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Como ya hemos dicho en un artículo reciente1, en continuidad con la situación internacional de cambio de espíritu en las luchas obreras, durante los meses de junio y julio las luchas de los trabajadores en Vigo han mostrado una fuerte combatividad y una voluntad incipiente de unirse. Esta voluntad se ha expresado embrionariamente bajo la forma de una tendencia a la coincidencia de luchas en varios sectores: alimentación, ambulancias, transporte urbano, amarradores (incluso con cierta coincidencia física de trabajadores del metal y ambulancias a principios de julio2), animadas por las luchas en un sector más concentrado y con mayor experiencia de lucha como es el del metal. También hemos visto intentos de buscar activa y directamente la solidaridad de trabajadores de otras empresas, eso sí, frustrados por policía, sindicatos y el peso de la ideología sindicalista misma. Una de las manifestaciones, con un seguimiento masivo, se encaminaba a una fábrica de automoción de Stellantis que alegaba que “tiene otro convenio propio y el conflicto nos es ajeno”, cuando la policía cargó contra los trabajadores3.
Las luchas, como decíamos, “han demostrado que, como muchos otros sectores de nuestra clase, tampoco están dispuestos a aceptar pasivamente los brutales ataques que el capitalismo impone sobre nuestras condiciones de vida. Sin embargo, la lucha ha finalizado con una nueva derrota económica: una subida de salarios de 3% por año (unos 48.3 euros al mes), que está muy por debajo del aumento de la inflación”.
Las experiencias de nuestra clase en Vigo y los métodos proletarios de lucha
No es la primera vez que los trabajadores luchan en Vigo. Hace un año, la prensa burguesa vomitaba una cascada de deformaciones sobre la memoria de las luchas obreras en 1972. ¡Incluso se abrió una exposición en el centro de la ciudad! Según todo esto, habría sido esencialmente una lucha “contra la dictadura franquista y por la democracia” y, a su vez, una gran aportación meritoria del sindicalismo4.
Sin embargo, la clase obrera es una clase mundial, y la combatividad en Vigo no era entonces, ni lo es hoy, expresión de un “asunto español”, ni de una táctica de una genial dirección sindical. La raíz y el desarrollo de aquellas luchas pertenece al combate histórico de la clase obrera, mientras que el papel meritorio de los sindicatos no fue para nuestra clase sino para la burguesía española y su dictadura en versión democrática. La ola internacional de luchas obreras que comenzó con Mayo del 68 se contagió a los trabajadores de muchos otros países como en Italia, Argentina, Polonia, Portugal, Gran Bretaña, Senegal, etc., con expresiones en los años sucesivos, fue expresión del retorno del proletariado a su terreno de luchas tras una terrible contrarrevolución de cuatro décadas. Su expresión fundamental en el Vigo de entonces fueron la solidaridad, la extensión de la lucha y las asambleas generales abiertas a todos los trabajadores.
Más recientemente, en 2006, los trabajadores del metal de Vigo contribuyeron a una tendencia internacional del proletariado a intentar recuperar los medios proletarios de lucha tras casi dos décadas de retroceso: las asambleas y la extensión de la lucha, aunque aún lejos de la huelga política de masas como en el 68 o en Polonia en 1980. Esta tendencia la vimos también, pese a sus debilidades, por ejemplo, con las huelgas del metro de Nueva York en 2005, el movimiento contra el CPE en Francia en 2006, las huelgas en Grecia en 2008 o en el movimiento de Indignados de 20115. En aquel 2006, los trabajadores del metal se armaron en su lucha con el medio de las Asambleas Generales diarias, en plena calle, abiertas a la participación de los trabajadores de cualquier sector. “Más de 10.000 trabajadores se han reunido diariamente para organizar la lucha, decidir acciones a tomar, ver a qué empresas dirigirse para pedir la solidaridad de los trabajadores, escuchar qué se dice de la huelga en la radio, en los comentarios de la gente etc. (…) Es significativo que los obreros de Vigo hayan desarrollado el mismo método que los estudiantes de Francia en su reciente movimiento. Allí también las Asambleas eran abiertas a trabajadores en activo, a jubilados, a padres de alumnos. Allí también las Asambleas han sido el pulmón del movimiento (…) Desde el principio, los obreros se han planteado ganar la solidaridad de los demás trabajadores, principalmente de las grandes empresas metalúrgicas que tienen convenio especial y que, por tanto, “no estarían afectadas”. Han enviado delegaciones masivas a los astilleros, a Citroën y a las otras empresas grandes. En astilleros de forma unánime los obreros se han puesto en huelga solidaria desde el 4 de mayo. Para el cálculo frío y egoísta que inculca la ideología burguesa según la cual cada uno debe interesarse “por lo suyo”, esta acción es una “locura”, pero desde el punto de vista de la clase obrera es la mejor respuesta cara al presente y como preparación del futuro6.
La situación pilló más bien de sorpresa a los sindicatos, armas de la burguesía contra el proletariado, que reaccionaron, por ejemplo, intentando oponerse al envío de delegaciones masivas a las otras empresas “ofreciendo” a cambio convocar una huelga general del metal. Pero finalmente, tras imponerse como expertos negociadores y ofrecer sus promesas vacías y algunos caramelos, los sindicatos acabaron por dividir y sabotear el desarrollo de la lucha. En 2009, los pocos caramelos que se habían repartido durante el espejismo de la burbuja inmobiliaria se habían desecho ya e incluso empezado a formar caries más profundas. En este caso, los sindicatos estaban más preparados y tomaron la delantera con jornadas de lucha dosificadas, y las asambleas eran convertidas en un medio de control sindical a través de la “representación” y los discursos de los comités sindicales de empresa. Además, cuando aun así surgían asambleas espontáneas o las luchas desbordaban a los sindicatos, estos últimos convocaban paros esporádicos y prometían “consistentes” jornadas de lucha. Los sindicatos condujeron también a “acciones espectaculares” como ocupar la Feria de Muestras, o impedir el acceso de pasajeros a un lujoso crucero, acciones totalmente contraproducentes y destinadas a aislar, dividir y vandalizar a los trabajadores. Esto, unido a un sudoku de movilizaciones fragmentadas y espaciadas temporal y espacialmente, llevaron a los trabajadores al cansancio, la confusión y desorientación de su perspectiva. Además, en “la asamblea que tuvo lugar en Plaza del Rei, los sindicatos propusieron una tregua de 4 días para que "la patronal haga una propuesta seria". Al final, lograron convencer a los congregados proponiendo una "huelga general e indefinida", radicalismo vacío que se oponía a la continuación concreta de la huelga ahora que había fuerzas, conciencia y ánimos”7.
¿No resulta esto demasiado familiar? Hoy, en 2023, parece que los sindicatos han tomado en Vigo buena nota del manual que emplearon en 2009.
Las recientes luchas en Vigo
La burguesía española a través de la acción de los sindicatos ya había procurado durante 2022 y principios de 2023 un escalonamiento de los diferentes focos de combatividad en España, desfogando primero aquí y luego allá a distintos sectores de forma fragmentada. Del mismo modo han conseguido una separación entre las luchas en Vitoria8 de hace unos meses y luego en Vigo. Pero este escalonamiento se ha aplicado también en el propio Vigo, donde los sindicatos han procurado convocar en días, espacios y horarios distintos a los trabajadores de distintos sectores que tendían a coincidir (aunque aún no a unificarse sino como mucho a confluir parcialmente en un día, lo cual, pese al fuerte control sindical, es en sí mismo ya un signo de una búsqueda de solidaridad detrás del telón). Pero el manual de 2009 ha funcionado de manera muy explícita: bloqueo de la feria de muestras de Mindtech, promesa radicaloide de huelga indefinida si las “serias negociaciones” de los sindicatos y la patronal no cumplían las expectativas… Tanto la pareja UGT-CCOO como el sindicato galleguista CIG, han aplicado a los trabajadores un juego de agua fría – agua caliente para acabar con la lucha. Agua fría, en un llamado a la confianza en los sindicatos, a la esperanza de las negociaciones y en el voto democrático. Agua caliente, por otro lado, en aquel radicalismo vacío, que ya hemos visto que no es nuevo, y que promete un escenario de vuelta a la lucha de forma aparentemente más “dura” y “combativa”, pero que en realidad los trabajadores no pueden sino ver como una amenaza a su futuro, donde algunos no podrán permitirse prescindir de más días sin salario, otros se empeñarán en mantenerse firmes a toda costa, causando una terrible división. La huelga indefinida no es, en todo caso, un medio de lucha de los trabajadores sino una promesa radical de aislamiento del sector, de desgaste indefinido de la combatividad obrera. Esta maniobra ha permitido a la burguesía controlar la situación, al menos provisionalmente, evitando tener que seguir exponiendo abiertamente a unos sindicatos como CCOO y UGT cuya labor es muy incómoda de realizar en el marco del “gobierno de España más progresista de la historia”, pero que no tenían más remedio que hacer su función anti obrera ante expresiones tan contundentes de combatividad.
Ante la falsa perspectiva que ofrecen los sindicatos, ¿qué perspectiva proletaria?
Las tentativas de recuperar los medios proletarios de lucha en el periodo 2003-2011 marcaron un paso en el desarrollo de las luchas futuras de nuestra clase, pese a sus grandes limitaciones especialmente el no reconocerse como proletarios por parte de los sectores más presentes en dichas movilizaciones, la falta de extensión a los centros de trabajo, y las fuertes ilusiones en la democracia. Estas debilidades no estuvieron tan presentes en el sector de nuestra clase que luchó en Vigo en 2006 ya que las luchas partieron de los centros de trabajo mismos. Hoy, y sobre todo lo han expresado la clase obrera en Gran Bretaña y Francia, la clase obrera ha demostrado su capacidad de expresarse abiertamente en su propio terreno y decir ¡basta ya! (“enough is enough”9) frente a los ataques a nuestras condiciones de vida con la profundización de la crisis crónica de un capitalismo que nos lleva progresiva pero ahora más aceleradamente a la destrucción de la humanidad10. Se ha lanzado a la lucha masivamente como una clase trabajadora donde “todos estamos en el mismo barco”, pese a los sabotajes constantes de los sindicatos y la pesada carga de las ideologías sindicalista y democrática. Nuestra clase ha roto, por tanto, con una pasividad y una falta de expresión en su propio terreno que dominaba el panorama desde finales de los años 80. Partir de estos fundamentos es el punto de partida necesario de las futuras luchas. En Vigo, los trabajadores han demostrado una voluntad de luchar, animados por la combatividad de sus hermanos del metal, y con tendencia a, al menos, coincidir en sus luchas. La búsqueda de una unidad real de las mismas tendrá que enfrentarse al continuo sabotaje de los sindicatos, sus estrategias para desmoralizarnos, confiar en su representación, en “hacer girar a la izquierda a sus direcciones” tal y como pretende la actual campaña en marcha de “Ganemos CCOO”, sindicato cuyos afiliados parece que votaron mayoritariamente contra la firma de este último convenio. Frente a esta repetitiva, y asquerosamente burlona perspectiva sindical, los trabajadores debemos luchar por extender la lucha desde el principio, y por asambleas generales abiertas a todos los trabajadores contra su control por los sindicatos. Es el único camino para hacer frente a estos falsos dilemas que nos plantean estos falsos “organismos de la lucha”: frío realismo capitalista y/o calentura idealista desmoralizante, si acaso con alguna que otra supuesta mejora sectorial rápidamente evaporada.
El camino a seguir no es ni la huelga general ni la huelga indefinida, sino aquellos medios que van apuntando a la huelga política de masas, y que forzosamente requerirán de avances y retrocesos, pero procurando mantener a salvo nuestra combatividad, y nuestra búsqueda de solidaridad y unidad como clase y sacando siempre lecciones de las luchas vividas.
Opero, septiembre de 2023
1 Polémica con Le Prolétaire: Hay que romper con toda ideología sindicalista | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
2 Diario de Pontevedra | Las huelgas de las ambulancias y del metal se alían en Pontevedra
3 El Español | La quinta jornada de huelga del metal de Pontevedra eleva la tensión frente a Stellantis
4 Diario Público | Vigo 1972: historia, memoria y reconocimiento ; Metropolitano.Gal | Vigo rinde homenaje a la histórica huelga de 1972 con una exposición en Príncipe
5 Un balance crítico del movimiento de indignados (2011) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
6 Huelga del metal de Vigo: Los métodos proletarios de lucha | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
7 VIGO: LOS METODOS SINDICALES CONDUCEN A LA DERROTA | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
8 Luchas en Vitoria: el sindicalismo y la democracia contra la clase obrera | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
9 Ver nuestra hoja internacional: Por todas partes la misma pregunta: ¿Cómo desarrollar la lucha? ¿Cómo hacer retroceder a los gobiernos? | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
10 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)