No pretendemos hacer una crítica de los aspectos cinematográficos (puesta en escena, efectos,…) de esta película recientemente estrenada sobre Salvador Puig Antic. Tampoco vamos a detenernos en analizar las intenciones que han llevado a instituciones tan alejadas de los ideales que perseguía el protagonista de la historia, a patrocinarla generosamente. Nos referimos, entre otras, a la Generalitat de Catalunya (en manos del PSC, ERC, y los ex estalinistas de IU) o a la propia Antena 3, en manos del Sr. Lara, amigo confeso de José María Aznar.
Si queremos denunciar, en cambio, la tergiversación que perpetra este film sobre el ambiente en que, supuestamente, se desarrollan los hechos. La película en ningún momento expresa lo que fueron las luchas obreras de principio de los setenta en Barcelona , sino al contrario es una grosera manipulación de esas luchas y, también hay que decirlo, de lo que fue el MIL. Se trata de una alabanza descarada del individualismo, de la estampa burguesa del héroe inconformista, al que después se idolatra por sus propios verdugos políticos como es el caso de la película. Se presenta los hechos como una violencia ejercida por un grupúsculo al margen de la lucha clases, aunque aparentemente aparezca muy radical y antisistema. La autonomía de algunas luchas de entonces como la de la empresa Harry Walker, la de las empresas que estaban construyendo la nueva central térmica de Sant Adria de Bésos (en una de ellas, COPISA, trabajaba el obrero asesinado Manuel Fernández), las de los barrios, etc, por citar solo las luchas de las que se habla en la película muy de refilón, está totalmente ausencia en la película, cuando constituía el hecho fundamental de aquella situación. Por supuesto, también está ausente de la película, la reflexión ante esta autonomía de clase, que llevó a la falsa creencia, por los que constituyeron el MIL, de que el proletariado necesitaba una organización política que aportaría desde el exterior de la clase obrera, la teoría y los medios económicos necesarios mediante la “expropiación” armada y selectiva de la burguesía en la que la clase se reconocería.
La verdadera autonomía de la clase consiste en su propia autoorganización y esto lleva incluido también la organización de la violencia que siempre será un elemento, importante, pero complementario respecto de la conciencia y de la organización. Los trabajadores, en el proceso de su lucha, identifican y hacen surgir quienes son sus elementos más avanzados y decididos, en los que tienen más confianza, es lo que más se parece a lo que llamaríamos una vanguardia revolucionaria, pero esta nunca puede ser autoproclamada como fue el caso del MIL.
La película en ningún momento es crítica con la violencia individualista y al margen del proletariado, como hemos dicho, y eso no es neutral sino que por omisión lanza el mensaje mistificador, que la violencia proletaria consiste en eso, que esas acciones y, por ejemplo, las de ETA, Sendero Luminoso, Hamas, la lucha de guerrillas en general, no se diferencian de lo que ha sido y será la violencia revolucionaria de la clase obrera, cuando precisamente esos tipos de luchas armadas o acciones terroristas ni pertenecen a la clase obrera y además son contrarias a las tradiciones de lucha del proletariado; y, por extensión, también hay que decir que esa violencia está próxima, y fácilmente puede desembocar en ello, con la tradición anarquista española, con los atentados como los de Mateo Morral contra el Rey Alfonso XII, el de Santiago Salvador en el teatro Liceo de Barcelona, los asesinatos de Eduardo Dato y Sagasta, el pistolerismo de Barcelona o provocaciones policiales como el incendio de la sala de fiesta la Scala en Barcelona, en el que murieron cuatro trabajadores afiliados a la CNT. Ahora bien, sobre todo, estas acciones individuales, se traducen en un freno de las luchas obreras y al contrario de lo que buscan -la toma de conciencia mediante el ejemplo- consiguen exactamente lo contrario, desmovilización y pesimismo al no identificarse la clase obrera con ese tipo de violencia, porque instintivamente sienten que no es su campo, que no es su violencia. Esos métodos de acción encajan más bien en el proceder de otras clases sociales: o bien son conflictos internos entre capitalistas, o se trata de clases sin porvenir histórico, como la pequeña burguesía, o de provocaciones para boicotear las verdaderas luchas obreras, desorganizarlas y justificar su represión.
Se puede argüir que la pretensión de la película es solo centrarse en la trayectoria y figura de Salvador Puig, lo que ocurre es que justamente en eso consiste el método de la ideología capitalista dominante (llevado al arte, en este caso al cine), que esencialmente es individualista, en disolver la guerra social, que siempre es de clase y colectiva, en individuos o figuras destacadas, como protagonistas de los cambios históricos.
Desde ese punto de vista, se da el mensaje implícito de que la trayectoria de Salvador Puig estaría en línea con la de Durruti, Ascaso, el Che (por cierto ahora se quiere hacer de Oriol Solé un Che catalán, hay un libro sobre el asunto) y tantos otros iconos producto de una idea personalista y burguesa de la historia, o sea falsa y mistificadora como se hace en el film.
No es nuestra intención hacer una critica o una alabanza personal de Salvador Puig, en todo caso lo justo sería hacerlo de sus ideas políticas inexistentes en la película, ya que la persona y el pensamiento de Salvador Puig, queda diluida entre las escenas violentas, sus vivencias individuales y el consejo de guerra que acabó trágicamente con su vida, pero ese es un debate más extenso que aquí no podemos abordar.
S. 17/10/06
El año 2006 ha marcado una aceleración en la confrontación entre las clases, entre los proletarios y la burguesía. El movimiento de la primavera en Francia[1], la lucha de los trabajadores del pequeño metal en Vigo[2], por ejemplo, lo han puesto claramente de manifiesto, no solo por la fuerte combatividad que han expresado, sino fundamentalmente porque se están forjando las armas con las que nuestra clase podrá librar los combates decisivos del futuro que acaben con el capitalismo: la conciencia, la unidad, la solidaridad, el ser capaces de esquivar las trampas que le tiende su enemigo de clase…
La burguesía lo sabe, y por eso no se queda de brazos cruzados, sino que pone todos los medios a su alcance (provocación patronal, sabotaje sindical, campañas de calumnias contra los trabajadores en lucha, amenaza de represión, etc) para atacar esa perspectiva. En el contexto de esa batalla se han encontrado, el 28 de Julio, los trabajadores de tierra de Iberia en el aeropuerto del Prat (Barcelona).
¿Qué lecciones sacar de este episodio de la confrontación entre las clases?
Razones para luchar hay más que de sobra. Eso lo saben muy bien los trabajadores. Lo saben muy bien los empleados de Iberia, el personal de vuelo y los trabajadores de tierra. Como también lo saben los trabajadores del aeropuerto del Prat que están amenazados de entre 600 y 900 despidos al perder Iberia la concesión del handling (servicios de asistencia a los aviones en rampa) en el aeropuerto; o, «en el mejor de los casos» recolocaciones sin antigüedad ni pluses, con una pérdida salarial de cerca del 30% si se les subroga en las otras empresas que obtengan el handling. Es decir un ataque en toda regla, es lo que está en el tapete el día 28. No es ninguna novedad, es lo que nos espera a todos lo trabajadores, en todos los sectores, en todos los países, jóvenes y mayores, con contrato fijo o precarios… Un futuro de paro, eventualidad y miseria es lo único que puede ofrecer el capitalismo.
Frente a esa misma realidad se enfrentaron los jóvenes franceses esta primavera o los trabajadores del Vigo. La fuerza que les permitió enfrentarse a ella, echar atrás el CPE en el caso de los primeros, o lograr aumentos salariales “no lineales” en el convenio del pequeño metal, lo que les permitió ganar en fuerza y en conciencia, fue BUSCAR LA SOLIDARIDAD de los demás trabajadores, ganarlos a sus manifestaciones y asambleas. En Vigo los trabajadores impusieron asambleas de ciudad abiertas a todos los trabajadores que quisieran participar. En Francia los trabajadores de los hospitales obtuvieron la solidaridad de los enfermos que les decían “dejar el trabajo, ir a las manifestaciones, nosotros nos podemos cuidar solos ese tiempo”…
En el Prat, el día 28, a las 9 de la mañana, el Comité de Empresa (CCOO y UGT) convocan una asamblea informativa, haciendo que los trabajadores abandonen el puesto de trabajo (tanto los mostradores de facturación como los puestos a pie de pista) en la que confirman que Iberia ha perdido el handling y no se sabe que va a pasar con los empleos. ¡La provocación está servida! Como reconoce un trabajador de Iberia en “kaosenlared” ya desde el día 26 «corre como la pólvora la noticia de que Iberia ha perdido la concesión del handling» y ante eso ¿qué hacen los sindicatos?, ¿Qué hace el Comité de empresa?, ¿Qué hace CGT?... dejar que corra la pólvora; ceban el descontento y la desorientación para que el 28 estalle en las peores condiciones para los trabajadores que, indignados por el toreo al que se les está sometiendo, rejoneados por la “asamblea informativa” que calienta aún más los ánimos, salen por la puerta de toriles, como un mihura, a ocupar las pistas.
Como dice cínicamente CGT, («afirmamos que no se puede llevar a los trabajadores a la locura y luego pedirles que actúen con cordura»), los trabajadores «son llevados a la locura»; después de varios meses de falsas promesas y engaños de recolocación en otras empresas, a última hora se deja caer la bomba de que no se van a mantener los empleos en el peor de los casos, ni las condiciones laborales en el mejor (pérdida de antigüedad y de montante salarial) y que la suerte está echada; y su respuesta frente a la amenaza de despidos o deterioro de sus condiciones laborales parte de una combatividad real, de un hartazgo de las mentiras y del toreo de la empresa y los sindicatos:
«Y entonces, cuando los trabajadores estamos allí, cansados de que nos mientan una vez más, sintiéndonos engañados, estafados y ninguneados, cansados de que la empresa nos deje solos… TODOS, trabajadores y sindicalistas nos saltamos la valla y nos encaminamos al centro de la pista» (Un trabajador del personal de tierra de Iberia en Kaosenlared)
Aún cuando los sindicatos, criminalmente, han previsto lo que puede ocurrir[3] y cuentan con que no se van a aceptar los despidos así como así, aún cuando juegan un papel central en la provocación, empujando a los trabajadores a luchar en las peores condiciones que ellos mismos (los sindicatos) habían contribuido a crear, el desbordamiento de los sindicatos, la iniciativa de luchar al margen de ellos, de confrontarse a sus acuerdos vendeobreros y sus programas de “des-movilizaciones”, expresan la voluntad de luchar, el coraje y la determinación de clase de los trabajadores. Alrededor del 80% del personal de tierra de Iberia del Prat son afiliados de CCOOy UGT, y menos de CGT y USO, pero la determinación de luchar frente a la imposición de la derrota que transmitían los sindicatos fue una iniciativa de los obreros, al margen de los sindicatos:
«…en un principio la plantilla fue a pedir explicaciones a AENA, no encontró ningún interlocutor de la empresa y tras un debate entre los trabajadores, estos optan por trasladar su protesta a las pistas del aeropuerto, quedando paralizado el tráfico aéreo. Esta actuación fue totalmente espontánea y no estaba preparada ni planificada por nadie» (comunicado de CGT en Kaosenlared)
Nosotros no vamos a sumarnos al coro de lapidadores que ponen en la picota a los obreros de tierra de Iberia, ni a los que plantean la falsa alternativa “radical” de ocupar las pistas; ni tampoco a los que propugnan la huelga sindical “responsable” que sea solidaria… ¡con las necesidades de las empresas y el capital nacional![4]
Nosotros denunciamos la provocación y la maniobra de la burguesía con la mediación de los sindicatos para atacar el terreno autónomo de la lucha obrera, desde la defensa de ese terreno, de la combatividad y las iniciativas de lucha de los trabajadores.
Pero apenas estalló y se expresó esa iniciativa, se encontró con el terreno trampeado que le habían preparado de antemano. De hecho los trabajadores ni siquiera pudieron tomar a cargo la asamblea y decidir cómo organizar la lucha; como en otras ocasiones en que no se ha podido afirmar el terreno de lucha del proletariado, se confundió la fuerza del movimiento con la radicalidad de sus acciones puntuales.
Ocupar las pistas y desocupar y desasistir las instalaciones del aeropuerto repletas de gente, población trabajadora en su mayor parte, era la trampa a la que empujaban a los obreros todos sus enemigos. Eso los dejó aislados fuera de juego, y permitió que en muy poco tiempo, verdaderamente “volando”, se desencadenara una campaña para culpabilizarlos. De hecho la burguesía no movió un dedo para acabar con esa situación, dejando que los obreros se cocieran en su propia salsa:
«Una carga policial no garantizaba que los huelguistas se pusieran luego a trabajar. Con el garrote se podía desalojar a la plantilla de las pistas, pero no ponerla a trabajar» (declaraciones del delegado del gobierno en Cataluña, Sr. Rangel, en una entrevista a EL PAIS, 04.08.06).
La burguesía, llevando a los trabajadores donde pretendía ha podido descargar toda su propaganda entorno a una campaña mediática que ha tenido como eje la denuncia y denigración de los trabajadores presentados como “egoístas e insolidarios". Así, pretende hacernos olvidar que, entre otros muchos ejemplos, en el hospital de San Pau, también un servicio público, los trabajadores sanitarios organizaron manifestaciones el otoño pasado en demanda de más personal con el apoyo de los pacientes; en la huelga de Polonia en 1980, las asambleas decidían y organizaban el mantenimiento de los servicios sanitarios e higiénicos y de los transportes, igual que en Rusia en 1905 y 1917. La fuerza de los obreros es su solidaridad, la búsqueda de la extensión y la unidad de clase.
Los obreros del aeropuerto del Prat tenían que haber buscado la solidaridad de los usuarios y organizar, bajo el mandato de la asamblea, los servicios del aeropuerto. Esa era la primera condición para la búsqueda de una solidaridad más amplia. Si no lo hicieron, no nos cabe la menor duda de que fue porque se encontraron atrapados en la trampa del aislamiento que les habían tendido.
A partir de ese momento, de la ocupación de las pistas, la burguesía tiene las manos libres para rematar la faena: dejar que el caos de instale en el aeropuerto para enfrentar a los obreros en huelga con los “usuarios”, en una gran parte también trabajadores, de vacaciones. AENA, Iberia, el Gobierno del PSOE, el de la Generalitat de Cataluña (por cierto ambos de “izquierdas”) abandonan a las miles de personas que transitan por el aeropuerto del Prat a su suerte, sin agua, sin alimentos, sin refrigeración, sin ropa para cambiarse, con un calor asfixiante… a su triste suerte. ¡Como en caso de catástrofe nacional, es la cruz roja quien reparte agua, alimentos, insulina a los diabéticos, biberones a los bebés…!. A la burguesía, y sus sirvientes (los sindicatos entre ellos) les importa un bledo la población, su sufrimiento es (como en las guerras) un “daño colateral” al servicio, en este caso, de desprestigiar la lucha obrera, de oponer a unos trabajadores a otros, los que “quieren disfrutar, insolidaria y egoístamente, de sus vacaciones” y “los que ponen en riesgo, también insolidaria y egoístamente, las vacaciones de otros trabajadores”.
La burguesía y sus plumíferos han puesto toda la carne en el asador para machacar esa idea: “los obreros son unos insolidarios y unos egoístas”. La campaña de inmundicias que se ha volcado sobre los trabajadores del Prat, culpabilizándolos de toda esa situación que en realidad es el producto del escenario previsto por la burguesía es realmente asquerosa. Se presenta la lucha autónoma consecuente contra los ataques a nuestras condiciones de vida, como egoísta e insolidaria, y a cambio se ofrece la “solidaridad” del buen funcionamiento de los servicios públicos, de las empresas, en una palabra, del Estado burgués (autonómico o centralista), del capital nacional; pero es precisamente el “buen funcionamiento del Estado y el capital” lo que exige los despidos y los ataques a las condiciones de vida obreras; en nombre de esa “solidaridad nacional”, los “usuarios” trabajadores cuando vuelvan de vacaciones se verán amenazados de despidos y de recortes salariales; en nombre de esa misma “defensa nacional”, la burguesía envía a los proletarios en uniforme a la guerra por la defensa de la patria. No, la verdadera solidaridad se construye en la lucha intransigente por la defensa de nuestras condiciones de vida, en esa lucha convergemos todos los obreros y se desarrolla nuestra unidad como clase; pero ese proceso no es espontáneo ni está libre de obstáculos. Para empezar la competencia misma a la que la necesidad de la venta de la fuerza de trabajo para poder vivir obliga a los obreros en el capitalismo y nos divide y enfrenta por ramos, sectores, empresas, etc; pero además como demuestra la experiencia del Prat, la burguesía va a desarrollar todo tipo de ataques y maniobras contra la solidaridad obrera. Por eso el desarrollo de la solidaridad exige una conciencia, una reflexión y sacar lecciones de las experiencias.
Y por eso también, la defensa aparentemente firme y decidida que hacen los sindicatos más radicales, CGT y la CNT, de la lucha del Prat, ninguneando la situación de la población que estaba desatendida en el aeropuerto, en realidad contribuye a la campaña de desprestigio de la solidaridad obrera, acuñando consignas para la antología de la insolidaridad, como «Roma puede esperar».
Esa es la excusa perfecta para desencadenar la represión, una vez que se han asegurado de impedir que el más mínimo reflejo de solidaridad pudiera existir entre “trabajadores usuarios” y “trabajadores del aeropuerto”: primero repartir hojas de reclamaciones (no alimentos, agua o medicinas) y alentar a que se reclame “contra todos”: Iberia, Aena y… los trabajadores que han ocupado la pista; segundo emprender acciones legales contra los trabajadores por “secuestro” (el secuestro aéreo está castigado penalmente[5]) o en el “mejor de los casos” poder sentenciarlos con multas de hasta los 4’5 millones de euros; tercero someter a los trabajadores a la intimidación de tener que trabajar vigilados por la policía y Guardia Civíl.
Ante tal panorama ¿Qué hacen los supuestos defensores de los trabajadores, los sindicatos para defender la lucha contra toda esta basura? : “Los sindicatos de Iberia optan por aplazar hasta septiembre las asambleas para rebajar la tensión” (El País, 5 de Agosto 2006). Para los trabajadores del Prat sin embargo, como para miles y miles de trabajadores de todos los sectores y países, las espadas siguen en alto: “El preacuerdo cerrado a ultima hora del jueves entre Iberia y los representantes sindicales del personal de tierra de la empresa no sirvió para tranquilizar plenamente a toda la plantilla, que ayer volvió a ocupar a primera hora de la mañana sus puestos de trabajo bajo la vigilancia de la Guardia Civil” (El País, 5 de Agosto 2006).
Ante esta realidad se imponen algunas lecciones:
- no repetir el error al que los sindicatos (todos los sindicatos, desde CCOO-UCG hasta CGT) llevaron a los obreros de SEAT entre el verano del 2005 y la ejecución de los despidos en Diciembre de 2005[6], de esperar a las negociaciones sindicales y a sus convocatorias, de inacción que sólo sirvió para llevarlos al matadero de los despidos. Por el contrario lo que se impone es discutir, sacar las lecciones y preparar los nuevos episodios de confrontación contra los planes de la burguesía.
- Retomar las enseñanzas de las luchas de Vigo o de los jóvenes en Francia: buscar la solidaridad de los demás trabajadores, hacer asambleas y manifestaciones abiertas de todos los obreros. Ahí es donde está la fuerza de la clase obrera. Desde ese fuerza es posible zafarse de las provocaciones que Patronal-Gobierno y sindicatos urden contra nosotros.
Alba, 07/08/06.
[1] ver Tesis sobre el movimiento de la primavera en Francia en rint/2006/125_tesis [1]
[2] ver articulo sobre Vigo en ccionline/2006/vigo.htm [2]
[3] «No se sabía previamente ni la modalidad de la movilización ni su intensidad, pero sí que algo iba a pasar. Y las autoridades también eran conscientes de ello» Joseph M. Álvarez, secretario general de UGT Cataluña, en la Vanguardia, 10.08.06, «Se podría haber evitado»
[4] «A diferencia de otros sindicalistas que daban prioridad a la defensa de los empleos sobre las vacaciones de los afectados, el dirigente de UGT se mostró preocupado por el efecto del paro ilegal sobre las vacaciones de miles de trabajadores» (El Periódico 02.08.2006: «Los sindicatos mayoritarios de Iberia se desmarcan de una nueva huelga», tomado de Kaosenlared)
[5] Este es un ejemplo palmario de cómo la burguesía puede utilizar contra los trabajadores medidas de represión que ha acuñado “contra el terrorismo”, en concreto las medidas penales contra los secuestros aéreos las implementó en los 70 con esa misma excusa y hoy trata de aplicarlas contra las luchas obreras. No es la primera vez, ni será la última.
El 3 de julio de 2006, el peor accidente de Metro de la historia de España y uno de los más graves de Europa se ha cobrado la vida de 41 personas en Valencia dejando malheridas a 40 más.
La fuerza de la solidaridad
Ante la catástrofe se ha desarrollado rápidamente una solidaridad espontánea: las víctimas en lugar de salir de estampida según el “sálvense quien pueda” se ayudaban mutuamente, trabajadores y vecinos acudían a prestar auxilio, movilización generosa de los bomberos, trabajadores sanitarios libres de servicio, donaciones masivas de sangre… Solidaridad que expresa un sentimiento profundo de preocupación por los demás que contrasta con el individualismo y la guerra de todos contra todos que destila por todos sus poros la sociedad actual. Solidaridad que desmiente rotundamente la imagen que los medios de comunicación, los políticos, los ideólogos, dan de nosotros: una multitud de egoístas que van a la suya y que solo se preocupan de consumir de forma insolidaria e irresponsable.
Esa solidaridad humana, social, es lo primero que queremos expresar a las víctimas y a sus familias. Solidaridad con su dolor y con su indignación.
Dolor, porque una vez más –como ya ocurrió en el accidente del metro Londres hace 3 años o como aconteció en Madrid cuando el atentado de Atocha- son los trabajadores los que sufren en carne propia las consecuencias de estas catástrofes. La mayoría de las víctimas procedían de Torrente, una ciudad dormitorio próxima a Valencia.
Indignación por la falsificación vergonzosa que han realizado de las causas del accidente. Todos los políticos –tanto del PP como del PSOE- así como los medios de comunicación lo han atribuido a un exceso de velocidad, echando las culpas al conductor –muerto él mismo en el accidente-.
El mensaje es claro: ERROR HUMANO, irresponsabilidad del trabajador, culpabilización, ¡qué malos y qué irresponsables somos el género humano!. No es la primera vez, la investigación del accidente ferroviario de Almansa acontecido hace 3 años y donde se pusieron en evidencia graves deficiencias de la infraestructura, la señalización y los sistemas de seguridad, se resolvió echando toda la culpa a un trabajador de RENFE, condenado a 3 años de cárcel.
Con esta política, el capitalismo y su estado se lavan las manos, se muestran como palomas inocentes que no tienen responsabilidad en nada y siembran la cizaña y el sentimiento de culpabilidad en los trabajadores, en la población.
Es cierto, el tren circulaba a 80 kilómetros por hora, el doble de lo permitido en ese punto. Así lo ha demostrado la caja negra de la máquina. Pero han presentado una verdad a medias, desprendida de una serie de consideraciones muy importantes cuyo análisis nos permite comprender que hay OTRA VERDAD sobre las causas del accidente.
Una tragedia consecuencia de la crisis del capitalismo
Lo primero que han silenciado es que el conductor tenía un contrato precario, no había sido contratado como maquinista sino como agente de estaciones y no había recibido la formación adecuada: «Su relación laboral con FGV estaba establecida a través de una empresa externa mediante una modalidad de contrato conocida como adscripción temporal. Sin embargo, Jorge Álvarez, del Sindicato Independiente Ferroviario, denuncia que el conductor hacía labores de maquinista desde mayo aunque no tenía una plaza fija. Su puesto era de agente de estaciones y tenía un contrato de mejora de empleo temporal de maquinista. "Le dieron 14 días de prácticas, cuando antes lo normal era estar al menos un año como ayudante de maquinista", afirma» (El Mundo 4-7-06).
Un trabajador precario, sin formación, es colocado en el disparadero de conducir todos los días un convoy. Esto constituye una pesada carga de responsabilidad, fuente indudable de tensiones, angustias y sufrimientos. Pero, al mismo tiempo, significa poner en peligro todos los días las vidas de cientos de miles de viajeros que dependen de que “todo vaya bien”, de que no se produzca ningún incidente o contratiempo que puede llevarlos a la tumba.
Se ha comentado la posibilidad de que el conductor sufriera una desvanecimiento. Esto nos lleva a la segunda irresponsabilidad grave de esas autoridades que tanto cacarean su “solidaridad”: desde hace unos años, como consecuencia de la política de despidos masivos y reducción de personal, los trenes son conducidos por un único conductor, ya no existe la conducción en dúo –maquinista y ayudante-. Sí al conductor le pasa algo y no puede controlar la situación, los viajeros se ven abandonados a su suerte.
Estos 41 muertos son el resultado de dos políticas que llevan a cabo todos los gobiernos y todas las empresas: PRECARIEDAD Y DESPIDOS MASIVOS.
El abandono y descomposición de las infraestructuras
Otro elemento muy importante del problema es el estado calamitoso de la línea 1, donde se ha producido el siniestro. Hace un año hubo un accidente en esta misma línea que reveló problemas de inseguridad, deterioro de material, fallos por falta de mantenimiento. ¡No se hizo absolutamente nada! Concretamente, «el tramo en que se produjo el accidente es una curva en malas condiciones. Es muy cerrada y a la entrada hay un pequeño bache, lo que se llama un garrote en el que la vía se desplaza y hace un pequeño zigzag» (testimonio de un sindicalista recogido en Levante 4-7-06).
Pero «esa curva, ya maldita, ningún ingeniero ha propuesto modificar su trazado, entre otras razones porque ello hubiera supuesto el cierre provisional de un transporte que desde el primer día ha sido vital para oxigenar el sistema cotidiano de la gran ciudad. La línea 1 es el principal sostén del gran éxito de público del metro valenciano, que ha sobrepasado el año pasado los 60 millones de usuarios» (Levante 4-7-06). La empresa del metro de Valencia es de propiedad pública, ha sido gestionada tanto por el PSOE (hasta 1995) como por el PP y en función de la sacrosanta rentabilidad capitalista no han corregido un problema grave poniendo en peligro diariamente la vida de cientos de miles de personas.
Por la maldita rentabilidad, por la política de reducción permanente de costes impuesta por la crisis, las infraestructuras están cada vez más abandonadas. No se renueva, no se invierte en su mantenimiento, y con ello, las condiciones para que se produzcan catástrofes como las de Valencia, están dadas. Tanto en los países industrializados como –de forma más extrema- en los países periféricos, se vienen repitiendo las tragedias –deformadas como “naturales”- en aviación, en barcos, en trenes, inundaciones, alteraciones climáticas etc.
El capitalismo es la catástrofe permanente
Este abandono de las infraestructuras, que se acompaña del abandono de los barrios obreros –o incluso de clase media- contrasta con las inversiones multimillonarias en edificios o complejos emblemáticos, o en eventos –en el caso de Valencia, la visita del Papa y en 2007 la fantasmal Copa de América-. La prensa de “izquierdas” fustiga al gobierno regional del PP por ese despilfarro y propone “más gasto para servicios públicos”.
Lo que sucede es que esa política suicida de fastos y construcciones faraónicas, de enloquecida especulación inmobiliaria, es la única que el capital puede llevar a cabo para mantener a flote una máquina económica cada vez más golpeada por una crisis sin salida. Y cómo es la única política posible, la practican tanto el gobierno central del Señor Zapatero que prometió acabar con la especulación inmobiliaria y la ha desbocado aún más que su predecesor, como sus barones municipales (Zaragoza y Barcelona, gobernadas por “socialistas”, sin olvidar el increíble despilfarro de la Expo de Sevilla, espejo en el que se miran los señoritos valencianos del PP). Esa misma política la vemos en lugares tan dispares como Londres, Dubai, Shanghai o Atenas, con gobiernos de la más variada coloración ideológica.
La tragedia de Valencia se suma a la larga lista de catástrofes, de atentados, de matanzas, por un lado, y a los sufrimientos cotidianos, esos millones de tragedias silenciosas e invisibles, que padecen muchos seres humanos como consecuencia de la precariedad, de la miseria, del desempleo, de los accidentes laborales y, al mismo tiempo, del deterioro de las relaciones sociales y humanas, que por todos los poros transpira este sistema social condenado por la historia y cuya supervivencia tantos males está causando.
Decir basta, rebelarse, luchar, es el único camino. Es el camino que empieza a emprender la clase obrera internacional como lo manifiestan luchas como la Primavera francesa de marzo 2006 o la huelga del metal de Vigo en mayo 2006. Su desarrollo, que va a costar muchos esfuerzos y tendrá que vencer obstáculos enormes, es el que permitirá erradicar del planeta las causas de tantas catástrofes, de tanta barbarie, de tanto sufrimiento.
Corriente Comunista Internacional 4-7-06
Aún ayer, patronal, Gobierno y sindicatos habían afirmado al unísono a los trabajadores de Volkswagen (VW) lo siguiente: si aceptáis más flexibilidad y una aceleración del ritmo de trabajo, podréis conservar vuestros empleos. Hoy podemos comprobar lo que valen tales promesas: 4.000 despidos directos y entre 8 y 10.000 indirectos.
¿Como responder a esta agresión social de una brutalidad hasta ahora desconocida? , ¿ Debemos quedarnos quietos y aceptar la lógica de los despidos como proponen los sindicatos?, ¿ Debemos tener confianza en las negaciones y apoyar las mascaradas de solidaridad formal que organizan los sindicatos?, ¿ Como podemos desarrollar una verdadera lucha, solidaria y colectiva?, ¿Tiene el capitalismo un futuro que ofrecernos?, ¿ Debemos creer en las nuevas promesas de recolocaciones, nuevos planes industriales, etc., o son simplemente vanas ilusiones para contener la cólera y la lucha de los trabajadores?. Tales son las cuestiones cruciales planteadas por el conflicto social de VW, a las que debemos encontrar una respuesta clara.
Desde hace varias semanas, a golpe de reportajes en directo y ediciones especiales, los medias burgueses no paran de hacerse eco de las lágrimas de cocodrilo que “derraman” los políticos al ver tirados en la calle a los obreros de VW como vulgares pañuelos de papel. El mensaje que nos quiere transmitir es claro y, va dirigido a el conjunto de la clase obrera: “….es terrible y debemos rechazarlo, pero no hay nada que hacer ante esta situación: son las leyes de la economía y las consecuencias de la mundialización. No sirve para nada oponer resistencia ya que la lógica de la concurrencia capitalista se impondrá de todos modos. La única manera de salir de esta situación es ser más competitivos y por ello, debemos aceptar más sacrificios, todos aquellos que nos pidan nuestros explotadores para poder defender y salvaguardar los intereses de la economía nacional…”. ¿Es esta la única perspectiva?, ¿Cuál es la realidad?
Tras los despidos masivos en Renault, Vilvorde, SNCB, SABENA, Ford Genk. DHL, Inbev o AFGA Gevaert, con los que puede haber mañana en Opel y, una vez más, en Correos, tras el “pacto de la generaciones” por la competitividad y el empleo, que ha reducido nuestros salarios y aumentado la flexibilidad hasta niveles insoportable ¿Qué perspectiva nos ofrece esta espiral de austeridad y competencia desenfrenada?. La experiencia de las semanas pasadas en VW confirman lo que cada vez más sentimos los trabajadores: la economía capitalista de mercado (con o sin regulación “social”) no puede ofrecernos más que la pauperización, la inseguridad y la miseria sin fin.
La supuesta sorpresa de la burguesía belga ante la brutalidad del ataque de VW y su “comprensión” ante la cólera de los trabajadores despedidos no son más que pura hipocresía. Acordémonos de cómo sacrifico cínicamente millares de empleos en DHL con la excusa de la “lucha contra el ruido ambiental” o, como “Estado-patrón”, como redujo a la mitad el empleo en los ferrocarriles de la SNCB y ahora en Correos. Es más, este seísmo social llega en el momento en que se debe concluir el nuevo acuerdo interprofesional que debe fijar la “moderación salarial” en el conjunto de la industria. No es ninguna casualidad que, varias semanas antes del anuncio de los despidos masivos, rumores, debidamente aireados, nos dieran pistas sobre los diferentes escenarios que podían tener los despidos. Así, desde que se conocen las cifras precisas de los despidos, la burguesía y sus sindicatos podían estar muy atentos para encuadrar la cólera obrera, dividir a los trabajadores y organizar una demostración de impotencia que lanzara un claro mensaje a toda la clase obrera:
El desarrollo de esta campaña política no es casual, ni inocente. Gobierno, patronal y sindicatos están inquietos ante el desarrollo de un sentimiento de cólera que recorre, aunque de forma desigual, a toda la clase obrera. Sentimiento que comienza a expresarse en el desarrollo de luchas en numerosos sectores. Para dificultar esta escalada de luchas y conflictos la burguesía intenta desarrollar ese sentimiento de impotencia y fatalidad.
Las organizaciones sindicales han conseguido evitar el desarrollo de la lucha en VW. Han pedido a los obreros que se quedaran en sus casas aislados, sin información o perspectivas, dependiendo de la “buena voluntad” de los patronos y de las negociaciones por llegar. Inmediatamente después, han impuesto la realización de una huelga, no activa y de lucha, sino una huelga interminable (anunciada en principio hasta el 15 de Diciembre, fecha de la notificación de la decisión oficial tomada por VW Alemania), pero siempre aislados y su casa. La única preocupación de los sindicatos es “ser dignos”, “preservar otros medios de lucha” y “no perder de vista” que “si no enfadamos a la patronal, esta considerará nuestra actitud responsable”. ¡Mentiras y más mentiras! Los sindicatos demuestran, una vez más, su verdadera naturaleza de defensores de los intereses del capitalismo contra los intereses de los obreros.
Por eso, para no aparecer descaradamente como lo que son, puros y simples saboteadores de las luchas, han “organizado” una mascarada de solidaridad en torno al caso de VW-Forest. Es una mascarada porque nada tiene que ver con una real solidaridad en la lucha para que, todos juntos, podamos hacer retroceder los planes de patronal y gobierno. Es una mascarada de solidaridad formal que se reduce a una manifestación nacional sin continuidad, el 2 de Diciembre, y el envío de algunas delegaciones sindicales a otras empresas del automóvil para que sus “homólogos” presten su “apoyo”. Es una verdadera y cínica mascarada porque todo este montaje se presenta como imprescindible para conseguir el objetivo de “negociar con los patronos las mejores condiciones para los despidos”, para apoyar al gobierno en su exigencia de conseguir un “nuevo proyecto industrial” que, como bien sabemos los trabajadores, no es más que una nueva y falsa ilusión sobre las “recolocaciones” de los miles de despidos, eso si bajo las condiciones de trabajo del “Pacto de generaciones”, es decir, con la obligación de aceptar no importa que tipo de trabajo en no importa que condiciones bajo la amenaza de que en caso contrario se perderá el derecho a recibir cualquier tipo de prestación. ¡Como bien sabemos todas estas falsas ilusiones no pueden conducir más que al fracaso!, y una vez más los sindicatos con su cínico juego culparan a los obreros de la situación por no haber sido lo bastante solidarios.
Toda la historia demuestra que quedarse encerrados en el corsé sindical no puede conducir más que a la derrota y la desmoralización. Y esto, no porque los delegados sindicales de VW o los secretarios nacionales de la central de los metalúrgicos sean unos vendidos: los sindicatos dividen a los obreros y defienden una gestión responsable de la economía capitalista en detrimento de los intereses de los explotados porque, hace ya mucho tiempo forman parte de las estructuras del Estado capitalista y defienden hasta sus últimas consecuencias la lógica del capital.
Toda la historia demuestra también que sólo la extensión de las luchas a otras fracciones de la clase obrera es capaz, aunque sólo sea temporalmente, de hacer retroceder a la burguesía. Y, vista la efervescencia entre el resto de trabajadores de numerosos sectores, tomando en cuenta las amenazas de despidos en otras fábricas, las posibilidades de extensión de la lucha no son imaginarias. Pero esto significa, ante todo, que la solidaridad obrera y la extensión de las luchas deben ser tomadas a cargo y desarrolladas por los trabajadores. Esto supone la realización de asambleas masivas y soberanas, dirigidas por los trabajadores a través de una participación masiva de todos y de todos los sectores implicados en la lucha. Y esto no puede realizarse más que enfrentándose al sabotaje sindical y bajo el control directo de los obreros en lucha.
Debemos tomar ejemplo de los combate más recientes de nuestra clase como son, las luchas contra el CPE en Francia, las huelgas del metro en Nueva-York o las de los obreros metalúrgico de Vigo en España, donde se han vuelto a expresar las trazas de una verdadera solidaridad obrera, las asambleas generales bajo el control de los obreros y la exigencia de negociar directamente, sin la mediación sindical.
Actualmente, la crisis del capitalismo, la calamidad omnipresente del desempleo y la barbarie generalizada de este sistema son más que evidentes. La gran oleada de simpatía de la población hacia los obreros de VW – mucho más clara y evidente que la que se produjo hace dos años ante los despidos en Ford Genk -, está directamente relacionada al reconocimiento que se hace poco a poco de la gravedad de la situación general y del problema fundamental que se plantea a la sociedad: ¿Qué perspectiva nos ofrece esta espiral de austeridad y de competencia desenfrenada? Los salarios y las condiciones de trabajo arrancadas al capital tras dos siglos de luchas están siendo brutalmente amenazadas y puestas en cuestión. La fuerza de trabajo humana, en tanto que fuente de riqueza de la sociedad, es cada vez más sobre explotada y despreciada. Todo esto no constituye, en modo alguno, el signo del nacimiento doloroso de un nuevo sistema social, sino muy al contrario, es la expresión de un capitalismo moribundo que se ha convertido en un obstáculo monstruoso para el progreso de la humanidad. Los esfuerzos balbuceantes hoy en día para el desarrollo de una resistencia obrera ante esta situación, hacia el retorno de la solidaridad, van acompañados con una reflexión en profundidad sobre la situación. Esto es lo único que puede conducir a poner en cuestión este bárbaro sistema, en la perspectiva de un sistema social superior, el comunismo.
Corriente Comunista Internacional (CCI), 24/ 11/ 2006
Hemos visto con satisfacción que habéis publicado en vuestra Web el balance de nuestra reunión pública en Buenos Aires de Agosto 2005. Como se plantea en este texto, en la reunión se discutió la imposibilidad de «crear un espacio anticapitalista dentro del propio capitalismo» y se desarrolló igualmente una crítica de todo el movimiento en torno a las fábricas ocupadas, MTD´s, los piqueteros, etc. que se presenta como «alternativa al capitalismo».
Lógicamente no se pudieron agotar todas las discusiones ni apurar bien todos los matices de lo que se dijo entonces; hemos leído el documento que llevasteis: «Empresas recuperadas, la autonomía empantanada» donde se desarrolla una crítica de la recuperación como cooperativas de las empresas ocupadas, y también el documento «Red de Redes», donde se expone “en positivo” lo que entendéis por «una red material, política y social anticapitalista».[1]
En el primer documento dejáis muy claro en qué se han convertido (o van camino de convertirse) realmente las empresas ocupadas: «Las propias ilusiones operarias de que siendo dueños de su unidad productiva se acabó con la explotación, van a resultar contrastadas con su propia práctica. No hay un mercado “bueno” del capitalismo obrero, contrapuesto a un mercado “malo” patronal. (…) Por supuesto algunos integrantes de empresas recuperadas ganarán más, porque sencillamente se explotarán más. Se reimplanta la ley del cambio del trabajo por su valor monetario; la “conquista del salario digno” y la lógica de producción de mercancías; en desmedro de la ley del uso sin valor de lo producido y la autogestión generalizada»...
...«Producto de la compraventa, el jugo de la energía obrera va a volver al capital dando un rodeo previo a través del comercio. Una nueva enajenación se cierne sobre los trabajadores: la ilusión de un mercado popular y solidario»..., etc., etc.
Sin embargo, en este mismo documento, y sobre todo en «Red de redes», se considera que en lugar de eso, sí podrían convertirse potencialmente en un área autónoma anticapitalista: «La lucha capital-trabajo precisa superar las dicotomías parciales del tipo: patrón fugado-obrero okupa. La oposición irreductible resulta: empresa okupada, locales asamblearios recuperados y piqueteros que producen, prefigurando la potencia material y subjetiva del poder constituyente de la multitud. Un entrelazamiento y mixtura de un conjunto de prácticas irreconciliables con el mercado. Territorios liberados de las condiciones del trabajo asalariado. Un contrapoder integrado por diferentes poderes populares. Un área autónoma material y subjetiva, del conjunto del movimiento. Y no el aislamiento de las empresas recuperadas, los talleres piqueteros y los locales asamblearios. Todos estos espacios “liberados” necesitan ser entendidos por el movimiento, no como exclusivas conquistas personales y grupales sino, como conquistas sociales» (“Empresas recuperadas: la autonomía empantanada”)
«Si esta red de redes se transforma en la forma de sociabilidad contrahegemónica, unificando autoorganización asamblearia con anticapitalismo, llegará el momento de confrontar definitivamente con el mundo del capital. Antes de esto y, si las masas no irrumpen en escena cambiando el rumbo de la historia, hay que resistir desarrollando nuevas iniciativas, o lo que es igual, ampliando la resistencia con una poderosa red que debe ser y, a un mismo tiempo: económica, política y afectiva. Es a esto a lo que denominamos gérmenes de un poder constituyente biopolítico afectivo, anti-poderes creados por lazos fraternales[2]. El descubrirse y reconocerse mutuamente en las diferentes experiencias antisistémicas: fábricas reapropiadas, MTD´s y asambleas. La rebeldía que reclama por la dignidad humana, permanentemente puesta en discusión por el capital y la potencia del hacer y hacer-[se] de los insumisos» (“Red de Redes”).
¿Qué es lo que convertiría, según las citas anteriores, unas experiencias “autogestionarias” en un medio potencialmente anticapitalista?
1º Que supondrían la abolición de los salarios, introducción de bonos de trabajo y producción de valores de uso, suprimiendo igualmente el intercambio mercantil;
2º Que darían lugar a una lucha permanente para extender el “área de la autonomía” y resistir a las presiones del capital;
3º Que en el “área autogestionaria” tendría que desarrollarse una claridad sobre los fines revolucionarios del movimiento.
Vamos a ver sí esas expectativas se cumplen realmente.
Decís que «Si la clase asalariada quiere dejar de ser dominada por la clase empresaria debe concluir con todo tipo de “asalariamiento” de su trabajo. Evitando reeditar la condena salarial desde la empresa tomada. Impidiendo quedar subsumida su energía del hacer en una nueva acumulación del capital» (“Empresas recuperadas”...). Para lograr esto preconizáis: «El ordenador colectivo de la red será el trabajo antisalarial. La abolición de la compraventa de saberes, cosas y servicios. La dignidad de una sociabilidad que no explota trabajo humano, no paga por producir, sino que devuelve, en medios de uso y consumo, en la misma proporción en que se brindó el trabajador al conjunto de la red»... «... mientras que el anticapitalismo no sea la forma dominante en toda la sociedad, cada uno de sus integrantes, recibirá para su consumo, una cantidad de bienes en función al tiempo de trabajo que le dedicó a la red» (“red de redes”)
En otras palabras, proponéis una comunidad de producción para el consumo, donde cada productor recibe de la comunidad una cantidad de bienes y servicios equivalente a lo que ha producido para ella. Es decir, se instituirían unos bonos de trabajo que sustituirían al dinero.
No es la primera vez que se plantea algo semejante, y no únicamente desde una perspectiva de “alternativa al capitalismo” (como Proudhom), sino incluso desde la filas de los mismos economistas burgueses, con la intención de “facilitar el intercambio”. Fue John Gray, un economista inglés, el primero en desarrollar sistemáticamente la teoría del tiempo de trabajo como unidad de medida inmediata de la moneda[3] que Rosa Luxemburgo critica así en su Introducción a la Economía política.
«El dinero oculta el verdadero origen de todas las riquezas, su procedencia del trabajo, provoca permanentes oscilaciones de precios y otorga de este modo, la posibilidad de los precios arbitrarios, de estafas y acumulación de riquezas a costa de otros. Así pues, ¡fuera el dinero! Este socialismo dirigido a la abolición del dinero surgió inicialmente en Inglaterra, siendo sus representantes en ese país, ya en los años veinte y treinta del siglo pasado, escritores muy talentosos como Thompson, Bray y otros; luego el junker conservador pomeranio y brillante economista Rodbertus reinventó esta suerte de socialismo en Prusia y, en tercer lugar, Proudhon reinventó este socialismo en Francia en 1849. Inclusive se emprendieron experiencias prácticas en esta dirección. Bajo la influencia del mencionado Gray se fundaron en Londres y en muchas otras ciudades de Inglaterra lo que se llamó “bazares para el intercambio equitativo”, a los cuales se llevaban las mercancías para ser intercambiadas sin la mediación del dinero, estrictamente según el tiempo de trabajo contenido en ellas. Proudhon propuso la fundación de su llamado “banco popular”, también con esta finalidad. Estos intentos, como la teoría misma, entraron pronto en bancarrota. En realidad, el intercambio es impensable sin dinero, y las oscilaciones de precios que se pretendía abolir son el único medio de indicar a los productores de mercancías si están produciendo demasiado o demasiado poco de una mercancía, si emplean en su producción menos o más trabajo que el necesario, si producen o no, las mercancías que deben. Si se elimina este único medio de entenderse que existe entre los aislados productores de mercancías en la economía anárquica, ellos quedan completamente perdidos, pues ya no son solamente sordomudos, sino además ciegos. Entonces la producción tiene que detenerse y la Torre de Babel capitalista se derrumba. Así pues, no hay más que una utopía en los planes socialistas que pretendían hacer de la producción mercantil capitalista, una socialista, por la simple eliminación del dinero.»
A menos que se considere que el “área autogestionada” permanece totalmente al margen del resto de la sociedad, la división del trabajo y la competencia obligan a un intercambio con el conjunto de la producción capitalista, que por otra parte determina las necesidades (en un sentido amplio y no estrictamente de supervivencia) del conjunto de la sociedad; como vosotros mismos reconocéis: «El desafío, de la red de redes, se compone por la tensión que provoca la mixtura, por un lado, entre un circuito donde se quiere instituir el valor de uso colectivo y superar el trabajo asalariado y por el otro, el dinero necesario para proveerse de los medios productivos de los que se carece» (Red de redes)
Ese intercambio inevitable con la producción capitalista permite al capitalismo recuperar las “áreas autogestionadas”. La competencia de sus bajos costes y la capacidad de abastecer las mercancías para las que existe una necesidad, es la fuente de la recuperación de las empresas ocupadas, igual que, en el siglo XIX, fueron las armas del capitalismo para transformar la economía precapitalista de las colonias integrándola a la producción capitalista: «Los bajos precios de sus productos son la artillería pesada con la que derriba todas las murallas chinas, con la que doblega la más terca xenofobia de los bárbaros hasta su capitulación. La burguesía obliga a todas las naciones a apropiarse del modo de producción burgués si no quieren sucumbir; las obliga a incorporar ellas mismas la llamada civilización, esto es, a convertirse en burguesas. En una palabra, crea un mundo a su imagen y semejanza» (El Manifiesto Comunista). Las empresas del “área autogestionada” se ven obligadas, sí quieren sobrevivir, a adoptar todas las prácticas propias del capitalismo (reducción de costes, aumento de la explotación, competencia desaforada) con lo cual la “Red de Redes” queda atrapada en las redes de la producción capitalista[4].
La única solución sería evitar todo intercambio con el capitalismo, y que se organizara una producción social, de valores de uso, al servicio de la comunidad, dirigida conscientemente por la participación colectiva de sus miembros; eso implicaría necesariamente una reorganización de todos los centros de producción “ocupados”, y la reorientación a una economía de subsistencia, que efectivamente no sería capitalista, sino anterior al capitalismo, y por tanto haría surgir relaciones de clase correspondiente a modos de producción previos. No sería pues, una superación del capitalismo, sino una vuelta atrás.
En las condiciones actuales de decadencia del capitalismo, de deshumanización, de irracionalidad y signos crecientes de barbarie, podría parecer que “una vuelta atrás”, a relaciones naturales, aunque sea sobre la base de autoexcluirse del conjunto de la sociedad, sería algo positivo, un paso adelante; pero es una falsa visión:
«Así la concepción de la antigüedad, en la que el hombre siempre aparece (cualquiera que sea su estrecha definición nacional, religiosa o política) como el fin de la producción, parece mucho más engrandecida que la del mundo moderno, en el que la producción es el fin del hombre, y la riqueza el fin de la producción. De hecho sin embargo, cuando se desconcha el caparazón burgués, ¿Qué es la riqueza sino la universalidad de las necesidades, capacidades, disfrutes, fuerzas productivas, etc. de los individuos, producto del intercambio universal? ¿Qué sino el pleno desarrollo del control humano sobre las fuerzas de la naturaleza -tanto las de su propia naturaleza humana como las de la llamada en general “naturaleza”-? ¿ Qué sino la absoluta elaboración de sus disposiciones creativas sin ninguna precondición más que la evolución histórica antecedente, que hace de la totalidad de esta evolución -es decir, de la evolución de todas las potencialidades humanas como tales, sin ninguna cortapisa de medida previamente establecida- un fin en sí mismo? ¿Y qué es esto sino una situación en la que el ser humano no se reproduce en una forma determinada, sino que produce su totalidad; que no busca conservar algo formado por el pasado, sino que es el movimiento absoluto del devenir? En la economía política burguesa, -y en la época de la producción a la que corresponde- esta completa elaboración de lo que yace en el ser humano, aparece como la alienación total, y la destrucción de todos los propósitos unilaterales que se plantea el ser humano, como el sacrificio del fin mismo a una compulsión externa. De ahí que, en cierto sentido, el mundo infantil de la antigüedad parece ser superior...» (Marx: Grudisse.).
Por una parte, esa vuelta atrás no significa otra cosa que la restauración de antiguas fuentes de explotación y, en consecuencia, de sufrimiento y enfrentamiento entre seres humanos, pero, por otro lado, lo que muestra la historia de la humanidad es que todo modo de producción social transforma de tal forma la relación del hombre con el medio natural que hace imposible una vuelta atrás a anteriores formas sociales. El dilema es o cambio revolucionario creando un nuevo modo de producción o hundimiento en la descomposición y la destrucción generalizada. Por eso, el Manifiesto Comunista habla de «Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes».
Este dilema entre Revolución o hundimiento en la Barbarie es aún más claro bajo el capitalismo, el primer sistema social que es verdaderamente mundial, que tiene todo el planeta como teatro de operaciones[5]. El desarrollo de la producción a escala universal significa, de un lado, la universalización de las relaciones humanas “en extensión” (si puede decirse así); pero también “en profundidad” la liberación de los individuos de sus ataduras con la naturaleza y la comunidad natural; aunque ambas cuestiones aparezcan como negación en el seno del capitalismo, como “patriotismo” y “defensa de la nación”, y esclavitud asalariada. La superación de las relaciones de producción capitalistas sólo puede hacerse a escala igualmente universal, y no de forma unilateral, negando parcialmente algunos de los efectos más nocivos del capitalismo dentro de áreas sociales autónomas o independientes.
Por eso la revolución proletaria es el primer acto de la transformación de la sociedad, que no puede comenzar realmente más que a escala internacional. El proletariado es el enterrador del capitalismo precisamente porque no tiene ningún interés particular ni ningún área parcial que defender en su interior. A diferencia del sistema feudal, que pudo ir desarrollándose en el seno de la sociedad esclavista, e igualmente de la producción capitalista, que se desarrolló en el seno de la sociedad feudal, pues se trataba de la substitución de una clase explotadora por otra, el primer acto de la revolución contra el capitalismo es político y a partir de la toma del poder se va organizando la destrucción sistemática de las relaciones de producción capitalista.
«Todas las clases hasta hoy no han hecho mas que sustituir, en interés de sus privilegios, la dominación de otras clases por la suya propia. El desarrollo económico de las nuevas clases se hacía lentamente y durante mucho tiempo antes de instaurar su dominación política en el seno de la vieja sociedad. Puesto que sus intereses económicos coincidentes con el desarrollo de las fuerzas productivas no eran más que los intereses de una minoría, de una clase, su fuerza crecía en primer lugar económicamente en el seno de la vieja sociedad. Únicamente tras un cierto grado de desarrollo económico, después de haber suplantado económicamente y en parte reabsorbido a la antigua clase dominante, el poder político, el Estado, la dominación jurídica, viene a consagrar el nuevo estado de las cosas.
... El proletariado, a diferencia de las otras clases de la historia, no posee ninguna riqueza, ninguna propiedad material. No puede edificar ninguna economía, ningún punto de apoyo económico, en el seno de la sociedad capitalista... La necesidad objetiva de la sociedad socialista en tanto que solución dialéctica a las contradicciones internas del sistema capitalista, encuentra en el proletariado la única clase cuyos intereses se identifican con la evolución histórica. “El último de la fila” de la sociedad, la clase que no posee nada, que no tiene ningún privilegio que defender, se encuentra con la necesidad histórica de suprimir todos los privilegios. El proletariado es la única clase que puede cumplir esa tarea revolucionaria de suprimir todos los privilegios, la propiedad privada, permitiendo que se desarrollen las fuerzas productivas liberadas de las trabas del sistema capitalista en beneficio del interés de toda la humanidad...
...No hay ninguna economía de clase que edificar antes o después de la revolución. A diferencia de otras clases, y por primera vez en la historia, una revolución política precede y crea las condiciones de una transformación social y económica. La liberación económica del proletariado es la liberación de toda traba de interés de clase, la desaparición de las clases. Se libera, liberando a toda la humanidad, y disolviéndose en su seno...
... El Estado, principio de dominación y de opresión económica de clase, no puede ser conquistado en el sentido clásico por el proletariado. Al contrario, los primeros pasos hacia su emancipación consisten en la destrucción revolucionaria del Estado...» (“Tesis sobre la naturaleza del Estado y la revolución proletaria”, adoptadas por la Izquierda Comunista de Francia en 1946, publicadas en francés e inglés en nuestro folleto: El periodo de transición del capitalismo al socialismo)
Puesto que no puede tener ningún punto de apoyo en el capitalismo, la lucha de la clase explotada no puede mantenerse permanentemente y desarrollarse de manera gradual, como sí pudo hacerlo al interior del feudalismo el crecimiento de la producción mercantil sobre bases cada vez más capitalistas. Esta naturaleza de la lucha obrera ya fue reconocida por los comunistas del siglo XIX: «Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos diamantinos, el éxtasis es el estado permanente de la sociedad; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilar serenamente los resultados de su período impetuoso y turbulento. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del s XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la ilimitada inmensidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodas, hic salta[6]» (Marx, “El 18 Brumario de Luis Bonaparte»)
Sin embargo es cierto que durante el periodo de desarrollo del capitalismo, particularmente a finales del siglo XIX, la clase obrera contaba con organizaciones permanentes de masa, partidos socialdemócratas y sindicatos (y también cooperativas de producción y de consumo, universidades obreras, centros de recreo, organizaciones juveniles, femeninas etc.) que había ido construyendo fruto de sus combates contra el capital, y que expresaban una continuidad de su lucha. Aunque estas organizaciones eran “escuelas de comunismo”, donde se practicaba una solidaridad y una moral proletaria, y se adquiría una formación política de las posiciones de clase, no eran en absoluto “áreas de producción comunista” (en el sentido que se da en vuestros textos a las “áreas autónomas”), que se planteaban como una alternativa al capital que iba creciendo y desarrollándose en su seno (como el capitalismo en el régimen feudal).
Estas organizaciones podían existir por dos razones: por una parte, porque el capitalismo podía expandirse y desarrollar las fuerzas productivas; por otro lado, porque en el Estado burgués existía una lucha real entre fracciones progresistas, interesadas en llevar adelante la producción capitalista, y fracciones conservadoras o reaccionarias que ponían toda clase de trabas a su desarrollo. Sí el proletariado se organizaba al interior de la sociedad burguesa no era con el objetivo de desarrollar un poder autónomo o una sociedad “alternativa”, sino para empujar el desarrollo capitalista hasta sus últimas consecuencias, de tal forma que se crearan las condiciones para la lucha revolucionaria decisiva, la destrucción del capitalismo.
Desde el momento en que, con la entrada en decadencia del capitalismo, la perspectiva revolucionaria del proletariado se presenta como su sentencia de muerte, en que como decía Lenin, «cada huelga esconde la hidra de la revolución», las estructuras sindicales junto con todas las tentativas más o menos radicales de crear organizaciones de masas permanentes son recuperadas por el Estado burgués que se hace más y más totalitario.
En tales condiciones, podemos declarar una zona autónoma liberada de las relaciones capitalistas, pero inmediatamente estas penetran por diferentes canales: por un lado, la ideología dominante reproduce sin cesar el individualismo, la lucha de todos contra todos, la moral del “todo vale”, la atomización y la incomunicación; por otra parte, los imperativos del intercambio mercantil se acaban imponiendo en el seno mismo de las estructuras “liberadas”; en fin, el Estado burgués, omnipresente y totalitario, utiliza sucesivamente el palo y zanahoria, ora la seducción, ora la amenaza, ora la indiferencia, para acabar absorbiendo ese territorio inicialmente fuera de su control. El resultado no es la ampliación del “área de la autonomía” sino su progresivo aislamiento; no es la creación de una relación de fuerzas con el Estado y el Capital sino su absorción por estos a través de mecanismos “radicales” que confunden y desvían a la mayoría. No podemos analizar aquí las numerosas experiencias que desde hace mucho tiempo se han pretendido realizar, con la mejor voluntad, de crear “islotes liberados” en el océano del capitalismo: desde las colectividades anarquistas de 1936 -a las que ya nos hemos referido- a las numerosas comunidades “liberadas” que proliferaron al calor de una falsa interpretación del movimiento de 1968. Sin embargo, las lecciones de estas experiencias son vitales para no volver a caer en los mismos callejones sin salida.
El “proyecto autogestionario” es, en el mejor de los casos, una utopía. El concepto de utopía no tiene necesariamente una connotación negativa, algo que ahora no existe no significa que no pueda acabar existiendo, es ajeno al marxismo un materialismo vulgar que sólo reconoce como “real” aquello que se puede ver y tocar en el presente. El marxismo reconoció en los escritores utopistas que le precedieron, elementos positivos en su crítica del capitalismo: «Los inventores de estos sistemas ven, ciertamente, el antagonismo de las clases, al igual que la efectividad de los elementos disolventes contenidos en la misma sociedad dominante» (Manifiesto Comunista); e intuiciones sobre la perspectiva de una nueva sociedad, «sus tesis positivas sobre la sociedad futura, por ejemplo supresión del contraste entre la ciudad y el campo, supresión de la familia, de la ganancia privada,, del trabajo asalariado, o el anuncio de la armonía social, la transformación del Estado en mera administración de la producción» (Ídem). Pero al mismo tiempo, desveló su impotencia para descubrir las condiciones materiales que presiden y dirigen el antagonismo social: «no vislumbran ninguna acción histórica independiente por parte del proletariado, ningún movimiento político peculiarmente suyo. Como el desarrollo del antagonismo de clases va parejo al de la industria, no encuentran tampoco las condiciones materiales para la liberación del proletariado, y buscan una ciencia social, leyes sociales, que creen esas condiciones. En lugar de la actividad social, tiene que intervenir su personal actividad inventiva; en lugar de las condiciones históricas de la liberación, una organización fantástica, en lugar de la gradual organización del proletariado en clase, una organización de la sociedad imaginada para el caso. La futura historia mundial se reduce para ellos a la propaganda y la realización práctica de sus proyectos de sociedad...» (Ídem)
Esta actitud podía comprenderse en los albores del capitalismo, cuando los antagonismos de clase apenas estaban desarrollados, cuando costaba ver al proletariado como sujeto social revolucionario; hoy, la campaña del “fin de la lucha de clases”, del “fin del proletariado”, de la “globalización”, etc., presenta un capitalismo rejuvenecido y un proletariado que poco menos que está integrado y forma parte de él. Esto puede tener un impacto en compañeros que se plantean un combate revolucionario, llevándoles a buscar un “nuevo sujeto revolucionario” distinto del proletariado. No podemos desarrollar aquí nuestra argumentación de por qué el proletariado es la clase revolucionaria y lo sigue siendo[7], la cuestión es la siguiente ¿puede todo ese conjunto de organizaciones que podrían conformar según vosotros la “Red de Redes” constituir un vehículo de toma de conciencia y erigirse en cierta forma en un “nuevo sujeto revolucionario” vehículo de la multitud?
Podemos contribuir a la respuesta de esta pregunta con un pasaje de un reciente artículo de intervención en Argentina sobre los Comedores Populares[8]. En él señalamos: «Se podría decir que al menos la actividad del Comedor serviría para agrupar a la gente y plantearle los problemas que hay en la sociedad, cómo luchar contra ellos. En definitiva, serviría para ganar gente a la causa de la lucha revolucionaria. Compañeros que participan en esos organismos dan ese argumento: “la verdad es que lo que hacemos no sirve para nada, es reformista y le hace el caldo gordo al Estado, pero, al menos, logramos reunir a la gente, concienciarla y enseñarle a ser solidaria”. Actualmente en Argentina, en organizaciones de base (piqueteros, comedores, empresas autogestionadas, redes de economía solidaria etc.) hay muchos miles de personas “organizadas”, que supuestamente “se reúnen”, “se conciencian”, “hacen algo” etc. En apariencia, esto representa una fuerza imponente, pero en la realidad, hay miles y miles de personas paralizadas, atadas de pies y manos por el Capital y su Estado (…) La actividad que domina esas organizaciones es la asistencia, el mantenimiento de la miseria, su utilización por el Estado para perpetuar la explotación. Todo eso se hace contra la voluntad y los deseos de la mayoría de ellas. No se puede discutir de cómo salir de la miseria cuando todo lo que se está haciendo gira alrededor de cómo mantenerse dentro de ella. Por ello, por mucha buena voluntad que se le ponga, por muchos intentos de persuasión que se hagan, no se podrá desarrollar una discusión y una actividad dirigidas a la lucha revolucionaria».
Cada una de esas organizaciones no tiene como base atacar las causas de la miseria, de la explotación, de la atomización y el sufrimiento psicológico de los seres humanos, sino, en el mejor de los casos, proporcionar un paliativo más o menos temporal. De esta forma, la situación que ha motivado su surgimiento se perpetúa y se agrava. Esto no puede producir sino desilusión, desmoralización y conducir al abandono de cualquier actividad de lucha. Por otro lado, sí estas organizaciones no atacan las causas sino que, en el mejor de los casos, abordan tal o cual efecto, ¿qué conciencia pueden desarrollar? Realmente ninguna pues están desviando las energías, el entusiasmo, la entrega apasionada, de compañeros sinceramente revolucionarios hacia toda clase de cuestiones secundarias y de callejones sin salida.
Pero, al menos, ¿se podría desarrollar una solidaridad, una aptitud para la cooperación, en esos participantes? En estas organizaciones la experiencia muestra que si bien al principio hay un impulso sincero de solidaridad -lo que es muy laudable- este se va extinguiendo poco a poco, apagado por el agua de las actividades cotidianas dentro de esas organizaciones que no son otras que una acción encerrada de forma claustrofóbica en el barrio o la localidad, el desarrollo de una competencia, las maniobras y manipulaciones de los diversos “dirigentes”, “coordinadores” etc.
Sí hemos de organizarnos para la lucha contra la miseria física y moral que golpea a la gran mayoría de la humanidad hemos de darnos los principios, la organización y el tipo coherente de actividad que suponga una lucha real contra ella. Desarrollar esta cuestión nos llevaría mucho espacio por lo que preferimos referirnos al pasaje final del artículo antes citado: « Sólo la lucha de la clase obrera puede acabar con las causas de la miseria. Sin embargo, su lucha es todavía muy limitada y va a tardar tiempo en tomar una fuerza revolucionaria que le permita levantarse contra el capitalismo. Entretanto, hay que contribuir con una actividad de discusión, de intervención en las luchas, de reagrupamiento internacional de los revolucionarios, de animación de círculos de discusión en torno a las posiciones comunistas. Es una actividad que parece “abstracta”, desligada de todo lo inmediato que nos rodea, pero cada vez que hay una lucha masiva de la clase obrera vemos la utilidad de que haya un puñado de revolucionarios que contribuyan con análisis, propuestas y orientaciones al avance de su lucha».
Esperamos poder contribuir a la discusión que lleváis sobre estas cuestiones, y que se desarrolla igualmente en Argentina, a partir de las “empresas recuperadas” y la autogestión.
Saludos Comunistas
Corriente Comunista Internacional 2-1-06
[1]Por necesidades del debate consideramos vuestra toma de posición como algo acabado. Sin embargo, somos conscientes de que estáis en evolución y sois muy abiertos a argumentos, análisis y hechos que os puedan aclarar las cosas. Por eso mismo estamos abiertos a toda aclaración, precisión o rectificación que estiméis oportuna.
[2]En este pasaje expresáis una preocupación muy justa: se insiste en la necesidad de crear lazos de fraternidad, se da importancia a la afectividad como un elemento de la lucha contra el Capital. Nosotros hemos respondido a esta preocupación -que forma parte de las necesidades subjetivas de la revolución social- en un texto sobre la Confianza y la Solidaridad aparecido en REVISTA INTERNACIONAL números 111 y 112. Sin embargo, sí la preocupación es justa la cuestión a plantearse es: ¿encuentra en la construcción de “áreas anticapitalistas” el contenido y la dinámica adecuados para realizarse? Es lo que vamos a abordar a continuación.
[3]Escribió en 1848 “The social system”, y después de la revolución de Febrero en Francia, envió al gobierno provisional una propuesta de “organización del cambio”
[4]Podemos referirnos al caso famoso de Lip en Francia ( en Révolution Internationale vieja serie -en francés-; disponibles fotocopias); o «El mito de las colectividades anarquistas» en España 1936, en la Revista Internacional nº 15, reeditado en el libro: Franco y la República masacran al proletariado
[5]Esta existencia universal del capital no es un fenómeno de la globalización, o del pos-fordismo, pues ya estaba claramente planteada en el Manifiesto Comunista en 1848: «La necesidad de dar salida cada vez más amplia a sus productos, empuja a la burguesía a moverse por el globo entero. En todas partes tiene que anidar, en todas partes ampliarse, en todas partes crear conexiones. La burguesía, con su explotación del marcado mundial, ha configurado la producción y el consumo de todos los países a escala cosmopolita. Con gran pesar de los reaccionarios, ha sustraído a la industria el suelo nacional bajo sus pies. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas, y lo siguen siendo a diario. Quedan desplazadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en una cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas del lugar, sino que las elaboran procedentes de las zonas más alejadas, y sus productos no se consumen ya en el propio país, sino simultáneamente en todos los continentes. En lugar de las viejas necesidades, satisfechas con productos del campo, aparecen otras nuevas necesidades que requieren ser satisfechas con productos de los países y climas más lejanos. En lugar de la antigua autarquía y aislamiento locales, surge un intercambio universal, una interdependencia universal entre todas las naciones. Y no sólo en la producción material, sino también en la intelectual. Los productos intelectuales de cada nación se convierten en propiedad común. La peculiaridad y limitación nacionales se van tornando imposibles de día en día y de las muchas literaturas nacionales y locales se forma una literatura mundial»
[6]De una fábula de Esopo, donde un fanfarrón afirmaba que en Rodas había dado un salto prodigioso, los que le escuchaban le dijeron: “Aquí esta Rodas, salta aquí” (demuéstranoslo)
[7]Ver en la REVISTA INTERNACIONAL los números 73 y 74 el artículo “¿Quién puede cambiar el mundo?”; en REVISTA INTERNACIONAL números 103 y 104 el artículo “¿Por qué el proletariado no ha hecho todavía la revolución?”; la Serie aparecida en ACCION PROLETARIA números 145 a 152 “Respuesta a las dudas sobre la clase obrera” así como 3 artículos de intervención en debates recientes también aparecidos en ACCION PROLETARIA: “Hablan de autonomía obrera para mejor colar el mensaje del fin del proletariado”;”Foro de discusión sobre la «autonomía obrera»: ¿Quien puede acabar con el capitalismo?” y “A propósito de la carta de un lector: ¿En qué consiste la lucha de clases del proletariado?”.
[8]Ver en nuestra Web: ccionline/comedores.htm
Esta intervención en Brasil ha sido un "estreno" para la CCI, y solo fue posible gracias a las iniciativas de unos simpatizantes nuestros en ese país y a la colaboración con el grupo proletario brasileño llamado «Oposición obrera» (1), el cual se ha encargado de organizar las reuniones públicas. Para esta primera intervención pública en Brasil, la CCI escogió unos temas que le permitieran expresar lo mejor posible su visión histórica sobre la posibilidad y la necesidad de la revolución proletaria. Por eso, la exposición común de las tres reuniones públicas, que puede consultarse en nuestra página web en portugués, desarrollaba los aspectos siguientes:
1. al igual que los sistemas de explotación que lo han precedido, el capitalismo no es un sistema eterno;
2. la hora de su derrocamiento por el proletariado, única clase revolucionaria de la sociedad, ya ha sonado desde hace mucho tiempo. Si el proletariado no fuera capaz de cumplir con su tarea histórica, la situación actual llevaría al fin de la humanidad;
3. las perspectivas contenidas en la situación actual se definen por el desarrollo de la lucha de clases.
En una de esas reuniones públicas, la de Salvador, tras la presentación de la CCI, estaba prevista una presentación de la Oposición obrera que puso de relieve, en particular, el papel fundamental de la organización de la clase obrera en consejos obreros para el derrocamiento del capitalismo.
La presentación en la Universidad, por su parte, se basó esencialmente en el artículo de nuestra página WEB, «la Izquierda comunista y la tradición marxista», y tenía los ejes siguientes:
1. Qué distingue a las fracciones de izquierda de las demás organizaciones que se reivindican del marxismo;
2. La Izquierda comunista nunca fue una corriente única, sino que forman parte de ella diferentes expresiones correspondientes al esfuerzo histórico de la clase obrera para clarificarse teórica y políticamente;
3. La contribución de la Izquierda comunista en el desarrollo del patrimonio político-teórico del proletariado es muy importante e insustituible.
Para dar cuenta de esos cuatro eventos, nos ha parecido mejor no tratarlos por separado, sino referir las cuestiones y preocupaciones que mayoritariamente se expresaron y dieron lugar a debates. Pero antes creemos que es esencial hacer resaltar la importancia de esas reuniones tanto por su asistencia numerosa (muy numerosa a veces) como por el carácter animado y vivo de los debates que terminaron cada vez mucho más tarde de lo previsto, hasta horas que las circunstancias locales lo permitieran.
Ocurre que los propios revolucionarios se queden sorprendidos por el importante interés que sus posiciones suscitan en un momento dado, y eso que son esa parte del proletariado en la que está depositada la mayor confianza en las capacidades revolucionarias de su clase, incluso cuando ésta no está atravesada de manera inmediata por preocupaciones revolucionarias patentes. Hemos de reconocer que estuvimos agradablemente sorprendidos por la amplia participación en estas reuniones, al haberse superado en algunas de ellas la concurrencia que suele asistir a las reuniones públicas en las ciudades en donde interviene la CCI regularmente. Unas cien personas participaron en total en las tres reuniones públicas. Y a la ponencia sobre la Izquierda comunista en un anfiteatro de la Universidad acudieron unas 260 personas, durante toda la primera parte del debate. La reunión se prolongó durante dos horas más, participando todavía en ella unas 80 personas cuando hubo que terminar aunque no todas las preguntas habían podido ser contestadas.
Hay una serie de circunstancias favorables que explican esa concurrencia. La primera aparición pública de una organización revolucionaria internacional desconocida en Brasil es algo que evidentemente puede explicar el interés suscitado localmente por ella. Además, las reuniones públicas se beneficiaron de una propaganda eficaz de la que se encargó Oposición Obrera, sola o con nuestros simpatizantes según qué ciudades. Aunque también pueda mencionarse el interés académico y no solo político que haya animado a algunos estudiantes y profesores a participar en el debate sobre la historia de la Izquierda Comunista, hay que tener en cuenta que lo que se había anunciado en un principio, a causa del reglamento interno de la Universidad, como la ponencia de un historiador (2) acabó teniendo la forma de un mitin político presidido por uno de los organizadores del debate, Oposición Obrera y la CCI, y además había una mesa con publicaciones de la CCI a la entrada del paraninfo.
En realidad, el éxito de nuestras reuniones se debió en gran parte a que en Brasil hay un oído alerta hacia una crítica radical de la sociedad y de las instituciones democráticas, pues a la cabeza de esas instituciones está el gobierno de Lula, el gran «líder obrero» de izquierda a cuyo nombre están indisolublemente vinculados el del PT (Partido dos Trabalhadores, fundado en 1980) y de la CUT (Central Única dos Trabalhadores, 1er sindicato "independiente" desde el final de la dictadura, fundado en 1983). Hoy la alianza Gobierno, Lula, PT y CUT debe asumir abiertamente el papel de punta de lanza de los ataques contra la clase obrera que exige la defensa del capital nacional brasileño en el ruedo internacional, como lo harían cualquier gobierno y partido de derechas, lo cual permite que aparezca a las claras su verdadera naturaleza de enemigos de la clase obrera que siempre han sido. En Brasil, como en otras partes, la réplica de la clase obrera dista mucho de corresponder a la amplitud de los ataques capitalistas que sufre constantemente. Existe también en Brasil, sin embargo, y eso es precisamente lo que básicamente explica el indudable interés por esas reuniones públicas, una preocupación creciente por el porvenir ante la quiebra cada día más patente del capitalismo, lo cual se plasma en un incremento del interés por la perspectiva de una alternativa a la sociedad actual.
Los análisis de la historia de nuestra clase y las perspectivas de lucha política hacia una futura sociedad comunista, que nuestras ponencias e intervenciones contenían, no fueron, ni mucho menos, recibidos como dogmas, sino que suscitaron toda una serie de interrogantes y un entusiasmo, a veces también escepticismo, y marcas de simpatía que algunos quisieron expresarnos al término de las reuniones, además de cantidad de otras cuestiones que volvían a brotar y que no se habían podido plantear durante la sesión.
La importante participación en esas reuniones pudo sorprendernos, pero sobre todo confirmó la tendencia cada vez más fuerte de la juventud a estar en la primera fila de los cuestionamientos políticos ante el futuro. Tanto es así, que en una de las reuniones públicas, en Vitoria da Conquista, más de la mitad de la concurrencia eran jóvenes cuando no muy jóvenes.
Reseñamos aquí las principales cuestiones que se nos plantearon y las respuestas que les dimos. A menudo las preguntas y nuestras respuestas eran parecidas entre una y otra reunión, pero no por ello eran idénticas cada vez. Más que resumir por temas los problemas planteados en las preguntas, hemos optado, para cada tema, por centrarnos en una pregunta especialmente representativa para así intentar reflejar lo vivas que fueron las discusiones. En lo que a nuestras respuestas se refiere, las reseñamos con lo esencial de los argumentos que desarrollamos en el conjunto de las reuniones.
Somos muy conscientes de que esta reseña, ya larga, dejará de lado algunas cuestiones precisas muy interesantes. Para remediar en parte ese inconveniente, animamos a todos aquellos que tengan conocimiento de esta reseña a que no vacilen en decirnos por escrito todas las cuestiones y desacuerdos que no hayan obtenido una respuesta satisfactoria de nuestra parte. Se les darán respuestas individuales que, con su acuerdo, podrán en su caso servir para animar un debate público en la prensa de la CCI o en Internet. También animamos a los lectores de esta reseña a que hagan lo mismo respecto a Oposición Obrera que responderá también. A este respecto, queremos precisar que algunas respuestas aquí reseñadas no fueron dadas por nosotros sino por Oposición Obrera. Pero como correspondían perfectamente a lo que habríamos dicho nosotros, las asumimos como nuestras. Lo cual no significa que todas las respuestas dadas por una o por otra de nuestras organizaciones fueran compartidas por ambas.
"Cómo explicar el papel actual de los sindicatos? Mientras que sí hubo una época en la que eran verdaderas herramientas de la lucha de la clase obrera, hoy están claramente al servicio de los intereses de la clase burguesa, paralizando las reacciones obreras ante los ataques.”
No existe en efecto ni un solo país donde los sindicatos, todos los sindicatos, no sean defensores del orden burgués. Si es así es porque, por todas partes, se han convertido en órganos del estado burgués cuya función específica es encuadrar a la clase obrera para sabotear sus respuestas a los ataques y evitar que desemboquen en una puesta en entredicho del capitalismo en crisis.
Para comprender los factores profundos de esta situación, no hay que perder, efectivamente, de vista que en el siglo XIX los obreros luchaban por obtener el derecho a organizarse en sindicatos. Y fue mediante unas luchas importantes llevadas a cabo por sus sindicatos si los obreros lograron arrancar reformas duraderas que de verdad permitieron mejorar sus condiciones de vida en el capitalismo. De igual modo, incluso si las ideas reformistas, cuya finalidad era limitar los combates de clase a las luchas por reformas únicamente, estaban muy representadas en el seno del movimiento sindical, eso no quitaba que los sindicatos fueran también, en aquella época, un lugar privilegiado para la propaganda a favor de las ideas revolucionarias, una «escuela de comunismo», como decía Marx.
A principios del siglo XX se produjo un hecho de gran importancia, inédito en la vida del capitalismo, el estallido de la Primera Guerra mundial. En un tiempo relativamente breve, las contradicciones del capitalismo engendraron una destrucción considerable de fuerzas productivas, sin comparación alguna con las consecuencias de las guerras y de las crisis cíclicas que hasta entonces habían salpicado el crecimiento del capitalismo. Esas contradicciones eran la expresión de que, tras haber sido factor de progreso de la sociedad, el sistema se había vuelto una amenaza mortal para ella. Fue el desencadenamiento de tal barbarie y la amenaza para la existencia misma de la vida de la sociedad el fermento de la primera oleada revolucionaria del proletariado mundial.
Ante la irrupción de contradicciones desconocidas hasta entonces en la sociedad burguesa, el Estado adquirió un papel de una importancia desconocida hasta entonces bajo el capitalismo. Al Estado le incumbe mantener sometida al conjunto de la sociedad en una argolla de hierro para movilizar y canalizar todos los recursos para la defensa nacional. En ese contexto, los obreros ven cómo sus antiguos órganos de lucha que eran los sindicatos escapan a su control para convertirse en órganos encargados de hacer aceptar la militarización del trabajo. Ese proceso es irreversible y los sindicatos que, como la CNT española, no se verán sometidos a ese momento de la verdad, porque España no estuvo involucrada en la Iª Guerra mundial, acabarán siendo absorbidos posteriormente por el Estado. Desde entonces, los únicos órganos de masas y unitarios de defensa de los intereses de la clase obrera solo podrán surgir y mantenerse con la movilización de la clase mediante la lucha.
La vanguardia del proletariado mundial tomó conciencia de que con la Primera Guerra mundial y la primera oleada revolucionaria había nacido la época de las "guerras y las revoluciones", como lo proclamó la IIIª Internacional, planteando como centro de la lucha del proletariado la alternativa siguiente para la sociedad: "Socialismo o barbarie". La masividad de los hechos imponía esa comprensión. Era, en cambio, necesario poder disponer de una mayor distancia temporal para captar todo lo que implicaba en la vida de la sociedad (el desarrollo del capitalismo de Estado) y las condiciones de la lucha de clases: imposibilidad para la clase obrera de seguir utilizando para sus luchas el Parlamento (cuya única función acabó siendo la de la mistificación democrática) y los sindicatos. Sin embargo, todas las fracciones del proletariado mundial no estaban en las mismas condiciones en cuanto a su propia experiencia de enfrentamiento con los sindicatos. Y en esto, la situación del proletariado ruso era específica debido a que en ese país el Estado zarista, totalmente anacrónico, era incapaz de llevar a cabo una integración en el Estado de los sindicatos poco poderosos además y aparecidos tardíamente. De ahí viene la mayor dificultad de Lenin y de sus camaradas para entender plenamente la función de esos órganos en la nueva fase del capitalismo.
Esta es una pregunta importante puesto que esas palabras de Lenin antes de la Revolución de 1917, “… los soviets son la forma por fin descubierta de la dictadura del proletariado” no tenían un sentido limitado a la primera oleada revolucionaria sino una dimensión universal.
De este modo, en sus futuras luchas revolucionarias, el proletariado se organizará una vez más en “soviets” (palabra rusa que significa “consejo”. Estos nacieron por primera vez en la Revolución de 1905 en Rusia. Fueron la creación espontánea de la clase obrera que así descubrió por propia experiencia los medios que necesitaba para desarrollar su lucha en condiciones nuevas. ¿Cuál era entonces su función? La clase obrera en Rusia se encara al poder del Estado que se niega intransigentemente y a pesar de la movilización a ceder a las reivindicaciones de los obreros. Esa situación prefigura la situación general del capitalismo en su fase de decadencia en el que las contradicciones crecientes a las que está sometido, no solo le prohíben otorgar reformas duraderas a la clase obrera, como así era en el periodo ascendente, sino que le obligan a atacar permanentemente las condiciones de vida de los obreros. Es esas condiciones, la misma dinámica de la lucha conduce a los obreros a oponerse al Estado capitalista y a enfrentarlo de forma siempre más masiva. Por eso la lucha alcanza espontáneamente una dimensión política que se superpone a la dimensión económica siempre presente.
Los sindicatos ya no corresponden a las necesidades de esa nueva forma de lucha ni a sus retos, entonces solos son los soviets, capaces de reagrupar el conjunto de la clase obrera, los que se imponen. En adelante, los sindicatos ya no son órganos utilizables para la lucha de clase. Pero no se debilitan sino que se son recuperados por el Estado. Por otra parte, ese episodio es el resultado de un largo proceso de constitución del proletariado en clase en el que adquiere una madurez que le permite en adelante fabricar sus propios órganos de lucha en el fuego de la acción, dejando de ser dependientes para entrar en lucha de la existencia previa de sindicatos, como así fue durante el siglo XIX.
Los soviets no surgen en cualquier momento, independientemente del nivel de la lucha de clases. Surgen cuando la clase obrera es capaz de plantear el problema del enfrentamiento decisivo con el Estado capitalista. Son producto de una formidable movilización del proletariado, y desaparecen cuando esta refluye o al ser cercados por el Estado. Esto tiene como consecuencia que no le es posible a una minoría de la clase, mas avanzada, prefabricar la estructura de los soviets con vistas a apresurar la movilización obrera antes de que ésta se manifieste explícitamente.
¿Significa eso que fuera de los soviets no existe posibilidad para que se exprese la movilización obrera y la lucha de clases, teniendo en cuenta que los sindicatos ya no le sirven para nada? Claro que no. La experiencia viva de la clase muestra que una de las formas elementales de la movilización de los obreros es la asamblea general. Y no es una casualidad si los sindicatos hacen todo para que no ocurran o, cuando no las pueden impedir, para que no cumplan con la función de lugar de organización y de decisión de la lucha. Con el desarrollo de la lucha aparece la necesidad de su organización, de su centralización a través de la elección por las asambleas de delegados revocables. Ese modo de organización de la clase obrera, fuera de los periodos prerrevolucionarios, prefiguran la organización en soviets pero no es su embrión. No es sino una preparación indispensable en el sentido en que es a través ese tipo de organización que los obreros retoman confianza en si mismos y en su capacidad de organizarse.
Por otra parte, si los acontecimientos de 1905 muestran la capacidad de la clase obrera a autoorganizarse así como también su carácter clasista espontáneamente revolucionario, ello no disminuye el papel fundamental de la organización de revolucionarios y del partido. Hablando de los acontecimientos de 1905, Rosa Luxemburg pone en evidencia que la intervención de la socialdemocracia revolucionaria participó en preparar el terreno a la irrupción de la huelga de masas. En el mismo sentido, sin la intervención en 1917 del Partido bolchevique en los consejos obreros para luchar contra la influencia dominante de los partidos ligados a la burguesía, esos consejos no hubieran logrado volverse el instrumento de la revolución proletaria. Hoy también, es la responsabilidad de los revolucionarios recordar a su clase como se organizó en su pasado, poner en evidencia que para desarrollar su lucha no existe mas medio que el de tomar sus luchas en manos propias a través asambleas generales soberanas.
No sabemos exactamente lo que dice Jacques Courtois, pero es contrario a la realidad afirmar semejante cosa cuando los principales países del mundo, implicados en una guerra mundial, estaban adoptando medidas de militarización de la sociedad civil con vistas a imponer a la población y a los obreros en particular todos los sacrificios exigidos por la carnicería mundial, hasta el de sus vidas en los campos de batalla. Es precisamente contra esa barbarie que se desarrolló la oleada revolucionaria mundial cuyo puesto avanzado fue la toma del poder por el proletariado en Rusia en 1917.
Quizás Jacques Courtois sea un abogado de las tesis burguesas del menchevismo según cuales la Revolución de Octubre no fue sino un golpe que acabó con la obra democrática de la Revolución de febrero. Ese famoso refrán de los denigradores de la Revolución rusa también quiere ocultar la realidad de los hechos. Por que son las masas obreras, y tras ellas las masas campesinas, las que le quitaron el poder a la burguesía cuando ésta, subida al poder en febrero y siendo mayoritaria en los consejos obreros, al proseguir la guerra imperialista y manteniendo una política anti-obrera, demostraba en la práctica que era la digna representante de un sistema que se debía derrocar, por no producir mas que guerra y miseria.
Es necesario, para entender lo que significó la derrota de al Revolución rusa por medio de su degeneración, clarificarse lo que representó realmente esa revolución. ¿Un islote de socialismo en un mundo capitalista? Claro que no, en la medida en que la abolición del capitalismo no puede realizarse mas que a escala mundial, tras la victoria de la revolución mundial. Tras la toma de poder, todos los esfuerzos y las esperanzas del proletariado revolucionario en Rusia estaban dirigidos hacia la extensión de la revolución mundial, y particularmente hacia el país determinante para la evolución de la relación de fuerzas entre las clases a escala internacional, Alemania. El asalto revolucionario del proletariado en ese país fue vencido como es sabido en enero de 1919, y esta derrota abrió las puertas de par en par a una serie de derrotas mayores que acabaron con la oleada revolucionaria en ese país y a escala mundial. En esas circunstancias, aislado y exangüe por la guerra civil y el cerco impuesto por las principales potencias capitalistas, el poder proletario en Rusia degeneró.
Lo que cambió con la contrarrevolución en Rusia no fueron entonces las relaciones de producción, sino el que el poder dejó de ser proletario. La vuelta de la burguesía no se hizo con la vuelta de la antigua clase burguesa venida a menos, sino por la transformación en nueva clase explotadora de la burocracia en el mismo Estado.
En el plano político, la manifestación más significativa del cambio de carácter del poder en Rusia, encarnado en adelante por el estalinismo, fue el abandono del internacionalismo proletario con la adopción de la tesis del “socialismo en un solo país”. Lo más dramático de la derrota de la Revolución rusa fue la manera como se produjo, por una degeneración interna y no por su derrocamiento, permitiendo así a la burguesía mundial, de su ala de extrema derecha hasta su extrema izquierda, mantener la mentira del “socialismo en URSS”, mentira en nombre de la que estalinistas y trotskistas llamaron el proletariado del mundo entero a luchar y hacerse masacrar para la defensa del imperialismo ruso durante la Segunda Guerra mundial.
Compartimos con Lenin la concepción de un partido minoritario de vanguardia de la clase obrera, que tiene el papel de participar activamente en la toma de conciencia del conjunto del proletariado. Sin embargo, contrariamente a Lenin (y al conjunto de los marxistas antes del 17), consideramos que su papel no es el de tomar el poder en nombre de la clase obrera, tarea que le corresponde al conjunto de la clase organizada en consejos obreros. En lo que toca al modo de organización del partido, nos reivindicamos en lo esencial de la concepción defendida por Lenin en el Congreso de 1903 del Partido obrero socialdemócrata de Rusia (POSDR), tal como fue asumida por los bolcheviques y mas tarde por el KAPD (Partido comunista obrero de Alemania). Nos referimos claro está a la definición hecha en ese congreso de quien es un militante –Lenin escribió sobre este Congreso su famoso libro Un pasa adelante dos pasos hacia atrás– cualquiera que se compromete a militar para defender las posiciones del partido, en contra de la visión de los mencheviques para quienes para ser miembro del partido basta con compartir esas mismas posiciones. Pero también nos referimos a la lucha (no menos importante) llevada por Lenin a favor de un comportamiento militante animado por el espíritu de partido, contra el espíritu de círculo que entonces dominaba el POSDR debido a sus orígenes a partir de círculos aparecidos en Rusia y en la emigración a finales del siglo XIX. En particular, defendemos la idea de un congreso soberano cuyas decisiones deben ser aplicadas con disciplina por el conjunto de los militantes y rechazamos la posición de los mencheviques que consideraban que se podía uno librarse de ella si no estaba de acuerdo con esas decisiones.
No se trata de un olvido, si se hubiese hablado de Gramsci hubiese sido para definirlo como uno de los representantes en el Partido comunista de Italia de la política siempre mas oportunista de la Internacional comunista. Cuando en ese mismo partido, la Izquierda, encabezada por Bordiga, era ampliamente mayoritaria de 1921 a 1924 cara a la tendencia de derechas animada por Gramsci, éste fue colocado autoritariamente a la frente del partido para amordazar la izquierda. La demarcación con respecto al estalinismo que más tarde hizo Gramsci hace de él una referencia más respetable que Stalin, pero no por ello hace de él un revolucionario.
Trotski y la oposición de izquierda animaron durante los años 20 una reacción proletaria ante la degeneración de la Revolución rusa y al estalinismo. Sin embargo no fue la única, ni tampoco la más clara tanto en lo que concierne las implicaciones en la clase obrera de la derrota de la oleada revolucionaria, como en la fidelidad al marxismo cara al oportunismo en las filas de la Tercera internacional. La Izquierda comunista internacional luchó desde los años 20 contra las diversas manifestaciones de ese oportunismo, en particular contra la política de frente único con antiguos partidos obreros pasados al campo burgués con pretexto de no separarse de las masas obreras todavía influenciadas por éstos. También supo entender que lejos de poder lanzarse una vez mas en una nueva oleada revolucionaria, el proletariado estaba confrontado a un periodo de contrarrevolución que no le permitía oponerse al estallido de una Segunda Guerra mundial en la que sus varios sectores nacionales iban a ser alistados tras la defensa de uno u otro campo imperialista. Al contrario, Trotski sigue creyendo que la revolución sigue siendo posible en los años 30 y que solo le falta una dirección realmente revolucionaria, lo que le induce sin razón a ver en las movilizaciones de 1936 en Francia y en España las primicias de movimientos revolucionarios. Su Programa de transición, reintroduciendo reivindicaciones mínimas destinadas según él a ser la transición con el programa de la revolución socialista, acaba engañando las masas con la idea de que podría existir, en la época de las guerras y de las revoluciones, un programa de reformas en el capitalismo cuando el único programa realista, a pesar de no ser realizable en cualquier instante, es el de la revolución. Con la consigna de “Frente único obrero” con los partidos antiguamente proletarios, socialdemócratas y estalinistas que han traicionado la causa del proletariado, no hace sino desarmar a éste ante sus peores enemigos.
Existen acontecimientos mayores de la vida de la sociedad, como las guerras y las revoluciones, que zanjan en la práctica el carácter de clase de una organización, independientemente de como se consideren. Así es como al oponerse a la Revolución de octubre, los mencheviques firmaron su pertenencia al campo de la burguesía. Frente a la Primera Guerra mundial, la mayoría de los partidos socialdemócratas traicionaron el internacionalismo proletario, y por tanto la clase obrera, al apoyar la defensa del capital nacional. La historia ha demostrado que esas traiciones son irreversibles, o sea que en cuanto los partidos las hacen pasan al campo enemigo y seguirán en permanencia defendiendo una política burguesa. En el colmo de su degeneración oportunista, los PC pasaron a su vez al campo de la burguesía en los años 30, cuando ya no existió nadie en sus filas que se opusiera a la defensa nacionalista de un campo imperialista, preparando de esta forma el alistamiento del proletariado para la Segunda Guerra mundial. Esta Segunda Guerra mundial también hizo sonar la hora de la verdad para el trotskismo que entonces escogió su campo: no el del internacionalismo y del proletariado como lo hizo Lenin en 1914, sino el de la defensa del imperialismo ruso y de la democracia (a pesar de que en sus filas hubo reacciones de elementos que entonces rompieron con él). Este resultado trágico de la dinámica oportunista de un partido del proletariado es producto del método políticamente erróneo de Trotski a lo largo de los años 30. Dicho esto, los errores que cometió, por graves que sean, no permiten afirmar que hubiese mantenido su posición hasta el final del conflicto imperialista mundial. Si no lo hubiesen asesinado antes, quizás la guerra habría sido la prueba que le hubiese permitido cuestionar sus derivas oportunistas pasadas. Tras su muerte, su compañera, Natalia Sedova, que siempre había luchado a su lado, rechazó la política de defensa de la URSS y rompió con el movimiento trotskista. También los últimos escritos de Trotski anuncian la posibilidad de semejante cuestionamiento de sus posiciones anteriores.
El capitalismo de Estado es la respuesta del capitalismo a la irrupción de contradicciones insuperables que lo asaltan con la entrada en su fase de decadencia, en tres aspectos: el de la guerra, el de la lucha de clases y el de la crisis. La crisis del 29 impone a la burguesía reanudar con las medidas de capitalismo de Estado que se habían aflojado en cuanto se acabó la Primera Guerra mundial. Esas medidas seguirán reforzándose a lo largo de los años 30, en particular con las medidas keynesianas de inyección masiva de capital por parte de los Estados en las economías nacionales, medidas que se concretizaron en particular con las grandes obras públicas y con el desarrollo de la industria de armamentos en preparación de la Segunda Guerra mundial. Proseguirán y se intensificarán al terminar la guerra.
Incluso antes de que se agote el periodo de prosperidad que sucedió a la Segunda Guerra mundial, la burguesía recurrirá a políticas de endeudamiento siempre más masivo. Así logra aplazar a mañana la explosión de las contradicciones de su economía, aun agravándolas.
El periodo de decadencia no se manifiesta, como pensaba Trotski en el Programa de transición, por un bloqueo total de su crecimiento en el plan económico sino por un frenazo del desarrollo de las fuerzas productivas. Para verificar que la evolución económica durante la decadencia expresa esa tendencia al frenazo del desarrollo de las fuerzas productoras, es necesario considerar el conjunto de ese periodo y no una de sus fases específicas, como por ejemplo la fase particularmente próspera que sigue la Segunda Guerra mundial. Ahora bien, el desarrollo de las fuerzas productoras durante el periodo que cubre las siete primeras décadas del siglo XX se realiza a un ritmo inferior al de la segunda mitad del siglo precedente. La diferencia es aun más importante si se considera el conjunto del siglo XX.
El periodo próspero tras la Segunda Guerra mundial es un fenómeno desde luego excepcional durante la decadencia y ya no se reproducirá nunca más en la medida en que los factores que lo permitieron están ya agotados:
la utilización de un « tesoro de guerra » resultante de ciclos pasados de acumulación, las reservas de oro del Estado norteamericano, inyectado en gran parte en las economías de Europa occidental y de Japón con fines a reconstruir y desarrollar su aparato productivo, no por filantropía sino para sustraerles a las tentativas del imperialismo ruso de atraerlos en su esfera de influencia;
la explotación metódica y sistemática de los últimos mercados extracapitalistas, tanto en los países industrializados que conservaban todavía un amplio mercado agrícola precapitalista como en las ex colonias en vía de descolonización;
un comienzo de huida hacia delante en el endeudamiento por parte de los principales países industrializados, siendo entonces relativamente débil el nivel global de endeudamiento.
No existe la menor perspectiva de verdadera solución a la crisis abierta a finales de los años 60; muy al contrario, no puede sino agravarse sin fin. Sin embargo, hacer corresponder la fase de decadencia únicamente con ese periodo es evacuar un fenómeno mayor de la decadencia, la guerra mundial, de una amplitud y con destrucciones cuyas proporciones eran totalmente desconocidas durante las guerras de los periodos precedentes y que son un factor esencial del riesgo de destrucción de la sociedad.
La tendencia a la baja de la tasa de ganancias es efectivamente una contradicción del modo de producción capitalista, como Marx lo puso en evidencia en el libro III de el Capital. Sin embargo, no es la única ni tampoco necesariamente el más determinante. Como ya lo hemos dicho, la vanguardia revolucionaria era unánime, cuando la fundación de la IC en 1919, en reconocer la entrada del sistema en su fase de decadencia. Era mucho más heterogénea, también lo hemos visto, en lo que concierne a las implicaciones de esa modificación de la vida del capitalismo. Se puede ver claramente en el análisis de las causas económicas del cambio de periodo. Rosa Luxemburg y Lenin tenían dos análisis diferentes del imperialismo. El de Luxemburg toma más ampliamente en cuenta la dinámica del desarrollo del capitalismo en un mundo no capitalista y que necesita mercados extracapitalistas para poderse desarrollar. Cuando éstos ya resultan insuficientes cara a las necesidades enormes de la acumulación, entonces la maquina empieza a griparse. Es en ese marco donde según nuestro punto de vista, hay que tomar en cuenta la tendencia a la baja de la cuota de ganancias cuyos efectos negativos para la economía capitalista se conjugan con los de la saturación de mercados.
Esta cuestión se ha repetido en todas las reuniones. Por dos razones al menos: por un lado la propaganda mediática que se ha hecho en Brasil a estos acontecimientos, como en la mayoría de los países, y por otro por la perplejidad que provocan. No vamos a entrar aquí en los detalles de nuestro análisis que se pueden leer en el comunicado que hemos publicado, incluso en portugués, en nuestro sitio Internet. Hemos puesto en evidencia que esas revueltas estériles expresaban ante todo la desesperación y la total ausencia de perspectivas de esa parte de los hijos de los obreros que nunca han sido ni serán integrados al mundo del trabajo, sino como eventuales y en condiciones miserables. Hemos insistido en que no solo no son una expresión aun confusa de la lucha de clases sino que pueden perfectamente ser utilizados contra la clase obrera, particularmente por el reforzamiento que provocan del encuadramiento policial de los barrios obreros.
El auge del integrismo es una de las tantas manifestaciones de la ausencia total de perspectiva de esta sociedad que también lleva a aberraciones como son los atentados suicidas. Y aunque semejantes aberraciones sean el producto de su propio sistema, ello no impide que la burguesía los utilice como pretextos para desencadenar guerras por la defensa de sus intereses imperialistas. De hecho, ese fenómeno de pudrimiento de la sociedad capitalista es producto de la acumulación de las contradicciones del capitalismo, que pueden llevar a la misma destrucción de la humanidad si la clase obrera no es capaz de imponer su propia solución revolucionaria.
La sociedad de clases conlleva la opresión de las minorías, la discriminación racial, la desigualdad entre hombre y mujer… El capitalismo no hace excepción a la regla. Dicho esto, la lucha especifica para la emancipación de la mujer o contra el racismo no solo no tienen la menor posibilidad de triunfar mientras esté de pié la sociedad de clases, sino que además no pueden cambiar en nada la sociedad puesto que no cuestionan sus fundamentos. Todas estas cuestiones no encontrarán solución real más que cuando sea abolido el capitalismo, durante la transformación de la sociedad hacia relaciones comunistas en el conjunto del planeta. No existe pues ninguna alternativa a la lucha revolucionaria de la clase obrera para liberar la humanidad de las desigualdades y demás calamidades que actualmente la agobian.
La clase obrera es la única clase revolucionaria de la sociedad. Sin embargo, esto no implica que tenga que hacer la revolución en contra de toda la sociedad. Muy al contrario, tendrá que poder llevarse tras ella, en su lucha revolucionaria, a todas las capas no explotadoras de la sociedad, que objetivamente están interesadas por la caída del capitalismo. Pero para poder desempeñar ese papel, la clase obrera ha de ser capaz de afirmarse en su lucha como la clase revolucionaria de la sociedad, con su proyecto revolucionario de derrumbamiento del capitalismo y de instauración de otra sociedad. Lo peor que puede ocurrir es que la clase obrera, diluyéndose en los movimientos de revuelta de todas aquellas capas hundidas en la miseria por la crisis pero sin la menor perspectiva, sea incapaz de afirmarse como fuerza revolucionaria de esta sociedad. Semejante peligro existe realmente y fue evidenciado por ejemplo por las revueltas estériles de 2001 en Argentina, cuando muchos proletarios fueron acarreados por una multitud de elementos de todo tipo y en particular por la pequeña y mediana burguesía arruinada por la crisis.
Este ejemplo es una ilustración de la imposibilidad actual de hacer converger el movimiento de la clase obrera con el de los campesinos sin tierra mientras éstos no abandonan su especificidad. Es hoy sabido que ese movimiento está totalmente controlado por el Estado. ¿En qué sus reivindicaciones son conciliables con las de la clase obrera? ¡En nada! Mientras que la clase obrera se niega a sufrir los ataques impuestos por la crisis del capitalismo, lo cual ya es la base de la critica del orden capitalista, en cambio las reivindicaciones totalmente reaccionarias del Movimiento de los Sin tierra, que pueden resumirse al derecho de todos a la propiedad, no anuncian nada de semejante.
Varias intervenciones señalaron que la política del gobierno de izquierda de Lula no se diferenciaba con respecto a los gobiernos de derecha que lo precedieron, ya que se constata que se han incrementado los niveles de pauperización de la población en Brasil. Sin embargo, hubo muchas preguntas, dudas e incluso simpatías con respecto al gobierno de Chávez, planteando que éste sí orientaba los recursos del Estado hacia una valiente lucha contra el imperialismo americano, a diferencia de la tímida posición de la burguesía brasileña.
El hecho de que en Venezuela haya llegado al poder una fracción burguesa “radical” de izquierda obedece al alto grado de descomposición de la burguesía venezolana, que fue incapaz de colocar en el poder a sectores moderados de izquierda tal como lo pudo hacer en Brasil por ejemplo. Por ello que la fracción chavista del capital nacional, conformada por sectores de la burguesía y pequeña burguesía que en su mayoría fueron excluidos de los gobiernos anteriores, desarrolla una política de exclusión de los viejos sectores de la burguesía, que ocasiona una permanente confrontación entre ellas, a la cual ha sido arrastrado el proletariado venezolano.
El chavismo, con la asesoría del gobierno cubano y la pléyade de dirigentes e intelectuales de la izquierda latinoamericana y mundial, con el apoyo de los movimientos antiglobalización y altermundialistas, y sustentado en una montaña de dólares producto de las exportaciones petroleras (o sea de la explotación de la clase obrera venezolana), ha desarrollado un programa de gobierno llamado “revolución bolivariana”, cuyo fundamento es el programa nacionalista de capitalismo de Estado ideado por las fuerzas guerrilleras de los años 60. La llamada “revolución bolivariana” nada tiene que ver con la revolución proletaria; todo lo contrario, ésta se sustenta en la explotación de la clase obrera que somete a un ataque ideológico y físico, típico de los regímenes estalinistas y fascistas. El chavismo, al igual que los gobiernos de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, etc., lo mas que puede hacer es vender ilusiones al proletariado y redistribuir la miseria entre los pobres, tal como lo hace cualquier gobierno basado en la explotación de la clase obrera; de allí que los niveles de pobreza y pauperización crezcan en Venezuela, tal como sucede en el resto de los países capitalistas.
Con respecto al planteamiento “anti-imperialista”, en el capitalismo decadente todo Estado desarrolla necesariamente una política imperialista contra las otras naciones. Esta situación se debe fundamentalmente a que ante las crecientes contradicciones económicas, cada nación se ve obligada a incursionar en el militarismo y la guerra para intentar mantenerse en la arena imperialista mundial.
El mayor o menor impacto que tenga un país en la arena imperialista depende de su poderío económico, militar y de las condiciones geopolíticas; por ejemplo es evidente que EE.UU., primera potencia mundial, tiene la mayor capacidad para imponer su política imperialista a escala mundial.
El “anti-imperialismo” ensordecedor de Chávez contra Bush y EE.UU. no es sino una campaña ideológica vendida a nivel interno y externo para lograr el apoyo de la clase obrera y los explotados a la propia política imperialista que desarrolla la burguesía venezolana hacia sus áreas de influencia (El Caribe, Centro y parte de Suramérica). Esta campaña, a la cual dedica importantes recursos financieros el gobierno chavista para que los dirigentes, intelectuales y grupos de la izquierda “radical” de la región le sirvan de caja de resonancia, intenta aprovechar las dificultades que se le presentan al imperialismo americano en otras partes del mundo (principalmente en Irak), ya que en la medida en que éstas aumentan su impopularidad tendrá mayores dificultades para confrontar las veleidades imperialistas de la burguesía venezolana.
Las burguesías de la región, en particular sus fracciones de izquierda, comparten, apoyan y explotan a su favor la megalomanía de Chávez y su frenesí antiamericano, ya que el discurso chavista se alinea con sus intereses geopolíticos. En particular, la estrategia imperialista de la burguesía brasileña, menos ruidosa que la de Venezuela y ubicada en un terreno más diplomático, es más efectiva contra los intereses de EEUU. Esto se observa en el peso de Brasil en las negociaciones del ALCA, donde la burguesía brasileña hace uso de su carácter de primera potencia económica de la región con un peso geopolítico importante, que el gobierno de Lula ha explotado de manera muy inteligente.
El proletariado debe enfrentar y denunciar la ideología “antiimperialista”, ya que es utilizada para alistarlo tras las banderas e intereses de cada capital nacional. La lucha del proletariado contra el imperialismo está inscrita en su lucha cotidiana contra su propia burguesía, pues el imperialismo es el “modus vivendi” del capitalismo decadente.
La sociedad actual no es una sociedad de consumo para todo el mundo. No resulta muy difícil darse cuenta de ello. El capitalismo ha extendido y generalizado, como nunca ninguna sociedad lo había hecho hasta hoy, el reino de la mercancía. Todo en este mundo se compra, todo es mercancía. El capitalismo también es el sistema que ha sido capaz de desarrollar las fuerzas productivas como ninguno antes, hasta el punto de hacer perfectamente imaginable la posibilidad de la abundancia para todos en la Tierra. Lo único que lo impide es el propio sistema que produce no para satisfacer las necesidades del hombre sino para la ganancia y la acumulación. Una contradicción de este mundo está en que una proporción creciente de la humanidad y de la clase que produce las riquezas, la clase obrera, no accede más que a una parte cada vez más reducida de las mercancías fabricadas, aun cuando esas necesidades son vitales. Ese enorme contraste entre lo que podría ser la vida en la sociedad si la humanidad se beneficiara de todas las riquezas acumuladas y lo que es en realidad es un factor de toma de conciencia de la necesidad del derrumbamiento revolucionario del capitalismo.
La propaganda burguesa dice que la revolución es la peor cosa que puede ocurrir porque es antidemocrática. Pero en realidad ¿de qué se trata? Es el derrocamiento de una clase minoritaria, la burguesía, con vistas al bienestar de la inmensa mayoría, la clase obrera y el conjunto de las capas no explotadoras de la sociedad.
En cuanto a la democracia burguesa, no es sino la mascara hipócrita de la dictadura del capital. Y cuanto más se enfrente la clase obrera al capital, mejor aparecerá esa dictadura por lo que es.
Dejando de lado cierta propaganda interesada por esa mentira, ¿qué nos permite decir que la clase obrera estadounidense apoya a su propia burguesía? La clase obrera en Estados Unidos no tiene medios para oponerse a la guerra en Irak. Esta situación resulta de un nivel todavía insuficiente de la lucha de clases a nivel internacional y en el mismo país. Pero ¿significa que esa fracción del proletariado internacional se adhiere a esa guerra? Es evidente que no, como lo demuestran las dificultades del Estado norteamericano para reclutar nuevos efectivos. Como lo demuestran también las acciones de las madres al prohibir el acceso de las escuelas a los sargentos reclutadores. No estamos en un periodo en la que fracciones mayoritarias del proletariado en los países más importantes estén dispuestas a apoyar el esfuerzo de guerra de su propia burguesía, como ocurrió en los años 30. En aquel entonces, los proletarios norteamericanos, ingleses, alemanes, franceses, rusos, etc., se hacían masacrar por millones, y también masacraban, en los ejércitos regulares o de resistencia nacional, por intereses que no les correspondían sino que eran los de diversas fracciones nacionales de la burguesía mundial.
Los desempleados forman parte de la clase obrera y su lucha no es diferente de la de la clase en su conjunto. El estar privados de trabajo y de sus compañeros de lucha dificulta la movilización, en particular por el fenómeno de atomización creciente de la vida social. Por ello es importante que hagan lo posible para unirse a las movilizaciones que se produzcan de los obreros que aun tienen trabajo, y que éstos llamen a los desempleados a participar en sus manifestaciones.
Por otra parte, se ha de ser consciente que el Estado burgués no queda inactivo con respecto al potencial explosivo representado por la cantidad siempre mayor de parados. Por ello intenta enmarcarlos, en particular ocupándose de sus necesidades más vitales, distribuyendo comida, utilizando asociaciones, la iglesia, los partidos de izquierda, todas las organizaciones a su sueldo (por ejemplo, los “comedores” argentinos). Semejante asistencia no es neutral y tiene como objetivo mantener los obreros que la aprovechan en una situación de dependencia con respecto al Estado sin que reflexionen sobre cuales son los fundamentos de la miseria. Por otro lado, semejantes instituciones también son utilizadas para desviar la lucha de aquellos que tienen trabajo hacia una falsa solidaridad, opuesta a la solidaridad de clase (como ocurrió cuando la oleada de luchas en el verano 2005 en Argentina).
La clase obrera sigue hoy siendo la clase que produce lo esencial de las riquezas de la sociedad. Sigue siendo la clase explotada y sin ella no podría existir el capitalismo. Sean cuales fuesen las modificaciones sociológicas que se hayan podido producir, éstas no modifican en nada su carácter revolucionario. Si la proporción de obreros industriales en el conjunto de la clase obrera era mas importante cuando la oleada revolucionaria de 1917-23 que lo es hoy en día, no por ello no existen en su seno otros sectores diferentes de los obreros de industria capaces de una gran combatividad y de desarrollar una conciencia de clase. La movilización en el sector de la enseñanza en Italia en 1987 ya lo ha confirmó al ser ese sector la punta de lanza de la voluntad de organizarse fuera y en contra de los sindicatos. Los obreros en Rusia en 1917 tenían también esa fama de conocer bien la historia de su clase, a pesar de que, en general, no sabían leer, y particularmente la historia de la Comuna de Paris. Existe en ese plano una verdadera diferencia, puesto que hoy las nuevas generaciones se caracterizan por una ignorancia importante de la historia. Pero tenemos confianza en la capacidad del proletariado revolucionario para apropiarse de su propia historia a medida que lo exijan las condiciones. Para ello podrá contar con la intervención de las organizaciones revolucionarias para suscitar y acompañar ese esfuerzo.
La revolución sigue hoy más que nunca siendo una necesidad y sigue siendo posible. La primera oleada revolucionaria mundial se desarrolló en reacción al hundimiento brutal en la barbarie provocado por la Primera Guerra mundial. Hoy, la clase revolucionaria encargada de aplicar la sentencia de muerte que pronunció la historia contra el capitalismo dispone de enormes reservas de combatividad para desarrollar su lucha frente a una crisis económica insoluble que no puede sino profundizarse. Desde que reemprendió el camino histórico de su lucha en 1968, el proletariado ha conocido muchas dificultades, en particular la de un retroceso de más de un decenio de su conciencia y de su combatividad con las campañas sobre la “muerte del comunismo” que acompañaron el hundimiento de los regímenes estalinistas. Pero vuelve a ser hoy capaz de desarrollar, en su lucha, su conciencia y su confianza en sus capacidades revolucionarias.
La CCI saca un balance totalmente positivo de esas cuatro intervenciones públicas.
No solo fueron un “estreno” para la CCI al realizarse en Brasil, estas reuniones han sido una de las pocas ocasiones que ha tenido la CCI de intervenir en común con otra organización proletaria (3). Por nuestra parte, sacamos un balance positivo de esta experiencia tanto en lo que toca a la calidad de la colaboración con Oposición obrera como por el impacto que ha podido tener en el auditorio esa unidad de intervención. El que dos organizaciones distintas, con diferencias o divergencias entre ellas, se dirijan juntas a su clase prefigura la capacidad de los elementos que constituyen la vanguardia revolucionaria para luchar unida por la defensa de la causa que les es común, la victoria de la revolución. Sobre este tema, había quedado claro entre nuestras dos organizaciones que, en las intervenciones en las reuniones públicas, se daría la prioridad a la cuestión de la organización del proletariado mediante sus propios órganos, los consejos obreros, en su lucha revolucionaria, así como la denuncia de la mistificación democrática y parlamentaria y del papel contrarrevolucionario de los sindicatos. Pero también habíamos dejado claro que no íbamos a intentar ocultar nuestros enfoques a veces diferentes sobre qué explicaciones dar a tal o cual situación, y que efectivamente se expresaron en los argumentos de unos y de otros, e incluso en diferencias sobre tal o cual cuestión. También nuestras dos organizaciones convinieron que esas diferencias debían debatirse en profundidad para así captar mejor la realidad y las implicaciones de esas diferencias.
Por nuestra parte, estamos más que nunca dispuestos a repetir la experiencia. Una vez más, queremos agradecerles a nuestros simpatizantes por la calidad de su compromiso a nuestro lado y saludamos a Oposición obrera por su actitud abierta y solidaria, o sea, proletaria.
CCI (2 – 12 – 05)
1 Este grupo, con el que la CCI está estableciendo una relación de discusión y de colaboración políticas, pertenece claramente al campo proletario debido en particular a su compromiso en el combate internacionalista por la victoria del comunismo. Demuestra además una significativa claridad sobre la naturaleza de los sindicatos y la mistificación democrática y electoralista. Para consultar su página web: opop.sites.uol.com.br.
2 No obstante, la finalidad militante estaba claramente presente desde el principio en el título mismo de nuestra ponencia «el futuro pertenece a la lucha de clases».
3 Ya hubo un precedente con una reunión pública común con el CWO (Communist Workers Organisation), representante en Gran Bretaña del BIPR, con ocasión del 80º aniversario de la Revolución de 1917. Esa experiencia por desgracia no se repitió, puesto que la CWO y el BIPR consideraron imposible rehacerla debido al pretendido « idealismo » de la CCI, supuestamente ilustrado por su análisis de la existencia de un curso a enfrentamientos de clase.
En diferentes medios politizados se está dando un debate sobre lo que pasa en Oaxaca. Hay quienes incluso hablan de “revolución”. Queremos recoger aquí nuestra intervención en el Foro alasbarricadas
https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=22008&postdays=0&postorder=asc&start=0 [14]
donde a partir de artículos nuestros colgados por un compañero –Ricardo Fuego- que tiene posiciones políticas muy diferentes de las nuestras se ha animado un debate muy dinámico.
OAXACA: PUGNA ENTRE FRACCIONES DE LA BURGUESÍA
Todos los participantes del Foro coinciden en que en Oaxaca no hay una revolución ni una insurrección ni nada que se les parezca. Ahora bien, la discusión no versa sobre eso sino sobre algo mucho más simple: ¿es Oaxaca una alternativa de lucha contra el capitalismo?
Rotundamente NO. En mayo 2006 hubo un intento de lucha obrera protagonizada por los maestros. Pero ésta fue rápidamente ahogada y desviada hacia el terreno de las pugnas entre fracciones de la burguesía. El objetivo central de las barricadas, de la ocupación del zócalo, de las manifestaciones, es reemplazar un dignatario del Estado –el Señor Ruiz- por otro dignatario del Estado. Se pide «restablecer la vigencia del Estado de Derecho» como reza el comunicado de la APPO del 28-11-06 a través del procedimiento típico de cualquier Estado que se precie: “quítate tú para ponerme yo”.
Se nos quiere hacer tragar esa enorme rueda de molino que es la defensa pura y dura del Estado burgués a través del caramelo de la “democracia de base” y la “movilización popular” que representaría la APPO. Es decir, una vulgar operación de política burguesa consistente en quitar a un gobernador para colocar a otro, en lugar de los métodos habituales –elecciones anticipadas, coaliciones o cambio de alianzas parlamentarias- se realiza mediante el disfraz radical de unas pretendidas “asambleas participativas”.
En el acta de constitución de la APPO figura la firma de 79 organizaciones “sociales” (una mezcolanza que va desde un partiducho “marxista-leninista” hasta organismos vinculados al PRD o incluso al propio PRI), 5 sindicatos (uno de ellos igualmente vinculado al PRI) y 10 organizaciones escolares. Este “frente” burocrático de organizaciones nada tiene que ver con una Asamblea Obrera que se constituye por el impulso y la decisión directa de los obreros en lucha. Tampoco tienen nada que ver con una reunión de campesinos o de vecinos de barrios pobres. La APPO es una fotocopia en papel radical de los parlamentos burgueses, y en ese sentido cuenta con portavoces que dan ruedas de prensa y líderes “reconocidos” como el Señor Sosa –antiguo diputado del PRD-, el Señor Rogelio Pensamiento con relaciones públicamente reconocidas con el PRI o el Señor Rueda Pacheco que recibió apoyos económicos del denostado Gobernador Ruiz.
Masas trabajadoras, campesinas, marginadas, están siendo atrapadas y utilizadas en el fuego cruzado de las pugnas inter-burguesas y el resultado para ellas no es otro que pagar los platos rotos de la represión desencadenada por el Estado central que ha costado un puñado de muertos y cientos de heridos, detenidos o desaparecidos.
Las masas movilizadas en ese terreno ni han aprendido a organizarse, ni se ha radicalizado, ni han acumulado mayor capacidad de lucha –como nos dicen los que apoyan esos tinglados a pesar que “de sobras saben lo que es la APPO”-, lo único que realmente han sacado es la humillación, los sufrimientos de la brutalidad represiva, la desorientación y la confusión, en suma, la doble derrota que significa el haberse movilizado por objetivos que no son los suyos y encima haber llevado la peor parte en la barbarie represiva.
En el Foro algunas intervenciones han repetido que los “marxistas” solo apoyan luchas proletarias puras. No sabemos de qué “marxistas” están hablando pero para aclarar un poco las cosas queremos recordar una frase del esclavo romano Terencio que decía: “nada de lo humano me es ajeno”, frase que Marx hizo suya y que repetía con mucha frecuencia. Nuestra causa es la de toda la humanidad oprimida y explotada. En las condiciones de existencia del proletariado se halla concentrada la quintaesencia de los sufrimientos y la explotación de todas las capas marginadas y oprimidas, la lucha del proletariado no busca una causa particular o corporativa sino la emancipación de toda la humanidad del yugo del capitalismo. El proletariado es la única clase social que si combate de forma autónoma e independiente puede ofrecer una plataforma de emancipación revolucionaria a toda la humanidad oprimida.
Nos sentimos identificados con la mayoría de post de Ricardo Fuego pese a las diferencias de posición que tenemos y que no es aquí el lugar para debatirlas. Muestran con hechos concretos lo que realmente está pasando en Oaxaca y quién es en realidad la APPO. Pero además –y esto nos parece muy importante- Ricardo presenta diferentes visiones críticas procedentes de distintos grupos. Nos han parecido muy interesantes los análisis aportados por compañeros anarquistas que él ha presentado.
CCI 30-11-06
En las Tesis sobre el movimiento de los estudiantes en Francia que hemos publicado en nuestra Web (ccionline/2006_tesis [16]) se hace un análisis detallado de esta importante experiencia de nuestra clase señalando que «Es de lo más importante que los actores de ese gran combate hagan fructificar ese tesoro sacando todas las lecciones de su experiencia, que identifiquen claramente cuáles ha sido las verdaderas fuerzas, pero también las debilidades de su lucha. Y sobre todo que despejen la perspectiva que se presenta a la sociedad, una perspectiva inscrita ya en la lucha que han llevado a cabo: contra los ataques cada vez más violentos que un capitalismo en crisis mortal va a aplicar inevitablemente contra la clase explotada, la única réplica posible que a ésta le queda es intensificar su combate de resistencia, preparándose así para el derrocamiento del sistema. Esta reflexión, como la lucha que se termina, debe ser llevada a cabo de manera colectiva, en debates, nuevas asambleas, círculos de discusión abiertos, como lo han sido las asambleas generales, a todos aquellos que quieran asociarse a esa reflexión, especialmente las organizaciones políticas que apoyan el combate de la clase obrera .
Esa reflexión colectiva solo podrá realizarse si se mantiene entre los actores de la lucha, la fraternidad, la unidad y la solidaridad que se han manifestado durante ella. Por eso, ahora que la gran mayoría de quienes han participado en la lucha se han dado cuenta de se ha terminado con la forma precedente, el momento ya no es para llevar a cabo combates de retaguardia, bloqueos ultraminoritarios y desesperados que están, de todas, condenados a la derrota y que podrían provocar divisiones y tensiones entre quienes, durante semanas, han llevado a cabo un combate de clase ejemplar».
Esta reflexión colectiva debe tener un carácter internacional pues las lecciones y experiencias del movimiento de los estudiantes interesan al proletariado de todos los países. Nuestra sección en España ha contribuido a ello publicando los sucesivos textos y hojas de intervención desarrollados por nuestra sección en Francia no solo en nuestra Web sino también en diversos foros (alasbarricadas, kaosenlared, indymedia…). En el mismo sentido de contribución a un debate ha organizado Reuniones Públicas en Barcelona y Valencia.
Recogemos aquí tanto dos debates suscitados por los foros que hemos animado como una síntesis de la discusión habida en las Reuniones Públicas.
LA GRAN MENTIRA DEL SIGLO XX SERA BARRIDA POR LA GRAN VERDAD DEL SIGLO XXI
En el Foro Kaosenlared y ante nuestro texto publicado sobre el movimiento de los estudiantes en Francia (kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=16346), un lector, que firma Francisco, cuelga el siguiente texto titulado ABAJO EL COMUNISMO:
¿Sinceramente creen que el capitalismo cayó, y que el comunismo es el futuro?
Díganme, ¿porque entonces la poderosa Unión Soviética, comunista, tuvo que caer ante el centro capitalista, EE.UU.? ¿Será porque el comunismo es un sistema QUE ELIMINA LAS LIBERTADES DE LOS PUEBLOS, mientras sus lideres se proclaman defensores del proletariado viven como verdaderos burgueses; esto es verdaderamente hipócrita y demuestra la falencia de los lideres de la llamada "revolución". Siempre hablan de revolución, nunca de progreso, de crecimiento para todos, de la necesidad de lideres eficaces y honestos; será, claro, porque sus propios lideres no son lo que proclaman ser, y porque la historia misma nos muestra como el comunismo cayó ante el mercado de capitales privados.
Fíjense en China, el principal referente comunista de hoy en día, donde la economía la movilizan los capitales extranjeros privados, fíjense si no han fracasado en su ideología de izquierda de economía controlada por el estado.
Fíjense en Corea del Norte, donde la pobreza es extrema y la producción solo alcanza para mantener un estado en decadencia que se preocupa mas por su imagen y apoyo popular que por su pueblo.
Por lo menos léanlo, ya se que no lo van a publicar, como es la filosofía comunista (censurar cualquier oposición sin dejar la libre expresión, mostrándole a la gente solo lo que quieren que ellos vean), a ver si por lo menos les queda algo de dignidad y honor y muestran lo que los demás piensan.
NUESTRA RESPUESTA
No podemos desarrollar una respuesta detallada, nos limitaremos a unos breves comentarios. Se puede ver nuestra posición argumentada en:
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Estamos muy orgullosos de ser comunistas. Nos reclamamos de una corriente política –la Izquierda Comunista- que desde principio de los años 20 denunció que el régimen que se estaba imponiendo en Rusia no tenía nada que ver con el comunismo, era su enterrador, su peor enemigo. En 1917, como punta de lanza de un movimiento internacional de la clase obrera, los trabajadores tomaron el poder en Rusia como primer paso de la Revolución Mundial. El movimiento que duró hasta 1923 y tuvo su última expresión en la Comuna de Shangai en China (1926, aplastada por Chiang-Kai-Check con la complicidad abierta del régimen ruso y de la mayoría del partido comunista chino) fue vencido por la burguesía mundial. La expresión de esta victoria en Rusia no fue la restauración de los viejos poderes (Zarismo o República democrática) sino una contra-revolución capitalista realizada en nombre de la revolución de 1917, de los Soviet y bajo la bandera de algo totalmente incompatible con el comunismo: el socialismo en un solo país.
La URSS no tenía nada de comunista como tampoco tienen nada de comunistas los regímenes militarizados de China, Cuba o Corea del Norte. El comunismo sólo puede ser mundial.
Nos han hecho creer que comunismo es “propiedad privada de los medios de producción” y comunismo es “propiedad estatal”.
Sin embargo, el capitalismo es perfectamente compatible con la propiedad estatal de los medios de producción. En países importantes como Francia que jamás se han presentado como “comunistas” un buen número de empresas son de propiedad estatal. Un régimen furibundamente anti-comunista como el de Franco en España estatizó un buen número de empresas. Desde hace casi un siglo, el capitalismo es en realidad un capitalismo de Estado que adopta diferentes formas: desde la “liberal” hasta la basada en una estatización más o menos completa de la economía.
No puede haber comunismo sin abolición del Estado y del trabajo asalariado. Hace más de 150 años lo defendieron Marx y Engels. Se puede leer en Los Principios del Comunismo: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/47-princi.htm [20]
A lo largo del siglo XX y como respuesta a la derrota del primer intento revolucionario del proletariado en 1917-23, la burguesía ha levantado LA GRAN MENTIRA DEL SIGLO XX: la identificación de los regímenes estalinistas de Rusia, China, Cuba etc., con el comunismo. Goebbels –ministro de propaganda del régimen nazi- decía que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad. La gran mentira del siglo XX ha sido repetida hasta la náusea desde todas las tribunas hasta convertirla en una “evidencia”: tanto Gobiernos como Oposición, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda, tanto los intelectuales que proclaman las “bondades” de los paraísos “socialistas” como los que denuncian sus maldades (a menudo, estos roles son intercambiables: numerosos corifeos de los “padrecitos” Stalin, Mao o Castro se han convertido en furibundos anti-comunistas y viceversa).
Llama la atención que los reproches del lector vengan a cuento de un documento adonde no hablamos de comunismo sino de un movimiento de lucha protagonizado por los estudiantes –futuros trabajadores- de Francia. Aclaremos que el comunismo no es una receta inventada por unos cuantos genios ni una ideología impuesta a la mayoría por una minoría de fanáticos. Como ya expusieron Marx y Engels en 1845: «Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual» (ver en "Feuerbach Oposición entre las concepciones materialista e idealista (Primer Capitulo de La Ideología Alemana) [21]"). Solamente el desarrollo de la lucha internacional del proletariado, la progresión de su conciencia, de su capacidad de organización, de su unidad y solidaridad, podrá llevar a un enfrentamiento general con el capitalismo en todos los países que construya la COMUNIDAD HUMANA MUNDIAL, el comunismo.
Del desarrollo de las luchas actuales del proletariado y especialmente del compromiso de sus generaciones más jóvenes, nacerá la realidad de «un gran movimiento independiente de la inmensa mayoría en beneficio de la inmensa mayoría» (Manifiesto Comunista, 1848) que podrá afirmar la gran verdad del siglo XXI -la emancipación de la humanidad del yugo del capitalismo- contra la gran mentira del siglo XX.
Corriente Comunista Internacional 23-4-06
LAS ASAMBLEAS PULMON DEL MOVIMIENTO DE LOS ESTUDIANTES
Una persona que firma “Una que estuvo en Francia” ha colgado el siguiente comentario en respuesta a nuestros textos sobre el movimiento de Francia
[https://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=16605 [22]]
Macabro!: Una que estuvo en Francia
Ojo con estos tipejos que han colgado la información. Mientras en Francia ciertos revolucionarios hemos comprendido el terreno falso de las asambleas estos tipejos nos vienen con estas mentiras. En Francia las asambleas están valiendo para esto:
1 - Que los sindicatos se desenvuelvan como pez en el agua. En realidad son los amos y señores. Y si no da igual el sentimiento mayoritario en las asambleas es el de seguir pies juntillas a los sindicatos de estudiantes
2 - Que las asambleas constituyan servicios del orden para asegurar la manifestación pacífica
3 - Que se margine a los violentos.
4 - Que mientras en las calles hay luchas, se pierda el tiempo debatiendo horas y días de cuantos delegados elegir por asamblea, de que caminos seguir en las manifestaciones, discusiones interminables no para la acción sino meramente teóricas En fin, patético. Quien esté en Francia y no sea un imbécil o un sindicalista sabe en que lado están los revolucionarios.
NUESTRA RESPUESTA
La persona que ha escrito esta nota nos trata de “tipejos” y mentirosos. No nos vamos a poner a su altura. Nos vamos a limitar a defender de forma argumentada el papel de las Asambleas.
Según esta persona las Asambleas pierden el tiempo « debatiendo horas y días de cuantos delegados elegir por asamblea, de que caminos seguir en las manifestaciones, discusiones interminables no para la acción sino meramente teóricas». Es difícil saber en qué Asamblea ha podido estar pero su apreciación es claramente rebatida por multitud de testimonios que muestran que las Asambleas han sido el órgano de control colectivo y solidario del movimiento, que en ellas se han tomado las decisiones, que han sido el lugar de una discusión madura y reflexiva. Por poner sólo un testimonio: «Los sindicatos burgueses de estudiantes, se mandan circulares entre ellos con las instrucciones precisas para manipular las asambleas. Al menos, en Montpellier no lo están consiguiendo. Cada vez más, el movimiento se gestiona más asambleariamente. Son muchos los que están recibiendo sus primeras experiencias en estos campos. Tanto en el de la autoorganización como el de la movilización»
https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=14455&postdays=0&postorder=asc&start=0 [23] )
La apreciación que damos en las "Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia [16]" ha sido ampliamente confirmada: «El carácter profundamente proletario del movimiento ha quedado también ilustrado en las formas que se ha dado, especialmente las asambleas generales soberanas en las que se expresa una vida real que no tiene nada que ver con las caricaturas de “asambleas generales” que suelen convocar los sindicatos en las empresas. En ese aspecto, hay, evidentemente, gran heterogeneidad entre unas y otras universidades. Algunas AG tenían mucho parecido con las asambleas sindicales, mientras que otras son el foco de una vida y reflexión intensas, expresando un alto nivel de implicación y de madurez de los participantes. Más allá, sin embargo, de esa heterogeneidad, es de lo más notable que muchas asambleas han logrado superar los escollos de los primeros días durante los cuales no paraban de dar vueltas y vueltas sobre cuestiones como “hay que votar sobre si hay que votar sobre tal o cual cuestión” (por ejemplo, la presencia o no presencia en la AG de personas ajenas a la Universidad, o la posibilidad de éstas tomen la palabra), lo que acarreaba la partida de bastantes estudiantes y que las decisiones últimas las tomaran miembros de los sindicatos estudiantiles o de organizaciones políticas. Durante las dos primeras semanas del movimiento, la tendencia dominante en las asambleas fue la presencia cada vez mayor de estudiantes, la participación cada vez más amplia en las intervenciones, y una reducción proporcional de las intervenciones de miembros de sindicatos o de organizaciones políticas. (…) en las asambleas mejor organizadas, hemos visto la renovación cotidiana de los equipos (de 3 miembros en general) encargados de organizar y animar la vida de la asamblea, mientras que las asambleas menos dinámicas y menos organizadas estaban más bien “dirigidas” todos los días por el mismo equipo, a menudo más pletórico que en aquéllas ».
Nuestra contradictora habla de que las Asambleas pierden el tiempo con “debates teóricos” mientras en la calle se lucha. En el movimiento de los estudiantes en Francia se ha dado una unidad evidente entre la reflexión colectiva y la lucha en la calle. La decisión de salir a la calle y manifestarse, de buscar la solidaridad de los trabajadores, de buscar la extensión del movimiento, ha surgido de animadas discusiones colectivas.
Al afirmar que «las asambleas constituyan servicios del orden para asegurar la manifestación pacífica», nuestra contradictora no dice la verdad, está mal informada o se basa en un ejemplo aislado. La decisión adoptada y aplicada por numerosas Asambleas ha sido la de colocar en los bloqueos o en las manifestaciones, equipos que tenían como primera misión discutir y convencer a la gente que se oponía a las manifestaciones o que trataba de agredir a los manifestantes. Esto no tiene nada que ver con un Servicio de Orden sindical o de grupos “izquierdistas”. Estos últimos actúan como auténticos remedos de la policía, buscan el enfrentamiento sin discusión con lo cual impiden ampliar y extender el movimiento, evitar que gane nuevas fuerzas, de esta forma contribuyen al objetivo esencial del Estado burgués consistente en aislar, dividir y atomizar las luchas obreras.
También se queja de que se “aislara a los violentos”. Efectivamente su “lamento” es fundado, la gran mayoría de los estudiantes no cayó en la estrategia de provocación empleada por el Gobierno De Villepin conchabado con los sindicatos y el PCF. Frente a ese intento, como afirmamos en las Tesis antes citadas «La profundidad del movimiento de los estudiantes se expresa también en su capacidad para no caer en la trampa de la violencia que la burguesía le ha tendido en varias ocasiones, incluido el uso de “reventadores”: ocupación policíaca de la Sorbona, ratonera al final de la manifestación del 16 de marzo, cargas policiales al final de la del 18 de marzo, violencias de los “reventadores” contra los manifestantes del 23 de marzo. Aunque una pequeña minoría de estudiantes, sobre todo los influidos por ideologías anarquizantes, se dejaron llevar a enfrentamientos con la policía, la gran mayoría lo hizo todo por evitar que se pudriera el movimiento en enfrentamientos repetitivos con las fuerzas represivas. En esto, el movimiento actual de los estudiantes ha dado pruebas de una mucho mayor madurez que el de 1968 ».
La mayor violencia que se puede ejercer sobre el Estado burgués es un movimiento cada vez más amplio y masivo, que se controla a sí mismo, que sabe lo que quiere, que mide cada paso que quiere dar. Esto puede parecer “pacífico” a todos aquellos que entienden por “lucha de clases” un carrusel de algaradas, choques aquí y allá, barricadas etc.
Finalmente, nuestra contradictora habla de que «los sindicatos se desenvuelvan como pez en el agua. En realidad son los amos y señores». Esta afirmación no se corresponde con la realidad.
En primer lugar, los sindicatos, cómplices evidentes del Gobierno, no movieron ni un dedo contra el CPE. Únicamente cuando vieron que los estudiantes luchaban cada vez más ampliamente y llamaban a los trabajadores a sumarse al movimiento, cogieron el tren en marcha y se pusieron a convocar manifestaciones y a prometer huelgas generales. Esta gesticulación radical la adoptaban como cobertura para impedir que nadie se moviera en los centros de trabajo.
Este juego consistente en prometer el oro y el moro y en la práctica intentar a toda costa mantener pasivos a los obreros en los centros de trabajo, ha empezado a ser cuestionado tanto por los trabajadores como por los estudiantes. En los primeros cundía un malestar evidente que estaba llevando a la aparición de los primeros brotes espontáneos de huelga, especialmente a partir del éxito de las manifestaciones del 28 de marzo y el 4 de abril. Este hecho ha obligado al Gobierno a retirar el CPE.
Los estudiantes, por su parte, han mostrado signos evidentes de desconfianza hacia los sindicatos. En numerosas asambleas se adoptaban acuerdos por los cuales la cabecera de las manifestaciones no debía ser de los sindicatos sino de los propios estudiantes con las consignas por ellos decididas. El 7 de marzo en París, los sindicatos se pusieron testarudos y quisieron imponer su cabecera, los estudiantes –que gozan de una mejor forma física que los bonzos sindicales- corrieron para ser ellos quienes encabezaran la manifestación dejándolos en ridículo, «los sindicatos han sido humillados», decía un periodista.
En cuanto a la UNEF –sindicatos de estudiantes próximo al PS- este se ha visto desbordado y desautorizado en numerosas asambleas. Su pretensión de ocupar la mesa de la Asamblea se ha visto contestada por la adopción de acuerdos muy mayoritarios que señalaban que ésta tenía que ser llevada por estudiantes no afiliados y debía renovarse cada día. La UNEF se ha opuesto a que gente “ajena a la Asamblea” (obreros, jubilados, militantes revolucionarios) pudiese hablar pero numerosas Asambleas han rechazado tal mordaza y han invitado a obreros, jubilados, padres de alumnos, revolucionarios a tomar la palabra y contar sus experiencias. Un pequeño ejemplo entre muchos: una Asamblea en Toulouse invitó a un militante de la CCI a participar en una comisión encargada de organizar charlas sobre la historia del movimiento obrero.
Podríamos seguir pero no queremos extendernos demasiado en esta respuesta cuyo objetivo esencial es defender la validez de una herramienta vital para las luchas futuras: las Asambleas Generales. Esta defensa no pretende cerrar los ojos a sus debilidades pero la crítica de estas sólo puede hacerse a partir de reconocer que son un arma imprescindible. Privar a la clase obrera del pulmón de las Asambleas Generales es condenarla a ser esclava del control de los sindicatos o bien de “minorías selectas” que, aunque rechacen formalmente a los sindicatos, actúan de forma sindicalista sometiendo a los obreros a una “autoridad externa” que los manipula teniéndolos ocupados a través de una cadena de propuestas de “acción” que lo que hacen es desgastarlos, dividirlos, aislarlos y con todo ello quebrar su espíritu de lucha.
Corriente Comunista Internacional 3-5-06
DEBATE INTERESANTE SOBRE EL MOVIMIENTO DE LOS ESTUDIANTES EN FRANCIA
Celebramos en Barcelona y Valencia a finales de marzo, Reuniones Públicas extraordinarias sobre el movimiento de los estudiantes en Francia. Damos cuenta aquí del debate, muy intenso y animado, que hubo en ambas reuniones[1].
No podemos abordar todas las cuestiones planteadas. Nos limitaremos a algunas de ellas, en nuestra opinión las más interesantes.
En ambas reuniones, los asistentes, poco numerosos pero muy interesados, se mostraron de acuerdo con algunas insistencias de nuestra presentación:
- se trata de un movimiento que pertenece enteramente a la lucha de la clase obrera tanto por que se trata de futuros obreros (que en su gran mayoría se verán golpeados por la precariedad o el desempleo) como porque las reivindicaciones y los métodos de lucha son los propios del combate del proletariado;
- denuncia de la falsificación y deformación que han hecho los llamados “medios de comunicación”: han presentado la lucha como un movimiento sindical y han silenciado totalmente las características proletarias del movimiento (asambleas, solidaridad, búsqueda de la extensión de la lucha etc.)
- se trata de un movimiento importante que muestra cómo la clase obrera tiende a desarrollar y reforzar su lucha a escala internacional, comenzando a salir del largo periodo de pasividad, desorientación y retroceso en el que se debatió después de 1989. En particular, significa la entrada en lucha, cada vez más masiva, de una nueva generación de obreros que aporta sangre nueva y aire fresco a la de lucha de las anteriores generaciones.
Uno de los puntos que más polarizó las discusiones fue precisamente la unidad entre las diferentes generaciones obreras. La lucha revolucionaria contra el capitalismo no puede ser acometida por una sola generación, necesita la solidaridad, la cooperación activa, la lucha común, de varias generaciones que intercambian mutuamente diferentes elementos: vitalidad, experiencia, reflexión, iniciativa, creatividad… Un asistente en Valencia insistió en algo que compartimos plenamente: esa unidad entre las diferentes generaciones se debe inscribir en la continuidad histórica del proletariado. Efectivamente: el proletariado es una clase histórica que lucha en función del porvenir revolucionario que encierra su combate el cual se levanta sobre la experiencia histórico-mundial de 200 años de luchas contra la explotación y la dominación capitalistas.
Otro punto en el que insistió un asistente en Valencia es el de la necesidad de comprender y difundir las experiencias de las luchas proletarias. Cada sector de la clase obrera está perdido sí no cuenta con las experiencias del resto de su clase. Tiene que comprender las maniobras de los sindicatos, de los gobernantes, de las patronales que suelen actuar de forma coordinada contra los trabajadores. Tiene que superar los obstáculos que hacen fracasar las luchas y eso sólo es posible mediante la acumulación de múltiples experiencias. En la lucha de SEAT en diciembre las Asambleas empezaron a desarrollarse pero no lograron afianzarse, en cambio, la experiencia de los estudiantes en Francia con una importante práctica de Asambleas masivas, bien organizadas, adonde se logra la unidad de todos los participantes y una reflexión muy viva, da respuestas a aquello en lo que la lucha de SEAT fracasó.
La cuestión de las Asambleas es muy importante y centró la discusión en las dos reuniones. ¿Cómo es posible que la burguesía que es una pequeña minoría dentro de la sociedad pueda mantener su dominio sobre toda la población? Lo logra por la división y por la inconsciencia de la clase obrera. Las Asambleas aportan respuesta a ambas cosas: en una Asamblea se puede ver prácticamente la unidad de la clase. En ella no nos vemos como una suma de individuos atomizados que cada cual va a la suya sino como un cuerpo unificado adonde todos aportan lo mejor de sí mismos. Pero al mismo tiempo, la Asamblea es la mejor herramienta para forjar la conciencia de clase: se discute colectivamente para tomar decisiones las cuales todos los presentes se comprometen a aplicar.
Se suele objetar: “las Asambleas pueden ser fácilmente manipuladas por sindicatos y partidos de izquierda”. Se recuerda siempre que los Consejos Obreros en Alemania fueron copados por la Socialdemocracia. Estos argumentos se emplean para desvalorizar a las Asambleas y privar con ello a la clase obrera de una de sus armas más eficaces. Pero esos argumentos olvidan una cosa: es en las propias asambleas, en la confrontación práctica y vigorosa contra los sindicatos y la Izquierda del Capital adonde los obreros aprenderán a reconocerlos como órganos de la burguesía con disfraz “obrero”, donde forjarán las armas para combatir sus trampas, donde los afiliados de buena fe a esas organizaciones comprenderán concretamente que deben romper con ellas. Es en las propias asambleas donde se verá el papel indispensable e insustituible que tienen las organizaciones revolucionarias. Es en ellas donde se verá que sus propuestas, su conducta, sus orientaciones, constituyen una aportación decisiva.
También se abordó la cuestión de la violencia. Toda lucha de clases es necesariamente violenta. Pero ¿en qué consiste la violencia del proletariado? ¿Es idéntica a la violencia de la burguesía o a la violencia de capas sociales desesperadas sin porvenir histórico como la pequeña burguesía o los marginados? A este respecto, el movimiento de Francia aportó respuesta muy valiosas:
- el gobierno francés, en complicidad con el P”C”F y los sindicatos, hizo todo lo posible para enredar a los estudiantes en una dinámica de enfrentamientos violentos minoritarios con la policía antidisturbios (los CRS). Los estudiantes evitaron en la mayor parte de los casos esa trampa. Mantuvieron manifestaciones y asambleas masivas. Evitaron dividirse y dispersarse. De esta forma lograron la verdadera fuerza contra el Estado burgués. Dispersos en una suma de choques minoritarios se volvían impotentes frente al Estado que posee todos los medios a su alcance y que está fuertemente coordinado. Unidos y organizados masivamente, el Estado se debilita y puede acabar perdiendo el control de la situación pues ya no tiene enfrente unos individuos dispersos sino una masa unida que aprende a saber lo que quiere.
- Los jóvenes de la periferia de las ciudades fueron azuzados para acudir a las manifestaciones a hacer destrozos e incluso –como sucedió el 23 de marzo- a golpear a los propios estudiantes. Estos reaccionaron con mucha sangre fría e inteligencia política y humana: en lugar de buscar el enfrentamiento cuerpo a cuerpo como los sindicatos querían, organizaron Delegaciones encargadas de discutir con los jóvenes de esas zonas para explicarles que tenían el mismo problema y que había que luchar unidos. De esta forma, aunque en un primer momento esta medida no dio resultados, estaban preparando el porvenir pues para derrotar al Estado burgués hay que ganar para la lucha del proletariado a todas las capas no explotadoras de la población convenciéndolas de que su verdadero interés como seres humanos está en unirse al combate revolucionario del proletariado.
Una asistente planteó que en su centro de trabajo la gente decía: “en Francia los trabajadores tienen fuerza porque los sindicatos están con ellos: organizan manifestaciones, se unen a los estudiantes etc.”. La discusión aclaró que en Francia los sindicatos guardaron durante más de un mes un silencio cómplice ante la imposición del CPE. Sólo se movilizaron tras una semana de luchas de los estudiantes. Vieron que debían “coger el tren en marcha” y decirse “solidarios” con ellos para controlar los centros de trabajo y evitar que el movimiento se contagiara a los obreros. Convocaron las manifestaciones para evitar que estas fueran impulsadas de forma espontánea por estudiantes y obreros. La burguesía tiene dos armas contra la lucha: la policía que actúa desde fuera del movimiento y los sindicatos que actúan desde dentro del mismo. Para realizar esta labor tienen que aparentar que están a su favor y ofrecer sus servicios de “especialistas” para tomar su dirección y sabotearlo progresivamente. Muchos detalles muestran esta labor de quinta columna: intentaron embaucar al movimiento con negociaciones trampa con el gobierno que fueron rechazadas por las Asambleas que se negaron a acudir a tales encuentros mientras aquel no retirara el CPE. Cuando delegaciones de estudiantes iban a las puertas de una fábrica los delegados sindicales salían a su encuentro evitando que hubiera una asamblea directa de obreros y estudiantes. Actuaban pues como policía que trata de impedir que los obreros se vean afectados por “malas influencias”. Pese a ello, en ciertas fábricas de los alrededores de París (Citroen, Snecma) los obreros decidieron desobedecerles y luchar por su propia cuenta.
Corriente Comunista Internacional 20-4-06
[1] Compañeros que no pudieron asistir nos han pedido la repetición de estas reuniones pues estaban muy interesados. Ahora que el movimiento se ha terminado con la retirada del CPE por parte del movimiento tenemos la distancia suficiente para reflexionar sobre sus lecciones y cómo extenderlas.
Hemos recibido la siguiente declaración de solidaridad con los jóvenes y obreros en lucha contra el CPE –que reproducimos a continuación- por parte de un Grupo de Discusión Comunista de Bengala (India).
Esta declaración testimonia que la significación de las luchas contra el CPE sobrepasa de lejos los límites de las fronteras francesas. Esta lucha no es un movimiento nacional sino una parte de la recuperación internacional de las luchas obreras contra –como dice el texto- “el pudrimiento del capitalismo”.
DECLARACION DE UN GRUPO DE DISCUSION DE BENGALA (INDIA)
Nosotros, participantes de un Grupo de Discusión en Bengala (India) hemos tomado conocimiento de los acontecimientos en Francia a partir de los documentos publicados en vuestro Sitio Web en inglés. Consideramos que el movimiento en Francia es un momento significativo de la lucha de la clase obrera, sobre todo en esta fase en que los ataques capitalistas toman un carácter cada vez más generalizado que llaman a una respuesta de la clase obrera cada vez más generalizada. Esperamos con impaciencia su desarrollo sobre un terreno enteramente proletario. Pensamos que es nuestro deber, en tanto que parte del movimiento obrero internacional, enviar nuestra solidaridad al movimiento. Esta carta debemos ser considerada como una declaración de solidaridad, por parte de los miembros del Grupo de Discusión, a todos los camaradas que luchan contra el CPE y contra el pudrimiento del capitalismo en general. Seremos muy felices sí podéis dar a conocer esta declaración de solidaridad a los camaradas en lucha.
A final de octubre una conferencia de organizaciones internacionalistas, grupos y militantes ha sido convocada por la SPA (Socialist Political Alliance) en las ciudades de Corea del Sur de Seúl y Ulsan. Pese al modesto número de miembros presentes, la SPA es la primera expresión organizada en el Extremo Oriente de los principios de la Izquierda Comunista (al menos en lo que nosotros conocemos) y esta conferencia ha sido la primera de ese tipo. Por todo ello, tiene una significación histórica y la CCI la ha apoyado lo más posible enviando una delegación a la sede de la Conferencia[1].
En los días que han precedido la conferencia, la importancia a largo plazo de sus objetivos, se ha visto ensombrecida por la dramática agudización de las tensiones imperialistas en la región causada por la explosión de la primera bomba nuclear de Corea del Norte y todas las maniobras que le han seguido protagonizadas por las diferentes potencias presentes en la región (USA, Japón, China, Rusia, Corea del Sur). La CCI considera vital que los internacionalistas presentes en Corea de Sur no se queden mudos ante semejante amenaza. Consecuentemente, esta cuestión ha sido ampliamente debatida en el curso de la Conferencia y ha dado lugar a la adopción por los participantes –cuyos nombres figuran abajo del texto de la Declaración siguiente:
Declaración Internacionalista contra la amenaza de guerra en Corea
Ante la noticia de las pruebas nucleares en Corea del Norte, nosotros, comunistas internacionalistas reunidos en Seúl y Ulsan:
Denunciamos el desarrollo de nuevas armas nucleares en manos de otro Estado Capitalista: la bomba nuclear es la expresión máxima de la guerra, su única función es el exterminio masivo de la población civil en general y de la clase obrera en particular.
Denunciamos sin reservas este nuevo paso hacia la guerra tomado por el Estado capitalista de Corea del Norte que demuestra de ese modo una vez más (sí ello fuera necesario) que no tiene absolutamente nada que ver con la clase obrera y el comunismo y que no es otra cosa que una de las más extremas y grotescas versiones de la tendencia general del capitalismo decadente hacia la barbarie militarista.
Denunciamos sin reservas la hipócrita campaña de Estados Unidos y sus aliados contra su enemigo norcoreano, lo que no es otra cosa que su preparación ideológica para lanzar –cuando tenga capacidad para ello- sus propias acciones preventivas de las cuales la clase trabajadora sería la principal víctima, como lo está siendo ahora en Irak. No debemos olvidar que Estados Unidos es la única potencia que ha utilizado armas nucleares en la guerra, cuando fueron aniquiladas las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki
Denunciamos sin reservas las supuestas “iniciativas de paz” que aparecen bajo el patronazgo de otros gángsteres imperialistas como China. Su preocupación no es la paz sino la defensa de sus propios intereses en la región. Los trabajadores no debemos tener ninguna confianza en la “intención de paz” de ningún Estado capitalista.
Denunciamos sin reservas todo intento de la burguesía de Corea del Sur de tomar medidas represivas contra la clase obrera o contra activistas en su defensa de los principios internacionalistas so pretexto de proteger la libertad nacional o la democracia
Declaramos nuestra completa solidaridad con los trabajadores de Corea del Sur y Corea del Norte, China, Japón o Rusia, que van a ser los primeros en sufrir las consecuencias si se producen acciones militares
Declaramos que sólo la lucha de los trabajadores a escala mundial puede detener la constante amenaza de barbarie, guerra imperialista y destrucción nuclear que pende sobre la humanidad bajo el capitalismo.
Esta Declaración ha sido firmada por las organizaciones siguientes:
Un cierto número de camaradas presentes en la Conferencia la han firmado a título individual:
[1] Escribiremos más adelante sobre los detalles de la Conferencia
La CCI (Corriente Comunista Internacional) y OPOP (Oposição Operária) en conjunto realizaron dos reuniones públicas a finales de mayo de 2006, una el día 27 en Salvador y la otra el día 31 en Vitoria da Conquista. En esta oportunidad el tema tratado en las reuniones fue: “El Movimiento de los Estudiantes Contra la Precariedad”, donde los compañeros de OPOP (sólo en Salvador) presentaron las movilizaciones del 2003 lideradas por los estudiantes de Salvador contra el aumento del pasaje (la llamada “Revuelta de Buzu”, en alusión al nombre que los habitantes de Salvador dan a los autobuses de transporte colectivo); la CCI presentó el movimiento de los estudiantes en Francia en la primavera (europea) de 2006 contra el Contrato de Primer Empleo (CPE).
Estas reuniones públicas, al igual que las realizadas en noviembre de 2005 (ver en nuestro sitio en Internet el artículo “Cuatro Intervenciones Públicas de la CCI en Brasil”) fueron organizadas de manera conjunta entre OPOP y la CCI. Sin embargo, en esta oportunidad las presentaciones de ambas organizaciones fueron decididas en común y cada una estuvo de acuerdo con su contenido y orientaciones. Aunque en la organización de estas reuniones participaron algunos contactos de la CCI en Brasil, es indudable que sin el importante trabajo de los compañeros de OPOP, las mismas no hubieran sido posible, ya que los compañeros: colocaron carteles en algunos sitios de Salvador; tanto en esta ciudad como en Vitoria repartieron hojas invitando a las reuniones, además de hacer invitaciones verbalmente. Es una muestra ineludible de cómo, dos organizaciones del campo proletario pueden unir sus fuerzas para realizar intervenciones en común, pese a las diferencias políticas que tenemos sobre algunas cuestiones. El aspecto central que nos une es el internacionalismo proletario, que nos lleva a desarrollar intervenciones en común como las aquí reseñadas, que se orientan en la dirección de fortalecer el debate en el seno de la clase obrera y el desarrollo de su conciencia.
Pese a la intensa lluvia en Salvador que entorpeció la participación – en relación a este tipo de reuniones – asistió un número razonable de personas, fuera de momentos con acontecimientos que impliquen movilizaciones importantes. En Vitoria la asistencia fue bastante más numerosa. En ambas reuniones fue notoria la asistencia de jóvenes (mayoritaria en el caso de Vitoria), aunque también tuvieron presencia significativa las viejas generaciones; principalmente elementos que han formado parte del « movimiento » que estuvo al origen de la formación / ruptura con el PT, y que parecen haber realizado una ruptura, mas o menos completa, con ese partido. Uno de ellos anima al grupo “Refundación Comunista” (que nada tiene que ver con el grupo de nombre similar en Italia). En el caso de Vitoria, la participación se vio beneficiada debido a que el mismo día de la reunión hubo una huelga de profesores de esa ciudad y de los profesores de la universidad regional. De esta manera, estuvieron presentes en la reunión profesores que se habían movilizado en una manifestación en horas de la tarde, así como estudiantes de la universidad que no tuvieron clase debido a la huelga de profesores.
Las reuniones celebradas fueron una oportunidad para que los asistentes conocieran los análisis de dos organizaciones marxistas, de las movilizaciones que realizan las nuevas generaciones de proletarios contra la precariedad que a toda costa intenta imponer el capital contra la clase obrera y el conjunto de la sociedad, en Francia, Brasil y todo el mundo. Esas reuniones son el mejor medio con que cuentan los grupos políticos proletarios para contrarrestar el “black out” y la tergiversación que hace la burguesía de las luchas que realiza la clase contra el capital.
Experiencias aunque aparentemente distintas, distantes en la geografía mundial y en el tiempo, tienen muchos elementos en común que las ubica de manera inequívoca como movimientos en el terreno de luchas del proletariado:
-Su origen es el mismo: la agudización de la crisis del capitalismo, la cual lleva de manera inevitable a cada burguesía a acentuar los ataques a las condiciones de vida contra el conjunto del proletariado (activos y desempleados, viejos y nuevos proletarios); incluso, como en el caso francés del CPE (Contrato de Primer Empleo), a atacar las condiciones de vida de los futuros proletarios.
-Son luchas que trascienden el marco de los movimientos estudiantiles y de meras reivindicaciones de este sector, ubicándose de plano en un marco más amplio de luchas contra los ataques a las condiciones de vida del proletariado.
-Son movimientos que expresan la reflexión que se está gestando a nivel de las nuevas generaciones de la clase aunque de manera incipiente, de que el capitalismo no puede ofrecer ninguna perspectiva a la sociedad; que ningún gobierno, sea de derecha como el de Chirac en Francia, o de izquierda, como el de Lula en Brasil, representa una salida a la pauperización que nos impone el capitalismo.
-Son luchas que tienden a darse de manera espontánea sus propios medios y métodos, fuera, e incluso enfrentando el control de los sindicatos tradicionales y de los gremios estudiantiles. En el caso de las luchas contra el CPE en Francia, el movimiento se basó en asambleas generales controladas por los propios estudiantes Las formas organizativas que se da el movimiento perduran sólo mientras éste expresa una vitalidad de lucha, y desaparecen con su reflujo.
En este contexto, los compañeros de OPOP expusieron el análisis y enseñanzas de las movilizaciones de agosto-septiembre de 2003 en Salvador contra el aumento del pasaje del transporte colectivo. Esas movilizaciones fueron lideradas por los jóvenes de esa ciudad, alumnos de secundaria en su mayoría, en la cual no participaron estudiantes universitarios. Aunque este movimiento fue poco divulgado fuera de Brasil, tuvo repercusiones importantes en otras ciudades de ese país: Fortaleza, Florianópolis, Río de Janeiro y Sao Paulo. Este movimiento ha sido descrito y analizado por OPOP en su artículo “Cuando “nuevos” personajes entran en escena”[1].
Desde sus inicios, el movimiento se ubicó como un movimiento de las masas trabajadoras en su conjunto, ya que el aumento de pasajes decretado por el gobierno local afectaba por igual a trabajadores activos o desempleados. El movimiento expresaba una lucha de las nuevas generaciones, la mayoría de ellos hijos de proletarios y ellos mismos futuros proletarios, contra la precariedad en que viven millones de brasileños. En su presentación, los compañeros de OPOP, mencionaron el dramático hecho de que, según declaraciones de las propias autoridades locales, cerca de 55 millones de brasileños tienen que transitar largas distancias a pie debido a que no tienen ingresos suficientes para pagar el costo del pasaje del transporte colectivo! En ese sentido, es perfectamente comprensible que en la medida que el movimiento se extendía y radicalizaba, eran mayores las expresiones de simpatía del conjunto de la población y de los trabajadores, quienes vieron identificados sus intereses con los de los jóvenes protagonistas del movimiento.
Otra característica de este movimiento fue que él mismo gestó de manera espontánea sus propios líderes y medios de lucha. Los jóvenes utilizaron como método de presión las manifestaciones de calle, el bloqueo de las principales vías de Salvador (una de las ciudades más importantes de Brasil – después de Sao Paulo, Río de Janeiro, etc.) y las estaciones de transferencia de los autobuses. Los jóvenes se organizaron en piquetes, que emergían desde las instituciones educativas hacia los diferentes sitios de la ciudad; éstos piquetes decidían la duración de los bloqueos y a cuáles vehículos se les permitía la circulación durante las acciones. Es indudable que en el movimiento estuvieron presentes los dirigentes de los gremios estudiantiles, principalmente de las grandes escuelas, pero los verdaderos líderes del movimiento emanaban del propio movimiento.
Obviamente, la burguesía tuvo que tomar medidas ante un movimiento que se prolongaba en el tiempo. En un primer momento intentó utilizar a las organizaciones estudiantiles, quienes convocaron una asamblea en el gimnasio de deportes de los trabajadores bancarios para plantear los acuerdos a que habían llegado con el gobierno, con la intención de hacer abortar el movimiento. La asamblea fue poco concurrida y saboteados los oradores adversarios; mientras que el movimiento continuó en las calles. Luego, el gobierno negoció ciertas “concesiones” con los gremios estudiantiles y patronos, pero sin echar atrás el aumento del pasaje, lo que permitió a la burguesía crear una matriz de opinión contraria al movimiento, lo que fue debilitándolo. Eso le permitió al gobierno recurrir al expediente de la represión, que no pudo utilizar cuando el movimiento estaba en plena efervescencia.
Aunque el movimiento no logró echar atrás la medida de aumento de pasaje, la “Revuelta de Buzu” del 2003 ha quedado como referencia de un movimiento liderado por los jóvenes, en su mayoría estudiantes de secundaria, futuros proletarios e incluso proletarios de “medio tiempo”, que sigue vivo para el conjunto de la clase obrera de Salvador y de todo Brasil.
El reciente movimiento de los estudiantes en Francia contra el CPE, el cual, teniendo una amplitud mayor que el de Buzu y ubicado en un país del llamado “primer mundo”, expresa que las nuevas generaciones de actuales y futuros proletarios, no están dispuestos a aceptar sin resistir las medidas de precarización que intenta imponer la burguesía en todos los países para descargar los efectos de la crisis capitalista sobre las espaldas de las viejas, nuevas y futuras generaciones de proletarios. Mencionamos a continuación los principales ejes de la presentación “Movimiento de los estudiantes en Francia de la primavera de 2006: Una rica experiencia para la lucha de clases internacional”, la cual puede ser leída en su totalidad en nuestro sitio en Internet.
En primer lugar denunciamos el trabajo de desinformación y tergiversación que desarrollaron los “medias” burgueses tanto en Francia como en el resto del mundo, para ocultar las verdaderas características de un movimiento, el cual representa la expresión mas importante de los últimos 15 años de la confrontación entre explotados y explotadores en ese país. Un movimiento que generó manifestaciones de hasta 3 millones de personas en un mismo día en todo el país, y que forzó a retroceder a la burguesía francesa debido a las crecientes manifestaciones de simpatía y solidaridad que se desarrollaron con los jóvenes en lucha, lo que abría posibilidades reales de que los trabajadores activos también entraran en lucha.
Las movilizaciones de los estudiantes en Francia se inscriben de manera inequívoca en las luchas del proletariado, ya que los estudiantes lucharon contra medidas que intentaban acentuar la precariedad sobre las nuevas generaciones de proletarios. En ese sentido, no se tratan de meras luchas estudiantiles, tal como las quiso presentar la burguesía a través de sus medias, sino que expresan la reflexión que se está dando dentro de las nuevas generaciones de que el capitalismo lo que nos ofrece como perspectiva es una mayor pauperización.
La presentación mostró como la fuerza de este movimiento estuvo en su capacidad de organizar Asambleas Generales (AG) donde se tomaban las decisiones trascendentales, a las cuales se invitó al conjunto de los trabajadores, de dentro y de fuera de las universidades y liceos. Las AG fueron el verdadero “pulmón” del movimiento: eligiendo delegados responsables ante ella y revocables, promoviendo y organizando el más amplio debate de las ideas, nombrando comisiones para extender el movimiento a otros sectores de estudiantes y a los trabajadores activos. El control de la lucha por los propios actores, es una de los aspectos claves que ubica de la manera mas clara a este movimiento en el campo proletario.
La presentación también analizó cómo el movimiento trató la cuestión de la violencia, tanto la generada por los cuerpos de represión, como la violencia hasta cierto punto permitida de algunos grupos (ultra minoritarios) de jóvenes de los barrios contra el movimiento. El tratamiento de esta cuestión fue de primer orden para el movimiento, pues trató concientemente de no caer en las provocaciones de violencia de los cuerpos de represión.
Los dos últimos aspectos desarrollados en la presentación estuvieron relacionados con las perspectivas que se abren para la lucha del proletariado después de este importante movimiento de los jóvenes hijos de la clase obrera: por una parte, no se trata de un movimiento aislado de las movilizaciones que la clase ha realizado desde el 2003 contra los ataques a la seguridad social y de luchas mas recientes, donde se han desarrollado elementos importantes de la solidaridad de clase. Por la otra, el movimiento de los estudiantes en Francia muestra un paso importante de las nuevas generaciones proletarias en el desarrollo de la conciencia de clase, con una puesta en cuestión, aunque de manera incipiente, de la capacidad del sistema capitalista para dar una salida a la creciente barbarie y pauperización.
Las discusiones fueron muy ricas; en ambas reuniones el tiempo fue corto para desarrollar la cantidad de cuestiones que plantearon los participantes. Un aspecto que sorprendió gratamente a los participantes fue que a través de la presentación que hizo la CCI, se percataron que el movimiento en Francia tenía una dimensión que los medias en Brasil (así como en el resto del mundo) habían tergiversado completamente al presentarlos prácticamente como una continuación de las revueltas que se habían dado en este país a finales del 2005, cuando mostraban las escenas de violencia y los destrozos ocasionados en los barrios periféricos de París y otras ciudades importante de Francia. Varios de los participantes dijeron que en los movimientos de los estudiantes contra el CPE, los medias presentaban con más énfasis las acciones de violencia de confrontación contra la policía.
Otro aspecto que llamó positivamente la atención de los asistentes fue que el marco que dieron ambas organizaciones para analizar los movimientos de Buzu y contra el CPE, les permitió percibir que estos movimientos, donde las nuevas generaciones de proletarios fueron la vanguardia, no eran acontecimientos aislados en el espacio y en el tiempo, sino que forman parte de un despertar lento pero persistente de ese “viejo topo” del cual hablaba Marx para referirse al movimiento que realiza el proletariado, muchas veces imperceptible, en la búsqueda de la superación revolucionaria del sistema capitalista .
En ese sentido, ambos movimientos, se inscriben dentro de los que desde el 2003 inició el proletariado en Francia y Austria contra los ataques a los sistemas de seguridad social, y las luchas de los trabajadores del sector público en Brasil contra los ataques del gobierno de izquierda de Lula a los mismos sistemas. Así como las huelgas de la Mercedes en el 2004 en Alemania, las del metro de Nueva York en el 2005 y la de los metalúrgicos de Vigo en mayo de 2006 en España, en las cuales se han destacado las expresiones de solidaridad de clase.
En las discusiones se plantearon diversas cuestiones de interés, las cuales fueron respondidas por miembros tanto de OPOP como de la CCI. Hacemos un resumen de las discusiones principales que desde nuestro punto de vista se presentaron:
En efecto, una de las características que tuvo el movimiento tanto de Buzu como el de las movilizaciones contra el CPE ha sido su carácter espontáneo; tanto desde el punto de vista de la forma como surgen, como de las formas organizativas que se da el propio movimiento. Éste surge de manera espontánea como respuesta de las jóvenes generaciones de futuros proletarios ante la precariedad que intenta imponer la burguesía a través de sus medidas para enfrentar la crisis económica. También de manera espontánea, el movimiento tiende a organizarse dándose sus propios medios de lucha. En el caso del movimiento de los estudiantes en Francia, se pudieron conformar AG soberanas con delegados elegidos y revocables por ésta; comités de huelga; etc., debido a la propia dinámica del movimiento y a la debilidad de las fuerzas de encuadramiento sindical en estos sectores, la cual obviamente es más fuerte en las sitios de trabajo. De esta manera el movimiento pudo contrarrestar la acción de los sindicatos y de las organizaciones estudiantiles, que tienden a mantener el movimiento dentro de los canales de la legalidad burguesa y a controlarlo para asfixiarlo.
La espontaneidad no es una novedad en las luchas del movimiento obrero. El proletariado desde que comienza a conformarse como clase, lucha de manera espontánea contra las condiciones de explotación que impone el capital. Como toda clase revolucionaria en la historia, tiende a organizarse para la defensa de sus intereses; es así como surgen los sindicatos en el siglo XIX. Sin embargo, al éstos órganos a integrarse al estado capitalista en el siglo XX (principalmente mediante el enrolamiento del proletariado a los frentes de guerra durante la primera guerra mundial), el proletariado tiende a darse espontáneamente los medios organizativos para defender sus intereses de clase, cuya máxima expresión en períodos de lucha revolucionaria son los consejos obreros, formados por primera vez en Rusia en 1905. Las AG autónomas (es decir, controladas por los propios obreros) que tienden a formar los trabajadores en su lucha cotidiana contra el capital, vienen a ser la prefiguración de esos consejos obreros que tenderá a formar la clase cuando su lucha revolucionaria la lleve a un enfrentamiento mas decidido contra el estado capitalista. En este sentido, los estudiantes en Francia, seguramente sin conocer esta experiencia organizativa de la clase, de manera espontánea asumieron formas organizativas de lucha genuinamente proletarias.
Ahora bien, el hecho de que las luchas sean espontáneas, no quiere decir que son luchas improvisadas, ni fáciles. El surgimiento de las luchas es el resultado de condiciones históricas, que tienen que ver con el nivel de la crisis capitalista y con el grado de “maduración subterránea” de la conciencia que se da en el seno de la clase obrera, de que el sistema capitalista no es capaz de ofrecer salida alguna a la humanidad. Por ejemplo, detrás de las reacciones de los estudiantes contra el CPE, no dejan de estar presente los ataques que desde hace años recibe el conjunto del proletariado francés (y mundial) contra la seguridad social, los salarios, las pensiones, etc. que tiene una incidencia sobre el conjunto de las familias proletarias. Por otra parte, ante el surgimiento de luchas con estas características, que tienden a quedar fuera del control de partidos y sindicatos, la burguesía utiliza todo su arsenal ideológico y político para intentar controlar el movimiento, tal como colocar a la cabeza del movimiento a partidos, grupos y sindicatos mas “radicales”; tales como los grupos trotskistas o tendencias de sindicalismo de base. También hacen su trabajo los “medias”, sindicatos y partidos tanto de derecha como de izquierda; quienes no dudan en calificar de “anárquica” toda lucha que tiende a quedar fuera de su control, e incluso llegan a estimular acciones violentas para desvirtuar el movimiento y justificar la represión. Situación que estuvo presente por ejemplo en el movimiento de Francia del 2006.
Cuestión muy importante que estuvo presente en ambas reuniones, que de alguna manera expresa una genuina preocupación de clase por conocer los avances organizativos que se puedan obtener de un movimiento de una envergadura y características como el de Francia, que generó manifestaciones de millones de personas, en las que participaron trabajadores de varias generaciones e incluso a futuros proletarios. Posiblemente le “aguamos la fiesta” a algunos de los participantes, al decirles que a pesar de que el movimiento hizo recular a la burguesía francesa, no quedó “como saldo” ninguna nueva organización, ni dentro ni fuera de los sindicatos u organizaciones estudiantiles.
En primer lugar hay que dejar claro que éste movimiento no se dio como objetivo “la revolución”, sino derrotar al CPE, lo que se logró por lo menos temporalmente.
Desde el punto de vista organizativo, el movimiento, al calor de las luchas, generó diversos medios y formas. Como dijimos, las AG fueron “el pulmón” del movimiento y en sus debates y decisiones se expresaba su vitalidad. Pero estas formas organizativas permanecieron mientras el movimiento se mantuvo con vida y pudo contrarrestar las maniobras del gobierno, partidos y sindicatos (de trabajadores y de estudiantes), en sus intentos por desbaratarlo. Ante la envergadura de las movilizaciones y ante la posibilidad real de que los trabajadores activos se sumaran al movimiento, la burguesía echó atrás el CPE, con lo cual el movimiento entró en reflujo hasta desaparecer y con él las AG y los lideres naturales del movimiento.
Quizás la expectativa que hay detrás de quienes formulan estas preguntas, sea que de alguna manera el movimiento haya podido gestar nuevas organizaciones de defensa de sus intereses de clase, diferentes a los sindicatos, que sean capaces de permanecer en el tiempo; ya que muchos de los presentes comparten nuestra posición de que los sindicatos son órganos del capital dentro de la clase. De la misma manera que los proletarios en lucha tienden a gestar sus organizaciones autónomas, éstas desaparecen con el reflujo de las luchas, tal como ha sucedido con el movimiento contra el CPE. Esto se debe en parte a la propia dinámica del movimiento, y a la presión que ejercen los sindicatos oficiales y no oficiales ya establecidos. Por otra parte, la experiencia del movimiento obrero muestra que las organizaciones de poder de la clase son capaces de permanecer en el tiempo, sólo en períodos pre-revolucionarios cuando el proletariado tiene la fuerza y conciencia capaz de retar el poder del estado burgués, tal como lo hicieron los consejos obreros en Rusia en 1905 y 1917, y los obreros en Alemania y otros países europeos durante la oleada revolucionaria que siguió a la Revolución Rusa. Fuera de estos momentos, cualquier organización de clase que permanezca en el tiempo, es inevitablemente integrada dentro del estado burgués.
Un ejemplo significativo de esta realidad fue el de los "Cobas" en Italia en 1987. "Cobas" significa comité de base. La lucha de los profesores en Italia, en 1987, fuera y contra los sindicatos, llevó a la constitución de Cobas que fueron reales órganos de lucha, constituidos de delegados electos por las asambleas de lucha. Bajo la influencia de organizaciones de extrema izquierda (como los trotskistas), una parte de ellos se mantuvieron como órganos representativos de los profesores después de haber acabado la movilización. Lo que sucedió fue que ellos pasaron a cumplir la función de un nuevo sindicato, más radical, al servicio del estado capitalista.
Esto no quiere decir que las luchas del proletariado, y en particular un movimiento de esta envergadura, no dejen ninguna huella en el seno de la clase. El “saldo” que dejó el movimiento es fundamentalmente político: cómo organizarse mejor para futuras luchas; cómo contrarrestar las maniobras del estado, principalmente a través de sus sindicatos y partidos, tanto de derecha como de izquierda. Pero el principal saldo positivo está a nivel de la conciencia de clase: de como un movimiento que se basa en sus propias fuerzas, que desde el comienzo se esfuerza por desarrollar la solidaridad de clase entre proletarios de diferentes sectores (activos, desempleados y futuros proletarios) y de varias generaciones, es capaz de desarrollar una fuerza tal que puede llegar a retar al estado burgués. La gran enseñanza del movimiento de los jóvenes en Francia es que las nuevas generaciones de proletarios no están dispuestas a soportar pasivamente la precariedad y la pauperización que impone el capital.
También un saldo en positivo de este movimiento son los círculos de discusión y las redes de elementos que se conformaron para sacar las lecciones del movimiento, cuyas repercusiones quizás no se perciban de inmediato tanto en Francia como a nivel mundial. Las organizaciones, grupos y elementos que luchamos por una perspectiva proletaria, debemos también desarrollar la reflexión y el debate sobre estos movimientos; tarea a la que la CCI se ha dedicado con el mayor entusiasmo, promoviendo, entre otras actividades, reuniones públicas en varios países, tal como las realizadas en Brasil.
Esta cuestión también fue planteada por varios de los participantes, y reviste mucha importancia debido a que tiene que ver con cuáles son los métodos de lucha del proletariado. A la base de ambos movimiento se encuentran la crisis del capitalismo, que lanza al desempleo, la precariedad y la exclusión social a millones de jóvenes; la desesperanza que el sistema capitalista ofrece a los hijos de la clase obrera; y la indignación que esta situación genera en ellos.
Sin embargo, hay dos aspectos que muestran una diferencia fundamental entre los dos movimientos: la cuestión de los métodos de lucha y la cuestión de la solidaridad. En este sentido, dijimos en la presentación:
“Sin embargo, las revueltas de los suburbios, debido a que expresan fundamentalmente una desesperación total ante esta situación, no pueden ser consideradas como una forma, aunque se aproximada, de la lucha de clases. En particular, los componentes esenciales de los movimientos del proletariado – la solidaridad, la organización, el control colectivo y conciente de la lucha en sus propias manos – no sólo estuvieron totalmente ausentes en las revueltas, sino que fueron negados.”
El movimiento de los estudiantes fue viva lección de como un movimiento que utiliza métodos proletarios de lucha puede trazar una perspectiva a los jóvenes y capas desesperadas de la población, que utilizan la revuelta para expresar su indignación. Así, los jóvenes de los suburbios que participaron en las manifestaciones, asumieron métodos de lucha totalmente contrarios a los de las revueltas de 2005.
Fueron algunos grupos de jóvenes de los barrios, probablemente manipulados por el estado, quienes participaron en acciones violentas de enfrentamiento contra la policía y que en algunas oportunidades llegaron a atacar a los manifestantes. Sin embargo, ante ellos la respuesta del movimiento no fue recurrir al “ojo por ojo; diente por diente”, sino mas bien el movimiento, en algunos lugares, decidió enviar delegaciones a los suburbios para explicar a los jóvenes que la lucha contra el CPE era también una lucha a su favor, pues atacaba las medidas que imponía el estado que a la larga acentúan el desempleo y la exclusión social.
La discusión permitió aclarar que el proletariado en su lucha no puede recurrir a cualquier método de lucha, que la revolución proletaria es sobre todo constructiva y que no puede utilizar el resentimiento social y el espíritu de venganza como motivaciones para la lucha. Se insistió en que todo movimiento de clase lo identifica la solidaridad y la no violencia en el seno de la propia clase obrera.
También esta cuestión fue planteada, en particular por algunos de los participantes que conocieron y fueron influenciados por los movimientos de mayo de 1968 en Francia.
Ambos movimientos son expresión de movimientos sociales que de alguna manera anuncian un cambio importante a nivel de la lucha de clases. Mayo del 68 abrió una dinámica de lucha de clases que se extendió hasta los años 80, a través de numerosos e importantes luchas en varios países: el otoño caliente de Italia en el 69, el Cordobazo en Argentina en el mismo año, las luchas en España y otros países de Europa en los años 70; la muy importante y significativo huelga de masas de los obreros polacos, etc. En ese sentido las repercusiones de las movilizaciones contra el CPE trascienden las fronteras de Francia (la presentación mencionó que como una consecuencia de las movilizaciones de los estudiantes en Francia, la burguesía alemana había decidido posponer la aplicación de medidas similares).
A la base de ambos movimientos está la crisis inexorable del capitalismo. Sin embargo, hay una diferencia importante entre uno y otro: en mayo 68 la crisis capitalista apenas hacía de nuevo su aparición después de las décadas de “bonanza” que siguieron a la II Guerra Mundial, mientras que el movimiento del 2006 se da en un contexto de varias décadas de crisis del capitalismo, que ha golpeado sin cesar las condiciones de vida de las familias proletarias y ha hecho crecer de manera exponencial las capas de sectores excluidos sociales. En ese sentido, los jóvenes que protestaban en el 68 no sentían el peso de la crisis tal como los jóvenes que hoy protestan contra el CPE; por eso no se consiguen en éste consignas un tanto fantasiosas, como “abajo la sociedad de consumo” o “paren el mundo que me quiero bajar”, que tuvieron mucha resonancia en el 68.
Movimientos como el de los estudiantes contra el CPE expresan un mayor grado de madurez de las nuevas generaciones de proletarios, quienes se plantean interrogantes sobre cuál futuro les ofrece esta sociedad. El hecho de que los jóvenes decidan “entrar a la escena” y oponerse a la precariedad es una característica significativa del período actual comparado con el 68. Es por ello que el movimiento de los estudiantes de Francia, al igual que el de Buzu, rompe con los esquemas de los “movimientos estudiantiles” tradicionales que en la mayoría de los casos defienden reivindicaciones meramente gremiales, inmersos en un medio interclasista e incluso nacionalista. Movimientos como los del 2006, a pesar de sus limitaciones, expresan un inequívoco carácter de clase al que hay que saludar.
Para poder comparar la actitud de los sindicatos en estos dos momentos particulares, es necesario analizar el contexto en que se dieron tales acontecimientos. Para eso hay que volver a la significación de mayo 68. Este acontecimiento expresó una ruptura en la dinámica mundial de la lucha de clases. Como ya dijimos, mayo 68 abrió un período de desarrollo de la lucha de clases. ¿Qué significa eso?, ¿Qué antes del 68 no había luchas obreras? De ninguna manera. La realidad muestra lo contrario. Lo que fue diferente antes y después del 68, fue la dinámica del desarrollo de la conciencia en la clase obrera. Después del 68, el desarrollo de la lucha de clases a nivel mundial, contribuyó con el profundizamiento de la conciencia de clase sobre varias cuestiones esenciales tales como: la naturaleza capitalista de los regímenes llamados socialistas, el papel de los sindicatos contra la lucha de la clase, la naturaleza burguesa de los partidos socialistas y comunistas, la función de las elecciones, etc. Era una dinámica de marcha hacia confrontaciones masivas entre las clases.
Todo lo contrario sucedió con la derrota de la ola revolucionaria mundial de 1917-23, que provocó un retroceso general de la conciencia en la clase obrera sobre cuestiones también esenciales, lo que quedó evidenciado con el alistamiento de los obreros en la Guerra mundial y su adhesión a los discursos nacionalistas de cada burguesía nacional. Contrariamente a lo que sucedió durante la Primera guerra mundial, la clase obrera no fue capaz, a través de su lucha revolucionaria, de poner un término a la Segunda; y después de esta última, continuó sufriendo una explotación acentuada, sin tener la capacidad de poner en cuestión, aunque de manera embrionaria, la explotación capitalista a través de sus luchas.
Era una dinámica de sometimiento creciente de los obreros al orden capitalista.
En ambos casos, el papel de los sindicatos fue de actuar a favor del orden capitalista: durante la contrarrevolución, para debilitar aún más la lucha y la conciencia de la clase obrera; después del 68, para intentar impedir su desarrollo. En las luchas de mayo del 36, los sindicatos consiguieron hacer lo que habría parecido inimaginable menos de 20 años atrás: qué las manifestaciones obreras desfilaran tras las banderas roja y de Francia! Los sindicatos celebraron los acuerdos de Grenelle como una gran victoria de la clase obrera mientras que este simulacro de victoria (poco tiempo después, las victorias fueron recuperadas por el capital) solo sirvió para llevar a los obreros a identificarse con el interés nacional, incluso para defenderlo en la Guerra mundial. Los sindicatos tuvieron un control perfecto de las luchas de mayo del 36, mientras el movimiento contra el CPE consiguió en muchos aspectos importantes mantenerse fuera de su control directo. Pero en ambos casos, los sindicatos actuaron como lo que son en realidad: enemigos de la clase obrera.
Aguda e interesante pregunta que fue planteada por uno de los participantes. Es indudable que un movimiento de estas dimensiones, que sorprendió a la propia burguesía francesa y puso al desnudo su torpeza y contradicciones, no podía dejarse a su libre desarrollo. Por ello, la burguesía a través de sus medias y sus órganos de control (sindicatos y partidos de derecha e izquierda) trató de explotar las debilidades de un movimiento, donde la mayoría de sus participantes era primara vez que se planteaban una lucha.
El movimiento tuvo muchas ilusiones con respecto al verdadero papel de los sindicatos. En su búsqueda de la solidaridad de los trabajadores activos, varias de las decisiones de las AG en este sentido fueron desvirtuadas en llamados a los sindicatos para que estos convocaran a los trabajadores a la lucha. También fueron desvirtuadas las aspiraciones de los estudiantes, a través de llamamientos de los sindicatos a la “huelga general”. Estas ilusiones estuvieron alimentadas por grupos supuestamente “radicales” a los ojos de los estudiantes, tales como los grupos trotskistas como la “Liga Comunista Revolucionaria”. Estos grupos, de manera bastante inteligente controlaron progresivamente los órganos de coordinación del movimiento, donde “filtraban” y manipulaban los acuerdos de las AG; situación que el movimiento no controlaba.
También hicieron los suyo los partidos de la izquierda tradicional francesa (PS, PCF, etc.), a quienes no les quedó otro camino que “apoyar” el movimiento: aparte de movilizar su maquinaria sindical para intentar controlar el movimiento, introdujeron el veneno de la ideología de la democracia burguesa, haciendo planteamientos alusivos a la incapacidad de Chirac y la derecha, proponiéndose como la mejor opción para formar gobierno ante las elecciones presidenciales de 2007.
También en las universidades estuvieron presentes las ideologías de los grupos altermundialistas[2], tales como ATTAC[3], denunciando a la globalización y a las políticas neoliberales como las causantes de la pobreza en el mundo, abriendo las puertas a la ilusión de que puede existir un capitalismo “bueno” con políticas económicas “mas humanas”. Tampoco dejaron de estar presentes intervenciones de quienes mostraban su apoyo a Chávez, Evo Morales y Lula, precisamente los responsables de llevar adelante los planes que pauperizan a los trabajadores y al conjunto de la población de sus respectivos países.
Estas ilusiones deberán ser sujetas a la crítica, como resultado de la reflexión y discusión de quienes participaron en el movimiento, y se plantean sacar un balance de este movimiento. También deben formar parte de la reflexión de los elementos y grupos mas politizados de la clase.
También en las discusiones fueron planteados otros aspectos no directamente ligados con el tema de discusión:
De ninguna manera. La crisis actual tiene su génesis en las propias contradicciones del modo de producción capitalista, y el chavismo es un gobierno burgués, tal como lo son los gobiernos de Chirac en Francia, el de Lula en Brasil o el de Bush en EEUU. Todos ellos son gobiernos que se sustentan en la explotación de la clase obrera. El proyecto chavista surgió como una necesidad de la burguesía venezolana, tras el agotamiento y descomposición de los partidos socialdemócratas y socialcristianos que gobernaron en Venezuela durante las 4 últimas décadas del siglo pasado. Este agotamiento de los partidos tradicionales de la burguesía, es lo que está a la base del ascenso de gobiernos de izquierda a nivel mundial, tales como el de Lula, Kirchner, etc., para sólo mencionar casos de América Latina.
La particularidad de la “revolución bolivariana” de Chávez radica en que es tal el grado de descomposición y debilidad de la burguesía venezolana, que no tuvo la capacidad de contrarrestar la conformación de un gobierno populista izquierdista de corte “radical”, que ha logrado colocar en el poder a una “nueva” burguesía, que intenta excluir a los sectores burgueses que gobernaron en el pasado, sustentada en el apoyo de las capas mas excluidas de la sociedad. Aunque el populismo es un recurso al que recurre cualquier burguesía bien sea de derecha o izquierda en momentos de crisis política y económica, los sectores mas concientes de la burguesía tienden a contrarrestar sus expresiones más “radicales”, ya que una burguesía nacional dividida queda debilitada para enfrentar la crisis capitalista. En la medida en que una burguesía es más fuerte, existen menos posibilidades de que emerjan gobiernos de corte populista radical. Se observa, por ejemplo, en los gobiernos de Lula y Kirchner, que aunque coquetean con el populismo, mantienen una cohesión en el seno de la burguesía. En este sentido, hay menos posibilidades de que surjan gobiernos de este corte en países como Francia o en otros países industrializados, donde las clases burguesas son históricamente más fuertes.
Otra particularidad del chavismo es su frenético “antiimperialismo”, fuente de admiración a nivel mundial de sectores de la izquierda, izquierdistas y altermundialistas. La burguesía chavista en el poder ha sabido explotar a su favor las debilidades y dificultades de EEUU en su política imperialista a nivel mundial, para desarrollar su propia política imperialista hacia su “patio trasero” (El Caribe, Centroamérica y algunos países suramericanos) sustentada en los altos ingresos petroleros. No nos sorprende este apoyo de izquierdistas y altermundialistas a la burguesía chavista, pues para ellos existe un único imperialismo, el de EEUU; por ello están dispuestos a apoyar a cualquier gobierno o sector que se oponga a Bush, así tenga las manos llenas de sangre tal como las tiene la burguesía americana. A ellos hay que decirles que el gobierno “antiBush” de Chávez nunca ha dejado de suministrar petróleo a EEUU ni de pagar la deuda externa, de la cual los bancos americanos son los principales acreedores. El “antiamericanismo” de Chávez es una trampa “caza bobos” para intentar confundir a los elementos y grupos que de manera honesta se oponen a la política imperialista de los EEUU, para intentar ocultar que en el capitalismo decadente, todo país en mayor o menor grado, tiende a desarrollar su propia política imperialista.
Otro punto “a favor” de la “revolución bolivariana” de Chávez son sus supuestos logros a favor de la eliminación de la pobreza. Mediante una política sustentada en la promoción y financiamiento del estado del cooperativismo, la cogestión y la autogestión, el chavismo desarrolla la precariedad y flexibilización laboral, pues estos modelos de gestión tan apreciados por anarquistas y altermundialistas, sirven para camuflar unas relaciones de explotación basadas en salarios de hambre y sin los trabajadores tener los beneficios que prevé la propia legalidad laboral. En este sentido el gobierno de Chávez desarrolla una política tan explotadora y “neoliberal” como la que realiza la burguesía norteamericana y las otras burguesías del mundo.
La actitud a adoptar delante de la degeneración de una organización del proletariado es una cuestión muy seria. De hecho, la responsabilidad de los revolucionarios es de llevar el combate hasta el fin contra la influencia creciente de la ideología de la burguesía dentro de una organización realmente proletaria. "Hasta el fin" puede significar, sea hasta la victoria contra el oportunismo; sea, por lo contrario, hasta que no exista ninguna vida obrera dentro del partido, es decir, ninguna posibilidad de llevar por buen camino al partido definitivamente pasado al campo del enemigo de clase. Fue un tal combate el que asumieron las fracciones de izquierda dentro de los partidos en degeneración, social-demócratas y después comunistas.
¿Será qué tal comportamiento se aplica también al PT? De hecho no; por la simple razón que éste nunca ha sido un partido de la clase obrera. Nació burgués y siempre lo será. Él no surgió como instrumento de la lucha del proletariado, como los partidos social-demócratas o comunistas antes de traicionar, sino como una mera creación del estado burgués con el objetivo de canalizar la lucha de la clase para debilitarla.
Estas fueron las palabras de uno de los participantes en la reunión pública; mas, era el espíritu que se sentía entre los participantes después de finalizadas las reuniones. Tanto la CCI como OPOP compartimos este espíritu y nos sentimos altamente motivados a seguir trabajando en conjunto para que estos “espacios proletarios” se mantengan y se desarrollen. A pesar de los aspectos pendientes por discutir entre ambas organizaciones, en lo fundamental se mostró un acuerdo con las respuestas que se dieron a los diversos puntos planteados por los asistentes.
Una vez mas la CCI agradece a los compañeros de OPOP su dedicación y entusiasmo en la organización de estas reuniones, sin los cuales no se hubieran podido realizar. Pero sobre todo agradecemos a los compañeros que respondieron a nuestro llamado, quienes mediante sus intervenciones contribuyen a tejer una perspectiva proletaria mundial. Les invitamos a que participen en las próximas reuniones que vamos a organizar y a que nos hagan llegar sus comentarios sobre este balance que hacemos de este importante encuentro del proletariado que se ha realizado en Brasil en mayo de 2006.
CCI
Julio 2006
[1] Este artículo será publicado próximamente en el site de la CCI, junto con otros artículos recientes de OPOP. Para conocer varios de sus artículos, visitar su site: https://sites.uol.com.br/opop [27]
[2] Corriente ideológica de cobertura mundial que se ha desarrollado desde finales de los años 90, que incluye a grupos, organizaciones, partidos, sindicatos, intelectuales y gobiernos, que tienen como bandera la lucha contra “el neoliberalismo”, “la globalización” y el “imperio del mal”, o sea, los EEUU. Tomó popularidad con el radicalismo de las manifestaciones de Seattle a finales del 99, con ocasión de la cumbre de la Organización mundial del comercio (OMC). Posteriormente, con el objetivo supuesto de crear un foro alternativo al Foro de Davos, varios de los pioneros del movimiento altermundialista (entre los que se cuenta Ignacio Ramonet, director del mensual francés le Monde diplomatique ), con el apoyo del PT de Brasil, iniciaron la celebración en la misma fecha que se celebra el de Davos, el Foro Social Mundial que se organizó las tres primeras veces en Puerto Alegre (en 2001, 2002 y 2003), ciudad símbolo de “la autogestión ciudadana”.
La altermundialización, es una reacción adaptada de la burguesía ante el desprestigio sufrido por los partidos comunistas y socialistas después del derrumbe del bloque ruso en 1989, frente al agotamiento de las campañas de “muerte del comunismo” y a los inicios de una toma de conciencia en la clase obrera. Aunque los partidos comunistas y socialistas participan del altermundialismo un poco tras bastidores, la burguesía ha tenido la inteligencia de agrupar a tendencias izquierdistas, anarquistas, postmodernistas, ecologistas, etc.; de tal manera que ningún movimiento social prácticamente escape a su influencia.
El altermundialismo de alguna manera ha venido a sustituir la ideología de la izquierda del capital de las “luchas de liberación nacional” de los años 60, que permitió a las burguesías de los países de la periferia llevar al proletariado y a la población a los frentes de guerra de las grandes potencias imperialistas de entonces (EEUU y la URSS). Hoy, el movimiento altermundialista de alguna manera contribuye ideológicamente al mismo objetivo, al dar su apoyo a la lucha de los “pueblos oprimidos” del Oriente Medio y Afganistán. También sirven de sustento al sometimiento y explotación del proletariado de los países bajo supuestos regímenes “revolucionarios” como los de Venezuela, Bolivia, Cuba, Corea del Norte, Irán, etc.
[3] Organización nacida en Francia, pionera del altermundialismo y que aparece como el “teórico” principal de esa corriente.
Esta organización (ATTAC, cuyas siglas en español significan: Asociación para el impuesto de las transacciones financieras y de ayuda a los ciudadanos) nació oficialmente en junio de 1998, tras una serie de contactos en torno a un editorial de Ignacio Ramonet de diciembre de 1997. Para ilustrar el éxito del movimiento altermundialista, ATTAC tenía ya más de 30 000 miembros a finales del 2000. Hay, entre ellos, más de 1000 personas morales (sindicatos, asociaciones, asambleas locales), unos cien diputados franceses, muchos funcionarios, sobre todo profesores, y cantidad de famosos, políticos o artistas, organizados en unos 250 comités locales. En la actualidad existe en alrededor de 50 países.
Ese poderoso instrumento ideológico se creó sobre la idea de la “tasa Tobin”, del nombre del premio Nóbel de economía, James Tobin, para quien un impuesto de 0,05% en las transacciones de cambio de divisas permitiría su regulación, evitando los excesos de la especulación. Para ATTAC, ese impuesto permitiría, sobre todo, recoger fondos que luego se dedicarían al desarrollo de los países más pobres.
Para un desarrollo mas completo de la posición de la CCI sobre el altermundialismo y ATACC ver en nuestro sitio el artículo de la Revista Internacional “La altermundialización: una trampa ideológica contra el proletariado”
Hemos publicado recientemente en nuestra web un artículo sobre la intervención del GCI (Grupo Comunista Internacionalista) en la lucha de los estudiantes en Francia. El GCI es un grupo que muchos consideran parte de la tradición de la Izquierda Comunista, pero como se ponía de manifiesto en nuestro artículo, eso es un fraude total. Bajo su bandera aparentemente radical, el volante del GCI reivindicaba métodos de lucha que se asimilan al sindicalismo, al tiempo que expresaba un completo desprecio por los esfuerzos de los jóvenes proletarios en Francia para tomar a cargo su organización, al margen de los sindicatos, llamándoles a «ROMPER el democretinismo de las AG (asambleas generales, NdR) “soberanas y masivas”, escupamos a los “delegados elegidos y revocables en permanencia”».
Del mismo modo, frente a la extensión de las masacres imperialistas por todo el mundo, el GCI, que se las da de enemigo de cualquier nacionalismo, escupe esta vez sobre el internacionalismo proletario.
Ya hemos mostrado esto en otro artículo, «¿Para qué sirve el GCI?», en la Revista Internacional nº 124. Allí señalábamos que para el GCI, que hace tiempo que está fascinado por los métodos del terrorismo y la lucha de guerrillas, la mayoría de las acciones armadas atribuidas a la “Resistencia” en Irak son de hecho expresiones de la lucha obrera. Citamos en particular este pasaje:
«todo el aparato, los servicios, los órganos, los representantes del Estado mundial, que se encuentran en el lugar, son sistemáticamente elegidos como objetivo. Lejos de ser actos ciegos, esta resistencia armada tiene una lógica si hacemos el esfuerzo de salir de estereotipos y de la falsa propaganda ideológica que los burgueses nos proponen como única explicación de lo que pasa en Irak. Detrás de los objetivos, así como en la guerrilla cotidiana dirigida contra las fuerzas de ocupación, se pueden percibir designados los contornos de un proletariado que intenta luchar, organizarse, contra todas las fracciones burguesas que han decidido imponer el orden y la seguridad capitalista en la región, aún si todavía es extremamente difícil juzgar el grado de autonomía de nuestra clase en relación con las fuerzas burguesas que intentan encuadrar la rabia de nuestra clase contra todo aquello que representa al Estado mundial. Los actos de sabotajes, atentados, manifestaciones, ocupaciones, huelgas... no son hechos de islamistas o de nacionalistas panárabes. Dicha interpretación es demasiado simplista y va en el sentido del discurso dominante que quiere encerrar nuestra comprensión en una lucha entre «el bien y el mal», entre «los buenos y los malos», un poco como en una película de cowboys, eliminando una vez más la contradicción mortal del capitalismo: el proletariado» (Communisme nº 55 “Algunas consideraciones sobre los acontecimientos que sacuden actualmente Irak”, febrero 2004)
De hecho, según el GCI, el nivel de la lucha de clases y de la conciencia de clase en Irak es tan alto, que el objetivo principal de la invasión de Irak era reprimir el movimiento de clase. La invasión habría sido principalmente una “intervención policial” desencadenada por lo que llaman «El Estado mundial» contra una fracción particularmente combativa del proletariado. Y en el caos y la carnicería que se ha generado tras la ocupación, el GCI continua viendo un movimiento de clase, tan avanzado, que habría llegado al terreno de la lucha armada.
Parece que esta delirante distorsión de la auténtica pesadilla que vive Irak, ha producido algunas reacciones incluso de los simpatizantes del GCI. En el nº 53 de su revista Comunismo, en español, dan el paso, hasta ahora sin precedentes, de publicar un debate entre el GCI y sus simpatizantes: «Discusión internacional acerca de la lucha del proletariado en Irak». El artículo comienza con una carta que expresa serias reservas sobre la reivindicación del GCI de la lucha armada y los atentados en Irak como expresiones de la lucha obrera:
«Vuestro artículo en torno a Irak en el último Comunismo pese a intentar situarse dentro de una perspectiva de clase, de la acción, de las dificultades y del nivel de autonomía del proletariado (característica, como ya os he comentado alguna vez, cualitativamente positiva de los análisis de vuestro grupo) cae en la amalgama y la homogeneización que hacen los análisis burgueses de la situación en Irak, identificando lo que sucede en Irak con sangrientos e indiscriminados atentados que nada tienen que ver con expresiones de lucha proletaria (que sí se están dando), y en este error caéis vosotros enumerando ciertos atentados sin duda perpetrados por fracciones burguesas (¿por la CIA, por saddamistas, por Siria, por Irán...?) tales como el atentado a Al Hakim, el de la ONU o el de la embajada de Jordania en verano de 2003 como expresiones de lucha proletaria.»
Le sigue un extenso texto –no está claro si de la misma autoría u otra, aunque se trata aparentemente del trabajo de un grupo- que expresa igualmente dudas sobre algunas de las afirmaciones del GCI sobre el avanzado nivel de la lucha de clases en Irak. El texto cuestiona los argumentos del GCI que defienden que la oleada de saqueos que se extendió por todo el país durante la invasión fue un movimiento proletario, señalando por ejemplo que no solo se saquearon las oficinas del gobierno y los palacios de Saddam, sino también muchos hospitales que quedaron sin suministros vitales. También cita una lista de otras acciones que están más claramente en un terreno de clase, como las manifestaciones de desempleados o las que reivindicaban el pago de atrasos. Y aunque parece que está de acuerdo con el GCI en que «las acciones armadas están bastante arraigadas entre la clase obrera en Irak», plantea sin embargo que es un tremendo error caer en la misma homogeneización que los medios burgueses aplauden alegremente:
«Si estos atentados son obra de sadamistas, de Siria e Irán interesados en enfangar a USA en Irak, de islamistas o de la CIA (si acaso no son la misma cosa estos dos últimos) no nos importa tanto, lo que sí parece claro es que pretenden dividir y aterrorizar al proletariado iraquí, y consideramos un tremendo error caer en la misma homogeneización de la que hacen gala los medios burgueses aplaudiendo estos atentados (como ha hecho el gci en su artículo sobre Irak, que pese a partir de una perspectiva de clase, tiene dosis de homogeneización y confusión; o los compañeros de Arde[1] que, a nuestro entender, precipitadamente y de forma poco argumentada hablaron de los atentados a la ONU o de los sabotajes como expresiones de avances proletarios)»
Frente a esta crítica, el GCI no se echa atrás; al contrario, expone su horrible amalgama aún más vergonzosamente. Por ejemplo, frente a las reservas respecto al atentado al cuartel general de la ONU, descrito como expresión del combate proletario, responde:
«El “atentado contra la ONU” que vosotros calificáis alegremente como burgués, con el insuficiente criterio de que murieron civiles (¡durante la historia hay muchísimos actos violentos del proletariado que han hecho víctimas civiles!). Precisamente ese atentado fue el más denunciado por todas las fracciones burguesas de oposición en Irak, muy especialmente incluidas las fracciones que se proclaman dirigiendo la “lucha armada de resistencia en Irak”.»
De hecho, muy probablemente, el atentado fue obra del grupo de Al Zarquawi, del que muchas de sus acciones han sido condenadas por un montón de organizaciones de la “resistencia”. En todo caso, el GCI está más que dispuesto a aplaudir este tipo de ataques al “Estado mundial”, aún cuando los proletarios que los llevan a cabo estén «atrapados por fuerzas burguesas» -o sea, cuando sean obra de Al Quaeda u otras bandas terroristas. De hecho el GCI justifica su deleite al contemplar el derrumbe de las Torres Gemelas con el mismo argumento:
«Nosotros expusimos claramente esta distinción en nuestro editorial de Comunismo número 48 “Capitalismo=terrorismo contra la humanidad; contra la guerra y la represión capitalistas” cuando comentamos los sucesos del 11 de septiembre. Al mismo tiempo que mostramos que el proletariado tiene interés en la destrucción de esos objetivos que representan y realizan perfectamente el terrorismo del capital mundial, en vez de llorar por los civiles muertos, como hacen todos los cómplices con la dictadura democrática, dejamos claro que ello no implica decir que es un atentado realizado por el proletariado como clase. Más todavía, explicamos claramente que, incluso cuando esas acciones sean realizadas por proletarios (en el sentido sociológico del termino), aunque destruyan centros de represión y comercio mundial y que lógicamente nosotros como los revolucionarios del mundo sentimos enorme simpatía por tales actos, nosotros no apoyamos las organizaciones que realizan tales acciones. Así no descartamos que dichas acciones hayan sido llevadas adelante por organizaciones islamistas, que definimos como centristas, es decir por organizaciones extremas de la socialdemocracia que constituyen la última y más férrea barrera contra la revolución».
Así, mientras los revolucionarios en todo el mundo denunciaban la masacre del 11 de Septiembre como un acto de guerra imperialista (que probablemente el Estado americano “dejó que ocurriera” para justificar sus planes de guerra); mientras expresamos nuestra solidaridad con los miles de proletarios inmolados en este crimen bárbaro, el GCI sólo podía sentir una “gran simpatía” por las acciones de Bin Laden y Al Quaeda, extrañamente definidos como “centristas” (término que tradicionalmente define una fracción confusa o indecisa del movimiento político proletario), y que en cualquier caso estarían acometiendo un acto –la destrucción de centros de represión y de comercio mundial- “en interés” del proletariado.
«Considerar que un atentado es correcto, o como decís vosotros aplaudirlo, porque se golpea al estado burgués internacional, no implica, para nosotros, apoyar a la organización que lo realiza». La lógica es típicamente trotskista. Igual que los trotskistas la emplean para apoyar proto-Estados nacionalistas como la OLP, Hezbollah, o el Ejército de Liberación de Kosovo, el GCI la ha empleado antes para justificar su apoyo a las acciones de Sendero Luminoso en Perú, o el Bloque Popular Revolucionario en El Salvador.
Y realmente para el GCI, para quien el súmmum de la acción proletaria es el trabajo de grupos violentos minoritarios y clandestinos, no cabe ninguna distinción entre los métodos del proletariado y los del terrorismo burgués. No es de extrañar que los simpatizantes críticos del GCI estén confusos. Quieren ser capaces de ver qué actos de sabotaje, qué atentados contra las fuerzas de la coalición, los cometen islamistas reaccionarios u oscuras fuerzas estatales, y cuales son llevados a cabo por “grupos de proletarios asociados”. Pero de lo que no se dan cuenta es de que las “iniciativas” armadas de minorías, sin conexión con la lucha de la clase por sus propias reivindicaciones y mediante sus propias formas de organización, sólo pueden ser recuperadas por la burguesía para volverlas contra los intereses de la clase obrera; incluso cuando inicialmente hayan sido obra de grupos que actúen más o menos espontáneamente.
Junto a la amalgama del GCI entre la violencia de clase y el terrorismo, su apoyo a la Resistencia en Irak se apoya en una atroz distorsión del internacionalismo proletario. Sazonando la respuesta del GCI a sus críticos hay citas del anarquista mexicano Ricardo Flores Magón. Magón fue ciertamente un militante del proletariado a comienzos del siglo XX, hasta que fue asesinado por el Estado norteamericano en 1921. Pero algunas de las citas que pone el GCI sobre la Iª Guerra mundial, muestran una gran confusión que lo separa de los internacionalistas más claros de su época. Así se recoge lo que dijo Magón en 1914:
«Cuando mueran los nuestros, debemos llorar; mientras mueran los imbéciles que van a luchar por el engrandecimiento de sus propios verdugos debemos reír: menos obstáculos encontraremos en nuestra lucha por la destrucción del actual sistema... No son nuestros hermanos los que perecen por millares en los campos de batalla de Europa, Asia, Africa y Oceanía. Son nuestros enemigos; son los que quieren que perdure este sistema que nos hace despreciados; son los lacayos del capital, la iglesia y la autoridad.» (Ricardo Flores Magón, Regeneración Nº 202 del 14 de noviembre de 1914)
Para dejar claro que el GCI está de acuerdo con este terrible pasaje, en su respuesta repiten: «Ricardo Flores Magón no tenía pelos en la lengua para alegrarse de los miles de militares que reventaban en el frente de la guerra imperialista del 14 al 19… porque sabía que morían como fuerzas del estado mundial del capital, porque quienes reventaban no eran nuestros compañeros sino nuestros enemigos, es decir los sumisos soldados que aceptaban morir y matar en el frente de batalla como agentes de sus “propios” burgueses»
La actitud de revolucionarios como Lenin o Rosa Luxemburg nunca fue tratar a los soldados enviados al frente como estúpidos esclavos, enemigos del proletariado. Al contrario, Luxemburg se refiere a ellos como la flor del proletariado europeo, arrancada en los campos de batalla. Esos proletarios, aún cuando cayeran «en el campo del deshonor, del fratricidio, de la autodestrucción» (Folleto de Junius), seguían siendo nuestros hermanos de clase, y sobre esa base los revolucionarios llamaron a la fraternización en las trincheras, a los motines, y a “transformar la guerra imperialista en guerra civil”. Los revolucionarios denunciaron la carnicería en ambos bandos; no se frotaban las manos con el convencimiento de que llevaría a la revolución. Al contrario, cuanto más durara la carnicería, mayor sería el riesgo de que la clase obrera no fuera capaz de hacer la revolución socialista y fuera arrastrada por la barbarie.
El GCI toma esa actitud hacia los soldados de “nuestro” campo como modelo para su versión del “derrotismo revolucionario” –que se parece como dos gotas de agua a la actitud de los troskistas, para quienes el “derrotismo” se aplica invariablemente sólo a uno de los campos de la guerra imperialista. Aunque argumentan que Magón no cometió en la guerra imperialista de 1914 el error de contar como aliado al ejército opuesto, esto está más que implícito en la actitud del GCI, cuando dice: «Nuestra posición es el derrotismo revolucionario, por eso todo golpe que acelere la derrota de nuestro estado, que está hoy mismo reprimiendo en Irak, es bienvenido, aunque muchas veces ese golpe sea dado por proletarios encuadrados por fuerzas burguesas.». Esta es la lógica clásica del antiimperialismo: apoyamos todo lo que debilita nuestra propia potencia imperialista. Pero no se toma en cuenta que, en este terreno, el debilitamiento de una potencia imperialista significa el reforzamiento de la contraria. Así, el GCI se hace cómplice directo de la guerra imperialista en Irak.
El GCI ha engañado a muchos elementos en búsqueda de posiciones políticas, particularmente a los que están influenciados por el anarquismo, con sus frases ultrarradicales y su exaltación de la violencia. Por nuestra parte hace tiempo que sostenemos que el GCI es una clara expresión del parasitismo político (ver «Tesis sobre el parasitismo» en Revista internacional nº 94), un grupo cuya verdadera razón de ser es jugar un papel destructivo respecto a las auténticas organizaciones revolucionarias –en el caso del GCI, hasta el extremo de llamar a ataques violentos e incluso asesinatos contra sus militantes. La posición del GCI sobre el movimiento de luchas en Francia y la guerra de Irak, debería llevar a los elementos influenciados por sus posiciones a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de este grupo. Para nosotros no cabe duda de que, cada vez más a las claras, está haciendo el trabajo de la burguesía, sea o no manipulado por fuerzas del Estado.
En Francia, el proletariado da un gran paso adelante en la autoorganización de su lucha en asambleas, y ahí llega un grupo “internacionalista” y “comunista”, a decirle que abandone las asambleas, a escupir sobre el principio de los delegados elegidos y revocables y a llamar a acciones tipo comando típicamente sindicalistas. ¿Qué otra actitud sino esta podría estar mejor calculada para bloquear la unión de las minorías comunistas y el movimiento de masas?
En Irak, este grupo “Internacionalista” y “comunista” canta las alabanzas de los tiroteos sin fin, los atentados y los actos de sabotaje, que lejos de expresar el movimiento de clase del proletariado son una manifestación de la guerra imperialista en una fase de creciente caos y descomposición; son obra de gangsters burgueses que, cada vez más, se orientan, no a combatir las fuerzas de ocupación, sino a masacres sectarias indiscriminadas. Y lo que es más, al hacer esta revulsiva amalgama, el GCI establece una clara relación en los registros de las fuerzas de seguridad del Estado, entre los que se presentan como comunistas internacionalistas y los que se identifican con el terrorismo internacional. ¿Qué mejor excusa para llevar a cabo una vigilancia, investigaciones u otros ataques represivos contra los grupos revolucionarios?
Si añadimos a eso el record de amenazas violentas del GCI contra las organizaciones proletarias, debería quedar de sobra claro que este grupo, cualesquiera que sean sus motivos, es un peligro real para el movimiento revolucionario. Los que quieren discutir las posiciones políticas de la clase obrera y el internacionalismo proletario tienen que romper toda relación con ese grupo lo más pronto posible.
Amos
[1] Arde es un grupo en España, próximo al GCI (ver en nuestra web: ap/2005/180_Arde.html [28]). El pasaje continúa criticando a la CCI de hacer “meras transcripciones de la prensa burguesa” y hablar sólo de Sunnitas y Chiitas en Irak; pero no de clases. Esto es completamente falso. Hemos hablado de la situación del proletariado en Irak, y hemos escrito sobre algunos de sus esfuerzos para luchar; pero hemos reconocido que enfrenta terribles dificultades para afirmar sus intereses de clase y que realmente se encuentra en peligro de ser movilizado a una “guerra civil” burguesa.
Carta del compañero:
Ya tenemos aquí la normativa cínica de la ciudad de karcelona y gracias a ella ya no tendremos que soportar mas a las putas de calle, a los mendigos, a los músicos y artistas, a los que cuestionan de forma radical el sistema o tan solo algún aspecto de el, a los skaters, a los que se divierten en la calle y a los que cruzan mal la calle. Sobre esta norma se le suele echar la culpa al alcalde Joan Clos cuando, a pesar de ser bastante responsable, solo es un títere; detrás de la norma del civismo están quienes se benefician de que Barcelona sea la mayor tienda del mundo y un importante foco del negocio turístico, porque quieren una ciudad atractiva para los negocios y el turismo. La cuestión es que en su modelo de ciudad sobra la humanidad y las personas, ya no son ni siquiera capaces de permitir la existencia de ciertos lugares donde las personas actúen de una forma mínimamente no-consumista, para ellos las calles no son un espacio de sociabilidad donde se tejan relaciones humanas, sino un espacio para trasladarte de un centro de consumo a otro. O con los/as cívicos/as o con las personas normales y corrientes que quieren usar los espacios de su ciudad, tu eliges.
Las campañas del Fem-ho Be del ayuntamiento complementan la función de la ley del civismo señalando al ciudadano como responsable de todos los males de la ciudad; nos dicen que debemos apagar nuestra bombilla para no gastar energía mientras las empresas mantienen sus luces encendidas, aún cuando no hay nadie, mantienen las luces de sus escaparates encendidas aún cuando no están abiertos, ponen iluminación navideña EXCLUSIVAMENTE en las calles pobladas de centros de consumo(los que vivimos en calles sin comercios no tenemos derecho a disfrutar de ellas). Nos dicen que no debemos gastar demasiada agua, pero existen piscinas privadas y campos de golf....Hay mil ejemplos de la profunda hipocresía de sus argumentos demagógicos, aunque el mas sangrante es el del reciclaje, antes llevabas las botellas al supermercado y te daban un ticket que te descontaban de lo que comprases, ahora tienes que separar todo lo que reciclas en 3 bolsas, porque así no tienen que pagar a nadie para que separe los materiales reciclables, y no solo no ves ni un duro por el material entregado sino que además tienes que pagar por el material reciclado que compres.
El tema mas visible es el de la prostitución, no es que el ayuntamiento esté en contra de la prostitución, sino contra ejercer esta de forma independiente sin necesidad de chulos, proxenetas, ni un local que pague impuestos al ayuntamiento. El ayuntamiento no prohíbe la prostitución, solo quiere que esta le deje buenos impuestos. Si quisiese impedir la prostitución debería echar un ojo a ferias ,como el construmat, donde se reúnen los empresarios de la construcción que suelen traer bastantes mujeres de menor edad que ellos que, por supuesto, seguro que les ha enamorado algo mas que su cartera y yo soy un malpensado. Otro punto es dibujar a la prostituta como una mujer humillada por quien paga sus servicios, personalmente, no siento que se las humille por pagarles dinero por sus servicios si se las trata con el debido respeto; no veo diferencia alguna con quien paga a una limpiadora, a una abogada, a una camarera o a una secretaria, no hay humillación en ese acto y si lo hay cuando se insulta o se trata como seres inferiores a otras personas, independientemente de que se tenga una relación comercial o no.
Los mendigos son los que mas sobran en este modelo de ciudad, ya que no ofrecen nada positivo para su ciudad-comercio y afean la imagen de esta. Al margen de lo que pienso de que alguien tenga que vivir de la caridad de los demás en lugar de ser autosuficiente a través de la obtención de ingresos, de forma legal o ilegal, o de exhibir sus defectos físicos, como si de un circo urbano se tratase, los mendigos tienen el mismo derecho que el consumidor a usar los espacios públicos. Por otro lado el ayuntamiento y su cinismo solo ataca al mendigo, y deja indemnes a las mafias que les controlan y les explotan, demostrando claramente el nulo interés humanitario de sus normas cívicas. Las mendigas que son explotadas por mafias se pueden reconocer claramente en 2 modelos, el primero son las mujeres sentadas en la calle descalzas y son ropa negra y el modelo "elegante" es la mujer india con pañuelo en la cabeza con el complemento de un bebe para dar mas pena. El tema de los músicos hasta ahora había formado parte durante décadas de una característica bonita de Barcelona donde podías escuchar música en directo sin tener que pagar una carísima entrada de un local comercial. Ahora no está prohibida, pero si restringida para quien no obtenga el permiso de la autoridad ¿competente? Básicamente, es que en lugar de decidir tu donde tocas y cuando tocas ellos te dan el permiso si les da la gana. En principio esto parece bueno, ya que se puede hacer una programación de los espectáculos en la calle, pero es el primer paso para tener que pagar impuestos por hacer música en la calle y para eliminar al artista que sea molesto para esta ciudad mercantilizada. Por otro lado es una norma totalmente innecesaria ya que no se conoce ninguna queja por parte de los músicos ni de los habitantes de "la tienda mas grande del mundo". Acerca de los "antisistema" tienen sus políticas de tolerancia 0 y firmeza 10 a la vez que ellos nos acusan de intolerantes, entre varios piropos. Han procedido a retirar paradas que cuestionan aspectos del orden establecido, han decidido no dar permiso para fiestas alternativas y criminalizarlas cuando lo han dado, han exigido estrictísimo cumplimiento de la ley a la vez que fiestas coorganizadas por el ayuntamiento se la pasaban, literalmente, por el forro de los cojones. Luego cuando les boicoteas justificadísimamente sus actos, sacan a través de sus medios de manipulación e intoxicación mediática llamadas en defensa de la libertad de expresión (¿Que libertad de expresión?, será la suya porque los demás la tenemos a condición de no usarla), en contra de la intolerancia, en defensa del estado de derecho y demás demagogias democretinas.
En el asunto de los skaters, el problema no es que haya gente que se dedique a usar el monopatín o artilugios con ruedas, sino que no lo hacen en espacios específicos de entrenamiento y en espectáculos autorizados por el ayuntamiento donde saque sus beneficios económicos; el problema es que lo sacan gratuitamente a la calle convirtiéndolo en un bien social y en una cultura popular, que patinan por divertirse sin ánimo de lucro, que no se puede sacar ningún tipo de negocio de ello y, por lo tanto, en la ciudad-negocio no tiene sentido que eso exista.
La gente que se divierte en la calle es otro problema para el ayuntamiento, ya sean niños jugando a la pelota como se ha hecho toda la vida, ya sean personas consumiendo las mismas bebidas que se consumen, a un precio MUCHO mas alto, en los locales que pagan impuestos. Contra estos últimos usan el argumento de que mean en la calle considerando eso el problema, cuando la realidad es que el único problema es la inexistencia en Barcelona de lavabos que no pertenezcan a los locales comerciales; por lo tanto es imposible mear en algún lugar publico adecuado por culpa del cinismo del ayuntamiento. Además es falso que los que mean en los portales sean exclusivamente quienes practican el botellón(que ya les vale, teniendo inmobiliarias, comisarías, bancos, sedes de partidos... pues que meen en el portal de la gente), ya que estoy convencido de que los que consumen bebidas en los bares también mean fuera de esos locales.
Las multas están a la orden del día, ahora te pueden multar por extender la ropa y dar "mala imagen" a la ciudad, por pasar mal el semáforo, por aparcar en tu barrio o en el barrio vecino(menos mal que las zonas azules eran la solución a los problemas de aparcamiento como en su día se dijo), por salir a las fiestas legales y mear en la calle debido a que no has encontrado un lavabo y sufres de incontinencia urinaria, por ejercer la prostitución, por hacer música sin animo de lucro en la calle y sin pactar con el ayuntamiento(a Carlinhos Brown no le multarán)... realmente es que acababa antes diciendo lo que se puede hacer sin ser multado.
El tema que finalmente me saca de mis casillas es el metro; pese a ser un servicio publico pagado con los impuestos tienes que pagar tu billete; pero tus penalidades no acaban aquí, después de pagar el caro billete tienes que sufrir la violencia publicitaria de carteles iluminados permanentemente gastando energía, tienes que soportar la presencia de comercios, tienes que observar como existen maquinas que te dan bebida y comida a precios desorbitados para ser un espacio público, tienes que soportar ser filmado durante tu estancia en las estaciones con la excusa de "tu seguridad", tienes que ser tratado como si fueses un peligroso delincuente cuando un revisor acompañado de 2 seguratas y un perro(como mínimo) te pide el billete, tienes una fantástica televisión publica del metro donde no paran de meter publicidad y , por si eso fuera poco, tienen mucho avance tecnológico pero siguen habiendo goteras y ratas.
A modo de conclusión, mientras las empresas mantengan sus escaparates encendidos a todas las horas del día, mientras las empresas que reparten propaganda por la calle no sufran represión alguna, mientras no haya lavabos públicos, mientras no se permita a las prostitutas ejercer su oficio como les venga en gana, mientras el tram baix siga teniendo accidentes y matando gente, mientras el metro no sea gratis, mientras no se permita divertirse o usar los espacios públicos por la sociedad sin pedir permiso a nadie, mientras no pueda aparcar gratis en mi barrio.... Mientras en esta maldita ciudad las personas no tengamos capacidad para usar el espacio público libremente, me niego a ser un cívico de mierda como todos/as los/as defensores/as de una ciudad comercial y totalitaria.
Xabiel
Nuestra respuesta:
El texto responde a una reciente normativa, adoptada por el Ayuntamiento socialista de Barcelona, cuyo carácter represivo, totalitario y humillante para una buena parte de la población es realmente intolerable. De forma viva y mordaz ve en esas medidas –la más publicitada es la que supuestamente “regularía” la prostitución- elementos que caracterizan la actual evolución del capitalismo.
Pone de relieve la creciente deshumanización que impera en las relaciones sociales: «La cuestión es que en su modelo de ciudad sobra la humanidad y las personas (…) para ellos las calles no son un espacio de sociabilidad donde se tejan relaciones humanas, sino un espacio para trasladarte de un centro de consumo a otro»[1].
Desvela igualmente la hipocresía y la doble moral del Estado burgués democrático: «El ayuntamiento no prohíbe la prostitución, solo quiere que esta le deje buenos impuestos. Si quisiese impedir la prostitución debería echar un ojo a ferias, como el construmat, donde se reúnen los empresarios de la construcción que suelen traer bastantes mujeres de menor edad que ellos»[2].
El texto muestra, del mismo modo, la escalada en las medidas de represión, prohibición y control por parte del Ayuntamiento (expresión del Estado en la vida más cercana al “ciudadano”): «Las multas están a la orden del día, ahora te pueden multar por extender la ropa y dar "mala imagen" a la ciudad, por pasar mal el semáforo, por aparcar en tu barrio o en el barrio vecino(menos mal que las zonas azules eran la solución a los problemas de aparcamiento como en su día se dijo), por salir a las fiestas legales y mear en la calle debido a que no has encontrado un lavabo y sufres de incontinencia urinaria, por ejercer la prostitución, por hacer música sin animo de lucro en la calle y sin pactar con el ayuntamiento(a Carlinhos Brown no le multarán)... realmente es que acababa antes diciendo lo que se puede hacer sin ser multado».
A propósito de la manoseada cuestión de la “defensa del medio ambiente” el texto denuncia de forma certera la voluntad que tiene el Estado burgués y todos sus medios de “comunicación” de culpabilizar a la población y muy especialmente a la clase obrera de los males crecientes engendrados por el capitalismo en crisis. « nos dicen que debemos apagar nuestra bombilla para no gastar energía mientras las empresas mantienen sus luces encendidas, aún cuando no hay nadie (…) Nos dicen que no debemos gastar demasiada agua, pero existen piscinas privadas y campos de golf.... Hay mil ejemplos de la profunda hipocresía de sus argumentos demagógicos, aunque el mas sangrante es el del reciclaje, antes llevabas las botellas al supermercado y te daban un ticket que te descontaban de lo que comprases, ahora tienes que separar todo lo que reciclas en 3 bolsas, porque así no tienen que pagar a nadie para que separe los materiales reciclables, y no solo no ves ni un duro por el material entregado sino que además tienes que pagar por el material reciclado que compres»[3].
Este último elemento –culpabilizar- es un arma muy perniciosa y destructiva del Estado burgués[4]. Políticos, sindicalistas, partidos, ONG etc., actúan para que nos sintamos culpables de todos los males habidos o por haber. ¿Por qué hay sequía? ¡Pues –según ellos- porque tendríamos la maldita costumbre de ducharnos todos los días! ¿Por qué hay hambre en el mundo? ¡Pues porque tendríamos la “egoísta necesidad” de comer 3 veces al día para poder mantenernos como fuerza de trabajo! ¿Por qué hay contaminación? ¡Pues por nuestra “irresponsable voluntad” de ir en coche a un trabajo que está en el quinto pino y para el que no hay medios de transporte colectivo adaptados a los horarios cada vez más largos y encima más variables!
¿”Sociedad de consumo” o una sociedad que se consume en su descomposición?
El texto atribuye la causa de estas tendencias a que se quiere imponer un “modelo consumista”, un “modelo de ciudad para el negocio”. No negamos que ese aspecto juega su papel. Sin embargo, es necesario precisar. En primer lugar, la tendencia general del capitalismo actual no es hacia un mayor consumismo sino hacia una reducción de la capacidad de consumo de la inmensa mayoría. Esto es ya un espantosa realidad para dos tercios de la población mundial que viven en la extrema pobreza y cuya capacidad de consumo no alcanza siquiera al agua potable. Pero es también una tendencia creciente e imparable en las grandes metrópolis del capitalismo donde supuestamente reinaría la “sociedad del consumismo desaforado”. Cabe preguntarse en qué pecado “consumista” van a caer los despedidos de SEAT, de ONO, de RTVE y de tantas y tantas empresas con expedientes de despidos en curso. Habría que preguntarse qué consumismo pueden permitirse las innumerables víctimas de los contratos basura. Sería bueno aclarar qué irresistibles tentaciones consumistas pueden asaltar a los numerosos jóvenes “mileuristas”[5], podemos preguntarnos finalmente en qué canto de sirena consumista va a caer una familia obrera que todos los meses tiene que pagar la hipoteca por el piso de 90 m2 …
Hecha esta aclaración, es evidente que vender cómo sea es una necesidad imperiosa para un capitalismo cada vez más acogotado por la crisis de sobreproducción. Esto le obliga a buscar desesperadamente nuevos medios que pueden ser objeto de la mercantilización y la compraventa. Todo es transformado en una mercancía que puede lanzarse al mercado. Una ilustración de ello es lo que se llama la “industria del turismo”. Hasta el más recóndito ayuntamiento trata de vender sus atracciones turísticas: desde un plato típico hasta unas ruinas que no pasan de ser un montón de piedras. En este desesperado intento por rebanar en los bolsillos de posibles clientes rivalizan Ayuntamientos, Comunidades Autónomas etc., en una carrera desenfrenada por atraer incautos que gasten euros en guías turísticos pagados con contratos basura, restaurantes atendidos por emigrantes que apenas cobran 500 €, comercios donde jóvenes obreras tienen que lucir tallas al borde de la anorexia, ir supermaquilladas y ponerse un vestido nuevo cada día por un sueldo miserable etc. ¡Todo se convierte para el Capital en lujurioso objeto de deseo mercantil: desde un Museo hasta un riachuelo, pasando por el parque temático o una chimenea resto del naufragio de la industria pesada!
Para que el negocio turístico funcione bien, los Ayuntamientos se encargan de las tareas sucias. Hay que limpiar las calles involucradas en los trayectos turísticos o comerciales de todo lo que estropee su imagen: desde mendigos hasta prostitutas no homologadas e incluso músicos callejeros. Fuera de esas zonas privilegiadas, el abandono es patente: barrios obreros –o incluso de clase media- padecen la falta más absoluta de seguridad y de limpieza: por ejemplo, las meadas y las cagadas de perros –e incluso de humanos- reinan por doquier haciendo de pisar el suelo algo más complicado que transitar un campo de minas.
Pero las ciudades –fuera de esas zonas “turísticamente correctas”, auténticos gethos de un lujo de cartón piedra destinado a fascinar incautos- sufren algo mucho peor: el desastre urbanístico, la ausencia más extrema de servicios, el deterioro de las infraestructuras de todo tipo. Los Ayuntamientos limitan sus esfuerzos a un reducido número de calles y zonas “espectáculo” y a aquellas áreas de especulación urbanística desenfrenada cuya imagen impresionante de modernidad dará paso al cabo de los años a edificios ruinosos y barrios destartalados con jardines marchitos que sólo conservaron el verde mientras había que deslumbrar al comprador “inversor”.
Es verdad que en esa escalada represiva, en esa persecución encarnizada, que muy certeramente denuncia el texto, influye el ansía desesperada de beneficios mercantiles. Sin embargo ese no es el aspecto más importante. El factor central es una sociedad en descomposición, dominada por una tendencia creciente al individualismo, al todos contra todos, a la desarticulación general de las relaciones humanas. Frente a esa tendencia imparable, nacida de las propias relaciones capitalistas, el Estado, garante último de la cohesión mínima de esta sociedad, endurece sus mecanismos de control social. Como expresión de ello, no solo vemos como los Estados inglés, americano o francés refuerzan considerablemente su represión, sus mecanismos policiales, hasta el extremo de saltarse a la torera muchas de sus normas “democráticas”, sino que Ayuntamientos regidos por “socialistas” como el Señor Clos, multiplican sus reglamentos, sus multas, sus controles, sus exacciones policiales o recaudatorias rivalizando en celo represor con sus opositores del PP o sus predecesores del franquismo. Vemos con cada vez mayor frecuencia escenas desagradables en la calle o en estaciones de metro, adonde jóvenes, emigrantes o cualquier otro elemento “sospechoso” son humillados, sometidos a controles y cacheos ridículos, por toda clase de guardias, desde la urbana hasta las de empresas de seguridad.
El Estado “democrático” se vuelve cada vez más abiertamente represivo. El lenguaje “liberal” y “reformista” basado en persuadir, ser tolerantes o “reformar” las situaciones sociales -esas viejas y cínicas promesas que tanto abundaron en los años 70- es descaradamente sustituido por un lenguaje donde imperan el castigo, la persecución y la culpa. A este discurso duro y deshumanizador se apuntan todos los partidos, tanto de derechas como de izquierdas. Naturalmente, con su habitual desvergüenza, los políticos –principalmente los de izquierdas- justifican tal orientación diciendo que “se lo pide el electorado”. Es el truco habitual de los “demócratas”: envolver las necesidades que tienen el Estado y el Capital bajo la capa mentirosa de la “voluntad del pueblo”. De esta manera matan dos pájaros de un tiro: por una parte, dan una justificación “democrática”; por otro lado, culpabilizan a la población dando a entender que es ella quien grita “Vivan las cadenas”.
Para ilustrar este rumbo represivo podemos analizar un ejemplo de actualidad: el tráfico. Los accidentes de carretera crecen sin cesar y la “respuesta” que ofrece la “democracia”, con la intervención del “dialogante” Zapatero, es el palo y tentetieso. Se impone el carné por puntos, se habla de perseguir penalmente a los infractores de las normas de tráfico, se saca hasta el hastío el caso de un joven descerebrado que conduciendo a 140 por hora provoca varias muertes, para meter en el saco de la irresponsabilidad y la demencia criminal a muchos conductores que se ven forzados a llegar a toda prisa a sus trabajos, a pasarse jornadas enteras al volante para alcanzar el número de clientes exigido, a chóferes de camiones o autobuses sometidos a jornadas maratonianas.
Se trata de una tendencia imparable pues es la expresión de una sociedad en crisis, sin futuro ni perspectiva que naufraga en una creciente descomposición de sus relaciones sociales frente a lo cual no tiene más respuesta que el férreo control estatal, la represión y la culpabilización.
¿Cómo luchar contra esta situación?
El texto finaliza así: «A modo de conclusión, mientras las empresas mantengan sus escaparates encendidos a todas las horas del día, mientras las empresas que reparten propaganda por la calle no sufran represión alguna, mientras no haya lavabos públicos, mientras no se permita a las prostitutas ejercer su oficio como les venga en gana, mientras el tram baix siga teniendo accidentes y matando gente, mientras el metro no sea gratis, mientras no se permita divertirse o usar los espacios públicos por la sociedad sin pedir permiso a nadie, mientras no pueda aparcar gratis en mi barrio.... Mientras en esta maldita ciudad las personas no tengamos capacidad para usar el espacio público libremente, me niego a ser un cívico de mierda como todos/as los/as defensores/as de una ciudad comercial y totalitaria».
Aquí se está expresando un sentimiento de repulsa y hastío frente a una sociedad cada vez más inhumana, más opresiva y explotadora. Sin embargo, no se está planteando una alternativa que vaya más allá del rechazo individual. Para responder a ello debemos preguntarnos ¿cómo luchar contra esa situación? ¿Qué clase social puede encabezar la rebelión legítima contra ella? ¿Cuáles son los medios de ese combate?
El texto no se plantea responder a esas cuestiones. Probablemente porque se limita a alzar simplemente un grito de rebeldía contra esa situación insostenible. No obstante, todos los compañeros que queremos luchar por erradicarla nos debemos plantear esas preguntas.
En el ámbito limitado de estos comentarios no vamos a entrar en ello pues hemos publicado numerosos artículos aportando una respuesta. Lo único que queremos insistir aquí es que el problema no es municipal ni barcelonés sino que abarca todos los ámbitos de la existencia y las relaciones humanas y tiene una escala mundial. Por tanto, únicamente a través de la lucha global y mundial del proletariado podrá dársele una dinámica de respuesta.
Corriente Comunista Internacional 22-5-06
[1]Aquí, quisiéramos precisar, sin embargo, que no es el “modelo de ciudad” el que impide tejer relaciones humanas sino la sociedad toda entera con su creciente individualismo y atomización.
[2]Añadamos que no es sólo el Ayuntamiento barcelonés sino todo el Estado democrático quien practica la hipocresía moral más repugnante y no se limita al tema de la prostitución sino que se extiende a cualquier ángulo de las relaciones humanas. Basta con citar las cínicas campañas de “defensa de la mujer maltratada” que no solo no remedian absolutamente nada (la prueba es que hay cada vez más muertes) sino que atizan el odio entre sexos, la desconfianza generalizada, a la vez que en la publicidad se repite machaconamente la imagen de una mujer “objeto de deseo” que no hace sino echar leña al fuego de la atomización y a la frustración en las relaciones humanas.
[3] Los Ayuntamientos que tanto exigen al “ciudadano” en el respeto al medio ambiente son los primeros responsables de la descomunal catástrofe medioambiental que está causando la desmedida especulación urbanística. Terrenos agrarios son recalificados como suelo urbanizable buscando desesperadamente medios con los que financiar el déficit monumental contraído por los municipios. Esto, además de corruptelas varias, está haciendo que el agua escasee cada vez más, que se talen árboles y se desequilibre totalmente el medio que rodea no sólo a las grandes ciudades sino a poblaciones medias o pequeñas.
[4] La moral burguesa oscila sin cesar entre dos polos: de un lado, el hedonismo destructor e inmoral de “yo soy libre y hago lo que me da la gana” –lo que se llama el utilitarismo-, del otro lado, el sentimiento de culpabilidad y el sacrificio masoquista como únicas formas de tener un mínimo de respeto hacia el resto de la sociedad –que corresponde al imperativo moral kantiano o cristiano. Ambos polos destruyen y perturban seriamente a los individuos. Frente a ello, una auténtica moral revolucionaria se basa en la unidad de intereses que tiene el proletariado en todos los países y que permite una fraternidad y una solidaridad libremente queridas y deseadas.
[5] Para los lectores que no sean de España aclaremos que se llama “mileuristas” a los jóvenes entre 25 y 35 años que tras haber conseguido 2 y 3 títulos universitarios y haber pasado no se sabe cuantos master trabajan (sí tienen esa “suerte”) por salarios de 1000 € al mes o menos.
La terrible tragedia obrera de España 1936, que aún hoy se presenta cínicamente como «la revolución social española», o como «una gran experiencia revolucionaria», marcaba al contrario, a través del aplastamiento tanto ideológico como físico (más de un millón de muertos entre 1931 y 1939 en España) de las últimas fuerzas vivas del proletariado europeo, el triunfo de la contra-revolución. Esta masacre fue un ensayo general, que abría las puertas al desencadenamiento de la guerra imperialista mundial.
Los años 1930 a 39 son los años de la preparación de la guerra, que se lleva a cabo sobre las cenizas de la oleada revolucionaria que surgió contra la Iª Guerra mundial. En todo el mundo el proletariado es doblegado, derrotado, atenazado al capitalismo –que lo desvía de su terreno de clase a través de la falsa alternativa “fascismo-democracia”- y sometido a la histeria nacionalista que lo lleva inexorablemente a la guerra.
Al mismo tiempo, tras la muerte de la Internacional Comunista concretizada por la proclamación del “socialismo en un solo país”, prácticamente casi todas las organizaciones obreras en plena degeneración, pasan al campo de la burguesía o tienden a desagregarse completamente. Los “partidos comunistas” se convierten en correas de transmisión de “la defensa de la patria socialista” a las órdenes de la contra-revolución estalinista. Las únicas voces que se hacen oír a contracorriente y se mantienen firmemente en posiciones de clase, como “BILAN” (órgano entre 1933 y 1938 de la Izquierda Comunista de Italia en el extranjero) son las de un puñado de revolucionarios.
España, donde subsistía una fracción del proletariado mundial que aún no había sido aplastada porque este país no había participado en la Iª Guerra mundial, va a convertirse en el centro de una vasta maniobra de la burguesía unida para llevar a los obreros a abandonar su terreno de clase y desviarlos al terreno capitalista de una batalla exclusivamente militar e imperialista.
Por su situación geopolítica de puerta de Europa, cerrando por una parte un lado del Mediterráneo y abriendo las rutas del Atlántico y África de otro, España constituía el terreno ideal en que las tensiones imperialistas exacerbadas por la crisis iban a afirmarse, sobre todo de parte del imperialismo alemán y del italiano, que buscaban asegurarse una posición de fuerza en el Mediterráneo y acelerar el curso a la guerra.
Además, las estructuras arcaicas de este país, profundamente sacudidas por el desencadenamiento de la crisis económica mundial del capitalismo en los años 30, ofrecían un terreno favorable para desviar la lucha obrera. De esta forma se mantuvo el mito de una «revolución democrático burguesa» que los obreros tendrían que llevar a cabo, para embarcarlos tras la alternativa «república contra monarquía» que preparaba el terreno para la lucha «antifascismo contra fascismo».
Tras la dictadura militar de Primo de Rivera, instaurada en 1923 y que contaba con la colaboración activa del sindicato socialista, UGT, la burguesía española elaboró en agosto de 1930, el “Pacto de San Sebastián”, al que se asocian los dos grandes sindicatos, UGT y CNT, éste último dominado por los anarcosindicalistas, que establecía preventivamente las bases de una “alternativa republicana” al poder monárquico. Después, el 14 de Abril de 1931, se hizo abdicar al rey Alfonso XIII ante la amenaza de una huelga de ferrocarriles y se proclamó la república. Con las elecciones, una coalición republicano-socialista llegaría al poder. El nuevo gobierno “republicano y socialista” no tardó en mostrar su naturaleza antiobrera. Desencadenó violentamente la represión contra los movimientos de huelga que surgían frente al rápido aumento del paro y de los precios, causando centenas de muertos y de heridos entre los obreros, particularmente en Enero de 1933, en Casas Viejas, en Andalucía. En el curso de esta oleada de represión, el republicano “de izquierdas” Azaña, ordenó a la tropa: «¡Ni heridos, ni prisioneros, disparad a la barriga!».
Esta sanguinaria represión de las luchas obreras, desencadenada en nombre de la democracia y que duraría dos años, permitió organizarse a las fuerzas de derecha y llevó al hundimiento de la coalición gubernamental. En 1933, las elecciones van a dar la mayoría a la derecha. Una parte del Partido Socialista, caído en gran desconsideración debido a la represión que había llevado a cabo, va a aprovechar para dar un giro a la izquierda.
La preparación del frente de guerra imperialista, es decir la necesidad de desviar la lucha obrera en un momento en el que se desarrollan las huelgas obreras, es la realidad en el seno de la cual se articula la actividad de las organizaciones políticas de izquierda. En Abril-Mayo de 1934 es cuando las luchas tomaron mayor amplitud. Los obreros de la metalurgia en Barcelona, los de ferrocarriles, y sobre todo los de la construcción en Madrid, se lanzan a luchas muy duras. Frente a estas luchas, toda la propaganda de la izquierda y de la extrema izquierda toma el eje del antifascismo, para embarcar a los obreros en una política de “frente unido de todos los demócratas”, auténtica camisa de fuerza para el proletariado.
De 1934 a 1935, los obreros son sometidos a un verdadero machaconeo ideológico de cara a las elecciones, para poner en marcha un programa de Frente popular y para «enfrentar el peligro fascista».
En Octubre de 1934, empujados por las fuerzas de izquierda, los obreros de Asturias caen en la trampa de un enfrentamiento suicida con el Estado burgués que va a desangrarlos. Su insurrección, y después su heroica resistencia en las zonas mineras y en el cinturón industrial de Oviedo y de Gijón, queda completamente aislado por el PSOE y la UGT, que impiden por todos los medios que la lucha se extienda al resto de España, en particular a Madrid. El Gobierno despliega entonces en Asturias 30000 hombres, con tanques y aviones, para aplastar sin piedad a los obreros, abriendo un periodo de violenta represión en todo el país.
El 15 de Enero de 1935 el conjunto de organizaciones de izquierda, incluyendo los izquierdistas trotskistizantes del POUM, firman la alianza electoral del Frente popular. Los dirigentes anarquistas de la CNT y de la FAI, derogan sus “principios anti-electorales” para cubrir este asunto de un silencio cómplice que equivale claramente a un apoyo. En febrero de 1936 se elige el primer gobierno del Frente Popular. Entretanto se desarrolla una nueva oleada de huelgas y el gobierno lanza llamamientos a la calma, pide a los obreros que cesen las huelgas, planteando que hacen el juego al fascismo; el PCE llegará a decir que «los patronos provocan y animan las huelgas por razones políticas de sabotaje». En Madrid, donde estalla una huelga general el 1º de Junio, la CNT impide una confrontación directa con el Estado, lanzando sus famosas consignas de autogestión. Esta autogestión va a servir para encerrar a los obreros en “su” fábrica, “su” región, o “su” pueblo, particularmente en Cataluña o Aragón.
Sintiéndose lo suficientemente fuertes, los militares se lanzan en Julio a un “pronunciamiento” que parte de Marruecos y está dirigido por un tal Franco, que había llegado a general a las órdenes de la República dominada por los socialistas. La respuesta obrera es inmediata: el 19 de Julio de 1936, los obreros declaran la huelga contra el alzamiento de Franco y se dirigen en masa a los cuarteles para desarmar esa tentativa, sin preocuparse de las directivas en contra del Frente popular y del gobierno republicano. Uniendo la lucha reivindicativa a la lucha política, los obreros frenan con esta acción la mano asesina de Franco. Pero al mismo tiempo, los llamamientos a la calma del Frente popular - «El gobierno manda, el Frente popular obedece»- se respetan en otros sitios. En Sevilla por ejemplo, donde los obreros siguen las consignas del gobierno y esperan, serán masacrados por los militares en un horrible baño de sangre.
A partir de entonces, las fuerzas de izquierda del capital desplegarán plenamente sus maniobras de reclutamiento[1]. En 24 horas, el gobierno que negociaba con las tropas franquistas y organizaba con ellas la masacre de los obreros, cede el sitio al gobierno Giral, más “a la izquierda” y más “antifascista”, que se pone a la cabeza del sublevamiento obrero ¡para orientarlo hacia el enfrentamiento exclusivo con Franco en un terreno exclusivamente militar! A los obreros solo se les dan armas para enviarlos “al frente” contra las tropas de Franco, fuera de su terreno de clase. Más aún, la burguesía tiende la trampa criminal de una susodicha «desaparición del Estado capitalista republicano», mientras que éste se oculta tras un pseudo-“gobierno obrero” que desvía las luchas hacia una Unión Sagrada contra Franco a través de organismos como el Comité central de Milicias antifascistas y el Consejo central de economía. Se crea la ilusión de un “doble poder”, que entrega definitivamente a los obreros en manos de sus asesinos. Las masacres que se producen después en Aragón, Oviedo o Madrid, serán el resultado de la maniobra criminal de la burguesía republicana y de izquierdas que ha hecho abortar las reacciones obreras del 19 de Julio 1936. A partir de ese momento, cientos de miles de obreros se enrolan en las milicias anarquistas y poumistas para “defender la revolución social” y son enviados por el gobierno del Frente popular a que los maten en el frente imperialista “antifranquista”. Estas milicias van a militarizarse rápidamente, y los obreros más combativos, a partir de ese momento, servirán de carne de cañón para los intereses imperialistas que creían combatir.
Al haber abandonado su terreno de clase, el proletariado iba a sufrir el degüello en la guerra, y la explotación más salvaje en nombre de la economía de guerra “antifascista” en la retaguardia: disminución de los salarios, inflación, racionamiento, militarización del trabajo, prolongación de la jornada laboral y prohibición del derecho de huelga…
El proletariado de Barcelona se sublevó de nuevo en Mayo de 1937, pero a la desesperada; el Frente popular, con el PCE y su sucursal catalana, el PSUC, a la cabeza, masacraron a los obreros; mientras las tropas franquistas detenían voluntariamente su avance para permitir a los verdugos estalinistas hacer su faena:
«El 19 de Julio los proletarios de Barcelona, con solo sus puños desnudos, aplastaron el ataque de los batallones de Franco, armados hasta los dientes. Ahora, en las jornadas de Mayo de 1937, cuando sobre los adoquines han caído muchas más víctimas que cuando en Julio rechazaron a Franco, ha sido el gobierno antifascista –incluyendo a los anarquistas y del que el POUM es indirectamente solidario- quien ha desencadenado la chusma de las fuerzas represivas contra los trabajadores» Así escribía Bilan en 1938, en el artículo: «Plomo, metralla, cárcel…: Esa es la respuesta del Frente Popular a los obreros de Barcelona que han osado resistir el ataque capitalista».
En esta sangrienta tragedia, todas las organizaciones que se llamaban a sí mismo obreras, no solamente demostraron su integración al Estado burgués, sino que participaron en el aplastamiento del proletariado; unas como el PCE, el PSUC –consagrados como grandes partidos del orden burgués-, el PSOE y UGT, asumiendo directamente también ellas el papel de verdugos, otras, como CNT, FAI, o el POUM, empujando a los obreros a abandonar su terreno de clase en nombre del “frente antifascista” para arrojarlos en brazos de sus asesinos y a la guerra imperialista. La presencia de ministros anarquistas y cenetistas en el gobierno de Cataluña, y después en el gobierno central de Caballero fue un pujante factor que el Frente Popular rentabilizó para engañar a los obreros. Los anarquistas tuvieron un papel estelar en la maniobra de la burguesía, ocupándose de engañar a los obreros sobre la naturaleza de clase del gobierno y del Frente Popular:
«De siempre, por principio y convicción, la CNT ha sido enemiga antiestatal y enemiga de toda forma de gobierno.
Pero las circunstancias… han desfigurado la naturaleza del gobierno y del Estado español.
El gobierno en la hora actual, como instrumento regulador de los órganos del Estado, ha dejado de ser una fuerza de opresión contra la clase trabajadora, así como el Estado no representa ya el organismo que separa la sociedad en clases. Y ambos dejarán aún más de oprimir al pueblo con la intervención en ellos de elementos de la CNT» (Solidaridad Obrera, 4 de Noviembre 1936)[2] (subrayado nuestro)
Todos los organismos del Frente Popular, y en particular los estalinistas, que fueron su brazo armado, declararon una guerra feroz contra los elementos de las raras corrientes que, incluso en medio de una enorme confusión, luchaban por defender posiciones revolucionarias, enviándolos a las posiciones más expuestas del frente, dejándoles sin munición, haciéndolos encarcelar por la policía “republicana”, o pura y simplemente asesinándolos.
Los acontecimientos de España dieron la medida de lo que eran realmente los que se pretendían del lado de los obreros, demócratas en general, socialistas, “comunistas” o anarquistas, que, en la práctica, fueron defensores encarnizados del Estado burgués y del capital nacional, los peores enemigos de la clase obrera.
La guerra de España acabó con la victoria militar de Franco en 1939, cuando las otras fracciones del proletariado mundial, vencidas en todas partes por la contra-revolución, servían a su vez de carne de cañón en el enfrentamiento imperialista generalizado, tras sus burguesías nacionales respectivas.
C.B.
[1] La capacidad de adaptación de la burguesía española frente al proletariado puede ilustrarse por la trayectoria política de Largo Caballero: presidente del sindicato UGT desde 1914, diputado del PSOE, fue consejero de Estado del dictador Primo de Rivera y después ministro de Trabajo del primer gobierno republicano “de coalición” entre 1931 y 1933, después fue uno de los principales artesanos del Frente popular, antes de orientarse hacia posiciones “izquierdistas” que le permitirían llegar a ser jefe de gobierno entre septiembre 1936 y mayo 1937.
[2] Aunque se atribuye la cita a Federica Montseny, aquí hemos tomado la transcripción que hace Burnett Bolloten, La guerra civil española, Alianza Editorial, 2ª reimpresión 1997. En ella indica, inmediatamente antes de la cita : «Para vencer los escrúpulos de los puristas, desde el día en que se reorganizó el gobierno, el principal periódico anarcosindicalista, Solidaridad Obrera, intentó justificar la decisión minimizando la divergencia entre la teoría y la práctica». Después añade una nota, donde da la fecha del 4 de Noviembre de 1936, y cita que el artículo apareció en Solidaridad Obrera (Recuerdos de un cenetista, II pag. 213)
En las Tesis sobre Feuerbach, Marx y Engels dicen que «es en la práctica donde se comprueba la verdad de una teoría». La verdad del “socialismo del siglo XXI” que predica el Señor Chavez y al que se ha apuntado el Señor Morales, puede evaluarse a la luz de una noticia aparecida el 13 de junio, confirmada por numerosas agencias de prensa, que, extractada en sus pasajes esenciales, dice así « BOLIVIA: ABREN FUEGO SOBRE LOS SIN TECHO: Gobierno de Evo Morales advierte que usará la bala y el Ejército para defender la ley y la propiedad privada».
Líneas más abajo recoge: «El gobierno del presidente Evo Morales justificó la represión armada de militares y policías contra pobladores Sin Techo en la zona este de la ciudad de Oruro, que dejó como saldo un muerto a bala, varios heridos y detenidos. "La orden la di yo, y la asumo como ministra de Gobierno", dijo Alicia Muñoz, que fue respaldada en el cargo por Morales». Dicha señora añadía « Soy ministra de Gobierno y para eso me pusieron al cargo y al frente, para hacer respetar las leyes y para sentar el principio de autoridad», advirtiendo que «el gobierno usará la fuerza para defender la propiedad privada».
Estos sagrados principios capitalistas han sido defendidos de forma contundente: «Las tropas arrasaron y destruyeron las chozas y asentamientos muy precarias que habían levantado los centenares de vecinos, casi todos muy pobres y con muchos hijos, y que trataron de resistir con piedras y palos, la decisión de la Corte Superior de Distrito Judicial de Oruro ejecutada con armas de fuego, golpizas y bombas de gas lacrimógeno por las fuerzas del orden». Esta brutalidad no ha logrado impedir, sin embargo, que «tras la acción represiva, los Sin Techo y grupos de trabajadores mineros retomaron varios de los predios en disputa y volvieron a los asentamientos, esta vez armados con dinamita y dispuestos a defender los terrenos en los que quieren construir sus precarias viviendas».[1]
Esta noticia no nos sorprende. La historia del siglo XX está repleta de gobiernos autoproclamados como “populares” y “revolucionarios” que no dudaron en ametrallar a los explotados: Azaña, presidente de la República española dio la orden de “disparar a la barriga” en la masacre de jornaleros en Casas Viejas (Cádiz, enero de 1933); Allende, presidente “socialista” de Chile utilizó el ejército contra los mineros en huelga de El Teniente (1971) o contra los pobladores (ocupantes de terrenos para construirse pequeñas chabolas) en Santiago, 1972. Poco después, el ejército “revolucionario” portugués lanzaba sus tropas contra los huelguistas de la TAP, calumniados encima como “agentes de la reacción” (1975).
Los medios de “izquierda radical” nos venden la “alternativa” del Trío Bolivariano (Castro, Chavez y Morales[2]) frente al “Trío de las Azores” formado por los Señores Bush, Blair y Aznar. Sus gesticulaciones grandilocuentes contra “el imperialismo”, sus aparatosas medidas “contra las multinacionales”, sus llamamientos “incendiarios”, son jaleados como “revolucionarios”. Sin embargo, el Trío Bolivariano y el Trío de las Azores coinciden plenamente en la defensa de los principios sagrados de la “propiedad privada” y de la “autoridad” –como oportunamente recuerda la Señora Ministra. Esta coincidencia les lleva a una lucha a muerte contra el proletariado y contra toda la población oprimida para quienes su verdadero lenguaje consiste en «armas de fuego, golpizas y bombas de gas lacrimógeno», como hemos podido comprobar en Oruro.
Respecto al contenido “revolucionario”, al menos, “progresista” de las “reformas” del Señor Morales, vamos a ver dos de ellas, muy celebradas por la izquierda: la “reforma agraria” y las medidas de “nacionalización” tomadas contra las “multinacionales” del petróleo.
La primera ha consistido en «Sin tocar los grandes latifundios ni la propiedad de los grandes clanes familiares que son dueños y señores de la tierra en Bolivia, el presidente Evo Morales anunció este sábado la redistribución de 2,2 millones de hectáreas de tierras fiscales entre las comunidades indígenas y campesinas. No se confiscan ni se arrebatan las tierras de los terratenientes y hay, desde el gobierno, expresas garantías para ellos» (www.econoticiasbolivia.com [33], nota de 4-6-06). A los campesinos se les entrega tierras sin valor que no les asegura una mínima subsistencia, por lo que, como denuncia un grupo de ingenieros agrarios, «el éxodo a las grandes ciudades y a la emigración, va a continuar». James Petras, teórico de la izquierda americana, se ve obligado a reconocer que la “reforma” está basada «en la expropiación de tierras subutilizadas, que excluirá las grandes propiedades agroindustriales, productivas y provechosas, de los fértiles llanos de Santa Cruz. En cambio, se propone distribuir tierras estatales menos fértiles y alejadas de los mercados y las carreteras»[3]
Como pasó en España durante la República, donde las demagogias del gobierno sobre el reparto de tierras hicieron que grupos de campesinos emprendieran ocupaciones de tierras inmediatamente reprimidas a sangre y fuego por sus supuestos valedores, ahora en Bolivia ocurre lo mismo: «Miles de desposeídos, confundidos por el discurso anti latifundista del MAS, acuden a la acción directa para ocupar latifundios o terrenos baldíos, creyendo que tendrán el apoyo del gobierno. Pero el gobierno ordena reprimir a los ocupantes utilizando fuerzas policiales y militares, como ocurrió en Oruro la semana pasada, y tolera que los empresarios latifundistas arremetan contra los "avasalladores" en Santa Cruz. Un latifundista de profesión bioquímico reconoció haber rociado con bacterias a los ocupantes de sus tierras y el gobierno no se pronuncia frente a semejante acción criminal, denuncia la Unión Revolucionaria de Docentes de la Universidad Mayor de San Andrés (URDA) en su boletín semanal»[4]
En cuanto a la otra medida: las “nacionalizaciones” de empresas extranjeras conviene hacer una precisión. Las nacionalizaciones no tienen nada que ver con el socialismo ni suponen el más mínimo avance hacia él. Son, sencillamente, medidas de capitalismo de Estado que los diferentes gobiernos–tanto de derechas como de izquierdas- han tomado a lo largo del siglo XX.[5] Sí constituyeran una medida “socialista” habría que colocar en la galería de socialistas ilustres a señores como Hitler, De Gaulle, Franco, Mussolini, o Perón, que las practicaron abundantemente. No podemos olvidar que en las empresas nacionalizadas se explota a los obreros con tanta o más ferocidad que en las privadas pues están plenamente sometidas a las leyes del trabajo asalariado y del intercambio mercantil[6].
Sin embargo, lo que ha hecho el Señor Morales no tiene nada que ver con el paso a manos estatales de empresas privadas. Sus medidas “socialistas” consisten en un puro regateo para obtener un mayor porcentaje de plusvalía, en beneficio del Capital nacional y, particularmente, de los nuevos burócratas que revolotean alrededor del partido gobernante. Por eso mismo, Petras, en el artículo antes citado, se ve obligado a echar agua helada sobre los entusiasmos de muchos “izquierdistas” ante las supuestas audacias de Don Evo y de su mentor, Chavez: «Las normativas y las reformas propuestas pueden incrementar las reservas y la influencia del Estado, pero en ningún caso implican la transformación revolucionaria de la propiedad o de las relaciones sociales de producción. Los cambios propuestos son reformas que traen ecos de las políticas desarrolladas por los partidos socialdemócratas europeos entre 1946 y 1960, en la década de 1970, por los países productores de petróleo, entre otros las monarquías árabes y las repúblicas islámicas o seculares. De hecho, los anteriores gobiernos tanto de Venezuela, en 1976, como de Bolivia, en 1952 y 1968, adoptaron medidas mucho más radicales con la nacionalización del petróleo y de algunos sectores mineros» (artículo antes citado). Se trata de una pelea de gángsteres por el reparto de la comisión como aclara el propio Petras: «Los principales puntos de conflicto no son la aversión capitalista al socialismo, ni tampoco la oposición entre propiedad privada y propiedad nacionalizada, y mucho menos la revolución social conducente a una sociedad igualitaria. Los principales conflictos se concentran en 1) los incrementos de los impuestos, los precios y los pagos por regalías, 2) la conversión de las empresas en empresas conjuntas, 3) la representación en las juntas directivas, 4) la distribución accionarial entre los ejecutivos nombrados por las empresas extranjeras y los nombrados por el Estado boliviano, 5) el derecho legal a revisar los contratos, 6) los pagos compensatorios por supuestos activos, y 7) la gestión de la distribución y la exportación».
El discurso “anti-imperialista” y “anti-trasnacionales”, aparte de ser una alternativa nacionalista tan capitalista como la de sus rivales, tiene mucho de opereta. El “matamoros” de “trasnacionales”, Chavez, se conforma, en el reparto de los beneficios del petróleo, con porcentajes inferiores a los que imponen Estados como Canadá, emiratos de Oriente Medio o Nigeria, a las empresas establecidas en sus territorios. Por otra parte, «el gobierno del presidente Evo Morales entregó por 40 años el yacimiento de hierro del Mutún, el más grande del mundo, a la transnacional india Jindall Steel, que impuso sus condiciones económica-financieras. Los beneficios para el Estado serán menores a los inicialmente previstos por el gobierno»[7]
Mientras el circo mediático sobre Bolivia nos ofrece esas batallas de ficción entre caballeros “bolivarianos” y monstruos “neoliberales”, la realidad de ese país anda por caminos muy diferentes: represión de los que buscan tierras para construirse una miserable chabola, trabajo infantil que afecta a 300.000 niños (sobre una población de 9 millones) sin que el nuevo gobierno haya movido ni una pestaña. «Cada año, 15 mil niños menores de cinco años mueren en Bolivia por causas que pueden ser razonablemente prevenibles y relativamente superables como las diarreas, la desnutrición y la pobreza extrema. La quinta parte de las familias bolivianas subsisten con menos de medio dólar al día y están postradas en la indigencia y la marginalidad» (agencia antes citada).
Un informe oficial –fechado en abril de 2006- reconoce que « de cada 10 trabajadores, siete son sobreexplotados en empleos precarios y mal pagados, uno está desempleado y sin ingresos, y sólo dos cuentan con un empleo estable y digno». Estas últimas palabras son puro eufemismo: no hay empleo “estable” puesto que en cualquier momento un trabajador puede ser despedido según la Ley General del Trabajo que no ha sido revocada por el gobierno de Don Evo. En cuanto a la “dignidad” poca vida digna puede conseguirse con un salario medio de 100 dólares «en un país donde la canasta familiar mínima se calcula en por lo menos 400 dólares, según las estimaciones gubernamentales más modestas». El salario mínimo (55 dólares) que el Señor Morales había prometido doblar ha sido finalmente subido ¡en 5 dólares!.
Los trabajadores manifiestan cada vez más su impaciencia, la Central Obrera Boliviana ha tenido que mostrar su “enfado” al Gobierno presentándole un “pliego de reivindicaciones” y amenazando con la “huelga general” para tratar de controlar la combatividad que se expresa en luchas como las de los maestros y la Sanidad que desde abril se han lanzado a huelgas parciales en diversas localidades del país.
La lucha de los estudiantes en Francia –en marzo 2006-, confirmada por la huelga de metal en Vigo en mayo 2006, nos muestra que, la clase obrera internacional está desarrollando lenta pero cada vez con mayor amplitud, su lucha autónoma de clase. Forman parte de ese desarrollo un buen número de jóvenes que buscan una alternativa revolucionaria frente al capitalismo. Esta no puede venir de payasadas como el “socialismo bolivariano del siglo XXI”. La tozudez de los hechos junto con el análisis riguroso basado en la teoría revolucionaria del proletariado, ponen al desnudo su engaño. «El verdadero movimiento revolucionario del s XXI son las luchas de la clase obrera; es el movimiento de huelga de masas que avanza lentamente; que va a estallar (como en Francia) en movilizaciones masivas en diferentes países, pero que también puede manifestarse en luchas puntuales que expresan las preocupaciones de la clase, y también madura en profundidad, en la reflexión de los elementos de la clase que buscan posiciones revolucionarias, en la intervención y el trabajo de los grupos revolucionarios. Ese movimiento que la burguesía quiere ocultar y difamar a toda costa».[8]
[1]Se pueden leer las informaciones directas en diferentes sitios Web de periódicos y agencias de prensa (de estas últimas la que más datos ha proporcionado es www.econoticiasbolivia.com [33] de la que hemos tomado datos y declaraciones).
[2] Ver un análisis de lo que representan Chavez y sus compadres en “Un nuevo engaño recorre el mundo: el socialismo del siglo XXI de Chavez” en /accion-proletaria/200603/792/un-nuevo-engano-recorre-el-mundo-el-socialismo-del-siglo-xxi-de-chavez [34], así como “El socialismo chavista: una nueva forma de redistribución de la miseria” en /internacionalismo/200506/42/el-socialismo-chavista-nueva-forma-de-redistribucion-de-la-miseria [35]
[3] “Evo, Chavez y el imperialismo”, artículo especial para https://www.econoticiasbolivia.com/ [33]
[4] Tomado igualmente de https://www.econoticiasbolivia.com/ [33]
[5] En el artículo Propiedad privada y Propiedad Colectiva, aparecido en nuestra Revista Internacional nº 61 aportamos los argumentos históricos y teóricos que avalan esta posición.
[6] Nos dicen que la nacionalización “beneficia al pueblo”. En realidad a quien beneficia es a la Nación que es la finca privada del conjunto de los capitalistas. La situación de la clase obrera y de la gran mayoría del llamado “pueblo” no cambia para nada.
[7] Nota de agencia de 2-6-06 de la mencionada https://www.econoticiasbolivia.com/ [33]
[8] tomado de la editorial de Acción Proletaria nº 189 (/accion-proletaria/200605/930/de-donde-puede-surgir-una-alternativa-al-capitalismo [36] ). Ver también en Revolución Mundial nº 96 la interesante carta de un lector que compara la práctica de otros “alternativos” (los zapatistas) con el movimiento de Francia: https://es.internationalism.org/rm/2006/92_tl [37]
Las nuevas generaciones, universitarios y estudiantes de instituto, están siendo atacadas masivamente por el Gobierno Chirac/Villepin/Sarkozy que quiere imponer por la fuerza y con violencia el Contrato Primer Empleo (CPE) para generalizar de forma brutal la eventualidad en el trabajo. Los estudiantes que han protestado sin violencia en las manifestaciones del 7 y el 14 de Marzo no están luchando solo por ellos mismos. Se están manifestando masivamente para luchar por el futuro de TODA la sociedad, de todas las generaciones, de los obreros desempleados y los obreros con empleos precarios, intentando dar una perspectiva de lucha a los jóvenes de las barriadas más pobres en un intento de ayudarles a superar la desesperación que les empujó, en Noviembre pasado, a desarrollar una violencia ciega y sin perspectiva. ¡ Luchan contra la descomposición del tejido social, contra la competencia de todos contra todos, contra la criminal idea de “cada uno que se busque la vida” ¡.
¡ La única respuesta que han recibido ha sido la represión del Estado policial del Ministro del Interior Sr. Sarkozy ¡. El “orden republicano” que el Estado preserva es en realidad el “desorden” de una sociedad que condena al desempleo, a la precariedad y a la desesperación a un número cada vez mayor de jóvenes que ven cada vez más imposible poder tener una vida en condiciones. ¡ Es, igualmente, el “orden” de la intimidación y del palo ¡ Con la ayuda inestimable de la provocación de las bandas de extrema derecha y la ingenuidad de algunos pequeños grupos de inconscientes pretenden hacernos creer que se puede debilitar al Estado “bombardeando” a los Cuerpos Especiales de Seguridad Republicanos (CRS) con latas vacías o vallas metálicas para así, justificar el incremento de la represión sobre los estudiantes en lucha. Un “orden” que encuentra un aliado, fiel y potente, en la manipulación, el silencio ó la falsificación organizada por los medios de “comunicación”, en especial la televisión. Un “orden” que apoya a los sindicatos que no aceptan denunciar las mentiras y la manipulación de los telediarios, a pesar de sus declaraciones oficiales de “solidaridad” con los jóvenes y que, se niegan a convocar asambleas generales masivas en los centros de trabajo para decir la verdad de lo que está ocurriendo a los trabajadores. ¡ Bloqueando y falseando la información, los sindicatos impiden que los trabajadores puedan aportar inmediatamente su solidaridad activa y de lucha contra los ataques, impiden que los obreros puedan expresar su solidaridad contra la represión de los hijos de la clase obrera !.
¡ Contra las trampas y el
sabotaje de la extensión de la solidaridad a todos los sectores de la clase
obrera, nosotros, trabajadores y militantes de la clase obrera internacional,
llamamos a todos los trabajadores a movilizarse inmediatamente para defender el
futuro de nuestros hijos amenazados por la miseria y, a luchar contra la
barbarie y las mentiras del Gobierno y de todos sus cómplices!.¡
La solidaridad y el coraje que están mostrando los estudiantes en lucha son ejemplares. La libertad de expresión y la cultura de debate que se han visto en las asambleas generales de estudiantes, las decisiones y mociones adoptadas a mano alzada tras intensos debates con el objetivo de profundizar y organizar el movimiento, junto con la elección de delegados responsables ante las asambleas, han sido una demostración de lo que es la verdadera “democracia”, es decir, ¡ tomar a cargo de forma directa y responsable el desarrollo de la lucha ¡. Esto nada tiene que ver con lo que nos ofrece la clase dominante: quedarnos aislados en nuestro rincón para votar con intervalos regulares en una mascarada que nos “permita” elegir a sus “especialistas”, los políticos, para que defiendan en el Parlamento u otras instituciones sus privilegios contra los intereses de todos los explotados. ¡ La movilización y las asambleas de los estudiantes nos muestran el camino de la lucha!. ¡ Si los trabajadores nos quedamos pasivos, nos dejamos intimidar, paralizar o intoxicar por los medios de “comunicación” a las órdenes del Gobierno y todos sus cómplices, estaremos dejando las manos libres a la clase dirigente para golpear aún mucho más fuerte a los hijos de la clase obrera!.
El “orden democrático” impuesto por una minoría que dirige la sociedad, la clase burguesa, es en realidad el desorden social y el desencadenante del caos en un país situado en el corazón de la Europa “civilizada”. Es la amenaza del hundimiento de la moral y la civilización humana que la clase dirigente, y totalmente irresponsable, va camino de sacrificar en el altar de sus miserables privilegios en los que la única “lógica” que impera es la del beneficio capitalista.
Los estudiantes más conscientes y decididos no han ocupado las facultades o institutos para dedicarse a enfrentarse a la policía o a los fascistas. ¡ El señor Robien (director de la Sorbona) miente!. No han sido los estudiantes los que han destruidos sus útiles de trabajo (los libros), ni tampoco han saqueado el “monumento histórico” de la Sorbona ya que saben mejor que nadie que pertenece al patrimonio cultural de la humanidad.
¡ Los estudiantes no son ni vándalos, ni terroristas! ¡ La televisión y todos los medios de comunicación mienten!.
Denunciamos la duplicidad y la falsedad de todos esos profesionales del engaño y la mentira, de los cómplices del Gobierno Chirac/Villepin/Sarkozy. ¡ Son todos ellos los que han tomado como rehén con sus mentira la palabra de los estudiantes!.
Denunciamos la hipocresía de todos aquellos que nos presentan el CPE como una “medida social” para los jóvenes y, en particular, para los de las barriadas más pobres. ¡ Tras la represión y el palo, ahora intentan utilizar la zanahoria para intentar oponer a los jóvenes más desfavorecidos con los universitarios y estudiantes de instituto en lucha!.
Denunciamos los llamamientos para ir “a la caza de los estudiantes” lanzados por políticos y medios de “comunicación” argumentando falazmente que estamos ante una lucha de “vándalos excitados”, o de “irresponsables manipulados por peligrosos extremistas”.
Llamamos a todos los trabajadores, obreros, precarios, parados, jubilados a sumarse inmediatamente al movimiento de protesta general contra este “orden” que nos explota, nos lanza al paro y la miseria crecientes y, reprime cada vez más a los trabajadores, especialmente a los más jóvenes, pero también a sus mayores.
Llamamos a alzar la voz, a participar masivamente y en calma en la manifestación del Sábado 18 de Marzo contra el trabajo precario y el desempleo, contra la represión, contra las limitaciones al derecho de huelga. El derecho de huelga y la libertad de expresión son adquisiciones de la lucha de la clase obrera desde el siglo 19 que debemos defender.
¡ Nosotros, trabajadores y militantes de la corriente de la Izquierda Comunista ( que ha luchado contra las carnicerías de las dos Guerras Mundiales), llamamos a los trabajadores de todos los países a expresar su solidaridad con los hijos de la clase explotada víctimas de la brutalidad del Gobierno francés y de todos sus cómplices!.
¡ No a la falsificación de la verdad!, ¡ No a la liquidación de las adquisiciones de las luchas de la clase obrera!, ¡ No a la represión contra los estudiantes y los hijos de los trabajadores!.
¡ Solidaridad y unidad de todos los asalariados con los universitarios, estudiantes de instituto, parados y trabajadores precarios salvajemente atacados por el Gobierno de Villepin, Chirac y Sarkozy!.
Los trabajadores militantes o simpatizantes de las secciones de la Corriente Comunista Internacional ( Alemania, Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Italia, Holanda, México, Suecia, Suiza, Venezuela ) llaman a todos los obreros y asalariados de la “república francesa” a manifestarse unidos, sin violencia pero con determinación, el sábado 18 de Marzo, tras una única consigna: ¡ retirada del CPE, contra la precariedad y los despidos, contra la escalada de la violencia ciega y la represión provocada por Sarkozy y sus amigos!.
Igualmente llamamos a los jóvenes de las barriadas más pobres a confiar en sus camaradas de lucha, universitarios y estudiantes. Los estudiantes más conscientes saben que la “rabia” ciega no lleva a ninguna parte. Los estudiantes no luchan para “vengar” la revueltas en las barriadas, luchan para ofrecer y conseguir una perspectiva de futuro, contra la exclusión del sistema escolar y del mundo del trabajo.
Corriente Comunista Internacional ( 16 Marzo 2006 )
Nuestra camarada Clara murió en el hospital Tenon, de Paris, el sábado 15 de Abril de 2.006, a los 88 años de edad.
Clara nació el 8 de Octubre de 1.917 en Paris. Su madre Rebecca era originaria de Rusia. Se vio obligada a ir a Francia puesto que en su ciudad de origen, Simféropol, en Crimen, no podía desarrollar sus estudios de medicina por ser de origen judío. Viviendo en Paris, pudo convertirse finalmente en enfermera. Desde muy joven, Rebecca fue militante del movimiento obrero y a temprana edad participó en la fundación de la sección del Partido Social-demócrata de Simféropol. El padre de Clara, Paul Geoffroy, era un obrero cualificado especializado en la confección de cofres para joyas. Antes de la Primera Guerra Mundial, fue miembro de la CGT (Confederación General del Trabajo) en el entorno anarco-sindicalista, y posteriormente se acercó al Partido Comunista tras la revolución de 1.917.
Por tanto, desde su más tierna infancia Clara se educó en la tradición del movimiento obrero. A los quince años se afilio a las Juventudes Comunistas (JJCC). En 1.934, realizo un viaje a Moscú para visitar a la hermana de su madre, esta había muerto cuando Clara tenía solo doce años. Lo que vio en Rusia, entre otras cosas el hecho de que los mejores alojamientos estuvieran reservados a una minoría de privilegiados y no a los trabajadores, le creo muchos interrogantes sobre la “patria del socialismo” y, a su regreso a Francia, rompió con las Juventudes Comunistas. En esta época, ya mantenía numerosas discusiones con nuestro camaradas Marc Chirik ( al que había conocido con sólo 9 años puesto que era el compañero sentimental de la mejor amiga de su madre ) a pesar de la oposición de su padre que, fiel a las orientaciones del Partido “Comunista”, no era nada partidario de que su hija frecuentara los ambientes “trotskystas”.
En 1.938, nada más cumplir la mayoría de edad, decidió convertirse oficialmente en la compañera sentimental de Marc.
En aquella época Marc era miembro de la Fracción de la Izquierda Comunista Italiana (FI) y Clara era simpatizante de dicho grupo. Durante la guerra Marc fue mivilizado por el ejército francés (aunque no era de nacionalidad francesa y contaba únicamente con una orden de no expulsión renovable cada dos semana como único documento de identidad “nacional”). Se encontraba, en esas circunstancias, en la ciudad de Angoulême, en el momento de la debacle del ejército francés. Junto a un camarada de la Fracción Italiana en Bélgica (que huía de la persecución de las tropas alemanas puesto que era judío), Clara salió de Paris en bicicleta para intentar encontrar a Marc en Angoulême. Cuando llegó, Marc (junto a otros soldados) había sido hecho prisionero por el ejército alemán que, afortunadamente, no sabía aún que era de origen judío. Clara consiguió, llevándole ropas de civil, que Marc junto a otro compañero judío pudieran evadirse del cuartel en el que se encontraban prisioneros. Marc y Clara consiguieron llegar a zona liberada y llegaron a Marsella en bicicleta en Septiembre de 1.940. En esta ciudad Marc impulso la reorganización de la Fracción Italiana que se había dislocado al comienzo de la guerra.
Sin ser formalmente miembro de la organización, Clara participó en el trabajo y las discusiones que permitieron el desarrollo de la Fracción Italiana reconstituida: a pesar de los peligros enormes que implicaba la ocupación del ejército alemán, consiguió transportar, de una ciudad a otra, documentos políticos a dirigidos a los diferentes camaradas de la Fracción Italiana. Durante este período, Clara participo igualmente en las actividades de la OSE (Organización de Ayuda a los Niños) que se encargaba básicamente de ocultar a niños judíos de la busca y captura de la GESTAPO.
Justamente fue en el momento de la “liberación” cuando Marc y Clara estuvieron más expuestos que nunca a la muerte porque, los “resistentes” estalinistas del Partido Comunista Fránces (PCF) los detuvieron en Marsella: los acusaron de ser traidores, unos cómplices de los “boches” (alemanes), porque encontraron tras un registro en su casa documentos escritos en alemán. En realidad, estos cuadernos eran los intrumentos de trabajo de Marc y Clara para el curso de alemán que recibieron de Voline (un anarquista ruso que había participado en la revolución de Octubre de 1.917). Voline a pesar de las condiciones terribles de miseria en las que estuvo condenado a vivir no quería recibir, sin más, ningún tipo de ayuda material. Marc y Clara le pidieron que les diera un curso de alemán para que, a partir de entonces, aceptar compartir con ellos las comidas. En este mismo registro, los estalinistas encontraron propaganda internacionalista redactada en francés y alemán dirigida a los soldados de los bandos en combate.
Gracias a un oficial gaullista que era el responsable de la prisión en la que los encarcelaron ( cuya mujer trabajo con Clara en la OSE), Clara y Marc pudieron escapar de las represalias que les había preparado el PCF. Este oficial consiguió, de entrada, que asesinaran a Marc y Clara (los estalinistas le habían dicho textualmente a Marc: “…Stalin no te ha conseguido tener, pero nosotros nos haremos con tu piel…”). El oficial, sorprendido por el hecho de que fueran acusados de “colaboradores”, quería “comprender” la posición política de Marc y Clara ya que no entendía porque hacían propaganda a favor de la fraternización de los soldados de ambos bandos. Rápidamente se dio cuenta de que sus posiciones nada tenían que ver con ningún tipo de “traición” a favor del régimen nazi. Por ello, personalmente les ayudo (con su vehículo particular) a abandonar la prisión y les recomendó que abandonaran Marsella antes de que los estalinistas les volvieran a encontrar.
Marc y Clara tomaron rumbo a Paris, ciudad en la que encontraros a otros camradas (y simpatizantes) de la Fracción Italiana y de la Fracción Francesa de la Izquierda Comunista. Clara siguió apoyando el trabajo de la Fracción de la Izquierda Comunista de Francia hasta 1.952, convertida entonces en la Izquierda Comunista de Francia (GCF).
En 1.952, ante la amenaza de una nueva Guerra Mundial, la Izquierda Comunista de Francia tomó la decisión de que algunos de sus militantes abandonaran Europa con el fin de preservar la continuidad de la organización en el caso de que el continente se viera de nuevo envuelto en una guerra. Marc partió hacia Venezuela en 1.952. Clara lo reencontró en Enero de 1.953, una vez hubo encontrado un trabajo estable en aquel país.
En Venezuela, Clara retomó su trabajo de profesora. En 1.955, con una colega, fundó en Caracas una escuela francesa, el colegio Jean-Jaques Rousseau, que comenzó con 12 alumnos, especialmente niñas que no podían asistir a las clases de otros colegios franceses dirigidos por curas. El Colegio, del cual Clara era la directora (y Marc, el intendente, jardinero y chofer escolar) acabó teniendo a más de un centenar de alumnos. Algunos de ellos, vista la eficacia de las grandes capacidades pedagógicas y humanas de Clara, han estado en contacto con ella prácticamente hasta el fin de sus días. Una de sus antiguas alumnas, residente en Estados Unidos, se desplazo en 2.004 a Francia para visitarla.
Tras la partida de Marc y otros camaradas la Izquierda Comunista Francesa se dislocó. Sólo a partir de 1.964, Marc pudo constituir un pequeño núcleo de elementos muy jóvenes con los que comenzó a editar la revista “Internacionalismo” en Venezuela. A lo largo de este período, Clara no estuvo implicada directamente en las actividades políticas de Internacionalismo pero su colegio facilitaba los medios materiales para que las reuniones y las actividades del grupo pudieran desarrollarse.
En 1.968, Marc volvió a Francia para participar en los movimientos sociales e intentar recuperar contactos con antiguos compañeros de la Izquierda Comunista. Durante su estancia en Francia, la policía de Venezuela organizó un registró en el colegio de Clara y descubrió material político clandestino. El colegio fue cerrado y derruido. Clara fue obligada a abandonar Venezuela precipitadamente y encontrar a Marc en Francia. Desde entonces se instalaron de nuevo en Paris.
A partir de 1.968, Marc participó activamente en el trabajo del grupo Revolution Internationale (RI) que se había constituido en Toulouse. A partir de 1.971, Clara se integro activamente a las actividades de RI que más tarde se convirtió en la sección de la CCI en Francia. Desde entonces ha sido una fiel militante de nuestra organización, participando en el conjunto de las actividades de la organización. Tras la muerte de Marc, en Diciembre de 1.990, ella continuo con su actividad militante en la CCI estando siempre muy ligada a su trabajo y actividades. Incluso, si es cierto que estuvo muy afectada personalmente por la marcha de antiguos camaradas que participaron tanto en la fundación de RI como de Internacionalismo, en ningún momento, puso en causa su pertenencia y militancia en la CCI.
Hasta sus últimos momentos, a pesar de sus problemas de salud y de su avanzada edad, siempre ha querido seguir siendo parte activa de la CCI. En particular, ella nunca ha dejado de aportar todos los meses su cotización militante y ha intentado seguir el desarrollo de las discusiones, incluso si bien es cierto que no podía asistir a todas las reuniones. Incluso cuando tenía graves problemas de visión, jamás dejó de leer en la medida de lo posible la prensa y los documentos internos de la CCI (nuestra organización editaba documentos escritos con gruesos caracteres para que pudiera leerlos). De igual modo, cuando un camarada la visitaba, le pedía que la pusiera al corriente del trabajo que se estaba desarrollando en tal o cual parte de la organización.
Clara era uno de los camaradas de la CCI en los que más desarrollados y fuertes eran los sentimientos de fraternidad y solidaridad. Todos los camaradas que la conocimos fuimos siempre acogidos de forma extraordinariamente calurosa. En el mismo sentido, siempre mantuvo unas relaciones muy afectuosas y cordiales con sus antiguos camaradas de la Izquierda Comunista, aportándoles su solidaridad ante pruebas como la enfermedad (como lo fue en el caso de Serge Bricianer, antiguo miembro de la GCF, o Jean Malaquais, simpatizante de la misma organización, al que fue a visitar a Ginebra en 1998 poco antes de su muerte). Tras la muerte de Marc, ella siguió transmitiendo a las nuevas generaciones de militantes, esta tradición de fraternidad y de solidaridad que caracterizan al movimiento obrero del pasado. Con mucha alegría vivió la solidaridad de la clase portadora del comunismo que de forma magistral ha hecho resurgir el movimiento de los estudiantes en Francia en la primavera de 2.006. Un movimiento que Clara saludo con entusiasmo antes de dejarnos.
A pesar de su debilitamiento físico y de las enormes dificultades que ha tenido que afrontar a causa de la enfermedad, con un valor remarcable, Clara nos ha dejado al mismo tiempo en el que una nueva generación comienza a luchar para abrir las puertas del futuro.
Clara ha sido un ejemplo de mujer que, durante toda su vida, ha combatido en el seno de la clase obrera haciendo prueba de un valor fuera de lo común ( especialmente al haber arriesgado su vida en los años de la contra-revolución en numerosas ocasiones ). Una mujer que ha sido profundamente fiel a los objetivos y las ideas de su combate revolucionario.
Desde el momento en el que los militantes y secciones de la CCI ha conocido su fallecimiento, se han enviado al órgano central de la CCI gran número de testimonios de respeto y cariño saludando su calor humano, su dedicación a la lucha revolucionaria y subrayando el enorme coraje y entrega de los que ha hecho gala a lo largo de toda su vida.
Clara ha sido inhumada el sábado 22 de Abril en el cementerio parisino de Ivry (en el mismo lugar fue enterrado el marido de Clara Zetkin, Ossip, el 31 de Enero de 1.889). Tras las exequias, la CCI organizó una reunión de homenaje a su memoria en la que participaron numerosas delegaciones internacionales de la CCI, numerosos simpatizantes que conocieron a Clara personalmente, y como no, miembros de su familia.
A su hijo Marc, a sus nietos Miriam y Yann-Daniel, enviamos nuestra solidaridad y afecto.
Publicamos a continuación, un largo extracto de la carta que la CCI ha dirigido a el hijo y la familia de nuestra camarada Clara.
CCI ( 25 de Abril de 2006)
La CCI
Al camarada Marc
Estimado camarada Marc,
Con estas líneas que siguen, queremos ante todo manifestarte nuestra solidaridad y nuestro apoyo tras la desaparición de tu madre, nuestra camarada. Igualmente queremos hacerte llegar la profunda emoción que siente el conjunto de camaradas de nuestra organización.
La mayor parte de nosotros hemos conocido personalmente a Clara, en principio como compañera de Marc, tu padre, que jugó un papel especialmente importante en el combate de la clase obrera, en particular en los peores momentos que ella atravesó, y también como principal artífice de la construcción de la CCI. En si mismo, esto ya es un motivo de profundo afecto y respeto hacia Clara: “la compañera de Marc , no puede ser más que una persona de bien”. El coraje y la dignidad que mostró en el momento de la desaparición de tu padre, a pesar del amor inmenso que le profesaba, ya nos confirno su gran fuerza de carácter, una cualidad que ya conocíamos y que no hemos dejado de ver y sentir hasta el fin de sus días. Es, entre otras cosas por esto, por lo que para los militantes de la CCI, Clara no era únicamente la compañera de Marc, lejos de ello, era un valor en si misma para todos nosotros. Ha sido una camarada fiel hasta el fin a sus convicciones, que ha continuado desarrollando participando en todos nuestros combates, y que ha tenido, a pesar de la edad y la enfermedad, una voluntad de seguir trabajando en la medida de sus posibilidades en el seno de la organización. Todos los camaradas nos hemos sentido impresionados por su voluntad de vivir y por la total lucidez que ha conservado hasta sus últimos instantes. Es por ello que nuestra admiración y respeto se han ido reforzando a lo largo de todos los años que hemos compartido con ella.
Poco antes de su muerte, tu padre nos hizo participes de la satisfacción que le aportaba la desaparición del estalinismo, ese enemigo atroz de la revolución y de la clase obrera . Al mismo tiempo, no nos ha ocultado la inquietud que le provocaba las consecuencias que este acontecimiento podría tener sobre la conciencia de la clase obrera y también sobre sus luchas. Clara, por haber conservado intactas sus convicciones revolucionarias, ha visto con alegría, en los últimos días de su vida, el desarrollo de los primeros combates de una nueva generación obrera. Esto es para nosotros, a pesar de nuestra pena, un motivo de enorme satisfacción.
Con Clara, desaparece una de las últimas personas que ha sido actor y testigo de unos años terribles en los que los revolucionarios se encontraron siendo una pequeña minoría para continuar defendiendo los principios internacionalistas del proletariado, un combate desarrollado por los militantes de la Izquierda Italiana, de la Izquierda Holandesa y de la Izquierda Comunista de Francia, combates sin los cuales la CCI no podría existir hoy día. Clara nos ha hablado en ocasiones de esos camaradas y hemos sentido en sus palabras toda la estima y el afecto que ella les tenía. En ese sentido, tras la desaparición de tu padre, Clara ha continuado siendo para nosotros un lazo vivo y firme con esta generación de comunistas que nosotros reivindicamos con gran orgullo. Es este vinculo histórico, que más allá de la persona de nuestra camarada Clara, perdemos hoy en día (…) Una vez más, querido camarada Marc, queremos manifestarte nuestra solidaridad y te pedimos que transmitas esta solidaridad a tus hijos y a los otros miembros de la familia.
CCI (17 de Abril de 2.006)
Queremos manifestar nuestro saludo y solidaridad con la lucha que están llevando los trabajadores del metal de Vigo iniciada el pasado día 3 de mayo. Los “medios de comunicación” y las Web de sindicatos y grupos políticos que se dicen “radicales” han guardado un silencio prácticamente total sobre esta huelga. Es importante que discutamos de sus experiencias, saquemos lecciones con espíritu crítico y las pongamos en práctica pues todos los trabajadores estamos afectados por los mismos problemas: precariedad, condiciones de trabajo cada vez más insoportables, precios por las nubes, despidos, anuncio de nuevos recortes en las pensiones, ataque a los funcionarios…
Una lucha contra la Reforma Laboral
En el mismo momento en que el trío infernal Gobierno – Patronal – Sindicatos firmaba la nueva Reforma Laboral que con la excusa de “luchar contra la precariedad” la extiende todavía más haciendo más barato el despido y proponiendo una eventualidad a fecha fija (2 años) ha estallado esta huelga masiva cuya principal motivación es luchar precisamente contra la precariedad, que en dicho sector alcanza hasta un 70%.
La lucha contra la nueva Reforma Laboral no pasa por las convocatorias y actos de protesta que han organizado numerosos sindicatos “radicales”, la lucha verdaderamente eficaz contra la precariedad es la lucha directa de los obreros, las huelgas que nacen de su decisión colectiva, son esas huelgas las que hay que apoyar y extender y es así como se puede reunir las fuerzas necesarias para plantar cara a los ataques constantes del Capital.
La fuerza de las Asambleas
La huelga del metal vigués ha sido muy masiva y se ha dado como forma de organización la Asamblea Pública en plena calle que por decisión de los trabajadores estaba abierta a todo aquel que quisiera dar su opinión, expresar su apoyo o plantear sus problemas o quejas. Más de 10.000 trabajadores se han reunido diariamente para organizar la lucha, decidir acciones a tomar, ver a qué empresas dirigirse para pedir la solidaridad de los trabajadores, escuchar qué se dice de la huelga en la radio, en los comentarios de la gente etc.
Es significativo que los obreros de Vigo hayan desarrollado el mismo método que los estudiantes de Francia en su reciente movimiento. Allí también las Asambleas eran abiertas a trabajadores en activo, a jubilados, a padres de alumnos. Allí también las Asambleas han sido el pulmón del movimiento. Es también significativo que ahora en 2006 los obreros de Vigo recuperen la práctica de la gran huelga de 1972 adonde se celebraban diariamente Asambleas Generales de Ciudad. La clase obrera es una clase internacional e histórica y en ello reside su fuerza.
La fuerza de la solidaridad
Desde el principio, los obreros se han planteado ganar la solidaridad de los demás trabajadores, principalmente de las grandes empresas metalúrgicas que tienen convenio especial y que, por tanto, “no estarían afectadas”. Han enviado delegaciones masivas a los astilleros, a Citroen y a las otras empresas grandes. En astilleros de forma unánime los obreros se han puesto en huelga solidaria desde el 4 de mayo. Para el cálculo frío y egoísta que inculca la ideología burguesa según la cual cada uno debe interesarse “por lo suyo”, esta acción es una “locura”, pero desde el punto de vista de la clase obrera es la mejor respuesta cara al presente y como preparación del futuro. Cara al presente pues cada sector obrero solo será fuerte si cuenta con la lucha común del conjunto de la clase. En vistas al futuro, pues la sociedad que aspira a instaurar el proletariado y permitirá a la humanidad salir del atolladero del capitalismo se basa en la solidaridad, en la comunidad humana mundial.
El día 5, unos 15.000 obreros del metal rodearon la factoría Citroen para intentar convencer a los compañeros para sumarse a la huelga. Sin embargo, había división entre ellos, unos eran partidarios de unirse a la huelga, otros querían trabajar. Al final, entraron todos a trabajar unidos. Sin embargo, parece que la semilla plantada por la delegación masiva el día 5 ha empezado a germinar: el martes 9, se han producido paros en Citroen y otras empresas grandes.
Solidaridad y extensión de la lucha han sido también los puntos de fuerza del movimiento de los estudiantes en Francia. De hecho, cuando a principios de abril empezaron a darse huelgas espontáneas en empresas grandes (Snecma, Citroen) en solidaridad con los estudiantes, el gobierno francés retiró el CPE. Pero la solidaridad y la extensión de la lucha fueron lo dominante en la huelga general de todo Vigo en 1972 que hizo retroceder la mano asesina de la dictadura franquista. También aquí vemos la fuerza internacional e histórica de la clase obrera.
La represión arma política de la burguesía
El 8 de mayo cuando unos 10.000 obreros se dirigen tras la Asamblea Pública a la estación de ferrocarril con objeto de informar a los viajeros, la policía les ataca por todos los lados con una violencia inaudita. Las cargas son brutales, los obreros se ven dispersados en pequeños grupos que son acorralados por fuerzas policiales que les atacan sin piedad. Hay numerosos heridos y 13 detenidos.
Esta represión dice mucho de lo que es la llamada “democracia” y sus bellas palabras sobre la “negociación”, la “libertad de manifestación”, la “representación de todos”. Cuando los obreros luchan en su terreno de clase, el capital no duda ni un instante en desencadenar la represión. Y ahí se ve el plumero a ese cínico campeón del “diálogo”, el Señor Zapatero. ¡Y tiene maestros! Su predecesor “socialista”, el Señor González, es responsable de la muerte de un obrero en la lucha del naval de Gijón (1984) y de un obrero en Reinosa en la lucha de 1987. Y otro ilustre, el republicano Azaña, muy citado por Aznar, fue quien dio instrucciones directas de “disparar a la barriga”en la masacre de jornaleros en Casas Viejas en 1933.
Pero la ratonera represiva de la estación de ferrocarril persigue una finalidad política: se trata de encerrar a los obreros en una pelea agotadora con las fuerzas represivas, empujarles a reemplazar las acciones masivas (manifestaciones, asambleas generales) por la dispersión en enfrentamientos con la fuerza pública. Se busca entramparles en batallas campales en inferioridad de condiciones que tienen el efecto de hacerles perder la simpatía de los demás trabajadores.
Es una política que siguió el gobierno francés con el movimiento de estudiantes: «La profundidad del movimiento de los estudiantes se expresa también en su capacidad para no caer en la trampa de la violencia que la burguesía le ha tendido en varias ocasiones, incluido el uso de “reventadores”: ocupación policíaca de la Sorbona, ratonera al final de la manifestación del 16 de marzo, cargas policiales al final de la del 18 de marzo, violencias de los “reventadores” contra los manifestantes del 23 de marzo. Aunque una pequeña minoría de estudiantes, sobre todo los influidos por ideologías anarquizantes, se dejaron llevar a enfrentamientos con la policía, la gran mayoría lo hizo todo por evitar que se pudriera el movimiento en enfrentamientos repetitivos con las fuerzas represivas » (Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia, ver: ccionline/2006_tesis [16] )
Los trabajadores se han movilizado masivamente por la libertad de los detenidos con más de 10.000 de ellos concentrados el 9 de mayo para exigir su liberación cosa que ha sido finalmente conseguida.
Es significativo que los medios de “comunicación” de circulación nacional (El País, El Mundo, TVE etc.) que habían guardado un escrupuloso silencio sobre la lucha y que, sobre todo, no han dicho absolutamente nada sobre las Asambleas, las manifestaciones masivas y la solidaridad, ahora den todo el bombo posible a los choques violentos del día 8. El mensaje que nos quieren hacer colar es muy claro: “sí quieres hacerte notar y que te hagan caso monta choques violentos”. Es el capital el primer interesado en que los obreros se encierren y agoten en una dinámica de enfrentamientos estériles.
Las dilaciones y maniobras de los sindicatos
Hace mucho tiempo que los sindicatos dejaron de ser un arma de los trabajadores para convertirse en un escudo protector del Capital como se ve con su participación en las “Reformas Laborales” de 1988, 1992, 1994, 1997 y 2006 que tanta precariedad y tantos contratos basura nos han acarreado. Los 3 sindicatos (CCOO, UGT y CIG) han acompañado la huelga para no perder el control e intentar carcomerla desde dentro. Así, han tratado de oponerse al envío de delegaciones masivas a las otras empresas y aunque no lo han podido impedir han “ofrecido” a cambio llamar una huelga general del metal el 11 de mayo. Pero los obreros no han esperado y, sobre todo, no han aceptado el método sindicalista de parar un día D siguiendo las órdenes sindicales. Han desarrollado el método genuinamente obrero: el envío de delegaciones masivas, el contacto directo con los demás obreros, la acción colectiva y masiva.
Sin embargo, el 10 de mayo, tras 20 horas de negociaciones, han alcanzado un preacuerdo que, aunque no está claro, supone una puñalada trapera a los trabajadores, pues a cambio de algunos caramelos las reivindicaciones esenciales han sido escamoteadas. Un sector amplio de trabajadores ha manifestado su indignación y la votación ha sido postergada para mañana 11 de mayo.
De esta maniobra vendeobreros hay que sacar una clara lección: NO SE PUEDE DEJAR LAS NEGOCIACIONES EN MANOS DE LOS SINDICATOS. LAS NEGOCIACIONES DEBEN SER TOTALMENTE ASUMIDAS POR LA ASAMBLEA. Esta debe nombrar la comisión negociadora y hacer que todos los días rinda cuentas ante ella. Es lo que se hacía en las huelgas de los años 70 y que debemos recuperar para que no nos vendan.
Perspectivas
No sabemos cómo va a seguir la lucha. Pero cualquiera que sea su desenlace nos aporta experiencias vitales. El Capital en crisis no nos da tregua. Llevamos más de 20 años en todos los países con una caída en picado de las condiciones de vida obrera y los ataques van a ser cada vez peores. Por eso necesitamos luchar, necesitamos afirmar la fuerza de la clase obrera y en ello luchas como las de Vigo nos dan una lección fundamental: los métodos sindicales de “lucha” nos tienen hartos y hastiados pues comprobamos que nos llevan a la desmoralización y la impotencia. Los métodos de lucha proletarios que vemos en Vigo y que antes a mayor escala y más profundamente hemos visto en el movimiento de los estudiantes en Francia, nos dan la fuerza y la unidad que necesitamos. Con ellos dejamos de ser un número en manos de los dirigentes sindicales y nos convertimos en una masa que piensa, decide y lucha de forma unida y solidaria.
Corriente Comunista Internacional 10-5-06
A principios de Julio celebramos en Londres una Reunión Pública para discutir a propósito de la guerra que, hace 70 años, tuvo lugar en España. Hicimos una breve presentación para plantear la posición de la CCI: En la España de los años 30 estaban presentes tanto un proletariado con un nivel de combatividad muy alto, como una economía tan tremendamente atrasada que algunos vieron en caída de la monarquía y el advenimiento de la república una especie de revolución burguesa tardía. La República española muy pronto se significaría por su brutal represión de las luchas obreras como pudo verse en Asturias en 1934. Contra el golpe de Franco, en julio de 1936, la clase obrera respondió en su verdadero terreno de clase, pero lo hacía en unas condiciones sumamente difíciles, pues en ese momento histórico, como mostró Bilan (la publicación de la Izquierda Comunista italiana), la oleada revolucionaria del proletariado mundial que se inició en Octubre de 1917, había sido ya derrotada. En Julio del 36, los obreros no resultaron directamente derrotados, pero sí fueron desviados de su terreno de clase hacia el matadero de la lucha en los frentes militares entre el ejército franquista y el del gobierno del Frente Popular. La organización anarquista, CNT, se integró en el Estado, participando, a todos los niveles, en el gobierno del Frente Popular, igualmente apoyado por grupos izquierdistas como el POUM. Gran parte de las discusiones de esta Reunión Pública respondieron a cuestiones suscitadas por J., uno de los participantes en un Foro de Debates en Internet que se llama “libcom”. Sobre el papel de la CNT, J. señaló que le parecía injusto que se presentara a la CNT como paladines de la República, cuando nunca llamaron expresamente a los trabajadores a que la votaran. Sin embargo, lo que hizo CNT-FAI fue mucho más que renunciar a su tradicional llamamiento a la abstención en las elecciones, tal y como el propio García Oliver explicó inequívocamente: «Naturalmente, la clase obrera de España , que desde hacía muchos años había sido aconsejada por la CNT a que no votase, interpretó nuestra propaganda en el mismo sentido que deseábamos, eso es, que debía votar, pues que siempre resultaría mejor hacer frente a las derechas fascistas si ellas se sublevaban después de ser derrotadas y fuera del Gobierno» (citado en el libro de Agustín Guillamón: La Agrupación de los Amigos de Durruti, 1937-39). Se trata de algo muy parecido a lo que hacen hoy los izquierdistas, que alegan que ellos no apoyan al Partido Laborista en las elecciones, pero llaman a los trabajadores a impedir el triunfo de los conservadores, o a votar a los laboristas pero “sin ilusiones”. J: señaló también que dentro de la CNT se levantaron numerosas críticas contra su participación en los ministerios gubernamentales, y no sólo por parte de la Agrupación de los Amigos de Durruti, sino también, por ejemplo, por parte de su organización juvenil. Lo cierto es, sin embargo, que la participación de la CNT no consistió únicamente en la entrada de algunos de sus líderes en el gobierno, sino que el conjunto de la organización se implicó en los diferentes niveles del Estado. Con ello se completaba el proceso de traición de una organización obrera que se pasaba al campo de la burguesía, por lo que es natural que surgiera en su seno una reacción proletaria contra esa traición. Una vez que una organización ha traicionado se pierde definitivamente para la clase obrera. La CNT no puede recuperarse para el proletariado, como tampoco puede hacerse con el Partido Laborista, la socialdemocracia o los partidos estalinistas. No es lo mismo cuando hablamos de individuos. Los Amigos de Durruti eran todos ellos miembros de la CNT (la pertenencia a ésta, era una de las condiciones para formar parte del grupo), pero ellos no traicionaron a la revolución: «La CNT y la burguesía en general, intenta presentar este grupo como ejemplo de que, aún en los peores momentos de 1936-37, en la CNT ardía una llama revolucionaria. Sin embargo esa interpretación es completamente falsa. Lo que animaba la decantación revolucionaria de los Amigos de Durruti era precisamente su combate contra las posiciones de la CNT, apoyándose en la fuerza del proletariado, del que formaban parte y estaban en primera línea» (Revista Internacional nº 102: “Los Amigos de Durruti: Lecciones de una ruptura incompleta con el anarquismo”). Expresaron pues una sana reacción proletaria contra la integración de la CNT en el Estado burgués. Su militancia en dicha organización no les impidió denunciar con total precisión la “traición” de la CNT, como así hicieron en el Manifiesto que distribuyeron en las barricadas de Barcelona durante las jornadas de Mayo de 1937, aunque acabaran retirándose de éstas. La Agrupación de Los Amigos de Durruti representó una expresión política del movimiento de clase del 19 de Julio de 1936 cuando los obreros en lucha salieron a la calle masivamente, y del movimiento del 37 en Barcelona. A pesar de su procedencia anarquista, estos movimientos de la clase obrera les empujaron a converger con las posiciones de los Bolchevique-Leninistas, aglutinados en torno a Munis, y a comprender que una revolución es un acto autoritario, «reemplazando la teoría del comunismo libertario por la de la “Junta Revolucionaria” (el soviet), como verdadera encarnación del poder del proletariado» (Munis, citado por A. Guillamón). Todo esto les valió ser acusados de marxistas. Pero la fuerza del movimiento fue insuficiente para llevarles a una ruptura completa con el anarquismo, por lo que se mantuvieron en la confusión y, cuando el impulso de las luchas obreras se extinguió, recayeron en el anarquismo. Para J., el problema del anarco-sindicalismo reside en que se trata de un intento de organización de masas proletarias, no necesariamente revolucionaria, pero que al mismo tiempo pretende ser una organización revolucionaria que aspira a derrocar el capitalismo. Eso representaría un problema si no se eligiese un liderazgo revolucionario. Es cierto, como señaló la CCI, que la militancia de base de la CNT resultaba mucho más radical que sus líderes que se integraron en el Estado burgués, y que «entendimos [entendieron] que debía seguir Companys al frente de la Generalitat» (García Oliver, citado por A. Guillamón). La verdad es que en la actual época histórica, la clase obrera no puede mantener organizaciones de masas fuera de momentos revolucionarios o de importantes movimientos de masas. En momentos de retroceso o de derrota, como los de los años 1930, las organizaciones proletarias son, necesariamente, muy reducidas, como fue el caso de los Amigos de Durruti y los Bolchevique-Leninistas. En 1936, camino a la guerra; en 2006 a la lucha de clases. Para la CCI los acontecimientos de España en el 36 representan un paso muy importante en la preparación de la Segunda Guerra Mundial, pues prefiguran tanto la ideología como los campos imperialistas (los Aliados y el Eje) que más tarde se confrontarían en ella. Para J., en cambio, tanto Francia como Gran Bretaña se mantuvieron en una posición no-intervencionista, por lo que a pesar del respaldo de Alemania e Italia a Franco, y de Rusia a la República, no se puede hablar de los mismos alineamientos. En cuanto a Estados Unidos no empezaría a implicarse hasta mucho más tarde. Esto no impediría a las distintas potencias utilizar la guerra en España para consolidar sus alianzas imperialistas, e igualmente aprovecharla como banco de pruebas del armamento que, pocos años más tarde, causaría las masacres y destrucción de la guerra mundial. Lo cierto es que el antifascismo fue una de las ideologías empleadas para la movilización de la clase obrera hacia la guerra, tanto en España 1936, como en la Segunda Guerra Mundial. La clase dominante necesitaba aplastar a los sectores aún no derrotados del proletariado mundial, antes de lanzarse a una nueva carnicería imperialista, pues tenía muy presentes las lecciones de la Primera Guerra Mundial, cuando las revoluciones en Rusia, Alemania y Hungría, y una masiva oleada de luchas que sacudieron todos los continentes, puso fin a la matanza. A mediados de los años 30, sin embargo, dicha oleada revolucionaria había sido ya derrotada, como evidencian especialmente el aplastamiento del proletariado alemán primero por la socialdemocracia y luego por el Nazismo, y el del proletariado ruso por el Estalinismo. Es verdad que en ese momento aún surgían luchas obreras muy combativas (hasta el extremo que Trotsky vio en las huelgas en Francia el potencial para el desarrollo de una nueva lucha revolucionaria), pero la verdad es que los trabajadores fueron desviados hacia el apoyo al Frente Popular, a marchar en las manifestaciones ondeando la bandera tricolor, y acabar aceptando el sacrificio de sus condiciones de vida que exigía el desarrollo de la economía de guerra. En cuanto a los Estados Unidos, es cierto que hubo una serie de luchas muy masivas, pero fueron desviadas hacia la sindicalización, fortaleciendo con ello los instrumentos que jugarían un papel determinante en la movilización de los trabajadores para la carnicería imperialista. Los trabajadores españoles no estaban aún derrotados en 1936 y por ello pudieron reaccionar en su terreno de clase el 19 de Julio. Pero fueron desviados a la lucha en los frentes militares, como carne de cañón en apoyo del en apoyo al Estado democrático burgués. Su derrota fue tanto ideológica – haciéndoles creer que la defensa del Estado capitalista correspondía a sus intereses de clase – como física – masacrados y víctimas de la represión por ambos bandos y particularmente por los estalinistas -. El empleo de la ideología antifascista como banderín de enganche del estado democrático para la guerra imperialista se generalizó más allá de la Península Ibérica con los llamamientos a los trabajadores para que se sumaran a las Brigadas Internacionales o a que hicieran colectas en apoyo de la República, en lugar de luchar en su propio terreno de clase por sus propias reivindicaciones, allí donde sus intereses entraran en conflicto con los de la burguesía,…, cuando esta vía es la única que representa una verdadera solidaridad. Los asistentes que procedían del mencionado foro “libcom” tuvieron que abandonar la reunión antes de que esta finalizara. Su presencia ha supuesto, pensamos, un importante primer paso en la superación de una resistencia muy extendida en el medio “libertario” a discutir abiertamente con organizaciones de la izquierda comunista, y por ello esperamos que esta asistencia se repita en próximas Reuniones Públicas. El curso de ésta de la que estamos informando siguió abordando otros temas, sobre todo el de la propia importancia del sujeto que estábamos tratando, puesto que se trata de una experiencia muy importante de la clase obrera, cuyas lecciones siguen teniendo plena vigencia. El anarquismo y el anarco-sindicalismo han ganado en influencia sobre todo tras la campaña burguesa sobre «el fin del comunismo», a raíz del hundimiento del bloque imperialista “socialista” y de la propia Rusia. Hay, por tanto un creciente interés por la CNT y por la IWW. La historia de España y especialmente la “guerra civil” española muestran que el anarquismo ha tenido una importante influencia en la clase obrera y en acontecimientos históricos. El antifascismo que jugó un papel esencial para movilizar y encuadrar a los trabajadores para la guerra en España, sigue siendo hoy un arma ideológica muy importante contra la clase obrera. Lo vemos por ejemplo en las campañas que nos llaman a votar - a quien sea -, para evitar que triunfen Le Pen en Francia o el BNP en Gran Bretaña. La cuestión de cómo solidarizarnos con los obreros de otros países, no mediante colectas en apoyo de la “resistencia” irakí o yéndose de voluntario a los “campamentos humanitarios” de Palestina, sino a través de la lucha de clase contra nuestros propios explotadores, en defensa de nuestros intereses contra los del capital, sigue siendo tan vital hoy como en la época de las Brigadas Internacionales. Y finalmente, la fuerza de la clase obrera que impulsó a los Amigos de Durruti a cuestionarse las teorías anarquistas y a desarrollar la idea de “Juntas Revolucionarias” (Soviets), sigue estando muy presente hoy. Puede comprobarse en los esfuerzos de pequeñas minorías del proletariado que tratan de llevar a cabo una clarificación como vemos en Foros de Internet, en círculos de discusión, en grupos como el EKS de Turquía (ver WR nº 295). Pero a diferencia de lo que sucedía en los años 1930, hoy el proletariado internacional no está derrotado y vemos, en cambio, la incorporación a la lucha de una nueva generación obrera. Todo ello plantea unas condiciones mucho más favorables para que ese esfuerzo de frutos.
Lex 17/7/2006.
En el mes de noviembre y en varios días y locales se han celebrado en Valencia unas Jornadas Anti-Capitalistas convocadas por medios anarquistas.
Las jornadas se planteaban como una herramienta para recuperar la memoria histórica de la lucha contra el capitalismo principalmente centrada en las “luchas anti-capitalistas de los años 70”. Las charlas versaban sobre la actividad del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación, el grupo al que perteneció Salvador Puig Antich), el GARI (grupo hispano – francés con ciertas afinidades con el MIL) y una charla final sobre las luchas obreras en España durante los años 70.
Este enfoque es evidentemente muy atractivo y por eso la asistencia, esencialmente constituida por jóvenes, fue bastante masiva. Como hemos expuesto en diferentes artículos[1], actualmente esta emergiendo una nueva generación de la clase obrera que por una parte reflexiona profundamente sobre el mundo en que vivimos y el futuro cada vez más negro que nos depara y, por otra, empieza a entrar en lucha como se vio en el movimiento de los estudiante que sacudió Francia en la primavera del 2006 o en Vigo en España (mayo 2006). En contra de los tópicos estúpidos que propagan sociólogos y otros “pensadores” sobre una juventud supuestamente “alienada” que solo piensa en el botellón, una franja creciente de jóvenes obreros busca respuestas a preguntas tales como ¿qué perspectiva nos ofrece la sociedad actual? ¿cómo luchar contra ella? ¿qué alternativas podemos oponerle? ¿quién puede encabezar esa lucha?...
Estos elementos jóvenes no se plantean empezar la lucha desde cero sino que tienen mucho interés en conocer cómo lucharon sus padres y sus abuelos. Por eso cuando se convocan charlas o debates sobre las experiencias de los años 70 un número significativo de jóvenes acuden a ellas.
En las Jornadas la pregunta que más flotaba en el ambiente era: ¿cómo luchar realmente, con fuerza y eficacia, contra el capitalismo?.
Nuestra aportación a esa pregunta se centró en plantear que sólo la lucha del proletariado puede desarrollar una fuerza colectiva capaz de destruir el capitalismo.
Esta defensa no se basa en no se sabe qué amor metafísico por el proletariado. En el libro La Sagrada Familia, Marx razona los fundamentos de su confianza en esa capacidad histórica del proletariado: «No vemos a los proletarios como dioses. ¡Todo lo contrario! El proletariado puede y debe necesariamente emanciparse a sí mismo, porque en él se ha consumado prácticamente la abstracción de toda humanidad, incluso de toda apariencia de humanidad, porque en las condiciones de vida del proletariado cobran su expresión más inhumana todas las condiciones de vida de la actual sociedad, porque el hombre en su seno se ha perdido a sí mismo, pero conquistando al mismo tiempo, no sólo la conciencia teórica de esta pérdida, sino también directamente, por imperio de una necesidad absolutamente coercitiva, imposible de esquivar, el deber y la decisión de alzarse contra esa situación inhumana. Pero el proletariado no puede emanciparse sin superar sus propias condiciones de vida. Y no puede superar sus propias condiciones de vida, sin superar al mismo tiempo, todas las condiciones inhumanas de vida de la sociedad que se cifran y compendian en su situación (…) El proletariado no hace más que ejecutar la sentencia que la propiedad privada decreta contra sí misma al engendrar el proletariado, como ejecuta también la que el trabajo asalariado decreta contra sí mismo al engendrar la riqueza ajena y la miseria propia».
Pero la lucha del proletariado no es un movimiento del pasado que hoy estaría superado como nos predican toda clase de “modernistas”. En los debates se puso en evidencia, por ejemplo, que el MIL –un grupo que existió al principio de los años 70- trató de desarrollar su actividad en relación con las múltiples luchas que emergiendo de la iniciativa autónoma de los propios obreros levantaban asambleas, salían a la calle, desafiando con una estimulante vitalidad la bota represiva del franquismo. El MIL trató de comprender las bases teóricas engendradas por la lucha del proletariado publicando en condiciones de censura y clandestinidad textos inéditos del movimiento obrero, por ejemplo de Pannehoek y otros militantes de la Izquierda Comunista.
Pero tampoco se trata de mirar con nostalgia aquellas luchas de los años 70 pensando que todo eso fue bonito mientras duró. Desde 2003 el proletariado, especialmente a través del compromiso en el combate y en el esfuerzo de toma de conciencia de una nueva generación, se está empezando a recuperar de pasados retrocesos y comienza a protagonizar luchas muy prometedoras de las cuales un exponente son las ya citadas de Francia o Vigo pero también –y por limitarse a lo más reciente- movimientos masivos en Bangla Desh, en Dubai, en el propio Irán de los bárbaros ayatollahs etc[2].
Frente a esta dinámica que nadie pretende glorificar ni considerar como infalible, se ofrecieron dos alternativas:
Una de ellas es la de los grupos autónomos. Se trata de que grupos de individuos que comparten posiciones más o menos afines para llevar una acción fuera de partidos y de sindicatos[3].
Estas propuestas se basan en una justificada desconfianza hacia los partidos burgueses y los sindicatos. En particular, temen que una organización grande acabe en la burocracia y en una defensa de políticas burguesas. Sin embargo, grupos pequeños, basados en la afinidad, no son tampoco ninguna solución. La ideología burguesa penetra sobre todos los individuos de la sociedad. Lo que puede proporcionar unos anticuerpos contra esa penetración es organizarse en grupos que se basen en las lecciones de la experiencia histórica y mundial de más de dos siglos de lucha del proletariado y que busquen organizarse a una escala unitaria e internacional que permitan que cada compañero y cada grupo local estén respaldados por esa fuerza colectiva.
La otra alternativa es la de la propaganda por el hecho. Se trataría de “despertar a la mayoría pasiva y aburguesada” mediante acciones ejemplares que alteraran el orden establecido. Lo que no comprende esta postura es, en primer lugar, que quién más altera el orden establecido provocando un caos cada vez más incontrolable es el propio capitalismo, las propias luchas internas entre fracciones de la burguesía. Para muestras bastaría recordar el caos que ha montado la invasión americana de Irak. El caos no “despierta a las masas” sino que las llena de temor, las empuja a la atomización y el sálvese quien pueda. Pero, en segundo lugar, las masas se tienen que liberar a si mismas, se tienen que educar a sí mismas, y todo esto lo hacen mediante la lucha común y la discusión lo más abierta posible. Las masas no necesitan grupos minoritarios que las “despierten” porque como decía la AIT «La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores».
No se trata de negar la iniciativa y el esfuerzo de reflexión de individuos comprometidos –incluso aunque pertenezcan a otras capas sociales no proletarias-, de lo que se trata es de comprender que su reflexión, su iniciativa, su compromiso, adquirirán todo su sentido, toda su fuerza creadora, sí se inscriben en el proceso de desarrollo, de debate, de crítica, del movimiento independiente del proletariado y contribuyen activamente a su autonomía frente al Estado burgués, sus partidos y sindicatos y todas las ideologías que segregan.
La voluntad de debate de algunos “anti-autoritarios”
Como hemos dicho al principio, la última charla (que debería haberse seguido de un debate) sobre “El movimiento obrero asambleario en los años 70”, a cargo de Miguel Amorós[4]
Acudimos con la intención de poder llevar un debate sobre la experiencia de las huelgas masivas de estos años, sobre todo para que los jóvenes puedan sacar lecciones para las luchas actuales; estimulados por la experiencia de la discusión en unas «jornadas sobre la autonomía obrera de Barcelona»[5].
En su presentación, Amorós hizo un repaso exhaustivo, marcado por un cierto tono nostálgico, de las huelgas más emblemáticas de los años 70, sin entrar en una valoración del movimiento internacional de recuperación de la lucha proletaria tras 50 años de contrarrevolución en las que se inscribieron, para llegar fundamentalmente a la conclusión de que «la clase obrera ya no es lo que era» y de que en España no se llegó a una insurrección «porque no se tomaron las armas».
En una primera parte de nuestra intervención, argumentamos que las luchas en España formaban parte de una dinámica internacional de luchas desde la reanudación de la crisis tras la 2ª guerra mundial, que debutó con la huelga de masas de 10 millones de personas en Francia en Mayo de 1968; también defendimos que, aunque la dinámica de este primer asalto de la lucha de clases se había agotado, no ha habido sin embargo una derrota de la clase obrera.
Hasta aquí todo bien. Amorós respondió, con una lógica de Perogrullo que, puesto que la clase obrera no había ganado (no había hecho una revolución), había perdido, y por eso hablaba de derrota. Insistió por otra parte, en que la clase obrera actualmente era “consumista”, y no era solidaria ni combativa.
Nosotros planteamos que una derrota significa un aplastamiento del proletariado, de sus potencialidades revolucionarias, como la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-26, que significó igualmente una ruptura generacional entre la generación que hizo la revolución en Rusia, Alemania, etc. y la generación del 68; mientras que ahora, en la sala había jóvenes que querían y podían discutir y sacar las lecciones de las luchas de los años 70 conjuntamente con los más mayores que vivieron esas luchas. Defendimos también que actualmente había luchas en las que se desarrollaba una dinámica de asambleas masivas y de búsqueda de la solidaridad, como la huelga del metal de Vigo, o la de los estudiantes en Francia contra el CPE. Finalmente intentamos (no nos dejaron) argumentar que también antes del estallido de luchas masivas del 68 y los 70 se decía que la clase obrera era consumista, o estaba “integrada”… En este punto, en el que comenzaban a aparecer claramente divergencias, Amorós no dejó que nuestros compañeros argumentaran porque no estaban de acuerdo con lo que él decía; espetando a un compañero “argumentos” del tipo: «A ti te tengo calado», o «como vengáis aquí a tocarme los cojones me lío a hostias».
Esto fue la señal para que, uno de los elementos presentes en la sala, seguidor habitual de Amorós, se lanzara en plan bulldog a recriminar a nuestros compañeros que fueran de una organización política[6] (razón por la cual, según parece, perderían cualquier derecho a hablar), a defender que “la charla la habían organizado ellos” y que si queríamos hablar, que organizáramos nuestras reuniones; y en nombre de la “lucha contra el democratismo”, a lanzar amenazas de que, en cuanto dijéramos algo que no les gustara, nos echaban. Una señora que dijo que era emigrante, trató de defender la necesidad de la discusión y se le respondió igualmente a cajas destempladas.
El ramalazo autoritario fue tan lejos, que hasta Amorós tuvo que hacerle desde la mesa señales a este elemento para que se callara; incluso otra persona –partidario de Amorós- intervino para aclarar que “el medio anarquista tiene que estar abierto a la discusión”
Nuestros compañeros no cayeron en la provocación, aguantaron el chaparrón y continuaron insistiendo en la necesidad de debatir sobre la experiencia de las luchas de los 70 y la situación acrual; Por esto, y sobre todo porque los asistentes no se dejaron arrastrar al ambiente verdaderamente progromista que se intentó desencadenar contra nuestros compañeros, fue por lo único que no se les pudo expulsar.
A pesar de esto, las ráfagas de ataques, insultos e insinuaciones, se desencadenó hasta 3 veces. Eso sirvió para bloquear completamente cualquier posibilidad de debate sobre el sujeto de la charla, de donde se deduce que para estos señores, el sentido de estas charlas está bien claro: “o se dice lo que me interesa, o más vale que no se diga nada”.
La necesidad de la Cultura del Debate
El debate, la clarificación de posiciones, y la construcción de la solidaridad, son fundamentales para que las diferentes generaciones puedan converger en la lucha por el desarrollo de luchas de masas. Lo que se siembra ahora con la reflexión y la discusión, se va a concretar en cómo se organizan las luchas, cómo hay que hacer para extenderlas, etc.
Ese debate es imposible sin una confrontación de posiciones, sin que se opongan diferentes modos de ver las luchas y sus lecciones. Y eso es imposible sin que se pongan las condiciones de un ambiente solidario y abierto a la discusión.
En el medio anarquista, por su propia naturaleza, pululan elementos muy diferentes, y desde luego no todos son (ni se parecen siquiera) a estos “antiautoritarios”; como lo prueban las jornadas sobre la autonomía de Barcelona, donde fue posible un debate entre elementos con distintas posiciones, donde cada cual pudo expresar si amenazas sus posiciones y oponerlas a las de los demás en un ambiente fraternal.
Esto no tiene nada que ver con el “democratismo”, según el cual, de acuerdo con el esquema parlamentario, cada grupo, en “representación” de sus seguidores, expone sus posiciones en una sucesión de discursos tediosos y absurdos que no cambia nada (lo que se parece como dos gotas de agua a la idea que nuestros “antiautoritarios” tienen de un debate); sino con la discusión abierta en las asambleas y en las reuniones obreras de siempre, donde cada uno dice lo que piensa, aporta lo que puede, y las posiciones se confrontan y se reflexionan, hasta llegar a una clarificación.
Corriente Comunista Internacional 3-12-06
[1] Ver en particular las Tesis sobre el movimiento de los estudiantes en Francia en la Revista Internacional nº 125: rint/2006/125_tesis [1]
[2] Se pueden ver nuestra publicaciones más recientes donde damos cuenta de estos movimientos: es.internationalism.org
[3] En un texto de 1885, la Revista Social (Barcelona) preconizaba que «los comunistas anárquicos no aceptan más que la organización de grupos y no tienen organizadas secciones de oficios, federaciones locales ni comarcales (…) La constitución de grupos aislados, tan completamente aislados como sus individuos, que muchas veces no estando conformes con la opinión de la mayoría, se retiran de un grupo para constituir otro»
[4] Con quien hemos polemizado en nuestra prensa (ver: ap/2006/189_primavera [42]), aunque por el momento no nos ha dado respuesta
[5] ver: ap/2006/192_jornadas [43]
[6] Nunca hemos ocultado nuestra militancia. Concretamente somos bien conocidos en el centro en el que se dio la charla, donde hemos acudido otras veces a discutir y a dejar publicaciones
La pretendida Fracción Interna de la CCI (FICCI) publicó el 20 de mayo en su sitio en Internet un comunicado titulado “Una nueva agresión violenta contra nuestros militantes” que ilustra una vez más hasta qué punto la mentira y la calumnia constituyen el único motor de esta pequeña banda de vándalos y soplones. ¿Qué dice el comunicado?
“Este sábado 20 de mayo, tres militantes de nuestra Fracción estaban encargados de difundir un volante a las puertas del lugar donde se lleva a cabo la reunión "pública" de la CCI, en París.
Nuevamente, una milicia de ese grupo -que nos excluyó en 2001- esperaba firmemente a nuestros camaradas para prohibirles el paso por la vía pública.
Nuevamente, nuestros camaradas sufrieron una cobarde agresión física; y ésta fue tanto más violenta porque no han querido "obedecer", porque intentaron defenderse.
Mencionemos que nuestros militantes eran tres (entre ellos una mujer) y que tuvieron que enfrentar a 6 o 7 "valientes" fortachones.
Si estos milicianos descerebrados dejaron de zarandearlos, y si nuestros camaradas resultaron solamente con algunos "moratones", fue debido únicamente a la intervención de varias personas, que pasaban por la calle, que acudieron en su ayuda.
Condenamos, una vez más y de la manera más firme, estas prácticas que nada tienen que ver con el proletariado, y sí mucho con el estalinismo de siniestra memoria. Cuando se rechaza el debate político, cuando se evita la confrontación de posiciones, la lógica de los hechos no puede conducir más que a darse los medios para hacer callar las voces disonantes. A esto ha llegado actualmente la CCI”.
Lo afirmamos con toda claridad: esta versión de los hechos, una vez más, ¡es una sarta de mentiras!
En nuestro artículo “Calumnia y soplonería, los dos abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI” habíamos puesto los puntos sobre las íes en relación a otro comunicado similar de la FICCI fechado el 11 de marzo y titulado “Comunicado de la ‘Fracción Interna de la CCI’ a todos los grupos y militantes que se reivindican de la Izquierda comunista: ¡Esta vez sucedió! ¡Agredieron y golpearon físicamente a nuestros militantes!”. En nuestro texto denunciamos las mentiras de la FICCI que nos acusa de haber “golpeado en varias ocasiones” y de “seguir golpeando” a sus miembros, sobre eso precisamos que: “En ese sentido, podemos llamar a la calma a la persona que firma como “Bm” y que ha enviado un mensaje a la FICCI declarando “Lo primero es saber si están heridos y si requieren ayuda”. Si los elementos de la FICCI han exhibido heridas o moratones, éstos no han sido causados por militantes de la CCI”
En esta ocasión, no diremos lo mismo al compasivo “Bm”: un frasco de árnica con una caja de chocolates serán hoy bienvenidos por la FICCI. Efectivamente, si uno de los miembros de esta pequeña banda de lúmpenes, el ciudadano Juan, regresó a su casa con algunos moratones, los militantes de la CCI sí tuvieron algo que ver en ello. Dicho esto, el relato de la FICCI del episodio de donde salieron con sus “moratones” no tiene nada que ver con la realidad.
En nuestro artículo “Calumnias y soplonería, los dos abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI”, hemos explicado por qué, de ahora en adelante, prohibimos a los miembros de aquélla acercarse donde se realizan nuestras reuniones públicas.
“…después de nuestra intervención en el seno de la movilización de estudiantes contra el CPE, esperábamos que vinieran nuevos elementos a nuestra reunión pública del 11 de marzo consagrada justamente a esta movilización (lo que efectivamente fue el caso en Paris y en otras ciudades) y no queríamos que la FICCI tuviera la oportunidad, ante y hacia esos nuevos elementos, de continuar su política que ha realizado durante años: calumnias, provocaciones y sobre todo un trabajo de soplones.
En efecto, los simpatizantes que ya venían con anterioridad a nuestras reuniones públicas eran conocidos desde hace mucho tiempo por los miembros de la FICCI. En ese sentido, el trabajo parasitario y policiaco del cual ésta ha hecho una especialidad no podía aplicárselo a ellos. En cambio, no podemos permitir que los nuevos elementos que se interesan por la política comunista sean inmediatamente “fichados” por la FICCI. En la medida en que la llegada de esos nuevos elementos se confirma y probablemente tenderá a amplificarse en el futuro, la CCI ha decidido prohibir, desde ahora, a los miembros de la FICCI, no solamente la entrada al lugar de nuestras reuniones públicas, sino también acercarse a las inmediaciones de éstas”[1]
En ocasión de nuestra reunión pública del 20 de mayo en Paris, dispusimos pues, a unos cincuenta metros alrededor del pórtico de la entrada al lugar donde ésta se realizaría, varios grupos de dos camaradas encargados de interceptar el paso a los miembros de la FICCI. Cuando vieron llegar a tres miembros de ésta, dos de nuestros camaradas les indicaron que dieran marcha atrás. Uno de nuestros camaradas, K, se puso delante de un miembro de la FICCI que se hace llamar “Pedúnculo” (el mismo que amenazó a uno de nuestros camaradas con “cortarle la garganta”) y el otro camarada, F, se puso delante de Juan, el miembro más eminente de la FICCI. Nuestro camarada F abrió los brazos diciendo “¡No se puede pasar!”. Es entonces cuando Juan, sin aviso y aprovechando el hecho de que la posición de nuestro camarada F le impedía protegerse, le asestó un violento puñetazo en el rostro y un rodillazo en el estómago antes de tomarlo por el cuello. Era tan evidente que Juan era el agresor que una señora mayor de origen asiático que se encontraba cerca, le tomó el brazo a Juan para impedir que siguiera golpeando. Incluso el señor Pedúnculo (el “degollador” de la FICCI) trató de calmar a Juan (¿fue por temor a represalias o porque había comprendido que su cómplice se había vuelto loco?). Después de la intervención del ciudadano Pedúnculo y de la señora, el “matón” de Juan lanzó entonces la consigna a sus cómplices, el “degollador” y su compañera Agalé: “¡Lanzémonos!”. Unos instantes después, otros camaradas de nuestro equipo llegaron al lugar y, constatando que nuestro camarada F había sido herido, decidieron ir tras el comando de la FICCI para notificarles que la CCI no tolerará tales acciones de dar “puñetazos” contra nuestros militantes. Cuando nuestros camaradas alcanzaron a los tres de la FICCI, uno de los nuestros, B, les dijo: “No se les puede dejar ir como si nada”. Entonces de nuevo Juan lanzó un puñetazo y una patada a nuestro camarada B que se defendió legítimamente devolviéndole varios puñetazos (relativamente suaves ya que, según los mismos términos de la FICCI, Juan sólo tenía “algunos moratones”). Varias personas se interpusieron pero era a todas luces tan evidente que, una vez más, había sido el señor Juan el que había desencadenado las hostilidades que una de esas personas (un hombre como de cuarenta años, igualmente de origen asiático) acompañó por unos cien metros a nuestros camaradas mientras regresaban al lugar de la reunión pública. Este testigo dijo que era evidente que eran “los otros” los agresores.
Tales son los hechos como realmente sucedieron.
Efectivamente, esta vez, uno de nuestros camaradas se vio forzado, para defenderse contra las exacciones del individuo Juan, a lanzar golpes a un miembro de la FICCI (contrariamente a lo que deja entender la FICCI, los otros dos, Pedúnculo y Agalé, no recibieron un solo golpe). Lo que el “comunicado” de la FICCI no dice es que la actitud de nuestro camarada se produjo después de dos agresiones sucesivas por parte de Juan. En efecto, es la primera vez que un miembro de la CCI golpea a un miembro de la FICCI (contrariamente a todo lo que mentirosamente cuentan en sus Boletines). Por el contrario, no es la primera vez que el señor Juan se lanza a golpes contra un militante de la CCI ya que, el 22 de abril del 2002, había ya dado una patada a uno de nuestros camaradas bajo el pretexto (claramente mentiroso) de que había “agredido” a otro miembro de la FICCI, Jonás (ver a este respecto la nota 10 de nuestro artículo” El PCI (Le Proletaire) a remolque de la “fracción” interna de la CCI” en Revolution Internationale no. 328).
Evidentemente, algunos podrían considerar que no hay razón para creer nuestra versión de los hechos más que la versión de la FICCI. En suma, sería “palabra contra palabra”.
A ello queremos oponer los siguientes hechos:
1.-Numerosos artículos publicados en nuestra prensa y en nuestro sitio Internet han ya denunciado y refutado, con el apoyo de pruebas y documentos, las mentiras más groseras de la FICCI (no hemos refutado todas y cada una de ellas ya que correríamos el riesgo de desequilibrar completamente nuestras publicaciones en detrimento de cuestiones políticas fundamentales que se plantean a la clase obrera). En particular, hemos desmentido al detalle la mentira, reiterada en el último comunicado de la FICCI, de que habríamos “excluido” a sus miembros en 2001.[2]
2.- El hecho de que los miembros de la FICCI se comporten como soplones puede ser fácilmente verificado con una simple consulta de su Boletín 14 que aún se encuentra en su sitio de Internet (principalmente los textos “La última maniobra de la CCI hacia nuestra fracción: una carta de Revolución Mundial” y “Actualización sobre el artículo de RI 328 de noviembre 2002 sobre el PCI-Le Proletaire”. Hemos refutado sus argucias sobre este tema en nuestros artículos Los métodos policíacos de la FICCI” (RI no. 330) y “Las reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones” (Revolution Internationale no. 338).
3.-En lo que concierne a los acontecimientos del 22 de enero de 2005 (amenazas de muerte contra uno de nuestros militantes por parte del denominado Pedúnculo), el 11 de marzo del 2006 (la pretendida paliza a los miembros de la FICCI por nuestros militantes) y el 20 de mayo (pretendida “nueva agresión violenta de la CCI contra los militantes de la FICCI”), estamos plenamente dispuestos a una confrontación de nuestros militantes con los miembros de la FICCI delante de una comisión de miembros de organizaciones de la Izquierda comunista. No es la primera vez que hacemos este tipo de propuesta para constituir un Jurado de honor frente a las acusaciones de la FICCI. Sabiendo que una instancia como esa amenazaría con desenmascarar sus mentiras y su mala fe, la FICCI ha rechazado ese procedimiento, tal como lo acaba de hacer una vez más en su último Boletín con el texto “Sobre las nuevas tentativas de la CCI actual para corromper a camaradas para un jurado de honor”.
4.-Una última ilustración del método de la FICCI que consiste en retomar por su cuenta la divisa de Goebbels (jefe de la propaganda nazi): “Una mentira enorme es portadora de una fuerza que aleja la duda”; la encontramos recientemente en su artículo del Boletín 35 “Manifestaciones y huelgas en Francia: la nueva CCI afirma su solidaridad con los CRS y la policía antimotines” al cual hemos respondido en nuestro texto “la pretendida ‘solidaridad de la CCI con los CRS’: cómo la FICCI trata de ocultar sus propios comportamientos policíacos”.
Hasta hoy, la FICCI (aparte de una patada de Juan en el 2002) había limitado (si se puede decir así) sus comportamientos de banda de “matones” al robo, el chantaje, la calumnia, la soplonería y a las amenazas de muerte (¡pecata minuta!). Esta vez, uno de sus miembros agredió físicamente golpeando a dos de nuestros camaradas. Es claro que esta agresión es una prolongación de los comportamientos precedentes, tanto de la FICCI como del “matón” de Juan en particular. La única pasión que mueve a la FICCI no es, con toda seguridad, la de la defensa del combate de la clase obrera sino EL ODIO a la CCI, así como a sus militantes[3]. Estamos convencidos que los miembros de la FICCI no han terminado de expresar ese odio que los empuja a conducirse como salvajes, revelando así abiertamente su pertenencia al lumpen y no al medio político proletario. Como lo hemos puesto en evidencia varias veces (principalmente en nuestro artículo “Respuesta a las calumnias vergonzosas de una pequeña banda de malhechores”), las acciones de este trío mafioso están al servicio de las fuerzas de represión del Estado capitalista. ¿A quién quieren hacer creer estos señores que su preocupación es la “confrontación política”?. Los comportamientos repugnantes de Juan en plena vía pública el 20 de mayo (luego de los de su amigo “degollador”) nos han dado una percepción muy clara de la naturaleza de sus “argumentos” (sic!).
Nuestra organización no se dejará intimidar por los comportamientos de lúmpenes y otros actos de brutalidad del desquiciado Juan o de quien sea. Más que nunca, la entrada a nuestras reuniones públicas seguirá prohibida a los soplones, provocadores, “golpeadores” y “degollador” de la FICCI. Frente a las exacciones físicas de esta pequeña banda de degenerados, la CCI sabrá defenderse, defender sus principios y defender a cada uno de sus militantes y simpatizantes con la mayor determinación, tal como lo ha hecho el 20 de mayo. Es esto lo que hemos puesto en evidencia en el punto de información que hemos hecho en nuestra última reunión pública inmediatamente después de esos acontecimientos.
Corriente Comunista Internacional (2 de junio de 2006)
[1] La validez de nuestra preocupación de no permitir a la FICCI “fichar” a los nuevos asistentes a nuestras reuniones públicas se ha confirmado desde la reunión que realizamos el pasado 20 de mayo. En efecto, al término de la misma, un estudiante que había jugado un papel de primer plano en las asambleas generales de una de las universidades de la región parisina, nos dijo que en definitiva no era necesario que su presencia en nuestra RP fuese conocida ya que ello arriesgaba con “agravar su caso” respecto a algunos de sus maestros, por lo cual temía represalias después de su participación en la movilización contra el CPE. Somos concientes que las medidas que tomamos contra los soplones de la FICCI no impedirán a la policía enviar informantes a nuestras reuniones públicas. Ya hemos respondido a esta objeción: “Evidentemente, esto es perfectamente cierto. Sin embargo, ¿esto significa de debemos dejar hacer cuando las personas han demostrado ya que están dispuestas a publicar lo que sea, que han declarado que no tienen ninguna lealtad hacia la CCI ni hacia sus militantes (ni hacia sus simpatizantes, podemos agregar) de los cuales tienen un conocimiento detallado, que vienen a nuestras reuniones llenando sus cuadernillos de copiosas notas? En resumen, ¿debemos dejar entrar a soplones abiertos y declarados bajo el pretexto de que no podemos detectar a los soplones encubiertos?”. (“Las reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones”, Revolution Internationale no. 338).
[2] La primera exclusión de un miembro de la FICCI, Jonás, se remonta a 2002 y hemos explicado en nuestra prensa los motivos de esta exclusión (ver el “Comunicado a nuestros lectores” en Revolution Internationale no. 321). En cuanto a los otros miembros de la FICCI, fue en la primavera del 2003 cuando se les excluyó por soplonería en nuestro XV Congreso internacional (ver principalmente “XV Congreso de la CCI: reforzar la organización frente a los retos del periodo” en Revolution Internationale no. 114). Es tan a todas luces cierto que los miembros de la FICCI no habían sido excluidos en el 2001 que dos de ellos estuvieron presentes en la reunión plenaria de nuestro órgano central internacional que se realizó en enero del 2002, tomaron conocimiento de los informes presentados en esa ocasión y tomaron parte en el voto de la resolución adoptada por esa reunión (hechos que son ampliamente confirmados por diferentes textos de la FICCI publicados en su Boletín no. 6).
[3] ¿A qué podemos atribuir la rabia histérica de Juan que anteriormente se contentaba con la risa sarcástica, y con provocar a nuestros camaradas (una de sus especialidades eran la de amenazar a uno o a otro el día que se los encontraba solos de “romperles el hocico”)? Se podría suponer que es debido a la publicación en nuestro sitio de Internet, unos días antes, de nuestra toma de posición “Calumnia y soplonería, los abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI”, particularmente debido a que en ese texto ponemos en evidencia que la FICCI no tenía nada que decir sobre la movilización contra el CPE (lo que les obligaba a plagiar nuestras propias tomas de posición). Se puede igualmente pensar que nuestra intervención y el impacto de ésta en ese movimiento le hizo subir las tasas de adrenalina ya que ello ponía de relieve la total nulidad de la “intervención” de la FICCI. También se puede pensar que la publicación en nuestro sitio de una carta de A, quien apoya a la FICCI, le ha hecho perder los estribos ya que A anuncia que él está listo a denunciar ante la policía a los militantes de la CCI (La FICCI recibe el tipo de solidaridad que se merece”) A menos que la afirmación de A (“contrariamente a la FICCI, me defenderé físicamente de manera determinada”) no haya puesto el dedo en la llaga de Juan, pero conociendo a este personaje desde hace ya buen tiempo, no dudamos un solo instante que este héroe de caricatura tenga evidentemente necesidad de probar a sus seguidores que es un verdadero “cabecilla”. Los golpes perpetrados a nuestros camaradas por el “dulce” Juan habrán constituido una prueba de que él también (como A) “tiene los pantalones bien puestos”: esto estaría más acorde con la “lógica” de este pobre tipo (más que peligroso) que se pasa el tiempo inflando el pecho y jugando a matar moros como un niño de 5 años que quiere lucirse ante sus compañeritos del colegio.
Para la FICCI, ninguna mentira es demasiado grande para calumniar a nuestra organización. Por ello en su sitio de Internet (Boletín Comunista 35) se puede leer un texto titulado «Manifestaciones y huelgas en Francia: la nueva CCI afirma su solidaridad con los CRS y la policía antimotines!» que se da como objetivo el demostrar que la “nueva CCI” ha cometido una “traición abierta, evidente, a la verdadera posición de la CCI, de la Izquierda comunista y de toda la historia del movimiento obrero” puesto que “en la realidad de la lucha de clases, [ella] se solidariza con la policía, los CRS y la gendarmería”. ¿Cuáles son según la FICCI las “pruebas”de esta “traición” de la CCI?
“Nuevamente, la CCI actual liquida una de las posiciones de principio del movimiento obrero. Frente a la represión violenta de las manifestaciones estudiantiles y obreras en Francia por la policía burguesa, expresa su solidaridad con... los CRS:
“La asamblea general de Censier aprobó una moción ‘en apoyo a los estudiantes heridos, contra cualquier daño a los edificios, y en solidaridad hacia los CRS heridos’. El punto importante de ésta moción es que ella no estaba absolutamente en apoyo a la represión por la policía, sino que reconocía que los hijos de los policías antimotines quienes están mal pagados, también estaban afectados en los ataques del gobierno (como algunos estudiantes trataron de explicar a la policía antimotines durante confrontaciones no violentas) (...)”(“Notas sobre las luchas de estudiantes en Francia”, 19 de marzo de 2006 , únicamente publicado en su sitio de Internet en inglés. Traducido y subrayado por nosotros).
Aun cuando se trata de una moción adoptada (y conocida solamente por la CCI) en una asamblea, ello no cambia nada el hecho de que la CCI la apoye abiertamente, como ejemplo a seguir. La CCI de los liquidadores expresa así públicamente su "solidaridad" con la policía, los CRS y los guardias móviles. Y esto, incluso cuando precisamente estos últimos, durante la manifestación de la víspera, acababan de enviar a un obrero al hospital, quien se encuentra todavía en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte. Y no se trata de un “resbalón” aislado, ligado a un simple y vulgar oportunismo frente a los estudiantes a los que no querría contradecir para mejor “acariciarles el lomo” y reclutarlos:
“Los estudiantes y los jóvenes en lucha no se hacen ninguna ilusión sobre el papel de las pretendidas ‘fuerzas del orden’ (...) Sin embargo, algunos (...) han intentado discutir con los guardias móviles (...) Los que han tratado de discutir con los guardias móviles no son ingenuos. Por el contrario, dan prueba de madurez y conciencia. Saben que detrás de sus escudos y macanas, estos hombres armados hasta los dientes son también seres humanos, padres de familia cuyos hijos también serán golpeados por la CPE (...)” (volante de la CCI fechado 11 de marzo. Subrayado nuestro).
“Aquí, la CCI llama a dialogar, a comprender y a solidarizarse con los CRS, la policía antidisturbios, antitrabajadora, bajo el pretexto que ellos son "seres humanos" y " padres de familia con bajos salarios"!
Más allá de esta denuncia de la traición de la CCI a los principios del movimiento obrero, sería necesario que la FICCI denunciara también la "traición" de Trotsky cuando él describe y aprueba la actitud de los obreros rusos en febrero de 1917 respecto a los cosacos de quienes no oculta, no obstante "que ellos estarían fuertemente penetrados de espíritu conservador" y que eran "perpetuos promotores de represión y expediciones punitivas". (Historia de la Revolución rusa, T.1, página 147)
¿Qué nos dice Trotsky? "Sin embargo, los Cosacos atacaban a la muchedumbre, aunque sin brutalidad (...); los manifestantes se lanzaban de un lado a otro, luego volvían a formar grupos apretados. Punto de miedo en la multitud. Un rumor corría de boca en boca: “los Cosacos habían prometido no tirar”. Sin duda alguna, los obreros habían conseguido ponerse de acuerdo con un cierto número de Cosacos. (Ibid página 145) (...) los cosacos se reflejaban a si mismo al responder individualmente a las preguntas de los obreros e igualmente tendrían con ellos breves conversaciones. (Ibíd. Página 147) (...) uno de los auténticos líderes en estos días, el obrero bolchevique Kaïourov, dice que los manifestantes huyeron, en determinado punto, bajo los golpes de nagaïka de la policía a caballo, en presencia de un pelotón de Cosacos; entonces él, Kaïourov, y algunos otros obreros que no habían seguido a los que huyeron, se quitaron el gorro, se acercaron a los Cosacos, gorro en mano: “¡Hermanos Cosacos, vengan a ayudar a los obreros en su lucha pacífica de reivindicaciones!” Vean cómo nos tratan, nosotros obreros muertos de hambre, estos faraones [los policías a caballo]. Ayúnenos!" ¡Este tono conscientemente obsequioso, estos gorros que se tienden en la mano, qué justo cálculo psicológico, qué gesto inimitable! Toda la historia de las combates callejeros y de las victorias revolucionarias pulula de similares improvisaciones." (Ibid página 150)
Los obreros rusos sabían perfectamente cuál era la función de los cosacos. Sabían que eran, para citar a la FICCI a propósito de los CRS: "un cuerpo institucional organizado y disciplinado, altamente implicado tanto físicamente como ideológicamente en el arte de romper sin remordimiento los cráneos de obreros y estudiantes. Es decir su único "trabajo", su única función, [sería] reprimir brutalmente los movimientos de las masas trabajadoras". Conocían a sus estados de servicio entre los cuales los asesinatos de obreros no se contaban más. Con todo, estos mismos obreros "se habían puesto de acuerdo con incierto número de Cosacos", discutían con ellos y les "planteaban cuestiones", "se quitaron el gorro" ante ellos y les hablaron "en un tono obsequioso". ¡Y lo peor, es que Trotsky saluda su actitud! ¡El traidor! No es pues sólo la CCI sino el mismo Trotsky que la FICCI debe acusar querer "ocultar el carácter represivo del Estado capitalista e inculcar la confianza en sus" instrumentos!" Esperamos con impaciencia tal posición adoptada por la FICCI que denuncie esta "traición indecente" cometida por Trotsky en su libro "la Revolución rusa". El hacerlo, será necesario que se alineen con los estalinistas que no perdieron nunca una ocasión para afirmar que toda la política de Trotsky durante la revolución de 1917 consistió en intentar sabotear la verdadera línea revolucionaria representada por Lenin y... Stalin. Será necesario que haga una crítica despiadada de las posiciones de la Izquierda comunista, en particular, la de Italia, que siempre ha saludado el papel de primer plan jugado por Trotsky en la victoria de esta revolución y la gran calidad política del libro que escribió al respecto.
Seriamente, no es necesario tener un profundo conocimiento de la historia del movimiento obrero para saber que una revolución sólo es posible hasta que una parte significativa de las fuerzas de "mantenimiento del orden burgués" o manifiesta su "neutralidad", es decir renuncia defender a los explotadores, o se pasa sencillamente del lado de la clase obrera. Queda claro que tal proceso no puede tener éxito hasta que estén dadas las principales condiciones de la revolución pero incluso en confrontaciones sociales que no son revolucionarias, el peligro de una falta de fiabilidad de las fuerzas de represión constituye una preocupación de la burguesía. Es así como en 1968 sucedió a varios lugares (en particular, en la fábrica de aviación de Marignane) que los obreros y los CRS se comprometen en una suerte de actos de "fraternización". Así pues, los CRS que estaban posicionados frentes de la fábrica de Marignane habían propuesto a los obreros que la ocupaban, ir a comer a su cantina lo que fue la ocasión de largos debates. Ni que decir tiene que esta compañía de CRS al cabo de una semana fue desplazada para ser instalada a varios centenares de km de allí.
Todo esto, los miembros de la FICCI deberían saberlo si les quedara el menor recuerdo de lo que habían aprendido cuando estaban en una organización revolucionaria, la nuestra. Pero en ellos las referencias a las adquisiciones del movimiento obrero solo están allí para dar el cambio a los que quieren aún creer a sus mentiras y para encubrir su verdadera traición a estas adquisiciones. Lo que los interesa sobre todo es "demoler a la CCI" a la que dedican un odio inexpugnable. Y para esto, todo es bueno, incluidas las mentiras más aberrantes.
Es así como la FICCI intenta hacer creer que la CCI quiere "ocultar" que "el Estado actual es el órgano de soberanía de la clase capitalista, soberanía que se basa en dos pilares:" la mistificación ideológica y la represión (...) que la policía antidisturbios, los CRS y los guardias móviles en Francia son uno de los principales instrumentos de represión a disposición del Estado capitalista. Querría "ocultar" que "la presencia de los CRS en las manifestaciones actuales no tiene por objeto enfrentarse a los grupos minoritarios violentos (a menudo dirigidos por la propia policía), ni proteger los escaparates de las tiendas (y aún menos" de proteger "la libertad de manifestación!)," sino sobre todo aterrorizar a las masas que quieren luchar, disuadirles intentar salir del marco del orden establecido e impuesto por la burguesía "."¿Y cual sería el objetivo de la CCI al hacer todos estos tapujos? La FICCI nos da la fina palabra de la historia: ¡"para ocultar el carácter represivo del Estado capitalista e inculcar la confianza en sus instrumentos!" (...) para ocultar que, tarde o temprano, en un próximo movimiento, cuando las masas trabajadoras se enfrentarán y romperán el control ideológico y político de los sindicatos y partidos de izquierda del capital, estas masas (y no los grupos minoritarios) deberán también enfrentarse y oponerse a la represión llevada por las instituciones especializadas del Estado que son los CRS y los guardias móviles!
En resumen, la voluntad de la CCI sería enviar a los obreros como tiro al blanco ocultándoles la represión que les espera. ¡Era necesario atreverse!
En realidad, es probablemente con este fin que escribimos en nuestros artículos y en nuestros recientes tractos:
"los estudiantes y los jóvenes en lucha no se hacen ninguna ilusión sobre el papel pretendidas de las "fuerzas del orden". Ellos son las "milicias del capital" (como lo subrayaban los estudiantes) que defienden, no los intereses de la "población" sino los privilegios de la clase burguesa. "El orden republicano", es el "desorden" de una sociedad que condena al desempleo, a la precariedad y de desesperación a masas crecientes de jóvenes que se “matan” para intentar tener una vida decente (...) A aquellos que se ataca con medidas innobles como el CPE y que desean utilizar las facultades como lugares de discusión y debate para organizar su respuesta, se envían la represión, las granadas lacrimógenas y los garrotes. He aquí el verdadero rostro de nuestra bella "democracia republicana". He aquí la verdadera cara de la famosa "Libertad, igualdad, fraternidad" resultante de la revolución burguesa de 1789!" (Nuestro volante del 10 de marzo: "los CRS en la Sorbona: no a la represión de los hijos de la clase obrera!", detrás del subtítulo "el orden" de los garrotes y granadas lacrimógenas)
"Los estudiantes y alumnos de enseñanza secundaria que protestaron sin violencia en las manifestaciones el 7 de marzo y aún el 14 de marzo no se baten solamente para ellos mismos. Ellos manifiestan masivamente para el futuro de TODA la sociedad, para todas las generaciones, para los desempleados y los trabajadores precarizados, para dar una perspectiva a los jóvenes de los suburbios y permitirles superar la desesperación que los empujó a una violencia ciega en noviembre pasado. ¡Ellos Luchan contra la descomposición del tejido social, contra la competencia de todos contra todos, contra "el cada uno para sí"! ¡La única respuesta que han recibido, es la represión del Estado policial del Sr. Sarkozy! "el orden republicano" que este Estado es considerado preservar, es el "desorden" de una sociedad que condena al desempleo, a la precariedad y de desesperación masas crecientes de jóvenes que se parte el alma para intentar tener una vida decente. ¡Es el orden de la intimidación y el garrote! Es la provocación de las bandas reaccionarias de la extrema derecha a las cuales aportan una contribución involuntaria algunos pequeños grupos de inconscientes que se imaginan poder debilitar el Estado en ¡bombardeando los CRS, bajo las cámaras de los medios de comunicación a los órdenes, de latas de cerveza o barreras metálicas! Un "orden" que encuentra un apoyo potente en la manipulación y el absoluto silencio organizado por los medios de comunicación, en particular, por la televisión. Un "orden" que apoyan también los sindicatos de asalariados que se niegan a denunciar las mentiras y las manipulaciones del noticiero televisivo, que rehúsan a pesar de sus declaraciones oficiales, a hacer volantes y a llamar a asambleas general masivas en las empresas para decir la verdad a los asalariados." (Nuestro volante del 16 de marzo "Solidaridad de todos los trabajadores asalariados con los estudiantes y alumnos de secundaria en lucha contra el CPE!")
"Ésta la clase obrera], en su combate contra el capitalismo, esta obligada a emplear la violencia. La caída del capitalismo será necesariamente una acción violenta puesto que la clase dominante, con todos los medios de represión de los que dispone, defenderá pico y uñas su poder y sus privilegios. La historia nos ha enseñado, en particular, desde La Comuna de París de 1871 entre mucho otros ejemplos, hasta qué punto la burguesía es capaz de torcer los pies a sus grandes principios de "democracia" y "libertad-igualdad-fraternidad" cuando se siente amenazada en una semana (la "semana sangrienta") fueron 30.000 obreros parisienses que fueron masacrados porque habían intentado tomar el poder entre sus manos. E incluso en la defensa de sus intereses inmediatos, en las luchas que no amenazan directamente el reino de la burguesía, la clase obrera a menudo se enfrenta a la represión del Estado burgués o las milicias patronales, represión a la cual ella opone su propia violencia de clase." ("Motines en los suburbios franceses: ante la desesperación, solamente la lucha de clase es portadora futuro" en Revolución Internacional n° 363).
"Para subvertir el capitalismo y construir la verdadera comunidad humana mundial, la clase obrera se verá obligada, en lo sucesivo, a defenderse también por la violencia contra la violencia del Estado capitalista y de todas las fuerzas complementario de su aparato represivo." Pero la violencia de clase del proletariado no tiene estrictamente nada que ver con los métodos del terrorismo o los motines de los suburbios (como quiere hacerlo creer la propaganda burguesa para justificar la continuación, de la represión policíaca de los trabajadores, de los estudiantes y por supuesto de los verdaderos militantes comunistas)." ("Saludo a las jóvenes generaciones de la clase obrera" en Revolución Internacional n° 367).
La FICCI quiere hacernos pasar por auxiliares de la represión policial. Para ello, "oculta" nuestras verdaderas posiciones. Pero lo que no consigue ocultar, es su voluntad de intentar devolver contra nuestra organización la acusación que le hacemos de hacer el juego a la represión policial a través de sus soplonerías. Y para sostener nuestra acusación, no tenemos necesidad de ocultar lo que sea. Al contrario, animamos a los lectores a leer atentamente los propios escritos públicos de la FICCI, y, en particular, su Boletín 14 así como nuestros artículos al respecto ("Los métodos policiales del ' FICCI” en Revolution Internationale n° 330 y "Las reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones" en RI n° 338).
CCI (2 de junio de 2006)
La pequeña banda de ladrones y soplones[1] autoproclamada “Fracción Interna de la CCI” (FICCI) se ha dado como objetivo, con la excusa de defender las posiciones de la “verdadera CCI”, lanzar, en especial en su página de Internet, el máximo de calumnias y mentiras contra nuestra organización. En ninguno de sus 37 boletines han faltado, al menos, dos artículos dedicados a calumniar a la CCI o a sus militantes. Algunas veces, incluso, es la mitad de sus artículos, cuando no todo el boletín es que se consagra a tan sucia tarea.
El último publicado (el nº 37) del “Boletín Comunista” no es una excepción a la regla. En él podemos encontrar un largo artículo destinado a llenar de lodo las “Tesis sobre el movimiento de estudiantes de la primavera de 2006 en Francia” adoptadas por nuestra organización al calor de tales acontecimientos, texto que intentar extraer las principales lecciones de estas luchas. También podemos encontrar un pequeño artículo titulado “Ultima hora” en el que podemos leer que: “….la intensa campaña de prensa de la burguesía que gira en torno a los proyectos sobre la´ bomba coreana` (e igualmente sobre las ambiciones nucleares de Irán) y que intenta convertir este asunto en EL verdadero problema que amenaza la paz del mundo, ha encontrado eco en la CCI, (…) La actual CCI, en su lógica de degeneración esta contribuyendo a la expansión de las trampas más descaradas y peligrosas de la burguesía, trampas que solo pretenden atacar a la clase obrera..”.
¿Qué argumentos de la CCI ha encontrado la FICCI para plantear esta acusación?
“…En una pomposa ´ Declaración internacionalista contra la amenaza de guerra en Corea ` publicada recientemente en su página Web, este grupo que continua reivindicándose de la Izquierda Comunista ´ denuncia sin reservas el nuevo paso dado por el Estado capitalista de Corea del Norte ` y llega a minimizar, en cierto modo, la responsabilidad de primer orden de las grandes potencias en la agravación de la situación mundial, al acusarlas únicamente de…hipocresía. Cuando las campañas ideológicas actuales de la burguesía no hacen más que deformar la realidad, para confundir la conciencia de la clase obrera y desarmarla, podemos encontrar a algunos ´internacionalistas`, dispuestos a contribuir con sus banderas y medios a la extensión de tales patrañas…”.
En nuestra opinión vale la pena leer lo que realmente esta escrito en la citada Declaración, adoptada en el marco de una Conferencia que ha tenido lugar a finales de Octubre en Corea del Sur y en la que la CCI no es el único firmante ( hay un total de 10 firmas de grupos o elementos individuales ):
“…Ante la noticia de las pruebas nucleares en Corea del Norte, nosotros, comunistas internacionalistas reunidos en Seúl y Ulsan:
Denunciamos el desarrollo de nuevas armas nucleares en manos de otro Estado Capitalista: la bomba nuclear es la expresión máxima de la guerra, su única función es el exterminio masivo de la población civil en general y de la clase obrera en particular.
Denunciamos sin reservas este nuevo paso hacia la guerra tomado por el Estado capitalista de Corea del Norte que demuestra de ese modo una vez más (sí ello fuera necesario) que no tiene absolutamente nada que ver con la clase obrera y el comunismo y que no es otra cosa que una de las más extremas y grotescas versiones de la tendencia general del capitalismo decadente hacia la barbarie militarista.
Denunciamos sin reservas la hipócrita campaña de Estados Unidos y sus aliados contra su enemigo norcoreano, lo que no es otra cosa que su preparación ideológica para lanzar –cuando tenga capacidad para ello- sus propias acciones preventivas de las cuales la clase trabajadora sería la principal víctima, como lo está siendo ahora en Irak. No debemos olvidar que Estados Unidos es la única potencia que ha utilizado armas nucleares en la guerra, cuando fueron aniquiladas las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki (…) “.
Como puede observarse, la CCI, de igual manera que el resto de los firmantes de la Declaración, no sólo acusan a las grandes potencias, empezando por los Estados Unidos que se colocan a la cabeza de las campañas actuales, del simple pecado venial de hipocresía como quiere hacer creer la FICCI. La Declaración dice claramente que estas hipócritas campañas no son más que “…su preparación ideológica para lanzar – cuando tenga capacidad para ello – sus propias acciones preventivas de las cuales la clase trabajadora sería la principal víctima, como lo esta siendo ahora en Irak…”. Para cerrar la puerta a cualquier tipo de ambigüedad, la Declaración recuerda que “…Estados Unidos es la única potencia que ha utilizado armas nucleares en la guerra, cuando fueron aniquiladas las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki (…) “.
La FICCI quiere demostrar que la CCI va camino de traicionar el internacionalismo proletario. Para conseguirlo, no ha encontrado mejor manera que falsificar de forma descarada el verdadero contenido de la “Declaración”. Actuando así, demuestra dos cosas:
La mentira de la FICCI es más que grosera. Una vez más, como ya hemos constatado en tantas ocasiones anteriores, esta banda pone en práctica la divisa de Goebbels, jefe de la propaganda nazi: “…Una mentira enorme contiene una fuerza que aleja la duda…”.
Sin embargo, la FICCI no se contenta con realizar falsificaciones descaradas ya que es muy consciente de que incluso sus propios lectores pueden verificar fácilmente lo que realmente hemos escrito. Por eso, además de realizar estas burdas falsificaciones de las posiciones de la CCI, intenta presentar sus engaños de forma más sutil con objeto, como siempre, de lanzar fango y calumnias contra nuestra organización. Este hecho podemos constatarlo fácilmente si analizamos su denuncia de nuestras tesis sobre el movimiento de los estudiantes 2.006 en Francia.
En su denuncia, tratan de “probar” que la CCI “… (traiciona), (trasvierte) lo que siempre han sido las verdaderas posiciones de nuestra organización a propósito de una cuestión fundamental para la clase obrera como es la violencia de clase…” y que, haciendo esto, “… (participa) en lanzar (a la clase obrera) a los brazos armados de la clase enemiga…”. Pero como tampoco hay ninguna ambigüedad en nuestra posición sobre esta cuestión ya que, continuamos defendiendo la que el marxismo adoptó en el siglo XIX y que fue reafirmada tanto por la Internacional Comunista y por las Izquierdas Comunistas que lucharon contra su degeneración, la FICCI no puede evitar recurrir, una vez más, a sus métodos favoritos: la mentira y la falsificación. En el fondo, no hay ninguna diferencia cualitativa entre su breve artículo a propósito de la Conferencia de Corea del Sur y su extenso texto a propósito de nuestro análisis sobre el movimiento de los estudiantes. Pero en este último para conseguir sus objetivos, procede de una manera más sutil.
De entrada, preparan al lector haciéndole creer, a partir de una cita aislada y fuera de contexto, que la CCI estaría hoy día golpeada por el estigma de “…un alejamiento progresivo del marxismo y de una tendencia cada vez más clara a poner por delante (o a defender) valores burgueses y pequeño burgueses de moda (la problemática de la “juventud”, el “feminismo” y sobre todo la “no violencia”)…”. Más precisamente, tiene la desfachatez de pretender que “…para analizar y evaluar un movimiento de lucha , la CCI considera de entrada los criterios de sexo, de edades, es decir, criterios biológicos y psicológicos, en lugar de considerar criterios que caracterizan el terreno de clase, es decir, esencialmente criterios de organización y de conciencia política…”. ¿Cuál sería desde estas premisas la “prueba” del “abandono del marxismo” por parte de la CCI?. Simplemente el hecho de que escribimos lo siguiente: “…En ´tiempos normales` las mujeres proletarias, por el hecho de que sufren una presión aún más asfixiante que los proletarios hombres están, en general, menos implicadas en los movimientos sociales. Sólo en los momentos en los que los conflictos sociales alcanzan una gran profundidad, las capas más oprimidas del proletariado, sobre todo las obreras, se lanzan al combate y la reflexión de clase. La gran participación de universitarias y estudiantes de instituto en el movimiento actual, y el papel de primer orden que han jugado, constituye un índice suplementario no sólo de su naturaleza auténticamente proletaria, y también de su profundidad….”.
Evidentemente, la FICCI se abstiene de indicar que más de la mitad del citado texto está destinado a establecer sobre la base de “criterios de organización y de conciencia política” (la naturaleza de clase de las reivindicaciones, la solidaridad entre los estudiantes de las diferentes facultades, con los jóvenes de los institutos, con los asalariados, con los trabajadores de otras generaciones, su gran vitalidad, la apertura y la enorme calidad de la organización de las asambleas, la capacidad de evitar caer en toda una serie de trampas que ha tendido el Gobierno,….) el carácter de clase del movimiento contra el CPE, así como su profundidad. La cuestión de la amplitud de la participación de los estudiantes de los institutos esta señalada al final del texto como un INDICE SUPLEMENTARIO (lo queremos subrayar de nuevo aquí) de esta realidad. Sabemos de antemano que esto no preocupa en absoluto a la FICCI que ha decidido hacer de esto último nuestro “principal argumento”.
Una vez que han”preparado” de este modo al lector que no ha leído detenidamente el conjunto de nuestro documento, pasan a la etapa siguiente. Nos sirve unos pasajes llenos de omisiones sobre lo que realmente hemos escrito, acompañados de unos comentarios que pretenden hacer decir a nuestros textos aquello que no dicen:
“…¿ Como se posiciona la CCI actual en el momento en el que el Estado burgués envía masivamente a sus cuerpos de represión (CRS) y sus fuerzas antidisturbios contra los estudiantes en lucha en la primavera de 2.006, en el momento en el que estas hordas policiales han cargado y entrampado a los obreros y estudiantes, han atacado a los más aislados a golpes de porra, enviando a muchos de ellos al hospital, mientras otros tantos han sido puestos a disposición judicial ?. Pues bien, la CCI ha apoyado… las manifestaciones de “solidaridad con los CRS heridos” y ha saludado a todos aquellos que ´reconocen que los hijos de los CRS están también mal pagados y afectados igualmente por los ataques del Gobierno`, ha avalado, como una prueba de ´madurez y conciencia`(hecho que en el mejor de los casos no es más que prueba de una enorme ingenuidad) a estos jóvenes estudiantes que, según expresión de la CCI, ´saben que tras los cascos y las porras, estos hombres armados hasta los dientes (las fuerzas antidisturbios de los CRS¡¡) son también seres humanos, padres de familia..”. En otros términos, los brazos armados de la represión burguesa son ello mismos ´oprimidos` y ´explotados` que habría que comprender y defender. ¿Desde este punto de vista, los intereses de estos sectores no son los mismos que los del proletariado?...
Que este discurso falso y mistificador este disimulado, en cierto sentido, por algunas frases genéricas destinadas a disimular una denuncia ´radical` del Estado burgués y su represión, no cambia en nada la posición central del documento: lo que da a entender la CCI actual con su intervención se encuentra en las antípodas de lo que siempre ha defendido la CCI en continuidad de la tradición del movimiento obrero…”
Con este tipo de maniobra, la FICCI se propone plantear la cuestión de “…¿ cual ha sido, en circunstancias similares, la verdadera posición defendida por nuestra organización?...”.
En este sentido, tenemos derecho a retomar largos extractos de artículos publicados en el pasado por la CCI en los que hemos expresado nuestras posiciones sobre la represión y sobre la violencia de clase del proletariado contra la burguesía. Sin embargo es evidente que esto no preocupa en absoluto a la FICCI puesto que la “preparación” preliminar que hace de esta cuestión, no pretende ser ni objetiva, ni rigurosa, tan sólo pretende abonar la idea de que actualmente hemos abandonado nuestras posiciones clásicas para hacer el juego a la represión del Estado capitalista.
No es la primera vez que la FICCI nos acusa de hacer el juego a la represión a propósito del movimiento de la primavera de 2.006 en Francia. Ya lo hizo en su texto “ Manifestaciones y huelgas en Francia: la nueva CCI afirma su solidaridad con los CRS y la policía antidisturbios”, publicado en su boletín nº 35. Ante esta perversa acusación hemos respondido ya en nuestra página Web con el artículo “ La pretendida ´solidaridad de la CCI con los CRS`: como la FICCI intenta ocultar sus comportamientos policiales”. Remitimos a nuestros lectores a este artículo que rebate con particular precisión las acusaciones de la FICCI subrayando las falsificaciones tanto de lo que realmente hemos escrito sobre las posiciones clásicas del movimiento obrero (en particular a partir de las experiencias de la revolución rusa de 1.905) como, de la cuestión de la forma en la que el proletariado debe hacer frente a las fuerzas de represión. Evidentemente, el largo articulo de la FICCI sobre la primavera de 2.006 en Francia, publicado en su Boletín nº 37, no hace la menor referencia al citado artículo de la CCI.
Lo reafirmamos una vez más, la CCI no ha traicionado sus principios, ni sobre la cuestión de la violencia de clase, ni sobre el internacionalismo, ni sobre ninguna otra cuestión. Un estudio serio de nuestros documentos lo confirma. La verdadera traición a los principios comunistas, la protagonizan los miembros de la FICCI: la mentira, la calumnia, el robo, el chantaje, la delación nunca han formado parte de los métodos de las organizaciones proletarias, sino que siempre han pertenecido los métodos de las clases explotadoras.
Actualmente, cuando en diferentes partes del mundo se confirma la aparición de elementos o de reagrupamientos que se aproximan a las posiciones de la Izquierda Comunista o se reivindican de ellas, las calumnias y mentiras de la FICCI contra la CCI no tienen más sentido que desarrollar una desconfianza hacia nuestra organización. Y, como la FICCI constata la ineficacia de sus acciones en este sentido, es cada vez más incapaz de contener su rabia contra nuestra organización[2] : no es ninguna casualidad que haya reaccionado inmediatamente a la publicación de la Declaración Internacionalista adoptada a finales de Octubre en Corea. Pero, por muy ineficaz que sean sus sucias acciones, lanzando el descrédito sobre las posiciones de la Izquierda Comunista, su labor solo sirve a los intereses de la burguesía.
CCI ( 7 de Noviembre de 2.006)
[1] Evidentemente no calificamos a la ligera y de forma gratuita así a estos elementos. En muchos textos publicados por nuestra organización (tanto de forma impresa como en nuestra Web) hemos dado numerosos ejemplos de la naturaleza de las acciones que han realizado estos antiguos miembros de nuestra organización que fueron excluidos por el XV Congreso Internacional de la CCI realizado en 2.003. En particular nos referimos a los textos siguientes: “ XV Congreso de la CCI. Reforzar a la organización ante las exigencias del periodo histórico”, en la Revista Internacional nº 114. “Los métodos policiales de la FICCI” y “Defensa de la organización: Amenazas de muerte contra militantes de la CCI” (ver nuestra Web, apartado CCI Online).
[2] La FICCI esta cada vez más rabiosa puesto que cosecha fracaso tras fracaso en su empresa de trabajo común con el BIPR que esta presenta, sin embargo, como el único polo de reagrupamiento posible para la construcción del futuro partido del proletariado (tras la pretendida “degeneración” de la CCI). Este hecho lo podemos constatar, de nuevo, al leer el Boletín nº 37 en el que la FICCI se queja de que una carta que ha enviado recientemente al BIPR constituye “ ..un no recibo, la conclusión definitiva de una discusión en la que numerosos puntos estaban ( y están) en curso de elaboración y clarificación”. Se puede comprender la amargura de la FICCI que no ha cesado en estos últimos años de dorar el blasón del BIPR, mientras que este, ni siquiera ha considerado oportuno en ningún momento el colocar la dirección de la página Web de la FICCI en los enlaces de la página de su organización.
Mientras la gran lucha de los jóvenes proletarios en Francia contra el “CPE” se ganaba la simpatía e incluso el apoyo del resto de la clase obrera en ese país, la imagen que los “media” burgueses ofrecían sobre la situación social en la vecina Alemania parecía sacada de otro planeta. El agotamiento de la lucha de los basureros y otros trabajadores del sector público, de la huelga nacional de los médicos, y de las movilizaciones de preaviso de los trabajadores del metal, han puesto en bandeja a los voceros de los explotadores el discurso “lastimero” de que: «ya no existe solidaridad», que «el espíritu que reina en las filas obreras es que cada uno se preocupa de lo suyo», etc. Arguyen, para ello, que los trabajadores del sector público se han movilizado para mantener el privilegio de la jornada de 38 horas y media, que los médicos no han protestado por tener que hacer jornadas de 60 horas o más sino para se las paguen. Y así parece que lo único que les preocupa a los trabajadores del sector público es la cuantía de la reducción de sus ingresos, a los trabajadores del metal el aumento del 5% de sus salarios, y a los médicos hasta el 60%.
De creer lo que dicen estos comentaristas la situación social de ambos países se resumiría en que mientras la combatividad y la solidaridad que se ve al oeste del Rin sería una especie de “reliquia”, un residuo de un anticuado «romanticismo revolucionario» específico de una Francia que no se ha puesto al día; el corporativismo y el egoísmo que, supuestamente, prima en Alemania sería el signo distintivo del mundo presente y del futuro.
¿Qué tiene de cierto esta descripción aparentemente fundamentada en hechos tan “palpables”? Es verdad que la lucha de clases se desarrolla, por lo general, más explosivamente y con un carácter más abiertamente político en Francia que en Alemania. Esto es así por razones históricas ya que el arranque de la lucha de clases en Francia fue el resultado no tanto de la gran revolución burguesa de 1789 y sí de la lucha de masas del proletariado francés, desde las insurrecciones de Junio de 1848 y la Comuna de París en 1871 hasta las huelgas masivas de Mayo-Junio de 1968. También es innegable que, a corto plazo, el potencial de extensión de las actuales luchas obreras en Alemania es aún pequeño en comparación con lo que hemos visto en Francia. Efectivamente las recientes luchas en Alemania de los trabajadores del sector público, los médicos y los del sector del metal, se han quedado encerradas en la habitual y tradicional negociación salarial, cuidadosamente apadrinada y aislada por los sindicatos, mientras que la lucha de los jóvenes obreros en los institutos y las universidades en Francia tomó rápidamente el carácter de un movimiento de masas. Y es que mientras estos jóvenes intentaron durante semanas extender su lucha a los trabajadores de las fábricas y las oficinas, en el caso de Alemania ni siquiera en centros de trabajo donde distintos sectores planteaban sus reivindicaciones (como sucedía por ejemplo en los hospitales con los médicos y el personal de enfermería), existió un atisbo de una lucha común. También es verdad que mientras el movimiento en Francia, sobre todo al principio, ha estado autoorganizado; en Alemania no ha existido un movimiento de asambleas masivas autoorganizadas por los propios huelguistas.
Estos son los hechos. O, mejor dicho, algunos hechos. Pero ¿son los hechos más determinantes? No. Los hechos verdaderamente determinantes son la creciente bancarrota del capitalismo, la acentuación de los ataques contra la clase obrera en todos los países, y el resurgimiento internacional de las luchas de la clase obrera. Partiendo de estos hechos, sí puede comprenderse lo que de común hay en la situación social de Alemania y Francia. El resurgimiento actual de la lucha de clases se acompaña de una maduración subterránea de la conciencia, que ocasionalmente emerge a la superficie, y que reposa en gran medida en una nueva generación del proletariado. Ambos factores están contribuyendo a un proceso que anuncia y prepara la huelga de masas del futuro. El “secreto” de la actual situación tanto en Francia como en Alemania consiste en una maduración – aún embrionaria – de las condiciones de la huelga de masas, forma característica de la lucha del proletariado en la etapa de la decadencia capitalista.
La preparación de este movimiento aparece nítidamente en Francia a través de la naturaleza masiva de la luchas de los estudiantes de enseñanza media y de universidad, y su empuje por extender el movimiento al conjunto de la clase. Pero esa misma preparación se manifiesta igualmente en Alemania a través de la simultaneidad de luchas en diferentes sectores, así como la incorporación al combate de nuevos sectores (por ejemplo los médicos), y el papel central de los trabajadores de las grandes industrias en estas luchas. Pero, sin duda, lo más importante es la simultaneidad en la lucha de estos dos batallones centrales del proletariado de la Europa continental inscrita en una recuperación internacional de la lucha de la clase obrera.
Al mismo tiempo que se desarrollaban estas luchas en ambas orillas del Rin, cerca de un millón de empleados municipales británicos se han movilizado contra el recorte de sus pensiones. También trabajadores de correos católicos y protestantes han protestado juntos en las calles de Belfast. En Estados Unidos cientos de miles de trabajadores emigrantes se han manifestado contra su status de “ilegales”. El pasado año asistimos al gran movimiento de huelgas en Argentina, a la espectacular huelga de los trabajadores del metro en Nueva York como las de Estocolmo, y la del aeropuerto londinense de Heathrow. Y ya en este año hemos visto las luchas contra los despidos en la AEG de Nuremberg y en la SEAT de Barcelona, etc.
Una situación de este tipo ya se vivió a comienzos del siglo XX (la huelga de masas en Rusia en 1905), a finales de la 1ª Guerra Mundial, y en los años posteriores a 1968 cuando se puso punto final a la contrarrevolución estalinista. Podemos decir por tanto no sólo que la huelga de masas es siempre un fenómeno internacional, sino que se prepara siempre a nivel mundial, a través de una serie de escaramuzas más o menos significativas. Al contrario que la Huelga General tan publicitada por los sindicatos, y sobre todo por los anarquistas, en la que un día “D” todos juntos abandonarán el trabajo; la huelga de masas se va gestando a lo largo de todo un período y su preocupación no es sólo la paralización de la economía capitalista y el aparato político del poder, sino, al mismo tiempo, el mantenimiento de todos los servicios necesarios para el bienestar de la población o el desarrollo de la lucha.
Después de casi nueve semanas de huelga parece que, con el acuerdo en las negociaciones salariales en Baden-Württemberg, se ha terminado la que la sido la huelga más larga en el sector público alemán desde la 2ª Guerra Mundial. El resultado de ese acuerdo es que, a partir de Mayo, la jornada laboral de 220 mil empleados municipales del Sudoeste de Alemania, será de 39 horas en lugar de las 38’5 actuales. Cuando escribimos este artículo, aún no se ha firmado ese acuerdo para el conjunto de los Länder. Por ello los sindicatos tratan de escamotear este resultado e incluso de presentarlo como “una victoria” de los huelguistas. Esta claro sin embargo que, al menos en lo referente a la duración oficial de la jornada laboral, el capital ha abierto una brecha muy importante. De ahora en adelante los explotadores se afanarán en tratar de prolongar la jornada laboral, y a extender este tipo de medidas al conjunto de la clase trabajadora.
Lo más importante de esta lucha, sin embargo, ha sido el desinterés con que los trabajadores han acogido las convocatorias de huelga dictadas por el sindicato Ver.di. En las primeras semanas de lucha los basureros constituyeron la punta de lanza del movimiento. Pero cuando tras cinco semanas de huelga, comprobaron que nada indicaba que pudieran ganarla, estos trabajadores, que tienen bastante experiencia de lucha, comenzaron a volver progresivamente al trabajo. Muchos de ellos expresaron que sentían que se les estaba conduciendo directamente a una derrota y que, de continuar en huelga, sólo conseguirían que la derrota fuera aún más grave. A partir de entonces la huelga ha tenido un carácter más virtual que real, pudiéndose ver como se trabajaba normalmente en centros que los sindicalistas habían inundado de carteles que anunciaban “en huelga”. Es como si el sindicato Ver.di. quisiera esconder con tanto papel su incapacidad para movilizar a los trabajadores.
Desde un análisis simplista se diría que la falta de entusiasmo de los trabajadores por luchar beneficia a los capitalistas. Pero eso depende en realidad de los motivos que llevan a los trabajadores a rehusar la huelga. En este caso ha resultado fundamental el hecho de que el sindicato Ver.di pusiera la cuestión de la jornada laboral en el centro de las reivindicaciones, pero no como medio para limitar la duración de la explotación, sino instilando el veneno reformista de que así podría reducirse el desempleo masivo que asola a los trabajadores. Por ello los trabajadores acogían con frialdad los llamamientos sindicales que con toda su alma propagaban este reformismo ilusorio, ya que difícilmente se iban a movilizar por semejante patraña. No en vano la última reducción de jornada en el sector público se saldó con la eliminación de más de 1 millón de puestos de trabajo.
Para más INRI, uno de los objetivos principales de la burguesía en esta huelga era aumentar significativamente la implantación de los sindicatos en este sector, puesto que si, por ejemplo en el metal el índice de afiliación a los sindicatos supera el 80%, en cambio en el sector público este índice es, para los intereses de la burguesía, alarmantemente bajo. Es verdad que Ver.di. ha podrido implantarse en algún sector puntual, sobre todo presentándose como abanderado de la lucha contra la privatización de los servicios (una ilusión que pronto se desvanecerá). Pero precisamente en los sectores donde la presencia de la joven generación obrera es mayoritaria, tales como el personal de enfermería de los hospitales, lo cierto es que los agitadores sindicales fueron mirados con extrañeza y recelo. Aquí sí podemos apreciar un claro paralelismo con lo que se ha desarrollado en Francia. Allí la joven generación, aunque dada su escasa experiencia no reconocen aún el carácter antiproletario de los sindicatos, empieza sin embargo a verlos como algo del pasado, como dinosaurios.
Una preocupada burguesía alemana ha empezado ya a sacar consecuencias del este fracaso de Ver.di., y empieza a discutir abiertamente la necesidad de fragmentar a los trabajadores mediante sindicatos puramente corporativos de cada profesión, como la recién nacida Vereinigung Cockpit de los pilotos, o el sindicato de maquinistas ferroviarios. La clase dominante sabe, por experiencia, que muy frecuentemente en la historia, sectores de la clase obrera han desoído los llamamientos sindicales de huelga, pero han demostrado más tarde estar dispuestos a luchar por sí mismos.
Aquí podemos comprobar como uno de esos sindicatos marcadamente corporativos – en este caso el Marburger Bund – se basta para mantener “controlada” la situación en los hospitales. Hemos visto como la lucha no sólo ha quedado limitada al estamento médico sino también muy marcada por ilusiones reformistas, reivindicando por ejemplo que esta lucha beneficiaba al interés del capital nacional, pues se trataba de impedir que los médicos alemanes emigren a otros países en busca de mejores salarios.
La situación de los médicos desmiente rotundamente, sin embargo, la propaganda burguesa de que la cuantiosa reclamación salarial de éstos abriría aún más la disparidad salarial entre diferentes sectores obreros, lo que probaría la creciente “insolidaridad” entre los asalariados. Más bien todo lo contrario. Los hachazos a las condiciones de vida de los médicos en los últimos años han sido tales que ni siquiera un aumento salarial del 30% podrían compensarles de ellos. Muchos médicos auxiliares deben hacer tal cantidad de horas impagadas, que su salario por hora es muchas veces menor incluso que el del personal de enfermería.
Pero además del hecho de que este sector ha entrado en lucha por vez primera, lo más significativo de esta huelga ha sido como ha planteado la cuestión de la solidaridad, ya que aunque indudablemente ha supuesto un caos considerable y un aumento de la carga de trabajo para otros trabajadores hospitalarios, nadie, ni entre los pacientes, ni entre el resto del personal sanitario ha protestado contra la huelga de los médicos. Incluso algunos enfermeros han empezado a decir que habría que preparar una huelga por las mismas reivindicaciones que los médicos – incrementos salariales del 30% - y luchar junto a ellos. Para este sector el problema más acuciante no es tanto la duración de la jornada laboral, sino la prohibición de realizar horas extraordinarias, lo que ha hecho reducir sus ingresos más de un 25 %.
Sin embargo el sindicato Ver.di. decía que el hecho de que los médicos aceptasen trabajar tantas horas y que lucharan en cambio porque les fueran remuneradas, suponía una puñalada por la espalda a los trabajadores que defienden la jornada de 38’5 horas semanales. Pero esto es una más de sus despreciables mentiras. Si los médicos deben desarrollar estas jornadas de hasta 60 horas semanales es porque además de cuidar a los pacientes deben ocuparse de sus estudios e investigaciones. Por ello su reivindicación de que esa extensa jornada se vea pagada es plenamente proletaria, y por ello, también esta exigencia ha suscitado la comprensión y la simpatía en el conjunto de la población. El generoso corazón de los trabajadores ha sentido que sobre todo los médicos auxiliares, no sólo defienden sus propias condiciones de vida, sino también la situación sanitaria de la población en su conjunto. Aquí aparece un esbozo de una de las características de la futura lucha revolucionaria: la comprensión de que la lucha de la clase productiva de la sociedad actual es una lucha por los intereses del conjunto de la humanidad.
Contra esto no se ha hecho esperar la airada reacción que, en cambio, se dedican a sembrar cizaña entre unos trabajadores y otros. La “Hoja informativa” nº 25 del sindicato Ver.di. del Hospital Universitario de Colonia conminaba a los médicos: «Apoyamos en parte vuestras reivindicaciones pero sabéis, como sabemos todos, que en el hospital hay un solo pastel para repartir, así que no podéis pretender quedaros con la mitad de la tarta».
Es aún pronto para saber si estamos o no ante la mayor huelga de esta concentración clave del proletariado alemán y europeo. Lo que sí queda claro es que estos trabajadores han sufrido un brutal hachazo de sus salarios en los últimos años y que no están dispuestos a seguir aguantándolos más. Y, lo que es aún más significativo: la combatividad de los trabajadores de este sector es ya un factor muy importante de la situación social. Sólo en Baden-Württemberg, donde se encuentra la mayor parte de empresas de este sector y región que ha estado a la vanguardia de las luchas obreras en estos últimos años, hay más de un millón de estos muy cualificados trabajadores. Esta región, además, es fronteriza con Francia, por lo que la burguesía tiene realmente difícil escamotear los movimientos de masas que han tenido lugar al otro lado del Rin. Dado el gigantesco potencial del proletariado alemán, no es de extrañar que uno de los primeros resultados de las luchas en Francia sea que el gobierno alemán haya desistido, incluso antes de que lo retirara el francés, de poner en práctica un ataque a la protección por desempleo de los jóvenes muy similar al CPE auspiciado por la burguesía francesa.
Ya cuando el gobierno Kohl quiso degradar el salario que se percibe por enfermedad, las grandes empresas del metal encabezadas por la factoría Mercedes de Sttutgart, demostraron su disposición a luchar explícitamente en interés de todos los trabajadores. Esta idea resurgió en el verano de 2004 durante las luchas de la Mercedes en Sttutgart y Bremen.
Los elementos de las futuras luchas de la clase obrera como cuerpo unitario van madurando aunque aún se hallen en un estado muy embrionario. Por ello, una de las principales tareas del presente, es asimilar y ayudar a fructificar esas valiosísimas semillas.
Traducido de Weltrevolution (publicación de la C.C.I. en Alemania).
11/Abril/2006.
Esta primavera, cientos de miles de trabajadores inmigrantes, la mayoría de ellos “ilegales”, como les llama la burguesía, predominantemente de países latinoamericanos, han tomado las calles de las ciudades más importantes de Estados Unidos, de Los Angeles a Dallas, Chicago, Washington DC, o Nueva Cork, en protesta contra la amenaza de medidas legales enérgicas en su contra propuestas por el ala derecha del partido Republicano. Pareció como si el movimiento estallara de la noche a la mañana, surgiendo de ninguna parte ¿Qué significan estos acontecimientos y cual es la naturaleza de clase de este movimiento?
La legislación anti-inmigración que consiguió el visto bueno de la Cámara de Representantes y que provocó las manifestaciones, criminalizaría la inmigración ilegal, convirtiéndola por primera vez en un delito. Actualmente ser un emigrante ilegal supone una violación del derecho civil, pero no un delito criminal. Los inmigrantes ilegales serían, según esta ley, arrestados, juzgados, condenados y deportados, y perderían cualquier posibilidad de volver legalmente a Estados Unidos en el futuro. De hecho se anularían las leyes estatales que prohíben a las entidades estatales locales, comisarías de policía, colegios o servicios sociales, denunciar extranjeros ilegales a los oficiales de inmigración, y se sancionaría con multas a los empresarios que los contrataran. Con esta ley, más de 12 millones de inmigrantes se verían confrontados a la deportación. Esta extrema ley no cuenta con el apoyo de la fracción dominante de la burguesía, puesto que no se corresponde con los intereses globales del capitalismo de Estado americano, que claramente necesita trabajadores inmigrantes para cubrir empleos mal pagados, para servir como ejército de reserva de obreros desempleados y subempleados que presione a la baja los salarios de toda la clase obrera. Se oponen a esas medidas enérgicas la administración Bush, los dirigentes Republicanos del Senado, los Demócratas, los alcaldes de las grandes ciudades, los gobernadores, los empresarios de las grandes empresas que necesitan explotar un abundante suministro de trabajadores inmigrantes (en los restaurantes, las empresas de venta al pormenor, las de envasado de cárnicos, las de servicios del hogar, la agricultura, y la construcción), y los sindicatos, que sueñan con sacar cuotas de esos obreros indigentes. Esta variopinta tropeé de burgueses “defensores” de los obreros inmigrantes, está a favor de una legislación más moderada, que estreche la frontera, y reduzca drásticamente el número de nuevos inmigrantes; pero permita que los emigrantes ilegales que llevan en el país un cierto número de años puedan legalizar su situación, obligando al mismo tiempo a los que lleven menos de dos años a abandonar Estados Unidos, pero con la posibilidad de volver legalmente en el futuro. Se pondría en marcha una especie de programa para obreros “huéspedes”, que permitiera a los obreros de fuera encontrar trabajo temporal legal en USA y mantener así un suministro de mano de obra barata.
En este contexto político y social han estallado las manifestaciones de los obreros inmigrantes. Pisando los talones de las revueltas de los jóvenes inmigrantes desempleados del otoño pasado en Francia, y de la lucha contra el CPE esta primavera, o la huelga del transporte de NYC en Diciembre, las manifestaciones de los emigrantes han sido saludadas por los izquierdistas de todo pelaje, y también por muchos grupos anarquistas y libertarios. Es totalmente cierto que los emigrantes amenazados por esta ley son un sector de la clase obrera confrontado a una explotación dura y brutal, que padece unas horribles condiciones de vida, sin acceso a los servicios sociales ni sanitarios, y que su situación demanda la solidaridad y el apoyo de toda la clase obrera. Esta solidaridad es aún más necesaria puesto que tradicionalmente la burguesía utiliza el debate sobre el status legal de los inmigrantes para suscitar el racismo y el odio, para dividir al proletariado enfrentando a unos obreros con otros; mientras al mismo tiempo se beneficia de la explotación de los obreros inmigrantes. Podría haber sido una lucha en un terreno proletario, pero hay una gran diferencia entre lo que pudiera ser y lo que realmente sucede.
No hay que hacerse ilusiones que nos impidan ver la verdadera naturaleza de clase de las manifestaciones recientes; en gran medida han sido una manipulación burguesa. Sí, los obreros han salido a la calle, pero totalmente en el terreno de la burguesía, que ha tramado una provocación, que ha manipulado y controlado el movimiento y lo ha dirigido a las claras. Es cierto que han habido algunos ejemplos, como los paros espontáneos de los estudiantes mexicanos inmigrantes de los institutos en California –los hijos de la clase obrera- que implican ciertas similitudes con la situación en Francia, pero este movimiento no se ha organizado en un terreno proletario ni ha sido controlado por los propios obreros inmigrantes. Las manifestaciones, que movilizaron cientos de miles de personas, fueron convocadas por los media hispano parlantes, es decir, por la burguesía “latina”, con el apoyo de grandes empresas y políticos del “establishment”.
El nacionalismo ha envenenado el movimiento; nacionalismo latino que estalló en las manifestaciones, o el enfermizo aluvión de reafirmación americanista que siguió después, y aún nacionalismo racista en oposición a los inmigrantes, fomentado por los programas de radio y por el ala derecha de los republicanos. Cuando hubo quejas en los media de que muchos manifestantes inmigrantes en California llevaban banderas mexicanas y de que esto mostraría que serían más leales a su patria de origen que a la de adopción, los organizadores del movimiento suministraron miles de banderas americanas para hacerlas ondear en las manifestaciones que siguieron en otras ciudades, y reafirmar así la lealtad patria y el americanismo de las protestas. A finales de Abril, la radio emitió una versión del himno nacional grabada por estrellas hispanas del pop. Por supuesto los nacionalistas de derecha anti-inmigrantes se lanzaron contra esta versión en español del himno USA como una afrenta a la dignidad nacional. La solicitud de la ciudadanía, que es un rollo legal totalmente burgués, es otro ejemplo de un terreno no proletario de lucha. Esta ideología nacionalista putrefacta está diseñada para cortocircuitar completamente la posibilidad de que los obreros emigrantes y los nacidos en USA puedan reconocer su unidad de clase esencial.
Pero en ningún otro sitio se hizo tan evidente como en las manifestaciones masivas en NYC la naturaleza capitalista del movimiento; en Abril se concentraron 300000 inmigrantes ante el Ayuntamiento, donde recibieron el apoyo del alcalde, el Republicano Michael Bloomberg, y de los senadores Demócratas Charles Schumer y Hilary Clinton, que se dirigieron a la multitud y alabaron su lucha como ejemplo de americanismo y patriotismo.
Hace ya casi 20 años desde el último gran esfuerzo para reformar la inmigración, emprendido entonces por la administración de Reagan, que garantizaba la amnistía para los inmigrantes ilegales. Pero esa amnistía no sirvió para nada para contener la marea de inmigrantes ilegales, que ha continuado sin cesar las ultimas dos décadas, porque el capitalismo USA necesita un suministro constante de mano de obra barata y porque los efectos de la descomposición social del capitalismo en los países subdesarrollados han degradado tanto las condiciones de vida como para empujar a cada vez más trabajadores a buscar refugio en las metrópolis capitalistas relativamente más prósperas y estables.
Para la burguesía es hora de estabilizar la situación de nuevo, ya que cada vez se hace más difícil absorber el flujo de inmigrantes y tolerar una situación en la que millones de obreros no están integrados oficialmente en la economía o la sociedad, no pagan impuestos, y no están documentados, después de casi 20 años de status ilegal. Por una parte, esto ha llevado a la administración Bush a recurrir a toscas medidas para restringir la inmigración en l a frontera, por ejemplo militarizando la frontera con Mexico, construyendo literalmente un muro de Berlín que haga más difícil que los inmigrantes puedan cruzar la frontera. Por otra parte, la administración también ha favorecido la legalización de los trabajadores que llevan más de dos años en el país. Puesto que la economía USA, en una proporción importante, necesita un flujo constante de mano de obra barata, es muy poco probable que los millones de trabajadores que han estado menos de dos años en el país a los que se “pida” que se vayan lo hagan realmente. Seguramente se quedarán ilegalmente y serán la base para la futura mano de obra ilegal que la economía capitalista va a continuar precisando, como fuerza de trabajo barata y para presionas a la baja los salarios del resto de trabajadores.
La obstinación de la derecha en no aceptar esta realidad refleja la creciente irracionalidad generada por la descomposición social, que previamente se manifestó en la dificultad de la clase dominante en USA para conseguir los resultados deseados en las elecciones presidenciales. Cuesta de creer que la extrema derecha no se de cuenta de la imposibilidad de deportaciones de masas de 12 millones de personas y de la necesidad de estabilizar la situación. Es sólo una cuestión de tiempo que la fracción dominante de la burguesía acabe imponiendo su solución al problema y cedan las manifestaciones de masas, al tiempo que la burguesía va integrando a la población recientemente legalizada en el proceso político dominante.
Internationalism, Abril 2006
Desde principios de febrero y a pesar la dispersión debida al periodo de vacaciones escolares, los estudiantes universitarios y los de institutos de la mayoría de las grandes ciudades del país se han movilizado para expresar su cólera contra los ataques económicos del gobierno y de la patronal, contra el CPE (Contrato de Primer Empleo) La burguesía ha decidido ocultar sistemáticamente los acontecimientos. Ha preferido dirigir día tras día sus cámaras y sus artículos de prensa hacia los “éxitos” siniestros de la “banda de bárbaros”[1].
¡La cólera de los estudiantes es totalmente legítima!
Las instituciones de lo que es la educación nacional (escuelas primarias, institutos, universidades,...) se han transformado en fábricas de parados, en reservas de mano de obra barata. Que los estudiantes han comprendido bien esta cuestión lo demuestra entre otras cosas la decisión que ha tomado la asamblea de estudiantes de Caen de enviar delegaciones a las empresas próximas y a los jóvenes parados de los pueblos cercanos animándoles a que se solidaricen con su lucha.. El CPE es simplemente la precariedad organizada. Y la precariedad no afecta únicamente a los jóvenes. Muy al contrario el paro, la miseria, la precariedad afectan despiadadamente, directa o indirectamente a todas las generaciones obreras. Por eso en algunas universidades -Paris III Censier, es un ejemplo- los profesores, y el personal ATOS[2] se han puesto también en huelga en solidaridad con los estudiantes.
¡El CPE es una expresión del fracaso del capitalismo!
El pasado mes de noviembre, frente a los disturbios en los barrios, la burguesía, su gobierno, sus partidos políticos, impusieron el orden declarando el Estado de Sitio y expulsando del país a los jóvenes emigrantes que no respetan su “tierra de acogida”. Hoy los que nos gobiernan quieren continuar con su sucio trabajo de “librarse de la escoria” a costa de los hijos de la clase obrera. Y lo hacen, en esto el cinismo no puede ser mayor, en nombre de la “igualdad de oportunidades” que les prometen con el CPE. Con el CPE, los estudiantes que tropiecen con la “oportunidad” de encontrar un trabajo al terminar los estudios quedarán a merced de sus patronos; y a partir de ahí, ninguna posibilidad de encontrar vivienda, de fundar una familia, de alimentar a sus hijos. Eso significa ni más ni menos que cada día irán al trabajo con el miedo en el cuerpo, con la angustia de que les den la famosa “carta de recomendación” en la que aparece la siniestra sentencia: ¡DESPEDIDO! ¡He aquí la esclavitud asalariada! ¡He ahí el capitalismo!
La única “igualdad” que contiene el CPE es la igualdad en la miseria: encierro en barrios convertidos en verdaderos ghettos, trabajos precarios, paro, RMI[3], supervivencia diaria, aguantar el día como se pueda,...¡Este es el “radiante porvenir” que la clase dominante, la burguesía, y su Estado “democrático” prometen y garantizan a los hijos de la clase obrera!
Estos jóvenes cuyos padres se movilizaron en 2003 contra la reforma del sistema de pensiones y a quienes el predecesor de Villepin, señor Raffarin, tuvo la geta de decirles: ¡La calle no es quien gobierna!
Tras el duro golpe asestado a los “viejos” y futuros jubilados, los golpes van ahora contra los “jóvenes” y futuros parados. Con el CPE el capitalismo muestra abiertamente su verdadero rostro, la cara de un sistema decadente que no tiene ningún porvenir que ofrecerle a las nuevas generaciones. Un sistema gangrenado por una crisis económica insoluble. Un sistema que desde que terminó la segunda guerra mundial ha gastado sumas inmensas en la producción de armamentos cada vez más sofisticados, mortíferos y destructivos. Un sistema que desde la guerra del Golfo de 1991 no ha cesado de anegar de sangre el planeta. Es el mismo sistema fracasado, la misma clase capitalista contra las cuerdas quien arroja a millones de seres humanos a la miseria y al paro, la que siembra la muerte en Irak, en Oriente Medio, en Costa de Marfil,...
Un día tras otro el sistema capitalista que domina el mundo nos ofrece pruebas clarísimas de que debe ser derrocado. Y porque han comenzado a entenderlas es por lo que en la universidad de Paris Tolbiac, en una asamblea general, los estudiantes aceptaron una propuesta en la que se afirmaba que “es necesario acabar con el capitalismo”. Por lo mismo en Paris Censier, el viernes 3 de marzo, los estudiantes han invitado a una compañía de teatro a venir a cantar canciones revolucionarias. Ondean Banderas rojas y la Internacional es cantada por cientos de alumnos, profesores y personal ATOS. Distribuyen el “Manifiesto comunista” de Marx y Engels. En el recinto de la universidad pronuncian la palabra REVOLUCIÓN y la repiten sin descanso. Cerca de donde está el espectáculo se discute de la lucha de clases, se evoca la revolución rusa de 1917 y las grandes figuras del movimiento obrero, como Rosa Luxemburgo vilmente asesinada como su camarada Kart Liebknecht en 1919 durante la revolución alemana por asesinos a las órdenes del partido socialista que dirigía el gobierno.
Par enfrentar la “banda de los bárbaros” pero con elegante corbata, que nos gobierna, las jóvenes generaciones deben recordar la experiencia de sus predecesores. Rememorar especialmente lo que ocurrió en Mayo de 1968.
La huelga masiva de Mayo de 1968 nos muestra el camino
En la vorágine de movimientos que había alcanzado con anterioridad a las universidades de la mayoría de los grandes países desarrollados, en particular las de Estados Unidos y las de Alemania; los estudiantes de las universidades francesas se movilizaron masivamente también en mayo del 68. Pero esta movilización tomó otra dimensión cuando todos los sectores de la clase obrera entraron en lucha: ¡Nueve millones de trabajadores en lucha! Los estudiantes más conscientes y combativos superaron entonces sus reivindicaciones específicas para proclamar que su combate era el mismo que el de la clase obrera. Llamaron a los obreros a acudir a las universidades ocupadas para discutir de la situación y de sus perspectivas. Por todas partes se discutía de la Revolución, de la necesidad de destruir el capitalismo.
Mayo 68 no desembocó en la Revolución puesto que esta no era todavía posible ya que el capitalismo estaba en el comienzo de su crisis. Pero los burgueses pasaron un susto de muerte. Y sí el gobierno consiguió controlar la situación fue porque los sindicatos hicieron toda lo que estaba en su mano para que los obreros volvieran al trabajo y fue también porque los partido de Izquierda, esos que se presentan como los defensores de los trabajadores, llamaron a participar en las elecciones organizadas por el régimen de De Gaulle.
Mayo 68 ha mostrado que la Revolución no es una vieja y polvorienta pieza de museo, que ella no pertenece a un pasado ya superado sino que representa el único futuro posible para la sociedad. Además, este gran movimiento de la clase obrera, que fue seguido por numerosas luchas obreras en muchos otros países, ha mostrado a la clase dominante que no podía alistar a los explotados tras las banderas nacionales, que no tenía las manos libres para desencadenar una Tercera Guerra Mundial, como lo hizo en 1914 y 1939. Sí en nuestra época, contrariamente a la de los años 30, la crisis económica no ha desembocado en una masacre generalizada es precisamente gracias a las luchas de la clase obrera.
El porvenir está en manos de las jóvenes generaciones
El movimiento de la juventud contra el CPE muestra que los gérmenes de una nueva sociedad empiezan a madurar en las entrañas de la vieja sociedad capitalista agonizante. El porvenir está en las manos de la nueva generación. Los estudiantes de enseñanza media y los universitarios tienden a tomar conciencia de que, como futuros parados y futuros precarios, pertenecen, en su gran mayoría, a la clase obrera. Una clase explotada que el capitalismo tiende a excluir cada vez más de la producción. Una clase que no tendrá otra opción que desarrollar sus luchas para defender sus condiciones de vida y el porvenir de sus hijos. Una clase que no tendrá otra alternativa que destruir el capitalismo para acabar con la explotación, la miseria, el desempleo y la barbarie. Una clase que, sólo ella, puede construir un mundo nuevo, que no esté basado en la concurrencia, la explotación y la búsqueda del beneficio, sino en la satisfacción de todas las necesidades de la especie humana.
En 1914, los hijos de la clase obrera, cuya gran mayoría eran todavía adolescentes, fueron enviados a las trincheras para servir de carne de cañón. La hiena capitalista se revolcó en la sangre de los explotados, había segado las jóvenes generaciones que Rosa Luxemburgo llamó la “fina flor del proletariado”
Frente a este sistema capitalista, que mutiló y masacró a los hijos de la clase obrera enviados al frente en 1914 y que volvió a repetir lo mismo en 1939, la “fina flor del proletariado” del siglo XXI tendrá la responsabilidad de destruirlo desarrollando la lucha junto con toda la clase obrera, junto con todas sus generaciones.
Recientemente en Brasil, en la universidad Victoria de Conquista, los estudiantes han manifestado la voluntad de discutir la historia del movimiento obrero. Han comprendido que solo sumergiéndose en la experiencia de las generaciones del pasado, las nuevas generaciones podrán retomar la llama del combate que llevaron sus padres, sus abuelos, sus tatarabuelos. Estos estudiantes comprendieron que podían retomar este pasado, un pasado que deberá reapropiarse y que gracias al cual las jóvenes generaciones podrán construir el porvenir. Ellos han descubierto que la historia de la lucha de clase, la historia viva que no se aprende únicamente en los libros (y menos aún en los pupitres de la escuela) sino también en la acción. Ellos han osado hablar, plantear cuestiones, expresar desacuerdos, confrontar argumentos.
En las universidades de Francia, como en las de Brasil, hay que abrir los anfiteatros, las Asambleas Generales, a todos los que –obreros, parados, revolucionarios- quieren acabar con el capitalismo.
La única perspectiva: unidad y solidaridad de toda la clase explotada
Desde hace unos meses, en todos los países, el mundo del trabajo se ve sacudido por huelgas tanto en el sector público como en el sector privado: en Alemania, en España, en Estados Unidos, en India, en América Latina. Contra el desempleo y los despidos, por todas partes los huelguistas han puesto por delante la necesidad de la solidaridad entre generaciones, entre activos y parados.
Estudiantes universitarios y de la enseñanza media, vuestra cólera contra el CPE se quedaría en palos de ciego si os quedáis aislados, encerrados dentro de los muros de la universidad o del instituto. Excluidos de los lugares de producción, no tendréis ningún medio de presión sobre la burguesía paralizando la economía capitalista.
Trabajadores asalariados, desempleados, jubilados, es necesario movilizarse pues son ahora vuestros hijos quienes son atacados. Sois vosotros quienes habéis producido o producís todas las riquezas de la sociedad. Sois vosotros el motor de la lucha contra el capitalismo.
Jóvenes parados de las barriadas, vosotros no estáis solos ni excluidos. Hoy os tratan de “canallas” pero esto no es nuevo: en 1968 vuestros padres que se rebelaron contra la explotación capitalista eran tratados de “perros falderos”.
La única perspectiva, el único porvenir, no están en las violencias ciegas o los incendios de vehículos. El único porvenir está en la lucha solidaria y unida de toda la clase obrera, de todas las generaciones. Tenemos que expresar en las huelgas, en las Asambleas Generales, en las discusiones en los lugares de trabajo o de estudio, en las manifestaciones callejeras, TODOS UNIDOS, nuestra cólera contra el desempleo, el empleo precario y la miseria.
¡Abajo el CPE! ¡Abajo el capitalismo! La clase obrera no tiene nada que perder excepto sus cadenas. Ella tiene todo un mundo por ganar.
Corriente Comunista Internacional 6-3-06
[1] Se refiere a unos individuos que secuestraron y torturaron a un joven judío, tema sobre el cual los llamados “medios de comunicación” se han volcado morbosamente.
[2] Personal administrativo y de servicios
[3] Es un tipo de renta verdaderamente miserable para personas en situación de desempleo indefinido
La represión que el Estado ha lanzado en contra de la población de Oaxaca deja al descubierto el verdadero rostro feroz y sanguinario de la democracia. La ciudad de Oaxaca se encuentra de desde hace más de 5 meses como un polvorín donde la presencia de cuerpos policiacos y paramilitares han sido el brazo principal para extender el terror estatal. La invasión a domicilios, el secuestro y la tortura son los mecanismos que el Estado utiliza en Oaxaca para establecer el “orden y la paz”. El resultado de la incursión policíaca no tuvo un “saldo blanco”, como lo dice el gobierno, en realidad se produjo dejando decenas de “desaparecidos”, diversos presos y por lo menos 3 muertos (sin contar las cerca de 20 personas que fueron abatidas por las guardias blancas desde mayo a octubre de este año).
La clase dominante hace 6 años, divulgó que, con la llegada del gobierno de Fox se entraba a un “período de cambio”, pero la realidad puso al desnudo que el capitalismo por más cambios que haga de personajes o partidos en su gobierno no puede ofrecer ninguna mejora... como nunca ha quedado confirmado que lo único que puede ofrecer este sistema es mayor explotación, miseria y represión. Ante los acontecimientos que se vienen sucediendo en Oaxaca, el conjunto de la clase obrera debe hacer una reflexión profunda, reconociendo que la actuación brutal y represiva que se ejerce, no es propia de un gobierno o de un funcionario, sino es la naturaleza del capitalismo, al mismo tiempo se precisa reconocer las debilidades y dificultades en que los trabajadores se encuentran metidos. Se requiere hacer un balance general sobre el significado de estas movilizaciones, de manera que en la reflexión de los trabajadores se integren estas preocupaciones y se saquen las lecciones que les permita preparar adecuadamente los próximos combates.
Las manifestaciones presentes en Oaxaca son sin duda una expresión del descontento existente en los trabajadores contra la explotación y la ignominia del capitalismo. Las movilizaciones presentes en esa región sintetizan el descontento existente entre los explotados por la continua degradación de sus condiciones de vida, de manera que surgieron como resultado de un coraje real y revelaron una disposición a la lucha, no obstante, esa potencia ha sido entrampada por la burguesía logrando que los objetivos, los métodos y la conducción de las acciones quedaran fuera del control de los trabajadores.
Las pugnas que se desarrollan en el interior de la burguesía ha podido atrapar el descontento social y aprovecharlo en su beneficio, transformando lo que fue un combate por mejoras salariales en un movimiento sin perspectivas en tanto queda atorado entre el repudio a una fracción burguesa formada por viejos caciques y el apoyo a una fracción “democratizadora”. Pedir la destitución de Ulises Ruiz es un apoyo explicito al bando burgués que pretende relevarlo. En esa disyuntiva falsa los trabajadores pierden en cualquiera de los casos, y su fuerza de clase queda reducida a simple comparsa de la burguesía. La clase dominante desde antes de las manifestaciones de mayo, buscaba usar a las masas de explotados como “grupo de presión” para afectar a alguna de las fracciones burguesas en pugna. La intervención abierta de Esther Gordillo, de Murat, del mismo Ulises Ruiz, y otros, a través del sindicato de maestros (SNTE-CNTE, incluyendo los sectores “críticos” como el CCL) devela que los intereses de la burguesía, sobre todo la de los caciques de la región sureña, son los que han dominado y aprovechado el descontento. Una lucha que empezó empujada por la miseria y criticando la explotación capitalista, se transformó en una movilización que atribuye esa miseria a la “mala gestión” del bandido en turno, por lo que se conforma con la búsqueda de la democratización del sistema.
De frente a estas movilizaciones el sistema ha mostrado abiertamente su naturaleza sanguinaria, pero este uso del terror por parte Estado va más allá de la represión a los manifestantes de Oaxaca. La incursión de las fuerzas militares y policíacas en Oaxaca no ha tenido como objetivo principal el exterminio de la Asamblea Popular de Pueblo de Oaxaca (APPO), sino fundamentalmente busca extender el terror como mecanismo de advertencia y amenaza para el conjunto de los trabajadores. El terror de Estado se ha desatado mediante la combinación de fuerzas represivas del gobierno federal y estatal, poniendo en evidencia que aún cuando hay pugnas entre las diferentes pandillas de la burguesía, logran establecer acuerdos para llevar a cabo su tarea represiva, por eso suponer que es posible “dialogar” con un sector del gobierno, es alimentar la falsa esperanza de que existen sectores de la burguesía “progresista” o “abierta”. Justamente por ese hecho mantener como objetivo principal de las movilizaciones la salida de Ulises Ruíz del gobierno de Oaxaca, es ampliar la esperanza en que el sistema capitalista al democratizarse o cambiar de personajes puede mejorar. El limitar la reflexión y el desvío de la fuerza social hacia la impugnación de Ulises Ruíz, no ayuda al desarrollo de la conciencia, por el contrario extiende la confusión y alienta la confianza en la posibilidad de que los explotados puedan beneficiarse con un “mejor gobierno”.
Lo que ha hecho la APPO, con su consigna de “unificación” en contra de Ulises Ruiz, no es empujar a la reflexión colectiva y al accionar consciente, sino ha extendido la confusión y el sometimiento de la fuerza social a los intereses de algunas de las fracciones burguesas en pugna.
La demostración más clara de cómo el combate ha perdido la claridad de sus objetivos, y se desvía hacia el apoyo indirecto de alguna fracción de la clase dominante, es la colocación en segundo plano al problema del aumento salarial, dejando en primer lugar a la renuncia del gobernador. Esto permitió que el sindicato y el gobierno federal presentaran el problema del aumento salarial como un asunto técnico, de simple dotación adecuada de recursos a una región mediante la planificación de las finanzas públicas, a la vez que aísla el problema, presentando así al problema de bajos salarios como un problema “local”, sin importancia para el resto de los asalariados.
De la misma forma, los métodos de lucha usados: plantones, marchas desgastantes, bloqueos y enfrentamientos desesperados, no ayudan a alentar la solidaridad, por el contrario los aísla y los presenta como blanco fácil de la represión.
En el mismo sentido las “bombas propagandísticas” colocadas por la guerrilla, no ayuda en nada al desarrollo de la conciencia y menos aún debilita al sistema, por el contrario se coloca como expresión desesperada de desclasados, sino es que se trata de un simulacro que el mismo Estado ha construido para contar con un “pretexto” para arreciar la represión.
La composición social de la APPO (conformada por organizaciones “sociales” y sindicatos) revela que el control de ésta organización (y sus decisiones) no está en manos de los trabajadores. Esta estructura por estar dominada fundamentalmente por los sectores no asalariados (lo cual ya es una muestra de su debilidad) pero sobre todo, por ceder la discusión y la reflexión al dominio de sindicatos y grupos del aparato de izquierda del capital (enlazados de manera directa o indirecta a los intereses de fracciones de la burguesía), permite reconocer que su naturaleza no es proletaria. Eso hace que la fuerza potencial de los trabajadores que participan en ella se diluya. Esta fuerza no puede exponerse en una estructura en donde a pesar de presentar la forma de una organización orientada mediante pretendidas asambleas abiertas, hay, en la práctica la manifestación de su verdadera esencia, es decir, el de un frente interclasista que se conduce con la confusión y desesperación de las clases y estamentos medios. Este hecho queda demostrado con el llamado que ha hecho para transformarse en una estructura permanente (Asamblea Estatal de los Pueblos de Oaxaca), en su convocatoria (9-Nov-06) define a la Constitución creada por la burguesía mexicana en 1917 como un “documento histórico que refrenda la tradición emancipadora de nuestro pueblo...” por lo que llama a su defensa, así como al “... territorio y los recursos naturales...” Es decir, su radicalismo se reduce a la defensa de la ideología nacionalista, que es verdadero veneno contra los trabajadores. Más aún en una falsificación del internacionalismo proletario, definen en su convocatoria, la necesidad de “Establecer lazos de cooperación, solidaridad y fraternidad con todos los pueblos de la tierra para la construcción de una sociedad justa, libre y democrática; una sociedad verdaderamente humana...”, y para tal fin indican que pugnarán por “la democratización de la ONU...”.
La constitución de la APPO no significó un avance para el movimiento de los trabajadores, por el contrario, su creación está ligada al sometimiento del descontento genuino de los trabajadores. La APPO surgió como la “camisa de fuerza” para someter la combatividad proletaria. Las agrupaciones estalinistas, maoístas, trotskistas y sindicatos que la forman han sabido desnaturalizar el coraje y las expresiones solidarias, imponiendo una orientación y una actuación alejada de los intereses de los trabajadores y del resto de los explotados, por eso las comparaciones que hacen de la APPO con estructuras como el Soviet, o “embriones del poder obrero”, constituyen un ataque artero contra las verdaderas tradiciones del movimiento obrero.
La organización proletaria se distingue porque los objetivos que defiende están en referencia directa a sus intereses y sus necesidades como clase, es decir en la defensa de sus condiciones de vida. No persigue una defensa de la “economía nacional”, de empresas de estatales, ni mucho menos la democratización del sistema que lo explota; busca ante todo mantener una independencia política de la clase dominante, que le permita asumir el combate contra el capitalismo.
Por eso las luchas reivindicativas de los trabajadores representan la preparación de la crítica radical de la explotación, en tanto se presentan como una resistencia a las leyes económicas capitalistas, y es la radicalización de esta lo que abre el camino hacia la revolución. Son momentos que forman parte de la preparación de los combates revolucionarios que habrá de enfrentar el proletariado, eso las hace ser el germen de la lucha revolucionaria.
Los trabajadores, como una clase internacional e internacionalista requiere hacer suyas las experiencias de sus combates pasados, por eso es fundamental, para impulsar el desarrollo de la conciencia, recobrar las lecciones de las movilizaciones desarrolladas por estudiantes y trabajadores en Francia contra el Contrato de Primer Empleo (CPE) en la primavera del 2006. Lo fundamental de estas movilizaciones fue su capacidad de organización, que logra mantener un control tal que impide que sindicatos e izquierdistas desvíen su objetivo central contra el CPE. En el mismo sentido se encuentran las movilizaciones de los trabajadores de Vigo en España (mayo-2006), que logran enfrentar el sabotaje sindical, defendiendo su reivindicación salarial a través del control de sus asambleas y la extensión de su lucha.
La defensa de sus condiciones de vida, la independencia organizativa y la reflexión masiva que estos movimientos lograron, son lecciones que pertenecer al conjunto del proletariado y que debe de hacer valer en sus combates.
18-noviembre-2006
Una vez más, Oriente Medio está en llamas. Los aviones y los barcos israelíes están bombardeando sistemáticamente Beirut y otros lugares del norte y del sur del Líbano. Cientos de civiles han sido muertos o lisiados de por vida y las infraestructuras vitales han sido destruidas. Los refugiados huyen de las áreas más bombardeadas en número creciente. Cuando escribimos este texto se están dando los preparativos para algún tipo de invasión terrestre por parte del ejército israelí. En el sur, en Gaza, unos pocos meses después de la retirada de las fuerzas israelíes, toda el área se ha convertido de nuevo en un campo de batalla entre las tropas israelíes y las organizaciones palestinas armadas. El bloqueo israelí de ambas regiones está estrangulando la economía y causando incalculables sufrimientos a las poblaciones locales. Sin embargo, la población israelí se ve crecientemente presa del temor: los cohetes de Hizbollah han segado varias vidas en el norte donde 8 personas fueron muertas por los misiles terrestres en un depósito ferroviario de Haifa.
La razón declarada para esta enorme ofensiva del Estado israelí es el secuestro de soldados por Hamas en el sur y por Hizbollah en el norte. Pero esto no es más que un pretexto: Israel ha usado la crisis como una oportunidad para inutilizar o liquidar el régimen de Hamas en los territorios ocupados y para pedir que el Estado libanés desarme a Hizbollah (cosa que está por encima de sus posibilidades). Está intentando arrastrar Siria e Irán al conflicto, lanzando ruidosas amenazas a Siria, mientras que alega que uno de los objetivos del bombardeo del Líbano es evitar que los soldados secuestrados sean transferidos a Irán que es quien arma y apoya a Hizbollah.
Amenaza de guerra regional
El conflicto actual contiene la amenaza de una escalada que degenere en una guerra regional. Dado que Oriente Medio es una zona estratégica vital, cada guerra no involucra únicamente a Israel y sus vecinos árabes y palestinos sino también a las grandes potencias mundiales. En 1948, rusos y americanos apoyaron la formación del estado de Israel como medio de romper el control de las viejas potencias coloniales, Gran Bretaña y Francia, que habían dominado la región. La guerra de Suez en 1956 confirmó que USA era el nuevo patrón: humilló a Francia y Gran Bretaña pidiendo que cesaran su incursión contra el régimen de Nasser en Egipto. Las guerras de 1967, 1973 y 1982 se integraron en el conflicto global entre el bloque ruso y americano, con Estados Unidos apoyando a Israel y Rusia por su parte sosteniendo a la OLP y a los regímenes árabes.
Con el colapso del bloque ruso en 1989, se estableció un escenario de “Pax Americana” entre Israel y Palestina. Los Estados Unidos se convirtieron en los promotores de los acuerdos de Oslo de 1993. Su esperanza era que sí apaciguaban el conflicto Israel /Palestina ello les permitiría transformarse en dueños sin disputa de la región. Previamente, la enorme demostración de fuerza realizada por USA en Irak en 1991 había perseguido idéntico objetivo.
Pero todos los esfuerzos del imperialismo norteamericano para imponer un “Nuevo Orden” en Oriente Medio se han reducido a nada. Tras los acuerdos de Oslo, pero especialmente tras la Segunda intifada del 2000, ha habido un conflicto constante en Israel /Palestina –un interminable carrusel de bombas suicidas seguidos de brutales represalias israelíes que a su vez daban paso a nuevos atentados suicidas relevados por más represalias. Simultáneamente, los esfuerzos de USA para asegurar su dominio en Afganistán e Irak –lo que llaman la “guerra contra el terrorismo”- le han estallado en la cara creando dos nuevos Vietnam y zambullendo ambos países en un caos indescriptible. Al igual que la escalada actual en el Líbano, la población iraquí está siendo diariamente atormentada por horrorosas masacres sectarias, mientras que en Afganistán el gobierno sostenido conjuntamente por Estados Unidos y Gran Bretaña, ha perdido el control de la mayoría del país. Peor aún, los efectos de la pesadilla en Irak y Afganistán se proyectan sobre Israel – Palestina y viceversa. La postura provocadora de Israel respecto a Irán constituye la respuesta al callejón sin salida donde se ha metido Estados Unidos en su tentativa de detener el programa nuclear de Teherán, mientras que la progresión que experimenta el terrorismo islamista en Irak refuerza las acciones de Hamas y Hizbollah. En fin, las despiadadas matanzas perpetradas por bandas terroristas en Nueva York, Madrid y Londres, confirma que la guerra de Oriente Medio se proyecta irreversiblemente sobre el centro del sistema.
En resumidas cuentas, Oriente Medio está demostrando no tanto el control americano sobre la situación sino el desarrollo de un caos incontrolable. Esto es gráficamente mostrado por la actitud ultra-agresiva de Israel. No es Israel quien sigue las orientaciones norteamericanas sino que son estos quienes se ven arrastrados por las aventuras del Estado Sionista. Particularmente, los gestos provocadores de Israel hacia Irán parecen tener como objetivo empujar a USA hacia un conflicto abierto con Teherán, cuando Washington conoce muy bien que sus manos están atadas en Irak y Afganistán y que no está en buena posición para abrir un nuevo frente contra Irán.
Los rivales de USA se preparan para sacar ventaja
Las otras grandes potencias están agitando las banderas de la paz como hicieron anteriormente cuando la invasión de Irak. Francia y Rusia han condenado la “desproporcionada” operación militar de Israel en Líbano. Gran Bretaña ha adoptado una línea más independiente: ha lanzado agudas críticas a los “castigos colectivos” impuestos por Israel en Gaza y ha realizado una escandalosa exhibición enviando barcos de guerra para evacuar a sus súbditos de Líbano. Estas potencias, sin embargo, no están interesadas en la paz sino en el mantenimiento de sus propias esferas de influencia en la región. Tratan de sacar provecho de la debilidad americana, sin embargo, ninguna de ellas tiene la capacidad para tomar el relevo como gendarme mundial y sus conflictivos intereses imperialistas les impiden cualquier política común coherente. Tal es la razón por la que en la reunión del G8 las grandes potencias han tomado una “postura unida” sobre el Líbano a la que ha seguido inmediatamente un rosario de mutuas recriminaciones y desacuerdos.
Todos los Estados y fuerzas involucradas en este conflictos están muy ocupadas en poner en marcha planes militares y diplomáticos que correspondan a sus intereses particulares. Ciertamente, cada uno utiliza los métodos de cálculo más “racionales” para la consecución de sus propios planes, pero todos ellos se hayan atrapados en un proceso fundamentalmente irracional: el deslizamiento inexorable del sistema capitalista en una guerra imperialista, la cual está tomando de forma creciente un carácter de guerra todos contra todos. Incluso el poderoso Estados Unidos se ve completamente arrastrado a este abismo. En el pasado, cuando las civilizaciones estaban en sus etapas de agonía, se hundían en una dinámica de guerras interminables. El hecho de que el capitalismo se haya convertido en un sistema de guerra permanente constituye la prueba más clara de que hoy está en un estado de profunda decadencia y que la continuación de su supervivencia se ha convertido en un peligro mortal para la humanidad.
La lucha de clases es la única salida
¿Sí todos los planes de paz del capitalismo están condenados al fracaso qué alternativa existe frente al desorden imperialista que reina? Desde luego no la constituyen las varias pandillas nacional-religiosas que alardean de “resistencia” al imperialismo en Palestina, Irak o Afganistán –Hamas, OLP, Hizbollah, Al Qaeda …- Ellos están completamente integrados en la lógica del imperialismo tanto sí actúan por su propia cuenta como si lo hacen al servicio de alguno de los Estados capitalistas existentes. Sus objetivos-tanto el establecimiento de nuevos estados nacionales como el sueño de un Califato Islámico pan árabe en Oriente Medio- solo pueden ser el resultado de guerras imperialistas. En cuanto a sus métodos –que siempre conllevan la masacre indiscriminada de las poblaciones- son precisamente los de los Estados a los que dicen oponerse.
La única oposición al imperialismo es la resistencia de la clase obrera contra la explotación, porque solo ella puede ir creciendo hasta convertirse en una lucha abierta contra el sistema capitalista, una lucha para reemplazar este sistema moribundo de ganancias y de guerra por una sociedad únicamente orientada hacia la plena satisfacción de las necesidades humanas. Dados que todos los explotados del mundo tienen los mismos intereses, su lucha de clase es internacional y no tiene ningún interés en aliarse con ningún estado frente a otro. Sus métodos se oponen directamente a la agravación del odio entre grupos étnicos o nacionales, porque su necesidad es unir juntos a todos los proletarios de todas las naciones en una lucha común contra el Capital y el Estado.
En Oriente Medio, la espiral de conflictos nacionalistas ha hecho la lucha de clase muy difícil pero ella existe sin embargo –por ejemplo, en las manifestaciones de trabajadores palestinos en desempleo contra las autoridades palestinas, en las huelgas de trabajadores del sector público de Israel contra los presupuestos de austeridad del gobierno. Pero la fuente más viva capaz de crear una brecha en el muro de la guerra y del odio en Oriente Medio, está fuera de la región, en la lucha creciente de los trabajadores de los países capitalistas centrales. El mejor ejemplo de solidaridad de clase que podemos dar a las poblaciones que están sufriendo los horrores directos de la guerra imperialista en Oriente Medio, es el desarrollo de la lucha tal y como se vivió en los futuros trabajadores de las universidades y de los institutos franceses, o en el metal de Vigo en España, o en los trabajadores de Belfast o del aeropuerto de Londres.
Corriente Comunista Internacional 17-7-06
¿Por quién hemos de tomar partido?
¿Por los periódicos occidentales que han publicado ridículas caricaturas de Mahoma con el único objeto de provocar e insultar a un grupo minoritario, con el pretexto de la libertad de expresión?
¿O, por los manifestantes islámicos que desfilan por las calles llamando a que se repitan atentados como los del 11 de Septiembre, 11-M o los recientes de Londres, para castigar a “Gran Bretaña” o a “Europa”?
¿Con cuales de esos valores hemos de identificarnos; con los de la moderna democracia occidental o con los del Islam? ¿Cuál de ambas civilizaciones posee una moral más elevada o responde mejor a los problemas de la humanidad?
Para nosotros – comunistas, internacionalistas, militantes de la lucha de clases – la respuesta es: NINGUNA. El llamado “choque de civilizaciones” es una confrontación en el seno de una única civilización: el capitalismo. Y esta “civilización” se encuentra, en todo el mundo, en su etapa histórica de mayor decadencia.
Los “defensores de la libertad de expresión” se presentan como los depositarios del “progreso” y de la “ilustración” contrarios a las supersticiones medievales y a la censura religiosa. Pero hace mucho tiempo ya que el capitalismo, incluida su versión democrática, ha dejado de representar progreso alguno para la humanidad. Los discursos actuales de la burguesía en pro de la libertad y contra los prejuicios religiosos no tienen nada que ver con la lucha, revolucionaria en su momento, de sus antepasados contra el oscurantismo feudal, sino que se han convertido, pura y llanamente, en excusas para emprender en sus propios países sórdidas campañas racistas contra minorías étnicas, o para aventuras imperialistas en el exterior.
Pero tampoco podemos decir que la “comunidad musulmana” mundial suponga alternativa alguna al “decadente Occidente”. “Oriente” es igualmente decadente. El predominio de la religión en gran cantidad de esos países subdesarrollados, es la expresión ideológica, de un sistema que ha sojuzgado a sus leyes al conjunto del planeta, pero que nunca será verdaderamente capaz de unirlo y desarrollarlo. Si millones de personas se vuelcan hoy hacia la religión se debe a que el actual orden mundial no les ofrece más perspectiva que la miseria y la guerra.
Los “países islámicos” son igualmente naciones capitalistas, aunque figuren entre las más débiles y las menos competitivas. Y eso no cambiará por mucho que los regímenes musulmanes acaben convirtiéndose en un Califato fundamentalista. El Islam, como todas las religiones, no sólo no supera la división en clases de la sociedad, sino que sirve, en todo el mundo, precisamente para someter a los explotados a sus explotadores.
La clase obrera tiene la misión histórica de liberar a la humanidad de todo tipo de mistificación. El Islam y el Cristianismo son aún mitologías muy poderosas que sirven a la perpetuación del presente sistema social. Pero la democracia es la más poderosa de esas mitologías precisamente porque aparenta no serlo. Elegir entre una u otras únicamente puede beneficiar los intereses de la clase dominante, e impedirnos desarrollar nuestra propia perspectiva, que es la única perspectiva para la humanidad: el comunismo.
Amos, 4/2/2006.
Publicado por World Revolution, publicación de la Corriente Comunista Internacional en Gran Bretaña.
Cómo ya sabréis por los medios de “información”, ayer por la tarde los estudiantes de las universidades de la región parisina fueron a la Sorbonne, que desde hace varios días está ocupada por alrededor de cincuenta estudiantes de esta facultad situada en el centro de París. La asamblea general de estudiantes de ayer por la mañana de la facultad de Censier, había decidido enviar una delegación masiva para llevar comida a sus camaradas, cercados en la Sorbonne por un cordón de policías.
Cientos de estudiantes entraron por la fuerza en la Sorbonne por las ventanas; pero el movimiento de solidaridad con sus camaradas hechos rehenes es muy heterogéneo. Ciertos estudiantes, sobre todo los de Censier, han intentado discutir con los gendarmes. Algunos gritaban la consigna: «¡CRS[1] únete!», otros «¡el RMI[2] para Sarkozy!». Los antidisturbios no cargaron, aunque los más nerviosos dieron empujones y algún porrazo. A pesar de las escaramuzas, que sepamos no ha habido arrestos en ese momento. Parece evidente que las fuerzas del orden tenían la consigna de no cargar, lo que permitió que los estudiantes entraran en la Sorbonne forzando las puertas y las ventanas. Cientos de estudiantes caían así en una trampa.
Esa misma noche la situación cambió y hubieron enfrentamientos violentos entre los estudiantes y las fuerzas del orden. A las 4 de la madrugada, los CRS evacuaron la Sorbonne a trompazos y con bombas lacrimógenas. Muchos estudiantes fueron arrestados.
Los hijos de la clase obrera han sufrido pues la misma tragedia que la cabra del Sr. Seguin[3]. Han aguantado hasta la madrugada y luego el lobo se los ha comido.
Frente a la represión, los arrestos y la ocupación policial de las universidades, llenas de soplones y agentes especiales, la CCI denuncia rotundamente los ataques que el Estado “democrático” burgués ha desencadenado contra los hijos de la clase obrera. La CCI se declara solidaria con los hijos de la clase obrera, atacados con el CPE[4], golpeados y arrestados por la policía.
Hoy “el orden reina” en la Sorbonne. Los hijos de la clase obrera han perdido una batalla, pero el proletariado no ha perdido la guerra de clases.
La mejor solidaridad que la clase obrera puede aportar a las jóvenes generaciones frente a los ataques del capitalismo, es emprender desde ahora la lucha en todos los sectores contra el CPE, contra todos los ataques la burguesía y contra la represión. La clase obrera tiene que exigir la liberación de sus hijos capturados en los coches celulares.
Para eso hay que desarrollar en los centros de trabajo asambleas generales masivas, lugares de discusión. Hay que hacer manifestaciones masivas en la calle.
Pero antes de movilizarse es preciso reflexionar, discutir todos juntos sobre las perspectivas y los medios de lucha; puesto que el fin no justifica todos los medios. Los elementos más conscientes y más claros de la clase obrera, los elementos más conscientes de la juventud estudiantil tienen que jugar un papel de vanguardia para que la respuesta contra el CPE no sea una aventura sin futuro. Lo que ha pasado en la Sorbonne esta noche es sólo un episodio de un movimiento más amplio, un movimiento que en un momento u otro va a extenderse como una mancha de aceite más allá de las fronteras nacionales.
Pero volvamos ahora rápidamente a los acontecimientos de las últimas semanas.
A pesar del bloqueo de los medias burgueses, y particularmente de la TV, a pesar de la dispersión del periodo de vacaciones escolares, desde el principio del mes de Febrero, los universitarios, y en menor medida los estudiantes de institutos, se han movilizado en la mayoría de las universidades de las grandes ciudades del país para protestar contra el famoso CPE que acaba de adoptarse en la Asamblea nacional.
Desde que tuvimos eco de lo que pasaba en las facultades, y particularmente en Paris 3-Censier, movilizamos inmediatamente nuestras fuerzas para intentar comprender lo que pasaba y el significado de este movimiento.
Hoy podemos afirmar claramente que ese movimiento de jóvenes estudiantes no tiene nada que ver con una agitación interclasista, a pesar de que, evidentemente, en las facultades hay hijos de la burguesía y de la pequeña burguesía, la mayoría hostiles a la huelga y que se hacen muchas ilusiones sobre el porvenir que les promete el capitalismo. La lucha de los estudiantes contra el CPE, sea cual sea su resultado, no es sólo una llamarada, una revuelta sin porvenir. La CCI saluda vivamente este movimiento que se inscribe plenamente en el combate de la clase obrera.
¿Porqué?
Primero porque la revuelta de estudiantes es una respuesta legítima a un ataque económico directo, masivo y frontal contra el conjunto de la clase obrera. Con el «Contrat Première Embauche» las nuevas generaciones tendrán aún más precariedad y miseria cuando terminen su formación.
Luego porque los estudiantes se han movilizado inmediatamente en un terreno de clase, como han mostrado magistralmente en la manifestación del 7 de Marzo. Han sido capaces de dejar de lado sus reivindicaciones específicas (como la reforma del LMD[5] por ejemplo), para plantear reivindicaciones con las que se identifica toda la clase obrera.
En fin, porque por primera vez desde Mayo del 68 hemos visto a los estudiantes lanzar consignas llamando a la solidaridad y la unidad de toda la clase obrera: «¡Trabajadores, desempleados, universitarios y estudiantes de institutos, una misma lucha!».
En realidad han ido más lejos que en Mayo del 68: al contrario que la generación de Mayo del 68, que estaba fuertemente marcada por el espíritu contestatario y lo que entonces se llamaba «conflicto generacional», hoy los estudiantes han planteado la necesidad de luchar unidos, no sólo todos los sectores de la clase obrera, sino también las distintas generaciones, los que son atacados con el CPE y los jubilados y futuros jubilados que serán atacados con un contrato «dernière embauche» (de último empleo).
Si la nueva generación, en ciertos aspectos, es mucho más madura que la de finales de los años 60, es precisamente porque las condiciones objetivas han madurado: la crisis económica se ha profundizado y pone al descubierto hoy la quiebra irremediable del sistema capitalista.
Pero los estudiantes de hoy han ido aún más lejos que sus mayores de Mayo del 68 en la forma en que han tomado la lucha a su cargo, apropiándose sorprendentemente y notablemente de los métodos de lucha del movimiento obrero y haciendo vivir la solidaridad en la lucha. Y este método se ha visto claramente en las asambleas generales en Censier; no en el encierro de la Sorbonne.
Lo primero queremos evocar lo que ha pasado estos días en la facultad de París 3-Censier.
Todos los días, los estudiantes y los asalariados[6] en huelga ocupan los anfiteatros y celebran asambleas generales masivas.
Hemos sido testigos de lo que ha sucedido en estas asambleas de Censier y podemos afirmar rotundamente que funcionan según el modelo de los Consejos obreros. La riqueza de las discusiones, en las que todos pueden tomar la palabra y expresar su punto de vista, la forma en que la tribuna organiza los debates, las votaciones, la formación de diferentes comisiones, el nombramiento de delegados elegidos y revocables que tienen que rendir cuentas a las asambleas soberanas, toda esta dinámica, este método de lucha, son los que han surgido en los momentos más álgidos de la lucha de clases: en 1905 y 1917 en Rusia, en 1918 en Alemania, en Polonia durante la huelga de masas en agosto de 1980.
Para nosotros, está claro que el pulmón del movimiento, el epicentro del seísmo, no está en la Sorbonne, donde los estudiantes se han encerrado en la facultad, rodeada por los CRS. El epicentro del seísmo está en la facultad de Censier, y la burguesía lo sabe. Por eso los medias han hecho mutis total sobre las asambleas generales de Censier.
Los estudiantes de Censier han conseguido arrastrar a sus profesores y al personal administrativo a la huelga. Han conseguido desarrollar un movimiento solidario y unido, hasta tal punto que se ha decidido hacer asambleas comunes los estudiantes y los asalariados de la facultad.
¿Cómo estos jóvenes, algunos –incluyendo dirigentes del movimiento- en el primer año de facultad, han podido avanzar tan rápido y tomar decisiones como las que hemos visto desde la manifestación del 7 de Marzo?
Simplemente porque el rechazo del Sr. Villepin[7] a tomar en cuenta sus reivindicaciones después de la manifestación del 7 de Marzo ha empujado a los estudiantes a abrir sus asambleas generales a los asalariados y a darles la palabra. En 1968, fue precisamente el encierro de los trabajadores en las fábricas, preconizado por los sindicatos, lo que permitió a la burguesía llevar a la clase obrera a la derrota.
La mayoría de obreros ya no podían ir a discutir con sus camaradas de otras fábricas ni con los estudiantes, puesto que se dejaron encerrar tras los muros de sus centros de trabajo. Los jóvenes tienen que aprender de esta experiencia para impedir las maniobras y evitar las trampas que les tienden los saboteadores de todo pelaje que quieren enviarles a la derrota divididos y aislados.
Pero para volver a lo que ha pasado en Censier desde el 7 de Marzo:
Después de la manifestación, una pequeña minoría de obreros de otros sectores, militantes revolucionarios y padres de estudiantes en lucha fuimos a ver lo que pasaba en las facultades. Y lo que vimos y escuchamos en las asambleas generales de Censier nos llevó a reconocer en esta movilización estudiantil contra el CPE un combate que se integra plenamente en la lucha de la clase obrera. Una vez más tenemos que insistir que el porvenir de la sociedad humana está en manos de la nueva generación. El viejo topo de la historia, como decía Marx, ha trabajado bien; el marxismo, la teoría revolucionaria del proletariado, se ha verificado.
Los militantes de la CCI hemos intervenido en las asambleas generales como trabajadores y padres de estudiantes en lucha; pero lo que ha guiado el sentido general de nuestras intervenciones es el cuadro de análisis de la CCI, que es lo que puede dar una perspectiva para que la lucha de los estudiantes no quede aislada.
Desde que hemos comprendido lo que estaba pasando en Censier, hemos decidido combatir el trabajo sucio de los medias burgueses; por eso nuestra hoja de intervención se está traduciendo a otros idiomas (ya está en nuestra página web en inglés y en español, lo que quiere decir que la clase obrera y los universitarios de Europa y del continente americano pueden informarse de lo que pasa en Francia).
En las asambleas generales de estos dos últimos días, los profesores de la universidad de Censier y el personal administrativo han aportado un soplo de aire fresco al movimiento. Han hecho varias intervenciones para afirmar que participarían activamente en la extensión de la lucha en las facultades; han tratado de arrastrar a los estudiantes más vacilantes y hostiles a la lucha ofreciéndoles garantías de que no se penalizaría a los alumnos huelguistas en los exámenes o las becas.
En fin, para resumir, retomamos y hacemos nuestro esto que dijo un profesor de París 3 : «Los estudiantes de Censier han inventado algo nuevo, algo muy pujante que va a arrastrar tras ellos a otras universidades. Y eso lo hemos visto muy claramente en la manifestación del 7 de Marzo»
Efectivamente, ¿Qué pasó el 7 de Marzo?
Más de mil estudiantes se juntaron en el atrio de la facultad de Censier para ir juntos a la manifestación organizada por todos los sindicatos y partidos de izquierda. Cuando se dieron cuenta de que los cortejos sindicales, y particularmente el de CGT[8], se situaba a la cabeza de la manifestación, los estudiantes se dieron la vuelta, tomaron el metro para situarse delante de las cohortes sindicales arrastrando tras de sí a sus camaradas de otras facultades. De esta forma, los jóvenes estudiantes en lucha se unieron espontáneamente a la cabeza de la manifestación tras una única pancarta, gritando consignas unitarias, exigiendo la retirada pura y simple del CPE; mientras que el panfleto difundido por el PCF[9] ¡no dice ni una palabra de la retirada del CPE! (lo tenemos aquí y los camaradas pueden comprobarlo)
Gracias a este truco de sioux, de los estudiantes de Censier, el cortejo del viejo dinosaurio estalinista se quedó a la cola de los chicos del Mamut de la educación nacional[10]. La CGT se vio obligada a enganchar sus vagones herrumbrosos a la locomotora de esta joven generación, una generación que Rosa Luxemburgo llamaba con razón, ¡«la flor y nata del proletariado»!
Como en Mayo del 68, la clase dominante y sus fuerzas de encuadramiento en las filas obreras han sido sorprendidas y superadas por la situación. Y, tenemos que reconocerlo, en cierta medida, a la CCI también nos ha sorprendido la vitalidad y la creatividad de los estudiantes más lanzados.
Una prueba de que la CGT no había previsto el desplante que recibió es que, tras la manifestación del 7 de Marzo, en una entrevista televisada en la cadena LCI, el líder de la CGT, Bernard Thibault, declaró a los periodistas que: «Es verdad que en esta manifestación había una parte imprevista».
También debido a esta «parte imprevista», porque la situación les ha desbordado, las “fuerzas” del PCF nos agredieron en la manifestación, principalmente en nuestro puesto de venta. Uno de los “fuertes” nos dijo: «Me dan ganas de partiros la cara. No tenéis vergüenza de repartir vuestro folleto [Cómo pasó el PCF al terreno del capital] cuando ya no hay estalinistas en el PCF» (sic)
Vamos a detenernos aquí por lo que concierne a los hechos anecdóticos. Los camaradas, y sobre todo los estudiantes que están en la sala, podrán completar, rectificar o precisar esta presentación en el debate.
Pero sí queremos plantear brevemente un punto sobre el mutis de los medias.
Acordémonos que el otoño anterior, cuando se produjeron los disturbios en los barrios periféricos, la burguesía no se privó de dar la matraca ideológica a bombo y platillo, no sólo en Francia, sino en todos los rincones del planeta. En todas partes, en todos los países de todos los continentes, los disturbios en Francia fueron portada de los periódicos y los informativos de TV.
¿Qué pasa hoy con los medias? Hasta la manifestación del 7 de Marzo, punto en boca, día tras día nos han machacado con la gripe aviar, el sórdido asunto de la “banda de los bárbaros”[11] y otras cortinas de humo para entretener a la galería y sobre todo para no hablar de lo esencial, es decir, de la movilización de los estudiantes contra el CPE.
¿Porqué los medias a sueldo del capitalismo han guardado silencio sobre la huelga de estudiantes y sin embargo metieron tanto ruido sobre los disturbios en los suburbios? Sencillamente porque, al contrario de los altercados desesperados de los jóvenes de los suburbios, la lucha de los estudiantes no es un fogonazo que se extingue apenas prender, sino que es portadora de una perspectiva de futuro para la sociedad.
Y si hoy los medias rompen el muro de silencio es sólo para servir los intereses de la burguesía. Nos presentan a los estudiantes como simples revoltosos. Ese es el mensaje que quiere hacer colar Mr Tony Blair, como se puede comprobar en la portada del Times, que el día siguiente de la manifestación del 7 de Marzo ponía en titulares: «RIOTS…», es decir, revueltas, altercados, «en las universidades fracesas».
En cuanto a los medias franceses, ahora aportan su granito de arena al sabotaje de la lucha de clases. No únicamente los diarios de derechas, como Le Figaro, o Le Parisien, sino también los de izquierda, como Liberation, dirigido por el ex/sesentayochesco Serge July, que nunca se verá afectado por el paro.. Así la edición del 10 de Marzo de Liberation se distribuía gratuitamente en el hall de Censier, porque había un pequeño artículo ridículo sobre la huelga en esta facultad, titulado «un aire de Mayo del 68».
El mensaje es, si se nos perdona la expresión, muy puta. Un aire de Mayo del 68 quiere decir que los estudiantes se habrían dedicado exclusivamente a cantar canciones revolucionarias, invitando al grupo de teatro “Jolie môme” el 3 de Marzo al recinto de la facultad; pero no se dice ni una palabra sobre la dinámica de las asambleas generales, sobre la unidad y la solidaridad del movimiento, que ha arrastrado a los profesores y al personal administrativo a la huelga.
Y este silencio no se debe para nada a que los periodistas de Libé o de la TV no estuvieran al corriente, puesto que han ocupado la facultad con sus cámaras y entrevistas. El Estado francés puede acuñar una preciosa medalla para sus periodistas y sus imágenes tan artísticas.
Para la CCI está claro que el movimiento de la juventud universitaria da miedo a la clase dominante. Monsieur Villepin y sus colegas, de derechas y de izquierdas, simplemente tienen miedo de que la creatividad de los estudiantes de Censier de malas ideas al conjunto de la clase obrera.
El silencio de los medias, la falsificación de sus informaciones, los “retoques” de sus cámaras, de sus reportajes y de sus entrevistas, sólo significan una cosa: son una ilustración del canguelo de la burguesía. Y este miedo es tanto mayor, cuanto que son los estudiantes más conscientes los que están a la vanguardia del movimiento, Esta vanguardia es la que la burguesía francesa, con sus policías y brigadas especiales quiere desmoralizar y someter al silencio.
Los hijos de la clase obrera que se han movilizado contra el CPE, son los hijos de esos a los que Monsieur Raffarin, para imponer la reforma del sistema de pensiones, tuvo la poca vergüenza de decirles: «la calle no es quien gobierna».
Y la única respuesta de la burguesía a esta protesta contra la precariedad y el paro, es la represión. El CPE es una ilustración de la quiebra del sistema capitalista. La represión muestra hoy claramente el verdadero rostro de la democracia burguesa. La situación social actual tiende a poner de manifiesto que, poco a poco, los de arriba ya no pueden gobernar como antes, porque los de abajo ya no quieren vivir como antes.
Y por eso la burguesía francesa se dispone a emplear todas sus fuerzas en la batalla, para dividir y dispersar el movimiento, para encerrar a los estudiantes en las facultades y así poder «limpiar al Karcher (–a fondo-)»[12], como hizo anoche en la Sorbonne.
En todas las cadenas de TV hemos podido ver hoy las imágenes que la burguesía esperaba, con sus comentarios, como el de Claire Chazal[13]: «el movimiento ha dado un giro a la violencia». Evidentemente no se refería a la violencia de la policía, sino a la de los hijos de la clase obrera, presentados como camorristas, como chusma.
¿Porqué la mano derecha del Estado policial de nuestra bella democracia francesa, Monsieur Sarkozy, ha desencadenado una vez más la represión?
Porque los estudiantes no quieren la miseria capitalista, porque no quieren estar desempleados al final de sus estudios; porque entraron a la Sorbonne para portar su solidaridad y comida a sus camaradas que estaban a punto de desfallecer de hambre. Estos estudiantes han sido golpeados y arrestados sencillamente porque han dado un mal ejemplo de solidaridad en la lucha.
Pero para mantener el combate a largo plazo en la lucha de clases. Los batallones más conscientes del proletariado tienen que guardar en la memoria lo que Marx y Engels decían en El Manifiesto Comunista en 1848: «Los comunistas tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de una comprensión clara de las condiciones, la marcha y los fines generales del movimiento proletario». No tienen que olvidar jamás que el arma más decisiva de la clase obrera es antes que nada su conciencia, al contrario de la violencia ciega de los jóvenes rebotados de los suburbios.
¡Frente a la violencia de las milicias del capital a las órdenes de Monsieur Sarkozy, hay que oponer la conciencia de clase en la lucha!
Los elementos más conscientes de la clase obrera tienen que acordarse también de lo que Marx y Rosa Luxemburgo decían: «Al contrario que las revoluciones del pasado, la revolución proletaria es la única revolución de la historia que no puede llegar a la victoria mas que tras toda una serie de derrotas». Precisamente porque la revolución proletaria «saca su poesía del futuro», los revolucionarios no tienen que ceder nunca a la desmoralización y la impaciencia.
[1] Compagnie Républicaine de Sécurité. Los CRS son los cuerpos represivos antidisturbios
[2] RMI: Revenue Minimum d’insertion (salario mínimo, actualmente 433€ por mes; menos de lo que cuesta un alquiler)
[3] Se refiere a un famoso cuento francés en el que una cabra busca su libertad en el monte, sabiendo que tendrá que enfrentarse al lobo –lo que hace durante toda la noche-; que sin embargo se la come por la mañana
[4] Contrat Première Embauche: nueva modalidad de contrato laboral que pretende imponer el gobierno a los jóvenes, por la cual, durante los dos primeros años de trabajo, se les puede despedir sin aviso ni justificación y sin derecho a indemnización. La retirada del CPE es la principal reivindicación del movimiento estudiantil
[5] Licence-Masters-Doctorat, la nueva titulación europea Standard.
[6] Los profesores, los administrativos y el personal de mantenimiento también se han unido al movimiento de huelga
[7] Primer ministro de Francia
[8] Confédération Générale du Travail. Sindicato controlado por los estalinistas
[9] PCF Partido Comunista francés, se trata de los estalinistas
[10] El sistema escolar se conoce habitualmente como “El Mamut”, como le llaman los “reformistas” de derechas e izquierdas –es una referencia a su naturaleza desfasada e inmovilista.
[11] Responsable de un secuestro y asesinato particularmente viles
[12] Una referencia al ministro del interior, Sarkozy, que durante los disturbios de noviembre pasado en los suburbios, declaró que había que limpiarlos «al Karcher» (una especie de aspiración a fondo)
[13] Una conocida periodista de los informativos en “prime time”
No pertenezco a la CCI pero soy un simpatizante, conozco su plataforma, leo su prensa, me comunico y discuto con su sección en España y, para los mal pensados, nadie me ha dicho que escriba estas líneas sino que es una respuesta directa a un escrito (por llamarlo de alguna manera porque ni siquiera tiene ese rango) que vi en la web de la CCI el 26/9/06 y que si no recibieron al día siguiente fue por problemas que tuve en la conexión con Internet. Por tanto lo envío tal como me salió del corazón y de la cabeza y no se, aunque tampoco me importa, cual de las dos cosas tiene mayor importancia porque la solidaridad no es solo cosa de neuronas.
“Con asombro e indignación leo un escrito de alguien que se hace llamar la “H muda” amenazando a los militantes de la CCI en México con darles una “putiza” expresión que no se emplea en España aunque es lo que aquí llamamos paliza. El texto de la amenaza, por el estilo y las expresiones, esta escrito con resentimiento pero sobre todo con la impotencia y el miedo que brota de la falta de argumentos políticos. Yo no quiero insultar al autor o autores, aunque la verdad es que la ocasión es apropiada para una réplica corrosiva que dejaría en un puro hazmerreír el texto de la amenaza, sino llamar su atención sobre que la tradición del movimiento obrero es absolutamente contraria a esos comportamientos de amenazas, de atentados, terrorismo, etc., propios de los explotadores y sus lacayos conscientes o no. La violencia de clase no tiene nada que ver y es opuesta a la del texto de la amenaza y, desde ahora, creo que los responsables de las amenazas deben quedar invitados a una discusión sobre el fondo de lo que denuncian, como también acerca del papel de la violencia; en tal caso, aunque las diferencias sean de gran calado, entenderé que se trata de gente honrada y borraré el primer pensamiento que acudió a mi cabeza cuando leí el escrito, y fue, aunque todo ello se movía en el mundo burgués, cuando en agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil española, en un acto en la Universidad de Salamanca, siendo rector Miguel de Unamuno, que había flirteado políticamente con todos (hasta con el marxismo) y estando presente el general franquista Millán Astray (fundador de la legión extranjera en España) este gritó ¡muera la inteligencia, viva la muerte! Esto no convierte, para mi, a los miembros de la CCI en una gente lista ni a los redactores del texto en unos tontos y potenciales asesinos, pero fue lo que pensé en ese instante. Pero plantear así la diferencia entre amenazados y amenazadores seria una frivolidad y lo coherente estriba en profundizar donde están las posiciones de unos y otros cosa que no concierne a esta toma de posición.
La amenaza de esta gente no debe quedar disuelta en el olvido que impone la tiranía mediática de la actualidad, hay que tenerla muy en cuenta porque es un grano más que se une a otros anteriores efectuadas por otros grupos o personas y pueden crear el ambiente adecuado para pasar de las palabras a los hechos, contra una organización proletaria que no se muerde la lengua a la hora de denunciar a los enemigos de la clase obrera pero, sobre todo, a los más peligrosos, a sus falsos amigos.
Esto no es un articulo sino una toma de posición, en caliente, de solidaridad internacionalista y proletaria contra unos militantes amenazados. Pues bien, sepan que aunque no nos conocemos ni siquiera a nivel de correspondencia y aunque hay miles de kilómetros de distancia (les escribo desde Barcelona) conozco bien sus posiciones y se que se caracterizan por su interés por la discusión y la crítica concebida como un arma del proletariado y que son de los pocos que tienen el coraje de expresar públicamente sus errores (¡otros no se equivocan nunca!) y todo eso tiene sus riesgos como son las amenazas que sufren en México, a pesar de ello, repito, su lucha, sus posiciones, su moral política es la de muchos proletarios anónimos y, en lo que me concierne, sepan que las amenazas hechas por elementos turbios, en tanto que no tienen el valor de dar la cara, tanto si se hacen realidad como si no, las entiendo hechas como contra mi mismo como simpatizante que soy. No están solos, los obreros honrados del mundo, estoy seguro, están a su lado. La amenaza, aunque se lleve a cabo, o el miedo nunca destruirán la conciencia revolucionaria. Hoy los medios de comunicación y transporte han hecho del mundo un lugar reducido y eso tiene sus ventajas para ejercer, no la hipócrita solidaridad burguesa que algunos practican en vuelos organizados (Chiapas, por cierto, es un lugar preferido por los llamados antiglobalizadores y demás izquierdistas españoles) sino la solidaridad internacionalista real, es decir, la que se traduce en hechos concretos y efectivos, hoy solo con la pluma pero si hace falta también con la espada, la clase obrera no dejara abandonado a sus mejores hombres. Por ahora yo solo soy un grano de arena de esa clase. Saludos fraternales y solidarios.”
Germán
Barcelona, 26 de septiembre de 2006
El portavoz de la policía británica que anunció el arresto de varios sospechosos relacionados con la preparación de atentados a los aviones, dijo que el grupo planeaba «asesinatos masivos a escala inimaginable y sin precedentes».
Si lo que preparaban realmente era la destrucción de aviones de transporte de pasajeros cuando sobrevolaran las ciudades americanas, se trata ciertamente de un plan de asesinatos masivos. Los métodos de Bin Laden y de los “yhaidistas” que lo admiran son métodos de barbarie. Las víctimas de sus ataques son en primer lugar y principalmente los explotados y los oprimidos, los trabajadores, los pobres. En Nueva York, Madrid, Londres, Mumbai, Beslan, y todos los días en Irak, la «resistencia islámica» masacra a los que van a trabajar, a los que intentan sobrevivir día a día en una sociedad hostil. De hecho, los métodos de los “yhaidistas” son los mismos que los de las potencias hostiles a los que dicen que se oponen –USA, GB, Israel, Rusia, etc.
Y así como los gobiernos occidentales tratan de fomentar la islamofobia y el racismo contra los musulmanes, la respuesta de los “yhaidistas” es predicar el racismo contra los “infieles”, y en particular contra los judíos, reviviendo las peores mentiras del Hitlerismo. Esas ideologías se usan para justificar verdaderas carnicerías de la población no-musulmana (en las que los musulmanes también mueren a miles, como en Irak). Los “yhaidistas” son realmente el reflejo en el espejo de Bush y Blair y su «guerra contra el terrorismo».
Las atrocidades terroristas contra inocentes ni son «inimaginables», ni «sin precedentes». Los que hoy desde el poder condenan esas recientes tentativas de cometer atrocidades, en realidad llevan a cabo otras mucho mayores; puesto que sus posibilidades son muy superiores. Son auténticos yhaidistas “democráticos” a cargo de los mayores Estados del mundo, responsables de masacres de civiles a escala mucho mayor –en Irak, Afganistán, Líbano, Chechenia… Las guerras desencadenadas por las potencias “democráticas” son el modelo supremo de terror. ¿De qué otra forma se puede catalogar el uso masivo de la fuerza militar para intimidar a la población en diferentes zonas? ¿Qué otra cosa puede ser la devastación de Líbano que Israel está llevando a cabo? ¿O la campaña USA «Shock and awe» (golpear e intimidar) del 2003? ¿Qué fue sino la operación «area bombing»[1] sobre Alemania, ordenada por Churchill al final de la 2ª guerra mundial?
La guerra imperialista es terror contra la humanidad, y los Estados que la practican son tan expertos en los tenebrosos métodos de los “terroristas” como en el terror masivo y diáfano de los bombardeos aéreos. ¿Quién sino la “democrática” América entrenó a Bin Laden para combatir a los rusos? ¿Quién utilizó los grupos protestantes para llevar a cabo asesinatos y atentados en el Ulster? : La “democrática” Gran Bretaña. ¿Qué país ensalza como sus “padres fundadores” antiguos terroristas como Menahem Begin?: el Estado “antiterrorista” de Israel. Y a través de sus espías e informadores, el Estado “democrático” también puede utilizar sutilmente los grupos terroristas, incluso cuando están “en el otro bando”. A pesar de las polémicas oficiales contra las “teorías conspirativas”, hay abundantes evidencias que sugieren que el Estado USA dejó hacer a Al Quaeda en septiembre de 2001; el objetivo –que ya ha sido abiertamente considerado por los teóricos “neocons”- era crear un nuevo Peral Harbour para justificar una amplia ofensiva imperialista en Afganistán e Irak. Y es igualmente capaz de fabricar complots terroristas cuando realmente no hay nada; Juan Carlos de Menezes dejó su vida en uno de estos montajes en Stockwell, y las redadas masivas en Forest Gate en Junio casi suponen otra muerte “accidental”. Porque sea real o inventada la amenaza, el Estado siempre usa las actividades de los terroristas para reforzar su arsenal de leyes represivas, su ingente aparato de informadores y de vigilancia.
Después del 11 de septiembre, Bush planteó una falsa alternativa: o con nosotros o con los terroristas. Hoy mucha gente ha visto las verdaderas intenciones de Bush; pero la mayoría no han podido escapar de ese falso dilema. A muchos jóvenes que ven que el mundo está siendo conducido a un desastre, se les engaña presentándoles el terrorismo como la única “alternativa”. Pero es una falsa alternativa, un callejón sin salida igualmente desastroso, que los convierte en agentes de reclutamiento en una marcha suicida a la guerra imperialista. Esto es evidente en la guerra que se extiende por Oriente Medio, guerra que está también repercutiendo en USA y Europa.
Pero ante la inexorable decadencia de la sociedad actual, que se hunde en la guerra y el caos, hay otra alternativa: la alternativa de la clase explotada, el proletariado, que somos la gran mayoría, y que no tiene ningún interés en dejarse arrastrar a conflictos fratricidas y masacres interimperialistas.
Frente a la aceleración del colapso del capitalismo, que en todas partes del globo ha demostrado que pone en peligro la supervivencia misma de la humanidad, sólo hay una guerra que vale la pena combatir: la guerra de clases, que una a los obreros de todos los países y razas contra los gangsters que gobiernan el planeta, pero que progresivamente están perdiendo el control.
La lucha de clases, que muchos daban por enterrada, estalla hoy de nuevo como puede verse en varios acontecimientos recientes:
- en las asambleas y manifestaciones de los estudiantes franceses, masivamente en huelga en los institutos y las universidades, todos juntos sin distinción de raza, o sexo, etc; un movimiento que, como en 1968, sacudió la arrogancia del Estado, sobre todo cuando cada vez más obreros comenzaron a sumarse al movimiento;
- en la huelga salvaje de los trabajadores de correos en Belfast: oficialmente “católicos” y “lealistas”, se manifestaron sin embargo conjuntamente por las calles de uno y otro “enemigo”, desafiando el cisma nacional y las bandas paramilitares de ambos lados;
- en la huelga de Heathrow el año pasado, donde los trabajadores del handling entraron en lucha en solidaridad con los obreros de Gate Gourmet (servicio de cafetería), uniéndose por encima de divisiones raciales y sexuales, en una indignación común contra la prepotencia tiránica de la patronal, y desafiando al mismo tiempo, al tomar esa iniciativa, la legislación sindical.
Estas expresiones de la solidaridad de la clase obrera son apuntes de la verdadera comunidad del género humano, una comunidad hecha de acción humana para seres humanos, no esclavizada por la religión o el Estado.
Traducido de World Revolution, publicación en GB de la CCI, 14.08.06
[1] Bombardeos sobre Dresde, donde se había refugiado gran parte de la población huyendo de la guerra, que devastaron completamente la ciudad, y que tenían en parte el objetivo de masacrar e intimidar a la población para evitar una respuesta del proletariado a la guerra
La movilización masiva de los estudiantes en Francia contra los ataques económicos del Gobierno Chirac/Villepin/Sarkozy que ha querido imponer su “Contrato Primer Empleo” (CPE) por la fuerza, se inscribe plenamente en la dinámica actual de desarrollo de la lucha de clases del proletariado mundial. Este movimiento nada tiene que ver con movimientos precedentes, interclasistas, de la juventud estudiantil. Es un combate de toda la clase obrera. Sin duda, este movimiento se sitúa en un terreno de clase, contra un ataque económico, contra el “no futuro” que el capitalismo depara a las nuevas generaciones. Y justamente por ello, los estudiantes en lucha ha sido capaces de dejar de lado sus reivindicaciones específicas ( tales como la reforma del sistema de diplomas LMD ) para poner por delante reivindicaciones comunes a toda la clase obrera: ¡ No al CPE, no a la precariedad, los despidos y el desempleo ¡.
Lo que ha dado fuerza a este movimiento ha sido ante todo el desarrollo y el reforzamiento de la SOLIDARIDAD activa en la lucha. Reforzando sus lazos, construyendo un tejido solidario, comprendiendo que la unión hace la fuerza, los universitarios ( y estudiantes de instituto ) han puesto en práctica una vieja consigna del movimiento obrero: ¡ “Todos para uno, uno para todos”!. Gracias a esta actitud, a esta decisión, los estudiantes han conseguido incorporar a su lucha a los trabajadores de la Universidad ( profesores y personal administrativo ) que han desarrollado como ellos numerosas asambleas generales. Es más, los estudiantes de las facultades de la I´lle de France han abierto las asambleas generales a sus propios padres-trabajadores, a otros obreros e incluso a jubilados ( en particular la de Paris 3- Censier ). Les han pedido, a todos ellos, tomar la palabra y darles “ideas”. El “buzón de ideas o sugerencias” ha circulado con gran velocidad por todas partes, en la calle, en las asambleas generales, en los supermercados, en los centros de trabajo, en las páginas de Internet, etc. ¡ Así es como los destacamentos más conscientes de la clase obrera siempre y ahora han dado vida a la solidaridad de nuestra clase para ampliar su lucha al conjunto de la clase obrera!.
Tras la manifestación del 7 de Marzo, en todas las facultades de París y de provincias, se han desarrollado Asambleas Generales masivas de estudiantes; el “hombre de hierro”, el Primer Ministro Villepin, ha mantenido su política de firmeza: el CPE debe ser votado en la Asamblea Nacional ( Parlamento francés ) ya que esta fuera de lugar el hecho de que “la calle gobierne” ( tal y como dijo en 2.003, el ex Primer Ministro Raffarin, al imponer la reforma del sistema de pensiones para lanzar a la miseria a los trabajadores mayores, tras haberlos explotado durante 40 años ). Los estudiantes no han cedido ante el brazo de hierro del Gobierno. Los anfiteatros de las facultades en los que han tenido lugar las Asambleas Generales han estado llenos a reventar. Las manifestaciones espontáneas se han multiplicado, en especial en la capital. Los estudiantes han intentando superar el silencio al que quieren someter su lucha obligando a algunos “medios de comunicación” a levantar la ley del silencio y la mentira.
Del 8 al 18 de Marzo, “diez días han sacudido el mundo” de la burguesía francesa. Los estudiantes se han organizado cada vez más y mejor, para extender su respuesta en un único sentido y dirección: SOLIDARIDAD y UNIDAD de toda la clase obrera. En la capital, esta dinámica ha partido de la facultad de Censier que se ha colocado a la vanguardia del movimiento hacia la extensión y la centralización de la respuesta.
En las Asambleas Generales, los trabajadores que “pasaban por allí” han sido recibidos con los brazos abiertos. Han sido invitados a participar en los debates, a aportar su experiencia. Todos los trabajadores que han asistido a las Asambleas Generales en París así como en otras ciudades de provincia (en especial en Toulouse ) se han quedado impresionados de la capacidad de esta nueva generación para colocar su imaginación creativa y su determinación al servicio de la lucha de clases. En la facultad de Censier, en especial, la riqueza de los debates, el sentido de r4esponsabilidad de los estudiantes elegidos en los Comités de Huelga, su capacidad para organizar el movimiento, mantener organizados los debates, distribuir los turnos de palabra a todos aquellos que querían expresarse, su capacidad para convencer y desenmascarar a los saboteadores a través de la confrontación de argumentos desarrollados en la discusión, toda esta dinámica ha verificado la profunda vitalidad y la pujanza de las jóvenes generaciones de la clase obrera.
Los estudiantes han defendido permanentemente el carácter soberano de las Asambleas Generales, con sus delegados elegidos y revocables ( sobre la base de un mandato y del rendimiento del mismo a la asamblea ), a través del voto a mano alzada. Todos los días, equipos diferentes han organizado los debates en el anfiteatro. En estos equipos ha habido representantes de estudiantes sindicados y no sindicados.
Para poder repartirse el trabajo, para centralizar, coordinar y guardar el control del movimiento, el Comité de Huelga de París 3- Cesnier ha decidido elegir diferentes comisiones: prensa, animación y reflexión, acogida e información, etc...
Gracias a esta verdadera “democracia” de las Asambleas Generales y a la centralización de la lucha los estudiantes han podido decidir las acciones a desarrollar, teniendo como principal preocupación la extensión de su movimiento a las empresas.
Los estudiantes han comprendido perfectamente que el posible éxito de su combate estaba en manos de los trabajadores asalariados ( tal y como dijo un estudiante en la reunión de coordinación del 8 de Marzo “ si nos quedamos aislados, nos lo harán comer todo crudo” ). Cuanto más se ha obstinado el Gobierno de Villepin en no ceder, más determinados se han mostrado los estudiantes. Cuanto más ha golpeado el Ministro del Interior, Sarkozy, más se ha reforzado la cólera de los asalariados y más ha hecho “rabiar” a sus “electores”.
Los trabajadores asalariados más determinados en desarrollar la lucha de clases ( y los sectores menos estúpidos de la clase política burguesa ) saben que este pulso contiene la amenaza de la huelga de masas ( que no tiene nada que ver con la “huelga general” preconizada por ciertos sindicatos y por los anarquistas ), si los estúpidos que gobiernan se encierran en su “lógica” irracional.
Y esta dinámica hacia la extensión del movimiento, hacia la huelga de masas, ha comenzado desde el inicio de la movilización de los estudiantes que han enviado por doquier, a los cuatro rincones del país, delegaciones masivas hacia los trabajadores de las empresas próximas a sus lugares de estudio. Ahí, se han enfrentado al “bloqueo” sindical: los obreros han estado encerrados en sus fábricas sin posibilidad de discutir con las delegaciones de los estudiantes. Los “pequeños sioux” de las facultades de París se han visto obligados a inventar algunos medios para superar el control y boicot sindical.
Para movilizar a los trabajadores, los estudiantes han hecho gala de su gran imaginación. Así, en Censier han fabricado una urna de cartón llamada “cajón de ideas”. En otras universidades ( como la de Jussieu en París ) se ha propuesto abordar a los viandantes por la calle para explicarles sin ningún tipo de agresividad las razones de su cólera. Han pedido a todos aquellos con los que han hablado si tenían ideas de cómo reforzar el movimiento puesto que “ todas las ideas deben tomarse en consideración para la lucha”. Gracias al respeto de los trabajadores que han encontrado o que han ido a expresarles su solidaridad, los estudiantes han podido recoger en sus “cajones de ideas” las mejores a poner en práctica. Gracias a esa puesta en común de las experiencias, han podido decidir lo que eran “buenas ideas” ( aquellas que han ido en el sentido de reforzar el movimiento ) y lo que eran “malas ideas” ( las que iban en el sentido de debilitarlos, de sabotearlos para dejarlos en manos de la represión, como hemos visto con la “ocupación de la Sorbona” ).
Los estudiantes de muchas facultades, en especial las más destacadas en el combate, han abierto sus Asambleas Generales, a los trabajadores asalariados y jubilados justamente para pedirles que les transmitieran sus experiencias en el mundo de trabajo. Han mostrado unas enormes ganas de aprender de las viejas generaciones. Y los “viejos” que han participado igualmente han querido aprender de los "jóvenes”. Mientras los “jóvenes” han ganado en madurez, los “viejos” han podido rejuvenecer. Ha sido esta osmosis, esta unión entre todas las generaciones de la clase obrera, la que ha dado un nuevo impulso al movimiento. ¡ La mayor fuerza de la lucha, las más bella victoria en este combate ha sido la existencia de la lucha!, ¡ la solidaridad y la unidad de la clase obrera, todos los sectores y todas las generaciones juntas!.
Y esta victoria no se ha ganado en el Parlamento, se ha ganado en los anfiteatros universitarios. Desgraciadamente, para ellos, los espías al servicio del Gobierno que han estado presentes en las Asambleas Generales no han comprendido nada. No han sido capaces de dar la más mínima idea al Señor Villepin. El trío infernal Villepin, Sarkozy, Chirac se han encontrando sin “ideas”. Y entonces, se han visto obligados a mostrar el verdadero rostro de la “Democracia” burguesa: la represión.
El movimiento de los estudiantes en Francia va mucho más allá de una protesta contra el CPE. Como ha dijo un profesor de la Universidad de Paris-Tolbiac, en la manifestación del 7 de Marzo: “..el CPE no es sólo un ataque económico real y puntual. Es también un símbolo..”. Efectivamente, es el símbolo de la quiebra de la economía capitalista.
Además, es también una respuesta implícita a las “brabuconadas” policiales ( como las de otoño de 2.005 que provocaron la muerte “accidental” de dos jóvenes inocentes denunciados como “camorristas” por un “ciudadano” y perseguidos hasta su muerte a manos de la policía ). Colocando al frente del Ministerio del Interior a un pirómano ( Sarzkozy ), la burguesía francesa demuestra que no ha sido capaz de sacar todas las lecciones de su historia: ha olvidado que las “brabuconadas” policiales ( entre otras la muerte de Malik Oussékine en 1.986 ) pueden ser un factor de radicalización de las luchas obreras. Hoy día, la represión de los estudiantes de la Sorbona que únicamente querían poder desarrollar sus Asambleas Generales ( y no destruir libros como ha afirmado de forma mentirosa el rector Sr. Robien ), no puede más que reforzar la determinación de los estudiantes.
Toda la burguesía y sus “medios de comunicación” (en especial la televisión )a sus órdenes no han cesado, hora tras hora, de hacer publicidad engañosa para hacer pasar a los estudiantes como “delincuentes” ( la “escoria de la sociedad” utilizando los términos empleados por el gentelman Sarkozy al referirse a los jóvenes de las barriadas más pobres de Francia ).
Pero la mentira es demasiado burda y gruesa. La clase obrera no ha mordido el anzuelo de los “guiñoles de la información”. Sólo la violencia de la burguesía y su Estado “democrático” nos puede hacer recordar la violencia de los delincuentes. Un sistema que expulsa literalmente a la calle a millones de obreros, que se ven hundidos en la miseria tras más de cuarenta años de explotación asalariada, un sistema que hace reinar el “orden” y el “derecho” con la vara de palo. Y aún así, continuado con los oídos sordos, el señor Villepin ha hecho el siguiente chiste “..la dictadura te obliga siempre a cerrar la boca. La democracia te dejar hablar siempre...”. Pero en realidad, el trío infernal Villepin/Sarkozy/Chirac ha hecho otra cosa. Ha respondido a los estudiantes “ ...quéjate siempre cerrando la boca...”.
Y para poder mantener el poder, estos Señores se benefician permanentemente de la “solidaridad” de los “medios de comunicación”, y sobre todo de su privilegiado instrumento de intoxicación ideológica, los “telediarios”. Lo que buscan las retorcidas imágenes de los “comunicadores”, no es ni más ni menos que la fascinación exhibicionista y morbosa de la violencia ciega, la manipulación de los hechos y, en suma, el pudrimiento de la conciencia. Pero cada vez que la televisión aumenta su dosis de mentiras y de necedad, sus cámaras y noticias dan más y más asco a la clase obrera ( e incluso al electorado de la Derecha ).
Justamente porque las nuevas generaciones de la clase obrera, y sus batallones más conscientes, tienen en sus manos las llaves y las claves del futuro, han rechazado y no han caído en las provocaciones del Estado policial ( y de sus fuerzas de encuadramiento sindical ). Han rechazado firmemente utilizar la violencia ciega y desesperada de la burguesía, de los jóvenes revoltosos de las barriadas periféricas, de ciertos grupos “anarquistas” o “izquierdistas” exaltados.
Los jóvenes de la clase obrera que están a la vanguardia del movimiento de estudiantes son los únicos que pueden abrir una perspectiva a toda la sociedad. Esta perspectiva, la clase obrera puede desarrollarla únicamente si desarrolla una visión histórica, gracias a la confianza en sus propias fuerzas, gracias a la paciencia y también al buen humor (como decía Lenin ). Justamente porque la burguesía es una clase sin futuro histórico, la camarilla Villepin se ofusca y no puede utilizar más que la violencia ciega, el “no futuro” de los jóvenes revoltosos.
La determinación del Sr. Villepin de no ceder ante las demandas de los estudiantes ( la retirada del CPE ), revela una cosa más: la burguesía mundial no dejara su poder bajo la presión de las “urnas”. Para acabar con el capitalismo y construir una verdadera comunidad humana mundial, la clase obrera se vera obligada, en el futuro, a defenderse también por la violencia contra la violencia del Estado capitalista y de todas las fuerzas de apoyo de sus aparatos represivos. Pero la violencia de clase de la clase obrera no tiene en absoluto nada que ver con los métodos terroristas o con la violencia de las revueltas de las barriadas de la periferia ( como quiere hacernos creer la propaganda de la burguesía para justificar el aumento del control policial, de la represión de los trabajadores, de los estudiantes y a buen seguro de los verdaderos militantes comunistas ).
Para intentar imponer todos sus ataques económicos y policiales, la burguesía ha minado el terreno de la respuesta anti-CPE. De entrada ha intentado jugar la baza de las vacaciones escolares para intentar dispersar la cólera de los estudiantes. Pero los estudiantes no son párvulos, ni tampoco niños del coro ( si bien es cierto que algunos de ellos van aún a la Iglesia ). A pesar de esa primera maniobra han mantenido sus movilizaciones y las han reforzado tras las vacaciones. Evidentemente, los sindicatos han estado presentes desde el principio del movimiento y han hecho todo lo posible para hacer fracasar esta batalla.
Pero no habían previsto que podían ser desbordados en la mayor parte de las ciudades universitarias.
Por ejemplo, en París, más de un millar de estudiantes se reagruparon en las inmediaciones de la facultad de Paris 3-Cesnier para ir juntos a la manifestación. Los estudiantes se dieron cuenta de que los sindicatos, con la CGT a la cabeza, desplegaban sus pancartas para colocarse a la cabeza de la manifestación y encuadrar así todo lo que sucediera. Inmediatamente, los estudiantes dieron media vuelta y, utilizando diferentes medios de transporte ( y como no, la vitalidad y potencia de sus piernas ), dieron respuesta a esta acción sindical. Tomaron de hecho la cabeza de la manifestación y desplegaron las pancartas que contenían propuestas unitarias. De hecho, en primera línea de la manifestación no se cansaron de corear ideas y consigan unitarias: “Universitarios, estudiantes de Instituto, parados, trabajadores precarios, del sector público o privado, un mismo combate contra el desempleo y la precariedad”
La CGT fue ridiculizada. Se encontraba a la cola de los estudiantes con multitud de pancartas diferentes: “CGT de la metalurgia”, “CGT de los ferrocarriles”, “CGT del hospital de la Pitié Salpêtrière”, “CGT de la ciudad de Pantin”, “CGT de la Seine Saint Denis”, etc.. Tras cada una de las enormes pancartas rojas de la CGT, unos cuantos puñados de militantes desorientados. Para animar a sus tropas, los cuadros del partido estalinista “renovado” de Maurice Thorez ( partido que pedía tras la Segunda Guerra Mundial a los mineros y a los obreros de Renault en huelga que retomaran el trabajo ya que la “huelga es el arma de las multinacionales y los trust” ) lanzaron entonces consignas “radicales”. Intentaron silenciar la voz de los estudiantes con sus megáfonos. Los cuadros de la CGT y del Partido “comunista” FRANCES animaron a sus vasallos a cantar La Internacional. El viejo dinosaurio estalinista se ridiculizaba un poco más. Muchos manifestantes o viandantes que paseaban por la aceras se rieron a más no poder, pudiendo oírse comentarios del estilo: “ aquí están los guiñoles de la info”.
La misma tarde en la que tuvo lugar la manifestación, el líder de la CGT Bernadr Thibault dijo en la televisión : “ es cierto, nos enfrentamos algunos hechos desconocidos”. Los sindicatos se desenmascararon por sus propias maniobras. Es lo que el Sr. de Robien no comprende cuando se “indigna” por los actos de vandalismo de la “estudiantes” de la Sorbona (exhibiendo algunos libros rasgados por los especialistas de la manipulación): “la revuelta de estudiantes la dirige una pequeña minoría”. El Sr. Robien se ha puesto al revés sus gafas de presbicia: efectivamente una “pequeña minoría” es quien dirige toda la sociedad, no el movimiento de estudiantes. Una minoría que no produce nada salvo explotación y represión contra la gran mayoría de la clase productiva.
Los sindicatos, con CGT y FO a la cabeza, no han asimilado el golpe que recibieron el 7 de marzo. De ahí que ciertos periodistas, al menos los más inteligentes, han declarado en la TV: “a los sindicatos los han humillado”. Humillados también el 14 de Marzo por las manifestaciones espontáneas de los estudiantes en las calles de París. Los sindicatos incapaces de refrenar su cólera contra quien les había “humillado”, contra los trabajadores que testimoniaban su solidaridad activa con los estudiantes y se sumaban a la manifestación del 16 de Marzo, acaban por mostrar abiertamente ante las cámaras su complejidad con las tropas del Sr. Sarkozy. En París, el “servicio de orden” de la CGT (ligada al partido estalinista) y de FO (fundada con el apoyo de la CIA tras la segunda guerra mundial) que estaba la cabeza de la manifestación, mano a mano con la policía, oportunamente se relajó al final de la manifestación para dejar hacer a los pequeños “kamikazes” infiltrados que se precipitaron hacia la Sorbona para jugar al gato y el ratón con la policía. Todo aquel que estaba en primera fila pudo ver que el “servicio de orden” de los sindicatos CGT/FO sirvió en bandeja a los Villepin/Sarkozy desatar de nuevo los golpes y la represión.
Las incesantes imágenes de enfrentamientos violentos en esa manifestación tienen un claro objetivo: sembrar el miedo ante la manifestación del 18 de Marzo. Muchos de los trabajadores y estudiantes que quieren participar en 18 tienen miedo a hacerlo por los actos violentos.
Los presentadores del telediario anuncian la buena nueva a sus telespectadores: “el movimiento se está pudriendo” (según los telediarios de la tarde del día 16).
Quien quiere “pudrir el movimiento” son las fuerzas sindicales de encuadramiento cómplices de Sarkozy. Y la clase obrera empieza a verlo. Tras sus discursos “radicales” e hipócritas, lo que quieren los sindicatos, es salvar al Gobierno. ¡Por el momento, han fracasado!.
El partido estalinista y su CGT siguen conservando su lugar en el gran panteón del Parque Jurásico (junto a los brontosaurios de la UMP, derecha). Si los sindicatos hasta el momento no han podido jugar su papel de bomberos sociales, es porque los pirómanos Sarkozy/Villepin han quemado sus banderas el 16 de Marzo.
Los trabajadores han apoyado a los estudiantes en lucha porque han visto que los sindicatos han apoyado, en las empresas, el silencio de los “medios de comunicación” sobre las asambleas generales de los estudiantes.
Tras la manifestación del 7 de Marzo los sindicatos han hecho todo tipo de contorsiones y maniobras para paralizar a los trabajadores asalariados. Han hecho todo tipo de maniobras para dividir, y para desviar la cólera de la clase obrera. Han intentado sabotear el movimiento de estudiantes. Han hecho su discurso más radical, y “exigen” con notable retraso la retirada del CPE como previo a la apertura de cualquier negociación (en realidad no han dejado de maniobrar a espaldas de la clase obrera desde el “principio de la negociación”). Han utilizado la amenaza de “huelga general” para hacer que el Gobierno se “doblegase”. En resumen ha aparecido abiertamente, a las claras, que no querían que los trabajadores se movilizaran en solidaridad con los estudiantes. Con la espalda contra la pared han acabado por sacarse de la manga “el as de picas”: utilizando a algunos jóvenes excitados para desencadenar aún más violencia.
La única salida a esta crisis política de la burguesía francesa es remozar la vieja fachada del estado republicano. Y la Izquierda Parlamentaria ha servido este regalo en bandeja de plata al Sr. Villepin: PS/PC/Verdes han presentado conjuntamente, ante el Consejo Constitucional, sus “recursos” contra el CPE. Finalmente puede ser que este golpe de mano del PS permita que Gobierno salga del callejón sin salida retirando el CPE, a demanda de “los 12 sabios”: así podrá hacer suya la fórmula de Raffarin “no es la calle quien gobierna” añadiendo “son los 12 sabios retirados del Consejo Constitucional”.
Queriendo “limpiar con cañones de agua” a los estudiantes de la Sorbona (y a sus camaradas que fueron a llevarles comida) el Sr. Sarkozy ha abierto la Caja de Pándora. En esta caja “con ideas negras” el Gobierno Villepin/Sarkozy ha saco a los “falsos amigos” de la clase obrera, los sindicatos. El proletariado mundial debe darle las gracias a la burguesía francesa. Agitando el fantasma de Le Pain en las ultimas elecciones presidenciales, la clase dominante tricolor ha conseguido colocar al frente del Gobierno a la derecha más estúpida del mundo. ¡ Una derecha que aplica un política de “república bananera”!.
Sean cuales sean los escenarios que nos depare el fin del movimiento, esta lucha de toda la clase obrera es ya una victoria. Gracias a las nuevas generaciones la clase obrera ha conseguido romper el “bloqueo” de la solidaridad desarrollado por los sindicatos. Todos los sectores de la clase obrera, y especialmente sus nuevas generaciones, han vivido una rica experiencia que va a dejar marcas muy profundas en su conciencia.
Esta experiencia pertenece al proletariado mundial. A pesar de la desinformación y el silencio de los “medios de comunicación oficiales”, los medios “alternativos”, algunas cámaras “salvajes”, algunas radios “libres”, y sobre todo la prensa de los revolucionarios, van a permitir a los proletarios del mundo entero apropiarse de esta experiencia. Esta lucha es un episodio más de la lucha de la clase obrera mundial. Se inscribe en la continuidad de toda una serie de luchas que se desarrollan en la mayor parte de países industrializados desde el 2003, luchas que confirman que la clase obrera ha superado el fuerte retroceso que siguió a todas las campañas desencadenadas por la burguesía inmediatamente después del hundimiento del bloque del Esta en 1989. Una de las características esenciales de estas luchas, es el resurgimiento de la solidaridad entre los trabajadores. Tanto es así que en dos de los piases más importantes del mundo capitalista, los USA y GB, ha sido la solidaridad lo que ha estado en el origen y en el centro de recientes luchas obreras. En los transportes de Nueva York, justo antes de las Navidades de 2005, los trabajadores se pusieron en huelga no por sus intereses inmediatos, sino para intentar que los jóvenes trabajadores cobraran en el futuro las jubilaciones que ellos puedan tener en el momento de retirarse. Del mismo modo, la huelga de los mozos de maletas que bloqueó durante varios días el aeropuerto de Heathrow en Londres, en Agosto de 2005, se desarrolló en solidaridad con los trabajadores del sector de la restauración, víctimas de un ataque brutal por parte de su patrón, Gate Gourmet.
Estas huelgas especialmente significativas se inscriben en una tendencia al desarrollo de las luchas que no ha dejado de confirmarse desde el 2003 con el movimiento por la defensa de las pensiones en Francia y con las manifestaciones más importantes desde la Segunda Guerra Mundial en Austria. Tendencia que se ha expresado particularmente en 2004 en Alemania con las luchas en el sector del automóvil (especialmente en Daimler-Chrysler y Opel), que ante la amenaza de despidos planteó claramente la cuestión de la solidaridad entre los obreros. Una tendencia que se ha confirmado nuevamente en España, en Diciembre de 2005, en la empresa SEAT de Barcelona en la que los obreros han desarrollado por un tiempo su lucha fuera y contra los sindicatos que había firmado a sus espaldas “acuerdos de vergüenza” que preveían el despidos de 600 de sus camaradas.
El movimiento de los estudiantes en Francia pertenece, sin ningún tipo de dudas, a una lucha que se desarrolla a escala histórica y cuya salida final permitirá a la especie humana salir del callejón sin salida de la barbarie capitalista. Las jóvenes generaciones, que han desarrollado su lucha en un terreno de clase abren aun más las puertas del futuro. Debemos confiar en ellos: en todos los países, van a seguir luchando por conseguir un mundo nuevo, libre de la concurrencia, del interés, del beneficio, de la explotación, y de la miseria y de un caos sangrante.
El camino que lleva a la destrucción del capitalismo es, evidentemente, aún muy largo y está lleno de peligros y trampas de todo tipo, pero hemos empezado a recorrerlo.
Corriente Comunista Internacional ( 17 Marzo 2006 ).
Suplemento a Revolution Internacionale número de Marzo, publicación de la CCI en Francia, distribuido en las manifestaciones del 18 de Marzo en toda Francia.
A pesar del cordón sanitario que la burguesía ha levantado en torno al movimiento de los estudiantes en Francia, un interés se ha suscitado en minorías de compañeros, principalmente jóvenes, que desean saber qué está sucediendo y, sobre todo, como pueden expresar su solidaridad y contribuir a extender el ejemplo y las lecciones del movimiento.
Testimonio de ello ha sido que la hoja de la CCI en Francia que hemos colgado en el Foro Alasbarricadas ha provocado un debate muy intenso con 4677 lecturas y 167 intervenciones (a fecha 10 abril 2006).
Publicamos una intervención nuestra a propósito de la preocupación que se ha expresado sobre la diferencia entre la lucha muy fuerte en Francia y la pasividad que, al menos en apariencia, reina entre obreros y estudiantes en España.
El debate se puede seguir en:
https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=14455 [53]
A lo largo del Foro una cuestión ha aparecido de forma recurrente que podría resumirse en la siguiente interrogante: ¿por qué en Francia hay movilización y en España botellón?
Esta preocupación revela ganas de expresar una solidaridad activa con la lucha que tiene lugar en Francia, una voluntad de extender la movilización a otros países. Nos sentimos muy identificados con esas actitudes y la reflexión que debemos plantearnos es: ¿cómo podemos extender el “ejemplo francés” a los demás países?
Motivos no faltan. Por ceñirse únicamente a España vemos que la precariedad y los contratos basura constituyen una cruel realidad que golpea a más del 30% de los trabajadores desde 1988 con el famoso “Plan de Empleo Juvenil” de los “socialistas”. Vemos igualmente que el gobierno ZP plantea nuevas vueltas de tuerca en ese camino con la enésima “reforma laboral”. Vemos el aluvión de despidos que cae sobre numerosos trabajadores: tras SEAT ha venido ONO, RTVE, RENFE, empresas textiles etc. Del mismo modo, el gobierno “socialista” prepara dos nuevas andanadas contra los obreros: una nueva “reforma” de las pensiones que significa menos pensión y más dificultades para conseguirla y el Estatuto del Funcionario que permite rebajar el sueldo y cambiar el puesto según la voluntad discrecional de los jefes…
La situación contra la que luchan nuestros hermanos en Francia es la misma que padecemos en Alemania, en Gran Bretaña, en Japón, en Norteamérica etc.
Pero ¿por qué sí la situación es la misma la lucha no se desarrolla al mismo nivel? Para ver las causas hemos de remontarnos unos años atrás. En 1989 se cayeron los regímenes de falso “comunismo” (en realidad capitalismos de Estado profundamente anti-comunistas) y eso permitió a toda la burguesía mundial (con el apoyo de los estalinistas reconvertidos en “social-liberales”) lanzar una furibunda campaña alrededor de los temas machacones de “ha muerto el comunismo”, “la lucha de clases ha desaparecido para siempre” etc. Se repitió hasta la náusea que “la única sociedad posible es el capitalismo” y que este ofrecería un “nuevo orden de paz y prosperidad”. Esta campaña, repetida por todo dios –desde los medios de “comunicación” hasta los sindicatos pasando por toda la gama de partidos-, causó una profunda desorientación en las generaciones obreras de la época que sufrieron un fuerte retroceso de su combatividad y su conciencia. La clase obrera atravesó un desierto de pasividad, desorientación y apatía.
Solamente en los últimos años hemos empezado a salir del pozo y de una forma lenta, heterogénea y contradictoria. Eso explica que haya países donde en un momento dado la lucha es más fuerte mientras que en otros es mucho más débil e incluso inexistente. Por el momento, las luchas obreras no van al unísono en todos los países[1].
Por otra parte, la burguesía es la clase explotadora más inteligente de la historia. Esta preparada en todos los planos contra la amenaza que pueda representar el proletariado y ello se concreta en que dispone de un Estado Totalitario, enmascarado con la careta democrática, que tiene todo un panel de partidos, sindicatos, medios de “comunicación”, ideólogos etc., para controlar a los obreros, dividirlos, desviarlos hacia callejones sin salida etc.
Expresión de ese totalitarismo estatal es que la lucha de Francia ha sido silenciada y deformada por los medios de “comunicación”. Estos han ocultado convenientemente las características proletarias del movimiento (asambleas masivas, extensión de la lucha a los obreros etc.) y en cambio han sido deformadas hasta la caricatura como una combinación de movilizaciones sindicales y acciones violentas de la juventud. Esta imagen deformada ha buscado impedir que el movimiento en Francia fuera reconocido como una lucha de la clase obrera y ocultar las importantes lecciones que nos proporciona.
node/816 [54]
"La solidarité du mouvement des étudiants, un exemple pour toute la classe ouvrière [55]".
"Struggles in France: Greetings to the new generation of the working class! [56]".
¿Cómo podemos contribuir a extender la lucha de nuestros hermanos franceses? ¿cómo podemos expresar una solidaridad activa con el movimiento?
Se están proponiendo iniciativas tales como concentrarse ante el consulado francés o convocar tal o cual manifestación aquí o allá. La voluntad que hay detrás de estas propuestas es muy buena pero debemos ver sí son eficaces.
Esto nos lleva a plantearnos la cuestión siguiente: ¿la lucha obrera surge de una convocatoria sindical? ¿los obreros son meros soldados que responden como un robot al toque de silbato de la convocatoria de un sindicato o partido? ¿la lucha obrera se organiza a través de una huelga general un día D?
La respuesta que debemos dar a esas preguntas es negativa. Los obreros no son una masa ciega, una infantería de choque que maneja a placer un estado mayor que dicta desde sus alturas que tal día hay que concentrarse aquí, tal otro día hay que recorrer tales calles y finalmente, tras esa “gimnasia revolucionaria”, secundarían como un solo hombre una huelga general. Los obreros son una masa que trata de desarrollar una conciencia colectiva, que piensa, siente, comprende, busca. El movimiento de la clase obrera no se decreta sino que surge de toda una serie de esfuerzos, de un conjunto de confrontaciones, de una sucesión de tentativas espontáneas aparentemente fracasadas, hasta que mil hilos, al principio dispersos e inconexos, acaban confluyendo en grandes movimientos.
Las minorías de compañeros que ven más claro, que sienten antes que el resto la necesidad de luchar y de “hacer algo” no tienen que volcarse en el activismo estéril de convocatorias adonde van unos pocos sino que deben contribuir con lo que realmente prepara esos grandes movimientos. Lo que hará que nuestros hermanos de clase en Francia no se queden aislados es que planteamos discusiones, reuniones, encuentros, debates, a través de los cuales se saquen las lecciones auténticas de Francia, se plantee una verdadera solidaridad, se vea quienes son nuestros enemigos y quienes nuestros falsos amigos (como por ejemplo los sindicatos y la pareja PS-PCF), se comprenda cual es la dinámica del movimiento.
( rint/2004/119_bochum.html [57] )
[1] Queremos recordar, no obstante, que aquí en España hemos vivido a fines de 2005 la tentativa de lucha de los obreros de SEAT (ver ccionline/2005/solidaridad.htm [58] ). Del mismo modo, a finales de febrero de 2006 se producían en Gran Bretaña dos huelgas, pequeñas pero significativas: en Belfalst, obreros católicos y protestantes de correos luchaban juntos y se manifestaban juntos en la calle principal del barrio católico y en la calle principal del barrio protestante; en una Central eléctrica de Inglaterra, los obreros ingleses se ponían en huelga en solidaridad con los obreros húngaros a quienes luchaban por la subida de un sueldo que era la mitad del de sus hermanos ingleses.
El reciente conflicto entre Israel y Hezbola en el Líbano ha brindado una nueva ocasión, a un buen número de países, para levantar la voz contra el “imperialismo americano” como el principal causante, el único según todos ellos, en sembrar la guerra y la desestabilización. Todos los grupos izquierdistas del mundo se destacan por no perder ni una sola ocasión de tildar al imperialismo americano y, en este caso a su aliado israelí también conocido como el “expansionismo sionista”, de ser los únicos responsables de masacrar, destruir, ocupar y explotar a los “pueblos” y “naciones” oprimidas.
Sin embargo, debe quedar claro que la primera potencia mundial no detenta el monopolio del imperialismo. Muy al contrario, esta es una condición vital para la supervivencia de todas y cada una de las naciones en el capitalismo.
El periodo de decadencia del capitalismo, que comenzó hace algo más de un siglo, marca la entrada de este sistema social en la era del imperialismo generalizado fenómeno al que ninguna nación puede sustraerse. Este permanente enfrentamiento entre naciones implica que el horizonte es la guerra como perspectiva y el militarismo como modo de vida de todos los Estados, sean estos grandes, pequeños, fuertes, débiles, agresores o agredidos.
Para poder comprender el fenómeno histórico del imperialismo, es necesario dar una definición general de lo que representa. El imperialismo es la política de un país que intenta conservar o extender su dominación política, económica o militar sobre otros países o territorios, hecho que nos retrotrae a numerosos momentos en la historia de la Humanidad (véanse los ejemplos de los imperios asirios, romano u otomano ó las conquistas de Alejandro el Grande hasta nuestros días). Pero, únicamente en la sociedad capitalista, el fenómeno del imperialismo, tiene un sentido muy particular y concreto. Como escribió Rosa Luxemburgo “…la tendencia del capitalismo a la expansión constituye el elemento más importante, el trazo más significativo de la evolución de la sociedad moderna; de hecho la expansión ha acompañado todo el desarrollo histórico del capital, sin embargo en su fase final actual, el imperialismo, despliega una energía de destrucción impetuosa, capaz de poner en cuestión la existencia civilizada de la humanidad…” [1]. Es por tanto, muy importante, comprender que es el imperialismo en un sistema capitalista decadente, lo que engendra desde hace décadas conflictos bélicos por todo el planeta, lo que “…en su fase final actual (…) es capaz de poner en cuestión la existencia civilizada de la humanidad…” (ídem).
Desde que el mercado mundial se constituyo a principios del siglo XX y se repartieron las zonas comerciales y de influencia entre los Estados capitalistas avanzados, la intensificación y el desencadenamiento de la concurrencia que acarreó, condujo a la agravación de las tensiones militares y, a un desarrollo sin precedentes del armamento y la sumisión creciente del conjunto de la vida económica y social a los imperativos militares de la preparación permanente de la guerra.
Rosa Luxemburgo denuncio y demostró la mentira de la mistificación que hacia creer que solo un Estado, o un grupo particular de Estados que disponían de una cierta pujanza militar, eran los únicos responsables de la barbarie guerrera. Si bien es cierto que todos los Estados no disponen de los mismos medios, la realidad es que todos los Estados desarrollan la misma política. Si efectivamente las ambiciones de dominación mundial no pueden que estar en manos de unos pocos Estados, lo más potentes, no es menos cierto que también los pequeños Estados tienen los mismos apetitos imperialistas. Como sucede en las organizaciones mafiosas, solo un gran padrino puede dominar una ciudad entera, mientras que los matones de barrio, no pueden aspirar más que a dominar una pequeña parte de una calle. Es evidente que a nivel de aspiraciones y métodos en nada se distingue la mafia de los Estados capitalistas. Es por ello, por lo que los pequeños Estados ponen todas sus energías y medios para convertirse en una gran nación a costa de sus vecinos. En ese sentido, es imposible realizar una distinción entre Estados opresores y Estados oprimidos. En la relación de fuerzas que se establecen entre los Estados capitalistas, todos son concurrentes y enemigos en la arena mundial. El mito burgués del Estado agresor o el bloque de “agresores” y su militarismo visceral sirve para justificar la defensa de la guerra “defensiva”. La estigmatización del imperialismo más agresivo sirve para reforzar y desarrollar la propaganda de cada adversario para implicar a las diferentes poblaciones en la guerra.
El militarismo y el imperialismo constituyen una de las manifestaciones más abiertas y evidentes de la entrada del sistema capitalista en su época histórica de decadencia. Tal es así que, a principios del siglo XX provocaron un intenso y apasionado debate entre los revolucionarios.
Ante el fenómeno del imperialismo, se desarrollaron diferentes teorías en el seno del movimiento obrero para poder comprenderlo y explicarlo, en particular las de Lenin y Rosa Luxemburgo. Sus análisis se forjaron en los albores de la Primera Guerra Mundial contra la visión de Kaustky que defendía que el imperialismo era una opción entre las varias que podían elegir los Estados capitalistas. Una teoría que llevó a afirmar a Kaustky que podría llegar “…una fase de superimperialismo, de unión y no de lucha entre los imperialismos del mundo, una fase de fin de las guerras entre los Estados capitalistas y, una fase de explotación en común del universo por parte del capital financiero unido a escala internacional…” [2].
En el lado opuesto a esta teoría, el planteamiento marxista del fenómeno del imperialismo consideraba a este no solo como un producto de las leyes capitalistas, sino además como una necesidad histórica inherente a su época de declive. La teoría de Lenin reviste una importancia particular ya que permitió defender una política internacionalista intransigente ante la primera carnicería mundial, política que se convirtió rápidamente en la posición oficial de la Internacional Comunista. Sin embargo, Lenin abordó la cuestión del imperialismo de una forma excesivamente descriptiva sin llegar a explicar en profundidad el origen de la expansión imperialista. Para Lenin, esta se debe esencialmente a un movimiento de los países desarrollados que tiene como característica principal la explotación del capital de los países desarrollados en las colonias de las metrópolis, para conseguir “superbeneficios” aprovechándose del hecho de la existencia de mano de obra barata y materias primas abundantes.
En esta concepción, los países capitalistas avanzados son los parásitos de las colonias; la obtención de “superbeneficios” imprescindible para su supervivencia, explicaría el enfrentamiento mundial desencadenado para conservar o conquistar colonias. Tal visión tiene como consecuencia inevitable dividir el mundo entre países opresores de un lado y países oprimidos en las colonias de otro lado.
“…La insistencia de Lenin sobre el hecho de que las posesiones coloniales eran un elemento distintivo e incluso indispensable del imperialismo no ha soportado la prueba del tiempo. La hipótesis de que la perdida de colonias, precipitada por las revueltas nacionales en esas regiones, removería al imperialismo en sus fundamentos, no se ha verificado ya que de hecho, el imperialismo se ha adaptado muy fácilmente a la “descolonización”…(…). La descolonización (tras el año 1.945) ha expresado a las claras el declive de las antiguas potencias imperialistas y el triunfo de nuevos gigantes capitalistas que no estaban implicados en la explotación de un gran número de colonias en el momento de la Primera Guerra Mundial. Así, los Estados Unidos y la URSS pudieron desarrollar una cínica política “anti-colonial” para desarrollar sus propios intereses y objetivos imperialistas, apoyándose sobre los movimientos nacionales y transformarlos en guerra inter-imperialistas por medio de “pueblos” interpuestos…” [3].
Partiendo del análisis de conjunto del período histórico y de la evolución del capitalismo como sistema global, Rosa Luxemburgo llego a una comprensión más completa y profunda del fenómeno del imperialismo. Particularmente puso en evidencia la base histórica del imperialismo comprendiendo las contradicciones profundas del sistema capitalita. Mientras Lenin se polarizaba en destacar el fenómeno de la explotación de las colonias, Rosa Luxemburgo analizaba como las conquistas coloniales han acompañado constantemente el desarrollo capitalista alimentado la insaciable necesidad de expansión capitalista y, subrayaba al tiempo, la introducción de las relaciones capitalistas en zonas en las que aún no existían con la penetración en nuevos mercados: “…La acumulación capitalista es imposible en un medio exclusivamente capitalista. De ello resulta la necesidad perentoria del capital de desarrollar su expansión en países y capas no capitalistas, la ruina de los artesanos y los campesinos, la proletarización de las capas medias, al política colonial (es decir, la política de “apertura de mercados”), la exportación de capitales, entre otros medios. La existencia y el desarrollo del capitalismo desde sus orígenes ha sido posible por una expansión constante en los terrenos de la producción y de los nuevos países…” [4]. Por ello, el imperialismo se ha desarrollado sensiblemente en el primer cuarto del siglo XIX. “…El capitalismo, en su desenfrenada búsqueda de materias primas y compradores solventes que no fueran capitalistas o asalariados, ha diezmado y asesinado a las poblaciones coloniales. Hablamos de la época de penetración y de extensión de Inglaterra en Egipto, de Francia en Marruecos, en Túnez o Tonkin, de Italia en el Este de África, sobre las fronteras de Abisinia, de la Rusia zarista en Asia Central y Manchuria, de Alemania en África y Asia, de los Estados Unidos en Filipinas y en Cuba, en fin del Japón sobre el continente asiático…” [5].
Pero esta evolución del capitalismo lo encerrará, a término, en su contradicción fundamental: cuanto más extiende la producción capitalista su dominio sobre el conjunto del planeta, más estrechos son los límites del mercado creado para conseguir la realización del beneficio, en relación con las necesidades de la expansión capitalista. Más allá de la concurrencia por las colonias, Rosa Luxemburgo identificó en la saturación del mercado mundial y en la disminución de los mercados no capitalistas un giro crucial en la vida del capitalismo: la quiebra y el callejón sin salida en un sentido histórico de este sistema que “…no puede ya cumplir su función de vehículo histórico de desarrollo de las fuerzas productivas…”[6]. Esta es también, en última instancia, la causa de las guerras que caracterizan desde entonces el modo de vida del capitalismo decadente.
Una vez alcanzados los límites del globo terrestre por el mercado capitalista, la reducción de los mercados solventes y de los nuevos mercados abre la crisis permanente del sistema capitalista, en tanto que la necesidad de la expansión sigue siendo una cuestión vital para cada uno de los Estados. Sin embargo, esta expansión no puede realizarse más que en detrimento de los otros Estados en una lucha sin tregua por la repartición por medio de las armas del mercado mundial.
“…En la época del capitalismo ascendente las guerras (nacionales, coloniales y de conquistas imperialistas) expresaban la marcha ascendente, de fermentación, de extensión y expansión del sistema económico capitalista. La producción capitalista encontró en la guerra la continuación de su política económica por otros medios. Cada guerra se justificaba y pagaba sus gastos abriendo un nuevo campo de expansión, asegurando el desarrollo de una mayor producción capitalista (…). La guerra era el medio indispensable del capitalismo al abrirle posibilidades de un desarrollo ulterior, en la época en la que existían estas posibilidades y no podían ser más que desarrolladas por la violencia…” [7].
Desde entonces “…la guerra se ha convertido en un medio no para la solución a la crisis internacional, sino en el único medio por el cual cada imperialismo nacional intenta deshacerse de las dificultades que sufre, en detrimento de los Estados imperialistas rivales…” [8].
Esta nueva situación histórica impone a todos los países del mundo el desarrollo del capitalismo de Estado. Cada capital nacional esta condenado a la concurrencia imperialista y encuentra en la maquinaria del Estado la única estructura lo suficientemente fuerte para movilizar a toda la sociedad con el fin de enfrentar a sus rivales económicos en el plano militar. “…La crisis permanente plantea ineluctablemente, la inevitabilidad del ajuste de cuentas de los diferentes imperialismos por la lucha armada. La guerra y la amenaza de guerra son aspectos latentes o manifiestos de una situación de guerra permanente en la sociedad. La guerra moderna es una guerra material. En vistas de la guerra es necesaria una movilización monstruosa de todos los recursos técnicos y económicos de los países concernidos. La producción de guerra se convierte en el eje de la producción industrial y el principal campo económico del desarrollo de la sociedad…” [9]. Por ello, los progresos técnicos están enteramente condicionados por lo militar: la aviación es el resultado del desarrollo de este medio durante la Primera Guerra Mundial, el átomo utilizado como bomba en 1.945, la informática o Internet concebidos como útiles militares por la OTAN. El peso del sector militar en todos los países absorbe todas las fuerzas vivas de la economía nacional para poder desarrollar un armamento que utilizar contra las otras naciones.
Al comienzo de la decadencia, la guerra se concebía como un medio de reparto de los mercados. Pero con el paso del tiempo, la guerra imperialista pierde cada vez más su racionalidad económica. Desde el inicio de la decadencia, la dimensión estratégica toma el paso a las cuestiones estrictamente económicas. Se trata de conseguir las posiciones estratégicas en contra de todos los otros imperialismos en la lucha por la hegemonía, con el objetivo de imponerse como potencia y defender su rango y posición. En este periodo de decadencia del capitalismo, la guerra representa cada vez más un desastre económico y social. Esta ausencia de la racionalidad económica de la guerra no significa que cada capital nacional se abstenga de hacerse cargo de los pilares de las fuerzas productivas del capital nacional vencido. Pero esta “rapiña”, contrariamente a lo que pensaba Lenin, no constituye el principal objetivo de la guerra. Mientras que algunos siguen imaginándose, oficialmente por una supuesta fidelidad a Lenin, que la guerra puede estar motivada por apetitos económicos (el petróleo esta en primer lugar de la lista de objetivos en esta cuestión), la realidad se encarga de responderles. El balance económico de la guerra en Irak desarrollada por los Estados Unidos desde el 2.003 no tiene el aspecto de haber sido en absoluto “rentable”. Los ingresos por el petróleo iraquí, incluso los previstos para los próximos 100 años, van a compensar en una exigua parte los gastos colosales que ha efectuado el Estado americano para desarrollar esta guerra, sin que se vea cuando va a acabar este pozo sin fondo.
La entrada del capitalismo en su fase de descomposición lleva al paroxismo la gravedad de las contradicciones contenidas en el período de decadencia. Para todos los países, cada conflicto en el que se ven implicados supone costos mayores de los beneficios que eventualmente pueda conseguir. Las guerras, no tiene como resultado (sin entrar el desarrollar el coste de las masacres), más que destrucciones masivas que dejan exhaustos y prácticamente en ruinas a los países en los que se desarrollan y que, probablemente jamás serán reconstruidos. Pero ninguno de estos cálculos de perdidas o ganancias impiden que los Estados, todos los Estados, desarrollen incesantemente una política orientada a defender su posición imperialista en el mundo, una acción constante para sabotear las ambiciones de sus rivales o de incrementar sus presupuestos militares. Todos los Estados están encadenados en un engranaje irracional desde el punto de vista de la vida económica y la rentabilidad capitalista. Subestimar la irracionalidad de la burguesía supone subestimar la amenaza real de destrucción pura y simple que pesa sobre el futuro de la Humanidad.
Articulo publicado en el número 372 de Revolution Internationale, Octubre 2.006, publicación en Francia de la Corriente Comunista Internacional.
Notas:
[1]Rosa Luxemburgo, “La Acumulación del Capital”.
[2]Lenin, “El imperialismo estado superior del capitalismo”.
[3]Revista Internacional nº 19.
[4]Rosa Luxemburgo, “Crítica de las críticas, la Acumulación del Capital”. En este texto se demuestra que la totalidad de la plusvalía extraída a la clase obrera y no realizada en el seno de las relaciones capitalistas, ya que los obreros tienen un salario inferior a el valor creado por su fuerza de trabajo, no pueden comprar todas las mercancías que producen. La clase capitalista no puede consumir toda la plusvalía puesto que una parte de ella debe destinarse a la reproducción ampliada del capital y debe ser intercambiada. Por tanto, el capitalismo, considerado desde un punto de vista global, esta constantemente obligado a buscar compradores para sus mercancías fuera de las relaciones sociales capitalistas.
[5]Revista Internacional nº 19, “El problema de la guerra, Jehan, Izquierda Comunista Internacional, 1.935”.
Hemos recibido la siguiente carta de una compañera:
Ante todo agradecer la oportunidad y el espacio que se me ha brindado para expresar lo que muchos/as empleados/as y sus familias opinan sobre la PANACEA SEAT.
Soy mujer de un empleado de dicha empresa y estas navidades han sido algo difíciles para todos. No porque nos haya tocado la lotería del "DESPIDO", sino por los que lo han sido: AFORTUNADOS Y AGRACIADOS CON LA SUERTE.
Este escrito no son más que dudas, sensaciones, preguntas y pocas respuestas. Respuestas que espero que se puedan encontrar en un futuro no muy lejano.
1.- ¿Creéis firmemente en la labor del sindicato? ¿No se debe luchar más por el empleado y no por la empresa?
2.- ¿Realmente el trabajador se siente representado? ¿O por contra debería romper el carné de afiliado?
3.- Es incomprensible que hayan despedido tantas personas, pero por contra siguen habiendo contratos nuevos y no disponen de personal suficiente, ni capacitado para desarrollar diversos trabajos. ¿Sabéis cuanto tiempo y esfuerzo se está perdiendo? Si es así ¿por qué no se ponen a doblar el lomo, aquellos que dicen representar al trabajador y están liberados 4 horas?
4.-¿Qué criterios se ha tenido en cuenta para los despidos?¿Se han puesto en conocimiento de los empleados, o por contra ha estado bajo "secreto de sumario"?
Para nada la empresa ha sido objetiva, cuando perdemos algo (trabajo y todo lo que conlleva), nos encontramos en medio de un desierto, que parece no terminar nunca, congela de noche y abrasa de día anulando toda actividad. Y como todo desierto, también tiene sus espejismos en forma de días que amanecen mejor pero que se tornan insoportables conforme pasan los días. Así es SEAT y su política de empresa.
Para acabar decir que todos los empleados ex-empleados y sus familias, vamos a tener que encontrar todo lo que hemos perdido y crear un auténtico oasis: no turno de noche o por lo menos poder elegir, disponer de algún servicio de guardería, flexibilizar los grupos de trabajo...Así poco a poco iremos recuperando todo hasta llegar a conseguir lo que habíamos exiliado más allá de las arenas.
A G
Nuestra respuesta:
Estimada A.:
Nos sentimos solidarios frente a la situación que está afectando a cada vez más obreros en España y en el mundo. Perder el puesto de trabajo es una tragedia que desestabiliza a los trabajadores y sus familias. Se van al garete planes sobre viviendas, compras necesarias, estudios de los hijos etc.; para muchas familias la pérdida de ingresos puede significar la incapacidad para pagar una hipoteca. Se siente una angustia más o menos permanente pues el futuro queda envuelto en oscuros interrogantes.
Pero no pensemos que el trabajador que conserva el puesto de trabajo se queda mejor. Al contrario, sabe que los sueldos son aún más ajustados, que la presión en el trabajo es más intensa y encima pende sobre su cabeza la espada de Damocles de nuevos despidos. Ya no se trata únicamente de penuria y estrechez económica, es también la tensión nerviosa, la angustia, causadas tanto por la presión que se vive en el trabajo como por la incertidumbre sobre el empleo. Todo esto es lo que creemos que describes con una imagen que nos parece muy acertada: «cuando perdemos algo (trabajo y todo lo que conlleva), nos encontramos en medio de un desierto, que parece no terminar nunca, congela de noche y abrasa de día anulando toda actividad. Y como todo desierto, también tiene sus espejismos en forma de días que amanecen mejor pero que se tornan insoportables conforme pasan los días».
Esta situación no sólo se vive en SEAT, se vive también en toda España y en el mundo entero. No hay ningún lugar en el mundo que se libre de los efectos de la crisis histórica del capitalismo y todos los estragos que ésta causa: desempleo, guerras, hambrunas, destrucción medioambiental, miseria moral, violencia en las relaciones humanas etc.
Sin embargo, la lucha de los obreros de SEAT, aunque tímida y rápidamente acallada, es la punta del iceberg de una tendencia que lentamente se va desarrollando en las mentes y los corazones de obreros: el sentimiento de que para hacer frente a la miseria y la barbarie ya no podemos estar pasivos y a la expectativa, ya no podemos callarnos ni resignarnos, es necesario luchar, hay que buscar la unidad y la solidaridad.
Luchar es necesario pero no podemos luchar a tontas y a locas, no podemos reaccionar como sí fuéramos animales heridos, hemos de luchar de la forma que nos de la mayor fuerza posible. Y para ello tenemos que discutir sobre cuales son nuestros medios de lucha, cual nuestra organización, quienes son nuestros enemigos y nuestros falsos amigos.
En ese sentido las preguntas que planteas son muy útiles y pensamos que deben servir de base a una reflexión para preparar nuevas luchas. Con ese objeto vamos a aportar nuestra respuesta.
1.- ¿Creéis firmemente en la labor del sindicato? ¿No se debe luchar más por el empleado y no por la empresa?
Nosotros pensamos –basándonos en la experiencia histórica e internacional del proletariado- que desde hace mucho tiempo los sindicatos defienden a la empresa y el Capital Nacional contra de los trabajadores. Esto lo podemos argumentar de forma detallada[1] pero la lucha de SEAT ha sido una nueva confirmación: todos los sindicatos se aliaron para impedir la lucha en noviembre retrasando toda respuesta durante 45 días lo que sembró confusión y desmoralización en las filas obreras. Después el 15 de diciembre firmaron el acuerdo de la vergüenza y cuando los obreros empezaron a luchar el 23 siguieron oponiéndose a ellos. CGT aparentemente se puso a su favor pero volvió a sabotear toda verdadera lucha:
- retrasó cualquier acción hasta el día 3 de enero. Entre el 23 de diciembre y el 3 de enero hubo 11 días de inactividad, pasividad y expectativa lo que supuso arrojar un cubo de agua helada sobre las ganas de lucha y de solidaridad de los obreros. Estos no luchan en frío a partir de una convocatoria un día D sino cuando comprender colectivamente que tienen un mínimo de fuerza
- aisló a los despedidos del resto de sus compañeros cuando la fuerza de unos y de otros era luchar juntos
Como dijimos en la hoja que hemos repartido en SEAT: «Los Sindicatos no nos la juegan únicamente cuando firman los despidos, nos la juegan previamente cuando organizan sus “Planes de Lucha”. Su acción contra los obreros se concreta en 3 facetas íntimamente relacionadas:
- sus pactos y acuerdos con la Patronal y el Gobierno
- sus planes de “lucha” que son en realidad estrategias contra la lucha
- su defensa incondicional del Interés de la Empresa y de la Economía Nacional que pretenden hacer coincidir con el de los trabajadores cuando en realidad son DIAMETRALMENTE opuestos»
2.- ¿Realmente el trabajador se siente representado? ¿O por contra debería romper el carné de afiliado?
Los trabajadores no se sienten representados por los sindicatos. En la gran mayoría de países el grado de afiliación es muy bajo (alrededor del 10% en el caso de España). Los sindicalistas dicen con paternalismo que es porque los obreros son egoístas o pasan de todo. Pero la realidad es que muchos obreros se sienten decepcionados y salen asqueados de los sindicatos donde no ven más que puñaladas traperas contra los trabajadores.
Los sindicatos fueron una creación de los obreros en el siglo XIX. Entonces eran un instrumento válido para los trabajadores. Pero con el siglo XX y los cambios que significaron en la organización y la economía capitalista (lo que nosotros llamamos el periodo de decadencia del capitalismo) los sindicatos perdieron todo papel favorable para la clase obrera y fueron absorbidos por el Estado Capitalista.
Por ello, las luchas obreras más significativas que se han dado en el siglo XX y XXI se han dado fuera y en contra de los sindicatos. En SEAT las luchas de 1971 y 1974 –cuando todavía estaba el franquismo y su podrido sindicato vertical- llevaron a tensiones entre los obreros y las “opositoras” CCOO. En 1997 hubo una huelga obrera fuera de los sindicatos.
¿Pero existe alternativa a los sindicatos? Los obreros tienden a organizarse en Asambleas Generales y a coordinar estas mediante Comités Elegidos y Revocables. Esta forma de organización es directa, permite que todos los obreros vean la fuerza concreta que tienen, piensen y discutan juntos, se representen colectivamente sin depender de líderes autoproclamados que dicen ser sus “representantes”. Las Asambleas Generales prefiguran la organización general y unitaria de la clase obrera en una situación revolucionaria para derribar el capitalismo: los Consejos Obreros.
Los compañeros que comprenden el papel nefasto de los sindicatos y la necesidad de una lucha obrera autónoma deben organizarse para desarrollar la conciencia, la unidad y la solidaridad en su clase. Pero el sentido que deben dar a su actividad no es la de conseguir ser los “nuevos dirigentes de la clase obrera”, es decir, plantearse como competidores de los dirigentes sindicales. Su actividad debe ser otra muy diferente y que es la que realmente necesita la clase obrera: ayudar a que ésta tome confianza en sí misma, comprender realmente la situación que está viviendo, vea cuales son los medios de lucha y organización válidos, aprenda a ver quienes son sus enemigos y quienes sus falsos amigos.
3.- Es incomprensible que hayan despedido tantas personas, pero por contra siguen habiendo contratos nuevos y no disponen de personal suficiente, ni capacitado para desarrollar diversos trabajos.¿Sabéis cuanto tiempo y esfuerzo se está perdiendo? Si es así ¿por qué no se ponen a doblar el lomo, aquellos que dicen representar al trabajador y están liberados 4 horas?
El capitalismo es un sistema caótico, carece de una planificación consciente. Por ello se dan paradojas como la que señalas: se despide por un lado y se contrata por otro. Ahora bien, hay que ver a quién se despide y en qué condiciones se hacen los contratos nuevos.
Las empresas están despidiendo a trabajadores experimentados con buenos salarios y unas condiciones laborales demasiado favorables en comparación con la tendencia general que sigue el capitalismo. Por ello, las empresas –acogotadas por la crisis y frente a una competencia despiadada- eliminan a esa masa de trabajadores con lo que efectivamente se produce lo que tú dices: un despilfarro tremendo de tiempo y esfuerzo. Es decir, no solamente se causa un drama terrible a los despedidos y a sus próximos sino que además se echa a perder sus conocimientos técnicos y su capacidad laboral.
¿Con quien se sustituye? Pues con trabajadores muy jóvenes que no tienen ni formación ni experiencia a los que se impone contratos basura con salarios y condiciones laborales mucho peor que sus hermanos despedidos.
Pero no podemos engañarnos: el número total de trabajadores con puesto de trabajo disminuye a la vez que empeoran sustancialmente las condiciones laborales de todos. Es la marcha hacia el abismo del sistema capitalista.
4.- ¿Qué criterios se ha tenido en cuenta para los despidos? ¿Se han puesto en conocimiento de los empleados, o por contra ha estado bajo "secreto de sumario"?
Todo se ha hecho a escondidas de los trabajadores. Por ejemplo, los despidos se decidieron el 15 de diciembre pero no anunciaron los afectados hasta el 22 por la noche por miedo a que se produjera una respuesta obrera, es decir, actuaron con premeditación y alevosía. La dirección de la empresa, las autoridades laborales de la Generalitat y los sindicatos han conspirado contra los trabajadores. Pero esto es lo que pasa en las demás empresas tanto aquí con en el resto del mundo. El capitalismo dice ser una “democracia” pero en realidad las decisiones sobre los despidos, sobre la guerra, sobre todo lo que afecta a la salud, el porvenir, las vidas, de millones de seres humanos, son fríamente tomadas por gobernantes, empresarios, sindicalistas etc., en los despachos mullidamente alfombrados de los centros de poder.
No queríamos alargarnos y la respuesta es forzosamente esquemática. Podemos profundizar y detallar más sí así lo estimas oportuno y te animamos a que nos escribas nuevamente planteando sinceramente tanto lo que te sientas de acuerdo como aquello que no compartes. De la chispa de la discusión nace la luz de la claridad.
También, sí nos autorizas a ello, te podemos enviar las dos hojas que repartimos en SEAT así como nuestra publicación en España –Acción Proletaria- donde sacamos lecciones de esta lucha así como argumentamos sobre la cuestión del sindicalismo.
Finalmente, solicitamos tu permiso para publicar tu carta con nuestra respuesta pues, como te hemos dicho al principio, las preguntas que planteas se las están haciendo actualmente otros trabajadores y bueno es que sirvan para todos.
Recibe nuestros saludos comunistas
Corriente Comunista Internacional 7-2-06
[1] Aparte de numerosos artículos y hojas ante luchas concretas hemos elaborado un folleto titulado LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA que te lo podemos enviar sí te interesa considerar la argumentación y la información allí contenida.
Hemos celebrado en Barcelona y Valencia sendas Reuniones Públicas sobre este tema que preocupa a muchos elementos activos de nuestra clase.
A partir de una presentación lo más breve posible[1] con objeto de dar el máxima de tiempo a la discusión de los asistentes, se desarrolló un debate muy dinámico.
ø En Valencia los asistentes expresaron un acuerdo muy profundo con las posiciones de la CCI insistiendo en que el proletariado debe emplear la violencia para destruir este orden social de explotación pero puntualizando que esta violencia nada tiene que ver ni con el terror y la guerra ni con el terrorismo, tres formas de violencia radicalmente ajenas y antagónicas con el proletariado. Para el proletariado, el fin no justifica los medios, a diferencia de las clases explotadoras donde todo vale para obtener sus fines ajenos a los del conjunto de la población.
En palabras de un asistente: «está claro. La elección no es entre ser pacíficos o entre ser violentos, sino entre la violencia de la clase explotadora y la violencia de la clase explotada».
Un asistente insistió en que el proletariado tiene una ética propia como clase y que esa ética le dicta su conducta respecto a la violencia: ésta excluye el sadismo o la venganza, no busca cebarse sobre las personas sino que pretende destruir las relaciones sociales que sustentan la explotación y la opresión. «el capitalismo es la guerra de todos contra todos, es la violencia erigida en principio de las relaciones sociales, el proletariado expresa en cambio la solidaridad que es el principio básico de una auténtica sociedad. Por instinto, los hombres tienden a la solidaridad».
Un aspecto que la discusión desarrolló es el tipo de coacción y chantaje moral que cotidianamente perpetran los sindicatos sobre los trabajadores, lo que constituye un obstáculo al desarrollo de la solidaridad entre ellos.
Un punto particular fue suscitado por un asistente: ¿la violencia de Elche contra almacenes chinos pertenece a la clase obrera? Se señaló que, aunque en el tumulto podrían haber participado trabajadores a título individual, ello no tenía nada que ver con la lucha de la clase obrera. Esta busca la unificación de todos los trabajadores rompiendo las cadenas de división basadas en la nación, la empresa, el sector, la raza etc. En concomitancia con ello, la clase obrera se niega a subordinarse a la competencia entre capitales nacionales (el calzado español contra el calzado chino, los astilleros españoles contra los astilleros coreanos) persiguiendo la abolición de la competencia reemplazándola por la comunidad humana mundial que trabaja para sí misma de forma unitaria y asociada[2].
En Barcelona, la discusión abordó las críticas de un asistente a las posiciones expresadas en la presentación a través de respuestas de otros asistentes y de los miembros de nuestra organización.
Para el compañero, aún reconociendo que la lucha masiva es la meta, entretanto acciones minoritarias de violencia practicadas por grupos especializados serían una contribución a ella. Por otro lado, la insurrección proletaria tendría que ser preparada por grupos especializados que se irían entrenando en el dominio de las armas e irían educando a las masas en las técnicas de la insurrección. El compañero piensa que los ataques a la propiedad privada, a sus símbolos y en general a los símbolos de la dominación capitalista, se inscriben en el proceso de toma de conciencia y lucha del proletariado.
No podemos resumir la riqueza de la discusión con todos los argumentos detallados que se opusieron a estas posiciones. En la medida en que el compañero las ha resumido en un texto escrito le responderemos de forma más detallada y amplia[3]. Aquí solo recogeremos algunos argumentos expuestos por otros asistentes.
Un compañero desarrolló la siguiente argumentación: “La violencia de la clase obrera consiste en establecer una relación de fuerzas contra el capital, en una primera etapa para combatir la explotación, en la etapa final, para abolir la explotación. ¿Se puede establecer esa relación de fuerzas con choques aislados y minoritarios? ¿Con pequeñas acciones de guerrilla urbana o de sabotaje? Esos actos fortalecen política y socialmente al capital y militarmente hablando ni le hacen cosquillas. Lo que de verdad debilita al capital es una lucha que rompe las divisiones por sector, categoría o nacionalidad y forja la unidad; lo que lo pone contra las cuerdas es que los obreros rompan la tutela sindical y se organicen por si mismos, lo que daña al capital es la autonomía de clase, obreros que luchan por sus propios intereses y no por intereses de alguna fracción de la burguesía. Los métodos que son válidos para la burguesía o para la pequeña burguesía no lo son para la clase obrera. Ahí está el quid de la cuestión”.
Otro asistente planteó: “Los especialistas no son válidos para la lucha de la clase obrera. De la misma forma que esta no puede confiar la dirección de su combate en especialistas de la política tampoco puede confiar en especialistas del armamento y la insurrección”.
Un tercer compañero señaló “el lazo indisoluble que hay entre nacionalismo y terrorismo, lazo que no puede darse en la lucha obrera que es internacionalista”.
Otro asistente abordó la cuestión siguiente: “se glorifica lo violento como radical y subversivo pero se olvida que es el mismo sistema quien fomenta la violencia minoritaria, brutal, destructora… Es un sistema social en descomposición donde se desarrolla la ideología del TODO VALE, del hombre un lobo para el hombre, y, por tanto, se glorifica una violencia minoritaria y ciega. En realidad no debemos caer en la trampa de elegir entre el legalismo y el pacifismo, por un lado, y la violencia radical minoritaria del otro. Los dos son ajenos a la clase trabajadora”.
De las conclusiones de la discusión queremos destacar 3 elementos:
[1] Ver en el Anexo el texto de la presentación
[2] Ver artículo en Acción Proletaria nº 179
[3] Nos proponemos publicar esta correspondencia en una Tribuna del Lector, conforme a nuestra política de discusión fraternal y abierta.
Presentación de la Reunión Pública
La RP que vamos a celebrar abordará el problema de la violencia.
Hoy proliferan en el mundo los atentados terroristas: Irak, Afganistán, el 11-M en Madrid, Indonesia... Esas acciones provocan matanzas y destrucciones en masa. Son un arma de la confrontación imperialista entre los Estados a la que echan mano todas las fracciones de la burguesía desde las más poderosas hasta las menos dotadas.
En Irak, los atentados se han convertido en una realidad cotidiana. Es una espiral sin fin: bombardeos, acciones de artillería, detenciones masivas de las fuerzas ocupantes, por un lado, los coches bomba, los asaltos a instalaciones civiles y militares, por el otro. La población vive aterrorizada atrapada en este laberinto de sangre y salvajismo. Las tropas USA y gubernamentales, por un lado, y las diferentes milicias insurgentes, por otro, la han tomado como rehén de un enfrentamiento sin salida.
Hemos visto que un grupo como el GCI llama a las acciones terroristas de la insurgencia iraquí “lucha de clases”. Mete en el mismo saco: las protestas de trabajadores parados contra las autoridades de ocupación, los motines más o menos espontáneos por las condiciones odiosas de existencia, los actos de sabotaje de oleoductos, los atentados con coche bomba, los asaltos a cuarteles..., todo es etiquetado por este grupo como "lucha de clases”.
Nosotros condenamos esta amalgama. Nosotros nos reivindicamos de la violencia de clase del proletariado pero queremos delimitarla respecto a la violencia de la clase dominante que incluye el terror, el terrorismo y la guerra. Son dos violencias totalmente diferentes, diametralmente opuestas.
La amalgama entre ambas no solo produce confusión y zozobra en las filas proletarias sino que en realidad echa agua al molino de la mistificación pacifista de la burguesía que condena “toda forma de violencia”, “venga de donde venga”.
El pacifismo es imposible en las sociedades de clases. En el mejor de los casos en la expresión impotente de un deseo bienintencionado. En el peor es una mistificación que utiliza la burguesía para destruir la lucha de clase del proletariado.
El dilema no es pues violencia o pacifismo sino violencia de la burguesía y violencia del proletariado. La sociedad dividida en clases implica necesariamente violencia, pues allí donde existe explotación del hombre por el hombre y división en clases sociales existe inevitablemente violencia en muchas de sus diferentes y variadas formas.
No todas las formas de violencia son iguales ni son lo mismo. Condenar en si toda forma de violencia constituye la trampa, el alegato pacifista de la burguesía, para mantener a los explotados sometidos a la explotación y a la opresión.
No es lo mismo la violencia de las clases reaccionarias que tratan de conservar un orden social caduco que la violencia de las clases revolucionarias que tratan de imponer uno nuevo y superior.
No es lo mismo la violencia de las clases explotadoras que la violencia de las clases explotadas. La primera está al servicio de la explotación del hombre por el hombre y de la división entre los seres humanos. La segunda constituye una forma de defenderse, más o menos consciente, contra la explotación y la opresión que han golpeado a la humanidad a lo largo de los últimos 10.000 años.
Tampoco se puede poner en mismo plano la violencia del proletariado, clase explotada y revolucionaria poseedora de una perspectiva revolucionaria propia, y la violencia de otras clases explotadas que le han precedido que aún siendo plenamente justificada no contenía ningún porvenir de liberación de la humanidad.
Dentro de la misma sociedad capitalista tampoco se puede identificar la violencia de la clase dominante, el terror del Estado más o menos abierto o encubierto, con la violencia de tipo terrorista.
¿Pueden ser iguales la violencia de clase del proletariado y la violencia de la burguesía que tiene 3 dimensiones: terror, terrorismo y guerra?
Rotundamente no.
Vamos a inspirarnos en esta presentación en las posiciones desarrolladas por la Resolución sobre el terror, el terrorismo y la violencia de clase que publicamos en la REVISTA INTERNACIONAL número 15.
En primer lugar, la dominación del Estado burgués sobre el proletariado y el conjunto de la sociedad se basa en el terror. El terror existe incluso en los Estados llamados “democráticos” donde se emplea de forma política, selectiva y según las circunstancias. «La burguesía ha desarrollado todo un arsenal de medios represivos: cárceles, deportaciones, asesinatos, campos de concentración, guerras de exterminio y genocidio, la tortura más refinada» y para ejercer este sistema de terror ha engendrado «todo un cuerpo social especializado en esa metodología: policía, guardia civil y gendarmerías especiales, ejército, aparato jurídico, torturadores con diploma, comandos superentrenados y grupos paramilitares».
El terror del Estado burgués:
Respecto al terrorismo su naturaleza es ciertamente más compleja. Puede ser expresión de capas pequeño burguesas desesperadas e impotentes cuyos actos de rebeldía por heroicos que sean no significan en el mejor de los casos que la picadura de mosquito sobre la piel del elefante estatal capitalista.
Sin embargo, el terrorismo con la decadencia del capitalismo, con la profundización de las guerras imperialistas, se ha convertido en un arma de la confrontación imperialista que es empleado por todos los Estados, grandes o pequeños e incluso por fracciones de Señores de la Guerra –como es el caso del terrorismo islámico- que no aspiran a formar un Estado propio.
La violencia terrorista tiene como características:
Concerniente a la guerra, forma suprema de la violencia destructiva del capitalismo, no vamos a insistir en esta presentación sobre su naturaleza aniquiladora y bárbara.
¿Puede asemejarse o compararse la violencia de clase del proletariado con estas formas de violencia que acabamos de describir?
Claramente no. Ni en los fines ni en los medios el proletariado puede ejercer una forma de violencia similar o comparable a las formas de violencia de la burguesía y de otras clases ajenas al proletariado.
El proletariado se propone abolir toda forma de explotación y no perpetuar la explotación. El proletariado lucha por la comunidad humana mundial y no por el mantenimiento y la profundización de las divisiones de clase, raza, frontera, religión, que desgarran a la humanidad. El proletariado trata de instaurar el control consciente de la producción y los medios de vida destruyendo el sometimiento ciego y fanático a fuerzas extrañas por encima de los individuos.
No se pueden oponer los fines a los medios. La doctrina jesuítica de “el fin justifica los medios” es ajena y antagónica al proletariado. Este no puede alcanzar la liberación de la humanidad del yugo capitalista con prácticas propias de este sistema como el terror, el terrorismo y la guerra.
La violencia del proletariado es ejercida colectivamente por las masas obreras en el curso de su propia lucha.
La violencia del proletariado no ataca a las personas sino que busca esencialmente derribar las relaciones sociales y las instituciones sociales que atenazan el desarrollo de la humanidad.
La violencia del proletariado es consciente buscando crear las condiciones que eliminen la violencia entre los hombres y no su perpetuación.
No se trata de especular cómo será o cómo puede ser la violencia del proletariado. De lo que se trata es de ver cómo el proletariado ha ejercido su violencia de clase en sus movimientos revolucionarios o en sus luchas más significativas. Esto no podemos desarrollarlo aquí aunque animamos a los asistentes a profundizar en ello estudiando las experiencias históricas de nuestra clase en ese terreno.
Hoy, hasta los gobernantes más "optimistas", como Zapatero que augura la salida del túnel para mediados de este año, tienen que reconocer la gravedad de la crisis actual del capitalismo. Hay economistas que dicen incluso que esta crisis es peor que la de 1929.
También hoy surge un coro, igualmente bastante unánime, que "lamenta" e incluso "condena" las salvajes atrocidades que está perpetrando el Estado de Israel sobre la población de Gaza atrapada en un ratonera. Hasta los aliados más fieles de Israel -como Estados Unidos- o bien miran hacia otro lado o bien presionan discretamente para que no vaya "demasiado lejos" (¿?)
Sin embargo, muy pocos hablan de la relación existente entre la agravación de la crisis y la agudización de la barbarie guerrera. La inmensa mayoría de analistas, gobernantes, grupos políticos etc., coinciden en ignorar toda relación entre una y otra, en verlas como dos fenómenos separados que pertenecerían a dos mundos distintos.
Sin embargo nosotros pensamos que la clave para comprender la situación actual de la sociedad mundial y para encontrar una vía de salida está, precisamente, en ver la relación estrecha e íntima que existe entre crisis capitalista y guerra imperialista.
Al establecer una muralla china entre las causas de la crisis y las causas de la guerra, ambos fenómenos se subestiman. La guerra sería así el producto de la barbarie de tal o cual Estado, pero no el producto de la confrontación entre todos los Estados que son todos imperialistas. Al contrario, habría, nos dicen, Estados "belicosos" e "imperialistas", pero la mayoría de Estados serían "pacíficos" y buscarían "calmar los ánimos" cuando surgen situaciones de tensión ofreciendo soluciones diplomáticas. La crisis, por su parte, constituiría un paréntesis, un momento de vacas flacas, del cual se saldría para alcanzar nuevos periodos de prosperidad.
Al separar crisis y guerra se puede echar la culpa de la guerra a un chivo expiatorio, a una causa particular y específica que permite insinuar que dentro de esta sociedad habría salidas pacíficas al problema de la guerra y los conflictos imperialistas. Del mismo modo, la causa de la crisis se puede igualmente particularizar y personalizar: sería la culpa de la ideología "neoliberal", la responsabilidad habría que atribuirla a banqueros, especuladores y compañía. Con esto se deja la puerta abierta a la ilusión de una salida mediante la intervención del Estado o de una política basada en "hacer pagar la crisis a los banqueros"...
Al separar crisis y guerra y verlas como fenómenos independientes y particulares es más fácil empujarnos a elegir campo ante la barbarie guerrera que se desencadena en Gaza. Habría que defender a Hamás frente a Israel o, los que se dan cuenta que el islamismo de Hamás es poco presentable, invocan el "derecho a la resistencia" del "pueblo palestino". En el mismo sentido, ante la crisis habría que elegir campo: por las políticas "sociales" de intervención estatal frente al "neoliberalismo" y demás.
Solo comprendiendo el lazo indisoluble entre crisis y guerra se puede comprender que la guerra no es el resultado de tal o cual Estado, de tal o cual política o de tal o cual ideología, sino que constituye el modo de vida del capitalismo decadente, la barbarie de la guerra es imputable a todo el sistema capitalista en su conjunto, a todos sus Estados y fracciones. Igualmente, solamente mediante el mismo planteamiento se puede comprender que la crisis no es un episodio "cíclico" al cual sucederá un periodo de "nuevas riquezas" sino que constituye un paso muy grave hacia el hundimiento en una miseria, un desempleo y una barbarie del cual no hay salida, bajo el capitalismo.
Solo comprendiendo la unidad entre crisis y guerra se puede comprender que no hay un culpable particular e individualizado de la guerra como tampoco lo hay de la crisis. ¡No hay chivos expiatorios que permiten al sistema salir de rositas y continuar con su barbarie y su iniquidad! El culpable es el capitalismo mundial, con todos sus gobiernos y todos los partidos e instituciones que lo defienden.
Solo comprendiendo que crisis y guerra tienen la misma raíz se puede comprender que hay que luchar contra todos los bandos guerreros y no elegir entre ellos. Durante los últimos 100 años el capitalismo ha arrastrado a la humanidad a 2 guerras mundiales e innumerables guerras regionales porque lograba que el proletariado eligiera campo entre los dos bandidos imperialistas: democracia contra fascismo, anti-terrorismo contra terrorismo, libertad contra totalitarismo, resistencia nacional contra las potencias ocupantes ... A través de estas elecciones tramposas el sistema ha conseguido reproducirse, reproduciendo con ello una espiral de matanzas, genocidios, holocaustos... En un trágico carrusel, los buenos de ayer se convierten en los malos de hoy, las "víctimas" de ayer en los verdugos de hoy.
Solo comprendiendo que crisis y guerra constituyen la emanación de un sistema en agonía se puede entender que no hay políticas económicas mejores ni gobiernos más "sociales". No se puede optar entre quienes, para salvaguardar el régimen de explotación capitalista, atacan despiadadamente al conjunto de los trabajadores y de la población mundial sembrando el planeta de cadáveres de niños hambrientos, de personas sometidas a la tortura lenta del desempleo, la miseria, pérdida de vivienda, etc.
Lo que hoy está en juego no es tal o cual política, tal o cual gobierno, tal o cual "modelo internacional de convivencia entre los pueblos", lo que hoy está en juego es la supervivencia de la humanidad: o el capitalismo es destruido o éste acabará destruyendo el planeta con todos sus habitantes.
Solamente el proletariado tiene la salida. Y es igualmente este "tema" sobre el cual tanto gobernantes como expertos o "formadores de opinión" guardan un espeso silencio. Para ellos -al menos de cara a la galería- el proletariado es la clase formada por individuos fracasados, cuya incapacidad para "aprovechar las oportunidades" y "triunfar" los ha relegado a "vulgares asalariados". Para ellos es impensable e imposible que el proletariado se erija en una clase que actúa unida, que es capaz de auto-organizarse, que piensa por si misma y logra tener su propia política fuera de todo el laberinto de falsas elecciones burguesas.
Sin embargo, el proletariado es capaz de una lucha propia e independiente por la liberación de la humanidad del yugo del capitalismo. Su lucha histórica así lo atestigua. Pero hoy, desde 2003, está volviendo a levantar cabeza aunque por el momento su lucha está dando los primeros pasos.
Somos conscientes de que la burguesía, a través de todas sus fracciones, opondrá todos los obstáculos imaginables contra el ascenso de las luchas obreras: maniobras ideológicas, campañas de calumnia y desprestigio, trampas políticas y la represión pura y dura.
Sin embargo, ese es el único camino y el proletariado puede recorrerlo. Las luchas obreras aunque todavía sean limitadas tienden a desarrollarse por todo el planeta. Hace un mes fue Grecia (ver artículo en este mismo número de AP). Actualmente son las movilizaciones en los países bálticos directamente motivadas por la crisis. Una nueva generación de jóvenes, en muchos caos aún estudiantes de instituto se está movilizando como se ha visto recientemente en Francia, Alemania y también en Italia, España y Grecia. En numerosos países surgen compañeros y grupos internacionalistas, todavía muy minoritarios y poco conocidos, pero que ante hechos como la barbarie de Gaza alzan su voz de manera clara - como hemos ido mostrando en el apartado "CCI on line" de nuestra "Web"-, denunciando los crímenes del capitalismo y defendiendo la única salida posible: la lucha independiente del proletariado, su unidad y solidaridad mundial por encima de razas y fronteras, en la perspectiva de la Revolución Mundial que acabe con el capitalismo en todos los países.
Acción Proletaria 19-1-09
Frente a la crisis económica que está asolando el planeta, el 15 de noviembre se celebró la famosa reunión internacional, tal y como se nos presentó originalmente, fue para cambiar el mundo y cambiar las reglas de operación del capitalismo: el G20 es la cumbre que reúne los miembros del G8 (Alemania, Francia, EUA, Japón, Canadá, Italia, Reino Unido y Rusia), además de Sudáfrica. Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México y Turquía, tal reunión debería sentar las bases para un nuevo capitalismo, no sólo saludable, sino también más humano. ¡Si recordamos! En septiembre, cuando un viento de pánico causó grandes estragos en los mercados de valores, todos los grandes del mundo, Bush, Merkel y otros, anunciaron con mucho bombo y platillo la celebración de una importante conferencia internacional. Nicolás Sarkozy, presidente de Francia y la Unión Europea, incluso ha desplegado un discurso «radical» el 23 septiembre en la tribuna de las Naciones Unidas, donde abogaba por un «capitalismo regulado» y «moralizado», sin vacilar en afirmar en la necesidad de «refundar el capitalismo».
La reunión tuvo lugar. ¿Cuál fue el Resultado? Prácticamente nada. Incluso la prensa internacional se vio obligada a reconocer que «la montaña ha dado a luz a un ratón». Por supuesto, nadie espera seriamente ver aparecer un «capitalismo más humano» que no existe, y los dirigentes del mundo hablando como padres a sus hijos acerca de Santa Claus. El capitalismo es y siempre será un sistema de explotación brutal y bárbaro. Pero incluso en términos de la lucha contra la crisis económica, los resultados de esta cumbre son particularmente magros. Veamos a que conclusiones llegan en una particular jerga incomprensible:
- La limitación de los «efectos cíclicos» (agravantes) de las reglas en vigor en los mercados financieros:
- La adaptación de las normas contables a nivel mundial, especialmente para los "productos financieros complejos":
- Mejorar la transparencia de los «mercados derivados» para reducir el «riesgo sistémico»;
- Mejorar las « prácticas de compensación»;
- Evaluación del mandato, el modo de gestión y las necesidades de los recursos de las instituciones financieras internacionales;
- Definir el campo de las instituciones que tienen una «importancia sistémica» - cuyo colapso amenazaría a todo el sistema financiero mundial y por lo tanto, requieren de una acción coordinada para evitar su fracaso.
En resumen, es jugar al bombero en servicio apoyando financieramente a la banca y los sectores estratégicos de la economía. Nada nuevo que no se haya hecho ya.
Es preciso reconocer una cosa. Es cierto que, a diferencia de 1929 (cuando los Estados, en un principio, no habían reaccionado habían dejado en el colapso a sectores enteros de la economía), toda las burguesías se han movilizado rápidamente. Con cañonazos de billones de dólares, que están tratando de salvar los centros vitales de sus economías, como los bancos y las grandes industrias... Y para ello se reencuentra tratando de taponar las grietas más grandes, tratando a veces de actuar en concierto, mientras que en 1929 habían hecho todo lo contrario (sin entender razones, cayeron en un proteccionismo sin límites, cerrando sus fronteras a los productos extranjeros que finalmente agravarían la crisis mundial). Esta movilización internacional ha evitado el violento colapso del sistema financiero y la quiebra de los bancos más grandes, como temían los economistas en los últimos meses.
Pero si la quiebra de todo el sector bancario, en particular, ha sido evitado, no hay solución real, y tampoco ninguna perspectiva de relanzamiento duradero pudo emerger de todas estas discusiones desde principios de septiembre, ya sea en el G7, G8, ni ahora el G20.
La burguesía es impotente, no puede resolver o regular la crisis histórica de su sistema, ya que esta tocada por una enfermedad mortal: la sobreproducción. Es por ello que el capitalismo entró en su fase de decadencia durante ya casi un siglo y esta atravesado por convulsiones irremediables que han hundido a la humanidad en una ininterrumpida ola de guerras (las dos guerras mundiales son el símbolo más fuerte) y en graves crisis económicas. El resultado del G20 es una demostración visible de la impotencia: mientras que la crisis hacía estragos, tanto como la hambruna amenaza a gran parte de la humanidad, y aun en la mayoría de los países desarrollados, el desempleo y la pobreza explotan, cualquier cosa que puedan hacer las mayores cumbres delplaneta no es más que votar sobre resoluciones vagas y "abstractas" "por normas más estrictas y un mejor control de los especuladores y los banqueros". Más ridículo aún, estas decisiones del G20 ni siquiera son de aplicación inmediata, sino que deben ser examinadas por un comité de expertos cuyas conclusiones será reexaminadas... ¡el 30 de abril 2009! Definitivamente no hay nada que esperar de todas estas cumbres.
Los economistas bien pueden apelar a un nuevo New Deal o de un nuevo Bretton Woods pero son incapaces de comprender el significado real de la situación actual. ¿Un nuevo New Deal? Sin embargo, el endeudamiento en 1933 y 1938, bajo el impulso de Roosevelt para aplicar una política de grandes obras y relanzar la economía ha sido ya realizado y centuplicado en las últimas décadas. Estados, empresas, hogares ya soportan el peso de una deuda insostenible y cada vez mayor. ¿No habrá un nuevo New Deal, ni un nuevo Bretton Woods, entonces? En 1944, la organización de un sistema financiero internacional basado en el dólar había ayudado a facilitar y estabilizar el intercambio sobre el cual el crecimiento económico se había basado. Pero hoy, no hay ninguna superpotencia que permita estabilizar el comercio mundial, por el contrario, somos testigos de la pérdida de crédito y la capacidad de los Estados Unidos para desempeñar su papel de locomotora de la economía mundial. Además, durante el G20 todos los demás potencias han desafiado el control de los EUA, empezando por Francia y su portavoz Nicolás Sarkozy. Y no hay ninguna nueva potencia emergente en el horizonte que pueda desempeñar este papel, ni siquiera la llamada Unión Europea, atravesada por la lucha para defender intereses nacionales contradictorios y totalmente opuestos entre unos y otros. No, no habrá un nuevo Bretton Woods. Por lo demás lo repetimos: las "medidas" se van a tomar solo para limitar los daños. Todo esto no hará más que en última instancia, extender la crisis en el tiempo y preparar un futuro aún más oscuro.
Las malas noticias económicas y anuncios de planes de despidos que están lloviendo en este momento indican lo que el mañana será un hecho. Todos los organismos internacionales, uno tras otro, prevén la recesión para 2009. Según la OCDE, la zona del euro debería ver un descenso en su actividad económica del 0,5%. ¡Gran Bretaña se vera afectada, con las previsiones -1,3%! Japón ya está en recesión a la altura de -0,1% y su economía debe seguir hundiéndose el próximo año. Para los Estados Unidos, la Reserva Federal (banco central de EUA) está considerando la posibilidad de un crecimiento negativo de -0,2%, pero Nouriel Roubini, el economista más escuchado hoy en Wall Street tras la exactitud de todas las previsiones los dos últimos años sobre el deterioro de la economía mundial, piensa en la posibilidad de lograr un escenario de pesadilla con una contracción de la actividad en el rango de 5% ¡durante dos años consecutivos en 2009 y 2010![1] No podemos saber que va a suceder, no es necesario hervir las ollas del futuro, pero el mero hecho de que uno de los más famosos economistas del mundo pueda considerar este tipo de escenario catastrófico revela la preocupación de la burguesía y la verdadera gravedad de la situación.
Aparte de los despidos, el sector bancario continuó su juego de masacre. Citigroup, uno de los mayores bancos del mundo, ha anunciado la supresión de 50 mil puestos de trabajo cuando ya ha destruido ¡23 mil desde principios de 2008! Aparte de este desastre, las noticias de la eliminación de 3200 puestos de trabajo en Goldman Sachs o el 10% de efectivos de Morgan Stanley son de repente pasados casi desapercibidos. Recordemos que la esfera de las finanzas, sin contar las últimas noticias, ya ha destruido más de 150 mil puestos de trabajo desde enero de 2008.
Otro sector especialmente afectado, es el de la industria automotriz. En Francia, Renault, el primer fabricante en el país, simplemente ha detenido su producción en noviembre; además ningún coche ha salido de sus talleres y esto, mientras que las cadenas ya estaban funcionando durante varios meses a un ritmo de orden del 54% de su capacidad en Europa[2]. PSA Peugeot-Citroen ha anunciado recortes de 3,350 puestos de trabajo y de nuevas medidas para implementar paros técnicos por un mes. Sin embargo, en el sector automotriz, una vez más, es en los Estados Unidos donde las noticias son más alarmantes, las famosas Tres Grandes de Detroit (General Motors, Ford y Chrysler) se encuentran al borde de la quiebra. Si el Estado no las rescata, entre 2.3 y 3 millones de puestos de trabajo se encuentran directamente amenazados (empleados temporales y de subcontratación son los primeros afectados). Y en tal caso, los trabajadores despedidos no sólo pierden su puesto de trabajo ¡sino también su seguro de salud y jubilación! Incluso si, como es más probable, los EUA sacan de su bolsillo un plan de financiamiento, y de reestructuración que será especialmente violento en los próximos meses, las carretadas de despidos se sucederán a un ritmo infernal.
El resultado esperado de estos ataques es, evidentemente, una explosión de la miseria. En Francia, el Socorro popular y organizaciones caritativas (Meaux) constatan ya para el mes de septiembre un aumentó en casi el 10% de las personas que sobreviven con sopa de cocina, y los jóvenes parecen especialmente afectados.
El futuro que nos espera no es un capitalismo más «humano» o más «moral» como nos quieren hacer creer todos estos charlatanes reunidos en el G7, G8 y G20, sino cada vez más un capitalismo salvaje, generador de una extensión de la miseria, la pobreza y el hambre.
Frente a la crisis y los ataques del capitalismo, sólo hay una solución: el desarrollo de las luchas de la clase obrera.
Pawel (noviembre 21)
[1] Fuente: https://contreinfo.info/article.php3?id_aiticle=2351 [65]
[2] A través de este ejemplo se refleja lo absurdo de cualquier economía capitalista. Por un lado, el desarrollo de la miseria, por otro ¡plantas funcionando a la mitad de su capacidad! La razón es simple: el capitalismo no produce para satisfacer las necesidades de la humanidad, sino para vender y realizar ganancias. Si una parte de la humanidad no tiene nada con que pagar, bien puede morir, ¡pues los capitalistas prefieren cerrar sus fábricas y destruir sus bienes no vendidos, antes que regalarlos!
Los comentaristas «oficiales» de la historia y los nostálgicos decepcionados de aquellos años gloriosos del «movimiento estudiantil» celebran los 20 años del Mayo francés de acuerdo sobre un punto: las «ilusiones revolucionarias del 68» habrían sido sólo eso: «ilusiones». La realidad de los 20 años que nos separan de aquella explosión social no sería sino la confirmación del carácter utópico de la idea de la revolución comunista, cuyas condiciones, en lugar de haber ido madurando, no habrían hecho sino alejarse.
Basta, sin embargo, con mirar sin los sucios anteojos de la ideología de la clase dominante para darse cuenta de que la dinámica profunda que ha atravesado estas dos décadas es expresión de una maduración, sin precedentes en la historia, de las condiciones de una revolución comunista mundial.
Nos es imposible aquí tratar con detalle estos 20 años de luchas de clases tan preñados de enseñanzas. Vamos sobre todo a intentar contestar a dos preguntas: ¿Qué fue y significó 1968?, ¿se han ido desarrollando desde entonces las condiciones de una revolución comunista mundial?
Aunque se desarrollaron en Francia, los acontecimientos de la primavera del 68 tuvieron, tanto por sus raíces como por sus consecuencias, una dimensión internacional. En el mundo entero las relaciones entre las clases empezaban a conocer un profundo cambio. Los acontecimientos no hicieron sino concretar de modo patente el proceso que se estaba desarrollando a escala planetaria, y a tal escala deben ser analizados.
La huelga de masas de 1968 en Francia, al igual que casi todas las grandes e importantes huelgas obreras se este siglo, fue, al principio, totalmente espontánea; no fueron, en absoluto, los sindicatos, quienes lanzaron el movimiento. Muy al contrario, éstos intentaron, en un principio, y en vano, detener por todos los medios a su alcance la movilización en cierne.
En lo inmediato, la movilización encontró al principio un formidable amplificador en la voluntad de responder a la represión brutal con que el Estado trataba las manifestaciones estudiantiles. Contra aquella represión, el 13 de mayo, París vivió una de las mayores manifestaciones de su historia. Luego, en unos cuantos días, por cientos de miles, en todas las ciudades de Francia, todos los sectores de la clase obrera entraron en lucha. Y tan rápidamente, el movimiento de huelga empezó a ser expresión del profundo descontento que estaba madurando en la clase trabajadora. 10 millones de trabajadores paralizaron el aparato productivo del capital francés.
La típica arrogancia de la clase dominante se mudó en sorpresa y desconcierto ante el despliegue de un proletariado que ella pretendía haber sometido y vencido definitivamente.
Tras haber sufrido la sangrienta derrota de aquellas magníficas insurrecciones obreras que habían marcado el final de la primera guerra mundial; tras haber tenido que soportar el triunfo de la contrarrevolución estalinista en Rusia; tras haber tenido que aguantar en los años 30 los efectos de una depresión económica sin poseer ya los medios para hacerles frente; tras haber sufrido una segunda guerra mundial cuyos horrores y barbarie eran apenas imaginables; tras haber soportado 20 años de reconstrucción económica, acompañada de la robotización y atomización de la vida social más inhumana; tras haber vivido cerca de 40 años bajo el control casi militar de los partidos políticos estalinistas, fascistas o democráticos; tras, para colmo, tener que haber oído durante años que se «estaba aburguesando» ; en resumen, tras años y años de aplastamiento, de sumisión y de desorientación, en Mayo de 1968, la clase obrera volvía a entrar por la puerta grande de la historia.
Si la agitación estudiantil que venía desarrollándose en Francia desde el principio de la primavera había quebrantado ya el ambiente social del país, con sus enfrentamientos repetidos con las fuerzas del Estado en barricadas en las que no sólo había estudiantes; si bien había habido ya unas primicias que anunciaban la cercana tormenta (en las factorías de Sud-Aviation, en Renault-Cleón), la entrada masiva en lucha de la clase obrera acabó por trastornarlo todo. La clase explotada levantaba la cabeza, provocando una sacudida en el orden social hasta sus más profundos cimientos.
«Comités de acción», de fábrica o de barrio, «comités de lucha», «grupos obreros», se formaban por todas partes, reuniendo a los elementos más combativos que querían comprender y agruparse para actuar con independencia de las estructuras sindicales. Las verdaderas y cabales ideas comunistas volvieron a encontrar en ellos su lugar.
La clase obrera, sin embargo, que fue sin duda la primera sorprendida por la amplitud de su propia fuerza, no estaba, en su conjunto, para plantearse si había que ir hasta el final en una tentativa revolucionaria. Ni mucho menos. La clase obrera estaba dando sus primeros pasos, sin experiencia y todavía llena de ilusiones.
La burguesía, una vez pasados los efectos de la sorpresa, no se quedó de brazos cruzados. Desplegando una cooperación sin falla entre todos sus sectores políticos, desde la derecha hasta la extrema izquierda y desde las fuerzas policíacas de represión hasta las estructuras sindicales, consiguió recuperar el control de la situación. Y hubo concesiones económicas acordadas con gran ruido de llamamientos a la vuelta al trabajo tras la «victoria de los acuerdos de Grenelle». Hubo anuncios de elecciones con el objetivo evidente de sacar las luchas de la calle y llevar a la gente a votar. Pero hubo sobre todo la conocida combinación entre la represión policíaca y el sabotaje de las luchas desde dentro por los sindicatos y las fuerzas de izquierda del capital.
Desde el principio los sindicatos orientan a los trabajadores hacia la ocupación de las fábricas, pero una ocupación que va a aparecer rápidamente como medio de encerrar a los obreros aislándolos a unos de otros, con el pretexto de «proteger la herramienta de trabajo de los estudiantes provocadores». A todo lo largo del movimiento, los sindicatos se dedican sin descanso a mantener la dispersión y el encierro de las fuerzas obreras. Los enfrentamientos directos entre obreros y responsables sindicales son frecuentes, a pesar del esfuerzo de éstos por no perder del todo su credibilidad. Tras la firma de los llamados «acuerdos de Grenelle», el responsable del principal sindicato, Georges Seguy ( secretario general de la CGT y miembro del buró político de PCF), que ha ido a la factoría de Renault-Billancourt para hacer votar la aceptación de dichos acuerdos y la vuelta al trabajo, se ve totalmente desaprobado por la asamblea general.
Será necesaria toda la capacidad maniobrera de los sindicatos para conseguir por fin que se vuelva al trabajo. Dos ejemplos concretos resumen lo que fue la labor final de «restablecimiento del orden»: el primero, cuando los sindicatos llaman a la vuelta al trabajo en los diferentes talleres del ferrocarril y de transportes de la capital, afirmando, y se trataba de una burda mentira, que otros talleres ya lo habían hecho; el segundo, cuando, en Sochaux (Peugeot), en la mayor fábrica de automóviles de Francia, relativamente aislada en el este del país, cuando se producen los violentísimos enfrentamientos provocados por las cargas de la policía para evacuar la fábrica –dos obreros son asesinados por la policía-, la CGT sabotea materialmente la organización de la resistencia en la fábrica, «para no ceder a la provocación», como decían siempre.
Muchos obreros volvieron al trabajo con la rabia en la garganta. Se rompieron muchos carnés sindicales. Incluso la prensa de derechas escribió elogios sobre el sentido de la responsabilidad de los sindicatos. La burguesía logró restablecer el orden, su orden.
Pero los acontecimientos de 1968 habían conseguido cambiar, de manera irreversible, la situación histórica. 10 millones de obreros, en el corazón del área más industrializada del mundo, habían cerrado una puerta de la historia: la de 40 años de aplastamiento ideológico del proletariado, 40 años de contrarrevolución triunfante. Así se iniciaba un nuevo período histórico.
Hoy, la burguesía ya no habla de 1968 con el odio que inculcaba a sus fuerzas policíacas cuando las barricadas o cuando reprimió la huelga en la factoría de Sochaux. Incluso, en sus medios de comunicación, toma a menudo un tonillo enternecedor para hablar de de las UTOPIAS de los jóvenes de aquel entonces. Mayo del 68 fue un hermoso sueño, pero irrealizable. Entiéndase: el capitalismo es eterno.
Es verdad que en Mayo de 1968, la cuestión de la revolución volvió a ser para millones de personas un tema de debate y reflexión. Cierto es que para una parte de los estudiantes, la revolución estaba al orden del día, inmediatamente. Se quería ¡todo y ya ¡ lo cual, también es verdad, era utópico.
La utopía no era, sin embargo, la idea general de la necesidad y la posibilidad de la revolución -como lo pretende la burguesía-, sino la ilusión de creer que era, hace 20 años, inmediatamente realizable.
Cabe hacer, primero, una salvedad. Para la parte de estudiantes que se reivindicaba de “la revolución” (una pequeña minoría, contrariamente a mucha leyenda que circula por ahí), esa palabra no significaba gran cosa. Antes de 1968, en Francia, como en la mayoría de los países, ya existía una agitación estudiantil. Muchos jóvenes estudiantes se interesaban por las llamadas luchas de liberación nacional de los países menos desarrollados, pues opinaban que no se podía esperar nada del proletariado “tan aburguesado” de los países industrializados; el nuevo ídolo era Che Guevara; muchos creían en el “socialismo” o en “el carácter obrero” de los regímenes de los países del Este…con sus preferencias, según las corrientes, por China, Cuba, Albania…; cuando la idea de revolución no se identificaba con la del capitalismo de Estado al modo estalinista, se perdía en una artística imprecisión que iba de las elucubraciones autogestionarias hasta las superadas utopías de los socialistas premarxistas; las tonterías de un Marcuse sobre la desaparición de la clase obrera y sobre la naturaleza revolucionaria de capas sociales como los estudiantes se granjeaban un éxito indudable.
Todo eso no quita que, independientemente de las confusiones universitarias, la realidad estaba planteando el problema de la perspectiva revolucionaria. El espectacular retorno de la fuerza del proletariado al ruedo social, el que éste demostrara en la práctica su capacidad para apoderarse del conjunto del aparato productivo social, el que la pesada losa del poder de las clases dominantes perdiera de repente su apariencia de eternidad, de algo inmutable e inevitable, todo eso daba lugar a que la cuestión de la revolución, aunque no fuera tratándola como realizable inmediatamente, volviera a obsesionar las mentes.
«Si se mira más de cerca, se verá siempre que las tareas surgen allí donde las condiciones materiales de su realización ya se han creado o se están creando». (K. MARX, Prólogo a la Crítica de la economía política).
Un nuevo desarrollo de las condiciones de la revolución “estaba creándose” en 1968. El proletariado que había sido capaz de lanzarse en varias ocasiones históricas al asalto revolucionario contra la sociedad de explotación, estaba volviendo y preparándose una vez más para empezar de nuevo. Pero entonces era el principio del proceso.
¿Cuáles son las condiciones de una situación revolucionaria?
Lenin definía las condiciones de una situación revolucionaria diciendo, en sustancia, que se necesitaba que «los de arriba no pudieran seguir gobernando como antes» y «los de abajo no quisieran seguir viviendo como hasta ahora». En efecto, una revolución social trae consigo un cambio de arriba abajo de las relaciones sociales existentes para intentar instaurar otras nuevas. Eso exige la voluntad revolucionaria de las masas, pero también un debilitamiento “objetivo” de las condiciones del poder de la clase dominante. Ahora bien, el poder de esta clase no descansa únicamente en las armas y la represión. (Contrariamente a lo que pretende el anarquismo). Ese poder tiene sus bases, en última instancia en la capacidad de la clase dominante para asegurar el funcionamiento de un modo de producción que permite la subsistencia material de la sociedad. Por lo tanto, no puede haber debilitamiento real del orden establecido sin crisis económica, ya tenga ésta la forma “pura” de la catástrofe económica o la forma “disfrazada” de una guerra.
Esta crisis es también una condición necesaria, aunque no suficiente, para el desarrollo de la voluntad revolucionaria de la clase obrera. La crisis, debido a la agravación de las condiciones de existencia que acarrea, obliga a la clase obrera a reaccionar y a unificarse mundialmente.
A esas condiciones “objetivas”, o sea independientes de la acción de la clase revolucionaria, hay que añadirles evidentemente las que rigen la extensión y la profundidad de la conciencia y la voluntad revolucionarias de dicha clase: liberación de la sumisión a la ideología dominante, asimilación de su propia experiencia histórica, confianza en sí, reapropiación de su programa histórico.
En 1968, esas condiciones estaban empezando a formarse y quedaba mucho para que su desarrollo llegase a su término.
En lo económico, el capitalismo estaba apenas saliendo del periodo de relativa prosperidad de la reconstrucción. La recesión de 1967, aunque ya era expresión del final de una época y del inicio de un nuevo periodo de crisis económica, fue todavía muy floja. El margen de maniobra de la burguesía empezaba otra vez a limitarse rápidamente, pero todavía le quedaban medios para capear los temporales de la máquina económica, aún a costa de manipulaciones económicas de los Estados que no hacían sino preparar nuevas y mayores dificultades en el futuro.
Para la clase obrera mundial, todo eso quedaba plasmado en ilusiones sobre la posibilidad de una nueva prosperidad. El carácter mundial de la crisis económica, que hoy parece tan evidente, no lo era entonces, ni mucho menos. Se creía todavía que las dificultades económicas eran algo nacional y que una mejor gestión de los asuntos públicos bastaría para restablecer la situación. Y en los países menos desarrollados funcionaba el mito de las llamadas “luchas de liberación nacional”.
El desempleo empezaba a aumentar, con su consiguiente desasosiego, pero sus cotas eran casi todavía las del “pleno empleo”, expresión que se empleaba entonces y que hoy ha caído evidentemente en desuso. En líneas generales, el nivel de vida, aunque ya empezaba a bajar no sufría todavía los bajones violentos que iba a conocer en las dos décadas siguientes. (Véase el artículo dedicado a “20 años de crisis económica”).
La inmadurez general se concretaba también en el grado de autonomía del proletariado respecto a las fuerzas sindicales del capital. Mayo del 68, al igual que todas las luchas de nuestra época, se caracterizó por el aumento de la oposición abierta entre obreros y organizaciones sindicales. En Mayo del 68 como en el 69 en Italia, la lucha obrera se vio a menudo violentamente enfrentada con ellas. Pero también en esto, sólo era el comienzo del proceso. Pese a la creciente desconfianza, seguía habiendo muchas ilusiones sobre la naturaleza de los sindicatos, considerados como “obreros a pesar de todo”.
Pero de lo que más adolecía la generación de proletarios de 1968 era de experiencia de luchas. Por impresionante que fue el despliegue de fuerzas proletarias en Mayo del 68, la clase obrera en su conjunto distaba mucho de comprender lo que de hecho estaba realizando y, menos todavía, ejercer un pleno control sobre ello. En general, su experiencia inmediata se limitaba entonces a las procesiones sindicales, a los entierros del Primero de Mayo, a las huelgas largas y aisladas.
Mayo del 68 distaba mucho de ser una verdadera situación revolucionaria. El conjunto de la clase obrera lo sabía o lo presentía. Y en esas condiciones, de nada servía toda aquella impaciencia de la pequeña burguesía intelectual en rebeldía que lo quería “todo y ya“ (1).
Veinte años de descomposición capitalista
Las condiciones de una situación revolucionaria a nivel mundial no han hecho sino desarrollarse y profundizarse durante los 20 últimos años. Quienes hoy niegan eso, son a menudo los mismos que creían que la revolución era inmediatamente realizable en 1968, y no es por casualidad, pues en ambos casos la relación entre crisis económica y lucha de clases es o ignorada o negada.
La evolución objetiva de la sociedad capitalista durante estos 20 últimos años puede resumirse en un balance tan catastrófico como amenazador. La miseria más espeluznante que la humanidad haya conocido se ha ido extendiendo como una plaga por las zonas menos desarrolladas del planeta pero también, cada día más, por los países centrales; la negación del más mínimo porvenir para una cantidad cada día mayor de desempleados y una agudización despiadada de las condiciones de explotación para quienes siguen teniendo trabajo; desarrollo permanente de la economía de guerra y agudización de las rivalidades comerciales y militares entre naciones: la evolución de la vida económica y política del capitalismo durante los últimos 20 años ha puesto en evidencia una vez más que la única “salida” en la que desemboca este sistema social decadente es una nueva guerra mundial. Desde la guerra de Vietnam hasta la de Irán-Irak, pasando por la destrucción de Líbano y la guerra de Afganistán, el capitalismo es una amenaza cada día mayor de transformar este planeta en un mar de sangre. (Véase en este número y el anterior el artículo dedicado a la evolución de los conflictos imperialistas). La evolución misma del capitalismo está destruyendo los cimientos en los que se basa el poder de la clase dominante.
Estos años han ido destruyendo muchas ilusiones en las conciencias obreras y han ido afirmando convicciones importantes:
Lo que es difícil de percibir no es tanto el desarrollo de la necesidad de la revolución y la conciencia que de esa necesidad adquiere el proletariado. Lo que más cuesta entender a ciertos enfoques superficiales es más bien el desarrollo de la posibilidad de la revolución, gracias a la acumulación de experiencias durante estos 20 años de combates obreros.
La lucha de clases durante estos años no ha tenido lugar de manera lineal. Su desarrollo ha sido, al contrario, entrechocado, complejo, con avances y retrocesos, con oleadas sucesivas interrumpidas por periodos de calma y contraofensiva de la burguesía. Si se miran globalmente estos 20 años de luchas a nivel mundial –único plano válido para comprender la dinámica de la lucha proletaria- pueden distinguirse tres grandes oleadas de luchas de la clase.
La primera la abrió mayo de 1968 y se extendió hasta 1974. Durante casi 5 años, en casi todos los países, tanto industrializados como menos desarrollados, del Este y del Oeste, las luchas conocieron un nuevo desarrollo. Desde 1969 en Italia (El otoño caliente) una fuerte oleada de huelgas, durante la cual se multiplicaron los enfrentamientos entre obreros y sindicatos, venía a confirmar que 1968 había sido el inicio de una nueva dinámica internacional de la lucha obrera; el mismo año en Argentina (Córdoba, Rosario), la clase obrera se echaba a la lucha masiva. En 1970, en Polonia, la lucha obrera alcanzaba nuevas cimas: enfrentamientos generalizados por las calles con la milicia; una clase obrera que obligó al gobierno a retroceder. Para los obreros de los países del Este, aquello fue la confirmación de que era posible luchar contra el totalitarismo estatal; para los obreros del mundo entero, el mito del carácter obrero de los países del Este sufría un nuevo golpe. Más tarde, en un contexto internacional de gran combatividad, se producen luchas muy significativas en España (Barcelona 1971), en Bélgica y Gran Bretaña (1972).
A partir de 1972, sin embargo, la movilización obrera va a empezar a menguar a nivel internacional. A pesar de las luchas importantes que lleva acabo la clase obrera en Portugal y España cuando la democratización de los regímenes políticos (1974-1977), a pesar de la nueva oleada de huelgas de 1976 en Polonia, en general y en particular en Europa Occidental, la movilización obrera se reduce fuertemente.
En 1978, una nueva oleada de luchas obreras estalla a nivel internacional. Más breve que la anterior, se observa entre 1978 y 1980, un nuevo despliegue de fuerzas proletarias, significativo por su simultaneidad internacional. Las huelgas masivas en el sector petrolífero en Irán en 1978, las de los metalúrgicos alemanes y brasileños de 1978 a 1980; las luchas de los mineros de Estados Unidos en 1979 y de los transportes de Nueva York en 1980; las violentas luchas de los siderúrgicos franceses en el 79 o las de los estibadores de Rótterdam ese mismo año; “el invierno de descontento” (1979-80) en Gran Bretaña que desembocó en la gran huelga de los siderúrgicos y acarreó la caída del gobierno laborista; las huelgas en Togliatigrado en la URSS, en 1980, así como las de Corea del Sur en la misma época…Todos esos combates vinieron a confirmar que la calma social de mediados de los 70 sólo había sido provisional.
Luego, en Agosto de 1980, en Polonia, estallaría la lucha obrera más importante desde los años 20. Sacando las lecciones de las experiencias del 70 y del 76, la clase obrera despliega y alcanza un grado extraordinario de combatividad, de organización y de dominio de sus propias fuerzas. Pero esa dinámica va a chocar con dos escollos asesinos: las ilusiones de los trabajadores de los países del Este sobre la “la democracia occidental” y, en particular, sobre el sindicalismo y, en segundo lugar, el marco nacional. Solidarnosc, el nuevo sindicato “democrático”, formado bajo la atenta vigilancia de las fuerzas “democráticas” occidentales, impregnado de -y propagandista activo- de la más insidiosa ideología nacionalista, supo inocular y cultivar sistemáticamente ese veneno. En la realidad de los hechos, el fracaso de la huelga de masas en Polonia que quedó rematado con el golpe de Jaruzelski en diciembre de 1981, planteó abiertamente la cuestión de la responsabilidad del proletariado de los países más centrales y con la mayor experiencia histórica, no sólo en cuanto a la internacionalización de la lucha obrera, sino también en cuanto a su contribución para superar las ilusiones sobre “las democracias occidentales” que pesan en el proletariado de los países del Este.
Después de un periodo de reflujo que internacionalmente se produjo en las luchas obreras tras el final del movimiento en Polonia, una tercera oleada de luchas se inicia a finales de 1983, con la huelga del sector público en Bélgica. En Alemania Occidental, en Hamburgo, es la ocupación de los astilleros. En 1984, Italia vive una potente ola de huelgas contra la desaparición de la escala móvil y que desemboca en una manifestación de un millón de trabajadores en Roma. En Gran Bretaña, fue la gran huelga de los mineros que duró un año y que, a pesar de lo ejemplar del valor y de la combatividad desplegada, dejó muy patente la ineficacia de las huelgas largas y aisladas en nuestra época. Durante ese mismo año se producen luchas importantes en India, en EEUU, en Túnez y en Marruecos. En 1985 fue la huelga masiva en Dinamarca; varias oleadas de huelgas espontáneas zarandean a ese otro “paraíso socialista” que es Suecia; se producen las primeras grandes huelgas en Japón (ferrocarriles), las huelgas en el área de Sao Paulo, Brasil, en plena transición “democrática”. En Argentina, Bolivia, Sudáfrica, Grecia, Yugoslavia, se viven luchas importantes. El año 1986 es sobre todo el año de la huelga masiva de Bélgica, en la primavera, huelga que paraliza el país, que se extiende por sí misma, pese a la labor contraria de los sindicatos. A finales del 86 y principios del 87, los ferroviarios de Francia despliegan un combate que se caracteriza por los intentos obreros por organizarse fuera de los sindicatos. En la primavera del 87, España conoce una serie de huelgas que se organizan en contra de los planes del gobierno socialista. Luego serán las luchas de los mineros de Sudáfrica, las de los trabajadores de la electricidad en México y una gran oleada de huelgas en Corea del Sur. El año 1987 estará marcado por las luchas de los trabajadores de la enseñanza escolar en Italia, los cuales consiguen organizar fuera y contra los sindicatos. Y, para terminar, la reciente movilización de los trabajadores del Ruhr en Alemania y la reanudación de las huelgas en Gran Bretaña en 1988 (véase el editorial de este número) vienen a confirmar que esta tercera oleada internacional de luchas obreras, que ya dura desde hace 4 años dista mucho de estar terminada, abriendo además perspectivas tanto más importantes por cuanto el capital mundial ha sufrido una nueva agravación de su crisis económica.
La simple comparación entre las características de las luchas de hace 20 años y las de hoy, ya permite darse cuenta de la amplitud de la evolución que se ha ido produciendo en la clase obrera. Su experiencia propia, añadida a la evolución catastrófica del sistema capitalista, le ha ido permitiendo tomar un enfoque mucho más lúcido de la realidad de su combate. Eso se ha plasmado en:
- la pérdida de ilusiones en las fuerzas políticas de la izquierda del capital, y en primer lugar de los sindicatos, ilusiones que se han ido cambiando en desconfianza y en una hostilidad que no ha hecho sino crecer día tras día.
- el abandono cada vez más evidente de las formas de movilización ineficaces, callejones sin salida en los que los sindicatos tanto han metido y gastado la combatividad obrera, tales como:
Pero la experiencia de estos 20 años de lucha no sólo ha dejado en la clase obrera enseñanzas “negativas” (lo que no hay que hacer), sino también, esa experiencia se ha plasmado en lecciones sobre cómo hay que hacer las cosas:
revocables (Francia a finales del 86, Italia 1987, principalmente).
En general, los obreros han utilizado menos la huelga como forma de lucha: cuando el combate se entabla tiende a ser masivo y “la calle”, o sea la acción política cobra cada día más patente la total incompatibilidad entre los interese obreros y los del orden social dominante.
Durante estos 20 años, lentamente, con altibajos, el proletariado mundial ha ido profundizando su conciencia perdiendo ilusiones, ganando experiencia y determinación.
La burguesía mundial también ha aprendido mucho de estos años. El problema del mantenimiento del orden social se ha vuelto prioritario. La burguesía ha desarrollado numerosos medios de represión: todos los gobiernos del mundo han creado o reforzado, en los últimos 20 años, sus policías “antidisturbios”, han inventado nuevas armas de “guerra civil”, han desarrollado sus policías políticas…Muchos gobiernos han utilizado a fondo la desesperación suicida de pequeños burgueses metidos a terroristas para reforzar el ambiente represivo. En las fábricas, el chantaje del desempleo se ha usado sistemáticamente como medio de represión.
Pero lo mejor ha aprendido la burguesía es a usar las fuerzas políticas y sindicales que trabajan dentro de la clase obrera: sindicatos, partidos “de izquierda”, organizaciones “izquierdistas”. También se ha dedicado a “democratizar” regímenes de algunos países (Portugal, España, en Latinoamérica, Filipinas, Corea del Sur…) no, desde luego, para aliviar el peso de su dictadura, sino para crear órganos sindicales y políticos capaces de completar la labor que el ejército y la policía eran incapaces de hacer solos. En los países de más antigua tradición “democrática”, frente al desgaste de los sindicatos oficiales y de los partidos de izquierda, la burguesía ha echado mano del “sindicalismo de base” o de sus fuerzas “extraparlamentarias” para encarrilar las luchas hacia el terreno sindical y “democrático”. Estamos lejos de la “sorpresa” que produjeron las luchas obreras a finales de los años 60. Pero ese “rearme” de la burguesía no es sino la expresión de la necesidad que tiene de recurrir a medios cada vez más extremos para encarar una situación cada día más difícil de controlar. Tras ese “reforzamiento” lo que aparece es el hundimiento de las bases reales de su poder.
Para la pequeña burguesía impaciente de los años 60 todo eso es demasiado largo, demasiado difícil, no va ninguna parte. Todo le parece retroceso con relación a los años 60. Para los marxistas, la evolución de estos años no ha hecho sino confirmar lo que ya Marx formuló en el siglo XIX, sobre lo que es la lucha de la única clase de la historia que es a la vez clase explotada y revolucionaria. En el combate revolucionario de la burguesía contra el feudalismo cada victoria se plasmaba en un desarrollo de su poder político real sobre la sociedad, a expensas de la nobleza; el combate revolucionario del proletariado, en cambio, no va adquiriendo ni acumulando poder en su desarrollo. Mientras el proletariado no haya alcanzado la victoria política final, o sea, la Revolución, sigue siendo una clase explotada, desposeída, reprimida. Por todo eso es por lo que sus luchas aparecen cual eterno volver a empezar.
“Las revoluciones proletarias, en cambio, como las del siglo XIX, se critican a sí mismas, interrumpen a cada instante su propio discurrir, regresan hacia lo que ya parecía cumplido para volver a empezarlo de nuevo, se burlan sin concesiones de las vacilaciones, las debilidades y las miserias de sus primeros intentos; dan la impresión de que derriban al adversario, pero para dejarle que recobre nuevas fuerzas en el suelo y se levante de nuevo con toda su fuerza contra ellas, retroceden una y otra vez ante lo inmenso e infinito de sus propias metas, hasta que se cree una situación que haga imposible toda vuelta atrás, hasta que las circunstancias mismas griten: “Hic Rhodus, hic salta” (2).” ( K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte)
Quizá se hable con menos facilidad de revolución hoy en 1988 que en 1968. Pero cuando esa palabra es un grito en una manifestación que denuncia la naturaleza burguesa de los sindicatos en Roma o en una manifestación de desempleados en Bilbao, tiene un sentido mucho más concreto y profundo que en las asambleas enfebrecidas y llenas de falsas ilusiones de 1968.
1968 fue la afirmación del retorno del objetivo revolucionario. Durante 20 años, las condiciones de su realización no han parado de madurar. El hundimiento del capitalismo en su propio abismo, la situación cada día más insoportable que ese hundimiento crea entre las clases explotadas, la experiencia acumulada por la combatividad obrera, todo eso lleva a la situación de la que Marx hablaba, la situación que “hace imposible toda vuelta atrás”.
R.V.
Notas:
(1) Para una historia y un análisis revolucionarios de los acontecimientos de Mayo del 68, recomendamos el libro: Mai 68 et la question de la révolution, de P. Hempel (c/o Librairie “La Boulangerie”, 67, rue de Bagneux, 92000 Montrouge, Francia).
(2) Esa frase está sacada de una leyenda griega: un presuntuoso recorría las ciudades del mediterráneo diciendo que era capaz de saltar por encima del Coloso de Rodas, hasta que un día se encontró en la isla y le dijeron: “ En Rodas estás, aquí es donde debes saltar”.
En la guerra sin cuartel en la que desde hace una década se confrontan las facciones de la burguesía venezolana, los sectores opositores al chavismo se han anotado un importante avance en las elecciones de alcaldes y gobernadores de Estado del 23 de noviembre pasado: después de controlar 2 gobernaciones. ahora gobiernan 5; y aunque han perdido varias alcaldías, han ganado la «Joya de la Corona», la Alcaldía Mayor (gobierno local de Caracas) y también en 4 de las 5 alcaldías de la capital, arrebatando al oficialismo la alcaldía del Municipio Sucre, emblemática para el chavismo debido que en ésta habita un porcentaje importante de los pobres de Caracas, sector hacia donde el chavismo ha privilegiado sus campañas ideológicas. En Caracas y en los Estados que ahora gobierna la oposición son los Estados mas poblados, concentran el 45% de la población del país y la mitad del padrón electora1[1]
Después de este avance de la burguesía «traidora» y «pitiyanqui» (calificativo, entre otros, que el chavismo utiliza contra sus opositores) el chavismo se vio ante la cruda realidad de que su máximo líder tendrá que abandonar el poder dentro de 4 años, en un contexto nada favorable para la burguesía en su conjunto, pero mucho menos para la llamada «boliburguesia» en el poder:
- una pérdida progresiva de la popularidad del chavismo entre los sectores más depauperados de los principales centros urbanos: situación que se refleja en los resultados de estas elecciones y en las de diciembre de 2007 cuando fue derrotado en referéndum la propuesta oficialista de reforma de la constitución, que entre otros aspectos, contemplaba la reelección indefinida.
- un avance lento pero persistente de las fuerzas de oposición, quienes han cambiado su estrategia de confrontación «golpe a golpe» evitando caer en las provocaciones del chavismo, mientras éste se agota de manera progresiva a nivel interno y externo.
- un temor a la pérdida del poder y sus consecuencias: el chavismo sabe que de ser desplazado por las fuerzas opositoras, no solo perderá el control del Estado sino que éstas le pasarán factura para intentar aniquilar políticamente a Chávez e incluso enjuiciar a sus altos dirigentes por corrupción, entre otras acusaciones.
- la aceleración de la crisis mundial del capitalismo, que ha ocasionado que el precio de la cesta petrolera venezolana haya tenido un bajón espectacular de $126 a $34 en tan sólo 4 meses; lo que representa una importante disminución de los recursos necesarios para proseguir la política populista a nivel interno y los planes geopoliticos que se ha trazado la burguesía venezolana, que utiliza el suministro de petróleo como arma de penetración.
- el cambio de gobierno en USA, que le- puede dificultar a Chávez y a los gobernantes que comulgan con la ideología del «Socialismo del Siglo XXI», justificar la retórica «anati-imperialista» debido a la reorientación que puede sufrir la política americana hacia Al (sobre todo tratando de privilegiar el diálogo mostrando una careta de «apertura»).
- por último y no menos importante: el auge progresivo de las luchas del proletariado en su propio terreno de clase, que evidencian una tendencia a intentar romper con la polarización política en sus filas: y la aceleración de las protestas sociales, en su mayoría protagonizadas por simpatizantes del chavismo indignados por el incumplimiento de las promesas gubernamentales.
Ante este panorama, Chávez, de manera precipitada ha comenzado a movilizar su maquinaria política del Partido Socialista Unido de Venezuela y a presionar a las instituciones del Estado para promover una enmienda constitucional que le permitiría postularse a las próximas elecciones presidenciales y subsiguientes, lo que abriría la posibilidad para su reelección indefinida. Es tal la premura, que se ha propuesto el voto de la enmienda a la constitución en tiempo record para febrero de 2009. y ya la Asamblea Nacional, casi en su totalidad oficialista, está a punto de aprobar la convocatoria. Con esta campaña a favor de la enmienda tipo ‘«patria o muerte» y el frenesí que le ha puesto el propio Chávez, se expresa una situación de «huida hacia adelante», pues el oficialismo está dispuesto a jugárselo todo por permanecer en el poder. De ganar el oficialismo la enmienda, se acentuaría el acoso contra las facciones opositoras; pero sobre todo, tendría un aval para implantar las inevitables medidas impopulares para enfrentar el vendaval de la crisis capitalista.
Esta frenética campaña por la reelección ha sido acompañada por una aceleración de la confrontación política ofícialismo-oposicion. Aunque el Consejo Nacional Electoral y el propio Chávez han reconocido formalmente el triunfo de los opositores, hacen todo lo posible para impedirles que gobiernen: se les amenaza con no entregarles los recursos presupuestarios; el ejecutivo ha emitido decretos que les elimina competencias en materia de salud, educación, seguridad pública, etc.; prácticamente ha habido un saqueo de las gobernaciones y alcaldías antes de ser entregadas a la oposición y se ha movilizado a elementos radicalizados del chavismo para amedrentar a los nuevos gobernantes e incluso para impedirles que asuman el cargo.
Estos acontecimientos evidencian el alto grado de descomposición que reina en las filas de la burguesía venezolana, que es capaz de poner en riesgo la estabilidad de su Estado y su propia capacidad de gobernar, en beneficio de una u otra facción. Chávez. que llegó al poder como un garante de la gobernabilidad ante la descomposición de las facciones burguesas que le precedieron en el poder, sustentado en su ascendencia en la inmensa masa de pobres del país; después de una década en el poder, se ha transformado en uno de los factores mas activos de ingobernabilidad al querer jugar sus propias cartas excluyendo a varios sectores del capital nacional.
En esta lucha enconada y sin pausa enirc las facciones burguesas chavistas y opositoras, la carne de cañón la pone el proletariado y esas capas depauperadas que cifran sus esperanzas en unos u otros. De allí la incesante campaña por polarizar a los proletarios y la población a favor de uno u otro bando. Esa estrategia de la polarización no sólo ha llevado a los proletarios a confrontarse unos contra otros y a debilitar los lazos de solidaridad, sino que ha permitido que la burguesía en su conjunto acentúe las condiciones de explotación y miseria sobre el proletariado y el conjunto de la población; condiciones que se van a exacerbar con la agudización de la crisis capitalista mundial: los ataques al salario y a las condiciones de vida se van a acentuar; ya los discursos de la burguesía no pueden ocultar que la baja en los ingresos petroleros se va a sentir en nuestros bolsillos y nuestras espaldas; la burguesía no va a sacrificar sus intereses de clase y geopolíticos por los «desposeídos», tal como lo pregonan. La inflación, que este año superará el 30% la congelación de los salarios, las deudas saláriales y sociales pendientes, el retraso en los pagos de sueldos, salarios y pensiones; la escasez de alimentos, que dependen de un 70% de las importaciones: están a la orden del día.
Debido a las necesidades urgentes del capital nacional ante el avance inexorable de la crisis, tanto oficialistas como opositores exacerban las campañas para movilizar al proletariado tras las banderas que sólo benefician a las clases dominantes: «comunismo» vs. democracia; totalitarismo vs. democracia, centralismo vs. descentralización, nacionalización vs. empresa privada, etc.
De allí la necesidad de que el proletariado logré romper el corsé maldito de la polarización y se oriente a defender de manera combativa sus intereses de clase: lo que abrirá las vías para superar de forma positiva la barbarie en que nos sumerge día a día la clase burguesa y su sistema decadente y en descomposición.
Varios sectores del proletariado han iniciado este camino, aunque de manera tímida y dispersa: las luchas emprendidas por los obreros siderúrgicos de la región de Guayana desde comienzos de año, nos han mostrado que el proletariado es capaz de colocar en primer plano su lucha, pese a las campañas a favor o en contra de la nacionalización de la industria y a la polarización electoral. Así mismo los petroleros, los obreros de las industrias básicas de Guayana, trabajadores del Metro, los trabajadores de los tribunales y otros trabajadores del sector público se han manifestado en ese sentido.
Pero también está abierto el camino hacia la revuelta social como la de 1989, que en nada beneficia a la lucha del proletariado. Ya el chavismo está mostrando un agotamiento para responder a las necesidades de las masas excluidas sociales, que le sirvieron de sustento para su ascenso; las manifestaciones casi a diario de indignación de esas masas así lo indican. Sólo la figura de Chávez (que mantiene todavía cerca de un 50% de popularidad) logra mantener una relación afectiva con estas masas, que la crisis se encargará de debilitar.
La única salida para estas capas y para el conjunto de la sociedad es que los trabajadores, mediante su lucha persistente en su terreno de clase, puedan convertirse en un factor de fuerza ante las facciones de la burguesía, que no dudarán en ponerse de acuerdo para enfrentarlo.
Un factor a favor de la luchas es la agudización de la crisis capitalista, que inevitablemente forzará al proletariado de los países centrales a luchar contra sus respectivas burguesías, ;o que de seguro servirá de inspiración para el proletariado de la periferia.
Internacionalismo
17/12/2008
[1] El oficialismo ganó el 7 de 22 gobernaciones y 269 de 335 alcaldías; obtuvo 52% y la oposición 48% de un total de millones de votos
Publicamos más lejos una resolución sobre la situación internacional adoptada por la CCI en abril de este año de 1992. Desde entonces, los acontecimientos han venido ilustrando con creces los análisis en ella contenidos. Descomposición y caos, especialmente en lo que a enfrentamientos imperialistas se refiere, se agravan constantemente como así puede verse en las matanzas de Yugoslavia. La crisis económica mundial, por otra parte, mantiene su ritmo catastrófico, lo cual está poniendo las condiciones para que se reanuden los combates de clase contra los que ya se está preparando la burguesía activamente.
*
El desmoronamiento, en la segunda mitad del año 89, del bloque del Este sigue haciendo notar sus consecuencias. El llamado “nuevo orden mundial” que se anunciaba, como así lo pretendía el presidente Bush, es en realidad un desorden todavía mayor que el anterior, un caos sangriento en el que se amontonan un día tras otro las ruinas y los muertos, a la vez que los viejos antagonismos entre grandes potencias han dejado el sitio a nuevos antagonismos cada día más explosivos.
El desencadenamiento de los antagonismos imperialistas
No hay posibilidad de que se atenúen los conflictos entre las diferentes burguesías nacionales en el capitalismo decadente, y menos todavía cuando la crisis económica abierta pone clara y decisivamente al desnudo el atolladero en que está metido el sistema. Cuando ya no hay la menor salida a la economía capitalista, cuando todas las políticas destinadas a superar la crisis no han tenido otro efecto sino ponerlo todo todavía peor, cuando las pócimas han sido en realidad venenos que han agravado al enfermo, sólo le queda una alternativa a la burguesía, sean cuales sean sus medios y su poderío, y es la huida ciega en la guerra y los preparativos de ella. La desaparición, en 1989, de uno de los dos bloques militares que se habían repartido el mundo desde el final de la Segunda Guerra mundial, no ha abierto ni mucho menos la “nueva era de paz” que nos prometían los propagandistas de la burguesía. Lo que ha pasado es lo contrario: puesto que la amenaza del “imperio del mal” había dejado de cernerse sobre ellos, a los “aliados” de ayer, o sea a los principales países del bloque occidental, se les han subido los humos poniendo por delante sus intereses específicos frente al “gran hermano” norteamericano.
Las alianzas contraídas por las diferentes burguesías nacionales nunca son matrimonios de amor sino que son bodas de interés. A la vez que presenciamos “reconciliaciones” portentosas, en las que se descubre que el odio recíproco que los Estados habían inculcado durante décadas a las poblaciones deben dejar el sitio a “amistades inquebrantables”, también podemos ver que los mejores amiguetes de ayer “unidos para siempre en la historia” por sus “valores comunes”, por “las dificultades compartidas”, no vacilan en transformarse en enemigos irreconciliables en cuanto dejan de converger sus intereses. Así había ocurrido durante y después de la Segunda Guerra mundial con la URSS estalinista, la cual fue primero presentada por las llamadas democracias occidentales como secuaz del diablo hitleriano, luego como “heroica compañera de combate” y, después, otra vez, como la mismísima encarnación del demonio.
Hoy, aunque las estructuras básicas del bloque regentado por EEUU (OTAN, OCDE, FMI, etc.) subsisten formalmente, por mucho que los discursos de la clase dominante evoquen todavía la unión de las grandes “democracias”, en realidad la Alianza atlántica está muerta y bien muerta en la realidad de los hechos. Y todos los hechos que se han producido en los casi dos años últimos no hacen sino confirmar esa realidad: el hundimiento del bloque oriental tenía obligatoriamente que provocar la desaparición del bloque enemigo, el cual acababa de lograr la victoria en la guerra fría que los había enfrentado desde hacía más de 40 años. No sólo ha desaparecido hecha añicos la solidaridad de los principales países occidentales. Además, aunque sea de forma embrionaria, ya están dibujándose las tendencias a la formación de un nuevo sistema de alianzas que opondría por un lado a Estados Unidos y sus aliados y por otro a una coalición dirigida por Alemania. Como ya lo hemos puesto en múltiples ocasiones de relieve en nuestra prensa, la guerra del Golfo de principios del 91 se debió fundamentalmente a las tentativas americanas para poner freno al proceso de disgregación del bloque occidental, cortando de raíz la menor veleidad de formación de un nuevo sistema de alianzas. Los acontecimientos de Yugoslavia desde el verano de 1991 han demostrado que la enorme operación organizada por Washington ha tenido efectos limitados y en cuanto terminaron los combates en el Golfo y terminó la “solidaridad” exigida entre los coaligados, los antagonismos de fondo volvieron a surgir. La reanudación actual de los combates en lo que fue Yugoslavia, en Bosnia-Herzegovina esta vez, está confirmando, detrás de las apariencias, la agravación de las tensiones entre las grandes potencias que formaban el bloque del Oeste.
Mientras escribimos estas líneas la guerra sigue causando estragos en la ex-Yugoslavia. Después de meses y meses de matanzas en Croacia, cuando parecía que las cosas se calmaban en la zona, le toca ahora a Bosnia-Herzegovina el fuego y la sangre. En dos meses la cifra de muertos ha sobrepasado los 5.000. Heridos por decenas de miles a la vez que miles de personas se ven obligadas a abandonar las zonas de combate junto a la misión de la ONU en Sarajevo y otros organismos que pretendían aportar un mínimo de protección a esas poblaciones.
Hoy Serbia ha sido declarada “nación culpable”, como dicen los periódicos. El 30 de mayo, la ONU ha adoptado medidas rigurosas de embargo contra ese país, comparables a las impuestas a Irak antes de la guerra del Golfo, para obligarla a que cese, junto con las milicias serbias, su diluvio de hierro y de fuego en Bosnia. Y ha sido Estados Unidos quien encabeza esta campaña de gran envergadura contra Serbia a la vez que se proclama defensor de la “Bosnia democrática”.
Baker no vacilaba en evocar, el 23 de mayo, la posibilidad de una intervención militar para doblegar a Serbia. Bajo la fuerte presión norteamericana, los demás miembros del Consejo de Seguridad, que podían ser reticentes como Rusia y Francia, acabaron uniéndose a la moción “dura” de EEUU. De paso, este país no ha desaprovechado ninguna ocasión para hacer resaltar que el mantenimiento del orden en la antigua Yugoslavia incumbía fundamentalmente a los países de Europa y a la CEE y que ellos, los Estados Unidos, sólo se metían en el asunto, a causa de la impotencia de aquéllas.
Para quien haya seguido el juego de las grandes potencias desde el inicio de los enfrentamientos en Yugoslavia, la postura actual de la primera de entre ellas puede aparecer como un misterio. Durante meses, sobre todo tras la proclamación de la independencia de Eslovenia y de Croacia durante el verano de 1991, los Estados Unidos se portaron como auténticos aliados de Serbia, condenando el desmantelamiento de Yugoslavia que iba a provocar necesariamente la secesión de las dos repúblicas del Norte. En la CEE, los países tradicionalmente más cercanos a EEUU, Gran Bretaña y Holanda, lo hicieron todo para dejar las manos libres a Serbia en sus operaciones por dominar a Croacia o, al menos, quitarle un buen trozo de su territorio. Durante meses, los Estados Unidos no han parado de poner en evidencia la “impotencia europea” que habían contribuido ellos a agravar, para acabar apareciendo cual Supermán de las historietas para obtener, tras la acción del emisario de la ONU (el diplomático Cyrus Vance, estadounidense como por casualidad), el cese de los combates en Croacia cuando ya Serbia había alcanzado lo esencial de sus objetivos militares en la región.
Esa actuación de la diplomacia norteamericana se entiende perfectamente. En efecto, la independencia de Croacia fue espoleada por Alemania porque coincide con las nuevas ambiciones imperialistas de este país, cuya potencia y posición en Europa lo transforman en el pretendiente más serio para la función de jefe de una nueva coalición dirigida contra Estados Unidos, ahora que ha desparecido toda amenaza procedente del Este. Para la burguesía alemana, una Croacia independiente y “amiga” era la condición de la apertura de un acceso al Mediterráneo, lo cual es una carta indispensable para cualquier potencia que pretenda desempeñar un papel mundial. Y eso es lo que los Estados Unidos querían evitar a toda costa. Su apoyo a Serbia durante sus enfrentamientos con Croacia, que han causado tantos y considerables estragos en este país, permitía a EEUU dar claramente a entender tanto a Croacia como a Alemania lo mucho que cuesta hacer una política que vaya en contra de sus intereses. Y precisamente al no haber estado obligada la primera potencia mundial a “mojarse” directamente en 1991 y principios de 1992, dejando que apareciera claramente la impotencia de la CEE, ha podido últimamente organizar una aparatosa entrada en escena señalando con enérgico dedo a la nueva cabeza de turco, aliado de ayer, Serbia.
La reciente y repentina pasión de Estados Unidos por la independencia de Bosnia-Herzegovina no se debe desde luego a que las autoridades de esta república sean más “democráticas” que las de Croacia. Tan gánsteres son unos como otros los que gobiernan en Sarajevo, Zagreb, Belgrado y... Washington. En realidad, desde el punto de vista de EEUU, la gran superioridad de Bosnia respecto a Croacia, es que aquélla puede ser un punto de apoyo de primera importancia para contrarrestar la presencia alemana en la región. Por razones tanto geográficas como históricas, Alemania era, en un principio, el país mejor situado para integrar a la Croacia independiente en su zona de influencia. Por eso no ha intentado EEUU hacer una inmediata competencia a Alemania en Croacia, haciendo todo lo posible, en cambio, por entorpecer la independencia de este país. Pero después, la burguesía norteamericana ha tenido que volver a reafirmar su función de “gendarme” del mundo y por lo tanto tenía que volver enérgicamente a una región que depende más bien de los Estados europeos. El cinismo y la bestialidad del Estado serbio y de sus milicias le han dado una ocasión pintiparada. Tras declararse gran protector de la población de Bosnia-Herzegovina víctima de aquéllos, el Tío Sam se prepara ahora a sacar partido de la situación en varios planos:
- da la prueba, como cuando la guerra del Golfo y la conferencia de Madrid sobre Oriente Medio de finales del 91, que ningún problema importante en las relaciones internacionales podrá arreglarse sin la intervención washingtoniana;
- dirige un mensaje a las esferas dirigentes de los dos grandes vecinos de la ex Yugoslavia, Italia y Turquía, países de una importancia estratégica de primer orden, para convencerlos de que se mantengan fieles;
- reaviva las llagas que abrió la cuestión yugoslava en la alianza privilegiada entre Francia y Alemania (aunque estas dificultades no sean suficientes para poner en entredicho los intereses convergentes que existen en otros aspectos entre esos dos países, lo cual ha quedado plasmado en la decisión de formar un cuerpo de ejército común) ([1]);
- prepara su implantación en Bosnia-Herzegovina para así privar a Alemania de la libre disposición de los puertos croatas de las costas dálmatas.
Respecto a esto último, basta con mirar un mapa para comprobar que Dalmacia es una estrecha franja de tierra entre el mar y los montes de Herzegovina. Si Alemania, merced a su alianza con Croacia, soñara con instalar bases militares en los puertos de Zadar, Split o Dubrovnik como puntos de apoyo de una posible flota mediterránea, se vería ante el hecho de que esos puertos se encuentran respectivamente a 80, 40 y 10 km de la frontera “enemiga” (Dubrovnik tiene incluso la peculiaridad de estar cortado del resto de Croacia por la salida al mar de Herzegovina). En caso de crisis internacional, no sería difícil para la potencia norteamericana bloquear esos puertos, como así lo ha demostrado Serbia hasta ahora, cortando esas posibles avanzadillas alemanas de su retaguardia y haciéndolas inutilizables.
En cuanto al “mensaje” dirigido a Italia, adquiere toda su importancia en un momento en que al igual que las demás burguesías europeas (como la francesa, cuyo partido neogaullista, el RPR, está dividido entre partidarios y adversarios de una alianza más estrecha con Alemania en el seno de la CEE), la italiana está dividida en cuanto a alineamientos imperialistas, como lo demuestra muy bien la actual parálisis de su aparato político. Teniendo en cuenta la posición de primer plano de ese país en el Mediterráneo (control del paso entre el oriental y el occidental, presencia en Nápoles del mando de la VIa flota USA), los Estados Unidos están dispuestos a echar el resto para que Italia no tenga la tentación de unirse a la alianza franco-alemana.
También se entiende el aviso de EEUU a Turquía, ahora que este país intenta emparejar sus propias ambiciones regionales respecto a las repúblicas musulmanas de la exURSS (a las cuales Turquía espera separar de la influencia de una Rusia aliada hoy de EEUU) con una alianza con Alemania y un apoyo a las ambiciones imperialistas de este país en Oriente medio. Turquía ocupa también una posición estratégica de primera importancia pues controla el paso entre el Mar Negro y el Mediterráneo, de modo que su actual acercamiento a Alemania (evidenciado por el “escándalo” de la entrega de material bélico destinado a la represión de los kurdos, escándalo desvelado gracias a la “desinteresada labor” de Washington) es una amenaza muy seria para EEUU. Este país ya ha empezado a reaccionar apoyando a los nacionalistas kurdos y están dispuestos a emplear medios mucho más importantes para que cese ese acercamiento. En especial, la “protección” a la población musulmana de Bosnia-Herzegovina (mayoritaria en el país) que hoy le ofrece la primera potencia mundial aparece como una pedrada en el tejado de Turquía, la cual pretende ser la “gran retaguardia” protectora de los musulmanes de la región ([2]).
La situación actual en la ex Yugoslavia revela, detrás de los discursos sobre la vuelta a la paz y la protección de las poblaciones, la continuación de la agravación de los antagonismos entre las grandes potencias, alimentados por el caos engendrado por el hundimiento del estalinismo yugoslavo, caos que, a su vez, agravan esos antagonismos. Incluso si la presión y hasta la posible intervención directa de EEUU podrían calmar momentáneamente las cosas (obligando, por ejemplo, a Serbia a renunciar a algunas de sus pretensiones), el futuro de la ex Yugoslavia, como el de toda esta parte del mundo (Balcanes, Centroeuropa), será un futuro de nuevos antagonismos y enfrentamientos cada día más violentos a causa de la importancia estratégica que tiene para las grandes potencias. Ilustración del avance irreversible de la descomposición general de la sociedad capitalista, es un nuevo Líbano lo que se ha instalado a las puertas de las grandes metrópolis europeas.
Lo que, sin embargo, demuestran también las matanzas de Yugoslavia es que aunque el avance de la descomposición es un fenómeno que escapa al control de todos los sectores de la clase dominante mundial, incluidas las burguesías de los países más avanzados y poderosos, estos sectores no permanecen pasivos ante ese fenómeno. Al contrario de los dirigentes recién ascendidos en el antiguo bloque del Este (por no hablar de la situación en el llamado “tercer mundo”), completamente desbordados por la situación económica y política (en especial por la explosión de los nacionalismos y de los conflictos étnicos), los gobiernos de los países más desarrollados son todavía capaces de aprovecharse de la descomposición ambiente en defensa de los intereses de su capital nacional. Esto ha quedado muy bien demostrado a principios de mayo con las revueltas de Los Ángeles.
Como lo ha evidenciado la CCI ([3]), la descomposición general de la sociedad capitalista, tal como se está desarrollando hoy, pone al desnudo el atolladero histórico total en el que se encuentra ahora esta sociedad. Al igual que las crisis y las guerras, la descomposición no es una cuestión de buena o mala voluntad de la burguesía o de que estuviera haciendo una política errónea, sino que se le impone como algo insuperable e irreversible. El que la descomposición, del mismo modo que una eventual IIIª guerra mundial, no tenga otra salida dentro del capitalismo sino es la desaparición de la humanidad no cambia nada. Eso es lo que ha dejado muy patente la “cumbre” de Río de Janeiro sobre la protección de la Tierra celebrada a primeros de mayo. Como era de prever, la montaña ha parido un ratón, a pesar de la creciente gravedad de los problemas del medio ambiente que la mayoría de los científicos denuncian. Cuando, a causa del llamado efecto invernadero, se prevén terribles hambrunas, si no es la pura y simple desaparición de la especie humana, cada cual echa la patata caliente al otro para no hacer nada: el Norte contra el Sur, y viceversa, Europa contra Estados Unidos y así sucesivamente.
Sin embargo, aunque la burguesía es totalmente incapaz de instaurar cualquier política a largo plazo y a escala mundial, incluso cuando es su propia supervivencia, junto con la de la humanidad, la que está amenazada, sí que es capaz de reaccionar a corto plazo y en la defensa de sus intereses nacionales contra los efectos de la descomposición. Ha sido así como las revueltas de Los Ángeles han venido a poner de relieve todas las retorcidas capacidades maniobreras que poseen las burguesías más poderosas.
Los Ángeles es una especie de concentrado de todas las características de la sociedad norteamericana: opulencia y miseria, “high tech” y violencia. Símbolo del “sueño americano” se ha convertido también en la “pesadilla americana”. Como ya lo pusimos de relieve en nuestros textos sobre la descomposición, ésta, de igual modo que la crisis económica, surge del corazón del capitalismo aunque después tenga en la periferia sus formas más extremas y catastróficas. Y L.A., como dicen los enterados, es el corazón del corazón. Desde hace ya cantidad de años, la descomposición lleva causando en esa ciudad estragos y tragedias inmensas y especialmente en los guetos negros. En la mayoría de las ciudades estadounidenses, esos guetos se han convertido en auténticos infiernos, en los que reina la miseria más insoportable, en condiciones de alojamiento y sanidad propias del “tercer mundo” (por ejemplo, la mortalidad infantil alcanza cifras comparables a las de los países más atrasados, el SIDA golpea con espantosa dureza) y sobre todo, una desesperanza insondable arrastra a una alta proporción de jóvenes, desde la primera adolescencia, hacia la droga, la prostitución y el gansterismo. La violencia y el asesinato son lo cotidiano de esos barrios: la primera causa de muerte de los hombres negros de la franja de edad de 15 a 34 años es el asesinato, casi una cuarta parte de los hombres negros entre 20 y 29 años está en la cárcel o en libertad vigilada, el 45 % de la población en la cárcel es negra (los negros son el 12 % de la población total). Así, en Harlem, gueto negro de Nueva York, por asesinato, sobredosis o enfermedad, la esperanza de vida de un hombre es más corta que la de uno de Bengladesh.
Esta situación se fue agravando durante los años 80, pero la recesión actual, con la vertiginosa subida del desempleo, le ha dado proporciones todavía mayores. Por ello, desde hace meses, numerosos “especialistas” no han cesado de predecir revueltas inminentes y explosiones de violencia en esos barrios. Y ha sido precisamente contra esa amenaza contra lo que ha reaccionado la burguesía norteamericana. Antes que dejarse sorprender por una sucesión de explosiones espontáneas e incontrolables, ha preferido organizar un verdadero cortafuego que le permitiera escoger el lugar y el momento de tal surgimiento de violencia, previniendo así lo mejor posible los del futuro.
Lugar: Los Ángeles, verdadero paradigma del infierno urbano en EEUU, en donde más de 10.000 jóvenes viven del comercio la droga, con guetos surcados por cuadrillas armadas que se matan por controlar una calle o una esquina de venta de “caballo”.
Momento: en el inicio la campaña para las elecciones presidenciales, campaña así reactivada, pero con la antelación suficiente de la elección misma, de modo que tales disturbios, incontrolados, no vinieran a desprestigiar en el último momento al candidato Bush y sus sondeos de opinión tan poco favorables.
Medios: la organización en varias etapas de una provocación. Primero, una campaña mediática de gran envergadura en torno al juicio a los cuatro policías blancos filmados cuando estaban dando una brutal paliza a un automovilista negro: los telespectadores han podido ver esa indignante escena hasta la saciedad. Segundo, la absolución de los policías por un tribunal formado deliberadamente en un barrio conocido por su conservadurismo, su “amor por el orden” y sus simpatías hacia la policía. Tercero, en cuanto se produjeron, como era de prever, las primeras revueltas y las primeras multitudes, hubo una auténtica deserción por parte de las fuerzas de policía de los barrios “calientes”, dejando así que la revuelta cobrara gran amplitud. Las fuerzas de policía sí que estuvieron muy presentes en los barrios burgueses cercanos como Beverly Hill. Esta táctica tenía la ventaja de privar a los manifestantes de su enemigo tradicional, el policía, de modo que su cólera se canalizó todavía más hacia el saqueo de comercios, incendio de casas de otras comunidades e incluso a ajustes de cuentas entre bandas. Con esa táctica, los 58 muertos provocados por esa explosión, lo fueron menos por las fuerzas policiacas que a enfrentamientos entre habitantes de los guetos, especialmente entre jóvenes manifestantes y pequeños comerciantes que protegían sus tiendas armados.
Los medios y las condiciones de la vuelta al orden también formaban parte de la maniobra: han sido los mismos soldados que hace apenas año y medio defendían el “derecho” y la “democracia” en el Golfo, los que vinieron a participar en la pacificación de los barrios revoltosos. La represión, aunque no haya sido sangrienta, ha sido llevada a cabo a gran escala: cerca de 12.000 detenciones y, durante semanas, en la televisión, imágenes de cientos de juicios con penas de cárcel para los amotinados. El mensaje ha sido claro: aunque no se porte como un régimen cualquiera del “tercer mundo”, aunque haya procurado que no corriera la sangre de quienes perturban el orden público (y eso tanto más fácilmente porque, gracias a su provocación, las autoridades no se vieron nunca desbordadas por los acontecimientos), la “democracia americana” sabe dar pruebas de firmeza contra ellos. Quedan así avisados quienes, en el futuro, tuvieran la intención de volver a empezar nuevos desórdenes...
La “gestión” de las revueltas de Los Ángeles ha permitido al equipo dirigente de la burguesía norteamericana demostrar a todos los sectores de ésta que, a pesar de todas las dificultades que se han acumulado, a pesar de la invasión del cáncer de los guetos y la violencia urbana, está a la altura de sus responsabilidades. En un mundo sometido a convulsiones de todo tipo, la cuestión de la autoridad del poder, tanto en el exterior como en el interior, de la primera potencia del planeta es de la mayor importancia para la burguesía de este país. Con la provocación a Saddam Husein durante el verano de 1990 seguida de la “Tempestad del desierto” a principios del 91, Bush ha dado la prueba de que sabía manifestar ese tipo de autoridad a nivel internacional. Los Ángeles, con medios espectaculares, con montajes mediáticos que recuerdan los de la guerra del Golfo, ha demostrado que la administración actual era tan capaz de reaccionar en el plano “doméstico” y que por muy catastrófica que sea, la situación interna de Estados Unidos está “controlada”.
Las revueltas provocadas de Los Ángeles no son, sin embargo, los únicos medios de que dispone el Estado y el gobierno para afirmar su autoridad ante las diferentes expresiones de la descomposición. Han sido también un instrumento de una ofensiva a gran escala contra la clase obrera.
Como lo pone de relieve la resolución publicada: “la agravación considerable de la crisis capitalista, especialmente en los países más desarrollados, es un factor de primera importancia en la negación de todas las mentiras sobre el “triunfo” del capitalismo, incluso en ausencia de luchas abiertas. Asimismo, la acumulación del descontento provocado por la multiplicación y la intensificación de los ataques resultantes de esa agravación de la crisis, abrirá, al cabo, el camino a movimientos de gran amplitud que volverán a dar confianza a la clase obrera...Por ahora, las luchas obreras se sitúan en uno de los niveles más bajos desde la última guerra mundial. Lo que sí hay que saber con seguridad es que ya se están desplegando en profundidad las condiciones para el resurgir de las luchas...” (pto 16). En todos los países adelantados, la burguesía es muy consciente de esa situación, y, especialmente, la primera de ellas. Y por eso las revueltas de Los Ángeles han sido también un instrumento de esta burguesía para debilitar preventivamente los futuros combates obreros. Merced a las imágenes que han hecho aparecer a la gente de color en general como auténticos salvajes (como la de los jóvenes atacando a camioneros blancos), la clase dominante ha conseguido reforzar significativamente uno de los factores de debilidad de la clase obrera norteamericana : la división entre obreros blancos y obreros negros o de otras comunidades. Como lo declaraba un experto de la burguesía: “el nivel de simpatía que los blancos podían tener por los negros ha disminuido considerablemente a causa del miedo que aquéllos sienten ante el aumento constante de la criminalidad negra” (C. Murray, AEI, 6/5/92). Así, el “restablecimiento del orden contra las pandillas de delincuentes negros saqueadores de almacenes y “camellos””, pues ésa es la imagen que la burguesía quiere dar en general de ellos, ha sido recibida sin duda con lamentable satisfacción por una proporción nada desdeñable de obreros blancos, víctimas a menudo de la inseguridad urbana. En esta ocasión, la “eficacia” de las fuerzas del Estado federal (en contraste con la supuesta “ineficacia” de las fuerzas de policía local) no ha hecho sino reforzar la autoridad de las fuerzas represivas.
Además, esa subida del racismo ha sido explotada por los profesionales del antiracismo para lanzar nuevas campañas de diversión aclasistas, las cuales, lejos de favorecer la unidad de clase del proletariado, lo que intentan es diluirlo en el conjunto de la población y atarlo al carro de la “democracia”. Por otra parte, los sindicatos y el Partido Demócrata han aprovechado la situación para denunciar la política social de las administraciones republicanas desde principios de los años 80, acusadas de ser las únicas responsables de la miseria en los barrios pobres de las ciudades. Lo cual es lo mismo que decir que para que las cosas mejoren, hay que votar por el “buen candidato”, lo que permite de paso relanzar una campaña electoral que, hasta ahora, no interesaba mucho a la gente.
Las diferentes expresiones de la descomposición, como las revueltas urbanas tanto en el “Tercer mundo” como los países adelantados, serán utilizadas por la burguesía contra la clase obrera mientras ésta no sea capaz de proponer su propia perspectiva de clase por el derrocamiento del capitalismo. Y esos acontecimientos serán utilizados tanto si son espontáneos como provocados. Pero cuando además la burguesía tiene los medios para escoger el momento y las circunstancias de esas explosiones, ello le permite que sea más eficaz su impacto en favor de la defensa de su orden social. Las revueltas de Los Ángeles han venido pintiparadas como instrumento contra la clase obrera y eso lo confirma la serie de maniobras que la clase dominante está desplegando contra los explotados de los países avanzados. El ejemplo más significativo de esta política se nos ha dado recientemente en uno de los países más importantes del mundo capitalista, Alemania.
La importancia de ese país no se debe únicamente a su peso económico y a su papel estratégico creciente. Es también en él donde vive, trabaja y lucha uno de los proletariados más poderosos del mundo, un proletariado que, habida cuenta de su número y de su concentración en el corazón mismo de la Europa industrializada y de su experiencia histórica incomparable, tiene en sus manos una parte importante de la clave del futuro movimiento de la clase obrera hacia la revolución mundial. Por eso es por lo que la ofensiva política de la burguesía contra la clase obrera en Alemania no sólo iba dirigida contra la clase obrera de ese país. Esa ofensiva de la burguesía se centró en la huelga del sector público, la más importante desde hace 18 años, huelga manejada con gran maestría por los sindicatos. El importante eco que la huelga tuvo en los media de los países europeos (cuando en general las luchas obreras son objeto de un silencio casi total) demuestra que era al proletariado europeo a quien se dirigía esa ofensiva.
Las condiciones específicas de Alemania permiten comprender por qué una acción así ha tenido lugar en ese país. Pues, además de su importancia histórica y económica, elementos que son permanentes, además de que como todas las burguesías tiene que hacer frente a una nueva y considerable agravación de la crisis, la alemana está enfrentada actualmente al problema de la reunificación, que es, en realidad, el de la “digestión” del Este por el Oeste. La reunificación es un pozo sin fondo en el que se hunden miles de millones de marcos. El déficit del Estado ha alcanzado cumbres insospechadas en ese tan “virtuoso” país. Se trata pues para la burguesía de preparar a la clase obrera a ataques de un nivel sin precedentes para que ésta acepte el coste de la reunificación, para que entienda que se acabaron las “vacas gordas” y que desde ahora en adelante deberá hacer sacrificios muy importantes. De ahí que las propuestas salariales en el sector público (4,9 %) hayan sido inferiores a la inflación y eso cuando se han ido multiplicando impuestos y tasas de todo tipo. Éste fue el caballo de batalla que montaron los sindicatos alardeando de un radicalismo nunca visto desde hacía décadas, organizando huelgas alternas masivas (más de 100.000 obreros por día) que provocaron ciertos días un caos total en los transportes y servicios públicos, lo cual tuvo la consecuencia de aislar a los huelguistas de los demás sectores de la clase obrera). Después de reivindicar el 9 % de aumento salarial, los sindicatos rebajaron sus pretensiones al 5,4 %, presentando esta cantidad como una “victoria” para los trabajadores y una “derrota” para Kohl. La mayoría de los obreros consideró evidentemente que, después de tres semanas de huelga, eso era netamente insuficiente (0,5 % más que la propuesta de principio, más o menos 20 marcos por mes) de modo que incluso la popular y tan mediática Monika Mathies, presidenta del ÖTV (Sindicato de funcionarios), salió un poco desplumada. La burguesía había alcanzado, sin embargo, unos cuantos objetivos importantes:
- dejar patente que, a pesar de la masividad de la huelga y sus acciones “duras”, es imposible doblegar a la burguesía en su voluntad de limitar el alza de salarios;
- presentar a los sindicatos, que habían preparado minuciosamente todas las acciones manteniendo a los obreros en la más estricta pasividad, como verdaderos protagonistas de la lucha contra la patronal y al mismo tiempo como el necesario “seguro social” al que hay que afiliarse para que a uno le paguen los días de huelga (durante la huelga, lo trabajadores hacían cola para ir a recoger el carné sindical que los compromete por dos años);
- acentuar un poco más la división entre obreros del Este y del Oeste, al no comprender aquéllos que éstos reivindiquen aumentos cuando en el Oeste los salarios son netamente superiores y el desempleo más bajo, y no teniendo ganas éstos de pagar por los “ossies” (orientales), los cuales son insistentemente tildados de “holgazanes” e “inútiles”.
En los demás países, la imagen de la “modélica Alemania” ha quedado un poco ensombrecida por estas huelgas. Pero la burguesía se ha apresurado a asestar dos golpes contra la conciencia de la clase obrera:
- la mentira de que la huelga de los obreros alemanes “privilegiados” ha venido a agravar más todavía la situación financiera y económica de occidente;
- el mensaje de que es ilusorio el intentar llevar a cabo luchas contra la degradación de las condiciones de existencia, puesto que, a pesar de toda la fuerza que poseen, y especialmente la de “sus” sindicatos, y la prosperidad de su país, los obreros de Alemania no han podido obtener gran cosa.
Así la burguesía más poderosa de Europa ha marcado la pauta de la ofensiva política contra la clase obrera que ha de acompañar a ataques económicos de una brutalidad sin precedentes. Por ahora, la maniobra ha tenido éxito, pero su amplitud ha estado al nivel del temor que el proletariado inspira a la burguesía. Los acontecimientos de estos tres últimos años, y todas las campañas que los han acompañado, han debilitado significativamente la combatividad y la conciencia en la clase obrera. Pero ésta no ha dicho su última palabra. Ya antes de que haya vuelto por el camino de las luchas de gran envergadura y en su terreno de clase, todos los minuciosos preparativos de la clase dominante demuestran la importancia de esos combates venideros.
FM
14/6/92
[1] Como lo señala la Resolución, Alemania y Francia no ponen las mismas expectativas en su alianza. Francia cuenta con sus ventajas militares para compensar su inferioridad económica con relación a Alemania para no encontrarse en situación de vasallaje y poder reivindicar una especie de “codirección” de una alianza de los principales Estados europeos (exceptuando a Gran Bretaña, naturalmente). Por eso no está Francia en absoluto interesada en que Alemania esté presente en el Mediterráneo, lo cual desvaloraría muy sensiblemente la importancia de su propia flota en ese mar, privándola así de una baza muy importante en los regateos con su “amiga”.
[2] Tampoco hay que excluir que el apoyo de Estados Unidos a las poblaciones croatas de Bosnia-Herzegovina actualmente víctimas de Serbia logre “demostrar” un día a Croacia que tiene el mayor interés en cambiar el “protector” alemán, de una eficacia muy limitada, por el americano mucho mejor equipado en medios para hacerse respetar. Estas intenciones también están muy presentes en la diplomacia norteamericana.
[3] Ver los artículos en la Revista Internacional, nos 57 y 62.
Cuando estalla la Primera Guerra mundial se reunieron un puñado de socialistas en Berlín, la noche del 4 de agosto de 1914, para entablar el combate internacionalista: eran siete en el domicilio de Rosa Luxemburg. De esa reunión, cuya evocación nos recuerda que una de las cualidades más importantes de los revolucionarios es saber ir contracorriente, no debe concluirse que el partido proletario habría desempeñado un papel secundario en los acontecimientos que sacudieron el mundo en aquella época. Es todo lo contrario, como hemos querido demostrarlo en los dos artículos precedentes de esta serie con la que conmemoramos el 90º aniversario de las luchas revolucionarias en Alemania. En el primer artículo defendíamos la tesis de que la crisis de la Socialdemocracia, especialmente la del SPD de Alemania - partido líder de la IIª Internacional - fue uno de los factores más importantes que permitió que el imperialismo alistara al proletariado en la guerra. En el segundo artículo, mostrábamos lo crucial que fue la intervención de los revolucionarios para que la clase obrera volviera a encontrar, en plena guerra, sus principios internacionalistas y lograra poner fin a la carnicería imperialista por medios revolucionarios (la revolución de noviembre de 1918). Y así pusieron los revolucionarios las bases para la fundación de un nuevo partido y de una nueva Internacional.
Subrayábamos que durante esas dos fases, la capacidad de los revolucionarios para comprender cuáles eran las prioridades del momento era la condición previa para poder desempeñar ese papel activo y positivo. Tras el desplome de la Internacional frente a la guerra, la tarea del momento era comprender las razones de ese desastre y sacar sus lecciones. En la lucha contra la guerra, la responsabilidad de los verdaderos socialistas era, ante todo, la de izar los estandartes del internacionalismo, iluminar el camino hacia la revolución.
El levantamiento de los obreros del 9 de noviembre de 1918 precipita el fin de la guerra mundial a partir de la mañana del día siguiente. Cae la corona del Emperador alemán y, con ella, cantidad de pequeños "tronos" alemanes, a la vez que se iniciaba una nueva fase de la revolución. Aunque el levantamiento de noviembre fue realizado por los obreros, Rosa Luxemburg lo llamó la Revolución de los soldados, porque lo que predominaba era una profunda aspiración a la paz. Un deseo que les soldados, tras cuatro largos años en las trincheras, albergaban más que nadie. Fue lo que dio a aquella jornada inolvidable su color particular, su gloria, pero, también, lo que alimentó las ilusiones. Como a algunos sectores de la burguesía también les alivió el fin tan esperado de la guerra, el estado de ánimo del momento era de confraternización general. Incluso los dos protagonistas principales de la lucha social, la burguesía y el proletariado, se vieron arrastrados por los ilusiones del 9 de noviembre. La ilusión de la burguesía era que podría todavía utilizar a los soldados contra los obreros. Esta ilusión se desvaneció en unos cuantos días. Los soldados querían regresar a sus casas y no luchar contra los obreros. La ilusión del proletariado, era que los soldados estaban ya de su lado y que querían la revolución. Durante las primeras sesiones de los consejos obreros y de soldados elegidos en Berlín el 10 de noviembre, los delegados de los soldados estuvieron a punto de linchar a los revolucionarios que defendían la necesidad de proseguir la lucha de la clase y denunciaban al gobierno socialdemócrata como enemigo del pueblo.
En general, esos consejos de obreros y de soldados se caracterizaron por cierta inercia, una inercia que, curiosamente, marca el principio de las grandes insurrecciones sociales. En gran parte, los soldados eligieron a sus oficiales como delegados, y los obreros nombraron a los candidatos socialdemócratas por los que habían votado antes de la guerra. O sea, que los consejos no tenían otra cosa mejor que hacer que nombrar un gobierno dirigido por los belicistas del SPD y decidir ya su propio suicidio al pedir que se celebraran elecciones generales en un sistema parlamentario.
A pesar de lo totalmente inadaptado de esas primeras medidas, los consejos obreros eran el corazón de la revolución de noviembre. Como lo subrayó Rosa Luxemburg fue el propio surgimiento de esos órganos lo que expresó y encarnó el carácter fundamentalmente proletario de la insurrección. Pero, ahora, una nueva fase de la revolución se abría, y en ella, la cuestión ya no era la de los consejos, sino la del partido de clase. La fase de las ilusiones llegaba a su fin, llegaba el momento de la verdad, se acercaba el estallido de la guerra civil. Los consejos obreros, por su función y estructura mismas por ser órganos de las masas, son capaces de renovarse y revolucionarse de un día para otro. Ahora la pregunta clave es: la visión proletaria, revolucionaria ¿acabará imponiéndose en el seno de los consejos obreros, en la clase obrera?
Para ganar, la revolución proletaria necesita una vanguardia política centralizada y unida en la que tiene puesta su confianza la clase obrera en su conjunto. Esa era la lección más importante de la revolución de Octubre en Rusia del año anterior. Como lo había desarrollado Rosa Luxemburg en 1906 en su folleto sobre la huelga de masas, la tarea del partido no es organizar a las masas sino darles una dirección política y una confianza real en sus propias capacidades.
A finales de 1918, en Alemania, sin embargo, no existía un partido de esas características. Los socialistas que se habían opuesto a la política belicista del SPD, se encontraban sobre todo en el USPD, la antigua oposición que había sido excluida del SPD. El USPD era un agrupamiento heteróclito de decenas de miles de miembros, desde pacifistas y gente que quería reconciliarse con los belicistas, hasta verdaderos internacionalistas revolucionarios. La organización principal de éstos, Spartakusbund (la Liga Espartaco), era una fracción independiente en el seno del USPD. Otros grupos internacionalistas más pequeños, como los Comunistas internacionales de Alemania, los IKD (que venían de la oposición de izquierda de Bremen), estaban organizados fuera del USPD. Spartakusbund era muy conocida y respetada entre los obreros. Pero los dirigentes reconocidos de los movimientos de huelga contra la guerra no pertenecían a esos grupos políticos, sino a la estructura informal de los delegados de fábrica, los revolutionäre Obleute. En diciembre de 1918, la situación se vuelve dramática. Ya ha habido unas primeras escaramuzas hacia la guerra civil abierta. Pero los diferentes componentes del virtual partido de clase revolucionario -Espartaco, otros elementos de izquierda del USPD, los IKD, los Obleute seguían siendo entidades separadas y muy vacilantes.
Bajo la presión de los acontecimientos, la cuestión de la fundación del partido empezó a plantearse más concretamente. Al final acabó siendo tratada a toda prisa.
El Primer congreso nacional de Consejos de obreros y de soldados se reúne en Berlín el 16 de diciembre. 250 000 obreros radicales se manifiestan en el exterior para ejercer presión sobre los 489 delegados (entre los cuales solo había 10 representantes de Espartaco y 10 de los IKD); A Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht no se les permitió intervenir en la reunión, so pretexto de que no tenían mandato. Cuando el Congreso se concluye con la propuesta de entregar el poder en manos de un futuro sistema parlamentario, queda claro que los revolucionarios, ante semejante conclusión, tenían que dar una respuesta unida.
El 14 de diciembre de 1918, la Liga Espartaco publica una declaración programática de principios: ¿Qué quiere Espartaco? El 17 de diciembre, los IKD celebran una Conferencia nacional en Berlín que llama a la dictadura del proletariado y a la formación del partido mediante un proceso de agrupamiento. La Conferencia no logra alcanzar un acuerdo sobre si participar o no en las futuras elecciones a una Asamblea parlamentaria nacional.
Más o menos al mismo tiempo, dirigentes de izquierda del USPD, como Georg Ledebour, y delegados de fábrica como Richard Müller empiezan a plantearse la necesidad de un partido unido de los obreros.
Por las mismas fechas, se reúnen en Berlín los delegados del movimiento internacional de la juventud, y organizan una secretaría. El 18 de diciembre se celebra una Conferencia Internacional de la juventud, seguida de un mitin de masas en el barrio Neukölln de Berlín en el que intervienen Karl Liebknecht y Willi Münzenberg.
Fue en ese contexto cuando, el 29 de diciembre en Berlín, una reunión de delegados de Spartakusbund decide romper con el USPD y formar un partido separado. Tres delegados votaron contra esa decisión. La reunión convocó también una conferencia de Espartaco y de los IKD para el día siguiente, en la que participaron 127 delegados de 56 ciudades y secciones. La Conferencia pudo celebrarse en parte gracias a la mediación de Karl Radek, delegado de los bolcheviques. Muchos delegados no habían comprendido, antes de su llegada, que se les había convocado para formar un nuevo partido ([1]). No se invitó a los delegados de fábrica pues se tenía la impresión de que era todavía prematuro asociarlos a unas posiciones revolucionarias muy resueltas que defendía una mayoría de miembros y simpatizantes, a menudo muy jóvenes, de Espartaco y de los IKD. Lo que sí se esperaba, en cambio, es que los delegados de fábrica se unieran al partido una vez éste constituido ([2]).
Lo que iba a ser el Congreso de fundación del Partido comunista de Alemania (KPD) reunió a dirigentes de Bremen (incluido Karl Radek, aunque en esa reunión representara a los bolcheviques) que pensaban que la fundación del partido se había retrasado demasiado, y de Spartakusbund como Rosa Luxemburg y, sobre todo, Leo Jogisches, cuya mayor preocupación era que esa etapa era quizás prematura. Paradójicamente, ambas partes tenían buenos argumentos para justificar sus posiciones.
El Partido comunista de Rusia (bolchevique) mandó a seis delegados a la Conferencia; a dos de ellos la policía les impidió participar en ella ([3]).
Dos de las discusiones principales de lo que iba a acabar siendo el Congreso de fundación del KPD trataron sobre la cuestión de las elecciones parlamentarias y los sindicatos. Esas cuestiones ya habían sido importantes en los debates de antes de 1914, pero habían quedado postergadas durante la guerra. Y ahora volvían a ser centrales. Karl Liebknecht planteó de inmediato la cuestión parlamentaria en su ponencia de apertura sobre "La crisis del USPD". El primer Congreso nacional de Consejos obreros en Berlín ya había planteado la pregunta, que acabaría desembocando inevitablemente en una escisión del USPD: ¿Asamblea nacional o República de Consejos? Era responsabilidad de todos los revolucionarios denunciar las elecciones burguesas y el sistema parlamentario como contrarrevolucionarios, como fin y muerte de los consejos obreros. Pero la dirección del USPD se negó a oír los llamamientos de Spartakusbund y los Obleute para que se debatiera esa cuestión y se decidiera en un congreso extraordinario.
En su intervención en nombre de la delegación del Partido ruso, Karl Radek explicó que eran los acontecimientos históricos los que decidían no sólo si era necesario un congreso de fundación sino también su orden del día. Con el fin de la guerra, la lógica de la revolución en Alemania iba a ser necesariamente diferente a la de Rusia. La cuestión central ya no era la paz, sino el abastecimiento de alimentos, los precios y el desempleo.
Al poner la cuestión de la Asamblea nacional y de las "luchas económicas" al orden del día de los dos primeros días del Congreso, la dirección de Spartakusbund esperaba que se tomara una posición clara sobre los consejos obreros contra el sistema burgués parlamentario y contra la forma, superada ya, de la lucha sindical, como sólida base programática del nuevo partido. Pero los debates fueron más lejos. La mayoría de delegados se declaró contra todo tipo de participación en las elecciones burguesas, incluso como medio de agitación contra ellas, y contra el trabajo en los sindicatos. En esto, el Congreso fue uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero. Permitió formular, por primera vez en nombre de un partido revolucionario de clase, unas posiciones radicales correspondientes a la nueva época del capitalismo decadente. Esas ideas influirían fuertemente en el Manifiesto de la Internacional comunista, redactado unos meses más tarde por Trotski. Y habrían de ser las posiciones de base de la Izquierda comunista hasta nuestros días.
Las intervenciones de los delegados que defendían esas posiciones estaban marcadas, bastantes de ellas, por la impaciencia y cierta falta de argumentos; fueron criticadas por los militantes experimentados, incluida Rosa Luxemburg que no compartía las conclusiones más radicales. Pero las actas de la reunión ilustran de sobra que esas nuevas posiciones no eran cosa de unos individuos y sus debilidades, sino el resultado de un movimiento social profundo que implicaba a cientos de miles de obreros conscientes ([4]). Gelwitzki, delegado de Berlín, animó al Congreso a que, en lugar de participar en las elecciones, fueran a los cuarteles a convencer a los soldados de que "el gobierno del proletariado mundial" es la asamblea de los consejos, y, en cambio, la Asamblea nacional es el gobierno de la contrarrevolución. Eugen Leviné, delegado del Neukölln (Berlín), insiste en que la participación de los comunistas en las elecciones no haría más que reforzar las ilusiones de las masas ([5]). En el debate sobre las luchas económicas, Paul Frölich, delegado de Hamburgo, defendió que la antigua forma sindical de lucha estaba ya superada pues se basaba en una separación entre las dimensiones económica y política de la lucha de la clase obrera ([6]). Hammer, delegado de Essen, refirió que los mineros del Ruhr tiraban sus carnés sindicales. Y Rosa Luxemburg, que, por su parte, siempre había estado a favor de trabajar en los sindicatos por razones tácticas, declaró que la lucha del proletariado por su liberación implicaba luchar por la liquidación de los sindicatos.
Los debates programáticos del Congreso de fundación tuvieron una gran importancia histórica, más que nada por su proyección hacia el futuro.
Pero en el momento mismo en que se fundó el Partido, Rosa Luxemburg tenía profunda razón cuando decía que la cuestión de las elecciones parlamentarias o la de los sindicatos tenían una importancia secundaria. Por un lado, el problema del papel de esas instituciones en una época que se había convertido en la del imperialismo, de la guerra y de la revolución, era todavía demasiado nuevo para el movimiento obrero. Tanto el debate sobre el tema como la experiencia práctica eran todavía demasiado insuficientes para su plena clarificación. Por el momento, estar de acuerdo en que los órganos unitarios de masas de la clase obrera, los consejos obreros y no el parlamento o los sindicatos, eran los medios de la lucha obrera y de la dictadura del proletariado, era suficiente.
Por otro lado, esos debates tendían a que el Congreso se desviara de su tarea principal, o sea la de identificar las etapas siguientes de la clase en su camino hacia el poder. Por desgracia, el Congreso no logró esclarecer esto último. La discusión clave de esa cuestión la introdujo Rosa Luxemburg en una ponencia sobre "Nuestro programa" en la tarde del segundo día del Congreso (31 de diciembre de 1918). Rosa explora en esa presentación la naturaleza de lo que ella había nombrado "segunda fase de la revolución". La primera, decía, había sido política de entrada, pues estaba dirigida contra la guerra. Durante la revolución de noviembre, el problema de las reivindicaciones económicas específicas de los obreros se había dejado de lado. Esto explicaba a su vez el nivel relativamente bajo de conciencia de clase, un nivel que se había plasmado en el deseo de reconciliación y "reunificación" del "campo socialista". Para Rosa Luxemburg, la característica principal de la segunda fase de la revolución debía ser el retorno de las reivindicaciones económicas al primer plano.
No por eso se olvidaba ella de que la conquista del poder es ante todo un acto político. Pero ponía de relieve otra diferencia entre el proceso revolucionario en Rusia y en Alemania. En 1917, el proletariado ruso tomó el poder sin haber desplegado demasiado el arma de la huelga. Pero, subrayaba Rosa Luxemburg, eso fue así porque la revolución rusa no empezó en 1917 sino en 1905. En otras palabras, el proletariado ruso ya había vivido la experiencia de la huelga de masas antes de 1917.
En el Congreso, no repitió las ideas principales desarrolladas por la izquierda de la socialdemocracia sobre la huelga de masas después de 1905. Suponía, con razón, que los delegados las recordaban perfectamente. Recordémoslas nosotros brevemente: la huelga de masas es la condición previa indispensable a la toma del poder, precisamente porque anula la separación entre lucha económica y lucha política. Y, mientras que los sindicatos, incluso en los momentos más intensos como instrumentos de los obreros, sólo organizaban a minorías de la clase, la huelga de masas, en cambio, moviliza a "la masa compacta de los ilotas" del proletariado, las masas no organizadas, desprovistas de educación política. La lucha obrera no combate únicamente la miseria material. Es una insurrección contra la propia división del trabajo realizada por sus víctimas principales, los esclavos asalariados. El secreto de la huelga de masas es, sencillamente, el combate de los proletarios para convertirse en seres humanos plenamente. Last but not least, la huelga de masas es llevada a cabo por unos consejos obreros revitalizados, que dan a la clase los medios para centralizar su lucha por el poder.
Por eso Rosa Luxemburg, en su discurso ante el Congreso, insistió en que la insurrección armada era el último y no el primer acto de la lucha por el poder. La tarea del momento, decía ella, no es derribar al gobierno, sino minarlo. La diferencia principal con la revolución burguesa, defendía, es el carácter masivo de la proletaria, la fuerza que viene "de abajo" ([7]).
Pero eso fue precisamente lo que el Congreso no comprendió. Para muchos delegados, la siguiente fase de la revolución no se caracterizaba por movimientos de huelga de masas, sino por la lucha inmediata por el poder. Otto Rühle ([8]) expresó muy claramente esa confusión al declarar que era posible tomar el poder en dos semanas. Pero no era el único; el propio Karl Liebknecht, aún admitiendo la posibilidad de un curso más largo de la revolución, no quería excluir la posibilidad de "una victoria muy rápida" en "las semanas próximas" ([9]).
Tenemos todos los elementos para creer lo que refirieron los testigos presentes según los cuales a Rosa Luxemburg, especialmente, la dejaron sorprendida y alarmada los resultados del Congreso. A Leo Jogisches le pasó lo mismo, y se dice que su primera reacción fue aconsejar a Luxemburg y Liebknecht que dejaran Berlín y fueran a hacerse olvidar durante algún tiempo ([10]). Temía que el partido y el proletariado no estuvieran yendo de cabeza a la catástrofe.
Lo que más alarmaba a Rosa Luxemburg, no era, ni mucho menos, las posiciones programáticas adoptadas, sino la ceguera de la mayoría de los delegados ante el peligro que representaba la contrarrevolución y la inmadurez general con la que se habían realizado los debates. En muchas intervenciones se tomaban los deseos por la realidad, dando la impresión de que una mayoría de la clase ya estaba detrás del nuevo partido. La ponencia de Rosa Luxemburg fue saludada con gran júbilo y se adoptó inmediatamente una moción presentada por dieciséis delegados; ella pidió que se publicara su ponencia lo antes posible como "folleto de agitación". Pero el Congreso no la discutió seriamente. Prácticamente ninguna intervención retomó la idea principal de la ponencia de Rosa: la conquista del poder no estaba todavía al orden del día. Una excepción digna de mención fue la contribución de Ernst Meyer quien habló de su reciente visita a las provincias al este del Elba. Refirió que amplios sectores de la pequeña burguesía hablaban de la necesidad de dar una lección a Berlín. Y proseguía:
"Y me chocó más todavía que ni siquiera los obreros de las ciudades habían comprendido las necesidades de la situación. Por eso debemos desarrollar, con toda nuestra capacidad, nuestra agitación no solo en el campo sino también en las ciudades pequeñas y medianas."
Meyer contestó también a la idea de Paul Frölich de animar a la creación de repúblicas locales de consejos:
"Es perfectamente típico de la contrarrevolución el propagar la idea de la posibilidad de repúblicas independientes, lo cual no es sino la expresión del deseo de dividir a Alemania en zonas de diferenciación social, de alejar a las zonas atrasadas de la influencia de las regiones socialmente progresistas" ([11]).
La intervención de Fränkel, delegado de Königsberg, fue especialmente significativa: propuso que la ponencia no fuera discutida en absoluto: "Creo que una discusión sobre el magnífico discurso de la camarada Luxemburg no haría sino debilitarlo", declaró ([12]).
A esa intervención le siguió la de Bäumer, el cual afirmó que la posición proletaria contra cualquier participación en las elecciones era tan evidente que él incluso "lamentaba amargamente" que se hubiera discutido el tema ([13]).
Le incumbió a Rosa Luxemburg concluir la discusión. En fin de cuentas no hubo conclusión. El presidente anunció:
"la camarada Luxemburg, lamentablemente, no podrá hacer la conclusión, no se encuentra bien" ([14]).
Lo que más tarde Karl Radek describiría como la "inmadurez juvenil" del Congreso fundador ([15]) se caracterizaba por la impaciencia y la ingenuidad, pero también por una falta de cultura de debate. Rosa Luxemburg había mencionado ese problema el día anterior:
"Tengo la impresión de que os tomáis vuestro radicalismo demasiado a la ligera. El llamamiento a "votar rápidamente" lo demuestra. No es la madurez ni la seriedad lo que predomina en esta sala... Estamos llamados a cumplir las mayores tareas de la historia universal, y nunca seremos lo suficientemente maduros, lo suficientemente profundos cuando uno piensa en las etapas que nos esperan para alcanzar nuestras metas sin riesgos. Unas decisiones de tal importancia no deben tomarse a la ligera. Lo que aquí falta es una actitud reflexiva, una seriedad que en absoluto excluye el ímpetu revolucionario, sino que ambos deben ir emparejados" ([16]).
Los revolutionäre Obleute de Berlín mandaron una delegación al Congreso para negociar la posibilidad de adherirse al Partido. Una particularidad de esas negociaciones era que la mayoría de los siete delegados se consideraba representante de las fábricas en las que trabajaban y votaba sobre cuestiones específicas sobre la base de una especie de sistema proporcional, únicamente tras haber consultado a "su" fuerza de trabajo que, por lo visto, se habría reunido para ello. Liebknecht que llevaba las negociaciones en nombre de la Liga Espartaco, refirió al Congreso que, por ejemplo, sobre la cuestión de participar en las elecciones para la Asamblea nacional, había 26 votos a favor y 16 en contra. Liebknecht añadía: "pero en la minoría hay representantes de fábricas muy importantes en Spandau que tienen 60 000 obreros tras ellos." Däumig y Ledebour que representaban a la izquierda del USPD, y no a los Obleute, no participaron en la votación.
Otro litigio fue la demanda de los Obleute de una paridad en las comisiones para el programa y la organización nombradas por el Congreso. Esa demanda fue rechazada por el hecho de que si bien los delegados representaban a una gran parte de la clase obrera berlinesa, el KPD representaba a la clase en todo el país.
Pero la discrepancia principal que parece haber envenenado la atmósfera de unas negociaciones que habían empezado con ánimo muy constructivo, concernía la estrategia y la táctica en el período venidero, o sea la cuestión que debería haber sido central en las deliberaciones del Congreso. Richard Müller pidió que Spartakusbund abandonara lo que él llamaba su táctica golpista. Parece ahí referirse en particular a la táctica de las manifestaciones armadas cotidianas en Berlín, organizadas por Spartakusbund, en un momento en que, según Müller, la burguesía buscaba provocar un enfrentamiento prematuro con la vanguardia política en la capital. A lo que Liebknecht contestó: "diríase un portavoz del Vorwärts" ([17]) (diario contrarrevolucionario del SPD).
Según el relato que de esas negociaciones hizo Liebknecht ante el Congreso, fue entonces cuando parece haberse producido el giro negativo de aquéllas. Los Obleute que hasta entonces parecían estar satisfechos con cinco representantes en las comisiones mencionadas, empezaron a exigir 8, y así. Los delegados de fábrica amenazaron incluso con formar su propio partido.
El Congreso prosiguió adoptando una resolución de censura a "los elementos pseudoradicales del USPD en quiebra" por el fracaso de las negociaciones. Con diferentes "pretextos", esos elementos intentaban "capitalizar la influencia que tenían sobre los obreros revolucionarios" ([18]).
El artículo sobre el Congreso, aparecido en el Rote Fahne el 3 de enero de 1919 y escrito por Rosa Luxemburg, expresaba un estado de ánimo diferente. El artículo habla de inicio de negociaciones hacia la unificación con los Obleute y los delegados de las grandes fábricas de Berlín, comienzo de un proceso que:
"con toda evidencia llevará irresistiblemente a un proceso de unificación de todos los elementos verdaderamente proletarios y revolucionarios en un marco organizativo único. El que los Obleute revolucionarios del gran Berlín, representantes morales de la vanguardia del proletariado berlinés, acabarán aliándose con Spartakusbund es algo que han demostrado ya prueba ambas partes por su cooperación en todas las acciones revolucionarias de la clase obrera en Berlín hasta hoy" ([19]).
¿Cómo explicar esas debilidades en el nacimiento del KPD?
Tras la derrota de la revolución en Alemania, se dieron toda una serie de explicaciones tanto en el KPD como en la Internacional comunista, que insistían en las debilidades específicas del movimiento en Alemania, sobre todo al compararlo con el de Rusia. A Spartakusbund se le acusaba de defender una teoría "espontaneísta" y pretendidamente luxemburguista de la formación del partido. Ese sería el origen de todo, desde las pretendidas vacilaciones de los espartaquistas para romper con los belicistas del SPD hasta la pretendida indulgencia de Rosa Luxemburg hacia los jóvenes "radicales" del partido.
Esa supuesta "teoría espontaneísta" sobre el partido de parte de Rosa Luxemburg suele remontarse al folleto que ella escribió sobre la revolución de 1905 en Rusia - Huelga de masas, partido y sindicatos -, en la que habría presentado y llamado a la intervención de las masas contra el oportunismo y el reformismo de la Socialdemocracia, como una alternativa a la lucha política y organizativa en el partido mismo. En realidad, la tesis fundamental del movimiento marxista que considera que la progresión del partido de clase depende de una serie de factores "objetivos" y "subjetivos" de los cuales uno de los más importantes es la evolución de la lucha de la clase, es muy anterior a Rosa Luxemburg ([20]).
Además, Rosa Luxemburg propuso una lucha muy concreta en el seno del partido. La lucha para restablecer el control político del partido sobre los sindicatos socialdemócratas. Era una opinión común, entre los sindicalistas especialmente, que la forma organizativa del partido político estaba más predispuesta a capitular ante la lógica del capitalismo que los sindicatos que organizaban directamente a los obreros en lucha. Rosa Luxemburg había comprendido que lo cierto era lo contrario, pues los sindicatos reflejan la división del trabajo reinante, base principal de la sociedad de clases. Había comprendido que los sindicatos y no el SPD, eran los portadores principales de la ideología oportunista y reformista en la socialdemocracia de antes de la guerra y que, so pretexto de la consigna a favor de su "autonomía", los sindicatos, en realidad, estaban ocupando el lugar del partido político de los obreros. Es cierto que la estrategia propuesta por Rosa Luxemburg apareció insuficiente. Pero eso no significa que sea una teoría "espontaneista" o, incluso, anarcosindicalista como se ha llegado a pretender. Y la orientación de Espartaco durante la guerra de formar una oposición en el SPD primero y en USPD después, tampoco era la expresión de una subestimación del partido, sino, al contrario, de la determinación sin fisuras de luchar por el partido, de impedir que sus mejores elementos cayeran en manos de la burguesía.
En una intervención durante el IVo Congreso del KPD, en abril de 1920, Clara Zetkin dijo que en la última carta que recibió de Rosa Luxemburg, ésta le escribió que el Congreso no había tenido razón al no haber hecho de la aceptación de participar en las elecciones una condición de pertenencia al nuevo partido. No hay razón alguna para dudar de la sinceridad de Clara Zetkin en esa declaración. La capacidad de leer lo que los demás escriben, y no lo que uno desearía ver escrito, es, sin duda, más escasa de lo que suele creerse. La carta de Luxemburg a Zetkin, fechada el 11 de enero de 1919, sería publicada más tarde. Esto es lo que Rosa Luxemburg escribió:
"Pero, sobre todo, por lo que se refiere al tema de la no participación en las elecciones: tú le das demasiada importancia a esa decisión. Ningún "pro Rühle" estaba presente, Rühle no era un líder en la Conferencia. Nuestra "derrota" no fue más que el triunfo de un radicalismo indefectible un tanto inmaduro y pueril... Todos nosotros decidimos unánimemente no hacer de esa cuestión un asunto de más importancia, de no tomárnoslo en plan trágico. En realidad, la cuestión de la Asamblea nacional acabará directamente relegada a un segundo plano por la evolución tumultuosa, y si las cosas siguen como ahora, parece muy dudoso que haya algún día elecciones a la Asamblea nacional" ([21]).
El hecho de que fueran los delegados que mostraban más impaciencia e inmadurez los que solían defender las posiciones radicales, dio la impresión de que esa inmadurez era el producto del rechazo a participar en las elecciones burguesas o en los sindicatos. Esa impresión tendría consecuencias trágicas un año más tarde cuando la dirección del KPD, en la Conferencia de Heidelberg, excluyó a la mayoría a causa de su posición sobre las elecciones y sobre los sindicatos ([22]). No era ésa la comprensión de Rosa Luxemburg. Ella sabía que no había otra alternativa a la necesidad de que los revolucionarios transmitieran su experiencia a la generación siguiente y que no se puede fundar un partido de clase sin la nueva generación.
Tras haber sido excluidos del KPD los radicales, tras haber sido excluido después el KAPD de la Internacional comunista, se empezó a teorizar la idea de que el papel de los "radicales" en el seno de la juventud del partido era la expresión del peso de elementos "desarraigados" y "desclasados". Sin duda será cierto que entre los partidarios de Spartakusbund durante la guerra y, sobre todo, en el seno de los grupos de los "soldados rojos", de los desertores, de los inválidos, etc., hubiera corrientes que no soñaban sino con destrucciones y "terror revolucionario total". Algunos de esos elementos eran muy dudosos y los Obleute tenían razón en desconfiar de ellos. Otros eran unos cabezas locas o, sencillamente, jóvenes obreros que se había politizado con la guerra y no conocían otra forma de expresión que la de pelearse con fusiles y cuya aspiración era lanzarse a una especie de "guerrillas" como la que pronto iba a dirigir Max Hoelz ([23]).
Esa interpretación fue retomada en los años 1970 por autores como Fähnders y Rector, en su obra Linksradikalismus und Literatur ([24]). Éstos intentaron ilustrar su tesis sobre el vínculo entre el comunismo de izquierda y la "lumpenización" con el ejemplo de biografías de artistas radicales que, como el joven Máximo Gorki o Jack London, habían rechazado la sociedad existente situándose fuera de ella. A propósito de uno de los miembros más influyentes del KAPD, aquéllos escriben:
"Adam Scharrer era uno de los representantes más radicales de la revuelta internacional... lo que lo llevó a la posición extrema y rígida de la Izquierda comunista" ([25]).
En realidad, muchos jóvenes militantes del KPD y de la Izquierda comunista se habían politizado en el movimiento de las juventudes socialistas antes de 1914. Políticamente, no eran, ni mucho menos, los productos ni del "desarraigo" ni de la "lumpenización" causadas por la guerra. Lo que sí es verdad es que su politización giraba en torno al tema de la guerra. Contrariamente a la vieja generación de obreros socialistas que había vivido décadas de rutina política en una época de relativa estabilidad del capitalismo, la juventud socialista se había movilizado de entrada en contra del espectro de la guerra que se anunciaba, desarrollando una fuerte tradición "antimilitarista" ([26]). Y aún cuando la Izquierda marxista quedó reducida a una minoría aislada en la Socialdemocracia, su influencia, en cambio, en el seno de las organizaciones radicales de la juventud era mucho mayor ([27]).
La acusación, por otro lado, según la cual los "radicales" habrían sido unos vagabundos en su juventud, no tiene en cuenta que esos años de "vagabundeo" eran, en aquella época, algo bastante normal en la vida de los proletarios. Era, en parte, un vestigio de la vieja tradición del tiempo de aprendizaje del maestro artesano que caracterizó a las primeras organizaciones políticas en Alemania coma la Liga de los comunistas, una tradición que era ante todo el fruto de la lucha de los obreros para que se prohibiera el trabajo de los niños en las fábricas. Muchos jóvenes obreros se marchaban a "ver mundo" antes de someterse al yugo del trabajo asalariado. Se iban andando a explorar los países de lengua alemana, o a Italia, los Balcanes e incluso Oriente Medio. Los que estaban relacionados con el movimiento obrero encontraban alojamiento barato o gratuito en las Casas sindicales de las grandes ciudades, establecían contactos sociales y políticos, apoyaban las organizaciones juveniles locales. Y fue así como, en el mundo obrero, se fueron desarrollando centros internacionales de intercambio sobre cuestiones políticas, culturales, artísticas, científicas ([28]). Otros se embarcaron, aprendieron idiomas y establecieron vínculos socialistas por todo el planeta. ¡No hace falta preguntarse por qué una juventud así se convirtió en la vanguardia del internacionalismo proletario a través de toda Europa! ([29]).
La contrarrevolución acusó a los Obleute de ser agentes pagados por gobiernos extranjeros, por la Entente, y después por el "bolchevismo mundial". Son, en general, conocidos en la historia como una especie de corriente sindicalista de base, localista, centrada en la fábrica, antipartido. En los círculos obreristas se les solía admirar como una especie de conspiradores revolucionarios cuya finalidad era sabotear la guerra imperialista. Es así como se explica la manera con la que "infiltraron" sectores y factorías clave de la industria armamentística alemana.
Examinemos los hechos. Al principio, los Obleute, era un pequeño círculo de funcionarios del partido y de militantes socialdemócratas que se granjearon la confianza de sus colegas por su oposición sin concesiones a la guerra. Estaban fuertemente arraigados en la capital, Berlín, y en la industria metalúrgica, sobre todo entre los torneros. Pertenecían a los obreros educados, los más capaces, con los salarios más altos. Pero eran conocidos por su comportamiento de apoyo y solidaridad hacia los demás, hacia los sectores más frágiles de la clase obrera como las mujeres movilizadas para sustituir a los hombres enviados al frente. Durante la guerra, hubo toda una red de obreros politizados que creció en torno a ellos. No eran, ni mucho menos, una corriente antipartido, sino que en su práctica totalidad eran antiguos socialdemócratas, ahora miembros o simpatizantes del ala izquierda del USPD, incluido Spartakusbund. Participaron apasionadamente en todos los debates políticos que se produjeron en la clandestinidad durante la guerra.
En gran parte, la forma particular que tuvo esa politización se debió a las condiciones del trabajo clandestino, que hacían que las asambleas de masas clandestinas fueran muy escasas y las discusiones abiertas imposibles. En las fábricas, los obreros protegían de la represión a sus dirigentes, a menudo con un éxito notable. El tupido sistema de espionaje de los sindicatos y del SPD solía fracasar cuando querían dar con los nombres de los "cabecillas". En caso de arresto, cada delegado había nombrado un sustituto que cubría inmediatamente su ausencia.
El "secreto" de su capacidad para "infiltrar" los sectores clave de la industria era, pues, muy sencillo. Formaban parte de los "mejores" obreros, de modo que los capitalistas se los disputaban. De este modo, los propios patronos, sin saberlo, pusieron a esos internacionalistas revolucionarios en puestos neurálgicos de la economía de guerra.
El que las tres fuerzas antes mencionadas desempeñaran un papel crucial en la formación del partido de clase no es algo específico de la situación alemana. Una de las características del bolchevismo durante la revolución en Rusia fue cómo unificó esas mismas tres fuerzas que existían en el seno de la clase obrera: el partido de antes de la guerra que representaba el programa y la experiencia organizativa; los obreros avanzados, con conciencia de clase, de las fábricas y demás lugares de trabajo, que arraigaban al partido en la clase y tuvieron un papel decisivo en la resolución de diferentes crisis en la organización; y la juventud revolucionaria politizada por la lucha contra la guerra.
Lo que llama, comparativamente, la atención en Alemania es la ausencia de la misma unidad y de la misma confianza mutua entre esos componentes esenciales. Es eso y no una no se sabe qué calidad inferior de esos elementos mismos, lo que era crucial. Los bolcheviques poseían los medios para esclarecer las confusiones de unos y otros a la vez que mantenían y reforzaban su unidad. Y no era lo mismo en Alemania.
A la vanguardia revolucionaria en Alemania le faltaba unidad y confianza en su misión.
Una de las explicaciones principales es que la revolución alemana se enfrentaba a un enemigo mucho más poderoso. La burguesía alemana era sin lugar a dudas mucho más despiadada, si cabe, que la burguesía rusa. Además la fase inaugurada por la Guerra mundial le había aportado armas nuevas y poderosas. En efecto, antes de 1914, Alemania era el país con las mayores organizaciones obreras de todo el movimiento obrero mundial. Y cuando en el nuevo período, los sindicatos y los partidos socialdemócratas de masas dejaron de servir la causa del proletariado, esos instrumentos se transformaron en obstáculos ingentes. Aquí nos topamos con la dialéctica de la historia. Lo que había sido una fuerza de la clase obrera alemana en una época se convertía ahora en una desventaja.
Se necesita valor para encararse a una fortaleza semejante. Es grande la tentación de ignorar la fuerza enemiga para darse seguridad. Pero el problema no era únicamente la fuerza de la burguesía alemana. Cuando el proletariado ruso acabó con el Estado burgués en 1917, el capitalismo mundial estaba todavía dividido por la guerra imperialista. Es algo bien conocido que los militares alemanes ayudaron de hecho a Lenin y otros dirigentes bolcheviques a volver a Rusia, pues esperaban que eso debilitara la resistencia militar de su adversario en el frente del Este
Pero, ahora, la guerra había terminado y la burguesía mundial se unía contra el proletariado. Uno de los momentos fuertes del Congreso del KPD fue la adopción de una resolución que identificaba y denunciaba la colaboración del ejército británico y el ejército alemán con los propietarios de tierras de los Estados bálticos para poder entrenar en sus posesiones a unidades paramilitares contrarrevolucionarias dirigidas contra "la revolución rusa hoy" y "la revolución alemana mañana".
En tal situación, sólo una nueva Internacional habría podido dar a los revolucionarios y a todo el proletariado de Alemania la confianza, la seguridad y el aplomo necesarios. La revolución podía todavía salir victoriosa en Rusia sin que existiera un partido de clase mundial, porque la burguesía rusa era relativamente débil y aislada, pero no en Alemania. La Internacional comunista no se había fundado todavía cuando el enfrentamiento decisivo de la revolución alemana ya había ocurrido en Berlín. Solo una organización así, que reuniera las adquisiciones teóricas y la experiencia del conjunto del proletariado, habría podido encarar la tarea de llevar a cabo una revolución mundial.
Fue el estallido de la Gran guerra lo que hizo tomar conciencia a los revolucionarios de la necesidad de una oposición de izquierda internacional verdaderamente unida y centralizada. Pero en las condiciones de la guerra, era muy difícil mantener vínculos organizativos como tampoco esclarecer las divergencias políticas que separaban cada día más a las dos principales corrientes de la izquierda de la preguerra: los bolcheviques en torno a Lenin, y la izquierda alemana y la polaca en torno a Luxemburg. La ausencia de unidad antes de la guerra hizo más difícil todavía el transformar las capacidades políticas de las corrientes de los diferentes países en una herencia común de todos y atenuar las debilidades de cada uno.
El choque del hundimiento de la Internacional socialista no fue en ningún otro sitio tan fuerte como en Alemania. Aquí, la confianza en cualidades como la formación teórica, la dirección política, la centralización o la disciplina de partido fue duramente zarandeada. Las condiciones de la guerra, la crisis del movimiento obrero no facilitaron la restauración de la confianza ([30]).
En este artículo nos hemos centrado en las debilidades que aparecieron en el momento de la formación del Partido. Es necesario para comprender la derrota de principios de 1919, tema del artículo siguiente. Sin embargo, a pesar de esas debilidades, quienes se agruparon cuando la fundación del KPD eran los mejores representantes de su clase, de todo lo noble y generoso de la humanidad, los verdaderos representantes de un porvenir mejor. Volveremos sobre esto al final de la serie.
La unificación de las fuerzas revolucionarias, la formación de una dirección del proletariado digna de ese nombre se había vuelto un problema central de la revolución. Nadie comprendió mejor ese problema que la clase social directamente amenazada por ese proceso. A partir de la revolución del 9 de noviembre, el principal objetivo de la vida política de la burguesía fue la "liquidación" de Espartaco. El KPD se fundó en medio de ese ambiente de pogromo en que se preparaban los golpes decisivos contra la revolución qua iba llegando.
Ese será el tema del próximo artículo.
Steinklopfer
[1]) El orden del día de la invitación era:
1. La crisis del USPD
2. El programa de Spartakusbund
3. La Asamblea nacional
4. La Conferencia internacional
[2]) Contrariamente a esa posición, parece ser que una de las preocupaciones de Leo Jogiches era asociar a los Obleute a la fundación del partido.
[3]) Seis militantes presentes en la Conferencia fueron asesinados por las autoridades alemanas en los meses siguientes.
[4]) Der Gründungsparteitag der KPD, Protokoll und Materalien (Congreso de fundación del KPD, actas y documentos). publicado por Hermann Weber.
[5]) Eugen Leviné fue ejecutado unos meses más tarde por haber sido dirigente de la República de los Consejos de Baviera.
[6]) Frölich, conocido representante de la izquierda de Bremen, escribiría más tarde una célebre biografía de Rosa Luxemburg.
[7]) Ver las actas en alemán, op. cit. (nota 4), p. 196 à 199
[8]) Aunque poco después rechazara toda noción de partido de clase como burguesa y desarrollara una visión más bien individual del desarrollo de la conciencia de clase, Otto Rühle se mantuvo fiel al marxismo y a la clase obrera. Ya durante el Congreso, era partidario de los Einheitorganisationen (grupos politico-économicos) que debían, según él, sustituir a la vez al partido y a los sindicatos. En el debate sobre "Las luchas económicas", Luxemburg contesta a su idea diciendo que la alternativa a los sindicatos son los consejos obreros y los órganos de masas, y no los Einheitorganisationen.
[9]) Actas en alemán, op.cit., p. 222.
[10]) Según Clara Zetkin, Jogisches, en reacción a las discusiones, quería que el Congreso fracasara, o sea que se aplazara la fundación del partido.
[11]) Actas en alemán, op. cit., p. 214
[12]) Según las actas, esa sugestión fue acogida con exclamaciones como "¡Muy justo!". Felizmente no se adoptó la moción de Fränkel.
[13]) Op. cit., p. 209. El día anterior, por la misma razón, Gelwitzki, había dicho que se sentía "avergonzado" de haber discutido esa cuestión. Y cuando Fritz Heckert, que no tenía la misma fama revolucionaria que Luxemburg y Liebknecht, intentó defender la posición del comité central sobre la participación en las elecciones, fue interrumpido por una exclamación de Jakob: "¡Quien está hablando aquí es el espíritu de Noske!" (Op.cit., p. 117). Noske, ministro del ejército socialdemócrata del gobierno burgués del momento entró en la historia con el mote de "perro sangriento de la contrarrevolución"...
[14]) Op. cit., p. 224
[15]) "El Congreso ha demostrado con fuerza la juventud e inexperiencia del Partido. El vínculo con las masas era muy tenue. El Congreso ha adoptado una actitud irónica hacia los Independientes de izquierda. No he tenido la impresión deque, ante mí, existía ya un Partido" (Ídem, p. 47).
[16]) Ídem, p. 99-100.
[17]) Ídem, p. 271.
[18]) Ídem, p. 290.
[19]) Ídem, p. 302.
[20]) Ver los argumentos de Marx y Engels en el seno de la Liga de los Comunistas, tras la derrota de la Revolución de 1848-49.
[21]) Citado por Hermann Weber en los documentos sobre el Congreso de fundación, op.cit., p. 42, 43.
[22]) Una gran parte de los excluidos fundó el KAPD. Así, súbitamente, había dos Partidos comunistas en Alemania, ¡una trágica división de las fuerzas revolucionarias!
[23]) Max Hoelz era simpatizante del KPD y del KAPD; él y sus partidarios, armados, estuvieron activos en la Alemania central a principios de los años 20.
[24]) Walter Fähnders, Martin Rector, Linksradikalismus und Literatur, Untersuchungen zur Geschichte der sozialistischen Literatur in der Weimarer Republik ("Radicalismo de izquierda y literatura; estudios de historia de la literatura socialista en la república de Weimar").
[25]) P. 262. Adam Scharrer, gran figura del KAPD, siguió defendiendo la necesidad de un partido de clase revolucionario hasta el aplastamiento de las organizaciones comunistas de izquierda en 1933.
[26]) La primera aparición de un movimiento de jóvenes socialistas radicales ocurrió en Bélgica en los años 1860, cuando les jóvenes militantes hicieron agitación (con cierto éxito) ante los soldados en los cuarteles para impedir que fueran utilizados contra los obreros en huelga.
[27]) Ver la novela de Scharrer, Vaterlandslose Gesellen (que viene a significar algo así como "El granuja antipatriótico"), escrita en 1929, así como la biografía y el comentario de Arbeitskollektiv proletarisch-revolutionärer Romane, republicado por Oberbaumverlag, Berlin.
[28]) Uno de los testigos principales de ese capítulo de la historia es Willi Münzenberg, especialmente en su libro Die Dritte Front ("El tercer frente"): "Recuerdos de quince años en el movimiento proletario juvenil", publicado por primera vez en 1930.
[29]) El líder más conocido del movimiento de la juventud socialista antes de la guerra era, en Alemania, Karl Liebknecht y en Italia, Amadeo Bordiga.
[30]) El ejemplo de la maduración de la juventud socialista en Suiza gracias a las discusiones regulares con los bolcheviques durante la guerra mostró que eso era posible. "Con una gran capacidad psicológica, Lenin agrupó a los jóvenes en torno a él, participando en sus discusiones por la noche, animándolos, y criticándolos siempre con un espíritu de empatía. Ferdy Böhny lo recordaría más tarde: "la manera con la que discutía con nosotros se parecía a la del diálogo socrático"" (Babette Gross: Willi Münzenberg, Eine politische Biografie, p. 93).
Dos años y medio después del hundimiento del bloque del Este y de los regímenes estalinistas de Europa, la situación mundial sigue estando determinada en gran parte por ese considerable acontecimiento histórico, el cual ha sido, en particular, un factor agravante sin precedentes de la situación de descomposición del capitalismo sobre todo en el plano de unos antagonismos imperialistas cada día más marcados por el caos resultante de la descomposición. La crisis económica del modo de producción capitalista, con su fuerte agravación actual sobre todo en las metrópolis del capitalismo, está volviendo, sin embargo, a ser el centro de la situación. Porque destruye las ilusiones, propaladas con profusión, sobre la “superioridad del capitalismo”, porque va dejando en evidencia el atolladero en que se encuentra ese sistema, porque obliga a la clase obrera a movilizarse por defender sus intereses económicos frente a los ataques cada día más brutales que la burguesía está obligada a desencadenar, la crisis es una poderosa palanca para superar las dificultades encontradas por la clase obrera desde el hundimiento del bloque del Este.
*
1) La invasión de la vida del capitalismo en su conjunto por la descomposición es un proceso que aparece a principios de los años 80 e incluso a finales de los 70, una de cuyas expresiones es, por ejemplo, las convulsiones habidas en Irán que desembocaron en la constitución de una República “islámica” y la pérdida de control de ese país por parte de su bloque tutelar. La agonía y muerte de los regímenes de estalinistas y el desmoronamiento del bloque imperialista dominado por la URSS han sido una manifestación de ese proceso, pero además, esos hechos históricos de tanta importancia han provocado una fortísima aceleración del mismo. Por ello puede considerarse que revelan y marcan la entrada del capitalismo en una nueva fase de su período de decadencia, la de la descomposición, del mismo modo que la Primera Guerra mundial fue la primera convulsión de gran envergadura resultante de la entrada de esa sistema en su decadencia y que iba a dar una amplitud mucho más grande a sus diferentes manifestaciones.
Así, el hundimiento de los regímenes estalinistas de Europa ha abierto un período de convulsiones catastróficas en los países en que imperaban esos regímenes. Pero donde mejor quedan plasmadas las características del nuevo período es en los antagonismos imperialistas a escala mundial. La palabra que mejor define la situación actual en las relaciones imperialistas entre los Estados es: caos.
2) La guerra del Golfo de principios del 91 fue la primera manifestación de la gran nuevo “estado del mundo”:
- fue consecuencia de la desaparición del bloque del Este y de las primeras manifestaciones de su ineluctable consecuencia, la desaparición del bloque occidental mismo;3) La barbarie bélica que se ha desencadenado en Yugoslavia unos cuantos meses después del final de la guerra del Golfo es una ilustración indiscutible de lo afirmado antes. En particular, los acontecimientos que han originado esa barbarie, la proclamación de la independencia de Eslovenia y de Croacia, aunque ya de por sí son expresión del caos y de la agudización de los nacionalismos característicos de las zonas del mundo dominadas por regímenes estalinistas, sólo han podido realizarse porque esas naciones estaban aseguradas del apoyo de la primera potencia europea, Alemania. Mucho más que su indisciplina durante la crisis del Golfo (viaje de Brandt a Bagdad con el consentimiento de Kohl), la acción diplomática de la burguesía alemana en los Balcanes, que tenía el objetivo de abrirse un paso estratégico en el Mediterráneo mediante una Croacia “independiente” a sus órdenes, ha sido el primer acto decisivo en su candidatura para dirigir un nuevo bloque imperialista.
4) La enorme superioridad militar de Estados Unidos en el momento actual, para cuyo aparatoso y asesino alarde sirvió precisamente la guerra del Golfo, obliga evidentemente a la burguesía alemana a limitar considerablemente por ahora sus ambiciones. Maniatada todavía en el plano diplomático y militar (tratados que le prohíben intervenir fuera de sus fronteras, presencia de tropas USA en su territorio), desprovista del arma atómica y de una industria puntera de armamento, Alemania está todavía empezando el camino que podría llevarla a formar en torno suyo un nuevo bloque imperialista. Por otra parte, como hemos visto en Yugoslavia, la voluntad de Alemania en sus nuevas ambiciones imperialistas no puede sino conducir a que se acentúe la situación de inestabilidad en Europa y por lo tanto a agravar el caos en esta parte del mundo, lo cual, habida cuenta de su posición geográfica es, para ella, más que para los demás países occidentales, una amenaza de primer orden, sobre todo con la forma de una emigración masiva. Por eso Alemania sigue manteniendo su lugar en la estructura de la OTAN. Esta organización, como lo anunció ella misma en su cumbre de Roma del otoño 1991, ya no tiene el objetivo de hacer frente a una potencia rusa en pleno desmoronamiento, sino servir de protección contra las convulsiones en Europa del Este. La necesaria fidelidad de Alemania a la OTAN reduce mucho su margen de maniobra respecto a la potencia estadounidense que dirige esa organización.
5) Y, en fin, la
necesidad para Alemania de dotarse de aliados de primer plano en Europa
occidental, condición de su ascenso al rango de potencia mundial, choca de
momento con dificultades importantes. En la CEE, no podrá contar en ningún caso
con Gran Bretaña (el mejor aliado de EEUU) ni con Holanda, cuyos lazos
económicos con su gran vecino la incitan precisamente a inclinarse hacia EEUU y
Gran Bretaña para no acabar siendo una simple provincia alemana, siendo así la
cabeza de puente de esas potencias en el norte del continente europeo. De todos
los grandes de Europa, Francia es la más interesada en mantener lazos estrechos
con Alemania, al no poder ocupar la plaza de lugarteniente de EEUU en la esfera
europea, plaza que la comunidad de lengua y sobre todo la situación geográfica
han atribuido definitivamente a Gran Bretaña. Sin embargo, la alianza
franco-alemana no puede tener la misma solidez y estabilidad que la que existe
entre las dos potencias anglosajonas, en la medida en que:
- los dos
asociados no ponen las mismas expectativas en su alianza. Alemania aspira a una
posición dominante, mientras que Francia quisiera conservar un estatuto de
alter ego, pues su posesión del arma atómica y de posiciones imperialistas en
África compensaría su inferioridad económica. Esa diferencia puede desembocar
en posturas diplomáticas divergentes, como hemos visto respecto a Yugoslavia;
- la potencia
estadounidense ya se ha puesto manos a la obra para hacer pagar muy cara a
Francia su infidelidad: expulsión del Líbano, apoyo a las aventuras de Hissen
Habré en Chad, apoyo al FIS en Argelia, “affaire” Habache, etc., a ver si con
ello logra hacerla volver a “mejores inclinaciones”.
6) Sin embargo, ni su enorme atraso militar actual, ni las zancadillas que EEUU le va poner sin lugar a dudas, ni el riesgo de acentuar el caos podrían desviar a Alemania del camino en que ya se ha metido. La crisis capitalista hace inevitable la agravación de los antagonismos imperialistas. Y la tendencia de esos antagonismos es hacia un reparto del mundo en dos bloques imperialistas. La potencia económica de Alemania y su lugar en Europa no harán sino empujarla cada día más por ese camino, lo cual es, a su vez, un factor de inestabilidad suplementario en el mundo de hoy.
Más generalmente, incluso si la amenaza del caos es un factor que puede ser un freno en ciertos momentos a la afirmación por las grandes potencias de sus propios intereses imperialistas, la tendencia histórica dominante del mundo actual es a la agudización de sus antagonismos, por muy catastrófica que pueda acabar siendo esa agudización. En especial, la determinación de Estados Unidos, mostrada con la guerra del Golfo, de representar plenamente su papel de “gendarme del mundo” acabará desembocando en fin de cuentas en el empleo creciente de la fuerza militar y el chantaje con el caos, lo cual contribuirá a agravarlo todavía más, como así quedó ilustrado con el problema kurdo y la situación en Oriente medio después de esa guerra. Así, sean cuales sean los intentos de las grandes potencias por ponerle remedio, es el caos lo que imperará cada día más en las relaciones entre Estados en el mundo de hoy, un caos a la vez causa y consecuencia de los conflictos bélicos, caos que se verá incrementado por la crisis del modo de producción capitalista.
7) La recesión abierta en la que se ha hundido desde hace dos años la primera potencia mundial ha venido a echar por los suelos muchas ilusiones forjadas y propaladas por la burguesía durante la mayor parte de los años 80. Las famosas “reaganomics” que hicieron posible el período más largo, desde los años 60, de crecimiento continuo de las cifras consideradas como representativas de la riqueza de los países (como el PNB), aparecen ahora como un fracaso contundente que ha hecho de Estados Unidos el país más endeudado del planeta y que tienen cada día más dificultades para financiar sus deudas. El estado de salud de la economía norteamericana con sus deuda total de 10 billones (1 y trece ceros) de dólares, su caída de 4,7 % de las inversiones en 1991 a pesar de la baja histórica de los tipos de interés, su déficit presupuestario de 348.000 millones de dólares para 1992, son índices significativos de la situación catastrófica en la que se encuentra la economía mundial. Ésta, desde finales de los 60, sólo ha logrado hacer frente a la contracción ineluctable de los mercados solventes mediante la huida ciega en el endeudamiento generalizado. Fue así como la fuerte recesión mundial de 1974-75 sólo pudo ser superada mediante la inyección masiva de créditos a los países subdesarrollados y a los países del Este que les permitieron, durante un corto período, relanzar, con sus compras, la producción de los países industrializados, pero que los condujo rápidamente a la suspensión de pagos. La recesión de 81-82, consecuencia ineluctable de esta situación, tampoco pudo ser a su vez superada más que gracias a un nuevo relanzamiento de la deuda, no ya de los países periféricos, sino del más poderoso de todos. El déficit comercial de EEUU sirvió de nueva “locomotora” a la producción mundial y su “crecimiento” interno fue espoleado con déficits presupuestarios más y más gigantescos. Por eso es por lo que el callejón sin salida económico con el que se enfrenta la burguesía estadounidense ha cobrado ese carácter de gravedad para toda la economía mundial. Desde ahora, el tren capitalista ya no puede contar con la más floja “locomotora”. Asfixiado por el endeudamiento, no podrá evitar, tanto globalmente como en cada país, la consecuencia ineluctable de la crisis de sobreproducción: la caída constante de la producción, el abandono de sectores cada día más amplios del aparato productivo, la reducción drástica de la fuerza de trabajo, las quiebras en serie, especialmente en el sector financiero, a cuya comparación las de los últimos años aparecerán como menudencias.
8) Esa perspectiva no va a ser anulada ni mucho menos por los cambios habidos en la economía de los países antiguamente autoproclamados “socialistas”. Para esos países, las medidas de “liberalización” y de privatización lo único que van a lograr es añadir más desorganización y bajas mayores de la producción a una destartalada e improductiva economía, causa del hundimiento de los regímenes estalinistas. Ya hoy o a muy corto plazo, lo que amenaza a las poblaciones de muchos de esos países es sencillamente el hambre. Lo que les espera a la mayoría de esos países, y especialmente a los surgidos de la difunta URSS, en donde los choques étnicos y nacionalistas agravarán más aún las cosas, es una caída imparable en el tercer mundo. No han hecho falta ni dos años para que se disolvieran en la nada las ilusiones sobre los miríficos “mercados” que pretendidamente se iban a abrir en el Este. Estos países, endeudados ya hasta el pescuezo, poco van a poder comprar a los países más desarrollados, los cuales, enfrentados ya a una crisis de liquidez sin precedentes, van a otorgar créditos con la más extrema prudencia a economías que parecen más bien pozos sin fondo. No habrá “plan Marshall” ni cosa parecida para los países del Este, no habrá una verdadera reconstrucción de su economía que permitiría a los países más industrializados relanzar su producción.
9) La agravación considerable de la situación de la economía mundial va a plasmarse en una continuada intensificación, a niveles sin precedentes, de los ataques capitalistas contra la clase obrera de todos los países. Con el desencadenamiento de la guerra comercial, de la competencia por mercados cada día más restringidos, las bajas de los salarios reales y la agravación de las condiciones de trabajo (aumento de los ritmos, ahorros en la seguridad laboral, etc.) van a ir parejas con la reducción masiva de los subsidios sociales (educación, salud, pensiones, etc.) y de las plantillas. El desempleo, cuya curva estadística ha vuelto a torcerse bruscamente hacia arriba en los principales países industriales (1991: 28 millones de parados en la OCDE; 1990: 24,6) y acabará sobrepasando, y con mucho, los niveles más altos de principios de los años 80. Sobre la clase obrera se cierne la miseria más sórdida e insoportable, y no sólo en los países menos desarrollados, también en los más ricos. La desventura que hoy abruma a los obreros de los países ex “socialistas” indica a los obreros de las metrópolis de Occidente la dirección hacia la que dirigen sus condiciones de existencia. Sería, sin embargo, totalmente falso “no ver en la miseria más que la miseria”, como ya Marx se lo reprochaba a Prudhon. A pesar de la suma trágica de sufrimiento que significa para la clase obrera, y en gran parte a causa de ella, la agravación actual y futura de la crisis capitalista, también ésta es portadora de la reanudación de los combates de clase y de la progresión de la conciencia en las filas obreras.
10) El hundimiento del estalinismo, ese sistema que fue la punta de lanza de la contrarrevolución que siguió a la oleada revolucionaria de la primera posguerra, ha provocado, paradójicamente pero de modo perfectamente explicable y previsto, un retroceso muy sensible de la conciencia en la clase obrera. Este hundimiento abrió la posibilidad de que se desencadenaran campañas sin precedentes sobre el tema de la “muerte del comunismo”, de la “victoria del capitalismo” y de la “democracia”, lo cual no ha hecho sino acentuar la desorientación de la gran mayoría de los obreros sobre la perspectiva de sus combates. Esos hechos, sin embargo, sólo tuvieron un impacto limitado en duración y profundidad sobre la combatividad obrera, como así lo confirmaron las luchas de la primavera de 1990 en diferentes países. En cambio, a partir del verano de 1990, la crisis y la guerra del Golfo, al provocar un fuerte sentimiento de impotencia en las filas del proletariado de los países más avanzados (países que estaban todos, directa o indirectamente, implicados en la acción de la “coalición”) fueron un factor muy importante de parálisis de su combatividad. Al mismo tiempo, esos acontecimientos, al poner al desnudo las mentiras sobre el “nuevo orden mundial”, al desvelar el comportamiento criminal de las “grandes democracias” y de todos los defensores profesionales de los “derechos humanos”, han contribuido a la labor de zapa de parte del impacto en las conciencias obreras de las campañas anteriores. Por esta razón, los principales sectores de la burguesía han procurado tapar cuidadosamente sus “hazañas” con el tupido velo de las mentiras, las campañas mediáticas y nuevas operaciones “humanitarias” como la organizada en favor de unos kurdos que esos mismos sectores habían entregado maniatados a la represión del régimen de Saddam Husein.
11) El último
acto de toda esa serie de acontecimientos que han afectado las condiciones para
que se desarrolle la conciencia y la combatividad en la clase obrera se ha
representado a partir del verano de 1991 con las siguientes escenas:
- el golpe
fallido en la URSS, la desaparición de su partido dirigente y la dislocación de
ese país;
- la guerra civil
en Yugoslavia.
Estos dos últimos acontecimientos han acarreado un nuevo retroceso de la clase obrera, tanto en su combatividad como en su conciencia. Aunque no haya tenido tanto impacto como lo acontecido en la segunda mitad de 1989, el hundimiento del régimen pretendidamente “comunista” de la URSS y la dislocación del país que había conocido la primera revolución proletaria victoriosa, ha sido un ataque mucho más profundo todavía contra la perspectiva del comunismo en las conciencias obreras. Al mismo tiempo, las nuevas amenazas de enfrentamientos militares catastróficos (incluso a golpe de arma nuclear) resultantes de esa dislocación han acentuado también ese sentimiento de impotente inquietud. Este sentimiento se ha incrementado con la guerra civil en Yugoslavia, a unos cuantos cientos de kilómetros de las grandes concentraciones obreras de Europa occidental, en la medida en que el proletariado de éstas no ha podido hacer otra cosa que ser espectador de matanzas absurdas y que lo único que le queda es confiar en la buena fe de los gobiernos e instituciones internacionales (CEE, ONU) para acabar con ellas. Además, la conclusión (provisional) de ese conflicto, con el envío por las grandes potencias de una “misión de paz” bajo el estandarte de la ONU, ha servido para dar otra vez lustre al blasón, oxidado por la guerra del Golfo, de aquéllas y de ésta.
12) Los
acontecimientos de Yugoslavia han venido a poner de evidencia la complejidad
del lazo que existe entre la guerra y la toma de conciencia del proletariado.
Históricamente, la guerra ha sido siempre un poderoso factor tanto de la
movilización como de la toma de conciencia de la clase obrera. La Comuna de
París, la revolución de 1905 y la de 1917 en Rusia, la de 1918 en Alemania,
fueron resultados de esa guerra. Pero, a la vez, la guerra, como lo ha mostrado
la CCI, no crea las condiciones más favorables para la extensión de la
revolución a escala mundial. La Segunda Guerra mundial ha demostrado, además,
que desde entonces, era algo ilusorio el apostar por un surgimiento del
proletariado durante un conflicto imperialista generalizado y que éste era, al
contrario, un factor de precipitación de la clase en la contrarrevolución. Pero
la guerra imperialista no ha perdido por ello su capacidad para poner de
relieve ante los proletarios la naturaleza profundamente brutal del capitalismo
decadente y de los peligros que está haciendo correr a la humanidad, el
comportamiento gansteril de los “hombres de buena voluntad” que gobiernan el
mundo burgués y que la clase obrera es la principal víctima de sus fechorías.
Por eso fue por lo que la Guerra del Golfo pudo servir, parcialmente, de
antídoto al veneno ideológico inoculado durante el año 1989. Pero, hoy, para
que la guerra pueda tener ese impacto positivo en la conciencia de las masas
obreras, es necesario que aparezca claramente lo que está en juego ante los
proletarios, y esto supone:
- que éstos no
estén masivamente encuadrados tras las banderas nacionales (por esta razón es
por la que los diferentes conflictos que están desgarrando las regiones en las
que imperaba el estalinismo están acentuando el desconcierto de los obreros que
allí viven);
- que la
responsabilidad, en la barbarie y en las masacres, de los países avanzados sea
evidente y no ocultada por las circunstancias locales (conflictos étnicos,
odios ancestrales) o las operaciones “humanitarias” (como las “misiones de paz”
de la ONU).
En el período venidero, no va a ser de enfrentamientos como los de Yugoslavia o del Cáucaso de donde habrá que esperar un impulso de la toma de conciencia en las masas obreras. Pero la necesidad para las grandes potencias de implicarse cada día más y más directamente en los conflictos bélicos va a ser un factor importante de la toma de conciencia en las filas obreras, especialmente en los sectores decisivos del proletariado mundial que viven precisamente en esos grandes países.
13) Más generalmente, las diferentes consecuencias del atolladero histórico en que se encuentra el modo de producción capitalista no tienen todos los mismos signos desde el punto de vista de la toma de conciencia en la clase obrera. Por ejemplo, las características específicas de la fase de descomposición, especialmente la putrefacción de raíz de la sociedad y el caos, son por ahora un factor de confusión en la clase obrera. Así ocurre, por ejemplo, con las dramáticas convulsiones que afectan al aparato político de la burguesía en los países que acaban de salir del pretendido “socialismo real” o en algunos países musulmanes (el auge del integrismo). En los países adelantados también, los sobresaltos varios que sacuden el aparato político, a una menor escala claro está y sin que se salgan del control de las fuerzas burguesas dominantes (auge de los movimientos racistas en Francia, Bélgica, Este de Alemania, éxitos electorales de los partidos regionalistas en Italia, de los ecologistas en Francia o Bélgica), son utilizados con eficacia para atacar la conciencia de los obreros. En realidad, los únicos elementos que van a favor de la toma de conciencia de proletariado son los que pertenecen a la decadencia del capitalismo en su conjunto y no son específicos de su etapa de descomposición: la guerra imperialista con una participación directa de las metrópolis del capitalismo y la crisis de la economía capitalista.
14) Así como es importante distinguir el grado de contribución de los diferentes aspectos del trágico atolladero en el que se encuentra la sociedad para la conciencia del conjunto de la clase obrera, es necesario discernir las diferencias de cómo afecta esta situación a cada uno de sus sectores. Muy especialmente, debe estar claro que, como la CCI lo ha puesto de relieve desde principios de los 80, el proletariado de los países ex “socialistas” está enfrentado a dificultades enormes en su toma de conciencia. A pesar de las dificultades que ya ha soportado y que habrá de soportar más todavía, pese a las luchas, a veces de gran amplitud, que va a seguir llevando a cabo contra esos ataques, ese sector de la clase obrera mundial se distingue por su debilidad política que hace de él una presa bastante fácil para las maniobras demagógicas de los políticos burgueses. Sólo será la experiencia y el ejemplo de los combates de los sectores más avanzados de la clase, en especial los de Europa occidental, contra las más sofisticadas trampas que le tiende la burguesía, lo que permitirá a los obreros de Europa del Este dar pasos decisivos en el proceso de toma de conciencia.
15) Asimismo, en el seno del conjunto de la clase obrera mundial, es importante establecer también una clara distinción, en cómo se han percibido los grandes cambios habidos desde 1989, entre las minorías de vanguardia y las grandes masas del proletariado. Así, del mismo modo que en éstas ha hecho mella plenamente la sucesión de unas campañas de la burguesía que las ha llevado a dar la espalda a toda perspectiva de derrocamiento del capitalismo, las mismas campañas y los mismos acontecimientos han provocado, al contrario, una nueva movilización y un nuevo interés por las posiciones revolucionarias en las minorías, muy pequeñas, que se han negado a dejarse arrastrar y ensordecer por los discursos sobre la “muerte del comunismo”. Es ésta una nueva ilustración de que contra el escepticismo, el desconcierto y la desesperanza que los diferentes aspectos de la descomposición hacen pesar en el conjunto de la sociedad, y en particular en la clase obrera, el único antídoto es afirmar la perspectiva comunista. Ese incremento reciente de la audiencia de las posiciones revolucionarias es también la confirmación de la naturaleza del curso histórico tal como se ha desarrollado desde finales de los años 60, un curso hacia los enfrentamientos de clase y no hacia la contrarrevolución, un curso que los acontecimientos de los últimos años, por muy nefastos que hayan sido en general para la conciencia del proletariado, no han logrado cambiar de sentido.
16) Y es precisamente porque el curso histórico no ha sido trastornado, y la burguesía no ha logrado con sus múltiples campañas y maniobras asestar una derrota decisiva al proletariado de los países avanzados y encuadrarlo tras sus banderas, por lo que el retroceso sufrido por éste, tanto en su conciencia como en su combatividad, será necesariamente superado. Ya la agravación considerable de la crisis capitalista, especialmente en los países más desarrollados, es un factor de primera importancia en la negación de todas las mentiras sobre el “triunfo” del capitalismo, incluso en ausencia de luchas abiertas. Asimismo, la acumulación del descontento provocado por la multiplicación y la intensificación de los ataques resultantes de esa agravación de la crisis, abrirá, al cabo, el camino a movimientos de gran amplitud que volverán a dar confianza a la clase obrera, le recordarán que ella es, ya desde ahora, una fuerza considerable en la sociedad y permitirán a una masa cada día mayor de obreros volver a encarar la perspectiva del derrocamiento del capitalismo. Por ahora, las luchas obreras están en uno de los niveles más bajos desde la última guerra mundial. Lo que sí hay que saber es que ya se están desplegando en profundidad las condiciones para el resurgir de las luchas, lo cual debe incitar a los revolucionarios a una vigilancia creciente para que no les sorprenda ese surgimiento y estén preparados para intervenir en él para hacer avanzar la perspectiva comunista.
CCI, 29/3/1992
Con grandiosos oropeles está celebrando la clase dominante el 500º aniversario del descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón. La Exposición universal de Sevilla es el punto céntrico de estas celebraciones tan mediáticas. Pero el espectáculo no se para ahí. La mayor flota de veleros que haya atravesado nunca el Atlántico se ha lanzado al océano siguiendo los rumbos del augusto descubridor; se están filmando o se han filmado varias películas que refieren la epopeya de Colón; libros, novelas históricas y estudios universitarios han sido publicados sobre el descubrimiento, sus consecuencias y su significado; en las pantallas del mundo entero se dedican espacios a ese hecho histórico y la prensa ha publicado artículos en cantidad. Raras veces un acontecimiento histórico, que todos los niños estudian en las escuelas, habrá concentrado tantos medios para su celebración. No es casualidad.
La llegada de las tres carabelas a las costas del Nuevo Mundo abrió las puertas de un período que los historiadores de la clase dominante van a adornar con todas las virtudes, calificando ese período histórico que se inicia a mediados del siglo XV, como período de los descubrimientos, época del Renacimiento, pues es el período que verá al capitalismo imponerse en Europa e iniciar su conquista del mundo. Lo que celebra la clase dominante no es sólo el 500º aniversario de un hecho histórico de gran alcance; es también, simbólicamente, el de medio milenio de dominación del capitalismo.
En el siglo xv, los vientos que hinchan las velas de las carabelas lanzándolas hacia nuevos horizontes son los del capitalismo mercantil en búsqueda de nuevos derroteros comerciales hacia la India y Asia para allí intercambiar especias y sederías, “más valiosas que el oro”. Tan cierto es eso que Colón, hasta su muerte en 1506 estará convencido de que las orillas a las que han arribado sus navíos son las de Asia, de la India, adonde estaba empeñado en llegar para abrir un nuevo derrotero occidental. El nuevo continente que había él descubierto sin saberlo no habría de llevar su nombre, sino el del navegante Amérigo Vespucci que sería uno de los primeros en establecer, en la relación de sus viajes publicada en 1507, que las tierras recién descubiertas eran un nuevo continente.
Hoy está comprobado que varios siglos antes, los vikingos ya habían arribado a las costas de América del Norte; es incluso probable que en otros momentos de la historia humana, esforzados navegantes hubieran ya llevado a cabo la travesía de la mar oceana de Este a Oeste. Pero esos “descubrimientos”, al no corresponder a las necesidades del desarrollo económico, quedaron en el mayor olvido. No ocurre lo mismo con la expedición colombina. El descubrimiento de América por Colón no es fruto de la casualidad, de una simple aventura extraordinaria de un puñado de hombres. Colón no es un aventurero aislado, sino que es un navegante entre otros muchos que se lanzan a surcar los océanos. Es el producto de las necesidades del capitalismo que se desarrolla en Europa, se integra en un movimiento de conjunto que empuja a los navegantes a la búsqueda de nuevas rutas comerciales.
Ese movimiento de conjunto tiene su origen en los cambios económicos, culturales y sociales que trastornan a Europa con la decadencia del feudalismo y el auge del capitalismo mercantil.
Desde el siglo xii, las actividades comerciales, de la banca y las finanzas han florecido en las repúblicas italianas, las cuales poseen el monopolio del comercio hacia Oriente. “Desde el siglo xv, los burgueses de las ciudades se habían hecho más indispensables para la sociedad que la nobleza feudal. (...) Se habían incrementado las necesidades de la nobleza misma, se habían transformado hasta el punto que, incluso para ella, las ciudades se habían vuelto indispensables; ¿no sacaba ella de las ciudades el único instrumento de su producción, su coraza y sus armas? Las telas, los muebles y las joyas indígenas, las sedas de Italia, los encajes de Brabante, las pieles del Norte, los perfumes de Arabia, las frutas de Levante, las especias de la India, todo lo compraba a los habitantes de las ciudades... Se había desarrollado un cierto comercio mundial; los italianos surcaban el Mediterráneo y, más allá, hacia las costas del Atlántico hasta Flandes; pese a la competencia holandesa e inglesa, los mercaderes de la Hansa dominaban todavía los mares del Norte y el Báltico. (...) Mientras que la nobleza se volvía cada día más superflua e impedía siempre más la evolución, los burgueses de las ciudades, en cambio, se estaban convirtiendo en la clase que personificaba el progreso de la producción y del comercio, de la cultura y de las instituciones políticas y sociales” ([1]).
El siglo xv está marcado por el impulso de los conocimientos, inicio del Renacimiento, caracterizado no sólo por el redescubrimiento de los textos de la Antigüedad, sino también por las maravillas de Oriente, como la pólvora que introducen en Europa los comerciantes, y los nuevos descubrimientos como la imprenta, los progresos en las técnicas metalúrgicas, o de los telares, que permitió el desarrollo de la economía. Uno de los sectores en el que habrá más cambios a causa del desarrollo de los conocimientos es el de la navegación, sector central para el comercio, al ser su principal vehículo, con la invención de nuevos tipos de embarcaciones, más sólidas, mayores, mejor adaptadas a la navegación oceánica de altura, y con el desarrollo de un mejor conocimiento de la geografía y de las técnicas de navegación. « Además, la navegación era una industria netamente burguesa, e imprimió su carácter antifeudal a todas las flotas moderna” ([2]).
Al mismo tiempo, se crearon y se reforzaron los grandes Estados feudales. Sin embargo, ese movimiento no se plasmó en un reforzamiento del feudalismo, sino en su regresión, crisis y decadencia. “Es evidente que (...) la realeza era un elemento de progreso. Representaba el orden en el desorden, la nación en formación frente a la disgregación en estados vasallos rivales. Todos los elementos revolucionarios que se estaban formando bajo la superficie del feudalismo estaban tan obligados a apoyarse en la realeza como ésta lo estaba a apoyarse en ellos” ([3]).
La expansión de la dominación otomana en Oriente medio y en el Este de Europa, concretada en la toma de Constantinopla en 1453 desemboca en la guerra con la república de Venecia a partir de 1463, cortando las rutas comerciales tan fructíferas con Asia a los mercaderes italianos que disfrutaban de un monopolio casi total de ellas. La necesidad económica de abrir nuevas rutas comerciales hacia los tesoros de las míticas Indias, Cathay (China) y Cipango (Japón) y la perspectiva de apropiarse de las fuentes de riqueza de Génova y Venecia va a ser el estimulante que va a animar a los reinos de Portugal primero y de España después a patrocinar y financiar expediciones marítimas.
Y es así como durante el siglo xv se fueron reuniendo en Europa las condiciones y los medios que habrían de permitir el desarrollo de la exploración marítima del mundo:
- desarrollo de una clase mercantil e industrial, la burguesía;
- desarrollo de los conocimientos y de las técnicas, que se concreta particularmente en la navegación;
- formación de los Estados que van a apoyar las expediciones marítimas;
- situación de bloqueo del comercio tradicional con Asia, lo cual va a animar la búsqueda de nuevos derroteros.
Desde principios del siglo xv, Enrique el Navegante, rey de Portugal, financia expediciones del litoral africano, estableciendo en el Norte las primeras plazas (Ceuta en 1415). Serán poco después, los archipiélagos atlánticos: Madeira en 1419, Azores en 1431, Cabo Verde en 1457. Más tarde, bajo el reinado de Juan II, los navegantes portugueses alcanzan la desembocadura del Congo en 1482 y el cabo de la Buena Esperanza es doblado por Bartolomé Días, abriendo así la ruta de las Indias y de las especias, que Vasco de Gama seguirá en 1498. La expedición de Colón es pues una más entre muchas otras. En un principio, Colón ofreció sus servicios a los portugueses para explorar una ruta occidental hacia las Indias, pero éstos que quizás habían avistado Terranova en 1474, se lo negaron pues preferían otro camino, el que doblaba África por el sur. Del mismo modo que Colón se benefició de la experiencia de los navegantes portugueses, su propia experiencia va a servirle a Juan Caboto, quien, al servicio de Inglaterra, llega al Labrador en 1496. Yáñez Pinzón y Diego de Lepe, por cuenta de Castilla, descubren en 1499 la desembocadura del Orinoco. El portugués Cabral, que intentaba contornear África, alcanza, en 1500, las costas del Brasil. En 1513, Balboa llegará al océano Pacífico. Y en 1519, Magallanes y Elcano soltarán amarras para el primer viaje de circunnavegación de la Tierra.
“Y esa necesidad de partir hacia lejanas aventuras, a pesar de las formas feudales o semifeudales en las que se realizó al principio, era, ya en sus propias raíces, incompatible con el feudalismo cuyas bases eran la agricultura, cuyas guerras de conquista tenían el objetivo esencial de apropiarse de tierras” ([4]).
No son pues los grandes descubrimientos los que traen consigo el desarrollo del capitalismo, sino, al revés, es el desarrollo del capitalismo en Europa lo que permite esos descubrimientos, ya sea en el plano geográfico, ya sea en el de las técnicas. Colón, como Gutenberg, es el producto del desarrollo histórico del capital. Sin embargo, esos descubrimientos serán un poderoso factor de aceleración del desarrollo del capitalismo y de la clase que lleva consigo, la burguesía.
“El descubrimiento de América, la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía naciente un nuevo campo de acción. Los mercados de las Indias orientales y de la China, la colonización de América, los intercambios con las colonias, el incremento de los medios de intercambio y de las mercancías en general, dieron al comercio, a la navegación y a la industria un ímpetu hasta entonces desconocido ; y por eso mismo, aceleraron el desarrollo de los factores revolucionarios en el seno de una sociedad feudal en descomposición” ([5]).
“No cabe la menor duda –y es cabalmente este hecho el que ha engendrado concepciones completamente falsas– de que en los siglos xvi y xvii las grandes revoluciones producidas en el comercio con los descubrimientos geográficos y que imprimieron un rápido impulso al desarrollo del capital comercial, constituyen un factor fundamental en la obra de estimular el tránsito del régimen feudal de producción al régimen capitalista. La súbita expansión del mercado mundial, la multiplicación de las mercancías circulantes, la rivalidad entre las naciones europeas, en su afán de apoderarse de los productos de Asia y los tesoros de América, el sistema colonial, contribuyeron esencialmente a derribar las barreras feudales que se alzaban ante la producción. Sin embargo, el moderno régimen de producción, en su primer período, el período de la manufactura, sólo se desarrolló allí donde se habían gestado ya las condiciones propicias dentro de la Edad Media. No hay más que comparar, por ejemplo, el caso de Holanda con el de Portugal. Y si en el siglo xvi y en parte todavía en el xvii la súbita expansión del comercio y la creación de un nuevo mercado mundial ejercieron una influencia predominante sobre el colapso del viejo régimen de producción y el auge del régimen capitalista, esto se produjo, por el contrario, a base del régimen capitalista de producción ya creado. El mercado mundial constituye de por sí la base de este régimen de producción. Por otra parte, la necesidad inmanente a él de producir en escala cada vez mayor contribuye a la expansión constante del mercado mundial, de tal modo que no es el comercio el que revoluciona la industria, sino a la inversa, ésta la que revoluciona el comercio” ([6]).
“La expansión del comercio, tras el descubrimiento de América y de la ruta marítima de las Indias orientales, dio un impulso prodigioso a la manufactura y, de una manera general, al movimiento de la producción. Los nuevos productos importados de aquellas regiones y, en especial, las masas de oro y de plata puestas en circulación, modificaron radicalmente la posición mutua de las clases y asestaron un duro golpe a la propiedad rústica feudal y a los trabajadores; las expediciones de aventureros, la colonización y, ante todo, la posibilidad para los mercados de extenderse cada día, hasta alcanzar la amplitud de mercado mundial abrieron una nueva fase de la evolución histórica” ([7]).
De hecho, en 1492, con el descubrimiento de América una página de la historia de la humanidad es, simbólicamente, pasada. Una nueva época se abre, la época en que el capitalismo incia su marcha triunfal hacia la dominación del mundo. “El comercio mundial y el mercado mundial inauguran en el siglo xvi la biografía moderna del capitalismo”. “La historia moderna del capital data de la creación del comercio y del mercado de dos mundos en el siglo xvi”. “Aunque los primeros indicios de la producción capitalista se presentan ya, esporádicamente, en algunas ciudades del Mediterráneo durante los siglos xiv y xv, la era capitalista sólo data del siglo xvi” ([8]). La apertura de esta era nueva, la de su dominación, la del inicio de la construcción del marcado mundial capitalista, eso es lo que la burguesía celebra con tanta fastuosidad. “La gran industria ha hecho surgir un mercado mundial que el descubrimiento de América preparó. El mercado mundial ha dado un impulso enorme al comercio, a la navegación, a las vías de comunicación. Y ese desarrollo, a su vez, ha dado un nuevo impulso a la industria. Conforme fueron tomando amplitud el comercio, la navegación, el ferrocarril, la burguesía se fue desarrollando, multiplicando sus capitales y arrinconando a todos las clases heredadas de la Edad Media” ([9]).
Antes de los descubrimientos del xv y del xvi, no se conoce, evidentemente, ni a los Incas ni a los Aztecas, pero apenas si se conocen un poco más las civilizaciones de la China, del Japón, sino es rodeadas de toda una mitología en la que predomina la fábula y no lo real. El descubrimiento de América es el final de un período de la historia marcado por el desarrollo multipolar de civilizaciones que se ignoran o apenas si se comunican mediante un comercio muy restringido. No sólo serán exploradas nuevas rutas marítimas, sino que se abren a los mercaderes europeos nuevas vías comerciales. El desarrollo del comercio acabará acarreando el final de civilizaciones milenarias que habían florecido fuera de Europa. “Como consecuencia del perfeccionamiento rápido de los instrumentos de producción y gracias a la mejora incesante de las comunicaciones, la burguesía precipita en la civilización incluso a las civilizaciones más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías es la artillería pesada con la que destruye todas las murallas de China y logra la capitulación de los xenófobos más impenitentes” ([10]). “Explotando el mercado mundial, la burguesía ha dado una forma cosmopolita a la producción y el consumo de todos los países. (...) Los productos industriales no sólo se consumen en el propio país, sino por todas partes en el mundo. Las necesidades antiguas, satisfechas por los productos indígenas, dejan el sitio a otras nuevas que exigen satisfacerse con productos de los países y los climas más lejanos. El antiguo aislamiento y la autarquía local y nacional dejan el sitio a un tráfico universal, una interdependencia universal de las naciones. Y lo que es cierto en cuanto a la producción material, lo es tanto respecto a las producciones del espíritu. Las obras espirituales de las diferentes naciones se transforman en bien común. Las limitaciones y los particularismos nacionales se vuelven cada día menos posibles y las numerosas literaturas nacionales y locales hacen surgir una literatura universal” ([11]). Ése es el papel revolucionario que la burguesía desempeñó: la unificación del mundo. Al celebrar como lo hace hoy el descubrimiento de las Américas por Colón, primer paso significativo de esta unificación por la creación del mercado mundial, está celebrándose a sí misma.
La burguesía se complace en honrar ese siglo xvi que fue el de su afirmación en Europa, anunciador de su predominio mundial, siglo del Renacimiento, de los grandes descubrimientos, del florecimiento de las Artes y de los conocimientos. La clase dominante se complace en reconocerse en aquellos hombres del Renacimiento, símbolos anunciadores del prodigioso auge de una técnica que se plasmará en un tumultuoso desarrollo de las fuerzas productivas que el capitalismo va a permitir. En ellos, la burguesía honra la búsqueda de universalidad, su propia característica que ella impondrá a un mundo que conformará a su imagen. Y es, sin duda, una de las mejores imágenes que la clase dominante pueda dar de sí misma. Una de las que mejor define el progreso que ella encarnó en su tiempo para la humanidad.
Pero toda medalla tiene su revés, y en el reverso de la hermosa aventura de Colón descubridor del Nuevo Mundo, está la colonización bestial, el despiadado sometimiento de los indios, la realidad del capitalismo como sistema de explotación y de opresión. Los tesoros procedentes de las colonias que llegan a la metrópoli para en ella funcionar como capital, son extraídos “con el trabajo forzado de los indígenas reducidos a la esclavitud, la concusión, el saqueo y el asesinato” ([12]).
El capitalismo no sólo creó los medios técnicos y acumuló los conocimientos que hicieron posible el viaje de Colón y el descubrimiento de América. También proporcionó el nuevo dios, la ideología que iba a empujar hacia adelante a los aventureros que se lanzaron a la conquista de los mares.
No es el gusto del descubrimiento lo que anima a Colón, sino el afán de lucro, el cual declara que el oro es lo mejor del mundo y que puede incluso llevar las almas al paraíso o cuando Cortés afirmaba que los españoles sufrían de una enfermedad del corazón que sólo el oro podía curar.
“Era el oro lo que buscaban los portugueses en las costas africanas, en las Indias, en todo Extremo Oriente ; fue el oro la palabra mágica que empujó a los españoles a atravesar el Atlántico ; oro era lo primero que requería el blanco en cuanto pisaba una orilla recién descubierta” ([13]).
“Según la Relación de Colón, el Consejo de Castilla resolvió tomar posesión de un territorio cuyos habitantes eran incapaces de defenderse. El piadoso objetivo de convertir ese territorio santificó la injusticia del proyecto. Pero la esperanza de sacar tesoros de él fue el verdadero motivo de la empresa. (...) Todas las demás empresas de los españoles en el Nuevo Mundo posteriores a la de Colón parecen haber tenido el mismo motivo. Era la sed sacrílega del oro (...)” ([14]).
La gran obra civilizadora del capitalismo tomó primero la forma de un genocidio. En nombre de esa sed sacrílega del oro, las poblaciones indígenas se vieron sometidas al saqueo, al trabajo forzado, a la esclavitud en las minas, diezmadas por las enfermedades importadas por los conquistadores, sífilis, tuberculosis y demás. Bartolomé de Las Casas estimaba que entre 1495 y 1503, más de tres millones de hombres habían desaparecido en las islas, aplastados en las guerras, hechos esclavos, agotados en las minas o en otras labores : “¿Quién entre las generaciones futuras se creerá lo que está ocurriendo? Yo mismo que escribo estas líneas, que lo he visto con mis propios ojos y que de todo ello soy sabedor, difícilmente puedo creer que semejante cosa haya sido posible”. En poco más de un siglo, la población india va a reducirse 90 % en México, cayendo de 25 millones a 1 y medio, y 95 % en Perú. El tráfico de esclavos, va a desarrollarse para compensar la falta de mano de obra resultante de la masacre. A todo lo largo del siglo xvi, cientos de miles de negros van a ser deportados para repoblar las Américas. Y en los siglos siguientes va a intensificarse el movimiento. A ello hay que añadir el envío de miles de europeos condenados a trabajos forzados en las minas y plantaciones de América. “El descubrimiento de de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos “idílicos” representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de acumulación originaria” ([15]).
Los miles de toneladas de oro y plata que se vierten en Europa procedentes de las colonias americanas, que van a servir a financiar el gigantesco auge del capitalismo europeo están manchados de la sangre de millones de esclavos. Esta violencia característica de la empresa colonial capitalista no se reserva, sin embargo, a la conquista de las tierras lejanas, sino que caracteriza al capitalismo en todos los aspectos de su desarrollo, incluida su tierra de elección, Europa.
Los mismos métodos usados sin freno en la explotación brutal de los indígenas de las colonias de América, África o Asia son empleados en Europa para arrancar a los campesinos de la tierra, y transformarlos en esclavos asalariados que la industria manufacturera en pleno auge necesita. El período del Renacimiento, y los siguientes, que tanto le gusta a la burguesía presentar bajo la hermosa luz de la multiplicación de los descubrimientos y del florecer artístico, es, para millones de campesinos y de trabajadores, el del terror y de la miseria.
El desarrollo del capitalismo se caracteriza en Europa por el proceso de expropiación de las tierras; millones de campesinos van a verse tirados a los caminos. “La expropiación del productor inmediato se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más mezquinas y más odiosas” ([16]). Marx, en el capítulo sobre la “Acumulación originaria” describe magistralmente ese proceso tan violento y cruel, de latrocinios descarados, atrocidades sin cuento y sufrimientos que acompañaron la brutal expropiación de los campesinos desde el siglo xv hasta el siglo xviii, ese proceso que “abrió paso a la agricultura capitalista, se incorporó el capital a la tierra y se crearon los contingentes de proletarios libres y privados de medios de vida que necesitaba la industria de las ciudades” ([17]), mediante “la enajenación fraudulenta de las tierras del dominio público de los terrenos comunales, la metamorfosis, llevada a cabo por la usurpación y el terrorismo más inhumano, de la propiedad feudal y del patrimonio del clan en la moderna propiedad privada” ([18]).
“Y así ocurre que un glotón ansioso e insaciable, verdadera peste de su comarca, puede juntar miles de acres de tierra y cercarlos con una empalizada o un vallado, o mortificar de tal modo, a fuerza de violencias e injusticias, a sus poseedores, que éstos se vean obligados a vendérselo todo de un modo u otro, doblen o quiebren, no tienen más remedio que abandonar el campo, ¡pobres almas cándidas y míseras!. Hombres, mujeres, maridos, esposas, huérfanos, viudas llorosas con sus niños de pecho en brazos, pues la agricultura reclama muchos. Allá van, digo, arrastrándose lejos de los lugares familiares y acostumbrados, sin encontrar reposo en parte alguna; la venta de todo su ajuar, aunque su valor no sea grande, algo habría dado en otras circunstancias; pero, lanzados de pronto al arroyo, ¿qué han de hacer sino malbaratarlo todo?. Y después que han vagado hasta comer el último céntimo, ¿qué remedio sino robar para luego ser colgados, ¡vive Dios!, con todas las de la ley, o echarse a pedir limosna? Mas también, en este caso van a dar con sus huesos en la cárcel, como vagabundos, por andar por esos mundos de Dios rondando sin trabajar; ellos, a quienes nadie da trabajo, por mucho que se esfuercen en buscarlo” ([19]).
“Los contingentes expulsados de sus tierras al disolverse las huestes feudales y ser expropiados a empellones y por la fuerza de lo que poseían, formaban un proletariado libre y privado de medios de existencia, que no podía ser absorbido por las manufacturas con la misma rapidez con que se le arrojaba al arroyo (...) Y así, una masa de ellos fueron convirtiéndose en mendigos, salteadores y vagabundos (...) de aquí que, a fines del siglo xv y durante todo el xvi, se dictasen en toda Europa occidental una serie de leyes persiguiendo a sangre y fuego el vagabundaje. De este modo, los padres de la clase obrera moderna empezaron viéndose castigados por algo de lo que ellos mismos eran víctimas, por verse reducidos a vagabundos y mendigos” ([20]). Castigados, ¡y de qué modo! En Inglaterra, bajo el reinado de Enrique VIII (1509-1547), “para los vagabundos jóvenes y fuertes, azotes y reclusión (...) En caso de reincidencia, deberá azotarse de nuevo al culpable y cortarle media oreja”. A la tercera vez se le ahorcará como criminal peligroso y enemigo del Estado. Bajo ese reinado, 72.000 pobres de solemnidad fueron ejecutados. Bajo su sucesor, Eduardo VII, en 1547, un estatuto ordena que todo individuo refractario al trabajo sea asignado como esclavo a la persona que lo haya denunciado. Si el esclavo desparece durante 15 días o más, se le marcará a fuego en la frente o en un carrillo con una S y será esclavo de por vida. Si vuelve a escaparse, será ahorcado. En el reinado “tan virginal como materno de Isabel”, los vagabundos eran atados en fila; sin embargo, apenas pasaba un año sin que muriesen en la horca 300 ó 400.
En Francia, “todavía en los primeros años del reinado de Luis XVI (Ordenanza del 13 de julio de 1777), disponía la ley que se mandase a galeras a todas las personas de dieciséis a sesenta años que, gozando de salud, careciesen de medios de vida y no ejerciesen ninguna profesión. Normas semejantes se contenían en el estatuto dado por Carlos V, en octubre de 1537, para los Países Bajos, en el primer edicto de los Estados y ciudades de Holanda (19 de marzo de 1624), en el bando de las provincias unidas (1649), etc.”.
“Véase, pues, cómo después de ser violentamente expropiados y expulsados de sus tierras y convertidos en vagabundos, se encajaba a los antiguos campesinos, mediante leyes grotescamente terroristas, a fuerza de palos, de marcas a fuego y de tormentos, en la disciplina que exigía el sistema de trabajo asalariado” ([21]).
“En todos los países desarrollados, nunca había sido tan elevada la cantidad de vagabundos como en la primera mitad del siglo xvi. Unos se alistaban durante los períodos de guerra, en los ejércitos; otros recorrían el país mendigando; otros, en fin, se esforzaban por ganar miserablemente sus vidas en las ciudades con trabajos por jornada y empleos no acaparados por los gremios” ([22]). Los campesinos expoliados de sus tierras, tirados a los caminos no sólo se van a ver reducidos a la mendicidad u obligados a someterse a la esclavitud asalariada. Van a ser también empleados en abundancia como carne de cañón. Cañones, arcabuces y escopetas muchísimo más destructores que las espadas, lanzas, arcos y ballestas de las guerras feudales anteriores, y que exigen una masa cada día mayor de soldados que sacrificar en aras del apetito sangriento del capitalismo naciente; los progresos científicos y tecnológicos del Renacimiento van a ser utilizados ampliamente en el perfeccionamiento de las armas y de su producción cada día más masiva. El siglo xvi es un siglo de guerras constantes: “las guerras y las devastaciones eran algo cotidiano en la época” ([23]). Guerras de conquista colonial, pero también, y sobre todo, guerras en Europa misma: guerras “italianas” del rey de Francia Francisco Iº; la de los Habsburgo contra los turcos que sitian Viena en 1529 y serán derrotados por la armada española en la batalla de Lepanto en 1571; guerra de independencia de los Países Bajos contra la dominación española a partir de 1568; guerra entre España e Inglaterra que acaba con la destrucción por la marina inglesa de la Armada “Invencible” española, la mayor flota de guerra reunida hasta entonces ; guerras múltiples entre príncipes alemanes ; guerras de religión, etc. Esas guerras son el producto de los trastornos que sacuden a Europa con el desarrollo del capitalismo.
“Incluso en lo que se ha dado en llamar las guerras de religión del siglo xvi, se trataba ante todo de evidentes intereses materiales de clase, y esas guerras eran luchas de clases tanto como los enfrentamientos internos que se producirían más tarde en Inglaterra y Francia” ([24]). El encarnizamiento con que los Estados nacionales, recién salidos de la Edad Media, los príncipes feudales y las nuevas camarillas burguesas van a enfrentarse tras los estandartes de las religiones, sabrán dejarlo de lado cuando se trate de reprimir con la mayor ferocidad las revueltas campesinas que la miseria provoca. Frente a la guerra de los campesinos en Alemania, “burgueses y príncipes, nobleza y clero, Lutero y el Papa se unirán contra “las cuadrillas campesinas, saqueadoras y asesinas” ([25]). “¡Hay que hacerlos trizas, estrangularlos, en secreto y públicamente, como se remata a los perros rabiosos!”, clamaba Lutero”. “Por eso, muy señores míos, ¡pasadlos a cuchillo, abatidlos, estranguladlos, liberad acá, salvad allá! Y si sucumbís en la lucha, nunca habríais de obtener muerte más santa!” ([26]).
El siglo xvi no es el de una libertad naciente como pretende hacer creer la burguesía. Es el de una nueva opresión que se instala sobre los escombros de un feudalismo en decadencia, es el de las persecuciones religiosas y el de la represión sangrienta de las revueltas plebeyas. No es casualidad si fue en el mismo año en que es descubierto el Nuevo Mundo, en 1492, cuando toma su auge en España la Inquisición. Miles de judíos y de musulmanes serán cristianizados a la fuerza u obligados al éxodo para huir de las persecuciones cuando no de la hoguera. Pero esto no es típico de una España todavía marcada por el espíritu medieval y de reconquista, exaltada por un cristianismo intransigente renovado por la conquista del reino moro de Granada; en toda Europa, las matanzas religiosas, los pogromos son corrientes, la persecución de las minorías religiosas o raciales algo permanente y la opresión de las masas, la regla. Al horror de la Inquisición le responde como un eco, la rabia de Lutero contra los campesinos insurgentes de Alemania: “Los campesinos tienen la cabeza llena de paja de avena; no oyen la palabra de Dios, son unos estúpidos; por eso hay que hacerles oír el látigo, el arcabuz y eso les está bien merecido. Roguemos por ellos para que obedezcan. Si no, ¡sus y a ellos, sin piedad!”. Así hablaba el padre de la Reforma, la nueva ideología tras la cual avanzaba la burguesía en su lucha contra el catolicismo feudal.
A ese precio, por esos medios, impone el capitalismo su ley que le permite, minando las bases del orden feudal, liberar las fuerzas productivas, producir unas riquezas como nunca las había soñado la humanidad. Pero si bien el siglo xvi es un período de enriquecimiento gigantesco para los burgueses comerciantes y sus Estados, no ocurre lo mismo para los obreros. “En el siglo xvi, la situación de los obreros, como ya se sabe, había empeorado notablemente. El salario nominal había subido, pero en absoluto en relación con la desvalorización del dinero y del alza correspondiente de las mercancías. En realidad había bajado” ([27]).
En España, los precios se multiplicaron por tres o cuatro entre 1500 y 1600; en Italia, el precio del trigo se multiplicó por 3,3 entre 1550 y 1599; entre el primero y el último cuarto del siglo xvi, los precios se multiplicaron por 2,6 en Inglaterra y 2,2 en Francia. La baja del salario real resultante es estimada en ¡50 %! La burguesía mercantil y los príncipes reinantes se había encargado de concretar la idea de Maquiavelo según la cual “En un gobierno bien organizado, el Estado debe ser rico y el ciudadano pobre” ([28]).
“Tanta molis erat (Cuántas penas ha costado) dar rienda suelta a las “leyes naturales y eternas” del régimen de producción capitalista, para consumar el proceso de divorcio entre los obreros y las condiciones de trabajo, para transformar en uno de los polos, los medios sociales de producción y de vida en capital, y en el polo contrario la masa del pueblo en obreros asalariados, en “pobres trabajadores” y libres, este producto artificial de la historia moderna. Si el dinero, según Augier, “nace con manchas naturales de sangre en un carrillo”, el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza” ([29]).
“Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro, por orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es aquí, donde a fines del siglo xvii se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista. En parte, estos métodos se basan, como ocurre en el sistema colonial, en la más avasalladora de las fuerzas. Pero todos ellos se valen del poder del Estado, de la fuerza concentrada y organizada de la sociedad, para acelerar a pasos agigantados el proceso de transformación del régimen feudal de producción en el régimen capitalista y acortar los intervalos. La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. es, por sí misma, una potencia económica” ([30]).
Rosa Luxemburg, a propósito de las relaciones entre el capital y los modos de producción no capitalistas, relaciones que tienen “al mundo entero por escenario”, constata: “Los métodos empleados son la política colonial, el sistema de empréstitos internacionales, la política de esferas de intereses, la guerra. La violencia, la estafa, la opresión, el saqueo se despliegan abiertamente, sin careta, y es difícil reconocer las leyes rigurosas del proceso económico en la maraña de violencias y de brutalidades políticas. La teología liberal burguesa sólo tiene en consideración el aspecto único de la “competencia pacífica”, de las maravillas de la técnica y del intercambio puro de mercancías; separa el dominio económico del capital del otro aspecto, el de los golpes de fuerza considerados como incidentes más o menos fortuitos de la política exterior. En realidad, la violencia política es, también ella, el instrumento y el vehículo del proceso económico: la dualidad de los aspectos de la acumulación cubre un mismo fenómeno orgánico, surgido de las condiciones de la reproducción capitalista. La carrera histórica del capital sólo puede ser apreciada en función de esos dos aspectos. El capital no sólo nace “chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”, sino durante toda su marcha a través del mundo; y así es como prepara, en medio de convulsiones cada vez más violentas, su propio hundimiento” ([31]).
Los humanistas burgueses de hoy, que celebran con fervor y entusiasmo el descubrimiento de América, quisieran hacer creer que la brutalidad misma de la colonización que siguió sólo sería un exceso del capitalismo naciente, marcado por su forma mercantil y enmarañado en las redes del feudalismo brutal de un país como España, una especie de pecado juvenil. Esa violencia no fue ni mucho menos la especialidad de españoles y portugueses. Lo que iniciaron los conquistadores, los holandeses, los franceses, los ingleses, y la joven democracia norteamericana que nace de la guerra de la independencia contra el colonialismo inglés a finales del xviii, van a continuarlo: la esclavitud durará hasta mediados del siglo xix, y hasta finales del siglo pasado la matanza de indios en Norteamérica. Y como hemos visto, esa violencia no queda reservada a los dominios coloniales, sino que fue general, marcando con su hierro indeleble toda la vida del capital. Se perpetuó más allá de la fase mercantil del capitalismo en el desarrollo brutal de la gran industria. Los métodos experimentados en las colonias van a servir para intensificar la explotación en las metrópolis. “A la par que se implantaba en Inglaterra la esclavitud infantil, la industria algodonera servía de acicate para convertir el régimen más o menos patriarcal de esclavitud de los Estados Unidos en un régimen comercial de explotación. En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal, la esclavitud sin frases en el Nuevo Mundo” ([32]).
No son evidentemente esas hazañas, aquellas matanzas despiadadas, aquella criminal rapacidad, lo que la burguesía quiere celebrar en este año del 500 aniversario del descubrimiento de América. Esa realidad brutal del capitalismo, esa huella de “lodo y sangre” que marca al capitalismo desde sus orígenes, prefiere que quede en los desvanes de la historia, que se borre para que sólo aparezca la imagen más presentable de los grandes progresos, de los descubrimientos geográficos, tecnológicos y científicos, de la explosión artística y de los hermosos sonetos del Renacimiento.
Hoy, la clase dominante, al celebrar el descubrimiento de América, está entonando un himno a su propia gloria, usa ese hecho histórico para su propaganda ideológica, para justificar su propia existencia. Pero ¡ha llovido mucho y mucho han cambiado las cosas desde del descubrimiento de América, desde la época del Renacimiento!
La burguesía ya no es una clase revolucionaria que esté postulando para sustituir a un feudalismo decadente. Ya impuso hace mucho tiempo su poder en todos los rincones del planeta. Lo que anunciaba el descubrimiento de América por Colón, la creación del mercado mundial capitalista, quedó terminado desde finales del siglo xix. La dinámica de la colonización inaugurada en el Nuevo Mundo se extendió a la Tierra entera, las civilizaciones precapitalistas de Asia se desmoronaron, como las precolombinas de las Américas, bajo los golpes de ariete del intercambio capitalista. Desde principios del siglo xx ya no existe mercado precapitalista que no esté controlado o metido en las redes de una u otra potencia capitalista. La dinámica de colonización que permitió, con el saqueo y la explotación brutal de los indígenas, el enriquecimiento de la Europa mercantil y abrió nuevas salidas mercantiles a la industria capitalista, permitiendo así su tumultuoso desarrollo, acabó chocando contra los límites mismos del planeta. “Desde el punto de vista geográfico, el mercado es limitado : el mercado interno está restringido con relación a un mercado interno y externo, el cual lo está con relación al mercado mundial, el cual, aunque susceptible de extensión, lo está también en el tiempo” ([33]). Confrontado a ese límite objetivo del mercado desde hace cerca de un siglo, el capitalismo no logra ya encontrar salidas solventes a la medida de sus capacidades de producción y se hunde en una crisis inexorable de sobreproducción. “La sobreproducción es una consecuencia particular de la ley de la producción general del capital: producir en proporción de las fuerzas productivas (o sea según la posibilidad de explotar, con una masa de capital determinado, al máximo de masa de trabajo) sin tener en cuenta los límites reales del mercado ni de las necesidades solventes...” ([34]).
“En determinado grado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan contra las relaciones de producción existentes, o con las relaciones de propiedad en cuyo seno se habían movido hasta entonces y que no son otra cosa sino su expresión jurídica. Ayer aún formas de desarrollo de las fuerzas productivas, esas condiciones se convierten en pesadas trabas” ([35]). Esta realidad, que en su tiempo determinó el final del sistema feudal y el necesario desarrollo del capitalismo como factor progresivo de liberación de las fuerzas productivas, se impone hoy al sistema capitalista mismo. Ya ha dejado de ser fuente de progreso, se ha convertido en traba para el desarrollo de las fuerzas productivas, ha entrado a su vez, en decadencia.
Las consecuencias de este estado de hecho son dramáticas para el conjunto de la humanidad. En la época de Colón, en la época del Renacimiento, y después hasta la terminación de la construcción del mercado mundial, a pesar de la barbarie y de la extrema violencia que caracterizaron en permanencia su desarrollo, el capitalismo es sinónimo de progreso pues se identifica con el crecimiento de las fuerzas productivas, con la increíble explosión de descubrimientos que de ella resultaron. Hoy, todo eso se ha terminado, el capitalismo se ha convertido en traba, en freno al desarrollo de las fuerzas productivas. Ya no es portador de progreso, ya sólo puede presentar su rostro bárbaro y cruel.
El siglo xx muestra ampliamente esa siniestra realidad: conflictos imperialistas permanentes con dos guerras mundiales, represiones masivas, hambrunas como nunca antes las había conocido la humanidad, han provocado más muertos en 80 años que varios siglos de desarrollo brutal. La crisis permanente ha hundido a la humanidad en la penuria alimenticia. Por todas partes en el mundo, la población está sufriendo un proceso de pauperización acelerada, una degradación trágica de sus condiciones de vida.
Es característico el hecho de que, mientras que el siglo xix estuvo marcado por el desarrollo de la medicina, el reflujo de las grandes epidemias, el aumento de la esperanza de vida, el último cuarto de nuestro siglo está viviendo el retorno virulento de las grandes epidemias : cólera, paludismo, y el SIDA. El incremento del cáncer es el símbolo de la impotencia del capitalismo. Como las grandes epidemias de peste de la Edad Media que eran síntomas de la decadencia del feudalismo, de la crisis de ese sistema, aquellas epidemias expresan hoy, dramáticamente, la decadencia del capitalismo, su incapacidad para hacer frente a las calamidades que hunden a la humanidad en el sufrimiento. En cuanto a la esperanza de vida, su crecimiento se ha frenado, está ahora estancándose en los países desarrollados y está retrocediendo desde hace años en los subdesarrollados.
Los descubrimientos, las innovaciones que sería necesario movilizar para hacer frente a esos males están cada día más frenados por las contradicciones de un sistema en crisis, con créditos reducidos al máximo bajo los recortes de presupuestos de austeridad que se imponen por todas partes. Lo esencial del potencial inventivo se pone a disposición de la investigación militar, se sacrifica en aras de la carrera de armamentos, se dedica a la fabricación de armas de destrucción cada día más sofisticadas, cada día más criminales. Las fuerzas de la vida son desviadas en beneficio de las fuerzas de la muerte.
Esta realidad de un capitalismo vuelto decadente, convertido en freno al progreso, se ilustra en todos los planos de la vida social. Y eso, la clase dominante lo debe ocultar a toda costa. Durante siglos, la demostración espectacular y concreta que hacía la burguesía de los progresos, las invenciones, de las realizaciones maravillosas que era capaz de realizar el sistema, era la base de su dominación ideológica sobre la masa de los explotados que ella sometía a la férrea y brutal ley de la ganancia. Hoy ya no logra realizar tales hazañas. Por ejemplo, por sólo tomar uno significativo, la conquista de la Luna, presentada hace 20 años como la moderna repetición de la aventura colombina, se ha quedado en nada, y la conquista espacial, nueva frontera que iba a hacer soñar a las generaciones actuales haciéndoles creer en las posibilidades siempre nuevas de la expansión capitalista, se ha ido apagando bajo el peso de la crisis económica y de los fracasos tecnológicos. Ahora aparece como utopía imposible. Las esperanzas de viajes hacia otros planetas y lejanos sistemas astrales, aquel gran proyecto, ha quedado reducido al rutinario y trabajoso uso mercantil y sobre todo militar, de la alta atmósfera terrestre. Aquel salto de la humanidad fuera de su terrestre jardín, el capitalismo es incapaz de realizarlo, pues, en el cercano espacio que nos rodea no hay ningún mercado que conquistar ni indígena alguno que reducir a la esclavitud. Ya no quedan Américas ni Colones.
El Nuevo Mundo se ha hecho viejísimo. Argentina, por ejemplo, tierra de emigración para los pobres del mundo mediterráneo, hogar libre para los perseguidos, está gangrenada por la hiperinflación, la deuda externa y el desempleo crónico, la miseria y la corrupción. América del Norte, que durante los últimos siglos fue para los oprimidos del mundo entero el mundo nuevo, la meta de quienes huían de la miseria y de las persecuciones, en donde todo parecía posible, aunque en gran parte fueran espejismos, se ha convertido ahora en símbolo de la putrefacta descomposición del mundo capitalista, de sus aberrantes contradicciones. América, América, símbolo por excelencia del capitalismo, es hoy un anhelo roto, un sueño que ha dejado paso a la pesadilla más espantosa.
La burguesía no tiene ya, en ninguna parte del mundo, la más mínima realización que presentar para justificar su dominación infame. Sólo puede, para justificar su barbarie actual, invocar ritualmente el pasado. Ése es el sentido de todo el ruido en torno al viaje de Colón de hace cinco siglos. Para dar lustre a su oxidado blasón, a la clase dominante no le queda por ofrecer sino el recuerdo de sus pasadas glorias, y, como ese pasado tampoco es tan magnífico, se dedica a embellecerlo y adornarlo con todas las virtudes. Cual anciano senil y chocho, la clase dominante vuelve la cara hacia sus recuerdos para olvidarse ella misma, y hacer olvidar que el presente la aterra, pues ya no tiene porvenir.
JJ, 1/6/1992
[1] Engels, “La decadencia del feudalismo y el auge de la burguesía”, en Las guerras campesinas.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Marx-Engels, El Manifiesto comunista.
[6] Marx, El Capital, Tomo III, pág. 321, FCE, México.
[7] Marx-Engels, La ideología alemana.
[8] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[9] Marx-Engels, El Manifiesto comunista.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[13] Engels, La decadencia del feudalismo y el auge de la burguesía.
[14] Adam Smith, citado por Engels, ibidem.
[15] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[16] Ibíd.
[17] Ibíd.
[18] Ibíd.
[19] Tomás Moro, Utopía (1516), citado por Marx en El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[20] Marx, El Capital, ibídem.
[21] Ibíd.
[22] Engels, La guerras campesinas, I.
[23] Ibíd., VII.
[24] Ibíd., II.
[25] Título de un panfleto de Lutero publicado en 1525 en plenas guerras campesinas, nota de Engels, ibíd.
[26] Engels, La guerras campesinas, I.
[27] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[28] Maquiavelo, El Príncipe, 1514.
[29] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[30] Ibíd.
[31] Rosa Luxemburg, La acumulación del capital.
[32] Marx, El Capital, Tomo I, “La llamada acumulación originaria”, FCE, México.
[33] Marx, Materiales para la economía, “Límites del mercado y crecimiento del consumo”.
[34] Ibid.
[35] Marx, Prólogo a la crítica de la economía política.
«Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción Asiático, antiguo, feudal y burgués moderno, pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social económica» (Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía política, ver referencia en Revista internacional nº 134)
Este breve pasaje, que abarca virtualmente toda la historia escrita, podría dar lugar a varios libros que trataran de interpretarlo. Pero nuestra intención es fijarnos en dos aspectos: la cuestión general del progreso histórico y las características de la ascendencia y la decadencia en las formaciones sociales anteriores al capitalismo.
Hemos señalado que uno de los efectos de las catástrofes del siglo XX ha sido un escepticismo general sobre la idea del progreso, una noción que parecía mucho más evidente en el siglo XIX. Esto ha llevado a algunos pensadores "radicales" a concluir que la visión marxista del progreso histórico es justamente una de esas ideologías del siglo XIX que sirve de apología de la explotación capitalista. Aunque habitualmente se presenten como nuevas, esas críticas sacan a menudo a relucir los tan gastados argumentos de Bakunin y los anarquistas, que proclamaban que la revolución era posible en cualquier momento histórico y acusaban a los marxistas de ser vulgares reformistas por argumentar que la época de la revolución aún no había amanecido, lo cual requería que la clase obrera se organizara a largo plazo para la defensa de sus condiciones de vida dentro del orden social existente. Los antiprogresistas suelen empezar como críticos "marxistas" de la noción de que el capitalismo es hoy decadente, insistiendo en que muy poco ha cambiado en la vida del capital desde los días en que Marx escribía sobre él -excepto quizás en el terreno puramente cuantitativo; economía más desarrollada, crisis más profundas, guerras más amplias. Pero los más consecuentes se deshacen rápidamente de una vez de toda la carga del materialismo histórico, insistiendo en que el comunismo podría haberse producido en cualquier época anterior de la historia. Realmente los más consecuentes de todos son los primitivistas, que argumentan que no ha habido en absoluto ningún progreso en la historia con la emergencia de la civilización, o más precisamente desde el descubrimiento de la agricultura que la hizo posible: esa evolución la ven como un terrible cambio de orientación equivocado, dado que la época más feliz de la vida humana sería, según ellos, el estadio de cazadores-recolectores nómadas. Esas corrientes sólo pueden lógicamente anhelar el colapso final de la civilización y el sacrificio de la humanidad, para que los pocos supervivientes puedan volver a la práctica de la caza y la recolección.
Marx fue muy firme sobre la idea de que sólo el capitalismo había allanado el camino para la superación de los antagonismos sociales y la creación de una sociedad que permitiera a la humanidad desarrollarse plenamente. Como plantea en el Prefacio: «Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo» (op. cit., pag. 44).
El capitalismo ha creado por primera vez las condiciones para una sociedad comunista mundial: unificando todo el globo en torno a su sistema de producción; revolucionando los instrumentos de producción hasta el punto que finalmente es posible una sociedad de abundancia; y haciendo surgir una clase cuya emancipación sólo puede hacerse mediante la emancipación del conjunto de la humanidad -el proletariado, la primera clase explotada de la historia que lleva en sí las semillas de una nueva sociedad. Para Marx era inconcebible que el género humano pudiera haber saltado esa etapa en la historia y haber instaurado una sociedad comunista duradera y global en la época del despotismo, el esclavismo o la servidumbre.
Pero el capitalismo no surgió de la nada: la sucesión de modos de producción anteriores al capitalismo había allanado a su vez el camino de éste, y en ese sentido, el desarrollo global de esos sistemas sociales antagónicos, es decir, divididos en clases, ha representado un movimiento progresivo en la historia humana, que ha desembocado, al final, en la posibilidad material de una comunidad mundial sin clases. No tendría sentido, pues, reivindicarse de la herencia de Marx y simultáneamente rechazar la noción de progreso como burguesa.
Sin embargo existe ciertamente una versión burguesa del progreso, y opuesta a ella, una marxista.
Para empezar, mientras que la burguesía tendió a ver que toda la historia llevaba inexorablemente al triunfo del capitalismo democrático en una marcha lineal ascendente, en la que todas las sociedades anteriores fueron en todos los aspectos inferiores al orden actual de las cosas, el marxismo afirmó el carácter dialéctico del movimiento histórico. De hecho la noción misma de ascendencia y declive de los modos de producción, significa que puede haber tanto regresiones como avances en el proceso histórico. En el Anti-Dühring, cuando habla de Fourier y su anticipación del materialismo histórico, Engels presta atención al vínculo entre la visión dialéctica de la historia y la noción de ascendencia y declive: «Pero lo más grande de Fourier es su concepción de la historia de la sociedad (...) Como se aprecia, Fourier maneja la dialéctica con la misma maestría que su contemporáneo Hegel. Con la misma dialéctica subraya contra la cháchara sobre la ilimitada capacidad de perfeccionamiento del hombre, que toda fase histórica tiene, junto con su rama ascendente, también una rama descendente, y aplica esta concepción también al futuro de toda la humanidad» (Obras de Marx y Engels -OME 35-, La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, Editorial crítica, Barcelona 1977, pags. 270-71)
Lo que Engels dice aquí es que no hay nada automático en el proceso de la evolución histórica. Como en el proceso de la evolución natural, el "perfeccionamiento humano" no está programado de antemano. Como veremos, puede haber de hecho vías muertas sociales, análogas a la extinción de los dinosaurios -sociedades que no sólo declinan, sino que desaparecen completamente, sin que su evolución origine nada nuevo.
Es más, incluso cuando hay progreso, éste tiene generalmente un carácter muy contradictorio. La destrucción de la producción artesana, en la que el productor obtiene satisfacción, tanto del proceso de producción como de su producto final, y su substitución por el sistema fabril, con sus rutinas implacablemente tediosas, es un ejemplo de esto. Pero Engels lo explica más contundentemente cuando describe la transición del comunismo primitivo a la sociedad de clases. En Los orígenes de la familia, la propiedad privada y el Estado, tras mostrar tanto las inmensas potencialidades como las limitaciones inherentes a la vida tribal, Engels llega a las siguientes conclusiones acerca de cómo deberíamos contemplar el advenimiento de la civilización:
«El poderío de esas comunidades primitivas tenía que quebrantarse, y se quebrantó. Pero se deshizo por influencias que desde un principio se nos aparecen como una degradación, como una caída desde la sencilla altura moral de la antigua sociedad de las gens. Los intereses más viles -la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común- inauguran la nueva sociedad civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos -el robo, la violencia, la perfidia, la traición-, minan la antigua sociedad de las gens, sociedad sin clases, y la conducen a su perdición. Y la misma nueva sociedad, a través de los dos mil quinientos años de su existencia, no ha sido nunca más que el desarrollo de una ínfima minoría a expensas de una inmensa mayoría de explotados y oprimidos; y eso es hoy más que nunca» (En C. Marx y F. Engels, Obras escogidas T. III, Editorial Progreso, 1978, pag. 283)
Esta visión dialéctica también se refiere a la futura sociedad comunista, que en el hermoso pasaje de Marx, de los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844 se describe como un «retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente» (Alianza editorial, Madrid 1972, pag. 143). De igual forma, el comunismo del futuro se ve como un renacimiento, a un nivel más alto, del comunismo del pasado. Así Engels concluye su libro sobre los orígenes del Estado con una elocuente frase tomada del antropólogo Lewis Morgan, anticipando un comunismo que «Será un renacimiento de la libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gens, pero bajo una forma superior» (Op. cit. Pag. 352).
Pero con todas esas condiciones, es evidente desde el Prefacio, que la noción de progreso, de "épocas progresivas", es fundamental para el pensamiento marxista. Según la grandiosa visión del marxismo, empezando (¡por lo menos!) por el surgimiento del género humano, y siguiendo por la aparición de la sociedad de clases, el desarrollo del capitalismo, y el gran salto al reino de la libertad que nos espera en el futuro, «el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto de procesos en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y caducidad, a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los procesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva» (Engels, "Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana", en C. Marx y F. Engels op. cit., págs. 381-2). Visto desde esta distancia, tal y como han sido las cosas, es evidente que hay un proceso real de desarrollo: en el terreno de la capacidad del ser humano para transformar la naturaleza por medio del desarrollo de herramientas más sofisticadas; en la comprensión subjetiva de sí mismo y del mundo a su alrededor; y por tanto en su capacidad para liberar sus potencialidades latentes y vivir una vida conforme a sus más profundas necesidades.
Cuando Marx da un "esbozo a grandes rasgos" de los principales modos de producción que se han sucedido en la historia, no pretende en absoluto ser exhaustivo. Para empezar, sólo menciona las formas sociales "antagónicas", es decir, las principales formas de la sociedad de clases, y no menciona las diferentes formas de sociedad no explotadora que las precedieron. Además, en tiempos de Marx, el estudio de las formas sociales precapitalistas estaba todavía en sus albores, de modo que, simplemente, no era posible tener una lista completa de todas las sociedades existentes hasta entonces. En realidad, incluso para el estado actual de los conocimientos históricos esa tarea es muy difícil de completar. En el largo periodo entre la disolución de las relaciones sociales comunistas primitivas, que tuvieron su expresión más clara entre los cazadores nómadas del paleolítico, y las sociedades de clase plenamente formadas, que constituyeron las civilizaciones históricas, hubo numerosas formas intermedias y de transición, y también formas que simplemente terminaron en una vía muerta histórica; y nuestro conocimiento de ellas es muy limitado[1].
Que en el Prefacio no se incluyeran las sociedades comunistas primitivas y las sociedades preclasistas no significa en absoluto que Marx no considerara importante estudiarlas; al contrario. Los fundadores del método materialista histórico reconocieron desde el principio que la historia humana no empieza con la propiedad privada, sino con la propiedad comunal: «La primera forma de la propiedad es la propiedad de la tribu. Esta forma de propiedad corresponde a la fase incipiente de la producción en que un pueblo se nutre de la caza y la pesca, de la ganadería o, a lo sumo, de la agricultura. En este último caso, la propiedad tribal presupone la existencia de una gran masa de tierras sin cultivar. En esta fase, la división del trabajo se halla todavía muy poco desarrollada y no es más que la extensión de la división natural del trabajo existente en el seno de la familia» (Marx y Engels, La ideología alemana, 1847, Barcelona, Ed. Grijalbo 1970, pag 21)
Cuando la investigación posterior confirmó esas apreciaciones -particularmente el trabajo de Lewis Henry Morgan sobre las tribus de Norteamérica- Marx se mostró extremadamente entusiasmado y dedicó mucho tiempo en sus últimos años a profundizar el problema de las relaciones sociales primitivas, específicamente sobre la cuestión que le planteaba el movimiento revolucionario en Rusia (ver el capítulo, "Comunismo del pasado y del futuro" en nuestro libro: El comunismo no es un bello ideal sino una necesidad material). Para Marx, Engels, y también para Rosa Luxemburgo, que escribió extensamente sobre esto en su Introducción a la Economía Política (1907), el descubrimiento de que las formas originarias de las relaciones humanas estaban basadas, no en el egoísmo y la competencia, sino en la solidaridad y la cooperación, y de que siglos, e incluso milenios después del advenimiento de la sociedad de clases siguiera existiendo un apego profundo y persistente hacia las formas sociales comunales, particularmente entre las clases oprimidas y explotadas, era para ellos una contundente confirmación de la visión comunista y un arma poderosa contra los engaños de la burguesía, para quien el ansia de poder y la propiedad son inherentes a la naturaleza humana.
En El origen de la familia, la propiedad Privada y el Estado, de Engels, en las Notas Etnográficas de Marx, y en la Introducción a la Economía Política de Luxemburgo, hay un profundo respeto por el valor, la moralidad y la creatividad artística de los pueblos "salvajes" y "bárbaros". Pero no hay ninguna idealización de esas sociedades. El comunismo que se practicaba en las primeras formas de sociedad humana no fue engendrado por la idea de la igualdad, sino por la necesidad. Era la única forma posible de organización social en condiciones en las que las fuerzas productivas del hombre aún no podían generar un excedente suficiente para mantener una élite privilegiada, una clase dominante.
Las relaciones comunistas primitivas surgieron con toda probabilidad con el desarrollo del género humano, una especie cuya capacidad para transformar su entorno en función de la satisfacción de sus necesidades materiales la distinguía de otras del reino animal; y permitieron a los seres humanos llegar a ser la especie dominante del planeta. Pero si se puede generalizar partiendo de lo que sabemos de las formas más arcaicas de comunismo primitivo, encontradas en los aborígenes de Australia, donde la forma de apropiación del producto social es completamente colectiva[2], también frenan el desarrollo de la productividad individual, con el resultado de que las fuerzas productivas permanecieron prácticamente estancadas durante milenios. En cualquier caso, los cambios en las condiciones materiales y medioambientales, como el crecimiento de la población, en algún momento hicieron insostenible el colectivismo extremo de las primeras formas de sociedad humana, que se convirtió en un obstáculo al desarrollo de técnicas de producción (como el pastoreo y la agricultura) que pudieran alimentar a una población más numerosa, o a la población que ahora vivía en unas condiciones sociales y medioambientales modificadas[3].
Como señala Marx, «La historia de la decadencia de las comunidades primitivas (sería erróneo colocarlas todas en un mismo plano; al igual que en las formaciones geológicas, en las históricas existe toda una serie de tipos primarios, secundarios, terciarios, etc.) está todavía por escribirse. Hasta ahora no hemos tenido más que unos pobres esbozos... (pero) las causas de su decadencia se desprenden de datos económicos que les impedían superar cierto grado de desarrollo» ("Primer esbozo de carta a Vera Zasulich", 1881). La superación del comunismo primitivo y el surgimiento de las divisiones de clases no escapa a las normas generales planteadas en el Prefacio: las relaciones que los seres humanos establecieron para satisfacer sus necesidades se vuelven cada vez más incapaces de cumplir su función original, y por tanto entran en una crisis básica cuyo resultado es que, o bien las comunidades que mantienen esas relaciones desaparecen completamente, o, si no, substituyen las viejas relaciones por otras nuevas más capaces de desarrollar la productividad del trabajo humano. Ya hemos visto que Engels insistía en que, en un determinado momento histórico, «El poderío de esas comunidades primitivas tenía que quebrantarse, y se quebrantó». ¿Por qué? Porque «La tribu era la frontera del hombre, lo mismo contra los extraños que para sí mismo: la tribu, la gens, y sus instituciones eran sagradas e inviolables, constituían un poder superior dado por la naturaleza, al cual cada individuo quedaba sometido sin reserva en sus sentimientos, ideas y actos. Por más imponentes que nos parezcan los hombres de esa época, apenas si se diferenciaban unos de otros; estaban aún sujetos, como dice Marx, al cordón umbilical de la comunidad primitiva» (El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, op. cit, pág. 282-83)
Considerando los descubrimientos de la antropología, se podría contestar sin problema la afirmación de Engels sobre la falta total de individualidad en las sociedades tribales. Pero la visión que subyace en este pasaje sigue siendo plenamente válida: que en muchos de los momentos clave y de las regiones clave, los viejos métodos y relaciones comunales se convirtieron en una traba al desarrollo, y con todo lo contradictorio que pueda parecer, el surgimiento gradual de la propiedad privada, de la explotación de clase y de una nueva fase en la autoalienación de los seres humanos, se convirtieron en "factores de desarrollo".
El término "modo asiático de producción" es controvertido. Desgraciadamente Engels omite incluir este concepto en su trabajo primordial sobre el surgimiento de la sociedad de clases, El Origen de la familia..., aunque la obra de Marx ya contenía numerosas referencias a él. Después, el error de Engels fue agravado por los estalinistas, que prácticamente excomulgaron totalmente el concepto, introduciendo una visión de la historia extremadamente mecánica y lineal, que en todas partes recorría las fases de comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y comunismo. Este esquema tenía diferentes ventajas para la burocracia estalinista: por una parte, mucho después de que la revolución burguesa estuviera al orden del día de la historia, le permitía percibir el surgimiento de una burguesía progresista en países como India o China tras haberlos bautizado como "feudales"; y por otra parte, le permitía evitar embarazosas críticas sobre su propia forma de despotismo estatal, puesto que en el concepto de "despotismo asiático", es el Estado y no una clase de propietarios individuales, quien asegura directamente la explotación de la fuerza de trabajo: los paralelismos con el capitalismo de Estado estalinista son evidentes.
Sin embargo, investigadores serios argumentan, como Perry Anderson en un apéndice a su libro Lineages of the Absolutist State (1979), que la caracterización hecha por Marx de la India y otras sociedades contemporáneas como formas de un "modo asiático" definido de producción estaba basada en una falsa información y que, de todas formas, el concepto se ha hecho tan general, que carece de un significado preciso.
No hay duda de que el epíteto "asiático" es bastante confuso. Más o menos, todas las sociedades de clases originarias tomaron la forma analizada por Marx con ese nombre, ya fuera la sociedad sumeria, Egipto, India, China, o en regiones más remotas, como América Central y Sudamérica, África y el Pacífico. Está fundada en la comunidad rural heredada de la época anterior a la emergencia del Estado. El poder estatal, a menudo personificado por una casta sacerdotal, se basaba en el sobreproducto extraído de las comunidades rurales en forma de tributo, o, en el caso de la construcción de grandes proyectos (irrigación, templos, etc.), de jornadas de trabajo obligatorias ("corvee"[4]). Puede existir el esclavismo, pero no es la forma dominante de trabajo. Se podría argumentar que, si estas sociedades mostraban muchas diferencias significativas, tienen en común lo que es más crucial desde el punto de vista de la clasificación de los diferentes modos de producción con relaciones "antagónicas": las relaciones sociales a través de las que se extrae el plustrabajo de la clase explotada.
Cuando se examina el fenómeno de la decadencia en estas formas sociales hay, igual que en las sociedades "primitivas", ciertas características específicas para las que estas sociedades parecen mostrar una extraordinaria estabilidad, lo que se puede comprobar en que muy raramente (si es que ocurrió alguna vez) "evolucionaron" hacia un nuevo modo de producción sin ser derrotadas desde fuera. Sería sin embargo un error considerar que la sociedad asiática no tiene su propia historia. Hay una enorme diferencia entre las primeras formas despóticas que emergieron en Hawai o Sudamérica, que están más cerca de sus raíces tribales originarias, y los gigantescos imperios que se desarrollaron en India o China, que dieron lugar a formas culturales extremadamente sofisticadas.
Sin embargo subsisten unas características de base -la centralidad de la comunidad rural- que dan la clave de la naturaleza "invariable" de estas sociedades.
«Esas antiquísimas y pequeñas entidades comunitarias indias, por ejemplo, que en parte todavía perduran, se fundan en la posesión comunal del suelo, en la asociación directa entre la agricultura y el artesanado y en una división fija del trabajo, que sirve de plan y de esquema predeterminados cuando se establecen nuevas entidades comunitarias. Constituyen conjuntos de producción autosuficientes, con una superficie productiva que oscila entre cien acres y algunos miles. La masa principal de los productos se produce con destino al autoconsumo directo de la comunidad, no como mercancía y por tanto la producción misma es independiente de la división del trabajo establecida en el conjunto de la sociedad india, división que está mediada por el intercambio de mercancías. Sólo el excedente de los productos se transforma en mercancía, e incluso en el caso de una parte del mismo esa transformación no ocurre sino cuando llega a manos del Estado, al que desde tiempos inmemoriales afluye, bajo la forma de renta en especies, determinada cantidad de tales productos... El sencillo organismo productivo de estas entidades comunitarias autosuficientes que se reproducen siempre en la misma forma y que cuando son ocasionalmente destruidas se reconstruyen en el mismo lugar, con el mismo nombre, proporciona la clave que explica el misterio de la inmutabilidad de las sociedades asiáticas, tan sorprendentemente contrastada por la constante disolución y formación de estados asiáticos y el cambio incesante de las dinastías. Las tempestades en la región política de las nubes dejan indemne la estructura de los elementos fundamentales económicos de la sociedad» (Karl Marx, El Capital, Libro Iº, volumen 2, cap XII, pag 434-36, Ed. Siglo XXI, Madrid 1975)
En este modo de producción, las barreras al desarrollo de la producción de mercancías eran mucho más fuertes que en el imperio romano o el feudalismo, y esa es seguramente la razón por la que, en las regiones donde dominaba, el capitalismo aparece, no como fruto del viejo sistema, sino como invasor extranjero. Hay que destacar también que la única sociedad "oriental" que hasta cierto punto desarrolló su propio capitalismo independiente fue Japón, donde ya se había asentado un sistema feudal.
Así, en esta forma social, el conflicto entre las relaciones de producción y la evolución de las fuerzas productivas aparece como estancamiento más que como decadencia, puesto que, mientras las dinastías se suceden, consumiéndose en incesantes conflictos internos y aplastando la sociedad bajo el peso de enormes proyectos de Estado "faraónicos", la estructura social fundamental permanece inmutable; y si no emergieron nuevas relaciones de producción, entonces, estrictamente hablando, los periodos de decadencia de este modo de producción no constituyen realmente épocas de revolución social. Esto es bastante consistente con el método global de Marx, que no propone una vía de evolución unilateral o predeterminada para todas las formas de sociedad, sino que contempla la posibilidad de que algunas sociedades lleguen a un punto muerto a partir el cual no es posible ninguna evolución ulterior. También deberíamos recordar que algunas de las expresiones más aisladas de ese modo de producción se colapsaron completamente, a menudo debido a que alcanzaron los límites de crecimiento en un medio ambiente ecológico particular. Este parece haber sido el caso de la cultura Maya, que destruyó su propia base agrícola por una excesiva deforestación. En este caso hubo incluso una deliberada "regresión" impulsada por una gran parte de la población, que abandonó las ciudades y volvió a la caza y la recolección, aunque se preservaran asiduamente los viejos calendarios y tradiciones mayas. Otras culturas, como la de la isla de Pascua, parece que desaparecieron completamente, muy probablemente debido a conflictos de clase irresolubles, la violencia y el hambre.
Marx y Engels nunca negaron que su conocimiento de las formaciones sociales primitiva y asiática era muy limitado, debido al estado de los conocimientos contemporáneos. Se sentían con más confianza cuando escribían sobre la sociedad "antigua" (es decir, las sociedades esclavistas de Grecia y Roma) y el feudalismo europeo. Ciertamente el estudio de esas sociedades desempeñó un papel significativo en la elaboración de su teoría de la historia, puesto que suministraron ejemplos muy claros del proceso dinámico por el que un modo de producción sucedía a otro. Esto es evidente en los primeros escritos de Marx (La ideología alemana) donde ubica el surgimiento del feudalismo en las condiciones en las que desembocó la decadencia de Roma.
«La tercera forma es la de la propiedad feudal o por estamentos. Así como la Antigüedad partía de la ciudad y de su pequeña demarcación, la Edad Media tenía como punto de partida el campo. Este punto de arranque distinto hallábase condicionado por la población con que se encontró la Edad Media: una población escasa, diseminada en grandes áreas y a la que los conquistadores no aportaron gran incremento. De aquí que, al contrario de lo que había ocurrido en Grecia y en Roma, el desarrollo feudal se iniciara en un terreno mucho más extenso, preparado por las conquistas romanas y por la difusión de la agricultura, al comienzo relacionado con ellas. Los últimos siglos del Imperio Romano decadente y la conquista por los propios bárbaros destruyeron una gran cantidad de fuerzas productivas; la agricultura veíase postrada, la industria languideció por la falta de mercados, el comercio cayó en el sopor o se vio violentamente interrumpido y la población rural y urbana decreció. Estos factores preexistentes y el modo de organización de la conquista por ellos condicionado hicieron que se desarrollara, bajo la influencia de la estructura del ejército germánico, la propiedad feudal. También ésta se basa, como la propiedad de la tribu y la comunal, en una comunidad, pero a ésta no se enfrentan ahora, en cuanto clase directamente productora, los esclavos, como ocurría en la sociedad antigua, sino los pequeños campesinos siervos de la gleba» (La ideología alemana, op. cit, pág. 23-24)
El término mismo de decadencia suele evocar imágenes de los últimos tiempos del Imperio romano -de orgías y emperadores romanos ebrios de poder, de combates de gladiadores presenciados por grandes multitudes sedientas de sangre. Esas escenas tienden a focalizarse en los elementos "supraestructurales" de la sociedad romana, pero reflejan una realidad que se producía en los fundamentos mismos del sistema esclavista; y por eso revolucionarios como Engels y Rosa Luxemburg se tomaron la licencia de señalar la decadencia de Roma como una especie de presagio de lo que esperaba a la humanidad si el proletariado no conseguía derrocar el capitalismo: «el derrumbe de toda la civilización como en la antigua Roma, la despoblación, la desolación, la degeneración -un gran cementerio» (Folleto de Junius)
La antigua sociedad esclavista era una formación social mucho más dinámica que el modo asiático, aunque éste hiciera su propia contribución al surgimiento de la antigua cultura griega, y así al modo esclavista de producción en general (en particular a Egipto se le consideraba como un venerable depositario de la sabia inteligencia). Este dinamismo fluía en gran medida del hecho, como decía el chascarrillo de la época, de que «todo está a la venta en Roma»: la forma mercantil había avanzado hasta el punto de que las viejas comunidades agrarias eran cada vez más un bonito recuerdo de una edad de oro perdida, y una masa de seres humanos se habían convertido ellos mismos en mercancías que se podían comprar y vender en los mercados de esclavos. La producción a cargo de grandes ejércitos de esclavos, aunque quedaban grandes áreas de la economía donde el trabajo productivo se llevaba a cabo por pequeños campesinos o artesanos, asumía cada vez más un papal clave en los puntos centrales de la economía antigua -las grandes haciendas, las obras públicas y las minas. Ese gran "invento" del mundo antiguo fue, durante un considerable periodo de tiempo, una formidable "forma de desarrollo" que permitió a los ciudadanos libres organizarse en poderosos ejércitos que, conquistando nuevas tierras para el Imperio, suministraban nuevas reservas de trabajo esclavo. Pero por esas mismas razones, llegó claramente un punto en que el esclavismo se transformó en un firme obstáculo al desarrollo ulterior. Su naturaleza inherentemente improductiva yacía en el hecho de que no proporcionaba absolutamente ningún incentivo para que el productor entregara lo mejor de sus capacidades productivas, ni daba tampoco al propietario de esclavos ningún incentivo para que invirtiera en desarrollar mejores técnicas de producción, puesto que la obtención de nuevos esclavos era siempre la opción más barata. De ahí el desfase extraordinario entre los avances filosófico/científicos de los pensadores, cuyo tiempo libre estaba sostenido por el trabajo de los esclavos, y la aplicación práctica extremadamente limitada de los avances teóricos o técnicos. Este fue el caso, por ejemplo, con el molino de agua, que desempeñó un papel tan crucial en el desarrollo de la agricultura feudal. Realmente fue inventado en Palestina a comienzos del primer siglo d.c., pero su uso no se generalizó nunca en el Imperio romano. En un determinado punto por tanto, la incapacidad del modo esclavista de producción de aumentar radicalmente la productividad del trabajo hizo cada vez más imposible mantener los enormes ejércitos que se requerían para mantenerlo. Roma se vio desbordada, atrapada en una contradicción insoluble que se plasmaba en todos los aspectos conocidos de su decadencia.
En Passages from Antiquity to Feudalis (1974), el historiador Perry Anderson enumera algunas de las expresiones económicas, políticas y militares de ese estancamiento de las fuerzas productivas de la sociedad romana, un estancamiento causado por la relación esclavista, a principios del siglo III: «A mitad de siglo hubo un colapso completo de la acuñación en plata; mientras que a finales de siglo, los precios del grano se habían disparado a niveles 200 veces mayores que a comienzos del Principado[5]. La estabilidad política degeneró al mismo tiempo que la estabilidad monetaria. En los caóticos 50 años de 235 a 284, hubo no menos de 20 emperadores, 18 de los cuales murieron violentamente, uno fue hecho prisionero en el extranjero y otro víctima de una plaga - destinos todos ellos expresión de los tiempos que corrían. Las guerras civiles y las usurpaciones de poder se sucedieron prácticamente sin interrupción, desde Maximino el Tracio a Diocleciano. Y se vieron agravadas por una devastadora secuencia de invasiones bárbaras y ataques a lo largo de las fronteras, por las que penetraban ampliamente...Los disturbios políticos internos y las invasiones bárbaras provocarían pronto una serie de epidemias que debilitaron y mermaron la población del Imperio, ya afectada por la destrucción de la guerra. Las tierras quedaron desiertas y empezaron a faltar los suministros agrarios. El sistema tributario se desintegró con la depreciación de la moneda, y las tasas fiscales volvieron a pagarse mediante entregas en especie. La construcción en las ciudades se detuvo abruptamente como puede comprobarse arqueológicamente en todo el Imperio; en algunas regiones, los centros urbanos decayeron y se menguaron» (pag 83-84, traducido por nosotros).
Anderson continua mostrando cómo, en respuesta a esta profunda crisis, el poder del Estado romano, basado fundamentalmente en un ejército reorganizado y ampliado, creció enormemente y consiguió una cierta estabilidad que duró unos cien años. Pero puesto que «el crecimiento del Estado iba acompañado de una contracción de la economía...» (pág. 92), esta renovación simplemente allanó el camino a lo que él llama «la crisis final de la Antigüedad», imponiendo la necesidad de abandonar progresivamente la relación esclavista. Un factor igualmente clave en la desaparición del modo de producción esclavista fue la generalización de las revueltas de esclavos y de otras clases explotadas y oprimidas en todo el Imperio en el siglo quinto DC (como las de los llamados Bagaudas[6]), que se produjeron a una escala mucho más amplia que la rebelión de Espartaco en el siglo I -aunque esta última se recuerda muy justamente por su increíble audacia y profundo anhelo por un mundo mejor.
La decadencia de Roma, pues, correspondía precisamente a la fórmula de Marx, y tomó un carácter claramente catastrófico. A pesar de los esfuerzos recientes de los historiadores burgueses para presentarla como un proceso gradual e imperceptible, se manifestó como una crisis devastadora de subproducción en la que la sociedad era cada vez menos capaz de producir las necesidades básicas de la vida -una verdadera regresión de las fuerzas productivas, en la que numerosas áreas del saber y de la técnica fueron enterradas y perdidas durante siglos. Esto no tomó la forma de una pendiente de una sola dirección (como ya hemos señalado, a la gran crisis del tercer siglo le siguió un relativo resurgimiento que no terminó hasta la oleada final de invasiones bárbaras) pero era inexorable.
El colapso del sistema del Imperio romano fue la precondición para el surgimiento de nuevas relaciones de producción en las que una capa importante de propietarios de tierras dio el paso revolucionario de eliminar el trabajo esclavista substituyéndolo por el sistema de colonos -precursor de la servidumbre feudal y en el que el productor, aunque estaba obligado a trabajar para la clase de los terratenientes, recibía también su propia parcela de tierra para cultivar. El segundo ingrediente del feudalismo, mencionado por Marx en el pasaje que hemos citado de La Ideología alemana, fue el elemento bárbaro "germánico", que combinaba la jerarquía emergente de una aristocracia guerrera con los restos de la propiedad comunal, que fue obstinadamente mantenida por el campesinado. Siguió un largo periodo de transición, en el que las relaciones esclavistas no habían desaparecido completamente y el sistema feudal se afirmaba gradualmente, llegando a su verdadera implantación sólo a partir de los primeros siglos del nuevo milenio. Y aunque, como ya hemos señalado, en muchos aspectos (urbanización, relativa independencia de la religión del pensamiento artístico y filosófico, medicina, etc.) la ascendencia de la sociedad feudal significó una notable regresión respecto a los logros de la Antigüedad, las nuevas relaciones sociales, en cambio, suscitaron, tanto en el señor como en el siervo, un interés directo en el aumento del rendimiento de su parte de tierra, y permitieron la generalización de una serie importante de adelantos técnicos en la agricultura: el arado de hierro y el arnés de hierro, que permitió que fuera tirado por el caballo, el molino de agua, la rotación de cultivos (barbecho, sistema de tripartición del terreno), etc. El nuevo modo de producción permitió así el renacimiento de las ciudades y un nuevo florecimiento de la cultura cuya máxima expresión gráfica fueron las grandes catedrales y las universidades que surgieron en los siglos XII y XIII.
Pero como antes el sistema esclavista, el feudalismo también empezó a alcanzar sus límites "externos".
«Los cien años siguientes (del siglo XIII), una crisis general masiva golpeó todo el continente... El determinante más profundo de esta crisis general probablemente se encuentra... en una "convulsión" de los mecanismos de reproducción del sistema al llegar a un punto límite de sus capacidades. En particular parece claro que el motor básico de la recuperación rural, que había impulsado toda la economía feudal durante tres siglos, sobrepasó en un momento determinado los límites objetivos, tanto de la tierra como de la estructura social. La población continuaba creciendo mientras el rendimiento caía en las tierras marginales todavía disponibles para ser transformadas mediante los niveles técnicos existentes, y el suelo se deterioraba por el apresuramiento o el mal uso. Las últimas reservas de nueva tierra recuperada eran generalmente de mala calidad, de suelo húmedo o de poca profundidad, más difícil de labrar y en el que se sembraban cultivos de calidad inferior, como la cebada. Por otra parte, las tierras más antiguas, de arado, tendían a envejecer y al desgaste, por la misma antigüedad de su cultivo...» (Anderson, Passages from Antiquity..., op cit, pag 197, traducción nuestra)
A medida que la expansión de la economía feudal agraria tropezó contra esas barreras, se produjeron consecuencias desastrosas en la vida de la sociedad: falta de cultivos, hambrunas, hundimiento de los precios del grano combinado con aumentos galopantes de los precios de las mercancías producidas en los centros urbanos:
«Este proceso contradictorio afectó drásticamente a la nobleza, puesto que su modo de vida se había hecho cada vez más dependiente de las mercancías de lujo producidas en las ciudades... mientras que el cultivo de sus heredades y las tasas de servidumbre de sus feudos producían cada vez menos ingresos. El resultado fue una disminución de los recursos señoriales, que a su vez desencadenó una oleada sin precedentes de guerras, puesto que los caballeros en todas partes trataban de recuperar sus fortunas mediante el saqueo. En Alemania y en Italia, esta búsqueda de botines en tiempos de escasez, produjo el fenómeno de un bandidaje desorganizado y anárquico por parte de los señores feudales... En Francia sobre todo, la guerra de los Cien Años -una combinación asesina de guerra civil entre las casas de los Capetos y los de Borgoña, y un contencioso internacional entre Inglaterra y Francia, que también implicaba las potencias de Flandes y de España- hundió el país más rico de Europa en una miseria y desorden sin parangón. En Inglaterra, el epílogo de la derrota final continental en Francia fue el gangsterismo señorial de la Guerra de las Rosas...Para completar este panorama de desolación, a esa crisis estructural se añadió una catástrofe coyuntural: la invasión de la Peste Negra desde Asia en 1348» (Id.)
La peste negra, que aniquiló un tercio de la población europea, aceleró la desaparición final de la servidumbre. Produjo una escasez crónica de mano de obra en el campo, obligando a la nobleza a cambiar de la tradicional renta de trabajo feudal al pago de salarios; pero al mismo tiempo, los nobles trataron de volver atrás el reloj, imponiendo restricciones draconianas a los salarios y al movimiento de los trabajadores (una tendencia que se desarrolló en toda Europa y cuya codificación clásica es el Estatuto de los Trabajadores -1351-, decretado en Inglaterra inmediatamente después de la peste negra).Uno de los resultados ulteriores de esta reacción de la nobleza fue provocar una lucha de clases generalizada, una de cuyas más famosas expresiones se produjo igualmente en Inglaterra, con las grandes revueltas campesinas de 1381. Pero hubo alzamientos comparables por toda Europa en este periodo (Las "jaqueries" francesas, las revueltas de los pañeros en Flandes, la revuelta de los Ciompi en Florencia, etc.).
Como en la decadencia de la antigua Roma, las crecientes contradicciones del sistema feudal en el plano económico, tuvieron así sus repercusiones en el plano político (guerras, revueltas sociales) y en la relación entre los seres humanos y la naturaleza; y a su vez, todos estos elementos aceleraron y profundizaron la crisis general. Como en Roma, la decadencia general del feudalismo fue resultado de una crisis de subproducción, de la incapacidad de las viejas relaciones sociales para impulsar la producción de las necesidades básicas de la vida diaria. Es importante destacar que, aunque la lenta emergencia de las relaciones mercantiles en las ciudades actuó como un factor de disolución de los lazos feudales y fue acelerada por los efectos de la crisis general (guerras, hambrunas, la peste), las nuevas relaciones sociales no pudieron despegar realmente hasta que el viejo sistema hubo entrado en una estado de contradicción interna, que dio lugar a un grave declive de las fuerzas productivas:
«Una de las conclusiones más importantes que ofrece un examen del gran colapso del feudalismo europeo es que -contrariamente a la creencia ampliamente popular entre los marxistas-, el "modelo" característico de la crisis de un modo de producción no es el de unas fuerzas productivas (económicas) vigorosas que surgen triunfalmente en el seno de unas retrógradas relaciones (sociales) de producción, y que de inmediato establecen una mayor productividad y una sociedad superior sobre sus ruinas. Al contrario, las fuerzas productivas tienden a estancarse y retroceder en el seno de las relaciones de producción existentes; primero éstas tienen que ser radicalmente cambiadas y reordenadas antes de que unas nuevas fuerzas de producción puedan crearse y combinarse en un modo de producción globalmente nuevo. En otras palabras, las relaciones de producción generalmente cambian antes que las fuerzas productivas en una época de transición y no a la inversa» (id. pág 204). Como en la decadencia de Roma, un periodo de regresión del viejo sistema fue la precondición para el florecimiento de un nuevo modo de producción.
De nuevo, como en el periodo de la decadencia de Roma, la clase dominante trató de preservar su tambaleante sistema por medios cada vez más artificiales. La aprobación de leyes brutales para controlar la movilidad de la mano de obra y la tendencia de los trabajadores rurales de huir hacia las ciudades, la tentativa de gobernar las tendencias centrífugas de la aristocracia por medio de la centralización del poder monárquico, el uso de la inquisición para imponer un rígido control ideológico sobre todas las expresiones del pensamiento "heréticas" y disidentes, la corrupción y las trampas con las monedas para "solucionar" el problema del endeudamiento de la realeza... todas esas tendencias fueron intentos de un sistema moribundo de posponer su extinción final, pero no podían evitarla. A decir verdad, en gran medida los mismos medios usados para preservar el viejo sistema se transformaron en cabezas de puente del nuevo sistema: así fue, por ejemplo, con la monarquía centralista de los Tudor en Inglaterra, que en gran parte creó las condiciones necesarias para el surgimiento del estado-nación moderno.
Mucho más claramente que en la decadencia de Roma, la época de declive feudal fue también una época de revolución social, en el sentido de que de sus entrañas surgió una clase genuinamente nueva y revolucionaria, una clase con una visión del mundo que desafiaba las viejas instituciones e ideologías, y un modo de economía que veía en la relación feudal un obstáculo intolerable a su expansión. La revolución burguesa hizo su entrada triunfante en la historia en Inglaterra en 1640, aunque tuviera que esperar un siglo y medio antes de su victoria aún más espectacular en Francia en la década de1790. Este amplio marco temporal para la revolución burguesa fue posible porque se trata del punto culminante político de un largo proceso de desarrollo económico y social dentro del cascarón del viejo sistema, y también porque siguió ritmos diferentes en las diferentes naciones.
«Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción -que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven» (Marx, Prefacio a la Contribución a la Economía Política, Ed. Comunicación, Madrid, 1978, pág. 43).
Todas las sociedades de clase se mantienen por una combinación de represión sin tapujos y control ideológico, que la clase dominante ejerce por medio de sus numerosas instituciones: familia, religión educación, etc. La ideología no es nunca un puro reflejo pasivo de la base económica, sino que contiene su propia dinámica, que en ciertos momentos puede impactar activamente en las relaciones sociales subyacentes. En su afirmación de la concepción materialista de la historia, Marx se vio obligado a distinguir entre "el trastorno material de las condiciones económicas", y "las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto", porque hasta la fecha, la forma dominante de estudiar la historia había puesto el énfasis en las últimas a expensas del primero.
Cuando se analizan las transformaciones ideológicas que se producen en una época de revolución social, es importante recordar que si en última instancia están determinadas por las condiciones económicas de producción, no es de una forma rígida y mecánica, y menos aún porque tales periodos no son nunca exclusivamente de puro declive o degradación, sino que están marcados por una creciente confrontación entre fuerzas sociales contradictorias. Lo característico de esas épocas es que la vieja ideología dominante, que corresponde cada vez menos a la realidad social cambiante, tiende a descomponerse y dar lugar a nuevas visiones del mundo que pueden servir para inspirar y movilizar activamente a las clases sociales opuestas al viejo orden. En el proceso de descomposición, las viejas ideologías -religiosa, filosófica, artística- ceden frecuentemente al pesimismo, el nihilismo y la obsesión por la muerte; mientras las ideologías de las clases ascendentes o rebeldes son más a menudo optimistas, vitalistas y anticipan el albor de un mundo radicalmente transformado.
Para poner un ejemplo: en el periodo dinámico del sistema esclavista, la filosofía tendía a expresar, dentro de los límites del periodo, los esfuerzos del género humano por "conocerse a sí mismo", según la frase que hizo inmortal Sócrates -para comprender la dinámica real de la naturaleza y la sociedad por medio del pensamiento racional, sin la intermediación de lo divino. En su periodo de decadencia, la filosofía tendía a retirarse a la justificación de la desesperación o de la irracionalidad, como en el neoplatonismo y sus vinculaciones a los numerosos cultos esotéricos que florecieron en las últimas décadas del Imperio.
Esta tendencia no puede comprenderse sin embargo, de forma unilateral: en los periodos de decadencia, las viejas religiones y filosofías también se enfrentaron al ascenso de nuevas clases revolucionarias, o la rebelión de los explotados, y éstas, generalmente, también tomaron una forma religiosa. Así, en la antigua Roma, la religión cristiana, aunque estaba ciertamente influenciada por cultos esotéricos orientales, empezó como un movimiento de protesta de los desposeídos contra el orden dominante, y más tarde, como un poder establecido por derecho propio, fue un marco para la preservación de muchas de las adquisiciones culturales del mundo antiguo. Esta dialéctica entre el viejo y el nuevo orden fue también una característica de las transformaciones ideológicas durante la decadencia del feudalismo. Por una parte:
«El periodo de estancamiento conoció el auge del misticismo en todas sus formas. La forma intelectual, con el "Tratado del arte de morir" -Ars moriendi S.XV-XVI-, y sobre todo, "La imitación de Cristo" (XIV-XV). La forma emocional, con las grandes expresiones de piedad popular, exacerbadas por la influencia de los elementos incontrolados del clero mendicante: los "flagelantes" deambulaban por las zonas rurales, lacerando sus cuerpos con látigos en las plazas de los pueblos para apelar a la sensibilidad humana y llamar a los cristianos a arrepentirse. Estas manifestaciones dieron lugar a una imaginería de dudoso gusto, como las fuentes de sangre, que simbolizaban al redentor. Muy rápidamente el movimiento osciló hacia la histeria, y la jerarquía eclesiástica tuvo que intervenir contra los elementos turbulentos, para impedir que sus prédicas hicieran aumentar el número de vagabundos... Se desarrolló el arte macabro... El texto sagrado preferido por las mentes más ilustradas era el Apocalipsis.» (J. Favier, De Marco Polo à Christophe Colomb, traducido del francés por nosotros).
Por otra parte, el hundimiento del feudalismo también conoció el ascenso de la burguesía y su visión del mundo, que se expresó en el magnífico florecimiento del arte y la ciencia en el periodo del Renacimiento. E incluso movimientos místicos y milenarios, como los anabaptistas estuvieron a menudo, como señaló Engels, íntimamente ligados a las aspiraciones comunistas de las clases explotadas. Esos movimientos aún no podían plantear una alternativa históricamente viable al viejo sistema de explotación y sus sueños milenarios se orientaban más hacia en un pasado primitivo que hacia un futuro más avanzado, pero, a pesar de todo, desempeñaron un papel clave en el camino que llevó a la destrucción de la jerarquía medieval decadente.
En una época decadente, el declive cultural general nunca es absoluto: en el plano artístico por ejemplo, el estancamiento de las viejas escuelas, también puede ser contrarrestado por nuevas formas que expresan sobre todo una protesta humana contra un orden cada vez más inhumano. Y lo mismo puede decirse del plano de la moral. Si la moral es en último extremo una expresión de la naturaleza social del ser humano, y si los periodos de decadencia son expresión de la quiebra de las relaciones sociales, entonces tenderán a caracterizarse por una quiebra concomitante de la moralidad, una tendencia al colapso de los lazos humanos básicos y al triunfo de los impulsos antisociales. La perversión y la prostitución del deseo sexual, el florecimiento del robo, el fraude y el asesinato gratuitos, y sobre todo la supresión del orden moral en la guerra, se ponen al orden del día. Pero ni siquiera esto tampoco debería verse de forma rígida y mecánica, y concluir que los periodos de ascendencia están marcados por un comportamiento humano superior, y los periodos de decadencia por una repentina pendiente de infamia y depravación. La socavación y el derrumbe de las viejas certezas morales pueden expresar igualmente el auge de un nuevo sistema de explotación, en comparación con el cual, el viejo orden puede parecer comparativamente benigno, como señala el Manifiesto Comunista respecto al ascenso del capitalismo:
«Dondequiera que se instauró, echó por los suelos todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el jarro de agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar.»
Y a pesar de eso, la comprensión de Marx y Engels de lo que Hegel llamaba "la astucia de la razón" era de tal envergadura, que fueron capaces de reconocer que este declive "moral", esta mercantilización del mundo, era de hecho una fuerza de progreso que colaboraba en erradicar el estático orden feudal tras ella y ante ella allanaba el camino para el orden moral genuinamente humano que se perfilaba en el horizonte.
Gerrard
[1] Por ejemplo, las sociedades sedentarias de cazadores, ya bastante jerarquizadas, que fueron capaces de almacenar amplias reservas de alimentos, las diferentes formas semi-comunistas de producción agraria, los "imperios tributarios" formados por pastores semi-bárbaros como los Hunos y los Mongoles.
[2] Entre las tribus australianas, cuando el modo de vida tradicional era todavía vigente, el cazador que traía la pieza no guardaba nada para sí, sino que inmediatamente entregaba el producto a la comunidad siguiendo la tradición que marcaban ciertas estructuras complejas de parentesco. Según el trabajo del antropólogo Alain Testart, Le Communisme Primitif, 1985, el término de comunismo primitivo sólo debería aplicarse a los australianos, a quienes él ve como la última reminiscencia de una relación social que probablemente fue la norma durante el periodo paleolítico. Esto es materia de debate. Ciertamente, incluso entre los pueblos nómadas de cazadores-recolectores hay amplias diferencias respecto a la forma como se distribuye el producto social, pero todos ellos dan prioridad al mantenimiento de la comunidad, y como señala Chris Knight en su trabajo Blood Relations, Menstruation and the origins of culture, 1991, lo que él llama "own-kill rule" (es decir, límites prescritos sobre lo que el cazador puede consumir de las piezas que ha matado) está ampliamente extendido entre los pueblos cazadores.
[3] Debe tenerse en cuenta que la disolución de las relaciones sociales primitivas no fue un acontecimiento que se produjo de una vez por todas a partir de un determinado momento, sino que siguió diferentes ritmos en diferentes partes del mundo; es un proceso que se desarrolla durante milenios y que sólo ahora está llegando a sus trágicos últimos capítulos en las regiones más remotas del planeta, como el Amazonas o la selva de Borneo.
[4] "Corvée" es trabajo, a menudo pero no siempre impagado, que las personas en el poder podían obligar a sus súbditos a realizar; a menos que lo conmutaran de alguna manera, como un pago al contado. Se diferencia del esclavismo en que el trabajador no es propiedad de nadie -siendo libre en diferentes aspectos aparte de la prestación de ese trabajo- y el trabajo obligatorio es habitualmente intermitente, requiriéndose típicamente sólo un cierto número de días "o meses" al año. Es una forma de trabajo obligatorio, no libre, en el que el trabajador no es compensado.
[5] El gobierno del Principatus o Principado es instaurado al ascender Octavio Augusto al poder (27 a. C.). Este sistema de gobierno se mantendrá durante todo el Alto Imperio Romano. Este tipo de gobierno es el resultado de la evolución de las instituciones republicanas, adaptándolas a las necesidades de un verdadero imperio. El gobierno es dividido, con el Príncipe, sus provincias imperiales y su propio tesoro (Fiscus), y los antiguos organismos con las provincias senatoriales y el Aerarium o tesoro público. Pero en la práctica el gobierno es un protectorado, donde el Principe ostenta todos los poderes (Auctoritas, Maiestas y Potestas) y vigila a las autoridades clásicas. El Principado se produce en el tercer período de Roma que abarca desde el año 27 a.C. con la llegada de Augusto al gobierno, hasta la llegada de Diocleciano en el 284 d.C. El Principado fue una monarquía colegiada, al cual luego le va a proceder el Dominado (cuarto período) que se va a caracterizar por ser una monarquía absoluta, sin asociados al gobierno; a diferencia del principado, que es una democracia autoritaria. (Wikipedia)
[6] El término bagauda, (bagaudae en latín [76]; en bretón bagad. En galo significaba «tropa»), se utiliza para designar a los integrantes de numerosas bandas que participaron en una larga serie de rebeliones, conocidas como las revueltas bagaudas, que se dieron en Galia [77] e Hispania [78] durante el Bajo Imperio [79], y que continuaron desarrollándose hasta el siglo V [80]. Sus integrantes eran principalmente campesinos o colonos evadidos de sus obligaciones fiscales, esclavos [81] huidos o indigentes (Wikipedia)
En los dos primeros artículos de esta serie (Revista Internacional, nos 68 y 69) empezamos refutando la idea de que el comunismo no sería sino la invención de unos cuantos “reformadores del mundo”, examinando el desarrollo de las ideas comunistas en la historia, mostrándolas como producto de las fuerzas materiales que hacen su labor en profundidad en la sociedad, y sobre todo como producto de la rebelión de las clases oprimidas y explotadas contra las condiciones de la dominación de clase. En el segundo artículo en particular, hemos demostrado que el concepto marxista del comunismo, lejos de ser un esquema salido del cerebro de Marx, es algo que se ha hecho posible sólo cuando el proletariado fue capaz de ganar a la lucha por su emancipación a hombres como Marx y Engels.
Los dos artículos siguientes tratan de las primeras definiciones de una sociedad comunista para Marx, y en especial de su visión del comunismo como superación de la alienación del hombre. El artículo que sigue está pues dedicado especialmente al concepto de alienación. A primera vista, eso parece alejarse del principal argumento de esta serie de artículos, o sea, que el comunismo es una necesidad material impuesta por las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. Superficialmente, la cuestión de la alienación puede parecer un factor puramente subjetivo, algo que se refiere a las ideas y los sentimientos, más que las bases materiales más sólidas de la sociedad. Pero, como lo desarrollamos en este artículo, fue el mérito y la fuerza de Marx el haber sacado el concepto de alienación de la especulación nebulosa para situar sus raíces en las relaciones sociales fundamentales entre los seres humanos. Y por ello mismo, Marx dejó perfectamente establecido que la sociedad que haya de permitir al hombre superar su alienación sólo podrá surgir a partir de una transformación total de esas relaciones sociales, o sea de la lucha revolucionaria de la clase obrera.
Se ha dicho a menudo que Marx no se interesó nunca por trazar planes para la sociedad comunista futura. Es cierto en la medida en que, a diferencia de los socialistas utópicos, que veían el comunismo como una pura invención de mentes esclarecidas, Marx era consciente de que sería infructuoso trazar planes detallados de la estructura y el modo de funcionamiento de la sociedad comunista, ya que ésta no podía ser más que la obra de un movimiento social de masas que tenía que encontrar soluciones prácticas a la tarea sin precedente de construir un orden social cualitativamente superior a todo lo que había existido hasta entonces.
Pero esta oposición, perfectamente válida, a cualquier tentativa de encerrar el movimiento real de la historia en la camisa de fuerza de los esquemas preestablecidos, no significaba en absoluto que Marx, ni la tradición marxista en general, no considerara interesante definir los fines últimos del movimiento. Al contrario: una de las funciones distintivas de la minoría comunista es que tiene “sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario” (El Manifiesto comunista). Lo que distingue al comunismo de todas las clases de utopismo no es la ausencia de visión de “los resultados generales” últimos, sino que establece las conexiones reales entre esos fines y las “condiciones” y la “marcha” que conducen a ellos. En otros términos, basa su visión de la sociedad futura sobre un análisis completo de las condiciones de la sociedad existente ; de suerte que, por ejemplo, la reivindicación de la abolición de la economía de mercado no se deriva de una objeción puramente moral a la compra y la venta, sino del reconocimiento de que una sociedad fundada sobre una producción generalizada de mercancías está condenada a hundirse bajo el peso de sus contradicciones internas, planteando por esto la necesidad de una forma de organización social superior, basada en la producción para el uso. Al mismo tiempo, el marxismo funda su concepción del camino, de la línea de marcha hacia esta forma superior, en las experiencias reales de la lucha del proletariado contra el capitalismo. Así, mientras que la consigna de dictadura del proletariado aparece al principio del movimiento marxista, la forma que esta dictadura había de tomar se ha ido precisando con los grandes acontecimientos revolucionarios de la historia de la clase obrera, en particular la Comuna de París y la Revolución de Octubre.
Sin una visión general del tipo de sociedad a la que aspira, el movimiento comunista estaría ciego. En vez de ser la encarnación más alta de esa capacidad humana exclusiva de prever, de “erigir su estructura en la imaginación antes de erigirla en la realidad” ([1]) no sería nada más que una reacción instintiva a la miseria capitalista. En su batalla permanente contra la dominación de la ideología burguesa, no tendría ningún poder para convencer a los obreros y a todas las demás capas oprimidas de la sociedad de que su única esperanza reside en la revolución comunista, de que los problemas aparentemente insolubles planteados por la sociedad capitalista pueden encontrar soluciones prácticas en una sociedad comunista. Y una vez que la transformación revolucionaria hubiera empezado verdaderamente, no habría ninguna forma de medir sus progresos hacia el objetivo final.
Y sin embargo no debemos olvidar que hay que hacer una distinción entre esos resultados finales, los “objetivos generales” últimos, y la línea de “marcha” que conduce a ellos. Como ya hemos dicho, ésta última está sujeta a una clarificación constante por la experiencia práctica del movimiento de la clase: la Comuna de París dejó claro para Marx y Engels el hecho de que el proletariado tenía que destruir el antiguo aparato de Estado antes de erigir su propio aparato de poder; el surgimiento de los soviets en 1905 y 1917, convenció a Lenin y Trotski de que constituían “la forma por fin encontrada de la dictadura del proletariado”, y así sucesivamente. Por otra parte, si consideramos los fines supremos del comunismo, no podemos más que atenernos a las conclusiones muy generales basadas en la crítica de la sociedad capitalista hasta el momento en que el movimiento real empiece a ponerlos en práctica al orden del día. Esto es tanto más cierto cuanto que la revolución proletaria es por definición, primero, una revolución política, y después una transformación económica y social. Como los ejemplos auténticos de revolución de la clase obrera no han llegado hasta ahora más allá de la conquista del poder político en un país determinado, las lecciones que nos han aportado están ligadas fundamentalmente a los problemas políticos de las formas y los métodos de la dictadura del proletariado (relaciones entre partido, clase y Estado, etc.); solamente nos han dado orientaciones precisas sobre las medidas sociales y económicas que hay que tomar para establecer los fundamentos de la producción y distribución comunista de manera muy limitada, y en gran parte, en negativo (por ejemplo, que la estatización no es la socialización). Por lo que concierne a la sociedad comunista plenamente desarrollada que no emergerá más que después de un periodo de transición más o menos largo, la experiencia histórica de la clase obrera no ha podido, y no podía aportar clarificaciones cualitativas para que los comunistas pudieran describir tal sociedad.
Por eso no es una casualidad si las descripciones más inspiradas y que a su vez nos inspiran más respecto a los objetivos supremos del comunismo se hayan producido al principio de la vida política de Marx, coincidiendo con su adhesión a la causa del proletariado, con su identificación explícita como comunista en 1844 ([2]). Esas primeras descripciones de lo que podría ser la humanidad cuando se hayan destruido las trabas del capitalismo y las sociedades de clase precedentes, raramente se han mejorado en los escritos posteriores de Marx. Responderemos brevemente al argumento según el cual Marx habría abandonado esas primeras definiciones como simples locuras de juventud. Pero por el momento queremos decir simplemente que la forma en que Marx abordó ese problema es enteramente coherente con el conjunto de su método: sobre la base de una crítica profunda del empobrecimiento y la deformación de la actividad humana en las condiciones sociales existentes, dedujo lo que es necesario para negar y superar ese empobrecimiento. Pero una vez establecidos los fines últimos del comunismo, lo esencial era sumergirse en el movimiento proletario naciente, en la dureza y los retos de sus luchas económicas y políticas; las únicas que serían capaces de transformar en realidad esos objetivos lejanos.
Durante el verano de 1844 Marx vivía en París, rodeado de numerosos grupos comunistas que habían sido un factor importantísimo para ganarlo a la causa comunista. Allí escribió los Manuscritos económicos y filosóficos, hoy célebres, a los cuales se refirió después como un trabajo de base para los Grundrisse y el mismo Capital. En ellos intentó comprender la economía política desde el punto de vista de la clase explotada, haciendo sus primeras incursiones en cuestiones como los salarios, los beneficios, la renta de la tierra y la acumulación de capital, cuestiones que debían ocupar un lugar importantísimo en sus trabajos posteriores; aunque en sus precisiones en la introducción a Los Manuscritos, Marx anuncia el plan de una serie monumental de folletos de los que la parte económica no constituía más que el principio. En esas mismas libretas de notas encontramos también la tentativa más global de Marx de acabar con la filosofía idealista hegeliana, que en aquel momento ya había perdido su utilidad al haber sido “puesta en su sitio” por la emergencia de una teoría materialista de la evolución histórica. Pero Los Manuscritos son ciertamente mejor conocidos por la forma en que tratan de la alienación del trabajo y en menor medida por el esfuerzo de definir el tipo de actividad humana que lo sustituiría en la futura sociedad comunista.
Los Manuscritos económicos y filosóficos no se publicaron antes de 1927: eso significa que no se conocían durante el periodo revolucionario más crucial de la historia del movimiento obrero; su publicación coincidió con el último aliento de la oleada revolucionaria que sacudió el mundo capitalista durante la década que siguió a 1917. 1927 fue el año que vio al mismo tiempo la derrota de la revolución en China y la de la Oposición de Izquierdas en los partidos comunistas; un año más tarde, la Internacional comunista sellaba su propio fin adoptando la infame teoría del “socialismo en un sólo país”. El resultado de esta ironía de la historia es que ha sido la burguesía, y no el movimiento proletario, quien más ha cacareado sobre Los Manuscritos y su significado. En particular hubo una gran controversia en los círculos estériles de la “teoría” académica burguesa de izquierda sobre la supuesta ruptura entre el “joven Marx” y el “viejo Marx”. Como el propio Marx nunca publicó Los Manuscritos, y en ellos trató cuestiones que parecían poco desarrolladas en sus escritos posteriores, algunos han supuesto que Los Manuscritos representaban un Marx inmaduro, influenciado por Feuerbach, e incluso hegeliano, que habría sido rechazado después de manera decisiva por el Marx maduro y más científico. Los principales defensores de esa posición son... los estalinistas, y sobre todo Althusser, ese obscurantista empedernido. Según ellos, lo que Marx abandonó sobre todo fue la concepción de la naturaleza humana que encontramos en Los Manuscritos, y en particular la noción de alienación.
Es evidente que semejante punto de vista no puede considerarse separado de la naturaleza de clase del estalinismo. La crítica del trabajo alienado en Los Manuscritos está ligada íntimamente a la crítica del “comunismo cuartelario”, un comunismo en el cual la comunidad se convierte en capitalista abstracto que paga los salarios, la visión del comunismo que defendían las auténticas corrientes proletarias inmaduras como los blanquistas en su época ([3]). Marx condena sin rodeos semejantes visiones del comunismo en Los Manuscritos porque para él el comunismo no tenía sentido si no acababa con la supresión de todo lo que entorpece las capacidades creativas del hombre y transformaba la carga del trabajo en actividad libre y placentera. Por su parte, los estalinistas se definen por la noción de que el socialismo significa un régimen de indigencia y de explotación forzada personificado en las condiciones de trabajo en fábricas y campos de trabajo de los que se autodenominan países “socialistas”. En estos casos, ya no se trata sin embargo de una expresión inmadura del movimiento proletario, sino de la plena apología de la contrarrevolución capitalista. Puesto que lo que existía en el “socialismo realmente existente” del Este era claramente trabajo alienado, no es sorprendente que los estalinistas se encuentren a disgusto por lo que se refiere a esa noción en conjunto. Podríamos seguir: por ejemplo la visión de Marx en Los Manuscritos de las relaciones correctas entre el hombre y la naturaleza no cuadra muy bien con la catástrofe ecológica que aporta “la interpretación” estalinista de esta cuestión. Pero de todas formas, esto nos lleva al mismo punto : la visión del comunismo elaborada en Los Manuscritos debilita la impostura del “socialismo” estalinista.
En el otro extremo del espectro burgués, muchas variantes del humanismo liberal, incluidos los teólogos protestantes y la flor y nata de los sociólogos, también han intentado separar los “dos Marx”. En cambio ellos, contrariamente a los estalinistas, han preferido netamente al joven Marx romántico, idealista y generoso, respecto al autor frío y materialista de El Capital. Pero al menos semejantes interpretaciones no se reivindican del marxismo...
Los escritos de Bordiga en los años 1950 son de los pocos en el movimiento proletario que han intentado hacer algunos comentarios sobre Los Manuscritos, y rechazan claramente esta división artificial: “Otro lugar común muy corriente es que Marx es hegeliano en sus escritos de juventud, que solamente después fue el teórico del materialismo histórico, y que más viejo, fue un vulgar oportunista” ([4]). Contra semejantes clichés, Bordiga defendió de forma justa la continuidad del pensamiento de Marx a partir del momento en que adhirió claramente a la causa del proletariado. Pero al hacer esto, y en reacción a las diversas teorías del momento, que o bien proclamaban caduco el marxismo, o bien trataban de sazonarlo con diversos aditivos, como el existencialismo, Bordiga se equivocó sobre esta continuidad y la tomó por “el monolitismo de todo el sistema desde el nacimiento hasta la muerte de Marx, e incluso después de él (concepto fundamental de la invariabilidad; rechazo fundamental de la evolución por enriquecimiento de la doctrina del partido)” ([5]). Esta concepción reduce el marxismo a un dogma estático como el Islam –para el verdadero musulmán, el Coran es el verbo de Dios de forma precisa, porque no se ha cambiado un punto ni una coma desde que fue “dictado” por primera vez. Es una noción peligrosa que ha hecho olvidar a los bordiguistas los “enriquecimientos” reales aportados por la propia corriente de la que provienen –la Fracción italiana de la Izquierda comunista– y les ha hecho volver a posiciones que la época de declive del capitalismo ha hecho caducas. Respecto al tema que nos ocupa, Los Manuscritos, eso no tiene sentido. Si comparamos Los Manuscritos a los Grundrisse, que constituían si se quiere el segundo borrador del mismo gran trabajo, la continuidad es absolutamente clara: contrariamente a la idea de que Marx habría abandonado el concepto de alienación, el término y el concepto aparecen aún en ese trabajo del Marx “maduro”, igual que en El Capital. Pero los Grundrisse representan sin duda un enriquecimiento respecto a Los Manuscritos. Por ejemplo, clarifican ciertas cuestiones fundamentales como la distinción entre el trabajo y la fuerza de trabajo, y por tanto son capaces de descubrir el secreto de la plusvalía. En su análisis del fenómeno de la alienación, Marx es capaz de plantear el problema de forma más histórica que en sus trabajos precedentes, porque se basa en un estudio profundo de los modos de producción que han precedido al capitalismo. Para nosotros, plantear correctamente el problema significa afirmar al mismo tiempo la continuidad y el enriquecimiento progresivo de la “doctrina del partido”, porque el marxismo es al mismo tiempo una tradición profundamente histórica y un método vivo.
La idea de que el hombre se ha convertido en un extraño o alienado respecto a sus propias y verdaderas potencialidades es muy antigua. Precede ciertamente la emergencia de las sociedades de clase, porque la historia de la caída del hombre del paraíso original, de una condición en la que gozaba de poderes divinos, constituye un elemento central del mito y del ritual de las sociedades comunistas primitivas. Los aborígenes australianos, por ejemplo, creían que sus antepasados eran los prodigiosos seres creadores de una “edad de oro”, y que después de que terminara esa época mítica, los seres humanos habían perdido mucho de su poder y de sus conocimientos. De hecho en todas las sociedades que han precedido al capitalismo, esa idea de “haberse perdido” tomaba forzosamente formas míticas o religiosas.
Como la religión, que desciende de él, el mito es al mismo tiempo una protesta contra la alienación y una expresión de ésta; en el mito, como en la religión, el hombre proyecta poderes que son realmente suyos sobre seres sobrenaturales separados de él. En la comunidad primitiva, sin embargo, la alienación no existe más que en estado embrionario, a través de la dominación de la tribu sobre el individuo, no en tanto que relación de explotación de clase. Esto se refleja en el aspecto ideológico en el hecho de que el hombre primitivo guarda una creencia en su identidad secreta con los seres creadores todopoderosos de la época del sueño mítico.
Con la disolución de la sociedad primitiva por el desarrollo de las clases y las relaciones mercantiles, el alba de la alienación propiamente dicha se refleja en la emergencia de una concepción estrictamente religiosa de las relaciones entre los hombres y los poderes creadores. En la religión judeo-cristiana en particular, las concepciones míticas que se remontan al pasado de la sociedad primitiva son reemplazadas por la noción de que el drama de la caída del hombre y su redención es una progresión histórica a través del tiempo. Pero el precio de ese desarrollo que se aleja del mito ha sido establecer una fosa infranqueable entre el hombre y Dios. Si en los tiempos primitivos el hombre creía que nunca había perdido su estatuto divino original, para la religión judeo-cristiana, Dios ordenó al género humano dejar el Paraíso precisamente a causa del pecado de haber intentado elevarse al nivel de Dios.
En reacción a ese dualismo característico de una visión estrictamente religiosa, ciertas corrientes esotéricas, en particular los cabalistas y sus ramificaciones, han visto esa caída (del Edén), no como un castigo para el hombre por haber desobedecido a una figura alejada del Padre, sino como un proceso cósmico dinámico en el cual el Espíritu universal original se ha “olvidado” de sí mismo, y se ha sumergido en un mundo de división y de realidad aparente. Los iniciados de esas tradiciones estaban inspirados por la esperanza de recobrar la unidad perdida entre la creación y su origen divino, entre el hombre y Dios: al hacer esto, fueron acusados a menudo de herejías panteístas y ateas.
Existe una relación precisa, aunque raramente explorada, entre el pensamiento de Hegel y ciertas de esas tradiciones esotéricas, en particular en los trabajos del protestante radical, artesano visionario, al cual el propio Marx se refirió una vez como “el inspirado Jakob Boehme” ([6]). Pero Hegel era igualmente el teórico más avanzado de la burguesía revolucionaria, y por consiguiente el heredero de la filosofía racionalista de los antiguos griegos. Como tal hizo una grandiosa tentativa por desgajar el conjunto del problema de la alienación del terreno del mito y del misticismo, y de plantearlo de manera científica. Para Hegel, eso significaba que aquello que había sido esotérico en otro tiempo, encerrado en los rincones mentales secretos de algunos privilegiados, debía ser aprehendido consciente, clara y colectivamente: “Solamente lo que está perfectamente determinado en su forma es al mismo tiempo esotérico, comprensible y capaz de ser aprendido y poseído por todos. La inteligibilidad es la forma bajo la cual la ciencia se ofrece a cada uno y es la vía que se le abre para ser evidente para todos” ([7]). Con Hegel, pues, hay una tentativa de comprender la separación del hombre desde un punto de vista histórico y conscientemente dialéctico, y Marx reconoce incluso que aportó clarificaciones sobre el papel clave del trabajo en la autogénesis del hombre. Y sin embargo Marx, siguiendo a Feuerbach, señaló que el sistema hegeliano no había dado más que algunos pasos en el sentido de la ciencia antes de volver a caer en el misticismo. Se puede ver fácilmente que la noción hegeliana de la historia como “alienación de la Idea Absoluta” es una nueva forma de la versión cabalística de la caída cósmica original. Mientras que para Marx, la cuestión no era la historia de Dios, sino la historia “del devenir de la naturaleza por y para el hombre“ ([8]); no la caída de una Conciencia original en el reino vulgar de la materia, sino la ascensión material del ser inconsciente hacia el ser consciente.
En la medida en que Hegel trató la alienación en tanto que aspecto de la experiencia concreta humana, sus concepciones son inútiles y ahistóricas, ya que se planteó la alienación como categoría absoluta de la relación del hombre con el mundo exterior: según los términos de Marx, Hegel confundió la objetificación –la capacidad humana de separar el sujeto del objeto– con la alienación. En consecuencia, si alguna vez se pudiera superar esa separación entre el hombre y el mundo, sería a partir del mundo abstracto del pensamiento –el reino propio del filósofo, que para Marx no era en sí mismo más que un reflejo de la alienación.
Pero Marx no abandonó el concepto de alienación de los hegelianos. Al contrario, intentó restaurarlo sobre la base de sus fundamentos materiales, situando sus orígenes en la sociedad humana. Feuerbach había explicado que La Idea Absoluta, como todas las manifestaciones precedentes de Dios, era de hecho la proyección del hombre incapaz de realizar sus propias potencialidades, del hombre alienado a sí mismo. Pero Marx fue más lejos, al reconocer el hecho de que “si el entendimiento profano se desgaja de sí mismo y se sitúa en las nubes como un reino independiente, eso no puede explicarse sino por el desgarro de sí y por la contradicción consigo mismo de ese entendimiento profano” ([9]). El concepto de alienación es vital para Marx porque se convierte en un arma de su asalto contra la “base secular”, es decir, la sociedad burguesa, y sobre todo, la economía política burguesa.
Confrontado a la marcha triunfante de la sociedad burguesa, a todos los “milagros del progreso” que aportó, Marx utilizó el concepto de alienación para mostrar lo que significaba todo ese progreso para los verdaderos productores de la riqueza, los proletarios. Mostró que la riqueza creciente de la sociedad capitalista significaba el empobrecimiento creciente del obrero. No solamente su empobrecimiento físico, sino también el empobrecimiento de su vida interior: “... Cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto más pobres son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí mismo es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil” ([10]). El planteamiento de Marx es evidente: contra las abstracciones de Hegel (que tomaron una forma caricaturesca en el trabajo de los jóvenes hegelianos en torno a Bruno Bauer), Marx arraigó el concepto de alienación en los “hechos económicos presentes” ([11]). El demostró que la alienación es un elemento irreductible del sistema de trabajo asalariado, que no tiene otro sentido que, cuanto más produce el obrero, menos se enriquece él mismo y más el capital, ese poder extraño que se sitúa por encima de él.
También, con Marx, la alienación deja de ser un simple estado de ánimo, un aspecto inherente de la relación del hombre con el mundo (en cuyo caso jamás podría superarse) y se convierte en un producto particular de la evolución histórica del hombre. Un producto que no comenzó con el capitalismo: como Marx señaló en los Grundrisse, el trabajo asalariado es simplemente la forma final y superior de la alienación. Pero precisamente porque es su forma más avanzada, descubre la clave de la comprensión de la historia de la alienación en general, del mismo modo que la aparición de la economía política burguesa permite el examen de los fundamentos de los modos de producción precedentes. Bajo las condiciones burguesas de producción quedan al desnudo las raíces de la alienación: no residen en las nubes o en la cabeza de los hombres, sino en el proceso de trabajo, en las relaciones prácticas y concretas entre los hombres y entre el hombre y la naturaleza. Después de abrir este boquete teórico es posible mostrar cómo se extiende la alienación del hombre en el acto de trabajo a todas sus otras actividades; igualmente, esto abre la posibilidad de investigar los orígenes de la alienación y su evolución a través de las sociedades humanas precedentes –aunque hay que decir que Marx y el movimiento marxista no han hecho más que establecer las premisas de tal investigación, ya que otras tareas han tomado prioridad necesariamente respecto de aquellas.
Aunque la teoría de Marx sobre la alienación no es, ni mucho menos, completa, su manera de abordarla en Los Manuscritos muestra hasta qué punto estaba preocupado porque no quedara incierta o vaga. En el capítulo sobre “el trabajo alienado” examina el problema de manera muy precisa, identificando cuatro aspectos distintos pero interconectados de la alienación.
El primer aspecto es el que se ha tratado en la cita precedente de Los Manuscritos, que se resume brevemente en otro pasaje: “1) la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina. Esta relación es, al mismo tiempo, la relación con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad” ([12]). Bajo las condiciones de la alienación, los productos de las propias manos de los hombres se vuelven contra ellos, y aunque esto se aplica a los modos de explotación de clase precedentes, llega a sus más altas cumbres bajo el capitalismo, que es una potencia completamente impersonal e inhumana, creada por el trabajo de los hombres pero que escapa completamente a su control, y que periódicamente sumerge al conjunto de la sociedad en crisis catastróficas. Esta definición se aplica evidentemente al acto inmediato de producción: el capital, bajo la forma de máquinas y de tecnología domina al obrero, y en vez de ampliar su tiempo libre, aumenta su agotamiento. Además, la crítica del trabajo asalariado en tanto que, por definición, trabajo alienado, desafía a todas las tentativas burguesas de separar ambos como por ejemplo los tópicos fraudulentos de los años 60 sobre la “satisfacción en el trabajo” atenuando la extrema especialización que caracteriza el trabajo en las fábricas, instituyendo equipos de trabajo, la “participación de los trabajadores” y demás necedades. Desde un punto de vista marxista, nada de eso altera el hecho de que los obreros crean objetos sobre los que no tienen ningún control y que sólo sirven para enriquecer a otros a costa de los trabajadores, aun cuando éstos se consideren “bien pagados”. Pero también puede hacerse una aplicación más amplia de toda esta problemática al proceso inmediato de producción. Cada vez está más claro, en particular en el período de decadencia del capitalismo, que la totalidad de la máquina política, burocrática y militar del capital ha desarrollado una vida propia (hipertrófica) que aplasta a los seres humanos como un enorme monstruo. La bomba atómica es el típico ejemplo de esta tendencia: en un sociedad regida por fuerzas inhumanas, las fuerzas del mercado y la concurrencia capitalistas, lo que el hombre produce ha escapado hasta tal punto a su control, que está amenazado de extinción. Puede decirse lo mismo respecto a las relaciones del hombre con la naturaleza, en el capitalismo: no es que éste haya generado por sí mismo la alienación entre el hombre y la naturaleza, que arranca de mucho antes, sino que la ha llevado hasta su punto final. Al “perfeccionar” la hostilidad entre el hombre y la naturaleza, al reducir el conjunto del mundo natural al status de mercancía, el desarrollo de la producción capitalista amenaza hoy destruir la propia fábrica de la vida planetaria ([13]).
La segunda dimensión de la alienación descrita por Marx es la relación del obrero en el “acto de la producción, dentro de la actividad productiva misma. ¿Cómo podría el trabajador enfrentarse con el producto de su actividad como con algo extraño si en el acto mismo de la producción no se hiciese ya ajeno a sí mismo?”. En ese proceso “el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en su trabajo, el trabajador no se afirma sino que se niega; no se siente feliz sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Está en lo suyo cuando no trabaja, y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es así, voluntario, sino obligado. Es trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. El carácter alienante del trabajo se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo, se huye del trabajo como de la peste” ([14]).
Cualquiera que tenga un empleo “normal” en la vida cotidiana capitalista, y sobre todo cualquiera que haya trabajado en una fábrica, podrá reconocerse y reconocer sus sentimientos en estos términos. En la sociedad capitalista que desde hace mucho tiempo ha establecido su dominación sobre el mundo, el hecho de que el trabajo se haya convertido en una experiencia detestable para la gran mayoría de la humanidad es presentado casi como una ley de la naturaleza. Pero para Marx y el marxismo nada hay de natural en ello. Las anteriores formas de producción (por ejemplo el trabajo comunal primitivo, el trabajo artesanal...) no llegaron a tal divorcio entre el acto de la producción y el disfrute. Ello es en realidad la prueba de que la separación total realizada por el capital es un producto histórico y no natural. Armado de esta comprensión, Marx fue capaz de denunciar la cualidad verdaderamente escandalosa de la situación aportada por el trabajo asalariado. Y ello le condujo al otro aspecto de la alienación: la alienación respecto a la vida de la especie.
Este tercer aspecto de la teoría de la alienación de Marx es ciertamente el más complejo, el más profundo y el menos conocido. En esta parte del mismo capítulo, Marx afirma que el hombre ha llegado a ser extraño a su naturaleza humana. Para Althusser y otros críticos del Marx joven tales ideas demuestran que Los Manuscritos de 1844 no suponen una ruptura radical con Feuerbach y en general la filosofía radical. No estamos de acuerdo. Lo que Marx rechazaba de Feuerbach era la noción de una naturaleza humana fija e inmutable. Dado que la naturaleza misma no es fija ni inmutable, el pensamiento de Feuerbach llevaría a un callejón sin salida desde el punto de vista teórico, y en la práctica a una forma de idolatría. La concepción de Marx sobre la naturaleza humana no es así, sino dialéctica: el hombre es siempre una parte de la naturaleza, la naturaleza es “el cuerpo inorgánico del hombre” como dice en un pasaje de Los Manuscritos; el hombre es siempre una criatura de instintos, como dice en otra parte de la misma obra ([15]). Pero el hombre se distingue del resto de criaturas naturales por su capacidad de transformar su cuerpo a través de la actividad creadora consciente, la naturaleza más esencial del hombre, su ser de especie, como dijo Marx, es la de crear, la de transformar la naturaleza.
Los críticos vulgares del marxismo proclaman a veces que Marx ha reducido el hombre a “homo faber”, una simple bestia de carga, una categoría económica. Pero esos críticos están en realidad ofuscados ante el trabajo asalariado, ante las condiciones de la producción capitalista. Al definir al hombre como productor consciente, Marx lo eleva de hecho a las puertas del paraíso: pues ¿quién es Dios sino la imagen extraña del hombre verdaderamente hombre –hombre creador? Para Marx el hombre no es verdaderamente hombre más que cuando produce en un estado de libertad. El animal “no produce sino bajo la imposición de una necesidad física inmediata (...) mientras que el hombre produce en tanto está liberado de toda necesidad física, y no produce verdaderamente, más que cuando está liberado” ([16]).
Esta es verdaderamente una de las tomas de posición más radicales de Marx. Mientras la ideología capitalista pretende como un hecho eterno de la naturaleza que el trabajo se presente como una suerte de tortura mental o física, Marx afirma que el hombre es hombre no cuando produce, sino cuando produce por el puro placer de producir, liberado por completo de la necesidad física inmediata. De otro modo el hombre viviría una existencia puramente animal. Engels planteó la misma cuestión algunos años más tarde, en la conclusión de Socialismo utópico o socialismo científico, cuando afirma que el hombre no se distinguirá verdaderamente del resto del género animal más que cuando haya entrado en el reino de la libertad, en los estadios más avanzados de la sociedad comunista.
Podría incluso decirse que el trabajo alienado reduce al hombre a un nivel inferior al de los animales: “al arrancar al hombre el objeto de su producción, le arranca su vida genérica, su real objetividad genérica, y transforma su ventaja respecto al animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza. Del mismo modo al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, el trabajo alienado hace de la vida genérica del hombre, un medio para su existencia física” ([17]).
En otros términos, la capacidad del hombre para trabajar conscientemente es lo que le hace humano, lo que le separa del resto de criaturas. Pero bajo las condiciones de alienación, este avance se transforma en retroceso. Así, la capacidad del hombre de separar el sujeto del objeto, lo que constituye un elemento fundamental de la conciencia específicamente humana está deformada por una relación de hostilidad con la naturaleza, con el mundo “objetivo” de los sentidos. Además, el trabajo alienado y sobre todo el trabajo asalariado capitalista, han transformado la característica más esencial y más elevada del hombre –su actividad vital consciente, libre, espontánea– en un simple medio de subsistencia, la ha reducido de hecho a unas cuantas cosas que se compran y venden en el mercado. En resumen, la “normalidad” de trabajar bajo el capitalismo es el insulto más refinado al “ser de especie” del hombre.
La cuarta faceta de la alienación, deriva directamente de las tres precedentes: “Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la alienación del hombre respecto al hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro” ([18]).
La alienación del trabajo globalmente implica una relación de explotación: la apropiación del excedente por la clase dominante. En las primeras sociedades de clases (en ese capítulo Marx menciona Egipto, India, Perú, ejemplos de lo que posteriormente llamará modo de producción asiático), aunque ese excedente normalmente sea consagrado a los dioses, la potencia extranjera real que reinaba sobre el trabajo de los explotados no eran por supuesto los dioses sino otros hombres: “El ser extraño al que pertenecen el trabajo y el producto del trabajo, a cuyo servicio está aquel y para cuyo placer sirve éste, solamente puede ser el hombre mismo” ([19]).
Esta división fundamental en el corazón de la vida social crea inevitablemente una separación fundamental entre los seres humanos. Desde el punto de vista de la clase dominante, en cualquier sociedad de clases, los productores de riqueza, los explotados, no son más que objetos, simples bienes que existen únicamente para su beneficio (bien es verdad que sólo bajo el capitalismo esta alienación ha llegado a ser completa, pues en este modo de producción, las relaciones de explotación pierden todo carácter personal y pasan a ser completamente inhumanas y mecánicas). Desde el punto de vista de la clase explotada, los dominadores de la sociedad aparecen enmascarados por un torbellino de mistificaciones, apareciendo unas veces como dioses y otras como demonios según las circunstancias; sólo cuando emerge la conciencia de clase proletaria, que es la negación de todas las formas ideológicas de percepción, la clase explotada puede ver a sus explotadores con claridad como lo que son: simples productos de las relaciones sociales e históricas ([20]).
Pero esta división no se reduce únicamente a la relación directa entre explotado y explotador. Para Marx el ser de la especie humana no es una esencia aislada, encerrada en cada individuo; sino la “gemeinwesen”, un término clave que implica que la naturaleza del hombre es social, que la existencia comunitaria es la única forma realmente humana de la existencia humana. El hombre no existe aislado, como productor individual. Es el trabajador social, el productor colectivo por definición. Y sin embargo –y este elemento está desarrollado en los Grundrisse en particular–, la historia del hombre desde los tiempos tribales puede ser vista como la de la disolución continua de las fronteras comunales originales que mantenían juntas las primeras sociedades humanas. Este proceso está íntimamente ligado al desarrollo de las relaciones mercantiles, ya que estas son ante todo el agente disolvente de la existencia comunitaria. Esto puede verse ya en la sociedad clásica donde el crecimiento sin precedentes de las relaciones mercantiles minó profundamente los antiguos lazos de las “gens” y tendió a crear ya una sociedad de “guerra de cada uno contra los demás”, algo que Marx ya constató en su tesis de doctorado sobre la filosofía griega. Pero la dominación de las relaciones mercantiles ha alcanzado sin duda su apogeo en el capitalismo, la primera sociedad que ha generalizado las relaciones mercantiles hasta en el corazón del organismo social, el proceso mismo de producción. Este aspecto de la sociedad capitalista, en tanto que sociedad del egoísmo universal, en la que la competencia y la separación ponen a todos los hombres en guerra unos contra otros, fue especialmente subrayado por Marx en su artículo La cuestión judía, en la que Marx realizó la primera crítica de la concepción burguesa de una emancipación puramente política: “Ninguno de los llamados derechos humanos trasciende por lo tanto el hombre egoísta, el hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, el individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada y disociada de la comunidad. Lejos de concebir al hombre como ser genérico, estos derechos hacen aparecer por el contrario, la vida genérica misma, la sociedad, como un marco externo a los individuos, como una limitación de su independencia originaria” ([21]).
Esta atomización del hombre en la sociedad civil, es decir burguesa, es la clave indispensable para analizar todas las cuestiones sociales que existen fuera del proceso inmediato de producción: las relaciones entre los sexos y la institución de la familia; el fenómeno de la “soledad de las masas” que tanto ha intrigado a los sociólogos y que parece característica de la civilización del siglo xx; y en general a toda las esferas de las relaciones interpersonales. Pero tiene igualmente un significado muy directo para la lucha del proletariado, en tanto que explica la forma en que el capitalismo divide al propio proletariado, haciendo de cada obrero un competidor de su compañero, inhibiendo así la tendencia inherente del proletariado a unirse en defensa de sus intereses comunes contra la explotación capitalista.
El fenómeno de atomización está particularmente agudizado hoy en la fase final de la decadencia capitalista, la fase del hundimiento generalizado y de la descomposición de las relaciones sociales. Como ya hemos explicado en numerosos textos ([22]), esta fase se caracteriza sobre todo por el desarrollo del individualismo del “cada uno a la suya”, por la desesperación, el suicidio, la droga y las enfermedades mentales a una escala como nunca antes ha conocido la historia. Es la fase en que la consigna podría ser la frase de Thatcher: “no existe ya la sociedad, solamente individuos y su familia”. Es la fase, como confirman los acontecimientos sangrantes que vemos en la ex-URSS, del canibalismo individual, en la que masas de seres humanos son arrastrados a los conflictos más irracionales y mortíferos, a persecuciones, a luchas fratricidas, a guerras que amenazan siniestramente el futuro mismo de la humanidad. Evidentemente, las raíces de tal irracionalidad residen en las alienaciones fundamentales y centrales de la sociedad burguesa, y evidentemente también la solución sólo puede residir en el cambio de las relaciones sociales de producción.
Hay que recordar que Marx no desarrolló su teoría de la alienación para deplorar la miseria que veía a su alrededor, ni para presentar, como hacían por ejemplo diversas corrientes del socialismo “verdadero” y feudal, la historia humana simplemente como un retroceso desgraciado desde un estado original de plenitud. No. Para Marx, la alienación del hombre era el necesario producto de la evolución humana, y como tal contenía en germen su propia superación: “El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta pobreza para que pudiera alumbrar su riqueza interior” ([23]).
Pero la creación de esta vasta riqueza exterior, esta riqueza ajena a aquellos que la crean, hace igualmente posible que los seres humanos pasen de la alienación a la libertad. Como afirma Marx: “Se demostrará que la forma más extrema de la alienación, aquella en que el trabajo está en relación con el capital y el trabajo asalariado, y el trabajo, la actividad productiva está relacionado con sus propias contradicciones y su propio producto es un momento de transición necesario, y por lo tanto contiene en sí misma, en forma aún únicamente invertida, la disolución de todos los presupuestos limitados de la producción y además crea y produce los presupuestos incondicionales de la producción, y con ello, las condiciones materiales plenas para el desarrollo total, universal, de las fuerzas productivas de los individuos” ([24]).
Hay aquí dos aspectos: primeramente que a causa de la productividad sin precedentes del trabajo desarrollado bajo el modo de producción capitalista, el viejo sueño de una sociedad de la abundancia en la que todos los seres humanos, y no sólo algunos privilegiados, tengan a su disposición el dedicarse al “desarrollo total, universal” de su fuerza creadora, pueda dejar de ser un sueño para convertirse en realidad. Pero la posibilidad del comunismo no es únicamente una cuestión de tecnología, sino que por encima de todo depende de la existencia de una clase que tiene un interés material en instaurarlo. Y aquí también la teoría de la alienación de Marx muestra cómo a pesar y, precisamente, a causa de la alienación que sufre en la sociedad burguesa, el proletariado se verá impulsado a levantarse contra sus condiciones de existencia:
“La clase poseedora y la clase del proletariado representan la misma alienación. Pero la primera se complace y se siente confirmada en esta alienación de sí misma, sintiendo la alienación como su propia potencia, y encontrando en ella la apariencia de una existencia humana; la segunda se siente aniquilada en la alienación, viendo en ella su propia impotencia y la realidad de una existencia inhumana. Para emplear una expresión de Hegel, vive en la abyección, la revuelta contra esa abyección, revuelta a la que le empuja necesariamente el conflicto entre su naturaleza humana y su situación en la vida, que es la negación evidente, radical e integral de esa naturaleza” ([25]).
La teoría de la alienación se queda en nada si no se entiende pues, como una teoría de la revuelta de la clase obrera, una teoría de la revolución, de la lucha histórica por el comunismo. En el próximo capítulo, estudiaremos los primeros esbozos de la sociedad comunista que Marx “dedujo” de su crítica de la alienación capitalista.
CDW
(1) El Capital. En este pasaje del Marx “maduro”, se desarrolla una cuestión fundamental tratada en los Manuscritos: la distinción entre el trabajo humano y la “actividad vital” de los demás animales.
(2) Ver el artículo precedente de esta serie: “Cómo el proletariado se ganó a Marx para el Comunismo”, Revista Internacional, nº 69.
(3) Respecto a las críticas de Marx sobre “el comunismo vulgar”, ver el primer artículo de esta serie, Revista Internacional, nº 68.
(4) Bordiga, “Commentaires sur les Manuscrits de 1844”, en Bordiga et la passion du communisme, recopilados por J. Camatte, Editorial Spartacus, París 1974.
(5) Ibíd.
(6) Marx en el artículo editorial del nº 179 de La Gaceta de Colonia, publicado en La Gaceta renana, 1842.
(7) Hegel, La fenomenología del espíritu, 1807, prefacio.
(8) Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Ed.
(9) Marx, Tesis sobre Feuerbach.
(10) Manuscritos de economía y filosofía, Alianza Ed., pág. 106.
(11) Ibídem.
(12) Ídem., pág. 109-110.
(13) Ver el artículo: « Es el capitalismo quien envenena la tierra » en Revista Internacional, nº 63.
(14) Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Editorial, págs. 108-109.
(15) Ibídem.
(16) Ídem., pag 112.
(17) Ídem., pag. 113.
(18) Ibídem.
(19) Ídem., pág. 114.
[1] El Capital. En este pasaje del Marx “maduro”, se desarrolla una cuestión fundamental tratada en los Manuscritos: la distinción entre el trabajo humano y la “actividad vital” de los demás animales.
[2] Ver el artículo precedente de esta serie: “Cómo el proletariado se ganó a Marx para el Comunismo”, Revista Internacional, nº 69.
[3] Respecto a las críticas de Marx sobre “el comunismo vulgar”, ver el primer artículo de esta serie, Revista Internacional, nº 68.
[4] Bordiga, “Commentaires sur les Manuscrits de 1844”, en Bordiga et la passion du communisme, recopilados por J. Camatte, Editorial Spartacus, París 1974.
[5] Ibíd.
[6] Marx en el artículo editorial del nº 179 de La Gaceta de Colonia, publicado en La Gaceta renana, 1842.
[7] Hegel, La fenomenología del espíritu, 1807, prefacio.
[8] Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Ed.
[10] Manuscritos de economía y filosofía, Alianza Ed., pág. 106.
[11] Ibídem.
[12] Ídem., pág. 109-110.
[13] Ver el artículo: « Es el capitalismo quien envenena la tierra » en Revista Internacional, nº 63.
[14] Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Editorial, págs. 108-109.
[15] Ibídem.
[16] Ídem., pág. 112.
[17] Ídem., pág. 113.
[18] Ibídem.
[19] Ídem., pág. 114
[20] Sobre las especificidades de la conciencia proletaria, ver el libro de Lukács, Historia y Conciencia de clase y el folleto de nuestra Corriente Comunista Internacional: Organización comunista y conciencia de clase.
[21] “La Cuestión judía”, Anales Franco-Alemanes, Ed. Martinez Roca, pág. 244.
[22] Ver en particular « La descomposición, fase final de la decadencia del capitalismo » en la Revista Internacional, nº 62.
[23] Manuscritos, Alianza Editorial, pág. 148.
[24] Grundisse.
[25] Marx y Engels, La Sagrada familia.
“Las hambrunas aumentan en los países del tercer Mundo y pronto alcanzarán a los países que se pretendían “socialistas”, a la vez que en Europa occidental y en América del Norte se destruyen depósitos de productos agrícolas, se paga a los campesinos para que cultiven menos tierras, se les penaliza si producen más de los cupos estipulados. En Latinoamérica, epidemias, como el cólera por ejemplo, matan a miles de personas, y eso que esa plaga había sido erradicada hace tiempo. Por todas las partes del mundo, las inundaciones o los terremotos siguen matando a decenas de miles de seres humanos en unas cuantas horas y eso que la sociedad es ahora perfectamente capaz de construir diques y viviendas que podrían evitar esas hecatombes. Tampoco se puede evocar la “fatalidad” o los “caprichos de la naturaleza”, cuando, en Chernóbil, en 1986, la explosión de una central atómica mata a cientos (si no son miles) de personas y contamina varias provincias, cuando, en los países más desarrollados, se viven catástrofes asesinas en el mismo corazón de las grandes ciudades: 60 muertos en una estación parisina, más de 100 muertos en un incendio del metro de Londres, hace poco tiempo. Este sistema se revela además incapaz de hacer frente a la degradación del entorno, las lluvias ácidas, las contaminaciones de todo tipo y especialmente la nuclear, el efecto invernadero, la desertificación, que ponen en peligro la supervivencia misma de la especia humana” (1991, Revolución comunista o destrucción de la humanidad) [1]
El problema del medio ambiente siempre ha estado presente en la propaganda de los revolucionarios, desde la denuncia que hicieron Marx y Engels de las condiciones insoportables en el Londres de mediados del siglo xix, hasta la de Bordiga sobre los desastres medioambientales causados por la irresponsabilidad del capitalismo. Hoy esta cuestión es todavía más crucial y exige un esfuerzo creciente por parte de las organizaciones revolucionarias para mostrar hasta qué punto la alternativa histórica ante la que se encuentra la humanidad, socialismo o barbarie, opone la perspectiva del socialismo a la de la barbarie no sólo por las guerras locales o generales, sino que la barbarie incluye también la amenaza de una catástrofe ecológica y medioambiental que se perfila en el horizonte cada día más.
Con esta serie de artículos, la CCI quiere desarrollar el tema del medio ambiente abordando sucesivamente los aspectos siguientesEste primer artículo [2] levanta acta de la situación actual, procurando poner en evidencia la globalidad de los riesgos que se ciernen sobre la humanidad, especialmente los fenómenos más destructores que existen a nivel planetario como: – el incremento del efecto invernadero,– la gestión de los residuos,– la difusión que aumenta sin cesar de contaminantes y los procesos que la amplían a nivel biológico,– el agotamiento de los recursos naturales y/o su alteración por las contaminaciones.En un segundo artículo, intentaremos demostrar por qué los problemas del medio ambiente no pueden achacarse a individuos, por mucho que también existan responsabilidades individuales, pues es el capitalismo y su lógica de máxima ganancia los responsables verdaderos. A este respecto, habremos de ver cómo la propia evolución de la ciencia y de la investigación científica no se hace al azar, sino que está sometida al imperativo capitalista de la ganancia máxima.En el tercer artículo analizaremos las respuestas aportadas por los diferentes movimientos verdes, ecologistas, etc., para mostrar que por mucha buena fe y la mejor voluntad de muchos de quienes participan en ellos, no sólo son ineficaces sino que sirven para alimentar la ilusión de que existe una solución a esos problemas en el seno del capitalismo, cuando, en realidad, la única solución es la revolución comunista internacional.
Se habla cada día más de problemas medioambientales, aunque sólo sea porque en los últimos años, han aparecido en los diferentes países del mundo unos partidos en cuyos estandartes se ha inscrito la defensa del entorno. ¿Es esto algo tranquilizador? ¡Ni mucho menos! Todo el alboroto hecho al respecto no ha servido más que para enredar más las ideas. Por eso hemos decidido empezar describiendo unos fenómenos particulares que, combinados, arrastran cada día más a nuestra sociedad hacia la catástrofe medioambiental. Como habremos de ver, y contrariamente a lo que nos cuentan la televisión y revistas más o menos especializadas, la situación es mucho más grave y amenazadora que lo que quieren que nos creamos. Y no será tal o cual capitalista, insaciable e irresponsable, tal o cual mafioso o de la Camorra los responsables, sino todo el sistema capitalista como tal.
Del efecto invernadero todo el mundo habla, pero no siempre con conocimiento de causa. En primer lugar, hay que dejar claro que el efecto invernadero es un fenómeno benéfico para la vida en la Tierra – al menos para el tipo de vida que conocemos – pues permite que reine en la superficie de nuestro planeta una temperatura media (media global, que tiene en cuenta las cuatro estaciones y las diferentes latitudes) de unos 15 °C, en lugar de – 17 °C, temperatura estimada sin efecto invernadero. Puede uno imaginarse lo que sería un mundo cuya temperatura estaría siempre bajo 0 °C, con los mares y los ríos helados… ¿A qué se debe esa diferencia de más de 32 °C?, se debe al efecto invernadero: la luz del sol atraviesa las capas más bajas de la atmósfera sin ser absorbida (el sol no calienta el aire), alimentando la energía de la Tierra. Al estar compuesta de infrarrojos, la radiación que emana de ésta (como de cualquier astro), es entonces interceptada y abundantemente absorbida por ciertos componentes del aire como el anhídrido carbónico, el vapor de agua, el metano y otros compuestos de síntesis como los clorofluorocarbonos (CFC). De ello resulta que el balance térmico de la Tierra aprovecha ese calor producido en las capas bajas de la atmósfera, provocando un aumento de temperatura en la superficie de la tierra 32 °C. El problema no es, por lo tanto, el efecto invernadero en sí, sino que con el desarrollo de la sociedad industrial, se han ido introduciendo en la atmósfera muchas substancias “con efecto invernadero” cuya concentración aumenta sensiblemente y cuya consecuencia es, pues, hacer aumentar el efecto invernadero. Se ha demostrado, por ejemplo, gracias a estudios realizados sobre el aire encerrado en muestras de hielo polar de más 650 000 años, que la concentración actual en CO2, de 380 ppm (partes por millón o miligramos por decímetro cúbico) es la más alta de todo ese período, y quizás incluso de los últimos 20 millones de años. Además, las temperaturas registradas durante el siglo xx han sido las más elevadas desde hace 20 000 años. El recurso desenfrenado a los combustibles fósiles como fuente de energía y la deforestación creciente de la superficie terrestre han comprometido a partir de la era industrial, el equilibrio natural del gas carbónico en la atmósfera. Este equilibrio es el producto de la liberación de CO2 en la atmósfera por un lado, mediante la combustión y la degradación de la materia orgánica y, por otro, de la fijación de ese gas carbónico de la atmósfera mediante la fotosíntesis, proceso que lo transforma en glúcido y por lo tanto en materia orgánica compleja. El desequilibrio entre liberación (combustión) y fijación (fotosíntesis) de CO2, en favor de la liberación, es la razón del incremento actual del efecto invernadero. Como hemos dicho antes, no sólo entra en danza el gas carbónico sino también el vapor de agua y el metano. El vapor de agua es, a la vez, factor y producto del efecto invernadero puesto que, presente en la atmósfera, es tanto más abundante cuanto más elevada es la temperatura a causa del incremento de la evaporación de agua resultante. El aumento de metano en la atmósfera tiene su origen, por su parte, en toda una serie de fuentes naturales, pero también es el resultado del uso creciente de ese gas como combustible y de los múltiples escapes en los gasoductos diseminados por toda la superficie del globo. El metano, también llamado “gas de los pantanos”, es un tipo de gas procedente de la fermentación de la materia orgánica en ausencia de oxígeno. La inundación de valles frondosos para presas de agua de centrales hidroeléctricas origina una producción de metano local en aumento. El problema del metano, que ahora contribuye en un tercio del incremento del efecto invernadero, va mucho más allá en gravedad que ese aumento local. Ante todo, el metano tiene una capacidad de absorción de los infrarrojos 23 veces mayor que el CO2, que ya es mucho. ¡Pero podría ser mucho más grave! Ninguna previsión actual, bastante catastróficas ya, tiene en cuenta lo que podría suceder si se libera metano a partir del enorme depósito natural de la tierra. Este está formado por bolsas de gas atrapado en torno a 0 °C y a una presión de unas cuantas atmósferas, en unas estructuras particulares de hielo (gas hidratado), siendo un litro de cristal capaz de contener unos 50 litros de gas metano. Esos yacimientos se encuentran sobre todo en el mar, a lo largo del talud continental y dentro del permafrost [suelo permanentemente congelado], en diversas zonas de Siberia, Alaska y norte de Europa. Este es el sentimiento de algunos peritos en estos temas:
“Si el calentamiento global superara ciertos límites (3-4 °C) y si la temperatura de las aguas costeras y del permafrost se elevara, podría producirse una enorme emisión, en un tiempo corto (unas cuantas decenas de años), de metano liberado por los hidratos vueltos inestables, lo cual provocaría una aceleración catastrófica del efecto invernadero. (…) durante el último año, las emisiones de metano a partir del territorio sueco, al norte del círculo polar, han aumentado en 60 %, el aumento de temperatura en estos quince últimos años es limitado en término medio global, pero es mucho mayor (unos grados) en las zonas septentrionales de Eurasia y de Norteamérica (en verano, se ha abierto el mítico paso del noroeste que permite ir en barco desde el Atlántico al Pacifico)” ([3]).
Incluso sin esas “novedades”, las previsiones elaboradas por organismos reconocidos a nivel internacional como la Agencia IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de la ONU y el MIT (Massachussets Institute of Technology) de Boston, anuncian ya para este siglo un aumento de la temperatura media entre un mínimo de 0,5 °C a un máximo de 4,5 °C, en la hipótesis de que no se haga nada significativo en contra, como está ocurriendo hasta ahora. Esas previsiones, además, ni siquiera incluyen las dos nuevas potencias industriales, insaciables en energía, China e India.
“Un calentamiento suplementario de unos cuantos grados centígrados provocaría una evaporación más intensa de las aguas oceánicas, pero los análisis más sofisticados sugieren que habría una disparidad acentuada de la pluviosidad en diferentes regiones. Se extenderían las zonas áridas y se volverían todavía más áridas. Las zonas oceánicas con temperaturas de superficie superiores a 27 °C, cota crítica para la formación de ciclones, aumentarían entre 30 y 40 %. Eso engendraría episodios meteorológicos catastróficos en continuidad con inundaciones y desastres recurrentes. El deshielo de una buena parte de los glaciares antárticos y de Groenlandia, el aumento de la temperatura de los océanos, harían subir su nivel (…) con entradas de agua salada en muchas zonas costeras fértiles y la sumersión de regiones enteras (Bengladesh en parte, muchas islas oceánicas)” ([4]).
No tenemos espacio aquí para desarrollar este tema, pero vale la pena recordar, al menos, que el cambio climático, provocado por el incremento del efecto invernadero, incluso sin llegar al efecto retroactivo producido por la liberación del metano de la tierra, podría causar multitud de catástrofes pues provocaría:– una mayor intensidad de los fenómenos meteorológicos, un efecto detergente mayor en las tierras a causa de unas lluvias mucho más fuertes, con una disminución de la fertilidad y un proceso de desertificación incluso en zonas de clima menos templado, como ya se está produciendo, por ejemplo, en el Piamonte italiano.– la aparición, en el Mediterráneo y otros mares antes templados, de condiciones medioambientales favorables a la supervivencia de especies marinas tropicales y, por lo tanto, a la migración de especies no autóctonas, lo que acarrearía perturbaciones en el equilibrio ecológico.– el retorno de enfermedades ya erradicadas como la malaria, por la aparición de condiciones climáticas favorables al crecimiento y diseminación de sus organismos vectores como los mosquitos, etc.
Un segundo tipo de problema, típico de esta fase de la sociedad capitalista, es la producción excesiva de desperdicios y la dificultad subsiguiente para tratarlos de modo adecuado. Si, recientemente, la noticia de la presencia de montones de basura por todas las calles de Nápoles y de su región (Campania) ha llenado pantallas y periódicos del mundo, eso sólo se debe a que esa región del mundo se la considera todavía, a pesar de todo, como parte de un país industrializado y, por ende, avanzado. Porque lo que es hoy una evidencia patente es que las periferias de cantidad de grandes ciudades del Tercer Mundo se han convertido desde hace tiempo en gigantescos basureros al aire libre. Esa acumulación enorme de desperdicios es el resultado de la lógica del capitalismo. Cierto, la humanidad ha producido siempre desperdicios, pero en tiempos pasados siempre se reintegraban, se recuperaban y volvían a utilizarse. Solo actualmente, bajo el capitalismo, los desperdicios se han convertido en un problema para los mecanismos específicos de funcionamiento de esta sociedad, unos engranajes que están todos basados en un principio fundamental: todo producto de la actividad humana es considerado como una mercancía, o sea algo destinado a la venta para realizar el máximo beneficio posible en un mercado cuya única ley es la competencia. Esto no puede tener sino una serie de consecuencias nefastas:1. La producción de mercancías no puede planificarse en el espacio y en el tiempo a causa de la competencia entre capitalistas; por eso sigue una lógica irracional, según la cual cada capitalista tiende a ampliar su propia producción para vender lo más barato y obtener su ganancia, lo que lleva a excedentes de mercancías no vendidas. Por otra parte es precisamente esa necesidad de vencer a la competencia bajando los precios de las mercancías lo que lleva a los productores a disminuir la calidad de los productos manufacturados, lo que hace que su duración se reduzca de manera drástica y se conviertan rápidamente en desperdicios;2. Una producción aberrante de embalajes y de condicionamientos, a menudo a partir de sustancias tóxicas, no biodegradables, se va acumulando en el entorno. Esos embalajes que a menudo no tienen la menor utilidad sino es la de hacer más atractivas las mercancías para los compradores eventuales, representan muy a menudo una parte predominante, a nivel de peso y de volumen, con relación al contenido de la mercancía vendida. Se estima que hoy, en las ciudades, el material procedente de los embalajes llena la mitad de la bolsa de basura. 3. La producción de desperdicios se acentúa con los nuevos estilos inherentes a la vida moderna. Comer fuera de casa, en un autoservicio, en platos de plástico, beber agua mineral en botellas de plástico, es desde hace tiempo lo cotidiano de cientos de millones de personas en el mundo entero. De igual modo, el uso de bolsas de plástico para hacer las compras es una comodidad que casi nadie puede evitar. Todo eso no arregla los problemas del medio ambiente, evidentemente, pero sí que arregla el bolsillo del gerente del autoservicio que se ahorra la mano de obra necesaria para limpiar lo no desechable. Al gerente de un supermercado, incluso al comerciante del barrio, todo eso le beneficia, pues el cliente puede comprar lo que quiere en todo momento, aunque no tuviera previsto hacerlo, pues siempre habrá una bolsa que le sirva de embalaje. En fin, todo lleva a un aumento considerable de la producción de deshechos en el mundo entero, cerca de un kilo por día y habitante, o sea, ¡millones y millones de toneladas de desperdicios de todo tipo por día! Se calcula que, ya solo en Italia, durante los 25 últimos años, con una población equivalente, la cantidad de basura se ha más que duplicado a causa de los embalajes. El problema de los desperdicios es uno de los que todos los políticos creen poder resolver, pero que, en realidad, encuentra obstáculos insuperables en el capitalismo. Esos obstáculos no se deben, ni mucho menos, a una falta de tecnología, sino que, al contrario, una vez más, se deben a la lógica con la que está gestionada esta sociedad. En realidad, la gestión de los desperdicios, para hacerlos desparecer o reducir su cantidad, también está sometida a la ley de la ganancia. Incluso cuando es posible el reciclado o la reutilización de materiales, mediante la selección, todo eso requiere medios y cierta capacidad política de coordinación, que suele estar ausente en las economías más débiles. Por eso es por lo que, en los países más pobres y allí donde las actividades de las empresas declinan a causa de la crisis galopante de las últimas décadas, gestionar los desperdicios es más que un gasto suplementario.Algunos podrán objetar: si en los países avanzados, la gestión de los desperdicios funciona, eso significa que se trata de un problema de buena voluntad, de sentido cívico y de aptitud a la gestión de la empresa. Lo que de verdad ocurre es que, como en todos los sectores de la producción, los países más fuertes dejan a los países más débiles (o en estos a las regiones más desfavorecidas económicamente) el peso de una parte de la gestión de sus desechos.
“Dos grupos de especialistas en medio ambiente estadounidenses, Basel Action Network y Silicon Valley Toxics, han publicado un informe reciente que afirma que entre 50 y 80 % de los desechos de la electrónica de los estados del oeste de Estados Unidos se cargan con contenedores en navíos que se dirigen a Asia (sobre todo India y China) donde los costes de eliminación son muchísimo menores y las leyes del medio ambiente menos severas. No se trata de un proyecto de ayuda, sino de un comercio de residuos tóxicos que los consumidores han decidido tirar. El informe de las dos asociaciones menciona, por ejemplo, el vertedero de Guiyu, adonde van a parar sobre todo pantallas e impresoras. Los obreros de Guiyu usan herramientas rudimentarias para sacar los componentes destinados a ser vendidos. Una cantidad impresionante de desechos electrónicos no es reciclada, sino sencillamente abandonada a cielo abierto en los campos, en las orillas de los ríos, en los lagos, marismas, ríos y acequias de riego. Entre quienes trabajan sin precaución alguna hay mujeres, hombres, niños” ([5]).
“En Italia (…), se estima que las ecomafias tienen un volumen de negocios de 26 mil millones de € por año, de entre los cuales 15 por el tráfico y la eliminación ilegal de desechos” (Informe Ecomafia 2007, de la “Lega Ambiente”). (…) El Servicio de Aduanas ha confiscado 286 contenedores con más de 9000 toneladas (t.) de desperdicios en 2006. El tratamiento legal de un contenedor de 15 t. de residuos peligrosos cuesta unos 60 000 euros; por la misma cantidad, el mercado ilegal en Oriente sólo pide 5000. Los destinos principales de los tráficos ilegales son muchos países de Asia en vías de desarrollo; los materiales exportados son, primero, trabajados y, luego, reintroducidos en Italia u otros países occidentales, como derivados de esos mismos residuos para ser destinados, en particular, a las fábricas de material plástico.
En junio de 1992, la FAO (Food and Agricultural Organisation) anunció que los Estados en vías de desarrollo, los africanos sobre todo, se habían convertido en un “basurero” a disposición de occidente. Somalia parece ser hoy uno de los Estados africanos con mayor “riesgo”, una verdadera encrucijada de intercambios y tráfico de ese tipo: en un informe reciente, la UNEP (United Nations Environment Programme) nota el aumento constante de la cantidad de capas freáticas contaminadas en Somalia, causa de enfermedades incurables en la población. El puerto de Lagos, en Nigeria, es la escala más importante del tráfico ilegal de componentes tecnológicos vetustos enviados a África” .
[...]Como ya hemos dicho arriba, trasladar el problema de las basuras hacia las regiones desfavorecidas es algo que ocurre dentro de un mismo país. Eso es lo que ocurre en Campania, la región italiana de Nápoles, que ha ocupado las crónicas internacionales con sus montones de inmundicias bordeando las calles durante meses. Poca gente sabe, sin embargo, que Campania, como, en el plano internacional, China, India o los países de África del Norte, es el basurero de todos los residuos tóxicos de industrias del norte que han transformado zonas agrícolas fértiles y placenteras, como la de Caserta, en una de las zonas más contaminadas del planeta. Por muchas denuncias y acciones de la justicia que se sucedan unas a otras, los estragos continúan sin freno. No es la Camorra, la mafia, el hampa, los que provocan esos estragos, sino la lógica misma del capitalismo. Mientras que el procedimiento oficial para eliminar correctamente un kilo de residuos tóxicos representa un gasto que puede superar los 60 céntimos de euro, ese mismo servicio cuesta unos diez céntimos cuando se usan medios ilegales. Y es así como cada año, cada gruta abandonada se transforma en vertedero. En un pueblecito de Campania, donde van a construir precisamente un incinerador, esos desechos tóxicos, mezclados con tierra para ocultarlos, sirvieron para construir el firme de un larga avenida “de tierra batida”. Como lo cuenta Saviano en su libro, que se ha convertido en un fenómeno de librería en Italia:
“si se juntaran los desperdicios ilegales gestionados por la Camorra se crearía una montaña de 14 600 metros de alto con una base de tres hectáreas: la montaña más grande que jamás haya existido en el mundo” ([6]).
Por otra parte, como lo veremos más detalladamente en el próximo artículo, el problema de los residuos está ante todo vinculado al tipo de producción que desarrolla la sociedad actual. Más allá de lo “desechable”, el problema está en los materiales utilizados para fabricar las cosas. El recurrir a materiales sintéticos, el plástico sobre todo, prácticamente indestructibles, plantea enormes problemas para la humanidad del mañana. Y en este caso, ya no se trata de países ricos o pobres, pues el plástico no es biodegradable en ningún lugar del mundo, como lo pone de relieve este extracto de un artículo:
“Se la llama Trash Vortex, la isla de los desperdicios del Océano Pacifico, de un diámetro de unos 25 000 km., uno profundidad de 30 metros, compuesta de 80 % de plástico, para lo restante, de otras basuras procedentes de todas partes. Es como si hubiera una isla inmensa en medio del Pacífico, formada de inmundicias en lugar de rocas. Estas últimas semanas, la densidad de ese material ha alcanzado tal nivel que el peso total de esta “isla” de residuos alcanza 3,5 millones de t., explica Chris Parry de la Comisión Costera Californiana de San Francisco (...) Este vertedero increíble y poco conocido se ha ido formando a partir de los años 50, como consecuencia de la existencia del Giro subtropical del Pacífico norte, una corriente oceánica lenta que se desplaza en el sentido de las agujas del reloj y en espiral, bajo el efecto de un sistema de corrientes de alta presión. (…). La mayor parte del plástico llega de los continentes, 80 % más o menos; sólo el resto procede de los barcos, de recreo, comerciales o pesqueros. En el mundo se producen unos 100 mil millones de kilos de plástico por año, del cual acaban en el mar en torno a un 10 %. El 70 % de este plástico acabará hundiéndose en el fondo de los mares, causando estragos entre los seres vivos de esos parajes. Y el resto seguirá flotando. La mayor parte de esos plásticos es poco biodegradable y acaba fragmentándose en trocitos que terminan en los estómagos de muchos animales marinos causándoles la muerte. Lo que queda acabaría descomponiéndose dentro de cientos de años, provocando estragos durante todo ese tiempo en la vida marina” ([7]).
¡Una masa de desechos con una extensión dos veces mayor que la de Estados Unidos!! ¿Y sólo ahora la habrían visto? ¡Ni mucho menos! En realidad fue descubierta en 1997 par un capitán de investigaciones oceanográficas y hoy nos enteramos que un informe de la ONU de 2006:“calculaba que un millón de aves marinas y más de 100 000 peces y mamíferos marinos mueren cada año a causa de los restos de plástico y que cada milla marina cuadrada del océano contiene al menos 46 000 fragmentos de plástico flotante” ([8]).¿Y qué han hecho quienes tienen las riendas de la sociedad durante estos diez años? Nada, absolutamente nada. Situaciones parecidas, por menos dramáticas que sean, son también lamentables en el Mediterráneo, en cuyas aguas se tiran cada año 6,5 millones de t. de basuras, de las cuales 80 % son plástico, y en cuyos fondos se llegan a contar unos 2000 trozos de plástico por km2 ([9]). Y sin embargo, ¡soluciones sí que hay! Cuando el plástico está fabricado con 85 % de almidón de maíz es totalmente biodegradable, por ejemplo. Y ya es hoy una realidad: hay bolsas, lápices y otros objetos fabricados con esa materia. El problema es que bajo el capitalismo, la industria difícilmente se mete por un camino si no es rentable, y como el plástico a base de almidón de maíz cuesta más caro, nadie quiere asumir unos precios más elevados con la materia biodegradable con el riesgo de verse expulsado del mercado ([10]). El problema es que los capitalistas se han acostumbrado a hacer balances económicos que excluyen sistemáticamente todo lo que no puede cifrarse, porque no pueden ni venderlo ni comprarlo, aunque se trate de la salud de la población y del medio ambiente. Cada vez que un industrial produce una materia que, al final de su recorrido acaba siendo basura, prácticamente jamás se prevén los gastos por la gestión de esos residuos y, sobre todo, lo que nunca se prevé son los estragos que implica la permanencia de esa materia en la tierra. [...]
Los contaminantes son substancias, naturales o sintéticas, que son tóxicas para el hombre y/o el mundo viviente. Junto a substancias naturales presentes desde siempre en nuestro planeta y usadas de diferentes modos por la tecnología industrial, y entre ellas, los metales pesados, el amianto, etc., la industria química ha producido miles de otros productos y en cantidades… industriales. La falta de conocimiento sobre la peligrosidad de toda una serie de substancias y, sobre todo, el cinismo del capitalismo, han provocado desastres inimaginables, creando una situación medioambiental que será difícil restaurar una vez que la clase dominante actual haya sido eliminada. Uno de los episodios más catastróficos de la industria química fue, sin lugar a dudas, el de Bhopal, en India, que ocurrió entre el 2 y el 3 de diciembre de 1984 en la factoría de la Union Carbide, multinacional química americana. Una nube tóxica de 40 t. de pesticidas mató, inmediatamente y en los años siguientes, a 16 000 personas al menos, causando daños corporales irremediables a un millón más. Las encuestas sucesivas revelaron que, contrariamente a la fábrica del mismo tipo situada en Virginia, en la de Bhopal no se había efectuado ninguna medida de presión, ni había sistemas de refrigeración. La torre de refrigeración estaba temporalmente cerrada, los sistemas de seguridad no correspondían al tamaño de la factoría. Pero la verdad es que la fábrica india, con su mano de obra muy barata, significaba para los dueños norteamericanos una inversión neta con una rentabilidad excepcional, que no necesitaba más que una inversión reducida en capital fijo y variable… Otro acontecimiento histórico fue, más tarde, el de la central nuclear de Chernóbil en 1986.
“Se ha calculado que las emisiones radioactivas del reactor 4 de Chernóbil fueron cerca de 200 veces mayores que las explosiones de Hiroshima y Nagasaki juntas. En total, hay zonas muy contaminadas en las que viven 9 millones de personas, entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia, donde el 30 % del territorio está contaminado por el cesio 137. En esos tres países, fueron evacuadas unas 400 000 personas, y otras 270 000 viven en zonas en las que el consumo de alimentos producidos localmente está sometido a restricciones” ([11]).
Ha habido, ya se sabe, una multitud de desastres medioambientales causados por la mala gestión de las fábricas o por incidentes de todo tipo como las incontables mareas negras, entre las cuales la provocada por el petrolero Exxon Valdez el 24 de marzo de 1989, cuyo naufragio en la costa de Alaska provocó el escape de unas 30 000 t. de petróleo, o la primera Guerra del Golfo que terminó en incendio de los pozos de petróleo y en desastre ecológico causado por la dispersión del petróleo por el golfo Pérsico, el más grave de la historia hasta hoy. Más en general, se calcula, según la Academia nacional de ciencias de EE.UU, que la cantidad de hidrocarburos que se pierde en los mares cada año está en una media entre 3 y 4 millones de t., con una tendencia al aumento, a pesar de las diferentes intervenciones preventivas, debidas al incremento continuo de las necesidades. Además de la propia acción de los contaminantes que, cuando se encuentran a altas dosis en el entorno, provocan intoxicaciones agudas, hay otro mecanismo de intoxicación, más lento y discreto, el del envenenamiento crónico. De hecho, una sustancia tóxica absorbida lentamente y a pequeñas dosis, si es químicamente estable, puede acumularse en órganos y tejidos de los seres vivos, hasta alcanzar una concentración que acaba siendo letal. Es lo que en ecotoxicología se llama bioacumulación. Y también hay otro mecanismo en acción cuando una sustancia tóxica se transmite a lo largo de la cadena alimenticia (o cadena trófica), de unos estadios inferiores a otros estadios tróficos superiores, multiplicándose cada vez su concentración por dos o por tres. Para ser más claros, pongamos el ejemplo concreto de la que se produjo en 1953 en la bahía de Minamata en Japón, donde vivía una comunidad de pescadores pobres que se alimentaban sobre todo con lo que pescaban. […] A pesar de que a principios de los años 1960, el mundo científico se hizo consciente de que en materia de sustancias tóxicas, no basta con usar métodos de dilución en la naturaleza, porque, como se ha demostrado, los mecanismos biológicos son capaces de concentrar lo que el hombre diluye, la industria química siguió contaminando el planeta por todos los rincones y, esta vez, ya no sirve aquello de “no sabíamos lo que podría ocurrir”. Y así ha habido un segundo Minamata mucho más recientemente en Priolo (Sicilia), en una franja de tierra envenenada en de un radio de varios kilómetros, por al menos 5 refinerías, en donde se ha probado que la Enichem (la gran empresa química italiana) vierte ilegalmente el mercurio de la fábrica de producción de cloro y sosa. Entre 1991 y 2001, nacieron unos 1000 niños con deficiencias mentales graves y deformaciones muy serias, en el corazón o en el aparato urogenital, familias enteras con tumores y muchas mujeres desmoralizadas y obligadas a abortar para evitar dar a luz a unos niños monstruosos. ¡Y eso que lo ocurrido en Minamata ya había mostrado los peligros del mercurio para la salud humana! Priolo no es un fenómeno inesperado, un error trágico, sino un acto criminal sencilla y llanamente, perpetrado por el capitalismo italiano y más todavía, por el “capitalismo de Estado” que algunos quisieran hacernos pasar como “más de izquierdas” que el capitalismo privado. Se ha descubierto, en realidad, que la dirección de Enichem se comporta como la peor de las ecomafias: para ahorrar costes en “descontaminación” (se habla de varios millones de euros ahorrados), los residuos con mercurio se mezclaban con otras aguas sucias y vertidas en el mar, o enterradas. Además, con falsos certificados, utilizaban cisternas de doble fondo para ocultar el tráfico de residuos peligrosos y todo tipo de trapicheos del mismo jaez. Cuando la justicia empezó por fin a moverse deteniendo a los dirigentes de esa compañía, la responsabilidad era tan evidente que Enichem decidió pagar 11 000 euros par familia, cifra equivalente a la que habría debido pagar si hubiera sido condenada por los tribunales. Junto a las fuentes accidentales de contaminantes, es toda la sociedad la que, a causa de su modo de funcionamiento, produce contaminantes sin cesar, que se van acumulando en el aire, en las aguas y en el suelo y – como ya hemos dicho – en toda la biosfera, incluidos nosotros, los humanos. El uso masivo de detergentes y demás productos ha dado lugar a fenómenos de eutrofización (enriquecimiento excesivo) de los ríos, lagos y mares. En los años 90, el mar del Norte recibió entre 6000 y 11 000 t. de plomo, 22 000 a 28 000 de zinc, 4200 de cromo, 4000 de cobre, 1450 de níquel, 530 de cadmio, 1,5 millón de t. de nitrógeno combinado y unas 100 000 t. de fosfatos. Esos residuos, tan ricos en materia contaminante, son especialmente peligrosos en los mares con una extensa plataforma continental (o sea, poco profundos incluso lejos de la costa), como lo es precisamente el mar del Norte, pero también el Báltico, el Adriático, el mar Negro…. En efecto, la masa reducida de agua marina, combinada con la dificultad de mezcla entre las aguas dulces de los ríos y las marinas saladas y densas, no permite un dilución adecuada de los contaminantes. Productos de síntesis como el famoso insecticida DDT, prohibido en los países industrializados desde hace treinta años, o también los PCB (policloruros de bifenilo), utilizados antes en la industria eléctrica, cuya producción también está prohibida al no estar en conformidad con las normas actuales, pero todos ellos de una solidez química increíble, diseminados hoy un poco por todas partes, inalterados, en las aguas, lo suelos y… en los tejidos de los seres vivos. Merced a la bioacumulación, esas materias se han concentrado peligrosamente en algunas especies animales a las que acaban matando o perturbándoles la reproducción, acarreando el declive de su población. En ese contexto debe considerarse, evidentemente, lo referido antes sobre el tráfico de residuos peligrosos que, depositados muy a menudo de manera abusiva en lugares sin la menor protección, causan daños incalculables al ecosistema y a toda la población de la región. Para terminar esta parte – y es evidente que podríamos referir cientos y cientos de casos concretos a nivel mundial – cabe recordar que es esa contaminación difusa del suelo la responsable de un fenómeno nuevo y dramático: la aparición de regiones muertas, como la del triángulo entre Priolo, Mellili y Augusta en Sicilia (Italia), una zona donde el porcentaje de críos con malformaciones congénitas es 4 veces superior a la media nacional, o también el otro triángulo de la muerte cerca de Nápoles, entre Giuliano, Qualiano y Villaricca, zona donde la cantidad de tumores es irremediablemente superior a la media nacional.
El último ejemplo de fenómeno global que lleva al mundo a la catástrofe es el de los recursos naturales que, en parte, se están agotando y, por otro lado, están amenazados por la contaminación. Antes de entrar en detalle en ese tema, queremos subrayar que el género humano ya tuvo que encarar problemas de ese tipo, a una escala reducida y con consecuencias catastróficas. Si podemos todavía hablar aquí y ahora de este tema, es porque la región que se vio sometida a tal desastre sólo es una pequeña parte de la Tierra. Citemos aquí unos pasajes sacados de la obra de Jared Diamond, Colapso, sobre la historia de Rapa Nui, la isla de Pascua, famosa por sus gigantescas estatuas de piedra. Como se sabe, la isla fue descubierta por el explorador holandés Jacob Roggeveen en la Pascua de 1772 (de ahí el nombre) y hoy los científicos admiten que “estaba cubierta por un bosque tropical frondoso, rico en grandes árboles y árboles leñosos” abundante en aves y animales salvajes. Sin embargo, a la llegada de los colonizadores, la impresión fue muy diferente:
“Roggeveen se devanaba los sesos intentando comprender cómo se habían levantado aquellas estatuas enormes. Citando una vez más su diario: “las figuras de piedra nos extrañan sobremanera, porque no logramos entender cómo este pueblo, desprovisto de madera abundante y sólida necesaria para construir cualquier tipo de instrumento mecánico, completamente privado de cuerdas resistentes, había sido capaz de erigir unas efigies de piedra de 9 metros de alto (…). Al principio, a cierta distancia, creímos que la isla de Pascua era un desierto, después vimos que sólo había arena y hierba amarillenta, heno y arbustos secos y quemados (…)” ¿Qué había ocurrido con los árboles que sin duda había allí antaño? Para esculpir, transportar y erigir las estatuas, se necesitaba mucha gente, una gente que vivía en un lugar lo suficientemente rico como para vivir holgadamente (…) La historia de la isla de Pascua es el ejemplo más evidente de deforestación nunca vista en el Pacifico, por no decir en el mundo entero: todos los árboles fueron talados y todas las especies arbóreas se extinguieron” ([12]).
[...]“Debido a su aislamiento total, los habitantes de la isla de Pascua son un ejemplo patente de una sociedad que se autodestruye por haber explotado sus recursos de un modo excesivo. (…) El paralelo que puede hacerse entre Pascua y el mundo moderno es tan evidente que pone los pelos de punta. Gracias a la globalización, al comercio internacional, a los aviones a reacción y a Internet, todos los países del mundo comparten hoy sus recursos y se influyen y actúan mutuamente, como los doce clanes de la isla de Pascua, perdida en el Océano Pacifico, igual que la Tierra, perdida en el espacio. Cuando los indígenas se encontraron en dificultad, no pudieron ni huir ni buscar ayuda fuera de la isla, como tampoco nosotros, habitantes de la Tierra, podremos buscar auxilio en otro lugar si las cosas empeoraran. La quiebra de la isla de Pascua, según los más pesimistas, podría indicarnos cuál será el destino de la humanidad en el futuro cercano” ([13]). Esos datos, sacados todos del estudio de Diamond, nos alertan sobre la capacidad del ecosistema Tierra que no es ilimitado y que, como se comprobó en un momento dado, a la escala reducida de la isla de Pascua, algo similar podría reproducirse en un futuro no tan lejano si la humanidad no sabe administrar sus recursos adecuadamente. Podríamos ya hacer inmediatamente un paralelo en lo que a deforestación se refiere. Desde la comunidad primitiva hasta hoy, la deforestación se ha ido realizando a un nivel sostenido, pero, por desgracia, lo peor es que ahora se están destruyendo los últimos pulmones verdes del planeta, como la selva amazónica. Como se sabe, el mantenimiento de esas regiones verdes del globo es de grandísima importancia, no sólo para preservar especies animales y vegetales particulares, sino para asegurar un buen equilibrio entre el CO2 y el oxígeno (la vegetación se desarrolla consumiendo CO2 y produciendo glucosa y oxígeno).Como ya hemos visto respecto a la contaminación por mercurio, la burguesía conoce perfectamente los riesgos que se corren, como lo demuestra la digna intervención de un científico del siglo xix, Rudolf Julius Emmanuel Clausius, que ya entonces se expresó muy claramente sobre el problema de la energía y de los recursos, con un siglo de antelación sobre los discursos actuales de la clase dominante sobre su pretendida voluntad de preservar el entorno: “En la economía de una Nación, solo hay una ley válida: no hay que consumir durante un período más que lo que se ha producido durante ese mismo período. Para ello, no debemos consumir más combustible que el pueda reproducirse gracias al crecimiento de los árboles” ([14]).Si juzgamos por lo que hoy ocurre, puede decirse que se hace lo contrario de la preconizado por Clausius, o sea que vamos de cabeza hacia una situación fatal como la de la isla de Pascua. Para encarar el problema de los recursos adecuadamente, hay que tener en cuenta otra variable, la de los cambios habidos en la población mundial:
“Hasta 1600, el crecimiento de la población mundial era lentísimo: 2 a 3 % por siglo. Se necesitaron 16 siglos para pasar de unos 250 millones de habitantes a principios de la era cristiana a unos 500 millones. A partir de entonces el tiempo de duplicación de la población ha disminuido sin cesar hasta el punto de que en algunos países del mundo, se acerca al pretendido “límite biológico” a la velocidad del crecimiento de una población (3-4 % por año). Según la ONU, se superarán los 8000 millones de habitantes hacia 2025. (…) Hay que considerar las notables diferencias que hay hoy entre países adelantados, que han llegado casi al “punto cero” del crecimiento, y los países en vías de desarrollo, que hoy contribuyen en 90 % al crecimiento demográfico actual. (…) En 2025, según las previsiones de la ONU, Nigeria, por ejemplo, tendrá una población superior a la de Estados Unidos, y África triplicará en habitantes a Europa. La superpoblación, combinada con el atraso, el analfabetismo y la falta de estructuras higiénicas y de salud, es sin lugar a dudas un problema muy grave, y no sólo para África por las consecuencias inevitables que tendrá ese fenómeno a escala mundial. Aparece, de hecho, un desequilibrio entre demanda y oferta en recursos disponibles, que se debe también a la utilización de más o menos el 80 % de los recursos energéticos mundiales por los países industrializados.
La superpoblación acarrea una fuerte baja de las condiciones de vida, porque disminuye la productividad por trabajador y la disponibilidad, por cabeza, de alimentos, agua potable, servicios de salud y de medicamentos. La fuerte presión antrópica actual lleva a una degradación del entorno que, inevitablemente, repercute en los equilibrios del sistema-Tierra.
El desequilibrio ha ido incrementándose en los últimos años: la población sigue no solo creciendo sin homogeneidad, sino que además se hace cada día más densa en las zonas urbanas” ([15]).Como puede comprobarse con esas informaciones, el crecimiento de la población agudiza el problema del agotamiento de los recursos, y más todavía porque, como lo dice ese documento, faltan recursos precisamente allí donde la explosión demográfica es más fuerte, lo cual hace prever, en el futuro, más calamidades todavía para muchas más personas. Empecemos examinando el primer recurso natural por excelencia, el agua, un bien universalmente necesario y que hoy está muy amenazado por la acción irresponsable del capitalismo. El agua es abundante en la superficie de la Tierra (por no hablar de los océanos, los casquetes polares y las aguas subterráneas) pero sólo una pequeña parte es potable, la que está en capas subterráneas y en algunos ríos no contaminados. El desarrollo de la actividad industrial, sin el menor respeto por el entorno, y la propagación de residuos urbanos han contaminado partes importantes de las capas freáticas, reserva natural de las aguas potables de la colectividad. Eso ha conducido, por un lado, a la aparición en la población de cánceres y otras patologías y, por otro, a la desaparición creciente de fuentes de abastecimiento de tan preciado bien. “A mediados del siglo xxi, según las previsiones más pesimistas, siete mil millones de personas en 60 países no tendrán bastante agua. En el mejor de los casos, “sólo” habrá dos mil millones de personas en 48 países que sufrirán de falta de agua. (…) Pero los datos más preocupantes de ese documento de la ONU son sin duda los que se refieren a las muertes causadas por la aguas contaminadas y a las malas condiciones de higiene: 2,2 millones por año. Además, el agua es el vector de muchas enfermedades, la malaria entre ellas, que cada año mata a un millón de personas” ([16]).[...]Hay muchos otros recursos en vías de extinción y para terminar este primer artículo subrayaremos brevemente dos de ellos.Ni que decir tiene que el primero es el petróleo. Ya se sabe que se habla de agotamiento de las reservas naturales de petróleo desde los años 1970, pero hoy, en 2008, parece que hemos llegado de verdad a un vértice de producción de petróleo, al llamado pico o cenit de Hubbert, o sea el momento en que ya habremos agotado y consumido la mitad de los recursos naturales de petróleo estimados por las diferentes prospecciones geológicas. El petróleo representa hoy en torno al 40 % de la energía de base y más o menos el 90 % de la energía usada en los transportes; sus aplicaciones son también importantes en la industria química, especialmente en la fabricación de fertilizantes para la agricultura, plásticos, pegamentos, barnices, lubricantes y detergentes. Todo eso es posible porque el petróleo ha sido una fuente de débil costo y, en apariencia, sin límites. El cambio de perspectiva participa ya en el aumento de su precio, obligando al mundo capitalista a contemplar soluciones sustitutorias más baratas. Pero, una vez más, la recomendación de Clausius de no consumir en una generación más de lo que la naturaleza es capaz de reproducir no tiene el menor eco: el mundo capitalista se ha precipitado en una carrera desenfrenada al consumo de energía, países como China e India en cabeza, quemando todo lo que haya que quemar, volviendo al carbono fósil tóxico para producir energía, generando en todo su entorno una contaminación sin precedentes. Incluso el recurso “milagroso” del pretendido biodiésel se empieza a olvidar tras haber mostrado sus insuficiencias. Producir combustible a partir de la fermentación alcohólica de almidón de maíz o de productos vegetales oleaginosos, no sólo no permite cubrir las necesidades actuales del mercado en combustible, sino que, sobre todo, hace aumentar los precios de los alimentos, lo cual conduce a matar de hambre a más población pobre. Los únicos en sacar ventaja, una vez más, son las empresas capitalistas, como las alimenticias que se han convertido al negocio de los biocarburantes. Para los simples mortales, en cambio, eso significa la tala de millones y millones de hectáreas de selvas y zonas boscosas para los cultivos. La producción de biodiésel requiere efectivamente el uso de enromes extensiones de terreno. Para darse una idea del problema, basta con pensar que una hectárea de tierra cultivada de colza o girasol, u otros semioleaginosos, produce unos mil litros de biodiésel, o sea para que funcione un automóvil durante unos 10 000 km. Si en base a una hipótesis de que la media de consumo de los autos de un país hace recorrer 10 000 km por año, cada coche consumirá todo el biodiésel extraído de una hectárea de terreno. Lo que significa que para un país como Italia, donde circulan 34 millones de vehículos, si se extrajera todo el carburante a partir de la agricultura, se necesitaría una superficie cultivable de 34 millones de hectáreas. Si se añaden los 4 millones de camiones, con motores más potentes, el consumo sería el doble, o sea, en total, una superficie de unos 70 millones de hectáreas, una superficie de casi el doble de la península Itálica, con sus montañas, ciudades, etc., incluidas. Aunque no se hable tanto del tema, se plantea un problema parecido al de los combustibles fósiles respecto a otros recursos de tipo mineral, por ejemplo los minerales de los que se extraen los metales. Cierto es que, en este caso, el metal no lo destruye el uso, como así ocurre con el petróleo o el gas metano, pero la producción capitalista, en su incuria total, acaba dispersando en la superficie de la tierra y en los vertederos cantidades importantes de metales, lo que hace que el abastecimiento en metales acabará, tarde o temprano, agotándose también. El uso, entre otras cosas, de ciertas aleaciones y multicapas, hace todavía más ardua la eventual labor de recuperación de un metal “puro”. La amplitud del problema aparece en cálculos según los cuales, en unas cuantas décadas, los recursos siguientes se habrán agotado: uranio, platino, oro, plata, cobalto, plomo, manganeso, mercurio, molibdeno, níquel, estaño, tungsteno y zinc. Son metales totalmente indispensables para la industria moderna y su penuria será un enorme problema en el futuro próximo. Y hay otras materias que tampoco son inagotables: se ha calculado que siguen disponibles (en el sentido de que es posible extraerlas desde un punto de vista económico) 30 mil millones de toneladas de hierro, 220 millones de toneladas de cobre, 85 millones de zinc. Para darse una idea de lo significan esas cantidades, baste pensar que para llevar a los países pobres al nivel de los países adelantados, se necesitarían 30 mil millones de toneladas de hierro, 500 millones de cobre, 300 millones de zinc, o sea más de lo que el planeta Tierra podría ofrecernos. Ante la catástrofe anunciada, cabe preguntarse si el progreso y el desarrollo deben conjugarse necesariamente con la contaminación y la alteración del ecosistema Tierra. Cabe preguntarse si esos desastres deben atribuirse a la mala educación de los seres humanos o a otra razón. Eso es lo que veremos en el próximo artículo.Ezechiele (agosto de 2008)
[1]) Manifiesto adoptado por el IXº Congreso de la CCI en julio de 1991.
[2]) Tiene algunos cortes efectuados en la versión « larga » publicada en Internet.
[3]) G. Barone y otros, “Il metano e il futuro del clima”,en Biologi Italiani, no 8 (2005).
[4]) ídem.
[5]. G. Pellegri, Terzo mondo, nueva pattumiera creata dal buonismo tecnologico, voir http:/www.caritas-ticino.ch/rivista/elenco%20rivista/riv_0203/08%20-%20Terzo%m... [84]
[6]. Roberto Saviano, Gomorra, Viaggio nell’impero economico e nel sogno di dominio della camorra, Arnoldo Montaldi, 2006.
[7]) La Repubblica on-line (diario italiano) 29/10/2007.
[8]) La Repubblica, 6/02/2008. Solo en Estados Unidos se usan más de 100 mil millones de bolsas de plástico, casi dos mil millones de toneladas de petróleo son necesarias para producirlas, se tira la mayoría tardando años en descomponerse. La producción estadounidense de los casi 10 mil millones de bolsas de plástico requiere la tala de unos 15 millones de árboles.
[9]) Ver el artículo “Mediterraneo, un mare di plastica”, en La Repubblica del 19 de julio de 2007.
[10]) No hay que excluir naturalmente que encarecimiento vertiginoso del petróleo al que estamos asistiendo desde finales del año pasado lleve a discutir la posibilidad de usar esa materia prima para producir plástico sintético biodegradable, acarreando en el futuro próximo conversiones a la nueva fe ecológica de unos empresarios preocupados, sí, pero por sus propios intereses.
[11]) Ver el artículo en italiano: “Alcuni effetti collaterali dell’industria, La chimica, la diga e il nucleare”. http//archivio.carta.org/rivista/settimanale/2001/018/18industria.htm
[12]) Traducido de la edición italiana: Jared Diamond, Collasso, edizione Einaudi. En español Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Madrid, 2005.
[13]) Jared Diamond, Colasso, edizione Einaudi.
[14]) R.J.E Clausius (1885), nacido en Koslin (Prusia, hoy Polonia) en 1822 y muerto en Bonn en 1888.
[15]) Associazione Italiana Insegnanti Geografia, La crescita della popolazione.
https://www.aiig.it/Un%20quaderno%20per%l [85]’ambiente/offline/crescita-pop.htm.
[16]) G. Carchella, “Acqua : l’oro blu del terzo millenario”, en Lettera 22, associazione indipendente di giornalisti”. https://www.lettera22.it/showart.php?id=296&rubrica=9 [86].
La CCI celebró la IV reunión panamericana a mediados de noviembre del 2008 con la participación también de camaradas de otras secciones fuera de América. Este tipo de reuniones, como expresión de la clase obrera, se realizan con el objetivo de discutir lo más profundamente posible acerca de la situación actual del capitalismo, las condiciones en que se desarrolla la lucha de clases, la relación de fuerzas entre las clases, la preparación de las fuerzas revolucionarias que les permitan ser un factor activo en la vida de su clase. Como tales, deben rendir cuentas al conjunto de los trabajadores acerca de los trabajos hechos en estos momentos privilegiados en la vida de la organización revolucionaria, instancias que en la estructura y el funcionamiento de la CCI, como lo es el Congreso internacional -órgano fundamental de la organización-, tienen la tarea de hacer un balance de las actividades realizadas y se trazan orientaciones y resoluciones para el periodo venidero, constituyendo verdaderos jalones para su desarrollo, de ahí el valor de estas reuniones. Pero esta panamericana tuvo particularidades que realzan aún más su importancia, por ejemplo, además de las delegaciones presentes tuvimos una considerable asistencia de invitados que se sitúan en el terreno revolucionario, que participaron como grupos o a nivel individual, lo cual reanuda una práctica de la CCI desde sus orígenes en congruencia con su apertura a la discusión más amplia y profunda posible de las posiciones de clase y a su voluntad de contribuir al proceso de reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias a nivel internacional.
Esta presencia reforzó aún más el carácter de la panamericana como un verdadero encuentro internacionalista de las fuerzas revolucionarias del proletariado que de entrada reviste una importancia histórica inédita en esta región del mundo y es una promesa para el futuro. El significado de este encuentro entre la CCI y estos grupos o elementos no organizados viene dado por la situación histórica actual caracterizada por la reanudación de los combates de clase y la emergencia de una nueva generación de elementos en búsqueda de una perspectiva política revolucionaria, después de casi quince años de retroceso de la conciencia y de la combatividad del proletariado producido por la caída del bloque estalinista de la ex URSS que la burguesía utilizó para atacar la conciencia de clase comunista identificando ese acontecimiento con la «quiebra del comunismo», con la «victoria definitiva del capitalismo liberal y democrático», con el «fin de la lucha de clases» y también con el fracaso y el fin de la clase obrera; un retroceso amplio en extensión y en profundidad que afectó a toda una generación que se vio desorientada y desmoralizada. Con el tiempo, después del desgaste de esas campañas, entre otras, y a partir del giro producido en la lucha de clases en el 2003 con ocasión de las grandes movilizaciones obreras contra los ataques a las jubilaciones y pensiones en Europa, sobre todo, los trabajadores empezaron a salir poco a poco de ese retroceso experimentado desde 1989; una tendencia contraria se ha ido afirmando desde entonces a la recuperación de la lucha y al desarrollo de la conciencia como así lo testimonian la serie de luchas obreras que se han sucedido de manera creciente en todos los continentes; un proceso que contiene también un movimiento de reflexión profunda protagonizado por nuevos elementos de la clase que se orientan hacia las posiciones de la izquierda comunista y, en general, hacia las posiciones y la práctica del internacionalismo proletario. En este contexto, los grupos y elementos que participaron en esta reunión, con su actitud abierta a la discusión, son una confirmación innegable de esta nueva etapa en el desarrollo del combate de la clase obrera a nivel mundial.
Pero además, esta reunión se produce en un contexto particularmente significativo cuando el sistema de producción capitalista experimenta la mayor crisis económica de su historia con las consecuencias abominables contra las condiciones de vida del proletariado, lo cual viene a confirmar por enésima vez la quiebra histórica del capitalismo. En este marco, al mismo tiempo que se realizaba esta reunión internacionalista por otro lado se reunía la burguesía (cumbre del G20 -»Grupo de los 20"): por un lado, la burguesía se reunió urgentemente en este esquema de bandidos donde impera la ley del más fuerte, intentando esconder sus propios antagonismos para buscar algunas medidas ante la debacle de la economía mundial, para preservar este sistema social que no ofrece ninguna alternativa positiva para la humanidad, alarmada por la magnitud del desastre y en particular preocupada por el peligro que representa esta situación que puede facilitar una toma de conciencia acerca de la quiebra histórica del capitalismo y la necesidad de buscar una alternativa proletaria a este mundo de miseria, explotación y muerte; por el otro lado, una reunión internacionalista diametralmente opuesta donde la clase obrera busca la mayor clarificación para desarrollar su lucha en las mejores condiciones que le permitan en un primer momento limitar los ataques del capital y, a plazo, desarrollar su ofensiva revolucionaria para derrocar al capitalismo e instaurar la sociedad comunista.
Aunque la agenda estaba saturada de puntos muy importantes todos, la reunión en el curso de los debates dio prioridad fundamentalmente a dos cuestiones: la lucha del proletariado en los años recientes, su porvenir y la cuestión del balance de la actividad revolucionaria de la CCI en general y, en particular, en la región. Obviamente no podemos en este artículo detallar las discusiones habidas cuya síntesis se puede apreciar en la resolución sobre la situación regional (publicada en esta misma edición). Veamos algunos aspectos:
- Frente a la agravación de la crisis capitalista la burguesía va a arreciar sus ataques contra los trabajadores quienes inevitablemente experimentarán un descontento mayor presentándose las condiciones para que la combatividad y la conciencia puedan desarrollarse, sobre todo si tenemos en cuenta que hay un claro desgaste de las ilusiones que antaño permitían a la burguesía engañar a la clase obrera con el cuento de que «mañana las cosas mejorarán». En los años recientes, los trabajadores han sufrido en carne propia el desengaño y al contrario se están convenciendo de que «mañana las cosas irán peor», y no sólo por el deterioro económico sino globalmente por el caos creciente provocado por la descomposición social generalizada, las amenazas cotidianas al ambiente, la barbarie bélica, el terrorismo, el terror estatal; factores que pueden politizar la lucha de la clase obrera. Una constatación que está en la base de la tendencia positiva al aumento de las huelgas, a las movilizaciones cada vez más frecuentes en todo el mundo, que incorporan cada vez más la cuestión de la solidaridad, clave para el desarrollo de las luchas y que están perfilando, a plazo, la posibilidad y necesidad de una simultaneidad y por consiguiente de la extensión y la unidad. Ante esto, la burguesía se está preparando a fondo para enfrentar las luchas proletarias a través especialmente de sus partidos políticos de izquierda y los sindicatos oficiales e «independientes» y también mediante campañas democráticas y nacionalistas de todo tipo.
- En cuanto a las actividades desarrolladas en estos dos últimos en la región de América Latina, la reunión ha hecho un balance muy positivo que se sustenta particularmente en los siguientes aspectos: la continuación del fortalecimiento teórico político para mejorar nuestra comprensión de las implicaciones del periodo de la descomposición del capitalismo en la lucha de la clase obrera y en la organización revolucionaria; la intervención hacia el medio de elementos en búsqueda, que ha sido central en el periodo pasado y que ha fortalecido a la CCI como un polo de referencia para las minorías que están buscando las posiciones proletarias en esta región del mundo; el seguimiento regular de la lucha de la clase obrera, sus avances y sus dificultades; una consolidación de la calidad incontestable de nuestra prensa en papel y de internet para responder a las preocupaciones actuales del proletariado; la capacidad política para aplicar siempre un marco teórico e histórico a la problemática presentada en la militancia y en el funcionamiento organizacional; en fin, como resultado de estos y otros avances logrados hemos desarrollado una confianza más profunda en las capacidades históricas e inmediatas de la clase obrera lo que ha redundado en una convicción creciente de la necesidad de ser un factor activo en el desarrollo de la lucha de clases en este nuevo periodo histórico marcada por una dramática agravación de la crisis del capitalismo mundial.
Desde el principio las discusiones dieron constancia de la capacidad de los revolucionarios para desarrollar una verdadera cultura de la discusión, a semejanza de la clase obrera que en sus verdaderas asambleas generales es mediante la discusión que logra sacar las lecciones de su propia experiencia y avanzar más lejos en la clarificación de la conciencia de sus objetivos históricos. Este método debe ser defendido siempre por el conjunto del proletariado como el único medio para desarrollar y profundizar las discusiones de manera colectiva, partiendo de posiciones compartidas y un objetivo en común, no perdiendo de vista jamás que avanzamos desde la confusión hacia la mayor claridad. Este marco aportó un ambiente fraterno y de camaradería entre los asistentes donde la vieja y la nueva generación dieron muestra de esa voluntad para hacer la conexión intergeneracional de la clase obrera, que es uno de los fundamentos actuales de su lucha.
Es con un elevado ánimo de combate y fundado entusiasmo por el devenir revolucionario que la reunión cierra con broche de oro haciendo patente que solamente el debate abierto y fraterno de las ideas proletarias puede contribuir a que los elementos y grupos que durante estos años han ido surgiendo puedan clarificarse para comprender cuál es la clase social y cómo puede cambiar este mundo que está conduciendo a la humanidad a la destrucción y a la barbarie. Una reunión importante que se termina pero queda muy viva su invitación a la discusión a todos los elementos y grupos revolucionarios; en cuanto a las formas prácticas hay que irlas construyendo juntos y siempre con criterios precisos de pertenencia al terreno internacionalista, columna vertebral del combate del proletariado.
Diciembre del 2008/RR
El medio político proletario lo integran una serie de organizaciones que, pese a sus confusiones y errores de análisis, en algunas ocasiones graves, representan un esfuerzo histórico de la clase obrera en su toma de conciencia. Sin embargo, al margen de este medio, hay toda una serie de grupúsculos que no se inscriben en auténtica continuidad con el esfuerzo de las corrientes históricas de la clase, cuya existencia está basada en el espíritu de capilla, cuando no en “cuestiones personales” y otras mezquindades. Esos grupos aparecen como parásitos de las verdaderas organizaciones revolucionarias. Su existencia no solo carece de fundamento desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera sino que, además, contribuyen a desacreditar ante la clase las posiciones y la actividad de las organizaciones serias. La FECCI (fracción externa de la CCI) es un perfecto ejemplo de grupo parásito. Una ilustración caricaturesca de ello es la forma en que este grupo se ha confrontado a los considerables acontecimientos históricos que han sacudido el mundo en los dos últimos años. En los números 44 y 45/46 de nuestra Revista evocamos las circunstancias en las que se constituyó la FECCI. Aquí solo recordaremos, de pasada, esas circunstancias.
En noviembre de 1985, durante el VIº Congreso de la CCI, algunos antiguos militantes abandonaron voluntariamente nuestra organización para formar la FECCI. Meses antes, esos camaradas, habían formado una tendencia sobre la base de un documento que intentaba hacer una síntesis de diferentes puntos de vista contradictorios que se habían desarrollado en la organización contra las orientaciones de la misma. Pero más allá de su falta de homogeneidad y de su incoherencia, las posiciones expresadas en aquella época por estos compañeros, se distinguían por una falta de firmeza, por concesiones a posiciones consejistas, en resumen, por una actitud centrista con respecto al consejismo. Aunque posiciones así hubieran tenido consecuencias nefastas en caso de arrastrar al conjunto de la CCI hacia ellas, no motivaban en forma alguna una separación organizativa. Del mismo modo, consideramos esta escisión como una verdadera deserción marcada por la irresponsabilidad y el sectarismo. Además los propios escindidos eran perfectamente conscientes de lo injustificable de su actitud, por eso desde entonces hasta ahora propalan la patraña de que fueron excluidos de la CCI. No tenemos sitio aquí, en el marco de este artículo, para denunciar esas mentiras (ampliamente refutadas en la Revista Internacional 45/46). Al igual que las comunidades primitivas, las sectas necesitan en general construirse un mito fundador que justifique su existencia. Que fueron excluidos de la CCI es uno de los mitos fundadores de esa secta que lleva por nombre la FECCI.
La mentira no es, sin embargo, la única característica de la FECCI. Hay que añadirle la estupidez. Ella misma hace entrega del bastón para que la apaleen cuando confirma que no fue en absoluto excluida de la CCI, sino que la abandonó por decisión propia.
“Continuar en una organización que degenera como la CCI equivale a privarse de toda posibilidad de enfrentar y, eventualmente, superar la crisis del marxismo... Todo ello lo recubre la CCI con un fino barniz de respetabilidad cuando hace seis o siete años inventó el dogma cómodo de que los militantes deben quedarse en la organización mientras que ésta no haya franqueado la frontera de clase hacia el campo enemigo de la clase capitalista. Prisioneros de por vida. Como las mujeres maltratadas que proclaman patéticamente que “él me quiere”, los militantes de la CCI descubren el carácter sagrado del matrimonio” (Perspective Internationaliste, no 20, «Pour une pratique vivante de la théorie marxiste»). Los lectores podrán valorar en su justa medida la asimilación de la CCI con un marido brutal. La FECCI nos tiene acostumbrados desde su nacimiento a este tipo de calificativos. Puede, sin embargo, constatarse que la FECCI (¿se considera a sí misma una mujer maltratada?) reivindica vehementemente su divorcio de una CCI, a la vez que confirma claramente que ésta se oponía a él.
Una vez más, no tenemos mucho espacio aquí para mencionar el conjunto de acusaciones estúpidas y mentirosas, y son muchas las que lanza la FECCI a nuestra organización. Volveremos, si es necesario, en otro artículo, sobre uno de los caballos de batallas de la FECCI: el pretendido abandono por parte de la CCI de sus principios programáticos. Hay, sin embargo, una acusación cuya profunda estupidez se han encargado de demostrar paladinamente los acontecimientos de los últimos años: nuestro pretendido retroceso teórico.
Además de acusarnos de abandonar los principios, la FECCI ha decretado que “... la CCI no solo ha dejado de ser un laboratorio para el desarrollo de la teoría/práctica marxista (condición sine qua non de una organización revolucionaria) sino que además es incapaz de mantener las adquisiciones teóricas sobre las que se constituyó...” (“Por qué la Fracción”, PI, nº 3). Por su parte, la FECCI se da el objetivo de salvaguardar estas adquisiciones y enriquecerlas: “Para que una organización viva y se desarrolle no basta con que conserve su Plataforma en los archivos... la Historia avanza, plantea nuevos problemas, presenta bajo una nueva forma los viejos problemas, y todos aquellos que no logran situarse a la altura que exige la Historia se condenan a pedalear en el vacío sin avanzar” (“Las tareas de la fracción”, PI, nº 11). Evidentemente la FECCI no conoce el cuento del “cazador cazado”. Los cambios ocurridos después del otoño del 89 se han encargado de demostrarlo.
Como lo escribía la FECCI en diciembre del 89: “... los acontecimientos que sacuden la Europa del Este desde hace varios meses, requieren de los revolucionarios la elaboración de un análisis marxista claro que busque las causas y las consecuencias reales, tanto en el plano de las relaciones de fuerza interimperialistas, como de la lucha de clases...” (“Los cambios en Europa del Este”, suplemento a PI, nº 15). Efectivamente, la FECCI ha constatado que “... Rusia ya no tiene bloque. Por el momento ha dejado de ser un protagonista esencial en la escena mundial, un competidor del imperialismo USA (...) la división del mundo en dos bloques rivales, que no es solo la característica de la última mitad de este siglo, sino una condición necesaria para un conflicto mundial, ya no existe...”. ¡Bravo! Es casi exactamente lo que nosotros escribimos a partir de finales del verano del 89, es decir, dos meses antes de la caída del muro de Berlín ([1]). Solo un pequeño problema, el análisis de la FECCI no data de la misma fecha, aparece por primera vez en el PI nº 21 (“El futuro del imperialismo”) en el invierno 91-92, es decir más de dos años después de nosotros haber adoptado el nuestro.
Desde Marx sabemos que “en la práctica es donde el hombre debe probar la verdad, es decir la realidad y la potencia... de su pensamiento” (Tesis sobre Feurbach). Cuando la capacidad teórica de las organizaciones revolucionarias se ha puesto a prueba en la práctica hemos podido ver manos a la obra a la FECCI que se ha propuesto retomar la antorcha de la elaboración teórica que según sus palabras la CCI habría abandonado. He aquí lo que escribió el 16 de diciembre del 89 (más de un mes después de la caída del muro de Berlín): “... Los actuales acontecimientos en Europa del Este se inscriben en el marco de la política de la “perestroika” puesta en práctica desde hace cuatro años con ocasión de la llegada al poder de Gorbatchov. (...) Los objetivos de la perestroika son (...) en el plano militar e imperialista, detener la ofensiva (del bloque) occidental por medio de una contraofensiva ideológica que lo lleva a reducir sus gastos de armamento y a su división, para dotarse del potencial económico y tecnológico necesario para competir militarmente a medio plazo. (...) en el plano imperialista, Rusia no tiene más remedio que desestabilizar la escena europea intentando sacar provecho de ello. Europa siempre ha sido el teatro último de los conflictos imperialistas mundiales, y lo es hoy más que nunca para Rusia... Acelerando las reformas en los países del Este europeo, Rusia intenta modificar las bases del problema europeo, abrir la Comunidad Europea al Este para dividirla y neutralizarla. La destrucción del muro de Berlín, no es, ni mucho menos, un gesto de paz, es una bomba de relojería colocada en el corazón de Europa (...) Si la disolución del estalinismo como modo de dominación del capital en los países del Este de Europa es en última instancia una posibilidad que no se debe excluir ([2]) a causa de su pasado histórico y de la posibilidad de atracción para la órbita occidental, no es el caso para la propia Rusia...” (“Resolución de la FECCI sobre los trastornos en Europa del Este”, suplemento a PI nº 15). Afortunadamente el ridículo no mata, porque de lo contrario los miembros de la FECCI estarían hoy todos enterrados. No obstante hemos de reconocerles una cualidad: le echan valor. Porque efectivamente hay que tener una buena dosis de valor para seguir reivindicándose hoy de una organización que ha adoptado unas posiciones tan ineptas y que se ha equivocado de parte a parte en la comprensión de una situación histórica. En su conjunto, el medio político ha tenido grandes dificultades para producir un análisis correcto y lúcido de los acontecimientos de la segunda mitad de 1989 (véase nuestro artículo “Frente a los trastornos en el Este, una vanguardia con retraso”, Revista Internacional, nº 62). Pero hay que otorgarle a la FECCI la palma honorífica, y con qué diferencia, de los errores. También es cierto que no podemos colocarla realmente en el medio político hablando con propiedad.
De hecho, una ceguera como la de la FECCI tiene pocos equivalentes en la historia del medio político ([3]) : el único ejemplo comparable es el del FOR (Fomento Obrero Revolucionario) que, durante más de veinte años, ha negado la existencia de la crisis económica del capitalismo. Incluso cuando ha admitido (por la fuerza de las evidencias) su error de análisis inicial, la FECCI ha continuado sin comprender nada de lo que ha pasado. Así, cuando celebro su IVª Conferencia, en verano del 91, la FECCI no reconoció la desaparición del bloque del Este. La forma en la que trató esta cuestión en el nº 20 de PI es una expresión típica de su centrismo congénito: de un lado se constata “el hundimiento del Pacto de Varsovia y el COMECON” (que es lo mínimo que se puede reconocer tras su desaparición formal que confirma de hecho un hundimiento que tuvo lugar mucho antes), se descubre que “los acontecimientos de estos dos últimos años representan una verdadera revocación de los acuerdos de Yalta” (“Antagonismos interimperialistas: una orientación para los años 90”) ([4]), se pone en evidencia la pérdida por parte del imperialismo ruso de todas sus posiciones y de la influencia que conservaba (Europa central, Oriente Medio, Asia del Sureste, África, América Central y Cuba, etc.), pero, por otra parte, se niega a hablar explícitamente de la “desaparición” o incluso del “hundimiento del bloque del Este”. En este documento, se opone al “bloque americano” el imperialismo ruso» o su “potencial adversario ruso” sin, en ningún momento, decir claramente qué ha ocurrido y en qué se ha convertido el bloque ruso ([5]). Para el centrismo, hay cosas que no se deben pronunciar, como ésa, para evitar tener que tomar una posición clara y tajante. Y como lo propio de una posición centrista, es ser insostenible, hay, un día u otro, bajo la presión de la realidad, porque “los hechos son tozudos” (como decía Lenin), que tirarse al agua: y esto es lo que ha hecho con dos años de retraso en PI nº 21. Bello esfuerzo, ¡Bravo camaradas!
Evidentemente, las hazañas de la FECCI, respecto a los acontecimientos que han sacudido el mundo en el último período, no podía quedarse en la “elaboración” de un “análisis” tan erróneo que hay que revisar prácticamente cada mes. Debía seguir dando muestras de su estupidez y su ceguera en la crítica de las organizaciones revolucionarias, y particularmente de la CCI. Así, en PI nº 16 en encontramos un artículo con un titulo explicito: “La CCI y Europa del Este, el viraje de 180° de una organización degenerada”, artículo que se propone proceder a una “denuncia” de la visión de la CCI porque: “Hay que hablar de denuncia y no de polémica ante la confusión que representa esta organización frente a nuestra clase y ante la cobardía con la que cambia de posición, con una táctica bien conocida de las organizaciones estalinistas: sin debate abierto y de forma monolítica”. ¡Nada menos!
El artículo se escandaliza de que “la visión desarrollada por la CCI (sea) la de la desaparición del bloque del Este por la “implosión” bajo los efectos de la crisis económica”. Es ésta efectivamente, aunque a muy grandes rasgos, la concepción defendida por la CCI desde el principio y que no hemos puesto en cuestión en ningún momento. Pero para la FECCI : “... se trata de un análisis que abandona el marco marxista de la decadencia”, es “un retroceso teórico fundamental ya que se trata de la comprensión de uno de los mecanismos profundos del capitalismo y de su crisis”, es “renegar pura y simplemente del marco del imperialismo y de la naturaleza misma de la burguesía”, representa “acreditar la matraca ideológica burguesa en lugar de comprender la realidad con un marco de análisis marxista”, es “negar el carácter guerrero de los Estados imperialistas”, etc. No podemos evidentemente reproducir todas las acusaciones de este estilo, porque entendemos que sería tedioso para nuestros lectores. Queremos destacar ante todo que, lo que expresa este artículo fundamentalmente, es que para la FECCI, su marco de análisis (¿cuál?, habría que preguntarse) es más importante que la propia realidad. Y si esta última no se pliega a sus esquemas, pues, ¡simplemente no existe! Y todo ello en nombre del “marxismo”, por supuesto.
De hecho, no es suficiente con reproducir citas de Marx y Rosa Luxemburg, como hace el artículo, para desarrollar un pensamiento marxista (los estalinistas lo han demostrado desde hace décadas). Además hay que comprender lo que quieren decir y no hacer alardes de una nulidad teórica refinada confundiendo, por ejemplo imperialismo con bloques imperialistas. Y eso es lo que hacen en su artículo cuando consideran la afirmación plenamente justa de Rosa Luxemburg de que “la política imperialista no es obra de un país o grupo de países. Es el producto de la evolución mundial en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno por naturaleza internacional... al que ningún Estado puede sustraerse”, demostraría el carácter permanente de la división del mundo en dos bloques imperialistas. Camaradas de la FECCI, tenéis que volver a la escuela primaria que es donde se aprende a leer ([6]).
El rigor teórico no es desde luego la fuerza de la FECCI, pero a ellos eso les importa un bledo. El objetivo principal de ese artículo, como se anuncia en su título e introducción, es denigrar a nuestra organización. Hay que ilustrar a toda costa la tesis de la “degeneración de la CCI”, que es uno de los mitos sobre los que se funda la FECCI. Vuelven con insistencia sobre esta cuestión “arrastrada y barrida por la ideología dominante, incapaz de analizar los acontecimientos cotidianos a través de los principios de clase y el método marxista, la CCI se hace portadora de la ideología de clase. (...) Esperamos que estos artículos (los de PI) alimentarán el debate en el seno del medio revolucionario y que provocaran un shock saludable en los elementos aún sanos de la CCI”. Los “elementos sanos de la CCI” agradecen tanta solicitud, y sobre todo... la demostración del absurdo de sus acusaciones contra la CCI.
En serio, si no se le puede pedir a la FECCI que realice su ambición de “profundización teórica” (hay que rendirse a la evidencia de que sus “análisis” de los últimos años demuestran cómo esa aspiración excede con mucho a sus capacidades) al menos debería, por dignidad en las relaciones entre los revolucionarios, cesar con sus ridículos pero repugnantes insultos sobre las supuestas “tácticas estalinistas” de la CCI. En el número 45 de esta Revista ya hicimos justicia a este tipo de acusaciones respecto a cómo la CCI había hecho frente a la aparición en su seno de la minoría que luego formaría la FECCI. No nos sorprende que las sucesivas tomas de posición de la FECCI hayan provocado numerosos desacuerdos en su propio seno (ver PI, nº 16, donde parece que hay tantas posiciones como miembros tiene la FECCI): sus posiciones están tan lejos de la realidad que es difícil alcanzar la unanimidad ni siquiera permitir un mínimo de homogeneidad en la organización. La FECCI sabe perfectamente que ha habido debates en el seno de la CCI al calor de los acontecimientos del último período. Pero también saben que esos debates no se repercuten hacia el exterior mientras no alcanzan un cierto grado de desarrollo, para permitir así una real clarificación en la clase; al menos estaban de acuerdo con ese principio cuando eran militantes de la CCI. Si es cierto que los análisis adoptados por la CCI a comienzos de octubre del 89 (discutidos a mediados de septiembre) sobre los acontecimientos del Este provocaron algunos desacuerdos en un primer momento, estos se fueron absorbiendo rápidamente y, día tras día, la realidad demuestra la justeza de ese análisis. ¿Es esto una prueba de la “degeneración de la CCI”, de su marco de análisis y de su comprensión del marxismo que le ha permitido captar el significado y las implicaciones de los acontecimientos el Este mucho más rápidamente que el resto de grupos del medio revolucionario?
Antes de acabar con las acusaciones de la FECCI contra la CCI a propósito de los acontecimientos del Este, hay que ver aún dos perlas (de entre las muchas que no podemos tratar por falta de espacio): nuestro supuesto “viraje de 180°” y el asunto del “superimperialismo”.
Incapaz de reconocer los cambios “de 180°” que se han producido en la escena internacional, la FECCI no ha sabido (o no ha querido) ver en los análisis de la CCI más que un repudio de su marco de análisis fundamental. De nuevo la crítica (o la “denuncia” siguiendo los términos de la propia FECCI) es tan imbécil como malintencionada. Más aún cuando la toma de posición que aparece en la Revista Internacional nº 60 sobre los acontecimientos del Este se apoya ampliamente en el análisis que la CCI había desarrollado a comienzos de los años 80 (a su vez basado en las aportaciones de la Izquierda comunista de Francia) sobre los regímenes estalinistas y el bloque del Este al calor de la instauración del estado de guerra en Polonia (ver la Revista Internacional, nº 34). En cambio no encontramos en ninguno de los múltiples y variables análisis que nos ha ofrecido la FECCI (mayoritarios, minoritarios, mayoría-minoritaria, minoría-mayoritaria) ninguna referencia a ese marco (ni siquiera para cuestionarlo) que los compañeros de la FECCI defendían cuando aún eran militantes de la CCI ([7]). Antes de volver a escribir de la CCI que “es incapaz de mantener sus adquisiciones teóricas” le aconsejamos a la FECCI que se mire al espejo.
Y lo mismo vale para cuando se le ocurra atribuirnos de nuevo (como hace en “Un mismo llamamiento contra la guerra imperialista”, PI nº 19) la posición típicamente burguesa del “superimperialismo”. Según esa tesis, elaborada por Kautski y los reformistas en vísperas de la primera guerra mundial, los sectores dominantes del capital mundial podrían unificarse para imponer su ley sobre el planeta, garantizando de ese modo la estabilidad y la paz entre ellos. La FECCI sabe perfectamente que desde el principio de los acontecimientos del Este hemos rechazado claramente esa tesis: “¿Significa esa desaparición del bloque del Este que el mundo, desde ahora en adelante, está dominado por un solo bloque imperialista o que el capitalismo ya no conocerá más enfrentamientos imperialistas? Esas hipótesis son totalmente ajenas al marxismo (...) Y no será, hoy, el hundimiento del bloque del Este lo que podrá volver a dar vida a semejante análisis (del “superimperialismo”); ese hundimiento lleva en sí el del bloque occidental (...) la agravación de las convulsiones de la economía mundial va a agudizar las peleas entre los diferentes Estados, incluso, y cada vez más, militarmente hablando (...) la desaparición de las dos constelaciones imperialistas surgidas de la Segunda Guerra mundial lleva inscrita la tendencia a la recomposición de dos nuevos bloques” (Revista Internacional nº 61, enero de 1990, “Tras el hundimiento del bloque del Este, inestabilidad y caos”).
Por el contrario, la concepción del “superimperialismo” recorre el PI nº 21: “Solo un bloque ha sobrevivido a la crisis. Ya no hay concurrencia en este momento. Y, por tanto, en contra de las predicciones de la CCI y otros, por el momento no hay signo alguno de desintegración. Su existencia no reposa ya sobre la rivalidad imperialista con Rusia, sino sobre la dominación del mundo según las necesidades de los capitales más potentes”. El editorial de este número de nuestra Revista hace justicia (después de muchos otros artículos) sobre la pretendida cohesión del bloque del Oeste: una vez más, la FECCI se niega a ver la realidad. Pero lo que es más grave todavía es que, haciendo esto, pone en cuestión una de las adquisiciones fundamentales del marxismo a lo largo de este siglo. Así, para mantener la idea de que potencias como Alemania y Japón no pueden hacer otra cosa más que mantenerse firmemente en el “bloque americano”, la FECCI afirma que “los Estados del bloque americano o occidental se han convertido en económicamente dependientes del funcionamiento de estas instituciones (Banco Mundial, FMI, GATT, etc.) y de la red de lazos comerciales y financieros que han creado” (“Antagonismos inter-imperialistas: una orientación para los años 90”, PI nº 20). Esto es una versión moderna de la concepción de los reformistas de principio de siglo (denunciada vigorosamente por los revolucionarios de la época) según la cual el desarrollo de lazos económicos, financieros y comerciales entre los países sería un freno a sus antagonismos imperialistas y debía descartarse la amenaza de guerra entre ellos. La FECCI está verdaderamente bien situada para hablar de «negaciones del marxismo» por la CCI y de su “capitulación” ante la ideología burguesa. De hecho ésta es una de las prácticas corrientes de la FECCI que, a fin de ocultar sus propios defectos, los atribuye generosamente a la CCI. Este es un proceder tan viejo como la política que nunca ha engrandecido a quienes lo han utilizado, particularmente si se trata de revolucionarios.
Si consideramos, como ella misma dice muy justamente que “los acontecimientos que sacuden a la Europa del Este... requieren la elaboración de parte de los revolucionarios, de un análisis marxista claro que comprenda y explique las causas y las consecuencias reales...” no es hacer prueba de la menor voluntad de denigración el hecho de constatar que la FECCI ha fracasado completamente en su tarea. Ella misma lo reconoce por otra parte: “Esta nueva realidad nos ha conducido a reconocer la insuficiencia de nuestro antiguo análisis, que en ciertos aspectos, estaba prisionero de tópicos sin valor” (PI nº 20, “Presentación de la IVª Conferencia de PI”), incluso si es para añadir un poco más adelante (hay que fanfarronear un poco y mantener la moral de los militantes): “considerando positiva nuestra capacidad de análisis de la situación... hemos decidido proseguir por la misma vía que hemos desarrollado precedentemente”.
De forma general, podemos constatar que la FECCI ha fracasado completamente en su objetivo de preservar y desarrollar las adquisiciones teóricas de la CCI, tarea, que según su versión, ésta habría abandonado. Cuando sus pretensiones se han visto confrontadas a la prueba de los hechos, lo menos que se puede decir es que no llega a la suela del zapato de la CCI. Nos han querido dar una lección de clarividencia teórica, ha fustigado nuestros análisis durante dos años con los adjetivos más infames, pero, para acabar, se ha visto obligada a aceptar, en lo esencial, aún sin reconocerlo, el punto de vista que hemos defendido desde el principio ([8]) y que ella presenta además como la prueba irrefutable de la “degeneración” de nuestra organización. La única diferencia que mantiene con nuestra comprensión, elaborada hace ya dos años y medio, es que ahora retoma por su cuenta la posición burguesa del “superimperialismo”, posición que nos ha querido atribuir de forma calumniosa. Así, toda su “demostración” de la “regresión de la CCI” se vuelve contra ella: no hay una regresión de la CCI, es la FECCI la que no comprende nada de la situación a pesar de armarse todo lo que quiera de su superioridad teórica auto-proclamada. Y si la incapacidad para comprender lo que está en juego alrededor de los acontecimientos del Este es una regresión, como ella misma afirma con razón, durante dos años no ha sido nuestra organización la que ha sufrido una regresión sino la mismísima FECCI.
A la cuestión de “¿Para qué sirve la FECCI?” se puede estar tentado de contestar: “Para nada”. Pero desgraciadamente no es el caso. Incluso si la influencia de la FECCI es insignificante, su capacidad de hacer daño no es nula. Y es por esa razón por lo que le consagramos este artículo. En efecto, en la medida en que su revista tiene un cierto número de lectores, en que ciertas personas asisten a sus reuniones públicas, en la medida en que interviene en el medio político, en tanto que se reivindica de la plataforma de la organización más importante del mismo, la CCI, la FECCI es un factor de confusión suplementario en el seno de la clase obrera. En particular sus tendencias consejistas y su falta de rigor teórico no pueden más que encontrar un eco en una parte del mundo como los Estados Unidos que se distingue por la debilidad de su medio político, por la ignorancia que manifiestan muchos de sus miembros y por la fuerte impregnación e influencia de las visiones consejista y libertaria. Con su actividad, un grupo como la FECCI contribuye incontestablemente a mantener y a hundir en el subdesarrollo al medio político de ese país.
Pero esencialmente, la función de la FECCI es la de desacreditar el trabajo revolucionario serio y en primer lugar, el marxismo.
Así, el hecho de que en nombre del “marxismo” durante dos años este grupo haya proferido tal cantidad de estupideces e inepcias, que haya hecho prueba de una ceguera sin límites, no puede conducir más que a un desprestigio del marxismo. Con esta práctica, la FECCI ha aportado su pequeño grano de arena a la campaña actual sobre la “muerte del marxismo”. Es cierto que PI nº 17 ha publicado un artículo, “¿Ha muerto el marxismo?” que denuncia estas mentiras y reafirma, a su manera, la plena validez del marxismo. Pero los revolucionarios deben dar la prueba, en la práctica, mediante la verificación de sus análisis, de la validez del marxismo. Y la FECCI está verdaderamente mal situada para llevar a cabo esta tarea.
Desgraciadamente, la contribución de la FECCI a las repugnantes campañas contra el marxismo, no sólo es de signo negativo, por la ausencia de defensa consecuente de la teoría revolucionaria, sino que participa deliberadamente en esas campañas, como lo demuestra el nº 20 de PI. Ya su primera página es ambigua: “El “comunismo” debe morir para que viva el comunismo”. Como si no hubiera bastante confusión ya entre comunismo y estalinismo, como si la agonía de este último se presentara como una “victoria” para la clase obrera, cuando en realidad se vuelve contra la clase obrera de manos de la burguesía “democrática”. Además, el editorial se regocija de “que caigan las estatuas” de Lenin. Si bien la clase obrera no tiene ninguna necesidad de estatuas de los revolucionarios (que han sido edificadas por la burguesía para convertirlos en “iconos inofensivos” como decía el mismo Lenin), no hay que confundirse sobre el significado de estas acciones en el período reciente: corresponden a un rechazo, promovido e impulsado por las fuerzas burguesas, de la idea misma de una revolución del proletariado. Este mismo editorial afirma que los revolucionarios “deben desembarazarse de la tendencia a considerar la revolución bolchevique como un modelo”. En las actuales circunstancias, el término “revolución bolchevique” es en sí mismo pernicioso porque da a entender, como repite una y otra vez la burguesía machaconamente, que la Revolución de Octubre fue un asunto particular de los bolcheviques, lo que no puede llevar más que a la idea de que fue un golpe de estado de Lenin y los suyos “contra la voluntad de la población” o contra la clase obrera. Y para rematar este tipo de confusión, el citado editorial está encabezado por un dibujo que representa a Stalin en cierto modo, como al heredero de Lenin. Repitámoslo una vez más, la Izquierda Comunista, y la CCI en particular, nunca han tenido miedo a poner de relieve los errores de los revolucionarios que facilitaron el trabajo de la contrarrevolución. Pero siempre hemos sabido donde están las prioridades del momento : hoy, esta prioridad no es ciertamente «danzar con los lobos» sino reivindicar, a contra corriente de las campañas burguesas, la experiencia esencialmente válida de la oleada revolucionaria de después de la Primera Guerra mundial. El resto es no es más que oportunismo.
En fin, ese mismo número de PI contiene un artículo (“Por una práctica viva de la teoría marxista”) que trata ampliamente el tema de la “crisis del marxismo”. Comprendemos que la FECCI empiece a encontrarse incomoda en su piel tras la puesta en evidencia de su incapacidad para comprender lo que estaba en juego tras los acontecimientos de los países del Este. Pero esto no es razón válida para afirmar perentoriamente que “nadie en este medio (revolucionario) ha previsto estos acontecimientos”. Estamos seguros de que tal previsión no podía haberla hecho la FECCI, lo sabemos, pero eso no significa que ella sea la única en el mundo, y tampoco significa, ni mucho menos, que nuestra organización tenga que sentirse aludida por tan altanera afirmación. En este sentido no es el marxismo desarrollado por las Izquierdas Comunistas y, continuado por la CCI, el que tiene la responsabilidad de la quiebra de los análisis de la FECCI. No hay que equivocarse de blanco: el marxismo no está en crisis, lo está la FECCI. Dicho esto, queremos precisar que este tipo de artículos en los que TODO el medio revolucionario está metido en el mismo saco, y donde se atribuye generosamente a todos los otros grupos la propia nulidad, no sirve más que para aportar el agua al molino de aquellos que pretenden que es el marxismo “en general” lo que está en quiebra.
Pero, la contribución de la FECCI a la confusión en las filas obreras y en su medio político no se detiene en esas divagaciones sobre la “crisis del marxismo”. La encontramos también en su acercamiento actual al “Communist Bulletin Group” (CBG) que actúa en Escocia. Este grupo surgió de la escisión, a finales de 1981, de la tendencia secreta que se formó alrededor de un elemento turbio llamado Chenier (el cual, algunos meses después de su exclusión portaba las banderolas del sindicato CFDT y que en la actualidad es un cuadro del Partido Socialista, que dirige el gobierno francés). En el momento de su partida, los miembros de esta “tendencia”, incluidos los que formaron el CBG, robaron a nuestra organización material y fondos. He aquí lo que escribió la CCI a propósito de este grupo en 1983, con el acuerdo pleno de los camaradas que más tarde constituirían la FECCI: “En los primeros números de The Bulletin, él (el CBG) se reivindica de ese comportamiento revolcándose en la propagación de cuentos viles y estúpidos contra la CCI ([9]). Actualmente (viendo que la actitud precedente no ha conseguido los resultados perseguidos), intenta lavarse las manos defendiendo hipócritamente la “necesidad de polémicas sanas”. (...) ¿Como osan hablar de “solidaridad” de “reconocimiento del medio político proletario” cuando su fundamento no existe? El CBG tiene la caradura de osar escribirnos: “la existencia de este medio engendra una comunidad de obligaciones y responsabilidades”. Pero esto se traducirá en robo el día en el que se esté en desacuerdo con el CBG y además justificará el robo como “anti-pequeño burgués”. Podríamos formularlo del siguiente modo: cuando se escisiona, se puede robar todo lo que se quiera, pero cuando se tiene un grupo propio... el acceso a la propiedad formaliza a los ladronzuelos. (...) ¿Cuales son las posiciones del CBG? ¡Las (más o menos) de la CCI! He aquí otro grupo de existencia parasitaria. ¿Qué representa ante el proletariado? Una versión provinciana de la Plataforma de la CCI, sin la coherencia más el robo. (...) La mayor parte de los pequeños círculos que se escinden sin haber previamente clarificado las posiciones comienzan por seguir el camino más fácil, adoptar la misma plataforma que el grupo de origen. Pero muy pronto, para justificar su existencia separada, descubren miles de cuestiones secundarias de divergencia y al final cambian los principios... el CBG toma ya ese camino rechazando la coherencia sobre la cuestión de la organización...” (Revista Internacional, nº 36, “Llamamiento del Vº Congreso de la CCI a los grupos políticos proletarios: respuesta a las respuestas”) ([10]).
He aquí igualmente los términos en los que la FECCI evocaba al CBG en 1986 (PI, nº 3 “Las incomprensiones frente a nuestra existencia”): “... los escisionistas de 1981 utilizaron el engaño para apropiarse de material de la CCI. Algunos de los que formaron ulteriormente el CBG agravaron aún más las cosas amenazando con llamar a la policía cuando miembros de la CCI querían recuperar el material robado (...). En las páginas del Communist Bulletin nº 5, el CBG ha condenado tales amenazas como “un comportamiento totalmente extraño a la práctica revolucionaria”. Además, afirma igualmente que “los escisionistas deberían devolver el material perteneciente al grupo y los fondos de la organización”. Esta autocrítica es cuando menos tímida. Por tanto, que nosotros sepamos, el CBG detenta aun los fondos sobre los que tenía responsabilidades cuando formaba parte de la CCI. En la práctica, el CBG en tanto que grupo no ha repudiado sin equívocos el comportamiento gansteril en el medio”.
Como vemos, al principio, la FECCI era más que reticente a las propuestas de apertura que el CBG le había lanzado. Pero ha llovido mucho desde entonces y el antes denostado CBG fue el invitado de honor de la IVª Conferencia de la FECCI porque entre ambas formaciones “se ha desarrollado, en el curso de precedentes discusiones y encuentros, una real identidad de principios” (PI ,nº 20). Es cierto que, entre tanto, el CBG nueve años después ha devuelto el material y el dinero que había robado a la CCI. La FECCI había hecho de esto una cuestión previa: “Ante nuestra insistencia y como precondición a la realización del encuentro, el CBG se declara de acuerdo en la restitución del material que aún posee de la CCI” (PI, nº 15 “Informe de un encuentro con el CBG”). Como se ve no ha sido por un acto de honradez del CBG por lo que hemos recuperado nuestro material y dinero robados. EL CBG ha comprado, en el sentido propio del término y en Libras Esterlinas su respetabilidad ante la FECCI, de la que se encuentra cada vez más cerca, para cerrar en su historial su “pasado gansteril” (como dice la propia FECCI). Así, la FECCI se ha comportado como una chica de familia bien que alardeando de ser virgen después de haber tenido numerosos fracasos sentimentales ([11]) se prepara para empezar nuevo noviazgo con un antiguo golfo. Pero, como tiene “sentido de la honra”, exige, antes de comprometerse, que su pretendiente restituya a las victimas el producto de sus hurtos. Decididamente la FECCI es un vivo ejemplo de la existencia del oportunismo en el período de decadencia aunque teóricamente estime que tal oportunismo no puede existir. Y esto es más patente si tenemos en cuenta que lo que reprocha la FECCI a la CCI (evidentemente sin razón) es la mancha de la tendencia del 81: “Muchos aspectos de la degeneración programática de la CCI en 1985 (la búsqueda de una influencia inmediata, la tendencia al substitucionismo, la ambigüedad sobre la naturaleza de clase del sindicalismo de base, etc.) son precisamente puntos que eran defendidos por Chenier y otros escisionistas en el 81” (PI, nº 3 “Las incomprensiones frente a nuestra existencia”).
Al fin y al cabo, no es casualidad si, hoy día, la FECCI desarrolla un reagrupamiento perfectamente oportunista con un grupo que toda la CCI (incluidos los camaradas de la futura FECCI) reconocían como “parásito”. La FECCI no se distingue fundamentalmente en nada del CBG (excepto en que ella sabe que no se debe robar el material de las organizaciones revolucionarias). Los dos son fundamentalmente grupos parásitos, que no corresponden a un esfuerzo histórico, por imperfecto que fuera, del proletariado y sus organizaciones políticas hacia la toma de conciencia, y cuya única razón de existencia es justamente “parasitar” (en el sentido propio de chupar la substancia de otros para debilitarlos) las verdaderas organizaciones del proletariado.
Una de las pruebas de que la FECCI no tiene una existencia autónoma, en tanto que grupo político, respecto a la CCI, es que su publicación como media dedica un tercio de sus artículos a denigrar a nuestra organización, cuando no la totalidad de los mismos ([12]). Esta actitud parasitaria permite comprender perfectamente las enormes dificultades que ha encontrado la FECCI para comprender lo que de verdad estaba en juego en torno a los acontecimientos del Este: como había de distinguirse a toda costa de la CCI no ha tenido más remedio que ir de mal en peor en la medida en que la CCI ha sido la primera organización del medio político que ha comprendido correctamente lo que estaba en juego. La única suerte que podía haber tenido la FECCI (y aún así) es que nosotros hubiéramos equivocado el camino. Lo que es mucho pedir. De hecho lo propio de los grupos parasitarios es mantener posiciones en la incoherencia y análisis aberrantes y esto, tanto más cuando la organización de referencia tiene posiciones correctas y coherentes. La oposición sistemática a la coherencia no puede sino llevar a la incoherencia ([13]).
Es más, el carácter parasitario de la FECCI aparece en su propio nombre. Para el obrero que esté poco informado de los arcanos del medio político, encontrar una publicación o una hoja firmada por una organización que se refiere a la CCI sin ser la CCI no puede sembrarle más que dudas. Las estupideces escritas por la FECCI corren el peligro de ser imputadas sin razón a nuestra organización y si la FECCI escribiera cosas correctas (lo que a veces sucede por tener la plataforma de la CCI) esto no puede llevar más que a la conclusión de que los revolucionarios son gente poco seria que encuentra placer sembrando la confusión.
Fundamentalmente, la función de tales grupos es menoscabar la acción de las organizaciones revolucionarias en la clase, desacreditar las ideas revolucionarias. Es por eso que hoy estimamos, como lo hacíamos en 1986 que “Como dijimos respecto al CBG hoy podemos escribir a propósito de la FECCI: “he aquí otro grupo cuya existencia es parásita”. Lo mejor que podemos desear para la clase obrera, igualmente que para los miembros que la componen, es la desaparición lo más rápida posible de la FECCI” (Revista Internacional, nº 45 “La Fracción Externa de la CCI”).
Y si la FECCI no está dispuesta a hacer ese servicio a la clase obrera, al menos debería soltarse de nuestros faldones y dejar de hacer referencia a nuestra organización: no tenemos ningún interés en que junto al nombre de la CCI se adose el descrédito y las estupideces oportunistas de la FECCI.
F.M.
Marzo de 1992
[1] “... Cualquiera que sea la evolución futura de la situación en los países del Este, los acontecimientos que hoy los están zarandeando son la confirmación de la crisis histórica, del desmoronamiento definitivo del estalinismo, de esa monstruosidad símbolo de la más terrible contrarrevolución que haya sufrido el proletariado. En esos países se ha abierto un periodo de inestabilidad, de sacudidas, de convulsiones, de caos sin precedentes, cuyas implicaciones irán mucho más allá de sus fronteras. En particular, el debilitamiento del bloque ruso que se va a acentuar aún más, abre las puertas a la desestabilización del sistema de relaciones internacionales, de las constelaciones imperialistas, que habían surgido de la IIª Guerra mundial con los acuerdos de Yalta (...). Los acontecimientos que hoy están agitando a los países llamados “socialistas”, la desaparición de hecho del bloque ruso (...) constituyen el hecho histórico más importante desde la Segunda Guerra mundial junto con el resurgimiento internacional del proletariado a finales de los años 60” (“Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este”, pág. 10, Revista Internacional, nº 60).
“Los acontecimientos que se desarrollaron durante la segunda mitad del año 89 han puesto en entredicho la configuración geopolítica en la cual vivía el mundo desde la Segunda Guerra mundial. Ya han dejado de existir los dos bloques imperialistas que se repartían el planeta. (...) hoy el curso hacia la guerra mundial resulta imposible: han dejado de existir los dos bloques imperialistas” (“Tras el hundimiento del bloque del Este, inestabilidad y caos”, Revista Internacional, nº 61).
[2] Hagamos memoria: ese texto se escribió cuando los únicos regímenes estalinistas que quedaban en Europa eran Albania y Rumania. A dos semanas de la caída de Ceaucescu. Sin comentarios.
[3] Sin embargo podemos decir que los sucesos del Este le han dado la razón a la FECCI en algunas cosas: como habíamos previsto desde un principio, estos sucesos provocaron la división del bloque occidental y de la CCE. Lo que resulta poco probable es que ésa fuera la intención de Gorbachov, a no ser que haga como el marido burlado que para culpabilizar a su mujer... se suicida. La FECCI puede reflexionar sobre esta hipótesis que casa bien con su teoría de la “esposa maltratada” como marco de “profundización del marxismo”.
[4] De vez en cuando la FECCI hace chistes sin querer. Teniendo en cuenta las veces que ha tenido que variar su análisis en los últimos dos años (tantas como publicaciones ha editado, sin que ello le permita lograr un análisis correcto) resulta delirante proponerse una orientación para todo un decenio. La presunción de la FECCI es tan gigantesca como raquítica su capacidad de análisis. En otras palabras, si tuviera un mínimo de sentido del ridículo, propondría una “orientación para el próximo trimestre” es decir, hasta que aparezca su próxima Revista. Con ello se ahorraría el penoso deber de invalidar (aunque sin reconocerlo) en PI nº 21 las previsiones a largo plazo del PI nº 20.
[5] Por no faltar a la verdad hay que decir que la FECCI evoca, en la presentación de su conferencia, los acontecimientos del Este: “el COMECON ha desaparecido como sistema de relaciones imperialistas entre el cabeza de bloque, la URSS, y sus satélites, que han dejado de ser simples vasallos”.
¡Al menos eso está claro! La FECCI quiere marear la perdiz. El COMECON ha desaparecido, cierto (solo hay que constatar lo que él mismo ha anunciado oficialmente), pero ¿subsiste otro “sistema de relaciones imperialistas entre la URSS y sus satélites”?. Misterio. ¿De qué bloque se trata? ¿Del que ha desaparecido o del que subsiste aún bajo otra formas? Que lo adivine el lector. ¿En qué se han tornado sus satélites? ¿Han pasado de únicamente vasallos a “no simples”?. ¿Cuándo dejará la FECCI de tomar a sus lectores por tontos?
[6] La ignorancia teórica y la nulidad de la FECCI no tienen límites (menos aún cuando se trata de echar mano a la CCI). En “Captar el significado de los acontecimientos de Europa del Este” (PI nº 17), se puede leer: “La teoría del capitalismo de Estado se basa en la existencia de bloques militares”. Tremenda idiotez. Ambos fenómenos tienen un origen común: el imperialismo y, más globalmente, la decadencia del capitalismo, lo que no significa que están ligados por una relación de causa-efecto. El sarampión produce a la vez fiebre y erupción de granos ¿hay que concluir que los granos son los causantes de la fiebre? En el mismo artículo la FECCI ironiza finamente “es extraño hacer conjeturas sobre el fin de un bloque imperialista entero sin que se dispare un solo tiro. Cada bloque dará saltos de alegría si el otro desaparece simplemente por efecto de la crisis, sin necesidad de utilizar ni un solo misil. ¡Cuánto tiempo y cuanta energía se podían haber ahorrado!”. Efectivamente es !extraño! sobre todo para los que escriben que “el avance histórico plantea nuevos problemas, presenta los viejos problemas con formas nuevas”. Pero, todo llega, incluso con dos años de retraso jalonados de esas buenas palabras, terminan por entenderlo. ¡Cuánto tiempo y cuánta energía nos habríamos ahorrado las organizaciones revolucionarias (y la clase obrera) si no nos molestasen parásitos estúpidos y pretenciosos como la FECCI, y particularmente el autor (JA) de esas líneas. De esa misma pluma sale otra pieza del mismo calibre “Algunos incluso nos cantan que la rivalidad entre el bloque USA y el ruso es algo del pasado. ¡El progreso no se para!” (“Por una práctica viva del marxismo”). Tres meses después, la propia FECCI nos canta la misma canción (¡más vale tarde que nunca!) ¿Pero entenderá la letra?
[7] Hay que notar que en los dos textos de diciembre del 89 (el de la FECCI y el de la minoría de entonces) que toman posición sobre los acontecimientos del Este (suplemento a PI, nº 15) no se hace referencia alguna al documento “Tesis sobre Gorbachov” publicado en PI nº 14, y que representaba el marco de comprensión sobre la “perestroika”. Tampoco es vano recordar lo del paso de la “dominación formal a la dominación real” (ver en nuestra Revista nº 60 nuestro artículo que refuta las elucubraciones de la FECCI y otros grupos sobre la misma cuestión) que lo presentan como una de sus grandes “aportaciones teóricas”. Evidentemente los “descubrimientos” de la FECCI no le son nada útiles para comprender el mundo de hoy en día. Por eso se conforma con recomponer sus pedazos y, sin mucha convicción, hacer alguna referencia.
[8] Evidentemente hay una diferencia fundamental entre la forma en que la FECCI ha terminado por comprender los retos y las implicaciones de los acontecimientos del Este, y la forma en que lo había hecho la CCI dos años y medio antes. La FECCI ha podido reconocer la realidad bajo el peso de los acontecimientos, de forma empírica. Si la CCI ha sido capaz de identificar esa nueva realidad histórica mientras que las manifestaciones de ella pasaban aún inadvertidas para el resto de observadores (tanto del campo burgués como del proletario) no ha sido por medio de una bola de cristal o gracias a las predicciones de Nostradamus. Lo ha conseguido apoyándose en su marco de análisis anterior y, en el método marxista cuando ha tenido que reconsiderar ciertos aspectos de ese cuadro. La verdadera distinción entre la CCI y la FECCI respecto a la reflexión teórica está en el abismo entre el método marxista y el empirismo.
[9] Para hacerse una idea del nivel de la «polémica» tal y como la entiende el CBG basta ver un extracto de su prosa de entonces “una sucesión de maniobras en las que X y su entonces compañera de cama, Y, tuvieron un papel preeminente” (“Carta abierta al medio proletario sobre el asunto Chenier”, The Bulletin, nº 1).
[10] Ironías del destino este artículo lo escribió JA, cuando aún defendía los principios de la CCI, que es hoy la pluma de la FECCI que más se destaca por su labor de fiscal anti-CCI en las columnas de PI. Le felicitamos gustosos, así como a los “chorizos” del CBG, al ver las estrechas relaciones que hoy mantienen la FECCI y el CBG.
[11] Ver en PI nº 13 (“Revista Internacional del Movimiento Comunista: los límites de una iniciativa”) sus esfuerzos por participar en un encuentro de acercamiento entre los grupos parásitos y confusos en 1987.
[12] (12) Por eso nos cuesta creerlo cuando escriben: “hemos agudizado nuestra critica a la forma de pensar y actuar de la CCI... no para saciar obsesivos rencores “anti-CCI” sino por inquietud revolucionaria” (PI, nº 10 “¿Qué lucha por los comités obreros ?).
[13] Este artículo, redactado en marzo de 1992, no pudo ser publicado en nuestra Revista Internacional anterior. Desde entonces, la FECCI ha publicado un nuevo número de PI que no podíamos evocar aquí sin alargar demasiado este artículo. Vale la pena, sin embargo, citar un texto de PI nº 22, redactado por un antiguo miembro de la FECCI, y que conoce muy bien la mentalidad que en ella predomina: “La Fracción no quiere utilizar la noción de descomposición, sin duda porque eso sería seguirle los pasos a la CCI (subrayado por nosotros). No se comprende bien por qué la fracción critica el empleo del término “descomposición” y acusa a la CCI de salirse del marco del marxismo cuando utiliza y desarrolla esa noción. Ocurre como si existiera una ortodoxia de la decadencia, una invariabilidad de la decadencia que sería del mal gusto poner en entredicho. De haber sido crítico, el pensamiento se vuelve inmovilista, una especie de ganzúa con la que se pretende abrir penosamente los enigmas... De este modo, nos estamos preparando y dirigiéndonos en línea recta hacia una situación análoga a la causada por nuestras insuficiencias de análisis sobre los acontecimientos del Este. Nos enteramos de la desaparición del bloque del Este con dos años de retraso; nos enteraremos de la realidad de la descomposición social con un retraso tan aplastante” (“Decadencia del capitalismo, descomposición social y revolución”). ¡Imposible decirlo más claro!
Publicamos, seguida de una corta respuesta, una carta con amenazas que nos fue enviada por un “partidario” de una pequeña asociación de malhechores autoproclamada “Fracción interna de la CCI” (compuesta por unos cuantos elementos que la CCI excluyó de sus filas por sus comportamientos de delatores).
Paris, 13 de marzo de 2006.
Brillaron por su desprecio a la confrontación política y también por la mínima decencia social.
Verdaderamente juegan un juego que mañana no podrá más que arruinar el poco crédito político que les queda entre los camaradas que los siguen, se transforman en un campo de entrenamiento para la acción militar tras haber sido el de la estupidez política.
No me afectan mucho sus intereses de estanquillo puesto que ya están arruinados definitivamente ante mis ojos, pero para las personas que los observan ingenuamente esperando de ustedes una ilustración de lo que es una política proletaria, ¡es un desastre! Ellos no pueden obtener más que una sórdida repetición de lo que era la política estalinista contra sus oponentes en esa siniestra parte del siglo XX, ¡hermoso ejemplo para la juventud!
Entiendan: si por desgracia uno de ustedes pone la mano en mi presencia sobre un compañero o sobre mí mismo, no dudaré un segundo en denunciarlos. No tengo ningún escrúpulo en eso y sería tenaz: ¡nada de misericordia para los cerdos! Estoy bien entrenado en esa cuestión. En otras palabras, contrariamente a la FICCI, me defendería físicamente muy seriamente.
Saludos, al buen entendedor.
A.
El correo de este simpatizante de la FICCI requiere algunos señalamientos.
1) A. se permite darnos una pequeña lección de “moral proletaria” y denuncia con virulencia nuestro interés en la “decencia social”. Cualquier lector cuyas neuronas no hayan sido destruidas por la putrefacción de la descomposición capitalista podrá hacerse una idea clara de lo que es la “decencia social” y la “política proletaria” preconizada por nuestro detractor.
2) A. comienza por afirmar que no tendrá “ningún escrúpulo” en “denunciar”, si uno de nuestros camaradas se atreviera a poner la mano sobre “uno de sus compañeros” (¡es decir sus compañeros de la FICCI ¡). La primera cosa que se debe constatar es que ese “partidario” aporta hoy públicamente y sin vergüenza ¡su bendición a la conducta de gángsters de la FICCI (robo, pandillerismo, calumnia, mentiras, groserías, amenazas de muerte contra nuestros camaradas)!
Pero la “política proletaria” según nuestro dador de lecciones no se queda allí. El señor A. no tiene “ningún escrúpulo” en afirmar alto y fuerte que no dudará en llamar a las fuerzas de represión del estado burgués contra nuestros camaradas. ¡Bravo! El señor Sarkozy puede contar con A. para limpiar a Kärcher los militantes de la CCI. ¡Puede así otorgar a los protagonistas de la FICCI la medalla de oro de la “decencia social”!
3) Esta política supuestamente “proletaria” pregonizada por A. no nos sorprende. Puesto que éste se trata con maleantes, no es raro que termine por… llamar a la policía al rescate. ¡Las cosas como son!
Por nuestra parte, hemos rechazado la política típicamente BURGUESA consistente en llamar a las fuerzas de represión del Estado capitalista cuando nuestra organización es atacada. La CCI no fue a “denunciar” a la comisaría cuando, en 1981, el molesto individuo Chenier y sus cómplices nos robaron el material. Nosotros mismos fuimos a recuperar el material. Es en continuidad con esta política (que siempre ha sido la del movimiento obrero), no hemos “denunciado” a los pequeños hampones de la FICCI cuando nos han robado dinero y material político (principalmente la lista de suscriptores de nuestra publicación en Francia).
Tenemos, a propósito de eso, que informar hoy a nuestros lectores que, en la primavera del 2002, una delegación de la CCI fue a recuperar una parte del material de la organización (los archivos del órgano central de la CCI) en la segunda residencia de un miembro de la FICCI, Olivier. Sabíamos que la alarma de esta casa estaba conectada directamente al cuartel de policía (a fin de proteger los objetos de valor contra los robos). Es por esto que esperamos a que Olivier estuviera presente para recuperar nuestros archivos que se apresuraba a “trasladar”. El ciudadano Olivier no puso resistencia y nos devolvió todos los documentos internos que estaban almacenados en ese lugar. Esta operación de recuperación de nuestro material político se llevó a cabo sin ningún escándalo y en el mayor respeto a las reglas de la “decencia social” (¡a tal punto que la compañera de Olivier que estaba presente y que fue testigo de la “escena” ¡nos propuso que también tomáramos un aperitivo!). Es por esto que Olivier no pudo llorar sobre los tejados diciendo que había sido maltratado por nuestros camaradas.
4) Esta carta de amenaza revela sobre todo que la “decencia social” de la que se reivindica su autor pertenece a las costumbres de los hooligans y gangters mafiosos y no a los métodos de la clase obrera: “yo me defendería físicamente muy seriamente”. Esas jactancias se sitúan en plena continuidad de las amenazas de muerte proferidas, ante varios testigos, por el “matón” de Pédoncule (“eminente” miembro de la FICCI) a uno de nuestros camaradas: “¡Te voy a rajar el cuello!”. ¡He aquí la “moral proletaria” de la que se reivindica este “partidario” de la FICCI! ¡Los hampones pueden contar con la lealtad indefectible y sin principios de ese precioso caballero de la “decencia social”!
Por su parte, la CCI no se dejará intimidar por las bravuconadas de A. y otras amenazas de muerte de sus “compañeros degolladores”. Continuaremos defendiendo los principios del movimiento obrero no permitiendo que elementos provocadores (cuya única “moral” es la del lumpen) vengan a sabotear nuestras reuniones públicas. No permitiremos que delatores infiltren las reuniones públicas de la CCI para intimidar a nuestros camaradas y a nuestros contactos.
En cuanto a nuestros pretendidos métodos “estalinistas”, no podemos más que aconsejar a A. que lea nuestro artículo “Respuesta a las vergonzosas calumnias de una pequeña asociación de malhechores” en la cual denunciamos, en otoño de 2005, la complicidad de la FICCI con un estalinista disfrazado en Argentina, el ciudadano B. Pero sobre esta sórdida cuestión, A. prefiere sin duda esconder la cabeza en la arena, como los avestruces ¡para permanecer fiel a sus “compañeros” de la FICCI! Evidentemente, el trato con sus “compañeros” le impregnado hasta el cuello. Si intenta saber realmente lo que significa la “moral proletaria”, no podemos más que aconsejarle que se aleje de ellos.
CCI
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/rint/2006/125_tesis
[2] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[3] https://es.internationalism.org/content/387/lecciones-de-la-huelga-de-seat-no-las-movilizaciones-sindicales-si-la-lucha-obrera
[4] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[5] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[6] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana
[7] https://es.internationalism.org/tag/geografia/belgica
[8] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/lucha-de-clases
[9] https://es.internationalism.org/tag/geografia/argentina
[10] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos
[11] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200607/997/cronica-de-un-debate-en-un-centrto-social-okupado
[12] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/intervenciones
[13] https://es.internationalism.org/tag/geografia/america-central-y-sudamerica
[14] https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=22008&postdays=0&postorder=asc&start=0
[15] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[16] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[17] https://es.internationalism.org/cci/200510/155/manifiesto-del-ix-congreso-de-la-cci
[18] https://es.internationalism.org/tag/2/28/el-estalinismo-el-bloque-del-este
[19] https://es.internationalism.org/tag/2/26/la-revolucion-proletaria
[20] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/47-princi.htm
[21] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/feuerbach/2.htm
[22] https://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=16605
[23] https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=14455&postdays=0&postorder=asc&start=0
[24] https://es.internationalism.org/tag/geografia/francia
[25] https://es.internationalism.org/tag/geografia/india
[26] https://es.internationalism.org/tag/3/47/guerra
[27] https://sites.uol.com.br/opop
[28] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200602/606/respuesta-a-uhp-arde-mas-vale-zoquete-honesto-que-pillo-tramposo
[29] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[30] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/irak
[31] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion
[32] https://es.internationalism.org/tag/acontecimientos-historicos/espana-1936
[33] https://www.econoticiasbolivia.com/
[34] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200603/792/un-nuevo-engano-recorre-el-mundo-el-socialismo-del-siglo-xxi-de-chavez
[35] https://es.internationalism.org/internacionalismo/200506/42/el-socialismo-chavista-nueva-forma-de-redistribucion-de-la-miseria
[36] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200605/930/de-donde-puede-surgir-una-alternativa-al-capitalismo
[37] https://es.internationalism.org/rm/2006/92_tl
[38] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/chavismo
[39] https://es.internationalism.org/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/izquierda-comunista-francesa
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[84] http://www.caritas-ticino.ch/rivista/elenco%20rivista/riv_0203/08%20-%20Terzo%mondo%20nuova%20pattumiera.htm
[85] https://www.aiig.it/Un%20quaderno%20per%l
[86] https://www.lettera22.it/showart.php?id=296&rubrica=9