Cuatro intervenciones públicas de la CCI en Brasil: un reforzamiento de las posiciones proletarias

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Esta intervención en Brasil ha sido un "estreno" para la CCI, y solo fue posible gracias a las iniciativas de unos simpatizantes nuestros en ese país y a la colaboración con el grupo proletario brasileño llamado «Oposición obrera» (1), el cual se ha encargado de organizar las reuniones públicas. Para esta primera intervención pública en Brasil, la CCI escogió unos temas que le permitieran expresar lo mejor posible su visión histórica sobre la posibilidad y la necesidad de la revolución proletaria. Por eso, la exposición común de las tres reuniones públicas, que puede consultarse en nuestra página web en portugués, desarrollaba los aspectos siguientes:

1. al igual que los sistemas de explotación que lo han precedido, el capitalismo no es un sistema eterno;

2. la hora de su derrocamiento por el proletariado, única clase revolucionaria de la sociedad, ya ha sonado desde hace mucho tiempo. Si el proletariado no fuera capaz de cumplir con su tarea histórica, la situación actual llevaría al fin de la humanidad;

3. las perspectivas contenidas en la situación actual se definen por el desarrollo de la lucha de clases.

En una de esas reuniones públicas, la de Salvador, tras la presentación de la CCI, estaba prevista una presentación de la Oposición obrera que puso de relieve, en particular, el papel fundamental de la organización de la clase obrera en consejos obreros para el derrocamiento del capitalismo.

La presentación en la Universidad, por su parte, se basó esencialmente en el artículo de nuestra página WEB, «la Izquierda comunista y la tradición marxista», y tenía los ejes siguientes:

1. Qué distingue a las fracciones de izquierda de las demás organizaciones que se reivindican del marxismo;

2. La Izquierda comunista nunca fue una corriente única, sino que forman parte de ella diferentes expresiones correspondientes al esfuerzo histórico de la clase obrera para clarificarse teórica y políticamente;

3. La contribución de la Izquierda comunista en el desarrollo del patrimonio político-teórico del proletariado es muy importante e insustituible.

Para dar cuenta de esos cuatro eventos, nos ha parecido mejor no tratarlos por separado, sino referir las cuestiones y preocupaciones que mayoritariamente se expresaron y dieron lugar a debates. Pero antes creemos que es esencial hacer resaltar la importancia de esas reuniones tanto por su asistencia numerosa (muy numerosa a veces) como por el carácter animado y vivo de los debates que terminaron cada vez mucho más tarde de lo previsto, hasta horas que las circunstancias locales lo permitieran.

Una participación y un dinamismo prometedores

Ocurre que los propios revolucionarios se queden sorprendidos por el importante interés que sus posiciones suscitan en un momento dado, y eso que son esa parte del proletariado en la que está depositada la mayor confianza en las capacidades revolucionarias de su clase, incluso cuando ésta no está atravesada de manera inmediata por preocupaciones revolucionarias patentes. Hemos de reconocer que estuvimos agradablemente sorprendidos por la amplia participación en estas reuniones, al haberse superado en algunas de ellas la concurrencia que suele asistir a las reuniones públicas en las ciudades en donde interviene la CCI regularmente. Unas cien personas participaron en total en las tres reuniones públicas. Y a la ponencia sobre la Izquierda comunista en un anfiteatro de la Universidad acudieron unas 260 personas, durante toda la primera parte del debate. La reunión se prolongó durante dos horas más, participando todavía en ella unas 80 personas cuando hubo que terminar aunque no todas las preguntas habían podido ser contestadas.

Hay una serie de circunstancias favorables que explican esa concurrencia. La primera aparición pública de una organización revolucionaria internacional desconocida en Brasil es algo que evidentemente puede explicar el interés suscitado localmente por ella. Además, las reuniones públicas se beneficiaron de una propaganda eficaz de la que se encargó Oposición Obrera, sola o con nuestros simpatizantes según qué ciudades. Aunque también pueda mencionarse el interés académico y no solo político que haya animado a algunos estudiantes y profesores a participar en el debate sobre la historia de la Izquierda Comunista, hay que tener en cuenta que lo que se había anunciado en un principio, a causa del reglamento interno de la Universidad, como la ponencia de un historiador (2) acabó teniendo la forma de un mitin político presidido por uno de los organizadores del debate, Oposición Obrera y la CCI, y además había una mesa con publicaciones de la CCI a la entrada del paraninfo.

En realidad, el éxito de nuestras reuniones se debió en gran parte a que en Brasil hay un oído alerta hacia una crítica radical de la sociedad y de las instituciones democráticas, pues a la cabeza de esas instituciones está el gobierno de Lula, el gran «líder obrero» de izquierda a cuyo nombre están indisolublemente vinculados el del PT (Partido dos Trabalhadores, fundado en 1980) y de la CUT (Central Única dos Trabalhadores, 1er sindicato "independiente" desde el final de la dictadura, fundado en 1983). Hoy la alianza Gobierno, Lula, PT y CUT debe asumir abiertamente el papel de punta de lanza de los ataques contra la clase obrera que exige la defensa del capital nacional brasileño en el ruedo internacional, como lo harían cualquier gobierno y partido de derechas, lo cual permite que aparezca a las claras su verdadera naturaleza de enemigos de la clase obrera que siempre han sido. En Brasil, como en otras partes, la réplica de la clase obrera dista mucho de corresponder a la amplitud de los ataques capitalistas que sufre constantemente. Existe también en Brasil, sin embargo, y eso es precisamente lo que básicamente explica el indudable interés por esas reuniones públicas, una preocupación creciente por el porvenir ante la quiebra cada día más patente del capitalismo, lo cual se plasma en un incremento del interés por la perspectiva de una alternativa a la sociedad actual.

Los análisis de la historia de nuestra clase y las perspectivas de lucha política hacia una futura sociedad comunista, que nuestras ponencias e intervenciones contenían, no fueron, ni mucho menos, recibidos como dogmas, sino que suscitaron toda una serie de interrogantes y un entusiasmo, a veces también escepticismo, y marcas de simpatía que algunos quisieron expresarnos al término de las reuniones, además de cantidad de otras cuestiones que volvían a brotar y que no se habían podido plantear durante la sesión.

La importante participación en esas reuniones pudo sorprendernos, pero sobre todo confirmó la tendencia cada vez más fuerte de la juventud a estar en la primera fila de los cuestionamientos políticos ante el futuro. Tanto es así, que en una de las reuniones públicas, en Vitoria da Conquista, más de la mitad de la concurrencia eran jóvenes cuando no muy jóvenes.

Las discusiones principales

Reseñamos aquí las principales cuestiones que se nos plantearon y las respuestas que les dimos. A menudo las preguntas y nuestras respuestas eran parecidas entre una y otra reunión, pero no por ello eran idénticas cada vez. Más que resumir por temas los problemas planteados en las preguntas, hemos optado, para cada tema, por centrarnos en una pregunta especialmente representativa para así intentar reflejar lo vivas que fueron las discusiones. En lo que a nuestras respuestas se refiere, las reseñamos con lo esencial de los argumentos que desarrollamos en el conjunto de las reuniones.

Somos muy conscientes de que esta reseña, ya larga, dejará de lado algunas cuestiones precisas muy interesantes. Para remediar en parte ese inconveniente, animamos a todos aquellos que tengan conocimiento de esta reseña a que no vacilen en decirnos por escrito todas las cuestiones y desacuerdos que no hayan obtenido una respuesta satisfactoria de nuestra parte. Se les darán respuestas individuales que, con su acuerdo, podrán en su caso servir para animar un debate público en la prensa de la CCI o en Internet. También animamos a los lectores de esta reseña a que hagan lo mismo respecto a Oposición Obrera que responderá también. A este respecto, queremos precisar que algunas respuestas aquí reseñadas no fueron dadas por nosotros sino por Oposición Obrera. Pero como correspondían perfectamente a lo que habríamos dicho nosotros, las asumimos como nuestras. Lo cual no significa que todas las respuestas dadas por una o por otra de nuestras organizaciones fueran compartidas por ambas.

La naturaleza de los sindicatos

"Cómo explicar el papel actual de los sindicatos? Mientras que sí hubo una época en la que eran verdaderas herramientas de la lucha de la clase obrera, hoy están claramente al servicio de los intereses de la clase burguesa, paralizando las reacciones obreras ante los ataques.”

No existe en efecto ni un solo país donde los sindicatos, todos los sindicatos, no sean defensores del orden burgués. Si es así es porque, por todas partes, se han convertido en órganos del estado burgués cuya función específica es encuadrar a la clase obrera para sabotear sus respuestas a los ataques y evitar que desemboquen en una puesta en entredicho del capitalismo en crisis.

Para comprender los factores profundos de esta situación, no hay que perder, efectivamente, de vista que en el siglo XIX los obreros luchaban por obtener el derecho a organizarse en sindicatos. Y fue mediante unas luchas importantes llevadas a cabo por sus sindicatos si los obreros lograron arrancar reformas duraderas que de verdad permitieron mejorar sus condiciones de vida en el capitalismo. De igual modo, incluso si las ideas reformistas, cuya finalidad era limitar los combates de clase a las luchas por reformas únicamente, estaban muy representadas en el seno del movimiento sindical, eso no quitaba que los sindicatos fueran también, en aquella época, un lugar privilegiado para la propaganda a favor de las ideas revolucionarias, una «escuela de comunismo», como decía Marx.

"¿Cuándo y por qué los sindicatos perdieron esa naturaleza obrera que le era propia?"

A principios del siglo XX se produjo un hecho de gran importancia, inédito en la vida del capitalismo, el estallido de la Primera Guerra mundial. En un tiempo relativamente breve, las contradicciones del capitalismo engendraron una destrucción considerable de fuerzas productivas, sin comparación alguna con las consecuencias de las guerras y de las crisis cíclicas que hasta entonces habían salpicado el crecimiento del capitalismo. Esas contradicciones eran la expresión de que, tras haber sido factor de progreso de la sociedad, el sistema se había vuelto una amenaza mortal para ella. Fue el desencadenamiento de tal barbarie y la amenaza para la existencia misma de la vida de la sociedad el fermento de la primera oleada revolucionaria del proletariado mundial.

Ante la irrupción de contradicciones desconocidas hasta entonces en la sociedad burguesa, el Estado adquirió un papel de una importancia desconocida hasta entonces bajo el capitalismo. Al Estado le incumbe mantener sometida al conjunto de la sociedad en una argolla de hierro para movilizar y canalizar todos los recursos para la defensa nacional. En ese contexto, los obreros ven cómo sus antiguos órganos de lucha que eran los sindicatos escapan a su control para convertirse en órganos encargados de hacer aceptar la militarización del trabajo. Ese proceso es irreversible y los sindicatos que, como la CNT española, no se verán sometidos a ese momento de la verdad, porque España no estuvo involucrada en la Iª Guerra mundial, acabarán siendo absorbidos posteriormente por el Estado. Desde entonces, los únicos órganos de masas y unitarios de defensa de los intereses de la clase obrera solo podrán surgir y mantenerse con la movilización de la clase mediante la lucha.

"¿Acaso no apoyaba el propio Lenin a los sindicatos?"

La vanguardia del proletariado mundial tomó conciencia de que con la Primera Guerra mundial y la primera oleada revolucionaria había nacido la época de las "guerras y las revoluciones", como lo proclamó la IIIª Internacional, planteando como centro de la lucha del proletariado la alternativa siguiente para la sociedad: "Socialismo o barbarie". La masividad de los hechos imponía esa comprensión. Era, en cambio, necesario poder disponer de una mayor distancia temporal para captar todo lo que implicaba en la vida de la sociedad (el desarrollo del capitalismo de Estado) y las condiciones de la lucha de clases: imposibilidad para la clase obrera de seguir utilizando para sus luchas el Parlamento (cuya única función acabó siendo la de la mistificación democrática) y los sindicatos. Sin embargo, todas las fracciones del proletariado mundial no estaban en las mismas condiciones en cuanto a su propia experiencia de enfrentamiento con los sindicatos. Y en esto, la situación del proletariado ruso era específica debido a que en ese país el Estado zarista, totalmente anacrónico, era incapaz de llevar a cabo una integración en el Estado de los sindicatos poco poderosos además y aparecidos tardíamente. De ahí viene la mayor dificultad de Lenin y de sus camaradas para entender plenamente la función de esos órganos en la nueva fase del capitalismo.

La organización del proletariado en consejos obreros y el papel de los revolucionarios

¿Cómo surgen los Consejos obreros?”

Esta es una pregunta importante puesto que esas palabras de Lenin antes de la Revolución de 1917, “… los soviets son la forma por fin descubierta de la dictadura del proletariado” no tenían un sentido limitado a la primera oleada revolucionaria sino una dimensión universal.

De este modo, en sus futuras luchas revolucionarias, el proletariado se organizará una vez más en “soviets” (palabra rusa que significa “consejo”. Estos nacieron por primera vez en la Revolución de 1905 en Rusia. Fueron la creación espontánea de la clase obrera que así descubrió por propia experiencia los medios que necesitaba para desarrollar su lucha en condiciones nuevas. ¿Cuál era entonces su función? La clase obrera en Rusia se encara al poder del Estado que se niega intransigentemente y a pesar de la movilización a ceder a las reivindicaciones de los obreros. Esa situación prefigura la situación general del capitalismo en su fase de decadencia en el que las contradicciones crecientes a las que está sometido, no solo le prohíben otorgar reformas duraderas a la clase obrera, como así era en el periodo ascendente, sino que le obligan a atacar permanentemente las condiciones de vida de los obreros. Es esas condiciones, la misma dinámica de la lucha conduce a los obreros a oponerse al Estado capitalista y a enfrentarlo de forma siempre más masiva. Por eso la lucha alcanza espontáneamente una dimensión política que se superpone a la dimensión económica siempre presente.

Los sindicatos ya no corresponden a las necesidades de esa nueva forma de lucha ni a sus retos, entonces solos son los soviets, capaces de reagrupar el conjunto de la clase obrera, los que se imponen. En adelante, los sindicatos ya no son órganos utilizables para la lucha de clase. Pero no se debilitan sino que se son recuperados por el Estado. Por otra parte, ese episodio es el resultado de un largo proceso de constitución del proletariado en clase en el que adquiere una madurez que le permite en adelante fabricar sus propios órganos de lucha en el fuego de la acción, dejando de ser dependientes para entrar en lucha de la existencia previa de sindicatos, como así fue durante el siglo XIX.

¿Cómo se puede favorecer el surgimiento de consejos obreros?”

Los soviets no surgen en cualquier momento, independientemente del nivel de la lucha de clases. Surgen cuando la clase obrera es capaz de plantear el problema del enfrentamiento decisivo con el Estado capitalista. Son producto de una formidable movilización del proletariado, y desaparecen cuando esta refluye o al ser cercados por el Estado. Esto tiene como consecuencia que no le es posible a una minoría de la clase, mas avanzada, prefabricar la estructura de los soviets con vistas a apresurar la movilización obrera antes de que ésta se manifieste explícitamente.

¿Significa eso que fuera de los soviets no existe posibilidad para que se exprese la movilización obrera y la lucha de clases, teniendo en cuenta que los sindicatos ya no le sirven para nada? Claro que no. La experiencia viva de la clase muestra que una de las formas elementales de la movilización de los obreros es la asamblea general. Y no es una casualidad si los sindicatos hacen todo para que no ocurran o, cuando no las pueden impedir, para que no cumplan con la función de lugar de organización y de decisión de la lucha. Con el desarrollo de la lucha aparece la necesidad de su organización, de su centralización a través de la elección por las asambleas de delegados revocables. Ese modo de organización de la clase obrera, fuera de los periodos prerrevolucionarios, prefiguran la organización en soviets pero no es su embrión. No es sino una preparación indispensable en el sentido en que es a través ese tipo de organización que los obreros retoman confianza en si mismos y en su capacidad de organizarse.

Por otra parte, si los acontecimientos de 1905 muestran la capacidad de la clase obrera a autoorganizarse así como también su carácter clasista espontáneamente revolucionario, ello no disminuye el papel fundamental de la organización de revolucionarios y del partido. Hablando de los acontecimientos de 1905, Rosa Luxemburg pone en evidencia que la intervención de la socialdemocracia revolucionaria participó en preparar el terreno a la irrupción de la huelga de masas. En el mismo sentido, sin la intervención en 1917 del Partido bolchevique en los consejos obreros para luchar contra la influencia dominante de los partidos ligados a la burguesía, esos consejos no hubieran logrado volverse el instrumento de la revolución proletaria. Hoy también, es la responsabilidad de los revolucionarios recordar a su clase como se organizó en su pasado, poner en evidencia que para desarrollar su lucha no existe mas medio que el de tomar sus luchas en manos propias a través asambleas generales soberanas.

La Revolución rusa, su degeneración y la contrarrevolución

Como lo afirma el historiador francés Jacques Courtois, ¿no acabó la Revolución rusa con una oleada democrática mundial?”

No sabemos exactamente lo que dice Jacques Courtois, pero es contrario a la realidad afirmar semejante cosa cuando los principales países del mundo, implicados en una guerra mundial, estaban adoptando medidas de militarización de la sociedad civil con vistas a imponer a la población y a los obreros en particular todos los sacrificios exigidos por la carnicería mundial, hasta el de sus vidas en los campos de batalla. Es precisamente contra esa barbarie que se desarrolló la oleada revolucionaria mundial cuyo puesto avanzado fue la toma del poder por el proletariado en Rusia en 1917.

Quizás Jacques Courtois sea un abogado de las tesis burguesas del menchevismo según cuales la Revolución de Octubre no fue sino un golpe que acabó con la obra democrática de la Revolución de febrero. Ese famoso refrán de los denigradores de la Revolución rusa también quiere ocultar la realidad de los hechos. Por que son las masas obreras, y tras ellas las masas campesinas, las que le quitaron el poder a la burguesía cuando ésta, subida al poder en febrero y siendo mayoritaria en los consejos obreros, al proseguir la guerra imperialista y manteniendo una política anti-obrera, demostraba en la práctica que era la digna representante de un sistema que se debía derrocar, por no producir mas que guerra y miseria.

¿Cómo se puede explicar la degeneración de la Revolución rusa?”

Es necesario, para entender lo que significó la derrota de al Revolución rusa por medio de su degeneración, clarificarse lo que representó realmente esa revolución. ¿Un islote de socialismo en un mundo capitalista? Claro que no, en la medida en que la abolición del capitalismo no puede realizarse mas que a escala mundial, tras la victoria de la revolución mundial. Tras la toma de poder, todos los esfuerzos y las esperanzas del proletariado revolucionario en Rusia estaban dirigidos hacia la extensión de la revolución mundial, y particularmente hacia el país determinante para la evolución de la relación de fuerzas entre las clases a escala internacional, Alemania. El asalto revolucionario del proletariado en ese país fue vencido como es sabido en enero de 1919, y esta derrota abrió las puertas de par en par a una serie de derrotas mayores que acabaron con la oleada revolucionaria en ese país y a escala mundial. En esas circunstancias, aislado y exangüe por la guerra civil y el cerco impuesto por las principales potencias capitalistas, el poder proletario en Rusia degeneró.

Lo que cambió con la contrarrevolución en Rusia no fueron entonces las relaciones de producción, sino el que el poder dejó de ser proletario. La vuelta de la burguesía no se hizo con la vuelta de la antigua clase burguesa venida a menos, sino por la transformación en nueva clase explotadora de la burocracia en el mismo Estado.

En el plano político, la manifestación más significativa del cambio de carácter del poder en Rusia, encarnado en adelante por el estalinismo, fue el abandono del internacionalismo proletario con la adopción de la tesis del “socialismo en un solo país”. Lo más dramático de la derrota de la Revolución rusa fue la manera como se produjo, por una degeneración interna y no por su derrocamiento, permitiendo así a la burguesía mundial, de su ala de extrema derecha hasta su extrema izquierda, mantener la mentira del “socialismo en URSS”, mentira en nombre de la que estalinistas y trotskistas llamaron el proletariado del mundo entero a luchar y hacerse masacrar para la defensa del imperialismo ruso durante la Segunda Guerra mundial.

Partido e Izquierda comunista internacional

¿Cuál es vuestra concepción del papel del partido?”

Compartimos con Lenin la concepción de un partido minoritario de vanguardia de la clase obrera, que tiene el papel de participar activamente en la toma de conciencia del conjunto del proletariado. Sin embargo, contrariamente a Lenin (y al conjunto de los marxistas antes del 17), consideramos que su papel no es el de tomar el poder en nombre de la clase obrera, tarea que le corresponde al conjunto de la clase organizada en consejos obreros. En lo que toca al modo de organización del partido, nos reivindicamos en lo esencial de la concepción defendida por Lenin en el Congreso de 1903 del Partido obrero socialdemócrata de Rusia (POSDR), tal como fue asumida por los bolcheviques y mas tarde por el KAPD (Partido comunista obrero de Alemania). Nos referimos claro está a la definición hecha en ese congreso de quien es un militante –Lenin escribió sobre este Congreso su famoso libro Un pasa adelante dos pasos hacia atrás– cualquiera que se compromete a militar para defender las posiciones del partido, en contra de la visión de los mencheviques para quienes para ser miembro del partido basta con compartir esas mismas posiciones. Pero también nos referimos a la lucha (no menos importante) llevada por Lenin a favor de un comportamiento militante animado por el espíritu de partido, contra el espíritu de círculo que entonces dominaba el POSDR debido a sus orígenes a partir de círculos aparecidos en Rusia y en la emigración a finales del siglo XIX. En particular, defendemos la idea de un congreso soberano cuyas decisiones deben ser aplicadas con disciplina por el conjunto de los militantes y rechazamos la posición de los mencheviques que consideraban que se podía uno librarse de ella si no estaba de acuerdo con esas decisiones.

¿Por qué no aparece el nombre de Gramsci en vuestro resumen de la historia de la Izquierda comunista internacional?”

No se trata de un olvido, si se hubiese hablado de Gramsci hubiese sido para definirlo como uno de los representantes en el Partido comunista de Italia de la política siempre mas oportunista de la Internacional comunista. Cuando en ese mismo partido, la Izquierda, encabezada por Bordiga, era ampliamente mayoritaria de 1921 a 1924 cara a la tendencia de derechas animada por Gramsci, éste fue colocado autoritariamente a la frente del partido para amordazar la izquierda. La demarcación con respecto al estalinismo que más tarde hizo Gramsci hace de él una referencia más respetable que Stalin, pero no por ello hace de él un revolucionario.

El carácter de clase de los partidos socialdemócratas, de los partidos “comunistas” y de la corriente trotskista

¿Qué significado tiene el programa de transición redactado por Trotski en 1938?”

Trotski y la oposición de izquierda animaron durante los años 20 una reacción proletaria ante la degeneración de la Revolución rusa y al estalinismo. Sin embargo no fue la única, ni tampoco la más clara tanto en lo que concierne las implicaciones en la clase obrera de la derrota de la oleada revolucionaria, como en la fidelidad al marxismo cara al oportunismo en las filas de la Tercera internacional. La Izquierda comunista internacional luchó desde los años 20 contra las diversas manifestaciones de ese oportunismo, en particular contra la política de frente único con antiguos partidos obreros pasados al campo burgués con pretexto de no separarse de las masas obreras todavía influenciadas por éstos. También supo entender que lejos de poder lanzarse una vez mas en una nueva oleada revolucionaria, el proletariado estaba confrontado a un periodo de contrarrevolución que no le permitía oponerse al estallido de una Segunda Guerra mundial en la que sus varios sectores nacionales iban a ser alistados tras la defensa de uno u otro campo imperialista. Al contrario, Trotski sigue creyendo que la revolución sigue siendo posible en los años 30 y que solo le falta una dirección realmente revolucionaria, lo que le induce sin razón a ver en las movilizaciones de 1936 en Francia y en España las primicias de movimientos revolucionarios. Su Programa de transición, reintroduciendo reivindicaciones mínimas destinadas según él a ser la transición con el programa de la revolución socialista, acaba engañando las masas con la idea de que podría existir, en la época de las guerras y de las revoluciones, un programa de reformas en el capitalismo cuando el único programa realista, a pesar de no ser realizable en cualquier instante, es el de la revolución. Con la consigna de “Frente único obrero” con los partidos antiguamente proletarios, socialdemócratas y estalinistas que han traicionado la causa del proletariado, no hace sino desarmar a éste ante sus peores enemigos.

¿Cuál es análisis que hacéis del trotskismo?”

Existen acontecimientos mayores de la vida de la sociedad, como las guerras y las revoluciones, que zanjan en la práctica el carácter de clase de una organización, independientemente de como se consideren. Así es como al oponerse a la Revolución de octubre, los mencheviques firmaron su pertenencia al campo de la burguesía. Frente a la Primera Guerra mundial, la mayoría de los partidos socialdemócratas traicionaron el internacionalismo proletario, y por tanto la clase obrera, al apoyar la defensa del capital nacional. La historia ha demostrado que esas traiciones son irreversibles, o sea que en cuanto los partidos las hacen pasan al campo enemigo y seguirán en permanencia defendiendo una política burguesa. En el colmo de su degeneración oportunista, los PC pasaron a su vez al campo de la burguesía en los años 30, cuando ya no existió nadie en sus filas que se opusiera a la defensa nacionalista de un campo imperialista, preparando de esta forma el alistamiento del proletariado para la Segunda Guerra mundial. Esta Segunda Guerra mundial también hizo sonar la hora de la verdad para el trotskismo que entonces escogió su campo: no el del internacionalismo y del proletariado como lo hizo Lenin en 1914, sino el de la defensa del imperialismo ruso y de la democracia (a pesar de que en sus filas hubo reacciones de elementos que entonces rompieron con él). Este resultado trágico de la dinámica oportunista de un partido del proletariado es producto del método políticamente erróneo de Trotski a lo largo de los años 30. Dicho esto, los errores que cometió, por graves que sean, no permiten afirmar que hubiese mantenido su posición hasta el final del conflicto imperialista mundial. Si no lo hubiesen asesinado antes, quizás la guerra habría sido la prueba que le hubiese permitido cuestionar sus derivas oportunistas pasadas. Tras su muerte, su compañera, Natalia Sedova, que siempre había luchado a su lado, rechazó la política de defensa de la URSS y rompió con el movimiento trotskista. También los últimos escritos de Trotski anuncian la posibilidad de semejante cuestionamiento de sus posiciones anteriores.

La decadencia del capitalismo

La burguesía lograba superar las crisis cíclicas del capitalismo, ¿con qué mecanismos logra ahora controlar el hundimiento en su actual crisis insuperable?”

El capitalismo de Estado es la respuesta del capitalismo a la irrupción de contradicciones insuperables que lo asaltan con la entrada en su fase de decadencia, en tres aspectos: el de la guerra, el de la lucha de clases y el de la crisis. La crisis del 29 impone a la burguesía reanudar con las medidas de capitalismo de Estado que se habían aflojado en cuanto se acabó la Primera Guerra mundial. Esas medidas seguirán reforzándose a lo largo de los años 30, en particular con las medidas keynesianas de inyección masiva de capital por parte de los Estados en las economías nacionales, medidas que se concretizaron en particular con las grandes obras públicas y con el desarrollo de la industria de armamentos en preparación de la Segunda Guerra mundial. Proseguirán y se intensificarán al terminar la guerra.

Incluso antes de que se agote el periodo de prosperidad que sucedió a la Segunda Guerra mundial, la burguesía recurrirá a políticas de endeudamiento siempre más masivo. Así logra aplazar a mañana la explosión de las contradicciones de su economía, aun agravándolas.

 

"¿Si ha entrado el sistema en su fase de decadencia, ¿cómo explicar el crecimiento tras la Segunda Guerra mundial? ¿No habría que fechar el principio de la decadencia a partir del agotamiento de éste?”

El periodo de decadencia no se manifiesta, como pensaba Trotski en el Programa de transición, por un bloqueo total de su crecimiento en el plan económico sino por un frenazo del desarrollo de las fuerzas productivas. Para verificar que la evolución económica durante la decadencia expresa esa tendencia al frenazo del desarrollo de las fuerzas productoras, es necesario considerar el conjunto de ese periodo y no una de sus fases específicas, como por ejemplo la fase particularmente próspera que sigue la Segunda Guerra mundial. Ahora bien, el desarrollo de las fuerzas productoras durante el periodo que cubre las siete primeras décadas del siglo XX se realiza a un ritmo inferior al de la segunda mitad del siglo precedente. La diferencia es aun más importante si se considera el conjunto del siglo XX.

El periodo próspero tras la Segunda Guerra mundial es un fenómeno desde luego excepcional durante la decadencia y ya no se reproducirá nunca más en la medida en que los factores que lo permitieron están ya agotados:

  1. la utilización de un « tesoro de guerra » resultante de ciclos pasados de acumulación, las reservas de oro del Estado norteamericano, inyectado en gran parte en las economías de Europa occidental y de Japón con fines a reconstruir y desarrollar su aparato productivo, no por filantropía sino para sustraerles a las tentativas del imperialismo ruso de atraerlos en su esfera de influencia;

  2. la explotación metódica y sistemática de los últimos mercados extracapitalistas, tanto en los países industrializados que conservaban todavía un amplio mercado agrícola precapitalista como en las ex colonias en vía de descolonización;

  3. un comienzo de huida hacia delante en el endeudamiento por parte de los principales países industrializados, siendo entonces relativamente débil el nivel global de endeudamiento.

No existe la menor perspectiva de verdadera solución a la crisis abierta a finales de los años 60; muy al contrario, no puede sino agravarse sin fin. Sin embargo, hacer corresponder la fase de decadencia únicamente con ese periodo es evacuar un fenómeno mayor de la decadencia, la guerra mundial, de una amplitud y con destrucciones cuyas proporciones eran totalmente desconocidas durante las guerras de los periodos precedentes y que son un factor esencial del riesgo de destrucción de la sociedad.

¿Cómo actúa la baja de la tasa de ganancias?”

La tendencia a la baja de la tasa de ganancias es efectivamente una contradicción del modo de producción capitalista, como Marx lo puso en evidencia en el libro III de el Capital. Sin embargo, no es la única ni tampoco necesariamente el más determinante. Como ya lo hemos dicho, la vanguardia revolucionaria era unánime, cuando la fundación de la IC en 1919, en reconocer la entrada del sistema en su fase de decadencia. Era mucho más heterogénea, también lo hemos visto, en lo que concierne a las implicaciones de esa modificación de la vida del capitalismo. Se puede ver claramente en el análisis de las causas económicas del cambio de periodo. Rosa Luxemburg y Lenin tenían dos análisis diferentes del imperialismo. El de Luxemburg toma más ampliamente en cuenta la dinámica del desarrollo del capitalismo en un mundo no capitalista y que necesita mercados extracapitalistas para poderse desarrollar. Cuando éstos ya resultan insuficientes cara a las necesidades enormes de la acumulación, entonces la maquina empieza a griparse. Es en ese marco donde según nuestro punto de vista, hay que tomar en cuenta la tendencia a la baja de la cuota de ganancias cuyos efectos negativos para la economía capitalista se conjugan con los de la saturación de mercados.

El pudrimiento de la sociedad capitalista

¿Cómo puede entenderse la oleada de violencia en los barrios suburbanos franceses?”

Esta cuestión se ha repetido en todas las reuniones. Por dos razones al menos: por un lado la propaganda mediática que se ha hecho en Brasil a estos acontecimientos, como en la mayoría de los países, y por otro por la perplejidad que provocan. No vamos a entrar aquí en los detalles de nuestro análisis que se pueden leer en el comunicado que hemos publicado, incluso en portugués, en nuestro sitio Internet. Hemos puesto en evidencia que esas revueltas estériles expresaban ante todo la desesperación y la total ausencia de perspectivas de esa parte de los hijos de los obreros que nunca han sido ni serán integrados al mundo del trabajo, sino como eventuales y en condiciones miserables. Hemos insistido en que no solo no son una expresión aun confusa de la lucha de clases sino que pueden perfectamente ser utilizados contra la clase obrera, particularmente por el reforzamiento que provocan del encuadramiento policial de los barrios obreros.

<<>> “¿Cuál es el significado y las implicaciones del auge del integrismo? Hemos podido ver que también podía servir a provocar guerras, como en Oriente Medio”>

El auge del integrismo es una de las tantas manifestaciones de la ausencia total de perspectiva de esta sociedad que también lleva a aberraciones como son los atentados suicidas. Y aunque semejantes aberraciones sean el producto de su propio sistema, ello no impide que la burguesía los utilice como pretextos para desencadenar guerras por la defensa de sus intereses imperialistas. De hecho, ese fenómeno de pudrimiento de la sociedad capitalista es producto de la acumulación de las contradicciones del capitalismo, que pueden llevar a la misma destrucción de la humanidad si la clase obrera no es capaz de imponer su propia solución revolucionaria.

La lucha de los oprimidos y de las capas no explotadoras

Existe una vía alternativa a la lucha de clases, es la lucha de las etnias oprimidas o la de liberación de la mujer”

La sociedad de clases conlleva la opresión de las minorías, la discriminación racial, la desigualdad entre hombre y mujer… El capitalismo no hace excepción a la regla. Dicho esto, la lucha especifica para la emancipación de la mujer o contra el racismo no solo no tienen la menor posibilidad de triunfar mientras esté de pié la sociedad de clases, sino que además no pueden cambiar en nada la sociedad puesto que no cuestionan sus fundamentos. Todas estas cuestiones no encontrarán solución real más que cuando sea abolido el capitalismo, durante la transformación de la sociedad hacia relaciones comunistas en el conjunto del planeta. No existe pues ninguna alternativa a la lucha revolucionaria de la clase obrera para liberar la humanidad de las desigualdades y demás calamidades que actualmente la agobian.

¿Cómo pueden converger la lucha de la clase obrera y la des las capas no explotadoras en una lucha común para destruir el capitalismo?”

La clase obrera es la única clase revolucionaria de la sociedad. Sin embargo, esto no implica que tenga que hacer la revolución en contra de toda la sociedad. Muy al contrario, tendrá que poder llevarse tras ella, en su lucha revolucionaria, a todas las capas no explotadoras de la sociedad, que objetivamente están interesadas por la caída del capitalismo. Pero para poder desempeñar ese papel, la clase obrera ha de ser capaz de afirmarse en su lucha como la clase revolucionaria de la sociedad, con su proyecto revolucionario de derrumbamiento del capitalismo y de instauración de otra sociedad. Lo peor que puede ocurrir es que la clase obrera, diluyéndose en los movimientos de revuelta de todas aquellas capas hundidas en la miseria por la crisis pero sin la menor perspectiva, sea incapaz de afirmarse como fuerza revolucionaria de esta sociedad. Semejante peligro existe realmente y fue evidenciado por ejemplo por las revueltas estériles de 2001 en Argentina, cuando muchos proletarios fueron acarreados por una multitud de elementos de todo tipo y en particular por la pequeña y mediana burguesía arruinada por la crisis.

¿Qué alianzas son posibles entre la clase obrera y movimientos como el de los Sin tierra?”

Este ejemplo es una ilustración de la imposibilidad actual de hacer converger el movimiento de la clase obrera con el de los campesinos sin tierra mientras éstos no abandonan su especificidad. Es hoy sabido que ese movimiento está totalmente controlado por el Estado. ¿En qué sus reivindicaciones son conciliables con las de la clase obrera? ¡En nada! Mientras que la clase obrera se niega a sufrir los ataques impuestos por la crisis del capitalismo, lo cual ya es la base de la critica del orden capitalista, en cambio las reivindicaciones totalmente reaccionarias del Movimiento de los Sin tierra, que pueden resumirse al derecho de todos a la propiedad, no anuncian nada de semejante.

Chávez, Lula, Castro… altermundialismo… un mismo combate de la izquierda del capital contra el proletariado

"¿Cómo analizáis la política de Chávez?"

Varias intervenciones señalaron que la política del gobierno de izquierda de Lula no se diferenciaba con respecto a los gobiernos de derecha que lo precedieron, ya que se constata que se han incrementado los niveles de pauperización de la población en Brasil. Sin embargo, hubo muchas preguntas, dudas e incluso simpatías con respecto al gobierno de Chávez, planteando que éste sí orientaba los recursos del Estado hacia una valiente lucha contra el imperialismo americano, a diferencia de la tímida posición de la burguesía brasileña.

El hecho de que en Venezuela haya llegado al poder una fracción burguesa “radical” de izquierda obedece al alto grado de descomposición de la burguesía venezolana, que fue incapaz de colocar en el poder a sectores moderados de izquierda tal como lo pudo hacer en Brasil por ejemplo. Por ello que la fracción chavista del capital nacional, conformada por sectores de la burguesía y pequeña burguesía que en su mayoría fueron excluidos de los gobiernos anteriores, desarrolla una política de exclusión de los viejos sectores de la burguesía, que ocasiona una permanente confrontación entre ellas, a la cual ha sido arrastrado el proletariado venezolano.

El chavismo, con la asesoría del gobierno cubano y la pléyade de dirigentes e intelectuales de la izquierda latinoamericana y mundial, con el apoyo de los movimientos antiglobalización y altermundialistas, y sustentado en una montaña de dólares producto de las exportaciones petroleras (o sea de la explotación de la clase obrera venezolana), ha desarrollado un programa de gobierno llamado “revolución bolivariana”, cuyo fundamento es el programa nacionalista de capitalismo de Estado ideado por las fuerzas guerrilleras de los años 60. La llamada “revolución bolivariana” nada tiene que ver con la revolución proletaria; todo lo contrario, ésta se sustenta en la explotación de la clase obrera que somete a un ataque ideológico y físico, típico de los regímenes estalinistas y fascistas. El chavismo, al igual que los gobiernos de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, etc., lo mas que puede hacer es vender ilusiones al proletariado y redistribuir la miseria entre los pobres, tal como lo hace cualquier gobierno basado en la explotación de la clase obrera; de allí que los niveles de pobreza y pauperización crezcan en Venezuela, tal como sucede en el resto de los países capitalistas.

Con respecto al planteamiento “anti-imperialista”, en el capitalismo decadente todo Estado desarrolla necesariamente una política imperialista contra las otras naciones. Esta situación se debe fundamentalmente a que ante las crecientes contradicciones económicas, cada nación se ve obligada a incursionar en el militarismo y la guerra para intentar mantenerse en la arena imperialista mundial.

El mayor o menor impacto que tenga un país en la arena imperialista depende de su poderío económico, militar y de las condiciones geopolíticas; por ejemplo es evidente que EE.UU., primera potencia mundial, tiene la mayor capacidad para imponer su política imperialista a escala mundial.

El “anti-imperialismo” ensordecedor de Chávez contra Bush y EE.UU. no es sino una campaña ideológica vendida a nivel interno y externo para lograr el apoyo de la clase obrera y los explotados a la propia política imperialista que desarrolla la burguesía venezolana hacia sus áreas de influencia (El Caribe, Centro y parte de Suramérica). Esta campaña, a la cual dedica importantes recursos financieros el gobierno chavista para que los dirigentes, intelectuales y grupos de la izquierda “radical” de la región le sirvan de caja de resonancia, intenta aprovechar las dificultades que se le presentan al imperialismo americano en otras partes del mundo (principalmente en Irak), ya que en la medida en que éstas aumentan su impopularidad tendrá mayores dificultades para confrontar las veleidades imperialistas de la burguesía venezolana.

Las burguesías de la región, en particular sus fracciones de izquierda, comparten, apoyan y explotan a su favor la megalomanía de Chávez y su frenesí antiamericano, ya que el discurso chavista se alinea con sus intereses geopolíticos. En particular, la estrategia imperialista de la burguesía brasileña, menos ruidosa que la de Venezuela y ubicada en un terreno más diplomático, es más efectiva contra los intereses de EEUU. Esto se observa en el peso de Brasil en las negociaciones del ALCA, donde la burguesía brasileña hace uso de su carácter de primera potencia económica de la región con un peso geopolítico importante, que el gobierno de Lula ha explotado de manera muy inteligente.

El proletariado debe enfrentar y denunciar la ideología “antiimperialista”, ya que es utilizada para alistarlo tras las banderas e intereses de cada capital nacional. La lucha del proletariado contra el imperialismo está inscrita en su lucha cotidiana contra su propia burguesía, pues el imperialismo es el “modus vivendi” del capitalismo decadente.

La perspectiva revolucionaria

¿Cómo concebir una perspectiva revolucionaria en una sociedad de consumo?”

La sociedad actual no es una sociedad de consumo para todo el mundo. No resulta muy difícil darse cuenta de ello. El capitalismo ha extendido y generalizado, como nunca ninguna sociedad lo había hecho hasta hoy, el reino de la mercancía. Todo en este mundo se compra, todo es mercancía. El capitalismo también es el sistema que ha sido capaz de desarrollar las fuerzas productivas como ninguno antes, hasta el punto de hacer perfectamente imaginable la posibilidad de la abundancia para todos en la Tierra. Lo único que lo impide es el propio sistema que produce no para satisfacer las necesidades del hombre sino para la ganancia y la acumulación. Una contradicción de este mundo está en que una proporción creciente de la humanidad y de la clase que produce las riquezas, la clase obrera, no accede más que a una parte cada vez más reducida de las mercancías fabricadas, aun cuando esas necesidades son vitales. Ese enorme contraste entre lo que podría ser la vida en la sociedad si la humanidad se beneficiara de todas las riquezas acumuladas y lo que es en realidad es un factor de toma de conciencia de la necesidad del derrumbamiento revolucionario del capitalismo.

El carácter antidemocrático de la revolución ¿no hace correr el riesgo de que la clase obrera la rechace?”

 

La propaganda burguesa dice que la revolución es la peor cosa que puede ocurrir porque es antidemocrática. Pero en realidad ¿de qué se trata? Es el derrocamiento de una clase minoritaria, la burguesía, con vistas al bienestar de la inmensa mayoría, la clase obrera y el conjunto de las capas no explotadoras de la sociedad.

En cuanto a la democracia burguesa, no es sino la mascara hipócrita de la dictadura del capital. Y cuanto más se enfrente la clase obrera al capital, mejor aparecerá esa dictadura por lo que es.

¿Cómo hacer la revolución mundial cuando el proletariado estadounidense apoya a su propia burguesía?”

Dejando de lado cierta propaganda interesada por esa mentira, ¿qué nos permite decir que la clase obrera estadounidense apoya a su propia burguesía? La clase obrera en Estados Unidos no tiene medios para oponerse a la guerra en Irak. Esta situación resulta de un nivel todavía insuficiente de la lucha de clases a nivel internacional y en el mismo país. Pero ¿significa que esa fracción del proletariado internacional se adhiere a esa guerra? Es evidente que no, como lo demuestran las dificultades del Estado norteamericano para reclutar nuevos efectivos. Como lo demuestran también las acciones de las madres al prohibir el acceso de las escuelas a los sargentos reclutadores. No estamos en un periodo en la que fracciones mayoritarias del proletariado en los países más importantes estén dispuestas a apoyar el esfuerzo de guerra de su propia burguesía, como ocurrió en los años 30. En aquel entonces, los proletarios norteamericanos, ingleses, alemanes, franceses, rusos, etc., se hacían masacrar por millones, y también masacraban, en los ejércitos regulares o de resistencia nacional, por intereses que no les correspondían sino que eran los de diversas fracciones nacionales de la burguesía mundial.

¿Cómo pueden movilizarse los desempleados?”

Los desempleados forman parte de la clase obrera y su lucha no es diferente de la de la clase en su conjunto. El estar privados de trabajo y de sus compañeros de lucha dificulta la movilización, en particular por el fenómeno de atomización creciente de la vida social. Por ello es importante que hagan lo posible para unirse a las movilizaciones que se produzcan de los obreros que aun tienen trabajo, y que éstos llamen a los desempleados a participar en sus manifestaciones.

Por otra parte, se ha de ser consciente que el Estado burgués no queda inactivo con respecto al potencial explosivo representado por la cantidad siempre mayor de parados. Por ello intenta enmarcarlos, en particular ocupándose de sus necesidades más vitales, distribuyendo comida, utilizando asociaciones, la iglesia, los partidos de izquierda, todas las organizaciones a su sueldo (por ejemplo, los “comedores” argentinos). Semejante asistencia no es neutral y tiene como objetivo mantener los obreros que la aprovechan en una situación de dependencia con respecto al Estado sin que reflexionen sobre cuales son los fundamentos de la miseria. Por otro lado, semejantes instituciones también son utilizadas para desviar la lucha de aquellos que tienen trabajo hacia una falsa solidaridad, opuesta a la solidaridad de clase (como ocurrió cuando la oleada de luchas en el verano 2005 en Argentina).

¿No es diferente hoy la clase obrera de la que hizo la revolución en 1917?”

La clase obrera sigue hoy siendo la clase que produce lo esencial de las riquezas de la sociedad. Sigue siendo la clase explotada y sin ella no podría existir el capitalismo. Sean cuales fuesen las modificaciones sociológicas que se hayan podido producir, éstas no modifican en nada su carácter revolucionario. Si la proporción de obreros industriales en el conjunto de la clase obrera era mas importante cuando la oleada revolucionaria de 1917-23 que lo es hoy en día, no por ello no existen en su seno otros sectores diferentes de los obreros de industria capaces de una gran combatividad y de desarrollar una conciencia de clase. La movilización en el sector de la enseñanza en Italia en 1987 ya lo ha confirmó al ser ese sector la punta de lanza de la voluntad de organizarse fuera y en contra de los sindicatos. Los obreros en Rusia en 1917 tenían también esa fama de conocer bien la historia de su clase, a pesar de que, en general, no sabían leer, y particularmente la historia de la Comuna de Paris. Existe en ese plano una verdadera diferencia, puesto que hoy las nuevas generaciones se caracterizan por una ignorancia importante de la historia. Pero tenemos confianza en la capacidad del proletariado revolucionario para apropiarse de su propia historia a medida que lo exijan las condiciones. Para ello podrá contar con la intervención de las organizaciones revolucionarias para suscitar y acompañar ese esfuerzo.

¿La revolución no será una idea pasada de moda?”

La revolución sigue hoy más que nunca siendo una necesidad y sigue siendo posible. La primera oleada revolucionaria mundial se desarrolló en reacción al hundimiento brutal en la barbarie provocado por la Primera Guerra mundial. Hoy, la clase revolucionaria encargada de aplicar la sentencia de muerte que pronunció la historia contra el capitalismo dispone de enormes reservas de combatividad para desarrollar su lucha frente a una crisis económica insoluble que no puede sino profundizarse. Desde que reemprendió el camino histórico de su lucha en 1968, el proletariado ha conocido muchas dificultades, en particular la de un retroceso de más de un decenio de su conciencia y de su combatividad con las campañas sobre la “muerte del comunismo” que acompañaron el hundimiento de los regímenes estalinistas. Pero vuelve a ser hoy capaz de desarrollar, en su lucha, su conciencia y su confianza en sus capacidades revolucionarias.

Una experiencia que hay que repetir

La CCI saca un balance totalmente positivo de esas cuatro intervenciones públicas.

No solo fueron un “estreno” para la CCI al realizarse en Brasil, estas reuniones han sido una de las pocas ocasiones que ha tenido la CCI de intervenir en común con otra organización proletaria (3). Por nuestra parte, sacamos un balance positivo de esta experiencia tanto en lo que toca a la calidad de la colaboración con Oposición obrera como por el impacto que ha podido tener en el auditorio esa unidad de intervención. El que dos organizaciones distintas, con diferencias o divergencias entre ellas, se dirijan juntas a su clase prefigura la capacidad de los elementos que constituyen la vanguardia revolucionaria para luchar unida por la defensa de la causa que les es común, la victoria de la revolución. Sobre este tema, había quedado claro entre nuestras dos organizaciones que, en las intervenciones en las reuniones públicas, se daría la prioridad a la cuestión de la organización del proletariado mediante sus propios órganos, los consejos obreros, en su lucha revolucionaria, así como la denuncia de la mistificación democrática y parlamentaria y del papel contrarrevolucionario de los sindicatos. Pero también habíamos dejado claro que no íbamos a intentar ocultar nuestros enfoques a veces diferentes sobre qué explicaciones dar a tal o cual situación, y que efectivamente se expresaron en los argumentos de unos y de otros, e incluso en diferencias sobre tal o cual cuestión. También nuestras dos organizaciones convinieron que esas diferencias debían debatirse en profundidad para así captar mejor la realidad y las implicaciones de esas diferencias.

Por nuestra parte, estamos más que nunca dispuestos a repetir la experiencia. Una vez más, queremos agradecerles a nuestros simpatizantes por la calidad de su compromiso a nuestro lado y saludamos a Oposición obrera por su actitud abierta y solidaria, o sea, proletaria.

CCI (2 – 12 – 05)

1 Este grupo, con el que la CCI está estableciendo una relación de discusión y de colaboración políticas, pertenece claramente al campo proletario debido en particular a su compromiso en el combate internacionalista por la victoria del comunismo. Demuestra además una significativa claridad sobre la naturaleza de los sindicatos y la mistificación democrática y electoralista. Para consultar su página web: opop.sites.uol.com.br.

2 No obstante, la finalidad militante estaba claramente presente desde el principio en el título mismo de nuestra ponencia «el futuro pertenece a la lucha de clases».

3 Ya hubo un precedente con una reunión pública común con el CWO (Communist Workers Organisation), representante en Gran Bretaña del BIPR, con ocasión del 80º aniversario de la Revolución de 1917. Esa experiencia por desgracia no se repitió, puesto que la CWO y el BIPR consideraron imposible rehacerla debido al pretendido « idealismo » de la CCI, supuestamente ilustrado por su análisis de la existencia de un curso a enfrentamientos de clase.

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