Enviado por Accion Proletaria el
Con ocasión del amago de dimisión de Pedro Sánchez, los medios de comunicación han emitido reportajes con los numerosos “golpes de efecto” protagonizados por el presidente del gobierno español, desde su irrupción sorpresiva en la carrera de las primarias del PSOE en 2012, hasta el más inesperado adelanto de las elecciones generales en mayo del año pasado1. ¿Estamos, simplemente, ante un nuevo “giro de guion” de un reputado funambulista político como Sánchez?
En el seno de la clase dominante de cada nación, vemos la propagación viral de mayores divisiones y querellas internas, con una creciente irresponsabilidad de las distintas facciones del Estado burgués para gestionar los intereses de conjunto de la burguesía de cada país. Se impone cada vez más el “sálvese quien pueda”. Por ello, las crecientes dificultades para dominar el juego político en España no tienen nada de específicamente español. Los escándalos, la utilización de chantajes y maniobras barriobajeras, la corrupción, el uso sistemático en la vida política de bulos y difamaciones, etc., son también moneda corriente en la añeja burguesía británica y en la “nomenklatura” putinista en Rusia, y desde Trump a la llamada “clase política” española.
El desarrollo del caos en el aparato político español
Tras el triunfo del PP en las elecciones municipales y autonómicas en marzo del año pasado parecía vislumbrarse la perspectiva de una salida del PSOE del Gobierno. Este movimiento de hacer hueco para la derecha lo analizamos hace unos meses2 como el plan más coherente a largo plazo para el aparato político de la burguesía para evitar el desgaste del PSOE ante un previsible aumento, aún con dificultades, de la combatividad obrera como el que se aprecia en otros países3. Sin embargo, una audaz maniobra de Sánchez, adelantando las elecciones generales, abortó dicha estrategia, acallando las divisiones internas en el seno del propio PSOE (cuando gran parte de los barones regionales reprochaban a Sánchez la pérdida de poder en los territorios autonómicos), forzando en la Derecha una “digestión” precipitada e incómoda del fenómeno VOX, y concentrando, por vía de urgencia, todo el voto a la izquierda del PSOE en SUMAR. Y, todo ello, sazonado con la estomagante salsa del antifascismo, presentando al “gobierno progresista” cómo único baluarte contra la “vuelta del franquismo”.
Esta “jugada” de la facción a la cabeza del PSOE, sin tomar en consideración ni siquiera al resto del partido “socialista”, condujo tras las elecciones de Julio pasado, a una simple huida hacia adelante que en definitiva engordaba los problemas de fondo de la burguesía española: las reivindicaciones nacionalistas se veían estimuladas (como se ha visto con las concesiones a los “independentistas” catalanes o el fortalecimiento de EH Bildu en las recientes elecciones en el País vasco); la división en el seno del PSOE se acrecienta, la cohesión de la derecha sigue menguando (su líder Feijoo unas veces quiere pactar con Puigdemont o ser tibio en las elecciones vascas, y otras se sube al inflamado discurso ultranacionalista español)4; y, por último, el conglomerado de Sumar, necesario para dar credibilidad a la patraña de un gobierno “al servicio de los trabajadores”, se empezó a fragmentar a las pocas semanas de constituirse el nuevo gobierno, y sigue deshilachándose hoy.
El nuevo amago de dimisión de Sánchez parece ser una nueva versión, cada vez más farsa y desde luego más arriesgada, de esa misma maniobra: una vez más el “todos con Sánchez” en las filas del PSOE; una vez más el discurso ante sus aliados y ante la población en general del “o yo o las atrocidades de la Derecha”5, del “o yo, o un mayor caos aún”. Es imposible predecir el efecto inmediato que pueda tener, pues hasta sus correligionarios del PSOE reconocen no haberlo calculado.
A pesar de sus graves problemas la burguesía nunca se olvida de engañar a la clase obrera
Lo que es seguro es que las convulsiones políticas en el seno de la burguesía española van a ir en aumento, y ello en un contexto en que la crisis económica mundial se está acentuando. En tal situación, el “gobierno más progresista de todos los tiempos” primero giró su discurso a la izquierda tratando de hacernos creer que tenía por misión atenuar el impacto inevitable de los “poderes internacionales del capitalismo” sobre los trabajadores. Hoy, y pese a sus serias dificultades, es aún capaz de darse un marco ideológico para hacernos tragar sus peores ataques. La victoria de la derecha en la mayoría de las autonomías favorece el discurso de “resistencia al avance de la derecha”. Esto permite dar un respiro a los sindicatos que pueden achacar los ataques a nuestras condiciones de vida a la política autonómica, como llevan haciendo mucho tiempo ya en Madrid. Es más, el mismo pegamento “antifranquista” que une al nuevo gobierno Frankenstein es utilizado contra la clase obrera, donde CCOO y UGT nos llaman a un primero de mayo de resistencia “por la decencia democrática” en un contexto de “dos años de avances”.
En un contexto político más favorable a mayores ataques todavía no es casualidad que empiecen a prodigarse los anuncios de probables recortes en pensiones, por ejemplo. Esas amenazas se ciernen sobre unos trabajadores que hemos sufrido en los últimos años también un retroceso salarial por la espiral inflacionista de alimentación y vivienda, un aumento de la precariedad del empleo y un desgaste de prestaciones sociales en sanidad, educación etc. La propaganda gubernamental, que machaca una y otra vez que su prioridad son los “desfavorecidos” tiene por misión meter a los trabajadores en el saco miserable de “los ciudadanos pobres y desfavorecidos de la nación”, que deben rezar por el falso apoyo del gobierno, como ocurrió con la presencia reciente de Yolanda Díaz en la lucha de Iveco, al estilo del presidente estadounidense hace unos meses. ¡Qué haríamos sin la enrevesada y maquiavélica “ayuda” de nuestros amados líderes!
Estos pasos de gigante hacia la destrucción y los ataques a nuestras vidas no se deben al avance de la derecha, ni al belicismo de algunos personajes, sino que son el producto del hundimiento caótico del capitalismo mundial. Por ello, el proletariado en España debe llevar más lejos el impulso de sus luchas en Vitoria o Vigo6, de la tímida tendencia a la extensión rápida y unida de algunas luchas, y contra la división sindicalista. Verse reflejado en las luchas de los trabajadores de Gran Bretaña o Francia y no dejarse atrapar en las querellas entre facciones de la burguesía, que justifican el esfuerzo militar y la renuncia al desarrollo de nuestra unidad como clase.
Valerio, 1 de mayo de 2024
1Hemos ido analizando en nuestra prensa esos acontecimientos. Ver: Los Gobiernos de Izquierda en defensa de la explotación capitalista (II) Los gobiernos PSOE de la democracia, CCI abril 2020 ; Gobierno PSOE: ¿Qué hay detrás de la moción de censura?, Acción Proletaria 232, 2018 ; El “giro a la izquierda” del PSOE: un arma para sabotear la lucha y la conciencia obrera, CCI octubre 2022.
2Ver el artículo: “Elecciones de verano": la farsa electoral para quemar la consciencia proletaria”, CCI julio 2023
3Ver nuestro artículo “¡La clase obrera sigue luchando!”, CCI abril 2024
4Como explicamos en el mencionado artículo sobre las últimas elecciones, a la burguesía española le costó organizar una facción de derechas homologable por sus cofrades europeos y capaz de entenderse con otras derechas regionales. No lo logró hasta 1996 y prolongó un desgaste evidente para el PSOE de Felipe González.
5La frágil cohesión del nuevo gobierno Frankenstein 2023 se basa esencialmente en el miedo por parte de toda una serie de facciones variopintas de la burguesía española al “retorno” de una burguesía clásica española, brutal y arrogante.
6Ver nuestros artículos: “Luchas en Vitoria: el sindicalismo y la democracia contra la clase obrera”, CCI julio 2023; “¿Cómo han vencido los sindicatos a los trabajadores en Vigo? ¿Cómo hemos de luchar?”, Acción Proletaria 238, 2023