Rusia: La rebelión del Grupo Wagner es un nuevo paso en la inestabilidad y el caos

Printer-friendly version

Los pasados 23 y 24 de junio -justo cuando se enfrentaba a la contraofensiva de Ucrania- uno de los Estados y ejércitos más poderosos del planeta se vio amenazado por el Grupo Wagner, un ejército de comandos privados formado por mercenarios vinculados al entorno del propio Putin. Toda una división militar, encabezada por Prigozhin, se dirigió hacia Moscú sin encontrar ningún obstáculo. Situaciones como ésta, que parecen absurdas, se repiten cada vez más a medida que se acelera la putrefacción del capitalismo. Precisamente la guerra en Ucrania se ha convertido en un acelerador de la descomposición, extendiendo la inestabilidad y el caos por todo el mundo.

Estados Unidos, al tender la trampa que empujó a Rusia a la guerra con el objetivo general de debilitar a China, está actuando como el aprendiz de brujo: al principio calculó que podría tener cierto control sobre el conflicto; ahora resulta que es incapaz de controlar sus consecuencias a más largo plazo. Esto puede compararse con las "guerras contra el terror" que justificaron las invasiones de Afganistán (2001) e Irak (2003). También en este caso, Estados Unidos, al intentar mantener su liderazgo mundial, acabó provocando el caos en Oriente Medio. Aunque al principio consiguió controlar hasta cierto punto la región y arrastrar a las reticentes potencias europeas, todo el proceso fomentó una desestabilización y un caos aún mayores e irreversibles1.

La rebelión de Wagner, aunque rápidamente atajada, puso de manifiesto las fragilidades del Estado ruso, que amenazan con desembocar en una fragmentación política, que no sólo afectará a la burguesía rusa, sino que llevará al mundo a niveles de gran inestabilidad. Además, ahora vemos entrar en escena a personajes como Prigozhin, dispuestos a disputarse el control del poder y, por supuesto, de las armas nucleares.

Rusia, una bomba que amenaza con estallar

La implosión del bloque del Este a principios de los años 90 confirmó que el capitalismo entraba en su fase de descomposición, caracterizada por el desorden mundial y la lucha de "todos contra todos". La causa principal de este colapso fue la presión de un doble fracaso económico y político del sistema estalinista en el contexto de una crisis acelerada y profunda del capitalismo en todo el mundo2. El colapso de la URSS provocó entonces brutales brotes de nacionalismo separatista en todo su territorio.

Tras el frustrado golpe de Estado de mediados de 1991, este proceso se descontroló aún más, obligando a las potencias occidentales, principalmente Estados Unidos, a intentar contener la avalancha que se les venía encima y que amenazaba con desbordar las fronteras de la antigua URSS. Estas potencias ofrecieron ayuda alimentaria, facilidades para la financiación de la deuda, etc. Por supuesto, esta "ayuda" no se hizo por altruismo, sino que, como siempre, se basó en cálculos imperialistas destinados a beneficiarse de la nueva configuración geopolítica. Hoy, Rusia vuelve a estar en el centro de las convulsiones, pero esta vez en el contexto de un empeoramiento de la situación y en circunstancias mucho más graves e imprevisibles.

Los 30 años de profundización de la descomposición han aumentado la tendencia al declive de la hegemonía estadounidense, lo que ha exacerbado las ambiciones imperialistas de todos los demás países, en particular reavivando la ambición de Rusia de recuperar un lugar importante en la constelación imperialista.

Ahora la guerra de Ucrania está acelerando la descomposición. La prolongación de la guerra está debilitando las fuerzas de Rusia y socavando la unidad de la burguesía en torno al Estado, un proceso que amenaza con alcanzar niveles explosivos. Un año antes del motín de Wagner, advertíamos que la "operación especial" sobre Ucrania corre el riesgo de "constituir una segunda desestabilización profunda tras la fragmentación resultante de la implosión de su bloque (1989-1992): en el plano militar perderá probablemente su rango de número 2 del ejército mundial; su economía ya está debilitada y caerá en más y más problemas [. ... y] las tensiones internas entre facciones de la burguesía rusa sólo pueden intensificarse, [...] Algunos miembros de la facción dirigente (cf. Medvédev) ya están advirtiendo de las consecuencias: un posible colapso de la Federación Rusa y el surgimiento de diversas mini-Rusias con líderes impredecibles en posesión de armas nucleares"3.

Al principio de la guerra, la burguesía parecía unificada en torno a Putin como representante del Estado, pero a medida que el conflicto se prolongaba, empezaron a surgir rivalidades y disputas entre grupos. En enero de 2023, ciertos acontecimientos ya presagiaban tensiones en la cúpula militar, al ser destituido Sergei Surovikin, que comandaba las tropas rusas en Ucrania.

En un contexto de descomposición, cualquier pretexto puede desencadenar enfrentamientos, que rápidamente pueden volverse explosivas. En este sentido, el motín liderado por Prigozhin, aunque pudo aparecer como una pequeña fisura, creció rápidamente, mostrando la frágil unidad dentro de la estructura de poder y la incapacidad del Estado para contener la dinámica hacia el caos. Vladimir Gelman, profesor y analista ruso, siguiendo el comportamiento de los distintos sectores durante la llamada "Marcha por la Justicia" de Prigozhin, señala que, si bien la caravana militar no recibió el apoyo abierto de ningún sector militar o civil, tampoco lo hizo Putin: "nadie salió en su apoyo. Ni alcaldes ni líderes regionales salieron (...) no dieron ningún paso político...". Esta espera para ver en qué dirección soplaban los vientos pone al descubierto la vigilancia y la cautela que muestran los diferentes grupos burgueses en un contexto en el que la desconfianza y el choque de intereses han aumentado. Si gente como Lukashenko se ofreció como negociador con Prigozhin, fue para evitar que la guerra se trasladara a Bielorrusia por una posible incursión del "Regimiento Kalinoŭski" formado por opositores al gobierno de Lukashenko que luchan en el bando ucraniano.

La descomposición avanza y se acelera en todo el mundo

Las propias burguesías de las grandes potencias han expresado su temor a una descomposición del Estado ruso. Durante la crisis entre el grupo Wagner y el ejército ruso, "los funcionarios estadounidenses prestaban especial atención al arsenal nuclear ruso, nerviosos por la inestabilidad de un país con el poder de aniquilar a la mayor parte del planeta..."4. Si nos fijamos en sus declaraciones sobre los acontecimientos, no cabe duda de que la burguesía en su conjunto está preocupada por las dificultades del Estado ruso expresadas por el motín de Prigozhin. Todos coinciden en que existe una gran división y fragilidad en el aparato estatal. Zelensky, presidente de Ucrania, fue el primero en decir que Putin es débil y que su gobierno se está "desmoronando".

Si nos fijamos en sus declaraciones sobre los acontecimientos, no hay duda de que la burguesía en su conjunto está preocupada por las dificultades del Estado ruso expresadas por el motín de Prigozhin. Todos coinciden en que existe una gran división y fragilidad en el aparato estatal. Zelensky, presidente de Ucrania, fue el primero en decir que Putin es débil y que su gobierno se está "desmoronando". Antoni Blinken, secretario de Estado de EEUU, aunque dice que "es demasiado pronto para saber cómo va a acabar esto", valora que hay "fisuras reales" en el Gobierno de Putin, que distraen y dividen a Rusia y le dificultan "proseguir la agresión contra Ucrania". Incluso Trump, que se ha presentado como "amigo" de Rusia, afirma que "Putin está algo debilitado" y pide al Gobierno estadounidense que aproveche esta circunstancia para negociar un alto el fuego. Sólo China evita expresar su percepción de la debilidad del gobierno de Putin y presenta el motín de Wagner como un "asunto interno". La despreocupación con la que valora los acontecimientos es más que un acto diplomático y en realidad esconde la preocupación por el efecto que tendría un debilitamiento de Rusia en sus fronteras, y más aún si se produjera la ruptura de la Federación Rusa, hasta ahora su principal aliado.

Por su parte, Putin afirma que mantiene la unidad y la fuerza de la Federación, aunque intenta ganarse la lealtad de los distintos órganos de represión prometiendo más armas y mejores salarios. Pero ¿será esto suficiente para eliminar las divisiones en la estructura militar y la baja moral de las tropas?

Lo que está cada vez más claro es que, a medida que se prolongue la guerra en Ucrania, el caos y la barbarie se extenderán y profundizarán, afectando directamente a Rusia, pero dado que es "el Estado más grande y uno de los más armados del mundo [... su desestabilización] tendría consecuencias imprevisibles para todo el mundo"5.

Las posibles consecuencias de una guerra prolongada podrían ser:

- ampliación de las grietas en el seno de la burguesía, que llevaría al estallido de una guerra civil, en la que el conjunto de la población, y en particular la clase obrera, serviría de carne de cañón; - acciones erráticas e irresponsables por parte del grupo en el poder encabezado por Putin, quien, viéndose acorralado, podría hacer uso del arsenal nuclear... Por el momento, anunció el despliegue de armas nucleares tácticas en territorio bielorruso a partir del 7 u 8 de julio;

-La aparición de camarillas irracionales en pugna por el poder, que tendrían a mano un gran arsenal de armas nucleares, dispuestas a blandirlas a toda potencia para posicionarse mejor en la nueva configuración del poder. Las acciones del grupo Wagner son un claro ejemplo de este riesgo. Además, existen escalofriantes precedentes en este sentido, por ejemplo, con la amenaza de bombardear la central nuclear de Zaporizhzhia, en el sur de Ucrania, la mayor de Europa y una de las 10 mayores del mundo, amenazando a la humanidad con el peligro muy real de una catástrofe nuclear en plena Europa.

Pero la locura bélica no es exclusiva de un bando de la burguesía: EEUU acaba de suministrar a Ucrania bombas de racimo, que se esparcen por miles, matan en el acto y permanecen latentes durante décadas.

Sean cuales sean las iniciativas que se tomen, provocarán catástrofes que pueden esparcirse por todo el mundo. Como afirmamos a finales de 2022, los años 20 del siglo XXI están resultando ser los más turbulentos de la historia, con una acumulación de desastres y sufrimientos para la humanidad (pandemias, hambrunas, desastres medioambientales...), que están fuera de control y plantean la cuestión de su supervivencia como especie. Pero es preciso comprender que la guerra, acción intencionada y planificada del Estado capitalista es, sin duda, el principal desencadenante de la barbarie y el caos.

En la contienda de "cada uno contra todos", los apetitos imperialistas se desbocan

En cuanto a las repercusiones internacionales, aunque no podemos aventurar una conjetura ya que la situación es altamente impredecible, ya hay algunos indicios de que importantes países de Europa del Este están calculando cómo pueden aprovechar esta situación para avanzar sus propias bazas imperialistas, como en el caso de Polonia: la guerra de Ucrania ha dado a Polonia una mayor importancia estratégica para los EE.UU., lo que le ha permitido reforzar sus fuerzas militares con el suministro de armamento por parte de la OTAN, incluyendo tanques de tecnología avanzada (en previsión del acomodo del grupo Wagner en Bielorrusia6).Este reforzamiento militar ha ido de la mano del renacimiento de los viejos sueños imperialistas de Polonia de extender su influencia en Europa del Este7.

Sólo la clase obrera tiene una solución a la destrucción capitalista

En todos estos enfrentamientos entre grupos burgueses, éstos no dejan de escupir su veneno contra la clase obrera. Con sus fintas, demostraciones militares y declaraciones, todas las bandas de la clase dominante buscan mostrar su fuerza al adversario, pero también sembrar el miedo y la confusión entre los trabajadores. Cada facción que participa en la guerra intenta mostrarse como víctima o defensor de la libertad, para dominar y controlar las reacciones de los explotados y utilizarlos como carne de cañón en los frentes de guerra, o para someterlos al inmovilismo y la pasividad, aceptando el aumento de la explotación y la degradación de las condiciones de vida en nombre de la "patria". En particular, aprovechando la guerra en Ucrania y concretamente el motín de Wagner, la burguesía refuerza su discurso sobre la democracia y la lucha contra la autocracia, intentando a toda costa ocultar que su sistema podrido, construido sobre la explotación, la miseria y la guerra, sólo puede ofrecer destrucción y caos. La prolongación de su existencia pone en peligro la vida misma de este planeta, y la guerra en Ucrania, con todas sus peligrosas consecuencias destructivas, demuestra que esta amenaza va en aumento.

Frente a la barbarie capitalista, la única fuerza social capaz de detenerla es el proletariado. No olvidemos que “la primera guerra mundial no acabó por las negociaciones diplomáticas o por las conquistas de tal o cual imperialismo, FUE TERMINADA POR EL LEVANTAMIENTO REVOLUCIONARIO INTERNACIONAL DEL PROLETARIADO8

T-RR 12-7-23

 

1 Imperialist interests behind the Afghan ‘mission’World Revolution n° 327

2 Sobre la descomposición ver TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org) y sobre el estallido del bloque del Este ver Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)

3 Significado e impacto de la guerra en Ucrania | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)

4 Un motín en Rusia ofrece pistas sobre el poder de Putin (Russian mutiny offers clues about Putin's power)

5 Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)

6 Polonia enciende las alertas en la frontera por la presencia del Grupo Wagner en Bielorrusia y pidió ayuda a la Unión Europea.

7 Polonia quiere anexionarse tres regiones del oeste de Ucrania cuando se negocie la paz

8 El capitalismo lleva a la destrucción de la humanidad solo la revolución mundial del proletariado puede acabar con él | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)

Geografía: 

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Cuestiones teóricas: 

Rubric: 

Rusia