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Frente a la crisis económica que está asolando el planeta, el 15 de noviembre se celebró la famosa reunión internacional, tal y como se nos presentó originalmente, fue para cambiar el mundo y cambiar las reglas de operación del capitalismo: el G20 es la cumbre que reúne los miembros del G8 (Alemania, Francia, EUA, Japón, Canadá, Italia, Reino Unido y Rusia), además de Sudáfrica. Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México y Turquía, tal reunión debería sentar las bases para un nuevo capitalismo, no sólo saludable, sino también más humano. ¡Si recordamos! En septiembre, cuando un viento de pánico causó grandes estragos en los mercados de valores, todos los grandes del mundo, Bush, Merkel y otros, anunciaron con mucho bombo y platillo la celebración de una importante conferencia internacional. Nicolás Sarkozy, presidente de Francia y la Unión Europea, incluso ha desplegado un discurso «radical» el 23 septiembre en la tribuna de las Naciones Unidas, donde abogaba por un «capitalismo regulado» y «moralizado», sin vacilar en afirmar en la necesidad de «refundar el capitalismo».
La reunión tuvo lugar. ¿Cuál fue el Resultado? Prácticamente nada. Incluso la prensa internacional se vio obligada a reconocer que «la montaña ha dado a luz a un ratón». Por supuesto, nadie espera seriamente ver aparecer un «capitalismo más humano» que no existe, y los dirigentes del mundo hablando como padres a sus hijos acerca de Santa Claus. El capitalismo es y siempre será un sistema de explotación brutal y bárbaro. Pero incluso en términos de la lucha contra la crisis económica, los resultados de esta cumbre son particularmente magros. Veamos a que conclusiones llegan en una particular jerga incomprensible:
- La limitación de los «efectos cíclicos» (agravantes) de las reglas en vigor en los mercados financieros:
- La adaptación de las normas contables a nivel mundial, especialmente para los "productos financieros complejos":
- Mejorar la transparencia de los «mercados derivados» para reducir el «riesgo sistémico»;
- Mejorar las « prácticas de compensación»;
- Evaluación del mandato, el modo de gestión y las necesidades de los recursos de las instituciones financieras internacionales;
- Definir el campo de las instituciones que tienen una «importancia sistémica» - cuyo colapso amenazaría a todo el sistema financiero mundial y por lo tanto, requieren de una acción coordinada para evitar su fracaso.
En resumen, es jugar al bombero en servicio apoyando financieramente a la banca y los sectores estratégicos de la economía. Nada nuevo que no se haya hecho ya.
La burguesía no repetirá los errores de 1929, pero ante todo es incapaz de superar la crisis
Es preciso reconocer una cosa. Es cierto que, a diferencia de 1929 (cuando los Estados, en un principio, no habían reaccionado habían dejado en el colapso a sectores enteros de la economía), toda las burguesías se han movilizado rápidamente. Con cañonazos de billones de dólares, que están tratando de salvar los centros vitales de sus economías, como los bancos y las grandes industrias... Y para ello se reencuentra tratando de taponar las grietas más grandes, tratando a veces de actuar en concierto, mientras que en 1929 habían hecho todo lo contrario (sin entender razones, cayeron en un proteccionismo sin límites, cerrando sus fronteras a los productos extranjeros que finalmente agravarían la crisis mundial). Esta movilización internacional ha evitado el violento colapso del sistema financiero y la quiebra de los bancos más grandes, como temían los economistas en los últimos meses.
Pero si la quiebra de todo el sector bancario, en particular, ha sido evitado, no hay solución real, y tampoco ninguna perspectiva de relanzamiento duradero pudo emerger de todas estas discusiones desde principios de septiembre, ya sea en el G7, G8, ni ahora el G20.
La burguesía es impotente, no puede resolver o regular la crisis histórica de su sistema, ya que esta tocada por una enfermedad mortal: la sobreproducción. Es por ello que el capitalismo entró en su fase de decadencia durante ya casi un siglo y esta atravesado por convulsiones irremediables que han hundido a la humanidad en una ininterrumpida ola de guerras (las dos guerras mundiales son el símbolo más fuerte) y en graves crisis económicas. El resultado del G20 es una demostración visible de la impotencia: mientras que la crisis hacía estragos, tanto como la hambruna amenaza a gran parte de la humanidad, y aun en la mayoría de los países desarrollados, el desempleo y la pobreza explotan, cualquier cosa que puedan hacer las mayores cumbres delplaneta no es más que votar sobre resoluciones vagas y "abstractas" "por normas más estrictas y un mejor control de los especuladores y los banqueros". Más ridículo aún, estas decisiones del G20 ni siquiera son de aplicación inmediata, sino que deben ser examinadas por un comité de expertos cuyas conclusiones será reexaminadas... ¡el 30 de abril 2009! Definitivamente no hay nada que esperar de todas estas cumbres.
Los economistas bien pueden apelar a un nuevo New Deal o de un nuevo Bretton Woods pero son incapaces de comprender el significado real de la situación actual. ¿Un nuevo New Deal? Sin embargo, el endeudamiento en 1933 y 1938, bajo el impulso de Roosevelt para aplicar una política de grandes obras y relanzar la economía ha sido ya realizado y centuplicado en las últimas décadas. Estados, empresas, hogares ya soportan el peso de una deuda insostenible y cada vez mayor. ¿No habrá un nuevo New Deal, ni un nuevo Bretton Woods, entonces? En 1944, la organización de un sistema financiero internacional basado en el dólar había ayudado a facilitar y estabilizar el intercambio sobre el cual el crecimiento económico se había basado. Pero hoy, no hay ninguna superpotencia que permita estabilizar el comercio mundial, por el contrario, somos testigos de la pérdida de crédito y la capacidad de los Estados Unidos para desempeñar su papel de locomotora de la economía mundial. Además, durante el G20 todos los demás potencias han desafiado el control de los EUA, empezando por Francia y su portavoz Nicolás Sarkozy. Y no hay ninguna nueva potencia emergente en el horizonte que pueda desempeñar este papel, ni siquiera la llamada Unión Europea, atravesada por la lucha para defender intereses nacionales contradictorios y totalmente opuestos entre unos y otros. No, no habrá un nuevo Bretton Woods. Por lo demás lo repetimos: las "medidas" se van a tomar solo para limitar los daños. Todo esto no hará más que en última instancia, extender la crisis en el tiempo y preparar un futuro aún más oscuro.
Hacia un empobrecimiento brutal
Las malas noticias económicas y anuncios de planes de despidos que están lloviendo en este momento indican lo que el mañana será un hecho. Todos los organismos internacionales, uno tras otro, prevén la recesión para 2009. Según la OCDE, la zona del euro debería ver un descenso en su actividad económica del 0,5%. ¡Gran Bretaña se vera afectada, con las previsiones -1,3%! Japón ya está en recesión a la altura de -0,1% y su economía debe seguir hundiéndose el próximo año. Para los Estados Unidos, la Reserva Federal (banco central de EUA) está considerando la posibilidad de un crecimiento negativo de -0,2%, pero Nouriel Roubini, el economista más escuchado hoy en Wall Street tras la exactitud de todas las previsiones los dos últimos años sobre el deterioro de la economía mundial, piensa en la posibilidad de lograr un escenario de pesadilla con una contracción de la actividad en el rango de 5% ¡durante dos años consecutivos en 2009 y 2010![1] No podemos saber que va a suceder, no es necesario hervir las ollas del futuro, pero el mero hecho de que uno de los más famosos economistas del mundo pueda considerar este tipo de escenario catastrófico revela la preocupación de la burguesía y la verdadera gravedad de la situación.
Aparte de los despidos, el sector bancario continuó su juego de masacre. Citigroup, uno de los mayores bancos del mundo, ha anunciado la supresión de 50 mil puestos de trabajo cuando ya ha destruido ¡23 mil desde principios de 2008! Aparte de este desastre, las noticias de la eliminación de 3200 puestos de trabajo en Goldman Sachs o el 10% de efectivos de Morgan Stanley son de repente pasados casi desapercibidos. Recordemos que la esfera de las finanzas, sin contar las últimas noticias, ya ha destruido más de 150 mil puestos de trabajo desde enero de 2008.
Otro sector especialmente afectado, es el de la industria automotriz. En Francia, Renault, el primer fabricante en el país, simplemente ha detenido su producción en noviembre; además ningún coche ha salido de sus talleres y esto, mientras que las cadenas ya estaban funcionando durante varios meses a un ritmo de orden del 54% de su capacidad en Europa[2]. PSA Peugeot-Citroen ha anunciado recortes de 3,350 puestos de trabajo y de nuevas medidas para implementar paros técnicos por un mes. Sin embargo, en el sector automotriz, una vez más, es en los Estados Unidos donde las noticias son más alarmantes, las famosas Tres Grandes de Detroit (General Motors, Ford y Chrysler) se encuentran al borde de la quiebra. Si el Estado no las rescata, entre 2.3 y 3 millones de puestos de trabajo se encuentran directamente amenazados (empleados temporales y de subcontratación son los primeros afectados). Y en tal caso, los trabajadores despedidos no sólo pierden su puesto de trabajo ¡sino también su seguro de salud y jubilación! Incluso si, como es más probable, los EUA sacan de su bolsillo un plan de financiamiento, y de reestructuración que será especialmente violento en los próximos meses, las carretadas de despidos se sucederán a un ritmo infernal.
El resultado esperado de estos ataques es, evidentemente, una explosión de la miseria. En Francia, el Socorro popular y organizaciones caritativas (Meaux) constatan ya para el mes de septiembre un aumentó en casi el 10% de las personas que sobreviven con sopa de cocina, y los jóvenes parecen especialmente afectados.
El futuro que nos espera no es un capitalismo más «humano» o más «moral» como nos quieren hacer creer todos estos charlatanes reunidos en el G7, G8 y G20, sino cada vez más un capitalismo salvaje, generador de una extensión de la miseria, la pobreza y el hambre.
Frente a la crisis y los ataques del capitalismo, sólo hay una solución: el desarrollo de las luchas de la clase obrera.
Pawel (noviembre 21)
[1] Fuente: https://contreinfo.info/article.php3?id_aiticle=2351
[2] A través de este ejemplo se refleja lo absurdo de cualquier economía capitalista. Por un lado, el desarrollo de la miseria, por otro ¡plantas funcionando a la mitad de su capacidad! La razón es simple: el capitalismo no produce para satisfacer las necesidades de la humanidad, sino para vender y realizar ganancias. Si una parte de la humanidad no tiene nada con que pagar, bien puede morir, ¡pues los capitalistas prefieren cerrar sus fábricas y destruir sus bienes no vendidos, antes que regalarlos!