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Hace 150 años, a principios de la década de 1860, el movimiento obrero internacional se encontraba en sus primeros años, y sus diferentes componentes carecían aún de experiencia en la creación y defensa de sus organizaciones políticas. Tras la ola de represión que siguió a las luchas de 1848, muchos miembros de la Liga Comunista tuvieron que exiliarse o fueron llevados a los tribunales, como sucedió con en el juicio en 1852 contra los comunistas en Colonia[1].
En Alemania, a principios de la década de 1860, no existía una organización política independiente de la clase obrera. En muchas ciudades había Arbeiterbildungsvereine (Clubes Educativos para Obreros), pero todavía no existía ninguna organización política proletaria con una clara delimitación política respecto a la burguesía. El debate sobre si la clase obrera aún podía apoyar a ciertas facciones de la burguesía en su lucha por la unificación nacional, o si el antagonismo de clase con la burguesía debía estar en el centro de la lucha, estaba en pleno apogeo. En este contexto, en el que la burguesía todavía no se había desligado de la aristocracia y los Junkers, cuando el capital alemán aún no había podido unificarse como capital nacional, intentó forjarse el primer partido político de la clase obrera en Alemania.
Y, al mismo tiempo, la clase obrera en Alemania iba a enfrentarse a uno de los retos políticos más difíciles: el de enfrentarse a las actividades de los aventureros políticos. Si es cierto que hay múltiples perfiles de los aventureros políticos, si existe un rasgo común a todos ellos y es que se aprovechan de las organizaciones políticas no para fortalecer la lucha de la clase obrera, sino para ponerlas a su servicio; se valen de las organizaciones de la clase obrera en favor de sus propias ambiciones. Pero el principal obstáculo reside precisamente en desenmascarar a los aventureros, puesto que no actúan a cara descubierta ni muestran sus propias ambiciones en público. Por el contrario, suelen tener una gran habilidad para movilizar a su favor un gran número de adeptos, lo que hace mucho más difícil poder desenmascarar a personajes tan “altamente apreciados”.
Como veremos, la verdadera naturaleza del aventurero Lassalle nunca resultó completamente desvelada mientras vivió. Y si bien la auténtica ralea del aventurero Schweitzer fue denunciada por primera vez en una conferencia del partido en Wuppertal durante la primavera de 1869, lo cierto es que ese esfuerzo por desenmascararlo no fue del todo exitoso. Sólo años más tarde pudo la clase obrera, gracias a los esfuerzos del Consejo General de la Primera Internacional, desvelar las actividades de otro aventurero más, Mikhail Bakunin, durante el Congreso de La Haya en 1872. Los casos de Lassalle, Schweitzer y Bakunin demuestran que la clase obrera y sus organizaciones políticas se enfrentaron desde el principio a las actividades de los aventureros políticos.
En este artículo trataremos los casos de Lassalle y Schweitzer. En artículos anteriores ya hemos dado un relato detallado de la lucha contra el aventurerismo de Bakunin[2].
En Leipzig, en 1862, los trabajadores de una asociación llamada "Vorwärts" propusieron la preparación de un congreso general de trabajadores. En enero de 1863, estos promotores se pusieron en contacto con Ferdinand Lassalle[3].
En distintas conferencias, Lassalle se mostró crítico con la burguesía en su disputa con los Junkers; y, al mismo tiempo, destacó la importancia de la clase obrera para el progreso histórico. Sin embargo, Lassalle se distanció de los puntos de vista comunistas esbozados una docena de años antes en el Manifiesto Comunista.
La propuesta de que Lassalle escribiera el programa de la "Asociación General Alemana de Trabajadores" (ADAV), fundada finalmente en Leipzig el 23 de mayo de 1863, iba dirigida a un hombre que había estado deseoso durante años de desempeñar un papel de liderazgo en la vida política de Alemania.
El hecho de que se entregase la dirección de esta organización a una persona que – aparte de una breve actividad durante las luchas de 1848- nunca había participado en una organización proletaria, y no podía representar una continuidad con la Liga Comunista; un hombre al que anteriormente se le había negado el ingreso en la Liga Comunista y que ahora actuaba como un “salvador” de facto venido de "afuera", que reclamó inmediatamente un papel presidencial; todo esto reflejaba la inmadurez que atravesaba el movimiento obrero en aquel momento.
A los 20 años, Lassalle había conocido a Sophie Gräfin von Hatzfeldt, que tenía el doble de edad que él. Para "liberarla" del matrimonio forzado con su marido, Lassalle asumió su defensa como abogado. No sólo logró ganar el caso de la condesa, sino que accedió a una inmensa fortuna ya que dicha condesa lo financió a partir de entonces y se convirtió en su aliado político[4]. Al mismo tiempo, como miembro de la nobleza, la condesa mantenía relaciones muy estrechas con diversos sectores de la clase dominante. En 1856 y 1857 vivió en su casa de Düsseldorf; y en 1858 se trasladó con ella a Berlín[5].
Animado por el éxito en el juicio de Hatzfeldt y movido por sus ambiciones de hacer carrera, a mediados de la década de 1850 empezó a pesarle la "estrechez provincial" de su lugar de residencia, Düsseldorf. En mayo de 1855, pidió al presidente de la Policía de Berlín autorización para trasladarse a Berlín[6]. Ese mismo mes, escribió su "informe de un informante sobre sí mismo", para ser entregado al presidente de la policía de Berlín, Hinkeldey (no está claro si realmente fue depositado en sus manos o si debía entregársele). Gustav Mayer informó de la “perversa, retorcida, sofisticada, taimada y vil astucia empleada en ella”, para persuadir e impresionar al presidente de la policía sobre su propia relevancia. Lassalle se vanagloriaba de ser enormemente apreciado por los trabajadores de Düsseldorf, "que parecen considerar a Lassalle como su jefe, y que ven injusta para ellos y para sus relaciones con ellos que deje la provincia del Rin; que no rompieron con él, pero como muestra la conversación, amenazaron muy enérgicamente con romper con él". Refiriéndose al paradero de los antiguos editores de la Neue Rheinische Zeitung (entre los que se incluía a Marx) tras la represión de 1848, Lassalle presumía de su conocimiento cercano del lugar de residencia de Marx. En su "Spitzelbericht" (informe de un soplón) escribe: "Me equivoqué al pensar que habían emigrado a América, pero Lassalle me informó que vivían en Londres y él parecía bien informado de sus condiciones de vida". Con el fin de aumentar aún más el interés del jefe de la policía, se jactó: "Por tanto se deduce que Lassalle debe mantener una correspondencia continua e ininterrumpida con estas personas en Londres, al menos con Marx". Sabiendo bien lo interesado que estaba la policía en estar al tanto de las verdaderas relaciones y correspondencia entre Marx y sus compañeros de combate, escribió: "Ya (…) he mencionado que Lassalle debe estar en contacto con Londres, al menos con Marx. Debo añadir que parece probable -como concluí de una declaración- que parece recibir estas cartas con el nombre de un remitente falso".
Para que el cebo al presidente de la policía tuviese aún atractivos adicionales, Lassalle escribió: "La razón principal que lo lleva a esa mudanza es la monotonía de la vida en Düsseldorf que se ha vuelto insoportable para él. Además, tiene cierta tendencia a la diversión y, sobre todo, a las distracciones femeninas, que, pese, a su gran capacidad para el trabajo, también se pone de manifiesto en su temperamento; una tendencia que no logra satisfacer en Düsseldorf, pero que espera expandir en Berlín. Repitió el motivo de su intención de mudarse a Berlín. (...) si no fuera por la influencia de la Condesa, por un lado, y, por otro lado, por la ya descrita gran inclinación hacia el placer y la diversión sensual y la insoportable monotonía de su vida en Düsseldorf, que son el factor decisivo para él…". Se describió a sí mismo como "muy ambicioso y de carácter vanidoso".
Para impresionar a la policía (y a las fuerzas políticas que la respaldan), Lassalle se jactaba: "Puesto que considero que Lassalle es uno de los representantes más destacados intelectualmente y más raramente dotados de energía de toda la democracia, opino que este hombre tan sumamente peligroso no es nunca suficientemente vigilado...". Lassalle añadió otro cebo para la policía: el autor de la carta, es decir, el informante, tenía posibilidades de trabajar como secretario de Lassalle. "Ya cuento en gran medida con su benevolencia. Lo he conseguido, en parte, sabiendo aprovechar su vanidad..." [...] Con algo de tiempo en el cargo de su secretario y me convertiré no sólo en el confidente de sus pensamientos más secretos, sino completamente indispensable para él." Dispuesto a entregar a la policía a quienes se disponían a derrocar al régimen (supuestamente el propio Lassalle y sus amigos), Lassalle terminó así su informe de espía: "No tendría gran dificultad, aprovechando mi posición y mi amistad con Lasalle, en llegar a conocer a todos los demás miembros, más o menos destacados, de la democracia, y en investigar sus actividades desde el principio; en una palabra, pondría así a él y a sus asociados en manos de las autoridades, de tal modo que solo dependería de su propia discreción destruir a estos incorregibles partisanos del derrocamiento cuando lo consideraran conveniente"[7].
Este informe de un espía sobre sí mismo, que sólo se encontró con su herencia tras su muerte, arroja mucha luz sobre sus actividades como aventurero en las filas del movimiento obrero alemán.
Aquí tenemos un primer rasgo de los aventureros políticos. A diferencia de los combatientes sinceros que se unen desinteresadamente a una organización revolucionaria para ayudar a la clase obrera a cumplir su papel histórico, los aventureros se unen a organizaciones revolucionarias para cumplir su propia "misión histórica". Quieren poner el movimiento a su servicio y buscar constantemente reconocimiento con este propósito. El informe del espía Lassalle sobre sí mismo es en realidad un "anuncio publicitario" de sus supuestas excepcionales habilidades. Así pues, las organizaciones proletarias sólo les sirven como trampolín para su carrera, ya sea en el seno de una organización proletaria o en las filas de quienes gobiernan. Convencidos de que sus capacidades son mayores de las que se les ha reconocido, buscan ese reconocimiento tanto del movimiento obrero como de los gobernantes.
Cuando se fundó la ADAV en mayo de 1863, Lassalle consiguió ser coronado presidente durante cinco años, con un poder casi dictatorial sobre las secciones locales. Lassalle insistió a la ADAV en que únicamente formaría parte de ella si se le pedía que asumiera el rol principal. O sea que, en vez de unirse a una lucha colectiva, lo primero que hizo fue reclamar el liderazgo. Este es otro rasgo distintivo frecuente en los aventureros. No sólo aspiran a asumir un papel de liderazgo en una organización, sino que a menudo reivindican directamente la autoridad especial, e incluso si no reciben tales poderes especiales de una autoridad, si buscan disfrutar de una capacidad de actuación arbitraria e independiente. Como si fuese un emperador coronado, Lassalle declaró: "Por lo tanto, estoy en condiciones de satisfacer las exigencias del puesto que me ofrecen y, en general, me declaro dispuesto a corresponder a estas demandas que me hacen, y a asumir el liderazgo del movimiento obrero"[8]. Las ramas locales de la asociación no tenían ningún derecho: sólo ejecutaban las órdenes del presidente.
Esto fue un paso atrás con respecto a la Liga Comunista, que era una organización centralizada, que estableció una autoridad central y autoridades territoriales que aseguraban un funcionamiento mucho más colectivo, y en la que las comunidades locales tenían poder de decisión. En este sentido, Lassalle consiguió dar marcha atrás la rueda de la historia con el "papel de liderazgo" que le fue asignado.
Bebel escribió en su autobiografía: "Lassalle no se contentaba con los aplausos de las masas, sino que daba mucha importancia a tener de su lado a hombres de prestigio e influencia del campo burgués. Y se esforzó mucho por ganárselos" (Bebel, Aus meinem Leben, p. 85)[9].
En el mismo momento en que, por un lado, el aparato de poder en Prusia y otras partes de Alemania había enviado a sus agentes para controlar el movimiento obrero emergente para buscar posibles fuerzas que "cooperaran" en favor de Bismarck; Lassalle por su lado, como muestra inequívocamente el informe del espía, extendía sus redes.
Dos semanas antes de la fundación de la ADAV, el 23 de mayo de 1863, Lassalle inició una correspondencia con Bismarck. Éste, que pretendía unir Alemania "con sangre y hierro", invitó a Lassalle a tener conversaciones. Tuvieron lugar cuatro charlas en las que Lassalle no sólo trató de asesorar a Bismarck, sino que también hizo sugerencias concretas para un enfoque común.
Lassalle dijo a Bismarck, mano derecha del rey, que la clase obrera "instintivamente se siente inclinada a la dictadura". (Gustav Mayer, Bismarck und Lassalle p. 60), Los trabajadores reconocerían a la monarquía como un "instrumento natural de la dictadura social", si la monarquía cambiase de "realeza en provecho de las clases privilegiadas a una realeza popular social y revolucionaria". Según Lassalle, la monarquía prusiana podría convertirse en una realeza social - este fue el tema de la primera conversación con Bismarck. En otra conversación se habló del sufragio universal y de las campañas contra las facciones de la burguesía hostiles a Bismarck. Puesto que la policía de Düsseldorf había tomado medidas contra los escritos de Lassalle, durante la tercera reunión, el 23 de octubre de 1863, Bismarck ofreció a Lassalle poner sus obras bajo su protección. Para ello, Bismarck quiso dirigir una circular a los fiscales prohibiendo la confiscación de las obras de Lassalle. Éste respondió a Bismarck que estaba en contra de su oferta. Pensaba que las medidas represivas contra él reforzarían su credibilidad, mientras que, si sus escritos se salvaban de la represión, su credibilidad disminuiría. Durante esta tercera discusión, también se habló de la posibilidad y la necesidad de un bloque electoral entre los conservadores y la ADAV. El 12 de enero de 1864, Lassalle ofreció para la siguiente reunión una cooperación política directa en la reforma de la ley electoral, para lo cual Lassalle quería formular un borrador. El propio Lassalle reconoció a Bismarck que temía la revolución, este "camino sombrío y siniestro". Y para evitarlo, propuso a Bismarck que, para eludir un choque revolucionario, introdujera inmediatamente el sufragio universal. Y puesto que, según pensaba Lassalle, la burguesía alemana era incapaz de hacer la revolución, sería el partido de los trabajadores quien tendría que dar el impulso, y Bismarck tenía que instar al rey a llevar a cabo este cambio. Finalmente, Lassalle ofreció apoyo a Prusia en la guerra contra Dinamarca (incluyendo la anexión de Schleswig-Holstein) si Bismarck cambiaba la ley electoral.
Cuando Wilhelm Liebknecht quiso alertar a Lassalle respecto a Bismarck, Lassalle le dijo: "Bah, yo como cerezas con Herr von Bismarck, pero él recibe las piedras" (cf. Bebel, Aus Meinem Leben, p. 75). Posteriormente, cuando Bebel preguntó a Bismarck en el Reichstag - en la época de la Ley Anti-Socialista en septiembre de 1878 - sobre sus contactos con Lassalle, Bismarck le respondió en el parlamento: "Que Lassalle le había atraído extraordinariamente, había sido una de las personas más ingeniosas y amables con las que había estado en contacto. Que tampoco era republicano: la idea a la que aspiraba era la del imperio alemán. Y que en esto tenían coincidencias/acuerdos. Lassalle había sido muy ambicioso" https://www.spiegel.de/kultur/literatur/ [2], Bebel, Aus Meinem Leben, p. 76 ").
Lassalle confesó, más tarde, a Helene von Dönniges, tal y cómo ésta le reveló a Bebel en una conversación, que tanto Bismarck como Lassalle se consideraban a sí mismos demasiado listos para engañarse el uno al otro[10].
Lassalle escribió también sobre sus encuentros con los líderes del movimiento nacional italiano tras su viaje a Italia, declarando, rayando en la megalomanía, que había sido él quien “había impedido la intervención de Prusia gracias a su ‘panfleto sobre la guerra italiana’ y que, de hecho, había sido él quien guiado ‘la historia de los últimos tres años’" (ver más adelante). En este sentido, un aventurero no es lo mismo que un agente de policía o un soplón, que vende su información. Los aventureros no han de ser corruptos para servir a un régimen. Para ellos, el ansia de fama y de reconocimiento, es decir factores psicológicos, son algo más fuertes que las meras compensaciones materiales.
Tras ser elegido presidente de la ADAV en mayo de 1863, se dedicó a menudo a presentar el programa de la ADAV de forma diferente en función de con quién estaba tratando. Esta duplicidad es característica también de los aventureros que rehúyen "mostrar sus cartas” y confrontarse a cara descubierta. Mientras que Marx y Engels, por ejemplo, escribieron muchas polémicas, Lassalle evitó el debate por sí mismo y apareció con diferentes vestimentas ante diferentes audiencias.
Lassalle carecía de una verdadera fe en la fuerza (aún incipiente) de la clase obrera, y en cambio pretendía ganarse para la ADAV a más personalidades de la clase dominante que en su opinión eran quienes estaban llamados a liberar de sus cadenas a la clase obrera. Así, Lassalle intentó reclutar a Johann Karl Rodbertus, un representante del llamado socialismo de estado. Rodbertus argumentó que "los partidarios de la cuestión social", es decir, los conservadores y la burguesía, también podían unirse a la asociación. Lassalle escribió a Rodbertus: "Cuanto más buenos burgueses se sumen a la asociación, mejor será". (F. Lassalle Nachgelassene Briefe und Schriften, volumen 6, Berlín 1925, p. 358).
Y puesto que no le interesaba tanto la liberación de la clase obrera como la promoción del movimiento democrático general, también abogó por la inclusión de liberales y conservadores en la ADAV. Por ello actuó en contra del desarrollo de un partido político independiente de trabajadores. Al mismo tiempo las puertas de la ADAV se abrían a quienquiera que desearse hacerse inmediatamente miembro de la asociación. Ello supuso un aflujo de numeroso personal proveniente de la burguesía y la pequeña burguesía. También esto representó un paso atrás respecto a la Liga Comunista que basaba la pertenencia en la defensa de los principios organizativos consagrados en sus estatutos.
Lassalle se pronunció a favor de que "el Estado os provea [a los trabajadores] de capital a través de operaciones de crédito, para que podáis entrar en una competencia libre e igualitaria con el capital". Lassalle no sólo no aspiraba a la destrucción del estado prusiano, ¡sino que esperaba la intervención socialista del estado prusiano! Suscito expectativas de que con la ayuda del ese estado podría convertirse pacíficamente en socialista[11].
Según Lassalle, los trabajadores en la sociedad capitalista no pueden recibir un salario mayor que exceda el mínimo necesario para mantener sus fuerzas físicas. Sobre esta base, se opuso al desarrollo de las luchas obreras por reivindicaciones, rechazó las huelgas y se declaró contrario a las federaciones sindicales. En resumen, el ADAV habría de ser una secta.
En cambio, los trabajadores deberían elevarse al estatus de empresarios. El Estado tendría que prestarles dinero, y poner en marcha y financiar cooperativas de consumo.
Aunque Lassalle afirmó que conocía el Manifiesto Comunista al dedillo, lo cierto es que nunca fue marxista. Y aunque conocía a Marx y luego a Engels desde 1848, y mantuvo correspondencia con ellos una y otra vez, y Marx incluso pasó unos días en su apartamento de Berlín en 1862, la verdad es que Marx y Engels chocaron en seguida con Lassalle. La razón: profundas divergencias políticas (por ejemplo, sobre la cuestión del apoyo a Prusia, sobre la petición de la introducción del derecho de voto, y muchas más), así como su comportamiento. Marx escribió en una carta a Engels el 30 de julio de 1862, después de que Lassalle lo visitara a él y a su familia en Londres: "La estancia en Zurich (con Rüstow, Herwegh, etc.) y el posterior viaje a Italia, luego su "Herr Julian Schmidt", etc., le han trastornado la cabeza completamente. Ahora no sólo es el más grande erudito, el más profundo pensador, el más brillante investigador, etc., sino también Don Juan y el revolucionario cardenal Richelieu. (...) En secreto nos contó a mi esposa y a mí que había aconsejado a Garibaldi que no hiciera de Roma el blanco del ataque, sino que fuera a Nápoles, que se declarara dictador (sin perjuicio a Víctor Manuel), que llamara al Ejército Popular para hacer campaña contra Austria. (...) Como palanca de acción: la influencia política de Lassalle o su pluma en Berlín. Y Rüstow a la cabeza de un cuerpo de guerrilleros alemanes, incluido Garibaldi. Bonaparte, sin embargo, quedó anonadado por este brillante plan de Lassalle. Ahora también había estado con Mazzini que también ‘aprobó y admiró’ su plan. Se presentó ante estas personas como un ’representante de la clase obrera revolucionaria alemana’, y les transmitió (¡literalmente!) que había sido él (itzig) ‘quien impidió la intervención de Prusia gracias a su panfleto sobre la guerra italiana, y que, de hecho, ‘había guiado la historia de los últimos tres años’. L[assalle] estaba muy enojado conmigo y con mi esposa porque nos burlábamos de sus planes, le llamábamos ‘bonapartista ilustrado', etc. Chilló, se exasperó y saltó y finalmente se convenció de que yo era demasiado `abstracto' para entender la política."[12]
Estas descripciones de Marx sobre el personaje, el retrato de su megalomanía y del conjunto de su comportamiento, muestran la indignación de Marx con Lassalle. Y eso que cuando Marx y Engels compartieron sus valoraciones sobre el comportamiento de Lassalle, aún no sabían nada de sus contactos y su alianza con Bismarck. La esposa de Marx, Jenny, escribió sobre Lassalle después de que éste visitara su casa en 1861. También ridiculizó su forma de presentarse: “Casi se sentía abrumado por el peso de la fama lograda como erudito, pensador, poeta y político. La corona de laurel fresco todavía descansaba sobre su olímpica frente y su ambrosiano peinado o más bien su ensortijada chevelure des nègres. Acababa de terminar victoriosamente la campaña italiana - un nuevo golpe político desencadenado por ese gran hombre de acción. Poderosas pugnas tenían lugar en su alma. Aún no se había adentrado en algunos campos de la ciencia. Aún quedaba la egiptología, que no ha sido apenas desarrollada. ¿debería deslumbrar al mundo como o debería mostrar mi universalidad como hombre de acción, como político, como combatiente, como soldado" (Jenny Marx, Kurze Umrisse eines bewegten Lebens, - Breve esbozo de una vida agitada, 1865).
Lo que Marx pensaba de las posiciones programáticas de Lassalle y de su aparición también queda claro en una carta que envió a Engels el 9 de abril de 1863: "Por otro lado, anteayer me envió su 'Carta Abierta de Respuesta' al Comité Central de Trabajadores para el Congreso de Trabajadores de Leipzig. Se comportó – alardeando con proclamas que en realidad estaban copiadas de nuestros escritos – enteramente como un futuro dictador obrero". (MEW, vol. 30, p. 340) Ya Marx había reconocido, en una carta a Engels el 28 de enero de 1863, que el famoso "Programa Obrero" era sólo una mala vulgarización del Manifiesto Comunista.
Cuando Marx y Engels ya estuvieron al corriente de las negociaciones entre Lassalle y Bismarck, Marx escribió a Engels: "Por cierto, como ahora sabemos (algo que no conocíamos de esta manera) que Itzig [Lassalle] quería `ofrecer' el Partido de los Trabajadores a Bismarck para darse a conocer como el 'Richelieu del Proletariado'... ahora tampoco mostraré ninguna moderación al indicar claramente en el prefacio de mi libro que es simplemente un loro de repetición y un plagiario" (Marx a Engels en Manchester[Londres] 30 de enero, 1865). En este prefacio a la primera edición de Das Kapital, Marx consideró necesario señalar el método de Lassalle consistía en “tomar prestadas" las ideas de los escritos de Marx, sin citar la fuente.... (Das Capital, MEW, Vol. 23, p. 11)[13].
Ya entonces consideraban los discursos y escritos de Lassalle como "muy repugnantes y monárquicos". (Marx a Engels, 24 de noviembre de 1864, MEW 31, p. 30)
Marx escribió a Kugelmann: “Estimado amigo: He recibido ayer su carta, que me ha interesado vivamente, y respondo a sus diferentes puntos. Ante todo, permítame explicarle en breve mi actitud hacia Lassalle. Durante su agitación, nuestras relaciones fueron suspendidas: 1) a causa de sus impertinentes fanfarronadas, unidas al más desvergonzado plagio de obras mías y de otros autores; 2) porque yo condené su táctica política; 3) porque aquí en Londres, le expliqué y "demostré" con todo detalle, antes de que iniciase su agitación, que era un absurdo creer que el Estado prusiano podía ejercer una acción socialista directa”[14].
(...) "Pero en cuanto se convenció en Londres (a fines de 1862) de que conmigo no lograría hacer su juego, resolvió actuar como «dictador obrero» contra mí y contra el viejo partido”.
Y Engels escribió el 11 de junio de 1863 (tres días antes de la fundación de la ADAV) "El tipo trabaja ahora puramente al servicio de Bismarck...". (MEW vol. 30, p. 354).
La verdad es que Lassalle se dedicó a poner trabas a la difusión de las posiciones de Marx y Engels entre los trabajadores en Alemania e intentó aislarlos de la clase obrera allí. Mientras él se presentaba como el auténtico “educador” de los obreros alemanes, trataba de retrasar y obstaculizar la publicación y distribución de textos de Marx y Engels, entre otras cosas para difundir sus propias posiciones, que a menudo se apartaban de las de Marx y Engels, o se oponían diametralmente a ellas. Pero también Lassalle publicó textos que a menudo no eran más que un plagio de los artículos de Marx y Engels, sin citar, sin embargo, las fuentes. Marx escribió un artículo específicamente para este propósito llamado "Plagio"[15].
Lassalle se presentaba como “verdaderamente conocedor” de las condiciones en Alemania, a diferencia de Marx y Engels que vivían en el extranjero y carecían de la necesaria información.
En sus cartas a Marx, Lassalle defendió al agente de Bonaparte, Karl Vogt. Aconsejó a Marx que no emprendiera acciones públicas contra Vogt, que no "aireara" este asunto, porque esto sería mal recibido por el "público" alemán. Marx que había pasado todo un año en 1860 escribiendo una respuesta al libro de Karl Vogt: Mein Prozess gegen die Allgemeine Zeitung en el que denigraban las actuaciones políticas de Marx y sus camaradas, le respondió: "Escribiré un folleto tan pronto como tenga su texto calumniador (el de Karl Vogt). Pero, al mismo tiempo, explique en el prefacio que me importa una mierda el juicio de su público alemán”. (Marx a Lassalle, 30 de enero de 1860, MEW 30, p. 438).
Cuando se publicó este trabajo de Marx: Herr Vogt[16], Lassalle no hizo nada para promover su difusión en Alemania. La prensa burguesa estaba ansiosa por silenciar los escritos de Marx, y por su parte el presidente de la ADAV saboteó la lucha de Marx para defenderse.
A finales de 1863 y principios de 1864, ya aparecía una resistencia en contra de las posiciones de Lassalle, especialmente contra su postura a favor de la monarquía en Prusia. El 11 de abril de 1864, cuando abogó abiertamente por apoyar la monarquía. Wilhelm Liebknecht, que se había mudado a Berlín en julio de 1862 desde su exilio en Londres, fue uno de los primeros en enfrentarse enérgicamente a Lassalle. Marx había avisado a Liebknecht para no aparecer públicamente junto a Lassalle y le desaconsejó mantener estrechas relaciones con él. A lo que Liebknecht respondió: "En el Arbeiterverein de Lassalle [ADAV] algo está fermentando. Si Lassalle no renuncia a la 'actitud dictatorial' y al coqueteo con la reacción, habrá un escándalo". En esa misma carta Liebknecht señala: "(...) Se dedica a un juego tan intrincado que pronto ya no podrá encontrar una salida".
Junto con otros como Julius Vahlteich, el secretario de la ADAV, intentaron liberar a la ADAV de las garras de su dictatorial presidente. Cuando Lassalle se percató de esta resistencia y sintió que pronto tendría que responder ante la organización y, por lo tanto, exponerse a quedar descubierto, se dispuso a encontrar una forma de abandonar el movimiento obrero. Sus últimas cartas dejan claro esa búsqueda de una "salida". Pero la muerte repentina de Lassalle puso fin inesperadamente a sus actividades.
El 31 de agosto de 1864 tras resultar gravemente herido en un duelo por una mujer, murió tres días después[17]. Antes de su muerte, Lassalle había escrito un testamento como presidente de la ADAV, en el que nombraba a Bernhard Becker como su sucesor en el cargo de presidente. Este último, con la ayuda de la condesa Hatzfeldt, puso en marcha todos los medios para hacerse con este puesto, para lo que pronto empezó a difundir los insultos más infames sobre "el Partido de Marx".
Para preservar la existencia sectaria de la ADAV, el sucesor Becker se opuso a la afiliación a la Primera Internacional que entretanto había sido fundada en Londres el 28 de septiembre de 1864, apenas un mes después de la muerte de Lassalle.
No podemos entrar aquí a analizar el significado de la formación de la Primera Internacional. Pero sí hay que señalar que, si ésta fue un enorme paso adelante para todo el movimiento obrero, las fuerzas en torno a Lassalle no contribuyeron en absoluto a la participación de los trabajadores en Alemania en su formación, ni situaron su trabajo en la perspectiva de la Primera Internacional.
Lassalle se aseguró una fuente de ingresos a través de la Condesa gracias al entonces “novedoso” éxito en el juicio como abogado, pero al mismo tiempo se convirtió en dependiente de la Condesa. Por lo tanto, aunque ya no tenía que ganarse la vida como abogado, disfrutó de un estatus privilegiado muy particular. Esta situación verdaderamente parasitaria le hacía aparentar una "independencia" respecto a los representantes de la clase dominante con los que interactuaba. Lassalle jamás experimentó personalmente lo que es vivir de un salario o lo que significan las dificultades materiales.
"Ahora era para nosotros un amigo muy inseguro, en el futuro será un enemigo bastante seguro " (carta de Engels a Marx, 4 de septiembre de 1864, MEW vol. 30, p. 429).
En su "obituario" de Lassalle, Engels escribió "El valeroso Lassalle se convierte poco a poco en un vulgar villano. Nunca hemos juzgado a las personas por lo que imaginaban ser, sino por lo que eran, y no veo por qué deberíamos hacer una excepción con Itzig [Lassalle]. Desde un punto de vista subjetivo, su vanidad puede haberle parecido una estrategia plausible, pero objetivamente es una traición de todo el movimiento obrero a los prusianos. El estúpido no parece haber exigido nada a cambio de Bismarck, nada específico, y mucho menos garantías. Parece que sólo se limitaba a tratar de engañar a Bismarck, al igual que sólo aspiraba a disparar a Racowitza. Típico del barón Itzig[Lassalle]. Por cierto, no tardará mucho en llegar el momento en que no sólo será deseable, sino necesario, dar publicidad a todo esto. Esto únicamente puede sernos útil si el asunto con la ADAV y el periódico en Alemania continúa. Entonces todo su legado deberá ser rápidamente desechado. Mientras tanto, el proletariado en Alemania pronto verá lo que vale Bismarck" (marxwirklichstudieren.files.wordpress.com/2012/11/mew; MEW vol. 31, p. 45).
Lassalle fue un aventurero, que mientras vivió fue reconocido como tal por unos pocos y aún de forma fragmentaria. Como acabamos de ver incluso Marx, Engels, Bebel y Liebknecht, que llegaron a conocerlo mejor, carecían de una visión completa de él.
También el caso de Lassalle muestra que durante ese período existieron serias diferencias en las filas de los revolucionarios en cuanto a la valoración de esos personajes. Porque décadas más tarde, incluso pensadores políticos tan importantes como Rosa Luxemburgo o Franz Mehring, cometerían errores de apreciación sobre Lasalle mucho más evidentes Lassalle.
Por ejemplo, en 1913, 50 años después de la fundación de la ADAV, Rosa Luxemburgo escribió un elogio desencaminado y trivial sobre Lassalle: "Lassalle cometió errores en sus tácticas de lucha, ciertamente. Sin embargo, para los estudiosillos de la investigación histórica resulta agradablemente fácil encontrar errores en una obra de toda una vida. Para la evaluación de una personalidad como la suya, es mucho más importante reconocer la causa real, la fuente particular de la que surgieron sus errores, así como sus méritos. Lassalle a menudo pecó por su tendencia a jugar a la "diplomacia", a engañar con ideas, como hizo en sus negociaciones con Bismarck sobre la implementación del sufragio universal, así como en sus planes para asociaciones de producción basadas en el crédito estatal. En sus luchas políticas con la sociedad burguesa, así como en sus luchas con el poder judicial prusiano, le gustaba descender al nivel de su oponente, haciéndole concesiones a sus planteamientos, viéndose a sí mismo como un audaz acróbata: como escribió Johann Philipp Becker, a menudo se aventuraba a dar un salto hacia el borde más extremo del abismo, lo que distingue una táctica revolucionaria de un pacto con la reacción.
Pero la causa que lo llevó a dar estos audaces saltos no fue la inseguridad interna, la duda íntima sobre la fuerza y factibilidad de la causa revolucionaria que él representaba, sino, por el contrario, un exceso de confianza en sí mismo en el poder indomable de esa causa. Lassalle a veces se adentró en el terreno de su oponente en la lucha sin pretender abandonar ninguno de sus objetivos revolucionarios, sino en el engaño de una personalidad poderosa. Creía que era capaz de luchar por sus objetivos revolucionarios tanto en su propio terreno como cuando el terreno se hundía en los pies del oponente. Si Lassalle, por ejemplo, postuló su idea de las asociaciones de producción basadas en el crédito estatal en una ficción ahistórica e idealista del Estado, el gran peligro de esta ficción radicaba en el hecho de que en realidad estaba simplemente idealizando el patético Estado prusiano. Pero lo que Lassalle, en base a su ficción, quería exigir e imponer a este estado en términos de tareas y deberes de la clase obrera, eso no solo habría sacudido el miserable cuartel del estado prusiano, sino el estado burgués como tal"[18].
Consideremos la opinión de Luxemburgo de que Lassalle era un "audaz acróbata" que " a menudo se aventuraba a dar un salto hacia el borde más extremo del abismo, lo que distingue una táctica revolucionaria de un pacto con la reacción”. Pero, en realidad, la experiencia demuestra lo contrario: que las declaraciones políticas correctas que un aventurero político puede hacer en un momento dado no modifican su carácter ni su contribución en general. No menos desencaminada engañosa fue la valoración realizada por Franz Mehring, probablemente el historiador más famoso del partido y durante mucho tiempo alguien que estuvo junto a Rosa Luxemburgo. Desde su punto de vista, Lassalle fue un revolucionario y como tal “al mismo nivel” que Marx (Mehring, Carlos Marx: historia de su vida, p. 318 de la edición en alemán). Según Mehring, Lassalle fue alguien "a quien la historia de la socialdemocracia alemana situará junto a él [Marx] y Engels". (Mehring p. 320 ídem). Los escritos de agitación de Lassalle "dieron renovada vitalidad a cientos de miles de trabajadores alemanes" (ibid. p. 314). Según Mehring, Marx "nunca superó completamente sus prejuicios" contra Lassalle. Mehring lamentó que Marx "juzgara más amarga e injustamente a Lassalle cuando éste murió, que cuando vivía". (ibíd. pág. 319, 320)
Debido a circunstancias históricas, Lassalle nunca fue desenmascarado completamente mientras vivió. Como ya hemos visto, Marx y Engels rompieron con él por cuestiones programáticas y por su comportamiento alrededor de 1861/62, pero no tuvieron conocimiento de la naturaleza de sus vínculos con Bismarck. Su repentina muerte aumentó las dificultades para comprender y exponer todo el alcance de su personalidad.
Tras la muerte de Lassalle en 1864, Jean Baptist von Schweitzer resultó elegido presidente de la ADAV en 1867 a la edad de 34 años.
Para comprender el carácter Schweitzer, citaremos ampliamente a August Bebel:
"J.B. von Schweitzer es una de las principales personalidades que, tras la muerte de Lassalle, asumió posteriormente la dirección de la asociación que éste fundó. Con Schweitzer la asociación obtuvo un líder que poseía en alto grado muchas de las cualidades que eran muy valiosas en su puesto. Tenía la formación teórica necesaria, una amplia visión política y una mente fría. Como periodista y como agitador, poseía la capacidad de aclarar las cuestiones más difíciles para el trabajador más sencillo; sabía cómo fascinar y enardecer a las masas como pocos. En su trabajo como periodista publicó una serie de artículos de divulgación científica en su revista Social Democrat, que figuran entre los mejores que tiene la literatura socialista. (...) Comprendía rápidamente una situación dada y sabía cómo explotarla. Finalmente, también era un orador capaz y preparado que impresionaba a las masas y a sus oponentes.
Pero junto a estas cualidades positivas, en parte brillantes, Schweitzer poseía una serie de vicios que lo hacían peligroso como líder de un partido obrero que se encontraba en las primeras etapas de su desarrollo. Para él, el movimiento al que se unió después de varios bandazos no era un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un fin. Se unió al movimiento cuando comprobó que no había futuro para él en la burguesía, que, para él, que pronto se convirtió en un desclasado dada su forma de vida, la única esperanza residía en desempeñar un papel en el movimiento obrero, al que su ambición y, por así decirlo, sus capacidades, lo predestinaban. Pero tampoco aspiraba simplemente al rol de líder del movimiento, sino a gobernarlo, a explotarlo para sus propósitos egoístas. Educado durante varios años en un instituto dirigido por los jesuitas en Aschaffenburg, se encaminó más tarde al estudio de la jurisprudencia, obtuvo las herramientas intelectuales de la casuística jesuita y de la demagogia legal que, por naturaleza, eran astutas y devotas. Era un político que buscaba, sin escrúpulo alguno, lograr sus propósitos, satisfacer su ambición a toda costa, y también satisfacer sus necesidades de 'bon viveur', que requería unos medios materiales que él no poseía” adecuados, algo que no poseía" (August Bebel, Aus Meinem Leben, 2ª Parte, p. 223).
Cuando Schweitzer resultó elegido presidente del Arbeiterbildungsverein (Club de Educación para los Obreros) de Fráncfort, en noviembre de 1861, incluso antes de la fundación de la ADAV, no sólo era conocido localmente por ser el presidente del Schützenverein (club de tiro) y del Turnclub (club de gimnasia), sino que también había establecido sus primeras relaciones con la nobleza local. En el verano de 1862 fue acusado de malversar fondos de la Schützenverein, así como de haber mantenido una relación pedófila con un niño de 12 años en un parque. Fue condenado a dos semanas de prisión por el delito cometido contra el niño y por "escándalo público".
Aunque el niño nunca apareció y a pesar de que Schweitzer negó todo el asunto, la recriminación de abuso de menores siempre pendió sobre él. Nunca negó la malversación del dinero del Schützenverein.
Sin embargo, Lassalle lo protegió y lo aceptó en el ADAV y lo nombró miembro de la junta directiva.
Bebel escribió más tarde sobre el comportamiento de Schweitzer y su promoción por Lassalle: "Rápidamente comprendió que aquí había una oportunidad para su futuro que correspondía a su ambición, lo que se le negaba en el mundo burgués dados los eventos descritos anteriormente [abuso infantil y malversación de dinero - CCI]. En estos círculos se le consideraba como una persona a la que había que mostrar la puerta.” (Bebel, Aus Meinem Leben, p. 232)
Siguiendo los pasos de Lassalle, Schweitzer se esforzó desde el principio por relacionarse con los círculos gobernantes, en particular con Bismarck y su entorno, a través del consejero privado de éste, Hermann Wagener[19].
Al igual que Lassalle, Schweitzer también ofreció apoyo político al Bismarck. Cuán consciente era Hatzfeldt de esos esfuerzos de Schweitzer, lo demuestra una declaración de Bebel en su autobiografía: "La condesa Hatzfeldt, que consideraba que la política de Schweitzer en apoyo de Bismarck no había ido lo suficientemente lejos, trató de justificar esta política a finales de 1864 en una carta a la Señora Herwegh, en el que escribió: ‘Hay un abismo formal entre estas dos cosas: venderse a un adversario, trabajar para él, ya sea de manera oculta o al descubierto; o saber captar el momento como un gran político, sacar partido de los errores del adversario, permitir que el enemigo sea abatido por el otro, instarlo a seguir una trayectoria decadente y aprovechar la situación favorable, sin importar quién lo haya provocado. Aquellos que sólo tienen convicciones honestas, los que siempre se basan únicamente en una visión ideal de las cosas venideras, quienes viven flotando en el aire, pueden ser considerados privadamente como gente bastante buena, pero son completamente incapaces de ser útiles para algo, para acciones que realmente influyen en los acontecimientos; en resumen, sólo pueden formar parte de una gran masa que sigue al líder que es quien sabe". (Bebel, ibid. p. 251)
Aquí se aprecia el punto de vista tan frecuente en los aventureros: las masas son estúpidas y deben ser dirigidas, necesitan una cabeza pensante que pueda actuar eficazmente sobre el oponente. El aventurero es el "elegido, el que ha sido llamado". Y una parte de este comportamiento consiste en hablar con dos lenguas. Como escribió Bebel: "La forma en que Schweitzer supo adular a las masas, aunque por dentro las despreciaba. Nunca vi nada igual"[20].
Puesto que Schweitzer decía que "Su Majestad, nuestro rey más venerado, es amigo de los trabajadores" y que el principal enemigo de la ADAV es el "partido burgués liberal", argumentaba que "la lucha del partido socialdemócrata debía dirigirse en primer lugar contra ellos. Pero si defendéis este punto de vista, caballeros, entonces tendríais que preguntaros: ¿Por qué habría Lassalle de recurrir a Bismarck?” (Bebel, Aus meinem Leben, p. 233, 247). Y Bebel continúa: “Schweitzer sabía que la visión que predicaba era fundamentalmente reaccionaria, una traición a los intereses de los trabajadores, pero la propagó porque creía que promovería su ascenso (...).
Resultaba tan evidente que Bismarck y los feudales aceptaron gustosamente esta ayuda de la extrema izquierda y posiblemente apoyaron al defensor de tal punto de vista" (Bebel, Aus Meinem Leben, p. 233). (...) "Los intentos de hacer la Asociación General Alemana de Trabajadores atractiva para la política en pro de una gran Prusia de Bismarck, se llevaron a cabo desde el principio y luego de forma permanente. Me tocará a mí demostrar que Schweitzer sirvió conscientemente a estas iniciativas de Bismarck" (Bebel, p. 227). Los esfuerzos para satisfacer las ambiciones personales a través de relaciones directas o indirectas con quienes gobiernan resultaron a menudo acompañados de flaquezas o engañifas programáticas, como puede verse en la cuestión de la ley electoral (ver, por ejemplo, el artículo de Schweitzer "The Ministry of Bismarck and the Government of the Central and Small States"). Engels escribió más tarde: "En ese momento, se intentó que la Allgemeine Deutsche Arbeiterverein -en aquel entonces la única asociación organizada de trabajadores socialdemócratas en Alemania- quedara bajo la protección del Ministerio Bismarck, dando a los trabajadores la posibilidad de que el gobierno les concediera el sufragio universal. El 'derecho universal, igual y directo al voto' había sido predicado por Lassalle como el único e infalible medio para la conquista del poder político por la clase obrera”.
En aquel momento, Engels escribió dos importantes textos programáticos, "La cuestión militar prusiana y el Partido Obrero alemán", así como una respuesta a J.B. Schweitzer a propósito del “Sobre P.-J. Proudhon". Como comentó Engels, "este artículo trataba sobre Proudhon, pero en realidad también debería ser visto como una respuesta al lassalleanismo mismo" (MEW 15, p. 25).
Schweitzer reaccionó entonces a las críticas a su posición sobre Prusia: puesto que Marx y Engels vivían en Inglaterra y no en Alemania, carecían de “conocimientos suficientes”. Sólo si se tiene una visión "local/nacional" se puede juzgar correctamente "Ya que se trata de cuestiones prácticas relativas a tácticas inmediatas, si se pretende juzgarlas uno debe estar en el centro del movimiento". En el periódico Social Democrat del 15 de diciembre de 1864 apareció un artículo titulado “Nuestro programa", en el que se defendía este punto de vista nacional: "No queremos una patria impotente y desgarrada, impotente hacia el exterior y llena de arbitrariedades en su interior, sino una todo poderosa Alemania, el único Estado popular libre" (Bebel, ibíd., p. 232). Una visión nacional tan fuerte se ponía de manifiesto en un momento en que la Primera Internacional buscaba enfatizar la importancia del internacionalismo para toda la clase obrera mundial.
El 15 de diciembre de 1865 Schweitzer publicó un artículo en la revista Social Democrat en el que alababa los "méritos" de Lassalle, como si no hubiera habido ningún movimiento obrero antes que él. En respuesta, Marx envió el mencionado artículo sobre Proudhon para fomentar "casi clandestinamente" la reflexión crítica sobre el papel de Lassalle. Junto a la glorificación de Lassalle, el Social Democrat dirigido por Schweitzer pretendía incrementar aún más el apoyo de Bismarck[21]. En consecuencia, Marx y Engels renunciaron a su colaboración con el Social Democrat desde el 23 de febrero de 1865, después de lo cual Schweitzer siguió falsificando las posiciones de Marx y Engels[22].
En el seno de la ADAV, la oposición empezó a polemizar contra las "disposiciones organizativas dictatoriales de los Estatutos de la Asociación, en la que el propio trabajo de Lassalle, así como la organización se rodeaba de un aura de gloria. El culto a Lassalle fue entonces sistemáticamente promovido y todos aquellos que osaban tener diferentes puntos de vista discrepantes fueron tildados de profanadores de lo más sagrado" (Bebel, Aus meinem Leben, p. 246). Y Bebel añadió: "Y Schweitzer apoyó estas estúpidas visiones que finalmente se convirtieron en una especie de creencia religiosa. (....) A lo largo de los años, el tema "Cristo y Lasalle" fue incluido en el orden del día de numerosas asambleas populares" (ibid., p. 246).
Al igual que Lassalle, Schweitzer dependía esencialmente de fuentes de financiación dudosas. Nunca explicó de dónde procedían los fondos para la producción y distribución del periódico Social Democrat, después de que surgiera la sospecha de que estaba recibiendo fondos de fuentes gubernamentales. La mera sospecha de que dependía de fondos del gobierno, que eso le podría hacer objeto de chantajes o corromperle directamente, debería haber sido respondida por Schweitzer. En vez de eso, dejó esta acusación colgando en el aire[23].
Tampoco hizo nada cuando se supo que un informante del policía llamado Preuß estaba activo en la organización y estaba en contacto con su superior de policía, con el que el propio Schweitzer mantenía contactos.
Se podría argumentar: ¿no son las sentencias de prisión o las acciones represivas contra los aventureros, pruebas de su "inocencia"?
En noviembre de 1865 Schweitzer fue condenado a un año de cárcel por insultos a Su Majestad y difamación de órdenes oficiales, con privación de sus derechos de honor.
"Se ha afirmado que las diversas sentencias de prisión prueban que las acusaciones de que Schweitzer era el agente de Bismarck serían falsas. Este punto de vista es bastante erróneo. Las relaciones que un gobierno tiene con sus agentes políticos no vinculan a los fiscales y jueces. Una condena temporal de un agente político por actos de oposición también resulta adecuada para eliminar la desconfianza hacia la persona afectada y reforzar la confianza en ella. Es bien sabido que al mismo tiempo que Lassalle y Bismarck tenían horas de conversaciones políticas como si fuesen "amistosos vecinos", los tribunales de Berlín no dudaron en condenarlo a una serie de duras penas de prisión, a pesar de que eran ampliamente conocidos en aquel momento cómo se relacionaban Bismarck y Lassalle" (Bebel, ibíd., p. 253).
Mientras que la policía de Berlín aterrorizaba a los sospechosos durante sus redadas de madrugada, mediante registros domiciliarios entre otras cosas, "Schweitzer [...] nunca tuvo que quejarse de tales medidas u otras similares. Entró a la cárcel y salió de ella como si hubiera estado en un hotel" (Bebel, p. 297). De hecho, Schweitzer fue repetidamente liberado de la prisión pudiendo entrar y salir de ella para continuar con sus actividades, en contraste con otros miembros de la ADAV que languidecieron allí.
De hecho, la estrecha aliada de Lassalle, Hatzfeldt, llegó incluso a denunciar a Liebknecht a la policía cuando se encontraba ilegalmente en Berlín en 1865, tras lo cual fue expulsado de la ciudad[24].
En la primavera de 1869, se formó una resistencia dentro de la ADAV contra los poderes dictatoriales de Schweitzer.
Al principio contra su estilo de vida derrochador: "Schweitzer fue uno de esos personajes que siempre gastan al menos el doble de lo que ganan, cuyo eslogan es: mis necesidades no tienen que depender de mis ingresos, sino que los ingresos tienen que depender de mis necesidades, lo que requiere que luego sin escrúpulos se lleven el dinero donde lo encuentren. En 1862 Schweitzer se había llevado 2.600 táleros de la Schützenfestkasse, pero más tarde, cuando ya fue presidente de la Allgemeine Deutscher Arbeiterverein, y como tal disponía del dinero, malversó los centavos recolectados por trabajadores mal pagados, para satisfacer sus caprichos. No se trataba de grandes sumas debido al escaso contenido de la caja. Se le acusó de esta mala gestión y también se demostró en varias reuniones generales de la ADAV, y Bracke, que durante muchos años fue el tesorero de la asociación, y que tenía que entregar el dinero por orden de Schweitzer, lo acusó públicamente de estas infames actividades, sin que Schweitzer se atreviera a pronunciar una sola palabra en su defensa. En todo caso cualquiera que sea capaz de hacer algo así también sería capaz de venderse políticamente, lo que podría ser el único negocio mínimamente lucrativo para él. Nadie puede probar cuánto se le pagó, pues esas transacciones no se concluyen a la vista de todos" (Bebel, ibíd., pág. 270). Cuando la sección local de Erfurt quiso que se comprobara la gestión del efectivo por parte de Schweitzer, éste les amenazó con disolver la asociación.... y tres semanas después la policía desplegó una expedición punitiva y disolvió la asociación (Bebel, ibíd., p. 274). Tras consultar con un pequeño círculo de Hombres Elegidos, hizo fundar un nuevo coto cerrado. Sus estatutos fueron amañados en favor de Schweitzer: "Los nuevos estatutos contenían disposiciones francamente escandalosas. Así, el presidente debía ser elegido seis semanas antes de la asamblea general ordinaria en votación por los miembros de esta asociación, o sea, antes de que la asamblea general pudiera pronunciarse y examinar su gestión”. (cf. Bebel, ibid., p. 276).
"Schweitzer también declaró contra Marx y Engels que éstos se habían retirado de Social Democrat cuando se percataron que no podían desempeñar el rol dirigente en el partido. Y que, a diferencia de ellos, Lassalle no era un hombre de infértiles abstracciones, sino un político en el sentido estricto de la palabra, no un doctrinario literario, sino un hombre de acción práctica. No hay que olvidar, sin embargo, que Schweitzer halagó más tarde a ese hombre de ‘infertil abstracción’, ese 'doctrinario literario', Karl Marx, al que trató de ganarse". (Bebel, ibíd., pág. 240).
Durante la Asamblea General de la ADAV en Wuppertal Barmen-Elberfeld, a finales de marzo de 1869, en la que Schweitzer debía rendir cuentas, Bebel informó a Marx:
"Liebknecht y yo nos sentamos aquí en Elberfeld con un pequeño círculo de personas con ideas afines para preparar el plan de campaña para la batalla de mañana. Aquí hemos oído hablar de tal cantidad de acciones mezquinas y viles por parte de Schweitzer que se nos ponen los pelos de punta. También resulta evidente que Schweitzer sólo se propone aceptar el programa de la Internacional con el fin de dar un golpe de estado contra nosotros y tumbar a una buena parte de elementos de la oposición o, mejor dicho, atraérselos hacia sí". (Bebel, ibíd., pág. 281). Bebel añadió que "Schweitzer está usando todos los medios de la perfidia y la intriga contra nosotros". Bebel y Liebknecht querían denunciar a Schweitzer en esta sesión plenaria[25]. Bebel informó: "A la tarde siguiente entramos en el salón lleno de gente, recibidos por las miradas de enfado de los fanáticos seguidores de Schweitzer. Liebknecht habló primero, alrededor de una hora y media, yo seguí y hablé por un tiempo mucho más corto. Nuestras acusaciones contenían lo que yo había presentado hasta entonces contra Schweitzer. Varias veces hubo interrupciones violentas, sobre todo cuando llamé a Schweitzer agente del gobierno. ¡Debía retirar la acusación! Me negué a hacerlo. Pensé que tenía el derecho de decir lo que pensaba libremente, y ellos, los escuchantes, a no creerme. (...)
Schweitzer, que estaba sentado en la tarima detrás de nosotros durante nuestros discursos, no respondió ni una palabra. Así que salimos de la sala, con algunos delegados caminando delante y detrás de nosotros para protegernos de los ataques de los fanáticos seguidores de Schweitzer. Pero palabras halagadoras como 'vil, traidor, servil, ¡que te rompan los huesos!', etc., se escucharon en la multitud mientras caminábamos entre sus filas. Uno de los presentes también trató de bajarme de la tarima empujándome por el hueco de mi rodilla. Frente a la puerta nuestros amigos nos recibieron para escoltarnos hasta el hotel como nuestros guardianes".
Schweitzer exigió un voto de confianza de los delegados. Después de un acalorado debate, fue confirmado como presidente, aunque por un número de votos muy reducido.
"Aunque Schweitzer fue reelegido en la Asamblea General, sus poderes fueron severamente restringidos. Schweitzer robó las actas de la Asamblea General y las hizo desaparecer. (...) No se permitió que nada que lo comprometiera se diera a conocer a los miembros de la asociación y se hiciera público". (Bebel, p. 285).
Durante un breve período las dos alas en las que se había dividido la ADAV se reunificaron bajo Schweitzer. Pero el ala opositora alrededor de Bracke concluyó que "el Sr. von Schweitzer utiliza la asociación sólo para satisfacer su ambición y degradarla a una herramienta de política reaccionaria antiobrera" (Bebel, ibid, p. 290). La oposición pidió entonces la celebración de un congreso de todos los trabajadores socialdemócratas de Alemania (celebrado en Eisenach). Renunciaron al ADAV y declararon: "Se aclarará si triunfan la corrupción, la mezquindad, el soborno; o la honestidad y la pureza de las intenciones. Nuestro lema es: ¡Abajo el sectarismo! ¡Abajo el culto a la personalidad! ¡Abajo los jesuitas que reconocen nuestro principio de palabra, pero lo traicionan en los hechos! ¡Viva la socialdemocracia!, ¡Viva la Asociación Internacional de Trabajadores!
El hecho de que, en esta declaración, y más tarde repetidamente, usáramos la honestidad de nuestras intenciones contra los deshonestos Schweitzers como eje central, hizo que posteriormente se conociera con el apodo del 'El Honesto' al partido recién fundado de los oponentes" (Bebel, p. 293).
"La contraofensiva de Schweitzer no se hizo esperar. El periódico Social Democrat practicaba la táctica de proclamar constantemente que nuestra fracción no estaba formada por trabajadores sino por literatos, maestros de escuela y otros burgueses". Sobre todo, la oposición debía ser desacreditada por el abuso, los intentos de ridiculización y la calumnia. "Detrás de nuestro Congreso, se decía en este artículo, estaba toda la burguesía liberal en todas sus variantes. Por supuesto, bajo un regimiento de literatos, maestros de escuela, comerciantes, etc., no puede hablarse de una organización compacta y uniforme. Cada una de esas personas querrá ganar en importancia. Toda la prensa burguesa estaba a nuestras órdenes, seguía diciendo. Ya se encargarían de que al congreso de Eisenach acudieran gran número de delegados, pero no literatos o burgueses, sino verdaderos trabajadores." (Bebel, p. 295). Finalmente, Tölcke, que en 1865 había sido elegido presidente de la ADAV, acusó a Bebel en el Social Democrat del 28 de julio de 1869 de cobrar 600 táleros al mes del ex rey de Hannover - ¡una verdadera calumnia!
En el congreso fundador de los Eisenachers, celebrado en agosto, los miembros temían una intrusión violenta de los fanáticos partidarios de Schweitzer. Aproximadamente 100 personas del círculo de simpatizantes de "Schweitzer" se presentaron en el Congreso de Eisenach, pero fueron rechazadas debido a que carecían de mandatos.
Con la fundación del Partido Eisenach en 1869, surgido de las filas de la oposición a la ADAV, se fundó el primer partido: el Sozialdemokratische Arbeiterpartei Deutschland (SDAP - Partido Socialdemócrata de los Trabajadores de Alemania).
En una carta a Schweitzer, Marx insistió en la necesidad indispensable de pasar de ser una secta a un movimiento de clase verdadero. Lassalle no sólo se había negado a contribuir a dar este paso, sino que había actuado como un obstáculo que el movimiento tenía que superar. "Además, desde el principio, como todo aquel que proclama que tiene en su bolsillo una panacea para los sufrimientos de las masas, el dio a su agitación un carácter religioso y sectario. Cada secta es de hecho religiosa. Además, por el mero hecho de ser el fundador de una secta, negó toda conexión natural con el movimiento anterior, tanto en Alemania como en el exterior. Cayó en el mismo error que Proudhon, y en lugar de buscar entre los elementos genuinos del movimiento de clase la verdadera base de su agitación, trató de prescribir el curso de estos elementos de acuerdo con una cierta receta dogmática.
La mayor parte de lo que estoy diciendo ahora después del evento, ya se lo predije a Lassalle en 1862, cuando vino a Londres y me invitó a ponerme con él a la cabeza del nuevo movimiento.
Usted mismo ha experimentado en su propia persona la oposición entre el movimiento de una secta y el movimiento de una clase. La secta ve la justificación de su existencia y su "honorabilidad” no en lo que comparte con el movimiento de la clase sino en el particular shibboleth[26] que la distingue de él. Por lo tanto, cuando en Hamburgo usted propuso el congreso para la formación de sindicatos, sólo pudo derrotar a la oposición de la secta amenazando con dimitir del cargo de presidente. Además, usted estaba obligado a desdoblarse y a anunciar que en un caso estaba actuando como jefe de la secta y en el otro como un órgano del movimiento de clase.
La disolución de la Asociación General de los Trabajadores Alemanes les dio la oportunidad histórica de dar un gran paso adelante y declarar, para demostrarlo si fuera necesario, que se había alcanzado una nueva etapa de desarrollo, y que ese era el momento de madurez preciso para que el movimiento sectario se fusionara con el movimiento de clase y pusiera fin a toda dependencia. En cuanto al contenido auténtico de la secta, como en todas las sectas anteriores de la clase obrera, se integrará en el movimiento general como elemento que lo enriquece. En lugar de esto, lo que usted exigió al movimiento de clase es que se subordinara al movimiento de una secta en particular.
Quienes no son tus amigos han llegado a la conclusión de que, pase lo que pase, quieres preservar 'tu propio' movimiento obrero"[27].
En julio de 1871, la sección del partido en Braunschweig publicó un llamamiento:
"Pero frente al Sr. von Schweitzer, que de la manera más rencorosa y censurable trata de oponer trabajadores contra trabajadores, socialdemócratas contra socialdemócratas, nos vemos obligados a defender la causa real de los trabajadores con toda nuestra energía. Por lo tanto, hacemos un llamamiento a los camaradas del partido en Barmen-Elberfeld, (...) para que tomen sin demora las medidas necesarias en esta dirección; el partido es culpable y está obligado a limpiar al movimiento general de la obra de un hombre que, so capa de una actitud radical, ha hecho hasta ahora todo lo posible para favorecer el interés del gobierno estatal prusiano para perjudicar este movimiento. El partido apoyará a los camaradas de Barmen-Elberfeld. ¡Ahora adelante, vigorosamente!" (Bebel, Mein Leben, p. 330).
En la primavera de 1871 Schweitzer fue expulsado del ADAV[28].
Como en el caso de Lassalle, Schweitzer tampoco fue completamente desenmascarado mientras vivió (murió de neumonía en 1875). Fue expulsado de la ADAV, pero sin sacar suficientemente las lecciones.
Sólo la lucha de la Primera Internacional y su Consejo General contra las actividades de Bakunin desarrolló la capacidad de denunciar las actividades de un aventurero de manera eficiente.
El papel de estos dos aventureros - ambos abogados -, que durante años pudieron hacer su trabajo sucio en el seno de la ADAV, mientras que muchos los veían como si actuaran en interés de la clase obrera, muestra lo difícil que es identificar y denunciar a un aventurero.
Denunciar y sacar a la luz su comportamiento, su trayectoria, sus interacciones, reacciones y sus auténticas motivaciones supone uno de los mayores desafíos para una organización revolucionaria. Como se ha demostrado en el pasado, el hecho de que estas personas se hayan ganado la confianza de muchos miembros de la organización mediante engaños, y que puedan gozar de una gran reputación en la clase obrera en su conjunto es un obstáculo importante, pero eso no debe aminorar la capacidad de reconocer y comprender la naturaleza misma de dichas personas. El desenmascaramiento de estos aventureros suele suscitar el horror de aquellos que se sienten más cercanos a ellos y que son incapaces o no están dispuestos a reconocer la realidad por la lealtad, “fidelidad” y/o afinidad emocional que han sentido durante años. Puesto que estas personas pueden ser figuras "muy apreciadas", de las que "nadie espera nada parecido", es aún más importante aceptar la dolorosa experiencia histórica del movimiento revolucionario. Engels escribió poco antes del final de su vida en 1891 que "ya no permitiría que la falsa fama de Lassalle se mantuviera y predicara de nuevo a costa de Marx". (carta de Engels a August Bebel, 1 y 2 de mayo de 1891, MEW 38, p. 93)
Así resumió las vacilaciones y titubeos que existieron en el partido, y mostró por qué era importante desenmascarar implacablemente a Lassalle:
“Dices que Bebel te escribe que la forma en Marx trata a Lassalle les ha puesto mala sangre a los viejos lassalleanos. Es posible. La gente no conocía la verdadera historia, y no estuvo mal explicársela. Yo no tengo la culpa de que esa gente ignorase que Lassalle debía toda su personalidad al hecho de que Marx le permitió, durante muchos años, adornarse con los frutos de sus investigaciones como si fuesen de él, dejándole además que las tergiversase por falta de preparación en materia de Economía. Pero yo soy el albacea literario de Marx, y esto me impone mis deberes.
Lassalle ha pasado a la historia desde hace 26 años. Y si, mientras estuvo vigente la ley de excepción, la crítica histórica le dejó tranquilo, ya va siendo, por fin, hora de que vuelva por sus fueros y se ponga en claro la posición de Lassalle respecto a Marx. La leyenda que envuelve y glorifica la verdadera figura de Lassalle no puede convertirse en artículo de fe para el partido. Por mucho que se quieran destacar los méritos de Lassalle en el movimiento, su papel histórico dentro de él sigue siendo un papel doble. Al socialista Lassalle le sigue como la sombra al cuerpo el demagogo Lassalle. Por detrás del agitador y organizador Lassalle, asoma el abogado que dirige el proceso de la Hatzfeldt: el mismo cinismo en cuanto a la elección de los medios y la misma predilección por rodearse de gentes turbias y corrompidas, que sólo se utilizan o se desechan como simples instrumentos. Hasta 1862 fue, en su actuación práctica, un demócrata vulgar específicamente prusiano con marcadas inclinaciones bonapartistas (precisamente acabo de releer sus cartas a Marx); luego cambió súbitamente por razones puramente personales y comenzó sus campañas de agitación; y no habían transcurrido dos años, cuando propugnaba que los obreros debían tomar partido por la monarquía contra la burguesía, y se enzarzó en tales intrigas con Bismarck, afín a él en carácter, que forzosamente le habrían conducido a traicionar de hecho el movimiento si, por suerte para él, no le hubiesen pegado un tiro a tiempo. En sus escritos de agitación, las verdades que tomó de Marx están tan embrolladas con sus propias lucubraciones, generalmente falsas, que resulta difícil separar unas cosas de otras. El sector obrero que se siente herido por el juicio de Marx sólo conoce de Lassalle sus dos años de agitación, y, además, vistos de color de rosa. Pero la crítica histórica no puede prosternarse eternamente ante tales prejuicios. Para mí, era un deber descubrir de una vez las verdaderas relaciones entre Marx y Lassalle. Ya está hecho. Con esto puedo contentarme, por el momento. Además, yo mismo tengo ahora otras cosas que hacer. Y el implacable juicio de Marx sobre Lassalle, ya publicado, se encargará por sí solo de surtir su efecto e infundir ánimos a otros. Pero, si me viese obligado a ello, no tendría más remedio que acabar de una vez para siempre con la leyenda de Lassalle”. (Engels a Kautsky, 23 de febrero de 1891 [3], MEW 38, p. 40)
El desenmascaramiento de las actividades de Bakunin por el Consejo General de la Primera Internacional demostró que esta lucha sólo era posible gracias a la conciencia política y a la determinación de desenmascarar a estos aventureros. Y esto sólo podría hacerse a través de un informe específico como el que el Consejo General dirigió al Congreso de La Haya[29]. Cuando Bebel y Liebknecht denunciaron a Schweitzer en 1869 en la conferencia del Partido de Wuppertal, lo hicieron sin haber presentado un informe adecuado, sin ofrecer un cuadro completo, un hecho que ciertamente contribuyó a que el desenmascaramiento fuera "a medias", y no impidió que Schweitzer fuera reelegido, a pesar de la creciente resistencia.
La lucha contra los aventureros, que como demostró la experiencia de Marx y Engels en su lucha contra Lassalle y Schweitzer, es un tremendo desafío, fue llevada a un nivel mucho más alto y eficiente a través del Consejo General de la Primera Internacional en el Congreso de La Haya. Sacando las lecciones de las debilidades y dificultades de la lucha contra Lassalle y Schweitzer, el Consejo General se armó para enfrentarse a Bakunin. A las organizaciones revolucionarias de hoy les corresponde reapropiarse de las lecciones de esta lucha.
Dino, julio de 2019
[1] Se puede consultar las Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en Colonia escrito por Federico Engels https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/1852-colonia.htm [4]
[2] Ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1234/cuestiones-de-organizacion-iv-la-lucha-del-marxismo-contra-el-aven [5].
[3] Ferdinand Lassalle nació en 1825 en Breslau. Hijo de un rico comerciante judío de seda. Ya en su adolescencia se distinguió por una fuerte independencia y ambición. Cuando estudiante aspiraba a ser nombrado profesor universitario.
[4] Estas relaciones con la condesa Hatzfeld fueron precisamente lo que hizo que la Liga de los Comunistas le denegara su ingreso.
[5] Uno de sus biógrafos, Schirokauer, mencionó el lujoso estilo de vida de joven y su alto nivel de consumo de vinos y champagnes caros. En la residencia de Berlín, donde él y la condesa vivían, se sabía que el consumo de hachís y opio también eran prácticas frecuentes. Para más detalles ver: Arno Schirokauer: Lassalle. Die Macht der Illusion, die Illusion der Macht. Paul List Verlag, Leipzig 1928.
[6] Por la Ley de Asociaciones de 1854, se prohibían tanto las asociaciones políticas de trabajadores como sus relaciones con asociaciones autorizadas.
[7] Gustav Mayer, El informe del soplón de Lassalle sobre sí mismo. Reeditado en los archivos Grünberg, vol. 10, pág. 399 y ss. Véase también Gustav Mayer, Bismarck und Lassalle, Ihr Briefwechsel und ihre Gespräche, Berlín, 1928, así como Johann Baptist von Schweitzer und die Sozialdemokratie, Jena, 1909.
[8] A.K. Worobjowa, Aus der Geschichte der Arbeiterbewegung in Deutschland und des Kampfes von Karl Marx und Friedrich Engels gegen Lassalle und das Lassalleanertum 1862-1864, Berlín 1961, p. 249.
[9] Más adelante, Bebel interrogó públicamente a Bismarck sobre las relaciones de éste con Lassalle. "En referencia a sus relaciones con Lassalle que yo le reproché, dijo que no era él, sino Lassalle, quien había tenido el deseo de hablar con él, y que no le había puesto dificultades a ese deseo. Tampoco se había arrepentido de ello. Las negociaciones entre ellos no se habían dado antes, y entonces ¿qué podría haberle ofrecido un pobre diablo como Lassalle?" (De Bebel, Aus Meinem Leben, My Life, My Entry into the Labour Movement and Public Life, Capítulo 5, p. 76)
[10] Helene von Rakowicza (Helene von Dönniges), antigua amante de Lassalle y por la que se batió en el duelo que le costó la vida, dice en su libro Von anderen und mir, Berlin 1909, que le planteó esta cuestión en una velada nocturna: “Entonces ¿es cierto? ¿Tienes algo que ver con el secreto de Bismarck? A lo que él respondió: `Por lo que respecta a Bismarck y lo que él quería de mí y yo de él - debería bastarte saber que no se produjo, no pudo producirse. Ambos éramos demasiado listos y nos percatábamos mutuamente de nuestra astucia por lo que sólo podíamos acabar riéndonos en la cara (políticamente hablando) el uno del otro. Estamos demasiado bien educados para eso, así que no hubo más que visitas y conversaciones ingeniosas".
[11] Véase también Engels "La cuestión militar prusiana y el partido obrero alemán”. Disponible en inglés: (https://www.marxists.org/archive/marx/works/1865/02/27.htm [6]).
Y Engels; "Sobre la disolución de la Asociación de Trabajadores de Lassalle." (https://www.marxists.org/history/international/iwma/documents/1868/disso [7].......)
[12] Obras completas de Marx y Engels, MEW, volumen 8.
[13] "Itzig[Lassalle] me envía, inevitablemente, su discurso de defensa (ha sido condenado a 4 meses) en el tribunal. ¡Macte puer virtute! En primer lugar, este jactancioso individuo utilizó el panfleto que usted tiene, el discurso sobre "la clase obrera", reimpreso en Suiza bajo el pomposo título de "Programa Obrero". Sabes que se trata de una mala vulgarización del Manifiesto y de otras cosas tan a menudo postuladas por nosotros que, por así decirlo, ya se han convertido en lugares comunes. (El muchacho, por ejemplo, habla de 'posiciones' cuando habla de la clase obrera.) Bueno. En su discurso ante el tribunal de Berlín no se avergonzó en proclamar afirmar: `Además, afirmo que este folleto no es sólo un trabajo científico como muchos otros, que resume resultados ya conocidos, sino que es incluso, en muchos aspectos, un logro científico, un desarrollo de nuevos pensamientos científicos... En distintos y complicados terrenos científicos he descubierto numerosos trabajos, no he escatimado esfuerzos ni noches de insomnio para ampliar los límites de la propia ciencia, que tal vez pueda decir con Horacio: militavi non sine gloria [Luché no sin gloria]. Pero yo mismo os lo explico: Nunca, ni en mis trabajos más extensos, he escrito una línea que sea más estrictamente científica que esta producción desde su primera hasta su última página…Así que eche un vistazo al contenido de este folleto, que no es más que una filosofía de la historia comprimida en 44 páginas... Es un desarrollo del proceso de pensamiento racional objetivo que ha estado en la base de la historia europea durante más de un milenio, un desarrollo de su alma interior, etc.". ¿No es increíble esta indecencia? Este tipo se cree que será él quien haga el inventario de nuestro trabajo. ¡Esto es grotesco y ridículo! Salut. Tu K.M." (MEW 30, 28.1.1863, p. 322).
[14] 13] Marx a Kugelmann, 23 de febrero de 1865, MEW 31, p. 451, En español: webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/cartas/oe2/mrxoe228.htm.
[15] MEW 16, p. 221.
[17] Lassalle se enamoró de una joven llamada Helene von Dönniges durante una estancia en un balneario. Quería casarse con ella, pero sus padres se oponían. Para conseguir demandar a su padre, el diplomático bávaro Wilhelm von Dönniges, por el secuestro de su hija, intentó el 16 o 17 de agosto de 1864 poner al rey Luis II de Baviera de su lado. (....) Entonces Lassalle decidió viajar a Suiza y retar a Wilhelm von Dönniges a un duelo. Como miembro de la Breslauer Burschenschaft (una fraternidad), Lassalle exigió satisfacción al padre de Helene, miembro del Cuerpo Rhenania Bonn. El padre, de 50 años de edad, ordenó al prometido que prefería, el boyardo rumano Janko von Racowitza (Iancu Racoviţă), miembro del Cuerpo Neoborussia-Berlín, que acudiera al duelo por él. Éste tuvo lugar en la mañana del 28 de agosto de 1864 en el barrio de Carouge, en Ginebra. El asistente de Lassalle fue Wilhelm Rüstow. A las 7:30 de la mañana, los oponentes se enfrentaron con pistolas. Racowitza fue el primero en disparar y acertó a Lassalle en el abdomen. Tres días después, el 31 de agosto de 1864, Ferdinand Lassalle murió a los 39 años en Carouge. Tomado de la entrada en Wikipedia en alemán sobre Ferdinand Lasalle en alemán.
Puede trivializarse todo esto como el típico comportamiento machista de los hombres de origen aristocrático o, como en el caso de Lassalle, burgués. Su tendencia a intensas rivalidades desde muy joven -a los 12 años ya había desafiado por escrito a otro joven rival a un duelo por una niña de 14 años- puede quizás ser atribuido a un celo adolescente. Pero para un adulto de 39 años que ante los trabajadores aparentaba perseguir objetivos revolucionarios, tratar de eliminar a un "competidor" a través de un duelo, supone no sólo poner en peligro su propia vida, pero también una perversión flagrante de los objetivos de la clase trabajadora.
[18] Rosa Luxemburg: "Lassalle y la revolución" [9] [en inglés Festschrift, marzo de 1904, Berlín, p. 7/8. Obras Escogidas Vol. 1/2, 1970, p. 417-421]
[19] Quien le ayudó fue el consejero de gobierno Hermann Wagener. También estaba el agente de policía Preuß, que era manejado por Wagener. Este último fue quién denunció la presencia de Liebknecht en Berlín, en otoño de 1866, infringiendo una orden policial, tras lo cual fue condenado a tres meses de prisión. Véase A.K. Worobjowa, Aus der Geschichte der Arbeiterbewegung in Deutschland und des Kampfes von Karl Marx und Friedrich Engels gegen Lassalle und das Lassalleanertum 1862-1864, Berlín 1961.
[21] Véase MEW vol. 16, p. 79, "Yo había escrito a Schweitzer unos diez días antes que tenía que hacer un frente contra Bismarck, y también que la imagen de un coqueteo entre el partido de los trabajadores y Bismarck tendría que ser abandonada, etc. Respondió coqueteando aún más con Bismarck". Véase también la correspondencia de Marx y Engels, del 3 de febrero de 1865 y del 18 de febrero de 1865.
[22] “Los dos primeros números de prueba del documento ya contenían muchos puntos dudosos. Me quejé. Y entre otras cosas expresé mi indignación de que de una carta privada, que escribí en la noticia de la muerte de Lassalle a la condesa Hatzfeldt, se habían extraído unas pocas palabras de consuelo, publicadas sin mi firma y utilizadas desvergonzadamente para propagar alabanzas serviles a Lassalle" marxwirklichstudieren.files.wordpress.com/2012/11/mew, MEW 16, p. 87, 23.
[23] En informes posteriores de miembros del partido se aclaró cuánto había malversado los fondos del partido. (Bebel, Mein Leben, p. 320, 337).
[24] A.K. Worobjowa, op cit
[25] En realidad, la práctica y la tradición del movimiento obrero exigía que, si un miembro o miembros de la organización sospechaban de un comportamiento anti organizativo o incluso expresaban dudas sobre las credenciales de otro miembro, un órgano especialmente designado de la organización debía intervenir para llevar a cabo las investigaciones con la discreción y el método adecuados. Este organismo no existía en el ADAV, y la situación se complicó aún más por el hecho de que la persona bajo sospecha era el presidente de la organización.
[26] Contraseña restringida para la identificación de los miembros de esa secta (Nota del T)
[27] Marx a J B Schweitzer, 13 de octubre de 1868, MEW, Vol. 32, p. 569,
[28] Bebel informó que en el momento de la guerra franco-prusiana el apartamento de Liebknecht resultó atacado y se sospechó de partidarios de Schweitzer… (Bebel, Mein Leben, p. 332.
[29] Ver Cuestiones de organización, II - La lucha de la Iª internacional contra la « Alianza » de Bakunin https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1774/cuestiones-de-organizacion-ii-la-lucha-de-la-i-internacional-contr [11] y El Congreso de La Haya en 1872 - La lucha contra el parasitismo político https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1767/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l [12]
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En continuidad con los documentos de discusión publicados tras el 23º Congreso de la CCI1, publicamos una nueva contribución de un camarada que expresa divergencias con la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso de la CCI2. Al igual que en la anterior contribución del camarada Steinklopfer, las divergencias se refieren a la comprensión de nuestro concepto de descomposición, a las tensiones Inter imperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Para evitar más retrasos relacionados con la presión de los acontecimientos actuales, publicamos las nuevas contribuciones del camarada Ferdinand sin una respuesta que defienda la posición mayoritaria en la CCI, pero sin duda responderemos a este texto a su debido tiempo. Debemos señalar que esta contribución fue escrita antes de la guerra en Ucrania.
La CCI defiende el principio científico del esclarecimiento a través del debate, mediante la confrontación de argumentos basados en hechos con el objetivo de alcanzar una comprensión más profunda de las cuestiones a las que se enfrenta la clase. El período actual es difícil para los revolucionarios. Esto ya era así antes de la pandemia del Covid, pero durante los dos últimos años los nuevos acontecimientos y tendencias necesitaban una evaluación. Así, no es de extrañar que en el seno de una organización revolucionaria viva surjan controversias sobre el análisis de la situación mundial.
Las principales divergencias en el seno de la organización se refieren a las siguientes cuestiones de importancia crucial para las perspectivas del proletariado:
a) ¿Cómo evaluar el equilibrio actual de las fuerzas de clase, tras el abandono del concepto de curso histórico?3 ¿La clase va de derrota en derrota o avanza?
b) ¿Cómo medir la maduración subterránea de la conciencia de clase, el trabajo del "viejo topo"? ¿Hay una maduración significativa o, por el contrario, un retroceso?
c) Con respecto a la situación económica: ¿la crisis pandémica produce sólo perdedores, o hay ganadores de la situación que pueden mejorar su posición?
d) En cuanto a las tensiones imperialistas: ¿hay polarizaciones significativas en la constelación mundial que aumentan el peligro de una guerra generalizada? ¿O es dominante la tendencia de cada uno contra todos, y por tanto un obstáculo hacia una nueva constelación de bloques?
Ya después del 23º congreso de la CCI, celebrado en 2019, el artículo de la Revista Internacional que daba cuenta de sus trabajos señalaba las controversias en nuestras filas sobre la evaluación de la situación mundial, concretamente a nivel de la lucha de clases, o más concretamente de la relación de fuerzas entre burguesía y proletariado. La presentación de la Revista Internacional 164 decía: "En el congreso hubo desacuerdos sobre la apreciación de la situación de la lucha de clases y su dinámica. ¿Ha sufrido el proletariado derrotas ideológicas que debilitan seriamente sus capacidades? ¿Existe una maduración subterránea de la conciencia o, por el contrario, asistimos a una profundización del reflujo de la identidad y la conciencia de clase?" Al mismo tiempo, en 2019, abandonamos el concepto de "curso histórico" porque reconocimos que la dinámica de la lucha de clases en el actual período de descomposición ya no podía ser analizada adecuadamente dentro de este marco. En las discusiones entre 2019 y 2021, y finalmente en la preparación de la resolución del 24º congreso sobre la situación internacional, nos enfrentamos a la continuación de las diferencias en la evaluación de la situación mundial actual. En gran medida, la controversia se hizo pública en agosto de 2020 bajo el título de "debate interno". El artículo del camarada Steinklopfer, defendiendo posiciones minoritarias, y la respuesta de la CCI, mostraron que el campo del debate abarcaba no sólo la cuestión de la dinámica de la lucha de clases y de la conciencia de clase, sino, en un sentido más amplio, la apreciación del período de descomposición capitalista, especialmente la aplicación concreta del concepto de descomposición, noción que hasta ahora es una característica distintiva de la CCI dentro del medio político proletario.
Debido a que tenía desacuerdos similares a los del camarada Steinklopfer con la posición mayoritaria en el período reciente, fui invitado a presentarlos no sólo a través de contribuciones internas, sino con un artículo para su publicación explicando mis diferencias con la Resolución sobre la Situación Internacional del 24º Congreso. La mayoría de las enmiendas que propuse a la resolución del Congreso giraban en torno a la cuestión económica, es decir, la dinámica, el peso y las perspectivas del capitalismo de Estado chino. Paralelamente, apoyé muchas enmiendas del camarada Steinklopfer que defendían las mismas orientaciones o compatibles.
Mis divergencias pueden resumirse en los siguientes epígrafes (los números se refieren a la versión de la Resolución en nuestro sitio web en inglés):
-China, su poder económico y el capitalismo de Estado (puntos 9 y 16 de la Resolución);
-la evolución de la crisis económica mundial y del capitalismo de Estado en descomposición (puntos 14, 15 y 19)
-la polarización imperialista y la amenaza de guerra (puntos 12 y 13);
-el equilibrio de las fuerzas de clase y la cuestión de la maduración subterránea de la conciencia (punto 28).
La Resolución, tras mostrar la descomposición política e ideológica en Estados Unidos y Europa, dice: "Y mientras la propaganda estatal china destaca la creciente desunión e incoherencia de las "democracias", presentándose como un baluarte de la estabilidad mundial, el creciente recurso de Pekín a la represión interna, como contra el "movimiento democrático" en Hong Kong y los musulmanes uigures, es en realidad una prueba de que China es una bomba de relojería. El extraordinario crecimiento de China es en sí mismo un producto de la descomposición". (punto 9)
A continuación, declara: "La apertura económica durante el período de Deng en la década de 1980 movilizó enormes inversiones, especialmente de Estados Unidos, Europa y Japón. La masacre de Tiananmen en 1989 puso de manifiesto que esta apertura económica estaba siendo aplicada por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping, no es una expresión de fuerza sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas dentro de la sociedad e importantes luchas entre camarillas dentro de la clase dominante." (ibid.)
En el punto 16, la Resolución afirma, en primer lugar, que China se enfrenta a la reducción de los mercados en todo el mundo, al deseo de numerosos Estados de liberarse de la dependencia de la producción china y al riesgo de insolvencia al que se enfrentan varios países implicados en el proyecto de la Ruta de la Seda, y que, por lo tanto, China persigue un cambio hacia la estimulación de la demanda interna y la autarquía a nivel de tecnologías clave para poder ganar terreno más allá de sus propias fronteras y desarrollar su economía de guerra. Estos cambios, dice la resolución, están "provocando poderosos conflictos en el seno de la clase dirigente, entre los partidarios de la dirección de la economía por parte del Partido Comunista Chino y los vinculados a la economía de mercado y al sector privado, entre los "planificadores" del poder central y las autoridades locales que quieren dirigir ellos mismos las inversiones" (punto 16).
Las afirmaciones de que China es una bomba de relojería, de que su Estado es débil y de que su crecimiento económico se tambalea son expresión de una subestimación del desarrollo económico e imperialista real de China en los últimos 40 años. Comprobemos primero los hechos y luego los fundamentos teóricos en los que se basa este análisis erróneo. Puede ser que las tensiones internas en China sean en realidad más fuertes de lo que parecen -por un lado, las contradicciones dentro de la sociedad en general, por otro las del Partido gobernante en particular. No podemos confiar en la propaganda china sobre la fortaleza de su sistema. Pero lo que los medios de comunicación occidentales o no chinos nos dicen sobre las contradicciones en China también es propaganda, y además a menudo es una ilusión.
Los elementos mencionados en la Resolución no son convincentes: Un control totalitario sobre todo el cuerpo social y la opresión de la "libertad de expresión democrática" pueden ser signos de una debilidad de la clase dirigente. Estoy de acuerdo con esto. Como sabemos por el período posterior a 1968, con un movimiento proletario en ascenso, la democracia es mucho más eficaz para controlar a la clase obrera, y las contradicciones sociales en general, que los regímenes autoritarios. Por ejemplo, en los años 70 la burguesía de España, Portugal y Grecia sustituyó los regímenes autoritarios por regímenes democráticos debido a la necesidad de manejar la agitación social. Pero ¿se encuentra la clase obrera de China en una dinámica similar a la del proletariado del sur de Europa en la década de 1970? Planteo esta cuestión con vistas al equilibrio de fuerzas entre las clases, que al final sólo podemos medir correctamente como mundial. La Resolución trata la cuestión del equilibrio de fuerzas de clase en su última parte, y volveré sobre el punto. Pero podemos anticipar una cosa: no hay elementos a favor de la tesis de que el proletariado amenaza al régimen de Xi Jinping.
Lo mismo ocurre con otras contradicciones dentro de la China continental y su aparato político. Aunque las diferencias de intereses entre el Partido en el poder y los riquísimos magnates chinos de la tecnología, como Jack Ma (Alibaba) y Wang Xing (Meituan), son evidentes, estos últimos no parecen proponer un modelo alternativo para la República Popular, y mucho menos constituyen una oposición organizada. Además, dentro del Partido las luchas ideológicas importantes parecen pertenecer al pasado. Antes de 2012 y de la presidencia de Xi Jinping tuvo lugar el llamado "debate del pastel" dentro de los altos círculos del partido: había dos facciones. Una decía que China debía centrarse en hacer más grande el pastel, la economía china. La otra quería repartir el pastel existente de forma más justa. Un partidario de la segunda posición era Bo Xilai, condenado a cadena perpetua por corrupción y abuso de poder, un año después del ascenso de Xi Jinping a la cabeza del partido y del Estado. Mientras tanto, esa posición del “reparto justo” se ha convertido en la doctrina oficial4 y no hay indicios de que se produzca un nuevo debate. Según la información disponible5, las purgas en el aparato de represión comenzaron a principios de 2021. En la policía, la policía secreta, la judicatura y el sistema penitenciario han sido castigadas oficialmente más de 170'000 personas por corrupción. Esto es una muestra cínica de poder. Lo mismo ocurre con el sistema de vigilancia orwelliano. Igualmente, descabellado es el culto a la personalidad en torno a Xi Jinping.
¿Pero es esto una prueba de la "debilidad del Estado"? ¿De una "bomba de relojería" bajo la silla del presidente?
En cuanto a las contradicciones internas de la República Popular, mi tesis es la contraria. Los círculos dirigentes de este país están utilizando la crisis pandémica para reestructurar su economía, su ejército, su imperio. Aunque el crecimiento económico en China se ha ralentizado en los últimos tiempos, detrás de esto hay hasta cierto punto un plan calculado de la élite política gobernante para aprovechar los excesos del capital privado y fortalecer el capitalismo de Estado para el desafío imperialista. El Partido está cortando las alas a algunas de las empresas más rentables y a los magnates más ricos; está dejando escapar el aire de algunas burbujas especulativas para controlar más estrictamente toda la actividad económica, con la propaganda de que todo esto es para proteger a los trabajadores, a los niños, al medio ambiente y a la libre competencia. Las purgas en el aparato de represión y el despliegue del poder autoritario son indicios de tensiones ocultas (no sólo en Xinjiang y Hong Kong). Pero no se ve ningún modelo alternativo para el curso del capitalismo de Estado chino. Esta es mi lectura del lado de los hechos.
Si queremos entender el significado de las actuales divergencias en el análisis de China, tenemos que considerar la teoría que subyace a la posición mayoritaria y, por tanto, a la presente resolución. El desarrollo de China ha sido minimizado en nuestras filas durante décadas. Esto está vinculado a una comprensión errónea y esquemática de la decadencia capitalista. Uno de nuestros textos de referencia del comienzo de la existencia de la CCI, "La lucha proletaria bajo la decadencia"6 lo decía así "El período de decadencia capitalista se caracteriza por la imposibilidad de que surjan nuevas naciones industrializadas. Los países que no recuperaron el tiempo perdido antes de la Primera Guerra Mundial se vieron condenados posteriormente a estancarse en un estado de subdesarrollo total, o a permanecer crónicamente atrasados en relación con los países de la cima del castillo de arena. Este ha sido el caso de grandes naciones como la India o China, cuya "independencia nacional" o incluso su llamada "revolución" (léase la instauración de una forma draconiana de capitalismo de Estado) no les permitió salir del subdesarrollo o la indigencia." Sólo en 2015, en el marco del balance crítico de 40 años de análisis de la CCI, hemos reconocido oficialmente el error de este esquema: "Esta visión "catastrofista" se debe, en gran parte, a la falta de profundización de nuestro análisis del capitalismo de Estado (...) Es este error de negar toda posibilidad de expansión del capitalismo en su período de decadencia el que explica las dificultades que ha tenido la CCI para comprender el crecimiento vertiginoso y el desarrollo industrial de China (y de otros países periféricos) tras el hundimiento del bloque del Este." ("40 años después de la fundación de la CCI", Revista Internacional 156, 20157) Pero este reconocimiento fue a medias. Pronto los viejos esquemas volvieron a colarse en nuestros análisis. Las implicaciones de la contradicción entre nuestros puntos de vista "clásicos" y la realidad eran demasiado radicales. Para superar esta contradicción habría sido necesario ir a las raíces de las leyes económicas del movimiento que también actúan en el capitalismo decadente. En su lugar, el problema se arregló con la formulación "el extraordinario crecimiento de China es producto de la descomposición" (punto 9 de la presente resolución, ya citado anteriormente), brillante en su vaguedad. La idea se introdujo en 2019, con la resolución del 23º Congreso internacional que decía: "Fueron necesarias las circunstancias sin precedentes del período histórico de descomposición para permitir el ascenso de China, sin el cual no habría ocurrido". (Revista Internacional 164). Pero mientras que esta última formulación es correcta en el sentido de que la apertura del mundo a la inversión de capital (globalización) tuvo lugar principalmente en el período de descomposición en vísperas y después del colapso del sistema de bloques, y que esto fue parte de las condiciones que permitieron el ascenso de China como taller del mundo, la frase sobre su crecimiento como "producto de la descomposición" es un paso atrás hacia la "visión catastrofista". Todo es producto de la descomposición, y todo crecimiento es por tanto nulo y falso. Más aún: todo se descompone de forma homogénea, una especie de desintegración suave no sólo de las relaciones humanas, la moral, la cultura y la sociedad, sino del propio capitalismo. La Resolución actual no es capaz de captar la realidad del ascenso de China durante las últimas cuatro décadas ni de explicarla. Como ya he citado anteriormente, se limita a afirmar que "esta apertura económica ha sido llevada a cabo por un aparato político inflexible que sólo ha podido evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso mediante una combinación de terror de Estado, una explotación despiadada de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes, y un crecimiento económico frenético cuyos cimientos parecen ahora cada vez más tambaleantes" (punto 9). Una parte de este razonamiento es tautológica: "la apertura económica fue implementada por ... un crecimiento económico frenético" - el éxito económico se debió al éxito económico. Por lo demás, la explicación de la Resolución sobre el éxito de China, en contraste con el destino del bloque ruso antes de 1989, es que el rendimiento fue el resultado de una "combinación de terror estatal" y "una despiadada explotación de la fuerza de trabajo que somete a cientos de millones de trabajadores a un estatus de trabajadores migrantes permanentes". ¿Qué explica esto? ¿Sugiere la resolución que una "combinación de terror estatal" y "explotación despiadada" son los ingredientes de un capitalismo exitoso? ¿Y son distintos del estalinismo en Rusia? Propuse eliminar la frase y apoyé en su lugar una formulación que el camarada Steinklopfer sugirió con una de sus enmiendas "(...) No es una coincidencia que China, a diferencia de la URSS y su antiguo bloque imperialista, no se derrumbara a finales del siglo XX. Su despegue se basó en dos ventajas específicas: en la existencia de una gigantesca zona interna extra capitalista basada en el campesinado que podía transformarse en proletariado industrial, y en una tradición cultural particularmente antigua y muy desarrollada (hasta que comenzó la industrialización moderna en Europa, China siempre había sido uno de los principales centros de la economía mundial y del conocimiento y la tecnología)." Es ciertamente discutible si el término "zonas extra capitalistas" sigue siendo adecuado para describir lo que, sin embargo, es un hecho significativo, a saber, la nueva integración de una fuerza de trabajo disponible en la relación e intercambio formal entre el capital y el trabajo asalariado. La idea es clara: el proceso de acumulación de capital en China fue real, no sólo falso. Tuvo lugar gracias a recursos que aún no estaban formalmente determinados como la venta de fuerza de trabajo y la apropiación de su valor de uso por parte de los capitalistas. Como toda acumulación bajo el capitalismo, este proceso en la China posterior a Mao requirió fuerza de trabajo recién disponible (y materia prima, es decir, en gran medida la naturaleza, por lo que también es una "zona extra capitalista" en cierto sentido). Los antiguos campesinos del campo se trasladaron a las ciudades y ofrecieron la fuerza de trabajo necesaria para la explotación capitalista. Para evitar el destino del estalinismo en el bloque ruso también era necesario que China volviera a admitir la sanción del mercado capitalista (la "mano invisible" de Adam Smith), especialmente a dos niveles: el despido de trabajadores y la quiebra de empresas no rentables. Sólo estas medidas aplicadas por los círculos gobernantes en torno a Deng Xiaoping y después de él permitieron al sector del capital privado funcionar y a la economía china competir con el resto del mundo. Todo esto se descuida en la actual Resolución. Y las enmiendas que deberían corregir las deficiencias fueron rechazadas con la explicación de que pondrían en duda o relativizarían "el impacto de la descomposición en el Estado chino". De hecho, la reticencia de la Resolución a reconocer la realidad de la fuerza de China tiene su origen en la comprensión de la decadencia capitalista, y por tanto de la descomposición. Nunca hemos concluido el debate sobre los diferentes análisis del boom económico posterior a 1945. La posición mayoritaria dentro de la CCI parece ser la que se define como "mercados extra capitalistas y deuda" (cf. Revista Internacional 133-141)8 Esta posición teórica considera que los nuevos mercados necesarios para la venta de la producción incrementada sólo pueden ser extra capitalistas o creados de alguna manera artificial por la deuda. Esto es coherente con una comprensión literal de un argumento central de la Acumulación del Capital de Rosa Luxemburgo9 - pero está en desacuerdo con la realidad. No es el lugar adecuado aquí para un análisis más profundo de este talón de Aquiles del análisis económico de la CCI. Es suficiente para la comprensión de las divergencias que la posición oficial de la CCI niegue el hecho de que la acumulación capitalista significa también la creación de nuevos mercados solventes dentro del medio capitalista, sobre la base del intercambio entre el trabajo asalariado y el capital (aunque no sea suficiente en comparación con las necesidades de la acumulación sin trabas - este último punto no es controvertido). Dado que la aparición de nuevos mercados solventes en el período de decadencia es evidente, la posición actual de la CCI debe explicar su creación de alguna manera. Y como ya no se pueden detectar mercados extra capitalistas significativos (en el sentido de compradores solventes de las mercancías producidas), la acumulación en curso se "explica" por la creación de deuda, o por trucos que "engañan a la ley del valor". Volveré sobre esta cuestión en el contexto de los siguientes puntos de la Resolución.
Bajo el título "Una crisis económica sin precedentes", la Resolución intenta ofrecer un análisis de las consecuencias de la pandemia del Covid 19 en la economía mundial. Aunque estoy de acuerdo en que la situación no tiene precedentes y, por tanto, las consecuencias no son fáciles de predecir, la comprensión de la acumulación y la crisis capitalistas en el marco de la Resolución no es suficiente para analizar la realidad actual y sus fuerzas motrices. Para la mayoría de la CCI que adoptó la Resolución en su forma actual y rechazó las enmiendas propuestas por Steinklopfer y por mí, todo está subordinado a la "descomposición", a una especie de fragmentación homogénea. Esta comprensión del período de descomposición es esquemática y -en la medida en que niega la persistencia de las leyes capitalistas elementales -por ejemplo, la concentración y la centralización del capital- un abandono del marxismo. Este punto de vista rechaza explícitamente la idea de que el terremoto económico que tiene lugar como consecuencia de la pandemia produce no sólo perdedores sino también ganadores. Refuta implícitamente la persistencia de la centralización y concentración del capital, de la transferencia de beneficios de las esferas con menos tecnología a las de mayor composición orgánica, y niega así una mayor polarización entre los triunfadores y los perdedores. La pandemia aceleró las tendencias centrífugas típicas del período de descomposición, pero no de forma homogénea. Se están produciendo diferentes polarizaciones. Los ricos se hacen más ricos, las empresas rentables más atractivas, los Estados que manejaron bien Covid 19 amplían sus mercados a costa de los incompetentes y refuerzan sus aparatos. Estas polarizaciones y el aumento de las disparidades en la economía mundial forman parte de una realidad ignorada por la actual Resolución, que sólo ve fragmentación, perdedores e incertidumbre. En el punto 14 dice: "Esta irrupción de los efectos de la descomposición en la esfera económica incide directamente en la evolución de la nueva fase de crisis abierta, dando paso a una situación totalmente inédita en la historia del capitalismo. Los efectos de la descomposición, al alterar profundamente los mecanismos del capitalismo de Estado que hasta ahora se habían establecido para "acompañar" y limitar el impacto de la crisis, están introduciendo un factor de inestabilidad y fragilidad, de incertidumbre creciente." La Resolución subestima el hecho de que las economías fuertes están mucho mejor que las débiles: "Una de las manifestaciones más importantes de la gravedad de la crisis actual, a diferencia de las situaciones pasadas de crisis económica abierta, y a diferencia de la crisis de 2008, reside en el hecho de que los países centrales (Alemania, China y Estados Unidos) han sido golpeados simultáneamente y se encuentran entre los más afectados por la recesión. En China esto ha supuesto una fuerte caída del ritmo de crecimiento en 2020". (punto 15). Y niega que China sea un ganador de la situación: "Única nación que tendrá una tasa de crecimiento positiva en 2020 (2%), China no ha salido triunfante ni fortalecida de la crisis pandémica, aunque haya ganado terreno momentáneamente a costa de sus rivales. Al contrario". (punto 16). La fuerza motriz de un capitalista es la búsqueda del mayor beneficio. En tiempos de recesión, cuando todos o la mayoría de los capitalistas tienen pérdidas, el mayor beneficio se transforma en la menor pérdida. Aquellas empresas y estados con menos pérdidas que sus rivales obtienen mejores resultados. En esta lógica, China es uno de los ganadores de la crisis pandémica hasta ahora. Por cierto: Estados Unidos también está económicamente mejor que la mayoría de los países altamente industrializados y emergentes, en contradicción con la frase citada en el punto 15 de la resolución. Las tendencias polarizadoras que planteo no están en contradicción con el marco de la descomposición. Al contrario; las crecientes disparidades aumentan la inestabilidad global. Pero esta inestabilidad es desigual. La pandemia conduce a una mayor concentración del capital competitivo, a la sustitución del trabajo vivo por máquinas y robots, a una mayor composición orgánica. El capital de mayor composición orgánica atrae parte de los beneficios producidos por los menos competitivos. Todo esto tiene lugar sobre una base relativamente reducida de trabajo vivo, porque cada vez es más superfluo. Por un lado, esto significa una creciente y asombrosa brecha entre las partes rentables de la economía mundial y las que no lo son. Por otro lado, significa una carrera despiadada entre los actores más avanzados por los beneficios restantes. Ambas tendencias no favorecen la estabilidad, pero su realidad es contestada por la posición de "descomposición en todas partes". Esta última está en permanente búsqueda de fenómenos de dislocación y desintegración, perdiendo de vista las tendencias más profundas y concretas propias de los cambios actuales. Por último, la Resolución habla de "trampa de la ley del valor" y de las "leyes del capitalismo" respectivamente, sin explicar qué son estas leyes y qué significaría su trampa: "El peso de la deuda no sólo condena al sistema capitalista a convulsiones cada vez más devastadoras (quiebra de empresas e incluso de Estados, crisis financieras y monetarias, etc.), sino que además, al restringir cada vez más la capacidad de los Estados de hacer trampas a las leyes del capitalismo, no puede sino obstaculizar su capacidad de relanzar sus respectivas economías nacionales". (punto 19). "La burguesía seguirá luchando a muerte por la supervivencia de su sistema, ya sea por medios directamente económicos (como la explotación de los recursos no explotados y de los nuevos mercados potenciales, tipificados por el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda de China) o políticos, sobre todo a través de la manipulación del crédito y el engaño a la ley del valor. Esto significa que todavía puede haber fases de estabilización entre las convulsiones económicas con consecuencias cada vez más profundas". (punto 20). Estas formulaciones no explican nada. Son un disfraz improvisado para la falta de un concepto claro. Y sin éste, todo se convierte en "inestabilidad y fragilidad" e "incertidumbre creciente".
Una consecuencia del descuido de la polarización económica por parte del último Congreso Internacional es la subestimación de las tensiones imperialistas y de la amenaza de guerra. Tras admitir que el creciente enfrentamiento entre EEUU y China tiende a ocupar el centro de la escena, y dar ejemplos de nuevas alianzas, la Resolución resta importancia al peligro de una futura constelación de bloques con las siguientes palabras "Sin embargo, esto no significa que nos dirijamos a la formación de bloques estables y a una guerra mundial generalizada. La marcha hacia la guerra mundial sigue obstaculizada por la poderosa tendencia a la indisciplina, al sálvese quien pueda y al caos a nivel imperialista, mientras que en los países capitalistas centrales el capitalismo no dispone aún de los elementos políticos e ideológicos -incluyendo en particular una derrota política del proletariado- que podrían unificar la sociedad y allanar el camino hacia la guerra mundial. El hecho de que seguimos viviendo en un mundo esencialmente multipolar se pone de manifiesto, en particular, en la relación entre Rusia y China. Si bien Rusia se ha mostrado muy dispuesta a aliarse con China en cuestiones concretas, generalmente en oposición a EEUU, no es menos consciente del peligro de subordinarse a su vecino oriental, y es uno de los principales opositores a la "Nueva Ruta de la Seda" de China hacia la hegemonía imperialista". (punto 12) Estas frases son coherentes con la "incertidumbre" en la cuestión económica y evitan una declaración clara sobre las tendencias imperialistas actuales. La resolución es tibia cuando admite el evidente enfrentamiento entre EEUU y China e insiste en que "sin embargo" esto no significa la "formación de bloques estables". La opinión mayoritaria aún no ha sacado las consecuencias de nuestro reconocimiento en el 23º Congreso Internacional de que el concepto de curso histórico ya no es útil para el análisis del presente. Sigue tratando de entender la situación actual dentro del viejo esquema de la Guerra Fría, enterrado bajo los escombros del Muro de Berlín. Que las alianzas en formación se conviertan o no en "bloques estables" no es la cuestión central si queremos analizar el peligro de una guerra generalizada o nuclear, ambas amenazas gravísimas para una perspectiva comunista. La resolución responde a preguntas que ya no se plantean, y pasa por alto las verdaderas cuestiones. Volveré sobre este punto en la siguiente parte de la crítica, que trata del equilibrio de las fuerzas de clase. Otro signo revelador de la persistencia de la vieja visión es la siguiente formulación en la Resolución: "Aunque no vemos una marcha controlada hacia la guerra dirigida por bloques militares disciplinados, no podemos descartar el peligro de estallidos militares unilaterales o incluso de accidentes grotescos que marcarían una mayor aceleración del deslizamiento hacia la barbarie". (punto 13). La lógica capitalista de la polarización entre China y Estados Unidos empuja a ambos a buscar aliados, a participar en la carrera armamentística y a dirigirse hacia la guerra. Que esta marcha esté controlada o no es otra cuestión. Pero en primer lugar debemos afirmar que tanto China como Estados Unidos buscan alianzas y preparan la guerra. Aunque una visión estática pueda llevarnos a concluir que "seguimos viviendo en un mundo esencialmente multipolar" (punto 12) la dinámica es hacia la bipolaridad. En cuanto a la cuestión de la estabilidad de las alianzas y la disciplina de sus componentes: el hecho es que Estados Unidos es ofensivo en su búsqueda de aliados frente a China. Esta última está en desventaja en varios aspectos: a nivel de su ejército, de su tecnología, de la geografía. Pero el Imperio del Medio se está poniendo al día con determinación en los primeros niveles. Esto debería recordarnos una vieja tesis de la sociedad de clases, etiquetada como la Trampa de Tucídides, que dice que "cuando una gran potencia amenaza con desplazar a otra, la guerra es casi siempre el resultado" (Alison Graham, 2015). Tucídides, el padre de la historia científica, escribió hace más de 2400 años sobre la causa principal de la Guerra del Peloponeso que fue el "crecimiento del poder de Atenas, y la alarma que esto inspiró en Esparta". Es cierto que vivimos en un mundo muy diferente, pero todavía en una sociedad de clases. ¿Debemos pensar que el capitalismo en su periodo de descomposición es más racional y, por tanto, más proclive a evitar la guerra? Creo que el proletariado de los países centrales sigue siendo un freno en el camino hacia una guerra generalizada. Estoy de acuerdo con esta idea, expresada en el punto antes citado de la Resolución. Sin embargo, no comparto la opinión de que las expresiones típicas de la descomposición descritas por la resolución, como la "poderosa tendencia a la indisciplina, el sálvese quien pueda y el caos a nivel imperialista", sean verdaderos obstáculos para las guerras generalizadas o nucleares. Por eso estuve de acuerdo y apoyé una enmienda adicional propuesta por el camarada Steinklopfer, que sin embargo fue rechazada por la mayoría: "A lo largo del capitalismo decadente hasta la fecha, de las dos expresiones principales del caos generado por la decadencia de la sociedad burguesa -los conflictos imperialistas entre Estados y la pérdida de control dentro de cada capital nacional- dentro de las zonas centrales del propio capitalismo la primera tendencia ha prevalecido sobre la segunda. Suponiendo, como lo hacemos, que esto seguirá siendo así en el contexto de la descomposición, esto significa que sólo el proletariado puede ser un obstáculo para las guerras entre las principales potencias, no obstante, las divisiones dentro de la clase dominante dentro de esos países. Aunque, en determinadas circunstancias, estas divisiones pueden retrasar el estallido de la guerra imperialista, también pueden catalizarlas". No sólo con respecto a la cuestión de las constelaciones de bloques, sino también con respecto al papel de la clase obrera, tenemos que considerar las consecuencias de nuestra superación en 2019 del concepto de curso histórico. En 1978, en la Revista Internacional 18, la CCI formuló los criterios de evaluación del curso histórico en los siguientes términos: "Al analizar las condiciones que hicieron posible el estallido de las dos guerras imperialistas, podemos extraer las siguientes lecciones generales: -- el equilibrio de fuerzas entre la burguesía y el proletariado sólo puede evaluarse a escala mundial, y no puede basarse en las excepciones que puedan surgir en zonas secundarias: es esencialmente mediante el estudio de la situación en algunos grandes países que podemos deducir la verdadera naturaleza de este equilibrio de fuerzas; -- para que estalle una guerra imperialista, el capitalismo necesita primero infligir una profunda derrota al proletariado -- sobre todo una derrota ideológica, pero también física si el proletariado ha mostrado una fuerte combatividad (Italia, Alemania y España en el periodo de entreguerras); -- esta derrota no debe limitarse a dejar a la clase pasiva, sino que debe conseguir que los trabajadores se adhieran con entusiasmo a los ideales burgueses ("democracia", "antifascismo", "socialismo en un solo país"); la adhesión a estos ideales presupone: a. que tienen una apariencia de realidad (la posibilidad de un desarrollo ilimitado y sin problemas del capitalismo y la "democracia", los orígenes proletarios del régimen en Rusia); b. que se asocian de una u otra manera a la defensa de los intereses proletarios c. que esta asociación es defendida entre los trabajadores por organizaciones que tienen la confianza de los trabajadores, debido a que, en el pasado, sí defendieron sus intereses. En otras palabras, esos ideales burgueses son propagados por antiguas organizaciones proletarias que han traicionado a la clase. A grandes rasgos, estas son las condiciones que, en el pasado, permitieron el estallido de las guerras imperialistas. Esto no quiere decir que, a priori, una futura guerra imperialista tenga que tener idénticas condiciones. Pero en la medida en que la burguesía ha tomado conciencia de los peligros que implica un estallido prematuro de las hostilidades (a pesar de todos sus preparativos, incluso la Segunda Guerra Mundial dio lugar a reacciones de la clase obrera en Italia en 1945 y en Alemania en 1944-45), sería un error considerar que se lanzaría a una confrontación si no supiera que tiene el mismo grado de control que tenía en 1939, o al menos en 1914. En otras palabras, para que una nueva guerra imperialista sea posible, deben estar presentes al menos los criterios enumerados anteriormente, y si no, algunos otros que puedan compensarlos"
En el 23º Congreso de 2019 afirmamos que estos criterios ya no se aplican a la situación actual. Por lo tanto, tenemos que plantear la cuestión de si la burguesía, para desencadenar la guerra, todavía necesita una "derrota física" y una "adhesión entusiasta a los ideales burgueses".
A pesar de esta controversia teórica general, en el plano de los conceptos y criterios de apreciación, parece que estamos de acuerdo en que el proletariado sigue siendo un obstáculo para que la burguesía emprenda una guerra que los grandes bastiones del proletariado en los países centrales tendrían que apoyar de alguna manera. La Resolución afirma que el proletariado aún no ha sufrido la "derrota política" decisiva (punto 12). Con ello, la posición mayoritaria persiste en la idea central del concepto del curso histórico: o curso a la guerra o curso a la revolución. Así, la matriz de la época de la Guerra Fría sigue siendo pertinente, aunque en el 23º Congreso Internacional comprobamos que este esquema ya no es adecuado, en última instancia, si queremos evaluar el equilibrio de fuerzas actual. No es de extrañar que esta debilidad se exprese también en las partes de la Resolución que hablan de la lucha de clases: "A pesar de los enormes problemas a los que se enfrenta el proletariado, rechazamos la idea de que la clase ya ha sido derrotada a escala mundial, o que está a punto de sufrir una derrota de este tipo comparable a la del período de la contrarrevolución, una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no podría recuperarse". (punto 28) La frase es errónea en ambos aspectos: la premisa - y su consecuencia aparentemente lógica. La cuestión de partida no es exactamente si el proletariado ha sido ya derrotado a escala mundial -por tanto, definitivamente derrotado, o casi derrotado en una medida comparable a la del período de la contrarrevolución. Si estamos de acuerdo en que el proletariado mundial ha sufrido una serie de derrotas durante los últimos 40 años aproximadamente, tenemos que encontrar criterios para medir la dimensión de la(s) derrota(s). La cuestión no es la que plantea el horror de la derrota física de los años 30: la muerte o la vida, el exterminio de los no idénticos. Por el momento, no se trata de una situación de todo o nada, sino de una degradación gradual de la conciencia de clase, al menos en su extensión. Mi hipótesis es que se trata de un proceso asintótico hacia la derrota definitiva. Por lo tanto, la consecuencia lógica no es "una derrota de la que posiblemente el proletariado ya no pueda recuperarse". Si la hipótesis es correcta (un proceso gradual de pérdida de conciencia, en primer lugar, de la conciencia de su identidad de clase diferenciada), la conclusión debe ser: la clase obrera aún puede invertir el proceso, dar una especie de vuelta en U. Pero debe tomar conciencia de la dinámica negativa. Los revolucionarios tienen la responsabilidad de hablar de ella en los términos más claros posibles. La matriz errónea está en la descripción y comprensión de la Resolución del estado concreto de la lucha de clases: "el hecho de que, justo antes de la pandemia, vimos varios signos embrionarios y muy frágiles de una reaparición de la lucha de clases, especialmente en Francia 2019. E incluso si esta dinámica fue entonces en gran medida bloqueada por la pandemia y los cierres, hubo protestas de los trabajadores en varios países incluso durante la pandemia, en particular en torno a cuestiones de salud y seguridad en el trabajo" (ibíd.). La visión subyacente es la de una dinámica suave hacia una conciencia de clase más fuerte - por tanto, una dinámica positiva, o al menos una especie de situación estática: ni positiva ni negativa, así que, de alguna manera neutral, sobre la base de una combatividad de clase intacta. Mientras que mi valoración es la de una dinámica de retroceso de la conciencia de clase -una dinámica negativa a la que hay que dar la vuelta. Afortunadamente, la combatividad sigue asomando la cabeza aquí y allá. Pero la combatividad no es todavía la conciencia, incluso un aumento de la primera no implica todavía una ampliación o una profundización de la segunda. Lo esencial para el proletariado y sus organizaciones políticas es la correcta evaluación de la situación actual, junto con su dinámica interna. Las tareas del momento para los revolucionarios dependen obviamente de la comprensión de esta situación objetiva y concreta. En un nivel posterior tenemos que considerar la cuestión del "viejo topo" de Marx (en su El dieciocho brumario de Luis Bonaparte). Tenemos la costumbre de hablar de este fenómeno en términos de maduración subterránea de la conciencia de clase. La Resolución subraya un potencial de profundo renacimiento proletario atestiguado, entre otros factores, por "los pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia, que se manifiestan en los esfuerzos hacia una reflexión global sobre el fracaso del capitalismo y la necesidad de otra sociedad en algunos movimientos (particularmente los Indignados en 2011), pero también a través de la emergencia de elementos jóvenes que buscan posiciones de clase y se vuelven hacia la herencia de la izquierda comunista" (ibíd.). La vaga formulación sobre "pequeños pero significativos signos de una maduración subterránea de la conciencia" es un compromiso entre dos opuestos irreconciliables: ¿adelante o atrás? ¿Qué dirección del movimiento, aumento o retroceso de la conciencia de clase incluso en sus capas subterráneas, no visibles? En las discusiones antes y durante el Congreso he defendido la opinión de que no hay una maduración subterránea significativa en la clase. Necesitamos el concepto de maduración subterránea para luchar contra los puntos de vista consejistas y la práctica similar. Es una adquisición de la CCI que la maduración subterránea tiene lugar también en los momentos de retroceso de las luchas o incluso en los períodos de contrarrevolución. Pero otra cosa, es decir -como afirma la mayoría- que el movimiento de esta maduración es siempre ascendente. Si se afirma que la maduración es en todos los períodos un movimiento creciente, se excluye una regresión. Esto significa subestimar dos cosas. Por un lado, subestimamos la profundidad de las dificultades de nuestra clase, incluso de sus partes más conscientes, y por otro lado subestimamos el papel y las tareas específicas de los revolucionarios en el período actual. Esta tarea no es sólo cuantitativa, mediante la difusión de las posiciones revolucionarias, sino que es sobre todo un trabajo cualitativo, teórico, de análisis en profundidad de las tendencias actuales en los diferentes ámbitos: los cambios en la economía, las tensiones imperialistas y la dinámica en la clase, sobre todo a nivel de conciencia. Ciertamente existe el potencial para un desarrollo de la conciencia, pero potencial y realización no son lo mismo.
Ferdinand, enero de 2022
[4]. [5]. [6]
1 Divergencias con la Resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de [16]
2 https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021 [17]
3 Ver Informe sobre el Curso Histórico https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico [18]
4 Eso no ayudó a Bo Xilai, porque oficialmente estaba en la cárcel, no por su supuesta orientación política equivocada, sino por corrupción y abuso de poder
5 Si no cito literalmente otras fuentes, baso la información de este artículo en Wikipedia y The Economist
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente [19]
7 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4143/xxi-congreso-de-la-cci-40-anos-despues-de-la-fundacion-de-la-corri [20]
8 El lector atento de nuestras resoluciones llegará a esta conclusión, aunque los congresos de la CCI, sabiamente, nunca sometieron a votación los conceptos teóricos
9 Capítulo 26, hacia el final: "El comercio interno capitalista sólo puede realizar, en el mejor de los casos, ciertas cantidades de valor contenidas en el producto social: el capital constante consumido, el capital variable y la parte consumida de la plusvalía. Sin embargo, la parte de la plusvalía destinada a la capitalización debe realizarse en otro lugar"
https://es.internationalism.org/content/4746/balance-del-24o-congreso-in... [27]
https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situaci... [17]
https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-eco... [28]
https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y... [29]
https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-c... [30]
https://es.internationalism.org/content/4761/informe-de-noviembre-de-202... [31]
https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resoluc... [32]
https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmienda... [33]
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El libro Herr Vogt ha sido considerado tanto por parte de los grupos izquierdistas como por el “marxismo académico” como un “trabajo menor” de Marx, una “pérdida de tiempo” y un supuesto “deslizamiento” de Marx hacia el terreno del chismorreo y la “prensa amarilla”. Por desgracia, este análisis se ha extendido a grupos de la Izquierda Comunista que deploran que Marx abandonara durante un año sus estudios sobre El Capital, para dedicarse exclusivamente a refutar las acusaciones que Vogt había hecho circular contra él. Lamentan que con su obra daba protagonismo a ese personaje, le hacía, por así decirlo, una “publicidad inmerecida”. Critican también que se colocara “en el mismo terreno” que Vogt de “rebajarse” a querellas personales y a denuncias “ad hominem”. Examinaremos al final estos argumentos.
Rechazamos estos planteamientos que olvidan que la calumnia es un arma fundamental de la burguesía contra las organizaciones y los militantes comunistas. Es una constante en la historia del movimiento obrero: sus militantes más destacados han sido objeto de las más feroces campañas de calumnias, de las más viles acusaciones; han sido sometidos a un acoso sistemático tendente a desprestigiarlos y demolerlos moralmente. Marx fue atacado por Vogt y Bakunin; Lenin acusado por los mencheviques y después tachado de “agente alemán” por el Gobierno Provisional ruso de 1917; Rosa Luxemburgo denigrada como “libertina”, “sanguinaria” en los círculos del Partido socialdemócrata alemán; Trotski atacado por el estalinismo como agente de la GESTAPO…En la historia reciente, la CCI y sus militantes han sido víctimas de ataques parásitos, de denuncias y delaciones de signo policial1.
Estos ataques–cualesquiera que fueran sus motivaciones inmediatas- se han inscrito siempre en el marco de una finalidad política: aniquilar a los militantes revolucionarios, sembrar la duda y la sospecha dentro de las filas comunistas y preparar la represión. Frente a ello no podemos consentir la indiferencia y la banalización que hace el oportunismo en nombre de dejar esas cosas “sucias” y dedicarse a “lo importante” que sería el análisis y las grandes declaraciones políticas.
Vogt gozaba de cierto prestigio en los medios liberales de la época por sus escritos científicos, en particular, apoyando la teoría de la evolución de Darwin. Eso daba “más autoridad” a las graves calumnias que lanzó contra Marx en un panfleto titulado Libro Principal.
Vogt utilizó como pretexto un folleto titulado Como aviso que un tal Karl Blindt escribió atacando sin pruebas fehacientes a Vogt y atribuyendo la paternidad de este escrito a Marx. Los ataques de Vogt fueron reproducidos por un individuo llamado Zabel en el periódico berlinés National Zeitung en 1860. Zabel hacía aún más infamantes las acusaciones de Vogt. A su vez, estas acusaciones se propagaron por otros órganos de prensa europeos –entre ellos el Daily Telegraph inglés- La prensa liberal se hizo eco de estas “revelaciones” llegando a ocupar páginas de periódicos de Estados Unidos. En menos de un año, una “campaña internacional” fue lanzada contra Marx participando la prensa “más progresista” de la época.
En su Libro Principal, Herr Vogt atribuye a Marx la dirección de una denominada Banda del Azufre donde se habrían realizado prácticas sospechosas: «Tras el chaparrón de la revolución de 1849 se ha reunido lentamente en Londres una claque de prófugos, cuyos componentes entre la emigración suiza eran conocidos en su tiempo bajo el nombre de Banda del Azufre o del Cepillo. Su jefe es Marx, antaño redactor de la Rheinische Zeitung en Colonia; su palabra mágica, república social, dictadura obrera; su ocupación, maquinar contactos y conspiraciones» (pag. 162). Esta banda buscaría “apartar al obrero de su profesión, complicándolo en conspiraciones y complots comunistas, para finalmente, después de haber vivido a costas del sudor de su frente, abandonarlo con toda frialdad a su desgracia. También ahora ese grupillo vuelve a esforzarse por atraer a sus redes traicioneras, cueste lo que cueste, y de la manera más vulgar imaginable, a las asociaciones obreras” (pag. 46).
Así pues, las acusaciones de Vogt se podrían resumir en 4 puntos:
Marx y su banda colaborarían con la policía prusiana pues “todo aquel que se aviene a tratar con Marx y sus secuaces caerá tarde o temprano en manos de la policía” (pag. 28).
Arrastrarían a los obreros a acciones aventureras que facilitan la represión policial
Marx ejercería como dictador máximo manipulando a sus incondicionales: “Sus camaradas” —[los de Marx]— “no escriben una sola línea sin que él esté previamente enterado de su contenido. La prueba resulta muy simple: “Él” —[Marx]— “domina incondicionalmente a su gente” (pag. 82)
“Una de las ocupaciones principales de la Banda de Azufre consistía en comprometer a personas radicadas en la patria, de manera que se viesen obligadas a pagar para que la Banda guardara en secreto su compromiso. No una, sino centenares de cartas fueron enviadas a Alemania, en la que se decía que se denunciaría la participación en este o aquel acto revolucionario, en el supuesto caso de que al cabo de un plazo determinado no llegara a una dirección determinada cierta cantidad de dinero” (pag. 190);
Vogt seguía la estela trazada por elementos policiales que ya en 1851 habrían organizado una conspiración contra Marx y otros revolucionarios. Marx aporta el testimonio de un participante en un “Comité Revolucionario” alemán constituido ese año: «Todo el comité se componía de Schurz y de Schimmelpfennig. [que se] propusieron aniquilar a Marx. Se recomendaron a tal fin las más impúdicas calumnias. El paso más próximo para llevarlo a efecto fue el retrato de Marx publicado por L. Häfner en el Feuilleton der Hamburger Nachrichten a comienzos de 1851» (pag 85).
Hasta aquí las acusaciones lanzadas. ¿Qué tenía que hacer Marx? ¿Aguantar estoicamente el alud de insidias? ¿Poner cristianamente la otra mejilla? Marx no era dado a responder a los insultos e insinuaciones lanzadas contra él. Sin embargo, cuando los ataques podían poner en peligro su reputación y, sobre todo, la de las organizaciones comunistas, entonces rompía su silencio: “Aquí la situación era otra. Zabel me acusaba de una serie de acciones criminales e infamantes, y esto, ante un público por demás inclinado a creer en los prejuicios políticos, las monstruosidades más absurdas y que, por otra parte, debido a que hacía 11 años que yo faltaba de Alemania, carecía de todo punto de referencia para poder juzgarme. Aparte de todas las consideraciones políticas, también le debía a mi familia, a mi esposa y a mis hijos, la satisfacción de someter a un examen judicial las infamantes denuncias de Zabel” (ídem.).
Marx toma muy en serio las acusaciones y analiza minuciosamente los hechos buscando restablecer la verdad de estos, estableciendo las conexiones entre ellos, desarrollando un marco global que permite comprender su lógica y coherencia. Con un método riguroso, Marx destruye la intriga montada por Herr Vogt.
Previamente exige, tanto a Vogt como a Zabel, la aportación de pruebas o la retirada de las acusaciones. Como no obtiene respuesta pasa a una segunda etapa consistente en demostrar la naturaleza real de la llamada Banda del Azufre, un grupo que según Vogt era el instrumento organizativo que Marx utilizaba para realizar sus fechorías. En una tercera etapa, refuta una a una todas las acusaciones. Pasa a continuación a una tarea política importante: defender la memoria de la Liga de los Comunistas. Finalmente analiza el contexto histórico en el que se desarrolla la calumnia de Vogt y los intereses burgueses inconfesables a los que sirve.
Marx trató de averiguar si había existido alguna vez esa Banda. Logró reunir el testimonio de S. L. Borkheim que en carta del 12-2-1860 aclaró que fue un agrupamiento de estudiantes que habían participado en la revolución de 1848 en Alemania y se habían exiliado a Suiza. Entre sus componentes no se encontraba Marx ni ningún miembro de la Liga de los Comunistas, las únicas actividades de la Banda habían sido la juerga y la sátira política disolviéndose definitivamente en 1850. Este testimonio mostraba cómo Herr Vogt había utilizado una Banda realmente existente para montar otra cuya existencia residía exclusivamente en su cabeza siendo igualmente producto de ésta las actividades delictivas que atribuye a Marx.
Marx recoge en el libro numerosos documentos probatorios. Es una tarea fastidiosa y su lectura no siempre es cómoda, pero es imprescindible para refutar las acusaciones de Vogt.
Vogt cometió el error de afirmar que la Banda cuya jefatura atribuía a Marx tenía dos nombres: Banda del Azufre y Banda del Cepillo. Marx tiene la paciencia de demostrar que existió realmente una Banda del Cepillo totalmente diferente de la anterior que hizo sus fechorías en la Sociedad Obrera de Ginebra. Esa amalgama de Bandas es «un embrollo a la cuarta potencia, gruesa como el padre que la generó» (pag. 33).
Marx denuncia sin embargo un rasgo congénito de calumniadores, aventureros y provocadores: suelen atribuir a sus víctimas las maldades de las que ellos son culpables. Es lo del dicho popular: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Vogt montaba un grotesca acusación de “banda y bandido” para mejor encubrir la Banda de su jefe, Luis Bonaparte que, efectivamente, había organizado la Banda del 10 de Diciembre compuesta por la hez y el lumpen de París : «A mí personalmente iba a ensalzarme cual jefe de la Banda del Azufre por él vilipendiada y por mi ignorada hasta la aparición del Libro Principal, y dicho ensalzamiento como castigo por mi ultraje, durante años inalterado, contra la cabeza y los miembros de la Banda del 10 de diciembre» (pag. 21)3.
Según Vogt «aquel que se enreda con Marx y compañía en negocios políticos, cae antes o después en manos de la policía; tales negocios son desde el principio delatados a la policía secreta e incubados por ella –esos negocios parecen huevos, y la policía la gallina clueca que los empolla –tan pronto como llega su hora. Los instigadores Marx y compañía permanecen inaprensibles en Londres –mientras la policía se posa sobre los huevos-.» (pag. 35). Esta acusación se refuerza con la acusación formulada por Zabel según la cual Marx habría tenido tratos con las policías prusiana y francesa.
Vogt pretende que había un agente provocador llamado Cherval (o Crämer) que habría contactado con Marx en la Liga de los Comunistas y después habría actuado como agente suyo en las asociaciones obreras de Ginebra. Marx aporta cartas de J.F.Becker, Schilly y Borkheim donde se desmiente toda relación con dicho individuo. Ante la repetición por Zabel de la misma acusación, Marx aporta nuevas pruebas: «Mis materiales probatorios destinados a refutar esta denuncia del “demócrata” Zabel, abarcaban todo el período que media entre la entrada de Cherval en la Liga de los Comunistas hasta su fuga de Ginebra, acaecida en 1854. Un afidávit depuesto ante la corte de justicia policial de Bow Street por Carlos Schapper el 1 de marzo de 1860, demostró que la entrada de Cherval en la Liga de Londres tuvo lugar anteriormente a la mía, que no había sido conmigo con quien se puso en contacto desde París, donde reside a partir del verano de 1850 hasta la primavera de 1852, sino con la Liga contraría a mí, dirigida por Schapper y Willich, entrando después de su simulada fuga de la cárcel de St. Pélagie y de su regreso a Londres —1852— a formar parte de la Asociación Cultural de Obreros Alemanes allí existente y a la que yo ya no pertenecía desde el mes de septiembre, hasta que finalmente se le desenmascaró en la misma, declarándosele infame y expulsándosele por lo tanto de la organización” (pág 194).
Vogt aporta diferentes “pruebas” que Marx refuta con una rigurosa documentación.
Uno de los miembros de la Liga de los Comunistas, Wolf, habría hecho en Londres en 1850 llamamientos incendiarios a los obreros alemanes que simultáneamente habría enviado a la policía de Hannover.
Marx aporta la carta de Wolf que demuestra que en esa fecha no se encontraba en Londres sino en Zúrich y desmiente haber hecho un llamamiento de ese tipo. Desarrollando una argumentación política de fondo, Marx cita sus Revelaciones sobre el proceso de los comunistas de Colonia4: tras la derrota de las revoluciones de 1848 «los miembros del partido proletario participarán de nuevo en una revolución contra el statu quo, pero no era su tarea específica el preparar tal revolución, ni agitar para ella, ni tramar complots… La Liga de los Comunistas no era por tanto una sociedad conspiradora» (pag. 36).
En su Libro Principal, Vogt habla de un discurso suyo en la Fiesta Obrera de Lausana (1859) en el que habría denunciado una maquinación de Marx y sus secuaces, para arrastrar a los obreros alemanes exiliados a una “conspiración” que tendría como único fin hacerlos caer en manos de la policía prusiana. Marx refuta esta acusación aportando un testimonio de un tal Lomel, quien anteriormente habría colaborado con Vogt, donde afirma taxativamente que “El relato en que Vogt afirma que durante su estada en Lausana había frustrado una conspiración peligrosa, es sencillamente una MENTIRA; lo único que busca en Lausana es un lugar en el cual poder hablar para luego tener oportunidad de mandar imprimir su discurso. Dicho discurso, que duró hora y media, fue su autodefensa, en la que trató de negar que jamás haya sido un bonapartista asalariado” (pag 48)
Otro cargo del fiscal Vogt es pintar a Marx como un intrigante que no da la cara, sino que encarga a una serie de acólitos la faena sucia de la calumnia, la denigración y el chantaje: “Marx, como jefe de la sociedad, no empuña él mismo la pluma, pero sus fieles no escriben una línea sin haberle consultado” (pág 98).
Se trata de una acusación grave pues las organizaciones comunistas son profundamente colectivas, no se basan en líderes que se reservan las tareas más gloriosas y dejan a los subordinados las tareas sucias (lo que en el argot de los políticos se llama “las cloacas del Estado”). Esto es lo que ocurre efectivamente en los partidos burgueses donde el Gran Líder se encarga de las promesas, las medidas más atractivas y las declaraciones más solemnes, mientras que sus acólitos arrostran lo desagradable: atacar a los rivales, anunciar las medidas impopulares, realizar las intrigas más arriesgadas etc.
Todo eso es incompatible con la práctica de una organización comunista. En ella “no existen tareas "nobles" y tareas "secundarias" o menos "nobles". El trabajo de elaboración teórica y la realización de tareas prácticas, el trabajo en el seno de los órganos centrales y el trabajo específico en las secciones locales, son igual de importantes para la organización y por ello no pueden estar jerarquizados (es el capitalismo quien establece tales jerarquías)”5
Finalmente, en una organización revolucionaria no existen tareas sucias, inconfesables. Todas las tareas son coherentes con el fin emancipador que se propone el proletariado y toda intriga, calumnia, violencia contra militantes, simpatizantes o miembros de grupos proletarios, debe ser rigurosamente combatida porque es incompatible con el objetivo comunista del proletariado. En la moral proletaria “el fin no justifica los medios”, los medios siempre tienen que ser coherentes con el fin.
Por ello Marx toma muy en serio esta acusación. Su refutación abarca dos frentes. Por una parte, desarrolla un análisis teórico más general demostrando que él no defiende ningún sistema doctrinal sectario sino “la inteligencia crítica de las condiciones del camino y de los resultados generales del verdadero movimiento social”. Con ello pone en claro la naturaleza consciente y basada en la convicción individual y colectiva de la sociedad que impulsa.
Por otro lado, entra en la cuestión que podría dar un indicio de verosimilitud a la acusación de Vogt: el panfleto Como aviso escrito por Blindt que aquel atribuyó a la inspiración de Marx. Aquí Marx recopila las pruebas–incluida la declaración jurada de un cajista de imprenta- que muestran que él no tenía ninguna relación con Blindt y que fue éste quien organizó toda la intriga. Marx desvela los intereses que movieron a este individuo: mientras Vogt representaba los intereses del “pequeño Napoleón”, Blindt intrigaba desde el bando de la burguesía liberal inglesa interesada en contrapesar el avance francés.
Zabel repite la misma acusación afirmando que “Nos parece que para esto —[para el partido de Marx]— no resultaba demasiado difícil convertirlo —[a Blind]— en el burro de carga… con el empleo de estas declaraciones de Blind, el panfleto pudo ser forjado, de manera que en un todo aparezca como de su exclusiva fabricación” (National-Zeitung, Nº 41)” (pág 202). , Marx rechaza esta insidia: “La refutación judicial de esas acusaciones del “demócrata” Zabel resultó tan oportuna como simple. Se componía de la anteriormente mencionada carta de Blind a Liebknecht, el artículo de Blind aparecido en el Free Press, los dos afidávits de Vögele y de Wiehe —suplementos Nº 12 y 13— y la colaboración impresa de M. D. Schaible” (pág. 195). Además, pone en evidencia a Zabel al denunciar que “me atribuye el poder milagroso de escribir en Londres el 29 de octubre una carta, de la que el juzgado del distrito de Augsburgo YA puede disponer el 24 de dicho mes” (pag. 200).
Marx denuncia el “método” de Zabel consistente en buscar por todos los lados cosas sucias susceptibles de ser atribuidas a Marx: “Allí donde se encuentra con una frase especialmente sucia, la recoge y la añade lo más intacta posible a su fardo. Por lo demás mezcla los distintos pasajes extractados no presentándolos de acuerdo con su continuidad, sino como mejor convenga a sus propósitos personales” (pag 205). Esto lleva a Zabel a reproducir una acusación delirante, ya agitada por Vogt: Marx y los suyos se dedicaban a fabricar dinero falso: “De este modo en 1852 se enhebró una conspiración de la más vil índole, con fabricación en cantidad de papel moneda falso —[véanse más detalles en la obra de Vogt]— contra las Asociaciones Obreras Suizas; conspiración ésta que habría ocasionado a las autoridades suizas los mayores trastornos, de no haber sido descubierta a tiempo” (pag 203). Marx refuta fácilmente esta acusación demostrando que procede de la amalgama que habían hecho entre él y Cherval6, el cual efectivamente se dedicaba a fabricar dinero falso.
Pero la acusación más grave de Vogt, retomada para Zabel y aireada en la prensa alemana, es que Marx y sus amigos chantajearían a los militantes revolucionarios con la amenaza de delatarlos, que a los que no pagasen se les descubriría mediante artículos en la prensa alemana.
Marx refuta detalladamente las acusaciones demostrando en particular que ni Vogt ni Zabel han podido aportar al menos una de “esos cientos de cartas” que se habrían enviado para extorsionar. Pero además desmonta el juego de Zabel consistente en no afirmar directamente que Marx es quien procede a los chantajes y la delación (de esa manera legalmente –según las leyes prusianas de la época- no podía ser acusado de calumnias). Zabel dice en un pasaje lo que hacía la banda del azufre y en otro pasaje –cuidándose de no relacionarlo directamente- afirma que Marx era el jefe del “partido marxista” dentro del cual habría una banda del azufre donde estaría el círculo de los más allegados a Marx.
«Una de las ocupaciones principales de la Banda del Azufre era la de comprometer a las gentes en la patria de tal modo que se les obligara a pagar dinero a fin de que la Banda conservase el secreto sin compromiso. No una, sino cientos de cartas fueron escritas y enviadas a Alemania diciendo que se denunciaría este o aquel acto de participación en la revolución si en una fecha dada no llegaba una suma a una dirección indicada» (pág 190).
Marx aporta el análisis realizado por una asociación obrera en 1860 sobre estas acusaciones: “La Asociación Cultural de Obreros Alemanes que funciona en Londres, de la que me di de baja el 15 de marzo de 1850, festejaba el 6 de febrero de 1860 el vigésimo aniversario de su fundación, con cuyo motivo me invitó y en cuya oportunidad resolvió por unanimidad, “rechazar por calumniosa” la acusación de Vogt que afirmaba, que yo había “desvalijado” a los obreros alemanes en general” (pág 193).
Para Marx, aún más importante que la defensa de su persona es la defensa de la Liga de los Comunistas que Vogt intenta cubrir de oprobio. Se trata de defender la trayectoria y las aportaciones de ese eslabón de las organizaciones comunistas del proletariado desaparecida en 18527.
Marx subraya la función histórica de la Liga de los Comunistas y cómo su disolución consciente se hacía necesaria. “En lo que me concierne al carácter de la Liga de los Comunistas y a la índole de mi participación en la misma, era posible hacer concurrir como testigo a Berlín, a A. H. Bürgers, de Colonia, uno de los condenados en el Proceso de los Comunistas e interrogarlo durante el desarrollo de las vistas judiciales. Además Federico Engels encontró entre sus papeles una carta fechada en noviembre de 1852 y autentificada por los sellos de los correos de Londres y Manchester, en la que yo le comunicaba la disolución de la Liga cumplida a consecuencia de una indicación mía, como también los motivos que se hicieron valer para la resolución referente a dicha disolución: que a partir de la prisión de los acusados de Colonia, todas las comunicaciones con el continente habían quedado cortadas y que una asociación de propaganda semejante ya ni siquiera era digna de su época” (pag. 191).
Vogt falsifica la historia mezclando hechos de diferente naturaleza con el objetivo de denigrar a la Liga y a sus militantes más ligados a Marx y Engels. Así, Vogt convierte en una “conspiración militar secretísima” dirigida por Liebknecht8 donde un buen número de militantes habrían sido llevados a una trampa mortal tendida por la policía prusiana lo que en realidad era una proposición pública a 24 asociaciones obreras de acudir a una reunión “para conversar allí acerca de la organización y fundación de un periódico común” (pag. 31). Presentando a Liebknecht como una mera marioneta de Marx se obstina en mezclarlo en toda clase de asuntos turbios, reales o inventados, pero en los que aquel no participó, atribuyéndole por ejemplo una campaña de calumnias cosa que refuta Marx “Vogt podía mentir mucho, pero hasta su abogado Hermann le prohibió el embuste de que el artículo de Biskamp no copiado por el Allgemeine Zeitung había sido “reeditado” por Liebknecht. Del mismo modo tampoco se le podía ocurrir decir a Vogt que yo había mandado al Allgemeine Zeitung el panfleto intitulado “A Modo de Advertencia”. En cambio, dice textualmente: “El señor Liebknecht es… quien envió al Allgemeine Zeitung aquel panfleto calumniador” (pag 176)
Otra de las insidias de Vogt fue presentar al antes mencionado Cherval, agente doble de la policía francesa y prusiana, como “colaborador” de los miembros de la Liga de los Comunistas en el proceso de Colonia (1852), manchando su memoria.
Marx prueba de forma fehaciente que la causa contra los miembros de la Liga de los Comunistas se basaba en realidad en el testimonio, demostrado como falso, de un tal Steiber. Cita para ello el testimonio de un señor de Berlín, Eichoff, quien en respuesta a las calumnias de este último había afirmado que “todas las declaraciones que el tal Stieber había hecho durante ese proceso [el de Colonia], resultaban ser completamente falsas… La condena de los acusados de Colonia se debió exclusivamente a las declaraciones de Stieber… Toda la declaración de éste habría sido un juramento falso” (página 43).
Vogt presenta la Liga de los Comunistas como una organización sectaria, secreta y conspirativa. Marx en un largo capítulo de su libro (el IV) rebate esta falsificación explicando la evolución de la Liga desde posiciones que hacían concesiones al socialismo utópico y a las teorías sectarias, hacia posiciones dedicadas al desarrollo de la organización y la acción común de la clase obrera: “Las actividades de la Liga comprendían en primer término la fundación de Asociaciones Culturales de Obreros Alemanes, públicas y la mayoría de las asociaciones de esta índole que todavía existen en Suiza, Inglaterra, Bélgica y Estados Unidos, fueron fundadas directamente por ella o por antiguos socios de la misma. Es debido a ello que la constitución que rige a estas asociaciones obreras sea igual en todas partes. Se fijaba un día de la semana para polemizar, otro para los entretenimientos sociales —canto, declamación, etc.—; en todas partes se fundaban bibliotecas sociales. La Liga que apoyaba y dirigía estas asociaciones obreras hallaba en ellas un terreno propicio para su propaganda pública” (pag. 53).
En el mismo sentido, recopila una carta de un obrero emigrado a Londres, Scherzer, “Los tiempos han cambiado. Ha pasado la época de las asociaciones secretas. Es absurdo hablar de federación secreta o federación separatista, cuando un asunto es abiertamente planteado en una Asociación Obrera” (pag. 235)
Explica, igualmente, cómo el espíritu abierto de la Liga le hizo evolucionar desde posturas idealistas a las posiciones materialistas del socialismo científico: “publicamos una serie de panfletos [Marx y Engels] en los que la mezcolanza de socialismo anglo-francés y de filosofía alemana, era sometida a una crítica despiadada, recomendándose en cambio el estudio científico de la estructura económica de la sociedad burguesa, como único fundamento teórico pertinente, explicándose en un lenguaje netamente popular, que lo que se trataba no era la imposición de un sistema utópico cualquiera, sino la participación activa y consciente en el proceso revolucionario social a que asistíamos. A consecuencia de estas actividades la secretaría central londinense se puso en contacto con nosotros [con la intención], de convocar un congreso de la Liga en Londres, en el que las opiniones críticas que nosotros habíamos dado a conocer habrían de ser expuestas en un manifiesto público y que, si bien frente a los elementos anticuados y opositores nuestra colaboración se hacía indispensable, la misma exigía también nuestra entrada en la Liga. Por consiguiente, resolvimos entrar. El congreso después de algunas semanas de violentos debates quedó aceptado el Manifiesto del Partido Comunista que Engels y yo habíamos redactado” (pag. 54). Frente a la imposición a los obreros de “sistemas” elaborados por “cabezas pensantes”, Marx “desechaba todos los sistemas y también los que aparecen en dicho Manifiesto, suplantándolos con la comprensión crítica de las condiciones, el desarrollo y los resultados generales del legítimo movimiento social” (pag. 63).
En fin, Marx combate y desmonta la amalgama que hace Zabel entre la Liga de los Comunistas y la Banda del Azufre que este último trata de hacer pasar como una especie de organización secreta dentro de la Liga de los Comunistas puesto que la considera “el núcleo más íntimo del partido de Marx”. Realizando esa obra de prestidigitación, Zabel proclama que “La Banda de Azufre sometía a sus adictos a un rigor despiadado. Todo aquel que trataba de buscarse una existencia aburguesada, ya fuera por el simple hecho de anhelar una posición independiente, era considerado en general un traidor de la revolución… Los duelos, las desavenencias y grescas, eran fomentadas entre ésta bien alimentada clase de vagabundos, por medio de la siembra de rumores, correspondencias, etc.” (pág. 211).
Este tipo de amalgama es una grave acusación pues da a entender que dentro de una organización comunista hay un “grupo secreto” que mueve los hilos bajo mano y “dirige de facto” la organización. Esto tiene dos consecuencias:
1º Niega el carácter colectivo, unido y abierto con el que se toman las decisiones y orientaciones en las organizaciones comunistas y deforma la realidad de estas equiparándolas a las organizaciones burguesas donde efectivamente existen elites privilegiadas que las manipulan y las dirigen en la sombra. Más aún, en partidos, sindicatos y demás organizaciones capitalistas, existen bandas rivales que se disputan el poder y libran pugnan sobre cuestiones baladíes, muy difíciles de entender para el gran público, pero que tienen como objetivo alzarse con el control de la organización;
2º Acusan a Marx de una práctica conspirativa. Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo y otros militantes proletarios, jamás se libraron a actividades conspirativas, su acción siempre fue pública y abierta, plantearon claramente sus posiciones y polemizaron con partidarios o adversarios exponiendo sin tapujos su postura y sus críticas.
Respecto al “control secreto” de la Liga de los Comunistas por la Banda del Azufre, Zabel no aporta ninguna prueba, su proceder es dar a entender que en “el partido de Marx” reinaría la dictadura despiadada de este último, calificado de “auténtico Napoleón que agita su férula sobre sus adictos”, igualmente que su cofradía sería un nido de espías, agentes provocadores, policías etc. y, por último, que su verdadera actividad, más allá de la palabrería socialista, sería la extorsión, el tráfico de divisas y el chantaje.
Con esta amalgama Zabel desprestigia la memoria de la Liga de los Comunistas, por lo que Marx refuta uno a uno todos los “argumentos” de Zabel que, en realidad, no son tales, sino únicamente amalgamas, alusiones, referencias indirectas… sin aportar la menor prueba.
Esta política de calumnia se combina con la acción policial de control y seguimiento de la actividad de las organizaciones revolucionarias, así Marx pone de relieve cómo la central de la policía de Frankfurt había organizado una “recopilación de informes” sobre las reuniones de la Liga de los Comunistas: “El contenido —[de mis informes sobre las asambleas de la Liga secreta celebrada por mí]— era rellenado con alguna que otra discusión que solía producirse, la aceptación de nuevos miembros de la federación, el que en algún rincón de Alemania acababa de fundarse una nueva feligresía, el que tuviera lugar alguna nueva organización, el que en Colonia los apresados amigos de Marx tuvieran o no posibilidades de ser liberados, que habían llegado cartas de éste o aquél, etc.”(pag 228)9. Esta acción policial incluía la suplantación de las propias organizaciones revolucionarias editando como si procedieran de ellas panfletos “radicales”. Marx cita a este respecto el testimonio de un colaborador policial (Hirsch): “Greif-Fleury alquilan una prensa litográfica en la imprenta de Stambury, Fetter Lane y, en compañía de Hirsch, se dedican ahora a confeccionar ellos mismos sus “panfletos radicales”. “El primer panfleto que redacté —Hirsch— llevaba, de acuerdo con las indicaciones de Fleury, el título: “Al Proletariado Campesino” y fue posible lograr del mismo algunas copias presentables. El señor Greif remitió estas copias como si provinieran del partido marxista y, a fin de hacer más verosímil su origen, agregó algunas líneas sobre la expedición de esta clase de panfletos, fundándose para ello sobre la así señalada manera de fabricarlos en las llamadas Asambleas Federales” (página 229). Esta suplantación llevaba a fabricar actas de las reuniones de la Liga de los Comunistas falsificando incluso firmas de militantes como Liebchneck o Becker.
C. Mir 17-2-22 (continuará)
1 Especialmente por el grupúsculo para – policial que se hace llamar GIGC (Grupo Internacional de la Izquierda Comunista). Ver a este propósito El aventurero Gaizka tiene los defensores que se merece: los matones del GIGC https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc [36]
2 Las citas están tomadas de la edición en Internet en español del libro de Marx: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860/herr-vogt.pdf [8] Indicamos la página.
3 Recordemos que un libro clásico -El 18 de Brumario de Luís Bonaparte- Marx denuncia las sucias maquinaciones de este personaje para hacerse con el poder. Ver https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm [37]
4 Que sepamos no existe versión digital en español, la versión francesa se puede encontrar en https://www.marxists.org/francais/marx/works/1852/12/index.htm [38]
5 Estructura y funcionamiento de la organización revolucionaria https://es.internationalism.org/revista-internacional/198302/2127/estructura-y-funcionamiento-de-la-organizacion-revolucionaria [39]
6 De este agente provocador ya hemos hablado antes y lo mencionaremos después pues actuó como infiltrado en la Liga de los Comunistas.
7 Para un conocimiento más detallado ver Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas de Engels, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1885-hist.htm [40]
8 Wilhem Liebknecht (1826-1900), padre de Karl Liebknecht, fundador del Partido Socialdemócrata alemán y militante anteriormente de la Liga de los Comunistas.
9 Cabe añadir que los informes eran “enriquecidos”: “muy a menudo fue preciso recurrir a la imaginación y es probable que en esos casos apareciera también algún miembro de la federación, cuyo nombre acaso ni siquiera exista en el mundo entero. Sin embargo, el señor Greif opinaba que nuestros informes eran buenos, ya que a tout prix [a cualquier precio], era preciso forjarlos…” (pag 228).
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En la primera parte de nuestro estudio sobre el libro Herr Vogt de Carlos Marx vimos el método y el propósito militante que aquel tenía. En esta segunda parte, analizamos el contexto histórico donde se libró la batalla contra las calumnias de Vogt y vamos a ver cómo el método empleado sirvió a la defensa de la Primera Internacional contra la conspiración y la campaña de calumnias de Bakunin. Ese combate de Marx, primero contra Vogt y unos años después contra Bakunin, tiene actualmente plena validez frente al olvido del oportunismo que no quiere “entrar en esas nimiedades”.
Vogt era un agente a sueldo de Luis Bonaparte. Engels en un artículo aparecido en 1873 y que se publica como anexo en el libro Herr Vogt recoge una información que la Comuna de París puso al descubierto al lograr acceder a los archivos policiales del Estado francés: “en las listas recién publicadas de los fondos secretos empleados por Luis Bonaparte aparece: VOGT — le fueron remitidos en agosto de 1859… 40.000 francos” (página 248).
El libro Herr Vogt nos da un panorama claro y preciso de la situación histórica en la década de 1850. Es un momento de fuerte expansión del capitalismo en todo el mundo, de lucha por la formación de nuevas naciones como marco propulsor del desarrollo capitalista. Es también un tiempo de exilio para los revolucionarios de numerosos países debido a la derrota de las revoluciones de 1848. En el primer plano del escenario internacional aparece la política de Gran Bretaña, entonces superpotencia mundial, que para reforzar su dominación no duda en favorecer los movimientos más reaccionarios, especialmente al régimen zarista ruso, baluarte de la reacción feudal. Junto aquel vemos la errática política de Luis Bonaparte, el pequeño Napoleón, los intentos de Prusia por formar la “Nueva Alemania” en detrimento del decrépito poder austriaco.
Marx enmarca la acción de Vogt en esas condiciones históricas. El bisturí de Marx disecciona con precisión esos diferentes elementos que dominan la década aportando análisis muy interesantes. Se trataba de comprender qué pretendía Vogt, en que marco histórico desarrollaba su intriga miserable, qué objetivos e intereses servía y qué condiciones de confusión y debilidad del medio del exilio permitían el ascenso de un personaje de su calaña…
Marx analiza la naturaleza del régimen político instaurado por Luis Napoleón en Francia sobre los escombros de la derrota del proletariado en 1848, al que Vogt sirvió como “agente político” para organizar campañas de difamación de aquellos que el “pequeño emperador” consideraba sus enemigos. El sistema político organizado por el sobrino de Napoleón era semi – dictatorial y se apoyaba en el lumpen. Uno de sus puntales era la Banda del 10 de diciembre - un conglomerado de pequeños burgueses, delincuentes, arribistas, aristócratas arruinados etc.- que servía fielmente al “emperador” dando palizas o asesinando a los oponentes y constituyendo la claque que aplaudía los viajes de personajillo. Diferentes pasajes del libro Herr Vogt completan de forma brillante el estudio que Marx hizo del “pequeño Bonaparte”, quien selló el aplastamiento de las grandes luchas del proletariado de París en 1848 y por ello recibió de la burguesía la licencia para instaurar un régimen para su “pequeña gloria”1.
Marx igualmente denuncia la falsificación que hace Vogt del papel de Rusia, quien durante muchos años había sido el bastión de la reacción feudal -animada bajo mano por Gran Bretaña. Para Vogt Rusia y Francia aliadas podrían dar un impulso a la causa liberal y de emancipación de los pueblos pues veía a Rusia “como protectora del liberalismo y de las ambiciones nacionales. Catalina II fue reverenciada por todo un ejército de pensadores franceses y alemanes, como la abanderada del progreso. El “noble” Alejandro I, el griego del bajo Imperio según lo denomina Napoleón de manera por cierto muy innoble— jugó en un tiempo y en toda Europa el papel de héroe del liberalismo” (pag 104) 2.
Marx denuncia la famosa política de “neutralidad” y “democracia plena” de Suiza, un capital nacional quien siempre ha jugado con unos y con otros para hacer valer sus intereses. Las autoridades suizas se pavonean de “defensores de los derechos humanos”, sin embargo, tras esa máscara participan en la represión de los movimientos proletarios. Así, a propósito de un militante detenido y exiliado por las autoridades suizas, Marx relata como “Druey, en su correspondencia con el preso Schily y la que habremos de mencionar más adelante, le echaba todas las culpas al Cantón de Ginebra, mientras que Tourte aseguraba que toda la culpa la tenían las autoridades federales y que de parte del Cantón de Ginebra no existía queja alguna contra Schily. Una confirmación concordante le había sido dada hacía poco por el juez de instrucción ginebrino, el doctor Raissim” (pag. 219). Era un juego de tenis, donde el cantón pasa la pelota a las autoridades federales, éstas al juez, y el juez a la municipalidad y así sucesivamente, con el resultado final que los exiliados son entregados a los gendarmes alemanes o austriacos. Estos servicios son puntualmente cobrados a peso de oro por los “neutrales” y “demócratas” gobernantes suizos.
Otro importante elemento del libro de Marx es el estudio de los movimientos nacionales, sus contradicciones y miserias, en un tiempo donde la formación de nuevas naciones contribuía al desarrollo del capitalismo y, por tanto, podía ser apoyada críticamente por las fuerzas proletarias. Marx denuncia las proclamas de Vogt según las cuales el Pequeño Napoleón “Es “el desinteresado amigo” de Italia, de Suiza, en una palabra, de todas las nacionalidades”. Tanto el príncipe Napoleón, como el Emperador, es un gran economista… No cabe duda de que, si en Francia alguna vez llegaran a triunfar los buenos principios de la economía política, el príncipe Napoleón habrá contribuido muchísimo a ello”. Es y fue siempre partidario de la más amplia libertad de prensa”, contrario a todas las medidas de previsión policiales de censura, portavoz de “las ideas liberales en el más amplio de los sentidos, tanto en su teoría, como en su aplicación” (pag. 137).
El método marxista no se reduce a los hechos económicos. Esto es lo que pretenden los voceros de la burguesía (principalmente los popes del “marxismo académico”) que buscan enclaustrar el marxismo en cotos bien delimitados de tal forma que pierda todo su filo revolucionario. El método marxista abarca igualmente la lucha organizativa y la defensa de la organización comunista y de sus militantes.
En el libro Herr Vogt hay una unidad entre la minuciosa y científica refutación de las calumnias, el análisis de las motivaciones y lazos políticos de los calumniadores y la enmarcación de sus intrigas en un contexto histórico determinado (desarrollo del capitalismo, movimientos nacionales, medio del exilio debido a la derrota de los movimientos de 1848). Esta unidad hace del libro parte integral del método marxista.
Engels decía que la lucha de clase del proletariado tiene tres dimensiones: económica, política e ideológica. Creemos que debe añadírsele una cuarta dimensión: la lucha organizativa y dentro de ésta el combate contra la calumnia y la denigración.
Como hemos dicho al principio, la calumnia es un arma de la burguesía contra las organizaciones comunistas: quienes las ejecutan pueden ser elementos policiales o agentes políticos del capital, como es el caso de Vogt, pueden ser igualmente aventureros, parásitos, colaboradores para- policiales como el ignominioso grupúsculo GIGC3. Sin embargo, esa multiplicidad de motivaciones converge y se inscribe en una política superior y coherente: la lucha de la burguesía contra las organizaciones revolucionarias. Esta política sistemática de la burguesía tiene más de 200 años de antigüedad. Una de las primeras expresiones fue la campaña de calumnias contra un genuino militante obrero-organizada por un provocador policial dentro de la Sociedad de Correspondencia de Londres en 17954. Marx recuerda como otros militantes obreros habrían sufrido el mismo tratamiento “No sólo los Mouchards decembristas aullaron calumnias similares tras Luis Blanc, Blanqui, Raspail, etc; también en todas las épocas y partes del mundo los Sicofantes de la clase reinante calumniaron siempre en forma igualmente infamante a los precursores literarios y políticos pertenecientes a la clase sometida” (página 46).
El libro Herr Vogt desarrolló un método científico de denuncia y refutación de la calumnia, como tal inspiró otro combate de las organizaciones comunistas contra la conspiración y la calumnia: el de la Primera Internacional contra las actuaciones de Bakunin y su banda que se disfrazaba bajo el pomposo nombre de Alianza de la Democracia Socialista. Sus intrigas, maniobras y campañas de calumnia fueron científicamente desmenuzadas y puestas al desnudo por la comisión Utin que presentó un informe ante el Congreso de La Haya (1872). Hay pues un hilo conductor de método entre Herr Vogt y este combate de la AIT. Marx y Engels profundizaron en todas las lecciones de este combate en Las pretendidas escisiones en la Primera Internacional5.
Existe en el medio de la Izquierda Comunista una actitud oportunista consistente en rechazar la defensa de la organización, la lucha contra el parasitismo y el combate contra la calumnia, oponiendo una serie de “argumentos” que vamos a rebatir metódicamente.
Cuando Marx dedicó un año entero a la refutación de la calumnia de Vogt, muchos elementos de Asociaciones Obreras o incluso antiguos militantes de la Liga de los Comunistas decían que esa respuesta “se rebajaba al nivel de Vogt”, que “quien pretende combatir el lodo acaba enlodándose”; que Marx reaccionaba en función de su orgullo herido.
Vogt era un individuo indigno que no merecía sino el desprecio (Marx lo trata en su libro de “naturaleza redondeada”, Engels de “gusano”). Pero había que responderle no tanto por lo que era sino por el daño que causaba. Hay que hacer su vergüenza más vergonzosa haciéndola pública –como decía Marx-. Al sacar a la luz las tropelías de estos personajes, al desvelar de forma implacable sus maquinaciones, al poner en evidencia sus motivaciones inconfesables, estos individuos pierden el terreno en el que se mueven como pez en el agua: el de la sombra, el de la acusación sin respuesta, el de la duda jamás aclarada, el de la insinuación ambigua que propaga la sospecha. Cuando ese terreno sórdido es iluminado por los potentes focos de la denuncia revolucionaria pierde la mayor parte de su capacidad de hacer daño.
La lucha de clases es un terreno dramático y abigarrado, donde los contendientes no emplean las mismas armas. El proletariado, en efecto, actúa con claridad, transparencia, solidaridad, honestidad moral. Sin embargo, la burguesía no tiene el menor escrúpulo en desplegar contra el proletariado y sus organizaciones revolucionarias, las más viles maquinaciones, las intrigas más abyectas, las trampas más siniestras, en el fuego de los antagonismos de clase, el mundo burgués revela el barro pestilente sobre el que se levanta.
Es pues un arma fundamental de la lucha de clases la denuncia de esa ciénaga repugnante que la burguesía remueve sin descanso. Renunciar a ello en nombre de la “altura intelectual” es desarmar al proletariado de ese capítulo esencial de su combate.
Pero denunciar esa telaraña de intrigas, calumnias e indignidades, es igualmente sentar las bases para comprender que el mundo comunista del que el proletariado es portador se levanta sobre otro modo de vida, otra concepción de la humanidad y otros principios morales, pues como recuerda La Ideología Alemana de Marx y Engels “Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya más bien, un determinado modo de actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de estos”6, ese mismo documento recuerda que “la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”7. Así pues, la denuncia implacable de la calumnia, la denigración, las maniobras e insinuaciones, delimita claramente el campo proletario contra el cieno de la sociedad burguesa y sus servidores. Ayuda a comprender de forma concreta los contornos de la futura sociedad comunista, los principios que la inspirarán en todos los campos de la vida.
En el Prefacio de su libro contra Vogt, Marx responde a ese argumento8: «Yo sé, por lo demás, que los mismos sesudos varones que, al aparecer los infundios de Vogt, movían gravemente sus cabezas, concediendo importancia a aquellos, no comprenderán ahora en absoluto cómo puedo yo perder el tiempo en refutar semejantes niñerías; mientras tanto, los escritorzuelos liberales, que con odio maligno deseaban dañarme publicando en la prensa alemana, suiza, francesa y americana las más bajas vulgaridades y las inútiles mentiras de Vogt, encontrarán sacrílegamente escandaloso mi modo de despacharles a ellos mismos y a sus héroes » (pag. 12). Para Marx esa lucha es una tarea “en interés del partido”: «hasta entonces solo me había ocupado literariamente, por rarísima excepción, de las innumerables insolencias vertidas contra mi durante 10 años por la prensa alemana y germano americana cuando se trataba de un interés de partido, como ocurrió con ocasión del proceso de los comunistas de Colonia» (página 241).
La calumnia, la denigración, la difamación preparan la represión, son su trampolín necesario. Así lo evidencia Víctor Serge en su libro Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión: “La provocación es mucho más peligrosa por la desconfianza que siembra entre los revolucionarios. Es terrible, porque la confianza en el partido es la base de toda fuerza revolucionaria. Se murmuran acusaciones, luego se dicen en voz alta, generalmente no se pueden aclarar. De ahí resultan males en cierto sentido peores que los que podría ocasionar la misma provocación. Hay que recordar ciertos casos lamentables: Barbés acuso al heroico Blanqui y Blanqui, a pesar de sus cuarenta años de reclusión, a pesar de toda su vida ejemplar, de su vida indomable, jamás pudo quitarse de encima la infame calumnia”9. Dejar sin respuesta la calumnia es abrir las puertas a la represión. El asesinato de Rosa Luxemburgo fue ejecutado por un maldito teniente, pero su arma asesina había sido cargada con las balas de la campaña de difamación que montó el gobierno provisional del SPD, la cual a su vez recogía las insidias que “inocentemente” habían circulado por más de 20 años en el partido tachando a Rosa de “libertina”, “pervertidora de menores”, “revolucionaria violenta” y otras lindezas.
El piolet que Mercader clavó sobre Trotsky tenía detrás la patológica campaña que Stalin montó contra Trotski acusándolo de agente de la Gestapo y atribuyéndolo todos los desastres que ocurrían en Rusia desde un choque ferroviario hasta la avería de una central eléctrica. Sin embargo, yendo más lejos, esta campaña se levantaba sobre las calumnias contra Trotsky que circularon en 1917-23 en los círculos de partido bolchevique.
El oportunismo separa el vínculo sangriento que existe entre la calumnia y la represión, el lazo que hay entre el parasitismo y la barbarie policial. Con ello subestima a la burguesía y se imagina que esta se desmoronará sin apenas oponer resistencia, ignorando las trágicas lecciones de más de un siglo de decadencia capitalista y soñando con la imagen idílica que denunciaba el propio Víctor Serge “A fines del siglo anterior se podía alimentar el gran sueño de una transformación social idílica. Generosos espíritus se dedicaron a él, desdeñando o deformando la ciencia de Marx. Se imaginaban la revolución social como la expropiación casi indolora de una ínfima minoría de plutócratas. ¿Por qué el proletariado magnánimo, rompiendo las viejas espadas y los fusiles modernos, no habría de perdonar a sus desposeídos explotadores de la víspera? Los últimos ricos se extinguirían pacíficamente, ociosos, rodeados de un burlón menosprecio. La expropiación de los tesoros acumulados por el capitalismo, unida a la reorganización racional de la producción, le proporcionaría a la sociedad entera, en su momento, la seguridad y la comodidad”10.
Es cierto que el paso de los años ha puesto las calumnias en su sitio. Hoy ni el historiador burgués más abyecto se atreve a acusar a Lenin de “agente alemán” o a Trotsky de “esbirro de la Gestapo”, sin embargo, en el marco de la lucha de clases concreta, de su evolución histórica precisa, es un arma temible en manos de la burguesía. Cuando en el furor mismo de los enfrentamientos de clase, los agentes de la burguesía lanzan la calumnia, entonces, la confusión, las dudas, aquello de “no hay río sin agua", pueden provocar estragos terribles, aislar a los revolucionarios de su clase, sembrar la parálisis y la vacilación. Y esas maniobras pueden asestar un golpe terrible a la lucha revolucionaria, recordemos lo que decía Rosa Luxemburgo de esos momentos: “Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución”11.
Por ello, la pretensión intelectualoide de menospreciar la calumnia arguyendo que el “tribunal de la historia pondrá las cosas en su sitio” significa una subestimación de la dureza de la confrontación entre las clases, del grado de barbarie, cinismo y maquiavelismo de la burguesía, es un desprecio al combate proletario, duro y difícil, que debe enfrentar a un enemigo bárbaro que condensa en su seno lo peor y lo más cínico de las sociedades de explotación12.
Marx y Engels defendieron frente al fundamento moral en el que exclusivamente se apoyaba el socialismo utópico la necesidad de asentar la lucha por el comunismo en la visión histórica y científica del materialismo histórico. Pero de ahí no dedujeron que el proletariado debería carecer de toda moral. El proletariado tiene su moral que se opone tanto al amoralismo y la ausencia de escrúpulos que caracteriza un polo de la ideología burguesa -el utilitarismo moral-, como al imperativo moral o el moralismo religioso que expresan el otro polo13.
Dentro de su lucha de clase, el proletariado lleva igualmente un combate moral y este es una dimensión importante de las organizaciones comunistas y de sus militantes. Hay una diferencia fundamental, que es una frontera de clase, entre los hombres políticos de los partidos de la burguesía y los militantes de las organizaciones políticas del proletariado.
En los primeros, sus miembros están siempre desgarrados entre 3 intereses difíciles de conciliar: el interés general de la burguesía, el interés de la fracción que representan y su propio interés particular. Esto marca su comportamiento con el estigma de una duplicidad y una hipocresía congénitas pues ni son leales a la “comunidad de ciudadanos” (solo sirven a la clase dominante), ni son tampoco completamente leales a esta última (los intereses de fracción, camarilla o clique, matizan la lealtad general a su clase), ni finalmente tampoco son verdaderamente leales a la fracción burguesa que representan (pues no pierden de vista sus intereses personales y en muchos casos acaban anteponiéndolos por encima de todo). El Príncipe de Maquiavelo caracterizó magistralmente la “moral” que nace de estas complejas relaciones14.
Esta práctica es radicalmente incompatible con las organizaciones políticas proletarias. En estas, debe imperar como norma vital la limpieza, la transparencia, la entrega totalmente desprendida, la proscripción sistemática de calumnias o maniobras.
El oportunismo no se indigna ante la maniobra, la calumnia, la mentira, el rumor malintencionado. Al contrario, los mira con desdén, colocándose en un pedestal que “solo mira el cielo”, pretende estar por encima del bien y el mal y considera esa barbarie como “minucias". Dedicarle tiempo sería quitárselo a los análisis, la propaganda y la intervención.
No solamente no captan el peligro que significa la calumnia sin respuesta, sino que caen en la indiferencia moral, en un pragmatismo desmovilizador. La calumnia debe suscitar inmediatamente la indignación de los revolucionarios. Su ausencia revela la poca estima que se tiene de la organización, los militantes y la propia militancia. Se echa por la borda la tradición y la continuidad histórica que se hallan condensadas en la organización revolucionaria en nombre de “no caer en moralismos”.
El oportunismo ve demasiado dudoso, excesivamente sombrío, terriblemente sórdido, todo lo que sea defender la organización y sus militantes. Es un terreno demasiado “contaminado” para su etérea sensibilidad. Cree que responder es meterse en la boca del lobo y se niega a comprender que la respuesta es, por una parte, la afirmación positiva de la dignidad y la convicción de los revolucionarios y, de otro lado, constituye el desarrollo de los propios principios de la clase proletaria.
El caso de Freiligrath es un ejemplo palmario de filisteo demócrata preocupado ante todo de su noble conciencia. Cuando Marx recaba su ayuda frente a Vogt, Freiligrath olvida su pasado militante y prefiere la “libertad”: “Mi naturaleza, como la de todo poeta, necesita libertad. También el partido es como una jaula, y se puede cantar mejor, incluso para el partido, desde fuera que desde dentro. He sido un poeta del proletariado (...) Por eso quiero seguir volando con mis propias alas, quiero pertenecer sólo a mí mismo y quiero disponer de mí por completo".15.
La “fina sensibilidad” de Freiligrath no puede soportar «todos los elementos dudosos y abyectos que se habían pegado al partido” y se siente contento de dejar el Partido ¡para sentirse limpio! La «limpieza» del oportunismo consiste en sustraerse completamente de la arena trágica de la lucha de clases, colocarse en un pedestal imaginario –que tan solo existe en su cabeza temerosa- desde el que contempla cómo esas “sucias” y “políticas” clases se baten a muerte. El filisteo se encierra en un mundo inmóvil y conservador donde no existe combate sino el deambular más o menos agitado de cuatro ideas especulativas.
Como hemos señalado en la primera parte de este artículo16, el libro Herr Vogt no era únicamente una defensa de la persona de Marx, era sobre todo una defensa de la organización comunista. Las grandes luchas obreras de las Revoluciones de 1848 significaron la movilización política autónoma del proletariado por primera vez desde los orígenes lejanos del movimiento obrero en la revolución inglesa de 1640. El proletariado aparecía con un programa y una política propios, ya no era la clase subalterna que la burguesía movilizaba para su revolución contra la feudalidad. Como expresión avanzada de ese cambio fundamental el proletariado se dotaba de una organización política -la Liga de los Comunistas- que había significado una transformación radical de las organizaciones políticas proletarias. Hasta entonces, estas tenían un programa utópico que pedía a los burgueses ilustrados “colaborar” en su noble causa, se organizaban según criterios de las sectas y se dividían en diferentes tendencias abocadas al fracaso: bien la conspiración minoritaria al estilo del blanquismo; bien la realización del “paraíso comunista en la tierra” de los grupos utópicos; bien un reformismo sin perspectiva17.
Esta evolución tan importante de la lucha proletaria y de sus organizaciones comunistas preocupó seriamente a las diferentes fracciones burguesas. La clase proletaria podía poner en peligro la dominación capitalista al tener el objetivo propio de una sociedad alternativa. Había que combatir al proletariado y, de forma más concreta, a sus organizaciones comunistas con todos los medios, legales e ilegales, no solamente la represión y la ley sino igualmente la calumnia, la denigración, las campañas de prensa etc.
La conspiración calumniosa de Vogt forma parte de este combate de la burguesía contra la organización comunista. No fue un acto individual ni una maniobra particular de Luis Napoleón, su campaña contra Marx formaba parte de la lucha de la burguesía europea contra los militantes y las organizaciones comunistas. La prueba está que Vogt se vio secundado por Zabel, pero rápidamente encontró un eco ruidoso en toda la prensa liberal europea e incluso norteamericana. Hubo tras ese objetivo común una convergencia de fracciones burguesas muy diferentes: los feudales prusianos, la burguesía progresista alemana, los liberales ingleses y norteamericanos, los decembristas napoleónicos…
Este es el legado crucial del libro de Marx Herr Vogt, la lucha por la defensa de la organización que luego proseguiría con la defensa de la AIT contra conspiración de Bakunin, jaleada por toda la prensa burguesa desde Gran Bretaña a Rusia, desde Alemania a España.
Hay una continuidad entre los textos de denuncia del proceso de los comunistas de Colonia (1852), el libro Herr Vogt y los textos antes citados de defensa de la AIT contra la conspiración de Bakunin. Los tres forman una unidad de aplicación de método del materialismo histórico en la defensa de la organización.
C. Mir 24-10-21
1 Nos referimos a El 18 de Brumario de Luís Bonaparte https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm [37]. Cabe señalar que los editores en español de Herr Vogt en su advertencia insisten sobre este aspecto de análisis histórico de dicho libro y dejan completamente de lado lo esencial que es el combate de Marx contra la calumnia y la denigración
2 En un Anexo, artículo publicado por Engels en 1871 titulado Nuevamente el Señor Vogt mayo 1871, se evidencia cómo Herr Vogt está cambiando de chaqueta, pues “su glorioso emperador”, el pequeño Bonaparte, ha sido derribado y ha estallado la Comuna de París, y ahora denigra a su patrón, pero sigue defendiendo el papel “liberal” de Rusia en el contexto de “que estamos a las puertas de un conflicto entre el mundo eslavo y el mundo germano… y de que por uno de ambos lados será Rusia quien se encargue de dirigirlo” (pag. 247).
3 Ver El aventurero Gaizka tiene los defensores que se merece: los matones de la GIGC https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc [36]
4 Ver el libro de E.P. Thompson La formación de la clase obrera en Inglaterra. En español Editorial Crítica 1989
5https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/lpee72s.htm [44], Ver igualmente Cuestiones de organización, II - La lucha de la Iª internacional contra la « Alianza » de Bakunin https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1774/cuestiones-de-organizacion-ii-la-lucha-de-la-i-internacional-contr [11] y Cuestiones de organización, III - El Congreso de La Haya en 1872 - La lucha contra el parasitismo político https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1767/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l [12]
6 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm [45] Primer Capítulo de Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, sección 2ª Premisas de las que arranca la concepción materialista de la historia.
7 Ídem., Segundo Capítulo de Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, sección 6ª Conclusiones de la concepción materialista de la historia: continuidad del proceso histórico, transformación de la historia en historia universal, necesidad de la revolución comunista
8 Una variante es el argumento según el cual responder a los parásitos es darles publicidad. Evidentemente, no se trata de entrar a todos los trapos que como señuelos pueden lanzar los parásitos y los calumniadores. De lo que se trata es de responder con firmeza y desde una posición ofensiva cada vez que está en juego la reputación de las organizaciones revolucionarias y de sus militantes.
9https://www.marxists.org/espanol/serge/represion/repres-1.htm#1iii [46] Capítulo XIX Conclusión. Por Qué Resulta Invencible la Revolución
10 Ídem., Capítulo XI Conciencia del riesgo y conciencia del fin
11 El orden reina en Berlín, https://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm [47]
12 Víctor Serge, en el último capítulo de su libro antes citado (ver nota 9) recuerda algo que los oportunistas olvidan fácilmente: “el capitalismo, en otra época inicuo y cruel sin duda, pero creador de riquezas, se convirtió, en el apogeo de su historia, que comienza el 2 de agosto de 1914, en el exterminador de su propia civilización, en el exterminador de sus pueblos… Desarrollado prodigiosamente durante un siglo de descubrimientos y de labor encarnizada, con la técnica científica en manos de los grandes burgueses, de los jefes de bancos y trusts, se volvió contra el hombre. Todo lo que servía para producir, para extender el poder humano sobre la naturaleza, para enriquecer la vida, sirvió para destruir y para matar con un poderío repentinamente acrecentado. Basta una tarde de bombardeo para destruir una ciudad, obra de siglos de cultura”.
13 Ver Texto de orientación sobre marxismo y ética https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i [48] y https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1301/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-ii [49] . Igualmente, la cuarta parte de la Serie La Herencia oculta de la izquierda del capital https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4278/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iv-su-moral-y-la-nuestr [50]
14 En Herr Vogt, Marx pone al descubierto las trapacerías, los sobornos recibidos, las tentativas de formarse una camarilla de incondicionales, el republicanismo de fachada etc., de Kossuth –héroe de la liberación nacional de Hungría- que, conforme a la moral burguesa, era al mismo tiempo un héroe y un truhan, un republicano extremista y un monárquico de circunstancias: «Si Kossuth fue una vez el arpa eolia por medio de la cual tañía el ciclón popular, no es ahora más que la oreja de Dionisos, que remurmura los susurros de las misteriosas estancias del Palais Royal y las Tullerías» (página 206).
15 La “libertad” que Freiligrath reivindicaba frente al Partido no le impedía ser prisionero de Fazy, su patrón ginebrino, el cual a su vez era el protector de Vogt. La cita procede de una contribución al Boletín interno internacional de la CCI.
16 apartado Defensa de la memoria de la Liga de los Comunistas
17 Ver el capítulo Literatura socialista y comunista del Manifiesto Comunista, así como igualmente Del socialismo utópico al socialismo científico (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/index.htm [51] ) y Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1885-hist.htm [40] ).
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La capitulación ante el imperialismo del antiguamente proletario Partido Socialdemócrata Alemán, en 1914, es bien conocida entre los revolucionarios. También lo es el declive oportunista del SPD, que pavimentó el camino a esta trascendental traición a la clase obrera.
Lo que no se conoce tan a fondo es la lucha ininterrumpida que libró el ala revolucionaria del Partido, desde su misma concepción, contra las fuerzas del oportunismo reformista, no solo a nivel teórico (mediante trabajos seminales de la talla de la Crítica del Programa de Gotha de Marx, el Anti-Dühring de Engels o el Reforma o Revolución de Luxemburgo) sino también en el plano de la defensa de los principios organizativos de clase.
En este artículo haremos la crónica de esta lucha organizativa en dos partes, basando nuestra investigación en libros y documentación que, en buena parte, solo está disponible en lengua alemana. Esta primera parte cubrirá el periodo de 1872 a 1890, del programa de Gotha al programa de Erfurt. La segunda parte, aún por publicar, lidiará con el periodo consiguiente hasta 1914.
Tras la derrota de la Comuna de París en 1871, la burguesía reaccionó desatando una ola de represión a lo largo y ancho de Europa. Como es evidente, las principales víctimas fueron los comuneros, en Francia, de los cuales más de 20.000 habían sido asesinados, 38.000 habían sido arrestados y más de 7.000 fueron deportados por el gobierno de Versalles. Pero en vista de este primer asalto victorioso al poder en una gran ciudad por parte de la clase obrera, las organizaciones del proletariado en otros países también sufrieron la intensificación de la represión. Al mismo tiempo, la clase dominante propició un ataque dentro de las mismas filas de la Primera Internacional – con Bakunin y su Alianza para la Democracia Socialista a la cabeza. Con la ayuda de una organización secreta, los logros previos de la Primera Internacional a nivel de funcionamiento fueron socavados, y su organización se redujo a la anarquía. En el Congreso de la Haya de 1872, el Consejo General de la Primera Internacional encabezado por Marx y Engels denunció esta estratagema. Esta lucha por la defensa de la organización estuvo llamada a convertirse en uno de los tesoros más valiosos de la experiencia del movimiento revolucionario, cuya trascendencia y consecuencias fueron ampliamente subestimadas entonces, y olvidadas hasta mucho después. En una serie de artículos (Revista Internacional 84-88), la CCI ha descrito esta lucha y sus lecciones en detalle. Recomendamos a nuestros lectores familiarizarse con este material indispensable para entender el desarrollo posterior de la situación1.
Las secciones alemanas de la Primera Internacional participaron activamente en la preparación del Congreso de La Haya – a pesar de la oposición de sus dirigentes. Tras la Comuna de París, la formación de secciones nuevas en Alemania había sido prohibida, y solo se permitía la adhesión individual. De este modo, no existía oficialmente la posibilidad de que ninguna organización alemana como tal fuera miembro de la Primera Internacional, como tampoco podía serlo ninguna sección local. En la mayoría de países europeos, ninguna organización de tamaño significativo podía seguir existiendo como tal si declaraba abiertamente su afiliación a la Internacional tras 1872. Por otro lado, el Gobierno prohibió a los miembros residentes en Alemania viajar a La Haya como delegados, pero consiguieron esquivar estas medidas coercitivas.
Wilhelm Liebknecht y August Bebel, líderes del SDAP (Sozialdemokratische Arbeiterpartei/Eisenacher2, 1869-1875) fueron encarcelados durante 2 años por su posición internacionalista en la Guerra franco-prusiana. Muchos de sus camaradas que escribían para el “Volkstaat” (publicación del SDAP) fueron arrestados, y las autoridades prohibieron cualquier publicación sobre el Congreso de La Haya. No obstante, la delegación alemana al Congreso fue capaz de enviar 15 delegados de un total de 65 (casi una cuarta parte), teniendo un papel activo en el mismo. Marx había recibido el mandato de Leipzig, Engels recibió el de Breslau, y Cuno fue elegido jefe del comité investigador de las actividades de la Alianza Bakuninista.
Tras la conclusión del Congreso de La Haya (2-7 de septiembre de 1872), los delegados se dirigieron inmediatamente al Congreso del SDAP (Eisenach) en Mainz (7-11 de septiembre).
Mientras que, al principio, los eisenachistas habían adoptado una firme posición contra los bakuninistas tras el Congreso de La Haya, el Volkstaat empezó a suavizar sus declaraciones contra los bakuninistas en torno al otoño de 1872. Durante este periodo, Liebknecht se abstuvo de criticar a los anarquistas y empezó a buscar el compromiso con los lassalleanos3. Marx y Engels, por otro lado, amenazaron con poner fin a su cooperación con la organización si el Volkstaat seguía manteniéndose en silencio. Defendían que la unidad real no podía conseguirse mediante el abandono de los principios. Ante las críticas de Marx y Engels, el Volkstaat retomó sus críticas contra los bakuninistas por un tiempo4. Mientras, los lassalleanos siguieron mostrando su apoyo a los bakuninistas. En abril de 1873 rechazaron las resoluciones del Congreso de La Haya y llegaron a mandar delegados a una reunión bakuninista en Suiza.
La tendencia que tenía el Partido de Eisenach de hacer concesiones al Partido Lassalleano (Asociación General de Trabajadores Alemanes – ADAV) buscaba su justificación, en parte, por la previsible unificación de las dos organizaciones. Sin embargo, durante el Congreso de Coburgo de 1874, el SDAP se centró en discutir el apoyo mutuo en la lucha de clase, y la unificación inmediata del SDAP y la ADAV no estaba en el orden del día. Aun así, con el voto de Marx y Engels en contra, los líderes del SDAP se apresuraron a firmar la unificación en Gotha, en marzo de 1875, fundando el Partido Obrero Socialista de Alemania (SAPD) junto a los lassalleanos.
“No debe distraernos este llamado a la ‘unificación’ […] Evidentemente cualquier líder de un partido quiere verlo triunfar, no hay nada de malo en ello. Pero hay circunstancias en las que uno debe tener el coraje de sacrificar el éxito inmediato por cosas más importantes, especialmente cuando hablamos de un partido como el nuestro, cuyo triunfo final es absolutamente inevitable, cuando lo hemos visto desarrollarse tan colosalmente a lo largo de nuestras vidas… el éxito inmediato no es de ninguna manera algo absolutamente necesario […] En cualquier caso, creo que con el tiempo los elementos más capaces de entre los lassalleanos empezarán a gravitar hacia ti por propia iniciativa, y que por tanto no sería sensato arrancar una fruta inmadura, como quieren los partidarios de la unificación. Ciertamente el viejo Hegel decía: ‘el partido que acaba siendo victorioso es el que se escinde, el que es capaz de tolerar escisiones’”.
En la misma carta, Engels advierte que al verse los eisenachistas en competencia directa con la ADAV, como ocurría en realidad, “se acaba acostumbrando uno a tener en cuenta a la ADAV para cualquier cosa […] En nuestra opinión, que la práctica ha confirmado ampliamente, la mejor táctica propagandística no es alienar a los miembros individuales del oponente de forma aislada, sino trabajar hacia las grandes masas que son aún indiferentes. Una sola fuerza singular nueva que se consigue atraer desde ese espacio vale más que cualquier desertor de Lassalle, que siempre llevará consigo la semilla de su mala concepción del partido”5.
Tras la derrota de la Comuna de París y la disolución de facto de la Primera Internacional en 18736, los esfuerzos del movimiento pasan a centrarse en el plano nacional. “El centro del movimiento pasó a ser Alemania”7, donde la tendencia marxista había ganado autoridad política gracias a su internacionalismo durante la Guerra franco-prusiana.
Durante la década de 1870, el SAPD se había convertido en uno de los primeros partidos cuya fundación se debía a la fusión de dos partidos del mismo país. Dado que la disolución de la Primera Internacional descartaba cualquier tipo de cooperación internacional significativa, el movimiento obrero internacional se enfrentaba a la tarea de fundar partidos en los diferentes países, dándoles un carácter programático y organizativo más profundo que en la década de 18608.
En Austria, el Partido Socialdemócrata Unido austriaco fue fundado en abril de 1874 (con un programa basado en el de los eisenachistas)9. En otros países, el proceso de formación de partidos empezó más tarde10.
El Congreso fundacional de Gotha del SAPD expresaba cierto progreso, principalmente por el hecho de que, por primera vez, se logró el establecimiento de un partido con principios organizativos sólidos, y de implantación nacional. La unión de las dos organizaciones hizo posible la superación de la “dictadura de los líderes” que había existido previamente en la ADAV de Lassalle, y puso el liderazgo del partido en manos colectivas y centralizadas. Lassalle, que murió en un duelo en 1867, había cumplido el papel de un presidente con poderes cuasi-dictatoriales entre los lassalleanos, y su forma de hacer las cosas seguía proyectando una larga sombra sobre la ADAV.
Los estatutos de la ADAV en 1872 exigían:
“III. Membresía § 3: todo obrero que así lo declare puede convertirse en miembro de la asociación con pleno e igual derecho a voto, y puede dimitir en cualquier momento. § 6 Los asuntos de la asociación serán administrados por el comité ejecutivo formado por 24 miembros más su presidente”.
En los siguientes puntos se detallaban los poderes del presidente. Por otro lado, los estatutos del SAPD, fundado en 1875, decían:
“§1 Podrá pertenecer al partido cualquiera que se comprometa con los principios de su programa y promueva activamente los intereses de los trabajadores, incluso mediante donaciones. Los que no contribuyan por un periodo de 3 meses no serán considerados camaradas del partido”.
Debido a la instauración de prohibiciones sobre la formación de asociaciones y la participación activa en organizaciones revolucionarias, los estatutos evitaban hacer referencia alguna a la cooperación activa dentro de la organización. Se dejaba claro que “los miembros del partido que actúen contra los intereses del mismo serán expulsados de la organización. Podrán apelar esta decisión en el Congreso del partido” (§2 Estatutos). A este respecto se dio una continuidad con los métodos de la Liga de los Comunistas, que no obstante solo fue posible gracias a los eisenachistas.
De esta forma, el recién nacido partido representaba un paso adelante a nivel organizativo. No se podía decir lo mismo, no obstante, en cuanto a su nivel programático, donde se dejaba entrever una gran inmadurez política, a su vez potenciada por toda una multitud de “defectos de nacimiento”.
Representando a los lassalleanos en el congreso había 73 delegados elegidos por 15.322 miembros, mientras que los eisenachistas contaban con 56 delegados con 9.121 votos11. Debido a que entre los lassalleanos había una mayor confusión política, la dirección del partido se vio inclinada a hacer compromisos en su favor y aceptar una mayor ambigüedad programática, en aras de la unidad. Cuando Karl Marx envió a Wilhelm Bracke su “Crítica del Programa de Gotha” el 5 de mayo de 1875, la dirección del partido la ocultó al congreso y a los militantes; hasta a Bebel, uno de los líderes más famosos, se le ocultó la existencia de la carta:
“Una vez terminado el congreso de coalición, Engels y yo publicaremos una breve declaración expresando nuestro desacuerdo con el mencionado programa y sus principios, y no queremos tener nada que ver con él […] Aclarado eso, es mi deber no reconocer por silencio diplomático lo que creo que es un programa completamente injustificable que desmoralizará al partido. Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas. Si no se podía ir más allá del programa de Eisenach – y las circunstancias no lo permitían – deberíamos habernos limitado a aprobar un acuerdo de acción contra el enemigo común. Si, en cambio, nos proponemos la decisión de principios programáticos (en vez de ir posponiéndolos para el momento en que lo decida una prolongada actividad en común), podremos levantar los hitos que medirán el progreso de la organización del partido a la vista de todo el mundo […] Se quiere evitar toda posible crítica e impedir toda reflexión en el partido. Todo el mundo reconoce la satisfacción que sienten los trabajadores ante el hecho de la unificación, pero se cae en un error si se piensa que este éxito inmediato no se ha comprado a un alto precio. Por cierto que el programa es inútil. No es más que una canonización de Lassalle y sus artículos de fe”12 13.
Engels decía en una carta a Wilhelm Bracke en octubre de 1875:
“Estamos completamente de acuerdo contigo en que Liebknecht y su fe en los compromisos a toda costa han dado como resultado una chapuza […] Una vez que el proceso de unificación se ha puesto en marcha, sobre bases podridas y con las proclamas más altisonantes, no se permitía ni siquiera concebir el fracaso”14.
La vehemente crítica de Marx y Engels a esta falta de claridad, por no decir actitud oportunista, dejó claro su énfasis en la claridad programática y en la creencia de que la unidad no se puede comprar al precio del abandono del programa, haciendo alianzas poco fiables, basadas en la confusión. Es mejor ser pocos al principio mientras se trabaje sobre bases firmes, que ser muchos sobre bases poco claras. Marx y Engels asumían así el punto de vista de que la unidad solo puede darse sobre bases firmes y que la claridad no debe ceder ante la unidad. La adhesión marxista a la intransigencia programática y a la lealtad a los principios caracterizó su relación con las tendencias oportunistas que emergieron más adelante. A este respecto, la actitud de Marx y Engels de oponerse a la unidad a cualquier precio y luchar por la clarificación, sin miedo a las demarcaciones y las posibles divisiones, contrastó en gran medida con la política que acabaría adoptando el SPD.
Al mismo tiempo, la forma en la que se asumieron las críticas de Marx y Engels a estas debilidades reveló una tendencia que se había repetido insistentemente en el movimiento revolucionario: la evasión, incluso la ocultación de la crítica, sobre el pretexto de que la unidad era más importante que la claridad. Como mostraremos más adelante, no fue hasta 1891 (8 años tras la muerte de Marx) que Friedrich Engels pudo forzar la publicación de sus críticas en el Neue Zeit, contra la firme resistencia de los oportunistas de la dirección del partido. El Programa de Gotha hizo posible el surgimiento del oportunismo, dejando por escrito ciertos puntos de vista oportunistas. Solo la insistencia de Engels hizo posible la publicación de un punto en el programa que proclamaba la solidaridad del proletariado alemán con los obreros de todos los países, y su voluntad de cumplir con su deber internacionalista15. Por añadidura, al énfasis insuficiente en el internacionalismo del Congreso Fundacional de Gotha, se le suma la casi completa falta de referencias a las consecuencias de la experiencia de la Comuna de París. Se había formado ya un cierto “bache” en la continuidad histórica, y en la transmisión de la experiencia de la lucha por la organización contra los bakuninistas.
Otro aspecto importante de la dilución o distorsión de críticas políticas importantes era su tergiversación, como si fueran algo inspirado por motivaciones personales. Hasta Franz Mehring, que escribió la perspicaz biografía de Marx y la historia de la socialdemocracia alemana, cayó en esta trampa:
“Marx no se dio cuenta de que el proyecto de programa reflejaba fielmente las posiciones teóricas de ambas facciones; creía que los eisenachistas habían asumido todas las ramificaciones del comunismo científico mientras que los lassalleanos eran una secta retardada.
Acostumbrado por lo general a juzgar al movimiento obrero por la importancia clave de su avance, en esta ocasión se centró demasiado en poner las cosas bajo el microscopio, y hurgaba en las pequeñas torpezas, irregularidades e inexactitudes de expresión buscando malas intenciones que nunca estuvieron ahí. Ni tampoco se puede negar su antipatía por Lassalle en aquella carta, lo cual influía en su criterio…”16.
Así se frivolizaba la discusión de principios básicos y se presentaba como una cuestión de antipatía personal entre Marx y Lassalle. En vez de señalar que la superación del lassalleanismo supuso una liberación, Mehring escribió:
“El lassalleanismo se extinguió para siempre en los días de Gotha, y aun así fueron los días del triunfo de Lassalle. Por más en lo cierto que pudiera haber estado Marx con sus objeciones al programa de Gotha, el destino de su carta demostró a las claras que Lassalle había reconocido correctamente los medios mediante los cuales podía desarrollarse en Alemania un partido obrero poderoso e invencible, portador de la revolución social”17.
Al mismo tiempo, Mehring caía en la ambigüedad en la forma de “contrastar” el desarrollo del partido en diferentes países con su desarrollo a nivel internacional.
“La idea de la solidaridad internacional arraigó tan profundamente en el proletariado moderno que ya no necesitaba ningún apoyo externo, y los partidos obreros nacionales experimentaron un desarrollo tan peculiar y vigoroso durante las agitaciones en las fábricas, en la década de 1870, que superaron la relevancia de lo internacional…”18.
Tras el aplastamiento de la Comuna de París y la imposibilidad de continuar con el trabajo de la Primera Internacional, la actividad de los revolucionarios debía reconducirse a cada país concreto, creando las condiciones de la fundación de los diversos partidos. Sin embargo, este nuevo enfoque sobre cada país individual no significaba que la orientación y cooperación internacional se hubiese vuelto obsoleta o que la solidaridad internacional, o la necesidad de una Internacional, se hubieran vuelto superfluas. El rápido crecimiento de los partidos a nivel nacional no podía ser argumento de que el marco nacional había ido “más allá” que el internacional. Este punto de vista, quizás, reflejaba esa falta de espíritu internacionalista de Mehring que Engels ya había hecho notar en sus críticas al programa de Gotha. La orientación internacionalista solo puede triunfar mediante la lucha continua y consciente contra las prioridades nacionales e incluso locales. Aunque se dedicaba la mayor parte de la actividad al desarrollo del SAPD, también había esfuerzos dedicados a establecer contactos a nivel internacional para preparar la fundación de la Segunda Internacional, en 1889.
Por razones de brevedad no podemos desarrollar aquí la contribución del SAPD a la fundación de la Segunda Internacional.
Por otra parte, la tendencia a ‘olvidar’ las adquisiciones seguía viva. En Gotha, en 1875, había caído en el olvido la determinación que había mostrado buena parte de los delegados alemanes al Congreso de La Haya en 1872, junto a la consiguiente defensa de las decisiones del Consejo General contra los bakuninistas, encabezada por el SDAP. No se habían asumido las lecciones de aquella defensa tan vehemente de los principios revolucionarios del Congreso de La Haya, que había tenido lugar tan solo tres años antes. No se veía por ninguna parte la continuidad y la transmisión de esa experiencia. En cambio, Mehring también intentó presentar aquella lucha como un conflicto entre la autoridad personal de Marx y la de Bakunin, de la misma forma que lo hizo con respecto a Lassalle.
En el Congreso de Unificación de Gotha de 1875 se escogió la ciudad de Hamburgo como residencia de la ejecutiva del partido, y Leipzig para la Comisión de Control. A la clase dominante le preocupaba el alarmante crecimiento del movimiento obrero, y el SAPD fue proscrito por la Ley Prusiana de Asociación a partir de marzo de 1876. Poco tiempo después también fue ilegalizado en Baviera y Sajonia. La burguesía alemana empezaba a dar forma a su plan de proscripción completa del SAPD, y usó dos intentos de asesinato aislados como pretexto para aprobar las Leyes Antisocialistas del 21 de octubre de 1878.
Todas las organizaciones de tinte socialdemócrata, socialista o comunista debían disolverse, todas las publicaciones de prensa y reuniones que difundieran sus objetivos serían ilegalizadas, así como todas sus asociaciones educativas, clubs de baile y teatros (los miembros del SAPD, hasta entonces, solían quedar registrados oficialmente como miembros de una asociación de este tipo).
“A raíz de esto fueron ilegalizadas 1.299 publicaciones de prensa, así como 95 sindicatos, 23 asociaciones de apoyo, 106 asociaciones políticas y 108 de las así llamadas asociaciones de ocio. Se dieron sentencias de prisión a 1.500 personas aproximadamente, y unas 900 fueron expulsadas de varias regiones del Reich. Los deportados que no fueron al exilio fueron obligados a reasentarse en zonas remotas, desde donde intentaron retomar su trabajo político. La fracción del SAP en el Reichstag fue la única que salió indemne, por respeto al derecho de voto de las circunscripciones electorales, por lo que el trabajo parlamentario no fue interrumpido”19.
En otras palabras, al mismo tiempo que se ponían trabas a la actividad de base de las filas del partido y se desafiaba la consolidación de su tejido organizativo, se orientaba la concentración de sus esfuerzos a la actividad parlamentaria, cosa que desde el punto de vista de los gobernantes era lo más prometedor. Aunque Bismarck quería en un principio ilegalizar también la actividad parlamentaria, las demás facciones de la burguesía en el Reichstag no se plegaron a su insistencia. El objetivo final de los partidos burgueses era integrar completamente al SAPD en la maquinaria parlamentaria. La movilización electoral se convirtió así en el punto focal de su actividad. Si las comparamos con las medidas represivas zaristas en Rusia, las Leyes Antisocialistas alemanas fueron menos brutales, pero mucho más insidiosas.
Ya incluso antes de que se aprobaran las Leyes Antisocialistas en el Reichstag, el Comité Electoral Central, asentado en Hamburgo y actuando como ejecutiva del partido, había anunciado a las autoridades policiales que la organización del partido estaba por disolverse, contrariamente a la posición de Bebel y Liebknecht sobre la cuestión. Incluso había llegado a pedir a las secciones locales… que se auto-disolvieran. La dirección del partido proponía el legalismo más absoluto:
“Adheríos firmemente a esa consigna que solemos dirigiros: ‘nuestra legalidad hará caer al enemigo’. ‘Tened paciencia, no os dejéis provocar’”20.
Marx y Engels ya habían tomado nota de esta “obediencia anticipatoria” del órgano ejecutivo del partido, que no era ninguna anomalía, en una circular que escribieron en 1879:
“El partido, bajo la presión de las Leyes Antisocialistas, deja claro que no está dispuesto a seguir el camino de una revolución sangrienta y violenta, sino que está decidido a… seguir el camino de la legalidad. Es decir, la reforma”21.
Marx y Engels se oponían a todo esto con ironía:
“En aras de conjurar hasta el último rastro de recelo por parte de la burguesía, se le debe demostrar concienzudamente que el espectro es solo eso, un espectro, que no existe. Pero, ¿qué representa este espectro rojo, sino el miedo de la burguesía a la lucha a muerte inevitable que tiene pendiente con el proletariado? […] Son los representantes de la pequeñaburguesía dándose cuenta del pavor que les inspira el proletariado, de que su situación revolucionaria le empuje a ‘ir demasiado lejos’ […] Todos los conflictos inspirados por la necesidad histórica son objeto de reinterpretación y tergiversaciones, y todas las discusiones acaban con la misma frase: estamos todos de acuerdo en lo esencial.
El Partido Socialdemócrata NUNCA deberá ser un partido obrero, nunca deberá hacerse digno del odio de la burguesía ni de nadie más; tiene el deber, por encima de todo, de dirigir su más enérgica propaganda a las filas de la burguesía; en vez de poner énfasis en objetivos a largo plazo, que después de todo, no serán nunca alcanzables en nuestra generación, deberá dedicar todas sus fuerzas y energías a poner esos mismos parches reformistas de la pequeñaburguesía, que no hacen otra cosa que apuntalar los pilares del viejo orden social, transformando como mucho su inevitable catástrofe final en un proceso de disolución gradual, paulatino, y por encima de todo, lo más pacífico posible”22.
Por aquel entonces empezaron a alzarse ya algunas voces en el SAPD, llamando a la necesidad de una reacción violenta a lo que estaba pasando. Johannes Most defendió una posición de acciones terroristas individuales que fue rechazada en el primer congreso del SAPD en Wyden, Suiza, 1880.
El partido seguía manteniendo la tradición de combatir las difamaciones, ya iniciada por la Liga de los Comunistas, debido a su efecto destructor de la confianza en el seno del partido. Así, en 1882, la organización ilegalizada de los Socialdemócratas Berlineses decidió en sus estatutos:
Punto 13: “todo militante – incluso si es un camarada muy conocido – tiene el deber de mantener la confidencialidad sobre los asuntos discutidos en la organización – no importa cuáles sean. Si un camarada tiene noticia de una acusación en su contra, tiene el deber de mantener la confidencialidad en un primer momento y de exigir lo mismo al camarada que le haya informado al respecto; debe indagar en los motivos de dicha acusación y averiguar quién la está difundiendo. Tiene que informar a la secretaría de su sección local, que deberá tomas las medidas adecuadas y deberá clarificar el asunto en una reunión, en la que deberán estar presentes acusador y acusado. Si el acusado resulta ser el mismo secretario, deberá informar al respecto a su delegado representante. Cualquier otra medida, particularmente la de sembrar la sospecha sin prueba alguna y sin testimonio ante la secretaría, será enormemente dañina. Dado el hecho de que la policía tiene un interés especial en promover la desunión en nuestras filas mediante la propagación de calumnias, cualquier camarada que no se ciña al proceso descrito corre el riesgo de ser considerado un colaborador de la policía”23.
Durante el congreso del partido en Wyden se aprobó una resolución de expulsión del partido de Wilhelm Hasselmann:
“Tras haber sido informado de las intrigas y falta de escrúpulos de Hasselmann, los delegados al congreso aprobaron su expulsión de forma unánime, y advirtieron a todos los camaradas en el extranjero que este elemento había sido declarado un experto calumniador”.
Johannes Most también fue expulsado durante el mismo congreso mediante una resolución que rezaba:
“Teniendo en cuenta que Johann Most lleva ya un largo tiempo actuando en contra de los principios del partido, que lo ha seguido haciendo durante el periodo de las Leyes Antisocialistas y que desde entonces solo sigue las normas que le dicta su cambiante temperamento:
Considerando que Most sigue propagando todas y cada una de las calumnias que se lanzan contra la socialdemocracia alemana, sin importar de donde vengan, y que ha colaborado con notorios agentes de la policía a pesar de que le advertimos de su procedencia, solo porque simpatizaba con sus insultos a los supuestos “líderes” del partido;
Por ello en conclusión, considerando la actuación de Most en contra de todos los principios de honestidad;
El Congreso declara su rechazo a cualquier acto de solidaridad con Johann Most y le considera ajeno al Partido Obrero Socialista de Alemania”24.
Gracias al tejido consolidado por los miembros del partido, la organización fue capaz de ir extendiendo su influencia sobre el terreno durante más de una década, aprendiendo a organizar la solidaridad con los perseguidos, material y políticamente. En resumen, las condiciones de ilegalidad no habían desanimado a los militantes, más bien al contrario: había reforzado sus lazos mutuos de solidaridad.
Todos los órganos del partido que quedaron en pie se pronunciaron en contra de la formar una organización nacional secreta, ya que podría ser fácilmente desmantelada por la policía y dejar al partido sin ninguna capacidad de acción. La orientación que se dio finalmente fue una combinación de trabajo legal e ilegal (el primero sobre todo era de carácter parlamentario). En Alemania se organizaría “la publicación de un órgano ilegal, el Der Sozialdemokrat, que se imprimía en el extranjero y se distribuía en el Reich mediante redes clandestinas (incluyendo la Rote Feldpost [Correo Rojo de Campo]). La actividad tanto legal como ilegal estaba dirigida por un órgano oficial secreto llamado ‘Corpora’ (círculo interno de la organización), que se separó formalmente del aparato de distribución del Sozialdemokrat por razones de seguridad. Con la ayuda de esta organización ilegal, en la que J. Motteler jugó un papel prominente, se hizo posible una mayor cohesión del partido a nivel de base. El Sozialdemokrat fue capaz de desenmascarar a varios informantes de la policía. Bajo el seudónimo de ‘Máscara de Hierro’, el órgano de seguridad del partido ponía en guardia a los militantes frente a los informantes y provocadores” (cf. Fricke, p. 182).
Por un lado, todo esto fue capaz de impedir que el partido se convirtiera en una sociedad de conspiradores, y por otro permitió establecer un buen aparato de funcionamiento en la clandestinidad. Las reuniones del partido tenían lugar bajo la tapadera de reuniones de clubs de canto o de fumadores25.
En el primer congreso en la clandestinidad celebrado en Wyden, Suiza, en 1880, la expresión que el partido había asumido con anterioridad de que quería alcanzar sus objetivos por todos los “medios legales” posibles fue eliminada del texto, ya que el partido no quería que la legalidad le atase las manos.
El congreso también discutió la necesidad de que cada miembro de sección tuviera la necesaria libertad de acción para llevar a cabo sus propias iniciativas, mediante el establecimiento de una red de hombres de confianza.
“No podemos actuar siguiendo un molde, no siempre es posible consultar a los llamados ‘líderes’ para cada situación concreta, aunque ningún militante deba actuar por su cuenta. Son necesarias las consultas de conjunto, sin importar lo que cueste, y las acciones conjuntas con el todo en cuanto a asuntos de gravedad. Esto debe convertirse en nuestra línea directriz para la acción.
Organizaos, de la mejor manera posible. Los enclaves más grandes, mejores y más fuertes en espíritu deben apoyar a los más pequeños a su alrededor, y dado que los camaradas no pueden actuar de esta forma en gran número, los representantes de cada sección deben entablar conversaciones entre sí a menudo”26.
Dado que al partido todavía se le permitía elegir candidatos para las elecciones al Reichstag, se fundaron “asociaciones electorales” en cada distrito, que tenían la tarea de “formar a los camaradas en la teoría y convertirlos en socialistas bien formados. La administración de los asuntos del partido y la ejecución de su agitación pública, no obstante, seguían en manos del ‘movimiento interno’”27. Es decir, que, a pesar de las reuniones legales para organización de la propaganda en los clubs electorales, el partido seguía conservando una “organización interna” clandestina, un tejido organizativo secreto crucial para su supervivencia.
Sin embargo, esta interacción complementaria entre centralización e iniciativa local acabaría siendo elevada al plano teórico, como argumento de base contra la centralización.
En el Congreso de Wyder, la “dirección oficial del partido fue transferida a los diputados del Reichstag”28. No obstante, otorgar el liderazgo del partido a los parlamentarios debido a su inmunidad legal acabaría siendo una trampa: un partido revolucionario no puede ver en su fracción parlamentaria a sus “líderes naturales”. Lenin, más tarde, pondría de relieve que las fracciones parlamentarias “conservan ciertas trazas de la influencia de las condiciones electorales burguesas generales”29. Así, la medida de poner la dirección en manos de los parlamentarios contribuyó aún más a quitarle la iniciativa a las filas de la base del partido, poniendo el énfasis en la actividad parlamentaria.
La dirección de facto del partido estaba entonces en manos de un subcomité de cinco personas, encargadas de centralizar el trabajo clandestino. Sin embargo, debido a la gran dispersión geográfica, los militantes lo tenían muy difícil para reunirse en persona y siempre había problemas graves de comunicación. De hecho, Bebel (el líder más prominente) tuvo un papel primordial en la dirección del partido.
Tras el Congreso de Copenhague de 1883, el órgano central oficial del SAPD seguía declarando: “somos un partido revolucionario, nuestro objetivo es revolucionario y no nos hacemos ilusiones sobre su implementación por vía parlamentaria”30. Pero los impulsos oportunistas hicieron acto de presencia en el Congreso de Copenhague. El Sozialdemokrat puso de relieve las incontables diferencias surgidas en el Congreso:
“No tenemos razones para ocultar el hecho de que, en ciertos aspectos, las opiniones de nuestros camaradas divergen, lo cual es una prueba de la fuerza de nuestro partido, que por otro lado se muestra completamente unido de cara al exterior. A pesar de lo acalorado de los choques y de lo abiertamente y sin reservas que se expresen las opiniones, por otro lado se halló una aspiración general común: no buscar la mayoría, sino confrontar y comprender. No hacerlo mediante la formación de camarillas enfrentadas entre sí, sino mediante la aclaración de los puntos de acuerdo y de desacuerdo, sin dejar nada a la influencia de las relaciones personales. Este intercambio vivo de ideas en cuestiones varias, tácticas, etc., ha mostrado que nuestro partido no está ni mucho menos en peligro de anquilosamiento, que no lo preside ningún Papa ni hay ninguna ortodoxia en él, sino que dentro del marco de sus principios programáticos hay espacio para la lucha honesta por convencer” (Ibíd.).
No obstante, la voluntad de discutir y aclarar las divergencias conforme a los principios del programa fue puesta en cuestión rápidamente.
Mientras que, por un lado, el partido no se dejaba obsesionar por la represión de las Leyes Antisocialistas, por otro empezó a hacerse notar cada vez más el miedo a una clandestinidad indefinida, sobre todo de parte de los miembros de la fracción parlamentaria que tenían actividad legal en el Reichstag. Esta fracción tenía tendencia a autonomizarse y a desarrollar derivas oportunistas. Cada vez se hacía más grande el abismo entre los parlamentarios y la “base” y ya en 1883, pocos años después de las Leyes Antisocialistas, Bebel escribía a Engels: “no hay duda de que entre nuestros parlamentarios hay gente que se siente naturalmente inclinada a ese tipo de trabajo, porque no tienen confianza alguna en el nivel de desarrollo revolucionario, y son reacios a toda acción audaz”31. Poco después Bebel le decía a Liebknecht en una carta: “ahora más que nunca se me viene a la mente la idea de abandonar el parlamentarismo, que se ha convertido en una escuela de cómo hundirse en una ciénaga política. Tenemos buenas pruebas de ello entre nuestros propios amigos”32. Bebel era el miembro más antiguo y resuelto del SAPD en el Reichstag, y acabó por advertir lo siguiente:
“El mandato en el Reichstag satisface sus ambiciones y vanidades, se ven a ellos mismos, con gran satisfacción, entre los elegidos de la ‘nación’. Desarrollan el gusto por la comedia parlamentaria y se sienten muy autosatisfechos. Lo que es más, la mayoría de ellos ya no llevan a cabo estudio teórico alguno, o han abandonado los que estaban haciendo, y están alienados por una vida práctica que ya no sabrían ni reconocer…”33. Engels llegó a hablar de un intento por parte de estos oportunistas de “constituir el elemento pequeñoburgués como el dirigente y oficial del partido, desplazando el elemento proletario a algo que apenas sí se tolera en su seno”34.
El 20 de marzo de 1885, el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag publica una declaración contra las críticas a los parlamentarios por parte del Sozialdemokrat, periódico del SAPD:
“Recientemente este año, sobre todo durante el mes de junio, pudimos tomar nota de varios ataques (abiertos y encubiertos) contra el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag alemán, escritos en el Sozialdemokrat. Llamaban la atención especialmente hacia el comportamiento de los miembros socialdemócratas del Reichstag con respecto a los subsidios para barcos de vapor […] No es el periódico el que está llamado a determinar la posición del grupo parlamentario, sino el grupo parlamentario el que controla la postura del periódico”35 36.
Bebel protestó en los siguientes términos: “Con estas declaraciones, el grupo parlamentario se atribuye la autoridad absoluta por encima del órgano del partido. Der Sozialdemokrat dejaría por tanto de considerarse como tal, pasando a ser un órgano parlamentario, y se les prohibiría a los camaradas del partido expresar ninguna opinión que a la fracción parlamentaria le parezca incómoda o desagradable. La libertad de prensa para todos que exige nuestro programa sería una frase vacía para sus propios compañeros de partido”37.
Se escribieron muchas más cartas de protesta desde varias ciudades alemanas. Por ejemplo, la de los socialdemócratas del Frankfurt del Meno, de abril de 1885:
“… las Leyes Antisocialistas están empezando a tener un efecto educativo: están domesticando a nuestros diputados […] Nosotros, los camaradas de Frankfurt del Meno, vemos en esta declaración del grupo parlamentario un intento de reprimenda dictatorial por parte de la mayoría del grupo parlamentario, con la intención de imponer una especie de ley de excepción en la vida interna del partido […] Podemos ver en el tono de esta ‘ukase’38 la forma en la que la noble autoestima de la mayoría del grupo parlamentario se ha convertido en una lamentable arrogancia, expresándose como una especie de ‘tormenta de indignación’ […] No necesitamos ni explicar que nosotros no otorgamos ningún derecho especial aristocrático a los miembros del grupo parlamentario… declaramos que seguiremos sometiendo el comportamiento de nuestros diputados al escrutinio y la crítica públicos en los congresos del partido, que seguiremos luchando en base a nuestras diferencias de opinión en la arena pública y que no permitiremos que se nos reduzca a una mera infantería ideológica39. Los socialdemócratas de Wuppertal-Barmen emitieron una protesta similar, el 18 de mayo de 1885: “Nadie de entre nosotros esperaba ningún milagro del parlamentarismo, incluso después de haber conseguido el mayor número de asientos socialdemócratas hasta la fecha. Sabemos muy bien que no se puede luchar por la emancipación de los trabajadores desde el parlamento”40.
El diputado del SAPD Wilhelm Blos rechazó la actitud revolucionaria del Sozialdemokrat. Como resultado, los electores de Wuppertal-Barmen declararon lo siguiente:
“1. Si Mr. Blos dice que sus electores le han enviado a Berlín para participar en la legislación e influenciarla en el sentido que marca el programa socialdemócrata, nosotros nos pronunciamos en contra de eso. Creemos que contradice la posición del partido eso de ver al parlamento como la principal, o acaso única fuente de actividad electoral. Por nuestra parte, lo que motivó nuestros votos es lo siguiente:
a) razones de agitación y propaganda,
b) protestar enérgicamente contra la dominación de clase actual con nuestro voto;
c) permitir a nuestros representantes, si es necesario, expresar esta protesta de la forma más resuelta posible en sus discursos parlamentarios”41.
La confrontación que presentamos aquí evidencia la forma en la que, durante esos años, dos alas del partido entablaron combate, llevando a Engels a la observación de que esto crearía una brecha entre sus filas. En mayo de 1882 le escribía a Bebel:
“Hace ya mucho que no albergo ilusión alguna sobre el posible conflicto con los elementos burgueses del partido y el divorcio entre el ala derecha y la izquierda, y en mi redacción sobre el anuario expresé lo mucho que necesitamos algo así […] No mencioné explícitamente el asunto en mi última carta porque me parece que una escisión no es algo que se deba apresurar […] Por otro lado, ellos saben que bajo las Leyes Antisocialistas también tenemos nuestras razones para evitar las divisiones internas, y que no podemos debatirlas públicamente”42.
Pero incluso con las Leyes Antisocialistas, Engels no descartaba la necesidad de una escisión. Tan solo unos meses después retomó la cuestión: “El tema de controversia es puramente una cuestión de principios: ¿debemos orientarnos a la lucha de clase del proletariado contra la burguesía, o debemos dejar de lado el carácter de clase del movimiento y de nuestro programa… si eso nos garantiza más votos y más ‘seguidores’? […] La unidad es algo bueno, mientras sea posible, pero hay cosas que están por encima de la unidad”43.
“Una escisión en las condiciones de las Leyes Antisocialistas sería algo desafortunado, ya que se cortarían todos los lazos de comunicación con las masas. Pero es algo que se nos puede imponer de forma inevitable, y hay que afrontarlo”44.
Engels puso el mismo énfasis en la agravación del conflicto y en la necesidad de no rehuir la división cuando la situación lo exige: “la división entre el campo proletario y el burgués se está acentuando cada vez más, y una vez que los burgueses se pongan manos a la obra para superar a los proletarios en las votaciones, se provocará la ruptura. Esta posibilidad debe tenerse en mente, tal y como yo lo veo. Si provocan una escisión – algo para lo que hace falta cierto coraje – no sería el fin del mundo. Siempre he pensado que deberíamos evitar esa situación mientras sigan existiendo las Leyes Antisocialistas; pero si ocurre, tendríamos que aceptarlo sin reservas, y llegado el momento me pondré de tu parte”45.
A pesar de las difíciles condiciones de la clandestinidad, la socialdemocracia no quería aislarse del plano internacional. Gracias a la reorganización de los grupos y partidos políticos europeos durante la década de 1880, la socialdemocracia alemana pudo convertirse en pionera de los contactos internacionales y la preparación de una nueva Internacional.
“Con el objetivo de establecer un contacto regular entre los socialistas y sus asociaciones en el extranjero, entre ellos mismos y con el partido alemán, y de mantener la comunicación entre este último y sus partidos hermanos de otros países, se creará un centro de comunicación fuera de Alemania, que organizará los intercambios entre asociaciones, recibirá las quejas pertinentes, solicitudes, etc., administrándolas de la forma más adecuada”46.
A pesar de las Leyes Antisocialistas, la burguesía no logró aplastar al partido o eliminar su influencia. Más bien al contrario: en 1878, el mismo año de entrada en vigor de las Leyes, el SAPD consiguió 437.000 votos (7’6%), 2 diputados en las elecciones generales y 9 en las de segunda vuelta; en 1890 alcanzó los 1.427.000 votos, el 19’7% del escrutinio, 20 diputados en las elecciones generales y 35 en las de segunda vuelta47. El gran éxito electoral reflejaba un gran apoyo hacia el SAPD. Pero, al mismo tiempo, esto no solo aumentó la influencia de los diputados al Reichstag en el partido, sino que favoreció una orientación al parlamentarismo en general, junto con la ideología democrática que la acompañaba.
En septiembre de 1890 se suprimen las Leyes Antisocialistas. El SAPD cambia su nombre poco después a SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) en la conferencia del partido de Halle.
Debido a las condiciones impuestas por las Leyes Antisocialistas, los debates sobre el programa del partido tenían lugar de forma extremadamente limitada. No obstante, con la supresión de las Leyes, la cuestión del programa acabó siendo el punto principal de la conferencia del partido de Halle, en 1890, y sobre todo en el congreso de Erfurt, en 1891. Tras largas discusiones con más de 400 reuniones y una multitud de artículos y contribuciones a la discusión en la prensa del SPD, se planearon hacer importantes correcciones al programa de Gotha. En nuestra serie de artículos de la Revista Internacional (nºs 84-88)48 hemos tratado ampliamente la cuestión, dando cuenta de los debates y críticas de las posiciones del programa de Erfurt, por lo que aquí nos limitaremos a seguir tratando la cuestión organizativa de conjunto.
En 1891 logra publicarse al fin, por primera vez, la crítica al programa de Gotha de Marx y Engels, siendo objeto de amplias discusiones. La dirección del partido durante el periodo de Gotha, que por entonces logró ocultar las críticas de Marx y Engels al resto del partido, se mostró de acuerdo con sus críticas en el Congreso de Erfurt de 1891. Así fueron superadas las posiciones socialistas vulgares y específicamente lassalleanas de Gotha.
En los Congresos de Halle y Erfurt también se discutieron (y rechazaron) las posiciones del grupo de oposición de tinte anarquista “Die Jungen” (Los Jóvenes).
Los estatutos definían la militancia de la siguiente forma: “punto 1; puede considerarse miembro del partido todo aquel que se muestre de acuerdo con los principios de su programa, y que apoye al partido como mejor pueda”49. Así, a los miembros solamente se les requería su adhesión a los principios del programa del partido, ignorando los detalles del mismo. Para algunos, como Ignaz Auer50, esta era la ocasión perfecta para expresarse en contra de la “estrechez de miras” a nivel programático, ya que “puede que algunos tengan sus reservas con respecto a algún punto particular del programa, y una ligera desviación circunstancial del mismo no tiene por qué ser algo malo”. Según Auer, la intención de este punto de vista era darles a los miembros un cierto margen de interpretación del programa del partido.
“Debido a la situación legal de las asociaciones en todos los estados alemanes más grandes, la conferencia del partido de Halle tuvo que abstenerse de crear una organización centralizada. Cualquier intento de crear una sola organización para toda Alemania, con secciones locales, representantes, tasas regulares, carnets de militante, etc., habría resultado, de forma abrupta y fulminante, en la disolución del partido por la violación de los requerimientos observados en todos y cada uno de los párrafos del Vereingesetz (Ley de Asociaciones Privadas) […] Debido a que no se permite la comunicación entre asociaciones políticas en la mayor parte de Alemania, no puede tener lugar ninguna correspondencia o contacto de cualquier tipo entre las secciones locales y la dirección del partido […] Esta tarea deben cumplirla los confidentes (hombres de confianza) […] Estos confidentes deben asumir, ante todo, el papel de corresponsales a los que la dirección del partido debe dirigir sus comunicados, y que al mismo tiempo informen a la dirección de la situación en las localidades y distritos varios”51.
El grupo de oposición Die Jungen apareció entonces por primera vez, defendiendo un concepto más laxo de la militancia. Se pronunciaron en contra de una forma de organización establecida en firme y pidieron otra más flexible y menos comprometedora. Según ellos, sería suficiente con una pronunciación verbal general a favor del SPD o con votar a alguno de sus candidatos para ser reconocido como socialdemócrata.
Una vez Bebel redactó los estatutos del partido en la conferencia celebrada en Halle, esta Conferencia del Partido se convirtió en “su más alta representación”. Bebel insistía en aprobar normas de conducta claras y concisas para todos los miembros del partido. Este énfasis en una serie de normas de comportamiento vinculantes fue algo muy innovador de cara al debate posterior en el 2º Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, en 1903 (ver el artículo de la Revista Internacional nº116: 1903-4, el nacimiento del bolchevismo52).
La relación entre la fracción parlamentaria del Reichstag y el partido, como tal, también se sometió a discusión por primera vez en el Congreso del Partido de Halle. Tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, Bebel quería que la dirección del partido no estuviese más en manos de la fracción del Reichstag y pasase al Congreso del partido, y al órgano ejecutivo elegido por él, como autoridad decisiva. La ejecutiva del partido rendiría cuentas ante el Congreso y la fracción del Reichstag debía entonces ser desprovista de cualquier prerrogativa particular. Obviamente los parlamentarios se opusieron. Se propuso a su vez para el congreso de Halle la medida de que el órgano ejecutivo del partido, elegido por el congreso, debía controlar también el Vorwärts. Según la lectura que hacía Auer de los estatutos, debía asegurarse la sumisión del partido a los miembros del parlamento. George v. Vollmar, parlamentario, pidió durante este debate de la cuestión organizativa en el Congreso de Halle que “cada sección local decida independientemente su propia forma de organizarse, que se escinda la organización en una serie de sub-organizaciones autónomas, también como forma de protección contra ofensivas potenciales de la represión”53. Al mismo tiempo, Auer rechazó los principios programáticos del partido. Se podía sentir aquí la elevación a la teoría de la hostilidad hacia la centralización, y del deseo de someter al partido y su órgano central a la fracción parlamentaria.
El mismo Bebel acabó admitiéndole a Engels que su redacción de los estatutos fue una “concesión”54. Admitió más tarde, al ver la resistencia que oponían los parlamentarios: “Me dejé persuadir y cedí, en aras de mantener la paz”. Poco después, Bebel confesaba a Víctor Adler: “Reconozco, una vez más, todo el daño que puede causarnos ceder ante las exigencias del ala derecha”55. Al final, no obstante, el partido aprobó un estatuto que otorgaba su dirección al órgano ejecutivo, junto al reconocimiento de que el congreso del partido formaba su más alta representación, así como de la naturaleza vinculante de los documentos y resoluciones aprobados en él. También se reconoció el periódico Vorwärts como órgano central, y así quedaron establecidos los principios de funcionamiento del partido, acorde con el “espíritu de partido” que defendería Lenin en 1903.
Dadas las profundas debilidades del programa de Gotha de 1875, el programa de Erfurt de 1891 supuso un paso adelante. Las ideas reformistas lassalleanas, aún presentes en el programa de Gotha, fueron superadas; se estableció un marco científico, insistiéndose en la perspectiva de que el capitalismo seguía estando condenado al fracaso debido a sus contradicciones, y que la clase obrera albergaba en su conquista del poder la única solución posible a la situación: el derrocamiento de la sociedad burguesa. Sin embargo, había deficiencias cruciales en el programa: no decía absolutamente nada de la necesidad de la dictadura del proletariado para superar el capitalismo. Engels criticó el apartado de reivindicaciones políticas del programa en el debate que siguió a la publicación del borrador. Aprovechó esta oportunidad “para darle un buen golpe al ‘oportunismo pacífico’… y a los puros, píos, alegres y libres conceptos de ‘desarrollo pacífico’ de esa concepción anticuada y confusa de la sociedad socialista”56. En la versión final, sin embargo, no hubo ningún cambio sustancial en el apartado que Engels criticó; de hecho, se suprimieron sus críticas, y no se publicaron hasta 10 años más tarde57.
Al tomar nota de las esperanzas que suscitaban perspectivas como la de una “vida en democracia libre de represión”58, o las expectativas que podían verse ya en algunos círculos, en 1890 y 1891, de que la sociedad pudiera desarrollarse pacíficamente hacia el socialismo, Engels advirtió: “Por miedo a una renovación de las Leyes Antisocialistas, con el recuerdo fresco en la memoria de todas las declaraciones apresuradas que se hacían bajo el régimen de esas leyes, se busca ahora que la situación legal actual en Alemania pueda satisfacer de forma pacífica, de golpe y porrazo, todas las demandas del partido. Nos engañamos a nosotros mismos y al Partido si creemos que la ‘sociedad actual puede evolucionar pacíficamente hacia el socialismo’”59.
Pero al tiempo que Engels advertía correctamente del peligro de las esperanzas oportunistas, él mismo cayó en una cierta euforia que Rosa Luxemburg haría notar años después, en el congreso fundacional del KPD (ver la RI nº 88 sobre la revolución alemana: el fracaso de la construcción de la organización60).
Durante los años que sucedieron a las Leyes Antisocialistas, el SPD llegó a crecer hasta un 20% en votos, con respecto a cifras anteriores. Esto fue motivo de una ilusa euforia que achacaba este crecimiento a un desarrollo del poder de la clase obrera. Ya en 1884, Engels le dijo a Kautsky en una carta, con respecto al medio millón de votos que había conseguido el SAPD, lo siguiente:
“Por vez primera en la historia, un partido obrero sólidamente unificado se yergue como fuerza política real, con un desarrollo que ha perseverado contra la más dura persecución, conquistando inexorablemente una cima tras otra […] y elevándose más y más de forma imparable, hasta el punto de que ya se puede calcular matemáticamente la ecuación que determina la velocidad de su crecimiento, y por tanto, la hora de su victoria final”61. En el otoño de 1891, Engels escribía: “Once años de asedio bajo las Leyes Antisocialistas del Reichstag han cuadruplicado su fuerza y lo han convertido en el partido más poderoso de Alemania […] El Partido Socialdemócrata, que ha conseguido derribar a alguien tan poderoso como Bismarck, que tras once años de lucha ha quebrado las Leyes Antisocialistas, que como una marea creciente ha roto todos los diques y se ha propagado por la tierra, penetrando incluso en los distritos agrícolas más reaccionarios… este partido, a día de hoy, está a un paso de alcanzar ese punto en el que se puede determinar, casi con certeza matemática, el momento de su llegada al poder”.
“[…] En las elecciones de 1895 podemos contar al menos con 2’5 millones de votos; si hablamos del año 1900 podemos elevar la cifra hasta, aproximadamente, 3 y medio o 4 millones de votos […] No obstante, la fuerza de la socialdemocracia alemana no reside en su número de votantes. Solo se otorga el derecho al voto a los mayores de 25, mientras que ya te pueden reclutar para el ejército a los 20. Dado que las generaciones más jóvenes son las que nutren a nuestro partido con mayor número de reclutas, se sigue que el ejército alemán está cada vez más afectado por la infección socialista. Podemos contar hoy con uno de cada cinco soldados, y en pocos años podremos contar con uno de cada tres, alcanzando en el año 1900 una mayoría socialista en lo que antes era el elemento prusiano de la nación. Cada vez nos acercamos más a esta situación, tan inevitable como el día del Juicio. El gobierno de Berlín también lo ve venir, pero es impotente al respecto”62. “Se acerca el momento en el que representaremos a la mayoría de los alemanes, y seremos el único partido lo suficientemente fuerte – si se mantiene la paz – para tomar las riendas”63. En los últimos años previos a su muerte, como en 1892, Engels afirmaba: “la victoria de la clase obrera europea no solo depende de Inglaterra. Solo puede asegurarla la cooperación de, al menos, Inglaterra, Francia y Alemania. En estos dos últimos países, el movimiento obrero está mucho más avanzado que en Inglaterra. En Alemania está incluso, razonablemente, al alcance del poder”64. En 1894 llegaría a predecir: “casi podríamos prever el día exacto en el que el poder del Estado caerá en nuestras manos”65.
Bebel también se sumó a la glorificación de los resultados electorales en su discurso en el Congreso del Partido en Hamburgo, en 1897:
“Las elecciones al Reichstag han sido siempre el acontecimiento más importante para nosotros como organización de lucha, porque es algo que nos da la oportunidad de defender nuestras ideas y demandas con todo el vigor necesario, y porque las elecciones son un buen medidor del desarrollo que ha tenido nuestro partido en el periodo precedente; siempre han sido, y siguen siendo, la vara de medir del progreso que ha hecho nuestro partido en su camino a la victoria. Desde este punto de vista, consideramos las elecciones de 1897 como la mejor oportunidad para medir nuestras fuerzas”66.
Pero antes de caer en esta euforia pasajera, sin embargo, Engels ya había advertido en el Congreso de Erfurt que el SPD debía seguir la senda revolucionaria, y no dar pábulo a ideas sobre una evolución “legal y pacífica” hacia el socialismo.
Al ver las grandes diferencias que separaban a lassalleanos y eisenachistas al principio de la década de 1870, Marx y Engels advirtieron el peligro que suponía la pérdida de claridad del programa, insistiendo en la necesidad de una demarcación sin ambigüedades. Una y otra vez subrayaban: “[…] nuestro partido puede hacer uso de individuos de cualquier clase social, pero no de grupos enteros que defiendan intereses capitalistas, pequeñoburgueses o campesinos”67. Incluso en la época de las Leyes Antisocialistas en la que cada vez más gente, con los trasfondos sociales más dispares (incluyendo a burgueses), se unía a la socialdemocracia, Engels perseveraba en su correspondencia con Bebel y Liebknecht en los siguientes términos:
“Cuando este tipo de individuos de clases ajenas se unen al movimiento del proletariado, lo primero que se les debe exigir es el abandono de todo remanente de la ideología burguesa o pequeñoburguesa […] Si bien podemos tener razones para tolerarlos por el momento [en un partido obrero] también tenemos la obligación de tolerarlos y nada más, sin dejar que influyan en la dirección del partido, y mantenernos alerta ante el hecho de que la ruptura con ellos es una cuestión de tiempo”68.
“El proletariado abandonaría su papel histórico fundamental […] si hiciera concesiones a las ideas y deseos de estos elementos (burgueses y pequeñoburgueses)”69.
Por tanto, Engels consideró la posibilidad de que, tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, pudiera haber una escisión entre el ala proletaria y el ala pequeñoburguesa del partido.
“Debemos todo este lío principalmente a Liebknecht, y a su predilección por los sabihondos de la burguesía con experiencia en impresionar a filisteos. No es capaz de resistirse a los literatos y mercaderes aficionados al socialismo. En Alemania son sin duda los más peligrosos […] La escisión acabará llegando, sin duda, pero creo que no deberíamos caer en provocaciones ni dejar que ocurra bajo las Leyes Antisocialistas”70.
Era evidente que el Estado intentaba aplastar y escindir al partido, y que cerrar filas en torno a él era la tendencia dominante en aquel momento. Pero la determinación de lucha frente a la represión no previene de forma automática frente al oportunismo. Al contrario: el oportunismo puede proliferar entonces incluso más, si no se mantiene una vigilancia consciente y práctica frente a su desarrollo.
En 1890, poco después de la abolición de las Leyes Antisocialistas, Engels reconocía que:
“El partido ha crecido tanto que la libertad absoluta de debate en su seno se ha convertido en una necesidad. No hay otra forma de asegurar la integración de los nuevos elementos que se nos han adherido en los últimos tres años, aún verdes en cuanto a una experiencia que deben asimilar y en la que deben ‘formarse’ […] El partido más grande del Reich no puede existir si no se expresan abiertamente todos sus claroscuros, y se debe evitar todo lo que se parezca siquiera a una dictadura a la Schweitzer”71.
Con la intención de crear un muro de contención frente a desviaciones inaceptables, se otorgaron los puestos de dirección del partido a funcionarios a tiempo completo, con un sueldo que abonaría la organización. Esto no conseguiría ofrecer, sin embargo, protección alguna contra el oportunismo o el ejercicio de la censura por parte de la dirección del partido. Para ser capaces de llevar adelante con mayor soltura la lucha contra el oportunismo, y sus representantes de la fracción del Reichstag, Engels llegó a decir que el ala radical debía tener su propio órgano de prensa independiente;
“Esta ‘nacionalización’ de la prensa que promovéis provocará un daño enorme si va demasiado lejos. Es imperativo que el partido disponga de una prensa que no esté bajo control directo del comité ejecutivo o incluso del congreso del partido, es decir, que pueda ejercer de oposición del partido, en el marco de la táctica y el programa aprobados, así como de poder someter a estos a la crítica dentro de los límites que marcan los estatutos del partido”72.
El Congreso de Halle de 1890 fue testigo del primer debate abierto con el grupo de oposición que la prensa burguesa denominó con el nombre de “Jungen”73. Precisamente, el único denominador común que parecían tener sus miembros era su juventud74.
La composición social del grupo era extremadamente heterogénea. En lo político, les unía principalmente su desconfianza hacia el peligro que representaba el parlamentarismo:
“1.) La actitud de los socialdemócratas en el Reichstag, por momentos, parece querer sembrar esperanzas en la posibilidad de que puede mejorarse significativamente la situación de la clase obrera en el marco de la sociedad capitalista. 2.) La agitación en las últimas elecciones al Reichstag se centran muy a menudo en ganar asientos parlamentarios antes que en formar a nuevos socialdemócratas. 3.) La fracción ha defendido a candidatos burgueses en las últimas elecciones de segunda vuelta. 4.) La actitud del grupo parlamentario con respecto a la cuestión del Primero de Mayo75 […] 6.) La forma que tienen algunos camaradas de tomarse críticas objetivas como insultos personales”76.
Pero esta crítica política de las tendencias oportunistas del partido quedó emborronada y perdió credibilidad, al insinuar Bruno Wille que había “corrupción” en las filas de los parlamentarios socialdemócratas, dándole al problema un enfoque individualista.
Durante una gran reunión del SPD en Berlín a finales de agosto de 1890, a la que asistieron más de 10.000 militantes, Bebel afrontó las críticas al SPD en un debate con algunos representantes de los Jungen. Al acabar, se aprobó una resolución en la que de los 4.000 participantes aproximados (de los 10.000 asistentes solo cabía la mitad en la sala) entre 300 y 400 votaron en contra de la resolución escrita por Bebel.
“La asamblea declara que la afirmación, defendida por varios grupos, de que la fracción socialdemócrata del Reichstag está implicada en casos de corrupción, de que pretende violar al partido y de que está ansiosa por eliminar la libertad de expresión en la prensa del partido, es un grave insulto a la fracción y a la dirección del partido, y no tiene el más mínimo fundamento. La Asamblea declara a su vez injustificados los ataques dirigidos contra la actividad parlamentaria de la fracción hasta la fecha”77.
Durante la conferencia del partido de Erfurt, una comisión de investigación presentó sus hallazgos sobre las acusaciones de algunos Jungen. No obstante, el mandato de esta comisión consistió en lidiar con dos tareas al mismo tiempo: las acusaciones de corrupción sistemática y de que se confiaran los fondos del partido a un grupo de parásitos. La comisión absolvió a los acusados de todos los cargos.
Al mismo tiempo, se rechazaron las críticas expresadas en un folleto anónimo que se distribuyó durante la conferencia del partido en Halle. En él se podía leer: “No acusamos a los jefes de falta de honestidad, sino de su excesiva consideración para con los poderes fácticos, resultado de sus nuevas condiciones de vida y la falta de contacto con la miseria del proletariado, el corazón latiente de la agonía del pueblo”78.
“La corrupción es lo peor que han podido traernos las Leyes Antisocialistas (Wille se refería con esto, sobre todo, al comportamiento político, y dirigió esta acusación principalmente a la dirección del partido)79.
A su vez, los Jungen advirtieron del peligro que corría el partido de entrar en un periodo de declive80.
La Comisión contraatacó frente a estos argumentos con sus propia investigación: “1.) Es falso que los líderes, a título individual, estén asfixiando sistemáticamente el espíritu revolucionario del partido. 2.) Es falso que exista una dictadura en el partido. 3.) Es falso que el movimiento haya entrado en decadencia y que la socialdemocracia se haya hundido al nivel de un partido reformista de la pequeñaburguesía. 4.) Es falso que se hayan pronunciado juramentos solemnes renegando de la revolución en la tribuna del Reichstag. 5.) A día de hoy, no se ha hecho nada que justifique la acusación de que se está intentando buscar la armonía entre la burguesía y el proletariado”81.
Finalmente, en el Congreso de Erfurt se acabó expulsando a varios miembros de Jungen que siguieron manteniendo sus acusaciones de corrupción. También se notificaron previamente varias dimisiones de la militancia de otros miembros del grupo. Tras el rechazo de una apelación contra su expulsión, la oposición fundó la “Asociación de Socialistas Independientes” (Verein Unabhängiger Sozialisten) el 8 de noviembre de 1891, poco después del Congreso de Erfurt (su órgano tomó el nombre de El Socialista, y fue publicado entre 1891 y 1899). Engels afirmó que no se dedicaba a otra cosa que a difundir “calumnias y mentiras”82.
Este grupo de oposición, surgido al principio de la década de 1890, mostró una vaga conciencia de los signos cada vez más alarmantes de degeneración del partido. Pero al poner la crítica política a la misma altura que un conjunto de acusaciones de corrupción contra los dirigentes del partido – sin pruebas sólidas – cayendo así en el personalismo – sus correctas advertencias sobre el peligro de degeneración perdieron fuerza, y pasaron a formar parte del arsenal de los oportunistas. Ya antes algunos representantes de los Jungen (Werner y Wille) habían afirmado que no era necesario tener un órgano central en el partido (como el periódico del partido, por ejemplo). Algunos Jungen se pronunciaron también en contra de la centralización y pedían una mayor laxitud estructural, pidiendo que se prescindiera de cualquier criterio de compromiso militante.
La consigna que marcó la fundación de los “Socialistas Independientes” fue: “la forma organizativa actual del partido restringe el movimiento de las clases sociales proletarias”. Por el contrario ellos defendían una “organización libre”, añadiendo que el propósito de la organización era ser una “asociación de discusión y educación”83.
Los “Socialistas Independientes” se escindieron poco después de establecerse como tal – algunos volvieron al SPD y otros se pasaron al anarquismo.
Para el SPD, lidiar con este grupo tan heterogéneo había supuesto un desafío por partida doble. Por un lado, las acusaciones personales, como las alegaciones de corrupción, no podían quedar sin respuesta. Y los que seguían manteniendo ese tipo de acusaciones sin poner ninguna prueba por delante no podían hacerlo sin asumir las consecuencias.
No obstante, al mismo tiempo puso a prueba la voluntad del partido a la hora de asumir las advertencias frente al oportunismo, que inevitablemente eran confusas, y hasta engañosas a veces, además de la arrogancia con la que se presentaron, como dijo Engels. Sin duda, no podía permitirse la expulsión del partido como medida frente a los desacuerdos políticos. Previamente a la conferencia del partido de Halle, Engels habló de esto:
“Probablemente podré ver a Bebel y a Liebknecht antes del Congreso, y haré todo lo posible para convencerles de la imprudencia que suponen todas las expulsiones que no se basen en la más clara evidencia de las acciones injuriosas contra el partido, sino simplemente en la enumeración interminable de cargos de oposición”84.
“Está claro que sois capaces de lidiar con los Jungen y sus partidarios en el Congreso. Pero asegúrate de no sembrar la semilla de futuros conflictos. No conviertas a nadie en mártir innecesariamente, muestra que la libertad de crítica prevalece, y si se tiene que expulsar a alguien que sea bajo la evidencia de hechos probados y descarados de deshonestidad y traición”85.
Tras el congreso de Erfurt, Engels aprobó las expulsiones de Jungen por su continuada labor de difusión de sospechas y acusaciones infundadas. Pero poco después se dio cuenta de que gente como Vollmar (representante de la derecha) era “mucho más peligrosa” que los Jungen86. Poco tiempo después moderó su punto de vista: describió los ataques de los Jungen a los “elementos pequeñoburgueses” del partido como “inestimables”87.
Hasta Bebel llegó a reconocer la influencia positiva que tuvieron los Jungen tras la publicación, en el verano de 1892, de la Der Klassenkampf in der Sozialdemokratie (La lucha de clases en la socialdemocracia) de Hans Müller. “Es realmente algo positivo en sí mismo que haya voces de la conciencia en el partido que lo llamen a la vigilancia. Si no hubiera surgido este grupo de oposición tendríamos que habernos inventado uno. Si les cae una regañina en la próxima conferencia del partido, ahí estaré yo para alabarles”88.
La batalla aquí descrita, entre las tendencias revolucionaria y oportunista de la socialdemocracia alemana, se recrudeció intensamente en los años subsiguientes, de 1890 a 1914. Describiremos este conflicto en la segunda parte del artículo.
Dino
1 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199603/1780/cuestiones-de-organizacion-i-la-primera-internacional-y-la-lucha-c [53]
2 La ciudad alemana de Eisenach albergó el congreso fundacional del SDAP.
3 https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero [54]
4 La respuesta de Engels a los lassalleanos en Volkstaat, mayo de 1873 está en las Obras Escogidas de Marx y Engels, Volumen 18, p. 319-325 (todas las citas de las Obras Escogidas se han traducido de la edición alemana).
5 Carta de Engels a Bebel, 20-6-1873, Obras Escogidas Vol 33, p. 590.
6 La Primera Internacional no sería disuelta oficialmente hasta la Conferencia de Filadelfia, el 15 de julio de 1876.
7 Engels a Conrad Schmidt, 12 de abril de 1890, Obras Escogidas Vol. 37, p. 384.
8 Marx escribió a Friedrich A. Sorge en los siguientes términos, el 27 de septiembre de 1873: “Así las cosas en Europa, pienso que lo más útil es dejar la organización de la Internacional en segundo plano por ahora y asegurarnos, en la medida de lo posible, de no perder la oficina central de Nueva York durante el proceso, e impedir a idiotas como Perret o a aventureros como Cluseret hacerse con el liderazgo y poner en peligro la causa […] Por ahora basta con no dejar escapar las conexiones con los camaradas más capaces de los diferentes países […] (Obras Escogidas Vol. 33, p. 606)
9 En 1873, los socialdemócratas austríacos llegaron incluso a elegir la plana editorial del Volkstaat alemán (El Estado del Pueblo) como árbitro de las disputas en el partido austríaco (The International Working Class Movement, Progress Publishers, Moscú 1976, Vol. 2, 1871-1904, p. 261).
10- En Gran Bretaña los obreros más militantes estaban activos en las Trade Union. La Federación Socialdemócrata se fundaría en 1884.
Francia: las organizaciones que quedaron en pie tras la Comuna de París eran de carácter puramente profesional, orientadas exclusivamente a la lucha económica. Solo a partir de 1878 veríamos la fundación del Parti Ouvrier, de corte electoralista; estuvo liderado por Guesde y Lafargue, con la participación directa de Marx, que escribió su plataforma política (ver The International Working Class Movement, p. 237). En Francia hubo una escisión entre los “posibilistas” (ala reformista) y los partidarios de Guesde – que resultó en la fundación de la Federation d’ouvriers socialistes.
Bélgica: se funda el Partido Socialista en 1879 y el Partido Obrero Belga en 1885.
Holanda: se funda en 1882 la Unión Socialdemócrata.
Suiza: se funda un Congreso Obrero General Nacional en primavera de 1873. En 1888 se funda el Partido Socialdemócrata Suizo.
España: se funda en 1879 el Partido Socialista Obrero Español.
Portugal: se funda en 1875 el Partido Socialista de Portugal.
Italia: no se fundó ningún partido durante la década de 1870. En 1881 se funda el Partido Socialista Revolucionario, que en 1883 se unificó con el Partito Operaio. En 1892 se funda el Partido Socialista en Génova.
EEUU: se fundan el Workingmen’s Party of Illinois en 1873 y el Social-Democratic Socialist Party of North America en 1874 (sobre la base de secciones de la Primera Internacional).
Hungría: se anuncia la fundación del Partido Obrero en marzo de 1873, siendo inmediatamente ilegalizado.
En 1883 Plekhánov funda en el destierro la primera organización socialdemócrata rusa, el grupo Emancipación del Trabajo.
Así las cosas, en el ecuador de la década de 1870 solo había organizaciones obreras en unos pocos países europeos, y en EEUU y otros países hasta cierto punto (ver The International Working Class Movement, p. 205). No obstante, el programa de Gotha tuvo influencia en otros partidos a partir de la segunda mitad de la década de 1870 y principios de la de 1880, como por ejemplo en la Liga Danesa de Socialdemócratas, fundada en 1876, así como en el Partido Socialista de Flandes, de 1877, el Partido Socialdemócrata Checoslovaco de 1878, la Liga Socialdemócrata de los Países Bajos de 1882 y el Partido Obrero General de Hungría de 1880.
11 Mehring, Geschichte der deutschen Sozialdemokratie, p. 451
12 Marx a Wilhelm Bracke, 5 de mayo de 1875, Obras Escogidas Vol. 19, p. 13
13 En su carta a Bebel del 12 de octubre de 1875 , Engels subraya el carácter anti-marxista de las ideas que conforman el programa de Gotha:
“1- Las frases y expresiones comunes del lassalleanismo que se han incluido siguen siendo una desgracia para nuestro partido, tales como la de la “masa reaccionaria” fuera de la clase obrera, la “ley de hierro de los salarios”, la “ayuda estatal para las cooperativas de producción”, etc. Según Engels, este era “el yugo de Caudin bajo el que se arrastró nuestro partido para mayor gloria del divino Lassalle”.
2- Las reivindicaciones democráticas vulgares, como la consigna del “Estado libre” que supuestamente se alza por encima de las clases.
3- Reivindicaciones de cara al Estado ‘actual’ completamente confusas e ilógicas.
4- Frases generales “robadas sin más del Manifiesto Comunista y los Estatutos de la Internacional y reescritas para expresar una completa falsedad o un sinsentido […] Reina el más alto grado de desorden en todo el programa, es incoherente, ilógico, vergonzoso” (Obras Escogidas, vol. 34, p. 158).
14 Engels a Bracke, Obras Escogidas, Vol. 34 p. 155
15 “Por tanto, el principio de la naturaleza internacional del movimiento obrero es prácticamente negado por el momento, a pesar del hecho de que este principio se ha defendido de la forma más gloriosa durante 5 años, en las más difíciles circunstancias. La posición del movimiento obrero alemán como el más avanzado del movimiento europeo se basa esencialmente en su actitud genuinamente internacionalista durante la guerra” (Engels a Bebel, Obras Escogidas, Vol. 19, p. 4, 18/28. 3. 1875).
16 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 449-450
17 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 453
18 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 419
19 Mehring, Vol. 2, p. 516
20 Declaración de Höchberg, Bernstein y Schramm. Escribieron las “Revisiones del movimiento socialista en Alemania”, rechazando el carácter revolucionario del partido y pidiendo la transformación del SAPD en un partido reformista democrático pequeño-burgués. (Documents and Materials, III, p. 119). Por miedo a la represión, el ala del partido en torno a Eduard Bernstein se pronunció a favor de la transformación del SAPD en un partido legalista y reformista, lo que quitaría su razón de ser a la ilegalización.
21 Circular a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros de Marx y Engels, 17/18 9.1875, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.
22 Circular de Marx y Engels a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros, Obras Escogidas, Vol. 17 (18 de septiembre de 1879)(citado en The International Working Class Movement Vol. 2, p. 235).
23 Dieter Fricke, On the history of the German worker’s movement 1869-1917, p. 204.
24 Documents Vol. III, p. 148.
25 En vista del peligro que suponía una estructura ilegal tan centralizada, es decir, que podía ser desmantelada rápidamente por la policía si se decidía a atacar, Engels argumentó que “cuanto más fluida parezca ser la organización, más fuerte será en realidad” (Engels a J. Ph. Becker, 1 de abril de 1880, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 441).
26 Apelación de los Representantes del SAPD del 18 de septiembre de 1880 sobre las tareas posteriores al Congreso de Wyden (Documents, Vol. III, p 153).
27 Fricke, Íbid., p. 211.
28 “Resolución sobre la Organización del Partido.
1. La representación oficial del partido queda asignada a los diputados del Reichstag.
2. En el caso de que las elecciones al Reichstag del año que viene resulten en un cambio substancial del número de diputados, tanto los diputados salientes como los entrantes deben ponerse de acuerdo con respecto a quien continuará cada actividad, implicando a camaradas de confianza en la organización. Este reparto de actividades es asunto exclusivo de los miembros del Parlamento.
(5) La organización de cada puesto individual se deja a discreción de los camaradas que residan en la zona, pero el Congreso declara que es deber de todos los camaradas asegurar las mejores conexiones posibles en cada momento”.
29 Lenin, “Sobre dos cartas”, Obras Completas, Vol. 15, p. 291.
30 Der Sozialdemokrat, 12 de abril de 1883 (Documents).
31 Bebel, “Discursos y escritos escogidos” (Ausgewählte Reden und Schriften), Vol. 2, p. 106F, (en Fricke, p. 193).
32 Dirk H. Müller, Idealismus und Revolution, p. 15.
33 Carta de Bebel a Liebknecht del 26 de julio de 1885, International Institute for Social History, Amsterdam, Nachlass Liebknecht, p. 108-111 (en Fricke, p. 276).
34 Engels a Bebel, 4 de agosto de 1885, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 292.
35 “El Grupo Socialdemócrata del Reichstag alemán”, Der Sozialdemokrat, nº 14, 2 de abril de 1885 (en Documents, Vol. III, p. 223).
36 La cuestión del “subsidio de barcos a vapor” reveló la intención de varios miembros del parlamento de apoyar las peticiones de subsidios del gobierno, en su lucha contra otros Estados en la conquista del planeta por el transporte marítimo alemán.
37 Carta de protesta de Bebel, del 5 de abril de 1885, contra las declaraciones de la fracción socialdemócrata del Reichstag. IISG Amsterdam, NL Bebel, nº 42 (en Documentos y Materiales de las Obras Escogidas de Marx y Engels, Vol. 3, p. 226).
38 N. del T.: término con el que se designaban los edictos zaristas rusos.
39 Documentos, Vol. III, p. 229.
40 Ibíd., p. 231.
41 Ibíd., Vol. 3, p. 177, 2 de febrero de 1892, Der Sozialdemokrat.
42 Engels a Bebel, 21 de junio de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 225.
43 Engels a Bebel, 28 de octubre de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 383.
44 Engels a Bebel, 10/11 de mayo de 1883, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 27.
45 Engels a Bebel, 11 de octubre de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 215.
46 “Resolution über die Errichtung einer internationalen Verkehrsstelle unter den Sozialisten”, Documents, Vol. 3, p. 149.
47 Fricke, Ibíd.
48 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1761/1996-84-a-87 [55]
49 El principio de que los miembros del partido deben pagar cuotas de militancia no se mencionaba explícitamente para evitar medidas penales por el Acta de Asociaciones.
50 Ignaz Auer sería posteriormente bien conocido por representar la quintaesencia del oportunismo, cuando le comentó a Eduard Bernstein: “Lo que tú estás pidiendo, querido Ede, no es algo que uno deba admitir abiertamente ni someter a votación formal alguna; es algo que, simplemente, se hace”.
51 Circular nº 1 del Comité Ejecutivo del SPD de octubre de 1890, sobre la Construcción del Partido, Documents, Vol. 3, p. 348.
52 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904 [56]
53 Protocols of the Negotiations of the Party Congresses of the Social Democratic Party of Germany Halle 1890 and Erfurt 1891, Leipzig 1983 – Foreword to Halle Party Congress, p. 32.
54 Carta de Bebel a Engels, 27 de agosto de 1890, Bebel Ibíd., p. 365.
55 Prefacio de los Protocolos, 29, cita original de Bebel en su Carta a Victor Adler del 5 de septiembre de 1890, en Selected Speeches and Writings, Vol. 2, p. 371.
56 Engels, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 371.
57 Hemos tratado estas debilidades en detalle en varios artículos, entre otros los que pueden verse en la Revista Internacional 84 y 85, mencionadas más arriba.
58 Las medidas represivas se sucedían con mucha frecuencia. En 1895, por ejemplo, el comisario de la policía berlinesa ilegalizó al órgano ejecutivo del partido en Berlín (lo que es decir que lo disolvió, aunque esto no afectara al partido a nivel local o nacional). Una vez más se tuvo que transferir la dirección del partido a la fracción en el Reichstag. Estas medidas policiales asustaban a los que estaban “sentados en el sofá democrático”, camino de perder su espíritu de lucha.
59 Zur kritik des sozialdemokratischen Programmstwurfs 1891, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 234. La Kritik de Engels no vería la luz hasta 10 años más tarde, cuando la dirección del SPD finalmente consintió su publicación. Las circunstancias de esto nunca se aclararon del todo. En una nota preliminar, la dirección del SPD señaló que el manuscrito de Engels fue hallado en los archivos de W. Liebknecht, que murió en el año 1900 (Obras Escogidas, Vol. 22, p. 595).
60 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion [57]
61 Engels a Kautsky, 8 de enero de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 230.
62 Der Sozialismus in Deutschland, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 250.
63 Engels a Bebel, 29 de septiembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 163.
64 Engels, Einleitung zur englischen Ausgabe der “Entwicklung des Sozialismus“, 1892, Obras Completas, Vol. 22, p. 311.
65 Engels a Pablo Iglesias, 26 de marzo de 1894, Obras Escogidas, Vol. 39, p. 229. Aunque relativizara esta declaración con la reserva de que futuros desarrollos de la situación histórica podrían poner en cuestión todas las predicciones, como por ejemplo una guerra en Europa con consecuencias terribles a nivel mundial, se puede ver bien la influencia que tuvo en Engels el éxito electoral del SPD (ver también la carta de Engels a Bebel del 26 de octubre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 189).
66 Hamburger Parteitag, 1897, Protocols, p. 123.
67 Ibíd.
68 Engels, El problema campesino en Francia y Alemania, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 493.
69 Engels a Bebel, Liebknecht y otros, mediados de septiembre de 1879, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.
70 Engels a Bebel, 24 de noviembre de 1879
71 Engels a Sorge, 9 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 440.
72 “Probablemente tengamos que romper con él [Vollmar] este año o el que viene; parece empeñado en forzarnos a adoptar su socialismo de Estado. Pero dado que es un intrigante habilidoso y que yo tengo una dilatada experiencia en lidiar con este tipo de elementos, me daré la libertad de darte unos cuantos consejos – teniendo en cuenta que M[arx] y yo, más de una vez, hemos cometido auténticas chapuzas tácticas contra este tipo de gente y hemos tenido que pagar un alto precio por ello. Lo que más desea esta gente es intentar demostrar formalmente lo equivocados que estamos, lo cual debemos evitar. Si lo logramos, empezarán a bombardearnos con cuestiones secundarias con las que intentarán oscurecer el problema principal, al verse en una posición de debilidad en su discusión. Por tanto, debes cuidar las expresiones que uses, ya en público como en privado. Ya te habrás dado cuenta de lo habilidoso que es este hombre a la hora de emplear tus declaraciones sobre Liebknecht para crear tensión entre él, Liebknecht y tú, dejándote a ti en medio de su disputa. Por otro lado, dada la importancia que tiene para ellos difuminar la cuestión principal, hay que prevenir toda situación que se lo facilite; todas las cuestiones secundarias objeto de polémica para ellos deben afrontarse de la forma más rápida y convincente posible, para que les quede clara de una vez por todas, aunque por lo general estas cuestiones secundarias se deben evitar todo lo que se pueda, a pesar de la tentación de caer en ellas. No hacerlo provocará que el objeto del debate se extienda cada vez más y que se acabe alejando del punto de contención original. En una situación así no hay victoria posible, y el manipulador tendrá ya su pequeña victoria, o al menos, apuntará una derrota moral a nuestra cuenta” – Engels a Bebel, 23 de julio de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 407.
73 Un año después, 12 de los 250 delegados al Congreso de Erfurt pertenecían a este grupo.
74 Cuatro de estos delegados tenían unos 30 años de edad, uno de ellos tenía 23 y la mayoría solo habían pertenecido al partido por un periodo de 2 a 3 años. Uno de ellos, Bruno Wille, ni siquiera era militante. Eran sobre todo estudiantes, trabajadores por cuenta propia, o como el caso de Wille, se ganaban la vida con empleos como el de orador público.
75 El órgano ejecutivo del partido y el grupo parlamentario se opusieron a una huelga organizada para el Primero de Mayo.
76 Dirk H. Müller, Idealism and Revolution, Zur Opposition der Jungen gegen den Sozialdemokratischen Parteivorstand, p. 50, contribución de H. Müller (der Klassenkampf…) p. 88 y ss., nº 35 del 30 de agosto de 1890.
77 Müller, Ibíd., p. 64.
78 Müller, Ibíd., p. 89.
79 Müller, Ibíd., p. 52.
80 “La táctica del partido es completamente errónea. 9.) El socialismo y la democracia no tienen absolutamente nada en común con los discursos de nuestros miembros […] 12.) Hablar de un desarrollo pacífico de la sociedad actual hacia el Estado socialista es un disparate. Los que defienden esta postura son mucho peores que los peores extremistas políticos” (“Acusaciones de la oposición en Berlín”, p. 24 en el original, en D. H. Müller, p. 94).
81 Erfurter Parteitagsprotokoll, p 318.
82 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.
83 La proporción de obreros en la dirección de este grupo era insignificantemente baja; había muchos más “escritores”, pequeñoburgueses, que obreros (Müller, ibíd., p. 130-133).
84 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.
85 Engels a Liebknecht, 10 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 445. Ver también Engels a Laura Lafargue, 27 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 193.
86 Engels a Sorge: “Mr. Vollmar […] es mucho más peligroso, es más astuto, más perseverante […]”, 24 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 183.
87 Engels a Victor Adler, 30 de agosto de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 444: “… ¿pero qué clase de elementos burgueses hay en la fracción parlamentaria, que siempre acaban reelegidos? Parece que un partido obrero solo puede elegir entre trabajadores que sean destituidos al instante y arrojados luego a la lista de pensionistas del partido o burgueses que solo miran por sí mismos y avergüenzan al partido. Puestos a elegir entre estas dos fuerzas, los Independientes son impagables”.
88 Bebel a Engels, 12 de octubre de 1892, Bebels-Engels p. 602 (en Müller, Ibíd., p. 126).
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El peronismo, desde su aparición en la década de los cuarenta del siglo XX y hasta nuestros días, se ha presentado como un movimiento progresista, con preocupación por el mejoramiento de la vida de los trabajadores. Pero en realidad es una ideología que la burguesía argentina ha utilizado para asegurar el control y sometimiento de los explotados. Con gran astucia, la burguesía argentina ha echado mano de la demagogia, del chantaje sentimental y de la mentira para crear una mitología en torno a la personalidad y el accionar del militar Juan Domingo Perón y de su esposa Eva Duarte. Construida esa estructura, ha podido hacer un uso muy agresivo de la ideología nacionalista para lograr que los trabajadores se involucren en la defensa de la economía nacional, dominando así su combatividad y atándolos a los mandatos de los sindicatos y a la ilusión de la democracia y las urnas electorales.
Aunque han pasado varias décadas de la presencia de Perón, la burguesía argentina sigue utilizando el mito del peronismo por la utilidad que tiene para el control de la clase obrera. Con la presencia de la mancuerna “Perón-Evita”, logró su fuerza máxima para aprisionar la conciencia de los trabajadores, luego el “movimiento peronista” ha mantenido ese control, lo mismo cuando se encuentra en el gobierno o cuando está en la oposición. La manera en que el peronismo ha logrado esa presencia es ocupando todo el escenario social, usando diversas organizaciones, tales como:
- el partido “justicialista” (continuador del Partido Peronista), el cual se presenta, según el momento, con un discurso hacia la derecha o hacia la izquierda;
- las agrupaciones de control de sectores específicos de la población, como los jóvenes o las mujeres, creando para ello a las “juventudes peronistas” (hoy integrada como la Juventud del Partido Justicialista), o las diversas agrupaciones de “mujeres peronistas” (uno de ellos fue el Partido Peronista Femenino, dirigido por Eva Perón);
- las grandes centrales sindicales (tanto la CGT como la CTA1), han sido uno de los instrumentos con los que el peronismo ha logrado tener un control de los trabajadores, impidiendo el desarrollo de su conciencia;
- los grupos guerrilleros peronistas, como los “montoneros” o las FAR, también hicieron una activa labor de confusión y ataque a la conciencia de los trabajadores, lo mismo cuando estando proscrito el peronismo (con Perón en el exilio) y eran fieles seguidores de ese movimiento, que cuando se presentaban como “críticos” del caudillo.
Es cierto que esas estructuras referidas van cambiando en su forma o en su actuación, amoldándose siempre a las necesidades del capital. De manera que, a lo largo de casi ochenta años de existencia del peronismo, encontramos diversas fases, a saber:
desde su origen, marcada por la denominada “revolución de 1943” hasta el golpe de Estado de 1955,
luego vendrá la actuación de Perón desde el exilio y las respuestas diversas del “movimiento peronista”, que se prolonga hasta su retorno a Argentina en 1972.
Una nueva fase se abre en el peronismo con su retorno del exilio y su tercer cargo presidencial (1973), que no culmina dado que lo encuentra la muerte en 1974.
Luego de la muerte del caudillo, se dibujan diversas expresiones del “neo peronismo” (destacándose las actuaciones de los gobiernos encabezados por los Kirchner).
Pero aun cuando puede en cada momento por el que pasa usar discursos diferentes, mantiene en todos ellos su esencia burguesa; en ningún momento el peronismo ha dejado de ser un instrumento del capital en contra de los trabajadores, precisamente por esa razón iniciamos con esta serie, que convoca al análisis y la reflexión de parte de los trabajadores.
El sistema capitalista, como todo Modo de Producción, se mueve en la historia observando globalmente una época de expansión económica seguida por otra de decadencia. El momento de mayor crecimiento del capitalismo, en su fase de expansión, se desarrolló durante el siglo XIX, iniciando su fase de decadencia a partir de la Primera Guerra Mundial. En ese giro decadente, todos los Estados nacionales se sumergen en un proceso de mayor confrontación económica y política, lo que hace que la burguesía inicialmente avance sobre diversas vertientes para encontrar formulaciones que den oxígeno al sistema. Es sobre todo a partir de la crisis de 1929, al exponerse violentamente los efectos de la decadencia, que la burguesía se ve obligada a acelerar el proceso (que ya había iniciado con la 1ª GM) de ordenamiento de la economía, la administración y las relaciones político-militares en torno al Estado. Es entonces cuando, a semejanza de lo que aconteció en la fase decadente del feudalismo, se centralizan los poderes del Estado y, si en el feudalismo toma la forma de “monarquía absoluta”, en el Modo de Producción contemporáneo se expresa bajo la forma de capitalismo de Estado. En su definición inicial el capitalismo de Estado hace uso de expropiaciones y nacionalizaciones, lo cual no cambia en nada la esencia del sistema. La Izquierda Comunista de Francia en la década de los 40, recuperando el marco de análisis marxista, explicaba que: “La transferencia de capital de manos privadas individuales a manos del Estado no es una modificación, no es un cambio del capitalismo al no-capitalismo, sino estrictamente es una concentración de capital para asegurar más racionalmente, con mayor perfección, la explotación de la fuerza de trabajo […] Lo que otorga carácter capitalista a la producción no es la propiedad privada de los medios de producción […] Lo que hace que la producción sea una producción capitalista es la separación de los medios de producción de los productores, su transformación en medios de adquisición y dominio del trabajo vivo con objeto de hacerle producir un excedente, la plusvalía.” 2
A partir de la agudización de las contradicciones capitalistas expuestas en las guerras y la crisis, va empujando a que en todos los países se definiera la forma del capitalismo de Estado. Inicialmente asumen políticas de amplio intervencionismo estatal, como está presente (entre muchos casos) en Estados Unidos con el “New Deal” (1933-38), en Italia con Mussolini (1922-43), en Alemania con Hitler (1933-45) y desde luego, en Brasil, con Getulio Vargas (entre 1930 y 1954) y en México, con Lázaro Cárdenas (1934-40).
Los países de América Latina, al tener una injerencia continua de la burguesía extranjera, un rezago en su dinámica industrializadora y una burguesía frágil por contar en su composición con un peso desproporcionado del sector agrario, atado a las viejas formas de producción en la economía, se ven obligados a profundizar estas prácticas y configurar estructuras con modalidades más grotescas, utilizando gobiernos autoritarios, encabezados por militares o por partidos únicos.
Con el tiempo, las medidas aplicadas se han ajustado y reorientado, pero mantienen la forma de organización del capitalismo de Estado, aunque en realidad es la misma tendencia que se da en todos los países del mundo con fórmulas especificas a las necesidades de la burguesía argentina. Pero si la actuación de Perón tiene una relevancia particular, no es porque utilizó la estatización de la economía, antes de él, la burguesía argentina ya se orientaba a esas prácticas, sino por el uso propagandístico que la burguesía argentina ha hecho y continúa haciendo de esa ideología para confundir y controlar a los trabajadores.
Argentina, al entrar el siglo XX avanzaba ya en la formación de una industria manufacturera, además, contaba con un extenso territorio dedicado a la producción agropecuaria enfocada a la exportación, siendo su principal mercado Gran Bretaña. Pero la Primera Guerra Mundial trajo la desarticulación de la estructura del comercio internacional, afectando en Argentina la recepción de insumos y maquinaria, deteniendo las actividades de la industria, a la vez que la agricultura y ganadería se vieron afectadas por la limitación en la exportación de algunos de sus productos, todo ello generó un proceso recesivo que tuvo un breve respiro por la aplicación de algunas medidas que impulsaron la “industrialización por sustitución de importaciones”3, empero, al culminar los enfrentamientos militares y reanudarse las actividades mercantiles, se posterga esa política y se vuelve a enfocar su economía en la exportación de granos y carne.
La guerra al afectar la dinámica de la acumulación mundial modificó también las relaciones políticas de la burguesía, viéndose obligada a reordenar sus relaciones con el resto de Estados nacionales, pero también debía asegurar que el conjunto de la burguesía se cohesionara en torno al Estado. En el caso de Argentina, los sectores más poderosos de la burguesía, al dedicarse a las actividades primarias exportadoras, intervenían insistentemente para que las decisiones económicas y políticas tomadas por el Estado los favoreciera. Por ejemplo, el motivo por el que se mantuvo neutral durante la 1ªGM fue porque eso le permitía continuar con algunas exportaciones de alimentos demandados por Gran Bretaña, sin embargo, estas decisiones limitaban la expansión del proceso de acumulación en otros sectores, que además buscaban desmarcarse del control británico, para acercarse a los Estados Unidos.
Fue precisamente con la 1ªGM que los Estados Unidos incrementaron su comercio en América Latina (particularmente en Argentina), exponiendo su propósito de recuperar el terreno olvidado, apelando al principio de la “doctrina Monroe” dictada desde el siglo XIX, en el que declaraban “América para los americanos”.
Por eso al terminar la guerra, la disputa se mantiene al interno de la burguesía argentina, lo que expone una dificultad para cohesionarse en torno al Estado. En ese nivel de tensión se vuelve un gran tema de confrontación la búsqueda del tipo de proyectos a los que habrían de recurrir para impulsar la industrialización. La burguesía agropecuaria, como decíamos, muy integrada económica y políticamente con Gran Bretaña, busca mantener la base de la economía en la agroexportación, impulsando solamente a la industria que ocupen como insumos los granos y las carnes. En 1920, un vocero de la Sociedad rural argentina lo exponía así: “La industrialización no tiene por qué hacerse a partir de los minerales, porque el concepto que mantiene a éstos por base del proceso industrializador es anticuado, pues bien puede un país llegar a ser industrial careciendo en absoluto de minas, siempre que reúna otras condiciones. Nuestros ganados y nuestros vegetales constituyen una fuente inagotable de materias primas suficientes para proporcionar inversión industrial a muchos hombres.”4
Por su parte Estados Unidos para afianzar a América Latina como su zona de dominio, interviene con inversiones en el sector financiero e industrial, creándose en algunos sectores de la burguesía argentina un ánimo antinorteamericano, que va a inducir al planteamiento de la necesidad de una “industrialización sobre bases nacionales”. Bajo esa perspectiva, sectores de la burguesía y la pequeña burguesía (algunos de ellos agrupados en la Unión Cívica Radical), impulsan proyectos industrializadores apoyándose en el intervencionismo estatal y usando un discurso nacionalista. Y aunque su propuesta es muy pragmática, se engrana con las respuestas que la burguesía va estableciendo por todo el planeta para enfrentar a la decadencia del sistema, es decir, con las medidas en las que se le otorga al Estado la responsabilidad de controlar el aparato productivo5. Incluso como parte de esa reconfiguración de la forma de operar el sistema, los gobiernos radicales proclaman leyes laborales, con las que fingen dar respuesta a las demandas obreras, aunque cuando se trata de responder a huelgas y manifestaciones, su verdadera respuesta es la represión, como lo hizo el gobierno de Yrigoyen en “la Semana Trágica” (1919) o en “la Patagonia rebelde” (1920-22)6.
Estas medidas aplicadas por el gobierno radical nos dejan ver que la definición de un Estado hipertrofiado y omnipresente no es una invención de Perón, es una tendencia mundial que se impone en la fase decadente del capitalismo para apuntalarlo.
Los gobiernos de la UCR y particularmente en las dos ocasiones en que lo encabezó Yrigoyen, se mostró la intención por llevar una reorganización política a través de un “Estado dirigista, planificador y nacionalista”7. Sin embargo, en los tres lustros que ese partido se mantuvo en el gobierno, enfrentó una profunda división de la burguesía, que escaló a tal nivel, que condujo a un golpe de Estado el 6 de septiembre de 1930. El historiador Jorge A. Ramos, describe así el ambiente que llevó a la caída de Yrigoyen: “Desde 1930 el Ejército había sido un hervidero de intrigas y un empollador de conspiradores […]. La razón básica de la inquietud militar consistía en que, al desgajarse la Argentina de la prosperidad agraria nacida de su vinculación con el Imperio Británico, y la civilización europea, con la crisis de 1930, las instituciones fundadas sobre dicho sistema desde 1880 ya no podían funcionar. Habían perdido su equilibrio. Y el Ejército, a través de su propia oscuridad, pretendía reencontrarlo, apelando a las más diversas fórmulas…”8
Ese golpe de Estado abrió el período, que han denominado la “década infame”9, la cual se caracterizó por la corrupción y el fraude de los gobiernos en turno, pero además por la aplicación de políticas orientadas a combatir la crisis, favoreciendo a la burguesía que operaba en el sector agropecuario. El tipo de medidas aplicadas por los gobiernos en este período, se ejemplifican claramente en el Pacto “Roca-Runciman”10 con este pacto comercial entre los Estados de Argentina y Gran Bretaña, se protegían las ganancias británicas y las del sector rentista argentino, pero a costa de los beneficios del resto de la burguesía. Por esa razón a lo largo de los 13 años que duró la llamada “década infame”, la burguesía se mantuvo fracturada, en una separación política que, además se retroalimentó de las pugnas imperialistas que trajo la 2ª Guerra Mundial, que empujaba a la burguesía y a sus Estados a colocarse en uno de los bandos de la disputa imperialista.
Los sectores de mayor poder económico y político al estar dedicados a la agroexportación consideran al neutralismo como la posición más adecuada. En el ejército y la Iglesia hay amplios sectores que declaran sus simpatías hacia Alemania, pero también hay fracciones de la burguesía que considera que el proyecto agroexportador no tiene mayor futuro, por lo que requieren aprovechar la coyuntura para empujar a la industrialización, acercándose con los Estados Unidos, que desde 1939 daba señales de que abandonaría la “neutralidad”.
Al interno del gobierno argentino, dirigido en ese entonces por Ramón Castillo (1942-43) hay sectores que toman esa postura. En 1940, Federico Pinedo, que era ministro de Hacienda, presentó el “Programa de reactivación de la economía nacional”, en el que claramente dice: “…el gran mercado de Estados Unidos ofrece enormes posibilidades. No hay ninguna razón lógica que nuestra industria no pueda aprovecharla…” Además, incorpora el papel del Estado en ese proyecto: “…es indispensable que el Estado cree las condiciones favorables y ofrezca el incentivo necesario a fin de que esas actividades [privadas] adquieran todo el impulso…” Al final, el proyecto no fue aprobado y Pinedo fue presionado para dejar su puesto.
Todas esas pugnas que desarticulaban a la clase dominante sirvieron de caldo de cultivo para que el 4 de junio de 1943, se concretara un nuevo golpe de Estado, esta vez en contra del gobierno de Ramón Castillo, encabezado por los generales Arturo Rawson y Pedro Ramírez.
Aunque el cuartelazo tuvo inicialmente una aprobación de parte de las diversas fracciones de la burguesía y pequeña burguesía, las diferencias políticas se mantienen y se asomarán más adelante, aunque las primeras que aparecen se dan en las filas de los mismos militares. Así, Rawson solo puede mantenerse en la presidencia 3 días, el motivo de su destitución fue por colocar en su gabinete a personajes cercanos al gobierno depuesto, pero fundamentalmente por la promesa hecha a la embajada británica de romper relaciones con el eje, cambiando la postura neutralista de argentina. Lo relevó en el cargo Pedro Ramírez, que ocupó la presidencia tan solo 7 meses. Nuevamente los mandos militares lo retiran de la presidencia al descubrir las negociaciones que llevaba con los Estados Unidos preparando la ruptura de relaciones con el Eje Berlín-Roma-Tokio.
A partir de la renuncia obligada de Pedro Ramírez, pasará a ocupar la presidencia de 1944 a 46, Edelmiro Farrell. La presidencia de este militar otorgó más presencia pública al coronel Juan Domingo Perón, que había colaborado en la conspiración del golpe de Estado de 1943 a través de la logia secreta de militares llamada “Grupo de Oficiales Unidos” (GOU), pero ahora se integraba a cumplir una nueva tarea desde la secretaría del trabajo: crear los mecanismos necesarios para controlar y someter ideológicamente a la clase obrera, con el propósito de usarla como carne de cañón en el proyecto de los militares, que Perón bautizara como “la revolución justicialista”.
Si las divisiones políticas y los enfrentamientos de la burguesía crearon las condiciones para que los militares se presentaran como los propulsores de una “nueva revolución”, la debilidad política de la clase obrera generaba una situación favorable para que la burguesía ejerciera sobre ella una labor de manipulación y pudiera utilizarla como grupo de presión en sus disputas internas, además de hacerla aceptar mansamente altos niveles de explotación, bajo la consigna de la defensa de la economía nacional y la promesa de recibir algunas migajas.
Cuando la década de los 30 entra, la clase obrera en todo el mundo se encontraba sumida en una confusión y desmoralización provocada por la derrota de la oleada revolucionaria internacional y la imposición de la contrarrevolución. Esa condición fue determinante para arrastrar a los trabajadores tras las banderas de la burguesía y después lanzarlos a la guerra. Por otra parte, las organizaciones proletarias habían sido destruidas por el estalinismo, el fascismo o las democracias, quedando aislados los revolucionarios sobrevivientes, de forma que el proletariado se encontraba desarmado políticamente.
El debilitamiento político de los trabajadores en Argentina en esa misma época se debe también al efecto causado por la derrota de los esfuerzos revolucionarios en Rusia y Alemania, pero se combina con los efectos provocados por la feroz represión estatal desatada por los democráticos gobiernos de la UCR, por los conservadores de la “década infame” y por los militares de la “revolución” del 43.
El proletariado en Argentina desarrolló amplias movilizaciones muy combativas durante la oleada revolucionaria. Una gran combatividad fue alcanzada en las movilizaciones y huelgas, como la llevada a cabo por los obreros de la metalúrgica Vasena,11 o la encabezada por los trabajadores de los frigoríficos de la Patagonia, sin embargo, las respuestas represivas fueron tan brutales, que no es posible negar que afectaron la combatividad de la clase obrera. La principal organización (a pesar de sus confusiones) que impulsó la combatividad proletaria fue la FORA,12 y con el golpe de Estado de 1930 y la generalización de la represión vio disminuida su actividad.
La anarquista Juana Rouco expone así la situación que impuso el gobierno militar de Uriburu: “La FORA recibió un golpe de muerte, sus locales fueron asaltados y clausurados, sus bibliotecas y libros destruidos, y sus componentes detenidos o deportados y muchos desaparecidos […] Los barcos de guerra, se utilizaron como cárceles, pues en éstas ya no había cabida…”13
Otras organizaciones que en algún momento expresaron esfuerzos para integrarse en el combate proletario, como el Partido Socialista Internacional (conformado en 1918 y renombrado en diciembre de 1920 como Partido Comunista de la Argentina), hacía mucho tiempo que habían degenerado y se convertían en enemigos de los trabajadores. En esas circunstancias políticas en que se encontraba la clase obrera, aunado a la situación de pauperización y desempleo, las promesas del coronel Perón, investido como secretario del trabajo del gobierno militar, crearon esperanzas de que se iniciaba un cambio.
Esas esperanzas sembradas entre la clase obrera eran necesarias para la burguesía, porque lo que planteaba el proyecto de los militares en el gobierno era que, ante el inminente fin de la guerra mundial (definida ya claramente desde 1944), se requería prever la posguerra. En esta, Argentina ya no podría seguir con su modelo agroexportador, lo que llevaría a una falta de divisas, desencadenando un listado de efectos: inexistencia de recursos para importar insumos, parálisis de la industria, desempleo, miseria… acompañando a todo esto, el peligro de que se detonaran revueltas sociales. Ante ese panorama se plantean enfocarse en el mercado interno, elevando la producción nacional que permitiera incrementar el consumo. Todo este proyecto requería una “Alianza de clases”, porque los trabajadores deberían estar dispuestos a trabajar más y elevar la producción, es decir a ser más explotados y entonces el patrón podría mejorar los salarios.
Lo que está detrás de esa “Alianza de clases”, es la derrota del proletariado, la imposibilidad de reconocerse como explotados y sumirse a los designios del Estado. Por eso el gobierno militar puso tanta atención en la secretaría del trabajo. El propio Perón en su discurso en la Bolsa de Comercio (agosto-1944) informaba que: “En la Secretaría de Trabajo y Previsión ya funciona el Consejo de posguerra, que está preparando un plan para evitar, suprimir, o atenuar los efectos, factores naturales de la agitación; y que actúa también como medida de gobierno para suprimir y atenuar los factores artificiales…”
En ese trabajo de adoctrinamiento y control de los trabajadores, la estructura sindical jugó un papel central, mostrando que son instrumentos del capital en contra de los trabajadores. Todos los sindicatos tras la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia dejaron definitivamente de ser útiles para el proletariado, pasando definitivamente a incorporarse al Estado como instrumentos de encuadramiento obrero y de contención. Posteriormente a esta tarea, se agregaría la demagogia y presencia carismática de Eva Perón.
En un claro intento por posicionar políticamente a Perón, en julio de 1944, el gobierno de Edelmiro Farrell le añade a su nombramiento de secretario del trabajo, el de vicepresidente de la Nación y de secretario de Guerra. Aunque Perón avanzaba ampliamente en su trabajo de control y adoctrinamiento, se presentaron desacuerdos dentro de las fuerzas armadas por el poder que concentraba y la incomprensión de la maniobra que se preparaba, por lo que presionan para su destitución y aprensión. Esta situación puso a prueba al aparato de control que Perón venía construyendo desde la secretaría del trabajo dos años antes. Esto es así, porque apenas enterados de la aprensión de Perón, la Confederación General del Trabajo (CGT14) arrastró a las calles a miles de trabajadores para pedir la libertad del militar, lo cual logran ese mismo día (17-octubre-1945, definido por eso como el día de la lealtad peronista). Al salir de la prisión, lo hace acrecentando su presencia, en tanto quedó como una víctima perseguida y como un poderoso “líder obrero”. El efecto fue tan amplio que permitió que la estructura sindical también se prestigiara, potenciando así su capacidad para maniobrar, controlar e impedir la toma de conciencia de los obreros. Este proceso que fortaleció a la estructura sindical permitió corroborar, como lo adelantábamos arriba, que los sindicatos se han integrado (a partir de la fase de decadencia) como un engrane más del Estado15.
Perón mismo pide a los capitalistas no temer a la presencia de los sindicatos, en tanto son sus aliados contra la clase obrera: “Señores capitalistas, no se asusten de mi sindicalismo, nunca mejor que ahora estará seguro el capitalismo, ya que yo también lo soy, porque tengo estancia y en ella operarios. Lo que quiero es organizar estatalmente a los trabajadores, para que el Estado los dirija y les marque rumbos y de esta manera se neutralizarán en su seno las corrientes ideológicas y revolucionarias que puedan poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la posguerra.” (agosto-1944)
Luego, la presencia política de Perón se fortalecerá aún más por la tensión que tuvo con el embajador norteamericano Spruille Braden (que acusaba a Perón de estar cercano al fascismo). Esta pelea le dio un perfil “antiyanqui”, que lo acercó más a sectores de la burguesía agroexportadora, al mismo tiempo, le da oportunidad de presentarse ante los trabajadores como “antiimperialista”. Bajo esas circunstancias su campaña presidencial (para las elecciones de febrero de 1946), la resume en un slogan: Perón o Braden16… Se establece así el primer gobierno peronista y con este, se van a reforzar los mecanismos de control y sometimiento de los trabajadores.
Colocado Perón en el gobierno, va a llevar una permanente campaña nacionalista, identificando los intereses de los trabajadores con los de la nación. De forma paralela, para complementar a esa campaña, se encuentran las acciones de “beneficencia” que lleva a cabo “Evita”. Siguiendo formas semejantes a las usadas por las religiones, en donde se somete la razón a los sentimientos, en el gobierno de Perón se empuja a mistificar la figura de Eva Perón, presentándola como la “protectora” de los “descamisados” y con “vocación de mártir” (lo que ha dado ocasión a Hollywood para inventar historias). Según narra Eva Perón, su esposo decía: “Los pueblos muy castigados por la injusticia tienen más confianza en las personas que en las instituciones…” de lo que se deduce había una clara intención por generar un impacto ideológico al alentar a que “Evita” tomara a la “beneficencia” como un asunto personal (aun cuando fuera con recursos estatales). Esta apariencia de protección que representaba ayudó indudablemente a fortalecer los medios de control. Por eso su intervención fue continua, unas veces a través del Partido Peronista Femenino, pero principalmente a través de la Fundación Eva Perón y de la CGT, en la que asumía un rol de representante directa de Perón. No es gratuito que fuera el sindicato quien la designara como la “auténtica defensora de nuestra clase”.
En ese marco de control ideológico férreo, se presentó el primer plan quinquenal, sustentado en gran parte sobre la nacionalización de empresas, que como ya veíamos más arriba, estas medidas no exponen una negación del capitalismo, ni son “progresistas”, sino tan solo formas que el capital se ve obligado a aplicar en momentos de urgencia.
Estas formas de trabajo permiten que desde el Estado se impulse a la dinámica de acumulación, pero se mistifican los hechos, haciéndolos pasar como actos con los que se cumplen los deseos de los trabajadores. Así, el mayor proyecto del “primer plan quinquenal” (1947-51) fue la nacionalización de los ferrocarriles. Con esta operación que representó 2/3 del total de la inversión aplicada, se pudo beneficiar relativamente a los trabajadores en tanto bajó el precio de ese transporte, pero quien realmente se benefició fue la burguesía. El economista Eduardo Basualdo, aun cuando intenta presentar los “logros” del peronismo no puede evitar el reconocer que “…la nacionalización del ferrocarril era una medida que beneficiaba a los terratenientes y productores, en primer término, y a los industriales en el segundo. Los industriales obtenían mercado; los terratenientes la renta […] igualmente benefició a los pequeños y medianos productores rurales, así como a los industriales que redujeron sus costos, e incluso a los asalariados, por la disminución de las tarifas en el trasporte de pasajeros...”
De manera que, si la burguesía fue la que obtuvo los beneficios con la estrategia de Perón y los trabajadores, que tuvieron que sufrir las cargas laborales, recibieron muy poco, no vemos más que la repetición de la dinámica cotidiana que se vive en el capitalismo, sin embargo si ese nivel de beneficios que pudieron recibir los obreros, fue un poco mayor que el recibido en períodos anteriores y además se publicita sobredimensionándolo, entonces, esos beneficios recibidos aparecen como algo verdaderamente novedoso. Eso es lo que ha hecho que se asegure que con Perón se vivió un cambio radical. Pero, alcanzar una relativa mejora (y temporal) de la distribución de los ingresos no implica un giro inédito de la historia, define en cambio, un mecanismo de encuadramiento que presume la fundación de un nuevo pacto social entre las masas obreras y el Estado, pero la reproducción del sistema capitalista se mantiene sin afectarse ni una partícula de él. Lo único diferente en ese proceso es el intenso uso de mecanismos para asegurar el control ideológico. Proclamas como esta, emitida por la CGT, se repetían una y otra vez: “Trabajar para el Plan Quinquenal no es trabajar sólo para mejoras individuales ni para el enriquecimiento de un hombre, ni para servir a la […] oligarquía es trabajar para todos […] Los obreros por su parte han de responder frente a este nuevo estado de cosas, comprendiendo que un esfuerzo más para trabajar y producir no será en beneficio del patrón sino en beneficio de un plan, que en última instancia persigue el bien de todos…”
Pero si el objetivo de reimpulsar la acumulación y someter a la clase obrera era cumplido por el gobierno de Perón, no logra la homogeneidad entre la burguesía. Inicialmente son pequeños grupos de empresarios que amenazaban desde 1946 con detener el ascenso al gobierno a Perón, pero al contar con poco respaldo contienen sus fuerzas. Luego, es el clero católico (que representa una fuerza política y económica con mucho peso en Argentina, aún hoy), retira su apoyo a Perón cuando este les reduce el control de la educación, iniciando una campaña, que en el ambiente de incertidumbre por la recesión que se abre luego del fin de la 2ªGM –en la que Argentina ve disminuidas sus exportaciones y por tanto el Estado se ve impedido para obtener divisas y asegurar la importación de insumos y maquinaria necesarios para su proyecto de industrialización– y la implantación de la “doctrina Truman”, con la que los Estados Unidos busca definir su zona de dominio y presiona a los que percibe como un peligro potencial17, se logra aglutinar un grupo opositor, en el que se incluyen militares “liberales”. Así, aun cuando Perón logra arrastrar a la clase obrera a las urnas y con ello validar su segundo gobierno (1952), las tensiones al interior de la burguesía se mantienen, abriéndose un período de sabotajes y atentados, llegando hasta el ataque aéreo a la sede del gobierno el 16 de junio de 1955, bombardeando incluso a civiles que se encontraban en la plaza de mayo. El desgaste del gobierno de Perón era evidente, justo 3 meses después del bombardeo se consuma el golpe militar, derribando al gobierno, con lo que se corta la presencia y los programas de Perón, pero se mantiene y se fomenta la añoranza al peronismo, por un lado, por la afectación económica que se presenta con los gobiernos de los generales Eduardo Lonardi y Pedro Aramburu, y por otro, por la victimización que del peronismo hace el gobierno con las medidas de proscripción que impone. Esta situación abrió la posibilidad a que el peronismo, con su caudillo en el exilio, se mantuviera como un movimiento burgués de oposición, que sigue arrastrando a los trabajadores a un terreno ajeno a sus intereses y, por tanto, continúa con su ataque en contra de la conciencia de los trabajadores, aspectos que analizaremos en la siguiente parte.
1 CGT: Confederación General del Trabajo; CTA: Central de Trabajadores de la Argentina
2lnternationalisme (1946). La experiencia rusa. Propiedad privada y propiedad colectiva [62].
3 Entre 1914 y 1918 se inicia esa estrategia por la burguesía latinoamericana la cual va a ser recuperada durante la crisis de 1929 y luego ampliara su aplicación durante la 2ªGM. Este sistema consiste en impulsar, dentro del territorio, la producción de las mercancías manufacturadas que dejaron de ofertar los países de mayor industrialización.
4 Alberto E. Castex. Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1-enero-1920, citado por Patricia Audino y Fernando Tohmé. “El Modelo Agroexportador Argentino y sus Descontentos: La Crítica a las Políticas Económicas entre 1900 y 1930”.
5 Aun cuando no podemos en este espacio profundizar sobre el capitalismo de Estado, se vuelve relevante señalar dos aspectos: Lo primero es comprender que el capitalismo de Estado no es una solución a las contradicciones del capitalismo, solo es un mecanismo que usa la burguesía para retrasar algunos de sus efectos. El segundo aspecto es que el capitalismo de Estado no termina cuando se abandona el intervencionismo estatal y se abren los procesos privatizadores, por el contrario, el Estado asume una presencia mayor en la protección del capital. Para profundizar sobre el tema recomendamos leer:
- “¿Crisis del neoliberalismo o crisis del capitalismo?”. https://es.internationalism.org/cci-online/200810/2380/crisis-del-neolib... [63]
- “Cuestiones sobre el Capitalismo de Estado en la actualidad” [64].
6 Sobre estas experiencias de lucha que forman parte de la oleada revolucionaria mundial de 1917-23, cuando nos sea posible escribiremos sobre ellas; animamos a los lectores a enviarnos contribuciones sobre estas.
7 Esa era la formulación usada por Perón para definir el perfil de su política en su primer plan quinquenal. La tomamos en este párrafo con el fin de mostrar que las preocupaciones establecidas por Perón eran buscadas décadas atrás por la burguesía argentina.
8 Jorge A. Ramos. Revolución y contrarrevolución en Argentina. La era del peronismo, 1943-1976. Buenos Aires 2006.
9 Durante este período, el gobierno lo dirige una coalición de partidos llamada “Concordancia”, formada por el Partido Demócrata Nacional (de corte conservadora), la UCR antipersonalista (se trata de una escisión de la UCR, que se hace llamar antipersonalista para definir su oposición a la actuación personalista Yrigoyen) y el Partido Socialista.
10 El pacto se firma en 1933 y tiene vigencia hasta 1948, aunque se increpó en 1936. Consistía en que, para asegurar la compra de carne argentina por Gran Bretaña, el Estado argentino se comprometía, entre otras cosas a: usar las divisas obtenidas por la exportación de carne en la compra de mercancías británicas; eliminación de impuestos a las mercancías inglesas exportadas a Argentina; control absoluto de los frigoríficos por parte del capital inglés; otorgarle el monopolio del transporte de Buenos Aires a una corporación inglesa…
11 La respuesta represiva fue tan brutal contra los obreros, que se denomina a esa jornada la “semana trágica”, pero la rabia de la burguesía no se calmó con la masacre de obreros, la represión la llevó hacia el barrio ruso (Barrio del Once), protagonizando un verdadero pogromo por parte de bandas de jóvenes burgueses (llamados los “niños bien”, que fueron armados por la policía). Un breve fragmento de la novela testimonial, “Pesadilla” de Pinie Wald, describe el nivel de represión desatada: “He aquí que detienen a un judío y, después de los primeros golpes, de su boca brota sangre en abundancia. Entonces le ordenan cantar el Himno Nacional. No puede hacerlo. Lo matan ahí mismo.”
12 Recomendamos leer: “Historia del movimiento obrero: La FORA. El anarcosindicalismo en Argentina (I)”.
13 Juana Rouco, Historia de un ideal vivido por una mujer. Capitulo XVI
14 La CGT aparece como la principal central sindical al fusionar a la Unión Sindical Argentina (USA), que surge de lo que quedó de la FORA-IX Congreso (es decir el sector no anarquista), y a la Confederación Obrera Argentina (COA), central orgánicamente integrada a la “Fraternidad”, estructura sindical ferrocarrilera, que solía mantener interlocución con todos los gobiernos. Justamente por ello, en la inauguración de la OIT, Yrigoyen envía como delegados a miembros de ese sindicato y en el primer acto público que hiciera Perón como secretario del trabajo, ese fue el sindicato que estuvo presente.
15 Los sindicatos, durante la fase de ascenso del capitalismo fueron un arma de defensa de los intereses de la clase trabajadora, su objetivo era obtener mejores condiciones y podía lograr reformas porque el desarrollo de las fuerzas productivas posibilitaba la extensión de los beneficios a los trabajadores, por ejemplo, el incremento de la productividad permitió la disminución de la jornada laboral. Para ampliar los argumentos recomendamos leer nuestro folleto “Los sindicatos contra la clase obrera [65]”.
16 Su actitud anti norteamericana cambia al ascender al gobierno, primero al verse obligado a romper con el Eje, 6 semanas antes de la capitulación de Alemania (aunque el historiador peronista F. Pigna, documenta que Perón explicó a los alemanes su ruptura bajo la idea de poder “salvar a algunos”, como finalmente lo hizo en mancuerna con el Vaticano), enseguida, se acerca a los EUA como socio comercial para poder importar maquinaria industrial y armamento moderno.
17 En la preparación del Plan Marshall, se consideró la posibilidad de incorporar a Argentina como apoyo en la producción de trigo, sin embargo, es eliminada la posibilidad, explicado en gran parte por el incremento de la producción agrícola en EUA y el inicio de la recuperación agrícola de Europa, pero también influyó la desconfianza que desde Washington se tenían hacia Perón, por actos como su negativa a integrarse al FMI. El embajador de los EUA en Argentina, James Bruce en un comunicado de junio de 1948 refiere: “Hay fuertes elementos nacionalistas en el gobierno de Perón que se oponen a cualquier forma de cooperación con EUA…” Lo cual en el marco de la “doctrina Truman” representaba un llamado a estar alerta.
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/lassale_aventurero_pdf.pdf
[2] https://www.spiegel.de/kultur/literatur/
[3] https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e23-02-91.htm
[4] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/1852-colonia.htm
[5] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1234/cuestiones-de-organizacion-iv-la-lucha-del-marxismo-contra-el-aven
[6] https://www.marxists.org/archive/marx/works/1865/02/27.htm
[7] https://www.marxists.org/history/international/iwma/documents/1868/disso
[8] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860/herr-vogt.pdf
[9] https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1904/03/lassalle.html
[10] http://www.gutzitiert.de/aus_meinem_leben-
[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1774/cuestiones-de-organizacion-ii-la-lucha-de-la-i-internacional-contr
[12] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1767/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l
[13] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/2/39/la-organizacion-revolucionaria
[15] https://es.internationalism.org/files/es/divergencias_con_la_resolucion_sobre_la_situacion_internacional_del_24o_congreso_de_la_cci.pdf
[16] https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de
[17] https://es.internationalism.org/content/4720/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-xxiv-congreso-de-la-cci-2021
[18] https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico
[19] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200805/2265/la-lucha-del-proletariado-en-el-capitalismo-decadente
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201603/4143/xxi-congreso-de-la-cci-40-anos-despues-de-la-fundacion-de-la-corri
[21] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci
[22] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/debates-internos
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/2/27/el-capitalismo-de-estado
[24] https://es.internationalism.org/en/tag/2/40/la-conciencia-de-clase
[25] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[26] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo
[27] https://es.internationalism.org/content/4746/balance-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021-comprender-la-situacion-historica
[28] https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[29] https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso
[30] https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021
[31] https://es.internationalism.org/content/4761/informe-de-noviembre-de-2021-sobre-los-conflictos-imperialistas
[32] https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-del-24o-congreso-de-la
[33] https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso
[34] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[35] https://es.internationalism.org/files/es/el_caso_vogt_el_combate_de_los_revolucionarios_contra_la_calumnia_i_0.pdf
[36] https://es.internationalism.org/content/4656/el-aventurero-gaizka-tiene-los-defensores-que-se-merece-los-matones-del-gigc
[37] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
[38] https://www.marxists.org/francais/marx/works/1852/12/index.htm
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[40] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1885-hist.htm
[41] https://es.internationalism.org/en/tag/series/lucha-contra-el-oportunismo
[42] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/defensa-de-la-organizacion
[43] https://es.internationalism.org/files/es/el_caso_vogt_el_combate_de_los_revolucionarios_contra_la_calumnia_ii.pdf
[44] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/lpee72s.htm
[45] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm
[46] https://www.marxists.org/espanol/serge/represion/repres-1.htm#1iii
[47] https://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm
[48] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200612/1139/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-i
[49] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1301/texto-de-orientacion-sobre-marxismo-y-etica-ii
[50] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201803/4278/la-herencia-oculta-de-la-izquierda-del-capital-iv-su-moral-y-la-nuestr
[51] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/index.htm
[52] https://es.internationalism.org/files/es/la_socialdemocracia_alemana_1872-1914_la_lucha_contra_el_oportunismo_organizativo_parte_i.pdf
[53] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199603/1780/cuestiones-de-organizacion-i-la-primera-internacional-y-la-lucha-c
[54] https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero
[55] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1761/1996-84-a-87
[56] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904
[57] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion
[58] https://es.internationalism.org/en/tag/historia-del-movimiento-obrero/1871-la-comuna-de-paris
[59] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/segunda-internacional
[60] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/oportunismo
[61] https://es.internationalism.org/files/es/argentina._el_peronismo_un_arma_de_la_burguesia_contra_la_clase_obrera-_parte_i.pdf
[62] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva
[63] https://es.internationalism.org/cci-online/200810/2380/crisis-del-neoliberalismo-o-crisis-del-capitalismo
[64] https://es.internationalism.org/content/4714/cuestiones-sobre-el-capitalismo-de-estado-en-la-actualidad
[65] https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i
[66] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/argentina
[67] https://es.internationalism.org/en/tag/series/la-trampa-del-peronismo
[68] https://es.internationalism.org/en/tag/2/30/la-cuestion-sindical
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