Bilan: lecciones de España 1936 y crisis en la Fracción

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Introducción a los “Textos escogidos de la revista “Bilan”

En los números 4 y 6 de la Revista Internacional publicamos una primera serie de artículos de “Bilan” (Balance) que empieza con la caída del régimen de Primo de Rivera y de la monarquía y que acaba con los acontecimientos de 1936[1]. En esos artículos-análisis, “Bilan” se esforzaba en demostrar que la caída de la monarquía era resultado de su anacronismo; que el monárquico era un sistema absolutamente inadecuado para enfrentarse a las dificultades del capitalismo español de entonces; dificultades que eran una expresión más de la crisis general del capitalismo mundial y que, por tanto, para analizar la situación en España, para comprender su evolución, había que partir de ese contexto histórico. El planteamiento de la Izquierda Comunista, con la Fracción Italiana a su cabeza, se oponía radicalmente al de Trotski y al de otros grupos, productos de la degeneración de la I.C. Estos basaban sus análisis sobre todo en las particularidades de España, lo que los llevaba a toda clase de aberraciones; concretamente, a ver en el advenimiento de la República el triunfo de una especie de Revolución democrático-burguesa “progresista” que finiquitaba con el antiguo “orden feudal” español. Claro que “Bilan” no ignoraba el atraso del capitalismo español; al contrario, insistía sobre este hecho, pero rechazaba enérgicamente lo absurdo que era decir que dicho retraso feudal engendraría una revolución democrático-burguesa y todo lo que eso implica. De manera general, “Bilan” rechazó categóricamente toda idea de revolución democrático-burguesa en el período histórico presente de declive del capitalismo, en el que la única alternativa que se presenta a la sociedad es la de: Revolución proletaria o guerra imperialista, socialismo o barbarie (decadencia del capitalismo).

Esos grupos de izquierda, aunque en su mayoría no se referían a una “revolución antifeudal”, se empeñaban en ver en los acontecimientos de España un movimiento que fortalecería continuamente a la clase obrera y obligaría a la burguesía a recular. Así fue como interpretaron el reforzamiento de la República y el de los partidos de “izquierda” que estaban en ella. El desarrollo de la “democracia” era comprendido como la manifestación del avance del proletariado, como el reforzamiento de sus posiciones de clase. El afianzamiento del Estado “democrático” y de su aparato, a pesar de su carácter muy represivo, era percibido como una manifestación de la debilidad de la burguesía, sinónimo a la vez de reforzamiento del proletariado y condición de su avance posterior.

La interpretación de “Bilan” era diametralmente opuesta. “Bilan” veía en esa República democrática la implantación de una estructura estatal mejor adaptada para desviar a la clase obrera de su terreno de clase, desmovilizarla políticamente e incluso aplastarla físicamente. En efecto, el capitalismo mundial -del que el español era parte integrante- iba avanzando a toda prisa hacia la única salida de su crisis mundial: la guerra imperialista.

Por otra parte, el capitalismo había logrado dominar y detener totalmente la única alternativa a la guerra capaz de obstaculizar su desencadenamiento: la lucha de clase del proletariado. A causa de las múltiples derrotas sufridas, del triunfo en algunos países del estalinismo, del fascismo, del hitlerismo, de los frentes populares, la clase obrera de los principales países se encontraba profundamente desmoralizada e impotente.

Tan solo en la zona ibérica el proletariado conservaba aún un enorme potencial de combatividad que se había hecho insoportable para el capitalismo; y éste, no sólo tenía que aplastarlo, sino que además debía utilizar la feroz sangría de los obreros españoles para crear el ambiente necesario para que los proletarios de todos los países del mundo se “adhieran” a la matanza   imperialista.

Este es el significado y la obra de la República democrática y del triunfo del Frente Popular en España. Tal diferencia en el análisis y en las perspectivas aislaba cada día más a la Fracción Italiana de los demás grupos que sobrevivieron a la degeneración de la IC. Los esfuerzos de “Bilan”, sus apasionadas advertencias contra los peligros y la catástrofe inminente que se estaba preparando para el proletariado en España quedaban sin eco; y “Bilan” sólo podía mirar con tristeza la ceguera de esos grupos, los graduales errores que los harían víctimas y cómplices de la matanza llamada “anti-fascista” que iba a desencadenarse por toda España.

El desarrollo de los acontecimientos no tardará en confirmar la definitiva involución de esos grupos. Ninguno de ellos tendrá la fuerza necesaria para evitar ser engullido por el engranaje de la guerra imperialista, puesta en marcha por el levantamiento del ejército bajo el mando de Franco. La magnífica y espontánea respuesta del proletariado que, mientras se mantuvo en su terreno de clase, acabó rápidamente con el ejército en los principales centros obreros, pronto quedó disuelta por una maniobra envolvente del Estado Republicano. Todas las fuerzas políticas organizadas que actúan en el seno de la clase y a la vez contra ella: PC, PS, anarquistas, sindicatos UGT y CNT, se emplearán a fondo para arrancar de las manos de los obreros la victoria obtenida contra el ejército; transformando esta victoria de clase en una defensa de la democracia, del Estado republicano y del orden capitalista. Los límites de clase serán difuminados, las fronteras de clase eclipsadas. La lucha de clases -proletariado contra capitalismo- será sustituida por la lucha contra el fascismo, cuya única alternativa es la democracia, la “Unión de todas las fuerzas democráticas” -plataforma clásica de la dominación capitalista-. Es el “ensayo general” de lo que va a servir perfectamente de Plataforma, banderín de enganche y de mistificación para la movilización en la II Guerra Mundial imperialista: democracia contra fascismo.

Así se cerraba la argolla, confirmando trágicamente la tesis de “Bilan” sobre la naturaleza y la función de la democracia en general y en España en particular: la democracia, lejos de ser un signo de afianzamiento del proletariado y lejos de constituir un trampolín para nuevas conquistas de la clase obrera, como pretendían los diferentes grupos de izquierda, era al contrario el signo de su desbandada y la condición de nuevas derrotas, que la llevarían finalmente a la guerra imperialista. Tales acontecimientos no sólo confirmaban la tesis de “Bilan” sino que esta tesis revolucionaria le permitió permanecer fiel a sí mismo; es decir, fiel a los principios revolucionarios de la clase, y no dejarse arrastrar en el cenagal nauseabundo de la guerra imperialista “antifascista”. Y esto es un gran mérito y un honor para todo grupo que se declara revolucionario.

Muy distinta era la situación de la mayoría de los demás grupos de izquierda e incluso comunistas. Tal es el caso, sin hablar de gentuza como los socialistas de izquierda estilo Pivert y compañía, del conjunto de los grupos de la oposición trotskista, del POUM, de los sindicatos revolucionarios e incluso de grupos como la Unión Comunista en Francia y el Grupo Internacionalista de Bélgica, que se hundieron miserablemente en el lodazal antifascista de la guerra en España.

Unos con entusiasmo y otros a regañadientes y heridos en su fuero interno, todos estaban atrapados en la red antifascista tejida por sus propias manos, y entre cuyos hilos se debatían de manera lamentable. Los grupos más radicales, que solían denunciar al Frente Popular y la participación en el Gobierno republicano, pensaban sin embargo que la participación en la guerra contra Franco era indispensable ya que, para ellos, la victoria militar contra el fascismo era la condición del avance de la Revolución. Y se esforzaban en aunar una guerra “exterior”, la de los frentes contra Franco, con una lucha de clase, contra el Gobierno republicano burgués, en el interior.

En el número 6 de nuestra Revista Internacional reproducimos una serie de artículos en los que “Bilan” destroza todo ese tejido hecho con ergotismos y sofismas que no tenían otra consecuencia que la de justificar, por encima de todo, la participación en la guerra imperialista, camuflada como antifascismo proletario, para el bien de la causa. La guerra de España desemboca directamente en la segunda guerra mundial. Los grupos radicales, caídos en su propia trampa, no tuvieron más remedio que desmenbrarse y desaparecer; en cuanto a los demás, como los trotskistas, acabaron pasándose definitivamente, con armas y equipos, al campo del enemigo de clase y participaron plenamente en la guerra imperialista generalizada[2].

Los acontecimientos de España daban a los revolucionarios otra lección capital: un grupo proletario no mete impunemente los dedos en el engranaje capitalista sin que, en un momento dado, en esos bruscos cambios que conoce la historia, acabe arrastrado irremediablemente por él y destrozado sin piedad. Si bien la clase obrera, engañada y aplastada, vuelve a resurgir siempre, porque fue y sigue siendo el sujeto de la historia, no pasa igual con sus organizaciones revolucionarias, que no son sino organismos e instrumentos de la clase. Atrapadas éstas en los mecanismos del enemigo están definitivamente perdidas y destruidas para el proletariado; en ese momento, la clase no tendrá más opción que segregar otras nuevas. Las organizaciones revolucionarias están siempre expuestas a ser corrompidas o devoradas por el enemigo de clase. No existe ninguna garantía absoluta contra esos peligros. Únicamente la fidelidad a los principios y la vigilancia política constante ofrecen a la organización revolucionaria alguna seguridad contra la penetración corruptora de la ideología del enemigo de clase dentro de sus filas. Y aún así, no es siempre seguro.

En el número seis de nuestra Revista Internacional, acabamos la serie de artículos de “Bilan” con el titulado: “El aislamiento de nuestra fracción ante los acontecimientos de España”. “Bilan” escribe en él: “Nuestro aislamiento no es fortuito: es la consecuencia de una victoria profunda del capitalismo mundial, que ha logrado gangrenar hasta los grupos de la Izquierda Comunista.” La Fracción Italiana, al haber acabado los demás grupos completamente gangrenados por el capitalismo mundial, no sólo se encontrará aislada, sino que además, y a pesar de toda su vigilancia, ella tampoco logrará escapar por completo a la presión capitalista y, a su vez, será verá infectada por esa misma gangrena. El mal se manifestará, dentro de sus filas, con la aparición de una minoría que propugnará el apoyo a la guerra "antifascista de España"[3].

Es bien sabido que declarada la I Guerra Mundial gran parte de la Sección parisina del Partido Bolchevique se pronunció a favor de la guerra “defensiva” de los aliados “democráticos” contra el militarismo imperialista prusiano.

Con la minoría de la Fracción Italiana se verifica una vez más la ausencia de inmunidad absoluta contra la infección capitalista en el cuerpo de los revolucionarios y también -fue lo que pasó con el Partido Bolchevique- que la buena salud general de la organización pudo acabar con esa gangrena sin demasiadas pérdidas.

Hemos considerado imprescindible publicar todos los textos y declaraciones, tanto los de la minoría como los de la mayoría, que se refieren a los debates y a la crisis que tuvieron lugar en la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista. Y eso por varias razones: Primero, el no haberlo hecho hubiera sido faltar al deber más elemental de información revolucionaria. La lectura de esos textos es altamente edificante y da una idea de la dimensión, del contenido y del alcance de estos debates y una visión más exacta de la vida política en la Fracción. Los argumentos de la Minoría, más una reacción sentimental que una verdadera voluntad revolucionaria, no son muy distintas de la manera de razonar de otros grupos radicales que cayeron en las mismas mistificaciones y los mismos errores. Su principal argumento consistía en decir que no intervenir es como esperar sentados o permanecer indiferentes; ambas cosas, desde luego, insoportables dadas las circunstancias.

Esta excusa de “no esperar sentados”, “hacer algo”, “no mirar los toros desde la barrera”, sirve de estribo para subirse al caballo desbocado de la guerra y las alternativas capitalistas, cayendo en precipitaciones desconsideradas e irreflexivas. Y la minoría, desgraciadamente, lo experimentó así. Por eso sorprende el hecho de que los bordiguistas nos lo echen en cara hoy en día para justificar su apoyo a las luchas (matanzas) de liberación nacional.

Nadie se sorprenderá al enterarse de que tras sus desventuras en la milicia antifascista del POUM y su incorporación en el ejército, disuelta ya la milicia; la minoría, a su regreso desde España, se meta en las aguas turbias de Unión Comunista. Era su lugar natural. Nadie se sorprenderá tampoco de que al final de la guerra, una vez más, la minoría sea la más entusiasta partidaria de la constitución del Partido bordiguista y de que acabe siendo, en Francia, la sección de ese Partido. Allí encontró su espacio natural. Y fue un buen desquite, porque fueron las posiciones de la Minoría las que triunfaron realmente en el PCI. Si el PCI no reconoce sus orígenes en la fracción italiana ni en “Bilan”, debería por lo menos reconocer algunas de sus raíces en las posiciones políticas de la minoría de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista y así rendirle justicia.

En fin, resulta muy interesante y significativo ver cuanto se esforzó la Fracción en llevar adelante las discusiones; con qué paciencia aguantaba todas las infracciones de la minoría, haciéndole toda clase de concesiones organizativas. Y no lo hacían para mantenerles dentro, ya que la Fracción consideraba que las posiciones políticas de aquella eran incompatibles con las suyas y la escisión absolutamente inevitable, si no para llevar la clarificación de las divergencias a su punto extremo y que la escisión sirviera para reforzar la conciencia y la cohesión revolucionarias. Esta es una de las grandes lecciones, poco común, que nos ha dejado la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista.

Con la tendencia que hay actualmente a la reconstitución del movimiento revolucionario, los grupos jóvenes que están naciendo deberán meditar sobre esta lección para asimilarla completamente y hacer de ella un arma más, a favor del reagrupamiento de los revolucionarios.

Al final de esta serie de textos publicaremos el “Llamamiento de la Izquierda Comunista en respuesta a las matanzas del mes de mayo de 1937” que cierra definitivamente el debate con la minoría sobre el verdadero significado del Gobierno Republicano de coalición antifascista y el sentido exacto de los acontecimientos ocurridos en España. Quienes pretenden sacar de esos acontecimientos lecciones positivas (colectivización en el campo, sindicalización de la industria, o no se sabe qué formas nuevas o superiores de autonomía obrera) se auto-embaucan con las apariencias, que toman por realidad.

La única y trágica realidad fue que España se transformó en una inmensa carnicería en la que fueron ejecutados, por centenares de miles, los obreros españoles; en nombre de la defensa de la democracia y como preparación para la segunda guerra imperialista. Esa es la única lección que tienen que sacar los obreros del mundo entero y nunca deben olvidarla.

LA CRISIS DE LA FRACCION

-Trozos escogidos-                    (“BILAN” nº36 Octubre-Noviembre de 1936).

Comunicado de la C.E.

La Comisión Ejecutiva intenta mantenerse con firmeza fiel al principio de que la decisión en el seno del órgano fundamental del proletariado perturba y para el delicado proceso de la vida y de la evolución de este último, excepto cuando la escisión es el resultado, en la práctica, de divergencias programáticas que solo expresan o tienden a expresar las reivindicaciones históricas, no de una tendencia, sino de la clase en su totalidad.

La C.E. hace constar que la minoría se inspira en otros criterios y amenaza con pasar a la escisión no solo antes del Congreso sino antes de que haya empezado la discusión. Y eso, en base a la controversia sobre el reconocimiento o no del grupo de Barcelona. A pesar de la intimidación de la minoría, la C.E. se mantiene en el deber de salvaguardar la aplicación del principio de la necesidad del Congreso para la solución de la crisis de la Fracción.

La C.E. había ratificado las posiciones tomadas por uno de sus representantes que consistían en tomar acta de todas las decisiones del Comité de Coordinación. Pero el Comité se había limitado a pedir el reconocimiento del grupo de Barcelona, lo que no representaba una decisión sino simplemente una petición a la C.E. que quedaba libre de tomar la decisión. Resulta inexacto, pues, hablar de compromisos no cumplidos.

La C.E. se ha basado en un criterio elemental y de principio de la vida de la organización cuando decidió no reconocer al grupo de Barcelona. Y eso por consideraciones que ni siquiera fueron discutidas por el Comité de Coordinación y que fueron publicadas en nuestro precedente comunicado. No se decidió ninguna exclusión contra los miembros de la fracción y por eso resulta incomprensible la decisión del Comité de Coordinación, cuando considera como excluido al conjunto de la minoría si el grupo de Barcelona no es reconocido.

 La C.E. ante el estado actual de imperfección en la elaboración de las normas que reglamentan la vida de una organización en un momento de crisis -aunque convencida de lo justo de su precedente decisión-, para llevar al conjunto de la fracción a la fase ulterior de la discusión programática y ante el ultimátum del C. de C., rectifica su decisión anterior y reconoce al grupo de Barcelona.

La C.E. había planteado también algunas consideraciones políticas que se referían a la imposibilidad de integrar a nuevos militantes en un periodo de crisis que acabaría en escisión -según la común convicción de las dos tendencias-, ya que los nuevos elementos venidos a la organización sobre la base de los problemas en discusión se hubieran encontrado en la absoluta imposibilidad de resolver el problema fundamental que se refiere a puntos del programa y que solo pueden ser solucionados por los que formaban parte de la organización antes de que se declarara la crisis y que habían aprobado los documentos de base de la fracción.

El Comité de Coordinación sigue un camino que no puede conducir a ningún resultado positivo para la causa del proletariado, pretendiendo además que lo único que ha guiado a la C.E. es el miedo a volverse minoritaria. El Comité de Coordinación sabe, también como la C.E., que aun en el caso absurdo de contar los votos de los proletarios que se afiliaron a la fracción, en Barcelona, la presunta inversión de las relaciones actuales no se hubiera verificado.

 La C.E. exhorta a todos los compañeros para que tomen conciencia de la gravedad de la situación y que se retengan en sus reacciones para poder pasar a una discusión cuya meta no será el triunfo de una u otra tendencia sino la habilitación de la fracción a hacerse digna de la causa del proletariado revolucionario, rechazando ideologías que acabarán revelándose a lo largo de los acontecimientos españoles como elementos nocivos para la lucha de la clase obrera.

DOCUMENTOS DE LA MINORIA

-Comunicado de la Minoría-

El Comité de Coordinación, en nombre de la minoría de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista:                                                                                                                         

Hace constar que la C.E. no cumple con la palabra dada por su representante en el Comité de Coordinación y que consistía en aceptar la orden del día presentada por la minoría y que pedía, entre otras cosas, el reconocimiento del grupo de Barcelona; Visto el comunicado de la C.E. publicado en “Prometeo” dónde está declarado que no se reconoce al grupo de Barcelona so pretexto de que las bases de su constitución están en la participación en la lucha militar;                                                         

Considerando que la base de la constitución del grupo del Barcelona es la misma que la de la minoría;                                                                                                        

Decide que si la C.E. sigue manteniéndose en su postura, la minoría solo podrá considerarla como la exclusión de la Fracción de toda la minoría.

Por la minoría:                                                                                                                                                                                          el Comité de Coordinación.

P.S.: De la respuesta de la C.E., fechada del 23 de octubre, resulta que el negarse a reconocer al grupo de Barcelona depende del hecho de que la minoría podría pasar a mayoría. El Comité de Coordinación declara estar dispuesto a no tener en cuenta las votaciones de los nuevos afiliados en Barcelona y que la C.E. puede considerar como válidas únicamente las votaciones de los compañeros ya adscritos antes de salir para España.                                                                                                                          

La minoría, por su parte, considera a los recién afiliados como miembros de la fracción.

El C. de C.           24/10/36

Moción votada en la reunión del grupo de Barcelona de la F.I.I.C.                          (Antes de irse para el frente).      Barcelona, 23 de agosto de 1936

Los camaradas de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista se han alistado en las filas de la milicia obrera para apoyar al proletariado español en la grandiosa lucha contra la burguesía. Estamos al lado suyo, preparados para todos los sacrificios por el triunfo de la revolución.                                                                                          

Durante largos años de militancia, de lucha y de exilio hemos vivido una doble experiencia: la de la reacción fascista que puso al proletariado italiano en una situación desesperada y la de la degeneración del Partido Comunista, que crucificó ideológicamente a las masas. Y, sin embargo, el problema de la revolución solo podrá solucionarse si la masa logra escapar a la influencia de la 2ª y 3ª internacionales, para reconstruir su verdadero partido de clase capaz de conducirla a la victoria.  

Tenemos confianza en el desarrollo de los acontecimientos actuales y creemos que su dinamismo creará en España y en otras partes el partido de la revolución. La vanguardia que existe en el seno del POUM tiene ante sí una gran tarea y una importante responsabilidad.     

Vamos al frente de batalla en la columna Internacional de las milicias del POUM, empujados por un ideal político común a los heroicos y magníficos obreros españoles: el ideal de combatir hasta el último de nosotros, no para salvar una burguesía hecha trizas, sino para arrancar las raíces de cualquier forma de poder burgués y para que triunfe la revolución proletaria.

Para que todos nuestros esfuerzos no sean vanos, la vanguardia revolucionaria del POUM, tiene que vencer las últimas vacilaciones y entrar resueltamente en el camino del Octubre español. Hoy tiene que escoger entre el apoyo directo o involuntario a la burguesía o la alianza con los obreros revolucionarios del mundo entero.                    

El destino de la masa obrera del mundo entero dependerá del carácter dado a la acción política en la actual conflagración social en España.

¡Viva la milicia obrera!                                                                                                  ¡Viva la revolución!

(La moción de Biondo y la última resolución de la minoría saldrán en el próximo número. La redacción).

ORDEN DEL DIA VOTADO POR LA C.E. EL 29/11/36 SOBRE LAS RELACIONES ENTRE LA FRACCION Y LOS MIEMBROS DE LA ORGANIZACIÓN QUE ACEPTAN LAS POSICIONES EXPUESTAS EN LA CARTA DEL COMITÉ DE COORDINACION 25/11/1936.

A lo largo de la evolución de la crisis de la fracción. La CE se dejó guiar por este doble criterio: evitar medidas disciplinarias e insistir para que los compañeros de la minoría se coordinen con vistas a formar una corriente de la organización que tienda a demostrar que la otra corriente se habría separado de las bases fundamentales de la organización mientras que la nueva se habría mantenido verdadera y fiel defensora de la organización. Esta confrontación polémica solo podría tener lugar en el Congreso.

Repetidas veces, en la reunión de la Federación parisina del 27 de septiembre que vio nacer al Comité de Coordinación, la C.E. exhorto a la fracción a que aguantara una situación en la que la minoría gozaba de un régimen de favor. No participaba en el esfuerzo financiero necesario para la vida de la prensa y a la vez escribía en ella. La única meta de la C.E. era evitar que la ruptura se hiciera sobre cuestiones de procedimiento.

Inmediatamente después surgió la amenaza de una ruptura en caso de que la C.E. no reconociera al grupo de Barcelona. La C.E. basándose siempre en el mismo criterio, que era que la escisión debía hacerse sobre cuestiones de principio, de ninguna manera sobre cuestiones particulares de tendencia y menos aún sobre cuestiones de organización, llegó a reconocer al grupo de Barcelona.

Por fin, cuando la C.E. no pudo hacer menos que comprobar que el que la minoría se negara a intercambiar con la otra tendencia la documentación que se refería a su vida política significaba la ruptura de la organización (y a pesar de eso, la C.E. seguía manteniendo la necesidad del Congreso), con una comunicación “verbal” del camarada Candiani, la minoría nos informó que iría inmediatamente a la ruptura.

La última solicitación de la C.E., del 25 de noviembre, recibió una contestación que impide cualquier tentativa ulterior para la presencia de la minoría en el Congreso.

 En estas condiciones, la C.E. hace constar que la evolución de la minoría es la prueba patente de que ya no se la puede considerar como una tendencia de la organización sino como resultado de la maniobra del Frente Popular en el seno de la fracción. En consecuencia, no se puede plantear un problema de escisión política de la organización.

Por otra parte, teniendo en cuenta que la minoría se conchaba con fuerzas enemigas de la fracción y claramente contrarrevolucionarias (Giustizia e Libertà, restos del trotskismo, maximalistas) a la vez que proclama inútil discutir con la fracción.

La C.E. decide la expulsión por indignidad política de todos los camaradas que se solidaricen con la carta del Comité de Coordinación del 25 de noviembre de 1936 y deja 15 días a los compañeros de la minoría para que se pronuncien definitivamente. Esos camaradas están invitados a mandar una respuesta individual para el 13 de diciembre, salvo los compañeros que residen en Barcelona en espera de su regreso para que tengan la posibilidad de documentarse por completo. Esas reservas no conciernen al camarada Candiani que, antes de su regreso, ha tenido la posibilidad de conocer perfectamente la situación.

DOCUMENTOS DE LA MINORIA.  (continuación)

Resolución de los camaradas Biondo y Remolo.

(Después de su regreso del frente y de que hayan tomado contacto con la Delegación oficial de la Fracción).

España, en estos momentos, es la piedra angular de toda la situación internacional. Según que gane una u otra de las fuerzas en lucha, nacerá una situación diferente para Europa. La victoria de Franco significaría el reforzamiento del bloque militar de Italia y de Alemania. La victoria del Frente Popular significaría el reforzamiento del bloque militar antifascista (ambos conducen a la guerra imperialista); y la victoria del proletariado sería el punto de partida de la reanudación mundial de la revolución proletaria.

 Estamos en España ante una situación objetivamente revolucionaria. Las elecciones de febrero, que concluyeron con la victoria del Frente Popular fueron un extintor de incendios, una válvula de escape que impidió la explosión violenta de los enormes contrastes de clase. Las huelgas importantes que las siguieron y la agitación lo demuestran claramente.

La amenaza revolucionaria del proletariado decidió a la burguesía apresurarse para tener las ventajas de la iniciativa. De esas premisas se llega a la conclusión de que no luchan dos fracciones de la burguesía, sino que luchan la burguesía contra el proletariado. Y de que el proletariado tomó las armas para defender sus condiciones de vida y sus organizaciones contra el asalto de la reacción. Los obreros españoles han tomado las armas contra Franco por los mismos motivos que los proletarios rusos cuando las tomaron contra Kornilov.

No se trata del dilema democracia- fascismo, sino del dilema capitalismo- proletariado. Y si la burguesía sigue quedándose virtualmente en el poder, si las relaciones de propiedad no se han transformado verdaderamente, hay que buscar la causa en el hecho de que el proletariado no está preparado ideológicamente, y no posee un partido de clase.

La existencia del partido de clase hubiera solucionado la cuestión a favor del proletariado a partir de los primeros días de la lucha. La revolución española no ha entrado todavía en su período de ocaso y no se pueden excluir categóricamente las posibilidades de victoria del proletariado.

 Frente al capitalismo que está luchando en dos frentes, el proletariado tiene que luchar en dos frentes: el frente social y militar. En el frente militar, el proletariado está luchando para defender lo que conquistó a lo largo de décadas de lucha; en el frente social, el proletariado tiene que acelerar el proceso de descomposición del Estado capitalista, preparar el partido de clase y los órganos del gobierno proletario y eso permitirá el ataque al poder capitalista. En el frente militar, desde ahora, el proletariado tiende a echar los cimientos del ejército rojo de mañana. En las zonas que las milicias van ocupando, se están formando inmediatamente comités de campesinos y se colectivizan las tierras y eso en las narices de los gobiernos de Madrid y Barcelona.

El grupo que se ha constituido en España considera que no ha roto con los principios de la fracción y, por eso, es imposible no reconocerlo. Se nos pide que rompamos los contactos con el POUM y esos contactos nunca han existido. No podemos disolver la columna ya que no fuimos nosotros quienes la levantamos. Sobre la cuestión de dispersarnos entre los proletarios en los lugares de trabajo, lo haremos a medida que tengamos posibilidades para hacerlo.

(Este documento debe ser considerado como una respuesta a la resolución de la C.E. del 27 de agosto del 36 y seguramente fue escrito a finales del mes de septiembre).

DECLARACION

Un grupo de camaradas de la minoría de la Fracción Italiana de la Izquierda. Comunista, desaprobando la actitud oficial tomada por la fracción frente a la Revolución española, cortó bruscamente todos los lazos disciplinarios y formalistas con la organización y se puso al servicio de la revolución, yendo hasta formar parte de las milicias obreras e ir a luchar en el frente.

 Hoy, una nueva situación se presenta, llena de incógnitas y de peligros para la clase obrera. La disolución del Comité Central de las milicias Antifascistas, organismo nacido de la Revolución y garantía del carácter de clase de las milicias; y la reorganización de este último en un Ejército regular que depende del Consejo de Defensa, deformando así el principio de la milicia voluntaria obrera.

 Las necesidades del momento histórico que estamos viviendo imponen una vigilancia extrema de parte de los elementos de vanguardia del proletariado, para impedir que la masa incorporada en el nuevo organismo militar se transforme en un instrumento de la burguesía utilizado algún día contra los intereses de la clase trabajadora. Ese trabajo de vigilancia puede ser tanto más eficaz por cuanto las organizaciones de clase tomarán conciencia de sus intereses y orientarán sus acciones políticas hacia un sentido exclusivo de clase.

El trabajo político en esas organizaciones asume una importancia primordial no menos interesante que las tareas militares en el frente.

 Esos mismos compañeros, a la vez que se mantenían firmes en el principio de la necesidad de la lucha armada en el frente, no han aceptado ser incorporados en un ejército regular que no representa el poder del proletariado y en el seno del cual sería imposible tener una función política directa. En cambio, pueden hoy contribuir más eficazmente a la causa del proletariado español, en el trabajo político y social indispensable para preservar y reforzar la eficacia ideológica revolucionaria de las organizaciones obreras que deben recobrar en lo político y social, la influencia que han perdido por las nuevas condiciones, en el mando militar.

Los mismos compañeros, al abandonar el puesto de milicianos de la columna internacional Lenin, siguen estando en movilizados y a la disposición del proletariado revolucionario español, y deciden seguir dedicando, en otro terreno, su actividad y experiencia hasta el triunfo definitivo del proletariado sobre el capitalismo bajo todas sus formas de dominio.

 Barcelona, 22 de octubre de 1936.

PLOMO, METRALLA, CARCEL: ASI RESPONDE EL FRENTE POPULAR A LOS OBREROS DE BARCELONA QUE SE ATREVEN A RESISTIR AL ATAQUE CAPITALISTA.

¡PROLETARIOS!:

El 19 de julio de 1936, los proletarios de Barcelona, con puño desarmado, aplastaron batallones de Franco ARMADOS HASTA LOS DIENTES.

 El 4 de mayo de 1937, estos mismos proletarios, ARMADOS, dejan en la calle muchas más víctimas que en julio cuando tienen que repeler a Franco, y es el gobierno antifascista -incluidos los anarquistas y de los que el POUM es indirectamente solidario- quién da suelta a la gentuza de las fuerzas represivas, contra los obreros.

 El 19 de julio, los proletarios de Barcelona con una fuerza invencible. Su lucha de clase, liberada de los lazos del Estado burgués, repercute en los regimientos de Franco, los desagrega y despierta el instinto de clase de los soldados: la huelga encasquilla fusiles y cañones de Franco y para su ofensiva.

La historia solo va a retener algunos intervalos fugitivos en los que puede el proletariado adquirir una total autonomía frente al Estado capitalista. Unos días después del 19 de julio, el proletariado catalán llega a la encrucijada de caminos: o entraba en LA FASE SUPERIOR de su lucha con vistas a la destrucción del Estado burgués, o el capitalismo volvía a montar su aparato de dominio. En esta fase de la lucha en la que ya no basta el instinto de clase y en que LA CONCIENCIA se hace factor decisivo, solo puede vencer el proletariado si dispone del capital teórico almacenado con paciencia e insistentemente por sus fracciones de izquierda erigidas en partidos con la explosión de los acontecimientos. Y si hoy en día, el proletariado español está viviendo una tragedia tan triste, lo debe a su inmadurez para formar su partido de clase, su cerebro, lo único que puede darle fuerza de vida.

Desde el 19 de julio, en Cataluña, los obreros crean espontáneamente, en su terreno de clase, los órganos autónomos de lucha. Pero, inmediatamente surge el angustioso dilema: o entregarse totalmente A LA BATALLA POLÍTICA para la destrucción total del Estado capitalista y concluir perfectamente los éxitos económicos y militares, o dejar funcionar la máquina opresiva del enemigo y permitirle entonces que desnaturalice y termine con las conquistas obreras.

Las clases luchan con los medios impuestos por las situaciones y el nivel de tensión social. Frente a una llamarada obrera ni se le ocurre al capitalismo utilizar los métodos clásicos de la legalidad. Lo que le está amenazando, es la INDEPENDENCIA de la lucha proletaria que es la condición para la otra etapa revolucionaria, la que lleva a la abolición de la dominación burguesa. El capitalismo, entonces, tiene que atar de nuevo los hilos de su control sobre los explotados. Estos hilos, que antes eran, la magistratura, la policía, las cárceles, ahora, en la extrema situación de Barcelona, son los Comités de las Milicias, las industrias socializadas, los sindicatos obreros que administran los sectores esenciales de la economía, las patrullas de vigilancia, etc.

Así pues, en España, la historia plantea otra vez el problema, que en Italia y en Alemania se resolvió con el aplastamiento del proletariado: los obreros conservan para su clase los instrumentos que se crean en la lucha mientras los siguen usando contra el Estado burgués. Y los obreros arman a su futuro verdugo si, al no tener bastante fuerza para acabar con el enemigo, se dejan otra vez, atrapar en las redes de su dominio.

 La milicia obrera del 19 de julio es un organismo proletario. La “milicia proletaria” de la semana siguiente es un organismo capitalista apropiado a la situación del momento. Entonces, para realizar sus planes contrarrevolucionarios, la burguesía puede llamar a los centristas[4], a los socialistas, a la CNT, a la FAI, al POUM, que engañan a los obreros, haciéndoles creer que el ESTADO CAMBIA DE NATURALEZA CUANDO LOS QUE LO ADMINISTRAN CAMBIAN DE COLOR. Escondido en los pliegues de la bandera roja, el capitalismo afilo pacientemente la espada de la represión en la que colaboran, el 4 de mayo, todas las fuerzas que, el 19 de julio, habían hecho doblar el espinazo de clase del proletariado español.

Hitler es hijo de Noske y de la Constitución de Weimar; Mussolini es hijo de Giolitti y del “control de la producción”[5]; la matanza del Barcelona del 4 de mayo de 1937 es hija del Frente antifascista español, de las “socializaciones” y de las milicias” proletarias”

Y UNICAMENTE EL PROLETARIADDO RUSO DIO LA RESPUESTA, CUANDO LA CAIDA DEL ZARISMO, CON SU OCTUBRE DE 1917, PORQUE UNICAMENTE EL SUPO CONSTRUIR SU PARTIDO DE CLASE, GRACIAS AL TRABAJO DE LAS FRACCIONES DE IZQUIERDA.

¡PROLETARIOS!

A la sombra de un Gobierno de Frente Popular, Franco pudo preparar su ataque. En la vía de la conciliación, Martínez Barrios intentó, el 19 de julio, formar un ministerio único capaz de realizar el programa de conjunto del capitalismo español, ya bajo el mando de Franco, ya bajo el mando mixto de la derecha y de la izquierda fraternalmente unidas. Pero fue el levantamiento obrero de Barcelona, de Madrid, de Asturias lo que obliga al capitalismo a desdoblar su Ministerio, a separar las funciones entre el agente republicano y el agente militar ligados por la indisoluble solidaridad de clase.

Donde Franco no logró imponer su victoria inmediata, el capitalismo invita a los obreros a seguirlo para “luchar contra el fascismo”. Sangrienta emboscada que han pagado con millares de cadáveres creyendo que, bajo la dirección del gobierno republicano, podrían aplastar al hijo legítimo del capitalismo: el fascismo. Y se fueron hacia los puertos de Aragón, las montañas de Guadarrama, de Asturias, buscando la victoria de la guerra antifascista.

Una vez más, como en 1914, es con la hecatombe de proletarios como la historia subraya con sangrientas líneas la oposición irreductible entre Burguesía y Proletariado.

Los frentes militares, ¿una necesidad impuesta por las situaciones? ¡No! ¡Una necesidad para el capitalismo a fin de cercar y aplastar a los obreros!. El 4 de mayo de 1937 es la prueba aplastante de que después del 19 de julio, el proletariado tenía que haber luchado tanto contra Companys y Giral como contra Franco. Los frentes militares solo podrían cavar la tumba de los obreros ya que presentaban los frentes de la guerra del Capitalismo contra el Proletariado. La única respuesta de los proletarios españoles -siguiendo el ejemplo de sus hermanos rusos en 1917, tendría que ser la práctica del derrotismo revolucionario en ambos campos de la burguesía: el republicano, como el fascista y transformando la guerra capitalista en guerra civil en vista a la destrucción total del Estado burgués.

La fracción italiana de izquierda fue apoyada únicamente, en su trágico aislamiento, por la solidaridad de la Corriente de la Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica, la cual acaba de crear la fracción belga de la Izquierda Comunista Internacional. Estas dos corrientes fueron las únicas en dar la alarma, mientras que, por todas partes, se proclamaba la necesidad de salvaguardar las conquistas de la revolución, de vencer a Franco para después, vencer a Largo Caballero[6].

Los últimos acontecimientos de Barcelona confirman siniestramente nuestra tesis inicial y dan cuenta de que es con una crueldad igual a la de Franco como el Frente Popular, flanqueado por los anarquistas y POUM, se ha abalanzado sobre los obreros sublevados el 4 de mayo.

 Las vicisitudes de las batallas militares fueron ocasiones para el Gobierno republicano de acrecentar su poderío sobre los explotados. En ausencia de una política proletaria del derrotismo revolucionario, los éxitos como las derrotas militares del ejército republicano no han sido más que otras tantas etapas de la sangrienta derrota de clase de los obreros: en Badajoz, Irún, San Sebastián, la República del Frente Popular contribuye a la matanza concertada del proletariado, a la vez que estrecha los lazos de la Unión Sagrada, pues para ganar la guerra antifascista, se necesita un ejército disciplinado y centralizado. En cambio, la resistencia de Madrid facilita la ofensiva del Frente Popular que puede liquidar a su criado de ayer, el POUM, y así preparar el ataque del 4 de mayo. La caída de Málaga reanuda los hilos sangrientos de la Unión Sagrada, mientras que la victoria militar de Guadalajara abre el periodo que se acaba con los tiroteos de Barcelona. En esa atmósfera de borrachera guerrera puede germinar y surgir el ataque del 4 de mayo.

Paralelamente, en todos los países, la guerra de exterminación del capitalismo español alimenta la represión burguesa internacional, y los muertos fascistas y “antifascistas” de España vienen a hacer compañía a los asesinados de Moscú, a los ametrallados de Clichy; y en el altar sangriento del antifascismo es donde, también, los traidores juntan a los obreros de Bruselas alrededor del capitalismo democrático cuando las elecciones del 11 de abril de 1937.

“Armas para España”: esta fue la consigna que sonó en los oídos de los proletarios. Y estas armas dispararon contra sus hermanos de Barcelona. La Rusia soviética al cooperar al armamento de la guerra antifascista, ha colaborado también en el armazón capitalista y la reciente matanza. Respondiendo a las órdenes de Stalin -quien da muestras de su rabia anticomunista el 3 de marzo- el PSUC, toma la iniciativa de la matanza.

Una vez más, como en 1914, los obreros usan las armas para matarse unos a otros en vez de usarlas para la destrucción del régimen de opresión capitalista.

¡PROLETARIOS!

Los obreros de Barcelona han vuelto otra vez, el 4 de mayo de 1937, al camino del 19 de julio y del que el capitalismo había podido echarlos apoyándose en las fuerzas múltiples del Frente Popular. Desencadenando la huelga por todas partes, hasta en los sectores presentados como CONQUISTAS DE LA REVOLUCION, hicieron frente contra el bloque republicano-fascista del capitalismo. Y el gobierno republicano ha respondido con tanto salvajismo como Franco en Badajoz e Irún. Si el gobierno de Salamanca no aprovechó el desconcierto del Frente de Aragón para atacar, es porque presintió que su cómplice de izquierda hacía admirablemente el papel de verdugo del proletariado.

Agotado por 10 meses de guerra, de colaboración de clase, de la CNT, la FAI, el POUM, el proletariado catalán acaba de sufrir una tremenda derrota. Pero esta derrota también es una etapa de la victoria de mañana., un momento de su emancipación, porque firma la sentencia de muerte de todas las ideologías que habían permitido al capitalismo mantener su dominación, a pesar del sobresalto gigantesco del 19 de julio.

No, los proletarios caídos el 4 de Mayo no pueden ser reivindicados por ninguna de las corrientes que el 19 de Julio los sacaron de su terreno de clase para precipitarlos en el abismo del antifascismo.

Los proletarios caídos pertenecen al proletariado y solo a él. Son las membranas del cerebro de la clase obrera mundial, del partido de clase para la revolución comunista.

 Los obreros del mundo entero se inclinan ante los muertos y los reivindican contra todos los traidores, de ayer como de hoy. El proletariado del mundo entero, al saludar a Camilo Berneri[7] saluda a uno de los suyos. Su inmolación por el ideal anarquista es una denuncia más de una corriente política que se ha ido hundiendo a lo largo de los sucesos de España; ¡ha sido bajo el mando de un gobierno con participación anarquista que la policía ha vuelto a realizar sobre el cuerpo de Berneri la hazaña de Mussolini sobre el de Matteoti!

PROLETARIOS

La matanza de la de Barcelona es la señal anunciadora de represiones aún más sangrientas contra los obreros de España y del mundo entero. Pero también es la señal anunciadora de las tempestades sociales que mañana invadirán el mundo capitalista.

El capitalismo es solo diez meses ha gastado ya los recursos políticos con que contaba para destruir al proletariado, poniéndole zancadillas en su tarea para construir su partido de clase, arma de su emancipación y de la construcción de la sociedad comunista. Centrismo y anarquismo, uniéndose en el mismo plano a la Socialdemocracia, han llegado en España a término de su evolución, como le ocurrió a esta cuando en 1914, la guerra volvió cadáver a la Segunda Internacional.

En España el capitalismo ha desatado una batalla de alcance internacional, la batalla entre fascismo y antifascismo que, con la forma extrema del enfrentamiento armado, anuncia una aguda tensión en las relaciones sociales en el ruedo internacional.

Los muertos de Barcelona tienen que ayudarnos a limpiar el terreno para la construcción del partido de la clase obrera. Todas las fuerzas políticas que han llamado a los obreros a luchar por la revolución comprometiéndolos en una guerra capitalista, se han pasado al otro lado de la barricada. Ante los obreros del mundo entero, se abre el horizonte en que los muertos de Barcelona han escrito con su sangre la lección que ya escribieron con la suya los muertos de 1914-18. LA LUCHA DE LOS OBREROS ES PROLETARIA A CONDICIÓN DE DIRIGIRSE CONTRA EL CAPITALISMO Y SU ESTADO; SIRVE LOS INTERESES DEL ENEMIGO SI NO VA DIRIGIDO CONTRA EL, EN TODO INSTANTE, EN TODOS LOS DOMINIOS, EN TODOS LOS ORGANOS PROLETARIOS QUE LAS DIVERSAS SITUACIONES HACEN SURGIR.

El proletariado mundial luchará contra el capitalismo incluso cuando éste se ponga a reprimir sus criados de la víspera. Es la clase obrera y nunca su enemigo de clase quien tiene que encargarse de arreglar cuentas con quienes han expresado una fase de su evolución, un momento de su lucha por la emancipación de la esclavitud capitalista.

La batalla internacional que el capitalismo ha iniciado en España contra el proletariado abre un nuevo capítulo internacional en la vida de las fracciones de todos los países. El proletariado mundial, que tiene que seguir luchando contra los “constructores” de Internacionales artificiales, sabe que puede cimentar la internacional proletaria únicamente gracias a un cambio radical y mundial de la relación de clases que abra el camino a la Revolución comunista, y solo así. Contra los frentes de la guerra de España, la cual anuncia la aparición de tormentas revolucionarias en otros países, el proletariado mundial siente que ha llegado el momento de atar los primeros lazos internacionales de las facciones de la izquierda comunista.

¡¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES!!

Vuestra clase es invencible; es el motor de la evolución histórica: ¡los acontecimientos de España son la prueba de ello, pues es UNICAMENTE vuestra clase la que está en juego en una lucha que convulsiona el mundo entero!

 No es la derrota lo que puede desanimaros. ¡De ella sacaréis enseñanzas para la victoria de mañana!

¡Sobre vuestras bases de clase, reconstruiréis la unidad de clase por encima de las fronteras, contra las mentiras del enemigo capitalista!

 ¡En España, a las tentativas de compromiso que tienden a basar la paz en la explotación capitalista, contestad con la fraternización de los explotados de ambos ejércitos en la lucha simultánea contra el capitalismo!

¡En pie, por la lucha revolucionaria en todos los países!

¡Vivan los proletarios de Barcelona que han escrito una nueva página de sangre en el libro de la Revolución Mundial!

¡Adelante por la Constitución de una Mesa Internacional que promueva la creación de fracciones de izquierda en todos los países!

Levantemos la bandera de la revolución comunista que los verdugos, fascistas y antifascistas no podrán impedir que pase de los proletarios vencidos a sus herederos de clase. ¡Seamos dignos de nuestros hermanos caídos!

 ¡Viva la revolución comunista en el mundo entero!

LAS FRACCIONES BELGA E ITALIANA DE LA IZQUIERDA COMUNISTA INTERNACIONAL.

 

[1] En la versión española, estos artículos están publicados en nuestro libro 1936 FRANCO Y LA REPUBLICA MASACRAN A LOS TRABAJADORES concretamente en el Capítulo Primero, https://es.internationalism.org/cci/200602/495/capitulo-i-bilan-ante-los...

[2] Ver del libro anteriormente citado, el capítulo IV que critica severamente las concesiones al antifascismo de los grupos del comunismo de los consejos. https://es.internationalism.org/cci/200602/492/capitulo-iv-el-comunismo-de-los-consejos-ante-la-guerra-de-espana

[4] Centristas es el nombre que daba BILAN a los partidos comunistas. La fracción estalinista que acabó dominando los partidos comunistas convirtiéndolos en aparatos del Estado capitalista se presentaba inicialmente como el “centro” entre el comunismo de izquierdas (Oposición de Izquierdas, Izquierda Comunista) y las tendencias derechistas (Bujarin y otros).

[6] Largo Caballero: dirigente del PSOE que colaboró con la Dictadura de Primo de Rivera (1923-30) y que después llegó a ser primer ministro de la República teniendo la desfachatez de proclamarse el “Lenin Español” (¡!!). Ver la primera parte de nuestra Serie Los gobiernos de izquierda al servicio de la explotación capitalista https://es.internationalism.org/content/4521/los-gobiernos-de-izquierda-en-defensa-de-la-explotacion-capitalista-i

[7] Militante anarquista italiano que emigró a España 1936 para apoyar lo que creía una “revolución social”. Sin embargo, se distanció de la participación de la CNT en el gobierno republicano e impulsó el periódico Guerra de Clase que, aún con serias confusiones, denunciaba el encierro del proletariado en la guerra “antifascista”. En mayo de 1937 fue asesinado por agentes de la policía secreta italiana -aunque otras versiones hablan de la policía secreta estalinista. En todo caso contaron con la colaboración de Estat Catalá una organización que participaba en Esquerra Republicana de Cataluña, el partido que hoy gobierna la autonomía catalana.

 

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