¿De dónde puede surgir una alternativa al capitalismo?

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Aunque los organismos económicos internacionales no reconocen estadísticamente una recesión económica en la mayoría de los países centrales ni cuanto menos un estancamiento, la vida cotidiana se hace cada vez más imposible para millones de jóvenes desempleados sin posibilidad de acceder a su primer empleo, o contratados en precario en condiciones miserables; o para los jubilados con pensiones que apenas permiten sobrevivir dignamente; obreros amenazados de despidos o chantajeados con la exigencia de trabajar más y cobrar menos para evitar las deslocalizaciones o los cierres de empresas… Así se suceden los llamados eufemísticamente “planes de empleo juveniles” (en Francia con el CPE querían instaurar el despido libre los dos primeros años de contrato), o “reformas del mercado de trabajo” (España: abaratamiento del despido), los “acuerdos de salvamento económico” (Alemania: la burguesía tenía “in mente” algo parecido a lo de Francia, más atrasar la jubilación a los 67 años; más aumento 3% IVA), o los recortes del “Estado del bienestar” en todas partes (en Gran Bretaña se anuncia igualmente  en el sector público la obligación de trabajar hasta los 65 años); o los anuncios directos o indirectos de despidos, como en el automóvil en España, o el sector público en Alemania…  Mientras muchos seres humanos se las arreglan para sobrevivir como pueden en medio de una miseria y una barbarie crecientes, no sólo en los países de la periferia, sino en el corazón mismo de las principales metrópolis capitalistas, como París (como han mostrado las revueltas de Otoño 2005 en la periferia de las ciudades francesas) o Nueva Orleáns.

Tampoco resultan tranquilizadores que digamos el «nuevo orden mundial», ni la «libertad duradera»[1], ni los «planes de Paz» en Oriente Medio…, al contrario, el fantasma de una guerra civil se perfila en Irak, y un aumento de las tensiones guerreras entre Israel y los países árabes. El fiasco de la invasión de Irak, ha desencadenado la barbarie más absoluta en el país, con centenares de muertos cada día en atentados y enfrentamientos armados, a los que hay que sumar los enfermos, ancianos y niños carentes de las mínimas condiciones higiénico-sanitarias. El esfuerzo bélico USA para imponer sus dictados en la región (no sólo a Saddam y las fracciones árabes radicales; sino fundamentalmente frente a los intereses de las potencias europeas), que comienza a despertar las protestas contra la guerra de la población americana recordando el «síndrome de Vietnam», está llevando en realidad a un reforzamiento de la fracción chiita[2] apoyada por Irán; el imperialismo iraní, que resulta el beneficiario momentáneo de esta situación de caos en la región, amenaza con su rearme nuclear y su candidatura a potencia regional.

De hecho, bajo la cobertura mediática de una aparente “normalidad”, se está produciendo una verdadera agravación de la crisis, los ataques a nuestras condiciones de vida y las tensiones imperialistas.

Sobrevivir en el capitalismo se hace cada vez más duro para la mayoría de la población mundial no explotadora. A la miseria del desempleo, la pobreza, la guerra y los atentados indiscriminados que amenazan a los obreros de cualquier ciudad del mundo, desde Tel-Aviv a Londres, Moscú o Madrid, se suma el impacto de la degradación social, la violencia, la delincuencia[3]… El capitalismo no ofrece ninguna perspectiva a la humanidad; al contrario, su subsistencia significa cada vez más miseria, barbarie y caos en todo el mundo.

Frente a ello se puede constatar un desarrollo de la combatividad de la clase obrera en todo el mundo, y de la reflexión sobre la perspectiva, sobre si existe una alternativa al capitalismo. Las movilizaciones contra el CPE en Francia, de las que ha sido protagonista una nueva generación de la clase obrera, son un impulso y una confirmación de esta dinámica, por su determinación, pero también por su búsqueda de la solidaridad, su organización en asambleas masivas, y el desarrollo de una conciencia sobre el futuro que el capitalismo ofrece a la clase obrera y a toda la humanidad. Aunque aún estamos lejos de ver un “crescendo” de luchas masivas en todas partes, estos combates no son un trueno en un cielo sereno, sino que expresan un cambio de espíritu en la clase obrera, particularmente en los jóvenes, que no han sufrido el impacto de las campañas sobre la muerte del comunismo. Son una confirmación del giro en la lucha de clases que se viene produciendo desde 2003, y cuyas características habíamos planteado:

«– implican a sectores muy significativos de la clase obrera de los países del centro del capitalismo (por ejemplo en Francia en 2003);

– manifiestan una mayor preocupación por problemas más explícitamente políticos. En particular los ataques a las pensiones de jubilación plantean la cuestión del futuro que la sociedad capitalista puede depararnos a todos;

– la cuestión de la solidaridad de clase se plantea de una forma mucho más amplia y más explícita de lo que se planteó en los años 1980, como hemos visto, sobre todo, en los movimientos más recientes en Alemania;

– se ven acompañadas del surgimiento de una nueva generación de elementos que tratan de encontrar claridad política. Esta nueva generación se expresa tanto en una nueva afluencia de elementos netamente politizados, como en nuevas capas de trabajadores que, por vez primera, se incorporan a las luchas. Como se ha podido comprobar en algunas de las manifestaciones más importantes, se están forjando las bases de una unidad entre esta nueva generación y la llamada “generación de 1968” en la que se incluyen tanto la minoría política que reconstruyó el movimiento comunista en los años 1960 y 1970, como sectores más amplios de trabajadores que vivieron la rica experiencia de luchas de la clase obrera entre 1968 y 1989.» (Resolución sobre la situación internacional del 16º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 122).

Además del movimiento de la primavera francesa, se han desarrollado luchas en el metal de Vigo, donde los obreros han buscado la solidaridad de otros compañeros, y han convocado “asambleas públicas” en la calle, donde pudieran intervenir otros obreros; en el sector postal de Irlanda del Norte, donde se han unido católicos y protestantes, organizando manifestaciones conjuntas en ambas zonas de Belfast; en la administración pública en Gran Bretaña y Alemania, contra las medidas de atraso de la jubilación; en Delhi, India, donde los obreros de Honda han recibido la solidaridad de las fábricas vecinas y de la población, etc. Desde 2003, diferentes luchas obreras han jalonado puntualmente esta dinámica, que lentamente se va a acelerando y consolidando (como la huelga de transportes en Nueva York, en defensa de las pensiones, donde los obreros han luchado para defender las condiciones laborales de sus compañeros más jóvenes; SEAT en España; hospital Garrahan en Argentina; Mercedes Benz en Alemania…)[4].

Al famoso Mayo del 68 francés, siguió rápidamente, como un reguero de pólvora, del “Otoño caliente” italiano en 1969, las luchas de Polonia en 1970, o España en 1976… La clase obrera, que apenas había levantado la voz tras la guerra, emprendía una dinámica de lucha y de búsqueda de una alternativa al capitalismo muy marcada por el entusiasmo y las ilusiones inmediatistas (“la revolución está a la vuelta de la esquina”), y por la dificultad para desarrollar una politización, que no ha llegado a desembocar, como muchos pensaban, en un enfrentamiento revolucionario directo con el Estado burgués; aunque tampoco ha sufrido una derrota que aleje por siempre esa perspectiva, como la burguesía ha pretendido con su campaña sobre “el fin de la lucha de clases”.

Hoy la incorporación de una nueva generación al combate de la clase obrera es la señal para el desencadenamiento de una nueva dinámica de huelga de masas, que no parte de donde se había quedado la dinámica del 68, aunque poco a poco va integrando sus lecciones; que une diferentes generaciones obreras; que se ve obligada a ir al fondo de las cuestiones sobre la perspectiva del capitalismo y la lucha, desarrollando por eso una politización; que avanza más lentamente y no es espectacular, pero va ganando al conjunto de la clase a la lucha y a la reflexión; que se ve obligada a tomar conciencia de su escala internacional y su naturaleza de clase (acallando todas las especulaciones sobre la “recomposición de la clase obrera” y “los nuevos sujetos revolucionarios”).

La burguesía siente la amenaza que este movimiento implica para su dominación de clase, y desde hace años intenta contrarrestarlo. Primero desarrolló el movimiento antiglobalización (donde se refundieron gran parte de los restos de grupos izquierdistas y ex estalinistas con anarquistas y pacifistas) en respuesta al anticapitalismo que iba extendiéndose entre los jóvenes, para mostrar que “otro mundo es posible”…. ¡en el capitalismo! Un capitalismo “solidario” y “de rostro humano”, al estilo del Sr. Presidente Lula, ex sindicalista que no ha tenido ningún reparo, acostumbrado a imponer la austeridad a los obreros con su política sindical, en impulsar las medidas de “contención salarial” y despidos que exige el “saneamiento de la economía nacional”.

Hoy que la dinámica de luchas va desarrollándose y madurando, ganando el terreno de la lucha obrera contra la precariedad, los despidos y el desempleo, y los recortes salariales, la burguesía de entrada niega la mayor, ocultando deliberadamente esa dinámica, como se ha podido ver en  la casi clandestinidad con que los medias han tratado la lucha contra el CPE en Francia, comparándola por ej. con el lujo de detalles con que nos obsequiaron el Otoño de 2005 sobre los altercados en la “banlieue”. Después encargando a sus plumíferos universitarios e intelectuales, sus “expertos analistas”, verdaderas campañas de calumnias para tratar de presentar estas luchas como “fenómenos aislados”, “casos particulares”, o “movimientos estudiantiles retardatarios” (como en el caso de Francia), cuando no como “protestas de privilegiados” (refiriéndose a la defensa de las condiciones de vida obreras y tratando de oponer a fijos y eventuales, jóvenes y mayores)[5].

Pero al mismo tiempo busca a toda prisa, revolviendo en su basura, un “modelo alternativo” al capitalismo para ofrecer a los elementos de este movimiento que se plantean alternativas políticas. De estos lodos del viejo mundo nos quieren vender ahora la alternativa de futuro, el «socialismo del s XXI» del Sr Chávez, que recién estrenado ya huele a bien podrido. ¿Y cómo podía ser de otro modo, si ahora pretenden convencernos de que la perspectiva está en un movimiento “bolivariano” populista, interclasista, que saca su antiimperialismo…USA, del apoyo que le prestan las potencias europeas rivales de éste; que se pone un disfraz “comunista” con las barbas de Fidel, cuya dictadura vitalicia es la caricatura de que el estalinismo tiene algo que ver con el comunismo?

Estos personajes que nos presentan ahora como el núcleo duro del «socialismo del futuro» han sido al contrario en el pasado, el hazmerreír de la campaña anticomunista y “democrática” de la burguesía: un viejo carcamal que ha hecho del «socialismo cubano» la bandera de la explotación salvaje de la población y al mismo tiempo su seguro de vida (después de ver el destino de los antiguos dirigentes del aparato estalinista en diferentes países); y un militar golpista con delirios de grandeza “panamericanos”, que defiende los intereses del capital venezolano a punta de pistola, repartiendo la miseria entre la población; y que saca su “resistencia” frente al imperialismo de las divisas del petróleo que vende a los USA. ¡Tan pocos recursos tiene el capitalismo a la hora de ofrecernos un futuro!

Eso sí, para dar un matiz “étnico” y de “modernidad” a este estalinismo populista trasnochado, la burguesía recurre a la guerrilla zapatista y al gobierno indigenista del Sr. Morales. Pero lo bien cierto es que son más de lo mismo. El “comandante Marcos” y los dirigentes zapatistas han mostrado con creces en las regiones del Estado de Chiapas donde han ejercido su gestión y su gobierno, que no tienen nada que envidiar a cualquier otro gobierno burgués por lo que concierne a la imposición de la austeridad a la población y la defensa de las necesidades de la economía capitalista, que nunca han puesto en cuestión[6]. Por otra parte, en su salto a la política nacional en la campaña electoral, el «delegado “0”» (Marcos) ha dejado bien clara su lealtad al capital nacional, con la que trata de compaginar los intereses de los pequeños propietarios[7].

El Sr. Morales (otro sindicalista promocionado a jefe de Estado), ha llegado al gobierno con un programa puro y duro de defensa del capital nacional, basado en la nacionalización de los hidrocarburos (que además ha sido un arma de engaño contra las luchas obreras que se desencadenaron hace dos años y que han sido enterradas en el movimiento “indigenista”), que no tiene nada que ver con la defensa de los obreros ni con no se qué «socialismo». Pero además (para que pueda verse el lado mediático de la propaganda de la burguesía sobre estos «revolucionarios»), sus recientes nacionalizaciones son de chicha y nabo, pactadas con el capital extranjero que explota la extracción del gas boliviano (por ej el capital español) y fundamentalmente al servicio de la mistificación de la población.

El verdadero movimiento revolucionario del s XXI son las luchas de la clase obrera; es el movimiento de huelga de masas que avanza lentamente; que va a estallar (como en Francia) en movilizaciones masivas en diferentes países, pero que también puede manifestarse en luchas puntuales que expresan las preocupaciones de la clase, y también madura en profundidad, en la reflexión de los elementos de la clase que buscan posiciones revolucionarias, en la intervención y el trabajo de los grupos revolucionarios. Ese movimiento que la burguesía quiere ocultar y difamar a toda costa,

 

15.05.2006

 

 

 


[1] Tras el hundimiento del estalinismo y el bloque del Este en 1989, y la primera del Golfo, desencadenada por USA para afirmar su liderazgo mundial en solitario frente a las otras potencias (principalmente europeas), Bush padre anunció un «nuevo orden mundial» de «paz y prosperidad» que sucedería a la «guerra fría»; ya hemos visto en qué ha quedado este pronóstico, con un aumento de las tensiones imperialistas en todo el mundo y del cada uno a la suya. Por otra parte, «libertad duradera» es el nombre de la operación militar de invasión de Irak, de la 2ª guerra del Golfo desencadenada por Bush hijo.

[2] «Será una pesadilla si nuestro país acaba siendo la guardia pretoriana de los chiies en Irak», ha dicho Anthony Lake, exconsejero de seguridad con Clinton

[3] En el Estado de Sao Paulo (Brasil) por ej., la amenaza de traslado de algunos “capos” mafiosos a otras cárceles, ha desencadenado una auténtica guerra en la que la población se toma como rehén y que ya lleva 82 muertos y muchos más heridos

 

[4] Ver Acción Proletaria noº 187, 184, y 178

[5] Ver en este mismo AP nuestra denuncia de una de estas “contribuciones” del Sr. Amorós: «La Primavera francesa explicada a los ibéricos»

[6] Ver Revolución Mundial, publicación de la CCI en Mexico, nº 87,88 y 89

[7] Ver «correo del lector» en Revolución mundial nº 92

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