La Socialdemocracia Alemana (1872-1914): la lucha contra el oportunismo organizativo, parte I

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La capitulación ante el imperialismo del antiguamente proletario Partido Socialdemócrata Alemán, en 1914, es bien conocida entre los revolucionarios. También lo es el declive oportunista del SPD, que pavimentó el camino a esta trascendental traición a la clase obrera.

Lo que no se conoce tan a fondo es la lucha ininterrumpida que libró el ala revolucionaria del Partido, desde su misma concepción, contra las fuerzas del oportunismo reformista, no solo a nivel teórico (mediante trabajos seminales de la talla de la Crítica del Programa de Gotha de Marx, el Anti-Dühring de Engels o el Reforma o Revolución de Luxemburgo) sino también en el plano de la defensa de los principios organizativos de clase.

En este artículo haremos la crónica de esta lucha organizativa en dos partes, basando nuestra investigación en libros y documentación que, en buena parte, solo está disponible en lengua alemana. Esta primera parte cubrirá el periodo de 1872 a 1890, del programa de Gotha al programa de Erfurt. La segunda parte, aún por publicar, lidiará con el periodo consiguiente hasta 1914.

Parte I. 1872-1890

Capítulo 1: 1872-1875. De la Comuna de París al Congreso de Gotha. La lucha por preservar adquisiciones fundamentales

Tras la derrota de la Comuna de París en 1871, la burguesía reaccionó desatando una ola de represión a lo largo y ancho de Europa. Como es evidente, las principales víctimas fueron los comuneros, en Francia, de los cuales más de 20.000 habían sido asesinados, 38.000 habían sido arrestados y más de 7.000 fueron deportados por el gobierno de Versalles. Pero en vista de este primer asalto victorioso al poder en una gran ciudad por parte de la clase obrera, las organizaciones del proletariado en otros países también sufrieron la intensificación de la represión. Al mismo tiempo, la clase dominante propició un ataque dentro de las mismas filas de la Primera Internacional – con Bakunin y su Alianza para la Democracia Socialista a la cabeza. Con la ayuda de una organización secreta, los logros previos de la Primera Internacional a nivel de funcionamiento fueron socavados, y su organización se redujo a la anarquía. En el Congreso de la Haya de 1872, el Consejo General de la Primera Internacional encabezado por Marx y Engels denunció esta estratagema. Esta lucha por la defensa de la organización estuvo llamada a convertirse en uno de los tesoros más valiosos de la experiencia del movimiento revolucionario, cuya trascendencia y consecuencias fueron ampliamente subestimadas entonces, y olvidadas hasta mucho después. En una serie de artículos (Revista Internacional 84-88), la CCI ha descrito esta lucha y sus lecciones en detalle. Recomendamos a nuestros lectores familiarizarse con este material indispensable para entender el desarrollo posterior de la situación1.

Las secciones alemanas de la Primera Internacional participaron activamente en la preparación del Congreso de La Haya – a pesar de la oposición de sus dirigentes. Tras la Comuna de París, la formación de secciones nuevas en Alemania había sido prohibida, y solo se permitía la adhesión individual. De este modo, no existía oficialmente la posibilidad de que ninguna organización alemana como tal fuera miembro de la Primera Internacional, como tampoco podía serlo ninguna sección local. En la mayoría de países europeos, ninguna organización de tamaño significativo podía seguir existiendo como tal si declaraba abiertamente su afiliación a la Internacional tras 1872. Por otro lado, el Gobierno prohibió a los miembros residentes en Alemania viajar a La Haya como delegados, pero consiguieron esquivar estas medidas coercitivas.

Wilhelm Liebknecht y August Bebel, líderes del SDAP (Sozialdemokratische Arbeiterpartei/Eisenacher2, 1869-1875) fueron encarcelados durante 2 años por su posición internacionalista en la Guerra franco-prusiana. Muchos de sus camaradas que escribían para el “Volkstaat” (publicación del SDAP) fueron arrestados, y las autoridades prohibieron cualquier publicación sobre el Congreso de La Haya. No obstante, la delegación alemana al Congreso fue capaz de enviar 15 delegados de un total de 65 (casi una cuarta parte), teniendo un papel activo en el mismo. Marx había recibido el mandato de Leipzig, Engels recibió el de Breslau, y Cuno fue elegido jefe del comité investigador de las actividades de la Alianza Bakuninista.

Tras la conclusión del Congreso de La Haya (2-7 de septiembre de 1872), los delegados se dirigieron inmediatamente al Congreso del SDAP (Eisenach) en Mainz (7-11 de septiembre).

Mientras que, al principio, los eisenachistas habían adoptado una firme posición contra los bakuninistas tras el Congreso de La Haya, el Volkstaat empezó a suavizar sus declaraciones contra los bakuninistas en torno al otoño de 1872. Durante este periodo, Liebknecht se abstuvo de criticar a los anarquistas y empezó a buscar el compromiso con los lassalleanos3. Marx y Engels, por otro lado, amenazaron con poner fin a su cooperación con la organización si el Volkstaat seguía manteniéndose en silencio. Defendían que la unidad real no podía conseguirse mediante el abandono de los principios. Ante las críticas de Marx y Engels, el Volkstaat retomó sus críticas contra los bakuninistas por un tiempo4. Mientras, los lassalleanos siguieron mostrando su apoyo a los bakuninistas. En abril de 1873 rechazaron las resoluciones del Congreso de La Haya y llegaron a mandar delegados a una reunión bakuninista en Suiza.

El Congreso de unificación de Gotha y la dilución de los principios

La tendencia que tenía el Partido de Eisenach de hacer concesiones al Partido Lassalleano (Asociación General de Trabajadores Alemanes – ADAV) buscaba su justificación, en parte, por la previsible unificación de las dos organizaciones. Sin embargo, durante el Congreso de Coburgo de 1874, el SDAP se centró en discutir el apoyo mutuo en la lucha de clase, y la unificación inmediata del SDAP y la ADAV no estaba en el orden del día. Aun así, con el voto de Marx y Engels en contra, los líderes del SDAP se apresuraron a firmar la unificación en Gotha, en marzo de 1875, fundando el Partido Obrero Socialista de Alemania (SAPD) junto a los lassalleanos.

No debe distraernos este llamado a la ‘unificación’ […] Evidentemente cualquier líder de un partido quiere verlo triunfar, no hay nada de malo en ello. Pero hay circunstancias en las que uno debe tener el coraje de sacrificar el éxito inmediato por cosas más importantes, especialmente cuando hablamos de un partido como el nuestro, cuyo triunfo final es absolutamente inevitable, cuando lo hemos visto desarrollarse tan colosalmente a lo largo de nuestras vidas… el éxito inmediato no es de ninguna manera algo absolutamente necesario […] En cualquier caso, creo que con el tiempo los elementos más capaces de entre los lassalleanos empezarán a gravitar hacia ti por propia iniciativa, y que por tanto no sería sensato arrancar una fruta inmadura, como quieren los partidarios de la unificación. Ciertamente el viejo Hegel decía: ‘el partido que acaba siendo victorioso es el que se escinde, el que es capaz de tolerar escisiones’”.

En la misma carta, Engels advierte que al verse los eisenachistas en competencia directa con la ADAV, como ocurría en realidad, “se acaba acostumbrando uno a tener en cuenta a la ADAV para cualquier cosa […] En nuestra opinión, que la práctica ha confirmado ampliamente, la mejor táctica propagandística no es alienar a los miembros individuales del oponente de forma aislada, sino trabajar hacia las grandes masas que son aún indiferentes. Una sola fuerza singular nueva que se consigue atraer desde ese espacio vale más que cualquier desertor de Lassalle, que siempre llevará consigo la semilla de su mala concepción del partido5.

Tras la derrota de la Comuna de París y la disolución de facto de la Primera Internacional en 18736, los esfuerzos del movimiento pasan a centrarse en el plano nacional. “El centro del movimiento pasó a ser Alemania7, donde la tendencia marxista había ganado autoridad política gracias a su internacionalismo durante la Guerra franco-prusiana.

Durante la década de 1870, el SAPD se había convertido en uno de los primeros partidos cuya fundación se debía a la fusión de dos partidos del mismo país. Dado que la disolución de la Primera Internacional descartaba cualquier tipo de cooperación internacional significativa, el movimiento obrero internacional se enfrentaba a la tarea de fundar partidos en los diferentes países, dándoles un carácter programático y organizativo más profundo que en la década de 18608.

En Austria, el Partido Socialdemócrata Unido austriaco fue fundado en abril de 1874 (con un programa basado en el de los eisenachistas)9. En otros países, el proceso de formación de partidos empezó más tarde10.

El Congreso fundacional de Gotha del SAPD expresaba cierto progreso, principalmente por el hecho de que, por primera vez, se logró el establecimiento de un partido con principios organizativos sólidos, y de implantación nacional. La unión de las dos organizaciones hizo posible la superación de la “dictadura de los líderes” que había existido previamente en la ADAV de Lassalle, y puso el liderazgo del partido en manos colectivas y centralizadas. Lassalle, que murió en un duelo en 1867, había cumplido el papel de un presidente con poderes cuasi-dictatoriales entre los lassalleanos, y su forma de hacer las cosas seguía proyectando una larga sombra sobre la ADAV.

Los estatutos de la ADAV en 1872 exigían:

III. Membresía § 3: todo obrero que así lo declare puede convertirse en miembro de la asociación con pleno e igual derecho a voto, y puede dimitir en cualquier momento. § 6 Los asuntos de la asociación serán administrados por el comité ejecutivo formado por 24 miembros más su presidente”.

En los siguientes puntos se detallaban los poderes del presidente. Por otro lado, los estatutos del SAPD, fundado en 1875, decían:

§1 Podrá pertenecer al partido cualquiera que se comprometa con los principios de su programa y promueva activamente los intereses de los trabajadores, incluso mediante donaciones. Los que no contribuyan por un periodo de 3 meses no serán considerados camaradas del partido”.

Debido a la instauración de prohibiciones sobre la formación de asociaciones y la participación activa en organizaciones revolucionarias, los estatutos evitaban hacer referencia alguna a la cooperación activa dentro de la organización. Se dejaba claro que “los miembros del partido que actúen contra los intereses del mismo serán expulsados de la organización. Podrán apelar esta decisión en el Congreso del partido” (§2 Estatutos). A este respecto se dio una continuidad con los métodos de la Liga de los Comunistas, que no obstante solo fue posible gracias a los eisenachistas.

De esta forma, el recién nacido partido representaba un paso adelante a nivel organizativo. No se podía decir lo mismo, no obstante, en cuanto a su nivel programático, donde se dejaba entrever una gran inmadurez política, a su vez potenciada por toda una multitud de “defectos de nacimiento”.

Representando a los lassalleanos en el congreso había 73 delegados elegidos por 15.322 miembros, mientras que los eisenachistas contaban con 56 delegados con 9.121 votos11. Debido a que entre los lassalleanos había una mayor confusión política, la dirección del partido se vio inclinada a hacer compromisos en su favor y aceptar una mayor ambigüedad programática, en aras de la unidad. Cuando Karl Marx envió a Wilhelm Bracke su “Crítica del Programa de Gotha” el 5 de mayo de 1875, la dirección del partido la ocultó al congreso y a los militantes; hasta a Bebel, uno de los líderes más famosos, se le ocultó la existencia de la carta:

Una vez terminado el congreso de coalición, Engels y yo publicaremos una breve declaración expresando nuestro desacuerdo con el mencionado programa y sus principios, y no queremos tener nada que ver con él […] Aclarado eso, es mi deber no reconocer por silencio diplomático lo que creo que es un programa completamente injustificable que desmoralizará al partido. Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas. Si no se podía ir más allá del programa de Eisenach – y las circunstancias no lo permitían – deberíamos habernos limitado a aprobar un acuerdo de acción contra el enemigo común. Si, en cambio, nos proponemos la decisión de principios programáticos (en vez de ir posponiéndolos para el momento en que lo decida una prolongada actividad en común), podremos levantar los hitos que medirán el progreso de la organización del partido a la vista de todo el mundo […] Se quiere evitar toda posible crítica e impedir toda reflexión en el partido. Todo el mundo reconoce la satisfacción que sienten los trabajadores ante el hecho de la unificación, pero se cae en un error si se piensa que este éxito inmediato no se ha comprado a un alto precio. Por cierto que el programa es inútil. No es más que una canonización de Lassalle y sus artículos de fe12 13.

Engels decía en una carta a Wilhelm Bracke en octubre de 1875:

Estamos completamente de acuerdo contigo en que Liebknecht y su fe en los compromisos a toda costa han dado como resultado una chapuza […] Una vez que el proceso de unificación se ha puesto en marcha, sobre bases podridas y con las proclamas más altisonantes, no se permitía ni siquiera concebir el fracaso14.

La vehemente crítica de Marx y Engels a esta falta de claridad, por no decir actitud oportunista, dejó claro su énfasis en la claridad programática y en la creencia de que la unidad no se puede comprar al precio del abandono del programa, haciendo alianzas poco fiables, basadas en la confusión. Es mejor ser pocos al principio mientras se trabaje sobre bases firmes, que ser muchos sobre bases poco claras. Marx y Engels asumían así el punto de vista de que la unidad solo puede darse sobre bases firmes y que la claridad no debe ceder ante la unidad. La adhesión marxista a la intransigencia programática y a la lealtad a los principios caracterizó su relación con las tendencias oportunistas que emergieron más adelante. A este respecto, la actitud de Marx y Engels de oponerse a la unidad a cualquier precio y luchar por la clarificación, sin miedo a las demarcaciones y las posibles divisiones, contrastó en gran medida con la política que acabaría adoptando el SPD.

Al mismo tiempo, la forma en la que se asumieron las críticas de Marx y Engels a estas debilidades reveló una tendencia que se había repetido insistentemente en el movimiento revolucionario: la evasión, incluso la ocultación de la crítica, sobre el pretexto de que la unidad era más importante que la claridad. Como mostraremos más adelante, no fue hasta 1891 (8 años tras la muerte de Marx) que Friedrich Engels pudo forzar la publicación de sus críticas en el Neue Zeit, contra la firme resistencia de los oportunistas de la dirección del partido. El Programa de Gotha hizo posible el surgimiento del oportunismo, dejando por escrito ciertos puntos de vista oportunistas. Solo la insistencia de Engels hizo posible la publicación de un punto en el programa que proclamaba la solidaridad del proletariado alemán con los obreros de todos los países, y su voluntad de cumplir con su deber internacionalista15. Por añadidura, al énfasis insuficiente en el internacionalismo del Congreso Fundacional de Gotha, se le suma la casi completa falta de referencias a las consecuencias de la experiencia de la Comuna de París. Se había formado ya un cierto “bache” en la continuidad histórica, y en la transmisión de la experiencia de la lucha por la organización contra los bakuninistas.

Otro aspecto importante de la dilución o distorsión de críticas políticas importantes era su tergiversación, como si fueran algo inspirado por motivaciones personales. Hasta Franz Mehring, que escribió la perspicaz biografía de Marx y la historia de la socialdemocracia alemana, cayó en esta trampa:

Marx no se dio cuenta de que el proyecto de programa reflejaba fielmente las posiciones teóricas de ambas facciones; creía que los eisenachistas habían asumido todas las ramificaciones del comunismo científico mientras que los lassalleanos eran una secta retardada.

Acostumbrado por lo general a juzgar al movimiento obrero por la importancia clave de su avance, en esta ocasión se centró demasiado en poner las cosas bajo el microscopio, y hurgaba en las pequeñas torpezas, irregularidades e inexactitudes de expresión buscando malas intenciones que nunca estuvieron ahí. Ni tampoco se puede negar su antipatía por Lassalle en aquella carta, lo cual influía en su criterio…16.

Así se frivolizaba la discusión de principios básicos y se presentaba como una cuestión de antipatía personal entre Marx y Lassalle. En vez de señalar que la superación del lassalleanismo supuso una liberación, Mehring escribió:

El lassalleanismo se extinguió para siempre en los días de Gotha, y aun así fueron los días del triunfo de Lassalle. Por más en lo cierto que pudiera haber estado Marx con sus objeciones al programa de Gotha, el destino de su carta demostró a las claras que Lassalle había reconocido correctamente los medios mediante los cuales podía desarrollarse en Alemania un partido obrero poderoso e invencible, portador de la revolución social17.

Al mismo tiempo, Mehring caía en la ambigüedad en la forma de “contrastar” el desarrollo del partido en diferentes países con su desarrollo a nivel internacional.

La idea de la solidaridad internacional arraigó tan profundamente en el proletariado moderno que ya no necesitaba ningún apoyo externo, y los partidos obreros nacionales experimentaron un desarrollo tan peculiar y vigoroso durante las agitaciones en las fábricas, en la década de 1870, que superaron la relevancia de lo internacional…18.

Tras el aplastamiento de la Comuna de París y la imposibilidad de continuar con el trabajo de la Primera Internacional, la actividad de los revolucionarios debía reconducirse a cada país concreto, creando las condiciones de la fundación de los diversos partidos. Sin embargo, este nuevo enfoque sobre cada país individual no significaba que la orientación y cooperación internacional se hubiese vuelto obsoleta o que la solidaridad internacional, o la necesidad de una Internacional, se hubieran vuelto superfluas. El rápido crecimiento de los partidos a nivel nacional no podía ser argumento de que el marco nacional había ido “más allá” que el internacional. Este punto de vista, quizás, reflejaba esa falta de espíritu internacionalista de Mehring que Engels ya había hecho notar en sus críticas al programa de Gotha. La orientación internacionalista solo puede triunfar mediante la lucha continua y consciente contra las prioridades nacionales e incluso locales. Aunque se dedicaba la mayor parte de la actividad al desarrollo del SAPD, también había esfuerzos dedicados a establecer contactos a nivel internacional para preparar la fundación de la Segunda Internacional, en 1889.

Por razones de brevedad no podemos desarrollar aquí la contribución del SAPD a la fundación de la Segunda Internacional.

Por otra parte, la tendencia a ‘olvidar’ las adquisiciones seguía viva. En Gotha, en 1875, había caído en el olvido la determinación que había mostrado buena parte de los delegados alemanes al Congreso de La Haya en 1872, junto a la consiguiente defensa de las decisiones del Consejo General contra los bakuninistas, encabezada por el SDAP. No se habían asumido las lecciones de aquella defensa tan vehemente de los principios revolucionarios del Congreso de La Haya, que había tenido lugar tan solo tres años antes. No se veía por ninguna parte la continuidad y la transmisión de esa experiencia. En cambio, Mehring también intentó presentar aquella lucha como un conflicto entre la autoridad personal de Marx y la de Bakunin, de la misma forma que lo hizo con respecto a Lassalle.

Capítulo 2, 1878-1890. El periodo de las Leyes Antisocialistas- La lucha por la organización revolucionaria frente al oportunismo parlamentario

En el Congreso de Unificación de Gotha de 1875 se escogió la ciudad de Hamburgo como residencia de la ejecutiva del partido, y Leipzig para la Comisión de Control. A la clase dominante le preocupaba el alarmante crecimiento del movimiento obrero, y el SAPD fue proscrito por la Ley Prusiana de Asociación a partir de marzo de 1876. Poco tiempo después también fue ilegalizado en Baviera y Sajonia. La burguesía alemana empezaba a dar forma a su plan de proscripción completa del SAPD, y usó dos intentos de asesinato aislados como pretexto para aprobar las Leyes Antisocialistas del 21 de octubre de 1878.

Todas las organizaciones de tinte socialdemócrata, socialista o comunista debían disolverse, todas las publicaciones de prensa y reuniones que difundieran sus objetivos serían ilegalizadas, así como todas sus asociaciones educativas, clubs de baile y teatros (los miembros del SAPD, hasta entonces, solían quedar registrados oficialmente como miembros de una asociación de este tipo).

A raíz de esto fueron ilegalizadas 1.299 publicaciones de prensa, así como 95 sindicatos, 23 asociaciones de apoyo, 106 asociaciones políticas y 108 de las así llamadas asociaciones de ocio. Se dieron sentencias de prisión a 1.500 personas aproximadamente, y unas 900 fueron expulsadas de varias regiones del Reich. Los deportados que no fueron al exilio fueron obligados a reasentarse en zonas remotas, desde donde intentaron retomar su trabajo político. La fracción del SAP en el Reichstag fue la única que salió indemne, por respeto al derecho de voto de las circunscripciones electorales, por lo que el trabajo parlamentario no fue interrumpido19.

En otras palabras, al mismo tiempo que se ponían trabas a la actividad de base de las filas del partido y se desafiaba la consolidación de su tejido organizativo, se orientaba la concentración de sus esfuerzos a la actividad parlamentaria, cosa que desde el punto de vista de los gobernantes era lo más prometedor. Aunque Bismarck quería en un principio ilegalizar también la actividad parlamentaria, las demás facciones de la burguesía en el Reichstag no se plegaron a su insistencia. El objetivo final de los partidos burgueses era integrar completamente al SAPD en la maquinaria parlamentaria. La movilización electoral se convirtió así en el punto focal de su actividad. Si las comparamos con las medidas represivas zaristas en Rusia, las Leyes Antisocialistas alemanas fueron menos brutales, pero mucho más insidiosas.

Ya incluso antes de que se aprobaran las Leyes Antisocialistas en el Reichstag, el Comité Electoral Central, asentado en Hamburgo y actuando como ejecutiva del partido, había anunciado a las autoridades policiales que la organización del partido estaba por disolverse, contrariamente a la posición de Bebel y Liebknecht sobre la cuestión. Incluso había llegado a pedir a las secciones locales… que se auto-disolvieran. La dirección del partido proponía el legalismo más absoluto:

Adheríos firmemente a esa consigna que solemos dirigiros: ‘nuestra legalidad hará caer al enemigo’. ‘Tened paciencia, no os dejéis provocar’20.

Marx y Engels ya habían tomado nota de esta “obediencia anticipatoria” del órgano ejecutivo del partido, que no era ninguna anomalía, en una circular que escribieron en 1879:

El partido, bajo la presión de las Leyes Antisocialistas, deja claro que no está dispuesto a seguir el camino de una revolución sangrienta y violenta, sino que está decidido a… seguir el camino de la legalidad. Es decir, la reforma21.

Marx y Engels se oponían a todo esto con ironía:

En aras de conjurar hasta el último rastro de recelo por parte de la burguesía, se le debe demostrar concienzudamente que el espectro es solo eso, un espectro, que no existe. Pero, ¿qué representa este espectro rojo, sino el miedo de la burguesía a la lucha a muerte inevitable que tiene pendiente con el proletariado? […] Son los representantes de la pequeñaburguesía dándose cuenta del pavor que les inspira el proletariado, de que su situación revolucionaria le empuje a ‘ir demasiado lejos’ […] Todos los conflictos inspirados por la necesidad histórica son objeto de reinterpretación y tergiversaciones, y todas las discusiones acaban con la misma frase: estamos todos de acuerdo en lo esencial.

El Partido Socialdemócrata NUNCA deberá ser un partido obrero, nunca deberá hacerse digno del odio de la burguesía ni de nadie más; tiene el deber, por encima de todo, de dirigir su más enérgica propaganda a las filas de la burguesía; en vez de poner énfasis en objetivos a largo plazo, que después de todo, no serán nunca alcanzables en nuestra generación, deberá dedicar todas sus fuerzas y energías a poner esos mismos parches reformistas de la pequeñaburguesía, que no hacen otra cosa que apuntalar los pilares del viejo orden social, transformando como mucho su inevitable catástrofe final en un proceso de disolución gradual, paulatino, y por encima de todo, lo más pacífico posible22.

Por aquel entonces empezaron a alzarse ya algunas voces en el SAPD, llamando a la necesidad de una reacción violenta a lo que estaba pasando. Johannes Most defendió una posición de acciones terroristas individuales que fue rechazada en el primer congreso del SAPD en Wyden, Suiza, 1880.

La lucha contra el espionaje y las calumnias

El partido seguía manteniendo la tradición de combatir las difamaciones, ya iniciada por la Liga de los Comunistas, debido a su efecto destructor de la confianza en el seno del partido. Así, en 1882, la organización ilegalizada de los Socialdemócratas Berlineses decidió en sus estatutos:

Punto 13: “todo militante – incluso si es un camarada muy conocido – tiene el deber de mantener la confidencialidad sobre los asuntos discutidos en la organización – no importa cuáles sean. Si un camarada tiene noticia de una acusación en su contra, tiene el deber de mantener la confidencialidad en un primer momento y de exigir lo mismo al camarada que le haya informado al respecto; debe indagar en los motivos de dicha acusación y averiguar quién la está difundiendo. Tiene que informar a la secretaría de su sección local, que deberá tomas las medidas adecuadas y deberá clarificar el asunto en una reunión, en la que deberán estar presentes acusador y acusado. Si el acusado resulta ser el mismo secretario, deberá informar al respecto a su delegado representante. Cualquier otra medida, particularmente la de sembrar la sospecha sin prueba alguna y sin testimonio ante la secretaría, será enormemente dañina. Dado el hecho de que la policía tiene un interés especial en promover la desunión en nuestras filas mediante la propagación de calumnias, cualquier camarada que no se ciña al proceso descrito corre el riesgo de ser considerado un colaborador de la policía23.

Durante el congreso del partido en Wyden se aprobó una resolución de expulsión del partido de Wilhelm Hasselmann:

Tras haber sido informado de las intrigas y falta de escrúpulos de Hasselmann, los delegados al congreso aprobaron su expulsión de forma unánime, y advirtieron a todos los camaradas en el extranjero que este elemento había sido declarado un experto calumniador”.

Johannes Most también fue expulsado durante el mismo congreso mediante una resolución que rezaba:

Teniendo en cuenta que Johann Most lleva ya un largo tiempo actuando en contra de los principios del partido, que lo ha seguido haciendo durante el periodo de las Leyes Antisocialistas y que desde entonces solo sigue las normas que le dicta su cambiante temperamento:

  • Considerando que Most sigue propagando todas y cada una de las calumnias que se lanzan contra la socialdemocracia alemana, sin importar de donde vengan, y que ha colaborado con notorios agentes de la policía a pesar de que le advertimos de su procedencia, solo porque simpatizaba con sus insultos a los supuestos “líderes” del partido;

  • Por ello en conclusión, considerando la actuación de Most en contra de todos los principios de honestidad;

El Congreso declara su rechazo a cualquier acto de solidaridad con Johann Most y le considera ajeno al Partido Obrero Socialista de Alemania24.

Gracias al tejido consolidado por los miembros del partido, la organización fue capaz de ir extendiendo su influencia sobre el terreno durante más de una década, aprendiendo a organizar la solidaridad con los perseguidos, material y políticamente. En resumen, las condiciones de ilegalidad no habían desanimado a los militantes, más bien al contrario: había reforzado sus lazos mutuos de solidaridad.

El funcionamiento en la clandestinidad

Todos los órganos del partido que quedaron en pie se pronunciaron en contra de la formar una organización nacional secreta, ya que podría ser fácilmente desmantelada por la policía y dejar al partido sin ninguna capacidad de acción. La orientación que se dio finalmente fue una combinación de trabajo legal e ilegal (el primero sobre todo era de carácter parlamentario). En Alemania se organizaría “la publicación de un órgano ilegal, el Der Sozialdemokrat, que se imprimía en el extranjero y se distribuía en el Reich mediante redes clandestinas (incluyendo la Rote Feldpost [Correo Rojo de Campo]). La actividad tanto legal como ilegal estaba dirigida por un órgano oficial secreto llamado ‘Corpora’ (círculo interno de la organización), que se separó formalmente del aparato de distribución del Sozialdemokrat por razones de seguridad. Con la ayuda de esta organización ilegal, en la que J. Motteler jugó un papel prominente, se hizo posible una mayor cohesión del partido a nivel de base. El Sozialdemokrat fue capaz de desenmascarar a varios informantes de la policía. Bajo el seudónimo de ‘Máscara de Hierro’, el órgano de seguridad del partido ponía en guardia a los militantes frente a los informantes y provocadores” (cf. Fricke, p. 182).

Por un lado, todo esto fue capaz de impedir que el partido se convirtiera en una sociedad de conspiradores, y por otro permitió establecer un buen aparato de funcionamiento en la clandestinidad. Las reuniones del partido tenían lugar bajo la tapadera de reuniones de clubs de canto o de fumadores25.

En el primer congreso en la clandestinidad celebrado en Wyden, Suiza, en 1880, la expresión que el partido había asumido con anterioridad de que quería alcanzar sus objetivos por todos los “medios legales” posibles fue eliminada del texto, ya que el partido no quería que la legalidad le atase las manos.

El congreso también discutió la necesidad de que cada miembro de sección tuviera la necesaria libertad de acción para llevar a cabo sus propias iniciativas, mediante el establecimiento de una red de hombres de confianza.

No podemos actuar siguiendo un molde, no siempre es posible consultar a los llamados ‘líderes’ para cada situación concreta, aunque ningún militante deba actuar por su cuenta. Son necesarias las consultas de conjunto, sin importar lo que cueste, y las acciones conjuntas con el todo en cuanto a asuntos de gravedad. Esto debe convertirse en nuestra línea directriz para la acción.

Organizaos, de la mejor manera posible. Los enclaves más grandes, mejores y más fuertes en espíritu deben apoyar a los más pequeños a su alrededor, y dado que los camaradas no pueden actuar de esta forma en gran número, los representantes de cada sección deben entablar conversaciones entre sí a menudo26.

Dado que al partido todavía se le permitía elegir candidatos para las elecciones al Reichstag, se fundaron “asociaciones electorales” en cada distrito, que tenían la tarea de “formar a los camaradas en la teoría y convertirlos en socialistas bien formados. La administración de los asuntos del partido y la ejecución de su agitación pública, no obstante, seguían en manos del ‘movimiento interno’27. Es decir, que, a pesar de las reuniones legales para organización de la propaganda en los clubs electorales, el partido seguía conservando una “organización interna” clandestina, un tejido organizativo secreto crucial para su supervivencia.

Sin embargo, esta interacción complementaria entre centralización e iniciativa local acabaría siendo elevada al plano teórico, como argumento de base contra la centralización.

En el Congreso de Wyder, la “dirección oficial del partido fue transferida a los diputados del Reichstag28. No obstante, otorgar el liderazgo del partido a los parlamentarios debido a su inmunidad legal acabaría siendo una trampa: un partido revolucionario no puede ver en su fracción parlamentaria a sus “líderes naturales”. Lenin, más tarde, pondría de relieve que las fracciones parlamentarias “conservan ciertas trazas de la influencia de las condiciones electorales burguesas generales29. Así, la medida de poner la dirección en manos de los parlamentarios contribuyó aún más a quitarle la iniciativa a las filas de la base del partido, poniendo el énfasis en la actividad parlamentaria.

La dirección de facto del partido estaba entonces en manos de un subcomité de cinco personas, encargadas de centralizar el trabajo clandestino. Sin embargo, debido a la gran dispersión geográfica, los militantes lo tenían muy difícil para reunirse en persona y siempre había problemas graves de comunicación. De hecho, Bebel (el líder más prominente) tuvo un papel primordial en la dirección del partido.

Tras el Congreso de Copenhague de 1883, el órgano central oficial del SAPD seguía declarando: “somos un partido revolucionario, nuestro objetivo es revolucionario y no nos hacemos ilusiones sobre su implementación por vía parlamentaria30. Pero los impulsos oportunistas hicieron acto de presencia en el Congreso de Copenhague. El Sozialdemokrat puso de relieve las incontables diferencias surgidas en el Congreso:

No tenemos razones para ocultar el hecho de que, en ciertos aspectos, las opiniones de nuestros camaradas divergen, lo cual es una prueba de la fuerza de nuestro partido, que por otro lado se muestra completamente unido de cara al exterior. A pesar de lo acalorado de los choques y de lo abiertamente y sin reservas que se expresen las opiniones, por otro lado se halló una aspiración general común: no buscar la mayoría, sino confrontar y comprender. No hacerlo mediante la formación de camarillas enfrentadas entre sí, sino mediante la aclaración de los puntos de acuerdo y de desacuerdo, sin dejar nada a la influencia de las relaciones personales. Este intercambio vivo de ideas en cuestiones varias, tácticas, etc., ha mostrado que nuestro partido no está ni mucho menos en peligro de anquilosamiento, que no lo preside ningún Papa ni hay ninguna ortodoxia en él, sino que dentro del marco de sus principios programáticos hay espacio para la lucha honesta por convencer” (Ibíd.).

No obstante, la voluntad de discutir y aclarar las divergencias conforme a los principios del programa fue puesta en cuestión rápidamente.

Mientras que, por un lado, el partido no se dejaba obsesionar por la represión de las Leyes Antisocialistas, por otro empezó a hacerse notar cada vez más el miedo a una clandestinidad indefinida, sobre todo de parte de los miembros de la fracción parlamentaria que tenían actividad legal en el Reichstag. Esta fracción tenía tendencia a autonomizarse y a desarrollar derivas oportunistas. Cada vez se hacía más grande el abismo entre los parlamentarios y la “base” y ya en 1883, pocos años después de las Leyes Antisocialistas, Bebel escribía a Engels: “no hay duda de que entre nuestros parlamentarios hay gente que se siente naturalmente inclinada a ese tipo de trabajo, porque no tienen confianza alguna en el nivel de desarrollo revolucionario, y son reacios a toda acción audaz31. Poco después Bebel le decía a Liebknecht en una carta: “ahora más que nunca se me viene a la mente la idea de abandonar el parlamentarismo, que se ha convertido en una escuela de cómo hundirse en una ciénaga política. Tenemos buenas pruebas de ello entre nuestros propios amigos32. Bebel era el miembro más antiguo y resuelto del SAPD en el Reichstag, y acabó por advertir lo siguiente:

El mandato en el Reichstag satisface sus ambiciones y vanidades, se ven a ellos mismos, con gran satisfacción, entre los elegidos de la ‘nación’. Desarrollan el gusto por la comedia parlamentaria y se sienten muy autosatisfechos. Lo que es más, la mayoría de ellos ya no llevan a cabo estudio teórico alguno, o han abandonado los que estaban haciendo, y están alienados por una vida práctica que ya no sabrían ni reconocer…33. Engels llegó a hablar de un intento por parte de estos oportunistas de “constituir el elemento pequeñoburgués como el dirigente y oficial del partido, desplazando el elemento proletario a algo que apenas sí se tolera en su seno34.

El oportunismo se viste con el ropaje parlamentario

El 20 de marzo de 1885, el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag publica una declaración contra las críticas a los parlamentarios por parte del Sozialdemokrat, periódico del SAPD:

Recientemente este año, sobre todo durante el mes de junio, pudimos tomar nota de varios ataques (abiertos y encubiertos) contra el Grupo Parlamentario Socialdemócrata del Reichstag alemán, escritos en el Sozialdemokrat. Llamaban la atención especialmente hacia el comportamiento de los miembros socialdemócratas del Reichstag con respecto a los subsidios para barcos de vapor […] No es el periódico el que está llamado a determinar la posición del grupo parlamentario, sino el grupo parlamentario el que controla la postura del periódico35 36.

Bebel protestó en los siguientes términos: “Con estas declaraciones, el grupo parlamentario se atribuye la autoridad absoluta por encima del órgano del partido. Der Sozialdemokrat dejaría por tanto de considerarse como tal, pasando a ser un órgano parlamentario, y se les prohibiría a los camaradas del partido expresar ninguna opinión que a la fracción parlamentaria le parezca incómoda o desagradable. La libertad de prensa para todos que exige nuestro programa sería una frase vacía para sus propios compañeros de partido37.

Se escribieron muchas más cartas de protesta desde varias ciudades alemanas. Por ejemplo, la de los socialdemócratas del Frankfurt del Meno, de abril de 1885:

“… las Leyes Antisocialistas están empezando a tener un efecto educativo: están domesticando a nuestros diputados […] Nosotros, los camaradas de Frankfurt del Meno, vemos en esta declaración del grupo parlamentario un intento de reprimenda dictatorial por parte de la mayoría del grupo parlamentario, con la intención de imponer una especie de ley de excepción en la vida interna del partido […] Podemos ver en el tono de esta ‘ukase’38 la forma en la que la noble autoestima de la mayoría del grupo parlamentario se ha convertido en una lamentable arrogancia, expresándose como una especie de ‘tormenta de indignación’ […] No necesitamos ni explicar que nosotros no otorgamos ningún derecho especial aristocrático a los miembros del grupo parlamentario… declaramos que seguiremos sometiendo el comportamiento de nuestros diputados al escrutinio y la crítica públicos en los congresos del partido, que seguiremos luchando en base a nuestras diferencias de opinión en la arena pública y que no permitiremos que se nos reduzca a una mera infantería ideológica39. Los socialdemócratas de Wuppertal-Barmen emitieron una protesta similar, el 18 de mayo de 1885: “Nadie de entre nosotros esperaba ningún milagro del parlamentarismo, incluso después de haber conseguido el mayor número de asientos socialdemócratas hasta la fecha. Sabemos muy bien que no se puede luchar por la emancipación de los trabajadores desde el parlamento40.

El diputado del SAPD Wilhelm Blos rechazó la actitud revolucionaria del Sozialdemokrat. Como resultado, los electores de Wuppertal-Barmen declararon lo siguiente:

1. Si Mr. Blos dice que sus electores le han enviado a Berlín para participar en la legislación e influenciarla en el sentido que marca el programa socialdemócrata, nosotros nos pronunciamos en contra de eso. Creemos que contradice la posición del partido eso de ver al parlamento como la principal, o acaso única fuente de actividad electoral. Por nuestra parte, lo que motivó nuestros votos es lo siguiente:

a) razones de agitación y propaganda,

b) protestar enérgicamente contra la dominación de clase actual con nuestro voto;

c) permitir a nuestros representantes, si es necesario, expresar esta protesta de la forma más resuelta posible en sus discursos parlamentarios41.

La confrontación que presentamos aquí evidencia la forma en la que, durante esos años, dos alas del partido entablaron combate, llevando a Engels a la observación de que esto crearía una brecha entre sus filas. En mayo de 1882 le escribía a Bebel:

Hace ya mucho que no albergo ilusión alguna sobre el posible conflicto con los elementos burgueses del partido y el divorcio entre el ala derecha y la izquierda, y en mi redacción sobre el anuario expresé lo mucho que necesitamos algo así […] No mencioné explícitamente el asunto en mi última carta porque me parece que una escisión no es algo que se deba apresurar […] Por otro lado, ellos saben que bajo las Leyes Antisocialistas también tenemos nuestras razones para evitar las divisiones internas, y que no podemos debatirlas públicamente42.

Pero incluso con las Leyes Antisocialistas, Engels no descartaba la necesidad de una escisión. Tan solo unos meses después retomó la cuestión: “El tema de controversia es puramente una cuestión de principios: ¿debemos orientarnos a la lucha de clase del proletariado contra la burguesía, o debemos dejar de lado el carácter de clase del movimiento y de nuestro programa… si eso nos garantiza más votos y más ‘seguidores’? […] La unidad es algo bueno, mientras sea posible, pero hay cosas que están por encima de la unidad43.

Una escisión en las condiciones de las Leyes Antisocialistas sería algo desafortunado, ya que se cortarían todos los lazos de comunicación con las masas. Pero es algo que se nos puede imponer de forma inevitable, y hay que afrontarlo44.

Engels puso el mismo énfasis en la agravación del conflicto y en la necesidad de no rehuir la división cuando la situación lo exige: “la división entre el campo proletario y el burgués se está acentuando cada vez más, y una vez que los burgueses se pongan manos a la obra para superar a los proletarios en las votaciones, se provocará la ruptura. Esta posibilidad debe tenerse en mente, tal y como yo lo veo. Si provocan una escisión – algo para lo que hace falta cierto coraje – no sería el fin del mundo. Siempre he pensado que deberíamos evitar esa situación mientras sigan existiendo las Leyes Antisocialistas; pero si ocurre, tendríamos que aceptarlo sin reservas, y llegado el momento me pondré de tu parte45.

A pesar de las difíciles condiciones de la clandestinidad, la socialdemocracia no quería aislarse del plano internacional. Gracias a la reorganización de los grupos y partidos políticos europeos durante la década de 1880, la socialdemocracia alemana pudo convertirse en pionera de los contactos internacionales y la preparación de una nueva Internacional.

Con el objetivo de establecer un contacto regular entre los socialistas y sus asociaciones en el extranjero, entre ellos mismos y con el partido alemán, y de mantener la comunicación entre este último y sus partidos hermanos de otros países, se creará un centro de comunicación fuera de Alemania, que organizará los intercambios entre asociaciones, recibirá las quejas pertinentes, solicitudes, etc., administrándolas de la forma más adecuada46.

A pesar de las Leyes Antisocialistas, la burguesía no logró aplastar al partido o eliminar su influencia. Más bien al contrario: en 1878, el mismo año de entrada en vigor de las Leyes, el SAPD consiguió 437.000 votos (7’6%), 2 diputados en las elecciones generales y 9 en las de segunda vuelta; en 1890 alcanzó los 1.427.000 votos, el 19’7% del escrutinio, 20 diputados en las elecciones generales y 35 en las de segunda vuelta47. El gran éxito electoral reflejaba un gran apoyo hacia el SAPD. Pero, al mismo tiempo, esto no solo aumentó la influencia de los diputados al Reichstag en el partido, sino que favoreció una orientación al parlamentarismo en general, junto con la ideología democrática que la acompañaba.

Capítulo 3, 1890-1891 El fin de las Leyes Antisocialistas y el nuevo programa y estatutos de Halle y Erfurt

En septiembre de 1890 se suprimen las Leyes Antisocialistas. El SAPD cambia su nombre poco después a SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) en la conferencia del partido de Halle.

Debido a las condiciones impuestas por las Leyes Antisocialistas, los debates sobre el programa del partido tenían lugar de forma extremadamente limitada. No obstante, con la supresión de las Leyes, la cuestión del programa acabó siendo el punto principal de la conferencia del partido de Halle, en 1890, y sobre todo en el congreso de Erfurt, en 1891. Tras largas discusiones con más de 400 reuniones y una multitud de artículos y contribuciones a la discusión en la prensa del SPD, se planearon hacer importantes correcciones al programa de Gotha. En nuestra serie de artículos de la Revista Internacional (nºs 84-88)48 hemos tratado ampliamente la cuestión, dando cuenta de los debates y críticas de las posiciones del programa de Erfurt, por lo que aquí nos limitaremos a seguir tratando la cuestión organizativa de conjunto.

En 1891 logra publicarse al fin, por primera vez, la crítica al programa de Gotha de Marx y Engels, siendo objeto de amplias discusiones. La dirección del partido durante el periodo de Gotha, que por entonces logró ocultar las críticas de Marx y Engels al resto del partido, se mostró de acuerdo con sus críticas en el Congreso de Erfurt de 1891. Así fueron superadas las posiciones socialistas vulgares y específicamente lassalleanas de Gotha.

En los Congresos de Halle y Erfurt también se discutieron (y rechazaron) las posiciones del grupo de oposición de tinte anarquista “Die Jungen” (Los Jóvenes).

Los Estatutos – el espejo de los principios organizativos

Los estatutos definían la militancia de la siguiente forma: “punto 1; puede considerarse miembro del partido todo aquel que se muestre de acuerdo con los principios de su programa, y que apoye al partido como mejor pueda49. Así, a los miembros solamente se les requería su adhesión a los principios del programa del partido, ignorando los detalles del mismo. Para algunos, como Ignaz Auer50, esta era la ocasión perfecta para expresarse en contra de la “estrechez de miras” a nivel programático, ya que “puede que algunos tengan sus reservas con respecto a algún punto particular del programa, y una ligera desviación circunstancial del mismo no tiene por qué ser algo malo”. Según Auer, la intención de este punto de vista era darles a los miembros un cierto margen de interpretación del programa del partido.

Debido a la situación legal de las asociaciones en todos los estados alemanes más grandes, la conferencia del partido de Halle tuvo que abstenerse de crear una organización centralizada. Cualquier intento de crear una sola organización para toda Alemania, con secciones locales, representantes, tasas regulares, carnets de militante, etc., habría resultado, de forma abrupta y fulminante, en la disolución del partido por la violación de los requerimientos observados en todos y cada uno de los párrafos del Vereingesetz (Ley de Asociaciones Privadas) […] Debido a que no se permite la comunicación entre asociaciones políticas en la mayor parte de Alemania, no puede tener lugar ninguna correspondencia o contacto de cualquier tipo entre las secciones locales y la dirección del partido […] Esta tarea deben cumplirla los confidentes (hombres de confianza) […] Estos confidentes deben asumir, ante todo, el papel de corresponsales a los que la dirección del partido debe dirigir sus comunicados, y que al mismo tiempo informen a la dirección de la situación en las localidades y distritos varios51.

El grupo de oposición Die Jungen apareció entonces por primera vez, defendiendo un concepto más laxo de la militancia. Se pronunciaron en contra de una forma de organización establecida en firme y pidieron otra más flexible y menos comprometedora. Según ellos, sería suficiente con una pronunciación verbal general a favor del SPD o con votar a alguno de sus candidatos para ser reconocido como socialdemócrata.

Una vez Bebel redactó los estatutos del partido en la conferencia celebrada en Halle, esta Conferencia del Partido se convirtió en “su más alta representación”. Bebel insistía en aprobar normas de conducta claras y concisas para todos los miembros del partido. Este énfasis en una serie de normas de comportamiento vinculantes fue algo muy innovador de cara al debate posterior en el 2º Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, en 1903 (ver el artículo de la Revista Internacional nº116: 1903-4, el nacimiento del bolchevismo52).

La relación entre la fracción parlamentaria del Reichstag y el partido, como tal, también se sometió a discusión por primera vez en el Congreso del Partido de Halle. Tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, Bebel quería que la dirección del partido no estuviese más en manos de la fracción del Reichstag y pasase al Congreso del partido, y al órgano ejecutivo elegido por él, como autoridad decisiva. La ejecutiva del partido rendiría cuentas ante el Congreso y la fracción del Reichstag debía entonces ser desprovista de cualquier prerrogativa particular. Obviamente los parlamentarios se opusieron. Se propuso a su vez para el congreso de Halle la medida de que el órgano ejecutivo del partido, elegido por el congreso, debía controlar también el Vorwärts. Según la lectura que hacía Auer de los estatutos, debía asegurarse la sumisión del partido a los miembros del parlamento. George v. Vollmar, parlamentario, pidió durante este debate de la cuestión organizativa en el Congreso de Halle que “cada sección local decida independientemente su propia forma de organizarse, que se escinda la organización en una serie de sub-organizaciones autónomas, también como forma de protección contra ofensivas potenciales de la represión53. Al mismo tiempo, Auer rechazó los principios programáticos del partido. Se podía sentir aquí la elevación a la teoría de la hostilidad hacia la centralización, y del deseo de someter al partido y su órgano central a la fracción parlamentaria.

El mismo Bebel acabó admitiéndole a Engels que su redacción de los estatutos fue una “concesión”54. Admitió más tarde, al ver la resistencia que oponían los parlamentarios: “Me dejé persuadir y cedí, en aras de mantener la paz”. Poco después, Bebel confesaba a Víctor Adler: “Reconozco, una vez más, todo el daño que puede causarnos ceder ante las exigencias del ala derecha55. Al final, no obstante, el partido aprobó un estatuto que otorgaba su dirección al órgano ejecutivo, junto al reconocimiento de que el congreso del partido formaba su más alta representación, así como de la naturaleza vinculante de los documentos y resoluciones aprobados en él. También se reconoció el periódico Vorwärts como órgano central, y así quedaron establecidos los principios de funcionamiento del partido, acorde con el “espíritu de partido” que defendería Lenin en 1903.

Dadas las profundas debilidades del programa de Gotha de 1875, el programa de Erfurt de 1891 supuso un paso adelante. Las ideas reformistas lassalleanas, aún presentes en el programa de Gotha, fueron superadas; se estableció un marco científico, insistiéndose en la perspectiva de que el capitalismo seguía estando condenado al fracaso debido a sus contradicciones, y que la clase obrera albergaba en su conquista del poder la única solución posible a la situación: el derrocamiento de la sociedad burguesa. Sin embargo, había deficiencias cruciales en el programa: no decía absolutamente nada de la necesidad de la dictadura del proletariado para superar el capitalismo. Engels criticó el apartado de reivindicaciones políticas del programa en el debate que siguió a la publicación del borrador. Aprovechó esta oportunidad “para darle un buen golpe al ‘oportunismo pacífico’… y a los puros, píos, alegres y libres conceptos de ‘desarrollo pacífico’ de esa concepción anticuada y confusa de la sociedad socialista56. En la versión final, sin embargo, no hubo ningún cambio sustancial en el apartado que Engels criticó; de hecho, se suprimieron sus críticas, y no se publicaron hasta 10 años más tarde57.

Las advertencias de Engels sobre las ilusiones reformistas…

Al tomar nota de las esperanzas que suscitaban perspectivas como la de una “vida en democracia libre de represión58, o las expectativas que podían verse ya en algunos círculos, en 1890 y 1891, de que la sociedad pudiera desarrollarse pacíficamente hacia el socialismo, Engels advirtió: “Por miedo a una renovación de las Leyes Antisocialistas, con el recuerdo fresco en la memoria de todas las declaraciones apresuradas que se hacían bajo el régimen de esas leyes, se busca ahora que la situación legal actual en Alemania pueda satisfacer de forma pacífica, de golpe y porrazo, todas las demandas del partido. Nos engañamos a nosotros mismos y al Partido si creemos que la ‘sociedad actual puede evolucionar pacíficamente hacia el socialismo’59.

Pero al tiempo que Engels advertía correctamente del peligro de las esperanzas oportunistas, él mismo cayó en una cierta euforia que Rosa Luxemburg haría notar años después, en el congreso fundacional del KPD (ver la RI nº 88 sobre la revolución alemana: el fracaso de la construcción de la organización60).

… ignoradas en la euforia del momento

Durante los años que sucedieron a las Leyes Antisocialistas, el SPD llegó a crecer hasta un 20% en votos, con respecto a cifras anteriores. Esto fue motivo de una ilusa euforia que achacaba este crecimiento a un desarrollo del poder de la clase obrera. Ya en 1884, Engels le dijo a Kautsky en una carta, con respecto al medio millón de votos que había conseguido el SAPD, lo siguiente:

Por vez primera en la historia, un partido obrero sólidamente unificado se yergue como fuerza política real, con un desarrollo que ha perseverado contra la más dura persecución, conquistando inexorablemente una cima tras otra […] y elevándose más y más de forma imparable, hasta el punto de que ya se puede calcular matemáticamente la ecuación que determina la velocidad de su crecimiento, y por tanto, la hora de su victoria final61. En el otoño de 1891, Engels escribía: “Once años de asedio bajo las Leyes Antisocialistas del Reichstag han cuadruplicado su fuerza y lo han convertido en el partido más poderoso de Alemania […] El Partido Socialdemócrata, que ha conseguido derribar a alguien tan poderoso como Bismarck, que tras once años de lucha ha quebrado las Leyes Antisocialistas, que como una marea creciente ha roto todos los diques y se ha propagado por la tierra, penetrando incluso en los distritos agrícolas más reaccionarios… este partido, a día de hoy, está a un paso de alcanzar ese punto en el que se puede determinar, casi con certeza matemática, el momento de su llegada al poder”.

“[…] En las elecciones de 1895 podemos contar al menos con 2’5 millones de votos; si hablamos del año 1900 podemos elevar la cifra hasta, aproximadamente, 3 y medio o 4 millones de votos […] No obstante, la fuerza de la socialdemocracia alemana no reside en su número de votantes. Solo se otorga el derecho al voto a los mayores de 25, mientras que ya te pueden reclutar para el ejército a los 20. Dado que las generaciones más jóvenes son las que nutren a nuestro partido con mayor número de reclutas, se sigue que el ejército alemán está cada vez más afectado por la infección socialista. Podemos contar hoy con uno de cada cinco soldados, y en pocos años podremos contar con uno de cada tres, alcanzando en el año 1900 una mayoría socialista en lo que antes era el elemento prusiano de la nación. Cada vez nos acercamos más a esta situación, tan inevitable como el día del Juicio. El gobierno de Berlín también lo ve venir, pero es impotente al respecto62. Se acerca el momento en el que representaremos a la mayoría de los alemanes, y seremos el único partido lo suficientemente fuerte – si se mantiene la paz – para tomar las riendas63. En los últimos años previos a su muerte, como en 1892, Engels afirmaba: “la victoria de la clase obrera europea no solo depende de Inglaterra. Solo puede asegurarla la cooperación de, al menos, Inglaterra, Francia y Alemania. En estos dos últimos países, el movimiento obrero está mucho más avanzado que en Inglaterra. En Alemania está incluso, razonablemente, al alcance del poder64. En 1894 llegaría a predecir: “casi podríamos prever el día exacto en el que el poder del Estado caerá en nuestras manos65.

Bebel también se sumó a la glorificación de los resultados electorales en su discurso en el Congreso del Partido en Hamburgo, en 1897:

Las elecciones al Reichstag han sido siempre el acontecimiento más importante para nosotros como organización de lucha, porque es algo que nos da la oportunidad de defender nuestras ideas y demandas con todo el vigor necesario, y porque las elecciones son un buen medidor del desarrollo que ha tenido nuestro partido en el periodo precedente; siempre han sido, y siguen siendo, la vara de medir del progreso que ha hecho nuestro partido en su camino a la victoria. Desde este punto de vista, consideramos las elecciones de 1897 como la mejor oportunidad para medir nuestras fuerzas66.

Pero antes de caer en esta euforia pasajera, sin embargo, Engels ya había advertido en el Congreso de Erfurt que el SPD debía seguir la senda revolucionaria, y no dar pábulo a ideas sobre una evolución “legal y pacífica” hacia el socialismo.

La necesidad de una demarcación clara frente a los oportunistas, y de la separación si es necesaria

Al ver las grandes diferencias que separaban a lassalleanos y eisenachistas al principio de la década de 1870, Marx y Engels advirtieron el peligro que suponía la pérdida de claridad del programa, insistiendo en la necesidad de una demarcación sin ambigüedades. Una y otra vez subrayaban: “[…] nuestro partido puede hacer uso de individuos de cualquier clase social, pero no de grupos enteros que defiendan intereses capitalistas, pequeñoburgueses o campesinos67. Incluso en la época de las Leyes Antisocialistas en la que cada vez más gente, con los trasfondos sociales más dispares (incluyendo a burgueses), se unía a la socialdemocracia, Engels perseveraba en su correspondencia con Bebel y Liebknecht en los siguientes términos:

Cuando este tipo de individuos de clases ajenas se unen al movimiento del proletariado, lo primero que se les debe exigir es el abandono de todo remanente de la ideología burguesa o pequeñoburguesa […] Si bien podemos tener razones para tolerarlos por el momento [en un partido obrero] también tenemos la obligación de tolerarlos y nada más, sin dejar que influyan en la dirección del partido, y mantenernos alerta ante el hecho de que la ruptura con ellos es una cuestión de tiempo68.

El proletariado abandonaría su papel histórico fundamental […] si hiciera concesiones a las ideas y deseos de estos elementos (burgueses y pequeñoburgueses)69.

Por tanto, Engels consideró la posibilidad de que, tras la abolición de las Leyes Antisocialistas, pudiera haber una escisión entre el ala proletaria y el ala pequeñoburguesa del partido.

Debemos todo este lío principalmente a Liebknecht, y a su predilección por los sabihondos de la burguesía con experiencia en impresionar a filisteos. No es capaz de resistirse a los literatos y mercaderes aficionados al socialismo. En Alemania son sin duda los más peligrosos […] La escisión acabará llegando, sin duda, pero creo que no deberíamos caer en provocaciones ni dejar que ocurra bajo las Leyes Antisocialistas70.

Era evidente que el Estado intentaba aplastar y escindir al partido, y que cerrar filas en torno a él era la tendencia dominante en aquel momento. Pero la determinación de lucha frente a la represión no previene de forma automática frente al oportunismo. Al contrario: el oportunismo puede proliferar entonces incluso más, si no se mantiene una vigilancia consciente y práctica frente a su desarrollo.

En 1890, poco después de la abolición de las Leyes Antisocialistas, Engels reconocía que:

El partido ha crecido tanto que la libertad absoluta de debate en su seno se ha convertido en una necesidad. No hay otra forma de asegurar la integración de los nuevos elementos que se nos han adherido en los últimos tres años, aún verdes en cuanto a una experiencia que deben asimilar y en la que deben ‘formarse’ […] El partido más grande del Reich no puede existir si no se expresan abiertamente todos sus claroscuros, y se debe evitar todo lo que se parezca siquiera a una dictadura a la Schweitzer71.

Con la intención de crear un muro de contención frente a desviaciones inaceptables, se otorgaron los puestos de dirección del partido a funcionarios a tiempo completo, con un sueldo que abonaría la organización. Esto no conseguiría ofrecer, sin embargo, protección alguna contra el oportunismo o el ejercicio de la censura por parte de la dirección del partido. Para ser capaces de llevar adelante con mayor soltura la lucha contra el oportunismo, y sus representantes de la fracción del Reichstag, Engels llegó a decir que el ala radical debía tener su propio órgano de prensa independiente;

Esta ‘nacionalización’ de la prensa que promovéis provocará un daño enorme si va demasiado lejos. Es imperativo que el partido disponga de una prensa que no esté bajo control directo del comité ejecutivo o incluso del congreso del partido, es decir, que pueda ejercer de oposición del partido, en el marco de la táctica y el programa aprobados, así como de poder someter a estos a la crítica dentro de los límites que marcan los estatutos del partido72.

Los Jungen

El Congreso de Halle de 1890 fue testigo del primer debate abierto con el grupo de oposición que la prensa burguesa denominó con el nombre de “Jungen73. Precisamente, el único denominador común que parecían tener sus miembros era su juventud74.

La composición social del grupo era extremadamente heterogénea. En lo político, les unía principalmente su desconfianza hacia el peligro que representaba el parlamentarismo:

1.) La actitud de los socialdemócratas en el Reichstag, por momentos, parece querer sembrar esperanzas en la posibilidad de que puede mejorarse significativamente la situación de la clase obrera en el marco de la sociedad capitalista. 2.) La agitación en las últimas elecciones al Reichstag se centran muy a menudo en ganar asientos parlamentarios antes que en formar a nuevos socialdemócratas. 3.) La fracción ha defendido a candidatos burgueses en las últimas elecciones de segunda vuelta. 4.) La actitud del grupo parlamentario con respecto a la cuestión del Primero de Mayo75 […] 6.) La forma que tienen algunos camaradas de tomarse críticas objetivas como insultos personales76.

Pero esta crítica política de las tendencias oportunistas del partido quedó emborronada y perdió credibilidad, al insinuar Bruno Wille que había “corrupción” en las filas de los parlamentarios socialdemócratas, dándole al problema un enfoque individualista.

Durante una gran reunión del SPD en Berlín a finales de agosto de 1890, a la que asistieron más de 10.000 militantes, Bebel afrontó las críticas al SPD en un debate con algunos representantes de los Jungen. Al acabar, se aprobó una resolución en la que de los 4.000 participantes aproximados (de los 10.000 asistentes solo cabía la mitad en la sala) entre 300 y 400 votaron en contra de la resolución escrita por Bebel.

La asamblea declara que la afirmación, defendida por varios grupos, de que la fracción socialdemócrata del Reichstag está implicada en casos de corrupción, de que pretende violar al partido y de que está ansiosa por eliminar la libertad de expresión en la prensa del partido, es un grave insulto a la fracción y a la dirección del partido, y no tiene el más mínimo fundamento. La Asamblea declara a su vez injustificados los ataques dirigidos contra la actividad parlamentaria de la fracción hasta la fecha77.

Durante la conferencia del partido de Erfurt, una comisión de investigación presentó sus hallazgos sobre las acusaciones de algunos Jungen. No obstante, el mandato de esta comisión consistió en lidiar con dos tareas al mismo tiempo: las acusaciones de corrupción sistemática y de que se confiaran los fondos del partido a un grupo de parásitos. La comisión absolvió a los acusados de todos los cargos.

Al mismo tiempo, se rechazaron las críticas expresadas en un folleto anónimo que se distribuyó durante la conferencia del partido en Halle. En él se podía leer: “No acusamos a los jefes de falta de honestidad, sino de su excesiva consideración para con los poderes fácticos, resultado de sus nuevas condiciones de vida y la falta de contacto con la miseria del proletariado, el corazón latiente de la agonía del pueblo78.

La corrupción es lo peor que han podido traernos las Leyes Antisocialistas (Wille se refería con esto, sobre todo, al comportamiento político, y dirigió esta acusación principalmente a la dirección del partido)79.

A su vez, los Jungen advirtieron del peligro que corría el partido de entrar en un periodo de declive80.

La Comisión contraatacó frente a estos argumentos con sus propia investigación: “1.) Es falso que los líderes, a título individual, estén asfixiando sistemáticamente el espíritu revolucionario del partido. 2.) Es falso que exista una dictadura en el partido. 3.) Es falso que el movimiento haya entrado en decadencia y que la socialdemocracia se haya hundido al nivel de un partido reformista de la pequeñaburguesía. 4.) Es falso que se hayan pronunciado juramentos solemnes renegando de la revolución en la tribuna del Reichstag. 5.) A día de hoy, no se ha hecho nada que justifique la acusación de que se está intentando buscar la armonía entre la burguesía y el proletariado81.

Finalmente, en el Congreso de Erfurt se acabó expulsando a varios miembros de Jungen que siguieron manteniendo sus acusaciones de corrupción. También se notificaron previamente varias dimisiones de la militancia de otros miembros del grupo. Tras el rechazo de una apelación contra su expulsión, la oposición fundó la “Asociación de Socialistas Independientes” (Verein Unabhängiger Sozialisten) el 8 de noviembre de 1891, poco después del Congreso de Erfurt (su órgano tomó el nombre de El Socialista, y fue publicado entre 1891 y 1899). Engels afirmó que no se dedicaba a otra cosa que a difundir “calumnias y mentiras”82.

Este grupo de oposición, surgido al principio de la década de 1890, mostró una vaga conciencia de los signos cada vez más alarmantes de degeneración del partido. Pero al poner la crítica política a la misma altura que un conjunto de acusaciones de corrupción contra los dirigentes del partido – sin pruebas sólidas – cayendo así en el personalismo – sus correctas advertencias sobre el peligro de degeneración perdieron fuerza, y pasaron a formar parte del arsenal de los oportunistas. Ya antes algunos representantes de los Jungen (Werner y Wille) habían afirmado que no era necesario tener un órgano central en el partido (como el periódico del partido, por ejemplo). Algunos Jungen se pronunciaron también en contra de la centralización y pedían una mayor laxitud estructural, pidiendo que se prescindiera de cualquier criterio de compromiso militante.

La consigna que marcó la fundación de los “Socialistas Independientes” fue: “la forma organizativa actual del partido restringe el movimiento de las clases sociales proletarias”. Por el contrario ellos defendían una “organización libre”, añadiendo que el propósito de la organización era ser una “asociación de discusión y educación83.

Los “Socialistas Independientes” se escindieron poco después de establecerse como tal – algunos volvieron al SPD y otros se pasaron al anarquismo.

Para el SPD, lidiar con este grupo tan heterogéneo había supuesto un desafío por partida doble. Por un lado, las acusaciones personales, como las alegaciones de corrupción, no podían quedar sin respuesta. Y los que seguían manteniendo ese tipo de acusaciones sin poner ninguna prueba por delante no podían hacerlo sin asumir las consecuencias.

No obstante, al mismo tiempo puso a prueba la voluntad del partido a la hora de asumir las advertencias frente al oportunismo, que inevitablemente eran confusas, y hasta engañosas a veces, además de la arrogancia con la que se presentaron, como dijo Engels. Sin duda, no podía permitirse la expulsión del partido como medida frente a los desacuerdos políticos. Previamente a la conferencia del partido de Halle, Engels habló de esto:

Probablemente podré ver a Bebel y a Liebknecht antes del Congreso, y haré todo lo posible para convencerles de la imprudencia que suponen todas las expulsiones que no se basen en la más clara evidencia de las acciones injuriosas contra el partido, sino simplemente en la enumeración interminable de cargos de oposición84.

Está claro que sois capaces de lidiar con los Jungen y sus partidarios en el Congreso. Pero asegúrate de no sembrar la semilla de futuros conflictos. No conviertas a nadie en mártir innecesariamente, muestra que la libertad de crítica prevalece, y si se tiene que expulsar a alguien que sea bajo la evidencia de hechos probados y descarados de deshonestidad y traición85.

Tras el congreso de Erfurt, Engels aprobó las expulsiones de Jungen por su continuada labor de difusión de sospechas y acusaciones infundadas. Pero poco después se dio cuenta de que gente como Vollmar (representante de la derecha) era “mucho más peligrosa” que los Jungen86. Poco tiempo después moderó su punto de vista: describió los ataques de los Jungen a los “elementos pequeñoburgueses” del partido como “inestimables87.

Hasta Bebel llegó a reconocer la influencia positiva que tuvieron los Jungen tras la publicación, en el verano de 1892, de la Der Klassenkampf in der Sozialdemokratie (La lucha de clases en la socialdemocracia) de Hans Müller. “Es realmente algo positivo en sí mismo que haya voces de la conciencia en el partido que lo llamen a la vigilancia. Si no hubiera surgido este grupo de oposición tendríamos que habernos inventado uno. Si les cae una regañina en la próxima conferencia del partido, ahí estaré yo para alabarles88.

La batalla aquí descrita, entre las tendencias revolucionaria y oportunista de la socialdemocracia alemana, se recrudeció intensamente en los años subsiguientes, de 1890 a 1914. Describiremos este conflicto en la segunda parte del artículo.

Dino

1 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199603/1780/cuestiones-de-organizacion-i-la-primera-internacional-y-la-lucha-c

 

https://es.internationalism.org/revista-internacional/199607/1774/cuestiones-de-organizacion-ii-la-lucha-de-la-i-internacional-contr

 

https://es.internationalism.org/revista-internacional/199610/1767/cuestiones-de-organizacion-iii-el-congreso-de-la-haya-en-1872-la-l

 

https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1234/cuestiones-de-organizacion-iv-la-lucha-del-marxismo-contra-el-aven

2 La ciudad alemana de Eisenach albergó el congreso fundacional del SDAP.

3 https://es.internationalism.org/content/4488/lassalle-y-schweitzer-la-lucha-contra-los-aventureros-politicos-en-el-movimiento-obrero

4 La respuesta de Engels a los lassalleanos en Volkstaat, mayo de 1873 está en las Obras Escogidas de Marx y Engels, Volumen 18, p. 319-325 (todas las citas de las Obras Escogidas se han traducido de la edición alemana).

5 Carta de Engels a Bebel, 20-6-1873, Obras Escogidas Vol 33, p. 590.

6 La Primera Internacional no sería disuelta oficialmente hasta la Conferencia de Filadelfia, el 15 de julio de 1876.

7 Engels a Conrad Schmidt, 12 de abril de 1890, Obras Escogidas Vol. 37, p. 384.

8 Marx escribió a Friedrich A. Sorge en los siguientes términos, el 27 de septiembre de 1873: “Así las cosas en Europa, pienso que lo más útil es dejar la organización de la Internacional en segundo plano por ahora y asegurarnos, en la medida de lo posible, de no perder la oficina central de Nueva York durante el proceso, e impedir a idiotas como Perret o a aventureros como Cluseret hacerse con el liderazgo y poner en peligro la causa […] Por ahora basta con no dejar escapar las conexiones con los camaradas más capaces de los diferentes países […] (Obras Escogidas Vol. 33, p. 606)

9 En 1873, los socialdemócratas austríacos llegaron incluso a elegir la plana editorial del Volkstaat alemán (El Estado del Pueblo) como árbitro de las disputas en el partido austríaco (The International Working Class Movement, Progress Publishers, Moscú 1976, Vol. 2, 1871-1904, p. 261).

10- En Gran Bretaña los obreros más militantes estaban activos en las Trade Union. La Federación Socialdemócrata se fundaría en 1884.

  • Francia: las organizaciones que quedaron en pie tras la Comuna de París eran de carácter puramente profesional, orientadas exclusivamente a la lucha económica. Solo a partir de 1878 veríamos la fundación del Parti Ouvrier, de corte electoralista; estuvo liderado por Guesde y Lafargue, con la participación directa de Marx, que escribió su plataforma política (ver The International Working Class Movement, p. 237). En Francia hubo una escisión entre los “posibilistas” (ala reformista) y los partidarios de Guesde – que resultó en la fundación de la Federation d’ouvriers socialistes.

  • Bélgica: se funda el Partido Socialista en 1879 y el Partido Obrero Belga en 1885.

  • Holanda: se funda en 1882 la Unión Socialdemócrata.

  • Suiza: se funda un Congreso Obrero General Nacional en primavera de 1873. En 1888 se funda el Partido Socialdemócrata Suizo.

  • España: se funda en 1879 el Partido Socialista Obrero Español.

  • Portugal: se funda en 1875 el Partido Socialista de Portugal.

  • Italia: no se fundó ningún partido durante la década de 1870. En 1881 se funda el Partido Socialista Revolucionario, que en 1883 se unificó con el Partito Operaio. En 1892 se funda el Partido Socialista en Génova.

  • EEUU: se fundan el Workingmen’s Party of Illinois en 1873 y el Social-Democratic Socialist Party of North America en 1874 (sobre la base de secciones de la Primera Internacional).

  • Hungría: se anuncia la fundación del Partido Obrero en marzo de 1873, siendo inmediatamente ilegalizado.

  • En 1883 Plekhánov funda en el destierro la primera organización socialdemócrata rusa, el grupo Emancipación del Trabajo.

Así las cosas, en el ecuador de la década de 1870 solo había organizaciones obreras en unos pocos países europeos, y en EEUU y otros países hasta cierto punto (ver The International Working Class Movement, p. 205). No obstante, el programa de Gotha tuvo influencia en otros partidos a partir de la segunda mitad de la década de 1870 y principios de la de 1880, como por ejemplo en la Liga Danesa de Socialdemócratas, fundada en 1876, así como en el Partido Socialista de Flandes, de 1877, el Partido Socialdemócrata Checoslovaco de 1878, la Liga Socialdemócrata de los Países Bajos de 1882 y el Partido Obrero General de Hungría de 1880.

11 Mehring, Geschichte der deutschen Sozialdemokratie, p. 451

12 Marx a Wilhelm Bracke, 5 de mayo de 1875, Obras Escogidas Vol. 19, p. 13

13 En su carta a Bebel del 12 de octubre de 1875 , Engels subraya el carácter anti-marxista de las ideas que conforman el programa de Gotha:

1- Las frases y expresiones comunes del lassalleanismo que se han incluido siguen siendo una desgracia para nuestro partido, tales como la de la “masa reaccionaria” fuera de la clase obrera, la “ley de hierro de los salarios”, la “ayuda estatal para las cooperativas de producción”, etc. Según Engels, este era “el yugo de Caudin bajo el que se arrastró nuestro partido para mayor gloria del divino Lassalle”.

2- Las reivindicaciones democráticas vulgares, como la consigna del “Estado libre” que supuestamente se alza por encima de las clases.

3- Reivindicaciones de cara al Estado ‘actual’ completamente confusas e ilógicas.

4- Frases generales “robadas sin más del Manifiesto Comunista y los Estatutos de la Internacional y reescritas para expresar una completa falsedad o un sinsentido […] Reina el más alto grado de desorden en todo el programa, es incoherente, ilógico, vergonzoso” (Obras Escogidas, vol. 34, p. 158).

14 Engels a Bracke, Obras Escogidas, Vol. 34 p. 155

15Por tanto, el principio de la naturaleza internacional del movimiento obrero es prácticamente negado por el momento, a pesar del hecho de que este principio se ha defendido de la forma más gloriosa durante 5 años, en las más difíciles circunstancias. La posición del movimiento obrero alemán como el más avanzado del movimiento europeo se basa esencialmente en su actitud genuinamente internacionalista durante la guerra” (Engels a Bebel, Obras Escogidas, Vol. 19, p. 4, 18/28. 3. 1875).

16 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 449-450

17 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 453

18 Mehring, Ibíd., Vol. 2, p. 419

19 Mehring, Vol. 2, p. 516

20 Declaración de Höchberg, Bernstein y Schramm. Escribieron las “Revisiones del movimiento socialista en Alemania”, rechazando el carácter revolucionario del partido y pidiendo la transformación del SAPD en un partido reformista democrático pequeño-burgués. (Documents and Materials, III, p. 119). Por miedo a la represión, el ala del partido en torno a Eduard Bernstein se pronunció a favor de la transformación del SAPD en un partido legalista y reformista, lo que quitaría su razón de ser a la ilegalización.

21 Circular a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros de Marx y Engels, 17/18 9.1875, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.

22 Circular de Marx y Engels a Bebel, Liebknecht, Bracke y otros, Obras Escogidas, Vol. 17 (18 de septiembre de 1879)(citado en The International Working Class Movement Vol. 2, p. 235).

23 Dieter Fricke, On the history of the German worker’s movement 1869-1917, p. 204.

24 Documents Vol. III, p. 148.

25 En vista del peligro que suponía una estructura ilegal tan centralizada, es decir, que podía ser desmantelada rápidamente por la policía si se decidía a atacar, Engels argumentó que “cuanto más fluida parezca ser la organización, más fuerte será en realidad” (Engels a J. Ph. Becker, 1 de abril de 1880, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 441).

26 Apelación de los Representantes del SAPD del 18 de septiembre de 1880 sobre las tareas posteriores al Congreso de Wyden (Documents, Vol. III, p 153).

27 Fricke, Íbid., p. 211.

28Resolución sobre la Organización del Partido.

1. La representación oficial del partido queda asignada a los diputados del Reichstag.

2. En el caso de que las elecciones al Reichstag del año que viene resulten en un cambio substancial del número de diputados, tanto los diputados salientes como los entrantes deben ponerse de acuerdo con respecto a quien continuará cada actividad, implicando a camaradas de confianza en la organización. Este reparto de actividades es asunto exclusivo de los miembros del Parlamento.

(5) La organización de cada puesto individual se deja a discreción de los camaradas que residan en la zona, pero el Congreso declara que es deber de todos los camaradas asegurar las mejores conexiones posibles en cada momento”.

29 Lenin, “Sobre dos cartas”, Obras Completas, Vol. 15, p. 291.

30 Der Sozialdemokrat, 12 de abril de 1883 (Documents).

31 Bebel, “Discursos y escritos escogidos” (Ausgewählte Reden und Schriften), Vol. 2, p. 106F, (en Fricke, p. 193).

32 Dirk H. Müller, Idealismus und Revolution, p. 15.

33 Carta de Bebel a Liebknecht del 26 de julio de 1885, International Institute for Social History, Amsterdam, Nachlass Liebknecht, p. 108-111 (en Fricke, p. 276).

34 Engels a Bebel, 4 de agosto de 1885, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 292.

35 “El Grupo Socialdemócrata del Reichstag alemán”, Der Sozialdemokrat, nº 14, 2 de abril de 1885 (en Documents, Vol. III, p. 223).

36 La cuestión del “subsidio de barcos a vapor” reveló la intención de varios miembros del parlamento de apoyar las peticiones de subsidios del gobierno, en su lucha contra otros Estados en la conquista del planeta por el transporte marítimo alemán.

37 Carta de protesta de Bebel, del 5 de abril de 1885, contra las declaraciones de la fracción socialdemócrata del Reichstag. IISG Amsterdam, NL Bebel, nº 42 (en Documentos y Materiales de las Obras Escogidas de Marx y Engels, Vol. 3, p. 226).

38 N. del T.: término con el que se designaban los edictos zaristas rusos.

39 Documentos, Vol. III, p. 229.

40 Ibíd., p. 231.

41 Ibíd., Vol. 3, p. 177, 2 de febrero de 1892, Der Sozialdemokrat.

42 Engels a Bebel, 21 de junio de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 225.

43 Engels a Bebel, 28 de octubre de 1882, Obras Escogidas, Vol. 35, p. 383.

44 Engels a Bebel, 10/11 de mayo de 1883, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 27.

45 Engels a Bebel, 11 de octubre de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 215.

46Resolution über die Errichtung einer internationalen Verkehrsstelle unter den Sozialisten”, Documents, Vol. 3, p. 149.

47 Fricke, Ibíd.

48 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199601/1761/1996-84-a-87

49 El principio de que los miembros del partido deben pagar cuotas de militancia no se mencionaba explícitamente para evitar medidas penales por el Acta de Asociaciones.

50 Ignaz Auer sería posteriormente bien conocido por representar la quintaesencia del oportunismo, cuando le comentó a Eduard Bernstein: “Lo que tú estás pidiendo, querido Ede, no es algo que uno deba admitir abiertamente ni someter a votación formal alguna; es algo que, simplemente, se hace”.

51 Circular nº 1 del Comité Ejecutivo del SPD de octubre de 1890, sobre la Construcción del Partido, Documents, Vol. 3, p. 348.

52 https://es.internationalism.org/revista-internacional/200401/1875/el-nacimiento-del-bolchevismo-i-1903-1904

53 Protocols of the Negotiations of the Party Congresses of the Social Democratic Party of Germany Halle 1890 and Erfurt 1891, Leipzig 1983 – Foreword to Halle Party Congress, p. 32.

54 Carta de Bebel a Engels, 27 de agosto de 1890, Bebel Ibíd., p. 365.

55 Prefacio de los Protocolos, 29, cita original de Bebel en su Carta a Victor Adler del 5 de septiembre de 1890, en Selected Speeches and Writings, Vol. 2, p. 371.

56 Engels, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 371.

57 Hemos tratado estas debilidades en detalle en varios artículos, entre otros los que pueden verse en la Revista Internacional 84 y 85, mencionadas más arriba.

58 Las medidas represivas se sucedían con mucha frecuencia. En 1895, por ejemplo, el comisario de la policía berlinesa ilegalizó al órgano ejecutivo del partido en Berlín (lo que es decir que lo disolvió, aunque esto no afectara al partido a nivel local o nacional). Una vez más se tuvo que transferir la dirección del partido a la fracción en el Reichstag. Estas medidas policiales asustaban a los que estaban “sentados en el sofá democrático”, camino de perder su espíritu de lucha.

59 Zur kritik des sozialdemokratischen Programmstwurfs 1891, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 234. La Kritik de Engels no vería la luz hasta 10 años más tarde, cuando la dirección del SPD finalmente consintió su publicación. Las circunstancias de esto nunca se aclararon del todo. En una nota preliminar, la dirección del SPD señaló que el manuscrito de Engels fue hallado en los archivos de W. Liebknecht, que murió en el año 1900 (Obras Escogidas, Vol. 22, p. 595).

60 https://es.internationalism.org/revista-internacional/199701/1233/vi-el-fracaso-de-la-construccion-de-la-organizacion

61 Engels a Kautsky, 8 de enero de 1884, Obras Escogidas, Vol. 36, p. 230.

62 Der Sozialismus in Deutschland, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 250.

63 Engels a Bebel, 29 de septiembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 163.

64 Engels, Einleitung zur englischen Ausgabe der “Entwicklung des Sozialismus“, 1892, Obras Completas, Vol. 22, p. 311.

65 Engels a Pablo Iglesias, 26 de marzo de 1894, Obras Escogidas, Vol. 39, p. 229. Aunque relativizara esta declaración con la reserva de que futuros desarrollos de la situación histórica podrían poner en cuestión todas las predicciones, como por ejemplo una guerra en Europa con consecuencias terribles a nivel mundial, se puede ver bien la influencia que tuvo en Engels el éxito electoral del SPD (ver también la carta de Engels a Bebel del 26 de octubre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 189).

66 Hamburger Parteitag, 1897, Protocols, p. 123.

67 Ibíd.

68 Engels, El problema campesino en Francia y Alemania, Obras Escogidas, Vol. 22, p. 493.

69 Engels a Bebel, Liebknecht y otros, mediados de septiembre de 1879, Obras Escogidas, Vol. 34, p. 394-408.

70 Engels a Bebel, 24 de noviembre de 1879

71 Engels a Sorge, 9 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 440.

72Probablemente tengamos que romper con él [Vollmar] este año o el que viene; parece empeñado en forzarnos a adoptar su socialismo de Estado. Pero dado que es un intrigante habilidoso y que yo tengo una dilatada experiencia en lidiar con este tipo de elementos, me daré la libertad de darte unos cuantos consejos – teniendo en cuenta que M[arx] y yo, más de una vez, hemos cometido auténticas chapuzas tácticas contra este tipo de gente y hemos tenido que pagar un alto precio por ello. Lo que más desea esta gente es intentar demostrar formalmente lo equivocados que estamos, lo cual debemos evitar. Si lo logramos, empezarán a bombardearnos con cuestiones secundarias con las que intentarán oscurecer el problema principal, al verse en una posición de debilidad en su discusión. Por tanto, debes cuidar las expresiones que uses, ya en público como en privado. Ya te habrás dado cuenta de lo habilidoso que es este hombre a la hora de emplear tus declaraciones sobre Liebknecht para crear tensión entre él, Liebknecht y tú, dejándote a ti en medio de su disputa. Por otro lado, dada la importancia que tiene para ellos difuminar la cuestión principal, hay que prevenir toda situación que se lo facilite; todas las cuestiones secundarias objeto de polémica para ellos deben afrontarse de la forma más rápida y convincente posible, para que les quede clara de una vez por todas, aunque por lo general estas cuestiones secundarias se deben evitar todo lo que se pueda, a pesar de la tentación de caer en ellas. No hacerlo provocará que el objeto del debate se extienda cada vez más y que se acabe alejando del punto de contención original. En una situación así no hay victoria posible, y el manipulador tendrá ya su pequeña victoria, o al menos, apuntará una derrota moral a nuestra cuenta” – Engels a Bebel, 23 de julio de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 407.

73 Un año después, 12 de los 250 delegados al Congreso de Erfurt pertenecían a este grupo.

74 Cuatro de estos delegados tenían unos 30 años de edad, uno de ellos tenía 23 y la mayoría solo habían pertenecido al partido por un periodo de 2 a 3 años. Uno de ellos, Bruno Wille, ni siquiera era militante. Eran sobre todo estudiantes, trabajadores por cuenta propia, o como el caso de Wille, se ganaban la vida con empleos como el de orador público.

75 El órgano ejecutivo del partido y el grupo parlamentario se opusieron a una huelga organizada para el Primero de Mayo.

76 Dirk H. Müller, Idealism and Revolution, Zur Opposition der Jungen gegen den Sozialdemokratischen Parteivorstand, p. 50, contribución de H. Müller (der Klassenkampf…) p. 88 y ss., nº 35 del 30 de agosto de 1890.

77 Müller, Ibíd., p. 64.

78 Müller, Ibíd., p. 89.

79 Müller, Ibíd., p. 52.

80La táctica del partido es completamente errónea. 9.) El socialismo y la democracia no tienen absolutamente nada en común con los discursos de nuestros miembros […] 12.) Hablar de un desarrollo pacífico de la sociedad actual hacia el Estado socialista es un disparate. Los que defienden esta postura son mucho peores que los peores extremistas políticos” (“Acusaciones de la oposición en Berlín”, p. 24 en el original, en D. H. Müller, p. 94).

81 Erfurter Parteitagsprotokoll, p 318.

82 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1891, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.

83 La proporción de obreros en la dirección de este grupo era insignificantemente baja; había muchos más “escritores”, pequeñoburgueses, que obreros (Müller, ibíd., p. 130-133).

84 Engels a Sorge, 21 de noviembre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 228.

85 Engels a Liebknecht, 10 de agosto de 1890, Obras Escogidas, Vol. 37, p. 445. Ver también Engels a Laura Lafargue, 27 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 193.

86 Engels a Sorge: “Mr. Vollmar […] es mucho más peligroso, es más astuto, más perseverante […]”, 24 de octubre de 1890, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 183.

87 Engels a Victor Adler, 30 de agosto de 1892, Obras Escogidas, Vol. 38, p. 444: “… ¿pero qué clase de elementos burgueses hay en la fracción parlamentaria, que siempre acaban reelegidos? Parece que un partido obrero solo puede elegir entre trabajadores que sean destituidos al instante y arrojados luego a la lista de pensionistas del partido o burgueses que solo miran por sí mismos y avergüenzan al partido. Puestos a elegir entre estas dos fuerzas, los Independientes son impagables”.

88 Bebel a Engels, 12 de octubre de 1892, Bebels-Engels p. 602 (en Müller, Ibíd., p. 126).

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