El año 2005 comenzó bajo los peores auspicios: con el horror por los destrozos del tsunami en el Sudeste asiático que provocó más de 300 mil muertos. Y se acaba con una doble amenaza de probables peores consecuencias: la contaminación de las aguas a causa de la explosión de una fábrica química que expone la vida de más de 5 millones de personas en China y en Rusia y el riesgo de propagación de una nueva plaga - la gripe aviar -, sobre cualquier parte del mundo, con el flujo migratorio de las aves en la próxima primavera.
Durante el año pasado hemos asistido igualmente impotentes a los destrozos del ciclón Katrina que borró prácticamente del mapa la ciudad de Nueva Orleáns y sus alrededores, y a continuación a una oleada sin precedentes de huracanes devastadores en el golfo de México, al terremoto en la Cachemira paquistaní y otros cataclismos similares. Estas imágenes apocalípticas no son producto de una fatalidad, ni simples catástrofes naturales. Son las leyes del capitalismo las que las han transformado en espantosas y dramáticas catástrofes sociales; es la incuria de este sistema lo que las agrava incapaz como se manifiesta de prevenir los efectos de estas catástrofes en las poblaciones ni para socorrerlas eficazmente cuando ya se han desencadenado.
Por otra parte, la concurrencia comercial a ultranza, la búsqueda de la explotación máxima y de la rentabilidad inmediata, la trasgresión permanente de las normas de seguridad más elementales, el mayor de los desprecios por la vida humana, provocan cada vez más catástrofes mortíferas, como los repetidos accidentes de aviación, o la progresión escalofriante de accidentes laborales como los sucedidos en China, pero también en los países “avanzados” como España.
Pero la locura y la barbarie del capitalismo se manifiestan todavía más claramente en el carácter cada vez más irracional de las guerras y los conflictos sangrientos que destruyen el planeta, alimentados por los apetitos imperialistas de todos los estados, y que engendran cada vez más caos y destrucción. Al avivamiento de los odios interétnicos y de las guerras tribales endémicas como las de África, se suman las masacres cotidianas en Irak, Líbano. Oriente Medio, en el Cáucaso,… y estas a su vez se “proyectan” sobre todo el planeta a través del recurso sistemático a los atentados “kamikaze” y su multiplicación como arma de la guerra imperialista. Tras el 11 de septiembre de 2001, las cruzadas antiterroristas no han hecho más que exacerbarlos y darles otra dimensión, pues se mostrado capaces de golpear ciegamente cualquier rincón del globo terrestre como hemos visto con la serie de atentados de Londres durante el verano, pero también en Indonesia, en Egipto y en la India.
Esta extensión de la barbarie sobre gran parte del planeta converge además con una aceleración sin precedentes de los ataques contra la clase obrera en los países centrales del capitalismo que sufre los hachazos resultantes de la agravación de la crisis económica. Todos los gobiernos, sean de derechas o de izquierdas, toman las mismas: someter a los proletarios a condiciones de explotación cada vez más insoportables, a una creciente pauperización creciente: la agravación del paro, la intensificación de los planes de despido en todos los sectores y la precarización laboral se añaden al aumento de los ritmos de explotación y de las jornadas laborales, al desmantelamiento de la protección social, a la caída del poder adquisitivo de los salarios, a la degradación de sus condiciones de vivienda,… El capitalismo no sólo echa a la calle a cada vez más obreros sino que se muestra cada vez más incapaz de proporcionarles los medios de vida más elementales. La amplitud y la profundidad de los ataques de la burguesía contra la clase obrera revelan el hundimiento inexorable del capitalismo en las convulsiones de su crisis mundial. Se pone de manifiesto que la burguesía no tiene más “solución” que ofrecer que atacar cada vez con mayor brutalidad las condiciones de existencia más vitales de aquellos a los que explota. El capitalismo se ve obligado a desvelar así su bancarrota histórica como forma de organización de la sociedad humana. La aceleración dramática de esta situación en todo el planeta demuestra con rotundidad no sólo que este sistema de explotación es incapaz de asegurar un futuro mejor para la humanidad, sino que amenaza directamente con anegar el planeta en un abismo de miseria y barbarie.
Ante la gravedad de lo que está en juego no existe más que una sola salida: el derrocamiento de este sistema por la única clase que sólo puede perder las cadenas de su explotación, el proletariado. La clase obrera tiene la llave del porvenir.
Únicamente ella tiene los medios para sacar a la humanidad de este atolladero mediante el desarrollo de sus luchas. Sólo ella es capaz de oponerse a la perpetuación de este sistema de explotación. Ella es la única clase de la historia portadora de otra sociedad donde el motor no será jamás el beneficio y la explotación, sino la satisfacción de las necesidades humanas.
Traducido de Révolution Internationale nº 364, publicación de la CCI en Francia.
El 23 de Diciembre, tras 4 meses de expectativas y negociaciones de la Plataforma Unitaria (CCOO, UGT y CGT) con la patronal y la Generalitat, y de convocatorias sindicales, los obreros de SEAT desencadenan espontáneamente un paro contra los despidos, que es una expresión de indignación y de solidaridad ante la forma cobarde como se anuncian y ante la traición de CCOO y UGT que los han firmado, y la pasividad de los demás sindicatos para plantear una alternativa de lucha. CGT, a la que otras formaciones sindicales “radicales” y “de base” (CNT, la Xarxa...) dan su apoyo, y que el mismo día (16 de Diciembre) de la firma de los despidos emplaza a los trabajadores... ¡para Enero!, se sube en marcha al carro de la respuesta obrera, primero para frenarla, llamando el mismo día 23 a limitar el paro a 3 horas; luego, cuando comprueba tras las Navidades que no hay una continuidad de la dinámica de lucha, para presentarse como sindicalismo “combativo”, con un programa de “movilizaciones”. ¿Qué lecciones tenemos que sacar de todo esto?
Algunos (como Corriente Roja, o el sector crítico de COO, etc) dicen que frente al pactismo y la traición de CCOO y UGT, hay que construir un sindicalismo “combativo” y “de clase”; lo que prueban sin embargo las luchas obreras durante la mayor parte del s. XX hasta la huelga actual de SEAT, es que en el periodo actual, la forma sindical de lucha no sirve para defender nuestros intereses; sólo la lucha de masas, que la burguesía llama “salvaje”, organizada por nosotros mismos en asambleas y comités elegidos y revocables, que busca la extensión sumando a la lucha a otros obreros, que se plantea como una misma lucha de clase, puede crear una relación de fuerzas que defienda nuestras reivindicaciones.
Las convocatorias y “movilizaciones sindicales” organizan la desmovilización de los obreros
Desde que, a principios de Septiembre, la empresa planteara el chantaje de elegir entre 1400 despidos, o una reducción salarial del 10% para toda la plantilla, planteando así un terreno trampeado de división entre los trabajadores y de consideraciones sobre la «rentabilidad» y la «competitividad», etc, los sindicatos se han ceñido a pies juntillas a ese guión, entrando al trapo de desviar la reflexión de los obreros sobre lo que se les venía encima, manteniéndolos ocupados en valoraciones sobre los beneficios de la empresa y los planes de productividad, más propios de contables, y totalmente a la expectativa de los despidos, sin que se expusiera claramente el ataque que se desencadenaba contra ellos.
El 5 de Noviembre, la dirección de SEAT plantea un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 1346 trabajadores, haciendo pública y directa así, la amenaza de despidos. Se constituye una Plataforma Unitaria (PU), formada por CCOO,UGT y CGT, a la que apoyan “críticamente” los sindicatos más “radicales” (CNT, Xarxa, Revolta Global). La PU dice desde el principio que los despidos son «inaceptables»; pero hace lo contrario: «la Plataforma Unitaria integrada por CCOO, UGT y CGT, no planteó el rechazo frontal del ERE desde el primer momento exigiendo el mantenimiento de todos los puestos de trabajo. Se aceptó el marco general de la reducción de plantilla y de derechos» (¡Y esto lo dice alguien que en el mismo texto apoya a la CGT !, Angeles Maestro, Corriente Roja)1.
A pesar de que se ha hecho todo lo posible por que los trabajadores no estén en condiciones de responder al ataque, y de su propia dificultad para desarrollar la combatividad, el mismo día que se anuncia el ERE, los obreros desbordan la convocatoria sindical de un paro parcial, haciendo manifestaciones en Zona Franca y en Martorell, que cortan las carreteras. Desde el momento mismo pues, en que se descubre a las claras el ataque, se puede ver quien está por aceptar los despidos y quien está por luchar. A partir de aquí, la acción sindical (incluyendo la más “radical”, e independientemente de lo que piensen y de la voluntad de muchos militantes sindicalistas), no busca reforzar la lucha obrera, sino hacer aceptar el ERE...aunque sea «el menos malo posible».
Así es como hay que valorar la convocatoria de un nuevo paro, esta vez de un día, para el 10 de Noviembre, y una manifestación...para presionar a la Generalitat. De esta forma, bajo la apariencia de una continuación del brote de combatividad que había surgido el día 5, aún muy debilitado por la falta de confianza de los obreros en sus propias fuerzas, por las dudas de entrar en lucha de los mayores, por la falta de experiencia de los jóvenes, se hacía que los obreros pusieran esa confianza que les faltaba en sí mismos, en la Generalitat, que había aceptado de entrada tramitar el ERE. Los obreros acuden masivamente a la manifestación, y se palpa una inquietud, pero no se toma la iniciativa, se está a la espera de “ver qué pasa”. Y lo que pasa es que, al dejar la iniciativa en manos de las negociaciones entre la PU, la empresa y la Generalitat, los trabajadores quedan desmovilizados.
Como si la cosa ya no fuera con los obreros de SEAT, no hay ninguna convocatoria de movilización ¡Hasta 3 semanas después! El día 1 de Diciembre. Esto deja absolutamente pasivos a los trabajadores, a merced del resultado de las negociaciones. La consecuencia es que el día 16 de Diciembre, por sorpresa y a escondidas, a traición, CCOO y UGT (CGT se descuelga dos días antes) firman un acuerdo con la patronal aceptando 660 despidos puros y duros, que tienen el cinismo de presentar como una «victoria», porque la patronal habría «cedido» rebajando el número de despedidos; pero no dicen que a esos despedidos hay que añadir 296 bajas voluntarias, lo que suma prácticamente cerca de mil despedidos.
23 de Diciembre: la respuesta obrera, indignación y solidaridad
El día 22 de Diciembre por la noche, y a la entrada el día 23, el último día de trabajo antes de los 9 días que la fábrica estará cerrada en Navidad, se va citando uno a uno a “los que están en la lista” a las oficinas, y se les entrega la carta de despido. Ninguno de los afectados lo sabía de antemano. La indignación por la forma cobarde y canalla como se presentan los despidos va creciendo. Los despedidos reaccionan y rechazan irse a casa. Piden la solidaridad de los demás compañeros. De forma espontánea, la huelga estalla en los talleres de pintura y se extiende como un reguero de pólvora. Los obreros abandonan los talleres y se reúnen en una asamblea espontánea. La factoría está totalmente parada. Los dirigentes de CCOO y UGT desaparecen del mapa. Sus sedes en la empresa están fuertemente custodiadas por guardias de seguridad. El turno de la tarde y la noche, tras hablar con los compañeros, se suma a la huelga, que se extiende igualmente a la fábrica de la Zona Franca y Landaben (Navarra).
Frente a la desmovilización sindical desde el verano, la respuesta del día 23 de Diciembre es el comienzo de una respuesta de clase. A la aceptación de los despidos y las promesas de “recolocación” que ofrecen los sindicatos, los obreros oponen la lucha en solidaridad con los despedidos; en vez de «paros parciales», la extensión rápida; frente a las convocatorias sindicales, unión y discusión a través de las asambleas, comunicación directa entre los obreros, tomar la lucha a cargo. Se ve igualmente, una indignación, no sólo con la patronal, sino también con UGT y CCOO, que expresa una cierta toma de conciencia del papel de sabotaje de la lucha que han jugado, de que no se puede confiar la lucha a los sindicatos.
Algunos medios han dicho que la huelga del día 23 fue convocada y dirigida por CGT2, pero su actuación se limitó a tratar de coger el tren de la lucha en marcha para no quedarse fuera de juego, e incluso a tratar de frenar las iniciativas obreras. El mismo 16 de Diciembre que se firmaron los despidos, CGT convocó una concentración de rechazo, bien lejos de la fábrica, a la otra punta de Barcelona, que reunió a 200 personas y pasó sin pena ni gloria; aunque sí sirviera para «acentuar» que CGT, a pesar de que había participado desde el verano en toda la estrategia de desmovilización, no firmaba los despidos, es decir, para “caer de pie”. Lejos de preparar o convocar ninguna acción de lucha que se opusiera a los despidos, emplazó a los obreros... ¡a Enero! Lo que muestra que el día 23 (y toda la semana anterior), CGT no estaba pensando precisamente en ninguna huelga:
«CGT informaremos la próxima semana de la convocatoria que realizaremos a primeros de Enero para coordinar a los/as afectados ante la problemática que se les viene encima» (comunicado CGT, 16 de Diciembre)
El mismo día 23, este sindicato anarquista y «radical», llamó durante el turno de la mañana, a limitar el paro a unas horas porque no era legal. Como se sabe, los obreros pasaron olímpicamente, igual que de esperarse a Enero, mostrando por segunda vez quien estaba por la lucha y quien no.
Pero pese a todo, la respuesta obrera espontánea del día 23 no es el producto de un desarrollo de la lucha, de un aumento de la confianza de los obreros en sus fuerzas, sino que aparece más como un fogonazo de indignación y de voluntad de luchar. Por eso, y por las condiciones difíciles para mantener en el momento actual una continuidad de la discusión y la lucha durante las vacaciones3, se presentaba bien difícil retomar la lucha sobre las bases del día 23 a la vuelta en Enero. Por eso, y por la actuación de la CGT.
CGT a la vanguardia... ¡del entierro de la lucha!
A partir de la vuelta al trabajo el 2 de Enero, CGT se presenta como la alternativa sindical frente a la traición de CCOO y UGT, con el apoyo indirecto de CNT, y otros sindicatos “de base”. Pero ¿Qué aporta a la lucha obrera ese “otro sindicalismo”? Más de lo mismo.
Desde el punto de vista de la lucha contra los despidos, las posiciones de CGT no rompen con el cuadro de aceptación de los despidos y el ERE planteado por la PU. Así, en su comunicado del 12 de Enero, la sección sindical de CGT en SEAT, dice de los despidos que «carecen de criterios objetivos»; que «no han seguido criterios de polivalencia y profesionalidad» y que «no se ha reducido suficientemente el número de despedidos forzosos». ¿Cuáles son los “criterios objetivos” para despedir?¿Se quiere decir que se merecen el despido los que tienen menos capacidades en el trabajo? ¿Hasta cuánto habría que “reducir los despidos forzosos” para aceptarlos?. La actitud de CGT frente a esta cuestión también se pone de manifiesto en las alternativas que ha planteado a los despedidos desde el día 3, que básicamente consisten en acogerse a lo que se ha firmado. La excepción que confirma la regla son los despidos de embarazadas, de delegados sindicales en activo o discapacitados, que son abiertamente ilegales, y que la empresa ha tenido que echar atrás. En el colmo del cinismo, se nos quieren presentar estos casos de readmisiones como producto de la lucha y la solidaridad.
Por otra parte CGT, basándose en que 145 de los despedidos son militantes de su sindicato, trata de presentar el ataque a los trabajadores como un ajuste de cuentas disciplinario de la empresa contra CGT, poniéndose como víctima y haciendo en ocasiones de la lucha contra los despidos, una lucha electoral, hasta tal punto que hasta sus propios militantes en los foros de internet, tienen que reconocer que les “chirría” tanto autobombo4.
Pero donde CGT hace su “contribución” a la lucha, donde se demuestra realmente que sería una alternativa “radical” al sindicalismo oficial, es en su apoyo al desarrollo de un programa de acciones de lucha, de convocatorias. ¿No es cierto que ha convocado una asamblea de despedidos el día 3, y otra el 12? ¿No ha llamado a acciones en los concesionarios? ¿No ha convocado una manifestación (de CGT) del sector del automóvil? ¿No ha impulsado la formación de un comité de solidaridad para el 18? Efectivamente no se puede negar que ha lanzado un verdadero bombardeo de actividades; pero la cuestión es ¿Sirven para ampliar y profundizar la dinámica de lucha del día 23 de Diciembre, o surgen precisamente del agotamiento de esa dinámica, y sólo sirven para “torear” a los despedidos, y para evitar que se saquen las lecciones del sabotaje sindical de las luchas? Para responder esta pregunta hay que ir a ver qué pasó el día 3 de Enero.
La asamblea que había convocado CGT en el “Casinet de Hostafranchs” era un momento importante, donde tras la vuelta de Navidades podían encontrarse los despedidos y con los demás obreros de SEAT (y otros) y discutir como continuar la lucha; sin embargo CGT no sólo había convocado en un local notablemente pequeño, sino que además, la noche anterior, había planteado que sólo podrían entrar los despedidos, ni siquiera otros obreros de la SEAT, ni afiliados a CGT..., por no hablar ya de otros obreros, o grupos políticos. La afluencia sin embargo desbordó las previsiones y se tuvo que ceder a la presencia de otros obreros que venían a expresar su solidaridad con los despedidos.
Pero a pesar de todas las ganas de luchar y del malestar que había, la asamblea fue decepcionante y mostró que ya no estaba presente la dinámica del día 23, de la respuesta obrera. Los abogados hicieron sus recomendaciones a los despedidos, y en medio de la rabia de los compañeros, que se iban desengañados, la CGT comenzó a lanzar propuestas de acción a diestro y siniestro y organizó una manifestación al final, que presentó como expresión de la reanudación de la lucha, cuando en realidad era más bien el séquito de su entierro.
Algunos “post” de Kaos en la red, pueden servir para mostrar cual era el ambiente:
- «Soy trabajadora de SEAT, de las que por el momento han tenido suerte. Desde que salieron las listas de los/as despedidos en esta web no me pierdo ni un día de leer el foro. Cada día estoy más confusa, y me siento engañada por todos los sindicatos y lo digo con causa porque mi compañero de piso estuvo como delegado en uno independiente y se venden igual que todos y no podéis llegar a imaginar los chanchullos que hay entre ellos y la empresa. Al final todos a comer con la empresa y no se libra ninguno. LO SIENTO PERO ESA ES LA CONCLUSION FINAL QUE SACO, ME SIENTO ENGAÑADA....»
- «Hace casi un mes que se anunciaron los despedidos y aún no hay una campaña importante para que se reincorporen los despedidos. Parece que la CGT no se dio cuenta (no hay peor ciego que el que no quiere ver) que la patronal declaró la guerra a los trabajadores. Aún no se editó una octavilla, ni un cartel. Sólo organizó 2 asambleas con 2 pobres manifestaciones a Pza España ¿Esto es lo único que pudimos hacer desde el 22/12 cuando se dijo quienes iban a ser los despedidos?»
Se puede ver pues, en qué condiciones despliega CGT su “activismo”. Cuando el día 23 los trabajadores se ponen en huelga espontáneamente, luchando unidos, expresando la fuerza de su lucha, CGT era todo timidez y prudencia; sin embargo después del 3 de Enero, cuando no hay una dinámica de lucha, enseña su rostro más “radical” y “combativo”. ¿Para qué? Para defender ante los trabajadores que los sindicatos “luchan”, que son “órganos de clase”, lavándose la conciencia y ocultando ante los trabajadores que han colaborado a su derrota, a imponer los despidos. En realidad el sindicalismo de CGT, “combativo” y “de clase” (apoyado por otras formaciones sindicales “de base”, y hasta por su “contrario” CNT), no es una “alternativa” al sindicalismo de UGT y CCOO, sino un complemento.
Hemos de mirar cara a cara la realidad: la batalla parcial que se ha librado en SEAT se ha saldado con una derrota. Urge sacar lecciones de ella porque va a haber nuevos despidos en otras muchas empresas y en la propia SEAT, más pronto o más tarde. Y ataques en todos los frentes como la “reforma laboral” que anuncian el trío infernal Gobierno – Patronal – Sindicatos. ¡La necesidad de luchar está planteada en SEAT y en todas partes!
¿«Lucha» sindical o lucha obrera?
Algunos, como la misma CGT, o Corriente Roja, o CNT, etc, dicen que la alternativa a las múltiples traiciones de los grandes sindicatos, es “otro” sindicalismo “combativo” y “de clase”, que defienda la lucha de los trabajadores. Pero como muestra la misma experiencia de SEAT, en realidad la actitud de ese “otro” sindicalismo sirve de complemento, para acabar llevando a los obreros a aceptar las condiciones de la patronal y el Estado. El problema no es tal o cual sindicato, sino la forma sindical de lucha y de organización.
La lucha sindical nos separa por sectores, empresas, categorías y sindicatos, cada uno con tablas salariales, incentivos y legislación diferentes; pero lo que necesitamos es una lucha unida, como clase obrera, a la que se sumen cuanto más obreros mejor; reivindicaciones comunes, que nos unan, en vez de separarnos en mil cláusulas distintas. En las luchas de los años 70 en España, se pedían aumentos lineales iguales para todos y «readmisión de todos los despedidos» y se gritaba «¡Compañero únete!», parando, de fábrica en fábrica, los polígonos. En Vitoria 1976 5, donde los obreros de toda la ciudad confluyeron en una asamblea unida, se decidió que ninguna fábrica volviera al trabajo hasta que no se readmitiera a todos los despedidos. Sólo una lucha que se plantee como un enfrentamiento de clases puede crear una correlación de fuerzas con la patronal y el Estado burgués.
En la lucha sindical se entrega el control de la lucha, la capacidad para tomar decisiones, a los (normalmente burócratas) que negocian y que no rinden cuentas ni reciben ningún mandato de la asamblea, que no puede tampoco destituirlos inmediatamente caso de que no cumplan con lo acordado; se está a expensas de las convocatorias sindicales, en una posición de pasividad, de espera, que nos deja indefensos y no nos permite reaccionar frente a las maniobras de la burguesía. Lo que necesitamos son asambleas que agrupen a todos los obreros y permitan una discusión y tomar decisiones (como las que se produjeron espontáneamente el día 23 en la SEAT). Necesitamos nombrar comités de huelga que surjan de las asambleas y que respondan ante ellas, que sean revocables en todo momento, porque esa es la única forma de controlar la negociación. En 1980, en Gdansk (Polonia), los MKS (comités elegidos por las asambleas), negociaban con el gobierno mientras la asamblea permanente escuchaba directamente por megafonía y podía intervenir. El gobierno no pudo separar al comité negociador de la asamblea y llevarlo a su terreno sino al cabo de algunos días; cuando finalmente lo consiguió, se “estropeó” la megafonía precisamente el día que se firmaron los «acuerdos de Gdansk» que eran una traición a los obreros. También necesitamos una comunicación directa entre los obreros, tomar la iniciativa, decidir cuando hay que parar y cuando salir en manifestación, etc
La lucha sindical se inscribe en el marco de la legalidad del Estado burgués y de las necesidades de la economía nacional, ciñendo las reivindicaciones a lo que el capital considera posible y necesario. Por eso se aceptan reducciones de plantilla y de salarios en nombre de la «competitividad» y la «rentabilidad»; la lucha obrera parte de lo que necesitamos (aumentos salariales reales, readmisión despedidos), confrontándose con las exigencias de la explotación, y se da los medios necesarios (manifestaciones, paros, asambleas, piquetes de extensión, etc) para crear una relación de fuerzas con la patronal y el Estado burgués.
La respuesta obrera de SEAT del día 23 de Diciembre expresa la lucha que necesitamos; aunque sólo sea un anuncio, una muestra, y no haya podido crear una dinámica de lucha con una continuidad, desbordando la lucha sindical, por las dificultades que aún existen en la clase obrera para desarrollar una combatividad y por la intervención del sindicalismo; pero junto a otras explosiones similares, como la que se produjo en Heathrow en Gran Bretaña, o en el transporte en Suecia, o en NYC (poner nota), expresan que el desarrollo de la combatividad va abriéndose camino y que la clase obrera busca darse los medios para llevar a cabo su lucha. En ese viaje, la clase obrera sólo puede contar con las lecciones de sus experiencias y la intervención de los revolucionarios6.
Hic Rodas
1La Haine-Kaos en la red, 09.01.2006, https://www.lahaine.org/index.php?p=11851&more=1&c=1 [2]
2«Los paros, no convocados legalmente, fueron promovidos por la CGT» (Kaos. Laboral y Solidaridad -recopilación de prensa-). CGT, que sepamos, no se ha atrevido a tanto, y en sus comunicados habla de que «los delegados de CGT estuvimos presentes en esos paros» (comunicado de la sección sindical de CGT de SEAT, 12 de Enero), y de «canalizar el descontento que la plantilla demostró el pasado 23 de diciembre»
3Cosa que sí se hacía durante las luchas de los años 70, cuando había una tradición de lucha asentada, y una combatividad plenamente desarrollada; los obreros se reunían en asociaciones de vecinos, o clubs de barrio, etc durante el tiempo que las fábricas permanecían cerradas, para preparar las luchas a la vuelta.
4Ver en “alasbarricadas”foro sobre «¿Es posible un nuevo sindicalismo»?
5Ver artículo en Acción Proletaria nº 8: «Vitoria, la alternativa proletaria»; republicado el 25 aniversario en Acción Proletaria nº 157
6Ver en este mismo número de Acción Proletaria el artículo: «Balance de nuestra intervención en SEAT»
Publicamos a continuación un balance de nuestra intervención en la lucha de los trabajadores de SEAT contra los despidos. Esta intervención ha tenido como eje principal apoyar el comienzo de una lucha obrera auténtica y denunciar el sabotaje sindical de esa manifestación de combatividad y solidaridad obreras. Si publicamos una reseña de lo que nuestra organización ha defendido a las puertas de las fábricas, en las asambleas, en las manifestaciones de estos compañeros, es precisamente para demostrar que la disyuntiva: acatar lo que organicen los sindicatos o quedarse rumiando la impotencia y la desmoralización, es totalmente falsa. También es falsa la idea de que la actividad de una organización revolucionaria sea una especie de club de debates estériles y distantes. Nuestra intervención en la lucha de SEAT demuestra que nuestras posiciones políticas, lecciones de más de 200 años de lucha obrera contra la explotación, pueden y deben concretarse en propuestas y orientaciones para fortalecer la lucha de los trabajadores de hoy y de mañana y para advertirles contra las trampas de sus enemigos. Algunos nos han recriminado que hayamos aparecido ante los trabajadores de SEAT como “oportunistas” o “buitres” tratando de sacar tajada del río revuelto. Nuestra intervención demuestra que no hemos ido a las manifestaciones y asambleas, a los corrillos de los trabajadores para “disputar” ninguna representación, ni para captar adeptos desengañados. Hemos ido a decirles a los trabajadores: “Haced asambleas para dirigir vosotros mismos la lucha” “No dejéis que os dividan” “No dejéis que trunquen vuestra combatividad con movilizaciones que os debilitan y aíslan, y que vuelven a haceros confiar en quién os ha vendido”, …
Hemos dicho, pues, en voz alta, lo que un buen número de trabajadores, de SEAT o de cualquier otro sector o país, piensan para sus adentros, sin atreverse a expresarlo abiertamente. Y lo seguiremos haciendo porque esas son las bases de la verdadera lucha obrera, la del día 23 en SEAT y las de las luchas en las empresas del automóvil en Alemania en 2004, las de Argentina el pasado año,… Son la única forma que la clase explotada tiene de ganar solidaridad, fuerza y confianza en si misma para oponerse al capitalismo.
Eso es lo que hemos defendido desde el primer momento de nuestra intervención como se refleja en el primer comunicado que hicimos en los primeros días de Enero, del que, a continuación reproducimos algunos extractos.
Intervención de la CCI en Solidaridad con los trabajadores de SEAT
Con nuestras fuerzas limitadas nos hemos movilizado para apoyar a los trabajadores de SEAT y aportar nuestra contribución. El lunes 2 de enero a las 5,30 de la mañana, el primer día tras el paréntesis vacacional, hemos acudido a las puertas de SEAT a repartir nuestra hoja «PARA LUCHAR HAY QUE ENFRENTAR EL SABOTAJE SINDICAL» (ver ccionline/solidaridad.htm [5]).
Con esta acción hemos continuado nuestra presencia activa en la lucha de SEAT: primero a las puertas de la fábrica desde octubre, después en las manifestaciones realizadas (ver nuestra hoja: «SEAT: Salvar la empresa significa despidos y contratos basura. ¡La respuesta es la lucha obrera!» en https://es.inter [6]nationalism.org/AP/185_SEAT.htm) y el propio día 23 de diciembre cuando se produjo la huelga espontánea de los compañeros.
A las puertas de la factoría había un grupo de despedidos de SEAT. Es una iniciativa muy buena, de no quedarse en casa, de luchar, de dirigirse a los compañeros que más pronto o más tarde también serán víctimas de los despidos. Gritaban “No a los despidos”, “Hoy somos nosotros mañana podéis ser vosotros”, denunciaban a los sindicatos firmantes del pacto de los 660 despidos. Es muy importante que no se produzca la separación entre compañeros despedidos y compañeros que se quedan. Es necesaria la unidad y esta acción va en el sentido de defenderla. Los despedidos no pueden quedarse aislados, hay que rechazar medidas de aislamiento, de cada uno a la suya, como las de ir a los tribunales a reclamar el despido individualmente, caso por caso.
Apoyamos a los compañeros: READMISION DE LOS DESPEDIDOS. NINGUN DESPIDO. Una idea que podría ser útil: organizar delegaciones a otras fábricas, a barrios, a otros centros de trabajo, a plantear el problema de los despidos en SEAT pidiendo la verdadera solidaridad: hoy por mi mañana por ti, luchar para impedir hoy los despidos en SEAT es desarrollar fuerzas para luchar contra futuros despidos en otras empresas o en otros sectores. Muchos trabajadores están pendientes de lo que hagan los compañeros de SEAT y se sienten estimulados por su lucha.
Otros compañeros se suman a nuestra intervención
Hemos recibido correos de apoyo de compañeros que han mostrado su disposición para ayudarnos en nuestra intervención solidaria. Hay compañeros que van a colaborar en nuestros repartos de hojas en fábricas y en barrios. Un compañero ha enviado la siguiente toma de posición:
“Queridos compañeros: Hoy mismo, día 28, recibo vuestro correo con la hoja de intervención adjunta sobre el tema de SEAT, lo que paso a responder brevemente:
La hoja de intervención recoge, a mi juicio, de forma profunda los acontecimientos de SEAT siendo el análisis completamente justo, sobre todo la importancia cualitativa del intento de los trabajadores por emprender su lucha autónoma y romper con las bridas de los sindicatos y el resto del aparato estatal y patronal que están detrás de ellos. Por tanto saludo la intervención, me solidarizo con su contenido y con los trabajadores que, a pesar de la policía sindical, se han declarado en huelga espontánea, esto último es lo verdaderamente significativo. La CGT no creo que salga tan fortalecida como algunos piensan de este envite, porque los trabajadores se están desengañando no solo de los sindicatos sino del sindicalismo. Estar afiliado a un sindicato ya no sirve ni como garantía para que no te incluyan en un ERE. Habrá una reflexión en los trabajadores sobre esto. Hay que denunciar especialmente el sindicalismo radical, incluso proponiendo entre los trabajadores que los delegados dimitan de los comité de empresa, de las mesas negociadoras, etc.”, Firmado: Germán”.
Esta movilización de compañeros nos llena de alegría y nos da fuerzas para continuar el combate. La agradecemos profundamente.
A la “Carta” que los despedidos y despedidas de SEAT han dirigido al presidente de la empresa hemos enviado la siguiente respuesta:
“Compañeros:
Primero que nada expresaros nuestra más total SOLIDARIDAD. Sumar nuestra voz para que el grito READMISION DE LOS DESPIDOS. NINGUN DESPIDO MAS, se haga oír lo más fuerte posible.
En segundo lugar, proponer una sugerencia: ¿Por qué no se hace una CARTA A TODOS LOS TRABAJADORES? Esto lo solían hacer los despedidos en las luchas de los años 70 y sería una tradición que podríamos recuperar. Una carta señalando que los despidos de SEAT son el remate de muchos despidos que ha habido antes: por ejemplo en Gearbox, en Unidad Hermética, en Papelera etc., y el anuncio de muchos más en otras empresas y en LA PROPIA SEAT como el Presidente anunció con toda la cara dura una vez firmado el acuerdo de la vergüenza el pasado 15 de diciembre. Una carta para decir que hoy sois vosotros pero mañana pueden ser otros muchos. Una carta para pedir la SOLIDARIDAD de todos los trabajadores en el sentido que tiene la verdadera solidaridad: hoy por ti mañana por mí, hoy por los compañeros de SEAT para que mañana se tengan fuerzas ante nuevos despidos. Esta solidaridad se podría concretar en la convocatoria de una manifestación en el centro de Barcelona adonde puedan acudir trabajadores de todas las empresas sin distinción de empresa, sector, sexo o nacionalidad. Una manifestación unitaria para decirle claramente a la Patronal, al Gobierno y a los sindicatos mayoritarios que los trabajadores están hartos y ya no se van a dejar atropellar, una manifestación para poder sentir en la práctica la fuerza de los trabajadores.
En vuestra carta se da la siguiente idea: “y deje que SEAT sea lo que fue siempre, una empresa ESPAÑOLA, realmente COMPETITIVA, con sus problemas pero SIN DESPIDOS”. Vivimos en una sociedad donde la competencia es la ley. Las naciones compiten a muerte entre ellas por el reparto del mercado mundial haciendo suyo el eslogan de Hitler de “Exportar o morir”. Del mismo modo, las empresas compiten ferozmente por el sector. En esa competencia unos Estado ganan y otros pierden, unas empresas se imponen en detrimento de otras. Sin embargo, tanto en los perdedores como en los ganadores hay unos que SIEMPRE PIERDEN: los trabajadores y la gran mayoría de la humanidad. En los ganadores porque para ser competitivos necesitan despedir, extender la precariedad, rebajar sueldos, imponer horarios infernales recurriendo a trucos como las “bolsas de horas”. En los perdedores porque cierran fábricas, despiden gente para mantenerse a flote. La competitividad es la causa de los despidos, de la precariedad, del ataque a nuestras condiciones de vida. Los trabajadores, como la gran mayoría de seres humanos, tenemos unas necesidades de comer, vestir, una vivienda digna, un futuro para los hijos, que no podemos supeditar a que España o la empresa sean competitivas. El capitalismo es un sistema donde la vida se sacrifica a la producción mientras que la sociedad a la que aspiramos los trabajadores se basa en que la producción esté al servicio de la vida. A SU COMPETITIVIDAD DEBEMOS OPONER NUESTRA SOLIDARIDAD.
Saludos compañeros, ¡Solidaridad y lucha!”
Como mostramos en el artículo de este mismo AP: «Lecciones de la lucha de SEAT,...», los sindicatos que habían estado retrasando y escamoteando la verdadera lucha ¡desde Septiembre!, contaban con la desmovilización por las vacaciones navideñas para que la indignación y la combatividad del día 23 de Diciembre se fuera diluyendo. La CGT que había asumido el “padrinazgo” de los despedidos, relegó toda reunión de trabajadores de SEAT, hasta el día 3 de Enero (¡10 días más tarde!) a una reunión alejada de la factoría, y en la que sólo podrían tomar parte los despedidos. Aún así acudimos también a difundir nuestras hojas y a discutir con quienes acudieron a esa asamblea, y produjimos a continuación un segundo comunicado sobre nuestra intervención que resumimos a continuación
Continuación de la Intervención de la CCI sobre los despidos de SEAT
Este pequeño texto no tiene la pretensión de hacer un análisis sino de informar sobre cómo hemos continuado la intervención ante la situación de despidos creada en SEAT.
El día 3 estaba convocado una Asamblea de Despedidos/as de SEAT. Esta Asamblea había sido organizada por CGT y se planteó de la siguiente forma: «La CGT nos informó ayer que a la reunión asistirán los compañeros/as despedidos/as y serán ellos los que decidan que tipo de acciones realizar. Los demás compañeros/as de CGT o de otros sindicatos y organizaciones anticapitalistas entendemos debemos estar presentes en el exterior del recinto como forma de apoyo a esos compañeros y como muestra que si bien la lucha la deberán dar ellos no están solos. La mayoría de compañeros consultados piensan que una vez estos decidan que acciones realizar el resto de personas podremos mostrar nuestra solidaridad » (Kaosenlared 2-1-06). En el Foro Alasbarricadas una persona que firmaba “Cegetero” señalaba: «Ojo: la asamblea de SEAT no está clara la convocatoria. El cartel EN CABEZA Y EN TORNO AL DIBUJO pone: contra los despidos de SEAT ¡no faltes! Pero en la cabecera de la noticia del Rojo y negro dice: ASAMBLEA DE DESPEDIDAS/OS DE SEAT. Luego según esto no es ni tan siquiera de toda la plantilla de SEAT, sino de las personas despedidas. Después más abajo, pone que no se permitirá la entrada de afiliado/as de CGT que no sean de SEAT».
Los trabajadores deben decidir por sí mismos. Pero eso no quiere decir en absoluto que no puedan contar con la participación, la contribución y el apoyo activo de compañeros de otros sectores, la aportación de militantes organizados etc. La presencia de otros sectores de la clase obrera, da ánimos, permite atreverse a emprender acciones para las que solos y aislados sentimos que no tenemos fuerza. Además, los asuntos de un sector de la clase obrera son asunto de toda la clase obrera pues son problemas que no son ajenos: despidos, precariedad, bajos salarios etc.
Aquí ¡no se permite la entrada a trabajadores de la propia SEAT que no estén despedidos! ¿Qué unidad puede desarrollarse con ellos en tales condiciones? Por otro lado, ni siquiera a afiliados/as de otros sectores y empresas tienen autorizada la entrada.
El argumento parece muy “democrático”: que decidan únicamente los afectados. Pero ¿es que acaso los trabajadores no tienen el suficiente criterio para discernir qué propuestas les convienen y cuales no? ¿Por qué habría que “protegerlos” de “influencias externas”?
Todo esto lo que trae es el encierro y el aislamiento de los despedidos, su separación del resto de la clase obrera y de sus propios compañeros de SEAT. Esto no puede sino llevarles a la impotencia, a un sentimiento de abandono y soledad, a la idea tan corriente en esta sociedad de individualismo y competencia de “¡qué cada cual se las apañe como pueda!”, a la desconfianza hacia “el resto del mundo” que “no debería inmiscuirse”.
En las puertas de la sala y en los distintos lugares donde se reunían compañeros, nuestros militantes repartieron nuestra hoja y defendieron que la única posibilidad que había de desarrollar una lucha era que todos los despedidos, juntos y en bloque, fueran a las puertas de la fábrica y plantearan al resto de compañeros (que mañana también pueden sufrir el despido) la necesidad de una lucha común alrededor del objetivo READMISION DE LOS DESPEDIDOS. NINGUN DESPIDO. Ese había sido el punto de partida de la huelga del 23 y ese era el único planteamiento válido para poder continuar la lucha.
¿Qué planteamientos se hicieron a la Asamblea? « En la segunda parte se ha realizado una exposición jurídica de la situación y de cómo se debería afrontar desde el punto de vista legal la lucha en defensa de los puestos de trabajo» (texto de relato de la Asamblea aparecido en Kaosenlared 3-1-06). ¿Qué quiere decir esto? Pues lo dice muy bien un compañero que firma “Treballador de SEAT” en un comentario colgado en respuesta al documento anterior: «Pero ahora, CGT hace una asamblea, lleva una abogada (que va a cobrar como todos y es justo porque también comen los abogados), acepta las condiciones de lo pactado por ugt y ccoo (aunque son muy malas) y recomiendan apuntarse a un reingreso que, según CGT, no existe. Aquí alguien o es muy incoherente o quiere hacer pasar gato por liebre. La única opción es la movilización permanente» (Kaosenlared 3-1-06).
El planteamiento que se llevó a la Asamblea no era pues de lucha común sino de ¡sálvese quien pueda!, por eso otro comentario firmado por Yolanda dice muy claramente: «(Así con mayúsculas) QUE VERGUENZA!!!!! TODO ESTO ES UNA MANIPULACION, COMO ESPOSA DE UNO DE LOS DESPEDIDOS, TAN SOLO DECIR QUE ES UNA VERGUENZA POR PARTE DE TODOS LOS SINDICATOS UGT, CCOO Y CGT, MI MARIDO ESTABA AFILIADO A ESTE ULTIMO, Y ESTA EN LA CALLE POR SER DE CGT, ME GUSTARIA VER MAS MOVIMIENTO POR PARTE DE ESTE SINDICATO, YA QUE LA REUNION DE AYER ME PARECIO UNA MENTIRA MAS, LO CIERTO ES QUE HAY 660 PERSONAS EN LA CALLE, LOS DEMAS ESTAN DENTRO, Y ES MUY FACIL HABLAR DESDE DENTRO, Y ES MUY TRISTE QUE TE ECHEN POR FALTA DE POLIVALENCIA..!MENTIRA!!!Y AHORA LLAMANDO A GENTE DE LA CALLE PARA ENTREVISTAS Y ENTRAR EN SEAT, ¡quien lo entienda me lo explique!, DEJAR YA DE APROVECHAROS DE LOS DESPEDIDOS NO OS HAGAIS TANTA PUBLICIDAD, Y LUCHAR DE VERDAD POR TODA ESTA GENTE QUE ESTA EN LA CALLE» (Kaosenlared 3-1-06).
La compañera tiene toda la razón y lo dice muy alto y claro. Por que, ¿aparte de las reclamaciones legales qué movilizaciones se propusieron? Pues el texto citado anteriormente señala que «La tercera parte ha consistido en la preparación de movilizaciones el debate ha sido amplio y se ha decido continuar con el día 12 de enero en el mismo lugar. Las propuestas han sido de lo más variado, sugerentes y decididas. Estás se harán públicas en el momento adecuado» (Kaosenlared 3-1-06). Es decir, absolutamente nada de nada. Esperemos al día 12. Y, sí aún nos quedan ganas: « se ha decidido participar en la manifestación y jornada de lucha de los trabajadores del sector de la automoción europeo que se realizará en Zaragoza el día 20 de enero».
Nos dicen que hay que impulsar una alternativa al sindicalismo traidor de CCOO y UGT. ¿Pero es esto realmente una “alternativa”? ¿No es más de lo mismo?
Los trabajadores debemos sacar una clara lección de todo esto: ningún tipo de sindicato nos va a defender, ni el amarillo de CCOO-UGT ni el rosáceo de CGT, ni ningún otro, la alternativa es organizar la lucha por nosotros mismos a través de Asambleas y Comités elegidos y revocables o ver como te llevan a la desmovilización y la derrota dejando las cosas en manos de esos “especialistas”.
Nuestra intervención que, recordémoslo, aportaba propuestas concretas de lucha, pareció molestar a un pequeño círculo de sindicalistas que se dirigieron a un compañero nuestro y le tiraron las hojas y le llamaron “vendido a la patronal”, después, ante la serenidad del compañero que no entró en sus provocaciones se dirigieron a una compañera. Esta tampoco entró al trapo del forcejeo y les pidió que dieran argumentos que demostraron en qué nuestras hojas o nuestras propuestas mostraban que estuviéramos vendidos a la patronal. Finalmente, optaron por retirarse.
Declaramos nuestra solidaridad total con nuestros compañeros y denunciamos estos actos de chulería y provocación. No nos vamos a amedrentar. Estamos abiertos a la discusión con compañeros que no comparten nuestras posiciones pero responderemos con firmeza a toda tentativa de insulto, calumnia o hacernos callar1.
Con la “asamblea” del día 3, se ha dado un golpe mortal a la lucha, se ha expoliado a los despedidos de su verdadera fuerza, es decir la movilización unitaria de todos los trabajadores contra los despidos, y en cambio se ata a estos compañeros a una rueda de “acciones” más aparentes que efectivas, que van a permitir a la CGT y cofrades representar el papel de campeones de la lucha cuando en realidad se han dedicado a sabotearla. Por ello ante la asamblea convocada el 12 de Enero, una auténtica “liquidación” definitiva de la lucha, nuestra organización ha decidido no intervenir por las razones que hemos explicado en un tercer comunicado
¿Por qué no hemos ido a intervenir en la Asamblea de Despedidos del día 12 de Enero?
Estuvimos en las manifestaciones de Noviembre, estuvimos con vosotros el día 23 cuando os comunicaron los 660 despidos y parasteis espontáneamente (¡nadie os convocó, ni lo “organizó”) en solidaridad con ellos y en protesta contra el acuerdo de UGT, CCOO y la Patronal. Estuvimos a primera hora del día 2 para ver si era posible continuar esa dinámica de lucha. También hemos estado en la Asamblea del día 3 en el Casinet de Hostafranchs. Esta misma semana hemos estado a las puertas de Zona Franca y Martorell para seguir mostrándoos nuestra solidaridad ante un ataque a las condiciones de vida que a todos nos afecta, y para explicar las que son, a nuestro juicio, las razones que han hecho posible ese hachazo a los trabajadores. Hemos estado en todas aquellas concentraciones, reuniones, en las que podía haber un mínimo, por mínimo que fuera, de dinámica de lucha colectiva de los trabajadores, con objeto de intentar impulsarla como puede verse en nuestros comunicados anteriores. Sin embargo no queremos ser cómplices de una reunión adonde se pretende reforzar la derrota y el entierro que se impusieron el día 3 de Enero.
El sindicalismo actúa de forma que cuando hay fuerza y combatividad de los trabajadores todo son excusas con objeto de retrasar la lucha, de diluir la combatividad, de debilitarla en definitiva. En cambio, cuando la lucha se acaba, cuando los trabajadores están abatidos y sienten la realidad de la derrota, el sindicalismo se pone “radical” y lanza propuestas “ultracombativas” tendentes en realidad a aumentar la desmoralización y la humillación de los trabajadores.
El 23 de Diciembre hubo una explosión de solidaridad y combatividad de los trabajadores contra los 660 despidos. ¿Qué hicieron los sindicatos? No digamos UGT y CCOO que se limitaron a esconderse. La propia CGT que dice “comprometerse” en luchar contra los despidos veía pegas por todas partes: que si los paros eran ilegales, que si nada se podía hacer hasta el día 3 de Enero,...
El día 2 de Enero todavía pende en el aire la incógnita de sí los trabajadores van a continuar lo que dejaron el día 23, o si por el contrario la desmovilización navideña organizada con la complicidad de los sindicatos, que no convocan acto alguno en esos días va a pesar más. ¿Qué se encuentran los trabajadores de SEAT? Una convocatoria de CGT no a las puertas de la fábrica, sino en un local en Barcelona. Los sindicatos dicen que son necesarios para nuestra lucha porque tienen “poder de convocatoria”, porque disponen de locales y medios organizativos para los obreros. En la lucha de SEAT se ha demostrado, una vez más, que ese aparato sindical no está al servicio de la lucha de los trabajadores, sino más bien para impedir una verdadera lucha.
La asamblea del día 3 es un mazazo brutal. Los despedidos deben pasar por las oficinas de la compañía para firmar el enterado de los despidos y a esperar a una nueva convocatoria, ¡otros diez días más tarde!, el 12 de Enero… ¿Y, mientras tanto? LA NADA. Y todo esto es presentado por la CGT, con total cinismo, como «un gran ambiente de lucha».
Del 3 al 12 de Enero se recorre el camino entre la nada y la miseria. El día 12, prácticamente un mes después del acuerdo por el que 660 compañeros se van a la calle como resultado del pacto firmado por la Patronal, los sindicatos CCOO y UGT, y el Gobierno Tripartito de Cataluña, con la aquiescencia de la inmensa mayoría de organizaciones izquierdistas que le respaldan, la gran propuesta de solidaridad que se les hace a los despedidos es la creación de un Comité de Solidaridad con los despedidos de SEAT «unitario, abierto a las redes, plataformas, organizaciones, movimientos y entidades sociales, sindicales, políticas y ciudadanas, con el objeto de organizar la solidaridad con los despedidos/as de SEAT, movilizarse por su readmisión, y oponerse a la ofensiva de la patronal que busca precarizar todavía más el empleo y abaratar los despidos»(publicado en KaosenlaRed). A esto se suman propuestas tan peregrinas y estériles como “acciones” contra los concesionarios de la marca,…
En resumidas cuentas sofocar por todos los medios lo que pudiera quedar de verdadera respuesta masiva y unitaria de los trabajadores, y echar fango para tratar de enterrar las verdaderas lecciones de la lucha de SEAT. Si los obreros pudieron comprobar con las 660 cartas de despido del día 23 que de nada sirvieron las “movilizaciones” para sensibilizar a la opinión pública como las manifestaciones de Noviembre, la propuesta que ahora se les hace es sencillamente más de lo mismo. Si el 23 de Diciembre, o el 2 de Enero, los trabajadores aprendieron en sus propias carnes que están solos, que sólo pueden confiar en su lucha de clase, en su solidaridad de clase; ahora se les vuelve a vender la moto de que la intercesión de la ciudadanía, de los organismos políticos y sindicales, pueden conseguir la readmisión de los despedidos. Y pretenden hacerlo además arrogándose la continuación de la lucha de los obreros de SEAT contra los despidos.
Entre la lucha obrera del día 23 y la pantomima del Comité ciudadano de Solidaridad media un abismo como el que separa el día de la noche. Lo primero es una tentativa sincera y solidaria de los trabajadores de solidarizarse con sus compañeros despedidos, lo segundo es una burla cínica de la solidaridad de clase.
Por eso no hemos querido participar en ese simulacro de solidaridad. Por ello defendemos que la verdadera solidaridad con los despedidos de SEAT consiste en que los trabajadores saquemos las verdaderas lecciones de su derrota. Estas lecciones nos van a servir para preparar nuevas luchas pues nadie puede llamarse a engaño: los despidos van a llover en el textil, en el automóvil y en la propia SEAT; la precariedad se va a reforzar con la nueva “reforma” laboral. Necesitamos luchar con fuerza combatiendo el sabotaje sindical.
CCI (14 de Enero de 2006).
1 Agradecemos por lo que representan manifestaciones de solidaridad, como la que ha dado a conocer “Germán” y que trascribimos a continuación:
«SOLIDARIDAD ACTIVA CON LOS MILITANTES Y SIMPATIZANTES DE LA “CORRIENTE COMUNISTA INTERNACIONAL” (CCI) Y CONTRA LAS PROVOCACIONES Y AMENAZAS DE LA “PIOVRA” SINDICALERA.
Hoy mismo recibo la información, vía Internet, de las provocaciones sufridas por unos militantes de la CCI por parte de elementos sindicalistas, intentando reprimir por la fuerza la difusión de una hoja sobre el conflicto en SEAT, que conozco y con la que estoy de acuerdo, ya que pone las cosas en su sitio y, además, boicoteando la intervención oral de los compañeros.
Es una vergüenza que las “fuerzas especiales” del sindicalismo tengan que recurrir a estos métodos viles para enmudecer a unos militantes obreros que querían solidarizarse con los compañeros despedidos y discutir con ellos como luchar contra esos despidos, para contribuir a la necesaria claridad que consiste en que los trabajadores tomemos conciencia de que no podemos luchar por representación ni por apoderados de unas elecciones sindicales convocadas y reglamentadas por el estado capitalista, sino que solo y exclusivamente podemos confiar en nuestras propias fuerzas, en la autoorganización, en la extensión de la lucha, ya que su aislamiento supone siempre la derrota y el triunfo de la patronal y sus fieles servidores los sindicatos por muy ultra revolucionarios que se digan. ¿Qué se han creído estos caballeretes? ¿Qué tienen el monopolio y la exclusiva de la movilización? ¡de eso nada¡ todo lo contrario son los especialistas consumados en anestesiar las luchas encerrándolas en los legalismos impuestos por los capitalistas y su estado totalitario con el principal objetivo de crear entre los obreros un sentimiento de impotencia y, al mismo tiempo, de dependencia de los sindicatos. No tengo ninguna evidencia de que los provocadores sean dirigentes de CGT u otro sindicato, pero creo que entre los trabajadores en general, incluidos los que están sindicados, empieza a cundir la impresión de que el sindicalismo ya no es un arma de los obreros sino de la patronal, por esa profunda razón la jet sindical se ponen muy nerviosas cuando algunos compañeros que no evitan la discusión sino al contrario, que la promueven, porque la discusión abierta es un arma de la clase obrera, ya que temen como el mismo sistema la reflexión de los obreros. ¿Por qué los jefes sindicales tienen miedo de hablar públicamente del sindicalismo? Desde ahora y a raíz de la lucha de SEAT propongo un debate en todos los foros sobre la naturaleza de los sindicatos hoy, es decir, ¿son órganos de la clase obrera o del estado y el capital?
Disculpad la brevedad de mi intervención producto de una rápida toma de postura y de mi enojo por los comportamientos de los jefes sindicales con los militantes objeto de la provocación (por cierto, a ver si los vemos emplear esta “valentía” en defensa de los trabajadores ante la patronal).
Envío mi solidaridad más cálida con todos los compañeros de SEAT despedidos y con los militantes y simpatizantes de la CCI provocados y/o amenazados.
Barcelona, 5/1/2006. German.»
Desde la primavera de 2.003, con las huelgas y manifestaciones masivas contra la reforma de las pensiones desarrolladas en Francia, numerosos países han visto como poco a poco se han producido nuevos combates obreros contra la austeridad capitalista. Los momentos más significativos de estas luchas se han vivido con las huelgas en las industrias del automóvil en Alemania en 2.004 y, en las huelgas salvajes, durante el verano de 2.005 en el aeropuerto londinense de Heatrow. En todos estos combates, la voluntad de luchar como clase, la necesidad de desarrollar la solidaridad obrera y, la preocupación por el futuro que depara el capitalismo a las actuales y futuras generaciones obreras, han estado muy presentes. Dos nuevos episodios significativos de ese desarrollo de las luchas obreras a nivel internacional han tenido lugar en Suecia y Nueva York (EEUU), a finales de 2.005, confirmando el “giro” en la situación de la lucha de clases que hemos analizado en nuestras publicaciones.
Suecia: un “modelo de paz social” comienza a tambalearse
La burguesía sueca ha alardeado durante mucho tiempo de ser un modelo de “paz social”, de ser el país de Europa con el nivel más bajo de conflictividad laboral desde 1.995. Pero las cosas han cambiado en 2.005. En los hospitales de Malmö y Umea, desde finales de Septiembre hasta finales de año, un total de 70.000 trabajadores del sector sanitario han desarrollado diferentes movimientos y huelgas en demanda de mejoras salariales y contra del empeoramiento de sus condiciones de trabajo. En el mismo periodo, los obreros que construyen la refinería Pret en Lysekil han desencadenado una huelga salvaje contra de sus brutales condiciones de trabajo. Doscientos de ellos, obreros tailandeses, han sido especialmente presionados por la dirección y los sindicatos que con un discurso de supuesta “solidaridad” apelaban a los huelguistas a atenerse a los «acuerdos de trabajo suecos y la legislación del país» para poder conseguir las reivindicaciones solicitadas. Tras diez días de conflicto la huelga concluyó con la promesa de la dirección de aumentos salariales, pero tras organizar el silencio más absoluto en torno al conflicto, los obreros tailandeses han sido expulsados del país, sustituidos por obreros filipinos y del aumento de salario,… nunca más se supo, pues la huelga, según patronos y sindicatos, había sido promovida por la influencia “exterior”.
Pero, sin duda, el conflicto más significativo en todo este período ha sido el protagonizado por los trabajadores de la mayor empresa de transportes de viajeros de Suecia, Connex SL. Su lucha contra los hachazos a las condiciones de jubilación y las pensiones vuelve a plantear, como en Francia 2.0003, la enorme preocupación obrera sobre este asunto que, como veremos más adelante, ha sido planteado igualmente en la lucha de los obreros del metro en Nueva York.
La empresa Connex se ha desdicho de acuerdos anteriores sobre las condiciones de jubilación, pasando la edad mínima de 63 a 65 años, exigiendo flexibilidad en los horarios de trabajo que alargan las jornadas hasta 10 horas en uno de los empleos más peligroso y estresantes del país. Los obreros hartos ya de los chantajes y errores permanentes en sus nóminas no han soportado más provocaciones y han desarrollado una huelga que ha paralizado la ciudad de Estocolmo durante varios días.
Si bien es cierto que estas luchas han podido ser fácilmente controladas y dirigidas por los sindicatos y, en especial en Connex, por los sindicalistas radicales, lo que queremos desatacar es que en un contexto general de desarrollo de la lucha de clases, lento y difícil pero real, los trabajadores suecos se suman progresivamente a ese combate, lo que es una confirmación más de la realidad innegable de esta situación.
Nueva York: un nuevo paso para recuperar la identidad, la confianza y la solidaridad de clase
Una táctica común en los ataques capitalistas contra las pensiones y las prestaciones sanitarias es la tentativa de crear sistemas de “multi-servicios”, en los que los nuevos trabajadores reciben muchas menos prestaciones y pensiones inferiores, al tiempo que se les exige aumentar sus contribuciones al sistema de pensiones bajo la amenaza de no recibir más que unas migajas llegado el momento de la jubilación. Al mismo tiempo a los obreros más antiguos se les asegura que a ellos no les afectarán tales recortes, aunque tampoco se les asegura nada en firme para el futuro. Tradicionalmente los sindicatos ayudan activamente a que tales propuestas estatales sean aceptadas por los trabajadores, presentando todos esos recortes como supuestas “victorias” obreras. Está táctica divide a los obreros y los enfrenta entre sí, ya que, oponiendo los intereses de los obreros más antiguos a los de los más jóvenes - un veneno contra la unidad de la clase obrera – se permite que la patronal divida y pueda vencer.
Ha sido precisamente esa tentativa de dividir a los trabajadores lo que ha estado en el centro de la reciente lucha de los transportes de Nueva York. La Autoridad del Transporte Metropolitano (MTA, en inglés), controlada por el Gobernador del estado y en menor medida por la alcaldía, ha intentado retrasar la edad de jubilación de los nuevos empleados de los actuales 55 a los 62 años, exigiendo al mismo tiempo un aumento del 6% en las cotizaciones de los salarios de los jóvenes empleados a los fondos de pensiones de la compañía. Desde hace mucho tiempo la edad de jubilación estuvo fijada en 55 años (tras 25 años de servicio), como reconocimiento de las condiciones de trabajo extremadamente duras en las que desarrollan su trabajo los obreros en metros que tienen más de cien años de antigüedad, con el aire totalmente viciado de humos, infestado de ratas y con una falta evidente y atroz de medidas sanitarias básicas. La propuesta del Gobernador no afectaba, en cambio, a los obreros más veteranos.
Pero los obreros de metro y autobús no estaban en absoluto dispuestos a dejarse dividir por esta maniobra. En nombre de una clase que ha sufrido repetidamente duros ataques contra las pensiones, los trabajadores de los transportes han trazado una línea roja y han rechazado aceptar el más mínimo cambio en sus jubilaciones. Se han declarado en huelga para proteger las pensiones de obreros que aún no están trabajando en sus puestos, lo que ellos llaman los “aún no nacidos”, sus futuros colegas, aún desconocidos. Por si misma esta lucha se ha convertido en la concreción más clara de la reafirmación de la identidad de clase de la clase obrera y de la solidaridad, a día de hoy. Este combate ha tenido un impacto muy profundo en los trabajadores que han participado y también en otros sectores de la clase obrera. Los obreros del metro se han declarado en huelga por solidaridad de clase con la futura generación. Su consigna: «¡No toquéis nuestras pensiones!» ha resonado con fuerza entre muchos obreros de diferentes sectores.
La significación de la lucha de metro y autobuses
La huelga de los 33.700 obreros del metro que paralizó la ciudad de Nueva York durante tres días la semana antes de Navidad de 2.005 ha sido la lucha más significativa en los últimos quince años en los Estados Unidos. Y ha sido importante por la convergencia de varias razones:
1ª.- El contexto internacional en el que se han desarrollado.
2ª.- El desarrollo de la conciencia de clase entre los huelguistas.
3ª.- El impacto potencial de la huelga sobre otros sectores obreros.
La significación de esta huelga no debe ser exagerada. No puede ser comparada con las que, en los años 80, pusieron en cuestión la autoridad del aparato sindical destinado ha hacer fracasar cualquier lucha obrera que se hubiera planteado la extensión de las luchas a otros sectores obreros. Sin embargo, considerando el contexto de las condiciones difíciles en las que la clase obrera lucha hoy en día, esta significación debe ser claramente comprendida.
A pesar de ser una lucha controlada por una dirección sindical local dominada por izquierdistas y sindicalistas de base, la huelga del metro refleja no sólo la combatividad creciente de la clase obrera sino también avances significativos e importantes en el desarrollo de un sentimiento reencontrado de identidad de clase, confianza y desarrollo de la solidaridad por encima de fronteras generacionales y de lugares de trabajo. Los obreros de los transportes públicos han declarado la huelga sabiendo perfectamente que violaban la “Ley Taylor” de Nueva York que prohíbe las huelgas en el sector público y penaliza a los huelguistas con dos días de salario por cada día de huelga, lo que realmente significa perder tres días de salario por cada uno de huelga (uno no trabajado más los dos de penalización). Las autoridades de la ciudad habían amenazado con presentar una demanda penal de 25.000 dólares por día contra cada obrero que se uniera a la huelga y amenazó con doblarla con el paso de los días: 25.000 dólares el primer día, 50.000 el segundo, 100.000 el tercero,…En ese contexto y ante tales amenazas la decisión de hacer huelga no ha sido tomada a la ligera por los obreros, muy al contrario, ha representado un acto muy valiente de resistencia militante.
El contexto internacional de la lucha
La huelga del metro de Nueva York se desarrolla en un contexto internacional de creciente combatividad del proletariado en defensa de sus intereses de clase, tras un retroceso que ha durado quince años, y que comenzó tras el fin de los bloques imperialistas surgidos de la Segunda Guerra Mundial. En 1.989, el hundimiento del bloque estalinista dirigido por la URSS, que fue seguido por el hundimiento de su rival occidental dirigido por los USA, así como los acontecimientos caóticos que se agravaron a nivel mundial, abrió un período de profunda desorientación para la clase obrera internacional. El cambio provocado por esas nuevas condiciones históricas, la ofensiva ideológica de la burguesía y sus medias proclamando el “fin del comunismo, el triunfo de la democracia y el fin de las clases”, tuvieron un efecto nefasto en el proletariado. El proceso de clarificación que se había desarrollado desde los años 1.960 se rompió y los avances en la conciencia de clase conocieron un importante retroceso. Esto se manifestó sobre todo en lo concerniente al papel de los sindicatos, en el pasado organizaciones obreras pero integradas en el Estado en la época del capitalismo decadente, y actores del sabotaje de las luchas obreras. También afectó al desarrollo de formas de lucha que permitan a los obreros controlarlas por si mismos. Tan profundo ha sido el retroceso en la lucha de clases y tan sistemático el ataque ideológico de la clase dominante, que el proletariado ha mostrado signos muy importantes de pérdida de confianza en si mismo y una dificultad para reconocer su propia identidad de clase.
Sin embargo, la gravedad de la crisis económica y la creciente escalada de los ataques de la clase dominante al nivel de la vida obrera implicaba que, inevitablemente, tal periodo de desorientación del proletariado no podía durar eternamente. En 2003 hemos visto comenzar un giro en la evolución de la lucha de clases internacional, que no se ha caracterizado por el desarrollo de espectaculares combates, sino por la acumulación de luchas que intentan, de forma difícil y vacilante, volver a encontrar su lugar en la escena histórica. La primera cuestión planteada por estas luchas que se desarrollan de forma incipiente a escala internacional no es la extensión de las luchas más allá de las fronteras geográficas o de sector, sino la reapropiación de lo más elemental de su conciencia de clase, es decir, la identidad de clase y la solidaridad.
Este proceso ha recorrido su camino también en los Estados Unidos, como lo demuestran las luchas de los empleados de las fábricas de salazones en California, las luchas de Boeing y Nortwest Airlines, la huelga de transportes en Filadelfia, y la lucha de profesores auxiliares en la Universidad de Nueva York. Lo que hace que la huelga de los transportes en Nueva York sea más significativa en este proceso, no es tanto su impacto por haber paralizado la mayor ciudad de los Estados Unidos durante tres días, sino, sobre todo, por lo que ha aportado al desarrollo de la conciencia de clase.
Como hemos señalado, la principal cuestión planteada en la huelga ha sido la defensa de las pensiones de jubilación, que están siendo atacadas en todo el mundo y muy especialmente en los Estados Unidos. En este país, las ayudas gubernamentales de la Seguridad Social son mínimas y los obreros han de contar con sus empresas o con los fondos de pensiones ligados a su trabajo para intentar mantener su nivel de vida tras la jubilación. Estos dos tipos de pensiones están en peligro en el momento actual, el primero por los esfuerzos de la administración Bush para “reformar” la Seguridad Social y, el segundo por la situación de falta de fondos en las empresas y la presión de las mismas para reducir el pago de las pensiones. Tras la famosa quiebra de la Enron Corporation con la que se hundieron los empleos y las pensiones de miles de trabajadores, multitud de empresas norteamericanas han revisado a la baja sus cotizaciones a las pensiones. Ante la situación de bancarrota de los fondos de pensiones, hemos visto recientemente que empresas muy importantes del sector aeronáutico incumplían sus compromisos con los mismos. La agencia gubernamental federal que asume la responsabilidad de los fondos de pensiones corporativos fallidos, no puede garantizar más que el 50% de lo que los obreros afectados deberían cobrar por derecho. Tal es la cantidad de fondos que están en bancarrota, que esta agencia opera con un déficit anticipado de 24 mil millones de dólares. La industria del automóvil, con la amenaza de bancarrota para la General Motors y la Ford, está poniendo igualmente tales fondos en peligro.
El desarrollo de la conciencia de clase entre los huelguistas
En numerosos hechos de esta huelga de los transportes se ha podido ver la reafirmación de la capacidad de la clase obrera para sentirse y concebirse en tanto que clase. De entrada el motivo central de la huelga – la defensa de las pensiones de los futuros obreros – pone en evidencia este aspecto. Pero también hemos asistido a demostraciones aún más explícitas. Por ejemplo, en un piquete de huelga en una base de autobuses en Brooklyn, docenas de obreros e reunieron en pequeños grupos para discutir sobre la marcha de la huelga. Uno de ellos planteó que no estaba de acuerdo en luchar por defender las pensiones de los futuros trabajadores, de gente que no conocía. Sus compañeros le contestaron señalando, con mucho acierto, que muy posiblemente los futuros obreros que se verían obligados a aceptar recortes tan brutales en las pensiones «podrían ser nuestros hijos». Otro obrero señalaba, en el mismo sentido, que es muy importante mantener la unidad de las diferentes generaciones de la fuerza de trabajo. Y argumentaba diciendo que muy probablemente futuros gobiernos intentarían disminuir las ayudas médicas o el pago de las pensiones y que entonces «será importante para nosotros, cuando estemos jubilados que los jóvenes que estén trabajando recuerden que nosotros luchamos por ellos, y que ellos puedan luchar por nosotros y les impidan rebajar nuestras pensiones». Discusiones similares se han desarrollado en toda la ciudad, reflejando clara y concretamente la tendencia de los obreros a concebirse como clase, a solidarizarse unos con otros más allá de las barreras generacionales que el capitalismo intenta utilizar para dividir a los obreros.
Otros obreros pasaban por delante de los obreros en huelga haciendo sonar el claxon de sus vehículos o gritando mensajes de apoyo. En Brooklyn un grupo de trabajadores de la enseñanza de una escuela elemental expresaron su solidaridad con la huelga debatiendo con sus alumnos en clase e invitando a los niños de 9 a 12 años a hacer una visita a alguno de los piquetes. Los niños llevaron sus felicitaciones navideñas a los huelguistas con mensajes, como este: «Os apoyamos, por que vuestra lucha es por el respeto». Los niños también entrevistaron a los obreros y les pidieron más explicaciones sobre los motivos de la huelga.
Al día siguiente de finalizar la huelga, uno de nuestros camaradas tomo un autobús y tuvo una conversación con el conductor, que revela el avance que ha supuesto esta lucha. Tras haber pagado su billete, le dijo al conductor, un trabajador latino de unos 35 años:
«Habéis hecho lo que se tenía que hacer».
El chofer respondió:
«Pero no hemos ganado. Hemos vuelto al trabajo sin el convenio».
«Pero lo más importante es lo que habéis hecho. Habéis dicho que no aceptabais que se tocaran vuestras pensiones. Los obreros tienen necesidad de estar unidos, pase lo que pase. Es, sin duda, un ejemplo importante para muchos otros trabajadores», dijo nuestro camarada.
A esto el chofer respondió:
- «Si, es cierto. Ha sido muy importante que lucháramos por la clase obrera».
El impacto de la lucha en otros trabajadores
La huelga en los transportes ha sido un punto de referencia para obreros de otros sectores. Además de las manifestaciones de apoyo y solidaridad mencionadas anteriormente hay muchos más ejemplos. Uno de ellos: un grupo de profesores auxiliares de la Universidad de Nueva York en huelga que realizó una visita a los huelguistas para discutir de la huelga y de su estrategia con los otros obreros. En otros muchos lugares de la ciudad obreros de otros sectores debatieron la importancia de la solidaridad basándose en el ejemplo de esta lucha por la defensa de las pensiones. Entre los obreros municipales, de los que la mayor parte están desde hace tres o cuatro años sin contrato, caló hondo la consigna de los huelguistas: «No hay convenio, no hay trabajo», lo que muestra la importancia de esta lucha.
La simpatía hacia los huelguistas fue tan fuerte que el primer día de huelga el presidente del sindicato de transportes, Roger Toussaint tenía, según los sondeos de los media capitalistas, un índice de popularidad más alto que el alcalde o el gobernador. Que se supiera además que la Autoridad Metropolitana de Transportes tenía un excedente financiero de más de 1 millón de dólares, hizo que la dureza de la empresa apareciera como particularmente severa e injustificada ante los obreros.
El segundo día de huelga, la burguesía intentó apoyarse en una campaña que pretendía demonizar a los huelguistas. Los periódicos “Post” y “Daily News”, trataron a los huelguistas de “ratas” y “cobardes”. Incluso el muy liberal “New York Times” denunció la huelga como “irresponsable” e “ilegal”.
El tema de la “ilegalidad” de la huelga fue retomado sistemáticamente por el alcalde Michael Bloomberg y el Gobernador George Pataki. Este declaró que la huelga era criminal y que no habría ningún tipo de negociación hasta que los huelguistas no retornaran al trabajo. Bloomberg se hizo eco de esta posición, tratando a los huelguistas de “bandidos” y “criminales”. El alcalde multimillonario se convirtió de la noche a la mañana en el campeón de la causa de los pobres obreros incomodados por los huelguistas, supuestamente tomados como rehenes por los huelguistas de los transportes a los que presentó como “unos privilegiados”. En el mismo sentido, el presidente del sindicato de transportes se presentó como el mejor defensor de los obreros contra los insultos de las autoridades.
Los reportajes de televisión se centraron deliberadamente en mostrar las dificultades ocasionadas por la huelga al conjunto de la población obligada a compartir vehículo para ir o volver del trabajo, o a caminar a lo largo de los puentes del East River o Manhattan. Pero, a pesar de esta intensa campaña, las autoridades de la ciudad sabían que la solidaridad con los huelguistas era intensa. Un juez local amenazó con penas de prisión a los dirigentes sindicales y de apercibir individualmente a los huelguistas por haber desobedecido la orden de parar la huelga y volver al trabajo, pero el alcalde Bloomberg recomendó, y consiguió, que el tribunal aumentara las amenazas individuales contra los huelguistas pero no detuviera a los dirigentes sindicales ya que, se corría el riesgo de hacer de Toussaint “un mártir”, y provocar huelgas de solidaridad de otros empleados del sector público.
La “ilegalidad” de la huelga ha desencadenado discusiones importantes en el seno de la clase obrera tanto en Nueva York como en todo el país. ¿Cómo puede ser ilegal que los obreros protesten ausentándose de sus puestos de trabajo?, se preguntaban muchos obreros. Como dijo un obrero durante una discusión en una escuela de Manhattan «es como si sólo pudiéramos hacer huelga cuando esta no tenga ningún efecto».
El papel de los sindicatos en el sabotaje de la lucha
Muchos obreros habían comprobado en sus propias carnes que la actual dirección sindical que ahora parecía “muy combativa”, había cedido en un convenio anterior con aumentos salariales de un 0% el primer año, y un 3% el segundo y tercer año. Por tanto los sindicatos estaban ahora sujetos a una presión importante motivada por la cólera y la combatividad obreras. Por ello mientras el sindicato local de los obreros del transporte, en manos de izquierdistas y sindicalistas “de base”, controlaba claramente la dinámica de la huelga, empleando una retórica combativa plagada de discursos de solidaridad, etc. el sindicato de transportes ha jugado su papel de minar la lucha y minimizar el impacto de una lucha importante. Casi desde el principio los sindicalistas dejaron caer la reivindicación de un aumento salarial del 8% para tres años, y se focalizaron en el tema de las pensiones. El mitin sindical que votó la huelga no permitió ninguna discusión o debate y fue de hecho conducido como un desfile sindical, con una vedette a la cabeza, el reverendo Jesse Jackson.
La estrecha colaboración entre el sindicato de transportes y la dirección de la empresa fue puesta al descubierto por un reportaje que, al finalizar la huelga, publicó el “New York Times”, y en el que se podía comprobar que las supuestas tensiones e insultos entre los sindicatos y los responsables estatales o municipales era una completa farsa. Así, mientras el alcalde y el gobernador salían a todas horas diciendo que hasta que no se acabara la huelga no empezarían las negociaciones, lo cierto es que esas negociaciones estaban teniendo lugar, secretamente, en el Hotel Helmsley. En esos tejemanejes el alcalde aceptaba, a escondidas, una proposición de Toussaint consistente en obtener de la dirección de la empresa la retirada del ataque contra las pensiones a cambio de aumentar las cotizaciones de los obreros al seguro por enfermedad, para así compensar al Gobierno del coste que representaría el mantenimiento de las pensiones para los futuros empleados.
Este final de huelga orquestado por sindicatos y Gobierno no puede pillarnos por sorpresa. Es, simplemente, una confirmación más de la naturaleza antiobrera de todo el aparato sindical. Pero eso no invalida en absoluto los avances en la conciencia de clase de este sector de la clase obrera. Al contrario sirve para recordarnos que para llevar adelante nuestras luchas debemos deshacernos del control sindical y luchar por conseguir y mantener el control de las luchas en sus propias manos.
Artículos traducidos de Internationell Revolution, publicación de la CCI en Suecia y de Internationalism, publicación de la CCI en los Estados Unidos.
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Muchos compañeros están hartos de CCOO y UGT, de su participación descarada, mano a mano con Patronal y Gobierno, en la interminable cadena de despidos, contratos precarios, recortes en pensiones etc. Frente a ese cuestionamiento, están proliferando grupos, tendencias, organizaciones, que se presentan como otro sindicalismo, que sería distinto y alternativo a los sindicatos mayoritarios. Los hemos visto intervenir en la lucha de SEAT e igualmente se ha celebrado recientemente en Granada una “Conferencia de sindicatos de clase”. Parafraseando a los movimientos altermundialistas el eslogan de estos grupos es “Otro sindicalismo es posible”.
¿Es verdad que ese sindicalismo es realmente alternativo? ¿Es posible otro sindicalismo diferente del de CCOO y UGT? De forma más general y profunda, ¿Cuál es la naturaleza del sindicalismo? ¿Se acomoda de verdad a la defensa de los intereses de la clase obrera?[1]
Uno de esos organismos, la XARXA DEL BAIX LLOBREGAT, afirma: « Es mentira que estemos ante una crisis. Lo que hay es una "crisis" fabricada por la empresa que sólo busca reducir costes laborales. En SEAT no hay pérdidas sino grandes beneficios (que enmascaran como "gastos" por el uso de patentes y que van a parar a la casa matriz en Alemania). Por lo tanto, no hay motivos para que ningún compañero pierda su puesto de trabajo».
No podemos entrar aquí en una debate sobre sí hay o no hay una crisis económica mundial[2]. Lo que llama la atención es la justificación que da para rechazar los despidos: el que la empresa no estaría en crisis. ¡Es decir: sí la empresa estuviera en crisis habría que tragar con los despidos!
Los despidos son inaceptables haya o no haya crisis, tenga el empresario grandes beneficios o grandes pérdidas. Perder el puesto de trabajo es perder el medio de vida y sí la empresa o la economía nacional van mal nosotros tenemos que seguir viviendo, mantener a nuestros hijos, asegurarnos una vejez aceptable. ¿Es que acaso nuestra vida y nuestros intereses tienen que depender de cómo le vaya al Capital? ¡Eso es hacernos esclavos del Capital! La elección es o nosotros o la empresa. No hay conciliación posible.
Los grandes sindicatos plantean siempre lo mismo: sí el capital va bien entonces hay que pedir algunas migajas pero sí va mal hay que sacrificarse, aceptar despidos, precariedad y lo que haga falta para “salvar la empresa y la economía nacional”. Con ello se acomodan como un reloj a las necesidades del capital: sí hay vacas gordas nos dan una miseria, sí hay vacas flacas nos hunden en la miseria. Semejante planteamiento significa renunciar a nuestra lucha reivindicativa que se basa, sencillamente, en oponer nuestras necesidades a las exigencias inhumanas de la reproducción del capital. Esta lucha reivindicativa contiene la perspectiva de una sociedad alternativa al capitalismo: el interés del Capital es sacrificar la vida humana en el altar de la producción. El interés de los trabajadores es una producción consagrada a la satisfacción plena de las necesidades humanas. El interés del capital es la vida para la producción, el interés de los trabajadores es la producción para la vida.
En esta cuestión crucial estas organizaciones no rompen con los grandes sindicatos. Ofrecen el mismo sindicalismo de siempre.
Revolta Global de SEAT se lamenta de que «No hay un verdadero Plan industrial con nuevos modelos que cubran el conjunto de la gama para fabricar en SEAT, saturar su capacidad productiva y mantener el empleo», la antes mencionada XARXA DEL BAIX LLOBREGAT reclama « UN PLAN SOLVENTE QUE GARANTICE EL FUTURO DE LA MARCA», la XARXA SOLIDARIA CONTRA LOS CIERRES Y LA PRECARIEDAD pide «un plan solvente que garantice la continuidad de la marca y de la plantilla».
La filosofía de los Planes de Industria, instituidos en los años 30, es la conciliación de clases, la suposición falsa de que Capital y Trabajo tienen un mismo interés en “desarrollar la economía” bajo la tutela del Estado que haría de agente “neutral”. Esto lo que supone en realidad es la sumisión completa de los trabajadores a los intereses del capital nacional. Por eso pudo ser fácilmente adoptada por los fascistas, entre ellos su “teórico” español, José Antonio, hijo del dictador Primo de Rivera, que acuñó la frase tan repetida de “obreros y patronos van en el mismo barco”. Por eso mismo, el lenguaje de los Planes es el lenguaje común de Gobierno, Patronal y Sindicatos. En los últimos 25 años, los grandes sindicatos han utilizado esos “Planes” para cargarse innumerables luchas obreras y hacer tragar los peores sacrificios. Los Planes de Reconversión de los años 80, impuestos por los gobiernos “socialistas” de González, supusieron el despido de UN MILLON DE TRABAJADORES.
Nos piden que nos preocupemos del “futuro de la marca SEAT” y nos dicen que eso evitará los despidos. Es falso. Para que una marca sea competitiva debe despedir trabajadores. Para que una empresa tenga “futuro” ha de despedir, deslocalizar, bajar salarios. Para que una empresa sea “solvente” ha de reducir costes y el principal coste es la fuerza de trabajo. ¡Bajo el capitalismo realmente existente no hay otra forma de hacer las cosas!. Cuando los trabajadores se colocan en ese terreno de la marca, el futuro de la empresa o la solvencia del negocio, se colocan en el terreno del Capital y por tanto este puede maniobrar a placer pues está jugando en su propio campo.
El Interés del Capital (bien sea de la empresa, bien sea de la economía nacional) es diametralmente antagónico con el interés del proletariado y de la gran mayoría de la humanidad. ¿Cuál es la realidad de los últimos 30 años? A través de una cadena interminable de “Planes de Futuro”, “Acuerdos de Fomento del Empleo”, “Reformas del Mercado Laboral”, “Pactos para garantizar las pensiones” etc., nos van hundiendo en una mayor miseria y en un futuro cada vez más incierto. La generación que hoy tiene 70-80 años pudo comprarse un piso e incluso una segunda residencia; la generación de 50-60 años apenas ha podido pagar un piso; la generación de 25-30 años tiene muy incierta la posibilidad de comprarlo. La generación de 70-80 años tuvo trabajo fijo gran parte de su vida; la generación de 50-60 años ha perdido en muchos casos el empleo y está prejubilada o dando tumbos en toda clases de trabajos inseguros; la generación de 25-30 años solo conoce el trabajo precario. La generación de 70-80 años tiene pensiones aceptables; la de 50-60 años tendrá pensiones de miseria; la de 25-30 años no tendrá pensiones.
¡Esos son los frutos amargos de cientos de Planes de “futuro”, “solvencia”, “viabilidad” etc., que han firmado los grandes sindicatos! EL CAPITALISMO NO TIENE NINGUN PLAN DE FUTURO. Su “futuro” se resume en paro, miseria y guerra. En este terreno los “alternativos” tampoco ofrecen la más mínima alternativa.
Ante la lucha de SEAT, la XARXA DEL BAIX LLOBREGAT dice « Hay que exigir a los sindicatos que se dejen de medias tintas y convoquen un plan de lucha de verdad, decidido y votado por todos los trabajadores en asamblea», ante las negociaciones en Madrid sobre la Reforma Laboral, la conferencia de Sindicatos de Clase de Granada “exige” «a las direcciones de UGT y CCOO que se retiren de las negociaciones y luchen»…
CCOO y UGT llevan 25 años firmando acuerdos vendeobreros, saboteando las luchas obreras. ¿Cómo van a cambiar y van a hacer lo que nunca han hecho ni harán?
Los obreros tenemos que desarrollar nuestra propia lucha, al margen y en contra de los sindicatos. Tenemos que levantar nuestras propias Asambleas, que elijan sus propios Comités responsables únicamente ante ellas. Son las Asambleas quienes deben decidir qué se negocia, quién negocia y hasta donde se negocia.
Todo esto significa que los obreros aprendan a confiar en sí mismos, en la fuerza de su acción directa como clase, en su unidad, en su responsabilidad colectiva, en su solidaridad y acción común.
Pero ¿qué plantean estos “alternativos”? Pues pedir a los grandes sindicatos que sean quienes tomen el mando de la lucha. Los sindicatos no tienen que “convocar ningún plan de lucha”, han de ser las propias asambleas las que piensen, discutan y decidan su propio plan de lucha. De lo contrario, se convierte a los trabajadores en simple “fuerza de presión” que, como mucho y en el colmo del “atrevimiento” “exige a las direcciones” que “hagan algo”.
Los “alternativos” piden a los trabajadores que confíen en los grandes sindicatos que tanto critican de boquilla, que renuncien a actuar como fuerza autónoma, que no confíen en sus propias fuerzas y que siempre estén a la espera de lo que hagan, digan o dejen de hacer o de decir los sindicatos “mayoritarios”. Una vez más no estamos ante “otro sindicalismo” sino ante un mero apéndice de los grandes sindicatos.
La XARXA DEL BAIX LLOBREGAT reclama: «Hay que exigir a Maragall y al Tripartito que se pongan del lado de los trabajadores y rechacen el expediente de la multinacional». La XARXA SOLIDARIA CONTRA LOS CIERRES Y LA PRECARIEDAD pide a la Generalitat que «rechace el expediente de SEAT». Respecto a la Reforma Laboral, la Conferencia de Sindicatos de Clase exige « AL GOBIERNO ZAPATERO LA RETIRADA DE SU PROPUESTA DE REFORMA LABORAL: porque recoge las principales pretensiones de la patronal (lo mismo ocurre con su propuesta de reforma de las pensiones públicas) y porque, de llevarse a cabo, representaría un nuevo y gravísimo atropello contra la clase trabajadora». Esta misma Conferencia dirige una carta al Señor Zapatero donde se lamenta de que si la reforma laboral fuera aprobada «constituiría un retroceso inmenso para la clase obrera del conjunto de los pueblos del Estado español y aquella afirmación de las Elecciones Generales pasadas de que gobernaría escuchando al pueblo, al ciudadano, se habría convertido otra vez en que se desoyó y defraudó al pueblo por otro Presidente que se llama socialista, pero que al final obedeció sólo a los que viven y se aprovechan de él. Nos gustaría con sinceridad que no volviera a ser así».
Los sindicatos “mayoritarios” concentran todos sus esfuerzos en reducir a los obreros a una masa de “ciudadanos” que esperan la “buena voluntad” de los gobernantes a los que han dado el voto. Organizan procesiones para pedir la intercesión del “Presidente” de turno para que haga “entrar en razón” al empresario desaprensivo o a la multinacional de marras. ¡Pero sí son precisamente esos “gobernantes elegidos” los que han dado el visto bueno a las medidas anti-obreras! Por eso, como estos señores se ríen de esas peticiones, los sindicatos “suben el tono” y acaban “exigiendo” que “adopten una decisión“, incluso que “intervengan la empresa”.
Se trata de una mascarada con el fin de desmovilizar a los obreros, de acreditar ante ellos la mentira de la “democracia”, el engaño de unos gobernantes “elegidos por el pueblo” y que “están a su servicio” con objeto de tenerlos atados de pies y manos al Estado Capitalista y de quitarles toda capacidad de lucha contra este.
Los “alternativos” no se salen ni un milímetro de ese guión. Piden que Maragall y sus colegas del Tripartito se pongan del lado de los trabajadores cuando siempre han estado, están y estarán en el otro lado de la barricada. Piden que el Señor Zapatero “obedezca” al pueblo, cuando lo que hace–como antes hiciera González o mucho antes hiciera Largo Caballero (¡consejero de Estado del dictador Primo de Rivera!) - es obedecer a las necesidades del Capital Nacional.
Los obreros necesitan comprender que el Estado Capitalista –aunque se legitime periódicamente con la comedia del “voto democrático”- es su enemigo, que todo el conglomerado de partidos del Capital con sus múltiples “ideologías”- desde la extrema derecha a la “extrema izquierda”, desde el nacionalismo pequeño catalán del ridículo Carod Rovira al nacionalismo gran español del patético Bono- son servidores incondicionales del Capital Nacional y su Estado. Necesitan asumir una lucha autónoma como clase, independiente del Estado y de todos los partidos que le sirven. Y esa comprensión es atacada por los malabarismos de los grandes sindicatos con su juego de “peticiones” y “exigencias”, el cual es secundado sin fisuras por los “alternativos”.
Hay que mirar cara a cara a la realidad y comprender que no es posible “otro sindicalismo”, que todo sindicalismo está atado de pies y manos a la defensa del Capital.
«En el siglo XIX en el periodo de mayor prosperidad capitalista, el proletariado se dio, al precio de luchas encarnizadas y sangrientas, organizaciones permanentes y profesionales destinadas a asegurar la defensa de sus intereses económicos: los sindicatos. Estos órganos asumieron un papel fundamental en la lucha por mejoras y reformas sustanciales de las condiciones de vida de los trabajadores, que el sistema podía otorgar. Constituían igualmente lugares de agrupamiento de la clase y de desarrollo de su solidaridad y de su conciencia, en los cuales los revolucionarios intervenían activamente para convertirlos en escuelas del comunismo. En consecuencia, aunque la existencia de sindicatos haya estado siempre indisolublemente ligada al salariado y aunque, en el periodo ascendente, se habían burocratizado de forma importante, constituían no obstante, auténticos órganos de la clase, en la medida en que la abolición del salariado no estaba todavía a la orden del día» (Plataforma de la CCI, punto VII).
¿Pero qué ocurre cuando desde principios del siglo XX el capitalismo pierde definitivamente su carácter progresista y prisionero de contradicciones irresolubles precipita a la humanidad en guerras criminales, en crisis sucesivas, en una barbarie sin parangón en la historia? «El capitalismo pierde toda capacidad para acordar mejoras y reformas a favor de la clase obrera. Habiendo perdido toda posibilidad de ejercer su función inicial de defensores eficaces de los intereses proletarios y confrontados a una situación histórica donde solamente está a la orden del día la abolición del salariado, y por tanto su propia desaparición, los sindicatos se han transformado, como condición de su propia supervivencia, en auténticos defensores del capitalismo, en agentes del estado burgués en el medio obrero evolución que ha sido fuertemente favorecida por la tendencia inexorable del estado en la periodo decadente a absorber todas las estructuras de la sociedad» (ídem.).
Esa realidad implacable ha hecho que los sindicatos dejaran de ser organizaciones capaces de defender los intereses de la clase obrera. Con la primera guerra mundial en 1914, los grandes sindicatos –como la CGT francesa, la confederación sindical alemana o las Trade Unions inglesas- se convirtieron en sargentos reclutadores de los obreros para el frente y en capataces para hacer trabajar hasta el agotamiento a los que se quedaban en la retaguardia. Desde entonces, todas las tentativas de fundar nuevos sindicatos se han visto abocadas al fracaso.
Pero por eso mismo también, de la clase obrera ha surgido históricamente una alternativa al sindicalismo. La tendencia latente en los obreros es, desde entonces, a romper con los sindicatos, a chocar con ellos, a organizarse fuera y en contra de ellos. Sí en el siglo XIX los obreros se organizaban masivamente en sindicatos, en el siglo XX cuando los obreros alcanzan un mínimo de fuerza se organizan en Asambleas Generales, eligen Comités Revocables en todo momento, ponen las comisiones encargadas de negociaciones bajo el estricto control de la Asamblea. Y en una situación revolucionaria estas estructuras se transforman en los Consejos Obreros, órganos para la destrucción del Estado Capitalista y para el ejercicio directo del poder por las masas obreras.
La cuestión no es “otro sindicalismo es posible”. La cuestión es OTRA ORGANIZACIÓN ES POSIBLE, DISTINTA Y OPUESTA AL SINDICALISMO: la de las Asambleas y los Consejos Obreros.
Corriente Comunista Internacional 20-12-05
1. Para no hacer excesivamente largo el presente texto no planteamos una pregunta muy necesaria: ¿Cuál la experiencia histórica de la clase obrera sobre los sindicatos en los últimos 100 años? Es evidente que es una cuestión de la mayor importancia pues los trabajadores no deben andar repitiendo siempre las mismas experiencias sino que las lecciones del pasado les deben servir como arma para la lucha del presente y del porvenir. Como contribución a la respuesta de esa cuestión hemos publicado un folleto y numerosos artículos. Se pueden pedir a nuestra dirección mail: [email protected] [10]
2. Salta a la vista que con despidos en todas las empresas, en todos los sectores y en todos los países (incluida China) alguna crisis económica mundial debe haber.
Se cumplen 3 años de la invasión de Irak. Se demostró que las justificaciones invocadas para tal barbarie eran todas mentiras. Pero igualmente se ha puesto en evidencia el incumplimiento de las radiantes promesas que hicieron. Iban a acabar con un tirano y han instaurado una tiranía aún peor. Iban a dar un golpe al terrorismo y este no ha hecho sino multiplicar su barbarie. Iban a estabilizar Oriente Medio y lo han desestabilizado mucho más. Iban a desarrollar la democracia y lo que han hecho es reforzar a regímenes como los Ayatolás iraníes, India o Pakistán o a fracciones abiertamente dictatoriales como los chiitas o Hamas.
La situación en Irak y en toda la zona de Oriente Medio y Asia Central muestra que le futuro que el capitalismo depara a la humanidad es cada vez más amenazante.
¿Camina el mundo hacia la paz? Se acumulan hechos y elementos que apuntan a todo lo contrario: el mundo no camina hacia la paz sino hacia guerras imperialistas más devastadoras. En Irak, el enfrentamiento armado entre las distintas fracciones burguesas (chiitas, sunitas, kurdos) es inevitable, los últimos acontecimientos con la llamada “guerra de las mezquitas” acercan aún más esa perspectiva.
Pero el problema no está circunscrito a Irak, lo que allí se produce anuncia una tendencia hacia el estallido de guerras caóticas en los diferentes estados de la zona amenazados por una violenta desestabilización. Esto se ve claro en países como Líbano, Siria, Yemen, Arabia Saudita o Pakistán.
Empantanado en las arenas movedizas de Irak, Estados Unidos ven su autoridad como gendarme mundial cada vez más debilitada. Eso hace que gángsteres de barrio como el régimen de los ayatolás se le suban a las barbas y le lancen un ambicioso desafío con la cuestión nuclear y con la utilización de las famosas caricaturas de Mahoma para atizar los odios religiosos y las tensiones nacionalistas en su propio beneficio.
La respuesta de Estados Unidos con su alianza nuclear con India es la semilla de violentas tensiones con China, Pakistán etc. Una vasta región del planeta puede verse sumergida en tremendos choques militares.
El eterno conflicto Israel – Palestina amenaza con agudizarse mucho más con la subida al poder de Hamas y los intentos de los rivales de USA de apadrinarlo.
En definitiva, toda la zona de Oriente Medio y Asia Central que constituye el corazón estratégico del mundo tanto por sus reservas de combustible como por su posición militar de encrucijada de continentes, puede convertirse en una gigantesca hoguera de choques imperialistas e ínter burgueses.
El proletariado no puede considerar estos acontecimientos como algo lejano que no le incumbe. A la humana indignación contra los sufrimientos intolerables que las burguesías en liza están causando a las poblaciones de la zona debe unirse la preocupación por el futuro de toda la humanidad.
La progresión de los choques imperialistas acarrea consecuencias en los países centrales del capitalismo (Europa, Estados Unidos, Japón) que significan un ataque en todos los planos a los trabajadores y al conjunto de la población de estas metrópolis cada vez menos “privilegiadas”.
En primer lugar, significa más hombres movilizados para ser enviados a los teatros de guerra y todo ello lleva consigue innumerables tragedias humanas: son más de 2200 soldados americanos muertos y más de 20.000 heridos, con el consiguiente sufrimiento para ellos y sus familias.
En segundo lugar, el incontrolable gasto de guerra lleva consigo la necesidad de atacar los salarios, reducir las ya de por si recortadas prestaciones sociales: pensiones, servicios de enseñanza, sanidad etc.; hace imprescindible generalizar la precariedad y los contratos basura como vemos actualmente en Francia.
En tercer lugar significa un reforzamiento de la represión y del control totalitario del Estado sobre la población como se ve claramente con la Ley Patriótica en USA, las diferentes medidas adoptadas en Gran Bretaña o las recientemente tomadas en Francia –que han llegado al Estado de Sitio aprovechando las revueltas en las barriadas periféricas.
Otra consecuencia es que la guerra vuelve como un boomerang al corazón mismo de los países centrales del capitalismo bajo la forma de atentados terroristas masivos como las Torres Gemelas en 2001; Madrid 2004 y Londres 2005. La desestabilización en las relaciones internacionales, el caos general imperialista, hace que el terrorismo se convierta en una forma más de guerra. Toda guerra es una confrontación entre Estados que se realiza tomando como rehenes a las poblaciones de los bandos contendientes. La barbarie imperialista actual tiene en los atentados terroristas masivos una forma de golpear a los Estados tomando como carne de cañón a sus “ciudadanos”. Como se vio en los trenes de Atocha o en el metro londinense es la clase obrera quien con su sangre paga la cuenta de este choque entre bandidos.
Esta perspectiva solo puede ser detenida y finalmente erradicada por la lucha consciente del proletariado. Este ha pasado por un largo periodo de dificultades, pero hoy su estado de ánimo empieza a cambiar como ha podido verse con luchas, todavía limitadas, pero que muestran el comienzo de una respuesta: SEAT en España, el metro en Nueva York, Heathrow en Gran Bretaña, Argentina… En estos días, los estudiantes universitarios y de enseñanza media francesa junto con jóvenes obreros muestran masivamente su protesta y su inquietud ante la situación cada vez más deteriorada.
Frente a la guerra, frente a la miseria, frente al deterioro de la situación que provoca la crisis del capitalismo, ES NECESARIO LUCHAR. NO TENEMOS OTRO CAMINO QUE LA LUCHA.
Acción Proletaria 10-3-06
El archimediático ex consejero de F. Mitterrand en el Elíseo, Jaques Attali, nos ha obsequiado recientemente con un libro sobre la vida de Marx, titulado Karl Marx o el espíritu del mundo. La aparición de este libro, más de quince años después de que la burguesía pusiese en escena sus campañas sobre la muerte del comunismo, y justamente cuando la clase obrera comienza a levantar cabeza, no es fruto de la casualidad. Frente a un creciente cuestionamiento del capitalismo, y a un desarrollo de las luchas del proletariado, la burguesía sabe que su mejor arma es desviar a su enemigo al terreno nefasto de la defensa de la democracia. Esa es la razón, sin duda, para que uno de sus intelectuales más significados se haya propuesto hacer de Marx un icono inofensivo, situándolo en las antípodas del comunismo, endosándole encima la etiqueta de ser uno de los “padres fundadores de nuestras modernas democracias”.
En su recién impresa obra, el costalero del Sr. Mitterrand se pavonea de haber escrito una biografía “de referencia”, “objetiva” y lo “más completa posible” (es verdad: se mencionan todas y cada de las crisis de furunculosis que padeció el viejo Marx, lo que desde luego atestigua la seriedad de la obra). Evidentemente, de “objetiva” nada de nada, salvo el punto de vista de un burgués y de su clase, que no pueden sino denigrar a uno de los más grandes combatientes de la clase obrera.
Attali ya no describe a Marx como un demonio de “ideas sanguinarias”, tal y como siempre le ha gustado presentarlo a la burguesía (véase si no el libro de Françoise Giroud en su libro Jenny Marx o la mujer del diablo). No. Para Attali, Marx es el “espíritu del mundo”, pero un espíritu, eso sí, totalmente democrático: “Periodista ante todo, la libertad de pensamiento le parece el más sagrado de los derechos; para él la democracia parlamentaria debe ser protegida, pase lo que pase” (pág. 203). Utilizando esta clase de recursos, al margen de todo contexto, nuestro biógrafo desarrolla un virulento ataque contra Marx: «Este libro permite (…) reinterpretar un siglo XIX del que todos somos herederos y comprender como algunos de sus sucesores (de Marx) han creado nuestras democracias; mientras que otros han usurpado y distorsionado sus ideas, convirtiéndolas en el fundamento de las dos principales barbaries de la historia.” (pág. 4 de las solapas).
Con el elogio,… el oprobio. Así se nos presenta a Marx como padre espiritual de la democracia burguesa y cuyo verdadero legado lo constituiría el reformismo pequeño burgués que floreció en el seno de la Segunda Internacional en torno a revisionistas de la calaña de Bernstein.
O sea que Marx no habría sido nunca marxista. Es más: el marxismo (es decir la concepción revolucionaria del mundo) sería exactamente lo contrario del pensamiento de Marx: “lo que acabaría siendo después de Marx, contra Marx, el marxismo”. Si hay alguien que se supere a sí mismo en insolencia ese es Monsieur Attali. Para que la salsa de un Marx “campeón del parlamentarismo burgués” ligue, hay que añadirle además un ingrediente que le dé consistencia. Attali se sirve de una entrevista concedida por Marx al periódico americano New York World en julio de 1871, en relación con el movimiento obrero en Inglaterra: “cuando el periodista le interroga sobre las formas democráticas o violentas que debe tomar la conquista del poder, él responde que la revolución es inútil en una situación democrática porque (y sigue la respuesta de Marx): “En Inglaterra, por ejemplo, la vía obrera que lleva al poder político está abierta para la clase obrera. Una insurrección sería una locura allí donde la agitación pacífica puede lograrlo todo con prontitud y seguridad.” (pág. 351).
Lo que se le escapa a Attali es que Marx no era un “cerebro infalible”. Por otra parte el marxismo no es la teoría de la verdad acabada y caída directamente del cielo, sino un método vivo de pensamiento que se nutre constantemente de la experiencia histórica para criticarse a sí mismo, volver sobre sus errores e incomprensiones y finalmente superarlos. Por eso, el pensamiento de Marx no está exento de errores[1] que él mismo, o el movimiento obrero corrigieron después. La extrapolación abusiva de las posibilidades abiertas por el desarrollo del movimiento obrero en Inglaterra constituye un ejemplo típico de estos errores.
Marx pasó la mitad de su vida en Londres, rodeado del proletariado más desarrollado engendrado por la primera potencia industrial del siglo XIX, y también del más organizado a través de sus “trade-unions” (los primeros sindicatos). Es lógico que muchos revolucionarios, y también Marx, pusiesen sus esperanzas en esta vanguardia del proletariado mundial. Sin embargo tal esperanza se vio frustrada. Precisamente el peso de las “trade-unions” y de la lucha por la defensa de los intereses económicos en las condiciones legales de la democracia, acabaron minando desde dentro el desarrollo político del movimiento obrero en Inglaterra. Mientras que Marx veía en la 1ª Internacional fundada en 1864 la expresión de la unificación del proletariado mundial, base necesaria para la revolución futura, los jefes tradeunionistas no la concebían más que como medio de asegurar el éxito de las huelgas al impedir la entrada de esquiroles en Inglaterra.
En todo caso, por muy decepcionante que resultara el desarrollo del movimiento obrero inglés, y a pesar de su error de generalizar una particularidad de éste, Marx jamás de afirmar que la lucha de clases es el motor de la historia. Tres años después de la muerte de su viejo amigo y camarada de combate, Engels escribió en el Prefacio a la traducción inglesa de El Capital que: «Ciertamente, debe escucharse… la voz de un hombre para quien la teoría es el resultado de una vida consagrada al estudio de las condiciones económicas de Inglaterra; este estudio le lleva a concluir que, al menos en Europa, Inglaterra es el único país en el cual la inevitable revolución podría efectuarse por medios legales y pacíficos. Sin embargo a él (se refiere a Marx. N de la R.) no se le olvidó nunca añadir que en absoluto esperaba que las clases dominantes de Inglaterra se sometiesen, sin “rebelión esclavista”, a esta revolución ‘pacífica y legal’»
Attali se dedica pues a la clásica argucia de sacar de contexto tal o cual cita de Marx. Es verdad que, desde su etapa en la Liga de los Comunistas de 1848, Marx combatió enérgicamente el abstencionismo, y el boicot a las elecciones que erigieron en principio primero los blanquistas y luego los bakuninistas, partidarios de “tomémoslo todo, ya mismo. Pero eso no significa que Marx fuera un apóstol del parlamentarismo. Se trata , en realidad de una de las primeras lecciones del socialismo científico: la revolución proletaria no es posible sin que la economía capitalista, a través del desarrollo de su producción industrial, asiente las condiciones materiales de una nueva sociedad, capaz de liberar a la humanidad de sus cadenas. Para Marx la participación en las elecciones en el siglo XIX en apoyo de las fracciones más progresistas de la burguesía, no tenía otro sentido que el de acelerar el movimiento de la historia, derribar los obstáculos del absolutismo, favorecer en todas partes el desarrollo del capitalismo y de la clase obrera y acercarse, así, al momento en que la revolución comunista mundial pudiera estar verdaderamente a la orden del día. Marx tenía claro que ésta no contaría con el consentimiento democrático de la burguesía. Por eso, pese al error cometido respecto a Inglaterra (como respecto a EEUU y Holanda) añadirá mas tarde: «Debemos igualmente reconocer que en la mayor parte de los países del continente la fuerza ha de ser la palanca de nuestras revoluciones. Habrá que recurrir, durante un tiempo, a la fuerza, para imponer el reinado del trabajo durante un tiempo con el fin de imponer el reino del trabajo». (Discurso pronunciado en Ámsterdam en setiembre de 1872). Podríamos poner multitud de citas que demuestran que ese era el sentido profundo del progenitor más ilustre del socialismo científico. Nos conformaremos con dos:
- «Si el proletariado en su lucha contra la burguesía se constituye, como debe ser, en clase; si se erige por la fuerza de una revolución en clase dominante; destruye por la violencia el antiguo régimen de producción; destruye al mismo tiempo que ese régimen las condiciones del antagonismo de clase, (…)» (Manifiesto Comunista).
- «En la Edad Media existía en Alemania un tribunal secreto, la “Santa Vehma” que escarmentaba todas las fechorías cometidas por los poderosos. Cuando se veía una cruz roja pintada en una casa se sabía que su propietario se las iba a ver con la Santa Vehma. Hoy la misteriosa cruz roja marca todas las casas de Europa (dicho de otra manera, las naciones europeas. N de la R.). La propia historia hará justicia y el proletariado ejecutará la sentencia.” (Discurso de Marx pronunciado en una fiesta de los Cartistas de Londres el 14 de abril de 1856).
Presentar a Marx como “parlamentario y padre fundador de la democracia moderna” es ya una indignante calumnia. Pero Jacques Attali no se para en barras, y viene a decirnos que si no vemos a ese “Marx demócrata”, al que evidentemente él “conoce bien” desde lo alto de su erudición burguesa, es porque el “gran pensador de la democracia” fue traicionado por su más fiel camarada, Federico Engels, quien en su Anti-Dühring, (siempre según Attali): «inicia la perversión de la filosofía de la libertad que Marx elaboró en sus propios textos». (pág. 390). J. Attali apunta, ¡y dispara!, a Engels cuando dice que «las ideas (de Marx), que serán un día, y quizá el lo presentía, usurpadas y tergiversadas por los demonios» (pág. 286). ¡Ya nos extrañaba que tardara en salir el “demonio marxista”!.
Attali no se conforma con inventar y sacarse de la chistera un “Marx demócrata” sino que quiere hacer de él un esquizofrénico. Lo verdaderamente cierto es que la mayoría de las obras de Marx y de Engels vieron la luz gracias a una estrecha colaboración entre ambos. Así pasó con La Ideología alemana, el Manifiesto del partido comunista, El Capital,… hasta el Anti Dühring. Aunque la humildad de Engels le llevó a presentarse siempre como «un segundo violón», la verdad es que se trataba de un trabajo concertado. He aquí lo que Engels describe en el Prefacio de su Anti Dühring de septiembre de 1885: «Un comentario de pasada: las bases y el desarrollo de las concepciones de este libro se deben en su mayor parte a Marx, y a mí aunque en menor medida. Dimos por hecho que no escribiría mi exposición sin que él la conociera. Yo le leí todo el manuscrito antes de la impresión y fue él quien redactó el segundo capítulo de la parte sobre la economía»
Así pues, acusando a Engels de traición, Attali llega a la absurda conclusión de que Marx se traicionó a sí mismo.
Aunque su saña contra Engels es indecente, no nos cabe ninguna duda de que si Attali hubiera podido, habría presentado también a un Engels que no tuviera traza alguna de militante revolucionario. Ya otros lo procuraron antes y se dejaron los dientes en el intento. La corriente revisionista de la socialdemocracia alemana intentó travestir a Engels en reformista, adulterando su Prefacio al texto de Marx sobre La lucha de clases en Francia. Rosa Luxemburgo en su Discurso sobre el programa, se sublevó contra ese mangoneo: «Engels no pudo vivir lo suficiente para ver los resultados, las consecuencias prácticas de la utilización que han hecho de su Prefacio (…) Pero yo estoy segura de una cosa: cuando se conocen las obras de Marx y de Engels, cuando se conoce el espíritu revolucionario vivo, auténtico, íntegro que se desprende de sus escritos, de todas sus enseñanzas, te convences de que Engels habría sido el primero en protestar contra los excesos resultantes del puro y simple parlamentarismo (…) Engels e incluso Marx, si hubiesen vivido, habrían sido los primeros en sublevarse violentamente contra eso, para impedir, para frenar tajantemente al vehículo y que no acabase en el fango». Rosa no sabía en ese momento que ya Engels había protestado vivamente contra esas infames manipulaciones. El 1 de abril de 1895 escribió a K. Kautsky para expresar su indignación al ver en el periódico del partido, el Vorwarts, un extracto manipulado de su Prefacio que le hacía “aparecer como partidario, a toda costa, de la legalidad». Igualmente se quejó a Lafargue de que : «[Wilhelm] Liebknecht me acaba de hacer una buena jugada. Ha tomado de mi Introducción a los artículos de Marx sobre Francia desde 1848 a 1858, todo lo que pueda respaldar la táctica pacífica y nunca violenta que le gusta predicar desde hace ya tiempo».
Es cierto que, a diferencia de Engels, Marx no vivió lo suficiente como para defenderse él mismo. Solo los comunistas, sus auténticos herederos, pueden defender su memoria. Es lo que hizo naturalmente Engels en el discurso que pronunció en los funerales de Marx: «…Fue, por encima de todo, un revolucionario. Su misión en la vida ha sido contribuir, de una manera o de otra, a derribar la sociedad capitalista y las instituciones del Estado que ésta ha creado, a liberar al proletariado moderno, de quien fue el primero en definir las condiciones de su emancipación. En el combate se encontraba en su elemento. Luchaba con una pasión, una tenacidad y un éxito sin parangón (…) Marx fue el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Gobiernos absolutistas y republicanos le deportaron. Burgueses, conservadores o demócratas, se han unido contra él. De todo eso él nunca se ocupó salvo en caso de extrema necesidad. Murió adorado, reverenciado y llorado por millones de camaradas revolucionarios desde las minas de Liberia a California, en Europa y en América». Contrariamente a lo que pretenden las obscenas falsificaciones de Attali, para quien el marxismo nació enterrando a Marx, éste ha sido uno de los grandes militantes revolucionarios y de ninguna manera el padre del reformismo pequeñoburgués.
«Decididamente la vía de la revolución es inútil, piensa Marx» (pág. 315). ¿No debería decir, más bien, “piensa Monsieur Attali” puesto que es de eso de lo que se trata? ¿Cómo tomarse ni por un instante en serio a un señor consejero del Elíseo que pretende inmiscuirse en el espíritu de Marx atribuyéndole estupideces que sólo tienen sentido en la boca de un “Señor Consejero”?
El Manifiesto comunista de 1848, redactado por Marx y Engels, muestra muy claramente cual era el objetivo que, sin ningún equívoco, perseguían: «Los comunistas no se rebajan a disimular sus opiniones y sus proyectos. Proclaman abiertamente que sus objetivos no pueden alcanzarse de otra manera que con la destrucción violenta de todo el antiguo orden social. ¡Tiemblen las clases dirigentes ante la idea de una revolución comunista! Los proletarios no tienen nada más que perder que sus cadenas. Tienen, en cambio, todo un mundo por ganar».
Azel (1 de febrero de 2006)
[1] Especialmente en 1848 y en 1864 cuando pensó que ya había condiciones materiales para la revolución estaban presentes. Así, por ejemplo, le escribió a Engels en 1857: «Trabajo como un loco para acabar mi libro sobre la economía política porque sino el sistema se va a venir abajo antes de que haya podido acabar mi libro».
Publicamos a continuación el contenido de nuestra intervención en el Foro Alasbarricadas (www.alasbarricadas.org [16]) donde se discutía sobre Chávez y su “revolución bolivariana”. El Foro titulado «Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela», plantea qué posición a tomar frente a Chávez y su “revolución bolivariana” en Venezuela. Chávez se ha convertido en el nuevo mito con el cual hacernos creer que dentro del capitalismo, dentro de su Estado opresor, dentro de la defensa de la nación, se podría conseguir algún “avance” hacia la “liberación de los pueblos”.
Publicamos a continuación el contenido de nuestra intervención en el Foro Alasbarricadas (www.alasbarricadas.org [16]) donde se discutía sobre Chávez y su “revolución bolivariana”.
El Foro titulado «Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela», plantea qué posición a tomar frente a Chávez y su “revolución bolivariana” en Venezuela.
Chávez se ha convertido en el nuevo mito con el cual hacernos creer que dentro del capitalismo, dentro de su Estado opresor, dentro de la defensa de la nación, se podría conseguir algún “avance” hacia la “liberación de los pueblos”.
Para mantenernos atados de pies y manos a la lógica del capital, la burguesía de izquierdas se dedica a vendernos falsos modelos de “liberación social”. En los años 30 el gran mito fue la “Patria Socialista” de Rusia –apoyándose en las cenizas de la revolución proletaria aplastada desde dentro por el partido bolchevique degenerado–. Ante el desgaste considerable de este mito, en los años 60-70, la “extrema izquierda” del Capital (estalinistas “críticos”, trotskistas, maoístas, anarquistas oficiales) levantaron nuevos ídolos: Che Guevara, la “revolución” cubana, Vietnam, la China de Mao… Esos engaños tuvieron corta vida. Se comprobó que esos nuevos ídolos tenían los pies… de barro capitalista. Aparecieron “nuevas esperanzas”: los Sandinistas, los Zapatistas, el PT brasileño… ¡a los que también se les ha visto el plumero… capitalista!
Queremos decir que compartimos y apoyamos los argumentos de compañeros anarquistas y no anarquistas que rebaten a los que desde las filas anarquistas piden el apoyo “crítico” (como haría cualquier trotskista que se precie) al Sargento Chávez. No deja de ser paradójico que elementos que se reclaman del anarquismo propongan apoyar de manera “crítica” un “proceso” como el venezolano que se basa en el reforzamiento absolutista del Estado, en la preponderancia del Ejército y del más brutal militarismo, en un feroz capitalismo de Estado y en el culto a la personalidad del “gran líder bolivariano” el radiofónico Chávez. Sin embargo, nos vamos a ceñir al contenido del Foro aportando 3 argumentos para desmitificar el engaño Chávez:
Rosa Luxemburg en su denuncia de la carnicería de la primera guerra mundial señalaba que «la política imperialista no es obra de un país o de un grupo de países. Es el producto de la evolución mundial del capitalismo en un momento dado de su maduración. Es un todo inseparable que no se puede comprender más que en sus relaciones recíprocas y al cual ningún estado puede sustraerse».
Todo Estado es necesariamente imperialista. El capitalismo es un sistema mundial y todo capital nacional se integra dentro de él. Cada Estado nacional practica una política imperialista adecuada a su posición económica, su papel estratégico, sus capacidades militares etc. Estados Unidos tiene aspiraciones de gendarme mundial. En cambio, las ambiciones de Venezuela son más limitadas – el Caribe y América Latina - pero no por ello menos voraces. La burguesía venezolana anda dividida sobre qué opción tomar: ¿la tradicional alianza con el gran vecino del Norte defendida por los partidos clásicos, la Democracia Cristiana y los “socialistas” de Mister Pérez? ¿O el “desafío bolivariano” que propugna el sargento Chávez? Todo indica que esta última es apoyada por un sector importante del Capital venezolano pues conviene a sus necesidades de expansión y conquista de áreas de influencia. Por ejemplo, ha tejido una alianza ventajosa con el régimen castrista dándole el balón de oxígeno de sustituir el petróleo ruso por el de Maracaibo.
P.Moras, uno de los participantes en el Foro que se reclama del anarquismo, dice «la participación del movimiento anarquista en los procesos de lucha antiimperialista se advierte indispensable». La ideología “anti-imperialista” se basa en reducir el imperialismo a un pequeño grupo de Estados y considerar a los demás como “víctimas”. Este reduccionismo suele llegar al extremo de ver a Estados Unidos como el único imperialismo o como “el imperialismo número uno”. A partir de esta jugarreta “dialéctica” se nos hace apoyar a los Estados que se oponen al tío Sam ocultando que participan del mismo sistema que Estados Unidos y tienen las manos igualmente manchadas de sangre. Además, la matraca sobre “Estados Unidos imperialismo número uno” echa un tupido velo sobre las cínicas ambiciones de sus rivales como Francia o Alemania (o de servidores de estos últimos como el Gobierno Zapatero).
La ideología “anti-imperialista” de Chávez es tan imperialista como la “lucha anti-terrorista” de Mister Bush. Ambas cumplen la misma función: servir de banderín de enganche para que obreros y explotados den su vida por la causa capitalista. Frente a ello reivindicamos la lucha contra todos los bandos imperialistas en vistas a preparar las condiciones para la Revolución Social Mundial que acabe con todos ellos.
La burguesía es la clase más hipócrita que ha existido en la historia. Siempre encuentra un “argumento” para justificar su explotación, sus guerras y su barbarie. ZP – como antes hiciera el adusto Aznar - justifica nuevos contratos basura en nombre de la “creación de empleo”. En Venezuela, Chávez justifica la agravación de la miseria y el hambre en nombre de la ayuda a las masas empobrecidas mediante las “Misiones” con las cuales «se informalizan las condiciones de trabajo, lo que “flexibiliza” (es decir, hace precaria) la fuerza de trabajo a través de las cooperativas, donde los trabajadores perciben salarios de hambre menores que el salario mínimo sin ningún tipo de cobertura social; por otra parte, por cada área de servicio o producción que se cubre a través de las misiones, se desmejoran las condiciones salariales y sociales de los trabajadores formales que hasta ahora laboran en esas áreas, ya que son violadas las contrataciones colectivas y son chantajeados con el despido» (Internacionalismo. Publicación de la CCI en Venezuela).
Respecto a las pretendidas “conquistas sociales” que habría aportado el chavismo, el post de El Libertario, un grupo anarquista venezolano con posiciones sin embargo bastante claras sobre Chávez, denuncia el mito de “la sanidad y la educación” que es la misma milonga que nos cuentan para pedir el apoyo al régimen cubano. Los “progresos en educación y sanidad” sirven para encubrir el avance vertiginoso de la miseria y la explotación en estos últimos 8 años. Los compañeros del grupo argentino Nuevo Proyecto Histórico en su interesante texto “La guerra social por otros medios” aportan datos claros: «Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el INDEC venezolano, en el año 1999 la pobreza extrema alcanzaba al 19,9 por ciento y en cambio ahora todo empeoró, ya que afecta al 28,1% de la población. La pobreza era en 1999 del orden del 43% y en el 2005 aumentó hasta llegar al 54%. El 22 por ciento de los venezolanos está desnutrido y el 47% vive con dos dólares por día».
Los barrios pobres de las ciudades, las más remotas estancias campesinas, se han llenado de “Círculos bolivarianos”, “milicias”, “órganos de cogestión” etc. Esta telaraña de “organismos participativos”, la mayoría tutelados por miembros del Ejército, nos la pintan como la alternativa de la “democracia participativa” frente a la vieja “democracia representativa” liberal.
Algunas intervenciones en el Foro se emocionan sobre las “experiencias de autogestión” que estarían en curso en Venezuela. No vamos a entrar aquí sobre la naturaleza de la autogestión, simplemente queremos apoyar la respuesta contundente que hace El Libertario a esas especulaciones: «Por ejemplo, se refiere a obreros y campesinos en lucha, aparentemente aludiendo a los imaginativos cuentos que la propaganda chavista difunde en el exterior sobre las tomas de fabricas y haciendas, situación que solo ha ocurrido en términos muy limitados y bajo control del aparato gubernamental, que ha estatizado empresas agrícolas e industriales en bancarrota o con graves problemas judiciales, operándolas bajo régimen de capitalismo estatal y sin ninguna intención de dejarlas en manos de sus trabajadores».
El Estado venezolano se dota de instrumentos “participativos” cuya misión es controlar a los trabajadores y a la población, someterlos a una férrea vigilancia, chantajearlos (“si no participas en la revolución no tienes derecho a las ayudas sociales”), reprimirlos si hace falta en caso de huelgas o manifestaciones obreras. ¿Qué diferencia hay realmente entre esos organismos de encuadramiento estatal y las “milicias populares” de los regímenes estalinistas o las SA del nazismo? La diferencia está únicamente en la justificación ideológica.
El Estado burgués es una dictadura totalitaria de la clase explotadora sobre la inmensa mayoría de la población. Para enmascararla adopta los más variados disfraces. El más utilizado es la Democracia. En Venezuela, ante el evidente desprestigio de la vieja democracia liberal representada por los partidos tradicionales, los creativos publicitarios de Chávez han encontrado nuevos envoltorios.
El “anti-imperialismo” de Chávez, su “democracia representativa”, sus “conquistas sociales”, constituyen otros tantos reclamos para que lo elijamos –aunque sea “críticamente”– como nuevo “libertador”. Y si rechazamos tales patrañas se nos chantajea atribuyendo « a todo el que tenga una posición principista de independencia de clase que no quiere “mancharse las manos". ¿Esto que quiere decir? Que lo correcto es "mancharnos las manos" o "embarrarnos los pies"», como muy bien denuncia P Mattick, otro participante en el mencionado Foro que se reivindica de una posición consejista.
A esos chantajistas les respondemos muy sencillamente: lo que es práctico para la burguesía no lo es para el proletariado. Para la burguesía resulta muy práctico que los obreros elijamos campo entre los diferentes gángsteres que la componen. Que aceptemos la explotación, la guerra y la miseria en nombre de la “lucha anti-imperialista”.
¡Pero eso no es práctico para el proletariado y para la inmensa mayoría de la humanidad! Lo práctico para el proletariado es defender su autonomía de clase, mantener su independencia en reivindicaciones, organización y métodos de lucha. El arma más perniciosa de la burguesía es obligarle a elegir plato en el menú podrido del capitalismo: entre Chávez y Bush, entre ZP y Aznar, entre altermundialistas y globalizadores, entre demócratas y fascistas, entre militares y civiles… El proletariado debe reconocerlos como servidores incondicionales del Estado Capitalista y luchar de forma autónoma contra todos ellos. Recordemos la letra de “La Internacional”: «Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor».
Acción Proletaria.
Aunque los organismos económicos internacionales no reconocen estadísticamente una recesión económica en la mayoría de los países centrales ni cuanto menos un estancamiento, la vida cotidiana se hace cada vez más imposible para millones de jóvenes desempleados sin posibilidad de acceder a su primer empleo, o contratados en precario en condiciones miserables; o para los jubilados con pensiones que apenas permiten sobrevivir dignamente; obreros amenazados de despidos o chantajeados con la exigencia de trabajar más y cobrar menos para evitar las deslocalizaciones o los cierres de empresas… Así se suceden los llamados eufemísticamente “planes de empleo juveniles” (en Francia con el CPE querían instaurar el despido libre los dos primeros años de contrato), o “reformas del mercado de trabajo” (España: abaratamiento del despido), los “acuerdos de salvamento económico” (Alemania: la burguesía tenía “in mente” algo parecido a lo de Francia, más atrasar la jubilación a los 67 años; más aumento 3% IVA), o los recortes del “Estado del bienestar” en todas partes (en Gran Bretaña se anuncia igualmente en el sector público la obligación de trabajar hasta los 65 años); o los anuncios directos o indirectos de despidos, como en el automóvil en España, o el sector público en Alemania… Mientras muchos seres humanos se las arreglan para sobrevivir como pueden en medio de una miseria y una barbarie crecientes, no sólo en los países de la periferia, sino en el corazón mismo de las principales metrópolis capitalistas, como París (como han mostrado las revueltas de Otoño 2005 en la periferia de las ciudades francesas) o Nueva Orleáns.
Tampoco resultan tranquilizadores que digamos el «nuevo orden mundial», ni la «libertad duradera»[1], ni los «planes de Paz» en Oriente Medio…, al contrario, el fantasma de una guerra civil se perfila en Irak, y un aumento de las tensiones guerreras entre Israel y los países árabes. El fiasco de la invasión de Irak, ha desencadenado la barbarie más absoluta en el país, con centenares de muertos cada día en atentados y enfrentamientos armados, a los que hay que sumar los enfermos, ancianos y niños carentes de las mínimas condiciones higiénico-sanitarias. El esfuerzo bélico USA para imponer sus dictados en la región (no sólo a Saddam y las fracciones árabes radicales; sino fundamentalmente frente a los intereses de las potencias europeas), que comienza a despertar las protestas contra la guerra de la población americana recordando el «síndrome de Vietnam», está llevando en realidad a un reforzamiento de la fracción chiita[2] apoyada por Irán; el imperialismo iraní, que resulta el beneficiario momentáneo de esta situación de caos en la región, amenaza con su rearme nuclear y su candidatura a potencia regional.
De hecho, bajo la cobertura mediática de una aparente “normalidad”, se está produciendo una verdadera agravación de la crisis, los ataques a nuestras condiciones de vida y las tensiones imperialistas.
Sobrevivir en el capitalismo se hace cada vez más duro para la mayoría de la población mundial no explotadora. A la miseria del desempleo, la pobreza, la guerra y los atentados indiscriminados que amenazan a los obreros de cualquier ciudad del mundo, desde Tel-Aviv a Londres, Moscú o Madrid, se suma el impacto de la degradación social, la violencia, la delincuencia[3]… El capitalismo no ofrece ninguna perspectiva a la humanidad; al contrario, su subsistencia significa cada vez más miseria, barbarie y caos en todo el mundo.
Frente a ello se puede constatar un desarrollo de la combatividad de la clase obrera en todo el mundo, y de la reflexión sobre la perspectiva, sobre si existe una alternativa al capitalismo. Las movilizaciones contra el CPE en Francia, de las que ha sido protagonista una nueva generación de la clase obrera, son un impulso y una confirmación de esta dinámica, por su determinación, pero también por su búsqueda de la solidaridad, su organización en asambleas masivas, y el desarrollo de una conciencia sobre el futuro que el capitalismo ofrece a la clase obrera y a toda la humanidad. Aunque aún estamos lejos de ver un “crescendo” de luchas masivas en todas partes, estos combates no son un trueno en un cielo sereno, sino que expresan un cambio de espíritu en la clase obrera, particularmente en los jóvenes, que no han sufrido el impacto de las campañas sobre la muerte del comunismo. Son una confirmación del giro en la lucha de clases que se viene produciendo desde 2003, y cuyas características habíamos planteado:
«– implican a sectores muy significativos de la clase obrera de los países del centro del capitalismo (por ejemplo en Francia en 2003);
– manifiestan una mayor preocupación por problemas más explícitamente políticos. En particular los ataques a las pensiones de jubilación plantean la cuestión del futuro que la sociedad capitalista puede depararnos a todos;
– la cuestión de la solidaridad de clase se plantea de una forma mucho más amplia y más explícita de lo que se planteó en los años 1980, como hemos visto, sobre todo, en los movimientos más recientes en Alemania;
– se ven acompañadas del surgimiento de una nueva generación de elementos que tratan de encontrar claridad política. Esta nueva generación se expresa tanto en una nueva afluencia de elementos netamente politizados, como en nuevas capas de trabajadores que, por vez primera, se incorporan a las luchas. Como se ha podido comprobar en algunas de las manifestaciones más importantes, se están forjando las bases de una unidad entre esta nueva generación y la llamada “generación de 1968” en la que se incluyen tanto la minoría política que reconstruyó el movimiento comunista en los años 1960 y 1970, como sectores más amplios de trabajadores que vivieron la rica experiencia de luchas de la clase obrera entre 1968 y 1989.» (Resolución sobre la situación internacional del 16º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 122).
Además del movimiento de la primavera francesa, se han desarrollado luchas en el metal de Vigo, donde los obreros han buscado la solidaridad de otros compañeros, y han convocado “asambleas públicas” en la calle, donde pudieran intervenir otros obreros; en el sector postal de Irlanda del Norte, donde se han unido católicos y protestantes, organizando manifestaciones conjuntas en ambas zonas de Belfast; en la administración pública en Gran Bretaña y Alemania, contra las medidas de atraso de la jubilación; en Delhi, India, donde los obreros de Honda han recibido la solidaridad de las fábricas vecinas y de la población, etc. Desde 2003, diferentes luchas obreras han jalonado puntualmente esta dinámica, que lentamente se va a acelerando y consolidando (como la huelga de transportes en Nueva York, en defensa de las pensiones, donde los obreros han luchado para defender las condiciones laborales de sus compañeros más jóvenes; SEAT en España; hospital Garrahan en Argentina; Mercedes Benz en Alemania…)[4].
Al famoso Mayo del 68 francés, siguió rápidamente, como un reguero de pólvora, del “Otoño caliente” italiano en 1969, las luchas de Polonia en 1970, o España en 1976… La clase obrera, que apenas había levantado la voz tras la guerra, emprendía una dinámica de lucha y de búsqueda de una alternativa al capitalismo muy marcada por el entusiasmo y las ilusiones inmediatistas (“la revolución está a la vuelta de la esquina”), y por la dificultad para desarrollar una politización, que no ha llegado a desembocar, como muchos pensaban, en un enfrentamiento revolucionario directo con el Estado burgués; aunque tampoco ha sufrido una derrota que aleje por siempre esa perspectiva, como la burguesía ha pretendido con su campaña sobre “el fin de la lucha de clases”.
Hoy la incorporación de una nueva generación al combate de la clase obrera es la señal para el desencadenamiento de una nueva dinámica de huelga de masas, que no parte de donde se había quedado la dinámica del 68, aunque poco a poco va integrando sus lecciones; que une diferentes generaciones obreras; que se ve obligada a ir al fondo de las cuestiones sobre la perspectiva del capitalismo y la lucha, desarrollando por eso una politización; que avanza más lentamente y no es espectacular, pero va ganando al conjunto de la clase a la lucha y a la reflexión; que se ve obligada a tomar conciencia de su escala internacional y su naturaleza de clase (acallando todas las especulaciones sobre la “recomposición de la clase obrera” y “los nuevos sujetos revolucionarios”).
La burguesía siente la amenaza que este movimiento implica para su dominación de clase, y desde hace años intenta contrarrestarlo. Primero desarrolló el movimiento antiglobalización (donde se refundieron gran parte de los restos de grupos izquierdistas y ex estalinistas con anarquistas y pacifistas) en respuesta al anticapitalismo que iba extendiéndose entre los jóvenes, para mostrar que “otro mundo es posible”…. ¡en el capitalismo! Un capitalismo “solidario” y “de rostro humano”, al estilo del Sr. Presidente Lula, ex sindicalista que no ha tenido ningún reparo, acostumbrado a imponer la austeridad a los obreros con su política sindical, en impulsar las medidas de “contención salarial” y despidos que exige el “saneamiento de la economía nacional”.
Hoy que la dinámica de luchas va desarrollándose y madurando, ganando el terreno de la lucha obrera contra la precariedad, los despidos y el desempleo, y los recortes salariales, la burguesía de entrada niega la mayor, ocultando deliberadamente esa dinámica, como se ha podido ver en la casi clandestinidad con que los medias han tratado la lucha contra el CPE en Francia, comparándola por ej. con el lujo de detalles con que nos obsequiaron el Otoño de 2005 sobre los altercados en la “banlieue”. Después encargando a sus plumíferos universitarios e intelectuales, sus “expertos analistas”, verdaderas campañas de calumnias para tratar de presentar estas luchas como “fenómenos aislados”, “casos particulares”, o “movimientos estudiantiles retardatarios” (como en el caso de Francia), cuando no como “protestas de privilegiados” (refiriéndose a la defensa de las condiciones de vida obreras y tratando de oponer a fijos y eventuales, jóvenes y mayores)[5].
Pero al mismo tiempo busca a toda prisa, revolviendo en su basura, un “modelo alternativo” al capitalismo para ofrecer a los elementos de este movimiento que se plantean alternativas políticas. De estos lodos del viejo mundo nos quieren vender ahora la alternativa de futuro, el «socialismo del s XXI» del Sr Chávez, que recién estrenado ya huele a bien podrido. ¿Y cómo podía ser de otro modo, si ahora pretenden convencernos de que la perspectiva está en un movimiento “bolivariano” populista, interclasista, que saca su antiimperialismo…USA, del apoyo que le prestan las potencias europeas rivales de éste; que se pone un disfraz “comunista” con las barbas de Fidel, cuya dictadura vitalicia es la caricatura de que el estalinismo tiene algo que ver con el comunismo?
Estos personajes que nos presentan ahora como el núcleo duro del «socialismo del futuro» han sido al contrario en el pasado, el hazmerreír de la campaña anticomunista y “democrática” de la burguesía: un viejo carcamal que ha hecho del «socialismo cubano» la bandera de la explotación salvaje de la población y al mismo tiempo su seguro de vida (después de ver el destino de los antiguos dirigentes del aparato estalinista en diferentes países); y un militar golpista con delirios de grandeza “panamericanos”, que defiende los intereses del capital venezolano a punta de pistola, repartiendo la miseria entre la población; y que saca su “resistencia” frente al imperialismo de las divisas del petróleo que vende a los USA. ¡Tan pocos recursos tiene el capitalismo a la hora de ofrecernos un futuro!
Eso sí, para dar un matiz “étnico” y de “modernidad” a este estalinismo populista trasnochado, la burguesía recurre a la guerrilla zapatista y al gobierno indigenista del Sr. Morales. Pero lo bien cierto es que son más de lo mismo. El “comandante Marcos” y los dirigentes zapatistas han mostrado con creces en las regiones del Estado de Chiapas donde han ejercido su gestión y su gobierno, que no tienen nada que envidiar a cualquier otro gobierno burgués por lo que concierne a la imposición de la austeridad a la población y la defensa de las necesidades de la economía capitalista, que nunca han puesto en cuestión[6]. Por otra parte, en su salto a la política nacional en la campaña electoral, el «delegado “0”» (Marcos) ha dejado bien clara su lealtad al capital nacional, con la que trata de compaginar los intereses de los pequeños propietarios[7].
El Sr. Morales (otro sindicalista promocionado a jefe de Estado), ha llegado al gobierno con un programa puro y duro de defensa del capital nacional, basado en la nacionalización de los hidrocarburos (que además ha sido un arma de engaño contra las luchas obreras que se desencadenaron hace dos años y que han sido enterradas en el movimiento “indigenista”), que no tiene nada que ver con la defensa de los obreros ni con no se qué «socialismo». Pero además (para que pueda verse el lado mediático de la propaganda de la burguesía sobre estos «revolucionarios»), sus recientes nacionalizaciones son de chicha y nabo, pactadas con el capital extranjero que explota la extracción del gas boliviano (por ej el capital español) y fundamentalmente al servicio de la mistificación de la población.
El verdadero movimiento revolucionario del s XXI son las luchas de la clase obrera; es el movimiento de huelga de masas que avanza lentamente; que va a estallar (como en Francia) en movilizaciones masivas en diferentes países, pero que también puede manifestarse en luchas puntuales que expresan las preocupaciones de la clase, y también madura en profundidad, en la reflexión de los elementos de la clase que buscan posiciones revolucionarias, en la intervención y el trabajo de los grupos revolucionarios. Ese movimiento que la burguesía quiere ocultar y difamar a toda costa,
15.05.2006
[1] Tras el hundimiento del estalinismo y el bloque del Este en 1989, y la primera del Golfo, desencadenada por USA para afirmar su liderazgo mundial en solitario frente a las otras potencias (principalmente europeas), Bush padre anunció un «nuevo orden mundial» de «paz y prosperidad» que sucedería a la «guerra fría»; ya hemos visto en qué ha quedado este pronóstico, con un aumento de las tensiones imperialistas en todo el mundo y del cada uno a la suya. Por otra parte, «libertad duradera» es el nombre de la operación militar de invasión de Irak, de la 2ª guerra del Golfo desencadenada por Bush hijo.
[2] «Será una pesadilla si nuestro país acaba siendo la guardia pretoriana de los chiies en Irak», ha dicho Anthony Lake, exconsejero de seguridad con Clinton
[3] En el Estado de Sao Paulo (Brasil) por ej., la amenaza de traslado de algunos “capos” mafiosos a otras cárceles, ha desencadenado una auténtica guerra en la que la población se toma como rehén y que ya lleva 82 muertos y muchos más heridos
[4] Ver Acción Proletaria noº 187, 184, y 178
[5] Ver en este mismo AP nuestra denuncia de una de estas “contribuciones” del Sr. Amorós: «La Primavera francesa explicada a los ibéricos»
[6] Ver Revolución Mundial, publicación de la CCI en Mexico, nº 87,88 y 89
[7] Ver «correo del lector» en Revolución mundial nº 92
El movimiento de los estudiantes en Francia contra el “CPE” (Contrato Primer Empleo) ha hecho retroceder a la burguesía, obligándola a retirarlo el día 10 de abril pasado. Pero si el gobierno ha tenido que dar marcha atrás se ha debido también, y sobre todo, a que los trabajadores se han movilizado en solidaridad con los hijos más jóvenes de la clase obrera. Lo hemos visto en las manifestaciones del 18 de marzo, del 28 de marzo y del 4 de abril.
A pesar de la “estrategia de pudrimiento” del movimiento decidida por el Gobierno para poder clavar el CPE (“Contrato Para dejarse Estafar”) a la fuerza, los estudiantes no se han dejado impresionar por la orden de intimidación capitalista acompañada de sus policías, sus chivatos y sus “pelotilleros”.
Los universitarios en lucha (y los estudiantes de institutos más maduros y conscientes) han conseguido, con su determinación, su coraje ejemplar, su profundo sentido de la solidaridad y su confianza en la clase obrera, convencer a los trabajadores y sacarlos a la calle con ellos. De hecho en las manifestaciones se notaba la presencia de numerosos asalariados de todos los sectores, tanto del público como del privado.
Este movimiento de solidaridad de toda la clase obrera ha alarmado a la burguesía mundial. Por eso los medios de “informativos” se han dedicado a deformar sistemáticamente la realidad, al mismo tiempo que, por ejemplo, la burguesía alemana retiraba preventivamente la aplicación de un plan gemelo al CPE francés. En ese sentido puede decirse que uno de los principales logros de este movimiento ha sido precisamente su repercusión internacional.
Los mediocres “junta letras” al servicio del orden capitalista (como los de “Libération” que en sus páginas de “crónica social” se burlaban de que la «gran noche» de «los hijos de la clase media», iba a acabar en simple «madrugón») pueden seguir, si así les place, cantando misa o La Marsellesa, para aliviar la “depresión” que les produce que el movimiento contra el CPE no haya sido una “fronda de guillotinadotes” dirigida por modernos jacobinos, ni una “revolución naranja” orquestada por fans de la “música yé-yé”.
Y aunque, debido a su falta de experiencia, a su ingenuidad y a su ignorancia de la historia del movimiento obrero, la gran mayoría de los estudiantes en lucha no tienen aún una conciencia clara del alcance histórico de su combate, lo cierto es que han abierto las puertas del porvenir. Han retomado el testigo de generaciones pasadas, la de quienes pusieron fin a la a la guerra de 1914-18 desarrollando la solidaridad internacional de la clase obrera en los campos de batalla, la de quienes continuaron defendiendo, en la clandestinidad, los principios del internacionalismo proletario durante el Segundo Holocausto Mundial, y la de quienes a partir de Mayo del 1968 pusieron fin al largo periodo de contrarrevolución estalinista (ver artículos sobre Mayo 68, el “Cordobazo” argentino, el Otoño italiano de 1969, Polonia,… en nuestras publicaciones) impidiendo así el desencadenamiento de una Tercera Guerra Mundial..
Los sindicatos al rescate del gobierno… y a la recíproca
Si la burguesía ha retrocedido ha sido también para salvarles el tipo a sus sindicatos. La clase dominante (que se ha beneficiado de la “solidaridad” de toda la clase capitalista de las grandes potencias europeas y americana) ha acabado comprendiendo que es mejor quedar desacreditada un tiempo antes que lastrar a su aparato de encuadramiento sindical. Para salvar los muebles, la capitoste de los patronos, Laurence Parisot (que dada las circunstancias ha desempeñado brillantemente su papel de “mediadora” y de “partenaire” de la paz social), no tuvo más remedio que ir a “negociar” con la Intersindical.
Si el gobierno ha acabado cediendo a las presiones de la calle es porque en la mayor parte de las empresas, los obreros han empezado a cuestionarse sobre porqué los sindicatos no estaban haciendo absolutamente nada para favorecer las expresiones de solidaridad de los trabajadores con los estudiantes. Todo lo contrario. En la gran mayoría de empresas públicas – y en las privadas -, no apareció ninguna hoja sindical llamando a la manifestación del 18 de marzo. También los preavisos de huelga para la “jornadas de acción y movilización” del 28 de marzo y del 4 de abril, fueron depositados por las direcciones sindicales en el último minuto y en la más completa confusión. Los sindicatos hicieron todo lo posible por evitar la realización de asambleas generales soberanas en las fábricas, justificándolo con el argumento de que los asalariados no tienen «los mismos métodos de lucha que los estudiantes» (declaraciones de Bernard Thibault, en el programa de RTL: “Le grand jury” – “el gran jurado”-, del 26 de marzo). En cuanto a su amenaza de desencadenar un “huelga general prorrogable”, al final del movimiento, le pareció a un gran número de trabajadores como la fanfarronada de un cantamañanas.
Sólo en el sector de los transportes se empeñaron los sindicatos en llamar a los trabajadores a la huelga en las jornadas de lucha del 28 de marzo y del 4 de abril. Pero esos llamamientos tenían más bien la intención de sabotear el movimiento de solidaridad de toda la clase obrera contra el CPE. En efecto, el bloqueo total de los transportes es una maniobra clásica de los sindicatos (y en especial de la CGT) para hacer impopular la huelga y enfrentar unos trabajadores con otros. Precisamente el escaso seguimiento que tuvieron esos llamamientos sindicales a bloquear el transporte es lo que permitió que gran número de trabajadores acudiese a las manifestaciones. Es igualmente revelador de la pérdida de credibilidad de los sindicatos dentro de las empresas, el hecho de que en las manifestaciones un número muy alto de asalariados se reagrupasen en las aceras, lo más lejos posible de las pancartas sindicales.
El hecho de que trabajadores del sector privado (por ejemplo los de la SNECMA y los de Citroën en la región de París) comenzaran a movilizarse en solidaridad con los estudiantes, forzando a los sindicatos “a sumarse” para no perder el control, persuadió definitivamente a la propia patronal de que debía presionar al gobierno para que éste diese marcha atrás, antes de que en empresas importantes del sector privado empezasen a estallar huelgas espontáneas.
Para evitar que los sindicatos no quedasen completamente desacreditados y desbordados por un movimiento incontrolable de los asalariados, a la burguesía francesa no le quedaba más salida que echarles una mano retirando el CPE lo más rápidamente posible tras la manifestación del 4 de abril. Los analistas más inteligentes de la burguesía empezaban a comprobar la veracidad de las negras previsiones que ellos mismos habían anunciado a principios de Marzo: «Hay polvorines por todas partes» (declaraciones en la TV, el 4 de Marzo, de Nicolas Domenach).
En este sentido las declaraciones de Monsieur Villepin ante sus cofrades de la Asamblea Nacional tras las “jornada de acción”, contienen algo de verdad, cuando dijo que su principal preocupación no era la defensa de su orgullo personal, sino el «interés general» (es decir, el del capital nacional).
Frente a esta situación los sectores menos estúpidos de la clase dominante hicieron saltar las alarmas y promovieron una “salida rápida” de la crisis, tras de que en la jornada de lucha del 4 de abril, varios millones de manifestantes (muchos del sector privado) salieron a la calle.
Pero esta conmovedora demostración de “solidaridad” del Estado capitalista con sus sindicatos, no evita que estos se hayan dejado muchos pelos en la gatera para poder mistificar a la clase obrera con sus discursos “radicales”. Por eso, para poder controlar el terreno social, la burguesía ha vuelto a recurrir al final del movimiento, a la consabida “división sindical” – o sea al reparto de papeles - entre las viejas centrales sindicales (CGT, CFDT, FO, CGT, UNEF) y por los sindicatos “radicales” SUD y la CNT.
Y respecto a la “Coordinadora Nacional” de los estudiantes, también hemos visto con claridad en el final del movimiento, que su objetivo primordial era el de agotar y desmoralizar a los estudiantes, e incluso a ridiculizarlos ante las cámaras de la TV. Así por ejemplo, el fin de semana del 8-9 de Abril en Lyon, delegados de universidades de toda Francia se han pasado, ¡dos días!, votando….¡sobre lo que había o no que votar!.
La contribución de los izquierdistas a la “estrategia del pudrimiento”
Ante el descrédito creciente de los sindicatos, tuvo que llamarse a escena a esos “meritorios” del espectáculo de esta comedia francesa: los “colegas” y las “colegas” de Arlette Laguiller que estrenaron un fingido tono incordiante en la manifestación del 11 de Abril, cuando en la del 18 de Marzo, los militantes de “Lutte Ouvriére” se dedicaban a inflar globitos en las aceras y a empapelar con pegatinas “LO” a quien se acercaba a ellos.
El 11 de Abril, cuando el día anterior ya se había retirado el CPE y el gobierno y sus “aliados sociales” negociaban una salida “honorable” a la crisis, LO adoptó la más radical de sus poses para lo que, en realidad, era una manifestación-entierro de la lucha. Para ella se había convocado a los estudiantes dispuestos a ir más lejos, para que salieran a la calle a “radicalizar” el movimiento, tras las banderas rojas de LO junto al paño azul y blanco de SUD y el textil rojinegro de la CNT. Muy multicolor. De hecho ese día toda la diversidad de la fauna izquierdista y anarcoide se habían citado para recorrer juntos las calles las calles, coreando juntos la misma consigna: “¡Retirada del CPE, del CNE y de la ley de “igualdad de oportunidades”! e incluso: “¡Villepin, dimisión!”.
Los obreros más experimentados conocen bien el objetivo de tamaña algarabía. Se trata de engañar a los estudiantes en búsqueda de una perspectiva política, disimulando con radicalismos de fachada el carácter profundamente capitalista de su política. Otro tanto sucede con el “sindicalismo de base” o “radical” que se disfraza de “revolucionario” (cuando en realidad son reputados saboteadores de la lucha) para tratar de rematar la “estrategia del pudrimiento” de la lucha. A estos izquierdistas y anarcos más excitados les hemos visto, en Rennes, Nantes, Aix y en Toulouse, empujar a los estudiantes más radicalizados a que se enfrentasen, grupo por grupo, a sus camaradas que comenzaban a votar a favor del levantamiento del bloqueo en las facultades. Sacar a la palestra al sindicalismo “de base” o “radical”, es una pura maniobra bien organizada por ciertas fracciones del Estado, encaminada a llevar a los estudiantes y los trabajadores más combativos a encadenarse a la ideología reformista.
El terreno de la reflexión tropieza hoy con el encuadramiento que ejercen estos saboteadores profesionales de LO, de SUD (nacido de una escisión de la CFDT en el sector de correos en 1988) y sobre todo por la LCR que siempre ha considerado las universidades como “su coto de caza” y que no ha dejado nunca de avalar a los sindicatos llamando a los estudiantes a que “presionaran” a las direcciones sindicales para que éstas convocaran a los trabajadores a las luchas. Todas estas fracciones “radicales” del aparato de encuadramiento de la clase obrera no han cejado en su empeño de “colgarse” del movimiento estudiantil para desnaturalizarlo o recuperarlo, desviándolo hacia el terreno electoral, el circo actual de los “candidatables”, es decir la defensa de la “legalidad” y de la “democracia” burguesa.
Por otro lado, precisamente por que el CPE simboliza claramente el fracaso histórico del modo de producción capitalista, toda la izquierda “radical” (rosa caramelo, rojo y verde) se camufla ahora detrás de ese escaparate camaleónico que es ATTAC, para hacernos creer que puede edificarse ese “otro mundo mejor” en el seno de un sistema basado en las aberrantes leyes del capitalismo: la explotación y la búsqueda de beneficios.
Cuando los trabajadores han comenzado a manifestar su solidaridad con los estudiantes se ha visto como los sindicatos, los partidos de izquierda y a los izquierdistas de todo pelaje, trataban de ocupar todo el terreno para intentar arrastrar a los estudiantes al regazo de la ideología interclasista de la pequeña burguesía bienpensante. El gran hipermercado reformista ha sido abierto en los foros de discusión, para que cada uno pudiera elegir entre las diferentes mercancías fraudulentas de una variada oferta que va desde José Bové a Chávez (coronel, presidente de Venezuela e ídolo especialmente de la LCR), pasando por Bernard Kouchner y otros “médicos sin fronteras” que regresan regularmente para chantajear y culpabilizar a los proletarios haciéndoles creer que si fueran menos egoístas y aportaran más ayuda “humanitaria”,… ¡podrían resolverse las hambres y las epidemias en África!.
Y a los trabajadores asalariados que se movilizaron contra la CPE, ahora les llaman a que confíen en los sindicatos que son quienes detentan el monopolio de la huelga (y sobre todo de la negociación secreta con el gobierno, la patronal y el ministerio del Interior).
Tras la retirada del CPE ¿Cuáles son las perspectivas?
En las asambleas celebradas a la vuelta de vacaciones, los estudiantes han demostrado tener una gran madurez votando mayoritariamente por el levantamiento del bloqueo y el reinicio del curso y manifestando su voluntad de mantenerse unidos para continuar reflexionando sobre el formidable movimiento de solidaridad que han vivido. Es cierto que muchos de los que querían mantener el bloqueo de las universidades están frustrados porque el gobierno no ha dado más que un pequeño paso atrás, reformulado solamente un artículo de su ley de “igualdad de oportunidades”. Pero el principal éxito de la lucha se sitúa en el plano político puesto que los estudiantes han logrado llevar a los trabajadores a un amplio movimiento de solidaridad entre todas las generaciones.
También es verdad que numerosos estudiantes, favorables a la continuación del bloqueo, tienen nostalgia de la movilización en la que “estábamos todos juntos, unidos y solidarios en la acción”. Pero la unidad y la solidaridad en la lucha pueden construirse también en la reflexión colectiva ya que en todas las universidades y en las empresas se han establecido lazos de unión entre los estudiantes, entre los trabajadores. Los estudiantes y los trabajadores más conscientes saben muy bien que “si nos quedamos solos, mañana se nos comerán crudos”, y eso sea cual sea el color del futuro gobierno. ¿No fue acaso el ministro “socialista” Allègre, el primero que habló de la necesidad de adelgazar el mastodonte de la Educación Nacional?.
Precisamente por esto, los estudiantes y toda la clase obrera, deben entender la necesidad de sacar un balance del combate que acaban de librar contra el CPE, sobre todo sobre las siguientes cuestiones: ¿Dónde ha residido la fuerza del movimiento? ¿Cuáles ha sido las trampas que debíamos evitar? ¿Por qué los sindicatos han frenado el movimiento y cómo han conseguido recuperarlo? ¿Qué papel ha jugado la Coordinadora?
Para llevar a cabo esa reflexión y preparar los futuros combates, los estudiantes y los trabajadores deben reagruparse para reflexionar colectivamente, rechazando cualquier intento de dejarse arrastrar por quienes quieren aprovecharse de su lucha para instalarse en el palacio Matignon o en el Elíseo el año 2007 (o simplemente apuntarse un éxito en esas elecciones). No deben olvidar que aquellos que hoy se presentan como sus defensores, intentaron antes sabotear la solidaridad de la clase obrera, “arreglando” a sus espaldas la famosa “estrategia de pudrimiento” mediante la violencia (¿No fue acaso la Intersindical quien condujo repetidas veces a los manifestantes a la Sorbona permitiendo así a las bandas de “provocadores” manipulados atacar a los estudiantes?).
El movimiento anti-CPE ha puesto de manifiesto la necesidad de politización de las jóvenes generaciones de la clase obrera para hacer frente al cinismo de la burguesía y su ley sobre la “igualdad de oportunidades”. No hay que estudiarse El Capital de Karl Marx para darse cuenta de que la “igualdad”, en la sociedad capitalista, es un engañabobos. Hace falta estar completamente atontado para creerse ni por un solo instante que los hijos de los obreros en paro que viven en los barrios marginales pueden seguir estudios superiores en la ENA o en la Facultad de Ciencias Políticas. En cuanto a la “igualdad de oportunidades” la clase obrera sabe de sobra que sólo existe en la lotería y en las quinielas. Por eso esta canallesca es una tremenda “cornada” de la clase dominante, y no podía ser percibida por la juventud más que como una provocación pura y dura del gobierno.
La dinámica de politización de las nuevas generaciones proletarias no podrá desarrollarse plenamente sin una visión más global, histórica e internacional de los ataques de la burguesía. Para poder acabar con el capitalismo, para construir una nueva sociedad las nuevas generaciones de la clase obrera deberán enfrentarse necesariamente a todas las trampas que los perros guardianes del capital, tanto en la universidad como en las empresas, les ponen constantemente para sabotear su toma de conciencia sobre la quiebra del capitalismo.
Ha llegado el momento de cerrar el catálogo de movilizaciones-trampa de sindicatos, izquierdistas y anarcos, para reabrir los “buzones de ideas” en los que la clase obrera pueda reflexionar y discutir colectivamente sobre el futuro que el capitalismo puede ofrecer a las nuevas generaciones. Únicamente esta reflexión permitirá a las nuevas generaciones retomar mañana, el camino de la lucha con más fuerza y más unidos, frente a los incesante ataques de la burguesía.
Corriente Comunista Internacional.
(23 abril 2006)
Cuando el pasado 22 de Marzo, ETA anunció un “alto el fuego permanente”, se desató una abrumadora campaña propagandística de intoxicación, en la que participaron desde los sindicatos ¡hasta los equipos de fútbol!, y especialmente los medios de comunicación que realizaron un espectacular despliegue (ahí está el Estado capitalista para sufragar los gastos) de “especiales informativos”, “dossier” escritos, programas monográficos en radios y TV, etc., todo ello para transmitir a la población que «se abre una puerta a la esperanza» de «una sociedad sin violencia», de «una convivencia pacífica». En definitiva que se abre una oportunidad para la paz[1]. Pero la historia demuestra que,…
La burguesía es la clase más cínica de la Historia. Si, en su etapa revolucionaria, sus pensadores fueron capaces de desmontar el mito del “mandato divino” como explicación de la organización social, lo hicieron para reemplazar el viejo sistema de explotación por el suyo propio al que justifican con otras tantas patrañas, aún más hipócritas: ¿la explotación?... “se trata en realidad de un favor de los patronos a los obreros para crear riqueza y que estos puedan ganarse la vida”; ¿la guerra?... “una cruzada de la civilización contra la barbarie, y poco importa que cada uno de los bandos se atribuya a si mismo el papel de ‘civilización’”; ¿la destrucción del planeta?... “es el resultado del carácter depredador de la especie humana y de su irrefrenable consumismo”; ¿el hambre, las epidemias,…?... “fruto del egoísmo y la insolidaridad del hombre”, etc., etc. Como se ve toda una serie de cortinas de humo para ocultar a la población en general, y en particular a la única clase que puede poner en cuestión el vigente orden social – el proletariado –, que la causa de verdadera de la miseria, las masacres, la devastación de la naturaleza, es el orden social capitalista.
Este cinismo alcanza cotas verdaderamente repugnantes cuando se habla de la paz. Todos los gobernantes capitalistas se llenan la boca de “paz”, de “propuestas para la paz”, de “masacres para acabar consiguiendo la paz”,… Pero la realidad es que el capitalismo que, como decía Marx, «nació en la sangre y en el lodo», ha elevado la violencia a su potencia más elevada, el terror[2], haciendo de éste, en sus distintas variantes (la intimidación y el chantaje, la represión y la guerra), su auténtico modo de vida. El capitalismo no puede acabar con el terror, porque ambos son sinónimos, porque éste es la base misma de la dominación de los intereses del capital contra el interés del género humano.
Por la amenaza de morirte de una condena a muerte por hambre el capital consigue sus esclavos asalariados. Coaccionándonos con la pérdida de ese medio de subsistencia que es el alienante trabajo asalariado, los explotadores nos hacen tragar las peores canalladas y humillaciones. La brutal dictadura de sus leyes económicas del beneficio hacen que cuando ese trabajo no sirva para acumular capital, los obreros se vean arrojados al «desierto del desempleo» como nos escribía hace poco el familiar de un despedido de SEAT, y como nos lo podrían decir los de ONO, RTVE,... ¿De qué respeto a la vida pueden hablar la Patronal, el Gobierno “socialista” y los Sindicatos cuando imponen el abaratamiento del despido y la precariedad, la subcontratación (y su criminal consecuencia de miles de accidentes laborales)?
Y cuando el proletariado se lanza a defender sus condiciones de vida contra los dictados de los capitalistas, la respuesta de estos que se llenan la boca de “convivencia pacífica”, es enviar a su violencia legalizada, y brear a palos a los trabajadores como hemos visto hace poco en Francia o en Vigo, con el objetivo de intimidar para que abandonen la lucha, y para que otros trabajadores no se sumen a ella.
El terror no es un instrumento particular de tal o cual fracción del capital. Es la esencia del sistema mismo. Por ello no se aplica únicamente contra los explotados. Es también el “modus operandi” entre las diferentes fracciones de la clase explotadora. A diferencia de los explotados - los productores sociales de la mayoría de las riquezas -, que compartimos un interés común; los explotadores, - es decir los que se apropian de esas riquezas -, tienen intereses contradictorios entre ellos mismos, que se solventan por la intimidación, la fuerza, y, llegado el caso, la matanza. Baste ver las dos guerras imperialistas mundiales o los conflictos que han proliferado desde el final de la IIª Guerra Mundial, y sobre todo en la etapa actual de caos imperialista tras el hundimiento del bloque del Este (una etapa que la burguesía predijo que sería de “paz”), para ver como la guerra y la barbarie no cesan de extenderse por todo el planeta, anunciando que, si la clase obrera no derriba antes al capitalismo, este terminará con la humanidad, en un escenario de guerras, atentados, degradación del planeta,… ¿Dónde está “la esperanza de paz”?
Ahora nos dicen que esa esperanza se cifra en que ETA podría abandonar los atentados. No vamos a discutir aquí si eso puede o no ser viable. Pero aunque el terrorismo etarra (que los trabajadores hemos sufrido en carne propia: Hipercor, trabajadores de la Marina en Vallecas) desapareciera, eso no significaría ni el fin de la violencia en general, por lo que antes hemos explicado, ni siquiera un respiro en cuanto a la amenaza de nuevos y más brutales atentados. El tipo de terrorismo sufrido por la población de los países más desarrollados desde los años 60 hasta el final del siglo, se ha ido agotando como puede verse con el fin de los atentados del IRA, y ahora el “alto el fuego” de ETA. Pero a esa manifestación del terror capitalista[3], le sucede un nuevo terrorismo aún más brutal y sanguinario que se va extendiendo desde el Tercer Mundo (es el día a día que sufre la población iraquí en estos momentos) hasta las principales metrópolis capitalistas: 11-S en Nueva York, 11-M en Madrid, o el 7-J del pasado año contra los trabajadores ingleses, a los que también se les había dicho que el final del terrorismo del IRA les abría las puertas para vivir en paz.
Si fuese cierto el cese de la actividad terrorista de ETA, estaríamos hablando en todo caso del fin de una banda muy debilitada desde los años 90, que está más o menos bajo control (a distancia o desde dentro, eso quizás lo sepamos algún día) por los propios servicios de inteligencia del Estado español, que desde hace más de dos años no comete atentados con víctimas, y que desde pocos meses después del triunfo electoral del PSOE, mantiene discretas negociaciones con este partido. En cambio, el terrorismo que “viene” está más fuera de todo control y supone, como decíamos, un paso más en la espiral de irracionalidad y de brutalidad sanguinaria de la violencia capitalista. Engendrado esencialmente por la guerra imperialista, al igual que ésta va saltando progresivamente los mecanismos de contención con que la propia burguesía trató “reglar” sus conflictos. Si el terrorismo de finales del siglo pasado se basaba en organizaciones de carácter político, y por lo tanto atentas a obtener rentabilidad política de sus atentados, lo que hasta cierto punto les hacía previsibles, el terrorismo de este siglo XXI, de esta etapa final de descomposición del capitalismo, obedece en muchos casos al dictado de “señores de la guerra” totalmente fuera de control, y su “justificación” es cada vez más irracional (fundamentalmente religiosa). ¿Dónde está, entonces, ese fin del terrorismo que nos anuncian?
Al Gobierno Zapatero le interesa presentar la declaración de “alto el fuego” de ETA como una demostración de que el “talante”, el “diálogo”, la “búsqueda de la concordia” pueden servir para eliminar los conflictos. Eso también es pura propaganda. Precisamente lo que hay detrás de la mencionada tregua es una puñalada trapera del PSOE al PNV, para impedir que éste aprovechara la anunciada “tregua” de ETA (hacía meses que los dirigentes más políticos de la banda la venían reclamando, y que los medios de comunicación de la burguesía española lo venían anticipando), para formar un nuevo frente de Lizarra (como el que se constituyó tras la tregua etarra de 1999), con el que reforzar aún más su sobrepuja soberanista. Desde hace años, la propia burguesía española es consciente que el principal peligro para la cohesión territorial no es ETA, sino el sector de la burguesía vasca nucleado en torno al PNV, y ha sido a este sector contra el que han dirigido sus principales actuaciones: desde el Pacto Antiterrorista (que esencialmente trataba de hacer que el Gobierno Vasco se encargará de aplicar la legislación española contra Batasuna), hasta la componenda de dejar presentarse a un sucedáneo de Batasuna (el fantasmagórico Partido Comunista de las Tierras Vascas) a las elecciones autonómicas del año pasado para impedir que el tripartito gobernante en el País Vasco (PNV, EA, IU) refrendase electoralmente el Plan Ibarretxe.
En este juego de pillos que es la vida política de la democracia española, lo que prima sobre todo es el engaño, la añagaza, la trampa y la maniobra, para tratar de hacer frente a las tendencias centrífugas que la descomposición capitalista acentúa en todas las burguesías del mundo, y sobre todo en aquellas que arrastran problemas de mala cohesión nacional como es el caso de España. Lo que sucede es que, puesto que la burguesía es hoy incapaz de hacer frente de manera efectiva a esas tendencias dislocadoras dada su incapacidad de ofrecer una perspectiva a la sociedad, sus maniobras y sus trampas deben ser cada vez más arriesgadas. Si la apuesta inmovilista de Aznar (y también de una buena parte del PSOE) entrañaba ya el riesgo de reforzar el soberanismo en el PNV, como así sucedió, la apuesta de Zapatero de poner en juego a Batasuna para atenazar al PNV, supone igualmente una huída hacia delante. Su esperanza de éxito reside precisamente en la “responsabilidad” de Batasuna, y en que esta desoiga los cantos de sirena que le va a lanzar un PNV, probablemente aún más radicalizado en sus pretensiones, para forzar al PSOE a desenmascararse, por ejemplo en la pretendida Mesa de Partidos que debe negociar el “nuevo marco político” para el País Vasco, tras “el final de la violencia”.
La monumental chapuza en que ha acabado todo el politiqueo en torno al nuevo Estatuto de autonomía en Cataluña, es una demostración palpable de como las “mentiras arriesgadas” de Zapatero pueden hacer que les “salga el tiro por la culata”. Concebido inicialmente como un medio de limitar las tendencias soberanistas del PNV ofreciendo el cuadro de máximos que estaba dispuesto a ceder el Estado español, el nuevo “Estatut” ha tenido que ser finalmente pactado con la oposición al gobierno de la Generalitat de Cataluña (en este caso Convergencia y Unión), mediante, esencialmente, una generosa entrega de recursos fiscales[4]. Semejante esperpento no sólo no ha ayudado a calmar las ansias de “mayor autogobierno” de sectores nacionalistas más radicales como Esquerra Republicana de Catalunya sino que en realidad las alienta y les fortalece, al mismo tiempo que desacredita a partidos responsables como el propio PSOE e incluso Izquierda Unida, que quedan, tanto frente a “españolistas” como frente a “nacionalistas”, como un manojo de contradicciones, querellas internas, incoherencias y ridículos.
La clase explotadora no puede ofrecer otra cosa que ese avispero de querellas y conflictos, y no tiene otra forma de enfrentarlos que el chantaje, la violencia y el terror. El proletariado no puede caer en la trampa de secundar a una u otra fracción de la clase explotadora - a los centralistas contra los nacionalistas, a los vascos o a los catalanes contra los españoles -, porque todas ellas son hijas - putativas - del mundo de miseria, terror y barbarie que representa el capitalismo.
Para eliminar el terror, la clase obrera debe erradicar el capitalismo que lo fundamenta. Para eliminar las guerras debe abolir las naciones. Para edificar una verdadera sociedad humana debe acabar con la división de la sociedad en clases. No hay otro camino. Cualquier ilusión, incluso bienintencionada, en conseguir la paz o la verdadera armonía de los seres humanos en esta sociedad, es una criminal falsedad.
Etsoem. 14/05/2006.
[1] En lo sustancial de esa campaña han participado tanto los partidos politicos, sindicatos y medios de comunicación que dan credibilidad al mensaje etarra como los que creen que le están tomando el pelo a Zapatero y que ETA volverá a las armas como sucedió en 2001. Estos últimos también nos quieren hacer creer que la paz es posible, aunque la vía que defiendan sea la del hostigamiento a quien no se rinda ante la “rojigualda” que propugnaba el anterior presidente del Gobierno.
[2] Ver en nuestra Revista Internacional nº 15: “Resolución sobre el Terror, el Terrorismo y la Violencia de Clase.
[3] Hemos demostrado la naturaleza capitalista de ese terrorismo de ETA en numerosos artículos (ver p. ej. nuestro suplemento “La alternativa no es democracia o terrorismo, sino comunismo o barbarie”, que editamos en 1997), no sólo por su programa político, que por muy socialista que se diga aspira a construir un nuevo Estado, sino por su forma de actuación terrorista, es decir típicamente capitalista: tomar a la población de rehén en sus conflictos con otra fracción burguesa, en este caso el Estado español.
[4] Tal botín ha suscitado lógicamente el interés de otras autonomías, que en sus reformas de sus Estatutos, no quieren ser menos que Cataluña, aunque para eso tengan que descubrir, como en el caso de Andalucía, que ellos también son una nación.
En “La primavera francesa explicada para ibéricos”, Miquel Amorós da su explicación del movimiento vivido en marzo-abril 2006 en las tierras galas. Como es habitual en sus textos, comienza proclamando la muerte, por los siglos de los siglos, de la clase obrera: «Los trabajadores hace mucho que dejaron de existir como clase, como sujeto activo, aunque no como esclavos (…) No existe entre ellos el sentimiento de unidad o de fraternidad, ni la conciencia de pertenecer a una comunidad de explotados. Están desunidos, desarmados y sin perspectiva común de lucha (…) El proletariado no tiene forma de proletariado. El capitalismo ha evolucionado hasta volver esta situación irreversible. Ha deslocalizado no sólo la industria, sino la misma clase obrera».
No resulta nada original este entierro ritual de la clase obrera. Muchos lo han intentado desde los años 50. Primero fueron los ideólogos de la Escuela de Frankfurt, después en los años 60, un tal Marcuse tuvo un éxito efímero predicando esa doctrina. Después, en los años 90, il Signore Negri hizo de tal cantinela su imagen de marca. Cada vez que la clase obrera pasa por dificultades aparecen como hongos los intelectuales que la dan por muerta y enterrada[1]. No obstante, quisiéramos dedicar unos pocos párrafos a una de sus frases, la que proclama que «no existe entre ellos (los obreros) el sentimiento de unidad o de fraternidad, ni la conciencia de pertenecer a una comunidad de explotados».
El propio movimiento de Francia es desmentido rotundo a tales afirmaciones. Los estudiantes, en su inmensa mayoría futuros precarios o parados, se han concebido como pertenecientes a “una comunidad de explotados” y lo primero que han buscado ha sido dirigirse al conjunto de la clase obrera (a quien llamaban “los asalariados”). En ésta se ha desarrollado un sentimiento de solidaridad que se ha expresado en la asistencia cada vez más masiva a las manifestaciones convocadas por los estudiantes y, tras la jornada de 4 de abril, con el comienzo de huelgas espontáneas de apoyo (Snecma, Citroen). Han sido precisamente estos hechos los que han forzado a la burguesía francesa a retirar precipitadamente el CPE para evitar lo que todos temían: un nuevo Mayo 68, es decir, la repetición de la huelga masiva durante casi 2 meses de más de 9 millones de obreros como aconteció entonces.
Pero esos intentos de solidaridad no son una “excepción francesa”. En realidad, la Primavera gala no es una tempestad en un cielo azul, sino que forma parte del proceso de desarrollo de una oleada internacional de luchas de la clase obrera. Le han precedido una serie de luchas: Alemania octubre 2004: ante un plan de despidos que afecta a diferentes factorías de la empresa OPEL en Alemania, los obreros de la fábrica de Bremen –los únicos no afectados por despidos y supuestos beneficiados de la “reestructuración”- se ponen en huelga en solidaridad con sus compañeros. Argentina agosto de 2005: en el Sur se producen huelgas y manifestaciones masivas en solidaridad con los obreros del petróleo y, del mismo modo, con la lucha de los trabajadores del hospital Garrahan de la capital. España diciembre 2005: toda la plantilla de SEAT para espontáneamente el 23 de diciembre en lucha contra los 660 despidos en contra de los sindicatos[2]. Estados Unidos, diciembre 2005, los trabajadores del metro de Nueva York se declaran en huelga por la preservación de las pensiones no sólo para ellos sino para los futuros trabajadores que vayan a ser contratados. Gran Bretaña, febrero 2006: los obreros del correo de Belfast en Irlanda del Norte luchan juntos, católicos y protestantes, y llevan sus manifestaciones tanto a la principal calle del barrio católico como a la principal del barrio protestante. En ese mismo momento, en la Central Eléctrica de Cottam, este de Inglaterra, los obreros emigrados húngaros que luchan por aumento de sueldo –cobran la mitad que sus compañeros ingleses- reciben la solidaridad activa de estos últimos.
Pero, al mismo tiempo que se producía el movimiento en Francia un buen número de luchas tenían lugar en otros países[3]: Suiza marzo 2006: huelga en Swissmetal contra 120 despidos que despierta una fuerte solidaridad de trabajadores no afectados. Gran Bretaña, 28-03-06: millón y medio de trabajadores van a la huelga contra el recorte de las pensiones. Estados Unidos, desde mediados de abril: numerosas manifestaciones de trabajadores emigrantes contra la nueva Ley que impulsa el Estado americano, en las que no están solos, se les unen trabajadores blancos, negros, amarillos…Vietnam, abril 2006: huelga de 40000 obreras y obreros del ramo textil; Irak, abril 2006: en Kirkuk (norte) miles de trabajadores junto con sus familias realizan una manifestación contra la carestía de la vida; Irán, abril 2006: fuerte oleada de huelgas en diferentes sectores: conductores de autobús, trabajadores textiles, mineros y obreros de una factoría de automóviles[4].
Se trata todavía de ejemplos modestos, de luchas aún limitadas, pero que manifiestan claramente dinámicas de solidaridad, de unidad, de búsqueda de su identidad de clase, que tienen que abrirse un difícil camino en medio de una fuerte presión de la ideología que destila por todos sus poros la sociedad burguesa –individualismo, “cada uno a la suya”- y de la labor de sabotaje de todos los organismos del Estado burgués (Gobierno, Oposición, Patronal, Sindicatos). Para comprenderlas y contribuir a su desarrollo se requiere desprenderse de ideologías otoñales que, como las que defiende Miquel Amorós, se emperran dogmáticamente en liquidar a la clase obrera diciendo por ejemplo que « el trabajo tiene poco que ver con la producción, por eso los lugares de trabajo han dejado de ser los espacios privilegiados del combate social»[5]. Para sorpresa de escépticos el cadáver tantas veces enterrado tiene muchas ganas de vivir.
El movimiento de Francia no se podía ocultar dada su gran amplitud. Por eso, los llamados “medios de comunicación” han informado con profusión de lo que allí pasaba pero, como corresponde a los métodos democráticos de manipulación, lo han presentado como un movimiento sindical salpicado de acciones violentas de estudiantes “radicales” y, sobre todo, han insistido hasta la náusea en que “Francia es diferente”, que lo que allí pasaba no puede repetirse ni por asomo en ningún otro país. A los alemanes les dicen que “la juventud jamás protagonizará una lucha como la francesa”; a los ingleses les proclaman que “Gran Bretaña es una tierra de oportunidades para los jóvenes de todos los continentes y que éstos están muy contentos”; en España, nos hemos hartado de oír el tópico machacón de “en Francia hay movilización en España hay botellón”[6], que Amorós también repite por su cuenta.
¿Por qué tan masivo interés en repetir que “Francia is different”? Es fácil comprenderlo: la burguesía quiere establecer un nuevo Muro de Berlín alrededor de la juventud obrera francesa pues trata de impedir que sus hermanos de los demás países sigan su “mal ejemplo”. Y este cordón sanitario es tanto más necesario por cuanto, como hemos visto antes, la combatividad y el esfuerzo de toma de conciencia también maduran en los demás países.
Miquel Amorós sigue la misma tónica buscando todo tipo de particularidades franco-francesas.«Para comprender la revuelta de marzo y abril hay que prestar atención a las condiciones especiales francesas, principalmente a dos, el estatismo y la frustración juvenil», proclama de entrada, para desarrollar a continuación que Francia, no solo se caracteriza por el croissant, el foie-gras y los quesos malolientes sino que también tendría como singularidad que «la burocracia administrativa tiene un peso y una tradición mucho mayores en Francia que en ninguna otra parte, por lo que la desregulación del mercado del trabajo ha debido realizarse a través del Estado», «En Francia, en cambio, el desmantelamiento del estado de bienestar tropezó con los intereses de la burocracia administrativa y sindical. De ahí la resistencia a la reforma del sistema de pensiones, el excesivo déficit presupuestario y la salida de tono del No a la constitución europea, reacciones ante una modernización de la economía demasiado rápida».
Estas “explicaciones para ibéricos” no son más que una repetición, aderezada con frases “radicales”, de la “tesis” que nos han repetidos hasta la náusea “expertos” y tertulianos para “explicar” el movimiento francés: los franceses, demasiado apegados a las ubres del Estado se resistirían a la “modernización globalizadora”. ¡Sin embargo, esa es la misma “explicación” que se expone aquí en España cuando el Gobierno de Zapatero lanzó los despidos contra los trabajadores de Astilleros (“serían privilegiados que viven de las subvenciones estatales”) o cuando el ministro Sevilla quiere reducir el salario de los funcionarios pretextando que son unos mantas que se escaquean del trabajo y viven de los fondos públicos! ¡Y es la misma “explicación” que han lanzado los medios de “comunicación” contra los trabajadores del sector público en lucha recientemente en Alemania! ¡Y es la misma cantinela que han propagado en Gran Bretaña cuando Mister Blair ha intentado lanzar el hachazo a las pensiones!
Frente a estos tópicos estúpidos debemos aclarar que el famoso “Estado del Bienestar” no es ningún “privilegio” que crearía unos trabajadores con conducta de “estómagos agradecidos” al Papá Estado. El “Estado del Bienestar” no es un regalo sino una parte del salario que en lugar de entregarse en metálico se proporciona mediante un conjunto de prestaciones sanitarias, educacionales etc., así como de subsidios de desempleo, pensiones etc. Esta porción del salario está siendo reducida, en todos los países, mediante una política de recortes sistemáticos que lleva a los trabajadores a un nivel de indigencia[7].
La ficción estatal, sindical y mediática nos habla de una lucha de los “conservadores apalancados en los privilegios estatales” contra la “modernización liberal”. La realidad es muy diferente: consiste en un combate creciente de la clase obrera contra el ataque en todos los planos a sus condiciones de existencia de un capitalismo agonizante.
La otra “gran diferencia” que apostilla Miquel Amorós sería la “frustración juvenil”. Según él, «La universidad española es bastante cara, y aunque mucho menos que antes, el diploma, ayudado con doctorados y másters, marca la diferencia. En Francia el acceso a la universidad es más fácil, muchos estudiantes trabajan para pagarse los estudios, cosa rara en España, y la desvalorización de los títulos es mayor». ¡La realidad es justo la contraria: España es el país donde un diploma, aunque se adorne de masters y doctorados, menos garantiza un empleo!
Dice también que «Aunque los universitarios crean en la sociedad francesa, ésta no contempla en ellos a sus futuros cuadros como pasaba en 1968, sino a una reserva de mano de obra diplomada, provocando una sensación de abandono y una vaga conciencia de la miseria inexistente en la península»[8]. Habla también de un precio de la vivienda más económico en Francia (reconoce que excepto en París ¡donde viven un sexto de los franceses!) que en España[9]
Pero la “diferencia” más extravagante que encuentra Amorós consistiría en que «En España el paro, la precariedad laboral (un 35%, casi el triple de la francesa) y sobre todo el precio prohibitivo de la vivienda (el endeudamiento familiar se acerca al 80% del PIB) han bloqueado la proletarización de la juventud, que permanece en un estado de adolescencia prolongado, hedonista e indiferente»
¡Es indignante que se califique de “adolescentes prolongados” a jóvenes obligados a continuar en casa de sus padres forzados por la precariedad o que tengan que hacinarse en “pisos de estudiantes” durante muchos años como alquilados o realquilados!.
Según la visión mecánica aquí en España con casi un 35% de precariedad laboral “la juventud tendría que haber estallado mucho antes que la francesa”. Como no lo hace inmediatamente hay que caer en todo tipo de especulaciones “sociológicas”. Sin embargo, el camino hacia la lucha masiva y la unificación del proletariado de los diferentes países es todavía muy largo. Pero lo que es evidente –y al principio de esta respuesta hemos expuesto una serie de argumentos- es que lo que ha pasado en Francia anuncia lo que pasará, antes o después, bajo diferentes formas, en los demás países, incluida España. Lo que debemos hacer no es culpabilizar a los jóvenes en España por no haber imitado inmediatamente el ejemplo francés sino extender las lecciones, las experiencias, de sus hermanos franceses para fertilizar sus luchas futuras.
En el fondo, Amorós no está únicamente decepcionado con la juventud de más acá de los Pirineos, lo está también con la de más allá: « Dicho esto, los trazos de ambas se asemejan: el gusto por convertir las manifestaciones en guateques, el pacifismo patológico y el amor por los artefactos electrónicos son los mismos a un lado y al otro de los Pirineos[10] (…) La radicalización estudiantil es dudosa; casi todos se han batido por un trabajo y un estilo de vida que son la base de esta sociedad frustrante e indigna»[11].
Nuestro catedrático en “explicaciones para ibéricos” le ha propinado un rotundo suspenso al movimiento de los estudiantes en Francia aduciendo dos razones: por una parte, su “pacifismo patológico”, por otro lado, que “se haya quedado limitado a la reivindicación del CPE”.
Examinemos la primera de ellas: la cuestión de la violencia. La lucha de clase del proletariado lleva necesariamente al enfrentamiento violento con el Estado burgués, la revolución proletaria exige el derrocamiento violento del Estado burgués. De este principio elemental de la lucha de clases se saca una conclusión abusiva y falsificadora según la cual todo movimiento ha de librar choques sangrientos con la policía, asaltos a comercios y escaparates, barricadas, piquetes que imponen por la fuerza la incorporación al movimiento etc. Se establece una tautología absurda: revolucionario y radical es forzosamente igual a desórdenes y choques violentos. Hablando de la gigantesca de huelga de masas de 1905 en Rusia, Rosa Luxemburgo señala con razón que «a diferencia de la policía que entiende por revolución simplemente la batalla callejera y la pelea, es decir, el “desorden”, el socialismo científico ve en la revolución antes que nada una transformación profunda de las relaciones de clase»[12].
La mayor violencia que el proletariado puede ejercer sobre el Estado burgués es un movimiento cada vez más amplio y masivo, que se controla a sí mismo, que sabe lo que quiere y que mide cada paso que quiere dar. Esto puede parecer “pacífico” a quienes no comprenden la naturaleza de la violencia que el proletariado ha de ejercer contra el Estado burgués que se basa fundamentalmente en establecer contra él la relación de fuerzas más favorable. «Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva en sí la violencia, y aunque no podrá evitar utilizarla, nunca se identificará con ella. La violencia que deberá usar para echar abajo el capitalismo y que deberá usar con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y deberá por lo tanto estar precedida por todo un desarrollo de su conciencia y de su organización a través de las diferentes luchas contra la explotación» (ver nuestras Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia, ver: ccionline/2006_tesis [24] ).
Lo que Amorós ve como un “pacifismo patológico” es en realidad una prueba de la fuerza y la madurez del movimiento de los estudiantes que « se expresa en su capacidad para no caer en la trampa de la violencia que la burguesía le ha tendido en varias ocasiones, incluido el uso de “reventadores”: ocupación policíaca de la Sorbona, ratonera al final de la manifestación del 16 de marzo, cargas policiales al final de la del 18 de marzo, violencias de los “reventadores” contra los manifestantes del 23 de marzo. Aunque una pequeña minoría de estudiantes, sobre todo los influidos por ideologías anarquizantes, se dejaron llevar a enfrentamientos con la policía, la gran mayoría lo hizo todo por evitar que se pudriera el movimiento en enfrentamientos repetitivos con las fuerzas represivas » (Tesis). Por eso, «Hoy, incluso cuando se plantea la cuestión de las perspectivas generales del movimiento, y por lo tanto, la necesidad de la revolución, los estudiantes son muy conscientes de que no son los enfrentamientos con las fuerzas de policía lo que da fuerza al movimiento. De hecho, aunque quede mucho trecho antes de plantearse la revolución, y por lo tanto de reflexionar sobre el problema de la violencia de clase del proletariado en su lucha por echar abajo el capitalismo, el movimiento ha encarado implícitamente ese problema y ha sabido darle una respuesta en el sentido de la lucha y del ser mismo del proletariado».
El otro reproche que Amorós dirige al movimiento es una supuesta pusilanimidad en las reivindicaciones y en lugar de “ir hasta el final”, se habría echado para atrás una vez retirado el CPE: «Los estudiantes han vuelto a clase, que es como volver a la inconsciencia, sin preocuparse por las reivindicaciones que acompañaban al rechazo del CPE. De hecho el CNE no se ha tocado, ni tampoco el resto de la ley de oportunidades, particularmente lo concerniente al trabajo nocturno de menores. Además, quedaron unas docenas de procesados, algunos ya condenados».
Todos los críticos “radicales” de la clase obrera le hacen siempre ese reproche: la modestia de sus reivindicaciones inmediatas. Sin embargo, «Lo más importante en las luchas que lleva a cabo la clase en su terreno no estriba tanto en los objetivos contingentes que pueda proponerse en un momento dado y que quedarán superados en las etapas posteriores del movimiento, sino en su capacidad para controlar plenamente esas luchas y, por lo tanto, en los métodos con que se dota para ejercer ese control. Son esos métodos y medios de lucha la mejor garantía de la dinámica y de la capacidad de la clase para avanzar hacia el futuro» (Tesis).
Por otra parte, en las condiciones del capitalismo decadente actual no hay posibilidad para la clase obrera de establecer una especie de cadena de conquistas en el terreno económico y legal del sistema. En Francia es un esquema puramente arbitrario pensar que el movimiento tenía que seguir una serie de escalones: primero el CPE, luego haber seguido por la retirada integral de la Ley de Oportunidades y después con la retirada de otros contratos establecidos legalmente como los CDI o el CNE. Este planteamiento es totalmente reformista pues parte de la ilusión reaccionaria de que bajo el capitalismo actual cabría una mejora gradual de la condición obrera.
En contra de lo que cree Amorós, el carácter prometedor y la dinámica germinal que encierra el movimiento hacia una perspectiva revolucionaria no reside tanto en toda una serie de signos superficiales y externos (violencia en los choques con la policía, sobrepuja en las reivindicaciones) sino en su capacidad para contribuir a la afirmación del proletariado como clase, en la afirmación de su terreno autónomo, en el desarrollo de la solidaridad, la unidad y la experiencia de autoorganización: «La profundidad del movimiento de los estudiantes no se plasma en la “radicalidad” de sus objetivos ni en las discusiones. La profundidad se debe a las cuestiones fundamentales que platea implícitamente la reivindicación de la anulación del CPE: el futuro de precariedad y desempleo que el capitalismo en crisis prepara para las jóvenes generaciones, signo de su quiebra histórica» (Tesis).
Para Miquel Amorós, «la situación continuará pudriéndose desde la mayoría actual o “desde la izquierda”, hasta que la cólera de los oprimidos pase por encima del sindicalismo, de la política, de la asistencia o de la precariedad, al encuentro de su verdad y su auténtica causa».
Tiene toda la razón en la primera parte de su afirmación, la situación continuará pudriéndose. El capitalismo no puede ofrecer otro porvenir que un pudrimiento creciente de todas las relaciones sociales sin que se desgaje la más mínima salida[13].
Para Amorós la “cólera de los oprimidos” se concretaría en desarrollar no tanto el movimiento de los estudiantes de marzo de 2006 sino la revuelta de los suburbios de noviembre 2005: «A esas alturas había centenares de detenidos y se temía una chispa que incendiase nuevamente el extrarradio. Esa chispa hubiera dado una dimensión más real, con más contenido, al movimiento, y posiblemente hubiera proporcionado un sujeto al nivel de la cólera requerida por la Historia».
Sí es verdad que la revuelta de los suburbios de noviembre 2005 y el movimiento de marzo 2006 comparten «una causa común: la crisis insalvable del modo de producción capitalista, el futuro de desempleo y precariedad que ofrece a los hijos de la clase obrera», las diferencias son sin embargo abismales[14].
Francamente: ¿qué impacto puede tener sobre el Estado una violencia consistente en quemar el coche al vecino tan explotado como tú? ¿qué futuro pueden ofrecer esas acciones de violencia ciega y autodestructiva? ¿No es todo esto sino una reproducción desesperada del mundo de de destrucción de los lazos sociales, de nihilismo, que impone la propia sociedad capitalista en descomposición?
Contrariamente a lo que piensa Miquel Amorós la revuelta de los suburbios en Francia no es futuro pero los jóvenes que participaron en ellas sí que pueden tener un futuro sí se unen a la lucha de la clase obrera. Por eso, Asambleas de diferentes lugares (París Censier, Toulouse, Lyon etc.) decidieron enviar Delegaciones de estudiantes a contactos con los jóvenes de los suburbios, a plantearse unirse a la lucha, a explicarle que su combate era también el suya.
Cuando la realidad se mira con los cristales ahumados de ideologías otoñales todo aparece patas arriba: el pasado se toma como futuro y el futuro es visto como una reliquia del pasado.
Acción Proletaria – Corriente Comunista Internacional 8-5-06
[1] En Acción Proletaria nº 181, en el artículo “El timo de autonomía obrera” (reproducido en un Foro de alasbarricadas por un compañero a quien no conocemos) señalábamos: «En las Jornadas de las que estamos hablando nos encontramos con un representante de esas tesis –el Señor Amorós- perteneciente a una movida que gravita en torno a l’Encyclopédie des Nuissances (Enciclopedia de las Nocividades, EdN) cuya mayor originalidad no es la descripción de todas las catástrofes y nocividades que provoca el capitalismo (basta con encender la tele para constatarlo) sino la proclamación dogmática y obsesiva de la desaparición del proletariado y la ausencia definitiva de cualquier posible sujeto revolucionario» y añadíamos que «No vamos a responder nosotros (que somos tildados por estos “modernos” de “fósiles” y de “marxistas polvorientos”) sino que vamos a utilizar argumentos de otros elementos que sin compartir nuestras posiciones, analizan con un mínimo de seriedad y lucidez la situación actual y la posición real del proletariado» y nos basábamos en el folleto “Del situacionismo al abismo” que atacaba con claridad e ingenio esa tesis dogmática desprovista de toda base científica
[2] Miquel Amorós se empeña con un tesón digno de mejor causa en colocar en el mismo campo clase obrera y sindicatos cuando son dos entidades sociales que militan en campos enemigos. Así habla de « una espectral clase obrera representada por un sindicalismo infame». Este experto en “explicaciones para ibéricos” debería informarse de los constantes conflictos entre obreros (por ejemplo en SEAT) y sus supuestos “representantes”.
[3] Ahora mismo, en España, en mayo 2006, en Vigo los obreros de los astilleros –que tienen convenio propio- se ponen en huelga en solidaridad con los trabajadores del metal en lucha desde hace 3 días contra un convenio que refuerza la precariedad.
[4] De estos dos últimos países recogemos la información del grupo turco que defiende posiciones internacionalistas: Enternasyonalist Kömunist Sol: [email protected] [25]
[5] Por muchos “novedades” que se aleguen (deslocalización, automatización, informatización) las mercancías no se crean solas, siguen siendo fruto del trabajo asociado de millones y millones de obreros. En segundo lugar, y esto es lo más importante, los lugares de trabajo nunca han sido espacios privilegiados del combate social. Las verdaderas luchas obreras no se encierran en el “lugar de trabajo” sino que ganan la calle, se extienden a los demás trabajadores, desarrollan asambleas abiertas etc.
[6] Ver en ccionline/2006/botellon.htm [26] el artículo “¿En Francia movilización y en España botellón?” que responde a esta cantinela.
[7] En realidad, el desmantelamiento de ese sistema de prestaciones llamado “Estado del Bienestar” debilita profundamente el funcionamiento de la economía capitalista y no constituye en manera alguna una forma de “modernizarla” como nos repiten falazmente. Pero precisamente que el capitalismo se vea obligado a privarse de un mecanismo de mantenimiento de la fuerza de trabajo es testimonio del grado de crisis y descomposición en el que se halla.
[8]La multitud de jóvenes “mileuristas” que, cargados de títulos, masters y erasmus, malviven con sueldos que no llegan a 1000 € podrían aclarar a Amorós sus dificultades para “explicar” las realidades ibéricas
[9] La carestía de la vivienda se ha generalizado en todos los países europeos. En Gran Bretaña, por ejemplo, está cada vez más extendido el fenómeno de jóvenes obreros con buenos sueldos que se ven obligados a vivir realquilados en habitaciones en las que apenas cabe una cama.
[10] El tema del “pacifismo patológico” lo trataremos después. Lo del “amor por los artefactos electrónicos” no sabemos qué puede tener de “contrarrevolucionarios”. Respecto a lo de “convertir las manifestaciones en guateques”, Amorós tendría que aclarar qué entiende por “guateque”. Nosotros por nuestra parte, nos quedamos con las manifestaciones de los estudiantes en Francia adonde el ambiente dominante era de solidaridad, fraternidad, espíritu de debate, una atmósfera de alegría y confianza muy estimulantes.
[11] Esta frasecita no va más allá de una pedantería radicaloide. Cuando los obreros, o en este caso los estudiantes –futuros obreros, se pelean contra un ataque a sus condiciones de vida (el CPE por ejemplo) están luchando contra la explotación en la perspectiva de abolirla.
[12] Huelga de masas, partido y sindicatos, página 343 edición española.
[13] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición en rint/2001/107_descomposicion.htm [27]
[14] Ver nuestro análisis de las revueltas francesas en ccionline/2005/debatefrancia.htm [28] y en ccionline/2005/debaterevueltas.htm [29]
En la web del GCI, en la rúbrica de «novedades», con fecha de Marzo 2006 (firmado el día 21), puede encontrarse en francés e inglés, una hoja sobre el movimiento de luchas en Francia contra el CPE[1]. En esta hoja, el GCI, que habitualmente presume de desarrollar un análisis detallado de las fuerzas sobre el terreno…. ¡En Irak, o Bolivia, etc.! no solamente no suelta prenda sobre el desarrollo de los acontecimientos, sino que MIENTE canallescamente sobre las luchas, y ATACA y DENUNCIA lo que ha sido la fuerza del movimiento: la organización en asambleas masivas. Todo ello envuelto en un lenguaje super-radical de denuncia del CPE y de los sindicatos; sin embargo, cuando se ven sus propuestas para desarrollar las luchas, no son otra cosa que la «huelga general» y las «acciones violentas para bloquear la circulación de mercancías» (o sea, los bloqueos de carreteras, vías de tren, etc.)… ¡Métodos sindicalistas donde los haya! A la dinámica de huelga de masas que ha impulsado la lucha contra el CPE, el GCI opone la dinámica sindical de lucha ¡Y aún tiene la cara dura de (faltando a la verdad) criticar a los estudiantes por «desfilar tras los sindicatos»!
Para empezar, la hoja confunde deliberadamente las tentativas de la burguesía para confrontar las luchas, con las iniciativas de los combatientes, y así atribuye a los estudiantes las convocatorias sindicales, o la confianza en las promesas electorales, y hasta el haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con la policía: «¿Cómo se ha reaccionado? (contra el ataque del CPE –NdR-)… Desfilando como corderos tras los que rompen nuestras luchas, negocian nuestra miseria con nuestros explotadores y nos envían de nuevo al trabajo o a la escuela : ¡LOS SINDICATOS!... Acreditando las promesas de los políticos de todo pelaje que nos revenden el milagro de la alternancia para enterrar nuestras luchas en las urnas… Dejándose entrampar en enfrentamientos estériles en los que las fuerzas del orden burgués nos están esperando y por tanto son más fuertes» (Hoja del GCI).
Este movimiento de luchas ha pillado a contrapie a la burguesía francesa. El gobierno del Sr. Villepin, no había previsto el impacto que podía tener en las nuevas generaciones de proletarios el ataque del CPE, y por tanto, no se había tomado el tiempo de prepararlo políticamente, organizando una estrategia sindical y “de izquierdas” de acompañamiento[2]. Por esta razón, las diferentes fuerzas del Estado burgués, sindicatos a la cabeza, han tenido que reaccionar sobre la marcha, lo que ha dejado un margen de maniobra a la iniciativa de los estudiantes. De esta forma, de entrada hay que decir que no son los estudiantes los que han desfilado tras los sindicatos, sino éstos los que han tenido que acudir para tratar de encabalgar y encuadrar la lucha.
Prácticamente hasta las manifestaciones del día 18, los sindicatos no consiguen hacerse presentes en el movimiento imponiendo sus convocatorias. El día 7 de Marzo en París, cuando los estudiantes de la Facultad de Censier se concentran para acudir a una manifestación masiva, la CGT[3] trata de encabezar el cortejo son sus huestes y pancartas; la reacción de los estudiantes, que no quieren permitir que el sindicato tome la cabeza de la manifestación, es adelantarse por diferentes medios para desalojarlo, tomando la dirección de la manifestación e imponiendo consignas unitarias. El día siguiente, el líder de la CGT. Bernard Thibault, declaraba en TV : «nos enfrentamos a hechos desconocidos», y diferentes periodistas de los medios burgueses “analizan” que «la CGT ha sido humillada». Así pues, no son los estudiantes los que desfilan tras los sindicatos, sino literalmente éstos últimos los que se ven obligados a desfilar tras los primeros. Aún una semana después, el día 14, la principal manifestación en París es espontánea y no sigue ninguna convocatoria sindical.
Pero no es únicamente en la convocatoria de las manifestaciones donde se ha expresado una confrontación con los sindicatos. En primer lugar, en las propias facultades, se ha desarrollado un combate por asumir el control de las asambleas y la dirección del movimiento. El sindicato estudiante, UNEF, junto a los militantes de las organizaciones izquierdistas (principalmente trotskistas), han tratado de copar el presidium de las asambleas y las comisiones que surgían de ellas; no obstante en la mayoría de facultades ha acabado imponiéndose una mesa elegida cada día, en la que los estudiantes han desalojado a los sindicalistas.
También en el combate por la extensión de la lucha se ha producido una confrontación con los sindicatos. Las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a los polígonos obreros, pero los sindicatos de los diferentes centros de trabajo evitaron cualquier contacto directo entre estas delegaciones y los trabajadores, ocupándose ellos mismos de recibir a los estudiantes y tratar de “torearlos”. Dándose cuenta de la maniobra, al menos las asambleas de las facultades más combativas, no renunciaron a la discusión directa con los obreros y enviaron sus piquetes a las estaciones de Metro y las paradas de autobuses donde los trabajadores acuden para ir al trabajo.
Otro tanto puede decirse de la afirmación del GCI de que el movimiento de luchas confía en las promesas de los políticos y se ha canalizado por la vía electoral. De hecho, la lucha misma es ya en sí un desmentido de que haya confianza en las promesas de la burguesía, puesto que el CPE forma parte de la llamada “Ley de igualdad de oportunidades”, que la misma burguesía ha presentado ante los estudiantes como una iniciativa para “mejorar el empleo”. No ha sido votando como los jóvenes han impuesto la retirada del CPE, sino luchando. Pero además, en todo el curso del movimiento de luchas, hasta que claramente se ha impuesto la retirada del CPE, ninguna fuerza política de la burguesía ha podido abanderar el movimiento, que ha permanecido autónomo en un terreno de clase. Únicamente con la desmovilización la burguesía se plantea recuperar el terreno perdido, lanzando una campaña ideológica que intente evitar que se saquen las lecciones de que sólo la lucha autónoma paga, desplegando en su contra el terreno electoral y democrático, tratando de llevar a los jóvenes individualmente a votar a la Izquierda del capital. Y es desde luego posible que, uno a uno, muchos jóvenes se dejen arrastrar a ese terreno, y que la burguesía francesa consiga canalizar el voto una parte de ellos hacia sus tentativas de recambio de la derecha en el gobierno. Pero lo fundamental, lo que tiene un calado histórico, lo que quedará de estos combates, son las lecciones de cómo luchar, cómo organizar las asambleas y manifestaciones, cómo discutir, cómo buscar la solidaridad, etc que ha ganado la nueva generación obrera. En ese sentido, la experiencia de estas luchas es comparable de todo punto a la incorporación de una nueva generación a la lucha que significaron las luchas de Mayo 68 en Francia, o 69 en Italia, o los años 70 en España[4].
Pero lo que ya resulta el colmo del cinismo es que sea el GCI quien achaque a las luchas «haberse dejado entrampar en enfrentamientos estériles con las fuerzas del orden»; precisamente este grupo, que no cesa de deslumbrarse con “enfrentamientos estériles” en Bolivia, Argentina o Irak, en los que la clase obrera es arrastrada a movimientos interclasistas o, en el peor de los casos, a enfrentamientos imperialistas[5]. Efectivamente los medias han estado insistiendo desde principios de Marzo en la violencia de las manifestaciones y sirviendo imágenes de choques con la policía, heridos, etc. El objetivo de esta verdadera campaña ha sido tratar de desmotivar a los indecisos para que no acudieran a las manifestaciones ni a las discusiones en las facultades.
Desde el principio del movimiento, el terreno de la violencia ha sido el terreno de la burguesía. Fue la burguesía quien organizó la provocación (con elementos ajenos al movimiento que entraron en la facultad y rompieron mobiliario, libros, etc) y el asalto a la Sorbona , ha sido ella, por medio de los sindicatos (que han retirado a tiempo sus servicios de orden) la que ha organizado los enfrentamientos al final de las manifestaciones, y también ha organizado y permitido que se desencadenaran los ataques de los banlieusards[6] contra los estudiantes. Pero es falso que los estudiantes se hayan dejado llevar a este terreno. Al contrario, una de las cuestiones que mejor expresa la conciencia del movimiento, su voluntad de unificación, su madurez, y su naturaleza obrera, es cómo se ha confrontado a esta maniobra de la burguesía y cómo ha abordado la cuestión de la violencia.
La noche del 10 al 11 de Marzo, durante el asalto a la Sorbona, los estudiantes más a la vanguardia en París, a pesar de que acudieron a llevar comida y solidaridad a sus compañeros encerrados en la Sorbona, denunciaron que se estaba gestando una trampa, y por eso se dirigieron a los CRS y trataron por todos los medios de impedir la represión y en enfrentamiento estéril; cosa que consiguieron sólo en parte, hasta la actuación de los provocadores, que fue la señal para el asalto a la Sorbona.
También el movimiento ha dado una respuesta a los enfrentamientos azuzados por la policía con los banlieusards. En muchos lugares, las asambleas de las facultades enviaron delegaciones a discutir a los barrios para plantear que la lucha era igualmente por la defensa de las condiciones de vida de los habitantes de los suburbios hundidos en el desempleo masivo y la exclusión.
«…De hecho, aunque quede mucho trecho antes de plantearse la revolución, y por lo tanto de reflexionar sobre el problema de la violencia de clase del proletariado en su lucha por echar abajo el capitalismo, el movimiento ha encarado implícitamente ese problema y ha sabido darle una respuesta en el sentido de la lucha y del ser mismo del proletariado. Este está enfrentado desde el principio a la violencia extrema de la clase explotadora, a la represión cuando intenta defender sus intereses, a la guerra imperialista y a la violencia cotidiana de la explotación. Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva en sí la violencia, y aunque no podrá evitar utilizarla, nunca se identificará con ella. La violencia que deberá usar para echar abajo el capitalismo y que deberá usar con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y deberá por lo tanto estar precedida por todo un desarrollo de su conciencia y de su organización a través de las diferentes luchas contra la explotación. La movilización actual de los estudiantes, especialmente por ser capaces de organizarse y abordar de manera reflexiva los problemas que se le plantean, incluida la violencia, está, por eso mismo, más cerca de la revolución, del derrocamiento violento del orden burgués, que pudieron estarlo las barricadas de Mayo del 68.»[7]
Pero donde la intervención del GCI resulta más canallesca es en su ataque a las asambleas. De una manera absolutamente injustificada y sin ninguna argumentación, su hoja dice: «ROMPAMOS el democretinismo de las AG (asambleas generales, NdR) “soberanas y masivas”, escupamos a los “delegados elegidos y revocables en permanencia”».
Sin embargo, precisamente han sido las asambleas generales (AG) las que confirman la naturaleza de clase de este movimiento, su apertura al conjunto de la clase obrera, su búsqueda de la extensión, su desarrollo de la discusión y la toma de conciencia. Son las AG lo que prueba que este movimiento de luchas se inscribe en el desarrollo de la huelga de masas que conducirá a enfrentamientos decisivos entre la burguesía y el proletariado.
En las AG, que no tienen nada que ver con las parodias de asambleas que convocan los sindicatos (aunque en algunas facultades o ciudades y al principio del movimiento puntualmente pudiera ser así), el movimiento ha tomado la lucha a cargo, responsabilizándose de las decisiones y las movilizaciones que decidía y discutiendo sobre todas las cuestiones. En las AG se ha confirmado en la práctica la búsqueda de la unidad de la clase obrera, unificándose en una sola asamblea las reuniones que al principio eran separadas del personal de servicios de las facultades (limpieza, administración, cocina), los profesores y los estudiantes. Y no solamente esto, sino que se han abierto igualmente a la intervención de padres de alumnos que han transmitido la experiencia de las luchas en las que habían participado en los años 60-70. Incluso jubilados han participado en las AG de los estudiantes, mostrando así en la práctica la unidad de diferentes generaciones de la clase obrera y la transmisión de experiencias.
En las AG se ha tomado conciencia de la naturaleza obrera del movimiento, llegando incluso a formar comisiones en las que se ha planteado discutir sobre la historia del movimiento obrero, y pidiendo igualmente a los mayores que contaran su experiencia para organizar las luchas.
En las AG se ha organizado la búsqueda de la extensión del movimiento, organizando manifestaciones y delegaciones a los polígonos y los barrios obreros.
Pero fundamentalmente las AG han permitido la participación y la implicación de todos y cada uno en el movimiento de luchas, interviniendo en las discusiones y haciendo proposiciones, participando en piquetes y delegaciones… Las AG son una experiencia política enorme para toda una nueva generación de proletarios que entra por primera vez en lucha de cómo tomar las iniciativas a cargo, de cómo centralizar el movimiento.
Y frente a todo esto, el GCI apunta como todo argumento que «La AG de Dijon se reunió 17 HORAS para decidir dos días de movilización».
No sabemos exactamente qué ocurrió en esta AG de Dijon, que en cualquier caso no puede considerarse el epicentro del movimiento; pero aún así y todo, la duración de una AG no resulta ningún argumento en su contra, de hecho mientras dura un movimiento de luchas, la única forma de tomarlo a cargo es mantener una AG permanente a través de la cual todos los obreros puedan responsabilizarse de la lucha. Por otra parte tampoco resulta ninguna crítica fulminante que se decidieran dos, tres o ningún día de movilización.
Así que la pregunta queda en el aire: ¿Qué tiene el GCI contra las AG?
Ya sabíamos por sus tomas de posición anteriores, que este grupo “prefiere” organizaciones minoritarias que preparen las luchas, como… ¡las Madres de Mayo! En Argentina, «verdaderas expresiones de asociacionismo obrero» según dicen[8]. Pero ahora en su hoja vemos una oposición frontal a las AG, y sus delegados elegidos y revocables como expresión de la lucha obrera.
Sin embargo, la lucha obrera en el s XX siempre se ha desarrollado por medio de AG y delegados elegidos y revocables, comenzando por las huelgas de masas de 1902, 1903, o 1905 y 1917 en Rusia. De hecho los Consejos obreros no son otra cosa que la unificación y la politización de las AG en un periodo revolucionario. E igualmente en nuestra época, ¿Cómo se organizaron las luchas en Polonia en 1976 o 1980, o en España –Vitoria 76-, etc? La huelga de masas, las AG y sus delegados elegidos y revocables es la forma que toma la lucha obrera en el periodo de decadencia del capitalismo, es la forma que garantiza la participación directa masiva y unificada de la clase obrera en sus luchas.
¿Qué alternativa plantea el GCI frente al rechazo de la huelga de masas, de las AG, de la participación directa de las masas en el curso histórico?
Después de toda esa sarta de ataques y calumnias contra el movimiento de luchas en Francia, se apuntan tres propuestas “en positivo” para, como dice la hoja, «salir a la calle “de otra forma” (comillas nuestras) para conseguir la victoria»:
- «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina, Irak, etc»;
- «huelga general fuera y contra la mascarada sindical»;
- «organizar piquetes volantes para bloquear la circulación de mercancías en supermercados, estaciones, aeropuertos…».
Vamos a dejar de lado la alternativa de «estrangular la dictadura de la economía como en Bolivia, Argelia, Argentina o Irak…», sobre la que ya hemos expresado nuestra posición recientemente[9].
Si consideramos las otras dos propuestas, lo primero que hay que decir es que, efectivamente, como dice la hoja del GCI, significan salir a la calle “de otra forma” a cómo se ha desarrollado la lucha contra el CPE en Francia[10]. ¿De qué forma?
Mientras que la lucha contra el CPE en Francia ha surgido espontáneamente y ha ido creciendo y afirmándose a medida que se extendía y se ampliaba la participación directa de los estudiantes y obreros, a medida que tomaba conciencia de sí mismo y de sus objetivos, contando con la intervención de obreros de diferentes generaciones y de los revolucionarios, la huelga general se convoca para un día determinado y no requiere la implicación y el compromiso y la conciencia de los trabajadores sino como masa de maniobra a las órdenes de la convocatoria de una dirección política, de una minoría. Mientras en las luchas en Francia las minorías forman parte del movimiento, en el que confluyen con el conjunto de trabajadores como parte de una unidad, en la “huelga general” las minorías están separadas de la clase.
Mientras las delegaciones y los piquetes en la lucha contra el CPE emanaban de las AG y eran responsables ante ellas, y por tanto estaban respaldados y expresaban la fuerza de todo el movimiento, los piquetes para bloquear carreteras y estaciones que propone la hoja del GCI, o son minorías actuando cada una por su cuenta, o son, como en el caso anterior, decisiones impuestas por una minoría.
En pocas palabras, “la forma” de la lucha contra el CPE en Francia es la dinámica de la huelga de masas, mientras que “la forma” que propone el GCI es la lucha sindical.
Cualquiera que repase la experiencia de la lucha obrera los últimos 20-30 años, sin necesidad de ir más lejos, puede comprobar que las diferentes huelgas generales que por ej se han convocado en España (14D,20J, etc.), o los bloqueos de carreteras en el Naval o antes en la siderurgia son métodos de lucha sindicales.
Justamente la importancia del movimiento de luchas en Francia es que permite a la nueva generación de proletarios hacer una experiencia sobre cómo organizar y tomar las luchas a cargo, sobre cómo es la lucha del proletariado en el periodo actual.
Y eso es precisamente lo que ataca el GCI.
[1] GCI: «Grupo Comunista Internacionalista». Hemos tomado posición recientemente sobre su naturaleza parasitaria en la Revista Internacional nº 124: ¿Para qué sirve el GCI? (Rint124/GCI.htm [30]); puedes encontrar su hoja: « CPE-CNE, CDI-CDD, RMI-RMA… Derrière ces sigles la même et innoble réalité capitalista: des conditions Pires d’exploitation!» (NdR: CPE-CNE, CDI-CDD, etc son las siglas de distintas formas de contratos y subsidios de precariedad) en: www.geocities.com/icgcikg/leaflets/cpe_tract.htm; [31] desconocemos si, además de su publicación en Internet, esta hoja se ha distribuido en las manifestaciones o las asambleas en Francia; por nuestra parte no hemos visto ningún ejemplar en las diferentes ciudades y movilizaciones en las que hemos intervenido, ni hemos tenido ningún “feed-back” de ningún posible lector ¡Y no nos extraña! A la vista de las calumnias de su hoja, y su desprecio por las luchas, es muy posible que hayan barruntado que no tendría muy buena acogida entre los estudiantes, lo que no ha impedido sin embargo que hagan un llamamiento a que otros la reproduzcan y la distribuyan,
[2] Ver nuestro artículo: Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006 (ccionline/2006_tesis [24])
[3] Sindicato estalinista
[4] (ccionline/2006_tesis [24])
[5] No vamos a argumentar aquí sobre las posiciones del GCI a este respecto. Ver nuestro artículo reciente: «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm [30])
[6] Habitantes de los suburbios, que en Otoño de 2005 protagonizaron el movimiento que se hizo famoso por la quema de los coches
[7] Tesis sobre el movimiento de estudiantes en Francia de abril de 2006, pto 14. (ccionline/2006_tesis [24])
[8] «¿Para qué sirve el Grupo Comunista Internacionalista?» (Rint124/GCI.htm [30])
[10] No estamos de acuerdo sin embargo en que “de esta otra forma” que propone el GCI se consiga ninguna victoria, sobre todo teniendo en cuenta que las luchas en Francia han conseguido una victoria, con la retirada del CPE y la experiencia de lucha para la nueva generación.
Se cumplen más o menos dos años de legislatura “socialista”», y las turbulencias que se cernían sobre el capital español (ver AP nº 178), no sólo no se han despejado sino que se han visto considerablemente agravadas. Por mucho que el aparato de propaganda pro-gubernamental siga emitiendo – poco importa el color del gobierno -, cual disco rayado, que «España va bien», lo cierto es que el capitalismo español se adentra cada vez más en un período de convulsiones económica y políticas de alcance histórico.
En el terreno económico, el autobombo del Gobierno por haber alcanzado el 8º puesto del ranking mundial, no puede disimular que en la guerra a muerte que libran todas las burguesías nacionales por sobrevivir en la crisis económica del capitalismo mundial, el capital español pierde posiciones a una velocidad de vértigo. Hace sólo 8 años España presentaba un discreto déficit en su balanza exterior (2600 millones de euros). Cuando Zapatero sustituyó a Aznar ese déficit rozaba los 40 mil millones. Con el gobierno “socialista”, la cosa ha ido a peor, y el déficit comercial español ha ido aumentado - ¡a un ritmo de más del 30% anual! - hasta colocarse en la cabeza de los países desarrollados con más déficit comercial (un 7’5% del PIB, más incluso que EE.UU). Si la imparable agravación de la crisis económica mundial, obliga a cada capital nacional a defender con uñas y dientes los mercados solventes en los que vender sus mercancías, el capitalismo español no sólo está perdiendo mercados en el exterior, sino que está perdiendo posiciones en el propio mercado interno.
Como señalamos en el mencionado AP, el capital español está en una especie de tierra de nadie, ya que no cuenta con la tecnología y la productividad de las principales potencias capitalistas, ni con los salarios de los países del Tercer Mundo. Así las cosas prácticamente todos los sectores de la economía productiva española están abocados a una crisis, desde los sectores industriales (en el automóvil, los astilleros, los electrodomésticos, el textil,... se suceden los despidos y los cierres de empresas etc.) hasta las producciones agrícolas, incluso en sectores, como la vid, donde el capital español aún podía competir y que ahora se ve amenazada por las presiones de sus concurrentes. Los ingresos del sector agrícola dependen cada vez más de las subvenciones por dejar de producir que de la propia producción. Las producciones más boyantes del campo en España, son las casas de turismo rural,... ¡o la construcción de campos de golf!, apuntándose a burbuja especulativa inmobiliaria que corroe los cimientos de la economía española, pero a la que éste no puede escapar, como mostramos en el artículo sobre la vivienda de este mismo número de AP.
Y aún tienen nuestros gobernantes la cara dura de decirnos que ese aumento de las importaciones es el resultado de la “bonanza” de la economía de la que “disfrutaríamos” los trabajadores españoles. Todo lo contrario. El FMI, la OCDE, y hasta el mismísimo Banco de España, no cesan de advertir, que lo que está financiando el consumo de los hogares españoles es, pura y simplemente, una bestial escalada del endeudamiento de las empresas y las familias que, en pocos años, ha liquidado el ahorro interno. Si hace dos años la deuda de los hogares representaba el 90% de la renta disponible de estos, hoy es ya del 110%, cuando por ejemplo en Francia sólo alcanza el 35%. Esa tendencia al endeudamiento no es el fruto de la “frivolidad” de los hogares españoles, sino que constituye la única salida, aparentemente “segura” que ofrece el sistema financiero, como ha puesto de manifiesto la reciente quiebra de los fondos de inversiones y de pensiones Fórum Filatélico y Afinsa, que han volatilizado el equivalente al 0’5% del PIB español, y los ahorros de 300 mil familias. Estos “corralitos”, ponen de manifiesto la fragilidad del sistema financiero español, encenagado en la especulación inmobiliaria, y cuyo único “salvavidas” es el respaldo de los, hasta ahora bajos, tipos de interés de la UE. Con el avance de la crisis económica del capitalismo mundial, la tendencia que se va a imponer es la del blindaje de los capitales nacionales más fuertes, sacrificando para ello a los más débiles, recortando las subvenciones (a partir de 2008 al capital español se le acaba una parte importante de los “fondos de cohesión), o exigiendo una austeridad más draconiana, como se ha puesto de manifiesto recientemente cuando ante la petición de Zapatero al Banco Central europeo para que éste no siguiera la escalada de los tipos de interés, la entidad financiera de la UE le respondió pidiéndole que acotara la burbuja especulativa responsable, en gran parte, del aumento de la inflación. En resumidas cuentas ante la agravación de la crisis económica, el capital español está no solamente en una posición mucho más débil, sino también, mucho más subsidiaria de lo que quieran hacer sus competidores. El estallido de una crisis económica flagrante del capital español está servido. Y con ello nuevas y más masivas oleadas de despidos, creciente mengua de los salarios, incremento de la explotación y de la jornada laboral, mayor liquidación del llamado “Estado del bienestar”,...
No estamos hablando de un futuro hipotético, sino de una más grave acentuación de lo que ya se está viviendo en muchas familias obreras:
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Azotadas por los despidos: cierre de la Braun en Cataluña, privatización de los astilleros, recorte de más de 4000 empleos en RTVE,...
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Llegando con cada vez más dificultades a final de mes, pues por segundo año consecutivo los salarios reales han crecido por debajo de la inflación, cuando además los aumentos de los tipos de interés hacen que haya que pagar más por los prestamos con los que se ha “disimulado” esa pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios. Con la generación de los jubilados teniendo que rehipotecar sus viviendas (la llamada “hipoteca inversa”) para hacerse con un complemento de sus pensiones de miseria. Con la generación de los jóvenes obreros sometida a la precariedad o a contratos indefinidos, a cambio, eso sí de salarios rayanos en la pobreza,...
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Teniendo que hacer frente a jornadas de trabajo agotadoras que fomentan los accidentes y las enfermedades laborales, como han señalado recientemente los maestros en Cataluña condenados a incrementar su jornada laboral en 1 hora más.
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Soportando una creciente degradación de las condiciones de vida desde los transportes (como se ha visto en el reciente accidente del metro de Valencia), a la llamada “seguridad” ciudadana, desde un imparable deterioro medioambiental (los atentados urbanísticos que los ayuntamientos de todos los colores políticos están perpetrando cada vez más en las ciudades y también en las zonas de ocio) al deterioro de la sanidad y la educación.
Como señalábamos hace dos años, cuando Zapatero fue encumbrado a gestor de los intereses del capital nacional español, el gobierno “socialista” ha ido perpetrando sucesivos hachazos a las condiciones de vida obreras. Lo que le distingue de Aznar no es el carácter despiadadamente antiobrero de su acción de gobierno, sino el lenguaje con el que pretende embaucarnos para que lo aceptemos. Del “autoritarismo” de Aznar hemos pasado al “talante” y al “consenso” con Patronal y Sindicatos (otros defensores, no menos acérrimos, del interés del capital) de modo y manera que los ataques antiobreros, se presentan ahora como “medidas de sensibilidad social”. Si el gobierno “socialista” ha generalizado la reducción a 33 días por año trabajado de la indemnización por despido, si va a pagar los incentivos a los empresarios para que estos realicen contratos “indefinidos” con cargo a los fondos de la Seguridad Social (es decir a la plusvalía robada directamente a los trabajadores), lo hace con el paripé de la lucha contra la precariedad laboral. Si los trabajadores públicos van a ver amenazados sus salarios haciendo depender una parte de ellos de criterios de “productividad”, (¿cómo se mide la productividad de los trabajadores de la Sanidad o de la educación que tienen que hacer frente a más enfermos o a más alumnos con menos medios materiales y de personal?), y de traslados forzosos, etc.,... se hace con el caramelo de las “prejubilaciones” (perdiendo cuantía de sus pensiones lógicamente) o de la conversión de una parte de empleos precarios (el Estado es el mayor usuario de los contratos temporales) en “fijos”.
El gobierno “socialista” no puede ofrecer otra cosa, porque el sistema social al que sirve, - el capitalismo – no tiene otro futuro que brindarnos que la miseria y la barbarie. Nada distinto podemos esperar de ellos. Sólo otro sistema social, con otras bases (la satisfacción de las necesidades humanas y no el beneficio y la acumulación), con otras perspectivas (la comunidad humana mundial y no la explotación de unos hombres por otros, y el desgarramiento del mundo en la pelea de intereses de cada capital contra sus competidores), puede abrir una esperanza de futuro. La base para la construcción de esa “otra” sociedad es la lucha de los trabajadores contra la explotación. Una lucha que se empieza a desarrollar. Ahí tenemos los ejemplos de Francia o del metal de Vigo en la pasada primavera (ver nº anterior de AP) o las más recientes en la India. En todas partes el proletariado empieza a decir basta frente a unas condiciones de vida cada vez más insoportables. La agravación de la crisis capitalista lo hará cada vez más patente. Eso jugará a favor del desarrollo no sólo de las luchas contra esa degradación de las condiciones de vida, sino también la toma de conciencia de que todos los obreros del mundo tenemos los mismos intereses y el mismo futuro por el que luchar: Derribar el “viejo” orden social que condena a muerte a la humanidad.
Etsoem . 8 de Julio de 2006.
Una vez más Oriente Medio asiste a una escalada guerrera que sólo puede significar un mayor hundimiento en la barbarie. La ofensiva desatada por el ejército israelí en la franja de Gaza desde el pasado 28 de junio, en represalia por el secuestro de un soldado israelí, es el comienzo de una sobrepuja en el que la población, tanto la palestina como la israelí, se ve atrapada como rehén. Actualmente 5.000 soldados del Tsahal y decenas de blindados se han desplegado en las fronteras de la franja de Gaza frente a las bandas armadas palestinas, atrapando como decíamos a la población civil en una trampa mortal.
La situación actual en Oriente Medio, ese barril de pólvora cada vez más explosivo que se va cebando desde la IIª Guerra Mundial, demuestra como cada uno de los «pasos hacia la paz», sirve en realidad para relanzar la guerra. Así, por ejemplo, el 22 de Junio el primer ministro israelí Olmert y el presidente palestino Abbas se habían reunido para «relanzar el proceso de paz». Olmert incluso había declarado «estar dispuesto a todo por un solo objetivo: llegar a la paz, conseguir compromisos, organizar las retiradas de ciertos territorios». Hoy, en cambio, amenaza a la población palestina con utilizar «las medidas más extremas», y bombardea la central eléctrica más importante de Gaza, dejando sin suministro a la mayor parte del territorio durante al menos seis meses. La población huye despavorida de las zonas de combate en el norte y el sur de esa ratonera en que se ha convertido la franja de Gaza, donde ya en momentos de “calma” la población vive angustiada por las frecuentes incursiones militares o disparos de granadas, por lo que padece insomnio, traumatismos psíquicos y otros trastornos nerviosos. Estamos hablando de una población de 1’2 millones de seres humanos que sufre atormentada la falta de agua potable, de víveres, de medicamentos, etc. y cuyo único destino parece ser la miseria más absoluta, la locura y la muerte, con el consentimiento de la llamada “Comunidad Internacional” que no duda en suprimir la ayuda humanitaria a los palestinos (una vez más la población es rehén de las peleas entre explotadores) como castigo al éxito electoral de Hamás, un grupo islamista que no reconoce a Israel.
Sea cual sea el grupo que ha secuestrado al joven soldado israelí, la burguesía israelí ha puesto a Hamás, y sobre todo a su rama más radical, en la diana. Así el 29 de Junio, tropas israelíes arrestaban a 90 altos cargos del gobierno palestino en Cisjordania (entre ellos una decena de ministros y una veintena de diputados), con lo que Tel Aviv quiere demostrar su firmeza. Que lejos queda ahora el “acercamiento” entre Mammoud Abbas y Ehud Olmert que tuvo lugar en Jordania semanas atrás cuando incluso se veía posible la convocatoria de un referéndum entre la población palestina para ratificar los pasos dados por Hamás para reconocer a Israel y entablar negociaciones con su gobierno.
Hoy la única perspectiva es la de una agravación de las tensiones de todos contra todos. Por mucho que los ministros de asuntos exteriores del G-8 reunidos en Moscú exhorten a Israel «a la máxima moderación», a pesar de la voluntad de EE.UU. de utilizar su influencia para, tras haber aprobado la ofensiva militar, convencer a Israel para que «en cuanto pueda, vuelva al espíritu del proceso de paz», los acontecimientos actuales auguran nuevas masacres, ya que la actitud del gobierno israelí, al igual que el de su predecesor Sharon, sigue siendo la de una total irracionalidad, un hundimiento ciego e irreversible en la barbarie. Lo que domina la actuación de las dos partes en conflicto es la escalada militar. Por parte de Hamás y de las fracciones cercanas a Al Fatah, que hace poco se tiroteaban mutuamente en las calles de Gaza, han decidido aparcar sus diferencias, para preparar conjuntamente una defensa “a toda costa” de los territorios palestinos contra la invasión israelí. El ejército israelí, por su parte, se propone sitiar la franja de Gaza, con todo lo que ello implica, al mismo tiempo que prosigue la fragmentación de los territorios palestinos de Cisjordania.
Pero además de la situación en los territorios ocupados, este reforzamiento de la posición israelí significa también una presión añadida sobre el Líbano y, en particular, sobre Siria que es quién apoya a los grupos islamistas radicales de Hamás y la Jihad Islámica, aunque este apoyo deba hacerse bajo mano pues aún debe disimular su agresividad sobre todo tras el revés sufrido – y aún no digerido - hace año y medio cuando la presión de las grandes potencias, sobre todo de EEUU y Francia, le obligaron a desalojar el Líbano.
Este contexto de agravación de las tensiones entre Israel y Palestina está particularmente marcado por el fracaso norteamericano para imponer la famosa “hoja de ruta” propuesta por Bush en 2004, y por el fiasco de toda su política en Oriente Medio. Irak es hoy un país que chorrea sangre y fuego por sus cuatro costados; en el que se suceden imparablemente atentados cada vez más terroríficos, y donde las acciones de la guerrilla antiamericana y las luchas entre las facciones chiítas, sunnitas y kurdas, se exacerban día tras día ante la impotencia evidente de Estados Unidos. Tras de España, ahora son Italia, Rumania y Japón quienes “abandonan la nave” a la deriva. El gobierno norteamericano, que debe hacer frente a una opinión pública cada vez más levantisca por los más de 2500 muertos, se ve cada vez más presionado para retirarse dejando tras de sí no una “próspera democracia” como prometió en 2003, sino un solar devastado por el terror y las masacres, con las diferentes bandas esperando como buitres la salida de las tropas norteamericanas para lanzarse a una carnicería de unas contra otras. La liquidación de Al Qaeda, pretexto de las operaciones militares en Afganistán e Irak, no sólo no se ha producido, sino que este grupo terrorista está conociendo en realidad una significativa expansión aumentando su osadía como pone de manifiesto la ejecución filmada y difundida por Internet de cuatro diplomáticos rusos el 25 de Junio pasado, o los ataques cada vez más frecuentes a la coalición internacional en Afganistán, como los que recientemente han costado la vida a un soldado español.
Pero aún así, el verdadero quebradero de cabeza del coloso americano, es sobre todo Irán que se ha convertido en el principal factor de la agravación de las tensiones guerreras. La negativa descarada y desafiante de Teherán a abandonar su programa nuclear, pese a las exigencias norteamericanas ha acentuado el debilitamiento de Washington y ha fortalecido a Irán en sus pretensiones de llevar la voz cantante en lo relativo a Oriente Medio. El fortalecimiento del poder de las fracciones chiítas en Irak juega a favor de esas intenciones de Irán. Como también alimenta la agresividad iraní, la creciente complicidad de una Rusia que cada vez muestra más abiertamente su pretensión de volver a jugar sus propias bazas, reapareciendo en la escena internacional como opositor a una Norteamérica en declive, como en los “buenos tiempos pasados” de los bloques imperialistas.
Lo que caracteriza toda la situación actual, es la ausencia total de futuro, el pudrimiento de todas las situaciones de conflicto, las destrucciones cada vez más atroces e inútiles. Cada día que pasa supone un paso más hacia la nada y pone más en evidencia, si cabe, el atolladero que representa para la humanidad la supervivencia del sistema capitalista en plena descomposición.
Adaptado de Révolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 370.
El 17º Congreso de la sección de la CCI en Francia (Révolution Internationale) se ha celebrado justo cuando se desarrollaba el movimiento de lucha de las nuevas generaciones obreras contra la generalización de la precariedad. El movimiento de los estudiantes contra el CPE expresa el punto más alto hasta ahora de la reanudación internacional de las luchas obreras, que se ha confirmado recientemente con la lucha de Vigo, en España.
La lucha de clases ha entrado en un nuevo periodo. Ante esto, nuestra organización tenía que darse como prioridad centrar los trabajos del Congreso en los análisis y las exigencias que plantea una situación tan importante. La CCI tenía que comprender la dimensión histórica e internacional de los acontecimientos.
Los trabajos de este Congreso se han orientado pues, claramente, a la comprensión de todas las implicaciones que esta lucha podía tener en nuestra actividad, y en particular respecto a nuestra intervención. En esta situación, consciente de sus responsabilidades, el congreso ha cumplido plenamente sus responsabilidades.
La presencia en este Congreso, aceptando nuestra invitación, de una organización revolucionaria venida de Brasil, toma así toda su significación política. Es innegable que el medio político proletario está entrando en una nueva fase de desarrollo tras la que vimos a finales de los 60 y principios de los 70. Este es un hecho esencial del nuevo periodo histórico. Y a fin de estar a la altura de las necesidades de esta nueva situación, nuestra organización ha invitado al grupo de Brasil Oposición Obrera[1] (OPOP) a participar en todas las sesiones del Congreso.
Desde el año 2003 hemos señalado que se estaba produciendo un “giro” en la lucha de clases internacional. Como decíamos entonces: «Las movilizaciones a gran escala en la primavera de 2003 en Francia y Austria han significado un giro en la lucha de clases desde 1989. Son el primer paso significativo en la recuperación de la combatividad obrera tras el período más largo de reflujo desde 1968.» (Revista Internacional nº 119: “Resolución sobre el giro en la lucha de clases”). Esta reanudación de la lucha de clases se barruntaba difícil, pero con el movimiento de los estudiantes en Francia ha vivido un avance político muy importante. Tras largas y enriquecedoras discusiones, el Congreso ha señalado la importancia de este primer combate de las nuevas generaciones de la clase obrera en un texto que reúne el conjunto de características y de lecciones de este movimiento: las “Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera de 2006 en Francia” que fueron adoptadas por este 17º Congreso de RI. En ellas se plantea que «ésta `[la burguesía] no podrá suprimir toda la experiencia acumulada durante semanas por miles de futuros trabajadores, su iniciación a la política y su toma de conciencia. Es ése un verdadero tesoro para las luchas futuras del proletariado, un elemento de la mayor importancia en la capacidad de esas luchas para continuar su camino hacia la revolución comunista.» (Revista Internacional nº 125, “Tesis…” pto.18). La dimensión internacional de ese movimiento se puso de manifiesto claramente en los debates del Congreso, lo mismo que las lecciones que deja. OPOP, durante el Congreso, se ha situado completamente en ese cuadro: «…[la] preocupación [del] internacionalismo proletario ha sido explícita en todas las discusiones, y la lucha de clases se ha abordado, por la mayoría de las intervenciones, con un prisma internacionalista, incluso cuando se trataba de la situación en Francia» (toma de posición de OPOP sobre los trabajos del Congreso de RI).
Esta capacidad para comprender profundamente la significación histórica e internacional de la lucha de las nuevas generaciones en Francia también se ha concretado en el refuerzo de la cohesión interna de la CCI. Este Congreso ha manifestado una voluntad profunda de clarificación de parte de todas las delegaciones de la CCI y de todos los militantes. Pero esa clarificación no es posible sin una visión y una vida proletaria interna cada vez más sólida, marcada por un espíritu profundo de camaradería en los debates.
La solidaridad, la confianza de los camaradas entre sí y en la organización son indispensables para una verdadera cultura proletaria de los debates. Esta cultura de debate, la voluntad de confrontar los argumentos, ha sido particularmente saludada por la delegación de OPOP, que, gracias a un clima fraternal en las discusiones, ha podido inscribirse con naturalidad en los debates: «Pensamos que, después de los debates entre nuestras dos organizaciones, tanto en Brasil como en Francia, hay elementos que permiten una actividad común, o por lo menos trabajos en común, cada vez que sea posible y se inscriba en el desarrollo de nuestras dos organizaciones con vistas al desarrollo de la conciencia y la organización de los trabajadores del mundo entero».
Semejante capacidad de inscribirse claramente en la actividad del medio político proletario, tal y como hemos visto en el Congreso, ha sido acogida con entusiasmo por nuestra organización. Efectivamente, a pesar de los desacuerdos entre organizaciones que puedan persistir, es necesario que todo grupo del medio político proletario participe activamente en la clarificación y la elaboración teórica frente a los problemas centrales que se plantean al proletariado. Como es igualmente indispensable que, frente a situaciones cruciales para el proletariado, se desarrolle una intervención común. Contra cualquier manifestación de sectarismo, inmovilismo, u oportunismo, junto a la CCI, OPOP ha manifestado una comprensión rica en promesas de futuro: «A pesar de algunas diferencias que hemos percibido, y sobre las que hemos tratado y profundizado en las discusiones y encuentros apropiados, tenemos que poner en evidencia los puntos en común; somos dos organizaciones que pertenecen al campo del proletariado, que no buscan disputar el espacio político burgués, que no se hacen ilusiones sobre las organizaciones sindicales que están encadenadas al Estado capitalista, sino que las combaten.». La actitud política que manifiesta OPOP en este pasaje de su toma de posición sobre los trabajos del Congreso no deja lugar a equívocos. Es la misma actitud que hemos impulsado desde la fundación de la CCI. Es la misma actitud que, a imagen de OPOP, va a atravesar los nuevos grupos proletarios, contrariamente a la actitud que ha gangrenado el medio surgido de la Izquierda Comunista desde la reanudación histórica de la lucha de clases a finales de los años 60.
Sobre la base de estos debates, nuestra organización, aún siendo parte activa del movimiento de los jóvenes contra el CPE, no ha dejado de trazar perspectivas para el futuro. El Congreso ha afirmado claramente que es la intervención lo que ha de orientar la actividad de la CCI en el periodo de reanudación de la lucha de clases a nivel internacional. Pero precisamente en este terreno, el presente no se opone al futuro. La movilización intensiva de la organización para intervenir en las asambleas generales y las manifestaciones de los estudiantes ha sido un elemento determinante para inscribir nuestras perspectivas de actividad en las necesidades históricas de la lucha del proletariado. Como muestra concretamente la lucha en las universidades y los institutos, las nuevas generaciones, al mismo tiempo que luchan contra la degradación de las condiciones de vida de toda la clase obrera, han planteado inmediatamente y simultáneamente cuestiones políticas más amplias: ¿Qué perspectivas ofrece el capitalismo a la humanidad? ¿Por qué se hunde el mundo en la miseria y la guerra? Responder a este cuestionamiento que se desarrolla en el seno de los jóvenes debe ser una de las prioridades de la actividad de los revolucionarios. El Congreso se ha inscrito firmemente en esta orientación de la actividad. Estas orientaciones y discusiones sobre la lucha de clases internacional del proletariado, y lo que exigen de los revolucionarios, tanto de manera inmediata como a más largo plazo, han sido particularmente destacadas por OPOP: «… agradecemos que se nos haya dado la oportunidad de participar en una reunión en la que las preocupaciones y las discusiones están determinadas por la lucha de clases a nivel internacional, en la que se verifica el hecho de que, desde hace un cierto tiempo, estamos viviendo un periodo histórico de reanudación del desarrollo de la conciencia de la clase obrera a escala mundial, en la que se ha puesto en evidencia la importancia del papel de las nuevas generaciones que se ven afectadas por las debilidades y los condicionamientos políticos de las precedentes, en las luchas futuras de los trabajadores del mundo entero. OPOP comparte la visión de que existe una dinámica de reanudación de la conciencia, engendrada por la agravación de la crisis del capitalismo y por la necesidad de reaccionar frente a la precariedad engendrada por el sistema y que se aplica por medio de diferentes reformas promulgadas por el Estado en los 4 puntos del planeta. Somos precavidos sin embargo, frente a una visión demasiado optimista a corto plazo, que puede haber existido en el seno de un Congreso que se desarrolla al calor de la lucha de los estudiantes y trabajadores en Francia».
Está absolutamente claro que OPOP comparte con la CCI la comprensión de la reanudación internacional de la lucha de clase esbozada desde el 2003, así como la creciente importancia de las nuevas generaciones de la clase obrera en esa dinámica. Pero queremos señalar aquí que nuestra organización no comparte la idea de que la CCI habría sido demasiado “optimista” en este Congreso. En el marco de este artículo no podemos desarrollar una respuesta al punto que suscita OPOP. Invitamos a los camaradas a leer atentamente nuestras tesis, que argumentan ampliamente sobre la importancia histórica e internacional de este movimiento a largo plazo. Sin embargo, desde ahora mismo querríamos llamar la atención sobre el significado político del miedo que ha sentido la burguesía frente a la posibilidad de la extensión del movimiento al conjunto de la clase obrera durante abril. Contra ese peligro, y el ejemplo que podía representar para el proletariado de otros países, la burguesía ha desarrollado su contraofensiva política. En Francia se ha visto obligada a retirar el CPE tras la gran manifestación del 4 de Abril. En otros países de Europa, como Alemania, la clase dominante ha tenido que dejar de lado, al menos por un tiempo, proyectos de leyes equivalentes al CPE. Esta realidad demuestra el contenido proletario de este movimiento y su importancia inmediata, pero más aún su importancia para las luchas futuras.
En este Congreso se ha desarrollado una discusión particular sobre la evolución en la organización de un debate interno que comenzó a escala internacional en junio de 2004, sobre las cuestiones de la ética y la moral proletaria. Esta discusión es crucial para el combate del conjunto de la clase obrera, pero igualmente para el reforzamiento de la vida de sus minorías revolucionarias.
Desde su fundación, nuestra organización se ha preocupado de estas cuestiones; pero de una manera más intuitiva que conscientemente asumida. Hemos tenido que confrontarnos a los comportamientos de “gángsteres” y soplones de una pequeña asociación de malhechores autoproclamada de forma mentirosa como “Fracción Interna de la CCI” para comprender la necesidad de abordar teóricamente la cuestión de la ética en relación al comportamiento político de los revolucionarios.
La degeneración del comportamiento en la sociedad capitalista, el auge del cada uno a la suya y la descomposición del tejido social, han provocado un desarrollo innegable del pesimismo sobre las cualidades humanas, un rechazo, incluso una negación, de la importancia de los valores morales que distinguen a la especie humana del mundo animal. El Hombre habría sido siempre y continuará siéndolo, un lobo para el Hombre, según la célebre fórmula de Hobbes. A esta visión nihilista de la burguesía de la “naturaleza humana”, los revolucionarios hemos de oponer la del proletariado. A la visión de la negación de cualquier moral por parte del capitalismo decadente hay que oponer la moral proletaria. Por eso desde hace ahora dos años, nuestra organización desarrolla un debate y una reflexión teórica sobre este asunto. Para el marxismo, el origen de la moral reside en la naturaleza completamente social y colectiva de la humanidad, Conocer los orígenes de la moral, su evolución a través de la historia, es indispensable para la capacidad del proletariado de desarrollar la moral proletaria en todos sus aspectos. En este sentido, es igualmente necesario reapropiarse de la lucha del marxismo contra la “moral” burguesa.
El Congreso ha trabajado sobre la base del avance en la profundización teórica que ya ha hecho la organización sobre estas cuestiones. Ha decidido proseguir el debate, a fin de que el fruto de esta elaboración teórica colectiva pueda ser repercutido en nuestra prensa y transmitido al conjunto de la clase obrera.
La importancia de la cuestión de la ética y la moral proletaria para el combate de clase no ha pasado desapercibida para OPOP. Esta organización ha manifestado durante el Congreso, por medio de su delegación, el deseo de participar concretamente en estas discusiones. Por nuestra parte hemos acogido con el mayor interés esta iniciativa de OPOP: «Otro aspecto a destacar es la discusión sobre la ética. Es saludable que una organización del proletariado se preocupe y se implique en la formación de sus militantes, formación política general, pero igualmente la que concierne al comportamiento militante. Aunque no hayamos asistido mas que a las discusiones relativas a las conclusiones parciales de una discusión que (como se nos ha dicho) se desarrolla desde hace dos años, hemos podido percibir una tentativa de profundización del tema, que se ha expuesto sin embargo a riesgo de una cierta fragmentación (dicho esto, no conocemos todas las discusiones en curso)». OPOP expresa en su toma de posición una comprensión profunda de la importancia política de esta cuestión. Señala, con razón, que hubo una dispersión en el debate sobre la ética del Congreso. Pero lo que puede haber dado la impresión de fragmentación en esta discusión, es de hecho reflejo de la inmensidad de la tarea teórica que hay que llevar a cabo. Las cuestiones de la ética y de la moral proletaria, las de la “naturaleza humana”, necesitan investigar el campo de las ciencias para retener lo que puede enriquecer la visión marxista. Siempre ha sido una preocupación del marxismo estar al corriente y asimilar los avances científicos y técnicos de la civilización humana. El trabajo de Engels «Dialéctica de la naturaleza» es, entre otros, una clara ilustración de esto. Ese mismo tipo de trabajo teórico es el que nuestra organización se ha comprometido a proseguir hoy sobre la cuestión de la moral proletaria[2].
Los nuevos grupos proletarios que surjan en este periodo de reanudación de las luchas obreras, exigen de la CCI que asuma sus responsabilidades de organización de la Izquierda Comunista. La organización proletaria Oposición Obrera, que surgió en los años 80, se conduce, por su dinámica, su apertura al debate y la confrontación seria y fraternal, como en la intervención común de los revolucionarios, por la dinámica profunda de este nuevo medio. Ante la emergencia de este nuevo medio proletario, la CCI continuará asumiendo sus responsabilidades en el mismo estado de espíritu con que lo ha hecho en este Congreso y que OPOP ha saludado: «Hemos tenido el gran honor de participar, en primavera de este año, en el Congreso de la sección de la CCI en Francia. Hemos asistido, como grupo invitado, al desarrollo de los trabajos del congreso, que hemos seguido atentamente, con la posibilidad de intervenir cada vez que nos ha parecido necesario».
La CCI tiene que ser un polo de clarificación y de reagrupamiento para las fuerzas revolucionarias. LA experiencia acumulada por la CCI sobre la concepción y el funcionamiento de la organización es un elemento indispensable para las nuevas organizaciones proletarias. Un Congreso es un momento esencial de la vida de una organización revolucionaria en el que se manifiesta concretamente su concepción organizacional: «En el orden del día del Congreso de la CCI figuraba un balance de la actividad de la organización, discusión gracias a la cual hemos podido descubrir ampliamente el funcionamiento de esta organización, con la posibilidad de sacar lecciones para nuestra propia vida política, como la forma en que se trata de la prensa revolucionaria, la importancia y la utilidad de Internet, un instrumento suplementario al servicio de la propaganda y de una intervención realmente proletaria» (OPOP). Nuestro Congreso se ha esforzado por transmitir esta experiencia de nuestra vida interna a OPOP.
Tras más de diez años de tendencia al aislamiento de los grupos surgidos de la corriente de la Izquierda Comunista, el desarrollo actual de la oleada internacional de luchas obreras abre la perspectiva de un nuevo polo de reagrupamiento a escala internacional. La presencia de OPOP en el 17º Congreso de RI, su participación fraternal en los debates, su voluntad de proseguir la discusión con la CCI, constituye una clara ilustración de la dinámica de reanudación de la lucha y de la conciencia de clase a escala internacional.
CCI
[1] Este grupo, con el que la CCI desarrolla una relación de discusión y colaboración política, pertenece claramente al campo del proletariado, por su implicación en el combate internacionalista por la victoria del comunismo. Además demuestra una claridad significativa sobre la naturaleza de los sindicatos y la mistificación democrática y electoralista. Para consultar su sitio web: http//:opo.sites.uol.com.br/
[2] El informe que podemos hacer aquí de estos dos años de debate, sobre el cual el Congreso se ha pronunciado, no puede evidentemente desarrollarse en este artículo. La CCI publicará en breve un texto recogiendo los primeros avances de sus debates sobre esta cuestión.
Dubai, uno de los siete estados de los Emiratos Árabes Unidos, se ha convertido en un inmenso terreno de edificación tanto de inmuebles para oficinas como de fábricas.
En esta fiebre de faraónica e irracional arquitectura capitalista destaca sobre todo la construcción del mayor rascacielos del mundo, la Durj Dubai Tower, levantado eso sí sobre unas condiciones de explotación y miseria terribles de los trabajadores - en su totalidad inmigrantes y en su mayoría procedentes de India y Paquistán – que participan en su construcción. Mal pagados (70 euros los meses “buenos”) y eso cuando les pagan. Maltratados por los empresarios, sin días de descanso ni vacaciones, se multiplican los accidentes de trabajo y la tasa de suicidios es aterradora. Por ello, a pesar de la represión policial y de la prohibición de hacer huelgas, los trabajadores, hartos ya, empezaron a rebelarse. Desde finales del otoño del año pasado han estallado, esporádicamente, huelgas, que hace dos meses han desembocado a una explosión de combatividad obrera: los 2.500 trabajadores del rascacielos se han enfrentado durante dos días a los patrones y a la policía, asolando las oficinas y las máquinas de las obras. Al día siguiente, en un movimiento espontáneo, miles de obreros del aeropuerto internacional de Dubai, se ponían en huelga en solidaridad con los trabajadores inmigrantes víctimas de la represión.
Del 20 de mayo al 6 de junio esta oleada de huelgas ha afectado repetidamente a diferentes centros industriales, teniendo los trabajadores que defenderse violentamente de la represión que contra ellos, y con una ferocidad inusitada, ha lanzado el Estado bengalí: tres trabajadores han sido asesinados, más de tres mil han sido heridos de bala, y varios miles encarcelados. Decenas de miles de obreros se han lanzado a una huelga, que comenzó en una fábrica de Sripur en las afueras de la capital y acabó extendiéndose, como un reguero de pólvora, contra los salarios de miseria (15 euros mensuales) y las terribles condiciones laborales (sin vacaciones, ausencia de higiene, violaciones de trabajadoras, etc.), a centenares de empresas de Dhaka, que tuvieron que cerrar. Para reprimir a los trabajadores, la policía, los militares y los paramilitares, trataron de encerrar a los obreros en algunas fábricas ¡a las que habían cortado el agua potable! La violencia de los enfrentamientos entre los obreros y las fuerzas del “orden” ha sido de tal magnitud que 14 fábricas han sido quemadas y centenares de ellas saqueadas.
Las autoridades rechazaron conceder las reivindicaciones de los trabajadores y por ello, aunque han tratado de jugar la carta sindical, se han visto obligados a recurrir a una despiadada represión aún más salvaje para que los obreros volvieran al trabajo.
Lo que caracteriza este movimiento, como el de Dubai, es la gran combatividad de los obreros y su voluntad de unirse, de sumar al mayor número de compañeros para hacer frente a la represión y la explotación, para fortalecer su determinación de rechazar la bárbara esclavitud del capitalismo.
Estos combates, a pesar de sus lógicas limitaciones debidas a la falta de experiencia del proletariado en los países periféricos, anuncian otras luchas puesto que con la agravación de la crisis económica mundial, la burguesía debe acentuar la sobreexplotación de los obreros de estos países hundiéndolos en una miseria cada vez más grande. Alarmados precisamente por esa perspectiva, las autoridades y los patronos de Bangla Desh que normalmente prohíben la presencia de sindicatos en las empresas textiles, los llaman ahora en su auxilio para “organizar”, o sea sabotear, el movimiento de luchas. Esa misma política de la clase dominante se ha puesto en marcha en Dubai, donde igualmente un gobierno tan reaccionario domo el de los Emiratos Árabes Unidos ha propuesto un proyecto de ley para autorizar la formación de sindicatos en las empresas, para que puedan servir de cortafuegos en los inevitables y venideros combates obreros.
La represión feroz y trágica de las luchas obreras en los países de la periferia del capitalismo supone un llamamiento a la responsabilidad de los batallones más concentrados y experimentados del proletariado mundial, los de los países centrales de Europa Occidental. Los proletarios de estos países deben, en primer lugar, solidarizarse con sus hermanos de clase aplastados por la soldadesca del estado capitalista. Y esta solidaridad ha de consistir, ante todo, en el desarrollo de sus propias luchas masivas contra los incesantes ataques que sufren por parte de “su propia” burguesía nacional y su estado “democrático”. No deben olvidar como ese estado “democrático”, occidental y “civilizado”, no ha vacilado en enviar a sus propios policías, sus CRS y sus milicias, contra los hijos de la clase obrera movilizados en Francia contra el paro y la precariedad, en el mismo momento que sus hermanos de clase luchaban en Dubai y Bangla Desh. El desarrollo masivo de esta solidaridad de clase en los países más industrializados es la única fuerza que puede abrir una perspectiva de futuro para toda la clase obrera mundial. Y esta perspectiva para derrocar el capitalismo no puede afirmarse claramente sin que la clase obrera de los países “democráticos” sea capaz de romper las murallas del capital que son los aparatos sindicales y sus apéndices izquierdistas.
Mulan (30 de Junio)
Redactado a partir de los artículos editados en nuestra publicación en India, Communist Internationalist, y que pueden consultarse en inglés en www.en.internationalism.org [36].
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Los días 3 y 4 de Junio, el CSO “L’Horta” en Valencia organizó unas Jornadas Libertarias en las que nos invitó a dar una charla sobre las recientes movilizaciones de los estudiantes en Francia (ver nuestras «Tesis» en https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-s... [24] ).
Hicimos una breve presentación insistiendo en tres aspectos:
1.- Los ataques, como el que se ha lanzado contra los jóvenes en Francia (el CPE), no son un hecho aislado o particular de tal o cual país, sino que revelan que el único futuro que puede depararnos el capitalismo es una miseria y una barbarie cada vez más insoportables. La inquietud que genera ese futuro es el caldo de cultivo en el que crece la combatividad, sobre todo en los sectores más jóvenes de la clase obrera. La lucha de los compañeros en Francia es la evidencia de que los obreros no se resignan frente a esa condena sino que retoman el camino de las luchas.
2.- Lo que le ha dado fuerza al movimiento de la “primavera francesa” ha sido sobre todo la lucha por la solidaridad y por la unidad (con estudiantes de otras universidades, pero también con profesores, administrativos, limpiadores de las facultades, etc.; con los asalariados de las fábricas pero también con los parados o los sectores excluidos en las barriadas francesas; con los estudiantes de enseñanza media pero también con los trabajadores de la generación de sus padres y abuelos). Si la búsqueda de la solidaridad ha sido la principal motivación de las acciones de los estudiantes (desde poner buzones de sugerencias para que se pudieran hacer propuestas a la lucha; hasta la convocatoria de manifestaciones multitudinarias, etc.), las Asambleas han sido el pulmón de la lucha, lo que ha materializado ese sentimiento de fuerza basado en la discusión y la decisión colectivas, la forma de abrir la lucha a las aportaciones de otros sectores obreros, etc.
3.- Esa fuerza colectiva ha permitido a estudiantes ir enfrentando el sabotaje que ha intentado el Estado: el corporativismo, la tentativa de encuadrar la lucha mediante los sindicatos, finalmente la estrategia de “pudrimiento” tratando de llevar la lucha al terreno de las confrontaciones violentas y minoritarias, etc.,...
A partir de esta presentación se planteó un debate en el que no sólo pudimos entrar a desarrollar más algunos aspectos de la “primavera francesa”, sino que abordamos también cuestiones más generales sobre la situación actual de la sociedad y la forma y los medios de lucha con los que enfrentarnos al capitalismo. Resumimos a continuación las cuestiones que se debatieron:
Lo primero que se constató fue “la conspiración de silencio” organizada por la burguesía sobre estas luchas, cuyos elementos más esenciales han sido escrupulosamente ocultados, o bien intencionadamente manipulados (como “centrar” los reportajes televisivos únicamente en los enfrentamientos minoritarios con la policía). Cuando se lucha contra los intereses capitalistas, los medios de “comunicación”, la “prensa libre”, juegan su papel al servicio de los explotadores, tratando de generar una “opinión pública” ajena, indiferente u hostil a la lucha. Pero no hay que resignarse ante este “sabotaje” informativo. La propia lucha debe asumir el darse a conocer en otros sectores de la clase obrera, como hicieron los estudiantes en Francia que enviaron delegaciones a las fábricas, a los supermercados, a las barriadas; como han hecho recientemente los obreros del metal en Vigo (ver ccionline/2006/vigo.htm [38] ). Por nuestra parte, hacemos todo lo posible por dar a conocer las verdaderas lecciones de esta lucha. De ahí, como dijimos, nuestra propia presencia en esta charla.
Se planteó la relación entre estas movilizaciones de la primavera francesa y las revueltas que tuvieron lugar en Noviembre del año pasado en las barriadas periféricas de las ciudades de ese país. Partimos de que el origen de ambas es común: las condiciones de vida cada vez más insoportables que el capitalismo nos hace sufrir. Pero sí la causa es común, la respuesta ha sido completamente distinta. Mientras que en Noviembre lo que primaba era la rabia desesperada, la pérdida de confianza en poder cambiar ese destino, o descargar ciegamente esa furia incluso contra otros compañeros (los bomberos que acudían a apagar los fuegos, los coches de los vecinos que viven en las mismas barriadas, los colegios o las instalaciones que son el fruto de años de plusvalía robada a los trabajadores,...), en las movilizaciones de la primavera francesa lo que importaba era precisamente sumar fuerzas de otros sectores para echar abajo los ataques capitalistas, reflexionar sobre los verdaderos culpables de la miseria y la degradación general de nuestras condiciones de vida, etc.
En relación con lo anterior surgió una discusión sobre la violencia, no tanto en cuanto a la lógica necesidad de autodefensa de las reuniones o manifestaciones obreras, sino en cuanto a cómo evitar la trampa urdida por el Estado para, mediante provocaciones, desviar la combatividad obrera hacia enfrentamientos minoritarios, en las que llevamos todas las de perder porque intimidan a otros trabajadores y porque en la “guerrilla urbana”, la policía tiene todas las de ganar. A esa trampa, las propias luchas de Francia, como la reciente huelga del metal en Vigo han mostrado cómo responder: evitando quedarse en el encierro de la Sorbona en el primer caso, o convocando una concentración masiva ante el Palacio de Justicia para sacar a los detenidos en el caso de la segunda.
Como decíamos antes, el debate no se centró, únicamente en las lecciones de la “primavera francesa” sino que nos adentramos en aspectos más generales sobre la situación actual. Surgió una discusión sobre si el capitalismo estaba o no en crisis. Se planteó que cuando no paran de crecer las ganancias de las multinacionales, de los especuladores, cuando “sobran” viviendas, alimentos,... parece difícil hablar de “crisis capitalista”. A esta cuestión aportamos 2 argumentos:
1º En los periodos de crisis se acentúa la diferencia entre una minoría cada vez más rica y una inmensa mayoría cada vez más pobre. En particular, el capital, para evitar la caída de su tasa de ganancia incrementa la explotación de los trabajadores hasta límites insospechados;
2º A diferencia de las crisis de modos de producción anteriores como el feudalismo o el esclavismo, la crisis histórica del capitalismo es una crisis de sobreproducción. Mientras los sistemas sociales que precedieron al capitalismo entraban en crisis por escasez y penuria de la producción, éste entra en crisis por todo lo contrario: por exceso de producción. Precisamente por ello puede mostrar ese aspecto contradictorio entre una apariencia de “exceso” de mercancías (la técnica y la producción social permiten hoy satisfacer objetivamente las necesidades de la humanidad) y una penuria creciente de las condiciones de vida de una parte cada vez mayor de la humanidad, debido precisamente a la apropiación privada de esa producción. Liberar la satisfacción de las necesidades humanas de las leyes de la mercancía y la acumulación capitalista, es la única alternativa para la supervivencia de la humanidad y del planeta mismo.
Se debatió también como “frenar” esas tendencias criminales del capitalismo y si estas eran propias únicamente de determinados sectores de los explotadores (los especuladores, las multinacionales, etc.) que sometían al Estado democrático a sus intereses. Nosotros planteamos que esas tendencias eran intrínsecas del modo de producción capitalista, y que cualquier ilusión en que el Estado “defendiera” los intereses sociales frente a los capitalistas más poderosos es una vana ilusión. Primero porque en la sociedad actual el Estado es el gestor colectivo de los intereses del capital nacional. Por otra parte la “leyenda” de que, en Europa, el Estado frena a los capitalistas, a diferencia de lo que se supone que pasa por ejemplo en Estados Unidos, es pura patraña. Precisamente la burguesía francesa ha sido la que más se ha significado en la defensa de esa supuesta diferencia entre la “vieja Europa” y el “capitalismo salvaje” norteamericano, y ya vemos como ataca salvajemente a los trabajadores.
Pudimos entrar también a debatir el papel de los sindicatos. Todos los asistentes mostramos una coincidencia en que estos no defienden los intereses de los trabajadores. La discusión se situó, en cambio, en si actuaban así porque defendían sus propios intereses y sus privilegios (las prebendas de las que disfrutan los delegados sindicales) o sí en realidad, como dijimos, desde hace casi un siglo los sindicatos defienden, en todas partes, los intereses del Estado capitalista en el que están integrados. Planteamos que había que sacar lecciones del sinfín de experiencias de sindicatos que habían incluso renunciado a esos privilegios particulares y que se presentaban como “democráticos”, “asamblearios”, etc. pero cuya acción en la práctica no son diferentes de la de todos los sindicatos: someter las necesidades obreras a los intereses del capital nacional, y cuando estalla la combatividad obrera sabotearla llevando las luchas al aislamiento, la derrota y la desmoralización.
Entonces ¿cómo luchar contra el sistema? Lo primero que tratamos de clarificar es que esa lucha era posible. Que hay que combatir la desmovilización que trata de propagar la burguesía que presenta lo de Francia como un episodio aislado o circunstancial de ese país, y que «mientras los jóvenes franceses están de movilización, aquí estamos de “botellón”». Ya hemos respondido a esa idea patrocinada, al igual que el propio “botellón”, por la burguesía (ver ¿En Francia movilización y en España botellón? en ccionline/2006/botellon.htm [26]), y en esta charla insistimos en que a diferencia de esa imagen de conformismo con la que los explotadores quieren que nos veamos, lo cierto es que la “primavera francesa” es un momento muy importante de una movimiento de luchas que se ha manifestado desde Gran Bretaña a la India, desde el metro de Nueva York a SEAT o el metal de Vigo, contra la degradación de las pensiones de jubilación y también contra la precariedad laboral, porque todos los sectores de la clase obrera se están viendo atacados en todos los planos (ver la Editorial de nuestra Revista Internacional nº 125: rint/2006/125_nueper [39] ). En este resurgir de las luchas tiene un especial protagonismo la joven generación proletaria que se está incorporando al trabajo y también a la lucha, y que en muchos casos está “tirando” de los obreros más veteranos. El hecho de que pueda plantearse la solidaridad y la unión de las dos generaciones obreras en la lucha es vital para reconocer que somos todos una misma clase obrera, y que todos compartimos un mismo interés contra la explotación y una misma perspectiva revolucionaria para la humanidad.
¿En quién podemos confiar nuestra lucha? Se planteó si cabría esperar algo de los movimientos aparentemente “revolucionarios” que se están dando en América Latina, con el “socialismo” de Chávez y Castro o la “defensa de los pobres” de Morales. Explicamos que ese engaño de presentarse como alternativa al “gran mal” que sería el imperialismo USA, o las multinacionales petroleras es ya muy viejo (recordamos por ejemplo el “socialismo” chino, los sandinistas, etc.,...). Por mucho que los medios de comunicación traten de vendernos nuevos “salvadores del pueblo”, lo cierto es que estos son tan perros guardianes del orden burgués como los demás explotadores como se puede ver en Venezuela, o como recientemente ha demostrado el propio Morales (ver “Evo al desnudo” ccionline/2006_evo [40] ). La clase obrera sólo puede contar consigo misma, con la fuerza que le proporciona su unidad y su conciencia, como armas para oponer al capital.
Ya hacia el final del debate surgieron otras muchas cuestiones, como por ejemplo si no sería preferible una alternativa individual o “gradualista” de pequeños pasos para tratar de escapar de este sistema explotador. Es lógico que puedan aparecer este tipo de planteamientos, no tanto porque haya una confianza real en que el sistema te “deje” vivir otro tipo de trabajo, de relaciones humanas, etc., sino porque la inmensidad de la tarea de acabar con el capitalismo la hace parecer utópica. Sin embargo es la única posibilidad para la humanidad. También la impaciencia de sectores más jóvenes que no han visto, aún, manifestaciones concretas de la fuerza que es capaz de demostrar un movimiento de masas del proletariado puede inducir este tipo de sentimientos de impotencia. No sabemos, dijimos, cuando llegarán esos movimientos, lo que sí es seguro es que están madurando en las entrañas de la sociedad, y que afloran cada vez más abiertamente en luchas como las de la “primavera francesa”. El papel de los compañeros que se rebelan contra esta sociedad no es el de organizar artificialmente tales movimientos, sino el de prepararlos políticamente sacando las lecciones de las luchas anteriores, que constituirán un auténtico tesoro en las luchas de mañana.
La opinión de todos los asistentes era que había sido muy interesante, que durante casi dos horas habíamos podido mantener un debate franco y abierto, sobre preocupaciones que como clase obrera (asalariado, precarios, hijos de familias obreras,...) tenemos todos.
Por nuestra parte queremos agradecer el respeto, la atención y la participación de muchos de los más de 20 asistentes, a pesar de indudables diferencias ideológicas (el hecho mismo de que estuviera convocada en el marco de unas “Jornadas libertarias”, cuando nosotros nos reclamamos del marxismo), de la falta de información que había respecto al movimiento de Marzo- Abril o de su aparente falta de “actualidad”. El hecho de que trabajadores de distintas generaciones, o de diferentes “ambientes” (nosotros una organización revolucionaria, ellos un Centro Ocupado) podamos discutir, exponer y escuchar argumentos, pero también dudas, desacuerdos, nos reafirma en que es a través de ese debate como se puede ir desarrollando la clarificación y la conciencia en el seno del proletariado, de ahí que reiteramos nuestra disposición a acudir cuantas veces nos llamaran para este tipo de debates, y no únicamente circunscritos a cuestiones relacionadas con movilizaciones obreras. Habíamos previsto por ejemplo quedarnos a la charla posterior sobre “Antipsiquiatría” que lamentable no pudo tener lugar.
Finalmente les invitamos a seguir reflexionando, por ejemplo a través de nuestras publicaciones, de las que donamos algunos ejemplares para la biblioteca del centro o para que las distribuyeran si así lo creían conveniente.
Una vez más queremos saludar esta iniciativa, y animar a que cunda el ejemplo, para el que podéis contar, desde luego, con nuestra colaboración más entusiasta.
Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional).
Cada día que pasa, la inmensa mayoría de la humanidad sufre mayores padecimientos (guerras, epidemias y hambruna, desastres “naturales”, pero también despidos paro y precariedad, desmantelamiento del llamado Estado del “bienestar”, imposibilidad de conseguir una vivienda,...) que no tienen más “justificación” que la pervivencia del sistema de explotación capitalista. La única esperanza de liberarse de ese “futuro” de miseria y barbarie, que es el único que puede ofrecer el capitalismo, reside en el desarrollo de la lucha de la clase llamada a desterrarlo de la faz de la tierra.
Y esa lucha resurge hoy en todos los rincones del planeta, desde Bangla Desh (ver AP nº 190) a Gran Bretaña, de los trabajadores del Metro de Nueva York a los jóvenes destinados a ser futuros trabajadores que se movilizaron masivamente en Francia en la primavera pasada contra una condena a perpetuidad a la precariedad (ver AP nº 188 y 189), de los obreros de Dubai, a los trabajadores del metal de Vigo (AP nº 189). Esas movilizaciones obreras tienen un significado muy importante. Ya hemos analizado que evidencian que el retroceso de las luchas de los años 90 ha tocado fondo y que suponen, también la incorporación al combate de una nueva generación de jóvenes trabajadores (ver por ejemplo nuestros documentos «Un nuevo período de confrontación entre clases» y «Tesis sobre el movimiento de los estudiantes de la primavera del 2006 en Francia» en Revista Internacional nº 125). Son además, y por “intrascendentes” que puedan parecer en lo inmediato, las fraguas donde se van forjando, con victorias pero también con derrotas, las armas de la lucha emancipadora de la clase obrera: su solidaridad, su autorganización, su conciencia de clase.
La solidaridad es el fundamento indispensable de la unidad de los trabajadores, de su sentimiento de pertenencia a una clase no dividida por intereses particulares, sino que, independientemente de la edad, el sexo, la condición (activo, parado, jubilado o precario,..), la empresa, la nacionalidad, etc., tiene un mismo objetivo común de lucha contra la explotación. Ya vimos hace dos años como los trabajadores de la Mercedes de Bremen en Alemania paraban en solidaridad con sus compañeros de Sttutgart, aunque aquellos eran los “beneficiarios” del traslado de la producción (ver AP n1 178). El verano siguiente vimos a los trabajadores de Heathrow paralizar el aeropuerto en solidaridad con los despedidos de una empresa de “catering”, y poco después a los trabajadores del Metro de Nueva York ponerse en lucha para impedir un plan de pensiones que no les afectaba directamente a ellos sino a quienes, en el futuro, les sucedieran en el puesto de trabajo (ver AP nº 187). Más recientemente hemos visto a los obreros de Dubai (ver AP nº 190) solidarizarse con la lucha de compañeros procedentes de otros países, o la huelga masiva de más de 2 millones de trabajadores en Bangla Desh, radicalizados, en muchos casos, por el trato vejatorio que reciben las trabajadoras de las empresas textiles. También esa misma generosa solidaridad la vimos en SEAT cuando los obreros no despedidos pararon la fábrica al ver a sus compañeros que acababan de recibir la carta de despido, o los trabajadores de los astilleros de Vigo se sumaron a los trabajadores del metal de la provincia que luchaban por un convenio colectivo que frenara la precariedad del empleo, aún cuando aquellos no están afectados por dicho convenio. Y lo hemos visto, sobre todo, en los estudiantes franceses que renunciaron conscientemente a cualquier reivindicación corporativa, para en cambio, enviar delegaciones a las fábricas, a las oficinas de desempleo, a los barrios periféricos para explicar que la lucha contra la precariedad es una lucha de toda la clase obrera. La solidaridad obrera se busca y se recibe. Por ello los estudiantes franceses recibieron una formidable solidaridad que se palpó en las manifestaciones masivas y también en aparentes “anécdotas” (como la de los enfermos que pidieron al personal de los hospitales que preferían que acudieran a las manifestaciones a que se quedaran a cuidarles), pero que ponen de manifiesto ese sentimiento de implicación en la lucha que sentimos como nuestra, aunque no seamos los destinatarios directos e inmediatos de las medidas que contra tal o cual condición obrera.
Pero si la lucha obrera necesita ese corazón solidario, necesita igualmente un pulmón que lo oxigene y lo nutra, con discusiones para clarificar el curso de la lucha, con la toma colectiva de decisiones sobre iniciativas y propuestas que implican a todos los trabajadores en lucha. Ese pulmón son las ASAMBLEAS: la única autorganización masiva de la clase obrera, y que constituyen no sólo el medio para impedir que los sindicatos se apoderen de la lucha y la conduzcan a la derrota, sino también como el medio vivo para palpar con todos los sentidos la fuerza o la debilidad, para trasmitir coraje a los indecisos, para ganar nuevas fuerzas, o, también, para constatar que no las tenemos y decidir colectiva y conscientemente para el combate. Por eso los obreros del metal de Vigo impulsaron asambleas generales en la plaza principal de esa ciudad a las que podía asistir quién quisiera aportar algo a la lucha. Por eso cuando los sindicatos les propusieron que cada trabajador votara en su centro de trabajo el preacuerdo alcanzado con la Patronal, los obreros se opusieron y convocaron una nueva asamblea general para decidir juntos, como juntos habían luchado, si había fuerzas para luchar por algo más de lo que concedía la Patronal. En ese sentido la lucha de los jóvenes franceses ha sido también modélica pues no sólo han querido, en muchos casos, abrir sus asambleas a cualquier trabajador (activo, parado o jubilado) que quisiera aportar ideas o propuestas para fortalecer la lucha, sino que, también en muchos casos, han hecho de ellas el crisol de un auténtico esfuerzo de reflexión sobre cuestiones que iban más allá de lo inmediato de su lucha, desde el verdadero porqué de la precariedad a ¿qué son los Consejos Obreros?.
Y es que las luchas obreras son un momento y un lugar privilegiado para el desarrollo de la conciencia de clase. En primer lugar de su identidad de clase, pues frente a la imagen que da la ideología burguesa de la sociedad como una suma de individuos con intereses enfrentados unos con otros, o de falsas identidades (la nación grande o chica, la empresa, etc.); la lucha común de los trabajadores nos hace comprender y sentir que todos los asalariados compartimos un interés común que nos opone precisamente al interés de los explotadores, de la empresa, de la región, o del capital nacional. En segundo lugar, las luchas constituyen también una formidable escuela de aprendizaje y de desarrollo de experiencias sobre lo que son los métodos proletarios de luchas (las Asambleas soberanas, las delegaciones para explicar las luchas a otros sectores, las manifestaciones para recabar la solidaridad,...) y sobre las trampas que plantea precisamente la burguesía para aislar y debilitar las luchas, como vimos en Francia, o en Vigo, donde los obreros fueron capaces de captar y evitar la trampa urdida por la burguesía para «pudrir» la lucha con enfrentamientos violentos. Las luchas son, por todo ello, un hogar fundamental para el desarrollo de la confianza del proletariado en sus propias fuerzas, en que sólo la lucha del proletariado representa una alternativa al progresivo hundimiento social en la miseria y la barbarie.
No había pasado ni una semana desde la formidable lucha masiva en Vigo cuando los trabajadores de ese mismo sector en Sevilla se pusieron en huelga. Pero esta vez los sindicatos, con la lección bien aprendida, no dejaron que la situación «se les fuera de las manos», y en vez de asambleas masivas donde recabar la solidaridad activa y participativa de otros trabajadores como sucediera en Vigo, dispersaron a los trabajadores en múltiples cortes de carreteras. Esas acciones, aparentemente “radicales”, sirven más bien para entorpecer la solidaridad de otros trabajadores. Una de las artimañas con las que los sindicatos franceses intentaron precisamente de torpedear la solidaridad con los estudiantes la pasada primavera fue tratar de paralizar los transportes y generar un caos circulatorio durante las “jornadas de acción” que convocaron. Afortunadamente, los trabajadores en Francia no siguieron sus consignas y cientos de miles de obreros pudieron acercarse a las manifestaciones de las principales ciudades. Las luchas deben ganar la solidaridad y la participación activa de otros sectores obreros, y eso sólo se puede hacer a través de una movilización para hacerles comprender que la lucha es también su lucha. Como hicieron los estudiantes franceses con los jóvenes de los suburbios, con los parados o con los asalariados de los cinturones industriales de las grandes ciudades, mediante el envío de delegaciones, la apertura de las asambleas a la participación de otros obreros, mediante manifestaciones verdaderamente masivas. Estos son los auténticos métodos proletarios de lucha y de búsqueda de la solidaridad. Y, en lugar de esto, ¿cual es el menú de «acciones imaginativas» que proponen los sindicatos? : las consabidas acciones espectaculares para «llegar a la opinión pública». Hemos visto por ejemplo este verano como los trabajadores de Astilleros, también en Sevilla, se tiraban al río Guadalquivir impidiendo el paso de las embarcaciones, o como empleados del Centro Logístico de Mercadona en Barcelona se “crucificaban” en las puertas de los supermercados de esa cadena. Los sindicatos proponen estas acciones tan “imaginativas” precisamente para impedir que busquemos las formas propias del movimiento obrero para concitar la solidaridad del resto de trabajadores.
Lo de “salir en los medios” para dar a conocer la lucha, ya hemos visto a qué ha conducido, por ejemplo en la lucha de los trabajadores del aeropuerto del Prat en Barcelona (ver la toma de posición que publicamos en nuestra web) donde se han significado especialmente en el linchamiento moral de la lucha, haciendo incluso de portavoz de quienes exaltadamente reclamaban que «la Guardia Civil se liara a palos» o «ir ellos mismos a por los huelguistas». Lo más venenoso, sin embargo, de la campaña de los medios contra esta lucha ha sido machacar, una y otra vez la idea de que las luchas obreras son insolidarias con el resto de los trabajadores, que los intereses de unos se oponen a los de otros obreros o a los del conjunto de la población. Y para campanada final: que sólo el Estado democrático podría conciliar tan irreconciliables intereses. Esa patraña se ha repetido hasta la nausea con ocasión de la oleada de incendios que ha arrasado 80 mil hectáreas de Galicia este mes de Agosto. Aquí, los medios de comunicación, incluso los que se autoproclaman “progresistas”, no han dejado de acusar implícitamente a los trabajadores de las contratas de extinción, de ser cómplices de la quema de los bosques, y han aplaudido los llamamientos de las autoridades a la delación de quienes por acción o por “omisión del deber” pudieran cargar con las culpas, de lo que en última instancia es una manifestación más de la degradación medioambiental que en todo el mundo impone el capitalismo, y particularmente del desmantelamiento de las infraestructuras necesarias para frenarlo (p. ej. subcontratando el cuidado de los bosques a empresas donde prima el empleo precario de mano de obra barata y a menudo escasamente preparada, como pudo verse en el accidente que, en 2006, mató a 12 trabajadores de estas contratas en Guadalajara).
Pero si los explotadores tratan de desacreditar la idea misma de solidaridad obrera, no menos feroz es su campaña contra la autorganización de las luchas. Así se ha podido comprobar, una vez más, en la reciente “reconversión” de RTVE. Cuando ésta se anunció, los sindicatos prometieron “duras movilizaciones”, cuando, en realidad lo que han organizado ha sido la desmovilización y la apatía, con las consabidas pantomimas (las “rogativas” a las autoridades autonómicas para que protestaran por el cierre de los centros territoriales), y, sobre todo, desvirtuando las Asambleas, convirtiéndolas en meros auditorios pasivos donde se informaba, con mil tecnicismos, del curso de unas lejanas negociaciones en Madrid entre las cúpulas sindicales y RTVE. Todo ello para lograr que los trabajadores se mantuvieran aislados unos de otros en los diferentes centros de trabajo, y sobre todo en una situación de expectativa pasiva y resignada. Al final, como ya hicieran en SEAT en vísperas de Navidad, anunciaron unos días antes de las vacaciones de Agosto, un acuerdo que supone que más de 4000 compañeros se quedan en la calle. Esta vez, para cubrirse las espaldas y que no se repitiera los de SEAT (ver AP nº 186 y 187), postergaron la aplicación de dicho acuerdo a un referéndum tras las vacaciones, en el que los trabajadores votaron de manera individualizada, dispersos por centros de trabajo o por categorías. Es decir lo que los trabajadores no les habían dejado hacer en Vigo.
Lo de menos es el propio resultado de la “consulta democrática” (el acuerdo se ha aprobado con los votos de poco más de la mitad de la plantilla real), sino comprender como los sindicatos han organizado la atomización de los trabajadores. Podemos atestiguar que el ambiente en los centros de trabajo durante este interminable Agosto, no ha sido el de reunirse para ver, unidos y juntos, si se podía echar abajo el recorte de la plantilla, sino que cada trabajador se buscase la mejor salida personal (¿aceptar o no la prejubilación?, ¿aspirar a ser “recontratado” aunque sea en peores condiciones laborales?), mirando con recelo a los compañeros como competidores por el puesto de trabajo, reforzando la sumisión a los Sindicatos que deben poner “cara y ojos” a los que deben irse y a los que se quedan, etc.
Para la clase dominante de este sistema de miseria, destrucción y barbarie, los ejemplos de verdadera solidaridad obrera, de autorganización de la lucha del proletariado, son “malos ejemplos” que les interesa sobremanera contrarrestar para impedir que vayan madurando y expandiéndose. No tanto porque representen una amenaza inmediata que ponga en riesgo a corto plazo su dominación, sino porque sabe que si no impide su desarrollo, tales armas se convertirán en los instrumentos con que los explotados puedan enviarla definitivamente al basurero de la historia.
La revolución proletaria constituye la única esperanza de liberación de la humanidad de los sufrimientos acarreados por la pervivencia de este decrépito capitalismo. Por ello sus armas de lucha contra la explotación: la solidaridad, la organización colectiva, la toma de conciencia,... constituyen al mismo tiempo las premisas de la nueva sociedad comunista que aspira a instaurar.
Etsoem 18 de Septiembre de 2006.
Indignación es lo que suscitan los nuevos y repetidos episodios de barbarie guerrera en Oriente Medio: Siete mil incursiones aéreas en territorio libanés, más de 1200 muertos en Líbano e Israel (300 de ellos niños menores de 12 años), cerca de 5000 heridos, un millón de civiles que huyen de los bombardeos y de las zonas de combate. Otros muchos, demasiado pobres para huir de las zonas de combate, tratan de subsistir aterrorizados. Barrios y poblados arrasados, reducidos a escombros, Hospitales saturados a punto de colapsarse, … Ese es el balance provisional un mes después del comienzo de una nueva guerra en el Líbano, desencadenada ésta vez por la contraofensiva del ejército israelí contra la creciente influencia de Hizbolá, y la multiplicación de ataques mortíferos de las milicias islamistas contra ciudades hebreas. Sólo los daños materiales, sin contar el coste de la propia operación militar, alcanza los 6000 millones de euros. Y, a fin de cuentas, esta operación militar se salda con un fracaso del ejército israelí, que tira por tierra el mito de que sería «invencible e invulnerable», y supone también un nuevo retroceso para Estados Unidos que continúa asistiendo al declive inexorable de su liderazgo declina inexorablemente. Por el contrario, Hizbolá sale reforzado de este conflicto logrando, con su resistencia, una nueva legitimidad a ojos de todo el mundo árabe.
Esta guerra supone una nueva etapa hacia la extensión del fuego y la sangre por todo Oriente Medio, hacia su hundimiento en un caos más y más incontrolable al que contribuyen todas las potencias imperialistas en nombre de la pretendida «comunidad internacional». Pero ¿Cual es la causa de tales masacres? ¿Qué azuza la llama de esos mortíferos combates?
La llegada al poder de los “terroristas” de Hamás en los territorios palestinos (a lo indudablemente contribuyó la intransigencia del gobierno israelí que radicalizó a una mayoría de la población palestina), ha supuesto un bloqueo aún más enquistado. Las peleas abiertas entre fracciones de la burguesía palestina (Hamás y Al Fatah) impidieron cualquier salida negociada. La retirada israelí de Gaza, con el único objetivo de concentrarse en el cerco de Cisjordania, no ha servido para gran cosa. A Israel no la cabía más solución que volver la vista hacia el otro lado y tratar de contrarrestar la creciente influencia de Hizbolá en el sur del Líbano, para lo que esta milicia cuenta con la ayuda y financiación de su padrino iraní. El pretexto israelí para la guerra era la liberación de 2 soldados prisioneros de Hizbolá, que, dos meses después, siguen estando en poder de las milicias chiítas, y ahora empiezan en la ONU los primeros escarceos de la negociación para su liberación. En cuanto a la otra coartada esgrimida por Israel: «neutralizar y desarmar a Hizbolá, para impedir que sus ataques e incursiones en suelo israelí desde el sur de Líbano sean una amenaza para la seguridad del Estado hebreo», la realidad muestra que no es más que un intento de matar moscas a cañonazos, y que el verdadero objetivo ha sido aplicar la salvaje y sanguinaria política de tierra quemada contra la población civil de los poblados del sur de Líbano, cazada como conejos en sus barrios, en sus casas, obligadas a sufrir el hambre, sin agua potable, expuestas a todo tipo de epidemias. Por ello los incesantes bombardeos han concentrado en los puentes (90 de ellos completamente arrasados), las vías de comunicación (carreteras, autopistas…), las centrales eléctricas (3 hechas añicos), la inutilización del aeropuerto de Beirut y la destrucción de miles y miles de edificios. El gobierno y el ejército israelí se ufanan en proclamar que «ellos no pretenden atacar a la población civil», y que matanzas como la de Canna han sido sólo «lamentables accidentes» (al más cínico estilo de los famosos “daños colaterales” en las guerra del Golfo y los Balcanes). Pero resulta que ha sido precisamente entre la población civil donde se ha producido el mayor número de víctimas, el 90% de las muertes para ser exactos.
Esta guerra se ha iniciado con el visto bueno de Estados Unidos. Enfangados hasta las orejas en los lodazales de las guerras de Irak y Afganistán, y fracasado su “plan de paz” para arreglar la “cuestión palestina”, constatan el patente descalabro de su táctica de cerco a Europa en la que una pieza clave estratégica era precisamente Oriente Medio. Su presencia en Irak, tres años después, solo ha dado lugar a un sangriento caos y a una frenética guerra civil entre fracciones rivales, donde los atentados que golpean sin piedad a la población civil son el pan nuestro de cada día a un ritmo de entre 80 y 100 muertos por jornada. Tales fracasos, tal impotencia, evidencian el declive histórico de la burguesía americana en esa región y acentúan, por ende, la puesta en solfa de su liderazgo por parte de sus rivales en todo el mundo, y la acentuación de nuevas y mayores aspiraciones imperialistas de otros países que se empeñan en reafirmarlas como es el caso de Irán.
En esas condiciones Estados Unidos elude intervenir directamente en solitario, y centra su objetivo en denunciar a esos países como Irán por su apoyo a Hizbolá, o a Siria, como «terroristas», «encarnación del eje del mal», etc. La ofensiva israelí que constituye una seria advertencia a esos Estados, muestra la perfecta convergencia de intereses entre la Casa Blanca y la burguesía israelí. No es casualidad que USA haya cubierto las espaldas de la operación militar hebrea, saboteando durante semanas, las tentativas de que la ONU aprobase un “alto el fuego”, hasta que el ejército israelí asentara sus bases operativas lo más dentro posible de territorio libanés, hasta llegar al famoso río Litani.
Al margen de que Israel no pretendía instalarse de forma duradera en el sur del Líbano, lo cierto es que tanto para ellos como para Estados Unidos, la táctica empleada y los problemas a los que se enfrenta están regidos por la misma dinámica irracional: la necesidad imperiosa de lanzarse a aventuras militares con las que defender sus intereses imperialistas y su “status”, aunque tales operaciones les empantanen en situaciones cada vez más caóticas, que ellos mismos agravan con sus intervenciones, abriendo un sin fin de incontrolables cajas de Pandora.
En el seno de la burguesía israelí, civiles y militares se culpan mutuamente de una guerra mal preparada, ante un enemigo que ya no es el ejército oficial de un Estado constituido, sino una milicia emboscada entre la población. Hizbolá (como Hamás) fue en sus inicios una más de las incontables milicias islamistas enfrentadas a Israel, que se dio a conocer durante la ofensiva hebrea contra el sur del Líbano en 1982. Su componente chiíta le valió pronto el apoyo y copiosos fondos financieros del régimen de los clérigos iraníes. También Siria, que se vio obligada a abandonar Líbano el año pasado, le ha proporcionado una importante ayuda logística en la retaguardia. Esta banda de sanguinarios asesinos ha sabido poner en marcha un poderoso aparato de reclutamiento entre la población civil mediante la dispensación de ayudas médicas, sanitarias y sociales a la población, pagadas todas ellas con el “maná” petrolero iraní, hasta el extremo de que es Hizbolá, y no el propio Estado libanés, quién está sufragando la reconstrucción de las viviendas destruidos por los bombardeos israelíes, a cambio, eso sí de poder disponer de ellos, como carne de cañón para la guerra. Se puede ver, en diversos reportajes, que ese “ejercito en la sombra” está compuesto en muchos casos por niños de 10 a 15 años, dispuestos a la autoinmolación y al “martirio” en los ajustes de cuentas de sus amos contra sus rivales.
Siria e Irán forman, momentáneamente, el bloque más homogéneo en trono a Hamás y Hizbolá. Irán afirma abiertamente su proyecto de convertirse en la principal potencia imperialista de la zona, logrando incluso disponer del arma atómica. Por eso, desde hace meses, Irán no cesa de mofarse de USA y prosigue su programa nuclear, multiplicando con arrogancia además sus provocaciones belicistas que incluyen afirmar abiertamente su intención de acabar con el Estado de Israel.
La hipocresía y el cinismo de la ONU no tienen límites. Durante el mes largo que ha durado la guerra del Líbano no ha cesado de proclamar sus “deseos de paz” pero añadiendo que… «se ve impotente para lograrlos». Esto ha quedado patente en un episodio de los últimos días de la guerra, cuando un convoy formado sobre todo por mujeres y niños libaneses que trataba de huir de su pueblo convertido en frente de guerra fue tiroteado por el ejército israelí. Cuando trataron de refugiarse en un cercano campamento de la ONU se les rechaza por que ¡carecen de mandato para acogerles! La mayoría de los civiles (al menos 58) murieron por las balas israelíes, mientras las fuerzas de la FINUL se lavaban las manos, según testimonió en una entrevista televisada una madre de familia rescatada de ese convoy.
No es de extrañar. La ONU, como su predecesora Sociedad de Naciones, es una auténtica «cueva de ladrones», la charca en la que se pelean los mayores cocodrilos del planeta. Los 5 miembros permanentes de su Consejo de Seguridad son, sin duda, los mayores depredadores del mundo.
Los Estados Unidos, cuya hegemonía se basa en poseer el ejército más poderoso del mundo, no ha cesado de promover todo tipo de conflictos guerreros desde que “papá” Bush afirmara, en 1990, que «entramos en una nueva era de paz y prosperidad»: dos guerras del Golfo, los Balcanes, la ocupación de Irak, Afganistán… hablan por si solas.
Inglaterra secunda, hasta el momento, las principales expediciones punitivas emprendidas por USA, porque así defiende mejor sus propios intereses imperialistas, por ejemplo tratando de reconquistar la influencia que antaño tuvo en ese su antiguo “protectorado” (en especial Irak e Irán), y mantiene una fuerte presencia en la zona a la espera de sacar provecho en el futuro.
Rusia, responsable de las peores atrocidades durante las dos guerras en Chechenia, que aún no ha digerido la desaparición de la antigua Unión Soviética, rumia su venganza, y aprovecha el debilitamiento de USA para renovar sus aspiraciones imperialistas. Por ello juega la baza de apoyar a Irán y, más veladamente, a Hizbolá.
China, gracias a su creciente influencia económica, sueña con obtener nuevas zonas de influencia más allá del Sudeste asiático y hace guiños –entre otros- a Irán para lograr sus fines.
Francia, cuyas manos están tan manchadas de sangre como el resto de sus cofrades, añora también los tiempos en que, junto a Gran Bretaña, se repartía influencias en Oriente Medio, trata de recuperarla al máximo de lo que le permitan sus posibilidades. Para eso su estrategia va desde adular a Irán, al que trata de «gran país», hasta respaldar la política americana en Líbano (Resolución 1201 de la ONU) para vengarse de Siria, antaño aliado tradicional de Francia, pero a la que no perdona el asesinato, en 2005, del primer ministro libanés, “gran amigo” de Chirac y peón fundamental de Francia en la zona.
Todos y cada uno de los principales espadas de esa “comunidad internacional” supuestamente garante de la paz, no ha desaprovechado ocasión para sabotear unas resoluciones de la ONU que, al fin y al cabo, ellas mismas promovían.
Y ¿Qué pinta la burguesía española en esta sangrienta carrera? El “bambi” Zapatero que hace dos años se presentó como paladín de la paz, retirando las tropas españolas de Irak, muestra su verdadero rostro, tan asesino y belicoso como el de Aznar, enviando cerca de 1000 soldados para formar parte de las tropas de la FINUL cuya “humanitaria misión” es ayudar al minúsculo ejército libanés a desarmar a Hizbolá.
A la burguesía española, como a sus cofrades imperialistas de cualquier otro país, le importa un rábano la vida de los civiles de la zona, ni la de los soldados. Si quieren estar directamente presentes en el avispero mortal del Líbano, es para “pintar algo”, es decir para fortalecer su posición en el “des”-concierto imperialista mundial, aunque sea como comparsas porque no tienen poderío para más. La misma sórdida motivación que llevó a Aznar a las Azores y a desplegar tropas en Irak, es la que mueve hoy a ZP a «contribuir significativamente» a las fuerzas de la FINUL, contando con la complicidad y el acuerdo de todas los partidos políticos (desde el PP hasta ERC y Labordeta) y de las “fuerzas vivas” de la izquierda y la extrema izquierda que, en esta ocasión, no han dicho ni “mú”.
El fracaso de Israel y Estados Unidos supone un nuevo e importante paso de la pérdida de hegemonía americana. Pero eso no va a atenuar las tensiones guerreras sino a acrecentarlas espoleando las pretensiones imperialistas de los demás, lo que anuncia una mayor inestabilidad y crecimiento del caos.
Oriente Medio concentra hoy todo el carácter irracional de la guerra en la que se enfangan todos los imperialismos en defensa de sus intereses particulares, al precio de extender y hacer aún más sanguinarios los distintos conflictos e implicando a un número cada vez mayor de países. Irán y Siria están hoy en pie de guerra, lo que obliga a Estados Unidos e Israel a preparar una respuesta aún más terrorífica y mortal a la altura del desafío que les plantean. El Ministerio de Defensa israelí lo ha dejado claro: el “alto el fuego” es sólo una tregua para reorganizar sus fuerzas y lanzar un segundo asalto para liquidar – definitivamente – a Hizbolá.
La extensión de los enfrentamientos armados a todo el planeta pone de manifiesto el carácter ineluctable de la barbarie guerrera del capitalismo. El militarismo y la guerra se han convertido en el modo de vida permanente de un capitalismo decadente en plena descomposición. Esa es precisamente una de las características esencial de todo sistema cuando llega al trágico callejón sin salida en el que ya no tiene nada que ofrecer a la humanidad más allá de sembrar la muerte por doquier.
En Israel crecen las manifestaciones contra la guerra. El año pasado se vieron amplias manifestaciones en Tel-Aviv y Haifa protestando contra la carestía de la vida y denunciando la política gubernamental de crecimiento desmesurado de los presupuestos militares en detrimento de los gastos sociales, lo que ocasiona una exorbitante escalada de la inflación. El actual fracaso de la guerra puede favorecer la expresión cada vez más abierta de ese descontento social.
En los territorios palestinos los funcionarios, por ejemplo, protestan cada vez más abiertamente contra el impago de sus salarios (los créditos de la Unión Europea están bloqueados desde la subida de Hamás al poder).
Sin embargo millones de personas, ya sean proletarios o población civil judía, palestina, chiíta, suní, drusa o kurda, maronita o cristiana, permanece rehén de un insufrible terror cotidiano.
¿Cómo podemos solidarizarnos con esas víctimas del horror bélico? Para los burgueses “bienintencionados”, por ejemplo para los del seminario Marianne del 12 de Agosto, la solidaridad se resumiría en el eslogan: «Todos somos sionistas, nacionalistas palestinos y patriotas libaneses». En cambio, los revolucionarios proclamamos alto y fuerte la consigna histórica del proletariado: «Los obreros no tienen patria». La clase obrera no tiene ningún interés nacional, ni campo imperialista alguno que defender. El interés nacional es el interés de la burguesía que nos explota. Para oponerse a la guerra hay que oponerse a todos los bandos imperialistas, sean cuales sean. Sólo acabando con el capitalismo podemos poner fin a la barbarie guerrera. La única solidaridad real hacia nuestros hermanos de clase víctimas directas de las más terribles masacres, es la solidaridad proletaria: movilizarse en defensa de nuestros propios intereses y en nuestro propio terreno de clase contra nuestros explotadores.
La solidaridad es batirnos y desarrollar nuestras luchas, en un terreno social, contra nuestra propia burguesía nacional. Tal y como han hecho los trabajadores en huelga que paralizaron el aeropuerto de Londres o los transportes en Nueva York el año pasado, o los obreros de la SEAT en Barcelona; como se movilizaron los futuros proletarios contra el CPE en Francia este mismo año o los trabajadores del metal en Vigo… Estas luchas afirman el desarrollo de nuevos combates de la clase obrera a escala internacional, desarrollo que es la única esperanza para la humanidad de un futuro diferente del que nos ofrece la barbarie capitalista.
Wim (28 de Agosto)
Adaptado de Révolution Internacional (publicación de la CCI en Francia) nº 371.
El pasado otoño vimos las desgarradoras y abominables imágenes de lo que sucedía en varias fronteras del Sur de Europa, en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, al norte de Marruecos: centenares de emigrantes se lanzaban en oleadas sucesivas a una desenfrenada carrera para escalar las inmensas alambradas que custodiaban dichas fronteras. Aún se vienen a la memoria las terribles imágenes de estos seres humanos enganchados y literalmente colgados de las alambradas, atacados por las balas de las policías española y marroquí o abandonados a su suerte en el desierto como perros sarnosos[1].
Hoy día el escenario ha cambiado. Ahora son las “paradisíacas” playas de las Islas Canarias, en el Océano Atlántico, donde se acumulan miles de emigrantes que intentan entrar en España para huir de la miseria y la barbarie de los conflictos guerreros de sus países de origen.
Desde Enero de 2.006, ya han llegado a las Canarias más de 10.000 personas en embarcaciones de (desde luego mala) fortuna. Sólo en Mayo llegaron casi 5000 personas. Y eso sin contar el desgraciadamente innumerable número de seres humanos “desaparecidos” en la travesía, o que finalmente son localizados muertos en medio del océano muertos víctimas de la deshidratación, la desnutrición y las enfermedades.
A principios de Junio, fue localizada una embarcación a la deriva en Barbados, en medio del Caribe a más de 5.000 kilómetros de las costas africanas, con 11 cadáveres momificados. Una cincuentena de senegaleses se embarcó en las islas de Cabo Verde sobre una barcaza fletada por un mafioso local. Tras haber cobrado, o mejor dicho robado pura y simplemente, 1.500 Euros a cada uno de los viajeros los abandonó a su triste suerte. En el barco a la deriva, un pasajero envió un mensaje de socorro con un teléfono móvil, pero el único “socorro” que recibieron fue la visita de un barco enviado por el propio mafiosos que les había estafado y que tenía la orden expresa de llevarlos mar adentro.
A lo largo de más de 2.000 kilómetros de costas, entre el sur de Marruecos, Mauritania y Senegal, decenas de miles de personas esperan que un “transportador” les proponga el viaje hacia el “paraíso de Occidente”. Pero aún cuando consiguen llegar a su anhelado destino, lo que les espera, si son localizados por las autoridades es pudrirse durante días hacinados en verdaderos campos de concentración con condiciones insalubres[2], a la espera de una repatriación forzosa que les devuelve a la miseria, e ¡incluso las cárceles!, de los países de “acogida”.
La Unión Europea a petición de un Gobierno español “desbordado” por el aflujo de emigrantes, organizó una Conferencia, con los países de África concernidos por la emigración. Durante las reuniones preparatorias se decidió hacer patrullar a las fuerzas de la armada española, apoyadas por otros países europeos, ante las costas de África para impedir la salida de embarcaciones hacia Canarias. Los Estados africanos, por su parte, exigieron a cambio de implicarse, que Europa «financiase centros de acogida en Mauritania y Senegal». Para decirlo en plata: los Estados africanos serán subvencionados por las magnánimas democracias europeas para “retener” a los inmigrantes antes de devolverlos, manu militari, a sus respectivos países de origen. El discurso europeo no puede ser más simple: «hay que tomar ejemplo de la política desarrollada por Marruecos en el último año». La consigna, clara y concreta es, intimidar, encerrar, detener a los inmigrantes y, si es necesario, matarlos o lanzarlos al fondo del océano,… ¡cualquier medio vale para deshacerse de ellos!
El documento preparatorio de esta Conferencia euro-africana señalaba sin lugar a dudas que: “se deben adoptar medidas drásticas contra la inmigración clandestina” (Le Monde, 13 de Junio 2006). El resto no es más que pura retórica para ocultar esta política. De hecho, hasta la prensa burguesa señala que: “ las otras medidas pueden aparecer como un catalogo antiguo de buenas intenciones: mejorar la cooperación económica, desarrollar el comercio, prevenir los conflictos,…” (Ídem).
Ante la enorme intensidad actual de estos movimientos migratorios, oímos por doquier ese mismo discurso que sirve, únicamente, para tratar de ocultar nuevas leyes y medidas represivas más duras que las precedentes. Con frases huecas del estilo «hay que ayudar a los países de los que procede la inmigración», la burguesía europea nos quiere hacer creer que quiere “ayudar” al desarrollo de los países africanos para que sus pobladores no tengan que jugarse la vida para llegar a Europa. ¡Puro cinismo! Hace más de 40 años que la propaganda burguesa nos repite esas mismas mentiras. En el capitalismo decadente, la mayor parte de los países del llamado Tercer Mundo, y en particular los del continente africano, se hunde cada día más en el subdesarrollo, en un caos sangriento con su corolario de muertes y epidemias, que quieren que creamos que son debidas a catástrofes naturales (la pertinaz sequía), a déficit de educación, o al hecho de sufrir a unos gobernantes especialmente corruptos por supuesto alejados de los “modelos” occidentales,… Lo bien cierto, sin embargo, es que en las relaciones entre los Estados no hay ni “ayuda”, ni “amistad”, ni “solidaridad” para salvar a las poblaciones. Sus relaciones están dictadas y marcadas por los intereses imperialistas de los Estados, sean estos grandes o pequeños.
Cada vez que la clase dominante anuncia que quiere solucionar los problemas «yendo a la raíz de los mismos», es para ocultar a los explotados que la verdadera raíz de ese “mal” es el propio sistema capitalista, su pervivencia en plena fase terminal de descomposición. En cuanto a las “soluciones” que nos proponen, pasan todas ellas por la “culpabilización” de la población, y de los trabajadores en particular, que deberíamos redimirnos aceptando la degradación de nuestras “privilegiadas” condiciones de vida. Este es el lenguaje común de todos los partidos de la burguesía, de Derechas y de Izquierdas, y también, y muy especialmente, de toda la cohorte de asociaciones de ayuda al Tercer Mundo, antiglobalización, anti-“consumismo”, etc.
Todos estos bellos discursos no pueden ocultar la realidad: para la burguesía de los países desarrollados, ha llegado la hora de cerrar a cal y canto sus fronteras. En cuanto a los emigrantes, “ilegales” o “regularizados” que puedan llegar, tras terribles sufrimientos, a Europa o a los Estados Unidos[3], les espera, si lo encuentran un trabajo precario y una sobreexplotación sin límites como mano de obra hiper-barata para hacer presión a la baja sobre los salarios de los trabajadores autóctonos.
Como afirmamos en nuestro artículo: “La clase obrera es una clase de inmigrantes”: «lo que la clase dominante trata de ocultar hoy en día, es su incapacidad para ofrecer la más mínima perspectiva de presente y de futuro al conjunto de la clase obrera. La exclusión de los trabajadores inmigrantes que el capitalismo condena a morir de hambre ´ en los países subdesarrollados`, es ya el futuro que prepara este sistema moribundo a millones de proletarios autóctonos que ha lanzado y hundido definitivamente a la condena de desempleo.»”.
Adaptado de Révolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 370.
[1] Ver el artículo “Ceuta y Melilla: La hipocresía criminal de la burguesía democrática” en AP nº 185)
[2] No en vano el gobierno autónomo de Canarias ha calificado la situación de los emigrantes allí concentrados de «la mayor catástrofe humanitaria vivida en España desde la posguerra»
[3] Sobre la cuestión de la inmigración en los Estados Unidos ver en nuestra web el artículo “Manifestaciones de los sin papeles en los Estados Unidos: Si a la unidad de la clase obrera, no a la unidad con los explotadores”.
Las leyes anti-inmigrantes de Sarkozy son tan fáciles de entender como la consigna que, el pasado Febrero, dio el Ministro del Interior a sus prefectos: «Hay que incrementar el número de expulsados a la frontera».
Se abrió pues la cacería de los trabajadores clandestinos y sus familias, y este verano ya hemos visto las primeras consecuencias. Así en Julio, con el fin del año escolar, comenzó la expulsión de los estudiantes de secundaria sin papeles, mientras que el mes de Agosto se terminó con el desalojo de 500 “ocupas”, de origen africano, del edificio F de la ciudad universitaria de Cachan (Val-de-Marne), de los que la mitad se encontraban en situación irregular. Los 900 policías movilizados para ello realizaron un registro a fondo hasta dar con 66 clandestinos que fueron inmediatamente escoltados a los centros de retención de la región parisina.
Lógicamente ante ese siniestro espectáculo, las asociaciones, los sindicatos, y los partidos de Izquierda se alzaron como un solo hombre, y clamaron al unísono su indignación contra esta «indecencia política». Es más, dejándose llevar únicamente por su “buen corazón” y su “coraje”, muchos militantes y cargos electos, entre los que figuraban el portavoz de la LCR - Olivier Besancenot -, y el presidente del PCF del consejo general de Val-de-Marne - Christian Favier -, se movilizaron, y según el relato ofrecido por el diario Libération: «intentaron interponerse entre las fuerzas del orden y las familias», durante la evacuación del campamento que 200 de los desalojados habían improvisado en plena calle.
El carnaval humanista y mediático de esa izquierda “social”, disfrazada para la ocasión con sus mejores hábitos de “feroces defensores” de los inmigrantes sin papeles, nos muestra el grandioso espectáculo,… de su hipocresía. ¡Esta gentuza se cree que tenemos la misma memoria que los peces de colores! Es de sobra sabido que, hace diez años, la Izquierda “plural” (PS, PC, Verdes) prometió derogar las leyes Pasqua/Debré, con lo que suscitaron la esperanza de numerosos “clandestinos” que se aprestaron a presentar numerosas demandas de regularización. Pero ya en el gobierno, Jospin declaró, según los términos de la época que: «No hay posibilidad de papeles para todos», por lo que más de 100 mil expedientes fueron rechazados y, por tanto, otros tantos clandestinos quedaron simplemente fichados por la policía. La trampa era fácil y la izquierda la ejecutó a la perfección.
El tal Besancenot puede burlarse hoy de esa «izquierda que está incómoda», pero la llamada “Izquierda de la Izquierda” que reivindica hace exactamente lo mismo que aquella: servirse de su imagen de “protector” de los clandestinos y de la confianza que éstos depositan en ellos, para hacerles salir de la clandestinidad.
Las leyes promulgadas por Sarkozy llevan el apropiado título de “la emigración que queremos”. Se trata, en efecto, de que la burguesía deje entrar obreros de otros países de tal o cual sector, en función de las necesidades de la economía, y de devolverlos a “su tierra” una vez haya terminado el trabajo. Se trata, también, de mantenerlos siempre en un “status” de clandestino que fuerce a estos trabajadores a aceptar las peores condiciones de explotación. Esto requiere, claro está, un sistema de control policial digno del mismísimo “Gran Hermano” de George Orwell. Por ello desde finales de Agosto, se ha puesto en marcha un nuevo fichero llamado ELOI destinado a censar a los «extranjeros en situación irregular en vía de expulsión», donde constan su foto, nacionalidad, situación profesional, así como informaciones sobre «la necesidad de una vigilancia particular en lo referente al orden público», etc. Pero ¿cómo puede la policía obtener tal cantidad de informaciones y de documentos sobre unas personas que, forzosamente, tratan de pasar desapercibidos? Es muy sencillo: que sean éstos mismos quienes se los entreguen.
Para ello una circular ministerial del 13 de Junio, abría un plazo hasta el 13 de agosto, para que los «sin papeles» que tuvieran hijos escolarizados solicitaran una demanda de regularización. Nuestra “benefactora” izquierda no tardó en incitar a una gran parte de estas familias, habitualmente reacias - ¡y con razón! - a rehuir cualquier trato con la policía, a presentar, debidamente cumplimentado, este expediente.
La asociación RESF (Red Educación sin Fronteras) cuyos miembros no son otros que ATTAC, DAL, MRAP, CNT, FSU, SUD, CGT, Alternative Libertaire, LCR, PC, Verdes..., ha logrado que finalmente se presentaran en la Prefectura de Policía más de 30 mil solicitudes, de las que 24 mil han visto como se rechazaba la regularización, aunque sus datos se han incorporado, convenientemente, al fichero ELOI. ¡Qué estupenda cosecha! Tan es así que el mediador del Ministerio del Interior, Arno Klarsfeld, se sinceró el 21 de Agosto en la televisión: «Las asociaciones, como RESF tienen una responsabilidad ante las familias a las que han animado a que fueran a declarar a la Prefectura aunque sabían que no cumplían las normas de la circular. Entonces, estas personas que han sido controladas por los servicios de la policía, serán ahora detenidas y expulsados». Dejarlo así de claro le ha valido desde luego a este abogado parisino las iras de la prensa izquierdista. En efecto Klarsfeld es un novato en política, muy torpe, que aún no se ha aprendido la vieja lección de la socialdemocracia: «Estas cosas se hacen pero no se dicen nunca».
De esta manera tan repugnantemente hipócrita, las asociaciones de izquierda, los sindicatos y los trotsquistas se han aprovechado de la angustia de los clandestinos por su situación, y con el señuelo del “derecho a la regularización”, les han conducido directamente a las garras de la policía. Sarkozy, el «ministro de las expulsiones», ha encontrado en esa izquierda tan “social” y tan “humana”, a los más fieles auxiliares en su política antiobrera.
Azel (31 de Agosto de 2006).
Traducido de Révolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 371.
En España, en Estados Unidos, en Francia, en Gran Bretaña, la vivienda – una necesidad básica - es cada vez más inaccesible para la gran mayoría, dados los precios astronómicos que está alcanzado. ¡Y esto se produce no porque haya escasez de viviendas – al contrario sólo en España se calculan más de 2 millones de pisos vacíos -, sino porque existe una sobreproducción resultado de una especulación desbocada!
Es natural que este indicador del absurdo de este sistema social cada vez más enzarzado en contradicciones insolubles provoque debates apasionados sobre todo entre los jóvenes que se preguntan en qué sociedad estamos viviendo y qué futuro nos puede deparar. Hemos intervenido activamente en esta discusión: en 2004 participamos en un debate celebrado en Madrid (ver AP nº 176) y recientemente intervinimos en las tentativas de movilización sobre el problema que hubo en mayo-junio (ver AP nº 190).
Frente a esta última intervención un compañero ha enviado una réplica pidiendo que fuera publicada cosa que hacemos a continuación. Nosotros siempre hemos estimulado una cultura del debate y lo hemos hecho porque eso corresponde a la tradición del movimiento obrero pues para él es una de sus mejores armas. La conciencia de la clase obrera no se forja por la simple declaración de una doctrina ante la cual todos tendrían que postrarse sino a través de un debate, una confrontación de posiciones, en el fuego del cual se va desarrollando una claridad que va dando más fuerza, más solidaridad y convicción a los trabajadores.
Texto de réplica a nuestro artículo:
Ante la pregunta que encabeza el artículo que sirve de objeto de la contrarréplica que me dispongo a hacer y que no es otra que:¿Qué lucha llevar ante el problema de la vivienda? contestaré que la lucha contra el capitalismo que nos oprime y explota como supongo y deduzco que piensa el autor.
Ahora bien: todos los revolucionarios sabemos que en la actual fase del capitalismo debemos luchar por reformas parciales ya que el proletariado no tiene mayor capacidad de cambio que el luchar por esto (al menos en el Estado español que es lo que nos ocupa). De ahí las sabias palabras de Rosa Luxemburgo cuando en su libro Reforma o revolución dice que «La reforma y la revolución no son, por tanto, distintos métodos de progreso histórico que puedan elegirse libremente en el mostrador de la historia, como cuando se eligen salchichas calientes o frías, sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases, que se condicionan y complementan entre sí y al mismo tiempo se excluyen mutuamente, como el Polo Norte y el Polo Sur o la burguesía y el proletariado». Con esto igual piensan que me estoy desviando del propósito principal de este artículo que era el tema de la vivienda, pero no. La lucha por la vivienda es una de estas luchas parciales y la Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda digna es una parte de este movimiento de reivindicación social.
Como en toda reivindicación en época no revolucionaria, el movimiento pro- vivienda se compone de personas con sus diversas ideologías, por lo que como se puede deducir de esto habrá diversas interpretaciones de la realidad: desde personas que no paran de reivindicar la Constitución española del 78 como solución a este problema hasta los que pensamos en la lucha por la vivienda como parte de un problema que es de raíz y que no se puede solucionar sin destruir el sistema capitalista, pasando por aquellos que piensan que sí hay solución dentro del capitalismo. Extensivamente, la Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda digna es parte de esta realidad como lo son todos los movimientos sociales que buscan reformas parciales en épocas no revolucionarias.
Por lo tanto hay que ver la situación desde otro punto de vista a como la plantea el autor: la Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda digna es una asamblea donde hay diversas ideologías y se debe luchar dentro de ella para cambiarla ya que en las luchas parciales o reformas (en el buen y aunque no revolucionario sentido de la palabra) hay muchos reformistas (en el sentido peyorativo de la palabra). Este es un debate que lleva un tiempo desarrollándose dentro del movimiento revolucionario mundial y es si salir de los movimientos sociales cuando se dan atisbos de reformismo o acaparamiento por parte de aquellos que son parte del sistema o no hacerlo. Mi forma de pensar es que hay que dar batalla allí donde haya una causa justa y volviendo al ejemplo que nos ocupa diré que creo que en el movimiento de la vivienda también se debe hacer así. El hacer lo contrario sería alejarnos de las masas, perder oportunidades clave, desacreditarnos y desgastarnos a la vez que lo hacen los trabajadores y estudiantes. Si dejamos que se apoderen los reformistas de la asamblea lo que van a pedir va a ser como mucho que se hagan más viviendas de protección oficial o que se den más subvenciones, sin plantearse que el problema es el sistema capitalista y la mercantilización a la que somete a todas las cosas. Y todos los jóvenes que se han acercado a la política gracias a este movimiento quedarán sin referencias anticapitalistas y volverán a la desmovilización.
Ahora intentaré matizar algunas de las aseveraciones que se hacen en el texto: Como movimiento espontáneo se han creado asambleas, con mayor o menor rapidez, en distintos puntos de la geografía estatal. También como movimiento autónomo, las asambleas son soberanas y están delimitadas geográficamente, de ahí que cada una tenga distintas definiciones ideológicas o incluso distintas formas de actuación o trabajo. Me quiero referir con esto a que el texto de la asamblea objeto de crítica es exclusivamente de la asamblea de Madrid y no de las del resto del estado o incluso del resto del movimiento de la vivienda como se asegura en el texto, por lo que este no tiene que ser asumido por ellos.
Ahora entrando en la asamblea de Madrid querría aclarar que es un espacio en el que conviven distintas ideologías y necesita articularse de una línea más o menos clara. Para ello se necesita de tiempo para hacerlo y de cesiones por parte de todos, de ahí que el texto sea poco clasista. Entiendo que los textos que han salido hasta ahora son muy de mínimos pero aun así son pasos grandes con respecto a la situación en las primeras asambleas y espero que en el futuro esta situación avance. Por ello las críticas me parecen desproporcionadas ya que hay muchos compañeros que están o estamos luchando porque se le dote a la asamblea de un carácter mínimamente de clase y anticapitalista, aunque esto no se hace de la noche a la mañana. Pensar eso es de utopistas infantiles. Por otra parte, salirnos y hacer una asamblea paralela que tenga un claro carácter de clase sería fácil pero fatal ya que nos haría caer en el sectarismo más extremo y alejado de las masas.
El autor del texto hace una crítica bastante tergiversada cuando dice que el asegurar que “Queremos que la vivienda deje de ser un negocio” es una utopía reaccionaria. Entonces supongo que ningún marxista (o incluso anarquista) se salva de reaccionario cuando pide el fin de las guerras imperialistas o la liberación de las mujeres ya que esto es imposible mientras exista el capitalismo. Tampoco es lógico hablar en un panfleto (porque es tan corto que sólo ocupa medio folio) de mil cosas que no tienen que ver con el tema de la vivienda para que la gente vea que somos los más revolucionarios. Y tampoco es lógico poner que esta frase “Tendremos enfrente a los más poderosos de este país: a los banqueros, a los constructores, a los especuladores, y a los políticos y periodistas que tengan por amos a ese atajo de buitres. Todos quieren seguir aumentando sus cuentas de beneficios a costa de la necesidad y el sufrimiento de millones de personas” excluya que el resto de capitalistas que no tienen que ver con la construcción o el negocio urbanístico no sean unos buitres. Si estás hablando de la vivienda no veo por qué hay que (y vuelvo a lo de antes) pretender aparentar ser el más revolucionario hablando de cosas que no tienen casi que ver con el tema de la vivienda. No hace falta repetir a todas horas las mismas consignas como loros, la gente se puede cansar. Y no quiero decir con esto el renunciar a la ideología, que quede claro. En definitiva, creo que el artículo que se pretende analizar en este contra-artículo peca sobretodo de desconocimiento de la realidad del movimiento social criticado ya que realiza la crítica exclusivamente a partir de un panfleto, realizado además con la premura que el movimiento pro-vivienda demandaba en esos tiempos.
Invito a que estas y cualquier otras ideas sean expresadas en el lugar idóneo para
ello como son las asambleas. ¡Juntos derrotaremos a los reformistas y a los capitalistas!
J. P. (miembro de la “Asamblea contra la precariedad y por una vivienda digna”)
Compartimos con el compañero, del que hemos mencionado únicamente sus iniciales, su llamamiento final a luchar juntos para derrotar “a los reformistas y las capitalistas”, también apreciamos su invitación a que defendamos nuestras ideas en la Asamblea a la que pertenece, pero lo que compartimos más profundamente es su voluntad de discusión. Nuestra respuesta se concibe como una aportación a la continuación del debate.
Actualmente, el proletariado está todavía lejos de una situación revolucionaria. De esta situación el compañero deduce que sólo es posible una lucha por reformas parciales: «todos los revolucionarios sabemos que en la actual fase del capitalismo debemos luchar por reformas parciales ya que el proletariado no tiene mayor capacidad de cambio que el luchar por esto (al menos en el Estado español que es lo que nos ocupa)». Sin embargo, la viabilidad o no viabilidad de la lucha por reformas no depende de la capacidad subjetiva del proletariado sino de la situación objetiva del capitalismo mundial.
El compañero cita a Rosa Luxemburgo en su libro Reforma o Revolución escrito en 1899. En ese momento, el capitalismo se hallaba en su apogeo y todavía era posible una lucha por reformas como parte de la preparación de la condiciones para una lucha revolucionaria cuando el sistema entrara en su fase de declive histórico, situación que se estaba acercando como se mostró con la Primera Guerra Mundial (1914-18). Desde entonces, las guerras imperialistas, las hambrunas, los crímenes en masa perpetrados por toda clase de Estados, la destrucción medioambiental, las convulsiones económicas, se han profundizado hasta límites insospechados, haciendo del siglo XX la centuria más bárbara de la historia humana y planteando un siglo XXI –con las guerras de Irak, Oriente Medio etc.- como mucho peor aún. Tales condiciones, tal contexto histórico y social, hacen imposible la lucha por reformas, la única lucha consecuente para la liberación del proletariado y de toda la humanidad, es la lucha revolucionaria por la destrucción del régimen capitalista.
Esta afirmación no tiene nada de “abstracta” o “ideológica”, la podemos comprobar comparando la vida de 3 generaciones obreras: los trabajadores jubilados que hoy tienen 70-80 años cobran una pensión más o menos aceptable (no todos) mientras que los de 50-60 cobrarán una miseria y los de 25-30 años no la tendrán en absoluto; los trabajadores de 70-80 años tuvieron trabajo fijo, los de 50-60 lo tuvieron pero lo perdieron en las innumerables reconversiones y planes de “futuro” mientras que los jóvenes de 25-30 años solo conocerán el trabajo precario; por último, los de 70-80 años no tuvieron vivienda propia más que en la última época de su vida pasando muchos años como realquilados o incluso como chabolistas; los de 50-60 tienen una vivienda más o menos ajustada aunque muchos todavía están pagando su hipoteca, mientras que los de 25-30 años vuelven a la situación de sus abuelos: realquilados, vivir en casa de los padres… Francamente ¿qué podemos deducir de esta evolución que podríamos extender a otros muchos aspectos de la vida social, económica, política etc.? ¿Qué las reformas son posibles? ¿O, por el contrario, que son cada vez más utópicas y reaccionarias porque el capitalismo camina por una pendiente hacia el abismo?.
Sí la lucha por reformas no es posible ¿qué hacer entonces? ¿Cruzarse de brazos a la espera de que lleguen las circunstancias para una lucha revolucionaria y entretanto limitarse a una mera labor de propaganda?
Esta es una cuestión que preocupa a muchos compañeros de la que nuestro comunicante se hace eco al insistir sobre el peligro de « caer en el sectarismo más extremo y alejado de las masas».
Es una disyuntiva falsa elegir entre la simple propaganda revolucionaria abstracta (lo que el compañero califica como « repetir a todas horas las mismas consignas como loros») o caer en una lucha por reformas. Las dos alternativas son erróneas y en realidad se complementan una a la otra atrapando a los compañeros en un círculo vicioso. Este sólo puede romperse practicando una política revolucionaria que participa activamente en las luchas inmediatas de nuestra clase, hace en ellas propuestas de marcha realizables, denuncia concretamente a las fuerzas burguesas que tratan de sabotearla (sindicatos, partidos de izquierda y de extrema izquierda), pone al desnudo las políticas del gobierno de turno, muestra de forma viva la quiebra del sistema capitalista y contribuye a que los obreros saquen lecciones de sus luchas. Invitamos al compañero – así como a otros compañeros - a examinar nuestras intervenciones en luchas como SEAT, Vigo, el movimiento de los estudiantes en Francia etc., para ver que con sus errores y aciertos forma parte de una política de participación en la lucha de la clase alejada totalmente tanto del planteamiento reformista como del simple revolucionarismo abstracto.
El planteamiento de “lucha por reformas parciales” no es un medio para acercarse progresivamente a una lucha revolucionaria sino la mejor manera de alejarse de ella definitivamente. El compañero reconoce «Ahora entrando en la asamblea de Madrid querría aclarar que es un espacio en el que conviven distintas ideologías y necesita articularse de una línea más o menos clara. Para ello se necesita de tiempo para hacerlo y de cesiones por parte de todos, de ahí que el texto sea poco clasista».
No negamos que en esos organismos haya « compañeros que están o estamos luchando porque se le dote a la asamblea de un carácter mínimamente de clase y anticapitalista» pero, precisamente, hacer “cesiones” a los que «no paran de reivindicar la Constitución española del 78 como solución», los convierte en rehenes de estos, los obliga a convertirse en el aval “anticapitalista” de una política cuya fin es desmovilizar y confundir a la clase obrera.
El compañero se queja de que el comunicado de la Asamblea es “poco clasista”. La consigna de la Asamblea ««sin derecho a la vivienda no hay ciudadanía», no es “poco clasista” sino claramente interclasista y el interclasismo beneficia únicamente a la burguesía pues propugna que “todos somos iguales”, tanto los ciudadanos pertenecientes a la mayoría explotada como los adscritos a la minoría explotadora. Sí los obreros nos sentimos ciudadanos de la falsa comunidad nacional ¿con que fuerza podremos oponernos a los despidos que los justifican precisamente “por el bien de la economía nacional”?. Sentirnos ciudadanos es vernos como hermanos de sangre de los capitalistas que nos explotan, de los políticos que nos engañan, de los especuladores cuyo juego financiero nos cierra el acceso a la vivienda. ¡Con ese planteamiento no se avanza ni un milímetro hacia una lucha “más clasista” sino que se retrocede atrapado dentro de las trampas democráticas e interclasistas!
Ante nuestra crítica a la consigna “Queremos que la vivienda deje de ser un negocio”, el compañero responde que «Entonces supongo que ningún marxista (o incluso anarquista) se salva de reaccionario cuando pide el fin de las guerras imperialistas o la liberación de las mujeres ya que esto es imposible mientras exista el capitalismo».
La cuestión no es querer el fin de la guerra imperialista, desear la liberación de la mujer o propugnar una vivienda digna, eso todo dios “lo quiere”, desde el PSOE hasta el Papa, la cuestión está en saber cómo se lucha por esas metas. Ante la guerra imperialista, las “buenas almas” del PSOE o de la Iglesia nos dicen que la medicina es la paz y que los protagonistas de esa lucha son “todos los hombres de buena voluntad”. Es decir, un engaño cínico, pues la única forma de acabar con la guerra imperialista es destruyendo el sistema capitalista mediante la lucha de clase independiente del proletariado. De la misma forma, ante el problema de la vivienda, la solución no es la reforma imposible de que deje de ser un negocio- ¡en una sociedad donde el principal negocio y el que permite al capital mantenerse a flote es la especulación urbanística!- sino que como decíamos en el artículo, al que replica este compañero: «Los jóvenes que no pueden encontrar una vivienda o las parejas agobiadas por la hipoteca solamente podrán desarrollar una fuerza social que se levante contra el capitalismo sí se reconocen como parte del proletariado y luchan como proletarios. No es cómo ciudadanos en pos de una vivienda “digna” sino como clase obrera que trata de resistir el incremento de la explotación y de desarrollar la solidaridad y la unidad, como se podrá avanzar en la lucha por la defensa de sus necesidades como seres humanos, una de las cuales es una vivienda donde, sencillamente, se pueda vivir».
La lucha defensiva de la clase obrera contra el continuo deterioro de sus condiciones de vida no tiene nada que ver con la lucha por reformas. Es una lucha que expresa el antagonismo fundamental que existe entre el Capital y los trabajadores, entre el interés nacional y las necesidades como seres humanos que los trabajadores tienen. En esa lucha, la principal adquisición no es tanto lo ganado en un momento dado, que se esfuma rápidamente ante los continuos ataques del capital, sino la experiencia progresiva de solidaridad, de capacidad de organización autónoma, de comprensión de qué futuro ofrece el capitalismo y de cómo luchar contra él. En el marco de una agravación constante de la crisis del capitalismo, de agudización de su barbarie guerrera, el desarrollo de luchas masivas de la clase obrera, unido a la intervención de las revolucionarios, va creando las condiciones para la lucha revolucionaria por la destrucción del capitalismo en todos los países. Esta no es una perspectiva “abstracta”, sino que es la que lentamente y no sin dificultades se va fraguando en luchas como la de los estudiantes –futuros precarios- de Francia o la de los obreros de Vigo (ver AP nº 189, así como la Tesis sobre el movimiento de los estudiantes en Francia que publicamos en la Revista Internacional nº 125. Ambos disponibles en nuestra web.
El compañero plantea el problema de “alejarse de las masas”. Tiene razón en plantear el problema. Ahora bien, ¿Cuál es la respuesta? ¿Estar en “movimientos sociales” como el “anti-globalización” u otros que en el fondo son minoritarios y adonde, como reconoce el propio compañero, andan revueltas diversas ideologías? Múltiples experiencias decepcionantes muestran que en esa “convivencia” los únicos que pierden son los compañeros sinceramente revolucionarios pues se quedan aprisionados en un molde que sólo favorece a la burguesía, aislándose con ello de la verdadera lucha de masas de la clase obrera.
Acción Proletaria (CCI) Septiembre de 2006.
El texto que sigue a continuación fue redactado hace treinta años. Hoy, cincuenta años después del levantamiento de Hungría, mantiene aun su actualidad.
Veinte años después de la revuelta obrera que sacudió Hungría en 1956, los buitres de la burguesía “celebran” este aniversario con su habitual estilo. La prensa burguesa tradicional vierte una lágrima nostálgica sobre la «heroica resistencia del pueblo húngaro contra los horrores del comunismo», mientras, en el lado opuesto del espectro de la burguesía, los trotskistas rememoran también con añoranza la insurrección que ellos califican de «revolución política por la independencia nacional y los derechos democráticos» (New Line, octubre 1976). Todos estos recordatorios no describen más que la apariencia de la revuelta y escamotean, por tanto, su significado real. La revuelta de 1956 en Hungría, como las huelgas que estallaron el mismo año y más recientemente, en 1970 y 1976 en Polonia, no expresan la voluntad de los “pueblos” de Europa oriental de transformar el “comunismo” o de transformar los “Estados obreros degenerados”. Son, al contrario, el resultado directo de las contradicciones irresolubles del capitalismo en Europa del Este y en el mundo entero.
El establecimiento de regímenes estalinistas en Europa del Este, tras la Segunda Guerra Mundial, fue la respuesta del capital ruso a la intensificación de las rivalidades imperialistas a escala mundial. El bloqueo de Berlín, la guerra de Corea, la «Guerra fría»,… fueron muestras de la incesante tensión entre los dos gigantes imperialistas: Rusia y Estados Unidos; una tensión que dominó el mundo de la posguerra. Rusia, siempre a la defensiva a causa de la superioridad económica americana, se vio obligada a transformar los países de Europa del Este en un reducto económico y militar contra Occidente. Y asegurar el dominio del capital ruso sobre estas economías implicaba asimismo imponer el rígido aparato político típico del estalinismo. La estatización total de estos regímenes se aceleró por la debilidad de su economía, tras la guerra, y el régimen estalinista se impuso en países que, como Checoslovaquia, habían “disfrutado”, antes de la guerra, de las ventajas de la democracia. El carácter estalinista de estos regímenes quedaba inseparablemente ligado al dominio económico de Rusia: desafiar a uno significaba desafiar al otro. Los sucesos de 1956, como los de Checoslovaquia de 1968, muestran los estrechos límites de la “liberalización” que el Kremlin tolera a sus «satélites».
Entre 1948 y 1953, la presión de la competencia interimperialista empujó al bloque ruso a implicarse en una nueva y frenética fase de acumulación, desarrollando la industria pesada y la producción militar a expensas de los bienes de consumo y de las condiciones de vida de la clase obrera. Rusia exigía, además, un enorme tributo a sus clientes mediante cambios desiguales, creación de firmas de propiedad rusa, etc. El COMECON (Consejo de Asistencia Económica Mutua) y el Pacto de Varsovia fueron la expresión, económica y militar, de esta “asociación” a la fuerza. Este período de “economía de asedio” se acompañó, en el plano político, de una represión masiva no sólo de los trabajadores, sino también de los viejos partidos burgueses, e incluso la purga de sectores disidentes de la propia burocracia (Slansky en Checoslovaquia, Rajk en Hungría, …). Tamaña brutalidad estaba destinada a erradicar en las burguesías nacionales de Europa del Este cualquier tendencia al “titismo”. Lo del “titismo” era, en realidad, la excusa para laminar cualquier veleidad centrífuga, cualquier aspiración de un mínimo de autonomía, por parte de las burguesías de estos países.
La debilidad económica del bloque ruso respecto al bloque occidental explica por qué la clase obrera del Este no pudo siquiera llevarse las migajas de la reconstrucción de posguerra, antes de que ésta se acabara. Con la consigna de «alcanzar a Estados Unidos» en el nivel militar (único plano en el que Rusia podría rivalizar con Estados Unidos), la burguesía del bloque ruso tuvo que desarrollar a la carrera su industria pesada, manteniendo los salarios en mínimos. En el periodo de 1948-53 las condiciones de vida de los obreros en todo el bloque del Este se mantuvieron por debajo del nivel de preguerra y, sin embargo, Rusia salió de este periodo con su bomba H y sus «Sputniks» bajo el brazo.
Las profundas tensiones económicas existentes en el bloque ruso empezaron a emerger en el momento en que los mercados del COMECON alcanzan su punto de saturación y cuando la clase obrera comienza a reaccionar contra la creciente degradación de sus condiciones de vida. Para hacer frente al cerco que le asfixiaba se requería un cierto “lifting” y que Rusia se abriese al mercado mundial. También el resto de Europa del Este necesitaba esa relajación pero ello obligaba al abandono parcial del control ruso sobre las economías de sus satélites.
La muerte de Stalin en 1953 coincidió, oportunamente, con ese momento en que el capitalismo del bloque ruso necesitaba esa “relajación” tanto política como económica. Los conflictos sociales que habían venido larvándose y envenenándose, estallaron abiertamente, y empezó a emerger una fracción “liberal” de la burocracia, partidaria del abandono, al menos parcial, del despotismo económico y político y de la reorientación de la política exterior, cómo único medio para restaurar el beneficio y de poder mantener el control sobre el proletariado. Esta última exigencia se vio resaltada por el estallido de revueltas obreras masivas en Alemania del Este, en Checoslovaquia e incluso en Rusia (en el enorme campo de trabajo de Vorkuta).
Tras la muerte de Stalin; Rusia asistió a una intensa lucha entre fracciones que concluyó con la victoria de la “camarilla revisionista” de N. S. Kruschev en el XX Congreso del PCUS en 1956. En éste fueron denunciados, ante un mundo atónito, los crímenes y los excesos de la era estalinista. La nueva línea anunciada por Kruschev prometía una vuelta a la democracia proletaria, acompañada de una política exterior de “coexistencia pacífica”, en la que Rusia se limitaría a competir económica e ideológicamente con el “occidente capitalista”. En los países de Europa del Este, esa tendencia “liberal” de la burocracia reclamaba, inevitablemente, una mayor independencia económica respecto a Rusia. Para los “liberales” el principal problema era, sin embargo, saber hasta donde podían llevar, sin riesgos, sus impulsos nacionalistas.
Los rusos parecían, en un primer momento, proclives a animar programas de reformas prudentes en sus países satélites. En Hungría, en 1953, Malenkov le pidió al estalinista Rákosi que cediera su puesto al reformista Imre Nagy. Este reclamaba una ralentización del desarrollo de la industria pesada y que se pusiera más énfasis en la producción de bienes de consumo, la suspensión de las campañas de colectivización en el campo y una relajación del control sobre la “cultura”. Durante algunos años la burocracia húngara estuvo desgarrada por el conflicto entre los “conservadores” (apalancados sobre todo en la Policía y la jerarquía del Partido) y los “reformadores” (asentados en los escalones inferiores de la burocracia; los directores de las fábricas,...). Al mismo tiempo, la “liberalización” del arte dio lugar a un movimiento nacional de artistas y de intelectuales cuyas aspiraciones de independencia nacional y de “democracia” sobrepasaban considerablemente el programa defendido por la fracción Nagy de la burocracia.
Pese a la prudencia de la “NEP” de Nagy, la burocracia rusa decidió pronto que iba demasiado rápida; por lo que, en 1955, Nagy fue descabalgado del poder y reemplazado por el impopular Rákosi. Pero los rusos y sus lacayos habían puesto ya en marcha algo difícil de controlar: el movimiento de protesta de los artistas, de los intelectuales y de los estudiantes, que continuó inflamándose. En abril de 1956 estudiantes de los «Jóvenes Comunistas» constituyeron el llamado «Círculo Petöfi» que, aunque oficialmente era un grupo de discusión cultural, se convirtió pronto en una especie de “Parlamento” donde se agrupaba todo el movimiento de oposición. La censura por las autoridades de este movimiento contribuyó a darle un mayor impulso.
En junio de 1956 los obreros de Poznan, en Polonia, desencadenan una huelga de masas que toma rápidamente el cariz de una insurrección local. Aunque rápida y brutalmente reprimida, la revuelta desembocó en el triunfo de los “reformistas” dirigidos por V. Gomulka. Este “izquierdista”, como le ocurrirá a su sucesor en 1970 (Gierek), ascendió al poder como único personaje capaz de mantener el control sobre la clase obrera.
Las convulsiones en Polonia aceleraron acontecimientos en Hungría. La insurrección del 23 de octubre en Budapest vino precisamente precedida de una manifestación masiva, organizada en principio por los estudiantes, «en solidaridad con el pueblo de Polonia». La respuesta intransigente de las autoridades que tachó a los estudiantes de “fascistas” y de “contrarrevolucionarios”, la sangrienta represión llevada a cabo por la AVO (policía secreta) y, sobre todo, el hecho de que a la manifestación “estudiantil” se sumasen miles y miles de obreros, transformó esa protesta pacífica que exigía reformas democráticas y el retorno de Nagy, en una insurrección armada.
No podemos entrar aquí a analizar todos los detalles de lo ocurrido en Hungría desde la insurrección del 23 de octubre hasta la intervención final de Rusia que costó la vida a miles de personas, la mayoría de ellas jóvenes obreros. Abordaremos únicamente aspectos generales de la revuelta para despejar las numerosas confusiones que la envuelven.
Como hemos visto, la oposición a la “vieja guardia” estalinista se expresaba de dos maneras. La primera provenía de la propia burguesía; era llevada acabo por los burócratas liberales y estaba apoyada por los estudiantes, los intelectuales y los artistas más radicales. Defendían una forma más democrática y útil de capitalismo de Estado en Hungría. La “otra oposición” era la resistencia espontánea de la clase obrera a la explotación monstruosa que se le imponía. Y como se ha podido ver claramente en Alemania del Este y en Polonia, esta resistencia era una amenaza potencial no solo para una u otra fracción de la clase dominante, sino para la supervivencia del capitalismo mismo. En Hungría, esos dos movimientos “se juntaron” en la insurrección. Pero fue la intervención de la clase obrera lo que transformó un movimiento de protesta en insurrección. Y fue la contaminación de la insurrección obrera por toda la ideología nacionalista y democrática de los intelectuales, lo que debilitó y confundió al movimiento proletario.
Los obreros se “juntaron” al movimiento de protesta por el odio instintivo que sentían hacia el régimen estalinista y a causa de las condiciones intolerables en las que les forzaban a vivir y a trabajar. Cuando los trabajadores empezaron a tener un mayor peso en el movimiento éste tomó un carácter violento e intransigente que nadie había previsto. Aunque es verdad que otros elementos (estudiantes, soldados, campesinos, etc.) participaron en el combate, lo cierto es fueron esencialmente jóvenes trabajadores quienes, en los primeros días de la insurrección, destruyeron el primer contingente de carros enviados por Rusia a Budapest para restaurar el orden. Fue sobre todo la clase obrera quien desmanteló la policía y el ejército húngaros, y quien tomó las armas para combatir a la policía secreta y al ejército ruso. Cuando llegó la segunda oleada de carros rusos para masacrar la insurrección, éstos se dirigieron directamente a los barrios obreros para convertirlos en ruinas, sabedores de que eran los principales centros de resistencia. Incluso tras la «restauración del orden» con el gobierno de J. Kádár, y la masacre de miles de obreros, el proletariado húngaro prosiguió su resistencia llevando adelante numerosas y duras luchas.
La expresión más clara del carácter proletario de la revuelta fue la aparición de verdaderos Consejos Obreros en todo el país. Elegidos desde las fábricas, llegaron a coordinarse a escala de ciudades e incluso de regiones industriales enteras, y fueron sin duda el centro organizativo de toda la insurrección. Se hicieron cargo de la organización de la distribución de las armas, del abastecimiento, de la dirección de la huelga general y también de la de la lucha armada. En algunas ciudades detentaron total e incontestablemente el mando. La aparición de estos Soviets aterró a los capitalistas “soviéticos”, y la “simpatía” por la revuelta que mostraron las democracias occidentales se nubló por el carácter excesivamente “violento” de este movimiento.
Pero alabar simplemente las luchas de los obreros húngaros sin analizar sus enormes debilidades y sus confusiones, sería traicionar nuestra tarea como revolucionarios que no consiste en aplaudir pasivamente las luchas del proletariado, sino en criticar sus límites y señalar los objetivos generales del movimiento de la clase. Pese a que los obreros tuvieron de facto el poder en grandes zonas de Hungría durante el periodo insurreccional, la rebelión de 1956 no fue una tentativa consciente del proletariado de tomar el poder político ni de construir una nueva sociedad. Fue una revuelta espontánea que fracasó, que no llegó a revolución, porque a la clase obrera le faltó una comprensión política clara de los objetivos históricos de su lucha.
En lo inmediato, el obstáculo principal con que tropezaron los obreros húngaros para desarrollar una conciencia revolucionaria, fue la enorme presión que las ideologías nacionalistas y democráticas ejercían sobre ellos desde todos los lados. Quienes más se significaron en la propagación de estas ideologías fueron los estudiantes y los intelectuales, pero los propios obreros se veían también inevitablemente atrapados en estas ilusiones. Así pues, en lugar de afirmar los intereses autónomos del proletariado contra el Estado capitalista y las demás clases, los consejos tendían a identificar la lucha de los obreros con la lucha “popular” para reformar la máquina estatal en la perspectiva de la «independencia nacional».
La independencia nacional es una utopía reaccionaria en la época de la decadencia capitalista y del imperialismo. En lugar de llamar - como hicieron los Soviets en Rusia en 1917- a la destrucción del Estado burgués y a la extensión internacional de la revolución, los consejos de Hungría en el 56 se limitaron a reivindicar: la retirada de las tropas rusas, una «Hungría socialista independiente» dirigida por Imre Nagy, la libertad de expresión, la autogestión de las fábricas, etc. Los métodos de lucha utilizados por los consejos eran implícitamente revolucionarios, expresaban la naturaleza intrínsecamente revolucionaria del proletariado, pero los objetivos que adoptaron quedaron todos en el marco político y económico del capitalismo. La contradicción en la que se encontraron los consejos está resumida en la reivindicación siguiente, emitida por el consejo obrero de Miskolc: «El gobierno debe proponer la formación de un consejo nacional revolucionario basado en los consejos obreros de los diferentes Departamentos y de Budapest, y compuesto por delegados elegidos democráticamente por estos. Al mismo tiempo el antiguo Parlamento debe ser disuelto». (Citado en Burocracia y Revolución en Europa del Este, de Chris Harman, p. 161).
El consejo de Miskolc expresa aquí su hostilidad al sistema parlamentario burgués y, como otros consejos, su protesta contra la reaparición de los antiguos partidos burgueses. Tales posiciones muestran que la clase obrera, organizada en consejos, se dirigía a tientas hacia el poder político. Sin embargo puede apreciarse, al mismo tiempo, el terrible peso de la mistificación de ver al Estado estalinista como algo que, de una forma u otra, «burocráticamente degenerado» o no, seguiría perteneciendo al proletariado. Esta ilusión impidió a los Consejos dar el paso realmente crucial que habría hecho de la revuelta una revolución proletaria: la destrucción de toda la máquina estalinista del Estado burgués, tanto su ala “conservadora” como la “liberal”. En lugar de dar este paso, los consejos dirigieron sus reivindicaciones (disolución del parlamento, organización de un consejo central de los obreros) al gobierno de Imre Nagy, o sea ¡a la misma fuerza que ellos debían haber eliminado! Tales ilusiones no podían sino conducir al aplastamiento de los consejos o a su integración en el Estado burgués. Hay que decir, en su honor, que la mayoría de los consejos obreros perecieron luchando o se disolvieron cuando vieron que no había ya esperanzas de desarrollo de la lucha y que estaban condenados a convertirse en órganos de amortiguación social para el gobierno de J. Kádár.
Esa incapacidad de los obreros húngaros para desarrollar una comprensión revolucionaria de su situación, se plasma también en el hecho de, por lo que sabemos, las enormes convulsiones que se vivieron no dieron lugar a ninguna agrupación política revolucionaria en Hungría. Como escribió Bilan - la publicación de la Izquierda italiana en los años treinta - a propósito de España, el fracaso del proletariado español para crear un partido de clase, pese a la naturaleza radical de su lucha, fue fundamentalmente expresión del pozo en que estaba metido el movimiento proletario internacional en ese momento. La situación en 1956 era, desde todos los puntos de vista, aún peor: la última de las fracciones comunistas de izquierda había desaparecido, no solamente en Hungría sino en todo el mundo; el proletariado se encontraba sin casi ninguna expresión política propia; las pocas voces revolucionarias que existían resultaban fácilmente ahogadas por el clamor de las fueras de la contrarrevolución, cuyo papel era hablar en “nombre” de la clase obrera. Los estalinistas de todos los países mostraron su naturaleza brutalmente reaccionaria calumniando a la sublevación obrera, tratándola de «conspiración» montada por Horthy o la CIA. En esa época muchas personas abandonaron asqueadas los PC, pero estos como partido respaldaron la represión despiadada de los trabajadores húngaros. Uno de los que más se significó, fue el dirigido por «el Gran Timonel », el Presidente Mao, que desde Pekín criticó a Krushev por ¡no haber reprimido con suficiente severidad la revuelta! En cuanto a los trotskistas, su “apoyo” a la sublevación parecería acercarles a los trabajadores; sin embargo, al caracterizar la revuelta como una «revolución política» en pro de la “democracia obrera” y la “independencia nacional”, contribuyeron a reforzar la insidiosa mistificación según la cual el Estado en Hungría ya tenía un carácter obrero y bastaba únicamente con depurarlo de sus deformaciones burocráticas para que estuviera totalmente en las manos del proletariado. Vale la pena recordar también que los llamados Socialistas Internacionales que, al parecer, definen a Rusia como un país dominado por el capitalismo de Estado, consideran, sin embargo que debe ser apoyado, al menos como «mal menor» ante cualquier situación de confrontación interimperialista con los Estados Unidos. Abundan los ejemplo de ese apoyo de los “SI” a las luchas de “liberación nacional” teledirigidas por Rusia. Uno de los últimos es su respaldo al MPLA en Angola. Por tanto su “apoyo” a la sublevación obrera de Hungría de 1956 no es más que una hábil mezcla de moralismo pequeño burgués y de total estafa.
Hasta que punto los trotskistas se esforzaban por que la lucha de los trabajadores se mantuviera dentro del marco del Estado burgués y que los obreros húngaros actuaran pura y simplemente como carne de cañón al servicio de los burócratas “liberales” de los regímenes estalinistas, queda expresado, de manera clara y concisa, en la toma de posición que, en 1956, publicara Ernest Mandel, gran prior de la IV Internacional, con motivo de la victoria de la camarilla Gomulka en Polonia: «La democracia socialista deberá ganar aún muchas batallas en Polonia, (pero) la batalla principal, la que ha permitido a millones de obreros identificarse nuevamente con el estado obrero, esta ya está ganada» (Citado por Harman, p.108).
Después de 1956 se han publicado análisis muy “radicales” de los acontecimientos de Hungría, pero pocos rompen con el esquema trotskista. Por ejemplo, los libertarios de Solidarity, en su folleto Hungría 56, veían la reivindicación de la autogestión obrera (¡promovida por los propios sindicatos húngaros!) como el verdadero núcleo revolucionario de la sublevación. Pero esta reivindicación, así como el llamamiento a la independencia nacional y a la democracia, no son más que formas suplementarias de distraer a los obreros de su tarea principal: la destrucción del estado capitalista, la toma por los consejos no simplemente de la producción sino del poder político.
La ausencia de cualquier tendencia comunista clara en los años cincuenta reflejaba la razón histórica esencial del callejón sin salida al que se vio abocada la sublevación húngara. En este periodo el sistema capitalista mundial atravesaba el gran boom de la reconstrucción posterior a la guerra, y la clase obrera no se había recuperado aún de las sangrientas derrotas que había sufrido en los años 20, 30 y 40. Muchas fracciones de la burguesía recuerdan hoy con nostalgia los años 50 porque fue un periodo en el que la ideología burguesa parecía haber conquistado el control absoluto de la clase obrera, y donde las contradicciones económicas del sistema parecían pesadillas del pasado. La crisis económica y la lucha proletaria que se manifestaban en los años 50 tras el «telón de acero» quedaban limitadas a esos países, por lo que sus trabajadores se veían aislados y sometidos a las ilusiones derivadas de una situación aparentemente “particular”. Como el capitalismo occidental aparecía próspero y libre, no era difícil que los obreros del bloque del Este vieran su enemigo o en Rusia o en el estalinismo, y no en el capitalismo mundial. Esto explica las terribles ilusiones que con frecuencia tenían los insurrectos sobre los regímenes “democráticos”. Muchos esperaban que el Oeste «les vendría a ayudar contra los rusos». Pero Occidente había reconocido ya, en Yalta, el “derecho” de Rusia a explotar y oprimir a los trabajadores de los países del Este y no tenía ningún interés en ayudar a algo tan incontrolable como una sublevación masiva de obreros. Es más, las “democracias” le echaron un oportuno capote moral al Kremlin para aplastar la insurrección, atacando el Canal de Suez en el preciso momento en que los rusos preparaban su entrada en Budapest. Solos y aislados, los obreros húngaros se batieron como leones pero su lucha estaba condenada a la derrota.
El mundo capitalista ya no es el de los años 50. Desde finales de los 60, el capitalismo en su conjunto se ha hundido, cada vez más profundamente, en una crisis insoluble, expresión de la decadencia histórica del capitalismo. En respuesta a esta crisis, una nueva generación de trabajadores consolidada en el periodo de reconstrucción, ha abierto un nuevo periodo en la lucha de clases a escala internacional. Hoy, la crisis y la lucha de clases recorren tanto el Este como el Oeste. En el Este, la vanguardia de este movimiento la han asumido los obreros polacos cuyas huelgas en 1970 y 1976 fueron una advertencia a las burocracias estalinistas en todo el mundo. Si se comparan las huelgas de Polonia con la sublevación en Hungría, se puede ver que muchas de las ilusiones de los años cincuenta han comenzado a perder su influencia. Los obreros de Polonia no han sido derrotados como “polacos” sino como obreros, y su enemigo inmediato no han sido los “rusos” sino su propia burguesía. Su objetivo inmediato no ha sido la defensa de “su” país sino la defensa de su nivel de vida. Esta reaparición del proletariado internacional, en su terreno de clase, es lo que ha puesto la revolución comunista mundial a la orden del día de la historia. Pero aún cuando la sublevación húngara de 1956 pertenece a un momento ya superado hoy por la clase obrera, sí contiene numerosas enseñanzas que el proletariado debe asimilar para adquirir la conciencia de su misión revolucionaria. Con sus errores y confusiones, la sublevación húngara muestra muchas y cruciales lecciones cruciales sobre los enemigos de la clase obrera: el nacionalismo, la autogestión, el estalinismo bajo todas sus formas, la “democracia” occidental, etc., etc. Al mismo tiempo, al hacer reaparecer el espectro de los Consejos Obreros armados, que tanto aterrorizó a la burguesía tanto del Este como del Oeste, la insurrección de 1956 fue un heroico signo anunciador del futuro que le aguarda al proletariado en todo el mundo.
C.D. Ward, diciembre 1976.
Publicamos a continuación una hoja difundida por nuestros camaradas en México.
La represión que el Estado ha lanzado en contra de la población de Oaxaca deja al descubierto el verdadero rostro feroz y sanguinario de la democracia. La ciudad de Oaxaca se encuentra desde hace más de 5 meses como un polvorín donde la presencia de cuerpos policíacos y paramilitares han sido el brazo principal para extender el terror estatal. La invasión de domicilios, el secuestro y la tortura son los mecanismos que el Estado utiliza en Oaxaca para restablecer el “orden y la paz”. El resultado de la incursión policíaca de principios de Noviembre no tuvo un “saldo blanco”, como lo dice el gobierno, en realidad ha habido decenas de “desaparecidos”, diversos presos y por lo menos 3 muertos (sin contar las cerca de 20 personas que fueron abatidas por las guardias blancas de Mayo a Octubre de este año).
La clase dominante hace 6 años, divulgó que, con la llegada del gobierno de Fox se entraba a un “período de cambio”, pero la realidad puso al desnudo que el capitalismo por más cambios que haga de personajes o partidos en su gobierno no puede ofrecer ninguna mejora... como nunca ha quedado confirmado que lo único que puede ofrecer este sistema es mayor explotación, miseria y represión. Por eso ante los acontecimientos que se vienen sucediendo en Oaxaca, el conjunto de la clase obrera debe hacer una reflexión profunda, reconociendo que la actuación brutal y represiva que se ejerce no es propia de un gobierno o de un funcionario, sino es la naturaleza del capitalismo y su democracia, tanto de izquierda como de derecha. Al mismo tiempo se precisa reconocer las debilidades y dificultades en que los trabajadores se encuentran metidos. Se requiere hacer un balance general sobre el significado de estas movilizaciones, de manera que las preocupaciones de los trabajadores oaxaqueños se integren en las preocupaciones de todos los explotados, por ello es que se necesita hacer un seguimiento profundo que ayude a la reflexión de los trabajadores de esa región, pero fundamentalmente que ayude a que el conjunto del proletariado a sacar las lecciones de estas movilizaciones y que le permita preparar adecuadamente los próximos combates. En ese afán, presentamos una serie de elementos que ayuden a tal reflexión.
1. La incursión de las fuerzas militares y policíacas en Oaxaca no tiene como objetivo principal el exterminio de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), sino fundamentalmente extender el terror como mecanismo de advertencia y amenaza para el conjunto de los trabajadores. El terror de Estado se ha desatado mediante la combinación de fuerzas represivas del gobierno federal y estatal, poniendo en evidencia que aún cuando hay pugnas entre las diferentes pandillas de la burguesía, logran establecer acuerdos para llevar a cabo su tarea represiva. De esa manera, suponer que es posible “dialogar” con un sector del gobierno es alimentar la falsa esperanza de que existan sectores de la burguesía “progresistas” o “abiertos”. Por eso, mantener como objetivo principal de las movilizaciones la salida de Ulises Ruíz del gobierno de Oaxaca, es ampliar la esperanza en que el sistema capitalista al democratizarse o cambiar de personajes puede mejorar. Desviar la reflexión y el descontento social hacia la impugnación de Ulises Ruíz no ayuda al desarrollo de la conciencia, por el contrario, extiende la confusión y alienta la confianza en la posibilidad de que los explotados puedan beneficiarse con un “mejor gobierno”.
2. Es evidente que los revolucionarios saludamos las expresiones de combatividad y de protesta de los trabajadores emprenden contra la explotación y la ignominia en que nos hunde el capitalismo. En ese sentido, en Oaxaca los profesores sintetizan el descontento existente, descontento que refleja una degradación de sus condiciones de vida. Esta lucha que empezó por mejoras salariales atrajo inmediatamente a otros sectores de la clase como lo son los desempleados, jornaleros y vendedores ambulantes, pero también levantó simpatías en estratos no explotadores pero marginados por igual por el capitalismo: campesinos pobres expulsados por la miseria de sus comunidades. Esa fuerza social que se ha expresado en Oaxaca muestra un coraje real y una disposición a la lucha, no obstante, esa potencia ha sido esterilizada porque los objetivos, los métodos y la conducción de las acciones no se mantuvieron en manos de la clase obrera, única clase que puede ofrecer una alternativa histórica a la decadencia del capitalismo.
3. Es un hecho que las pugnas que se desarrollan al interior de la burguesía han logrado copar el movimiento y lo han conducido hacia un callejón sin salida, es decir, hacia el falso dilema de apoyar a uno u otro bando: o a los viejos caciques o a fracciones “democratizadoras”. Por ejemplo, pedir la destitución del gobernador Ulises Ruiz es un apoyo explícito al bando burgués que pretende relevarlo en el poder. En ambos casos la clase trabajadora sale perdiendo y su independencia de clase queda reducida a furgón de cola de uno u otro bando. La burguesía desde antes de las manifestaciones de mayo, buscaba usar a las masas de explotados como “grupo de presión” para afectar a alguna de las fracciones burguesas en pugna. La intervención abierta de Esther Gordillo, de Murat, del mismo Ulises Ruíz, y otros, a través del sindicato de maestros (SNTE-CNTE, incluyendo los sectores “críticos” como el CCL) devela que las pugnas e intereses de la burguesía, sobre todo la de los caciques de la región sureña, son los que han dominado y aprovechado el descontento. De una lucha que empezó cuestionando la explotación capitalista se terminó en el falso razonamiento que atribuye la miseria a la “mala gestión” del bandido en turno.
4. La demostración más clara de cómo el combate ha perdido la claridad de sus objetivos y se desvía hacia el apoyo indirecto de alguna fracción de la clase dominante, es la colocación en segundo plano al problema del aumento salarial, dejando en primer lugar la renuncia del gobernador. Esto permitió que el sindicato y el gobierno federal presentaran el problema del aumento salarial como un asunto técnico, de simple dotación adecuada de recursos a una región mediante la planificación de las finanzas públicas. Lo que representaba una bandera para el conjunto de la clase obrera (aumento salarial y mejora en las condiciones de vida) se convirtió en un asunto “local”.
De la misma forma, empezaron a presentarnos como formas de lucha proletaria las desgastadas acciones del izquierdismo: plantones donde los trabajadores esperan pasivamente, marchas agotadoras, bloqueos y enfrentamientos desesperados. Estas acciones sólo aíslan y dividen a los trabajadores. Su esencia no se intenta buscar la solidaridad con otros trabajadores sino separarlos.
A pesar de la amplia simpatía que esta lucha despertó entre los trabajadores, la clase dominante se ha encargado de evitar que esa simpatía se transforme en solidaridad activa, eso lo obtiene cuando impone consignas limitadas y localistas, evitando que los trabajadores se encuentren en la reflexión abierta y colectiva.
5. La composición social de la APPO (más de 79 “organizaciones sociales”, 5 sindicatos y representantes de escuelas y padres de familia) en la que dominan sectores no asalariados, pero sobre todo, por ceder la discusión y la reflexión al dominio de sindicatos y grupos del aparato de izquierda del capital (enlazados de manera directa o indirecta a los intereses de fracciones de la burguesía), podemos afirmar que su naturaleza no es proletaria. Eso hace que la fuerza potencial de los trabajadores que participan en ella se diluya. Esta fuerza se esteriliza en una estructura en donde a pesar de presentar la forma de una organización basada en “asambleas abiertas”, hay, en la práctica, la manifestación de su verdadera esencia, es decir, el de un frente interclasista que se conduce bajo las consignas del izquierdismo y el cual aprovecha el aislamiento de los trabajadores y la desesperación de capas marginadas de la población. Este hecho queda demostrado con el llamado que ha hecho la APPO para transformarse en una estructura permanente (Asamblea Estatal de los Pueblos de Oaxaca), es decir, en otro partido político, eso sí, más radical. Así, en su convocatoria (9-Nov-06) define a la Constitución creada por la burguesía mexicana en 1917 como un “documento histórico que refrenda la tradición emancipadora de nuestro pueblo...” por lo que llama a su defensa, así como a la del “... territorio y los recursos naturales...” Es decir, su “radicalismo” se reduce a la defensa del la estrecha ideología nacionalista que es verdadero veneno contra los trabajadores. Más aún, en una falsificación del internacionalismo proletario, definen en su convocatoria, la necesidad de “Establecer lazos de cooperación, solidaridad y fraternidad con todos los pueblos de la tierra para la construcción de una sociedad justa, libre y democrática; una sociedad verdaderamente humana...”, y para tal fin indican que pugnarán por “la democratización de la ONU...”.
6. La constitución de la APPO no significó un avance para el movimiento de los trabajadores, su creación está ligada al sometimiento del descontento genuino de los trabajadores. La APPO es la camisa de fuerza en la que se metió la combatividad obrera. Copada por partidos políticos, trotskistas, maoístas, “marxistas-leninistas” y los sindicatos (principalmente el sindicato de maestros) desnaturalizaron e impusieron una orientación y una actuación alejada a los intereses de los trabajadores y del resto de explotados. Las comparaciones que hacen de la APPO con estructuras como el Soviet o un supuesto “embrión de estado obrero” constituyen un ataque artero contra las verdaderas tradiciones del movimiento obrero.
La organización proletaria se distingue porque los objetivos que defiende están en referencia directa a sus intereses y sus necesidades como clase, es decir en la defensa de sus condiciones de vida. No persigue una defensa de la “economía nacional”, de empresas estatales, ni mucho menos de la democratización del sistema que lo explota; busca ante todo mantener una independencia política que le permita asumir el combate contra el capitalismo mundial y su taparrabos: la democracia.
Por eso las luchas reivindicativas de los trabajadores representan la preparación de la crítica radical de la explotación, en tanto se presentan como una resistencia a las leyes económicas capitalistas. Sólo la radicalización de la lucha reivindicativa conduce a la lucha revolucionaria. Son momentos que forman parte de la preparación de los combates revolucionarios que habrá de enfrentar el proletariado, eso las hace ser el germen de la lucha revolucionaria.
7. Los trabajadores, como una clase internacional e internacionalista requiere hacer suyas las experiencias de sus combates pasados, por eso es fundamental, para impulsar el desarrollo de la conciencia, recobrar las lecciones de las movilizaciones desarrolladas por los estudiantes y trabajadores de Francia en contra del Contrato de Primer Empleo (CPE) en la primavera del 2006. Lo fundamental de estas movilizaciones es su capacidad de organización que logra mantener un control tal que impide que sindicatos e izquierdistas desvíen su objetivo central contra el CPE. En el mismo sentido se encuentran las movilizaciones de los trabajadores de Vigo en España (mayo-2006) que logran enfrentar el sabotaje sindical, defendiendo su reivindicación salarial a través del control de sus asambleas y la extensión de su lucha.
La defensa de sus condiciones de vida, la independencia organizativa y la reflexión masiva que estos movimientos lograron, son lecciones que pertenecer al conjunto del proletariado y que debe de hacer valer en sus combates.
10-noviembre-2006
¡Proletarios de todos los países, uníos!
«El balance es demoledor : 3.000 soldados muertos desde el comienzo de la guerra en Irak hace 3 años (de ellos 2800 pertenecientes a las tropas americanas), 655.000 iraquíes muertos mientras los atentados mortales y los enfrentamientos entre fracciones chiítas y sunitas no hacen más que intensificarse.
Los más de 160.000 soldados de ocupación presentes en el suelo iraquí se muestran incapaces de asegurar su misión de “mantenimiento del orden” en un país que se encuentra al borde de la guerra civil» (Revista Internacional nº 127).
Ya nadie puede negar el rotundo fracaso de la aventura USA en Irak. Las recientes elecciones del 6 de noviembre han sido orquestadas por la burguesía norteamericana para salvar la cara:
por una parte, desviar hacia el terreno electoral el creciente descontento del proletariado y de una gran parte de la población ante la guerra;
por otro lado, consensuar una “nueva política” entre sus fracciones dominantes (demócratas y republicanos) para intentar paliar las consecuencias del desastre.
Bush ha comparado Irak con Vietnam. Tal paralelo es «una engañosa subestimación. Entonces la retirada de las tropas americanas de Vietnam permitió una reorientación estratégica beneficiosa de sus alianzas llevando a China a su propio campo contra la antigua URSS. Hoy, la retirada de tropas americanas sería una pura capitulación sin contrapartida alguna conllevando un descrédito completo de la potencia americana. Llevaría consigo simultáneamente el estallido de Irak provocando un agravación considerable del caos en la región» (Revista Internacional nº 127)
¿Cómo es posible que el ejército más poderoso de la Tierra haya hecho el ridículo en las tierras mesopotámicas?
No puede decirse que tal fiasco haya sido debido a la “resistencia popular”. En Irak no hay una guerra “contra el invasor”, como pudo serlo la guerra de independencia española de 1808 contra Napoleón, sino una guerra caótica dentro de la propia clase dominante iraquí dividida en innumerables facciones. Estados Unidos ha destapado la caja de Pandora y la principal víctima ha sido la propia población iraquí. Día tras día son torturados y asesinados por escuadrones de la muerte trabajadores, profesores, médicos, mujeres, desempleados…, en una orgía asesina sin freno ni perspectiva. Todos los días los atentados sangrientos llevan la tragedia a miles de familias.
Tampoco podemos atribuirlo a la incompetencia del actual equipo dirigente de la Casa Blanca. Es cierto que Bush es un estúpido[1] y que la pandilla que le rodea es una mezcla de pícaros como Cheeney - el siniestro e invisible vicepresidente - y de iluminados “neocon”. Sin embargo, la estrategia que puso en marcha en 2001 respondía plenamente a las necesidades y objetivos del capital americano y ya había sido prevista y preparada por la administración Clinton. «En estas guerras se ha ido viendo cada vez más claro cuál es la estrategia global y precisa que persiguen los Estados Unidos: conseguir un completo dominio de Oriente Medio y Asia Central para así cercar militarmente a sus principales rivales (Europa y Rusia), cerrándoles las salidas, y tener en su mano poder cortarles el acceso a las fuentes de energía» (Resolución sobre la Situación Internacional del 16º Congreso de la CCI, publicada en Revista Internacional nº 122). Las operaciones en Afganistán e Irak, el hostigamiento a Irán y Siria, el intento de “solucionar” el eterno conflicto Israel – Palestina, obedecen a la necesidad americana de instalarse mediante la fuerza militar en esa zona estratégica vital para, desde ella, pararle los pies a todos sus grandes rivales: Alemania – cuya expansión siempre ha tenido como meta Bagdad -, Francia y Gran Bretaña que ansían volver a los dorados años 20 en que eran los dueños de Oriente Medio, Rusia que aspira a una salida a los “mares cálidos”, China, deseosa de tener cabezas de puente en Irán y Pakistán.
Para explicar el fracaso de Estados Unidos en Irak hay que comprender la evolución histórica del capitalismo en las 2 últimas décadas. Con la implosión de la antigua URSS el capitalismo mundial entraba en su época de descomposición[2], y se veía cada vez más dominado por el choque caótico de intereses entre los múltiples bandidos imperialistas puesto que todo Estado – por pequeño que sea - es imperialista, y su objetivo natural es expandirse a costa de sus vecinos, rivales o “aliados”. La crisis histórica del capitalismo llevó a la desaparición de los antiguos bloques y a partir de ese momento, todos los Estados pudieron dar rienda suelta a sus propios y contradictorios intereses nacionales.
La primera confirmación de esa perspectiva vino con la primera guerra del Golfo en 1990 frente a la cual señalamos que « frente a la tendencia al caos generalizado propia de la fase de descomposición, y a la que el hundimiento del bloque del Este ha dado un considerable acelerón, no le queda otra salida al capitalismo, en su intento por mantener en su sitio a las diferentes partes de un cuerpo con tendencia a desmembrarse, que la de imponer la mano de hierro de la fuerza de las armas. Y los medios mismos que está utilizando para contener un caos cada vez más sangriento son un factor de agravación considerable de la barbarie guerrera en la que se ha hundido (…) El mundo aparece como una inmensa timba en la que cada quien va a jugar por su cuenta y para sí, en la que las alianzas entre Estados no tendrán ni mucho menos, el carácter de estabilidad de los bloques, sino que estarán dictadas por las necesidades del momento. Un mundo de desorden asesino, de caos sanguinario en el que el gendarme americano intentará hacer reinar un mínimo de orden con el empleo cada vez más masivo y brutal de su potencial militar» (“Militarismo y descomposición”, Revista internacional nº 64, 1er trimestre de 1991).
Este intento de ejercer como gendarme mundial atrapa a la potencia norteamericana en una contradicción insuperable: «sí renuncia a aplicar o hacer alarde de su superioridad militar, eso no puede sino animar a los países que discuten su autoridad a ir todavía más lejos (pero) cuando utiliza la fuerza bruta, incluso, y sobre todo, cuando con ese medio consigue momentáneamente hacer tragar sus veleidades a los adversarios, ello lo único que hace es empujarlos a aprovechar la menor ocasión para tomarse el desquite e intentar quitarse de encima la tutela americana» (Resolución sobre la situación internacional del 12º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 90).
Esta contradicción que va pegada como una lapa a la trayectoria reciente del imperialismo americano es la que ha propiciado una degradación de su posición en el mundo que con el desastre iraquí alcanza el peor nivel de toda su historia[3].
Por ello no es de extrañar que hoy le planten cara Estados de 5ª categoría o incluso bandas terroristas desconocidas. Corea del Norte, un Estado de opereta conducido por un megalómano proxeneta donde la inmensa mayoría de sus habitantes mueren de hambre, se permite el lujo de poseer armas nucleares sin que el Gran Gendarme pueda hacer otra cosa que “abrir negociaciones”. En América del Sur, el payaso Chávez no hace sino reunir aliados contra el “Gran Satán”. Irán se suma igualmente al carro nuclear lanzando continuos desafíos al Gigante sin que éste consiga pararle los pies. Rusia aprovecha todas las ocasiones para ponerle piedras en el zapato (Georgia, apoyo a Irán etc.)…
En el bando de los “aliados tradicionales” Alemania y Francia se oponen a sus iniciativas y en España el gobierno Zapatero retiró las tropas de Irak y hoy tiene el atrevimiento de proponer un “Plan de Paz” para Oriente Medio (asociado a Chirac).
Sin embargo, lo más significativo es la actitud que están tomando los dos Estados que le han mantenido una mayor fidelidad –dentro de lo que se puede pedir entre gángsteres-: Israel y Gran Bretaña.
Desde la eliminación de Rabín en 1995, la burguesía israelí ha ido afirmando sus propias veleidades imponiendo en muchos casos su política como un hecho consumado a Washington. Ha saboteado de forma descarada los intentos de llegar a un arreglo con la burguesía palestina. Estados Unidos no ha podido hacer otra cosa que ir a rastras de sus designios a pesar de que la prolongación indefinida del contencioso palestino debilita su autoridad y le impide ganar implantación en el mundo árabe. Israel tenderá a jugar sus propias bazas pues se ve cada vez más amenazado tanto por la pérdida de autoridad de USA como por el creciente ascenso de Irán.
Por su parte, Gran Bretaña intenta tomar distancias. La más reciente propuesta de Blair – celebrar una Conferencia Internacional para dar una “solución global” a Irak, Afganistán y Palestina con presencia destacada de Irán y Siria - constituye una piedra muy difícil de tragar para Estados Unidos ya que le supondría, de aceptarla, el negociar de igual a igual con los dos paladines del famoso “eje del mal”.
Esta dificultad generalizada de Estados Unidos no abre ninguna perspectiva de “liberación” para los pueblos o de “paz” para el mundo. Muy al contrario: acelera la dinámica ya en curso hacia el hundimiento de partes crecientes del planeta en un caos guerrero sin solución.
Los grupos “izquierdistas” (trotskistas, estalinistas, algunos anarquistas) babean de gusto ante los fracasos norteamericanos. Su identificación del imperialismo con Estados Unidos[4] les lleva a vender la ilusión de que “el debilitamiento de USA es el debilitamiento del imperialismo y por ende del capitalismo”. Eso es una falsificación escandalosa. El capitalismo es un sistema mundial que desde principios del siglo XX ha entrado en su fase imperialista y como dice muy bien el grupo proletario turco Enternasyonalist Komunist Sol[5]«el imperialismo es la política natural que practica todo Estado Nacional o toda organización que funciona como un estado nacional». No es verdad que muerto el perro se acabó la rabia. En primer lugar, el perro rabioso USA seguirá con sus demostraciones de fuerza militar causando miles de víctimas y sembrando el caos allí donde vaya pues esa es la única respuesta posible que tiene frente al caos galopante y al creciente desafío a su autoridad. Sí en 2008 los demócratas ascienden al trono imperial se verán obligados – más allá de unos cuantos toques de maquillaje “multilateral”- a la misma política de huida hacia delante del gabinete Bush.
En segundo lugar, la pérdida de autoridad de USA da alas a toda clase de Estados de cuarta categoría que desarrollan sus fechorías con la misma o peor brutalidad que sus cofrades mayores sembrando por todos los lados un caos indescriptible. Esta realidad se ve ilustrada por dos hechos recientes:
- la posesión del arma nuclear por parte de Corea del Norte ha desencadenado una carrera armamentística de consecuencias imprevisibles: China se refuerza en el terreno nuclear y Japón está iniciando un proceso de rearme. Todo esto no puede sino avivar las tensiones en el Extremo Oriente;
- el reforzamiento de Hezbollah tras la guerra del Líbano coloca a este país al borde la guerra civil entre las sus múltiples fracciones. El área que va de Oriente Medio hasta el Asia Central se encamina gradualmente hacia un estallido de guerras a la vez internas y entre Estados: el ascenso de Irán, la escalada militarista de Israel, las tensiones que pueden volver más pronto o más tarde entre Pakistán e India –potencias nucleares- etc., son los ingredientes de este temible cóctel explosivo.
Durante el siglo XX y lo que va del XXI, la humanidad ha sufrido innumerables desgracias y catástrofes: epidemias, hambrunas, crisis económicas, destrucción medio ambiental, degeneración moral…, pero la peor de todas si cabe ha sido la barbarie de la guerra imperialista.
La guerra imperialista ha tomado diferentes formas: dos Guerras Mundiales (1914-18 y 1930-45); la situación de guerras localizadas durante la Guerra Fría (1945-1989) y a partir de 1989 una nueva forma: las guerras caóticas que han afectado a 4 continentes (Europa –los Balcanes y la antigua URSS-, Asia, África y América Latina –Colombia, Haití)[6]. Estas distintas formas han manifestado el callejón sin salida sangriento en el que se haya atorado el capitalismo.
Contra la guerra la única alternativa es la lucha internacionalista del proletariado. La lucha contra TODOS los Estados (o bandas aspirantes al dominio estatal como los clérigos sanguinarios de Hezbollah) y contra todos los bandos en conflicto. Este pasaje del grupo proletario turco que antes citábamos (Enternasyonalist Komunist Sol) ilustra la política que debe seguir el proletariado para lograr la fuerza necesaria para abatir el capitalismo y con él la guerra imperialista:
«En Turquía como en el resto del mundo, la mayor parte de los izquierdistas han aportado su apoyo total a la OLP y a Hamas. En el conflicto del Líbano se han expresado con una sola voz para decir que ‘todos estamos con Hezbollah’. Siguiendo esta lógica consistente en decir ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’ han apoyado plenamente esta organización violenta que ha empujado a la clase obrera a una desastrosa guerra nacionalista. Este apoyo de los izquierdistas al nacionalismo no difiere gran cosa de lo que dice el MPH[7]. La guerra entre Hezbollah e Israel así como la guerra de Palestina son guerras interimperialistas y todos los campos utilizan sin excepción el nacionalismo para encadenar a la clase obrera a sus designios guerreros. Cuanto más sean los obreros aspirados por el nacionalismo más perderán toda capacidad para actuar como clase. Por ello ni Israel, ni Hezbollah, ni la OLP, ni Hamas, deben ser sostenidos bajo ninguna circunstancia».
Smolny 18-11-06
1]El escritor Norman Mailer lo ha calificado como «el peor presidente de la historia de Estados Unidos: ignorante, arrogante y estúpido»
2Ver en la Revista Internacional nº 62 nuestras Tesis sobre la Descomposición
3 Tras superar 2 difíciles momentos (la invasión inglesa de 1812-14 y la guerra de Secesión de 1861-65), Estados Unidos no ha hecho más que acumular éxito tras éxito –incluso el fracaso en Vietnam fue, como hemos dicho antes, ampliamente compensado por el paso de China a su órbita-. Sólo a partir de 1990 con el fracaso en Yugoslavia y Kosovo y ahora en Irak y Afganistán se ha invertido la tendencia.
4 Ver ¿Qué es el imperialismo? en nuestra web: www.internationalism.org [45].
5 Ver en Révolution Internationale nº 372 «Internacionalistas contra la guerra del Líbano», en francés.
6 A estas expresiones de enfrentamiento abierto hay que añadir la nueva forma que ha tomado el terrorismo con los atentados masivos iniciados en 2001 que deben ser considerados como una variante particular de la guerra imperialista
7 MPH: Partido del Movimiento Nacional. Se trata del grupo fascista turco llamado Los Lobos Grises
Publicamos a continuación una Resolución sobre la situación en España, con el que la sección de la CCI en este país toma posición ante la situación actual y las perspectivas de la lucha de clases en España.
1.- La lucha de clases entre el proletariado español y la burguesía se encuadra en el mismo marco internacional que se abrió con el viraje social de la primavera francesa en 2003, pero que tuvo una dimensión internacional con las mayores movilizaciones en Austria desde 1945, y las luchas del metal en Alemania. Estos movimientos vinieron a poner fin al retroceso en la combatividad y la conciencia que padeció nuestra clase a raíz del hundimiento del bloque soviético y del estalinismo. Las luchas y movilizaciones masivas frente a los ataques del capitalismo que se concretaban en el endurecimiento y deterioro del sistema de jubilaciones, unían a todas las generaciones obreras, significativamente a la generación del 68 que fue capaz de acabar con la contrarrevolución y a las nuevas generaciones proletarias. Este viraje social cristalizó en España en las luchas del verano del 2003 en la refinería de Repsol en Puertollano y en las huelgas de los obreros de los astilleros del otoño de 2004, aunque todavía en estas luchas no se aprecie esa unión entre las dos generaciones obreras y los sindicatos tuvieran margen de maniobra para aislarlas y derrotarlas. En la lucha de SEAT de finales de 2005 sí vemos la primera tentativa de unión entre las dos generaciones obreras y la necesidad de luchar confrontándose a los sindicatos, aunque la burguesía supo maniobrar para aislar la lucha utilizando la desmovilización de las vacaciones de Navidad y las maniobras rastreras del sindicalismo “radical” encarnado en este caso en la CGT. La lucha de SEAT, como antes la de Astilleros, no logró echar atrás los despidos, y terminó con una derrota en el terreno económico, pero su principal contribución está en la experiencia de lucha que en ella se desarrolló contribuyendo a la maduración de la reflexión, la unidad, la fuerza y la confianza en sí mismos de los trabajadores.
En la primavera de 2006 asistimos a un cambio cualitativo en la dinámica de la lucha de clases internacional con las movilizaciones de los estudiantes franceses contra el ataque por parte del gobierno que intentó implantar el CPE: «La nueva movilización de las jóvenes generaciones de proletarios en Francia contra el CPE en las facultades, en los institutos, en las manifestaciones y en la solidaridad de todas las generaciones en torno a esta lucha, confirma la apertura de un nuevo período de confrontación entre las clases. La capacidad de las asambleas de tomar realmente en mano la lucha, la combatividad y también la reflexión, la madurez manifestada en ellas, y especialmente la capacidad para zafarse de la mayor parte de las trampas que la burguesía ha tendido al movimiento, todo esto muestra la eclosión de una profunda dinámica de desarrollo de la lucha de clases. Esta dinámica tendrá un impacto en las futuras luchas obreras» (Revista Internacional nº 125). Asistimos verdaderamente al germen de la huelga de masas, que es la forma en que se manifiesta la lucha del proletariado en la decadencia del capitalismo.
La huelga del metal de Vigo en mayo de 2006 viene a confirmar el punto de inflexión de la primavera francesa. En esta lucha los trabajadores expresaron, aunque a una escala más reducida, las mismas tendencias de las movilizaciones en Francia, sin que ello fuese producto de una transmisión mecánica, pues seguramente los trabajadores de Vigo no conocían todas las enseñanzas de las luchas en Francia (que primero fue silenciada por la burguesía más allá de las fronteras francesas, y luego sistemáticamente deformada por los medios de desinformación), sino como resultado del cambio en las condiciones generales de la lucha del proletariado internacional. Desde el principio los trabajadores de Vigo se dotaron de asambleas para organizar y dirigir la lucha, asambleas públicas en plena calle, abiertas no sólo a los trabajadores del metal sino también a los demás obreros. Los obreros se plantean ganar la solidaridad de los demás trabajadores, principalmente de las grandes empresas metalúrgicas a las que envían delegaciones masivas. Frente a las provocaciones policiales de la burguesía los trabajadores saben evitar la trampa y la provocación. La lucha de los trabajadores de Vigo surgió contra la precariedad y consiguió plantear y conquistar una reivindicación profundamente unificadora: el aumento de salario lineal igual para todos.
2.- La burguesía como es lógico no se ha quedado cruzada de brazos y ha contraatacado con todo su arsenal y aparato mediático. En la huelga del metal de Sevilla, pocos días después de la de Vigo, los sindicatos no permitieron que la situación “se les fuera de las manos”, y dispersaron a los obreros en múltiples cortes de carreteras que en vez de ganar la solidaridad del resto de trabajadores la entorpecía. Frente a los auténticos métodos proletarios de lucha y búsqueda de la solidaridad, los sindicatos aíslan las luchas con unas supuestas acciones “espectaculares”: durante este verano hemos visto como los trabajadores de astilleros de Sevilla se tiraban al río Guadalquivir impidiendo el paso de embarcaciones, o como empleados de Mercadona en Barcelona se “crucificaban” en las puertas de los supermercados de esta cadena. Esta ofensiva antiobrera se intensificó con la provocación y encerrona a los trabajadores del aeropuerto del Prat de Barcelona, donde se desarrolló un auténtico linchamiento moral de la lucha a través de los medios de “comunicación”, que insistían venenosamente en la idea de que las luchas obreras son insolidarias con el resto de los trabajadores. Por último la reconversión de TVE se saldó con más de 4000 despidos, consiguiendo los sindicatos imponer la desmovilización con las consabidas pantomimas, desvirtuando las asambleas, etc., y aislando a los trabajadores aprovechando las vacaciones para aprobar el plan de reconversión.
3.- A pesar de todas estas dificultades, lo que empieza a dominar la situación social a nivel internacional es la tendencia a una mayor afirmación de la presencia del proletariado en la escena social. La combinación del desarrollo de luchas cada vez más abiertas, tendiendo cada vez a ser más masivas, en las que la clase obrera pondrá en juego progresivamente lo que caracteriza el proceso hacia la huelga de masas, con la continuación y profundización de la maduración de la conciencia y la reflexión en sectores cada vez más amplios de ella, la unión en el combate de la dos generaciones proletarias actuales,…todo lo que se ha expresado en germen en las lucha actuales es lo que necesariamente va a pugnar por desarrollarse en el futuro.
Evidentemente, eso no quiere decir que ya desde hoy el camino hacia la huelga de masas esté expedito. Todo lo contrario, ya hemos visto en el punto anterior cómo la burguesía reacciona en España, lo que forma parte de la reacción internacional de la burguesía contra un proletariado que está superando quince años de retroceso. Por ello no veremos inmediatamente una proliferación de luchas. A diferencia de otras etapas de la lucha de clases, hoy las luchas obreras son muy difíciles puesto que el chantaje del paro hace que no sea fácil entrar en huelga. Del mismo modo, las deslocalizaciones son utilizadas como armas de intimidación permanente contra los obreros. La precariedad y la consiguiente inestabilidad laboral que ocasiona no hacen fácil las expresiones clásicas de lucha. Finalmente, el flujo constante de emigrantes que necesitan un periodo más o menos largo para reconocerse como parte de la clase obrera hace igualmente difícil la manifestación de luchas. Sin embargo, estos factores, que en una primera etapa pueden retrasar la aparición de luchas abiertas, tendrán posteriormente un efecto inverso: estimulantes de la unificación de los obreros, de una superación más firme de las divisiones por sector, región, corporativas, de generación etc.
4.- ¿Qué futuro nos ofrece el capitalismo y la burguesía en el período de descomposición?: «inseguridad, guerra, hambre y, de guinda, la promesa de una degradación irreversible del medio ambiente cuyas consecuencias empiezan ya a manifestarse con unos desajustes climáticos, y que en el futuro serán sin duda mucho más catastróficas que las de hoy (tempestades, huracanes, inundaciones mortíferas, etc.). Y una de las cosas más indignantes es que todos los sectores de la clase dominante tienen la cara dura de presentarnos los atropellos y los crímenes de los que son responsables como si fueran acciones inspiradas por la voluntad de llevar a la práctica unos grandes principios humanos: la prosperidad, la libertad, la seguridad, la solidaridad...» (Revista Internacional nº 126).
A pesar de la absurda propaganda de la burguesía española que ha pasado del “España va bien” del gobierno Aznar al “España va pluscuamperfectamente bien” de Zapatero, lo cierto es que el capitalismo español se adentra cada vez más en un período de convulsiones económicas y políticas de alcance histórico. En el terreno económico, el auto-bombo del gobierno por haber alcanzado el 8º puesto del ranking mundial, no puede disimular que, en la guerra a muerte que libran todas las burguesías nacionales por sobrevivir en la crisis económica del capitalismo mundial, el capitalismo español pierde posiciones a una velocidad de vértigo. Cuando Zapatero sustituyó a Aznar el déficit exterior rondaba los 40 mil millones de euros, pero estos dos últimos años ha crecido a un ritmo superior al 30% anual hasta alcanzar los casi 69 mil millones, lo que equivale al 7.6% del PIB, porcentaje incuso superior al 6,5% de EE.UU.
El capital español está en una especie de tierra de nadie ya que no cuenta con la tecnología y la productividad de las principales potencias capitalistas, ni con el nivel salarial de los países del Tercer Mundo. Prácticamente todos los sectores de la economía productiva española están abocados a una crisis, desde los sectores industriales (en el automóvil, los astilleros, los electrodomésticos, el textil..., se suceden los despidos y los cierres de empresas) hasta las producciones agrícolas. Los ingresos del sector agrícola dependen casi más de las subvenciones para dejar de producir que de la propia producción.
Las producciones más boyantes del campo en España son las casas de turismo rural y la construcción de urbanizaciones con campos de golf incluidos, apuntándose a la burbuja especulativa inmobiliaria que corroe los cimientos de la economía española pero de la que no puede escapar. Hoy el 14% de las empresas españolas se dedica a la construcción que representa más del 22% del PIB español. En 2005 se construyeron en España 900.000 viviendas, más que entre Alemania, Francia y Reino Unido.
El crecimiento del PIB, que fue del 3.4% en 2005, está basado en una huida ciega en el endeudamiento. El FMI, la OCDE, y hasta el mismísimo Banco de España, no cesan de advertir que lo que está financiando el consumo de los hogares españoles es pura y simplemente una bestial escalada en el endeudamiento de las familias y las empresas que, en pocos años, ha liquidado el ahorro interno. Si hace dos años la deuda de los hogares representaba el 90% de la renta disponible de éstos, hoy es ya del 115%, cuando en Francia sólo alcanza el 35%. La quiebra de los fondos de inversiones y de pensiones Forum Filatélico y Afinsa, que han volatilizado el equivalente al 0,5% del PIB español y los ahorros de 300.000 familias, pone de manifiesto la fragilidad del sistema financiero español, encenagado en la especulación inmobiliaria, cuando el “salvavidas” que eran los bajos tipos de interés, empieza a deshincharse.
El avance de la crisis económica del capitalismo mundial, tenderá a imponer a los capitales nacionales más fuertes la necesidad de blindarse, sacrificando para ello a los más débiles, recortando las subvenciones (a partir de 2.008 al capital español se le acaba una parte importante de los “fondos de cohesión”), o exigiendo una austeridad más draconiana. El capital español no solamente está en una posición mucho más débil, sino también mucho más dependiente de lo que quieran hacer sus competidores. Eso le hace más vulnerable a nuevos embates de la crisis económica mundial, cuyos hachazos se verán agravados por el pinchazo más o menos abrupto de la burbuja especulativa inmobiliaria.
5.- Igualmente inexorable resulta la degradación de la posición imperialista del capital español en el contexto del “cada uno a la suya” que preside las relaciones internacionales en el período de descomposición capitalista. El desprestigio y debilitamiento a raíz de la guerra de Irak y su posterior retirada, así como la vulnerabilidad mostrada el 11-M, se ha visto continuada con una progresiva pérdida de posiciones en América Latina (tanto en los regímenes “bolivarianos” como en los pronorteamericanos las inversiones de las empresas españolas se ven sometidas a todo tipo de chanchullos y maniobras) y en el Magreb (una zona donde interviene el imperialismo USA a través de Marruecos - verdadero rompecabezas para la diplomacia española y que está lejos de haber mejorado, como dice el gobierno, sus relaciones con España - y donde los intereses e influencia del imperialismo francés son también muy grandes). El Magreb sigue siendo, como a lo largo del siglo XXº, la zona más caliente y sensible de las relaciones exteriores del capitalismo español, por lo que éste tiene que implicarse a fondo para defender sus intereses: defensa de Canarias, Ceuta y Melilla, y ahora el grave problema de la inmigración ilegal proveniente de África.
Si las ambiciones imperialistas de Aznar rozaban el ridículo (que llegó al paroxismo con la invasión militar de la isla de Perejil), el viraje del PSOE, la “vuelta al corazón de Europa”, ha llevado a lo astracanesco. Zapatero se hizo el primer abanderando del “sí” a una constitución europea que fue más tarde rechazada en los países centrales de la Unión Europea. Además, ante el creciente caos mundial que tiene su principal epicentro en Oriente Medio, anda recetando esa pócima vacua llamada “alianza de las civilizaciones”. Toda la política exterior española carece de coherencia y no puede disfrazar su pérdida de influencia política y económica en Europa. Para tratar de reaccionar contra esa degradación de su status, el capital español trata de “figurar” en todos los conflictos, enviando tropas a Afganistán, Haití, África Central y últimamente al Líbano, lo que ha hecho del gobierno Zapatero, el gobierno español con más tropas desplegadas en el extranjero.
6.- En nuestra época, el período de descomposición del capitalismo, la clase dominante, incluso la de los países centrales, se ve afectada “por el cada uno a la suya” y el deterioro de su aparato político. Esto no debe ilusionarnos pues ya hemos visto que la burguesía es capaz de utilizar los efectos de la descomposición en campañas ideológicas en contra del proletariado. La burguesía española ha sido capaz por ejemplo de desatar asfixiantes campañas ideológicas con el antiterrorismo y ahora con el “pacifismo”, con el famoso “proceso de paz” y la tregua de ETA.
El 14 de marzo de 2004, la burguesía española tuvo que improvisar la constitución del gobierno Zapatero del PSOE. La forma forzada en que la derecha (una de las debilidades del aparato político español es que el Partido Popular se ve obligado a englobar desde el centro hasta la extrema derecha) tuvo que pasar a la oposición, ha erosionado todo el esfuerzo de más de veinte años para reconducir a esta fracción de la burguesía española dentro de las formas democráticas. Se concretó el peor escenario puesto que el PP se escora cada vez más a la derecha (rápidamente ha desandado el famoso “viaje al centro” de los años 90) y es prisionero de sus fracciones más extremas. Eso puede llevar a inutilizarle como “recambio” en la alternancia democrática al PSOE.
La izquierda del capital – que como demostró en los 15 años de gobierno de Felipe González es la fracción más coherente del aparato político de la burguesía - tampoco se encuentra a la altura de las circunstancias y de las necesidades del capital español. A pesar de las loas al “talante” de ZP, lo cierto es que este gobierno ha demostrado una gran incompetencia e impotencia ante el debilitamiento del capital español en todos los extremos: debilitamiento económico, imperialista y mala cohesión del estado nacional. Su estrategia en contra de los nacionalismos periféricos, principalmente contra el vasco, pero también contra el catalán, ha consistido en reinventar el famoso “café para todos” del año 1978 (cesión de competencias a las autonomías para “diluir” las reivindicaciones de los nacionalismos vasco y catalán). El estatuto de Cataluña debía servir de piedra de toque para esta operación. Pero el nacionalismo catalán ha tratado de zafarse de esta operación cosmética tratando de conseguir más competencias, lo que ha abierto una auténtica caja de Pandora de reclamaciones centrífugas, recordando la época de las repúblicas cantonales del siglo XIX. Así hoy vemos a Andalucía declararse “entidad nacional”, al mismo tiempo que en otros estatutos como el valenciano se incluyen cláusulas para reivindicar posteriormente el techo de competencias que logren otras “nacionalidades históricas”. Lo que debía ser el principio de la solución lo que ha hecho en realidad es agravar el problema.
Otro tanto podemos decir de la estrategia gubernamental ante el “alto el fuego permanente de ETA”: esta negociación entre gobierno y ETA-Batasuna tiene como objetivo final desalojar al PNV del gobierno vasco. Hay que decir que es una operación política sumamente arriesgada, donde nadie se puede fiar de nadie, y donde la llave la acaban teniendo precisamente los sectores más difíciles de disciplinar por el interés de conjunto del capital nacional. Todo esto confirma nuestro análisis de que la mala cohesión del estado nacional español que la burguesía no fue capaz de solucionar en el período ascendente, se agravó en la decadencia, y tiende a agudizarse aún más en el período de la descomposición.
7.- La burguesía española tiene otro grave problema en su aparato político y es que hoy por hoy, las fracciones que, como Izquierda Unida, están llamadas a jugar un papel clave en la mistificación del proletariado, se encuentran en cambio atrapadas por un descarado apoyo al gobierno ZP. Por otra parte la burguesía española no cuenta con un aparato izquierdista “potente” como puede ser el caso de Lutte Ouvriére en Francia o la premeditada alianza de la izquierda socialdemócrata y el estalinismo en Alemania. Ante esa escasa presencia del izquierdismo, la CNT sería la organización de la izquierda del capital más preparada tanto por su hoja de servicios a la burguesía (1936 y 1977) como por ser expresión del llamado “sindicalismo revolucionario”, aunque arrastra un problema con el lastre de desclasados y lumpen que alberga en su seno.
Estos problemas no ponen sin embargo en cuestión la capacidad de la burguesía española, en lo inmediato, para desplegar su estrategia antiobrera. Además la burguesía española tiene una amplia experiencia histórica de confrontar a la clase obrera. El gobierno Aznar desarrolló en sus ataques con el mismo discurso y la misma estrategia que los gobiernos de izquierda de la época, (presentando los ataques como reformas de mejora). El PSOE, aún más preparado que la Derecha, no ha cometido los errores del gobierno francés y a la vista de las movilizaciones contra el CPE, el gobierno español y la burguesía han maniobrado con campañas mediáticas como la del “botellón”, la provocación a los trabajadores del aeropuerto del Prat y la posterior campaña, la dispersión de los ataques y una reforma laboral tratando de resguardar a todo el aparato sindical. Los Sindicatos a pesar de su desgaste han permanecido en un perfil bajo, y la burguesía los está resguardando para las luchas futuras.
8.- El capital español también se ve confrontado a otro fenómeno de la descomposición como es la inmigración proveniente de los países del Tercer Mundo. Es cierto que, como otros fenómenos de la descomposición, lo utiliza frente al proletariado, a nivel económico para tratar de bajar el salario real, y a nivel ideológico desatando campañas xenófobas y fomentando la insolidaridad en las filas obreras. Pero al capital español le resulta sumamente difícil guardar el equilibrio entre sus necesidades, y la exigencia que le imponen los países centrales de la Unión Europea: que sea el implacable guardián (ya lo vimos en la verjas de Ceuta y Melilla) de las fronteras de los países europeos contra la marea humana que trata de sobrevivir huyendo de la miseria, la guerra y la barbarie que asola cada vez más regiones del planeta.
9.- Por último, nuestra intervención en la lucha de clases y en el combate por ganar a las nuevas generaciones, ratifica nuestro convencimiento de que el curso histórico hacia los enfrentamientos de clase decisivos entre la burguesía y el proletariado está abierto. El desarrollo de la lucha de clases a nivel internacional también nos confirma que, en los próximos dos años, el proletariado español va a proseguir sus combates en defensa de sus condiciones de vida y trabajo contra los crecientes ataques de la clase enemiga, combates que irán unidos a un desarrollo de la toma de conciencia de que los sufrimientos que hace padecer a la humanidad el capitalismo en descomposición, sólo podrán resolverse destruyendo este modo de producción condenado por la historia desde hace un siglo.
AP (CCI).
Octubre de 2006.
Los días 2, 3 y 4 de noviembre de 2006 tuvieron lugar unas Jornadas sobre la Autonomía Obrera en las cuales hemos participado[1].
Voluntad de lucha contra el capitalismo, preocupación e inquietud por lo que puede deparar a la humanidad su evolución actual;
Rechazo de las vías parlamentarias y sindicalistas que nos “ofrece” el sistema para “poder influir en la sociedad”;
Rechazo de los sindicatos y de los partidos del Capital (en su amplio abanico que va desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda);
Defensa del proletariado como la clase revolucionaria de esta sociedad;
Defensa de la necesidad de una lucha autónoma como clase.
Cara a las continuas campañas ideológicas de la burguesía que nos venden toda clase de falsas alternativas y de falsas luchas, estas posiciones constituyen un punto de partida para buscar y desarrollar la claridad necesaria para luchar con fuerza contra el Capital.
En este marco, en una atmósfera de debate sincero y abierto, todos aportaron argumentos, defendieron distintas apreciaciones, expusieron diferentes enfoques ante los problemas. Los asistentes salieron satisfechos de las Jornadas con el sentimiento de haber llevado una discusión honesta y de haber podido conocer posturas que desconocían o que conocían de oídas o deformadas por terceros.
Las 3 fuerzas motrices de la lucha proletaria son la unidad, la solidaridad y la conciencia. Esta última no se desarrolla mediante el adoctrinamiento o la imposición dogmática, sino a través de la experiencia y del debate: un debate contradictorio donde la exposición de las diferentes posturas aporte los elementos necesarios para una clarificación. Un debate abierto, que vaya al fondo de las cosas, que no tema ni a la crítica ni a la autocrítica.
La cultura del debate es pues una de las armas fundamentales del proletariado. Frente a una sociedad instalada en el irracionalismo, el lavado de cerebro y la búsqueda de chivos expiatorios, el proletariado reivindica una actitud de análisis, de enfoque consciente y amplio de los problemas.
Muchos de los asistentes no nos conocíamos entre nosotros, o bien, lo que es peor, teníamos visiones inexactas de los otros, prejuicios inevitables, fruto de ese desconocimiento. La atmósfera de sinceridad y fraternidad, el ver con actitud abierta y respetuosa las posiciones de los demás, ha podido vencer ese problema y abrir un camino hacia la confianza que es absolutamente necesaria dentro de las filas del proletariado y de todos los que luchan por su causa.
La lucha de la clase obrera tiene un fundamento económico y un objetivo político (la destrucción del Estado burgués y el poder mundial de los Consejos Obreros), sin embargo, tiene, simultáneamente, un profundo sedimento humano, vital, subjetivo, de fraternidad, solidaridad, confianza y respeto mutuos, espíritu abierto etc., sin el cual todo cambio radical de la sociedad actual –cuyos fundamentos son la mentira, la manipulación, la competencia feroz, el cada uno a la suya- no podrá realizarse.
En las Jornadas se expusieron diferentes concepciones de la autonomía del proletariado. Más que analizarlas pensamos que es importante ver sus puntos en común:
1º Las luchas del proletariado a lo largo de los siglos XX y XXI ya no tienen las mismas características que tuvieron en el siglo XIX. Un cambio fundamental se ha operado en sus condiciones, objetivos y medios. Para ello es importante conocer con precisión y detalle las diferentes experiencias vividas a lo largo de los últimos 100 años por el proletariado. Las Jornadas –tanto en las presentaciones como en las intervenciones- aportaron un rico filón de experiencias [2]
2º Estas luchas tienden a ser independientes de los sindicatos, de los partidos del Capital y en sus momentos de mayor fuerza evolucionan hacia un enfrentamiento radical con el Estado burgués.
3º La organización de la lucha surge de la iniciativa de los obreros mismos formando Asambleas y Comités elegidos y revocables (Consejos Obreros en una situación revolucionaria)
4º Contribuir a la autonomía del proletariado significa combatir las ideologías (antifascismo, nacionalismo, defensa de la democracia, defensa de la economía nacional, de la empresa o del sector) que la niegan pues lo atan de pies y manos a los intereses del capital o de sus diferentes fracciones.
Algunos participantes expresaron un problema muy importante: ¿por qué organizaciones creadas por el proletariado se han convertido en aparatos al servicio de la clase enemiga que enturbian su conciencia y sabotean su lucha?
Este problema se planteó respecto a la CNT y su actitud en 1936. Sin embargo, se puede extender a otras muchas organizaciones: los antiguos partidos obreros –socialistas y comunistas- que traicionaron y se integraron en el Estado Capitalista; del mismo modo, organizaciones nacidas de una lucha obrera que al hacerse permanentes fueron absorbidas por el sistema.
¿Por qué se produce esta degeneración? Quizá podrá ser un objeto de futuros debates por lo que aquí simplemente queremos apuntar una observación. Se debe distinguir entre los distintos tipos de organismos pues las causas de degeneración de cada uno de ellos son a nuestro juicio diferentes:
Los sindicatos al tener como función la defensa de la condición obrera dentro del régimen de trabajo asalariado perdieron toda función favorable a la clase obrera desde el momento en que el capitalismo se convirtió en un sistema decadente, cuando la única alternativa posible no es su reforma sino su destrucción;
Los organismos que tras una huelga intentan hacerse permanentes pierden la vida que los animaba –la movilización y la solidaridad de los obreros- y desde ese momento no tienen más remedio que acomodarse a una práctica sindical;
Las organizaciones políticas proletarias se ven amenazadas por la presión de la ideología burguesa que las impulsa a abandonar las posiciones independientes del proletariado para adoptar de forma oportunista las posiciones de la burguesía.
Corriente Comunista Internacional 14-11-06
1 Ver kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=25007.
2 Compañeros hablaron de experiencias como el MIL o los comandos autónomos. Otros abordaron la gran lucha de Vitoria 1976. Se discutió ampliamente de la lucha espontánea de julio 1936 protagonizada por el proletariado español. Nosotros expusimos la experiencia de la revolución rusa de 1905, la huelga de masas en Polonia 1980 y el movimiento de los estudiantes en Francia en la primavera de 2006.
Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[2] https://ppcc.lahaine.org/seat_iel_fin_de_la_historia_o_el_embrion
[3] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/espana
[4] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[5] https://es.internationalism.org/cci-online/200512/363/huelga-espontanea-de-los-trabajadores-de-seat-para-poder-desarrollar-la-lucha-
[6] https://es.inter
[7] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/intervenciones
[8] https://es.internationalism.org/tag/2/29/la-lucha-del-proletariado
[9] https://es.internationalism.org/files/es/otro_sindicalismo.pdf
[10] mailto:[email protected]
[11] https://es.internationalism.org/tag/2/30/la-cuestion-sindical
[12] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/irak
[13] https://es.internationalism.org/tag/geografia/francia
[14] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[15] https://es.internationalism.org/tag/2/24/el-marxismo-la-teoria-revolucionaria
[16] http://www.alasbarricadas.org
[17] https://es.internationalism.org/tag/geografia/venezuela
[18] https://es.internationalism.org/tag/21/553/socialismo-del-siglo-xxi
[19] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/chavismo
[20] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/zapatismo
[21] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/castrismo
[22] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/lucha-de-clases
[23] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/conflictos-nacionalistas
[24] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200606/964/tesis-sobre-el-movimiento-de-los-estudiantes-de-la-primavera-de-200
[25] mailto:[email protected]
[26] https://es.internationalism.org/cci-online/200604/856/en-francia-movilizacion-y-en-espana-botellon
[27] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[28] https://es.internationalism.org/cci-online/200512/362/reflexion-sobre-las-revueltas-en-francia
[29] https://es.internationalism.org/cci-online/200511/262/debate-sobre-las-revueltas-en-francia
[30] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/516/para-que-sirve-el-grupo-comunista-internacionalista-gci
[31] http://www.geocities.com/icgcikg/leaflets/cpe_tract.htm;
[32] https://es.internationalism.org/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[33] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/situacion-economica-0
[34] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/israelpalestina
[35] https://es.internationalism.org/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos
[36] http://www.en.internationalism.org
[37] https://es.internationalism.org/files/es/debate_cso.pdf
[38] https://es.internationalism.org/content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha
[39] https://es.internationalism.org/rint/2006/125_nueper
[40] https://es.internationalism.org/cci-online/200606/981/evo-al-desnudo
[41] https://es.internationalism.org/tag/2/28/el-estalinismo-el-bloque-del-este
[42] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[43] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases
[44] https://es.internationalism.org/cci-online/200610/1101/el-grupo-comunista-internacionalista-escupe-sobre-el-internacionalismo-prolet
[45] http://www.internationalism.org
[46] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/posicion-imperialista-0