El pasado 30 de Diciembre, ETA hacía estallar un coche-bomba cargado con probablemente más de 500 kilos de explosivos en el aparcamiento del aeropuerto de Barajas en Madrid. Como consecuencia de este atentado han muerto dos trabajadores de origen ecuatoriano, y cientos de personas se han visto afectadas por heridas, ataques de pánico, pérdida de sus vehículos (más de mil), amén de unos destrozos que costarán al Estado (o sea sobre todo plusvalía expoliada a la clase obrera) más de 30 mil millones de euros.
Una vez más, la barbarie que rezuman las pugnas entre las diferentes facciones de la burguesía muestra la espiral de creciente horror que es lo único que este sistema de explotación puede ofrecer como futuro, y una vez más las principales víctimas de ese terror somos nosotros: los trabajadores.
Quienes tienden a justificar la barbarie “etarra” señalan que no puede achacárseles el asesinato de obreros puesto que ellos avisaron de la colocación del artefacto. Este argumento es repugnantemente cínico puesto que equivale a decir que ETA confía en que su ancestral enemigo: la Policía española - plagada según ellos mismos de criminales y torturadores –, cumpla su papel y salve a las víctimas. Se excusan con criminal hipocresía en que el asesinato de trabajadores no es su objetivo, sino “daños colaterales” de su guerra contra el Estado español. Como puede comprobarse los pequeños gángsters copian cada vez más los discursos de los grandes “padrinos”. Pero no imitan únicamente la jesuítica coartada (el “fin justifica los medios”), sino también el propio “modus operandi” de los grandes gángsters democráticos: la guerra imperialista.
Como mostramos en nuestro análisis del 11-M (ver en Revista Internacional nº 117: “Atentados de Madrid: el capitalismo siembra la muerte”), los atentados terroristas son cada vez más actos de guerra cuyas víctimas no son señalados representantes del enemigo, sino una población civil indefensa y aterrorizada; actos de guerra que ya no se atienen a las “convenciones” con que los propios matones capitalistas han intentado reglamentar los conflictos armados (¡¡¡ la prensa burguesa se escandaliza de que antes del 30-D, ETA no hubiera adelantado el fin de la “tregua”!!!); actos de guerra al alcance ya no sólo de estados o de potentes organizaciones, sino de pequeños “señores de la guerra”, o de líderes de minúsculas facciones. También la prensa especula estos días con que no habría sido la dirección política de ETA, ni su brazo político –Batasuna – quien estaría detrás de la ruptura de la “tregua”, sino una especie de fracción “incontrolada” de los comandos. Asimismo en su reciente petición a ETA para que vuelva al “espíritu del 23 de Marzo” (fecha del anuncio de la susodicha tregua), el líder de Batasuna, Arnaldo Otegui, debía reconocer que eso no excluía nuevos atentados.
No son menos cínicos y criminales los argumentos para llamar a la población a cerrar filas en torno al “Estado de derecho” que nos presentan como freno a la irracionalidad, la violencia, y la bestialidad de los “terroristas”, cuando ese mismo Estado capitalista es igualmente una máquina al servicio de los intereses criminales de los explotadores. Ese Estado democrático que nos venden como un oasis de “convivencia pacífica”, lleva a cabo una verdadera guerra (tampoco “oficialmente” declarada) contra la vida y las condiciones de existencia de los explotados. Baste ver el número creciente de víctimas de accidentes de trabajo, de obreros con contratos precarios, carentes de vivienda,... Baste ver los efectos devastadores de la supervivencia de este sistema - defendida a sangre y fuego por ese Estado democrático – sobre la salud de los seres humanos y la del planeta. Baste ver la participación cada vez más activa de esos mismos Estados tan “civilizados” ellos, en las cada vez más numerosas y más sangrientas matanzas (Oriente medio, Afganistán,...).
No cabe hacer distinción alguna entre la moral de los matones al mando de los Estados democráticos y quienes hoy a formar nuevas maquinarias de explotación, nuevas patrias a las que sacrificar la vida de los explotados. Todos ellos respiran la misma repugnante lógica de un sistema social que se hunde en su descomposición terminal, sin ningún futuro que obtener, pero que no duda en preservar su dominación social aún a costa de llevarse por delante a la humanidad.
En 1990, cuando publicamos por primera vez nuestro documento: “La descomposición fase última de la decadencia del capitalismo” (ver Revista Internacional nº 62), ya pudimos vislumbrar cómo, en ausencia de una alternativa revolucionaria del proletariado, el capitalismo incapaz sin embargo de disciplinar a la sociedad en torno a su “solución” a la crisis histórica de su modo de producción (la III Guerra Mundial), tendería a desarrollar sus rasgos más destructivos, aquellos que empujan ciegamente a la desintegración social: desde la dislocación de las relaciones humanas a la agravación de la destrucción medioambiental, del caos y la multiplicación de los conflictos bélicos, al terrorismo, etc. En este mismo cuadro hay que entender la creciente tendencia a la pérdida de control del juego electoral y de la disciplina de los diferentes partidos políticos del Estado burgués.
Así hemos visto por un lado la irrupción, incluso en países avanzados, de formaciones sin ninguna alternativa realizable para los distintos capitales nacionales, pero que sin embargo distorsionan el mecanismo electoral. Tal fue el caso de Le Pen en Francia en las pasadas elecciones presidenciales, o más recientemente de los sectores religiosos ultraconservadores norteamericanos que impidieron hace un par de años a la burguesía USA licenciar al incompetente equipo Bush tal y como deseaba. La vulnerabilidad de los aparatos políticos de la burguesía de incluso países importantes ante la acción de estas facciones, se puso ya de manifiesto en el atentado perpetrado el pasado 11-M cuando una banda de pequeños “camellos” y soplones puso “patas arriba” los pronósticos electorales del 14-M. Hoy nos encontramos, de nuevo, ante una situación en que la acción de una pequeña banda, cuyos principales dirigentes están “controlados” por las autoridades, da al traste con el “Proceso de paz”, que se ha convertido en el único([1])eje de actuación política del gobierno Zapatero. Y lo hace además dejando a este en el más completo de los ridículos (no es casualidad que el atentado se produjera al día siguiente de que Zapatero anunciara que el “proceso” iba bien y que iría aún mejor), y sin capacidad de reacción. Hoy, de nuevo, distintos analistas políticos señalan que el resultado de las próximas elecciones (de las municipales de Mayo 2007, y de las generales previstas en principio para 2008) depende de lo que quiera hacer ETA, pues un atisbo de “nueva tregua” daría un cierto respiro al actual equipo dirigente del PSOE, mientras nuevos atentados llevarían al PP a la Moncloa.
Lo que más preocupa a los principales capitalistas españoles no es un dudoso fortalecimiento de la influencia de ETA entre sus sectores afines. Lo que les inquieta es ver como el resto de partidos políticos que conforman su Estado, se deja llevar cada vez más por la irresponsabilidad que les lleva a embarcase en aventuras políticas arriesgadas, por la indisciplina de anteponer intereses particulares de fracción a los intereses de conjunto del capital nacional español.
Ya cuando ZP abrió el “proceso” de paz tras la tregua apalabrada con ETA (ver en AP nº 189: “Para eliminar el terror, la clase obrera debe erradicar el capitalismo”) señalamos que se trataba de una operación política para evitar un nuevo pacto de Lizarra (acordado en 1998 entre ETA y el PNV), que dejara a Ibarretxe y su famoso plan “soberanista” como único medio de alcanzar la “paz”. Esta era la estrategia, compartida por el PSOE y el PP y reforzada desde el Pacto Antiterrorista del año 2000, que Aznar quiso llevar a cabo prohibiendo a Batasuna y persiguiendo incluso judicialmente a representantes del PNV como Atutxa; y que Zapatero , sin embargo, quiso llevar a cabo ofreciendo el puesto de interlocutor privilegiado a la propia ETA, y,... poco o nada más. Pese a la “escandalera” de la Derecha y sus medios de comunicación afines, lo cierto es que ZP (¡y además ha presumido de ello!) ha hecho menos concesiones reales que Aznar en la “tregua” de 1998. Y ello es así, porque como hemos demostrado en numerosos artículos[2], el problema de la mala soldadura del capital nacional español no sólo ha sido y es históricamente irresoluble, sino que tiende a agravarse en la etapa de la descomposición capitalista. Lo que los sectores más importantes de la burguesía reprochan hoy al PSOE no es que no haya resuelto ese problema, sino que con su temeraria “Operación Proceso” haya contribuido más bien a agravarlo.
En efecto a resultas del fracaso del tan manido “proceso” el PSOE se ve cogido entre dos fuegos, entre el PP y el PNV, dispuestos ambos a “ofrecerle” ¡el abrazo del... oso!, pues o bien ZP se desdice de su estrategia y vuelve al Pacto Antiterrorista con el PP y sin los nacionalistas, lo que equivale prácticamente al “harakiri” político de su camarilla al frente del PSOE[3], y carga de razón a la fracción más “ultramontana” del PP; o bien entabla un nuevo “romance” con el PNV, que se ve así fortalecido para imponer condiciones al PSOE, y es fácil imaginar de que tipo. Hemos podido ver, por ejemplo, recientemente al secretario general del PS vasco, Patxi López, reconocer que se veían “obligados” a ir a una manifestación convocada por el jefe del gobierno vasco, y tras una pancarta que reclama “Paz y Diálogo”, mientras otros sectores del PSOE se han desgañitado hasta la lipotimia para afirmar que “ya no hay diálogo que valga”. Este puede ser, uno de los primeros efectos secundarios de la purga administrada por ETA el 30-D: la aparición de tensiones crecientes en el partido político más cohesionado, y hasta hace poco más coherente defensor de los intereses de conjunto del capital nacional español: su Partido “socialista”.
¿Qué hemos de hacer los trabajadores?
¡No dejarnos engañar!, eligiendo entre opciones aparentemente distintas (el nacionalismo vasco o el nacionalismo español; la barbarie terrorista etarra o islamista o el terror del estado capitalista) pero que representan todas una misma perspectiva, un mismo aciago futuro para todas las generaciones obreras: más miseria, más guerra y más barbarie.
¡No dejarnos engañar!, creyendo que la legítima solidaridad con los trabajadores directamente golpeados por el terrorismo pasa por la defensa de la democracia de los explotadores, como nos proponen los sindicatos CCOO y UGT para la manifestación del próximo día 13, o la asociación de emigrantes ecuatorianos, que nos llama a desfilar en esa misma manifestación tras la bandera de la “patria ecuatoriana”, una patria que como todas ellas es el coto privado de los explotadores del país, que han expulsado del país – vía miseria – a la mitad de sus “ciudadanos”.
¡No dejarnos engañar!, pensando que la forma de hacer frente a los problemas de los explotados pasa por cambiar el color del gobierno en una próxima cita electoral. Ya el atentado del 11-M hizo que muchos jóvenes y trabajadores, recelosos de lo que habían significado los anteriores 12 años de gobierno “socialista” o desencantados de la farsa electoral y democrática, decidiesen sin embargo a última hora ir a votar, para echar al incompetente y mentiroso gobierno del PP, y ya vemos 2 años después que lo sustancial de las condiciones de vida obrera (el poder adquisitivo menguante de los salarios, el paro y la precariedad, la inaccesibilidad de una vivienda,...) ha seguido degradándose imparablemente, que la guerra sigue extendiéndose (el gobierno ZP ha batido todos los récords de envíos de tropas a los conflictos, y por mucho que se lavara las manos en Irak eso no significa que se haya detenido la matanza, además de ser por ejemplo cómplice directo de las acciones de castigo de las tropas de la OTAN contra la población en Afganistán,...), que la amenaza terrorista no solo no se desvanece sino que se acrecienta. Tampoco es una alternativa válida para los trabajadores, el llamado “voto de castigo” que en sus diferentes alternativas (votos blancos o nulos, candidatos alternativos,...) nos venden como una forma de mostrar nuestra desafección de la llamada “clase política” tradicional, pero que, en realidad refuerza entre los trabajadores la idea de la impotencia, puesto que lo único que podríamos hacerle al sistema es... ¡la puñeta!
Por el contrario ¡hemos de tomar conciencia! de que sólo destruyendo este inmundo sistema de miseria, terror y barbarie, podemos aspirar a una verdadera vida humana, y que esa tarea y esa enorme responsabilidad incumbe a los explotados, a la única calase revolucionaria de esta sociedad: el proletariado mundial.
Acción Proletaria 9/01/ 2006.
[1] En nuestra Resolución sobre la situación en España que publicamos en el anterior número de Acción Proletaria (ver “En España como en todo el mundo, el futuro pertenece a la lucha de clases”), mostramos como el gobierno ZP había prácticamente tirado la toalla en sus propósitos de detener la degradación de la economía española, o de frenar el debilitamiento de su posición internacional.
[2] Recomendamos especialmente a nuestros lectores los artículos que publicamos en AP nº 103,112,126,135,138,141,143, 150, y 189.
[3] Amén de otras repercusiones en la estabilidad parlamentaria del gobierno central, el tripartido catalán, el gobierno autonómico gallego, etc
Día a día aumentan los conflictos y la tensión bélica en diferentes zonas del planeta y, especialmente, en el Próximo y Medio Oriente. Al infierno sin límites en el que se ha convertido Irak se han sumado recientemente el Líbano y, los problemas entre Palestina e Israel tampoco conocen verdadera tregua. Mientras crece asimismo la tensión de Irán con sus vecinos, Afganistán vuelve a conocer una situación de guerra abierta en diferentes zonas del país, situación que en filigrana comienza a darse en Somalia.
Esta terrible situación que expresa dramáticamente la descomposición y la barbarie en la que se hunde un sistema capitalista moribundo, va a agravarse en diferentes partes del planeta. En primer lugar, las grandes potencias mundiales, y muy especialmente Estados Unidos, van a seguir azuzando directa o indirectamente todas las tensiones para poder conseguir imponer sus intereses. El fracaso evidente de su política en Irak pretende corregirse con más de lo mismo. La “nueva estrategia” del Gobierno Bush que teóricamente debía hacerse eco de las recomendaciones del llamado Plan Baker (una política menos “militarista y más diplomática” en la zona”) ha consistido en enviar 21.000 soldados más para imponer algo que aún no han conseguido cientos de miles de soldados ya presentes, el control manu militari de Bagdad. La respuesta de sus rivales no se han hecho esperar: los chiítas declaran que los nuevos soldados volverán en ataúdes, e Irán y Siria siguen con su política de desafío sistemático y calculado a las exigencias norteamericanas. Las amenazas de uso de nuevos medios de destrucción como las que están lanzando Israel a Irán no son ni una casualidad ni un farol de jugador de póquer.
Pero no asistimos únicamente a un crescendo de tensiones entre los distintos países de la zona, sino también al estallido dentro de estos de violentos conflictos entre distintas etnias o confesiones religiosas (Irak, Líbano, Somalia), e incluso entre los partidarios de una misma “causa”, como es el flagrante caso en Palestinas con los tiroteos de militantes de Hamás contra los de Al Fatah y viceversa. Se dibuja en el horizonte una profunda división y enfrentamiento que en algunos casos, como sucede en Líbano o Irak, amenaza con el desarrollo de situaciones de guerra civil entre comunidades cada vez más antagónicas, es decir un siniestro de chantajes, miseria y muerte que sufre una población civil aterrada por quienes se presentan como sus “salvadores”. Si algo demuestran las muertes cotidianas en Gaza y Cisjordania, como las de Beirut o Bagdad es que estas facciones que dicen representar a las masas son tan imperialistas y criminales como las grandes potencias capitalistas.
Líbano es un pequeño país de cuatro millones de habitantes que no cuenta con ningún recurso estratégico o económico digno de mención: no hay petróleo, no hay gas, tampoco enclaves que interesen a los militares de forma especial, nada que en apariencia desate el apetito de los depredadores imperialistas del mundo. Y, sin embargo, gran número de imperialismos grandes y pequeños están implicados en la grave crisis en la que esta sumido el país. ¿De donde viene el interés de todas estas potencias imperialistas?, ¿Qué futuro puede esperar la población civil atrapada en la espiral de tensiones bélicas en la zona?
El domingo 10 de Diciembre de 2.006, Beirut, capital del Líbano, fue recorrida por manifestaciones masivas, de gentes excitadas y dispuestas a hacer todo tipo de barbaridades. En algunos barrios de la ciudad centenares de miles de chiítas, partisanos del partido pro-sirio Hezbollá, a los que se unieron los cristianos seguidores del General Aoun (que actualmente apoyan a los pro-sirios), proclamaron violentamente su odio contra la comunidad sunnita.
Esta muchedumbre, encuadrada por milicianos armados, reclamaba a grito pelado la dimisión del Gobierno. Al mismo tiempo, en Trípoli, una muchedumbre de similares características, formada esencialmente por sunnítas, manifestaba su apoyo al Gobierno. Durante el mes de Diciembre, Hezbollá, reforzado política y militarmente tras su aparente victoria de Agosto de 2006 sobre el ejército israelí e indirectamente sobre el “gran demonio americano”, ha organizado el asedio físico y político del Serail, residencia del primer ministro Fouad Siniora.
Decenas de puestos del control se han implantado en el centro de la ciudad de Beirut, bloqueando todos los accesos al Serail, sin que el ejército libanés pudiera hacer nada. Por su parte grupos armados sunnítas ha amenazado con asediar el Parlamento y secuestrar a su Presidente, el chiíta Nabil Berri, y se aprestaban a cortar las carreteras que unen Beirut con el valle de la Bekáa donde Hezbollá tiene su bastión fundamental.
Con tal nivel de tensión entre las distintas comunidades (incluyendo a los drusos), la menor chispa puede incendiar este país. Y no faltan pirómanos. En una reciente entrevista concedida a la televisión, el general Michel Aoun dijo: « debemos desarrollar un plan de la oposición para formar un nuevo Gobierno (…) y escuchar las reflexiones del presidente de la República Emile Lahoud, y del presidente del Parlamente Nabil Berri, sobre cómo debemos hacer caer al Gobierno de Fouad Siniora...». (citado por “Courrier International” del 14 de Diciembre de 2.006). En ese sentido reiteran su propuesta de que el nuevo Gobierno ha de ser de orientación pro-Siria y que estaría apoyado por Hezbollá y todos sus aliados actuales, incluida la fracción chiíta del Ejército libanés.
La perspectiva de enfrentamientos armados entre las diferentes comunidades va abriéndose paso en el Líbano, alimentada e impulsada, eso sí, por bandidos imperialistas de mayor calibre que secundan a tal o cual fracción.
Sería erróneo pensar que cientos de miles de personas rodean la sede del Gobierno de Fouad Siniora, sólo para derribar este Gobierno. Lo que está en juego es mucho más e implica directamente a muchos de los Estados de la región, tras los cuales se esconden los grandes bandidos imperialistas del planeta. Lo que en realidad pretenden los chiítas y los partisanos del general Aoun, es simplemente que Siria vuelva a hacerse con el control del Líbano.
Para Siria, que junto a Irán apoya política y militarmente a Hezbollá, se trata de aprovechar al máximo el debilitamiento del Estado israelí y de su aliado americano, para hacer valer sus apetitos en el Líbano e indirectamente en la región del Golan ocupada por el ejército hebreo. Nunca desde la retirada de sus tropas del Líbano en 2005, Siria se había encontrado una situación tan aparentemente favorable a sus intereses. Pero Irán, actual aliado de circunstancias de Siria, no ha conseguido desarrollar aún su influencia propia en el Líbano conforme a sus intereses. Para reforzar el poder de la comunidad chiíta en el Líbano, necesita que también se fortalezca en Irak. Eso llevaría al Estado iraní a afirmarse como principal protagonista de la contestación a los intereses de Israel y Estados Unidos.
Pero, por su parte, Egipto, Arabia y Jordania países dirigidos por sunnitas, se muestran inquietos por ese reforzamiento del poder de un Irán chiíta que financia a Hezbollá, y apoyan al gobierno de Siniora. Estos países árabes, particularmente influenciados por la política imperialista americana, expresan abiertamente su disgusto y hostilidad ante el aumento de la influencia del “hermano”, enemigo, iraní.
Considerando todos estos elementos se atisba una ruptura profunda e irremediable en el seno del conjunto del mundo musulmán. Y, evidentemente, el aumento de las tensiones en el seno del mundo árabe no presagia nada bueno para el futuro de toda esta región.
Por otra parte, esta brecha abierta es una oportunidad para potencias como Alemania y Francia que cuenta además con una presencia militar directa sobre el terreno. El martes 5 de Diciembre, estos dos países dieron a conocer una declaración común en la que hacían saber que no permitirían ninguna ingerencia extranjera (¿¿??) en el Líbano, y advertían directamente a Siria para que «se abstuviera de aportar su apoyo a las fuerzas que buscan la desestabilización del Líbano y de la región, y establezca con Líbano una relación de igualdad y respeto de la soberanía de cada uno de los dos países» (publicado en el periódico “Liberation” del 15 de Diciembre de 2.006). Para todo bandido imperialista que se precie el enemigo de mi aliado es, de momento, mi propio enemigo. Francia, que no tiene más apoyo en el Líbano actual que la mayoría cristiana acérrima enemiga de Siria, no ha dejado por tanto de criticar abiertamente a este país.
El aumento de las tensiones bélicas en toda la región que se comprueba en la crisis libanesa, se ha confirmado neta y brutalmente con el denominado “verdadero-falso lapsus nuclear” del primer ministro israelí Ehoud Olmert. Mientras la política tradicional de la burguesía israelí ha sido siempre mantener en la ambigüedad la posesión de arsenal nuclear, resulta que en una reciente entrevista en la TV alemana, el pasado 12 de Diciembre y cuando criticaba las justificaciones iraníes para dotarse de armamento nuclear, el citado Olmert dio claramente a entender que Israel posee armas nucleares, al mismo nivel que Francia, Rusia o los Estados Unidos. Este intencionado “gazapo” cobró todo su sentido cuando días más tarde el nuevo ministro de defensa norteamericano Robert Gates reconoció en su comparecencia en el Congreso USA que Israel es uno de los países que poseen la bomba atómica. Es evidente que no hay error ni “lapsus” que valgan, sino un “aviso” a Irán de lo que están dispuestos a hacer sus enemigos si sigue acrecentando su poderío. Según el diario árabe “Al-Quds-Arabí”, se trataría igualmente de una «preparación para un eventual recurso a la potencia nuclear, si Israel decidiera en algún momento atacar a las ciudades que acogen bases nucleares iraníes» (citado por “Courrier International”, 13 de Diciembre de 2.006). No podemos, desgraciadamente, descartar en modo alguno esta eventualidad. Marx ya constató hace más de ciento cincuenta años que el capitalismo nació entre el fango y la sangre. Hoy en día, su descomposición como sistema social, su lenta y terrible agonía puede llevar a la humanidad por el camino de un infierno terrorífico.
Únicamente la lucha del proletariado puede ofrecer una perspectiva para erradicar definitivamente esa barbarie, ya que su lucha por defender sus intereses como clase le opone a todos los sectores de la clase explotadora. Por ello resultan muy significativas las luchas obreras que han tenido lugar en Palestina e Israel (ver artículo en este mismo número de AP), pues muestran la negativa de los trabajadores a sacrificar sus condiciones de vida en aras al interés imperialista y criminal de sus explotadores. Sólo el desarrollo de esos combates, y a su cabeza los de los proletarios de los países centrales del capitalismo, puede abrir una salida a la humanidad.
Adaptado de Révolution Internationale, publicación en Francia de la CCI.
A pesar del odio nacionalista que paraliza la mayor parte del tiempo la lucha de clases en Israel y en Palestina, las severas privaciones económicas resultantes del estado de guerra permanente han puesto a los obreros de los dos campos antagónicos a combatir por sus propios intereses de clase. En septiembre, los empleados de Cisjordania y Gaza han desarrollado huelgas y manifestaciones para exigir que el gobierno de Hamas pague muchos meses de salarios atrasados, debido al bloqueo de los fondos internacionales por el estado israelí, recogiendo así las reivindicaciones de una buena parte de los 170.000 funcionarios en huelga. De esta manera, los trabajadores de la enseñanza se han puesto en huelga a partir del 4 de septiembre con tasas de huelguistas del 80 al 95%, desde Rafah (sur de la Banda de Gaza) a Jenín (norte de Cisjordania). Este movimiento se propagó hasta la misma policía palestina y sobre todo a comienzos de octubre en el sector de la sanidad donde la situación es dramática, incluyendo también Cisjordania.
Los funcionarios del ministerio de Sanidad sólo han recibido tres pagos parciales en siete meses y decidieron una huelga ilimitada para reclamar el pago de todo lo que se les debe.
Paralelamente, el 29 de noviembre, la dirección de Internet Libcom.org informaba que una huelga general había surgido en el sector público israelí. Comprendiendo los aeropuertos, los puertos, y que las oficinas de correos estaban todas cerradas. 12.000 empleados de los servicios municipales incluidos los bomberos se pusieron en huelga convocados por la central sindical Histadrout (la Federación General del Trabajo) en respuesta a las violaciones de los acuerdos entre los sindicatos y las autoridades locales y religiosas. Histadrout también declaró que estos últimos se han atrasado en los salarios a pagar y que el dinero de los empleados que debía estar depositados en los fondos de pensión había desaparecido.
La guerra imperialista amplifica la ruina económica y la miseria de los proletarios en la región. La burguesía de los dos campos es cada vez más incapaz de pagar a sus esclavos asalariados.
Estas dos lucha han sido objeto de toda suerte de manipulaciones políticas. En Cisjordania y en Gaza, la fracción de oposición nacionalista, Al Fatah, ha tratado de utilizar las huelgas como un medio de presión hacia sus rivales de Hamas.
En Israel, Histadrout tiene una larga tradición de llamamientos a “huelgas generales” hipercontroladas para acabar con la cólera de los obreros llevándolos al terreno de la burguesía en provecho de una u otra fracción. Pero es significativo que en Israel, la huelga general de Histadrout (que ha sido detenida en menos de 24 horas) fue precedida de una ola de huelgasmucho menos controladas, de empleados, enseñantes, profesores de universidad, empleados de banca y los funcionarios.
La desilusión ante el fracaso militar de Israel en Líbano sin duda alguna ha alimentado este gran descontento. Durante la huelga de septiembre en los territorios palestinos, el gobierno de Hamas denunció la acción de los funcionarios contraria al interés nacional y trató de disuadir a los enseñantes en huelga: “¡Si queréis manifestaros, manifestaros contra Israel, los Americanos y Europa!”.
En efecto, la lucha de clases se afirma contraria al interés nacional y se opone de esta forma a la guerra imperialista.
Traducido de Révolution Internationale nº 375, publicación de la CCI en Francia.
Una nueva serie de artículos para abordar las dudas actuales sobre la alternativa revolucionaria del proletariado contra el capitalismo.
Introducción
Día tras día crece entre los trabajadores y la población en general una profunda y justificada inquietud por el negro destino que nos ofrece la vigente organización de la sociedad: el sistema capitalista. En las páginas de esta misma publicación analizamos el desastre medioambiental, la miseria que se plasma en la falta de un techo digno de tal nombre, o la espiral de guerras y terror que asolan con cada vez más hiriente intensidad a la humanidad. Pero ¿qué podemos hacer? La inmensa mayoría de los partidos políticos, sindicatos, y demás instituciones del sistema tratan de camelarnos con la ilusoria patraña – eso sí que es una utopía – de “presionar” para “reformar” el capitalismo. Otros desengañados de tan reiterados embustes, pero cegados por la lógica destructora de este sistema de explotación que chorrea sangre y caos por todos sus poros, nos proponen dejarnos arrastrar por esa misma pulsión arrasadora y no ven más “respuesta” que los oprimidos arrebaten a los opresores el “honor” de reducir a cenizas la obra de miles de años de trabajo humano. Pululan igualmente multitud de ideólogos que predican toda clase de vías, desde la vuelta a las supersticiones religiosas, a la construcción de “búnkers” mentales de indiferencia ante el horror que se abate sobre nuestra especie y la naturaleza toda([1]). Todas estas mistificaciones, tan aparentemente diferentes unas de otras, parten de un principio medular del pensamiento burgués: no hay alternativa viable a este sistema, no existe posibilidad alguna de que los seres humanos convivan sin explotación, miseria, guerras, el capitalismo es el fin de la historia. Esa es desde luego la “respuesta” que le interesa propalar a la burguesía ante la creciente inquietud por el futuro que se avecina.
No dudamos que esa visión resignada e impotente tiene todavía mucho peso en la gran mayoría de la población, pues, como decía Marx: «la ideología dominante en la sociedad es la ideología de su clase dominante». Sabemos que la ideología sigue siendo dominante en la sociedad, eso es obvio, pero lo que debemos discutir es ¿su impacto tiende a hacerse mayor o por el contrario, tiende, aunque sea lentamente y sin seguir necesariamente un camino lineal, a debilitarse?. Nosotros pensamos que sí. Ya hemos explicado en otros artículos ([2]) los hechos que prueban materialmente el despuntar de un nuevo esfuerzo de combatividad y toma de conciencia por parte de la clase llamada precisamente por la historia a instaurar esa nueva sociedad verdaderamente humana: el proletariado mundial. Ese esfuerzo de toma de conciencia por parte de una clase que siendo la única clase revolucionaria, es al mismo tiempo la clase explotada de la sociedad, no se traduce en una “iluminación” súbita, un descubrimiento repentino de la verdad y toda la verdad, sino que se opera a través de una evolución en que viejas dudas dan paso a nuevos interrogantes.
En 1999-2000, por ejemplo, redactamos una serie de artículos bajo el título general de “Respuesta a las dudas sobre la clase obrera” ([3]). Esta serie era el resultado de debates que mantuvimos con elementos muy jóvenes que buscaban efectivamente alternativas al capitalismo pero en una situación marcada por un profundo desarraigo del proletariado, en cuyas filas pesaban enormemente todos los mitos propalados por el capitalismo en los años 90: triunfo del capitalismo sobre el “comunismo” (en realidad capitalismo de Estado estalinista), superación de las crisis económicas con la “nueva economía”, y la “revolución tecnológica”, creación de un nuevo “orden mundial” que extinguiría las guerras al desaparecer los bloques imperialistas que las habían protagonizado en los 50 años anteriores,... En definitiva el ambiente que se respiraba en la clase obrera era de desorientación, y también de apatía, pues la dinámica de luchas de los años 70 y 80 se había agotado sin haber conseguido, como muchos soñábamos, derribar el capitalismo, y lo que predominaba, incluso en elementos que sinceramente trataban de no dejarse arrastrar por el “triunfalismo” capitalista, era, sin embargo, una duda radical sobre la existencia misma de la clase obrera y más aún sobre su capacidad no digamos para hacer una revolución sino para, al menos, luchar contra la explotación siempre en aumento del capitalismo. En palabras de un compañero en una carta que nos escribió por entonces «yo no veo por ningún lado a la clase obrera sí acaso vociferando como estúpidos en los campos de fútbol». La problemática que entonces predominaba oscilaba entre la negación de la existencia misma del proletariado o la tesis (todavía más peligrosa por cuanto es más sofisticada), de que el proletariado seguía existiendo (¿quién sino crea la inmensa mayoría de la riqueza social?), pero que había dejado de constituir ya una amenaza para el capitalismo, y mucho menos una alternativa revolucionaria.
Hoy, el proletariado, desde 2003, ha empezado a retomar el camino de la lucha, sectores significativos de nuevas generaciones obreras empiezan a protagonizar luchas en unidad con las viejas generaciones (movimiento de los estudiantes en Francia, luchas en Vigo, Bangla Desh, Brasil, India, China, Gran Bretaña, todas ellas durante 2006) y, más profundamente aún, muchos jóvenes obreros –junto con compañeros de anteriores generaciones que vuelven a retomar el interés por la causa proletaria- se plantean preguntas sobre qué porvenir nos depara el capitalismo, cómo luchar, etc. La situación ya no es la misma y las preguntas que se hacen estas minorías parten de que sólo la clase obrera puede hacer una revolución y en la convicción de que puede y debe luchar contra el capitalismo.
Es evidente que dentro de ese marco se plantean muchas dudas, se ve que el camino es muy difícil, se constatan obstáculos que aparecen a primera vista como infranqueables. Sin embargo, el punto de partida no es ya la negación radical o la duda paralizante sobre la clase obrera([4]) sino el principio de una confianza sobre su capacidad de lucha y sobre la perspectiva revolucionaria de la que es portadora. Expresión avanzada de ese ambiente son estos pasajes de una carta de un compañero que hemos recibido recientemente: «si hay una fuerza social, un movimiento social de masas en su número y extensión, que encarne en su lucha contra la sociedad capitalista “la autoorganización, la comunicación, la solidaridad, el coraje, la reflexión” es, sin lugar a dudas, el movimiento obrero (…) Ahora bien, es referente al sujeto revolucionario, a la fuerza social que pueda y quiera ejecutar la sentencia de muerte a la sociedad capitalista y construir otras relaciones sociales, donde yo tengo más dudas y vacilaciones. La lucha individual por la supervivencia en un entorno hostil, la soledad, la falta generalizada de experiencias de solidaridad, lucha y reflexión colectiva, el embrutecimiento, el miedo y la desconfianza en general… son losas que pesan mucho, que a priori hacen difícil levantar la mirada para algo más que no sea intentar tirar para adelante en medio de esta jungla, que desde luego dificultan mucho plantearse el derrocamiento revolucionario de lo existente».
La “contradicción” que puede percibirse en estas reflexiones es más aparente que real. La confianza en la capacidad histórica del proletariado, en las potencialidades de su lucha, no significa negar sus dificultades inmediatas, sus vacilaciones, los obstáculos que lo paralizan. Al contrario, es el reconocimiento serio, científico, de esos problemas, el mirarlos cara a cara, el analizarlos a través de debates en profundidad, lo que permitirá que la clase obrera pueda avanzar en sus luchas, en su toma de conciencia y vaya madurando sus capacidades para enfrentarse al capitalismo.
El objetivo de esta nueva Serie de artículos que ahora emprendemos es animar un debate sobre esas dificultades, problemas, obstáculos, que enfrenta la lucha obrera, desde una perspectiva de combatientes comprometidos. Se trata de rechazar tanto las posturas de “profesores” que pontifican dogmáticamente sobre “un proletariado que hará inexorablemente la revolución cuando lo dicten las condiciones objetivas y disponga de un Partido que lo dirija” como las de esos escépticos que no ven más allá de sus narices y que en nombre de que “el proletariado no ha hecho la revolución y ha fracasado en anteriores empeños” le condenan por los siglos de los siglos.
Ambas posturas propagan la parálisis y la desorientación. Frente a ellas debemos desarrollar un debate abierto y fraternal sobre los problemas de una clase obrera que sufre, siente, piensa, busca respuestas, intenta luchar, tiene fracasos, dudas y dificultades, en definitiva, es un ser vivo.
¿Puede el capitalismo comprar al proletariado con concesiones económicas para retardar y evitar la revolución proletaria?
Iniciamos esta serie mediante un artículo que resume un debate que hemos tenido con compañeros en diversos lugares. Todos compartían con mayor o menor fuerza la convicción antes expresada: la clase obrera puede luchar y sólo ella puede llegar a cambiar el mundo. En ese marco las discusiones muy animadas versaban sobre sus dificultades actuales. Una de las dificultades que a juicio de algunos compañeros constituía un obstáculo muy grave es la capacidad que tiene el capitalismo de engatusar al proletariado con concesiones económicas desde el subsidio de desempleo y las pensiones de jubilación a la adquisición de determinados bienes como la vivienda, etc.,... Según algunos de estos compañeros, mediante estos mecanismos el capitalismo puede chantajear al menos a un sector del proletariado que preferiría conservar tales “conquistas” antes que aventurarse a cambios revolucionarios. Se tratarían pues, según expresión de algunos de ellos, de “tampones sociales”, para evitar, o al menos retrasar, las explosiones de lucha de los trabajadores. Los argumentos que estos compañeros ponen encima de la mesa de discusión, son aparentes “verdades del barquero” que escuchamos todos los días en el trabajo, en el barrio, etc.: los jubilados es verdad que cobran pensiones de miseria pero con el Inserso disfrutan de vacaciones que nunca soñaron, los jóvenes no ganan para irse de casa pero lo que ganan les permite divertirse, los obreros de 40 y 50 años se empeñan de nuevo para hipotecarse en comprar una segunda vivienda, etc.,... Esos manidos datos “sociológicos” son repetidos una y otra vez por los medios de comunicación de la burguesía, para “demostrar” que, a pesar de la creciente degradación de las condiciones de vida del proletariado, éste aún tendría demasiadas ataduras al capitalismo como para plantearse erradicarlo.
No vamos a entrar aquí a discutir la incidencia mayor o menor de estas situaciones ([5]), sino a tratar de aportar un método histórico para entender que, en todo caso, no ponen en cuestión la potencialidad revolucionaria de la clase obrera. En concreto en esta primera parte abordaremos las diferentes supercherías ideológicas que la burguesía ha intentado transmitir al proletariado para “convencerle de lo injustificado” de su revuelta contra la explotación, así como el significado real de las supuestas “concesiones” del capitalismo a sus explotados.
Las mejoras y reformas que a lo largo de la historia ha podido obtener la clase obrera jamás han cambiado su naturaleza revolucionaria.
A lo largo de los más de dos siglos que dura ya la lucha entre proletariado y burguesía, ésta ha tratado siempre de convencer al primero de las ventajas de la explotación capitalista. En los albores del capitalismo, cuando los trabajadores sufrían terribles condiciones de vida (trabajo infantil, jornadas de 12-14 horas, hacinamiento en las terroríficas “workhouses”,...), la burguesía le decía a los trabajadores que, al menos, habían conquistado la “libertad”. En efecto la explotación de la plusvalía de los trabajadores, mecanismo verdadero de la acumulación capitalista, necesitaba una clase de hombres “libres” de ataduras a la tierra o al señor feudal, y también “liberados” (es decir desposeídos) de los medios de producción, hasta el extremo de que los obreros «no viven sino a condición de encontrar trabajo y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acreciente el capital» (“Manifiesto Comunista”).
Progresivamente, el desarrollo y la extensión de la producción capitalista y el abaratamiento de las mercancías, hizo que los trabajadores pudieran lograr medios de consumo que hasta entonces parecían impensables e incluso superiores a los que podían conseguir sectores arruinados de la pequeña burguesía o el campesinado. Entonces algunos “pensadores” retardatarios dijeron que tales mejoras invalidaban al proletariado para hacer la revolución, y que el “modelo revolucionario” residiría más bien en los damnificados por el derrumbe de la producción artesanal (Proudhon) o incluso en los...¡bandidos! (Bakunin).
En el periodo de 1870 a 1914 se pudo observar en los principales países industriales una mejora sustancial y progresiva de las condiciones obreras. Esto correspondía a un periodo histórico de apogeo del capitalismo, de su capacidad como sistema para desarrollar las fuerzas productivas sociales. Por citar únicamente 3 expresiones emblemáticas de ello: la jornada laboral pasó de 12-14 horas a 8-10 horas; el puesto de trabajo se hizo más o menos fijo para una cantidad significativa de obreros frente a la eventualidad y la precariedad agudas que reinaron en los periodos anteriores; a través de cajas de socorros mutuos, gestionadas directamente por los sindicatos –entonces organizaciones genuinamente obreras- muchos trabajadores pudieron gozar de un seguro de vejez cosa que no había existido antes más que muy minoritariamente.
Surgió entonces en el movimiento obrero de esa época una corriente oportunista de la peor calaña, el “reformismo” (que acabó pasándose con armas y bagajes al campo capitalista). Esta teoría postulaba por un lado que el capitalismo habría conseguido desterrar definitivamente las crisis económicas como las que cíclicamente le sacudían en el pasado ([6]), y por otro que el proletariado estaba demasiado “acomodado” a una lucha sindical y parlamentaria que le permitía obtener tales mejoras, que plantearle la perspectiva de una lucha revolucionaria sería un simple ejercicio de radicalismo retórico. Lo cierto es que quienes, como Rosa Luxemburgo, Lenin, Pannekoek,... siguieron defendiendo la perspectiva revolucionaria demostraron tener razón. En 1914 estallaba la 1ª Guerra Mundial que demostraba la entrada del capitalismo en una crisis histórica permanente, y tres años más tarde, ese proletariado supuestamente “abducido” por el capitalismo desató una oleada revolucionaria que desafío el orden capitalista.
Ya en el siglo pasado hemos asistido a múltiples tentativas por parte de la burguesía de “revacunar” al proletariado contra cualquier tentación revolucionaria, presentándole como “aburguesado” y “cómplice” del sistema capitalista. Así en los años 60, cuando el proletariado no había despertado aún de la contrarrevolución que siguió precisamente a la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, hicieron furor las teorías (recordemos a los Marcuse, Adorno, y cía) que apuntaban con el dedo culpabilizador a un proletariado “integrado” en el sistema seducido por el “consumismo” (los consabidos mitos del “cochecito”, los electrodomésticos, las vacaciones,...). Y, sin embargo a finales de esa misma “década prodigiosa” ese proletariado presuntamente integrado ponía punto final a la contrarrevolución con una oleada de luchas que sacudió todos los rincones del planeta (Mayo 68, las luchas de los 70 en España, el Cordobazo argentino, etc.). Al final de esas oleadas de luchas, en los años 80, los “ideólogos” del sistema descubrieron una nueva forma de inmunidad del capitalismo: el llamado “capitalismo popular”, que consistía en que además de la sustracción de plusvalía, los obreros debían dedicar parte del salario restante a comprar participaciones en fondos de inversión, para en realidad capitalizar sus pensiones y seguros de desempleo (porque la vía clásica de la seguridad social está abocada a la quiebra), o para evitar que la inflación devorase sus menguados ahorros en las cuentas corrientes([7]). Eso mismo es lo que lleva hoy a algunos trabajadores, cada vez menos desde luego, a tratar de proteger lo poco que han podido ahorrar invirtiendo en “ladrillo”.
Es decir que lo que en realidad supone una condena a los trabajadores resultado del curso especulativo del propio capitalismo enfangado en una crisis económica irresoluble, se nos presenta como una “atadura” interesada de los explotados a los explotadores. Y no es así, ya que como analizó Marx: «Mientras el obrero asalariado sea obrero asalariado su suerte depende del capital. He aquí la cacareada comunidad de intereses entre el obrero y el capitalista» (“Trabajo asalariado y capital”).
En la segunda parte de este artículo entraremos más con detenimiento a analizar por qué es posible la unidad de diferentes sectores de la clase obrera, con diferentes grados de explotación y miseria, que el motor de avance de la masividad y la conciencia de clase es precisamente el desarrollo de una creciente solidaridad, y no el dejarse llevar por una defensa “egoísta” de supuestos privilegios, pero sí queremos plantear desde ya algunas preguntas para tratar de comprender dónde está hoy la lucha de la clase obrera. Si lo que primara, de verdad, fuera esa defensa de determinadas concesiones hechas por los capitalistas a ciertos sectores de trabajadores, entonces ¿Por qué esos mismos obreros del “capitalismo popular” inglés auspiciado por la Sra. Thatcher, entran en lucha hoy no para conseguir mejores salarios para ellos sino contra la discriminación salarial hacia sus hermanos emigrantes húngaros? ¿Por qué los obreros del metro de Nueva York se movilizaron contra una reforma de las pensiones que no les afectaba a ellos sino a las siguientes generaciones? ¿Por qué en Alemania obreros de factorías automovilísticas que no se veían afectadas por regulaciones de empleo se pusieron en huelga en solidaridad con los despedidos de otras factorías?.
¿Tienen los obreros “demasiadas comodidades” para hacer la revolución?
Si se plantea que los trabajadores pueden ver “comprada” su voluntad de lucha por las migajas dejadas caer desde la mesa del patrón, se acaba concluyendo necesariamente que sólo cuando las condiciones de miseria alcancen una violencia extrema podrá ver la luz una transformación revolucionaria de esta sociedad. Esa misma lógica es la que plantearon los ideólogos de la “integración del proletariado” que en los años 60 encaminaban la búsqueda del nuevo sujeto revolucionario en sectores sociales que acumularan más opresión (negros, mujeres,...) que los trabajadores, o la que hoy defienden los apologistas de las revueltas desesperadas de los sectores más miserables de la sociedad, los campesinos arruinados de América latina o los jóvenes lumpenizados de las metrópolis europeas.
Como abundaremos en el próximo artículo de esta serie lo que hace revolucionario al proletariado no es su miseria (menos extrema en muchos casos que otros sectores sociales), ni la desposesión total de medios de consumo, sino su posición en el modo de producción capitalista, en el que representa la socialización de la producción capaz ya de satisfacer objetivamente las necesidades humanas, y se ve, sin embargo expoliada por la apropiación privada (por la clase capitalista) de los medios de producción y de su resultado. Precisamente por ello y a diferencia de anteriores clases explotadas de la historia (los esclavos, los siervos), la clase explotada de la sociedad capitalista es también la clase revolucionaria, la llamada a instaurar un nuevo orden social. Su combate histórico es por tanto capaz de trascender la simple reacción inmediatista contra los sufrimientos y privaciones que, indudablemente, padece, y dotarse en cambio de una perspectiva histórica sobre su propia situación.
Puede y debe por tanto darse cuenta de sí sus horribles sufrimientos son un peaje a pagar para el desarrollo del capitalismo, o si por contra expresan una caída cada vez más profunda en el abismo de la destrucción y la barbarie de un sistema que hace casi 100 años que ha entrado en su etapa de decadencia ([8]) , sin que representen progreso alguno para el género humano.
Examinemos la trayectoria humana y vital de 4 generaciones obreras que se han venido sucediendo desde 1917: la generación que nació al final del siglo XIX sufrió con la juventud recién estrenada la barbarie infinita de la primera guerra mundial y aunque ardió de entusiasmo con la oleada revolucionaria de 1917-23 la derrota de ésta significó para ella una enorme postración y un endurecimiento inaudito de los sufrimientos: el desempleo con la Gran Depresión (1929), el rigor extremo de la economía de guerra y la nueva barbarie aun peor de la segunda guerra mundial, los tremendos sacrificios de posguerra una posguerra asoladora, con una brutal sobrexplotación tanto extensiva como intensiva (aumentos de ritmos disfrazados de “racionalización científica del trabajo, etc.) y solo algunos pudieron tener algún alivio en el final de su vida, entre 1955 y 1970([9]). La generación siguiente creció en la atmósfera opresiva y de explotación brutal de la contrarrevolución y la segunda guerra mundial, los fuertes sacrificios de posguerra y únicamente en la madurez y la vejez ha podido disfrutar de un trabajo más o menos seguro, de ciertas mejoras como una vivienda adecuada e incluso una segunda casa, y de una jubilación aceptable. Sus hijos (hoy con 50-60 años) vivieron la prosperidad en la juventud pero pronto vieron las orejas al lobo (lo que motivó las grandes luchas de finales de los años 60) y lo que ha venido a partir de los 80 ha sido un vía crucis de pérdida del empleo “garantizado de por vida” que le prometieron en la juventud, jubilaciones anticipadas o trabajos precarios con el remate de una jubilación miserable o la duda de no poder siquiera recibirla. ¿Y qué decir de sus hijos (hoy con 20-30 años)? La respuesta es evidente: precariedad, desempleo más o menos disfrazado, imposibilidad de obtener una vivienda decente y la certeza de que jamás tendrá derecho a una jubilación.
Ninguna de estas cuatro generaciones sucesivas ha podido gozar de forma duradera de una situación “estable y garantizada” que el capitalismo y sus adoradores tanto ensalzan en su propaganda. Al contrario, todas han sufrido en dosis más o menos fuertes las atrocidades de la guerra, el desempleo, la precariedad, la inseguridad en las condiciones de vida, por no hablar de males aún más crueles como la barbarie, el terror o la degeneración moral.
En la jornada laboral estamos volviendo, desde mediados de los años 80, a una situación de claro retroceso: la jornada de 8 horas está dejando paso a jornadas de 10, 12 y más horas pese a que “oficialmente” ciertos convenios hablen de semanas de 40 horas o, en el colmo del cinismo, en Francia se siga manteniendo la ficción de las 35 horas. Incluso de forma abierta y legal, sectores crecientes del capitalismo de los países centrales y bajo gobiernos de “sensibilidad social” (laboristas ingleses, socialistas alemanes) se hacen saltar los límites legales a la jornada de trabajo y se instauran con el concurso de los sindicatos jornadas legales de 44 y 48 horas.
En la cuestión del trabajo fijo la cosa es aún más evidente: en todos los países –aunque con ritmos diferentes- la proporción de trabajadores con “un empleo garantizado para toda la vida” se reduce sin cesar. La generación de trabajadores que hoy tienen 50-60 años han perdido en un buen porcentaje sus empleos fijos y malviven en uno de estos regímenes: prejubilación con ingresos que se van reduciendo progresivamente, “autónomos”, es decir, asalariados encubiertos en situación de precariedad, o bien, un desempleo de larga duración con situaciones cada vez más agobiantes. Sus hijos que hoy están entre 20-30 años sufren directamente la precariedad más atroz, el desempleo o esa situación –aún más estresante- de una combinación sin solución entre fases de contrato eventual y fases de desempleo. Ahí pues la situación se ha degradado de manera considerable.
Los expertos en relaciones laborales y los sociólogos capitalistas son los primeros en reconocer que en cada vez más lugares y situaciones, las condiciones de vida y trabajo de los obreros presentan rasgos comunes a los que existían en los primeros momentos del capitalismo. Para ellos es una prueba de la “jovialidad” del sistema. Para la clase obrera en cambio, es un signo de decrepitud. Muchos ancianos sufren síntomas parecidos a los de los niños, pero la perspectiva vital que ofrecen es radicalmente diferente.
Para el proletariado lo esencial no es ensimismarse con lo que aún, y cada vez más a duras penas, “posee”; sino reafirmar su convencimiento de que el camino en el que está metida la sociedad capitalista es el de la destrucción de la humanidad, y que es la clase obrera la única capaz de impedir ese holocausto.
Smolni/Etsoem 14-1-07
[1] Hemos denunciado que tales planteamientos puedan revestirse como “revolucionarios” por ejemplo en Acción Proletaria nº 153 “Jornadas sobre autonomía: una vulgar estafa”
[2] Recomendamos la lectura de la Resolución sobre la Situación Internacional de nuestro último congreso (Revista Internacional nº 119) así como las Tesis sobre el movimiento de los estudiantes en Revista Internacional nº 125
[3] Ver Acción Proletaria nº 145 a 152
[4] Es evidente que hay todavía elementos retardatarios o ideólogos en busca de un lugar al sol que siguen negando con patética obstinación al proletariado. Ver “Hablan de autonomía para mejor colar el mensaje del fin del proletariado” (AP 181), ¿Quién puede acabar con el capitalismo? (AP 182)
[5] Si se mira bien, acceder a una vivienda, y no digamos adquirirla, es algo cada vez más alejado de las posibilidades incluso del proletariado del llamado 1º Mundo, como mostramos en el artículo de este mismo número de AP.
[6] Uno de los principales representantes de esta corriente, Berstein señaló que la perspectiva revolucionaria se evaporaba porque la base que según Marx, sustentaría esta perspectiva sería la de una crisis “catastrófica” del sistema y una “miseria creciente”. Como veremos en la segunda parte de este artículos y como demostraron los revolucionarios que refutaron a Berstein, esa no fue jamás la base sobre la que Marx fundamentó la posibilidad de una revolución del proletariado.
[7] Hoy, sin embargo, gran parte de esas ilusiones se han ido al traste con las crisis financieras (¡que le pregunten si no a los obreros argentinos, o a los afectados de Afinsa el pasado año en España!) y bursátiles de los últimos años
[8] Ver nuestro folleto sobre este tema.
[9] En todo caso esas “comodidades” de los años 60 (el coche, las vacaciones,...) no eran tanto concesiones al proletariado, sino exigencias de la propia explotación capitalista como mostramos en los artículos de la serie “¿Quién puede cambiar el mundo?” en la Revista Internacional nº ¿??? Y ¿¿¿??. Lo mismo sucede con la asistencia sanitaria o la seguridad social que fueron medios de capitalismo de Estado para garantizarse una reparación de la fuerza de trabajo en unas condiciones de escasez de mano de obra por las devastaciones de la guerra y la postguerra.
El «Informe 2006» de la fundación del Abad Pierre sobre “el mal de la vivienda” es demoledor: Francia se encamina a una “crisis sin precedentes”. Igualmente los llamados «Restos du coeur» (comedores de caridad) se ven desbordados, año tras año, por crecientes necesidades de ayudas alimentarias[1]. Lo mismo señalan los «Compagnons d’Emmaüs» que reconocen su propia impotencia para enfrentar las demandas que les inundan. Estas son, entre otras, muestras más que claras del largo cortejo de desposeídos, de seres humanos sin techo ni cobijo, de desnutridos que no deja de ampliarse por todo el mundo como una interminable muralla china. La larga sombra de los tentaculares barrios de chabolas de Río, de Nairobi, de Puerto Príncipe o Bombay, ya planea ostensiblemente sobre las cabezas de los trabajadores de los países más ricos. Por ejemplo, un inventario encargado por el gobierno británico acaba de hacer la siniestra constatación de que en Londres existen más de sesenta mil familias sin domicilio fijo, obligadas a vivir en míseros hoteles, en Casas de caridad, o en centros sociales de acogida.
Es verdad que este fenómeno no es nuevo. El término “slum” (barrio de chabolas) apareció por primera vez en Londres en el siglo XIX, cuando los proletarios recién llegados del campo se hacinaban en las ciudades en las que fábricas y talleres que, como monstruosos alquimistas, transformaban en oro su sudor y su sangre. Más tarde la clase obrera se organizó y acometió un duro combate para mejorar sus condiciones de vida. Aquella época, de plena vitalidad del sistema capitalista, todavía lo permitía y la perspectiva posibilitaba la transformación de los sórdidos suburbios de Manchester, magistralmente descritos por F. Engels, en barrios con condiciones bastante más humanas o si no, menos indignas y atroces. Hoy, en cambio, vemos todo lo contrario. La entrada del capitalismo en su período de decadencia histórica desde el siglo XX, ha invertido esa dinámica, y hoy, ese sistema que no sabe reproducir y propagar otra cosa que la miseria, condena a la humanidad a un único porvenir: …!el planeta chabola!
Desde este punto de vista la situación de los obreros en Francia es de las más representativas de lo que le ocurre al conjunto de la clase obrera.
Lejos del refractario y marginal Espinal de «Arquímedes el vagabundo», interpretado por Jean Gabin a finales de los años cincuenta; o de su opuesto Diógenes - el filósofo griego que eligió como domicilio un tonel en el que vivía dichoso-; la realidad es más bien la de una masa creciente de obreros, parados o no, que se ven imposibilitados de encontrar un alojamiento decente. Jubilados, estudiantes, jóvenes trabajadores, desempleados, asalariados de “las grandes cadenas de distribución”, funcionarios de la Educación Nacional o de las administraciones territoriales,…, es decir sectores enteros de la clase obrera, incapaces de hacer frente al gasto que representa una necesidad vital como es la vivienda.
La elección que oferta el capitalismo a una cada vez más ingente cantidad de proletarios es o bien perecer en el incendio de un cuchitril insalubre (recordemos lo que sucedió en París el pasado invierno) o morir ateridos de frío en una escuálida tienda de campaña.
Y el Abad Pierre clama al cielo: «Dios mío… ¿Por qué?». Pero es totalmente inútil inquirir al cielo una respuesta improbable, cuando aquí, en la tierra, ésta salta a la vista.
En los últimos 20 años, el número de contratos eventuales se han multiplicado por seis, y la temporalidad en el empleo no deja de aumentar año tras año. Dos terceras partes de los jóvenes acceden al trabajo a través de contratos precarios (de aprendizaje, indefinido, de relevo, interino, de sustitución,…) y una quinta parte están en paro. Entre empleo precario y paro hay en Francia entre quince y veinte millones de personas que sobreviven a duras penas.
No es necesario ir con el Abad Pierre a buscar respuestas en la bóveda celestial, para darse cuenta de que el capitalismo sólo puede garantizar a sus esclavos una existencia basada en salarios de miseria y la mayor de las precariedades.
En estas condiciones, acceder a un alojamiento, pagar el alquiler y los servicios de agua, gas, electricidad,… se ha convertido en un problema irresoluble, revelador de la gangrena del sistema. Los gastos de la vivienda se llevan tal cantidad del presupuesto doméstico que, muy a menudo, obligan a apretarse el cinturón en alimentación y en gastos médico-sanitarios. Y cuando eso no es posible porque lo que queda en el bolsillo es irrisorio, no hay más remedio que renunciar a las formas “tradicionales” de acceso a una vivienda y buscarse la vida en los llamados alojamientos “atípicos” desde seguir viviendo con la familia a la “ocupación” de inmuebles destartalados, hacinarse en un piso varias familias como sardinas en lata, o construirse una cabaña con cuatro tablas y una lona en los descampados llenos de maleza y escombros de los suburbios de París (donde se refugian, por ejemplo, jubilados con pensiones tan miserables que no les permiten pagar regularmente un alquiler), e incluso vivir todo el año en una caravana en un camping como se ve a muchos asalariados con contratos precarios en Toulouse y otras regiones. También existen los camping “salvajes” bajo los puentes, en las zonas de interconexión de las vías de acceso a las grandes ciudades, donde se instalan familias enteras de trabajadores emigrantes (búlgaros, rumanos,…), con una imagen muy similar a la de los campos de refugiados del tercer mundo. Hasta los responsables de las grandes factorías de automoción como la Peugot de la región de Ile-de-France, o la Citroën de Rennes, reconocen sin tapujos que las remuneraciones de buen número de sus asalariados, no permiten a estos alojarse cerca del lugar de trabajo, y deben, por el contrario, hacerlo en míseras fondas, en alojamientos improvisados, o incluso ¡vivir en los coches! Así reaparecen poco a poco los barrios de chabolas.
La situación de los jóvenes trabajadores es particularmente sintomática de esta sociedad cuyo porvenir es de lo más sombrío. Es verdad que, tradicionalmente, cuando el joven proletario se estrenaba en la vida laboral rara vez lo hacía en una situación acomodada. Se trataba, sin embargo, de una situación transitoria hacia una mayor estabilidad. Pero hoy las cosas ya no son así. Los jóvenes ya no logran salir de esa situación de alojamiento también precario, sino que se ven condenados a ella de por vida. El informe de la fundación Abbé Pierre lo expone con mucha lucidez: «la juventud se ha convertido en un periodo de aprendizaje de la precariedad», que marcará el resto de la existencia con el hierro de la incertidumbre. De ahí que un proyecto tan simple como formar una familia, tener hijos,… se ve irremediablemente comprometido.
Evidentemente la burguesía procura hacernos creer que hará todo lo que pueda para neutralizar lo que ella misma llama “la crisis de la vivienda”. Pero lo que los hechos muestran es que quiere liarnos, echándole las culpas a “la avaricia de los caseros” que piden alquileres cada vez más prohibitivos. La solución ¡al fín encontrada! sería la intervención del Estado “justiciero” para que frenara la avidez de esos “insaciables chupasangres”, y para que hiciera cumplir a los ayuntamientos su obligación de dedicar el 20% de la construcción a viviendas sociales. ¡Más patrañas! La única política de vivienda llevada a cabo por la clase dominante, forzada por la crisis de su sistema, consiste pura y simplemente en suprimir lo que queda de las ayudas que se dan en concepto de alojamiento. Hoy tales ayudas permiten salir del paso a más de seis millones de familias en Francia que de otra forma se verían directamente desahuciadas. Pero lo cierto es que tales ayudas se han venido recortando desde el año 2000, y decenas de miles de familias se han visto ya privadas de ellas. Tan es así que una revista Habitat et Société se preguntaba en su nº 39, si no estaremos metidos en un proceso que lleva a pasar «de l’aide à la personne à l’aide à personne» (o sea “de ayudar a las personas a ayudar a nadie”)…
En última instancia la “crisis de la vivienda” queda resumida al hecho de que cada vez más trabajadores no disponen de los ingresos suficientes para escapar de la pobreza. «El trabajador se depaupera y el pauperismo crece (…) Se pone así de manifiesto que la burguesía ya no puede seguir cumpliendo su papel de clase dirigente (…) Ya no puede gobernar pues es incapaz de asegurar a sus esclavos la existencia ni aún dentro de su esclavitud» ( Manifiesto Comunista).
El llamamiento del Abad Pierre a la “insurrección de la Bondad”, variante cristiana de la cantinela izquierdista “repartamos las riquezas pero no toquemos las sacrosantas relaciones de explotación capitalistas”, no nos servirá de ayuda. El derrocamiento del capitalismo y la revolución del proletariado a escala mundial son los únicos medios capaces de abrir un porvenir a la humanidad y de fundar nuevas relaciones sociales que permitan a cada uno vivir con arreglo a sus necesidades.
Jude (17 diciembre 2006)
[1] En los últimos veinte años la miseria se ha multiplicado. Las Casas de caridad (Restos du coeur) que en 1985 distribuyeron 8,5 millones de raciones, han repartido este año ¡más de 66,5 millones!
La gravedad del cambio climático ligado a la emisión de gases con efecto invernadero es una «verdad que incomoda». Al menos esto es lo que nos dice Al Gore, el ex vicepresidente de USA, que tras su fracaso electoral del año 2000, vuela de conferencia en conferencia (en USA, Japón, China, Alemania…), para revelar al mundo, como un pájaro de mal agüero, esta «inconveniente» verdad. El realizador pro-demócrata Davis Guggenheim, ha filmado una de esas innumerables conferencias en un documental titulado precisamente «Una verdad inconveniente».
La cosa es hasta tal punto «inconveniente», que nos la sirve un alto dignatario de la burguesía americana en un curso magistral a escala planetaria con pantalla gigante… ¡Al Gore se cae del guindo! Hace ya más de 30 años que la comunidad científica se ha volcado sobre este problema y más de 10 que es unánime sobre la constatación de la agravación del calentamiento de la Tierra ligado a la contaminación industrial. Al cabo, la única revelación que contiene este documental, es la del propio Al Gore y su talento innato para la comedia. En efecto, quien se presenta hoy como el campeón de todas las categorías de defensa del Medio Ambiente desde sus años de estudiante en Harvard, cuando asistía asiduamente a los cursos del profesor Roger Revelle (pionero de la teoría del calentamiento global), es el mismo que, años después, con Clinton, «autorizó el vertido de dioxina al océano y permitió que se llevara a cabo la mayor deforestación de toda la historia de Estados Unidos» (The Independent, publicado en Courrier Internationale del 15 Junio 2006).
Albert Gore, como una esponja embebida de hipocresía, es un espécimen muy representativo de su clase social. Todos los Estados son conscientes de los problemas climáticos. Todos proclaman a voz en grito su voluntad de actuar para preservar el medio natural de la especie humana y garantizar el porvenir de las próximas generaciones. Sin embargo, a pesar de las brillantes declaraciones de la Cumbre de la Tierra en Río (1992) o de las bienintencionadas resoluciones del protocolo de Kyoto (1998), la polución va in crescendo y las amenazas relacionadas con el cambio climático se amplían. A fin de cuentas, la verdad que más incomoda y que la burguesía esconde detrás de todas esas conferencias y ahora de sus documentales, es que el mundo capitalista es absolutamente impotente para encontrar una solución a los peligros climáticos…tanto más cuanto que él es el principal responsable.
El sistema capitalista, en quiebra desde hace cerca de un siglo, ya no representa ningún progreso para la humanidad. Su supervivencia trascurre sobre una base enferma y destructiva. Las consecuencias ecológicas desastrosas, que comienzan a sufrirse desde los años 50, son una demostración suplementaria de esto.
¡Los cascotes de hielo no mienten! Al quedar retenidos en la Antártida, permiten estudiar la composición de la atmósfera desde hace cientos de miles de años. Y lo que indican claramente es que las tasas de CO2 nunca han sido tan elevadas como desde la mitad del siglo XX en adelante. Las emisiones de gases con efecto invernadero, características del modo de producción capitalista, no han parado de aumentar y la temperatura media crece a un ritmo regular, «El planeta es hoy más cálido que nunca desde hace dos milenios, y si prosigue la tendencia actual, será probablemente de aquí a final del siglo 21 más cálido que los dos últimos millones de años» (The New Yorker, publicado en Courier Internationale de Octubre 2006).
Este aumento de calor se puede percibir además “a ojo” en los dos polos del globo. El deshielo del Ártico está tan avanzado que su desaparición se prevé de aquí al 2080. Todos los grandes glaciares menguan y los océanos se calientan.
En 1975, James Hansen, director del Instituto Goddard de estudios espaciales (GISS) se interesó por los cambios climáticos, «En su tesis consagrada al clima de Venus, avanza la hipótesis de que, si este planeta presenta una temperatura media en su superficie de 464ºC, es porque está envuelta por una niebla de gas carbónico responsable de un efecto invernadero considerable. Algún tiempo después, una sonda espacial aporta la prueba de que Venus está efectivamente aislado por una atmósfera compuesta en un 96% de dióxido de carbono» (The New Yorker). He aquí un ejemplo de a qué podría parecerse la Tierra bajo el efecto de la acumulación continua de CO2 en un futuro lejano y sus consecuencias… la erradicación de toda forma de vida. Dicho esto, no es necesario ir tan lejos para darse cuenta del potencial devastador del calentamiento climático. Mucho antes de que el efecto invernadero haya transformado la tierra en un inmenso horno a más de 400ºC, los signos precursores del cambio climático ya bastan para provocar verdaderas masacres en la especie humana: inundaciones, enfermedades, huracanes
El director del British Antarctic Survey, Chris Rapley, ya hizo notar a principios de 2005, que la calota glaciar de la Antártida Oeste estaba a punto de fundirse. Este territorio (como Groenlandia) contiene suficiente agua para aumentar hasta 7 metros el nivel del mar, lo que significaría a medio plazo la inmersión de vastas extensiones de tierra habitada en Tailandia, India, Holanda, USA…
Otro director, el del INSERM (Instituto nacional francés de Sanidad e Investigación médica), planteó el año 2000 que «la capacidad reproductiva e infecciosa de numerosos insectos y roedores, vectores de parásitos o de virus, está en función de la temperatura y la humedad del medio. Dicho de otra manera, un aumento de la temperatura, incluso modesta, da luz verde a la expansión de numerosos agentes patógenos para el hombre y los animales. Así enfermedades parasitarias como el paludismo (…) o infecciones virales como el dengue, ciertas encefalitis y fiebres hemorrágicas han ganado terreno estos últimos años. Sea porque han reaparecido en sectores donde habían desaparecido, o porque actualmente afectan a regiones que hasta ahora no estaban expuestas…»
Última ilustración, la frecuencia y la potencia de los huracanes aumenta igualmente con el calentamiento global. En efecto, la columna de aire húmedo que los origina sólo se forma cuando la temperatura de la superficie del mar es superior a 26º. Si los océanos se calientan, aumentará el número de zonas en las que este umbral se sobrepase. Cuando Katrina alcanzó la categoría 5 de la clasificación de los huracanes, la temperatura rondaba los 30ºC en la superficie del golfo de México. También según Kerry Emmanuel del Massachussets Institute of Technology, «Si continua al calentamiento global, hay el riesgo de que aumente el potencial destructor de los ciclones tropicales, y con el aumento de las poblaciones costeras, de que aumente substancialmente el número de víctimas de los huracanes en el siglo XXI». Así, después de haber escrutado las estadísticas sobre la intensidad de los huracanes los 50 últimos años, K. Emmanuel llega a la conclusión de que los últimos huracanes son, por término medio, más duraderos y la velocidad de sus vientos ha aumentado un 15% mayor, lo que aumenta un 50% su capacidad de destrucción.
Al lado de esto las diez plagas de Egipto o el diluvio bíblico parecen atracciones de feria.
La burguesía británica, famosa por su empirismo, ha preferido abordar las consecuencias del cambio climático desde el punto de vista de los costes y las alteraciones de la actividad económica. El Informe Stern, encargado por el gobierno, advierte que si no se toma ninguna medida, «se podrían crear riesgos de interrupción de la actividad económica y social durante este siglo y el siguiente a escala similar a la de los asociados con las grandes guerras y la depresión económica de la primera mitad del sigloXX».
Si en Venus el clima ha evolucionado de forma natural hasta alcanzar temperaturas infernales, el calentamiento global actual de la Tierra tiene un origen distinto…la actividad industrial de los hombres. Esto no es ninguna primicia, puesto que buen número de climatólogos (y también la propia burguesía) lo dicen abiertamente. El cartel del documental de Al Gore es aún más explícito; muestra una chimenea de la que sale una columna de humo que toma la forma de un ciclón. ¡«La industria es culpable»! nos dicen, encontrando un chivo expiatorio al que achacar cómodamente las consecuencias climáticas; puesto que en el fondo no es la industria lo que está en cuestión, sino su modo de funcionamiento, el modo de producción capitalista. El capitalismo ha polucionado siempre el ambiente, desde el siglo XIX cuando aún era un factor de progreso. En realidad le tiene completamente sin cuidado el medio ambiente. «Acumular por acumular, producir por producir, esa es la consigna de la economía política que proclama la misión histórica del periodo burgués. Y ni por un instante se ha hecho ninguna ilusión sobre los dolores de alumbramiento de la riqueza: ¿para qué sirven los lloriqueos que no cambian nada de las fatalidades históricas?» (Karl Marx, El Capital, libro I). La acumulación del capital es el fin supremo de la producción capitalista y no importa en absoluto la suerte reservada a la humanidad o al medio ambiente… ¡si es rentable, es bueno! Lo demás es, al fin y al cabo, despreciable.
Pero cuando este sistema entra en su fase de declive histórico desde principios del siglo XX, la destrucción del medio ambiente toma otra dimensión, se hace implacable, a imagen del combate sin piedad que libran entre sí las ratas capitalistas para mantenerse en el mercado mundial. Reducir los costes de producción a su mínima expresión para ser lo más competitivo posible se ha convertido ahora en una regla de supervivencia inevitable. En ese contexto, las medidas para limitar la contaminación industrial son evidentemente un gasto insoportable.
Igualmente esa necesidad económica permanente de buscar el menor costo explica la amplitud de los daños materiales y humanos cuando se desbocan las fuerzas naturales. Construcciones de cartón piedra, diques mal conservados, sistemas de emergencia que fallan…el capitalismo no es ni siquiera capaz de asegurar un mínimo de protección contra los cataclismos, las epidemias y otras plagas que él mismo contribuye a propagar.
El documental del Sr. Gore termina diciéndonos que, a pesar de todo, tenemos el poder de cambiar las cosas, de reparar el mal que se ha hecho y de alejar la amenaza del calentamiento global, si nos aplicamos a ser perfectos… «ciudadanos ecologistas». Por esta razón, nos plantifica una larga lista de recomendaciones: «cambiad el termostato», «plantad un árbol»…, «votad por un candidato que se comprometa a defender el medio ambiente… y si no hay, ¡presentaros vosotros!». Y para acabar, «si sois creyentes, rezad para que los otros cambien de comportamiento». Finalmente puede que sea el único consejo sensato digno de ese nombre que un burgués puede dar: «antes de que el sol se obscurezca y las estrellas caigan del cielo, arrodillaos y rezad». ¡Valiente confesión de impotencia de la burguesía y de su mundo!
La clase obrera no puede permitirse dejar por más tiempo la suerte del planeta en manos de esta gente y de su sistema. La crisis ecológica es una prueba más de que hay que destruir el capitalismo antes de que arrastre el mundo al abismo.
Hoy es una necesidad imperiosa construir una sociedad donde el ser humano y su devenir sean el centro de todas las cosas. El comunismo será ese mundo necesario y la revolución proletaria el camino que lleve a la humanidad hasta él.
Jude, 20 Octubre 2006
(tomado de Révolution Internationale, publicación de la CCI en Francia)
En Septiembre de 2006, la CCI tuvo ocasión de presentar, ante un auditorio de 170 estudiantes de una universidad brasileña, su análisis sobre la coyuntura mundial y la alternativa histórica. La presentación[1] trató los siguientes temas: la guerra, la lucha de clases y el papel de las elecciones. Tras la presentación se desarrolló un debate muy animado del que, a continuación, resumimos lo esencial[2].
Ante todo queremos resaltar como los participantes acogieron nuestra posición, cuyo contenido no les resultaba “habitual” para ellos, puesto que denunciamos las elecciones como un instrumento al total servicio de la burguesía, y poníamos el acento en la perspectiva de desarrollo de la lucha de clases internacional. Y a pesar de esto, nuestro análisis no suscitó escepticismo u hostilidad, sino un gran interés y, en ocasiones, un apoyo explicito.
En la presentación no nos extendimos mucho sobre la naturaleza y el papel de los sindicatos. Por ello saludamos una intervención que planteo claramente que los sindicatos son apéndices de los partidos burgueses y constituyen un trampolín para aquellos que quieren escalar hasta las cotas más altas de la burocracia estatal.
Se nos preguntó si pensábamos que el gobierno Lula era de izquierdas o de derechas. Respondimos que “de izquierdas, desde luego”. Que se comporte en el Gobierno como enemigo del proletariado no contradice en nada que sea de izquierdas, pues la izquierda gobierna con la misma misión que la derecha, es decir defender los intereses del capital nacional, y eso solo puede hacerse a costa del proletariado.
Sea cual sea el discurso, más o manos radical, de Bachelet en Chile, de Kirchner en Argentina, de Chávez en Venezuela o de Evo Morales en Bolivia, todos ellos son servidores del capital. Incluso Chávez, su figura más “radical”, enfrentado a los sectores de la burguesía que gobernaron Venezuela hasta 1988, y que no deja pasar ocasión para arremeter públicamente contra el imperialismo USA – reforzando eso sí su propia influencia imperialista en el Caribe-, organiza de forma totalmente despiadada la explotación de los proletarios venezolanos.
Que tanto la izquierda como la derecha defiendan los intereses del capital nacional contra el proletariado, no significa que sean idénticas. En efecto, por lo general los proletarios no albergan ilusión alguna sobre las intenciones de un gobierno de derechas, que se identifica abiertamente con los intereses de la burguesía. Pero, desgraciadamente, el proletariado en su conjunto no tiene la misma claridad en lo tocante al papel de la izquierda. Eso implica que la izquierda, y más aún la extrema izquierda, tienen una mayor capacidad para engañar al proletariado. Por eso, esas fracciones del aparato político de la burguesía son un enemigo más peligroso para el proletariado.
Algunas intervenciones volvieron sobre la cuestión de las elecciones que la presentación había desarrollado ampliamente. “¿Es realmente imposible utilizarlas para una transformación social?”. Nuestra posición al respecto no tiene nada de dogmática, sino que refleja una realidad que se da en todo el mundo desde principios del siglo XX. Desde entonces «el centro de gravedad de la vida política ya ha dejado definitivamente de estar en el parlamento» como señaló la Internacional Comunista, y por tanto el circo electoral sólo puede ser un arma ideológica en manos de la burguesía contra el proletariado.
“Si las elecciones no sirven para la lucha de clase ¿cómo combatirá el proletariado?
Las luchas que ha desarrollado el proletariado desde 1968 no han sido “luchas electorales”. Aunque incapaces de trazar explícitamente una perspectiva revolucionaria, han sido lo suficientemente fuertes para impedir una guerra mundial en los tiempos de la guerra fría, o choques frontales entre las grandes potencias tras el fin de ese período. El proletariado sigue siendo un freno al desarrollo de la guerra. La clase obrera y en general la población explotada no se movilizan tras las banderas de sus respectivas burguesías nacionales. La enorme dificultad que encuentra Estados Unidos para reclutar soldados que quieran servir de carne de cañón en los conflictos de Irak o Afganistán es una buena ilustración de ello.
Para resistirse al deterioro constante de sus condiciones de vida como consecuencia de la agravación de la crisis, el proletariado mundial se verá impulsado a amplificar sus luchas. Las luchas que sobre todo en los dos últimos años, se están desarrollando a escala mundial, expresan cada vez más características que son ingredientes para el futuro desarrollo de un proceso revolucionario:
* La masividad, tal y como lo hemos visto en la huelga de dos millones de obreros en Bangla Desh;
* La solidaridad demostrada por los trabajadores del aeropuerto de Heathrow en Londres o en los transportes de Nueva York en 2005;
* La capacidad de poner en pie en las luchas, asambleas masivas abiertas a todos los obreros, como durante la huelga de los metalúrgicos de Vigo, en España, la pasada primavera.
* La capacidad de los estudiantes en Francia, esa misma primavera, de dotarse de asambleas generales soberanas capaces de preservar la independencia de la lucha frente a los intentos de sindicatos y partidos de la burguesía para controlarlas y debilitar así la lucha.
Varios asistentes insistieron en que hablásemos más de esta última experiencia de lucha, lo que hicimos aunque fuera brevemente. Es verdad que lo esencial de la movilización no corrió a cargo de los asalariados, pero los que participaron en ellas forman parte indudablemente del proletariado. En efecto, una gran mayoría de estudiantes se ven ya obligados a trabajar para sobrevivir; además la inmensa mayoría de ellos engrosará, al final de sus estudios, las filas de la clase obrera. Los estudiantes entraron en lucha para echar atrás una ley que agravaba la precariedad laboral y que constituía por tanto un ataque contra toda la clase obrera. Por eso la inmensa mayoría del movimiento de estudiantes buscó, conscientemente, la solidaridad del conjunto del proletariado y han tratado de sumarlo a la lucha. En varias ocasiones se han producido manifestaciones que han movilizado 3 millones de personas en diferentes ciudades de Francia el mismo día. En la mayoría de universidades en huelga se sucedían regularmente asambleas generales que han sido el verdadero pulmón de la lucha. La solidaridad estaba en el centro de la movilización, y al mismo tiempo ésta suscitó en la población en general y en el proletariado en particular, una fuerte corriente de simpatía. Todo ello hizo que el Gobierno diera marcha atrás ante esta movilización, precisamente para evitar que se extendiera.
Algunas intervenciones han expresado preocupaciones sobre las dificultades objetivas para el desarrollo de la lucha de clases: “¿La disolución de las unidades de producción no será un obstáculo para su desarrollo?”. Es verdad que, en general, asistimos a una disminución de efectivos en el proletariado industrial como resultado tanto de cambios en el proceso de producción (cada vez más trabajadores lo hacen en el llamado sector “terciario”), como de la agravación de la crisis económica y de las deslocalizaciones de sectores de la producción que se llevan a países donde la mano de obra es más barata como es el caso de China donde ha habido estos últimos años un importante crecimiento. Este fenómeno constituye una dificultad para el proletariado pero éste ha demostrado ser capaz de superarla. En efecto el proletariado no se limita a los trabajadores industriales. La clase obrera incluye a todos aquellos que, como explotados, no poseen más medio de supervivencia que la venta de su fuerza de trabajo. El proletariado está en todas partes y el sitio por excelencia para reagruparse es la calle como nuevamente ha ilustrado el movimiento de estudiantes contra la precariedad en Francia.
La deslocalización de sectores de la actividad hacia países como China ha creado una división entre el proletariado chino - ultra-explotado y que sufre unas condiciones de vida terribles -, y el proletariado de los países centrales para quien la desaparición de sectores importantes de la producción equivale a pagar las consecuencias de un desempleo en aumento. Pero esta no es una situación excepcional. Desde sus orígenes el capitalismo ha provocado la concurrencia entre unos proletarios y otros. Y también desde sus orígenes, el movimiento obrero ha tratado de resistir colectivamente esa concurrencia y superarla mediante la lucha colectiva. Merece la pena recordar que la fundación de la Primera Internacional obedeció a la necesidad de impedir que la burguesía inglesa pudiera emplear a los trabajadores de Bélgica, Francia o Alemania, para “romper” las huelgas de los obreros ingleses. Hoy es verdad que a pesar de haber protagonizado luchas importantes, el proletariado chino no es capaz de superar, por sí mismo, su aislamiento. Eso implica una gran responsabilidad para los obreros de los países más desarrollados que deben impulsar, a través de sus luchas, la solidaridad internacional.
El desarrollo de la lucha de clases estará marcado por una creciente capacidad del proletariado para controlar sus luchas y tomar a cargo, por si mismo, su organización. Para ello se tendrá que generalizar la práctica de las asambleas generales que elijan delegados revocables por ellas mismas. Esta práctica precede al surgimiento de los consejos obreros, futuros órganos del ejercicio del poder por parte del proletariado. Este tipo de organización es la única que permitirá a los trabajadores tomar colectivamente un control creciente sobre la sociedad, sobre su existencia y si futuro.
Tal objetivo no podrá alcanzarse recurriendo a formas organizativas que no han roto con el cuadro de organización de la sociedad burguesa, como por ejemplo la llamada “democracia participativa” que presume de corregir los defectos de la clásica democracia representativa. Un compañero nos pidió en una intervención que explicásemos nuestra posición al respecto. Para nosotros la democracia participativa no es más que un medio para hacer que los explotados y los excluidos gestionen, ellos mismos, su propia miseria, haciéndoles creer engañosamente que les ha sido conferido un cierto poder en esta sociedad. Se trata pues, a fin de cuentas, de una pura y dura mistificación.
Es necesario asentar las perspectivas del desarrollo de la lucha de clases en la experiencia histórica del proletariado. Sobre esto se nos hicieron las siguientes preguntas: “¿Por qué fueron derrotadas la Comuna de Paris y la Revolución rusa?” y “¿Por qué degeneró la Revolución rusa?”.
La Comuna de Paris aún no fue realmente una “autentica revolución”, sino una insurrección victoriosa del proletariado limitada a una cuidad. Sus límites son esencialmente el producto de la inmadurez de las condiciones objetivas en aquella época. Por un lado el proletariado no estaba aún suficientemente desarrollado para poder enfrentarse en los principales países al capitalismo para poder derrocarlo. Pero es que, además, el capitalismo aún no había dejado de ser un sistema progresivo capaz de desarrollar las fuerzas productivas sin que sus contradicciones se manifiesten de una forma crónica y aún más brutal. Esta situación cambió a comienzos del siglo XX, con el surgimiento en Rusia en 1905 de los primeros consejos obreros, órganos de poder de la clase revolucionaria. Poco después el desencadenamiento de la 1ª Guerra Mundial, supuso la primera manifestación aterradora de la entrada del capitalismo en su etapa de decadencia, en su fase de «guerra y de revoluciones», como la caracterizó la Internacional Comunista. Frente a esta barbarie surgió una oleada revolucionaria que se desarrolló a escala mundial a un nivel nunca antes conocido, y en la que reaparecieron los Consejos Obreros. El proletariado logró tomar el poder político en Rusia, pero la tentativa revolucionaria en Alemania en 1919 fue derrotada gracias a la capacidad de la Socialdemocracia para descarrilar a los trabajadores. Este fracaso debilitó considerablemente la dinámica revolucionaria mundial que en 1923 se encontraba prácticamente ya extinguida. Aislado, el poder del proletariado en Rusia, solo podía degenerar. La contrarrevolución se manifestó con el ascenso del estalinismo y a través de la formación de una nueva clase burguesa personificada por la burocracia estatal. Pero a diferencia de lo sucedido en la Comuna de Paris que no pudo extenderse por la inmadurez de las condiciones materiales, la causa de la derrota de la oleada revolucionaria mundial de 1917-23, hay que buscarla en una insuficiente conciencia en el seno de la clase obrera sobre los retos históricos a los que se enfrentaba, y sobre la naturaleza de clase de la social democracia que había traicionado definitivamente el internacionalismo proletario y al proletariado en el momento de la guerra mundial. Las ilusiones que persistían en las filas proletarias sobre este enemigo de clase le impidieron desenmascarar sus maniobras para derrotar la revolución.
Menos de un año después de la presentación que hicimos ante más de 250 estudiantes en la Universidad de Victoria Conquista sobre “La Izquierda comunista y la continuidad del marxismo”, ésta última reunión nos permite comprobar, con gran satisfacción, que junto a un creciente rechazo de la miseria material, moral e intelectual de este mundo en descomposición, existe también en las nuevas generaciones un interés cada vez mayor por el futuro de la lucha de clase. Invitamos a todos aquellos que estuvieron presentes en esa reunión y tengan la oportunidad de leer este artículo, a continuar el debate que allí comenzamos y a manifestar por escrito sus opiniones sobre las cuestiones que abordamos.
CCI (12 de Octubre de 2006).
[1] Disponible en portugués “La coyuntura mundial y las elecciones” https://pt.internationalism.org/icconline/2006/eleicoes [6]
[2] Un informe exhaustivo lo podéis encontrar en portugués en https://pt.internationalism.org/icconline/2006/perspectivas-de-luta-de-c... [7]
Hace pocos días, la dirección de SEAT anunciaba la reducción de otros 1600 empleos en los próximos dos años. Días después se sellaba el destino de la factoría SAS en Abrera (Barcelona) que trabaja precisamente para la SEAT. Estos anuncios vienen a sumarse al cierre de Delphi que liquida 4000 empleos (ver nuestra hoja de intervención en este mismo AP), contando las empresas auxiliares de la última gran industria de la bahía de Cádiz, los despidos previstos en CASA-EADS por la crisis de Airbus (ídem), así como los negros planes de “ayuda a la reestructuración” de las empresas del textil, el calzado y el juguete,...
Para cada vez más obreros cada “rumor”, cada “reunión de los sindicatos con la empresa”, cada aviso de nuevos “planes de viabilidad” o de “futuro”, etc., supone una nueva punzada de angustia, el inicio de una nueva pesadilla, de una nueva tortura de incertidumbres.
Muchas de las creencias del pasado se van diluyendo como un azucarillo en las turbulentas aguas de la crisis del sistema capitalista mundial: el empleo “de por vida”, la idea de que trabajar en empresas fuertes o en sectores “punta” protegía contra el desempleo o la precariedad, la ilusión de que si nuestro trabajo era “rentable” para el patrón – aunque fuera a costa de sacrificar sueldos y jornadas –la plaga de los despidos pasaría por nuestro lado sin afectarnos,... Pero, como decíamos, estas vanas ilusiones van cediendo terreno ante la descarnada realidad de que la lacra del desempleo, la condena perpetua a la precariedad laboral, la privación de por vida de una vivienda, de una sanidad o de unos transportes dignos de seres humanos, etc., son la sentencia que el capitalismo ha dictado inexorablemente contra la propia humanidad.
Los propagandistas de los explotadores, nos recalcan una y otra vez que lo que hace funcionar a la sociedad es la competencia, el estímulo de la obtención de beneficios. Y sin embargo eso es lo que hoy empuja a la destrucción de la especie humana y a la aniquilación del planeta. Para que la humanidad pueda vivir, este sistema social basado en la explotación y la guerra debe desaparecer de la faz de la tierra. Es necesario por tanto organizar la vida social sobre la Tierra de una manera radicalmente diferente si queremos hablar efectivamente de futuro para nuestros hijos.
La única forma en que, efectivamente, la humanidad puede asegurar su supervivencia es que la sociedad deje de estar basada en el sacrificio de las necesidades humanas en el altar del Dios del beneficio y la acumulación de capital. Y eso es lo que en esencia plantean las luchas de la clase obrera contra la explotación. Cuando los trabajadores se movilizan por sus reivindicaciones están evidenciando precisamente esa negativa a sacrificar sus necesidades como seres humanos, como tantos miles de millones de seres humanos, en provecho del interés de un puñado de explotadores. Cuando los trabajadores de otras empresas, de otros sectores, de otras ciudades, se movilizan en solidaridad con las reivindicaciones de unos compañeros, están anteponiendo ese sentimiento de comunidad humana al calculo egoísta que destila el capitalismo, están demostrando que la única forma de hacer frente a los efectos de la concurrencia sobre la humanidad, es precisamente anteponiendo esa base común de todos los trabajadores a las divisiones artificiales (de empresa, sector o nacionalidad) creados por el orden capitalista el desarrollo de la explotación y para impedir una lucha unida y solidaria de todos los explotados.
Para los trabajadores el desarrollo de la unidad y la solidaridad obreras es no sólo el medio principal de oponer una fuerza al enorme poder de los capitalistas (con sus “leyes”, su dinero, su Estado y sus medios de comunicación,...), sino también la materialización progresiva de ese otro mundo posible.
Para los capitalistas, en cambio, la unidad y la solidaridad obreras son como una peligrosa y contagiosa epidemia que intentan atajar a toda costa. Para ello por un lado tratan de fomentar la división entre los trabajadores, mientras que por el otro se afanan en ofrecernos una falsa solidaridad que, con la apariencia de “todos a una”, significa en realidad uncirnos al yugo de nuestro enemigo: el Estado y la economía nacionales.
De lo primero hemos tenido buena prueba con los despidos programados en Airbus, o con los que se anuncian en Seat. En el primer caso han organizando pérfidamente un ataque escalonado para tratar de oponer y enfrentar a los trabajadores más veteranos – y por lo tanto con despidos más costosos -, con los más jóvenes que tienen una cobertura precaria, a los obreros de unas factorías con los de otras, o, a los asalariados de los talleres con los de las oficinas. Tratan con ello de inculcarnos que en última instancia los culpables de nuestra situación son otros obreros que tendrían el “privilegio” de no perder sus puestos de trabajo.
Para fomentar esta idea de culpabilización de los trabajadores, la Patronal recurre muy a menudo a plantear los despidos como “bajas” o “prejubilaciones” incentivadas por la propia compañía, de tal forma que parece una decisión “personal” y “libre” del explotado asumir un deterioro de sus condiciones de vida (pues lógicamente tales ofertas comportan una disminución del salario o irse comiendo la pensión del futuro). Esta es la “libertad” que el capitalismo concede a sus explotados. Efectivamente son libres de trabajar o de no hacerlo (no están forzados como los esclavos, ni atados a la tierra como los siervos), pero porque están “libres” (es decir privados) de cualquier medio de subsistencia que no sea ir a buscar a su explotador y venderle su fuerza de trabajo por un salario. Y este tipo de “decisiones” personales, que los sindicatos nos venden siempre como “menos traumáticas”, representan en cambio semanas y meses de tortura, de incertidumbre, de angustia por las repercusiones de una u otra decisión, y sobre todo de aislamiento de los demás trabajadores, de sentirlos extraños a tu decisión, cuando no concurrentes por el puesto de trabajo. Por ello la SEAT, que sacó lecciones de la explosión de solidaridad que suscitó el anuncio directo de más de 600 despidos en 2005 (ver AP 187), opta en esta ocasión por librarse de otros 1600 compañeros mediante la trampa de las bajas pactadas.
Pero las trampas de división y aislamiento de los trabajadores deben, para ser mucho más eficaces, apuntalarse con la farsa de la “solidaridad” de pacotilla, la que proporcionan autoridades, partidos políticos, la Iglesia, los sindicatos,… que se llenan la boca de promesas de “ayudas”, cuando en realidad ellos son culpables y cómplices de los ataques de los que quieren “consolarnos”. Así por ejemplo, ante Airbus, hemos visto desfilar a todos los candidatos para las próximas elecciones francesas, cuando con los “socialistas” o más recientemente con Villepin, los obreros franceses han asistido a una brutal escalada del paro y la precariedad, y a un no menos brutal recorte del “Estado del bienestar”, que exigía la supervivencia del capital francés.
Y otro tanto cabe decir del “todos estamos con los trabajadores de Delphi” que a coro han entonado el PP y el PSOE, las autoridades locales y de la Junta de Andalucía, y hasta el mismísimo gobierno central. Pero han sido esas mismas autoridades, de uno u otro signo, las que cierres de empresas tras regulación de empleo, tras reconversiones,… han llevado al antaño polo de desarrollo de la Bahía de Cádiz a un verdadero desierto. Para rebozar mejor esa idea de “unidad” entre explotadores y explotados, han recurrido en esta ocasión al discurso patriotero “antiyanky”, como si los empresarios o el Estado español no tuvieran una larga tradición, en esa misma zona sin ir más lejos, de echar a la calle a miles de trabajadores, simplemente porque explotarlos en los astilleros de Cádiz o del mismo Puerto Real, resultaba poco rentable o demasiado caro para las arcas del Estado capitalista español.
No digamos del cinismo de la “solidaridad” de los sindicatos. En SEAT por ejemplo, los mismos UGT y CCOO que hace poco más de 1 año pusieron nombres y apellidos a los 600 despedidos (Ver AP nº 187) que nos dijeron que eran imprescindibles para mantener la “viabilidad” y el futuro de la empresa, se ofrecen hoy para organizar y hacer “menos traumáticos” los siguientes 1600, que esta vez, nos dicen, son “necesarios” para tener contentos a los “alemanes” y que sigan confiando en las factorías de SEAT.
Los “por el futuro de la empresa”, los “salvemos tal sector o cual región”, el “en defensa de la industria nacional”,…que son las plataformas de las campañas de “solidaridad” que organiza el Estado burgués, suponen que los explotados tienen interés en el buen funcionamiento de las instituciones de un sistema que se basa precisamente en que una minoría vive a costa de los sacrificios y el sufrimiento creciente de la inmensa mayoría de la población. Nosotros decimos todo lo contrario, para “salvar” la existencia de los seres humanos debemos hacer desaparecer las empresas, las naciones, los Estados. No hay más salida.
Acción Proletaria.
25-3-2007
Es más que evidente que la crispación y la tensión política en España crecen con cada día que pasa. Aparentemente, estaríamos viviendo, desde hace muchos meses y hasta las próximas elecciones generales, en una “permanente campaña electoral”. Sin embargo, la división y el enfrentamiento entre los dos grandes partidos de la burguesía española, PSOE y PP es mucho más profunda de lo que parece y está afectando, de forma cada vez más abierta, al conjunto de partidos e instituciones del Estado, anunciando momentos de convulsiones políticas desconocidas hasta ahora[1]. Comprender lo que esta sucediendo realmente, entender como puede afectar esta “guerra” entre partidos burgueses a la clase obrera y, sobre todo, saber donde están y como debemos defender nuestros intereses es una tarea que debemos abordar desde hoy mismo los trabajadores y los revolucionarios.
Como hemos señalado en anteriores artículos, los atentados del 11 M y los resultados de las elecciones del 14 de Marzo de 2004 trastocaron completamente la situación política en España. De un lado, «... la forma en la que la Derecha tuvo que pasar a la oposición, ha erosionado todo el esfuerzo de más de veinte años para reconducir a esta fracción de la burguesía dentro de las formas democráticas....rápidamente se va desandando el famoso´ viaje al centro` de los años 90 y es prisionero de sus fracciones más extremas». Por otra parte, «...la burguesía española tuvo que improvisar la constitución del Gobierno Zapatero...», Gobierno que «...a pesar de las loas al ´talante`, ha demostrado una gran incompetencia e impotencia ante el debilitamiento del capital español en todos los terrenos...» [2].
Esta situación imprevista, que al principio de la legislatura provocó una fisura importante entre PSOE y PP que amenazaba con deteriorar las “reglas del juego político” entre ambos; se ha convertido en el transcurso de tres años en un verdadero abismo que ha dividido, de forma casi irreconciliable, a los principales partidos de la burguesía española[3].
Los enfrentamientos constantes y los desacuerdos sistemáticos a propósito de los principales temas de Estado entre PSOE y PP ( Irak y política internacional, reformas autonómicas y concepción del Estado de las autonomías, política antiterrorista y “proceso de paz”, ley de memoria histórica,...) agravados por la política de aislamiento parlamentario del PP llevada a cabo por el PSOE y sus diferentes aliados, respondida por el PP con una política de “tierra quemada” contra todos; han hecho saltar por los aires casi todos los mecanismos de consenso y acuerdo que tan penosamente construyó la burguesía española tras el fin de la dictadura hace más de treinta años. La política de “consenso democrático” tiene hoy las horas contadas puesto que ya parece imposible que PSOE y PP puedan ponerse de acuerdo en los temas esenciales que afectan a los intereses del capital español.
Con un PP, cada vez más prisionero de sus sectores extremistas (como hemos podido comprobar a propósito de todos los avatares del llamado “proceso de paz con ETA”, de las manifestaciones de la AVT, contra las medidas contra De Juana Chaos, o sobre la cuestión navarra, el uso de la bandera nacional en todos su actos..) y un PSOE cada vez más frágil y condicionado por las decisiones que pueda tomar la banda de terroristas ETA sobre el “proceso de paz”, el abismo no puede más que agrandarse. Como señalamos a propósito del último atentado de ETA contra el aeropuerto de Barajas en Diciembre de 2006, «..lo que más preocupa a los principales capitalistas españoles no es un dudoso fortalecimiento de la influencia de ETA entre sus sectores afines. Lo que les inquieta es ver como el resto de partidos políticos que conforman su Estado, se dejan llevar cada vez más por la irresponsabilidad que les lleva a embarcarse en aventuras políticas arriesgadas y por la indisciplina de anteponer intereses particulares de fracción a los intereses de conjunto del capital nacional español...»[4].
Esta situación política es comprometida, complicada y más difícil para el capital español que la que se encontró en 2004. No solo se enfrenta al hecho de que sus principales partidos nacionales están divididos y enfrentados, con tensiones internas y, dependiendo cada vez más de sus sectores más extremistas (en particular el PP), además, la evolución de la situación política esta, en gran medida, en manos de los sectores más irresponsables y díscolos del capital nacional, “...Hoy de nuevo, distintos analistas políticos señalan que el resultado de las próximas elecciones ( de las municipales de Mayo 2007 y de las generales, previstas en principio para 2008 ) depende de lo que quiera hacer ETA, pues un atisbo de “nueva tregua” daría un cierto respiro al actual equipo dirigente del PSOE, mientras nuevos atentados llevarían al PP la Moncloa...”[5]. Este hecho no solo tiene una lectura en clave electoral. Significa sobre todo que la política de unidad de los grandes partidos nacionales tiende a debilitarse y a resquebrajarse y, en consecuencia, puede dar alas y un mayor protagonismo en el futuro a todos los partidos nacionalistas, en especial a los vascos y catalanes, en las decisiones de la política del Estado. Como podemos observar, el conjunto de hechos que hoy condicionan la evolución de la situación política en España, son ante todo expresión de «...la creciente tendencia a la pérdida de control del juego electoral y de la disciplina de los diferentes partidos políticos del Estado burgués…», propios de la etapa de la descomposición del capitalismo[6] . Nada tienen que ver con la “lucha por la justicia, la libertad, la democracia, el interés de los ciudadanos,...” y las miles de excusas y mentiras que utilizan todos los partidos burgueses para resolver sus diferencias, zanjar sus cuentas particulares y sobre todo, para intentar implicar a la clase obrera y al resto de la población en sus guerras de partidos, bandas o intereses particulares.
Todos los desacuerdos entre los grandes partidos que hemos visto a lo largo de estos tres últimos años han venido acompañados de una terrible matraca que de una u otra manera ponía en el centro de la vida social, la defensa de la “democracia”. Tras lo atentados del 11-M, los obreros debíamos cerrar filas tras el Estado “democrático”, el mismo Estado que ayer estaba implicado en la masacre sin fin de Irak y hoy lo está en la guerra velada en Afganistán o Líbano. Antes de las elecciones del 14-M, se nos llamaba a defender la democracia votando masivamente para responder así, en las urnas, a las mentiras del Gobierno del PP. De nada ha servido, cuando vemos que el cinismo y la hipocresía del PP (y no es menor en el resto de partidos) no tiene limites y siguen en sus trece con la “teoría de la conspiración y la participación de ETA en el 11-M”. Más tarde vino el “cerremos filas en torno al Gobierno y el Estado” para apoyar el “proceso de paz”, que salto por los aires en cuanto ETA decidió volver a las andadas. Sin un minuto de respiro, llego el “defendamos el Estado democrático contra el terrorismo” tras el atentado de Barajas y, las mil una historias con las que el PSOE o el PP han intentado seguir atrapándonos a propósito de la política antiterrorista, siempre con la excusa de “defender los valores de la democracia”, que son los de desarrollar sin tregua la explotación de la clase obrera
En ninguna de estas situaciones los obreros hemos ganado nada.
La “defensa de la democracia y sus valores“son una sarta de mentiras con las que cínicamente quieren ocultar la lucha por imponer cada cual sus propios intereses. La mentira, el cinismo, el engaño, la competencia y el sálvese quien pueda, son los instrumentos y “valores” que utilizan en sus peleas diarias. Eso nada tiene que ver con los obreros. La respuesta a su nacionalismo fanático no es la “democracia” es el internacionalismo, el afirmar que los obreros no tenemos ni patria, ni bandera. La respuesta a la competencia, la pugna entre partidos y clanes burgueses no es la “lucha por la igualdad”, es el desarrollo de nuestra solidaridad de clase, entendernos como parte de un todo que responde unido cuando alguna de sus partes es agredida. La respuesta a sus mentiras y al cinismo con el que intentan justificar sus guerras intestinas o imperialistas no es la “libertad de expresión u opinión”, sino es el desarrollo de la cultura del debate y la clarificación de las verdaderas causas de las crisis, de las guerras, del caos y del desastre al que nos quiere conducir la clase capitalista y sus Estados.
Hoy, ante la complicada situación política que tiene ante si, la burguesía y sus partidos en van a intensificar su propaganda y su presión para intentar implicarnos, una vez más, en sus asuntos. En primer lugar, TODOS nos quieren hacer creer que utilizando el voto vamos a cambiar la situación en las próximas elecciones. Unos, el PP, nos pedirán el “voto de castigo” contra un Gobierno inepto e irresponsable que “va a romper España”. Otros, de IU a los sindicatos, nos pedirán el voto para “frenar a la Derecha”. El Gobierno nos pedirá nuestro voto para seguir “consolidando” la “democracia” ante la “vuelta atrás que nos propone el PP”. Habrá quien nos pedirá, como la AVT o la extrema derecha el voto para volver a ser “una, grande y libre”, o quien como los partidos nacionalistas nos pedirá que elijamos entre “España o nuestra pequeña, aunque verdadera, patria”.
Lo bien cierto es que ningún tipo de voto va a solucionar los problemas que tenemos los explotados. Ningún Gobierno va a defender nuestras condiciones de vida y trabajo, ¡solo hay que preguntárselo a los obreros de Delphi, SEAT, Airbus, de los hospitales,...!. Tampoco el voto “alternativo” de la abstención, la papeleta en blanco, el voto a los candidatos más exóticos o extraños que puedan aparecer va a servir para hacer frente a nuestros problemas. En el mejor de los casos estos votos tan sólo sirven para desahogar nuestro descontento con....¡una pataleta impotente!.
Y por si no fuera poco con el voto, nos van a volver a pedir que nos movilicemos en “en defensa de la democracia”contra el “terrorismo” para darle una oportunidad a la “paz”. Sin embargo, lo que demuestra la experiencia histórica es que lo único que pretenden es que tomemos partido por uno u otro bando, por el “español” o por el “vasco”, por la “roja y gualda” o por la “ikurriña”. En ese terreno envenenado solo podemos perder nuestra identidad como obreros y disolvernos entre los ciudadanos para defender los intereses del capital nacional, grande o pequeño.
¡ No debemos dejarnos engañar!, ¡hemos de tomar conciencia! de que sólo destruyendo este inmundo sistema de explotación y miseria que es el capitalismo, podremos aspirar a resolver los problemas de la clase obrera y de toda la humanidad. En esa tarea no podemos contar más que con nuestra unidad, nuestra conciencia y la solidaridad que existe en el seno de la única clase que puede acabar con esta putrefacta sociedad: el proletariado mundial.
Vyborg 25 de Marzo de 2006
[1] Ver en AP nº 192 “En España como en todo el mundo el futuro pertenece a la lucha obrera” (Resolución sobre la situación nacional en España de la CCI), en especial el punto VI).
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Ver en AP nº 193 “Atentado de Barajas: El terror es el único futuro que nos puede ofrecer el capitalismo”
[5] Ídem anterior.
[6] Ver Revista Internacional nº 62 “La descomposición fase última de la decadencia del capitalismo”.
Hace unos días se cumplían 4 años del inicio de la guerra de Irak, y el PSOE, IU, UGT y CCOO y el Foro Social convocaban manifestaciones “contra la guerra” de las que la de Madrid resultó especialmente masiva (400 mil personas según los organizadores). Es evidente – y así lo han reconocido los media más afines a los propios convocantes – que el número de manifestantes de este año, que contrasta con el carácter testimonial y casi en el olvido de los dos años anteriores, obedece sobre todo al interés del PSOE, apoyado por IU y los sindicatos, de no dejar la calle en manos de sus rivales (que el mismo sábado organizaban una manifestación en Pamplona reivindicando que Navarra no es Euzkadi y una semana antes habían desfilado en Madrid contra la excarcelación de De Juana) y contraatacar tratando de responder la ofensiva política del PP en el terreno del antiterrorismo, con una contraofensiva que recordara la plena implicación del PP en el “trío de las Azores”. En plena refriega política sobre la utilización política que hace el PP de las víctimas del terrorismo, el PSOE insiste por su lado en que más muertes ha causado la guerra de Irak.
De esta forma, los muertos en las guerras (igual que las víctimas del terrorismo en otro terreno), que expresan las consecuencias de la barbarie capitalista para la población trabajadora, se convierten en moneda de cambio de las pugnas ínter-burguesas. Esa es la calaña moral de estos campeones de la “dignidad” humana. Al llevar la movilización contra la guerra a ese terreno putrefacto de la “guerra de familia” de la burguesía española (ver artículo en este mismo AP) se echan más paletadas de mentira y mistificación sobre el significado de la guerra imperialista en nuestros días.
Quieren hacernos creer que la guerra es la obra de determinados gobiernos o de ciertas políticas. Por eso los del “No a la guerra” y el “Aznar asesino” callan como ratas que en la guerra del Golfo de 1991, esa que apoyó el Sr Gonzalez y la “vieja Europa”, hubieron más víctimas directas que en la guerra iniciada en 2003.
Quieren hacernos ver que bastaría mandar a unos cuantos “criminales” a los tribunales internacionales, para librar al mundo de los “halcones”. No hay que perder ni un minuto de vista a esas “palomas” implicadas, sin embargo, hasta las cejas en los conflictos de Afganistán, Libano, la exYugoslavia, etc,… Por cierto en estas manifestaciones hemos asistido a otro conmovedor ejemplo de “integridad”, por parte de IU y los izquierdistas de todo pelaje, que se llenan la boca de protestas contra la guerra imperialista en Afganistán, y la OTAN, pero que no han dudado en ir de destacados “palanganeros” de un Gobierno que ha enviado tropas a misiones de combate de la OTAN, por ejemplo en Afganistán, cuyo resultado es la sucesión de masacres de civiles, en algunos casos, directamente a manos de las tropas de la “coalición internacional”. En fin, se justificaban los dirigentes de estos grupos “a la izquierda de la izquierda”, “¡todo sea, para parar a la derecha!”
Pero si hoy la burguesía consigue momentáneamente poner en primer plano sus rivalidades y volverlas contra la reflexión en la clase obrera sobre la perspectiva que plantea el capitalismo decadente, la progresión de la barbarie en Irak y en otras regiones devastadas por la guerra, la proliferación de focos de confrontación imperialista, apelan una y otra vez a la toma de conciencia del proletariado sobre la necesidad de destruir el capitalismo para que la humanidad pueda sobrevivir. Como escribió la Tercera Internacional en el momento de la Primera Guerra Mundial: «La masacre de millones de vidas humanas, la pauperización del proletariado sometido a esclavitud, el enriquecimiento inusitado de los sectores superiores de la burguesía gracias a las provisiones de guerra, a los empréstitos, etc., el triunfo de la reacción militar en todos los países, todo esto no tardará en destruir las ilusiones respecto a la defensa de la patria, la tregua y la “democracia”. La “política de paz” desenmascara las verdaderas aspiraciones de los imperialistas de todos los países hasta sus últimas consecuencias» (Tesis sobre la Situación Internacional y la política de la Entente, Primer Congreso de la IC)
A esa toma de conciencia pretendemos contribuir con este artículo.
Bagdad está paralizado por el miedo. Cada noche resuenan por esta ciudad martirizada disparos mortales. Coger el coche (quien aún lo tiene) se convierte inmediatamente en un peligro mortal. Bandas armadas hasta los dientes pueden, en cualquier momento, para el coche y freír a tiros con la mayor sangre fría a sus ocupantes. Cada día se añaden nuevos atentados sangrientos a la indecente lista de muertos en este país que se hunde en una barbarie extrema. Solo en un fin de semana de finales de Enero se asesinó a más de 200 personas en Bagdad. En 2006 murieron más de 16 800 civiles. Y respecto a ese mismo periodo, el ejército americano reconoce la muerte de 3068 militares y personal asimilado. Cada día que pasa confirma la amplitud del desastre humano. Los Chiitas han desaparecido del mapa en el barrio sunita de Al-Amariyah situado en la parte más occidental de la capital. El partido sunita Baas impone ley. Las pintadas en muros medio derruidos claman amenazantes «¡Muerte a Mouqtada (Mouqtada al-Sadr, religioso nacionalista chiita) y a su ejercito de imbéciles!» Esto refleja perfectamente la situación que se vive en todo el país. En otros barrios de la capital, como Al-Hurriya, son los sunitas los que tienen que huir si no quieren perder su vida. El caos y la tensión campan a sus anchas por Bagdad. Se prevé una explosión generalizada de violencia. La mayoría de los sunitas esperan que en cualquier momento se desencadene una ofensiva de las bandas armadas chiitas de Mahdi, para echarlos de la ciudad. Todos los contendientes acumulan municiones y armas. Bagdad se está convirtiendo en un autentico polvorín. El ejército americano, cuatro años después de su intervención en Irak, no controla nada salvo algunas zonas fronterizas mientras el resto del país se hunde irremediablemente en la anarquía más sanguinaria.
La victoria de los Demócratas en las ultimas elecciones en el Congreso y Senado de estados Unidos, desataron una ola de optimismo en los medios de comunicación burgueses. Optimismo reforzado por las propuestas del famoso plan Baker, consejero de Bush Junior. Ante la opinión pública americana, mayoritariamente contraria a la guerra, vendían el sueño de la retirada, en un tiempo razonable, de la vuelta a casa de las tropas y, hasta puede que el final de la guerra de Irak. ¡Puro fuego de artificio!. Los Demócratas no tienen ninguna política alternativa que ofrecer. La realidad se ha impuesto rápida y dramáticamente confirmando que no puede haber paz en esa región del mundo –como en tantas otras- bajo el régimen capitalista. Así, el proyecto de prepuesto de la Administración americana prevé aumentar los gastos militares. Al Pentágono le corresponderán 622 mil millones, de los cuales 142 son para Irak. El imperialismo americano, atrapado en el lodazal de Irak no tiene otro remedio para sobrevivir que huir hacia delante. Lo que supone, entre otras cosas, que 2 500 soldados más deben partir rápidamente hacia el terreno de operaciones. El ejército americano, en cooperación con la policía del Gobierno de Bagdad, se dispone a lanzar una ofensiva general sobre la capital. Ofensiva que oficialmente tiene como objetivo limpiar los sectores que actualmente están ocupados por milicias anti-americanas. Esta nueva ofensiva, como las que la han precedido en los últimos cuatro años, provocará masares aún mayores y un crecimiento aún mayor del caos. Empujará a las bandas armadas a llevar más lejos aún la sobrepuja de violencia. Hace poco se estrelló, en la provincia Sunita de Al-Anbar al Oeste de Bagdad, un helicóptero tipo CH-46 , provocando la muerte de siete de los marines que componían su tripulación. Oficialmente se reconoce que en menos de tres semanas seis aparatos de este tipo han sido abatidos. En esta guerra infame los medios de destrucción empleados so cada vez son más mortíferos. El ejército americano afirma que Irán suministra armas a los insurgentes irakies, lo cual es sin duda completamente cierto. Por eso refuerzan las fronteras en Irak con Siria e Irán. Pero como señala el Washington Post del 12 de Febrero « Ese tipo de afirmaciones y puesta en escena, como la historia de las armas de destrucción masiva, son las que precedieron y anunciaron la invasión americana de Irak antes de saberse que eran una manipulación”.
. Irán enseña cada vez con mayor ferocidad sus dientes para demostrar que pretende ser la principal potencia en la región, en todas partes – Líbano, Irak- empuja con sus “peones chiitas”., y participa activamente en las guerras y masacres actuales. Estados Unidos, por su parte, se dispone a mandar al Golfo pérsico su segunda fuerza naval encabezada por el US-Stennis.
El crecimiento acelerado de la tensión imperialista en todo Oriente Medio alienta a la carrera nuclear del conjunto de países de la región. En Diciembre pasado, países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, como Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos , Qatar, Bahrein u Omán, tras su cumbre anual anuncian que preparan un programa nuclear civil común. Estos países de Oriente Medio se reunieron con Jordania y Yemen en Enero pasado. Además se trata de países que poseen importantes reservas de petróleo y, por tanto, de energía civil. Pero como para Irán, tras la excusa nuclear civil se esconden en realidad programas nucleares militares. Para estos países árabes del Golfo el crecimiento de Irán como potencia es intolerable. Todo Oriente Medio, a guisa de Irak, se está escindiendo en dos. Cada vez, en todas partes, las comunidades Chiitas y Sinitas se ven enfrentadas, desgarradas por bandas rivales. El peligro ya no es sólo que Irak estalle sino que la guerra civil se propague por toda la región, como pasó hace 15 años pasó con la ex Yugoslavia. Es hoy un peligro bien real. El capitalismo, en plena crisis de senilidad, es incapaz de frenar el desarrollo del caos y la barbarie. Es más, está concentrando en esta región del mundo lo que le espera a la casi totalidad de la población: su aniquilación.
Traducido de RI º 377. Publicación de la CCI en Francia.
Desde comienzos de la década de 1990, la burguesía ha conseguido evitar una recesión abierta de la economía mundial, desarrollando un discurso sobre la “salud y el crecimiento de la economía” en los principales países, que hoy tiene como paradigma a China. Sin embargo ese crecimiento se basa sobre todo en una desenfrenada especulación financiera e inmobiliaria que ha convertido la economía mundial en un casino, fragilizando el sistema financiero, que tiembla por ejemplo ante cualquier filtración de que la Casa Blanca estaría considerando una acción armada sobre Irán, o algunos discursos pesimistas de los “gurús” económicos.
.Por otro lado, ese “desarrollo” del que hacen gala, no ha evitado una continuación y una agravación ininterrumpida de los despidos y la destrucción del tejido industrial, con el consiguiente aumento del número de desempleados. Eso sin contar el abandono de regiones enteras de África a la deriva y el crecimiento de la miseria en Asia (incluyendo la misma China, pese al “milagro”) y América Latina que generan flujos de emigrantes que arriesgan la vida para llegar a encontrar, con mucha suerte, trabajos precarios en condiciones casi de esclavitud.
Si esas son las condiciones de miseria para la clase obrera y la población que ha significado el “desarrollo económico” los últimos 15 años; hoy asistimos a una acumulación de signos de más graves convulsiones financieras al mismo tiempo que se suceden los mazazos de los ataques a las condiciones de vida obreras.
Durante estos últimos cuarenta años hemos comprobado que los períodos de recesión económica han sido cada vez más devastadores, y los períodos de relanzamiento más limitados. Debemos destacar que a pesar de los discursos tranquilizantes de la burguesía, que a menudo se dedica a decir que todo va bien (el desempleo bajaría, el poder adquisitivo aumenta...) o que los problemas son momentáneos, la perspectiva para 2007 no es una mejora del crecimiento sino la continuación de su deterioro. En los años 1960 la media del crecimiento de la producción en los países de la OCDE era del 5,6%; en los años setenta del 4,1%; en los ochenta, el promedio del período es de 3,4%; de 1990 a 1995 el 2,4%. La tendencia general a la baja continúa. Hay que señalar que la industria británica perdió 220.000 empleos en dos años. El número de personas empleadas en la industria manufacturera (3,3 millones) es inferior al del año 1841 (3,6 millones) ¡Es el relanzamiento del mercado inmobiliario y la vuelta a las inversiones en bolsa, lo que según la burguesía, está generando en Gran Bretaña el boom del consumo; es decir que es la especulación la que genera esta “riqueza”!
La droga del endeudamiento ha hecho acumular una montaña de deudas descomunal que en el último período ha llegado a hipotecar a toda la sociedad. La deuda total - en millones de dólares - de los Estados Unidos era de 450.000 en 1.970, de 1.069.000 en 1.980, de 5.000.000 en 1.988. Actualmente es de 7.800.000 millones de dólares. Este endeudamiento no sólo afecta a los Estados Unidos, sino a todos los países desarrollados y subdesarrollados. Baste ver por ejemplo como el “crecimiento espectacular” de la economía española está basado en realidad en una tasa de endeudamiento de las empresas y las familias del 110% de la renta disponible. Y a eso se suma la especulación desenfrenada: «El aparato financiero sufre las peores convulsiones desde 1.989... Su deterioro se realiza al mismo tiempo que un desarrollo gigantesco de la especulación que afecta a todas las actividades: acciones bursátiles, bienes inmuebles, arte, agricultura, etc...» (Revista Internacional 98).
La masa de movimientos financieros generados por la especulación se calcula en 699 billones de dólares; mientras que la transacción de bienes y servicios (o sea el intercambio de productos reales de la economía) no supera los 32 billones.
En esas condiciones, la devaluación del mercado inmobiliario en USA, donde la evolución del precio de la vivienda es negativa por primera vez en 10 años (-1,7%) y ha disminuido la venta de viviendas nuevas (-17% respecto a 2005) aumentando en cambio (hasta el 60%) el número de viviendas que no encuentran comprador; o el anuncio de signos de recesión en China donde se teme que la masa de mercancías que ha producido el desarrollo económico tengan dificultades para colocarse en el mercado mundial; pone en cuestión el papel de “locomotoras mundiales” de estos dos países y siembra el pánico de un crash financiero y una recesión.
«Wall Street sufrió ayer la mayor caída en una jornada desde los días siguientes a los ataques terroristas del 11 septiembre, cuando una jornada de considerables caídas de las acciones en todo el mundo culminó más tarde en un pánico de liquidaciones en New Cork. El índice industrial Dow Jones cerró habiendo perdido más de 400 puntos de media, entre los temores de que USA y China –las locomotoras gemelas de la economía global- estuvieran a punto de hundirse en la recesión y de que la Casa Blanca estuviera preparando ataques aéreos contra las instalaciones nucleares iraníes» (The Guardian, 28.02.07)
¿China sería el nuevo paradigma de la economía mundial, como trata de hacernos creer la burguesía?
Ya hace años que se nos viene diciendo que el espectacular crecimiento de la economía en China muestra la vitalidad del capitalismo mundial, 4 años consecutivos de crecimiento alrededor del 10%, e incremento de superávit comercial del 67%. Y, si China puede hacerlo, ¿Porqué el resto del mundo no?
Pues porque China “puede” precisamente porque los países desarrollados no pueden. La industrialización de China se basa en la desindustrialización de los principales países de Europa y de USA. En China se pueden amasar grandes beneficios porque la clase obrera está pagando con creces este “milagro económico” con tasas monstruosas de explotación, salarios ínfimos, jornadas de 12 horas y más, llegando a dormir en los talleres y mínima protección contra los accidentes de trabajo y contra la polución industrial: Se calcula que más de un millón de obreros mueren anticipadamente cada año debido a estas condiciones de explotación. Si en los años 70 y 80 la burguesía mundial podía poner como modelo la situación de Japón y Alemania, hoy su modelo “exitoso” es China. Si entonces se les decía a los trabajadores que debían ser productivos como sus hermanos de esos países de vanguardia para poder alcanzar el nivel de vida de estos, hoy se les dice que tienen que aceptar trabajar en condiciones “a la china” para que sus empresas sigan siendo competitivas. Pero ninguno de los batallones del proletariado en los países desarrollados aceptaría más sacrificios para vivir como en China.
Es necesario destacar que el crecimiento económico en China se produce en un período en el que la agravación de la crisis en los países industrializados obligó a estos últimos a bajar los costes de producción invirtiendo en los países donde la mano de obra era barata. El crecimiento económico de China es una expresión de la agudización de la crisis mundial y no una señal de una vitalidad del capitalismo. A pesar de toda la propaganda sobre el surgimiento de una “nueva clase media” y el desarrollo de una “cultura de consumo” en China, la mayoría de la población sigue siendo desesperadamente pobre y la mayor parte de la producción industrial China se canaliza a la exportación. El mercado mundial está siendo inundado con productos baratos chinos.
De ahí los temores de los economistas burgueses a un “recalentamiento” de la economía china. El reciente hundimiento de la bolsa en Febrero fue desencadenado, en parte, por el anuncio de que el gobierno chino iba a acentuar el control sobre el comercio ilegal de acciones en su economía. Pero la verdadera pesadilla que tienen es que la economía china, que lanza todas estas mercancías incontroladamente al mercado mundial, encabece una crisis abierta de sobreproducción, que tendría un efecto devastador sobre el estado de la economía mundial.
Frente al panorama idílico que trata de dibujar la burguesía de progreso y crecimiento económico, maquillando para ello las estadísticas si es necesario, los últimos acontecimientos tanto en España como en el resto del mundo vienen a mostrarnos que el capitalismo está iniciando una nueva recesión donde se ven golpeados los sectores punta: 10.000 despidos de Airbus que afectan a varios países europeos (400 de ellos a España), también el sector del automóvil con despidos masivos por parte de todos los fabricantes (General Motors planea despedir 30.000 trabajadores en Estados Unidos y Ford 10.000) que se concretan en España con el cierre de Delphi (1.400 despidos directos que afectan hasta 4.000 trabajadores por las subcontratas en la Bahía de Cádiz) y en la nueva reconversión de SEAT enmascarada de “plan de futuro” con 1.600 despidos. Estos son unos pocos casos dentro de una lista interminable de despidos que afecta a trabajadores de grandes y pequeñas empresas y de numerosos países.
Por otra parte, si la economía de casino ha “ocultado” la inflación estos años recientes a través del boom inmobiliario, actualmente las presiones inflacionistas se dibujan como una amenaza. En los años 1970, la inflación fue el precio que la burguesía hizo pagar a los obreros para evitar la recesión. En 1980 juzgaron que la recesión era mejor opción; hoy nos confrontamos a la amenaza de ambas simultáneamente. Los sacrificios sólo han traído más sacrificios y ahora a los despidos masivos se une la degradación salarial y un desarrollo cada vez más insoportable de las condiciones de explotación para los que siguen en el trabajo.
Todos estos fenómenos son la expresión del hundimiento inexorable del capitalismo en su crisis histórica. Por todas partes se aceleran los ataques sin final contra el proletariado, desarrollando el empobrecimiento y la miseria: aumento de los despidos masivos, recorte en las prestaciones por desempleo, ataques a los sistemas de jubilación, degradación en los servicios de sanidad y educación...
La crisis económica y la guerra imperialista producen una barbarie y una tragedia inenarrables en la mayoría de la población y en el proletariado, pero no hay que ver en la miseria únicamente la miseria, pues al igual que el ave fénix que siempre resurgía de sus cenizas, la clase obrera en su dolorosa toma de conciencia a nivel internacional tiene la llave para salvar a la humanidad del exterminio y mediante la revolución comunista llevarla a una sociedad verdaderamente humana.
P./Hic Rhodas.
Hace justo ochenta años - en marzo de 1927 - los obreros de Shanghai (China) se alzaron en una insurrección triunfante que tomó el control de la ciudad, en un momento en que toda China se veía envuelta en la agitación. Un mes más tarde esa insurrección resultó completamente aplastada por las fuerzas del Kuomintang, el partido nacionalista dirigido por Chiang Kai-shek, a quien el Partido Comunista chino (PCCH) había elevado al rango de héroe de la “revolución nacional” china. Se ponía fin así a la última sacudida de la gran oleada revolucionaria que se inició en 1917 en Rusia y que acabó con el aplastamiento de las luchas proletarias que se desarrollaron en China entre 1925 y 1927. Esto, sumado a las derrotas decisivas del proletariado alemán en 1921 y 1923, acentuó el aislamiento internacional de la Rusia revolucionaria y aceleró la marcha hacia un largo periodo de contrarrevolución.
A partir de 1924, cuando ya se adueñó prácticamente de Rusia, la fracción estalinista se dedicó con todas sus fuerzas a tratar de derrotar la insurrección que se gestaba en China. Pero ya antes de esa fecha, la política de los bolcheviques en China había sembrado las semillas de esas futuras derrotas. En 1922 el representante del KOMINTERN en China, H. Maring (alias Sneevliet), estableció, tras una serie de negociaciones con Sun Yat-sen, las bases de una alianza entre el PCCH y el Kuomintang. Se trataba de crear una especie de “frente unido antiimperialista” con objeto de lograr la liberación nacional de China, combatiendo en primer lugar a los “señores de la guerra” que dominaban una gran parte del país, sobre todo en el Norte. Esta alianza implicaba, entre otras cosas, que los militantes del PCCH debían adherirse individualmente al Kuomintang, aunque aquél mantuviese una autonomía nominal. En la práctica esto significaba, sin embargo, la total sumisión del PCCH a los objetivos del Kuomintang.
El 30 de mayo de 1925, obreros y estudiantes se manifestaron en Shangai en solidaridad con la huelga que tenía lugar en una fábrica de algodón de capital japonés. La policía municipal - dirigida por Gran Bretaña – acribilló a los manifestantes causando 12 víctimas. La respuesta obrera fue inmediata. En apenas dos semanas, Shangai, Cantón, y Hong Kong, estaban paralizados por una huelga general. En Shangai la huelga estaba dirigida por el Sindicato General del Trabajo (General Labour Union - GLU -), dominado por el PCCH; pero en Cantón y en Hong Kong la organización de la huelga recayó en un soviet embrionario, la “Conferencia de Delegados de los Huelguistas”, apoyada por 250.000 obreros que eligieron un delegado por cada 50 obreros. La Conferencia puso en pie dos mil piquetes de huelga, y tomó a su cargo los hospitales, las escuelas y la administración de justicia. Cómo cabía esperar, tal situación desató la histeria de las potencias imperialistas.
Pero esta patente confirmación de que el proletariado se estaba movilizando alertó también a la “burguesía nacionalista” organizada en el seno del Kuomintang. Este partido había sido siempre una abigarrada alianza de industriales, militares, estudiantes, e ilusos pequeño-burgueses; en fin, de todas las capas de la burguesía salvo aquellas más ligadas a los grandes terratenientes y a los señores de la guerra (la mayoría de estos acabarían entrando en el Kuomintang cuando ya las cosas se les pusieron demasiado feas). Bajo la dirección de SunYat-sen, el Kuomintang pretendió inicialmente aliarse con el PCCH para que este movilizara a los trabajadores de las ciudades para la “revolución nacional”. Mientras las luchas obreras se dirigían contra las empresas extranjeras y la dominación imperialista del extranjero, la burguesía del país estaba totalmente dispuesta a apoyarlas. Pero, cuando las huelgas comenzaron a extenderse a las empresas nacionales, esta misma burguesía descubrió que los obreros cometían «estúpidos excesos», y que «una cosa era aprovecharse de los obreros y otra, bien distinta, dejarse comer el terreno por ellos» (citado en la Revista semanal china de marzo-abril de 1926, y recogido en el libro de H. Isaacs: “La Tragedia de la Revolución china”). Rápidamente los capitalistas chinos comprendieron que tenían más cosas en común con los “imperialistas extranjeros” que con “sus” obreros.
Estos acontecimientos provocaron una ruptura, en el seno del Kuomintang, entre el ala izquierda y el ala derecha. La derecha representaba los intereses de la gran burguesía que quería liquidar la lucha obrera, desembarazarse de los comunistas, y llegar a un compromiso con los imperialismos establecidos en el país. La izquierda, animada principalmente por intelectuales y mandos intermedios del ejército, aspiraba a mantener la alianza con Rusia y el PCCH. No es casualidad que quien se convirtió en el más brutal carnicero del proletariado chino, el general Chiang Kai-shek, se postulara a si mismo como representante de ese ala izquierda. En realidad, y aunque siempre actuó buscando ante todo su insaciable ambición personal (se le conocía como “Chiang-quiere-cheque”), Chiang simbolizaba los tejemanejes que se traía entre manos la burguesía china en este periodo. Por un lado, adulaba al régimen soviético y hacía proclamas “incendiarias” en pro de la revolución mundial; por otro, multiplicaba en secreto los acuerdos con las fuerzas reaccionarias. Al igual que hacían los nuevos dirigentes de Rusia, se preparaba para aprovecharse de la clase obrera como ariete para derribar a sus enemigos inmediatos, pero al mismo tiempo se dedicaba a erradicar cualquier «exceso» (léase cualquier vestigio de lucha autónoma de la clase obrera).
En marzo de 1926, Chiang desató la primera ofensiva de envergadura contra el proletariado de Cantón, procediendo a detener a los comunistas y otros militantes de la clase obrera, y a asaltar los cuarteles generales de los comités de huelga en Cantón y Hong Kong. La huelga que se había mantenido durante meses cedió ante esta inesperada represión. Y ¿Cuál fue la respuesta de la IC ante este súbito cambio de actitud de Chiang? El silencio. Peor aún, pues insistía en negar la existencia de la más mínima represión contra la clase obrera china.
Chiang había organizado el golpe militar de Cantón como los prolegómenos de una expedición militar clave contra los señores de la guerra del Norte; pero también, como la primera etapa del camino que habría de llevar a los sangrientos sucesos de Shangai. Las tropas de Chiang consiguieron espectaculares avances contra los militares norteños, en gran parte gracias a las oleadas de huelgas obreras y a las revueltas campesinas que ayudaron a desorganizar la retaguardia de las fuerzas del Norte. El proletariado y los campesinos pobres luchaban contra unas condiciones de vida miserables, con la confianza puesta en que la victoria del Kuomintang mejoraría su existencia material. El PCCH no sólo no combatió esas ilusiones sino que contribuyó a alimentarlas llamando a los obreros a luchar por la victoria del Kuomintang, y frenando las huelgas obreras y las ocupaciones de tierras por parte de los campesinos, cuando amenazaban con ir demasiado lejos.
Y así mientras el PCCH y la IC se dedicaban a impedir los «excesos» de la lucha de la clase obrera, Chiang se afanaba en aplastar a esas mismas fuerzas proletarias y campesinas que tanto habían contribuido a sus victorias. Así, por ejemplo, prohibió cualquier reivindicación obrera mientras durara la campaña del Norte, y contestó con la represión los movimientos obreros que tuvieron lugar en Cantón, Kiangsi y otras ciudades a medida que avanzaba. En la provincia de Guangdong, el movimiento campesino contra los señores de la guerra fue violentamente masacrado. La tragedia de Shanghai supuso el punto culminante de esta masacre.
Shanghai, con su puerto y sus industrias, albergaba la flor y nata del proletariado chino, aunque se hallaba aún en la zona bajo control de los señores de la guerra. Cuando se inició el avance del ejército del Kuomintang hacia la ciudad, el sindicato GLU, dirigido por el PCCH, convocó una huelga general con objeto de echar a la camarilla del gobierno y «apoyar así al ejército de la expedición del Norte» y «aclamar a Chiang Kai-shek». Hay que decir que esta primera tentativa fue aplastada tras duros combates callejeros, pero aunque las autoridades impusieron un reinado de terror contra la población obrera, lo cierto es que la combatividad de esta se mantuvo intacta. Tan es así que el 21 de Marzo, los trabajadores volvieron a levantarse, esta vez mejor organizados, con una potente milicia compuesta de 5000 obreros, y con 500 – 800 mil trabajadores participando en la huelga general y en la sublevación. Se asaltaron las comisarías de policía y los cuarteles, y las armas que se requisaron en ellas se distribuyeron entre los obreros. A la mañana siguiente toda la ciudad estaba en manos del proletariado.
Mientras crecía la tensión. Chiang llegó a las puertas de Shangai, pero al ver que la ciudad estaba tomada por la clase obrera armada en plena revuelta, contactó inmediatamente con los capitalistas locales , los imperialistas y las bandas criminales, para poder organizar la represión, tal y como había hecho ya en todas las ciudades anteriormente “liberadas”. Sus intenciones seguían estando meridianamente claras y, sin embargo, la IC y el PCCH seguían exhortando a los obreros a que confiaran en el ejército nacional y que salieran a dar la bienvenida a Chiang el “libertador”.
Esta vez, sin embargo, el recuerdo de las carnicerías que había cometido contra el proletariado, alertó a un grupo de revolucionarios de la necesidad de que el proletariado combatiese tanto a Chiang como a los señores de la guerra. En Rusia, Trotsky reclamaba la formación en China de soviets de obreros, de soldados y de campesinos como base para una lucha armada contra Chiang y para el establecimiento de la dictadura del proletariado. Y en el propio territorio chino, un grupo de disidentes – Albrecht, Nassonov y Fokkine - que se formó en el seno de la propia legación de la IC, mantuvo la misma posición. Cada día que pasaba, en las propias filas del PCCH aumentaba el número de quienes pensaban que había que romper con el Kuomintang. Sin embargo, la dirección del partido se mantuvo fiel a la línea del la IC estalinizada, y en vez de impulsar la formación de Consejos Obreros –soviets -, el PCCH organizó un “gobierno municipal provisional” en el que se incluyó, ¡además en minoría!, junto a los representantes de la burguesía local. En lugar de alertar a los trabajadores sobre las intenciones de Chiang, el PCCH llamó a salir a recibir a sus tropas con los brazos abiertos. En vez de acentuar la lucha de clases, único medio defensivo y ofensivo del proletariado, el GLU se opuso a las huelgas que estallaban espontáneamente, y se dedicó a cercenar el poder de los piquetes obreros armados que tenían el control efectivo de las calles. Chiang pudo así preparar concienzudamente su contra-ataque, y el 12 de Abril lanzó a sus mercenarios y a sus bandas de criminales (en su gran mayoría camuflados de “obreros” pues figuraban como representantes de los recientemente creados sindicatos “moderados” – la Alianza Sindical de los Obreros -), contra unas masas obreras completamente desprevenidas. Pese al coraje y a la valiente resistencia de los obreros, Chiang pudo restablecer rabiosamente su “orden” en medio de un baño de sangre con frecuentes decapitaciones de obreros en plena calle. La columna vertebral de la clase obrera china había sido quebrada.
Algún tiempo después de esta tragedia, Stalin y sus matones admitieron que la revolución había tropezado con «el obstáculo», aunque insistieron una y otra vez en que la política seguida por el PCCH y la IC ¡había sido la correcta!
Las derrotas de 1927 allanaron el camino de un nuevo episodio de la guerra imperialista en China; al igual que la derrota de la oleada internacional de la clase obrera abrió la vía hacia la segunda carnicería imperialista mundial. En todos esos conflictos el PCCH se mostró como un fiel servidor del capital nacional, movilizando a las masas para la guerra contra el Japón en los años 30, y, después, para la guerra mundial de 1939-1945. Ganó así la legitimidad para acabar siendo, a partir de 1949, el jefe supremo del Estado capitalista chino y sepulturero mayor del proletariado chino.
El proletariado chino, como el conjunto del proletariado mundial, pagó un alto precio por su inmadurez y sus ilusiones. La política criminal y desastrosa del PCCH reflejaba, en parte, la falta de experiencia del proletariado chino para romper el estrangulamiento ideológico al que la sometía el Kuomintang y el nacionalismo. Tampoco pudo afirmarse como clase autónoma, llamada a desempeñar un papel histórico particular y determinante, con sus propios objetivos revolucionarios; ni dotarse de los órganos políticos y unitarios necesarios para cumplir esta tarea (la vanguardia revolucionaria y los consejos obreros). En última instancia, sin embargo, la suerte de la Revolución en China, se había jugado ya en las calles de Petrogrado, de Berlín, de Budapest y de Turín. El fracaso de la revolución mundial significaba para los obreros chinos quedar en el aislamiento y la confusión.
Por ello sus luchas masivas y espontáneas que constituían ya las sacudidas finales de la marejada revolucionaria del proletariado mundial pudieron ser desviadas a un terreno de lucha entre fracciones de la burguesía y, consecuentemente, masacradas.
CDW
Adaptado de Revolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 377.
Los obreros de Delphi llevan desde Enero movilizados contra el cierre de la factoría de Puerto Real (Cádiz), que supone dejar en la calle a más de 4000 trabajadores entre plantilla y empresas auxiliares. Desde el momento mismo en que la empresa lo anunció, los trabajadores de Delphi han recibido la solidaridad cercana y fraternal, no sólo de las familias de los obreros directamente afectados por el cierre de esta empresa, sino de prácticamente todos los trabajadores, de todos los sectores y de todos los pueblos de la Bahía de Cádiz. Así, por ejemplo, el 1 de Marzo, la solidaridad con los trabajadores de Delphi congregó en Cádiz cerca de 40 mil personas[1], y el 18 de Abril toda la comarca se unió a una huelga general en apoyo de sus compañeros. Más recientemente, en las procesiones del 1º de Mayo, trabajadores no sólo de la comarca o de la provincia de Cádiz, sino de otras provincias andaluzas, se han desplazado para marchar junto a los obreros de Delphi.
Toda esta solidaridad cosechada lo ha sido en realidad como resultado de la búsqueda activa de ese apoyo que han protagonizado los trabajadores de Delphi y sobre todo por parte de sus familias y especialmente del colectivo de las mujeres de los trabajadores que han asumido gran parte de las iniciativas destinadas a ganar la solidaridad, desde concentrarse en todas las poblaciones hasta interpelar al presidente autonómico en gira “pre- electoral” por la zona; desde ir a colegios e institutos a responsabilizar a los jóvenes estudiantes para que se unieran a la lucha por su propio futuro hasta explicar qué significa el cierre de Delphi y el sentido de la lucha a los turistas que visitaban la zona con ocasión de los afamados Carnavales.
¿Qué hay detrás de esa búsqueda y esa formidable cosecha de solidaridad? Hay, desde luego, un sentimiento de hermanamiento, de calor humano, que ya es por sí solo sumamente gratificante frente a la atomización imperante en la sociedad actual. Aquí no se trata de dar unas monedas a una “telemaratón”. Aquí se ha visto por ejemplo a trabajadores con contratos precarios de los hipermercados de la zona, jugarse el “empleo”, y perder el equivalente a dos días de salario por secundar, por ejemplo, la movilización del 18 de Abril. Pero además del desarrollo de ese formidable sentimiento fraternal hay también una cierta toma de conciencia. En primer lugar de la identidad de intereses de todos los que compartimos la condición de explotados. Nadie, ni los parados ni los jóvenes con contratos precarios, ni los temporeros del campo, han visto a los trabajadores de Delphi como “egoístas” que defienden el “privilegio” de un puesto de trabajo fijo, sino que han sentido como suya la reivindicación esencial contra los despidos de Delphi: ¡basta ya de que las condiciones de existencia de los trabajadores dependan de los avatares de los negocios capitalistas!. En segundo lugar, los propios sociólogos y analistas de los medios de comunicación, destacan que si la comarca de la bahía de Cádiz se ha puesto en pie, no es tanto porque los trabajadores de Delphi caigan más simpáticos que los de otros sectores, sino porque los trabajadores de diferentes empresas y sectores de esa zona han soportado durante los últimos treinta años sucesivos planes de despidos que han dejado la zona hecha un auténtico solar desindustrializado a la cabeza del ranking del desempleo español. La rabia por los miles de engaños y promesas incumplidas por los políticos de turno se suma a la inquietud por la desaparición de la «la última esperanza que queda para seguir aquí», como declaraba una compañera y madre de trabajadores de Delphi en la TV. Así pues el coraje y la determinación que han demostrado los trabajadores al solidarizarse con los compañeros de Delphi, indica también, como decíamos, una cierta toma de conciencia de que este sistema de no tiene ninguna "solución" que ofrecer a los trabajadores.
Por ello, las autoridades y las instituciones del Estado capitalista han hecho del sabotaje de la solidaridad de los trabajadores su consigna fundamental, y en cambio han sembrado el terreno con todo tipo de trampas, han tratado de presentar como “amigos de los trabajadores” a quien en realidad ha sido y es el verdugo ejecutor de las dictados de la explotación. Así, por ejemplo, cuando la multinacional dio a conocer el plan de cierre, la Junta de Andalucía y el Gobierno español trataron de apaciguar los ánimos señalando la “ilegalidad” de esta decisión que por tanto podría ser revertida por los tribunales. Tal patraña ha podido mantenerse apenas un par de meses, hasta que los jueces han dicho (¡vaya novedad!) que las leyes del Estado capitalista protegen a los empresarios cuando cierran las empresas que no les son rentables. Se necesitaba pues cambiar de engaño y surgió entonces la búsqueda de un “mirlo blanco” que estuviese dispuesto a hacerse cargo de la factoría, pero este señuelo ha resultado igualmente fallido pues estamos asistiendo precisamente a una oleada de cierres de fábricas y despidos en las empresas del automóvil de los países avanzados (como se ha visto en la Volkswagen en Bélgica, o de nuevo la SEAT de Barcelona). Ahora nos vienen con el cuento de que quizás la Junta de Andalucía, o la Diputación de Cádiz pudieran hacerse cargo de Delphi, aunque ya el propio presidente de la Junta de Andalucía, el Sr. Chaves, ha declarado que «no hay soluciones globales para los 4000 trabajadores»,… O sea que no sólo han estado “mareando la perdiz”, como se dice vulgarmente, cansando a los trabajadores, tratando de debilitar su resistencia y su combatividad durante más de dos meses, sino que ahora plantean una “solución”, consistente en enfrentar a unos trabajadores con otros, quebrando precisamente la solidaridad obrera.
Los obreros de Delphi están siendo sometidos a una cruel tortura. Por un lado la propia multinacional colabora en la estratagema aplazando la fecha de cierre definitivo de la factoría, aunque ya no quedan prácticamente trabajos que hacer, lo que acrecienta el nerviosismo y la angustia de los trabajadores. Mientras tanto las autoridades, el comité de empresa, los jefes sindicales se reúnen una y otra vez para analizar “soluciones” que se desvanecen con la misma premura con que se anuncian. Tras dos meses de movilización, y sin que el futuro se aclare, empiezan a aparecer momentos de desánimo que afectan a algunos compañeros. Y de nuevo aparece la solidaridad obrera como si fuera una inyección reanimadora.
Así sucedió el pasado 8 de Mayo, cuando espontáneamente un grupo de menos de 100 trabajadores tomó la decisión, en contra de las directrices del comité de empresa, de cortar una de las carreteras que comunican la factoría. Sin embargo, el número de trabajadores implicados era significativamente menor que en las semanas anteriores. Esto hizo que los trabajadores de las contratas que desarrollan su actividad en la propia factoría, se movilizaran también espontáneamente y reclamaran una mayor implicación de sus compañeros al grito de «¿Dónde están los fijos? ¿Escondidos?», a lo que los compañeros respondieron sumándose masivamente a la manifestación que se prolongó hasta la tarde. Inmediatamente las autoridades convocaron una reunión en Sevilla para el próximo viernes con objeto, como reconocieron abiertamente, de “aliviar” la tensión.
La lucha de los trabajadores de Delphi entra en una fase decisiva de su evolución. A los explotadores no les quedan muchas más patrañas que ofrecer, y aunque la proximidad de las elecciones del 27-M pueda hacer que aplacen unas semanas las decisiones más “impopulares”, se van a ver obligadas, mas temprano que tarde, a desvelar que la amistad de Zapatero y la Junta de Andalucía con los obreros de Delphi, o las rimbombantes declaraciones del Parlamento español en “defensa de los puestos de trabajo de la bahía de Cádiz”, conducen poco más o menos al mismo puerto al que llevó el «yo no os dejaré solos» que les dijo ZP a los del naval.
Los trabajadores deben mantenerse pues en alerta y no consentir caer en las trampas con que intentan dividirnos. Es, por ejemplo, muy peligroso que traten de enfrentar a los obreros fijos y a los de contratas, y ya están intentando hacerlo convocando por ejemplo el mismo viernes a los representantes de los trabajadores de Delphi en Sevilla, y a los de las industrias auxiliares en Cádiz. Solo permaneciendo unidos, sumando nuevos efectivos (por ejemplo en la manifestación inicialmente prevista para la siguiente semana en Sevilla) podemos obtener la fuerza necesaria para resistir los ataques de los capitalistas.
¡Ahora, más que nunca, hemos de estar con los compañeros de Delphi y no dejarlos solos!
¡Luchar con ellos es luchar por nosotros mismos!
¡Frente a la sucesión de planes de despidos y de ataques a nuestras condiciones de vida y trabajo desarrollemos el arma de solidaridad obrera como medio para oponernos con la fuerza necesaria a los planes de los explotadores!
¡Para salvaguardar la unidad de la lucha, esta debe ser organizada por los trabajadores mismos!
¡No dejemos que los tejemanejes sindicales acaben dividiéndonos y enfrentándonos unos a otros!
¡Desarrollemos la organización de la lucha mediante asambleas en las que juntos, “fijos” y trabajadores de contratas, empleados de Delphi y familiares o compañeros de otras empresas o sectores podamos unirnos para sentir verdaderamente la fuerza de la solidaridad!
¡Participemos activamente en las reuniones en las que se decidan las acciones y las movilizaciones contra los despidos!
Acción Proletaria
Corriente Comunista Internacional 10/5/2006
[1] Ver Acción Proletaria nº 194 la hoja que difundimos en Cádiz y en el resto de España sobre la lucha
A principios de año se ha desencadenado en Egipto una oleada de huelgas, con más de 35000 trabajadores implicados, en diferentes sectores (muchos de ellos estatales): cementero, minero, ferroviario, autobuses, granjas avícolas, sanidad y sobre todo la industria textil[1]. Los trabajadores han llevado a cabo una serie de huelgas ilegales en contra de la pérdida de capacidad adquisitiva de sus salarios, que se deteriora rápidamente, y contra los recortes en las prestaciones sociales. El carácter combativo y espontáneo de estas luchas puede vislumbrarse en esta descripción de cómo estalló la lucha en Diciembre del año pasado en el gran complejo textil de hilatura Misr de Mahalla al-Kubra’s, al norte de El Cairo, que fue el epicentro del movimiento. Publicamos una traducción de un extracto del artículo «Egyptian textil workers confront the new economic order»[2] (Joel Beinin y Osma el-Hamalawy), publicado en Middle East Report Online y libcom.org, y basado en entrevistas a dos trabajadores de la fábrica, Muhammed Attar y Sayyid Habib.
«Los 24000 trabajadores del complejo textil de hilatura de Mahalla al-Kubra’s Misr estuvieron encantados de recibir noticias el 3 de Marzo de 2006, de que el Primer ministro Ahmad Nazif había decretado un aumento de la paga extra anual concedida a todos los trabajadores manufactureros del sector público, de 100 libras egipcias (17$) fijas a un plus salarial equivalente a la paga de dos meses. La última vez que aumentaron las pagas fue en 1984, de 75 a 100 libras.
“Leímos el decreto, y empezamos a darlo a conocer en la fábrica”, dijo Attar. “Irónicamente, incluso los dirigentes del sindicato progubernamental daban publicidad a la noticia como uno de sus logros”. Y continuó diciendo: “Diciembre (cuando se recibe la paga extra) llegó y todos estábamos ansiosos. Entonces descubrimos que nos habían timado. Sólo nos pagaron las mismas 100 libras de antes; realmente 89 para ser más precisos, puesto que hay deducciones (por impuestos)”
En el ambiente había espíritu de lucha. Los dos días siguientes, grupos de obreros se negaron a aceptar sus salarios en señal de protesta. Luego el 7 de Diciembre, miles de obreros del turno de la mañana comenzaron a
reunirse en Mahalla’s Tal’at Harb Square, delante de la entrada a la fábrica. El ritmo de trabajo del complejo ya se había hecho más lento, pero la producción llegó a pararse cuando 3000 mujeres, trabajadoras de la sección de ropa, abandonaron sus puestos y fueron en manifestación a las secciones de hilatura, donde sus compañeros aún no habían parado máquinas. Las trabajadoras entraron furiosas gritando: “¿Dónde están los hombres? ¡Aquí estamos las mujeres!”. Avergonzados, los hombres se sumaron a la huelga.
Alrededor de 10000 obreros se juntaron en la plaza gritando: “¡Dos meses! ¡Dos meses!”, reivindicando los pluses que les habían prometido. Cuerpos especiales de la policía antidisturbios se desplegaron rápidamente alrededor de la fábrica y a través de la ciudad, aunque no actuaron para sofocar las protestas. “Estaban impresionados de ver cuántos éramos”, dijo Attard. “Esperaban que nos esfumásemos por la noche o la mañana siguiente”. Con el apoyo de la seguridad del Estado, la patronal ofreció una paga de 21 días. Pero como recordaba Attar sonriendo, “las mujeres (trabajadoras) casi destrozan a los representantes de la patronal que vinieron a negociar”
Cuando cayó la noche, dijo Sayyid Habib, para los hombres fue “muy difícil convencer a las mujeres de que fueran a casa. Querían quedarse a dormir. Nos llevó horas convencerlas de que fueran a casa con sus familias y volvieran el día siguiente”. Riéndose, Attard añadió, “Las mujeres fueron más combativas que los hombres. Las fuerzas de seguridad las amenazaron y trataron de intimidarlas, pero ellas aguantaron”.
Antes de los rezos del amanecer, la policía antidisturbios se precipitó contra las puertas del recinto fabril. Setenta obreros, incluyendo a Habib y Attar, estaban durmiendo dentro de la fábrica, donde se habían encerrado. “Los miembros de las fuerzas de seguridad nos dijeron que éramos pocos y haríamos mejor saliendo”, dijo Attar. “Pero no sabían cuántos estábamos dentro. Mentimos y les dijimos que éramos miles”. Attard y Habib despertaron deprisa a sus camaradas, y juntos, los obreros empezaron a golpear con fuerza los barriles de hierro haciendo ruido. “Despertamos a todo el mundo en el complejo y en la ciudad. Nos quedamos sin saldo en los móviles llamando a las familias y los amigos para pedirles que abrieran las ventanas e hicieran ver a las fuerza de seguridad que estaban observando. Llamamos a todos los obreros que conocíamos para pedirles que acudieran deprisa a la fábrica”
A esas alturas, la policía había cortado el agua y la electricidad de la fábrica. Agentes estatales corrieron a toda prisa a las estaciones de tren para decir a los obreros que venían de fuera de la ciudad que la fábrica se había cerrado debido a una avería eléctrica. La mentira no coló.
“Aparecieron más de 20000 trabajadores”, dijo Attard, “Hicimos una manifestación masiva y escenificamos un simulacro de funerales por nuestros patronos. Las mujeres nos trajeron comida y cigarrillos y se unieron a la marcha. Las fuerzas de seguridad no se atrevieron a intervenir. Los alumnos de los colegios y los estudiantes de los institutos y Facultades tomaron la calle en apoyo a los huelguistas”. Al cuarto día de ocupación de la fábrica, funcionarios del gobierno embargados por el pánico hicieron una oferta de paga de 45 días y dieron todo tipo de garantías de que la empresa no sería privatizada. La huelga se suspendió; la federación sindical controlada por el gobierno quedó humillada por el éxito de la huelga salvaje de los obreros de la hilatura Misr».
La victoria en Mahalla fue una inspiración que hizo entrar en lucha muchos otros sectores, y el movimiento está lejos de haberse agotado. En Abril, el conflicto entre los obreros de Mahalla y el Estado salió de nuevo a la palestra. Los obreros decidieron enviar una amplia delegación a El Cairo a negociar (¡!) con la dirección de la Federación General de los sindicatos sobre las reivindicaciones salariales y a proceder a la destitución del comité sindical de la fábrica de Mahalla por haber apoyado a los patronos en la huelga de Diciembre. La respuesta de las fuerzas de Seguridad del Estado fue poner la fábrica en estado de sitio. Ante eso, los trabajadores fueron a la huelga y otras dos grandes empresas textiles declararon su solidaridad con Mahalla: Ghazl Ahebeen y Kafr el-Dawwar. La declaración de esta última fue particularmente lúcida.
«Nosotros, obreros del textil de Kafr el-Dawwar, declaramos nuestra plena solidaridad con ustedes, para conseguir sus justas reivindicaciones, que son las mismas que las nuestras. Denunciamos rotundamente las medidas extraordinarias de seguridad que impidieron viajar a El Cairo a la delegación de obreros de Mahalla, para manifestarse pacíficamente en el cuartel general de la Federación General de los sindicatos. También condenamos la declaración de Said el-Gohary a Al-Masry Al-Youm el domingo pasado, en la que describió su movilización como un “sinsentido”. Seguimos con atención lo que les está sucediendo y declaramos nuestra solidaridad con la huelga de anteayer de los trabajadores de tejidos, y con la huelga parcial de los obreros de la seda.
Queremos que sepan que nosotros, obreros de Kafr el-Dawwar y ustedes, obreros de Mahalla, vamos por el mismo camino, y tenemos un solo enemigo. Apoyamos su movimiento, porque tenemos las mismas reivindicaciones. Desde el fin de nuestra huelga, la primera semana de febrero, nuestro comité sindical de empresa no se ha movido para conseguir las reivindicaciones que instigaron nuestra huelga. El comité sindical de empresa ha perjudicado nuestros intereses…. Expresamos nuestro apoyo a vuestras reivindicaciones para reformar los salarios. Como ustedes, esperamos el fin de abril para ver si la Ministra de trabajo dará satisfacción a nuestras reivindicaciones al respecto o no. No ponemos demasiadas esperanzas en la Ministra, puesto que no hemos visto ningún movimiento de su parte, o del comité sindical de empresa. Aún dependemos de nosotros mismos para conseguir nuestras reivindicaciones.
Así destacamos que:
1. Navegamos con ustedes en el mismo barco y embarcaremos juntos en el mismo viaje
2. Declaramos nuestra plena solidaridad con sus reivindicaciones y les aseguramos
que estamos dispuestos a
llevar a cabo acciones de soli-daridad si ustedes deciden organizar movilizaciones.
3. Nos desplazaremos para informar a los trabajadores de la seda artificial de El-Beida Dyes y a los de la Química Misr de su lucha y para crear puentes que expandan el frente de la solidaridad. Todos los obreros somos hermanos en tiempos de lucha.
4. Tenemos que crear un amplio frente para consolidar nuestra batalla con los sindicatos gubernamentales. Tenemos que echar esos sindicatos ahora,
no mañana».
(Traducción de Arabawy website y publicado en inglés en primicia en libcom.org; traducido del inglés por nosotros)
Esta es una declaración ejemplar, porque muestra las bases fundamentales de la solidaridad de clase genuina por encima de las divisiones de sector y empresa, la conciencia de pertenecer a una misma clase y de luchar contra el mismo enemigo. También es rotundamente clara sobre la necesidad de luchar contra los sindicatos estatales.
Durante este periodo también estallaron otras luchas en diferentes lugares: los basureros de Giza irrumpieron en las oficinas de la empresa en protesta por el impago de sus salarios; 2700 obreros del textil en Monofiya ocuparon una fábrica textil; 4000 trabajadores textiles fueron a la huelga por segunda vez en Alejandría, cuando los empresarios intentaron deducirles el sueldo por la primera huelga. También ha habido huelgas ilegales, salvajes.
En el curso de este movimiento se han producido otros intentos de aplastar las luchas por la fuerza. Las fuerzas de seguridad clausuraron, o amenazaron con hacerlo, los “Centros sindicales y de servicios obreros” en Nagas, Hammadi, Helwan y Mahalla, a los
que acusaron de fomentar “una
cultura huelguística”.
La existencia de estos centros indica que hay claramente esfuerzos en dirección a la formación de nuevos sindicatos. Inevitablemente en un país como Egipto, donde los trabajadores sólo han sufrido la experiencia de sindicatos que actúan abiertamente como policías a pie de fábrica, los obreros más combativos son susceptibles de convencerse de la idea de que la respuesta a sus problemas está en la creación de verdaderos sindicatos “independientes”, igual que les pasó a los obreros polacos en 1980-81. Pero lo que destaca muy claramente de la forma en que se llevó a cabo la huelga en Mahalla (manifestaciones espontáneas, delegaciones masivas y asambleas a las puertas de la fábrica) es que los obreros son más fuertes cuando toman directamente su lucha a cargo, sin entregar su fuerza a nuevos aparatos sindicales.
En Egipto se pueden detectar los gérmenes de la huelga de masas, no sólo en la capacidad de los obreros para llevar a cabo acciones espontáneas masivas, sino también en el alto nivel de conciencia de clase que expresa la declaración
de Kafr el-Dawwar.
Todavía no hay una conexión consciente entre estos acontecimientos y otras luchas que se desarrollan en diferentes partes de la división imperialista en Oriente Medio: en Israel, los portuarios, los empleados públicos y más recientemente los maestros, que reivindicaban aumentos salariales, y los estudiantes, que se enfrentaron a la policía en manifestaciones contra la subida de las tasas universitarias; en Irán, donde el 1º de Mayo miles de obreros rompieron la disciplina de las manifestaciones gubernamentales coreando consignas contra el gobierno, o participaron en manifestaciones ilegales que se enfrentaron a una severa represión policial. Pero la simultaneidad de todos esos movimientos surge de un mismo origen: las tentativas del capital de reducir las condiciones de vida de la clase obrera a la pobreza en todo el mundo. En ese sentido, estas luchas contienen los gérmenes de la futura unidad internacionalista de la clase obrera por encima de los muros del nacionalismo, la religión y la guerra imperialista.
Amos, 01.05.2007
World Revolution nº 303, publicación de la CCI en Gran Bretaña
[1] Hemos informado de estas luchas en nuestra publicación en Gran Bretaña, World Revolution nº 302:«Middle East, despite war, class struggle continues».
[2] «Los obreros egipcios del textil confrontan el nuevo orden económico» https://libcom.org/article/egyptian-textile-workers-confront-new-economic-order [18]
A los pocos días de que se celebrara la primera vuelta de las elecciones presidenciales, estallaba la noticia de una nueva respuesta de los obreros de Airbus contra los ataques de la empresa. Efectivamente el miércoles 25 de Abril, la Dirección comunicó que el importe de las primas para el año 2007 era de tan solo 2’88 euros[1], cuando el año pasado alcanzó los 4500 euros. La perdida de salario que esto supone es bestial y significa un hachazo en toda regla al presupuesto de las familias obreras.
Los trabajadores de Airbus han reaccionado inmediatamente contra esas migajas que, como si fueran perros, les “ofrece” la patronal. En la factoría de Toulouse, la indignación se transformó en lucha, y una de las cadenas paró espontáneamente y sin preaviso. Además los obreros de ese taller pidieron a los de otros que les acompañasen a las oficinas de la Dirección. El coraje y la voluntad de no dejarse amilanar crece cada vez más. Uno de los obreros ha contado esta experiencia: «Ayer, sobre las 16 h. hemos sabido que la prima era de 2’88 euros. Los compañeros se han negado a seguir trabajando y así ha empezado una huelga espontánea. Todo el FAL [el taller de montaje] se ha sumado».
Este compañero insiste en que lo que se ha vivido es una auténtica reacción espontánea de los trabajadores que ha contrariado los planes de los sindicatos: «Uno de los responsables sindicales nos ha dicho que teníamos que volver al trabajo, que nuestro gesto había causado efecto, y que lo mejor es que volviéramos tranquilamente al curro».
Este testimonio permite ver claramente cómo los sindicatos se dedican a sabotear la combatividad obrera y que los obreros no podemos confiar en ellos para llevar nuestras luchas adelante. ¡Todo lo contrario! Para impulsar la lucha sólo contamos con nuestras propias fuerzas. Por eso no es de extrañar la preocupación de los jerifaltes sindicales, y que pidieran a sus afiliados que les tengan informados y que traten de calmar los ánimos: «Lo que ha pasado no ha sido a iniciativa de ningún sindicato, hay que tener cuidado con lo que se hace [¡sic¡] Debéis ponernos al corriente cuando pasan cosas como las de esta mañana».
Y lo mismo que sucedió en Toulouse, paso en Saint-Nazaire y en Nantes. La indignación corrió como un reguero de pólvora: los obreros siguen la estela de sus compañeros de Toulouse y, a su vez, hacen paros “salvajes”. Salen masivamente a la puerta de la fábrica para bloquear la entrada. Todo eso lo hacen sin esperar las convocatorias sindicales, sino más bien en contra de sus recomendaciones. Así un trabajador declara a la prensa: «Esto no ha salido de ningún sindicato. Ha salido del hartazgo de los
propios trabajadores».
También en Saint-Nazaire y en Nantes, los trabajadores ven la “prima” como un autentico insulto que sumar a las provocaciones y presiones cotidianas: «Nos piden que hagamos horas extras los sábados pero no contratan a nadie y no les renuevan los contratos a los eventuales», testimonia encolerizado otro trabajador. Los 2’88 euros se convierten durante varias horas en el símbolo que concentra toda la inhumanidad que sufre la clase obrera.
Tanto en Toulouse como en Saint-Nazaire, los sindicatos, aunque no lograran evitar el estallido de cólera obrera, lograron finalmente hacerse con el control de la situación, “sumándose” a la lucha. Como contaba un trabajador de Airbus en Toulouse: «unas cuantas horas después, antes de la comida, los de FO [el sindicato “Fuerza Obrera”] han organizado un simulacro de movilización pero evitando invitar a todos los trabajadores».
Al enfrentarse colectivamente a sus explotadores, al negarse a ser tratados como ganado, los trabajadores de Airbus han mostrado lo que es la dignidad de la clase obrera. Nos han recordado que frente a los ataques continuos que sufrimos en todas las empresas, en todos los sectores tanto públicos como privados, sólo tenemos una salida: luchar todos juntos, unidos. Pese a todas las maniobras de la burguesía para enfrentarnos unos obreros contra otros, para exacerbar la competencia entre nosotros, lo que marca, cada vez con más fuerza, la situación social es la creciente tendencia a la solidaridad activa entre los proletarios. Como muy bien dice un obrero de Saint-Nazaire: «! Queríamos también solidarizarnos con el movimiento en Toulouse¡ »
Esta reacción de los trabajadores de Airbus propagada de tajo a tajo, de taller en taller,… muestra el camino que tiene que tomar la clase obrera para hacer frente tanto a los ataques como a las provocaciones de la burguesía. También ha puesto de manifiesto el papel de los sindicatos como fuerzas de encuadramiento al servicio del orden capitalista. En los próximos meses y años los trabajadores nos veremos obligados a enfrentarnos cada vez con más fuerza a ese sabotaje sindical, para poder desarrollar verdaderamente la solidaridad y la unidad de las luchas.
Señalemos por último que explosiones de indignación obrera como las de Airbus, así como la sucesión de conflictos quizá pequeños pero numerosos (en el sector del automóvil, los correos, la enseñanza, etc.), nos recuerdan que, pese a la matraca electoral y el “triunfo de la democracia”, ¡no hay tregua en la lucha de clases!.
Béatrice (28 abril)
[1] Este anuncio, especialmente escandaloso, bien pudo constituir una provocación para echar humo sobre el anuncio realizado el 27 de Abril de la supresión de puestos de trabajo en los distintos centros de trabajo y la lista de los “agraciados” por los despidos. Esto no desmerece en absoluto que la reacción espontánea de los trabajadores sea verdaderamente ejemplar.
«Llegamos al límite de la condición humana, no estamos en condiciones de continuar prestando este servicio, que es de gran importancia para el país, de la forma como estamos siendo dirigidos y como somos tratados. NO CONFIAMOS EN NUESTRO EQUIPAMIENTO Y TAMPOCO EN QUIENES NOS COMANDAN! Estamos trabajando con los fusiles apuntando contra nosotros...». De esta manera dramática los controladores aéreos[1]de Brasilia, Curitiba, Manaos y Salvador, se expresaban a través de un manifiesto[2], antes de paralizar el servicio al medio día del viernes 30 de marzo, declarándose en huelga de hambre y auto-acuartelamiento, como medidas de presión contra las autoridades del Comando de la Aeronáutica, órgano militar responsable del control del tráfico aéreo en Brasil, adscrito a la Fuerza Aérea Brasileña. A las 14 horas, al finalizar su trabajo los controladores del turno de la mañana del CINDACTA-1 (Centro Integrado de Defensa Aérea y Control de Tráfico Aéreo) en Brasilia, que controla el 80% del tráfico aéreo del país y concentra a 120 controladores, decidieron permanecer en las instalaciones para continuar el movimiento. Ante las medidas represivas de la comandancia de la Aeronáutica, quien ordenó el arresto de 16 controladores y amenazó con “usar el reglamento” que penaliza con cárcel a los amotinados, los controladores decidieron ampliar el movimiento a otros centros de control a las 18:50 horas del viernes, lo que ocasionó la paralización de 49 de los 67 aeropuertos del país. La acción de los controladores rompió con la desinformación sobre la huelga, que tanto el gobierno como los sindicatos y asociaciones del sector pretendían realizar.
A las 0:30 del sábado 31 la huelga es suspendida, después que el gobierno revocó las órdenes de encarcelamiento contra los huelguistas y se comprometió a cumplir las reivindicaciones exigidas por éstos; principalmente la desmilitarización del servicio de control aéreo.
Este triunfo de los controladores aéreos, es un triunfo del proletariado, que nos deja una serie de enseñanzas para las luchas de mayor envergadura que se anuncian en
el horizonte.
La solidaridad a la base
del conflicto
Desde la colisión del Boeing de la aerolínea Gol y un avión Legacy en Mato Grosso al centro oeste de Brasil, el 29 de septiembre, que dejó un saldo de 154 muertos, los controladores realizaron varias acciones de “brazos caídos”, ya que ellos habían sido el blanco de las acusaciones del gobierno y de las autoridades militares y civiles, no sólo de este accidente, sino del caos reinante en el servicio aéreo del país.
En su manifiesto, los trabajadores se defienden de estas calumnias y enumeran las fallas en el sistema de tráfico aéreo, denunciadas y registradas por ellos en los libros operacionales: desde la caída en los sistemas de Curitiba, Brasilia y Congonhas (Sao Paulo), hasta la falta de aeronaves y sobreventa de boletos (overbooking) por parte de las líneas aéreas, pasando
por la insuficiencia de controladores aéreos que no pueden con todo.
Con todos los argumentos a su favor, los trabajadores denuncian: «Pasados seis meses de la crisis (se refieren a la colisión del 29 de septiembre), no hay ninguna señal positiva para las dificultades enfrentadas por los Controladores de Tráfico Aéreo. Al contrario, las mismas se agravaron.
Como si no bastasen las dificultades de orden técnico-laboral, somos también acusados de saboteadores, en un intento de encubrir las fallas de gestión del sistema... NUNCA hubo acto de sabotaje de parte de ese profesional que trabaja para proveer seguridad y no actos
de terrorismo»
La huelga expresa la indignación de los controladores aéreos ante la respuesta del gobierno y alto mando militar: «La represalia del alto mando militar contra los sargentos controladores ha generado tal insatisfacción que no soportaremos callados en medio de tanta injusticia e impunidad a los verdaderos responsables del caos».
Pero también esta huelga deja al desnudo toda la hipocresía del conjunto de la burguesía brasileña y su complicidad en la crisis del transporte aéreo, tanto la de izquierda ahora en el gobierno como la de derecha.
Ésta última, que se aprovecha de la situación para denunciar la incapacidad del gobierno Lula, intenta ocultar que el deterioro del sistema de control aéreo es de vieja data, mucho antes de venir Lula al poder; y que el aumento desenfrenado de la competencia entre las líneas aéreas, la política de disminución de gastos, la sobreventa de boletos y el incremento de vuelos, lleva al sistema de control aéreo a operar en condiciones extremas.
Por su parte, el gobierno Lula tiene una alta cuota de responsabilidad, ya que es harto conocido que éste en vez de atender las necesidades operacionales que benefician al conjunto del sistema (y la población), le ha dado prioridad a las inversiones del Grupo de Transportes Especiales (GTE), que atiende al Airbus presidencial y los vuelos de los altos jerarcas del gobierno, civiles y militares.
La acción de los trabajadores ha puesto el dedo en la llaga. Ha hecho pública una situación que permanecía oculta o era tergiversada para el conjunto de los trabajadores del sector aéreo, los pasajeros y la población en general. En este sentido, esta huelga, corta, pero de amplio impacto, es una manifestación de solidaridad de los controladores aéreos, con los otros trabajadores del sector y con la población que puede llegar a ser afectada por los accidentes aéreos. Es una expresión, de que el proletariado, con su lucha conciente, politizada y organizada, tiene la capacidad de realizar acciones efectivas contra el capital a favor del trabajo y el conjunto de la sociedad; que él tiene medios para superar la impotencia y frustración a que nos somete la burguesía, debido a su incapacidad expresada en el abandono de los servicios públicos y de cualquier otro tipo.
Gobierno y sindicatos fueron sorprendidos por esta acción de los trabajadores
Tanto el gobierno como los sindicatos fueron sorprendidos y desbordados por los acontecimientos. Las autoridades de la Aeronáutica pensaron que los controladores retrocederían ante las amenazas de encarcelamiento y de aplicación de la disciplina militar. Tales medidas sólo hicieron radicalizar el movimiento: los controladores toman la decisión de paralizar la casi totalidad del servicio a las 18:50 del viernes 30, presionando al gobierno a la negociación. Ante la radicalización de un movimiento que podía traer consecuencias impredecibles, tuvo que intervenir el propio Lula (quien se encontraba volando en su confortable Airbus, rumbo a verse con su colega Bush), haciendo uso de su vieja experiencia de “apaga fuegos” de las luchas obreras, aprendida cuando emergía como líder sindical en el ABC de Sao Paulo. No fue por “democratismo”, ni por ser un “presidente obrero” como Lula forzó a las altas cúpulas de la Fuerza Aérea Brasileña a negociar con los huelguistas junto con representantes del ejecutivo, sino gracias a su pasado de sindicalista, agente del estado capitalista en el medio obrero. Comprendió que los trabajadores estaban decididos a llevar el conflicto hasta sus últimas consecuencias; bien sabe que cuando se manifiesta la cólera de
los trabajadores, ésta puede expandirse como la pólvora. La intervención del ejecutivo se debió fundamentalmente a la presión de los propios trabajadores.
Por otra parte, tanto Lula como la alta cúpula militar, son conscientes del malestar reinante en la propias Fuerzas Armadas, donde tanto oficiales como sargentos perciben salarios de hambre. Los controladores aéreos, que tienen una alta cualificación técnica, y salarios importantes en otras partes del mundo, apenas llegan a percibir unos 1400 Reales (alrededor de $700 americanos), equivalente a 4 salarios mínimos oficiales. Así mismo, éstos altos jerarcas del estado burgués, eran concientes de que la Fuerza Aérea no tiene la capacidad inmediata de sustituir a los controladores aéreos.
En las declaraciones de los sindicatos se puede percibir claramente su fuerte intención de condenar el movimiento. Si no lo hicieron abiertamente, fue sólo para no desacreditarse ante la clase obrera que apoyaba totalmente a los controladores. El “Sindicato Nacional dos Trabalhadores de Proteção ao Vôo” (SNTPV) que agrupa a los controladores civiles, se vio forzado a publicar el manifiesto en su web en Internet, sin brindar apoyo al movimiento. Su presidente Jorge Botelho, para intentar dividir a los controladores, declaraba que «el manifiesto había sido firmado sólo por los controladores militares», cuando los controladores civiles también se habían sumado a la huelga, a pesar de la oposición del sindicato. Por su parte, la “Associação Brasileira dos Controladores de Tráfego Aéreo” (Abcta), tuvo el descaro de publicar una nota donde declaraba que debido a la falta de atención del gobierno, ya no iba a «actuar para reprimir cualquier movilización del sector». Por su parte, los sindicatos de otros sectores del servicio aéreo, controlados por el PT, se cuidaron de no pronunciarse para no molestar a su jefe mayor, de viaje a Washington. Sabemos que en el fondo, los otros trabajadores del sector están con los controladores, a pesar de la sobrecarga de trabajo que les causó la huelga.
¿Cuáles son las enseñanzas
de estas luchas?
El explosivo movimiento de los controladores nos muestra que ni las bayonetas ni los sindicatos, estén controlados por partidos y gobiernos de derecha o de izquierda, van a aplacar la lucha del proletariado. Esta lucha muestra que la izquierda del capital, comandada por Lula, ha logrado posponer las luchas obreras, pero éstas no han desaparecido. A pesar de la acción antiobrera del PT y la CUT, el proletariado brasileño sigue vivo.
En este sentido, las reformas
laborales promovidas por el gobierno Lula, es posible que causen algunas reacciones en el proletariado brasileño[3] .
Una gran enseñanza que deja esta lucha es que a nivel de los trabajadores, no existen sectores privilegiados o “aristócratas” que puedan escapar a los efectos de la crisis capitalista; la clase obrera en su conjunto se ve sometida a los embates de la crisis. Los controladores aéreos, a pesar de ser un sector altamente cualificado y de ser no militarizado, están sujetos a condiciones de trabajo extremas y de riesgo, como lo están muchos obreros y técnicos cualificados en otras áreas de la producción y los servicios. Otra enseñanza de esta lucha, es que sectores claves del proletariado son conscientes de que tienen los medios para hacer frente a la represión del estado, tanto militar como sindical.
Sin embargo, hay muchas ilusiones y trampas alrededor de este movimiento:
-Por una parte, puede sembrarse la ilusión que la situación de los controladores aéreos de Brasil va a cambiar por el hecho de no estar militarizados. La burguesía es conciente de lo estratégico de este servicio. Por ello, aunque no esté militarizado en la mayoría de los países, está sujeto a un régimen casi militarizado y a fuertes medidas de control por parte del estado.
-el manifiesto expresa ciertas ilusiones de los trabajadores en la “apertura democrática” del gobierno y de su “transparencia”: «Brasil vive momentos inéditos de democracia y transparencia con el rescate de los valores de la ética, del respeto, con los asuntos públicos». Los trabajadores no deben dejarse deslumbrar por las palabras bonitas de la izquierda. Ésta es la izquierda del capital, y como tal hace uso de la hipocresía de la clase burguesa. Tanto unos como otros sustentan la democracia burguesa, mecanismo político-ideológico mediante el cual la burguesía mantiene la dictadura del capital contra el trabajo.
-la no militarización del sector abre las puertas a la sindicalización. La huelga de los controladores plantea de la manera mas clara la necesidad de los sindicatos para la burguesía, como órganos de control contra los conflictos de los trabajadores. Debido a estar bajo disciplina militar, los controladores no han tenido otro camino que oponerse de manera directa y abierta al estado. La burguesía necesita de los sindicatos para enfrentar a los trabajadores, ya que son las fuerzas que por más de un siglo han servido para amortiguar, desviar y enfrentar las luchas. En este sentido, ante el desprestigio de la CUT, vendrán a jugar su papel de “bomberos” de las luchas obreras los “nuevos” sindicatos controlados por las fuerzas “anti-Lula” más a la izquierda.
Perspectivas
Las lecciones de este movimiento se ubican en una perspectiva mas amplia que no sólo abarca a los controladores aéreos, sino que incumbe al proletariado en su conjunto.
En primer lugar, la lucha de los controladores expresa el descontento reinante en el seno del proletariado brasileño ante los embates de la crisis descargada sobre sus espaldas, antes por los gobiernos de derecha, ahora por el de izquierda de Lula. En este sentido, no hay diferencia desde el punto de vista de los intereses del proletariado, entre tener un gobierno de izquierda (así se sea de corte radical como el trotskismo) y el de derecha. Pero lo más significativo de esta lucha es la capacidad de respuesta del proletariado ante los embates del capital. Los controladores han mostrado que sí hay salida.
También la lucha de los controladores ha mostrado que la fuerza del proletariado no es sólo cuantitativa, sino también cualitativa. Los controladores, a pesar de no pasar de 3 mil, debido a su alto nivel de solidaridad, a su organización y politización, y por que tenían el apoyo implícito de sectores importantes de la clase obrera, lograron enfrentar al mayor estado de América del Sur.
CCI
04-04-07
[1] Los controladores aéreos en Brasil, en su gran mayoría son funcionarios militares con el rango de sargento. De un total de 2.289 controladores, sólo 154 son civiles.
[2] El texto completo del manifiesto de los controladores se puede leer en el site del “Sindicato Nacional dos Trabalhadores de Proteção ao Vôo” (SNTPV), www.sntpv.com.br/principal.php [20], que agrupa sólo a los controladores aéreos civiles. El sindicato, pese a no brindar apoyo a la huelga, se vio forzado a publicar el manifiesto debido a la contundencia del movimiento.
[3] El gobierno promueve una reforma legislativa en materia sindical y laboral, supuestamente como una forma de “generar empleos”. En realidad las reformas, que “flexibilizan” la relación laboral, acentuarán la precarización del proletariado brasileño, a favor del capital nacional.
¡Plomo, metralla, cárcel!: Esa es la respuesta del Frente Popular a los obreros de Barcelona
que han osado resistir el ataque capitalista.
El 19 de Julio los proletarios de Barcelona, con sólo sus puños desnudos, aplastaron el ataque de los batallones de Franco, armados hasta los dientes. Ahora, en las jornadas de Mayo de 1937, cuando sobre los adoquines han caído muchas más víctimas que cuando en Julio rechazaron a Franco, ha sido el gobierno antifascista -incluyendo hasta los anarquistas y del que el POUM es indirectamente solidario- quien ha desencadenado la chusma de las fuerzas represivas contra
los trabajadores.
El 19 de Julio, los proletarios de Barcelona son una fuerza invencible. Su lucha de clase, liberada de las ataduras del Estado burgués, encuentra eco en los regimientos de Franco, los desagrega y despierta el instinto de clase de los soldados: es la huelga la que encasquilla los fusiles y cañones de Franco y rompe su ofensiva.
La historia sólo registra intervalos fugaces durante los cuales el proletariado puede adquirir su total autonomía respecto al Estado capitalista. Pocos días después del 19 de Julio, el proletariado catalán llega a la encrucijada: o se decide por entrar en la fase superior de su lucha con la finalidad de destruir el Estado burgués, o permite que el capitalismo reconstituya las mallas de su aparato de dominación. En ese preciso momento de la lucha, cuando el instinto de clase ya no es suficiente y en el que la conciencia se transforma en factor decisivo, el proletariado no puede vencer sino a condición de disponer del capital teórico, paciente y encarnizadamente acumulado por sus fracciones de izquierda, transformadas en partidos por la fuerza de los acontecimientos. Si hoy en día, el proletariado español vive sumergido en tal tragedia, la causa es su falta de madurez para forjar su partido de clase: el único cerebro que le puede dar la fuerza de vivir.
En Cataluña, desde el 19 de Julio, los obreros crean de modo espontáneo, en su propio terreno de clase, los órganos autónomos de su lucha, pero, inmediatamente, surge el angustioso dilema: comprometerse a fondo en la batalla política para la destrucción del Estado capitalista y completar de ese modo los éxitos económicos y militares, o dejar en pie la máquina opresora del enemigo y permitirle, entonces, desnaturalizar y liquidar las conquistas obreras.
Las clases luchan con los medios que les vienen impuestos por las situaciones y el grado de tensión social. Ante un incendio de clase, el capitalismo no puede ni siquiera pensar en recurrir a los métodos clásicos de la legalidad. Lo que lo amenaza es la independencia de la lucha proletaria que condiciona la otra etapa revolucionaria hacia la abolición de la dominación burguesa. Por consiguiente, el capitalismo debe rehacer la malla de su control sobre los explotados. Los hilos de esa malla que antes eran la magistratura, la policía, las prisiones, se transforman, en la situación extrema de Barcelona, en los Comités de Milicias, las industrias socializadas, los sindicatos obreros gerentes de los sectores esenciales de la
economía, etc.
Así, en España, la Historia plantea nuevamente el problema que, en Italia y en Alemania, había sido resuelto mediante el aplastamiento del proletariado: los obreros conservan para su clase los instrumentos que se han creado en el ardor de la lucha, a condición que los orienten contra el Estado burgués. Los obreros están armando a sus futuros verdugos si, faltándoles la fuerza para destruir al enemigo, se dejan entrampar nuevamente en la red de su dominación.
La milicia obrera del 19 de Julio es un organismo proletario. La «milicia proletaria» de la semana siguiente es un organismo capitalista adaptado a la situación del momento. Y para realizar su plan contrarrevolucionario, la burguesía puede contar con los Centristas, los Socialistas, la CNT, la FAI, el POUM, ya que todos hacen creer a los obreros que el Estado cambia de naturaleza cuando el personal que lo dirige cambia de color. Disimulado en los pliegues de la bandera roja, el capitalismo afila pacientemente la espada de la represión que, el 4 de Mayo, está ya preparada por todas las fuerzas que, el 19 de Julio, habían roto el espinazo de clase del proletariado español.
El hijo de Noske y de la Constitución de Weimar es Hitler; Mussolini es el hijo de Giolitti y del «control de la producción»; el hijo del frente antifascista español, de las «socializaciones», de las «milicias proletarias», es la matanza de Barcelona del 4 de Mayo de 1937.
Y, solo, el proletariado ruso replicó a la caída del zarismo con el Octubre de 1917, porque solo, logró construir su partido de clase a través del trabajo de las fracciones de izquierda.
Fue a la sombra de un gobierno del Frente Popular como Franco pudo preparar su ataque. Fue a través del camino de la conciliación como Barrios intentó formar, el 19 de Julio, un ministerio que pudiera realizar el programa conjunto del capitalismo español, bajo la dirección de Franco o bajo la dirección mixta de la derecha y la izquierda fraternalmente unidas. Pero la revuelta obrera de Barcelona, de Madrid, de Asturias, obligó al capitalismo a desdoblar su Ministerio, a distinguir claramente las funciones unidas por la indisoluble solidaridad de clase, entre el agente republicano y el agente militar.
Allí donde Franco no logró imponer su victoria inmediata, el capitalismo llama a los obreros para que le sigan en «la lucha contra el fascismo». Sangrienta emboscada que los obreros han pagado con millares de cadáveres al creer que, bajo la dirección del gobierno republicano, podrían aplastar al hijo legítimo del capitalismo: el fascismo. Partieron hacia los collados de Aragón, las montañas del Guadarrama y de Asturias, para luchar en favor de la victoria de la guerra antifascista.
Todavía una vez más, como en 1914, la hecatombe del proletariado es el camino por el que la Historia subraya en caracteres sangrientos la oposición irreductible entre Burguesía y Proletariado.
¿Fueron los frentes militares una necesidad impuesta por la situación? ¡No! ¡Fueron una necesidad para el capitalismo con la finalidad de sitiar y destruir a los obreros! El 4 de Mayo de 1937 es la prueba evidente de que, después del 19 de Julio, el proletariado tenía que combatir contra Companys y Giral, al igual que contra Franco. Los frentes militares no podían sino cavar la tumba de los trabajadores porque representan los frentes de la guerra del capitalismo contra el proletariado. Contra esa guerra, los proletarios españoles, al igual que sus hermanos rusos que les dieron el ejemplo de 1917, sólo podían replicar desarrollando el derrotismo revolucionario en los dos campos de la burguesía; el republicano y el «fascista». Transformando la guerra imperialista en guerra civil con la finalidad de lograr la destrucción total del Estado burgués.
La fracción italiana de izquierda ha estado apoyada únicamente, en su trágico aislamiento, por la corriente solidaria de la Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica, que acaba de fundar la fracción belga de la izquierda comunista internacional. Sólo esas dos corrientes han dado la alarma mientras que se proclamaba, por todas partes, la necesidad de salvaguardar las conquistas de la Revolución, de vencer a Franco para mejor derrotar a Largo Caballero en una segunda etapa.
Los últimos sucesos de Barcelona confirman trágicamente nuestra tesis inicial y demuestran la crueldad, sólo igual a la de Franco, con la que el Frente Popular, flanqueado por los anarquistas y el POUM, se ha abatido sobre los obreros insurrectos del 4 de Mayo.
Las vicisitudes de las batallas militares han sido otras tantas ocasiones por parte del Gobierno republicano para reforzar su dominio sobre la clase oprimida. No habiendo una política proletaria de derrotismo revolucionario, tanto los éxitos como las derrotas militares del ejército republicano, han sido únicamente las etapas de la sangrienta derrota de clase de los obreros. En Badajoz, en Irún, en San Sebastián,... la República del Frente Popular aporta su contribución a la matanza concertada del proletariado, al mismo tiempo que aprieta las filas de la Unión Sagrada, ya que es necesario un ejército disciplinado y centralizado para ganar la guerra antifascista. La resistencia de Madrid facilita, por el contrario, la ofensiva del Frente Popular capaz ahora de deshacerse de su criado del día anterior, el POUM, para mejor preparar el ataque del 4 de Mayo.
De manera paralela, en todos los países, la guerra de exterminio llevada a cabo por el capitalismo español, alimenta la represión burguesa internacional, y los asesinatos fascistas y «antifascistas» de España acompañan a los asesinatos de Moscú y de Clichy. También los traidores reúnen a los obreros de Bruselas alrededor del capitalismo democrático, sobre el ara sangrienta del antifascismo, en el momento de las elecciones del 11 de Abril de 1937.
«Armas para España»: ese ha sido el principal eslogan que ha resonado en los oídos de los proletarios. Armas que han disparado contra sus hermanos de Barcelona. La Rusia Soviética, al colaborar en el aprovisionamiento de armas para la guerra antifascista, también ha servido al entramado capitalista para la reciente carnicería. A las órdenes de Stalin, el cual despliega su rabia anticomunista el
3 de Marzo, el PSUC de Cataluña toma la iniciativa de la matanza.
Otra vez, como en 1914, los obreros se sirven de las armas para matarse los unos a los otros, en vez de utilizarlas para la destrucción del régimen de opresión capitalista.
Los obreros de Barcelona han tomado nuevamente, el 4 de Mayo de 1937, el camino que iniciaron el 19 de Julio, y del que el capitalismo los había podido separar apoyándose en las múltiples fuerzas del Frente Popular. Provocando la huelga por todos lados, incluso en los sectores presentados como «conquistas de la revolución», se han enfrentado contra el bloque republicano-fascista del capitalismo. Y el gobierno republicano ha respondido con el mismo salvajismo con el que actuó Franco en Badajoz e Irún. Si el Gobierno de Salamanca no ha explotado esta conmoción del frente de Aragón para impulsar un ataque es porque ha intuido que su cómplice de izquierda ejecutaba admirablemente su papel de verdugo del proletariado.
Agotado por diez meses de guerra, de colaboración de clase, de la CNT, de la FAI, del POUM, el proletariado catalán acaba de sufrir una terrible derrota. Pero esa derrota también es una etapa con vistas a la victoria de mañana, un momento de su emancipación, porque significa el acta de defunción de todas las ideologías que habían permitido al capitalismo la preservación de su dominio, a pesar del sobresalto enorme del 19 de Julio.
¡No! Los proletarios caídos el 4 de Mayo no pueden ser reivindicados por ninguna de las corrientes que, el 19 de Julio, los impulsaron fuera de su terreno de clase para precipitarlos en el abismo del antifascismo.
Los proletarios caídos pertenecen al Proletariado y sólo al Proletariado. Representan las membranas
del cerebro de la clase obrera mundial, del partido de clase de la revolución comunista.
Los obreros del mundo entero se inclinan ante todos los muertos y reivindican sus cadáveres contra todos los traidores, tanto los de ayer como los de hoy. El proletariado del mundo entero saluda a Berneri como uno de los suyos y su inmolación en aras del ideal anarquista es asimismo una protesta contra una escuela política que se ha derrumbado durante los acontecimientos de España: porque la policía ha repetido en el cuerpo de Berneri, la hazaña que Mussolini logró en el cuerpo de Matteotti
¡Bajo la dirección de un gobierno con participación anarquista!
La carnicería de Barcelona es el signo precursor de represiones todavía más sanguinarias contra los obreros de España y del mundo entero. Pero también es el signo precursor de las tempestades sociales que, mañana, se desatarán contra el mundo capitalista.
El capitalismo, en sólo diez meses, ha tenido que agotar los recursos políticos con los que contaba para dedicarse a demoler al proletariado, poniendo obstáculos al trabajo que éste cumplía para fundar su partido de clase, arma para su propia emancipación y para la construcción de la sociedad comunista. Centrismo[1]y Anarquismo, uniéndose a la Socialdemocracia, han alcanzado el término de su evolución en España, del mismo modo en que la guerra redujo al estado de cadáver a la Segunda Internacional, después de 1914.
En España, el capitalismo ha provocado una guerra de dimensiones internacionales: la guerra entre fascismo y antisfascismo que, a través de la forma extrema de la lucha armada, anuncia una tensión aguda de las relaciones de clases en la arena internacional.
Los muertos de Barcelona desbrozan el terreno para la construcción del partido de la clase obrera. Todas las fuerzas políticas que han llamado a los obreros a la lucha en favor de la revolución comprometiéndolos en una guerra capitalista, todas sin excepción han cambiado de trinchera y, ante de los obreros del mundo entero se abre el horizonte luminoso en el que los obreros de Barcelona han escrito, con su propia sangre, la lección de clase ya trazada por la sangre de los muertos de 1914-1918: La lucha de los obreros es proletaria sólo a condición de dirigirse contra el capitalismo y su Estado; sirve los intereses del enemigo si no se dirige contra éste a cada momento, en todos los campos, en todos los organismos proletarios que las situaciones hacen nacer.
El proletariado mundial luchará contra el capitalismo incluso cuando éste pase a la etapa de represión de sus criados de ayer. Porque es la clase obrera, y jamás su enemigo de clase, quien tiene la responsabilidad de ajustar cuentas a los que han expresado un momento de su lucha para la emancipación de la esclavitud capitalista.
La batalla infernal que el capitalismo español ha iniciado contra el proletariado abre un nuevo capítulo internacional de la vida de las fracciones de todos los países. El proletariado mundial, que debe continuar su lucha contra los «constructores» de Internacionales artificiales, sabe que sólo puede fundar la Internacional proletaria a través de la conmoción mundial de la relación de clases que abra el camino de la Revolución comunista, y únicamente de esta manera. Ante el frente de la guerra de España, que anuncia la aparición de tormentas revolucionarias en otros países, el proletariado mundial siente
que ha llegado el momento de
anudar los primeros lazos internacionales de las fracciones de la izquierda comunista.
¡Proletarios de todos
los países!
¡Vuestra clase es invencible; significa el motor de la evolución histórica: la prueba la constituyen los acontecimientos de España, ya que es vuestra clase, únicamente, la que representa el centro neurálgico de una lucha que convulsiona el mundo entero!
¡No debe ser la derrota la que os descorazone: de esa derrota sacareis las enseñanzas para vuestra victoria de mañana!
¡Apoyaos en vuestras bases de clase, reconstruid vuestra unidad de clase más allá de las fronteras, contra todas las mistificaciones del enemigo capitalista!
¡En pie para la lucha revolucionaria en todos los países!
¡Vivan los proletarios de Barcelona que han girado una nueva página sangrienta en el libro de la Revolución Mundial!
¡Adelante, para la construcción del Buró Internacional de las fracciones para la promoción de la formación de fracciones de izquierda en todos los países!
¡Levantemos el estandarte de la Revolución Comunista, que los verdugos fascistas y antifascistas no puedan impedir a los proletarios vencidos que los transmitan a sus herederos de clase!
¡Seamos dignos de nuestros compañeros caídos!
¡Viva la Revolución Comunista en el mundo entero!
La Fracción Belga e Italiana de la Izquierda Comunista Internacional. Mayo 1937
1. BILAN llamaba “centristas” a los partidos comunistas ya degenerados y pasados al campo del capital.
Día tras día se suceden las muestras del horror que alcanza la «civilización» capitalista. A las terribles imágenes de los atentados y las matanzas que cotidianamente asolan Irak, Pakistán, Líbano, etc. les siguen las de las víctimas de todo tipo de catástrofes como el “accidente” que le ha costado la vida a cerca de 200 personas en un aeropuerto de Sao Paulo (Brasil), o la “fatalidad” que ha hecho volcar el cayuco que transportaba más de un centenar de emigrantes subsaharianos y que ha hecho que perezcan ahogados cerca de 80 de ellos, en lo que constituye ya la mayor de esas tragedias sucedida en aguas territoriales españolas.
Ante cada una de esas desgracias los media ofrecen solícitos una “explicación” circunstancial, una media verdad (la imprevisión de los gobernantes en el primer caso, la “temeridad” de los explotados en el segundo,...) que supone en realidad la peor de las patrañas, la que intenta ocultar a las víctimas de esas calamidades cual es la verdadera raíz de sus sufrimientos. Las matanzas, las hambrunas, los desastres ecológicos, el deterioro de las infraestructuras, etc., no son “fallos” del sistema capitalista sino el resultado inevitable de la dominación de las leyes de este sistema sobre la especie humana y el planeta entero. Y hoy asistimos a una acentuación de la frecuencia y de la intensidad de tales catástrofes, a una considerable agravación de la situación de barbarie, miseria y caos que vive la humanidad, como hemos analizado en nuestro último Congreso Internacional (ver reseña en este mismo número de AP).
En el frente de las matanzas, los atentados terroristas, las operaciones de “limpieza”,... en definitiva de las diferentes manifestaciones del fenómeno criminal de la guerra imperialista, la realidad desautoriza cada vez más tajantemente las patrañas que explicaban el caos y las masacres, por ejemplo en Irak, por el carácter forajido del imperialismo yanqui o por la ceguera sanguinaria de su presidente. No negamos la “media verdad” que contiene tal afirmación. Lo que denunciamos es que se utilice para ocultar la auténtica realidad de que tales características no son exclusivas del capitalismo yanqui, sino rasgos esenciales de todos los imperialismos, es decir de todos los capitales nacionales. Y, en segundo, que el caos y la irracionalidad que se manifiestan hoy en todos los focos de conflicto no proviene de la “obcecación” particular de tal o cual gobernante, sino del pozo ciego en que se adentra todo el capitalismo mundial, como analizamos en la editorial de nuestra Revista Internacional nº 129..
Así puede verse analizando los telediarios más recientes en los que junto a las cotidianas imágenes de los atentados y de los bombardeos en cualquier ciudad iraquí, han venido a sumarse las no menos dramáticas imágenes de esos atentados y esas matanzas en Afganistán, Pakistán, Líbano. En Afganistán, estamos viendo como la intervención militar con tropas de países que, como Alemania, Francia o España, se presentan como verdaderos “valedores de la paz”; ocasiona igualmente daños “colaterales” con miles de víctimas, bombardeadas (como el reciente ataque “erróneo” a una escuela en la que murieron decenas de criaturas), desplazadas de su residencia y sometidas al terror de señores de la guerra locales, a los que los 37 mil soldados de la OTAN avalan con el marchamo de “autoridades democráticas”. Es verdad, “media verdad”, que el “estilo Bush” de gestión de la postguerra en Irak ha dado como resultado un total desastre un creciente caos de pugnas y matanzas cotidianas y un poderoso fermento para la extensión de los conflictos a otras áreas geográficas, pero la auténtica realidad es que el modelo «multilateral y respetuoso con las resoluciones de la ONU» puesto en práctica en Afganistán lleva,..., ¡al mismo mortífero lodazal de terror y barbarie!
Y si es verdad que el fracaso norteamericano en Irak ha supuesto el epicentro de una sacudida de guerras y atentados en todo Oriente medio, no es menos cierto que el “impasse” de la intervención en Afganistán, amenaza con desestabilizar aún más toda la zona, y en particular al vecino Pakistán, donde cada vez aflora más el enfrentamiento del régimen del general Musharraf con los talibanes afrentados a la par que enardecidos por lo que sucede en Afganistán. No es de extrañar que, en tal tesitura, las “grandes potencias democráticas” hayan decidido con el supino cinismo que les caracteriza, mirar para otro lado cuando este mandamás decidió responder con un baño de sangre (se calculan cerca de 300 muertes) el desafío que le lanzaron los talibanes que se habían adueñado de la Mezquita Roja de Islamabad. Ya hace tres años vimos como estos campeones mundiales de los “derechos humanos” que son las democracias occidentales respondían con suma tibieza a la matanza de Beslán perpetrada por la policía de Putin en una escuela de Osetia del Norte. Pero ahora se han superado en hipocresía y desfachatez, al justificar las atrocidades cometidas por el ejercito pakistaní porque los talibanes... ¡¡ «han tomado a la población civil como rehén»!!, lo que, a pesar de su apesadumbrado fingimiento, supone el proceder habitual de todas las fracciones en la guerra imperialista ¿O no es eso mismo lo que están haciendo Hamás y Al Fatah con la atribulada población palestina? Resulta desde luego repugnante que todos los actores de esa auténtica “limpieza” esta vez no étnica sino sectaria como en Irak, se llenen la boca con el “pueblo palestino”, cuando este es en realidad el rehén, el que pone los muertos y la miseria de una pelea que enfrenta a los gángsters de Hamás armados y pertrechados por el imperialismo iraní, con los no menos gangsteriles milicianos de Al Fatah esta vez respaldados por Egipto y Jordania, e incluso por el propio gobierno israelí. Por su parte las “civilizadas” democracias occidentales no han dudado en utilizar la “ayuda humanitaria” como chantaje para doblegar al gobierno de Hamás, lo que estos han endosado a la población, que ha visto por ejemplo como los trabajadores públicos no han recibido sus salarios durante meses.
A pesar de las patrañas y las mistificaciones, lo cierto es que una de las consecuencias más evidentes de la agravación de la guerra imperialista es que cada vez hay mayor proporción de la población mundial directamente amenazada por tales conflictos, sea en el cinturón de barbarie que recorre el vientre del mundo (desde el Líbano en el Mediterráneo hasta el Océano Indico), sea en las principales metrópolis donde millones de seres humanos somos objetivos potenciales, como se ha visto en Nueva York, Madrid o Londres, de atentados terroristas.
El avance de la crisis histórica del capitalismo supone un peligro mortal para la humanidad. Cada vez mayor cantidad de seres humanos debe abandonar regiones enteras para intentar sobrevivir en los cada vez más escuálidos reductos donde aún se puede encontrar trabajo (cada vez más precario), vivienda (cada vez más inasequible e indigna) y un mínimo de prestaciones sociales como sanidad, educación, aunque cada vez peor dotadas. Esa búsqueda desesperada de la supervivencia es lo que explica que cientos de miles de personas arriesguen sus vidas, y en muchos casos las pierdan, en la búsqueda no de un paraíso sino de un infierno menos candente. Y no nos estamos refiriendo únicamente a los centenares de miles de emigrantes que tratan de llegar a Europa desde Africa, o de alcanzar Estados Unidos desde Centroamérica. Hablamos también, por ejemplo de los millones de arruinados campesinos chinos que emigran a las ciudades de la costa y que, aceptando unas condiciones de vida infames, rayanas en la esclavitud, constituyen la base esencial del llamado “milagro chino”. Así pues, el trasfondo de este verdadero icono propagandístico de la pujanza del capitalismo, no es el descubrimiento de un nuevo territorio ignoto, ni un hallazgo tecnológico que aumente la productividad del trabajo, sino la degradación a unos niveles bestiales de los costes salariales, es decir el empobrecimiento de la clase obrera mundial. A lo largo de sus más de 250 años de existencia la clase proletaria ha conocido indudablemente momentos de deterioro de sus condiciones de vida,... pero a diferencia de lo que sucedió en aquellos momentos del pasado; los sacrificios y la miseria actual no traerán ningún futuro mejor ni para nuestros hijos ni para la humanidad en sucesivas generaciones.
Lo único que precisamente puede ofrecer un porvenir es la lucha contra esos sacrificios, la defensa de las necesidades como seres humanos contra la lógica de este sistema explotador basada en la acumulación de capital. Por eso resultan tan importantes las luchas obreras contra la explotación que se están desarrollando en estos últimos años (y de cuyas ultimas manifestaciones informamos en este mismo número de AP). Por eso son igualmente trascendentales para el futuro de la humanidad, los esfuerzos de toma de conciencia que se desarrollan en minorías de la clase explotada sobre el futuro que puede depararnos el capitalismo, y que alternativa de organización social puede eliminar definitivamente de la faz de la tierra la guerra, la miseria y la barbarie.
Etsoem 21 julio de 2007
Desde hace más de un año, la clase dominante, a través de sus innumerables medios de propaganda y desinformación, no ha parado de intoxicarnos con el proceso de “paz” o el «final dialogado de la violencia» (según el gobierno Zapatero y partidos que lo apoyan) o la simple «rendición ante los violentos», según reza el ideario del PP.
Toda esta ponzoña ideológica lanzada contra la clase obrera esconde sin embargo graves problemas y rencillas dentro de la burguesía española que al proletariado le conviene desenmascarar para mantenerse en su terreno de clase y no tomar partido por ninguna fracción de la burguesía.
El verdadero problema que late detrás del problema del terrorismo de ETA es la mala cohesión del estado nacional del capital español. Este problema hunde sus raíces en la monarquía absoluta y la burguesía no fue capaz de solucionarlo durante el siglo XIX. Durante la decadencia del capitalismo, en el siglo XX, este problema ha tendido a agravarse aunque en los años 30 fuese el nacionalismo catalán el que cobrase un mayor protagonismo. La dictadura franquista trató de solventar “este problema” mediante la bota de hierro de la «unidad de las tierras y los hombres de España». Con la Constitución de 1978 la burguesía pretendió atajar la cuestión territorial mediante la concesión de los Estatutos de autonomía a las “nacionalidades históricas” (Cataluña, País Vasco y Galicia), pero al mismo tiempo se conceden estatutos de autonomía al resto de regiones con la maniobra que se llamó “café para todos” que trataba precisamente de diluir el peso de las fracciones nacionalistas más potentes.
En 1989 con la caída del muro de Berlín y el hundimiento del bloque imperialista soviético, comienza el período de descomposición, última fase del capitalismo decadente y moribundo, donde todas las contradicciones de este sistema ya condenado por la historia tienden a exacerbarse y pudrirse: crisis económica, conflictos imperialistas, putrefacción de las relaciones sociales... Se impone en su forma más acabada “el cada uno a la suya”... Este pudrimiento social es el que empuja a las fracciones nacionalistas a pujar con sus tendencias “soberanistas”.
Ante este órdago (que en España se expresó sobre todo a través del pacto de Lizarra entre el PNV y ETA-Batasuna), la burguesía nacionalista española reaccionó con el Pacto Antiterrorista (¡impulsado a iniciativa del PSOE y del propio Zapatero!). Como consecuencia de ese pacto se endurecía la ofensiva sobre el llamado “complejo Batasuna” (ley de partidos, ilegalización de Batasuna, etc.), y al mismo tiempo se iniciaba una indisimulada maniobra para desalojar al PNV del gobierno vasco (su medio fundamental de subsistencia) a través de una alianza tampoco clandestina del PSOE y el PP para las elecciones vascas del año 2001. Sin embargo esta tentativa fracasó, y el PNV envalentonado lanzó un nuevo envite con el llamado Plan Ibarretxe.
Con el fracaso del Pacto Antiterrorista y el agravamiento de las tensiones territoriales llegamos a las elecciones del 14 de marzo de 2004, en las que a causa del atentado terrorista del 11 M, la burguesía española por primera vez desde la llamada Transición, desde 1976, tiene que improvisar un gobierno, y reabrir viejas heridas en el aparato político al sentirse la derecha desplazada del poder con malas artes. EL 11-M a parte de ser el atentado terrorista más grave de la historia de España supone también una desestabilización del aparato político de la burguesía que vemos que afecta a los dos grandes partidos del nacionalismo español.
Ante esta situación, el gobierno Zapatero trata de reeditar la ,maniobra del “café para todos” de 1978. Este intento se salda con un sonoro fracaso y lo que hace es destapar la caja de Pandora de las tensiones centrífugas de las diversas fracciones regionales de la burguesía: nos enteramos por primera vez de que Andalucía es una “nacionalidad histórica” o que la Comunidad Valenciana aspira a las mismas competencias que País Vasco y Cataluña...
La “jugada maestra” que cerraría esta operación política sería la negociación con ETA-Batasuna que trataría de reeditar el tripartito catalán en el País Vasco desalojando al PNV del gobierno. Lo arriesgado de esta apuesta se demuestra no solo por su fracaso, sino por el deterioro político que ha ocasionado a todo el aparato político de la burguesía, que en vez de encauzar las tensiones territoriales ha agravado su deriva centrífuga.
Como puede verse en esta sucesión de acontecimientos que hemos venido analizando puntualmente desde las páginas de esta publicación (véase por ejemplo AP nº 193), los discursos sobre la «búsqueda de la paz», o el «derecho a una convivencia pacífica» son el teatro con el que disimular las puñaladas traperas que se dirigen unas fracciones burguesas a otras, y que solo pueden ir a más, porque, como hemos analizado repetidamente, el capitalismo no sólo no tiene solución al terrorismo y a la guerra, sino que estos constituyen su verdadero modo de vida.
Cuando las “esperanzadoras noticias sobre la tregua” de ETA, sobre la “oportunidad” que ello representaba para la paz, ya advertimos (ver AP nº 189) que para los trabajadores la amenaza del terror y la miseria no sólo no se alejaba sino que se hacía cada vez más patente, más cotidiana. Ya con el atentado de Barajas de Diciembre pasado que costó la vida a dos trabajadores emigrantes, y que sin embargo fue calificado de “accidente” por el gobierno, se puso de manifiesto lo peligroso de cualquier ilusión de que la amenaza del terror fuera a desaparecer.
Ahora con la ruptura “formal” de la tregua por parte de ETA, aumenta aún más si cabe el peligro de ser reventado como “daño colateral” de la pelea entre defensores de la patria vasca y defensores de la patria española. Por el momento las autoridades “democráticas” nos piden que jaleemos sus éxitos policiales, y que al mismo tiempo demos por buenos los crecientes controles policiales, el espionaje sobre la población, los llamamientos a la delación de comportamientos “sospechosos”, etc., como si eso nos fuera a poner a salvo del horror, cuando cada día que pasamos sometidos a este sistema es un paso más en ese horror, cuando lo único que puede frenar o erradicar esta siniestra perspectiva es precisamente la defensa de una perspectiva revolucionaria que acabe con todas las patrias, con todos los Estados.
Pel/Et 22 de julio de 2007
En Sudáfrica durante el mes de junio, una huelga de cuatro semanas involucró entre 600.000 y un millón de trabajadores, cerrándose escuelas, reduciendo el funcionamiento de hospitales a un mínimo básico asegurado por médicos militares e impactando igualmente en los transportes públicos y en numerosas oficinas gubernamentales. Se vio claramente de qué lado está el gobierno del ANC (Congreso Nacional Africano, por sus siglas en inglés[1]). Tratándose de la huelga más grande desde 1994, la insistencia del COSATU[2] era que «se trataba de un viraje histórico en las vidas de los trabajadores del sector público. Esta combinación de unidad y militancia significa que los patronos nunca se atreverán a tratarnos con la despiadada indiferencia que exhibieron en el pasado y han mantenido en este conflicto puesto que se han visto obligados a un compromiso dada la militancia y la determinación de su fuerza laboral», altisonantes exageraciones dedicadas a esconder la verdadera significación de la lucha.
A finales de mayo, antes de que la huelga estallara, hubo manifestaciones en numerosas ciudades y poblaciones a lo largo y ancho de toda Sudáfrica, pidiendo una mejora de la oferta salarial en las negociaciones que estaban llevando a cabo los sindicatos y el gobierno. Este ofreció inicialmente un 6% de aumento salarial mientras que la COSATU pedía un 12% . Sin embargo, fue rebajando sus demandas primero al 9%, después al 8% para bajar finalmente al 7,5%. Dos semanas después, con la huelga en marcha, afirmó que un 7,25% era “inaceptable” para tomarse otras dos semanas para proclamar que un 7,5% de aumento era un “compromiso histórico”.
La COSATU no es cualquier cosa, es nada menos que el socio del gobierno. Y pretende presentarse, tanto antes como durante la huelga, como una organización “responsable” y al mismo tiempo un “aliado” de los trabajadores. El mismo juego es representado por el South African Comunist Party (SACP).
Las tropas fueron desplegadas contra los piquetes de huelguistas utilizando balas de goma y gases lacrimógenos. El gobierno denunció los piquetes como “violentos” y “ejemplo de intimidación”. La acción de la policía y de las tropas fue justificada por el presidente (Thabo Mbeki, miembro del Congreso Nacional Africano) porque “los sindicatos se encierran en sus propios intereses”. El jefe de la policía nacional es Charles Nqakula que es un alto dirigente del SACP.
Otra “amiga” de los trabajadores, la ministra de servicios públicos, Geraldine Fraser-Moleketi, cuando el gobierno empezó a despedir enfermeras en huelga, lo justificó diciendo que “quienes no volvieran al trabajo serían despedidas en interés de los enfermos y de la nación”. Fraser-Moleketi es una de los 3 ministros que el SACP tiene en el gobierno.
En un momento de la huelga, los sindicatos amenazaron con organizar una “acción de solidaridad” involucrando a 2 sectores cruciales: el minero y el manufacturero. Pero esta acción puramente nominal, que se planteaba más como muestra de “simpatía” que como una auténtica extensión y solidaridad con la lucha, al final se quedó en nada. Lo mismo ocurrió con la compañía eléctrica Eskom con 31000 empleados. Los 3 sindicatos de esta empresa anunciaron a bombo y platillo una huelga que “causaría cortes en el suministro de energía eléctrica”. Fue planeada para el 4 de julio pero en el último momento fue retrasada para el 9 de julio con objeto de que coincidiera con una huelga de ¡150 metalúrgicos!, la cual fue igualmente anulada.
Durante el largo periodo que va desde 1994 con la toma del poder por el ANC, apoyado por el SACP, las condiciones de vida y de trabajo de una vasta mayoría de la población se han degradado dramáticamente. El acceso a los servicios sanitarios se ha reducido drásticamente. La esperanza de vida ha caído brutalmente. Sudáfrica tiene 5,5 millones de pacientes de SIDA, el índice proporcional más alto del mundo; diariamente se cometen 50 asesinatos y 150 mujeres son secuestradas.
El arzobispo Desmond Tutu, personaje famoso que apoya críticamente al nuevo régimen, reconoció en una entrevista del 29-6-07 que “la mayoría languidece en una miseria sin esperanza”, criticando el ritmo lento en la redistribución de la riqueza que habría supuesto el fin del apparheid. Tutu añade que “estoy verdaderamente sorprendido por la notable paciencia de la gente”. Tutu, agrega que la inmensa mayoría de la gente sigue malviviendo en los suburbios miserables de los tiempos del apparheid. Tutu observa que la paciencia de la gente con Mandela, con Tutu etc., se está acabando y va a “salir a la calle”
Quizá una de las razones por las cuales la gente no “sale a la calle” es porque conserva ilusiones sobre los sindicatos, sobre la ANC y sobre la democracia capitalista.
La agencia Reuters informó (28-6-07) que “Los sindicatos acusaron al presidente Thabo Mbeki de abandonar a la gente pobre en beneficio de su política al servicio del mundo de los negocios” y que la huelga “se concentraba en llamar la atención sobre el descontento obrero puesto que la estrategia del ANC había convertido a Sudáfrica en una potencia económica pero había fracasado en la empresa de detener la pobreza creciente y el desempleo rampante heredados del régimen del apparheid”. Una declaración del COSATU estigmatizaba a “la pandilla de políticos que han demostrado que son incapaces de dirigir su política en beneficio de los pobres. El ANC necesita reemplazarlos para que no se contamine por la adicción a los negocios que domina a muchos de sus actuales dirigentes”.
Sin embargo, no es por ansia de enriquecerse ni por una particular política económica por lo que el trío ANC – COSATU – SACP adopta medidas contra los trabajadores y contra los estratos más pobres de la población. Cualquier gobierno capitalista, sea cual sea su coloración política, no puede ser otra cosa que “pro-hombres de negocios” y contra los trabajadores. La única “liberación” que tuvo lugar en 1994 fue la de unos cuantos activistas negros que a partir de entonces fueron promovidos a los puestos más altos del Estado. En las sucesivas elecciones que se han dado desde entonces se ha cultivado la mistificación de que “algo nuevo” ha acontecido en Sudáfrica, que se iría camino de una “democracia más amplia”. El periódico Socialist Worker recogía esta ilusión en las palabras de un trabajador durante una marcha en Pretoria: “Pienso que el gobierno debería acordarse de nosotros puesto que nosotros fuimos quienes le encumbramos al poder pero lo que ocurre es que se ha olvidado de nosotros”.
Esta ilusión sobre un trío que sería una emanación de los trabajadores pero que estaría corrompido por los atractivos del poder es continuamente alimentada por los sindicatos y por los grupos izquierdistas que critican las “cesiones” al neoliberalismo del gobierno de la ANC, los “corruptos” del gobierno etc., pero jamás hablan de la cuestión fundamental: el trío ANC – COSATU- SACP forma parte del enemigo.
Algunos comentaristas sudafricanos han visto en las recientes huelgas el signo anunciador de que los sindicatos se van a distanciar del gobierno, van a jugar un papel más autónomo y van a estimular nuevas acciones de los trabajadores. En Socialist Worker (23-6-07) un artículo señala que “se ha abierto una puerta para una mayor auto-actividad de los trabajadores”. Desconocemos que quiere decir el autor del artículo sobre “auto-actividad” de los trabajadores pero es necesario dejar claro que tal auto-actividad solo es posible sí los obreros toman la lucha en sus manos y pelean contra el control de los sindicatos sobre las luchas.
Para comprender cómo se puede impulsar esa autonomía de los trabajadores es preciso remontarse a la historia de Sudáfrica. Este país es el más industrializado de África y tiene una gran tradición de luchas obreras que viene desde finales del siglo XIX.
La lucha que acabamos de relatar no es nueva en la historia reciente de Sudáfrica. En agosto de 2005 hubo una huelga de los mineros del oro por cuestiones salariales. En septiembre de 2004 hubo la jornada de huelga general más masiva de la historia de Sudáfrica que involucró a 800.000 trabajadores –sí se hace caso a los sindicatos- y 250.000 –sí seguimos al gobierno. Los maestros fueron particularmente combativos pues no han tenido ninguna revisión salarial desde 1996. En julio de 2001 hubo una huelga en la industria minera y eléctrica. En agosto 2001 20.000 obreros de la industria automovilística fueron a la huelga. En mayo del 2000 la huelga iniciada en la industria metalúrgica se extendió al sector público. En el verano de 1999 hubo una oleada de huelgas que involucró a trabajadores de la minería, el automóvil, los correos, la enseñanza, la sanidad etc.[3] Estas luchas llevaban a un enfrentamiento implícito de los trabajadores contra el gobierno de la ANC, sin embargo sólo ahora empiezan a darse cuenta de quién es la ANC y cual es la significación global de su lucha. Estas premisas de la toma de conciencia enfatiza la necesidad de desarrollar una corriente revolucionaria en Sudáfrica capaz de denunciar las trampas de la burguesía y de proporcionar una clara orientación a las luchas futuras.
Traducido de World Revolution 3-7-07
Informamos a nuestros lectores de la creación de un núcleo de la CCI en Brasil. Para nosotros es un acontecimiento de gran importancia que materializa el desarrollo de la presencia política de nuestra organización en el primer país de América Latina; en un país con las mayores concentraciones industriales de esta región del mundo y que se sitúa entre los más importantes del planeta. En Brasil no solo existe un medio de elementos atraídos por las posiciones revolucionarias, sino también grupos políticos proletarios que se mueven en el mismo sentido. De entre éstos, hemos destacado tanto en nuestras publicaciones escritas como en nuestra página web en portugués, la existencia de Oposición Obrera (OPOP) con los que hemos realizado Reuniones Públicas conjuntas, hemos hecho una toma de posición común sobre la situación social, hemos publicado – en nuestra web en portugués – un informe del debate mantenido entre nuestras dos organizaciones sobre el materialismo histórico; hemos publicado, también en ese mismo medio, algunos textos de OPOP que juzgamos particularmente interesantes. Como expresión de este interés recíproco entre nuestras organizaciones OPOP ha participado también, como grupo invitado, en los trabajos del XVIIº Congreso de nuestra sección en Francia (RI) y en los de nuestro XVIIº Congreso internacional.
Hay en el Estado de Sao Paulo un grupo en formación, influido también por las posiciones de la Izquierda comunista, con el cual hemos establecido recientemente relaciones políticas regulares y Reuniones Públicas en común.
Evidentemente, esperamos que la colaboración con estos grupos sea lo más estrecha y fructífera, perspectiva que no es en absoluto contradictoria con nuestra voluntad de desarrollar específicamente la presencia política de la CCI en Brasil. Por el contrario, nuestra presencia permanente en este país permitirá reforzar la colaboración entre nuestras organizaciones; tanto más cuanto que entre nuestro núcleo y OPOP existe ya una larga y común historia, lograda sobre la base de confianza y respeto mutuos.
La creación de nuestro núcleo es la concreción de un trabajo en que se había comprometido la CCI hace ya quince años, y que se ha intensificado en este último período por la toma de contacto con diferentes grupos y compañeros. Las Reuniones Públicas que hemos realizado en diferentes ciudades, algunas de ellas en Universidades, han suscitado gran interés entre los numerosos asistentes a ellas. Para nosotros no se trata evidentemente de algo acabado sino de una etapa en el desarrollo de la presencia de las posiciones de la Izquierda comunista en el continente suramericano. Lejos de ser “la excepción brasileña”, este acontecimiento forma parte de un mismo fenómeno de aparición de grupos en todo el mundo, y es producto de una dinámica de recuperación de los combates de clase a escala internacional y de la tendencia de la clase obrera a generar minorías revolucionarias.
CCI (Junio 2007).
¿Qué actitud debe adoptarse ante la guerra? En multitud de artículos, discusiones en foros de Internet, en círculos de discusión y en otros muchos ámbitos, circulan explicaciones diferentes y muy diferentes criterios y opiniones ante este tema, lo que demuestra que muchas personas se plantean esta importante cuestión de forma muy heterogénea y que están buscando una respuesta adecuada. En esa búsqueda también podemos observar que se intenta comprender la relación que hay entre el hecho de la guerra y las causas de la misma, para poder denunciar adecuadamente a los responsables de tales atrocidades. En ese contexto hay una pregunta que, en nuestra opinión, es muy importante: ¿Cómo llamar a la lucha contra la histeria guerrera, con quién y contra quien?
La CCI afirma, al igual que un número cada vez mayor de grupos proletarios, que ante todo hay que denunciar la guerra desde un punto de vista internacionalista: no hay que elegir entre la peste o el cólera, no hay que tomar partido por ninguna de las partes beligerantes. Todos los países, por pequeños que sean, defienden intereses imperialistas, todos son peones activos en el tablero imperialista mundial del capitalismo moribundo. Sólo si somos capaces de destruir el capitalismo podremos acabar de una vez por todas con la guerra imperialista.
En este artículo resumimos algunas de las principales cuestiones que se debatieron a raíz de una declaración que expuso uno de los jóvenes asistentes, así como otros temas que tuvieron cabida en esta extensa y muy provechosa reunión.
El próximo domingo se celebrará una manifestación pacifista clásica (una especie de conmemoración ritual contra la invasión “ilegal” de Irak por parte de los EE.UU, aunque de entrada habría que preguntarse si una invasión tiene algo de legal). En mi opinión podríamos decir que esta manifestación no sirve para nada. Probablemente muchos estarán de acuerdo con este punto de vista, pero por un simple deber democrático debemos manifestarnos en la calle contra este tipo de barbaridades que se dan en el mundo... Han sido las luchas de emancipación y las manifestaciones a favor de ésta (...) las que han permitido cambiar positivamente el mundo (y, en modo alguno, lo han sido las invasiones de Irak, Afganistán o Somalia). El Líbano hoy en día está destruido e, incluso, sabiendo que Israel no ha ganado la batalla, debemos denunciar que ha sido la población civil de ese país y la del mismo Israel la que ha pagado los platos rotos de apetitos imperialistas (...). La situación en Afganistán no ha mejorado en nada desde la invasión americana. Los talibanes han sido, de momento, expulsados, pero Osama Bin Laden no ha sido detenido y, de hecho, grandes partes del país están actualmente bajo el control de los talibanes, y una vez más lo que hace que el país siga un tanto en pie es la cultura y el negocio del opio. Es fácil comprender que la población tenga una notable tendencia a virar hacia el extremismo político y religioso (...).
Nuestra tarea, como jóvenes, es no limitarse a una nostalgia estéril respecto a Mayo del 68, sino la de ofrecer una resistencia mundial contra la violencia guerrera que está hundiendo al mundo en una crisis social y ecológica. Ya seas ideológicamente ecologista, socialdemócrata, liberal, socialista, comunista, anarquista o sólo tú mismo, el mundo te necesita (...) ¡Otro mundo es posible!.
Estoy a abierto a debatir cualquier contribución a propósito de mis correos electrónicos, o de lo que discutimos en la manifestación.
Este Llamamiento para protestar conjuntamente contra la guerra en Oriente Medio es sincero, honesto y serio. Lo apoyo y evidentemente voy a participar en la manifestación.
Quería señalar, no obstante, dos cosas:
En primer lugar, es cierto que debemos ser muy críticos respecto de los partidos y las organizaciones políticas que van a participar en la manifestación, porque aunque quizás no estén a favor de la guerra y luchen contra la miseria social en su región, eso no quiere decir que no defiendan sistemáticamente sus propios intereses económicos, imperialistas, militares, políticos y estratégicos. Hay una cuestión muy precisa a responder ¿quiénes son los que muy a menudo financian, ayudan a armarse a las organizaciones terroristas en sus países y, quien mantiene a organizaciones que son muy pequeñas comparadas con el Ejército norteamericano? Otro asunto muy concreto ¿Quién sabe que fueron los USA quienes formaron y prepararon a los talibanes para combatir al bloque ruso en la época de la Guerra Fría? ¿ Quién sabe que Francia y Bélgica jugaron un papel muy importante en el armamento que enfrento a las milicias de Ruanda que ocasionaron centenares de miles de muertos? ¿Quién sabe que potencias hay detrás de todos estos rivales y de donde sacan los terroristas su fuerza actual?. Los que, de una u otra forma, defienden a las organizaciones terroristas (no siempre de forma abierta) porque en algún modo serían “combatientes por la libertad”, o porque son los “débiles” ante potencias como los Estados Unidos de América, participan de hecho en el desarrollo de la guerra. Los terroristas son y siempre serán asesinos a gran escala porque alimentan el caos y la destrucción que hoy reina en Oriente Medio por objetivos tan imperialistas como los de sus rivales. Yo pregunto ¿Qué campo defienden estos abogados defensores de los terroristas?
En segundo lugar, la Guerra del Golfo en 1.991 fue aprobada por la ONU y, por tanto, era una guerra “legal”, pero eso no detuvo y no puede justificar los miles de muertos que hubo. Suponiendo que la actual guerra en Irak fuera “legal”, incluso suponiendo que Irak poseyera armas nucleares (como las tienen USA, Israel, India, China, Pakistán, Corea del Norte, el Reino Unido,...) no veo las razones por las que deberíamos apoyar esta guerra.
En mi opinión estos son los asuntos que hay que debatir.
¡Contra la guerra!, ¡Contra el terrorismo!, ¡Contra todo tipo de nacionalismo!
¡Por la paz!, ¡Por el internacionalismo!
Tras la presentación de estas contribuciones de los compañeros y una introducción de las principales cuestiones a debatir, entramos en ellas
¿Es la guerra producto de la mala fe de los dirigentes políticos? El capitalismo es un sistema inhumano, y no puede producir más que dirigentes inhumanos que defenderán sus intereses a expensas de todo el mundo. Este sistema está basado esencialmente en la búsqueda del beneficio y la explotación de la clase obrera. La defensa de sanguinarios intereses imperialistas entre naciones que compiten por intereses económicos y estratégicos es la consecuencia inevitable que condiciona a todos los que detentan el poder.
¿Cuáles con las verdaderas causas de las guerras actuales? Esta cuestión está directamente relacionada con la precedente, ya que las guerras capitalistas se desarrollan sobre la base de un terreno de rivalidad comercial sin tregua en un mercado mundial saturado. Desde el inicio del período de decadencia del capitalismo en 1914, todos los países, grandes o pequeños, son imperialistas, ya que el planeta esta dominado por un único sistema que quiere conquistar mercados y materias primas sin cesar. El resultado de la crisis económica, con todos los dramas humanos y la miseria que conlleva y que no cesan, se ve agravado y desarrollado por las guerras que aquí o allá estallan sin cesar. En el actual período histórico, estas guerras degeneran cada vez más, y ésta es su naturaleza esencial hoy en día, en confrontaciones puramente estratégicas entre Estados imperialistas.
¿Porqué ha sido invadido Irak por Estados Unidos, por el petróleo o por intereses estratégicos? La invasión de Irak, así como la guerra de los Balcanes o la de Afganistán, muestran concreta y claramente lo que debatimos, es decir que en el período actual todas las guerras han perdido su “racionalidad”. ¿Qué beneficio han sacado los países que han participado en ellas? En el período actual de decadencia del capitalismo y en la fase de su descomposición, el único beneficio posible es el de desarrollar posiciones estratégicas que sieguen la hierba bajo los pies al resto de rivales, aún a costa de no poder sacar ningún beneficio inmediato.
¿Por qué no existen actualmente bloques imperialistas, como en la época de la Primera y la Segunda Guerra Mundial y durante el período de la Guerra Fría? Es cierto que actualmente no hay una amenaza directa de guerra mundial que obligue a la formación de bloques imperialistas. Pero este hecho es la consecuencia directa de que vivimos en un período en el que ni la burguesía (con la guerra mundial) ni la clase obrera (con la revolución mundial) han podido imponer su respuesta a los problemas históricos de la sociedad capitalista. Estamos es una especie de “impasse” histórico, que la CCI hemos descrito como la fase de descomposición del capitalismo. En este período histórico, la perspectiva de la revolución puede desaparecer si la clase obrera no desarrolla una lucha consciente por su propia perspectiva de la emancipación.
En una segunda parte de la discusión que giro entorno a los medios para poner fin a la espiral guerrera del capital, y que, también son cuestiones que preocupan a muchos compañeros. La discusión abordó:
¿Puede el pacifismo poner fin a la guerra? La historia ha demostrado claramente que ninguna acción o manifestación pacifista contribuye a prevenir o a detener la guerra. Ni las deserciones, ni los actos de sabotaje, ni los tres millones de manifestantes congregados en Gran Bretaña han impedido al Gobierno laborista de Tony Blair atacar a Irak en compañía de los Estados Unidos. Los ejemplos de manifestaciones sin resultado ninguno antes de la Primera Guerra Mundial, y las toneladas de peticiones para frenarla en el caso de la Segunda, están ahí para atestiguarlo. Al contrario de lo que se cree, solo cuando la clase obrera se puso en movimiento se paró realmente la Primera Guerra Mundial. De hecho fue la oleada revolucionaria internacional que se desarrollo desde 1.917 a 1.923, la que la puso fin. Si la clase obrera no aparece como una alternativa real, la guerra se desarrolla hasta sus últimas y nefastas consecuencias, como pudo verse terriblemente en la Segunda Guerra Mundial con la destrucción total de Alemania y Japón, o como se ve hoy en día en Irak y Afganistán.
¿Por qué no se rebela mucha más gente cuando lo que está en juego es el futuro de la Humanidad? ¿Son tan diferentes los intereses de la burguesía y de la clase obrera ante la guerra? Estas cuestiones son claves para acabar de comprender que no existe ningún sector “humanitario” o bien intencionado en la burguesía por mucho que ésta lo proclame. En el “mejor” de los casos no expresan más que una cínica “compasión” ante las víctimas de la guerra. Cada fracción capitalista defiende con uñas, dientes, y el armamento más potente del que pueda disponer, sus intereses particulares y nacionales, se aferra a muerte al beneficio y la pervivencia del capitalismo y eso significa mantener, a toda costa, la competencia y organizarse para competir siempre con sus rivales, es decir, con las otras naciones. La clase obrera, por otra parte, no es sólo una víctima pasiva de las guerras y sus consecuencias. Por su naturaleza colectiva como clase que no tiene ningún interés especifico en mantener la supervivencia de este sistema, su resistencia al mismo en todos los terrenos comporta la posibilidad de ofrecer una alternativa a esta sociedad, una nueva sociedad basada en la defensa de las necesidades humanas. Solo la lucha internacional e internacionalista de la clase obrera, puede poner fin a las amenazas de guerra de todas las potencias imperialistas que pesan sobre la humanidad. ¡La guerra imperialista no puede detenerse ni acabarse hasta que no se destruya el sistema capitalista!.
Sobre estas cuestiones el debate dista mucho de haberse agotado e invitamos a los participantes, como hacemos ahora a nuestros lectores, a continuarlo a nivel internacional.
Traducido del nº 332 (julio 2007) de Internationalisme publicación en Bélgica de la Corriente Comunista Internacional.
Hemos celebrado dos charlas sobre el tema Socialismo y Decadencia del Capitalismo en dos universidades de este país: Santiago de los Caballeros (segunda ciudad del país) y Santo Domingo (la capital). Estos debates han sido posible gracias al esfuerzo de organización y convocatoria de un núcleo de discusión internacionalista de dicho país a quien agradecemos muy calurosamente el trabajo realizado.
Estos encuentros no tienen nada de académicos. Como sucedió con una experiencia similar de debates en universidades de Brasil[1], en ellos se han expresado inquietudes y preocupaciones sobre el futuro que nos depara el capitalismo, sobre cómo luchar por una nueva sociedad que supere las contradicciones en las que el actual sistema se haya enredado, sobre qué fuerza social puede protagonizar tal cambio...
Estos debates forman parte de un esfuerzo de toma de conciencia de minorías del proletariado. La dimensión internacional de este esfuerzo es indiscutible. Al publicar una síntesis de las discusiones llevadas a cabo en República Dominicana pretendemos un doble fin: por un lado, propiciar el desarrollo de un debate internacional; por otra parte, ayudar a que los debates y las discusiones vividas en dicho país se inscriban en el marco que verdaderamente los puede hacer fructificar: el marco internacional e internacionalista[2].
Tras una exposición[3] que procuramos fuera lo más corta posible para dar el máximo de tiempo al debate, se plantearon toda una serie de preguntas. En la síntesis que vamos a exponer hemos preferido organizar las cuestiones siguiendo un orden temático. Algunas de ellas suscitaron un debate entre los propios asistentes. La mayoría, sin embargo, se trataba de preguntas que nos fueron planteadas. Las respuestas que hicimos fueron inevitablemente cortas y esquemáticas. Para una argumentación más detallada se puede consultar nuestra página Web[4].
Una parte importante de las discusiones se centró en comprender el pasado -especialmente la experiencia de la Revolución Rusa de 1917- pero igualmente en saber qué es de verdad una revolución proletaria.
Durante el siglo XX ha habido muchas revoluciones. Sin embargo, vosotros despreciáis y condenáis todas excepto una, la Revolución Rusa. Encima decís que fracasó. Sois injustos con el esfuerzo de los pueblos por su liberación.
No se trata de despreciar las luchas de las clases explotadas y oprimidas, se trata de comprender qué clase de revolución está a la orden del día en los siglos XX y XXI. Desde ese punto de vista se produjo un cambio fundamental con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Esta guerra cuya barbarie fue inaudita (aunque se vio superada posteriormente por la de la 2ª Guerra Mundial y todas las guerras regionales que le han seguido) mostró al mundo que el capitalismo se había convertido en un sistema social decadente que solo podía deparar a la humanidad guerras, hambrunas, destrucción y miseria. Esto planteó el fin de las revoluciones burguesas, es decir, de las revoluciones populares de carácter democrático, reformista y nacional. A partir de entonces tales movimientos se convirtieron en un mero cambio de fachada del Estado o de la fracción burguesa encargada de ejercer el poder. Desde entonces la única revolución capaz de aportar un progreso a la humanidad es la Revolución Proletaria con el objetivo de establecer el comunismo a escala mundial. La Revolución Rusa de 1917 y toda la oleada revolucionaria mundial que le siguió así lo expresó. El primer Congreso de la Internacional Comunista celebrado en marzo de 1919 afirmó "Una nueva época ha nacido. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado" [5].
¿Podéis explicar por qué la Revolución Rusa fracasó? ¿No estáis subestimando los logros de la Unión Soviética pese a los problemas y errores que indudablemente se cometieron?
La principal causa del fracaso de la Revolución Rusa de 1917 fue la derrota de la oleada revolucionaria mundial, principalmente en Alemania donde las tentativas del proletariado fueron aplastadas entre 1919-23. Al quedarse aislado el bastión proletario ruso en medio de un mundo dominado por las relaciones capitalistas de producción, la revolución no podía sobrevivir. Inevitablemente, el territorio ruso fue absorbido por el capitalismo y el Estado nacido de la revolución y el partido bolchevique que tanto contribuyó a su triunfo, degeneraron y se transformaron en herramientas de la contra-revolución. No había ningún "logro" que defender de la URSS pues se convirtió en un Estado Capitalista más, con sus propios planes imperialistas y donde la clase obrera era explotada por la burguesía instalada en el Partido-Estado.
¿Por qué os empeñáis en el dogma de una revolución mundial y rechazáis que se vaya avanzando poco a poco a través de revoluciones nacionales?
Las Revoluciones burguesas podían ser nacionales y podían perdurar durante largo tiempo encerradas en un país. Así, la Revolución inglesa triunfó en 1640 y perseveró en un mundo feudal hasta las nuevas revoluciones burguesas del último tercio del siglo XVIII. En cambio, la revolución proletaria es mundial o no será. En primer lugar porque la producción ha tomado un carácter mundial. La inmensa mayoría de los productos son resultado del trabajo asociado de los obreros de todo el mundo. La clase obrera es mundial. Pero en segundo lugar el capitalismo ha formado el mercado mundial y las leyes de este mercado, así como las leyes de la guerra imperialista, se imponen a todos los pueblos de la Tierra y determinan de forma implacable la mayoría de los aspectos de su vida. Los problemas que causa el capitalismo tienen una naturaleza mundial y solo se puede salir de ellos mediante la lucha unificada de todo el proletariado mundial.
¿Cuál es vuestra posición sobre Trotski y el trotskismo?
Trotski fue un militante revolucionario toda su vida. Tuvo un papel muy destacado en la Revolución Rusa de 1917. También luchó defendiendo posiciones internacionalistas contra la degeneración de la Revolución Rusa, especialmente contra el dogma impuesto por Stalin del "socialismo en un solo país". Trotski fue el principal animador de lo que se llamó la Oposición de Izquierdas que llevó una lucha heroica contra el triunfo de la contra-revolución estalinista tanto en Rusia como dentro de los diferentes partidos comunistas del mundo. Sin embargo, Trotski y la Oposición de Izquierdas no comprendieron la naturaleza de la URSS y pensaban que era "un Estado obrero con deformaciones burocráticas" que había que defender a pesar de todo. Esto tuvo trágicas consecuencias. Los que se proclamaron los herederos de Trotski, una vez éste fuera vilmente asesinado por el sicario de Stalin Ramón Mercader, apoyaron la 2ª Guerra Mundial y se convirtieron en una corriente política que defiende de manera "crítica" y con una envoltura más "radical" los mismos postulados que los partidos estalinistas y socialdemócratas[6].
La otra parte de la discusión se consagró a comprender la situación actual. Ver qué fuerzas sociales pueden acometer la lucha por un cambio revolucionario mundial. Reflexionar sobre los problemas que se van a plantear en el futuro.
Sois injustos con Chávez. Pero hay algo peor: no tenéis en cuenta el proceso revolucionario que, impulsado por Chávez, tiene hoy lugar en toda América Latina que está en plena efervescencia revolucionaria.
En primer lugar queremos aclarar que no somos "anti-chavistas". El dilema Chavismo - antichavismo es una trampa como mostraron las recientes movilizaciones de los estudiantes en Venezuela que querían salir de la polarización estéril y destructiva entre Chavismo y Oposición[7].
No podemos hacer aquí un análisis exhaustivo del modelo que propugna Chávez. Defiende el reforzamiento de la intervención del Estado en la economía y la concentración de poderes en una sola persona (la reforma constitucional para propiciar su reelección indefinida). Impulsa programas "sociales" que sí bien pueden paliar momentáneamente la situación de algunas capas marginadas, en realidad se inscriben dentro de un reforzamiento de la explotación de los trabajadores y de la miseria de la gran mayoría. Tales programas -que no se diferencia apenas de otros como el "hambre cero" de Lula o el reparto de bolsones en Argentina- no hacen otra cosa que acostumbrar a la población a la miseria más degradante. En definitiva, se trata de fórmulas que se han repetido muchas veces a lo largo del siglo XX y que han fracasado rotundamente. No han cambiado nada bajo el capitalismo, simplemente han contribuido a mantenerlo en vida y con ello los sufrimientos de la inmensa mayoría se han prolongado[8].
Chávez se presenta como "anti-imperialista" por que se opone furibundamente al "diablo Bush". Estados Unidos ha considerado todo el continente americano como su patio trasero y ha cometido atropellos brutales (invasiones, imposición de dictaduras militares etc.). Sin embargo, Estados Unidos no es la única nación imperialista. En realidad todas las naciones son imperialistas. El llamado "anti-imperialismo" de Chávez no es más que la careta para avanzar en sus propios designios imperialistas. Los trabajadores y los oprimidos no podemos basar nuestra lucha en un sentimiento de odio y revancha contra un imperio prepotente como USA. Ese sentimiento es manipulado por las burguesías latinoamericanas -tanto las gubernamentales como las de oposición- para hacer que la población se sacrifique por ellas.
No podemos agarrarnos a falsas ilusiones. Lo que hoy se produce en Bolivia[9], en Ecuador, en Nicaragua, no son "procesos revolucionarios". Es cierto que el viejo personal político del que quedan exponentes como Alan García en Perú o Uribe en Colombia está desprestigiado, es corrupto y podrido. Pero los nuevos aspirantes, por mucho que se suban al carro de los "movimientos sociales" no pueden ofrecer ninguna alternativa. No hay una salida nacional a la crisis mundial del capitalismo. La salida es internacional y se basa en la solidaridad mundial del proletariado, en el desarrollo de sus luchas independientes.
¿Por qué solo habláis de obreros y no de los campesinos y de otras capas populares?
La clase obrera -cualquiera que sea su dimensión en los diferentes países- es la única clase que tiene una naturaleza mundial y unos intereses mundiales. Su lucha como clase representa los intereses y el porvenir de toda la humanidad oprimida y explotada. La clase obrera busca ganar para su lucha a los campesinos, a las capas marginadas de las grandes ciudades. No se trata sin embargo de formar un "frente de movimientos sociales" pues el interés profundo, la auténtica liberación, de obreros, campesinos, marginados urbanos, no está en una suma de reivindicaciones corporativas sino en la destrucción común del yugo de la explotación asalariada y mercantil.
¿No estaréis cayendo en recetas y fórmulas superadas? La clase obrera ya no existe y aquí, en América, apenas quedan fábricas.
La clase obrera jamás se ha reducido a los trabajadores de la industria. Lo que define a la clase obrera es la relación social basada en la explotación del trabajo asalariado y en lo que lo sostiene: la separación de los trabajadores de todo medio de producción y vida. La clase obrera no es una categoría sociológica. Forman parte del proletariado tanto los obreros de la industria como los trabajadores del campo como los empleados públicos como muchos trabajadores "intelectuales" etc. También existe un gran número de trabajadores que forzados por el desempleo se ven obligados a ganarse el pan como vendedores ambulantes en los semáforos.
¿No sería necesario un cambio de mentalidad para que las masas obreras hicieran una revolución?
¡Totalmente de acuerdo! La revolución proletaria no es el mero producto de factores objetivos ineluctables sino que se basa esencialmente en la acción consciente, colectiva y solidaria de grandes masas de trabajadores. En La Ideología Alemana, Marx y Engels defienden que la revolución no solo es necesaria para destruir el Estado que oprime a la mayoría sino para que esa mayoría se libere a sí misma de los harapos ideológicos del pasado que llevan pegados al cuerpo. La revolución proletaria se prepara mediante un gigantesco cambio en la mentalidad de las masas, cambio que está ligado a un debate internacional y a una lucha internacional. Ese cambio no vendrá del adoctrinamiento ideológico, de que, los funcionarios o los trabajadores se vean obligados a asistir a "cursos de marxismo". Ese cambio vendrá del esfuerzo independiente de las masas a través no solo de sus luchas sino también de debates apasionados. John Reed, un revolucionario estadounidense que vivió la Revolución Rusa describe en un libro clásico -Diez días que cambiaron el mundo- cómo el rasgo más sobresaliente de aquella fue el debate, la discusión apasionada. Debate en los Consejos Obreros -Soviet-, debate en las fábricas, en las calles. Debate a través de libros y folletos que los obreros analfabetos pedían a sus compañeros que les leyeran.
Decís que el socialismo no se puede realizar desde el Estado sino que, por el contrario, hay que extinguir el Estado, hay que ponerle al Estado una "fecha de caducidad". Entonces ¿cómo se va conseguir ir desestructurando el Estado? ¿Qué pasos hay que dar para ello?
Planteas algo muy importante. Tras el triunfo de la revolución proletaria no se puede pasar de la noche a la mañana al comunismo. Hay un periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo. Las clases sociales no están completamente abolidas, los restos de la burguesía derrotada pueden levantar cabeza. El proletariado sigue siendo una clase explotada. De esta situación surge inevitablemente un Estado. Pero ese Estado no es un instrumento del proletariado sino que es un órgano conservador que puede obstaculizar la marcha del proletariado y de la humanidad hacia la plena consecución del comunismo. Por eso es necesario, ya lo planteó Engels y fue retomado por Lenin en su obra El Estado y la Revolución, extinguir el Estado, dar pasos concretos hacia su completa abolición. ¿Qué pasos? Hay dos obras de Marx de las cuales podemos extraer valiosas reflexiones: La Guerra Civil en Francia y la Crítica del Programa de Ghota. También sería muy interesante debatir sobre el libro de Lenin El Estado y la Revolución. La propia experiencia de la revolución rusa nos proporciona una fuente de experiencias. Nosotros hemos escrito un libro titulado El comunismo no es un bello ideal sino una necesidad material[10] donde tratamos de aportar nuevos elementos.
Estimados asistentes:
No queremos imponer nuestra posición, no venimos aquí diciendo "He aquí la verdad, arrodíllate ante ella". Lo que pretendemos es animar un debate, no solo en este acto sino que pueda continuar por todos aquellos que estén interesados.
El tema, como ha sido expresado en la convocatoria, es Socialismo y Decadencia del Capitalismo.
Este debate actualmente se está planteando entre círculos de jóvenes, obreros, estudiantes, elementos interesados, en numerosos países. No sólo aquí en República Dominicana, también en otros países latinoamericanos, en Filipinas, en Alemania, en Corea, en Brasil...
¿Cuál es la razón de este interés? Existe el sentimiento -que se va extendiendo- de que el futuro que nos depara la sociedad capitalista mundial es cada vez más inquietante. Se mire por el lado que se mire, se acumulan los materiales que provocan la preocupación por el porvenir así como la indignación contra este sistema social. Los jóvenes se ven condenados a una situación sin salida de precariedad, de desempleo, de imposibilidad de obtener una vivienda; los trabajadores mayores se ven condenados al desempleo y a una jubilación sin subsidios o con subsidios de hambre; masas enormes de personas que huyen de la situación desesperada del campo se hacinan sin perspectivas en las grandes ciudades; las guerras imperialistas como la de Irak se radicalizan mostrando otro callejón sin salida; es cada vez más claro el desastre ecológico que amenaza el planeta; se multiplican por doquier los accidentes, las catástrofes, en los que se ve la incuria y la incapacidad total de los Estados; el desquiciamiento de la sociedad, la pérdida de toda referencia moral es cada vez más evidente...
En tales condiciones se hace necesaria una reflexión, un debate, sobre cómo podría ser una nueva sociedad, cómo llegar hasta ella, qué fuerzas sociales la pueden llevar a cabo, qué lecciones sacar de anteriores experiencias históricas de revoluciones o intentos revolucionarios.
¿Qué es el socialismo?
Vamos a dar una respuesta histórica y dinámica: es la sociedad que supera y resuelve las contradicciones que llevan al caos y al desastre a la vieja sociedad capitalista.
Dos grandes contradicciones llevan al capitalismo a la ruina causando graves sufrimientos a la gran mayoría de la humanidad.
Por un lado, el capitalismo es un sistema donde la producción no está destinada a satisfacer necesidades humanas sino a la producción de plusvalía que se traduce en ganancias contantes y sonantes.
Por otro lado, bajo el capitalismo la producción adquiere un carácter cada vez más social y mundial sin embargo la organización y el régimen de producción tienen un carácter privado y nacional.
Estas dos contradicciones provocan, por una parte, una tendencia insalvable a la sobre producción -por primera vez en la historia de la humanidad, la gente se muere de hambre no por penuria de alimentos o medios de vida sino por su exceso exuberante-, por otro lado, a una guerra a muerte -el imperialismo- entre los diferentes capitales nacionales por el reparto del mundo.
¿Por qué el socialismo supone una superación de estas contradicciones?
El socialismo significa organizar la producción no en función del mercado o del trabajo asalariado sino en función de la plena y consciente satisfacción de los seres humanos. El socialismo solo puede ser una sociedad mundial, una comunidad humana mundial que trabaja colectiva y fraternalmente para sí misma.
¿Sería posible el socialismo en un solo país?
Nuestra respuesta rotunda, que ha sido la que siempre ha dado el movimiento obrero, es que NO. El socialismo será mundial o no será.
Esta aseveración nos permite aclarar por qué pensamos que el régimen de la URSS que pretendía proclamarse el continuador de la Revolución Proletaria de octubre 1917 no era socialista ni estaba en "vías hacia el socialismo". Era una forma particular de capitalismo de Estado.
Tampoco pueden ser "socialistas" ni "comunistas" regímenes como los de China, Cuba, Corea del Norte etc., donde reina una dictadura feroz y militarizada sobre la clase obrera y el conjunto de la población.
Aquí tenemos que realizar una aclaración muy importante: no se puede confundir socialismo con capitalismo de Estado.
El capitalismo de Estado es una tendencia general que se da en todo el capitalismo mundial a lo largo del siglo XX. Esta tendencia se realiza de dos formas: la llamada "liberal" donde el Estado controla e interviene la economía de manera indirecta respetando la propiedad privada. Y la presentada demagógicamente como "socialista": el Estado controla la economía por la vía de las nacionalizaciones y la estatización abierta.
La gran mentira del siglo XX es presentar como "socialismo" regímenes de estatización más o menos completa de la economía y basados en un sistema de partido único, de tal forma que lo que cínicamente se ha llamado "dictadura del proletariado" es en realidad una dictadura estatal sobre el proletariado.
Hecha esta aclaración ¿qué es el socialismo?
Para responder tenemos que rescatar las ideas que fue desarrollando el movimiento obrero. Esta recuperación no consiste simplemente en una mera copia de fórmulas pasadas sino que debemos abordarlas de manera crítica comprendiendo la situación actual y su perspectiva futura.
1º Es un sistema mundial. El socialismo en un solo país es imposible. Ahí está a nuestro juicio la causa fundamental del fracaso y derrota de la revolución de 1917;
2º Se basa en la participación activa y consciente de las masas obreras y explotadas basada en los Consejos Obreros. El socialismo no se puede implantar de manera administrativa por decretos estatales sino mediante la fuerza colectiva del proletariado;
3º El socialismo no se construye desde el reforzamiento del Estado sino desde su progresiva extinción. Es cierto que una vez destruido el capitalismo todavía es imprescindible un Estado de transición pero éste se tiene que ir desmantelando gradualmente. Es un Estado al que se le pone fecha de caducidad.
Esta breve recapitulación sobre cómo se construye el socialismo nos lleva a poner el acento en que el socialismo solo puede resultar de la acción colectiva, organizada y consciente del proletariado del mundo entero secundando por todos los oprimidos y explotados de la Tierra. Un "socialismo" realizado desde el Estado, basado en un partido único, es un puro engaño. Eso no tiene nada que ver con el socialismo sino que es una de las formas del capitalismo de Estado.
El socialismo nace de la lucha mundial del proletariado. Pero ¿Dónde está hoy esa lucha?
La Revolución rusa de 1917 fue el fruto de numerosas luchas no solo en ese país sino en Alemania, en Austria, en numerosos países de Europa, de Asia, de América... Fue la punta de lanza de grandes movimientos mundiales de masas obreras.
No somos idealistas ni pretendemos vender ilusiones. Sabemos que estamos todavía muy lejos de una situación donde la escena mundial esté dominada por la presencia generalizada de las luchas masivas del proletariado.
Sin embargo, pensamos que la situación actual se caracteriza por una maduración de las condiciones que pueden llevar a término a una situación revolucionaria como la que condujo a 1917.
¿En qué análisis nos basamos para fundamentar esta perspectiva?
Esencialmente en dos factores.
Por un lado en que las luchas tienden -todavía con un carácter muy limitado- a multiplicarse en numerosos países desde los europeos hasta Asia o América. Podemos citar movimientos significativos en un buen número de países: Francia 2006, Gran Bretaña 2005, España 2006, Dubai 2006, Bangla Desh 2006, Egipto 2007, Perú 2007, Alemania 2007... No podemos describir en detalle esos movimientos pero sí se analizan seriamente se puede ver el potencial que contienen.
El segundo factor es el proceso de toma de conciencia que actualmente está en curso. Minorías del proletariado se plantean muchas preguntas, buscan con ánimo y entusiasmo unas posiciones teóricas revolucionarias y, hermanada con ellas, una acción revolucionaria. Se desarrollan grupos internacionalistas que tienden a configurar posiciones revolucionarias en un buen número de países, ampliando y profundizando la acción de organizaciones internacionalistas como la nuestra. Podemos citar algunos países: Filipinas, Corea, Brasil, Turquía, Argentina, Checoslovaquia, Alemania etc.
El esfuerzo de estas minorías no podemos verlo como un fenómeno aislado. En realidad anuncia, a la vez que prepara, un cambio formidable en la mentalidad de las masas obreras, cambio que actualmente está en curso.
Concentrémonos en la reflexión y la acción de estas minorías. Cuando estas buscan una posición revolucionaria se encuentran con numerosos partidos, organizaciones, movimientos, que se reivindican del comunismo y del socialismo, de la clase obrera, de la revolución etc.
¿Cómo orientarse? ¿Cómo distinguir entre las corrientes genuinamente comunistas y las que se presentan como tales pero que en realidad constituye un engaño y una mistificación?
Responder a esto llevaría a un debate muy detallado sobre el que no podemos entrar. Sin embargo quisiéramos apuntar un principio de respuesta que se desprende de todo lo que hemos dicho sobre qué es el socialismo y como se construye.
Aquellas organizaciones políticas que pretenden que es posible el socialismo en un solo país y defienden la Nación; que aunque se presenten como "anti-imperialistas" defienden una acción nacional imperialista; que presentan como "socialismo" la estatización y nacionalización de la economía; que defienden el reforzamiento del Estado Capitalista bien sea mediante fórmulas democráticas o mediante fórmulas de partido único; esas organizaciones no tienen nada de socialistas ni de comunistas sino que defienden el capitalismo bajo un disfraz o una envoltura "socialista".
Esta realidad se impone más allá de la buena voluntad o la sinceridad de muchos de los militantes de estas organizaciones, frente a los cuales lo que promovemos es un debate sincero y profundo para comprender sí dentro de esos marcos, se está luchando realmente por el socialismo o, por el contrario, se le están poniendo toda clase de obstáculos.
Estimados asistentes, nuestra presentación, como decíamos al principio, no pretendía dar una respuesta acabada y sistemática, sino abrir un debate. Por eso se cierra aquí con el deseo de que a partir de este momento surjan las preguntas, las cuestiones, los planteamientos, y podamos acabar este encuentro con la idea de que hemos establecido un punto de partida hacia la clarificación sobre los problemas que hoy golpean a la humanidad.
[1] Ver /cci-online/200602/434/cuatro-intervenciones-publicas-de-la-cci-en-brasil-un-reforzamiento-de-las-pos [27]
[2] Por supuesto, sí hay compañeros interesados en organizar debates de la misma índole en su ciudad o en su país, estamos disponibles para colaborar en su organización. Todas las iniciativas en ese sentido son vitales.
[3] Ver Anexo.
[4] Ponemos notas donde se recogen artículos que hemos escrito sobre el tema y que se hallan en nuestra Web
[5] Ver en nuestra Web el folleto sobre la Revolución Rusa: /cci/200602/738/octubre-del-17-inicio-de-la-revolucion-mundial-las-masas-obreras-se-apoderan-de-su-pr [28]
[6] Consultar nuestro folleto sobre Trotski y el trotskismo en /cci/200605/911/el-trotskismo-contra-la-clase-obrera [29]
[7] Ver entre otros textos el más reciente: /cci-online/200708/2006/estudiantes-en-venezuela-la-perspectiva-de-lucha-proletaria-el-camino-para-su [30]
[8] Ver /cci-online/200706/1928/chavez-explota-a-favor-del-capital-los-suenos-de-las-capas-mas-necesitadas [31] y /cci-online/200712/2110/referendum-en-venezuela-tomar-partido-a-favor-o-en-contra-de-la-reforma-de-la [32]
[9] Ver /cci-online/200606/981/evo-al-desnudo [33]
[10] Ver algunos extractos en https://es.internationalism.org/taxonomy/term/228 [34]
El verano de 2007 ha confirmado con creces la agravación del horror y del caos de la guerra en numerosas partes del mundo. Si la situación se ha tranquilizado relativamente, y en cualquier caso momentáneamente, en Líbano, en Afganistán se ha asistido a un recrudecimiento de los combates y de los atentados terroristas talibanes; y sobre todo Irak continúa hundiéndose en un caos más y más espantoso. Cada día los muertos se cuentan por decenas, tanto producto de los enfrentamientos armados, como de los atentados suicidas y las masacres organizadas de la población. Esta violencia ciega y demente se exacerba y se extiende por el país en un movimiento de verdadera huida adelante que se ha hecho incontrolable. Así en el mes de agosto, 500 personas de la comunidad yaziidí[1] han sido asesinadas en cuatro atentados sucesivos, mientras se desencadenaban con una brutalidad sin precedente las exacciones entre kurdos, sunitas y chiítas, a menudo en el seno mismo de cada comunidad. Solamente en Julio ha habido 1650 víctimas civiles iraquíes, y el balance de agosto se anuncia aún peor.
Lo que no ha impedido al presidente iraquí declarar: «No existe una guerra chiíta-sunita, sino divisiones dentro de estas comunidades»[2]. ¡Ni más ni menos!
Desde el año 2003, decenas de miles de iraquíes han muerto directamente por los efectos de la guerra, la población pasa hambre, no hay asistencia sanitaria y la electricidad y el agua se han convertido en un lujo. Bagdad se ha transformado en una colección de ghettos amurallados que alojan bandas rivales y comunidades enemigas, por lo que muchas familias se han separado totalmente.
Más de dos millones de personas se han visto obligadas a desplazarse al interior del país, sin otra perspectiva a la vista mas que escapar de la masacre, y otros tantos han huido al extranjero, donde les espera un provenir igualmente incierto.
Respecto al ejército USA, ha censado más de 3000 muertos "oficiales", aunque ciertas fuentes hospitalarias americanas oficiosas hablan de 10000, sin contar los casos de suicidios, que han rozado los cien en 2006, y los rumores de focos de revuelta en el seno del ejército que cada día se hacen más precisos.
Esta es por el momento la "herencia" de la gran lucha contra el terrorismo del equipo Bush y la coalición que lo ha seguido en una guerra que hoy denuncian el 58% de los americanos.
En el contexto de esta escandalosa inhumanidad, Kouchner[3], ferviente defensor de la guerra en Irak, como de todas las guerras en el mundo si se hacen "por una buena causa", se dejó caer por Bagdad, "por sorpresa" y para aportar «un simple mensaje de amistad», pretendiendo erigirse en abanderado internacional de lo humanitario. Este incansable viajero y escolta del imperialismo francés, ha pedido a los iraquís «paciencia» ya que estaríamos «al principio, espero(a), del fin de la crisis». ¡Qué fin visionario! Sin embargo, prescindiendo de los aspectos un tanto ridículos y vanos de este viaje, significa la intención declarada de Francia de volver a meter cabeza en Irak, donde le gustaría poder tener alguna influencia. Es evidente que ahora Francia no tiene ningún peso real en la situación en Irak, como tampoco lo tiene la ONU, cuya implicación reclama Kouchner a voz en grito.
Sea en el contexto de una eventual retirada del ejército USA, o en el de la continuación de su presencia, cuando precisamente Gran Bretaña organiza sus preparativos de retirada, cuesta ver cual podría ser la aportación objetiva de París, que querría «ayudar a Estados Unidos a encontrar una puerta de salida en Irak»[4], a pesar de que los servicios de información franceses informan continuamente al presidente sobre los elementos de caos y desastre creciente que se producen en el ejército USA. Además, una implicación de Francia la pondría de nuevo en la línea de mira de los terroristas.
Pero hay que señalar sin embargo la ignominia y el cinismo del gobierno del hexágono y sus representantes que, vestidos con ropajes humanitarios y de paz, utilizan las monstruosidades de la guerra para horripilarse en apariencia y tratar de colar en el fondo sus necesidades imperialistas y militares.
Por lo que concierne a USA y su cruzada antiterrorista, el fracaso es total y ha llevado a Washington a un verdadero callejón sin salida. Las diferentes opciones que puede contemplar en la situación actual, le son todas desfavorables. Bush ha sido incapaz de poner en Irak un gobierno mínimamente creíble, y en realidad es expresión directa de las disensiones entre chiítas y sunitas; sus representantes han desviado a favor de sus respectivos seguidores la mitad del armamento suministrado por el Pentágono a las autoridades oficiales iraquíes desde hace tres años. Eso sin contar una policía en la que muchos elementos permiten el acceso a los campos militares americanos a los terroristas Kamikazes. Esta es la fiabilidad que cabe esperar de los hombres y las instancias desplegadas por USA en el territorio iarquí. Que el ejército americano se quede no cambiará la situación, sino que la agravará aún más sobre el terreno, animando la oposición anti-guerra contra USA. En cuanto a su salida, que llevaría varios meses puesto que se trata de 150000 soldados y el material que utilizan, sería peligrosa por el riesgo de bajas para el ejército americano, y abriría la puerta a una explosión de terror guerrero de todos contra todos peor aún que lo que hay, sin contar con que dejaría el campo libre a Irán, que espera su momento. ¡Y desde luego no van a ser los 90 hombres que la ONU pretende desplazar a la zona, en vez de los 65 actualmente presentes, los que van a actuar de contrapeso!
Sin embargo, la perspectiva de una retirada al menos parcial, ya está siendo contemplada por la administración Bush, y en este sentido, para compensar las veleidades hegemónicas de Teherán, intentan organizar un bloque de países árabes aliados de USA ofreciéndoles un reforzamiento de su potencial militar: 20 mil millones de dólares de armamento ultrasofisticado en diez años para Arabia Saudita, Qatar, Bahrein, Kuwait y Emiratos árabes unidos y 13 mil millones en el mismo periodo para Egipto. Pero hay un quid, puesto que Israel ha exigido una contrapartida, ya que no puede ver su superioridad militar en Oriente Medio puesta en cuestión, ni tampoco su papel de "guardián" de la región. Así que USA le ha proporcionado igualmente una "compensación" de 30 mil millones de dólares en armas, es decir, una aumentación del 25% (particularmente significativa) de sus suministros militares a Tel Aviv.
Vemos en definitiva cómo USA organiza ella misma una puja armamentística en una región de alto riesgo y en dirección a un país como Arabia Saudita, acusado por Washington mismo de apoyar a los terroristas sunitas, o sea a Al Quaeda. En un mundo en que la regla es el cada uno a la suya, la respuesta que trata de dar la primera potencia mundial agrava la aceleración de esta tendencia y las tensiones guerreras.
Lo cierto es que se desarrolla más ampliamente una especie de fiebre por la carrera de armamentos desde finales de 2006, que afecta a numerosas potencias. Y en esta aceleración de la locura guerrera capitalista, el factor nuclear está cada vez más en punta. No es una sorpresa en sí; los ensayos nucleares de Corea del Norte a principios del 2006, las compras repetidas que ha hecho Irán de tecnología nuclear y de misiles a Rusia desde hace un año, las veleidades de países secundarios, como Brasil, de retomar su programa nuclear, etc., han sido signos anunciadores de que cada país ya no se contenta con estar bajo el "paraguas" nuclear de tal o cual potencia mundial, sino que expresa una voluntad de defenderse por sí mismo.
USA, en respuesta a la destrucción de un satélite meteorológico en Enero de 2007 por un misil chino, que mostraba la debilidad potencial americana en cuanto a su capacidad de dirigir las armas aéreas, navales y terrestres frente a un conflicto lejano, ha estado una vez más en el origen de esta aceleración, al proponer reforzar su escudo antimisiles casi en la frontera con Rusia. Esta evidentemente sólo podía responder, y de hecho esperaba la ocasión, con la amenaza velada de apuntar hacia Europa, y después, más concretamente, con la de instalar misiles en Kaliningrado, en el mar Báltico, justo entre Polonia y Lituania, a dos pasos del escudo americano.
Pero la carrera nuclear ya no concierne sólo a las grandes potencias. Vemos en efecto desarrollarse un cinturón nuclearizado desde Oriente Medio hasta el Este de Asia. Si contamos a Irán, fuerza nuclear potencial, puede seguirse un arco de círculo casi continuo, sembrado de misiles nucleares, de Israel a Corea del Norte, pasando por Pakistán, India y China, todo ello cubierto por el arsenal ruso. En suma, un verdadero polvorín atómico, en particular en ciertas regiones que son ya polvorines y zonas de conflictos guerreros permanentes.
En el contexto actual de proliferación de conflictos de todo tipo, el hilo que sostiene la espada de Damocles nuclear sobre nuestras cabezas se hace más fino. Y desde luego no son los acuerdos SALT o similares los que garantizan poner freno a esta locura; sólo el desarrollo masivo de las luchas obreras hasta acabar con esta sociedad capitalista, que hoy se plantea como una necesidad para acabar con la amenaza de guerra, terrorista o nuclear, y abrir la vía al futuro para la humanidad.
Mulan (30 de Agosto)
Traducido de Revolution Internationale nº 382, septiembre 2007, publicación de la CCI en FRancia
[1] Los yaiziidíes son una comunidad religiosa considerada hereje por la ortodoxia musulmana sunita y muchos de ellos son kurdos
[2] Le Monde, 22 de agosto de 2007
[3] Ministro de exteriores del gobierno francés. Médico y "humanista", fue fundador de "Médicos sin fronteras" y "Médicos mundi", y militante del Partido Comunista francés y el Partido Socialista, antes de aceptar el cargo en el gobierno derechista de Fillon
[4] Citado por «Le Canard Enchainé» del 22 de Agosto de 2007
Publicamos a continuación la intervención realizada por estos compañeros en el pasado Congreso Internacional de la CCI, de cuyos trabajos hemos dado cuenta en AP nº 196 y más extensamente en la Revista Internacional nº 130.
En los últimos cinco meses han ocurrido multitud de conflictos en Turquía. Tras el asesinato de Hrant Dink en Enero, se han sucedido ataques brutales contra extranjeros, varias manifestaciones nacionalistas multitudinarias, ha habido atentados con bombas en las principales ciudades, y, desde luego, ha proseguido la guerra entre las guerrillas nacionalistas kurdas y el ejército turco. La situación parece empeorar día tras día. Hace sólo unas fechas estalló una bomba de la burguesía en Ankara matando seis personas e hiriendo a más de un centenar de ellas. El primer ministro, por su parte, apela a la unidad contra el terrorismo e incluso las organizaciones más izquierdistas de la burguesía se suman a este llamamiento.
La población de Turquía, sobre todo la de las ciudades más importantes, se ve atrapada en una polarización artificial entre, por un lado, la oposición burocrática que propugna el laicismo del Estado y, por otro, los que respaldan al gobierno islamista liberal. La prensa afín a la oposición laicista se pone dramática y proclama que «el régimen está en peligro» y han empezado a organizar manifestaciones multitudinarias contra sus adversarios políticos. Aunque estos "media" afirmen que estas manifestaciones son expresión de un movimiento «nacido de las entrañas del pueblo», lo bien cierto es que quien acudió a tales manifestaciones se sintió confortado y respaldado por una facción muy poderosa de la burguesía. Pero quizás lo más significativo de esas manifestaciones fueron las consignas nacionalistas de izquierda que allí se corearon. Tales consignas muestran en realidad la miseria del anquilosado estado burgués, causada por la descomposición de la obsoleta ideología del estado "kemalista" (se refiere al régimen creado por Kemal Ataturk en 1923 - N de la R de AP -). El marasmo en que se encuentra esta ideología no sólo se aprecia en esas consignas, sino también en el surgimiento de grupúsculos fascistas creados por generales jubilados del ejército que se juramentan para matar o morir por la salvación de la patria, e igualmente en el hecho de que antiguos grupos izquierdistas parecen haberse reconvertido a la extrema derecha y realizan "pintadas" en las paredes reclamando la invasión del norte y el centro de Irak. Incluso ha habido momentos en que altos mandos del ejército han proclamado la necesidad de la "liberación" de los turcomanos iraquíes. Hay que tener en cuenta que la burocracia militar aún constituye uno de los poderes más importantes en Turquía. Sin embargo nada es ya como solía ser. Para ello basta analizar la propaganda en contra del actual gobierno. Nunca antes esta fracción de la burguesía ha tenido que recurrir a una propaganda tan masiva para tratar de inducir la idea de que cuenta con un apoyo igualmente masivo. Pero el hecho de que hayan conseguido sacar a las calles a cientos de miles de personas no es en realidad sino un signo de desesperación. Cuanto más desesperada se encuentra la burguesía tanto más perversa se vuelve.
Pero la otra facción de la burguesía está experimentando igualmente multitud de problemas. Cuando el gobierno de Tayyip Erdogan resultó elegido con el apoyo de la mayoría de la clase capitalista, los planes de ésta eran hacer realidad el viejo sueño de convertir a Turquía en el puente de unión entre Bakú y Europa y lograr así integrarse en la UE. Hasta hace muy poco parecía factible la materialización de este sueño, pero Rusia ha maniobrado para convertirse en lo que aspiraba a ser Turquía, las ambiciones imperialistas turcas en Asia Central se han visto seriamente perjudicadas y también se han visto afectadas sus posibilidades de integración en la Unión Europea. Y aunque el gobierno de Erdogan sea aún muy fuerte es probable que no lo sea tanto después de las próximas elecciones. El gobierno Erdogan no pareció interesado en participar en la invasión de Irak a pesar de la invitación que le hizo Estados Unidos. No por que careciera de ambiciones imperialistas en la zona, sino porque no quiso ir donde lo enviaba el Tío Sam, que no era precisamente al norte de Irak. Por otro lado hay que señalar que no se daban las condiciones sociales de una movilización masiva para la guerra dada la amplitud del movimiento contra ésta. Hoy, sin embargo, vemos cientos de miles de personas movilizadas por el nacionalismo y henchidas de furor contra los kurdos. Las cuestiones que se plantean son pues: ¿Es la invasión del norte de Irak una fantasía de grupúsculos fascistas o una posibilidad que puede verdaderamente materializarse? ¿Preferirán los norteamericanos el imperialismo turco a las fracciones de la burguesía kurda que no han conseguido controlar efectivamente esta zona? ¿Reorientará la burguesía turca sus ambiciones imperialistas hacia el control del petróleo del norte de Irak? Una nueva guerra imperialista puede tener lugar en Oriente Medio antes de lo esperado. Las principales cadenas televisivas turcas, incluida el infame canal que ha comenzado recientemente a emitir en Turquía, han empezado a organizar debates sobre si Turquía debe invadir el norte de Irak o no. Por su parte los grupos izquierdistas se apresuran a organizar la presentación de sus candidaturas, como independientes, a las próximas elecciones, con objeto de convertir el parlamento burgués en un animado y apasionado foro animado y que las elecciones concluyan con la creación de un gabinete de guerra que cuente con el respaldo de todos aquellos que se han movilizado en pro del laicismo y del kemalismo. Estamos hablando de una posibilidad. Quizás no la más probable. Pero sí de una muy significativa y muy peligrosa posibilidad. Lo que demuestra esta posibilidad es la mentalidad que tiene la burguesía ante la guerra imperialista.
En 1974, cuando el ejército turco invadió Chipre, los generales enviaron soldados y carros de combate a la frontera con Grecia. De haber contado con unas condiciones sociales favorables no habrían dudado en desencadenar un sangriento conflicto contra este país. Hoy, si las condiciones fueran las adecuadas para la burguesía turca, tampoco vacilaría en atacar el norte de Irak, sin que le importara avivar aún más un irresoluble conflicto así como las secuelas de destrucción, violencia y dolor que tal guerra supondría. La burguesía turca registra numerosos problemas: hay un serio enfrentamiento entre distintas fracciones de la clase dominante, el Estado social se está abandonando, el viejo concepto burgués de ciudadanía se desvanece, la burguesía turca ha fracasado en su pugna por eliminar a la burguesía kurda, y las envejecidas estructuras políticas e ideológicas kemalistas, que constituyen el fundamento del estado turco, aparecen hoy como un pesado lastre para la propia burguesía. Y, sin embargo, la destrucción de esas caducas estructuras amenaza al conjunto del régimen, pues el kemalismo supone la justificación política del régimen burgués en Turquía. La burguesía turca camina hoy sobre el filo de una navaja, La única "solución" que ve como salida a sus problemas es una nueva guerra imperialista. Si no se produce ahora en el norte de Irak, tendrá lugar más adelante quizás en otra parte, pero ocurrirá. Como se dice en el Manifiesto de la Izquierda Comunista a los trabajadores de Europa, escrito en 1944 por la Izquierda Comunista de Francia y los Revolutionaren Kommunisten Deutschlands: «Mientras existan explotadores y explotados, el capitalismo es la guerra y la guerra es el capitalismo», y lo que puede verse hoy con claridad con la sucesión de inacabables conflictos locales, de atentados en las ciudades, de las matanzas que se extienden por el planeta,... es que el capitalismo conduce a la humanidad a la barbarie.
Y esto nos lleva a la situación del proletariado en Turquía. Tras la derrota de la oleada masiva de luchas obreras que se desarrollaron en Turquía a partir de 1989 - iniciada con las huelgas de los empleados públicos que se extendieron rápidamente a trabajadores, afiliados y no afiliados a los sindicatos, en las empresas privadas, y que condujeron a la formación de comités de fábricas independientes - y que acabó en 1995 con la ocupación pública por parte de los obreros de la llamada Plaza Kizilay en Ankara (donde se hallan las sedes administrativas del gobierno turcos); los sindicatos han maniobrado para lograr una mayor influencia sobre el proletariado. En los últimos años hemos asistido a un notable aumento del numero de luchas obreras. Sobre todo en los últimos meses se han producido varias manifestaciones con bastante participación de trabajadores, así como una oleada significativa de ocupaciones de fábricas y numerosas huelgas en bastantes sectores. Sin embargo casi ninguna de estas luchas parece haber conseguido sus propósitos, debido sobre todo al hecho de que aunque hayan sido muy numerosas, se han quedado aisladas en un único sector, o en un solo centro de trabajo, sin haber logrado extenderse. Y en ausencia de una lucha unida, a la burguesía le cuesta menos derrotar la combatividad de los trabajadores. Es también importante resaltar que muchas de estas luchas han sido activamente saboteadas por los sindicatos. Por ejemplo durante la ocupación de una fábrica, los sindicatos consiguieron parar la lucha dándoles a los trabajadores una bandera nacional para que la hicieran enarbolar en la factoría. De hecho en muchas de esas luchas los propios obreros han hecho saber su descontento respecto a los sindicatos. Por supuesto los sindicatos no se limitan en Turquía a trabajar activamente para la burguesía saboteando la combatividad de los trabajadores, sino que juegan un importante papel en la movilización del proletariado para la causa nacionalista. Incluso los sindicatos más izquierdistas han contribuido a alinear a los trabajadores tras la fracción de la burguesía en las manifestaciones en pro del "Estado laico".
Esta función de los sindicatos se vio aún más clara en el pasado 1º de Mayo en Estambul. El principal sindicato de orientación nacionalista de izquierdas había declarado que iba a celebrarlo en una zona "prohibida" de la ciudad - la Plaza Taskim - en conmemoración del 30º aniversario del infame «1º de Mayo Sangriento» - cuando una concentración de cerca de un millón de personas fue tiroteada por un grupo de pistoleros escondidos en dos edificios y un automóvil cercanos -. El gobernador de la ciudad de Estambul, conocido por sus simpatías con el partido de Erdogan se había mostrado decidido a impedir la manifestación de este año, por lo que muchos grupos y organizaciones izquierdistas se habían mostrado dispuestas a sumarse a la manifestación sindical. Muy pronto el control de ésta se escapó de las manos de los líderes sindicales y de los grupos izquierdistas legales. El 1º de Mayo resultó brutal. El gobierno municipal de Estambul había ordenado a la policía que actuara sin piedad, y ¡vaya si lo hizo! Cuando los trabajadores se estaban reuniendo para entrar en la Plaza Taskim se vieron atacados por la policía. Muchos resultaron apaleados, cerca de un centenar fueron arrestados, y una persona de edad avanzada murió en su casa por la inhalación de los gases lacrimógenos lanzados por la policía. Mientras la prensa de derechas presentaba a la policía como los héroes de la jornada, los "media" liberales, nacionalistas e izquierdistas culpaban al gobernador del caos circulatorio ocasionado, y proclamaban a los líderes sindicales como los verdaderos héroes. Hay que decir que cuando la policía permitió finalmente la entrada en la Plaza Taskim a los líderes sindicales, éstos habían desaparecido y se dedicaban a hacer declaraciones a la TV proclamando la "gran victoria" que habían obtenido. Por otro lado, y como cabría esperar de ellos, los sindicatos no hicieron nada por la lucha de clases. Habría bastado probablemente la amenaza de una jornada de lucha para impedir que se cebara la represión con los apaleados y los detenidos, pero los sindicatos demostraron, una vez más, que nada tienen que ofrecer al proletariado. En lugar de ello, los sindicatos presentaron el 1º de Mayo como una lucha por la democracia, y los líderes sindicales llegaron incluso a explicar la brutalidad policial como una venganza por las anteriores manifestaciones nacionalistas y laicistas.
Las condiciones de vida de los obreros turcos son verdaderamente malas, hasta extremos inimaginables sobre todo enlos trabajadores agrícolas e industriales de ciertas regiones del país. Por otro lado, una gran parte de licenciados universitarios - incluyendo por ejemplo médicos e ingenieros - se está viendo proletarizada y sufre una explotación extrema, y eso cuando encuentra un empleo. Existe un desempleo masivo sobre todo entre los jóvenes. Con la descomposición de la ideología estatal y en ausencia de una poderosa voz comunista, muchos de estos desempleados se ven arrastrados a ideologías tales como el islamismo o el nacionalismo y la liberación nacional. Es verdad que hay sectores muy combativos de la clase obrera, pero la dominación de los sindicatos y la influencia de ideologías burguesas sobre los trabajadores impide que estos se unan sobre una base de clase. La única solución a los problemas del proletariado, el único remedio a perjuicio que ocasiona a los trabajadores la ideología de la burguesía es el internacionalismo proletario y la solidaridad internacional del proletariado.
La burguesía conduce a los trabajadores a más y más sufrimientos, más miseria y más muerte. El comunismo es la única verdadera alternativa al hundimiento en la barbarie. En estas circunstancias pensamos que es extremadamente importante que los diferentes grupos proletarios se impliquen en una discusión regular y en el desarrollo de una solidaridad internacional.
Julio 2007
Este texto aparece igualmente publicado en inglés.
Hasta hace un par de meses la burguesía dibujaba un idílico panorama en que todo iba bien en el mejor de los mundos posibles: las Bolsas batían récord tras récord, el crecimiento parecía estable, los precios parecían estar férreamente controlados... Y, repentinamente, a principios del mes de Julio,... ¡catacrac!: se ha desatado una tormenta financiera que ha echado por tierra tanto y tan fraudulento discurso. En apenas semanas el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York ha retrocedido más de un 10%, y los principales zocos bursátiles del mundo han registrado caídas brutales.
Para tratar de contener momentáneamente esta crisis los bancos centrales, tanto de Norteamérica (la llamada FED), como de Europa (el BCE), han debido aportar más de 330 mil millones $. Tan colosal inyección pone por sí sola de manifiesto la amplitud de la sacudida y el temor que real que inspira en la burguesía.
Hoy, "expertos" y otros distinguidos prohombres de la clase explotadora tratan una vez más de adormecernos con nuevos "cuentos", diciéndonos que esta convulsión será, cual tormenta veraniega, meramente pasajera; llegando a afirmar que puede que tenga incluso efectos beneficiosos como "una saludable purga" de los excesos especulativos de los últimos años. Pero tales sacudidas son, en realidad, signos de la entrada del capitalismo en una nueva fase de aceleración de su crisis, la más grave y la más profunda desde finales de los años 60. Y, una vez más, va a ser la clase obrera la que sufrirá las más terribles consecuencias.
En las columnas de los periódicos o en los "platós" de televisión de este verano, cuando millones de dólares se esfumaban un día sí y otro también, los economistas burgueses no se quitaban de la boca una palabra: "¡Imprevisible!". De creerles a ellos la crisis habría estallado sin señal de aviso previa, como un relámpago en un cielo azul. Pero eso es mentira. Todo el mundo sabía que los récords bursátiles, la burbuja inmobiliaria, y en última instancia todo el crecimiento de la economía reposaba sobre pies de barro. Nuestra organización, la Corriente Comunista Internacional, ya había afirmado la primavera pasada que la presumida buena salud de la economía mundial se apoyaba únicamente en el endeudamiento y que eso anunciaba un negro porvenir: «Se trata, en realidad, de una verdadera huida hacia delante, que lejos de permitir una solución definitiva a las contradicciones del capitalismo, no hace sino anunciar un futuro más doloroso y, sobre todo brutales frenazos de su crecimiento» (Resolución sobre la situación internacional de nuestro último Congreso Internacional, publicada en Revista Internacional nº 130).
No se trata de ninguna premonición sino de un análisis basado en la historia del capitalismo. La crisis financiera actual es una crisis fundamental del endeudamiento y del crédito. Pero este bestial endeudamiento no ha caído del cielo sino que es el resultado de 40 años de avance lento y tortuoso de la crisis mundial.
Efectivamente, desde finales de los años 60, el capitalismo sobrevive recurriendo, cada vez más, al endeudamiento. Desde que en 1967 la economía mundial empezó a ralentizarse, el crecimiento económico ha sido, década tras década, cada vez más exiguo. La única respuesta de la burguesía ha sido mantener su sistema artificialmente alimentado, más bien dopado, inyectando sumas de dinero cada vez más desmesuradas a través del crédito y la deuda. La historia económica de estos últimos cuarenta años es la de una infernal espiral en la que se encadenan crisis y endeudamiento, más crisis y más endeudamientos,... Tras los "choques" por el petróleo de 1973 y 1979, asistimos a la recesión abierta de 1991-1993, la crisis asiática de 1997-98, el estallido de la burbuja de la economía "puntocom",... Y en cada ocasión la convulsión ha sido más violenta y las consecuencias más dramáticas.
Hoy vemos un nuevo estallido de la crisis en un momento en que el endeudamiento alcanza cotas difícilmente imaginables. La deuda total de los Estados Unidos, la primera potencia militar y económica del planeta, ha pasado de 630 mil millones $ en 1970 a cerca de 37 ¡Billones! $ en 2003. Y desde entonces no ha dejado de embalarse aún más. Baste decir que hoy esa deuda crece al escalofriante ritmo de 1640 millones $ más cada día. Estas mareantes cifras ilustran en toda su crudeza por que la crisis financiara actual es mucho más profunda que todas las anteriores.
Desde hace una década la locura especulativa ha invadido todos los sectores de la actividad. A una escala nunca antes vista, la inmensa mayoría de los capitales que no encuentran el beneficio requerido en la llamada economía real (es decir las empresas que producen bienes y mercancías), se han reorientado, lógicamente, hacia la especulación pura y dura. Bancos y otras empresas de crédito, así como sociedades financieras más o menos especializadas en operaciones muy lucrativas pero muy arriesgadas (como los famosos "hedge funds" que, oficialmente, gestionan alrededor de 1'3 Billones de dólares) se han lanzado a una febril carrera hacia ese nuevo Eldorado. El dinero, los créditos, se han hecho correr a borbotones. La burguesía parecía no tener más que una obsesión: endeudarse más y más.
En este contexto de auténtica fiebre crediticia, muchos hogares norteamericanos y, en menor medida, también de Gran Bretaña y España, se han visto fuertemente alentados a comprar una vivienda cuando en realidad carecían de los medios para hacerlo. Los organismos financieros han estado dispuestos a prestar dinero a familias obreras con ingresos sumamente modestos, tomado como única garantía el propio bien inmueble. El mecanismo de estos préstamos hipotecarios (las llamadas hipotecas subprime) es el siguiente: el Sr. X pretende comprar una casa por 100 mil $, una entidad de crédito, p. ej. un banco, le presta los fondos necesarios sin más garantía que la hipoteca de esa casa. Si el citado Sr. X se ha endeudado por encima de sus posibilidades y no consiguiera devolver el préstamos la entidad de crédito recupera el inmueble, y la revende recuperando supuestamente el mismo valor - los 100 mil $ - que en su día prestó. Pero no tiene más garantía que ésta. Esto explica porque han sido sobre todo esas sociedades especializadas en operaciones con riesgo - como los mencionados hedge funds - las que participan en las hipotecas subprime. Pero estas "facilidades" para conseguir un crédito ha hecho que muchos más trabajadores se lanzaran a la compra den una vivienda, por lo que los precios de ésta empezaron a dispararse (a una media de un 10% anual). Estos obreros con salarios extremadamente bajos no tenían más remedio que seguir endeudándose para continuar comprando, por lo que contrataron nuevos préstamos por el importe en que se había revalorizado su vivienda. Así si nuestro Sr. X veía que el "valor de mercado" de su vivienda se había elevado hasta los 120 mil $ podía obtener un crédito para el consumo sobre su hipoteca de otros 20 mil $. Cuando el valor "ascendía" a 150 mil, solicitaba otros 30 mil $. Y así sucesivamente. Pero no se trata de un ciclo sin fin. Por un lado la realidad es que la clase obrera siente una creciente pauperización (despidos, congelación de salarios,...). Pero, además, los créditos en Estados Unidos se realizaban a una tasa de interés variable, por lo que, con la subida de los tipos de interés, las cuotas mensuales se han visto sensiblemente incrementadas. El resultado es tan inexorable como fatídico: multitud de obreros no consiguen pagar sus astronómicas mensualidades y los bancos se lanzan a desahuciar los bienes hipotecados, lo que hace que la crisis estalle y que la burbuja inmobiliaria se pinche. En efecto, los carteles de "Se Vende" proliferan como hongos, lo que hace que caigan los precios de las viviendas (se prevé que entre un 15 y un 30%). El efecto perverso de esta evolución de las cosas es que para muchos obreros su capacidad adquisitiva depende, como veíamos, del valor de su vivienda, y de su consecuente capacidad de endeudamiento, por lo que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria supone para muchos trabajadores la bancarrota más total. En el ejemplo que estamos empleando la vivienda del Sr. X se ha depreciado hasta los 110 mil $, por lo que los bancos ya no recuperarían todo lo prestado. Sucede entonces que el Sr. X no sólo se queda sin casa, sino que además ha dilapidado el dinero - básicamente intereses - que le ha estado pagando al banco durante años, y además le debe aún a la entidad crediticia 40 mil $ a los que, por supuesto, deben añadirse sus intereses correspondientes. El resultado de todo esto no se ha hecho esperar: más de 3 millones de familias se verán desahuciadas en la calle este próximo otoño.
Pero esos hedge funds, al mismo tiempo que otorgaban las subprime, tampoco se han refrenado a la hora de endeudarse elllos mismos para, precisamente, poder especular en el mercado inmobiliario, con el simple mecanismo de comprar un bien y revenderlo meses después contando con el aumento de los precios de la vivienda. Pero por eso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria supone también la quiebra de gran parte de esos fondos, pues por mucho que recuperen los bienes hipotecados echando a la calle a millones de familias, lo que vuelve a sus manos son casas sin apenas valor. Por puro efecto dominó, la quiebra de tales fondos acaba afectando a bancos y otras entidades de crédito, que con toda la vorágine de prestamos y deudas han llegado a una situación en que ni siquiera saben muy bien quién debe dinero a quién. Y así, no pasa un día sin que se anuncie que tal o cual banco, o entidad financiera, está al borde de la quiebra. Así ah sucedido, por ejemplo con la banca Countrywide en USA, o la Sachen LB y la IKB en Alemania. Las deudas de estas entidades que corresponden en inversiones en operaciones de riesgo superan la cifra de 10 Billones $. Lo que entre hoy en crisis abierta es la totalidad de los sectores especulativos y de crédito.
Y es de nuevo la clase obrera la que otra vez paga aquí los platos rotos. Este mes de Agosto hemos visto por ejemplo las colas de los pequeños ahorradores ante bancos norteamericanos y alemanes. No tardaremos en verlos en Gran Bretaña, España, Japón o en China.
Una crisis financiera como la que empezamos a ver acaba suponiendo una crisis de la economía real. Lo único que cabe plantearse es cual será el alcance de ésta. Antes incluso de que estallara este verano la crisis financiera, los propios especialistas de la burguesía empezaban a revisar, casi a escondidas, las previsiones económicas del crecimiento de la economía mundial. En Enero de este año, las Naciones Unidas habían hecho unas predicciones (3'2%) ya menores a las cifras alcanzadas en años anteriores (3'8% en 2006, y 4'5% en 2005). Pero el estallido de la crisis financiera, les ha lleva a reducir aún más las expectativas de crecimiento de la economía mundial.
En efecto, la profunda crisis del crédito implica inevitablemente un descenso muy marcado de la actividad de todos las empresas que ven como nadie quiere, o nadie puede, prestar el dinero que necesitan las empresas para invertir, pues los beneficios récords que éstas anuncian están muchas veces basados en gran parte en un endeudamiento gigantesco. Pero cuando se cierra el grifo del crédito, muchas de estas empresas se ven en una situación más que comprometida. El ejemplo más significativo es, sin duda alguna, el sector de la construcción. La burbuja inmobiliaria se apoyaba únicamente ocasiones en el "boom" de las hipotecas de riesgo, por lo que es fácil prever la bestial caída de la actividad de este sector en Estados Unidos, pero también en Gran Bretaña, Alemania, España, y otros países desarrollados, lo que acabará afectando seriamente al conjunto de la actividad económica: «Como resulta que en Estados Unidos, un préstamo hipotecario financia al menos el 80% del consumo, lo que se ve afectado en realidad, es la totalidad del consumo de los hogares. Así pues el consumo de los americanos va a descender recortando entre un punto y punto y medio el crecimiento del próximo año que en lugar de alcanzar el 3'5% puede no llegar al 2%» (Patrick Artuis la Tribune de l'Economie del 27/08/07). Y estamos hablando del escenario más "optimista", puesto que según otros expertos el crecimiento de la economía norteamericana ¡no superará el 1%! Esta recesión en USA tiene evidentemente una trascendencia mundial. Europa tiene una economía profundamente vinculada a lo que sucede al otro lado del Atlántico. Además el frenazo que hoy se espera de estas dos áreas económicas va a tener necesariamente funestas consecuencias en China, como en todo el resto de Asia,. Puesto que Europa y Estados Unidos representan el destino del 40% de las exportaciones chinas. Podemos ver pues el brutal frenazo al que se vas a ver sometida toda la economía mundial.
Y eso que aún no hemos hablado de otro factor que va a agravan la situación venidera: el regreso de la Inflación. En China, ese país del que hoy nos hablan como bendecido por los dioses del capitalismo con tasas de crecimiento de dos dígitos, padece hoy una tasa de inflación anual del 5'6% (la más alta de los diez últimos años) y sigue subiendo mes tras mes. Pero este país no hace más que simbolizar una tendencia que se desarrolla a escala internacional que es el del aumento de los precios de las materias primas y de la alimentación. Se prevé por ejemplo que los precios de ésta van a subir un 10%. Esto implica, como una bola de nieve, una retracción mayor aún del consumo de la clase obrera y de la gran mayoría de la población, lo que va a significar de rebote más dificultades para la situación de las empresas.
Desde finales de los años 1960m se han venido sucediendo bien crisis bursátiles, bien recesiones, que han sido cada vez más profundas y brutales. Este nuevo episodio al que hoy asistimos no será una excepción, sino que representará un paso cualitativo suplementario, una agravación sin precedentes de la crisis histórica del capitalismo. Por primera vez en la historia todos los indicadores económicos se encuentran simultáneamente en alerta roja: ¡crisis del crédito y del consumo, endeudamiento faraónico, recesión e inflación! Estamos ante la peor recesión de los últimos 40 años, lo que hará que lluevan los palos sobre las espaldas de los trabajadores: ¡sólo la lucha unida y solidaria nos permitirá hacerles frente!
Tino (30 de Agosto)
Traducido de Revolution Internationale (órgano de la CCI en Francia) nº 382
Los camaradas de Internasyonalismo mantienen contactos con la CCI desde hace más de un año. Están decididos a desarrollar la presencia de la Izquierda Comunista en Filipinas en unas condiciones extremadamente difíciles. Gracias a los esfuerzos de estos camaradas, la CCI puede hoy publicar su propia página web (www.internationalism.org [36]) en idioma filipino y nuestros lectores pueden seguir y participar en las discusiones con, y de, los camaradas de Internasyonalismo en su blog.
La CCI invitó a Internasyonalismo a que enviasen una delegación a nuestro XVIIº Congreso. Ésta, por diversas razones de índole material, no ha podido asistir. Ha sido una verdadera lástima. Sin embargo, los camaradas enviaron al Congreso una Toma de Posición que publicamos ahora aquí.
El Congreso saludó calurosamente con gran entusiasmo lo que enviaron los camaradas. Consideramos que su decisión expresa no únicamente su solidaridad comunista internacional con la CCI y los otros grupos que participaron en el Congreso, sino que aporta una contribución importante a los debates y al trabajo de éste, en particular sobre la cuestión sindical, tal y como se manifiesta en países como Filipinas, y sobre el desarrollo de China como potencia imperialista en Oriente.
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Camaradas:
(...) En sus casi cien años de existencia, los obreros de Filipinas no han sabido nada de las posiciones de la Izquierda comunista. Ni siquiera los revolucionarios de esta zona tuvieron la oportunidad de leerlas o de estudiarlas, ni aún en el periodo de los años 1920-30. Ahora, los comunistas internacionalistas de Filipinas, a pesar de que somos pocos, vamos a hacer todo lo mejor que podamos para contribuir en los debates y discusiones colectivas del Congreso a través de éste texto.
Hemos estudiado y discutido colectivamente los tres documentos (Proyectos de Informes) para el XVIIº Congreso. Lo que sigue es lo que nosotros podemos presentar en él.
En general estamos de acuerdo con las posiciones y el contenido de los tres documentos: el proyecto de informe sobre la lucha de clases, el informe sobre la evolución de la crisis del capitalismo y el informe sobre los conflictos imperialistas. Los documentos están basados en el internacionalismo, la presente dinámica del sistema en descomposición y la lucha de clases; además de en las actuales intervenciones de las minorías revolucionarias a escala mundial. Son informes conforme al método materialista histórico del marxismo.
«Que con la actual evolución de las contradicciones, la cuestión más crítica para la humanidad es la cristalización de una conciencia de clase suficiente para la emergencia de la perspectiva comunista" y "la importancia histórica de la emergencia de una nueva generación de revolucionarios. (Informe sobre la lucha de clases para el XVIIº Congreso internacional).
En conjunto estamos de acuerdo que la solidaridad de clase es lo más importante para nosotros en tanto que revolucionarios. La maduración de la conciencia de clase se puede medir por el grado de solidaridad de clase, por ser esta última expresión concreta de la autoorganización y del movimiento independiente del proletariado. (...). Hoy, cuando lo prioritario y más importante es buscar los caminos de la solidaridad de clase para poder alzarse sobre las firmes bases del internacionalismo y del movimiento de clase independiente, queremos proponer al Congreso lo siguiente:
1. Por su naturaleza reaccionaria, los sindicatos pueden detener, en el capitalismo decadente, el desarrollo de la auténtica solidaridad de clase a escala internacional.
En los países avanzados, los sindicatos (de izquierda y de derecha) se han puesto en evidencia ante los obreros; en los países en los que el capitalismo es más débil, los sindicatos de izquierda siguen siendo una poderosa mistificación para los obreros ya que los patronos capitalistas son, por lo general, anti-sindicatos. Para los obreros de estos países los sindicatos izquierdistas son expresiones de implicación militante y de defensa de los intereses obreros, a pesar de que ciertos sectores, cada vez más amplios, de la clase, se plantean dudas sobre las promesas y los resultados obtenidos por esas organizaciones.
En la época de la lucha de masas, cuando las asambleas obreras se corresponden con la manera de organizarse propia de la clase proletaria, abrirles - por solidaridad - estas asambleas a los sindicatos es poner en peligro la lucha independiente de la clase y arriesgarse a que estas asambleas se transformen en instrumentos de los sindicatos o acaben siendo víctimas de los conflictos y los ajustes de cuentas entre los sindicatos de las diversas organizaciones izquierdistas.
Fueron las Alianzas - de obreros (tanto sindicados como no sindicados) y apoyados por las clases medias-, constituidas en el proceso de las luchas masivas que se desarrollaron en Filipinas en los años 1970 y 1980 quienes encabezaron estas luchas, y no los sindicatos. Estos participaron en esas Alianzas pero no fueron decisivos. Los obreros no sindicados sí que lo fueron al estar en mayoría.
Los sindicatos, conducidos por los izquierdistas, organizaron a los obreros no sindicados en esas Alianzas, aumentando así el número de sus miembros en el curso de algunos años. Durante la oleada de luchas que siguió, desde mediados de los ochenta hasta ahora, las Alianzas han sido transformadas en Federaciones sindicales y puestas bajo el control de los sindicatos.
2. Debemos resaltar que, codo con codo con la búsqueda de la solidaridad de clase, está la vigilancia y la resistencia oportunas frente a todas las maniobras de los sindicatos y el sabotaje por éstos de las asambleas obreras. El objetivo es evitar que desvíen la generalización de la lucha, especialmente en una situación como la de Filipinas donde el sectarismo y la competencia en las diferentes federaciones sindicales y en las distintas organizaciones izquierdistas son muy fuertes.
3. En la búsqueda de la solidaridad de clase las amplias masas de obreros deberán también ser puestas en guardia contra los peligros del sindicalismo, de la misma manera que les ponemos en guardia contra el reformismo y el izquierdismo.
Estamos completamente de acuerdo con el análisis de la evolución de la crisis del capitalismo. A pesar de todo, queremos insistir sobre los puntos siguientes:
1. El aumento de la industria llamada básica es también una manifestación de la crisis en los países capitalistas avanzados, especialmente en Estados Unidos. Estas empresas una vez deslocalizadas o "externalizadas" emplean a centenares de miles de jóvenes trabajadores tanto en China como en India. Casi todos estos obreros trabajan con contratos eventuales en condiciones muy precarias y durante jornadas larguísimas.
2. China ha invadido también la economía filipina pero aún estamos reuniendo datos para conocer la amplitud de esta ocupación y si ese país apoya a alguna fracción de la clase dirigente filipina para rivalizar con la política de control de Estados Unidos.
Programas informáticos fabricados en China, microcomponentes e incluso un proyecto ferroviario multimillonario (en dólares) se cuelan en el país. Muchas grandes empresas filipino-chinas invierten en China y muchos funcionarios ministeriales, tanto del nivel local como del nacional, han viajado a China para comerciar. Muchos de ellos ven a China como un modelo de desarrollo. El imperialismo estadounidense es bien consciente de eso y presiona al Gobierno de Arroyo al respecto.
Este informe es comprensible y detallado. Estamos de acuerdo con que, hoy el caos y la barbarie avanzan diariamente hacia peor. No obstante, la capacidad del proletariado internacional no es todavía suficiente para pararlos y para derrocar finalmente el capitalismo internacional. Por consiguiente, es urgente que la Izquierda Comunista del mundo entero haga un mayor esfuerzo de intervención en las luchas del proletariado.
Con todos estos informes es hoy necesario y urgente que todos los comunistas internacionalistas del mundo coordinen sus actividades y sus intervenciones a escala mundial. El proletariado únicamente podrá apresurar la acumulación de sus fuerzas e incrementar su conciencia de clase, a través de los esfuerzos en común de las minorías revolucionarias en todo el mundo. El sectarismo de las otras organizaciones de la Izquierda comunista es muy perjudicial para el proletariado internacional y su combate contra su potente enemigo de clase
¡Por el éxito del XVIIº Congreso Internacional de CCI!
INTERNASYONALISMO (21 mayo 2007)
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En respuesta al reciente conflicto de correos y los inminentes litigios en otros ramos del sector público, varias personas implicadas en el foro de discusión libcom.org, la mayoría trabajadores del sector público, han publicado un boletín -Dispatch»[1]: -, planteando la necesidad de que los trabajadores de correos tomen el control de la lucha y se reúnan con obreros de otros sectores. Pensamos que este es un paso significativo, sea cual sea el final del conflicto de correos, que ha sido "suspendido" por los sindicatos.
Este artículo a continuación se publicó en nuestra web en Agosto, como una contribución a la discusión sobre esta iniciativa. La respuesta de los principales animadores del grupo fue ampliamente positiva, manifestando su acuerdo con algunas de nuestras críticas al boletín, en particular sobre la necesidad de dar mayor énfasis al llamamiento a que las asambleas masivas controlen la lucha[2]. Algunos de los carteros, aunque compartían la mayoría de nuestros puntos de vista sobre la necesidad de ser independientes de los sindicatos, expresaron la posición de que la CCI veía en esta iniciativa más de lo que realmente había, que se trataba básicamente ni más ni menos que del esfuerzo de un pequeño grupo de elementos politizados y no representaba ninguna tendencia más extendida hacia la formación de grupos obreros o comités de lucha. Es cierto que el boletín salió hacia el final (de esta fase) del conflicto postal, y por consiguiente, su intervención en la lucha se planteó sobre todo desde el punto de vista del potencial. Queda por ver si este tipo de iniciativas puede jugar una parte significativa en los futuros movimientos de clase. Pero dado que estamos en un periodo de reanudación de la lucha de clases, ciertamente no deberíamos descartar la posibilidad de que una iniciativa como Dispatch pudiera actuar como un verdadero foco para un considerable número de elementos (sean elementos "politizados" u "obreros combativos", de hecho la distinción no es en absoluto infranqueable) que quieran reunirse para discutir cómo la lucha puede romper el bloqueo sindical y para contribuir activamente a que eso ocurra.
Durante las huelgas generalizadas y los movimientos de clase de los años 70 y 80, uno de los signos de un verdadero desarrollo de la conciencia de clase -conciencia en el seno de la clase obrera de que es una fuerza social diferenciada que necesita luchar por sus propios intereses en contra de los del capitalismo- fue la aparición en muchos países de grupos de militantes obreros que se reunían para influir activamente en la dirección de la lucha. En general, estos grupos obreros o "comités de lucha" eran una respuesta a la creciente comprensión de que los representantes "oficiales" de los obreros -los sindicatos-, no los representaban en absoluto, y de que para impulsar la lucha, era necesario organizarla autónomamente.
En algunos casos, especialmente en los 70, estos grupos eran el residuo de movimientos previos donde los trabajadores habían elegido comités de huelga y otros organismos de coordinación durante el curso de la lucha. Muy a menudo estos grupos nacían arrastrando el malentendido de que era posible mantener esos órganos vivos en ausencia de asambleas generales y de la movilización activa de los obreros, y de que estos grupos de obreros combativos deberían postularse como una forma de representación concurrente con el sindicato. Invariablemente esos esfuerzos fracasaban y frecuentemente los obreros combativos implicados acababan convirtiéndose en un nuevo tipo de sindicato, actuando "en nombre" de los trabajadores y sofocando su iniciativa. Este fue el caso de muchos "comités de base" en Italia, por ej.[3]
Por otra parte, en los 80, muchos de estos grupos obreros, que aparecieron en diferentes sectores y a veces intersectores (por ej. en el sector sanitario, o de la enseñanza, o correos, en Francia y en Gran Bretaña) evitaron caer en este error. En lugar de verse como un sindicato rival, comprendieron que eran sólo una minoría y que su papel esencial era intervenir en el movimiento general de la clase. Dependiendo si este movimiento estaba latente o había estallado, si iba en ascenso o se batía en retirada, podían jugar un papel positivo de diferentes formas:
- actuando como un foco de discusión sobre las lecciones de las luchas pasadas y las perspectivas de las futuras;
- tejiendo lazos entre los obreros combativos en diferentes sectores;
- interviniendo como grupo en el centro de trabajo, en las asambleas, en las huelgas y las manifestaciones;
- elaborando "hojas" y boletines para defender los métodos más efectivos de lucha.
Estos métodos pueden resumirse en autoorganización y extensión.
Autoorganización significa que las luchas están controladas por los propios obreros, esencialmente por medio de asambleas generales y comisiones elegidas y responsables ante las asambleas. Extensión significa ampliar la lucha más allá del centro de trabajo y sector, buscando directamente a los otros trabajadores y llamándoles a expresar su solidaridad, principalmente adoptando reivindicaciones comunes y uniéndose al movimiento de lucha.
Durante el largo retroceso de la lucha de clases en los años 90, no hubo ningún rastro de estos comités de lucha. Pero desde 2003 asistimos a una reanudación de la lucha de clases internacional, que a veces toma la forma de protestas masivas contra los despidos o el recorte de pensiones, o por la mejora de las condiciones de vida; a veces la de expresiones de solidaridad entre diferentes sectores; o la de huelgas "salvajes"; a veces con asambleas generales, como el año pasado en el movimiento anti-CPE en Francia o en la lucha de los metalúrgicos de Vigo, en España. En estas circunstancias, cabe esperar un resurgimiento de minorías combativas de obreros, que buscan aupar el movimiento a niveles más altos de autonomía y unidad.
Otro desarrollo desde los años 80 ha sido el crecimiento espectacular de Internet como medio de comunicación. Concebido como un apéndice de la economía de guerra, y saludado como una oportunidad de encontrar nuevas salidas comerciales, Internet también ha significado ventajas para el movimiento proletario, haciendo posible desarrollar toda clase de contactos que estaban fuera de alcance, o eran extremadamente difíciles y costosos (por lo que se refiere al tiempo invertido) antes. La aparición de foros de discusión en Internet, como libcom.org, donde hay una discusión continua sobre temas y problemas relevantes para la clase obrera, es un claro ejemplo[4], pero obedece a algo más que a un gran paso tecnológico. Más bien es expresión de una nueva generación de proletarios que -igual que la "generación del 68"- busca establecer lazos con las tradiciones revolucionarias del pasado y contribuir a la lucha de clases que está emergiendo.
Teniendo en cuenta esa situación de la lucha de clases, no es sorprendente que veamos ahora la formación de un grupo, comparable a los comités de lucha de los años 80, que ha sido formado por elementos activos del foro de discusión libcom.org [38]. Durante la huelga de correos actual en Gran Bretaña, hemos visto aparecer la primera edición de un boletín a dos caras llamado «Dispatch», subtitulado «lucha del convenio del sector público -información para la acción»[5].El boletín se anuncia como el producto de «un grupo de trabajadores interesados en discutir y coordinar una respuesta frente a las luchas en curso por los convenios en el sector público. Creemos que la clave para ganar es unir las luchas; luchar juntos y controlando nuestra lucha los trabajadores por nosotros mismos. Nosotros trabajamos en varios ramos diferentes, incluyendo correos, sanidad, enseñanza y administración local, y todos somos usuarios del foro libcom.org».
El boletín contiene varios apartados cortos: información y propaganda sobre el paro técnico que acompaña a la huelga; información sobre las huelgas salvajes de correos durante el "conflicto oficial"; información sobre luchas incipientes o en curso en el resto del sector público, así como en el sector privado; fechas del programa sindical de "sucesión de huelgas"; un llamamiento a los trabajadores para discutir sobre las huelgas on line y en las asambleas de masas; y un texto más largo de un trabajador de correos, reflexionando sobre las perspectivas de la lucha.
En nuestra opinión, la aparición de este grupo es algo muy positivo y prometedor. Abre posibilidades para una intervención más amplia, porque numerosos elementos que intervienen en libcom.org, pero no están necesariamente directamente implicados en el boletín, han expresado un apoyo a sus objetivos y se han ofrecido para ayudar a distribuirlo en sus sectores de trabajo y en sus ciudades. Este boletín crea un foco para el debate sobre las luchas y sobre el papel en ellas de los obreros combativos, y también para una actividad común y una discusión directa de tú a tú entre individuos y grupos que comparten los objetivos básicos del boletín.
No cabe esperar que un boletín de esta naturaleza tenga el mismo nivel de coherencia política que una organización política comunista, y en cualquier caso, si tiene que funcionar como un foco de debate, es importante que permanezca abierto a diferentes puntos de vista. Sin embargo, podemos hacer ciertas críticas a la forma como se presentan ciertas ideas en el boletín. El título, «Dispatch» (envío), y el logo de un cartero, dan la impresión de que es algo específico para los obreros de correos, cuando los objetivos que se plantea el boletín son más amplios que eso (aunque se nos ha informado que el título y el logo cambiarán cuando el boletín se concentre en otros sectores). Hay un pequeño apartado sobre la necesidad de asambleas masivas, pero pensamos que no se le ha dado el peso que merece. En lugar de eso, el artículo de cabecera es sobre el paro técnico y la necesidad de mantenerlo, pero como ya hemos visto, si los trabajadores no plantean la cuestión de "quién controla la lucha", estarán desprotegidos frente al tipo de maniobras que han llevado a que el sindicato CWU[6] suspenda la huelga en el momento en que sentía que las huelgas "salvajes" locales eran una amenaza para su "gestión" del conflicto. El énfasis en el paro técnico también desmerece la importancia crucial de extender la lucha a otros sectores para tener un impacto sobre los planes de la burguesía.
Planteamos esto como críticas constructivas; en cualquier caso se trata aún necesariamente de un proceso experimental y requiere un debate lo más amplio posible sobre la mejor forma de presentar el boletín y desarrollar su función. Esta discusión continuará obviamente on line, pero también pensamos que resultaría particularmente de gran ayuda desarrollar la discusión en reuniones no virtuales. Creemos que el grupo podría reflexionar sobre la convocatoria de estas reuniones en un futuro próximo. Por supuesto será más que bienvenido si utiliza como medio de discusión nuestra próxima reunión pública en Londres, que tratará sobre las luchas actuales en Gran Bretaña y en otras partes.
WR, 18.08.07
[1] En inglés: "Envío", o "consigna"
[2] La discusión sobre el boletín puede encontrarse, en inglés, en este foro: https://libcom.org/forums/thought/political-discussion-dispatch-public-pay-bulletin-19082007 [39]
[3] analizamos más en detalle las lecciones de este periodo en el artículo: la organización del proletariado fuera de los periodos de lucha abierta (grupos obreros, núcleos, círculos, comités) en la Revista Internacional nº 21.
[4] También es interesante resaltar la aparición de royalmailchat.co.uk [40], donde los obreros de correos han estado discutiendo sobre la huelga reciente; por otro lado, han colgado en YouTube videos y canciones sobe la lucha, en https://www.youtube.com/CWUposties [41]. La clase obrera cada vez usa más Internet para expresar su creatividad
[5] https://libcom.org/article/dispatch-1-royal-mail-strikes-august-2007 [42]
[6] Communication Workers Union
Durante el mes de agosto ha estallado una tormenta financiera a nivel internacional, que tiene sus orígenes en los Estados Unidos, en la crisis de las llamadas hipotecas basura, o "subprime" (ver "La crisis inmobiliaria: un síntoma de la crisis del capitalismo" en este mismo nº de AP). Todo esto viene a confirmar la Resolución de Situación Internacional de nuestro XVIIº Congreso, del pasado mes de mayo, que en su punto 4 dice: «Las bases sobre las que se asientan las tasas de crecimiento del PIB mundial de los últimos años y que hoy provocan la euforia de los burgueses y de sus lacayos intelectuales no tienen en lo esencial, nada de novedosas. Se trata de las mismas bases que permitieron impedir que la saturación de los mercados que originó la crisis abierta a finales de los años 60 provocase la asfixia completa de la economía mundial, unas bases que se resumen en un creciente endeudamiento. En el momento actual, la principal "locomotora" del crecimiento mundial reside en los enormes déficits de la economía estadounidense, tanto a nivel presupuestario como de su balanza comercial. Se trata pues de una verdadera huida hacia delante, que lejos de posibilitar una solución definitiva a las contradicciones del capitalismo, no hace sino anunciar un futuro aún más doloroso y estancamientos brutales del crecimiento económico como los que hemos visto desde hace más de 30 años. Hoy mismo, por otra parte, asistimos ya a una acumulación de las amenazas que se ciernen sobre el sector inmobiliario en Estados Unidos que ha representado uno de los motores de la economía norteamericana, y que conllevan el riesgo de catastróficas quiebras bancarias, causando angustia e incertidumbre en los ámbitos económicos. A eso viene a añadirse la perspectivas de otras quiebras de los llamados hedge funds (fondos de inversión especulativos), tras la quiebra de Amaranth sucedida en octubre de 2.006. La amenaza tiene, si cabe, mayor calado pues esos organismos cuya razón de ser es la obtención de altos beneficios a corto plazo, especulando con la evolución de los tipos de cambio o el curso de las materias primas no son, ni mucho menos, francotiradores al margen del sistema financiero internacional. Son en realidad las instituciones financieras más "serias" las que colocan una parte de sus recursos en esos hedge funds. Además, las cantidades invertidas en esos organismos son considerables hasta el punto de igualar el PIB anual de una país como Francia, sirviendo de" palanca" a movimientos de capitales mucho más considerables (700 billones de dólares en 2002, o sea 20 veces más que el valor de las transacciones de bienes y servicios, o sea productos "reales")» (Revista Internacional nº 130, página 12).
Ante semejantes nubarrones, los principales partidos de la Democracia española rivalizan en ver quien dice la mayor de las majaderías. El PSOE, y en general la Izquierda y los sindicatos dicen que «la economía española, y la banca tienen bases más firmes» y que formidable tasa de crecimiento (el 4%) la ponen a salvo de las salpicaduras de la crisis de las "subprime". Por su parte el PP se lleva las manos a la cabeza ante las "gansadas" de ZP, acusándole de «irresponsable, por haber dilapidado la herencia dejada por Aznar». Unos y otros lanzan al proletariado o bien mentiras groseras o verdades a medias que aún son más nocivas, pues el secreto del "deslumbrante" crecimiento español, tanto del «España va bien» de Aznar como del «Tenemos una economía de "Champions League"» de Zapatero ha sido y es, en la práctica, el monocultivo del "ladrillo".
Como analizamos en la citada Resolución sobre la Situación Internacional, el desvío hacia la especulación, y especialmente la inmobiliaria de masas ingentes de capital, no es una especificidad norteamericana, sino un pantano en el que se adentrado el conjunto del capitalismo mundial, aunque desde luego la economía norteamericana se ha caracterizado por exagerar más aún esa tendencia. Pero hay que decir que el capitalismo español, e insistimos en que así ha sido tanto con Aznar como con ZP, ha descollado como un alumno aventajado de esa "escuela", llegando incluso a superar al maestro. En España, por ejemplo, el sector de la construcción representa el ¡20% del PIB! En los últimos años la irracional construcción de viviendas ha superado a las construidas en Francia, Alemania e Italia juntas. Por otro lado el capitalismo español ostenta el récord mundial de sobreendeudamiento de las familias, que corresponde hoy ya como media al 70% de los ingresos.
Por eso, a pesar de que gobierno y oposición alardeen de que la economía española es la octava del mundo, la realidad y los hechos son tozudos y lo cierto es que su fragilidad se ha agravado estos diez últimos años, pues ese supuesto crecimiento se ha basado como veíamos en la liquidación del ahorro familiar y también en gran medida en la financiación exterior (única forma de financiar el déficit exterior superior al 8% del PIB, también otro récord mundial). Ha llegado la hora de la verdad: toca devolver las deudas, y a muchos el agua les llega al cuello. En primer lugar a los propios bancos, cuya cartera de activos están compuestas, en cerca de un 60%, por préstamos a la construcción y sectores afines, que hoy se ven claramente como sobrevalorados, sobre todo con la drástica caída de ventas y el aumento de la morosidad que se esperan. No es de extrañar que tras el episodio del banco británico "Northern Bank", lo siguiente que ha salido al candelero ha sido la llamada banca "mediana" española (Bankinter, Banesto, Popular y Sabadell) que según un reciente informe presentado por Citigroup estaría sobrevalorada cerca de un 40%.
Ante la recesión económica que se avecina la clase trabajadora será la que pague las consecuencias con más paro y miseria, como lo prueba los datos económicos de agosto (aumento del paro en más de 60.000 trabajadores y descontrol de la inflación en los alimentos y subsistencias de primera necesidad: pan, leche, pollo, frutas y verduras, combustibles...). Y aunque estemos en los primeros pasos, no es difícil predecir por donde seguirá este tenebroso camino: el cierre del grifo crediticio y la retracción del consumo conducirá a muchas empresas, que han aumentado su dependencia de la "droga" del crédito, a recortar sus gastos de personal vía salarios o vía despidos; el encarecimiento de las hipotecas (o su "refinanciación" en los modernos usureros que tanto proliferan ahora) supondrá, puesto que su inmensa mayoría se han realizado con interés variable (otra coincidencia con el "modelo" USA), que el poder adquisitivo de los salarios se vea aún más menguado.
Ante los ataques brutales que la burguesía española va a desarrollar en contra de la clase trabajadora, para aumentar la extracción de plusvalía, el proletariado debe seguir con su dinámica de lucha y toma de conciencia de que la bancarrota histórica del capitalismo es irresoluble y aceptar los planes de miseria y austeridad únicamente traerán más paro y miseria como nos han demostrado los 40 años que llevamos de crisis económica declarada. Por ello la burguesía pone todo su empeño en tratar de falsear las raíces y el alcance de la nueva recesión que se avecina. Con la pantomima del cruce de jeremiadas entre la Derecha e Izquierda, lo que pretenden en realidad es hacernos creer que la degradación de nuestras condiciones de vida y trabajo depende del color político de las posaderas que se sienten en la Moncloa, cuando lo que nos demuestra la experiencia que tenemos de 30 años de democracia, con gobiernos de izquierda y de derecha, es que TODOS han desarrollado ataques brutales en contra de la clase trabajadora y a favor del capital nacional: Pactos de la Moncloa, reconversiones industriales de los años ochenta, congelaciones salariales del periodo de Aznar, etc.
Hoy la burguesía española trata de desdibujar el verdadero significado de la nueva crisis que se avecina. No duda para ello en lanzarse, ¡con la que está cayendo en todo el mundo!, a una sobrepuja de promesas de ayudas a la vivienda, a los jubilados, reducción de impuestos, etc. que apestan a demagogia electoralista, y que en caso de llegar a aplicarse (lo que no siempre sucede como en el caso de la "ley de dependencia" o la eliminación de la competencia salarial por la emigración ilegal,...) difícilmente representaran algo más que "migajas" que en poco, o en nada, compensarán el batacazo al que están abocadas nuestras economías, si no somos capaces de defender nuestras condiciones de vida con luchas masivas y unidas.
Por que esa, y no la elección del verdugo, es la única forma de poder defendernos: las huelgas masivas fuera de las maniobras sindicales, que buscan su extensión y la solidaridad, luchas que comienzan a desarrollarse a nivel internacional como la lucha de los estudiantes y trabajadores franceses contra el CPE (Contrato de Primer Empleo) en la primavera de 2.006, la lucha de los trabajadores del metal de Vigo en mayo de 2.006, las movilizaciones de los trabajadores de DELPHI en contra de su despido...
Como dijo Marx «la liberación de los trabajadores solo puede ser realizada por ellos mismos», y únicamente mediante su lucha colectiva, que al mismo tiempo expresa el verdadero porvenir de la humanidad, la clase trabajadora puede hacer frente a los ataques de la clase enemiga. Únicamente con su lucha el proletariado defenderá sus condiciones de vida y trabajo y al mismo tiempo desarrollará el germen de la huelga de masas revolucionaria que acabará con este modo de producción moribundo y creará las bases para la sociedad comunista.
Pel/Et 18/09/2007
Hace ya algunos meses recibimos en la dirección Internet de nuestra sección en Francia (Révolution internationale) dos mensajes sobre Che Guevara de un compañero que firma E.K. Publicamos aquí la carta que le enviamos a principios de abril, completando nuestra respuesta a unas serie de temas que habíamos dejado en suspenso. Publicamos esta correspondencia, pues como dice el propio EK, estamos inmersos en «en la conmemoración de los 40 años de su muerte en combate» y para nosotros, CCI, no se trata de meternos en la ronda de esas celebraciones, sino, al contrario, intentar comprender si Che Guevara fue realmente un revolucionario y si la clase obrera y las generaciones jóvenes deben o no reivindicarse de su acción y ejemplo.
Para el compañero EK, Che Guevara fue un auténtico combatiente por la causa de los pueblos oprimidos. Para él, en efecto, «el internacionalismo del Che es indudable. Es el modelo de combatiente internacional y de la solidaridad entre los pueblos». Y habría sido uno de los pocos revolucionarios en atreverse a criticar el régimen de la URSS: «Durante el seminario de solidaridad afro-asiática, el Che critica sin ambages las posiciones conservadoras y explotadoras de la URSS». Y EK expone en esa primera carta su visión del proletariado y del papel de los revolucionarios: «En cuanto al agente histórico de la transformación social, me parece que no hay razones para reducir el concepto de proletariado a los obreros únicamente, negación absoluta de la condición humana. (...) La tarea de los intelectuales es introducir en el proletariado la conciencia de su situación con medios eminentemente políticos».
Tras nuestra respuesta, el compañero E.K nos mandó muy rápidamente un segundo mensaje en el que, de entrada, se desmarca de quienes transforman al Che en icono, haciendo camisetas y carteles con su efigie: «La tendencia a hacer un mito del Che mediante la mediatización de su imagen significa ocultar su vida y su obra». Pero, sobre todo, EK reafirma que «al buscar objetivos distintos, el Che acabará, como es muy lógico, separándose del modelo social-imperialista de la URSS. La CIA y el KGB cooperarán incluso para quitárselo de encima en su intentona revolucionaria en Bolivia». Y EK concluye: «Ernesto Che Guevara pagó con su vida su integridad intelectual. Rendirle homenaje es leer sus textos; perpetuar su memoria es continuar la lucha; rendirle justicia es apoyar sus valores. En vísperas de las celebraciones de los 40 años de su muerte en combate, ha llegado la hora de volver a dar fuerza a su pensamiento y vida a sus ideas».
Te agradecemos tu mensaje de abril. Te pedimos disculpas por el retraso de este complemento a la respuesta. Queremos hacer aquí una crítica de lo que nos has escrito, que, por muy ruda que parezca, no significa, ni mucho menos, un rechazo, sino al contrario: seguimos dispuestos a contestar a tus preguntas y opiniones. Vamos a contestar a lo que tú dices sobre Che Guevara, analizando lo más seria y sinceramente lo que de verdad fueron, como tú dices, "sus valores", "sus ideas" y "su lucha".
Este mes de octubre se celebra, pues, el 40 aniversario de la muerte de Che Guevara, asesinado por el ejército boliviano, bajo la dirección de la CIA norteamericana.
Desde 1967, "el Che" se ha convertido en el símbolo, por decirlo así, de la eterna "juventud revolucionaria romántica": muerto joven, con las armas en la mano, en lucha contra el imperialismo americano, gran "defensor de las masas pobres de Latinoamérica"...todo el mundo tiene en mente esa imagen mítica del Che con una estrella en la boina y mirar lejano y triste.
Sus famosas Notas de viaje han contribuido en gran medida a popularizar la historia de este rebelde, hijo de buena familia argentina un tanto bohemia, que se lanza a un viaje en moto por los caminos de la América del Sur de entonces, poniendo sus conocimientos médicos al servicio de los pobres... Vive en Guatemala en un momento (1956) en que los Estados Unidos urden el enésimo golpe de Estado contra un gobierno que no les conviene. Este control permanente sobre los países de Latinoamérica por parte de EE.UU va alimentar en Guevara durante toda su vida un odio inexpiable hacia ese país. Se unirá después en México al grupo cubano de Castro, refugiado en ese país tras un intento abortado de derrocamiento del dictador cubano, Batista, apoyado durante mucho tiempo por Estados Unidos[1]. Tras una serie de peripecias, el grupo se instala en la Sierra Maestra de Cuba hasta la derrota de Batista, a principios de 1959. El núcleo ideológico de ese grupo era el nacionalismo. El "marxismo" no fue más que un envoltorio de circunstancias a una "resistencia antiyanqui" exacerbada, por mucho que algunos de sus elementos, el propio Guevara entre ellos, se consideraran "marxistas". El Partido comunista cubano, que anteriormente, por cierto, había apoyado a Batista, mandó a uno de sus dirigentes, Carlos Rafael Rodríguez, junto a Castro en 1958, unos meses antes de la victoria castrista.
Esa guerrilla no es ni mucho menos la expresión de no se sabe qué revuelta campesina, y menos todavía de la clase obrera. Fue la expresión militar de una fracción de la burguesía cubana que quiere echar abajo a la fracción en el poder para ocupar su puesto. No hubo ningún "levantamiento popular" en la toma del poder de la guerrilla castrista. Aparece, como tantas veces ha ocurrido en Latinoamérica, como un recambio de una camarilla militar por otra formación armada, en el que las capas explotadas y pobres de la población de la isla, alistadas o no por los combatientes de la guerrilla, no desempeñan ningún papel relevante sino es el de lanzar vítores a los nuevos dueños del poder. Ante una resistencia más bien débil por parte de la soldadesca de Batista, Guevara aparece como el intrépido guerrillero cuya determinación y carisma creciente podrían llegar incluso a hacerle sombra a su jefe Fidel. Tras la victoria sobre Batista, Fidel Castro va a encargar al Che de instaurar unos "tribunales revolucionarios", una mascarada sangrienta en la mejor tradición de los ajustes de cuentas entre fracciones de las diferentes burguesías nacionales, en particular en Latinoamérica. Che Guevara se toma muy en serio su papel, por convicción y con celo, instalando una justicia "revolucionaria" en la que, para desahogo colectivo, se juzga a los esbirros torturadores del régimen de Batista, pero tampoco se andan con miramientos, y una simple denuncia puede costar el fusilamiento. Y Guevara lo reivindicará sin remilgos más tarde en la ONU, donde, contestando a los representantes latinoamericanos, los típicos prohombres "democráticos", "perturbados" por unos métodos de sobra conocidos por ellos, declara: "Fusilamos, estamos fusilando y seguiremos fusilando mientras sea necesario". O sea, mientras "sea necesario": hasta que la gente se entere de quién manda; primero liquidar a los antiguos dueños y, sobre todo, crear las condiciones idóneas para aplastar la menor resistencia que venga "de abajo". Esas declaraciones no tienen nada que ver con una defensa más o menos torpe, de una justicia revolucionaria. Esas palabras corresponden, repitámoslo, a los métodos típicos de una fracción de la burguesía que desaloja a otra por la fuerza de las armas.
Puede entonces uno identificarse con el "héroe" austero de la Sierra Maestra, con el "guerrillero heroico" que morirá unos años más tarde en la sierra boliviana, pero en el mundo real, le otorgaron el papel de ejecutor de las sucias tareas en la instauración de un régimen que de comunista sólo tiene el nombre.
EK, tú nos dices: «el internacionalismo del Che es indudable» y «Durante el seminario de solidaridad afro-asiática, el Che critica sin ambages las posiciones conservadoras y explotadoras de la URSS» y que «acabará, como es muy lógico, separándose del modelo social-imperialista de la URSS».
El régimen nacionalista de Castro pronto se enfundó el calificativo de "comunista", lo cual significa sencillamente que se integró ... en el campo imperialista regido por la URSS. El que Cuba esté sólo a unas cuantas millas de las costas de EE.UU iba a inquietar evidentemente al amo del bloque occidental. El proceso de estalinización de la isla, con una presencia de personal civil y, sobre todo, militar y de los servicios secretos de los países del bloque del Este, culminará en 1962 en el momento de "la crisis de los misiles".
En ese proceso, Che Guevara, ahora ministro de Industria (1960-61), para soldar la nueva alianza con el "campo socialista", es enviado por Castro a una gira por los países de ese campo. De vuelta a Cuba, en la televisión, se dedica a presentar programas propagandísticos en el "año de la educación" con discursos de lo más ditirámbico sobre la URSS: «ese país que tan profundamente ama la paz», «donde impera la libertad de pensamiento», «madre de la libertad»... Y elogia «la extraordinaria» Corea del Norte y luego la China de Mao donde «todos están llenos de entusiasmo, todos hacen horas extraordinarias» y así para todos los países del Este: «las realizaciones de los países socialistas son extraordinarias. No hay comparación posible entre sus sistemas de vida, sus sistemas de desarrollo y los de los países capitalistas». ¡Un verdadero viajante de comercio del modelo estalinista! Más lejos, hablaremos del "desamor" de Guevara hacia la URSS. Pero contrariamente a lo que tú afirmas, el Che nunca expresó la menor duda de principio sobre el sistema estalinista. Para él, la URSS y su bloque eran el campo «socialista, progresista» y su propia lucha se integraba plenamente en la del bloque ruso contra el bloque occidental. La consigna lanzada por Guevara de «Crear uno, dos, varios Vietnam», no es una consigna "internacionalista", sino una consigna nacionalista y favorable al bloque del Este. El único criterio verdadero de esa consigna no es el cambio social, ni mucho menos, sino el odio al jefe del otro bloque, los Estados Unidos.
En efecto, tras la IIª Guerra mundial, el mundo se encontró dividido en dos bloques antagónicos, uno regido por EE.UU. y el otro por la URSS. La "liberación nacional" se confirmó entonces como una mistificación ideológica perfecta para justificar el alistamiento militar de la población. En esas guerras, ni la clase obrera ni las demás clases explotadas tenían nada que ganar, sirven de masa de maniobra para las diferentes fracciones de la clase dominante y de sus padrinos imperialistas. El reparto del mundo entre dos bloques tras los acuerdos de Yalta implicaba que cualquier salida de un bloque sólo podría hacerse cayendo en el bloque adverso. Y precisamente no hay mejor ejemplo que el de Cuba: este país pasó de la dictadura corrupta de Batista, sometida directamente a Washington, sus servicios secretos y todo tipo de mafias, al control por el bloque estalinista. ¡La historia de Cuba es un concentrado de la historia trágica de las "luchas de liberación nacional" durante más de medio siglo!
Así pues, ante todo, antes de decir cuándo y cómo Guevara se habría "desviado" más o menos de la URSS, hay que dejar las cosas claras sobre la naturaleza de la URSS y de su bloque. Tras la defensa de un Che Guevara revolucionario está la idea de que la URSS, poco o mucho, a pesar de sus defectos y demás... era el «bloque socialista, progresista». Ésa es la mayor mentira del siglo XX. Hubo, sí, una revolución proletaria en Rusia, pero fue derrotada. La forma estalinista de la contrarrevolución se dio una consigna: la «construcción del socialismo en un solo país», una consigna que se ubica en el extremo opuesto al marxismo. Para el marxismo, «los proletarios no tienen patria»[2]. Fue este internacionalismo auténtico la brújula de la oleada revolucionaria mundial que se inició en 1917 y la de todos los revolucionarios de entonces, desde Lenin y los bolcheviques hasta Rosa Luxemburgo y los espartaquistas[3]. La adopción de esa aberración "teórica" de una "patria socialista" que defender se remató con el recurso sistemático a un método burgués: el terror y el capitalismo de Estado, una de las expresiones más totalitarias y feroces de la explotación capitalista.
El origen de las críticas del Che a la URSS fue la frustración provocada por "la crisis de los misiles", en 1962. Para la URSS, apoderarse de Cuba fue una ocasión que no podía desperdiciar. Por fin, podía pagarle con la misma moneda a Estados Unidos, país que la amenazaba directamente a sus puertas desde países vecinos como Turquía. La URSS empieza a instalar rampas de lanzamiento de misiles nucleares a unas cuantas millas de las costas norteamericanas. Estados Unidos, mediante un cerco total a la isla, obliga a los buques rusos a dar media vuelta. Kruschev, que era el jefe del Kremlin entonces, se vio finalmente obligado a retirar sus misiles. Hay que decir que durante aquellos días de octubre de 1962, los enfrentamientos imperialistas entre quienes pretendían ser los adalides del "mundo libre" y quienes pretendían ser el "mundo socialista progresista" pusieron a la humanidad entera al borde del abismo. Krushev fue considerado por los dirigentes castristas como un "mariquita" que no tenía "los huevos" de atacar a Estados Unidos. En un ataque de histeria patriotera en el que el slogan castrista de "Patria o muerte" cobra su sentido más siniestro, los dirigentes cubanos están dispuestos a sacrificar a su pueblo (ellos dirán que es el pueblo que está listo para el sacrificio) en el altar de la guerra atómica. En ese delirio perverso, Guevara está, evidentemente, en primera fila. Escribe: «Tienen razón [los países de la OEA [4] de tener miedo de la ‘subversión cubana'], pues es el ejemplo de un pueblo dispuesto a inmolarse bajo las armas atómicas para que sus cenizas sirvan de cemento a las nuevas sociedades y que, cuando se concluyó un acuerdo sobre la retirada de los misiles sin que se le hubiera consultado, no deja escapar un suspiro de alivio, no acoge la tregua con reconocimiento. Se echa a la calle para [...] afirmar [...] su decisión de luchar, incluso él solo, contra todos los peligros y contra la propia amenaza atómica del imperialismo yanqui»[5]. Ese "héroe" ha decidido que el pueblo cubano estaba dispuesto a inmolarse por la patria ... así, la base de la "decepción", de la crítica respecto a la URSS no fue la pérdida de la fe en las virtudes del "comunismo soviético" (o sea, el capitalismo estalinista), sino, al contrario, la decepción viene de que ese sistema no iba hasta el final de su lógica guerrera de enfrentamiento, no tenía "los huevos" de ir hasta el paroxismo caliente de la "guerra fría". Y el discurso de Argel de Che Guevara en el que tú te basas para afirmar que el Che «se separó del modelo social-imperialista de la URSS» no cambia nada en realidad a la raíz estalinista de las posiciones de Guevara. ¡Al contrario!. En ese famoso discurso, el Che crítica, sí, el "mercantilismo"[6] en las relaciones entre los países del bloque de la URSS, pero sigue llamándolos socialistas y "pueblos amigos": «Los países socialistas son, en cierto modo, cómplices de la explotación capitalista [...]. Tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores del Oeste.» Detrás de su apariencia radical, esa crítica es una crítica desde dentro del sistema estalinista. Más todavía, es la crítica de un responsable que participó con todas sus fuerza en la instauración del sistema de capitalismo de Estado en Cuba. Y desde luego, nunca usó expresiones tales como "social-imperialismo". Después, por lo demás, nunca volverá a hacer la menor crítica oficial a la URSS.
Cierto, Che Guevara, en el momento en que fue asesinado por la CIA y el ejército boliviano en 1967, fue víctima no sólo del imperialismo americano, sino, sin duda, también de la nueva orientación política del Kremlin, llamada "coexistencia pacífica" con el bloque occidental. No vamos a tratar aquí sobre las razones que llevaron a la dirección de la URSS y de su bloque a dar ese "giro". Pero ese cambio no tiene nada que ver con no se sabe qué "traición" hacia los pueblos que querían liberarse del imperialismo, ni hacia el proletariado. La política de la clase dominante estalinista cambiaba de rumbo en función de sus intereses como clase dominante y, precisamente, la crisis de los misiles fue la demostración para los dirigentes del imperialismo estalinista de que no disponían de los medios para desafiar al jefe del otro bloque ante sus propias narices y que deberían ser prudentes en Latinoamérica.
Eso es lo que Guevara y una fracción de dirigentes cubanos no quieren entender, hasta el punto de acabar siendo molestos no sólo para la URSS, sino incluso para sus propios amigos de la isla. A partir de entonces, el destino de Che Guevara quedó sellado: tras la desastrosa aventura en el Congo[7], acabará encontrándose solo en Bolivia, con un puñado de compañeros de armas, abandonado por el PC boliviano, el cual, finalmente, tras muchos rodeos, acabará adoptando la nueva línea de Moscú. Para las fracciones más "moscovitas", los defensores de la táctica del "foco" guerrillero eran una cuerda de pequeñoburgueses con ganas de aventuras, "aislados de las masas". Y para las facciones de los PC favorables a la lucha armada, con sus apoyos críticos de todo tipo, los "dirigentes" de los PC eran unos "revolucionarios de salón", unos burócratas aburguesados y demás... también ellos "aislados de las masas". Para nosotros, que nos reivindicamos de la Izquierda Comunista, no son ambas sino dos formas de la misma contrarrevolución, dos variantes de la misma gran mentira del siglo, la patraña de presentar la contrarrevolución estalinista como la continuadora de la revolución de Octubre y la URSS y sus clónicos como comunista.
Para ti, EK, la tarea de los intelectuales sería «introducir en el proletariado la conciencia de su situación ...». Pareces en esto adoptar la visión de Che Guevara sobre "la élite revolucionaría". Pero detrás de esa posición del Che hay, en realidad, un profundo desprecio por la clase obrera. ¿Qué es lo que hay detrás de sus lirismos sobre "el hombre nuevo en la revolución cubana"?
La unidad proletaria revolucionaria tiene una base práctica muy concreta: la solidaridad de clase. Es esta solidaridad espontánea, hecha de ayuda mutua y fraternidad, lo que inspira la generosidad, la entrega, las cualidades del proletariado revolucionario. Pero esa "entrega" en boca de Guevara, suena, en el mejor de los casos, como un llamamiento casi místico al martirio supremo (hay que reconocerle que siempre estuvo listo para el sacrificio, y dispuesto sin duda a convertirse en una "ceniza" mártir por la causa imperialista que defendía, junto con todo el pueblo cubano "voluntario", en el momento de la crisis de los misiles)... Detrás de su propio comportamiento "ejemplar" está esa visión del "sacrificio" o del "heroísmo" (del mismo estilo que todos los idealismos patrioteros exaltados por el estalinismo, en la Resistencia francesa por ejemplo) que debería imponerse desde arriba, por las necesidades del Estado y bajo el mando de un "líder máximo". Esa visión contiene ese desprecio del intelectual pequeñoburgués hacia "la masa proletaria" a la que se mira desde arriba, a la que hay que "educar" para que acabe entendiendo lo grandioso de la revolución y sus ventajas. «Este ente multifacético [la masa], escribe con condescendencia Guevara, no (...) actúa como un manso rebaño. Es verdad que sigue sin vacilar a sus dirigentes, fundamentalmente a Fidel Castro, pero el grado en que él ha ganado esa confianza responde precisamente a la interpretación cabal de los deseos del pueblo, de sus aspiraciones, y a la lucha sincera por el cumplimiento de las promesas hechas.» (...) «Vistas las cosas desde un punto de vista superficial, pudiera parecer que tienen razón aquellos que hablan de supeditación del individuo al Estado, la masa realiza con entusiasmo y disciplina sin iguales las tareas que el gobierno fija, ya sean de índole económica, cultural, de defensa, deportiva, etcétera. La iniciativa parte en general de Fidel o del alto mando de la revolución y es explicada al pueblo que la toma como suya» (El socialismo y el hombre en Cuba, 1965).
De hecho, cuando nos dices «que no hay razón para reducir el concepto de proletariado a los obreros únicamente», tu razonamiento se arraiga sin duda y, quizás, involuntariamente, en esa visión despectiva de la clase obrera[8]. De hecho, una de las características comunes de esos avatares del estalinismo (desde el maoísmo al castrismo), es su desconfianza y su desprecio por la clase obrera, haciendo de un mítico campesinado pobre el "agente de la revolución" dirigido por unos intelectuales poseedores de la conciencia que "introducen" en el cerebro de las masas. En el mejor de los casos, la clase obrera era para esos neoestalinistas, una masa de maniobra que les servía de referencia histórica, un comparsa de su revolución. No hay en ningún escrito de esos "revolucionarios", y menos todavía en su práctica, la menor referencia a la clase obrera organizada como tal y a las organizaciones del poder de clase, los soviets. Esos clónicos del estalinismo ya no necesitan disfrazar su ideología capitalista de Estado y hablar de consejos obreros u otras expresiones de la vida proletaria durante la oleada revolucionaria de 1917-1927. Ya solo queda el Estado, dirigido por gente "ilustrada" y, abajo, las masas, a las cuales se les deja, a veces, dar pruebas de "iniciativa", encuadrada en "comités de defensa de la revolución" y demás organismos de vigilancia social.
Y en Cuba, uno de los primeros órganos de encuadramiento y dirección de la clase obrera fueron, una vez más y sin sorpresa, los sindicatos. Los sindicatos cubanos (CTC) eran ya unos sindicatos, al modo americano, perfectamente integrados en el "capitalismo liberal" y sus corruptelas. Y van a ser rápidamente transformados por la dirección cubana, en 1960, en sindicatos al gusto estalinista, según el modelo estatal. Entre las primeras decisiones de los sindicatos del régimen castrista estará la de alinear los salarios por abajo y hacer respetar la prohibición de las huelgas en las empresas. Y también se justificará ese ataque contra la clase obrera con la ideología antiyanqui y de "defensa del pueblo cubano". Aprovechando en 1960 una huelga contra la baja de salarios de obreros de empresas pertenecientes a capital estadounidense, los dirigentes castristas estigmatizan esa huelga de "privilegiados" para declarar la "huelga a la huelga" en palabras del nuevo dirigente castrista de la CTC.
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En estas semanas nos han llenado las pantallas con las controversias sobre la vida y milagros del Che. Por un lado, en la línea de los propagandistas de la "muerte del comunismo", las fracciones derechistas o centristas de la burguesía van a aprovechar la ocasión para recalentar su bazofia con la ayuda servil de algún que otro historiador arrepentido, listos ahora a denunciar el papel "antidemocrático" del Che, su papel de ejecutante en jefe responsable de los tribunales "revolucionarios" al principio de la era castrista, despotricando unos y otros en las pantallas sobre si las ejecuciones fueron "excesivas", si hubo o no un "baño de sangre", si fue una justicia "arbitraria" o, al contrario, "moderada". Para nosotros, como decíamos antes, sencillamente desempeñó el papel necesario para instaurar un nuevo régimen tan burgués, capitalista y represivo como el precedente. Y, por el otro lado, nos sirven mentiras o medias verdades en su honra. No hay más que ver cómo la Liga Comunista Revolucionaria, en Francia, en su voluntad de ocupar el sillón del moribundo Partido Comunista Francés y ser el primer partido "anticapitalista" de Francia, ha vuelto a sacar al Che, explotando a mansalva su imagen "joven y rebelde"[9].
Estimado compañero EK, la realidad es ésa: detrás de la camiseta con la efigie del Che, hay, sin duda, un corazón generoso y sincero de personas que quieren combatir contra las injusticias y las atrocidades de este mundo capitalista. Y, precisamente, si tanto ponen algunos por delante al Che es precisamente para esterilizar el entusiasmo que acompaña la pasión revolucionaria. Pero el Che no es sino una de las figuras de la larga cohorte de dirigentes nacionalistas y estalinistas, sin duda más atractiva que las demás, pero representativa, sin embargo, de ese avatar tropical de la contrarrevolución que es el castrismo.
A pesar de todas nuestras divergencias, compañero EK, la discusión sigue abierta....
Corriente comunista internacional
[1] El éxito de la operación del derrocamiento de Batista por Castro y Guevara se benefició, de hecho, del apoyo de EEUU y de la comprensión de una parte de la derecha, a quienes había empezado a molestarles seriamente el nivel de corrupción del régimen. El gobierno estadounidense decidió el embargo de armas hacia Cuba, lo cual privó definitivamente de medios a Batista para luchar contra la guerrilla. Será al cabo de unos meses de ejercicio del nuevo poder castrista cuando las relaciones entre EEUU y Cuba acabarán deteriorándose y, ante la amenaza de intervención de aquel país, el régimen castrista empezaría a integrarse en el bloque ruso.
[2] Cita muy conocida del Manifiesto Comunista de 1848, redactado por Marx y Engels.
[3] Hemos escrito mucho sobre Octubre de 1917. Pueden leerse los textos recientes: el artículo "Octubre del 17: La mayor experiencia revolucionaria de la clase obrera" (Revista internacional n°131, 2007); el folleto: Octubre de 1917, inicio de la revolución mundial. Las masas obreras se apoderan de su propio destino [45]; el texto de presentación de nuestras reuniones públicas "Hace 90 años la revolución de Octubre de 1917", en https://es.internationalism.org [46]. y el artículo "El estalinismo es el enterrador de la Revolución rusa" (Revolution Internationale n°383, octubre de 2007, en francés)
[4] Organización de Estados Americanos, organismo continental, en realidad al servicio de EE.UU, y del que fue excluida la Cuba castrista.
[5] Escrito en el momento de la "crisis de los misiles", se publicará más tarde, en 1968, en una revista del ejército cubano. Reproducido en la biografía del Che de Pierre Kalfon (y traducido del francés por nosotros).
[7] En 1965, quizás para poner en práctica la consigna de "Dos, tres Vietnam...", un puñado de cubanos se planta en el este de la República del Congo (ex Zaire) para organizar un "foco antiimperialista", todo organizado por los servicios secretos cubanos con el acuerdo de la URSS (quizás, también, para quitárselo de encima...). Desde el principio la aventura congoleña aparece como un desastre anunciado: Guevara se encuentra bajo las órdenes políticas de una banda de dirigentes congoleños (entre ellos Kabila, futuro presidente-dictador de Zaire en los años 1990), unos aventureros que se pegan la gran vida gracias a los subsidios soviéticos y chinos. La población, por su parte, que por lo visto iba a recibir con los brazos abiertos a sus "liberadores", se queda más bien pasmada a la vista de esa gente salida de no se sabe dónde. Fue una anticipación de lo que iba a ocurrir en Bolivia al año siguiente. Hay que decir que más tarde, por cuenta del imperialismo ruso, miles de cubanos siguieron sirviendo de "instructores militares" (y de carne de cañón) en varias "guerras de liberación nacional" en tierras africanas ((Guinea-Bissau, Mozambique, Angola,...) hasta el desmoronamiento de la URSS y de su bloque a principios de los años 90.
[8] No podemos desarrollar aquí qué es el proletariado o clase obrera, dos expresiones equivalentes para nosotros. Digamos, eso sí que nuestra visión de la clase obrera no tiene nada que ver con la sociología ni con esas imágenes de estampa realista del obrero en mono y alpargatas.
[9] El líder de la LCR, Olivier Besancenot, afirmó durante la campaña electoral francesa que su partido se identifica mucho más hoy con el Che que con Trotski, aún cuando desde su nacimiento esa organización legitimaba, fraudulentamente, su pertenencia a la clase obrera, reivindicándose ante todo de aquél gran militante bolchevique. A Marx le gustaba subrayar las ironías de la historia. Y es hoy una de las más mordientes el comprobar que esta nueva propaganda de la LCR, en su afán de parecer joven y estar en la onda para atraerse a la nuevas generaciones de la clase obrera, se reivindica de un heredero, en fin de cuentas, de la camada estalinista y de su ideología, esa misma jauría que asesinó hace más de sesenta años a un revolucionario que por muchas incomprensiones que tuviera, lo era de verdad, un tal... León Trotski...
Como desenmascaró el Marxismo a mediados del siglo XIX los términos nación o estado nacional sirven a la burguesía para ocultar sus intereses de clase explotadora bajo una bandera tras la que trata de arrastrar al proletariado y a otras capas sociales. Aunque también hay que decir que el movimiento obrero durante el período ascendente del capitalismo (que acaba en 1914 con la Primera Guerra Mundial) apoyó puntualmente la constitución de los grandes estados nacionales para acabar con los restos del feudalismo y acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas que pudieran crear las bases de la revolución comunista.
Todo este período acaba con la Primera Guerra Mundial, ya que se abre la etapa de decadencia del capitalismo y la era de guerras imperialistas que llevan a la humanidad a la barbarie más absoluta, pero también se abre el período de las revoluciones proletarias como demostró la oleada revolucionaria de 1917 a 1923. A partir de 1914 ya no hay posibilidades de verdaderas revoluciones burguesas y de liberaciones nacionales, y el principio de autodeterminación nacional deja de tener sentido, teniendo razón Rosa Luxemburgo frente a Lenin: «La política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un fenómeno natural por naturaleza, un todo inseparable que no se puede comprender más que en sus relaciones recíprocas y al cual ningún estado podría sustraerse» (Rosa Luxemburgo: La crisis de la socialdemocracia, página 134. Editorial Anagrama. Barcelona 1976, el subrayado es nuestro). Y también "La primera tarea del socialismo es la liberación espiritual del proletariado de la tutela de la burguesía, tutela que se manifiesta por la influencia de la ideología nacionalista. La acción de las secciones nacionales, tanto en el parlamento como en la prensa, debe tener por objetivo la denuncia del hecho de que la fraseología tradicional del nacionalismo es el instrumento de la dominación burguesa" (ídem, páginas 170 y 171).
Actualmente asistimos a una auténtica campaña nacionalista por parte de la burguesía española que pretende intoxicar a la clase trabajadora. Es verdad que esa campaña se apoya efectivamente en las querellas entre sectores de la burguesía española aquejada de problemas de mala soldadura del Estado nacional, problemas estos que en el período de descomposición del capitalismo tienden a agravarse con la imposición "del cada uno a la suya". Así sectores de las burguesías regionales vasca y catalana pujan por la soberanía y la independencia, y otras, a la chita callando, se enquistan en sus gobiernos autonómicos que se han convertido en verdaderos reinos de Taifas contemporáneos. Pero más allá de esas eternas disputas, lo cierto es que el objetivo de esta campaña es dificultar la toma de conciencia por parte del proletariado ante un capitalismo en descomposición y en quiebra económica que nos lleva a la barbarie en los cinco continentes.
El capitalismo español se ve asolado por crecientes dificultades tanto en el terreno económico (en el que está perdiendo competitividad a marchas forzadas) como en el de la defensa de sus intereses imperialistas, como se pone de manifiesto en su creciente pérdida de autoridad en zonas que le son especialmente sensibles. Por un lado el Magreb, donde tras el desaire que hace unos meses le propinó la burguesía argelina en materia energética; hemos visto recientemente la acentuación de las reivindicaciones de Marruecos, a las que la burguesía española ha debido responder en solitario. Por otro lado la reciente Cumbre Iberoamericana amén de poner de manifiesto lo obsoleto de los convencionalismos diplomáticos en el caos de peleas barriobajeras en que se ha convertido el escenario imperialista actual, ha puesto de manifiesto igualmente el creciente aislamiento de la posición española incluso entre sus hasta hace poco aliados más "leales".
En este contexto de dificultades para el capitalismo español, exacerbado por el inicio de una recesión económica cuyas consecuencias y efectos de paro y miseria padecerá el proletariado, nos encontramos con esta ofensiva nacionalista desde las dos vertientes: tanto la españolista, con los viajes de los reyes a Ceuta y Melilla, como la regionalista a través del referéndum soberanista de Ibarretxe y los envites independentistas del nacionalismo catalán. La clase obrera al contrario que en los años treinta del siglo pasado no está derrotada, y por tanto no se deja arrastrar por la clase dominante detrás de la bandera nacionalista y de la guerra imperialista. Los ejércitos nacionales no son capaces de cubrir sus vacantes de soldados profesionales, y la debacle del ejército norteamericano en la guerra de Irak tiene sus motivos profundos en esta repugnancia y rechazo del proletariado a la ideología nacionalista y a la guerra.
Pero si la burguesía española no es capaz de ilusionar a la clase obrera con la "gran nación española" ni con las "nacioncillas" vasca y catalana, no va a renunciar a utilizar la ideología nacionalista como medio de fragmentar, de dividir la lucha de su enemigo histórico que es el proletariado. Frente a la creciente desesperación en que se van a sumir muchas familias obreras, las ideologías xenófobas, de buscar en los trabajadores de otras regiones u otros países, el chivo expiatorio al que culpabilizar del paro, del deterioro de las infraestructuras, de los recortes de las prestaciones sociales,... puede dificultar el desarrollo de una creciente solidaridad, de una lucha unida como clase, de una toma de conciencia de que a diferencia de la clase explotadora que por su propia naturaleza está dividida en intereses encontrados y no puede hallar más terreno común que la nación; la clase explotada, también por ese mismo carácter, porque no tiene más propiedad que su fuerza de trabajo, ni más tierra que la que le cubre en los cementerios,... por esa misma naturaleza, decimos, es capaz de llevar a cabo la verdadera unificación de la sociedad humana. Los trabajadores no tienen ninguna patria ni bandera nacional que defender, su auténtica misión en la historia como crisol de la humanidad explotada y sufriente es acabar mediante la revolución comunista con la explotación del hombre por el hombre: "Todas las clases anteriores que conquistaban la hegemonía trataban de asegurarse su posición existencial ya conquistada sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios solo pueden conquistar las fuerzas productivas sociales aboliendo su propio modo de apropiación en vigencia hasta el presente, aboliendo con ello todo el modo de apropiación vigente hasta la fecha. Los proletarios no tienen nada propio que consolidar; sólo tienen que destruir todo cuanto, hasta el presente, ha asegurado y garantizado la propiedad privada.
Todos los movimientos existentes hasta la actualidad han sido movimientos de minorías o en el interés de minorías. El movimiento proletario es el movimiento independiente de una ingente mayoría. El proletariado, estrato inferior de la sociedad actual, no puede alzarse, no puede erguirse sin hacer saltar por los aires toda la superestructura de los estratos que conforman la sociedad oficial...(Marx y Engels: El Manifiesto Comunista, página 147. Editorial Crítica, Barcelona 1978).
Frente al mundo burgués del nacionalismo y la confrontación entre naciones que lleva al género humano a las guerras y la barbarie, opongamos los valores del proletariado: la solidaridad y el internacionalismo en un mundo sin clases.
Pel/ET 8 de Noviembre de 2007.
Presentamos a continuación la traducción al español de una contribución de un compañero que simpatiza con nuestras posiciones a una Reunión Pública que celebró recientemente en Londres nuestra sección en Gran Bretaña. Tras el texto aportamos unos breves comentarios.
¡Hola!:
Como probablemente conoceréis asistiré a vuestra próxima Reunión Pública en Londres. Quiero agradecer por adelantado vuestra hospitalidad.
Las Reuniones Públicas que organiza la CCI son, por lo que yo conozco, un medio para contribuir a la discusión entre trabajadores y también contribuyen a romper el aislamiento, la insolidaridad, la falta de comunicación, el rechazo del pensamiento y de la teoría, la deshumanización..., las cuales desafortunadamente tienen una persistente presencia en nuestros días.
Tal es la razón por la cual, pese a mis problemas con la lengua inglesa, me gustaría hacer una corta contribución a vuestra próxima Reunión Pública sobre el tema (o temas) que me preocupan y que considero muy importantes: el peso de lo que puede llamarse la descomposición social (deshumanización, aislamiento, irracionalismo etc.) los cuales envenenan la vida diaria y su entorno a los trabajadores en las escuelas, los barrios, las calles... Esto, unido a la falta de experiencias de auto-organización, solidaridad, discusión, acción colectiva etc., se levantan como enormes obstáculos frente a la clase trabajadora (especialmente en la jóvenes generaciones precisamente porque sufren en un grado más intenso la descomposición social y el impacto de la falta de experiencia) para que desarrolle las respuestas que hacen falta frente a los problemas que la sociedad presenta y pueda ir asentando las bases de una alternativa revolucionaria.
La organización social actual, lejos de aparecer clara para nosotros (trabajadores, "gente normal") como una sociedad dividida en clases entre una clase dominante minoritaria interesada en mantener el presente estado de cosas (con las implicaciones obvias que ello tiene de sufrimiento humano), y una mayoría explotada que no puede encontrar ningún beneficio o alivio en la continuidad de esta sociedad, y dentro de esta mayoría la existencia de una clase social capaz de desarrollar un movimiento político y social con capacidad para cambiar radicalmente la actual organización social. No, Lejos de tomar tal punto de vista (especialmente el de que existe una fuerza social capaz de realizar un cambio radical), el sentimiento general, el punto de vista general que nos empuja, es que vivimos en una jungla en la cual has de luchar individualmente para sobrevivir. Esta visión general es así porque constituye la tendencia general de la sociedad y constituye la vida real de la gran mayoría de la población y de los trabajadores.
Para decirlo brevemente: es imposible que algo llamado "conciencia de clase" aparezca cuando nuestra vida diaria es la negación de la existencia de clase: es, hablando de forma general, la lucha individual por la supervivencia lo que marca cada estadio de esta (escuelas y centros de enseñanza, calles y barrios, lugares de trabajo).
Desde mi punto de vista, la sociedad entera en general y las jóvenes generaciones de la clase obrera en particular, sufren la influencia negativa de la falta de un "movimiento real", la falta de un movimiento social que exprese la solidaridad, la auto-organización, la voluntad de transformación social, el coraje, la comunicación... En resumen, lo opuesto a la vida social bajo la sociedad capitalista. Sin este movimiento real que pueda expresar y desarrollar embrionariamente una alternativa a través de experiencias reales, desgraciadamente, un cambio aparece más como una utopía que como posibilidad real expresada por un movimiento real.
Por consiguiente, la gran cuestión sería: ¿cómo puede este movimiento social desarrollarse realmente?
En este punto entramos en un círculo vicioso: un mayor crecimiento de la descomposición social significa que la alternativa de la clase obrera (extensión, comunicación, unidad, solidaridad, voluntad de cambio, auto-organización) no se puede desarrollar; por tanto, cuanto menos está presente la clase obrera como un movimiento social (no como una categoría sociológica) menos puede proyectar una transformación revolucionaria de la actual sociedad; cuanto menos puede proyectarse la perspectiva de otra sociedad, más la teoría de "cada uno a la suya" crece y cada uno trata de vivir a través de la individualización, la falta de comunicación, mayor es la competencia... más se ve todo eso como normal etc.
¿Cómo se puede romper esa cadena? ¿Cómo podemos en el medio de tal círculo cuando su desarrollo, en lugar de empujarnos hacia un movimiento revolucionario está erosionando sus bases? ¿Cómo puede hacerse si "el movimiento real que suprime el actual estado de cosas" no existe en nuestra vida diaria?
Bien, hay básicamente dos opciones para la clase trabajadora: bien simplemente mantener una actitud pasiva y tratar de adaptase cada cual y sobrevivir individualmente en el medio de esta jungla de la sociedad capitalista, cada vez en mayor oposición con las necesidades humanas y la felicidad; o bien, tratar de romper esta tendencia, romper este "círculo vicioso" y confrontar nuestras necesidades humanas con las necesidades y la estructura de esta sociedad a través de la única vía posible: con una lucha colectiva solidaria.
Obviamente, la única esperanza para el futuro y el presente de la humanidad viene de la segunda opción. Y obviamente tal movimiento no puede ser creado artificialmente, pero está suficientemente claro también que es necesario algo que empuje esto, que "prepare el terreno", para ese desarrollo, a través de una minoría de personas, que, de una manera clara, vean que esta segunda opción es la única vía realista y efectiva. ¿Cómo hacerlo? Quisiera desarrollar algunos puntos que considero importantes.
- En nuestros días, más que nunca, precisamente por el peso de la descomposición social y la ausencia general de movimiento de la clase obrera, es absolutamente necesario mirar al pasado y encontrar las respuestas y las más efectivas herramientas para confrontar nuestros problemas. Recuperar, analizar y discutir experiencias del pasado no solo es importante porque nos proporciona las armas teórico-prácticas para confrontar la sociedad actual sino también, desde mi punto de vista, porque puede compensar, aunque sea parcialmente, la ausencia de un movimiento real, al mostrar que la alternativa, lejos de ser una utopía, es una posibilidad real, que las cosas pueden ser diferentes.
- Sin embargo, no es suficiente rescatar el pasado de la lucha de los trabajadores para que la conciencia de la necesidad y la posibilidad de una alternativa revolucionaria puede ser desarrollada. Junto con ello, encuentro también necesario informar sobre las luchas y los movimientos que presentan, aunque sea de una manera aún débil, una oposición y una alternativa a la actual sociedad, en orden a conectar las experiencias del pasado con las del presente.
- Al mismo tiempo, y en relación con el punto anterior, considero muy importante contribuir a la creación de espacios de discusión, comunicación y solidaridad entre trabajadores (Reuniones Públicas, publicaciones, informes de luchas etc.) no solo como vía para romper el aislamiento y el peso de la sociedad capitalista, sino, al mismo tiempo, como medio de sentir la solidaridad y la auto organización y sentir que las cosas pueden ser diferentes. Sin esto, sin sentir, sin experimentar que las cosas pueden ser diferentes, una alternativa revolucionaria es, aunque haya una docena de programas, imposible sin la presencia de un movimiento real.
Reuniones Públicas, donde los trabajadores y los elementos que están buscando las herramientas teórico - prácticas para confrontar la sociedad actual, pueden comunicar, pueden analizar experiencias del pasado y del presente de otros trabajadores, aprender, discutir etc., todo eso es, desde mi punto de vista, constituye un aspecto muy importante en la marcha hacia una revolución social.
Bien, como he dicho, me gustaría desarrollar esta temática en la próxima reunión pública. No se, si tendré la oportunidad de leer este texto (o alguno similar) como medio para iniciar la discusión. Hasta pronto.
Las reflexiones del compañero proporcionan materia para un debate sobre la situación actual de la lucha de clases.
El compañero subraya el peso de lo que llamamos la descomposición social e ideológica del capitalismo sobre la conciencia y la capacidad de lucha de la clase obrera. El compañero incide sobre algo que tiende a ser subestimado: los factores ideológicos y subjetivos, lo que, en la jerga de un seudo-marxismo, se le llama la "superestructura". Esos factores -como hemos puesto de relieve en numerosas publicaciones[1]- son cruciales para el desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado.
Esos factores son especialmente cruciales en la situación actual del capitalismo caracterizada por un pudrimiento de su ideología, de sus relaciones sociales, del conjunto de sus estructuras jurídicas, políticas, morales etc., como consecuencia de su supervivencia durante largo tiempo en medio de una crisis sin salida y sin que sea posible ni una guerra imperialista general (dada la resistencia del proletariado y la población a alistarse para morir por la Patria, la Democracia y demás banderas mentirosas del Capital) ni sea tampoco posible por todo un tiempo una ofensiva revolucionaria del proletariado para salir del atolladero.
En tales condiciones, las tendencias a la insolidaridad, a la violencia irracional, al "sálvese quien pueda", son como emanaciones patógenas que emergen de las relaciones y la ideología dominantes contaminando a todos los componentes de la sociedad incluida la clase obrera. Hoy -a diferencia de hace simplemente 100 años- la idea más común es que el "ser humano no tiene remedio", es "depredador e irresponsable por naturaleza".
Esto produce la impresión -gráficamente recogida por el compañero- de un círculo vicioso: por una parte, la solidaridad, la conciencia, la capacidad de auto-organización y de acción colectiva, características históricas de la lucha del proletariado se ven erosionadas por la atmósfera dominante que empuja en sentido contrario. Pero, por otro lado, lo anterior dificulta el desarrollo de las luchas autónomas y de la conciencia de clase del proletariado, con lo cual esas características tienen una gran dificultad para madurar y afianzarse.
El compañero apunta elementos para romper ese círculo vicioso: reapropiarse de la experiencia histórica de nuestra clase (con sentido crítico como ha hecho siempre el marxismo); desarrollar espacios de debate abierto y fraternal; sacar lecciones de las luchas actuales viendo las diferencias pero también los puntos comunes con las luchas del pasado.
En ese sentido pensamos que la contribución del compañero no puede caer en saco roto. Sería muy interesante el surgimiento de un debate con nuevas aportaciones.
En particular, el texto del compañero nos suscita la siguiente cuestión:
Es cierto que podemos tener la sensación de un círculo vicioso. De un lado, la crisis, las guerras, las catástrofes del capitalismo, son cada vez más brutales, como cada vez es más dañina la putrefacción de su tejido ideológico y social. Y, por otra parte, las luchas abiertas del proletariado internacional siguen siendo globalmente demasiado limitadas, tímidas, sin lograr, por el momento, extenderse y radicalizarse. Este segundo elemento puede producir el sentimiento angustioso de que nunca saldremos del atolladero: las experiencias prácticas de solidaridad, de voluntad de cambio, de auto-organización, de pensamiento colectivo consciente, son, por el momento, extremadamente minoritarias y no tienen una resonancia pública capaz de convencer a la mayoría de la sociedad de que hay una alternativa al oscuro mundo actual.
Sin embargo, actualmente existe por todo el mundo un movimiento internacionalista de pequeñas minorías que reflexionan en profundidad sobre lo que está pasando, que se preocupan por el porvenir, que tratan de comprender las lecciones históricas de la lucha del proletariado, que se comprometen en debatir y actuar para contribuir al desarrollo de la conciencia y la lucha de nuestra clase[2]. La existencia de ese movimiento que se expresa en el terreno de la toma de conciencia ¿no es un anuncio, a la vez que un estimulante, de un movimiento mucho más amplio y masivo que está madurando en las entrañas del proletariado mundial? ¿Cómo debemos ver las dos situaciones, la de las minorías y la de la clase? ¿Cómo dos movimientos separados que corren paralelos el uno al otro sin juntarse? O ¿cómo partes constituyentes de una misma unidad, como las diferentes dimensiones de la lucha de clase del proletariado?
CCI 15-11-07
[1] Ver Texto de orientación sobre ética y marxismo en Revista Internacional números 127 y 128 /revista-internacional/200703/1301/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-ii [48] y /revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i [49] ; La confianza y la solidaridad en el movimiento obrero en Revista Internacional números 111 y 112 (sólo disponemos de versión escrita); Tesis sobre la descomposición del capitalismo en Revista Internacional nº 62 /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [50]
[2] Ver en Revista Internacional nº 130: 17 Congreso de la CCI, un fortalecimiento internacional del campo proletario, /revista-internacional/200708/2005/xviio-congreso-de-la-cci-un-fortalecimiento-internacional-del-camp [51]
Cual gota malaya que día tras día aumenta la tortura, así se acumulan también las desgracias para los trabajadores, sometidos a una imparable degradación de sus condiciones de vida. Si el verano nos trajo el mazazo de las bestiales subidas de las hipotecas y del coste de los préstamos, los últimos meses se están caracterizando por una criminal agudización de la carestía de los bienes de primera necesidad. Y no nos referimos únicamente a la progresiva escalada de la inflación que, incluso según estadísticas oficiales, devora año tras año la capacidad adquisitiva de los salarios, sino a un auténtico tsunami, Ea la catástrofe que representan para la supervivencia cotidiana de los trabajadores los aumentos de los precios de carburantes (8%), transportes (5%), educación (4'5%) y sobre todo de los alimentos (el pan ha subido el ultimo año un 13'4% , los huevos un 9%, el pollo un 14'5%, la leche un 24'2%,...). Asistimos en las últimas semanas a súbitos encarecimientos de los productos de primera necesidad, como no se conocían, al menos en los países "desarrollados", desde la década de los años 70. Entonces, sin embargo, el desempleo era aún muy minoritario, y la plaga de la precariedad apenas se había extendido en las filas obreras. Hoy, en cambio, la carestía de la vida se cierne sobre familias obreras en las que aumenta el desempleo (y más que lo va a hacer con el "parón" de la construcción) y donde el chantaje de las renovaciones de los contratos temporales mantiene dictatorialmente a raya los salarios de los trabajadores. ¿Cómo se puede hacer frente entonces a encarecimientos de la cesta básica de la compra?
Igualmente se da muy frecuentemente el caso de familias obreras que han comprometido una parte muy importante de sus ingresos en conseguir una vivienda (en compra o alquiler), confiados en poder recortar gastos de otros capítulos como alimentación o transporte,... ¿Qué margen de maniobra les queda ahora a estos compañeros atrapados entre la espada de una subsistencia cada vez más miserable y la pared del desahucio? ¿Cómo vamos a salir de esta?,...
Los servidores de la explotación capitalista son cada vez más conscientes de que ante la degradación de sus condiciones de vida se está generando ente los explotados una creciente inquietud, un arraigado cuestionamiento del sistema social capitalista, y del futuro que este puede deparar a la humanidad. Futuro cuya tenebrosidad se anuncia cada vez más nítidamente. El aumento de la inflación se da, como decíamos al principio, al mismo tiempo que se acumulan los signos de una «contracción de la actividad económica». Lo que los propios expertos de la burguesía vaticinan es una explosiva combinación de estancamiento e inflación, es decir de despidos y miseria.
Para impedir la toma de conciencia de esa siniestra perspectiva, la burguesía trata de explicar cada uno de estos signos por separado, como si cada uno de ellos obedeciera a una situación particular o coyuntural, y no fuera en cambio, el resultado del callejón sin salida en que se haya metido el capitalismo mundial como modo de producción. Así, cuando las tormentas financieras de este verano, echaron la culpa a un sector de capitalistas que, "irresponsablemente" habían tratado de sacar tajada del boom inmobiliario. Hoy, meses después, estas explicaciones tan peregrinas han ido desapareciendo de los periódicos, y lo que se ha quedado es una crisis no ya del sector inmobiliario norteamericano sino del conjunto del sistema financiero internacional.
Otro tanto vemos hoy con las "explicaciones" sobre el tsunami de los precios de los alimentos, a cual más peregrina: así la subida del precio del pan se atribuye al "efecto llamada" de las fábricas de biocombustible (que, en realidad, apenas absorben el 2% de la producción de cereales) o de la demanda de los países emergentes como China o la India (¿?); si sube el pollo es por el incremento de la población inmigrante, sobre todo la musulmana, o por la reducción de la producción como consecuencia de la gripe aviar; si la leche sube, etc.,... Incluso cuando se quieren poner más "rigurosos" acuden esta vez sí, a una singular "teoría de la conspiración", según la cual, tras los aumentos de precios de los alimentos se esconde la mano del "contubernio" de los distribuidores para especular con los alimentos.
Y puede que cada una de estas razones tenga hasta su pizca de verdad. Pero no cabe duda de que se trata de explicaciones sesgadas que tratan, ante todo, de salvar la cara del sistema capitalista en su conjunto. Es este mismo sistema, y sobre todo sus sectores más "solventes" quienes tienen un papel capital en el reciente y brutal repunte de la inflación, dándole a la máquina del dinero. Así por ejemplo mientras el Estado "democrático" se ofrece como investigador de prácticas fraudulentas contra las leyes de la competencia, resulta que los bancos centrales tanto en Europa como en USA "inyectan" centenares de miles de millones de dólares y de euros para evitar el colapso de la economía por la crisis financiera internacional.
La Reserva federal norteamericana ha inyectado nuevamente la semana pasada más de 50 mil millones de dólares, al mismo tiempo que ha reducido más aún el tipo de interés para tratar de insuflar vitalidad a una economía que ve ya caídas de los índices de producción industrial como hemos visto recientemente. En esa cueva de ladrones que es la comunidad mundial, esta maniobra obliga a sus competidores a responder con las cartas que cada uno de ellos dispone. A tal desafío, la economía china responde rebajando aún más sus propios tipos de interés, hasta hacerlos prácticamente negativos, cuando ya su economía se encuentra más que "recalentada". En consecuencia una de las principales exportaciones de los países emergentes es hoy,... la inflación.
Una de las muestras del callejón sin salida en que se haya hoy el capitalismo mundial es precisamente que el abaratamiento de los productos logrado merced a una brutal explotación de la clase obrera y a una catastrófica degradación medioambiental, queda dramáticamente compensado con la carga inflacionaria de la ingente cantidad de dinero que debe moverse para darle un mínimo de aire al sistema financiero internacional.
Otro ejemplo de ese atolladero histórico es lo que sucede con el llamado "milagro" económico español, que ha vivido en los últimos años (con González y con Aznar, con éste y con Zapatero) desmantelando gran parte de sus sectores productivos en aras a recibir las subvenciones de la Unión Europea, que se ha volcado desde principios de los 90 en la vorágine de la especulación inmobiliaria en las ciudades y en el campo, una vorágine extremadamente dependiente además del crédito exterior. ¡Y aún se preguntan los políticos porque la inflación sube en España el doble que en la Eurozona!
Al principio de este artículo recogíamos la pregunta que cunde en muchos hogares obreros ¿Cómo vamos a salir de ésta? La maquinaria propagandística de la burguesía quiere meternos en la cabeza sus falsas respuestas: confiar en las leyes del Estado democrático para que castigue a los "especuladores", apostar por viejos o nuevos equipos de gobierno en las próximas elecciones,... Criminales ilusiones.
Lo único con que la clase trabajadora puede contar para frenar la degradación de sus condiciones de vida y trabajo es su lucha masiva y unida. Esa es la experiencia que mostraron por ejemplo las luchas de los años 70, en que la suma de luchas de muchos sectores obreros generó una fuerza que aprovechamos todos para imponer, por ejemplo, subidas salariales iguales para todos los trabajadores y por encima de la inflación real.
Como siempre ha mostrado la historia del proletariado, la principal conquista de esas luchas no fue tanto la consecución de la reivindicación económica, sino el sentimiento de unidad, de solidaridad y de confianza que generaron en las filas de los trabajadores. Una unidad y una confianza en nuestras propias fuerzas que necesitamos hoy más que nunca porque constituyen la única esperanza para escapar del futuro de miseria con que el capitalismo amenaza a la humanidad.
Etsoem. 18 de Noviembre de 2007
A finales de Septiembre, ha salido a la luz un mini-escándalo que ha puesto en evidencia la estrecha relación que existe entre patronal y sindicatos.
¿En que consiste el asunto?: Todo comenzó por la alerta lanzada por algunos empleados de la Banque Nationale du Paris (BNP) intrigados por las retiradas de enormes cantidades de dinero en efectivo (entre 150.000 y 200.000 €) por parte de Denis Gautier-Sauvagnac, presidente de la Unión de Industrias y oficios de la metalurgia (UIMM). En ese momento, se abrió la caja de Pandora. Interventores de la citada entidad comenzaron a investigar sobre la retirada de cantidades de dinero que en su monto global representaban, en un principio 5,6 millones de €, más tarde 9,6 millones y, a día de hoy, ¡20 millones de €! . La pregunta “del millón” es: ¿a que se ha destinado tal cantidad de dinero?.
Rápidamente la respuesta aparece como una evidencia. Se revela el secreto del polichinela: una gran parte de este dinero ha ido a parar al...¡ bolsillo de los sindicatos ¡. El mismo Denis Gautier-Sauvagnac ha tenido que reconocer que estos fondos servían para “hacer más fluidas las relaciones sociales” (y que mejor que liquidez para “fluidificar las relaciones sociales”). Hasta aquí nada de extraño o excepcional. El citado patrón no es un elemento especialmente corrupto, al menos no más que todos sus colegas. De hecho, ha continuado una práctica que se viene dando desde hace más de un siglo. El presidente de la UIMM entre los años 1.994 a 1.999, Daniel Dewavrin, ha reconocido abiertamente haber utilizado este mismo medio para asegurar la financiación sindical. El presidente del Consejo Nacional de la Patronal Francesa (CNPF) de 1.981 a 1.986, Yvon Gattaz aseguró en cierta ocasión “...es una tradición desde 1.984 que exista una caja que alimenta las necesidades de los sindicatos (...) no es solo para las situaciones especiales (en las negociaciones salariales), es una financiación normal...”. Como remate vemos que, Francois Ceyrac, otro antiguo presidente tanto de la UIMM como de la CNPF, escribe ante la inquietud de sus actuales colegas (en una carta publicada por el diario Le Monde): “...Estoy muy bien situado para saber que las acciones que hoy os quieren recriminar, consisten ni más ni menos que en dar ayudas materiales de todo tipo a diversos colaboradores de la vida social, acciones que están en completa continuidad histórica con la labor de la UIMM en el sentido de buscar y desarrollar el dialogo social...” (sic¡¡¡). En otras palabras, parafraseando al actual presidente de la patronal MEDEF, estos lazos financieros estrechos entre patronal y sindicatos son “un secreto de familia”. En efecto, se trata efectivamente de “una financiación normal”, entre miembros de una misma “familia”, una familia que se llama: burguesía.
Ante todas estas “revelaciones”, la protesta sindical ha sido, como poco, espesa y muy discreta. Todos los trabajadores conocemos a diferentes representantes sindicales que nos invitan regular e insistentemente a sindicarnos, a “adherir a la causa”, o al menos, a sostener financieramente..la lucha sindical. Igualmente, todos los trabajadores conocemos la cantinela sindical clásica que viene a decir “...el sindicato, es una organización que te defiende cotidianamente y que te pertenece. Gracias a las cotizaciones de los trabajadores, a tu cotización, puede desarrollar este trabajo...”. Los sindicatos, órganos de lucha de los trabajadores, financiados por los trabajadores...he aquí uno de los pilares de la ideología sindical. Pues bien, cuando un asunto como el citado en este artículo pone al descubierto la mentira de esta propaganda sindical, poniendo en cuestión esta ideología, los sindicatos hablan con la boca pequeña ¿Por qué esta actitud?.
Con una pequeña encuesta en la RED INTERNET, utilizando el buscador de Google, podremos comprenderlo. Asuntos y testimonios de este tipo de financiación oculta aparecen con cierta facilidad. He aquí algunos pequeños ejemplos tomados al azar.
En el año 2.000, la Inspección General de Asuntos Sociales (IGAS) investigo la Caja de Jubilaciones Ínter empresas (CRI, una caja para ayudas complementarias al régimen de los asalariados (Arrco) y, se descubrió el pastel: “... la investigación efectuada entre Febrero y Mayo de 1.999, puso en evidencia todo un sistema de financiación más directa e indirecta de los sindicatos (...) Según este informe, el CRI donó entre 1.995 y 1.999, 34,3 millones de francos a los sindicatos, ya sea en forma de salarios para sus miembros permanentes, presentados como cuentas entregadas a ´delegados exteriores` o en ´convenciones de asistencia técnica` previstas tanto en honorarios como en reembolso de gastos..” . Cuatro años más tarde, la citada inspección (IGAS), vuelve a poner el “dedo en la llaga” en esta ocasión a propósito del delicado tema de las llamadas “puestas a disposición”, es decir, los miles de sueldos puestos a disposición de los sindicatos en las empresas públicas y en las administraciones. Este es el informe, en términos claros de los inspectores del IGAS a propósito del asunto: “...Es público y notorio que numerosos permanentes de los sindicatos están al servicio del Estado, los organismos de la Seguridad Social y empresas públicas o privadas sin ninguna base jurídica (1). La publicación semanal Marianne (2) nos facilita igualmente una significativa cantidad de ejemplos en el mismo sentido: “...La CGT ha debido admitir, hace 4 años, que ha recibido dinero de la empresa Vivendi en forma de publicidad sobre valorada (120.000€ por página) en su revista semanal ´La vida obrera`, en 2.001 (...) En el mismo sentido, ¿porque empresas como Thalés o Dassault, que nada tienen que vender al gran público han comprado a precios elevadísimos páginas de publicidad en la revista ´El metalúrgico` de la CFTC (....), Recientemente los representantes de la Unión Federal de Transportes han explicado a los diputados encargados del asunto como la CGT incluía sistemáticamente en los acuerdos sobre los servicios mínimos a mantener en los conflictos laborales, la necesidad de remunerar con fondos de la empresas al menos a un centenar de sus miembros permanentes...” .
Oficialmente, sin tener en consideración la dimensión real de todas estas maniobras ocultas y, considerando nada más la parte que ha emergido de este iceberg, sabemos que el Estado financia generosamente a los sindicatos a base de subvenciones públicas. La CGT por ejemplo, percibió 145 millones de € (libres de impuestos) en un presupuesto total de 220.6 millones de € (3), más claro, ¡ un 66% de su presupuesto es pagado directamente por la burguesía!. ¿Por qué estaría la burguesía interesada en mantener tan generosamente a estos “organismos de lucha”?. ¿Por qué la burguesía invita a los trabajadores a pagar cuotas sindicales que después encuentran incluso exenciones fiscales?. ¿ Por qué estaría en financiar a sus “peores enemigos”? ya que ha quedado claro que no se trata de la acción de tal o cual corrupto burócrata empresarial o sindical. El dirigente patronal, Yvon Gattaz , tiene todo la razón cuando afirma que este dinero no se usa para hacerlo “valer” en las negociaciones sino que se trata de una “financiación regular y normal”.
Los sindicatos pertenecen a la burguesía: ideológica y financieramente. Son el “Caballo de Troya” que utiliza para sabotear desde “el interior” el desarrollo de las luchas y de la reflexión obrera. ¡ Por esa razón no duda en modo alguno de la necesidad de alimentarlos, mantenerlos y cuidarlos todo lo que sea necesario, como lo que son, buenos perros de presa del capital ¡.
Artículo traducido de Revolution Internacionale, Noviembre 2007, publicación en Francia de la CCI.
Notas:
(1) Ver en Internet, rue89.com
(2) Marianne, del 20 al 26 de Octubre 2.007
(3) Ver la revista, Société Civile
Huelgas que duran desde hace meses, luchas en las que la solidaridad se ha desarrollado de forma ejemplar entre los trabajadores, un sentimiento muy fuerte de cólera contra la degradación de las condiciones de vida y trabajo, eso es todo lo que quiere ocultar la burguesía. Muy pocos artículos en la prensa o en Internet han dado cuenta de esta situación social en Egipto y la realidad es que muy pocos obreros en el mundo están al corriente de lo que esta sucediendo, desde el punto de vista de la lucha de clases internacional de la clase obrera, en ese país.
La huelga masiva de Diciembre de 2006 en la fábrica textil de Galz.- Al Mahalla abrió el camino de las luchas masivas en este país. En nuestras publicaciones (ver por ejemplo nuestra revista en Francia, Revolution Internationale nº 380, Junio 2.007), ya mostramos la determinación y la solidaridad que desarrollaron estos obreros del textil, lucha que debe ser un referente para el combate por la solidaridad que todos los obreros debemos desarrollar.
Desde ese momento, las luchas obreras no han cesado. Desde Diciembre de 2006 a Mayo de 2007, ha habido huelgas que han implicado a miles de trabajadores de otras fábricas textiles, especialmente en Karf el Darwwa (11.700 obreros), Zelfia Textil Co. En Alejandría (6000 huelguistas) y en la fábrica textil de Abul Multaren. Otros muchos sectores obreros también han entrado en lucha: 3000 obreros en huelga durante dos días en la fábrica de Cairo Poultry Co., 9000 huelguistas en Gizeh y en los alrededores de la misma ciudad, ocupación de la factoría Mansoura Spanish Garment Factory por 300 obreros en huelga y, movilizaciones en los transportes públicos del Cairo con el bloqueo de la línea El Cairo-Alejandría, apoyada por los conductores del metro del Cairo. Además de estas luchas, se han producido acciones de otro tipo, como por ejemplo, una sentada en la principal oficina de correos del Cairo, huelgas de panaderos, de obreros de la construcción, de empleados del Canal de Suez, de portuarios, empleados municipales, personal de los hospitales,..."...a finales de Junio, un comunicado de un sindicato norteamericano indicaba que habían finalizado más de 200 huelgas, pero nada decía de las que podían estar desarrollándose...." (Ver Mondialism.org). En 2006 hubo más de 220 huelgas espontáneas, número que sin lugar a dudas será superado en 2007.
En efecto, desde el 23 de Septiembre de 2007, los 27000 obreros y obreras de la empresa pública de textil de Ghazl Al-Mahalla, situada a una centena de kilómetros del Cairo, han retomado de nuevo la lucha apenas unos meses después de ser el centro de una importante movilización obrera. La promesa del Gobierno de dar a cada uno de los huelguistas un mes y medio de salario ante esta situación, detuvo la huelga. Pero, el Gobierno incapaz de mantener y hacer cumplir sus promesas, tan solo pago una parte de la misma y no a todos los huelguistas. Arguyendo que no podía pagar este compromiso, el Gobierno demuestra todo su cinismo y su nula voluntad de hacer concesiones a los trabajadores. En un país en que la media salarial esta situada entre 200 y 250 libras egipcias mensuales (unos 25 a 30 Euros), los alquileres en torno a las 300 libras egipcias por mes y en el que no dejan de aumentar los productos de primera necesidad (casi un 48% en algunos de ellos desde el último año), la realidad es que muchos obreros ya no saben como pueden hacer para alimentarse, alojarse y dar de comer a sus hijos.
En Julio de 2007, cuando de nuevo las huelgas amenazaban con extenderse, el Gobierno inmediatamente prometió pagar el equivalente a 150 días de salario a cuenta de los beneficios que pudieran obtener ese año las empresas. De nuevo, esta suma no ha llegado al bolsillo de los trabajadores. Esta nueva mentira ha relanzado la combatividad obrera que no ha dejado de acumularse y crecer, «...nos prometieron 150 días de prima, y lo único que queremos es hacer respetar nuestros derechos (...) explicaba así Mohamed el-Attar, que había sido detenido por la policía el martes pasado. Estamos decididos a ir hasta el final, afirmo este obrero tras su detención... »(Le Fígaro 01/10/07) En una de las ocupaciones de las fábricas citadas anteriormente, un cartel proclamaba «Entráis en territorio libre». Los niños de las obreras, han tenido que ir a buscar a sus madres a las empresas ya que, a las familias les ha sido imposible pagar los gastos escolares y ni siquiera, los materiales para poder estudiar. En ese contexto, de represión y engaño, las direcciones de las factorías ocupadas decretaron una semana de vacaciones con el fin de convertir la ocupación en ilegal y poder amenazar con una intervención militar.
En esta lucha contra los obreros, el Gobierno no esta sólo: esta acompañado, defendido y asesorado por sus más fieles perros de presa: los sindicatos. A pesar de ello, los obreros no están dispuestos a dejarse manejar fácilmente. «...el representante del sindicato oficial, controlado por el Estado, enviado a detener la huelga, se encuentra en el hospital tras haber sufrido la cólera de los trabajadores ante su demanda de detener la lucha...los sindicatos reciben ordenes y nosotros queremos elegir a nuestros propios representantes, explicaban los obreros...» (Le Fígaro 01/10/07).
Poco a poco la clase obrera está tomando conciencia de que su fuerza reside en la solidaridad y la unidad de clase, por encima de las divisiones que nos imponen los sectores o las corporaciones. Los obreros de las fábricas textiles de Kafr Al- Dawar declararon el último Diciembre: «...estamos en el mismo barco que vosotros y queremos hacer el mismo viaje...» cuando tomaban a su cargo la lucha y las reivindicaciones de sus compañeros de Mahalla. En esto contexto no es nada sorprendente que se desarrollen muestras de solidaridad y que se desencadenen huelgas en varios sectores simultáneamente. De hecho, manifestaciones de solidaridad entre las diferentes luchas que se desarrollaban en el Cairo se han dado en más de una ocasión, sobre todo intentado unificar las reivindicaciones de la lucha. En especial, se ha intentado imponer un salario mínimo para todos los trabajadores, salario que tuviera que ver con el aumento real y brutal de los precios[1].
Los obreros de las fábricas de Tanta Linseed and Oil han seguido el ejemplo de los obreros de Mahalla y también han defendido reivindicaciones unitarias.
El Gobierno no esta seguro de cómo van a poder desarrollarse los acontecimientos y el camino que pueden tomar las luchas. Por eso, en función de la evolución de la situación enseña el palo o la zanahoria. En los últimos meses ha habido una ola de represión, en especial contra los periodistas o les medios de comunicación críticos con el Gobierno. Pero ante las movilizaciones obreras se ha mostrado más prudente y ha intentado engañar a los trabajadores (como mostramos al principio del artículo), si bien las medidas de represión no deben descartarse.
Por el momento, ante la pujanza del movimiento en ascenso de los trabajadores en lucha, el Gobierno se ha visto obligado a proponer a los obreros del textil de Mahalla 120 días de prima y sanciones contra la dirección. Pero los obreros siguen sin creer en las promesas del Gobierno, promesas no cumplidas y muy inferiores a sus necesidades y reivindicaciones.
Queremos dejar bien claro que estas huelgas no han sido organizadas por los Hermanos Musulmanes como pretende hacer creer el Estado, en realidad estamos ante una verdadera oleada de indignación y de lucha de la clase obrera en Egipto y por ello, evidentemente, el Estado egipcio tiene miedo. La clase obrera de este país, es la más importante de todo el Próximo y Medio Oriente y sus luchas no pueden más que inspirar a los trabajadores de otros países de la región a seguir por el mismo camino.
Artículo traducido de Revolution Internationale nº 384, Noviembre 2.007. Publicación en Francia de la CCI.
[1] Este desarrollo de la combatividad y de la conciencia, el rechazo de la miseria y la desconfianza hacia los sindicatos se expresa claramente a través de las reivindicaciones de los obreros de Ghazl al-Mahalla:
Sarkozy y sus amigos ricachones tienen la desfachatez de decirnos que hay que aceptar la reducción, cuando no la pura y simple liquidación, de los regimenes especiales de jubilación, en nombre de la «igualdad social»
Los <ferroviarios, los empleados del Metro, los trabajadores del gas o la luz, etc no están luchando por «sus privilegios». En sus asambleas generales lo han dejado bien claro: ¡ 37 años y medio PARA TODOS!.
Saben muy bien que ceder ante este ataque significa que mañana el Estado nos pedirá 41 ó 42 años de cotización para tener derecho a cobrar la pensión integra, y que retrasará le edad de jubilación a los 65 años (como pronto ocurrirá en Italia) o incluso a los 67 como ya pasa en Alemania o Dinamarca.
Este verano el Gobierno ha adoptado una ley, a la chita callando y con la complicidad de la UNEF y del Partido Socialista, que prepara una Universidad a dos bandas: una «las facultades de la excelencia» reservada a los estudiantes más ricos y otra «las facultades basura» para la mayoría de la juventud, para los hijos de los barrios más desfavorecidos, dejando clara su condición de futuros parados y trabajadores precarios.
El Gobierno también prepara su regalo para los funcionarios: eliminación de 300.000 empleos de aquí al 2012. Para los maestros la realidad diaria es: aulas masificadas; para los funcionarios: cada vez más cargas de trabajo y horas suplementarias no pagadas.
Más de lo mismo vemos en la empresa privada: montones de despidos y cierres de empresas, al tiempo que el Gobierno Sarkozy se prepara para imponer una reforma del Código Laboral que, bajo la consigna de la «flexibilidad», supone que nos podrán echar a la calle de un día para otro más fácilmente aún que ahora.
A partir del 1 de Enero del 2008 tendremos que pagar más por las medicinas que cubre el sistema de salud, gasto que se añade a las crecientes tasas hospitalarias (instituidas por el ex ministro del PCF, Ralite), y otras lindezas como la franquicia de 90 euros por actos médicos, etc
Sarkozy tiene el santo morro de decirnos que «trabajemos más para ganar más», cuando sabemos que lo que quieren es que trabajemos más ganando menos. El poder adquisitivo está cayendo en picado mientras que los precios de los alimentos de primera necesidad están por las nubes: leche y derivados lácteos, pan, patatas, frutas y verduras, legumbres, y no digamos de la carne o el pescado. Y si a eso le sumamos el precio de la vivienda nos da como resultado que cada vez un mayor numero de proletarios viven en sitios más precarios e insalubres.
Cada vez una mayor cantidad de proletarios, incluso con trabajo, son arrastrados a la miseria: sin posibilidad de alimentarse correctamente, sin techo, sin acceso a una higiene y salud dignas. Y esto no se ha acabado. Preparan ataques aún peores porque cada burguesía nacional -en este caso la francesa- tiene que hacer frente a la concurrencia de sus rivales: ¡Hay que ser competitivos! para resistir la feroz concurrencia por el mercado mundial que exacerba la agravación de la crisis del capitalismo. Y la única forma de «ser competitivos» es atacar a fondo las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera.
El hartazgo y la cólera que hoy vemos en las calles y en las empresas solo puede ampliarse por doquier porque todos los trabajadores se ven obligados a responder frente a los mismos ataques.
La clase obrera desde 2003 está mostrando su combatividad (que la burguesía consideraba «algo superado»): contra los recortes en las pensiones en Francia o Austria en 2003; contra la reforma del sistema sanitario, contra los despidos en el sector naval gallego en España en 2006 o en el automóvil andaluz la pasada primavera. Hoy nuestros hermanos de clase alemanes luchan por sus salarios. En todas las luchas, desde Chile a Perú hace pocos meses, desde Egipto hasta los trabajadores emigrantes de la construcción de Dubai aún mas recientemente, ... late y emerge un profundo sentimiento de solidaridad de clase que empuja hacia la extensión de la lucha contra una misma sobreexplotación. Esa misma solidaridad de clase que se expresó en la lucha de los estudiantes franceses contra el CPE la primavera del 2006, está en el centro de la situación actual. Y eso inquieta a la burguesía.
La burguesía francesa ha elegido, por razones puramente estratégicas, atacar primero los regímenes especiales de jubilación ligados a sectores particulares como los transportes públicos (ferrocarriles, metro) o el sector energético (electricidad, gas) de los que no va a sacar grandes ahorros. Su elección no ha sido tanto por razones económicas sino para tratar de dividir a la clase obrera.
La izquierda y los sindicatos están de acuerdo con el gobierno en las cuestiones de fondo, es más, han sido los primeros en decir que había que "reformar" las pensiones y los regimenes especiales de jubilación. Sin ir más lejos el antiguo primer ministro socialista, Rocard, redacto el «Libro Blanco de las pensiones», allá por los años 80, que ha sido el armazón sobre el que se han sustentado los sucesivos ataques a las pensiones, tanto de la izquierda como de la derecha. Las actuales criticas de la izquierda y los sindicatos son solo de forma: que si no se han hecho «democráticamente», que si falta «concertación», ... Pero actualmente el papel estelar en cuanto al encuadramiento de la clase obrera le corresponde a los sindicatos, y son maestros en repartirse la faena con el gobierno para sabotear mejor la respuesta obrera. La burguesía necesita aislar a los obreros del sector de los transportes públicos, cortar su relación con el conjunto de la clase obrera.
Desde un principio la clase dominante ha movilizado a sus voceros y plumíferos de los medios de comunicación para desacreditar la huelga y propagar la falacia de que el resto de los trabajadores serían rehenes de una minoría de egoístas privilegiados que se aprovechan de que es en las empresas de transporte público donde se da esos regimenes especiales de pensiones. Para amplificar esa campaña y oponer «usuarios» contra «huelguistas» escriben ríos de tinta sobre lo impopular que sería una huelga larga del transporte público, especialmente de los ferrocarriles (que fue el sector más combativo durante la huelga del invierno de 1986/87, así como en 1995).
Cada uno de los sindicatos ha jugado su papel para dividir y aislar las luchas:
Todo ese tiempo ha servido a los sindicatos para imponer, a la chita callando, la vuelta al trabajo tanto por parte de los trabajadores de la electricidad como los del gas. Así, el miércoles 21, justo tras la manifestación de la víspera, las seis federaciones sindicales se aprestan a negociar con el Gobierno la «suerte» de los trabajadores del ferrocarril en torno a una «plataforma de reivindicaciones» especificas.
Pese al intento del Gobierno para quebrar la resistencia de los obreros, pese a la multiplicación de las amenazas gubernamentales para forzar la vuelta al trabajo, pese a la complicidad y a la labor de zapa y sabotaje de la lucha por los sindicatos, se mantiene la cólera y la combatividad obrera, pero además persiste la voluntad de unificar los diversos fuegos de lucha que emergen. Así por ejemplo el 17 de Noviembre, en Rouen, los estudiantes de la facultad de Mont-Saint_Aignan fueron a buscar a los ferroviarios en huelga, comieron con ellos y participaron en su asamblea general, y también forzaron la imposición de un «peaje gratuito» en la autopista para explicar las razones de su lucha y pedir la solidaridad. Así, poco a poco, puede germinar la idea de la necesidad de un combate masivo y unido de toda la clase obrera para poder hacer frente a los incesantes ataques del gobierno. Por eso es imprescindible que los trabajadores saquemos las lecciones del sabotaje sindical. Para luchar eficazmente, para oponer una respuesta unida y solidaria que busque extender la lucha, solo contamos con nuestras propias fuerzas como clase. No hay otra elección: tomemos la lucha en nuestras propias manos, zafémonos de todas las trampas y maniobras de división y sabotaje de los sindicatos.
El futuro es, más que nunca, el desarrollo de los combates de clase.
Wim (18 novembre)
La semana pasada, el gobierno Sarkozy/Fillon/Hortefeux/Pécresse(1) y consortes - contando además con la silenciosa complicidad del PS y de toda la "Izquierda plural" -, ha franqueado el Rubicón de la ignominia y el sadismo. Después de expulsar "manu militari" a los emigrantes del territorio del Hexágono, invocando la política de "inmigración selectiva", ahora les ha llegado el turno a los estudiantes en huelga que han sido salvajemente machacados con una feroz represión por su oposición a la ley sobre la privatización de las universidades (la llamada LRU). Invocando la "democracia" y la "libertad", algunos rectores universitarios al servicio del capital, han tomado la inicua decisión de llamar a los CRS y otros cuerpos antidisturbios para desalojar las facultades universitarias ocupadas en las que se habían encerrado los estudiantes en Nanterre, Tolbiac, Rennes, Aix-Marseille; Nantes, Grenoble,...
Esa represión ha sido especialmente criminal en Rennes y sobre todo en Nanterre.
Tras la intervención de guardias jurados con perros, los rectores de estas universidades permitieron que cientos de antidisturbios entraran por la fuerza en los locales desalojando a los estudiantes encerrados a porrazo limpio y asfixiándolos con gases lacrimógenos. Muchos de estos estudiantes han resultado heridos o detenidos. Los CRS han llegado al sadismo de arrancarle las gafas (¡todo un símbolo de quienes estudian y leen libros!) a un estudiante de Nanterre y rompérselas. Los medios de comunicación pro-Sarkozy y al servicio del capital han puesto su grano de arena en la justificación de tal represión dándoles la palabra a los rectores universitarios. El pasado 13 de Noviembre, en el telediario de "France 2" de las 20 horas, pudo oírse al rector de la Universidad de Nanterre justificar la represión diciendo que «no se trata de una lucha sino de delincuencia». Y en cuanto a ese otro histérico lacayo de la burguesía que es el rector de la Universidad de Rennes tuvo la desvergüenza de afirmar que quienes se rebelan ¡son «terroristas y jmeres rojos»!
Esta claro que el antiguo Primer Policía de Francia, Nicolás el Pequeño (apelativo popular de Sarkozy dadas sus ínfulas napoleónicas, pero algo menos), se dispone hoy a hacer una "limpieza a la Kärcher"(2) de las universidades francesas, y a estigmatizar a los hijos de los trabajadores como "gamberros", "escoria" o "delincuentes" (por emplear los términos del rector de Nanterre). En cuanto a todos esos que se dedican a la "política" (la Sra. Pécrese, declaraba el 7 de Noviembre en LCI que «los encierros son sobre todo políticos»), se trata de "terroristas". En el mismo momento en que la ministra de Interior, Alliot-Marie, daba orden a sus esbirros para que asaltasen las facultades ocupadas, su "compañera", la Sra. Pécrese declaraba en la TV, en el colmo del cinismo, que ella quería «tranquilizar a los estudiantes».
Se trata de un mensaje lanzado a los trabajadores tanto del sector público como del privado: quien ose declarar huelgas "ilegales" e "impopulares" (y ya está Tele-Sarkozy con su matraca cotidiana para hacer que así lo sean), quien como los trabajadores de la SNCF (ferrocarriles) o de la RATP (red de transportes de cercanías de París) se atrevan a "tomar como rehenes a los usuarios", se verán señalados como "terroristas" o "enturbiadores" del "orden público".
El verdadero "peligro amarillo" no viene de los supuestos "jmeres rojos" de la universidad de Rennes, sino de los "matones", de las hordas policiales que se dedican a apalear y gasear a los estudiantes, con la inestimable colaboración de esos chivatos y lameculos que son los rectores universitarios. Los verdaderos "terroristas", los auténticos criminales, son quienes nos gobiernan, quienes ejecutan las órdenes de esa clase de gángsteres que es la burguesía decadente. Su "orden" no es otro que el TERROR implacable del capital.
Pero estos hampones no se han contentado con enviar a sus perros rabiosos (y no necesariamente los de cuatro patas) contra los estudiantes huelguistas. En algunas universidades desalojadas por la policía han llegado incluso a la golfería de "requisar" las cajas de resistencia de los estudiantes. Así sucedió el 16 de noviembre en Lyón. Mientras los CRS armados hasta los dientes se dedicaban a desalojar la facultad, la Administración de la Universidad se dedicaba a rapiñar los enseres de cocina que habían ido llevando los estudiantes y a meter mano en la caja en que los estudiantes habían reunido unos centenares de euros. ¡Que comportamiento más vergonzoso y repugnante el de estos pequeños gángsteres de la burguesía, que nada tiene que envidiar desde luego al de los matones que fueron manipulados por el Estado burgués para ser enviados contra las manifestaciones estudiantiles anti-CPE de la primavera del 2006, y que se dedicaron a robarles los teléfonos móviles!
Ese es el verdadero rostro de la democracia parlamentaria: el orden "público" es el orden del capital. Es el orden del terror y los porrazos, el de los policías y los medios de comunicación, el orden de la manipulación y la Tele-Sarkozy. Es el orden de esos "Maquiavelos" que tratan de dividirnos para poder reinar. El orden de quien busca que nos enfrentemos entre nosotros aplicando la conocida doctrina preconizada por el anterior gobierno Villepin/Sarkozy en 2006: utilizar la violencia para pudrir las luchas.
La represión salvaje contra los estudiantes constituye un ataque criminal contra el conjunto de la clase obrera. La gran mayoría de los estudiantes que luchan contra la privatización de la universidad y contra una selectividad en base a la capacidad económica de las familias, son en realidad, en contra de lo que afirman algunos media y los "socio-ideó-logos" de la burguesía, hijos de trabajadores y no de acomodados pequeño burgueses. Muchos de ellos son efectivamente hijos de trabajadores del sector público o de emigrantes (esto se da sobre todo en las universidades de la periferia como Nanterre o Saint-Denis). El carácter proletario de la lucha de los estudiantes contra la Ley Pécrese se pone netamente de manifiesto en el hecho de que los huelguistas han sido capaces de ampliar sus reivindicaciones, de tal modo que en la mayoría de las universidades ocupadas han puesto por delante no sólo la retirada de la LRU, sino también el mantenimiento de los regímenes especiales de jubilación (ver el otro artículo sobre Francia en este mismo número de AP), el rechazo de la ley Hortefeux y de la política de "inmigración selectiva" de Sarkozy, la negativa a aceptar las franquicias en los gastos médicos y el conjunto de los ataques del gobierno contra el conjunto de la clase obrera. Han puesto por delante la necesaria SOLIDARIDAD que debe unir a todos los trabajadores en lucha en vez de quedar encerrados en el sector o en las negociaciones "empresa a empresa" que preconizan los sindicatos. Los estudiantes han sabido demostrar prácticamente en que consiste esa solidaridad. Así por ejemplo varios centenares de estudiantes parisinos, y lo mismo sucedió en provincias, se sumaron a las manifestaciones de los trabajadores del ferrocarril (sobre todo las del 13 y 14 de Noviembre) que luchan contra la amenaza que se cierne sobre sus regímenes de jubilación. En algunas ciudades, caso de Rennes, Caen, Rouen, Saint-Denis, Grenoble, esta solidaridad de los estudiantes ha sido muy bien acogida por los ferroviarios que además les han abierto las puertas de sus Asambleas Generales y han organizado acciones comunes con ellos tales como las intervenciones en los peajes de las autopistas donde estudiantes y ferroviarios dejaban pasar gratuitamente a los automovilistas explicándoles el sentido de sus movilizaciones. Hoy vemos a estudiantes y ferroviarios reflexionar y discutir juntos, actuar juntos y compartir juntos los bocadillos de un piquete. En algunas universidades - en las que el rectorado es ocupado por seres humanos y por hienas histéricas que aúllan con los lobos - también han podido sumarse educadores y personal administrativo. Tal ha sido el caso de Paris 8-Saint Denis.
Este carácter proletario de la lucha de los estudiantes se ha visto aún más reafirmado por el hecho de que los estudiantes no han ocupado los locales universitarios para poder hacer sus asambleas generales y llevar a cabo debates políticos abiertos a todos (sí, Mdme Décrese, la especie humana, precisamente porque está dotada de lenguaje a diferencia de los simios, es una especie política, tal y como han demostrado alguno de los investigadores que trabajan en los "centros de excelencia" educativos). En algunas facultades los estudiantes en huelga han puesto sus locales a disposición de los emigrantes sin papeles.
Y precisamente ante el riesgo de que esta solidaridad activa se extienda como una mancha de aceite, el Gobierno de Sarkozy/Fillon (con la compañía de sus "damas de hierro" las Pécrese, Alliot-Marie, Dati,...) ha decidido enviar sus policías para quebrar la lucha de la clase obrera. A lo aspira la burguesía francesa es a aplicar la misma política que puso en práctica la Thatcher. Lo que quiere es prohibir, como en Gran Bretaña, toda huelga por solidaridad, con objeto de tener las manos libres para asestar, tras las elecciones municipales del año que viene, ataques aún más bestiales. Pero hoy con este pulso y con el empleo de la represión, lo que pretende la clase dominante, y su ejecutor Sarkozy, es imponer el reino del orden "democrático" del capital.
El movimiento de solidaridad en que se han implicado estudiantes y algunos ferroviarios, muestra que las enseñanzas de la lucha contra el CPE(3) no han pasado al olvido a pesar de la ensordecedora matraca ideológica de las elecciones presidenciales. La solidaridad de estudiantes y trabajadores de la SNCF y la RATP nos muestra el camino. Y esa es la vía en la que debemos implicarnos resueltamente todos los trabajadores, activos y parados, franceses de "pura cepa" y emigrantes, de la función pública y de la empresa privada. Es la única forma de crear una relación de fuerzas contra los ataques de la burguesía y de su sistema decadente que no tiene otro futuro que ofrecer a las nuevas generaciones: desempleo, precariedad, miseria y represión (hoy los porrazos y los gases lacrimógenos, mañana la metralla).
Si el entonces Primer Policía de Francia, Sarkozy, no envió en la primavera de 2006 a los CRS contra los estudiantes "encerrados", no es porque entonces aún conservara algún escrúpulo moral, sino porque siendo candidato en las presidenciales no quería ponerse en contra al electorado que tenía a sus hijos en la Universidad. Hoy ya asentado en el poder, quiere sacar pecho y resarcirse de la humillación que sufrió toda la burguesía teniendo que retirar el CPE en 2006. ¿No anunció ya el mismo día de su elección que «el Estado no debe retroceder nunca»? Lo que pretende Sarkozy es demostrarles a los de la banda de Villepin que a él no le tiembla el pulso, y que como decía Raffarin ante las manifestaciones masivas de 2003. «No es la calle la que gobierna». El cinismo con el que ha anunciado públicamente, presumiendo además de transparencia, que se aumentado el sueldo un 140%, al mismo tiempo que se muestra dispuesto a mantener intransigentemente todo el calendario de ataques a las condiciones de vida de la clase obrera, constituye una verdadera provocación. El mensaje que quiere transmitirnos con tamaño desprecio es claro: «No tiene sentido alguno poner en cuestión los privilegios de la burguesía. Yo he sido elegido por los franceses, y por ello tengo carta blanca para hacer lo que quiera» Pero dejando de lado los intereses y las ambiciones personales de este siniestro personaje, lo cierto es que actúa en representación de los intereses de conjunto de la clase capitalista y para hacer cumplir la ley del capital. El pulso que ha lanzado a los ferroviarios no tiene más que un objetivo: infligir una humillante derrota a la clase obrera que saque de las cabezas de los trabajadores el sentimiento que dejó la lucha contra el CPE: que sólo la lucha unida paga. Por esa razón Sarkozy no tiene ninguna intención de ceder antes los ferroviarios y por ello quiere convertir las universidades en cuarteles policiales.
Pero sea cual sea el resultado final de esta pugna entre el gobierno Sarkozy/Fillon/Pécrese y la clase obrera, la lucha ya ha empezado a pagar: el movimiento de solidaridad que recorre ya a estudiantes y ferroviarios y que empieza a arrastrar también a otros sectores de la clase obrera (sobre todo entre trabajadores de la propia universidad) dejara una huella duradera en las conciencias como ya sucedió con la lucha contra el CPE. Como todas las luchas obreras que se desarrollan en todo el mundo, se trata de escalones del camino que conduce a la futura destrucción del capitalismo. La principal ganancia de la lucha es la lucha misma, es la experiencia de solidaridad viva y activa de la clase obrera luchando por su emancipación, y por la liberación de la humanidad entera.
Trabajadores "franceses" y emigrantes, del sector público o de la empresa privada, estudiantes universitarios o de los institutos, parados: un solo y único combate contra los ataques del gobierno. ¡Abajo el estado policial! ¡Frente al terror del capital: solidaridad de toda la clase obrera!
Sofiane (17 de Noviembre 2007).
Del suplemento con que la CCI está interviniendo en las manifestaciones y movilizaciones de los trabajadores en Francia.
(1) Presidente de la República, primer ministro, y ministros de emigración y educación respectivamente del actual gobierno francés.
(2) Nombre de una potente limpiadora industrial. Esa expresión fue empleada por Sarkozy para referirse a las instrucciones dadas a la policía contra las revueltas de los suburbios en Noviembre de 2005.
(3) Ver en Revista Internacional nº 125. "Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera del 2006 en Francia"
Enlaces
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[4] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/crisis-economica
[5] https://es.internationalism.org/tag/3/50/medio-ambiente
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[30] https://es.internationalism.org/cci-online/200708/2006/estudiantes-en-venezuela-la-perspectiva-de-lucha-proletaria-el-camino-para-su
[31] https://es.internationalism.org/cci-online/200706/1928/chavez-explota-a-favor-del-capital-los-suenos-de-las-capas-mas-necesitadas
[32] https://es.internationalism.org/cci-online/200712/2110/referendum-en-venezuela-tomar-partido-a-favor-o-en-contra-de-la-reforma-de-la
[33] https://es.internationalism.org/cci-online/200606/981/evo-al-desnudo
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[35] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos
[36] http://www.internationalism.org
[37] https://es.internationalism.org/files/es/dispatch-issue-1.pdf
[38] https://libcom.org/
[39] https://libcom.org/forums/thought/political-discussion-dispatch-public-pay-bulletin-19082007
[40] https://www.royalmailchat.co.uk/home.php
[41] https://www.youtube.com/CWUposties
[42] https://libcom.org/article/dispatch-1-royal-mail-strikes-august-2007
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[44] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/situacion-economica-0
[45] https://fr.internationalism.org/rint131/octobre_1917_les_masses_ouvrieres_prennent_leur_destin_en_main
[46] https://es.internationalism.org/
[47] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/castrismo
[48] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1301/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-ii
[49] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i
[50] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[51] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200708/2005/xviio-congreso-de-la-cci-un-fortalecimiento-internacional-del-camp
[52] https://es.internationalism.org/tag/2/30/la-cuestion-sindical