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Núñez Feijoo, jefe del PP, ha alabado calurosamente a Nicolás Redondo, afirmando que “fue un referente en la defensa de la libertad, de los derechos de los trabajadores y de la democracia". Antonio Garamendi, máximo pontífice de la patronal (CEOE), ha dicho que "su figura ayudó a impulsar un Diálogo Social que es fundamental para la estabilidad y prosperidad de nuestro país". La CEOE, en otro mensaje, se ha referido a Redondo como una "persona clave en la Transición y la modernización de los sindicatos".
Estos elogios al líder sindical recién fallecido muestran claramente los servicios imprescindibles que prestan los sindicatos al mantenimiento y reforzamiento de la explotación capitalista
Del sindicato franquista a los sindicatos “obreros”
Franz Mehring, revolucionario compañero de lucha de Rosa Luxemburgo decía que los obreros “solo tienen falsos amigos y enemigos declarados”. Aplastado al verse alistado en la guerra de 1936 entre el bando franquista y el bando republicano1, el proletariado estaba completamente derrotado lo que permitió al régimen franquista gobernar con un terror salvaje en nombre de los “enemigos declarados” de los trabajadores: la patronal, la iglesia, la derecha etc. En el terreno laboral, el sindicato vertical, fundado por el franquismo, era un nido de chivatos, pelotas y arribistas, que perseguía con saña cualquier lucha o reivindicación obrera.
Sin embargo, con la recuperación histórica del proletariado a partir de las huelgas de 1968 en Francia, el proletariado en España también levantó cabeza. En 1962 hubo grandes huelgas en Asturias que tuvieron un eco en algunas empresas de Barcelona, Madrid y Valencia. A partir de 1971 las huelgas se vuelven cada vez más masivas. Paralizan ciudades enteras como Vigo y Ferrol (1972), Pamplona (1973), Bajo Llobregat (1974). El régimen franquista es incapaz de frenar una lucha donde los trabajadores se autoorganizan en asambleas generales y comités elegidos y revocables, dando rienda suelta a la solidaridad y la unidad, solo tiene como armas una represión ciega y una propaganda estúpida sobre la “España eterna e imperial”. La burguesía necesita reemplazar esos verdugos de camisa azul por el Estado democrático donde la dominación capitalista se ejerce mediante la inteligente combinación entre los Enemigos Declarados (patronal, derecha y extrema derecha etc.) y los Falsos Amigos (sindicatos, izquierda y extrema izquierda, organizaciones “sociales” etc.).
En el terreno sindical, la burguesía española se encuentra con un problema. El sindicato “nuevo” más influyente es Comisiones Obreras, correa de transmisión del PCE, fiel servidor del capital, pero vinculado al bloque imperialista ruso rival de Estados Unidos. En cambio, el sindicato UGT, lacayo del PSOE, tradicional partidario del bloque USA, es muy minoritario, reducido a algunos núcleos en Asturias y País Vasco. Ahí Nicolás Redondo jugará un papel fundamental, al extender por toda España su red sindical, reclutando a antiguos servidores del sindicalismo franquista. Sin embargo, para darse una coloración “obrera” y “combativa” contará con el apoyo entusiasta de los grupos trotskistas que proporcionan la carne de cañón de muchos militantes obreros sinceros y honrados, movilizados por el espejismo de “reconquistar la UGT para la clase obrera”2.
A finales de los años 70 del siglo pasado, la UGT logra casi igualarse en peso e implantación con rivales de CCOO. Es un amasijo de trotskistas, antiguos franquistas del sindicato vertical y católicos “de izquierda” del recién absorbido sindicato USO (que tuvo cierta importancia como oposición sindical en los últimos tiempos del franquismo). Bajo el comando de Nicolás Redondo, nombrado secretario general en 1976, UGT se pone manos a la obra contra la clase obrera3.
El sabotaje de la lucha y la conciencia obrera
Dentro del Estado capitalista, los sindicatos cumplen tres funciones:
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Sabotear la lucha y la conciencia obrera, dividir y desorganizar a los trabajadores
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Avalar con su firma de “representantes obreros” los ataques contra la condición obrera en salarios, jornada de trabajo, productividad etc.
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Engatusar a los trabajadores con toda clase de “servicios y privilegios sociales”
De la mano de Nicolás Redondo y de sus sucesores (Méndez, Álvarez etc.) el sindicato UGT ha cumplido fielmente esas tareas.
La primera función es la más importante. Se trata de impedir que los trabajadores luchen POR SI MISMOS y encadenarlos a las manos “expertas” de los sindicatos que DECIDEN TODO, desde cuando hay que luchar, cuando hay que negociar, como movilizarse etc.
Se trata igualmente de aislar a los trabajadores en la empresa, el sector, la región, la corporación, ROMPIENDO LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA la cual solo puede conseguirse extendiendo la lucha LOS TRABAJADORES MISMOS mediante manifestaciones, delegaciones, piquetes, asambleas abiertas, afirmándose como CLASE OBRERA y no como obreros de la empresa X o del sector Z.
Se trata, en fin, de ilusionar a los trabajadores con el espejismo de que el capitalismo se puede reformar, se podría obtener una mejora de sus condiciones de trabajo, cuando la realidad de más de un siglo de decadencia capitalista demuestra TODO LO CONTRARIO: el sistema solo ofrece salarios cada vez más delgados, inflación, precariedad, imposibilidad de encontrar una vivienda. Al servicio de esa engañifa, los sindicatos plantean “luchas” totalmente estériles que solo conducen a la desmoralización y la división tales como “huelgas generales”, actos de presión, cortes de autopistas etc.
Armados con estos planteamientos, UGT y CCOO, auxiliados por sindicatos “más radicales” (CNT, CGT etc.) lograron debilitar y finalmente apagar la gran fuerza obrera que se expresó entre 1971 y 1976 y que aún tuvo manifestaciones combativas en 1977 y 1978. Sin embargo, su gran servicio al capital fue en los años 80 al sabotear las respuestas obreras a los despidos, el primer gran recorte de las pensiones y los primeros pasos hacia la precariedad generalizada. De esta política se encargó el gobierno PSOE que desde 1982 a 1996 con su famosa consigna del “cambio” despidió a más de UN MILLON DE TRABAJADORES, “reformó” las pensiones y con el pretexto de “luchar contra la propiedad privada del puesto de trabajo” (la cínica divisa “marxista” del ministro Almunia) comenzó a imponer la precariedad4. Hubo numerosas huelgas contra las reconversiones (Sagunto, Bilbao, Gijón, Reinosa etc.). Frente a ellas, CCOO se puso a “favor”, mientras que UGT en un primer momento, se puso en “contra”. Con esta división del trabajo lograron dispersar la combatividad obrera, encerrándola en luchas aisladas en el sector y haciéndolas impotentes frente a la dura represión del gobierno “socialista”: hubo 3 muertos por la acción policial contra las huelgas en Bilbao, Gijón y Reinosa.
Sin embargo, ante el ascenso de la lucha obrera, UGT cambió de táctica. Desde 1986 se une a CCOO en el patronazgo de “huelgas” estériles. Nicolás Redondo se distancia del PSOE y en 1987 renuncia a su acta de diputado. En 1988 la farsa de una “lucha unida” llega a su máxima cumbre con la seudo huelga general del 14 de diciembre contra el Plan de Empleo Juvenil que el gobierno, para dar lustre a los sindicatos, “retira” (lo sustituirá a los pocos meses con nuevas medidas de precarización con otro nombre).
Firmar todo lo que el Capital necesita
Los sindicatos “de clase” (UGT y CCOO) combinan la “presión” con la “negociación”. La primera como acabamos de ver son sus simulacros de lucha que llevan a la desorganización, la división y la desmoralización de los trabajadores. La segunda consiste en aceptar todo lo que el gobierno y la patronal proponen, disimulado con migajas o con aquello de “la patronal proponía bajarnos 5 y nosotros hemos conseguido que solo nos baje 4”5.
Ya en 1977, CCOO firmó junto a los partidos políticos democráticos los Pactos de la Moncloa que supusieron una fuerte rebaja de salarios ante una inflación que en aquellos momentos alcanzó la cifra del 30%6. UGT necesitada de afiliación masiva y del concurso radical de los trotskistas, se opuso ruidosamente a esos pactos. Sin embargo, a partir de 1979 cambia de táctica y firma sin rechistar todo lo que la patronal y el gobierno ponen sobre la mesa: el Acuerdo Básico Inter confederal que prepara el Estatuto de los Trabajadores (CCOO se descuelga del acuerdo); el AMI (Acuerdo Marco Inter Confederal) en 1980 y que según la web de la CEOE “Con el AMI disminuyó un 60% la conflictividad laboral”7. En julio de 1981 CCOO, UGT, la CEOE y el gobierno Suarez firmaron el Acuerdo Nacional por el Empleo que según los Archivos de la Transición “volvería a generar una nueva pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora. Los sindicatos firmantes recibieron, fuera del Acuerdo, 800 millones de pesetas a cuenta del anticipo del patrimonio sindical”8.
Después, ya bajo gobierno PSOE, UGT y CEOE firmaron junto con el gobierno, el AES, Acuerdo Económico y Social, que apoyó las reconversiones industriales y el “control” de los salarios. En 1985, UGT secundó la primera reforma de las pensiones dejando a CCOO la acción “radical”: convocó una “huelga general” que fue un fracaso pues ni la misma Comisiones se ocupó de impulsarla.
El gran robo de la PSV
Podríamos seguir pasando revista a todos los “acuerdos” que los sindicatos, con UGT a la cabeza, han firmado con todos los gobiernos democráticos. Queda claro que tanto “pactando” como “luchando”, los sindicatos venden a los obreros al capital.
Pero hay una tercera pata de la acción sindical que le sirve de cebo para reclutar trabajadores: sus “servicios sociales”. Los sindicatos proporcionan a sus afiliados ventajas exclusivas: vacaciones en residencias o mediante agencias de viaje, abogados gratuitos, igualas médicas, viviendas a bajo precio etc. Estos privilegios se extienden a maniobras de puro clientelismo que siembran la DIVISION en las filas obreras: CCOO acaba de firmar una subida salarial en Ryan Air SOLO PARA SUS AFILIADOS; UGT, CSIF y CCOO favorecen, a veces a escondidas y otras abiertamente, a sus afiliados en las bolsas de trabajo de la función pública etc.
Estos “servicios sociales” tienen dos misiones: por un lado, sembrar la división y la competencia entre los obreros estableciendo toda clase de barreras entre sindicados y no sindicados. La segunda es construir un apéndice del Estado del Bienestar, la cara “amable” y “humana” del Capitalismo de Estado. Los obreros afiliados gozarían de “mejoras” tales como viviendas “dignas”, vacaciones en lugares turísticos, servicios médicos etc.
Una ilustración de que todo esto es un engaño vil que no remedia la fortísima degradación de la vida obrera a la que asistimos desde hace más de medio siglo, nos la da un escándalo protagonizado por la UGT y más directamente por Nicolás Redondo. Se trata de la estafa PSV (Promoción Social de Viviendas). Este organismo creado por la UGT en 1988 embaucó a miles de trabajadores con la promesa de tener viviendas “dignas” a un precio 30-40% más barato. Se hicieron 175 promociones en toda España para construir 22000 viviendas. La realidad es que gran parte del dinero adelantado por los trabajadores “desapareció” en un gran desfalco de unos 80.000 millones de las antiguas pesetas. Tras muchos procesos judiciales, ¡13 años después!, una parte de los afectados logró recuperar el 75% de su inversión, otros consiguieron tener finalmente una vivienda pagando como media un 7% más de lo previsto. UGT se lavó las manos recurriendo las sentencias que le obligaban a hacerse cargo de la deuda con los afectados. El tesorero de UGT y el jefe de la PSV, Sotos, fueron condenados a leves penas de cárcel. Nicolás Redondo fue finalmente exonerado.
El problema de la vivienda es, desde hace años, una pesadilla para los trabajadores, especialmente los jóvenes y los emigrantes, obligados a hacinarse en pisos compartidos disponiendo de apenas una habitación o incluso durmiendo en las “camas calientes”9. Las “grandes promesas” de UGT que acabaron en un gran timo evidencian la realidad que toda la clase dominante quiere tapar: el capitalismo nos condena a la miseria, la precariedad y la intemperie.
Es significativo que tanto Pedro Sánchez como Núñez Feijoo o Garamendi no mencionen nada sobre esta “hazaña” de Nicolás Redondo. En su obituario, el actual secretario de UGT, Álvarez, silencia completamente este episodio. Se trata de defender con uñas y dientes el engaño de los sindicatos “al servicio de los trabajadores”. La trayectoria de los sindicatos en los últimos 100 años y concretamente la “obra” de Nicolás Redondo, muestran todo lo contrario: las tres patas del sindicalismo (movilización, negociación y servicios) están siempre CONTRA LA CLASE OBRERA10.
C. Mir 11-1-23
1 Ver nuestro libro España 1936: FRANCO Y LA REPUBLICA MASACRAN A LOS TRABAJADORES https://es.internationalism.org/cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado
2 Los grupos izquierdistas (trotskistas, maoístas, estalinistas, anarquismo oficial, “nueva izquierda” …) son los auxiliares “radicales” de los partidos y sindicatos de la izquierda “oficial”. Ver Los sindicatos contra la clase obrera (V): la táctica de los izquierdistas para hacerlos tragar a los trabajadores https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos
3 Debe señalarse que la hoja de servicios de la UGT al capital español tiene una larga historia. Bajo la dictadura de Primo de Rivera (1923-30), la UGT ejerció de sindicato del régimen oponiéndose a cualquier reivindicaciones obrera y denunciando a obreros combativos, sobre todo militantes de la CNT (ver a este respecto el cuarto artículo de nuestra Serie sobre la CNT, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2068/historia-del-movimiento-obrero-la-contribucion-de-la-cnt-a-la-inst ). Bajo la República, la UGT ejerció de rompehuelgas y en 1934 cuando los obreros en Asturias estaban en lucha los dejó solos evitando toda huelga de solidaridad en el resto de España. En fin, durante la guerra de 1936, la UGT formaba parte de la coalición que arrastró a los obreros a participar en la confrontación militar entre Franco y la República.
4 Ver dentro de nuestra serie Los gobiernos de izquierda al servicio de la explotación capitalista, el segundo artículo: Los gobiernos PSOE de la democracia, https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos
5 La política sindical de “mejoras” en realidad se reduce a la filosofía de un macabro chiste: “Tuvo mucha suerte el reo, las 5 penas de muerte a las que había sido condenado fueron reducidas a una”.
6 Ver nuestro artículo ¿Nuevos Pactos de la Moncloa? Entonces y ahora Unión Nacional para empeorar nuestra vida https://es.internationalism.org/content/4564/nuevos-pactos-de-la-moncloa-entonces-y-ahora-union-nacional-para-empeorar-nuestra-vida
8 Los Pactos Sociales en la Transición española. Pactos y Leyes (archivodelatransicion.es)
9 Ver Debate sobre el problema de la vivienda https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200601/410/debate-sobre-el-problema-de-la-vivienda
10 Ver nuestro folleto LOS SINDICATOS CONTRA LA CLASE OBRERA publicado en nuestra Web en una serie de artículos: https://es.internationalism.org/content/4575/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-i , https://es.internationalism.org/content/4586/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-en-la-decadencia-capitalista-ii , https://es.internationalism.org/content/4603/los-sindicatos-en-el-periodo-ascendente-del-capitalismo-iii , https://es.internationalism.org/content/4620/los-sindicatos-organos-del-estado-capitalista-iv , https://es.internationalism.org/content/4645/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-v-la-tactica-de-los-izquierdistas-para-hacerlos , https://es.internationalism.org/content/4667/los-sindicatos-contra-la-clase-obrera-vi-contenido-y-formas-de-la-lucha-obrera-en-el y https://es.internationalism.org/content/4706/la-intervencion-de-los-revolucionarios-frente-los-sindicatos-vii