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El mes pasado fuimos testigos de la combatividad de los obreros del metal gaditanos1, cuya huelga fue exitosamente abortada hace poco por los expertos en la materia de entrampar y diluir la disposición a la lucha de los trabajadores: los sindicatos, ya “oficiales” o “alternativos” o “de base”, que en todo movimiento de respuesta de los trabajadores a la degradación de sus condiciones de vida están siempre presentes como dique de contención, como órgano privilegiado del Estado burgués para despistar y dirigir a vías estériles la combatividad de los obreros. Toda una serie de organizaciones ajenas al sindicalismo, no obstante, han saltado también al ruedo con declaraciones de “solidaridad” con los trabajadores, con mayor o menor grado de puesta en escena. Aquí podremos citar incluso a organizaciones tales como Vox o la Iglesia. Con este escrito queremos contribuir a la comprensión de circunstancias como esta, e insistir en que todos los obreros, sea cual sea su procedencia, deben precaverse de los “falsos amigos” a los que intenta presentarles el Estado, y ver cómo la historia de nuestra clase está llena de ejemplos de trampas de este tipo.
No obstante, también destacaremos que esta huelga se ha dado en un contexto de aumento nada desdeñable de la combatividad a nivel internacional, con huelgas que hemos podido ver en el Estado español previas a las del metal en Cádiz, y en Estados Unidos, Francia, Italia, Corea2… y si algo pone en común la realidad universal de la clase obrera, es que no importa en qué esquina del mundo estallen estos movimientos, para todos es igualmente válido el hecho de que sólo cuando los trabajadores toman en sus propias manos las riendas de la lucha y buscan extenderla, organizando sus propias asambleas donde decidir y debatir, abiertas a todos los miembros de nuestra clase, están verdaderamente en situación de avanzar y comprender cuál es la naturaleza histórica de la clase obrera y de su lucha. La presión de la inflación, la subida de precios y el agravamiento de la crisis y la pandemia parecen estar encontrando respuesta en algunos sectores de nuestra clase, y con este escrito sobre la situación en Cádiz queremos contribuir a la reflexión y a las luchas que vendrán.
Lo haremos guiándonos por el método teórico proletario de balance de las luchas, el cual debe estar en coherencia con su propio interés de clase. La comprensión histórica que las organizaciones de la clase obrera han alcanzado duramente es que, en la fase de decadencia histórica del capitalismo, sus luchas no pueden avanzar sino a través de una serie de derrotas económicas objetivas, y que, hasta la revolución, las únicas victorias se podrán dar en el plano subjetivo del desarrollo de su consciencia y combatividad de clase, es decir, el desarrollo de su perspectiva revolucionaria.
En coherencia con lo que acabamos de decir, debemos rechazar de raíz las falsas lecciones y el falso método de los izquierdistas que consiste en desarrollar las ilusiones reformistas, por ejemplo, exaltando como “modelo a seguir” los métodos estériles de lucha y reproduciendo la ideología sindical, y así insisten en que sectores específicos de la clase sí podrían salir ganando de luchas aisladas. En el desarrollo de estas ilusiones converge toda la burguesía, en el podrido terreno democrático del mayor o menor acuerdo ciudadano, es decir, la idea de si merece más o menos la pena insistir más tiempo en la mejora de las condiciones de trabajo en un sector particular, como si fuera un cálculo mercantil de beneficios y pérdidas. No está en el interés del proletariado engañarse o hacerse ilusiones. Debe estar claro que, mientras la clase obrera no tome la lucha en sus propias manos enfrentando como clase a todos los brazos del Estado, la única ganadora será la burguesía.
Como expresamos hace ya casi 40 años “Una de las consecuencias del capitalismo de estado es que el poder en la sociedad burguesa tiende a pasar de las manos de los órganos legislativos al aparato ejecutivo del estado. Esto tiene un profundo efecto en la vida política de la burguesía, ya que esta ocurre en el marco del estado. Como consecuencia, en la decadencia la tendencia dominante en la vida política burguesa es hacia el totalitarismo, así como en la vida económica es hacia la estatalización. Los partidos políticos de la burguesía ya no prevalecen como emanaciones de diferentes grupos de interés como lo fueron en el siglo XIX. Se convierten en expresiones del capital estatal hacia secciones específicas de la sociedad. En cierto sentido, podríamos decir que los partidos políticos de la burguesía en cualquier país son meramente facciones de un partido estatal totalitario” (Revista Internacional nº 31)3.
Los acontecimientos en torno a las luchas en Cádiz han confirmado una vez más que, ante la lucha proletaria, el Estado reacciona reforzando hasta el mayor extremo necesario su papel conservador de la sociedad de clases existente, y que las distintas facciones de ese aparato totalitario convergen en la defensa del capital nacional, la falsificación y represión de la lucha a través de una característica división de papeles de distintos brazos del Estado. ¿Es que Vox llamando a la huelga, o Kichi llamando a manifestaciones violentas mientras el PSOE condena su piromanía irresponsable, o el sindicato “de las bases” del Metal de Cádiz (CTM) con sus eslóganes radicales incluso contra la represión del “Estado”, ¿o Podemos llamando a la lucha ciudadana dialogante?… expresan divisiones de la burguesía? No. “En su enfrentamiento al proletariado, el estado puede emplear muchas ramas de su aparato en una división del trabajo coherente; una huelga aislada de los trabajadores podría tener que enfrentarse a un conjunto de sindicatos, campañas propagandísticas de prensa y televisión de diferentes matices, campañas de varios partidos políticos, la policía, los servicios de 'bienestar' y, a veces, al ejército. Pero ver la ejecución de un uso coordinado de todas estas partes del estado no implica que cada parte vea el marco general en el que cada una está llevando a cabo su función. En primer lugar, es innecesario para todo el conjunto de la burguesía entender qué está sucediendo. La burguesía es capaz de delegar esta responsabilidad a una minoría suya. Por lo tanto, el Estado no se ve obstaculizado de forma significativa por el hecho de que toda la clase dominante no vea el cuadro completo”. (Idem)
Tras nueve días de huelga, se firmó en Sevilla el nuevo pacto entre CCOO, UGT y la patronal para terminar de sentenciar el nuevo impasse: subida salarial del 2% revisada en 2024 y compensaciones del 80% de diferencia con el Índice de Precios de Consumo (IPC), a pagar tres años después. Un chiste de mal gusto que a los obreros no les sirve de absolutamente nada. Pero era lo que se podía esperar de las centrales sindicales, cuyo historial, aquí y en cualquier otra parte del mundo, es ya bien conocido. Su función es la defensa del interés de conjunto del capital nacional, lo que se concreta en la “negociación” para imponer lo que el capital necesita y la “movilización” para sabotear la respuesta obrera.
En esta segunda faceta de su defensa del capital nacional, su cometido no es otro que el de funcionar de termómetros de la conflictividad laboral para el Estado: cuando notan una disposición a la lucha lo suficientemente significativa por parte de los trabajadores de un entorno determinado y se ven forzados a declarar una huelga, no lo hacen porque tengan en mente los intereses de la clase obrera, ya inmediatos o históricos, sino porque su principal función es quemar esas energías de lucha que ven salir a la superficie, y contener todo conflicto entre obreros y burgueses en las vías “razonables” de la política de Estado. Sus herramientas son las marchas-procesión con las que intentan ante todo impedir la extensión de la lucha, los “comités de huelga” que forman para impedir la organización de asambleas controladas directamente por la plantilla, los “parones”- pantomima de pocas horas con servicios mínimos… todo vale para cumplir su función esencial: salvar la cara como pretendidos “representantes de los trabajadores”.
Cuando las luchas se recrudecen y hay un ambiente muy caldeado a nivel general en una región o un país entero, los llamados sindicales a la “unidad” y a la “convergencia de luchas” que les hemos oído tantas veces en otros años no han sido otra cosa que otro intento rastrero más de apropiarse de las energías y las referencias que tienen en mente los trabajadores, para así mejor dirigir el ímpetu de las huelgas y concentraciones y que acaben donde ellos quieren siempre que acabe: en la negociación pactada, en las “concesiones” de una y otra parte que siempre inclinarán la balanza en contra de los obreros, en las negociaciones por sector, por separado, en que todas las lecciones posibles que puedan sacarse de una experiencia de lucha se ignoren y se ponga el énfasis y la fuerza en arrancarle migajas de concesiones que no le duelan demasiado al bolsillo de la burguesía… y que la subida de la inflación o los cambios en la productividad se encargarán de borrar en los próximos meses. Las “concesiones” pactadas en Sevilla son la enésima muestra de que los sindicatos, ante todo, tienen la función de canalizar la disposición a la lucha de los trabajadores en un nuevo status quo para que no paren las rotativas, y se reanude la producción y la acumulación de capital lo antes posible.
Siempre a los márgenes de las grandes centrales sindicales, como fieles comparsas que acompañan a la cohorte imperial en todas las manifestaciones, encontramos toda una miríada de organizaciones sindicales que se suelen autodenominar con calificativos del tipo “sindicato de base”, “alternativo”, “de clase”… y cuyo único propósito parece ser el venderse como alternativa más crítica y luchadora para los trabajadores que quieren un sindicato “de verdad” y estén hartos de las traiciones de los grandes sindicatos oficiales.
Un ejemplo de esta “combatividad” lo tenemos en el artículo del Sindicato de Estudiantes (SE) con el que difunde la hoja conjunta que repartieron el mismo SE, la Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) y la Confederación General del Trabajo (CGT) en la concentración del 25 de noviembre:
``Los trabajadores hemos demostrado una fuerza tremenda para conseguir un convenio digno […] ¡Mantengamos la huelga el jueves 25 y el viernes 26 y demostremos a la patronal que queremos lo que es nuestro!´´4
¡En estos párrafos se condensa la deformación y falsificación de la lucha obrera que hacen esos sindicatos “alternativos”!
1º Hablan de que “queremos lo que es nuestro”. Los proletarios no tenemos nada nuestro dentro de las condiciones de la sociedad burguesa, como no sea la energía de nuestros brazos y nuestro cerebro para vendérsela al mejor postor de la burguesía y así poder sobrevivir. Esa es otra de las realidades que los sindicatos intentan confundir defendiendo ante los obreros que, antes que pensar en nada más como clase, tenemos que defender nuestra pequeña concesión del año ante el capital y no reflexionar más que en cómo acomodar los beneficios del capital a la continuación de nuestra explotación. El intercambio legal, de igual a igual, cuando para nosotros no hay igualdad ninguna frente a la explotación capitalista
2º La lucha la encaminan al objetivo capitalista de “un convenio digno”: Los Convenios Colectivos son instrumentos legales a través de los cuales Gobierno, Patronal y Sindicatos estructuran periódicamente las condiciones laborales (salarios, jornada, ritmos, productividad etc.) para adecuarlas a las necesidades generales del capital nacional. La legislación laboral, sin importar si es escrita por un Estado abiertamente dictatorial o por uno democrático y social, no es otra cosa que el conjunto de directrices pactadas de las diferentes facciones de explotadores para mejor estabilizar la acumulación de capital en las diferentes industrias y ramas de la producción. El Convenio “digno” o “indigno” subordina los obreros a los intereses de la explotación y la acumulación capitalista. El Convenio no tiene nada que ver con las reivindicaciones obreras contra la degradación de los salarios, las jornadas agotadoras, los ritmos de explotación etc. Estas expresan las necesidades que tenemos como clase frente al capital mientras que el Convenio las desnaturaliza y adultera haciendo de ellas meros apéndices contractuales de la reproducción del capital.
3º Hablan de una “fuerza tremenda” como trabajadores. ¡Es un engaño vil! La lucha encerrada en el sector metal, limitada a la Bahía de Cádiz no supone una “fuerza tremenda”. Es verdad que la lucha ha significado un esfuerzo por extenderse, pero esencialmente ha quedado encerrada en las cárceles ciudadanas y sectoriales. Y ESO NO ES UNA FUERZA TREMENDA SINO UNA DERROTA. Lo único que nos dará fuerza es la extensión hacia toda la clase de una lucha que tomemos bajo control de nuestras propias fuerzas, y con las que nos pongamos en cuestión la situación y los intereses históricos que tenemos todos los obreros como clase, al mismo tiempo que luchamos por las subidas salariales, etc., en nuestros propios términos.
Lo único que interesa a estos sindicalistas “radicales” es recoger y devolver al redil de las consignas de siempre a los obreros más inquietos que intentan buscar algo más, abriéndoles la puerta mediante la crítica de la docilidad de los grandes sindicatos mientras les meten por la ventana, esencialmente, la misma lógica de negociación, de conciliación y de “terreno común” con los intereses de los burgueses del sector de que se trate, la misma hostilidad a la autonomía proletaria y a la extensión de la lucha, el mismo cortafuegos al desarrollo de nuestra conciencia como clase.
Exactamente igual que lo que pasó con Alcoa, Navantia, Airbus y otras tantas huelgas históricas de gran combatividad, los sindicatos de este tipo tienen hasta la poca dignidad de vender dossiers detallando lo ejemplar que han sido luchas como estas para la historia de toda la clase obrera, la ejemplar resistencia numantina que se mostró en ellas frente a los ataques de la policía, la aldea de irreductibles galos en la que convirtieron momentos de lucha que en vez de acabar en un libro de formación profesional de trampas sindicales, podrían haber enriquecido con lecciones mucho más profundas la perspectiva de los obreros implicados y de todo el proletariado, si la lucha en cuestión no hubiese sido contenida por el sindicalismo a los confines de la fábrica o la provincia.
Queremos terminar referenciando uno de los muchos ejemplos históricos significativos en esta cuestión; uno de los episodios de lucha más memorables que precedieron al “otoño caliente italiano” de 1969, y que delató claramente el lugar de las barricadas que acaban ocupando los sindicatos, y el izquierdismo en su conjunto (en este caso el estalinista PCI – Partito Comunista d’Italia) cuando los obreros no se tragan la píldora de una negociación a sus espaldas con la patronal, justo como ha sucedido en Cádiz y en otros tantos sitios:
``Dos años más tarde [1962] veremos nuevamente esa violencia policial en los enfrentamientos de la Plaza Statuto de Turín, esta vez en un terreno claramente obrero. Resultó que dos sindicatos - la UIL y el Sindicato Italiano del Auto - que ya en aquel momento habían dejado claro el lado del que estaban firmó por su cuenta y a toda prisa un convenio con la dirección de FIAT que perjudicaban gravemente a los trabajadores: «Entonces entre 6 y 7 mil personas enfadadas tras conocer esto, se congregaron por la tarde en la Piazza Statuto, frente a la sede de la UIL. Durante dos días, esa plaza se convirtió en el escenario de durísimos choques entre los manifestantes y la policía. Los primeros […] levantaron rudimentarias barricadas, y cargaron una y otra vez contra el cordón policial. Estos, por su parte, embestían a la muchedumbre con sus jeeps, y llenaban la plaza de gases lacrimógenos, y golpeaban a los manifestantes con las culatas de sus fusiles. Los choques se sucedieron hasta bien entrada la noche, así como el sábado 7 y el lunes 9 de Julio. Los dirigentes del PCI y del sindicato CGIL, Pajetta y Garavini, trataron infructuosamente de disuadir a los manifestantes de que se dispersaran. Al final mil manifestantes fueron detenidos y muchos de ellos encausados.» […] Veamos la postura del PCI, que ilustra perfectamente el punto de vista de la clase a la que llevaba perteneciendo más de cuatro décadas: «l'Unitá [órgano del PCI], del día 9 de julio, definirá la revuelta como "intentos de provocación por parte de los hooligans", y a los manifestantes como "elementos incontrolados y exasperados", "pequeños grupos de irresponsables", "jóvenes gamberros", "anarquistas", "internacionalistas",...»5.
El carácter totalitario del Estado capitalista, tanto en la práctica como en el ámbito ideológico, ha tenido una de sus muestras más ejemplares y significativas en las declaraciones de las organizaciones políticas de la burguesía con respecto a la huelga en Cádiz: con un tinte superficial determinado o una fraseología colateral más o menos variable, el mensaje ha sido el mismo, la insistencia se ha hecho recaer machaconamente sobre el mismo punto y se ha procurado martillear la cabeza de los trabajadores con un mismo mensaje fundamental: lo que importa es la supremacía del interés de conjunto del capital nacional.
Empecemos por los últimos a los que se esperaba para la “fiesta”: Abascal y la Iglesia. La implicación de organizaciones como Vox y la Pastoral Obrera, a pesar de ser testimoniales, revela hasta qué punto el Estado ha arremangado todos sus brazos para enfangar la lucha en la mayor confusión posible. El papel clásico de autodenominarse como defensores de todas las causas obreras habidas y por haber ha sido del izquierdismo (al cual pasaremos a analizar en detalle más adelante). Pero esta vez la “oveja negra” de la burguesía española, Vox, así como una organización eclesiástica también se han tomado la libertad de meter las manos en el asunto con declaraciones como estas:
``La lucha de los obreros del metal es la reivindicación legítima de una provincia condenada a la miseria. En lugar de escuchar sus demandas, Marlaska ofrece abandono y represión. La única solución posible es la reindustrialización de la Bahía y la protección de los trabajadores´´ (Abascal en Twitter)6.
``Nos sentimos en la obligación de sumar nuestra voz para denunciar la incapacidad de llegar a un acuerdo las partes negociadoras del conflicto colectivo, así como la inoperancia de las administraciones afectadas a la hora de mediar y ofrecer una solución que sea satisfactoria […] Aplaudimos las movilizaciones como único medio que han dejado a los trabajadores para defender sus derechos y reivindicaciones ante el fracaso de la negociación del convenio colectivo. Animamos a que no cejen en sus denuncias, intensifiquen su solidaridad, sigan movilizándose por el reconocimiento práctico de sus derechos laborales y de una retribución justa que no les haga perder poder adquisitivo´´ (declaraciones del Secretariado diocesano de la Pastoral Obrera de la Diócesis de Cádiz y Ceuta)7.
Ambas declaraciones confluyen en los tres puntos principales en los que se apoyan la ideología de la burguesía y su Estado, a la hora de entorpecer cualquier posibilidad de acción autónoma del proletariado:
1- La idea de que los problemas referentes al empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores (por bajada de salarios, desempleo, inflación, crisis…) sólo pueden encontrar solución en el fortalecimiento de la competitividad del capital nacional en el marco del mercado mundial: en este caso, se afirma que sólo el refuerzo del músculo industrial de los capitalistas españoles puede dar salida a la miseria de los obreros gaditanos, los cuales se ven reducidos a la situación de impotencia histórica en la que sus destinos, personales y colectivos, dependen de en qué negocio decidan invertir sus explotadores.
2- La idea de que la incapacidad de llegar a un acuerdo por parte de las partes negociadoras (patronal y sindicatos) es la principal causante de la prolongación de la huelga. “¡Que acabe ya!” A los píos hermanos en Cristo parecía atormentarles la duración de los sufrimientos y tensiones, contrariamente a su costumbre de pensar en los dolores humanos como un castigo que hay que aceptar de por vida por el pecado original. Lo que les preocupaba, parece ser, es que la huelga no acabase ya lo más pronto posible, aterrados ante la mera idea, quizá, de que los obreros tuvieran tiempo de darse cuenta de más de “lo que les conviene” al continuar la lucha, con el consiguiente peligro de que empezaran a hartarse de la pantomima teatral de los sindicatos.
3- La idea de que “la cuestión laboral”, a la que tratan como un subíndice de código legislativo, debe tratarse desde el prisma de los derechos laborales y de la ideología democrática. Baste con que los explotadores y su Estado tengan miramientos para con los derechos reconocidos de los trabajadores. Por tanto, si este tipo de situaciones se repiten a lo largo de la historia, una y otra y otra vez, sería por una mala fe o una omisión por parte de los capitalistas que disfrutarían mandando a la miseria a los obreros o que se “olvidarían” de aplicar las leyes y normas contempladas en la Constitución para que todo el mundo esté satisfecho en la fábrica. Obviamente, esto es un sinsentido: los capitalistas están obligados por las circunstancias del mercado y la competencia entre capitales locales y nacionales, grandes y pequeños, a tomar las medidas que toman. La ideología democrática que arma el reconocimiento de los “derechos laborales” es un principio político de la burguesía, no del proletariado.
Para los obreros existe antes la necesidad, inmediata e histórica, de reconocerse como clase explotada y revolucionaria, antes que el reconocimiento de “derechos” por parte de sus explotadores. Que estos últimos se pongan orientaciones comunes con directrices ideológicas sobre las condiciones sociales generales más “seguras” y estables de continuar la acumulación de capital (en lo cual se resumen los tratados de “derechos” de todo tipo, y en este caso los laborales) es algo que los que pertenecemos a la clase obrera debemos criticar sin piedad como el espantajo que es.
La extrema derecha ha cumplido además otro papel, enmarcado en la respuesta del Estado totalitario. Ha actuado como un agente de deslegitimación de toda crítica al gobierno de izquierdas y a los sindicatos. La burguesía a través de las Redes Sociales ha desarrollado una campaña para identificar toda crítica a los sindicatos con Vox e instaurar el temor en los trabajadores a converger con la extrema derecha, aunque fuera “sin querer”.
No obstante, y como no suele ser de otra forma, la fracción de la burguesía más a destacar en esta situación, y la que más apuros ha pasado para ofrecer una imagen coherente frente a la tesitura de la huelga del metal, ha sido sin duda el izquierdismo: con un gobierno de coalición PSOE-Podemos ejerciendo el poder gubernamental, la izquierda del capital ha tenido que hacer malabares para equilibrar las dos funciones que demandan de ella las necesidades de Estado:
La primera, más circunstancial, que es la de ejercer de hecho el poder del Gobierno y tener que velar, por tanto, por la estabilidad y continuación general de la acumulación de capital, por los intereses generales de la burguesía y el capital nacional español (cosa que, de todas formas, es algo cada vez más difícil para las fracciones de la burguesía de todo el planeta). Como no puede ser de otra forma, y nunca lo será mientras exista el Estado burgués, esto la ha colocado al frente de los esfuerzos de contención de la lucha y de represión física de los obreros.
La segunda, más clásica dentro del izquierdismo, que es la de ejercer de oposición dentro del Estado, orientando todos sus esfuerzos a darse una fraseología obrerista e incluso “revolucionaria” para así mejor controlar, confundir, desvirtuar y desproveer de contenido real todas las luchas que puedan surgir en el seno de la clase obrera. Por ello han tenido que balancearse entre la necesidad de reprimir la huelga y la de autocontener y entrecomillar esta represión al mismo tiempo. La división de tareas entre PSOE (para la primera función) y Podemos y asociados (para la segunda) ha sido su forma de buscar este delicado equilibrio.
Es la persistencia de esta contradicción la que ha llevado a una particular falta de coherencia dentro de las filas de la coalición, y las organizaciones izquierdistas en general que les son afines en el arco parlamentario. Así, mientras el Ejecutivo mandaba la “tanqueta” y la Unidad de Intervención Policial contra los obreros en huelga, podíamos ver cómo el 23 de noviembre (a una semana de estallar la lucha) se publicaba la noticia de que el Ayuntamiento de la capital, controlado por el Adelante Cádiz de Kichi y el grupo municipal del PSOE, aprobaban bautizar una de las vías como Proletariado del Metal8. Comentar más a fondo la cuestión no le haría honor a la muy poco sutil ironía que encierra este enésimo insulto vomitivo de los izquierdistas a la clase obrera.
Pero más allá de este excelente ejemplo de lo que queremos ilustrar con la expresión “falsos amigos del proletariado”, los ataques ideológicos más sutiles a los que nos venimos refiriendo en el encabezado de esta sección del artículo (y que como veremos han sido comunes a organizaciones de la burguesía de signo político muy distinto) los han protagonizado Podemos y su viejo socio Íñigo Errejón, tal y como los expone el artículo del Diario de Cádiz9 que relata sus declaraciones oficiales y en redes sociales:
1º - como veníamos advirtiendo, hacer pasar la defensa de los intereses del capital nacional como la defensa de las condiciones de vida de los obreros. Para Errejón, la vía a seguir es que el Gobierno se implique en la defensa de los empleos del metal gaditano, cumpla los convenios y reindustrialice la bahía. Este paladín del proletariado, al igual que Kichi y todos los de su ralea, se suma a todos los ataques ideológicos lanzados contra los obreros y les dice: “vuestros intereses como clase, ya sean inmediatos por aliviar la presión material de los bajos salarios y los ataques económicos, ya sean históricos por tomar consciencia de cuál es vuestro papel como clase social, no importan. Lo que importa es que no se desestabilice el negocio, la acumulación de capital, que la burguesía disponga de una industria fuerte y se pueda continuar la explotación”. En el mismo sentido va la declaración institucional de Unidas Podemos, cuya preocupación principal parece ser “garantizar y aumentar la producción industrial en la provincia”, para lo cual sindicatos y patronal debían “seguir negociando para llegar a un acuerdo beneficioso para la provincia de Cádiz, que permita reactivar la actividad productiva del sector industrial”.
Como ya dijo el Manifiesto Comunista denunciando este punto de vista: “Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora”.
2º - la batería de preguntas con las que Errejón recriminó a Marlaska los métodos empleados en la represión de la huelga, exigiéndole aclarar si creía que enviar la famosa tanqueta era una respuesta “legítima y correcta para reprimir” la lucha de los trabajadores del metal:
``El líder de Más País, Íñigo Errejón, ha advertido al Gobierno de coalición de que pueden pagar «muy caro» el «inmenso error» que supone la imagen de la tanqueta en «los barrios obreros de Cádiz», al deslizar que los acompañará durante lo que quede de legislatura.«Esta es una imagen que un gobierno del PP se podría permitir, pero ustedes no se lo pueden permitir»´´10.
Errejón parece reprocharle a Marlaska que no ha sabido reprimir a los obreros de forma más “inteligente” o sutil. Por lo que igualmente, para Errejón la represión es esencialmente legítima y correcta, solo es una cuestión de técnica.
De esta forma, Podemos, Errejón y compañía revelan y unen hábilmente, el entretejido de todos los brazos del aparato de Estado que se opondrán de forma unificada al avance de la clase obrera a cada paso:
El ejecutivo-represor, en el que PSOE y Podemos (este último con la asistencia ideológica de Más País, etc.) se han dividido los papeles descaradamente.
El político-ideológico, en el que han confluido todas las organizaciones de la burguesía en la defensa de la industria y la producción nacional (partidos y sindicatos).
El político-económico, “sobre el terreno”, de las organizaciones sindicales (oficiales tanto como “alternativas”) y patronales, cuya función es conducir a los obreros en lucha a callejones sin salida con todo tipo de maniobras y confusiones.
También cabría mencionar el papel de las redes sociales, mediante las cuales Abascal, Errejón y todos los demás personajes relevantes de la política burguesa han escupido su veneno ideológico a la cara de la clase obrera, reafirmando (si hacía falta) la fama sobradamente merecida que tienen en general las redes sociales como vehículo idóneo de la ideología burguesa, con su manipulación, confusión y superficialidad11.
La combatividad que han demostrado los trabajadores en el contexto de la huelga de los obreros del metal de Cádiz es significativa. Además, no se trata de una respuesta puntual en reacción a la crisis sanitaria, sino que proviene de una tendencia a enfrentarse al empeoramiento de las condiciones de vida, más o menos interrumpida desde 2019, que se ha manifestado en numerosos países, y mantenida frágilmente durante la pandemia. Podemos comprenderla en el contexto del desarrollo de la inflación en las condiciones de la pandemia, y en el contexto de la aparición en algunas partes del proletariado internacional de un desarrollo frágil y tímido de su combatividad.
Esta combatividad no solo expresa la capacidad de luchar del proletariado, sino que también vemos algunos signos de desconfianza hacia los grandes sindicatos, como ha sido el caso de los trabajadores de la empresa Pilkington en Sagunto, que manifestaron su rechazo hacia el ERE acordado por CGT, CCOO y UGT12. Sin embargo, este enfado con los sindicatos, que también hemos visto en los EEUU13, no ha avanzado hacia una comprensión del papel anti obrero de estos, ni mucho menos un rechazo de la ideología sindical.
El sindicalismo de base ha cumplido aquí su papel, como hemos desarrollado en el artículo, y ha conseguido bloquear una respuesta autónoma de la clase. Con el final de la lucha, estos sindicatos prosiguen su papel de quemar a los trabajadores más combativos con falsos eventos de debate y de falsa toma de lecciones para reforzar las ilusiones en la democracia y el sindicalismo. No ha habido signos, por tanto, de una verdadera perspectiva de politización de la clase más allá de este enfado embrionario. Esta perspectiva se podrá solo manifestar a través del surgimiento de una cultura de debate masiva sobre la dirección de la lucha y sus métodos, y el desarrollo de Asambleas Generales abiertas a todos los trabajadores con comités de delegados elegidos y revocables en todo momento. Y para ello debemos rechazar también las falsas asambleas organizadas por los sindicatos, que llamarán “abiertas”, “obreras”, “populares”, etc. Debemos rechazar de raíz la ideología sindical. La palabra “asamblea” no asegura nuestra perspectiva de clase.
Hemos visto la persistencia de algunos elementos de la “contraofensiva a gran escala y a largo plazo para impedir que la clase obrera diera su propia respuesta”14 que desarrolló la burguesía en reacción a la tendencia a la politización de las luchas obreras tras Mayo del 68, que marcó el fin de la contrarrevolución. Por ejemplo, el uso del sindicalismo “radical”, el uso de la ideología corporativista y nacionalista, o incluso las campañas de la muerte del comunismo (la burguesía ha juzgado conveniente recordar en el periódico local de Cádiz al acabar la huelga que el marxismo está obsoleto y que la clase obrera en realidad ya no existe 15). Como el papel de oposición de la izquierda del capital tiene hoy la debilidad de encontrarse en el gobierno, además de los malabares PSOE-Podemos que hemos presentado parece desarrollarse la tendencia a revivir el fantasma del fascismo para amenazar con que “ojo, podría ser peor”, y mantener a flote el mito de la democracia como el mal menor.
Hemos visto también la maquiavélica perversión burguesa de la solidaridad y la identidad de clase. A la burguesía se le ha llenado la boca con las palabras “solidaridad” y “clase obrera”. El mayor veneno para el proletariado es la perversión de su propia teoría. Ha sido en realidad un ataque a la identidad de clase a través de la creación de falsas identidades: la de los “héroes sacrificados de la nación” (puesta de moda durante el confinamiento), la de los pobres y más vulnerables, la de los sectores de cuello azul que representan el poderío industrial de la nación, etc. La falsa solidaridad vomitada por la burguesía es reflejo de esta falsa visión y se expresa en forma de “solidaridad ciudadana”, de apoyo al sector, de un esfuerzo de unidad nacional, etc.
Hemos visto también el intento de la burguesía de presentar una especie de “solidaridad” interclasista, la de la pequeña burguesía rural con las empresas transportistas que tendrían entre sí “algunas cosas en común”. Esta es la “solidaridad” de los que tienen en común la frustración por no poder ascender en la escalera competitiva de la acumulación capitalista, y que olvidarán su aparente frente común en la primera oportunidad. Como advertimos en los documentos del último congreso “si bien la inflación puede actuar como factor de unificación de las luchas, también afecta a la pequeña burguesía”. El proletariado debe rechazar de raíz su emparejamiento con la pequeña burguesía y todas esas nociones que la incluyen como “el pueblo”, “los pobres”, etc.
Incluso se han potenciado falsas visiones a través de las redes sociales aprovechando los callejones sin salida en los que parecen entrar los propios trabajadores, como la “solidaridad económica” de Tubacex, que en realidad mandaba dos mensajes: los trabajadores de Tubacex no se iban a unir a la lucha (es más, vaciaban su caja de resistencia), y que aguantar encerrado en la empresa sería un método proletario.
En Francia en 2019 también vimos la palabra “revolución” en algunas pancartas. Pero debemos comprender su contenido real. Si bien las palabras “clase obrera” y “solidaridad” han surgido de repente como un oasis en el desierto, esta vez debemos denunciarlas como un espejismo: la perversión de estos términos por parte de la burguesía en anticipación a una verdadera recuperación de la identidad de la clase.
La verdadera solidaridad del proletariado es la extensión de la lucha, la discusión bajo un interés común como clase mundial en asambleas abiertas, la confrontación con el capitalismo en su conjunto, la generalización de los problemas concretos de una parte de la clase a las condiciones de la clase obrera mundial.
Todas estas perversiones son trampas que impiden a la clase obrera darse cuenta de que es "revolucionaria o nada". Y le llevan a la ilusión desmoralizante de que sí sería parte de la sociedad civil mientras al mismo tiempo se ve completamente excluida.
La confrontación sigue siendo frágil, aislada, y enmarcada en gran medida por los sindicatos. Pero para desarrollar su combatividad y consciencia a largo plazo, el proletariado debe evitar las trampas de la burguesía y asumir la necesidad de enfrentar a la totalidad del Estado, retomando sus propios medios y fines de lucha.
Gauta y Opero. 13.12.2021
1 Ver Huelga del metal en Cádiz: nuestra fuerza es luchar como clase obrera https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera [2]
2 https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis [3]
3 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4264/notas-sobre-la-consciencia-de-la-burguesia-decadente [4]
5 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2773/el-otono-caliente-italiano-de-1969-i-un-momento-de-la-recuperacion [6]
6 https://www.lavozdigital.es/cadiz/provincia/lvdi-abascal-reivindica-reindustrializacion-cadiz-y-critica-represion-marlaska-202111231944_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.lavozdigital.es%2Fcadiz%2Fprovincia%2Flvdi-abascal-reivindica-reindustrializacion-cadiz-y-critica-represion-marlaska-202111231944_noticia.html [7]
7 https://www.diariodecadiz.es/noticias-provincia-cadiz/Huelga-metal-Cadiz-Obispado-solidariza-trabajadores_0_1631237801.html [8]
8 https://www.elindependiente.com/espana/2021/11/23/la-revolucion-del-callejero-de-cadiz-de-kichi-y-el-psoe-quitan-principe-de-asturias-ponen-proletariado-del-metal/ [9]
9 https://www.diariodecadiz.es/noticias-provincia-cadiz/huelga-metal-cadiz-congreso-errejon-tanquetas-policia_0_1631538649.html [10]
10 https://www.lavozdigital.es/cadiz/provincia/lvdi-errejon-afea-gobierno-imagen-tanqueta-perseguira-toda-legislatura-y-202111232011_noticia.html [11]
12 https://www.eleconomista.es/motor/noticias/11493482/11/21/Pilkington-logra-un-acuerdo-para-mantener-su-linea-de-laminado-en-Sagunto.html [13]
13 https://es.internationalism.org/content/4741/estados-unidos-pesar-de-los-capitalistas-el-covid-y-los-sindicatos-la-lucha-de-clases [14]
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Para los trabajadores, el “final del túnel” nunca estará a la vista mientras exista el capitalismo, de hecho, la pandemia ha dejado patente que los efectos de la crisis económica siempre pueden empeorar y actuar contra sus condiciones de vida. Dichos efectos, arrasan el planeta entero y con mayor presión en algunos países. De Francia a Ecuador, de Argentina a USA, de Perú a China, vemos el espectro de la inflación recorrer el mundo, devorando los salarios de los trabajadores, una situación que, precisamente, ha acelerado la pandemia. Según datos del FMI, en el 2021 la inflación mundial llegará a 3,6% muy por encima de lo esperado en julio pasado cuando proyectaba un alza de precios de 2.4% este año y de 2.1% el próximo1
Mientras la Burguesía proclama la recuperación económica mundial, vemos que sus intentos de reactivación de la economía a través de planes en Europa, USA o China, se vienen enfrentando al mismo tiempo a un conjunto de factores que limitan dichos planes que se encuentran en la crisis del Covid y las manifestaciones de la descomposición capitalista2 que se profundizan cada vez más. Tal como sostenemos en nuestro Informe de la crisis económica del 24 Congreso Internacional: Estamos ante más de 100 años de decadencia capitalista, con una economía distorsionada por la economía de guerra y los efectos de la destrucción del medio ambiente, profundamente alterada en sus mecanismos de reproducción por la deuda y la manipulación estatal, erosionada por las pandemias y cada vez más afectada por los efectos de la decadencia. En estas condiciones, es ilusorio pensar que la economía se recuperará sin sobresaltos3
En verdad, a nivel global no se proyecta una vigorosa recuperación económica, todo lo contrario, vemos un mayor caos mundial en el terreno económico que se muestra en la anarquía del comercio mundial, la escasez que afecta a las economías de las grandes potencias, la deriva de muchos países periféricos, la interrupción de las cadenas de suministro que está alimentando un repunte de los precios con una posible recesión, debido a las restricciones crediticias que se ven venir, la amenaza de que burbujas financieras estallen y se produzca una gran crisis financiera, muy similar a la vivida en el 2008, pero con un mayor impacto4.
El panorama no se ve bien por donde se mire, la misma burguesía no puede esconder su preocupación ante esta situación y muestra en muchos casos una impotencia ante el problema económico. Frente a este panorama, las diferentes burguesías tratarán de salvar su pellejo, respondiendo de forma general con un “sálvese quien pueda” en las relaciones comerciales entre los Estados, reforzadas por la descomposición del capitalismo, lo cual, hace más difícil concretar alguna estrategia que aspire a una recuperación. Estamos apenas en el principio de una evolución caótica de la situación, donde las condiciones de vida de la clase trabajadora serán cada vez más degradadas. De hecho, ya hemos observado cómo se desarrollan estás tendencias centrífugas que caracterizan el accionar de la burguesía mundial: Doce años después [del año 2008] la división, la "guerra de las máscaras" y luego la "guerra de las vacunas", la cacofonía en las decisiones de cierre de fronteras contra la propagación del Covid-19, la ausencia de una acción concertada a escala internacional (aparte de Europa, que se esfuerza por protegerse de sus competidores) para limitar el colapso económico, todo ello apunta al avance del "sálvese quien pueda" y a la inmersión de las más altas esferas políticas del capitalismo en una gestión cada vez más irracional del sistema5
No es nuevo que los trabajadores siempre paguen las consecuencias de las crisis económicas del capitalismo. La gravedad de la situación ha sumido la clase trabajadora en una nueva escalada de miseria. Reducir el peso del pan para enfrentar un aumento de precio, las tarifas de agua y luz suben, todos los productos en general se han incrementado debido a la inflación, hay mayores impuestos que pagar (¡y vienen más!), son ejemplos de que hay como consecuencia un costo de vida más alto que tendremos que pagar; sin embargo, se ha despedido trabajadores en distintos sectores del comercio y la producción, se han reducido los salarios (¡que de por sí ya son miserables!), se han incrementado las inhumanas condiciones de trabajo, hay un aumento de los contratos basura por doquier. Dicho de otra forma, la burguesía ha impuesto un escenario que generó una mayor degradación de las condiciones de vida obrera. El año pasado, el PBI descendió 11. 1%, afectando el empleo y el ingreso sobre todo de los sectores más empobrecidos. A pesar de las proyecciones de recuperación del PBI para el 2021 (20, 9%), el mercado laboral todavía se encuentra un 20% por debajo de su nivel anterior a la pandemia6
Los medios de comunicación de la burguesía nos bombardean todos los días con información sobre los incrementos de precios en los mercados de distintos barrios de la capital y las provincias del país; señalando el incremento de precios de los alimentos de la “canasta básica familiar”. Aquí la prensa burguesa plantea la inflación de forma confusa, porque identifica a la inflación con los precios de los productos básicos, cuando el hecho concreto es que el incremento de los precios se traslada a todos los bienes y servicios y no solo a los alimentos básicos como repite estúpidamente la prensa.
Miles de millones de dólares y en otras divisas se han inyectado en las economías del mundo para hacer frente a los diversos problemas que ha planteado la pandemia y evitar que se generalice el caos (Planes de estímulo, los llaman). Esta situación solo ha debilitado el valor de las monedas y ha impulsado un proceso inflacionario en todo el mundo. A esto, debemos sumarle otros factores: la interrupción en la cadena de suministros, problemas con el transporte marítimo, el desorden en las respuestas de los Estados7 durante la pandemia, los abusos de empresas monopólicas como las eléctricas, del gas (Alicorp8 en Perú es un ejemplo), entre otras, han contribuido a la reaparición de la inflación.
La inestabilidad política en el Perú es otro ingrediente que ha generado presiones inflacionarias. Esta situación ha contenido la inversión privada, haciendo que la producción se detenga y por ende se den presiones inflacionarias, que son las que han causado en parte los incrementos de precios de gran parte de los bienes y servicios en el país. Para el caso de los factores de producción importados como el trigo, la Aspan9 señaló que las panaderías optaron por reducir el peso del pan para paliar el alza de precios ante el incremento del precio internacional del trigo (en el 2020 la tonelada costaba 210 US$, hoy en el 2021 cuesta 278 US$) el mayor tipo de cambio y el incremento en el costo de electricidad. En Huánuco, por ejemplo, el peso del pan francés es de 16 gramos, cuando antes pesaba 40 gramos10.
Por otro lado, el incremento de las tarifas de electricidad y agua, se explican por el aumento de la inflación y el tipo de cambio. Una situación que ha venido presionando también los precios al alza. El tipo de cambio se ha venido incrementando en el país por la inestabilidad política, que ha hecho temer a ciertos sectores de inversionistas, retirando sus dólares del mercado al ver la incertidumbre que les ha generado el actual gobierno de Pedro Castillo. Esos retiros masivos de dólares del mercado han ocasionado que el precio del dólar se incremente ante la reducción de la oferta de este, en el mercado. Como señalan las leyes de la oferta y la demanda, ante una reducción de la oferta en el mercado, los precios se incrementan. Una vez más, se demuestra que las variaciones de precios y otros procesos ligados a la producción de mercancías, están sujetos a las leyes de la economía capitalista, siendo la forma de cómo funciona el sistema, responsable de las crisis.
Hemos visto que muchos productos importados y otros que tienen factores importados en su producción como el pan, se han visto afectados en sus precios, ya que las materias primas para la elaboración de este, como el trigo, se compran en dólares en el exterior.
El plan de estímulo «Reactiva Perú» que se dio en el 2020 y que consistió en préstamos a empresas, sirvió para ayudar a grandes empresas (71% de lo desembolsado) representando 17 mil millones en préstamos, cuya devolución dependerá de una supuesta recuperación. Empresas como Intercorp, Grupo El Comercio, Grupo San Pablo11, entre otros grandes grupos, fueron beneficiados, mientras gran parte de la población esperaba recibir un miserable bono de 700 soles (220 US$), que, en muchos casos, nunca llegó. Una vez más se demuestra que el Estado es el instrumento por excelencia de la clase explotadora para actuar solo en su beneficio.
Además, el actual gobierno de Castillo también alista un paquete de medidas para elevar los impuestos a los trabajadores y empresas. El gobierno habla de incrementar los impuestos a las rentas y otras actividades, pero se sabe que estas medidas siempre crean más dificultades a los trabajadores. Las grandes empresas generalmente nunca pagan los impuestos y en Perú, hay 158 grandes empresas que deben impuestos al Estado desde hace mucho tiempo (mina Buenaventura, mina Antacpaccay, mina las Bambas, minera Cerro Verde, Telefónica del Perú, Latam Airlines, América Móvil Perú, Supermercados Peruanos, Banco Pichincha, entre otras…). sin embargo, persiguen a la clase obrera, en diversos sectores de la economía intentando «formalizarlos» para quitarles el poco dinero que ganan.
Con el pretexto de formalizar a un amplio sector de trabajadores, el gobierno busca ordenarlos y sistematizarlos en planillas con sueldos miserables, tratándoles de quitar lo máximo posible con el pretexto de pensar en su «jubilación», trabajadores que, tomando en cuenta la progresiva degradación de sus condiciones laborales y de vida, no llegarán a ver una jubilación. Un ejemplo claro de lo que aquí decimos, es el informe de Comex y el IPE12 publicado recientemente, donde se señala que el 48.5% de trabajadores por aplicativo no quiere aportar para pensiones y esto solo en el sector de conductores y repartidores, que representa el 1.4% de la PEA13 del país. Vemos aquí una resistencia de los trabajadores a someterse a estos sistemas que solo le quitarán el poco dinero que llevan a sus hogares. Esta es una situación que se repite en toda la clase trabajadora del país y que está representada dentro de la Población económicamente Activa (PEA). Esto es uno de los múltiples esfuerzos que hace la burguesía peruana para «formalizar» a los «trabajadores informales».
Uno de los ataques contra la clase trabajadora que siempre realiza la burguesía en cualquier parte del mundo, en situación de crisis económica, es incrementar los impuestos y para darle un tinte «democrático» a la medida a implementar, señalan que serán incrementos para «todos» tanto para la burguesía como la clase obrera. Al final la burguesía emprende procesos judiciales al Estado que toman años determinar si le corresponde o no pagar impuestos. En muchos casos nunca los pagan. Solo la clase obrera carga con ellos14.
El balance de los 100 días del gobierno Castillo, es una muestra que los trabajadores no pueden esperar nada de este gobierno ni de ningún otro.
Además de la situación ya descrita que le toca vivir a la clase obrera en Perú, el gobierno de Castillo prepara un paquete de reformas laborales contra los trabajadores. Ya algunos grupos de trabajadores de la provincia del Cuzco se pronunciaron, aunque de forma tímida sobre esto «Los trabajadores no permitiremos que vengan a desaparecer nuestros derechos laborales y sociales». El paquete de reformas consta de cinco proyectos de ley que plantean modificaciones en materia laboral, de las cuales cuatro establecen cambios en la ley de productividad y competitividad laboral, mientras que el restante promueve la inclusión laboral de jóvenes y adultos mayores.
Esto demuestra, que todo gobierno, se llame de izquierda o derecha, no dejará de servir al capital, en el caso peruano, va a implantar una nueva Reforma Laboral que agravará la precariedad, promoverá la baja de salarios y aumentará la vulnerabilidad obrera frente a las empresas, empeorando la actual condición de la clase obrera en su conjunto.
La inflación puede llegar a ser un estímulo a la lucha inmediata por los aumentos salariales, lo cual, pudiera favorecer la búsqueda de la unidad más allá de los sectores y de las corporaciones, como ocurrió a finales del año pasado con los trabajadores de la agroindustria15 , en un contexto donde es toda la clase obrera la que está bajo ataque. Además, podría ser un factor de radicalización de las luchas ante la imposibilidad del Estado de satisfacer realmente las demandas. Y aunque existe la posibilidad que esta situación de inflación genere revueltas populares y saqueos en las calles en diversas partes del mundo, la clase obrera debe seguir demostrando que no es una clase derrotada y que debe ser consciente que es la única clase en la historia de la humanidad, de poder acabar con la burguesía y su economía.
Por eso saludamos las luchas obreras que se han dado en USA, Irán, Italia, Corea y en otros lugares del planeta, que demuestran que ni la pandemia ni la crisis económica han roto la combatividad del proletariado16. Solo en la lucha internacional del proletariado está el futuro de toda la humanidad, frente al capitalismo que nos lleva directo a la barbarie.
Solo la clase obrera con su unidad y luchando en su terreno de clase, con autonomía política y determinación, puede no solo oponerse a los efectos más palpables de la crisis económica, como la inflación, sino que tiene potencialmente la capacidad de acabar con la explotación y la barbarie capitalista que se nos impone permanentemente. Ante los ataques de la burguesía a nivel internacional, se impone la necesidad de una respuesta internacional de la clase obrera, para luchar contra el capitalismo decadente, único responsable de la situación actual.
Internacionalismo Perú
Sección de la CCI
[email protected] [21]
16112021
1 https://gestion.pe/mundo/fmi-inflacion-mundial-alcanzara-un-pico-a-fines-del2021-y-se-estabilizara-en-el-2022-noticia/ [22]
4 Ver La irrupción de la descomposición en el terreno económico: Informe sobre la crisis económica https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descomposicion-en-el-terreno-economico-informe-sobre-la-crisis [25]
5 https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021 [24]
7https://es.internationalism.org/content/4733/espana-la-escalada-de-la-inflacion-un-golpe-brutal-contra-los-trabajadores [27]
8 Es una empresa de bienes de consumo peruana con operaciones en varios países de América.
9Asociación Peruana de Empresarios de la Panaderia y Pasteleria.
10Gestión 15 de setiembre del 2021.
11Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas.
12Sociedad de Comercio Exterior del Perú (COMEX) y el Instituto Peruano de Economía (IPE)
13Gestión 11 de noviembre del 2021.
14 Sobre los impuestos debemos aclarar que en última instancia todos son pagados por los trabajadores. En efecto, el impuesto que pagan las empresas y los capitalistas individuales salen de la plusvalía que previamente, como resultado del mecanismo del trabajo asalariado, ha sido extraída de la fuerza de trabajo.
15 Huelga de los obreros de la Agroindustria en Perú. https://es.internationalism.org/content/4632/huelga-de-los-obreros-de-la-agroindustria-en-peru [28]
La huelga de los trabajadores de Cádiz ha constituido una experiencia significativa que ha despertado interés y simpatía en amplios sectores de la clase obrera. Es necesario sacar lecciones de esta lucha pues se sitúa en un momento en que vemos un cierto número de huelgas en España, en Estados Unidos y en otros países:
Frente a un capitalismo que nos hunde en la miseria y la barbarie, la única respuesta es la lucha obrera contra la explotación capitalista en la perspectiva de abolirla.
Para discutir de esta lucha, sacar balance, extraer perspectivas, invitamos a participar en la REUNION PUBLICA vía Internet que organizamos para el domingo 19 de diciembre a las 18 horas de España.
Todos los interesados pueden escribirnos a nuestro mail: [email protected] [31] para enviarles el enlace de participación.
Corriente Comunista Internacional
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La fuerza del proletariado reside en su capacidad para sacar lecciones de su lucha que tiene más de 3 siglos de historia. Gracias a ellas puede desarrollar su conciencia de clase para luchar por la liberación de la humanidad del yugo del capitalismo.
El proletariado necesita volver constantemente sobre sus luchas pasadas, no tanto para caer en la nostalgia, sino justamente para todo lo contrario: examinar de forma implacable sus debilidades, limitaciones, errores, lados flojos etc., para desgajar de ello un tesoro de lecciones que le sirvan para encarar su lucha revolucionaria.
Volver al movimiento de indignados (2011) es necesario para reafirmar su naturaleza proletaria, pero al mismo tiempo comprender sus tremendas limitaciones y debilidades. Solamente de esta forma podremos integrar cara al futuro sus enseñanzas.
Todo movimiento proletario debe ser analizado en su contexto histórico y mundial. El 15 M se produjo en 2011 dentro de un ciclo de luchas que se desarrolló en 2003-2011.
En 1989-91, el hundimiento de la URSS y sus regímenes satélites permitió a toda la burguesía mundial lanzar una abrumadora campaña anticomunista que machacaba sin descanso 3 slogans: Fin del Comunismo, Fracaso del Marxismo y Desaparición Política de la Clase Obrera. Esto provocó un fuerte retroceso en la combatividad y la conciencia de los obreros1.
Desde entonces, la mayoría de los obreros no se reconocen como tales, sino que se ven, unos, la minoría más afortunada, como “clase media”, y el resto como “los de abajo”, el “precariado”, los “fracasados en la vida” etc. Frente a la noción de clase, científica, unificadora, universal y con perspectiva de futuro, se propaga la visión reaccionaria, divisionista, de “categorías sociales” con gran regocijo de la burguesía que, mediante su ejército de servidores (partidos, sindicatos, ideólogos, “influencers”) la estimulan machaconamente gritando en todos los rincones -desde Internet hasta las universidades, pasando por el parlamento y los medios de “comunicación”- que la clase obrera no existe, que es un concepto “trasnochado”, que solo hay “ciudadanos” de la “comunidad nacional”.
El retroceso se expresó igualmente en el retorno potente de las ideologías democráticas, sindicalistas, humanistas, reformistas, que proclaman el “fin de la historia”, no habría más mundo que el capitalismo y lo mejor que podría hacerse es “mejorarlo” y encontrar un “hueco individual” en su seno.
Todo intento de cambiar el capitalismo conduciría a situaciones mucho peores, lo que se vería acreditado por lo que ocurrió en la URSS o lo que vemos en Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua etc., que demostrarían que el dilema histórico formulado por Engels a fines del siglo XIX, Comunismo o Barbarie, sería falso, porque el “Comunismo también es barbarie”.
A pesar de este enorme lastre, desde 2003 hay un renacimiento de las luchas obreras. Hubo huelgas significativas como la del Metro de Nueva York (2005), la huelga de Vigo (2006), las huelgas en el norte de Egipto (2007), protestas de jóvenes obreros en Grecia (2008), pero, los dos movimientos más importantes fueron la lucha contra el CPE en Francia (2006) y el movimiento de indignados en España (2011)2.
“Estos dos movimientos masivos de la juventud proletaria redescubrieron, espontáneamente, los métodos de lucha de la clase obrera, sobre todo la cultura del debate en asambleas generales masivas abiertas a todos. Se caracterizaron también por la solidaridad entre generaciones, a diferencia del movimiento estudiantil de finales de la década de 1960, muy marcado por el peso de la pequeña burguesía, que se desarrolló contra la generación que había sido reclutada para la guerra.
Si en el movimiento contra el CPE3, la gran mayoría de los estudiantes que luchaban contra la perspectiva del desempleo y la precariedad se reconocían como parte de la clase obrera, los Indignados en España (aunque su movimiento se extendió internacionalmente a través de las redes sociales) no tenían una clara conciencia de pertenencia a la clase explotada.
Mientras que el movimiento masivo contra el CPE fue una respuesta proletaria a un ataque económico (lo que hizo que la burguesía se viese obligada a recular retirando el CPE), el movimiento de los Indignados estuvo marcado, esencialmente, por una reflexión global sobre la bancarrota del capitalismo y la necesidad de otra sociedad” (Resolución sobre la relación de fuerzas entre las clases del 23º Congreso Internacional de la CCI, 20194).
Pese a esas contribuciones, estos movimientos no lograron superar el retroceso de la conciencia y la combatividad de 1989 y estuvieron muy marcados por sus efectos, así como los derivados del proceso de Descomposición social e ideológica que desde los años 80 afecta al capitalismo5.
Su limitación más importante fue que no lograron movilizar al conjunto de la clase obrera y se dieron en un número limitado de países. Se redujeron a las nuevas generaciones obreras. “los trabajadores de los grandes centros industriales permanecen pasivos o sus luchas son esporádicas, el miedo al desempleo constituye un factor central en esta inhibición. No se da una movilización unificada y masiva de la clase obrera sino solamente una parte, su sector más joven”6.
Entraron en lucha los jóvenes obreros (muchos de ellos todavía estudiantes, la gran mayoría afectados por la precariedad, el desempleo, el trabajo totalmente individual y aislado, vinculados a pequeñas empresas muchas de ellas con sede en ninguna parte). En tales condiciones, al peso asfixiante del retroceso histórico antes explicado, se añadió la inexperiencia, la ausencia total de vida colectiva previa, la terrible dispersión social.
La lucha de los indignados se tropezó con un muro que no pudo superar: la pérdida de la identidad de clase que se arrastra desde 1989.
Esta pérdida provocó que la inmensa mayoría de los participantes en el movimiento no se reconocieran como parte de la clase obrera.
Muchos eran todavía estudiantes o habían tenido estudios superiores7. Los que todavía estudiaban hacían trabajos esporádicos para pagarse los estudios y muchos de los que trabajaban en empleos precarios y mal pagados pensaban que esa situación era transitoria, a la espera de conseguir un puesto acorde con la carrera o carreras que habían cursado. Es decir, muchos participantes creían que su pertenencia a la clase obrera era circunstancial, una especie de purgatorio para llegar finalmente al “cielo” de la “clase media”.
Otro factor que impedía que se reconocieran como clase obrera, es que cambiaban constantemente de empresa o puesto laboral, la mayoría laborando en pequeñas empresas o en subcontratas que operan en fábricas o centros de distribución, comercio o servicios8.
Muchos de ellos trabajan solos, sin apenas frecuentar a otros compañeros, encerrados en casa con el teletrabajo o participan en lo que se llama “uberización del trabajo”, “Al utilizar una plataforma de Internet como intermediario para encontrar trabajo, la uberización disfraza la venta de mano de obra a un patrón como si fuese "autoempleo", agudizando además el empobrecimiento y la precariedad del "autoempleado". La uberización del trabajo individual acentúa la dificultad para hacer huelgas, puesto que la auto explotación de estos trabajadores dificulta considerablemente su capacidad para luchar colectivamente y desarrollar la solidaridad contra la explotación capitalista” (op.cit. nota 4).
Aunque expresaba simpatía por la clase obrera, la mayoría no se sentía parte de ella, se veía como una suma de individuos atomizados, frustrados e indignados por una situación cada vez más angustiosa de miseria, inestabilidad y ausencia de futuro.
La situación de desempleo acompaña como una sombra agobiante a las jóvenes generaciones obreras. Viven atrapados en un engranaje de empleos precarios que se alternan con fases de desempleo más o menos prolongadas, cayendo muchos de ellos en una situación de desempleo de larga duración. Esto tiene como efecto algo que ya anunciamos hace 30 años en nuestras Tesis sobre la Descomposición “Una gran proporción de jóvenes generaciones obreras está recibiendo en pleno rostro el latigazo del desempleo, incluso antes de que muchos hayan podido tener ocasión, en los lugares de producción, junto con los compañeros de trabajo y lucha, de hacer la experiencia de una vida colectiva de clase. De hecho, el desempleo, resultado directo de la crisis económica, aunque en sí no es una expresión de la descomposición, acaba teniendo, en esta fase particular de la decadencia, consecuencias que lo transforman en aspecto singular de la descomposición. Aunque en general sirve para poner al desnudo la incapacidad del capitalismo para asegurar un futuro a los proletarios, también es, hoy, un poderoso factor de "lumpenización" de ciertos sectores de la clase obrera, sobre todo entre los más jóvenes, lo que debilita de otro tanto las capacidades políticas actuales y futuras de ella” (op.cit. nota 4).
SON CLASE OBRERA pero subjetivamente no se ven en ella, esto hizo que el movimiento de 2011 no rompiera el cordón umbilical con la tramposa “Comunidad Nacional”9, por ejemplo, el eslogan «somos el 99% frente al 1%», tan popular en el movimiento de ocupaciones de Estados Unidos, no expresa una visión de una sociedad dividida en clases, sino la visión típicamente democrática que tantas veces repite el izquierdismo del “pueblo”, los “ciudadanos de a pie” frente a un reducido 1% de “plutócratas” y “oligarcas” que “traicionaría” la nación. En esta óptica las clases no existen, sino que existiría una suma de individuos, la mayoría “fracasados” frente a una élite selecta de “triunfadores”. Así pues, los participantes en el movimiento tenían enormes dificultades para comprender que “la sociedad está dividida en clases, una clase capitalista que lo tiene todo y no produce nada y una clase explotada -el proletariado- que lo produce todo y tiene cada vez menos. El motor de la evolución social no es el juego democrático de la "decisión de una mayoría de ciudadanos" (este juego es más bien la máscara que encubre y legitima la dictadura de la clase dominante) sino la lucha de clases” (op.cit. nota 2).
Al no tener la fuerza y la perspectiva que da el reconocerse como parte de una clase histórica que representa el único futuro para la humanidad, los jóvenes indignados eran terriblemente vulnerables a la ilusión de una “renovación del juego democrático”.
En todo el mundo, el Estado democrático es un vil engaño que encubre la dictadura del capital. Sin embargo, dado que domina la ideología de “el comunismo ha fracasado” o “el comunismo es la pesadilla que vemos en Cuba, Venezuela o Corea del Norte”, los participantes en el movimiento 15 M se agarraron al clavo ardiendo de “renovar la democracia” siguiendo esa vieja mistificación que tanto repiten los políticos: “la democracia es el menos malo de los regímenes”.
Con esta bandera nos venden la moto de “luchar por una democracia de verdad”. Así el grupo burgués que acompañó y controló el movimiento en España se llamaba “Democracia Real Ya”10. Nos dicen “Vale, la democracia no es perfecta, arrastra la losa de los políticos, la corrupción, la complacencia con los poderes financieros y empresariales”, entonces, la cuestión no es luchar por Utopías que acaban en la barbarie siniestra de Corea del Norte, Cuba o Venezuela, sino que más vale “depurar la democracia” y lograr una “democracia al servicio de todos”.
Esta es una Utopía Reaccionaria pues la democracia es la que es y no se puede ni “reformar” ni “mejorar”. Nuevas Constituciones, referéndums, acabar con el bipartidismo, democracia participativa etc., son los remiendos que no cambian nada y cuya única finalidad es atarnos de pies y manos a la dictadura del Capital bajo su disfraz democrático.
El eslogan más extendido en las Asambleas del 15 M era “Le llaman democracia y no lo es”. Era una trampa, una mistificación muy peligrosa, que socavó desde dentro el movimiento y le impidió desarrollarse. Los Estados burgueses son eso: Democracia. Le llaman Democracia y SÍ QUE LO ES, es eso Democracia, o sea, el disfraz democrático del Estado Totalitario de la decadencia capitalista.
Como denunciaron las Tesis sobre la Democracia burguesa y la dictadura proletaria, adoptadas por el Primer Congreso de la Internacional Comunista en 1919, no existe ni existirá una Democracia que sea buena, pura, participativa, humana y al “servicio de todos”, “la república burguesa más democrática no es nada más que el instrumento por el cual la burguesía oprime a la clase obrera, por la que un puñado de capitalistas oprime a las masas trabajadoras”11
No vivimos en una sociedad de “ciudadanos libres e iguales”, vivimos en una sociedad DIVIDIDA EN CLASES. Y, en consecuencia, el Estado no es un órgano neutral, al servicio de los ciudadanos, sino la DICTADURA de la clase dominante, el Capital, quien encamina la sociedad no a la satisfacción de las necesidades de los “ciudadanos” sino hacia la ACUMULACION DE CAPITAL, la ganancia empresarial y el interés nacional.
El capital domina la sociedad en nombre de la Nación que sería una supuesta “comunidad de ciudadanos libres e iguales” y se parapeta en el Estado quien, para guardar la apariencia de “representante de la mayoría” organiza un ritual de elecciones, derechos, consultas, oposición, “equilibrio de poderes”, “alternancia” etc.
En pequeñas minorías dentro de las Asambleas empezó una crítica, aún tímida, del engaño democrático. Hubo quienes “completaban” la consigna “Le llaman democracia y no lo es” con otra consigna: “Es una dictadura y no se ve”. Aquí existía un atisbo de toma de conciencia. Le llaman Democracia, PERO es una dictadura, la dictadura del capital.
La dictadura que, en lugar del Partido único o la autocracia militar, presenta una constelación de partidos y sindicatos que hablan “distinto” pero que van todos a lo mismo: la defensa del Capital nacional.
La dictadura que no tiene un Gran Dictador vitalicio, sino que va cambiando de dictador cada cuatro años plebiscitado por unas elecciones cuyo juego el Estado organiza y controla tratando de que su resultado sea la opción mayoritaria del Capital Nacional12.
La dictadura que en lugar de las amenazas y el despotismo descarado de los regímenes autoritarios se oculta virtuosa e hipócritamente detrás de bellas palabras de Solidaridad, el interés de todos, la voluntad de la mayoría etc.
La dictadura que, en lugar de robar abiertamente para el beneficio de la minoría, se disfraza de “justicia social”, “velar por los más desfavorecidos”, “nadie se quede detrás” y demás zarandajas.
La dictadura que en lugar de reprimir sin tapujos o de negar cualquier derecho u organización, nos encierra en “derechos” que nos despojan de todo y en “organizaciones” que nos dividen y nos desorganizan como clase.
Este principio de comprensión (“Es una dictadura y no se ve”) fue muy minoritario, lo que dominó en las Asambleas fue la ilusión de una “renovación democrática”13.
¿Diez años después, en que ha quedado la “renovación democrática” que tanto ilusionó a muchos jóvenes en las Asambleas? Pues ya vemos en qué ha consistido. Los dos grandes partidos (PP y PSOE) se han visto acompañados por nuevos tiburones: Vox, Ciudadanos y Podemos. Estos “renovadores” han demostrado ampliamente que son MÁS DE LO MISMO. Los mismos engaños, el mismo servicio incondicional al capital español, la misma ambición insaciable de poder, las mismas clientelas…14 La democracia no se ha renovado, ha fortalecido la máquina del Estado contra los trabajadores y contra toda la población.
El virus democrático hizo que la lucha fuera ineficaz frente a las operaciones de represión policial, pues “a pesar de algunas respuestas solidarias y basadas en la acción masiva contra la violencia policial, predominó la “lucha” concebida como presión pacífica y ciudadana sobre las instituciones capitalistas, lo que lo llevó fácilmente a un callejón sin salida” (op.cit. nota 2).
Con la mentira democrática, la burguesía española consiguió que el movimiento 15 M no se articulara “alrededor de la lucha de la principal clase explotada -el proletariado- quien produce colectivamente las principales riquezas y asegura el funcionamiento de la vida social: fábricas, hospitales, escuelas, universidades, oficinas, puertos, obras, correos” (op.cit. nota 2), sino que se fuera diluyendo en una indignación interclasista totalmente impotente. Pese a algunos intentos tímidos de extensión a los centros de trabajo, esto fracasó y el movimiento quedó cada vez más confinado en las plazas. Tampoco cuajó el agrupamiento y la acción común de las minorías que expresaban un “ala proletaria” frente a la confusión dominante en las Asambleas. Por ello, el movimiento, a pesar de las simpatías que suscitó, fue perdiendo fuerza hasta reducirse a una minoría cada vez más desesperadamente activista.
La bandera del movimiento fue la “indignación”. La indignación es distinta de la venganza, el odio, la revancha, la reparación y otras manifestaciones morales propias de la burguesía y la pequeña burguesía. Por ello, la indignación encaja más en la moral proletaria que esos sentimientos profundamente reaccionarios y destructivos. Sin embargo, la indignación, por legítima que fuera, expresaba más una impotencia que una fuerza, más una perplejidad que una certidumbre. La indignación es un sentimiento muy primario en la lucha de clase del proletariado y como tal no posee la capacidad para afirmar, aún a un nivel elemental, la fuerza, la identidad y la conciencia de nuestra clase.
Los obreros se indignan por el despido de un compañero, por las maniobras de los sindicatos, por la arrogancia y la prepotencia de jefes y capataces, por los accidentes laborales que siegan de golpe una vida humana o condenan a la invalidez a un compañero. Sin embargo, la indignación vista en sí misma, no define ni mucho menos el terreno de clase del proletariado. Si no se enmarca en su autonomía política de clase, en sus reivindicaciones y en su búsqueda de una perspectiva propia, la indignación aparece como un sentimiento “humano” indiferenciado que cualquier individuo de cualquier clase social puede sentir y que puede formar parte de cualquier lucha burguesa o pequeña burguesa. Cuando la indignación se eleva a categoría independiente y absoluta el terreno de clase proletario desaparece15.
Que los proletarios movilizados en España adoptaran como bandera “la indignación” revelaba la dificultad manifiesta que tenían para encontrar la vía de la clase proletaria a la que pertenecían. Era la manifestación de su impotencia y entrañaba el peligro de verse desviados hacia un terreno burgués, democrático, de “protesta del pueblo”, totalmente interclasista.
La indignación tiene una naturaleza pasiva y puramente moral. Puede corresponder a una etapa embrionaria de la toma de conciencia que tiene necesariamente que ser superada por la afirmación de un terreno de clase de alternativa por el comunismo. Si se queda como bandera del movimiento la puerta queda abierta a su extinción o, si, intenta el enfrentamiento, el resultado es necesariamente su encuadramiento en un terreno burgués, una derrota proletaria sin paliativos.
Este peligro lo hemos visto claramente en las movilizaciones en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd por la policía. La indignación fue canalizada hacia la reivindicación de una policía “más humana”, que actúe “democráticamente”, es decir, un terreno radicalmente burgués de defensa del Estado democrático y de sus aparatos represivos.
Los jóvenes trabajadores que ocupaban las plazas y celebraban asambleas masivas diarias necesitaban dejar de lado ese planteamiento inicial de la “indignación”. Al no conseguirlo, al no lograr prender la mecha de la lucha en los centros de trabajo, el movimiento estaba perdido.
Si el movimiento de indignados fue una respuesta a la grave crisis capitalista de 2008, los participantes se empeñaron en ver los descalabros financieros que se sucedían, los violentos recortes que los gobiernos implantaban, la brutal austeridad que impulsaban, no como una crisis, sino como una “estafa”. Los recortes, la miseria, la precariedad eran vistos como resultado de la corrupción (“No hay pan para tanto chorizo” fue una de las consignas más repetidas en las asambleas) y no como fruto de las convulsiones y el impasse histórico del capitalismo.
“La bancarrota del banco Lehman Brothers y la crisis financiera de 2008 permitieron a la burguesía dar un nuevo golpe a la conciencia del proletariado, mediante una gran campaña ideológica de alcance mundial que trataba de inculcar la idea (planteada por los partidos de izquierda) de que los responsables de la crisis eran los “banqueros corruptos”, haciendo creer que el capitalismo se personifica en los “traders” bursátiles o en el poder del dinero. La clase dominante pudo así ocultar las raíces del fracaso de su sistema. Pretendía, por un lado, que la clase obrera se viese arrastrada a la defensa del Estado "protector" ya que se suponía que las medidas del rescate a los bancos habían de proteger a los pequeños ahorradores. Pero más allá del efecto de estas mistificaciones, el mayor impacto de esta campaña sobre la clase obrera ha sido el de reforzar su impotencia frente a un sistema económico impersonal cuyas leyes generales serían como leyes naturales que no pueden ser controladas o alteradas” (op.cit. nota 4).
La gran mayoría de participantes veían como causante de sus sufrimientos “a un puñado de "malos" (financieros desaprensivos, dictadores despiadados) cuando [el Capital] es una compleja red de relaciones sociales que tiene que ser atacada en su totalidad y no dispersarse persiguiendo sus múltiples y variopintas manifestaciones (las finanzas, la especulación, la corrupción de los poderes político-económicos)” (op.cit. nota 2).
Esta terrible debilidad daba a la burguesía un enorme margen de maniobra para enredar el movimiento en toda clase de mistificaciones a cuál más desmovilizadora y desmoralizadora.
En primer lugar, no se reconoce la obsolescencia histórica del capitalismo y la necesidad imperiosa de destruirlo, sino que se le ve como un sistema que se “podría reformar y mejorar”.
En segundo lugar, no se ve el capitalismo como una relación social, sino como una suma de individuos, empresas o sectores (financieros, industriales etc.). Con este planteamiento se abre la puerta a pensar que hay fracciones del Capital “mejores y más progresistas”, mientras que otras serían peores o reaccionarias. Se identifican los males del capitalismo no en el sistema mismo como conjunto mundial de naciones que pelean a muerte por la ganancia y el dominio imperialista, sino en individuos “malos” o en las “finanzas”, los “especuladores” etc. Es decir, la vía queda abierta para el Frentismo: ir detrás de tal o cual fracción de la burguesía, considerada “menos mala”, contra otra fracción, tachada de ser “la peor”. La vía queda abierta para todas las trampas con las que la burguesía ha llevado al proletariado a la barbarie guerrera y al sacrificio de sus condiciones de vida: elegir entre Democracia o Fascismo, entre Dictadura o Democracia, entre el Mal Menor y el Mal Mayor16.
En fin, la “lucha contra la corrupción” esconde la realidad de que el ROBO está en la plusvalía que el Capital extrae a los obreros de manera legal y consentida mediante un “contrato de trabajo” que sería de “igual a igual”. La corrupción es una parte de la plusvalía que se roba legal y estructuralmente a los obreros y, por tanto, el problema no es la corrupción, sino la plusvalía. Con el “No hay pan para tanto chorizo” se ocultó la explotación capitalista, la explotación del proletariado por el conjunto del Capital.
Así pues, esa falsa visión de la crisis, esa campaña contra “las malas finanzas” y la “corrupción”, atacaba la autonomía política del proletariado, negaba la explotación capitalista y la existencia de clases y ataba de pies y manos a los proletarios tras el carro del frentismo y de elegir plato en el menú envenenado de las opciones capitalistas.
Las Asambleas se llenaron de pequeños burgueses radicalizados por los efectos de la crisis y ante ellos, la falta de confianza de los jóvenes obreros en sus propias fuerzas hizo que se dejaran embaucar por el pico de oro de esos sectores dominados por la palabrería, las inconsecuencias, el cretinismo, las oscilaciones constantes, el empirismo y el inmediatismo.
Todos los movimientos auténticos del proletariado han llevado la compañía de capas de la pequeña burguesía, de capas sociales no explotadoras. La Revolución rusa de 1917 supo ganar a su causa a campesinos y soldados. Es necesario comprender la naturaleza del proletariado y la naturaleza de la pequeña burguesía y de otras capas no explotadoras.
“De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar”, dice el Manifiesto Comunista.
Sobre la pequeña burguesía, el Manifiesto analiza “Los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales clases. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Mas todavía, son reaccionarios, pues pretenden volver atrás la rueda de la historia”.
¿Quiere eso decir que el proletariado debe ver a la pequeña burguesía como enemigo? No. Lo que debe hacer es combatir a muerte la influencia nefasta y destructora de la pequeña burguesía, especialmente de la ideología pequeñoburguesa. Sin embargo, debe imponer su propio terreno de clase, su autonomía política como clase, sus reivindicaciones, y desde esa posición de fuerza ganar a su causa al menos una parte de la pequeña burguesía, puesto que:
1º “Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría”
2º La pequeña burguesía y las capas no explotadoras en descomposición “lo que tienen de revolucionario es lo que mira a su tránsito inminente al proletariado; con esa actitud no defienden sus intereses actuales, sino los futuros; se despojan de su posición propia para abrazar la del proletariado”.
La grave debilidad del movimiento 15 M no fue la presencia en sí de capas de la pequeña burguesía radicalizada, el problema estuvo en que los jóvenes obreros, las minorías decididamente proletarias, no fueron capaces de defender y hacer asumir a las Asambleas las posiciones, reivindicaciones y perspectivas de clase. En su lugar, lo que tendió a dominar fueron los planteamientos individualistas, ciudadanistas, las “soluciones” como las cooperativas, los huertos urbanos etc., es decir, tras los primeros esfuerzos de reflexión y de intuiciones en un terreno de clase, acabó predominando el deslizamiento hacia las ilusiones pequeñoburguesas, con lo cual la partida estaba ganada para la burguesía.
Esta crítica despiadada de las debilidades y desviaciones que sufrió el movimiento de Indignados no invalida para nada su carácter de clase proletario y su aporte a las luchas futuras. El proletariado es una clase explotada y revolucionaria a la vez, su principal fuerza no es una sucesión de éxitos, sino la capacidad de sacar lecciones de sus derrotas.
En el último escrito de Rosa Luxemburgo, un día antes de ser asesinada por los esbirros de la Socialdemocracia, El orden reina en Berlín, aclara “¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831 acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo está sembrado de grandes derrotas. ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas "derrotas", de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar”17.
Las duras lecciones que acabamos de exponer forman parte de las orientaciones que las luchas futuras deberán seguir, sin embargo, la lucha de 2011 nos aporta una serie de elementos positivos muy importantes.
El artículo que antes hemos citado, El 15 M cinco años después, resume esas adquisiciones, (ver nota 5), hacemos hincapié en algunas de ellas.
La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores, o no será, decía la Primera Internacional. Las Asambleas Generales masivas, abiertas al conjunto de los obreros, son la respuesta concreta a esa necesidad. En las Asambleas los obreros discuten, piensan, deciden y ejecutan los acuerdos JUNTOS. Una participante en el 15 M exclamaba “¡Qué maravilloso que diez mil desconocidos nos hayamos juntado!”.
Las Asambleas son el corazón y el cerebro de las luchas obreras. Corazón pues son un crisol de solidaridad, compañerismo, unidad, fraternidad. Cerebro, porque deben ser el órgano colectivo y unitario de dirección del movimiento, analizando los obstáculos y peligros que lo amenazan y proponiendo los pasos a dar.
Pero las Asambleas fueron también una respuesta concreta al problema que analizábamos al principio: la mayoría de los jóvenes obreros se hallan atomizados y dispersos en teletrabajos, trabajos “uberizados”, pequeñas empresas, situaciones de desempleo etc., al unirse en Asamblea, al tomar las plazas (el slogan del movimiento era Toma la Plaza) lograron crear un lugar de reagrupamiento, de construcción de la unidad, de organización de la lucha.
No se trata de glorificar las Asambleas, ya hemos visto cómo en ellas, las confusiones que atenazaban a los participantes, la afluencia de la pequeña burguesía y SOBRE TODO la labor de zapa de la burguesía y concretamente de DRY, hicieron que acabaran perdiendo la fuerza que tenían. Siguiendo la leyenda bíblica, esas Salomés le cortaron el cabello al Sansón proletario. Frente a ello, las futuras asambleas “deberán reforzarse con un balance crítico de las debilidades que manifestaron:
- No se extendieron más que muy minoritariamente a los centros de trabajo, los barrios, los parados… Si el núcleo central de las Asambleas debe ser la Asamblea General de Ciudad tomando plazas o edificios, este debe nutrirse de la actividad de una vasta red de asambleas principalmente en fábricas y centros de trabajo
- Las comisiones (de coordinación, cultura, actividades etc.) deben estar bajo el control estricto de la Asamblea General a la que han de rendir cuentas escrupulosamente. Hay que evitar lo que pasó en el 15 M donde las comisiones se tornaron instrumentos de control y sabotaje de las asambleas manipuladas por grupos en la sombra como DRY (Democracia Real Ya)”
La sociedad capitalista supura por todos sus poros “la marginalización, la atomización de los individuos, la destrucción de las relaciones familiares, la exclusión de los ancianos, la aniquilación de lo afectivo”, es decir, “la destrucción de todo principio de vida colectiva en el seno de una sociedad sin el menor proyecto, la menor perspectiva” (op.cit nota 5).
Frente a ello, el movimiento 15 M sembró una primera semilla: “manifestaciones en Madrid para liberar a los detenidos o impedir que la policía detuviera a emigrantes; actos masivos contra los desahucios en España, Grecia o Estados Unidos; en Oakland «La Asamblea de Huelga ha acordado enviar piquetes u ocupar cualquier empresa o escuela que sancione a empleados o estudiantes de cualquier forma por participar en la Huelga General del 2 de noviembre».
También, el movimiento mostró una búsqueda de la solidaridad entre las distintas generaciones de la clase obrera, por ejemplo, los jóvenes obreros acogieron con entusiasmo la presencia, aportando sus propias reivindicaciones, de los jubilados.
Sin embargo, fue un primer paso, todavía muy débil, lastrado por la pérdida de la identidad de clase, y colocado todavía más en un terreno de “solidaridad en general” que en el terreno universal y liberador de la SOLIDARIDAD DE CLASE PROLETARIA. Por ello, la ola populista que sacudió los países centrales (Brexit, Trump) eclipsó esas tentativas imponiendo la xenofobia y odio a los emigrantes. El proletariado debe retomar el terreno de su solidaridad declase. Las Asambleas Generales deben concebirse como instrumento del conjunto de la clase, abiertas a obreros de todas las empresas, precarios, trabajadores “uberizados”, desempleados, jubilados…
La lucha tiene que extenderse rompiendo las barreras de la empresa, la región, la nacionalidad, la categoría, la raza, afirmándose el proletariado como la clase que es un crisol donde se anuncia la verdadera humanidad unificada en el comunismo. Toda lucha debe concebirse como parte de la lucha de TODA LA CLASE OBRERA, dándose como primera prioridad LA EXTENSION Y UNIFICACION DE LAS LUCHAS.
Con el arma de la solidaridad de clase hay que combatir a muerte la FALSA SOLIDARIDAD que propaga la burguesía, sus sindicatos, sus partidos: la “solidaridad ciudadana”, la “solidaridad nacional”, las colectas caritativas que humillan a los obreros convirtiéndolos en pordioseros.
La sociedad actual nos condena a la inercia del trabajo, el consumo, la reproducción de modelos de éxito que provocan millones de fracasos, la repetición de estereotipos alienantes que no hacen sino amplificar lo que repite la ideología dominante. Frente a ello, y como falsas respuestas que hunden aún más en la putrefacción social y moral, aparece “la profusión de sectas, el resurgir del espíritu religioso, el rechazo hacia un pensamiento racional, coherente, construido, incluso en algunos ámbitos «científicos», y que ocupa en los media un lugar preponderante gracias a la embrutecedora publicidad y a sus emisiones estúpidas; la invasión en esos mismos media del espectáculo de la violencia, del horror, de la sangre y de las matanzas, incluso en programas para niños; la nulidad y la venalidad de la mayoría de las producciones «artísticas», literarias, musicales, de pintura y arquitectura, que no saben sino expresar la angustia, la desesperación, el estallido del pensamiento, la nada” (op.cit nota 5).
Frente a ello, en las primeras semanas del movimiento en España, se desarrolló un vivo debate de masas, abordando una multitud de temas que reflejaban la preocupación no solo por la situación actual, sino por el futuro; no solo los problemas económicos, sociales o políticos, sino igualmente cuestiones morales y culturales. La importancia de este esfuerzo, aún tímido y lastrado por debilidades democratistas y aproximaciones pequeñoburguesas, es evidente. Todo movimiento revolucionario del proletariado se levanta siempre sobre un gigantesco debate de masas, por ejemplo, la Revolución en Rusia 1917 tuvo su columna vertebral en el debate y la cultura masiva. John Reed recuerda que «la sed de instrucción, tan largo tiempo refrenada, se convirtió con la revolución en un verdadero delirio. Sólo del Instituto Smolny salieron cada día, durante los seis primeros meses, toneladas de literatura, que, ya en carros, ya en vagones, iban a saturar el país. Rusia absorbía, insaciable, como la arena caliente absorbe el agua. Y no grotescas novelas, historia falsificada, religión diluida o esa literatura barata que pervierte, sino teorías económicas y sociales, filosofía, las obras de Tolstoi, de Gogol, de Gorki»18.
Este desarrollo de la cultura del debate es un arma cargada de futuro, pues ello permite a la masa del proletariado forjar su convicción, su entusiasmo, su capacidad de lucha, como dice La Ideología Alemana, libro de Marx y Engels, “la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”19. De forma concreta, la cultura del debate permite al proletariado atender a tres necesidades fundamentales:
Afirmarse como clase dando un marco en el que puede ganarse a capas sociales no explotadoras
Adquirir una conciencia clara de los objetivos y los medios concretos de su lucha
Combatir hasta liberarse plenamente todo el peso de la ideología burguesa y pequeñoburguesa
C. Mir 27-12-21
1 Lo que pusimos en evidencia en enero 1990, ver Derrumbe del Bloque del Este: Dificultades en aumento para el proletariado https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole [35]
2 Para un análisis de estas luchas ver: Huelga del metal de Vigo: Los métodos proletarios de lucha /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha [36]; Las revueltas de la juventud en Grecia confirman el desarrollo de la lucha de clases https://es.internationalism.org/revista-internacional/200904/2483/las-revueltas-de-la-juventud-en-grecia-confirman-el-desarrollo-de- [37] ; Luchas en Egipto: una expresión de la solidaridad y la combatividad obreras https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200711/2101/luchas-en-egipto-una-expresion-de-la-solidaridad-y-la-combatividad-obr [38] ; Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200 [39] y 2011: de la indignación a la esperanza /content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza [40]
3 CPE: Contrato de Primer Empleo, una medida del gobierno francés que legalizaba la precariedad so pretexto de dar “oportunidades de empleo” a los jóvenes.
4 https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019 [15]
5 Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [23]
6 El 15 M cinco años después /content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues [41]
7 El capitalismo, desde los años 60, se ha visto obligado, por las necesidades de su reproducción, a generalizar la educación universitaria a una mayoría de la población. No ha sido una obra benéfica, sino con el objetivo de aumentar la productividad del trabajo.
8 En las plantillas de las grandes empresas, por ejemplo, en las fábricas automovilísticas, trabajan no solamente los contratados de la empresa, sino una miríada de subcontratas o de empresas auxiliares que pertenecen a otra empresa o están encuadrados en otro convenio colectivo, tienen otras condiciones laborales, otros sueldos, otros horarios, comen aparte etc.
9 El nacionalismo pesó como una losa en el movimiento de indignados en Grecia donde en las concentraciones y marchas se agitaban banderas nacionales. En España, si bien no hubo banderas españolas, muchos de los jóvenes que participaron en las asambleas de Barcelona se dejaron arrastrar a la repugnante movilización por la “independencia de Cataluña” desde 2012. Ver España y Cataluña: dos patrias para imponer la miseria /content/3482/espana-y-cataluna-dos-patrias-para-imponer-la-miseria [42]
10 Para una denuncia de esta gentuza ver Movimiento ciudadano ¡Democracia Real Ya!: dictadura del Estado contra las asambleas masivas https://es.internationalism.org/cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb [43] Cabe señalar que muchos de los cuadros que militaron en DRY se unieron posteriormente a esa empresa de engaño e hipocresía capitalista que es Podemos.
12 Con el desarrollo de la descomposición política e ideológica del capitalismo, la burguesía de los países centrales tiende a perder el control del juego electoral. De ello es expresión la aparición de fracciones populistas que son defensoras acérrimas del capital nacional, pero que actúan de forma indisciplinada, caótica, defendiendo opciones imperialistas, económicas etc., que no son válidas para el interés global del Estado capitalista.
13 A pesar de la resistencia a que DRY impusiera un “Decálogo Democrático”
14 Ver Vox francamente capitalista https://es.internationalism.org/content/4501/vox-francamente-capitalista [45] y Podemos: un poder del Estado capitalista https://es.internationalism.org/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista [46]
15 Para un análisis del significado y límites de la indignación ver el capítulo sobre ese tema de nuestro Informe sobre la lucha de clases internacional para el 24º Congreso de la CCI (2021) https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021 [47] , también la denuncia del librito de Hessel sobre la indignación, ver https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201107/3158/a-proposito-de-los-libros-indignaos-y-comprometeos-de-stephane-hessel [48]
16 Ver el punto IX de nuestra Plataforma, https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso [49]
18 Diez días que estremecieron el mundo, https://www.marxists.org/espanol/reed/diezdias/index.htm [51]
19 Ídem., Segundo Capítulo de Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, sección 6ª Conclusiones de la concepción materialista de la historia: continuidad del proceso histórico, transformación de la historia en historia universal, necesidad de la revolución comunista
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/lecciones_de_la_huelga_en_cadiz_la_clase_obrera_no_tiene_mas_que_falsos_amigos_y_enemigos_declarados.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/4738/huelga-del-metal-en-cadiz-nuestra-fuerza-es-luchar-como-clase-obrera
[3] https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisis
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201712/4264/notas-sobre-la-consciencia-de-la-burguesia-decadente
[5] http://www.sindicatodeestudiantes.net/noticias/movimiento-obrero/83-andalucia3/3481-cadiz-no-a-un-acuerdo-de-migajas-basta-de-negociar-a-la-baja
[6] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201002/2773/el-otono-caliente-italiano-de-1969-i-un-momento-de-la-recuperacion
[7] https://www.lavozdigital.es/cadiz/provincia/lvdi-abascal-reivindica-reindustrializacion-cadiz-y-critica-represion-marlaska-202111231944_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.lavozdigital.es%2Fcadiz%2Fprovincia%2Flvdi-abascal-reivindica-reindustrializacion-cadiz-y-critica-represion-marlaska-202111231944_noticia.html
[8] https://www.diariodecadiz.es/noticias-provincia-cadiz/Huelga-metal-Cadiz-Obispado-solidariza-trabajadores_0_1631237801.html
[9] https://www.elindependiente.com/espana/2021/11/23/la-revolucion-del-callejero-de-cadiz-de-kichi-y-el-psoe-quitan-principe-de-asturias-ponen-proletariado-del-metal/
[10] https://www.diariodecadiz.es/noticias-provincia-cadiz/huelga-metal-cadiz-congreso-errejon-tanquetas-policia_0_1631538649.html
[11] https://www.lavozdigital.es/cadiz/provincia/lvdi-errejon-afea-gobierno-imagen-tanqueta-perseguira-toda-legislatura-y-202111232011_noticia.html
[12] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201709/4230/sobre-las-redes-sociales
[13] https://www.eleconomista.es/motor/noticias/11493482/11/21/Pilkington-logra-un-acuerdo-para-mantener-su-linea-de-laminado-en-Sagunto.html
[14] https://es.internationalism.org/content/4741/estados-unidos-pesar-de-los-capitalistas-el-covid-y-los-sindicatos-la-lucha-de-clases
[15] https://es.internationalism.org/content/4444/resolucion-sobre-la-relacion-de-fuerzas-entre-las-clases-2019
[16] https://www.diariodecadiz.es/con-la-venia/Proletariado-Metal-Fernando-Santiago_0_1632137003.html
[17] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/espana
[18] https://es.internationalism.org/en/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[20] https://es.internationalism.org/files/es/peru_la_crisis_economica_golpea_a_la_clase_obrera_0.pdf
[21] mailto:[email protected]
[22] https://gestion.pe/mundo/fmi-inflacion-mundial-alcanzara-un-pico-a-fines-del2021-y-se-estabilizara-en-el-2022-noticia/
[23] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[24] https://es.internationalism.org/content/4709/informe-sobre-la-crisis-economica-del-24o-congreso-internacional-de-la-cci-2021
[25] https://es.internationalism.org/content/4629/la-irrupcion-de-la-descomposicion-en-el-terreno-economico-informe-sobre-la-crisis
[26] https://www.bancomundial.org/es/country/peru/overview#1
[27] https://es.internationalism.org/content/4733/espana-la-escalada-de-la-inflacion-un-golpe-brutal-contra-los-trabajadores
[28] https://es.internationalism.org/content/4632/huelga-de-los-obreros-de-la-agroindustria-en-peru
[29] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-3
[30] https://es.internationalism.org/en/tag/4/400/peru
[31] mailto:[email protected]
[32] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[33] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas
[34] https://es.internationalism.org/files/es/un_balance_critico_del_movimiento_de_indignados_2011.pdf
[35] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199001/3502/derrumbe-del-bloque-del-este-dificultades-en-aumento-para-el-prole
[36] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[37] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200904/2483/las-revueltas-de-la-juventud-en-grecia-confirman-el-desarrollo-de-
[38] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200711/2101/luchas-en-egipto-una-expresion-de-la-solidaridad-y-la-combatividad-obr
[39] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[40] https://es.internationalism.org/content/3349/2011-de-la-indignacion-la-esperanza
[41] https://es.internationalism.org/content/4169/el-15-m-cinco-anos-despues
[42] https://es.internationalism.org/content/3482/espana-y-cataluna-dos-patrias-para-imponer-la-miseria
[43] https://es.internationalism.org/cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb
[44] https://es.internationalism.org/rm/2006/94_tesisdemocracia
[45] https://es.internationalism.org/content/4501/vox-francamente-capitalista
[46] https://es.internationalism.org/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista
[47] https://es.internationalism.org/content/4719/informe-sobre-la-lucha-de-clases-internacional-para-el-24o-congreso-de-la-cci-2021
[48] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201107/3158/a-proposito-de-los-libros-indignaos-y-comprometeos-de-stephane-hessel
[49] https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso
[50] https://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm
[51] https://www.marxists.org/espanol/reed/diezdias/index.htm
[52] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/15-m-indignados