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Hemos celebrado en Barcelona y Valencia sendas Reuniones Públicas sobre este tema que preocupa a muchos elementos activos de nuestra clase.
A partir de una presentación lo más breve posible[1] con objeto de dar el máxima de tiempo a la discusión de los asistentes, se desarrolló un debate muy dinámico.
ø En Valencia los asistentes expresaron un acuerdo muy profundo con las posiciones de la CCI insistiendo en que el proletariado debe emplear la violencia para destruir este orden social de explotación pero puntualizando que esta violencia nada tiene que ver ni con el terror y la guerra ni con el terrorismo, tres formas de violencia radicalmente ajenas y antagónicas con el proletariado. Para el proletariado, el fin no justifica los medios, a diferencia de las clases explotadoras donde todo vale para obtener sus fines ajenos a los del conjunto de la población.
En palabras de un asistente: «está claro. La elección no es entre ser pacíficos o entre ser violentos, sino entre la violencia de la clase explotadora y la violencia de la clase explotada».
Un asistente insistió en que el proletariado tiene una ética propia como clase y que esa ética le dicta su conducta respecto a la violencia: ésta excluye el sadismo o la venganza, no busca cebarse sobre las personas sino que pretende destruir las relaciones sociales que sustentan la explotación y la opresión. «el capitalismo es la guerra de todos contra todos, es la violencia erigida en principio de las relaciones sociales, el proletariado expresa en cambio la solidaridad que es el principio básico de una auténtica sociedad. Por instinto, los hombres tienden a la solidaridad».
Un aspecto que la discusión desarrolló es el tipo de coacción y chantaje moral que cotidianamente perpetran los sindicatos sobre los trabajadores, lo que constituye un obstáculo al desarrollo de la solidaridad entre ellos.
Un punto particular fue suscitado por un asistente: ¿la violencia de Elche contra almacenes chinos pertenece a la clase obrera? Se señaló que, aunque en el tumulto podrían haber participado trabajadores a título individual, ello no tenía nada que ver con la lucha de la clase obrera. Esta busca la unificación de todos los trabajadores rompiendo las cadenas de división basadas en la nación, la empresa, el sector, la raza etc. En concomitancia con ello, la clase obrera se niega a subordinarse a la competencia entre capitales nacionales (el calzado español contra el calzado chino, los astilleros españoles contra los astilleros coreanos) persiguiendo la abolición de la competencia reemplazándola por la comunidad humana mundial que trabaja para sí misma de forma unitaria y asociada[2].
En Barcelona, la discusión abordó las críticas de un asistente a las posiciones expresadas en la presentación a través de respuestas de otros asistentes y de los miembros de nuestra organización.
Para el compañero, aún reconociendo que la lucha masiva es la meta, entretanto acciones minoritarias de violencia practicadas por grupos especializados serían una contribución a ella. Por otro lado, la insurrección proletaria tendría que ser preparada por grupos especializados que se irían entrenando en el dominio de las armas e irían educando a las masas en las técnicas de la insurrección. El compañero piensa que los ataques a la propiedad privada, a sus símbolos y en general a los símbolos de la dominación capitalista, se inscriben en el proceso de toma de conciencia y lucha del proletariado.
No podemos resumir la riqueza de la discusión con todos los argumentos detallados que se opusieron a estas posiciones. En la medida en que el compañero las ha resumido en un texto escrito le responderemos de forma más detallada y amplia[3]. Aquí solo recogeremos algunos argumentos expuestos por otros asistentes.
Un compañero desarrolló la siguiente argumentación: “La violencia de la clase obrera consiste en establecer una relación de fuerzas contra el capital, en una primera etapa para combatir la explotación, en la etapa final, para abolir la explotación. ¿Se puede establecer esa relación de fuerzas con choques aislados y minoritarios? ¿Con pequeñas acciones de guerrilla urbana o de sabotaje? Esos actos fortalecen política y socialmente al capital y militarmente hablando ni le hacen cosquillas. Lo que de verdad debilita al capital es una lucha que rompe las divisiones por sector, categoría o nacionalidad y forja la unidad; lo que lo pone contra las cuerdas es que los obreros rompan la tutela sindical y se organicen por si mismos, lo que daña al capital es la autonomía de clase, obreros que luchan por sus propios intereses y no por intereses de alguna fracción de la burguesía. Los métodos que son válidos para la burguesía o para la pequeña burguesía no lo son para la clase obrera. Ahí está el quid de la cuestión”.
Otro asistente planteó: “Los especialistas no son válidos para la lucha de la clase obrera. De la misma forma que esta no puede confiar la dirección de su combate en especialistas de la política tampoco puede confiar en especialistas del armamento y la insurrección”.
Un tercer compañero señaló “el lazo indisoluble que hay entre nacionalismo y terrorismo, lazo que no puede darse en la lucha obrera que es internacionalista”.
Otro asistente abordó la cuestión siguiente: “se glorifica lo violento como radical y subversivo pero se olvida que es el mismo sistema quien fomenta la violencia minoritaria, brutal, destructora… Es un sistema social en descomposición donde se desarrolla la ideología del TODO VALE, del hombre un lobo para el hombre, y, por tanto, se glorifica una violencia minoritaria y ciega. En realidad no debemos caer en la trampa de elegir entre el legalismo y el pacifismo, por un lado, y la violencia radical minoritaria del otro. Los dos son ajenos a la clase trabajadora”.
De las conclusiones de la discusión queremos destacar 3 elementos:
- Es necesario proseguir la discusión sobre todo acerca del aspecto: ¿en qué consiste, cómo se concreta, la violencia de clase del proletariado? A este respecto es preciso abordar las experiencias históricas de la lucha de clases, por ejemplo, la Revolución Rusa de 1917.
- Condena por parte de todos los asistentes de las formas de violencia burguesa de la guerra, el terror y el terrorismo.
- Un asistente declaró: “Hacía mucho tiempo que no veía una reunión como ésta donde se puede discutir y se discute seriamente problemas de la clase obrera”.
[1] Ver en el Anexo el texto de la presentación
[2] Ver artículo en Acción Proletaria nº 179
[3] Nos proponemos publicar esta correspondencia en una Tribuna del Lector, conforme a nuestra política de discusión fraternal y abierta.
ANEXO
Presentación de la Reunión Pública
La RP que vamos a celebrar abordará el problema de la violencia.
Hoy proliferan en el mundo los atentados terroristas: Irak, Afganistán, el 11-M en Madrid, Indonesia... Esas acciones provocan matanzas y destrucciones en masa. Son un arma de la confrontación imperialista entre los Estados a la que echan mano todas las fracciones de la burguesía desde las más poderosas hasta las menos dotadas.
En Irak, los atentados se han convertido en una realidad cotidiana. Es una espiral sin fin: bombardeos, acciones de artillería, detenciones masivas de las fuerzas ocupantes, por un lado, los coches bomba, los asaltos a instalaciones civiles y militares, por el otro. La población vive aterrorizada atrapada en este laberinto de sangre y salvajismo. Las tropas USA y gubernamentales, por un lado, y las diferentes milicias insurgentes, por otro, la han tomado como rehén de un enfrentamiento sin salida.
Hemos visto que un grupo como el GCI llama a las acciones terroristas de la insurgencia iraquí “lucha de clases”. Mete en el mismo saco: las protestas de trabajadores parados contra las autoridades de ocupación, los motines más o menos espontáneos por las condiciones odiosas de existencia, los actos de sabotaje de oleoductos, los atentados con coche bomba, los asaltos a cuarteles..., todo es etiquetado por este grupo como "lucha de clases”.
Nosotros condenamos esta amalgama. Nosotros nos reivindicamos de la violencia de clase del proletariado pero queremos delimitarla respecto a la violencia de la clase dominante que incluye el terror, el terrorismo y la guerra. Son dos violencias totalmente diferentes, diametralmente opuestas.
La amalgama entre ambas no solo produce confusión y zozobra en las filas proletarias sino que en realidad echa agua al molino de la mistificación pacifista de la burguesía que condena “toda forma de violencia”, “venga de donde venga”.
El pacifismo es imposible en las sociedades de clases. En el mejor de los casos en la expresión impotente de un deseo bienintencionado. En el peor es una mistificación que utiliza la burguesía para destruir la lucha de clase del proletariado.
El dilema no es pues violencia o pacifismo sino violencia de la burguesía y violencia del proletariado. La sociedad dividida en clases implica necesariamente violencia, pues allí donde existe explotación del hombre por el hombre y división en clases sociales existe inevitablemente violencia en muchas de sus diferentes y variadas formas.
No todas las formas de violencia son iguales ni son lo mismo. Condenar en si toda forma de violencia constituye la trampa, el alegato pacifista de la burguesía, para mantener a los explotados sometidos a la explotación y a la opresión.
No es lo mismo la violencia de las clases reaccionarias que tratan de conservar un orden social caduco que la violencia de las clases revolucionarias que tratan de imponer uno nuevo y superior.
No es lo mismo la violencia de las clases explotadoras que la violencia de las clases explotadas. La primera está al servicio de la explotación del hombre por el hombre y de la división entre los seres humanos. La segunda constituye una forma de defenderse, más o menos consciente, contra la explotación y la opresión que han golpeado a la humanidad a lo largo de los últimos 10.000 años.
Tampoco se puede poner en mismo plano la violencia del proletariado, clase explotada y revolucionaria poseedora de una perspectiva revolucionaria propia, y la violencia de otras clases explotadas que le han precedido que aún siendo plenamente justificada no contenía ningún porvenir de liberación de la humanidad.
Dentro de la misma sociedad capitalista tampoco se puede identificar la violencia de la clase dominante, el terror del Estado más o menos abierto o encubierto, con la violencia de tipo terrorista.
¿Pueden ser iguales la violencia de clase del proletariado y la violencia de la burguesía que tiene 3 dimensiones: terror, terrorismo y guerra?
Rotundamente no.
Vamos a inspirarnos en esta presentación en las posiciones desarrolladas por la Resolución sobre el terror, el terrorismo y la violencia de clase que publicamos en la REVISTA INTERNACIONAL número 15.
En primer lugar, la dominación del Estado burgués sobre el proletariado y el conjunto de la sociedad se basa en el terror. El terror existe incluso en los Estados llamados “democráticos” donde se emplea de forma política, selectiva y según las circunstancias. «La burguesía ha desarrollado todo un arsenal de medios represivos: cárceles, deportaciones, asesinatos, campos de concentración, guerras de exterminio y genocidio, la tortura más refinada» y para ejercer este sistema de terror ha engendrado «todo un cuerpo social especializado en esa metodología: policía, guardia civil y gendarmerías especiales, ejército, aparato jurídico, torturadores con diploma, comandos superentrenados y grupos paramilitares».
El terror del Estado burgués:
- Es ejercido por una clase minoritaria sobre la inmensa mayoría de la sociedad;
- Tiende a perpetuarse y perfeccionarse hasta el extremo de adquirir su propia dinámica;
- Requiere de un cuerpo especializado y elitista cada vez más separado de la sociedad.
Respecto al terrorismo su naturaleza es ciertamente más compleja. Puede ser expresión de capas pequeño burguesas desesperadas e impotentes cuyos actos de rebeldía por heroicos que sean no significan en el mejor de los casos que la picadura de mosquito sobre la piel del elefante estatal capitalista.
Sin embargo, el terrorismo con la decadencia del capitalismo, con la profundización de las guerras imperialistas, se ha convertido en un arma de la confrontación imperialista que es empleado por todos los Estados, grandes o pequeños e incluso por fracciones de Señores de la Guerra –como es el caso del terrorismo islámico- que no aspiran a formar un Estado propio.
La violencia terrorista tiene como características:
- Ser ejercida por grupos militarizados
- Basarse en la conspiración y la intriga
- Atacar indiscriminadamente a las personas provocando matanzas masivas
Concerniente a la guerra, forma suprema de la violencia destructiva del capitalismo, no vamos a insistir en esta presentación sobre su naturaleza aniquiladora y bárbara.
¿Puede asemejarse o compararse la violencia de clase del proletariado con estas formas de violencia que acabamos de describir?
Claramente no. Ni en los fines ni en los medios el proletariado puede ejercer una forma de violencia similar o comparable a las formas de violencia de la burguesía y de otras clases ajenas al proletariado.
El proletariado se propone abolir toda forma de explotación y no perpetuar la explotación. El proletariado lucha por la comunidad humana mundial y no por el mantenimiento y la profundización de las divisiones de clase, raza, frontera, religión, que desgarran a la humanidad. El proletariado trata de instaurar el control consciente de la producción y los medios de vida destruyendo el sometimiento ciego y fanático a fuerzas extrañas por encima de los individuos.
No se pueden oponer los fines a los medios. La doctrina jesuítica de “el fin justifica los medios” es ajena y antagónica al proletariado. Este no puede alcanzar la liberación de la humanidad del yugo capitalista con prácticas propias de este sistema como el terror, el terrorismo y la guerra.
La violencia del proletariado es ejercida colectivamente por las masas obreras en el curso de su propia lucha.
La violencia del proletariado no ataca a las personas sino que busca esencialmente derribar las relaciones sociales y las instituciones sociales que atenazan el desarrollo de la humanidad.
La violencia del proletariado es consciente buscando crear las condiciones que eliminen la violencia entre los hombres y no su perpetuación.
No se trata de especular cómo será o cómo puede ser la violencia del proletariado. De lo que se trata es de ver cómo el proletariado ha ejercido su violencia de clase en sus movimientos revolucionarios o en sus luchas más significativas. Esto no podemos desarrollarlo aquí aunque animamos a los asistentes a profundizar en ello estudiando las experiencias históricas de nuestra clase en ese terreno.