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Introducción
Seguimos publicando contribuciones a un debate interno relativo a la comprensión de nuestro concepto de la descomposición, a las tensiones inter-imperialistas y a la amenaza de guerra, así como a la relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Este debate fue hecho público por primera vez por la CCI en agosto de 2020, cuando publicó un texto del camarada Steinklopfer en el que expresaba y explicaba sus desacuerdos con la resolución sobre la situación internacional del 23º Congreso de la CCI. Este texto fue acompañado de una respuesta de la CCI y ambos pueden consultarse aquí. La segunda contribución del camarada (aquí) desarrolla sus divergencias con la resolución del 24º Congreso y el texto que sigue es otra respuesta que expresa la posición de la CCI. Por último, hay una contribución del camarada Ferdinand (aquí) que también expresa sus divergencias con la resolución del 24º Congreso. La respuesta a este texto se publicará próximamente.
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La CCI está más o menos sola al considerar que el hundimiento del bloque imperialista del Este en 1989 marcó el comienzo de una nueva fase en la decadencia del capitalismo: la fase de descomposición, resultante de un estancamiento histórico entre las dos grandes clases de la sociedad no siendo ni una ni otra capaces de hacer avanzar su propia perspectiva frente a la crisis histórica del sistema: guerra mundial para la burguesía, revolución mundial para la clase obrera. Esta sería la última etapa de la larga decadencia del modo de producción capitalista, trayendo consigo la amenaza de un descenso a la barbarie y la destrucción que podría engullir a la clase obrera y a la humanidad incluso sin una guerra a escala mundial entre dos bloques imperialistas [1].
Los grupos del medio proletario han respondido poco o nada a las Tesis sobre la Descomposición que sentaban las bases teóricas del concepto de la descomposición. Algunos, como los bordiguistas, con su idea de la invarianza de la teoría marxista desde 1848, han tendido a rechazar el concepto mismo de la decadencia capitalista. Otros, como la Tendencia Comunista Internacionalista, consideran idealista nuestra visión de la descomposición como una fase de caos creciente y de destructividad irracional, aunque no estén en desacuerdo con que tales fenómenos existan e incluso vayan en aumento. Pero para estos camaradas nuestra concepción no se basa directamente en un análisis económico, por lo que no puede considerarse materialista.
Al mismo tiempo, a pesar de situar sus orígenes en la Izquierda Comunista de Italia, estos grupos nunca han aceptado nuestra noción del curso histórico: la idea de que la capacidad del capitalismo de movilizar a la sociedad para la guerra mundial depende de si ha infligido una derrota decisiva a la clase obrera mundial, en particular a sus batallones centrales. Este fue sin duda el enfoque de la Fracción de Izquierda que publicó Bilan en los años 30, que insistía en que con la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, el camino hacia una Segunda Guerra Mundial estaba abierto; y fue un método retomado por la CCI desde sus inicios. En los años 1970 y 1980, argumentamos que, a pesar de una crisis económica cada vez más profunda y de la existencia de bloques imperialistas estables, el capitalismo era incapaz de dar pasos decisivos hacia la Tercera Guerra Mundial porque se enfrentaba a una generación no derrotada de proletarios que no estaban dispuestos a hacer los sacrificios que exigía una marcha hacia la guerra. Ninguno de estos argumentos tenía sentido para la mayoría de los grupos del medio proletario los cuales no tenían en cuenta la relación de fuerzas entre las clases para comprender la dirección que tomaba la sociedad [2].
El concepto del curso histórico fue un elemento clave en la formulación de la teoría de la descomposición. En los años 1970, periodo caracterizado por oleadas internacionales de luchas obreras en respuesta a la crisis económica abierta, seguíamos considerando que la sociedad se encaminaba hacia enfrentamientos masivos de clases cuyo resultado determinaría si el camino estaba abierto hacia la guerra mundial o hacia la revolución mundial. Sin embargo, hacia finales de la década de 1980, a pesar de la incapacidad de la burguesía para organizar a la sociedad para una nueva guerra mundial, se hizo evidente que a la clase obrera le resultaba cada vez más difícil afirmar su propia perspectiva revolucionaria. Paradójicamente, el concepto de un curso histórico, de un movimiento definido hacia la guerra mundial o hacia la lucha de clases masiva, ya no era aplicable en la nueva fase abierta por el estancamiento histórico, como aclaramos en nuestro 23 Congreso Internacional [3].
Con algunas excepciones, la mayoría de los grupos del medio proletario también han rechazado una de las principales conclusiones que hemos sacado del análisis de la descomposición a nivel de los conflictos imperialistas -un análisis desarrollado en nuestro texto de orientación de 1990 "Militarismo y Descomposición" y su actualización de mayo de 2022-, que la creciente tendencia al sálvese quien pueda entre los estados, la marea de fragmentación y desorden que caracterizó esta nueva fase, se había convertido en un elemento central de la dificultad de la burguesía para reconstituir bloques imperialistas estables [4]. La mayoría de los grupos consideran que la formación de nuevos bloques está hoy a la orden del día, y de hecho han argumentado que está bastante avanzada.
Aunque a nuestro juicio las principales predicciones de las Tesis sobre la Descomposición y el Texto de Orientación sobre el militarismo han resistido la prueba del tiempo (cf. informe del 22º Congreso [5]), la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la divergencia con los grupos que ven el rápido movimiento hacia la formación de bloques y la amenaza inminente de una tercera guerra mundial.
En nuestras propias filas han surgido ideas similares, como puede verse en los textos de los camaradas Steinklopfer y Ferdinand [6]. Sin embargo, estos camaradas siguen insistiendo en que están de acuerdo con el concepto de descomposición, aunque a nuestro juicio algunos de sus argumentos lo cuestionan.
En este artículo explicaremos por qué pensamos que este es el caso de la contribución del camarada Steinklopfer. Aunque las posiciones de Steinklopfer y Ferdinand son muy similares, se presentaron como contribuciones individuales, por lo que responderemos por separado.
Dividiremos nuestra respuesta en tres partes: sobre los desacuerdos acerca del concepto básico de descomposición; sobre la polarización imperialista; y sobre el balance de fuerzas entre las clases. Al responder a las críticas del camarada Steinklopfer, tendremos que dedicar una cantidad considerable de tiempo a corregir varias tergiversaciones de la posición de la organización, que a nuestro juicio se derivan de una pérdida de adquisiciones por parte del camarada, un olvido de algunos elementos básicos de nuestro marco de análisis. Es más, algunas de estas tergiversaciones ya han sido contestadas en respuestas anteriores a los textos del camarada, pero no son reconocidas ni respondidas en contribuciones posteriores del camarada. Esto es señal de una dificultad real para hacer avanzar el debate.
Sobre el concepto básico de descomposición: ¿dónde está el revisionismo?
Según el camarada Steniklopfer, sería sin embargo la CCI la que estaría “revisando” su concepción de la descomposición: “hay un hilo rojo que une muchos de estos desacuerdos y que gira en torno a la cuestión de la descomposición. Aunque toda la organización comparte nuestro análisis de la descomposición como fase terminal del capitalismo, cuando se trata de aplicar este marco a la situación actual, salen a la luz diferencias de interpretación. En lo que todos estamos de acuerdo es en que esta fase terminal no sólo fue inaugurada por, sino que tiene sus raíces más profundas en, la incapacidad de cualquiera de las dos clases principales de la sociedad para abrir una perspectiva para la humanidad en su conjunto, para unir a grandes partes de la sociedad ya sea detrás de la lucha por la revolución mundial (el proletariado) o detrás de la movilización para la guerra generalizada (la burguesía). Pero, para la organización, parece haber una segunda fuerza motriz esencial de esta fase terminal, que es la tendencia de cada uno contra todos: entre Estados, dentro de la clase dominante de cada Estado nacional, dentro de la sociedad burguesa en general. Sobre esta base, la CCI, en lo que se refiere a las tensiones imperialistas, tiende a subestimar la tendencia a la bipolarización entre dos Estados ladrones principales, la tendencia a la formación de alianzas militares entre los Estados, así como subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias, que contiene una dinámica potencial hacia una especie de tercera guerra mundial que podría acabar con la humanidad”.
Más adelante abordaremos la cuestión de la subestimación de la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Lo que queremos dejar claro en esta coyuntura es que no vemos la tendencia al "sálvese quien pueda" como una "segunda fuerza motriz de esta fase terminal" en el sentido de ser una causa subyacente de la descomposición, lo cual está implícito en la frase del camarada "una segunda fuerza motriz esencial" y se hace explícito cuando continúa diciendo que “aunque estoy de acuerdo en que el ‘cada uno contra todos’ burgués es una característica muy importante de la descomposi ción, que jugó un papel muy importante en la inauguración de la fase de descomposición con la desintegración del orden mundial imperialista posterior a la Segunda Guerra Mundial en 1989, no estoy de acuerdo en que sea una de sus principales causas”. Si bien todos estamos de acuerdo en que la tendencia de cada Estado a defender sus propios intereses es inherente a toda la historia del capitalismo, incluso durante el periodo de los bloques estables -o como dice Steinklopfer, “el ‘cada uno a la suya’ burgués es una tendencia permanente y fundamental del capitalismo a lo largo de toda su existencia”- esta tendencia se " desata " y se exacerba a nivel cualitativo durante la fase de descomposición. Esta exacerbación sigue siendo un producto de la descomposición, pero se ha convertido en un factor cada vez más activo en la situación mundial, un impedimento importante para la formación de nuevos bloques.
Esto nos lleva a un segundo desacuerdo clave sobre el concepto de descomposición: la comprensión de que la descomposición, al tiempo que hace fructificar todas las contradicciones existentes del capitalismo decadente, adquiere el carácter de un cambio cualitativo. Según Steinklopfer “A mi entender, la organización se desplaza hacia la posición de que, con la descomposición, hay una nueva cualidad en relación con las fases anteriores del capitalismo decadente, representada por una especie de dominio absoluto de la tendencia a la fragmentación. Para mí, en contraposición a esto, no hay ninguna tendencia importante en la fase de descomposición que no existiera ya de antemano, y en particular en el período de decadencia del capitalismo que comienza con la Primera Guerra Mundial”.
Parece un caso claro de "pérdida de adquisiciones", de olvido de lo que nosotros mismos hemos dicho en nuestros textos fundamentales, en este caso, las propias Tesis sobre la Descomposición. Ciertamente, las Tesis coinciden en que “en realidad, las contradicciones y expresiones de la decadencia del capitalismo que la han ido marcado sucesivamente en sus distintas fases se mantienen e incluso se han profundizado, de tal modo que la fase de descomposición es la resultante de la acumulación de todas esas características de un sistema moribundo, la fase que remata tres cuartos de siglo de agonía de un modo de producción condenado por la historia” (Tesis 3). Pero la misma tesis señala a continuación que estas características aparecen en la fase de descomposición “como la consecuencia última, como síntesis acabada de todos esos elementos”: en definitiva, dicha síntesis marca el punto en el que la cantidad se convierte en cualidad. De lo contrario, ¿qué sentido tendría describir la descomposición como una nueva fase dentro de la decadencia?
Sobre la polarización imperialista
Si volvemos al TO sobre Militarismo y descomposición, queda claro que nunca hemos sostenido que la tendencia a la formación de nuevos bloques desaparezca en la fase de descomposición. “La historia (sobre todo de la 2ª posguerra) ha puesto en evidencia que la desaparición de un bloque imperialista (por ejemplo, el del “Eje”) pone al orden del día la dislocación del otro (los “aliados”) pero también la formación de una nueva “pareja” de bloques antagónicos (Este y Oeste). De ahí que la situación actual lleva en sí, bajo la presión de la crisis y del agudizamiento de las tensiones militares, una tendencia hacia la formación de dos nuevos bloques imperialistas”.
Sin embargo, el mismo TO había señalado antes también que: “No es la formación de bloques imperialistas lo que está en la base del militarismo y del imperialismo. Es lo contrario: la formación de bloques no es sino la consecuencia extrema (que en cierta fase pueda agravar las causas mismas) del hundimiento del capitalismo decadente en el militarismo y la guerra. En cierto modo, ha ocurrido con la formación de bloques respecto al imperialismo como con el estalinismo respecto al capitalismo de Estado. Al igual que el fin del estalinismo no significa un freno a la tendencia histórica hacia el capitalismo de Estado, aunque fuera una manifestación de éste, la desaparición actual de los bloques imperialistas no implicará el menor cuestionamiento del dominio del imperialismo en la vida de la sociedad”. Y continúa diciendo que, en ausencia de bloques, los antagonismos imperialistas adquirirán un carácter nuevo, caótico, pero no menos sangriento. “En el nuevo período histórico en que hemos entrado, y los acontecimientos del Golfo vienen a confirmar, el mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar “por su cuenta y para sí”, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, pero que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, en el que el “gendarme” USA intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo más y más masivo de su potencial militar”.
Este escenario ha sido ampliamente demostrado por las posteriores guerras en los Balcanes, la invasión de Afganistán e Irak, la guerra en Siria, numerosos conflictos en África, etc. En particular, los intentos del gendarme estadounidense de mantener un mínimo de orden se convertirían en un factor de primer orden en la exacerbación del caos, como hemos visto en Oriente Medio en particular.
Por supuesto, existe una limitación importante en el análisis presentado en el Texto de Orientación sobre el militarismo, publicado a principios de la década de 1990. Aunque demuestra correctamente la incapacidad de nuevos contendientes como Alemania y Japón para formar un nuevo bloque opuesto a EEUU, no predice el ascenso de China y su capacidad para presentar un desafío importante a la dominación estadounidense. Pero, ¿invalida esto la conclusión del OT de que la tendencia a la formación de nuevos bloques no estará a la orden del día durante un periodo indefinido?
Para responder a esta pregunta, es necesario tener claro lo que la CCI está diciendo realmente sobre el desafío chino a los EEUU. Según el camarada Steinklopfer, “sin embargo, en el análisis actual de la organización, China no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU., y ello porque su desarrollo económico y tecnológico se considera un "producto de la descomposición". Según esta interpretación, China no puede ser ni llegar a ser más que un país semidesarrollado incapaz de seguir el ritmo de los antiguos centros del capitalismo en Norteamérica, Europa o Japón. ¿No implica esta interpretación que la idea, si no de una paralización del desarrollo de las fuerzas productivas -que con razón siempre hemos descartado como característica del capitalismo decadente-, al menos de algo que no está muy lejos de ello, es la que postula ahora la organización para la fase final de la decadencia? Como el lector atento notará, el 24º Congreso condena no sólo la idea de un desafío imperialista global chino como si fuera una puesta en cuestión del análisis teórico de la descomposición - la misma idea de que China ha reforzado su competitividad a expensas de sus rivales es desechada como expresión de mis supuestas ilusiones en la buena salud del capitalismo chino”.
No es en absoluto cierto que la posición de la organización sea que China “no es ni puede llegar a ser un serio contrincante mundial de los EE.UU”. A pesar de haber reconocido tarde la importancia del ascenso de China, desde hace algunos años la CCI ha estado insistiendo en que la estrategia imperialista estadounidense -con seguridad desde los años de Obama, a través de la presidencia de Trump y continuando bajo Biden- se basa en el entendimiento de que su principal rival es China, tanto a nivel económico como militar. El informe sobre las tensiones imperialistas publicado a raíz de la guerra de Ucrania [7] desarrolla el argumento de que, detrás de la trampa que EEUU ha tendido a Rusia en Ucrania, detrás del intento de desangrar a Rusia, el verdadero objetivo del imperialismo estadounidense es China; y continúa hablando largo y tendido sobre la creciente "polarización" entre EEUU y China como un factor central en las rivalidades imperialistas globales. Pero es un error -en el que creemos que cae el camarada Steinklopfer- confundir este proceso de polarización, en el que las rivalidades entre EEUU y China ocupan cada vez más el centro de los acontecimientos mundiales, con la formación real de bloques militares, que implicaría el desarrollo de alianzas estables en las que una potencia es capaz de ejercer disciplina sobre sus "aliados". Como hemos dicho, en el medio proletario ha habido declaraciones de que la guerra de Ucrania ha marcado un paso significativo en la marcha hacia nuevos bloques militares, pero en realidad hemos visto nuevas pruebas de la inestabilidad de las alianzas existentes:
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Mientras que EE.UU. ha disfrutado de un cierto éxito en la revitalización de la OTAN bajo su liderazgo, no ha terminado con el impulso de países como Alemania y Francia hacia la adopción de una línea independiente con respecto a Rusia, como se puede ver por los intentos de negociaciones por separado, la reticencia a imponer prohibiciones a la importación de energía rusa, y sobre todo una reactivación tanto de la fuerza militar de la UE como un enorme aumento en el presupuesto de defensa de Alemania - un arma de doble filo que podría ir en contra de los intereses de EE.UU. a largo plazo. Mientras tanto, Turquía, miembro de la OTAN, ha estado jugando claramente su propio juego en la situación, como demuestra el acuerdo que ha negociado entre Ucrania y Rusia para permitir el envío de suministros de grano desde los puertos ucranianos.
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El "apoyo" de China a Rusia ha sido extremadamente discreto, a pesar de las peticiones rusas de ayuda económica y militar. Sin duda, la clase dominante china es consciente de que Rusia ha caído en la trampa de Estados Unidos y sabe que una Rusia debilitada constituiría una enorme carga más que un "socio" útil.
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Varios países han mantenido una postura independiente frente al llamamiento a aislar a Rusia, en particular India y una serie de países de Sudamérica y África.
También debemos señalar, en respuesta a la acusación de que la CCI “subestima el peligro creciente de enfrentamientos militares directos entre las grandes potencias”, el informe también niega rotundamente que la inexistencia de bloques militares haga del mundo un lugar más seguro, sino todo lo contrario: “La ausencia de bloques hace, paradójicamente, que la situación sea más peligrosa, en la medida en que los conflictos se caracterizan por una mayor imprevisibilidad: ‘Al anunciar que ponía en alerta a su fuerza de disuasión, el presidente ruso Vladimir Putin obligó a todos los estados mayores a actualizar sus doctrinas, en su mayoría heredadas de la Guerra Fría. La certeza de la aniquilación mutua -cuyas siglas en inglés MAD significan ‘loco’- ya no es suficiente para excluir la hipótesis de los ataques nucleares tácticos, supuestamente limitados. Con el riesgo de una escalada incontrolada’ (Le Monde Diplomatique abril de 2022, p.1). De hecho, paradójicamente, puede afirmarse que la agrupación en bloques limitó las posibilidades de derrapes,
- debido a la disciplina del bloque;
- debido a la necesidad de infligir previamente una derrota decisiva al proletariado mundial en los centros del capitalismo (véase el análisis del curso histórico en los años 80).
Así, aunque actualmente no hay perspectivas de constitución de bloques ni de una tercera guerra mundial, al mismo tiempo, la situación se caracteriza por un peligro mayor, ligado a la intensificación del cada uno para sí y a la creciente irracionalidad: la imprevisibilidad del desarrollo de los enfrentamientos, las posibilidades de que se les vaya de las manos, que es más fuerte que en los años 50 a 80, marcan la fase de descomposición y constituyen una de las dimensiones especialmente preocupantes de esta aceleración cualitativa del militarismo”.
El peligro esbozado aquí no es uno en el que la burguesía sea capaz de conducir conscientemente a la humanidad hacia una tercera guerra mundial entre bloques, con el objetivo de conquistar los mercados y los recursos de las potencias rivales. Esto implicaría que una de las premisas clave de la descomposición -la incapacidad de la burguesía para ofrecer una perspectiva a la humanidad, por bárbara que fuera- habría sido eliminada de la ecuación. Más bien se trataría de la máxima expresión de la extensión de la irracionalidad y el caos, tan centrales en la fase de descomposición. Y en cierto sentido el propio Steinklopfer lo reconoce, cuando afirma, más adelante en el texto, que podría producirse una espiral irreversible de destrucción incluso sin la formación de bloques: “Es de la mayor importancia política superar cualquier planteamiento esquemático y unilateral de hacer de la existencia de bloques imperialistas una condición previa para los enfrentamientos militares entre las grandes potencias en la situación actual.”, y continúa argumentando que el propio intento de impedir la formación de nuevos bloques podría hacer más probable una tercera guerra mundial. La provocación de Estados Unidos a Rusia forma parte ciertamente de un esfuerzo por impedir la formación de un nuevo bloque entre Rusia y China y, de hecho, podría escalar de formas imprevisibles si una Rusia desesperada decidiera tomar el camino suicida de utilizar su arsenal nuclear. Pero eso sería la más clara expresión de la advertencia contenida en las Tesis de que el desarrollo de la descomposición puede comprometer el futuro de la humanidad incluso sin una movilización general de la sociedad para la guerra mundial.
Sin duda, el camarada Steinklopfer señalará un pasaje clarividente de su texto (escrito antes de la guerra de Ucrania) donde dice que “la nueva cualidad de la fase de descomposición consiste, a este nivel, en que todas las contradicciones ya existentes de un modo de producción en decadencia se exacerban al máximo. Esto se refiere a la tendencia de cada uno contra todos que, ciertamente, se exacerba con la descomposición. Pero también se exacerba la tendencia a las guerras entre las grandes potencias y, por tanto, a la guerra mundial, así como todas las tensiones generadas por los movimientos hacia la formación de nuevos bloques imperialistas y por los movimientos para frustrarlos. La falta de comprensión de esto nos lleva hoy a subestimar gravemente el peligro de guerra, en particular el que surge de los intentos de los Estados Unidos de utilizar su todavía existente superioridad militar contra China para detener el ascenso de esta última, al igual que estamos subestimando gravemente el peligro de enfrentamientos militares entre la OTAN y Rusia (este último conflicto, al menos a corto plazo, es potencialmente más peligroso que el chino-estadounidense, ya que contiene un mayor riesgo de desembocar en una guerra termonuclear).”
Es cierto que la CCI subestimó inicialmente la inminencia de la invasión rusa de Ucrania, del mismo modo que tardamos en identificar las maquiavélicas maniobras de Estados Unidos destinadas a hacer caer a Rusia en esta trampa. Pero, a nuestro juicio, no se trataba de una refutación de nuestro marco teórico subyacente, sino más bien del resultado de no haberlo aplicado consistentemente. Después de todo, ya habíamos visto la pandemia de Covid-19 como la evidencia de una nueva y muy grave aceleración de la descomposición capitalista, y la guerra de Ucrania ha confirmado plenamente este juicio, mostrando que el proceso de descomposición no es simplemente un descenso lento y gradual hacia el abismo, sino que estará salpicado de momentos de grave intensificación y aceleración, como el que estamos viviendo hoy.
Por último, debemos dejar claro que nuestra postura de que el ascenso de China sólo ha sido posible como resultado de la descomposición, y de la disolución de los bloques en particular, no implica que se haya producido una “paralización del desarrollo de las fuerzas productivas” impidiendo que China se convierta en un serio rival de EEUU. Más bien, el desarrollo de China es un brillante ejemplo de lo que, siguiendo a Marx, hemos descrito como “crecimiento como declive” [8], un proceso en el que el propio aglutinamiento de fuerzas productivas trae consigo nuevas amenazas para el futuro de la humanidad: a través de la devastación ecológica, la "producción" de pandemias y la agudización de los antagonismos militares. El crecimiento chino no sólo es el resultado de la descomposición, sino que se ha convertido en un poderoso factor de su aceleración. Argumentar, como hace el camarada Steinklopfer, que se ha producido "a pesar de la descomposición" aparta de nuestro marco general de análisis la comprensión del ascenso de China.
Sobre la lucha de clases
Al abordar la evaluación del estado actual de la lucha de clases, de nuevo tenemos que dedicar algo de tiempo en nuestra respuesta a insistir en que el retrato que hace el camarada Steinklopfer de nuestra posición no es en absoluto acertado.
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El camarada repite el argumento de que ya no consideramos la falta de perspectiva del proletariado como un factor en el retroceso de la lucha de clases: “Ya era llamativo en la resolución del 23º Congreso que el problema de la debilidad, pronto convertida en ausencia de una perspectiva revolucionaria proletaria, no se planteara como central para explicar los problemas de las luchas obreras durante los años 80.” Ya respondimos a esta pregunta en nuestra anterior respuesta publicada al artículo de Steinklopfer sobre el 23º Congreso: “el camarada Steinklopfer sugiere que la resolución sobre la relación de fuerzas del 23º Congreso ya no se ocupa del problema de la perspectiva revolucionaria, y que este factor ha desaparecido de nuestra comprensión de las causas (y consecuencias) de la descomposición. De hecho, la cuestión de la politización de la lucha de clases y de los esfuerzos de la burguesía por impedir su desarrollo está en el centro de la resolución.” [9] No podría ser de ningún otro modo, porque todo el fundamento de las Tesis sobre la descomposición es el argumento de que si el mundo capitalista se encuentra en un estado de agonía y desintegración, es sobre todo porque ninguna de las dos grandes clases de la sociedad es capaz de ofrecer una perspectiva para el futuro de la humanidad.
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Steinklopfer se equivoca igualmente cuando afirma que la CCI pone ahora sus esperanzas en un simple aumento de la combatividad, una especie de salto automático hacia la consciencia revolucionaria empujado por la crisis, una visión consejista o economicista que descuida el papel de la teoría revolucionaria (y por tanto de la organización revolucionaria). Pero nunca hemos negado la necesidad de que las luchas se politicen y el papel clave de las organizaciones políticas en este desarrollo, ni el peso negativo de la ruptura orgánica y la separación de las organizaciones políticas de la clase. Es cierto que ninguna organización revolucionaria está exenta de hacer concesiones a errores consejistas, economicistas o inmediatistas, pero consideramos que cuando tales errores se producen, están en discordancia con nuestro marco analítico fundamental, que es lo que nos da la capacidad de criticarlos y superarlos [10].
Por otra parte, considerábamos que la aparente desestimación por parte de Steinklopfer de la importancia central de la lucha defensiva de la clase obrera contra el impacto de la crisis económica -afirmada explícitamente en la sección final de las Tesis sobre la Descomposición como antídoto vital para no verse envuelta en el proceso de putrefacción social- estaba abriendo la puerta a ideas modernistas. No en el sentido explícito de aquellos que llaman a los trabajadores a abandonar sus luchas defensivas o que exigen la inmediata auto-negación del proletariado en el proceso revolucionario. El camarada en su reciente texto afirma claramente que considera las luchas defensivas indispensables para la futura recuperación de la identidad de clase y de una perspectiva revolucionaria. El problema radica en la tendencia a separar la dimensión económica de la lucha de su dimensión política y, por tanto, a no reconocer el elemento implícitamente político incluso en la más "pequeña" expresión de resistencia de clase. En su texto anterior, parecía haber una clara expresión de esta separación entre la dimensión política/teórica en la aparente idea de que la contribución teórica de la organización revolucionaria podría por sí misma compensar la dimensión política ausente en la lucha defensiva cotidiana, una visión que criticamos por rozar el sustitucionismo [11]. En la nueva contribución de Steinklopfer, éste ha aclarado que el desarrollo de la dimensión teórica no puede ser sólo obra de una minoría, sino que en última instancia tiene que ser obra de millones de proletarios. Bien, pero luego el camarada afirma que es la mayoría de la CCI la que ha olvidado esto: “Sin embargo, la organización quizás ha olvidado que las masas proletarias son capaces de participar en este trabajo de reflexión teórica.” Desde luego, no lo hemos olvidado. Una de las razones por las que concedimos tanta importancia al movimiento de los Indignados de 2011, por ejemplo, fue que se caracterizó por una cultura de debate muy viva en las asambleas, donde se plantearon y discutieron cuestiones sobre los orígenes de la crisis capitalista y el futuro de la sociedad como algo tan relevante para el movimiento como las decisiones sobre las formas inmediatas de acción [12].
Sin embargo, hay un componente muy importante en la capacidad de la clase obrera "en masa" para reapropiarse de la dimensión teórica de su combate, y es el proceso de "maduración subterránea", con el que queremos decir que, incluso en periodos en los que la clase en su conjunto está en retroceso, todavía puede tener lugar un proceso de politización entre una minoría de la clase, algunos de los cuales, por supuesto, gravitarán hacia las organizaciones políticas de la izquierda comunista. Es este aspecto, a menudo "oculto", de la politización de la clase el que fructificará en movimientos de clase más amplios y masivos.
En el Informe sobre la lucha de clases para el 24º Congreso de la CCI [13], señalábamos que el camarada Steinklopfer o bien está abandonando o bien está minando el concepto de maduración subterránea al afirmar que de hecho estamos asistiendo a un proceso de "regresión subterránea" en la clase obrera. Argumentamos que esto ignora la realidad de los elementos de búsqueda que responden al estado desesperante de la sociedad capitalista. A pesar de las evidentes dificultades extremas para que la clase tome consciencia de sí misma a un nivel más general, la organización revolucionaria tiene la tarea de ayudar a estos elementos a llevar más lejos sus reflexiones y a comprender todas sus implicaciones a nivel teórico y organizativo. Por otra parte, el concepto de regresión subterránea sólo puede dar lugar a una subestimación de la importancia de este trabajo hacia las minorías en búsqueda.
En el nuevo texto, la posición del camarada ante la noción de regresión subterránea sigue siendo muy confusa. Por una parte, no la defiende ni la repudia. Por otra parte, justo antes de acusar a la CCI de olvidar que las masas proletarias son capaces de reflexionar, parece retroceder hacia la noción de una dinámica de maduración subterránea: “El trabajo teórico es la tarea, no sólo de los revolucionarios, sino de la clase obrera en su conjunto. Dado que el proceso de desarrollo del proletariado es desigual, es en particular tarea de las capas más politizadas del proletariado asumir esta tarea; minorías por tanto, sí, pero que aún comprenden potencialmente a millones de trabajadores, y que, en lugar de sustituir al conjunto, presionan para impulsar y estimular al resto. Los revolucionarios, por su parte, tienen la tarea específica de orientar y enriquecer esta reflexión a realizar por millones. Esta responsabilidad de los revolucionarios es, como mínimo, tan importante como la de intervenir ante los movimientos huelguísticos, por ejemplo”. Lo que no queda claro en la valoración del camarada es si este potencial de maduración política es algo para el futuro o que ya se está produciendo, aunque sea a muy pequeña escala.
Sobre la cuestión de las derrotas
En lo que sí sigue insistiendo el camarada Steinklopfer en el nuevo texto es en la importancia de los retrocesos, las derrotas políticas, por las que ha pasado la clase obrera desde el resurgimiento inicial de la lucha de clases a finales de los 60, que puso fin al anterior periodo de contrarrevolución. Según él, la mayoría de la CCI está subestimando la profundidad de estas derrotas y esto - junto con nuestra amnesia sobre la capacidad de las masas para la reflexión teórica - expresa una pérdida de confianza en el proletariado por nuestra parte:
“Esta pérdida de confianza se expresa en el rechazo de cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968. Al carecer de esta confianza, acabamos restando importancia a estos gravísimos reveses políticos, consolándonos con las luchas defensivas cotidianas como el principal crisol de un camino a seguir -en mi opinión, una concesión significativa a un enfoque "economicista" de la lucha de clases como el que criticaron Lenin y Rosa Luxemburgo a principios del siglo XX. La concepción de un "proletariado invicto", que era una visión correcta y muy importante en los años 70 y aún en los 80, se ha convertido en un artículo de fe, un dogma vacío, que impide un análisis serio y científico de la relación de fuerzas”.
Enumerando estas derrotas, el camarada en una propuesta de enmienda a la resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso se refiere a (a) la incapacidad de la primera oleada internacional para desarrollar el aspecto político de la lucha, un potencial anunciado en particular por los acontecimientos de mayo-junio de 1968 en Francia (b) el impacto del colapso del bloque del Este y las consiguientes campañas contra el comunismo y (c) el fracaso de la clase para responder a la crisis económica de 2008 , un fracaso que allanó el camino para el ascenso del populismo.
Es difícilmente defendible que la CCI haya rechazado “cualquier idea de que el proletariado ha sufrido importantes derrotas políticas en las décadas que siguieron a 1968”. El propio camarada Steinklopfer reconoce que el concepto mismo de descomposición se basa en nuestro reconocimiento de que el proletariado no fue capaz de realizar el potencial político revolucionario contenido en las luchas obreras de los años 70 y 80; además, la comprensión de que el colapso del bloque del Este inició un profundo retroceso en la combatividad y la consciencia de clase ha sido central en nuestros análisis durante los últimos treinta años; y sin duda podemos señalar una serie de importantes movimientos de clase que han sido rotundamente derrotados por la clase dominante, desde la huelga de masas en Polonia en 1980 hasta los mineros británicos en 1985, los Indignados en 2011, y así sucesivamente (como Rosa Luxemburgo insistió notoriamente, la lucha de clases proletaria es la única forma de guerra en la que la victoria final sólo puede ser preparada por una serie de derrotas).
Lo que la CCI rechaza no es la realidad o la importancia de determinadas derrotas, fracasos o retrocesos, sino la idea de que las que se han producido desde los años 1980 equivalgan a una derrota histórica comparable a lo que ocurrió en los años 20 y 30, en la que la clase obrera de los principales centros del capitalismo ha quedado reducida a una condición en la que está dispuesta a aceptar que la lleven a la guerra para "resolver" los problemas del sistema. No creemos que esto sea un dogma vacío, sino que sigue teniendo valor operativo, sobre todo con respecto a la actual guerra en Ucrania, donde la burguesía de los EE.UU. y Europa occidental ha hecho un esfuerzo extremo para evitar poner directamente sus propios pies sobre el terreno, por no hablar de cualquier movilización directa de las masas proletarias en el conflicto entre la OTAN y Rusia.
Ciertamente, en el período de la descomposición, no podemos ver tal derrota histórica de la misma manera que lo hicimos en el período 1968-89, donde se habría predicho que la burguesía saldría victoriosa de una confrontación decisiva y directa entre las clases. En el periodo de descomposición, existe un peligro muy real de que el proletariado se vea progresivamente socavado por la desintegración de la sociedad sin tan siquiera llegar a plantear un desafío importante a la burguesía. Y los revolucionarios tienen que evaluar constantemente si se ha alcanzado este "punto de no retorno". A nuestro juicio, los continuos signos de resistencia de clase a la embestida contra las condiciones de vida (por ejemplo, en 2019 y de nuevo hoy, sobre todo en Gran Bretaña en el momento de escribir esto) es una señal de que todavía no hemos llegado a ese punto; otra es la aparición de minorías de búsqueda en todo el mundo.
Por el contrario, el camarada Steinklopfer parece retroceder al enfoque que era válido en el periodo anterior, cuando el concepto del curso histórico era plenamente aplicable, pero que ya no es válido en la fase de descomposición. Sin especificar lo que ha cambiado y lo que sigue igual en la nueva fase, el camarada parece derivar hacia la visión de que la clase obrera ha sufrido una derrota a un nivel histórico tan importante que se ha reabierto el curso hacia la guerra mundial. No dice qué consecuencias puede tener esto, en particular para la actividad de la organización revolucionaria, y plantea muchas salvedades y reservas: “No sólo el proletariado no quiere que se le envíe a esa guerra, sino que la propia burguesía no tiene la intención de enviar a nadie a una tercera guerra mundial”.
Ambigüedades de este tipo, como hemos señalado, proliferan a lo largo del texto y por eso no creemos que el análisis actual del camarada ofrezca un camino a seguir para la organización.
Amos
1 Tesis sobre la Descomposición, Revista Internacional 107 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
2 El grupo “Internationalist Voice” es aquí una clara excepción: "Contrariamente a la especulación de que esta guerra es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, creemos que la Tercera Guerra Mundial no está en la agenda de la burguesía mundial. Para que se produzca una guerra mundial, deben cumplirse las dos condiciones siguientes:
-
la existencia de dos bloques imperialistas políticos, económicos y militares
-
una clase obrera derrotada en todo el mundo
En las últimas décadas, no se han cumplido las condiciones previas esenciales para una guerra mundial. Por un lado, cada uno de los principales actores - gángsters - piensa en sus propios intereses imperialistas. Por otro lado, aunque la clase obrera no está preparada para proporcionar el apoyo necesario a la alternativa (es decir, una revolución comunista contra la barbarie del sistema capitalista) y ha retrocedido durante la última década, no ha sido derrotada. Por lo tanto, las guerras imperialistas que puedan estallar tienden a ser a nivel regional y guerras subsidiarias por delegación. Aunque existe una especie de alianza entre Rusia y China, y algunas acciones militares rusas cuentan con el apoyo tácito de China, no debemos olvidar que cada una de estas potencias persigue sus propios intereses imperialistas, y éstos entrarán inevitablemente en conflicto de tanto en tanto”. (Traducido por nosotros de: https://en.internationalistvoice.org/the-russian-military-campaign-nato-militarism-and-gang-war-capitalism-means-war-and-savagery/)
3 Informe sobre el Curso Histórico, Revista Internacional 164 https://es.internationalism.org/content/4536/informe-sobre-el-curso-historico
4 Texto de Orientación sobre Militarismo y Descomposición, Revista Internacional 64 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
5 Informe sobre la Descomposición hoy, del 22 Congreso de la CCI. Revista Internacional 163 https://es.internationalism.org/content/4454/informe-sobre-la-descomposicion-hoy-mayo-de-2017
Actualización de Mayo de 2022 de ‘Militarismo y Descomposición’ https://es.internationalism.org/content/4867/militarismo-y-descomposicion-mayo-de-2022
6 https://es.internationalism.org/content/4854/explicacion-de-las-enmiendas-del-companero-steinklopfer-rechazadas-por-el-congreso ; https://es.internationalism.org/content/4824/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-del-24o-congreso-de-la
7 https://es.internationalism.org/content/4843/significado-e-impacto-de-la-guerra-en-ucrania
8 Ver (en inglés) https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay
9https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de
10Ver por ejemplo la Revista Internacional 167, https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021. El informe apoya una crítica hecha al otro informe sobre las luchas obreras en Francia en 2019 adoptado por el 24º Congreso de nuestra sección en Francia, que contenía una sobreestimación del nivel de politización en estos movimientos, y "por lo tanto abre la puerta a una visión consejista".
11 https://es.internationalism.org/content/4658/divergencias-con-la-resolucion-sobre-la-situacion-internacional-en-el-23o-congreso-de
12 https://es.internationalism.org/content/4755/un-balance-critico-del-movimiento-de-indignados-2011
13 https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021