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anton_pannekoek_la_destruccion_de_la_naturaleza.pdf [1] | 42.88 KB |
Este artículo escrito por Anton Pannekoek (1873-1960), publicado en 19091, es una rotunda refutación de las acusaciones -inspiradas en las mentiras del estalinismo - de que el marxismo no se preocupa por la naturaleza y la cuestión ecológica; que -al igual que el sistema capitalista que dice combatir- está marcado por el mismo "productivismo" que es tan destructivo para la naturaleza. Es exactamente lo contrario.
En este artículo, Pannekoek desarrolla, de forma condensada y muy accesible, el mismo planteamiento que ya expuso Marx en El Capital. Reafirma que sólo el advenimiento del comunismo ofrece una alternativa realista a la destrucción de la naturaleza.
Hoy en día, las campañas ideológicas de la clase dominante hacen recaer conscientemente la responsabilidad del desastre ecológico en el "Hombre" en general, para ocultar mejor el hecho de que, como parte integrante de la naturaleza, la especie humana interactúa con ella a través de las diferentes formas de organización social que se han sucedido en la historia. Todas ellas, desde el fin de la sociedad comunista primitiva, han sido sistemas de explotación basados en la división de la sociedad en clases sociales. No es el "Hombre", sino el sistema capitalista, animado únicamente por la extracción máxima de beneficios, el que está vampirizando toda la naturaleza, y sometiéndola, al igual que la fuerza de trabajo del proletariado (siendo éstas las dos fuentes de su riqueza) a una explotación feroz, que desemboca en el agotamiento y la aniquilación. Por eso el capitalismo no tiene solución a la cuestión ecológica, y por eso resolverla realmente va de la mano de resolver la cuestión social.
En 1909 Pannekoek ya subrayaba que los estragos de la deforestación planteaban una cuestión vital para la humanidad. Después de más de un siglo de decadencia del capitalismo, la devastación de la naturaleza durante este periodo ha alcanzado tales proporciones que sus efectos (calentamiento del clima, colapso de los ecosistemas sobreexplotados, deforestación que da lugar a enfermedades zoonóticas...), combinados con los efectos de la crisis económica y las guerras imperialistas, hacen más tangible que nunca la amenaza de la destrucción de la humanidad. Esta dramática situación exige que el proletariado se eleve al nivel de su responsabilidad histórica como sepulturero del capitalismo, porque sólo la sociedad que lleva en su seno, basada en la abolición de la ley de la mercancía y de las relaciones sociales de explotación, la creación de una sociedad sin clases orientada a la satisfacción de las necesidades humanas, permitirá alcanzar un verdadero equilibrio entre la naturaleza y la especie humana.
La literatura científica recoge numerosas quejas sobre la creciente destrucción de los bosques. Pero no sólo hay que tener en cuenta la alegría que todo amante de la naturaleza siente por los bosques. También hay importantes intereses materiales, de hecho los intereses vitales de la humanidad. Con la desaparición de los abundantes bosques, los países conocidos en la Antigüedad por su fertilidad, que estaban densamente poblados y eran famosos como graneros para las grandes ciudades, se han convertido en desiertos pedregosos. La lluvia rara vez cae allí, salvo en forma de diluvios devastadores que se llevan las capas de humus que la lluvia debería fertilizar. Allí donde los bosques de montaña han sido destruidos, los torrentes alimentados por las lluvias de verano hacen rodar enormes masas de piedras y arena que obstruyen los valles alpinos, arrasando los bosques y devastando los pueblos cuyos habitantes son inocentes, "debido a que el interés personal y la ignorancia han destruido el bosque y las cabeceras del alto valle".
Los autores insisten mucho en el interés personal y la ignorancia en su elocuente descripción de esta miserable situación, pero no analizan sus causas. Probablemente piensan que basta con insistir en las consecuencias para sustituir la ignorancia por una mejor comprensión y deshacer los efectos. No ven que esto es sólo una parte del fenómeno, uno de los numerosos efectos similares que el capitalismo, este modo de producción que es la etapa más alta de la caza de beneficios, tiene sobre la naturaleza.
¿Por qué Francia, un país pobre en bosques, tiene que importar cada año cientos de millones de francos de madera del extranjero y gastar mucho más para reparar mediante la reforestación las desastrosas consecuencias de la deforestación de los Alpes? Bajo el Antiguo Régimen había muchos bosques estatales. Pero la burguesía, que tomó el timón de la Revolución Francesa, sólo vio en ellos un instrumento de enriquecimiento privado. Los especuladores talaron 3 millones de hectáreas para convertir la madera en oro. No pensaron en el futuro, sólo en el beneficio inmediato.
Para el capitalismo todos los recursos naturales no son más que oro. Cuanto más rápido los explota, más se acelera el flujo de oro. La economía privada da lugar a que cada individuo intente obtener el mayor beneficio posible sin pensar ni por un momento en el interés general, el de la humanidad. En consecuencia, todo animal salvaje que tenga un valor monetario y toda planta silvestre que dé beneficios es inmediatamente objeto de una carrera hacia el exterminio. Los elefantes de África casi han desaparecido, víctimas de la caza sistemática por su marfil. Lo mismo ocurre con los árboles de caucho, que son víctimas de una economía depredadora en la que todo el mundo se limita a destruirlos sin plantar otros nuevos. En Siberia, se ha observado que los animales de pelaje son cada vez más raros debido a la caza intensiva y que las especies más valiosas podrían desaparecer pronto. En Canadá, vastos bosques vírgenes han sido reducidos a cenizas, no sólo por los colonos que quieren cultivar la tierra, sino también por los "prospectores" que buscan yacimientos minerales y que transforman las laderas de las montañas en roca desnuda para tener una mejor visión del terreno. En Nueva Guinea se organizó una matanza de aves del paraíso para satisfacer el caro capricho de una multimillonaria estadounidense. La locura de la moda, propia de un capitalismo derrochador de plusvalía, ya ha llevado al exterminio de especies raras; las aves marinas de la costa este de América sólo deben su supervivencia a la estricta intervención del Estado. Estos ejemplos podrían multiplicarse a voluntad.
Pero, ¿no están las plantas y los animales para que el hombre los utilice para sus propios fines? Aquí dejamos completamente de lado la cuestión de la conservación de la naturaleza tal y como sería sin la intervención humana. Sabemos que los humanos son los dueños de la Tierra y que transforman completamente la naturaleza para satisfacer sus necesidades. Para vivir, dependemos completamente de las fuerzas de la naturaleza y de los recursos naturales; tenemos que utilizarlos y consumirlos. No se trata de eso, sino de la forma en que el capitalismo los utiliza.
Un orden social racional tendrá que utilizar los recursos naturales disponibles de manera que lo que se consuma se reponga al mismo tiempo, para que la sociedad no se empobrezca y pueda enriquecerse. Una economía cerrada que consume parte de su maíz de siembra se empobrece cada vez más y debe fracasar inevitablemente. Pero así es como actúa el capitalismo. Es una economía que no piensa en el futuro sino que vive sólo en el presente inmediato. En el orden económico actual, la naturaleza no está al servicio de la humanidad, sino del capital. No son el vestido, la alimentación o las necesidades culturales de la humanidad las que rigen la producción, sino el apetito del capital por el beneficio, por el oro.
Los recursos naturales se explotan como si las reservas fueran infinitas e inagotables. Las consecuencias nefastas de la deforestación para la agricultura y la destrucción de animales y plantas útiles ponen de manifiesto el carácter finito de las reservas disponibles y el fracaso de este tipo de economía. Roosevelt reconoce este fracaso cuando quiere convocar una conferencia internacional para revisar el estado de los recursos naturales aún disponibles y tomar medidas para impedir su despilfarro.
Por supuesto, el plan en sí es una patraña. El Estado podría hacer mucho para detener el despiadado exterminio de especies raras. Pero el Estado capitalista es, en definitiva, un pobre representante del bien de la humanidad. Debe detenerse ante los intereses esenciales del capital.
El capitalismo es una economía sin cabeza que no puede regular sus actos por la comprensión de sus consecuencias. Pero su carácter devastador no se deriva sólo de este hecho. A lo largo de los siglos los seres humanos también han explotado la naturaleza de forma insensata, sin pensar en el futuro de la humanidad en su conjunto. Pero su poder era limitado. La naturaleza era tan vasta y tan poderosa que con sus débiles medios técnicos los humanos sólo podían dañarla excepcionalmente. El capitalismo, por el contrario, ha sustituido las necesidades locales por las mundiales y ha creado técnicas modernas de explotación de la naturaleza. Así que ahora se trata de enormes masas de materia que se someten a medios colosales de destrucción y se trasladan con poderosos medios de transporte. La sociedad bajo el capitalismo puede ser comparada con un gigantesco cuerpo no inteligente; mientras el capitalismo desarrolla su poder sin límites, al mismo tiempo está devastando sin sentido cada vez más el medio ambiente del que vive. Sólo el socialismo, que puede dar a este cuerpo conciencia y acción razonada, sustituirá al mismo tiempo la devastación de la naturaleza por una economía racional.
1 Publicado: Zeitungskorrespondenz, nº 75. Julio de 1909. Una traducción al inglés apareció por primera vez en Socialist Standard no. 1380, agosto de 2019
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cci_-_3er_manifiesto.pdf [4] | 1.93 MB |
Hace 130 años cuando las tensiones entre potencias capitalistas crecían en Europa, Federico Engels planteó la disyuntiva para la humanidad: Socialismo o Barbarie.
Esta se concretó en la Primera Guerra Mundial que estalló en 1914 y causó 20 millones de muertos, otros 20 millones de inválidos, y en el caos de la guerra se produjo la pandemia de la gripe española con más de 50 millones de muertos.
La revolución en Rusia 1917 y las tentativas revolucionarias en varios países acabaron con la carnicería y mostraron la otra cara del dilema histórico planteado por Engels: el derrocamiento del capitalismo a nivel mundial por la clase revolucionaria -el proletariado- abriendo la posibilidad de la sociedad comunista.
Sin embargo, lo que viene a continuación:
el aplastamiento de la tentativa mundial revolucionaria de 1917-23, la brutal contrarrevolución en Rusia perpetrada por el estalinismo adoptando la bandera del “comunismo”;
la masacre del proletariado en Alemania, iniciada por la Socialdemocracia1 [5] y rematada por el nazismo;
el alistamiento del proletariado y su masacre en este país;
el alistamiento de los proletarios bajo las banderas del antifascismo y la defensa de la Patria “socialista”;
llevaron en 1939-45 a otro nuevo jalón de la barbarie, la Segunda Guerra Mundial con 60 millones de muertos y una secuela infinita de sufrimientos: los campos de concentración nazis y estalinistas; los bombardeos aliados de Dresde, Hamburgo o Tokio (enero 1945), el lanzamiento por USA de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Desde entonces la guerra no ha cesado de segar vidas en todos los continentes.
Primero fue la confrontación entre los bloques americano y ruso, la llamada Guerra Fría (1945-89), con una cadena interminable de guerras localizadas y con la amenaza de un diluvio de bombas nucleares pendiendo sobre el planeta entero
Después, tras el hundimiento de la URSS en 1989-91, guerras caóticas han ensangrentado el planeta, Irak, Yugoslavia, Ruanda, Afganistán, Yemen, Siria, Etiopía, Sudán… La guerra de Ucrania es la crisis bélica más grave desde 1945.
La barbarie de la guerra se ve acompañada por una multiplicación y una interacción de fuerzas destructivas que se refuerzan mutuamente:
la pandemia COVID que aún está lejos de ser superada y que anuncia nuevas pandemias;
el Desastre ecológico y medioambiental que se acelera y se amplifica conjugandose con toda clase de trastornos climáticos, provocando catástrofes cada vez más incontrolables y mortíferas: sequías, inundaciones, huracanes, tsunamis; contaminación de tierras, aguas, del aire y del espacio…
la grave crisis alimentaria que provoca hambrunas de proporciones bíblicas.
Hace 40 años, la humanidad corría el riesgo de perecer en una Tercera Guerra Mundial, hoy puede ser aplastada por esa agregación y combinación mortífera de fuerzas de destrucción. “Ser aniquilado bestialmente por un chaparrón de bombas termonucleares en una guerra generalizada o serlo por la contaminación, la radioactividad de las centrales nucleares, las hambres, las epidemias y las matanzas en conflictos guerreros, en los que, además, se utilizarían las armas atómicas, todo ello es, en fin, de cuentas, lo mismo. La única diferencia entre ambas formas de destrucción es que aquélla es más rápida mientras que ésta va más lenta y, por ende, con muchos más sufrimientos si cabe”2 [6]. La disyuntiva planteada por Engels toma una forma mucho más acuciante: COMUNISMO o DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD. El momento es grave, es necesario que los revolucionarios internacionalistas lo afirmemos sin tapujos ante nuestra clase pues solo ella puede abrir la perspectiva comunista a través de una lucha permanente y encarnizada.
Los llamados « medios de comunicación de masas” falsifican y subestiman la realidad de la guerra. Al principio no hacían más que hablar de la guerra de Ucrania las 24 horas del día. Pero, con el paso del tiempo, la guerra se ha banalizado, ya no ocupa los titulares de los periódicos, sus ecos no van más allá de algunas declaraciones amenazadoras, de llamamientos a los sacrificios para “enviar armas a Ucrania”, de campañas de propaganda machacones contra los rivales, de fake news, todo ello sazonado con vanas ilusiones de “negociaciones” …
Banalizar la guerra, habituarse a su olor repugnante de cadáveres y ruinas humeantes, es la peor de las perfidias, es ocultar el grave peligro que hace pesar sobre la humanidad, es cegarnos sobre todas las amenazas que penden permanentemente sobre nuestras cabezas.
Millones de personas, en África, Asia o Centroamérica, no conocen otra realidad que la GUERRA; desde que nacen hasta que mueren malviven en un océano de barbarie donde proliferan atrocidades de todo género: niños - soldados, operaciones de castigo, toma de rehenes, atentados terroristas, desplazamientos en masa, bombardeos indiscriminados.
Mientras las guerras del pasado se limitaban al frente de combate y movilizaban a una proporción muy limitada de la población, las guerras del siglo XX y XXI son GUERRAS TOTALES que abarcan todas las esferas de la vida social, movilizan a toda la población, tanto soldados como civiles, y sus efectos se extienden por todo el mundo arrastrando a todos los países, incluidos los no directamente beligerantes. En las guerras del siglo XX y XXI ningún habitante ni lugar del planeta pueden escapar a sus efectos letales.
En el frente, que puede abarcar miles de kilómetros y que se extiende por tierra, mar y aire… ¡y por el espacio!, la vida es segada por las bombas, los disparos, las minas, en muchos casos por el “fuego amigo” … Embargados por una locura asesina, forzados por el terror que imponen los superiores o atrapados en situaciones extremas, todos los participantes se ven obligados a realizar las acciones más suicidas, criminales y destructivas.
Parte del frente militar es la “guerra a distancia” con el despliegue incesante de máquinas de destrucción ultramodernas: aviones que arrojan sin pausa miles de bombas; drones teledirigidos a todos los “objetivos” del enemigo, artillería móvil o fija que machacan incansables al rival, misiles que recorren cientos o miles de kilómetros.
La llamada “retaguardia” se convierte en teatro permanente de la guerra donde la población es tomada como rehén de los bandos enfrentados. Cualquiera puede morir en los bombardeos periódicos de ciudades enteras…. En los centros de producción se trabaja con el fusil en la espalda armado por policía, partidos, sindicatos y demás instituciones de “la Patria”, a la vez que se corre el peligro de ser destripados por las bombas enemigas. El trabajo se convierte en un infierno aún mayor que el cotidiano de la explotación capitalista.
La comida dramáticamente racionada es una sopa inmunda y pestilente … No hay agua, ni electricidad, ni calefacción… Millones de seres humanos ven su existencia reducida a una animal supervivencia. Desde el cielo caen los obuses que matan miles de personas causándoles horribles agonías, sobre el terreno los interminables controles policiales o militares, el peligro de ser arrestado por esbirros armados, mercenarios presentados como “defensores de la patria” … Continuamente hay que correr a refugiarse en sótanos inmundos infestados de ratas … El respeto, la solidaridad más elemental, la confianza, el pensamiento racional… desaparecen arrasados por la atmósfera de terror que impone no solo el gobierno, sino la Unión Nacional en la que participan con celo inmisericorde partidos y sindicatos. Los rumores más absurdos, las noticias más inverosímiles, circulan sin cesar provocando un ambiente histérico de delación, de sospecha indiscriminada, tensión brutal, pogromismo.
La guerra es una barbarie querida y planificada por los gobiernos que la agudizan propagando conscientemente el odio, las fracturas y divisiones entre seres humanos, la muerte por la muerte, la institucionalización de la tortura, la sumisión, las relaciones de fuerzas, como única lógica de la evolución social. Los violentos combates que se producen en torno a la central nuclear de Zaparosvke en Ucrania muestra como los dos bandos no tienen ningún escrúpulo ante el riesgo de provocar una catástrofe radioactiva peor que la de Chernobyl y con consecuencias tremendas para las poblaciones europeas. La amenaza del uso del arma nuclear asoma inquietante.
El capitalismo es el sistema más hipócrita y cínico de la historia. Todo su arte ideológico consiste en hacer pasar sus intereses como el “interés del pueblo” adornados por los más elevados ideales: la justicia, la paz, el progreso, los derechos humanos…
Todos los Estados fabrican una IDEOLOGIA DE GUERRA destinada a justificarla y a convertir a sus “ciudadanos” en hienas dispuestas a matar. “La guerra es un asesinato gigantesco, metódico, organizado. En los seres humanos este asesinato sistemático es posible sólo si previamente se ha alcanzado cierto grado de ebriedad. La acción bestial debe contar con la misma bestialidad de pensamiento y sentido; ésta prepara y acompaña a aquélla” (Rosa Luxemburgo).
Las grandes democracias tienen la PAZ como pilar de su ideología de guerra. Manifestaciones “por la paz” han preparado las guerras imperialistas. En el verano de 1914 y en 1938-39 millones de personas se manifestaron “por la paz” en un grito estéril de “hombres de buena voluntad”, explotadores y explotados tomados de la mano, que el bando “democrático” utilizó para justificar la aceleración de los preparativos bélicos.
En la primera guerra mundial, Alemania movilizó sus tropas en “defensa de la paz”, “rota por el atentado de Sarajevo que golpeaba a su aliado austriaco”. Pero en el bando contrario, Francia y Gran Bretaña se lanzaron a la carnicería en nombre de la paz “rota por Alemania”. En la segunda guerra mundial, Francia y Gran Bretaña aparentaron un esfuerzo de “paz” en Múnich frente a las pretensiones de Hitler, a la vez que preparaban frenéticamente la guerra. La invasión de Polonia por la acción combinada de Hitler y Stalin les dio la excusa perfecta para lanzarse a la guerra … En Ucrania, Putin dijo hasta unas horas antes de la invasión el 24 de febrero que quería “la paz”, mientras que Estados Unidos denunciaban sin descanso el belicismo de Putin…
La Nación, la defensa nacional y todas las armas ideológicas que gravitan a su alrededor (racismo, religión etc.) es el banderín de enganche para movilizar al proletariado y a toda la población en la matanza imperialista. La burguesía proclama en tiempos de “paz” la ”convivencia entre los pueblos”, pero todo se esfuma con la guerra imperialista, entonces caen las máscaras y todos propagan el odio al extranjero y la defensa acérrima de la Nación.
Todos presentan sus guerras como “defensivas”. Hace 100 años, los ministerios encargados de la barbarie guerrera se llamaban “ministerio de la guerra” hoy con la peor de las hipocresías se llaman “Ministerio de Defensa”. El defensismo es la hoja de parra de la acción bélica. No hay naciones agredidas y naciones agresoras, todas son participantes activos del engranaje mortífero de la guerra. Rusia en la guerra actual aparece como el “agresor” pues es quien ha tomado la iniciativa de invadir Ucrania, pero previamente Estados Unidos expandió maquiavélicamente la OTAN integrando a varios países del antiguo Pacto de Varsovia. No se puede mirar cada eslabón aislado, hay que ver la cadena sangrienta de confrontación imperialista que desde hace más de un siglo atenaza la humanidad entera.
Hablan de “guerra limpia”, que sigue (o debería seguir) “reglas humanitarias” conformes al “derecho internacional”. ¡Es un engaño vil que expresa un cinismo y una hipocresía monstruosos! Las guerras del capitalismo decadente no pueden atenerse a más regla que la destrucción absoluta del enemigo y ello incluye aterrorizar a la población del rival con bombardeos despiadados … En la guerra se establece una relación de fuerza donde TODO VALE, desde las violaciones y los castigos más brutales sobre la población de los rivales, hasta el terror más indiscriminado sobre los propios “ciudadanos”. Los bombardeos que Rusia efectúa sobre Ucrania siguen la estela de los realizados por Estados Unidos en Irak y por los gobiernos americano y rusa en Siria y Afganistán; y mucho antes por USA en Vietnam; los que Francia realizó sobre sus antiguas colonias, como Madagascar o Argelia; los que hicieron los “aliados democráticos” sobre Dresde o Hamburgo o la barbarie nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki. Las guerras del siglo XX y XXI se han visto acompañadas por métodos de exterminación en masa empleados por todos los bandos, aunque el democrático tiene la astucia de subcontratarlos a personalidades siniestras que cargan con la impopularidad de su ejecución.
¡Tienen el rostro de hablar de “guerras justas”! El bando de la OTAN que sostiene Ucrania dice que es una batalla por la democracia contra el despotismo de Putin. Putin dice que va a “desnazificar” Ucrania. Ambos engañan descaradamente. El bando de las “democracias” tiene las manos manchadas de sangre: sangre de las innumerables guerras que han provocado directa (Vietnam, Yugoslavia, Irak, Afganistán) o indirectamente (Libia, Siria, Yemen…); sangre de los miles de emigrantes asesinados en el mar o en las “fronteras calientes” en USA o en Europa… El Estado ucraniano emplea el terror para imponer la lengua y la cultura ucranianas; asesina a trabajadores por el único delito de hablar ruso; alista por la fuerza a cualquier joven pillado en calles o carreteras; utiliza la población incluida la de los hospitales como escudos humanos; despliega bandas nazis para aterrorizar a la población… Por su parte, Putin, además de los bombardeos, las violaciones y las ejecuciones sumarias, desplaza miles de familias a campos de concentración en tierras recónditas; impone el terror en los territorios “liberados” y alista para el ejército a los ucranianos enviándolos a las posiciones donde la muerte es segura.
Hace diez mil años uno de los medios de destrucción del comunismo primitivo fue las guerras tribales, desde entonces, bajo la égida de modos de producción basados en la explotación, la guerra ha sido uno de los peores flagelos. Pero ciertas guerras han jugado un papel progresivo, por ejemplo, en el desarrollo del capitalismo, formando nuevas naciones, extendiendo el mercado mundial, estimulando el desarrollo de las fuerzas productivas.
Sin embargo, desde la primera Guerra Mundial, el mundo está totalmente repartido entre las potencias capitalistas, con ello la única salida para cada capital nacional es arrebatar a los rivales mercados, zonas de influencia y áreas estratégicas. Esto hace que la guerra y todo lo que conlleva (militarismo, acumulación gigantesca de armamentos, alianzas diplomáticas) se convierta en el MODO DE VIDA PERMANENTE del capitalismo. Una incesante tensión imperialista se apodera del mundo y arrastra a todas las naciones, grandes o pequeñas, sea cual sea su definición ideológica, la orientación de sus gobiernos, su composición racial o su herencia cultural y religiosa. TODAS LAS NACIONES SON IMPERIALISTAS. El mito de las naciones “pacíficas y neutrales” es un engaño, si ciertas naciones adoptan una política “neutral” es para sacar tajada de los diferentes campos enfrentados y labrarse su propia zona de influencia. En junio 2022, Suecia un país oficialmente neutral durante más de 70 años se ha unido la OTAN y con ello no “ha traicionado ningún ideal”, ha proseguido su política imperialista “por otros medios”.
La guerra puede ser un negocio para los sectores empresariales implicados en la fabricación de armamentos. Puede igualmente favorecer por un tiempo a un país determinado, pero, para el capitalismo en su conjunto, es una catástrofe económica, un despilfarro irracional, un MENOS que pesa sobre la producción mundial y causa endeudamiento, inflación y destrucción ecológica, nunca un MAS que expande la acumulación capitalista.
Necesidad ineludible para la supervivencia de cada nación, la guerra supone una carga económica letal. La URSS se hundió porque no pudo resistir la alocada carrera armamentística que supuso el enfrentamiento con USA y que este llevó al máximo con el famoso despliegue de la Guerra de las Estrellas en los años 1980 del siglo XX. Estados Unidos que fue el gran vencedor de la 2ª Guerra Mundial y gozó de una espectacular bonanza económica hasta finales de 1960, ha encontrado numerosos obstáculos para preservar su hegemonía imperialista, por una parte, a causa de la disolución de la política de bloques que ha favorecido la emergencia el despertar de nuevos apetitos imperialistas, especialmente entre sus antiguos “aliados”, una política de contestación y de cada uno para sí, y, en segundo lugar, a causa del gigantesco esfuerzo guerrero que ha tenido que realizar durante más de 80 años y las costosas operaciones militares en la que ha debido embarcarse para mantener su rango de primera potencia mundial.
El capitalismo lleva en su ADN la competencia más exacerbada, el TODOS CONTRA TODOS y el CADA UNO A LA SUYA, de cada capitalista y de cada nación.
Sin embargo, esta tendencia “orgánica” del capitalismo no apareció claramente en su periodo ascendente (siglo XIX) pues cada capital nacional gozaba todavía de áreas suficientes para su expansión sin necesidad de entrar en colisión con otros rivales.
Entre 1914 a 1989, esta tendencia se vio atenuada por la formación de grandes bloques imperialistas. Sin embargo, con el fin de esa disciplina brutal, las tendencias centrifugas configuran un mundo de desorden asesino, donde imperialismos con ambiciones mundiales, imperialismos con pretensiones regionales e imperialismos más locales, todos pugnan por dar rienda suelta a sus apetitos apremiantes. En este escenario, Estados Unidos intenta impedir que nadie le haga sombra desplegando sin cesar su aplastante potencia militar, aumentándola sin descanso, y lanzándose a constantes operaciones militares fuertemente desestabilizadoras. La promesa en 1990 tras el fin de la URSS de un “Nuevo Orden Mundial” de paz y prosperidad fue inmediatamente desmentida por la guerra del Golfo (1991) y después por las guerras en Oriente Medio, Irak y Afganistán, que avivaron las tendencias guerreras de tal manera que el imperialismo “más democrático del mundo”, los USA, es el primer agente de propagación del caos guerrero y de la desestabilización de la situación mundial.
China se ha impuesto como un concurrente de primer orden para desafiar el liderazgo norteamericano. Su ejército, pese a la modernización realizada, está muy lejos de la fuerza y la experiencia del rival norteamericano; su “tecnología de guerra”, base de armamentos y despliegues bélicos eficaces, es aún limitada y frágil, lejos igualmente de la potencia USA; China se halla rodeada en el Pacífico por una cadena de potencias hostiles (Japón, Corea del Sur, Taiwán, Australia etc.) lo que bloquea su expansión imperialista marítima. Ante esta situación desfavorable ha emprendido una gigantesca empresa económico – imperialista, llamada Ruta de la Seda, que busca una implantación mundial y una expansión terrestre por Asia Central en una de las zonas más desestabilizadas del mundo.
Se trata de un esfuerzo de resultado muy incierto que exige una inversión económica, militar y una movilización político -social total e inconmensurable que está muy por encima de sus medios de encuadramiento de la población que se basan sobre una rigidez política de su aparato estatal, sobre el que pesa la herencia del maoísmo estalinista: el recurso sistemático y brutal a sus fuerzas de represión, a la sumisión a un gigantesco aparato estatal ultra- burocrático, como lo vemos con la multiplicación de protestas frente a la política de COVID 0. Esta orientación aberrante y la acumulación de contradicciones que minan su desarrollo podrían finalmente afectar a este coloso con pies de barro.
Esta evolución, junto con la respuesta brutal y amenazante de los Estados Unidos, ilustran el grado de locura asesina, de huida ciega en la barbarie y el militarismo (que incluye una creciente militarización de la vida social) que el capitalismo está alcanzado como síntoma de un cáncer generalizado que afecta al mundo y que amenaza directamente el porvenir de la Tierra y de la vida humana.
La guerra en Ucrania no es una tempestad en un cielo azul, viene a continuación de la peor pandemia del siglo XXI, el COVID, con más de 15 millones de muertos, y cuyos estragos siguen con los confinamientos draconianos en China. Sin embargo, ambas se enmarcan, a la vez que estimulan, en una cadena de catástrofes que golpea la humanidad: la destrucción medioambiental combinada con el trastorno climático y sus múltiples consecuencias; la hambruna que vuelve con violencia en África, Asia y Centroamérica; la increíble oleada de desplazados y emigrantes, que en 2021 alcanzó la cifra nunca vista de 100 millones de personas; el desorden político que se apodera de los países centrales como vemos con los gobiernos en Gran Bretaña o el peso del populismo en Estados Unidos; el ascenso espectacular de las ideologías más oscurantistas.
La pandemia ha puesto al desnudo las contradicciones que minan al capitalismo. Un sistema social que presume de adelantos científicos impresionantes recurre al método medieval de la cuarentena, a la vez que sus sistemas sanitarios colapsan y su economía debe ser paralizada durante casi dos años agravando una crisis económica disparada. Un orden social que dice tener el progreso como bandera produce las ideologías más absurdas e irracionales que han estallado en torno a la pandemia con ridículas teorías conspiranoicas, muchas de ellas en boca de “grandes dirigentes mundiales”.
Una causa directa de la pandemia reside en el desastre ecológico que desde hace años amenaza la humanidad. Movido por la ganancia y no por la satisfacción de las necesidades humanas, el capitalismo es un depredador de los recursos naturales, como lo es del trabajo humano, pero, a la vez, tiende a destruir los equilibrios y procesos naturales, modificándolos de forma caótica, cual aprendiz de brujo, provocando todo género de catástrofes que tienen consecuencias cada vez más destructivas: calentamiento global, sequías, inundaciones, incendios, derrumbe de glaciares e icebergs, desaparición masiva de especies vegetales y animales con consecuencias imprevisibles y que anuncian la propia desaparición de la especie humana a la que lleva el capitalismo. El desastre ecológico se ve agudizado por las necesidades de la guerra, por las propias operaciones bélicas (el uso de armas nucleares es una expresión evidente) y por la agravación de la crisis que obliga a cada capital nacional a devastar aún más numerosas áreas en búsqueda desesperada de materias primas. El verano de 2022 es una ilustración contundente de las graves amenazas que pesan sobre la humanidad en el terreno ecológico: aumento de las temperatura tanto en las máximas con en las medias -el verano más caluroso desde que hay estadísticas de temperaturas-, sequía generalizada que ha afectado ríos como el Rihn, el Po o el Támesis, incendios forestales devastadores, inundaciones que como la de Pakistán afectan a un tercio de la superficie del país… y, en medio de ese panorama, los gobiernos ¡retiran sus ridículas medidas de protección ambiental en nombre del esfuerzo de guerra!
“El resultado final de los procedimientos capitalistas de producción es el caos”, dijo en 1919 el primer Congreso de la Internacional Comunista. Es suicida e irracional, contrario a todo criterio científico, pensar que todos esos estragos no serían más que una suma de fenómenos pasajeros, encerrados cada uno en causas particulares. Hay una coherencia de hierro, una acumulación de contradicciones, un sangriento hilo conductor, que los liga convergiendo en un torbellino letal que amenaza la humanidad:
Asistimos a una aceleración de todas las contradicciones del capitalismo combinándose entre ellas y provocando un efecto multiplicador de los factores de destrucción y caos;
La economía se ve sumida no solo en la crisis sino en un desorden creciente (constantes bloqueos en los suministros, situaciones combinadas de sobreproducción y escasez de mercancías y mano de obra);
Los países más industrializados que presumían ser oasis de prosperidad y paz se desestabilizan y devienen ellos mismos factores clave de una vertiginosa inestabilidad internacional.
Como dijimos en el Manifiesto de nuestro 9º Congreso (1991): “Nunca la sociedad humana había experimentado una carnicería de la magnitud de las dos guerras mundiales. Nunca se había utilizado el progreso científico a tal escala para provocar destrucción, masacres y miseria humana. Nunca una acumulación de riqueza tan grande se había codeado y provocado tanta hambruna y sufrimiento como la que se ha desatado en los países del Tercer Mundo durante décadas. Pero parece que la humanidad aún no había tocado fondo. La decadencia del capitalismo significa la agonía de este sistema. Pero esta agonía tiene una historia: hoy hemos llegado a su fase terminal, la de la descomposición general de la sociedad, la de su putrefacción en la raíz”
De todas las clases de la sociedad, la más afectada y golpeada por la guerra es el proletariado. La guerra “moderna” se levanta sobre una gigantesca máquina industrial que exige la explotación decuplicada del proletariado.
El proletariado es una clase internacional que NO TIENE PATRIA, en cambio, la guerra es matarse los obreros entre sí por la patria que les explota y oprime.
Al ser una clase que no aspira a una nueva forma de explotación, sino a la abolición de toda explotación y al no tener ningún interés particular, el proletariado es la clase de la conciencia; en cambio, la guerra es el enfrentamiento irracional, la renuncia a todo pensamiento y reflexión conscientes.
El proletariado tiene como interés la verdad más clara, en las guerras la primera víctima es la verdad, encadenada, amordazada, asfixiada, por las mentiras de la propaganda imperialista.
El proletariado es la clase de la unidad por encima de las barreras de lengua, religión, raza o nacionalidad; la confrontación mortal que realiza la guerra erige en regla el desgarramiento, la división, el enfrentamiento entre las naciones y las poblaciones.
El proletariado es la clase del internacionalismo, de la confianza y la solidaridad mutuas. La guerra exige como motor la sospecha, el “miedo al extranjero”, el odio más aberrante “al enemigo”.
Porque la guerra ataca la fibra más profunda del ser proletario, la guerra generalizada necesita la derrota previa del proletariado. La primera guerra mundial fue posible porque los partidos entonces de la clase obrera, los partidos socialistas, junto con los sindicatos, traicionaron a nuestra clase y se sumaron a sus burguesías en el marco de la UNION NACIONAL contra el enemigo.
Pero esta traición no logró aplastar la respuesta proletaria, desde 1915, la Izquierda de la socialdemocracia se agrupó en Zimmerwald levantando la bandera de lucha por la revolución mundial. Esta contribuyó a la emergencia de luchas masivas que abrieron el paso a la Revolución en Rusia en 1917 y la oleada mundial de 1917-23 que se dirigieron no solamente contra la guerra en defensa de los principios del internacionalismo proletariado, sino también contra el capitalismo todo entero, afirmando su capacidad como clase unida para derrocar este sistema de explotación bárbaro e inhumano.
¡Una lección imperecedera de 1917-18! la primera guerra mundial no acabó por las negociaciones diplomáticas o por las conquistas de tal o cual imperialismo, FUE TERMINADA POR EL LEVANTAMIENTO REVOLUCIONARIO INTERNACIONAL DEL PROLETARIADO. SOLO EL PROLETARIADO PUEDE ACABAR CON LA BARBARIE GUERRERA DIRIGIENDO SU LUCHA DE CLASE A LA DESTRUCCION DEL CAPITALISMO.
Para abrir el curso hacia la segunda guerra mundial, la burguesía se aseguró la derrota no solo física, sino igualmente ideológica del proletariado. Este fue sometido a un terror inmisericorde allí donde su tentativa revolucionaria había llegado más lejos: en Alemania de la mano del nazismo, en Rusia de la mano del estalinismo. Pero, al mismo tiempo, fue alistado ideológicamente agitando las banderas del antifascismo y la defensa de la “Patria Socialista”, la URSS. “de “victoria” en “victoria”, atada de pies y manos fue arrastrada a la segunda guerra imperialista, la cual, contrariamente a la primera, no le permitiría surgir de manera revolucionaria y en la que en cambio sería reclutada para las grandes “victorias” de la “resistencia”, el “antifascismo” o bien de las “liberaciones” coloniales y nacionales” (Manifiesto del primer Congreso Internacional de la CCI 1975).
Desde la reanudación histórica de la lucha de clases en 1968, y durante todo el período en que el mundo estuvo dividido en dos bloques imperialistas, la clase obrera de los principales países rechazó los sacrificios que exige la guerra y menos aún ir al frente a morir por la Patria, lo que cerró la puerta a una Tercera Guerra Mundial.
Sin embargo, la no movilización del proletariado de los países centrales para la guerra NO ES SUFICIENTE. Una segunda lección se desgaja de la evolución histórica desde 1989: NO BASTA LA MERA NEGATIVA A LAS OPERACIONES GUERRERAS NI LA SIMPLE RESISTENCIA A LA BARBARIE CAPITALISTA. QUEDARSE EN ESE ESTADIO NO PODRA DETENER EL CURSO HACIA LA DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD.
El proletariado necesita pasar al terreno político de la ofensiva general internacional contra el capitalismo. “Únicamente : (-) la conciencia de la importancia de lo que se está jugando en la situación histórica de hoy y, en especial, de los peligros mortales que corre la humanidad; (-) su determinación en proseguir, desarrollar y unificar su combate de clase ; (-) su capacidad para desactivar la cantidad de trampas que la burguesía, no dejará de tenderle; permitirá a la clase obrera responder golpe a golpe a los ataques de todo tipo desencadenados por el capitalismo para finalmente pasar a la ofensiva y acabar de una vez con este sistema cruel y despiadado” (Tesis sobre la Descomposición, tesis 17).
El telón de fondo de la acumulación de destrucción, barbarie y catástrofes que estamos denunciando, es la crisis económica irreversible del capitalismo que constituye la base de todo su funcionamiento. Desde 1967 el capitalismo entró en una crisis económica de la que 50 años después es incapaz de salir, al contrario, como muestran las convulsiones económicas que se suceden desde 2018 y la agobiante escalada de la inflación, aquella se está agravando considerablemente, con su secuela de miseria, desempleo, precariedad y hambrunas.
La crisis capitalista afecta a los fundamentos mismos de esta sociedad. Inflación, precariedad, desempleo, ritmos infernales y condiciones laborales que destrozan la salud de los trabajadores, viviendas inalcanzables… testimonian una degradación incontenible de la vida obrera y, aunque la burguesía trata de crear todas las divisiones imaginables, otorgando condiciones “más privilegiadas” a determinadas categorías obreras, lo que vemos EN SU CONJUNTO es, por un lado, la que posiblemente va a ser la PEOR CRISIS de la historia del capitalismo, y, por otro lado, la realidad concreta, lacerante, de la PAUPERIZACION ABSOLUTA de la clase obrera en los países centrales, ese anuncio que Marx hizo de la perspectiva histórica del capitalismo y del que tanto se han burlado los economistas y demás ideólogos de la burguesía.
La agravación inexorable de la crisis del capitalismo es un estímulo esencial de la lucha y de la toma de conciencia de la clase. La lucha contra los efectos de la crisis es la base para que se desarrolle su fuerza y su unidad. La crisis económica afecta directamente la infraestructura de la sociedad; por eso, pone al desnudo las causas primeras de toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente de sistema y no ya de pretender mejorar algunos aspectos de él.
En la lucha contra los ataques brutales del capitalismo y especialmente contra la inflación que golpea de manera general e indiscriminada al conjunto de los trabajadores, estos irán desarrollando su combatividad, podrán empezar a reconocerse como una clase con una fuerza, una autonomía y un papel histórico que jugar en la sociedad. Este desarrollo político de la lucha de clase le dará la capacidad para acabar con la guerra acabando con el capitalismo.
Esta perspectiva empieza a surgir: "Frente a los ataques de la burguesía, la clase obrera del Reino Unido está demostrando que está de nuevo dispuesta a luchar por su dignidad, a rechazar los sacrificios constantemente impuestos por el capital. Es el reflejo más significativo de la dinámica internacional: el invierno pasado, las huelgas habían comenzado a estallar en España y en Estados Unidos; este verano, Alemania y Bélgica también experimentaron paros; es imposible predecir dónde y cuándo la combatividad obrera volverá a manifestarse masivamente en un futuro próximo, pero una cosa es cierta, la magnitud de la actual movilización obrera en el Reino Unido constituye un hecho histórico de primer orden: es el fin de la pasividad, de la sumisión. Las nuevas generaciones de trabajadores levantan la cabeza"3 [7].
Estamos viendo una situación de ruptura ante la pasividad y desorientación previas. El retorno de la combatividad de los trabajadores en respuesta a la crisis puede convertirse en un foco de conciencia animada por la intervención de las organizaciones comunistas. Es evidente que cada aceleración de la descomposición consigue frenar los esfuerzos de combatividad de los trabajadores: el movimiento en Francia 2019 sufrió el golpe del estallido de la pandemia. Esto significa una dificultad adicional para el desarrollo de las luchas. Sin embargo, no hay otro camino que la lucha, la lucha es en sí misma la primera victoria. El proletariado mundial, a través de un proceso atormentado, sembrado de obstáculos y trampas tendidos por los aparatos políticos y sindicales de su enemigo de clase, surcado de derrotas amargas, guarda, sin embargo, intactas sus capacidades para recuperar su identidad de clase y lanzar finalmente una ofensiva internacional contra este sistema moribundo.
Los años veinte del siglo XXI tendrán, pues, una importancia considerable en la evolución histórica de la lucha de clases y del movimiento obrero. Mostrarán -como ya hemos visto desde 2020- con mayor claridad que en el pasado la perspectiva de destrucción de la humanidad que encierra la descomposición capitalista. En el otro polo, el proletariado comenzará a dar los primeros pasos, a menudo vacilantes y llenos de debilidades, hacia su capacidad histórica de plantear la perspectiva comunista. Se van a plantear los dos polos de la perspectiva, Destrucción de la Humanidad o Revolución Comunista, aunque esta última está todavía muy lejos y encuentra enormes obstáculos para su afirmación.
Para el proletariado es suicida ocultarse o subestimar los obstáculos gigantescos que emanan tanto de la acción del Capital y sus estados como de la propia situación de pudrimiento que emponzoña el ambiente social en todo el mundo:
La burguesía ha sacado las lecciones del GRAN SUSTO que le propinó el triunfo inicial de la Revolución en Rusia y la oleada mundial de 1917-23, quien le hizo comprobar “en la práctica” lo que anunció el Manifiesto Comunista en 1848 “Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. La burguesía cría a su propio enterrador: el proletariado”.
COLABORA INTERNACIONALMENTE contra el proletariado como se vio ante la revolución en Rusia 19174 [8] y Alemania en 1918 o frente a la huelga masiva en Polonia en 1980.
Ha desarrollado un gigantesco aparato de control, desviación y sabotaje de las luchas obreras formado por los sindicatos y los partidos de todos los colores, desde la extrema derecha a la extrema izquierda
Utiliza todos los instrumentos de su Estado y de los llamados “medios de comunicación” para lanzar constantes campañas ideológicas y articular maniobras políticas para desbaratar la conciencia y la lucha proletarias.
La descomposición de la sociedad capitalista agudiza la falta de confianza en el porvenir y del proletariado en sí mismo, el “cada cual a la suya”, la fragmentación social en categorías enfrentadas, el corporativismo, levantan un obstáculo considerable al desarrollo de las luchas obreras y sobre todo su politización revolucionaria.
En este contexto, el proletariado corre el riesgo de verse arrastrado a luchas interclasistas en movilizaciones polarizadas sobre las luchas parciales (feminismo, antirracismo, cuestiones climáticas, medioambientales, o en el anti-populismo (variante del antifascismo), etc..). Todas estas luchas abren la puerta a una desviación de su lucha en un terreno de enfrentamiento entre fracciones puramente burguesas.
“El tiempo ya no juega en favor de la clase obrera. Contrariamente a la guerra imperialista, la cual, para poder estallar, requiere la adhesión del proletariado a los ideales de la burguesía, la descomposición no necesita ningún alistamiento de la clase obrera para destruir a la humanidad. En estas condiciones, aunque la amenaza que representa la descomposición para la vida social aparece como algo a más largo plazo que la que vendría de una guerra mundial es, en cambio, mucho más insidiosa.” (Tesis sobre la Descomposición, tesis 16).
Esta inmensidad de peligros no debe empujarnos al fatalismo. La fuerza del proletariado es la conciencia de sus debilidades, sus dificultades, los obstáculos que el enemigo o la propia situación levantan contra su lucha. “Las revoluciones proletarias se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta!” (Marx: 18 de Brumario de Luis Bonaparte).
En situaciones históricas graves como las guerras de gran envergadura como la de Ucrania el proletariado puede ver quiénes son sus amigos y quienes sus enemigos. Enemigos no son solamente los grandes dirigentes, como Putin, Zelensky o Biden, son igualmente los partidos de extrema derecha, derecha, izquierda y extrema izquierda, quienes, con los más variopintos argumentos, incluidos el pacifismo, apoyan y justifican la guerra y siempre proponen un campo a elegir entre los bandidos imperialistas.
Desde hace más de un siglo solamente la Izquierda Comunista ha denunciado sistemática y consecuentemente la guerra imperialista, defendiendo la alternativa de la lucha de clases del proletariado, de su orientación hacia la destrucción del capitalismo por la Revolución Proletaria Mundial.
La lucha del proletariado no se limita únicamente a sus luchas defensivas o a sus huelgas masivas. Componente indispensable, permanente e inseparable, de ella es el combate de sus organizaciones comunistas y concretamente desde hace un siglo de la Izquierda Comunista. La unidad de todos los grupos de la Izquierda Comunista es imprescindible frente a la dinámica capitalista de destrucción de la humanidad. Como dijimos en el manifiesto de nuestro primer congreso (1975): “Rechazando el monolitismo de las sectas, la Corriente Comunista Internacional hace un llamamiento a los comunistas de todos los países a que tomen conciencia de las enormes responsabilidades que les incumben, abandonen las falsas querellas que les enfrentan, superen las divisiones ficticias con que el viejo mundo les carga, a unirse a ese esfuerzo con el fin de constituir, antes de los combates decisivos, la organización internacional y unificada de la vanguardia. Como fracción más consciente de la clase obrera, los comunistas deberán mostrarle su camino, haciendo suya la consigna “REVOLUCIONARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS”.
Corriente Comunista Internacional diciembre 2022
1 [9] Frente a la tentativa revolucionaria en Alemania en 1918 el socialdemócrata Noske dijo que estaba dispuesto a ser el perro sangriento de contrarrevolución.
2 [10] Tesis sobre la Descomposición (tesis 11) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [11]
3 [12] Hoja internacional de la CCI: https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase [13]
4 [14] Ejércitos mancomunados de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, colaboraron desde abril 1918 con los restos del antiguo ejército zarista en una horrorosa Guerra Civil que causó 6 millones de muertos
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Junio de 2021: trabajadores petroleros en huelga en una refinería
Las protestas generalizadas en Irán pueden haber sido desencadenadas por el asesinato bajo custodia de una joven detenida por "por portar mal el hiyab" por la policía de la moral del régimen, pero expresan un descontento mucho más profundo en toda la población iraní, con cientos de miles de personas saliendo a las calles y enfrentándose a la policía. Además de un disgusto generalizado por la opresión abierta y legal de las mujeres por parte de la República Islámica, son una reacción a la espiral de inflación y escasez agravada por las sanciones impuestas por Occidente contra Irán y poderosamente exacerbada por el pesado y prolongado peso de una economía de guerra hinchada por la implacable persecución de las ambiciones imperialistas de Irán. También son una reacción a la sórdida corrupción de la élite gobernante, que sólo puede mantenerse a través de la brutal represión contra todas las formas de protesta, incluida la resistencia de la clase obrera al estancamiento de los salarios y las miserables condiciones de trabajo. El parlamento iraní acaba de aprobar nuevas leyes que sancionan las ejecuciones por delitos "políticos", y cientos, si no miles, de manifestantes han sido asesinados o heridos por la policía del Estado y por la grotescamente mal llamada "Guardia Revolucionaria".
Esta dependencia de la represión directa es un signo de la debilidad del régimen de los Mulás, no de su fuerza. Es cierto que el desastroso resultado de las intervenciones de Estados Unidos en Oriente Medio desde 2001 ha creado una brecha que ha permitido al imperialismo iraní hacer avanzar a sus peones en Irak, Líbano, Yemen y Siria, pero Estados Unidos y sus aliados más fiables (Gran Bretaña en particular) han respondido de la misma manera, alimentando al ejército saudí en la guerra de Yemen e imponiendo sanciones paralizantes a Irán con el pretexto de oponerse a su política de desarrollo de armas nucleares. El régimen está cada vez más aislado, y el hecho de que ahora suministre a Rusia aviones no tripulados para atacar infraestructuras y civiles en Ucrania no hará más que agudizar los llamamientos occidentales para tratar a Irán, junto a Rusia, como un Estado paria. La relación de Irán con China es otra razón por la que las potencias occidentales quieren verlo debilitado aún más de lo que ya está. Y al mismo tiempo, estamos viendo un esfuerzo concertado por parte de los gobiernos de Estados Unidos y de Europa occidental para instrumentalizar las protestas, en particular aprovechando el lema más conocido de las protestas, "Mujeres, libertad de vida":
"El 25 de septiembre de 2022, el periódico francés Liberation decoró su portada con el eslogan "Mujeres, vida, libertad" en persa y francés, junto con una foto de la manifestación. Durante un discurso sobre la represión de los manifestantes en Irán, una diputada de la Unión Europea se cortó el pelo mientras pronunciaba las palabras "Mujer, Vida, Libertad" en el hemiciclo del Parlamento de la Unión Europea"[1]. Se podrían citar muchos otros ejemplos.
Dada la debilidad del régimen, se habla mucho de una nueva "revolución" en Irán, sobre todo por parte de izquierdistas y anarquistas de diversa índole, estos últimos hablando en particular de una "insurrección feminista"[2], mientras que las facciones burguesas más dominantes hacen hincapié en un derrocamiento más "democrático", instalando un nuevo régimen que abandone su hostilidad hacia Estados Unidos y sus aliados. Pero como escribimos en respuesta a toda la mistificación de la "revolución" de 1978-9 "los acontecimientos en Irán sirven para demostrar que la única revolución que está a la orden del día hoy, tanto en los países atrasados como en el resto del mundo, es la revolución proletaria"[3].
A diferencia de la revolución de 1917 en Rusia, que se veía a sí misma como parte de la revolución mundial, las protestas actuales en Irán no están dirigidas por una clase obrera autónoma, organizada en sus propios órganos unitarios y capaz de ofrecer un camino a todas las capas y categorías oprimidas de la sociedad. Es cierto que en 1978-9 vimos atisbos del potencial de la clase obrera para ofrecer ese camino: "Siguiendo la estela de las luchas obreras en diferentes países de América Latina, Túnez, Egipto, etc., las huelgas de los trabajadores iraníes fueron el principal elemento político que condujo al derrocamiento del régimen del Sha. A pesar de las movilizaciones de masas, cuando el movimiento "popular" -que reagrupa a casi todas las capas oprimidas de Irán- comenzó a agotarse, la entrada en lucha del proletariado iraní a principios de octubre de 1978, sobre todo en el sector petrolero, no sólo alimentó la agitación, sino que planteó un problema prácticamente insoluble para el capital nacional"[4].
Y sin embargo, sabemos que incluso entonces la clase obrera no era lo suficientemente fuerte políticamente como para impedir el secuestro del descontento de las masas por parte de los Mulás, apoyados por una serie de izquierdistas "antiimperialistas". La lucha de clases internacional, aunque entraba en una segunda oleada de movimientos obreros desde mayo del 68 en Francia, no estaba en sí misma al nivel de plantear la perspectiva de la revolución proletaria a escala mundial, y los trabajadores de Irán -como los de Polonia un año después- no estaban en condiciones de plantear la alternativa revolucionaria por sí mismos. Así, la cuestión de cómo relacionarse con las demás capas oprimidas quedó sin resolver. Como decía nuestra declaración "La posición decisiva que ocupa el proletariado en los acontecimientos de Irán plantea un problema esencial que debe ser resuelto por la clase si quiere llevar a cabo con éxito la revolución comunista. Este problema se centra en la relación del proletariado con las capas no explotadoras de la sociedad, en particular las que no tienen trabajo. Lo que demuestran estos acontecimientos es lo siguiente:
- A pesar de su gran número, estos estratos no poseen por sí mismos ninguna fuerza real en la sociedad;
- Mucho más que el proletariado, estos estratos están abiertos a diferentes formas de mistificación y control capitalista, incluidas las más anticuadas, como la religión;
- Pero en la medida en que la crisis golpea también a la clase obrera al mismo tiempo que asalta a estos estratos con una violencia creciente, pueden ser una fuerza en la lucha contra el capitalismo, siempre que el proletariado pueda, y se ponga a la cabeza de la lucha.
Frente a todos los intentos de la burguesía de canalizar su descontento en un callejón sin salida, el objetivo del proletariado al tratar con estas capas es dejarles claro que ninguna de las "soluciones" propuestas por el capitalismo para acabar con su miseria les aportará ningún alivio. Que sólo siguiendo la estela de la clase revolucionaria podrán satisfacer sus aspiraciones, no como estratos particulares -históricamente condenados-, sino como miembros de la sociedad. Tal perspectiva política presupone la organización y la autonomía política del proletariado, lo que significa, en otras palabras, el rechazo por parte del proletariado de toda "alianza" política con estos estratos".
Hoy en día, las mistificaciones que llevan al movimiento popular a un callejón sin salida no son tanto las religiosas -lo cual es comprensible cuando las masas pueden ver fácilmente la cara brutal y corrupta de un estado teocrático- sino las ideologías burguesas más "modernas" como el feminismo, la libertad y la democracia. Pero, si acaso, existe un peligro aún mayor de que la clase obrera se disuelva como una masa de individuos en un movimiento interclasista que no tiene capacidad para resistir los esquemas recuperadores de las facciones burguesas rivales. Esto se ve subrayado por el contexto internacional de la lucha de clases, en el que la clase obrera apenas está empezando a despertarse tras un largo periodo de repliegue en el que la descomposición progresiva de la sociedad capitalista ha carcomido cada vez más el sentido del proletariado como clase.
No se trata de negar el hecho de que el proletariado en Irán tiene una larga tradición de lucha combativa. Los acontecimientos del 78-79 están ahí para demostrarlo; en 2018-19 hubo luchas muy extendidas en las que participaron los trabajadores del azúcar de Haft Tappeh, los camioneros, los maestros y otros; en 2020-21 los petroleros iniciaron una serie de huelgas a nivel nacional. En su apogeo, estos movimientos dieron claras muestras de solidaridad entre diferentes sectores enfrentados a la represión estatal y a las poderosas presiones para que los trabajadores volvieran al trabajo. Además, frente a la naturaleza abiertamente pro-régimen de los sindicatos oficiales, también ha habido importantes signos de autoorganización de los trabajadores en muchas de estas luchas, como vimos con los comités de huelga en el 78-79, las asambleas y comités de huelga en Haft Tappeh y más recientemente en los campos petroleros. Tampoco hay duda de que los trabajadores están discutiendo qué hacer con las protestas actuales y ha habido llamamientos a la huelga en protesta por la represión estatal. Y hemos visto, por ejemplo, en mayo del 68, que la indignación contra la represión estatal, incluso cuando no se dirige inicialmente a los trabajadores, puede ser una especie de punto de inflamación para que los trabajadores entren en la escena social, a condición de que lo hagan en su propio terreno de clase y utilizando sus propios métodos de lucha. Pero por el momento estos reflejos en la clase, esta ira ante la brutalidad del régimen, parece estar bajo el control de los organismos sindicales de base y de los izquierdistas, que intentan crear un falso vínculo entre la clase obrera y las protestas populares, añadiendo reivindicaciones "revolucionarias" a las consignas de estas últimas. Como escribió Internationalist Voice:
"La frase 'mujer, vida, libertad' tiene sus raíces en el movimiento nacional y no tiene ninguna carga de clase. Por eso esta consigna se levanta desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, y sus ecos se escuchan desde los parlamentos burgueses. Sus componentes no son conceptos abstractos, sino una función de las relaciones de producción capitalistas. Esta consigna convierte a las mujeres trabajadoras en el ejército negro del movimiento democrático. Esta cuestión se convierte en un problema para la izquierda del capital, que emplea el término radical "revolución", por lo que sugieren que esta consigna debe ser "salvada" añadiendo extensiones. Han hecho las siguientes sugerencias:
- Mujer, vida, libertad, administración municipal (trotskistas)
- Mujer, vida, libertad, socialismo
- Mujer, vida, libertad, gobierno obrero"[5].
Este llamado al poder de los consejos o soviets ha estado circulando en Irán al menos desde 2018. Incluso si se originó en los esfuerzos reales pero embrionarios de autoorganización en Haft Tappeh y en otros lugares, siempre es peligroso confundir el embrión con un ser humano completamente desarrollado. Como explicó Bordiga en su polémica con Gramsci durante las ocupaciones de fábricas en Italia en 1920, los consejos obreros o soviets representan un paso importante más allá de los órganos defensivos como los comités de huelga o los consejos de fábrica, ya que expresan un movimiento hacia una lucha unificada, política y ofensiva de la clase obrera. Los izquierdistas que afirman que esto está en la agenda a día de hoy están engañando a los trabajadores, con el objetivo de movilizar sus fuerzas en una lucha por una forma "de izquierda" de gobierno burgués, decorada "desde abajo" por falsos consejos obreros.
Como sigue diciendo Internationalist Voice:
"Contrariamente a la izquierda del capital, la tarea de los comunistas y de los revolucionarios no es salvar las consignas contra la dictadura, sino dar transparencia a su origen y contenido. De nuevo, en oposición a los demagogos de la izquierda del capital, distanciarse de tales consignas y plantear las demandas de clase del proletariado es un paso en la dirección de refinar la lucha de clases".
Esto es cierto aunque signifique que los revolucionarios tengan que nadar a contracorriente en los momentos de euforia "popular". Por desgracia, no todos los grupos de la Izquierda Comunista parecen ser inmunes a algunos de los engaños más radicales que se inyectan en las protestas. Aquí podemos identificar dos ejemplos preocupantes en la prensa de la Tendencia Comunista Internacionalista. Así, en el artículo "Voces obreras sobre las protestas en Irán"[6], la TCI publica declaraciones sobre las protestas del Sindicato de Trabajadores de la Caña de Azúcar de Haft Tappeh, del Consejo para la Organización de las Protestas de los Trabajadores Contratados del Petróleo y del Consejo Coordinador de las Organizaciones Sindicales de los Profesores Iraníes. Sin duda, estas declaraciones responden a un debate real que se está produciendo en los centros de trabajo sobre cómo reaccionar ante las protestas, pero el primero y el tercero de estos organismos no ocultan que son sindicatos (aunque puedan deber sus orígenes a auténticos órganos de clase, al convertirse en permanentes sólo pueden haber asumido una función sindical) y, por tanto, no pueden desempeñar un papel independiente de la izquierda del capital, que, como hemos dicho, no defiende la autonomía real de la clase, sino que pretende utilizar el poder de los trabajadores como instrumento para el "cambio de régimen". Paralelamente, la TCI tampoco se distingue de la retórica izquierdista sobre el poder soviético en Irán. Así, el artículo "Irán: Las rivalidades imperialistas y el movimiento de protesta de 'Mujer, Vida, Libertad'"[7], si bien proporciona algún material importante sobre los intentos de las potencias imperialistas fuera de Irán para recuperar las protestas, promete una continuación: "En nuestra próxima nota, defenderemos una alternativa diferente: Pan, Empleo, Libertad - ¡Poder Soviético!". Trataremos de la lucha obrera y de las tareas de los comunistas, y a la luz de ello, esbozaremos la perspectiva internacionalista".
Pero no estamos en Petrogrado en 1917, y llamar a los soviets en una situación en la que la clase obrera se enfrenta a la necesidad de defender sus intereses más básicos ante el peligro de disolverse en las protestas de las masas, y defender cualquier forma inicial de autoorganización de su recuperación por parte de izquierdistas y sindicalistas de base, es, en el mejor de los casos, juzgar gravemente el nivel actual de la lucha de clases y, en el peor, atraer a los trabajadores a las movilizaciones de la izquierda del capital. La izquierda comunista no desarrollará su capacidad para desarrollar una verdadera intervención en la clase cayendo en la ilusión de las ganancias inmediatas a expensas de los principios fundamentales y de un análisis claro del balance de fuerzas entre las clases.
Un artículo reciente de Internationalist Voice señala que actualmente se están llevando a cabo en Irán varias huelgas de trabajadores al mismo tiempo que las protestas callejeras:
"En los últimos días, hemos sido testigos de manifestaciones y huelgas de trabajadores, y la característica común de todas ellas ha sido la protesta contra su bajo nivel de salarios y la defensa de su nivel de vida. El lema de los trabajadores de la Compañía de Acero de Isfahán en huelga, "basta de promesas, nuestra mesa está vacía", es un reflejo de las difíciles condiciones de vida de toda la clase trabajadora. Algunos ejemplos de huelgas laborales de los últimos días que tenían o tienen la misma reivindicación son los siguientes: Huelga de los trabajadores de la Compañía de Acero de Isfahán; Huelga de hambre de los empleados oficiales de las empresas de refinado y distribución de petróleo, gas y petroquímica; Huelga de los trabajadores del complejo del centro de la ciudad de Isfahán; Huelga de los trabajadores de la fábrica de cemento Abadeh en la provincia de Isfahán; Huelga de los trabajadores del agua mineral Damash en la provincia de Gilan; Huelga de los trabajadores de la Compañía Pars Mino; Huelga de los trabajadores de la empresa industrial Cruise; Protesta de los trabajadores del grupo nacional de acero"[8].
Parece que estos movimientos están todavía relativamente dispersos y mientras los demócratas e izquierdistas aumentan sus llamamientos a la "huelga general", lo que quieren decir con esto no tiene nada que ver con una dinámica real hacia la huelga de masas, sino que sería una movilización controlada desde arriba por la oposición burguesa y mezclada con las huelgas de los comerciantes y otros estratos no proletarios. Esto sólo enfatiza la necesidad de que los trabajadores se mantengan en su propio terreno y desarrollen su unidad de clase como base mínima para bloquear la represión asesina del régimen islámico.
Amos, noviembre de 2022
1] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-prot... [22]
2] Ver por ejemplo https://libcom.org/article/revolt-iran-feminist-resurrection-and-beginni... [23]
3] Comunicado de la CCI en “The lessons of Iran”, 17.2.79, in World Revolution 23
4] ibid
5] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-prot... [22]
6] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-09-29/workers-voices-on-the-prot... [24]
7] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-11-02/iran-imperialist-rivalries... [25]
8] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-protests-la... [26]
La guerra en Ucrania no es ni mucho menos una tormenta de verano. Las ruinas que provoca ocurren en un tiempo en que se multiplican los fenómenos catastróficos: alteraciones climáticas, degradación del medio ambiente, agravamiento acelerado de la crisis económica, convulsiones políticas que afectan incluso al país más antiguo del capitalismo (Reino Unido), retorno de terribles hambrunas a gran escala, migraciones masivas de poblaciones que huyen de zonas de guerra, masacres, persecuciones, miseria... Esta combinación de fenómenos, su interdependencia e interacción, han inducido a la Corriente Comunista Internacional a adoptar el documento que publicamos aquí, que intenta integrarlos en un marco histórico más amplio teniendo en cuenta el acontecimiento igualmente tan importante como ha sido el surgimiento de un movimiento huelguístico a gran escala que ha agitado el Reino Unido, provocado por un profundo descontento: ha sido el "verano de la ira".
1. Los años veinte del siglo XXI se perfilan como uno de los periodos más convulsos de la historia, ya están acumulando desastres y sufrimientos indecibles. Comenzó con la pandemia de Covid-19 (que aún continúa) y una guerra en el corazón de Europa, que ya dura desde hace más de 9 meses y cuyo desenlace nadie puede predecir. El capitalismo ha entrado en una fase de graves disturbios en todos los frentes. Detrás de esa acumulación y entrelazamiento de convulsiones planea la amenaza de destrucción de la humanidad. Como ya hemos señalado en nuestras Tesis sobre la descomposición1, el capitalismo “es la primera [sociedad] en poner en peligro la supervivencia misma de la humanidad, la primera que puede acabar destruyendo la especie humana”(tesis 1).
2. La decadencia del capitalismo no es un proceso homogéneo y regular: al contrario, tiene una historia con diferentes fases. La fase de descomposición ha sido identificada en nuestras Tesis como “expresión de la entrada del capitalismo decadente en una fase específica - y última - de su historia, aquélla en la que la descomposición social se convierte en un factor, incluso en el factor, decisivo de la evolución de la sociedad” (tesis 2). Es evidente que, si el proletariado no fuera capaz de derrocar al capitalismo, asistiríamos a una terrible agonía que conduciría a la destrucción de la humanidad.
3. Con la irrupción relámpago de la pandemia de Covid, hemos puesto de relieve la existencia de cuatro características de la fase de descomposición:
- La creciente gravedad de sus efectos. La pandemia ha causado entre 15 y 20 millones de muertos, la paralización general de la economía durante más de un año, el colapso de los sistemas nacionales de salud, la incapacidad de los Estados de coordinarse internacionalmente para combatir el virus y producir vacunas, al contrario, cada Estado ha seguido una política de "sálvese quien pueda". Tal situación refleja no sólo la imposibilidad del sistema de escapar a sus propias leyes dictadas por la competencia, sino también la agudización de las rivalidades resultantes de la incuria, la aberración y el caos de la gestión burguesa, incluso en el propio núcleo de los países más poderosos o desarrollados del planeta.
- la irrupción de los efectos de la descomposición en lo económico. Esta tendencia, ya señalada en el XXIII Congreso de la CCI, se ha confirmado plenamente, con una “novedad”, puesto que desde los años 80 la burguesía de los países centrales había logrado proteger la economía de los principales efectos de la descomposición2.
- Interacción creciente de sus efectos, lo cual agrava las contradicciones del capitalismo hasta cotas sin precedentes. De hecho, en los treinta años anteriores, la burguesía había logrado más o menos (sobre todo en los países centrales) aislar o limitar los efectos de la descomposición, impidiendo en general que interactuaran. Lo que ha quedado claro en los dos últimos años es que interactúan y se imbrican: la barbarie bélica, una descomunal crisis ecológica, el caos en el aparato político de un buen número de importantes burguesías, la pandemia actual y el riesgo creciente de nuevas crisis sanitarias, las hambrunas, el gigantesco éxodo de millones de personas, la difusión de las ideologías más retrógradas e irracionales, etc, todo ello en medio de un virulento agravamiento de la crisis económica que debilita aún más a sectores enteros de la población, en particular a los proletarios expuestos a un empobrecimiento creciente y a un deterioro acelerado de sus condiciones de vida (desempleo, precariedad, dificultad para encontrar alimentos, vivienda, etc.).
- Presencia creciente de sus efectos en los países centrales. Si durante los últimos treinta años los países centrales han estado relativamente protegidos de los efectos de la descomposición, hoy son golpeados duramente y, peor aún, tienden a convertirse en sus mayores propagadores, como en Estados Unidos, donde a principios de 2021 asistimos al intento de asalto del Capitolio por los partidarios del populista Trump como si se tratara de una vulgar república bananera.
4 El año 2022 está siendo una descarnada ilustración de esas cuatro características con:
- El estallido de la guerra en Ucrania.
- La aparición de oleadas sin precedentes de refugiados.
- La continuación de la pandemia con los sistemas sanitarios al borde del colapso3.
- Una creciente pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político, una de cuyas expresiones más aparatosas ha sido la crisis en Reino Unido.
- Una crisis agrícola que acarrea escasez de numerosos productos alimenticios en un contexto de sobreproducción generalizada, fenómeno relativamente nuevo en más de un siglo de decadencia: “A corto plazo, el cambio climático ataca los pilares de la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y la extrema variabilidad climática amenazan con poner en peligro las cosechas; de hecho, en 2020, los tiempos de crecimiento de los cultivos se acortaron en 9,3 días para el maíz, 1,7 días para el arroz y 6 días para el trigo en invierno y primavera, en comparación con el periodo comprendido entre 1981 y 2004"4.
- Hambrunas espantosas que azotan cada vez a más países5.
La agregación e interacción de fenómenos destructivos produce un "efecto torbellino" que concentra, cataliza y multiplica cada uno de sus efectos parciales, provocando una devastación aún más destructiva. Algunos científicos lo ven más o menos claro, como Marine Romanello, del University College de Londres: "Nuestro informe de este año revela que nos encontramos en un momento crítico. Vemos cómo el cambio climático está afectando gravemente a la salud en todo el mundo, mientras que la continua dependencia mundial de los combustibles fósiles está agudizando ese daño a la salud en medio de una multiplicidad de crisis mundiales”. Ese "efecto torbellino" es un cambio cualitativo cuyas consecuencias serán cada vez más evidentes en el periodo venidero.
En este contexto, es necesario subrayar el papel motor de la guerra como acción intencionada y planificada de los Estados capitalistas, convirtiéndose en el factor más poderoso y grave de caos y destrucción. De hecho, la guerra en Ucrania ha tenido un efecto multiplicador de los factores de barbarie y destrucción, que implican:
- El peligro de uso de armas químicas y nucleares.
- La violenta escalada del militarismo con sus consecuencias para el medio ambiente y el clima.
- El impacto directo de la guerra en la crisis energética y alimentaria.
En este contexto, hay que entender en toda su gravedad la expansión de la crisis medioambiental, que está alcanzando niveles nunca vistos:
- Una ola de calor estival, la peor desde 1961, con la perspectiva de que este tipo de olas de calor se hagan permanentes.
- Una sequía sin precedentes, la peor en 500 años según los expertos, que afecta incluso a ríos caudalosos como el Támesis, el Rin o el Po.
- Incendios devastadores, también los peores en décadas.
- Inundaciones incontrolables como las de Pakistán, que han afectado a un tercio de la superficie del país (así como en Tailandia).
- Riesgo de desmoronamiento de los casquetes polares al derretirse los glaciares en una zona del tamaño del Reino Unido, con consecuencias catastróficas.
Otro factor vinculado a la crisis medioambiental y que la agrava es el estado ruinoso de las centrales nucleares6 en un contexto de la crisis energética (derivada de la crisis económica), pero también como consecuencia de la guerra en Ucrania. Es evidente que existe el riesgo de que se produzcan catástrofes sin precedentes, además de lo que pueda suceder si bombardean las centrales nucleares ucranianas.
No somos los únicos en ver la gravedad de la situación, e incluso una personalidad en nada sospechosa de hostilidad hacia el capitalismo, proclama que "la crisis climática nos está matando, lo cual acabaría no sólo con el problema de la salud de nuestro planeta, sino también con el de la salud de toda su población por contaminación atmosférica..." (así dijo Antonio Guterres, secretario general de la ONU en un mensaje a la Asamblea General en septiembre de 2022).
5. El telón de fondo de tal degradación es el empeoramiento de la crisis económica que se viene desarrollando desde 2019, agudizada primero por la pandemia y luego por la guerra. Esta crisis se perfila como más larga y profunda que la de 1929. Primero, porque la irrupción de los efectos de la descomposición en la economía tiende a desordenar el funcionamiento de la producción, provocando constantes atascos y bloqueos en una situación de desempleo creciente, combinada, paradójicamente, con situaciones de escasez de mano de obra. Sobre todo, se expresa en una inflación a rienda suelta, que los diversos planes de rescate sucesivos, montados a toda prisa por los Estados ante la pandemia y la guerra, no han hecho sino alimentar mediante un endeudamiento precipitado. Los bancos centrales aumentan los tipos de interés en un intento de frenar la inflación. Con eso corren el riesgo de precipitar una recesión muy violenta, estrangulando tanto a los Estados como a las empresas. Un tsunami de miseria, una pauperización brutal del proletariado en los países centrales está ya en marcha.
6. Resultado: países importantes se encuentran en una situación cada vez más peligrosa, cuyas repercusiones podrán ser graves para el mundo entero:
- En Rusia se van a producir con toda seguridad grandes convulsiones. Es poco probable que una simple destitución de Putin pueda producirse sin enfrentamientos sangrientos entre facciones rivales. Hasta podría haber separaciones de partes de Rusia, el Estado más grande y uno de los más fuertemente armados del mundo, lo cual tendría consecuencias imprevisibles para el mundo entero.
- China está cada vez más afectada por los repetidos golpes de la pandemia (y posiblemente de otras venideras), el debilitamiento de la economía, las repetidas catástrofes medioambientales y la enorme presión imperialista de Estados Unidos. El esfuerzo económico y estratégico realizado en pro de las "Nuevas Rutas de la Seda" no podrá sino agravar aún más la difícil situación del capitalismo chino. Como señala la Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI: "China es una bomba de relojería [...]. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping no es una expresión de fuerza sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas en la sociedad y de importantes luchas de camarillas en el seno de la clase dominante".
- El propio EE. UU. es presa de conflictos en el seno de la burguesía, los más graves desde la Segunda Guerra Mundial, “la profundidad de las divisiones en el seno de la clase dominante estadounidense quedó al descubierto con las disputadas elecciones de noviembre de 2020 y, sobre todo, con el asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump el 6 de enero de 2021, jaleados por Trump y su entorno. Ese acontecimiento demuestra que las divisiones internas de Estados Unidos atraviesan a toda la sociedad. Aunque Trump fue desalojado de la presidencia, el trumpismo sigue siendo una fuerza poderosa y fuertemente armada, que se expresa tanto en las calles como en las urnas.”7 Esto se ha confirmado recientemente con las elecciones de mitad de mandato de Biden. Las divisiones entre cada una de las bandas rivales (demócratas y republicanos) nunca han sido tan profundas y exacerbadas, pero también las desavenencias dentro de cada uno de los dos bandos, y eso cuando el peso del populismo y de las ideologías más retrógradas, marcadas por el rechazo al pensamiento racional, coherente y construido, lejos de reducirse con los intentos de frenar una nueva candidatura de Trump, no han hecho sino arraigarse de forma cada vez más profunda y duradera en la sociedad estadounidense, al igual que en el resto del mundo. Eso revela el grado de descomposición de las relaciones sociales.
7 - El deterioro de la situación mundial hasta un nivel sin precedentes se ve agravado por dos factores muy importantes relacionados con el insuficiente control por parte de los Estados capitalistas, especialmente los más poderosos, del conjunto de las relaciones sociales:
- Como constatamos con la crisis del Covid-19 e incluso antes (en nuestro 23º Congreso), la capacidad de cooperación entre los grandes estados para retrasar y atenuar el impacto de la crisis económica y limitar o evacuar los efectos de la descomposición hacia los países más débiles, se ha debilitado considerablemente y la tendencia no es al "retorno" de las políticas de "cooperación internacional", es más bien lo contrario. Tal dificultad sólo puede agravar el caos mundial.
- Por otra parte, en el seno de las principales burguesías del mundo, no se detecta razonablemente la aparición de políticas que puedan detener, siquiera parcial o temporalmente, una erosión tan destructiva y rápida. Sin subestimar la capacidad de respuesta de la burguesía, no se ve, al menos por el momento, la aplicación de políticas similares a las de los años ochenta y noventa que mitigaron y retrasaron los peores efectos de la crisis y la descomposición.
8. Esta evolución, aunque pueda sorprendernos por su rapidez y amplitud, fue prevista en gran medida por la actualización de nuestro análisis de la descomposición en el 22 Congreso8. Por un lado, el informe reconocía claramente el auge del populismo en los países centrales como una manifestación importante de la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político. Asimismo, mencionábamos otra manifestación: la irrupción de oleadas de refugiados y el éxodo de personas hacia los centros del capitalismo y destacábamos, en particular, el desastre medioambiental y su magnitud.
Al mismo tiempo, el informe identificaba problemas que hoy no ocupan el primer plano de los medios de comunicación, pero que no han dejado de agravarse: el terrorismo, el problema de la vivienda en los países centrales, el hambre y, sobre todo, “la destrucción de las relaciones humanas, de los lazos familiares y afectivos, que no han hecho más que agravarse, como lo demuestra el consumo de antidepresivos, la explosión del sufrimiento psicológico en el trabajo, así como la aparición de auténticas hecatombes, como la ocurrida en Francia durante el verano de 2003, cuando murieron 15.000 ancianos más durante la canícula”. Cabe señalar que la pandemia ha endurecido considerablemente esa tendencia hasta el límite y que los suicidios y las enfermedades psicológicas durante este periodo se han considerado como “una segunda pandemia”.
9. La perspectiva que planteamos se inscribe en el marco de análisis expuesto en las Tesis sobre la descomposición hace ya treinta años:
- “En una situación así, en la que las dos clases fundamentales - y antagónicas - de la sociedad se enfrentan sin lograr imponer su propia respuesta decisiva, la historia sigue, sin embargo, su curso. En el capitalismo, todavía menos que en los demás modos de producción que lo precedieron, la vida social no puede "estancarse" ni quedar "congelada". (tesis 4). Durante treinta años, la gangrena de la decadencia no ha cesado de expandirse, desembocando hoy en una agravación cualitativa, con unas consecuencias destructoras nunca vistas.
- “ningún modo de producción puede seguir viviendo, desarrollarse, afianzarse en bases firmes, mantener la cohesión social, si no es capaz de dar una perspectiva al conjunto de la sociedad en la que impera. Y esto es tanto más cierto para el capitalismo, al haber sido el modo de producción más dinámico de la historia.» (tesis 5). La situación actual es la continuación de más de cincuenta años de agravamiento incesante de la crisis capitalista sin que la burguesía haya sido capaz de ofrecer una perspectiva, y a la vez, el proletariado todavía no ha sido capaz de hacer avanzar la suya: la revolución comunista. La situación actual está arrastrando al mundo a una espiral de barbarie y destrucción en la que los países centrales, que durante todo un periodo habían desempeñado un papel de freno relativo a la descomposición, se están convirtiendo ahora en un factor agravante de la misma.
-“La descomposición no retrotrae a ningún tipo de sociedad anterior, a ninguna fase precedente de la vida del capitalismo. […] Hoy, la civilización humana está perdiendo cierta cantidad de lo adquirido […] El discurrir de la historia es irreversible: la descomposición lleva, como su nombre tan bien lo indica, al desmembramiento y a la putrefacción de la sociedad, a la nada.” (tesis 11).
10. Frente a esta situación, las Tesis sobre la descomposición, aunque advierten que “hoy, contrariamente a la situación de los años 70, el tiempo ya no juega en favor de la clase obrera” (tesis 16) y que existe el peligro de una erosión lenta, pero en última instancia irreversible de los fundamentos mismos del comunismo, dejan claro sin embargo que "la perspectiva histórica sigue abierta" (tesis 17).
En efecto, "A pesar del golpe en su toma de conciencia dado por el hundimiento del bloque del Este, el proletariado no ha sufrido derrotas importantes en el terreno de sus luchas. Su combatividad sigue intacta. Pero, además, y es éste un factor que determina en última instancia la evolución de la descomposición, o sea, la agravación inexorable de la crisis del capitalismo es un estímulo esencial de la lucha y de la toma de conciencia de la clase, condición misma en su capacidad para resistir al veneno ideológico de la putrefacción de la sociedad. En efecto, si bien las luchas parciales contra los efectos de la descomposición no pueden ser un terreno de unificación de clase, en cambio la lucha contra los efectos de la crisis misma es la base para que se desarrolle su fuerza y su unidad de clase" (tesis 17).
"la crisis económica, al contrario de la descomposición social, la cual concierne esencialmente las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente la infraestructura de la sociedad en la que se basan aquéllas; por eso, la crisis pone al desnudo las causas primeras de toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente de sistema y no ya de pretender mejorar algunos sus aspectos» (tesis 17).
De hecho, esta perspectiva está empezando a emerger: "Frente a los ataques de la burguesía, la clase obrera del Reino Unido está demostrando que una vez más está dispuesta a luchar por su dignidad, a rechazar los sacrificios impuestos constantemente por el capital. Es el reflejo más significativo de la dinámica internacional: el invierno pasado comenzaron a estallar huelgas en España y Estados Unidos; este verano, Alemania y Bélgica también experimentaron paros; es imposible predecir dónde y cuándo volverá a manifestarse masivamente la combatividad obrera en un futuro próximo, pero una cosa es cierta, la magnitud de la actual movilización obrera en el Reino Unido es un hecho histórico de primer orden: el fin de la pasividad, de la sumisión. Las nuevas generaciones de trabajadores están levantando la cabeza”9.
Hemos destacado que las luchas en el Reino Unido constituyen una ruptura con la pasividad y la desorientación imperantes hasta entonces. El retorno de la combatividad de los trabajadores en respuesta a la crisis puede convertirse en una fuente de concienciación, al igual que nuestra intervención, que es esencial ante una situación así. Es evidente que cada aceleración de la descomposición consigue frenar los esfuerzos de combatividad de los trabajadores: el movimiento en Francia 2019 sufrió un parón cuando estalló la pandemia. Esto supone una dificultad añadida y nada desdeñable ante el desarrollo de las luchas y la recuperación de la confianza del proletariado en sí mismo y en sus propias fuerzas. Sin embargo, no hay otro camino que la lucha. La reanudación de la lucha es en sí misma una primera victoria. El proletariado mundial en un proceso muy atormentado, con muchas derrotas amargas, puede finalmente recuperar su identidad como clase y eventualmente lanzar una ofensiva internacional contra este sistema moribundo.
11. En este contexto, los años veinte del siglo XXI tendrán una importancia considerable en la evolución histórica. Mostrarán aún más claramente que en el pasado la potencia destructora de la humanidad que conlleva la descomposición capitalista. En el otro polo, el proletariado comenzará a dar sus primeros pasos, como los esbozados por la combatividad de las luchas en Gran Bretaña, para defender sus condiciones de vida frente a la multiplicación de los ataques de cada burguesía y los golpes de la crisis económica mundial con todas sus implicaciones. Estos primeros pasos serán a menudo vacilantes y plagados de debilidades, pero son esenciales para que la clase obrera pueda reafirmar su capacidad histórica de imponer su perspectiva comunista. Así, los dos polos de la perspectiva se opondrán globalmente en la alternativa: destrucción de la humanidad o revolución comunista, aunque esta solución esté aún muy lejos y se enfrente a enormes obstáculos. Esclarecer este contexto histórico es una tarea inmensa pero absolutamente necesaria y vital para las organizaciones revolucionarias del proletariado. Les exige ser las mejores defensoras y propagadoras de una perspectiva general. También es una prueba crucial de su capacidad para analizar y dar respuesta a los retos que plantean los distintos aspectos de la situación actual: guerra, crisis, lucha de clases, crisis medioambiental, crisis política, etc.
CCI, 28 de octubre de 2022
1 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [11].Estas Tesis se adoptaron en 1990.
2 Véase el Informe sobre la crisis económica del 24º Congreso Internacional de la CCI (2021) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) [29]
3 A escala mundial, el riesgo para la salud humana en todos los países, incluidos los "más desarrollados", ha empeorado drásticamente, al tiempo que los científicos advierten de la posibilidad de nuevas pandemias. El estudio de un equipo del London University College publicado en The Lancet también muestra cómo la crisis climática ha aumentado la propagación del dengue en un 12% entre 2018 y 2021 y que “las muertes por oleadas de calor han aumentado en un 68% entre 2017 y 2021, en comparación con el periodo entre 2000 y 2004”.
4 The Lancet (2022). Cabe señalar que, si bien el enorme deterioro ecológico no es el único factor de la crisis alimentaria, la concentración de la producción en muy pocos países y la fuerte especulación financiera con el trigo y otros alimentos básicos agravan aún más el problema.
5 A su manera, el Fondo Monetario Internacional reconoce, con su alambicado lenguaje, la realidad de la situación: "es muy probable que el crecimiento se aminore todavía más y que la inflación sea más alta de lo previsto. En general, los riesgos son elevados y comparables en líneas generales a la situación al inicio de la pandemia: una combinación de factores sin precedentes está configurando el panorama, con factores específicos que interactúan con formas intrínsecamente difíciles de predecir. Muchos de los riesgos descritos a continuación son esencialmente una intensificación de las fuerzas ya presentes en el escenario de referencia. Además, la materialización de los riesgos a corto plazo puede precipitar los riesgos a medio plazo y dificultar la resolución de los problemas a largo plazo.”
6 En Francia, uno de los gigantes mundiales de la energía nuclear, 32 de sus 56 reactores nucleares están inactivos.
7 Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso del CCI
8 Véase el “Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017)”, Revista Internacional nº 164, (en francés e inglés) Rapport sur la décomposition aujourd’hui (Mai 2017) | Courant Communiste International (internationalism.org) [30]/ Report on decomposition today, from the 22nd ICC Congress | International Communist Current (internationalism.org) [31]
9 El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha (panfleto internacional de la CCI). hoja_internacional_huelgas_gb.pdf [32].
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los_sindicatos_no_unen_nuestra_lucha_sino_que_organizan_su_division.pdf [33] | 36.83 KB |
Junto con las enfermeras y los conductores de ambulancias, los trabajadores de la universidad son uno de los sectores más recientes de la clase obrera que se han sumado a la actual oleada de huelgas. En Londres, el 30 de noviembre, el tercer día de huelga convocada por el sindicato University and College Union, hubo una concentración en la estación londinense de Kings Cross, que el UCU anunció como la mayor manifestación de su historia. Participaron varios miles de trabajadores de todo el país.
A pesar de que en los últimos meses hemos asistido a huelgas en numerosos sectores -trenes, autobuses, metro, correos, Amazon, sanidad, escuelas en Escocia, en los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte y en otros lugares-, los sindicatos se han mostrado en general muy cautos a la hora de convocar manifestaciones unitarias en las grandes ciudades. Así que el hecho de que la UCU invitara a dirigentes de otros sindicatos implicados en las huelgas a hablar en esta manifestación -Dave Ward del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación, Christina McAnea, secretaria general de Unison, y en particular Mick Lynch del RMT- es una señal de que los sindicatos están obligados a dar una imagen de solidaridad y unidad de la clase obrera. Encargados por el Estado capitalista de la tarea vital de mantener la lucha de clases bajo control, de tomar la temperatura dentro de la clase obrera, reconocen que se enfrentan a una creciente comprensión entre "los afiliados" no sólo de que la clase obrera existe, sino de que todos los trabajadores están siendo atacados y necesitan resistir juntos.
La reacción frente a esta maduración de la recuperación de la identidad de clase se expresó más claramente en el discurso de Mick Lynch, que fue la estrella del mitin, sólo superado por Jo Grady, la secretaria general de la UCU. Todo el tenor de su discurso fue que los trabajadores no pueden confiar en que los políticos les defiendan -dijo que cuando la gente le preguntaba por qué el RMT no estaba afiliado al Partido Laborista, su respuesta era "¿por qué seguir encadenados al Partido Laborista?" - y que sólo la acción unida y militante de los trabajadores de a pie, superando todas las divisiones entre sectores, entre hombres y mujeres, entre razas y religiones, podía garantizar la victoria. Y, por supuesto, esta unidad sólo podía lograrse a través de los sindicatos, que son "la clase obrera organizada"[1]
Es significativo que los mayores aplausos del público respondieran a estos llamamientos a la unidad en la lucha. Los trabajadores universitarios presentes en la manifestación ya no se ven a sí mismos como una élite privilegiada de intelectuales, sino como parte de la clase trabajadora, enfrentada a la inseguridad laboral (el sector universitario es uno de los pioneros de la "economía gig"[2]; la mayoría de los profesores e investigadores tienen contratos de corta duración e inestables), al estancamiento de los salarios y al aumento de los precios. Todo esto se repitió en el discurso de clausura de Jo Grady.
No cabe duda de que es importante que los trabajadores universitarios se reunieran en esta manifestación para expresar su solidaridad entre ellos y con otros sectores que luchan esencialmente por las mismas reivindicaciones. Pero no es de extrañar que los organizadores de esta manifestación no exigieran nada a los participantes, excepto que vitorearan en los lugares adecuados y que se marcharan a casa cuando todo hubiera terminado. Ni un atisbo de que los trabajadores se reunieran para debatir, para evaluar en qué punto de la lucha se encuentran, para hacer propuestas concretas de unión con otros sectores. El mensaje de los sindicatos se reduce a esto: dejadlo en manos de vuestros representantes oficiales y todo irá bien.
Pero estos "representantes oficiales", que en realidad "representan" al Estado capitalista en las filas de los trabajadores, son precisamente los que mantienen divididos a los trabajadores convocándolos sector por sector, en días diferentes y en distintas partes del país. En varios casos, las huelgas están divididas incluso dentro del mismo sector: por ejemplo, en correos, ha habido diferentes días de acción para los clasificadores, los conductores, los repartidores... El argumento de los sindicatos a favor de esta táctica es que actuando de esta manera, los trabajadores pueden mantener la presión sobre los empresarios y no perder demasiado en sus paquetes salariales. Y, por supuesto, ningún trabajador puede permitirse sacrificar su salario a la ligera en una época de crisis económica cada vez más profunda. Pero lo que ocultan los "tácticos" sindicales es que la clase dominante teme, sobre todo, la amenaza de acciones verdaderamente masivas y unificadas de la clase obrera, y es esta amenaza el único factor que les obligará a retirar, al menos temporalmente, su asalto a los niveles de vida.
Y son estos "representantes oficiales" los que se aseguran de que no estallen acciones masivas y unificadas, vigilando las llamadas leyes "antisindicales" del Estado, que en realidad son leyes diseñadas para impedir que los trabajadores luchen al margen de los sindicatos, que tomen decisiones sobre las huelgas en asambleas generales, no en votaciones, que envíen "piquetes secundarios" a otros lugares de trabajo para llamarles a la huelga, que tomen medidas de huelga sobre el terreno en lugar de avisar a los empresarios y al gobierno con semanas de antelación.
Y por último, con sus falsas promesas de victoria, los sindicatos ocultan sistemáticamente la realidad de la situación a la que se enfrenta la clase obrera: un sistema capitalista al límite de sus fuerzas, que ofrece un futuro de pobreza y destrucción, donde la victoria económica de los trabajadores en la lucha sólo puede ser efímera, y donde la verdadera victoria es la creciente capacidad de la clase obrera para unirse y reconocer que el verdadero objetivo de esta unidad es el derrocamiento de la clase dominante y de su orden moribundo.
Amos, Diciembre 2022
1See Mick Lynch’s speech here: https://www.youtube.com/watch?v=Jw4rn8ZWoaY [34]
2Un eufemismo que se refiere a todos esos empleos precarios como riders u otros, autoempleados, trabajos por horas, etc que se pretenden hacer presentables bajo el etiquetado de “economía colaborativa”
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peru_la_clase_trabajadora_se_encuentra_en_el_fuego_cruzado_de_las_facciones_burguesas_enfrentadas.pdf [37] | 60.67 KB |
Comisarias incendiadas, carreteras bloqueadas, autos quemados, saqueos en tiendas y mercados, destrucción, violencia irracional, revuelta popular: estos acontecimientos son el producto directo del impasse del sistema que genera cada vez más miseria y del cual la burguesía busca aprovecharse para un reclutamiento en sus luchas de camarillas. Todo esto es parte de una pugna permanente entre las facciones de la burguesía peruana, las cuales, movidas por la defensa de sus respectivos intereses, han agudizado las dificultades para establecer niveles de orden y funcionamiento que puedan darle estabilidad a su sistema político. Esto explica el desenvolvimiento caótico de las acciones que institucionalmente se han venido dando.
El peso de la descomposición, como fenómeno global e histórico que también afecta al aparato político de la burguesía peruana, podemos explicarlo apoyándonos en un fragmento de nuestras Tesis sobre la Descomposición: “Entre las características más importantes de la descomposición de la sociedad capitalista, hay que subrayar la creciente dificultad de la burguesía para controlar la evolución de la situación en el plano político. La base de este fenómeno es, claro está, que la clase dominante cada día controla menos su aparato económico, infraestructura de la sociedad. El atolladero histórico en que está metido el modo de producción capitalista, los fracasos sucesivos de las diferentes políticas instauradas por la burguesía, la huida ciega permanente en el endeudamiento con el cual va sobreviviendo la economía mundial, todos esos factores repercuten obligatoriamente en un aparato político incapaz, por su parte, de imponer a la sociedad, y en especial a la clase obrera, la "disciplina" y la adhesión que se requieren para movilizar todas las fuerzas y todas las energías para la guerra mundial, única "respuesta" histórica que la burguesía sea capaz de "ofrecer". La falta de la menor perspectiva (si no es la de ir parcheando la economía) hacia la cual pueda movilizarse como clase, y cuando el proletariado no es todavía una amenaza de su supervivencia, lleva a la clase dominante, y en especial a su aparato político, a una tendencia a una indisciplina cada vez mayor y al sálvese quien pueda” (tesis 9)1.
Por eso, vemos los juegos de la vacancia del poder, la interpelación, la presión que ejercen determinados grupos o partidos en el Congreso de la República, la guerra de interpretaciones jurídicas que enfrentan al poder ejecutivo y judicial, todas ellas, son acciones que ilustran la descomposición y no sirven para otra cosa, que no sea distraer y arrastrar al proletariado al putrefacto pantano de la ideología democrática.
Las revueltas populares que se levantan como acciones organizadas de las facciones enfrentadas de la derecha y la izquierda burguesa, son expresión de la desesperación de estas mismas facciones por mantener o volver a controlar el Estado, que ha permeado a la sociedad, con toda su carga de confusión y envenenamiento ideológico. Ejemplo de ello, son las demandas de “cierre del congreso”, “que se vayan todos”, “nuevas elecciones”, “nueva constitución”, que no son más que demandas democráticas, que solo buscan seguir manteniendo el statu quo del Estado burgués. Estas demandas, nada tienen que ver con los intereses de la clase trabajadora y su proyecto histórico. Por el contrario, lo lleva al encierro en la sociedad de la explotación y las clases sociales. Ellas se alejan de aquellas demandas inmediatas, que se dan la perspectiva de defender sus condiciones de vida y que también, cumplen una función como experiencia de lucha necesaria para la maduración política de sus fuerzas.
Aunque no dudamos que existen elementos de la clase obrera, envueltos en estas revueltas populares, que tratan de expresar su indignación frente a la decadencia de la clase política, lo hacen en un terreno que no es el suyo, donde la burguesía y la pequeña burguesía imponen sus banderas democráticas, a fin de mantener intacta la sociedad de la explotación y la defensa de sus propios intereses de lucro y ganancia gracias a la feroz explotación de la fuerza de trabajo de los trabajadores. Esos elementos de la clase trabajadora y otras capas no explotadoras se ven arrastrados por la violencia irracional y putrefacta que produce un sistema que ya no tiene más que ofrecer a la humanidad. Muchos de estos elementos han muerto en medio de estas revueltas.
Lo que está pasando en Perú en estos momentos, no es una expresión o reacción de los trabajadores, no es la lucha de clases. Lo que está pasando en Perú, es una lucha por intereses netamente burgueses, donde una de las dos facciones enfrentadas de la burguesía finalmente se quedará con el manejo del Estado, para continuar con la explotación de los trabajadores.
El terrorismo ejercido por las burguesías de ambos bandos sigue costando vidas humanas. Los métodos usados de fuego y violencia indiscriminada se contraponen a aquellos con que la clase trabajadora echará abajo al capitalismo, basados más en la capacidad de construir una organización que pueda incorporar al resto de capas no explotadoras a su programa, dirigiendo las acciones políticas de transformación contra las clases dominantes. El terror de las acciones de la burguesía y de sus ambos bandos en plena revuelta constituye un ataque a la toma de conciencia de la clase obrera. En algunos aspectos recuerda la situación que vivimos en los años 80 y 90 del siglo pasado, con el terrorismo ejercido por grupos como Sendero Luminoso, MRTA y el propio ejército del Estado Peruano.
-Defender su autonomía política como clase trabajadora. El proletariado no debe dejarse arrastrar por este conflicto entre fracciones de la burguesía y debe luchar contra las mistificaciones del antifascismo/fascismo, democracia/dictadura, vieja constitución/nueva constitución y demás trampas ideológicas que la burguesía tratará de imponer siempre sobre la conciencia de los trabajadores.
-Luchar contra la trampa de la democracia. Porque la burguesía trata de vendernos la idea de que la democracia es la mejor forma de gobierno y que nuevos procesos electorales serán la “solución” a la crisis, cuando en realidad, son la mejor forma de mantener la explotación laboral y la sociedad dividida en clases sociales. Debemos luchar contra esta movilización democrática y ciudadana. El Estado es el instrumento de las clases explotadoras y cuando la burguesía lo detenta sea de derecha o de izquierda, popular o centro, no hacen más que ejercer su explotación sobre la clase trabajadora.
-Vivimos una crisis económica profunda, que empeora cada vez más las condiciones de vida de todos los trabajadores en el Perú y en el mundo. Por ello, la clase trabajadora debe luchar por sus auténticos intereses de clase, por defender sus condiciones de vida y trabajo, en la perspectiva de su objetivo final la revolución mundial.
-Se debe rechazar las consignas de la unión nacional y la concordia que vocifera la burguesía a los cuatro vientos, la sociedad está dividida en clases sociales: burguesía y proletariado y cada clase tiene sus propios intereses.
-La clase trabajadora debe luchar por recuperar su identidad de clase, la confianza en sus propias fuerzas, en recuperar su proyecto histórico de una nueva sociedad humana mundial: El comunismo. Para ello debe apoyarse únicamente en la solidaridad internacional de la clase trabajadora, en la que el proletariado de los países centrales tiene un papel clave.
-La clase trabajadora es la clase de la conciencia, de la verdad, no somos terroristas ni vándalos, como nos llama la burguesía, sus fuerzas armadas y medios de comunicación. Todo el terrorismo visto en estas revueltas del caos ha sido desarrollada por las facciones burguesas, sus fuerzas del orden, por la prensa, inyectando miedos, pánico, mentiras, incertidumbre, violencia indiscriminada y disparando a la masa desarmada sin importarle nada, ni nadie.
Podemos ver como los hermanos de clase en Gran Bretaña luchan dentro de su terreno de clase por sus verdaderos intereses, como exigiendo mejores condiciones de vida en medio de la crisis. Las huelgas obreras en Gran Bretaña son el comienzo de una respuesta de clase frente a la crisis capitalista mundial, una crisis que también golpea al Perú y al resto del mundo2.
La negativa del Congreso de adelantar las elecciones (una de las principales demandas de los manifestantes), las pugnas entre la nueva presidenta y grupos políticos en el Congreso, la decisión del gobierno de mantener e incluso incrementar la represión usando sus fuerzas policiales y el ejército, constituyen una situación de incertidumbre, en la cual, la burguesía no tiene hasta ahora una representación política capaz de canalizar el descontento popular, lo cual abre la puerta a una profundización de la confrontación entre facciones de la burguesía y a la violencia social (hasta el momento van más de 20 fallecidos y decenas de heridos), tal como se ha vivido en el pasado en otros países de la región, como por ejemplo en Ecuador, con explosiones de revueltas estériles e impotentes que al final sólo conducen a una masacre de los proletarios. Es imprescindible insistir en que la autonomía de los intereses de la clase obrera debe ser defendida sin concesiones, sin ninguno compromiso con su enemigo de clase, cualquiera sea el escenario que se pueda presentar en el futuro.
¡Proletarios de todos los países unidos!
Ismo Perú- Sección de la Corriente Comunista Internacional
Contacto: [email protected] [38]
17-12-2022
1TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo [11]
2El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha [13]
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El texto “Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional en el 24º Congreso de la CCI [41] (Explicación de una posición minoritaria. Contribución del camarada Ferdinand)” presenta los desacuerdos del camarada Ferdinand con respecto al análisis que hace la CCI del periodo actual. Estos desacuerdos, como él mismo señala ("porque tengo desacuerdos parecidos a los del camarada Steinklopfer") comparten mayormente la misma base que los que formuló el camarada Steinklopfer en el XXIII Congreso de la CCI, y que volvió a traer a colación en el texto con el que presentó sus enmiendas a la resolución del XXIV Congreso. Dimos una amplia respuesta a estas divergencias en 2019, y más recientemente, en una contribución publicada en nuestra web en inglés. Los argumentos que se desarrollan en esta última son válidos, en general, en lo que respecta a las críticas del texto de Ferdinand, y no volveremos a tratarlos aquí[1].
Esta contribución se centrará en la comprensión de la situación en China, la cual ocupa buena parte de las contribuciones de Ferdinand. Aclaramos ante todo que estamos de acuerdo con Ferdinand cuando insiste en la importancia del debate, aún más en las vicisitudes de un periodo marcado por la aparición de nuevos fenómenos, en el que "no es inusual que al interior de una organización revolucionaria viva se den controversias sobre el análisis de la situación mundial". Ciertamente, la CCI no es una organización monolítica, y sería preocupante que al calor de las convulsiones de los últimos años no aparecieran cuestionamientos ni desacuerdos. De esta forma, comprender "la evolución de China y el poder económico de su capitalismo de Estado" es una cuestión esencial, no solo a la hora de entender mejor la dinámica actual del capitalismo sino también a la hora de aplicar el método marxista al análisis de la situación.
Desde el inicio de su contribución, Ferdinand expresa sus críticas del análisis de la situación en China que hace la organización y plantea el método que pretende desarrollar: "Las afirmaciones de que China es una bomba de relojería, de que su Estado es débil y de que su crecimiento económico se tambalea son expresiones de una subestimación del desarrollo económico e imperialista real de China en los últimos 40 años. Comprobemos primero los hechos y los fundamentos teóricos en los que se basa este análisis erróneo". Examinaremos pues, atentamente, los hechos aquí referidos y los fundamentos teóricos que Ferdinand cree erróneos. Pero antes de eso, ¿qué podemos decir de la afirmación de que la CCI ha subestimado siempre el desarrollo de China y de que sigue haciéndolo a día de hoy?
Una primera puesta en duda, algo insidiosa, del análisis de la organización, es afirmar que siempre ha hecho caso omiso del desarrollo de China ("El desarrollo de China se ha subestimado en nuestra organización durante décadas") y de que sigue haciéndolo ("Pero este reconocimiento fue a medias. Pronto los viejos esquemas volvieron a colarse en nuestros análisis"). El hecho es que, ciertamente, es incorrecto decir que la CCI ha ignorado el desarrollo de China durante décadas.
A finales de los años 70 la CCI señaló una evolución en la relación de fuerzas entre los bloques, que sería de primera importancia de cara al futuro:
"Como en el resto del mundo, el eslogan del capital chino ha pasado a ser ‘exporta o muere’. Pero la debilidad de su economía y de su posición en el mercado mundial suponen que China ya no puede hacer de Llanero Solitario, y se ve obligada a integrarse más fuertemente en el bloque occidental, como puede verse a nivel económico en su balance comercial, y a nivel político, con su apoyo a todas las políticas occidentales o del tercer mundo que sean hostiles a Moscú" (Révolution Internationale 41, septiembre de 1977).
"Los últimos años han sido testigos de un fortalecimiento considerable del imperialismo americano y del debilitamiento de su rival ruso. La integración de China en el bloque estadounidense y el compromiso de Pekín para un rearmamento masivo se traducen en que el Kremlin se enfrenta a una fuerza cada vez más amenazadora en su frontera oriental – y que además podría bloquear firmemente su acceso a la riqueza industrial japonesa. Ni siquiera el esfuerzo del imperialismo ruso por flanquear a China a través de la península indochina puede minimizar esta victoria del imperialismo estadounidense en el Lejano Oriente" (Revista Internacional 18, Informe sobre la Situación Internacional del tercer Congreso de la CCI).
Esta fue una dinámica crucial que comenzó en los años 60 y 70 con la "ruptura ideológica con Moscú" de China, su abandono del bloque ruso y, durante los 70, (tras la visita de Nixon a Pekín en 1972 y el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1979), un acercamiento gradual al bloque americano, para poder "trabajar juntos y unirnos para contrarrestar al oso polar" (Deng Xiaoping en 1979).
Durante los últimos 70 años (30 de los cuales ha estado bajo el dominio del Partido "Comunista"), es decir, durante la mayor parte del s. XX, China fue una de las expresiones más evidentes de la entrada del capitalismo en su decadencia – una economía en ruinas, guerras civiles, interferencia e invasiones de imperialismos extranjeros, hambrunas gigantescas, mareas de refugiados y el exterminio de millones de personas. Su integración en el mercado occidental abrió las puertas a su desarrollo económico y a una formidable modernización tecnológica, particularmente a finales de los 80 y durante los 90. Fue en esta época y a principios de la década de los 2000 cuando la CCI empezó a señalar, y analizó, el ascenso de China a potencia mundial:
A nivel económico, subrayando que en ningún caso la nueva situación llegaba a poner en cuestión el análisis de la decadencia histórica del capitalismo:
"La decadencia del capitalismo, en contra de lo que pronosticaron algunos elementos de la Izquierda comunista alemana en los años 1920, nunca ha podido interpretarse como un derrumbe repentino del sistema. Tampoco como el bloqueo absoluto del desarrollo de las fuerzas productivas que erróneamente planteó Trotski en los años 30 […] la burocracia china ha conseguido asombrosamente la hazaña de mantenerse con vida. Algunas de las críticas que se hacen a la noción de decadencia del capitalismo presentan precisamente esto como la demostración de que el sistema capitalista tiene aún capacidad de desarrollarse y de lograr un crecimiento real.
La verdad es que el actual “boom” chino no pone en entredicho el declive general de la economía capitalista mundial, puesto que a diferencia de lo que sucedía en el período ascendente del capitalismo:
el actual crecimiento industrial de China no forma parte de un proceso global de expansión. Todo lo contrario, ya que tiene como corolario directo la desindustrialización y el estancamiento de las economías más avanzadas, que deslocalizan hacia China en busca de menores costes laborales;
el proletariado chino no tiene ante sí la perspectiva de una mejora significativa de sus condiciones de vida, sino que es previsible que sufra cada vez más ataques contra sus condiciones de vida y trabajo, y una acrecentada pauperización de enormes masas de trabajadores y campesinos fuera de las principales zonas de crecimiento;
ese crecimiento frenético no contribuirá a una expansión global del mercado internacional, sino a profundizar la crisis mundial de sobreproducción pues dado que la capacidad de consumo de las masas chinas es sumamente restringida, la mayor parte de los producido allí se dirige hacia la exportación a los países capitalistas más desarrollados;
la irracionalidad fundamental del “despegue” chino aparece en toda su magnitud cuando se ven los brutales niveles de contaminación que engendra, lo que evidencia claramente cómo la presión imperativa que sufre cada capital nacional para explotar a mansalva sus recursos naturales para poder ser competitivo en el mercado mundial conduce a una terrible degradación del medio ambiente planetario;
a imagen y semejanza del sistema capitalista en su conjunto, la totalidad del crecimiento de China está basado en una montaña de deudas que jamás podrá compensar con una verdadera expansión en el mercado mundial.
Hasta la propia burguesía reconoce la fragilidad de este tipo de “boom”, y no esconde la alarma que le inspira la “burbuja” de la economía china. Y no porque le disgusten los niveles bestiales de explotación sobre los que está fundamentada, ni mucho menos, ya que son precisamente estos lo que hace atractivo invertir en China, sino por la excesiva dependencia del conjunto de la economía mundial respecto al mercado chino, y por tanto por las catastróficas consecuencias de un hundimiento de esta economía no sólo para China (que reviviría una situación de violenta anarquía como la de los años 1930), sino para toda la economía mundial.
[…]
Es cierto que el capitalismo entró en su fase de decadencia bastante antes de que tales mercados se agotasen, como también que el capitalismo ha tratado de utilizar de la mejor forma posible lo que ha ido quedando de estas áreas económicas, como salida para su producción. Ahí están los ejemplos del crecimiento de Rusia durante los años 1930, o la integración de lo que quedaba en el sector agrario durante la reconstrucción que siguió a la Segunda Guerra mundial. Pero la tendencia dominante en el capitalismo decadente es, desde luego, el recurso a un mercado artificial basado en el endeudamiento" (Revista Internacional 122, XVI Congreso de la CCI: Resolución sobre la situación Internacional[2].
A nivel de la expresión de su cada vez mayor poder imperialista a principios del s. XXI:
]"En particular, [EEUU] no podría desanimar a China para hacer prevalecer sus ambiciones imperialistas, que le permiten su estatuto reciente de gran potencia industrial. Está claro que ese país, a pesar de su importancia demográfica y económica, no tiene, absolutamente, los medios militares o tecnológicos, y no está cerca de tenerlos, para constituirse como una nueva cabeza de bloque. Sin embargo, tiene los medios de perturbar, aún más, las ambiciones norteamericanas –ya sea en África, en Irán, en Corea del Norte, o en Birmania– y aportar su piedra a la inestabilidad creciente que caracteriza a las relaciones imperialistas" (XIX Congreso de la CCI – Resolución sobre la Situación Internacional [42]).
No hubo falta de atención al desarrollo de China, sino un cierto esquematismo en la comprensión de las manifestaciones de la decadencia, que caracterizó la aplicación y profundización de este marco de análisis, como la misma organización hizo notar en su XXI Congreso de 2015:
"la negación, en algunos de nuestros textos clave, de cualquier posibilidad de expansión del capitalismo en su fase decadente, también ha dificultado a la organización explicar el crecimiento vertiginoso de China y de otras “nuevas economías” en el periodo que siguió a la caída de los viejos bloques. Aunque estos crecimientos no han puesto en entredicho, como algunos hayan podido decirlo, la decadencia del capitalismo, siendo incluso una clara expresión de ésta, sí que contradicen la posición según la cual en el periodo de decadencia no hay ninguna posibilidad de un despegue industrial en las regiones de la “periferia”. Aunque hemos sido capaces de refutar algunos de los mitos más comunes sobre la “globalización” en la fase que siguió al hundimiento de los bloques (mitos propalados tanto por la derecha, que veía ahí un nuevo y glorioso capítulo en el triunfo del capitalismo, como por la izquierda, que lo utilizaba para una revitalización de sus viejas soluciones nacionalistas y estatistas), no fuimos capaces de discernir el núcleo de la verdad en la mitología mundialista: que el final del viejo modelo autárquico abría nuevas esferas a las inversiones capitalistas, incluso la explotación de una nueva enorme fuente de fuerza de trabajo extraída desde fuera de las relaciones sociales directamente capitalistas" (XXI Congreso de la CCI – Resolución sobre la situación internacional [43]).
"pero fuimos, no obstante, menos capaces de prever la capacidad de Rusia de volver a emerger como fuerza que se hace notar en la escena mundial; y, lo que es aún más importante, tardamos mucho en ver el ascenso de China como nuevo actor significativo en las rivalidades entre las grandes potencias, unas rivalidades que se han ido agudizando en las dos o tres últimas décadas –un fracaso estrechamente conectado a nuestro problema para reconocer la realidad del avance económico de China" (Ibíd., punto 11).
No obstante, la afirmación de Ferdinand de que si esto se dio en el pasado de la organización, bien puede ser el caso actualmente, es un método erróneo de argumentación. Desde que se reconoció este peligro en la organización, podemos ver que se ha mantenido atentamente el marco de comprensión del desarrollo de China en análisis recientes:
"Las etapas del ascenso de China son inseparables de la historia de los bloques imperialistas y de su desaparición en 1989: la posición de la izquierda comunista que afirmaba la ‘imposibilidad de cualquier emergencia de nuevas naciones industrializadas’ en el período de decadencia y la condena de los Estados ‘que no lograron su despegue industrial antes de la Primera Guerra Mundial para estancarse en el subdesarrollo, o para superar un atraso crónico en comparación con las potencias dominantes’ era perfectamente válida en el período de 1914 a 1989. Fue la camisa de fuerza de la organización del mundo en dos bloques imperialistas opuestos (permanentes entre 1945 y 1989) en preparación para la guerra mundial lo que impidió cualquier ruptura de la jerarquía entre las potencias. El ascenso de China comenzó con la ayuda estadounidense que recompensó su cambio imperialista a los Estados Unidos en 1972. Continuó de manera decisiva después de la desaparición de los bloques en 1989. China parece ser el principal beneficiario de la ‘globalización’ tras su adhesión a la OMC en 2001, cuando se convirtió en el taller mundial y en el receptor de las deslocalizaciones e inversiones occidentales, convirtiéndose finalmente en la segunda potencia económica del mundo. Fueron necesarias las circunstancias sin precedentes del período histórico de descomposición para permitir el ascenso de China, sin las cuales no habría ocurrido.
El poder de China soporta todos los estigmas del capitalismo terminal: se basa en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo proletaria, el desarrollo desenfrenado de la economía de guerra, del programa nacional de ‘fusión militar-civil’ y va acompañado de la destrucción catastrófica del medio ambiente, mientras que la ‘cohesión nacional’ se basa en el control policial de las masas sometidas a la educación política del Partido Único y en la feroz represión de las poblaciones alófonas del Xinjiang y el Tíbet musulmanes. De hecho, China es sólo una metástasis gigantesca del cáncer militarista generalizado de todo el sistema capitalista: su producción militar se está desarrollando a un ritmo frenético, su presupuesto de defensa se ha multiplicado por seis en 20 años y ocupa el segundo lugar en el mundo desde 2010" (Punto 11 de la Resolución sobre la situación internacional del XXIII Congreso de la CCI [44]).
En realidad, el problema para Ferdinand no es la subestimación de la expansión china, sino el marco de interpretación en el que se incluye ("La formulación de <<el crecimiento extraordinario de China es un producto de la descomposición>>"). Para Ferdinand, el examen de los "hechos" tal y como son demuestran ya de entrada la falta de coherencia de la visión de la CCI.
Ferdinand quiere examinar "los hechos". Pero sin embargo no empieza sino seleccionando los que más le convienen: "No podemos confiar en la propaganda china sobre la fortaleza de su sistema. Pero lo que los medios de comunicación occidentales o no chinos nos dicen sobre las contradicciones en China también es propaganda, y además a menudo es una ilusión". Desde aquí puede fácilmente descartar un matiz de los "hechos" defendidos por la organización ("Los elementos mencionados en la Resolución no son convincentes"), mientras que solo asume los que él cree factibles ("Si no cito literalmente otras fuentes, baso la información de este artículo en Wikipedia y The Economist, nota al pie nº5 de su texto).
Por tanto, los "hechos" que se digna a examinar están limitados exclusivamente a la cuestión de las tensiones internas de las clases dominantes. Y lo que es más, su modo de argumentar es bastante curioso:
Ferdinand compara de forma bastante absurda los cambios en el orden de batalla de ciertas burguesías europeas en los años 70, bajo la presión de la lucha de clases, con la exacerbación de las tensiones internas entre camarillas de cada burguesía nacional, lo que es ante todo un fenómeno de la fase de descomposición del capitalismo, y más específicamente, de la última década. Esto deriva en realidad de una presión cada vez mayor a la que tienen que enfrentarse las diferentes burguesías a nivel económico e imperialista, y a la dificultad de mantener el control de todo el sistema político (como se ve en el surgimiento del populismo en EEUU o Gran Bretaña, pero también en las tensiones entre camarillas del aparato de Estado chino).
Plantea la idea falsa y absurda de que la CCI defiende "la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping".
Tras este argumento se ocultan dos cosas: (a) una subestimación del peso de la descomposición en el aparato político de la burguesía, y (b) una tendencia a ver en el capitalismo chino una forma "avanzada" de capitalismo, como la de los países europeos, y no una expresión caricaturesca de la putrefacción del capitalismo. La cuestión para Ferdinand no es la de una lucha de facciones dentro del partido-Estado estalinista, sino la propuesta de modelos alternativos ("Pero no se ve ningún modelo alternativo para el curso del capitalismo de Estado chino") por parte de facciones de la burguesía, pertenecientes o no al partido. Esto demuestra que no es capaz de ver que el capitalismo de Estado estalinista chino no es una expresión de la fortaleza del capitalismo, sino un producto refinado de su barbarie, decadencia y descomposición.
Bajo esta perspectiva, su análisis de la represión de los capitalistas privados individuales revela por sí sola la falta de método que hay en su examen de "los hechos". Así comenta la represión de capitalistas privados: "El Partido está cortando las alas a algunas de las empresas más rentables y a los magnates más ricos; está dejando escapar el aire de algunas burbujas especulativas para controlar más estrictamente toda la actividad económica". Pero, ¿qué es lo que prueba este control más estrecho del Estado sobre las empresas privadas? El contexto de la fase de descomposición que destaca la CCI es exactamente lo que hace posible la comprensión de que la toma de control de sectores económicos enteros por parte del partido, que subraya la rigidez del sistema político estalinista en China que se halla bajo presión a nivel económico e imperialista, así como las tensiones en el seno del partido, son esencialmente una expresión de DEBILIDAD del régimen, no de fortaleza.
Los "hechos" que quiere examinar Ferdinand se limitan a la cuestión de las tensiones en la clase dominante, mientras que guarda silencio sobre la multitud de elementos que la organización señala como pruebas de las dificultades de China, ya desde el Informe sobre las tensiones imperialistas de junio de 2018 [45] (RI 161), además del Informe sobre la pandemia y la desarrollo de la descomposición [46] adoptada por el XXIV Congreso de la CCI en 2021 (RI 167):
"A largo plazo, la economía china se enfrenta a la deslocalización de industrias estratégicas por parte de Estados Unidos y los países europeos, y a las dificultades de la "Nueva ruta de la seda" debido a los problemas financieros vinculados a la crisis económica, y exacerbados por la crisis del Covid-19 (financiación china pero sobre todo niveles de deuda de países "socios" como Sri Lanka, Bangladesh, Pakistán, Nepal...) pero también por la creciente desconfianza por parte de muchos países y la presión anti-China de los Estados Unidos. Además, no es de extrañar que en 2020 se haya producido un desplome del valor financiero de las inversiones inyectadas en el proyecto de la “Nueva ruta de la seda” (-64%).
La crisis del Covid-19 y los obstáculos encontrados por la "Nueva ruta de la seda" también han exacerbado las tensiones cada vez más manifiestas en la cabeza del Estado chino, entre la facción "economista", que se centra principalmente en la globalización económica y el "multilateralismo" para continuar la expansión capitalista de China, y la facción "nacionalista" que exige una política más musculosa y que enfatiza la fuerza ("China que derrotó al Covid") frente a las amenazas internas (uigures, Hong Kong, Taiwán) y externas (tensiones con Estados Unidos, India y Japón). En la perspectiva del próximo Congreso Popular en 2022, que deberá nombrar al nuevo (o confirmar al viejo) presidente, la situación en China, por lo tanto, también es particularmente inestable".
Desde entonces, todos los informes sobre las tensiones imperialistas han propuesto elementos relacionados con la desastrosa gestión de la crisis del Covid: la acumulación de problemas económicos en China, el estancamiento del proyecto de la "Nueva Ruta de la Seda" y el agravamiento de los antagonismos en las filas de la burguesía china. El Informe sobre los conflictos imperialistas de noviembre de 2021 [47] (RI 167), sintetiza las dificultades de China a diferentes niveles:
"China ha experimentado un ascenso meteórico en términos económicos e imperialistas en las últimas décadas, lo que la convierte en el más importante retador de los Estados Unidos. Sin embargo, como ya ilustran los sucesos de septiembre de 2021 en Afganistán, no ha sabido aprovechar ni el continuo declive estadounidense ni la crisis de Covid-19 y sus consecuencias para reforzar sus posiciones en cuanto a las relaciones imperialistas, sino todo lo contrario. Examinamos las dificultades a las que se enfrenta la burguesía china a la hora de hacerse cargo del Covid, de la gestión de la economía, de las relaciones imperialistas y las tensiones en su seno".
A cada uno de estos niveles se aportan elementos precisos para ilustrar que "En resumen, lejos de beneficiarse de la situación actual, la burguesía china, al igual que otras burguesías, se enfrenta al peso de la crisis, al caos de la descomposición y a las tensiones internas, que intenta contener por todos los medios dentro de sus caducas estructuras capitalistas de Estado" (Ibíd.). Desafortunadamente, Ferdinand ignora meticulosamente todo esto.
Así las cosas, ¿qué empuja al camarada a disputar la afirmación de que "China es una bomba de relojería", afirmación que no puede basarse en un seguimiento insuficiente o falta de pruebas por parte de la CCI, especialmente en lo que respecta al periodo presente, como muestran las referencias a nuestros textos congresuales? Con respecto a nuestro último análisis, ¿no sería cierto que los argumentos aquí discutidos son una pantalla de humo que esconde el verdadero motivo de desacuerdo, que debería buscarse al nivel de los "fundamentos teóricos"?
Ferdinand intenta demostrar que está criticando "una comprensión errónea y esquemática de la decadencia capitalista", y para ello propone una serie de cuestiones:
La primera trata de cómo la CCI subestima la tendencia a la constitución de nuevos bloques ("la Resolución resta importancia al peligro de una futura constelación de bloques"), que para Ferdinand es hoy dominante: "La lógica capitalista de la polarización entre China y Estados Unidos empuja a ambos a buscar aliados, a participar en la carrera armamentística y a dirigirse hacia la guerra". Este análisis, sin embargo, se abstrae de las características de la fase actual de la descomposición, en la que:
1. Hay una contraposición radical a la tendencia a la formación de bloques imperialistas que marcó a la "Guerra Fría". Esto ha sido planteado claramente por la CCI desde 1990:
"la tendencia a un nuevo reparto del mundo entre dos bloques militares está frenada, quizás incluso definitivamente, por el fenómeno cada día más profundo y general de la descomposición de la sociedad capitalista, tal como ya lo hemos recalcado nosotros" (RI 61, Tras el hundimiento del bloque del este, inestabilidad y caos [48]).
"No es la formación de bloques imperialistas lo que está en la base del militarismo y del imperialismo. Es lo contrario: la formación de bloques no es sino la consecuencia extrema (que en cierta fase pueda agravar las causas mismas) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra" (RI 64, Texto de orientación: Militarismo y descomposición [49]).
De esta forma, en el contexto actual de la guerra de Ucrania, las posiciones adoptadas por la India hacia EEUU y Rusia, las de China hacia Rusia y las de Turquía hacia Rusia y la OTAN (de la que es miembro), entre otros tantos ejemplos, destacan hasta qué punto es la inestabilidad la que marca las relaciones entre las potencias imperialistas, y no la constitución en bloques.
2. En ningún modo se da una disminución de la barbarie militarista o el peligro de guerra, como enfatizamos hace más de 30 años:
"los enfrentamientos militares entre Estados no van a desaparecer, independientemente de si las grandes potencias puedan usarlos en interés propio. Muy al contrario, como hemos visto en el pasado, el militarismo y la guerra son el modo de vida del capitalismo en decadencia, y la profundización de la crisis no hará más que confirmarlo.
En contraste con el periodo anterior, sin embargo, estos conflictos militares ya no asumirán la forma de un enfrentamiento entre dos grandes bloques imperialistas" (RI 63, Resolución sobre la situación internacional, junio de 1990).
"el final de los bloques lo que hace es abrir las puertas a una forma todavía más salvaje, aberrante y caótica del imperialismo" (RI 64, Militarismo y descomposición).
En respuesta a la interpretación que lleva a Ferdinand a preguntar "¿Debemos pensar que el capitalismo en su periodo de descomposición es más racional y, por tanto, más proclive a evitar la guerra?", lo cierto es exactamente lo contrario: la CCI ha señalado que la inestabilidad y el caos actuales, que provienen de la tendencia al cada uno para sí, no reducen el militarismo y el riesgo de guerras sino que paradójicamente han revivido el riesgo de una escalada nuclear, y de una forma más alarmante que durante la "Guerra Fría" (ver RI 168, La guerra de Ucrania, un paso de gigante hacia la barbarie y el caos generalizados [50]).
Según Ferdinand, otro punto que muestra el esquematismo de la CCI es nuestro fracaso a la hora de reconocer que el capitalismo de Estado chino es el gran ganador del momento y de que se está fortaleciendo: "La Resolución subestima el hecho de que las economías fuertes están mucho mejor que las débiles […] Y niega que China sea un ganador de la situación […] China es uno de los ganadores de la crisis pandémica hasta ahora". Según Ferdinand, "Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio. Aunque el crecimiento económico en China se ha ralentizado en los últimos tiempos, detrás de esto hay hasta cierto punto un plan calculado de la élite política gobernante para aprovechar los excesos del capital privado y fortalecer el capitalismo de Estado para el desafío imperialista".
La CCI no niega en absoluto que, en esta fase de descomposición galopante, las burguesías nacionales pueden temporalmente, en determinadas áreas, sacar beneficios de una coyuntura: durante la primera década de la fase de descomposición, EEUU pareció tener éxito imponiendo su hegemonía (la primera guerra del Golfo, los acuerdos de Dayton para la ex-Yugoslavia); incluso a día de hoy algunos países productores de gas natural o crudo están amasando millones; de forma similar, China experimentó ciertamente una expansión económica nada desdeñable entre 1990 y 2016. Sin embargo, la cuestión central a tratar es la siguiente: ¿de dónde proviene esta expansión?
Para la CCI, la entrada del capitalismo en la fase final de su decadencia histórica en 1989, la fase de descomposición, posibilita la comprensión tanto de los ingredientes del ascenso súbito de China como de sus fragilidades internas y externas, así como de las contradicciones que amenazan su expansión. Esta tarea de poner las cosas en su contexto es exactamente lo que evita hacer Ferdinand, de una forma explícita y general.
Además, contrariamente a Ferdinand, que parece ver en el capitalismo de Estado estalinista el motor dinámico del desarrollo de China, la Gauche Communiste de France (en su revista Internationalisme en 1952) fue ya capaz de señalar que el capitalismo de Estado no soluciona, en esencia, las contradicciones del capitalismo por mucho que pueda retrasar sus efectos, sino que es una expresión de estas contradicciones:
"Desde que el modo de producción capitalista entró en su período de decadencia, la presión para combatir esta decadencia con medidas capitalistas de Estado ha crecido constantemente. Sin embargo, la tendencia a fortalecer los órganos y las formas capitalistas de Estado no es en absoluto un fortalecimiento del capitalismo; al contrario, expresan las crecientes contradicciones en el terreno económico y político. Con la aceleración de la descomposición a raíz de la pandemia, asistimos también a un fuerte aumento de las medidas capitalistas de Estado. Éstas no son una expresión de un mayor control estatal sobre la sociedad, sino una expresión de las crecientes dificultades para organizar la sociedad en su conjunto y evitar su creciente tendencia a la fragmentación" (RI 167, Resolución sobre la situación internacional XXIV Congreso de la CCI [51], punto 23).
Dado este marco de análisis, la implosión del bloque del Este significó también el fracaso del capitalismo de Estado estalinista, particularmente obsoleto e ineficiente. Si bien China fue capaz de abrirse a los capitalistas privados y al mercado mundial al ponerse del lado de EEUU (jugando un papel central en la política de la globalización económica), ha seguido conservando las estructuras decrépitas del capitalismo de Estado estalinista, lo que necesariamente implica: (a) una libertad relativa y fuertemente vigilada para los capitales y capitalistas privados; (b) un miedo profundo al conflicto social, al que solo puede responder con la más brutal de las represiones; (c) luchas maquiavélicas despiadadas entre facciones rivales en el partido-Estado.
La cuestión central que surge de forma confusa a través de un bosque de elementos específicos es que [para Ferdinand] el contexto de la descomposición que defiende la CCI implicaría una postura unívoca:
"todo está subordinado a la "descomposición", a una especie de fragmentación homogénea", lo que omitiría ciertas características centrales del capitalismo: "Esta comprensión del período de descomposición es esquemática y -en la medida en que niega la persistencia de las leyes capitalistas elementales -por ejemplo, la concentración y la centralización del capital- un abandono del marxismo".
En realidad:
1. La comprensión de la descomposición como el contexto dominante a la hora de entender el desarrollo de la situación durante los últimos 40 años fue planteada por la CCI a finales de los años 80, y ha sido confirmada por los acontecimientos que han sacudido el orden mundial y las relaciones entre clases desde 1989-1990:
"Desde hace un año, la situación mundial ha conocido cambios importantísimos que han modificado muy sensiblemente la fisonomía del mundo tal como éste había surgido de la segunda guerra imperialista; La CCI se ha aplicado en seguir de cerca esos cambios:
para dar cuenta de su significado histórico,
para examinar en qué medida desmentían o confirmaban los marcos de análisis válidos anteriormente.
Es así como acontecimientos históricos (agonía del estalinismo, desaparición del bloque del Este, disgregación del bloque del Oeste), aunque no pudieron ser previstos en su especificidad, sí se integraban plenamente en el marco de análisis y de comprensión del periodo histórico actual elaborado anteriormente por la CCI: la fase de descomposición" (RI 64, Militarismo y descomposición).
Esta situación dio paso a la dinámica de un capitalismo que se pudre sobre sus propias bases, acentuando las características que ya estaban presentes en su entrada en decadencia, tales como la explosión irracional de militarismo, el todos contra todos imperialista, el caos y la dificultad de la burguesía a la hora de mantener el control de su propio aparato político… y que acaban por convertirse en las características dominantes en su fase final:
"es indispensable poner de relieve las diferencias fundamentales entre el principio de este siglo y la descomposición generalizada en la que hoy se está hundiendo el sistema y que no cesará de agravarse. Y en eso, más allá de lo puramente cuantitativo, el fenómeno de descomposición social está hoy alcanzando tal profundidad y tal extensión que está cobrando una calidad nueva, una cualidad singular, expresión de la entrada del capitalismo decadente en una fase específica - y última - de su historia, aquélla en la que la descomposición social se convierte en un factor, incluso en el factor, decisivo de la evolución de la sociedad" (RI 107, Tesis sobre la descomposición).
Nos preguntamos por qué no se ha posicionado Ferdinand sobre la predominancia de este marco histórico en la última fase de la decadencia del capitalismo, la fase de su descomposición social, que ha sido discutida y aprobada de forma unánime por la organización, tal como recordaba el preámbulo a la resolución de la situación internacional del XXIV Congreso de la CCI:
"Esta resolución está en continuidad con el informe sobre la descomposición del XXII Congreso de la CCI, la resolución sobre la situación internacional al XXIII Congreso y el informe sobre la pandemia y la descomposición del XXIV Congreso[1]. Se basa en la idea de que la decadencia del capitalismo no sólo pasa por diferentes etapas o fases, sino que desde finales de los años ochenta hemos llegado a su última fase, la fase de descomposición".
2. Este marco de análisis de la situación: ¿implica lo que señala Ferdinand de que la CCI ha "olvidado" ciertas tendencias inherentes al capitalismo, tales como las tendencias a la centralización y a la concentración, que se han acentuado aún más con la decadencia?
"en continuidad con la plataforma de la Internacional Comunista de 1919, que no sólo insistía en que la guerra imperialista mundial de 1914-18 anunciaba la entrada del capitalismo en la "época de la descomposición del capital, de su desintegración interna, la época de la revolución comunista del proletariado", sino que también subrayaba que "El viejo 'orden' capitalista ha dejado de funcionar; su existencia ulterior está fuera de toda duda. El resultado final del modo de producción capitalista es el caos. Este caos sólo puede ser superado por la clase productiva y más numerosa: la clase obrera. El proletariado tiene que establecer un orden real, un orden comunista". Así, el drama al que se enfrentaba la humanidad se planteaba efectivamente en términos de orden contra caos. Y la amenaza de ruptura caótica estaba vinculada a "la anarquía del modo de producción capitalista", es decir, a un elemento fundamental del propio sistema.
Según el marxismo, el sistema capitalista, en un nivel cualitativamente superior a cualquier modo de producción anterior, implica que los productos del trabajo humano se conviertan en un poder ajeno que se sitúa por encima y en contra de sus creadores. Esta decadencia del sistema, con sus contradicciones insolubles, está marcada por una nueva espiral en esta pérdida de control. Y como explica la Plataforma de la IC, la necesidad de intentar superar la anarquía capitalista dentro de cada Estado-nación -a través del monopolio y sobre todo de la intervención del Estado- no hace sino empujarla a nuevas cotas a escala global, culminando en la guerra mundial imperialista. Así, si bien el capitalismo puede, en ciertos niveles y durante ciertas fases, contener su tendencia innata al caos (por ejemplo, a través de la movilización para la guerra en los años 30 o el período de auge económico que siguió a la guerra), la tendencia más profunda es hacia la "desintegración interna" que, para la IC, caracterizaba a la nueva época" (RI 167, resolución sobre la situación internacional, XXIV Congreso de la CCI).
Según parece, los desacuerdos que ha expresado Ferdinand con respecto al análisis de China provienen, básicamente, de una asimilación insuficiente de las tendencias centrales de la fase de descomposición. En realidad, si se toma este contexto y se asumen los elementos a los que nos hemos referido en los puntos anteriores, solo se puede concluir que el desarrollo de China es, ciertamente, un "producto de la descomposición". Ferdinand afirma estar de acuerdo con este marco de análisis ("Las tendencias polarizadoras que planteo no están en contradicción con el marco de la descomposición"). Pero la realidad es que al examinar los puntos que hemos tratado, Ferdinand demuestra una profunda falta de comprensión de la descomposición, y una de sus frases es particularmente ilustrativa al respecto: "Esta última [la postura de "ver la descomposición en todas partes"] está en permanente búsqueda de fenómenos de dislocación y desintegración, perdiendo de vista las tendencias más profundas y concretas propias de los cambios actuales". Es decir, el cada uno para sí, el caos y el individualismo exacerbado no son las tendencias fundamentales del periodo presente: a partir de aquí, a pesar de su acuerdo formal con el análisis ya descrito, vemos a través de las ambigüedades una labor de zapa de este análisis, que toma forma en un análisis empirista y evasivo.
Comenzamos este texto destacando la importancia de esta discusión, tal y como lo hizo Ferdinand. Para él, la cuestión se resume en una confrontación de teorías y afirmaciones. Por ello subraya en su contribución sobre el análisis del ascenso de China: "mi tesis es la contraria. Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio". Como señala Ferdinand en el encabezado de su texto, el debate en la CCI se tiene que desarrollar con método. Recordemos lo que significa la concepción marxista del debate:
"Contrariamente a la corriente bordiguista, la CCI no ha considerado nunca el marxismo como “doctrina invariante”, antes al contrario, lo ha concebido como un pensamiento vivo para el cual cada acontecimiento histórico importante es fuente de enriquecimiento. En efecto, esos acontecimientos permiten ya sea confirmar el marco de los análisis desarrollados anteriormente, dándoles más fuerza, ya sea poner en evidencia la caducidad de algunos de ellos imponiéndose entonces un esfuerzo de reflexión para así ampliar el campo de aplicación de los esquemas válidos antes, pero ya superados, o si no, claramente, elaborar otros nuevos capaces de dar cuenta de la nueva realidad. Les incumbe a las organizaciones revolucionarias la responsabilidad específica y fundamental de cumplir este esfuerzo de reflexión, teniendo buen cuidado de avanzar, a semejanza de nuestros mayores, Lenin, Rosa, Bilan o la Izquierda Comunista de Francia, a la vez con prudencia y audacia:
. Basándose firmemente en las adquisiciones del marxismo;
. Examinado la realidad sin orejeras, desarrollando el pensamiento, “sin ostracismos de ningún tipo”, como decía Bilan" (RI 64, Militarismo y descomposición).
En definitiva, un debate no consiste en una "confrontación libre de argumentos basados en los hechos", o una oposición libre entre "hipótesis", una yuxtaposición de "teorías", u "opiniones" que presenta una "mayoría" a una "minoría", como el camarada lo describe en varias ocasiones: "mediante la confrontación de argumentos basados en hechos"; "no hay elementos a favor de la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping" […] "mi tesis es la contraria"; "tenemos que considerar la teoría que subyace a la posición mayoritaria y, por tanto, a la presente resolución". El punto de partida de un debate es, sobre todo, el marco de análisis compartido por toda la organización, adoptado y precisado en detalle por los diferentes informes de sus Congresos internacionales.
Por tanto, la posición de la CCI no es ni mucho menos dogmática, sino que se limita a aplicar el método marxista, contrastando los nuevos elementos con el análisis asumido en común sobre la base de los debates del pasado del movimiento obrero, a la hora de evaluar hasta qué punto los nuevos elementos confirman o, por el contrario, cuestionan el marco de análisis adquirido. Por otro lado, escondiéndose tras la posición formalmente sistémica de Ferdinand, que presenta punto por punto sus críticas a la resolución sobre la situación internacional aprobada en Congreso, se halla un caos de posturas que envuelven en niebla el hecho de que el camarada está, en realidad, tendiendo a la puesta en cuestión del marco de análisis al asumir desde el principio una lógica implícita que diverge de él.
R. Havanais, noviembre de 2022
1 https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso [52] ; nueva respuesta al camarada Steinklopfer disponible en nuestra web en inglés: https://en.internationalism.org/content/17245/reply-comrade-steinklopfer-august-2022 [53]
2 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200509/118/xvi-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internacional [54] ; en realidad, es imposible que el endeudamiento cree un "mercado" real, sino que inyecta sumas cada vez mayores en la economía con las expectativas puestas en la producción de los años venideros. En este sentido, la deuda representa una carga cada vez mayor para la economía. El nivel de deuda para China es gigantesco (300% del PIB en 2019).
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Seguimos publicando contribuciones a un debate interno relativo a la comprensión de nuestro concepto de la descomposición, a las tensiones inter-imperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Este debate fue hecho público por primera vez por la CCI en agosto de 2020, cuando publicó un texto del camarada Steinklopfer en el que expresaba y explicaba sus desacuerdos con la resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI. Este texto fue acompañado de una respuesta de la CCI y ambos pueden consultarse aquí [57]. La segunda contribución del camarada (aquí [52]) desarrolla sus divergencias con la resolución del 24º Congreso y el texto que sigue es otra respuesta que expresa la posición de la CCI. Por último, hay una contribución del camarada Ferdinand (aquí [41]) que también expresa sus divergencias con la resolución del 24º Congreso. La respuesta a este texto se publicará próximamente.
…
La CCI está más o menos sola al considerar que el hundimiento del bloque imperialista del Este en 1989 marcó el comienzo de una nueva fase en la decadencia del capitalismo: la fase de descomposición, resultante de un estancamiento histórico entre las dos grandes clases de la sociedad no siendo ni una ni otra capaces de hacer avanzar su propia perspectiva frente a la crisis histórica del sistema: guerra mundial para la burguesía, revolución mundial para la clase obrera. Esta sería la última etapa de la larga decadencia del modo de producción capitalista, trayendo consigo la amenaza de un descenso a la barbarie y la destrucción que podría engullir a la clase obrera y a la humanidad incluso sin una guerra a escala mundial entre dos bloques imperialistas [1].
Los grupos del medio proletario han respondido poco o nada a las Tesis sobre la Descomposición que sentaban las bases teóricas del concepto de la descomposición. Algunos, como los bordiguistas, con su idea de la invarianza de la teoría marxista desde 1848, han tendido a rechazar el concepto mismo de la decadencia capitalista. Otros, como la Tendencia Comunista Internacionalista, consideran idealista nuestra visión de la descomposición como una fase de caos creciente y de destructividad irracional, aunque no estén en desacuerdo con que tales fenómenos existan e incluso vayan en aumento. Pero para estos camaradas nuestra concepción no se basa directamente en un análisis económico, por lo que no puede considerarse materialista.
Al mismo tiempo, a pesar de situar sus orígenes en la Izquierda Comunista de Italia, estos grupos nunca han aceptado nuestra noción del curso histórico: la idea de que la capacidad del capitalismo de movilizar a la sociedad para la guerra mundial depende de si ha infligido una derrota decisiva a la clase obrera mundial, en particular a sus batallones centrales. Este fue sin duda el enfoque de la Fracción de Izquierda que publicó Bilan en los años 30, que insistía en que con la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, el camino hacia una Segunda Guerra Mundial estaba abierto; y fue un método retomado por la CCI desde sus inicios. En los años 1970 y 1980, argumentamos que, a pesar de una crisis económica cada vez más profunda y de la existencia de bloques imperialistas estables, el capitalismo era incapaz de dar pasos decisivos hacia la Tercera Guerra Mundial porque se enfrentaba a una generación no derrotada de proletarios que no estaban dispuestos a hacer los sacrificios que exigía una marcha hacia la guerra. Ninguno de estos argumentos tenía sentido para la mayoría de los grupos del medio proletario los cuales no tenían en cuenta la relación de fuerzas entre las clases para comprender la dirección que tomaba la sociedad [2].
El concepto del curso histórico fue un elemento clave en la formulación de la teoría de la descomposición. En los años 1970, periodo caracterizado por oleadas internacionales de luchas obreras en respuesta a la crisis económica abierta, seguíamos considerando que la sociedad se encaminaba hacia enfrentamientos masivos de clases cuyo resultado determinaría si el camino estaba abierto hacia la guerra mundial o hacia la revolución mundial. Sin embargo, hacia finales de la década de 1980, a pesar de la incapacidad de la burguesía para organizar a la sociedad para una nueva guerra mundial, se hizo evidente que a la clase obrera le resultaba cada vez más difícil afirmar su propia perspectiva revolucionaria. Paradójicamente, el concepto de un curso histórico, de un movimiento definido hacia la guerra mundial o hacia la lucha de clases masiva, ya no era aplicable en la nueva fase abierta por el estancamiento histórico, como aclaramos en nuestro 23 Congreso Internacional [3].
Con algunas excepciones, la mayoría de los grupos del medio proletario también han rechazado una de las principales conclusiones que hemos sacado del análisis de la descomposición a nivel de los conflictos imperialistas -un análisis desarrollado en nuestro texto de orientación de 1990 "Militarismo y Descomposición" y su actualización de mayo de 2022-, que la creciente tendencia al sálvese quien pueda entre los estados, la marea de fragmentación y desorden que caracterizó esta nueva fase, se había convertido en un elemento central de la dificultad de la burguesía para reconstituir bloques imperialistas estables [4]. La mayoría de los grupos consideran que la formación de nuevos bloques está hoy a la orden del día, y de hecho han argumentado que está bastante avanzada.
Aunque a nuestro juicio las principales predicciones de las Tesis sobre la Descomposición y el Texto de Orientación sobre el militarismo han resistido la prueba del tiempo (cf. informe del 22º Congreso [5]), la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la divergencia con los grupos que ven el rápido movimiento hacia la formación de bloques y la amenaza inminente de una tercera guerra mundial.
En nuestras propias filas han surgido ideas similares, como puede verse en los textos de los camaradas Steinklopfer y Ferdinand [6]. Sin embargo, estos camaradas siguen insistiendo en que están de acuerdo con el concepto de descomposición, aunque a nuestro juicio algunos de sus argumentos lo cuestionan.
En este artículo explicaremos por qué pensamos que este es el caso de la contribución del camarada Steinklopfer. Aunque las posiciones de Steinklopfer y Ferdinand son muy similares, se presentaron como contribuciones individuales, por lo que responderemos por separado.
Dividiremos nuestra respuesta en tres partes: sobre los desacuerdos acerca del concepto básico de descomposición; sobre la polarización imperialista; y sobre el balance de fuerzas entre las clases. Al responder a las críticas del camarada Steinklopfer, tendremos que dedicar una cantidad considerable de tiempo a corregir varias tergiversaciones de la posición de la organización, que a nuestro juicio se derivan de una pérdida de adquisiciones por parte del camarada, un olvido de algunos elementos básicos de nuestro marco de análisis. Es más, algunas de estas tergiversaciones ya han sido contestadas en respuestas anteriores a los textos del camarada, pero no son reconocidas ni respondidas en contribuciones posteriores del camarada. Esto es señal de una dificultad real para hacer avanzar el debate.
Según el camarada Steniklopfer, sería sin embargo la CCI la que estaría “revisando” su concepción de la descomposición: “hay un hilo rojo que une muchos de estos desacuerdos y que gira en torno a la cuestión de la descomposición. Aunque toda la organización comparte nuestro análisis de la descomposición como fase terminal del capitalismo, cuando se trata de aplicar este marco a la situación actual, salen a la luz diferencias de interpretación. En lo que todos estamos de acuerdo es en que esta fase terminal no sólo fue inaugurada por, sino que tiene sus raíces más profundas en, la incapacidad de cualquiera de las dos clases principales de la sociedad para abrir una perspectiva para la humanidad en su conjunto, para unir a grandes partes de la sociedad ya sea detrás de la lucha por la revolución mundial (el proletariado) o detrás de la movilización para la guerra generalizada (la burguesía). Pero, para la organización, parece haber una segunda fuerza motriz esencial de esta fase terminal, que es la tendencia de cada uno contra todos: entre Estados, dentro de la clase dominante de cada Estado nacional, dentro de la sociedad burguesa en general. Sobre esta base, la CCI, en lo que se refiere a las tensiones imperialistas, tiende a subestimar la tendencia a la bipolarización entre dos Estados ladrones principales, la tendencia a la formación de alianzas militares entre los Estados, así como subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias, que contiene una dinámica potencial hacia una especie de tercera guerra mundial que podría acabar con la humanidad”.
Más adelante abordaremos la cuestión de la subestimación de la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Lo que queremos dejar claro en esta coyuntura es que no vemos la tendencia al "sálvese quien pueda" como una "segunda fuerza motriz de esta fase terminal" en el sentido de ser una causa subyacente de la descomposición, lo cual está implícito en la frase del camarada "una segunda fuerza motriz esencial" y se hace explícito cuando continúa diciendo que “aunque estoy de acuerdo en que el ‘cada uno contra todos’ burgués es una característica muy importante de la descomposi ción, que jugó un papel muy importante en la inauguración de la fase de descomposición con la desintegración del orden mundial imperialista posterior a la Segunda Guerra Mundial en 1989, no estoy de acuerdo en que sea una de sus principales causas”. Si bien todos estamos de acuerdo en que la tendencia de cada Estado a defender sus propios intereses es inherente a toda la historia del capitalismo, incluso durante el periodo de los bloques estables -o como dice Steinklopfer, “el ‘cada uno a la suya’ burgués es una tendencia permanente y fundamental del capitalismo a lo largo de toda su existencia”- esta tendencia se " desata " y se exacerba a nivel cualitativo durante la fase de descomposición. Esta exacerbación sigue siendo un producto de la descomposición, pero se ha convertido en un factor cada vez más activo en la situación mundial, un impedimento importante para la formación de nuevos bloques.
Esto nos lleva a un segundo desacuerdo clave sobre el concepto de descomposición: la comprensión de que la descomposición, al tiempo que hace fructificar todas las contradicciones existentes del capitalismo decadente, adquiere el carácter de un cambio cualitativo. Según Steinklopfer “A mi entender, la organización se desplaza hacia la posición de que, con la descomposición, hay una nueva cualidad en relación con las fases anteriores del capitalismo decadente, representada por una especie de dominio absoluto de la tendencia a la fragmentación. Para mí, en contraposición a esto, no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano, y en particular en el período de decadencia del capitalismo que comienza con la Primera Guerra Mundial”.
Parece un caso claro de "pérdida de adquisiciones", de olvido de lo que nosotros mismos hemos dicho en nuestros textos fundamentales, en este caso, las propias Tesis sobre la Descomposición. Ciertamente, las Tesis coinciden en que “en realidad, las contradicciones y expresiones de la decadencia del capitalismo que la han ido marcado sucesivamente en sus distintas fases se mantienen e incluso se han profundizado, de tal modo que la fase de descomposición es la resultante de la acumulación de todas esas características de un sistema moribundo, la fase que remata tres cuartos de siglo de agonía de un modo de producción condenado por la historia” (Tesis 3). Pero la misma tesis señala a continuación que estas características aparecen en la fase de descomposición “como la consecuencia última, como síntesis acabada de todos esos elementos”: en definitiva, dicha síntesis marca el punto en el que la cantidad se convierte en cualidad. De lo contrario, ¿qué sentido tendría describir la descomposición como una nueva fase dentro de la decadencia?
Si volvemos al TO sobre Militarismo y descomposición, queda claro que nunca hemos sostenido que la tendencia a la formación de nuevos bloques desaparezca en la fase de descomposición. “La historia (sobre todo de la 2ª posguerra) ha puesto en evidencia que la desaparición de un bloque imperialista (por ejemplo, el del “Eje”) pone al orden del día la dislocación del otro (los “aliados”) pero también la formación de una nueva “pareja” de bloques antagónicos (Este y Oeste). De ahí que la situación actual lleva en sí, bajo la presión de la crisis y del agudizamiento de las tensiones militares, una tendencia hacia la formación de dos nuevos bloques imperialistas”.
Sin embargo, el mismo TO había señalado antes también que: “No es la formación de bloques imperialistas lo que está en la base del militarismo y del imperialismo. Es lo contrario: la formación de bloques no es sino la consecuencia extrema (que en cierta fase pueda agravar las causas mismas) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra. En cierto modo, ha ocurrido con la formación de bloques respecto al imperialismo como con el estalinismo respecto al capitalismo de Estado. Al igual que el fin del estalinismo no significa un freno a la tendencia histórica hacia el capitalismo de Estado, aunque fuera una manifestación de éste, la desaparición actual de los bloques imperialistas no implicará el menor cuestionamiento del dominio del imperialismo en la vida de la sociedad”. Y continúa diciendo que, en ausencia de bloques, los antagonismos imperialistas adquirirán un carácter nuevo, caótico, pero no menos sangriento. “En el nuevo período histórico en que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar “por su cuenta y para sí”, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, pero que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, en el que el “gendarme” USA intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo más y más masivo de su potencial militar”.
Este escenario ha sido ampliamente demostrado por las posteriores guerras en los Balcanes, la invasión de Afganistán e Irak, la guerra en Siria, numerosos conflictos en África, etc. En particular, los intentos del gendarme estadounidense de mantener un mínimo de orden se convertirían en un factor de primer orden en la exacerbación del caos, como hemos visto en Oriente Medio en particular.
Por supuesto, existe una limitación importante en el análisis presentado en el Texto de Orientación sobre el militarismo, publicado a principios de la década de 1990. Aunque demuestra correctamente la incapacidad de nuevos contendientes como Alemania y Japón para formar un nuevo bloque opuesto a EEUU, no predice el ascenso de China y su capacidad para presentar un desafío importante a la dominación estadounidense. Pero, ¿invalida esto la conclusión del OT de que la tendencia a la formación de nuevos bloques no estará a la orden del día durante un periodo indefinido?
Para responder a esta pregunta, es necesario tener claro lo que la CCI está diciendo realmente sobre el desafío chino a los EEUU. Según el camarada Steinklopfer, “sin embargo, en el análisis actual de la organización, China no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU., y ello porque su desarrollo económico y tecnológico se considera un "producto de la descomposición". Según esta interpretación, China no puede ser ni llegar a ser más que un país semidesarrollado incapaz de seguir el ritmo de los antiguos centros del capitalismo en Norteamérica, Europa o Japón. ¿No implica esta interpretación que la idea, si no de una paralización del desarrollo de las fuerzas productivas -que con razón siempre hemos descartado como característica del capitalismo decadente-, al menos de algo que no está muy lejos de ello, es la que postula ahora la organización para la fase final de la decadencia? Como el lector atento notará, el 24º Congreso condena no sólo la idea de un desafío imperialista global chino como si fuera una puesta en cuestión del análisis teórico de la descomposición - la misma idea de que China ha reforzado su competitividad a expensas de sus rivales es desechada como expresión de mis supuestas ilusiones en la buena salud del capitalismo chino”.
No es en absoluto cierto que la posición de la organización sea que China “no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU”. A pesar de haber reconocido tarde la importancia del ascenso de China, desde hace algunos años la CCI ha estado insistiendo en que la estrategia imperialista estadounidense -con seguridad desde los años de Obama, a través de la presidencia de Trump y continuando bajo Biden- se basa en el entendimiento de que su principal rival es China, tanto a nivel económico como militar. El informe sobre las tensiones imperialistas publicado a raíz de la guerra de Ucrania [7] desarrolla el argumento de que, detrás de la trampa que EEUU ha tendido a Rusia en Ucrania, detrás del intento de desangrar a Rusia, el verdadero objetivo del imperialismo estadounidense es China; y continúa hablando largo y tendido sobre la creciente "polarización" entre EEUU y China como un factor central en las rivalidades imperialistas globales. Pero es un error -en el que creemos que cae el camarada Steinklopfer- confundir este proceso de polarización, en el que las rivalidades entre EEUU y China ocupan cada vez más el centro de los acontecimientos mundiales, con la formación real de bloques militares, que implicaría el desarrollo de alianzas estables en las que una potencia es capaz de ejercer disciplina sobre sus "aliados". Como hemos dicho, en el medio proletario ha habido declaraciones de que la guerra de Ucrania ha marcado un paso significativo en la marcha hacia nuevos bloques militares, pero en realidad hemos visto nuevas pruebas de la inestabilidad de las alianzas existentes:
Mientras que EE.UU. ha disfrutado de un cierto éxito en la revitalización de la OTAN bajo su liderazgo, no ha terminado con el impulso de países como Alemania y Francia hacia la adopción de una línea independiente con respecto a Rusia, como se puede ver por los intentos de negociaciones por separado, la reticencia a imponer prohibiciones a la importación de energía rusa, y sobre todo una reactivación tanto de la fuerza militar de la UE como un enorme aumento en el presupuesto de defensa de Alemania - un arma de doble filo que podría ir en contra de los intereses de EE.UU. a largo plazo. Mientras tanto, Turquía, miembro de la OTAN, ha estado jugando claramente su propio juego en la situación, como demuestra el acuerdo que ha negociado entre Ucrania y Rusia para permitir el envío de suministros de grano desde los puertos ucranianos.
El "apoyo" de China a Rusia ha sido extremadamente discreto, a pesar de las peticiones rusas de ayuda económica y militar. Sin duda, la clase dominante china es consciente de que Rusia ha caído en la trampa de Estados Unidos y sabe que una Rusia debilitada constituiría una enorme carga más que un "socio" útil.
Varios países han mantenido una postura independiente frente al llamamiento a aislar a Rusia, en particular India y una serie de países de Sudamérica y África.
También debemos señalar, en respuesta a la acusación de que la CCI “subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias”, el informe también niega rotundamente que la inexistencia de bloques militares haga del mundo un lugar más seguro, sino todo lo contrario: “La ausencia de bloques hace, paradójicamente, que la situación sea más peligrosa, en la medida en que los conflictos se caracterizan por una mayor imprevisibilidad: ‘Al anunciar que ponía en alerta a su fuerza de disuasión, el presidente ruso Vladimir Putin obligó a todos los estados mayores a actualizar sus doctrinas, en su mayoría heredadas de la Guerra Fría. La certeza de la aniquilación mutua -cuyas siglas en inglés MAD significan ‘loco’- ya no es suficiente para excluir la hipótesis de los ataques nucleares tácticos, supuestamente limitados. Con el riesgo de una escalada incontrolada’ (Le Monde Diplomatique abril de 2022, p.1). De hecho, paradójicamente, puede afirmarse que la agrupación en bloques limitó las posibilidades de derrapes,
- debido a la disciplina del bloque;
- debido a la necesidad de infligir previamente una derrota decisiva al proletariado mundial en los centros del capitalismo (véase el análisis del curso histórico en los años 80).
Así, aunque actualmente no hay perspectivas de constitución de bloques ni de una tercera guerra mundial, al mismo tiempo, la situación se caracteriza por un peligro mayor, ligado a la intensificación del cada uno para sí y a la creciente irracionalidad: la imprevisibilidad del desarrollo de los enfrentamientos, las posibilidades de que se les vaya de las manos, que es más fuerte que en los años 50 a 80, marcan la fase de descomposición y constituyen una de las dimensiones especialmente preocupantes de esta aceleración cualitativa del militarismo”.
El peligro esbozado aquí no es uno en el que la burguesía sea capaz de conducir conscientemente a la humanidad hacia una tercera guerra mundial entre bloques, con el objetivo de conquistar los mercados y los recursos de las potencias rivales. Esto implicaría que una de las premisas clave de la descomposición -la incapacidad de la burguesía para ofrecer una perspectiva a la humanidad, por bárbara que fuera- habría sido eliminada de la ecuación. Más bien se trataría de la máxima expresión de la extensión de la irracionalidad y el caos, tan centrales en la fase de descomposición. Y en cierto sentido el propio Steinklopfer lo reconoce, cuando afirma, más adelante en el texto, que podría producirse una espiral irreversible de destrucción incluso sin la formación de bloques: “Es de la mayor importancia política superar cualquier planteamiento esquemático y unilateral de hacer de la existencia de bloques imperialistas una condición previa para los enfrentamientos militares entre las grandes potencias en la situación actual.”, y continúa argumentando que el propio intento de impedir la formación de nuevos bloques podría hacer más probable una tercera guerra mundial. La provocación de Estados Unidos a Rusia forma parte ciertamente de un esfuerzo por impedir la formación de un nuevo bloque entre Rusia y China y, de hecho, podría escalar de formas imprevisibles si una Rusia desesperada decidiera tomar el camino suicida de utilizar su arsenal nuclear. Pero eso sería la más clara expresión de la advertencia contenida en las Tesis de que el desarrollo de la descomposición puede comprometer el futuro de la humanidad incluso sin una movilización general de la sociedad para la guerra mundial.
Sin duda, el camarada Steinklopfer señalará un pasaje clarividente de su texto (escrito antes de la guerra de Ucrania) donde dice que “la nueva cualidad de la fase de descomposición consiste, a este nivel, en que todas las contradicciones ya existentes de un modo de producción en decadencia se exacerban al máximo. Esto se refiere a la tendencia de cada uno contra todos que, ciertamente, se exacerba con la descomposición. Pero también se exacerba la tendencia a las guerras entre las grandes potencias y, por tanto, a la guerra mundial, así como todas las tensiones generadas por los movimientos hacia la formación de nuevos bloques imperialistas y por los movimientos para frustrarlos. La falta de comprensión de esto nos lleva hoy a subestimar gravemente el peligro de guerra, en particular el que surge de los intentos de los Estados Unidos de utilizar su todavía existente superioridad militar contra China para detener el ascenso de esta última, al igual que estamos subestimando gravemente el peligro de enfrentamientos militares entre la OTAN y Rusia (este último conflicto, al menos a corto plazo, es potencialmente más peligroso que el chino-estadounidense, ya que contiene un mayor riesgo de desembocar en una guerra termonuclear).”
Es cierto que la CCI subestimó inicialmente la inminencia de la invasión rusa de Ucrania, del mismo modo que tardamos en identificar las maquiavélicas maniobras de Estados Unidos destinadas a hacer caer a Rusia en esta trampa. Pero, a nuestro juicio, no se trataba de una refutación de nuestro marco teórico subyacente, sino más bien del resultado de no haberlo aplicado consistentemente. Después de todo, ya habíamos visto la pandemia de Covid-19 como la evidencia de una nueva y muy grave aceleración de la descomposición capitalista, y la guerra de Ucrania ha confirmado plenamente este juicio, mostrando que el proceso de descomposición no es simplemente un descenso lento y gradual hacia el abismo, sino que estará salpicado de momentos de grave intensificación y aceleración, como el que estamos viviendo hoy.
Por último, debemos dejar claro que nuestra postura de que el ascenso de China sólo ha sido posible como resultado de la descomposición, y de la disolución de los bloques en particular, no implica que se haya producido una “paralización del desarrollo de las fuerzas productivas” impidiendo que China se convierta en un serio rival de EEUU. Más bien, el desarrollo de China es un brillante ejemplo de lo que, siguiendo a Marx, hemos descrito como “crecimiento como declive” [8], un proceso en el que el propio aglutinamiento de fuerzas productivas trae consigo nuevas amenazas para el futuro de la humanidad: a través de la devastación ecológica, la "producción" de pandemias y la agudización de los antagonismos militares. El crecimiento chino no sólo es el resultado de la descomposición, sino que se ha convertido en un poderoso factor de su aceleración. Argumentar, como hace el camarada Steinklopfer, que se ha producido "a pesar de la descomposición" aparta de nuestro marco general de análisis la comprensión del ascenso de China.
Al abordar la evaluación del estado actual de la lucha de clases, de nuevo tenemos que dedicar algo de tiempo en nuestra respuesta a insistir en que el retrato que hace el camarada Steinklopfer de nuestra posición no es en absoluto acertado.
El camarada repite el argumento de que ya no consideramos la falta de perspectiva del proletariado como un factor en el retroceso de la lucha de clases: “Ya era llamativo en la resolución del 23º Congreso que el problema de la debilidad, pronto convertida en ausencia de una perspectiva revolucionaria proletaria, no se planteara como central para explicar los problemas de las luchas obreras durante los años 80.” Ya respondimos a esta pregunta en nuestra anterior respuesta publicada al artículo de Steinklopfer sobre el 23º Congreso: “el camarada Steinklopfer sugiere que la resolución sobre la relación de fuerzas del 23º Congreso ya no se ocupa del problema de la perspectiva revolucionaria, y que este factor ha desaparecido de nuestra comprensión de las causas (y consecuencias) de la descomposición. De hecho, la cuestión de la politización de la lucha de clases y de los esfuerzos de la burguesía por impedir su desarrollo está en el centro de la resolución.” [9] No podría ser de ningún otro modo, porque todo el fundamento de las Tesis sobre la descomposición es el argumento de que si el mundo capitalista se encuentra en un estado de agonía y desintegración, es sobre todo porque ninguna de las dos grandes clases de la sociedad es capaz de ofrecer una perspectiva para el futuro de la humanidad.
Steinklopfer se equivoca igualmente cuando afirma que la CCI pone ahora sus esperanzas en un simple aumento de la combatividad, una especie de salto automático hacia la consciencia revolucionaria empujado por la crisis, una visión consejista o economicista que descuida el papel de la teoría revolucionaria (y por tanto de la organización revolucionaria). Pero nunca hemos negado la necesidad de que las luchas se politicen y el papel clave de las organizaciones políticas en este desarrollo, ni el peso negativo de la ruptura orgánica y la separación de las organizaciones políticas de la clase. Es cierto que ninguna organización revolucionaria está exenta de hacer concesiones a errores consejistas, economicistas o inmediatistas, pero consideramos que cuando tales errores se producen, están en discordancia con nuestro marco analítico fundamental, que es lo que nos da la capacidad de criticarlos y superarlos [10].
Por otra parte, considerábamos que la aparente desestimación por parte de Steinklopfer de la importancia central de la lucha defensiva de la clase obrera contra el impacto de la crisis económica -afirmada explícitamente en la sección final de las Tesis sobre la Descomposición como antídoto vital para no verse envuelta en el proceso de putrefacción social- estaba abriendo la puerta a ideas modernistas. No en el sentido explícito de aquellos que llaman a los trabajadores a abandonar sus luchas defensivas o que exigen la inmediata auto-negación del proletariado en el proceso revolucionario. El camarada en su reciente texto afirma claramente que considera las luchas defensivas indispensables para la futura recuperación de la identidad de clase y de una perspectiva revolucionaria. El problema radica en la tendencia a separar la dimensión económica de la lucha de su dimensión política y, por tanto, a no reconocer el elemento implícitamente político incluso en la más "pequeña" expresión de resistencia de clase. En su texto anterior, parecía haber una clara expresión de esta separación entre la dimensión política/teórica en la aparente idea de que la contribución teórica de la organización revolucionaria podría por sí misma compensar la dimensión política ausente en la lucha defensiva cotidiana, una visión que criticamos por rozar el sustitucionismo [11]. En la nueva contribución de Steinklopfer, éste ha aclarado que el desarrollo de la dimensión teórica no puede ser sólo obra de una minoría, sino que en última instancia tiene que ser obra de millones de proletarios. Bien, pero luego el camarada afirma que es la mayoría de la CCI la que ha olvidado esto: “Sin embargo, la organización quizás ha olvidado que las masas proletarias son capaces de participar en este trabajo de reflexión teórica.” Desde luego, no lo hemos olvidado. Una de las razones por las que concedimos tanta importancia al movimiento de los Indignados de 2011, por ejemplo, fue que se caracterizó por una cultura de debate muy viva en las asambleas, donde se plantearon y discutieron cuestiones sobre los orígenes de la crisis capitalista y el futuro de la sociedad como algo tan relevante para el movimiento como las decisiones sobre las formas inmediatas de acción [12].
Sin embargo, hay un componente muy importante en la capacidad de la clase obrera "en masa" para reapropiarse de la dimensión teórica de su combate, y es el proceso de "maduración subterránea", con el que queremos decir que, incluso en periodos en los que la clase en su conjunto está en retroceso, todavía puede tener lugar un proceso de politización entre una minoría de la clase, algunos de los cuales, por supuesto, gravitarán hacia las organizaciones políticas de la izquierda comunista. Es este aspecto, a menudo "oculto", de la politización de la clase el que fructificará en movimientos de clase más amplios y masivos.
En el Informe sobre la lucha de clases para el 24º Congreso de la CCI [13], señalábamos que el camarada Steinklopfer o bien está abandonando o bien está minando el concepto de maduración subterránea al afirmar que de hecho estamos asistiendo a un proceso de "regresión subterránea" en la clase obrera. Argumentamos que esto ignora la realidad de los elementos de búsqueda que responden al estado desesperante de la sociedad capitalista. A pesar de las evidentes dificultades extremas para que la clase tome consciencia de sí misma a un nivel más general, la organización revolucionaria tiene la tarea de ayudar a estos elementos a llevar más lejos sus reflexiones y a comprender todas sus implicaciones a nivel teórico y organizativo. Por otra parte, el concepto de regresión subterránea sólo puede dar lugar a una subestimación de la importancia de este trabajo hacia las minorías en búsqueda.
En el nuevo texto, la posición del camarada ante la noción de regresión subterránea sigue siendo muy confusa. Por una parte, no la defiende ni la repudia. Por otra parte, justo antes de acusar a la CCI de olvidar que las masas proletarias son capaces de reflexionar, parece retroceder hacia la noción de una dinámica de maduración subterránea: “El trabajo teórico es la tarea, no sólo de los revolucionarios, sino de la clase obrera en su conjunto. Dado que el proceso de desarrollo del proletariado es desigual, es en particular tarea de las capas más politizadas del proletariado asumir esta tarea; minorías por tanto, sí, pero que aún comprenden potencialmente a millones de trabajadores, y que, en lugar de sustituir al conjunto, presionan para impulsar y estimular al resto. Los revolucionarios, por su parte, tienen la tarea específica de orientar y enriquecer esta reflexión a realizar por millones. Esta responsabilidad de los revolucionarios es, como mínimo, tan importante como la de intervenir ante los movimientos huelguísticos, por ejemplo”. Lo que no queda claro en la valoración del camarada es si este potencial de maduración política es algo para el futuro o que ya se está produciendo, aunque sea a muy pequeña escala.
En lo que sí sigue insistiendo el camarada Steinklopfer en el nuevo texto es en la importancia de los retrocesos, las derrotas políticas, por las que ha pasado la clase obrera desde el resurgimiento inicial de la lucha de clases a finales de los 60, que puso fin al anterior periodo de contrarrevolución. Según él, la mayoría de la CCI está subestimando la profundidad de estas derrotas y esto - junto con nuestra amnesia sobre la capacidad de las masas para la reflexión teórica - expresa una pérdida de confianza en el proletariado por nuestra parte:
“Esta pérdida de confianza se expresa en el rechazo de cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968. Al carecer de esta confianza, acabamos restando importancia a estos gravísimos reveses políticos, consolándonos con las luchas defensivas cotidianas como el principal crisol de un camino a seguir -en mi opinión, una concesión significativa a un enfoque "economicista" de la lucha de clases como el que criticaron Lenin y Rosa Luxemburgo a principios del siglo XX. La concepción de un "proletariado invicto", que era una visión correcta y muy importante en los años 70 y aún en los 80, se ha convertido en un artículo de fe, un dogma vacío, que impide un análisis serio y científico de la relación de fuerzas”.
Enumerando estas derrotas, el camarada en una propuesta de enmienda a la resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso se refiere a (a) la incapacidad de la primera oleada internacional para desarrollar el aspecto político de la lucha, un potencial anunciado en particular por los acontecimientos de mayo-junio de 1968 en Francia (b) el impacto del colapso del bloque del Este y las consiguientes campañas contra el comunismo y (c) el fracaso de la clase para responder a la crisis económica de 2008 , un fracaso que allanó el camino para el ascenso del populismo.
Es difícilmente defendible que la CCI haya rechazado “cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968”. El propio camarada Steinklopfer reconoce que el concepto mismo de descomposición se basa en nuestro reconocimiento de que el proletariado no fue capaz de realizar el potencial político revolucionario contenido en las luchas obreras de los años 70 y 80; además, la comprensión de que el colapso del bloque del Este inició un profundo retroceso en la combatividad y la consciencia de clase ha sido central en nuestros análisis durante los últimos treinta años; y sin duda podemos señalar una serie de importantes movimientos de clase que han sido rotundamente derrotados por la clase dominante, desde la huelga de masas en Polonia en 1980 hasta los mineros británicos en 1985, los Indignados en 2011, y así sucesivamente (como Rosa Luxemburgo insistió notoriamente, la lucha de clases proletaria es la única forma de guerra en la que la victoria final sólo puede ser preparada por una serie de derrotas).
Lo que la CCI rechaza no es la realidad o la importancia de determinadas derrotas, fracasos o retrocesos, sino la idea de que las que se han producido desde los años 1980 equivalgan a una derrota histórica comparable a lo que ocurrió en los años 20 y 30, en la que la clase obrera de los principales centros del capitalismo ha quedado reducida a una condición en la que está dispuesta a aceptar que la lleven a la guerra para "resolver" los problemas del sistema. No creemos que esto sea un dogma vacío, sino que sigue teniendo valor operativo, sobre todo con respecto a la actual guerra en Ucrania, donde la burguesía de los EE.UU. y Europa occidental ha hecho un esfuerzo extremo para evitar poner directamente sus propios pies sobre el terreno, por no hablar de cualquier movilización directa de las masas proletarias en el conflicto entre la OTAN y Rusia.
Ciertamente, en el período de la descomposición, no podemos ver tal derrota histórica de la misma manera que lo hicimos en el período 1968-89, donde se habría predicho que la burguesía saldría victoriosa de una confrontación decisiva y directa entre las clases. En el periodo de descomposición, existe un peligro muy real de que el proletariado se vea progresivamente socavado por la desintegración de la sociedad sin tan siquiera llegar a plantear un desafío importante a la burguesía. Y los revolucionarios tienen que evaluar constantemente si se ha alcanzado este "punto de no retorno". A nuestro juicio, los continuos signos de resistencia de clase a la embestida contra las condiciones de vida (por ejemplo, en 2019 y de nuevo hoy, sobre todo en Gran Bretaña en el momento de escribir esto) es una señal de que todavía no hemos llegado a ese punto; otra es la aparición de minorías de búsqueda en todo el mundo.
Por el contrario, el camarada Steinklopfer parece retroceder al enfoque que era válido en el periodo anterior, cuando el concepto del curso histórico era plenamente aplicable, pero que ya no es válido en la fase de descomposición. Sin especificar lo que ha cambiado y lo que sigue igual en la nueva fase, el camarada parece derivar hacia la visión de que la clase obrera ha sufrido una derrota a un nivel histórico tan importante que se ha reabierto el curso hacia la guerra mundial. No dice qué consecuencias puede tener esto, en particular para la actividad de la organización revolucionaria, y plantea muchas salvedades y reservas: “No sólo el proletariado no quiere que se le envíe a esa guerra, sino que la propia burguesía no tiene la intención de enviar a nadie a una tercera guerra mundial”.
Ambigüedades de este tipo, como hemos señalado, proliferan a lo largo del texto y por eso no creemos que el análisis actual del camarada ofrezca un camino a seguir para la organización.
Amos
1 Tesis sobre la Descomposición, Revista Internacional 107 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [11]
2 El grupo “Internationalist Voice” es aquí una clara excepción: "Contrariamente a la especulación de que esta guerra es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, creemos que la Tercera Guerra Mundial no está en la agenda de la burguesía mundial. Para que se produzca una guerra mundial, deben cumplirse las dos condiciones siguientes:
la existencia de dos bloques imperialistas políticos, económicos y militares
una clase obrera derrotada en todo el mundo
En las últimas décadas, no se han cumplido las condiciones previas esenciales para una guerra mundial. Por un lado, cada uno de los principales actores - gángsters - piensa en sus propios intereses imperialistas. Por otro lado, aunque la clase obrera no está preparada para proporcionar el apoyo necesario a la alternativa (es decir, una revolución comunista contra la barbarie del sistema capitalista) y ha retrocedido durante la última década, no ha sido derrotada. Por lo tanto, las guerras imperialistas que puedan estallar tienden a ser a nivel regional y guerras subsidiarias por delegación. Aunque existe una especie de alianza entre Rusia y China, y algunas acciones militares rusas cuentan con el apoyo tácito de China, no debemos olvidar que cada una de estas potencias persigue sus propios intereses imperialistas, y éstos entrarán inevitablemente en conflicto de tanto en tanto”. (Traducido por nosotros de: https://en.internationalistvoice.org/the-russian-military-campaign-nato-militarism-and-gang-war-capitalism-means-war-and-savagery/ [58])
3 Informe sobre el Curso Histórico, Revista Internacional 164 https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico [59]
4 Texto de Orientación sobre Militarismo y Descomposición, Revista Internacional 64 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [49]
5 Informe sobre la Descomposición hoy, del 22 Congreso de la CCI. Revista Internacional 163 https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017 [60]
Actualización de Mayo de 2022 de ‘Militarismo y Descomposición’ https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022 [61]
6 https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso [52] ; https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-del-24o-congreso-de-la [41]
7 https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania [62]
8 Ver (en inglés) https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay [63]
9https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [57]
10Ver por ejemplo la Revista Internacional 167, https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [64]. El informe apoya una crítica hecha al otro informe sobre las luchas obreras en Francia en 2019 adoptado por el 24º Congreso de nuestra sección en Francia, que contenía una sobreestimación del nivel de politización en estos movimientos, y "por lo tanto abre la puerta a una visión consejista".
11 https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [57]
12 https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011 [65]
13 https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [64]
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/anton_pannekoek_la_destruccion_de_la_naturaleza.pdf
[2] https://es.internationalism.org/en/tag/3/42/comunismo
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[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[12] https://es.internationalism.org/content/4893/el-capitalismo-lleva-la-destruccion-de-la-humanidad-solo-la-revolucion-mundial-del#sdfootnote3anc
[13] https://es.internationalism.org/content/4858/el-verano-de-la-ira-en-gran-bretana-la-burguesia-impone-nuevos-sacrificios-la-clase
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[15] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[17] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[20] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo
[21] https://es.internationalism.org/files/es/iran_la_necesidad_de_la_autonomia_de_los_trabajadores.pdf
[22] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-social-protests-and-the-entry-of-the-working-class-into-the-demonstrations/
[23] https://libcom.org/article/revolt-iran-feminist-resurrection-and-beginning-end-regime
[24] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-09-29/workers-voices-on-the-protests-in-iran
[25] http://www.leftcom.org/en/articles/2022-11-02/iran-imperialist-rivalries-and-the-protest-movement-of-woman-life-freedom
[26] https://en.internationalistvoice.org/the-continuation-of-the-protests-labour-strikes-and-general-strike/
[27] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/iran
[28] https://es.internationalism.org/en/tag/2/36/los-falsos-partidos-obreros
[29] https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[30] https://fr.internationalism.org/content/9937/rapport-decomposition-aujourdhui-mai-2017
[31] https://en.internationalism.org/content/16712/report-decomposition-today-22nd-icc-congress
[32] https://es.internationalism.org/files/es/hoja_internacional_huelgas_gb.pdf
[33] https://es.internationalism.org/files/es/los_sindicatos_no_unen_nuestra_lucha_sino_que_organizan_su_division.pdf
[34] https://www.youtube.com/watch?v=Jw4rn8ZWoaY
[35] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/gran-bretana
[36] https://es.internationalism.org/en/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[37] https://es.internationalism.org/files/es/peru_la_clase_trabajadora_se_encuentra_en_el_fuego_cruzado_de_las_facciones_burguesas_enfrentadas.pdf
[38] mailto:[email protected]
[39] https://es.internationalism.org/en/tag/4/400/peru
[40] https://es.internationalism.org/files/es/respuesta_a_ferdinand.pdf
[41] https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-del-24o-congreso-de-la
[42] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201108/3171/resolucion-del-xixo-congreso-de-la-cci-sobre-la-situacion-internac
[43] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4151/resolucion-sobre-la-situacion-internacional
[44] https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida
[45] https://es.internationalism.org/content/4350/analisis-de-la-evolucion-reciente-de-las-tensiones-imperialistas
[46] https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso
[47] https://es.internationalism.org/content/4761/informe-de-noviembre-de-2021-sobre-los-conflictos-imperialistas
[48] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200712/2114/tras-el-hundimiento-del-bloque-del-este-inestabilidad-y-caos
[49] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[50] https://es.internationalism.org/content/4869/la-guerra-de-ucrania-un-paso-de-gigante-hacia-la-barbarie-y-el-caos-generalizados
[51] https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021
[52] https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso
[53] https://en.internationalism.org/content/17245/reply-comrade-steinklopfer-august-2022
[54] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200509/118/xvi-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internacional
[55] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/debates-internos
[56] https://es.internationalism.org/files/es/respuesta_al_camarada_steinklopfer_agosto_2022.pdf
[57] https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de
[58] https://en.internationalistvoice.org/the-russian-military-campaign-nato-militarism-and-gang-war-capitalism-means-war-and-savagery/
[59] https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico
[60] https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017
[61] https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022
[62] https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania
[63] https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay
[64] https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021
[65] https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011