproxima, aunque aún se halle en sus prolegómenos, y por la universalidad de su escenario y la intensidad de sus efectos, atiborrará de dialéctica hasta a los afortunados advenedizos del nuevo Sacro Imperio prusiano-germánico.”
En el mismo momento en que la CCI adoptaba las tesis de la descomposición anunciando la entrada del capitalismo en una nueva fase, la fase última, de su decadencia, marcada por una agravación cualitativa de las contradicciones de este sistema y una descomposición general de la sociedad, los “burgueses prácticos”, en particular en la persona del presidente Bush padre, se extasiaban ante la gloriosa nueva perspectiva inaugurada a sus ojos por el derrumbe de los regímenes estalinistas y del bloque “soviético”, una era de “paz” y de “prosperidad”. Hoy, confrontado al “movimiento contradictorio de la sociedad capitalista”, en forma no de crisis cíclica como las del siglo XIX sino de crisis permanente e insoluble de su economía que engendra crecientes trastornos y caos sociales, este mismo “burgués práctico” se ve obligado a dejar entrar un poco de “dialéctica” en su cabeza.
Es por esta razón que la actualización de nuestras tesis sobre la descomposición se basará en gran medida en los análisis y previsiones contenidos en el “Global Risks Report” de 2023 (Informe sobre los Riesgos Mundiales 2023), así como en nuestro texto de octubre de 2022, que confirma en muchos aspectos. Una confirmación proporcionada por los miembros más lúcidos de la clase dominante, en realidad una verdadera admisión de la bancarrota histórica de su sistema. La utilización de datos y análisis proporcionados por la clase enemiga no es una “innovación” de la CCI. De hecho, los revolucionarios no disponen generalmente de los medios para recoger los datos y las estadísticas que el aparato estatal y administrativo de la burguesía reúne para sus propias necesidades en la gestión de la sociedad. Fue basando su estudio sobre “La situación de la clase obrera en Inglaterra” en parte en este tipo de datos, obviamente con una mirada crítica. Y Marx, sobre todo en El Capital, utiliza a menudo los “libros azules” de las investigaciones parlamentarias británicas. Con respecto a los análisis y previsiones elaborados por los “expertos” burgueses, hay que ser aún más crítico que con los datos fácticos, sobre todo cuando corresponden a la propaganda destinada a “demostrar” que el capitalismo es el mejor o el único sistema capaz de garantizar el progreso y el bienestar humanos. Sin embargo, cuando estos análisis y previsiones subrayan el callejón sin salida catastrófico en el que se encuentra este sistema, que evidentemente no corresponde a su apología, es útil e importante apoyarse en ellos para respaldar y reforzar nuestros propios análisis y previsiones.
En el texto aprobado en octubre de 2022, leemos: “Los años 20 del siglo XXI se perfilan como uno de los periodos más convulsos de la historia y ya acumulan catástrofes y sufrimientos indescriptibles. Comenzó con la pandemia del Covid-19 (que aún continúa) y una guerra en el corazón de Europa, que ya dura más de 9 meses y cuyo desenlace nadie puede predecir. El capitalismo ha entrado en una fase de graves turbulencias a todos los niveles. Detrás de esta acumulación y entrecruzamiento de convulsiones se cierne la amenaza de la destrucción de la humanidad. (...)
Con la irrupción fulgurante de la pandemia de Covid, hemos puesto de relieve la existencia de cuatro características de la fase de descomposición:
- La gravedad creciente de sus efectos (...)
- La irrupción de los efectos de la descomposición en la economía (...)
- La creciente interacción de sus efectos, que agrava las contradicciones del capitalismo hasta un grado nunca visto (...)
- La creciente presencia de sus efectos en los países centrales (...)
El año 2022 fue una ilustración sorprendente de estas cuatro características:
- El estallido de la guerra en Ucrania.
- La aparición de oleadas de refugiados sin precedentes.
- La continuación de la pandemia con los sistemas sanitarios al borde de la quiebra.
- Una creciente pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político, del que la crisis en el Reino Unido fue una manifestación espectacular.
- Una crisis agrícola que provocó la escasez de muchos productos alimentarios en un contexto de sobreproducción generalizada, un fenómeno relativamente nuevo en más de un siglo de decadencia.
- Hambrunas aterradoras en muchos países.
Sin embargo, la agregación e interacción de fenómenos destructivos da lugar a un “efecto vórtice” que concentra, cataliza y multiplica cada uno de sus efectos parciales, provocando una devastación aún más destructiva. (...) Este “efecto torbellino” representa un cambio cualitativo cuyas consecuencias serán cada vez más evidentes en el periodo que se avecina.
En este contexto, es importante subrayar el papel motor de la guerra como acción deliberada y planificada por los Estados capitalistas, convirtiéndose en el factor más poderoso y grave de caos y destrucción. De hecho, la guerra en Ucrania ha tenido un efecto multiplicador de los factores de barbarie y destrucción (...)
En este contexto, debemos comprender en toda su gravedad la expansión de la crisis medioambiental, que está alcanzando niveles sin precedentes:
- Una ola de calor estival, la peor desde 1961, con la perspectiva de que se convierta en permanente.
- Una sequía sin precedentes, la peor en 500 años según los expertos, que afecta incluso a ríos como el Támesis, el Rin y el Po, habitualmente caudalosos.
- Incendios devastadores, también los peores en décadas.
- Inundaciones incontrolables como las de Pakistán, que han afectado a un tercio de la superficie del país (además de Tailandia).
- El riesgo de que la capa de hielo se derrumbe como consecuencia del deshielo de glaciares del tamaño del Reino Unido, con consecuencias catastróficas”.
Las conclusiones de los “expertos” del FEM no son diferentes:
“La próxima década se caracterizará por crisis medioambientales y sociales, alimentadas por tendencias geopolíticas y económicas subyacentes. La ‘crisis del costo de la vida’ se clasifica como el riesgo mundial más grave para los próximos dos años, con un pico a corto plazo. La ‘pérdida de biodiversidad y colapso de los ecosistemas’ se considera uno de los riesgos mundiales que más rápidamente se deteriorarán en la próxima década, y los seis riesgos medioambientales figuran entre los diez principales riesgos para los próximos diez años. Nueve riesgos figuran entre los diez principales a corto y largo plazo, entre ellos ‘Enfrentamiento geoeconómico’ y ‘Erosión de la cohesión social y polarización de la sociedad’, así como dos recién llegados a la clasificación: ‘Ciberdelincuencia y ciberseguridad generalizadas’ y ‘Migración involuntaria a gran escala’.
Los gobiernos y los bancos centrales podrían enfrentarse a presiones inflacionistas persistentes en los próximos dos años, como la posibilidad de una guerra prolongada en Ucrania, la persistencia de cuellos de botella debidos a una pandemia persistente y una guerra económica que provoque la disociación de las cadenas de suministro. También existen importantes riesgos a la baja para las perspectivas económicas. Un desequilibrio entre las políticas monetaria y fiscal aumentará la probabilidad de que se produzcan perturbaciones de liquidez, señal de una desaceleración económica más prolongada y de un sobreendeudamiento mundial. La continuación de la inflación por el lado de la oferta podría conducir a la estanflación, con consecuencias socioeconómicas potencialmente graves, dada la interacción sin precedentes con niveles históricamente altos de deuda pública. La fragmentación de la economía mundial, las tensiones geopolíticas y una reestructuración más difícil podrían contribuir a un sobreendeudamiento generalizado en los próximos diez años. (...)
La guerra económica se está convirtiendo en la norma, con crecientes enfrentamientos entre potencias mundiales y la intervención estatal en los mercados durante los próximos dos años. Las políticas económicas se utilizarán de forma defensiva, para reforzar la autosuficiencia y la soberanía frente a potencias rivales, pero también se desplegarán cada vez más de forma ofensiva para limitar el ascenso de otras. La militarización geoeconómica intensiva pondrá de relieve las vulnerabilidades en materia de seguridad que plantea la interdependencia comercial, financiera y tecnológica entre economías integradas globalmente, con el riesgo de una escalada del ciclo de desconfianza y desacoplamiento.
Los encuestados del GRPS esperan que los enfrentamientos interestatales sigan siendo en gran medida de naturaleza económica durante los próximos 10 años. Sin embargo, el reciente aumento del gasto militar y la proliferación de nuevas tecnologías entre un mayor número de actores podrían dar lugar a una carrera armamentística mundial en el ámbito de las tecnologías emergentes. El panorama del riesgo mundial a más largo plazo podría definirse por conflictos multidominio y guerras asimétricas, con el despliegue selectivo de armas de nueva tecnología a una escala potencialmente más destructiva que la que se ha visto en las últimas décadas.
La imbricación cada vez mayor de la tecnología en el funcionamiento crítico de las sociedades expone a las personas a amenazas internas directas, incluidas las que pretenden perturbar el funcionamiento de la sociedad. A medida que aumente la ciberdelincuencia, serán más frecuentes los intentos de perturbar recursos y servicios tecnológicos esenciales, con ataques previstos contra la agricultura y el agua, los sistemas financieros, la seguridad pública, el transporte, la energía y las infraestructuras de comunicaciones nacionales, espaciales y submarinas.
La destrucción de la naturaleza y el cambio climático están intrínsecamente relacionados: un fallo en un área tendrá un efecto cascada en la otra. Si no se producen cambios políticos o inversiones significativas, la interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales acelerará el colapso de los ecosistemas, amenazará el suministro de alimentos y los medios de subsistencia en las economías vulnerables al clima, amplificará los efectos de las catástrofes naturales y limitará los avances en la mitigación del cambio climático.
La profundización de las crisis está ampliando su impacto en las sociedades, afectando a los medios de subsistencia de una franja mucho más amplia de la población y desestabilizando más economías mundiales que las comunidades tradicionalmente vulnerables y los Estados frágiles. A partir de los riesgos más graves previstos para 2023 -en particular la ‘crisis del suministro energético’, el ‘aumento de la inflación’ y la ‘crisis del suministro alimentario’- ya se está dejando sentir una crisis mundial del costo de la vida (...).
El malestar social y la inestabilidad política resultantes no se limitarán a los mercados emergentes, ya que las presiones económicas siguen drenando la franja de ingresos medios. La creciente frustración de los ciudadanos ante la pérdida de desarrollo humano y la disminución de la movilidad social, así como la brecha cada vez mayor en materia de valores e igualdad, plantean un desafío existencial a los sistemas políticos de todo el mundo. La elección de líderes menos centristas y la polarización política entre las superpotencias económicas durante los próximos dos años también podrían reducir aún más el espacio para la resolución colectiva de problemas, fracturando alianzas y dando lugar a dinámicas más volátiles.
Con la reducción de la financiación del sector público y las preocupaciones de seguridad en pugna, nuestra capacidad para absorber la próxima conmoción mundial está disminuyendo. En la próxima década, menos países dispondrán de espacio fiscal para invertir en crecimiento futuro, tecnologías verdes, educación, sanidad y sistemas sanitarios.
Los choques simultáneos, los riesgos profundamente interconectados y la erosión de la resiliencia dan lugar al riesgo de policrisis, donde crisis dispares interactúan de tal manera que el impacto global supera con creces la suma de cada parte. La erosión de la cooperación geopolítica tendrá repercusiones en el panorama mundial de los riesgos a medio plazo, sobre todo al contribuir a una policrisis potencial de riesgos medioambientales, geopolíticos y socioeconómicos interrelacionados relacionados con la oferta y la demanda de recursos naturales. El informe describe cuatro futuros potenciales centrados en la escasez de alimentos, agua, metales y minerales, todos los cuales podrían desencadenar una crisis humanitaria y ecológica, desde guerras por el agua y hambrunas hasta la continua sobreexplotación de los recursos ecológicos y la ralentización de la mitigación y adaptación al cambio climático.” (Principales conclusiones: algunos extractos).
“La ‘nueva normalidad’ mundial es una vuelta a lo básico -alimentación, energía, seguridad- de los problemas que se suponía que nuestro mundo globalizado podía resolver. Estos riesgos se ven amplificados por el continuo riesgo sanitario y económico de una pandemia mundial, por la guerra en Europa y las sanciones que repercuten en una economía globalmente integrada, y por la escalada de la carrera armamentística tecnológica apuntalada por la competencia industrial y el aumento de la intervención estatal. Los cambios estructurales a más largo plazo en la dinámica geopolítica (...) coinciden con un panorama económico que cambia más rápidamente, allanando el camino para una era de bajo crecimiento, baja inversión y escasa cooperación y un posible declive del desarrollo humano tras décadas de progreso”. (1.1. Las crisis actuales, p.13).
“La combinación de fenómenos meteorológicos extremos y suministros limitados podría convertir la actual crisis del costo de la vida en un escenario catastrófico de hambre y angustia para millones de personas en países dependientes de las importaciones, o convertir la crisis energética en una crisis humanitaria en los mercados emergentes más pobres.
Se calcula que más de 800,000 hectáreas de tierras de cultivo han sido destruidas por las inundaciones en Pakistán, ... Las sequías y la escasez de agua previstas podrían reducir las cosechas y provocar la muerte del ganado en África oriental, septentrional y meridional, lo que agravaría la inseguridad alimentaria.
Las ‘choques graves o la volatilidad de los precios de los productos básicos’ es uno de los cinco principales riesgos para los próximos dos años en 47 países encuestados en el Estudio de Opinión Ejecutiva (EOS) del Foro, mientras que las “crisis graves de suministro de productos básicos” es un riesgo más localizado, como principal preocupación en 34 países, entre ellos Suiza, Corea del Sur, Singapur, Chile y Turquía. Los efectos catastróficos de la hambruna y la pérdida de vidas también pueden tener repercusiones más lejanas, al aumentar el riesgo de violencia generalizada y multiplicarse las migraciones involuntarias”. (Crisis del costo de la vida, p.15)
“Algunos países no serán capaces de contener futuros choques, invertir en crecimiento futuro y tecnologías verdes o construir resiliencia futura en educación, sanidad y sistemas ecológicos, con impactos exacerbados por los más poderosos y soportados desproporcionadamente por los más vulnerables”. (Recesión económica, p.17)
“Frente a las vulnerabilidades puestas de manifiesto por la pandemia y luego por la guerra, la política económica, sobre todo en las economías avanzadas, se orienta cada vez más hacia objetivos geopolíticos. Los países tratan de construir su 'autosuficiencia', apoyándose en las ayudas públicas, y de alcanzar la 'soberanía' frente a las potencias rivales (...).
Esto podría tener el efecto contrario al deseado, provocando una disminución de la resistencia y del crecimiento de la productividad y marcando el final de una era económica caracterizada por el abaratamiento y globalización de capitales, mano de obra y las materias primas.
Es probable que esto siga debilitando las alianzas existentes a medida que las naciones se replieguen sobre sí mismas”. (Confrontación geoeconómica, p.19)
“Hoy en día, los niveles atmosféricos de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han alcanzado su máximo. Las trayectorias de las emisiones hacen muy improbable que se cumplan las ambiciones mundiales de limitar el calentamiento a 1.5°C.
Los últimos acontecimientos han puesto de manifiesto una divergencia entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente conveniente.
Sin embargo, las tensiones geopolíticas y las presiones económicas ya han limitado -y en algunos casos invertido- los avances en la mitigación del cambio climático, al menos a corto plazo. Por ejemplo, la UE ha gastado al menos 50 mil millones de euros en crear y ampliar infraestructuras y suministros de combustibles fósiles, y algunos países han vuelto a poner en marcha centrales eléctricas de carbón.
La cruda realidad de 600 millones de personas en África sin acceso a la electricidad ilustra el fracaso a la hora de llevar el cambio a quienes lo necesitan y el continuo atractivo de las soluciones rápidas basadas en los combustibles fósiles, a pesar de los riesgos que entrañan.
El cambio climático también se convertirá cada vez más en un factor clave de las migraciones, y hay indicios de que ya ha contribuido a la aparición de grupos terroristas y conflictos en Asia, Oriente Medio y África”. (El hiato de la acción climática, p. 21)
Esta evaluación del estado del mundo actual incluye todos los elementos citados en nuestro texto de octubre de 2022, y a menudo con mayor detalle. En particular con las cuatro grandes características de la situación actual:
- La creciente gravedad de los efectos de la descomposición
- La irrupción de los efectos de la descomposición en la economía
- La creciente interacción de sus efectos, que agrava las contradicciones del capitalismo en una medida nunca vista.
- La creciente presencia de sus efectos en los países centrales (...)
están todos presentes en el documento del FEM, aunque con palabras y articulaciones ligeramente diferentes, y el impacto político de la descomposición en los países más avanzados se aborda en términos un tanto “tímidos”: no hay que molestar a los gobiernos y a las fuerzas políticas de estos países mencionando sus políticas cada vez más irracionales y caóticas.
En particular, el informe del Foro Económico Mundial hace hincapié en la creciente interacción de los efectos de la descomposición, que nosotros denominamos “efecto torbellino”. Para ello, introduce el término “policrisis”, ya utilizado en los años 90 por Edgar Morin, “filósofo” francés amigo de Castoriadis, mentor del grupo Socialisme ou Barbarie. El informe del FEM utiliza las siguientes definiciones de este término:
“Un problema se convierte en crisis cuando pone en tela de juicio nuestra capacidad para hacerle frente y, por tanto, amenaza nuestra identidad. En la policrisis, los choques son dispares, pero interactúan de tal manera que el conjunto es aún más abrumador que la suma de sus partes.
Otra explicación de la policrisis sería: cuando múltiples crisis en múltiples sistemas mundiales se enredan causalmente de tal manera que empeoran significativamente las perspectivas de la humanidad”.
Este “considerable deterioro de las perspectivas de la humanidad” se encuentra en el informe del FEM en el capítulo titulado “Riesgos mundiales 2033: las catástrofes del mañana”, un título que ya es indicativo del tono de estas perspectivas. Algunos de los subtítulos también son significativos: “Ecosistemas naturales: se ha superado el punto de no retorno”, “Salud humana: pandemias permanentes y retos crónicos de capacidades”, “Seguridad humana: nuevas armas, nuevos conflictos”.
Más concretamente, he aquí algunos ejemplos de cómo el informe del FEM desglosa estos temas:
“La biodiversidad dentro de los ecosistemas y entre ellos, ya está disminuyendo más rápidamente que en ningún otro momento de la historia de la humanidad.
Las intervenciones humanas han tenido un impacto negativo en un ecosistema natural global complejo y delicadamente equilibrado, desencadenando una cadena de reacciones. En los próximos diez años, la interacción entre la pérdida de biodiversidad, la contaminación, el consumo de recursos naturales, el cambio climático y los factores socioeconómicos formará una peligrosa mezcla. Dado que se calcula que más de la mitad de la producción económica mundial depende moderada o altamente de la naturaleza, el colapso de los ecosistemas tendrá consecuencias económicas y sociales considerables. Entre ellas se encuentran el aumento de los brotes de enfermedades zoonóticas, la reducción del rendimiento de los cultivos y de su valor nutricional, el aumento del estrés hídrico que exacerba conflictos potencialmente violentos, la pérdida de medios de vida dependientes de los sistemas alimentarios y de servicios naturales como la polinización, así como las inundaciones cada vez más dramáticas, la subida del nivel del mar y la erosión debida a la degradación de los sistemas naturales de protección contra las inundaciones, como las praderas acuáticas y los manglares costeros.
La destrucción de la naturaleza y el cambio climático están intrínsecamente ligados: el fracaso en una esfera afectará en cascada a la otra, y alcanzar el objetivo cero netos exigirá medidas de mitigación para ambas. Si no conseguimos limitar el calentamiento a +1.5° C o incluso a 2°C, el impacto continuado de los desastres naturales y los cambios de temperatura y precipitaciones se convertirán en la principal causa de pérdida de biodiversidad, en términos de composición y función.
El daño continuado a los sumideros de carbono por la deforestación y el deshielo del permafrost, por ejemplo, y la disminución de la productividad del almacenamiento de carbono (suelo y océano) podrían convertir estos ecosistemas en fuentes ‘naturales’ de emisiones de carbono y metano. El colapso inminente de las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental podría contribuir a la subida del nivel del mar y a las inundaciones costeras, mientras que la ‘extinción’ de los arrecifes de coral de baja latitud, que son viveros de vida marina, tendrá sin duda repercusiones en el suministro de alimentos y en los ecosistemas marinos en sentido amplio.
Es probable que la presión sobre la biodiversidad se amplifique aún más por la continua deforestación con fines agrícolas, con la consiguiente demanda de tierras de cultivo adicionales, sobre todo en zonas subtropicales y tropicales con una densa biodiversidad, como el África subsahariana y el Sudeste Asiático.
Sin embargo, hay que tener en cuenta un mecanismo de retroalimentación más existencial: la biodiversidad contribuye a la salud y resistencia de suelos, plantas y animales, y su declive pone en peligro el rendimiento de la producción de alimentos y su valor nutricional. Esto, a su vez, podría alimentar la deforestación, aumentar los precios de los alimentos, amenazar los medios de vida locales y contribuir a las enfermedades y la mortalidad relacionadas con la alimentación. También puede provocar migraciones involuntarias a gran escala.
Está claro que la escala y el ritmo de la transición a una economía verde requieren nuevas tecnologías. Sin embargo, es probable que algunas de estas tecnologías tengan un nuevo impacto en los ecosistemas naturales, y las oportunidades de ‘probar los resultados sobre el terreno’ son limitadas”. (Ecosistemas naturales: el punto de no retorno ha pasado, p.31)
“La salud pública mundial está sometida a una presión cada vez mayor y los sistemas sanitarios de todo el mundo corren el riesgo de volverse inadecuados.
Dadas las crisis actuales, la salud mental también puede verse agravada por el aumento de factores de estrés como la violencia, la pobreza y la soledad.
Los sistemas sanitarios se enfrentan al agotamiento de los trabajadores y a una escasez persistente en un momento en que la consolidación fiscal corre el riesgo de desviar la atención y los recursos hacia otros ámbitos. En la próxima década, es probable que epidemias más frecuentes y generalizadas de enfermedades infecciosas, en un contexto de enfermedades crónicas, lleven a los agotados sistemas sanitarios al borde de la quiebra en todo el mundo. (...)
También se prevé que el cambio climático agrave la malnutrición por el aumento de la inseguridad alimentaria. El aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera puede provocar deficiencias de nutrientes en las plantas, o incluso una absorción acelerada de minerales pesados, que se han relacionado con el cáncer, la diabetes, las cardiopatías y los trastornos del crecimiento”. (Salud humana: pandemia permanente y retos crónicos en capacidades, p.35)
“Una inversión de la tendencia a la desmilitarización aumentará el riesgo de conflicto, a una escala potencialmente más destructiva. La creciente desconfianza y suspicacia entre las potencias mundiales y regionales ya ha dado lugar a una redefinición de las prioridades del gasto militar y a un estancamiento de los mecanismos de no proliferación.
La extensión del poder económico, tecnológico y, en consecuencia, militar a múltiples países y actores está en el origen de la última iteración de una carrera armamentística mundial.
La proliferación de armas militares más destructivas y de nuevas tecnologías puede permitir nuevas formas de guerra asimétrica, que permitan a pequeñas potencias y a particulares tener un mayor impacto a escala nacional y mundial”. (Seguridad humana: nuevas armas, nuevos conflictos, p.38)
“Todas las preocupaciones emergentes sobre la oferta y la demanda de recursos naturales se están convirtiendo ya en un motivo creciente de inquietud. Los encuestados en el GRPS [Global Risks Perception Survey] identificaron fuertes relaciones y vínculos recíprocos entre las ‘crisis de los recursos naturales’ y los demás riesgos identificados en los capítulos anteriores.
El informe describe cuatro futuros potenciales centrados en la escasez de alimentos, agua, metales y minerales, todos los cuales podrían desencadenar una crisis humanitaria y ecológica: desde guerras por el agua y hambrunas hasta la continua sobreexplotación de los recursos ecológicos y la ralentización de la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo”. (Rivalidades por los recursos: cuatro futuros emergentes, p.57)].
La conclusión del informe nos da una imagen resumida de cómo será el mundo en 2030:
“La pobreza mundial, las crisis ligadas a los medios de subsistencia relacionadas con el clima, la malnutrición y las enfermedades relacionadas con la alimentación, la inestabilidad estatal y la migración involuntaria han aumentado, prolongando y ampliando la inestabilidad y las crisis humanitarias. (...)
La inseguridad alimentaria, energética e hídrica se están convirtiendo en factores de polarización social, disturbios civiles e inestabilidad política.
La sobreexplotación y la contaminación -la tragedia de los bienes comunes- se han extendido. El hambre ha vuelto a una escala nunca vista en el siglo pasado. La magnitud de las crisis humanitarias y medioambientales pone de manifiesto la parálisis y la ineficacia de los principales mecanismos multilaterales a la hora de abordar las crisis a las que se enfrenta el orden mundial, que se están convirtiendo en una espiral de policrisis que se autoperpetúan y agravan”.
El informe intenta en ciertos momentos no desesperar demasiado a sus lectores diciendo, por ejemplo:
“Algunos de los riesgos descritos en el informe de este año están cerca de un punto de inflexión. Ahora es el momento de actuar colectivamente, con decisión y con una perspectiva a largo plazo, para trazar un rumbo hacia un mundo más positivo, inclusivo y estable.” Pero, en conjunto, demuestra que los medios para “actuar colectivamente, con decisión” son inexistentes en el sistema actual.
En el texto de 1990, basábamos el desarrollo de nuestro análisis en la aparición o el agravamiento a escala mundial de toda una serie de manifestaciones mortíferas o caóticas de la vida social. Podemos recordarlas aquí para ver en qué medida la situación actual, tal como se presenta más arriba, ha acentuado y amplificado esas manifestaciones:
- “Multiplicación de las hambrunas en los países del 'tercer mundo'“.
- Transformación de este mismo 'tercer mundo' en una inmensa chabola y desarrollándose ese mismo fenómeno en el corazón de las grandes ciudades de los países 'avanzados'“.
- “Aumento de las catástrofes ‘accidentales’ y efectos humanos, sociales y económicos cada vez más devastadores de las catástrofes ‘naturales’”.
- “Degradación del medio ambiente (ríos muertos, vertidos en los océanos, aire irrespirable en las ciudades, contaminación radiactiva, efecto invernadero)”.
- “Desarrollo de epidemias”
- “La increíble corrupción que crece y florece en el aparato político de la clase dirigente”.
El fenómeno de la corrupción no se aborda en el informe del FEM (¡para no molestar a los corruptos!). Por ejemplo, la victoria de los talibanes en Afganistán y el avance de los grupos yihadistas en el Sahel deben mucho a la corrupción desenfrenada de los regímenes que estaban o siguen estando a su cabeza. En los países surgidos de la antigua Unión Soviética, empezando por Rusia y Ucrania, gobiernan estados mafiosos. Pero este fenómeno no perdona a los países más desarrollados, con todos los tejemanejes (que no son más que la punta del iceberg) revelados por los “papeles de Panamá” y otros organismos. Del mismo modo, los “petrodólares” entran a raudales en los países avanzados, sobre todo en Europa, para comprar la complacencia de los “responsables políticos de estos países” ante decisiones absurdas y perjudiciales como la adjudicación del Mundial de Fútbol a Qatar o (increíble pero cierto) ¡la adjudicación de los Juegos Asiáticos de Invierno a Arabia Saudí! Pero uno de los puntos álgidos se alcanzó cuando el vicepresidente del Parlamento Europeo, una institución que se supone, entre otras cosas, que lucha contra la corrupción, fue sorprendido con maletas de billetes provenientes de Qatar.
Por último, está claro que el terrible balance humano de los terremotos que sacudieron Turquía y Siria a principios de febrero es en gran medida el resultado de la corrupción que permitió a los promotores ignorar las normas oficiales antisísmicas para aumentar sus ganancias.
“La tendencia general es que la burguesía pierda el control sobre la conducción de sus políticas:
Como hemos visto, esta cuestión se trata con mucha cautela en el informe del FEM, sobre todo cuando se refiere a “un desafío existencial para los sistemas políticos de todo el mundo” y a “la elección de líderes menos centristas”.
Por último, las manifestaciones de descomposición identificadas en 1990 no se mencionan directamente en el informe del FEM (a menudo por razones “diplomáticas”) ni en nuestro texto de octubre de 2022, porque eran secundarias con respecto a la idea central de dicho texto: el considerable paso dado por la decadencia al entrar en la década de 2020...
“Un aumento permanente de la delincuencia, la inseguridad y la violencia urbana, en la que los niños están cada vez más implicados”:
Podemos citar dos ejemplos (entre muchos): los continuos asesinatos en masa en Estados Unidos y los recientes asesinatos de varios adolescentes a manos de otros adolescentes en Francia.
Desarrollo del nihilismo, del odio “sin futuro” y de la xenofobia”:
El auge del odio racista (a menudo en nombre de la religión) que es el caldo de cultivo sobre el que prosperan los populismos de extrema derecha (Nigel Farrage en el Reino Unido, Trump y sus “fans” en Estados Unidos, Le Pen en Francia, Meloni en Italia, etc.).
“Marea creciente de la droga, que afecta sobre todo a los jóvenes”:
No hay tregua en esta plaga ilustrada por el poder de las bandas de narcotraficantes como en México.
“Profusión de sectas, renacimiento del espíritu religioso, incluso en algunos países avanzados”:
Hoy en día hay muchos ejemplos del agravamiento de este fenómeno con el auge del:
- el salafismo, la versión más oscurantista del islam;
- el fanatismo cristiano de extrema derecha, ilustrado por la creciente influencia de los evangélicos, como en Estados Unidos y Brasil;
- un hinduismo beligerante y xenófobo en la India (el país más poblado del mundo);
- un “judaísmo combativo” de extrema derecha en Israel.
Evidentemente, el informe del FEM evita cuidadosamente mencionar estos fenómenos: hay que ser cortés con los participantes en el Foro de Davos, que representan a gobiernos cuya religión y fanatismo religioso son un instrumento político fundamental de su poder.
“Rechazo del pensamiento racional, coherente y construido, incluso por parte de ciertos círculos 'científicos'“:
Desarrollo reciente de la teoría de la conspiración, en particular en la época de la pandemia de Covid, a menudo asociada a la ideología de extrema derecha. Con una contrapartida, al otro lado del espectro político: el éxito creciente del “wokismo”, corriente originaria de las universidades americanas, cuyo “radicalismo” consiste en agruparse en pequeñas capillas “militantes” en torno a temas totalmente burgueses que pretenden “luchar contra el sistema”.
“Cada uno para sí”, atomización de los individuos”:
Un ejemplo dramático es el aislamiento de ancianos durante la pandemia, antes de que se utilizaran vacunas, sobre todo en residencias de ancianos. Y la angustia de las familias de los fallecidos.
Todos los pasajes entrecomillados están tomados de las tesis de 1990. Reflejan las características que ya estaban presentes en el mundo en aquella época, y en las que basamos nuestro análisis. La acumulación simultánea de todos estos acontecimientos catastróficos, y su gran cantidad, indicaban que se iniciaba un periodo cualitativamente nuevo en la historia de la decadencia del capitalismo. En las Tesis, la interacción entre varias de estas manifestaciones ya estaba presente. Sin embargo, en aquel momento, habíamos destacado sobre todo el origen común de estas manifestaciones que, en cierto modo, parecían desarrollarse en paralelo sin interactuar entre sí. En particular, constatamos que si bien, fundamentalmente, la crisis económica del capitalismo estaba en la raíz del fenómeno de descomposición de la sociedad, no se veía realmente afectada por las diferentes manifestaciones de esta descomposición.
- En el 22º Congreso, además de destacar la aparición de dos nuevas manifestaciones interrelacionadas de la descomposición, la inmigración masiva y el auge del populismo, señalamos que la economía empezaba a verse afectada por la descomposición (especialmente a través del auge del populismo), mientras que anteriormente se había mantenido relativamente a salvo. Hoy en día, esta interacción entre aspectos fundamentales de la situación mundial y de crucial importancia histórica está experimentando un auge espectacular y dramático. Nuestro texto de octubre de 2022, al igual que el informe del FEM, pone de relieve hasta qué punto estas diferentes manifestaciones son ahora interdependientes.
Así pues, a medida que nos adentramos en la década de 2020, y en particular en la de 2022, asistimos a una aceleración de la historia, a un nuevo agravamiento dramático de la descomposición que está llevando a la sociedad humana, e incluso a la especie humana -y así lo percibe un número cada vez mayor de personas-, a su destrucción.
Esta intensificación de las diversas convulsiones que experimenta el planeta, y su creciente interacción, constituyen una confirmación no sólo de nuestro análisis, sino también del método marxista en el que se basa, método que otros grupos del medio político proletario tienden a “olvidar” cuando rechazan nuestro análisis de la descomposición.
Esta parte del informe, que publicamos a continuación, se ha visto ampliada por una serie de desarrollos que forman parte del método marxista de aprehensión de la realidad. No estaban explícitamente presentes en la versión presentada al congreso, pero la sustentan. El objetivo de este añadido es alimentar el debate público en defensa de la concepción marxista del materialismo frente a la concepción vulgar del materialismo defendida por la mayoría de los componentes del medio político proletario, en particular los damenistas y los bordiguistas.
En conjunto, los grupos del MPP han comprendido muy poco lo que queremos decir en nuestro análisis de la descomposición. El grupo que ha ido más lejos en la refutación de este análisis es el grupo bordiguista que publica Le Prolétaire en France. Ha dedicado dos artículos a nuestro análisis del auge del populismo en varios países y a su vínculo con el análisis de la descomposición (que califica de “famoso y fumoso”), de los que he aquí algunos extractos:
“Révolution Internationale nos explica las raíces de esta llamada ‘descomposición’: ‘la incapacidad actual de las dos clases fundamentales y antagónicas, la burguesía y el proletariado, para plantear su propia perspectiva (guerra mundial o revolución) ha engendrado una situación de ‘bloqueo momentáneo’ y de ‘putrefacción de la sociedad’. Los proletarios que ven cada día empeorar sus condiciones de explotación y deteriorarse sus condiciones de vida, se alegrarán de saber que su clase es capaz de bloquear a la burguesía e impedirle plantear sus ‘perspectivas’...” (LP 523)
“Negamos, pues, que la burguesía haya ‘perdido el control de su sistema’ políticamente y que la política llevada a cabo por los gobiernos de Gran Bretaña o Estados Unidos se deba a una misteriosa enfermedad llamada ‘populismo’ causada por el ‘hundimiento de la sociedad en la barbarie’.
Para decirlo en términos muy generales, estos giros (a los que podríamos añadir el avance de la extrema derecha en Suecia o Alemania, con el apoyo de una parte del establishment político burgués) tienen la función de responder a una necesidad de dominación burguesa, ya sea interna o externa, en una situación de acumulación de riesgos económicos y políticos a nivel internacional - y no algo que “perturbe el juego político con la consecuencia de una creciente pérdida de control del aparato político burgués sobre el terreno electoral”. (LP 530)
En cuanto a la idea de que el populismo correspondería a una auténtica política “realista” de la burguesía y controlada por ella, lo ocurrido en el Reino Unido en los últimos años debería hacer reflexionar a este grupo.
Como vemos, Le Prolétaire se toma la molestia de llegar al corazón de nuestro análisis: la situación de bloqueo entre las clases surgida tras el renacimiento histórico del proletariado mundial en 1968 (que no reconoció, al igual que el medio político proletario en su conjunto). De hecho, detrás de este malentendido se esconde una incomprensión y un rechazo de la noción de curso histórico, que se remonta a un desacuerdo que tenemos con los grupos surgidos del Partito de 1945.
Para estos bordiguistas, negar la existencia del período de descomposición significa negar el papel histórico fundamental desempeñado por la lucha entre las clases en el desarrollo de la situación mundial. En otras palabras, un alejamiento importante del método marxista. Reconocer el factor decisivo de la lucha de clases sólo en los momentos excepcionales en que el proletariado se manifiesta abiertamente en la escena mundial, es decir, cuando las capacidades de la clase obrera son evidentes para todos, es un indicio de la decadencia de los epígonos de la izquierda italiana.
El hecho de que la burguesía siempre, en todo momento, ya sea en períodos de derrota o de retroceso o en períodos de revolución, haya aprendido a tener en cuenta las disposiciones de la clase obrera fue conocido por el marxismo después de 1848, tras el sangriento aplastamiento de la insurrección del proletariado francés en junio de ese año. El 18 Brumario de Luis Bonaparte de Marx, que Engels siempre ha presentado como el ejemplo por excelencia de la aplicación del método del materialismo histórico a los acontecimientos mundiales, muestra que después de los acontecimientos de 1848, la burguesía se vio obligada, no obstante, a reconocer incluso a la clase obrera derrotada como su adversario histórico. Este reconocimiento fue un factor importante en el alineamiento de la clase dominante tras el golpe de Estado de Luis Bonaparte de 1852 y la represión de la facción republicana de la burguesía”5
Otro sucesor del Partito de 1945, la Tendencia Comunista Internacionalista (TCI, anteriormente llamado Buro Internacional para el Partido Revolucionario) también ha renunciado al ABC del materialismo histórico según el cual “la historia es la historia de la lucha de clases” y muestra con orgullo su ignorancia del actual periodo de descomposición del capitalismo mundial y de sus causas subyacentes que residen en el estado de los antagonismos de clase.
La TCI también intenta presentar nuestro análisis como no marxista e idealista:
“Tras el colapso de la URSS, la CCI declaró de repente que este colapso había creado una nueva situación en la que el capitalismo había alcanzado una nueva etapa, que denominó ‘descomposición’. En su incomprensión de cómo funciona el capitalismo, para la CCI casi todo lo que es malo -desde el fundamentalismo religioso hasta las numerosas guerras que han estallado desde el colapso del bloque del Este- no es más que la expresión del Caos y la Descomposición. Creemos que esto equivale a un abandono completo del terreno del marxismo, ya que estas guerras, al igual que las anteriores guerras de la fase decadente del capitalismo, son el resultado de este mismo orden imperialista. (...) La sobreproducción de capital y mercancías, provocada cíclicamente por la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, conduce a crisis y contradicciones económicas que, a su vez, dan lugar a guerras imperialistas. En cuanto se ha devaluado lo suficiente el capital y se han destruido los medios de producción (mediante la guerra), puede comenzar un nuevo ciclo de producción. Desde 1973, nos encontramos en la fase final de una crisis de este tipo, y todavía no ha comenzado un nuevo ciclo de acumulación”. (Marxismo o idealismo - Nuestras diferencias con la CCI).
Uno se pregunta si los camaradas de la TCI (que piensan que fue a raíz del hundimiento del bloque del Este en 1989 cuando nos sacamos de repente de la chistera nuestro análisis de la descomposición) se han molestado en leer nuestro texto de base de 1990. En su introducción, somos muy claros: “Incluso antes de los acontecimientos del Este, la CCI ya había puesto de relieve este fenómeno histórico (véase en particular la Revista Internacional, nº 57)”. También es terriblemente superficial atribuirnos la idea de que “casi todo lo que es malo (...) no es más que la expresión del Caos y de la Descomposición”. Y se les ocurre una idea fundamental en la que creen que no habíamos pensado: “estas guerras, como las anteriores de la fase decadente del capitalismo, son el resultado de este mismo orden imperialista”. ¡Qué descubrimiento! Nunca hemos dicho nada diferente, pero la cuestión que se plantea, y que ellos no se plantean, es en qué contexto histórico general se inscribe hoy el orden imperialista. Para los militantes de la TCI, basta con destruir suficiente capital constante para que se inicie un nuevo ciclo de acumulación. Desde este punto de vista, la destrucción que tiene lugar hoy en Ucrania es una bendición para la salud de la economía mundial. Tenemos que hacer llegar este mensaje a los dirigentes económicos de la burguesía que, en el reciente Foro de Davos, se mostraron alarmados, como hemos visto, por las perspectivas del mundo capitalista y, en particular, por el impacto negativo de la guerra en Ucrania sobre la economía mundial. De hecho, quienes nos atribuyen una ruptura con el enfoque marxista harían bien en releer (o leer) los textos fundamentales de Marx y Engels y tratar de comprender el método que emplean. Si los propios hechos, la evolución de la situación mundial, confirman, día tras día, la validez de nuestro análisis es en gran parte porque se basa firmemente en el método dialéctico del marxismo (aunque no haya ninguna referencia explícita a este método ni citas de Marx o Engels en las tesis de 1990).
En su rechazo del análisis de la descomposición del capitalismo mundial, la TCI se distingue, y se avergüenza, por llevar también su hacha polémica, aunque roma, a otro pilar del método marxista del materialismo histórico que se resume en el prefacio de Marx a la “Contribución a la crítica de la economía política” de 1859 (y retomado en el primer punto de la plataforma de la CCI). Las relaciones de producción en cada formación social de la historia humana -relaciones que determinan los intereses y las acciones de las clases opuestas que han surgido de ellas- se transforman siempre de factores del desarrollo de las fuerzas productivas en una fase ascendente, en impedimentos negativos para estas mismas fuerzas en otra fase, creando la necesidad de una revolución social. Pero el período de descomposición, culminación de un siglo de decadencia del capitalismo como modo de producción, simplemente no existe para la TCI.
Aunque la TCI utiliza la expresión “fase de decadencia del capitalismo”, no ha comprendido lo que esta fase significa para el desarrollo de la crisis económica del capitalismo o las guerras imperialistas que se derivan de ella.
En la época de ascenso del capitalismo, los ciclos de producción -conocidos comúnmente como auges y crisis- eran el latido de un sistema en progresiva expansión. Las guerras limitadas de aquella época podían acelerar esta progresión mediante la consolidación nacional -como hizo la guerra franco-prusiana de 1871 para Alemania- o ganar nuevos mercados mediante la conquista colonial. La devastación de las dos guerras mundiales, la destrucción imperialista del periodo decadente y sus consecuencias expresan, por el contrario, la ruina del sistema capitalista y su estancamiento como modo de producción.
Para la TCI, sin embargo, la sana dinámica de acumulación capitalista del siglo XIX es eterna: para esta organización, los ciclos de producción no han hecho más que aumentar de tamaño. Y esto los lleva al absurdo de que un nuevo ciclo de producción capitalista podría fecundarse en las cenizas de una tercera guerra mundial6 Incluso la burguesía no es tan estúpidamente optimista sobre las perspectivas de su sistema y comprende mejor la era de catástrofes a la que se enfrenta.
La TCI puede ser “económicamente materialista”, pero no en el sentido marxista de analizar el desarrollo de las relaciones de producción en condiciones históricas que han cambiado fundamentalmente.
En 3 obras fundamentales del movimiento obrero, El Capital de Marx, La acumulación del capital de Rosa Luxemburgo y Estado y revolución de Lenin, encontramos un enfoque histórico de las cuestiones estudiadas. Marx dedica muchas páginas a explicar cómo el modo de producción capitalista, que ya dominaba plenamente la sociedad de su época, se desarrolló en el curso de la historia. Rosa Luxemburgo examina cómo plantearon la cuestión de la acumulación diversos autores anteriores, y Lenin hace lo propio con la cuestión del Estado. En este enfoque histórico, de lo que se trata es de tener en cuenta que las realidades que examinamos no son cosas estáticas, intangibles, que existen desde tiempos inmemoriales, sino que corresponden a procesos en constante evolución con elementos de continuidad, pero también y, sobre todo, de transformación e incluso de ruptura. Las tesis de 1990 intentan inspirarse en este enfoque presentando la situación histórica actual dentro de la historia general de la sociedad, la del capitalismo, y más concretamente de la historia de la decadencia de este sistema. Más concretamente, constatan las similitudes entre la decadencia de las sociedades precapitalistas y la de la sociedad capitalista, pero también, y sobre todo, las diferencias entre ellas, cuestión que está en el centro del inicio de la fase de descomposición en el seno de esta última: “Mientras que en las sociedades del pasado, las nuevas relaciones de producción destinadas a suceder a las relaciones de producción que se habían vuelto obsoletas podían desarrollarse a su lado, en el seno de la propia sociedad -lo que podía, en cierto modo, limitar los efectos y la amplitud de su decadencia-, la sociedad comunista, la única capaz de suceder al capitalismo, no puede en modo alguno desarrollarse en su seno; No hay, pues, ninguna posibilidad de regeneración de la sociedad sin el derrocamiento violento del poder de la clase burguesa y la extirpación de las relaciones de producción capitalistas”. (Tesis 1)
Por el contrario, el materialismo ahistórico de la TCI puede explicar todos los acontecimientos, todas las guerras, en todas las épocas, aplicando magicamente la misma fórmula: “ciclos de acumulación”. Este materialismo oracular, por explicarlo todo, no explica nada, y por eso no puede exorcizar el peligro del idealismo. Al contrario, las lagunas creadas por el materialismo vulgar deben llenarse con cemento idealista. Cuando no se pueden comprender ni explicar las condiciones reales de la lucha revolucionaria del proletariado, se necesita un deus ex-machina idealista para resolver el problema: “el partido revolucionario”. Pero éste no es el partido comunista que surge y se construye en condiciones históricas específicas, sino un partido mítico que puede ser inflado en cualquier período por la palabrería oportunista.
Los epígonos de la izquierda italiana7, al criticar la existencia de un periodo de descomposición del capitalismo mundial, han tenido por tanto que intentar acabar con dos pilares fundamentales del método marxista del materialismo histórico. En primer lugar, el hecho de que la historia del capitalismo, como toda la historia anterior, es la historia de la lucha de clases, y, en segundo lugar, el hecho de que el papel determinante de las leyes económicas evoluciona con la evolución histórica de un modo de producción.
Hay un tercer requisito olvidado, implícito en los otros dos aspectos del método marxista: el reconocimiento de la evolución dialéctica de todos los fenómenos, incluido el desarrollo de las sociedades humanas, según la unidad de los contrarios, que Lenin describió como la esencia de la dialéctica en su trabajo sobre la cuestión durante la Primera Guerra Mundial. Mientras que los epígonos sólo ven el desarrollo en términos de repetición y aumento o disminución, el marxismo entiende que la necesidad histórica -el determinismo materialista- se expresa de forma contradictoria e interactiva, de modo que causa y efecto pueden cambiar de lugar y la necesidad se revela a través de un camino tortuoso.
Para el marxismo, la superestructura de las formaciones sociales, es decir, su organización política, jurídica e ideológica, nace sobre la base de la infraestructura económica y está determinada por ella. Así lo entendieron los epígonos. Sin embargo, se les escapa el hecho de que esta superestructura puede actuar como causa -si no como principio- además de como efecto. Engels, hacia el final de su vida, debió insistir en este punto preciso en una serie de cartas dirigidas en los años 1890 al materialismo vulgar de los epígonos de la época. Su correspondencia es de lectura absolutamente imprescindible para quienes niegan hoy que la descomposición de la superestructura capitalista pueda tener un efecto catastrófico sobre los fundamentos económicos del sistema.
“El desarrollo político, jurídico, filosófico, religioso, literario, artístico, etc. se basa en el desarrollo económico. Todos ellos reaccionan entre sí y sobre la base económica. No es cierto que la situación económica sea la única causa activa y que todo lo demás sea un efecto pasivo. Pero hay una acción recíproca sobre la base de la necesidad económica que siempre triunfa en última instancia”. (Engels a Borgius, 25 de enero de 1894).
En la fase final de la decadencia capitalista, su periodo de descomposición, el efecto retroactivo de la superestructura en descomposición sobre la infraestructura económica se acentúa cada vez más, como han demostrado vívidamente los efectos económicos negativos de la pandemia de Covid, el cambio climático y la guerra imperialista en Europa -excepto para los discípulos ciegos de Bordiga y Damen8
Marx no tuvo ocasión de exponer, como había previsto, su método, el que utilizó en particular en El Capital. Sólo menciona este método, muy brevemente, en el epílogo de la 2ª edición alemana de su libro. Por nuestra parte, sobre todo frente a las acusaciones, a menudo estúpidas, de grupos del medio político proletario (y más aún de los parásitos) de que nuestro análisis “no es marxista”, de que es “idealista”, nos corresponde subrayar la fidelidad del planteamiento de las tesis de 1990 al método dialéctico del marxismo, del que cabe recordar algunos elementos adicionales:
Es una idea que se repite con frecuencia en el texto de 1990. Las manifestaciones de descomposición pueden haber existido en la decadencia del capitalismo, pero hoy la acumulación de estas manifestaciones es la prueba de una transformación-ruptura en la vida de la sociedad, que señala la entrada en una nueva época de decadencia capitalista en la que la descomposición se convierte en el elemento decisivo. Este componente de la dialéctica marxista no se limita a los hechos sociales. Como señala Engels, en particular en Anti Dühring y en La dialéctica de la naturaleza, es un fenómeno que puede encontrarse en todos los ámbitos y que, además, ha sido aprehendido por otros pensadores. En Anti Dühring, por ejemplo, Engels cita a Napoleón Bonaparte diciendo (en resumen) “Dos mamelucos eran absolutamente superiores a tres franceses; (...) 1,000 franceses derribaban siempre a 1,500 mamelucos” como resultado de la disciplina que se hace efectiva cuando interviene un gran número de combatientes. Engels insistió también en que esta ley se aplicaba plenamente a las ciencias. Por lo que se refiere a la situación histórica actual y a la multiplicación de toda una serie de acontecimientos catastróficos, es dar la espalda a la dialéctica marxista (lo que es normal por parte de la ideología burguesa y de la mayoría de los “especialistas” académicos) no apoyarse en esta ley de la transformación de la cantidad en calidad, lo que es sin embargo el caso del medio político proletario en su conjunto, que intenta aplicar una causa específica y aislada a cada una de las manifestaciones catastróficas de la historia actual.
Los diferentes componentes de la vida de la sociedad, aunque cada uno tenga una especificidad, aunque puedan incluso adquirir en ciertas circunstancias una autonomía relativa, están inter determinados dentro de una totalidad regida, “en última instancia” (pero sólo en última instancia, como dice Engels en la famosa carta a J. Bloch del 21 de septiembre de 1890), por el modo y las relaciones de producción y su evolución. Este es uno de los principales fenómenos de la situación actual.
Las diversas manifestaciones de la descomposición, que al principio podían parecer independientes pero cuya acumulación ya indicaba que habíamos entrado en una nueva época de decadencia capitalista, reverberan ahora cada vez más unas sobre otras en una especie de “reacción en cadena”, un “torbellino” que está dando a la historia la aceleración que estamos testimoniando (reconocida incluso por los “expertos” de Davos).
Por último, el préstamo a la dialéctica marxista del enfoque histórico, de este aspecto esencial del movimiento y de la transformación, está en el corazón de la idea central de nuestro análisis de la descomposición: “ningún modo de producción puede vivir, desarrollarse, mantenerse sobre bases viables, asegurar la cohesión social, si no es capaz de presentar una perspectiva al conjunto de la sociedad que domina. Esto es particularmente cierto en el caso del capitalismo como modo de producción más dinámico de la historia. (Tesis 5) Y precisamente hoy, ninguna de las dos clases fundamentales, la burguesía y el proletariado, puede, por el momento, ofrecer tal perspectiva a la sociedad.
Para los que nos llaman “idealistas”, es un verdadero escándalo afirmar que un factor ideológico, la ausencia de un proyecto de sociedad, puede tener un impacto importante en la vida de la sociedad. De hecho, están demostrando que el materialismo que reivindican no es más que un materialismo vulgar ya criticado por Marx en su época, especialmente en las Tesis sobre Feuerbach. Según ellos, las fuerzas productivas se desarrollan de manera autónoma. Y el desarrollo de las fuerzas productivas dicta por sí solo los cambios en las relaciones de producción y las relaciones de clase.
Desde su punto de vista, las instituciones y las ideologías, es decir, la superestructura, se mantienen mientras legitimen y preserven las relaciones de producción existentes. Quedan excluidos, por tanto, elementos como las ideas, la moral humana y la intervención política en el proceso histórico.
El materialismo histórico contiene, además de los factores económicos, otros factores como la riqueza natural y los factores contextuales. Las fuerzas productivas contienen mucho más que máquinas o tecnología. Contienen conocimientos, saber hacer y experiencia. De hecho, todo lo que hace posible o dificulta el proceso de trabajo. La forma de cooperación y asociación son en sí mismas fuerzas productivas, y son también un elemento importante en la transformación y el desarrollo económicos.
Los que podríamos llamar “antidialécticos”9 niegan la distinción entre las condiciones objetivas y subjetivas de la lucha revolucionaria. Derivan la capacidad de la clase simplemente de la defensa de sus intereses económicos inmediatos. Consideran que los intereses de clase del proletariado crearán su capacidad para realizar y defender estos intereses. Niegan las fuerzas que actúan para desorganizar sistemáticamente a la clase obrera, aniquilar sus capacidades, dividirla y oscurecer el carácter de clase de su lucha.
Como señaló Lenin, debemos hacer análisis concretos de la situación concreta. Y en la sociedad capitalista más desarrollada, se otorga un papel muy importante a la ideología, a un aparato que debe defender y justificar los intereses burgueses y dar estabilidad al sistema capitalista. Por eso Marx subrayaba que para que se produjera la revolución comunista debían darse sus condiciones objetivas y subjetivas. La primera condición es la capacidad de la economía para producir en abundancia suficiente para la población mundial. La segunda condición es un nivel suficiente de desarrollo de la conciencia de clase. Esto nos devuelve a nuestro análisis de la cuestión del “eslabón débil” y de la necesaria experiencia histórica expresada en la conciencia.
Los “deterministas” sacan el desarrollo de las fuerzas productivas de su contexto social. Tienden a negar TODA importancia a la superestructura ideológica, aunque lo nieguen. Las luchas obreras tienden a aparecer como una pura cuestión de reflejos. Se trata de una visión fundamentalmente fatalista, bien expresada en la idea de Bordiga de que “la revolución es tan segura como si ya hubiera tenido lugar”. Tal visión conduce a una sumisión pasiva, una sumisión que espera los efectos automáticos del desarrollo económico. En última instancia, no deja lugar a la lucha de clases como condición fundamental para cualquier cambio, en contradicción con la primera frase del Manifiesto Comunista: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días no ha sido más que la historia de las luchas de clases.”
La tercera tesis sobre Feuerbach nos da una buena idea del materialismo histórico y rechaza cualquier determinismo estricto:
“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ejemplo., en Robert Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”.
Nuestros detractores verán probablemente en esto una visión idealista, pero nosotros sostenemos que la dialéctica marxista asigna al futuro un lugar fundamental en la evolución y el movimiento de la sociedad. De los tres momentos de un proceso histórico -pasado, presente y futuro- es el futuro el que constituye el factor fundamental de su dinámica.
El papel del futuro es fundamental en la historia de la humanidad. Los primeros humanos que partieron de África para conquistar el mundo, y los aborígenes que partieron de Australia para conquistar el Pacífico, miraban al futuro en busca de nuevos medios de subsistencia. Es esta preocupación por el futuro la que impulsa el deseo de procrear, así como la mayoría de las religiones. Y ya que nuestros detractores necesitan ejemplos “muy económicos”, podemos citar dos del funcionamiento del capitalismo. Cuando un capitalista invierte, no lo hace con la vista puesta en el pasado, sino para obtener beneficios en el futuro. Del mismo modo, el crédito, que desempeña un papel tan fundamental en los mecanismos del capitalismo, no es otra cosa que una apuesta por el futuro.
El papel del futuro está omnipresente en los textos de Marx y del marxismo en general. Este papel se pone bien de relieve en este conocido pasaje de El Capital:
“Aquí, partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los paneles de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad.”
Evidentemente, este papel esencial del futuro en la sociedad es aún más fundamental para el movimiento obrero, cuyas luchas en el presente sólo cobran verdadero sentido en la perspectiva de la revolución comunista del futuro.
“La revolución social del siglo XIX [la revolución proletaria] no puede extraer su poesía del pasado, sino sólo del futuro”. (Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte).
“Los sindicatos actúan útilmente como centros de resistencia a los atropellos del capital. Fracasan en parte en su propósito en cuanto hacen un uso imprudente de su poder. Pierden totalmente su objetivo cuando se limitan a una guerra de escaramuzas contra los efectos del régimen existente, en vez de trabajar al mismo tiempo por su transformación y utilizar su fuerza organizada como palanca para la emancipación definitiva de la clase obrera, es decir, para la abolición definitiva del trabajo asalariado.” (Marx, Salarios, precios y ganancias).
“Según Berstein, El objetivo final, sea cual sea, no es nada, el movimiento lo es todo. Pero, el objetivo final del socialismo es el único elemento decisivo que distingue al movimiento socialista de la democracia burguesa y del radicalismo burgués, el único elemento que, en lugar de dar al movimiento obrero la vana tarea de revocar el régimen capitalista para salvarlo, lo convierte en una lucha de clases contra ese régimen, por la abolición de ese régimen...” (Rosa Luxemburgo, ¿Reforma social o revolución?). (Rosa Luxemburgo, ¿Reforma social o revolución?)
“Qué hacer”, “Por dónde empezar” (Lenin)
Y es precisamente porque la sociedad actual está privada de este elemento fundamental, del futuro, de la perspectiva (que cada vez siente más gente, en particular los jóvenes), perspectiva que sólo el proletariado puede ofrecer, que se hunde en la desesperación y se pudre en la raíz.
El informe del FEM 2023 nos alerta de manera muy convincente sobre la extrema gravedad de la situación actual del mundo, que será aún peor en la década de 2030 “en ausencia de un cambio político o de inversiones significativas”. Al mismo tiempo, “pone de relieve la parálisis y la ineficacia de los principales mecanismos multilaterales frente a las crisis a las que se enfrenta el orden mundial” y constata la “divergencia entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente oportuno”. En otras palabras, la situación es desesperada y la sociedad actual es definitivamente incapaz de invertir el curso de su destrucción, lo que confirma el título de nuestro texto de octubre de 2022: “La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad”, del mismo modo que confirma plenamente el pronóstico ya contenido en nuestras tesis de 1990.
Al mismo tiempo, el informe se refiere varias veces a la perspectiva de un “malestar social generalizado” que “no se limitará a los mercados emergentes” (lo que significa que también afectará a los países más desarrollados) y que “plantea un desafío existencial a los sistemas políticos de todo el mundo”. ¡Nada menos! Para el FEM, y para la burguesía en general, este malestar social entra en la categoría negativa de “riesgos” y amenazas al “orden mundial”. Pero las previsiones del FEM añaden tímida e involuntariamente agua a nuestro propio análisis al señalar que el proletariado sigue representando una amenaza para el orden burgués. Al igual que la burguesía en su conjunto, el FEM no distingue entre las diversas perturbaciones sociales: todas ellas son un factor de “desorden” y “caos”. Y es cierto que algunos movimientos entran en esta categoría, como en el caso de la “primavera árabe”, por ejemplo. Pero en realidad, lo que más asusta a la burguesía, sin que lo diga abiertamente ni sea plenamente consciente de ello, es que algunos de estos “disturbios sociales” prefiguran el derrocamiento de su poder sobre la sociedad y el sistema capitalista: las luchas del proletariado.
Así, incluso a este respecto, el FEM ilustra nuestras tesis de 1990 y nuestro texto de octubre de 2022. Este último retoma la idea de que, a pesar de todas las dificultades que ha encontrado, el proletariado no ha perdido la partida, que “la perspectiva histórica sigue totalmente abierta” (tesis 17). Y nos recuerda que “a pesar del golpe asestado a la conciencia del proletariado por el hundimiento del bloque del Este, no ha sufrido ninguna derrota importante en el terreno de su lucha; en este sentido, su espíritu de lucha permanece prácticamente intacto. Pero, además, y éste es el elemento que determina en última instancia la evolución de la situación mundial, el mismo factor que está en el origen del desarrollo de la descomposición, de la agravación inexorable de la crisis del capitalismo, constituye el estímulo esencial de la lucha y del despertar de la clase, la condición misma de su capacidad para resistir al veneno ideológico de la putrefacción de la sociedad. En efecto, así como el proletariado no puede encontrar un terreno para la unidad de clase en las luchas parciales contra los efectos de la descomposición, su lucha contra los efectos directos de la propia crisis constituye la base del desarrollo de su fuerza y de su unidad de clase.” (Ibid.).
Además:
“la crisis económica, a diferencia de la descomposición social que concierne esencialmente a las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente a la infraestructura de la sociedad sobre la que descansan estas superestructuras; en este sentido, pone al desnudo las causas últimas de toda la barbarie que se abate sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente el sistema, y no de intentar mejorar ciertos aspectos del mismo.” (Ibid.).
Y, en efecto, hoy podemos constatar que, a pesar del peso de su descomposición (en particular el hundimiento del estalinismo) y del largo letargo que la afectó, la clase obrera sigue presente en el escenario de la historia y tiene la capacidad de retomar su combate, como lo demuestran en particular las luchas en el Reino Unido y en Francia (los dos proletariados que estuvieron detrás de la fundación de la AIT en 1864: ¡es un guiño de la historia!).
- En este sentido, si las diferentes manifestaciones de descomposición actúan negativamente sobre la lucha del proletariado y su conciencia (el peso del populismo, del interclasismo, de las ilusiones democráticas), hoy tenemos una nueva confirmación de que sólo los ataques directamente económicos permiten al proletariado movilizarse en su terreno de clase y que estos ataques, que se están desencadenando en este momento y que se agravarán aún más, crean las condiciones para un desarrollo significativo de las luchas obreras a escala internacional. Así, debemos subrayar lo que está escrito en el texto de octubre 2022:
- “Los años 20 del siglo XXI tendrán pues, en este contexto, una importancia considerable en el desarrollo histórico. Mostrarán aún más claramente que en el pasado la perspectiva de destrucción de la humanidad que encierra la descomposición capitalista. En el otro extremo, el proletariado comenzará a dar sus primeros pasos, como lo hizo con la combatividad de las luchas en Gran Bretaña, para defender sus condiciones de vida frente a la multiplicación de los ataques de todas las burguesías y los golpes de la crisis económica mundial con todas sus implicaciones. Estos primeros pasos serán a menudo vacilantes y llenos de debilidades, pero son esenciales para que la clase obrera pueda reafirmar su capacidad histórica de imponer su perspectiva comunista. Así, los dos polos de la perspectiva se opondrán ampliamente en la alternativa: destrucción de la humanidad o revolución comunista, aunque esta última alternativa esté aún muy lejos y se enfrente a enormes obstáculos.”
El camino que tiene por delante el proletariado es, en efecto, extremadamente largo y difícil. Por una parte, tendrá que enfrentarse a todas las trampas que la burguesía pondrá en su camino, y ello en una atmósfera ideológica envenenada por la descomposición de la sociedad capitalista que obstaculiza constantemente la lucha y la conciencia del proletariado:
- “la acción colectiva, la solidaridad, se enfrentan a la atomización, al ‘cada uno para sí’ y al “ingenio individual”;
- la necesidad de organización se enfrenta a la descomposición social, a la ruptura de las relaciones en las que se basa toda la vida en sociedad;
- la confianza en el futuro y en las propias fuerzas se ve constantemente minada por la desesperación general que invade la sociedad, por el nihilismo, por el ‘no hay futuro’;
- la conciencia, la lucidez, la coherencia y la unidad del pensamiento, el gusto por la teoría, deben encontrar un camino difícil en medio de la huida hacia las quimeras, las drogas, las sectas, el misticismo, el rechazo de la reflexión y la destrucción del pensamiento que caracterizan nuestra época”. (Tesis 13)
Las tesis de 1990 insisten en estas dificultades. Subrayan en particular que “es (...) fundamental comprender que cuanto más retrase el proletariado el derrocamiento del capitalismo, mayores serán los peligros y los efectos nefastos de la descomposición”. (Tesis 15).
“De hecho, hay que señalar que hoy, a diferencia de la situación de los años 70, el tiempo ya no está del lado de la clase obrera. Mientras la amenaza de destrucción de la sociedad estaba representada únicamente por la guerra imperialista, el simple hecho de que las luchas del proletariado pudieran mantenerse como un obstáculo decisivo a tal desenlace bastaba para bloquear el camino hacia esta destrucción. Por otra parte, a diferencia de la guerra imperialista que, para desencadenarse, requiere la adhesión del proletariado a los ideales de la burguesía, la descomposición no necesita el alistamiento de la clase obrera para destruir la humanidad. De hecho, al igual que no pueden oponerse al colapso económico, las luchas del proletariado en este sistema tampoco son capaces de actuar como freno a la descomposición. En estas condiciones, incluso si la amenaza de descomposición para la vida de la sociedad parece ser más a largo plazo que la que podría provenir de una guerra mundial (si se dieran las condiciones para esta última, lo que no es el caso hoy), es por otra parte mucho más insidiosa. Para poner fin a la amenaza de descomposición, ya no bastan las luchas obreras para resistir a los efectos de la crisis: sólo la revolución comunista puede superar semejante amenaza”. (Tesis 16).
La brutal aceleración de la descomposición a la que asistimos hoy, que hace cada vez más amenazadora la perspectiva de la destrucción de la humanidad, incluso a los ojos de los sectores más lúcidos de la burguesía, es la confirmación de este análisis. Y como sólo la revolución comunista puede poner fin a la dinámica destructiva de la descomposición y a sus efectos cada vez más deletéreos, esto puede dar una idea de la dificultad del camino que conduce al derrocamiento del capitalismo. Un camino en el que las tareas a las que se enfrenta el proletariado son considerables. En particular, tendrá que reapropiarse plenamente de su identidad de clase, gravemente afectada por la contrarrevolución y las diversas manifestaciones de su descomposición, en particular el hundimiento de los regímenes llamados “socialistas”. Tendrá también, y esto es igualmente fundamental, que reapropiarse de su experiencia pasada, lo cual es una tarea inmensa dado lo mucho que esta experiencia ha sido olvidada por los proletarios. Esta es una responsabilidad fundamental de la vanguardia comunista: contribuir decisivamente a esta reapropiación por el conjunto de la clase de las lecciones de más de siglo y medio de lucha proletaria.
Las dificultades a las que se enfrenta el proletariado no desaparecerán con el derrocamiento del Estado capitalista en todos los países. Siguiendo a Marx, hemos insistido a menudo en la inmensidad de la tarea que espera a la clase obrera durante el periodo de transición del capitalismo al comunismo, una tarea desproporcionada con respecto a todas las revoluciones del pasado, ya que se trata de pasar del “reino de la necesidad al reino de la libertad”. Y está claro que cuanto más tarde en realizarse la revolución, más inmensa será la tarea: día tras día, el capitalismo destruye un poco más del planeta y, en consecuencia, las condiciones materiales para el comunismo. Es más, la toma del poder por el proletariado seguirá a una terrible guerra civil, aumentando la devastación de todo tipo ya causada por el modo de producción capitalista incluso antes del período revolucionario. En este sentido, la tarea de reconstrucción de la sociedad que tendrá que llevar a cabo el proletariado será incomparablemente más gigantesca que la que habría tenido que realizar si hubiera tomado el poder durante la oleada revolucionaria de la primera posguerra. Del mismo modo, aunque la destrucción de la Segunda Guerra Mundial ya era considerable, sólo afectó a los países implicados en la contienda, lo que permitió reconstruir la economía mundial, sobre todo porque la principal potencia industrial, Estados Unidos, se libró de esta destrucción. Pero hoy es todo el planeta el que está preocupado por la creciente destrucción de todo tipo causada por el capitalismo moribundo. Por consiguiente, debemos tener claro que la toma del poder por la clase obrera a escala mundial no garantizará por sí misma que pueda cumplir su tarea histórica de instaurar el comunismo. El capitalismo, al permitir un enorme desarrollo de las fuerzas productivas, ha creado las condiciones materiales para el comunismo, pero la decadencia de este sistema, y su descomposición, podrían socavar estas condiciones legando al proletariado un planeta completamente devastado e irrecuperable.
Por lo tanto, es responsabilidad de los revolucionarios poner de relieve las dificultades a las que se enfrentará el proletariado en el camino hacia el comunismo. Su papel no es ofrecer consuelo para no desesperar a la clase obrera. La verdad es revolucionaria, como decía Marx, por terrible que sea.
Dicho esto, si logra tomar el poder, el proletariado dispondrá de una serie de bazas para cumplir su tarea de reconstruir la sociedad.
Por un lado, podrá poner a su servicio los formidables progresos realizados por la ciencia y la tecnología durante el siglo XX y las dos décadas del siglo XXI. El informe del FEM se refiere a estos avances precisando que se trata de “tecnologías de doble uso (civil y militar)”. Una vez que el proletariado haya tomado el poder, el uso militar ya no será necesario, lo que representa un avance considerable, ya que es evidente que hoy en día la esfera militar representa la mayor parte (junto con muchos otros gastos improductivos) de los beneficios aportados por el progreso tecnológico.
Más globalmente, la toma del poder por el proletariado deberá conducir a una liberación sin precedentes de las fuerzas productivas aprisionadas por las leyes del capitalismo. No sólo se eliminará la enorme carga de los gastos militares e improductivos, sino también el monstruoso despilfarro que representa la competencia entre los diversos sectores económicos y nacionales de la sociedad burguesa y la fenomenal infrautilización de las fuerzas productivas (obsolescencia programada, desempleo masivo, ausencia o deficiencia de los sistemas educativos, etc.).
Pero la principal ventaja del proletariado en este período de transición-reconstrucción no será tecnológica ni estrictamente económica. Será fundamentalmente política. Si el proletariado consigue tomar el poder, significará que ha alcanzado un nivel muy alto de conciencia, organización y solidaridad durante el periodo de confrontación con el Estado capitalista y la guerra civil contra la burguesía. Estos logros tendrán un valor incalculable a la hora de afrontar los inmensos retos que tenemos por delante. Sobre todo, el proletariado podrá contar con el futuro, ese elemento fundamental en la vida de la sociedad, cuya ausencia en la sociedad actual está en el corazón de su decadencia.
En su Informe sobre Desarrollo Humano 2021/2022, publicado el pasado mes de octubre y titulado “Tiempos inciertos, vidas inestables”, dice:
“Nuevas capas de incertidumbre están interactuando para crear nuevos tipos de incertidumbre -un nuevo complejo de incertidumbres- nunca antes visto en la historia de la humanidad. Además de la incertidumbre cotidiana a la que las personas se han enfrentado desde tiempos inmemoriales, ahora navegamos por aguas desconocidas, atrapados en tres corrientes cruzadas volátiles:
- El peligroso cambio planetario del Antropoceno.
- La continuación de transformaciones sociales a gran escala, como la Revolución Industrial.
- Los vaivenes de las sociedades polarizadas. (...)
Las crisis mundiales se han ido acumulando: la crisis financiera mundial, la actual crisis climática mundial y la pandemia de Covid-19, una inminente crisis alimentaria mundial. Hay una sensación persistente de que el control que tenemos sobre nuestras vidas se está esfumando, de que las normas e instituciones en las que solíamos confiar para la estabilidad y la prosperidad no están a la altura del complejo de incertidumbre actual”
Como vemos, este informe de la ONU va en la misma dirección que el del FEM. En cierto modo, va incluso más allá, ya que considera que la Tierra ha entrado en un nuevo periodo geológico como consecuencia de la acción humana, que comenzó en el siglo XVII y que denomina Antropoceno y que nosotros llamamos capitalismo. Sobre todo, subraya la profunda desesperación, el “no futuro” que invade cada vez más a la sociedad (lo que ellos llaman el “complejo de incertidumbre”).
Justamente, el hecho de que la revolución proletaria devuelva a la sociedad humana un futuro que ha perdido va a ser un factor poderoso en la capacidad de la clase obrera para alcanzar finalmente la “tierra prometida” del comunismo tras no 40 años, sino bastante más de un siglo de “travesía por el desierto”.
CCI, 11-junio-2023
1 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [30]
2 Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [31]
3 Las conclusiones principales del Foro de Davos 2023 - Lean Compacting Company (lcc.eco).
4 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
5 “El instinto les enseñaba que, aunque la república había coronado su dominación política, al mismo tiempo socavaba su base social, ya que ahora se enfrentaban con las clases sojuzgadas y tenían que luchar con ellas sin ningún género de mediación, sin poder ocultarse detrás de la corona, sin poder desviar el interés de la nación mediante sus luchas subalternas intestinas y con la monarquía. Era un sentimiento de debilidad el que las hacía retroceder temblando ante las condiciones puras de su dominación de clase y suspirar por las formas más incompletas, menos desarrolladas y precisamente por ello menos peligrosas de su dominación.” (El 18 brumario de Luis Bonaparte, Capítulo III). K. Marx (1852): El 18 brumario de Luis Bonaparte, Cap. I (marxists.org) [61]
6 Este cambio cualitativo (y no sólo cuantitativo) fundamental en la vida del capitalismo se pone claramente de relieve en el Manifiesto de la Internacional Comunista (marzo de 1919): “Si la sujeción absoluta del poder político al capital financiero ha conducido a la humanidad a la carnicería imperialista, esta carnicería ha permitido al capital financiero no sólo militarizar al máximo el Estado, sino militarizarse a sí mismo, de modo que ya no puede cumplir sus funciones económicas esenciales más que a hierro y sangre. (...) La nacionalización de la vida económica, a la que tanto se opone el liberalismo capitalista, es un hecho consumado. Ya no es posible volver a la libre competencia, sino sólo a la dominación de los trusts, los sindicatos y demás pulpos capitalistas.” (Cuadernos-PyP-43.pdf (marxists.org) [62]). Pero, evidentemente, los camaradas de la TCI no conocen este documento; a menos que no estén de acuerdo con esta posición fundamental de la IC lo que deberían decir claramente.
7 Nos permitimos utilizar este término porque los descendientes del Partito de 1945 han dado la espalda a la obra teórica revolucionaria de Bilan, la izquierda italiana en el exilio, en los años 1930
8 Otra carta de Engels sobre el tema del método marxista parece perfectamente adaptada a estos epígonos: “Lo que les falta a todos estos señores es la dialéctica. Siempre ven aquí sólo la causa, allí sólo el efecto. Que se trata de una abstracción vacía, que en el mundo real tales antagonismos polares metafísicos sólo existen en las crisis, sino que todo el gran curso de las cosas se produce en forma de acción y reacción de fuerzas, sin duda muy desiguales, -de las cuales el movimiento económico es con mucho la fuerza más poderosa, la más inicial, la más decisiva, que aquí no hay nada absoluto y que todo es relativo, todo eso, qué esperas, no lo ven; para ellos Hegel no existió.... “(Engels a Conrad Schmidt, 27 de octubre de 1890)
9 Hay que distinguir la dialéctica objetiva marxista de la dialéctica vacía y subjetiva de las diversas corrientes del anarquismo y del modernismo, que siguen confundidas a la hora de encontrar contradicciones por todas partes. Pueden reconocer perfectamente algunos fenómenos de descomposición, pero se niegan característicamente a ver la causa última y la lógica del período de descomposición en la bancarrota económica del sistema capitalista. Para ellos, la dialéctica histórica objetiva es un anatema, porque les privaría de su principal preocupación, a saber, la preservación dogmática de su libertad de opinión individual. Si el factor económico se trata como uno más entre otros de igual importancia, su dialéctica sigue siendo subjetiva, antihistórica y, como los epígonos de la izquierda italiana, incapaz de captar la trayectoria de los acontecimientos
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Disponer de un análisis preciso de la situación histórica y de las perspectivas que se desprenden de ella es una de las principales responsabilidades de las organizaciones revolucionarias para dar un marco sólido a su intervención en la clase y proponer a ésta orientaciones precisas para comprender la dinámica del capitalismo o las acciones y maniobras de la burguesía. Desgraciadamente, los grupos del medio político proletario en su conjunto se quedan muy cortos en esta necesidad: bien porque se quedan anclados en esquemas del pasado aplicados mecánicamente, sin someterlos a la crítica y aunque ya no se atengan a la realidad histórica (los grupos bordiguistas); o bien porque su oportunismo les lleva a privilegiar un enfoque inmediatista y empirista encaminado a un ilusorio éxito inmediato, en lugar de hacer el esfuerzo de verificar la solidez y la pertinencia de sus análisis la Tendencia Comunista Internacionalista (la Tendance Communiste Internationaliste - TCI).[i]
Por su parte, la CCI, fiel a la tradición del movimiento obrero y al método marxista, siempre ha sometido sus marcos de análisis a una verificación crítica para ver si siguen siendo válidos o si, por el contrario, requieren modificaciones o incluso una revisión. De acuerdo con este planteamiento, el presente informe toma como punto de partida la Resolución sobre la situación internacional del XXIV Congreso de la CCI[ii], que puso de relieve la marcada aceleración de la descomposición manifestada a través de los estragos de la pandemia y su impacto en la base económica del sistema, concretando así la alternativa "socialismo o barbarie" planteada por la III Internacional. Pero, "a diferencia de una situación en la que la burguesía es capaz de movilizar a la sociedad para la guerra, como en los años 30, el momento final de la marcha, el ritmo y las formas de la dinámica del capitalismo en descomposición hacia la destrucción de la humanidad son más difíciles de predecir porque son el producto de una convergencia de diferentes factores, algunos de los cuales pueden estar parcialmente ocultos" (punto 10). Diversas observaciones subrayan esta aceleración de la descomposición sobre el plano de los enfrentamientos imperialistas:
- Una intensificación del desarrollo del militarismo, que ya se había convertido en el modo de vida del capitalismo en su fase decadente. Así, las "masacres de innumerables pequeñas guerras" sumen al capitalismo "en un sálvese quien pueda imperialista cada vez más irracional" (punto 11), al tiempo que asistimos a un endurecimiento de los conflictos entre las potencias mundiales. "En este caótico panorama, no cabe duda de que el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiende a ocupar el centro del escenario" (punto 12). Mientras la rivalidad entre Estados Unidos y China tiende a exacerbarse, la nueva administración Biden ha anunciado que "ya no se dejará tomar el pelo" por Rusia (punto 11).
- La política agresiva de Estados Unidos, que, ante el declive de su hegemonía, no duda en utilizar "su capacidad de actuar en solitario para defender sus intereses". Sin embargo, "la búsqueda del sálvese quien pueda hará cada vez más difícil, si no imposible, que Estados Unidos imponga su liderazgo, una ilustración del todos contra todos en la aceleración de la descomposición" (punto 11).
- El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición [...]. El control totalitario sobre todo el cuerpo social y el endurecimiento represivo al que se entrega la facción estalinista de Xi Jinping no son una expresión de fuerza sino, por el contrario, una manifestación de la debilidad del Estado" (punto 9).
- El aumento de las tensiones "no significa que nos dirijamos hacia la formación de bloques estables y una guerra mundial generalizada" (punto 12). Sin embargo, no vivimos "en una época de mayor seguridad que la Guerra Fría [...]. Al contrario, si la fase de descomposición está marcada por una creciente pérdida de control por parte de la burguesía, esto también se aplica a los vastos medios de destrucción (nucleares, convencionales, biológicos y químicos) que han sido acumulados por la clase dominante [...]" (punto 13).
El estallido de la guerra en Ucrania y la consiguiente agudización de las tensiones imperialistas se inscriben plenamente en el marco de referencia adoptado por el XXIV Congreso Internacional. Sin embargo, representan sin duda una evolución cualitativa en el deslizamiento de la sociedad hacia la barbarie, al poner de relieve el papel motor del militarismo en la interrelación de las distintas crisis (sanitaria, económica, política, ecológica, etc.) que afligen actualmente al capitalismo.
Tras dos años de pandemias, el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 representó un paso cualitativo en el descenso de la sociedad hacia la barbarie. Desde 1989, EE. UU. había buscado efectivamente la confrontación en varias ocasiones (con Irak, Irán, Corea del Norte y Afganistán), pero estas confrontaciones nunca habían implicado a otra gran potencia imperialista ni habían tenido un impacto en todo el planeta. Esta guerra es muy diferente:
"-es la primera confrontación militar de esta envergadura entre Estados que tiene lugar a las puertas de Europa desde 1940-45 [...], de modo que el corazón de Europa se convierte ahora en el teatro central de la confrontación imperialista [...];
- esta guerra implica directamente a los dos países más grandes de Europa, uno de los cuales posee armas nucleares u otras armas de destrucción masiva y el otro cuenta con el apoyo financiero y militar de la OTAN. Este enfrentamiento entre Rusia y la OTAN tiende a revivir los recuerdos del enfrentamiento entre los bloques de los años 50 a los años 80 y el terror nuclear que sobrevino [...];
- la amplitud de los combates, las decenas de miles de muertos, la destrucción sistemática de ciudades enteras, la ejecución de civiles, el bombardeo irresponsable de centrales atómicas, las considerables consecuencias económicas para el conjunto del planeta subrayan tanto la barbarie como la creciente irracionalidad de unos conflictos que pueden conducir a una catástrofe para la humanidad"[iii].
Quince meses después del estallido de la guerra, es importante establecer las principales lecciones del conflicto en términos de relaciones imperialistas, pero también en términos del marco de referencia propuesto por la CCI.
El balance material y humano de un año de guerra es espantoso: la pérdida de vidas y la destrucción material son gigantescas, el desplazamiento de la población se cifra en millones. Decenas billones han sido engullidos por ambos bandos (en 2022, 45.000 millones de euros por Estados Unidos, 52.000 millones por la UE, 77.000 millones por Rusia, es decir, el 25% de su PIB). Rusia destina actualmente a la guerra alrededor del 50% de su presupuesto estatal, mientras que la hipotética reconstrucción de Ucrania requeriría más de 700 billones de dólares. Esta guerra también está teniendo un impacto considerable en la intensificación de las tensiones imperialistas.
Ante el declive de su hegemonía, Estados Unidos lleva a cabo desde los años noventa una política agresiva destinada a defender sus intereses, en particular frente al antiguo líder del bloque rival, Rusia. A pesar del compromiso adquirido tras la desintegración de la URSS de no ampliar la OTAN, los estadounidenses han incorporado a la alianza a todos los países del antiguo Pacto de Varsovia, incluidos países como los Estados bálticos que formaban parte de la propia antigua URSS, y tenían previsto hacer lo mismo con Georgia y Ucrania en 2008. La "Revolución Naranja" en Ucrania en 2014 sustituyó al régimen pro-ruso por un gobierno prooccidental, y las protestas generalizadas en Bielorrusia amenazaron al régimen pro-ruso de Lukashenko. Frente a esta estrategia de cerco, el régimen de Putin intentó reaccionar utilizando su poderío militar, vestigio de su pasado como jefe de un bloque (Georgia en 2008, Crimea y Donbass en 2014, etc.). Ante los arrebatos imperialistas de Rusia, Estados Unidos comenzó a armar a Ucrania y a entrenar a su ejército en el uso de armas más sofisticadas. Cuando Rusia desplegó su ejército en Bielorrusia y el este de Ucrania, Estados Unidos tensó la trampa afirmando que Putin iba a invadir Ucrania, al tiempo que aseguraba que no intervendría sobre el terreno.
En resumen, aunque la guerra la inició Rusia, es consecuencia de la estrategia estadounidense de cercar y asfixiar a Rusia. De este modo, Estados Unidos ha logrado un golpe maestro al intensificar su política agresiva, que tiene un objetivo mucho más ambicioso que el de simplemente poner coto a las ambiciones de Rusia:
- Inmediatamente, la trampa fatal que han tendido a Rusia está conduciendo a un debilitamiento significativo del poder militar que le queda a esta última y a una degradación radical de sus ambiciones imperialistas. La guerra también ha demostrado la absoluta superioridad de la tecnología militar estadounidense, que está en la raíz del "milagro" de la "pequeña Ucrania" que está haciendo retroceder al "oso ruso";
- en segundo lugar, apretaron las tuercas dentro de la OTAN al obligar a los países europeos a alinearse bajo la bandera de la Alianza, en particular Francia y Alemania, que habían tendido a desarrollar sus propias políticas hacia Rusia e ignorar a la OTAN, que hasta hace unos meses el presidente francés Macron había diagnosticado con "muerte cerebral";
- Más allá de la paliza administrada a Rusia, el principal objetivo de los estadounidenses era sin duda una advertencia inequívoca a su principal adversario, China ("esto es lo que te espera si te arriesgas a intentar invadir Taiwán"). Durante los últimos diez años aproximadamente, la defensa del liderazgo estadounidense se ha centrado en el ascenso de este serio rival. Bajo la administración Trump, este deseo de enfrentarse a China tomó principalmente la forma de una guerra comercial abierta. Pero la administración Biden también intensificó la presión militarmente (tensiones en torno a Taiwán). La guerra ha debilitado al único socio de interés para China, Rusia, que podría aportarle en particular una contribución militar. También ha puesto en tensión el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, uno de cuyos ejes debía pasar por Ucrania.
El objetivo inicial de Rusia era, en primer lugar, llegar rápidamente a Kiev mediante una audaz operación combinada de sus tropas de élite para eliminar a la facción de Zelensky e instalar un gobierno pro-ruso y, en segundo lugar, cortar el acceso al Mar Negro tomando Odesa. El ejército ruso subestimó la capacidad de resistencia del ejército ucraniano, que contaba con el apoyo financiero y militar de Estados Unidos y sobrestimó sus propias capacidades militares, sufriendo una aplastante derrota. El siguiente objetivo, más modesto, era ocupar el noreste del país, pero el ejército ruso volvió a sufrir grandes pérdidas y tuvo que retirarse a Kharkiv y abandonar Kherson. Los programas de movilización de nuevos reclutas hicieron que cientos de miles de jóvenes rusos huyeran al extranjero y que el ejército ruso se viera obligado a recurrir a los mercenarios del grupo Wagner, que reclutó a un gran número de presos comunes, para mantener la línea del frente. Ahora está utilizando todos los medios a su alcance para mantener el territorio que une el Donbass con Crimea. Para ello, está bombardeando masivamente todas las ciudades, centrales eléctricas y puentes, para hacer pagar cara a Ucrania su victoria y obligar a Zelensky a aceptar las condiciones rusas. Además, dada su precaria situación militar, no se puede descartar que Rusia acabe utilizando armas nucleares tácticas.
Sea cual sea el resultado final, ya está claro que Rusia se ha visto gravemente debilitada por esta aventura bélica. Ha sido desangrada militarmente, habiendo perdido alrededor de cien mil soldados, particularmente entre sus unidades de élite más experimentadas, y un gran número de los tanques, aviones y helicópteros más modernos y eficientes; ha sido gravemente debilitada económicamente por los enormes costos de la guerra (25% de su PIB este año), así como por el colapso de la economía causado por el esfuerzo bélico y las sanciones impuestas por los países occidentales. Por último, su imagen de potencia imperialista se ha visto muy perjudicada por los acontecimientos, que han demostrado los límites militares y económicos de su poder.
Las burguesías europeas, especialmente Francia y Alemania, habían intentado por todos los medios convencer a Putin de no desencadenar esta guerra, o incluso de que lanzara un ataque limitado en escala y tiempo. Indiscreciones de Boris Johnson revelaron que Alemania estaba incluso considerando respaldar de hecho una "blitzkrieg" rusa de unos pocos días de duración para eliminar el régimen actual. Sin embargo, ante el fracaso de las fuerzas rusas y la inesperada resistencia del ejército ucraniano, Macron y Scholz tuvieron que adoptar tímidamente la posición de la OTAN dictada por Estados Unidos. Sin embargo, siguen dando marcha atrás en su compromiso militar con Ucrania y han dado largas a la hora de cortar todos los lazos económicos con Rusia. Al mismo tiempo, han aumentado drásticamente sus presupuestos militares, con el objetivo de rearmar masivamente sus fuerzas armadas (Alemania ha llegado a duplicar su presupuesto hasta 107.000 millones de euros). Las recientes visitas a Pekín del canciller Scholz y del presidente Macron confirmaron la determinación de Alemania y Francia de no plegarse a los designios de Estados Unidos y de mantener fuertes lazos económicos con China.
En cuanto a China, ante las dificultades de su "aliado" ruso y las amenazas indirectas pero insistentes de Estados Unidos, ha adoptado una postura muy cauta en el conflicto ucraniano: ha pedido el cese de las hostilidades y, aunque no se ha adherido formalmente a las sanciones contra Rusia, no ha suministrado a esta última armas ni material militar. Xi incluso expresó abiertamente su preocupación a Putin e invitó a Rusia a buscar negociaciones. Para la burguesía china, la lección es amarga: la guerra de Ucrania ha demostrado que cualquier ambición imperialista global es ilusoria en ausencia de una potencia militar y económica capaz de competir con la superpotencia estadounidense. Hoy, sin embargo, China no tiene ni fuerzas armadas a la altura, ni una estructura económica capaz de apoyar tales ambiciones imperialistas globales.
Toda su expansión económica y comercial es vulnerable al caos de la guerra y a las presiones del poder estadounidense. Es cierto que China no renuncia a sus ambiciones imperialistas, en particular a la reconquista de Taiwán, como recordó Xi Jinping en el congreso del PCCh, pero sólo podrá progresar a largo plazo evitando ceder a las provocaciones estadounidenses.
En un plano más general, el conflicto de Ucrania no sólo ha representado una profundización cualitativa extremadamente importante del militarismo, sino que también es el motor de la intensificación, a escala mundial, de las dificultades económicas (inflación y recesión), de los problemas sanitarios (repuntes de Covid), de la afluencia de refugiados y de la incapacidad del sistema para hacer frente a la crisis ecológica (explotación intensiva del gas de esquisto, reactivación de las centrales nucleares e incluso del carbón), que caracterizan la actual zambullida en la descomposición.
La negación inicial de la CCI de la inminencia de una invasión masiva de Ucrania por parte de Rusia, a pesar de las advertencias explícitas de Estados Unidos, no era en absoluto la expresión de la inadecuación de nuestro marco analítico, sino más bien la manifestación de una falta de dominio de este último, y más concretamente un "olvido" de las orientaciones presentadas en el texto "Militarismo y descomposición" (1990). Por ello, la CCI adoptó un documento complementario que actualizaba el texto de octubre de 1990 ("Militarismo y descomposición, mayo de 2022), en el que se destacaban en particular las siguientes adquisiciones, hechos aún más evidentes por un año de guerra en Ucrania:
La cuestión del método es crucial en la aprehensión de los acontecimientos que marcan la actualidad: ¿hay que concebir el materialismo dialéctico como un simple determinismo económico o más bien, como nos recordaba Engels ya en 1890 en una carta a Bloch, un método dialéctico que tenga en cuenta las interacciones entre los diferentes aspectos de la realidad, en particular la relación entre la base económica y la superestructura, aunque "el factor determinante de la historia sea, en última instancia, la producción y la reproducción de la vida real".[iv] Este enfoque contradice todos los análisis materialistas vulgares, mayoritarios en los medios políticos proletarios, que explican cada guerra únicamente en función del interés económico inmediato, sin diferenciar las situaciones en las distintas fases del capitalismo. Sin embargo, como señala elocuentemente la Gauche Communiste de France (Izquierda Comunista Francesa), "la decadencia de la sociedad capitalista encuentra su expresión más patente en el hecho de que de las guerras con vistas al desarrollo económico (periodo ascendente), se pasa a una actividad económica esencialmente restringida con vistas a la guerra (periodo decadente). Esto no significa que la guerra se haya convertido en el objetivo de la producción capitalista, el objetivo sigue siendo siempre para el capitalismo la producción de plusvalía, pero sí significa que la guerra, adquiriendo un carácter de permanencia, se ha convertido en el modo de vida del capitalismo decadente"[v].
La fase de descomposición acentúa uno de los aspectos más perniciosos de la guerra en la decadencia: su irracionalidad. Los efectos del militarismo son cada vez más imprevisibles y desastrosos. Nuestros materialistas vulgares no comprenden este aspecto y objetan que las guerras tienen siempre una motivación económica y, por tanto, racional. No ven que las guerras actuales no tienen fundamentalmente una motivación económica, sino geoestratégica, e incluso que estas guerras ya no alcanzan sus objetivos originales, sino que conducen al resultado contrario:
- Estados Unidos emprendió las dos guerras del Golfo, al igual que la guerra de Afganistán, para mantener su liderazgo en el planeta, pero tanto en Iraq como en Afganistán, el resultado ha sido una explosión de caos e inestabilidad, provocando una oleada de refugiados que llaman a las puertas de los países industrializados.
- Sean cuales sean los objetivos de los numerosos buitres imperialistas (rusos, turcos, iraníes, israelíes, estadounidenses o europeos) que intervinieron en las horribles guerras civiles siria o libanesa, heredaron un país en ruinas, fragmentado y dividido en clanes, con millones de refugiados inundando los países vecinos o huyendo a los países industrializados.
La guerra de Ucrania es una confirmación ejemplar de ello: cualesquiera que sean los objetivos geoestratégicos del imperialismo ruso o estadounidense, el resultado será un país en ruinas (Ucrania), un país arruinado económica y militarmente (Rusia), una situación imperialista aún más tensa y caótica desde Europa hasta Asia Central y, por último, millones de refugiados en Europa.
El aumento del militarismo y de la irracionalidad de la guerra significa una expansión aterradora de la barbarie bélica. Sin embargo, no conduce a la agrupación de los imperialismos en bloques y, por tanto, a una guerra generalizada en todo el planeta. Varios factores apoyan este análisis:
- La guerra en Ucrania no ha mostrado una alineación fuerte y estable de los imperialismos detrás de los líderes de los bloques potenciales: grandes potencias imperialistas como India, Brasil e incluso Arabia Saudita conservan claramente su autonomía respecto a los protagonistas, el vínculo entre China y Rusia no se ha estrechado, sino todo lo contrario, y mientras Estados Unidos ha utilizado la guerra para imponer sus puntos de vista en el seno de la OTAN, países miembros como Turquía o Hungría van abiertamente por la libre y Alemania y Francia hacen todo lo posible por desarrollar sus propias políticas.
- Un líder de bloque debe ser capaz de generar la confianza de sus países miembros y garantizar la seguridad de sus aliados, mientras que China se ha mostrado muy cauta en su apoyo a su aliado ruso. En cuanto a EE. UU., el "America first" de Trump fue un jarro de agua fría para los "aliados" que pensaban que podían contar con EE. UU., y Biden está siguiendo básicamente la misma política: decidió sin consultar a sus aliados retirar sus tropas de Kabul y les está haciendo pagar un alto precio energético por el boicot de la economía rusa, a pesar de que Estados Unidos es autosuficiente en este sentido.
- La ausencia de un proletariado derrotado, condición indispensable para comprometer a un país en una guerra mundial. Las recientes luchas en varios países occidentales demuestran que el proletariado no está dispuesto a aceptar la austeridad impuesta por la crisis económica, y mucho menos los sacrificios ligados a una guerra generalizada. Incluso en Rusia, donde el proletariado es débil y está sometido a una fuerte exaltación nacionalista, la mayoría de la población no apoya la guerra. Por último, también falta un arma ideológica fuerte capaz de aglutinar al proletariado, como ocurrió con el fascismo y el antifascismo en los años 1930.
-La formación de bloques no debe confundirse con alianzas coyunturales formadas para objetivos específicos. Por ejemplo, Turquía, miembro de la OTAN, ha adoptado una política de neutralidad frente a Rusia en Ucrania, esperando aprovecharla para aliarse con Rusia en Siria contra las milicias kurdas apoyadas por Estados Unidos. Al mismo tiempo, se enfrenta a Rusia en Libia y en Asia Central, donde presta apoyo militar a Azerbaiyán contra Armenia, miembro de la alianza liderada por Rusia.
Aunque desde mediados de la segunda década del siglo XXI se ha producido una polarización cada vez más clara de las tensiones imperialistas entre Estados Unidos y China, esto no debe considerarse en modo alguno como el inicio de una dinámica hacia la formación de bloques. A diferencia de ésta, no es producto de la presión del retador (Alemania, la URSS en el pasado) sino, por el contrario, de una política sistemática llevada a cabo por la potencia imperialista dominante, EE. UU., en un intento de frenar el declive irreversible de su liderazgo. Inicialmente, se centró en neutralizar las aspiraciones de los antiguos aliados del bloque occidental, en particular Alemania. Luego se centró en polarizar el "eje del mal" (Irak, Irán, Corea del Norte) en un intento de reunir a los demás imperialistas detrás del policía mundial. Más recientemente, su objetivo ha sido precisamente impedir que surja cualquier contrincante.
Treinta años de semejante política por parte de EE. UU. no han aportado en absoluto más disciplina y orden a las relaciones imperialistas; al contrario, han exacerbado el sálvese quien pueda, el caos y la barbarie. EE. UU. es hoy un vector importante en la aterradora expansión de los enfrentamientos bélicos.
Es cierto que, a nivel general, la guerra en Ucrania demuestra la bancarrota de este sistema (sobre todo porque es claramente un producto voluntario de la clase dominante) y puede constituir en este sentido una fuente de toma de conciencia de esta bancarrota, aunque ésta se limite hoy a minorías de la clase. Fundamentalmente, sin embargo, confirma el análisis de la CCI de que la guerra y los sentimientos de impotencia y horror que provoca no favorecen el desarrollo de la lucha de la clase obrera. Al contrario, provoca un agravamiento sensible de la crisis económica y de los ataques a los trabajadores, empujando a estos últimos a oponerse a ella en defensa de sus condiciones de vida.[vi]
En el período actual, la guerra en Ucrania no puede considerarse un fenómeno aislado. A medida que nos adentramos en la década de 2020 del siglo XXI, diferentes tipos de crisis se acumulan e interactúan (crisis sanitaria, crisis económica, crisis climática y alimentaria, tensiones entre imperialismos) pero, sobre todo, todas ellas se ven afectadas por los efectos de este conflicto, que es un auténtico multiplicador e intensificador de la barbarie y el caos destructivo. Esta guerra es el factor central que determina la intensificación de los demás aspectos: "Con respecto a esta agregación de fenómenos destructivos y su 'efecto torbellino', debemos subrayar el papel motor de la guerra en tanto que acción deseada y planificada por los Estados capitalistas, convirtiéndose en el factor más poderoso y grave de caos y destrucción. De hecho, la guerra en Ucrania ha tenido un efecto multiplicador de los factores de barbarie y destrucción, implicando:
- un riesgo siempre presente de bombardeo de centrales nucleares, como ya estamos viendo en torno al emplazamiento de Zaporijia;
- un peligro de utilización de armas químicas y nucleares;
- una escalada violenta del militarismo con sus consecuencias para la ecología y el clima;
- además, un impacto directo de la guerra sobre la crisis energética y la crisis alimentaria"[vii].
En resumen, sea cual sea el escenario de los próximos meses, las repercusiones globales del conflicto en Ucrania se manifestarán a través de:
- la expansión de las zonas de tensión imperialista en todo el mundo, así como la desestabilización de las estructuras políticas de muchos Estados;
- la exacerbación de los enfrentamientos entre los principales protagonistas del conflicto, así como en el seno de las diferentes burguesías (incluida la ucraniana) de estos países.
Las consecuencias del conflicto en Ucrania no conducen en absoluto a una "racionalización" de las tensiones a través de un alineamiento "bipolar" de los imperialismos detrás de dos "padrinos" dominantes, sino por el contrario a la explosión de una multiplicidad de ambiciones imperialistas, que no se limitan a las de los grandes imperialismos, examinados en la sección siguiente, ni a las de Europa del Este y Asia Central, lo que acentúa el carácter caótico e irracional de los enfrentamientos.
- En Europa, la aparición en el Este de una Ucrania fuertemente armada por Estados Unidos avivará la pugna entre el imperialismo estadounidense y el alemán por controlarla.[ [66]viii] Su posición central también generará tensiones con otros países de Europa del Este, como Rumania, Hungría (muy reacia a apoyar a Ucrania) y sobre todo Polonia, que tienen minorías en diversas regiones de Ucrania. En Occidente, la presión sobre Alemania ha provocado desavenencias con Francia, mientras que se han reavivado los conflictos en Bosnia y entre serbios y kosovares (por mercenarios rusos del grupo Wagner). Por último, la UE ha reaccionado con ira ante la Ley de Reducción de la Inflación promulgada por la administración Biden, que considera una auténtica declaración de guerra a las exportaciones europeas a Estados Unidos.
- En Asia Central, el declive del poder ruso va de la mano de una rápida expansión de la presencia de otras potencias imperialistas, como China, Turquía, Irán y, por supuesto, EE. UU. en las repúblicas de la antigua URSS. En Extremo Oriente, persiste el riesgo de conflicto entre China, por un lado, e India (con enfrentamientos fronterizos regulares) o Japón (que se está rearmando masivamente), por otro, por no mencionar las tensiones entre India y Pakistán y las tensiones recurrentes entre las dos Coreas, en las que EE. UU. está plenamente implicado. Merece la pena mencionar la posición imperialista específica de la India: mientras que sus relaciones con China son conflictivas en términos políticos, militares y económicos, son más ambiguas en relación con EE. UU. (la India es miembro de QUAD pero no de AUKUS) o Rusia (importantes contratos militares), una sorprendente ilustración de la mentalidad de sálvese quien pueda y de la fragilidad del acercamiento entre potencias imperialistas.
- En Oriente Medio, el debilitamiento de Rusia, la desestabilización interna de grandes buitres como Irán (revueltas populares, luchas entre facciones y presión imperialista) y Turquía (situación económica desastrosa) tendrán un impacto importante en las relaciones imperialistas, en un momento en que estos tres países tienden a acercarse con vistas a emprender acciones militares en Siria e Irak contra diversas facciones kurdas apoyadas por Estados Unidos. Por último, la actitud de Arabia Saudita, empantanada en la guerra civil de Yemen, que se opone a las políticas estadounidenses y se acerca a Rusia, China e incluso Irán, así como la formación de un gobierno de extrema derecha en Israel, son también expresiones del agravamiento del caos de la guerra y del sálvese quien pueda.
- En África, mientras la crisis energética y alimentaria y las tensiones bélicas hacen estragos en varias regiones (guerra civil entre el gobierno central etíope y la provincia insurgente de Tigray, en la que también están implicados Eritrea y Sudán, guerra civil en Libia, fuertes tensiones entre Sudán del Norte y Sudán del Sur y también entre Argelia y Marruecos), la agresividad de las potencias imperialistas estimula la desestabilización y el caos. Entre 2016 y 2020, China invirtió el equivalente de toda la inversión occidental en el mismo periodo (70.000 millones de dólares) y ha renunciado al reembolso de 23 préstamos sin intereses para 17 países africanos en 2021. India superó a Francia como tercer socio comercial del continente en 2018 (después de China y Estados Unidos). El comercio de Turquía con África ha pasado de 5.000 a 25.000 millones de dólares en veinte años. Rusia, por su parte, sigue desestabilizando Mali y la República Centroafricana con mercenarios del grupo Wagner, mientras sigue siendo un importante socio comercial en armas y agricultura (cereales y fertilizantes) para países africanos como Egipto, Etiopía y Sudáfrica. Francia y Gran Bretaña, que pierden terreno, quieren recuperar cuota de mercado y prometen inversiones. En cuanto al imperialismo estadounidense, para contrarrestar la influencia del imperialismo ruso y chino en África, organizó una gran cumbre EE. UU.-África el 13 de diciembre de 2022 en Washington, donde prometieron 55 millones de dólares para África en tres años.
El creciente peso de la descomposición también tiende a acentuar la pérdida de control del aparato político burgués, reforzando la lucha entre fracciones y la presión de las tendencias populistas[ix] Esta mayor inestabilidad política tendrá un impacto creciente en la imprevisibilidad del posicionamiento imperialista, como ha ilustrado la presidencia de Trump.
Los países europeos, sometidos a una fuerte presión estadounidense y a fuertes tensiones en el seno de la UE, se enfrentan a movimientos populistas y a luchas entre fracciones de la burguesía, que desestabilizan fuertemente el aparato político de la burguesía y pueden provocar cambios en las orientaciones imperialistas. Este ya es el caso no sólo en Gran Bretaña, sino también en Italia con varios gobiernos populistas. Esta creciente desestabilización también tiende a reforzarse en Francia, donde "Les Républicains" de Ciotti están dispuestos a gobernar con los populistas, e incluso en Alemania[x]
Las turbulencias imperialistas también pueden exacerbar las tensiones en el seno de las burguesías, como ocurre en Rusia y China, y acabar provocando reorientaciones imperialistas. En Irán, por ejemplo, los enfrentamientos entre facciones dentro de la burguesía iraní, atizados por la injerencia extranjera y explotando las revueltas y expresiones de desesperación de la población, pueden modificar las orientaciones imperialistas.[ [67]xi]
Por último, en numerosos Estados de África (Sudán, Etiopía), Asia (Pakistán, Afganistán) o América Latina (Perú, Ecuador, Bolivia, Chile), la multiplicación de las revueltas populares o de las masacres interétnicas marcan la desestabilización de la estructura del Estado y estas diversas situaciones acentuarán la inestabilidad de las relaciones imperialistas y la imprevisibilidad de los conflictos.
Un año de guerra ha provocado grandes turbulencias en las orientaciones de los principales imperialismos implicados, pero también en las tensiones en el seno de las diferentes burguesías de estos países.
2.1.1. El éxito inicial de la actual ofensiva estadounidense se basa en una característica ya destacada en el Texto de Orientación: "Militarismo y descomposición " (1990), el dominio económico y especialmente militar de EE. UU. que excede la suma de potencias potencialmente competidoras. EE. UU. explota plenamente esta ventaja en su política de polarización. Esto nunca ha traído más orden y disciplina a las relaciones imperialistas, sino que por el contrario ha multiplicado los enfrentamientos bélicos, exacerbado el sálvese quien pueda, sembrado la barbarie y el caos en muchas regiones (Oriente Medio, Afganistán…), recrudecido el terrorismo, provocado enormes oleadas de refugiados. y exacerbó en todas direcciones las ambiciones de pequeños y grandes tiburones.
La cuestión a la que se enfrenta EE. UU. en Ucrania hoy es la siguiente: ¿debemos ofrecer una salida a Rusia, que en cualquier caso ya no puede reclamar después de esta guerra un papel imperialista mundial preponderante, o debe apuntar más bien a la humillación total, que podría ¿Provocar una reacción desesperada y descontrolada de la burguesía rusa y también implicar el riesgo de una desintegración de Rusia, peor que en 1990, y por lo tanto una desestabilización de toda esta parte del planeta? Las fracciones dominantes de la burguesía estadounidense (en particular los demócratas) son sin duda conscientes de estos peligros, incluso si insisten en completar sus objetivos, ya ampliamente logrados, a nivel del debilitamiento definitivo de Rusia. y sobre todo la acentuación de la presión sobre China a fin de contenerla para bloquear su expansión. Como resultado, EE. UU. equilibra cuidadosamente las capacidades militares del ejército ucraniano, presiona a Zelensky para que aumente su control sobre su administración y su ejército e indica que "de una forma u otra esta guerra tendrá que terminar en torno a una mesa de negociaciones" (M. Milley, Jefe de Estado Mayor de EE. UU.). Sin embargo, esta orientación puede verse frustrada por: presionan a Zelensky para que aumente su control sobre su administración y su ejército e indican que “de una forma u otra esta guerra tendrá que terminar en torno a una mesa de negociación” (M. Milley, Jefe de Estado Mayor de Estados Unidos). Sin embargo, esta orientación puede verse frustrada por:
• una posible estrategia de los líderes rusos para apostar por el cansancio en Occidente por prolongar la guerra en el tiempo, así como por la presión de la fracción que llama a la guerra total (ver más adelante);
• las tensiones dentro del aparato estatal y militar ucraniano, con facciones que piden continuar las ofensivas hasta la victoria total contra Rusia, incluida la reconquista de Donbass y Crimea;
• un deslizamiento irracional, ligado al caos y a la barbarie ambiental, como, por ejemplo, un misil que impacta en Polonia, Bielorrusia o una central nuclear.
De cualquier manera, y sea cual sea el resultado del conflicto, la actual política de confrontación de la administración Biden, lejos de producir una tregua en las tensiones o imponer disciplina entre los buitres imperialistas,
• aumentará aún más las tensiones económicas y militares con el imperialismo chino;
• Exacerbará las contradicciones entre imperialismos, por ejemplo en Europa Central donde el debilitamiento de Rusia y el armamento masivo de Ucrania agudizará la oposición entre países de Europa Central, como Polonia, Hungría, Rumania y por supuesto Alemania. En Asia Central, además de EE. UU., los imperialismos chino, turco o iraní ya se dan empujones para tomar el lugar de Rusia;
• intensificará la oposición en el seno de las diversas burguesías, en EE. UU., Rusia y por supuesto Ucrania, pero igualmente en Alemania o China, como desarrollamos en los puntos siguientes.
Contrariamente a la retórica de sus líderes, la política ofensiva y brutal de EE. UU. está, por tanto, a la vanguardia de la barbarie bélica y destrucciones de la descomposición.
2.1.2. La estrategia de Estados Unidos para contrarrestar su declive también reveló disensiones dentro de la burguesía estadounidense. Si existe un claro consenso en cuanto a la política hacia China, estos desacuerdos hoy se refieren a cómo "neutralizar" a Rusia en el contexto de un enfoque sobre el "principal enemigo", China. En cambio, la facción de Trump tendía a considerar una alianza con Rusia contra China, pero esta orientación encontró la oposición de gran parte de la burguesía estadounidense y la resistencia de la mayoría de las estructuras estatales. La estrategia de las fracciones dominantes de la burguesía estadounidense, representada hoy por la administración Biden, apunta por el contrario a asestar golpes decisivos a Rusia, para que ya no pueda representar una amenaza potencial para EE. UU.: “Queremos debilitar a Rusia de tal manera que no pueda hacer cosas como invadir a Ucrania”[ [68]xii] lanzando una clara advertencia a China.
Las elecciones de mitad de período han confirmado que las fracturas siguen siendo tan profundas y agudas entre demócratas y republicanos, como lo son las divisiones dentro de cada uno de los dos campos[xiii] aunque el peso del populismo y las ideologías más retrógradas, marcados por el rechazo a un pensamiento racional y coherente, lejos de ser frenado por las campañas tendientes a marginar a Trump[xiv], no ha hecho más que pesar cada vez más profunda y duraderamente en la sociedad estadounidense. Estas tensiones dentro de la burguesía estadounidense (que no pueden reducirse simplemente a la irracionalidad del individuo Trump), acentuadas por el giro de la Cámara de Representantes hacia los republicanos y la nueva candidatura presidencial de Trump, todavía favorecido por más de 30% de los estadounidenses (casi 2/3 de los votantes republicanos), para las elecciones de 2024, traiga una dosis de incertidumbre a la política estadounidense de apoyo masivo a Ucrania y no comprometa a otros países a tomar las promesas de EE. UU. con seriedad
Esta imprevisibilidad de la política estadounidense es en sí misma (además de su política de polarización) un factor de intensificación del caos en el futuro.
2.2.1. La fallida intervención en Ucrania, hoy ya catastrófica, tendrá consecuencias aún más graves en los próximos meses. El ejército ruso demostró su ineficacia y perdió gran parte de sus soldados de élite y su equipamiento más moderno. Su economía está sufriendo golpes muy duros, especialmente en los sectores tecnológicos avanzados por la falta de materias primas por el boicot y la huida de gran parte de las élites tecnológicas (se dice que 1 millón de personas han huido al extranjero). A pesar de un gigantesco esfuerzo financiero (el 50% del presupuesto del Estado ahora se dedica al esfuerzo bélico), el sector industrial militar, vital para un esfuerzo bélico a largo plazo, es incapaz de mantener el ritmo, y es típico que Rusia tenga que pedir ayuda a Corea del Norte (municiones) e Irán (drones) para compensar las deficiencias de su propia economía de guerra.
Pero es sobre todo en el plano de las relaciones imperialistas donde Moscú sentirá cada vez más claramente las repercusiones de su derrota. Rusia está aislada e incluso países "amigos" como China y Kazajstán se están distanciando abiertamente. Además, en Asia Central, los distintos países que fueron miembros de la URSS se han negado a permitir la movilización de sus ciudadanos residentes en Rusia y se muestran cada vez más críticos con Rusia: Kazajastán ha acogido a 200.000 rusos que huían de la orden de movilización, desaprueba expresamente la invasión rusa y proporciona ayuda material a Ucrania. Kirguistán y Tayikistán reprochan abiertamente a Rusia su incapacidad para interceder en sus conflictos internos. Armenia está furiosa porque Rusia no ha respetado el pacto de asistencia que les unió durante la guerra con Azerbaiyán. Incluso Lukashenko, el tirano de Bielorrusia, intenta desesperadamente evitar involucrarse demasiado con Putin. El colapso de la influencia rusa en Europa del Este y Asia Central avivará las tensiones entre las distintas burguesías de estas regiones y abrirá el apetito de los grandes buitres, desestabilizándolas aún más. Y para colmo, Rusia tendrá que aceptar una Ucrania poderosamente armada por Estados Unidos, a 500 km de Moscú.
2.2.2. En el plano interno, las tensiones entre las distintas facciones de la burguesía rusa eran cada vez más agudas y visibles. Surgen varias tendencias:
- La facción pro-democracia, que por el momento está siendo fuertemente reprimida.
- La facción que respalda a Putin, que a su vez está dividida en tres fracciones: 1. la facción "dura" que respalda al líder checheno Kadirov y a la facción Wagner; 2. una facción más pequeña que está presionando a Putin para que detenga la guerra en Ucrania; 3. una facción que respalda a Putin y que está enfrentando a estas dos fracciones para mantener su control sobre el Estado ruso.
Al parecer, estas divisiones son tan profundas en el ejército y los servicios de seguridad como en el círculo íntimo de Putin. Desde la supervivencia política de Putin hasta la de la Federación Rusa y el estatus imperialista de esta última, lo que está en juego tras la derrota en Ucrania tiene consecuencias de largo alcance: a medida que Rusia se hunde más en los problemas, es probable que se produzcan ajustes de cuentas e incluso enfrentamientos sangrientos entre facciones rivales. Están surgiendo "señores de la guerra" como Kadyrov y Prigozhin (fundador del grupo Wagner) que se oponen cada vez más al Estado Mayor, llegando incluso a criticar a Putin. Al mismo tiempo, una gran parte de los soldados muertos proceden específicamente de ciertas repúblicas autónomas pobres, lo que ha provocado numerosas manifestaciones y sabotajes en estas regiones y puede conducir a la fragmentación de la Federación Rusa. Estas contradicciones apuntan a un periodo de gran inestabilidad en el Estado más grande y más fuertemente armado del mundo, con riesgo de pérdida de control y consecuencias imprevisibles para el mundo entero.
Mientras que algunos empíricos podían pensar hace dos años que China era la gran vencedora de la crisis de Covid, los datos recientes confirman que China se enfrenta ahora a una desestabilización múltiple y a la perspectiva de grandes turbulencias.
Ante la trampa tendida a su "aliado" ruso en Ucrania y la estrepitosa derrota sufrida por éste, China intenta calmar los ánimos con EE. UU., cuya política de polarización se dirige fundamentalmente, detrás de Rusia, contra China, como demuestran las actuales tensiones en torno a Taiwán. Sin embargo, la estrategia de China difiere fundamentalmente de la de Rusia. Mientras que la única baza de Rusia era su poder militar como antiguo líder del bloque, la burguesía china entiende que el desarrollo de su fuerza está ligado a un aumento de su poder económico, que tardará tiempo en alcanzar.
¿Se le dará ese tiempo? Presionada por el desarrollo del caos bélico y la polarización imperialista, China se enfrenta al mismo tiempo a la desestabilización sanitaria, económica y social, lo que coloca a la burguesía china en una situación particularmente incómoda.
2.3.1. China se ha visto gravemente desestabilizada en varios frentes:
- La inmensa dificultad de China para controlar la crisis sanitaria que sufre desde finales de 2019 ha paralizado en gran medida su economía y penalizado a su población. El resultado han sido encierros gigantescos e interminables, como en noviembre de 2022, cuando no menos de 412 millones de chinos fueron encerrados en terribles condiciones en diversas partes de China, a menudo durante varios meses.
- La economía china se ha enlentecido drásticamente como consecuencia de los repetidos confinamientos, la burbuja inmobiliaria y el bloqueo de varias rutas de la Ruta de la Seda por conflictos armados (Ucrania) o el caos reinante (Etiopía).
No se espera que el crecimiento del PIB supere el 3% en 2022, el más bajo desde 1976 (excluyendo el "año Covid" de 2020). Los jóvenes se ven especialmente afectados por el deterioro de la situación, con una tasa de desempleo estimada en el 20% entre los universitarios que buscan trabajo.
- La espectacular caída de su demografía, que por primera vez en sesenta años ha provocado un descenso de la población total de China y que podría reducir la población a unos 600 millones en 2100, está provocando una inversión gradual de la pirámide de edades y una pérdida de competitividad de la industria china debido al aumento de los costes laborales de una mano de obra que será cada vez más escasa, así como una presión sobre el sistema de pensiones, que hoy es prácticamente inexistente, y sobre las infraestructuras sociales y sanitarias para una población que envejece.
- Aún más preocupante para la burguesía china, los problemas económicos, junto con la crisis sanitaria, han provocado un importante malestar social, a pesar de que la política del gobierno chino desde 1989 ha sido evitar a toda costa los disturbios sociales a gran escala. Movimientos de compradores engañados por las dificultades y quiebras de gigantes inmobiliarios, pero sobre todo disturbios, huelgas -como la de 200.000 trabajadores de la enorme fábrica del gigante taiwanés Foxconn, que ensambla los iPhones de Apple- y manifestaciones generalizadas en muchas ciudades chinas, como Shanghái, al grito de "¡Xi Jinping dimisión! dimisión del PCCh!" han hecho sudar frío a Xi y a sus partidarios.
2.3.2. Las convulsiones de un modelo neo-estalinista caduco.[xv]
Frente a las dificultades económicas y luego sanitarias, la política de Xi Jinping desde el inicio de su segundo mandato (2017) había sido volver a las recetas clásicas del estalinismo:
- en el plano económico, desde Deng Xiao Ping, la burguesía china había creado un frágil y complejo mecanismo para mantener un todopoderoso marco de partido único cohabitando con una burguesía privada estimulada directamente por el Estado. "A finales de 2021, la era de reforma y apertura de Deng Xiaoping está claramente acabada, sustituida por una nueva ortodoxia económica estatista"[xvi] De hecho, la facción dominante detrás de Xi Jinping había reorientado la economía china hacia un control estatal absoluto de estilo estalinista.
- En el frente social, la política de "Covid cero" había permitido a Xi no sólo reforzar el despiadado control estatal sobre la población, sino también imponer este control a las autoridades regionales y locales, que se habían mostrado poco fiables e ineficaces al comienzo de la pandemia. Todavía en otoño, envió unidades de policía del gobierno central a Shanghai para llamar al orden a las autoridades locales que estaban liberando las medidas de control.
Pero, como demuestra el punto anterior, esta política de las autoridades chinas las ha llevado directamente contra la pared. De hecho, ante la explosiva protesta social, el régimen se vio obligado a dar marcha atrás a toda prisa a todos los niveles y a abandonar en cuestión de días la política que había mantenido durante años contra viento y marea.
- Abandonó bruscamente la política de "Covid cero" sin proponer la menor alternativa, sin reforzar la inmunidad, sin vacunas eficaces ni reservas suficientes de medicamentos, sin una política de vacunación de los más débiles, sin un sistema hospitalario capaz de absorber el choque, lo que ha provocado graves problemas sanitarios: Pacientes haciendo cola para entrar en hospitales saturados y cadáveres amontonados ante crematorios abarrotados: las proyecciones prevén que para el verano habrán muerto más de un millón de personas y decenas de millones se habrán visto gravemente afectadas por la oleada del virus. Además, decenas de miles de trabajadores contratados para organizar los encierros o empleados en fábricas que producen pruebas u otros materiales contra el covid han sido despedidos, lo que ha desencadenado un gran descontento social.
- Ha reconsiderado parcialmente su política de control estatal absoluto de la economía reduciendo los controles sobre el acceso al crédito en el sector inmobiliario y las medidas antimonopolio en el sector tecnológico. Incluso promete que los bancos y sociedades de inversión extranjeros podrían convertirse en propietarios de pleno derecho de empresas en China. Pero el escepticismo sigue prevaleciendo entre las empresas extranjeras y la retirada de capital extranjero de China sigue siendo masiva, mientras se intensifica la presión económica de Estados Unidos, en particular con la "Inflation Reduction Act" y la "Chips in USA Act", que apuntan directamente a las exportaciones de empresas tecnológicas chinas (como Huawei) a Estados Unidos.
Esta política en zigzag revela el callejón sin salida de un régimen de corte estalinista en el que "la gran rigidez de las instituciones no deja prácticamente ningún margen para la aparición de fuerzas políticas burguesas de oposición capaces de desempeñar el papel de amortiguadores".[xvii] Aunque el capitalismo de Estado chino supo aprovechar las oportunidades que le brindó el cambio de bloque en los años 70, con la implosión del bloque soviético y la globalización de la economía propugnada por Estados Unidos y las principales potencias del bloque occidental, las debilidades congénitas de su estructura estatal de corte estalinista son ahora un gran hándicap frente a los problemas económicos, sanitarios y sociales. Las desesperadas convulsiones del régimen revelan el fracaso de las políticas de Xi Jinping, reelegido para un tercer mandato tras acuerdos entre bastidores entre fracciones del PCCh, y presagian conflictos entre facciones dentro de un aparato estatal cuya incapacidad para superar la rigidez política revela la pesada herencia del maoísmo estalinista[xviii]
2.3.3. Una política imperialista bajo presión
Enfrentada a la ofensiva económico-militar de EE. UU., de Taiwán a Ucrania, la burguesía china parece haber aprendido las lecciones imperialistas y por el momento orienta su política hacia una estrategia de evitar la espiral de provocaciones, militares o de otro tipo:
- la agresiva diplomacia nacionalista de los "lobos guerreros", lanzada en 2017 por Xi, ha sido abandonada y el portavoz del Ministerio de Exteriores que la personificaba, Zhao Lijian, ha sido trasladado a un puesto inferior;
- China intenta contrarrestar la estrategia de aislarla buscando nuevas alianzas en todos los frentes: Xi se reunió con 25 jefes de Estado extranjeros en tres meses para impulsar su economía y forjar lazos diplomáticos (con Brasil, Alemania, Francia y Europa en general, por ejemplo);
- intensifica su implicación en la escena internacional, como demuestra su actitud conciliadora en la última cumbre del G20 en Indonesia, su fuerte implicación en la conferencia sobre la diversidad ecológica de Montreal y, sobre todo, su papel de mediador en el enfrentamiento entre Arabia Saudita e Irán e incluso en el conflicto de Ucrania.
Sin embargo, la agresividad económica y militar de EE. UU. se está intensificando mediante el armamento masivo de Taiwán y el aumento de la presión sobre los "socios" de China, como Irán y Pakistán. Con el auge del militarismo japonés y las ambiciones cada vez más asertivas de la India, esta mayor presión imperialista en Oriente Medio y el Pacífico podría dar lugar a acontecimientos imprevistos. Por otra parte, el "torbellino" de convulsiones y desestabilizaciones que azota a la burguesía china también ejerce una fuerte presión sobre su política imperialista y le infunde un alto grado de imprevisibilidad. Y debe quedar claro que una desestabilización del capitalismo chino tendría consecuencias imprevisibles para el capitalismo mundial.
Alemania también se enfrenta a una serie de señales inequívocas: su condición de enano militar le ha obligado a alinearse como miembro de la OTAN, el bloqueo impuesto a Europa por Estados Unidos sobre el petróleo y el gas rusos le está sumiendo en grandes dificultades económicas, sobre todo porque la Inflation Reduction Act y la Chips in USA Act son también un ataque directo a las importaciones europeas y, por tanto, a las alemanas en particular.
2.4.1. En el momento de la implosión del bloque soviético, la CCI señalaba que si, en un futuro próximo, "no hay ningún país en condiciones de oponerse al de EE. UU. con un potencial militar que le permita reivindicar la posición de jefe de un bloque que pueda rivalizar con el que estaría dirigido por esa potencia"[xix], la única potencia imperialista potencialmente capaz en un futuro más lejano de convertirse en el núcleo central de un bloque que compitiera con Estados Unidos era entonces, según nuestro análisis, Alemania: "En cuanto a Alemania, único país que podría desempeñar algún día un papel que ya desempeñó en el pasado, su actual poderío militar (¡ni siquiera tiene armas atómicas, nada menos! ) no le permite pensar en competir con Estados Unidos en este campo durante mucho tiempo. Esto es tanto más cierto cuanto que, a medida que el capitalismo se hunde en la decadencia, se hace cada vez más indispensable que el jefe de un bloque disponga de una superioridad militar aplastante sobre sus vasallos si quiere mantenerse"[xx].
De hecho, Alemania se encontraba entonces en una situación especialmente compleja: se enfrentaba al enorme reto económico, político y social de integrar a la antigua RDA en su tejido industrial, al tiempo que tropas extranjeras (estadounidenses y de otros países de la OTAN) estaban estacionadas en su territorio. Este gigantesco esfuerzo financiero para "unificar" el país dividido había hecho imposible realizar las importantes inversiones necesarias para poner sus fuerzas militares al nivel requerido, siendo la división del país y el desmantelamiento de su fuerza militar, por supuesto, la consecuencia de la derrota de 1945. [xxi] En este contexto, la burguesía alemana ha desarrollado en los últimos veinte años una política de expansión económica e imperialista decididamente orientada hacia el Este, transformando a numerosos países de Europa del Este en subcontratistas de su industria y garantizando al mismo tiempo su abastecimiento energético estable y barato mediante acuerdos de gas y petróleo con Rusia, lo que le ha permitido también aprovechar plenamente la globalización de la economía. Al mismo tiempo, al integrar a los Estados de Europa del Este en la UE, también se aseguraba la preeminencia política dentro de la UE.
2.4.2. La ilusoria esperanza de poder desarrollar su poder imperialista sin un despliegue de militarismo y la construcción de una fuerza militar consecuente se hizo añicos con el estallido de la guerra en Ucrania. Sin embargo, la burguesía alemana hizo todo lo posible por mantener su asociación con Rusia a pesar del conflicto:
- creó empresas tapadera para continuar el proyecto conjunto con Rusia de construir gasoductos bajo el Mar Báltico (North Stream 1 y 2), a pesar de la amenaza de sanciones económicas de Estados Unidos;
- ha desarrollado (al igual que Francia) una intensa diplomacia con Putin para tratar de evitar o enmarcar el conflicto;
- ha considerado respaldar la operación rusa contra Ucrania con vistas a una rápida victoria, que entonces sólo tendría un impacto limitado en las relaciones económicas (según declaraciones de Boris Johnson a CNN).
La guerra intensiva, financiada y mantenida por las entregas masivas de armas de Estados Unidos, está sometiendo a Berlín a una presión particularmente intolerable, pero esto está en consonancia con la ya clara hostilidad de la administración Trump hacia la política autónoma del imperialismo alemán, destacando su posición como "enano" militar y poniendo bajo control sus fuentes de suministro de energía.
2.4.3. Ante esta situación, la burguesía alemana, atrapada en una trampa, emprendió una acción sin cuartel para reforzar su posición militar, buscar nuevas alianzas económicas y mantener su presencia imperialista en Europa del Este:
- ante la amarga constatación de que era ilusorio afirmar ambiciones imperialistas sin respaldarlas con un poder militar sustancial, duplicó su presupuesto militar (serán necesarios ocho años para poner al ejército alemán a la altura de las circunstancias) y adoptó medidas económicas y energéticas draconianas para garantizar la defensa de su tejido industrial;
- se ha embarcado en la búsqueda de nuevas alianzas estratégicas, en particular con China, como ilustra la visita sorpresa en solitario del Canciller Scholz a Xi el 4 de noviembre de 2022, que incluyó la compra por Pekín de una participación del 25% de acciones en el puerto de Hamburgo: "Esta visita del Canciller alemán a Pekín es tanto más extraña cuanto que el pasado mes de octubre, en su última cumbre, los Veintisiete no habían logrado ponerse de acuerdo sobre una nueva alianza estratégica con Pekin. En aquel momento, la actitud de Europa se había endurecido considerablemente, y los países bálticos [...], habían instado a la UE a mostrar la máxima cautela al tratar con China;[xxii]
- anunció que estaba dispuesto a financiar un gigantesco Plan Marshall para la reconstrucción de Ucrania.
2.4.4. Estas reacciones de la burguesía alemana a la ofensiva estadounidense exacerbaron no sólo las tensiones y el sálvese quien pueda frente a Estados Unidos, sino también dentro de la propia Europa. Por ejemplo, las decisiones alemanas de encargar aviones de combate... a Estados Unidos y de crear un escudo antimisiles basado en tecnología alemana e... israelí, congelando los programas de armamento sofisticado (aviones y tanques) previstos con Francia, han provocado importantes desavenencias entre Francia y Alemania, columna vertebral de la UE.
El imperialismo francés decidió aplazar una reunión del consejo franco-alemán y expresó su negativa a construir un gasoducto que una España y Alemania para transportar gas desde África. El último consejo conjunto franco-alemán de enero de 2023 no cambió la situación, a pesar de las retóricas declaraciones conjuntas: "Emmanuel Macron y Olaf Scholz hicieron un alarde de simbolismo el domingo en París con motivo del 60 aniversario del Tratado del Elíseo, pero no presentaron ninguna propuesta firme sobre el apoyo a Ucrania, la defensa europea o la crisis energética"[xxiii].
Sin embargo, a Alemania no le interesa separarse demasiado de Francia, primera potencia militar europea y pilar central para mantener una UE unida en torno a Alemania.
El enfoque de "sálvese quien pueda" del gobierno alemán respecto a las medidas económicas, las relaciones con China y el futuro de Ucrania está aumentando las tensiones con otros países de la UE, en particular con algunos de Europa del Este, como los países bálticos y Polonia, que apoyan firmemente la política estadounidense.
La política de Scholz también está causando divisiones dentro de la burguesía alemana (algunos de los Verdes en el gobierno estaban en contra del viaje de Scholtz a China, por ejemplo) y, a diferencia del SPD, los otros partidos en el gobierno (FDP y los Verdes) tienden a apoyar la política estadounidense hacia Rusia. Es probable que estas divergencias dentro de las fracciones de la burguesía alemana se profundicen con el empeoramiento de la crisis económica, con la presión sobre la economía alemana y la posición imperialista del país, anunciando una creciente inestabilidad política, con el peligro de un mayor impacto de los movimientos populistas[xxiv] ante el empeoramiento de la situación social.
La explosión del militarismo es la ilustración perfecta de la profundización cualitativa del periodo de descomposición, al tiempo que anuncia la inevitable acentuación del caos y del sálvese quien pueda.
- La explosión de los presupuestos militares: además de EE. UU., que sigue aumentando su presupuesto militar, que ya representa el 8,3% del presupuesto nacional, el gran aumento de los gastos militares ya se había observado antes de la guerra de Ucrania, sobre todo en Asia, en China (5% del presupuesto), India (que es el tercer país en gastos militares después de los "dos grandes"), Pakistán y Corea del Sur. Desde entonces, como consecuencia directa de la invasión de Ucrania, se ha producido una aceleración fenomenal, en primer lugar en el caso de grandes potencias como Japón, que ha destinado 320 billones de dólares a sus fuerzas armadas en cinco años, el mayor aumento de armamento desde 1945, y sobre todo en Europa Occidental, con Alemania aumentando también su presupuesto de defensa en 107 billones de euros, al igual que Francia y Gran Bretaña. Incluso imperialismos más modestos, como Turquía (que ya es el segundo mayor ejército de la OTAN) o Arabia Saudita, y en Europa un país como Polonia, que aspira a tener el ejército más poderoso de Europa, se están armando hasta los dientes.
- La extensión del militarismo al espacio y el renacimiento del poder nuclear: La carrera armamentística se centra cada vez más en la conquista del espacio. Sobre este plano igualmente, EE. UU., pero también China, están tirando la casa por la ventana y las últimas expresiones de cooperación tienden a desaparecer. Por último, "Todos los Estados poseedores de armas nucleares están aumentando o modernizando sus arsenales, y la mayoría está reforzando la retórica nuclear y el papel que estas armas desempeñan en su estrategia militar. Se trata de una tendencia muy preocupante"[xxv].
- El reforzamiento de la puesta en marcha de la economía de guerra: la guerra en Ucrania plantea claramente interrogantes sobre la reorientación de las inversiones financieras, y sobre todo del apoyo de las poblaciones, en el seno de los think tanks de la burguesía: "Por eso la capacidad de equipar a Ucrania con suficientes armas para ganar la guerra es una preocupación creciente, es una especie de transición a una economía de guerra en tiempos de paz, [...] Y los líderes occidentales tendrán que tener una discusión franca con sus poblaciones sobre los costes futuros de la defensa y la seguridad, es un esfuerzo de toda la nación, de todas las naciones, porque no es sólo el ministro de Defensa quien encarga más equipamiento [a] la industria. Se trata de mantener un debate sobre cómo aumentar la producción. Los eslabones débiles de la cadena de suministro de armas no sólo tienen que ver con el bajo gasto público, sino también con las actitudes sociales y la reticencia de las instituciones financieras a invertir en empresas armamentistas".[xxvi]
Hemos subrayado que "la agregación e interacción de fenómenos destructivos conduce a un 'efecto torbellino' que concentra, cataliza y multiplica cada uno de sus efectos parciales, provocando una devastación aún más destructiva"[xxvii] En este contexto, si la crisis económica es, en última instancia, la causa subyacente de la tendencia a la guerra, ésta agrava a su vez la crisis económica. En efecto, lejos de estimular la economía, la guerra y el militarismo agravaron la crisis. La explosión del gasto como consecuencia del conflicto ucraniano agravará la deuda nacional, que es otra carga para la economía. Acelerarán el crecimiento de la inflación, que es otra amenaza para el crecimiento económico que, para ser combatida, requiere una contracción del crédito que sólo puede conducir a una recesión abierta, lo que también significa un agravamiento de la crisis económica. Por último, la guerra de Ucrania ha provocado un enorme aumento de los costes energéticos, que está lastrando toda la producción industrial, así como una escasez de productos agrícolas y un enlentecimiento del comercio mundial.
En resumen, "los años 20 del siglo XXI tendrán, en este contexto, un impacto considerable en el desarrollo histórico"[xxviii], en la medida en que la alternativa "socialismo o barbarie", planteada por la Internacional Comunista en 1919, adopta cada vez más la forma de "socialismo o destrucción de la humanidad".
Abril de 2023
i] Por ejemplo, la TCI utiliza a veces la noción de decadencia, pero sin explicar ni precisar sus implicaciones, o se abstiene de reconsiderar la noción de derrotismo revolucionario teniendo en cuenta las características del contexto actual. Sobre este punto, véase nuestra crítica de los comités No War But the Class War (no a la guerra sí a la guerra de clases): Sobre la historia de los grupos "No hay más guerra que la de clases" | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [69] y Un comité que lleva a los participantes a un callejón sin salida | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [33].
ii] Revista Internacional núm. 167.
iii] Significado e impacto de la guerra en Ucrania | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [70], Revista Internacional núm. 168 (2022).
iv] Citado en Militarismo y descomposición (mayo de 2022) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [46], Revista Internacional núm.168.
v] "Rapport à la Conférence de juillet 1945 de la Gauche Communiste de France".
vi] Sobre este tema, léase el "Informe sobre la lucha de clases" del XXV Congreso de la CCI.
vii] Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44], Revista Internacional núm. 169 (2022).
viii] Véanse los planes para su reconstrucción.
ix] Véanse las recientes elecciones en Brasil.
x] Véase el complot "Reichsburger", en el que están implicados importantes sectores de los servicios de seguridad.
xi] Véase el acercamiento a Rusia.
xii] Declaración del Secretario de Estado de Defensa, Lloyd Austin, durante su visita a Kiev el 25 de febrero de 2022. La facción de Biden también quería "hacer pagar" a Rusia por su injerencia en los asuntos internos estadounidenses, por ejemplo, sus intentos de manipular las últimas elecciones presidenciales.
xiii] Ver la complicada elección del presidente republicano de la Cámara de Representantes.
xiv] Véanse las amenazas de varias demandas.
xv] "La característica más evidente y más conocida de los países del bloque del Este, en la que se basa el mito de su "naturaleza socialista", es el grado extremo de nacionalización de sus economías... El capitalismo de Estado no es un fenómeno propio de estos países... Aunque la tendencia al capitalismo de Estado es un hecho histórico universal, no afecta a todos los países de la misma manera [...]. En los países avanzados, donde existe una vieja burguesía industrial y financiera, esta tendencia toma generalmente la forma de una superposición progresiva de los sectores "privado" y estatal [...]. Esta tendencia hacia el capitalismo de Estado "toma sus formas más extremas allí donde el capitalismo experimenta sus contradicciones más brutales, donde la burguesía clásica es más débil". En este sentido, el hecho de que el Estado asuma el control directo de la mayor parte de los medios de producción, característico de los países de Europa del Este y, en gran medida, del Tercer Mundo, es la forma más extrema en la que el capitalismo experimenta sus contradicciones más brutales, donde la burguesía clásica se encuentra en su punto más débil" (Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [55]", Revista Internacional núm. 60.
xvi] Foreign Affairs, citado en Courrier International nº 1674.
xvii] Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [55], Revista internacional núm. 60.
xviii] "Un capital nacional desarrollado, detentado "privadamente" por diferentes sectores de la burguesía, encuentra en la "democracia" parlamentaria su aparato político más adecuado; al control estatal casi completo de los medios de producción corresponde el poder totalitario de un partido único" (Ibid.).
xix] Militarismo y descomposición | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [45], Revista Internacional núm. 64 (1991).
xx] Idem.
xxi] Sin embargo, la importante reducción de los costes improductivos en los años 50 y 60 también estuvo detrás de la impresionante reconversión de la economía alemana.
xxii] "Olaf Scholz va solo a Pekín", Asianyst (5 de noviembre de 2022).
xxiii] "Entre Francia y Alemania, un acercamiento engañoso", Le Monde (23 de enero de 2023).
xxiv] Véase la conspiración "Reichsburger".
xxv] Wilfred Wan, Director del Programa de Armas de Destrucción Masiva del SIPRI, Informe SIP. (5 de diciembre de 2022).
xxvi] Almirante R. Bauer, Jefe del Comité Militar de la OTAN, en Defense One.
xxvii] "L’accélération de la décomposition capitaliste pose ouvertement la question de la destruction de l’humanité [71]" ("La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad"), Revista Internacional núm. 169 (2022).
xxviii] Idem
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Comenzando con una pandemia espantosa, la década de 2020 ha sido un recordatorio concreto de la única alternativa que existe: la revolución proletaria o la destrucción de la humanidad. Con el Covid 19, el conflicto en Ucrania y el crecimiento de la economía de guerra en todas partes, la crisis económica y su devastadora inflación, con el calentamiento global y la devastación de la naturaleza amenazando cada vez más la vida misma, con el auge del sálvese quien pueda, de la irracionalidad y el oscurantismo, y la descomposición de todo el tejido social, la década de 2020 no es sólo testigo de una acumulación de lacras asesinas; todas estas lacras convergen, se combinan y se alimentan unas a otras. La década de 2020 será una concatenación de todos los peores males del capitalismo decadente y putrefacto. El capitalismo ha entrado en una fase de graves convulsiones extremas, entre las cuales la más amenazadora y sangrienta es el riesgo de un aumento de los conflictos bélicos1.
La decadencia del capitalismo tiene una historia, y desde 1914 ha pasado por varias etapas. La que comenzó en 1989 es “una fase específica -la fase última- de su historia, en la que la descomposición se convierte en un factor, si no el factor decisivo, de la evolución de la sociedad”2 La característica principal de esta fase de descomposición, sus raíces más profundas, lo que socava el conjunto de la sociedad y engendra el pudrimiento, es la ausencia de perspectiva. Esta década de 2020 demuestra una vez más que la burguesía sólo puede ofrecer a la humanidad más miseria, guerra y caos, en un desorden creciente y cada vez más irracional. Pero ¿qué pasa con la clase obrera? ¿Qué pasa con su perspectiva revolucionaria, el comunismo? Es evidente que el proletariado lleva décadas sumido en inmensas dificultades; sus luchas son escasas y poco masivas, su capacidad para organizarse sigue siendo extremadamente limitada y, sobre todo, ya no sabe que existe como clase, como fuerza social capaz de liderar un proyecto revolucionario. Es decir, el tiempo no está a favor de la clase obrera.
Sin embargo, si existe este peligro de una erosión lenta y finalmente irreversible de los fundamentos mismos del comunismo, no hay fatalidad para este final en la barbarie total; por el contrario, la perspectiva histórica permanece totalmente abierta. En efecto, “a pesar del golpe asestado por el hundimiento del bloque del Este a la toma de conciencia del proletariado, éste no ha sufrido ninguna derrota importante en el terreno de su lucha, en ese sentido su combatividad permanece prácticamente intacta. Pero, por otra parte, y éste es el elemento que determina en última instancia la evolución de la situación mundial, el mismo factor que está en el origen del desarrollo de la descomposición, la agravación inexorable de la crisis del capitalismo constituye el estímulo esencial de la lucha y de la toma de conciencia de la clase, la condición misma de su capacidad para resistir al veneno ideológico de la putrefacción de la sociedad. Su lucha contra los efectos directos de la propia crisis constituye la base del desarrollo de su fuerza y de su unidad de clase3.
Justamente hoy, con el terrible agravamiento de la crisis económica mundial y el retorno de la inflación, la clase obrera comienza a reaccionar y a reencontrar el camino de su lucha. Persisten todas sus dificultades históricas; su capacidad para organizar sus propias luchas y aún más la toma de conciencia de su proyecto revolucionario están todavía muy lejos, pero la combatividad creciente frente a los golpes brutales asestados por la burguesía a las condiciones de vida y de trabajo es el terreno fértil en el que el proletariado puede redescubrir su identidad de clase, volver a tomar conciencia de lo que es, de su fuerza cuando lucha, se solidariza y desarrolla su unidad. Se trata de un proceso, de una lucha que se reanuda tras años de estancamiento, de un potencial que dejan entrever las huelgas actuales. La señal más fuerte de esta posible dinámica es la vuelta de la huelga en el Reino Unido. Se trata de un acontecimiento de importancia histórica.
El retorno de la combatividad de los trabajadores en respuesta a la crisis económica podría convertirse en un foco de toma de conciencia. Hasta ahora, cada aceleración de la descomposición ha dado un golpe paralizante a los esfuerzos embrionarios de combatividad de los trabajadores: el movimiento en Francia en 2019 sufrió el estallido de la pandemia; las luchas del invierno de 2021 se detuvieron ante la guerra en Ucrania, etc. Esto significa una dificultad adicional nada desdeñable al desarrollo de las luchas y de la confianza del proletariado en sí mismo. Sin embargo, no hay otro camino que la lucha; la lucha misma es la primera victoria. El proletariado mundial, en un proceso muy atormentado, con muchas y amargas derrotas, puede empezar poco a poco a recuperar su identidad de clase y lanzarse finalmente a una ofensiva internacional contra este sistema moribundo. En otras palabras, los próximos años serán decisivos para el futuro de la humanidad.
Durante la década de 1980, el mundo se dirigía claramente hacia la guerra o hacia grandes enfrentamientos de clase. El desenlace de esta década fue tan inesperado como inédito: por un lado, la imposibilidad para la burguesía de avanzar hacia la guerra mundial, impedida por la negativa de la clase obrera a aceptar sacrificios, y por otro, esta misma clase obrera, incapaz de politizar sus luchas y de ofrecer una perspectiva revolucionaria, condujeron a una especie de bloqueo, sumiendo al conjunto de la sociedad en una situación sin futuro y llevando a la podredumbre generalizada. Los “años de la verdad” de la década de 19804 desembocaron así en la Descomposición. Hoy, la situación se plantea en condiciones históricas más intensas y dramáticas:
Por un lado, la década de 2020 mostrará, con una acuidad aún mayor, la posibilidad de la destrucción de la humanidad contenida en la Descomposición capitalista.
Pero, por otra parte, el proletariado comenzará a dar los primeros pasos, a menudo vacilantes y llenos de debilidades, en el camino de sus luchas, conduciéndolo hacia su capacidad histórica de plantear la perspectiva del comunismo. El proletariado va a pasar por una muy dura y difícil escuela de aprendizaje.
Los dos polos de la perspectiva se plantearán y chocarán. Durante esta década, va a haber al mismo tiempo una agravación cada vez más dramática de los efectos de la Descomposición, y reacciones obreras portadoras de un futuro diferente. La única alternativa, la destrucción de la humanidad o la revolución proletaria, volverá y se hará cada vez más palpable. Se trata, pues, de un combate, de una lucha, de la lucha de clases. Y para que el resultado sea favorable, el papel de las organizaciones revolucionarias será vital. Tanto si se trata del desarrollo de la conciencia y de la organización de la clase en la lucha, como de la clara comprensión de los retos y de la perspectiva por las minorías, nuestra intervención será decisiva. Por tanto, necesitamos tener la conciencia más clara y lúcida de la dinámica en curso, de su potencial, de las fuerzas y debilidades de nuestra clase, así como de los ataques ideológicos y las trampas tendidas en el camino ante nosotros por la situación histórica de la Descomposición y por la burguesía, la clase dominante más inteligente y maquiavélica de la historia.
La guerra es siempre un momento decisivo para el proletariado mundial. Con la guerra, la clase obrera mundial sufre la masacre de una parte de sí misma, pero también una bofetada monumental asestada por la clase dominante. Desde todos los puntos de vista, la guerra es exactamente lo contrario de lo que es la clase obrera, de su naturaleza internacional simbolizada por su grito de rebelión: “Los trabajadores no tienen patria. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
El estallido del conflicto en Ucrania puso así a prueba al proletariado mundial. La reacción a esta barbarie es un marcador esencial para comprender dónde se encuentra nuestra clase, dónde está la relación de fuerzas con la burguesía. Y aquí no hay homogeneidad. Al contrario, hay enormes diferencias entre países, entre la periferia y las regiones centrales del capitalismo.
En Ucrania, la clase obrera está aplastada física e ideológicamente. Ampliamente implicada en la defensa de la patria, contra “el invasor ruso”, contra “el bruto y asesino Putin”, por la defensa de “la cultura y las libertades ucranianas”, por la democracia, los obreros participan en la movilización en las fábricas como en las trincheras. Esta situación es evidentemente el resultado de la debilidad del movimiento obrero internacional, pero también de la historia del proletariado en Ucrania. Aunque se trata de un proletariado concentrado y educado, con una larga experiencia, este proletariado ha sufrido también, y, sobre todo, toda la fuerza de las consecuencias de la contrarrevolución y del estalinismo. La hambruna organizada por el poder soviético en los años 1930, el Holomodor, en el que perdieron la vida 5 millones de personas, sentó las bases de un odio hacia el vecino ruso y de un poderoso sentimiento patriótico. Más recientemente, a principios de la década de 2010, todo un sector de la burguesía ucraniana optó por emanciparse de la tutela rusa y aliarse con Occidente. En realidad, esta evolución testimoniaba la creciente presión de Estados Unidos en toda la región. “La Revolución Naranja”5 de 2004, seguida de la Maïdan (o “Revolución de la dignidad”) de 2014, mostraron hasta qué punto una parte muy importante de la población se adhería a la defensa de la “democracia” y de la independencia ucraniana frente a la influencia rusa. Desde entonces, la propaganda nacionalista no ha hecho más que intensificarse, culminando en febrero de 2022.
La incapacidad de la clase obrera de este país para oponerse a la guerra y a su reclutamiento, incapacidad que abrió la posibilidad de esta carnicería imperialista, indica hasta qué punto la barbarie y la podredumbre capitalistas están ganando terreno en partes cada vez más amplias del planeta. Después de África, Oriente Medio y Asia Central, ahora una parte de Europa Central tiende a verse sumida en la carnicería y el caos imperialista; Ucrania ha mostrado que en ciertos países satélites de la antigua URSS, en Bielorrusia, Moldavia y la antigua Yugoslavia, existe un proletariado debilitado por décadas de implacable explotación por el estalinismo en nombre del comunismo, por el peso de las ilusiones democráticas y gangrenado por el nacionalismo, para que la guerra pueda continuar. En Kosovo, Serbia y Montenegro, las tensiones efectivamente van en aumento.
En Rusia, en cambio, el proletariado no está dispuesto a aceptar sacrificar masivamente su vida. Es cierto que la clase obrera de Rusia no es capaz de oponerse a la aventura bélica de su propia burguesía; es cierto que acepta esta barbarie y sus 100.000 muertos sin reaccionar. Es cierto que la reacción de los reclutas para no ir al frente es la deserción o la automutilación, todos estos actos individuales desesperados que reflejan la ausencia de reacción de clase, pero el hecho es que la burguesía rusa no puede declarar la movilización general. Esto se debe a que los trabajadores rusos no apoyan suficientemente la idea de dejarse triturar la carne en masa en nombre de la Patria.
Por lo tanto, sería un error deducir demasiado rápidamente de la debilidad del proletariado en Ucrania, que el camino también está despejado para el desencadenamiento del fuego militar entre China y Taiwán o entre las dos Coreas. En China, Corea del Sur y Taiwán la clase obrera tiene una concentración, una educación y una conciencia mayores que en Ucrania, y mayores que en Rusia. El rechazo para convertirse en carne de cañón sigue siendo hoy la situación más plausible en estos países. Así pues, más allá de la relación de fuerzas entre las potencias imperialistas implicadas en esta región del mundo, en primer lugar, China y Estados Unidos, la presencia de una muy fuerte concentración obrera educada representa el primer freno a la dinámica guerrera.
En cuanto a los países centrales, a diferencia de 1990 o 2003, las grandes potencias democráticas no están directamente implicadas en el conflicto ucraniano, ni envían sus tropas de soldados profesionales. Por el momento, sólo pueden apoyar política y militarmente a Ucrania contra la invasión rusa, para defender la libertad democrática del pueblo ucraniano contra el dictador Putin, mediante el envío de armas, todas etiquetadas como “armas defensivas”.
En 2003, y más aún en 1991, los efectos de la guerra se tradujeron en una relativa parálisis de la combatividad, pero también en una reflexión preocupada y profunda sobre los retos históricos. Esta situación en el seno de la clase hizo necesaria, por parte de las fuerzas de la izquierda de la burguesía, la organización de manifestaciones pacifistas que habían florecido prácticamente en todas partes contra “el imperialismo estadounidense y sus aliados”. Estas grandes movilizaciones contra las intervenciones de los países occidentales no fueron obra de la clase obrera; al decir “estamos en contra de la política de nuestro gobierno que participa en la guerra”, tuvieron un impacto en la clase obrera que condujo al bloqueo y esterilizó cualquier esfuerzo de toma de conciencia. Hoy no ha ocurrido nada parecido, no ha habido movilizaciones pacifistas de ese tipo. Quienes critican la política de los países occidentales y su apoyo a Ucrania son principalmente las fuerzas de extrema derecha vinculadas a Putin. En Estados Unidos, son los trumpistas o los republicanos los que “vacilan”.
Esta ausencia de movilización pacifista no significa hoy indiferencia, y menos aún adhesión del proletariado a la guerra. Sí, la campaña para defender la democracia y la libertad de Ucrania contra el agresor ruso ha demostrado toda su eficacia en este sentido: la clase obrera está atrapada por el poder de la propaganda prodemocrática. Pero, a diferencia de 1991, la otra cara de la moneda es que no tiene ningún impacto en la combatividad de los trabajadores. Estamos lejos de una simple no adhesión pasiva. No solamente la clase obrera en los países centrales no sigue sin estar dispuesta a aceptar a los muertos (incluso de los soldados profesionales), sino que también se niega a aceptar los sacrificios que implica la guerra y la degradación de sus condiciones de vida y de trabajo. Así, en Gran Bretaña, el país europeo que está a la vez más implicado material y políticamente en la guerra y es el más determinado a apoyar a Ucrania, es al mismo tiempo donde se expresa más fuertemente la combatividad obrera por el momento. Las huelgas en el Reino Unido son la parte más avanzada de la reacción internacional, del rechazo por parte de la clase obrera de los sacrificios (de la sobreexplotación, de la reducción de la mano de obra, del aumento de los ritmos de producción, del alza de los precios, etc.) que la burguesía impone al proletariado, y que el militarismo le ordena imponer cada vez más.
Uno de los límites actuales de los esfuerzos de nuestra clase es su incapacidad para establecer el vínculo entre el deterioro de sus condiciones de vida y la guerra. Las luchas obreras que tienen lugar y se desarrollan son una respuesta de los trabajadores a las condiciones a las que se enfrentan; son la única respuesta posible y portadora del porvenir frente a la política de la burguesía, pero, al mismo tiempo, no son capaces, por el momento, de asumir por su cuenta e integrar la cuestión de la guerra. No obstante, debemos permanecer muy atentos a la posible evolución. Por ejemplo, en Francia, el jueves 19 de enero, hubo una manifestación extremadamente masiva tras el anuncio de una reforma de las pensiones en nombre del equilibrio presupuestario y la justicia social; al día siguiente, el viernes 20 de enero, el presidente Macron oficializó a bombo y platillo un presupuesto militar récord de 400,000 millones de euros. La concomitancia entre los sacrificios exigidos y los gastos de guerra está destinada, con el tiempo, a abrirse camino en la mente de los trabajadores.
La intensificación de la economía de guerra implica directamente un agravamiento de la crisis económica; la clase obrera todavía no ha hecho realmente la conexión, y no se está movilizando, en general, contra la economía de guerra, pero se está levantando contra sus efectos, contra la crisis económica, ante todo contra unos salarios demasiado bajos frente a la inflación.
Esto no es ninguna sorpresa. La historia demuestra que la clase obrera no se moviliza directamente contra la guerra en el frente, sino contra sus efectos en la vida cotidiana en la retaguardia. Ya en 1982, en un artículo de nuestra revista titulado “¿Es la guerra una condición favorable para la revolución comunista?”, respondíamos negativamente y afirmábamos que es sobre todo la crisis económica la que constituye el terreno más fértil para el desarrollo de las luchas y de la conciencia, añadiendo con toda razón que “la profundización de la crisis económica está rompiendo estas barreras en la conciencia de un número creciente de proletarios a través de hechos que demuestran que se trata de la misma lucha de clases”.
La reacción de la clase obrera ante la guerra, aunque muy heterogénea en todo el mundo, muestra que allí, donde está la clave del futuro, allí donde hay experiencia histórica acumulada, en los países centrales, el proletariado no ha sufrido una derrota significativa, que no está dispuesto a dejarse reclutar y a sacrificar su vida. Es más, su reacción a los efectos de la crisis económica indica una dinámica hacia la reanudación de la combatividad obrera en estos países.
Reencontrando el camino de la huelga, los trabajadores británicos han enviado una señal clara a los trabajadores de todo el mundo: “Tenemos que luchar. Ya basta”. Parte de la prensa de izquierda llegó a titular: “En el Reino Unido: el gran retorno de la lucha de clases”. La entrada del proletariado británico en la lucha es, pues, un acontecimiento de importancia histórica.
Esta oleada de huelgas ha sido dirigida por la fracción del proletariado europeo que más ha sufrido el retroceso general de la lucha de clases desde finales de los años ochenta. Si en los años 70, aunque con cierto retraso respecto a otros países como Francia, Italia o Polonia, los trabajadores británicos habían desarrollado luchas muy importantes que culminaron en la oleada de huelgas de 1979 (“el invierno del descontento”), durante los años 80, la clase obrera británica sufrió una eficaz contraofensiva de la burguesía que culminó con la derrota de la huelga de mineros de 1985 por Margaret Thatcher. En cierto modo, esta derrota y el retroceso del proletariado británico anunciaron el retroceso histórico del proletariado mundial, revelando antes de tiempo el resultado de la incapacidad de politizar las luchas y el peso de la debilidad resultado del corporativismo. Durante las décadas de 1990 y 2000, Gran Bretaña se vio especialmente afectada por la desindustrialización y la transferencia de industrias a China, India o Europa del Este. En los últimos años, los trabajadores británicos han sufrido la embestida de los movimientos populistas y, sobre todo, por la ensordecedora campaña del Brexit, que estimuló la división entre “remainers” y “leavers” (división entre los que querían que permaneciera y los que querían que se abandonara), y luego por la crisis de Covid, que ha pesado mucho sobre la clase trabajadora. Por último, más recientemente aún, ésta se ha enfrentado al llamamiento a los sacrificios necesarios del esfuerzo de guerra, sacrificios que son “muy ínfimos” comparados con los del “heroico pueblo ucraniano” que resiste bajo las bombas. Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades y obstáculos, hoy aparece en la escena social una generación de proletarios que ya no está afectada, como sus mayores, por el peso de las derrotas de la “generación Thatcher”; una nueva generación que levanta cabeza mostrando que la clase obrera es capaz de responder a los ataques mediante la lucha. En definitiva, guardando las proporciones, asistimos a un fenómeno bastante comparable (aunque no idéntico) al que vio surgir a la clase obrera francesa en 1968: la llegada de una generación más joven, menos afectada que sus mayores por el peso de la contrarrevolución. Así, del mismo modo que la derrota de 1985 en el Reino Unido anunció el retroceso general de finales de los años 80, el retorno de la combatividad obrera y de las huelgas en la isla británica indica una dinámica profunda en las entrañas del proletariado mundial. El “verano de la ira” (que ha continuado en otoño, invierno... y pronto en primavera) sólo puede ser un estímulo para todos los trabajadores del mundo, y esto por varias razones: se trata de la clase obrera de la quinta potencia económica mundial, y de un proletariado anglófono cuyas luchas están llamadas a tener un gran impacto en países como Estados Unidos, Canadá, y en aun en otras partes del mundo como India y Sudáfrica. Como el inglés es la lengua de comunicación mundial, la influencia de estos movimientos supera necesariamente la de las luchas en Francia o Alemania, por ejemplo. En este sentido, el proletariado británico está mostrando el camino no sólo a los trabajadores europeos, que tendrán que estar en la vanguardia de la creciente de la lucha de clases, sino también al proletariado mundial, y en particular al proletariado estadounidense. En la perspectiva de las luchas futuras, la clase obrera británica podrá servir así de enlace entre el proletariado de Europa Occidental y el proletariado americano. En Estados Unidos, como han demostrado las huelgas en muchas fábricas en los últimos años, hay una creciente combatividad de la clase y el movimiento Occupy había revelado toda la reflexión que trabaja en sus entrañas; no debemos olvidar que el proletariado tiene una gran historia y experiencia a este lado del Atlántico. Pero sus debilidades son también muy grandes: el peso de la irracionalidad, del populismo y del atraso, el peso del aislamiento continental, el peso de la ideología pequeñoburguesa y burguesa en materia de libertades, razas, etc. El lazo con Europa, ese vínculo de unión que proporciona el Reino Unido, es aún más crucial.
Para entender cómo el retorno de la huelga al Reino Unido es una señal de la posibilidad de un futuro desarrollo de la lucha y de la conciencia proletarias, tenemos que volver a lo que dijimos en nuestra Resolución sobre la situación internacional adoptada en nuestro Congreso Internacional de 2021: “En 2003, basándose en las nuevas luchas en Francia, Austria y otros lugares, la CCI predijo una renovación de las luchas por parte de una nueva generación de proletarios que habían sido menos influenciados por las campañas anticomunistas y que se enfrentaría a un futuro cada vez más incierto. En gran medida, estas predicciones fueron confirmadas por los acontecimientos de 2006-2007, en particular la lucha contra el CPE (Contrato del Primer Empleo) en Francia, y de 2010-2011, en particular el movimiento de los Indignados en España. Estos movimientos han mostrado importantes avances en términos de solidaridad entre generaciones, de autoorganización a través de asambleas, de la cultura del debate, de auténticas preocupaciones por el futuro al que se enfrenta la clase trabajadora y la humanidad en su conjunto. En este sentido, mostraron el potencial para unificar las dimensiones económica y política de la lucha de clases. Sin embargo, nos llevó mucho tiempo comprender las inmensas dificultades a las que se enfrentaba esta nueva generación, 'criada' en condiciones de descomposición, dificultades que impedirían al proletariado invertir el retroceso posterior al 89 durante este periodo”6. El elemento clave de estas dificultades ha sido la continua erosión de la identidad de clase. Esto es lo que explica principalmente que el movimiento del CPE de 2006 no haya dejado ninguna huella visible: tras éste, no hubo círculos de discusión, ni aparición de pequeños grupos, ni tampoco libros, ni recopilaciones de testimonios, etc., hasta el punto de que hoy en día es totalmente desconocido entre los jóvenes. Los estudiantes precarios de la época habían utilizado los métodos de lucha del proletariado (las asambleas generales) y de la naturaleza de su lucha (la solidaridad) sin siquiera saberlo, lo que les impidió tomar conciencia de la naturaleza, de la fuerza y de los objetivos históricos de su propio movimiento. Esta es la misma debilidad que obstaculizó el desarrollo del movimiento de los Indignados en 2010-2011 y que impidió extraer sus frutos y lecciones. De hecho, “a pesar de los significativos avances logrados a nivel de la conciencia y de la organización, la mayoría de los Indignados se veían a sí mismos como 'ciudadanos' y no como miembros de una clase, lo que les hacía vulnerables a las ilusiones democráticas pregonadas por grupos como Democracia real ¡Ya! (el futuro Podemos), y más tarde al veneno del nacionalismo catalán y español”7. Por falta de raíces, el movimiento quedó a la deriva. Porque es el reconocimiento de un interés común de clase, opuesto al de la burguesía, porque es la “constitución del proletariado en clase”, como dice el Manifiesto Comunista, la identidad de clase es inseparable del desarrollo de la conciencia de clase. Por ejemplo, sin identidad de clase es imposible relacionarse conscientemente con la historia de la clase, sus luchas y sus lecciones.
Los dos grandes momentos del movimiento proletario desde los años 80, el movimiento contra el CPE y los Indignados, se esterilizaron o se recuperaron sobre todo a causa de esta ausencia de base para el desarrollo más general de la conciencia, a causa de esta pérdida de identidad de clase. Es esta considerable debilidad la que el retorno de la huelga en el Reino Unido tiene el potencial de superar. Históricamente, el proletariado en el Reino Unido está marcado por grandes debilidades (el control sindical y el corporativismo, el reformismo)8, pero la palabra “trabajador” ha sido menos borrada allí que en otros lugares; en el Reino Unido la palabra no es vergonzosa; y esta huelga puede empezar a ponerla “al día” internacionalmente. Los trabajadores del Reino Unido no están mostrando el camino en todos los aspectos, porque sus métodos de lucha están demasiado marcados por sus debilidades, ese será el papel del proletariado en otros lugares, pero hoy están enviando el mensaje esencial: no luchamos como ciudadanos o estudiantes, sino como trabajadores. Y este paso adelante es posible gracias al inicio de una reacción de la clase obrera a la crisis económica.
La realidad de esta dinámica se puede calibrar por la reacción preocupada de la burguesía, sobre todo en Europa Occidental, ante los peligros que plantea la extensión de la “degradación de la situación social”. Este es particularmente el caso de Francia, Bélgica, España y Alemania, donde la burguesía, contrariamente a la actitud de la burguesía británica, ha tomado medidas para limitar los aumentos de los precios del petróleo, el gas y la electricidad o para compensar el impacto de la inflación y de las subidas de precios mediante subsidios o recortes de impuestos, afirmando alto y claro que quiere proteger el “poder adquisitivo” de los trabajadores. En Alemania, en octubre y noviembre de 2022, las “huelgas de advertencia” desembocaron inmediatamente en el anuncio de “primas por inflación” (3000 euros en la industria metalúrgica, 7000 en la automovilística) y en promesas de aumentos salariales.
Pero con la realidad del empeoramiento de la crisis económica mundial, las burguesías nacionales se ven obligadas, sin embargo, a atacar a su proletariado en nombre de la competitividad y el equilibrio presupuestario; sus medidas de “protección” y otros “escudos” se están reduciendo gradualmente. Así, en Italia, la “Ley de Finanzas 2023” recorta una gran parte de las “ayudas especiales” y constituye un nuevo ataque frontal a las condiciones de vida y de trabajo. En Francia, el gobierno de Macron tuvo que anunciar su gran reforma de las pensiones a principios de enero de 2023, tras meses de retraso y preparación. El resultado: manifestaciones masivas, superando incluso las expectativas sindicales. Más allá del millón de personas en las calles, es la atmósfera y la naturaleza de las discusiones en estas marchas en Francia lo que mejor revela aquello que se está gestando en las profundidades de nuestra clase:
La reforma de las pensiones es descrita por muchos como “la gota de agua que colmó el vaso”; es el conjunto de la situación que se ha vuelto intolerable e insoportable.
“A un momento dado, ya basta”. Esta idea, expresada en las manifestaciones, llegó a las portadas de uno de los periódicos. Era claramente un eco del “Enough is enough” británico. El vínculo con la situación en el Reino Unido parecía obvio para los manifestantes con los que hablamos mientras distribuíamos nuestra hoja internacional: “Tenéis razón, es lo mismo en todas partes, en todos los países”.
Es una confirmación de lo que ya habíamos percibido en las manifestaciones de 2019 y durante las huelgas de otoño de 2022: la sensación de que todos estamos “en el mismo barco”. Las huelgas dispersas que tienen lugar desde hace meses en Francia se perciben como un callejón sin salida, y el “tenemos que luchar todos juntos” emerge cada vez más en la mente de la gente.
Hay incluso un cierto cambio de ambiente con respecto a las manifestaciones de las últimas décadas, que eran todas de resignación. La idea de que “unidos podemos vencer” está ahora muy presente.
Evidentemente, esta dinámica positiva no se dirige todavía a la autoorganización. La confrontación abierta con los sindicatos es inexistente por el momento. Nuestra clase aún no está ahí. Todavía ni siquiera se ha planteado la cuestión. Y cuando los trabajadores empiecen a enfrentarse a esta cuestión, se tratará de un proceso muy largo con la reconquista de las asambleas generales y comités frente a los escollos de las diferentes formas de sindicalismo (las centrales, las coordinaciones, el de base, etc.). Pero el hecho de que los sindicatos, para ajustarse a las preocupaciones de la clase y mantener la dirección del movimiento, tengan que organizar grandes manifestaciones aparentemente unitarias, cuando han hecho todo lo posible por evitarlo durante meses, muestra que los obreros tienden a querer ser solidarios para luchar.
Será interesante ver cómo evoluciona la situación en el Reino Unido a este respecto. Tras 9 meses de huelgas continuas, la cólera y la combatividad no muestran signos de disminuir. A principios de enero, les tocó a los conductores de ambulancias y a los profesores sumarse a la ronda de huelgas. Y también aquí germinó la idea de luchar juntos. En consecuencia, el discurso sindical ha tenido que adaptarse, dando cada vez más protagonismo a las palabras “unidad”, “solidaridad” ... y las promesas de “manifestaciones” se tienen que cumplir. Por primera vez, hubo sectores en huelga el mismo día, por ejemplo, enfermeras y conductores de ambulancias.
¡Esta simultaneidad de las luchas en varios países no se veía desde los años 80! La influencia de la combatividad del proletariado en el Reino Unido sobre el proletariado en Francia es algo que hay que seguir de cerca, al igual que la influencia de la tradición de manifestaciones callejeras en Francia sobre la situación en el Reino Unido. Hace casi 160 años, el 28 de septiembre de 1864, nació la Asociación Internacional de Trabajadores, principalmente por iniciativa de los proletarios británicos y franceses. Esto es algo más que un guiño a la historia. Revela la profundidad de lo que está ocurriendo: las partes más experimentadas del proletariado mundial vuelven a moverse y a levantar sus voces. El proletariado de Alemania sigue ausente, sigue profundamente marcado por su derrota en los años 20 y su aplastamiento físico e ideológico, pero la dureza de la crisis económica que empieza a golpearle también podría empujarle a reaccionar.
Así, la profundización de la crisis y las consecuencias de la guerra van a ir in crescendo, generando un aumento de la cólera y de la combatividad en todas partes. Y es muy importante que el agravamiento de la crisis económica mundial tome ahora la forma de inflación, porque:
empuja a los proletarios a la lucha, por necesidad, no les deja otra opción;
afecta a todos los países
no es un ataque que la burguesía pueda preparar y luego retirar como una reforma;
afecta a toda la clase obrera, en todos los sectores;
no es fruto de tal o cual gobierno o patrón, sino del capitalismo, por lo que implica una lucha y una reflexión más globales, más generales.
A lo largo de la historia, los periodos de inflación han llevado regularmente al proletariado a las calles. Todo el final del siglo 19º estuvo marcado a nivel internacional por la subida de los precios, y al mismo tiempo se desarrolló un proceso de huelgas de masas desde Bélgica en 1892 hasta Rusia en 1905. Polonia en 1980 tuvo sus raíces en la subida de los precios de la carne. El ejemplo opuesto es Alemania en los años 30: aunque la inflación galopante provocó entonces una inmensa cólera, también contribuyó al miedo, al repliegue y a la desorientación de la clase; pero ese momento se situaba en un periodo histórico muy diferente, el de la contrarrevolución, y era precisamente en Alemania donde el proletariado anteriormente había sido más aplastado ideológica y físicamente.
Hoy en día, Alemania (Occidental) se ve afectada por la crisis económica mundial como no lo había estado desde los años 1930, pero este deterioro de las condiciones de vida y de trabajo y la reaparición de la inflación tienen lugar en el contexto de un auge internacional de la combatividad obrera. Por lo tanto, es particularmente importante seguir la evolución de la situación social en este país, tras décadas de relativo letargo.
Así, a pesar de la tendencia de la descomposición a actuar sobre la crisis económica, ésta sigue siendo “el mejor aliado del proletariado”. Es una confirmación más de nuestras Tesis sobre la descomposición: “la agravación inexorable de la crisis del capitalismo constituye el estímulo esencial de la lucha y de la toma de conciencia de la clase, la condición misma de su capacidad para resistir al veneno ideológico de la putrefacción de la sociedad. En efecto, así como el proletariado no puede encontrar un terreno para la unidad de clase en las luchas parciales contra los efectos de la descomposición, su lucha contra los efectos directos de la propia crisis constituye la base del desarrollo de su fuerza y de su unidad de clase.” Así que teníamos razón cuando, en nuestra última resolución sobre la situación internacional, afirmábamos: “debemos rechazar cualquier tendencia a restar importancia a las luchas económicas “defensivas” de la clase, que es una expresión típica de la concepción modernista que ve a la clase sólo como una categoría explotada y no de la misma forma como una fuerza histórica y revolucionaria.” Ya defendimos esta posición cardinal en uno de nuestros artículos pertenecientes a nuestro patrimonio, “La lucha del proletariado en la decadencia del capitalismo”: “La lucha proletaria tiende a superar el marco estrictamente económico para convertirse en social, enfrentándose directamente al Estado, politizándose y exigiendo la participación masiva de la clase”9. La misma idea está contenida en la frase de Lenin: “Detrás de cada huelga se cierne el espectro de la revolución” (ver anexo).
El movimiento de 2006 contra el CPE (Contrato de Primer Empleo) fue una reacción a un ataque económico que planteó inmediatamente profundas cuestiones políticas generales, en particular la de la organización en asambleas, pero también la de la solidaridad entre generaciones. Pero, como hemos visto anteriormente, la pérdida de identidad de clase esterilizó todo este cuestionamiento subyacente. En las futuras huelgas, a escala internacional, frente al hundimiento en la crisis económica, existe la posibilidad de que los trabajadores, incluso con todas sus debilidades e ilusiones, empiecen a verse a sí mismos, a reconocerse, a comprender la fuerza que representan en el colectivo y, por tanto, como clase, y entonces todas esas preguntas que han estado flotando en el aire desde principios de los años 2000 sobre la perspectiva (“Otro mundo es posible”), sobre los métodos de lucha (asambleas y superación de las divisiones corporativistas), el sentimiento de que “todos estamos en el mismo barco”, las oleadas de solidaridad se convertirán en el caldo de cultivo de la unidad, etc., se iluminarán con una nueva luz. Podrán, en fin, empezar a ser conscientemente consideradas y debatidas. Así se entrelazarán las dimensiones económica y política.
La intensificación de la economía de guerra y el agravamiento de la crisis económica en todo el mundo están creando un aumento de la ira y la combatividad también a escala mundial. Y, como frente a la guerra, la heterogeneidad del proletariado en los distintos países crea una heterogeneidad de respuestas y del potencial de cada movimiento. Existe toda una gama de luchas en función de la situación, de la historia del proletariado y de su experiencia.
Muchos países se acercan a la situación europea, con una concentración obrera importante y gobiernos “democráticos” en el poder. Este fue también el caso en América del Sur. La huelga de médicos y enfermeras de finales de noviembre y la huelga “general” de finales de diciembre en Argentina confirman esta relativa similitud, esta dinámica en parte común. Pero en estos países, el proletariado no ha acumulado la misma experiencia que en Europa y Norteamérica. El peso de las capas intermedias y, por tanto, el peligro de la trampa interclasista es mucho mayores allí; el movimiento piquetero de los años 1990 en Argentina sigue siendo el modelo de lucha dominante. Sobre todo, los estertores de la descomposición están pudriendo todo el tejido social; la violencia y el narcotráfico dominan la sociedad en el norte de México, en Colombia y Venezuela, y están empezando a gangrenar Perú y Chile... Estas debilidades explican, por ejemplo, por qué en la última década Venezuela se ha hundido en una crisis económica devastadora sin que el proletariado haya sido capaz de reaccionar, a pesar de ser un proletariado industrial altamente educado y con una fuerte tradición de lucha.
Esta realidad confirma una vez más la responsabilidad primordial del proletariado en Europa. Sobre sus espaldas pesa el deber de mostrar el camino desarrollando luchas que sitúen en su centro los métodos del proletariado: asambleas obreras generales, reivindicaciones unificadoras, solidaridad entre sectores y generaciones... y defensa de la autonomía obrera, ¡una lección que se remonta a las luchas de clase en Francia en 1848!
Debemos seguir especialmente la evolución de la lucha de clases en China. Ese país concentra 770 millones de trabajadores asalariados y parece estar experimentando un aumento significativo del número de huelgas ante una crisis económica que allí está tomando la forma de enormes oleadas de despidos. Algunos analistas formulan la idea de que la nueva generación de trabajadores no está dispuesta a aceptar las mismas condiciones de explotación que sus padres, porque con el desarrollo de la crisis económica ya no es válida la promesa de un futuro mejor a cambio de los sacrificios actuales. El puño de hierro del Estado chino, cuya autoridad se basa sobre todo en la represión, puede contribuir a avivar las llamas de la cólera y a impulsar la lucha masiva. Dicho esto, la terrible historia del proletariado en China significa que el veneno de las ilusiones democráticas será muy poderoso; es inevitable que la cólera y las reivindicaciones se desvíen hacia terrenos burgueses: contra el yugo “comunista”, por los derechos y las libertades, etc. Esto es al menos lo que ha pasado cuando estalló la ira contra las insoportables restricciones de la política anti-Covid china a finales de 2022.
En toda una parte del mundo, el proletariado está marcado por una debilidad histórica muy grande y sus luchas sólo pueden reducirse a la impotencia y/o hundirse en callejones sin salida burgueses (reivindicaciones de más democracia, libertad, igualdad, etc.) y/o diluirse en movimientos interclasistas. Esta es la principal lección de la Primavera Árabe de 2010: aunque la movilización obrera fue real, se diluyó en el “pueblo” y, sobre todo, las reivindicaciones fueron dirigidas hacia el terreno burgués para cambiar dirigentes (“Mubarak fuera”, etc.) y pedir más democracia. El enorme movimiento de protesta que toca a Irán es una nueva ilustración perfecta de esto. La ira masiva de la población se está volcando hacia las reivindicaciones de los derechos de la mujer (el lema central y ahora mundialmente famoso es “mujer, vida, libertad”); así que, aunque en el país siguen teniendo lugar numerosas luchas obreras, éstas sólo pueden acabar ahogadas por el movimiento popular. En los últimos años, el lenguaje muy radical de estos movimientos sociales ha llevado a la gente a creer en una cierta forma de autoorganización de los trabajadores: críticas a los sindicatos, llamamientos a los soviets, etc. En realidad, esta terminología marxista es un barniz extendido por la izquierda radical que no se corresponde con la realidad de las acciones de la clase obrera en Irán10. Numerosos militantes izquierdistas en Irán se formaron en Europa en los años 1970/80, y han utilizado este vocabulario para defender sus propios intereses, es decir, los del ala izquierda del capital en Irán.
Además, los Estados democráticos utilizan estos movimientos, tanto en China como en Irán:
En el plano imperialista, por supuesto, Ucrania ha mostrado cómo la carta de la “defensa de la democracia” puede ser jugada por los Estados Unidos para aumentar su influencia sobre un país o para desestabilizarlo. No es casualidad que sea en la región kurda de Irán -presentando la protesta social más fuerte- donde la influencia estadounidense es también importante.
A nivel ideológico también, contra su propio proletariado, machacando la idea de que “la democracia se defiende, se logró con grandes luchas, y están luchando por obtenerla” y que es como “pueblo” como podemos movilizarnos.
Aquí vemos que la debilidad política del proletariado en un país es instrumentalizada por la burguesía contra todo el proletariado mundial; pero también a la inversa, la experiencia acumulada por el proletariado en los países centrales puede mostrar el camino a todo el mundo.
Estas confusiones actuales sobre los movimientos sociales que sacuden los países de la periferia nos obligan a recordar aquí nuestra crítica de la teoría del eslabón débil, crítica que pertenece a nuestro patrimonio. En nuestra resolución de enero de 1983, escribimos: “La otra gran lección de estas luchas (en Polonia 80-81) y de su derrota es que esta generalización mundial de las luchas sólo puede provenir de los países que constituyen el corazón económico del capitalismo: los países avanzados de Occidente, y entre ellos, aquellos donde la clase obrera ha adquirido la experiencia más larga y completa: los de 'Europa Occidental'”11. Y, para ser aún más precisos, detallábamos en nuestra resolución de julio de 1983: “Ni los países del Tercer Mundo, ni los países de Europa del Este, ni Norteamérica, ni Japón, pueden ser el punto de partida del proceso que conduzca a la revolución:
los países del Tercer Mundo, por la debilidad numérica del proletariado y el peso de las ilusiones nacionalistas;
Japón, y Estados Unidos en particular, porque no se enfrentaron tan directamente a la contrarrevolución y sufrieron menos directamente la guerra mundial, y porque carecían de una profunda tradición revolucionaria;
los países de Europa del Este, por su atraso económico relativo, la forma específica (escasez) que tomó allí la crisis mundial, que impidió una toma de conciencia global y directa de sus causas (sobreproducción), de la contrarrevolución estalinista que transformó el ideal del socialismo en su contrario en la mente de los trabajadores y permitió un nuevo impacto de las mistificaciones democráticas, sindicalistas y nacionalistas”12.
Si fuera de los países centrales puede haber luchas masivas que demuestren la rabia, el coraje y la combatividad de los trabajadores de estas regiones del mundo, estos movimientos no pueden tener ninguna perspectiva. Esta imposibilidad subraya la responsabilidad histórica del proletariado en Europa, que tiene el deber de apoyarse en su experiencia para frustrar las trampas más sofisticadas de la burguesía, empezando por la democracia y los “sindicatos libres”, y mostrar así el camino a seguir.
Lo que vemos en las huelgas y manifestaciones actuales, el desarrollo de la solidaridad, del sentimiento de que debemos luchar juntos, de que todos estamos en el mismo barco, indica una cierta maduración subterránea de la conciencia. Como escribió MC13 en su texto “Sobre la maduración subterránea” (Boletín Interno1983) en un debate dentro de la organización: “El trabajo de reflexión continúa en la mente de los trabajadores y se manifestará en el estallido de nuevas luchas. Existe una memoria colectiva de la clase, y esta memoria también contribuye al desarrollo de la toma de conciencia y a su extensión en la clase”. Pero hay que ser más precisos. La maduración subterránea se expresa de forma diferente según hablemos de la clase en su conjunto, de sus sectores combativos o de las minorías en búsqueda de las posiciones proletarias. Como detallamos en nuestra Revista Internacional 43:
“En el nivel más bajo de conciencia, así como en los estratos más amplios de la clase, esto (la maduración subterránea) toma la forma de una contradicción creciente entre el ser histórico, las necesidades reales de la clase, y la adhesión superficial de los trabajadores a las ideas burguesas. Este choque puede permanecer por largo tiempo en gran medida sin ser reconocido, siendo enterrado o reprimido durante mucho tiempo, o puede empezar a emerger en forma de desilusión y desvinculación con los temas principales de la ideología burguesa.
En un sector más restringido de la clase, entre los trabajadores que permanecen fundamentalmente en el terreno proletario, adopta la forma de reflexión sobre las luchas pasadas, debates más o menos formales sobre las luchas futuras, la aparición de núcleos combativos en las fábricas y entre los desempleados. (...)
En una fracción de la clase, aún más limitada en tamaño, pero destinada a crecer a medida que avance la lucha, esto toma la forma de una defensa explícita del programa comunista y, por tanto, de la reagrupación en una vanguardia marxista organizada. La aparición de organizaciones comunistas, lejos de refutar la noción de maduración subterránea, es a la vez un producto de ésta y un factor activo de la misma”14.
Entonces, ¿dónde está la maduración subterránea en los distintos niveles de nuestra clase?
Examinar la política de la burguesía es siempre absolutamente primordial, tanto para evaluar mejor dónde se encuentra nuestra propia clase como para detectar las trampas que se preparan. Así, la energía que despliega la burguesía en los países centrales, principalmente a través de sus sindicatos, para dividir las luchas, aislar las huelgas unas de otras y evitar cualquier manifestación unitaria masiva, demuestra que no quiere que los trabajadores se unan para manifestarse por salarios más altos, porque sabe que ése es el terreno más fértil para la reconquista de la identidad de clase.
Hasta ahora, esta estrategia ha funcionado, pero la burguesía sabe que la idea de tener que luchar “todos juntos” seguirá germinando en la mente de los trabajadores, a medida que la crisis se agrave en todas partes; además, ya hay una pequeña parte de la clase que se plantea este tipo de cuestiones. Por eso, tanto para prepararse para el futuro como para captar y esterilizar el pensamiento de las minorías actuales, algunos de los sindicatos están presentando cada vez más una fachada radical, haciendo hincapié en el sindicalismo de clase y de combate.
También es sorprendente ver en las manifestaciones hasta qué punto las organizaciones de extrema izquierda están atrayendo a una proporción cada vez mayor de jóvenes. Algunos de los grupos trotskistas se reclaman cada vez más del combate de la clase obrera revolucionaria por el comunismo, mientras que en los años 1990 se centraban en la defensa de la democracia, los frentes de izquierda, etc. Esta clara diferencia es el resultado de la adaptación de la burguesía a lo que percibe en la clase: no sólo el retorno de la combatividad obrera, sino también una cierta maduración de la conciencia.
Además, este creciente radicalismo de una parte de las fuerzas de izquierda y sindicales también es visible en la cuestión de la guerra. Son muchos los sindicatos “de combate” y partidos que reivindican el anarquismo, el trotskismo, o el maoísmo que han elaborado declaraciones “internacionalistas”, es decir, que aparentemente denuncian los dos campos enfrentados en Ucrania, Rusia y Estados Unidos, y que aparentemente llaman a una lucha unida de la clase obrera. También en este caso, esta actividad de la izquierda del capital tiene un doble sentido: captar a las pequeñas minorías en busca de las posiciones de clase que se están desarrollando y, a más largo plazo, dar respuestas falsas a las preocupaciones que genera la clase en la profundidad de sus entrañas.
Sin embargo, no debemos subestimar el impacto de la propaganda imperialista o de la propia guerra en la conciencia de los trabajadores. Si la “defensa de la democracia” no basta hoy para movilizar a los trabajadores, contamina por lo menos las mentes, que, como resultado, mantienen las ilusiones y mentiras del Estado protector. El discurso permanente relativo al “pueblo” contribuye a socavar aún más la identidad de clase, a hacer olvidar que la sociedad está dividida en clases antagónicas irreconciliables, ya que “el pueblo” sería una comunidad de intereses agrupados por la nación. Por último, pero no por ello menos importante, la propia guerra amplifica todos los temores, el repliegue y la irracionalidad utilizando: el aspecto incomprensible de esta guerra, el desorden y el caos crecientes, la incapacidad de prever la evolución del conflicto, la amenaza de su extensión, el temor a una tercera guerra mundial o al uso de armas nucleares.
De forma más general, durante los dos últimos años, la irracionalidad ha aumentado entre la población al mismo tiempo que la descomposición se ha agravado profundamente: la pandemia, la guerra y la destrucción de la naturaleza han reforzado considerablemente el no-futuro. De hecho, todo lo que escribimos en 2019 en nuestro Informe sobre la lucha de clases para el 23º Congreso Internacional de la CCI” se ha verificado y amplificado: “El mundo capitalista en descomposición engendra necesariamente un clima de apocalipsis. No tiene ningún futuro que ofrecer a la humanidad y su inimaginable potencial de destrucción es cada vez más evidente para una gran parte de la población mundial. (...) El nihilismo y la desesperación nacen de un sentimiento de impotencia, de la pérdida de la convicción de que existe una alternativa al escenario de pesadilla que el capitalismo prepara para nosotros. Tienden a paralizar la reflexión y la voluntad de acción. Y si la única fuerza social que puede plantear esta alternativa es prácticamente inconsciente de su propia existencia, ¿significa eso que la suerte está echada, que ya se ha pasado el punto de no retorno? Reconocemos plenamente que cuanto más tiempo el capitalismo se hunda en la descomposición, más socava los cimientos de una sociedad más humana. Nuevamente esto se ilustra claramente por la destrucción del medio ambiente, que está llegando a un punto en el que puede acelerar la tendencia hacia el colapso total de la sociedad, una condición que no contribuye en absoluto a fomentar la autoorganización y la confianza en el futuro necesarias para llevar a cabo una revolución”15.
La burguesía utiliza descaradamente esta gangrena contra la clase obrera, favoreciendo ideologías pequeñoburguesas descompuestas. En Estados Unidos, todo un sector del proletariado se ve afectado por los peores efectos de la descomposición, como el auge de la xenofobia y el odio racial. En Europa, la clase obrera muestra una mayor resistencia a estas manifestaciones ultra nauseabundas, pero la teoría de la conspiración y el rechazo de todo pensamiento racional (la corriente “antivacunas”, por ejemplo) también han comenzado a extenderse en este corazón histórico. Sobre todo, en todos los países centrales, el proletariado está cada vez más contaminado por el ecologismo y el wokismo.
Lo que vemos aquí es un proceso general: cada aspecto repugnante de este capitalismo decadente y descompuesto está aislado, separado de la cuestión del sistema y de sus raíces, y se convierte en una lucha parcelaria en la que debe participar ya sea una categoría de la población (negros o mujeres, etc.) o todos como “pueblo”. Todos estos movimientos constituyen un peligro para los trabajadores, que corren el riesgo de verse arrastrados a luchas interclasistas o francamente burguesas en las que se ven ahogados por la masa de “ciudadanos”. Los trabajadores de los sectores clásicos y experimentados de la clase parecen menos influenciados por estas ideologías y estas formas de “lucha”. Pero la generación más joven, a la vez desvinculada de la tradición de la lucha de clases y particularmente indignada por las injusticias flagrantes y preocupada por el sombrío futuro, está muy perdida en estos movimientos “no mixtos” (reuniones exclusivamente de negros, o de mujeres, etc.), contra el “género” (teoría de la ausencia de distinción biológica entre los sexos), etc. En lugar de que la lucha contra la explotación, que está en la base del sistema capitalista, permita un movimiento de emancipación cada vez más amplio (la cuestión de las mujeres, de las minorías, etc.) como fue el caso en 1917, las ideologías ecologistas, wokistas, racistas, zadistas... barren la lucha de clases, la niegan o incluso la juzgan responsable del estado actual de la sociedad. Según los racistas, la lucha de clases es una cosa de blancos que mantiene la opresión de los negros; según el wokismo, la lucha de clases es una cosa del pasado marcada por el paternalismo machista y la dominación; o según la teoría de la interseccionalidad, la lucha de los trabajadores es una lucha igual a las demás: feminismo, antirracismo, “clasismo”, etc. son todas luchas particulares contra la opresión que a veces pueden encontrarse una al lado de la otra, “convergiendo”. El resultado es catastrófico: rechazo de la clase obrera y de sus métodos de lucha, división por categorías que no es más que una forma del sálvese quien pueda, crítica superficial del capitalismo que acaba pidiendo reformas, una “toma de conciencia” de los poderosos, nuevas “leyes”, etcétera. La burguesía no duda, siempre que puede, en dar la máxima publicidad a todos estos movimientos. Todos los Estados democráticos han hecho suya la causa de la consigna “mujer, vida, libertad”, que se ha convertido en el símbolo de la protesta social en Irán.
Y como estos movimientos son claramente impotentes, se propone a algunos de los jóvenes más radicales y rebeldes a emprender acciones más “contundentes”, como peleas a puñetazos, sabotajes, etc. En los últimos meses se ha desarrollado la “ecología radical”. La más a la “izquierda” de estas ideologías es la “interseccionalidad”: se reclama de la revolución y de lucha de clases, pero pone igualitariamente al mismo nivel la lucha contra la explotación y las luchas contra el racismo, el machismo, etc., para diluir mejor la lucha obrera y orientarla hacia el interclasismo.
En otras palabras, todas esas ideologías descompuestas cubren todo el espectro de la reflexión que germina en el seno de nuestra clase, especialmente de su juventud, y son así muy eficaces para esterilizar los esfuerzos del proletariado que trata de encontrar una manera de luchar, una manera de enfrentarse a este mundo que se hunde en el horror de la barbarie y la destrucción.
Todo un sector de partidos y organizaciones de la izquierda y extrema izquierda del capital promueven evidentemente estas ideologías. Es llamativo ver cómo todo un sector del trotskismo antepone cada vez más al “pueblo”; y los vástagos del modernismo (comunizadores y otros)16 tienen el papel de ocuparse específicamente en atraer hacia sí a jóvenes que buscan claramente destruir el capitalismo, para hacer el trabajo sucio de alejarlos de la lucha de clases y obstaculizar cualquier reconquista de la identidad de clase.
En los años venideros, habrá tanto un desarrollo de la lucha del proletariado frente al agravamiento de la crisis económica (huelgas, jornadas de acción, manifestaciones, movimientos sociales) como un hundimiento de toda la sociedad en la descomposición con todos los peligros que ello representa para nuestra clase (luchas parcelarias, movimientos interclasistas e incluso reivindicaciones burguesas). Al mismo tiempo, existirá la posibilidad de una reconquista progresiva de la identidad de clase y, por otra parte, la influencia creciente de las ideologías descompuestas.
Así pues, la CCI tendrá un papel crucial que desempeñar en estas luchas venideras.
Con respecto a la clase en su conjunto, tendremos que intervenir a través de nuestra prensa, en las manifestaciones, en las posibles reuniones políticas y asambleas generales para:
1) Explotar el sentimiento creciente de “estar todos en el mismo barco” y el aumento de la combatividad para defender todos los métodos de lucha que, en la historia, han mostrado ser portadores de solidaridad y unidad, de identidad de clase.
2) Denunciar la labor saboteadora y de división de los sindicatos.
3) Calificar la naturaleza de cada movimiento, caso por caso (obrero, interclasista, parcelario, burgués, etc.). Sobre este último punto, debemos estar atentos a las dificultades de los últimos años. La guerra en Ucrania no desencadenó ni desencadenará una reacción masiva de la clase, no habrá movimiento contra la guerra. Si queremos defender la antorcha del internacionalismo, sería ilusorio, u oportunista, creer que se pueden formar comités obreros en este terreno; la naturaleza totalmente artificial y hueca de los comités No a la guerra sí a la guerra de clases (NWBCW), que se mantienen en vida por la sola voluntad de la TCI (Tendencia Comunista Internacionalista), es una prueba contundente de ello17. La lucha contra la degradación de las condiciones de vida, en particular frente al alza de los precios, es el terreno más fértil para el desarrollo futuro de la lucha y de la conciencia.
Con respecto a toda una parte de la clase que se cuestiona el estado de la sociedad y la perspectiva, tendremos que seguir desarrollando lo que empezamos a hacer con nuestro texto sobre los años 2020, es decir, expresar lo mejor posible la coherencia de nuestro análisis, que es el único capaz de vincular los diferentes aspectos de la situación histórica y poner de manifiesto la realidad de la dinámica del momento histórico.
Más concretamente, con respecto a todos esos jóvenes que quieren luchar pero que están atrapados en ideologías descompuestas, vamos a tener que desarrollar nuestra crítica del wokismo, del ecologismo, etc. y recordar la experiencia del movimiento obrero sobre todas estas cuestiones (la cuestión de la mujer, de la naturaleza, etc.). Del mismo modo que es absolutamente necesario responder a todas las cuestiones que el trotskismo sabe aprovechar (la distribución de la riqueza, el capitalismo de Estado, el comunismo, etc.). Aquí, la cuestión de la perspectiva y del comunismo, punto débil de nuestra intervención, adquiere toda su importancia.
Por último, con respecto a las minorías en búsqueda, la denuncia concreta de las distintas fuerzas de extrema izquierda que se desarrollan para destruir este potencial, así como la lucha contra todas las ramificaciones del modernismo, aparecen como absolutamente esenciales, ya que es nuestra responsabilidad para el futuro y la construcción de la organización. Y es aquí donde cobra todo su sentido nuestro llamamiento a las organizaciones de la Izquierda Comunista a unirse en torno a una declaración internacionalista frente a la guerra de Ucrania, la de retomar el método de nuestros predecesores, los de Zimmerwald, para que las minorías de hoy puedan enraizarse en la historia del movimiento obrero y resistir a los vientos en contra soplados por la burguesía y sus ideologías de extrema izquierda18.
Sobre el vínculo entre economía y política en el desarrollo de la lucha y de la conciencia
Del Folleto de Rosa Luxemburgo “La huelga de masas”
“... si consideramos no esta variedad menor que representa la huelga de manifestación, sino la huelga de lucha tal como hoy en Rusia esta constituye el verdadero soporte de la acción proletaria, nos sorprende el hecho que el elemento económico y el elemento político están indisolublemente ligados. También aquí la realidad se aparta del esquema teórico; la concepción pedante, que hace derivar lógicamente la huelga de masas puramente política de la huelga general económica como su etapa más madura y elevada, y que distingue sinuosamente ambas formas entre sí, es desmentida por la experiencia de la revolución rusa. Esto no sólo queda demostrado históricamente por el hecho de que las huelgas de masas -desde la primera gran huelga de obreros textiles en San Petersburgo en 1896-97 hasta la última gran huelga en diciembre de 1905- han pasado imperceptiblemente del dominio de las reivindicaciones económicas al de la política, de modo que es casi imposible trazar fronteras entre unas y otras. Pero cada una de las grandes huelgas de masas recorre, por así decirlo en miniatura, la historia general de las huelgas en Rusia, empezando por un conflicto puramente sindical, o al menos parcial, y pasando luego por todas las etapas hasta la manifestación política. La tormenta que sacudió el sur de Rusia en 1902 y 1903 comenzó en Bakú, como hemos visto, por una protesta contra el despido de obreros en paro; en Rostov por reivindicaciones salariales; en Tiflis por una lucha de los empleados de comercio para obtener una reducción de la jornada laboral; en Odesa por una reivindicación salarial en una pequeña fábrica aislada. La huelga de masas de enero de 1905 comenzó por un conflicto en el interior de las fábricas Poutilov, la huelga de octubre por las reivindicaciones de los ferroviarios por su fondo de pensiones, la huelga de diciembre finalmente por la lucha de los empleados de correos y telégrafos por obtener el derecho de coalición. El progreso del movimiento no se manifestó por el hecho de que el elemento económico desapareciera, sino más bien por la rapidez con la cual se atraviesan todas las etapas hasta llegar a la manifestación política, y por la posición más o menos extrema del punto final alcanzado por la huelga de masas.
Sin embargo, el movimiento en su conjunto no sólo se orienta en el sentido de un paso de lo económico a lo político, sino también en el sentido opuesto. Cada una de las grandes acciones políticas de masa se transforma, una vez alcanzado su punto álgido, en un sinfín de huelgas económicas. Esto se aplica no sólo a cada una de las grandes huelgas, sino también a la revolución en su conjunto. Cuando la lucha política se extiende, se clarifica y se intensifica, la lucha reivindicativa no sólo no desaparece, sino que se extiende, se organiza y se intensifica paralelamente. Existe una interacción completa entre ambas.
Cada nuevo impulso y cada nueva victoria de la lucha política da un poderoso impulso a la lucha económica ampliando sus posibilidades de acción exterior y dando a los trabajadores un nuevo impulso para mejorar su situación aumentando su combatividad. Cada oleada de acción política deja tras de sí un terreno fértil del que brotan inmediatamente mil nuevos brotes de reivindicaciones económicas. Y a la inversa, la incesante guerra económica que los trabajadores libran contra el capital mantiene viva la energía combativa incluso en tiempos de calma política; constituye de alguna manera una especie de reservorio permanente de energía del que la lucha política siempre saca fuerzas frescas; al mismo tiempo, la incansable labor de mordisqueo reivindicativo desencadena a veces conflictos agudos de los que estallan bruscamente batallas políticas.
En una palabra, la lucha económica presenta una continua; es el hilo que une los diferentes nudos políticos; la lucha política es una fertilización periódica que prepara el terreno para las luchas económicas. Causa y efecto se suceden y alternan sin cesar, y así el factor económico y el factor político, lejos de distinguirse completamente o incluso de excluirse recíprocamente, como lo pretende el esquema pedante, constituyen en un período de huelga de masas dos aspectos complementarios de la lucha de clases proletaria en Rusia. Es precisamente la huelga de masas la que constituye su unidad. La sutil teoría disecciona artificialmente, con ayuda de la lógica, la huelga de masas para obtener una “huelga política pura”; pero tal disección -como todas las disecciones- no nos permite ver el fenómeno vivo, nos da un cadáver”.
1 Ver Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
2 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [30]
3 Ibid.
4 Années 80 : les années de vérité, Revue internationale 20. Années 80 : les années de vérité | Courant Communiste International (internationalism.org) [73] (Años 80: los años de la verdad); Revista Internacional 20)
5 La “Revolución Naranja” forma parte del movimiento de las “revoluciones de colores” o “revoluciones de las flores”, una serie de levantamientos “populares”, “pacíficos” y prooccidentales, algunos de los cuales desembocaron en cambios de gobierno entre 2003 y 2006 en Eurasia [3] y en Medio Oriente: la “Revolución de las Rosas” en Georgia en 2003, la “Revolución de los Tulipanes” en Kirguistán, la “Revolución de los jeans (o de la mezclilla)” en Bielorrusia y la “Revolución de los Cedros” en Líbano en 2005.
6 Resolución sobre la situación internacional (2021), Punto 25; Revista Internacional 167. Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI (2021) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [48]. Para un análisis detallado de los movimientos de Francia y España ver Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [52] y 2011: de la indignación a la esperanza | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [53]
7 Ibid. punto 26. Ver también Un balance crítico del movimiento de indignados (2011) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [54]
8 Hay que reconocer que el proletariado alemán es el teórico del proletariado europeo, así como el proletariado inglés es el economista y el proletariado francés el político” (Marx, en Vorwärts, 1844).
9 La lucha del proletariado en la decadencia del capitalismo; Revista Internacional 23. La lucha del proletariado en el capitalismo decadente | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [74]
10 Por el contrario, algunos camaradas piensan que este lenguaje radical de los izquierdistas y los comités de base corresponde a la necesidad de recuperar las formas embrionarias de autoorganización y solidaridad que hemos visto en la clase obrera en Irán desde 2018. Por lo tanto, debemos debatir esto
11 Résolution sur la situation internationale 1983 [75] ; Revue Internationale 35 (Resolución sobre la situación internacional 1983; Revista Internacional 35. Ver igualmente El proletariado de Europa Occidental en una posición central de la generalización de la lucha de clases | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [76]
12 Débat : à propos de la critique de la théorie du "maillon le plus faible" | Courant Communiste International (internationalism.org) [77](Debate: sobre la crítica de la teoría del “eslabón más débil”, Revista Internacional 37 (no disponible en español).
13 Para saber más sobre nuestro camarada Marc, lea los artículos Marc: de la revolución de Octubre 1917 a la IIª guerra mundial | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [78] y Marc, parte 2: de la Segunda Guerra Mundial a la actualidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [79]
14 Réponse à la CWO : sur la maturation souterraine de la conscience de classe [51] (Respuesta a la CWO: Sobre la maduración subterránea de la conciencia de clase, Revista Internacional 43
15 Informe sobre la lucha de clases: Formación, pérdida y reconquista de la identidad de clase proletaria (2019) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [80]
16 Ver nuestra serie sobre los comunistizadores: Críticas a los llamados “comunistizadores”. (I): Introducción a la serie | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [57] y Crítica de los llamados “comunistizadores” (II) Del izquierdismo al modernismo: las desventuras de la “tendencia Bérard” | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [58]
17 Un comité que lleva a los participantes a un callejón sin salida | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [33]
18 Declaración conjunta de grupos de la Izquierda Comunista Internacional sobre la guerra en Ucrania | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [35]
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La resolución adoptada por el 24º Congreso de la CCI (2021, Revista Internacional 167)1 ofrecía un marco adecuado para guiar a la organización en la evolución de la crisis económica. En ella se afirmaba que: "La amplitud y la importancia del impacto de la pandemia, producto de la agonía de un sistema en plena descomposición y que ha quedado completamente obsoleto, ilustra el hecho sin precedentes de que el fenómeno de la descomposición capitalista afecta ahora también, de forma masiva y a escala mundial, al conjunto de la economía capitalista. Esta irrupción de los efectos de la descomposición en la esfera económica está teniendo un impacto directo en el desarrollo de la nueva fase de crisis que se ha abierto, inaugurando una situación totalmente inédita en la historia del capitalismo. Los efectos de la descomposición, al alterar profundamente los mecanismos del capitalismo de Estado puestos en marcha hasta ahora para 'acompañar' y limitar el impacto de la crisis, introducen en la situación un factor de inestabilidad y fragilidad, de incertidumbre creciente". (Punto 14)
También reconoció el papel predominante del sálvese quien pueda en las relaciones entre las naciones y la "carrera de las facciones burguesas más 'responsables' hacia una gestión cada vez más irracional y caótica del sistema, y sobre todo el avance sin precedentes de la tendencia al sálvese quien pueda, [que] revelan una creciente pérdida de control de su propio sistema por parte de la clase dominante". (Punto 15) Este sálvese quien pueda "Al provocar un caos creciente en el seno de la economía mundial (con la tendencia a la fragmentación de las cadenas de producción y a la fragmentación del mercado mundial en zonas regionales, el fortalecimiento del proteccionismo y la multiplicación de las medidas unilaterales), este movimiento totalmente irracional de cada nación para salvar su economía en detrimento de todas las demás es contraproducente para cada capital nacional y un desastre a escala mundial, un factor decisivo del deterioro de la economía mundial en su conjunto." (Punto 15)
Subrayó que "las consecuencias de la destrucción desenfrenada del medio ambiente por un capitalismo en decadencia, los fenómenos resultantes de la perturbación climática y la destrucción de la biodiversidad, (...) afectan cada vez más a todas las economías, encabezadas por los países desarrollados, (...) perturban el funcionamiento del aparato de producción industrial y debilitan también la capacidad productiva de la agricultura. La crisis climática mundial y la consiguiente desorganización creciente del mercado mundial de productos agrícolas amenazan la seguridad alimentaria de muchos países” (Punto 17)
Por otra parte, aunque la resolución no preveía el estallido de una guerra entre naciones, afirmaba que "no podemos excluir el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes espantosos que marcarían una nueva aceleración del deslizamiento hacia la barbarie". (Punto 13)
Y podía señalar que: "La crisis que ya lleva décadas desarrollándose se convertirá en la más grave de todo el periodo de decadencia, y su alcance histórico superará incluso a la primera crisis de esta era, la que comenzó en 1929. Después de más de 100 años de decadencia capitalista, con una economía devastada por el sector militar, debilitada por el impacto de la destrucción del medio ambiente, profundamente alterada en sus mecanismos reproductivos por la deuda y la manipulación estatal, plagada de pandemias, sufriendo cada vez más todos los demás efectos de la decadencia, es ilusorio pensar que en estas condiciones habrá alguna recuperación algo sostenible de la economía mundial". (punto 19)
Así pues:
- La aceleración de la descomposición y la multiplicación del impacto de sus efectos combinados sobre la ya muy degradada economía capitalista;
- El estallido de la guerra y la aceleración del militarismo a escala mundial, empeorando drásticamente la situación;
- El desarrollo a ultranza del sálvese quien pueda entre las naciones, con el telón de fondo de la competencia cada vez más aguda entre China y Estados Unidos por la supremacía mundial;
- El abandono de un mínimo de reglas y de cooperación entre las naciones para hacer frente a las contradicciones y convulsiones del sistema;
- La ausencia de una fuerza motriz capaz de revitalizar la economía capitalista;
- La perspectiva de una pauperización absoluta del proletariado de los países centrales, que ahora está a la orden del día;
son los principales indicadores de la gravedad histórica de la crisis actual e ilustran el proceso de "desintegración interna" del capitalismo mundial, anunciado por la Internacional Comunista en 1919.
En palabras de un importante industrial francés: "Lo que ha sido excepcional en los dos últimos años es que las crisis empiezan, pero no terminan. Hay un verdadero efecto de acumulación. La crisis del covid comenzó en 2020, ¡pero sigue con nosotros! Desde entonces, nos hemos enfrentado a tensiones extremas y a perturbaciones en las cadenas de suministro, a un cambio profundo en la relación con el trabajo, a una guerra en las fronteras de Europa, a la crisis energética y el retorno de la inflación y, por último, a la toma de conciencia del cambio climático (...) Los choques se acumulan. Surgen rápida y violentamente"2. En una situación histórica en la que los diversos efectos de descomposición se combinan, se Inter penetran e interactúan en un efecto de torbellino devastador3, el calentamiento global y la crisis ecológica, el sálvese quien pueda en las relaciones entre Estados y, en general, las contradicciones fundamentales del capitalismo, la guerra y sus repercusiones; constituyen el factor agravación central la crisis económica:
- La destrucción de Ucrania: la economía nacional se ha reducido al 40% de lo que era. Según su primer ministro, "los daños se estimaron este otoño en 350.000 millones de dólares. Pero estas estimaciones deberían duplicarse de aquí a finales de año, hasta 700.000 millones de dólares, debido a los ataques masivos llevados a cabo por Moscú contra nuestras infraestructuras. (...) Se prevé que los actuales cortes de electricidad representen una pérdida de entre el 3% y el 9% del PIB"4. El esfuerzo militar absorbe el 30% de los recursos del país; la insuficiencia de ingresos presupuestarios obliga al gobierno a endeudarse y a imprimir dinero.
- Inflación: Está provocando que la inflación mundial se dispare: 7,2% en los países avanzados, 9,8% en los emergentes, 13,8% en Oriente Medio y Asia Central y 14,4% en el África subsahariana. En la UE es del 10%, aunque en algunos países la media es superior: Letonia y Lituania están en el 22%, los Países Bajos en el 17%. Las cifras alcanzan un máximo del 9% a mediados de 2022, para descender al 7,1% a finales de ese mismo año.
- Agravamiento de la crisis alimentaria y de las hambrunas en el mundo: Enfrentando a dos grandes productores de cereales y fertilizantes, la guerra ha provocado un aumento del hambre en el mundo sin "ningún precedente, (...), desde la Segunda Guerra Mundial."5 "El choque se ve agravado por otros grandes problemas que ya habían provocado la subida de los precios y la caída de los suministros, como la pandemia de Covid-19, las limitaciones logísticas, el elevado coste de la energía y las recientes sequías, inundaciones e incendios"6. La producción mundial de cereales está en declive: China, tras las graves inundaciones de 2021, se enfrenta a su peor cosecha de trigo en décadas, mientras que en India las olas de calor sin precedentes "han provocado considerables pérdidas de rendimiento este año". El aumento de los precios y las "amenazas a la seguridad alimentaria" han desencadenado una "oleada de proteccionismo alimentario", con la prohibición de exportar grano en India y la introducción de cuotas (en Argentina, Kazajstán, Serbia, etc.) para garantizar el abastecimiento interno. Mientras el trigo de invierno estadounidense "está en malas condiciones", las reservas francesas "se están agotando" y "el mundo se enfrenta a una escasez de trigo"7.
- La anarquía capitalista está alcanzando nuevas cotas. La organización de las cadenas de producción y abastecimiento expone a cada capital nacional a múltiples dependencias que, hasta ahora, no tenían consecuencias, ya que el comercio y los intercambios mundiales podían realizarse sin restricciones. Pero la pandemia y luego la guerra cambiaron todo eso. Los bloqueos en China, las sanciones contra Rusia y los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China provocaron múltiples bloqueos e interrupciones tanto en la producción como en el comercio, sembrando el caos y la anarquía; la escasez se multiplicó en muchos ámbitos: chips, productos médicos, materias primas.
- El desarrollo del militarismo y de la producción de armas. Una de las principales consecuencias de la guerra fue que todos los Estados dispararon el gasto en armamento hasta niveles abismales. El peso de la carga militar (un peso muerto para el capital) sobre la riqueza nacional, el aumento forzoso de la producción de armas, la eventual conversión de sectores estratégicos a la industria militar, la deuda resultante y la caída de la inversión en otros sectores de la economía alterarán considerablemente la economía y el comercio mundial.
Al pretender "desangrar" a la octava economía del mundo, las sanciones occidentales contra Rusia han abierto un auténtico "agujero negro" en la economía mundial, de consecuencias aún desconocidas. Aunque la economía rusa no se haya hundido ni reducido a la mitad (como había prometido Biden), atrapada en la guerra en curso y estrangulada por las medidas de represalia impuestas por Estados Unidos, la economía rusa está siendo asfixiada y llevada a la ruina. Con una caída del PIB del 11% y una inflación del 22%, las sanciones económicas debilitaron el esfuerzo bélico ruso8 y provocaron una escasez paralizante en la industria. Además, el embargo sobre los semiconductores está limitando la producción de misiles y tanques de precisión9.
Con la retirada de los fabricantes extranjeros, el sector del automóvil se ha hundido casi por completo a un 97%. Los sectores, aeroespacial (estratégico) y del transporte aéreo (fundamental para un país tan extenso), totalmente dependientes de las tecnologías occidentales, se han visto duramente afectados.
Con cientos de miles de rusos que abandonan el país, la economía rusa sufre una pérdida masiva de mano de obra, sobre todo en el sector de las tecnologías de la información, del que se han marchado 100,000 especialistas informáticos.
El apoyo ofrecido por China y los países que se han resistido a las sanciones occidentales (India y Turquía, compradores de energía rusa) pueden haber supuesto un respiro temporal, pero está lejos de compensar la desaparición de los mercados occidentales. La entrada en vigor a principios de diciembre de 2022 del embargo europeo sobre el petróleo ruso reducirá considerablemente este "soplo de aire fresco".
Mientras que las importaciones chinas procedentes de Rusia han aumentado, las exportaciones a Rusia han disminuido en proporciones similares a las de los países occidentales (debido a la aplicación cautelosa por parte de China de la mayoría de las sanciones occidentales10). La resistencia del valor del rublo e incluso su subida frente al dólar, reflejo de este enorme desequilibrio entre el elevado volumen de las exportaciones de petróleo y gas y el hundimiento paralelo de las importaciones tras las sanciones, no es en absoluto un signo de fortaleza. Las sanciones financieras, la congelación del 40-50% de las reservas rusas y la prohibición del sistema SWIFT afectan cada vez más a la capacidad de pago de Rusia en el extranjero y a la credibilidad de su solvencia.
A pesar de su aparente resistencia, las sanciones son un arma de guerra formidable y tendrán un gran impacto en la economía rusa a medio plazo: debido a su efecto "retardado", la prolongación de la guerra será el medio en manos de Estados Unidos para lograr el objetivo de "destruir" la economía rusa.
El terremoto de la guerra representó un gran "cambio de época", no sólo en lo que se refiere a la situación de cada una de las naciones, especialmente de los países europeos, sino también en el plano internacional.
La guerra es un abismo de coste económico desorbitado "(de marzo a agosto) Ucrania recibió 84.000 millones de euros de 40 estados socios e instituciones de la UE - los aliados más importantes son Estados Unidos, instituciones de la UE, Reino Unido, Alemania, Canadá, Polonia, Francia, Noruega, Japón e Italia". "Ucrania podría recibir hasta 30.000 millones entre septiembre y diciembre de 2022". La UE desempeña un papel central "en el mantenimiento de la estabilidad macro financiera de Ucrania" (proporcionándole 10.000 millones de euros entre marzo y septiembre de 2022)11. La onda expansiva económica de la guerra en todo el mundo no tiene el mismo impacto inmediato ni a medio plazo en las principales regiones del mundo. Las capitales europeas sufren el impacto más brutal. Para ellos, se trata de una desestabilización sin precedentes de su "modelo económico".
Como consecuencia de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos a Rusia, las empresas europeas más implicadas en Rusia que sus homólogas estadounidenses se ven más directamente afectadas por la ruptura de las relaciones económicas con Rusia.
El embargo del gas ruso está causando una enorme conmoción con efectos en cascada en toda Europa: "Las verdaderas bombas están cayendo en Ucrania, pero es casi como si también se hubiera destruido la infraestructura industrial de la UE. El continente va a experimentar una violenta crisis industrial. Esto va a ser un shock terrible para las finanzas públicas y para las clases medias y pobres de los países de Europa"12 Como dijo J. Borrell: "Estados Unidos se ocupaba de nuestra seguridad. China y Rusia proporcionaban la base de nuestra prosperidad. Ese mundo ya no existe (...) Nuestra prosperidad se basaba en la energía de Rusia, su gas, reputado como barato, estable y sin riesgos. Todo eso estaba mal (...) Esto llevará a una profunda reestructuración de nuestra economía”.
Cada capital se enfrenta a contradicciones y dilemas casi insolubles, con decisiones económicas y estratégicas drásticas que deben tomarse con urgencia, afectando a su soberanía nacional y salvaguardando su posición mundial.
1. En un momento en que el crecimiento ya se ralentizaba, la vertiginosa subida de los precios de la energía (el precio del gas se ha multiplicado por 20 desde 2010) ya está provocando el debilitamiento de sectores industriales enteros muy dependientes de la energía importada, con vastas franjas de actividad que no son ni rentables ni competitivas. Algunos sectores (química, vidrio, altos hornos, aluminio, etc.) están teniendo que recortar su producción para mantener unos costes desorbitados, mientras se avecinan numerosas quiebras como consecuencia de la pérdida radical de rentabilidad.
2. Ante la gravedad de la situación, el Estado intervino masivamente nacionalizando las principales empresas energéticas, como Uniper en Alemania y EDF en Francia, y estableciendo "escudos financieros o tarifarios" para apoyar a las empresas y amortiguar el impacto sobre empresas y particulares.
3. Los países europeos corren un riesgo real de desindustrialización y declive económico, debido al diferencial duradero de precios de la energía entre Europa y Estados Unidos y Asia. En este ambiente de "sálvese quien pueda", surge la tendencia, para quienes pueden, de deslocalizar las empresas europeas cuya supervivencia se ve amenazada hacia zonas americanas o asiáticas donde los precios de la energía son más bajos.
4. Además del agotamiento de las fuentes de gas ruso, se teme tener que restringir la producción en los sectores más expuestos, como la química, la metalurgia, la madera y el papel, o la industria del plástico y el caucho, o incluso interrumpirla durante el invierno, en Francia, por ejemplo. Además, está el shock eléctrico: la falta de inversiones y el estado ruinoso de las centrales nucleares podrían provocar cortes de electricidad, con el riesgo de reducir o incluso detener la producción industrial a partir del próximo mes de enero, y sumir en el caos a sectores como el transporte, la agroalimentación y las telecomunicaciones ¡a la 5ª economía mundial!13
El debilitamiento del capital alemán: Es Alemania en particular la que concentra de forma explosiva todas las contradicciones de esta situación sin precedentes. El fin del suministro de gas ruso coloca al capital alemán en una situación de fragilidad estratégica y económica sin precedentes: está en juego la competitividad de toda su industria14. El capital alemán (y europeo) corre el riesgo de tener que pasar de la dependencia del gas ruso a la dependencia del GNL estadounidense, que Estados Unidos pretende imponer en el continente europeo, sustituyendo el papel que hasta ahora desempeñaba Rusia. El fin del multilateralismo, del que el capital alemán se ha beneficiado más que ninguna otra nación (al ahorrarse también parte de la carga de los gastos militares del "dividendo de la paz" desde 1989), repercute más directamente en su poder económico, basado en las exportaciones. Por último, la presión ejercida por Estados Unidos para obligar a sus "aliados" a sumarse a la guerra económica/estratégica con China y a renunciar a los mercados de este país plantea a Alemania un enorme dilema, dada la importancia vital del mercado chino. Dada su posición de liderazgo en la UE, el tambaleo del poder alemán repercute en toda Europa, que está marcada, en mayor o menor medida, por las mismas contradicciones y dilemas.
China y las Rutas de la Seda se ven directamente afectadas. Uno de los objetivos de la guerra y del debilitamiento de Rusia es apuntar a China. La guerra está frustrando el gran objetivo de las Rutas de la Seda de convertir a Ucrania en un centro para el mercado europeo; el caos está aislando a China de uno de sus principales mercados. Este objetivo debe encontrar una alternativa a través de Oriente Medio.
Aunque las grandes potencias reconocen que "el cambio es una fuerza desestabilizadora, incluso al nivel económico", la COP27 de Sharm El Sheikh se fracturó en torno a la cuestión de "¿quién debe pagar?” Más allá de la incapacidad congénita del capitalismo para frenar la destrucción de la naturaleza, lo que suena a sentencia de muerte para el compromiso de las grandes potencias de reducir la producción de gases de efecto invernadero es el regreso y la preparación de todos los Estados para una guerra de "alta intensidad". En efecto: "No puede haber guerra sin petróleo. Sin petróleo, es imposible hacer la guerra (...) Renunciar a la posibilidad de abastecerse de petróleo abundante y barato equivale simplemente a desarmarse. Las tecnologías de transporte (que no requieren petróleo, hidrógeno y electricidad) son totalmente inadecuadas para los ejércitos. Los tanques eléctricos a batería plantean tantos problemas técnicos y logísticos que deben considerarse imposibles, como todo lo que funciona en tierra (blindados, artillería, máquinas de ingeniería, todoterrenos ligeros, camiones). El motor de combustión interna y su combustible son tan eficaces y flexibles que sería suicida sustituirlos"15.
El capitalismo está condenado a sufrir cada vez más los efectos del cambio climático (incendios gigantescos, inundaciones, olas de calor, sequías, fenómenos meteorológicos violentos, etc.), que afectan cada vez más significativamente a la economía capitalista y la penalizan cada vez más: el factor climático (que ya fue un factor en la implosión de los países árabes en la década de 2010) es en sí mismo una causa del colapso de países particularmente vulnerables en la periferia del capitalismo. En opinión de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, la "carnicería climática ha alcanzado una escala sin precedentes" en Pakistán ha causado daños estimados en dos y ½ veces su PIB, una catástrofe imposible de superar económicamente16. La magnitud del choque climático está teniendo ahora un impacto directo en los países del corazón del capitalismo y en toda su actividad económica a todos los niveles:
- Los costos de las pérdidas sufridas como consecuencia de factores relacionados con el clima en los países centrales no dejan de aumentar: sólo en Estados Unidos "en la década de 1980, los costes totales de las catástrofes naturales ascendían a 3,000 millones de dólares al año. Entre 2000 y 2010, esta cifra aumentó a más de 20,000 millones de dólares anuales. (...) A partir de 2011 y 2012 (...) estos costes empezaron a duplicarse para alcanzar en 2018 300,000 millones en daños materiales que corresponden a ¾ del servicio anual de la deuda estadounidense."
- La situación de las infraestructuras productivas (así como su distribución) han afectado directamente al comercio, socavando y poniendo en peligro la estabilidad de las economías nacionales debido al cambio climático: entre otros ejemplos, la combinación de sequía y sobreexplotación del agua en América, Europa y China está perturbando la generación de energía tanto nuclear como hidroeléctrica; desorganizando y reduciendo el tráfico fluvial de mercancías; lo que supone "un riesgo importante para la capacidad agrícola estadounidense". (...) Un estado permanente de desastre hídrico, cargado de conflictos y migraciones internas, se está instalando en el Oeste americano. China se ve amenazada por "una nueva inseguridad alimentaria inducida por la fragilidad climática, hídrica y biológica de la agricultura".
Los efectos "cada vez más rápidos e intensos" de la subida del nivel del mar plantean a los gobiernos retos colosales. La salinización de los suelos está esterilizando las tierras cultivables (como en Bangladesh). Amenazan tanto a las megaciudades costeras (como las de las costas este y oeste de Estados Unidos, y muchas ciudades de China) como a las industrias costeras (como la industria petrolera en torno al Golfo de México, y en la región de Shenzhen, en el corazón de la producción electrónica china, donde "las autoridades urbanas chinas ya están empezando a evacuar a cientos de miles de personas").
En los dos últimos años, los diversos efectos de la descomposición que ya habían empezado a afectar a la economía capitalista han adquirido una nueva cualidad, inédita en su interacción a una escala desconocida hasta ahora, y que no ha hecho sino fortalecerse en una especie de "torbellino" infernal en el que cada catástrofe alimenta la virulencia de las demás: la pandemia ha trastornado la economía mundial; a su vez, ha agravado la barbarie de la guerra y la crisis medioambiental. La guerra y la crisis medioambiental seguirán teniendo un impacto considerable, golpeando ahora en el corazón de las grandes potencias y agravando considerablemente la crisis económica, que constituye el telón de fondo de estos acontecimientos catastróficos.
Un sistema capitalista ya debilitado en su conjunto por las convulsiones resultantes de sus contradicciones y de su descomposición, se ve duramente golpeado por los efectos de la guerra.
Las ondas de choque de la guerra golpean a una economía debilitada, con algunos sectores muy debilitados desde la pandemia: "en 2022, la producción mundial de automóviles seguirá siendo inferior a la de 2019. En China sube un 7%, pero en Europa sigue bajando un 25%, y en Estados Unidos un 11%. La industria ha perdido volúmenes, y sus costes aumentan...”17.
"Las causas fundamentales de la inflación se encuentran en las condiciones específicas de funcionamiento del modo de producción capitalista en su fase decadente. En efecto una observación empírica nos permite ver que la inflación es fundamentalmente un fenómeno de esta época del capitalismo, y que es más aguda durante los periodos de guerra (1914-18, 1939-45, la guerra de Corea, 1957-58 en Francia durante la guerra de Argelia...). ...), es decir, cuando los gastos improductivos son más elevados. Por lo tanto, es lógico considerar que es a partir de esta característica específica de la decadencia, la parte considerable del armamento y, más en general, de los gastos improductivos en la economía, que debemos tratar de explicar el fenómeno de la inflación"18
Desencadenada por el aumento del peso de los gastos improductivos, por el endeudamiento a ultranza desplegado por los Estados en sus diversos planes de salvamento frente a la pandemia, para luego asumir la política de desarrollo de la economía de guerra y el rearme general de las naciones capitalistas, la inflación sólo puede aumentar19 cada vez más por la necesidad de cada capital nacional de gastar colosalmente en gastos improductivos, con:
- los gastos armamentistas a niveles absurdos, sometiendo más que nunca la economía al servicio de la guerra y a la producción desenfrenada de instrumentos de destrucción sin la menor racionalidad económica;
- los efectos de la impresión de dinero para aumentar la deuda en respuesta a las contradicciones de su sistema;
- el coste exorbitante de los estragos causados por la decadencia en la sociedad y en las infraestructuras de producción: pandemias, fenómenos climáticos graves, etc.
- El envejecimiento de la población en todos los países (incluida China), que está reduciendo drásticamente la proporción de la población en edad de trabajar sobre la población total.
Con la inflación elevada y sostenida, que el capitalismo ya no es capaz de controlar como hasta ahora (la burguesía ha renunciado a volver al 2%, considerado poco realista), marca también una etapa en el agravamiento de la crisis. La crisis tendrá un impacto cada vez más negativo en la economía, desestabilizando el comercio mundial y privando a la producción de la transparencia que necesita, al tiempo que se convierte en un vector esencial de inestabilidad monetaria y financiera.
La fragilidad del sistema capitalista queda ilustrada por "los crecientes riesgos para la estabilidad financiera en determinados segmentos clave de los mercados financieros y de la deuda soberana"20 y nuevas grietas se abren:
- La fragilidad y las tensiones de las monedas de las grandes potencias se están convirtiendo en un factor cada vez más importante de la situación: la caída de la libra frente al dólar está en su nivel más bajo de la historia, ha perdido un 17% de su valor; el yen se ha desplomado un 21% a su nivel más bajo desde 1990, el yuan ha caído a su nivel más bajo frente al dólar desde hace 14 años, y el euro se ha desplomado a su nivel más bajo de la historia en paridad con el dólar... Los bancos centrales ya están teniendo que intervenir para apoyar sus divisas, y la creciente inestabilidad monetaria está tomando forma.
- El estallido de la burbuja de las criptomonedas (las valoraciones del mercado del bitcoin se han multiplicado por 3 en el espacio de un año) y las quiebras de alto perfil en el sector (como la de FTX, el segundo operador mundial de criptomonedas) han llevado a la burguesía a temer el contagio a otros actores de las finanzas tradicionales. La inestabilidad financiera en este sector es un presagio de futuras quiebras, como la del sector inmobiliario (50% de las transacciones mundiales por valor), que comenzó en China y amenaza en otros lugares.
- Del mismo modo, "la economía tecnológica se tambalea (...) Desde hace unos diez años, hemos asistido a la aparición de una burbuja financiera alimentada por la abundancia de liquidez creada por los bancos centrales. (...) Esta burbuja ha estallado desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana y el estallido de la inflación. El valor de la tecnología en los mercados bursátiles se ha desplomado. Amazon se convirtió en la primera empresa de la historia en perder 1 billón de dólares de valor en bolsa. Meta ha perdido 200,000 millones de dólares en seis meses. (...) Este brutal baño de realidad ha desencadenado enormes planes de despido, sobre todo en Estados Unidos. Es probable que en 2022 se hayan perdido 130,000 empleos tecnológicos"21.
A pesar de que el volumen de la deuda (260% del PIB mundial) ya está socavando todo el sistema22, y a pesar de que la naturaleza de la deuda se basa cada vez menos en las plusvalías ya realizadas, y se alimenta de la impresión de dinero y de la deuda soberana, la continuación de la política de endeudamiento sigue siendo una obligación a la que está sujeto todo capital nacional, a pesar de los efectos deletéreos sobre la estabilidad cada vez más incierta del sistema financiero. Sin excepción, todos los Estados están cada vez más comprometidos con él para hacer frente a las contradicciones generadas por el sistema capitalista. Así lo demuestra la suspensión del Pacto de Estabilidad de la UE, que sólo se restablecerá a principios de 2023 tras haber sido modificado sustancialmente con una flexibilización de sus normas de aplicación, y sin duda para permitir que el Banco Central Europeo desempeñe el papel de prestamista de última instancia.
La irresponsabilidad y la negligencia de la clase dirigente, que se han manifestado en la crisis sanitaria, la crisis energética y la crisis climática, son un poderoso factor de exacerbación de la crisis.
A estos factores se añaden el caos político y la influencia del populismo dentro de la clase dirigente. Este, en la burguesía más antigua del mundo, está teniendo efectos catastróficos en la economía del Reino Unido. El Brexit ilustra la irracionalidad del “sálvese quien pueda económico”: "En lugar de la prosperidad, la soberanía y la influencia internacional que [los conservadores] pretendían traer al romper con sus vecinos, sólo han cosechado una ralentización de sus exportaciones, la depreciación de la libra esterlina, las peores previsiones de crecimiento de los países desarrollados, aparte de Rusia, y el aislamiento diplomático”23. La incompetencia y el amiguismo electoral del gobierno de Lizz Truss, que sucedió a Johnson en una etapa fulgurante en el poder, explican sus decisiones irresponsables, condenadas por el resto de la clase dirigente: ¡el anuncio de 45,000 millones en recortes fiscales sin financiación para los más ricos provocó una caída acelerada de la libra y el temor a su hundimiento y a una ¡crisis de la deuda!
En Italia, las promesas de Meloni de respetar las reglas europeas (la primera vez que un gobierno de extrema derecha llega al poder en uno de los países fundadores de la UE) han calmado temporalmente los temores sobre el futuro del plan de recuperación italiano financiado por el fondo europeo creado por el endeudamiento conjunto de los países miembros, pero no auguran una estabilidad futura24.
Por último, las divisiones en el seno de la clase dirigente no pueden sino agravarse debido a las opciones y prioridades que deben adoptarse para defender los intereses de cada capital nacional en un contexto más que incierto y contradictorio.
En el informe 2020, la CCI se preguntaba si el desarrollo de la actitud del "sálvese quien pueda", enraizada en el impasse de la superproducción y en la creciente dificultad del capital para lograr la acumulación ampliada de capital, así como en los efectos de la propia descomposición, era irreversible. Entre la crisis de 2008 (que puede considerarse como la crisis de la globalización) y la actualidad, el enfoque del sálvese quien pueda en las relaciones entre potencias ha experimentado un cambio cualitativo gradual y ahora triunfa por completo. Según el FMI, la guerra "alterará fundamentalmente el orden económico y geopolítico mundial". El conflicto en Ucrania cierra el periodo "intermedio" que comenzó después de 2008 y marca el final de la globalización:
- Después de 2008, el "sálvese quien pueda" se manifestó por primera vez en la tendencia de China, y sobre todo de Estados Unidos, a cuestionar el marco de la globalización; la primera, desarrollando su propio proyecto alternativo de las Rutas de la Seda; el segundo, saboteando estructuras como la OMC.
- Luego ha quedado magistralmente ilustrado durante la pandemia del Covid, la incapacidad de coordinar una política de producción, distribución y vacunación a escala mundial; el comportamiento gansteril de algunos países que roban material médico destinado a otros países; la tendencia a replegarse sobre sí mismos en el marco nacional; y el deseo de cada burguesía de salvar su propia economía a expensas de las demás, tendencia irracional y desastrosa para todos los países y para la economía mundial en su conjunto.
- La actual "guerra del gas" entre naciones está demostrando ser una digna continuadora de la guerra de las máscaras que se produjo durante la pandemia25: el reciente sabotaje del gasoducto Nord Stream II, achacado a un "agente del Estado", aún no identificado, ilustra las maneras de los gánsteres mientras que "en el mercado del GNL, (...) todos los golpes están permitidos”.26
Estados Unidos es el gran beneficiado en la guerra, incluso en términos económicos. En las condiciones históricas de descomposición, gracias a la guerra, expresión última de la guerra de todos contra todos, el poder militar -como único medio real de que disponía Estados Unidos para defender su liderazgo mundial. Estados Unidos está fortaleciendo momentáneamente su economía nacional a expensas del resto del mundo, a costa de la dislocación mundial y del debilitamiento convulsivo del sistema capitalista en su conjunto27. Este fortalecimiento económico de Estados Unidos es el producto directo del sálvese quien pueda; no es contradictorio con el hundimiento de todo el sistema en la espiral de su descomposición (es una manifestación de ello y en modo alguno representa una estabilización, sino que por el contrario atestigua la agudización de este hundimiento) ya que su corolario y condición es el fenomenal desarrollo del caos y el debilitamiento del sistema capitalista en su conjunto. "El apoyo sin fisuras de Washington a Ucrania ha convertido a Estados Unidos en el gran vencedor de la secuencia a nivel mundial, sin que un solo GI haya tenido que pisar suelo ucraniano. Ganancias geoestratégicas, militares y políticas innegables. (...) En un contexto de proteccionismo y nacionalismo económico a ultranza, la América de Biden puede ahora dedicarse enteramente a la guerra tecnológica contra su único gran rival, China. Europa, que había conseguido mantenerse unida durante el covid, ha salido debilitada y dividida, con el tándem francoalemán hecho trizas"28.En este descenso a los infiernos del capitalismo global, la guerra ha cambiado la situación de todo el capital y ha puesto patas arriba las relaciones económicas mundiales:
- La guerra del petróleo y del gas: un vuelco sin precedentes, con Washington como gran vencedor. Mientras que hace 10 años Estados Unidos no exportaba GNL, ahora es el primer exportador mundial. "Estados Unidos disfruta de una casi independencia energética, lo que le permite proyectarse tranquilamente en un mundo en el que los hidrocarburos se han convertido en armas geopolíticas. Estados Unidos no necesita importar gas; es el primer productor mundial, por delante de Rusia. En cuanto al petróleo, Washington es también el primer productor mundial y ha reducido recientemente su dependencia del crudo extranjero"29. Producto de una política de autosuficiencia de largo alcance iniciada por la administración Obama como parte de su empeño por frustrar el ascenso de su contrincante chino, la guerra de Ucrania no sólo ha permitido a Estados Unidos sacar gran provecho de ella para impulsar su industria30, sino que también ha sido un medio para establecerse como actor clave. Estados Unidos está poniendo a sus rivales a la defensiva y en desventaja en este ámbito energético estratégico:
Europa se ve prácticamente reducida a pasar de la dependencia del gas ruso a la dependencia del GNL estadounidense. Para escapar a este estrangulamiento mortal, los europeos buscan frenéticamente diversificar sus proveedores.
China, que depende en gran medida de la importación de hidrocarburos, está en desventaja y se ha visto debilitada por Estados Unidos, que ahora está en condiciones de controlar -y cortar- las rutas de suministro terrestre y marítimo de China.
- El fortalecimiento del sector militar: Con un peso del 40% en el mercado de armamento, "el innegable éxito estratégico de la maquinaria bélica estadounidense" está impulsando la industria militar de Estados Unidos: "El arsenal de la democracia, como lo llamó el Presidente F D Roosevelt, está disparando todos los cilindros (...) Como resultado, la industria militar estadounidense se enfrenta a considerables limitaciones de producción"31.
- La fortaleza del dólar y la subida de las tasas de interés. La escala sin precedentes del plan de Biden de 1.17 trillones de dólares para apoyar la economía estadounidense impulsando la demanda y el consumo, seguida del inicio del desmantelamiento de la flexibilización monetaria y la subida gradual de los tipos de interés por parte de la FED (decidida a principios de 2022) pilló desprevenidos a todos sus rivales. Aprovechando el papel central del dólar (en las reservas de los bancos centrales del mundo, su preponderancia en la economía y el comercio mundiales), la fortaleza del dólar, el tamaño de su economía y su rango de primera potencia económica mundial, esta política tiene como efecto:
a) atraer y canalizar capitales e inversiones (en busca de un refugio seguro) hacia la economía estadounidense,
b) hacer que el resto del mundo financie el sostenimiento de su economía,
c) trasladar los efectos más nocivos de la inflación a otros países más débiles32. Estados Unidos refuerza la estabilidad y el poder de su economía a costa directa de sus competidores más directos.
Es evidente que Estados Unidos no duda en asumir el riesgo de impulsar la recesión, frenar el comercio internacional y provocar crisis financieras en los países más débiles, siempre que su economía se beneficie y sea la beneficiaria, en nombre de la necesidad de rescatar su propia economía y su posición de primera potencia mundial.
- Aumento del proteccionismo: el plan de 370,000 millones de dólares de la "Inflation Reduction Act" para inversiones públicas en la industria, combinado con fuertes medidas proteccionistas que conceden preferencia nacional a los equipos producidos en Estados Unidos, en detrimento de los productos importados, constituye un "2º choque de competitividad" para la UE (después del choque del gas).
De manera más general, todas las medidas económicas, monetarias, financieras e industriales adoptadas en Estados Unidos actúan como un aspirador de inversiones y un imán para las deslocalizaciones hacia Estados Unidos. El "dorado" de los bajos precios de la energía y de las subvenciones desvía capitales y grandes empresas extranjeras hacia Estados Unidos, en detrimento sobre todo de Europa. Más de sesenta empresas alemanas (Lufthansa, Siemens, etc.) tienen previsto invertir en Estados Unidos. VW ha anunciado que quiere aumentar su producción de vehículos eléctricos en Estados Unidos y tiene previsto invertir 7,000 millones en sus centros estadounidenses. BMW va a invertir 1,700 millones en su planta de Carolina del Norte y está tentada de producir baterías localmente en lugar de en el marco de proyectos europeos. Francia estima sus pérdidas potenciales en "10,000 millones de euros de inversión" y "10,000 empleos potenciales" perdidos.
En respuesta a este "giro" de Estados Unidos "hacia el lado equivocado del proteccionismo" (según la UE)33 ha amenazado con una "Buy European Act"; y "Francia y Alemania han formalizado una propuesta de contraofensiva... y han pedido a Bruselas que flexibilice las normas que rigen las subvenciones públicas a las empresas, así como las subvenciones específicas y los créditos fiscales para sectores estratégicos.”34
- Agricultura: "La guerra en Ucrania ha alterado todos los equilibrios agrícolas. África y el Magreb han sido las primeras víctimas. Pero el viejo continente también se ha visto afectado. Durante la última década, Europa ha tenido que depender de Ucrania para sus suministros de maíz35 (...) Aunque una gran parte de las entregas han salido de Ucrania, los compradores europeos han tenido que recurrir a otros proveedores. Estados Unidos dispone de una enorme capacidad de producción de maíz (...) Esta fuerza no sólo le ha permitido abastecer su propio mercado interior, sino también tomar el relevo de Rusia y Ucrania y exportar ampliamente a otros países. Y en particular a Europa"36.
- La ofensiva estadounidense contra China al nivel económico: Desde una posición de fuerza, Estados Unidos intensifica su presión sobre China y ataca sus intereses económicos en todo el mundo a través de diversas iniciativas y, aprovechando el debilitamiento y las divisiones entre los europeos, busca por diversos medios obligarles a seguirle en su ofensiva37: “Una primicia": El G7 de junio de 2022 denunció "las intervenciones no transparentes y distorsionadoras del mercado por parte de China" y pidió "enfoques colectivos, también más allá del G7, para abordar los desafíos que plantean las políticas y prácticas no mercantiles que distorsionan la economía mundial" utilizando el argumento democrático de "eliminar todas las formas de trabajo forzoso de las cadenas de suministro mundiales, incluido el trabajo forzoso patrocinado por el Estado, como en Xinjiang. "
Para garantizar su decisiva ventaja tecnológica sobre China, Estados Unidos está organizando la recolocación38 de la producción de semiconductores de última generación a su suelo, así como el control internacional de todo el sector, del que pretende excluir a China, al tiempo que amenaza con imponer sanciones a cualquier rival que mantenga relaciones comerciales con China y pueda violar este "monopolio".
El vasto programa de inversiones de la Asociación Mundial para las Infraestructuras, de 600,000 millones de dólares de aquí a 2027 para estos países en desarrollo, pretende contrarrestar, en primer lugar, en el África subsahariana, pero también en América Central y Asia, los enormes proyectos financiados por China en el marco de las Rutas de la Seda.
El establecimiento del Acuerdo Económico Indo-Pacífico39 para "escribir las nuevas reglas de la economía del siglo XXI" (Biden) y "construir cadenas de suministro fuertes y resistentes" bajo el control de Washington fue denunciado inmediatamente por China como la "formación de camarillas destinadas a contenerla".
Profundamente dividida, marcada por la publicación unilateral por Alemania de un plan de apoyo a su economía de 200,000 millones (calificado de “insulto al resto de Europa”) y por la disputa entre Francia y Alemania por el liderazgo, la Unión está desgarrada por grandes divisiones. “Algunos países, como Alemania, disponen de medios para subvencionar masivamente su industria. Otros, como Italia, mucho menos. Grecia, España y Francia están preocupadas por ello y piden medidas de solidaridad europea para corregir estas diferencias. ‘La IRA [Ley de Reducción de la Inflación]norteamericana representa 2 puntos del PIB, así que tenemos que hacer un esfuerzo comparable’, explicó E. Macron. Por el contrario, Alemania, Países Bajos y Suecia siguen oponiéndose a un nuevo instrumento financiero europeo”40. Las dos potencias europeas no están en la misma longitud de onda cuando se trata de China: “Las sutilezas diplomáticas ya no bastan para ocultar el abismo entre Washington -que ve a Pekín como su principal rival- y el Gobierno alemán, cuyos intereses le impulsan a mantener una buena relación comercial con China (...) Sin estar alineada con Estados Unidos, Francia está más cerca de Washington que de Berlín. China sólo es el 5º socio comercial de Francia (...) Cuando Macron se reunió con Xi al margen de la cumbre del G20, su posición era más cercana a la de Biden que a la de Scholz41”. Así pues, el viaje en solitario de Scholz a China fue igualado por el viaje en solitario de Macron a Estados Unidos.
Si estas tensiones se exacerbaran hasta el punto de amenazar con la ruptura de la UE, bajo el peso de los intereses nacionales contradictorios que la atraviesan y su agudización por el rival estadounidense, ello constituiría un factor de agravamiento de gran magnitud en la crisis y una desestabilización de todo el sistema capitalista.
La reacción de China: La guerra de Ucrania muestra hasta qué punto la disociación de las economías estadounidense y china iniciada por Estados Unidos está haciendo vulnerable a China:
- Las sanciones contra Rusia constituyen una advertencia a China sobre “las gigantescas consecuencias para la economía china de posibles sanciones occidentales contra China42”. En cuanto a sus enormes reservas de dólares: “La guerra de Ucrania ha hecho saltar las alarmas (...) Los expertos chinos señalan que la dependencia del dólar es aún más preocupante que en el caso de Rusia”. China “no está dispuesta a enfrentarse a ninguna sanción occidental” y “quiere reforzar drásticamente la seguridad de sus activos exteriores para no repetir los errores de Rusia, (...) cambiar la estructura de sus inversiones en el extranjero y reducir lo antes posible su dependencia de los dólares estadounidenses43” para salir de la contradicción de no tener “actualmente otra solución para dar valor a los dólares recibidos por su superávit comercial que prestárselos con el tiempo a Estados Unidos44”.
- Los esfuerzos del Estado para hacer del yuan una moneda internacional que compita con el dólar se han quedado en nada, incluso en un contexto en el que muchos países pueden estar buscando protegerse de las sanciones occidentales: el yuan se ha estancado en el 2,88% de las reservas de divisas (el 30% de las cuales están en manos de Rusia) (frente al 59.5 del dólar y el 19.76 del euro); y desde 2015 en la 5ª posición en los pagos globales con una cuota del 2.44% frente al 42% del dólar. El BPC (Banco Popular de China) debe luchar contra la depreciación del yuan frente al dólar.
- Como consecuencia de las medidas adoptadas en los últimos años por Estados Unidos para restringir la exportación de alta tecnología (utilizada en la producción de vanguardia en los sectores del automóvil, la aeronáutica, el espacio, la investigación científica, la informática, el transporte, la medicina, etc.), “China está actualmente fuera de juego (...) Los fabricantes chinos de semiconductores no disponen de la tecnología necesaria para ponerse al día. (...) Por ello, algunos expertos se muestran escépticos en cuanto a la capacidad de China para ponerse al día a corto y medio plazo en este sector, que representará una gran parte del futuro crecimiento económico”. (Asyalist)
- China está inmersa en una lucha competitiva a muerte por el control de ciertos sectores estratégicos (como las tierras raras y los metales); o por garantizar sus suministros de hidrocarburos, aprovechando el debilitamiento de Rusia para firmar contratos con las repúblicas centroasiáticas y con Arabia Saudí.
- Los intereses económicos vitales de China están en juego en las tensiones en torno a Taiwán, que, como Singapur, es una plataforma esencial para la industria manufacturera china e indispensable para su actual modelo económico.
La exclusión de Rusia del comercio internacional por parte de Estados Unidos, su ofensiva contra China y su voluntad declarada de reconfigurar las relaciones económicas mundiales en su propio beneficio marcan un punto de inflexión en la visión del libre comercio que ha guiado la política estadounidense durante casi treinta años. Esto se traducirá en una mayor fragmentación del mercado mundial a través de la proliferación de acuerdos regionales como el firmado entre Estados Unidos, Canadá y México en 202045.
Acuerdos de este tipo entre firmantes que supuestamente comparten “más intereses comunes”, y un comercio entre Estados y empresas que favorece a “socios afines, de modo que ya no comerciamos con cualquiera”, no auguran estabilidad ni la formación de relaciones económicas exclusivas bajo la égida de grandes patrocinadores. Más bien al contrario. Como tienden a seguir las múltiples fallas de las tensiones entre potencias, sólo darán lugar a una mayor fragmentación del mercado mundial a escala global y al refuerzo del sálvese quien pueda, las guerras comerciales, el repliegue nacional y la búsqueda de la preservación de la soberanía nacional a todos los niveles. Esto no hará sino agudizar, por una cuestión de supervivencia, el deseo de controlar las cadenas de producción estratégicas esenciales para la supervivencia nacional y de situarse en una posición de fuerza frente a otras potencias sometidas a chantaje o, por el contrario, de eludirlo46.
A partir de ahora, no sólo ha desaparecido progresivamente (sin retorno perceptible) la capacidad de las principales naciones capitalistas de cooperar para retrasar y atenuar el impacto de la crisis económica sobre el conjunto del sistema capitalista y sobre ellas mismas, sino que se perfila cada vez más claramente una política impulsada en particular por la primera de las grandes potencias, Estados Unidos, para salvaguardar su propia posición en el escenario mundial en detrimento directo de otras potencias del mismo tipo (y del resto del mundo), atacando sus intereses y provocando deliberadamente su debilitamiento.
Esta situación rompe abiertamente con gran parte de las reglas que los Estados se habían fijado desde la crisis de 1929 y abre un período de terra incognita, donde el caos va a adquirir una nueva dimensión desconocida, incluso en y entre los países centrales, con repercusiones aún difíciles de “imaginar”, golpeando el corazón del sistema capitalista en una espiral de crisis aún más profunda.
La crisis irreversible del capitalismo constituye el telón de fondo de la aceleración del caos y la barbarie. Más concretamente, se trata de 50 años de crisis económica, acelerada desde 2018, que ahora se manifiesta abiertamente en una inflación galopante con sus secuelas de miseria, hambre y empobrecimiento generalizado.
- “La crisis capitalista afecta a los fundamentos mismos de esta sociedad. Inflación, precariedad, desempleo, ritmos infernales y condiciones laborales que destrozan la salud de los trabajadores, viviendas inalcanzables… testimonian una degradación incontenible de la vida obrera y, aunque la burguesía trata de crear todas las divisiones imaginables, otorgando condiciones “más privilegiadas” a determinadas categorías obreras, lo que vemos EN SU CONJUNTO es, por un lado, la que posiblemente va a ser la PEOR CRISIS de la historia del capitalismo, y, por otro lado, la realidad concreta, lacerante, de la PAUPERIZACION ABSOLUTA de la clase obrera en los países centrales, ese anuncio que Marx hizo de la perspectiva histórica del capitalismo y del que tanto se han burlado los economistas y demás ideólogos de la burguesía.”47
A diferencia de los años 30, hoy hay más factores que agravan la crisis. La pandemia y la guerra en Ucrania marcan una nueva calidad de la situación. La concatenación de factores decadentes está en el origen de una espiral de deterioro y empeoramiento de la situación económica mundial. “Esta crisis promete ser más larga y profunda que la de 1929. En primer lugar, porque los efectos de la descomposición de la economía tienden a perturbar el funcionamiento de la producción, provocando cuellos de botella y bloqueos constantes en una situación de desempleo creciente, asociado, paradójicamente, a una escasez de mano de obra. Sobre todo, se expresa en una inflación galopante, que los sucesivos planes de rescate, elaborados a toda prisa por los gobiernos frente a pandemias y guerras, no han hecho sino alimentar con un endeudamiento precipitado. Los bancos centrales están subiendo los tipos de interés en un intento de frenar la inflación. Al hacerlo, corren el riesgo de precipitar una recesión muy violenta, que estrangularía tanto a los gobiernos como a las empresas. Ya está en marcha un tsunami de miseria, un empobrecimiento brutal del proletariado en los países centrales”48. El espectro de la “estanflación” se cierne sobre el mundo. Si bien se trataba de un concepto utilizado por los economistas burgueses en la década de 1970 para describir un estado de alta inflación combinado con el estancamiento económico, hoy en día este peligro se está haciendo evidente y la actual inflación descontrolada y la desaceleración económica provocarán una cadena de quiebras, incluso de países enteros (Pakistán, Sri Lanka, etc.), así como turbulencias financieras y dificultades aún mayores en los países emergentes.
“El crecimiento de las economías avanzadas se desacelerará bruscamente, pasando del 5.1% en 2021 al 2.6% en 2022 (1.2 puntos porcentuales menos que en las previsiones de enero). Se espera que el crecimiento se modere aún más hasta el 2.2% en 2023, reflejando en gran medida la retirada del apoyo de la política monetaria y fiscal proporcionado durante la pandemia”49. A la burguesía no le queda otra alternativa que seguir subiendo los tipos de interés, como hizo la FED el pasado mes de noviembre. Todos los estados están implicados en esta dinámica y provocará contracciones en los mercados, cierres de empresas y despidos masivos, como se puede ver en las empresas tecnológicas estadounidenses (GAFAM). La deslocalización de empresas de China a América (Nearshoring) agravará la situación de desempleo en ciertas regiones del mundo.
A diferencia de los años treinta, los niveles actuales de endeudamiento no tienen precedentes. China, segunda economía mundial, ¡debe 2.5 veces su PIB! Al mismo tiempo, se ha convertido en un respaldo financiero, principalmente para apoyar su Ruta de la Seda y asegurar su influencia en África y América Latina. Estados Unidos, cuya deuda total supera ya los 31 billones, ha impreso 5,000 millones de dólares, mientras que la UE, con 750 millones de euros, ha impreso un 20% más que Estados Unidos. El panorama para los próximos años estará lleno de convulsiones y dificultades para el capitalismo.
i.- La economía china ha sufrido una fuerte desaceleración debido a los repetidos bloqueos, seguidos del tsunami de infecciones que provocó el caos en el sistema sanitario, la burbuja inmobiliaria y el bloqueo de varias rutas de la “Ruta de la Seda” debido a conflictos armados (Ucrania) o al caos reinante (Etiopía). El crecimiento en el primer semestre de este año fue del 2.5%, lo que hace inalcanzable el objetivo del 5% fijado para este año. Por primera vez en 30 años, el crecimiento económico de China será inferior al de otros países asiáticos (Vietnam). Grandes empresas tecnológicas y comerciales como Alibaba, Tencent, JD.com e iQiyi han despedido entre el 10% y el 30% de su plantilla. Los jóvenes son especialmente sensibles al deterioro de la situación, con una tasa de desempleo estimada del 20% entre los universitarios que buscan trabajo. Los proyectos de expansión de la “Nueva Ruta de la Seda” también están en apuros debido al empeoramiento de la crisis económica: casi el 60% de la deuda contraída con China corresponde ahora a países con dificultades financieras, frente al 5% en 2010. Además, la presión económica de Estados Unidos se está intensificando, especialmente con la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Chip estadounidense, que apuntan directamente a las exportaciones de tecnología de varias empresas tecnológicas chinas (por ejemplo, Huawei) a Estados Unidos.
Aún más angustioso para la burguesía china, los problemas económicos, unidos a la crisis sanitaria, han dado lugar a importantes movimientos de protesta social.
ii.- El fracaso del modelo neo estalinista de la burguesía china. Frente a las dificultades económicas y sanitarias, la política de Xi Jinping ha consistido en volver a las recetas clásicas del estalinismo:
- En el plano económico, desde Deng Xiao Ping, la burguesía china había creado un frágil y complejo mecanismo para mantener un todopoderoso marco de partido único cohabitando con una burguesía privada directamente estimulada por el Estado. “A finales de 2021, la era de reforma y apertura de Deng Xiaoping está claramente acabada, sustituida por una nueva ortodoxia económica estatista.”50 La facción dominante detrás de Xi Jinping está reorientando la economía china hacia un control estatal absoluto de estilo estalinista;
- En el frente social, con la política de “Covid cero”, Xi no sólo aseguró un implacable control estatal sobre la población, sino que también impuso este control a las autoridades regionales y locales, que se habían mostrado poco fiables e ineficaces al comienzo de la pandemia. Ya en otoño, envió unidades de la policía central del Estado a Shanghái para llamar al orden a las autoridades locales que estaban liberalizando las medidas de control.
“Un capital nacional desarrollado, poseído de modo “privado” por diferentes sectores de la burguesía tiene en la “democracia” parlamentaria su aparato político más apropiado; el control estatal casi completo de los medios de producción se corresponde con el poder totalitario de un partido único”51. El fracaso de la política de “Covid cero” ha repercutido en la reelección para un tercer mandato del hombre que la impuso, Xi Jinping, a costa de complejos compromisos entre facciones del PCCh. La burguesía china demuestra así más que nunca su incapacidad congénita para superar la rigidez política de su aparato de Estado, pesada herencia del maoísmo estalinista.
iii.- Una crisis que se extiende inexorablemente. La segunda potencia mundial está atrapada en la misma dinámica que sus pares. Esta catástrofe está aún por llegar.
- El papel de China en la crisis financiera de 2008 fue el de contener y no dejar de invertir, centrándose sobre todo en su mercado interior y en las infraestructuras (trenes de alta velocidad), por supuesto, todo ello a lomos de una montaña de deuda. Sin embargo, durante la crisis financiera de 2008, siguió siendo un “sector sano de la economía”. Hoy no podemos decir lo mismo; China vio la quiebra de Evergrande seguida de la de Shintao (la segunda mayor constructora después de Evergrande). Sólo Evergande representaba 350,000 millones de dólares de deuda que no pueden pagar. Detrás de esta deuda están los inversores internacionales, entre ellos Black Rock, que exigen la devolución de su dinero. Los bancos regionales se han hundido hasta el punto de desencadenar un “corralito” chino”52. 320 proyectos inmobiliarios se han paralizado y hay 100 millones de viviendas vacías. La deuda de los hogares se ha triplicado hasta alcanzar los 7 billones de dólares, a lo que hay que añadir la deuda de las empresas. La sequía ha reducido drásticamente la producción de energía hidroeléctrica hasta el punto del racionamiento y el cierre parcial de fábricas como TESLA, ¡que irónicamente produce coches eléctricos! ¿Cómo está respondiendo la burguesía china a la crisis? Tipos de interés más bajos, contratación estatal masiva, fondos estatales para infraestructuras e inmuebles... ¡nada nuevo! Y ya sabemos lo “eficaces” que han sido estas medidas... Sólo podemos esperar una serie de sacudidas económicas en un futuro próximo en esta parte del mundo.
- La guerra comercial con Estados Unidos y el deseo de dejar de depender de China han llevado a los países desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, a diversificar sus cadenas de suministro y buscar nuevos países maquiladores53. Países como México, pero sobre todo Vietnam, que ya ha superado a China en porcentaje de crecimiento económico, se perfilan como las nuevas “maquiladoras” del capitalismo. Este año, los pedidos estadounidenses a fabricantes chinos han caído un 40% (CNBC).
En conclusión, ahora parece que, si bien el capitalismo de Estado chino ha sabido aprovechar las oportunidades ofrecidas por el cambio de bloque, la implosión del bloque soviético y la globalización de la economía propugnada por Estados Unidos y las grandes potencias del bloque occidental, su debilidad congénita en su estructura estatal de corte estalinista es ahora un gran hándicap ante los problemas económicos, sanitarios y sociales. La situación anuncia inestabilidad y posibles trastornos, incluso para la posición de Xi y sus partidarios dentro del PCCh. Una desestabilización del capitalismo chino tendría consecuencias imprevisibles para el capitalismo mundial.
El año 2021 ha visto una explosión acelerada del gasto militar. Estados Unidos aumentó su gasto en un 38% (880000 millones de dólares), China en un 14% (243000 millones de dólares) y Rusia en un 3% (65000 millones de dólares). La superioridad militar de Estados Unidos se refleja en su presupuesto. Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), ese mismo año “el mundo gastó 2 billones de dólares” en el ámbito militar.
Toda la región del Indo-Pacífico ha visto aumentar su gasto militar por miedo a ser víctima del imperialismo chino: Japón también ha duplicado su presupuesto militar y ha firmado un acuerdo de “transferencia de defensa” con Vietnam, Tailandia invierte 125000 millones de dólares en 50 buques de guerra para proteger sus mares, Indonesia aumenta en un 200% su inversión militar en el Mar de China y Filipinas acaba de recibir 64 millones de dólares adicionales de Estados Unidos para reforzar sus bases militares con el fin de contener la amenaza china. Pero esta región no es la única que se ve atrapada en esta dinámica, nadie se ha librado.
El mundo se encamina hacia una explosión del gasto militar sin precedentes en la historia. Todo este gasto improductivo se cargará a los trabajadores.
No sólo es imposible la implantación de energías limpias y renovables bajo el capitalismo, sino que la guerra energética seguirá marcando el futuro de este sistema. El control de las fuentes de energía, especialmente el gas y el petróleo, seguirá siendo una cuestión de “seguridad nacional” para todo estado capitalista. El funcionamiento de las empresas depende de ello y, a nivel imperialista, el ejército funciona con petróleo. Estados Unidos controla actualmente estos recursos y el hecho de que ahora sea el principal proveedor de Europa se está convirtiendo en una fuente de chantaje y presión futura sobre los países de la UE. El viaje de Xi a Arabia Saudí y el reciente acuerdo energético con Rusia lo confirman.
Cabe destacar la aceleración histórica de la influencia de la guerra en la economía, trágicamente demostrada por la guerra de Ucrania. Haciendo una comparación histórica con la guerra de Vietnam, si entonces la carga militar pesaba sobre la economía, hoy el impacto del militarismo sobre la economía es aún mayor.
El capitalismo es el único sistema de la historia capaz de devastar la naturaleza a escala masiva, eliminando ecosistemas enteros y acelerando la extinción de especies, cambiando así todo el orden natural. Este fenómeno es acumulativo y acelerado, y conduce a una rápida devastación del planeta. La actual “transición hacia las energías limpias” no es más que una expresión de la lucha a muerte entre los capitalistas y su competencia. Se trata de ver quién llega primero al mercado y quita clientes a sus rivales. Toda la palabrería sobre su “preocupación” por el medio ambiente no es más que demagogia. El agravamiento de la “crisis ecológica” se está acelerando y está causando una devastación inaceptable. Estados Unidos, cuyo expresidente Trump negó la existencia del “cambio climático”, se enfrenta a los efectos de esta crisis ecológica y la primera potencia mundial está lejos de “salvarse” de las “catástrofes naturales” e incluso ostenta el siniestro récord mundial de destrucción de la biodiversidad. De hecho, el capitalismo no puede ser un sistema competitivo y ser “ecológico” al mismo tiempo, porque:
- Su objetivo es la ganancia, no la preservación de la naturaleza, que siempre será considerada por el capitalismo como una fuente de recursos gratuitos cuya depredación e implicaciones no le preocupan;
- El cada uno para sí y la anarquía de la producción hacen que la burguesía no tenga ningún control sobre las “nuevas tecnologías”, ¡es un aprendiz de brujo!
- Los avances tecnológicos son unilaterales, nunca se preocupan del marco global. Si la extracción de litio para las baterías de los coches contamina y su reciclabilidad se reduce al 5%, eso no tiene importancia para el capitalismo. Lo principal es vender coches “verdes”;
- La separación entre el hombre y la naturaleza se vuelve extrema bajo el capitalismo, hasta el punto de que se considera que el hombre está “fuera” de su entorno natural.
Por otra parte, la vuelta al carbón, aunque las empresas paguen un impuesto adicional para cubrir los daños causados al medio ambiente -lo que no es más que una cortina de humo-, no elimina el enorme fracaso del capitalismo a la hora de eliminar las emisiones de carbono. Si los europeos habían decidido abandonar la energía nuclear, ahora intentan reintroducirla para compensar su dependencia de Rusia y Estados Unidos. Es un ejemplo más de los fracasos del capitalismo, que nos empuja a revivir viejas glorias, aunque contaminen. Cada país sólo actúa en su propio interés, ¡y los demás sufren las consecuencias!
La transición a la “energía verde” en el capitalismo equivale a la ilusión de un capitalismo sin guerras.
El gasto improductivo del capital no cesará, el militarismo y el mantenimiento del Estado harán estragos en la clase obrera. Este fenómeno del empobrecimiento de la clase obrera en los países centrales tiene una historia, pero desde la pandemia y la guerra de Ucrania se ha acelerado. La inflación reduce considerablemente el poder adquisitivo de los trabajadores y, a diferencia de los años 70, la burguesía no recurre hoy a la indexación salarial. Por ejemplo, la burguesía del Reino Unido está adoptando una línea dura con respecto a las demandas de aumentos salariales para compensar la inflación; el primer ministro británico ha declarado que “no hay negociación posible”.
- “Calentar o comer”, el lema de las huelgas británicas revela la gravedad de la situación. Para muchas familias trabajadoras, cuesta más pagar la energía que la hipoteca: salarios cada vez más miserables, aumento del coste de la vida, precios cada vez más altos, despidos masivos, recortes en la seguridad social, ataques a las pensiones, etc. Todo esto augura un futuro de miseria al que el proletariado tendrá que responder siguiendo a sus hermanos y hermanas de clase como en Gran Bretaña, Europa e incluso Estados Unidos. La perspectiva del empobrecimiento del proletariado se abre y se acelera.
- La escasez de mano de obra es a la vez un producto y un factor de la crisis del capitalismo. La logística del capitalismo en el movimiento de mercancías es un caos, no hay suficientes conductores y los productos se pudren o hay escasez. En la sanidad, hay demasiadas vacantes y en la educación, los profesores abandonan rápidamente sus puestos de trabajo. En China, por ejemplo, 1 de cada 5 jóvenes no encuentra un trabajo “prometedor” y prefiere no aceptar nada. “Dejarlo girar”, es una expresión común en China para referirse a los jóvenes que no aceptan un trabajo. Detrás de esta situación se esconde obviamente un desenlace individual y desesperado, una reacción “privada” al empeoramiento de las condiciones laborales. Las nuevas generaciones no quieren vivir al ritmo de la producción capitalista. Al mismo tiempo, este fenómeno es la expresión de una falta de identidad de clase: no se organizan para luchar, y sólo adoptan una postura personal ante un problema eminentemente social, económico y político. La reducción de las prestaciones laborales, la falta de pensiones en muchos países, el aumento de las enfermedades mentales y de los suicidios, todos estos factores están creando unas condiciones de vida y de trabajo insoportables.
Es la crisis y su perspectiva de recesión mundial lo que está creando las condiciones para que los trabajadores empiecen a plantear sus luchas en su propio terreno. “La crisis económica, a diferencia de la descomposición social que concierne esencialmente a las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente a la infraestructura de la sociedad sobre la que descansan las superestructuras; la crisis desnuda, pues, las causas profundas de toda la barbarie que pesa sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente el sistema y de no pretender ya mejorar ciertos aspectos del mismo” (La descomposición, fase última de la decadencia capitalista, Revista Internacional 10754).
Enero de 2023
1 Informe sobre la crisis económica del 24º Congreso Internacional de la CCI (2021) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [83]
2 Les Echos 21/22/10
3 Ver Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
4 Le Monde 17/12/22
5 El hambre aumentó alrededor de un 18% durante la pandemia y afecta actualmente a entre 720 y 811 millones de personas. Las reducciones de la ayuda alimentaria, la reorientación de la ayuda para acoger únicamente a los refugiados ucranianos y la reasignación de la ayuda para aumentar los gastos militares han hecho que no lleguen los fondos necesarios para Afganistán, donde la hambruna amenaza a 23 millones de personas, y Somalia, donde parte de la población se encuentra en "peligro inminente de muerte"
6 En Europa, la considerable reducción de la producción de fertilizantes (que utiliza mucho gas natural) debido a los elevados precios de la energía está provocando una caída del consumo de fertilizantes en todo el mundo, desde Brasil a Estados Unidos, lo que amenaza el volumen de las futuras cosechas. Por ejemplo: "Brasil, primer productor mundial de soja, compra casi la mitad de sus abonos fosfatados a Rusia y Bielorrusia. Sólo le quedan existencias para tres meses. La asociación brasileña de productores de soja (Aprosoja) ha pedido a sus miembros que utilicen menos fertilizantes este año, o que no utilicen ninguno. La cosecha de soja de Brasil, ya reducida por la grave sequía, será por tanto probablemente aún menor. Brasil vende su soja principalmente a China, que destina gran parte de ella a la alimentación animal. Una soja menos abundante y más cara podría obligar a los agricultores chinos a reducir las raciones que dan a sus animales. El resultado: vacas, cerdos y pollos más pequeños - y carne más cara"
7 Todas las citas de este pasaje son de Courrier International
8 "Debido a la escasez de ingresos públicos a causa del embargo occidental sobre la compra de oro, carbón y metales, algunos regimientos sólo reciben paga esporádicamente. Se cree que esto contribuye a que se rechacen los combates e incluso a que se produzcan rendiciones". (Les Echos 17/09/2022)
9 "Varias fábricas del complejo militar-industrial han tenido que reducir su producción o incluso cerrar, como la fábrica de misiles antiaéreos de Uliánovsk, la fábrica de misiles aire-aire de Vympel y la fábrica de tanques de Uralvagonzavod, principal centro de producción del país" (Les Echos 17/09/2022).
10 "Aunque Pekín se niega a renegar públicamente de su principal socio estratégico, las autoridades chinas han acatado en gran medida las sanciones impuestas por Occidente contra Rusia. Las empresas chinas han seguido a las occidentales en su éxodo del mercado ruso: los gigantes tecnológicos chinos -Lenovo, TikTok y Huawei- han bloqueado todas sus operaciones en Rusia, mientras que los fabricantes chinos de módulos árticos para el megaproyecto gasístico ruso Arctic-LNG2 han decidido poner fin a su cooperación con Novatek. Por último, a pesar de las garantías de la propaganda oficial del Kremlin, UnionPay, uno de los principales procesadores de pagos del mundo bajo control estatal chino, dejó en suspenso a finales de abril sus planes de colaboración con los bancos rusos, truncando sus esperanzas de encontrar una alternativa a los gigantes de pago estadounidenses Visa y Mastercard. A ojos de Pekín, este complejo juego a dos bandas debería proteger los intereses chinos y minimizar el impacto de la guerra en la economía china... "China: 2022, l'annee de tous les perils , Diplomatie
11 Diplomatie 118, p33; "Si se añaden [a los gastos puramente militares] la ayuda humanitaria, la ayuda económica de urgencia y la asistencia a los refugiados, la UE y sus Estados miembros han proporcionado más ayuda que Estados Unidos, según el Instituto de Kiel, 52.000 millones de dólares frente a los 48.000 millones de Washington. "(Les Echos, 3-4/02)
12 IFRI, Le Point Géopolitique, Les guerres de l'énergie, p.6
13 El ejemplo de Sudáfrica muestra la naturaleza general del problema: A los efectos de la sequía y la escasez de agua que sufre el país este otoño se suma una crisis energética de una magnitud sin precedentes, debida a la obsolescencia y las averías de las viejas centrales eléctricas de carbón, que provocan incesantes cortes de electricidad que impiden bombear el agua de las montañas Drakensberg y transportarla a Johannesburgo y Pretoria, que están racionadas, mientras que el 40% desaparece por fugas en la red. Pero para reparar todas estas infraestructuras harían falta 3,400 millones de euros, de los que no dispone la Junta del Agua
14 Por ejemplo, en la industria química (la mayor consumidora de gas), la producción se ha reducido drásticamente; el 70% del sector registra pérdidas; en el caso de BASF, partes enteras de su actividad han dejado de ser rentables o competitivas, lo que ha provocado una caída del 30% en sus resultados. Toda Europa (que absorbe el 60% de las exportaciones del sector) se ve afectada
15 Conflits n°42
16 Las inundaciones han destruido casi por completo las cosechas del 5º productor mundial de algodón. Se trata de una pérdida colosal para la industria textil, que representa el 10% del PIB; la agricultura de Sindh ha quedado destruida, la ganadería diezmada; el resto ha quedado a merced de las epizootias: "la seguridad alimentaria de 220 millones de habitantes está en peligro" (Le Monde 14/09) A ello se añaden las plagas de paludismo, dengue, cólera y tifus. Cuarto productor mundial de arroz y proveedor de China y del África subsahariana, "cualquier caída de las exportaciones no hará sino agravar la inseguridad alimentaria mundial, alimentada por la caída de las exportaciones de trigo de Ucrania. "(Le Monde 14/09)
17 Les Echos, 23-24/12
18 Révolution Internationale, antigua serie n°6
19 "No hay que confundir la inflación con otro fenómeno de la vida del capitalismo, que adopta la forma de una tendencia al alza del precio de ciertas mercancías debido a una oferta insuficiente. Este último fenómeno ha adquirido recientemente una importancia particular como consecuencia de la guerra en Ucrania, que ha afectado al suministro de un volumen importante de diversos productos agrícolas, cuya privación es ya un factor de agravamiento de la pobreza y el hambre en el mundo. Es una característica permanente del período de decadencia del capitalismo, que está teniendo un fuerte impacto en la economía. Al igual que la insuficiencia de la oferta, se refleja en la subida de los precios, pero es consecuencia del peso de los gastos improductivos de la sociedad, cuyo coste se repercute en el de los bienes producidos. Por último, otro factor de inflación es la devaluación de las monedas resultante de la impresión de dinero, que acompaña al aumento incontrolado de la deuda mundial, que actualmente se acerca al 260% del PIB mundial."
20Declaraciones de K. Georgieva presidenta del FMI
21 Marianne n° 1341
22 Numerosos impagos se perfilan en el horizonte. El FMI estima que 2/3 de los países de bajos ingresos y una cuarta parte de los países emergentes se enfrentan a graves dificultades relacionadas con la deuda. "(Le Monde 24/09)
23 El Brexit ha provocado el estancamiento de la economía británica: "El Reino Unido es el único país avanzado cuyas exportaciones cayeron el año pasado y siguen por debajo de su nivel anterior a la crisis (...) la inversión empresarial se mantuvo un 10% por debajo de su nivel de mediados de 2016. " (Les Echos 24/09) "Con el Brexit, se ha perdido el pasaporte financiero europeo, que permitía vender productos en toda la UE. Unos diez mil banqueros han abandonado la plaza financiera londinense para instalarse en Dublín, Fráncfort, París, Luxemburgo o Ámsterdam (...) otro fenómeno: desde finales de 2019, el número de empleos en el sector financiero británico ha caído en 76,000 (sobre un total actual de 1.06 millones) (...) el Brexit ha desempeñado un papel importante en el declive de la City en relación con los cerca de diez mil empleos deslocalizados, pero sobre todo indirectamente, porque las grandes instituciones financieras internacionales han optado por invertir en otros lugares. "(Le Monde 19/11)
24 "Esta alineación con la Comisión Europea y su doctrina de austeridad no estará exenta de problemas para una gran parte del electorado de la señora Meloni."(Le Monde Diplomatique, 12/22)
25 "Desde principios de los años 80, bajo Reagan, Estados Unidos soñaba con cortar a Europa el suministro de gas ruso. Ejercieron una enorme presión para que el gasoducto Nord Stream 1 nunca viera la luz, y volvieron a hacerlo años más tarde con Nord Stream 2, llegando incluso a amenazar con sanciones a las empresas implicadas en el proyecto. La guerra en Ucrania es una bendición para ellos"
26 "Una historia saltó a los titulares la primavera pasada: un buque cisterna de GNL salió de Freeport, Texas, el 21 de marzo, con destino a Asia. Pero tras diez días de viaje, cambió bruscamente de rumbo, en pleno Océano Pacífico, y se desvió hacia Europa (...) Las elevadas primas ofrecidas en el Viejo Continente por este preciado cargamento de GNL convencieron a BP, la compañía que fletaba el buque, de cambiar de planes. (Le Point Géopolitique, Les guerres de l'énergie, p.36) "A principios de noviembre, una treintena de gaseros cargados con GNL por valor de 2.000 millones de dólares se balanceaban frente a las costas españolas y las terminales del norte de Europa. ¿Cuándo descargarán? "Los brokers que controlan los petroleros esperan que los precios suban cuando bajen las temperaturas durante el invierno", explica el FT (4/11/2022)" (Le Monde Diplomatique, 22 de diciembre).
27 El impacto de la crisis en la economía estadounidense, la erosión relativa de su peso en el mundo, los efectos de la descomposición en su aparato político y la tendencia histórica a la pérdida de su liderazgo no deben llevarnos a subestimar la realidad del poder estadounidense y su capacidad para defenderlo a todos los niveles: "Estados Unidos maneja un sistema panóptico único que le permite controlar la mayoría de los centros neurálgicos de la globalización. "Global" sigue siendo el adjetivo que mejor define su poder y su estrategia. Se basan en un sistema de vigilancia y control simultáneo de los "espacios comunes": marítimo, aéreo, espacial y digital. Los 3 primeros corresponden a entornos físicos distintos que están interconectados por el cuarto. Gracias al dólar y a la ley, garantizados por su aplastante superioridad militar, Estados Unidos conserva un formidable poder de estructuración y, por tanto, de desestructuración. T. Gomart, "Guerres invisibles", 2021, p. 251
28 l'Express nº 3725
29 "Desde 2020, sus exportaciones superan a sus importaciones, y su principal proveedor es un país con el que debería mantener buenas relaciones en los próximos años, a saber, Canadá (el 51% del petróleo que importa procede de su vecino del norte). Un seguro energético que le permite llevar a cabo una diplomacia ofensiva en Ucrania". (Le Point Géopolitique, Les guerres de l'énergie, p.7)
30 "En el primer semestre de 2022, las exportaciones de GNL (todos los países juntos) aumentaron un 20%, con casi dos tercios destinados a Europa. América tiene un potencial considerable. En primer lugar, porque existe un consenso político para ir más lejos con el gas de esquisto. En segundo lugar, porque tienen la red de gasoductos más extensa de todos los países. Y, por último, porque están invirtiendo mucho en terminales de licuefacción. (...) En todo el Golfo de México, al sur de Luisiana, de Texas a Florida, se está escribiendo una revolución del GNL. Estados Unidos sólo cuenta actualmente con 8 terminales de licuefacción. Pero 5 están aún en construcción, otras 12 ya han sido aprobadas y están a la espera de permisos, y 8 permisos están en proceso de tramitación" l'Express n°3725
31 "La mayoría de los países europeos han hecho pedidos. El principal de ellos es Alemania, que ha anunciado su intención de comprar hasta 35 cazas F35 a Lockheed Martin. La Royal Navy invertirá 300 millones de euros para mejorar las capacidades de sus misiles Tomahawk. Holanda ha puesto mil millones de euros sobre la mesa para adquirir sistemas de defensa antimisiles de medio alcance Patriot. Este verano, Estonia encargó seis sistemas Himars y un misil balístico capaz de alcanzar un objetivo a casi 300 km de distancia. Bulgaria, por su parte, decidió en septiembre aumentar su pedido de cazas F16 en 1.300 millones de dólares.” (L’Express n°3725)
32 "Los capitales abandonan los mercados emergentes, debilitando sus monedas. "(La moneda ghanesa -41%, el dólar taiwanés -13%, el tugrik mongol -16%,) (...) Once países emergentes corren el riesgo de una crisis de balanza de pagos debido al endurecimiento monetario internacional (Chile, Pakistán, Hungría, Kenia, Túnez)" (Le Monde 13/10)
33 Otro freno al comercio internacional es el aumento de los derechos de aduana en muchos países, entre ellos Estados Unidos. Desde 2010, el valor del comercio mundial sujeto a derechos de aduana y otras barreras ha pasado de 126.000 millones de dólares a 1.500.000 millones de dólares, según la OMC
34 Frente al “fin de una era liberal de globalización" (Lemaire) “los empresarios franceses han cambiado también su doctrina… y están advocando al proteccionismo inteligente”. Les Echos 23-24/12
35 Casi una cuarta parte de las mazorcas de maíz que se consumen en el continente se cultivan fuera de las fronteras de la UE, sobre todo en Ucrania, que con el tiempo se ha convertido en nuestro principal proveedor. Aunque los combates no han interrumpido la siembra, la producción del país podría reducirse entre 10 y 15 millones de toneladas este año
36 L'Express n°3725
37 "Para Washington, Europa no puede considerar a China como un socio, un competidor y un rival a la vez. " Bloomberg, 21/11
38 "En agosto, Joe Biden firmó la Chips and Science Act, que inyectará miles de millones de dólares en la industria, incluidos 57.000 millones en préstamos, subvenciones y otras medidas fiscales para animar a los productores estadounidenses de semiconductores a aumentar su capacidad.” (Asyalist)
39 Los Estados miembros de este pacto son Australia, Brunei, India, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam. Junto con Estados Unidos, representan el 40% del PIB mundial
40 Le Monde, 17/12
41 Bloomberg, 21/11
42 “Según un estudio del Consejo de Estado chino del pasado mes de abril, cuyo texto se filtró a Japón, estas sanciones tendrían un “efecto dramático en China”, que “volvería a una economía planificada aislada del mundo”. “Existiría entonces un grave riesgo de crisis alimentaria”, debido a los daños que causarían estas sanciones con la interrupción de las importaciones de productos alimentarios esenciales. Detener las importaciones de soja, en particular, crearía una crisis para las cadenas alimentarias chinas, muy dependientes de la soja, mientras que reducir o detener las exportaciones tendría graves consecuencias en términos de ingresos financieros, prosigue el documento de Pekín. China importa el 30% de la soja que necesita Estados Unidos. La producción china de soja representa menos del 20% de las necesidades del país, según el documento. La soja es esencial para la producción de aceites comestibles y para alimentar a los cerdos, que representan el 60% de la carne consumida por los chinos”
43 Conflits nº 41, septiembre-octubre de 2022
44 T. Gomart, “Guerres invisibles”, 2021, p. 242
45 Así lo confirman las recientes declaraciones de Janet Yellen, secretaria del Tesoro: “Durante 2022, la administración Biden ha promovido un plan económico para que Estados Unidos sea más resistente a las interrupciones del suministro, aliviando los cuellos de botella en los puertos, invirtiendo fuertemente en infraestructuras físicas y creando capacidad de fabricación nacional en sectores clave del siglo XXI, como los semiconductores y las energías renovables. (...) Mediante un enfoque de ‘friend-shoring’ (deslocalización amistosa), la administración Biden pretende mantener la eficiencia comercial al tiempo que promueve la resistencia económica de Estados Unidos y sus socios. (...) El objetivo del enfoque ‘friend-shoring’ es profundizar nuestra integración económica con un gran número de socios comerciales de confianza en los que podamos confiar. (...) A través del Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE.UU., estamos trabajando juntos para crear cadenas de suministro seguras en los sectores de la energía solar, los semiconductores y los imanes de tierras raras. Estados Unidos está forjando asociaciones similares a través del Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF) y en América Latina a través de la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica. Los países participantes en el IPEF, que representan el 40% del PIB mundial, se han comprometido a coordinar sus esfuerzos para diversificar las cadenas de suministro. (...) El ‘friend-shoring’ se implantará gradualmente. Ya se están desarrollando nuevas cadenas de suministro. La UE colabora con Intel para facilitar una inversión de unos 90,000 millones de dólares en la creación de una industria de semiconductores. Estados Unidos trabaja con sus socios de confianza para desarrollar un ecosistema completo de semiconductores en su territorio. También estamos trabajando con Australia para construir instalaciones de extracción y procesamiento de tierras raras en nuestros dos países.” (Le Monde 1-2/01/2023)
46 “La guerra comercial es uno de los escenarios en los que se juega la rivalidad estratégica sino-estadounidense, con una consecuencia importante para todos los actores: la transformación de las interdependencias en palancas de poder. (...) Al abandonar el sistema multilateral que él mismo había construido, [Estados Unidos] ha desestabilizado deliberadamente a sus aliados tradicionales, indicando al mismo tiempo su voluntad de seguir ejerciendo su poder estructurador. La administración Biden seguirá haciéndolo, aunque tenga que llegar muy lejos, para contener en la medida de lo posible el ascenso de China al poder”. T. Gomart, “Guerras invisibles”, 2021, p. 112
47Manifiesto Internacional de la CCI: El capitalismo lleva a la destrucción de la humanidad solo la revolución mundial del proletariado puede acabar con él | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [84]
48 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [44]
49 Banco Mundial, junio/2022
50 Asuntos Exteriores, en Courrier International 1674
51 Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [55]
52 Denominación no oficial de las medidas económicas adoptadas en Argentina durante la crisis económica de 2001, limitando las retiradas de efectivo y prohibiendo toda salida de remesas, para poner fin a la carrera de liquidez y luchar contra la fuga de capitales
53 Países en los que las fábricas se benefician de exenciones de derechos de aduana para producir mercancías a menor costo
54 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [30]
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/pdf/rint170.pdf
[2] https://es.internationalism.org/files/es/la_socialdemocracia_alemana.pdf
[3] https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/10/11.htm
[4] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1905.pdf
[5] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1903.pdf
[6] https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/onestep/p.htm
[7] https://library.fes.de/fulltext/bibliothek/chronik/band1/e235e623.html
[8] https://es.internationalism.org/content/4749/debate-oportunismo-y-centrismo-en-la-clase-obrera-y-sus-organizaciones
[9] https://es.internationalism.org/content/4778/resolucion-oportunismo-y-centrismo-en-el-periodo-de-decadencia
[10] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201509/4115/las-corrientes-centristas-en-las-organizaciones-politicas-del-prol
[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i
[12] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201005/2865/que-son-los-consejos-obreros-2-parte-de-febrero-a-julio-de-1917-re
[13] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201008/2910/que-son-los-consejos-obreros-iii-la-revolucion-de-1917-de-julio-a-
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201012/3004/que-son-los-consejos-obreros-iv-1917-21-los-soviets-tratan-de-ejer
[15] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201104/3086/que-son-los-consejos-obreros-v-los-soviets-ante-la-cuestion-del-es
[16] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana
[17] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904
[18] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/166/el-nacimiento-del-bolchevismo-ii-trotsky-contra-lenin
[19] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/172/el-nacimiento-del-bolchevismo-iii-la-polemica-entre-lenin-y-rosa-lu
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199704/2782/vii-la-fundacion-del-kapd
[21] https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1904/sep/15a.htm
[22] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1911.pdf
[23] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199204/1052/la-relacion-entre-fraccion-y-partido-en-la-tradicion-marxista-iii-
[24] https://library.fes.de/parteitage/pdf/pt-jahr/pt-1890.pdf
[25] http://www.marxists.org/archive/pannekoe/1907/social-democrat.ht
[26] https://es.internationalism.org/tag/2/39/la-organizacion-revolucionaria
[27] https://es.internationalism.org/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/segunda-internacional
[28] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/oportunismo
[29] https://es.internationalism.org/files/es/revolucion_mundial_o_destruccion_de_la_humanidad_la_responsabilidad_crucial_de_las_organizaciones_revolucionarias.pdf
[30] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[31] https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017
[32] https://en.internationalism.org/content/17297/committee-leads-its-participants-dead-end
[33] https://es.internationalism.org/content/4911/un-comite-que-lleva-los-participantes-un-callejon-sin-salida
[34] https://en.internationalism.org/content/17159/joint-statement-groups-international-communist-left-about-war-ukraine
[35] https://es.internationalism.org/content/4807/declaracion-conjunta-de-grupos-de-la-izquierda-comunista-internacional-sobre-la-guerra
[36] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci
[37] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/documentos-de-los-congresos-y-conferencias
[38] https://es.internationalism.org/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[39] https://es.internationalism.org/files/es/resolucion_sobre_la_situacion_internacional_xxv_congreso_de_la_cci_2023.pdf
[40] https://fr.internationalism.org/french/rint/107_decomposition.htm
[41] https://fr.internationalism.org/rinte64/decompo.htm
[42] https://fr.internationalism.org/rint130/17_congr%C3%A8s_du_cci_resolution_sur_la_situation_internationale.html
[43] https://fr.internationalism.org/en/brochure/effondt_stal_annexe1
[44] https://es.internationalism.org/content/4897/los-anos-20-del-siglo-xxi-la-aceleracion-de-la-descomposicion-capitalista-plantea
[45] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[46] https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022
[47] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200708/2004/xvii-congreso-internacional-resolucion-sobre-la-situacion-internac
[48] https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021
[49] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201111/3255/el-concepto-de-curso-historico-en-el-movimiento-revolucionario
[50] https://fr.internationalism.org/content/10545/resolution-situation-internationale-2021
[51] https://fr.internationalism.org/rinte43/polemique.htm
[52] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[53] https://es.internationalism.org/content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza
[54] https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011
[55] https://es.internationalism.org/content/3451/tesis-sobre-la-crisis-economica-y-politica-en-los-paises-del-este
[56] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole
[57] https://es.internationalism.org/content/4928/criticas-los-llamados-comunistizadores-i-introduccion-la-serie
[58] https://es.internationalism.org/content/4929/critica-de-los-llamados-comunistizadores-ii-del-izquierdismo-al-modernismo-las
[59] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[60] https://es.internationalism.org/files/es/informe_sobre_la_descomposicion_actualizacion_de_las_tesis_2023.pdf
[61] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
[62] https://www.marxists.org/espanol/tematica/cuadernos-pyp/Cuadernos-PyP-43.pdf
[63] https://es.internationalism.org/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[64] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[65] https://es.internationalism.org/files/es/informe_sobre_las_tensiones_imperialistas_para_el_25o_congreso_de_la_cci.pdf
[66] https://fr.internationalism.org/print/book/export/html/11015#_ftn9
[67] https://fr.internationalism.org/print/book/export/html/11015#_ftn12
[68] https://fr.internationalism.org/print/book/export/html/11015#_ftn13
[69] https://es.internationalism.org/content/4857/sobre-la-historia-de-los-grupos-no-hay-mas-guerra-que-la-de-clases
[70] https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania
[71] https://fr.internationalism.org/content/10876/lacceleration-decomposition-capitaliste-pose-ouvertement-question-destruction
[72] https://es.internationalism.org/files/es/informe_sobre_la_lucha_de_clases_para_el_25o_congreso_de_la_cci.pdf
[73] https://fr.internationalism.org/rinte20/edito.htm
[74] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente
[75] https://fr.internationalism.org/rinte35/reso.htm
[76] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-
[77] https://fr.internationalism.org/rinte37/debat.htm
[78] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1053/marc-de-la-revolucion-de-octubre-1917-a-la-ii-guerra-mundial
[79] https://es.internationalism.org/content/4663/marc-parte-2-de-la-segunda-guerra-mundial-la-actualidad
[80] https://es.internationalism.org/content/4452/informe-sobre-la-lucha-de-clases-formacion-perdida-y-reconquista-de-la-identidad-de
[81] https://es.internationalism.org/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[82] https://es.internationalism.org/files/es/informe_sobre_la_crisis_economica_para_el_25o_congreso_de_la_cci_2023.pdf
[83] https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[84] https://es.internationalism.org/content/4893/el-capitalismo-lleva-la-destruccion-de-la-humanidad-solo-la-revolucion-mundial-del
[85] https://es.internationalism.org/tag/3/46/economia