Sequía en España: el capitalismo no puede mitigar, ni adaptarse, solo destruir

Printer-friendly version

El 1 de febrero se ha activado el estado de riesgo más grave (EMERGENCIA) por sequía en el área de Barcelona. Según el presidente de la Generalitat “es la peor sequía desde que existen registros (…) la crisis climática nos está poniendo a prueba como en la pandemia”.

La ronda de acusaciones y señalamiento de culpables se desata. Los “socialistas” catalanes urgen prepararse para el peor de los escenarios y recriminan a la Generalitat el “haber hecho mal las cosas hasta ahora”. Los representantes más visibles de la burguesía española parecen muy indignados por la falta de ayudas a los agricultores, la ausencia de guía para los municipios, la ausencia de regulaciones turísticas, la falta de planificación y de decisiones e inversiones a tiempo. Según el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona "llevamos un retraso de una década en el desarrollo de una garantía de abastecimiento de agua".

La burguesía parece cada vez menos preocupada por el cambio climático en sí mismo. Su preocupación es cada vez más la de cómo adaptarse a lo inevitable. Según el gobierno, que parece vestirse de progre al confrontar las ideologías negacionistas, “no es ya una amenaza incierta, más o menos probable, sino de adaptarnos a los efectos de algo que ya está aquí, entre todos, en las ciudades y en nuestro campo”. El 2021 fue el tercer año seguido más seco de la península, y el 2022 el año más caluroso registrado hasta el momento. Según Greenpeace, a partir de datos del IPCC1, España experimentará un incremento en las condiciones de sequía con un impacto probablemente diez veces peor que en el pasado reciente. Hay una gran probabilidad de que las condiciones de aridez sobrepasen por mucho la magnitud de cambio comprobado en el último milenio.

Entonces, para asumir lo que es más bien una “adaptación a lo peor” (porque, por supuesto, la burguesía no puede arreglar su catástrofe ambiental sino solo agravarla más aún) el Gobierno español hace una “inversión histórica” de 5000 millones de euros para la modernización de los regadíos, y para infraestructuras de desalinización de aguas similares a la de Torrevieja (Alicante). Son inversiones que también son criticadas por los representantes “verdes” de esta sociedad. Según el WWF, en 2004 ya se invirtieron casi 4000 millones en la modernización de los regadíos, pero el agua supuestamente ahorrada se destinó a la intensificación agrícola, a extender las dobles cosechas, utilizar cultivos más productivos, nuevos regadíos…, pero ¡no a ahorrar agua! sino a usar más, y siempre con un aumento del consumo energético. Además, sin ninguna preocupación por el futuro, ya que “la intensificación del regadío hace a los cultivos menos resilientes a las sequías”. ¿Podría ser que, si en menos tiempo o con menos agua se produjera la misma cantidad de producto en los campos españoles, una buena gestión Estatal podría quedarse conforme y conseguir un verdadero ahorro? Esto es imposible para el capitalismo, ¡un sistema de la competencia a muerte y enfermo crónico de crisis de sobreproducción!

Por otro lado, en la web del Foro Económico mundial podíamos leer ya en 2015 que, aunque la desalinización es una opción más costosa que otras tecnologías de reciclado de agua, a medida que se extienda la escasez de agua quienes busquen agua recurrirán cada vez más a ella. Y que la mayoría de la gran cantidad de energía para la desalinización convencional proviene del carbón y el gas natural, ya que la desalinización solar no es competitiva en el mercado2.

Ante este panorama de contradicción total entre lo que habría que hacer para mitigar y lo que se hace en la práctica, según los grupos ecologistas tendríamos que presionar a administraciones y empresas para “enderezar la política hidráulica de este país” (¡como si fuera un problema nacional!), y terminar con “los regadíos sin control, los pozos ilegales, el envenenamiento industrial y urbano del agua”. Para presionar contra “estos excesos y mala gestión” nos llaman a reunirnos en las plataformas sociales como #NoenRaja (De donde no hay, no mana). Pero ¿es que acaso el capitalismo puede tomar una dirección más responsable con el medio ambiente? ¿Puede haber una renovación ecologista del sistema, país por país, que al menos mitigue los peores desastres? ¡Al contrario! El capitalismo solo destruirá cada vez más salvajemente. Ya vimos en la COP 28 que las medidas para mitigar el cambio climático están cada vez más vacías de ningún contenido real3. Se confirman muy tangiblemente los oscuros presagios de las instituciones más perspicaces de la burguesía, como el Foro Económico Mundial que, como ya hemos dicho recientemente, ha dado a entender la incapacidad de esta sociedad de poner unas mínimas orientaciones para enfrentar una necesidad de una urgencia inmediata4. Vivimos en un sistema cuyas políticas económicas, cuya investigación e inversiones se hacen sistemáticamente en detrimento del futuro de la humanidad y, por lo tanto, en detrimento del sistema mismo. ¡Es lógico que la burguesía misma se inquiete! Sin embargo, incluso las instituciones más responsables e “internacionales” de la burguesía, a las que también preocupa el gigantesco impacto económico y también social de las catástrofes naturales (las hambrunas y oleadas de refugiados, sin ir más lejos), se ven cada vez más impotentes.

Como ya decíamos en nuestra Revista Internacional en los años 90, aunque la cuestión ecológica ya planteaba problemas serios en la ascendencia del capitalismo, es “la época que desde 1914 ha sido definida por los marxistas como la de la decadencia de este modo de producción, cuando la destrucción despiadada del medio ambiente por parte del capital adquiere una escala y una calidad diferentes, al tiempo que pierde toda justificación histórica. Es la época en que todas las naciones capitalistas se ven obligadas a competir entre sí en un mercado mundial saturado; una época, por tanto, de economía de guerra permanente, con un crecimiento desproporcionado de la industria pesada; una época caracterizada por la duplicación irracional y despilfarradora de complejos industriales en cada unidad nacional, por el saqueo desesperado de los recursos naturales por parte de cada nación en su intento de sobrevivir en la despiadada carrera de ratas del mercado mundial. Las consecuencias de todo esto para el medio ambiente son cada vez más evidentes”5. En el paso del capitalismo decadente por el desarrollo de las megaciudades, la contaminación radioactiva o aquella debida a los clorofluorocarburos, la desaparición de las selvas ecuatoriales y la desestabilización de ecosistemas enteros…, se han acumulado cada vez más focos de destrucción ambiental a un ritmo cada vez mayor. Llegados los años 1990 la cuestión del efecto invernadero y el calentamiento global pasaron a ser el centro de las preocupaciones oficiales. El capitalismo decadente ha llegado a un punto donde su impacto destructivo es cada vez más global y sistémicamente amenazante, y los países centrales son cada vez más incapaces de mitigar el “efecto rebote” hacia la sociedad, o de alejarlo de su vista hacia la periferia.

Hoy, como advierten los expertos, el medio ambiente está empezando a alcanzar diversos “puntos de inflexión” que amenazan con una cadena de catástrofes naturales. Sin embargo, la cuestión ecológica es un factor dentro de una especie de “torbellino de descomposición” en el que el capitalismo se está metiendo de lleno6. Un torbellino donde la economía de guerra y la proliferación de las guerras caóticas de tierra quemada están en el centro de una espiral que se combina y refuerza con las catástrofes naturales, las epidemias, las hambrunas y éxodos masivos y la destrucción de toda perspectiva de futuro (lo cual tiene un importante impacto ideológico). Una situación donde la sobreproducción de agua y alimentos que se pudren sin poder venderse, se mezcla con la sequía, la escasez agrícola y el ganado sacrificado…, una escasez que a su vez infla el precio de los productos lo cual los convierte en menos asequibles.

¿Qué debemos hacer entonces? Contra todas las falsas ilusiones, ¡no es la lucha ecologista ni la mejor gestión estatal lo que mitigará las sequías y, ni siquiera, a término, se adaptará a ellas! Al contrario, el capitalismo está encaminado irreversiblemente en una espiral de destrucción cada vez más estrepitosamente fuera de toda lógica. Dichas ilusiones en realidad contribuyen a la desmoralización y a la destrucción de la perspectiva del comunismo que se basa en la toma de consciencia proletaria. Porque solo la revolución proletaria podrá empezar a mitigar la destrucción de la naturaleza a partir del desastre cada vez más ruinoso que nos lega la época de la burguesía.

En un siguiente artículo, denunciaremos la vil manera con la que la mano más izquierda de la burguesía, aprovechando la cuestión de la sequía, nos devuelve las esperanzas en un capitalismo verde disfrazado de “socialismo”7.

Opero, marzo de 2024

1 El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Ver el Informe: Carrera contra el reloj climático: Cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos en España, Greenpeace, julio 2023 (en inglés)

2 ¿Es la desalación la respuesta a la escasez de agua?, Foro Económico Mundial, abril 2015 (artículo web en inglés) en colaboración con The Economist

3 COP 28 en Dubai: Un símbolo del cinismo de la burguesía, CCI online, febrero 2024

4 Según los dirigentes y expertos de la burguesía reunidos en este Foro “Los últimos acontecimientos han puesto de manifiesto una divergencia entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente conveniente.”

5 El capitalismo está envenenando el planeta, Revista Internacional 63, 1990 (en inglés)

6 Ver ¡La descomposición del capitalismo se acelera!, CCI online, septiembre 2023. Ver en mayor detalle nuestra Actualización de las Tesis de la Descomposición, Revista Internacional 170, 2023

7 Los izquierdistas sobre la sequía: Cómo devolver la esperanza en un ‘capitalismo verde’ disfrazado de socialismo. CCI, marzo 2024

Geografía: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Cuestiones teóricas: 

Rubric: 

España