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CCI Online 2005

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Huelga espontánea de los trabajadores de SEAT: PARA PODER DESARROLLAR LA LUCHA HAY QUE ENFRENTAR EL SABOTAJE SINDICAL

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El 23 de diciembre, los obreros de SEAT tanto del turno de la mañana como del turno de la tarde han parado espontáneamente en solidaridad con 660 compañeros a quienes ese mismo día la empresa les entregaba la carta de despido.

Ha sido el principio de una respuesta a un criminal atentado contra sus condiciones de vida. Un atentado perpetrado con total premeditación y alevosía por parte del Triángulo Infernal formado por Patronal, Generalitat y Sindicatos. Un atentado que va más allá de los 660 despidos, pues a estos se suman los despidos disciplinarios de los trabajadores que participaron en las acciones de principios de Diciembre, así como los despidos encubiertos de 296 bajas “voluntarias”, los planes de intensificación de la explotación aumentando la producción, cobrándoles a los trabajadores su “deuda de horas”,… En definitiva, un ataque brutal que abre la puerta a nuevos ataques. No en vano el presidente de la compañía ha anunciado con descaro y provocativamente que « las medidas contempladas en el acuerdo no absorben todo el excedente de personal».

Los compañeros de SEAT y todos los trabajadores NECESITAMOS LUCHAR pero para poder luchar con fuerza hemos de sacar lecciones lo más rápidamente posible de la estrategia de manipulación y desmovilización que PATRONAL, GOBERNANTES y SINDICATOS han perpetrado contra los trabajadores.

Una estrategia calculada para la desmovilización de los trabajadores

Desde que a mediados de Agosto la empresa anunciara la “necesidad” de llevar a cabo una reducción de plantilla, “canjeable” eso sí por una reducción salarial del 10%, los empresarios, así como quienes se dicen nuestros “representantes”, o sea los Sindicatos y el Gobierno de “izquierdas” de la Generalitat, se han repartido los papeles para impedir que una verdadera lucha obrera pudiera impedir su aplicación.

Durante más de dos meses, desde Agosto hasta principios de Noviembre, los representantes sindicales se dedicaron a tratar de anestesiar la inquietud que cundía en los trabajadores ante la amenaza de los despidos, al indicar que estos no estarían justificados, puesto que “la empresa tenía beneficios”, la crisis de SEAT sería “coyuntural” o debida a una “mala política comercial”. Con semejantes falsedades - que denunciamos en nuestra hoja «SEAT: Salvar la empresa significa despidos y contratos basura. La respuesta es la lucha obrera»- hacían bajar la guardia de los trabajadores, haciéndoles creer que se trataba de una bravata de una insaciable Patronal, a la que los estudios económicos de los sindicatos o las presiones del Gobierno “progresista” y de “izquierdas” de la Generalitat acabarían por pararle los pies. La propia Patronal contribuyó a hacer efectivo este engaño, jugando al escondite durante semanas hasta que el 7 de Noviembre anunció el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) para 1346 trabajadores.

Ese día los Sindicatos tenían previsto un paro parcial, que los trabajadores desbordan a través de manifestaciones que en la Zona Franca y en Martorell, cortan las carreteras. Ante tal situación la Plataforma Unitaria (donde participan UGT, CCOO y la CGT) convocan un paro de un día para el 10 de Noviembre, y una manifestación para “exigir” a la Generalitat que «se implique en el conflicto a favor de los trabajadores»(¿?). Los 3 sindicatos quieren con esta “acción” «que confiemos nuestra suerte a quienes son nuestros verdugos, a los maestros de las buenas palabras y la puñalada trapera. El Estado no es el representante del pueblo sino el defensor incondicional de los intereses del capital nacional. Todas las autoridades –desde el presidente del gobierno hasta el último alcalde- están ahí para velar por su defensa», como denunciamos en la hoja antes citada.

Tras esta patochada, los 3 sindicatos dieron largas al asunto y no volvieron a convocar nada ¡hasta el uno de diciembre!, es decir, 3 semanas en las que los trabajadores fueron mantenidos en la pasividad y a la expectativa, mareados por interminables “negociaciones” y después con la “mediación” del Señor Rañé, conseller de Trabajo. Una táctica en la que, como denunciamos en la hoja, « entre “presión” y “petición”, los obreros somos paseados y engañados».

La Plataforma Unitaria de los 3 sindicatos se comprometió a “volver a la carga” tras la semana del “puente” (del 5 al 10 de Diciembre). ¡Pero se trató de una mentira más! Aduciendo los límites legales que imponía el ERE, las presiones de la Generalitat que amenazaba con un laudo,… “olvidaron” las movilizaciones y el 15 de diciembre, CCOO y UGT (CGT se había descolgado el 13) firmaron los 660 despidos.

Pero lo peor estaba por venir: durante una semana entera mantuvieron el silencio sobre quienes serían las víctimas, dejando para el último día antes de vacaciones el “gordo” de las cartas de despidos que, en el colmo del cinismo y la humillación, trataban a los afectados de poco menos que “vagos y maleantes”. Ha sido una maniobra vil y cobarde que los pone en evidencia (¿no decían que habían firmado el “mejor acuerdo posible”?) pero también demuestra que NOS TEMEN pues sí se hubieran sentido seguros los habrían anunciado enseguida y no habrían multiplicado los vigilantes privados que custodiaban fuertemente las sedes de UGT y CCOO.

CGT se presenta como el “sindicato bueno” que está junto a los trabajadores. Es cierto que 145 de sus afiliados están entre los despedidos. Pero el sufrimiento de estos compañeros y la solidaridad con ellos, no puede tapar que no ha sido una alternativa a CCOO-UGT y, por el contrario, les ha ido a la zaga. ¿Por qué participó de la farsa de “negociación” y “lucha” de la Plataforma Unitaria de la que sólo se descolgó en la tardía fecha del 13 de diciembre? ¿Porqué cuando CCOO y UGT firmaron, la única “movilización” que convocó fue una concentración fuera de la factoría, de la que muy pocos trabajadores se enteraron, y a la que solo acudieron 200 personas? ¿Porqué la mañana del 23 ante los paros espontáneos « la CGT decidió limitar la protesta a unas horas» (Recopilación de Kaosenlared, 24-12-05) cuando era el momento de poner toda la carne en el asador y había fuerzas como se demostró con el turno de tarde que reunido en asamblea decidió parar toda la jornada? ¿Por qué toda su alternativa se reduce a “revisar caso por caso cada uno de los despidos y si es preciso recurrir ante los tribunales”?.

La lucha tiene que ser llevada por la ASAMBLEA DE TRABAJADORES

Hasta el 23, los trabajadores han sido víctimas de una DESMOVILIZACION, de una ESTRATEGIA PARA IMPEDIR SU RESPUESTA. Los Sindicatos no nos la juegan únicamente cuando firman los despidos, nos la juegan previamente cuando organizan sus “Planes de Lucha”. Su acción contra los obreros se concreta en 3 facetas íntimamente relacionadas:

  • sus pactos y acuerdos con la Patronal y el Gobierno

  • sus planes de “lucha” que son en realidad estrategias contra la lucha

  • su defensa incondicional del Interés de la Empresa y de la Economía Nacional que pretenden hacer coincidir con el de los trabajadores cuando en realidad son DIAMETRALMENTE.

Por eso la principal lección de la lucha de SEAT que empieza a ser sacada en la práctica por los obreros mismos con LOs paros espontáneos y las asambleas del 23 es que NO SE PUEDE CONFIAR LA LUCHA A LOS SINDICATOS.

El 23, los despedidos en lugar de marcharse a casa a rumiar en soledad la angustiosa perspectiva que supone el desempleo se han dirigido hacia sus compañeros y estos, en lugar del dejarse llevar por el falso alivio del “a mí no me ha tocado” o por la respuesta individualista de que “cada uno se las apañe como pueda”, han manifestado la solidaridad de la LUCHA. Ese terreno de la solidaridad, de la respuesta común de despedidos y de los que aún conservan el puesto de trabajo, de parados y activos, de precarios y fijos,… es la base de una respuesta efectiva a los inhumanos planes de los capitalistas

El año 2006 empieza con el drama de los 660 despidos de SEAT pero ¿alguien se cree que esos despidos serán los últimos? Todos sabemos que no. Que la puñalada de los despidos, que el crimen de los accidentes laborales, que la angustia de no poder pagar una vivienda digna, que las amenazas a las pensiones, que la “reforma” laboral que cocinan el trío infernal Gobierno – Patronal – Sindicatos, van a ser la fuente de nuevos sufrimientos. Que en el sector del automóvil, que en todos los países, van a continuar los ataques a las condiciones de vida obreras, que los males de la guerra, el hambre, la barbarie, que acompañan al capitalismo, como la guadaña acompaña a la muerte, van a continuar.

Por eso, hay que lanzarse a la lucha. Pero para que la lucha sea eficaz y sea fuerte es necesario que se desarrolle LA SOLIDARIDAD DE CLASE y esté ORGANIZADA Y CONTROLADA POR LOS OBREROS MISMOS.

Solidaridad de clase

El problema de SEAT no se reduce a los 660 despedidos es un problema de TODA LA PLANTILLA. Pero el problema no es solo de los obreros de SEAT sino de TODOS LOS TRABAJADORES, tanto funcionarios con “puesto asegurado” (¿hasta cuando?) como de la empresa privada, tanto sin papeles como con papeles, tanto de empresas con beneficios como de empresas con pérdidas. ¡Todos estamos o estaremos en la misma situación que los compañeros de SEAT!

Nuestra fuerza es la SOLIDARIDAD DE CLASE, luchar unidos. Una lucha limitada a SEAT y encerrada en SEAT sería una lucha perdida.

¿Pero en qué consiste la solidaridad? ¿Consiste en boicotear la compra de coches de la marca (¿es que acaso las otras marcas no despiden?)? ¿Consiste en acampadas a las puertas de la fábrica por parte de los despedidos? ¿Consiste en “declaraciones” de “apoyo” del “sector crítico” de CCOO o de EUA –que apoya indirectamente el Tripartito, partícipe de la canallada de SEAT? ¿Consiste en “actos ciudadanos” en barrios?

Esa “solidaridad” es tan falsa como falsos han sido los “planes de lucha” de la Plataforma Unitaria de SEAT ¡La única solidaridad efectiva es UNIRSE A LA LUCHA! Fundirse obreros de los diferentes sectores, de los diferentes barrios, en una MISMA LUCHA rompiendo esas barreras que tanto nos debilitan: la empresa, el sector, la nacionalidad, la raza, mediante la fuerza directa de delegaciones, asambleas y manifestaciones conjuntas.

Asambleas soberanas

La experiencia de SEAT es clara: ya sabemos lo que pasa cuando dejamos que sindicatos, comités de empresa o “plataformas unitarias” jueguen con nuestros destinos. La dirección de la lucha debe estar de principio a fin en las manos de los propios trabajadores. Son ellos quienes deben calibrar la fuerza con la que cuentan, las reivindicaciones a plantear, las posibilidades de extender la lucha. Su respuesta no puede ser marcada por las provocaciones de la empresa o por los “planes de lucha” de sus cómplices sindicales, sino por la decisión colectiva de los trabajadores organizados en Asambleas y Comités Elegidos y Revocables. Las negociaciones con la Patronal o con los Gobiernos han de hacerse a la vista de todos, como sucedió en Vitoria en 1976 en España o en Polonia en 1980. Han de ser las propias Asambleas las que asuman la búsqueda de la solidaridad, organizando delegaciones y manifestaciones.

Los tiempos de la resignación, la pasividad y la desorientación deben acabar. El margen de maniobra que durante años esa situación le proporcionó al Capital empieza a menguar. Es la hora de la lucha. La voz de la clase obrera debe hacerse oír cada vez con más fuerza.

Corriente Comunista Internacional 27-12-05

Situación nacional: 

  • España [1]
  • Lucha de clases [2]

"Dirigentes mundiales", "terroristas internacionales": ¡Todos ellos son responsables de la masacre de los trabajadores!

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“Dirigentes mundiales”, “Terroristas internacionales”: ¡Todos ellos son responsables de la masacre de los trabajadores!


¿Quiénes han sido las primeras víctimas de los atentados en el centro de Londres el 7 de Julio de 2005? Al igual que sucediera en Nueva York en 2001 o en Madrid en 2004, las bombas se han dirigido intencionadamente contra obreros que se apretujan en el metro o en autobuses para ir al trabajo. Al Queda al reivindicar la autoría de esta matanza en masa dice que ha querido vengar “las masacres que el ejército británico ha perpetrado en Irak”. Pero la clase obrera de Gran Bretaña no tiene ninguna culpa de la inmensa carnicería que está sufriendo la población de Irak. Los responsables son en realidad las clases dominantes de Gran Bretaña y EEUU, sin olvidarnos de los terroristas de la llamada “Resistencia” que prodigan igualmente los asesinatos de trabajadores y de civiles indefensos en Bagdad y otras ciudades. Y mientras, los arquitectos de la guerra de Irak, los Bush y Blair, siguen estando sanos y salvos. Peor aún, ya que las atrocidades cometidas por los terroristas les ponen en bandeja la excusa para lanzarse a nuevas aventuras belicistas, como demostraron en Afganistán e Irak aprovechando los atentados del 11 de Septiembre.


Todo esto forma parte de la lógica de la guerra imperialista: guerras llevadas a cabo en interés de la clase capitalista, guerras por el dominio del mundo. La gran mayoría de las víctimas de esas guerras son los trabajadores, los oprimidos, los esclavos asalariados del capital. La lógica de la guerra imperialista exacerba los odios nacionales y raciales y hace de la población de tal país o región el “enemigo” a quien vejar, atacar o destruir. Esa lógica enfrenta a unos obreros contra otros y les impide defender sus intereses comunes. Y lo que aún es más terrible: apela a esos mismos trabajadores a que se alineen tras “su” bandera nacional, tras “su” Estado nacional, para marchar entusiastas a la guerra en defensa de unos intereses que no son los suyos, sino los de quienes les explotan.


En su declaración a propósito de los atentados de Londres, tras la reunión de la Cumbre de ricos y poderosos del G-8, Blair ha señalado que: “es importante que quienes practican el terrorismo sepan que nuestra determinación para defender nuestros valores y nuestra forma de vida es mayor que su determinación para sembrar la muerte y la destrucción entre la población inocente”.


Lo cierto es que los valores de Blair son exactamente los mismos que los de Bin Laden. Tanto uno como otro no tienen el menor reparo en sembrar la muerte y la destrucción entre la población inocente con tal de salvaguardar sus sórdidos intereses. Lo que les diferencia es que Blair es un gran gángster imperialista mientras que Bin Laden es más modesto. Debemos rechazar totalmente todos aquellos que nos llaman a tomar partido por uno u otro.


Todas las declaraciones con las que los “líderes mundiales” han expresado su solidaridad con las víctimas de los atentados de Londres son, pura y simplemente, hipocresía. El sistema social que ellos dirigen causó en el siglo pasado el exterminio de decenas de millones de seres humanos en dos terroríficas guerras mundiales y en innumerables conflictos desde Corea al Golfo, de Vietnam a Palestina. Son los dirigentes de un sistema que – en contra de la criminal ilusión que tratan de inculcarnos los Geldof, el cantante Bono, y compañía –, por su propia naturaleza no puede hacer realidad eso del “make poverty history”, hacer de la pobreza una reliquia histórica; sino que más bien condena a centenares de millones de personas a una creciente miseria, del mismo modo que envenena cada día más el planeta para obtener el sacrosanto beneficio. La solidaridad que proclaman los “líderes mundiales” es una falsa solidaridad pues es la unidad nacional entre las clases que les permitirá desencadenar nuevas guerras en el futuro.


La única solidaridad verdadera es la solidaridad internacional de la clase obrera basada en los intereses comunes de los explotados de todos los países. Una solidaridad que supera todas las divisiones raciales y religiosas, y que constituye la única fuerza capaz de oponerse a la lógica capitalista del militarismo y la guerra.


La historia ha demostrado la fuerza que supone esta solidaridad: en 1917-18 fueron los motines y las revoluciones en Rusia y Alemania las que pusieron fin a la carnicería de la 1ª Guerra Mundial. Pero también demuestra la historia el terrible precio que tuvo que pagar el proletariado cuando, en cambio, esta solidaridad de clase se vio reemplazada por el odio nacional y la lealtad a la clase dominante: el holocausto de la 2ª Guerra Mundial. Hoy el capitalismo expande nuevamente la guerra por todo el orbe. Para impedir ser engullidos por el caos y la destrucción debemos rechazar los llamamientos patrióticos de nuestros dirigentes, luchar en defensa de nuestros intereses como trabajadores, y unirnos contra esta sociedad moribunda que no puede ofrecernos más perspectiva que horror y muerte a una escala cada vez mayor.


Corriente Comunista Internacional, 7 de Julio de 2005.

Geografía: 

  • Gran Bretaña [3]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [4]
  • Terrorismo [5]

A propósito de la carta de un lector: ¿En qué consiste la lucha de clase del proletariado?

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Un lector que mantiene una discusión con nosotros y que ha participado en reuniones públicas y otras actividades nos envía una carta donde muestra sus divergencias. Aunque se manifiestan sobre diferentes cuestiones, su centro de gravedad es la cuestión ¿en qué consiste la lucha de clases del proletariado?. Para el lector acciones de violencia realizadas por minorías, revueltas sociales, saqueos o incluso los actos de guerrilla y sabotaje que grupos de la resistencia iraquí ejecutan contra el ejército americano, formarían parte de la lucha de clases del proletariado. En la primera parte se publica íntegra la carta del lector. En la segunda parte, desarrollamos nuestra respuesta. Ni que decir tiene, que todos los lectores están invitados a participar enviando sus comentarios y sus contribuciones más o menos desarrolladas.

1ª parte: CARTA DEL LECTOR

Estimados compañeros:

Prosiguiendo con la discusión sobre la cuestión de la violencia revolucionaria y del terror rojo. Tuvimos amplias coincidencias sobre el carácter masivo y liberador de la violencia del proletariado, única clase que al abolirse a sí misma libera a la humanidad de la explotación, cuya fuerza reside en su toma de conciencia y su autoorganización autónoma dando una perspectiva a toda la humanidad, no pudiendo desarrollar relaciones de coerción sobre sí mismos y sobre otras clases no explotadoras sin degenerar en la creación de un poder burocrático con un aparato terrorista autónomo.

Pero también en la práctica los consejos obreros habrán de confrontar los problemas de la insurrección y de la resistencia armada de la burguesía, la guerra civil y la extensión internacional de la revolución poniendo en el orden del día la necesidad del terror rojo. Y no sólo durante y después de la insurrección si no ya antes. La constitución del proletariado en clase es un proceso (y la insurrección es indudablemente una fase en tal proceso), por lo que en éste proceso los proletarios deben pasar por acciones y objetivos parciales antes de la insurrección. En la práctica real la guerra de clases se caracteriza por la acción de grupos minoritarios de vanguardia en lucha contra el terror del capital y no por la acción de la clase en su conjunto. La vanguardia comunista a partir de un determinado nivel de enfrentamiento habrá de segregar un aparato clandestino específico, unos núcleos armados como lo tenían los bolcheviques, el KAPD (con Max Hölz, etc.), u a otro determinado nivel lo fue la FAI hasta julio de 1936.

Es más la guerra de clases genera y generará espoleada por la crisis histórica del capitalismo (como vemos en la Argentina, la Cabilia, en Irak...) la necesidad de contraponer al mundo de la mercancía y de la propiedad privada las propias necesidades del proletariado confrontando a la propiedad privada y a los aparatos estatales que la protegen. La denuncia de estos movimientos porque no se expresan con un programa comunista o de las acciones contra la propiedad y el estado como revueltas estériles y sin perspectiva, campo de batalla entre fracciones burguesas y manifestaciones de terrorismo, sólo conduce a posiciones indiferentistas y derrotistas y de complicidad con la represión. Ninguna revolución proletaria aparece “pura”, con un programa comunista claro, sin ideologías nacionalistas o burguesas, sin encuadramientos con la izquierda del capital, sin la presencia de lumpenes, ni de saqueadores ni destrucciones ni acciones de terror de minorías. La denuncia socialpacifista de esos movimientos porque no se ajustan a los parámetros de un movimiento ordenado y colectivo, resultado de las luchas preferiblemente reivindicativas del proletariado de los centros capitalistas a lo que lleva es a negar el movimiento real de afirmación del proletariado y a renunciar a actuar como vanguardia real. Se imponen la conclusión a la que llegó Plekhanov en la revolución de 1905: «No había que haber empuñado las armas». Por lo que la supuesta vanguardia se recluye en una torre de marfil siendo incapaz de ver los movimientos proletarios reales caracterizándolos de revueltas interclasistas estériles y sin futuro.

Ningún movimiento proletario ni tan sólo la revolución rusa han estado libres de ideologías burguesas ni de acciones de terror ni de destrucciones. Sino hay el ejemplo de la revolución rusa de 1905, comenzada en enero de 1905 implorando al zar reivindicaciones democráticas bajo la dirección de un provocador policial. O también habría que denunciar la revolución de 1917 por acciones que mancillarían la “pureza” de la clase obrera como la toma de rehenes entre la burguesía y otra serie de actos “indignos” propios de la descomposición capitalista en vez de esperar a la fraternización con la Guardia Blanca. ¿O es que se es tan ingenuo para pensar que el proletariado no va a recibir en herencia de la burguesía más que ruinas?

La CCI se escuda en pretextos “humanistas” para no llamar a la acción directa ni a su centralización y su sistematización. Así lo preferible sería una lucha perfectamente ordenada y colectiva, con programas claros y garantías de victoria. Esquema que lleva a la desconfianza hacia las acciones de vanguardia de la lucha proletaria, acusadas de conducir a derrotas parciales momentáneas, de favorecer las provocaciones y los ataques de la burguesía. Se rechaza organizar acciones de vanguardia. De lo que se trata de organizar un movimiento de educación por la propaganda, de construir un movimiento reivindicativo estructurado dentro del marco legal, con métodos pacíficos de progresión dentro del movimiento obrero y susceptible de conquistar las conciencias por la convicción ideológica.

Oponerse a la violencia de las minorías proletarias en nombre del antiterrorismo, de una mítica “violencia de la clase en su conjunto” es hacerse cómplice con la represión del Estado burgués. Observar el desarrollo de la lucha de clases y la agudización de la crisis capitalista limitándose a constatar las confrontaciones interburguesas y la ausencia de consignas programáticas comunistas en las luchas reales que desarrolla la clase obrera sin considerar que las luchas del proletariado lo son por su contenido y no por su “pureza” programática es complacerse en jugar un papel de teóricos elitistas, espectadores pasivos ante la lucha de clases, es la miseria de la teoría que no va acompañada de los actos de la crítica. Se sobre valoran las luchas economicistas en defensa del estado del bienestar en los países centrales, que como mucho dan lugar  a formas de sindicalismo de base y que se mueven al nivel del valor de cambio del proletariado como capital variable fuera de los periodos revolucionarios. Y en cambio se niega el carácter proletario a movimientos donde se confronta directamente al Estado burgués, imponiendo la violencia de clase, el derrotismo revolucionario y sus propios órganos autónomos y el rechazo a las elecciones y el ataque simultáneo a todas las fracciones burguesas: gobierno, islamistas y nacionalistas como se hace en la Cabilia. Respecto a los acontecimientos argentinos la prueba de que no todo el movimiento piquetero está encuadrado por el Polo Obrero y la CTA y los planes de trabajo es que la burguesía envíe a Toni Negri y a los partidarios del subcomandante Marcos a difundir la ideología gestionista y de la no toma del poder entre las fracciones más radicales de los piqueteros: el MTD, del que el NCI no habla por cierto. En oriente Medio en donde la CCI no ve proletariado por ningún lado, negando que el capitalismo sea el único modo de producción a nivel mundial y que haya engendrado a sus sepultureros también en la región. Allí existe una afirmación proletaria real que se confronta con la fracción más agresiva de la burguesía mundial, tanto en Irak contra el ejército norteamericano y el israelí en Palestina, contando éstos con la solidaridad de las otras fracciones burguesas rivales recubiertas bajo la bandera del pacifismo y del humanitarismo. La guerra tiene por función primordial el aniquilamiento del proletariado a nivel físico e ideológico con la polarización entre las fracciones democráticas, nacionalistas e islamistas.

Las carencias evidentes de estas luchas a nivel de conciencia y de perspectiva internacional sólo podrá ser superada por la acción de las minorías revolucionarias que centralicen (y quizás desde el Centro) su acción internacional permitiendo dar a estas luchas una perspectiva, unificando las luchas del Primer y del Tercer Mundo.

Compartiendo con vosotros las posiciones fundamentales de la izquierda comunista y estando abierto a la discusión y a la colaboración con la CCI no por eso voy a dejar de rechazar los ataques sectarios que hacéis a UHP y de solidarizarme con sus posiciones políticas. También comparto los análisis sobre Argentina. Y tampoco estoy dispuesto a daros un cheque en blanco a vuestra forma de solventar las divergencias políticas o las rupturas orgánicas con la CCI, en que quien sale de la CCI se convierte en “parásito” que tiene que ser fulminado y aplastado. Es la táctica de quien no está conmigo está contra mí. No niego la existencia de auténticos aventureros políticos destructores como la FICCI. Pero no puedo abonar ataques sectarios  a quien mantiene diferencias políticas con vosotros.

En fin deseando seguir la discusión, un cordial saludo

2ª parte: NUESTRA RESPUESTA

Hemos mantenido con este compañero discusiones sobre diferentes temas, entre otros ¿cuál es la naturaleza de la violencia revolucionaria de la clase obrera?; pero esta vez lo que nos plantea no concierne exclusivamente a la continuación de esa discusión[1]. Plantea otros temas entre los que destaca la tesis siguiente: «La guerra de clases genera y generará espoleada por la crisis histórica del capitalismo (como vemos en la Argentina, la Cabilia, en Irak...) la necesidad de contraponer al mundo de la mercancía y de la propiedad privada las propias necesidades del proletariado confrontando a la propiedad privada y a los aparatos estatales que la protegen. La denuncia de estos movimientos porque no se expresen con un programa comunista o de las acciones contra la propiedad y el estado como revueltas estériles y sin perspectivas, campo de batalla entre fracciones de la burguesía y manifestaciones del terrorismo, solo conduce a posiciones indiferentistas y derrotistas y de complicidad con la represión».

Esta tesis es más o menos similar a las defendidas por UHP-Arde, que hemos criticado en Acción Proletaria nº 178 y 180, cosa que nuestro lector no oculta, puesto que «se solidariza con sus posiciones políticas». Sin embargo, pese a que la carta contiene descalificaciones gratuitas de la CCI (nos tacha de “social-pacifistas”, “humanistas”, “vanguardia encerrada en una torre de marfil” para acabar con la acusación grave –que no demuestra en ningún momento- de que “calificaríamos de parásitos a todos los que rompen con nosotros”[2]) plantea no obstante una confrontación de posiciones que puede permitir una clarificación.

Queremos discutir con el compañero –y, por ende, con todos aquellos que comparten sus ideas de fondo- pese a que su carta se limita a enunciar sus críticas y a afirmar sus planteamientos sin exponer en ningún momento las argumentaciones que avalan lo uno y lo otro.

El ataque a la propiedad privada y a la mercancía

El compañero afirma « la necesidad de contraponer al mundo de la mercancía y de la propiedad privada las propias necesidades del proletariado confrontando a la propiedad privada y a los aparatos estatales que la protegen». Pero ¿qué quiere decir exactamente?. La fórmula es muy ambigua pues habla de la mercancía y de la propiedad privada vistas en general sin precisar a lo que se refiere.

Estos “matices” tienen mucha más importancia de la que parece. El capitalismo produce mercancías[3] pero lo hace a partir de la obtención de plusvalía explotando una mercancía especial: la fuerza de trabajo suministrada por los obreros. Esto es lo que distingue realmente al capitalismo y por ello las mercancías que vemos en los escaparates o en las estanterías de los hipermercados no son sino un resultado de un sistema cuyo fundamento es la explotación del trabajo asalariado. “Atacar la mercancía” consiste en atacar un símbolo: asaltar un MacDonalds, robar en un supermercado, saquear un comercio no supone ningún “golpe” al sistema capitalista pues lo que hace es cebarse sobre el resultado regular del régimen burgués.

Del mismo modo, no es lo mismo la “propiedad privada” en general que la propiedad privada de los medios de producción. Lo que caracteriza el capitalismo no es el título de propiedad jurídica sobre bienes, tierras, máquinas o instalaciones, sino una relación social que separa a los productores –los obreros- de todo medio de producción y de vida y les obliga a someterse a la extracción de plusvalía para ganarse la existencia. Hablamos de propiedad privada capitalista en el sentido de privación y exclusión de la gran mayoría del control y gestión de los medios de producción[4].

“Atacar la propiedad” resulta ser una fórmula tan ruidosa como vacía. En el mejor de los casos, ataca un efecto pero no la causa, enfrenta una ramificación pero no la raíz. En su polémica con Proudhon, Marx rebate esos radicalismos grandilocuentes «La propiedad constituye la última categoría en el sistema del señor Proudhon. En el mundo real, por el contrario, la división del trabajo y todas las demás categorías del señor Proudhon son las relaciones sociales que su conjunto forman lo que actualmente se llama propiedad; fuera de esas relaciones, la propiedad burguesa no es sino una ilusión metafísica y jurídica»[5]

Es iluso creer que se ataca el capitalismo porque se asalta un supermercado, se “ocupa” una vivienda[6] o, en el marco de una convulsión guerrera –como fue el caso de Irak-, se saquean viviendas, museos, ministerios... Nuestro lector ve tales acciones como «una ofensiva contra la propiedad privada a la que el proletariado opone sus necesidades». Francamente, ni constituyen una “ofensiva contra la propiedad” (son simplemente un cambio en los beneficiarios de la propiedad) ni suponen una satisfacción de las necesidades del proletariado, lo más que llegan es a la satisfacción temporal de las necesidades de un puñado de individuos.

De forma general, «es la posesión o la no posesión, de los medios producción, así como el modo de su puesta en práctica, lo que determina, en esencia, el lugar en la sociedad de sus miembros y su acceso a las riquezas, es decir, la pertenencia a una clase social y la existencia de intereses comunes con otros miembros de la misma clase. De forma general, el hecho de poseer medios de producción y ponerlos a trabajar individualmente determina la pertenencia a la pequeña burguesía (artesanos, explotaciones agrícolas, profesiones liberales, etc). El hecho de estar privado de medios de producción y de estar obligado, para vivir, a vender su fuerza de trabajo a los que los detentan y los utilizan en su proyecto para apropiarse de una plusvalía determina la pertenencia a la clase obrera. En fin, forman parte de la burguesía, los que detentan (en el sentido jurídico o en el sentido global de su control, de manera colectiva o individual) medios de producción que para ponerlos en marcha utilizan el trabajo asalariado y que viven de la explotación de este último bajo la forma de plusvalía que éste produce» (Revista Internacional nº 73: El proletariado es la clase revolucionaria)

Por eso, la apropiación de bienes de consumo, o su “expropiación”, como pomposamente la llaman ciertos grupos anarquistas, no significa ningún ataque a la propiedad privada capitalista. En todo caso es un cambio de manos de la propiedad y si la apropiación fuera suficientemente importante (lo cual está fuera de lugar en el caso de asaltos, etc y sólo lo planteamos para desarrollar el razonamiento hasta sus últimas consecuencias), podría incluso llegar a satisfacer las necesidades de algunos obreros, que entonces dejarían de serlo, para siempre; pero no podría significar nunca una solución para toda la clase obrera y para la humanidad. Si tratamos de imaginar una sociedad donde la consigna sea «expropiaos los unos a los otros» sólo tenemos que mirar alrededor, al capitalismo: «Los matices entre especulación comercial, de la bolsa, pseudo-negocios de ocasión, adulteración de alimentos, chantaje, peculado, robo, escalamientos y rapiñas se confunden tanto entre sí que desaparecen los límites que separaban a la honorable burguesía de la delincuencia. Se repite el mismo fenómeno que conduce regularmente a la rápida degradación de las aparentes virtudes de los burgueses, una vez trasplantados al terreno social extraño de las condiciones de las colonias de ultramar. Con el abandono de las barreras y de los soportes convencionales de la moral y del derecho, la sociedad burguesa, cuya ley íntima de existencia es la más profunda inmoralidad, la explotación del hombre por el hombre, recae directa y desenfrenadamente en la pura y simple delincuencia. La revolución proletaria deberá por tanto, luchar contra este enemigo (el lumpen, NdR) instrumento de la contrarrevolución» Rosa Luxemburgo: “La revolución rusa”, Ed Castilla SA, Madrid, 1975, pag. 68-9)

El proletariado moderno tampoco puede plantearse como perspectiva el reparto de los bienes y riquezas existentes por la sencilla razón de que –como demostró Marx frente a las teorías de Proudhon- la raíz de la explotación de los obreros y del hundimiento del capitalismo no está en el modo en que se reparte lo producido, sino en las relaciones sociales a través de las cuales se organiza la producción[7].

Revueltas sociales y lucha del proletariado

Nuestro lector coloca en el mismo plano de la “guerra de clases” cosas radicalmente diferentes como son las revueltas sociales de Argentina; los saqueos perpetrados por el lumpen en museos, mansiones o ministerios cuando las tropas americanas entraron en Bagdad;  las “acciones de terror de minorías” y la “afirmación proletaria real” en confrontaciones imperialistas como las de Irak o Palestina.

Sin embargo lo único que no cabe en ese cajón de sastre es la verdadera lucha de clase del proletariado. Esta es rechazada por nuestro lector con todos los calificativos negativos posibles. Afirma perentoriamente que ««se sobre valoran las luchas economicistas en defensa del Estado del bienestar en los países centrales, que como mucho dan lugar a formas de sindicalismo de base y que se mueven al nivel del valor de cambio del proletariado como capital variable fuera de periodos revolucionarios», después dice que preconizaríamos «un movimiento ordenado y colectivo, resultado de luchas preferiblemente reivindicativas del proletariado», finalmente que trataríamos «de construir un movimiento reivindicativo estructurado dentro del marco legal, con métodos pacíficos de progresión dentro del movimiento obrero y susceptible de conquistar las conciencias por la convicción ideológica».

No sabemos de donde ha deducido el compañero esa visión nuestra de un “movimiento pacifista, legalista, economicista”. Desde luego una lectura, incluso superficial, de nuestra publicaciones no permite sacar tales conclusiones. Dejando eso de lado y yendo al meollo de la cuestión lo que nuestro lector entiende por lucha obrera es en realidad el sabotaje sindical de la misma. Es incapaz de distinguir entre el intento de los obreros por defenderse y la acción sindical para sabotearlos. Cuando los obreros intentan responder a los despidos, los sindicatos les imponen el corsé desmovilizador y capitalista de la defensa de la empresa. Cuando los obreros se movilizan contra el recorte de las pensiones los sindicatos tratan de entramparlos en el objetivo de luchar por el mantenimiento de un “Estado del bienestar” que no es sino el envoltorio atractivo del capitalismo de Estado[8].

Nuestro lector no comprende que una de las manifestaciones clave de la lucha de clases es la confrontación entre los obreros que intentan luchar y el policía del Estado en los centros de trabajo: los sindicatos. La burguesía es muy consciente del peligro que representa el proletariado y para ello emplea a los sindicatos, a los partidos de “izquierda” y “extrema izquierda”, para anticiparse a la lucha obrera, para llevarla a la derrota, para impedir que los obreros constituyan su propio terreno de clase, su autonomía política y social,  diluyéndolos en un plano economicista, dividiéndolos, o desviándolos al terreno del capital.  Los obreros tienen que hacer frente a los sindicatos, imponerles una relación de fuerzas y desde esa confrontación, junto con otras experiencias en el terreno social, político e ideológico, se irán fraguando las condiciones para poder pasar a luchas masivas, a grandes huelgas de masas que permitan a nuestra clase lanzar una ofensiva general contra el Estado capitalista[9].

Esta confrontación es bastante áspera, a veces pasa por episodios más o menos sonados como las huelgas salvajes pero la mayor parte del tiempo toma la forma de luchas dispersas, donde las tendencias obreras apenas se esbozan pues lo predominante es que son rápidamente apagadas por el bombero sindical. Este proceso, tan laborioso como difícil y penoso, la única vía posible para laborar el terreno social hasta ponerlo en condiciones del estallido internacional de huelgas de masas, decepciona a nuestro impaciente lector, llevándole a negar el pan y la sal a estas luchas considerándolas “valor de cambio del proletariado como capital variable” (¿), extravagante fórmula tan pedante como desprovista de sentido. Prefiere, como Santo Tomás, tocar inmediatamente las llagas del cuerpo de Cristo, quiere las cosas para ya, aquí y ahora, ahora o nunca. Por eso, las revueltas sociales satisfacen mejor sus expectativas de “lucha de clases”. En efecto, en ellas, como en Argentina, multitudes desfilan por las calles y toman por asalto el parlamento, los bancos son apedreados, los supermercados saqueados, las avenidas están jalonadas de barricadas, hay choques con la policía... Se trata de llamaradas de fuego espectaculares que sin embargo pasan pronto y no dejan el más mínimo rastro en el terreno social. Tras las explosiones más o menos ruidosas lo que queda es la apatía y la frustración, una vez pasada la tormenta el poder capitalista sale fuertemente reforzado –como podemos ver actualmente en Argentina[10]. Tal es la diferencia cardinal –junto a otras- entre las revueltas sociales y la huelga de masas proletaria. Las primeras estallan rápidamente pero como el fuego hecho a base de pajas, se apagan con la misma rapidez con la que se habían encendido. En cambio, la huelga de masas proletaria nace del fuego de un tronco que cuesta horrores encenderlo pero una vez ha prendido resulta muy difícil extinguirlo.

Nosotros somos solidarios con los sufrimientos terribles de las capas sociales protagonistas de esas revueltas y llamamos al proletariado a solidarizarse con ellas. Pero solidaridad no quiere decir comulgar con ruedas de molino aceptando como válidos combates sin perspectiva que no hacen sino reflejar el caos que reina en la sociedad capitalista.

Esta crítica provoca las iras de nuestro lector que nos acusa de “indiferencia” y “derrotismo” y de ponernos de lado con la represión. ¿No comprende que señalar las limitaciones insalvables de los movimientos de estas capas y darles como perspectiva unirse a la lucha del proletariado es lo único que dará una alternativa real a sus mejores elementos?. «De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria...Las capas medias –el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino-, todas ellas luchas contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de la historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus puntos de vista para adoptar los del proletariado (...) El lumpenproletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de vida está más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras» (Manifiesto Comunista)

El porvenir de la humanidad depende de que el proletariado sea capaz de afirmarse como clase autónoma e independiente, definiendo su propio terreno de clase, liberándose de los planteamientos ideológicos y políticos que lo atan a la burguesía pero, simultáneamente, no diluyéndose en los movimientos de otras capas sociales que, pese a sus sufrimientos terribles, no encierran ninguna alternativa.

Eso le obliga a distinguir. Distinguir entre su terreno de clase constituido por la unidad, la solidaridad, la defensa intransigente de sus reivindicaciones, el internacionalismo, y el terreno burgués de la Nación, la guerra, la defensa de la democracia... Distinguir entre su lucha coherente, aunque su proceso de desarrollo sea lento y penoso, y las explosiones súbitas pero sin continuidad ni futuro de las capas pequeño burguesas o marginadas. Distinguir en fin entre su lucha solidaria y responsable y las acciones de robo, saqueo y picaresca del lumpen. Nuestro lector no distingue, para él es oro todo lo que reluce, “tout ce qui bouge est rouge”,como dicen los franceses[11]. Con tal método está causando un perjuicio grave a la lucha por la autonomía de clase del proletariado.

Las confrontaciones imperialistas son la negación más brutal de la lucha obrera

Pero donde nuestro lector se mete en un terreno muy peligroso es cuando dice que: «En Oriente Medio en donde la CCI no ve proletariado por ningún lado, negando que el capitalismo sea el único modo de producción a nivel mundial y que haya engendrado a sus sepultureros también en esta región. Allí afirma una afirmación proletaria real que se confronta con la fracción más agresiva de la burguesía mundial, tanto en Irak contra el ejército norteamericano y el israelí en Palestina, contando estos con la solidaridad de las otras fracciones burguesas rivales recubiertas bajo la bandera del pacifismo y del humanitarismo».

¿Qué se desprende de esta embarullada frase? Empieza con un ingenioso sofisma: la CCI no ve proletarios en Oriente Medio de lo que deduce con admirable “lógica” que la CCI no ve que “el capitalismo sea el único modo de producción a nivel mundial y que haya engendrado a sus sepultureros también en esta región”. ¡Los escolásticos se relamerán de placer ante tan brillante silogismo!

El proletariado en Oriente Medio es débil, poco concentrado, sometido a la confrontación imperialista más brutal, a violentas ideologías nacionalistas y guerreras. Por ello no está presente como clase social autónoma. Pero eso no significa que en el futuro, al calor del desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado de los países centrales, no podrá reaparecer y ajustarle las cuentas a los diferentes verdugos que hoy lo machacan: sionistas, islamistas, palestinos etc.

Nuestro lector está dominado por el más lamentable inmediatismo: sí el proletariado no está presente cada día del año y en cada lugar del planeta, entonces habría desaparecido. ¿No es capaz de comprender que la existencia del proletariado es histórica y que ello va más allá de su ausencia o presencia en una época o en un país determinados?

La búsqueda desesperada por nuestro lector de un “proletariado” presente “urbi et orbi” le lleva a pensar que hay una “afirmación proletaria real” (¿??) en Irak[12] y Palestina. Tan alambicada frase quiere decir que la confrontación criminal entre bandidos imperialistas encerraría una “lucha de clases”. Es decir, está tomando partido en la guerra imperialista, eligiendo un bando frente al otro. Atrapado en esa dinámica encuentra «la fracción más agresiva de la burguesía mundial» en el bando formado por el imperialismo americano y el israelí, dando a entender que sus rivales de la “resistencia iraquí” o del bando palestino serían “menos agresivos”.   

En este punto, nuestro lector coincide con la posición de ARDE-UHP[13] y la del GCI[14] tal y como él mismo reconoce. Esta posición la criticamos en Acción Proletaria nº 180 señalando que «Desde luego a los autores de Arde no ha debido “arderles” demasiado la cabeza para descubrir su innovadora teoría de “la lucha de clases en Irak”. Toda la extrema izquierda (desde el trotskismo hasta el anarquismo oficial) es una consumada especialista en vender como “movimiento de masas” con “dirección burguesa” las causas imperialistas de la burguesía. Pero Arde tiene otro maestro experto en esa “arte y ciencia”, no del zoquete, sino del enredo y el embaucamiento: el llamado G”C”I. Su especialidad, aparte de llamar al asesinato de militantes comunistas es “apoyar mediante hábiles subterfugios al Bloque Popular Revolucionario de El Salvador, el Zapatismo en México, a Sendero Luminoso en Perú. Estos subterfugios han consistido en presentar las acciones encuadradas por esas fuerzas burguesas como “movimientos de proletarios en armas” (en el caso de Sendero Luminoso como “defensa de proletarios prisioneros”) haciendo creer que serían ellos quienes llevarían la iniciativa independientemente de la “dirección formal” que sería, por supuesto, “burguesa” y que el G”C”I “no apoyaría en absoluto” (Acción Proletaria nº 131, los parásitos del G”C”I llaman al asesinato de nuestros camaradas en México)»

A esta tesis peligrosa aporta el granito de arena del argumento de suponer que determinados imperialismos representarían la parte más agresiva o más extrema del capitalismo mundial. Habría por así decirlo imperialismos “pata negra” y otros de menos monta. Habría que elegir y polarizarse contra los primeros. Es el mismo argumento que emplean muchos grupos trotskistas para elegir campo en cualquier guerra imperialista. ¡Siempre habría un imperialismo peor que otro!.

Este “argumento” niega que el capitalismo es un sistema mundial de cuyo engranaje forman parte todos los estados nacionales, sea cual sea su tamaño, sus alianzas, su régimen o la ideología oficial que profesen. Como dijo Rosa Luxemburgo «el imperialismo no es la creación de un estado o grupo de estados imperialistas. Es el producto de determinado grado de madurez en el proceso mundial del capitalismo, es una condición congénitamente internacional, una totalidad indivisible, que solo se puede reconocer en sus relaciones y del que ninguna nación se puede apartar a voluntad» (La crisis de la socialdemocracia, página 116 edición española).

Nuestro lector añade otro argumento de “peso pesado” pues lo repite varias veces. En primer lugar nos dice que «Ninguna revolución proletaria aparece “pura”, con un programa comunista claro, sin ideologías nacionalistas o burguesas sin encuadramientos con la izquierda del capital», después añade que «ningún movimiento proletario ni tan solo la revolución rusa han estado libres de ideologías burguesas ni de acciones de terror ni de destrucciones», para concluir triunfalmente «está el ejemplo de la revolución rusa de 1905, comenzada en enero de 1905 implorando alzar reivindicaciones democráticas bajo la dirección de un provocador policial. O también, habría que denunciar la revolución de 1917 por acciones que mancillarían la ‘pureza’ de la clase obrera». 

Todo esto constituye una pésima demagogia. Nos atribuye la búsqueda desesperada del santo Grial de una “lucha obrera pura” aduciendo la perogrullada de que toda lucha obrera está infestada desde sus inicios por los miasmas de la ideología burguesa. ¡Pero el problema está en que lo que hoy ocurre en Irak nada tiene que ver con lo que ocurrió en Rusia 1905 o 1917!. ¡Son como el infierno y el cielo!. En Irak se ventila una confrontación imperialista, en Rusia se ventilaba una revolución social. ¿Cómo es posible que nuestro lector caiga en la ceguera manifiesta de confundir lo uno y lo otro?. En Irak lo que vemos son bombas, matanzas ciegas, choques militares, manifestaciones de chiitas, sunitas y demás sectas archí reaccionarias. En Irak vemos muerte, desolación, ruinas, la violencia más desbocada, la eclosión de la peor barbarie. En Rusia 1905 y 1917 lo que vimos eran Asambleas Generales, pensamiento libre y colectivo de las masas, debates apasionados, solidaridad, fraternización, esperanza ...

Poner en el mismo plano hechos tan diametralmente opuestos es el resultado del “método” de amalgamas y generalidades abusivas que recorre el texto del lector. Es verdad que una guerra imperialista y una lucha proletaria tienen en común la presencia de mistificaciones burguesas. No puede ser de otra manera puesto que la ideología dominante es la ideología burguesa y por definición su influencia está presente en todo acontecimiento social incluso en aquellos que se proponen destruir el sistema. De esta verdad de Perogrullo nuestro lector, en un silogismo barato, deduce que como en todo acontecimiento social está presente la ideología burguesa ¡todo acontecimiento social pertenece a la lucha de clases!. Sin embargo, la naturaleza y la lógica de esas mistificaciones es radicalmente diferente en cada una de ellas: en la guerra esas ideologías van en el sentido de su desarrollo, son su banderín de enganche. En cambio, en la lucha obrera son un peligroso obstáculo que esta tiene que superar.

El papel de las minorías

El proletariado engendra en sus filas minorías más avanzadas que ven antes que el resto las perspectivas, los medios y los problemas del combate de clase. ¿Cuál es el papel de estas minorías más avanzadas? ¿Deben sustituir al conjunto de la clase luchando en su lugar en las largas épocas en las que esta no se manifiesta? ¿Deben ser los representantes autoproclamados de su combate que la dirigen como un general manda a la tropa?

Hace mucho tiempo que el movimiento obrero ha rechazado claramente esas visiones. Como dice el Manifiesto Comunista «todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento independiente de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría». Dentro de ese movimiento, el papel de los compañeros más avanzados no es el de luchar en lugar del conjunto de la clase o el de conducirla como el pastor que conduce el rebaño, sino el de desarrollar su toma de conciencia, su unidad, su solidaridad, para que sea capaz de lanzarse victoriosamente contra el Estado capitalista. «¿Cuál es la posición de los comunistas con respecto a los proletarios en general? Los comunistas no forman un partido aparte opuesto a los otros partidos obreros. No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario. Los comunistas solo se distinguen de los demás partidos proletarios en que por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad. Y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre proletariado y burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto» (Manifiesto Comunista).

Sin embargo, para nuestro lector todo eso hay que echarlo al cubo de la basura pues «en la práctica real, la guerra de clases se caracteriza por la acción de grupos minoritarios de vanguardia en lucha contra el terror del capital y no por la acción de la clase en su conjunto».

¿En qué consiste esa “acción de grupos minoritarios de vanguardia en lucha contra el terror del capital”? A lo largo de la carta, nuestro lector nos proporciona algunas pistas: «la vanguardia comunista a partir de un determinado nivel de enfrentamiento habrá de segregar un aparato clandestino específico, unos núcleos armados como lo tenían los bolcheviques, el KAPD (con Max Holx etc.) o a otro determinado nivel lo fue la FAI hasta julio de 1936». Preconiza la necesidad de «acciones de terror», «violencia de minorías proletarias»...

Nuestro lector, como es la tónica en su carta, mezcla y embarulla las cuestiones. Una cosa es que en un periodo de preparación de la insurrección proletaria el partido revolucionario se dote de medios específicos para contribuir a su éxito. Otra muy diferente es la acción de Max Hölz y sus grupos minoritarios dentro del periodo revolucionario en Alemania (1919-23). Pero esas dos experiencias, de por si muy diferentes, no tienen nada que ver con la posición de dedicarse aquí y ahora a “acciones de terror”, “violencia de minorías proletarias”.

Esta última posición se asemeja a la de ciertas tendencias anarquistas que preconizan la acción de grupos minoritarios de afinidad que cada día deciden “libremente” qué van a hacer para oponerse al capital.

Aquí no podemos entrar en un análisis de los resultados nefastos que a lo largo de la historia del movimiento obrero han tenido esos “movimientos” de propaganda por el hecho, de acción directa de minorías, de enfrentamientos minoritarios con la policía o las bandas a servicio del capital. Volveremos sobre ello. Aquí solo queremos insistir en algo que nos parece muy importante: actualmente, el proletariado está generando en su seno una nueva generación de minorías revolucionarias. Es muy peligroso que sectores de esa generación se pierdan en el pozo de la acción de grupos minoritarios de vanguardia, pues sencillamente ello significa que se van a quemar tras una temporada de estéril activismo cayendo en la desmoralización y retirándose de toda actividad combativa. La energía, la convicción y el entusiasmo de estos compañeros no puede despilfarrarse en esas trampas sino que debe orientarse hacia el desarrollo de la conciencia, de la unidad, de la solidaridad, de la fuerza, de las luchas obreras. La tarea de las minorías de vanguardia no es la de perderse en esas acciones minoritarias que propone el compañero sino la de contribuir activa y pacientemente a la preparación de las condiciones de la huelga de masas. Es un camino duro y difícil, pero es el único posible.

Acción Proletaria 13-4-05

 


[1] Que por otra parte hemos desarrollado en una reunión pública sobre este tema (ver en Acción Proletaria nº 180, «la violencia terrorista es antagónica a la violencia de clase del proletariado»)

[2] En un encuentro con este compañero celebrado tras la escritura de la carta reconoció que no tenía ninguna prueba con la que justificar tal acusación: «Ante nuestra demanda de en qué pruebas basabas esas acusaciones tu respuesta fue que no la sustentas en ninguna. Ante nuestra reflexión de que en esas condiciones hay que abstenerse de hacer tales acusaciones gratuitas, mostraste tu acuerdo y compromiso en abstenerte de hacer tal tipo de afirmaciones» (Acta del Encuentro).

[3] Hay que precisar que la mercancía no es exclusiva del capitalismo: bajo el feudalismo y el esclavismo, existían los mercaderes, es decir, individuos que traficaban con mercancías. Del mismo modo, en el proceso de hundimiento del viejo orden feudal aparecieron formas de intercambio simple de mercancías, por ejemplo, entre granjeros y artesanos en las ciudades medievales o en las primeras etapas de desarrollo de las colonias que luego darían lugar a Estados Unidos.

[4] Por esta razón, y en continuidad con el marxismo, siempre hemos rechazado el “argumento” de los trotskistas que veían los regímenes existentes en Rusia (o Cuba) como “socialistas” o “comunistas” por el hecho abstracto de que la propiedad de los medios de producción está en manos del Estado y supuestamente se habría abolido la propiedad privada. La propiedad bajo el capitalismo, sea de titulación estatal o de titulación “privada”, supone siempre la expropiación de los productores: los obreros y la mayoría de la población explotada.

[5] Marx: La miseria de la filosofía página 154 edición española

[6] Sobre la cuestión específica de las ocupaciones de vivienda ver en Acción Proletaria nº 176 nuestro artículo a propósito de nuestra intervención en unas Jornadas sobre el problema de la vivienda celebradas en Madrid en abril 2004.

[7] La consigna de los proletarios de Roma, que popularizó el cristianismo, era el reparto de las riquezas. Pero ellos  podían plantearse así la cuestión porque no jugaban ningún papel en la producción, que recaía enteramente en el trabajo de los esclavos: «Los proletarios romanos no vivían del trabajo, sino de las limosnas que les daba el gobierno. Por eso la demanda de los cristianos de propiedad colectiva no se refería a los medios de producción, sino a los medios de consumo. No pedían que la tierra, los talleres y las herramientas e instrumentos de trabajo fueran propiedad colectiva, sino que se dividiera todo entre ellos, casas, ropas, alimentos y otros productos necesarios para la vida. Las comunidades cristianas se cuidaban bien de no investigar el origen de esas riquezas. El trabajo de producción recaía siempre en los esclavos» (Rosa Luxembug: “Socialism and the churches”, tomado de Archivo de autores marxistas de Internet y traducido por nosotros)

[8] Siguiendo las aportaciones de los grupos de la Izquierda Comunista y lo que empezó a desarrollar la IC en su primer congreso, nosotros vemos que el capitalismo desde las primeras décadas del siglo XX (donde se inicia su periodo de decadencia) tiende en todos los países al capitalismo de Estado, tendencia que toma diferentes formas: en los países “socialistas” la de una estatización más o menos completa de todas la economía; en cambio, en los países occidentales es la de una combinación entre la intervención del Estado y la propiedad “privada” clásica.

[9] No podemos desarrollar aquí cómo es el proceso que lleva a la huelga de masas. Llamamos a nuestros lectores a tomar en consideración la serie de artículos sobre la revolución rusa de 1905 que hemos iniciado en la REVISTA INTERNACIONAL nº 120. Del mismo modo, éste va a ser el tema que abordaremos en las próximas Reuniones Públicas que celebraremos en el mes de mayo. Finalmente, recomendamos la lectura del libro de Rosa Luxemburgo Huelga de masas, partido y sindicatos.

[10] Ver nuestro artículo sobre los acontecimientos argentinos en REVISTA INTERNACIONAL nº 109

[11] Todo lo que se mueve es rojo

[12] En un Encuentro celebrado con posterioridad al envío de la carta que estamos debatiendo, el lector cambió de posición sobre la naturaleza de la situación en Irak. Como señalamos en un acta que realizamos de dicho Encuentro y que enviamos al compañero para su verificación: « En el encuentro tras una intensa discusión llegaste a la conclusión de que la actual confrontación que tiene lugar en Irak nada tiene que ver con la lucha de clases sino que se trata de una batalla imperialista entre dos bandos –el americano por un lado y el de la llamada “resistencia iraquí” del otro- que son igualmente enemigos del proletariado y de la humanidad. Esta decantación tuya nos parece importante por lo que supone de ruptura con los argumentos tramposos y sofísticos de izquierdistas y similares de “hay que golpear al bando imperialista más fuerte”, “hay que estar con los que luchan”, “no hay que hacer el juego al imperialismo” etc.». Esto honra al compañero. Sin embargo hemos mantenido la respuesta original pues de lo que se trata es de discutir una posición que –sea acertada o errónea- no pertenece a nadie sino que es una herramienta para comprender la realidad.

[13] Queremos precisar que ARDE-UHP no representa a todo UHP. Hay compañeros dentro de este medio que no comparten los puntos de vista de los señores de ARDE . 

[14] Grupo “Comunista” Internacional. Grupo anarco-parásito que edita la publicación Comunismo, y por el que UHP-Arde siente un gran aprecio, y en el que encuentra “inspiración”

Temporal: 

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Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [7]

Balance Reunión Pública de Valencia sobre huracán Katrina

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El pasado 24 de septiembre celebramos una reunión pública en Valencia bajo el título “El huracán Katrina: el capitalismo lleva la humanidad al desastre”.

En esta breve reseña no vamos a retomar la presentación que realizamos cuyos ejes se encuentran en el texto que hemos publicado sobre el tema y que aparece en nuestra Web. Nos vamos a ceñir al contenido de la discusión que fue muy animada y contó con la participación activa de los asistentes.

La crisis económica del capitalismo lleva a este a una frenética carrera por reducir los costes de producción. El principal coste es la fuerza de trabajo y por ello asistimos a continuas oleadas de despidos en todos los países que siembran la miseria y la zozobra en gran número de hogares obreros. Sin embargo, otro renglón de la reducción de costes es en el mantenimiento de las obras públicas, así en Nueva Orleáns los diques no se habían reparado desde hace años y ello constituyó un factor decisivo en las inundaciones.

Un compañero planteó sin embargo que “la crisis era poco visible para la mayoría, la gente se compra pisos y coches, los restaurantes están llenos, el nivel de vida se mantiene”. Otros asistentes respondieron con ejemplos concretos: el endeudamiento creciente de los hogares, el estado de abandono de servicios sociales como la sanidad, el hecho de que la carga de trabajo es cada vez mayor, por ejemplo, en este último sector.

Todo esto llevó la discusión a una clarificación sobre cómo podemos caracterizar la crisis histórica del capitalismo de la cual resumimos las ideas clave:

- el marxismo jamás ha dicho que la crisis de este sistema social –en realidad tampoco en ninguno de los que le precedieron- se manifieste bajo la forma de un hundimiento súbito y total. En realidad, toma la forma de un proceso de crecientes convulsiones, especialmente en el terreno de las guerras imperialistas, una dislocación del aparato económico, una miseria generalizada y, muy particularmente, una creciente falta de perspectivas: cada vez se percibe más que pese a todos los apaños y remiendos el modo de producción capitalista se entrampa en contradicciones irresolubles y la guerra, la barbarie, la destrucción medioambiental, la miseria, se van enseñoreando del planeta.

- en todos los países se desarrolla la tendencia al capitalismo de Estado, es decir, que el Estado intervenga cada vez más para mantener a flote la economía. Durante el periodo posterior a la 2ª Guerra Mundial esta tendencia tomó la forma en los países occidentales del “Keynesianismo”: el estado hace inversiones no rentables pero que mantienen un mercado y facilitan la actividad económica al conjunto de capitalistas. Estas políticas remediaron en parte las contradicciones del capitalismo pero las exacerbaron en grado sumo llevando a finales de los años 70 a una explosión inflacionaria de consecuencias muy graves. Esto obligó a un cambio general en la política de intervención del Estado en la economía que tomó la forma de “neo-liberalismo”. El Estado se desprendió de la propiedad de numerosas empresas públicas que resultaban gravosas para su presupuesto y trasladó a propietarios privados la responsabilidad de los cuantiosos despidos que conllevaba su liquidación. Asimismo, extendió el endeudamiento a las empresas y a los particulares propiciando el endeudamiento generalizado. Estas medidas no han supuesto un “menos Estado”, como falazmente nos dicen, sino otra forma de intervención del Estado: este lleva las riendas de la economía de forma “indirecta” a través de la política económica, las compras a las empresas privadas, las concesiones y licencias, las llamadas “políticas sociales” etc..

Este cambio en la acción del capitalismo de Estado se produce por el avance incontenible de la crisis que obliga a una reducción generalizada de costes y ha ir abandonando progresivamente partes enteras del aparato económico. La burguesía, particularmente su  ala izquierda, quiere entramparnos en el dilema “más Estado”, que hacen equivaler a un Estado “social” que se ocuparía de las necesidades de la población, o “menos Estado” que supondría un “funesto neoliberalismo” de abandono de los más pobres. Ese dilema no existe en la realidad: el Estado siempre se ocupa del interés de los capitalistas y la fase llamada “social” o “keynesiana” corresponde a un periodo de la crisis capitalista que ha dado paso a otro peor y más grave. En el periodo actual, llamado “neo-liberal”, el Estado interviene todavía más en la economía, sólo que lo hace bajo otras formas diferentes del viejo modelo.

Esta necesidad de no enredarse en el falso dilema “empresa pública – empresa privada” fue señalada por una compañera: “No solo reduce costes la empresa privada, también la pública. Por ejemplo, en la Sanidad cada vez hay más gente afiliada pero cada vez hay menos trabajadores para atenderlos y cada vez menos medios”. Esto fue corroborado por otro compañero para el caso de la prevención y lucha contra los incendios que es una responsabilidad del Estado: “he participado a través del voluntariado social en la lucha contra los incendios. Es una estafa. Te dan una bici en estado penoso y un walki-talki y allá te las compongas. ¡Y dicen que con eso están solucionando el problema de los incendios!”.

- el criterio para identificar que un sistema social está en crisis histórica, en decadencia, no es tanto que haya pobreza. En realidad, esta plaga ha acompañado a todas las sociedades divididas en clases tanto en sus periodos ascendentes como decadentes. El criterio es que las fuerzas productivas desarrolladas choquen de forma repetida con las relaciones sociales propias de ese sistema llevando a convulsiones crecientes y cada vez más imposibles de superar. Para decirlo simplemente: el traje que el modo de producción impone a la fuerza productiva humana se hace cada vez más estrecho y provoca su ahogo progresivo dando lugar a tensiones crecientes.

- el capitalismo, sobre todo en los países más importantes y donde hay un proletariado muy concentrado, trata de dar una imagen de normalidad, de que “la economía va bien” (el “España va bien” de Aznar que ha seguido con el “España va más que bien” de Zapatero). Sin embargo, la economía se mantiene a flote de una forma cada vez más convulsa y aberrante lo que revela su crisis profunda: endeudamiento generalizado (las hipotecas para la vivienda son de 40 años lo que significa toda la vida laboral de un obrero ¡si la tiene!), huida ciega en la inversión inmobiliaria que provoca graves destrozos medioambientales,  escalada de los precios del petróleo etc., como resumió un compañero “una cosa es la apariencia, otra cosa es la realidad que hemos de demostrar: hay una crisis cada vez más profunda”.

Un segundo capítulo de la discusión versó sobre cómo superar la atomización, el individualismo, que dominan a la gran mayoría de los obreros y de la población explotada. Esta preocupación fue claramente expresada por un compañero: “Yo creo que la gente percibe y siente la crisis en sus propias vidas. El problema es que la gente no se siente con fuerzas para luchar, está muy individualizada, va a la suya”.

La discusión clarificó que el individualismo es un pilar de la ideología burguesa y que esa es la ideología que prevalece en la gran mayoría de los miembros de la sociedad. La ideología democrática de la burguesía pretende que la sociedad está formada por una suma de individuos iguales y libres cuando la realidad es que la sociedad está dividida en clases con intereses opuestos.

Los capitalistas solo son capaces de unirse para luchar contra el proletariado. En todo lo demás son profundamente individualistas: su modo de vida es la competencia, la trampa contra el de al lado, la maniobra, en definitiva, la guerra de todos contra todos. Esta realidad la plasman ideológicamente en la idea del “individuo libre y soberano que tiene que triunfar”. “Sí triunfas es que eres muy bueno, si fracasas es que no vales para nada”. Esta ideología atenta profundamente a la naturaleza social de la humanidad. Hasta los científicos más contaminados por la ideología burguesa reconocen que la fuerza de los seres humanos es la cooperación, la acción común.

El proletariado es la clase social revolucionaria no solo porque sus intereses son antagónicos con los de la explotación capitalista sino porque la base misma de su existencia es el trabajo en común, la producción social. Los obreros tienen intereses unitarios y comunes. La perspectiva revolucionaria que lleva el proletariado en su seno es la de una comunidad humana mundial donde los individuos trabajan unidos aportando lo mejor de si mismos por la plena satisfacción de las necesidades de todos. En contra de las mentiras de la ideología burguesa que habla del comunismo como la negación del individuo, el comunismo proporciona la base social para el pleno desarrollo y realización de los individuos.

La última parte de la discusión se centró en ¿qué podemos hacer como compañeros que quieren luchar activamente contra esta sociedad? La clase revolucionaria de la sociedad es el proletariado, la contribución de los compañeros más activos es al desarrollo de la conciencia, la lucha, la solidaridad, del proletariado. Contribuir a que comprenda cuales son los fines y los medios de su lucha, quienes son sus amigos y quienes son sus enemigos.

Las Reuniones Públicas que celebra la CCI son cada dos meses, los asistentes plantearon la necesidad de discutir para aclararse y ver cómo se puede actuar, con más frecuencia. Ello llevó a acordar un Encuentro para el próximo 29 de octubre a las 6 de la tarde en el mismo lugar –Librería Sahiri c/Danzas 5- y se propuso como tema de discusión ¿Cuál es la función de los revolucionarios?  Se adoptó como texto de a utilizar como punto de partida uno de nuestra organización titulada La Función de los Revolucionarios aparecido en la Revista Internacional nº 29 y que se colgará en nuestra Web: es.internationalism.org

Corriente Comunista Internacional 29-9-05



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  • Medio ambiente [11]

Balance de la Reunión Pública de Buenos Aires agosto 2005

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Balance Reunión Pública Buenos Aires

El pasado 26 de agosto tuvo lugar en Buenos Aires una reunión pública de la CCI sobre el tema: La experiencia de Zanón: La autogestión ¿solución a la miseria o gestión de la miseria?

En un anexo adjuntamos la presentación que hicimos. Vamos a dar cuenta de la discusión que fue muy animada y en la que participaron compañeros del Núcleo Comunista Internacionalista y del Colectivo Nuevo Proyecto Histórico.

Los compañeros de este último colectivo repartieron su texto –que contiene elementos de denuncia de la autogestión- titulado Empresas recuperadas: La autonomía empantanada e intervinieron activamente en la reunión. También otros compañeros plantearon diferentes cuestiones. Queremos destacar algunas de ellas haciendo una breve reflexión.

El alud de cierres de empresas es impresionante en Argentina, como lo es también en la mayoría de países, especialmente los industrializados. De un día para otro, el patrón cierra la fábrica o declara la quiebra y deja a los obreros sin ningún medio para comer, ellos y sus familias. Estos tienen que defenderse y la mejor defensa es crear una relación de fuerzas contra el Capital y su Estado. ¿Cómo conseguirla? Buscando la solidaridad y la movilización para la lucha de los demás obreros sin distinción de empresa, sector o región.

Esa capacidad de manifestarse como UNA SOLA CLASE adonde cualquier sector obrero siente el ataque a otros compañeros como un ataque a si mismo, está todavía lejos de ser alcanzada por nuestra clase. Desde hace 15 años predomina la situación opuesta de dispersión, de apatía, de dificultad para reconocerse siquiera como clase. Ante semejante situación, los obreros se agarran desesperadamente a medidas como la ocupación de la empresa cerrada para que sigua funcionando y ante la espantada del patrón ellos mismos la ponen en marcha.

Pero estas medidas lo más que consiguen es prolongar durante un cierto tiempo la agonía de la empresa a costa de terribles sacrificios por parte de los trabajadores: en la mayoría de los casos se ven obligados a bajarse los salarios trabajando muchas más horas y, más pronto o más tarde, hay que despedir a compañeros para mantener la empresa a flote. Es decir, los trabajadores toman a cargo su propia explotación, se convierten en funcionarios del capital, sometidos a las leyes del mercado y semejante transformación no les garantiza ni mucho menos un medio de vida.

Pero lo peor es que se ven obligados a atacar sus armas más preciadas, cuyo desarrollo es lo que de verdad les permitirá acabar con las causas de la miseria y la barbarie. Al tener que organizar la explotación, tienen que enfrentarse unos contra otros, tienen que tomar medidas como despedir compañeros, o sea, imponer la violencia dentro de la propia clase. Destruyen por tanto su UNIDAD COMO CLASE no solo al interior de la empresa sino respecto a los demás obreros que a sus ojos dejan de serlo para convertirse en los de la empresa tal o los de la empresa cual, es decir, son vistos como competidores.

La empresa “autogestionada” está sometida a las reglas del mercado y, por ello, la preocupación que inevitablemente se apodera de sus trabajadores es cómo hacerla competitiva, cómo hacerla productiva, como vencer a los rivales. Los obreros identifican sus intereses con el interés de la empresa, con el interés de la economía nacional. En vez de luchar contra el Capital y el Estado nacional, se someten a él y a sus leyes. Es decir, destruyen su CONCIENCIA DE CLASE.

Ante esta denuncia, que se acompañó por parte de dos asistentes de una crítica del movimiento piquetero, un asistente planteó “entonces ¿cómo luchar?”. Esto dio lugar a un debate que un compañero del colectivo NPH formuló así “o lucha antagónica contra el capital o lucha creando un contrapoder de los trabajadores dentro de la sociedad capitalista misma”. 

Al hilo de esta cuestión, una compañera del mismo colectivo, planteó, junto a otras cuestiones interesantes, “¿es posible crear un espacio anti-capitalista dentro del propio capitalismo?”.

Respondimos que no. La burguesía pudo desarrollar un contra-poder económico al interior de la sociedad feudal porque era una clase explotadora que aspiraba a una nueva forma de explotación. El capitalismo se desarrolló al interior de la propia sociedad feudal. Sin embargo, eso no es posible para el proletariado: éste no aspira a instaurar una nueva explotación sino a abolir toda forma de explotación y no posee ningún poder económico previo al interior de la sociedad capitalista. Sus armas son su unidad, su conciencia, su solidaridad y su capacidad de auto-organización, factores que convergen en el asalto revolucionario contra el Estado burgués para establecer el poder mundial de los Consejos Obreros que abre el periodo de transición del capitalismo al comunismo.

Otra compañera planteó, junto con otro compañero que intervino en el mismo sentido, la terrible situación de los millones de personas que se debaten en las villas miseria del conurbano bonaerense, que no pueden encontrar trabajo, que apenas tienen de qué comer. ¿Cómo salir de esa situación? ¿Adquirir una cultura es una alternativa?

El capitalismo está en una crisis cada vez más grave, no solo en Argentina donde el cinturón de pobreza rayana en el hambre que constituye la mayoría del Gran Buenos Aires es un testimonio desgarrador, sino en todo el mundo. No tiene los medios para crear los puestos de trabajo que absorban esa ingente masa de desocupados pero, más aún, recorta despiadadamente los salarios hasta el extremo de que, como decía una enfermera del hospital Garrahan en huelga, «ni siquiera teniendo un trabajo se puede vivir». En ese sentido darse una formación para “ser competitivo y obtener un puesto de trabajo” es un engaño. Pero darse cultura es otra cosa. La lucha del proletariado no se basa en la ignorancia y la incultura. Se funda en una comprensión de los fines y los medios de su lucha como clase. En su conciencia revolucionaria se integra de forma crítica todo el desarrollo cultural de la humanidad durante siglos y que hoy se ve amenazado por la creciente barbarie, la degeneración moral, la degradación, que supura por todos sus poros el capitalismo en descomposición.

La discusión fue muy animada, apuntando numerosos temas que no se pudieron abordar por falta de tiempo, destacando la cuestión de ¿quién es el sujeto histórico de la revolución? y, más particularmente, los temas de la movimiento piquetero planteado por una compañera o de los comedores populares que mucha gente, no solo en la villas miseria del conurbano bonaerense sino en barrios de la propia capital federal (como San Bernardo o San Telmo), se ve obligada a organizar para sobrevivir.

Estas cuestiones pueden seguir discutiéndose bien a través de círculos de discusión que algunos de los asistentes se animaron a impulsar, bien a través de Internet. Nosotros participaremos en esos debates con el máximo interés.

En el balance de la primera reunión que nuestra Corriente organizó en Buenos Aires hace justo un año decíamos: « Varios asistentes expresaron su agradable sorpresa por la discusión viva y animada, con participación activa de los presentes. Lo veían en los antípodas de las reuniones de grupos de izquierda o extrema izquierda del capital, adonde un orador (o varios turnándose) sueltan discursos interminables que cansan a la gente que acaba yéndose a su casa desmoralizada. En contra de todo eso, se demostró palpablemente que la Reunión Pública de la CCI es un lugar donde se puede discutir, se pueden contraponer argumentos, todo ello en vistas a la clarificación, la claridad es un arma de la clase obrera, del fuego del debate nace la luz de la claridad.». En esta reunión eso volvió a comprobarse. Fue una discusión viva, directa, entre compañeros interesados apasionadamente en contribuir a la lucha por la liberación de la humanidad.

CCI

ANEXO: Presentación realizada en la Reunión Pública

La experiencia de Zanón: La autogestión ¿solución a la miseria o gestión de la miseria?

La toma de la fábrica Zanón desde hace 4 años ha tenido resonancia a nivel nacional e internacional. Son numerosas las páginas en Internet, así como los artículos en la prensa escrita, principalmente de izquierda, anarquista y del movimiento antiglobalización, que hablan de esta experiencia de los ceramistas de Neuquén.

Lo que comenzó siendo una lucha de resistencia de los trabajadores de esta fábrica ante los despidos inminentes debido a su cierre, ha terminado siendo un movimiento autogestionario; es decir, la fábrica ha sido puesta en funcionamiento por los propios trabajadores.

Los trabajadores, en su lucha por su emancipación de las cadenas del capital, deben hacer en todo momento una evaluación de las mismas: cuál es el balance de sus fuerzas y de la clase enemiga; y sobre todo evaluar si los medios de lucha utilizados y sus consecuencias fortalecen su organización y su conciencia, únicos medios de que dispone la clase obrera en su lucha histórica contra el capital.

En ese sentido, debemos preguntarnos si la autogestión fortalece o debilita la organización y la conciencia proletarias.

Consideramos que la autogestión, en vez de fortalecer al proletariado, lo debilita en su lucha contra el capital. ¿Por qué?

La autogestión, junto con el cooperativismo y la cogestión, son armas económicas del capital, tienen como fin hacer aceptar a los obreros las dificultades de las empresas golpeadas por la crisis y hacerles organizar las modalidades de su propia explotación.

El hecho que los trabajadores intervengan de alguna manera en la gestión de la empresa, o que ésta funcione bajo la modalidad de una cooperativa, o que asuman la figura jurídica de “socio”, en nada cambia las relaciones de producción, no elimina ni la ley del valor, ni la competencia, ni las leyes del mercado, que son las características fundamentales de la producción capitalista. No elimina tampoco, el hecho de que dicha empresa tendrá que funcionar bajo la exigencia de ciertos niveles de productividad, tal como ocurre con cualquier empresa capitalista del mundo. Ellas continuarán operando al interior de la economía nacional, independientemente que el Estado asuma o no el control de ciertos sectores de la economía a través de expropiaciones o nacionalizaciones, o que compre la totalidad de la producción de la empresa.

En cualquiera que sea la modalidad de gestión económica empleada, deben cumplirse las leyes del capital, las cuales obligan a una reducción de costos y a un incremento de los ritmos de explotación; la autogestión y cogestión, constituyen en este sentido, un terreno propicio para aceptar cualquier medida que afecte de manera negativa las condiciones de vida del proletariado; pero también, para que éste quede atrapado entre la necesidad de luchar para defender sus condiciones de vida o defender los intereses de “su” empresa.

En última instancia, la autogestión lleva a los trabajadores a defender los intereses nacionales, al tener que acompañar forzosamente a la burguesía en su lucha por intentar de hacerse un espacio en el mercado ante la crisis mundial que sacude al capitalismo.

La autogestión tiene como fin último “dividir a la clase obrera, encerrándola y aislándola fábrica a fábrica, barrio a barrio, ramo a ramo, atar a los obreros a las preocupaciones por la economía capitalista que ellos tienen como tarea destruir, desviar al proletariado de la primera tarea que hace posible su emancipación: la destrucción del aparato político del capital y la implantación de la dictadura del proletariado a escala mundial”.

Esta posición sobre la autogestión no se basa en un invento de la CCI, sino que se apoya en la experiencia del movimiento obrero: Marx y Engels en el siglo 19 confrontaron las utopías pequeño burguesas defendidas por los prudhonistas, que plantearon diversos mecanismos para que la clase obrera se hiciera con espacios de poder dentro del capitalismo (ver por ejemplo, Miseria de la Filosofía de Marx). Sin embargo, lo que en el siglo antepasado era pura ilusión utópica; a partir del siglo 20, cuando el capitalismo inicia su fase de decadencia, no es mas que pura mistificación capitalista. También la historia del movimiento obrero nos enseña cómo la burguesía, en períodos de crisis aguda y de debilidad de la lucha de clases, recurre a esta vieja trampa capitalista para embaucar a los trabajadores. Para sólo mencionar dos ejemplos:

-las colectividades de 1936 en España, promovidas por los anarquistas y la izquierda española, permitieron desviar las luchas obreras hacia la defensa de la economía nacional, lo que posteriormente facilitó la masacre de millares de obreros en la confrontación entre republicanos y franquistas.

-a comienzos de los años 70 varias fábricas en Europa pasan a ser gestionadas por los propios obreros; una de ellas fue la fábrica de relojes LIP en Francia (nuestra Corriente intervino e hizo una toma de posición defendiendo la posición marxista, cuando todo el espectro izquierdista saludaba tal iniciativa como expresión de “poder obrero”). Es importante detenerse brevemente en qué contexto se desarrollaba este movimiento autogestinario de los años 70:

-cuando comienza la quiebra de fábricas debido al reinicio de la crisis del capitalismo después de finalizada la reconstrucción de las economías de Europa y Japón destruidas durante la segunda guerra mundial;

-todavía las luchas obreras eran incipientes, aunque se habían dado luchas importantes como las de mayo 68 en Francia, Italia 69,etc; situación que llevó a varios intelectuales de izquierda como el francés Marcuse a proclamar que la revolución no la iba a desarrollar la clase obrera, sino los estudiantes, los desclasados y las masas excluidas del Tercer Mundo.

Hoy debemos preguntarnos por qué esa trascendencia mundial de Zanón y por qué la autogestión toma auge en varios países de América Latina y en el mundo.

Por una parte, se mantiene y se profundiza la crisis del capitalismo que se inició a finales de los 60, acrecentando el número de fábricas y empresas quebradas o en proceso de quiebra, con su secuela de desempleo y pauperización, más notable en los países de la periferia, pero también presente en los países centrales. Los planes de flexibilización laboral de cada burguesía nacional, basados en una precarización del empleo, no han sido suficientes para incrementar el empleo de manera significativa; mas bien vemos como la burguesía es capaz de crear empleo pero en un contexto de mayor pauperización.

Por otra parte, las luchas y la conciencia de clase de los proletarios no se han recuperado del duro golpe que recibieron después de 1989, cuando el derrumbe del bloque ruso fue presentado como el “fin de la lucha de clases”, “la desaparición del proletariado como sujeto histórico” (coincidencia con Marcuse) y la “muerte del marxismo”. Esta situación ha ocasionado que durante la década de los 90 y parte del nuevo siglo, el papel central del proletariado como única clase que puede desarrollar una lucha por la superación revolucionaria del capitalismo, haya quedado “invernando”. En este contexto han tomado fuerza movimientos interclasistas, como el de los Piqueteros en Argentina, MST en Brasil, bolivarianismo en Venezuela y la toma de fábricas a través de la autogestión; todas ellas trampas que sumergen al proletariado en luchas sin perspectiva, dejándolo a merced de las fuerzas de derecha e izquierda del capital, así como en manos de sindicatos y grupos y partidos izquierdistas, desviando la verdadera solidaridad de clase, hacia una falsa solidaridad que lo que promueve es la caridad y en muchos casos de manera abierta la hipocresía propia de la burguesía. Consideramos que éstas son armas que utiliza y utilizará la burguesía para desviar y confundir las luchas que desarrollará la clase obrera en su propio terreno, en la búsqueda de su debilitada identidad de clase; tal como lo vemos en las luchas de varios sectores del proletariado activo en Argentina (Garrahan, Subte, trabajadores públicos, etc.).

Manifestamos nuestra solidaridad con la lucha del proletariado y la lucha cotidiana que lleva por su supervivencia en el capitalismo; apoyamos las manifestaciones de solidaridad entre proletarios por darse ayuda material y moral ante los embates del capital. Pero denunciamos la autogestión como trampa del capital contra la clase, por que desarrolla ilusiones dentro de la clase de que es posible crear bastiones proletarios dentro del capitalismo, que es posible superar los efectos de la crisis capitalista; ilusiones que lo alejan de un proceso de toma de conciencia. Apoyar y defender la autogestión, es apoyar la preservación de las relaciones capitalistas de producción

La única y verdadera forma de que el proletariado logre un control sobre los medios de producción, es destruyendo el capitalismo como sistema social a través de la revolución proletaria, para utilizarlos en función de la satisfacción de las necesidades del conjunto de la sociedad; lo que permitirá pasar del reino de la precariedad al de la abundancia: la sociedad comunista. 



Situación nacional: 

  • Argentina [12]

Geografía: 

  • Argentina [13]

Vida de la CCI: 

  • Reuniones públicas [8]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Izquierda Comunista [9]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • "La Autogestión" [14]

Cuestiones teóricas: 

  • Economía [15]

Comedores populares: ¿Lucha contra el hambre o adaptación al hambre?

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Nuestra experiencia de intervención en Argentina nos lleva a abordar una actividad muy extendida consistente en organizar Comedores Populares que se proponen una triple finalidad:

- proporcionar comida a un cierto número de personas

- realizar actividades de enseñanza más o menos elemental

- crear un medio de reunión adonde los vecinos puedan discutir, desarrollar una solidaridad y poder reflexionar sobre cómo luchar contra la situación cada vez más insoportable que nos impone el capitalismo.

Apoyamos la voluntad de solidaridad y de lucha contra el capitalismo que hay en esa tentativa, sin embargo, debemos preguntarnos si la actividad de los Comedores Populares constituye o no un medio para concretar esa voluntad.

¿Por qué proliferan en Argentina –y en otros países- organizaciones de base del tipo Comedores, piqueteros, economía solidaria etc.?

En los últimos 10 años están proliferando una multitud de organizaciones de base: Comedores Populares, Piqueteros, Redes de Economía Solidaria, Redes de Empresas Autogestionadas etc. Las primeras organizaciones de este tipo han surgido de la iniciativa de gente de los barriales que apenas tienen de qué comer. También, han sido creadas por personas que apenas tienen ingresos y que como forma de supervivencia tratan de compartir con otros en su misma situación un mínimo de productos y servicios. Otro problema cada vez más frecuente, es que los obreros –especialmente de empresas pequeñas y medias- se encuentran con que al volver del descanso de fin de semana el dueño ha cerrado dejándolos a todos en la calle, lo cual les ha obligado a ocupar la fábrica para intentar mantener su trabajo.

El movimiento piquetero tiene un origen similar. En 1996-97 se produjeron en diferentes regiones argentinas cortes de carretera protagonizados por desocupados que luchaban por obtener un medio de vida. Estas primeras acciones expresaban una lucha proletaria genuina. Sin embargo, no pudieron extenderse, se quedaron aisladas, la gente empezó a desmoralizarse y a “buscarse la vida”. Una minoría trató de mantener a toda costa la organización primitiva. Pero esta fue poco a poco infiltrada y “organizada” por sindicalistas radicales, por grupos de extrema izquierda (principalmente trotskistas) dando lugar a lo que hoy conocemos como “movimiento piquetero” que ya no se parece en nada a la organización inicial. Es una estructura directamente vinculada al Estado a través del reparto de los bolsones de comida y los subsidios que otorga el gobierno. Además, sus miembros tienen que asistir obligatoriamente a las asambleas y a las movilizaciones convocadas. Sí no están convencidos corren el riesgo de perder esas ayudas. Los líderes piqueteros detraen una porción del dinero que les corresponde a los miembros. Lo que en un principio era una organización obrera vinculada directamente a la lucha, al hacerse permanente, al pretender mantenerse hubiera o no hubiera luchas, ha ido siendo absorbida por las estructuras del Estado.

El proceso es más o menos el mismo en las otras organizaciones. Tomemos el caso de los Comedores Populares. Los compañeros que los inician buscan responder al problema de cómo obtener un mínimo de comida. Reaccionan frente a una situación desesperada. Pero rápidamente, organizaciones políticas, sindicales, ONG’s, la propia Iglesia, les ofrecen sus “servicios”: la coordinación entre comedores, las gestiones ante los organismos de asistencia de la Provincia etc. En Capital Federal hay más de 100 comedores coordinados, se calcula que son más de 400 los comedores de la zona sur del Gran Buenos Aires… Poco a poco, se comprueba amargamente que, a cambio de unas subvenciones administradas con cuentagotas, de migajas que no calman el hambre, esas organizaciones escapan al control de los interesados y se transforman en estructuras a través de las cuales el Estado burgués los encuadra, los controla y los utiliza políticamente para sus fines.

¿Por qué son recuperadas por el Estado y transformadas en algo radicalmente contrario a las intenciones de sus iniciadores?

En el siglo XIX y principios del XX, en la época en que el capitalismo era un sistema progresista, el proletariado podía constituir organizaciones de masas permanentes: sindicatos, cooperativas de consumo, cooperativas de producción, asociaciones de mujeres y de jóvenes, universidades populares, casas del pueblo etc. Aunque esas organizaciones caían con frecuencia en graves desviaciones reformistas, en ilusiones de gestión cotidiana de la miseria, globalmente pertenecían al proletariado. Estas organizaciones podían existir sobre la base de un programa que no ponía en cuestión el conjunto del sistema capitalista pues éste tenía delante de si una perspectiva de crecimiento y desarrollo económico y social. Eran auténticas escuelas de lucha de los obreros donde éstos podían reunirse y desarrollar su solidaridad de clase.

La situación cambia radicalmente con la entrada del capitalismo en su fase histórica de decadencia. De forma global, el sistema no puede desarrollarse más allá de situaciones puntuales o parciales; ya no puede dar una perspectiva duradera y permanente de progresión de las condiciones de vida de la clase obrera y, en general, de las masas oprimidas. Con ello, las organizaciones de masas permanentes basada en la lucha contra aspectos parciales de la explotación, pierden su razón de ser, ya no tienen dinámica ni contenido. Su existencia, tras el impulso inicial de sus miembros más sinceros, solo puede garantizarse si se integran y vinculan al Estado Capitalista.

El caso más claro son los sindicatos. Se ha intentado formar a lo largo de todo el siglo XX toda clase de sindicatos: asamblearios, combativos, anarquistas, radicales, de base, unitarios etc. SIEMPRE HAN FRACASADO COMO ORGANISMOS OBREROS. Si durante más de 80 años los sindicatos siempre traicionan y se vuelven contra los obreros es porque no es posible en la decadencia del capitalismo una organización de masas permanente que tenga como objetivo la mejora de tal o cual aspecto parcial de la explotación. Además, en la decadencia del capitalismo el Estado se vuelve totalitario, tiende a absorber bajo sus garras el conjunto de la sociedad. No puede tolerar una organización masiva de los explotados y oprimidos, tiene que destruirla. Esta destrucción se hace por dos vías: la represión y la integración. La vía integradora es tanto más fácil por cuanto esas organizaciones han perdido todo el sentido que tenían en el pasado y ya no sirven realmente a los intereses obreros. Por un lado, el Estado, a través de múltiples agentes (comisiones parlamentarias, instituciones ministeriales diversas, sindicatos, Iglesia, partidos, ONG’s etc.) busca cómo fagocitar cualquier tentativa de expresión independiente de las masas. De otro lado, toda tentativa de organización permanente sobre una base que no ponga en cuestión el capitalismo facilita esa absorción.

Las causas del hambre y de la miseria

¿Cuál es la causa de la malnutrición rayana en el hambre de muchos niños del conurbano bonaerense, de numerosas provincias argentinas, de un buen número de países sudamericanos, africanos, asiáticos… y que empieza a afectar también a países europeos? ¿Es el mal gobierno? ¿Es la corrupción? ¿Es el mal reparto de las riquezas? ¿Injusticia? ¿Escasez de alimentos? En la última pregunta está la clave de la respuesta. Constatamos fácilmente que no hay escasez de alimentos. Por sólo limitarnos a Argentina vemos que sobra carne, trigo, soja, que las huertas de Tucumán rebosan de todo tipo de hortalizas y frutales, mientras allí es uno de los lugares de mayor índice de malnutrición infantil.

En todo el planeta sobran alimentos, los escaparates están repletos, muchos productos perecederos que no se venden son arrojados al mar…Aquí vemos una de las causas fundamentales del hambre o la malnutrición que afectan actualmente a gran parte del género humano: LA SOBREPRODUCCION. El Manifiesto Comunista, escrito en 1848, dice que “durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la sobreproducción”. El capitalismo es la primera sociedad de la historia humana en la que se pasa hambre no porque se produzca demasiado poco sino porque se produce demasiado.El capitalismo no entra en crisis por escasez de producción sino por exceso de producción. A diferencia de lo que ocurría en el feudalismo, no es por la sequía, ni por las malas cosechas, ni por las plagas de langosta, por lo que se produce el hambre y la miseria sino “porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiada industria, demasiado comercio”, prosigue el Manifiesto Comunista, que concluye que tal absurdo “precipita en el desorden a toda la sociedad burguesa”.

La actividad de buscar comida en las sobras de empresas alimentarias o distribuidoras, de recabar subsidios de las instituciones asistenciales del gobierno, supone encerrar a un puñado de compañeros en un círculo cerrado que no sólo no puede solucionar las causas de la miseria, sino que tampoco palia los efectos de esas calamidades. Mientras que el número de bocas necesitadas de comida crece vertiginosamente los comedores apenas consiguen dar de malcomer (¡no de comer!) a un puñado de bocas.

Se trata de una actividad de gestión de la miseria. No se soluciona el hambre, lo que se hace es adaptarse a ella. Supone convertirse en auxiliares involuntarios del Estado en su tarea de perpetuar a los explotados y oprimidos dentro de las cárceles de la de miseria, el hambre y la desesperación. Millones de seres humanos son abandonados a su suerte por el Estado capitalista y los bolsones que reparten las organizaciones piqueteras y las sopas que organizan los comedores dan la impresión de que se está “haciendo algo”, de que el Estado “democrático” no se olvida de los más desfavorecidos, de que habría “solidaridad” con ellos… Cuando en realidad lo que se está haciendo es mantener y agravar la situación, dejarla encerrada como en un gueto dentro del barrial o del poblado.

La cultura y la formación son una necesidad humana pero no garantizan un puesto de trabajo

Con la organización de Comedores Populares se pretende, como decíamos al principio, un segundo fin: proporcionar cultura y formación a niños y adultos.

La cultura y la formación son necesidades de la clase obrera que se propone construir una sociedad sin explotación, sin fronteras, sin estados, en la cual todos los hombres puedan conocer y aplicar para su vida en común, todo lo que la historia de la humanidad ha aportado a sus conocimientos.

Observamos en todos los países –tanto los más desarrollados como en los menos- un abandono creciente por parte del Estado de servicios como la educación. Las instalaciones escolares se deterioran y no son renovadas, la enseñanza –salvo para una élite privilegiada- pierde calidad o es directamente abandonada en los barrios más pobres. Que asociaciones de los barrios más olvidados organicen cursos para darse cultura, pone en evidencia la voluntad de conocimiento, el ansia de dignidad, de esos millones de seres humanos que por vivir en el conurbano bonaerense son despreciados por las altas esferas tratándolos de “lúmpenes”, de la misma forma que en Francia Sarkozy ha llamado “canalla” a los jóvenes de los barrios de suburbios.

Ahora bien, ese intento, pese a su buena intención, no pone en cuestión el sistema capitalista ni se inscribe realmente en una dinámica de lucha contra él. Por ello, consideradas en sí mismas, son actividades que el Estado recupera y esteriliza, terminando por convertirlas en un medio auxiliar de su objetivo de control y encuadramiento de la población.

Por otra parte, la cultura y la formación no garantizan un puesto de trabajo. Al trabajador se le exigen cada vez mayores requisitos de formación y adiestramiento pero ni aún con eso puede conseguir un trabajo regular porque el problema del capitalismo es el desempleo galopante y su capacidad de crear empleos es muy inferior al número de los que destruye. Además, ni siquiera con un puesto de trabajo se pueden garantizar unos medios de vida suficientes pues los salarios van cayendo cada vez más hasta niveles que ni siquiera permiten vivir decentemente. ¡Recordemos lo que decía una trabajadora del hospital Garrahan: “ni siquiera tener un sueldo todos los meses te permite vivir”!

No es la incultura, la falta de preparación o de formación, lo que provoca que miles y miles de jóvenes no consigan un empleo sino que es la crisis sin salida del capitalismo la que hace que éste sea incapaz de integrar a la mayoría dentro de la actividad productiva condenándolos a la exclusión social: la legión de seres humanos apartados del proceso productivo, condenados a malvivir y en la más terrible inseguridad, crece dramáticamente en numerosos países.

¿Un lugar de reunión para discutir y organizarse?

Se podría decir que al menos la actividad del Comedor serviría para agrupar a la gente y plantearle los problemas que hay en la sociedad, cómo luchar contra ellos. En definitiva, serviría para ganar gente a la causa de la lucha revolucionaria. Compañeros que participan en esos organismos dan ese argumento: “la verdad es que lo que hacemos no sirve para nada, es reformista y le hace el caldo gordo al Estado, pero, al menos, logramos reunir a la gente, concienciarla y enseñarle a ser solidaria”.

Actualmente en Argentina, en organizaciones de base (piqueteros, comedores, empresas autogestionadas, redes de economía solidaria etc.) hay muchos miles de personas “organizadas”, que supuestamente “se reúnen”, “se conciencian”, “hacen algo” etc. En apariencia, esto representa una fuerza imponente, pero en la realidad, hay miles y miles de personas paralizadas, atadas de pies y manos por el Capital y su Estado. Esto se ha comprobado repetidas veces, la última fue cómo esas organizaciones de masas ahogaron a los trabajadores de Garrahan en una falsa solidaridad.

La actividad que domina esas organizaciones es la asistencia, el mantenimiento de la miseria, su utilización por el Estado para perpetuar la explotación. Todo eso se hace contra la voluntad y los deseos de la mayoría de sus miembros. No se puede discutir de cómo salir de la miseria cuando todo lo que se está haciendo gira alrededor de cómo mantenerse dentro de ella. Por ello, por mucha buena voluntad que se le ponga, por muchos intentos de persuasión que se hagan, no se podrá desarrollar una discusión y una actividad dirigidas a la lucha revolucionaria.

Sí hemos de organizarnos para la lucha contra la miseria hemos de asentar una actividad que vaya a sus causas. Sólo la lucha de la clase obrera puede acabar con las causas de la miseria. Sin embargo, su lucha es todavía muy limitada y va a tardar tiempo en tomar una fuerza revolucionaria que le permita levantarse contra el capitalismo. Entretanto, hay que contribuir con una actividad de discusión, de intervención en las luchas, de reagrupamiento internacional de los revolucionarios, de animación de círculos de discusión en torno a las posiciones comunistas. Es una actividad que parece “abstracta”, desligada de todo lo inmediato que nos rodea, pero cada vez que hay una lucha masiva de la clase obrera vemos la utilidad de que haya un puñado de revolucionarios que contribuyan con análisis, propuestas y orientaciones al avance de su lucha. Así vimos la oleada de huelgas que hubo en Argentina entre junio y agosto, adonde una intervención podría haber ayudado a ir más lejos, a sacar lecciones, a romper las trampas de la burguesía. Hace unos días, Chavez y Maradona montaron una farsa de “lucha anti-imperialista” en Mar del Plata. Hacía falta una voz revolucionaria que denunciara ese tinglado que va a desviarlos hacia un activismo inoperante y va hundirlos progresivamente en la confusión y la desmoralización.

Por eso, los compañeros más conscientes y combativos, más indignados contra la miseria y el hambre, deben canalizar esa voluntad y esos sentimientos hacia la clarificación de las posiciones revolucionarias del proletariado, hacia la intervención en su seno, hacia la lucha contra los engaños y las trampas que el Estado capitalista nos tiende.

CCI 19-11-05>

Situación nacional: 

  • Argentina [12]

Geografía: 

  • Argentina [13]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • Las luchas parciales [16]

Constitución Europea: En el terreno electoral la burguesía siempre gana

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“Hemos ganado”, jaleaba la tarde del 29 de Mayo el “pueblo de izquierdas” en la Plaza de la Bastilla. “…Esta victoria es ante todo la victoria de los obreros, de los empleados, de los jóvenes, de los parados (que) se han unido en el camino hacia las urnas para rechazar esta camisola liberal….” declaraba Marie-George Buffet, secretaria nacional del Partido Comunista Francés (PCF), añadiendo: “…Esta victoria se ha construido (…)  en una dinámica de reagrupamiento popular que recuerda los grandes momentos del Frente Popular o del Mayo de 1.968…”; “…es un triunfo de la Europa de los ciudadanos…”, proclamaba David Assouline, diputado del Partido Socialista (PS) partidario del NO; “…Es una victoria contra las elites político-mediáticas…”, añadía un responsable de ATTAC, mientras que Besancenot, líder de la organización trotskista LCR evocaba la existencia de un “…movimiento de revancha social…”; “…Es un Mayo de 1.968 en las urnas..”, remataba, dejándose llevar por la imaginación más calenturienta, un comentarista europeo.

La Izquierda se ha colocado en primera línea para presentar la victoria del NO al referéndum sobre la Constitución Europea como una “..gran victoria de la clase obrera…”. ¡MENTIRA!, ¡Pura estafa ideológica!. La clase obrera no ha ganado nada. Al contrario, ha caído en una trampa, ha sido empujada fuera de su terreno de clase hacia un callejón sin salida. La burguesía francesa ha jugado con el calendario electoral con objeto de pudrir la conciencia obrera, aprovechándose de las ilusiones, aún muy fuertes, que existen entre los proletarios a propósito de la democracia y el terreno electoral.

Los proletarios deben aprender a sacar lecciones de las amargas experiencias que han vivido sus mayores, de las anteriores generaciones obreras. Deben recordar que todo aquello que les ha sido presentado como “…grandes victorias obreras…”, han representado siempre históricamente las peores y más peligrosas derrotas para la clase obrera. Así, en 1.936, fue la llegada del Gobierno del Frente Popular (aún hoy presentado como una “gran victoria”) lo que permitió a la burguesía arrastrar a los obreros masivamente tras la bandera del anti-fascismo a los horrores  y las masacres de la Segunda Guerra Mundial. En nombre de la gran mentira del “…triunfo de la dictadura del proletariado…”, “…de la victoria del socialismo en un solo país…” y de los “…avances en la construcción de una sociedad comunista…”, generaciones enteras de obreros han sido atados y sacrificados en el altar de la contra-revolución  estalinista durante más de medio siglo tras la ideología de la “...defensa de la patria socialista..”, y también fueron explotados, masacrados, deportados y asesinados por la “..patria del socialismo…”. Algo más cercano al tiempo que vivimos, debemos guardar en la memoria, la engañosa euforia que siguió a la elección de Mitterrand en 1.981 ( y lo mismo cabria decir de los triunfos de los Gobiernos “socialistas” o “progresistas” de todo tipo que hemos sufrido en los últimos 25 años ).

Ante el referéndum sobre la Constitución Europea en Francia, los obreros han caído en la trampa que les presentaba esta consulta electoral como una cuestión crucial para la clase obrera. ¡Nada más falso!. La burguesía ha sido capaz de explotar esta situación para acentuar su ventaja en el terreno social e intoxicar la conciencia de los obreros, haciéndoles creer que la papeleta electoral sería mucho más eficaz que el desarrollo de la lucha de clases. Bien es cierto que los efectos de esta propaganda engañosa no puede tardar mucho en evaporarse, pero sin duda van a hacer daño a nuestra clase.

La enorme e incesante matraca electoral sobre el referéndum, que ha durado más de tres meses, no ha tenido mas que un objetivo: hacer creer a la clase obrera que el medio más eficaz para hacer retroceder a la burguesía y de hacer oír su voz, de expresar su hartazgo sobre la situación, no es el desarrollo de la lucha de clases, sino el voto en tal o cual elección.

Una campaña ideológica repleta de mentiras

Todas las fuerzas políticas, desde la extrema derecha a las organizaciones izquierdistas, la propaganda electoral, modulada y dramatizada a medida de las necesidades durante tres meses, ha intentando descaradamente implicar al máximo número de proletarios en el terreno electoral.

Y, de hecho, la burguesía ha conseguido sin duda alguna polarizar la atención de los obreros, sembrar las peores confusiones, y arrastrar a muchos obreros al terreno electoral. El referéndum ha estado presente, y de forma abrumadora, en todos los medios de comunicación. No ha sido posible escapar a virulentos debates, a polémicas apasionadas sobre los supuestos retos que se jugaban en este escrutinio. Esta matraca ideológica pretendía persuadir a cada “ciudadano”, sobre todo a cada proletario, de que esta consulta representaba una encrucijada absolutamente crucial y determinante. Todas las fracciones de la burguesía se han felicitado al haber conseguido lanzar y animar“…un gran debate democrático…” cuyo único objetivo era el de desorientar, sembrar el máximo de confusiones y de ilusiones en la cabeza de los obreros. Todos los medios de comunicación y ciertos responsables políticos lo han proclamado: “…votar si o votar no, pero votad…”. El principal veneno ideológico de esta campaña ha sido el de intentar hacer creer que tras la votación “…nada será como antes…”, que el aumento del No a lo largo de la campaña, alimentado por el descontento social hacia el Gobierno, habría obligado a la burguesía a colocar la preocupación social  en el centro de su campaña. Esto es en parte cierto, pero el único objetivo de esta maniobra era lanzar a los obreros en los brazos de la trampa democrática, en la trampa electoral, en la medida en que, anteriormente, este tipo de campañas suscitaba, con toda razón, el enojo y el desinterés más completo en el seno de la clase obrera. Solo a partir del momento en el que la burguesía es capaz de canalizar el descontento social en torno al referéndum, cuando intenta hacer creer que podría hacer retroceder y retirar la directiva Bolkestein (de hecho para avivar esta sensación el Gobierno hizo ciertas mini concesiones en algunos conflictos sociales), es cuando consigue relanzar y dar un nuevo impulso a la mistificación democrática y al terreno electoral. Y tras ello, ahora, la burguesía quiere hacernos creer que en el post-referendum, sin duda, la prioridad, será la cuestión social. ¡Esto es, simplemente, mentira!. Más que nunca el futuro que nos reserva el capitalismo, es la intensificación de los ataques anti-obreros. Esta propaganda ideológica pretende que confundamos la gimnasia con la magnesia, hacer creer que la reacción “ciudadana” puede hacer cambiar el curso del capitalismo, debilitar a la burguesía y barrer de un plumazo al liberalismo y las deslocalizaciones. Sin embargo la realidad es y será que, la política gubernamental no va a cambiar ni un ápice.

El principal objetivo de la burguesía respecto de los obreros en cualquier tipo de elecciones es el intentar obligarlos a abandonar su terreno de clase, el terreno de la lucha colectiva de la lucha de clases para que se expresen como “ciudadanos”, atomizados, sin pertenencia alguna de clase, en la llamada “cabina de votación”, en un terreno podrido de antemano y que en modo alguno es el suyo, sino el de la burguesía. Para la clase obrera, el terreno electoral es una trampa ideológica destinada a sembrar las peores confusiones y a impedir el desarrollo de su conciencia de clase.

Las elecciones no son más que una mistificación

No siempre ha sido así. En el siglo XIX, los obreros luchaban y caían muertos en su lucha por conseguir el sufragio universal. Hoy día, inversamente, son los Gobiernos los que movilizan todos los medios de los que disponen para que el máximo número de ciudadanos vayan a votar. La cuestión es ¿Por qué sucede esto?.

Durante el periodo de ascendencia del capitalismo, los Parlamentos representaban el lugar donde, por excelencia, las diferentes fracciones de la burguesía se enfrentaban o se unían para defender sus intereses. A pesar de los peligros y las ilusiones que esta situación podía entrañar para la clase obrera, los obreros, en un periodo en el que la revolución proletaria no estaba aún a la orden del día, tenían interés en intervenir en ciertos enfrentamientos entre fracciones burguesas y, según las circunstancias, apoyar a alguna de ellas, con el objetivo de intentar mejorar su suerte dentro del sistema. De tal forma, los obreros en Inglaterra consiguieron la reducción de la jornada de trabajo a 10 horas en 1.848, que el derecho de sindicación se reconociera en Francia en 1.884, etc..

Pero la situación es completamente diferente después del inicio del siglo XX. La sociedad capitalista entra entonces en su fase de crisis histórica permanente y en su declive irreversible. El capitalismo ha conquistado el planeta y el reparto del mundo entre las grandes potencias ha terminado. Cada potencia imperialista tiene que ganar terreno a costa de las otras. La época que se abre, es una nueva “…era de guerras y revoluciones…”, como declaró la Internacional Comunista en 1.919, una era marcada por los hundimientos económicos como la crisis de 1.929, las dos Guerras Mundiales y la irrupción del proletariado en 1.905 en Rusia, de 1.917 a 1.923 en Rusia, Alemania, Hungría o Italia. Para hacer frente a sus dificultades crecientes, el capital está obligado a reforzar constantemente el poder de su Estado. Cada vez más, el Estado tiende a convertirse en el guía del conjunto de la vida social, y en primer lugar, en el terreno económico. Esta evolución del papel del Estado se acompaña de un debilitamiento del papel del legislativo a favor del Ejecutivo. Como dijo el Segundo Congreso de la Internacional Comunista: “…el centro de gravedad de la vida política actual ha salido completa y definitivamente del Parlamento…”.

Para los trabajadores, no se trata de buscar un lugar en el capitalismo sino de destruirlo en la medida en que este sistema no es capaz de ofrecerle ni reformas duraderas, ni de mejorar su suerte.

Para la burguesía, el Parlamento se ha convertido, a lo sumo, en una cámara que registra las decisiones que se han tomado previamente. Sin embargo, en estas circunstancias históricas, queda un papel ideológico determinante para el electoralismo. La función mistificadora de la institución parlamentaria existía ya en el siglo XIX pero se situaba en un segundo plano, por detrás de su función política.

Hoy día, la mistificación es la única función que queda para la burguesía: tiene por objetivo hacer creer que la democracia es el bien más precioso, que es la expresión de la soberanía del pueblo, que da la “libertad” de elegir a los explotadores. La democracia parlamentaria y sobre todo la mistificación ideológica democrática sigue siendo el mejor medio de envenenar la conciencia obrera y, por tanto, el arma ideológica más eficaz y peligrosa para intentar domesticar al proletariado.

Los ataques anti-obreros no han cesado de incrementarse a lo largo de los últimos años y meses. El día después de esta cita electoral, los proletarios verán deteriorarse sus condiciones de vida y trabajo aún más profunda y rápidamente de lo que lo han sufrido hasta ahora. La burguesía busca ganar tiempo para posponer, en la medida de lo posible, las fechas de las confrontaciones masivas con el proletariado.

Cada vez más esta obligada a buscar engaños ideológicos y a desarrollar el máximo de esfuerzos para frenar la toma de conciencia de la quiebra histórica del sistema capitalista en el seno de la clase obrera.

Como escribimos recientemente en nuestra prensa, “…el resultado de este voto no cambiara nada. La intensificación de los ataques anti-obreros desarrollados por las diferentes burguesías nacionales, la aceleración de la degradación de las condiciones de vida de los obreros, los despidos, las deslocalizaciones, el crecimiento del paro y de la eventualidad, la amputación de todos los presupuestos sociales o el desmantelamiento de la protección social. Todos ellos son productos de la crisis y manifestaciones del declive del sistema capitalista a nivel mundial y, en modo alguno el resultado de la política de tal o cual Gobierno de turno…”.

Ante la angustia que produce el futuro, algo que está en el centro de las preocupaciones obreras actuales, la respuesta no puede desarrollarse en el terreno electoral ni de la democracia, solo el desarrollo de la lucha de clases, es el único terreno sobre el que los obreros pueden responder a los ataques de la burguesía.

Corriente Comunista Internacional ( 30 de Mayo de 2.005)

Geografía: 

  • Union Europea [17]

Debate sobre las revueltas en Francia

  • 3965 lecturas

El compañero Gus ha contribuido al Foro con un texto del grupo CRCI, de orientación trotskista, sobre las revueltas sociales que se han producido en Francia.

La compañera Kharma y los compañeros Ulrike y Prema han respondido de una manera muy seria, con argumentos que compartimos en gran medida. Son compañeros que no son miembros de la CCI y que, como es el caso de Ulrike, discrepan de nosotros en la cuestión de los Estados Unidos de Europa (sobre la que podríamos volver en el Foro). Pero ello no obsta para que compartan con nosotros en la defensa de posiciones proletarias y un método de análisis marxista de lo ocurrido.

Los acontecimientos de Francia y la respuesta que plantea el compañero Gus nos llevan a abordar dos cuestiones que nos parecen esenciales:

1ª ¿Todo movimiento social, sea cual sea su naturaleza, puede contribuir a la lucha revolucionaria contra el capitalismo?

2ª ¿Constituyen las revueltas de Francia un paso adelante en el desarrollo de la lucha proletaria o son, más bien, un obstáculo a su maduración y avance?

Lo que refuerza y lo que no refuerza la lucha revolucionaria del proletariado

La tesis central del documento del CRCI sobre las revueltas de Francia puede resumirse así:“La violencia de la insurrección de la juventud francesa no tiene, es cierto, el carácter de una violencia revolucionaria contra el Estado capitalista, ni el nivel de una lucha de clase del proletariado contra el capital. Es la violencia masiva de una juventud lumpenizada por el capitalismo. Se dirige contra las instituciones del Estado, como las comisarías, la policía y las municipalidades, pero también lo hace contra los bienes de otros trabajadores y vecinos o contra bienes comunitarios. Pero la tarea de los obreros luchadores y concientes no puede reducirse a caracterizar esta violencia contradictoria, a condenarla en abstracto o a darla derrotada por anticipado. La tarea de los obreros con conciencia de clase debe ser orientar esta revuelta hacia una perspectiva revolucionaria, en primer lugar interviniendo ellos mismos en la crisis con una posición política clara y una consigna precisa. No se trata de emitir un juicio sobre la juventud sino de llevarla, por medio de la acción, a una lucha eficaz, o sea decisiva”

¿Cómo puede conseguirse que una violencia masiva de una juventud lumpenizada por el capitalismo, que no tiene el carácter de una violencia revolucionaria contra el Estado capitalista ni alcanza el nivel de una lucha de clase del proletariado contra el capital se transforme en algo que se integra en una perspectiva revolucionaria? ¿Cómo es posible que se pueda llevar a una lucha eficaz a un movimiento que se dirige contra los bienes de otros trabajadores y vecinos o contra bienes comunitarios?

Semejante transmutación pertenece a una categoría de milagros muy superiores a los que la Iglesia Católica suele atribuir a su múltiple legión de santos. Nosotros, sin embargo, no creemos en los milagros, nos limitamos a creer en la lucha independiente del proletariado y desde esa perspectiva intentamos analizar los acontecimientos y contribuir con nuestra intervención al desarrollo de una perspectiva revolucionaria.

El CRCI, como otros grupos trotskistas, insiste una y otra vez en que lo importante es el “movimiento”, en que todo lo que “subvierta el orden establecido”, todo lo que signifique protesta o revuelta, constituye inmediatamente un eslabón en la lucha contra el capitalismo. Tan sólo le exigen como condición el que sea orientado con una posición política clara y una consigna precisa. Esto sería la varita mágica cuyo toque providencial convertiría a la juventud lumpenizada por el capitalismo en un poderoso agente de lucha contra él.

El compañero Prema señala justamente:“No es propio del proletariado aplaudir la violencia sólo porque sí, ni simplemente "hacerse parte de la insurrección" solo porque se ve que hay violencia. Importan las formas y también el contenido de las luchas. Es falso aquel axioma que pregona que "todas las luchas son válidas" y que la revolución sería la suma de múltiples luchas, así nada más, sin programa, sin principios, sin conciencia de clase...”. No todos los movimientos sociales contribuyen a la lucha contra el capitalismo. Hay movimientos que, por el contrario, aunque su origen no venga de una provocación o instigación del capital, pueden ser aprovechados por éste para reforzarse y marcar puntos contra el proletariado, contra su conciencia o su unidad. Un movimiento no es proletario por que esté compuesto mayoritariamente por obreros, ni porque cree “problemas” al capitalismo, ni porque sea muy violento o se levante contra injusticias patentes. Esas consideraciones sobre conceptos abstractos tales como la “violencia”, la “radicalidad”, la “oposición”, la “masividad” etc., eluden la cuestión esencial, el único criterio válido a la hora de analizar un movimiento y apoyarlo: ¿desarrolla y refuerza la unidad, la conciencia, la autonomía de clase, del proletariado? ¿Se sitúa aunque sea de forma elemental en su terreno de clase?

Se nos quiere apartar de ese criterio crucial acusándonos de “ver las cosas desde el balcón”, “mirar hacia otro lado”, “emitir juicios de valor”, “ser teóricos de salón” etc. Estas imprecaciones no nos impresionan. Acción no es lo mismo que activismo. Práctica no es igual a pragmatismo. Ser concretos no significa empirismo. Dar respuestas inmediatas a las situaciones no es equivalente a caer en el inmediatismo.

Los medios, las armas, la lógica de la lucha obrera, no tienen nada que ver con los medios, las armas, la lógica, de la clase burguesa. Para el proletariado y, por tanto, para la lucha por el comunismo no vale todo. Sí el proletariado internacional arrastra todavía enormes dificultades, si le queda aún un largo camino por recorrer es precisamente porque durante años sus mejores fuerzas han sido desviadas por fuerzas capitalistas al terreno pantanoso de “ir a lo práctico”, de dejar los principios a un lado como cosa de “teóricos”, de “lo primero es la acción” etc. Ulrike constata justamente que “corremos el riesgo de cometer errores de este tipo muy especialmente cuando la "realidad inmediata" se convierte en criterio absoluto para la práctica política, sustituyendo, así, a la Teoría Revolucionaria. Esto trae como resultado el que podemos ir más rápidos con nuestras suposiciones y "buenos deseos" que con el pensamiento o que con el conocimiento de la Memoria Histórica del proletariado”.

Cuando luchaba contra el feudalismo y era todavía una clase revolucionaria, la burguesía podía aprovechar cualquier lucha y ganar toda clase de aliados para su causa pues era una clase explotadora que no aspiraba a abolir la explotación sino a instaurar una nueva forma de explotación. Pero nada de eso es práctico para el proletariado. Este no posee ningún poder económico en la sociedad capitalista ni tiene como objetivo establecer una nueva explotación sino abolirla en todas sus formas. Por ello sus armas son la unidad, la conciencia, la auto-organización y la autonomía política de clase. Armas que se adquieren en la lucha ciertamente pero no en todas las luchas.

El peligro del enfrentamiento entre obreros

Es propio de la más ridícula superficialidad, del papanatismo más lamentable, el esperar de los movimientos de protesta que se han dado en Francia una contribución a la lucha revolucionaria contra el capitalismo. Estos actos no han sido provocados por la burguesía (aunque, desde luego, las brutales admoniciones de Monsieur Sarkozy, un individuo de inocultable cara de mafioso, han echado leña al fuego) pero no pertenecen ni de cerca ni de lejos a la lucha de la clase obrera sino que van directamente contra ella.

Las acciones que hemos visto en Francia estaban mayoritariamente inspiradas por la desesperación, por la falta de perspectivas, por un odio ciego e impotente. En cambio, la lucha obrera se basa en un mínimo de confianza en el porvenir, en un sentimiento de indignación contra la barbarie y el sufrimiento que causa el capitalismo. Como muy bien defiende Ulrike “aunque el sistema pueda generar resentimiento social y odio, estos conceptos no forman parte de la razón revolucionaria y es un error fundamentar en ellos las expectativas de lucha”.

Los activistas del “todo vale” confunden odio con indignación y desesperación con acción consciente. Mientras la indignación es un sentimiento positivo que alimenta la combatividad y la firmeza contra la explotación capitalista y su barbarie, el odio es un sentimiento puramente negativo que únicamente alimenta un ansia de destrucción total, caiga quien caiga. Mientras la desesperación puede provocar acciones brutales que no van a ninguna parte, la acción consciente logra desarrollar la lucha, a través de la crítica y la superación de los errores, hacia el combate revolucionario. Para los activistas todo sonido es un sonido, distinguir entre el gruñido de un cerdo y el canto de un jilguero es un ejercicio intelectual que sobrepasa de lejos sus ofuscadas entendederas.

Llama la atención el carácter minoritario y la forma de acciones comando dirigidas esencialmente a la quema de coches aparcados. Los choques con la policía pese al justificado odio que se le tiene por su insoportable y estudiada arrogancia, han sido relativamente limitados. Apenas ha habido movimientos de masas sino una suma heteróclita de acciones nocturnas realizadas por pequeños grupos.

Todo esto contrasta radicalmente con la lucha del proletariado. Esta es una lucha valiente, a cara descubierta, realizada masivamente, que afirma su fuerza a plena luz del día, sin picarescas nocturnas de pequeñas triquiñuelas de “guerrilla urbana”. Que muestra claramente sus objetivos y levanta ante toda la sociedad su propia bandera de lucha. Y aunque no busca ciegamente el choque frontal con el enemigo de clase no lo rehuye y se consagra pacientemente a prepararlo.

Pero sobre todo, en los movimientos en Francia hay un aspecto muy peligroso: el enfrentamiento dentro de las propias filas de la clase obrera. Lo principal de la violencia de estos jóvenes se ha dirigido contra otros obreros, compañeros de sus sufrimientos, de sus dudas acerca del porvenir que ofrece el capitalismo. Se han quemado los coches de sus hermanos de clase, se ha atacado a los bomberos, se ha rociado con gasolina o apedreado autobuses donde viajaban sus propios vecinos. Las revueltas de los campesinos en la Edad Media eran movimientos desesperados, sin embargo, se dirigían claramente contra los señores, asaltaban sus castillos, saqueaban sus ostentosos bienes… Un sector de la juventud, lumpenizada por la evolución actual del capitalismo, no ha ido a los Campos Elíseo, ni a las lujosas mansiones del Bois de Boulogne, sino que se ha cebado una y otra vez sobre sus propios vecinos de los barrios más miserables. Como muy bien señala Prema “La destrucción del capital no es la destrucción de automóviles de los mismos trabajadores y empleados que falsamente podrían ser identificados como la "propiedad privada".

La violencia de la clase obrera tiene como destinatario el capital y su Estado, jamás las propias filas del proletariado. La represión de Krondstadt en 1921 aceleró la degeneración de los bolcheviques y la derrota de la revolución rusa porque instauró la violencia dentro de las filas de la clase obrera.

Si jóvenes hijos de obreros se han dirigido contra sus hermanos de clase y han hecho de ello el santo y seña del “movimiento” es porque un fenómeno que se desarrolla dentro del capitalismo tiende a contaminar y debilitar a sectores de la propia clase obrera: la descomposición social de este sistema cada vez más podrido.

En unas Tesis sobre la Descomposición, escritas en 1990, preveíamos este peligro: “En realidad, hay que ser de lo más clarividente sobre el peligro que significa la descomposición en la capacidad del proletariado para ponerse a la altura de su tarea histórica. Del mismo modo que el estallido de la guerra imperialista en el corazón del mundo "civilizado" fue una "sangría que podía acabar por agotar mortalmente al movimiento obrero europeo", que "amenazaba con enterrar las perspectivas del socialismo bajo las ruinas amontonadas por la barbarie imperialista", "segando en los campos de batalla (...) a las mejores fuerzas (...) del socialismo internacional, las tropas de vanguardia del proletariado mundial entero" (Rosa Luxemburg, La Crisis de la socialdemocracia), la descomposición de la sociedad, que no hará sino agravarse, puede también segar, en los años venideros, las mejores fuerzas del proletariado, comprometiendo definitivamente la perspectiva del comunismo”.

Este pudrimiento de la sociedad, este derrumbe de sus mecanismos sociales más elementales, esta ausencia generalizada de perspectivas, contamina a todas las clases sociales, a la propia burguesía –en cuyas filas la corrupción, un vicio que siempre la ha acompañado, da un salto cualitativo en los últimos 20 años-, a la pequeña burguesía, pero también infecta a partes del proletariado con mayor o menor intensidad.

Particularmente, señalábamos que “uno de los factores que está agravando esa situación es evidentemente, que una gran proporción de jóvenes generaciones obreras está recibiendo en pleno rostro el latigazo del desempleo, incluso antes de que muchos hayan podido tener ocasión, en los lugares de producción, junto con los compañeros de trabajo y lucha, de hacer la experiencia de una vida colectiva de clase. De hecho, el desempleo, resultado directo de la crisis económica, aunque en sí no es una expresión de la descomposición, acaba teniendo, en esta fase particular de la decadencia, consecuencias que lo transforman es aspecto singular de la descomposición. Aunque en general sirve para poner al desnudo la incapacidad del capitalismo para asegurar un futuro a los proletarios, también es, hoy, un poderoso factor de "lumpenización" de ciertos sectores de la clase obrera, sobre todo entre los más jóvenes, lo que debilita de otro tanto las capacidades políticas actuales y futuras de ella, lo cual ha implicado, a lo largo de los años 80, que han conocido un aumento considerable del desempleo, una ausencia de movimientos significativos o de intentos reales de organización por parte de obreros sin empleo”.

Esa lumpenización ha incidido duramente en sectores jóvenes de la clase y les ha llevado a una lucha no sólo desesperada sino en gran medida suicida y autodestructiva.

¿Quiere eso decir que habría que caer en el fatalismo y la desesperación abrumados por estos acontecimientos negativos? La clase obrera tiene los medios para combatir esa situación pues, como señalábamos en dichas Tesis “Los diferentes factores que son la fuerza del proletariado chocan directamente con las diferentes facetas de la descomposición ideológica del capitalismo:

-la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el "sálvese quién pueda", el "arreglárselas por su cuenta" ;

-la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad ;

- la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el "no future" ;

-la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época”

Sí hemos polemizado enérgicamente contra la exaltación beata del “movimiento”, sí animamos a los compañeros que han tomado posición contra ello, es precisamente porque somos conscientes de que en la clase obrera actualmente tiene lugar un desarrollo de su conciencia y, muy penosamente, de sus luchas, que van en el sentido de generar anticuerpos contra la penetración de la descomposición capitalista en las propias filas obreras.

Sentimos una solidaridad profunda hacia esos jóvenes hijos de obreros que se han perdido en un movimiento suicida, destructivo y sin futuro. Pero “solidaridad” no consiste en aplaudir una forma de lucha que lleva hacia el abismo. La solidaridad incluye necesariamente una crítica dura. Esos jóvenes no son ni mucho menos enemigos de su clase. Podrán ser recuperados para la lucha con el desarrollo general de ésta y con la extensión de las posiciones revolucionarias, el debate, la crítica y la autocrítica.

Manifestamos una enérgica indignación contra la violencia policial del Estado capitalista, contra sus provocaciones canallas. Denunciamos con vigor la utilización que hace de los acontecimientos para ir colando medidas como el toque de queda cuyas verdaderos destinatarios son los obreros en lucha y sus minorías revolucionarias. Sin embargo, nada de eso nos puede llevar a cerrar filas ciegamente con una protesta cuya base misma puede ser aprovechada a placer por el Capital. Como señala Ulrike “Aquellos conflictos que de alguna manera contribuyen objetivamente al reforzamiento de la dominación del capital deben ser cuestionados en sentido revolucionario”.

La clase obrera va a cometer muchos errores, va a sufrir numerosas derrotas parciales. Todo ello será una contribución a su lucha revolucionaria si saca lecciones de ellos, si es capaz de una autocrítica dura que vaya al fondo de los problemas y que le permita profundizar y extender sus posiciones revolucionarias.

Ante los acontecimientos en Francia la respuesta no está ni en la exaltación ciega del “movimiento” ni en la desesperación ante la dureza del camino, la respuesta está en el análisis crítico, en la profundización en los principios políticos del proletariado, en el desarrollo de su teoría revolucionaria. Ni reír, ni llorar, ¡Comprender!

Corriente Comunista Internacional 20-11-05

Geografía: 

  • Francia [18]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [4]

Debate: ¿Porque se impide el conocimiento de unas posiciones proletarias?

  • 3131 lecturas

La correspondencia que publicamos a continuación ha sido mantenida entre la CCI y los organizadores de la Mostra anarquista del libro de Barcelona. Pensamos que este correo no tiene nada de “privado”, no es un asunto particular entre la Mostra y nuestra organización, sino que concierne a una cuestión muy simple: ¿por qué no se permite la difusión de unas posiciones proletarias?

Pensamos que cada vez más se desarrolla un sector de compañeros que quieren luchar contra el capitalismo y que buscan respuestas a esa voluntad. Estos compañeros pueden empezar su reflexión en el campo libertario, en una simpatía hacia en marxismo, en otras posiciones de partida... Pero todos desean aclararse para luchar. Nosotros solicitamos permiso para exponer nuestras publicaciones (revistas, libros y folletos) en la Fira Anarquista de Valencia del pasado mes de abril y la gente interesada acudió a nuestro puesto –como a otros - sin que hubiera ningún problema, discutiendo, adquiriendo prensa, tomando contactos etc. Lo lógico y normal para formarse un criterio propio ante los problemas que plantea la situación actual del capitalismo.

Con la voluntad  de poder seguir contribuyendo a ese proceso solicitamos permiso a los organizadores de la Mostra en Barcelona cuya celebración está prevista para el próximo 16-19 junio. Hemos recibido una negativa diciendo que somos “autoritarios”. No vamos a entrar en rebatir semejante “acusación”. No es eso lo que creemos importante. Lo importante es aclarar por qué se impide a los compañeros interesados que conozcan unas posiciones por sí mismos para que puedan juzgar con criterio propio su validez y decidan en consecuencia si deben rechazarlas, criticarlas, tomarlas en cuenta o adoptarlas.

Nuestra petición de un puesto en la Mostra...

Buenos días: Somos de Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional) y distribuimos libros, folletos y publicaciones de interés para el movimiento obrero y revolucionario. Desearíamos disponer de un puesto de difusión en la próxima Feria del Libro Anarquista en Barcelona a celebrar del 13 al 19 de junio.

En espera de vuestras noticias recibid saludos revolucionarios

CCI

Respuesta de los organizadores de la Mostra...

23 de mayo del 2005.

Saludos;
Recibimos vuestra visita y también vuestro mensaje.

Hemos tratado vuestra petición en nuestro encuentro para la Mostra del LLibre anarquista BCN 2005 y a la conclusión que lleguemos es que no tenéis lugar dentro de la Mostra, ni con parada ni sin parada; es decir ni con mesa ni vendiendo vuestro material " a mano".

Nuestros postulados son totalmente opuestos y es verdad que dejamos abierta la participación " no solo lo específicamente anarquista sino las posturas antiautoritarias de las...", que sepamos y como hemos podido leer en vuestras publicaciones no sois anti-autoritari@s, sino que estáis por la dictadura del proletariado.

Sin mas un saludo Anárquico.

Nuestra respuesta (que no ha recibido contestación):

31 de mayo de 2005

De Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional)

A los organizadores de la Mostra del Llibre anarquista Barcelona 2005

Saludos:

Ante nuestra solicitud de poder colocar un puesto donde mostrar publicaciones (libros y folletos) en la Fira hemos recibido vuestro correo donde nos decís “no tenéis lugar dentro de la Mostra, ni con parada ni sin parada”. Dais como motivo de dicha exclusión “que no sois antiautoritario /as” ya que “estáis por la dictadura del proletariado”.

Jamás hemos ocultado que estamos por el poder mundial de los Consejos Obreros como medio para erradicar el capitalismo del planeta[1]. Sin embargo, esa no es, nos parece, la cuestión más determinante en el momento actual. Por tanto arguyendo esa motivación se está impidiendo a los compañeros que puedan acudir a la Fira poder tomar en consideración publicaciones y libros que defienden ...

·         Que fascismo y democracia son las dos caras de una misma moneda formada por la Dictadura del Capital;

·         Que los regímenes estalinistas son variantes del Capitalismo de Estado totalmente enemigos del proletariado y de la liberación de la humanidad;

·         Que el capitalismo no tiene hoy ninguna posibilidad de reforma;

·         Que la alternativa revolucionaria contra el sistema capitalista no pasa por la utilización de los mecanismos que “nos ofrece” el Estado burgués (elecciones, parlamento etc.) sino por su destrucción radical en todo el planeta;

·         Esa Revolución es necesariamente mundial y se opone a todo nacionalismo, patria o bandera;

·         Los análisis internacionalistas (es decir, que denunciaron a todos los bandos enfrentados durante la segunda guerra mundial) sobre las causas del aplastamiento del proletariado en la guerra de 1936 en España;

·         La historia de las pequeñas minorías que defendieron tales análisis (perseguidas por la acción combinada de estalinistas, demócratas y fascistas) así como de aportaciones de militantes como Rosa Luxemburgo o Pannehoek...

Y desde luego, muchas más cuestiones pues nos hemos limitado a citar los contenidos de las publicaciones que más nos solicitaron en la Feria del Libro Anarquista de Valencia celebrada el pasado abril donde estuvimos presentes durante dos jornadas sin que surgiera ningún incidente. ¿Por qué ahora no?

Proscribir el conocimiento de estas posiciones –que lleva incluido su crítica más sistemática (podéis estar seguros de que aceptamos gustosos debatirla de manera argumentada)- priva a los compañeros interesados en la destrucción de este sistema social de opresión y barbarie de respuestas, argumentos, informaciones y experiencias históricas, que, equivocados o no, constituyen una aportación a su lucha.

Nosotros propugnamos una discusión abierta y a fondo, sin limitaciones ni cortapisas, pues estimamos que es clave para poder contribuir a una futura revolución social mundial.

En espera de vuestras noticias, recibid nuestros saludos revolucionarios

Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional)

NOTA: si deseas conocer nuestras publicaciones, libros y folletos, estamos en un puesto que hemos organizado en el Foro Social del Mediterráneo (Feria de Muestras de Barcelona, junto Montjuich) el viernes 17 y el sábado 18 entre las 12 y las 18 horas.

[1] Esta visión no tiene nada que ver con la dictadura de un partido o de una minoría y menos aún con la “dictadura del proletariado” que la contra-revolución estalinista implantó en Rusia y demás países “socialistas”.

Temporal: 

  • Bug [6]

Vida de la CCI: 

  • Correspondencia con otros grupos [19]

Ejecución sumaria en el metro de Londres; La burguesía democrática prepara sus escuadrones de la muerte

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Viernes 22 de julio, los policías han abatido con 5 balas de revólver, disparadas a bocajarro, a Jean Charles de Menezes, un electricista brasileño de 27 años. El “crimen” de este joven obrero consiste en que estuvo en un lugar inoportuno en un momento inoportuno y, quizá –pues hay razones para dudar de la versión oficial- el haberse dado a la fuga ante un grupo de policías que lo habían tomado por un “peligroso terrorista”. Todo esto no ocurre en una favela de Río de Janeiro y los pistoleros no pertenecen a un Escuadrón de la Muerte, que, en Brasil y en otros países del Tercer Mundo, gozan de carta blanca de las autoridades para “limpiar” los “asociales” (pequeños delincuentes u opositores políticos). Esto ocurre en Londres, la capital del país “más democrático del mundo”, cuyos policías son los famosos “bobbis”, reputados por su bonhomía, funcionarios de la policía más prestigiosa del mundo, Scotland Yard.

Evidentemente, este crimen ha provocado una cierta emoción entre los portavoces de la clase burguesa: el Financial Times habla de «un viraje potencialmente peligroso tomado por las fuerzas de seguridad»; desde luego, el jefe de la policía londinense, Sir Ian Blair, ha lamentado esta “torpeza” y ha presentado sus condolencias a la familia de la víctima. En fin, una encuesta ha sido abierta para “establecer la verdad”, incluso es posible que uno o dos policías sean sancionados por no saber distinguir entre un brasileño católico y un pakistaní musulmán. Sin embargo, los verdaderos responsables del crimen no son los pistoleros que han apretado el gatillo. Si han podido asesinar al joven Jean Charles es porque habían recibido la orden de “tirar a matar”.

Las explicaciones no faltarán, marcadas por la sutil hipocresía que caracteriza a la clase dominante británica. Según Sir Ian Blair, «no hay nada gratuito, no ha habido la menor ligereza. No hay una política de “tirar a matar”, lo que hay es “una política de tirar a matar para proteger”»[1]. Su predecesor, John Stevens, que no tiene ninguna necesidad de utilizar eufemismos, había dado la pauta hace unos meses: «no hay más que un medio seguro para detener a un kamikaze decidido a cumplir su misión: hay que quemarle la cabeza directamente y de forma total. Esto significa apuntar a la cabeza con una potencia devastadora, matarlo en el acto»[2]. Pero este discurso no es privativo de los policías, tenemos al “ultra-izquierdista” alcalde de Londres, Ken Livingstone, que justifica el asesinato en estos términos: «Si tenemos delante un kamikaze potencial que puede activar una carga de explosivos, la política que se aplica es la de tirar a matar»[3]

El argumento del “kamikaze decidido a cumplir su misión” es un pretexto falaz. Cuando las tropas británicas disparaban a irlandeses inocentes que habían tomado por terroristas, no era porque los verdaderos terroristas del IRA fueran kamikazes (la religión católica reprueba el suicidio). En realidad, para el Estado capitalista, en Gran Bretaña y en todos los países llamados “democráticos”, los actos terroristas, como los del 7 y 21 de julio, sirven siempre para reforzar las medidas de represión, para avanzar en la puesta en marcha de métodos que son propios de regímenes “totalitarios” y sobre todo para habituar a la población a tales métodos. Es lo que ha pasado en Estados Unidos después del 11-S del 2001. Y también en Francia en 1995 tras los atentados atribuidos a los “Grupos Islámicos Armados” procedentes de Argelia. Para la propaganda oficial de la clase dominante es preciso elegir: bien aceptar una presencia cada vez más agobiante de la policía en todos los momentos y en todos los lugares de nuestra vida, bien “hacerle el juego al terrorismo”.

Hoy, en Gran Bretaña, esta omnipotencia de la policía alcanza una de sus cotas más extremas: los agentes no solamente tienen el derecho sino la orden de matar a cualquiera que les parezca sospechoso a poco que no obedezca inmediatamente sus requerimientos. Y esto sucede en el país que ha inventado desde 1679 el “habeas corpus”, es decir, la prohibición de toda detención arbitraria.

Tradicionalmente, en Gran Bretaña, de la misma manera que en los países “democráticos”, no se podía meter en prisión a una persona sin antes haberla presentado ante un juez. Hoy, en este país, hay personas detenidas en la cárcel de Berlmash –cerca de Londres- y que han sido encarceladas sin proceso. Hoy, las personas pueden ser asesinadas directamente en la calle sin proceso alguno[4]

Por el momento, el blanco oficial de estas medidas son los “terroristas kamikazes”. Pero sería un terrible error creer que la burguesía, la clase que dirige la sociedad, se va a limitar a ellos. La historia ha demostrado repetidas veces que esta clase social cuando se siente amenazada no vacila en saltarse a la torera sus grandes principios “democráticos”. En el pasado, estos principios fueron el instrumento de su combate contra la arbitrariedad de la clase aristocrática. Después, cuando dominó la sociedad completamente sin verse amenazada, supo conservarlos como ornamentos para engañar a las masas explotadas y hacerles aceptar la explotación. Así, en el siglo XIX, la burguesía inglesa pudo pagarse el lujo de dejar entrar en Gran Bretaña a los refugiados de las revoluciones vencidas en el continente, como ocurrió con los obreros franceses víctimas del aplastamiento de la Comuna de París en 1871.

Hoy, no son los terroristas islámicos los que representan una amenaza para la burguesía. Las principales víctimas de este terrorismo criminal son los obreros y los empleados que toman el metro para dirigirse a sus trabajos o los que trabajaban en las oficinas de las Torres Gemelas. Además, el terrorismo, gracias al horror legítimo que inspira en la población, ha constituido un excelente pretexto para toda una serie de Estados para justificar aventuras imperialistas en Afganistán o Irak.

La única fuerza de la sociedad que puede amenazar a la burguesía es la clase obrera. Por el momento, los combates obreros están muy lejos de amenazar el orden burgués. Pero la clase dominante sabe que la crisis sin solución de su sistema y los cada vez más violentos ataques que esta última le obligará a adoptar contra los proletarios empujará a estos a llevar combates de cada vez mayor amplitud hasta el extremo de amenazar su dominación. Entonces no serán los “terroristas” los que serán tiroteados como conejos sino los obreros más combativos y los elementos revolucionarios, los comunistas (que serán tratados de “terroristas”) [5]. ¡Y todo esto se hará sin Habeas Corpus!

No estamos haciendo especulaciones o predicciones sacadas de una bola de cristal. Es la respuesta que siempre ha empleado la burguesía cada vez que ha sentido que sus intereses vitales estaban amenazados. El tratamiento que habitualmente reserva la burguesía de TODOS LOS PAISES “DEMOCRATICOS” a las poblaciones de las colonias o del llamado Tercer Mundo es aplicado también a los proletarios de esos países “privilegiados” cada vez que se levantan contra la explotación. Así, en Alemania 1919, en un país gobernado por el Partido Socialdemócrata, es decir, el partido de Gerhard Schröeder, primo hermano del de Tony Blair, fueron masacrados miles de obreros, que siguiendo la estela de la revolución de 1917 en Rusia, se habían levantado contra el orden burgués. Y los revolucionarios como Rosa Luxemburgo o Kart Liebchneck fueron asesinados por militares que los habían arrestado con el pretexto de que pretendían huir.

No podemos limitarnos a denunciar el repugnante asesinato del 22 de julio en Stockwell. Esto pueden hacerlo igualmente las numerosas plañideras que gimotean lamentando “los atentados a los derechos democráticos”. Deben servir a los proletarios de Gran Bretaña y de todos los países para comprender la verdadera naturaleza y los verdaderos métodos, de su enemigo de clase, la burguesía. Desde hoy, la burguesía prepara en todas partes auténticos escuadrones de la muerte que los proletarios deberán enfrentar mañana.

Corriente Comunista Internacional 24 de julio 2005

 


[1] Guardian.co.uk 24 de julio

[2] News of the World, domingo 6 de marzo, página 13, artículo titulado “Olvidar los derechos humanos, acabar con los fanáticos”.

[3] News24.com 22 de julio

[4] Esto está autorizado por las “leyes especiales” como las que se aplicaron en Irlanda del Norte durante años.

[5] En Francia, en el momento de las grandes huelgas de otoño 1995, el ministro del interior Pasqua comenzó a comparar a los obreros en huelga con los “terroristas” que habían hecho estallar una bomba en el metro unos meses antes.


 

Geografía: 

  • Gran Bretaña [3]

Cuestiones teóricas: 

  • Terrorismo [5]

En apoyo a la lucha de la CCI contra el parasitismo y el oportunismo (Marzo 2005)

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Los que visiten nuestra página web, sabrán que recientemente la CCI ha tenido que hacer frente a una vergonzosa campaña de calumnias orquestada por la llamada Fracción Interna de la CCI (FICCI) y el Círculo de Comunistas Internacionalistas de Argentina. Para combatir esos ataques, la CCI ha esgrimido la única fuente de claridad y fuerza para cualquier organización revolucionaria; se ha situado firmemente en el terreno de los principios, la historia y las tradiciones del movimiento obrero.

Solo podemos deplorar el hecho de que el BIPR, que también es parte de la Izquierda Comunista, no haya hecho lo mismo, sino que haya elegido compartir la suerte de los detractores de la CCI, y haya abrazado sus métodos sórdidos y cínicos. Esto es una seria traición a todo lo que significa ser una parte del Medio Político Proletario. Más aún, esto se produce en una situación en que los otros grupos de la Izquierda Comunista se mantienen indiferentes a la amenaza de elementos cuyo único fin es la destrucción de las organizaciones proletarias, y con ellas, de la esperanza de una sociedad sin clases.

Pero aunque los otros grupos históricos del medio político proletario revelen su incapacidad para defender la organización revolucionaria, hay sin embargo elementos, que están en contacto con la CCI y con la Izquierda Comunista en general, que ven la importancia de esta batalla, y quieren tomar las armas ellos mismos para defender los principios y el futuro del proletariado revolucionario. Han escrito a la CCI para expresar su solidaridad y apoyo, y/o han enviado copias de las cartas que han escrito al BIPR para protestar por su comportamiento antiproletario y tratar de recuperarlos del borde del abismo.

Estas cartas abordan cuestiones que son vitales para la unidad de la clase obrera y sus elementos politizados, por esta razón publicamos extractos que animen la reflexión de otros que visiten nuestra página web. Hacemos pocos comentarios sobre su contenido, porque esencialmente las cartas hablan por sí mismas

La necesidad de defender el medio político proletario

El punto de partida de estas cartas es una reflexión sobre acontecimientos que surgen de la experiencia de los redactores como elementos en búsqueda de un marco que les permita comprender el mundo en que se ven obligados a vivir, e implicarse en un proceso para cambiarlo. Han encontrado el punto de referencia que necesitan en la Izquierda Comunista, y sienten profundamente que la campaña organizada por la FICCI y el Círculo de Argentina contra la CCI, también va contra ellos y contra toda la clase obrera. Esos ataques han sido una sacudida para ellos, y están indignados.

«Nosotros en la medida de nuestras posibilidades no vamos a tolerar que se tache a la CCI de estalinista ni a ningún grupo proletario que durante décadas ha luchado contra la contra-revolución más sanguinaria de la historia de la humanidad (...) No aceptamos que semejante calumnia se diga gratuitamente sin pruebas evidentes y mucho menos aún de grupos fantasmas de la trayectoria más dudosa como la FICCI» (carta firmada: “un grupo de trabajadores del país vasco”).

Muchos quieren mostrar su propia experiencia para defender a la CCI de las falsas acusaciones contra ella y para defender nuestro método de debate y la forma de tratar las cuestiones organizacionales.

«Las reuniones públicas a las que hemos asistido, las discusiones que a veces hemos llevado con vosotros sobre tantas cuestiones importantes para el movimiento obrero internacional, siempre se han llevado en una atmósfera de apertura y respeto mutuo. En particular, las divergencias políticas siempre se han discutido con una actitud autocrítica de solidaridad. A los nuevos participantes, que dudaban para tomar la palabra, o los que han planteado cuestiones controvertidas, siempre se les ha animado a participar plenamente en las discusiones.

Todo esto revela que las acusaciones lanzadas contra vosotros en la web del BIPR (Buró Internacional por el Partido Revolucionario, a través del “Círculo de Comunistas Internacionalistas” de Argentina, de que trabajáis y actuáis de forma estalinista, son pura denigración con intención de desacreditar a una organización revolucionaria presente en muchos países del mundo.

Apreciamos y damos la bienvenida a la apertura con la que habéis dado pasos para clarificar públicamente la orquestación de una campaña dirigida contra vosotros, y en última instancia contra nosotros también» (declaración adoptada por los participantes en una reunión pública de la CCI en Alemania a iniciativa de un simpatizante)

«...considero (a la CCI) una organización honesta, con una aportación inestimable a la clarificación en el medio político proletario, del que se considera –y puede considerarse- formar parte.

Es un grupo que siempre ha estimulado el debate de manera fraternal, respetuoso cuando ha habido discrepancias y algo que no había conocido anteriormente: ha proporcionado publicaciones de otras organizaciones del medio político proletario para su lectura.» (carta de AN, España)

«La CCI ha intentado clasificar un conjunto de comportamientos políticos bajo la definición de “parasitismo político”. Como alguien que ha manifestado muchas de esas actitudes aberrantes, puedo testificar que las “tesis sobre el parasitismo” de la CCI han sido un instrumento político indispensable para comprender las raíces y consecuencias de estos comportamientos. También puedo testificar que, a pesar de atacar a la CCI (¡aunque a un nivel mucho menor que otros parásitos!) nunca ha mostrado la mínima pizca de “estalinismo” hacia mí. En vez de eso, aunque sin abdicar de su derecho a defenderse, hizo todo lo posible para ayudarme a identificar lo que estaba haciendo y trabajar para superarlo, aunque aún quede mucho camino que recorrer. Ese no es el comportamiento de una organización que “no puede tolerar los desacuerdos” o que es “paranoica” o “alucina” ». (JB, Gran Bretaña)

«En ningún momento la CCI ha escamoteado o censurado los textos que han llegado a mis manos y debe recordarse que esta organización, por doloroso que ello sea, tuvo el coraje de sacar a la luz pública la crisis, dejó que corriese abiertamente el aire libre de la discusión evitando así cualquier tentación de resolverlo puertas adentro con maquinaciones chanchulleras, método ajeno al proletariado»(Rq España)

«Cuando han tenido problemas internos los han sacado a la luz para conocimiento de todos, esa actitud para nosotros les honra como una organización comunista auténtica y si hoy hay avances políticos, teóricos serios, se lo debemos a estos militantes revolucionarios que han resistido contra viento y marea contra todo intento de desnaturalizar el programa comunista desde el interior como del exterior.

También han tratado de sacar el debate a la arena internacional cuando ha habido conflictos tremendamente serios como las guerras que asolan el planeta, pero sabemos todos, por lo menos aquellos que hemos tenido un seguimiento, la respuesta de los demás grupos ante tales acontecimientos criminales. La CCI hizo llamamientos de unidad de acción contra la guerra imperialista, la respuesta ha sido siempre un total desprecio de los que se llaman a sí mismo internacionalistas y claro está, el partido único» (Trabajadores de Euzkadi.)

Dos de las cartas prestan atención al hecho de que las insidiosas maniobras del “Círculo de Comunistas Internacionalistas” y la FICCI han puesto específicamente al NCI en su línea de tiro. Tras esta preocupación por los camaradas del NCI subyace el apercibimiento de que este es un grupo –aunque sea en otro continente- que está haciendo el mismo esfuerzo concienzudo de clarificación que ellos; su preocupación es una expresión viva del carácter unificado internacional del proletariado y su lucha.

«...La CCI ha sido atacada y no solamente la CCI sino todos nosotros que tenemos la Izquierda Comunista como referencia política hemos sido atacados con maniobras que no son nada novedosas, sino que son artes criminales que utiliza la burguesía para destruir a los nuevos militantes o grupos proletarios. Y lo decimos así de claro porque hay pruebas evidentes de que, de la misma forma que la FICCI trató de destruir a la CCI desde el interior con todo tipo de maniobras, intrigas, etc., ha tratado de destruir a los compañeros de Argentina, generando todo tipo de dudas y sospechas que crearon confusión entre estos compañeros y la CCI.» (Trabajadores de Euzkadi)

«Expreso mi solidaridad a los compañeros del NCI en Argentina que pese a los manejos se han posicionado sobre esta crisis a través de varios escritos, valga por todos, la declaración de 27/10/04 y la de 7/11/04» (Rq , España)

La acción basada en los principios, en el centro de la defensa del medio político proletario

«La vida en el seno de las organizaciones comunistas ha de ser un reflejo de lo que será la futura sociedad comunista» (AND, España)

Los simpatizantes lidian con un asunto que es de inmensa importancia para el conjunto del proletariado; la acción basada en los principios y la corrección es condición para asegurar la verdad, la solidaridad y la dignidad de la clase obrera. Es decir, estos aspectos son parte de la naturaleza de una clase interesada en destruir las divisiones que se le imponen, y que no tiene ninguna razón de abatir a sus hermanos de clase para plantear intereses personales o sectoriales. Al contrario, sólo puede alcanzar su objetivo final llevando a cabo su unidad internacional de clase. Más aún, sus organizaciones políticas sólo pueden expresar la naturaleza de la clase que las ha generado.

En su carta, JB (Gran Bretaña), retoma esta cuestión en el contexto de las dificultades para forjar una organización revolucionaria:

«La construcción de la organización comunista es un proyecto cargado de dificultad y contradicciones –puesto que sólo puede existir como un cuerpo extraño en la sociedad burguesa y está consecuentemente bajo ataque permanente a todos los niveles de su existencia.

Para combatir este continuo ataque de los anticuerpos del orden burgués, los revolucionarios tienen que adoptar la comprensión colectiva más rigurosa sobre cómo tiene que funcionar una organización comunista. Por esto todas las organizaciones adoptan normas de funcionamiento y una precisa metodología organizacional para abordar los inevitables debates y desacuerdos que surgen en su interior.

Sin esas estructuras y principios, las organizaciones revolucionarias no existirían. No es ninguna vergüenza que hayan desacuerdos entre revolucionarios, ni tampoco que los militantes individualmente, o agrupados, abandonen la organización cuando ya no estén de acuerdo con su plataforma y sus posiciones.

Pero sí es vergonzoso:

  • robar elementos del aparato interno de una organización para fines personales;

  • difundir mentiras y difamaciones sobre camaradas individuales en secreto, en una tentativa de destruirlos;

  • negarse a seguir los elementos más básicos de solidaridad comunista requerida a los militantes (por ej. el pago de las cuotas)

  • robar fondos y material de la organización para impulsar los intereses de un grupito particular y no de la organización o del movimiento obrero en su conjunto;

  • hacer de la elaboración de una cadena de las más viles difamaciones contra otra organización la clave de su existencia política

  • robar las direcciones de los contactos y usarlas de la forma más irresponsable –los camaradas que dan sus detalles personales a una organización revolucionaria, es porque expresan una gran confianza en ella y muestran su solidaridad hacia esa organización y el comportamiento de la FICCI respecto a esto es una infame traición de esa confianza;

  • hacer públicas las fechas de las reuniones internas de una organización proletaria, sometiendo así a esta organización, al riesgo de la intervención de las fuerzas de seguridad burguesas;

  • hacer un esfuerzo para poner unas contra otras las diferentes secciones nacionales de una organización a través de adulaciones y mentiras;

  • poner en peligro la seguridad personal de los militantes, intentando identificar sus contribuciones individuales a la prensa revolucionaria»

La responsabilidad de los grupos históricos de la Izquierda comunista

Igual que los contactos son conscientes de que el cuadro y principios del movimiento obrero son la base de su propia búsqueda de claridad y coherencia, también son conscientes de la responsabilidad que reside en las organizaciones que vienen de la tradición de la Izquierda comunista. O sea, del peso histórico de esos grupos cuya función es la salvaguarda y difusión del programa histórico y los principios secretados por la clase obrera. Las cartas al BIPR son extremadamente críticas acerca de la actitud de éste último en relación al ataque del Círculo y la FICCI contra la CCI.

«Los últimos meses, la FICCI y el Círculo han organizado una campaña de calumnias contra la CCI. Desafortunadamente la actitud del BIPR hacia la CCI en este asunto es absolutamente escandalosa. Esta actitud es incompatible con todo lo que representa la clase proletaria.

Para empezar, el BIPR colgó la “declaración de El Círculo” en su página web sin consultar a la CCI.

Además el BIPR ha mentido deliberadamente sobre el robo de la lista de direcciones de los suscriptores de la CCI, y ha usado esas direcciones en su propio interés. ¿Cómo llegaron las convocatorias del BIPR a enviarse a suscriptores de la CCI que sólo habían dado sus direcciones a la CCI?

Sobre el primer punto: nos preguntamos cómo una organización (el BIPR) cuyas bases son la tradición de la Izquierda Comunista y los principios proletarios, que conoce desde hace años a la CCI y considera que es una organización proletaria, puede tomar parte inmediatamente por El Círculo sin contactar ni siquiera a la CCI. Desde el punto de vista de los principios comunistas, el BIPR debería haber contactado primero a la CCI para preguntar su posición sobre la acusación (...)

Sobre el segundo punto, ¿Cómo puede una organización comunista, que se basa en principios como la confianza, la honestidad, la solidaridad, defender este robo y ocultar la verdad a sus propios militantes?

Mientras que el BIPR intenta acallar a la CCI diciendo que “con todo lo que pasa en el mundo, la CCI no tiene nada mejor que hacer que escribir ‘tomas de posición’ sobre sus disputas”, él mismo está plenamente implicado en el reagrupamiento con los parásitos. Esto es puro oportunismo.

Lo que el BIPR ha hecho en relación a los dos puntos mencionados antes y respecto a otras calumnias contra la CCI, va únicamente en el sentido de los intereses de la burguesía y contra los intereses del proletariado internacional.» (Dos simpatizantes de Amsterdam)

«Condenamos en los términos más enérgicos posibles que hayáis puesto vuestra página a disposición de esas inmundas campañas y hayáis permitido, sin el menor comentario, verificación o examen, que el Círculo de Comunistas Internacionalistas de Argentina insulte a la CCI tratándola de organización estalinista que emplea métodos nauseabundos.

Consideramos que, políticamente es perfectamente correcto y muy responsable, que la CCI excluya de la organización y de las reuniones a miembros que son culpables del robo de la lista de direcciones de suscriptores y que, con métodos burgueses de lo más escandaloso, sin ninguna prueba, hayan acusado a un miembro dirigente de la organización de ser un policía» (participantes en una reunión de la CCI en Alemania).

Un camarada de Francia recuerda al BIPR que la unidad en el campo proletario y el debate fraternal son indispensables para los revolucionarios:

«Dispersas y débiles, las pocas organizaciones revolucionarias que existen hoy, tienen que polemizar, discutir sistemáticamente las cuestiones históricas, así como por supuesto los hechos de actualidad. Y me parece que las contribuciones (regulares, argumentadas, lúcidas) de la CCI durante los últimos 30 años están lejos del “vacío político y metodológico” que denunciáis. Por supuesto que el debate por la claridad tiene que ser vivo y sin compromisos, pero también tiene, creo, que ser fraternal entre organizaciones de la Izquierda comunista. Porque si, como decís, hay tanto “trabajo que hacer para intentar comprender lo que pasa en el mundo”, también hay mucho que hacer para ACTUAR juntos (y qué fuerza aportaría) para distribuir JUNTOS, organizar reuniones COMUNES sobre las cuestiones esenciales, sobre lo que nos une: el internacionalismo, la lucha contra la guerra. ... Porque ‘La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados.’(Marx, Manifiesto inaugural de la AIT, en Obras escogidas de Marx y Engels, T. I, Akal editor 1975, Madrid, pag. 96)».

Una carta dirigida al BIPR por “dos jóvenes simpatizantes de la Izquierda comunista” también suscita la necesidad de relaciones fraternales entre las organizaciones revolucionarias. Además señala que el apoyo del BIPR al Círculo de Argentina y a FICCI contra la CCI, empaña su imagen como organización comunista a los ojos de los que, como ellos mismos, miran la tradición de la Izquierda comunista como una guía:

«... estamos abiertos a todas las organizaciones comunistas revolucionarias y muy a favor de la discusión entre estos grupos, discusión que es muy importante para nuestra clarificación política. Es una vía necesaria e indispensable para el desarrollo de la conciencia y la unificación del campo proletario sobre la base de un acuerdo sólido (...)

... hemos visto que en vuestra página web, apoyada por la FICCI, habéis publicado un texto del Círculo de Comunistas Internacionalistas de Argentina, que acusa a la CCI de negarse sistemáticamente a cualquier discusión con grupos que tengan opiniones diferentes a las suyas. Podemos asumir que estáis de acuerdo con esta opinión puesto que la publicáis. Semejante acusación, hecha sin la argumentación apropiada y sin ninguna explicación válida, nos parece más bien falsa, a la vista de los esfuerzos de la CCI para impulsar la discusión y llegar a una clarificación (...).

Vuestra acusación es completamente falsa, dado que, por lo que sabemos, la CCI ha hecho referencia a menudo al medio político proletario (...) y os ha mencionado como una de sus partes componentes, pidiéndoos muchas veces que intervinierais conjuntamente con ella contra la guerra imperialista. Más aún, en vuestra actitud, en particular en la reunión pública en Berlín del 15.05.04 sobre las causas de la guerra imperialista, (...) en la conclusión a la discusión, el interviniente por el BIPR defendió la posición de que la discusión había mostrado que el debate entre el BIPR y la CCI era ‘inútil’. (...)

Por eso vemos que vuestra actitud se desvía apreciablemente de la imagen que tenemos de una organización comunista revolucionaria, lo que por fuerza nos decepciona, y queremos señalaros en esta carta.

Además, ¿No es la solidaridad entre las organizaciones comunistas el motor del combate que nos une? Esperemos que nuestras críticas no se perciban como animadas por oscuras intenciones hacia el BIPR, sino al contrario, que ayuden a animar un análisis mejor de un problema importante que ciertamente no ha sido el objeto de una profunda reflexión».

El grupo de trabajadores del país vasco también critica el rechazo del BIPR del debate:

«Hay una frase escrita donde se descubre toda la debilidad del BIPR, ‘Estamos hartos de discutir con la CCI’.

En primer lugar nuestros antepasados nunca se hartaron de discutir, sino que era un deber de todos buscar la máxima claridad posible. Esa posición por la teoría es lo que se ha perdido y se debe retomar. Pero el BIPR no quiere el debate abierto y entre todos, solo quiere pura y llanamente la adhesión a sus posiciones sin ningún tipo de discusión ni de cuestionamiento. La típica actitud izquierdista, lo quieran ustedes o no. Falta mucho por hacer y debatir cual va a ser el futuro partido de la clase obrera, en esta tarea no sólo estará la CCI, el BIPR sino muchos grupos proletarios que surgirán, por lo menos esa es nuestra esperanza.

Rehuir del debate demuestra a las claras la debilidad teórica del BIPR y así cuando con su rabieta incontenida nos dice ‘ni a la CCI ni a nadie tenemos que rendir cuentas de nuestro comportamiento’. He aquí el ‘derecho divino’ del LIDER, con derecho a pernada que puede hacer todo lo que le venga en gana, porque los líderes están por encima del BIEN y del MAL. En adelante nuestra referencia de la moral y de la ética está en las obras completas de los JESUITAS».

El oportunismo del BIPR

Muchas de las cartas que se han enviado al BIPR condenan su oportunismo como indigno de una organización proletaria. O sea, estigmatizan una política caracterizada por la deserción de los principios para emplear medios que son ajenos al proletariado para “ir en cabeza” en lo que parecen concebir como una carrera para ganar los corazones y las mentes de la nueva generación. Los contactos también son conscientes de lo muy autodestructiva que es la política de promiscuidad del Buró con la FICCI y el Cïrculo. Estos caballeros pretenden, no sólo la destrucción de la CCI por medio de sórdidas maniobras, sino también la anulación política del BIPR, aunque en este caso a través de lisonjas y cantos de sirena.

Como dice GW de Gran Bretaña al BIPR: “...la creación del BIPR de la CWO y BC estuvo fuertemente marcada por un antiCCIsmo y un salto oportunista. Ahora sin embargo creo que el desarrollo reciente muestra un descenso cualitativo en la actividad del BIPR que amenaza su existencia misma como fuerza revolucionaria. Ahora es aparente lo que ha estado implícito por algún tiempo: el BIPR se ve a sí mismo no como camaradas de la CCI, sino en competición con ella.. Esta actitud de tendero básicamente burguesa, si no se revierte radicalmente, puede firmar la sentencia de muerte del BIPR como expresión del proletariado (...) Esto es justamente lo opuesto de la solidaridad de la clase obrera, de la confianza en la clase obrera, y los hechos recientes confirman que entendéis y compartís muy poco de esos atributos fundamentales y esenciales de una clase revolucionaria. (...) Publicar y poner enlaces a cualquier página antiCCI, de fulano o mengano, muestra una desverguenza y una traición fundamental a los principios del movimiento obrero por vuestra parte. Excusáis flagrantemente el robo a una organización revolucionaria porque se haría en nombre de ‘los derechos de liderazgo’. Podriáis decir que es la esgrima de los negocios y la demolición de un rival. Al menos sería más honesto...”

El grupo de trabajadores del país vasco también dice al BIPR con términos que no dejan lugar a dudas, que sus métodos están contra todo por lo que lucha la clase obrera y que van a tolerarse:

«NO SEÑORES del BIPR, en nuestra clase no todo vale, nuestra moral proletaria es la antítesis de la moral burguesa, aquí todos tienen que rendir cuentas, incluso ustedes y con más motivo aún que nadie pues han salido en defensa de la FICCI, de sus métodos mafiosos o ¿pretenden acaso que aceptemos a pies juntillas su carta y las barbaridades que dicen en ella?

Ustedes han escrito esa carta vía Internet para máxima audencia, pues bien se deben a los que hemos leído. No aceptamos que se justifique el robo de algo tan sagrado como el fichero y el dinero de una organización proletaria y nos repugnan los argumentos tan vulgares como que son líderes o la vieja guardia. ¿Qué pretenden? ¿Llevar a la vía correcta a la CCI?, No tienen derechos adquiridos para hacer pillaje.

SI SEÑORES del BIPR, ustedes tienen que dar cuentas y no solamente a la CCI sino a todos nosotros. ¿Cuál es su moral, qué codigos de conducta y de comportamiento tienen? ¿Son parte de la clase obrera? En este tema también existen fronteras de clase».

Los contactos están pasmados de que una organización de la Izquierda comunista excuse el robo de la FICCI de la lista de direcciones de los contactos de la CCI. Están afrentados de que se defienda sobre la base de que los elementos que se marcharon para formar la FICCI fueran supuestamente “dirigentes” de nuestra organización (ver “Respuesta a las estúpidas acusaciones de una organización en vías de degeneración”, en la página web del BIPR). Los “dos jóvenes simpatizantes de la Izquierda Comunista” preguntan al BIPR, «¿realmente pensáis que los “dirigentes” de una organización comunista tienen más derechos y poder que el resto de militantes, específicamente en este caso, la propiedad exclusiva de documentos comunes?».

Una cuestión muy pertinente. Esperemos que el Buró se digne a responderla, porque contrariamente a su afirmación de que «no tenemos que dar cuentas a la CCI ni a nadie de nuestros actos políticos», estos elementos que buscan una dirección política en el movimiento de la Izquierda Comunista tienen todo el derecho (un deber incluso), a pedir que las organizaciones revolucionarias den cuenta de sus actos. Igualmente, esas organizaciones tienen la responsabilidad de explicar sus opciones políticas ante la clase obrera que las ha generado.

El “grupo de trabajadores vascos” también tiene algo que decir en este punto:

«Los términos que utiliza el BIPR como el de “la vieja guardia dirigente” nos generan un profundo ASCO pues refleja la concepción de partido típicamente burgués y no es pues por casualidad que los “dirigentes” se unan para manipular a su antojo a todos los militantes honrados que se acerquen a la Izquierda Comunista y qué mejor ejemplo que lo que ha pasado en Argentina; ni se puede perdonar tolerar que semejante actitud no sea denunciada a los cuatro vientos. Quien trate de destruir un grupo proletario no merece nuestro respeto sino el desprecio».

Un camarada de Suecia se refiere a la posición del BIPR de que el robo de la lista de direcciones no fue un robo puesto que esos “dirigentes” de la CCI querían reconducir al buen camino a los militantes de la CCI:

«La lógica para defender el robo es peor que el mismo robo. El BIPR plantea una posición religiosa o izquierdista sobre el papel dirigente del partido. Los militantes de la CCI no son idólatras religiosos que pueden ser dirigidos al buen camino, ni tampoco son soldados de a pie que pueden ser guiados por un mando. Mi opinión es que los militantes de la izquierda comunista (no sólo los de la CCI) contrariamente a los de la izquierda del capital, son capaces, inteligentes y analíticos, en pocas palabras, verdaderos revolucionarios».

Como se pregunta otro camarada que escribe de América, «¿En qué punto cruza el oportunismo la línea de clase? Adoptar tácticas burguesas es un primer escalón en dirección a adoptar la ideología burguesa, ¿No?» (IO).

Llamamiento de los contactos al BIPR

Como dice GW, «los acontecimientos recientes muestran una pendiente cualitativa en la actividad del BIPR que amenaza su propia existencia como fuerza revolucionaria». Conscientes de las peligrosas aguas en las que está fondeando el BIPR, la preocupación de los contactos es rescatarlo del abismo al que parece que está dispuesto a saltar a instancias de la amable invitación de la FICCI.

Los dos camaradas de Amsterdam dicen, «condenamos esta actitud oportunista del BIPR hacia la CCI. Esperamos que, en interés de la lucha de clases y la unidad proletaria, el BIPR hará una autocrítica de su actitud en este asunto».

La declaración de los participantes en la reunión de la CCI en Alemania dice:

«Hacemos un llamamiento para que volváis al terreno de la forma y los principios proletarios de confrontación, lo que significa:

  • la publicación inmediata en vuestra prensa y vuestra página web de nuestra carta y del comunicado de la CCI sobre estos sucesos,

  • la creación, con vuestra participación, de una comisión independiente del campo de la Izquierda Comunista para examinar y clarificar las acusaciones contra la CCI.

  • La ruptura de cualquier colaboración con los antiguos elementos de la CCI que se han agrupado en la FICCI (la llamada “Fracción Interna de la CCI”) o su entorno.

  • Denunciar y combatir públicamente los métodos del robo de dinero y direcciones de contactos y las campañas de odio contra la CCI.

Deberiáis asumir por fin la responsabilidad colectiva que tenéis hacia el proletariado internacional. Sentaros a la mesa con la CCI y otros revolucionarios y discutid públicamente las cuestiones centrales del movimiento obrero, del capitalismo y su derrocamiento».

JB de Gran Bretaña, declara:

«La cuestión del parasitismo es de las que concierne a toda la Izquierda Comunista. Apoyo el llamamiento de la CCI para que las otras organizaciones proletarias y sus contactos y simpatizantes tomen posición sobre las tesis de la CCI sobre este fenómeno para:

  • explicar si creen o no que existen los modelos de “parasitismo” identificados por la CCI, y porqué

  • proveer explicaciones alternativas a este comportamiento si están en desacuerdo con la explicación de la CCI sobre su existencia

En pocas palabras, para desarrollar la discusión de la forma más amplia y rigurosa posible, puesto que incumbe al conjunto del movimiento obrero».

RQ, de España, subraya la responsabilidad general de los elementos políticos del campo proletario:

«El Medio Político Proletario debe asumir su responsabilidad. El desarrollo de los acontecimientos con la irrupción en la crisis del BIPR, reconociendo que mantiene y mantendrá la colaboración con la FICCI; la intervención de última hora de un turbio Círculo de Comunistas Internacionalistas en Argentina y el silencio de otras organizaciones que deberían haberse pronunciado contra la conducta de los elementos de la FICCI, pues ninguna organización proletaria que esté viva se encuentra a salvo de ellos, da la impresión que unos por acción y otros por omisión se haya organizado, en mi opinión, un especie de complot contra una organización revolucionaria como es la CCI».

La importancia de la solidaridad

IO de América nos pregunta: «tengo que preguntarme porqué prestáis tanta atención a la FICCI (...) Supongo que hablar sobre ellos es útil quizás como lección del parasitismo en acción, de otra forma, ¿No tendríamos que ignorarlos mayormente?» Si hemos dedicado tanto tiempo y esfuerzo en nuestro combate público contra la pérfida alianza del parasitismo y el oportunismo, representados por la FICCI y el BIPR, es porque –independientemente de las fuerzas en juego- estamos combatiendo para defender los principio de acción y organización en los que tiene que basarse un día el partido de la clase obrera. Estamos firmemente convencidos de que si no defendemos esos principios ahora, después fallaremos en nuestras tareas y estaremos comprometiendo el futuro desarrollo de todas las organizaciones revolucionarias.

La pasión y la convicción con la que nuestros contactos han entrado al combate en defensa de los principios proletarios, es suficiente para reconfortar las entretelas de cualquier corazón revolucionario. Prueba que la insistencia de la CCI de que los principios de comportamiento son una necesidad política no es una voz perdida en el desierto de la conveniencia, el cinismo y el oportunismo. Este simple acto de solidaridad es aún más importante puesto que la CCI ha recibido recientemente amenazas, por ejemplo de UHP-Arde[1], y otras anónimas.

Consciente de la gravedad de los hechos recientes, RQ (España) los vio inicialmente como un paso atrás para la clase obrera. Después de una mayor reflexión sin embargo, dice: «...creo que la CCI y el proletariado no afronta un retroceso, sino que por el contrario se trata de un avance por el método con el que se ha confrontado, que es el método del marxismo y por ende el de las organizaciones revolucionarias que consiste, como ya sucedió en la Primera Internacional contra los bakuninistas, en sacar a la luz del día ante los militantes y frente al proletariado entero el problema o la crisis con toda su aspereza, discutir e ir a sus raíces sin ninguna restricción».

Esta, como las otras cartas, muestra la indomable determinación de comprender y avanzar, por dura que pueda ser la batalla, este es el sello distintivo del proletariado como clase revolucionaria. Los simpatizantes reconocen que la lucha por el comunismo es más profunda y global que la búsqueda de una lista de posiciones correctas. El método marxista significa un cuestionamiento de cada aspecto de esta sociedad descompuesta y sólo él puede dar vida a reflexiones, cuestionamientos y la búsqueda de la verdad sin tapujos. Este es el guante que han recogido los redactores de estas cartas.

Dejamos la última palabra a los participantes de la reunión pública de la CCI en Alemania, que expresan un sentimiento que encierra la impagable solidaridad que nos han mostrado nuestros simpatizantes:

«!No os rindáis, apoyamos vuestra lucha!».

1. En un artículo de Internet titulado “la ciencia y arte del zoquete”, UHP-Arde acusa a la CCI de defender la política de la burguesía, nos llama imbéciles y concluye con estas palabras: «Contra las campañas de la burguesía para falsificar y reprimir nuestra lucha, y muerte a los imbéciles.

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [7]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Tendencia Comunista Internacionalista (antes BIPR) [20]
  • Parasitismo [21]

Foro Social Mediterraneo: Sólo otro mundo es posible: el comunismo

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Ante la celebración en Barcelona del Foro Social Mediterráneo publicamos extractos de un artículo que apareció en nuestra Revista Internacional tomando posición sobre el "Foro social europeo" que tuvo lugar en Paris , en noviembre 2003.

El FSE ha tenido  una amplitud considerable. Unos 40.000 participantes, según los organizadores, llegados de todos los países de Europa, desde Portugal hasta los países de Europa central; un programa de casi 600 seminarios y talleres en locales de lo más variado (teatros, ayuntamientos, prestigiosos edificios del estado) repartidos en cuatro lugares en torno de París; y para concluir, una gran manifestación con 60 a 100.000 personas por las calles de París, con los impenitentes estalinistas de Rifondazione comunista de Italia delante y los anarquistas de la CNT atrás. Con menos cartel en los media, hubo otros dos "foros europeos" en el mismo período: uno para los diputados y otro para los sindicalistas europeos. Y por si tres "foros" no fueran suficiente, los anarquistas organizaron un "Foro Social Libertario" en las afueras de París, simultáneo con el FSE y presentado abiertamente como "alternativa" a éste.

"Otro mundo es posible". Este era uno de los grandes lemas del FSE. No cabe ninguna duda de que muchos de los manifestantes del 15 de noviembre, especialmente quizás entre los jóvenes que empiezan a politizarse, existe una verdadera y acuciante necesidad de luchar contra el capitalismo y por "otro mundo" diferente del mundo en que vivimos con su miseria sin fin y sus guerras tan horribles como interminables. Sin duda, algunos se habrán sentido inspirados por esa gran reunión unitaria. El problema es saber no solo que "otro mundo es posible" -y necesario-sino también, y sobre todo, de qué otro mundo se trata y cómo se logrará edificarlo.

¿El FSE da una respuesta seria a estas preguntas? Cuando se miran de cerca las ideas que propaga, nos damos cuenta que, primero, de nuevas no tienen nada y, segundo, de "anticapitalistas" menos todavía.

¿Un mundo libre de la lógica mercantil?

"El mundo no está en venta", tal ha sido uno de los eslóganes más repetidos en el FSE. Eslogan que se ha concretado con “la salud no está en venta” o “la educación no está en venta”...

Pero cuando uno se pone a mirar de cerca la realidad que hay detrás de esos lemas, pronto empieza a olerse la trampa. Para empezar, la propuesta no es acabar con la venta del mundo, sino solo de "limitarla": "Sacar los servicios sociales de la lógica mercantil". ¿Y qué quiere decir eso en concreto? Sabemos perfectamente que mientras exista el capitalismo, habrá que pagarlo todo, incluso los servicios como la salud y la educación. Esas partes de la vida social que los "altermundialistas" pretenden "sacar de la lógica mercantil" son de hecho parte del salario social del obrero, gestionado en general por el estado. El nivel de salario del obrero, la proporción de la producción que le corresponde a la clase obrera no solo no se puede "sustraer" de la lógica mercantil, sino que es el meollo mismo del problema del mercado y de la explotación capitalista. El capital pagará siempre su mano de obra lo menos posible, o sea, lo que es necesario para reproducir la fuerza de trabajo más la próxima generación de obreros. Ahora que el mundo se hunde en una crisis cada día más profunda, cada capital nacional necesita menos brazos, y a los que necesita debe pagarles menos, si no quiere ser eliminado por sus competidores en el mercado mundial. En tal situación, solo gracias a su propia lucha podrá la clase obrera resistir a las reducciones de salario -por muy "social" que este sea- y ni mucho menos haciendo llamadas al estado capitalista para que "sustraiga" los salarios de las leyes del mercado, de lo cual sería totalmente incapaz, incluso si, por no se sabe qué locura, le dieran ganas de hacerlo. (...)

 ¿Un comercio equitativo?

"¡Comercio equitativo, no al librecambio!", ése es otro gran tema del FSE, con el decorado de pequeños campesinos franceses y sus productos "naturales". Y, en efecto, ¿quién no va a conmoverse con la esperanza de ver a los campesinos y artesanos del Tercer Mundo vivir decentemente del fruto de su trabajo? ¿Quién no va a querer parar de una vez la apisonadora del agrobusiness que expulsa a los campesino de sus tierras para que se amontonen por millones en villas miseria de México o Calcuta?

Para empezar, el movimiento del "comercio equitativo" no es nada nuevo. Las asociaciones de las llamadas obras de caridad (como la inglesa Oxfam, presente, claro está, en el FSE) practican el "comercio equitativo" vendiendo artesanía en sus tiendas de beneficencia desde hace más de 40 años, lo cual no ha impedido que se hundan en la miseria millones de seres humanos en África, Asia, Latinoamérica...

Además, esa consigna en boca de los altermundialistas es doblemente hipócrita. José Bové, por ejemplo, presidente del sindicato francés Confederación Campesina, podrá hacer de superestrella de la altermundialización echando pestes contra el agrobusiness y el malvado MacDonald. Eso no impide a los militantes de ese sindicato manifestarse para exigir que se mantengan las subvenciones de la Política agrícola común europea. La PAC, al bajar artificialmente los precios de los productos franceses, es precisamente uno de los medios principales que mantienen la desigualdad en el comercio en perjuicio de esos campesinos del Tercer Mundo a los que supuestamente se quiere favorecer. Ahí Bové no tiene nada de original, está haciendo lo mismo que los sindicalistas que se manifestaron en 1998 en Seattle durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), para los cuales "comercio equitativo" significaba imponer aranceles a la importación de acero "extranjero" producido más barato por obreros de otros países. El comercio equitativo es, en definitiva y por muy buenas intenciones que se le eche, otra forma de guerra comercial (...)

En nombre de la “lucha” contra el “neoliberalismo” se nos pide apoyar al Estado burgués

El hilo que uno todos esos temas es éste: contra los "neoliberales" de las grandes empresas "transnacionales" (las malvadas "multinacionales" denunciadas en los años 70), se nos propone que tengamos confianza en el estado, más todavía, que lo fortalezcamos. Los "altermundialistas" pretenden que serían las empresas las que habrían "confiscado" el poder de un estado "democrático" para imponer su ley "mercantil" al mundo, de modo que el objetivo de la "resistencia ciudadana" debe ser recuperar el poder del estado y de los "servicios públicos".

¡Menudo embuste! La realidad muestra que la intervención del Estado en la economía –y no digamos en toda la vida social- es cada vez mayor, incluido en Estados Unidos, considerados la tierra de promisión del “liberalismo”. Es el estado el que regula los intercambios mundiales, fijando los tipos de interés, barreras aduaneras, etc. Ya es por sí solo un actor ineludible de la economía nacional, con un gasto público que alcanza el 30-50% del PIB según los países, y con déficit presupuestarios cada vez mayores. Cuando los obreros se empeñan de verdad en defender sus condiciones de vida ¿con quién se topan primero en su camino si no es con las policías del estado? Exigir, como hacen los altermundialistas, el fortalecimiento del estado para protegernos de los capitalistas es una patraña monumental: el estado burgués está para defender a la burguesía contra los obreros, y no lo contrario. (...)

¡Quien paga se aprovecha! Ha sido toda la burguesía francesa, de derechas como de izquierdas, la que ha financiado con liberalidad el FSE, la que le ha prestado sus locales. Y será toda la burguesía, de derechas como de izquierdas, la que piensa sacar tajada del éxito innegable del FSE, sobre todo en dos planos:

Primero, el FSE ha sido un medio para la izquierda del aparato político estatal de mudarse de piel, tras el desprestigio debido a los años en el gobierno arreando golpe tras golpe a las condiciones de vida de la clase obrera y asumiendo la responsabilidad de la política imperialista del capitalismo francés. (...) Toda la burguesía está interesada en que el frente social no esté desguarnecido y que las luchas obreras, y más generalmente que la aversión y los cuestionamientos que provoca la sociedad capitalista sean desviados hacia las viejas recetas reformistas cerrando el camino hacia una conciencia de la necesidad de derrocarla y acabar con las calamidades que genera.

Segundo, la burguesía francesa entera tiene el mayor interés en que se extienda y se refuerce el ambiente netamente antiamericano del FSE. Las destrucciones de las dos guerras mundiales, las terribles pérdidas humanas y además, y sobre todo, el resurgir de la lucha de clases y el fin de la contrarrevolución después de 1968, todo ello ha contribuido a desprestigiar el nacionalismo que la burguesía utilizó para meter a la población en la escabechina de 1.914 y, después, la de 1.939. Ahora que, aun no existiendo un "bloque europeo" y menos todavía una "nación europea" en los que enraizar un patriotismo "europeo" belicoso, las burguesías de algunos países europeos, especialmente la francesa y la alemana, tienen el mayor interés en jalear el sentimiento antiamericanocon el fin de presentar la defensa de sus propios intereses imperialistas contra el imperialismo americano como si fuera la defensa de una visión del mundo "diferente", incluso "altermundialista" si cabe. (...)

La gente del marketing moderno ya no intenta vendernos directamente los productos, sino que usan un método más sutil y eficaz: venden "una visión del mundo" a la que adosan los productos que la simbolizarían. Los organizadores del FSE han hecho exactamente igual: nos proponen una "visión del mundo" irreal, en la que el capitalismo ya no sería el capitalismo, en la que las naciones ya no serían imperialistas, en donde se puede conseguir "otro mundo" sin hacer ninguna revolución internacional comunista. Y en nombre de esa "visión" nos quieren vender una serie de viejos productos adulterados que son los partidos pretendidamente "socialistas" y "comunistas", disfrazados para la ocasión en "redes ciudadanas".

Teniendo en cuenta que ha sido la burguesía francesa la que, en esta ocasión, ha entregado los fondos, es lógico que sean sus partidos políticos los que saquen la primera tajada del FSE. No hay que creer, sin embargo, que el tinglado lo ha montado la burguesía francesa sola, ni mucho menos. De hecho, ese esfuerzo por dar nuevo prestigio a su ala izquierda, mediante los "foros sociales" favorece ampliamente a toda la burguesía mundial.

¿"Otro mundo libertario"?

El "Foro social libertario" se presentaba deliberadamente como alternativa al Foro más "oficial" organizado por los grandes partidos burgueses. Podemos preguntarnos hasta qué punto la oposición entre ambos foros era real: al menos uno de los grupos principales que organizaron el FSL (Alternative Libertaire) participó también activamente en el FSE, y además la manifestación organizada por el FSL se unió, tras un corto recorrido "independiente", a la del foro mayor, el FSE. (...)

Empecemos por el "debate" sobre los "espacios autogestionados" (squatts -okupas-, comunas, redes de intercambio de servicios, cafés "alternativos", etc.). Si ponemos "debate" entre comillas, es porque los animadores hicieron todo lo que estuvo en su mano para limitarlo a unas cuantas reseñas descriptivas de sus "espacios" respectivos, evitando toda evaluación crítica, incluso las procedentes del campo anarquista. Nos dimos pronto cuenta que eso de la "autogestión" es algo muy relativo: un participante inglés explicó que tuvieron que comprar su "espacio liberado"... por la bonita cantidad de 350.000 libras (unos 500.000 euros). (...)

Otra característica del anarquismo, muy clara en todos los debates del FSL, es su visión profundamente elitista y educacionista. El anarquismo ni se imagina que "otro mundo" pudiera surgir de las entrañas mismas de las contradicciones del mundo actual. El paso del mundo actual al del futuro solo podrá pues hacerse mediante "el ejemplo" dado por los "espacios autogestionados", mediante una acción educativa sobre los quebrantos del "productivismo" actual. Pero, como lo decía ya Marx hace más de un siglo, si una nueva sociedad debe aparecer gracias a la educación del pueblo, lo que se plantea es saber quién va a educar a los educadores. Pues quienes se pretenden educadores están también ellos formados en y por la sociedad en la que vivimos, y sus ideas de "otro mundo" permanecen en realidad sólidamente amarradas al mundo actual.

En resumidas cuentas, ni el FSE ni su “alternativa radical”, el FSL, no ofrecieron ninguna alternativa válida para luchar contra este mundo de miseria y guerra sino que nos plantearon viejas ideas que ya revelaron hace mucho tiempo su inadecuación cuando no su carácter claramente contrarrevolucionario.

Nuestro mundo es portador de un mundo nuevo

Es totalmente inevitable, en el capitalismo como en toda sociedad de clases, que las ideas dominantes de la sociedad sean las de la clase dominante. Si es posible comprender la necesidad y la posibilidad material de una revolución comunista, solo es porque en la sociedad capitalista existe una clase social que encarna ese porvenir revolucionario: la clase obrera. En cambio, si intentamos simplemente "imaginar" lo que podría ser una sociedad "mejor", basándonos en nuestros deseos e imaginaciones actuales tal como se han formado en y por la sociedad capitalista (y con el modelo de nuestros "educadores" anarquistas), lo único que podemos hacer es "reinventar" el mundo capitalista actual, cayendo ya sea en el sueño reaccionario del pequeño productor que no ve más allá de su "espacio autogestionado", ya sea en el “Gran Hermano” de un Estado “benefactor” mundial que “protege” a sus habitantes.

Para el marxismo, al contrario, se trata de descubrir en el seno mismo del mundo capitalista de hoy las premisas del mundo nuevo que la revolución comunista debe hacer surgir. Como lo decía el Manifiesto Comunista en 1848: "Las tesis de los comunistas no se basan ni mucho menos en ideas, principios inventados o descubiertos por este o aquel reformador del mundo. Solo son la expresión general de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está realizando ante nosotros".

Podemos distinguir tres elementos importantes, íntimamente relacionados en ese "movimiento histórico que se está realizando ante nosotros".

El primero es la transformación, ya realizada por el capitalismo del proceso productivo de toda la especie humana. El menor objeto de uso cotidiano ya no es obra de un artesano que se basta a sí mismo o de una producción local, sino del trabajo común de miles, cuando no de decenas de miles de mujeres y hombres que participan en una red que cubre el planeta entero. Librada por la revolución comunista mundial de las trabas que le imponen las relaciones capitalistas mercantiles de producción y apropiación privada de sus frutos, esa destrucción de todos los particularismos locales, regionales y nacionales, será la base para la constitución de una sola sociedad comunista humana a escala planetaria. (...)

El segundo factor de primera importancia, indisociable del anterior, es la existencia en el seno de la sociedad capitalista de una clase que encarna, y que expresa en el grado más alto, esa realidad del proceso productivo unificado e internacional. Esa clase es el proletariado internacional. El obrero, sea siderúrgico norteamericano, desempleado inglés, empleado de banca francés, mecánico alemán, programador indio o albañil chino, todos ellos tienen algo en común: estar explotados cada día más duramente por la clase capitalista y no poder quitarse de encima esa explotación si no es derribando el orden capitalista mismo. (...)

El tercer factor que vamos a exponer aquí lo describe bien la estadística: en todas las sociedades de clase que precedieron al capitalismo, el 95% de la población, más o menos, trabajaba la tierra y el excedente en alimentos que producía bastaba lo justo para alimentar al 5% restante (señores y religiosos, pero también artesanos, mercaderes, etc.). Hoy, esa proporción es la contraria. Y, en los países más desarrollados, una parte cada vez más baja de la población está directamente involucrada en la producción de los bienes materiales. Es decir que, potencialmente, a nivel de las capacidades físicas del proceso productivo, la humanidad ha alcanzado un estadio de abundancia prácticamente sin límites.

Ya ahora en el capitalismo, las capacidades productivas de la especie humana han creado una situación cualitativamente nueva en relación con toda la historia precedente: mientras que, antaño, la penuria que sufría la mayor parte de la población, por no hablar de los períodos de hambrunas, se debía sobre todo a los límites naturales de la producción (nivel bajo de la productividad de los suelos, malas cosechas, etc.), en el capitalismo, en cambio, la única causa de la penuria son las propias relaciones de producción capitalista. La crisis que echa a los obreros a la calle no es causada por la insuficiencia de producción, sino que es, al contrario, el resultado directo de que lo producido no puede ser vendido. (...)

La responsabilidad del proletariado

Los comunistas no son unos utopistas... En ese sentido, el slogan de los altermundialistas "otro mundo es posible" (incluso "otros mundos son posibles") no es más que pura mistificación. Solo hay otro mundo posible: el comunismo.

Sin embargo, el nacimiento de ese nuevo mundo no es, ni mucho menos, algo indudable. En eso, el capitalismo es como las otras sociedades de clase que lo precedieron, en donde: "Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, maestros y oficiales, en suma, opresores y oprimidos siempre estuvieron opuestos entre sí, librando una lucha ininterrumpida, ora oculta, ora desembozada, una lucha que en todos los casos concluyó con una transformación revolucionaria de toda la sociedad o por la destrucción de las clases beligerantes" (Manifiesto Comunista). Así pues, la revolución comunista, por muy necesaria que sea, no por ello es irrevocable. El paso del capitalismo a un mundo nuevo no podrá evitar la violencia de la revolución proletaria, partera inevitable. La alternativa, en las condiciones actuales de la descomposición avanzada de la sociedad actual, sería no solo la destrucción de las dos clases en lucha, sino la de la humanidad entera. De ahí la inmensa responsabilidad que pesa sobre los hombros de la clase revolucionaria mundial.

Ante la situación actual, el desarrollo de la capacidad revolucionaria del proletariado podrá parecer un sueño tan lejano que grande es la tentación de ponerse a "hacer algo ya", aunque sea junto a esos viejos canallas socialistas y estalinistas, o sea junto al ala izquierda del aparato estatal de la burguesía. Para las minorías revolucionarias, el reformismo no es un mal menor, "a falta de algo mejor", sino la componenda mortal con el enemigo de clase. El camino hacia la revolución que podrá crear "otro mundo" será largo y difícil, pero es el único que existe.

Corriente Comunista Internacional

Noticias y actualidad: 

  • Foros sociales [22]

Huracán Katrina: El capitalismo conduce la humanidad al desastre

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Como ya sucediera en el terremoto de Bam que ocasionó la muerte de decenas de miles de personas en Irán hace un par de años; como en el Tsunami que el pasado Diciembre segó la vida de cientos de miles de seres humanos en la región del Océano Indico; hoy de nuevo, en Nueva Orleans, en Mississippi y en Alabama, el sistema capitalista ha hecho de un desastre natural un verdadero desastre social.

Las espeluznantes escenas que hemos visto en Estados Unidos lo han dejado más claro que nunca. Aquí ya no sirven las manidas y vagas “explicaciones” del subdesarrollo y la pobreza debida a la “globalización”. Esta catástrofe, cuya magnitud en muertos y estragos ocasionados es aún incalculable, ha ocurrido en el país más rico y más poderoso de la Tierra. Se demuestra con ello que el orden social actual, pese a todos sus recursos materiales y tecnológicos, no lleva a la humanidad más que a la ruina.

Punto por punto, el desastre desencadenado por el huracán Katrina supone una imputación de culpabilidad del  capitalismo y de la sociedad dividida en clases.

ðPor los orígenes mismos del desastre. La catástrofe que prácticamente ha arrasado la ciudad de Nueva Orleáns - un exponente incomparable de lo mejor de la cultura americana -, estaba anunciada desde hace ya mucho tiempo. Un estudio medioambiental que se realizó sobre la destrucción de los pantanos que rodean a Nueva Orleans, y que podrían haberla protegido de las inundaciones que la han anegado, concluía que esta ciudad podría ser devastada por un huracán “normal”, no digamos pues de uno de “fuerza cinco”. En el año 2003, el gobierno norteamericano dio marcha atrás en su política de “protección” de los humedales, abriendo en cambio la puerta a un desarrollo masivo y frenético del negocio de la construcción. Se había alertado también del estado deplorable en que se encontraban los diques que protegían a la ciudad. También se hicieron estudios sobre esto pero, una vez más, el Estado tenía otras prioridades. Como informó un periódico de Nueva Orleáns, el Times Picayune, el 2 de Septiembre: «Este segundo estudio tardó cuatro años en completarse y costó 4 millones de dólares. Asimismo indicó que se propuso una inversión de 300 mil $ del presupuesto federal para el año fiscal 2005, y que el estado (Luisiana) se comprometió a aportar una cifra similar. Pero el coste de la guerra de Irak obligó a la administración Bush a ordenar a la oficina del distrito de Nueva Orleáns que no se pusiese en marcha ningún nuevo estudio, y el presupuesto de 2005 tampoco incluyó la asignación necesaria».

Y esto sin entrar en la cuestión del calentamiento global de la Tierra. Está más que demostrada la relación que existe entre la elevación de la temperatura de los océanos – resultante de la imperiosa necesidad capitalista de un desbocado “crecimiento económico” -, y la creciente alteración climática que sufre el conjunto del planeta. El gobierno norteamericano se niega incluso a reconocer que este problema siquiera existe, no digamos pues de tomar medidas para hacerle frente.

ðPor el fiasco de la “evacuación” antes del huracán. Se ha puesto de manifiesto la completa falta de planificación y la ausencia de recursos con los que atender a los sectores más pobres y más vulnerables de la sociedad. Todo lo que, tanto las autoridades locales como las nacionales, hicieron frente al huracán que se avecinaba fue decirle a la gente que escapara como pudiera. No se ofreció solución alguna a los pobres de Nueva Orleáns y del resto de la zona, que no podían salir de la ciudad al carecer de suficientes vehículos o del dinero necesario para un billete de tren o de autobús. Más aún: los hospitales y los asilos de ancianos quedaron abandonados a su suerte. Las imágenes de pacientes ancianos muriendo a la intemperie, rodeados de gente que apenas podían socorrerlos, han sido de las más desgarradoras de la catástrofe. Este es el precio de ser viejo y pobre en el siglo XXI.

ðPor la pantomima de “rescate” tras el huracán. Quienes quedaron abandonados en la ciudad han sufrido, día tras día, condiciones verdaderamente infernales en las calles, entre los escombros, en el Superdome donde se les dijo que encontrarían refugio; sin alimentos, sin agua, sin poder protegerse de un calor asfixiante, careciendo de asistencia sanitaria y medicamentos básicos. Mientras tanto las “superpoderosas autoridades” norteamericanas decían que eran incapaces de llegar a ellos ni por tierra, ni por mar,... La propia administración ha calificado de “inaceptable” este retraso pero sin dar más explicaciones. Una vez más se ha visto que la pertenencia a una u otra clase social es determinante para la supervivencia. Comparemos si no, las condiciones que sufrían los refugiados hacinados en el Superdome, y las del grupo de privilegiados hospedado en el Hotel Hyatt: «Gordon Russell, del Times Picayune, ha subrayado que estas infernales condiciones (se refiere a las del Superdome), “contrastan mucho con las de quienes estaban en zona de acceso restringido en Nueva Orleans Centre y en el Hotel Hyatt, donde los que podían acceder a ella disfrutaban de un relativo confort”. Un destacamento de la policía del estado, armada con fusiles de asalto, ahuyentaba de la entrada de estas instalaciones a muchedumbres de refugiados carentes de alojamiento». Y cuando se empezó la evacuación, estos mismos policías se encargaron de que tales VIP’s tuvieran preferencia sobre el resto de supervivientes. Resulta, además, que muchos de ellos eran altos cargos del Ayuntamiento presidido por Ray Nagin.

No se vio en cambio esa misma generosidad cuando llegó la hora de evacuar el Superdome. Según la web World Socialist: «Mientras Bush hacía su “tournée”, el numero de fallecidos en Nueva Orleáns continuaba aumentando. La evacuación en masa del Superdome de Luisiana, el mayor refugio de emergencia de los desplazados, empezó tras la llegada de un gran convoy de la Guardia Nacional que escoltaba camiones con alimentos, agua y cientos de autobuses. Pero esos autobuses dejaban a los refugiados sólo unas pocas millas más lejos, en un nudo de pasos elevados de la autopista interestatal 10, donde se hacinaban miles de personas sin techo y bajo un sol abrasador. Se ha informado de la muerte de al menos seis refugiados en ese nudo de la autopista» (03.09.2005).

ðPor las futuras consecuencias económicas y ecológicas de este desastre. Ahora se habla mucho de la “reconstrucción” de esta región (con una superficie equivalente a la mitad de España, y una de las zonas más pobres de Estados Unidos), pero los USA se adentraban, ya antes incluso del huracán, en una crisis económica abierta, y esta catástrofe anuncia un mayor empeoramiento de esa perspectiva. Basta ver el alza de los precios del petróleo resultante del impacto del huracán sobre el suministro de crudo, y los estragos causados tanto en las infraestructuras de producción (destrucción de 30 plataformas petrolíferas, desamarre de 20 más de ellas), como sobre la red de refinerías. Esta situación ha reportado sin embargo fulgurantes ganancias a las compañías petrolíferas cuya cotización se disparó desde el día siguiente al huracán. Pero los efectos a más largo plazo de esta alza de los precios del petróleo sobre el conjunto de la economía mundial, son algo que preocupa ya a los propios expertos económicos de la burguesía.

El huracán Katrina conlleva también futuras amenazas a la ecología. Toda esa zona costera ya era conocida antes incluso del ciclón como “la aliada del cáncer”, debido a la elevada concentración de industrias químicas y de refinerías. A esto hay que añadir ahora los efectos del huracán que puede hacer que zonas enteras de Nueva Orleáns y alrededores queden inhabitables. Los analistas comentan la presencia de un “brebaje infecto” de residuos tóxicos arrastrados por la inundación, que incrementa notablemente el riesgo de enfermedades para los supervivientes atrapados en la región.

ðPor desviar recursos sociales hacia la guerra. Las víctimas se preguntan una y otra vez: si Estados Unidos pueden enviar tropas a miles de millas de allí ¿por qué no pueden enviarlas para socorrer a otros norteamericanos? La prioridad que se otorga a la guerra por encima de la protección de la vida de las personas, se pone de manifiesto en el hecho de que los fondos destinados a la aventura en Irak se detrajeron del presupuesto necesario para mejorar la protección de Nueva Orleáns, y que muchos recursos humanos y de equipamiento de la Guardia Nacional también fueron desviados hacia Irak, lo que explica, en parte, la lentitud de las operaciones de rescate.

ðPor anteponer la propiedad privada a la vida. Y ¿cuántas de las tropas disponibles fueron enviadas para restaurar “la ley y el orden” en lugar de proporcionar ayuda a los que la necesitaban? Las fuerzas de represión llegaron desde luego mucho antes que las de socorro. Llegaron además acompañadas de una enorme campaña propagandística sobre los saqueos, los tiroteos y las violaciones. Es cierto que bandas criminales trataron de aprovecharse de la situación. Tampoco puede negarse que la desesperación ha podido empujar a algunos a cometer actos irracionales y destructivos. Pero el cinismo de la clase dominante se ha superado a sí mismo con esta terrible campaña mediática que busca desviar las miradas del absoluto fracaso del Estado, centrando en cambio la atención en los desesperados intentos por sobrevivir en las ruinas de Nueva Orleáns. Ahora resulta que son las víctimas quienes tienen la culpa de sus propios sufrimientos. Así la clase dominante encuentra la coartada adecuada para dedicarse a “cercar” Nueva Orleáns y posponer las operaciones de rescate; para enviar fusiles, vehículos artillados y tropas, en vez de alimentos y agua.

La verdad es que la mayoría de los “saqueadores” eran en realidad personas normales y corrientes, que trataban de evitar morir de hambre y de absoluta miseria cogiendo lo que podían de almacenes abandonados, y que, en muchos casos, compartían desinteresadamente lo que conseguían. Páginas web que han recogido testimonios de gentes en el lugar de la tragedia relatan innumerables actos de una elemental solidaridad humana, por parte de quienes habiéndolo perdido todo, ayudaron sin embargo a aquellos ancianos, enfermos, o heridos, que estaban  aún peor que ellos. Y si el impacto de la catástrofe hacía cundir el caos, hemos visto también auténticos esfuerzos de la gente intentando organizar improvisadamente la ayuda en el escenario mismo de desastre. En la TV se han visto imágenes de “saqueadores” repartiendo comida. Un grupo de médicos que asistían a una conferencia sobre SIDA organizó una clínica en una de las áreas afectadas. En los hospitales los trabajadores sanitarios han tratado de mantener la asistencia en unas condiciones verdaderamente terribles. Se ha podido comprobar, una vez más, que mientras la clase dominante sólo “ofrece” represión y vulgares patrañas; los trabajadores y los desposeídos han sido quienes han antepuesto la solidaridad con quienes sufrían, a su propia seguridad.

El problema no es sólo Bush

Tanto dentro como fuera de Norteamérica  se han cargado las tintas sobre la responsabilidad de Bush y sus compinches, por sus discursos rezumantes de ineptitud, sus gestos vacuos, su lenta y tardía respuesta ante el desastre. La nueva crisis supone, desde luego, un contratiempo más para una Administración que ya se encontraba en sus cotas más bajas de popularidad. Pero quedarse en una especie de “anti-Bushismo” supone una visión totalmente superficial y puede ser recuperada tanto por otros partidos políticos en Estados Unidos,  como por los rivales imperialistas de éstos. Los desmanes de los actuales gerifaltes de la Casa Blanca – su incompetencia y su corrupción, su irracionalidad y su crueldad – son sólo un pálido reflejo de la realidad de fondo del capitalismo norteamericano en su conjunto: una superpotencia en declive que preside un “orden mundial” que se enfanga cada vez más en el caos. Y esta situación expresa, a su vez, la fase terminal de la decadencia del capitalismo como sistema social imperante en el planeta. Vivimos bajo un modo de producción cuya continuidad amenaza la supervivencia del género humano. Por mucho que se critique a Bush, lo cierto es que el resto de la clase dominante tampoco tiene ninguna alternativa al ciego curso a la destrucción plagado de  guerras, hambrunas y desastres ecológicos. La humanidad no puede depositar sus esperanzas en ninguna fracción de la clase explotadora, sino en la clase explotada, el proletariado, que constituye siempre la primera víctima de las guerras y los desastres ocasionados por este sistema. Nuestra solidaridad, nuestra indignación, nuestra resistencia colectiva, nuestros esfuerzos por tomar conciencia de la verdadera naturaleza de este sistema, representan las semillas de una sociedad en la que el trabajo, la ciencia y la creatividad humana ya no estén al servicio de la guerra y los beneficios, sino de la vida y el pleno disfrute de ella.

World Revolution, sección de la Corriente Comunista Internacional en Gran Bretaña (03.09.2005).

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [10]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [4]

Izquierda Bolivariana: ¡Nuevos trajes para viejas mentiras!

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Publicamos a continuación una contribución que nos ha enviado un lector, justamente indignado ante la publicación por parte de Celia Hart, una intelectual cubana-trotskysta-bolivariana, de un artículo titulado “El socialismo: ese único mundo mejor” que ha aparecido en la página web, www.alencontre.org [23],como balance de un Encuentro de Intelectuales celebrado en Caracas a finales del pasado año, apadrinado por el mismísimo Chaves.

Compartimos plenamente la denuncia que hace nuestro lector de la campaña propagandística de lo que se está empezando a acuñar como la “nueva izquierda latinoamericana” y que consiste en encumbrar a personajes y regímenes tan siniestros como el del propio Chaves o los Lula, Castro, Kirchner en Argentina, Tabaré en el primer gobierno de “izquierdas” de la historia de Uruguay.

Estos señores son presentados como “defensores de los más necesitados”, “baluartes contra el imperialismo,...”, etc, cuando en realidad no son más que los representantes de la defensa del interés nacional de las burguesías de esos países en su concurrencia contra los demás capitales nacionales, y sobre todo contra la clase obrera de su propio país (véase sino las medidas contra los trabajadores estatales y los jubilados del prototipo del gobierno “izquierdista”, el de Lula en Brasil).

Lo aparentemente novedoso de esta ideología de la “nueva izquierda latinoamericana” es que reivindica las mismas medidas de capitalismo de Estado que antes de la caída de los regímenes stalinistas nos quisieron presentar como “socialismo real”, pero que para “desmarcarse” del discurso clásico del estalinismo de los años 60-70, invoca nada menos que a Trotsky (asesinado por stalinistas), a Rosa Luxemburgo (asesinada por el PS alemán, y vilipendiada luego en su memoria por el régimen capitalista de Estado de la Alemania Oriental), o a Engels (traicionado por los que nos dijeron que los regímenes estalinistas eran “comunistas”, “el marxismo llevado a la práctica” y demás mentiras),... Es decir, las víctimas (Rosa Luxemburgo, Trotski) son humilladas doblemente al dar a entender que estarían de acuerdo con sus verdugos estalinistas o socialdemócratas.

¡En eso y nada más que en eso reside la “novedad” o la “aportación” de la “nueva izquierda latinoamericana” bolivariana y “progresista”: nuevos trajes para las mentiras de siempre.

Ante el surgimiento de nuevos elementos proletarios que reflexionan y luchan por una alternativa al capitalismo, reivindicar la continuidad histórica del movimiento obrero, la concatenación de eslabones de una generación de revolucionarios con las siguientes en lucha, precisamente, contra quienes traicionaron a la clase obrera, es una necesidad vital. Por ello es igualmente necesaria la denuncia de quienes tratan de tergiversar esa tradición revolucionaria, amalgamando criminalmente a las víctimas de la traición con sus verdugos.

Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional).

 

No me sorprende en absoluto que este artículo [1]sea considerado muy, muy, muy bueno. De hecho está en línea con la bazofia propagandística al uso. Conecta directamente con todas las campañas que con cierto éxito, la burguesía inocula en miles de jóvenes y no tan jóvenes que hoy cuestionan este “estado de cosas” y se esfuerzan, buscan y no encuentran fácilmente, una respuesta coherente, una comprensión de la caótica y extremadamente compleja situación que esta fase de descomposición del sistema capitalista nos muestra con crudeza día tras día.

La burguesía ha tratado y sigue tratando de identificar al estalinismo, al maoísmo, al trotskismo, al castrismo, y muchos otros “ismos” como los “salvadores”, los artífices de la “liberación” del proletariado. Es un frente más que tiene abierto y que conecta con otros, como son la pléyade o abanico de banderines de enganche para “luchar” por un “mundo mejor”; y ahí tenemos ONG’s, ecologistas, okupas, feministas, antiglobalizadores, movimientos gay’s/ lesbianas, carril-bicis, pacifistas, “papeles-para-todos”, independentistas, defensores de consumidores alternativos y unos cientos más.

No es nueva la práctica de utilizar a auténticos marxistas como avalistas de las más nefastas políticas contrarrevolucionarias y antiobreras. En nombre del “marxismo” se ha asesinado, torturado, calumniado, proscrito, perseguido a miles de revolucionarios (entre otros, a algunos que este artículo nombra, como Rosa Luxemburgo y Trotsky). El estalinismo invocó la “defensa de la patria socialista” para llevar a millones de seres humanos a la muerte, a campos de trabajo, al hambre, a humillaciones.

Hacer referencia a frases de Engels o Rosa Luxemburgo en absoluto hace a nadie revolucionario.

La Sra. Celia Hart, aunque ponga en su pluma frases de auténticos revolucionarios, en el conjunto de su escrito destapa su verdadera condición de contrarrevolucionaria y antiobrera, defensora de la ideología burguesa y además de su ala más chabacana y chusquera. Celia Hart nos hace un panegírico de personajes de la talla “ética”[2] como Hugo Chávez o Fidel Castro.

La verdad es que cada párrafo merece un comentario, lo que haría mi escrito aún más largo que el de esta cubana-trotskista-bolivariana. Pero adentrémonos un tanto en ese batiburrillo de incoherencias y estupideces que vierte sin cesar la Sra. Hart.

Las burguesías americanas (hay que decir criollos y nunca indígenas, mulatos, mestizos o negros, excepto en Haití) se sintieron con la fuerza y las ayudas externas suficientes (Inglaterra principalmente) para independizarse de la metrópolis española, muy debilitada desde la Guerra de Independencia y posteriores acontecimientos externos e internos (Tratado de Viena y el pronunciamiento de Riego). Pues bien, Celia Hart no ha tenido reparos en bautizar como “socialistas” a los Bolívar, San Martín y otros fundadores de las Patrias Americanas del siglo XIX. A finales del siglo XVIII, el general Washington, en el Norte, hizo lo mismo y no sé por qué, esta Sra. no lo menciona. Por cierto, a modo de “anécdota” y para saber del talante de quienes estamos hablando, hay que decir que Francisco de Miranda, iniciador del proceso independentista americano fue entregado a las tropas españolistas por Simón Bolivar cuando éste todavía era un joven aspirante a “Libertador”.

El demagogo Hugo Chávez levanta la bandera de la revolución bolivariana y accede al poder mediante unas elecciones con una fraseología populista y tras haberlo intentado, años antes, con un golpe militar frustrado. Presentar a tal personaje como alguien remotamente próximo al socialismo, a la clase obrera, a la tradición revolucionaria es, como mínimo, un insulto a la razón.

Venezuela es un país que vive una pobreza y una violencia crónicas, con una industria de extracción petrolífera importante, pero que, como el resto de Latinoamérica, está condenado a ser un país periférico y con una inestabilidad económica alarmante, como puede ser el caso de México, Brasil, Argentina, etc.

Las campañas de intoxicación permanentes dirigidas por Chávez  hacia la mistificación de las “capas populares”, corren paralelas a las dirigidas por Fox, Lula, Kirchner, etc.

La situación social explosiva que viven estos estados es preocupante para la necesaria estabilidad en toda la región y esta necesidad está por encima de la competencia que se libra en esta zona entre las burguesías europeas y estadounidenses. La estrategia de dictaduras militares para esta zona ha sido  desplazada por la de colocar en el poder a demagogos populistas de “izquierdas”, y no hay reparos en utilizar el clientelismo político y bandas de matones como elementos estabilizadores[3].

Y ¿qué decir del sátrapa Fidel y de la “revolución socialista cubana”?

Empecemos recordando que en el año 1959, año de la entrada triunfante de Fidel y su camarilla en La Habana, éste se declaraba “no comunista” y fue el marco político del momento, dividido en dos grandes zonas de influencia (USA versus URSS), lo que hizo que, entrando bajo el protectorado “soviético” (¿hay que recordárselo a la Sra. Hart?), un año más tarde se presentase como “comunista” y artífice de una revolución que erigiese otra “patria socialista”.

El “prestigio” de la “medicina cubana” no le viene tras la revolución castrista. Esta fama le precedía. En cuanto a tecnología, bueno es decir que algunas de las primeras centrales automáticas de Telefónica de España habían sido anteriormente instaladas en Cuba y trasladadas a aquí. (por cierto, algunas han hecho recientemente el camino inverso).

Si la Cuba de Batista era el casino de USA, ¿qué podremos decir de la Cuba de Fidel? El turismo sexual es una de las primeras fuentes de ingresos del régimen y de infinidad de familias cubanas, eso sí, hoy abierto a canadienses, estadounidenses, europeos y demás. Los maradonas, las marujita-díaz, las gémios, las saras-montiel, los jack-nicholson y miles de turistas que van por el comercio sexual, los puros habanos, las drogas (de las de mejor calidad del mundo), el ron y la “salsa”. Esos son los clientes de la “industria” cubana, esos son los logros económicos de la “revolución socialista” las tiendas vacías, un parque automovilístico vetusto, apagones de luz día sí, otro también, etc. etc. etc.

Y de la libertad, para qué hablar. Si algunos estalinistas antes adujeron ignorar lo que pasaba realmente más allá del telón de acero, hoy no podemos aceptar engaños sobre lo que, todos sabemos, está sucediendo en Cuba.        

No, Sra. Hart, ni Fidel es comunista, ni la revolución socialista avanza en Cuba, ni nada que se le parezca. (por cierto, curiosamente la Sra. Hart niega el “socialismo en un solo país” a China, a la URSS y a todos los países del “Este”, pero no, a Cuba).

Sra. Hart, el peor golpe propiciado a León Trotsky es el que, día tras día, los mismos trotskistas asestan contra la clase obrera, participando en la confusión reinante con sus políticas antiobreras, apoyando todo lo que se “mueve”, alentando ilusiones en el marco del capitalismo con su defensa del sindicalismo, el parlamentarismo, el guerrillerismo, los nacionalismos, tomando partido en las guerras imperialistas, etc.

Los trotskistas han olvidado las enseñanzas del mejor Trotsky, para amplificar sus mayores errores. La Sra. Hart dice que “el derrumbe del socialismo real es imposible de analizar y de entender si no se lee a León Trotsky” y a los trotskystas. Pero ¿cuándo entendieron aquél y éstos la verdadera naturaleza del capitalismo de estado de la URSS, a la que consideraban “estado obrero degenerado”? No,  Sra. Hart, ese apoyo crítico de los trotskistas, jamás nos permitirían entender “el socialismo real”.

Trotsky pudo equivocarse pero fue un revolucionario que hizo inestimables aportaciones a la lucha histórica del proletariado y nunca traicionó a la clase de la que se reclamaba.

En cuanto a su apología del terrorismo, Sra. Hart, hay que decir que envenena aún más su escrito, siendo que el terrorismo no está en el terreno de la clase obrera, sino que en todo caso es ella la principal víctima, tanto en el 11-S, en el 11-M, en el Tel-Aviv.

Ud. jalea a sus “hermanos” palestinos para que se autoinmolen en un autobús israelí, sumiendo en la desesperación y en el dolor a una población que el sistema tiene atrapados entre dos fuegos, ambos enemigos de una misma clase que no tiene patria, la clase de los obreros palestinos y de los obreros israelíes. Pero Ud. Sra. Hart, es incapaz de ver eso. Es Ud. una ”hermana” cobarde e irresponsable (culpable). Ud. exalta el terror como un lobo sediento de sangre; pues allá Ud.; pero no identifique la lucha secular de emancipación de una clase, la lucha hacia el socialismo como triunfo ante la barbarie, con la barbarie misma; pues eso, los comunistas no se lo vamos a permitir.

Un reducido número de socialistas, ante la masacre que se avecinaba, resolvieron oponerse a tomar partido por cualquiera de los bandos, y no escatimaron esfuerzos en el intento de convencer a la mayoría de sus, hasta entonces, correligionarios de la IIª Internacional, pero siguieron siendo minoría, y como uno de ellos (L. Trotsky) bromeaba, “en un taxi bien cabrían”.

La Iª Guerra Mundial es de una trascendencia enorme en la historia de la Humanidad y del movimiento obrero. Pero sepa Ud. Sra. Hart, ya para la historia, lo que separaba a esa minoría revolucionaria de la mayoría de esa IIª Internacional era mayor que el Rubicón, era la pertenencia a una clase revolucionaria o a la clase enemiga.

Sra. Hart, quede para Ud. y su queridísimo Hugo Chávez la “realización de su obra cristiana”, haciendo un sincretismo con los santones Fidel, el Che, Bolivar, San Martín, Arafat, Gadafi y tantos otros que están en la Tierra como en el Cielo[4].

En fin, Sra. Hart, sí, “otro mundo es posible... si nosotros lo hacemos posible”; pero no cualquier “otro mundo” es distinto de este mundo, y no cualquier bandera puede ser bienvenida a las filas del proletariado, la lucha por el socialismo, única alternativa a la barbarie no admite atajos. Es una lucha jalonada de derrotas, podemos equivocarnos y nos equivocaremos, pero es inadmisible el engaño, la traición, el aventurerismo, la confusión, el interclasismo, el mesianismo. De las derrotas se aprende y hemos aprendido a descubrir a nuestros enemigos aunque se oculten con ropajes “revolucionarios” y en eso estamos, dispuestos a señalar a toda la amplia gama de falsos compañeros de viaje, cuya misión no es otra que profundizar las derrotas e impedir que el proletariado de todos los países se clarifique, se una bajo una sola bandera, la de su autonomía y pueda, así, asumir el papel histórico que le corresponde: sacar de la ciénaga en la que el capitalismo ha arrastrado a toda la Humanidad, para llevarla hacia una sociedad más justa, más libre, más solidaria y en la que el hombre pueda desarrollarse en su plenitud, el comunismo.

And.


[1] Se refiere al mencionado texto “El socialismo: ese único mundo posible” (Nde la R de AP).

[2] En el documento de la tal Celia Hart se presenta a los gobernantes de Cuba y Venezuela como adalides del “porvenir ético del mundo” (sic). Como si la delación de los simplemente “insatisfechos” (una tarea a la que se dedican con fruición los Comités de Defensa de la Revolución en Cuba) o las “razzias” que protagonizan las milicias chavistas, tuvieran algo que ver con la ética revolucionaria. (N de la R de AP).

[3] Nuestros lectores pueden consultar nuestro análisis sobre la situación en Venezuela a través de la publicación en ese país: “Internacionalismo”, que puede consultarse a través de nuestra web. (N de la R. de AP).

[4] Con la idea probablemente de abarcar más mercado, la trotskysta Sra. Hart se apunta a la ideología populista de Chaves que se presenta como lugar de encuentro del “socialismo” y el cristianismo,... o sea como un Jose Antonio Primo de Rivera, eso sí tropical. (N de la R. de AP).

Temporal: 

  • Other [24]

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [25]

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [7]

Reflexión sobre las revueltas en Francia

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Publicamos dos artículos de intervención de Révolution Internationale, nuestra sección en Francia, sobre las revueltas de los suburbios de las ciudades francesas. Como primera intervención , Révolution Internationale publicó Revueltas en la periferia de ciudades francesas: ante la desesperación, sólo la lucha de clases puede ofrecer un porvenir que se puede encontrar en nuestra Web y también en nuestro periódico Acción Proletaria nº 185. La discusión que este acontecimiento suscitó en el Foro Internacionalista motivó una contribución nuestra titulada Debate sobre las revueltas en Francia que también puede encontrarse en nuestra Web. En respuesta a este documento recibimos 3 contribuciones diferentes de nuestros lectores y simpatizantes. Una de ellas, por los temas que plantea, requiere una respuesta más detallada que vamos a efectuar, mientras que las preocupaciones que expresan las dos primeras pueden ser respondidas por los documentos de nuestra sección en Francia que publicamos a continuación.

La burguesía utiliza las revueltas contra la clase obrera

Durante tres semanas, las revueltas en los barrios periféricos de Francia han sido la “estrella” de la actualidad. Miles de jóvenes, provenientes en su mayor parte de las capas más pobres de la población, han manifestado su cólera y su desesperación a golpes de cócteles Molotov y pedradas. Las primeras víctimas de su rabia y la destrucción que han ocasionado han sido los obreros. Sus vehículos han sido quemados. Sus centros de trabajo se han cerrado, llevando a centenares de ello a una situación de paro técnico. Un obrero entrevistado por un telediario de la noche ha resumido de forma magistral la absurdez de estos actos en los términos siguientes: “…Esta mañana he encontrado en el parabrisas de mi coche, calcinado, la pintada siguiente Jódete Sarkozy` (Ministro del Interior, ndr), pero ha quien realmente han fastidiado ha sido a mi y no a Sarkozy…”. Aunque se considere legítima la explosión de cólera de los jóvenes de esas barriadas, la situación social que se ha generado representa un verdadero peligro para la clase obrera. ¿Cómo reaccionar?; ¿Hay que colocarse del lado de las revueltas o tras el Estado “republicano” después de estos acontecimientos?. Para la clase obrera este planteamiento es una trampa y, sería un error elegir cualquiera de esas dos falsas opciones. La primera trampa consiste en creer que a través de las revueltas desesperadas de estos jóvenes hay el ejemplo de una lucha a apoyar y seguir. El proletariado no debe seguir, en modo alguno, este camino de auto-destrucción. Y la segunda “solución” ventilada a los cuatro vientos por la burguesía es, a todas luces, un callejón sin salida. Aprovechando el miedo que suscitan estos acontecimientos, la clase dominante, con su Gobierno, su Estado y su aparato represivo a la cabeza, se nos presentan como el único garante de la seguridad de la población, en particular en los barrios obreros. Pero detrás de esos bellos discursos que pretender dar “confianza” a la población, el mensaje que de verdad quieren hacer colar está lleno de peligros para la clase obrera: “Luchar contra el orden republicano, es decir contra el Estado capitalista, supone comportarse como ladrones, como chusma”. La burguesía utiliza el miedo para reforzar su arsenal represivo…. Incapaz de resolver los problemas de fondo, la gravedad de la crisis económica, la burguesía sin lugar a dudas prefiere ocultarla y explotar en su provecho los aspectos más impactantes de las revueltas: los destrozos y la violencia…Y, en ese sentido, denunciamos firmemente el sucio trabajo que han desarrollado todos los medios de comunicación con tal de alimentar esta propaganda del miedo. No han dudado en ir a buscar la “información” en el corazón de las ciudades, mostrando por doquier las imágenes de los vehículos quemados o calcinados, recogiendo los testimonios de todas las víctimas, realizando encuestas de los motivos del odio de los jóvenes contra la sociedad. Los reporteros se han recreado mostrando por las noches, las bandas de estos jóvenes, cubiertos de gorros o de pañuelos que les tapaban la cara. Se ha dado bombo y platillo a los múltiples enfrentamientos con cócteles Molotov y piedras contra las fuerzas del orden y, entre tanto, nos han mostrado entrevistas de los jóvenes protagonistas en medio de los altercados, expresando en directo su cólera: “…existimos, la prueba: los coches en llamas…” ( Le Monde, 6 de Noviembre) y añadiendo “…por fin hablan de nosotros…”. La burguesía ha explotado, de forma magistralmente interesada, la violencia desesperada de los jóvenes de los barrios deprimidos para crear un clima de terror. Sin duda, esto le ha dado una ocasión de oro para justificar el reforzamiento de su arsenal represivo. La policía ha podido, desde entonces, permitirse el lujo de aparecer como protectores de los obreros, el garante de su bienestar y de su seguridad. El debate entre el Partido Socialista y la derecha de la UMP en el Gobierno no ha existido puesto que sobre “el tema” estaban todos de acuerdo. Para la derecha, la solución evidentemente es dar muchos más medios a las fuerzas de seguridad y reforzar especialmente las unidades de intervención antidisturbios (CRS). Para la izquierda es lo mismo pero con otro embalaje. El PS ha propuesto el retorno de la policía de proximidad. Dicho de otro modo, ¡mucha más policía en los barrios!. Por esos motivos ambos partidos estaban de acuerdo con decretar el “estado de emergencia”. Todas estas medidas de reforzamiento del aparato represivo no podrán detener, ni poner fin a las revueltas en estos barrios. Al contrario, si quizás puedan ser relativamente eficaces a corto plazo y de manera inmediata, a largo plazo no pueden más que alimentar la tensión y el odio de estos jóvenes contra la policía. Y esto, los políticos lo saben muy bien. En realidad lo que intenta la burguesía con el reforzamiento del control policial en los barrios “sensibles”, no es controlar las bandas de adolescentes, sino a la clase obrera. Haciendo creer que el Estado republicano quiere “proteger” a los obreros contra los actos de vandalismo protagonizados por algunos de sus hijos o los de sus vecinos, la burguesía prepara en realidad la represión de las luchas obreras para cuando estas constituyan un verdadero peligro para el orden capitalista. La declaración del “estado de emergencia”, por ejemplo, trata de habituar a la población a banalizar el control permanente, la vigilancia intensiva y los registros en los barrios obreros. …y para dividir a la clase obrera La dimensión más repugnante de la propaganda actual es la que consiste en señalar a los inmigrantes como los chivos expiatorios de toda esta situación. Por el hecho de que los revoltosos son, en parte, jóvenes cuyo origen esta en la inmigración, los obreros inmigrantes han sido insidiosamente acusado de “amenazar el orden público” y la seguridad de las poblaciones puesto que serían incapaces de controlar a sus hijos y darles una “buena educación” al no transmitirles valores morales serios. Han sido estos padres, tachados de padres “irresponsables” o “desimplicados” los que han sido señalados con el dedo como los verdaderos responsables. El ministro delegado para el empleo se ha llevado el premio del racismo al afirmar que la poligamia entre los inmigrantes sería “una de las causas de la violencia urbana” ( Liberation, 17 de Noviembre ). Y como no, las fuerzas de izquierda han aportado su grano de arena, poniendo por delante con la excusa del humanismo, las dificultades de la sociedad francesa para integrar poblaciones de “diferentes horizontes culturales” (retomado sus propios términos). Los dos sociólogos más reputados sobre la cuestión de las “barriadas sensibles”, Didier Lapeyronie y Laurent Mucchilie , que se colocan a en la izquierda más radical del tablero político, insisten sobre el hecho de que a los ojos de los jóvenes salidos de la inmigración “…la promoción en las escuelas esta reservada para los ´blancos`, los servicios públicos no son ya vectores para la integración (..) y las palabras de la República (..) son percibidas como la máscara de una sociedad ´blanca`…”( Liberation, 15 de Noviembre). Según todo esto, los proletarios inmigrantes tendrían una problemática específica que nada tendría que ver con el resto de la clase obrera. Designando a los trabajadores inmigrantes como los verdaderos responsables de la violencia urbana, la burguesía intenta enfrentar a unos obreros con otros, crear una división entre franceses e inmigrantes. Explota la ciega revuelta de los jóvenes de las barriadas con el fin de ocultar la realidad: la pauperización creciente del conjunto de la clase obrera, sea cual sea su nacionalidad, sus orígenes o su color. El problema de la miseria, del desempleo, de la ausencia de perspectivas no sería, según la burguesía, el resultado de la insuperable crisis económica, sino que se reduciría a un problema de ¡ “mala integración” o de “cultura”!. Diabolizando a los padres de los jóvenes rebeldes de las barriadas marginales, la clase dominante mata dos pájaros de un tiro: ataca a los responsable de “crear y permitir los disturbios” hoy y, se prepara para atacar a toda la clase obrera mañana. Tal es el caso, por ejemplo, de la retirada de ayudas para las familias de los “delincuentes”, o de las medidas de expulsión de los extranjeros que hayan tomado parte en las revueltas. El Ministro del Interior, Nicolas Sarkozy ha pedido a los prefectos de policía expulsar “sin demora del territorio nacional” a los extranjeros condenados en el marco de los procesos por las revueltas urbanas de las noches pasadas “incluso a los que gocen de permiso de residencia…” (Liberaron, 9 de Noviembre). Ante esta situación, la clase obrera no debe hacerse ilusiones. Esta medida no esta reservada para los “golfos y la chusma”. Estas expulsiones territoriales por “perturbar el orden público”, el Estado no dudará en utilizarlas en el futuro contra el conjunto de la clase obrera cuando esta desarrolle sus luchas, por ejemplo, para romper una huelga y la unidad en las luchas, no dudará en amenazar a los obreros que tengan “carta de residencia” en que retomen el trabajo o de lo contrario que puedan verse expulsados a las fronteras.

Contra la miseria capitalista: ¡Unidad y solidaridad de todos los obreros!

El problema del desempleo se encuentra en el centro de los problemas planteados por las revueltas en la periferia de las grandes ciudades francesas. Contrariamente a lo que nos dice la burguesía, sus medios de comunicación y sus políticos, este problema, el paro, no es algo que sufren específicamente los jóvenes que proceden de la inmigración. Durante semanas han intentado persuadirnos de que la cuestión del descontento manifestado en las revueltas es algo particular, limitado a los jóvenes de origen africano o magrebí que malviven en los ghettos de las ciudades francesas, aunque sin lugar a dudas el desempleo entre ellos alcanza tasas del 30 o 40%. Haciéndolo aparecer como un problema específico, de una categoría particular, la clase dominante, en Francia, como en multitud de países, pretende focalizar toda nuestra atención sobre esta categoría particular de la población, los jóvenes sin perspectiva de futuro, con el objetivo de enmascarar y evacuar el problema de fondo que verdaderamente plantea esta situación. El paro es un problema que concierne y amenaza al conjunto de la clase obrera. No pasa un solo día sin que conozcamos noticias de despidos masivos y, por tanto, de nuevos obreros que son lanzados a la ruina en los países llamados “desarrollados”, y en todos los países del mundo. En realidad, lo que la burguesía intenta ocultar es el significado profundo del desempleo masivo. Intenta impedir que podamos comprender la relación que existe entre lo que ha ocurrido en las barriadas francesas y los despidos que cotidianamente machacan a los obreros. Esta polarización sobre la parte más desfavorecida, la más frágil, vulnerable y descompuesta del proletariado, no es ninguna novedad: en los años 80, la aparición del desempleo masivo, el inicio del desmantelamiento de los sistemas de protección social y el brutal hundimiento en la pauperización de sectores cada vez mayores de la clase obrera se cargo en la cuenta de una nueva categoría sociológica bautizada como los “nuevos pobres”, para así poder marginalizarlos y aislarlos del resto de la población obrera. La burguesía ha intentado explotar siempre cínicamente la miseria y la desesperación que engendra el capitalismo. Los que han sido abandonados a su suerte, los que han perdido cualquier esperanza sobre el futuro, todos aquellos que han perdido cualquier perspectiva y todo punto de referencia y, que han sido deliberadamente ignorados y ninguneados durante décadas, se convierten de la noche a la mañana en el “centro del mundo”. Pretenden hacer que el árbol nos oculte el bosque de la miseria creciente que afecta cada vez a más y más obreros. De esta forma, la clase dominante intentado darnos toda una serie de falsas explicaciones sobre el origen y la naturaleza del problema: crisis de identidad de los jóvenes, integración insuficiente de los inmigrantes, desigualdad de oportunidades, problemas de discriminación en el trabajo, falta de educación ciudadana, creciente desarrollo del fracaso escolar, aumento del racismo y la xenofobia…. Todas estas “explicaciones”, superficiales y parciales, le sirven para poner por delante la mistificación de que habría “soluciones”, posibles reformas en el seno del capitalismo para poder mejorar la suerte de los jóvenes de las barriadas periféricas. Pero la realidad demuestra y, demostrará, que todas las medidas propuestas por los Gobiernos son totalmente incapaces de resolver el problema del desempleo: contratos de aprendizaje desde los 14 años, desbloqueo de los fondos y medios de los organismos asociativos, multiplicación de los cursos de formación, servicio civil voluntario, etc... Estas medidas no son más que una tentativa de ocultar la realidad creciente y brutal del desempleo, de la precariedad en el empleo y de la miseria creciente en la sociedad. Todo esto no es más que polvo en los ojos. Todas las fracciones de la burguesía, tanto la izquierda como la derecha no tienen nada que proponernos. Para lo único que sirven todos estos discursos es para extender el veneno ideológico entre la clase obrera con el fin de dividir a los explotados y oponer los intereses de unos contra otros obreros. La clase dominante justifica de este modo crear un abismo permanente entre generaciones obreras, entre obreros autóctonos y obreros inmigrantes, entre obreros en activo y obreros en paro. Así, intenta empujar a los parados a considerar a los obreros que aún conservan su empleo como privilegiado que no se preocupan ni pueden luchar por aumentos de salario, contra la disminución de las pensiones o contra el deterioro de sus condiciones de vida. Por otra parte, intenta presentar toda futura lucha de los parados ante el conjunto de la clase obrera como una emanación de la “chusma”, solamente capaz de desencadenar una rabia ciega, odio y autodestrucción. El profundo malestar social que han puesto de manifiesto las revueltas en las barriadas francesas es ante todo la expresión de la crisis económica mundial del capitalismo y una manifestación muy reveladora de la quiebra irreversible de este sistema agonizante. Precisamente por ello, las revueltas urbanas en Francia han creado una verdadera inquietud entre todas las burguesías europeas que, de una u otra forma, se enfrentan al mismo problema. Si bien es cierto que las revueltas de los jóvenes de los barrios de la periferia se han desarrollado bajo el signo del “no futuro”, que no son portadoras de ningún tipo de perspectiva puesto que son un reflejo pasivo y brutal del infierno capitalista son, sin embargo, reveladoras del profundo malestar y de la falta de perspectivas de un sistema capitalista en crisis que es totalmente incapaz de integrar a las nuevas generaciones en su aparato productivo. Esta manifestación, particularmente elocuente, de la quiebra del capitalismo plantea más que nunca la verdadera alternativa histórica: derrocamiento del orden burgués o hundimiento de toda la sociedad humana en el caos, la miseria y la barbarie. La única respuesta necesaria y posible al desempleo que amenaza cada vez más a los jóvenes obreros, es la movilización y la lucha, el desarrollo unitario y masivo de las luchas de resistencia de la clase obrera, contra los despidos y todos los ataques que sufre. Solo el desarrollo de la lucha de clases puede permitir a los obreros desempleados y a los que hoy se han visto implicados en las revueltas encontrar su lugar en la afirmación de una perspectiva revolucionaria e internacionalista. Contra el “no futuro” y la desesperación expresada en las revueltas de los barrios de la periferia en Francia, el proletariado es la única clase portadora de un futuro porque es la única fuerza social capaz de acabar con este sistema de explotación capitalista, de erradicar la miseria, el desempleo, de abolir el trabajo asalariado, el beneficio y las relaciones de concurrencia. Es la única clase que puede permitir la instauración de unas relaciones sociales a través de las cuales la humanidad podrá por fin desarrollar sus actividades en función de sus necesidades.

Geografía: 

  • Francia [18]

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [4]

Un texto muy interesante sobre los problemas actuales de la clase obrera

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Presentamos a continuación un texto remitido por un joven compañero adonde reflexiona sobre algunos problemas, esencialmente de tipo subjetivo, que sufren muchos trabajadores. Esos problemas son, como dice el compañero, despreciados y relegados como secundarios. Nosotros compartimos con él la importancia que tienen y que nuestra clase debe abordarlos para poder desarrollar su conciencia, su unidad y su lucha contra el capitalismo. En contra de lo que predican los seudo-marxistas, el marxismo jamás ha reducido la lucha proletaria a un mero determinismo economicista. Al contrario, siempre ha tenido muy en cuenta los factores subjetivos: la confianza, la solidaridad, la fraternidad, la integridad moral, el compañerismo, el combate contra la alienación y la atomización. Siguiendo esa tradición nosotros hemos contribuido con un Texto sobre la solidaridad y la confianza, publicado en REVISTA INTERNACIONAL números 111 y 112.

En primer lugar, publicamos la contribución del compañero y a continuación unos Comentarios nuestros que no se refieren tanto al contenido general del texto con el que estamos plenamente de acuerdo, sino a algunas cuestiones que sí bien no afectan a su contenido estimamos importante precisarlas.

CONTRIBUCION DEL COMPAÑERO

Los problemas, dificultades, miserias, agobios, … que sufrimos los trabajadores no desembocan en la inmensa mayoría de nosotros en una conciencia de pertenecer a una clase social con intereses comunes enfrentados a la organización social presente. Esto es evidente e innegable. Contribuir al debate y a analizar y aclarar el porqué de esta situación, lo que en cierta medida es ya un paso para su superación, es el objetivo de estas palabras.

Un par de cosas sobre el texto. Primero, que es un “texto de trabajo”, con una redacción bastante mejorable, y con una exposición que puede resultar repetitiva y en algunos aspectos contradictoria. Y segundo, que peca “deliberadamente” de “localismo”, ya que está basado en percepciones personales de la realidad cercana, por lo que bastantes descripciones o análisis no serán válidos, en parte o en su totalidad, en otros sitios.

A los proletarios se nos presentan, desde pequeños, mil y un conflictos, mil y un problemas, la mayoría de las veces con proletarios mismos (en la escuela, en el curro, con familiares, vecinos, etc.), que desde luego no desemboca en una percepción de la polarización entre Capital y Trabajo. Los trabajadores, básicamente, no llegamos a captar e identificar nuestros problemas cotidianos como un producto del antagonismo de clases. Existe, sí, en gran parte de proletarios una sensación más o menos clara de estar puteados, explotados, en la base de la pirámide, pero que no deviene en la visión de formar parte ni de una comunidad de intereses ni de una comunidad de lucha, situación favorecida por las divisiones (superficiales pero reales) que existe en la clase obrera entre nacionales y extranjeros, con papeles y sin papeles, empleados y “obreros”, especializados y precarios, etc. Y esta ausencia de perspectiva (visión de formar parte de un movimiento social portador de un proyecto social) y conciencia de clase se explica en gran parte en que no hemos tenido “vida de clase”, y sin experiencia de clase no puede haber conciencia de clase. Puede haber, porque evidentemente nuestra condición explotada existe, otras cosas (sensación de puteo y asqueo; y/o búsqueda y apropiación de un referente teórico-histórico que se enfrente coherentemente al sistema social presente) pero conciencia no.

No hemos tenido, decía, experiencia de lucha y vida colectiva de clase. El colegio, la calle, el instituto, el curro, la universidad, no han sido ni son (en líneas generales) los espacios para el encuentro y el aprendizaje mutuo, para la comunicación, el compadreo o el esfuerzo compartido para superar dificultades, sino que en general son y están montados para fomentar el embrutecimiento, la incomunicación, la competitividad, la desconfianza, la disciplina y, en definitiva, para la “socialización” y “adaptación” a la sociedad burguesa. Obviamente para explicar los porqués de esta situación habría que abordar la situación de embrutecimiento, alienación y peso ideológico que la explotación capitalista ejerce sobre el proletariado, aspecto este que no es el objetivo principal de este escrito.

La falta y deterioro de unos verdaderos lazos sociales, de un tejido social, en medio de un mundo chungo, violento y triste en todos los sentidos, tiene como una de sus consecuencias principales que cada uno vayamos a salvar nuestro culo y nos volvamos más cerrados y desconfiados, lo que provoca a su vez más deterioro de las relaciones sociales, encontrándonos en un círculo vicioso. La sensación de desamparo, angustia y soledad se vuelven comunes. En esta situación es muy, muy complicado situar los amigos y los enemigos; los que son de los tuyos y comparten tus intereses y problemas y los que no, por lo que el conflicto social, la incapacidad de la organización social para satisfacernos, se nos presenta a los trabajadores (precisamente por la ausencia de “vida de clase”) diluido en un montón de problemas aparentemente particulares y sin ninguna relación ni solución colectiva, o con la única salida de acudir a “especialistas” y “mediadores” como psicólogos, sindicatos, abogados, asistentes sociales y demás, y ante una búsqueda de algo que nos llene como personas, que nos incremente la autoestima y nos cree sentimiento de pertenencia, el mercado tiene gran variedad de músicas, modas, ideología, cine, drogas, hobbys, …, para sentirse especial, perteneciente a algo e incluso militar.

Esta situación (la ausencia de una perspectiva y de una “vida de clase”) se da, principalmente, porque no hay luchas más o menos masivas en las que los proletarios podamos reconocernos y sentirnos parte de una fuerza social que realmente planteé por si misma una alternativa transformadora integral. Y esta aparente ausencia de luchas (que si existen con más o menos asiduidad y potencia las fuerzas burguesas nos la ocultan y falsifican) es también producto y productor de la falta de lazos de clase (aparte de servir de caldo de cultivo de ideologías y “movimientos” que irían a la basura con una clase obrera protagonista y visible. Y luego parece también como que la ausencia de luchas más o menos importantes que puedan hacernos a los trabajadores reconocernos como clase es también consecuencia de cómo si no pasasen “cosas gordas” que nos impulsen en una dirección más o menos clara, sino que las cosas parece que empeoran lenta pero seguramente, siéndonos muy difícil a los trabajadores encontrar culpables claros en esta situación. Y por supuesto la burguesía no pierde la ocasión para mostrarnos “culpables”: los políticos, los “moros”, el PP, Bush, el “terrorismo islamista”, ETA, los españoles, los chinos, los catalanes y aragoneses con el tema del agua por aquí, etc. El empeoramiento, reforma tras reforma, ley tras ley, de nuestras condiciones de vida las últimas décadas; o las guerras “localizadas” que como quien no quiere la cosa están convirtiendo zonas cada vez más extensas del planeta en auténticos infiernos (sin ir más lejos Yugoslavia, a menos de 2 horas de España, era un matadero hace apenas 10 años, y era bombardeada por la OTAN hace 6), situaciones ante las que los trabajadores nos sentimos impotentes, desconcertados, aterrados, sin ver ninguna salida, o peor aún, encontrando en “nuestro” Estado la única tabla de salvación, como está intentando la burguesía con todo el tema del “terrorismo islamista”, o con las “deslocalizaciones”.

Tomarse estas dificultades que se nos plantean a los trabajadores a la ligera, como “ya sabidas” o “secundarias” en relación al conflicto central burguesía-proletariado considero que es un error. Si se consideran “ya sabidas” o que “es lo que hay” (algo que es obvio) de lo que se trata es de actuar en consecuencia, de dirigir nuestra actividad militante a intentar superar estas dificultades (de las que, de más está decirlo, nosotros como proletarios ni mucho menos escapamos, por muy revolucionarias que sean nuestras posiciones), sabiendo la situación actual en la que nos encontramos los trabajadores. Y si se consideran estas cuestiones “secundarias” pues, no sé, como mínimo diría que se estará cayendo en una parcelación de la realidad, en un análisis de los problemas de forma descontextualizada: ¡cómo si la falta de perspectiva y conciencia de clase, y los motivos que la fomentan, fueran una cuestión “secundaria” o “aparte” del conflicto y de la organización social presente!. Claro que no es una cuestión aparte, y creo que es hacia su superación hacia donde debemos dirigirnos prioritariamente los trabajadores.

¿Soluciones? Evidentemente aquí no hay fórmulas mágicas, ni ningún iluminado puede encontrarlas solito, sino que sólo pueden comenzar a esbozarse dentro de un mismo proceso práctico de:

-lucha de los trabajadores contra nuestras condiciones de vida que pueda comenzar a poner sobre la mesa la polarización de clases y la existencia como movimiento visible y real a la clase trabajadora enfrentada a la sociedad burguesa, y cuestione de forma teórico-práctica la relación social capitalista.

-comunicación, confrontación de posiciones y conclusiones que seamos capaces de extraer los trabajadores acerca de nuestros problemas y luchas.

-y, en definitiva, de la reapropiación y concreción programática (de lo que somos dentro de la sociedad, de cómo está montada y funciona, de cómo tenemos que actuar, de quienes son nuestros enemigos, etc.) y de las experiencias acumuladas por la lucha proletaria contra la sociedad del capital, para que nos sirvan de ayuda y guía para nuestras luchas presentes y futuras.

Es dentro de este proceso práctico desde donde pueden venir los avances proletarios en materia de unidad, conciencia, autoorganización y autonomía de clase, y es desde luego donde debemos situarnos los trabajadores que planteamos una salida revolucionaria como única alternativa a esta sociedad.

¿Cómo se concretiza esto?

-la búsqueda y fomento de espacios de encuentro, debate y comunicación acerca de las luchas y problemas que se nos plantean como proletarios, participando en conflictos, contactando con trabajadores, intercambiando informaciones, etc. Creo que es únicamente en este proceso práctico donde los trabajadores podremos desarrollar una perspectiva y una conciencia revolucionaria.

-llevar a cabo un proceso, claro, franco y sin “verdades absolutas” (a ver: me refiero a “verdades” que no encuentran un reflejo en la realidad, no que los trabajadores no podamos afirmar cosas evidentes, o no tanto, de forma firme) pero con unos mínimos, de debate y clarificación para armarnos teóricamente.

- y establecer contacto con grupos y personas con las que puedan darse condiciones y sea interesante debatir, intercambiar informaciones o profundizar en aspectos organizativos o de colaboración.

Con lo comentado no quiero decir, ni mucho menos, que haya que renunciar a todo lo que se salga de la “conciencia media” de los currelas. Eso sería absurdo. Por supuesto que nuestra experiencia concreta como proletarios nos empuja y permite identificar y profundizar teóricamente sobre las contradicciones de la sociedad burguesa o sobre sus aparatos e ideologías. Lo que digo es que muchas cuestiones no encuentran un referente claro en nuestra vida cotidiana (la cuestión del poder, de unas relaciones sociales no mercantiles, le carácter descaradamente anti-obrero y represivo de sindicatos o incluso policías, etc.) sino que las hemos adquirido dentro de un proceso de apropiación teórica-histórica en oposición a lo existente, por lo que son débiles al no encontrar un referente práctico real, un movimiento que sea su expresión, o mejor dicho, estas expresión del movimiento. Por todo lo dicho creo que debemos centrarnos en lo que conocemos y controlamos en relación a nuestra experiencia como proletarios (a ver, sin claudicar ante las ideologías burguesas), y que aspectos si se quiere “más avanzados” dejar que el propio desarrollo de la lucha de clases las vaya poniendo sobre la mesa. Los trabajadores no necesitamos ningún impulso exterior a nosotros mismos para luchar, nuestra misma existencia supone un conflicto con la sociedad burguesa y un esfuerzo permanente por encontrar una salida a nuestra situación dentro de esta.

Como se ve, este texto no es ningún reproche izquierdista de la “poca conciencia de los trabajadores” o del “aburguesamiento de la clase obrera”, ni plantea nada nuevo, ni considero que sea ni pesimista ni optimista. Simplemente se limita a expresar o a recordar si se quiere dificultades y problemas que objetivamente se nos plantean a los trabajadores y que hay que tener muy en cuenta para superarlos.

NUESTRA RESPUESTA

El texto nos parece muy interesante y plantea de una forma muy certera las dificultades que sufren los trabajadores en su vida cotidiana. Lo primero que queremos decir es que compartimos plenamente la preocupación de la que surge: el peso asfixiante que tienen en la vida cotidiana de los trabajadores los sentimientos de aislamiento y atomización, de deterioro de las relaciones sociales, de falta de vida colectiva de clase,… El texto describe con sinceridad y autenticidad la percepción esencial que, de su propia vida, tienen muchos trabajadores en cualquier parte del mundo. No pensamos por tanto, que el texto sea «localista», sino, todo lo contrario, podría decirse que es «universal», como decía Marx que eran los sufrimientos de la propia clase obrera (La Ideología Alemana).

Del mismo modo, queremos destacar el planteamiento del texto cuando señala que « Contribuir al debate y a analizar y aclarar el porqué de esta situación, lo que en cierta medida es ya un paso para su superación, es el objetivo de estas palabras». Efectivamente, para la clase obrera el hecho de reconocer un problema como tal, tomar conciencia de su existencia, constituye el primer paso en el camino de su solución.

También queremos mostrar nuestro completo acuerdo con este pasaje: «Tomarse estas dificultades que se nos plantean a los trabajadores a la ligera, como “ya sabidas” o “secundarias” en relación al conflicto central burguesía-proletariado considero que es un error. Si se consideran “ya sabidas” o que “es lo que hay” (algo que es obvio) de lo que se trata es de actuar en consecuencia, de dirigir nuestra actividad militante a intentar superar estas dificultades (de las que, de más está decirlo, nosotros como proletarios ni mucho menos escapamos, por muy revolucionarias que sean nuestras posiciones), sabiendo la situación actual en la que nos encontramos los trabajadores. Y si se consideran estas cuestiones “secundarias” pues, no sé, como mínimo diría que se estará cayendo en una parcelación de la realidad, en un análisis de los problemas de forma descontextualizada: ¡cómo si la falta de perspectiva y conciencia de clase y los motivos que la fomentan, fueran una cuestión “secundaria” o “aparte” del conflicto y de la organización social presente! Claro que no es una cuestión aparte, y creo que es hacia su superación hacia donde debemos dirigirnos prioritariamente los trabajadores».

Finalmente, nos parece muy acertada la comprensión que hace el texto de cómo tiene lugar el proceso actual de deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera: « El empeoramiento, reforma tras reforma, ley tras ley, de nuestras condiciones de vida las últimas décadas; o las guerras “localizadas” que como quien no quiere la cosa están convirtiendo zonas cada vez más extensas del planeta en auténticos infiernos (sin ir más lejos Yugoslavia, a menos de 2 horas de España, era un matadero hace apenas 10 años, y era bombardeada por la OTAN hace 6), situaciones ante las que los trabajadores nos sentimos impotentes, desconcertados, aterrados, sin ver ninguna salida, o peor aún, encontrando en “nuestro” Estado la única tabla de salvación, como está intentando la burguesía con todo el tema del “terrorismo islamista”, o con las “deslocalizaciones”».

Las condiciones actuales de la vida del proletariado y las dificultades para el desarrollo de sus luchas y su conciencia.

La CCI no ve como “secundarias” las cuestiones planteadas por el texto sino que las ve como fundamentales. Los problemas que evoca el texto son sin duda más acuciantes en el momento actual de la lucha de clases, en el que el crecimiento de la rabia ante la degradación de las condiciones de vida, de la inquietud ante el futuro de miseria y destrucción que comporta el mantenimiento del orden capitalista, se ve lastrado por el impacto de la descomposición de la sociedad capitalista en las filas obreras, engendrando entre los propios trabajadores sentimientos de “cada uno a la suya” («la falta y deterioro de unos verdaderos lazos sociales, de un tejido social, en medio de un mundo chungo, violento y triste en todos los sentidos tiene como una de sus consecuencias principales que cada uno vayamos a salvar nuestro culo y nos volvamos más cerrados y desconfiados, lo que provoca a su vez más deterioro de las relaciones sociales, encontrándonos en un círculo vicioso», como dice, “gráficamente”, el propio texto) opuestos a la solidaridad de clase; y generando respuestas nihilistas basadas en el “no future”, en lugar de la lucha basada en una confianza de la posibilidad de un futuro comunista para la humanidad.

Las revueltas que han sacudido recientemente barrios periféricos de las ciudades francesas (ver el artículo que se ha editado en la prensa territorial de la CCI, publicado en Acción Proletaria nº 185) son, desgraciadamente prueba de ello, pues toda la ira acumulada se ha descargado ciegamente no contra el Capital sino contra los propios obreros: contra otros trabajadores (como los bomberos), contra bienes de personas que comparten con ellos los mismos barrios degradados… Esas expresiones de rabia no desembocan sin embargo, como alerta el propio texto, en un fortalecimiento de la solidaridad o de la conciencia de clase. Al contrario parten precisamente de su negación: niegan la existencia de intereses comunes de todos los explotados, niegan que jóvenes o “veteranos”, parados o empleados, nativos o emigrantes, somos una misma clase explotada, opuesta al capitalismo. Por ello profundizan las divisiones y la desconfianza entre los propios trabajadores. Por ello también ahondan aún más en las propias filas obreras el sentimiento de una ausencia de perspectiva.

Por todo lo anterior nos parece muy justo lo que apunta el texto sobre la repercusión en el proletariado de ese sentimiento de falta de perspectivas, de esa pérdida de la identidad de clase: «Los trabajadores, básicamente, no llegamos a captar e identificar nuestros problemas cotidianos como un producto del antagonismo de clases. Existe, sí, en gran parte de proletarios una sensación, más o menos clara de estar puteados, explotados, en la base de la pirámide, pero que no deviene en la visión de formar parte de una comunidad de intereses, ni de una comunidad de lucha, situación favorecida por las divisiones (superficiales pero reales) que existe en la clase obrera entre nacionales y extranjeros, con papeles y sin papeles, empleados y “obreros”, especializados y precarios, etc.», destacando una de las principales causas de esa falta de perspectiva: «Y esa ausencia de perspectiva (visión de formar parte de un movimiento social portador de un proyecto social) y conciencia social se explica en gran parte en que no hemos tenido “vida de clase”, y sin experiencia de clase no puede haber conciencia de clase. Puede haber, porque evidentemente nuestra condición explotada existe, otras cosas (sensación de puteo y asqueo; y/o búsqueda y apropiación de un referente teórico-histórico que se enfrente coherentemente al sistema social presente) pero conciencia no».

Efectivamente, es la falta de perspectiva histórica lo que dificulta el desarrollo de luchas y de la toma de conciencia en la clase. Es importante distinguir entre descontento o malestar, combatividad obrera y conciencia proletaria, tres nociones que no se pueden confundir ni colocar en un mismo plano. Descontento equivale a lo que el texto califica de sensación, más o menos clara de estar puteados, explotados, pero eso no es lo mismo que combatividad que, como indica el texto, equivale a visión de formar parte de una comunidad de intereses. Por último, conciencia de clase es la comprensión activa de formar parte de una clase que tiene un porvenir histórico revolucionario.

Es cierto que la ausencia de “vida de clase”, es decir la ausencia durante más de 15 años de experiencias de lucha más o menos importantes, ha dificultado la adquisición de una conciencia de clase en la gran mayoría de trabajadores. Ahora bien, queremos precisar que la conciencia de clase no nace únicamente de las luchas inmediatas. La clase obrera es capaz de una reflexión sobre su propia existencia y sobre su porvenir revolucionario, sobre los fines y los medios de su combate, sobre quienes son sus amigos y quienes sus enemigos. Esta reflexión precede, acompaña o sigue a las propias luchas y no es un producto pasivo e inmediato de ellas.

Es verdad que en tiempos “normales”, cuando el orden capitalista no es verdaderamente puesto en cuestión, esa conciencia es muy minoritaria. Sin embargo, se transforma en mayoritaria en un periodo pre-revolucionario o ya directamente revolucionario, cuando, como decía Marx “la teoría revolucionaria se adueña de las masas” y la conciencia de clase tiende a ser la conciencia de la mayoría de la clase.

Tanto las experiencias directas de lucha como la reflexión de pequeñas minorías forman parte integrante de la lucha y la conciencia de la clase vista en su conjunto. La segunda no tiene, salvo en situaciones revolucionarias, una influencia directa sobre los acontecimientos. Sin embargo, su papel es vital pues contribuye a través de mil canales, a menudo “invisibles”, al proceso –difícil y tortuoso- de maduración de la conciencia en masas de la clase que progresivamente se van haciendo más amplias. La toma de conciencia contribuye al desarrollo de las luchas y, simultáneamente, el desarrollo de estas estimula y amplifica a aquella.

La vida de la clase es mucho más que las luchas inmediatas. Se compone de luchas masivas pero también de luchas ideológicas, denuncias, polémicas, clarificaciones, protagonizadas por pequeñas minorías que, aunque durante todo un tiempo están aisladas respecto a la mayoría de la clase, están vinculadas a su lucha histórica y a sus intereses históricos.

Un repaso, aunque sea superficial, de la historia nos muestra que por ejemplo, en el siglo XIX, en la época de la expansión capitalista y también del desarrollo del proletariado, la “vida de la clase” iba más allá de las luchas reivindicativas en las fábricas, y se plasmaba igualmente en multitud de asociaciones obreras de todo tipo (sindicatos, cooperativas, universidades obreras etc.), que servían como instrumento de integración al proletariado de muchos obreros recién salidos del campesinado o del artesanado. Esta situación cambia con la entrada del capitalismo en su etapa de decadencia, y el desarrollo monstruoso del control totalitario del Estado sobre toda la sociedad. En esta época histórica no ya los sindicatos, sino las asociaciones de vecinos, o los clubes juveniles son absorbidos por el Estado capitalista como apéndices de la gestión de la explotación, el urbanismo, el ocio, etc.,.. Otra de las consecuencias de la entrada del capitalismo en su fase de decadencia es la forma que toma el desarrollo de la lucha de clases, que en este período no es través de un “crescendo” lineal y continuo, sino a través de oleadas, seguidas de fases de reflujo más o menos prolongadas. Fuera de esas oleadas de luchas masivas es muy difícil que el conjunto de la clase obrera se reconozca a sí misma, más allá de un sentimiento común de sufrir la opresión del trabajo asalariado, del desempleo,… En cambio, en momentos de luchas abiertas, la sociedad se ve atravesada por un “océano de fenómenos”, como los llamaba Rosa Luxemburgo, que expresan la emergencia a plena luz del día de la vida de la clase (desde el ambiente que se respira en los barrios obreros, hasta el contagio de la combatividad a otros sectores sociales).

El texto en su pasaje final señala: «Con lo comentado no quiero decir, ni mucho menos, que haya que renunciar a todo lo que se salga de la “conciencia media” de los currelas. Eso sería absurdo. Por supuesto que nuestra experiencia concreta como proletarios nos empuja y permite identificar y profundizar teóricamente sobre las contradicciones de la sociedad burguesa o sobre sus aparatos e ideologías. Lo que digo es que muchas cuestiones no encuentran un referente claro en nuestra vida cotidiana (la cuestión del poder, de unas relaciones sociales no mercantiles, le carácter descaradamente anti-obrero y represivo de sindicatos o incluso policías, etc.) sino que las hemos adquirido dentro de un proceso de apropiación teórica-histórica en oposición a lo existente, por lo que son débiles al no encontrar un referente práctico real, un movimiento que sea su expresión, o mejor dicho, esta expresión del movimiento. Por todo lo dicho creo que debemos centrarnos en lo que conocemos y controlamos con relación a nuestra experiencia como proletarios (a ver, sin claudicar ante las ideologías burguesas), y que aspectos si se quiere “más avanzados” dejar que el propio desarrollo de la lucha de clases las vaya poniendo sobre la mesa. Los trabajadores no necesitamos ningún impulso exterior a nosotros mismos para luchar, nuestra misma existencia supone un conflicto con la sociedad burguesa y un esfuerzo permanente por encontrar una salida a nuestra situación dentro de esta».

Es totalmente cierto que muchas posiciones generales del proletariado no encuentran actualmente un referente claro en nuestra vida cotidiana. Ahora bien, ¿quiere eso decir que debamos limitarnos a lo que conocemos y controlamos con relación a nuestra experiencia como proletarios ), y que aspectos si se quiere “más avanzados” dejar que el propio desarrollo de la lucha de clases las vaya poniendo sobre la mesa?.

Nosotros pensamos que no.

1º) ¿Por qué esas cuestiones no encuentran un “referente claro en la vida cotidiana?” ¿Es acaso porque las condiciones objetivas impiden que dominen prácticamente la vida de los trabajadores? La respuesta es no. Objetivamente esas cuestiones influyen en la vida corriente de los obreros . El problema está en que el peso de la ideología dominante, de las campañas ideológicas de la burguesía y la acción de sus fuerzas sindicales y políticas, impiden, o al menos dificultan, que los obreros las reconozcan subjetivamente. Por eso es necesario que, mediante un combate contra la política de la burguesía, mostremos esas cuestiones a los trabajadores para que acaben por reconocerlas lo más masivamente posible.

2º) Esos aspectos “más avanzados” se ponen sobre la mesa, no solamente por el desarrollo de las luchas sino también por la intervención de las minorías conscientes de la clase. Esta intervención es una parte de la propia lucha de clases, no constituye ningún “impulso exterior”. Efectivamente, “nuestra misma existencia supone un conflicto con la sociedad burguesa” y la cuestión es que una parte del “esfuerzo permanente por encontrar una salida a nuestra situación dentro de esta” la constituyen la acción, el combate y la reflexión de esas minorías.

3º) Lo que se ha adquirido a través de la apropiación de la experiencia histórica y mundial del proletariado no es algo “débil” sino todo lo contrario, es la fuerza más preciosa del proletariado, aunque inmediatamente no se haga “carne mortal” en tal o cual sector de la clase obrera. Marx decía que «la cuestión no reside en que es lo que éste o aquel proletario, o incluso la totalidad del proletariado consideran en cada momento como objetivo suyo. La cuestión es qué es el proletariado y qué se verá obligado a hacer, consecuentemente con su ser. Su finalidad y su acción histórica vienen irrevocablemente y obviamente puestas de manifiesto por su propia situación vital tanto como por la global organización de la sociedad burguesa de hoy» (La Sagrada Familia). A diferencia de anteriores clases revolucionarias de la historia que podían extender su modo de producción en la vieja sociedad (y por tanto, los cambios ideológicos podían ser consecuencia o corolario del avance de su influencia social real), la clase obrera es también la clase explotada de la sociedad capitalista, y por tanto la conciencia no puede ser únicamente un reflejo pasivo de la realidad, sino un instrumento activo de su transformación. No se trata por tanto de aguardar sin más a que las luchas hagan suyos, por sí mismas, los postulados de la revolución, a que cómo dice el texto «el movimiento exprese las adquisiciones teórico-históricas». El movimiento obrero, si se considera históricamente, ya ha dejado claro por ejemplo porque los sindicatos se han convertido en agentes del Estado capitalista en todos los países. No debemos dejar que cada lucha, cada generación de trabajadores, cada sector, cada localidad, “redescubran por sí mismo” al precio, a menudo, de duras derrotas (como, por ejemplo, sucedió en la tentativa revolucionaria en Alemania en 1918-23), esa posición fundamental. Hay que defenderla aunque aparentemente caiga en saco roto pues es algo que progresivamente va ayudando a un número creciente de trabajadores a armarse más eficazmente ante nuevas luchas. Aunque están fraternalmente hermanadas por el sufrimiento de una explotación inhumana, proletariado, esclavos y siervos, no son clases idénticas. Mientras el proletariado es capaz de inscribir las luchas de sus sucesivas generaciones en una continuidad histórica y la lucha de sus diferentes sectores geográficos en una unidad mundial, las luchas de los esclavos y los siervos fueron explosiones aisladas que se agotaban en sí mismas y que empezaban siempre desde cero. El proletariado es una clase revolucionaria, y por tanto su pasado y su futuro (es decir la alternativa social que ofrece al conjunto del género humano) son armas esenciales para su lucha presente.

La situación actual del proletariado: el comienzo de una lenta y difícil recuperación de sus combates

El proletariado actual ha sufrido una de las fases de reflujo más persistentes que haya conocido en la historia. Nos referimos a la etapa que se abrió a finales de los años 80 con la caída de los regímenes estalinistas y que ha empezado a tocar fin con el giro que se ha producido en la lucha de clases desde mediados de 2003 (Ver la Revista Internacional nº 117 y 119). Estamos hablando de un período de más de 15 años (la mayor parte de la vida de la generación de obreros más jóvenes que hoy se incorporan precisamente a la clase y a sus luchas). La explicación de la extensa duración de ese reflujo no está tanto en la severidad de las derrotas de las luchas de los años 80 (Polonia, luchas contra las reconversiones en España, Francia, las luchas contra los cierres de las minas en Inglaterra), sino sobre todo en el retroceso en la conciencia en la clase obrera que supuso la campaña de la burguesía que identificó la caída de los regímenes estalinistas con el fin de la perspectiva comunista, (“el fin del comunismo”, el “fin del sentido revolucionario de la lucha de clases”,…). El impacto inmediato de estas campañas que atacaban precisamente el «proyecto histórico del proletariado» (por emplear los términos del propio texto) en la combatividad de la clase obrera en un momento en que arreciaban precisamente los ataques a sus condiciones de vida y trabajo (precariedad, despidos, desmantelamiento del llamado “Estado del bienestar), prueba el sentido “bidireccional” de la relación entre luchas masivas y confianza en una perspectiva revolucionaria. Es decir que no sólo la ausencia de luchas deviene en una pérdida de confianza en una perspectiva revolucionaria, sino que la pérdida de esa referencia histórica futura se convierte en un factor de intimidación para las luchas del presente, haciendo a los obreros más vulnerables a las mistificaciones de salvar la empresa o salvar la economía nacional.

Sin embargo este retroceso, por largo y difícil que haya sido no puede identificarse con una derrota del proletariado. Como hemos analizado muchas veces, pensamos que el curso histórico, es decir la perspectiva futura para el conjunto de la humanidad sigue estando abierto a los enfrentamientos de clase decisivos entre burguesía y proletariado. No podemos extendernos aquí en explicar todos y cada uno de los elementos que justifican este análisis (ver Revista Internacional nº 107 así como los citados artículos de los nº 117 y 119), desde la propia estrategia política de la burguesía hasta el rechazo del proletariado de las principales concentraciones obreras del mundo a alistarse en las guerras imperialistas, etc. Si queremos insistir, sin embargo en dos de ellos:

1.- La existencia de dos generaciones sucesivas de trabajadores no derrotadas.

La identidad de clase del proletariado, a diferencia de anteriores clases explotadas de la historia de la humanidad, se basa tanto en su situación común en la explotación, como en su, y seguimos retomando el término del propio texto, «proyecto histórico. Pero la comprensión de ese proyecto histórico es imposible sin el reconocimiento de la naturaleza histórica de su lucha, es decir vernos como los sucesivos eslabones de una cadena de más de 200 años de luchas del proletariado por su emancipación. De ahí la importancia de la continuidad histórica de sucesivas generaciones obreras.

En el mencionado Texto de Orientación sobre la Confianza y la Solidaridad en la Lucha Proletaria, analizamos las dificultades que supuso para la generación obrera que entró en lucha en los años 60-70 la ruptura de esa continuidad con la generación precedente marcada en cambio por la derrota y la contrarrevolución, y también hemos analizado la repercusión decisiva de esas dificultades en el agotamiento de las oleadas internacionales de luchas obreras que se sucedieron desde 1968 hasta finales de los años 80.

No es esa la situación actual de la lucha de clases. Lo que vemos en cambio es la presencia de dos generaciones no derrotadas de la clase obrera, como ha podido apreciarse en las manifestaciones en Francia en 2003, en las luchas en Alemania el año pasado, o en las recientes movilizaciones en SEAT. La unión en la lucha de ambas generaciones es fundamental. Para la “joven generación”, la aportación de los obreros “de los 70” que han acumulado experiencias valiosísimas por ejemplo de autoorganización y extensión de las luchas, es un bagaje imprescindible. Pero también para los “veteranos” que sufrieron el fracaso de una primera tentativa de asalto al capitalismo (insistimos en que fracaso no es derrota ni alistamiento tras las banderas de la burguesía), ver la incorporación al combate de la siguiente generación, (de sus “hijos”, por resumir), refuerza la idea capital de que “la lucha continúa”, que lo de “el fin de la lucha de clases” es un mito intencionadamente propagado por la burguesía, que el futuro sigue siendo el combate de clase contra el capitalismo.

2.- El surgimiento a escala internacional de un movimiento de toma de conciencia.

Que el conjunto de la clase obrera, en general, haya sufrido un retroceso en la conciencia, no significa la desaparición completa del esfuerzo de toma de conciencia del proletariado. Precisamente por su naturaleza histórica, aún en los peores momentos de retroceso de la conciencia general en la clase, sigue existiendo en su seno ese impulso de búsqueda de, y podemos retomar de nuevo los términos del propio texto, un referente teórico-histórico que se enfrente coherentemente al sistema social presente. Ya, en pleno auge de la campaña sobre el “fin del comunismo” pudimos ver el surgimiento, desde luego muy minoritario, de elementos obreros que tendían a cuestionar esa campaña, que se negaban a aceptar que la perspectiva histórica de más de 200 años de lucha desapareciera de la historia, y que el capitalismo se convirtiera en el “único mundo posible”. Pero precisamente el agotamiento de esa campaña, por el propio desarrollo de la crisis histórica del capitalismo ha hecho surgir y extenderse un movimiento de cuestionamiento del sistema capitalista, una búsqueda de alternativas a este orden de explotación y destrucción.

No podemos analizar aquí como la burguesía trata de contrarrestar ese cuestionamiento a través de múltiples instrumentos (desde el movimiento “antiglobalización” hasta la parcialización de las respuestas: la “okupación”, el “ecologismo”, la “autogestión” de la miseria,…), pero si nos interesa mostrar que si la burguesía despliega tal cantidad de medios es precisamente porque siente que el viejo topo proletario no sólo no está muerto sino que va horadando los cimientos de la sociedad de explotación. Es un proceso latente, subterráneo, imperceptible para incluso la gran mayoría de los trabajadores, pero se va extendiendo y ampliando. No hay más que ver la proliferación de debates que muestran los foros de Internet, el eco creciente (aunque aún sea desde luego muy modesto) de las posiciones revolucionarias, las caras nuevas que acuden a las Reuniones Públicas de las organizaciones que se reivindican del comunismo,…

Este proceso atraviesa todos los continentes y todos los sectores del proletariado. Vemos desde luego el “regreso” de antiguos compañeros de lucha que vuelven con ánimos redoblados tras un paréntesis de ostracismo y desconfianza en su propia clase. Y vemos sobre todo a jóvenes con una decidida voluntad de aclararse, de responder a la pregunta ¿cómo podemos acabar con el capitalismo?

Esa es una de las características más importantes de esta nueva generación de elementos engendrados por el esfuerzo de toma de conciencia del proletariado. Sus preocupaciones van más allá de lo inmediato de las luchas reivindicativas, y apuntan sobre todo a la perspectiva, a la alternativa histórica al capitalismo. Y esto es sumamente importante y positivo para el desarrollo de la perspectiva revolucionaria. Pensamos que el propio texto apunta en esa dirección, ya que en el apartado destinado a plantear alternativas a la situación que describe en el proletariado, indica:

«- Lucha de los trabajadores contra nuestras condiciones de vida que pueda comenzar a poner sobre la mesa la polarización de clases y la existencia de un movimiento visible y real a la clase trabajadora enfrentada a la sociedad burguesa y cuestione de forma teórico-práctica la relación social capitalista». Y añade a continuación:

«- Comunicación, confrontación de posiciones y conclusiones que seamos capaces de extraer los trabajadores acerca de nuestros problemas y luchas.

- Y en definitiva, de la reapropiación y concreción programática (de lo que somos dentro de la sociedad, de cómo está montada y funciona, de cómo tenemos que actuar, de quienes son nuestros enemigos, etc.) y de las experiencias acumuladas por la lucha proletaria contra la sociedad del capital, para que nos sirvan de ayuda y guía para nuestras luchas presentes y futuras».

Es especialmente sobre estos dos aspectos sobre los que podemos y debemos actuar los revolucionarios. Respecto al primero no es la tarea de los elementos más avanzados provocar u organizar la lucha de los trabajadores contra la explotación . El texto mismo recoge con sus propias palabras lo que es una de las contribuciones centrales de Rosa Luxemburgo sobre la huelga de masas: « nuestra misma existencia supone un conflicto con la sociedad burguesa y un esfuerzo permanente por encontrar una salida a nuestra situación dentro de ésta».

El texto incluye unas concreciones:

«- la búsqueda y fomento de espacios de encuentro, debate y comunicación acerca de las luchas y problemas que se nos plantean como proletarios, participando en conflictos, contactando con trabajadores, intercambiando informaciones, etc….

- llevar a cabo un proceso claro, franco y sin “verdades absolutas” (a ver: me refiero a “verdades que no encuentran un reflejo en la realidad, no que los trabajadores no podamos afirmar cosas evidentes, o no por tanto, de forma firme) pero con unos mínimos, de debate y clarificación para armarnos teóricamente.

- y establecer contacto con grupos y personas con las que puedan darse condiciones y sea interesante debatir, intercambiar informaciones o profundizar en aspectos organizativos o de colaboración»

… que nos parecen acertadas y que creemos que ponen de manifiesto una sincera voluntad de abrirse a otras experiencias de otros trabajadores, o sea al conjunto de la clase obrera. Lo que planteamos es que esa apertura a la clase obrera trascienda lo inmediato o lo próximo y tome en cambio como referente la lucha histórica del proletariado. A ello hemos tratado de contribuir de buena fe con estos comentarios.

Corriente Comunista Internacional 4-12-05

Cuestiones teóricas: 

  • Descomposición [4]

¡En todas partes cuecen habas! Rechazo del puesto de venta de la CCI en la feria del libro anarquista de Gantes y Utrecht

  • 3923 lecturas

Hemos publicado en esta misma sección (CCI “on line”), la correspondencia que matuvimos con los organizadores de la fira del llibre anarquista de Barcelona, que rechazaron que la CCI pudiera estar presente en un punto de venta. Ahora podemos ver que se trata de una práctica extendida de los organizadores oficiales anarquistas de este tipo de eventos también en otros países. Lo que más resalta de este artículo sin embargo, es la carta de un elemento del medio anarquista que plantea porqué no está de acuerdo con esta actitud de los organizadores, que tratan de condenar al silencio las posiciones de la Izquierda Comunista, y que compara con la actitud similar que tuvo....¡Stalin!

Ya hace varios años que no se permite que la CCI tenga un puesto en la feria del libro anarquista de Gantes, ni tampoco en la lonja anarquista de Utrecht En distintas ocasiones, los organizadores han hecho como si nuestra solicitud hubiera llegado demasiado tarde, o no hubiera sitio. Ya les vale. Cuando hemos insistido, los organizasdores nos han respondido que no damos el perfil anarquista exigido. Naturalmente no se nos pasa por la cabeza lamentarnos de esta decisión, o pedir una mayor complacencia de parte de los organizadores. Lo que nos interesa es poner al desnudo las verdaderas razones del rechazo repetido de los organizadores de estas ferias del libro.

Tras sus escapatorias administrativas, los organizadores mienten conscientemente cuando justifican su rechazo por razones ideológicas (no dariamos el perfil). ¿Quién no ha advertido la presencia en estas ferias de puestos, de publicaciones, de asociaciones, que son abiertamente socialdemócratas, estalinistas o nacionalistas... y que no tienen para nada un «perfil anarquista»? ¿Porqué exdcluir entonces a la CCI, una organización que se reclama del internacionalismo proletario y que denuncia todas las ideologías nacionalistas sea cual sea su pretexto étnico, histórico o religioso, como un verdadero veneno para los proletarios?

La CCI no ha ocultado nunca sus posiciones marxistas ni sus divergencias de principio con el anarquismo. La CCI siempre ha denunciado las posiciones burguesas del anarquismo oficial, que acaban en la defensa del Estado democrático (como fue el caso de Kropotkine o la CGT francesa en 1914, o la CNT española en 1936) y apoyando el nacionalismo más arcaico (como el anarco-nacionalismo bretón o flamenco). Si a los organizadores les parece indeseable nuestra presencia, es porque a los elementos que buscan una ampliación y una profundización de su visión política, les interesan los análisis de la Izquierda Comunista, les interesan las cuestiones que planteamos y las respuestas políticas que aportamos sobre los problemas que preocupan a la clase obrera y que conciernen a la perspectiva que se plantea para la humanidad. Lo que los organizadores quieren en realidad es evitar que se produzca una confrontación honesta y abierta de posiciones políticas. A pesar de sus peroratas (falsamente) libertarias, prefieren confiar en sus vecinos estalinistas y de extrema izquierda (pro o antiestalinistas) antes que ver a la Izquierda Comunista tener un eco por la defensa de una clara perspectiva de clase internacionalista.

No nos extraña en absoluto esta actitud de los organizadores, que refuerzan así el totalitarisno ideológico del que son en realidad un engranaje, aunque modesto, indispensable sin embargo, para prevenir que los elementos que se plantean cuestiones, encuentren respuestas políticas sobre las que debatir. Rechazando nuestro puesto, el anarquismo oficial aporta su pequeña piedra al edificio del pensamiento único burgués.

Ciertos participantes a los que ha irritado este comportamiento ya han manifestado públicamente su solidaridad difundiendo nuestra prensa en su puesto, y no han dudado en quejarse verbalmente y por escrito de la actitud de los organizadores: «La CCI es en efecto muy crítica con el anarquismo, pero eso es evidente: son marxistas de cabo a rabo (...) Están abiertos a la discusión con quienes se interesan por sus posiciones. Sus reuniones son públicas y uno puede ir tranquilamente y exponer sus posiciones anarquistas, o incluso difundir volantes anarquistas a los visitantes. Esto me parece pues más democrático que una feria del libro anarquista en la que algunos organizadores deciden por su propia cuenta rechazar ciertos grupos. Para ciertos anarquistas puede ser interesante distinguir los desacuerdos y las convergencias, así es como se aprenden a formular y defender las posiciones de cada uno. Y si no se quiere tener una discusión con ellos, por ejemplo porque no son bastante anarquistas, vegetarianos, feministas, o pacifistas, o simplemente porque no corresponden a la imagen que te haces del mundo, pues simplemente no se discute... Otra cosa distinta es ofrecer una plataforma para toda la asquerosa propaganda de los estalinistas y de los trotskistas, que vienen a ¡“salvar almas”! (...) en el caso de la CCI, no veo hasta ahora razones suficientes para rechazar su participación en la feria del libro anarquista. Y no es mi intención en ningún caso abrir las puertas de par en par a toda la canalla trotskista y estalinista; según me parece, la CCI se distingue de ellos, incluso desde el punto de vista anarquista, en el buen sentido. Las corrientes históricas de las que se reclama fueron en su tiempo víctimas de la represión desencadenada por Trotsky y Stalin, igual que los anarquistas. Sería igualmente extraño que una cierta forma de pensar que prácticamente ha desaparecido de la superficie del globo por la acción de los estalinistas (y que indudablemente a mucha gente le parece anacrónica), fuera condenada ahora al silencio ¡por los anarquistas!» (1). Animamos a los que quieren ser políticamente consecuentes a enviarnos sus tomas de posición, que publicaremos igualmente.

Por nuestra parte, animamos a quien quiera desarrollar una confrontación de ideas y debatir sobre los problemas del mundo, de la lucha de clases y del poprvenir de la humanidad, a que participe en nuestras actividades públicas, tanto las permanencias, donde discutimos sobre lo que plantean los asistentes, como las reuniones públicas, donde se discute sobre la base de una presentación hecha por la CCI; también podéis encontrarnos en las ventas de nuestra prensa, en los lugares que anunciamos en nuestros periódicos, o en las manifestaciones y las luchas obreras.

 

Mayo 2005

 

 

 

(1)Ver: carta abierta de ediciones De Dolle Hond a los organizadores de la feria del libro anarquista de la feria del libro de Utrecht, en nuestro sitio web: www.internationalism.organizaci [26]ón/dutch; ver también, “Los organizadores de la feria anarquista del libro de Utrecht desvelan sus prácticas estalinistas”, en Wereldrevolutie nº 101

Vida de la CCI: 

  • Cartas de los lectores [7]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Anarquismo "Oficial" [27]

¿Por qué hay que acabar con el capitalismo?

  • 13973 lecturas

En el Foro Alasbarricadas, un compañero hace una sencilla pregunta ¿Por qué es malo el capitalismo?

Pensamos que la pregunta debe formularse de otra manera: ¿Por qué hay que acabar con el capitalismo? Esa es la primera pregunta que vamos a responder.

Sin embargo, creemos que la cuestión que plantea el compañero debe completarse respondiendo a dos preguntas más:

  • ¿Ha sido siempre el capitalismo un peligro para la humanidad?

  • ¿Quién puede destruir el capitalismo?

1.- ¿Por qué el capitalismo es un peligro para la humanidad?

Cuando se hundió el bloque ruso –mentirosamente presentado como “comunista”- todos los ideólogos, políticos, sindicalistas etc., nos repitieron hasta la náusea que el capitalismo era el “único mundo posible”, el entonces presidente USA –el papá del actual- prometió “un nuevo orden de prosperidad y paz”. Hoy, un buen número de obreros y de jóvenes tienen dudas cada vez más fuertes sobre ese aserto y piensan que este sistema social entraña peligros cada vez más graves para la existencia humana.

  1. El desempleo, la precariedad en el trabajo, el endurecimiento de las condiciones laborales, la pobreza, la vivienda imposible de pagar, la eliminación acelerada de las prestaciones sociales etc., se generalizan en todos los países. El capitalismo no lleva a un “nuevo orden de prosperidad” sino a un desorden espantoso de miseria, pobreza y sufrimientos.

  2. La guerra imperialista golpea un buen número de países y su proyección –los atentados terroristas de masas- traslada sus estragos a las poblaciones de países centrales como Gran Bretaña, USA o España. La barbarie cotidiana de Irak desmiente el eslogan de un “nuevo orden de paz”, bajo el capitalismo la perspectiva es un caos sangriento de guerras sin fin.

  3. La humanidad está sufriendo una fuerte destrucción medioambiental, producto de la crisis sin salida del capitalismo y del carácter irracional y anárquico de su régimen de producción. Pese a Protocolos como el de Kyoto o Conferencias “mundiales”, la política de los gobiernos, la búsqueda desesperada de ganancias, preparan desastres en cadena amenazando con arruinar las bases mismas de la producción humana.

  4. Sí el Estado es en todos los países la dictadura del Capital, los países que ocultan tal dictadura bajo la máscara de la democracia se vuelven cada vez más represivos y no tienen reparos en justificar la tortura, el asesinato a sangre fría y el control policial.

  5. El capitalismo provoca la destrucción cada vez más profunda de los lazos sociales entre los seres humanos, las tendencias cada vez más violentas al nihilismo suicida (encarnadas por esos kamikazes que hacen explotar las bombas que llevan al cinto para matar de forma indiscriminada decenas de semejantes), a los enfrentamientos irracionales, a los odios xenófobos, a toda clase de prácticas gangsteriles, pornográficas etc., todo lo cual muestra una sociedad que ha perdido la brújula. Bajo el capitalismo, como ya dijo en el siglo XVII Hobbes, “el hombre es un lobo para el hombre”, pero hoy, esas tendencias están llegando al paroxismo encerrando una amenaza grave para la convivencia humana.

Este pequeño resumen confirma claramente lo que ya dijo hace 85 años la Tercera Internacional: PARA QUE LA HUMANIDAD PUEDA VIVIR EL CAPITALISMO DEBE MORIR.

Se puede desarrollar más este tema aqui [28] [29]

2.- ¿Ha sido siempre el capitalismo un peligro para la humanidad?

Como dijo Carlos Marx “el capitalismo nació en el lodo y en la sangre”. Al ser una sociedad de clases y basarse en la explotación del hombre por el hombre supura por todos sus poros violencia, injusticia y opresión.

Sin embargo, el capitalismo tuvo una fase progresista en la cual contribuyó a que la humanidad se liberara del aislamiento localista, de las técnicas de producción arcaicas, del sometimiento a la arbitrariedad y el despotismo de príncipes, curas y reyes. El capitalismo forjó el mercado mundial, instauró técnicas de producción sociales y, sobre todo, formó en sus propias extrañas la clase explotada que puede derribarlo: el proletariado.

Esa fase progresista se acabó a principios del siglo XX cuando el sistema alcanzó sus límites históricos. El siglo XX ha sido el de las peores guerras de la historia humana, el de las expresiones más monstruosas de la dominación estatal, el del cinismo y la manipulación más descaradas, el del contraste más radical entre, por un lado, un desarrollo potencial de las capacidades productivas de la humanidad y, de otra parte, la explosión de las peores lacras de todo tipo: enfermedades, guerras, matanzas, hambrunas, miseria, degeneración moral, catástrofes ecológicas, climáticas, habitacionales… En el siglo XIX, el capitalismo –pese a los tremendos sufrimientos que causó- era un sistema social progresista; en los siglos XX y XXI se ha convertido en un sistema reaccionario que multiplica los sufrimientos y lleva la humanidad a la destrucción.

3.- ¿Quién puede acabar con el capitalismo?

El capitalismo es reo de los crímenes más atroces contra la humanidad. Pero ¿quién puede ejecutar la sentencia de su destrucción?

Muchas respuestas se han dado a esta pregunta: una coalición de seres humanos armados de justicia y buena voluntad; el pueblo entendiendo por tal todos los ciudadanos excepto cuatro oligarcas que se mueven en las sombras; un frente unido de las clases “populares” etc.

Sin embargo, la historia ha demostrado que ninguna de esas respuestas es válida. Desde que desapareció el viejo comunismo primitivo, la humanidad se halla dividida en clases sociales antagónicas y su historia es la historia de la lucha de clases, como señaló el Manifiesto Comunista.

Bajo el régimen capitalista, el proletariado es la clase revolucionaria de la sociedad. Es quien produce lo esencial de las riquezas sociales, quien trabaja de forma unitaria y colectiva, a quien sus intereses le impulsan a defender sus necesidades como seres humanos contra la dictadura de las necesidades económicas, políticas y militares que impone la reproducción del Capital.

El proletariado representa los intereses de la inmensa mayoría de la población explotada y oprimida. Afirmando su lucha independiente debe ganar a ésta al combate por la destrucción del capitalismo.

Se puede desarrollar más este tema en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm [30]

Corriente Comunista Internacional 20-12-05: es.internationalism.org



Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La decadencia del capitalismo [10]

Junio 2005

  • 7 lecturas

Julio 2005

  • 3 lecturas

Agosto 2005

  • 3 lecturas

Septiembre 2005

  • 3 lecturas

Octubre 2005

  • 3 lecturas

Noviembre 2005

  • 3 lecturas

Diciembre 2005

  • 3 lecturas

URL de origen:https://es.internationalism.org/cci-online/200501/6/cci-online-2005

Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana [2] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0 [3] https://es.internationalism.org/tag/geografia/gran-bretana [4] https://es.internationalism.org/tag/3/45/descomposicion [5] https://es.internationalism.org/tag/cuestiones-teoricas/terrorismo [6] https://es.internationalism.org/tag/temporal/bug [7] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores [8] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/reuniones-publicas [9] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/izquierda-comunista [10] https://es.internationalism.org/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo [11] https://es.internationalism.org/tag/3/50/medio-ambiente [12] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/argentina [13] https://es.internationalism.org/tag/geografia/argentina [14] https://es.internationalism.org/tag/2/34/la-autogestion [15] https://es.internationalism.org/tag/3/46/economia [16] https://es.internationalism.org/tag/2/35/las-luchas-parciales [17] https://es.internationalism.org/tag/geografia/union-europea [18] https://es.internationalism.org/tag/geografia/francia [19] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos [20] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/tendencia-comunista-internacionalista-antes-bipr [21] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo [22] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/foros-sociales [23] https://alencontre.org/ [24] https://es.internationalism.org/tag/temporal/other [25] https://es.internationalism.org/tag/geografia/america-central-y-sudamerica [26] http://www.internationalism.organizaci [27] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/anarquismo-oficial [28] https://es.internationalism.org/taxonomy/term/25/9 [29] https://es.internationalism.org/taxonomy/term/25/9/?PHPSESSID=9241f44f397f83d76d02850a6dae6490 [30] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm