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Durante nuestra última reunión pública en línea en noviembre de 2021 sobre "el agravamiento de la descomposición del capitalismo, sus peligros para la humanidad y la responsabilidad del proletariado", varios participantes cuestionaron la validez del concepto de descomposición del capitalismo, desarrollado y defendido por la CCI. A través de este artículo, queremos continuar el debate aportando nuevos elementos de respuesta a las objeciones expresadas durante este encuentro. Sin repetir textualmente el contenido de las distintas intervenciones, las principales críticas formuladas pueden agruparse en tres puntos:
Las críticas a nuestra posición sobre la descomposición
Primera crítica: una innovación que no está en la tradición marxista.
"Desde los inicios del marxismo, nadie antes de la CCI había desarrollado tal teoría de la descomposición del capitalismo, ni la Liga de los Comunistas, ni las tres Internacionales, ni ninguna otra organización, pasada o presente, de la izquierda comunista, y nadie más que la CCI se adhiere a ella hoy. ¿Por qué entonces esta innovación en relación con el marxismo cuando el marco de la decadencia del capitalismo es suficiente para explicar la situación actual?"
Segunda crítica: un enfoque idealista de la historia.
"La CCI sostiene que la fase de descomposición es el resultado de un estancamiento entre las clases fundamentales de la sociedad, que consiste en la imposibilidad, tanto para la burguesía como para el proletariado, de ofrecer su propia respuesta a la crisis histórica del capitalismo: guerra mundial para una, revolución mundial para la otra. En esta perspectiva, el proletariado habría sido lo suficientemente consciente para impedir que la burguesía desencadenara la guerra mundial, pero insuficiente para plantear su perspectiva de revolución mundial. Las dificultades a las que se enfrentaba el proletariado se habrían visto incrementadas por la campaña anticomunista desatada en el momento del colapso del estalinismo, lo que llevó al hundimiento del capitalismo en esta fase de descomposición. Pero ¿dar tanta importancia a los factores subjetivos en la marcha de la historia no es un enfoque idealista de la misma?”
Tercera crítica: un enfoque fenomenológico unido a una visión tautológica.
"La CCI comienza por elaborar una lista de catástrofes que ocurren en el mundo y se sirve de ella para desarrollar, adoptando un enfoque fenomenológico, su teoría de la descomposición del capitalismo; esto da lugar a una visión tautológica del período actual, en la que la descomposición se explica por los acontecimientos y los acontecimientos se explican por la descomposición, lo que al final no explica nada y no permite una comprensión global de la situación”.
Nuestra respuesta a las críticas
¿Una innovación que no está en la tradición marxista?
El capitalismo, tanto en su auge como en su decadencia, ha pasado por diferentes fases históricas distintas. Esto es cierto, por ejemplo, para la fase imperialista, que anuncia la entrada del capitalismo en su período de decadencia. Al apoyarse firmemente en el método científico del marxismo, los revolucionarios de la época, incluidos Lenin y Luxemburgo, pudieron identificar esta nueva fase en la vida del capitalismo, aunque el concepto de imperialismo no había sido teorizado por Marx y Engels.
En efecto, el marxismo, o el método del socialismo científico, no puede en modo alguno fijarse en un dogma invariable para aprehender una realidad siempre en movimiento. Además, los propios Marx y Engels siempre trataron de desarrollar, enriquecer, e incluso revisar si era necesario, las posiciones que se mostraban insuficientes o anticuadas, como ilustra su prefacio a la reedición alemana de 1872 del Manifiesto Comunista: "Como declara el propio Manifiesto, la aplicación práctica de estos principios depende en todas partes y siempre de las condiciones históricas del momento [...] Ante el inmenso progreso de la gran industria durante los últimos veinticinco años y el desarrollo paralelo de la organización partidaria de la clase obrera; ante las experiencias prácticas, primero de la revolución de febrero, luego y sobre todo de la Comuna de París, donde, por primera vez, el proletariado pudo tener el poder político en sus manos durante dos meses, este programa ha perdido su actualidad en algunas partes”.
Esta fue también la actitud de Luxemburgo cuando luchó contra la posición defendida hasta entonces por el movimiento obrero sobre la cuestión nacional: "Como dijo y demostró muy claramente, defender al pie de la letra, en 1890, el apoyo dado por Marx a la independencia de Polonia en 1848, no sólo era negarse a reconocer que la realidad social había cambiado, sino también transformar el propio marxismo, convertir un método vivo de investigación de la realidad en un dogma cuasi- religioso agotado”1. También podemos mencionar todo el trabajo crítico realizado por la Izquierda Comunista, a partir de los años 20, sobre los nuevos problemas planteados por la degeneración de la Revolución Rusa y de la Internacional Comunista, especialmente sobre la cuestión del Estado en el período de transición y su relación con la dictadura del proletariado.
Las verdaderas "innovaciones" (si se puede decir así) en relación con el marxismo están, por otra parte, representadas tanto por la teoría de la "invariabilidad del marxismo desde 1848", elaborada por Bordiga en plena contrarrevolución, retomada y llevada por los bordiguistas del Partido Comunista Internacional (PCI), y por la actitud equívoca de los damenistas del Partido Comunista Internacionalista (PCI) al respecto, e incluso por el rechazo puro y duro de los bordiguistas a la noción de decadencia del capitalismo, ¡cuando este concepto está presente desde los orígenes del materialismo histórico!2 Además, son estas mismas "innovaciones" en relación con el marxismo las que llevan a estas corrientes de la izquierda comunista a rechazar como no marxista el concepto de descomposición del capitalismo.
¿Un enfoque idealista de la historia?
En la época de la decadencia del feudalismo, la burguesía, como clase explotadora con sus propios medios de producción e intercambio, podía apoyarse esencialmente en su creciente poder económico en la sociedad feudal, en el que se basaba la conciencia alienada de sus intereses de clase, para conquistar finalmente el poder político. En la época de la decadencia del capitalismo, el proletariado, como clase explotada que no posee más que su fuerza de trabajo, no puede contar ni apoyarse en ningún poder económico en la sociedad; para conquistar el poder político, sólo puede contar con el desarrollo de su conciencia de clase y de su capacidad de organización, cuya maduración constituye por tanto un elemento esencial de la relación de fuerzas entre las clases.
Dado que las condiciones objetivas para el derrocamiento del capitalismo y su sustitución por el comunismo se han cumplido con la entrada del modo de producción capitalista en su período de decadencia, el futuro de la revolución comunista mundial depende exclusivamente de las condiciones subjetivas, de la maduración profunda y amplia de la conciencia de clase del proletariado. Por eso es esencial que la burguesía ataque constantemente la conciencia de la clase obrera.
Los acontecimientos que precedieron al estallido de la Primera Guerra Mundial son un buen ejemplo de ello. En julio de 1914, los bloques imperialistas rivales estaban dispuestos a enfrentarse militarmente. La única incertidumbre que le quedaba a la burguesía era la actitud de la clase obrera ante la guerra. ¿Se dejaría reclutar, sobre todo como carne de cañón, detrás de las banderas nacionales? Esta incertidumbre se despejó el 4 de agosto de 1914 con la traición de la fracción oportunista de la socialdemocracia que, después de haber sido gangrenada durante años por el oportunismo, se pasó definitivamente al campo de la burguesía al votar los créditos de guerra. Este acto de traición fue recibido como un golpe en la cabeza del proletariado, provocando un retroceso de su conciencia de clase que fue inmediatamente aprovechado por la burguesía para movilizar a los proletarios en la Primera Guerra Mundial Imperialista, con la preciosa ayuda de las antiguas organizaciones de la clase obrera recientemente pasadas al enemigo de clase: los partidos socialdemócratas y los sindicatos.
Así, fue el golpe a la conciencia de clase del proletariado lo que finalmente permitió a la burguesía lanzarse a la Primera Guerra Mundial en 1914. Fue también la debilidad de esa misma conciencia de clase en los años 80, agravada por el golpe de las campañas anticomunistas que siguieron al derrumbe del estalinismo, lo que impidió al proletariado plantear su propia perspectiva histórica de revolución comunista mundial y condujo a la entrada del capitalismo decadente en su fase de descomposición; en otras palabras, la ausencia de una perspectiva para la clase obrera equivale ahora a la ausencia de una perspectiva para toda la sociedad. Todo esto ilustra la centralidad y el carácter determinante de los factores subjetivos en el período de decadencia del capitalismo para el futuro de la humanidad.
Así, lejos de ser un enfoque idealista de la historia, la importancia que se da a los factores subjetivos en la marcha de la historia constituye un enfoque verdaderamente materialista dialéctico de la misma. Para Marx, como para todos los materialistas consecuentes, la conciencia de clase es una fuerza material. La revolución comunista es una revolución en la que la conciencia desempeña un papel central: "El comunismo se diferencia de todos los movimientos anteriores en que revoca la base de todas las relaciones de producción e intercambio anteriores, y por primera vez trata conscientemente todas las condiciones naturales previas como creaciones de los hombres que nos han precedido, las despoja de su carácter natural y las somete al poder de los individuos unidos”3.
¿Un enfoque fenomenológico unido a una visión tautológica?
La sociedad feudal decadente se caracterizó por la aparición de elementos o fenómenos de descomposición, de los que las atrocidades y la decadencia moral que marcaron la Guerra de los Treinta Años son una perfecta ilustración. Dicho esto, el hundimiento del feudalismo en la decadencia fue acompañado del desarrollo del capitalismo, cuyo dinamismo económico impidió que la sociedad en su conjunto se hundiera en una fase de descomposición.
La situación es muy diferente en la sociedad capitalista decadente. No ve crecer en su seno una nueva clase explotadora, cuyo creciente poder económico sería un contrapeso al ineludible hundimiento de la sociedad en la decadencia; no ve desarrollarse en su seno un nuevo modo de producción que sustituya al antiguo. ¿Por qué?
Porque la nueva sociedad que debe surgir de los flancos de la vieja sociedad, el comunismo, es el "verdadero movimiento que suprime el Estado actual". El comunismo sólo puede erigirse sobre la base de la destrucción de las viejas relaciones de producción capitalistas. Mientras este "movimiento que suprime el estado actual" no sea realizado por la clase portadora de una nueva sociedad, los elementos de descomposición que se acumulan y amplían a medida que avanza el período de decadencia no encontrarán en la sociedad ninguna fuerza antagónica que pueda limitar su expresión. Sin un modo de producción capaz de tomar el relevo del capitalismo moribundo, la sociedad llega a pudrirse de pie.
Armados con este marco general de análisis de la decadencia del capitalismo, hemos observado los fenómenos que se han producido desde los años 80. Sin embargo, no los observamos "en sí mismos" sino apoyándonos firmemente en el método científico del marxismo. Fue este enfoque, y no uno fenomenológico, el que permitió identificar la ruptura del bloque del Este como la disolución de la política de bloques, imposibilitando temporal y materialmente la marcha del capitalismo hacia un nuevo conflicto mundial. Igualmente, fue este marco el que nos permitió analizar el colapso del estalinismo como un fenómeno decisivo que marcó la evolución a lo largo de los años 80 de la fase de descomposición del capitalismo, reforzando para el proletariado su responsabilidad crucial en el propio futuro de la humanidad. Para ello, adoptamos el mismo enfoque que los revolucionarios que se enfrentaron al fenómeno de la Primera Guerra Mundial y lo identificaron como la apertura de una era de "guerras y revoluciones", en la que, como afirmó Lenin, "la época de la burguesía progresista" había dado paso a "la época de la burguesía reaccionaria"; en otras palabras, como el inicio del período de decadencia del capitalismo4.
En contra de las objeciones que se nos hacen, no es tanto la acumulación de fenómenos propios de la descomposición lo que da lugar a nuestra comprensión de esta última fase de la vida del capitalismo, sino fundamentalmente un análisis histórico de la relación entre las dos clases fundamentales de la sociedad. En esto, nuestro punto de partida metodológico está en línea con el marxismo, el de basarse en la lucha de clases y su dinámica, en lo que hace de "motor de la historia" y no en simples "fenómenos" acumulados por las circunstancias.
Este enfoque también nos permitió comprender que la descomposición del capitalismo se "alimentaba a sí misma". Este es el caso, en particular, del fenómeno de la pandemia de Covid-19, que es a la vez un producto de la descomposición del capitalismo (aumento de la destrucción tanto del medio natural planetario como de los sistemas de investigación sanitaria y médica, sálvese quien pueda generalizado en el seno de la burguesía mundial que culmina con la "guerra de las máscaras" y la "guerra de las vacunas") y también un factor de aceleración de esta misma descomposición (mayor hundimiento en la crisis económica, huida acelerada hacia la deuda, aumento de las tensiones imperialistas)5. Esta aproximación a la realidad no es, pues, tautológica, sino que adopta el rigor metodológico del materialismo dialéctico.
Animamos a los lectores a seguir reflexionando sobre este tema, en particular leyendo nuestro artículo sobre Las raíces marxistas de la noción de descomposición, aparecido en el número 117 de la Revista Internacional6. Pero también a escribirnos para continuar el debate.
1 La insurrección de Dublín en 1916 y la cuestión nacional https://es.internationalism.org/revista-internacional/201610/4179/la-insurreccion-de-dublin-en-1916-y-la-cuestion-nacional
2 Ver De Marx a la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200407/171/de-marx...
3 Marx y Engels La Ideología Alemana https://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm
4 La teoría de la decadencia en la médula del materialismo histórico (IV): de Marx a la Izquierda Comunista https://es.internationalism.org/revista-internacional/200504/67/la-teoria-de-la-decadencia-en-la-medula-del-materialismo-historico-i
5 Dossier especial COVID19: el verdadero asesino es el capitalismo https://es.internationalism.org/content/4566/dossier-especial-covid19-el-verdadero-asesino-es-el-capitalismo
6 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200404/167/entender-la-descomposicion-i-las-raices-marxistas-de-la-nocion-de-d