¿Nuevos Pactos de la Moncloa? Entonces y ahora Unión Nacional para empeorar nuestra vida

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Si el socavón recesivo que se avecina sobre la economía mundial va a tener un efecto devastador sobre el empleo, los salarios, las prestaciones sociales y, en general el conjunto de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera en todo el mundo, las perspectivas para el proletariado en España son de las más sombrías  , dada la debilidad del capitalismo español, su dependencia de dos sectores como la construcción y el turismo (al que está vinculada) que representan entre ambos el 30% del PIB. Pero es que esa tormenta se abate sobre unos trabajadores que, en la “recuperación” tras el bache ya severo de 2008-2014 habían sufrido un deterioro bestial de sus condiciones de vida y trabajo.

Así, la supuesta disminución de las cifras de desempleo se ha realizado a base de aumentar la precariedad laboral, especialmente entre los jóvenes: el 50% de los menores de 30 años están excluidos del mundo laboral y entre los trabajadores de 25 a 29 años la temporalidad afectaba ya antes de la pandemia a más del 54% de la población activa. En estos años atrás esa precarización ha tomado la forma de la “uberización” del empleo, es decir la subcontratación del trabajador a través de una plataforma de Internet, que aparentemente se ve en los llamados “riders” (los servicios a domicilio de comida, paquetería, etc.) pero que se han extendido también a sectores como la limpieza o los cuidados de personas dependientes.

Con esa presión, los explotadores españoles habían conseguido ya, mucho antes del primer caso de Covid, un recorte brutal de un 10% en los salarios reales. La ganancia media anual por trabajador era ya a finales de 2019 inferior a la de 2008, para los obreros menores de 35 años. Esas condiciones salariales habían ya conducido a un agravamiento del problema de la vivienda, de la carestía de alquileres, de pobreza energética. En su última visita a España en 2019, el relator de la ONU señalaba ya el aumento de los trabajadores pobres, es decir que aún “disfrutando” de un salario vivían por debajo del umbral “oficial” de la pobreza y que el 50% de la población no llegaba con sus ingresos a fin de mes.

Y esta era, insistimos, la situación antes del primer contagio de Covid-19, por lo que podemos imaginarnos lo que va a significar la repercusión dramática de la pandemia. Las previsiones de los “expertos” económicos tanto españoles como internacionales, cifran la caída del PIB entre un 8% y un 15% y el aumento del desempleo hasta un 20 -24%. Las ONG que atienden bancos de alimentos para suministrar a personas en situación de extrema pobreza han visto ya cuadruplicada su demanda en el mes y medio que llevamos desde la declaración de la cuarentena, y esperan que esas necesidades se multiplicarán ¡por 7!

La burguesía española sabe que va a tener que atacar a muerte las condiciones de vida de los trabajadores y organiza una estrategia para poner todos los obstáculos posibles y debilitar y desviar de antemano los intentos de respuesta de nuestra clase creando un clima de “unidad nacional”. Para ello ha recurrido al espectro de los Pactos de la Moncloa, una ceremonia de consagración de un supuesto interés común entre explotadores y explotados en los que ambos, supuestamente, “ganarían”.

¿Qué fueron los Pactos de la Moncloa? ¿Qué ganamos y que perdimos con ellos los trabajadores?

Para los trabajadores de hoy es necesario recuperar una verdadera “memoria histórica” de nuestra lucha, de los ejemplos de los combates en que se fortaleció nuestra unidad y nuestra conciencia, pero también de los engaños con que nos embaucaron para que aceptáramos los sacrificios que le interesaban al capital. Nuestra organización y nuestras publicaciones tienen ya más de 40 años de historia, por lo que podemos apoyarnos en lo que escribimos en aquel momento de la firma de los Pactos de la Moncloa para mostrar lo que de verdad significaron. Así en la editorial de nuestra publicación Acción Proletaria nº 16 de Octubre/Noviembre del 77, indicábamos:

«Tras muchos tiras y aflojas los cuatro grandes partidos del capital español (Alianza Popular, UCD, PSOE, PCE) han acordado un programa de medidas económicas y políticas: EL PACTO DE LA MONCLOA. El acuerdo es de vida o muerte para la burguesía española ahogada por la catastrófica situación económica, dividida por profundas luchas internas y pendiente siempre de la amenaza proletaria.

El gobierno Suárez no ha podido afrontar la situación en ningún momento. Su partido, UCD, es incapaz de una gestión eficaz; su atadura al capital privado le impide tomar medidas económicas serias; su carácter derechista lo anula cara a mistificar al proletariado.

Pero, al mismo tiempo, UCD goza de la confianza de los sectores más atrasados del capital español (entre ellos el Ejército) y está muy vinculado al capital extranjero. Por ello, aun siendo un partido ineficaz, la burguesía no solo debe contar con él sino que debe, de momento, mantenerle al frente del gobierno. De ahí la complicada situación a la que han llegado: un gobierno Suárez apoyado desde fuera por todos los partidos representados en las Cortes (…).

Es cierto que en el terreno político se ha llegado a un acuerdo con facilidad: las autonomías, la amnistía, la “nueva” ley de Orden Público han dado al Estado la fachada democrática precisa para unir a todas las facciones de la burguesía y mistificar al proletariado:

“El documento de la Moncloa incluye importantes contrapartidas políticas para compensar el sacrificio que se pide a los trabajadores al asegurar a los ciudadanos un mayor control democrático de la gestión estatal y una más eficaz garantía de esos bienes invisibles (¡¡!!! –NdR-) que son la libertad y los derechos cívicos” (EL PAÍS) (…). Esa unidad de todas las facciones del capital se concentra contra la clase obrera, atacando sus condiciones de vida. Así el Pacto de la Moncloa acuerda un tope salarial del 22%, el chantaje del despido libre, proclama el descontrol de los precios y promueve una política de aumento del paro…

Y, en el número siguiente, Acción Proletaria nº 17, mostrábamos claramente como el objetivo último de ese pacto era imponer esas medidas a unos trabajadores que en ese momento se hallaban aún muy movilizados. Merece la pena comparar las patrañas ideológicas empleadas entonces por los partidos de la izquierda del capital, con el “relato” como les gusta describirlo hoy al PSOE y a Podemos. ¿A qué nos suenan?

«(…) es necesario que los trabajadores en general asuman la limitación en el crecimiento de los salarios como único procedimiento para posibilitar la creación de nuevos empleos” (Felipe González: EL SOCIALISTA nº 33, 4 de diciembre 1977) (…)  “La política salarial del Pacto es el fruto de una interpretación y aplicación unilateral del mismo por el gobierno… Esta interpretación habría sido distinta, más favorable a los trabajadores, si en vez de haberla hecho solo el gobierno se hubiera hecho también por las centrales sindicales y los partidos políticos(…) La actitud de nuestro partido es clara. Hemos firmado el Pacto porque estamos convencidos de que es la mejor forma para superar la crisis y consolidar la democracia” (Simón Sánchez Montero: MUNDO OBRERO nº 48, 1-7 de diciembre de 1977[1])

Otro estupendo ¡No!... pero SÍ. Ahora resulta que el Pacto es malo porque lo aplica la derecha pero si lo aplicara la izquierda sería perfecto ¡Arriba la explotación! ¡Vivan los pactos sociales! ¡Ole al trabajo asalariado! El PCE tan “comunista” como siempre”.

Y un año más tarde de la firma de dichos pactos, pudimos analizar que sólo les habían sido útiles a los capitalistas: «Lo que se ha cumplido del Pacto de la Moncloa. Se han cumplido:

1º) El aumento de las cuotas a la Seguridad Social, que han subido más del 18%...

2º) La llamada “política de rentas” que no es sino la congelación de los salarios en un tope del 20%... los salarios han perdido un 1,2% de su capacidad adquisitiva: en los convenios y laudos aprobados ha habido un 40% donde los aumentos han sido inferiores al 20%...

3º) La reforma fiscal ha sido un éxito. Con la historia de que “ahora Hacienda somos todos” han hecho pasar por la piedra a muchos obreros que aparte del IRTP (cuya recaudación ha aumentado un 23%, o sea MÁS QUE LOS SUELDOS) ha tenido que pagar un impuesto personal que de momento solo afecta a un 11% de los obreros industriales, pero que va en el sentido de reducir, vía impuestos, nuestro salario real.

4º) … los precios subirán más o menos el 17% (que por mucho que digan es mucho) pero ¿De dónde ha salido esa baja relativa de los precios? Tres han sido los factores que la han producido:

  1. la reducción de los créditos, (…) lo que significa, cierre de empresas, aumento del paro y atrasos salariales, y (…) reducción del consumo;
  2. reducción del gasto público en servicios sociales (enseñanza, sanidad, barrios) con el consiguiente empeoramiento en calidad y cantidad de los servicios públicos para los obreros;
  3. las subvenciones por parte del Estado a una larga serie de productos para evitar que suban, lo cual no elimina la inflación, simplemente la detiene por poco tiempo, pero ¿de dónde salen las subvenciones? ¡Bien aumentando los impuestos bien reduciendo los servicios sociales, siempre salen de los trabajadores!

No nos engañemos, la actual baja de los precios no ha significado un aumento de nuestra capacidad adquisitiva, sino un REDUCCIÓN…

LO QUE NO SE HA CUMPLIDO

De las medidas acordadas en el Pacto de la Moncloa ha habido un montón que no se han cumplido, y la mayoría de ellas figuraban en el capítulo de “PROMESAS DE MEJORAS SOCIALES PARA LOS TRABAJADORES”. Así, no se ha cumplido: la mejora del Seguro de Desempleo, el llamado “programa de lucha contra el paro”, la creación de puestos escolares, la construcción de viviendas sociales, la mejora de la ayuda familiar, la inclusión en la Seguridad Social de jornaleros y campesinos.

Los sindicatos y partidos “obreros” (PCE, PSOE) nos engañaban ofreciéndonos, a cambio de la congelación salarial, unas “mejoras sociales”: «Los trabajadores obtendrían un salario indirecto en especie, en forma de mayor calidad en los servicios sociales, 700.000 nuevos puestos escolares y un programa de construcción de viviendas y de mejora en materia de urbanismo» (Laureano Lázaro, de la Comisión Económica del PCE). Ese fantasmal “salario indirecto en especie” ha sido una tomadura de pelo para hacernos aceptar una BAJA del salario real.

Pero ¿Por qué no se han cumplido? Porque eran promesas que sabían perfectamente que NO LAS IBAN A CUMPLIR. Su finalidad no era cumplirse, sino ENGAÑARNOS haciéndonos olvidar la defensa de nuestros salarios y nuestras condiciones de vida.». Acción Proletaria nº 22, noviembre-diciembre 1978.

Hoy el gobierno de la coalición “progresista” del PSOE y Podemos[2] nos quiere revender esos Pactos de la Moncloa como una especie de paraíso del consenso perdido que habría que recuperar para enfrentarse al cataclismo social que se avecina. En realidad, pretenden una nueva y más brutal inmolación de los trabajadores para salvaguardar los intereses del capital nacional. Por eso la alternativa para la clase obrera es la misma que formulamos entonces…

SÍ a la Unidad y Solidaridad de la clase trabajadora. NO a la “unidad “con los explotadores

Los pactos del 77 tuvieron lugar, como veíamos, en un contexto histórico concreto: la puesta en marcha de la mistificación del Estado democrático que permitiera subsanar las muchas insuficiencias del franquismo para hacer frente al desarrollo de las luchas obreras que se vivía a escala internacional. Ese interés común de todos los sectores de la burguesía para hacer frente al enemigo de clase, es decir, el proletariado se evidenciaba también en el apoyo de todas las burguesías occidentales a la “transición democrática” española en el contexto de la disciplina de bloque imperialista USA[3]

Hoy la situación no es la misma. El apoyo internacional al capital español es mucho más incierto ante la desaparición de los dos bloques imperialistas desde la posguerra y la política de cada uno para sí. Por otro lado, la cohesión entre las distintas fracciones del aparato político de la burguesía española ha ido mostrando fisuras y grietas cada vez más profundas como ha quedado en evidencia en el conflicto de Catalunya o en la trapisonda de la formación del gobierno del PSOE más Podemos desde las últimas elecciones[4]. Por mucho que la burguesía intente no complicar la situación actual de crisis sanitaria y crisis económica con una crisis política y nuevas elecciones, lo bien cierto es que el gobierno actual suscita el desconcierto y el descontento nada disimulado incluso de formaciones que respaldaron su investidura, como han evidenciado tanto el Partido Nacionalista Vasco como Esquerra Republicana de Cataluña. Es verdad además que hoy las luchas obreras no representan, por el momento, una amenaza tan patente como lo eran en el momento de la firma de los Pactos de la Moncloa.

Eso permite un margen de maniobra a la burguesía, que va a forzar la “melodía social” – el ingreso mínimo vital, alguna medida más efectista que real sobre los alquileres, etc, - con el que acompañar el descenso al abismo del paro y la miseria que se cierne sobre los trabajadores en España, al mismo tiempo que en el mundo entero. Por ejemplo, en el último mes ¡26 millones de trabajadores se han inscrito en las listas de desempleo en Estados Unidos!

Los llamamientos al “consenso social” y a reeditar un clima de “unidad de todos los españoles” forman parte de la “Lista de Reproducción” de esa melodía mistificadora. La clase obrera en cambio debe saber que sus intereses comunes están con los trabajadores que han sufrido también los peores efectos de la pandemia y que sufrirán las peores consecuencias de la recesión, y no con quién ha enviado desarmados a sus hermanos de clase a la lucha contra el virus, o quien defiende las leyes de la explotación capitalista[5].

Valerio 30 de Abril

 

[1] Mundo Obrero era entonces el órgano del P”C”E

[2] Y más que nadie Pablo Iglesias, al que podría aplicársele la canción del Cuervo Ingenuo de Javier Krahe que tanto le gustaba cantar cuando atribuía al “régimen del 78” y a la doblez del PSOE el origen de todos los males.

[3] La burguesía en España recibió el apoyo político en la formación de cuadros sindicales y líderes “de izquierdas” de las principales potencias del bloque occidental y en particular de Francia y Alemania. La formación del mismísimo PSOE fue principalmente un producto de esa política, ante la necesidad de contar con un partido de izquierdas que no fuera sospechoso de dejarse influenciar por el bloque “soviético” como los PC’s (que precisamente frente a esas sospechas, viraron hacia el “eurocomunismo”). Ver la segunda parte de nuestra Serie sobre los gobiernos de izquierdas en España: https://es.internationalism.org/content/4562/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-ii-los-gobiernos

[4] Ver el artículo de nuestra publicación El 18 de Brumario de Pedro Sánchez https://es.internationalism.org/content/4503/el-18-brumario-de-pedro-sanchez

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