Enviado por Revista Interna... el
XVIIo Congreso de la CCI
Un fortalecimiento internacional
del campo proletario
El XVIIº congreso internacional de la CCI fue a finales de mayo. Las organizaciones revolucionarias no existen para sí mismas, sino que son expresiones del proletariado y, a la vez, factores activos en la vida de éste. Por eso deben rendir cuentas al conjunto de su clase de los trabajos de ese momento privilegiado que es la reunión de su instancia fundamental: el congreso. Esa es la finalidad de este artículo.
Todos los congresos de la CCI son evidentemente momentos muy importantes en la vida de nuestra organización, son jalones que marcan su desarrollo. Sin embargo, importa ante todo señalar que el congreso que tuvimos en la primavera pasada es que ha sido todavía más importante que los anteriores, pues ha sido una etapa de la mayor importancia en una vida, la de la CCI, de más de treinta años ([1]).
Presencia de grupos del medio proletario
La mejor ilustración de lo dicho ha sido la presencia en nuestro Congreso de delegaciones de tres grupos del campo proletario internacional: Opop de Brasil ([2]), SPA ([3]) de Corea del Sur y EKS ([4]) de Turquía. También invitamos al Congreso a otro grupo, Internasyonalismo de Filipinas, pero le fue imposible estar presente, a pesar del empeño que pusieron por mandar una delegación. Pero, eso sí, ese grupo transmitió al congreso de la CCI un saludo a sus trabajos y unos posicionamientos sobre los informes principales que les habíamos presentado.
La presencia de varios grupos del medio proletario en un congreso de la CCI no es una novedad. En el pasado, al iniciarse la andadura de nuestra organización, la CCI ya acogió a delegaciones de otros grupos. En su conferencia constitutiva de enero de 1975, por ejemplo, estuvieron presentes Revolutionary Worker’s Group de Estados Unidos, Pour une intervention communiste de Francia y Revolutionary Perspectives de Gran Bretaña. En el IIº Congreso (1977) había una delegación del Partito comunista internazionalista (Battaglia comunista). Al IIIº (1979) acudieron delegaciones de la Communist Workers’ Organisation (Gran Bretaña), del Nucleo comunista internazionalista y de Il Leninista (Italia) y de un camarada escandinavo no organizado. Por desgracia, esa práctica no pudo continuar por razones independientes de nuestra voluntad: desaparición de algunos grupos, evolución de otros hacia posturas izquierdistas (el NCI, por ejemplo), planteamientos sectarios de grupos como CWO y Battaglia comunista, los cuales se hicieron responsables del sabotaje de las Conferencias Internacionales de los grupos de la Izquierda comunista que se organizaron a finales de los años 70 ([5]). Hacía ya casi 25 años que la CCI no había podido acoger a otros grupos proletarios en uno de sus congresos, de modo que la participación de cuatro grupos en nuestro XVIIº Congreso ([6]) ha sido ya de por sí un acontecimiento de primera importancia.
Significado del XVIIº Congreso
Esa importancia va más allá del hecho de haber podido reanudar con una práctica de la CCI en sus inicios. Lo más importante es qué significa la existencia y la actitud de esos grupos. Éstas se inscriben en una situación histórica que ya identificamos en el congreso anterior:
“La preocupación central de los trabajos del Congreso ha sido la reanudación de los combates de la clase obrera y las responsabilidades que esa reanudación implica para nuestra organización, especialmente ante el crecimiento de una nueva generación de elementos que están inclinándose hacia una perspectiva política revolucionaria” (“Balance del XVIº Congreso de la CCI: prepararse para la lucha de clases y la emergencia de nuevas fuerzas comunistas”, Acción proletaria nº 183 y Revolución mundial nº 88).
En efecto, cuando se produjo el desmoronamiento del bloque del Este y de los regímenes estalinistas en 1989,
“... las ensordecedoras campañas de la burguesía sobre la «quiebra del comunismo» y la «victoria definitiva del capitalismo liberal y democrático, sobre el «fin de la lucha de clases» y casi de la propia clase obrera, provocaron un retroceso importante del proletariado, tanto en su conciencia como en su combatividad. Ese retroceso era profundo y ha durado más de diez años. Ha marcado a toda una generación de trabajadores engendrando en ellos desorientación e incluso desmoralización. (…) Solo a partir de 2003, sobre todo a través de las grandes movilizaciones frente a los ataques a las jubilaciones en Francia y en Austria, el proletariado empezó verdaderamente a salir del retroceso que le venía afectando desde 1989. Posteriormente, esta tendencia a la recuperación de la lucha de clases y al desarrollo de la conciencia en su seno no ha sido desmentida. Los combates obreros han afectado a la mayoría de los países centrales, incluso los más importantes, tales como Estados Unidos (Boeing y los transportes de Nueva York en 2005), Alemania (Daimler y Opel en 2004, médicos hospitalarios en 2006, Deutsche Telekom en la primavera de 2007), Gran Bretaña (aeropuerto de Londres en agosto 2005, trabajadores del sector publico en la primavera de 2006), Francia (movimiento de estudiantes universitarios y de enseñanza media contra el CPE en la primavera de 2006), pero también en toda una serie de países de la periferia como Dubai (obreros de la construcción en la primavera de 2006), Bangla Desh (obreros del textil, primavera de 2006) y Egipto (obreros del textil y transportes, primavera de 2007)”.
“[...] Hoy, al igual que en 1968 [cuando la reanudación histórica de los combates de clase acabó con las cuatro décadas de contrarrevolución], el resurgir de los combates de la clase se ve acompañado por un movimiento de reflexión en profundidad y los nuevos elementos que surgen de esta reflexión y se orientan hacia las posiciones de la Izquierda comunista son como la parte emergente de un iceberg” ( (“Resolución sobre la situación internacional” adoptada por el XVIIº congreso y publicada en esta misma Revista)).
De ahí que la presencia en el Congreso de varios grupos del medio proletario, la actitud abierta a la discusión por parte de esos grupos (al otro extremo de la actitud sectaria de “viejos” grupos de la Izquierda comunista) no tiene nada de casual, sino que es parte activa de la nueva etapa en el desarrollo del combate de la clase obrera mundial contra el capitalismo.
Los trabajos del Congreso confirmaron esa tendencia, entre otras cosas, con los testimonios de las diferentes secciones desde Bélgica a India, en los países “centrales” como en los de la “periferia”: una tendencia tanto a la reanudación de las luchas obreras como al desarrollo de la reflexión entre personas que empiezan a orientarse hacia las posiciones de la Izquierda comunista. También se ilustra esa tendencia en la integración de nuevos militantes en la organización, incluso en países en los que hacía muchos años que se producía integración alguna, y también en la constitución de un núcleo de la CCI en Brasil (ver artículo en esta Revista).
Las discusiones del congreso
Debido a las circunstancias particulares en que se desarrolló el Congreso, fue el tema de las luchas obreras el primer punto del orden del día y el segundo se dedicó al análisis de las nuevas fuerzas revolucionarias que hoy están naciendo y desarrollándose. No podemos, en el marco de este artículo, dar detallada cuenta de las discusiones: la resolución sobre la situación internacional (publicada en esta misma Revista internacional) es una síntesis de ellas. Hay que subrayar fundamentalmente las características nuevas del desarrollo actual de los combates de clase. Se subrayó, en especial, la gravedad de la crisis del capitalismo, la violencia de los ataques que hoy están cayendo sobre la clase obrera y lo que está dramáticamente en juego en la situación mundial: hundimiento en la barbarie bélica y amenazas crecientes que el sistema hace pesar sobre el medio ambiente del planeta, factores todos ellos de politización de las luchas obreras. Es una situación muy diferente a la dominante tras la reanudación histórica de los combates de clase en 1968. Entonces, el margen de maniobra de que disponía el capitalismo le permitía mantener la ilusión de que “mañana será mejor que hoy”. Ahora, pocos se creen semejante ilusión: las nuevas generaciones de proletarios, al igual que las más viejas, son conscientes de que “mañana será peor que hoy”. Por eso, aunque esa perspectiva pudiera ser un factor desmoralizante y desmovilizador de los trabajadores, las luchas que éstos están realizando y que necesariamente seguirán realizando contra los golpes que reciben, van a llevarlos de manera creciente a tomar conciencia de que esas luchas son una preparación para enfrentamientos mucho más amplios contra un sistema moribundo. Ya ahora, las luchas a las que asistimos desde 2003...
“... incorporan, y cada vez mas, la cuestión de la solidaridad, una cuestión de primer orden pues es el “contraveneno” por excelencia del “cada uno a la suya” propio de la descomposición social y porque ocupa, sobre todo, un lugar central en la capacidad del proletariado mundial para no solo desarrollar sus combates actuales sino también para derribar el capitalismo” (Ídem).
Aunque el Congreso se ha preocupado sobre todo de la cuestión de la lucha de clases, también los demás aspectos de la situación internacional fueron tema de discusión. Se dedicó una parte importante de los trabajos a la crisis económica del capitalismo fijándose en particular en el crecimiento actual de algunos países “emergentes”, como India o China, que parece contradecir los análisis hechos por nuestra organización, y los marxistas en general, sobre la quiebra definitiva del modo de producción capitalista. En realidad, tras un informe detallado y una intensa discusión, el congreso concluyó:
“Las tasas de crecimiento excepcionales que ahora están alcanzando países como India, y sobre todo China, no son en modo alguno una prueba de un “nuevo impulso” de la economía mundial, aunque hayan contribuido en buena medida a su elevado crecimiento en el periodo reciente. (…) lejos de representar un “nuevo impulso” de la economía capitalista, el “milagro chino” y el de otras economías del Tercer mundo, no es más que un nuevo aspecto de la decadencia del capitalismo. (...) igual que el “milagro” que representaban las tasas de crecimiento de dos cifras de los “tigres” y “dragones” asiáticos tuvo un doloroso final en 1997, el “milagro” chino actual, a pesar de que sus orígenes son diferentes y de disponer de mejores cartas, tendrá que enfrentarse tarde o temprano a la dura realidad del estancamiento histórico del modo de producción capitalista” (Ídem).
Y, en fin, el impacto que ha provocado en la burguesía el callejón sin salida en que está metido el modo de producción capitalista y la descomposición de la sociedad que esa situación engendra, dio lugar a dos discusiones: una sobre las consecuencias de esa situación en cada país, y, la otra, sobre la evolución de los antagonismos imperialistas entre estados. Sobre este punto, el Congreso puso de relieve, sobre todo tras la aventura iraquí, el insondable fracaso de la política de la primera burguesía del mundo, la estadounidense, y el hecho de que ese fracaso lo que revela es el atolladero en que está metido todo el capitalismo:
“De hecho la llegada del equipo Cheney/Rumsfeld, y compañía a las riendas del Estado no es el simple resultado de un monumental “error de casting” de parte de esa clase [la burguesía]. Esto ha agravado considerablemente la situación de Estados Unidos en el plano imperialista, pero ya era la expresión del callejón sin salida en el que se encontraba un país enfrentado a la pérdida creciente de su liderazgo, y más, en general, al desarrollo de la tendencia de “cada uno a la suya” en las relaciones internacionales, característico de la fase de descomposición” (Ídem).
En un plano más general, el Congreso subrayó que:
“El caos militar que se desarrolla en el mundo, que sumerge amplias regiones en un verdadero infierno y en la desolación, sobre todo en Oriente Medio, pero también y especialmente en África, no es la única manifestación del atolladero histórico en que se encuentra el capitalismo, ni representa, a largo plazo, la amenaza más severa para la especie humana. Hoy está claro que la pervivencia del sistema capitalista tal y como funciona hasta hoy, comporta la perspectiva de destrucción del medio ambiente que había permitido el desarrollo de la humanidad” (Idem).
El Congreso concluyó esta parte de la discusión afirmando que:
“La alternativa anunciada por Engels a finales del siglo xix: “socialismo o barbarie”, se ha convertido a lo largo del siglo xx en una siniestra realidad. Lo que el siglo xxi nos ofrece como perspectiva es simplemente socialismo o destrucción de la humanidad. Este es el verdadero reto al que se enfrenta la única fuerza social capaz de destruir el capitalismo, la clase obrera mundial” (Idem).
La responsabilidad de los revolucionarios
Esa perspectiva pone tanto más de relieve la importancia decisiva de las luchas actuales de la clase obrera mundial, unas luchas que el Congreso examinó muy especialmente. También subraya el papel fundamental de las organizaciones revolucionarias, y especialmente de la CCI, para intervenir en esas luchas y en ellas se desarrolle la conciencia de lo que está en juego en el mundo actual.
El Congreso ha sacado un balance muy positivo de las intervenciones de nuestra organización en las luchas de la clase ante las cuestiones cruciales que se le plantean a ésta. Subrayó en particular la capacidad de la CCI para movilizarse internacionalmente (artículos en la prensa, en Internet, reuniones públicas, etc.) para dar a conocer las enseñanzas de uno de los principales episodios de la lucha de clases en este período: el de la juventud estudiantil contra el CPE en la primavera de 2006 en Francia. Nuestro sitio Internet conoció durante ese periodo un aumento espectacular de visitas, prueba de que los revolucionarios no solo tienen la responsabilidad sino también la posibilidad de oponerse a la ocultación sistemática de la prensa burguesa cuando se trata de luchas proletarias.
El Congreso también hizo un balance positivo de nuestra política hacia grupos e individuos cuya perspectiva es la defensa o el acercamiento a las posiciones de la Izquierda comunista. Durante ese periodo y como hemos dicho al empezar este artículo, la CCI vio acercarse a ella, tras una serie de intensas discusiones (pues es así como trabaja nuestra organización, que no tiene por costumbre “reclutar” a toda costa, contrariamente a lo que ocurre en las organizaciones izquierdistas), un número significativo de nuevos militantes. La CCI también se ha implicado en varios foros Internet, en inglés sobre todo, al ser éste el idioma más importante a escala internacional, en los que pueden expresarse posiciones de clase, lo que ha permitido a muchos elementos conocer mejor tanto nuestras posiciones como nuestra concepción de la discusión, lo que ha permitido superar los recelos alimentados por la multitud de capillas parásitas cuya vocación no es contribuir al desarrollo de la conciencia de la clase obrera sino a sembrar la sospecha sobre las organizaciones cuya tarea es precisamente esa contribución. El aspecto mas positivo de esa política ha sido, sin lugar a dudas, la capacidad de nuestra organización para establecer o reforzar lazos con otros grupos que se sitúan en el terreno revolucionario, cuya ilustración es la participación de cuatro entre ellos en el XVIIe Congreso. Ha sido un esfuerzo muy importante por parte de la CCI, particularmente al haber mandado delegaciones a numerosos países (para empezar, claro, a Brasil, Corea, Turquía y Filipinas, pero no sólo a éstos).
Las crecientes responsabilidades que le incumben a la CCI, tanto desde el punto de vista de la intervención en las luchas obreras como en la discusión con los grupos y personas que se sitúan en un terreno de clase implican un reforzamiento de su tejido organizativo. Éste quedó seriamente afectado a principios de los 2000 por una crisis que estalló tras su XIVo Congreso y que provocó un año después una Conferencia extraordinaria, así como una reflexión profunda en su XVo Congreso, en 2003 ([7]). Como lo constató ese Congreso y confirmó el siguiente, la CCI ha superado las fragilidades que originaron aquella crisis. Uno de los factores más importantes en la capacidad de la CCI para superar sus dificultades organizativas está en saber examinarlas atenta y profundamente. Para conseguirlo, la CCI se ha dotado desde 2001 de una comisión especial, distinta de su órgano central y como éste nombrada por el congreso, encargada específicamente de realizar esa labor. Esa comisión también ha entregado su mandato constatando que aunque son importantes los progresos realizados por nuestra organización, persisten, sin embargo, en varias secciones, secuelas y “cicatrices” de las dificultades pasadas. Eso prueba que la confección de un tejido organizativo sólido nunca está acabada, exigiendo un esfuerzo permanente por la organización como un todo y los militantes. Por ello el Congreso decidió, basándose en esa necesidad y partiendo del papel fundamental desempeñado por la comisión durante los años pasados, darle un carácter permanente inscribiendo su existencia en los estatutos de la CCI. Ese tipo de comisión no es una “invención” de nuestra organización, sino que forma parte de la tradición de las organizaciones políticas de la clase obrera: el Partido socialdemócrata alemán, que fue la referencia de la IIa Internacional, también tenía una “Comisión de control” con el mismo tipo de atributos.
Dicho eso, uno de los factores más importantes que ha permitido a nuestra organización no sólo superar su crisis, sino salir reforzada de ella ha sido su capacidad para dedicarse a una reflexión profunda, con toda la dimensión histórica y política, sobre el origen y las manifestaciones de sus debilidades organizativas, reflexión que se basó en varios textos de orientación de los que nuestra Revista ya ha publicado extractos significativos ([8]). El Congreso ha proseguido en esa dirección al dedicar, nada más iniciarse, parte de sus trabajos a discutir un texto de orientación sobre la cultura del debate que ya circulaba desde hacía meses en la organización y que pronto publicaremos en la Revista internacional. Esa cuestión no solo concierne la vida interna de la organización. La intervención de los revolucionarios exige que sean capaces de producir los análisis más pertinentes y profundos y que puedan defenderlos eficazmente en la clase para contribuir en el desarrollo de su conciencia. Ello supone que sean capaces no sólo de discutir lo mejor posible esos análisis sino también de aprender a presentarlos al conjunto de la clase y ante los elementos en búsqueda, con la preocupación de saber cuáles son sus inquietudes y sus cuestionamientos. En la medida en que la CCI se ve confrontada, tanto en sus propias filas como en el conjunto de la clase, a la emergencia de una nueva generación de militantes que se inscriben en la lucha para derribar el capitalismo, debe realizar todos los esfuerzos necesarios para apropiarse plenamente y comunicar a esa generación uno de los factores más valiosos de la experiencia del movimiento obrero, indisociable del método critico del marxismo: la cultura del debate.
La cultura del debate
Tanto la presentación como la discusión dejaron patente que en todas las escisiones vividas en la historia de la CCI, la tendencia al monolitismo había tenido un papel fundamental. En cuanto aparecían divergencias también surgían tendencias a decir que ya no se podía seguir trabajando juntos, que la CCI se había vuelto una organización burguesa o estaba en a punto de serlo, etc., cuando en realidad la mayor parte de esas divergencias podían coexistir perfectamente en el marco de una organización no monolítica. Y eso que la CCI, sin embargo, había aprendido de la Fracción italiana de la Izquierda comunista que cuando había divergencias, incluso en los principios fundamentales, la mayor clarificación colectiva era necesaria antes de cualquier separación organizativa. En ese sentido, las escisiones fueron en su mayoría manifestaciones extremas de debilidad sobre la cultura del debate cuando no de una visión monolítica. Esos problemas, sin embargo, no desaparecieron con la dimisión de militantes, porque también eran la expresión de una dificultad más general de la CCI sobre esta cuestión, pues había confusiones en nuestras filas que podrían arrastrarnos hacia el monolitismo, que tienden a aniquilar el debate en lugar de desarrollarlo. Y esas confusiones siguen existiendo. Tampoco hay que exagerar la envergadura de esos problemas: son confusiones y desaciertos que aparecen puntualmente. Pero la historia ha demostrado, la historia de la CCI y la historia del movimiento obrero, que pequeños desaciertos y pequeñas confusiones pueden ir creciendo si no entendemos las raíces de los problemas.
Existen corrientes en la historia de la Izquierda comunista que defendieron y teorizaron el monolitismo. La corriente bordiguista es una de sus caricaturas. La CCI, por su parte, es la heredera de la tradición de la Fracción italiana y de la Izquierda comunista de Francia que fueron los adversarios mas determinados del monolitismo y que practicaron con tesón la cultura del debate. La CCI se fundó sobre esa comprensión que se ratificó en sus estatutos. Por eso queda claro que aunque, sobre esta cuestión, perduren problemas en la práctica, ningún militante de la CCI puede pronunciarse en contra de la compresión teórica y práctica de la cultura del debate. Dicho lo cual, es necesario señalar la persistencia de debilidades. La primera de entre ellas es una tendencia a plantear cada discusión en términos de conflicto entre marxismo y oportunismo, entre bolchevismo y menchevismo o de lucha entre proletariado y burguesía. Semejante enfoque sólo tendría sentido si concibiéramos el programa comunista como algo invariable (la “invariabilidad” bordiguista). Y, en esto, el bordiguismo es, por lo menos, consecuente: la invariabilidad y el monolitismo de los que se reivindica son inseparables. Pero si aceptamos que el marxismo no es un dogma, que la verdad es relativa, que no está petrificada sino que es un proceso del que nunca dejaremos de aprender porque la realidad cambia permanentemente, entonces resulta evidente que la necesidad de profundizar, y también las confusiones y los errores, son etapas normales, necesarias, para alcanzar la conciencia de clase. Lo decisivo está en el impulso colectivo, en la voluntad y la participación activa hacia la clarificación.
Ha de notarse que esta tendencia a ver la presencia del oportunismo, o sea la tendencia hacia posiciones burguesas, en cualquier debate, puede acabar llevando a trivializar el peligro real del oportunismo al poner todas las discusiones al mismo nivel. La experiencia nos demuestra que fue precisamente en las escasas discusiones en que los principios fundamentales se pusieron en tela de juicio cuando hubo las mayores dificultades para descubrir tal oportunismo: cuando todo es oportunismo, en fin de cuentas nada lo es.
Otra de las consecuencias de ver oportunismo e ideología burguesa por cada esquina y en cualquier debate, es la inhibición en el debate. Los militantes “ya no tienen derecho” a tener confusiones, a expresarlas o a equivocarse porque inmediatamente se les considerará –y ellos mismos se considerarían– como traidores potenciales. En ciertos debates se enfrentan efectivamente posiciones burguesas y posiciones proletarias y son expresión de crisis y de peligro de degeneración. Pero si se ponen todos los debates en ese plano, se acaba considerando que todos son expresiones de una crisis.
Otro problema que existe, en la práctica más que de forma teorizada, es el que consiste en optar por métodos para convencer a los demás lo más rápidamente posible de la posición correcta. Es una actitud que acaba en impaciencia, en voluntad de monopolizar la discusión, en, por decirlo así, querer “aplastar al adversario”. Esa actitud reduce la capacidad de escuchar lo que dicen los demás. En una sociedad marcada por el individualismo y la competencia, verdad es que resulta difícil aprender a escuchar. Y el no saber escuchar acaba en aislamiento respecto al resto del mundo, lo que es totalmente opuesto a una actitud revolucionaria. En ese sentido, es necesario entender que lo más importante de un debate es que exista, que se desarrolle, que se abra a la participación más amplia y que pueda emerger una verdadera clarificación. En fin de cuentas, la vida colectiva del proletariado, cuando puede desarrollarla, lleva a la clarificación. La voluntad de clarificación es una de las características del proletariado como clase: ése es su interés de clase. Exige la verdad y no la falsificación. Por eso insistía tanto Rosa Luxemburgo en que la primera tarea de los revolucionarios era decir lo que es. Las actitudes de confusión no son ni la norma ni son dominantes en la CCI, pero existen y pueden ser peligrosas si no son superadas. Se ha de aprender en particular a desdramatizar los debates. La mayoría de las discusiones en la organización, y de las que tenemos fuera de ella, no son enfrentamientos entre posiciones burguesas y proletarias. Son discusiones en las que profundizamos colectivamente, basándonos en posiciones compartidas y un objetivo común, para salir de la confusión hacia la claridad.
De hecho, la capacidad para desarrollar una verdadera cultura del debate en las organizaciones revolucionarias es un signo de la primera importancia de su pertenencia a la clase obrera, de su capacidad para seguir vivas e involucradas en las necesidades de su lucha. Ese método no es algo propio de las organizaciones comunistas, sino que pertenece al proletariado como un todo: también es mediante la discusión, especialmente en las asambleas generales, la manera con la que el conjunto de la clase obrera se capacita para sacar las lecciones de sus experiencias y avanzar en el desarrollo de su conciencia de clase. El sectarismo y el rechazo del debate que caracterizan hoy desgraciadamente a muchas organizaciones del campo proletario no son ninguna prueba, ni mucho menos, de su “intransigencia” ante la ideología burguesa o la confusión. Expresan al contrario su miedo a defender sus propias posiciones y, en última instancia, son la prueba de su falta de convicción en la validez de tales posiciones.
Las intervenciones de los grupos invitados
Esa cultura del debate vivificó todos los trabajos del Congreso. Fue saludada como tal por las delegaciones de los grupos invitados que también comunicaron su experiencia y sus propias reflexiones. Uno de los compañeros de la delegación venida de Corea habló de su...
“fuerte impresión ante el espíritu fraterno en los debates, las relaciones de camaradería a las que su experiencia precedente no le había acostumbrado y que envidiaba”.
Otro compañero de la misma delegación nos habló de su convicción de que...
“la discusión sobre la cultura del debate será fructífera para el desarrollo de su propia actividad y que era importante que la CCI, así como su propio grupo, no se consideren como «únicos en el mundo»”.
La delegación de Opop, por su parte, expresó “con la mayor fraternidad un saludo al Congreso” y su “satisfacción de participar a un acontecimiento de tal importancia”. Para la delegación,
“… este Congreso no es un acontecimiento importante solo para la CCI, sino también para la clase obrera como un todo. Aprendemos mucho con la CCI. Hemos aprendido mucho estos tres años pasados en los contactos y los debates que hemos mantenido en Brasil. Ya participamos en el Congreso anterior [el de la sección en Francia en 2006] y hemos podido constatar la seriedad con la que la CCI profundiza los debates, su voluntad de estar abierta a la discusión, de no temerla y de confrontarse a posiciones diferentes a las suyas. Su método es, al contrario, suscitar el debate y queremos agradecer a la CCI habernos hecho conocer esa manera de trabajar. Saludamos igualmente la forma cómo considera la CCI la cuestión de las nuevas generaciones, actuales y futuras. Aprendemos de esa herencia a la que se refiere la CCI, transmitida por el movimiento obrero desde su nacimiento”.
La delegación también manifestó su convicción de que “la CCI también había aprendido en su relación con Opop”, en particular cuando la delegación de la CCI en Brasil participó con Opop en una intervención en una asamblea obrera dominada por los sindicatos.
Por su parte, el delegado de EKS también puso en evidencia la importancia del debate para el desarrollo de las posiciones revolucionarias en la clase, en particular para las nuevas generaciones:
“Para empezar, me gustaría subrayar la importancia de los debates para las nuevas generaciones. Hay gente joven en nuestro grupo y nos hemos politizado gracias al debate. Hemos aprendido mucho del debate, en particular el que tenemos con jóvenes con quienes estamos en contacto... Creo que para la generación joven, el debate será un aspecto muy importante del desarrollo político. Hemos conocido a un compañero mayor que nosotros que vive en un barrio muy pobre de Estambul. Nos ha contado que en su barrio los obreros siempre querían discutir, pero que los izquierdistas que trabajan políticamente en los barrios obreros siempre intentan liquidar el debate para pasar a “lo práctico”, como se puede esperar de ellos. Creo que la cultura del debate de la que se habla aquí ahora, y que he experimentado en este congreso, es la negación del método izquierdista de la discusión vista como competición. Quisiera hacer unos comentarios sobre los debates entre grupos internacionalistas. Primero, pienso, claro está, que tendrían que ser constructivos y fraternales en la medida de lo posible y que siempre hemos de pensar que los debates son el esfuerzo colectivo para lograr una clarificación política entre revolucionarios. No pueden ser una competición o algo que suscite la hostilidad o la rivalidad. Esto sería la negación total del esfuerzo colectivo para llegar a nuevas conclusiones, para acercarse a la verdad. También es importante que el debate entre grupos internacionalistas sea lo más regular posible porque eso ayuda mucho en la clarificación de los que se comprometen internacionalmente. También creo que es necesario que el debate siga abierto a todos los elementos proletarios interesados. También considero que es significativo que los debates sean públicos. Los debates no pertenecen únicamente a los que se comprometen directamente en ellos. El debate por sí mismo, el objeto de la discusión, son una ayuda real para alguien que, sencillamente, puede leer. Recuerdo, por ejemplo, que hasta hace poco tiempo, yo tenía mucho miedo a debatir, pero me encantaba leer. Leer los debates, las conclusiones, ayuda mucho y entonces es importante que los debates sean públicos para que todos los que están interesados puedan leerlos. Es una forma eficaz de desarrollarse teórica y políticamente.”
Las calurosas intervenciones de las delegaciones de los grupos invitados no tenían nada que ver con halagos hacia CCI. Los compañeros de Corea hicieron varias críticas a los trabajos del Congreso, lamentando en particular que no se insistiera más sobre la experiencia de nuestra intervención en el movimiento contra el CPE en Francia, o que el análisis de la situación económica en China no incluya más elementos de la situación social y las luchas de la clase obrera. Los delegados de la CCI tomaron buena nota de esas críticas que permitirán a nuestra organización tener más en cuenta las preocupaciones y las expectativas de otros grupos del campo proletario y, también, estimular nuestro esfuerzo para profundizar los análisis de una cuestión tan importante como la de China. Resulta evidente, además, que los elementos y análisis que aportarán los demás grupos sobre esas cuestiones, en particular los grupos de Extremo Oriente, tendrán un valor inapreciable para nuestro propio trabajo.
Ya durante el Congreso las intervenciones de las delegaciones aportaron mucho a nuestra comprensión de la situación mundial, y en particular, claro está, cuando aportaban elementos concretos sobre la situación en sus países. No podemos, en el marco de este articulo, reproducir íntegramente las intervenciones de las delegaciones, aunque habrá aspectos de ellas que aparecerán en artículos de nuestra prensa. Nos limitaremos aquí a señalar los rasgos mas destacados. En lo que concierne la lucha de clases, el delegado de EKS insistió en que tras la derrota de las luchas masivas del 89 se estaban hoy reanudando las luchas obreras, una oleada de huelgas con ocupaciones de fábricas ante una situación económica dramática para los trabajadores. Ante esta situación, los sindicatos no se limitan a sabotear las luchas como siempre lo han hecho, sino que intentan además propagar el nacionalismo entre la clase obrera alimentando campañas sobre el tema de la “Turquía eterna”. La delegación de Opop, por su parte, puso de relieve que debido a los vínculos existentes entre sindicatos y gobierno actual (el Presidente Lula fue el principal dirigente sindical del país), hay hoy una tendencia a luchar fuera del marco sindical oficial, una “rebelión de la base” como se autodenominó el movimiento del sector bancario en 2003. Los nuevos ataques económicos que está preparando el gobierno Lula van a animar a la clase obrera a luchar, por mucho que los sindicatos adopten una actitud mucho más “crítica” hacia Lula.
Otra contribución importante de las delegaciones de Opop y de EKS en el Congreso hizo referencia a la política imperialista de Turquía y Brasil. Opop aportó elementos que permiten entender mejor la postura de Brasil, país que por un lado muestra ser un aliado fiel a la política norteamericana de “gendarme del mundo” (en particular con su presencia militar en Timor y Haití, país en que asume el mando de las fuerzas extranjeras) y, por otro, intenta desplegar su propia diplomacia, con acuerdos bilaterales en particular con Rusia (a quien compra aviones), India y China (cuyos productos industriales compiten con la producción brasileña). Por otra parte, Brasil desarrolla una política de potencia imperialista regional, intentando imponer sus condiciones a países como Bolivia o Paraguay. En cuanto al compañero de EKS, hizo una intervención muy interesante sobre ciertos aspectos de la vida política de la burguesía turca (en particular sobre lo que está en juego en el conflicto entre sector “islamista” y sector “laico”) y de sus ambiciones imperialistas. Aunque no reproduzcamos aquí esa intervención, queremos subrayar la idea esencial recogida en su conclusión: el peligro de que, en una región vecina a una de las zonas en donde se desencadenan con más violencia los conflictos imperialistas, particularmente en Irak, la burguesía turca entre en una espiral militar dramática, haciendo pagar a la clase obrera aun más el precio de las contradicciones del capitalismo.
Las intervenciones de las delegaciones de los grupos invitados fueron, junto con las de las delegaciones de las secciones de la CCI, un aporte de primera importancia a los trabajos del Congreso y a la reflexión sobre todas las cuestiones, permitiéndole “sintetizar la situación mundial”, como lo señaló la delegación de SPA de Corea. De hecho, como decíamos al principio de este artículo, una de las claves de la importancia de este Congreso fue la participación de los grupos invitados: fue uno de los factores más importantes de su éxito y del entusiasmo compartido por todas las delegaciones en el momento de su clausura.
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Con pocos días de intervalo se han celebrado dos reuniones internacionales: la Cumbre del G8 y el Congreso de la CCI. Ni que decir tiene que hay, evidentemente, diferencias en la amplitud y el impacto inmediatos de ambas reuniones, pero vale la pena poner de relieve el contraste entre ellas, tanto desde el punto de vista de las circunstancias como del de los fines y del tipo de funcionamiento. Por un lado, había una reunión protegida por alambradas, por un despliegue policiaco sin precedentes y por la represión, una reunión en la que las declaraciones sobre la “sinceridad de las discusiones”, sobre “la paz” y el “porvenir de la humanidad” no eran sino siniestras cortinas de humo para esconder los antagonismos entre Estados capitalistas, para preparar nuevas guerras y preservar un sistema que no ofrece ningún porvenir a la humanidad. Por otro lado hubo una reunión de revolucionarios de 15 países en lucha contra todas las pantallas de humo, contra todas las falsedades, capaz de de llevar a cabo debates realmente fraternos con un profundo ánimo internacionalista, para contribuir a la única perspectiva que pueda salvar a la humanidad, la lucha internacional y unida de la clase obrera para echar abajo el capitalismo e instaurar una sociedad comunista.
Sabemos lo largo y difícil que es el camino que nos llevará hasta esa sociedad, pero la CCI está convencida de que su XVIIo Congreso es una etapa muy importante en ese camino.
CCI
[1]) Cf. nuestro artículo “Treinta años de la CCI: apropiarse del pasado para construir el futuro” en Revista internacional no 123.
[2]) Opop : Oposição operária (Oposición obrera). Es un grupo implantado en varias ciudades brasileñas que se formó a principios de los años 90, con elementos, entre otros, en ruptura con la CUT (sindicato brasileño) y el Partido de los trabajadores de Lula (presidente actual de Brasil) para adherirse a las posiciones del proletariado, especialmente sobre la cuestión esencial del internacionalismo, pero también sobre la cuestión sindical (denuncia de esos órganos como instrumentos de la clase burguesa) y la parlamentaria (denuncia de la mascarada “democrática”). Es un grupo activo en las luchas obreras (en el sector bancario en particular) con el que la CCI mantiene discusiones fraternas desde hace varios años y con el que ha organizado varias reuniones públicas en Brasil (léase al respecto, entre otros artículo, “Cuatro intervenciones públicas de la CCI en Brasil: un fortalecimiento de las posiciones proletarias” en ccionline/2006). Una delegación de Opop estuvo ya presente en el XVIIº Congreso de nuestra sección en Francia de la primavera de 2006 (cf. el artículo “17e Congrès de RI : l’organisation révolutionnaire à l’épreuve de la lutte de classe” en Revolution internationale no 370).
[3]) SPA: siglas del nombre en inglés de la Socialist Political Alliance (Alianza política socialista). Es un grupo que se ha propuesto la tarea de dar a conocer en Corea las posiciones de la Izquierda comunista, sobre todo traduciendo algunos de sus textos de base y organizar, en ese país, discusiones sobre esas posiciones entre grupos y elementos. La SPA organizó en octubre de 2006 una conferencia internacional a la que la CCI, que llevaba discutiendo con ella desde hacía un año, mandó una delegación (cf. nuestro artículo “Informe sobre la Conferencia de Corea de octubre de 2006” en la Revista internacional no 129). Cabe señalar que los participantes en esta conferencia, que se verificó justo cuando los ensayos nucleares de Corea del Norte, adoptaron una “Declaración internacionalista contra la amenaza de guerra en Corea”.
[4]) EKS: Enternasyonalist Komünist Sol (Izquierda comunista internacionalista): grupo formado recientemente en Turquía, resueltamente asentado en las posiciones de la Izquierda comunista. Hemos publicado en francés algunas tomas de posición de IKS en nuestra página WEB (https://fr.internationalism.org/isme327/turquie)
[5]) Eso no impidió a la CCI invitar al Buró internacional por el partido revolucionario (BIPR) a su XIIIº Congreso, en 1999. Nosotros pensábamos que la gravedad de lo que se estaba jugando en plena Europa (era cuando los bombardeos de Serbia por los ejércitos de la OTAN) merecía que, como mínimo, los grupos revolucionarios dejaran de lado sus divergencias para encontrarse en un mismo lugar para así examinar juntos todo lo que implica el conflicto y, en su caso, hacer una declaración común. El BIPR, lamentablemente, rechazó la invitación.
[6]) Internasyonalismo estaba políticamente presente, aunque no pudiera haberlo estado físicamente.
[7]) Véanse sobre el tema nuestros artículos “Conferencia extraordinaria de la CCI: el combate por la defensa de los principios organizativos” y “XVo Congreso de la CCI: reforzar la organización ante los retos del periodo”, en los nos 110 y 114 de la Revista internacional.
[8]) Véase « La confianza y la solidaridad en la lucha del proletariado », así como “Marxismo y ética”, en los nos 111, 112, 127 y 128 de la Revista internacional.