Enviado por Revista Interna... el
En la Parte I de este artículo, decíamos en la introducción que "El colapso del bloque del Este marcó el inicio de la fase final de la evolución del capitalismo: la descomposición social. Con esta fase también comienza el declive del liderazgo estadounidense y el deslizamiento del sistema burgués hacia el caos y la barbarie.... La segunda parte de este artículo tratará del período que va desde 1990 hasta hoy. En 30 años de descomposición de la sociedad burguesa, Estados Unidos se ha convertido en un factor de agravamiento del caos, y su liderazgo mundial no se recuperará, proclame lo que proclame el equipo de Biden en sus discursos. No es una cuestión de deseos; son las características de esta fase final del capitalismo las que determinan las tendencias que está obligado a seguir, conduciendo inexorablemente al abismo si el proletariado no puede ponerle fin mediante la revolución comunista mundial"1.
El gobierno de Biden lleva ya 8 meses en el poder y se han confirmado claramente las dificultades de la burguesía estadounidense para revertir los efectos de la descomposición en todos los niveles: El huracán Ida causando estragos en Nueva Orleans, los incendios que arrasan regiones enteras en California... en resumen, la burguesía es incapaz de hacer frente a las consecuencias del cambio climático; la guerra comercial con China afecta a los propios consumidores estadounidenses; mientras tanto, los políticos de ambos partidos están más preocupados por defender sus intereses mezquinos que por construir una unidad que responda a las necesidades del capital nacional; la violencia en las calles sigue aumentando, el consumo de opioides y fentanilo bate récords y destruye vidas; los grupos que promueven las teorías conspirativas más descabelladas siguen floreciendo; y la "mayor democracia del mundo" aún no se ha recuperado del fiasco político de las elecciones de 2020, lo que Trump llama el gran "fraude electoral" . Ahora hay que añadir que la retirada de EEUU de Afganistán en desorden2, abandonando a sus aliados a su suerte, es una muestra más de que EEUU nunca recuperará su lugar como gendarme del mundo. La pérdida de ese estatus provocará más divisiones en el seno de la burguesía norteamericana, y a nivel mundial se producirá un caos creciente en las relaciones imperialistas donde las guerras localizadas, el desorden y el sálvese quien pueda serán el centro de la dinámica infernal de un sistema que se está pudriendo.
Por lo tanto, nuestro marco de análisis insiste en que ".... es vital subrayar la distinción fundamental entre los elementos de descomposición que han infectado al capitalismo desde principios de siglo y la descomposición generalizada que está infectando al sistema en la actualidad, y que sólo puede agravarse. También en este caso, al margen del aspecto estrictamente cuantitativo, el fenómeno de la descomposición social ha alcanzado hoy tal amplitud y profundidad que ha adquirido una cualidad nueva y única, que revela la entrada del capitalismo decadente en una nueva y última fase de su historia: la fase en la que la descomposición se convierte en un factor decisivo, si no el decisivo, de la evolución social"3.
El declive de EEUU: la descomposición social acelera el caos
La implosión de la URSS y la desaparición del bloque oriental provocaron la dislocación automática del bloque occidental. Estados Unidos tuvo que provocar la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, haciendo creer a Saddam Hussein que no se "inmiscuiría en los asuntos árabes": Irak invadió Kuwait y los estadounidenses organizaron la "gran coalición de la Comunidad Internacional" para castigar a Irak. Pero el objetivo central era alinear a los países tras la bandera estadounidense, dar un golpe en la mesa y demostrar quién impondría la disciplina en el mundo a partir de entonces.
"La guerra del Golfo muestra que, ante la tendencia al caos generalizado propia de la descomposición y que se ha acelerado considerablemente con el colapso del bloque del Este, el capitalismo no tiene otra salida en su intento de mantener unidos a sus diferentes componentes, que imponer la camisa de fuerza militar. En este sentido, los métodos que utiliza para tratar de contener un estado de caos cada vez más sangriento son en sí mismos un factor de agravamiento de la barbarie militar en la que se está sumiendo el capitalismo"4 Este fue el punto álgido del liderazgo estadounidense tras el fin de la "era bipolar": después de la "Tormenta del Desierto" los fracasos se han ido acumulando uno tras otro y la dominación estadounidense se ha ido debilitando desde entonces.
"A principios del siglo XXI, la propagación de la descomposición se manifestó sobre todo en la explosión del sálvese quien pueda y el caos a nivel imperialista. El ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono por parte de Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001, y la respuesta militar unilateral de la administración Bush, abrieron aún más la caja de Pandora de la descomposición: con el ataque y la invasión de Irak en 2003, desafiando las convenciones y organizaciones internacionales y sin tener en cuenta la opinión de sus principales "aliados", la primera potencia mundial pasó de ser el gendarme del orden mundial al principal agente del sálvese quien pueda y del caos. La ocupación de Irak y luego la guerra civil en Siria (2011) agitarían poderosamente el sálvese quien pueda imperialista, no sólo en Oriente Medio sino en todo el mundo. También acentuaron la tendencia al declive del liderazgo de Estados Unidos, mientras que Rusia comenzó a volver al primer plano, especialmente a través de un papel imperialista "disruptivo" en Siria, y China se alzaba rápidamente como retador de la superpotencia estadounidense"5
Mientras que en la década de los noventa Estados Unidos consiguió mantener su estatus de primera potencia mundial, gracias en gran parte a su capacidad para presentarse como vencedor de la Guerra Fría, el "Nuevo Orden Mundial" de Bush padre iba a ser un eufemismo para el desorden y el caos. De hecho, el comienzo del siglo XXI marcaría ya el abierto declive histórico de Estados Unidos. Esto se expresa en su incapacidad para estabilizar las zonas en las que mete sus narices. Está claro en el caso de Palestina-Israel, pero también en el de Irán y en la incapacidad de la OTAN para responder a la política de Rusia en Ucrania, cuya política de sanciones y "máxima presión" no ha dado los resultados esperados.
"En 1992, Washington adoptó una orientación muy clara y consciente para guiar su política imperialista en el período posterior a la Guerra Fría, basada en "un compromiso fundamental de mantener un mundo unipolar en el que Estados Unidos no tenga ningún competidor de igual nivel. No se permitirá que ninguna coalición de grandes potencias sin Estados Unidos alcance la hegemonía" (Prof. G.J. Ikenberry, Foreign Affairs, Sept/Oct. 2002, p.49). Esta política pretende impedir el ascenso de cualquier potencia en Europa o Asia que pueda desafiar el protagonismo estadounidense y servir de polo de reagrupación para la formación de un nuevo bloque imperialista. Esto se explicó inicialmente en la declaración de política de planificación de la defensa de 1992, redactada por Rumsfeld en 1992, durante el último año de la primera administración Bush, que estableció claramente esta nueva gran estrategia”6
Hoy podemos confirmar el estrepitoso fracaso de esta orientación: hay un claro ascenso de Rusia, pero sobre todo de China, en la arena imperialista. China es ya el principal rival de EEUU, aunque todavía no posee la capacidad militar de los norteamericanos. Los "capitalistas estalinistas" no tienen otra opción: o se arman para defender su expansión económica o se hundirán, encerrados tras el muro de contención que los estadounidenses pretenden construir a su alrededor. El peligro que representa China sigue creciendo y amenazando los privilegios de EEUU como única superpotencia mundial. La guerra comercial ha sido declarada, y con ella la movilización militar que la acompaña serán factores de crisis, desacuerdos y tensiones que inevitablemente involucrarán a otros peones imperialistas.
El ascenso de China no causó ningún problema durante más de 25 años. Todos los países industrializados, empezando por los Estados Unidos y los europeos, se apresuraron a invertir en China, a instalar sus fábricas, ya que allí podían contar con una mano de obra muy barata y casi sin exigencias fiscales y medioambientales. Este ascenso de China no puede entenderse sin analizarlo en el marco de las condiciones creadas por la entrada del capitalismo en su fase terminal: la descomposición social7. Lo que nos interesa aquí es destacar cómo la política estadounidense dedica cada vez más esfuerzos a contener al Dragón Chino. La dinámica del capitalismo decadente conduce inexorablemente a la guerra como forma permanente de existencia. El fin de los bloques imperialistas y el fin de la Guerra Fría no significaron una "era de paz", un "Nuevo Orden Mundial". Los esfuerzos de EEUU, como primera potencia económico-militar, debían dirigirse a salvaguardar el capitalismo en su conjunto, coincidiendo los intereses del capitalismo norteamericano con la defensa de ese "orden mundial". Y, sin embargo, sus aventuras militares al estilo "llanero solitario" sólo han traído más caos e inestabilidad. Afganistán es un ejemplo dramático de lo que supone la decadencia estadounidense, y junto a ella la decadencia general de un sistema en descomposición.
Afganistán: un signo de la decadencia estadounidense y de la expansión del sálvese quien pueda
20 años de invasión, más de 2 billones de dólares (¡300 millones de dólares al día!) - ninguna de estas inversiones fue compensada con petróleo, litio o heroína. Las guerras ya no tienen una justificación económica. La salida de Estados Unidos de Afganistán bajo una imagen de estampida y huida humillante es el ejemplo más concreto del atolladero en el que se encuentra la "política exterior estadounidense". Asia Central es un espacio geopolítico importante y el hecho de que después de 20 años no se hayan alcanzado los objetivos estadounidenses no se debe a la incompetencia del ejército afgano, como dijo cínicamente Biden; se debe principalmente a los años de inestabilidad, al aumento del caos, a la miseria, al fortalecimiento de los "señores de la guerra". Poner orden en este caos es misión imposible, ya que la descomposición, con su tendencia al sálvese quien pueda, es un fenómeno irreversible.
Este fracaso abierto de Estados Unidos en Afganistán acelerará los procesos centrífugos que se vienen produciendo desde hace más de 30 años:
- El aumento de la desconfianza de los "aliados" de Estados Unidos respecto a la capacidad de este país para garantizar el cumplimiento de sus objetivos. Así, los miembros de la OTAN ya se inclinan por mantener a EEUU al margen de los intereses europeos. Desde la creación de la OTAN, los aliados europeos aceptaron alinearse detrás de los estadounidenses para obtener protección militar contra la amenaza de la Unión Soviética. Aunque Rusia sigue siendo un peligro latente para Europa, no tiene la importancia que tuvo en su día. Trump insistió en que los europeos debían asumir más costes de la OTAN, lo que significa que los estadounidenses son cada vez más incapaces de sostener económica y militarmente este legado de la Guerra Fría. En la actualidad, el liderazgo estadounidense está tan desgastado que no inspira confianza ni siquiera a sus aliados europeos. La reciente formación de un acuerdo entre EEUU, Australia y Gran Bretaña (AUKUS) echó por tierra el acuerdo de Francia para vender submarinos nucleares a Australia, y esto ya está enfrentando a la Unión Europea con los estadounidenses. Para las burguesías europeas, la emancipación de la tutela norteamericana ya es posible, no por sus mayores atributos militares y económicos, sino por el declive histórico de EEUU.
- Todos los pequeños tiburones imperialistas regionales se envalentonarán para desafiar abiertamente a EEUU. La inclusión de Irán en la "Organización del Acuerdo de Shangai" pretende impedir el acceso militar de EEUU a la región. China y Rusia son las principales partes de dicho acuerdo. Pero lo mismo ocurrirá con las demás potencias de Asia Central y Oriente Medio. La tendencia al sálvese quien pueda va a crecer, y con ella la inconstancia de cada país aumentará el número de interminables guerras locales. Los rusos ya tienen un pie en Siria; Turquía siente que puede desafiar a Europa, léase la OTAN, y avanzar en sus intereses en el Mediterráneo. Al mismo tiempo, el vacío dejado por Estados Unidos será llenado por otras potencias. Ya se sabe que China y Rusia harán tratos con los talibanes para relanzar la "Nueva Ruta de la Seda" Aunque Rusia no apoya el proyecto chino, intervendrá para proteger sus propias fronteras y los países de Asia Central bajo su influencia de la inminente propagación del caos en la región. Estados Unidos no puede retirarse sin establecer una retaguardia que le permita al menos seguir interviniendo. Mantendrán sus bases militares en la región y desde allí seguirán avivando el fuego.
- Las divisiones en el seno de la burguesía estadounidense se exacerbarán. La salida de Afganistán estaba prevista desde Obama; Trump firmó los acuerdos de salida el 1 de mayo de este año y Biden la está aplicando de forma totalmente caótica. La pérdida de su lugar como primera potencia mundial acentuará las fracturas: ¿Cómo mantendrá Estados Unidos su presencia en Oriente Medio y Asia Central para no dejar el campo libre a otras potencias? ¿Cuál será la política de Estados Unidos hacia sus aliados europeos después de Afganistán? ¿Estará Israel a salvo? ¿Cómo contener el ascenso de China después de esta debacle? ¿Cómo enfrentarse a Rusia? Todas estas preguntas no serán objeto de decisiones unánimes en el seno de la burguesía estadounidense; al contrario, acelerarán las divisiones internas en un contexto en el que el populismo seguirá influyendo en la política estadounidense. Todo el mundo tratará de promover sus intereses, desde facciones como Black Rock, Soros y compañía hasta otras vinculadas al fundamentalismo cristiano, los supremacistas blancos y agrupaciones como el Instituto Cato y el Movimiento Tea Party, todo tipo de think tanks y milicias civiles que tratarán de imponer sus ideologías a costa de una visión nacional del capital, lo que favorecerá enormemente la fragmentación de la vida política estadounidense.
El populismo y la tendencia a perder el control del circo electoral
"Esta tendencia general de la burguesía a perder el control de su propia política fue uno de los factores principales del colapso del bloque del Este; este colapso sólo puede acentuar la tendencia
- por el agravamiento de la crisis económica resultante;
- por la desintegración del bloque occidental que supone la desaparición de su rival;
- porque la desaparición temporal de la perspectiva de la guerra mundial exacerbará las rivalidades entre las diferentes facciones burguesas (entre facciones nacionales especialmente, pero también entre camarillas dentro de los estados nacionales)" (Tesis sobre la Descomposición).
La erosión de la capacidad de la burguesía para gestionar su juego político comenzó con fuerza al final de la Guerra Fría y la entrada en la fase de descomposición del capitalismo: estamos hablando de principios de los años 90. Aunque ya había fenómenos que anunciaban esta tendencia (la candidatura de Ross Perot, la destitución de Clinton, etc.) fue en el año 2000, con las elecciones que dieron la victoria a Bush hijo, cuando esta tendencia a la pérdida de control del juego político comenzó a manifestarse de forma espectacular. Las "elecciones robadas" mostraron que el ejemplo mundial de democracia empezaba a parecer cada vez más endeble8. Al Gore ganó la elección presidencial nacional por más de 500.000 votos, pero la decisión se tomó 36 días después y fue Florida, gobernada por el hermano de Bush, la que decidió la elección. El arcaico sistema electoral estadounidense demostró que no es el voto popular del ciudadano el que decide. La ideología demócrata recibió un duro golpe.
Tanto la facción de Bush como la de Gore llegaron a defender sus propios apetitos e intereses en detrimento de una visión global del capital estadounidense. Nixon, en 1960, adoptó una actitud diferente y comprendió la naturaleza del circo electoral y las necesidades del capital en ese momento. No impugnó a Kennedy, a pesar del fraude de Chicago, y todas las facciones dejaron de lado sus divergencias para formar un frente unido. Lo que ocurrió en las elecciones de 2000 fue ya la expresión de las divisiones internas de la burguesía, donde las tendencias centrífugas empezaban a mostrar su gravedad.
Las fuerzas de extrema derecha, especialmente el fundamentalismo cristiano, comenzaron a aparecer en la escena política estadounidense. Inicialmente como base del Partido Republicano en la época de Reagan, ahora han ganado fuerza en los llamados "estados rurales", una tendencia que ha sido alimentada por el creciente caos y la falta de esperanza en el futuro. Un ejemplo concreto de este fenómeno fue el surgimiento del Tea Party, que sería un actor importante en el torpedeo de la administración Obama, acusando al presidente de ser "marxista" y "agente musulmán". El Tea Party no sólo se nutrió del fundamentalismo cristiano, sino también de supremacistas blancos, activistas antiinmigrantes, milicianos, etc., todo un cóctel que se infiltró en el Partido Republicano y amenazó la estabilidad del sistema político, unido en torno a la consigna de estar en contra del "establishment de Washington". Estos eran ya signos claros de la propagación de la ideología populista, una ideología de la descomposición.
"- El ascenso del populismo "no es la opción política deseada por los sectores dominantes de la burguesía". Por el contrario, es una confirmación de la tendencia a 'una creciente pérdida de control de la clase dominante sobre su aparato político'.
- Su verdadera causa es "la incapacidad del proletariado de plantear su propia respuesta, su propia alternativa a la crisis del capitalismo". En este vacío entra la pérdida de confianza en las instituciones oficiales de la sociedad, que ya no son capaces de protegerla, y se hace cada vez más fuerte, dando lugar a una pérdida de confianza en el futuro y a la tendencia a mirar al pasado y a buscar chivos expiatorios a quienes culpar de la catástrofe".
- Hay "un elemento común presente en la mayoría de los países avanzados: la profunda pérdida de confianza en las 'élites' (...) debido a su incapacidad para restablecer la salud de la economía y frenar el aumento constante del desempleo y la pobreza". Esta revuelta contra los dirigentes políticos "(...) no puede conducir en modo alguno a una perspectiva alternativa al capitalismo".
- La reacción populista es querer sustituir la hipócrita pseudo igualdad existente por un sistema 'honesto' y abierto de discriminación legal. (...) La lógica de esta argumentación es que, en ausencia de una perspectiva de crecimiento a largo plazo para la economía nacional, las condiciones de vida de los nativos solo pueden estabilizarse más o menos discriminando a todos los demás."9
La llegada de Trump al poder no marcó el inicio del populismo, ni la victoria de Biden marca su fin. Trump hace oficial la enorme dificultad de la burguesía de la primera potencia mundial para "gestionar" su circo electoral y contener las tendencias centrífugas que crecen en su seno. "La crisis de la burguesía estadounidense no se ha producido como consecuencia de la elección de Trump. En 2007, el informe ya señalaba la crisis de la burguesía estadounidense explicando: "Es ante todo esta situación objetiva -una situación que excluye cualquier estrategia a largo plazo por parte del poder dominante - la que hizo posible la elección y reelección de un régimen tan corrupto, con un presidente piadoso y estúpido a la cabeza [Bush hijo]. (...), la Administración Bush no es más que un reflejo de la situación de callejón sin salida del imperialismo estadounidense' Sin embargo, la victoria de un presidente populista (Trump) conocido por tomar decisiones impredecibles no sólo sacó a la luz la crisis de la burguesía estadounidense, sino que también puso de manifiesto la creciente inestabilidad del aparato político de la burguesía estadounidense y la exacerbación de las tensiones internas" (ídem.)
Las elecciones de 2020 estuvieron rodeadas de inestabilidad y agudización de las luchas internas en el aparato político estadounidense. Las manifestaciones antirracistas y el movimiento Black Lives Matter tuvieron un gran impacto en la vida política, las milicias se manifestaron abiertamente, los republicanos y los demócratas también mostraron sus divisiones y la burguesía estadounidense luchó por imponer una facción más responsable en el poder. De hecho, las acusaciones de fraude impregnaron las elecciones de principio a fin y la democracia quedó aún más desacreditada: El propio presidente Trump la calificó de "enorme fraude". La burguesía trató de recuperarse de las "elecciones robadas" del año 2000, pero Trump y el trumpismo revivieron la idea de "fraude", y el sistema democrático en el que se basa la explotación del trabajo por el capital se ha debilitado de nuevo. Esta fragilidad y el crecimiento de la fragmentación en la vida de la sociedad estadounidense no harán más que aumentar, a pesar de que las facciones más responsables de la burguesía estadounidense intentan, con "Sleepy Joe"10 a la cabeza, contrarrestar esta dinámica irreversible.
El militarismo: un cáncer para el capital
La implosión de la Unión Soviética a finales de 1989 puso fin a la Guerra Fría. La causa fundamental de la debacle soviética residía en la imposibilidad de mantener una carrera armamentística con Occidente. La economía de la URSS no estaba ni siquiera cerca de igualar el poderío de Estados Unidos. Sin embargo, como cabeza del llamado bloque "socialista", la URSS estaba obligada a competir militarmente para mantener esa posición. A la larga, esta aberración económica, el gasto militar, la desangraría financieramente y se desmoronaría bajo el implacable ariete de la crisis.
"Hoy en día, el armamento cristaliza el plus ultra de la perfección tecnológica. La fabricación de sofisticados sistemas de destrucción se ha convertido en el símbolo de una economía moderna de alto rendimiento. Sin embargo, estas "maravillas" tecnológicas, que acaban de mostrar su eficacia asesina en Oriente Medio, son, desde el punto de vista de la producción, de la economía, un gigantesco despilfarro. Las armas, a diferencia de la mayoría de las otras mercancías tienen la particularidad de que una vez producidas son expulsadas del ciclo productivo del capital. No sirven ni para ampliar o sustituir el capital constante (a diferencia de las máquinas, por ejemplo) ni para renovar la fuerza de trabajo de los trabajadores que ponen en marcha este capital constante. Las armas no sólo no hacen más que destruir, sino que ya son una destrucción de capital en sí mismas, una esterilización de la riqueza. Cuando Estados Unidos, por ejemplo, anuncia que el presupuesto de defensa representa el 6% del PNB, eso significa que se ha destruido el 6% de la riqueza producida anualmente. Este 6% tiene que ser retirado de la producción global, lo que significa que la producción militar debe restarse del crecimiento anual, no añadirse como hacen los economistas."11 Los bienes de consumo y los bienes de producción pueden integrarse en el ciclo de la acumulación de capital, pero la producción militar tiene el único destino de esfumarse literalmente. Desde el punto de vista del capital global es la esterilización pura y dura del trabajo acumulado. El capitalismo decadente no puede evitar la huida hacia adelante de este proceso.
La economía norteamericana está sometida a una presión creciente en cuanto al gasto militar, que ya triplica el de su rival más cercano, China. ¡El presupuesto militar en 2019 fue de unos 716 mil millones de dólares! Esta tendencia del capitalismo a gastar cada vez más en armamento no es una opción, es una expresión de la vida misma de este sistema en decadencia y su impulso ciego hacia la guerra. China ya está inmersa en esta dinámica y EEUU hará todo lo posible para evitar que surja como rival en igualdad de condiciones. Con este ejemplo podemos ver que las ilusiones aislacionistas del capital estadounidense en los años 20 y 30, sobre crecer económicamente lejos de los "problemas europeos", era una utopía: la participación en la guerra bajo el capitalismo no es una opción sino un imperativo. Por eso, la facción aislacionista fue perdiendo terreno y se disolvió orgánicamente después de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual siguió presente pero ya no tuvo un peso real. Aunque el populismo trumpista intentó abanderar esta facción, la realidad es que la lógica del capitalismo conduce inevitablemente a la guerra. El capitalismo moviliza todo el aparato productivo en aras de mantener y mejorar constantemente su poder militar12. Esto explica por qué Estados Unidos ha perdido su competitividad económica mundial. Muchas empresas estadounidenses dependen de las inversiones a través del Pentágono (Boeing, MacDonell-Douglas, Texas Instruments, General Electric, Chrysler, etc.). Estas "inversiones" exigen cada vez más dólares, de modo que la deuda estadounidense ya ha alcanzado los 28 billones de dólares, es decir, el 130% de su PIB. Por lo tanto, no es casualidad que la esfera militar colonice cada vez más la estructura del Estado e influya en el aumento de los presupuestos militares en detrimento de otros sectores. Las dificultades y divisiones que corroen la supuesta unidad de la burguesía no pueden sino aumentar en este ámbito, y las luchas internas se intensificarán sin duda.
Otro resultado del crecimiento canceroso del militarismo es que la economía "civil" -infraestructuras, sanidad, educación, etc.- se descuida cada vez más. Esto no puede sino debilitar la competitividad del capital estadounidense en el mercado mundial, obligando a la administración Biden a impulsar un importante programa de "modernización" en este ámbito. Y esto, a su vez, contribuirá a acumular la deuda nacional.
Las divisiones internas van a aumentar
El frente interno de Estados Unidos está experimentando un empeoramiento de los conflictos y las divisiones. Los principales partidos están perdiendo credibilidad y las disensiones y fracturas son cada vez más evidentes. El Partido Demócrata no se unificó tras la pérdida del candidato Sanders frente a Hilary Clinton y Biden para la presidencia. El ala "socialista" del Partido Demócrata no está muy contenta, por lo que el "Escuadrón" (Ocasio Cortez y compañía) será el "ala crítica" contra Biden si no implementa sus "propuestas sociales, verdes y progresistas". No olvidemos que también hay divisiones entre el Escuadrón y Nancy Pelosi. El Escuadrón la ha acusado de ser "racista" y hay serias divergencias sobre la política de inmigración. A esto se suma el hecho de que la población no votó por Biden sino contra Trump, lo que refleja la débil base social de los demócratas. Por otro lado, los partidarios de Trump son muy significativos y éste se ha convertido en el segundo candidato presidencial con más votos de la historia, sólo por detrás de Biden. El Partido Republicano, por su parte, también se enfrenta a luchas internas. Bush Jr., miembro distinguido del Partido Republicano, ha desatado las críticas contra Trump desde las últimas elecciones cuando dijo abiertamente sobre la toma del Capitolio el 6 de enero de este año: "Así es como se disputan los resultados en las repúblicas bananeras".
Durante los cuatro años de mandato de Trump, el Partido Republicano, el partido de Abraham Lincoln, se deslizó más hacia la extrema derecha. Trump avivó el racismo, no condenó a los conspiranoicos como el grupo QAnon, halagó a los supremacistas blancos y condenó al movimiento BLM como "comunista". Acusó a Gorge Soros de financiar al BLM, a los Antifas y a las caravanas de migrantes que vienen de Centroamérica. Por otro lado, tras los acontecimientos del 6 de enero muchos republicanos desertaron de las filas de los partidarios de Trump. El GOP (Grand Old Party) fue vandalizado por el populismo y la democracia estadounidense pierde cada vez más su capacidad de controlar los resultados electorales. Los dos grandes partidos han perdido la unidad interna y la credibilidad. En las últimas elecciones, el programa de Biden era básicamente vacío y sólo inspiraba desconfianza, mientras que los republicanos y Trump basaron su campaña en el alarmismo. La amenaza de una confrontación abierta estuvo presente en todo el ambiente electoral de 2020. Esta tendencia social hacia el desarrollo de fuerzas centrífugas no cambiará con Biden: su promesa de "reconciliación nacional" y de "restauración de la democracia" se quedará en nada ante la aceleración de la descomposición social.
Estados Unidos es el país con el mayor número de premios Nobel en ciencia, el país de Silicon Valley. Es el centro mundial de empresas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft. Sin embargo, en los últimos 30 años ha habido un resurgimiento de todo tipo de ideologías retrógradas y fundamentalistas. Por ejemplo, durante la elección de Bush hijo, de los 60 millones de votos que obtuvo, 20 millones procedían de los fundamentalistas cristianos de derecha. Estos elementos no votan en función de cuestiones económicas o de la orientación imperialista de los EE.UU., sino que votan por consejo de los clérigos locales basándose generalmente en cuestiones como el matrimonio homosexual o el aborto. Las teorías "creacionistas" siguen teniendo una enorme influencia, incluso a nivel de la educación oficial en varios estados. "El alarmante aumento del fundamentalismo religioso, ya sea en sus variantes cristiana, islámica o judía, es una consecuencia de la descomposición social, que representa una falsa respuesta a una sociedad sin esperanza, un mundo caracterizado sin perspectiva de futuro, por la creciente desesperación y el miedo"13.
Las divisiones internas se vuelven aún más peligrosas cuando están inmersas en una "cultura de la violencia". En Estados Unidos la carga de la violencia tiene una larga historia, sin embargo, los grupos que viven en torno a la promoción y el uso de la violencia como forma de expresión han revivido e incluso aumentado: el KKK sigue existiendo, QAnon cobró un enorme impulso bajo la administración Trump, Proud Boys, Boogalo Boys, New Black Panthers, The Oath Keepers,14 etc. Hay más de 200 milicias organizadas y armadas hasta los dientes. "Las milicias han estado involucradas y activas en Estados Unidos durante décadas o siglos en algunos casos. Pero lo que estamos viendo ahora no tiene absolutamente ningún precedente en la historia de Estados Unidos", le dice a BBC Mundo Paul Goldenberg, miembro del Consejo Asesor del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos."15 El escenario es un caldo de cultivo explosivo en una sociedad dividida. Trump estuvo coqueteando con estas milicias y les dijo a los Proud Boys que "esperaran" y luego dio la señal de "no rendición". El asalto al Capitolio no se entiende sin la aquiescencia del populismo y de Trump en particular. Al final Trump acabó condenando sin convicción la invasión del Capitolio, obligado a proteger su propio pellejo16.
El complemento ideal a este aspecto de la cultura de la violencia es el enorme peso del terror de Estado. Si hay un país en el que el terror de Estado se vive a diario, ese es EEUU. No sólo nos referimos a la brutalidad policial que en este país tiene un siniestro legado; hay otros aspectos como el aplastamiento permanente de cualquier expresión de lucha proletaria, las persecuciones y la vigilancia de todo lo que huela a "subversión". Hay una larga historia de patrones estadounidenses que contratan matones armados para reprimir las huelgas; el "miedo rojo" después de 1919 fue la reacción del capital estadounidense ante el temor de que la ola revolucionaria de la posguerra se extendiera a América, mientras que el macartismo fue la expresión de la política anticomunista durante la Guerra Fría. Hoy ya se habla de un "nuevo macartismo" que ahora controla las redes sociales y los "medios alternativos": en octubre de 2018 hubo una purga en Twitter y Facebook de sitios que "no cumplían con los requisitos". "Durante este mes de octubre, Facebook y Twitter eliminaron las cuentas de cientos de usuarios, incluidas muchas fuentes de medios alternativos dirigidas por usuarios estadounidenses. Entre los eliminados durante la purga coordinada se encontraban populares portales que escudriñan los abusos policiales y el intervencionismo estadounidense, como 'The Free Thought Project', 'Anti-Media'" y 'Cop Block'", junto con las páginas de periodistas como Rachel Blevins"17 Es sólo el principio y siguen en la mira con la idea de mantener un enorme aparato dedicado a acabar con cualquier teoría conspirativa "masónica-judeo-comunista" (la base unificadora de todos los grupos supremacistas blancos). La supresión de ideas impregna todo el entorno social y la clase trabajadora no se libra, desde luego. No es casualidad que el Día del Trabajo, el Primero de Mayo, se celebre en todo el mundo para conmemorar la gesta de los "Mártires de Chicago"... ¡Excepto en EEUU! No es por vergüenza por el pasado criminal de la burguesía; no, es una manipulación pura y dura, destinada a enterrar todo lo que pueda despertar una idea sobre la lucha de clases. El Estado en el "país de la libertad" ejerce un control omnipresente sobre grupos e individuos que es la envidia de los totalitarismos más abyectos. En esta misión, las redes sociales desempeñan cada vez más un papel central.
Tras el fiasco de Afganistán, la pérdida del estatus de gendarme mundial, el agravamiento de la crisis económica y la guerra comercial con China, se abren ahora varios focos de conflicto: cómo hacer frente al "terrorismo global e interno", qué hacer con unas infraestructuras que necesitan una renovación, qué hacer con el cambio tecnológico, la crisis climática y la inmigración, que sigue aumentando, etc. Todas estas cuestiones aceleradas no contribuirán a la unidad; al contrario, son factores que exacerbarán las divisiones ya existentes
Factores históricos de la tendencia a la fragmentación social
Como señalamos en la primera parte de este artículo, "el largo proceso de incorporación de los Estados de la Unión comenzó en 1787 hasta las últimas incorporaciones de 1959. Alaska fue traída de los rusos en 1867, pero no fue hasta enero de 1959 que Alaska se convirtió en el estado número 49 y Hawaii en el 50 en agosto del mismo año. Estamos hablando de más de 170 años, un periodo en el que el territorio se extendió hasta la conquista de la "última frontera", es decir, hasta la costa del Pacífico de California". Un largo proceso que comenzó en el ascenso del capitalismo y culminó en pleno periodo de decadencia, tras la Segunda Guerra Mundial. Este elemento siempre ha supuesto un problema para la "unidad nacional": la "Unión Americana" es un enorme rompecabezas en el que cada pieza intenta siempre defender su especificidad. Las reivindicaciones independentistas de la "República de Texas" o las divisiones entre estados altamente productivos como California y los más agrícolas son muy familiares. Además, cada estado tiene su propia autoridad electoral con sus propias leyes, por lo que el arcaico modelo del Colegio Electoral ha roto la ilusión democrática de "un hombre un voto": basta recordar las elecciones presidenciales de 2000 y 2020 (ver más arriba).
Un problema adicional surge con la cuestión de cómo Estados Unidos ha construido la llamada "identidad nacional". "El estimado politólogo de Harvard Samuel Huntington en su libro de 2004, ¿Quiénes somos? fue una expresión temprana de una crisis de identidad nacional emergente, en la que se preocupaba expresamente por los desafíos únicos que planteaba la inmigración hispana masiva. Mientras que otros veían la inmigración continua como una parte integral e importante de la historia estadounidense -su supuesta historia de apertura, inclusión y diversidad-, a Huntington le preocupaba la pérdida de identidad nacional, la balcanización cultural y la corrosión de la vida cívica. Hoy en día, estos debates en torno al significado de la "americanidad" no han hecho más que acelerarse y profundizarse en un tono cada vez más hostil, con Trump llevando la retórica de un lado a niveles de agresión que muchos en los medios de comunicación consideran más allá de las normas de la política burguesa"18.
El capitalismo es totalmente incapaz de generar una unidad de lo diverso; su esencia es la división, la competencia y la exclusión. Si bien esto es un problema para el sistema en su conjunto, la sociedad estadounidense tiene un problema muy agudo. La migración fue la base de su constitución como nación, y, sin embargo, hoy en día los inmigrantes son vistos como una "amenaza para los valores estadounidenses". Toda la retórica antiinmigrante, el odio contra los "invasores migrantes", refleja no sólo la incapacidad del capital para absorber mano de obra barata, sino que también se basa en el "miedo al otro". La descomposición social aumenta estas ideologías irracionales. Por ejemplo, los WASP (White Anglo Saxon Protestants) ven amenazada su preponderancia en el Estado y en la vida social. La idílica "identidad nacional" es una mera ilusión ligada exclusivamente a las necesidades del estado capitalista. En EE.UU., las minorías son excluidas, el racismo segrega, los inmigrantes son rechazados y odiados. Por ejemplo, en EEUU hay unos 60 millones de migrantes de México, pero sólo 35 millones están registrados en el censo, es decir, "oficialmente" más de 25 millones son "ciudadanos fantasmas". Lo mismo ocurre con todos los migrantes de América Latina y del resto del mundo. La generación de un "sentimiento americano" que sea referente de identidad es imposible en una sociedad fracturada que excluye a millones de personas de la vida oficial.
También hay que añadir la "cultura de la posesión de armas". Históricamente, EE.UU. expandió su "frontera" de forma violenta, y la posesión de armas era un "derecho individual" consagrado en la constitución. Hoy podemos ver que la gran democracia occidental tiene más armas que habitantes: las armas que circulan por la nación se estiman en una media de 4 armas por habitante. El poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle es uno de los más influyentes en el gobierno estadounidense, ya sea una administración demócrata o republicana. La promesa de Biden de limitar la venta indiscriminada de armas se encontrará con la resistencia de la NRA y del complejo militar estadounidense. ¿Cuáles son las consecuencias sociales de vivir en una "democracia armada" como ésta? ¿Es una práctica que permite al individuo "defender su propiedad y defender a los suyos"? Detrás de este derecho completamente burgués se encuentra la rancia ideología del capitalismo que enfrenta a un individuo con otro: "tus derechos terminan donde empiezan los míos". Esta división congénita del capitalismo ha comenzado a expresarse violentamente en la vida social estadounidense. No faltan las masacres diarias, los tiroteos en escuelas, bares, centros comerciales, etc. La delincuencia va en aumento y es la "democracia americana" la que tiene el mayor porcentaje de presos por habitante. A esto hay que añadir el aumento del número de milicias, la falta de confianza en el futuro, las divisiones provocadas por el populismo, etc. Estamos ante un caldo de cultivo para el agravamiento de la descomposición social, y de forma violenta y sangrienta.
Otro aspecto que no se puede ignorar es el de la inmigración. Aunque Estados Unidos se ha construido sobre la base de la migración, el declive del capitalismo ha convertido este fenómeno en un verdadero problema. Si bien los dos grandes océanos que lo rodean lo "protegen" del flujo migratorio masivo, la frontera con México es un verdadero talón de Aquiles. El inacabado Muro de Trump no ha inhibido el flujo, y los migrantes de todo el mundo utilizan México como puerta de entrada. "México registró la llegada de 147.000 migrantes indocumentados entre enero y agosto, el triple que, en 2020, mientras que las autoridades estadounidenses detuvieron a unos 212.000 migrantes sólo en julio, la primera vez que se supera la barrera de los 200.000 en 21 años."19
La política de Biden no difiere de la de sus predecesores. Prometió ser "más humano" pero la realidad es que las deportaciones masivas continúan, la frontera está cerrada "por razones de salud" y la frontera con México está plagada de indocumentados de Haití, Cuba, Venezuela, Centroamérica, etc. Hay una verdadera crisis humanitaria presentada como crisis "migratoria". Las oportunidades de trabajo y la estabilidad no existen en América Latina, por lo que la huida a EEUU es una última esperanza para millones de personas, una esperanza que se topa con un Muro, bandas de traficantes, fuerzas del Estado... hasta que la esperanza se disuelve en lágrimas y el sueño americano se convierte en una cruel y sangrienta pesadilla. Los inmigrantes que tienen la suerte de cruzar la frontera y entrar en Estados Unidos están condenados, en su mayoría, a la segregación, la mendicidad o a engrosar las filas de los sin techo que se pierden en barrios violentos y marginales donde la droga es "el pan de cada día". ¡Cuán lejos están las aspiraciones de los primeros pioneros y colonos americanos de estas masas de desesperados en un camino suicida!20
La vida social, la infraestructura... el declive histórico del capitalismo
La falta de perspectivas de una sociedad se refleja dramáticamente en todos los niveles de la vida política e ideológica:
- El desarrollo del terrorismo, o la toma de rehenes, como métodos de guerra entre estados, en detrimento de las "leyes" que el capitalismo estableció en el pasado para "regular" los conflictos entre las diferentes facciones de la clase dominante;
- el aumento constante de la criminalidad, la inseguridad y la violencia urbana, así como el hecho de que cada vez más niños sean presa de esta violencia y de la prostitución
- el desarrollo del nihilismo, la desesperación y el suicidio entre los jóvenes (expresado, por ejemplo, en el eslogan punk "no future" y en los disturbios urbanos en Gran Bretaña), y del odio y la xenofobia que infectan los "skinheads" y los "hooligans" que aprovechan los acontecimientos deportivos para aterrorizar a la población en general
- el maremágnum de la drogadicción, que se ha convertido en un fenómeno de masas y en un poderoso elemento de corrupción de los Estados y de los organismos financieros; sin escatimar en ningún rincón del planeta, especialmente prevalente entre los jóvenes, es cada vez menos una huida hacia la fantasía y la ilusión, sino que se acerca cada vez más a la locura y al suicidio;
- la profusión de sectas, la renovación del espíritu religioso, incluso en los países avanzados, el rechazo del pensamiento racional y coherente incluso entre ciertos "científicos"; un fenómeno que domina los medios de comunicación con sus espectáculos idiotas y su publicidad adormecedora;
- la invasión de los mismos medios de comunicación por el espectáculo de la violencia, el horror, la sangre, las masacres, incluso en los programas destinados a los niños" (Tesis sobre la Descomposición).
Desgraciadamente, la realidad de la vida americana confirma dramáticamente lo que decíamos hace 30 años. No se trata de presumir, sino simplemente de mostrar la corrección de nuestro marco marxista de análisis.
Este verano se cumplieron 50 años desde que Richard Nixon declaró la guerra a las drogas: en el punto álgido de la pandemia hubo 87.000 muertes por sobredosis en un año, la mayoría por opioides. El piadoso Biden propone no "encarcelar, sino tratar" a los adictos, pero no hay presupuesto para ello y la vida social está fuera de control. El mercado negro está inundado de analgésicos y otras drogas elaboradas con opioides sintéticos como el fentanilo, más potentes, pero también más adictivos. El sistema sanitario estadounidense lanzó una "campaña contra el dolor", pero fue una forma criminal de hacer legales las recetas de analgésicos opiáceos, y las grandes farmacéuticas se llevan su tajada de este triste pastel. Las comunidades afroamericana y latina han sido señaladas como los principales consumidores y traficantes. Sin embargo, la realidad está superando todas las previsiones; las cifras van en aumento y hoy las autoridades estadounidenses ya hablan de "crisis de salud pública" o "crisis de los opioides" para referirse al aumento de las adicciones y al incremento de las muertes por sobredosis. El capitalismo está intoxicando a una sociedad estadounidense que se hunde en la desesperación y la angustia diaria.
Algunos pensarían que vivir en Estados Unidos, la primera potencia mundial, es lo más parecido al paraíso en la tierra. A los datos anteriores hay que añadir el pésimo estado de las infraestructuras estadounidenses, calificadas de "mediocres" y "precarias" por la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (ASCE): la mayoría de las autopistas y aeropuertos se construyeron entre 1950 y 1970, y ni un solo aeropuerto estadounidense está entre los 20 mejores. Trump propuso invertir 1,5 billones de dólares, de los cuales sólo 200.000 millones procederían del presupuesto federal, pero esta faraónica suma no cubre ni un tercio de las necesidades. Con Biden, las cosas no son diferentes. De su propuesta de 2 billones de dólares para infraestructura, sólo se ha aprobado la mitad. La renovación de las "arterias" para la circulación de mercancías será lenta y el deterioro avanza más rápido que la regeneración. Lo más significativo es la imagen dantesca de la ciudad de Detroit: una ciudad emblemática, antaño cuna de la industria del automóvil, es ahora una ciudad en ruinas y sus habitantes se han reducido a la mitad.
La pandemia de Covid-19 no hizo más que confirmar una realidad que se venía gestando desde hace al menos tres décadas. La negligencia criminal de Trump al restar importancia a la pandemia, ignorar a sus asesores científicos y no aplicar inmediatamente medidas de contención, hizo que la pandemia estallara y que EEUU se convirtiera en uno de los países más afectados. La vacunación masiva emprendida por Biden ha limitado los efectos; decimos limitado porque las variantes como Delta y Mu han vuelto a aumentar el número de hospitalizados. "Entre los países centrales, es el más poderoso de ellos, la superpotencia estadounidense, el que más está sufriendo el impacto de la crisis del Covid-19: el mayor número absoluto de infecciones y muertes del mundo, una situación sanitaria deplorable, una administración presidencial 'vandálica' que ha gestionado catastróficamente la pandemia y ha aislado internacionalmente al país de sus alianzas, una economía en grandes dificultades, un presidente que ha socavado la credibilidad de las elecciones, ha convocado una marcha al parlamento, ha profundizado las divisiones dentro del país y ha alimentado la desconfianza en la ciencia y en los datos racionales, calificados de 'fake news'. En la actualidad, Estados Unidos es el epicentro de la descomposición” (ver nota 4). También hemos visto que la crisis climática mundial está golpeando con fuerza a Estados Unidos, especialmente en los estados del oeste, como California y Oregón, que han visto una sucesión de incendios forestales, sequías e inundaciones. En resumen, estamos asistiendo a la incapacidad de la burguesía de la primera potencia mundial para hacer frente, de forma unitaria, a los efectos de la decadencia de su propio sistema.
Conclusión
Tanto a nivel nacional como internacional, estamos asistiendo a la decadencia histórica de EEUU. Decadencia como nación modelo en la que el "sueño americano" empieza a convertirse en la "pesadilla americana"; en la que el "estilo de vida americano" y los "valores americanos" reflejan un empeoramiento de las condiciones de vida; en la que la clase trabajadora americana se lleva la peor parte de los efectos. No es una cuestión de afroamericanos o de latinos, no es una cuestión racial como quieren hacer ver los medios de comunicación. Hay una cuestión mucho más grave que se está ocultando: la clase explotada (trabajadores agrícolas, asalariados, obreros industriales, etc.) está formada por blancos, negros, latinos, asiáticos, etc. y la burguesía hace todo lo posible por ocultar esta realidad y evitar cualquier reflexión en profundidad sobre el destino del capitalismo y sobre quién puede sacar a la humanidad de este atolladero.
El declive de EEUU como gendarme del mundo ya está en marcha. La salida de Afganistán es una expresión de la aceleración de un fenómeno irreversible para los estadounidenses. En lugar de estabilizar la región, los estadounidenses han acelerado su caída en el desorden. Asia Central experimentará una verdadera aceleración de la inestabilidad y el caos. Esta debilidad de Estados Unidos fomentará que las fuerzas centrífugas y la indisciplina se extiendan por todo el mundo, que ya está lleno de guerras localizadas. La guerra comercial con China puede llevar tarde o temprano a enfrentamientos más directos, aunque China no se mueve por el momento en esa dirección (Taiwán, por ejemplo, será un termómetro decisivo en esta evolución). Hay que repetir con énfasis que Estados Unidos nunca recuperará su estatus perdido. Su papel de gendarme mundial y su supremacía como potencia en todos los ámbitos de la vida capitalista han llegado a su fin. El fin del "siglo americano" no se plantea en términos absolutos: la burguesía estadounidense intentará contrarrestar esta tendencia, pero es irreversible. En esta caída arrastrará a la humanidad a una barbarie sin fin si el proletariado mundial no bloquea este camino hacia el abismo.
Marsan
1 https://es.internationalism.org/content/4688/los-estados-unidos-superpotencia-en-la-decadencia-del-capitalismo-hoy-epicentro-de-la
2 Ver Detrás del declive del imperialismo estadounidense, el declive del capitalismo mundial https://es.internationalism.org/content/4705/detras-del-declive-del-imperialismo-estadounidense-el-declive-del-capitalismo-mundial
3 Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
4 Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
5 Informe sobre la pandemia y desarrollo de la descomposición del 24º Congreso Internacional de la CCI https://es.internationalism.org/content/4713/informe-sobre-la-pandemia-y-desarrollo-de-la-descomposicion-del-24o-congreso
6 Notas sobre la historia de la política imperialista de Estados Unidos desde la 2ª Guerra Mundial (2ª parte) https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/847/notas-sobre-la-historia-de-la-politica-imperialista-de-estados-unid
7 “Las etapas del ascenso de China son inseparables de la historia de los bloques imperialistas y de su desaparición en 1989: la posición de la izquierda comunista que afirmaba la "imposibilidad de todo surgimiento de nuevas naciones industrializadas en el período de la decadencia y la condena de los Estados "que no lograron su "despegue industrial" antes de la Primera Guerra Mundial a estancarse en el subdesarrollo, o a conservar un atraso crónico con respecto a los países que llevan la delantera" era válida en el período de 1914 a 1989. Fue la camisa de fuerza de la organización del mundo en dos bloques imperialistas opuestos (permanentes entre 1945 y 1989) en preparación de la guerra mundial lo que impidió cualquier alteración importante de la jerarquía entre potencias. El ascenso de China comenzó con la ayuda norteamericana que premiaba su giro imperialista hacia Estados Unidos en 1972. Continuó de forma decisiva tras la desaparición de los bloques en 1989. China aparece como el principal beneficiario de la "globalización" tras su adhesión a la OMC en 2001, cuando se convirtió en el taller mundial y en el receptor de las deslocalizaciones e inversiones occidentales, convirtiéndose finalmente en la segunda potencia económica del mundo. Fueron necesarias las circunstancias sin precedentes del periodo histórico de descomposición para permitir el ascenso de China, sin el cual no se habría producido. El poder de China lleva todos los estigmas del capitalismo terminal: se basa en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo proletaria, en el desarrollo desenfrenado de la economía de guerra a través del programa nacional de "fusión militar-civil" y va acompañado de la destrucción catastrófica del medio ambiente, mientras que la cohesión nacional se basa en el control policial de las masas sometidas a la educación política del Partido Único y en la feroz represión de las poblaciones de musulmanes uigures y del Tíbet. De hecho, China no es más que una gigantesca metástasis del cáncer militarista generalizado de todo el sistema capitalista: su producción militar se desarrolla a un ritmo frenético, su presupuesto de defensa se ha multiplicado por seis en 20 años y ocupa el segundo lugar en el mundo desde 2010". Revista Internacional 164, Resolución sobre la situación internacional (2019): Conflictos imperialistas; vida de la burguesía, crisis económica | Corriente Comunista Internacional https://es.internationalism.org/content/4447/resolucion-sobre-la-situacion-internacional-2019-los-conflictos-imperialistas-la-vida
8 "Comenzó a circular por Internet una popular parodia de las elecciones en la que se preguntaba qué dirían los medios de comunicación si en una nación africana se celebraran unas controvertidas elecciones en las que el candidato ganador fuera el hijo de un presidente anterior, que hubiera servido previamente como director de las fuerzas de seguridad del Estado (CIA), y en las que la victoria se determinara por un disputado recuento de los votos en una provincia gobernada por un hermano del candidato presidencial". Elección de George W. Bush | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)
9 Informe sobre el impacto de la descomposición en la vida política de la burguesía (2019) https://es.internationalism.org/content/4458/informe-sobre-el-impacto-de-la-descomposicion-en-la-vida-politica-de-la-burguesia-2019
10 Apodo de Joe Biden
11 Revista Internacional 65. ¿Dónde estamos en la crisis? Crisis económica y militarismo. https://es.internationalism.org/revista-internacional/200608/1060/crisis-y-militarismo
12 "Para desarrollar la bomba atómica, el Estado estadounidense movilizó todos los recursos de la ciencia y los puso a disposición de los militares. Se dedicaron dos mil millones de dólares al Proyecto Manhattan, creado por el gran humanista Roosevelt. Todas las universidades del país se sumaron a él. Directa o indirectamente, todos los grandes físicos, desde Einstein hasta Oppenheimer, participaron, incluyendo seis premios Nobel. Esta gigantesca movilización de todos los recursos científicos para la guerra expresa una característica general del capitalismo decadente. El capitalismo de Estado, ya sea abiertamente totalitario o envuelto en la bandera democrática, coloniza y militariza toda la ciencia. Bajo el reinado del capitalismo, la ciencia vive y se desarrolla por y para la guerra. Esta realidad no ha dejado de agravarse desde 1945". Revista Internacional 83 Hiroshima y Nagasaki: las mentiras de la burguesía https://es.internationalism.org/revista-internacional/200703/1784/50-anos-despues-hiroshima-y-nagasaki-o-las-mentiras-de-la-burguesi
13 Internationalism 134, Informe sobre la situación nacional en EUA. Corriente Comunista Internacional
14 Los Oath Keepers se formaron en 2009 y se describen a sí mismos como "una asociación no partidista de militares en activo y en servicio, policías y personal de primera respuesta que se comprometen a mantener el juramento prestado por todos los militares y policías de "defender la Constitución contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales”
15 BBC World News, 21 de septiembre 2020
16 Asalto del Capitolio en Washington: Los Estados Unidos en el centro de la descomposición mundial del capitalismo https://es.internationalism.org/content/4635/asalto-del-capitolio-en-washington-los-estados-unidos-en-el-centro-de-la-descomposicion
17 Nuevo Macartismo. Telesurtv.net. 2018
18 World Revolution 384, Trump contra el escuadrón
19 BBC World News, 22.9.21
20 El éxodo migratorio expresa la aceleración de la descomposición capitalista https://es.internationalism.org/content/4760/el-exodo-migratorio-expresa-la-aceleracion-de-la-descomposicion-capitalista