La responsabilidad de la Izquierda del Capital en el ascenso del fascismo (II)

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El triunfo del nazismo facilitado por el SPD y el PC alemán

El artículo de La Haine cita un análisis de Trotski que es correcto: “La democracia burguesa se transforma legal y pacíficamente, en una dictadura fascista. El secreto es bien sencillo: la democracia burguesa y la dictadura fascista son instrumentos de una única clase, la de los explotadores. Es absolutamente imposible prevenir la sustitución de un instrumento por el otro apelando a la Constitución, al Tribunal Supremo de Leipzig, a nuevas elecciones, etc. Lo que hace falta es movilizar las fuerzas revolucionarias del proletariado. El fetichismo constitucional brinda la mejor ayuda al fascismo

Igualmente, denuncia justamente el apoyo del gran capital al ascenso nazi: “Los nazis alcanzaron el poder trabajando dentro del sistema parlamentario y buscando el favor de los grandes magnates de la industria y de los banqueros. Estos últimos proporcionaron el apoyo que les permitió crecer como partido y, en último término, asegurar su victoria electoral en septiembre de 1930. Posteriormente Hitler rememoraría (en un discurso pronunciado el 19 de octubre de 1935) lo que supuso contar con los recursos materiales necesarios para financiar a 1.000 oradores nazis con sus propios vehículos, para que pudieran celebrar unos 100.000 mítines en el trascurso de un año[1]

Sin embargo, SE QUEDA AHÍ. No habla para nada del papel determinante que jugó la Izquierda del Capital y los sindicatos en el triunfo nazi. Como en la primera parte de este artículo, vamos a restablecer la verdad de los hechos.

Socialdemocracia y sindicatos los verdugos del intento revolucionario del proletariado en Alemania

El partido socialdemócrata alemán (SPD) fue el faro de la 2ª Internacional (1889-1914), por ello su voto a los créditos de guerra en la nefasta fecha del 4 de agosto de 1914 fue un golpe a todo el movimiento obrero mundial. Selló la desbandada de la Segunda Internacional y dio un fuerte espaldarazo a la traición de la mayoría de los partidos socialistas que abandonaron el internacionalismo proletario para apoyar la unión nacional de la guerra imperialista. Los sindicatos siguieron la misma línea convirtiéndose en sargentos reclutadores de obreros y policías contra toda tentativa de huelga[2].

Sin embargo, el proletariado internacional empezó a levantarse contra la guerra desde 1915 guiado por la fracciones y corrientes que permanecieron fieles al internacionalismo (bolcheviques, espartaquistas, tribunistas etc.). Este movimiento culminó con la Revolución de octubre 1917 en Rusia la cual a su vez desató una oleada revolucionaria mundial (1917-23).

En Alemania, tras oleadas de huelga sucesivas, motines en la tropa y en la marina, el noviembre de 1918 la insurrección y la huelga masiva de obreros derribó el trono del Kaiser y forzó el fin definitivo de la guerra mundial. Este gran combate mostró, junto con la revolución de octubre 1917 en Rusia, que el proletariado mundial es la única fuerza capaz de detener la sangría asesina de la guerra imperialista.

Para enfrentar la tentativa revolucionaria que maduraba entre los obreros de Alemania, la burguesía puso al frente del gobierno al partido socialdemócrata quien, auxiliado por los sindicatos, organizó -en colaboración con el Estado mayor- los Frei Korps (Cuerpos Francos) una milicia que agrupó la basura de la sociedad: oficiales frustrados, cadetes militares, lumpenes y facinerosos. El gobierno socialdemócrata tuvo que emplearse a fondo contra las sucesivas tentativas proletarias (Berlín, Baviera, Ruhr, Bremen, Hamburgo etc.) y solamente en 1923 pudo sofocar definitivamente el ímpetu revolucionario. La represión fue brutal y en esos 5 años se cobró la barbarie de 100 mil obreros asesinados. Rosa Luxemburgo y Karl Liebchneck cayeron a manos de los verdugos socialdemócratas.

Así pues, no fue la derecha ni los nazis quien aplastó al proletariado, fue la Izquierda del Capital, personificada en el SPD, junto con los sindicatos quien se encargó de la sucia tarea de enfrentar la tentativa revolucionaria[3].

Como señala el Bulletin d’Information de la Fraction de Gauche italienne N°6 - Février 1933[4] «En este momento, el polo de concentración del capitalismo sólo podía verificarse en su ala izquierda, otro tipo de concentración habría comprometido definitivamente el destino de la burguesía porque el bloque de los trabajadores se habría sentido demasiado fuerte y habría roto por la violencia de la reacción. Lo esencial era romper por medio del terror la vanguardia del proletariado reunida en el Spartakus Bund, aplastar sin piedad el esfuerzo que esta Liga hacía para convertirse en la guía indispensable para la victoria revolucionaria. Al mismo tiempo, una gran maniobra fue hacer creer a los trabajadores que el capitalismo iba a su encuentro. La importancia histórica de la Asamblea de Weimar está representada por los asesinatos de K. Liebknecht, R. Luxemburg, Levine y el aplastamiento de los marineros revolucionarios”.

La República más democrática del mundo abre la vía al nazismo

En agosto de 1919 se proclamó en Weimar una nueva constitución que fue presentada como “la más avanzada” y “la más democrática del mundo”. Autorizaba que los votantes propusieran leyes aprobadas mediante referéndum[5], consagraba la “democracia económica” al instituir unos fantasmales “consejos de empresa” para colaborar con los capitalistas en la gestión productiva, diseñaba un Estado federal con un consejo territorial (Bundesrat), adoptó una reforma agraria…

Derrotado el proletariado, este sufrió los efectos de la hiperinflación (1923) y una escalada sin precedentes del desempleo que en 1926 alcanzó una cuarta parte de la población laboral, la miseria se hizo insoportable, pero fue embellecida por la demagogia socialdemócrata que cuanto más se vaciaban los bolsillos de los trabajadores más hablaba de derechos sociales y cogestión en la empresa. La miseria galopante, el desempleo, eran conscientemente disimulados por el capital y su Estado con el despliegue de una “libertad de opinión” y de “creación cultural”, en ese periodo “Ante la miseria, el hambre y la falta de atención sanitaria, el ocio se convirtió en un medio de evasión de masas, lo que creó una poderosa industria del ocio (Unterhaltungsindustrie) en torno a la prensa, la radio y, sobre todo, el cine, en una verdadera ola de escapismo social. Fue una época de esplendor para teatros, clubes nocturnos y cabarés[6]

El capital alemán, animado por una oleada de inversiones norteamericanas, se reorganizó en gigantescos trust que preparaban una fusión organizada con el Estado, sentando las bases del capitalismo de Estado, “Ya antes de la guerra, la organización económica en Alemania, los cárteles, los konzers, la fusión del capital financiero e industrial había alcanzado un nivel muy elevado. Pero, a partir de 1926, el movimiento se acelera, fusionándose konzerns como el de Thyssen, el de la Rheinelbe-Union, Phoenix, Rheinische Stahlwerke, para formar la Stahlwerein, la cual controlará la industria carbonífera y todos sus subproductos; la metalurgia y todo lo que con ésta se relaciona. Y sustituirán los hornos Thomas, que necesitan mineral de hierro (que Alemania ha perdido al perder Lorena y Alta Silesia) por hornos Siemens-Martin, que pueden utilizar chatarra[7]

1930-33 SPD y PC amordazan al proletariado frente al nazismo

Como señala BILAN “Un examen de la situación que va desde marzo 1923 a marzo de 1933 permite comprender que entre la Constitución de Weimar hasta Hitler se desarrolla un proceso de una continuidad total y orgánica. La derrota de los obreros ocurre tras una etapa de florecimiento de la democracia burguesa y «socializante» plasmada en la República de Weimar y que permite la reconstitución de las fuerzas capitalistas. Entonces, progresivamente, se va a ir cerrando el garrote. Pronto será Hindenburg, en 1925, quien se convertirá en defensor de esa Constitución y cuanto más y mejor reconstituye el capitalismo su armazón, tanto más se restringe la democracia o se amplía en momentos de tensión social incluso con la presencia todavía de gobiernos socialistas de coalición (H. Muller), aunque, debido tanto a centristas como a socialistas no hacen sino incrementar el sentimiento de desamparo entre los obreros, esa democracia tiende a desaparecer (gobierno de Brüning con sus decretos-ley) para acabar dejando el sitio al fascismo, el cual ya no encontrará frente a sí a la más mínima oposición obrera. Entre la democracia y su mejor producto, la república de Weimar, y el fascismo no se manifestará ninguna oposición: aquella permitirá el aplastamiento de la amenaza revolucionaria, dispersará al proletariado, enturbiará su conciencia, éste, al cabo de esa evolución, será la bota de acero capitalista que rematará la labor, realizando rígidamente la unidad de la sociedad capitalista a base de ahogar toda amenaza proletaria”.

El triunfo del nazismo es la culminación de un proceso de derrota del proletariado que opera en 3 etapas: 1ª Aplastamiento de las tentativas revolucionarias de 1918-23 perpetrado por el SPD y los sindicatos; 2ª La operación de engaño democrático, “florecimiento cultural” y “cogestión en las empresas” organizada por la República de Weimar (1923-33) y 3ª El reforzamiento autoritario del Estado “más democrático del mundo” combinada con el sabotaje de toda resistencia obrera organizada por el trío SPD – PC alemán – sindicatos.

Vamos a centrarnos en esta última cuyos jalones son 3:

La propaganda nacionalista del PC alemán. Desde 1921 este partido propagó la ideología nacionalista del “victimismo alemán”, derrotado por las potencias de Entente y traicionado por los “malos políticos” y el Kaiser. “En vez de difundir la ideología de clase, el KPD, por razones oportunistas y diplomáticas, propulsó una ideología nacionalista (la consigna de la liberación social y nacional, la teoría de que la nación alemana era oprimida por el imperialismo). El KPD creyó que por recurrir a esta maniobra podría causar confusión dentro de la pequeña burguesía del Nacional Socialismo. En realidad, solo causó confusión dentro del proletariado; este no pudo hacer nada para oponerse al ascenso del fascismo, mientras que este ascenso atrajo a las filas del Nacional Socialismo a militantes del KPD, que habían sido engañados por sus propias consignas nacionalistas” (BILAN). El PC se lanzó a una loca carrera de competencia con los nazis a ver quién defendía más a la patria alemana. Con ello no hacía otra cosa que fortalecer la propaganda nazi destruyendo la conciencia de clase proletaria. Durante muchos años “socialistas” y “comunistas” han jugado a ser más consecuentes y extremistas que la derecha o la extrema derecha en los temas de “defensa de la nación” esta vil maniobra siempre tiene el mismo resultado: DESTROZAR AL PROLETARIADO Y FORTALECER A LA DERECHA Y LA EXTREMA DERECHA. Pretender apropiarse de los temas del capital para jugar a ser más papista que el papa es una vieja táctica para servir en bandeja al capitalismo la cabeza de la clase obrera.

La trampa electoral. Las elecciones son siempre un terreno de juego donde la burguesía SIEMPRE GANA porque el voto es individual, cada obrero encerrado en la urna es concebido como “ciudadano de la democracia”, por tanto, la identidad, la conciencia y la unidad como clase son atacadas. Pero en las condiciones alemanas de 1930-33 el juego electoral que llevaron a cabo tanto el SPD como el PCA facilitó el triunfo de los nazis. El PCA calificaba al SPD de “social fascista” de tal forma que lo denunciaba más furiosamente que a los propios nazis. El SPD, por su parte, hacía de “bueno” y “ofrecía colaboración para cerrar el paso al fascismo”. Con este juego del gato y el ratón, los obreros ATOMIZADOS COMO INDIVIDUOS se vieron divididos y enfrentados y muchos de ellos asqueados y desmoralizados acabaron votando a los nazis.

El Frente único obrero. “En las fábricas, en los tajos, los nazis creaban sus células de fábrica, no hacían ascos al empleo de huelgas reivindicativas, convencidos como estaban de que, gracias a los socialistas y a los centristas, esas huelgas nunca irían más allá de lo previsto; y fue en el momento en que el proletariado se declaraba vencido, en noviembre de 1932, antes de las elecciones convocadas por Von Pappen que acababa de disolver el gobierno socialista de Prusia, cuando estalló la huelga de transportes públicos en Berlín, dirigida por fascistas y comunistas. Esta huelga destrozó al proletariado berlinés, pues los comunistas aparecieron ya incapaces de expulsar de ella a los fascistas, de ampliarla y de hacer que sirviera de señal para una lucha revolucionaria. La disgregación del proletariado alemán vino acompañada, por un lado, de un desarrollo del fascismo que volvió las armas de los obreros contra los obreros mismos y, por otro lado, de medidas de orden económico, de ayuda creciente al capitalismo (recordemos a este respecto que fue Von Papen quien adoptó las medidas de subvención a las empresas que emplearan parados con derecho a disminuir los salarios)” (BILAN). El PC alemán agitó la demagogia de la “unidad por la base” con los obreros “afiliados al sindicato nazi”. El resultado fue el reforzamiento de los sindicatos fascistas que gozaron de un aura de “combatividad” y “defensa del interés obrero” gracias a la “unidad” que proponían sin descanso los “comunistas”.

El triunfo de Hitler

El partido nazi nació en los bajos fondos del Estado capitalista. Una parte de sus dirigentes procedía de los Cuerpos Francos, las milicias que aplastaron las tentativas revolucionarias obreras de 1918-23. Desde su fundación en 1919-20 tuvo como ejes la propaganda contra el Tratado de Versalles[8], el nacionalismo más furibundo, el antisemitismo y la ideología anticapitalista.

Gradualmente fue ganando ascendiente en la pequeña burguesía e incluso en sectores obreros gracias a su demagogia anticapitalista: el anticapitalismo pese a su presentación radical no pone en cuestión el capitalismo, sino que lo refuerza pues o bien pretende una vuelta atrás nacionalista a un pasado imposible de reconstruir, o bien, se polariza sobre símbolos o epifenómenos del capitalismo (la corrupción, los monopolios, los ricos) o sobre sectores concretos presentados racialmente (el antisemitismo). El nazismo “vino a dar un desahogo a la desesperación de las masas pequeñoburguesas por medio de una fraseología radical y revolucionaria, aun yendo tan lejos como para defender ciertas formas de expropiación (bancos, judíos, grandes empresas, etc.); sus lazos con el capital se expresaron en su propaganda en pro de la colaboración de clases, por la organización corporativa contra la lucha de clases y el marxismo[9]

Pero su aportación más importante al Capital Alemán fue la sanguinaria política de terrorismo contra los medios obreros ejercida desde 1925 y prólogo de Terror estatal de la dictadura nazi de 1933-45. A partir de 1925 la máquina de las Camisas Pardas (las milicias nazis) se pone en marcha con constantes expediciones de castigo en los barrios obreros de Berlín, Múnich y otras ciudades. Es un método de terror inspirado en los procedimientos que Mussolini había empleado con éxito desde 1921 contra el proletariado italiano. El objetivo era inspirar el terror en un proletariado ya muy debilitado por el efecto combinado de la derrota de la tentativa revolucionaria de 1918-23, la anestesia desmovilizadora de la República de Weimar y la acción de la izquierda del capital y los sindicatos. El terror de las milicias nazis entre 1925-33 tomará una naturaleza sistemática, organizada y planificada con minuciosidad, con dirigentes como Goebbels, todo ello contando con la complicidad y benevolencia del Estado democrático que nunca hará nada por detenerlo más allá de alguna medida simbólica[10]. El Terror del Estado nazi (1933-45) nació en la democracia y fue preparado, ensayado, sistematizado, por la acción de las camisas pardas bajo la cobertura de la República de Weimar

Beneficiado por esta hoja de servicios, a partir de 1930 el partido nazi se convierte en la fuerza electoral dominante en el aparato político alemán. Los cimientos de esta preponderancia son 3:

  1. Es el partido que asume de la forma más decidida -largamente probada por el terror callejero de 1925 a 1933- la transformación de la derrota del proletariado lograda desde 1923 en su sometimiento a un sistema de terror, sumisión brutal a la explotación y movilización para la guerra.
  2. En segundo lugar, es el partido más determinado en la implantación de medidas de capitalismo de Estado: nacionalizaciones y expropiaciones de sectores estratégicos de la economía en combinación con un capital privado altamente concentrado y organizado en trust como antes hemos explicado. Y todo ello, logra envolverlo con una demagogia “socialista” y “anticapitalista”: el capitalismo de Estado será implantado por el nazismo en nombre de la “economía popular alemana” y de la “lucha contra el capital internacional, predominantemente judío”[11]
  3. Es el partido que propugna sin cortapisas la “revancha del capital alemán” frente a la derrota en la carnicería imperialista de la Primera Guerra Mundial. Vengar el Tratado de Versalles e imponer “un nuevo orden mundial” en beneficio del capital germánico es la divisa de los nazis en el marco de la respuesta en la que todos los capitales nacionales se embarcan como “salida” a la gran crisis del 29: la Segunda Guerra Mundial que acabará estallando en 1939.

Como concluye Bilan “En Alemania, el fascismo se ha edificado en el doble cimiento de las derrotas proletarias y de las necesidades imperiosas de una economía acorralada por una crisis económica muy profunda. El fascismo canaliza todas las contradicciones que ponen en peligro al capitalismo, dirigiéndolas hacia la consolidación de éste. Contiene los deseos de tranquilidad del pequeño burgués, la desesperación del desempleado hambriento, el odio ciego del obrero desorientado y sobre todo la voluntad capitalista de eliminar todo factor perturbador de una economía militarizada, de reducir al máximo los gastos de mantenimiento de un ejército de desempleados permanentes”.

Smolny 24-3-21

 

[2] No es objeto de este artículo explicar las causas de la traición de los partidos socialistas. En el artículo El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana ofrecemos un análisis, ver https://es.internationalism.org/revista-internacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicion-de-la-socialdemocracia-alemana

[3] Para un conocimiento detallado de la experiencia revolucionaria en Alemania 1918-23 y ver el papel de perro rabioso del capital (así se calificaba a sí mismo el dirigente socialdemócrata Ebert) del SPD y los sindicatos se puede acceder a Lista de artículos sobre la tentativa revolucionaria en Alemania https://es.internationalism.org/content/4373/lista-de-articulos-sobre-la-tentativa-revolucionaria-en-alemania-1918-23

[4] Predecesor de BILAN. Traducido del francés por nosotros.

[5] Son el precedente de las “Iniciativas legislativas populares” que DRY y otros engañabobos agitaron en el movimiento de indignados en España. Ver Movimiento ciudadano ¡Democracia Real Ya!: dictadura del Estado contra las asambleas masivas https://es.internationalism.org/cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb

[7] Documento – El aplastamiento del proletariado alemán y la ascensión del fascismo https://es.internationalism.org/revista-internacional/199301/3150/documento-el-aplastamiento-del-proletariado-aleman-y-la-ascension- . Este documento lo citaremos a continuación refiriéndonos a su nombre: la revista BILAN, publicación entre 1933-38 de la Izquierda Comunista de Italia.

[8] Firmado en 1919 impuso unas brutales reparaciones al capital alemán, el gran perdedor de la guerra mundial.

[10] Un dato entre muchos. Cuando Hitler fue juzgado y condenado por la fallida intentona golpista de Múnich (1923) se le condenó a 5 años que comenzó en la prisión de Landsberg (marzo de 1924) donde “recibió un tratamiento privilegiado por parte de los guardias: tenía una habitación con vistas al río, llevaba corbata, le permitían recibir visitas y correo de sus admiradores, además de contar con los servicios de un secretario privado”, 8 meses más tarde fue indultado (Ascenso de Adolf Hitler al poder - Wikipedia, la enciclopedia libre).

[11] Como dice nuestro artículo antes citado ““La inconsistencia del contenido ideológico de la demagogia Nazi se muestra claramente en su propaganda racista. El descontento de las masas fue orientado contra el tratado de Versalles, válvula de escape del capitalismo, y contra los judíos, los cuales eran vistos como los representantes del capital internacional y promotores de la lucha de clases. Este enredo de estupideces incoherentes solo pudo sentar raíces en las mentes de la pequeña burguesía, cuyo rol secundario en la economía la hace incapaz de entender en lo más mínimo los hechos económicos y acontecimientos históricos dentro de los cuales ha sido lanzada”

 

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